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algo extraordinario (a little extraordinary) [en pausa]

Summary:

No es del todo normal tener un chico desconocido escalando hasta la ventana de tu habitación en mitad de la noche. Y es aún más extraño que esto se haya convertido en algo usual.
Mark intenta de todas las formas posibles guardarlo en su interior, pero cada vez es más difícil cuando cada día le gusta más cierto chico y un oscuro pasado no deja de atormentarlo.

Notes:

Nota de autora (saddermachine): pues espero que esto funcione
el escenario no es Korea porque no sé cómo funciona su sistema educativo así que va a ser como un instituto normal supongo

Nota de traductora (aka yo): holA este es el primer fic traducido que subo (no el que escribo though)
a mí me encanta su forma de escribir así que si manejáis bien el ingles pasaos por su perfil uwu y disfrutad!!

Chapter 1: De madrugada (el comienzo)

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Mark no consideraba su vida algo especial. No de manera deprimente, simplemente sabía que había gente con una vida mucho más interesante que la suya, y no le importaba. No todo el mundo nace para salir en los libros de historia.

Su vida tampoco era aburrida. Tenía suficientes amigos con los que hacer el idiota cuando se aburrían como para considerarla aburrida. Simplemente no era fantástica o extraordinaria.

Así era su vida hasta una noche de otoño.

En ese momento fue cuando su vida se transformó en algo extraordinario.

 

/

 

La hora rondaba la una y media de la noche, una noche fresca de finales de otoño, cuando un fuerte golpe en la ventana de su habitación interrumpió el sueño de Mark. La habitación de Mark se encontraba en el segundo piso, y la única manera de acceder a ella consistía en escalar una tubería vieja e inestable. Su ventana contaba con la fascinante vista de la pared de la casa de al lado y una pequeña parte de la calle.

Mark se levantó de un salto, la mirada fija en la cortina que cubría su ventana y el latido de su corazón acelerado resonando en los oídos. Su primer instinto fue pensar en un robo, pero vivía en una buena zona de la ciudad, y los robos allí eran igual de comunes que ver un pájaro tropical.

Así que, naturalmente, su cerebro todavía medio dormido se convenció de que no podía ser otra cosa que alguna mierda paranormal sacada de American Horror Story, lo cual le resultaba mucho más razonable y le había llevado a donde se encontraba en ese instante: de pie en medio de su habitación, a medio camino de la puerta, pero demasiado asustado como para darle la espalda a esa figura humanoide de su ventana.

La sombra se movió levemente y volvió a llamar a la ventana, algo más impaciente que la primera vez. Mark se encogió y dejó escapar un chillido sin dignidad alguna, justo antes de taparse la boca rápidamente con la mano. Francamente, esperaba que su muerte fuese rápida y que sus padres utilizasen una buena foto suya para la noticia de su brutal asesinato en televisión.

La figura se removió de nuevo y después habló:

—Escucha, sé que estás despierto. Abre la puta ventana.

Mark, todavía paralizado en medio de su habitación, observó en shock la ventana. La voz que había hablado era algo más aguda que la suya, pero no había duda de que se trataba de un chico, y sonaba muy humano.

Trató de responder, pero su voz no estaba por la labor y sonó como una rana estreñida. El chico suspiró de manera audible.

—Abre la puta ventana. No te voy a asesinar.

Mark pensó que no había sido demasiado convincente, pero tenía el presentimiento de que esa persona no iba a rendirse fácilmente y, de todas formas, si moría, ya no tendría que hacer nunca más ejercicios de mates. Hay que buscar siempre el lado positivo de las cosas y todo eso.

Se movió con lentitud hacia la ventana, escuchando un amortiguado «joder, por fin» mientras retiraba las cortinas.

El chico estaba iluminado por la espalda gracias a la débil luz proveniente de la calle, y Mark tan solo podía ver una melena rebelde de color castaño cobrizo y un par de ojos oscuros, observándolo desde el otro lado del cristal. Alzó la mano hasta el pestillo y abrió la ventana.

Casi inmediatamente, el chico puso todo su peso contra la ventana para forzar su apertura aún más. Mark trastabilló hacia atrás y observó enmudecido cómo el chico se introducía por el marco de la ventana hasta su habitación.

Ambos se mantuvieron de pie por un tiempo, el chico fulminando a Mark con su mirada, como si le retase a pedir ayuda.

Pero no lo hizo. En vez de eso, pasó de largo al chico y cerró la ventana antes de que todo el calor se marchase. Después, se dirigió a su mesa y encendió lámpara, iluminando la habitación con una luz amarilla tenue.

Bajo el brillo de la lámpara, el chico parecía mucho menos intimidante. Su ropa (un jersey raído, unos vaqueros igualmente raídos y zapatillas que parecían estar a punto de morir) desentonaba con el orden que caracterizaba la habitación de Mark. Tan sólo era algo más bajo que él, quizás un año menor. Todavía tenía restos de un moreno debido al verano en el rostro y manos, y su boca, similar al capullo de una rosa, formaba un puchero. Mark apartó la mirada, centrándose en toda la suciedad que el chico estaba dejando en su alfombra.

—Estás ensuciando mi alfombra —dijo, agradeciendo internamente que su voz no hubiese fallado.

El chico miró hacia abajo, y después volvió a mirar a Mark.

—¿No sabes utilizar la aspiradora? —preguntó. Mark perdió el hilo unos segundos.

—Sí que sé utilizarla, pero mi madre se va a asustar.

El chico se encogió de hombros, para después centrar su atención al escritorio. Se acercó para coger el libro de texto más cercano y comenzar a ojearlo, con las cejas arqueadas mostrando un aburrido desinterés. Mark se lo quitó de las manos con rapidez y miró con molestia las huellas de suciedad que había dejado en las páginas y la cubierta.

—¿Qué quieres? —preguntó con algo de desesperación mientras el chico comenzaba a mirar su cuaderno.

El chico soltó el cuaderno y se giró hacia Mark, una sonrisa traviesa decoraba su rostro. Mark miró hacia otro lado. Así sería más seguro.

—Por fin pregunta —celebró en un tono demasiado alto, y Mark le intentó callar—. Comida, quiero comida —prosiguió en un susurro apresurado.

—¿Comida? —Mark simplemente pestañeó.

—Eso he dicho.

Mark trató de fulminarlo con la mirada, pero el chico no parecía afectado.

—¿Qué clase de comida?

—Me da igual. Excepto cereales, no soporto los cereales.

Mark se mantuvo en silencio un segundo antes de asentir, aceptando lo que le pidió.

—¿En serio? —Ahora era el turno del chico de estar sorprendido.

—Sí. —Mark se encogió de hombros. —Está bien, supongo.

El chico se recompuso con rapidez, y la sonrisa traviesa volvió.

—Soy Donghyuck.

—Mark.

Ambos se quedaron mirando, y fue Mark quien apartó primero la mirada, con la esperanza de que la mala iluminación pudiese esconder el rubor que se había apoderado de sus mejillas.

—Tú sólo quédate aquí y no hagas ruido. Vuelvo en un minuto. Intenta no manchar todo.

Donghyuck asintió, sus ojos ya puestos en la cama desordenada de Mark.

—Vale —Mark respiró profundamente y salió al pasillo. Captó la mirada de Donghyuck y trató de mostrar algo parecido a una sonrisa, antes de cerrar la puerta.

Cuando finalmente llegó a la cocina tras el agonizante trayecto por la escalera, demasiado ruidosa, se permitió a sí mismo un pequeño descanso, apoyándose sobre la nevera para procesar toda aquella situación tan extraña. Un chico extraño llamado Donghyuck estaba en ese instante pasando el rato en su habitación, después de haber escalado una tubería oxidada para llegar hasta su habitación. Parecía alguna mierda de Peter Pan, quitando las hadas y el polvo mágico. El único polvo que había conseguido era sucio, arenoso y se encontraba literalmente por toda su alfombra. Parecía que el chico se había revolcado en ello.

Y con todo eso, Mark volvió a la realidad, para darse cuenta de que era un terrible cocinero.

Incluso algo tan sencillo como un sándwich era un reto para él.

Acabó consiguiendo una taza de ramen, un sándwich de jamón y un trozo de tarta de tofe. Fácil.

Llegó hasta el final de las escaleras sin incidentes y consiguió abrir la puerta con su codo (sin tirar ni derramar nada).

Donghyuck estaba tumbado en la cama, su respiración lenta y estable, y sus manos enganchadas al edredón como un salvavidas. Su rostro moreno y su pelo castaño cobrizo contrastaban con el tono azul claro de la almohada y el edredón. Mark se fijó inconscientemente en lo largas que eran las pestañas de Donghyuck, de su boca formando un pequeño puchero y de cómo se aplastaban sus mejillas contra la almohada.

También se dio cuenta de las manchas de mugre en su mandíbula y las costras resecas en sus nudillos, la suciedad, y pequeños trozos de arenilla y gravilla en su pelo, y de lo raída y rota que parecía su ropa. Sí que había tenido algo de consideración al quitarse los zapatos antes de meterse en su cama, aunque tampoco había marcado una gran diferencia. Estaba descalzo, y Mark no quería decir que olía, pero sí que olía.

Cuando frunció ligeramente el ceño y apretó el edredón con las manos, Mark se dio cuenta de que había estado observando a un chico desconocido mientras dormía, y enseguida puso la bandeja en el suelo para acercarse después con lentitud hasta el borde de la cama.

Quería preguntar por qué la ropa de Donghyuck parecía tan estropeada y sucia y por qué tenía costras y heridas en sus manos, y por qué parecía tan desnutrido y cansado. Quería preguntar si tenía un sitio en el que quedarse, y cuándo había tenido su última comida caliente. Quería preguntar sobre sus padres, sobre todo realmente.

Pero no lo hizo. No era el momento adecuado, ni tampoco algo en lo que pudiera entrometerse.

Supuso que Donghyuck le contaría lo que quisiera, y si no quería decir nada, él tampoco le presionaría.

Posándose con cuidado al borde de la cama, dio un toque en el brazo de Donghyuck. El chico no reaccionó, y Mark dio otro toque un poco más enérgico, que resultó en una torta en su mejilla debido a un Donghyuck muy molesto y muy dormido.

—¿Qué? —susurró mientras le miraba con los ojos entrecerrados.

—Te he preparado comida, no seas un imbécil.

Donghyuck pareció estar confuso por unos instantes, hasta que su mirada topó con la bandeja en el suelo y enseguida comenzó a levantarse.

Sentado en el suelo, lanzó una mirada sospechosa a Mark, preguntando qué era el trozo de tarta que señalaba con el dedo.

—Es tarta.

Donghyuck puso los ojos en blanco.

—Lo sé, idiota. ¿Qué tipo de tarta?

—Tarta de tofe.

Su cara se iluminó y Mark reprimió sus ganas intentar de aplastar sus mejillas. Entonces Donghyuck comenzó a comer mientras Mark observaba en un orgullo silencioso cómo engullía la comida como si fuese lo último que iba a comer nunca. Eso le entristeció a la vez que le preocupó, y decidió decirle a Donghyuck que comiese más lento, o le sentaría mal la comida. Sorprendentemente, le hizo caso y trató de ralentizarse.

—¿Quieres algo de beber? —preguntó mientras veía a Donghyuck tragar el último trozo de tarta. Recibió como respuesta un movimiento de cabeza afirmativo, y le pasó una botella de agua medio llena que descansaba en su mesilla de noche.

Pasaron unos minutos de silencio en los que ambos simplemente permanecieron sentados. Mark luchaba por no quedarse dormido, y Donghyuck parecía estar teniendo una batalla interna.

—Entonces me voy.

—Puedes quedarte si quieres.

Ambos hablaron y se cortaron a la vez. Mark podía sentir sus mejillas encendiéndose y Donghyuck tenía la mirada fija en el suelo.

—Da igual, me voy. Solo… gracias por la comida.

—Es lo menos que podía hacer.

Donghyuck asintió.

—Siento la suciedad.

—No pasa nada.

Hubo otro momento de silencio.

—Puedes salir por la puerta principal —le ofreció, pero Donghyuck se negó. Ya estaba poniéndose sus zapatos.

—Da igual. Se me da bien escalar.

—Esa tubería es lo peor que podrías escalar, pero vale.

—No dudes de mis habilidades, chico ramen.

Mark estaba a punto de preguntar qué cojones se suponía que significaba eso de chico ramen, pero Donghyuck ya estaba encaramado al marco de la ventana, cambiando su peso con cuidado sobre la puta tubería vieja. Mark apartó la mirada, le estaba empezando a marear.

—No te mueras, por favor. Quiero irme a la cama.

—Me voy a caer solo para molestarte —escuchó cómo murmuraba Donghyuck, seguido de un golpe amortiguado antes de sacar su cabeza por la ventana.

Donghyuck, sano y salvo, le mostró una sonrisa.

—Ya nos veremos, Mark —dijo antes de girarse sobre los talones y salir corriendo hacia la calle y desaparecer.

Mark se quedó asomado a la ventana con la boca medio abierta, respirando el frío aire otoñal a las 2 y cuarto de la mañana, y preguntándose qué coño acababa de pasar.

Notes:

aquí tenéis la cuenta de twitter de la autora original

y aquí la mía !

Chapter 2: Día y noche (con falta de sueño)

Summary:

Mark con una total falta de sueño puede ser precioso o un idiota.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

La mañana siguiente fue peor de lo esperado.

Mark se despertó tarde, y por poco no se partió el cuello corriendo escaleras abajo. Su hermano pequeño Jisung y él tuvieron que correr durante prácticamente todo el camino al colegio, e incluso así llegaron tarde. Y ahí se encontraba, en la primera clase del día (historia), luchando por no quedarse dormido con cada célula de su cuerpo. Su amigo Jaemin había ofrecido inmediatamente sus servicios para mantenerlo despierto, y con ofrecer sus servicios al parecer se refería a pellizcar a Mark cada vez que cerrase los ojos durante demasiado tiempo.

Mark salió de clase con un brazo dolorido y varias marcas, y Jaemin saltando alegremente a su lado.

—Pareces un muerto —dijo con una sonrisa. Mark respondió con una mueca.

—No he dormido mucho —murmuró contra la bufanda. Jaemin rio mientras le golpeaba con el hombro, empujándolo por la puerta hacia el patio del colegio. Aglomeraciones de estudiantes se apiñaban juntos por todas partes, intentando sin éxito alguno resguardarse del frío viento de noviembre. Jaemin agarró a Mark por los hombros y lo guió hasta una esquina relativamente resguardada. Allí les esperaban otros cuatro individuos, también víctimas del viento. El hermano pequeño de Mark, Jisung, junto a su amigo y compañero de clase, Chenle, Renjun y Jeno.

Jaemin abandonó inmediatamente a Mark, para apretujarse entre Jeno y Renjun y así esconderse del viento. Mark lo fulminó con una mirada de traición, antes de dejarse caer en el suelo y apoyar su cabeza en sus manos.

Chenle le dio unos toques con el pie.

—¿Estás bien?

Mark gruñó como respuesta, y se escuchó un resoplido por parte de Jisung.

—No se levantó a su hora y ha conseguido que ambos llegáramos tarde a clase — dijo mientras lanzaba una patada en dirección a la rodilla de Mark—. Casi me castigan pero conseguí librarme.

—Se te da bien eso, ¿a que sí? —murmuró Mark.

—Pues te eché a ti la culpa así que si tienes a la señora Kim en la siguiente clase estás jodido.

—No digas pu- no digas palabrotas. Mamá te va a matar.

—Y lo dices tú —dijo Jisung en un tono de burla. Mark comenzó a maldecir en un susurro y a levantarse, totalmente preparado para matar a ese pequeño bastardo, pero una mano enorme lo empujó por el hombro y lo retuvo en el sitio.

—Venga, sin peleas.

Era Johnny Seo, un chico majo del barrio y generalmente gracioso, y su novio Ten, el cual se había auto proclamado un 12 de 10 y la mejor persona que vayas a tener el honor de conocer. Salían bastante con ellos, siendo la madre y padre no oficiales del pequeño grupo. Nadie les cuestionaba, pues eso llevaría a una discusión sobre literalmente nada que pudiesen ganar ya que ellos son mayores. No tenía sentido.

Tampoco era como si fuesen unos extraños. Todos prácticamente habían crecido juntos, en reuniones familiares algo raras en vacaciones, y la mayor parte de su tiempo libre juntos. Así que no era extraño que ambos se hubiesen proclamado los padres del grupo, pues prácticamente habían ayudado a criarlos. Los otros dos mayores del grupo no resultaban tan parentales. Kun era de una naturaleza más callada, Y Sicheng les seguía el rollo más o menos.

Johnny sonrió, mirando hacia abajo a Mark.

—¿Por qué estás así?

—Por nada.

—No ha dormido —dijo Jaemin como ayuda, y Sicheng asintió de manera empática.

—¿Por qué no? —Preguntó Ten, dejándose caer a su lado para después engancharlo con un brazo sobre sus hombros. Mark entró en pánico.

—Eh, ¿una pesadilla?

—Oh, lo siento. —dijo Ten con el carrillo pegado a su pelo.

—¿De qué iba? —preguntó Johnny.

—No me acuerdo.

Johnny suspiró antes de seguir hablando:

—Pues vaya. Bueno, ¿habéis escuchado lo que ha pasado con el señor Byun?

—Tío, son pequeños. No puedes contarles eso, los traumatizarás o algo —le regañó Kun, haciendo que toda la atención del grupo se centrase sobre Johnny, quien comenzó a reírse mientras le golpeaba en el hombro.

—No les va a pasar nada, no es tan malo.

Tío —dijo Sicheng—, es bastante jodido.

—¡Dilo! —exclamó Jeno, con ambos brazos rodeando los hombros de Jaemin.

Johnny miró a Ten, preguntando de manera silenciosa si podía.

—Díselo, tan solo que Jisung y Chenle se tapen los oídos.

—Ah, no, dejad que Jisung lo escuche. Quizás estando traumatizado deja de ser un mocoso —dijo de pronto Mark.

Kun y Ten se rieron disimuladamente al ver cómo Jisung le golpeaba en la rodilla, haciéndole doblarse de dolor. Johnny hizo un ademán de hablar, pero le interrumpió la campana que indicaba el final del recreo.

—Dios, menos mal —escuchó Mark susurrar a Kun mientras enganchaba su brazo con el de Sicheng, llevándolo de vuelta al edificio.

—Por favor no los asustes. Sus padres se enfadarían muchísimo y ya sabes cómo pueden ser los padres de Chenle.

—Joder, no me lo recuerdes —dijo Johnny con una mueca.

Ten les dedicó una sonrisa exasperada antes de apartar con fuerza a Johnny de Chenle y Jisung. Observaron cómo éstos se alejaban.

—La verdad es que no entiendo por qué seguimos quedando con ellos. Quiero decir, ¿no quieren pasar el tiempo con gente de su edad? —preguntó Renjun en medio del silencio.

—No creo que nos pudiésemos librar de ellos, sinceramente —respondió Jeno—. Son muy pegajosos.

—Cierto —dijo Renjun riendo.

—Además, nos invitan a comida así que no creo que quiera librarme de ellos —añadió Jaemin. El resto asintió como respuesta.

—Deberíamos irnos antes de que sea tarde — dijo Chenle mientras empujaba Jisung hacia el edificio de ciencias. Todos se despidieron y comenzaron a dividirse, dirigiéndose a diferentes lugares.

Mark ya llegaba a la altura de la puerta cuando Jeno le alcanzó, con su sonrisa perpetua aún más brillante de lo normal, o quizás su falta de sueño hacía que todo pareciese más intenso.

—Una pesadilla, ¿eh? —preguntó con una sonrisa mientras empujaba a Mark, haciendo que éste se balanceara peligrosamente.

—¿Sí…?

—¿Y por qué no me lo creo?

Mark le dirigió una mirada sospechosa.

—¿Porque miento fatal?

Entonces se rio y Mark cerró sus ojos, ¿por qué tenía que estar todo al máximo volumen?

—La falta de sueño te hace increíblemente sincero. Me pregunto qué más cosas podrías contarme —dijo mientras movía sus cejas repetidamente.

—Eres malvado, ¿lo sabes?

—Es un talento —dijo Jeno de forma engreída. Enseguida se adelantó y abrió la puerta antes de que Mark se estampase contra ello. Mark consiguió murmurar un agradecimiento y Jeno volvió a colgarse de su espalda.

—Eres adorable cuando apenas duermes.

/

—No quiero ser un cotilla ni nada… —comenzó a decir Jisung.

—No lo intentes demasiado —le interrumpió Mark, antes de que su hermano lo empujase fuera de la acera.

—Intento ser amable. Cállate.

Se encontraban en su camino de vuelta a casa, con un viento más gélido que nunca y nubes oscuras y pesadas abriéndose paso en el cielo. Mark todavía parecía más dormido que despierto, y Jisung se estaba cansando. Mark no tenía la energía para discutir con él, así que simplemente hizo un gesto para que el otro continuase.

—Lo que intentaba preguntar es que por qué estás tan cansado.

—Tuve una pesadilla.

—Tú no tienes pesadillas.

—¿Cómo vas a saber eso? —preguntó malhumorado, tirando de su bufanda para tapar su barbilla.

—Nunca te habías quejado de tener pesadillas.

—Bueno, quizás es porque no me quejo tanto como alguien.

Jisung lo empujó de nuevo, pero esa vez Mark estaba preparado, y utilizó todo su peso para que chocase con un arbusto. Tras lograr recomponerse y quitar todas las hojas y ramitas de su pelo y ropa, prosiguieron su camino en un silencio no demasiado incómodo.

—Sigo sin creerme lo de las pesadillas —dijo mientras doblaban la esquina de su calle.

—Vale, no te lo creas. No me importa.

Jisung paró en seco y lo fulminó con la mirada.

—A veces eres molesto de cojones —dijo en un tono más alto de lo normal.

De la garganta del menor se escapó un pequeño gruñido como muestra de su frustración mientras pegaba una patada al suelo.

—Sé que me estás mintiendo. ¡Dime de una vez por qué no has dormido!

—Tuve una puta pesadilla, ¿vale? Déjalo ya —gritó Mark, dando un paso hacia su hermano, aunque éste no reculó y se mantuvo en su posición.

Se mantuvieron de esa forma por un tiempo, tan solo observándose el uno al otro. Fue entonces cuando las primeras gotas comenzaron a caer, y se vieron obligados a seguir andando.

 

La tensión entre ambos era palpable, y a su madre solo le bastó un vistazo para mandar cada uno a su habitación.

Mark dejó caer la mochila en la mesa e inmediatamente se tiró sobre la cama, dejando escapar el aliento en un largo suspiro. Apretó los ojos con fuerza y se regañó a si mismo por haber tratado mal a su hermano, su humor no era el mejor cuando apenas había dormido y dependía de la cafeína. Quería disculparse, de verdad quería. Lo que no quería era explicar que un desconocido había escalado hasta su ventana, le había acosado hasta despertarlo y conseguir que le diese comida, e incluso dormido en su propia cama. Tampoco quería mencionar lo mono que era y lo ligeramente jodido que parecía estar. Y definitivamente no quería pensar en que aquella vez sería, casi sin lugar a dudas, la primera y última vez que le iba a ver. No quería explicar nada de aquello, especialmente a su hermano pequeño.

Como respuesta a todo ese hilo de pensamientos, desde dentro se pudo escuchar un suave golpe en su puerta, seguido de una voz llamándolo con timidez. Mark soltó un gruñido y rodó sobre la cama con sus ojos todavía cerrados, antes de contestar:

—¿Qué pasa?

—¿Puedo entrar?

—Supongo.

Lentamente, la puerta se abrió y dejó paso a Jisung. La luz tenue proveniente de la ventana, junto a su conjunto de ropa, una sudadera ancha gris y pantalones de chándal, le daban un aire más tierno. Mark deseaba no tener especial cariño por él, pero era su hermano pequeño, al fin y al cabo. Acabó incorporándose en la cama, y Jisung le miró con inquietud.

—Eh… —comenzó vacilante, y Mark suspiró como respuesta.

—No pasa nada, Jisung. Está bien. Siento haberme comportado así antes, ha sido estúpido. Perdón.

—Yo también lo siento. No pretendía cotillear.

—Da igual.

La complexión rígida y tensa de Jisung se relajó visiblemente, y se dirigió a sentarse al lado de su hermano mayor, sobre su cama.

—Pero no se trataba de una pesadilla, ¿verdad? —preguntó tímidamente. Mark se giró para mirarlo.

—No. La verdad es que no.

Jisung asintió como si de un sabio se tratara, con sus manos entrelazadas sobre su regazo, antes de murmurar un “vale" con tranquilidad.

—¿Vale? —preguntó Mark, algo sorprendido.

—Bueno, solo… —paró de hablar por un instante, buscando las palabras adecuadas—. Si hubieses querido contar algo a mí o al resto, no habrías mentido. Así que probablemente que no quieres contarlo, y supongo que no pasa nada. No es asunto mío y eso… —dijo, perdiendo un poco el hilo de sus palabras.

—Sí, yo… sí —murmuró Mark, incapaz de pensar en algo más inteligente para decir. Sin embargo, Jisung parecía satisfecho con la respuesta, sonriendo en su dirección segundos antes de bajar su mirada hasta los pliegues del edredón.

—¿Por qué hay tierra en tu cama? —preguntó confundido mientras limpiaba parte de ella.

—Me… quedé dormido con las zapatillas puestas —dijo tras tragar saliva con dificultad.

Jisung no parecía convencido. Sin embargo, se limitó a asentir nuevamente, dirigiéndose hacia la puerta.

—La cena ya está casi lista —dijo antes de marcharse y cerrar la puerta.

Mark permaneció sentado durante varios minutos, antes de levantarse con rapidez. Sacudió con fuerza el edredón y la almohada mientras observaba sorprendido como una nube de polvo y cemento se elevaba y finalmente caía al suelo. Después pasó por la cocina y cogió la escoba y el recogedor para eliminar toda evidencia de que un chico desconocido había dormido en su cama. Si es que antes no estaba cansado, ahora definitivamente lo estaba. Se derrumbó en la pila de sábanas del desastre que tenía por cama y se durmió al instante. Ni siquiera despertó con la llamada de su madre para comprobar qué tal estaba, o cuando Jisung entró sigilosamente a su habitación para dejar parte de la cena.

Cuando por fin se levantó ya era medianoche, la lluvia golpeaba con fuerza contra su ventana y se veían rayos iluminando el cielo. Entonces se levantó, entornando los ojos mientras miraba hacia la ventana.  No había nadie. Pudo sentir como se le compromía el corazón en el pecho, haciéndolo sentir levemente mareado. Decidió apartar la vista, centrándose en las sobras frías que le esperaban sobre su mesa. Tras haber comido, se cepilló los dientes y cambió la ropa por su pijama, para después volver a enfundarse de nuevo en la cama. Esperó un tiempo, agudizando el oído para poder distinguir los sonidos de alguien escalando la vieja tubería, pero tan solo recibió como respuesta el ruido ensordecedor de la lluvia y los truenos. Con un suspiro dio la vuelta en la cama, tratando de ignorar el sentimiento de decepción en su estómago mientras observaba la nada. Había sido estúpido esperar que Donghyuck volviese, había sido estúpido por tener esperanza. Había sido un estúpido.

Quedarse dormido después de aquello le resultó demasiado difícil y, cuando finalmente lo consiguió, soñó con un chico de pelo rebelde y castaño, ojos oscuros y unos labios en forma de corazón.

Notes:

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Chapter 3: tarde (de lluvia)

Summary:

Noviembre nunca se libra de la lluvia.

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Los tres días siguientes pasaron como una escena borrosa frente a él. Las noches de Mark seguían siendo una mierda. Se despertaba con el mínimo ruido, y luego tardaba una eternidad en volverse a dormir. Tenía los brazos llenos de marcas y heridas debido a los constantes golpes y pinchazos que necesitaba para poder sobrevivir en clases tremendamente emocionantes como historia o matemáticas.

Después de tres días, la constante pregunta sobre el por qué a su cansancio dejo de repetirse tanto, pues siempre obtenían la misma respuesta. No a todos les convencía aquello, pero no tenía sentido seguir insistiendo a no ser que buscasen una mirada somnolienta seguida de silencio durante el resto del día.

 

/

 

¿Has terminado esa redacción de inglés? Yo he hecho una completa y absoluta mierda, no estoy de coña —decía la voz distorsionada de Jeno a través del teléfono.

Mark se encontraba sentado frente a su escritorio, con un sándwich en su mano izquierda y el móvil en la derecha. Las manecillas del reloj marcaban las nueve y media de la tarde, llevaba más de una hora al teléfono hablando con Jeno. La lluvia caía sobre la acera estrepitosamente, hacía varias horas que el sol se había escondido tras el horizonte. El sonido de Mark ahogándose levemente con un trozo de sándwich irrumpió aquella paz por unos segundos, seguido de una carcajada por parte de Jeno.

Me tomo eso como un no. Tío, estás jodido como no la entregues. Eso con esta profesora son como trece años de castigo.

—Sí, sí, gracias por recordármelo. Ni siquiera sabía que teníamos deberes —Mark volvió a toser tras terminar de tragar la comida.

Jaemin y Renjun no han parado de hablar de ello en todo el día. ¿Dónde coño estabas?

—Probablemente no estaba escuchando.

Qué sorpresa —dijo Jeno con un suspiro—. Tío, tienes que parar de empanarte tanto. En cualquier momento te va a atropellar un camión o algo.

—Qué más da —murmuró Mark, abriendo su portátil para abrir un documento nuevo de Word. 

Lo que tú digas, tío.

—¿De qué se supone que hay escribir la redacción? —preguntó Mark, recibiendo como respuesta un bufido exasperado.

—De analizar por qué está mal Hamlet o algo así. Mira, escribe alguna mierda de dramas adolescentes y podrá valer.

Mark restregó se restregó la cara con una mano y gruñó, antes de contestar:

—Vale, sí… Vale gracias, Jeno. Nos vemos mañana.

Sí, hasta mañana. Buena suerte amigo mío, la vas a necesitar.

Después de colgar, Mark lanzó el móvil a la cama detrás de él y se dedicó a observar la página en blanco de su portátil. ¿A quién le importaba una mierda lo que le ocurriese a Hamlet? Tenía problemas con su papi y un grave caso de Drama Adolescente, se volvió loco y decidió suicidarse. Con eso en mente, procedió a escribir la peor redacción que había hecho nunca, llena de indirectas pasivo-agresivas hacia su profesora de inglés y una pequeña dosis de su propio drama adolescente acumulado.

Cuando por fin terminó, casi era medianoche y sentía su cerebro más vacío que nunca. Con el último resquicio de energía que conservaba, embutió su terrible redacción en un email y lo envió con la esperanza de que su profesora fuese a revisar el correo por la mañana. Se levantó lentamente, estirando los brazos por encima de su cabeza para poder escuchar con satisfacción cómo sus articulaciones crujían. Se quitó entonces la camiseta y puso con rapidez unos pantalones de chándal antes de derrumbarse en la cama y poner a ciegas la alarma en el móvil.

 

/

 

No tenía ni idea de la hora que era al despertar. Ni siquiera sabía por qué se había despertado. Miró a su alrededor, desorientado, y vio que su lámpara de noche seguía encendida y su ropa tirada por el suelo. Sintió un escalofrío recorriendo su cuerpo y se dio cuenta de que su edredón estaba a mitad de camino de caerse y que tenía el torso desnudo. Sin dejar de temblar todavía y con un bostezo ocupando sus labios se levantó, cogió una camiseta cualquiera y se dirigió hasta su mesilla de noche para apagar la luz.

Entonces se detuvo. Una sensación extraña le recorrió toda la espalda, consiguiendo que tuviese la piel de gallina en aquellas zonas sin cubrir por la ropa. Con el corazón a mil por hora, se giró lentamente sobre sus talones para fijarse en la ventana. Las cortinas no cubrían toda la superficie de cristal y dejaban ver la silueta de una persona encaramada al marco de la ventana, con una mano apoyada sobre el cristal para poder mantener el equilibrio. De pronto, una imagen con demasiado detalle apareció en su mente, con Donghyuck como protagonista, cayendo y rompiéndose el cuello, así que se dirigió con rapidez para abrir la ventana. Donghyuck se introdujo de un salto en la habitación, trayendo consigo una ráfaga de lluvia y granizo. Tenía el pelo aplastado y había gotas recorriendo sus mejillas y garganta. Mark observó con alegría, aunque también confusión, que llevaba ropa distinta a la vez anterior. La sudadera gris chorreaba sobre la alfombra y sus zapatillas, que seguía pareciendo que iban a morir en cualquier momento, chapoteaban cada vez que se movía. Donghyuck mostró una pequeña sonrisa, aunque sus dientes castañeaban y tenía los brazos cruzados intentando conservar el poco calor corporal que poseía.

—Joder… —susurró Mark, observando el lamentable estado del chico frente a él—. ¿Cuánto tiempo has estado ahí fuera?

—El suficiente —respondió en un jadeó.

—Espera, ¿llevas todo este tiempo en mi ventana? —exclamó Mark, a lo que recibió como respuesta un bufido.

—No es como si te importara.

—Estaba dormido, idiota. Eso es invasión de la privacidad o alguna mierda de esa. Podría denunciarte.

Donghyuck decidió ignorarlo.

—¿Te vas a poner la camiseta o no?

—¿Qué? — preguntó Mark después de pestañear.

Donghyuck señaló el torso desnudo con una sonrisa traviesa asomando en el rostro y los ojos brillando de manera hasta infantil. Mark miró hacia abajo y se asustó por un momento, para después pegarse la camiseta contra el pecho. Podía sentir el rubor colándose por las mejillas, y se giró bruscamente para dejar de ver cómo Donghyuck se reía.

—¿Mejor? —preguntó de manera seca tras ponerse la camiseta, y el chico se encogió de hombros.

—No me importaba.

Donghyuck escuchó como el otro farfullaba indignado mientras se deslizaba por su lado para dejarse caer en la cama deshecha.

—Levanta, estás empapando todo —dijo en un susurro que se pudo escuchar por toda la habitación. Donghyuck hizo un puchero, pero igualmente se apartó de la cama y sentó en el suelo. Seguía temblando—. Mira, te puedo dejar algo de ropa y tú te vas cambiando mientras yo voy a por comida. ¿Qué te parece?

—Sin cereales.

—Sin cereales —le aseguró Mark, y el chico sonrió.

La parte de encontrar algo de ropa para Donghyuck se alargó mucho más de lo que pretendía en un principio (Mark acabó por rendirse y dejar que escogiese él). Cuando por fin habían escogido el conjunto (una camiseta, una sudadera enorme, pantalones de chándal y dos calcetines diferentes), ya eran las dos de la mañana, y Donghyuck parecía que se iba a quedar dormido en cualquier momento.

—Vuelvo en un segundo. No hagas ruido, tú solo pon la ropa sobre el radiador, ¿vale?

Donghyuck asintió mientras bostezaba, comenzando ya a quitarse la sudadera empapada mientras Mark salía con rapidez de la habitación.

 

Las escaleras parecían más ruidosas que nunca y Mark casi se parte la crisma al no pisar el último escalón en su carrera hacia la cocina. Entonces cogió unos huevos y bacon y comenzó a calentar una sartén. Tras cinco minutos, Donghyuck apareció por la puerta dando un susto de muerte a Mark, incluso con su aspecto tan inocente, el pelo ligeramente rizado por la humedad y ropa de dos tallas más grande que la suya.

—¿Qué haces aquí? —susurró con molestia Mark. Donghyuck evadió la pregunta con un simple gesto y se sentó en el suelo de azulejos.

—Tardabas demasiado.

—Me he ido hace como cinco minutos, pero bueno —Donghyuck simplemente se encogió de hombros.

—De todas formas, no pareces alguien que pueda cocinar algo comestible sin llegar a quemarlo, así que he pensado que podría ayudar.

—No veo que estés ayudando.

—Bueno, de momento vas bien. Estoy esperando a que la cagues, va a pasar en algún momento.

—Cállate. ¿Quieres comer o no? —Donghyuck volvió a mostrar un puchero a lo que Mark respondió con un bufido— Pues eso.

Colocó los trozos de bacon sobre la sartén, apartándose un poco al escuchar cómo chisporroteaban. Donghyuck lanzó una mirada recelosa a la escalera sumida en la oscuridad, antes de ordenarle que se diese prisa.

—Calla —susurró como única respuesta. Esperó unos segundos más antes de echar el bacon a un plato y verter el huevo a la sartén. Mientras tanto, Donghyuck ya se había levantado para curiosear por el frigorífico.

— Oh, Dios. Tienes brownies —susurró con alegría mientras sacaba de la nevera un Tupperware de color rosa claro.

—Es para una reunión de padres, eh.

—Pero puedo coger uno, ¿no? —Se giró para mirar de frente a Mark, sus ojos abiertos y aparentando inocencia. Mark apenas resistió unos segundos antes de aceptar lo que pedía, y el chico lo celebró con un breve baile antes de coger dos trozos del postre.

—Eres tremendamente bueno —comentó antes de descansar su barbilla sobre el hombro de Mark.

—Sí —se limitó a responder, con el corazón tan acelerado que dudó de que aquello fuera sano. Donghyuck no parecía darse cuenta de su incomodidad, y permaneció allí apoyado, haciéndole cosquillas con su pelo en el cuello y la oreja —. La comida está lista, vamos —murmuró Mark mientras servía el huevo en el plato para dárselo a Donghyuck. Entonces cogió con agilidad los cubiertos y subió las escaleras seguido de Donghyuck.

De alguna manera parecía como una fiesta de pijamas, aunque sin apenas conocerse y habiendo escalado uno de ellos por una tubería para colarse en la casa.

—Esto está asqueroso —dijo Donghyuck desde su posición en el suelo justo al lado de la cama. Mark, tirado en la cama, simplemente asintió.

—No me estás escuchando, de verdad que está asqueroso —repitió mientras pinchaba con el tenedor la mano más cercana de Mark.

Mark acabó por girarse, reticente, para encontrarse con unos labios brillantes por la grasa y una mirada difícil de descifrar. Quizás una mezcla entre exasperación y ternura. Entonces dirigió su mirada al plato vacío frente al chico, antes de resoplar.

—Eso no te ha impedido comerte todo, ¿no?

—Tenía hambre. Pero eso no explica cómo te las has arreglado para joder bacon y huevos. Es literalmente el plato más fácil del planeta.

—No entiendo por qué está tan mal —murmuró Mark antes de girarse para poder ver bien al chico, que respondió con una carcajada.

—El huevo estaba quemado y el bacon estaba super salado. Lo único decente han sido los brownies de tu madre.

—Oye, al menos te he preparado algo. Podría haber dejado que te pudrieses hasta que te murieses.

—No lo habrías hecho, eres demasiado bueno e ingenuo. Además, te habría cagado de miedo dejarme ahí fuera.

—Podría haberte empujado del marco de la ventana. Diría que fue en defensa en personal, que pensaba que me ibas a asesinar o algo.

—No mientas, probablemente ni podrías matar a una araña.

—No deberías matar a las arañas, son útiles —rebatió Mark, y Donghyuck emitió un gruñido mientras se tiraba dramáticamente al suelo.

—Dios, no tiene sentido discutir contigo, ¿verdad?

—Cuando estoy cansado no —puntualizó Mark antes de bostezar y estirar todo su cuerpo—. Y mañana tengo clase.

—Di que te has puesto malo o algo. Mañana es viernes, ¿qué más da?

—No funciona así para nada, pero bueno.

—Vete a la mierda.

—Pero ¿cuál es tu colegio? No te he visto nunca —dijo Mark sin pensar antes de arrepentirse de inmediato. El rostro de Donghyuck se apagó al momento, y el chico se incorporó para sentarse, evitando la mirada compungida de Mark.

—Estudio en casa —dijo brevemente antes de levantarse para dejar el plato sobre la mesa. Mark también se levantó, sin saber qué decir. Realmente no quería mencionar eso, pero la falta de horas de sueño debía de haber provocado un cortocircuito en su sentido del tacto.

—No tienes que… quiero decir, puedes quedarte… si quieres —murmuró Mark tartamudeando y Donghyuck se giró para mirarlo con una expresión imposible de leer—. Lo digo porque está muy oscuro y está lloviendo y…

—Estaré bien —Donghyuck le interrumpió, haciendo que Mark callara al instante.

—Vale. Siento, hm, haber preguntado eso. No tengo el derecho de cotillear de esa manera. De verdad que lo siento, se me ha… escapado. —Mark bajó su mirada, la vergüenza y la culpa se agolpaban en la garganta, impidiéndole hablar, y se perdió la fracción de segundo en la que la expresión de Donghyuck se suavizó.

—Da igual —respondió antes de darse la vuelta de nuevo.

Mark observó sin saber qué hacer cómo se calzaba y dirigía hacia la ventana. Donghyuck corrió las cortinas y abrió la ventana del todo, dejando que el frío viento de la noche se colase en la habitación. La lluvia se había suavizado y convertido en llovizna, lo que calmó levemente a Mark. Al menos no caminaría bajo ese diluvio.

—No hagas nada estúpido —dijo mientras veía cómo Donghyuck descendía por la tubería.

Donghyuck levantó la mirada. Unas gotas de lluvia se le engancharon en las pestañas y en el rostro portaba una expresión de ofensa.

—Nunca lo haría —respondió el chico y saltó al suelo, aterrizando de cuclillas antes de incorporarse de nuevo con agilidad—. Te veré por ahí, ¿vale? —susurró de manera que le escuchase, en un tono de pronto demasiado suave y algo inseguro.

Mark pestañeó un par de veces y asintió antes de contestar:

—Sí, claro. —Después de una breve pausa, añadió: —Ten cuidado, ¿vale? Hay gente peligrosa ahí fuera.

Donghyuck respondió riendo, aunque aquella pequeña carcajada tenía algo malo en ella. No había sido causada por algo gracioso en sí, había sonado vacía y amarga.

—Créeme, lo sé —Mark no sabía qué responder, pero por suerte Donghyuck se adelantó—. Bueno, te veré pronto, ¿vale?

—Sí. Pronto —respondió Mark en un tono distraído, y Donghyuck sonrió, justo antes de salir corriendo calle abajo como si el mismo diablo le persiguiese.

Mark permaneció en el mismo sitio, su mente a kilómetros por hora. Sabía que aquel chico estaba metido en algo serio. Algo que requeriría bastante trabajo para convencerle a contarlo, y él no era precisamente bueno convenciendo a la gente sobre esos temas. Las palabras eran difíciles de utilizar a veces. Suspirando, cerró la ventana y volvió a correr las cortinas. La ropa de Donghyuck seguía secándose en el radiador. Con ciertas dudas, cogió los vaqueros todavía mojados y comprobó los bolsillos, vacíos. Volvió a dejar la ropa secándose sobre el radiador, sintiéndose una mierda. No era quién para cotillear y, sin embargo, ahí estaba. Cotilleando.

Notes:

aquí tenéis la cuenta de twitter de la autora original

y aquí la mía !

Chapter 4: Fines de semana (por la mañana)

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

—Mark, cielo —La voz de su madre se escuchaba desde el final de las escaleras.

Mark, a medio camino hacia la puerta de la calle, se paró en seco sin poder ocultar una mueca. Justo cuando pensaba que ya estaba a salvo. Ya había ayudado a su padre a cortar el césped y había vaciado el lavavajillas, y seguro que ahora su madre se había lanzado sobre él de nuevo para que hiciese algo de lo que Jisung podría encargarse. La vida era injusta.

Qué —contestó de vuelta en un tono más irritado de lo que pretendía.

—¿A dónde vas?

—A casa de Jaemin.

—Vale, no hagáis nada estúpido.

—Sí, mamá. ¿Puedo irme ya? —exclamó, moviéndose con lentitud hacia la puerta, hacia la libertad.

—¿Está Jisung contigo?

—¿…no?

—Ah. ¿Sabes dónde está?

No. Mamá, ¿me puedo ir ya?

—¿Puedes mandarle un mensaje y preguntarle dónde está?

—¿No puedes hacer tú eso?

—¡Estoy ocupada!

—Uf. Bueno, le mando un mensaje cuando llegue, ¿vale?

—Gracias, cielo. Ah, había un paquete para ti.

—¿Un paquete? —preguntó Mark algo confundido, pues eran las once de la mañana y el correo no había pasado todavía.

—Sí, lo he puesto en la mesita de café. Creo que es ropa o algo así, estaba frente a la puerta cuando me desperté.

—Vale, eh… gracias. Hasta luego —exclamó desde lo alto de las escaleras mientras sus pies le llevaban hasta el amplio salón. En él encontró un paquete marrón pequeño, atado con cuerdas y con su nombre escrito en una letra algo desastrosa.

Se dedicó a observarlas, con una mezcla de confusión y aquella extraña sensación que te invade el estómago cuando la persona que te gusta hace algo bonito. Se le dibujó una sonrisa estúpida en los labios, y volvió a dejar con suavidad el paquete en la mesa. Sin embargo, la confusión no se había disipado. ¿Cómo narices podría lavar su ropa Donghyuck cuando siempre parecía que dormía en una caja de arena, o incluso en una basura? Se lo preguntaría, pero no sabía cuándo le iba a ver, o cómo reaccionaría a una pregunta así, pues cualquier cosa remotamente personal parecía un tema delicado.

—¡Adiós, mamá! —gritó desde lo alto de las escaleras, justo antes de escuchar cómo su madre le volvía a recordar que mandase un mensaje a su hermano— Sí, sí. ¡Adiós!

Salió prácticamente corriendo de casa, antes de que su madre se le ocurriese cualquier otra tarea con la que molestarlo. Las nubes grises que habían estado cubriendo el cielo los últimos días finalmente dejaban paso a débiles rayos de sol y a un cielo azul aún más débil. El viento gélido había dejado paso a una suave brisa que llevaba consigo la promesa de nieve y noches heladas. Y eso significaba que el camino al colegio se convertiría en una gran aventura, llena de experiencias cercanas a la muerte gracias a las aceras congeladas y a las guerras de bolas de nieve.

El invierno era definitivamente una de sus épocas favoritas del año, pero no podía evitar pensar en dónde se quedaría a dormir Donghyuck, si es que tenía algún lugar decente. Solo de pensar en el chico durmiendo en uno de los bloques de apartamentos abandonados en el límite norte de la ciudad, se ponía malo. Temblando levemente y con las manos metidas en los bolsillos, aceleró el paso. Se había levantado viento de nuevo, lo que hacía que se escociesen las mejillas escociesen y los ojos se humedeciesen.  Fue entonces cuando empezó a vibrar su móvil, y se pudo escuchar un gruñido de Mark antes de sacar con dificultad el móvil del bolsillo. Era Jaemin, petándole el móvil a mensajes, todos en mayúsculas, preguntando dónde coño estaba.

Jammin: TU DNDE COJONES ESTAS

Jammin: RECUERDO PERFECTAMENTE QUE DIJISTE QUE ESTARIAS AQUI A Y VEINTE

Jammin: TE HAS PERDIDO?

Jammin: JODER TE HAS PERDIDO A QUE SI

Jammin: QUE TIPICO COÑO

Jammin: AH Y JENO Y EL RESTO YA ESTAN AQUI PARA QUE TE SIENTAS AUN MAS CULPABLE POR LLEGAR TARDE

Jammin: COM EL RESTO ME REFIERO A SICHENG, KUN, JOHNNY Y TEN

 

Mark observó en silencio, conteniendo su asombro al ver cómo aparecían de nuevo tres puntos en la esquina inferior izquierda de su pantalla y, antes de que Jaemin pudiera gritarle nada más, decidió responder.

Mork: tío ya casi estoy ahí calma

Mork: has visto a Jisung?

Jammin: igualmente llegas tarde joder tenIAMOS PLANES

Jammin: y nop no lo he visto por?

Jammin: espera jeno dice que está con Chenle, una cosa de ciencias o algo asi

Mork: okay gracias

Jammin: bueno lleGAS YA O QUÉ

Mork: que si!!! tranquilo tío

Entonces Mark guardó de nuevo su móvil en el bolsillo y continuó caminando mientras ignoraba los continuos zumbidos de Jaemin, probablemente gritándole.

 

/

 

—Bueno, solo has tardado una eternidad —dijo Jaemin como saludo, a lo que respondió Mark poniendo los ojos en blanco mientras pasaba de largo para entrar en el cálido ambiente de la casa.

Johnny, Ten, Sicheng, Kun and Jeno se encontraban desperdigados por todo el salón, Johnny y Kun mantenían una acalorada batalla en Mario Kart, mientras Ten y Sicheng animaban cada uno a sus respectivos novios. Jeno trataba de sabotear a Johnny golpeándole el costado con un codo, aunque solo consiguió que Ten acabase por escalar por encima del sofá y se abalanzase sobre él para estrangularlo. Aquello era intenso, por decirlo de alguna manera.

Jaemin apareció junto a Mark, soltando un resoplido ante el caótico panorama frente a ellos. Johnny había abandonado el juego y en ese momento trataba de apartar a Jeno y a Kun lejos de Ten, el cual no parecía ser capaz de hacer frente a sus dos atacantes. Sicheng estaba arrinconado en el único sillón, llorando de la risa mientras aplaudía como una foca. Todo aquello estaba ocurriendo mientras los altavoces emitían a todo volumen la melodía de Mario Kart. Una escena digna de ver, desde luego.

—Chicos —gritó Jaemin, tratando de hacerse oír por encima de aquel barullo, pero nadie prestó atención, estaban demasiado inmersos en tratar de matarse los unos a los otros.

—¡Chicos! —gritó aún más alto, consiguiendo que Sicheng le mirase con lágrimas deslizándose por su cara y la respiración acelerada. El resto seguía ignorándole, y de pronto Ten comenzó a gritar al hacerle Jeno cosquillas.

—¡Si mi madre entra ahora mismo por la puta puerta, estáis todos muertos! —chilló Jaemin con todas sus fuerzas, y por fin consiguió que parasen. La idea de una madre enfadada, especialmente la de Jaemin, hizo que se separasen con bastante rapidez.

—¿Cuándo va a venir tu madre? —preguntó Mark, recibiendo como respuesta una sonrisa por parte de Jaemin antes de responder.

—Dentro de mucho, pero necesitaba asustarlos.

—Tío… —se quejó Ten, lanzando con poca energía un cojín del sofá en su dirección. Mark estaba bastante seguro de haber escuchado un «cabrón» por parte de Kun, y juzgando por las pequeñas risas que había soltado de nuevo Sicheng, él también parecía haberlo oído.

—¿Y qué vamos a hacer ahora? —preguntó Jeno, dándole un golpe en la espinilla a Ten fingiendo indiferencia.

—Había pensado bajar a la tienda de la esquina y comprar algo de comida —respondió Jaemin mientras escalaba por encima del sofá para separar a Jeno de Ten.

—¿Por qué? —preguntaron Sicheng y Mark al unísono, pensando en el aire gélido.

—¿Ah, ¿es que vosotros no coméis? —dijo tajante mientras los miraba, y ambos se encogieron de hombros de manera evasiva y Jaemin sonrió triunfante—. Eso creía yo.

—Yo no me he traído mi cartera —soltó Johnny, ganándose un bufido por parte de Kun.

—Por supuesto que no te has traído tu puta cartera.

—Jeno y yo pagamos, no os preocupéis.

—¿Pagamos? —preguntó Jeno en un hilo de voz. Jaemin le regaló su sonrisa más amplia.

—Claro que vamos a pagar, calla.

Johnny se alegró considerablemente y se levantó de su sitio, tirando de Ten, aunque este todavía no tuviese ganas de ir.

—Sicheng también está forrado —dijo Kun, interviniendo en la conversación, y Sicheng le lanzó una mirada de traición antes de deslizarse aún más por el sofá.

—¿En serio? —preguntó Jaemin, receloso, y Sicheng mostró un puchero antes de contestar.

—Vale, yo también pago. Pero como alguno de vosotros coja alguna estupidez tremendamente cara —dijo mirando acusatoriamente a Johnny, el cual mostró su sonrisa más angelical—, no os vuelvo a hablar en mi vida.

—Pues ya está. Ten, controla a tu humano —dijo Jaemin, para después dirigirse hacia la puerta de casa, arrastrando Jeno consigo.

—¿Soy tu humano? —preguntó Johnny, y Ten asintió con una sonrisa antes de darle un beso en la mejilla.

—Claro que lo eres.

Mark fingió una arcada y huyó veloz de aquel escenario, seguido de Kun y Sicheng, que tenían igualmente muecas de asco.

 

/

 

—No. Ni de coña. ¿Por qué cojones querríamos siete cajas de cereales? Déjalos donde estaban —dijo Ten en su tono más imponente. Pero Johnny hizo un puchero, y enseguida cedió—. Vale, coge una.

—Bien —dijo Johnny con alegría antes de salir prácticamente corriendo hacia Jeno, que era el que tenía el carro de la compra y el dinero.

Mark observó con una risita a Ten, el cual estaba mirando a Johnny con un gesto cariñoso un tanto empalagoso. Ten saltó de pronto y se giró hacia Mark con las mejillas algo rosadas.

—Tío, estás pilladísimo. Es increíble.

—Déjame —murmuró, caminando con lentitud hasta Mark para engancharle el brazo—. ¿Qué vas a coger?

Mark alzó una caja de Pocky y un paquete de chicles que había cogido. Ten respondió con una carcajada y cogió la caja de Pocky, moviendo las cejas con una sonrisa pícara.

—¿Pensando en alguien especial? —La mente de Mark viajó por unos instantes hasta cierto chico de pelo rebelde y sonrisa traviesa, antes de echar a Ten de su lado con una mueca de disgusto.

—¡No! Joder tío, qué te pasa.

—Te he pillado —dijo Ten riendo mientras volvía a enganchar su brazo, antes de agitar la caja de Pocky —. Venga, ¿quién es?

—¡Nadie! —protestó Mark, pero Ten seguía riendo mientras le arrastraba hasta la caja registradora.

—¿Es el chico de último año que estaba tan bueno, el de las cejas, que te cogió de la mano en las olimpiadas del instituto?

Mark palideció ante tal recuerdo.

—No me lo recuerdes. Estuve en shock durante todo el día.

—Pero fue adorable —Ten volvió a soltar una risita y le guio hasta la zona de bebidas, en la que Kun y Jaemin parecían estar insistiendo para que Sicheng les comprase prácticamente todas las bebidas que había en ese estante. Johnny había desaparecido en la sección de aseo personal, y Jeno todavía se encontraba admirando la zona de dulces y chuches.

—Pues si no es aquel chico alto e imponente, ¿quién es?

—¡Nadie! Solo quería coger unos Pockys joder —eso no parecía convencer a Ten.

—Venga, nadie compra una caja de Pocky sin tener a alguien especial en mente.

—Eso solo te pasa a ti porque eres raro y estás demasiado pillado. Algunas personas solo quieren comer cosas y seguir con su maldita vida.

Ten simplemente suspiró decepcionado, antes de hablar:

—Escondes algo.

—Dios, que no.

Jeno apareció de pronto a su lado, con un paquete lleno de algo similar a ositos Haribo.

—Es terrible mintiendo, ¿eh? —dijo riendo y Mark le fulminó con la mirada.

—Gracias por el apoyo, amigo —murmuró amargamente. Entonces se puso a buscar a Sicheng, porque Sicheng era un amor de persona y no le molestaría con su vida romántica inexistente.

 

—¿Todos habéis cogido algo? —preguntó Jaemin cuando el grupo entero se había reunido en la caja.

Varios asintieron a la pregunta, y prácticamente tiraron los productos al mostrador. Los Pockys y los chicles de Mark, la bolsa de Haribo de Jeno, dos vasos de café frío para Jaemin y Kun, coca cola y helado para Sicheng y dos tetrabriks de leche de plátano para Johnny y Ten. Al final todos consiguieron un pequeño bote de ramen gracias a Sicheng.

—Casi cojo lubricante por error —añadió Johnny, innecesariamente, a lo que todo el mundo respondió con caras de asco. Incluso la chica detrás de la caja hizo una mueca.

—¿Cómo ibas a coger eso por error? —preguntó Jeno, pero Johnny simplemente se encogió de hombros.

—Ponía que tenía sabor a fresa y por un momento pensé que sería comida.

—Estabas en la zona de aseo. Ahí no hay comida —puntualizó Kun.

Johnny miró a Ten para pedir ayuda, ligeramente avergonzado.

—Ah, no, no me metas en esto.

—Parecía comida, ¿vale? Vamos a dejarlo —gruñó, e incluso la chica parecía algo aliviada mientras retomaba el escaneo los productos.

 

/

 

Hacía un frío de cojones fuera, la verdad, pero eso no les impidió bajar hasta el parque del centro de la ciudad y disfrutar de su comida. Tres parejas (más o menos, Jeno y Jaemin no eran una pareja en sí, pero estaban prácticamente casados) y Mark, siempre solo y ligeramente amargado. Ten y Johnny eran increíblemente empalagosos juntos, como era de esperar, haciendo todo lo típico que hacían las parejas en un picnic, pero mil veces peor. Llegaron a tal punto, que el resto del grupo se cambió de mesa. Incluso con el frío calando sus huesos, se lo estaban pasando bien. Hacía tiempo que no quedaban todos juntos y eso les había animado. La comida volaba de un sitio a otro, los insultos y cotilleos sobre compañeros de clase y profesores también, y la conversación recurrente sobre las vacaciones venideras flotaba en el aire.

Estaban disfrutando de la interpretación de Jaemin y Kun de Treasure, de Bruno Mars (feat. Johnny haciendo beatbox), cuando la mirada de Mark se desvió hacia la calle paralela al parque. Doblando la esquina con la calle perpendicular, se encontró con una melena de un castaño cobrizo realmente familiar, gesticulando con gran energía. A su lado, caminaba un hombre unos cuantos centímetros más alto que él y un tono de pelo que podría ser descrito como color Gatorade. Estaba asintiendo lentamente mientras escuchaba con atención el discurso claramente apasionado de Donghyuck. Mark quedó congelado en su asiento, la boca medio abierta. Por poco no le dio un ataque al corazón cuando la cara de Jeno apareció frente a la suya a una distancia realmente corta, bloqueando la visión de la calle.

—¿Qué miras?

—Nada. Apártate de mi cara —dijo en un tono más bien penoso, y toda la mesa centró la atención en la calle frente a ellos.

—Oh Dios, ¿a cuál mirabas? —susurró Sicheng— ¿Al del pelo Gatorade o al pelirrojo enfadado?

—No estaba… —Mark trató de protestar, pero enseguida lo callaron. Todos estaban mirando de una manera demasiado obvia a la pareja que caminaba calle abajo, y Mark solo esperaba que no se girasen para mirar.

—Creo que miraba al que está enfadado —aportó Kun—, parece más cercano a nuestra edad. El otro parece mayor.

—A no ser que le gusten los tipos mayores —dijo Ten, totalmente concentrado en aquella conversación, y todos asintieron, considerando la nueva posibilidad.

—Eh, sigo aquí, y por favor, dejad de ser tan cantosos. Nos van a ver.

—¿No es lo que querías? O sea, has sido tú el primero en quedarte mirando —comentó Jaemin, mostrando su gran sonrisa al ver la vergüenza tiñendo el rostro de Mark.

Sí, bueno al menos no era tan puto cantoso.

—Tío, creo que conozco al del pelo Gatorade —soltó Johnny antes de levantarse para poder ver mejor. Mark solo quería marchitarse y morir.

—¿En serio? —Ambos Jeno y Jaemin imitaron a Johnny.

—Estoy bastante seguro. Estaba en último año cuando yo empezaba primero, solo le vi un par de veces. Después de graduarse se pasaba por el instituto para dar clases de apoyo y eso.

—¿Sabes su nombre? —preguntó Kun mientras se subía al banco para ver mejor. Ten le imitó poco tiempo después.

Mark consideró por unos instantes huir de allí, pero eso sería demasiado obvio, así que se vio obligado a aguantar todo aquello.

—Empezaba por T, pero no me acuerdo.

—Muy útil —murmuró Kun—. ¿Y el otro?

—No le reconozco. ¿Vosotros? —Johnny miró a Jeno y a Jaemin, pero ambos negaron con la cabeza.

—A lo mejor deberíamos acercarnos y preguntar —dijo sonriendo de manera traviesa y Mark, que había tratado de escapar de la conversación, miró hacia arriba con pánico.

—Por favor, no.

La sonrisa de Ten cada vez se hacía más grande, y ni siquiera Sicheng parecía del lado de Mark.

—Pues solo dinos a quién mirabas —ofreció Jeno, intentando llegar a un acuerdo, y todos asintieron con fuerza.

Mark los observó a todos, dudas llenas de sospecha le invadían la cabeza.

—No me fío de vosotros.

—¡Cómo te atreves! —susurró Ten, poniendo la mano en su pecho de manera dramática. Sicheng tan sólo reía ante esa situación, y Jeno y Jaemin parecían igual de ofendidos.

—Venga, dilo —presionó Kun, tratando de mostrar un confiable en su cara.

—¿Vais a dejar el tema si os lo digo?

—¡Sí! —dijeron prácticamente al unísono, y Mark cometió el grave error de confiar en ellos.

—Vale. El pelirrojo.

Oh Dios mío —susurró dramáticamente Sicheng, subiéndose él también al banco.

—Lo puto sabía —dijeron Kun y Jaemin con una mirada triunfante.

—Deberías ir a hablar con él —exclamó Ten, aplaudiendo emocionado.

No, qué coño por qué iba a…

—Mierda, nos han visto —murmuró Johnny, permaneciendo en el sitio en el que se encontraba.

Os odio a todos —masculló Mark con la cara tapada por ambas manos.

—¿Deberíamos esperar a que viniesen o mejor vamos nosotros? —preguntó Jaemin y Mark soltó un gruñido. La muerte y la vergüenza letal se abalanzarían sobre él en pocos putos segundos.

—¿Cuál le va a dar más vergüenza a Mark? —intervino Ten, y todos rieron por lo bajini.

—Oh dios… joder, vienen hacia aquí y hay alguien más con ellos —maldijo Johnny, y Mark se levantó de un salto, preso del pánico.

Estaba en lo cierto. El chico Gatorade, Donghyuck y alguien alto e increíblemente guapo se dirigían hacia su banco. Así que Mark hizo lo que cualquier persona en su sano juicio haría, huyó del puto lugar.

Los gritos de sorpresa de sus amigos y la cara de confusión de Donghyuck quedaron grabados a fuego en su retina.

Notes:

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y aquí la mía !

Chapter 5: Una tarde tras otra

Summary:

q & a

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Lunes por la tarde, dos días después del incidente: Mark todavía estaba sufriendo las consecuencias. Cuando consiguió llegar a casa, cientos de mensajes, llamadas y mensajes de voz molestos de sus amigos le estaban esperando. Así que decidió quedarse en casa el resto del fin de semana, demasiado avergonzado como para salir. Por supuesto, Jisung acabó por enterarse, y de vez en cuando aparecía por su lado con una sonrisa malvada y demasiadas preguntas desbordando sus labios. Las clases habían ido aun peor. Apenas tuvo tiempo de respirar entre todas las miradas de refilón, risitas y las preguntas cada vez más invasivas que recibía. 

Sintió un gran alivio cuando por fin llegó a casa y pudo encerrarse en la habitación. Y allí se encontraba, desparramado sobre su cama y la ventana abierta de par en par, mientras repetía mentalmente una y otra vez el horrible momento de la muerte de su dignidad. Se había almacenado dentro de la carpeta interna de su cerebro titulada cosas que hiciste que dan vergüenza ajena, donde podría acosarlo de por vida.

La ventana estaba abierta por dos razones: la primera era porque esperaba pillar un resfriado terriblemente grave y morir; la segunda era porque esperaba que Donghyuck apareciese. Sabía que si esto último ocurría, vendría acompañado de muchas burlas y dolor por su parte pero, por extraño que resultase, eso no le llegaba a importar, por el simple hecho de que quería volver a ver a Donghyuck y al menos explicarle su manera de actuar.

—¿Por qué cojones tienes la ventana tan abierta? ¿Intentas morirte?

Mark saltó de su cama y se dio un golpe bastante fuerte contra la mesilla de noche, antes de sentarse con pesadez, masajeando la zona dolorida. Donghyuck sonrió levemente desde su posición, enganchado al marco de la ventana.

—Bájate de ahí, me estás poniendo nervioso —dijo Mark con el ceño fruncido.

De un bufido, Donghyuck se bajó de la ventana y después la cerró.

—Joder, una de las razones por las que vengo aquí es porque tienes puta calefacción central pero ahora mismo me estoy congelando.

Mark se preguntó si él sería otra de las razones, pero prefirió no decirlo en voz alta.

—¿Lo siento? —respondió Mark de manera más bien penosa y Donghyuck volvió a soltar otro bufido.

—Da igual, en realidad he venido para hablarte de algo.

Mark sintió se encogía por dentro. Sabía lo que iba a pasar, pero eso no lo hacía menos desagradable. Al ver su expresión, Donghyuck soltó una carcajada antes de acercarse y sentarse prácticamente en su regazo. Al parecer no existía el espacio personal para él, lo cual resultaba terrible para Mark, pues estaba teniendo problemas para respirar correctamente con el brazo y el muslo de Donghyuck pegados a su cuerpo.

—Pues… te fuiste de manera bastante digna —comenzó a decir, y Mark soltó un gruñido.

—Mira, lo puedo explicar —respondió, justo antes de escuchar la risita de Donghyuck.

—Hazlo, por favor.

—Entré en pánico, ¿vale? Entré en pánico y lo único que se me ocurrió es salir de aquel puto sitio y eso es lo que hice.

—Fue demasiado gracioso.

—Para, por favor. Me va a perseguir para siempre esto. ¿Por qué vinisteis el tío Gatorade y tú? O sea ¿qué cojones?

—Queríamos saludaros —respondió Donghyuck de manera inocente.

—Avergonzarme quieres decir.

—Exacto —dijo mientras asentía y Mark escondió la cara en sus manos.

—¿Y quién es el tío Gatorade?

—¿Tío Gatorade?

—Ya sabes, el que tiene…—Movió las manos de manera algo exagerada para intentar explicarlo mejor— el pelo.

—Ah, ¿te refieres a Taeil?

—¿Tiene un color de pelo raro?

—Sí, ese es Taeil —dijo Donghyuck con una sonrisa asomando en sus labios.

—¿Y el otro? El alto y guapo.

—Ese es Jaehyun.

—¿Y son tus amigos?

Donghyuck lo miró unos segundos antes de responder:

—No, son unos putos desconocidos que me encontré en la calle. Claro que son mis malditos amigos, idiota.

—¿De dónde los conoces?

—¿Va a ser todo el rato así? Porque entonces podemos convertirlo en un juego o algo.

Se giró en la cama para colocarse frente a Mark, con las piernas cruzadas y un gesto desafiante en el rostro. Mark se le quedó mirando por unos instantes hasta que por fin decidió seguirle el rollo y moverse también.

—Así que ¿un juego de preguntas? —quiso confirmar, y Donghyuck asintió.

—Sip, pero no puedo prometer que conteste a todas.

—Eso anula literalmente el objetivo de todo esto, pero bueno.

—Vale. Pues, ¿qué te parece que cada vez que uno no conteste el otro le pegue en la frente?

—Trato hecho —Se dieron la mano, sellando el pacto.

—Yo empiezo —dijo Donghyuck—. ¿Cuántos años tienes?

—Acabo de cumplir diecisiete. ¿Tú?

—Tengo dieciséis. ¿Cuánto mides?

—¿Por qué cojones quieres saber eso? —exclamó Mark.

—Tú dímelo. Y, por cierto, me has preguntado dos veces así que tengo una extra.

—Joder, madre mía. Mido 1,74.

—¿En serio? Mierda. ¿Has estado enamorado alguna vez?

—Qué cojones, ¿no?

—¿Seguro? ¿Ni siquiera algo fugaz?

—No, no, esto no funciona así. ¿Dónde naciste?

—Aquí —respondió simplemente Donghyuck.

—Vale. Tengo otro turno porque antes has hecho como dos preguntas.

—Oh, mierda. Es verdad, vale.

—¿Hermanos o hermanas?

—Un hermano mayor. ¿Alguna vez has besado a alguien?

Mark tosió y desvió su mirada, con el rostro ardiendo.

—No —murmuró en un tono bajo, y Donghyuck soltó una risita y se acercó a él.

—Perdón, no he oído lo que has dicho.

—No he besado a nadie —dijo en un tono algo más alto al anterior, pero Donghyuck no parecía satisfecho.

—¿Un poco más alto para los del fondo?

—Te voy a pegar.

Donghyuck no parecía afectado hasta que Mark le golpeó la espinilla.

—¿Has besado tú a alguien? —preguntó Mark, dando a Donghyuck de su propia medicina.

—Vete a la mierda. Y no, no lo he hecho.

—Lo sabía. Te toca.

Donghyuck pensó un segundo antes de hablar:

—¿Hay alguien a quien quieras besar?

Mierda.

—¿No? —consiguió decir Mark, con su garganta de pronto demasiado seca.

—¿Seguro?

Mark se le quedó mirando.

—En realidad, a tu hermano.

Donghyuck puso una mueca de asco.

—Nunca te dejaría. Tiene novio.

—¿En serio? ¿Quién?

—El tío Gatorade, Taeil.

—Ah, guay.

—Supongo. ¿A quién le toca?

—A mí. Vale, ¿a qué sitio te gustaría viajar?

El rostro de Donghyuck se iluminó y Mark se felicitó mentalmente por hacer una pregunta como esa.

—Tengo muchas ganas de ir a esos lugares desérticos e infértiles de California y México, porque el cielo es tan claro que por las noches está literalmente lleno de estrellas.

—¿En serio?

Donghyuck asintió con energía.

—Sí, porque no hay contaminación lumínica como en las ciudades. Vi unas fotos y de verdad que eran increíbles, joder, quiero verlo al menos una vez en mi vida. Hay veces que incluso puedes ver la Vía Láctea, o sea con un telescopio, obviamente, pero sería increíble.

—¿Cuánto cuesta un telescopio pequeño?

—Mucho más de lo que pueda llegar a pagar jamás probablemente, pero voy a ahorrar.

Mark asintió ante sus palabras, y ambos se mantuvieron en silencio un tiempo, reflexionando sobre las maravillas del mismo universo.

—Bueno, me toca. ¿Cuántos amigos tienes?

—Qué pregunta más rara…—dijo Mark antes de recibir un chasqueo de dedos ansioso por parte de Donghyuck— pero vale, en fin. Tengo como… ¿nueve amigos? —añadió de manera apresurada.

—¿Nueve? Joder.

—¿Cuántos tienes tú?

—Pues… ¿seis?

—¿Quiénes?

—¿Por qué quieres saberlo?

—¿Por qué querías saberlo tú? —contestó entonces, y Donghyuck asintió a regañadientes, admitiendo que tenía razón.

—Bueno, pues está mi hermano y su novio Taeil, y la pareja que vive frente a nuestra puerta. El guapo y alto forma parte de esa pareja, por cierto. Y luego está la otra pareja que conozco, que viven en el piso justo debajo del de mi hermano. Seis en total— Hizo una pausa, antes de seguir hablando—. Y tú, supongo.

—Gracias.

—¿Me toca? —preguntó entonces Donghyuck.

—No lo sé, pero adelante, pregunta.

—¿Con quién saldrías de tu grupo de amigos?

—¡Qué asco, con nadie! —exclamó Mark, y Donghyuck lo miró con los ojos entrecerrados.

—Venga, tiene que haber al menos una persona con la que saldrías.

—Uf, vale. ¿Supongo que Jaemin? No sé.

—¿Quién era Jaemin? ¿Estaba cuando huiste de manera tan digna?

Mark hizo un puchero al escuchar hablar del incidente.

—Sí, estaba allí. Era el de la sonrisa tan amplia y unos dientes tan brillantes que podrían eclipsar a cualquier estrella.

—Nadie puede eclipsarme—dijo Donghyuck en un tono de confusión—. Yo soy la estrella, la más brillante de todas.

—Por supuesto —dijo Mark con seriedad, porque realmente era cierto, y nadie podría eclipsarlo, ni siquiera la brillante sonrisa de Jaemin.

Dios, cómo se estaba pillando.

Aparentemente contento con la respuesta de Mark, Donghyuck continuó hablando:

—¿Y quién era la pareja tan empalagosa?

—¡Ah! Esos eran Johnny y Ten, tres veces campeones anuales del premio a la pareja más empalagosa y asquerosa. Johnny es el alto y Ten el bajo con la nariz bonita.

—Oh, vale. ¿Y el resto?

—Pues estaban Kun y Sicheng, también están juntos, pero no es tan obvio como Johnny y Ten, o Jaemin y Jeno. Ellos no están saliendo, pero seguro que notaste perfectamente que están pillados el uno por el otro.

—¿Son la pareja sonriente y pequeñita?

—Sí, son ellos. ¿No hablaste con ellos?

—Sí, pero se me escapan los nombres y las caras, ¿vale?

—Lo que tú digas. ¿Puedo hacer otra pregunta?

—Claro, adelante.

—¿Cómo es que se te ocurrió escalar hasta mi ventana precisamente? O sea, ¿por qué yo?

Donghyuck apartó la mirada, y Mark juraría haber visto un toque de rubor en sus mejillas. Eso era nuevo, normalmente era Mark quien se sonrojaba.

—Estaba por el barrio y os vi a ti y a tu hermano volviendo a casa y, no sé, pensé que parecías buena persona y que no me empujarías de tu ventana así que decidí probar suerte, y tenía razón. Eres demasiado bueno.

—Ah, vaya. Gracias —murmuró Mark, y Donghyuck soltó una carcajada mientras le daba un pequeño empujón.

—Venga, hombre. Es un cumplido.

—Me contentaré con eso, supongo.

—Alégrate de que te haya dicho algo, desagradecido de… —dijo Donghyuck mientras bajaba su tono de voz y su expresión seria se desmoronaba ante la mueca de burla, o quizás realmente era de ofensa, de Mark.

—Estoy muy dolido ahora mismo.

—Igual que tu dignidad, ¿o se te había olvidado ya? —canturreó Donghyuck a lo que recibió como respuesta un escalofrío por parte de Mark —. No me voy a olvidar nunca —añadió justo después.

—No esperaba menos —murmuró Mark, desviando la mirada con vergüenza para ganarse otra carcajada de Donghyuck, alegre y traviesa.—Una pregunta más cada uno y ya, ¿vale? Que mañana tengo clase y no quiero morir de sueño.

Donghyuck se incorporó y asintió ante sus palabras.

—Vale. ¿Quieres preguntar tú primero?

—Sí, claro —Mark respiró profundamente, bajando su mirada de nuevo hasta sus manos—. ¿Dónde vives?

Parecía como si el mundo entero estuviese manteniendo su respiración, acompañando la mirada de Mark que volvía a posarse en Donghyuck. Los ojos de Donghyuck le hicieron arrepentirse de cualquier estúpida palabra que hubiese escapado sus labios. Su rostro se congeló en una mueca de sorpresa e incomodidad, como un animal arrinconado. Su mirada frenética y aterrorizada, miraba a todas partes menos a Mark. Este intentó alcanzarlo con una mano, pero enseguida la bajó por temor a asustarlo aún más y que se fuese.

—Lo siento, lo siento mucho. No debería haber preguntado eso, dios mío. No tienes por qué contarme nada, te prometo que no te voy a presionar y lo siento mucho por haberlo preguntado. Donghyuck, por favor, perdóname —Mark literalmente rogaba en ese momento, a punto de abrazar a Donghyuck con las manos, aunque no se atrevía.

Donghyuck le miró por fin. El miedo frenético de su mirada se había suavizado y convertido en incertidumbre y tristeza. Mark sintió una punzada en el pecho.

—Te... te lo contaré otro día, ¿vale? Ya responderé más preguntas, lo prometo. Pero hoy no. —Tragó con nerviosismo, su voz tenía un tono ronco e inseguro.

Era un tono que Mark jamás había esperado escuchar de él. No se parecía al tono sarcástico y llamativo que conocía de Donghyuck. A Este Donghyuck le temblaban las manos y sus ojos parecían tristes, con una voz que reflejaba más dificultades de las que Mark se podía llegar a imaginar.

—¿Otro día? —preguntó cuidadosamente.

—Sí, lo prometo.

—No tienes que prometerme o contarme nada, sabes. Solo lo que te resulte cómodo.

—¡Quiero contártelo! —dijo Donghyuck, en un tono casi desesperado— Es solo que… que no puedo, todavía no.

—Está bien, siento haberte presionado.

—No pasa nada.

Mark tenía unas ganas terribles de abrazarlo. Agarrarlo y no soltarlo nunca, porque ver a Donghyuck así le hacía sentir como si alguien le hubiese arrancado el corazón y lo hubiese estampado varias veces contra la pared para después haberlo aplastado otras cuantas veces con un gran camión. Era un dolor físico.

—Debería irme —susurró Donghyuck.

—Vale —dijo Mark, imitando su tono.

Lentamente se levantó, todavía algo alterado. Todavía llevaba puestas sus zapatillas, y Mark solo se dio cuenta cuando vio las marcas de suciedad en sus sábanas. No le importó. Mark se dirigió con rapidez a la ventana y la abrió, y Donghyuck le regaló lo que parecía una pequeña sonrisa.

—Nos vemos pronto —dijo mientras se encaramaba al marco de la ventana.

—Sí. Ten cuidado.

Donghyuck apoyó con cuidado todo su peso sobre la tubería, antes de subir la mirada hacia Mark y hablar:

—No te preocupes.

Mark le observó con angustia mientras se deslizaba tubería abajo.

—Voy a dejar mi ventana entreabierta, ¿vale? —susurró al ver que ya había llegado al suelo.

Donghyuck le devolvió la mirada, su rostro apenas visible debido a la débil iluminación de la calle.

—Vale —respondió, con una voz algo áspera.

—Nos vemos pronto.

—Sí. Buenas noches, Mark.

Se giró y comenzó a correr entre el hueco de las dos casas hasta salir a la calle. Allí se giró una vez más para despedirse, antes de desaparecer en la oscuridad.

Notes:

Subo muy de vez en cuando, pero prometo que voy a terminar de traducirlo y subirlo. No preocuparse.

aquí tenéis la cuenta de twitter de la autora original

y aquí la mía !

Chapter 6: De noche (fiesta de pijamas pt.1)

Summary:

hay que proteger a Mark (y a Jisung & Chenle)

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Por fin habían llegado las vacaciones de otoño y para celebrarlo, Johnny había montado una fiesta de pijamas en su casa. Con fiesta de pijamas, me refiero a caos.

En cuanto sus padres escucharon su propuesta, enseguida reservaron un fin de semana en algún lugar de gente mayor, para poder darles toda la libertad que quisieran. Todo el mundo estaba invitado, incluidos los más pequeños (Jisung, Chenle), los no tan pequeños (Jeno, Jaemin, Mark, Renjun) y los otros vejestorios (o sea Sicheng, Kun y Ten). A los más pequeños siempre les había resultado extraño que los mayores prefiriesen hacer una fiesta pijama con gente menor que ellos, antes que una fiesta gigante o algo parecido. No es que Johnny y Ten no tuviesen amigos, tenían muchísimos y eran muy populares por toda la ciudad. Tan solo era que, en momentos como aquel, comienzos de vacaciones, por ejemplo, preferían hacer cosas con los chavales con los que crecieron y, en cierto modo, ayudaron a educar. Era adorable y afectivo, y a todo el mundo le gustaban estas fiestas que incluso se podían alargar unos días, principalmente de vacaciones. Sus padres siempre optaban por quedarse al margen y confiar plenamente en que los mayores del grupo no prendiesen fuego a la casa o inundaran el baño por un accidente. Eso último realmente llegó a pasar en una ocasión, pero consiguieron borrar toda prueba de aquello antes de que los padres de Renjun llegasen a casa. Fue la fiesta de pijamas más desastrosa y emocionante hasta el momento.

El último día de clase antes de las vacaciones, Johnny alcanzó a Mark por los pasillos con una mirada sospechosamente inocente en su rostro, y procedió a preguntar de la manera más casual posible si quizás Mark quería invitar a un tal Donghyuck. Mark le mandó amablemente a la mierda y, para su sorpresa, el rostro de Johnny no abandonó su expresión traviesa. Estuvo asustado el resto del día, no es broma.

 

/

 

Cuando Mark y Jisung llegaron a casa de Johnny, ya vestidos con su atuendo de fiesta de pijama (ropa de chándal y, en el caso de Jisung, una sudadera demasiado colorida de Micky Mouse), el sol ya había desaparecido por el horizonte para dejar tras de sí en el cielo un arrebol inquietante. El “Top 50 canciones del momento” se escuchaba por una de las ventanas abiertas del comedor, por donde se podían ver las figuras de Ten y Jaemin teniendo una batalla a través de la cortina.

—Todos los años hacemos esto, y todos los años me cuestiono nuestro estado mental —dijo Jisung mientras observaba con un gesto solemne las siluetas bailarinas de la ventana. Mark se situó a su lado con la misma expresión.

—¿Incluso la tuya? —preguntó Mark.

—Ah, sí. Por supuesto. O sea, ¿qué me pasa que quedo con vosotros voluntariamente?

—Nos quieres.

—Supongo —dijo Jisung tras pensarlo por un instante.

Aquello fue suficiente para Mark. Acompañó a su hermano pequeño al interior de la casa, donde fueron recibidos con una cálida bienvenida de Sicheng, todavía riendo, y de Chenle.

Ten y Jaemin seguían bailando en medio del salón. La mesita de café, sofá y sillón habían sido apartados para dejar suficiente espacio para la “batalla”. Realmente ya no se debería llamar batalla de baile, pues en esos momentos tan solo estaban saltando y gritándose el uno al otro de manera agresiva las letras de las canciones que sonaban. Resultaba entretenido, al parecer. Johnny y Kun estaban tirados en el suelo, desternillándose de risa, y Renjun estaba aplastado en el sillón junto a Jeno, ambos reían tanto que se tenían lágrimas corriendo por las mejillas. Chenle tenía un subidón de azúcar y se dedicaba a saltar por todas partes con alegría. Esa energía enseguida atrapó a Jisung, el cual empezó a saltar junto a él. Eran como dos pelotas coloridas que saltaban frenéticamente. Sicheng ya se había enganchado a Mark, que también estaba teniendo problemas para mantener la compostura.

Dangerous Woman de Ariana Grande comenzó a sonar y Jaemin acabó por rendirse, por lo que dejó la pista libre a Ten que estaba super metido. Bailaba con un gran repertorio de expresiones faciales y la fiereza de una diva hecha y derecha. Ten era un bailarín increíble sin lugar a dudas, pero su talento se veía afectado por el subidón de azúcar. Seguía siendo bueno, aun así.

Después de que la canción acabase con una impresionante pose final por parte de Ten, Kun fue capaz de gatear hasta los altavoces para bajar el volumen. Estuvieron tumbados, sentados, tirados así por un tiempo, la sala prácticamente vacía a excepción de sus respiraciones aceleradas y los chillidos de Adele de fondo.

—Tengo hambre —soltó Chenle desde su lugar en el sofá.

—Sí, yo también —dijo Jisung.

—Nuestra madre no nos ha alimentado —dijo Mark asintiendo.

—Yo cocinaría, pero teniendo en cuenta lo que ocurrió la última vez ya no me pienso ofrecer —dijo Johnny, a lo que todo el mundo respondió con un pequeño escalofrío. Estaba relacionado con un trozo de plástico derretido, un horno y una madre que daba mucho miedo.

—Yo… puedo cocinar —dijo Ten con algo de esperanza, pero todo el mundo echo por tierra esa idea de inmediato.

—Las únicas personas algo capaces de cocinar aquí son Renjun y… —Sicheng hizo una pausa breve— ¿Renjun? No lo sé, todos somos bastante malos en la cocina, la verdad.

—No ha hecho explotar ningún microondas todavía —murmuró Chenle.

—Impresionante —dijo Mark en un tono realmente sorprendido. Él por poco hace explotar uno al olvidarse de retirar el papel de aluminio del paquete. Le castigaron por ello una semana, cosa que le pareció injusta, pues en realidad no llegó a explotar nada.

—Así que cocinar le toca …— intervino Ten.

—A mí —se ofreció voluntario Renjun, y Chenle se unió.

—¿Alguien más? —preguntó Jeno, y todos se encogieron en sus asientos— ¿No? Vale, pues yo también ayudo.

Dicho esto, los tres desaparecieron por la puerta de la cocina y dejaron al resto en el salón. Mark se sentó en el sitio vacante de Chenle y se estiró con pereza. Jisung se acurrucó a su lado, casualmente hincando un codo en las costillas.

—Eres un anfitrión de mierda —dijo Kun en un bostezo, y Johnny frunció el ceño antes de intentar rodar hacia él y aplastarlo hasta ahogarlo.

—No quiero quemar la casa, y además de han ofrecido voluntarios así que no seas un capullo.

Antes de que empezasen a pelearse, Sicheng agarró a su novio y lo arrastró al sillón con él.

—Bueno ¿y qué vamos a hacer ahora?

—Podemos ir colocando el espacio para dormir —sugirió Jaemin.

—Buena idea. Johnny y Sicheng, coged dos colchones de arriba. Kun, Mark, vosotros cogéis las sábanas —ordenó Ten.

Johnny, totalmente a los pies de Ten, se levantó al momento. El resto, que no estaban bajo los encantos de Ten, se quedaron en su sitio.

—¿Y tú qué vas a hacer? —preguntó Kun.

—Vamos a hacer las camas cuando vosotros traigáis todo —respondió con tranquilidad.

Kun lo miró de manera sospechosa pero no protestó, y se levantó con dificultad para ayudar después a Mark.

—Las sábanas están en el armario del pasillo, al lado del baño.

—¿Desde cuándo? —preguntó Mark con un tono de sorpresa.

—Mi madre pasó por una fase de limpieza en verano —dijo, encogiéndose de hombros.

—Uf, lo siento.

—Vale, ¡vamos! Tenemos que terminar antes que los demás —exclamó Johnny mientras subía por las escaleras, con Sicheng detrás de él siguiendo sus pasos. Se escucharon gritos de ánimo de Jisung, Ten y Jaemin, que estaban tirados en el sofá.

 

/

 

Hacer las camas resulto ser una tarea mucho más difícil de lo que se esperaban. Para cuando los demás habían terminado de hacer la comida, el cuarteto, sudado y agotado, estaban tirados sobre las camas que acababan de hacer. Jisung estuvo a punto de morir mientras ayudaba a Johnny y a Sicheng con el segundo colchón, y Mark había estado luchando en solitario con una almohada. El mejor momento de todo ese calvario fue cuando Ten estaba ahuecando una almohada de la que salieron tres arañas muertas enormes, que hizo que ten comenzara a gritar y después se escondiera detrás del sofá. No salió de ahí hasta que Johnny juró por su madre que se había deshecho de ellas totalmente y que estaban muy muertas.

La comida consistió en pasta, la salsa precocinada ya que había sobrado de otro día y kétchup, porque no había nada más. Chenle estaba rallando queso cuando ocurrió el suceso de las arañas y del susto se había hecho un corte. Ten estuvo a punto de llorar cuando se enteró.

Estaban todos sentados en el suelo frente a la televisión, con cuencos llenos de pasta y kétchup entre las manos mientras veían las noticias, ya que nadie parecía querer cambiar el canal.

—Esto es deprimente —dijo Renjun—. ¿Dónde está el mando?

Kun le lanzó el mando y él cambió de canal. Se cambió a la serie Crónicas Vampíricas, en la que dos de los personajes (probablemente vampiros) estaban follando. Jisung y Chenle apartaron la mirada tan rápido que casi les da un tirón en el cuello, Mark y Ten comenzaron a gritar y Sicheng se atragantó con la comida. Kun estaba tosiendo, intentando expulsar un espagueti, y Johnny se puso a gatear entre varias personas para quitarle el mando a Renjun, que estaba bastante abochornado. Jeno trataba de tapar los ojos de Jaemin con todas sus fuerzas mientras intentaba no reírse.

—Ya están otra vez los heteros —murmuró Kun, y Jeno resopló.

—Pero ¿los vampiros pueden, en plan…? —comenzó Mark y luego se fue callando.

—¿Los vampiros pueden qué? —preguntó Johnny, aunque sabía perfectamente lo que iba a decir Mark.

—Da igual —masculló Mark mientras dirigía la mirada a la comida.

Entonces hubo una pausa antes de que Jisung dijese de pronto con total seriedad:

—¿Te refieres a tener un orgasmo?

Ten y Sicheng chillaron, y Chenle junto a prácticamente toda la sala comenzaron a reírse de manera histérica. Mark miró boquiabierto a su hermano pequeño, que seguía algo confuso.

—¿Era eso? —preguntó Jisung.

—Eh, sí —dijo Mark, falto de palabras.

—Dimos esas cosas en Biología la semana pasada — respondió Jisung mientras asentía con sabiduría.

—¿En serio? Entonces ¿no necesitas esa charla? —preguntó Mark visiblemente aliviado.

—No la necesito, no —dijo Jisung con una sonrisa.

—Ah, qué puto alivio —cortó Ten. Jisung lo miró y Mark gesticuló con los labios «no digas putas palabrotas» por detrás, a lo que recibió un mohín de Ten.

—Chenle, ¿tú tampoco necesitas esa charla? —preguntó Kun con miedo en los ojos.

—Creo que no —respondió mientras miraba nervioso a Jisung.

—Así que ¿sabes lo de la cigüeña* y todo eso? —intervino Johnny, y Chenle asintió.

—En realidad, nunca he entendido…—dijo Jaemin, y todos respondieron con quejas.

—¡No te voy a dar a ti la charla! —exclamó Ten.

Jaemin se lo quedó mirando y respondió:

—No necesito la puta charla, déjame hablar. Lo que iba a decir es que por qué una cigüeña. O sea, ¿no saldría algo raro de ahí? No puede salir nada bueno de un bebé junto a una cigüeña.

—Depende del bebé —dijo Renjun pensativo—. Quiero decir, si el bebé acaba comiendo bichos daría puto asco, pero si acaba como un humano normal no pasaría nada.

—Tu razonamiento tiene un fallo —contestó Kun—: sigue dando mal rollo que sea un animal el que traiga al bebé en un pañuelo, que a saber qué ha pasado antes.

—Imaginad que el niño sale volando —murmuró Mark con la boca llena de espaguetis.

—¿Sobreviviría? —preguntó Jeno.

La sala se sumió en un silencio en el que todos se pusieron a reflexionar.

—Si tuviese alas —murmuró Johnny algo confundido.

—¿Un bebé con alas de cigüeña? —respondió al instante Jisung, y Kun se atraganto con los tallarines de nuevo.

—Se me acaba de venir a la mente una imagen muy oscura —dijo Jaemin, frunciendo el ceño.

—Mejor no lo…

—Un bebé gigante con alas y pico de cigüeña —continuó Jaemin a pesar de las quejas de Mark.

El comedor se llenó de muecas de asco, y Chenle enterró la cara en una almohada.

—Voy a tener pesadillas con eso —murmulló con la voz amortiguada.

—Por qué me da la impresión de que alguno de nosotros vestiría a su hijo así en medio de una crisis existencial —dijo Ten, y a continuación se pasó una mano por el pelo.

—¿Estás diciendo que nos vamos a convertir en una versión mayor del señor Park? —preguntó Jisung.

—Creo que no tiene hijos todavía —dijo Kun.

—Por eso he dicho mayor. Pero seguro que algún día los tiene.

—¿Y lo de la crisis existencial? —preguntó Chenle con la almohada aferrada al pecho.

—Yo ahora me lo tiraría igualmente —dijo Ten riendo, y Johnny lo miró ofendido. Ten lo vio de reojo y se puso a la defensiva—. ¿Qué? Está bueno, es la verdad. O sea, tú eres mi favorito, pero igualmente.

Johnny resopló, y Ten gateó hacia él con un puchero para acomodarse en su regazo. Todos los demás fingieron arcadas.

—A ver, pero ya sabemos que se está tirando al señor Byun, no es que sean muy sutiles.—comentó Kun casualmente.

Jisung y Chenle abrieron los ojos como platos, y Mark intentó lanzarse a Kun.

—Madre mía —murmuraron en shock Jeno y Jaemin a la vez. Renjun se limitó a sacudir la cabeza con horror.

—Tío —dijo Sicheng, mirando a su novio sorprendido—. Los has roto.

Kun se arrepintió al instante de abrir la boca.

—¿Estáis bien? —preguntó inquieto.

Jisung miró a Mark y después a Kun, con algo similar a traición reflejado en los ojos.

—El señor Park es mi profesor favorito —dijo en un hilo de voz.

—Ups —dijo Johnny riendo disimuladamente, y Ten le propinó un codazo en las costillas.

—La habéis cagado, dios —dijo Jaemin entre risas.

—¿Estás bien, Chenle? —preguntó Renjun con suavidad mientras le atraía hasta su regazo.

Chenle se lo quedó mirando

— ¿Y suelen…—dio un par de palmadas—en los descansos?

Renjun fulminó a Kun con la mirada.

—Supongo —dijo a regañadientes.

Chenle dejó escapar un “joder” en un murmullo.

—Vale, nueva regla: ¿qué tal si usamos menos palabrotas? —soltó Mark.

—Nos dan igual —dijeron Jisung y Chenle a la vez, saliendo de su shock.

Parecía que Mark quería rebatirlo pero, teniendo en cuenta que soltaba la misma cantidad de palabrotas que los demás, probablemente no iba a funcionar mucho tiempo, así que dejó el tema.

—No creo que pueda volver a mirar al señor Park —dijo Jisung en un suspiro.

—Yo igual —coincidió Chenle.

Todos los demás se giraron hacia Kun, que solo quería fundirse y hacerse uno con la alfombra.

—Enhorabuena —dijo Johnny en un tono sarcástico—. Les has arruinado el colegio.

—Iban a enterarse de una forma u otra, tampoco es un secreto de estado —replicó Kun.

Johnny se encogió de hombros.

—Pues también es verdad.

Se giró entonces a los más pequeños, que parecían haberse recuperado del shock inicial.

—Al menos no les has pillado justo cuando estaban f- besuqueándose —dijo ágilmente.

—Dios, ¿eso es lo que querías contarles hace tiempo?

—Síp.

—Eso fue antes de la charla de educación sexual, tío —señaló Sicheng, y se escucharon varios resoplidos.

—Sí, bueno, pues no se lo conté, ¿no? Ahora ya lo saben y Kun y yo prácticamente los hemos salvado de averiguarlo de otra forma mucho peor.

—¿Podemos hablar de otra cosa? Me aburro —se quejó Ten.

—¡Sí, mejor! —respondió Kun al momento.

Renjun y Mark se llevaron los cuencos vacíos de todos a la cocina.

—Podemos fregar mañana, ¿verdad? gritó Mark por encima del hombro, y se oyó un chillido de afirmación proveniente del comedor. Mark ni siquiera lo cuestionó: acabas aceptándolo con los años.

 

/

 

Ya se estaban preparando para ver una película cuando sonó el timbre. Se quedaron quietos.

—Pensaba que tus padres se iban todo el fin de semana —dijo Sicheng.

—Sí, sí —respondió Johnny mientras se desenganchaba de las sábanas y se levantaba.

Mark notaba algo raro y se levantó junto a él.

—¿Sabes quién es? —preguntó en voz baja, siguiendo a Johnny hasta el pasillo.

Los demás también se habían levantado y, al momento, todos se agolpaban en la pequeña entrada, mirando expectante a la puerta principal.

Johnny no respondía, y Mark volvió a preguntar:

—¿Sabes quién es?

Johnny le devolvió una mirada algo avergonzada.

—Tal vez.

Mark se le quedó mirando un segundo, y entonces lo comprendió.

—Dime que no lo has hecho —susurró con el pánico cerrándole la garganta.

—A ver… —Johnny intentó mostrar una sonrisa amable, pero lo único que consiguió fue que Mark tuviera más ganas de pegarle.

Huyó de la mirada fulminante de Mark girándose hacia la pierta de nuevo, y cogió las llaves que estaban enganchadas en la cerradura.

—Te odio muchísimo —murmuró Mark con las manos tapándole la cara. Sicheng y Chenle le dieron unas palmadas en la espalda, intentando reconfortarlo.

Abrieron la puerta con un chirrido ligeramente dramático y Mark, en contra de su voluntad, miró hacia arriba.

Donghyuck se encontraba temblando frente a la puerta, con las mejillas sonrosadas por el frío y los labios secos, que mostraron una sonrisa traviesa.

Mark estaba seguro de que el destino le odiaba.

Notes:

*Nota de la traductora: la historia original en inglés utiliza bird and bees y se basa en eso para hacer las bromas, pero he tenido que cambiar la expresión a la historia de la cigueña (y por ende, las bromas) para que tuviese sentido en español

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