Chapter 1: Y COMIERON PERDICES PARA SIEMPRE
Chapter Text
Hace frío.
Lo noto en mis huesos.
No soy una persona a la que le guste mucho el frío. Si además añadimos nieve ya me es prácticamente insoportable.
Así es. Yo, Yuffie Kisaragi, odio la nieve. Hace frío. Es difícil caminar y, además, he de ponerme ropa. No es que no me guste ir con ella, pero taparse mucho me produce sensación de agobio. Especialmente si tengo frío.
A lo lejos empiezo a visualizar mi destino: “Poblado del Iciclo”. Nunca me ha gustado el nombre y la verdad es que no sé por qué. Quizá es algo en la pronunciación, no sé. El caso es que apenas se puede ver desde donde estamos ahora.
Lo que sí que desearía tener a mucha más distancia es esa voz, que ahora resuena en toda la ladera nevada y que te ataca directamente a la psique.
—¡Maldita sea! Les dije a esos #$%!@#% que para no dañar mucho el sistema de aterrizaje, nos dejaran cerca y luego se posaran en la zona de tierra firme de más allá, ¡pero mira donde nos han dejado! ¡Podrían habernos acercado más! ¡Mis botas no están hechas para la nieve! ¡A saber cómo habrán… —continua farfullando Cid, a quien, por lo visto, la edad lo ha bendecido con un enfado permanente.
—Tranquilo, Cid. Estoy seguro de que tus ingenieros cuidarán bien de… —dice Tifa— ese pedazo de chatarra… —concluye en voz baja.
Como mínimo Tifa está también con nosotros. Sería totalmente insufrible de lo contrario.
Al paso que vamos, todavía queda un rato para que lleguemos a ¿“Ciudad Iciclo”? (Nah. No suena del todo bien…) Sin embargo, como todavía queda algo de tiempo y no tengo ganas de escuchar al viejo cascarrabias ese, haré un repaso mental de la situación actual. No es que lo necesite urgentemente, aunque esto es una misión de investigación, con lo que me irá bien recordar porque estoy aquí…
Wutai
Ayer por la tarde
—¡Por fin en casa!
Acto seguido, dejo mi shuriken (que llevo a todos lados) al lado de la puerta y me tiro en el suelo.
Vuelvo a mi casita después de un duro día de trabajo. No es tarea fácil intentar devolver el esplendor a una ciudad, pero hay días en que lo es más que otros.
Después de lo de Meteorito y el posterior declive de ShinRa, la gente empezó a emigrar de Midgar. Y cada vez va a más. Lo que, en principio, puede parecer una buena noticia contra la centralización en las grandes ciudades, para mí no lo es en absoluto. Recibir un montón de gente en una ciudad turística es casi una bendición, generando montañas dinero.
Lo que, por cierto, me va perfecto para intentar devolver la grandeza de este lugar a donde corresponde.
Esto último es sarcasmo.
Con la de turistas nuevos que llegan cada día, lo único que nos falta es algo de playa para llamarnos “Costa del Sol”. Los valores tradicionales que intento proteger (y no esa pantomima que hacen por aquí) se están yendo rápidamente a la basura.
De pronto, una música extraña empieza a sonar, aunque muy amortiguada.
—¿Pero qué…?
Naturalmente, yo me levanto con los reflejos ninja característicos de mi pueblo y grácilmente me acerco hacia la fuente de esa música.
Eso es ironía.
En realidad, pierdo el equilibrio al levantarme y extraordinariamente me pego con toda la frente en la mesa.
—¡Agh!
Eso duele.
Me vuelvo a levantar, esta vez con más cuidado, y, mientras compruebo los daños en mi frente, intento identificar de donde proviene esa música misteriosa.
—¿Qué &%$#%& será lo que suena?
Y al final lo encuentro. En un aparato de forma extraña. Espera. ¡Ya sé que es! Es un móvil.
—Creo que esto funcionaba así… —digo mientras le doy a uno de los botones (esperemos que sea el correcto)
Tifa me lo regaló para que estuviéramos en contacto. Después de las aventuras que pasamos todos juntos, tampoco está de más hablar de vez en cuando con mis compañeros (aunque he de reconocer que no he hablado tanto con ellos como desearía).
—¿D-Diga?
Espero que alguien responda. No sé si le he dado al botón correcto. Nunca entenderé esta cosa. Otros tipos de aparatos modernos se me dan un poco mejor, pero los que son pequeños y con un millar de botones…
Por suerte, se escucha una voz.
—¿Yuffie?
—Amm… ¿sí?… —contesto— ¿Quién es?
—Ah, perdón, soy Cloud. Espero no haberte pillado en mal momento —oigo por el móvil.
—Ah… ¡No! No. Tranquilo. Vaya, que raro que se me hace oír tu voz después de tanto tiempo… y… amm… ¿qué tal todos? —pregunto, sin saber muy bien que decir.
—Pues… bien. De hecho, por eso te llamaba. De momento bien, pero no por mucho tiempo —responde.
—¿Y eso? —digo mientras me froto con mi mano la frente. Creo que me saldrá un chichón.
—¿No llega MidgarTV a Wutai? Pensé que ya te habrías enterado…
—Pues… no. Aquí todo lo relacionado con Midgar y ShinRa no es demasiado bien recibido. —Porque para esas cosas sí que se mueven mis queridos conciudadanos. Si es que…—. ¿Qué ha pasado?
—La verdad es que es algo difícil de explicar. Estamos teniendo problemas con la corriente vital.
—¿Eh? ¿… que? ¿Con la… corriente vital?
—Lo que oyes. Sabes que la corriente vital fluye por el interior del planeta, ¿verdad? Pues no sabemos cómo, ni porque, pero está saliendo del suelo. De momento no ha afectado a grandes ciudades pero por cómo va la cosa es solo cuestión de tiempo —comenta Cloud.
—¿Cómo que “saliendo del suelo”?
—Pues exactamente lo que oyes. La tierra se parte y del suelo sale un chorro inmenso de corriente vital. O como mínimo eso es lo que dicen en las noticias. Para que te hagas una idea, hace unas horas apareció uno de estos chorros cerca de Corel, como a dos o tres kilómetros, pero se ha hecho notar en el pueblo a pesar de todo. Solo dura unos pocos minutos, y sus efectos parecen ser devastadores.
—Genial. Primero Meteorito y ahora esto. Parece como si el planeta no nos dejara en paz —comento, aunque por cómo va la conversa, puedo imaginarme la razón de su llamada. Así que me salto dialogo innecesario y pregunto—. ¿Cuándo pasáis a buscarme?
Y sonrío. Con suficiencia…
—Ahora mismo. Estamos encima de Wutai.
… que se borra de inmediato.
¿Qué? ¿No me van a dejar descansar? Ya les vale.
Abro la puerta de casa y miro al cielo y, efectivamente, ese montón de chatarra que tan malos momentos me ha dado está revoloteando en lo alto de mi querida ciudad. Si creyera en estas cosas seguramente pensaría que es un mal augurio, presagiando tiempos de penurias y…
… y…
Ya me conozco como va esto.
—¿A dónde vamos?
Aldea del Iciclo (o como se llame)
10 de la mañana
El destino casi me juega una mala pasada, pero si encaras lo que ese destino asqueroso te echa y perseveras, verás tus esfuerzos recompensados.
Por suerte, cogí mi abrigo a tiempo.
¿Qué puedo decir? Esta vez he venido preparada. Llevo un abrigo rojo que compré por si me surgía una situación similar, unos pantalones anchos de color marrón claro (que eran los pantalones que más abrigaban disponibles en mi armario) y una gorra que más o menos me tapa hasta las orejas.
Y aun así el frío consigue penetrar toda mi armadura calorífica.
Afortunadamente, mis botas (únicas e intransferibles) sirven en la nieve. Y digo afortunadamente porque no tengo otras. Como mínimo, de eso no me tengo que preocupar.
Aun recuerdo como la última vez vine por estos parajes alejados de toda civilización conocida (aunque nadie lo diría, habiendo unas pistas de esquí) con un jersey que apenas cubría nada y con mis característicos pantalones. Unos shorts, vaya. Cierto es que yo no sabía en aquel entonces a qué me iba a enfrentar. Las fuerzas invernales no se hacían presentes a simple vista desde Ciudad Huesos, ni la Ciudad Olvidada.
También llevo mi shuriken a mis espaldas. Nunca se sabe cuando una damisela puede necesitar protegerse, con lo que siempre lo llevo encima.
A todo esto, estamos entrando ya al poblado.
Sigue igual que siempre, con nieve por todos lados. También recuerdo esas casas de madera, (con una pinta muy acogedora) y, por lo que veo, la posada siendo el lugar más importante de la aldea (o como mínimo lo era para mí la primera vez que vine). Los niños siguen jugando en el centro del pueblo con la nieve, tal como lo hacían la última vez.
Ahora que me doy cuenta.
¿No hay más niños que la última vez?
Y ahora que me fijo. Hay bastante más gente que antaño.
Y ahora que lo digo. Hay más casas que la otra vez.
Parece que, con todo el asunto de Midgar, esta ciudad (al igual que casi todas las demás) ha salido bien parada. Incluso diría que el poblado se ha hecho ligeramente más grande.
No es de extrañar. Ha pasado bastante tiempo desde que vine por última vez.
Para recordar viejos tiempos (que a pesar del frío, esta ¿aldea? es uno de mis lugares favoritos, puesto que no solo la vista es increíble, sino que la gente es muy hogareña y el estilo de la ciudad me encanta) entraré de la misma forma que lo hice la última vez.
Con lo que hago que me tropiezo y caigo de cara en la nieve.
La nieve está fría. Mi cara lo nota de inmediato, aunque sonrío. Que nostalgia. Me encanta este sitio, a pesar de la nieve y el frío. Muy a pesar de la nieve y el frío. Si no fuera por eso, viviría en este… poblado. No, sigue sin acabar de convencerme el nombre.
No puedo verla, pero sé que Tifa me está mirando con cara rara.
—¿Pero qué haces? —pregunta Tifa, tal como supuse que haría.
—Eso te lo podría preguntar yo. ¿Cómo es que no tienes frío con la ropa que llevas? —respondo sin levantar mi cara de la nieve.
Tifa no es que lleve la misma ropa que cuando nos conocimos (que, por cierto, habría sido raro), pero es del mismo estilo. Chaqueta sin mangas, negra, y unos pantalones (también negros) que apenas llegaban a la rodilla.
No sé cómo no tiene frío. Aún me pregunto como la última vez no se murió congelada, si hasta iba más destapada que yo.
—¡Ah! ¿Eso? Es que llevo equipada la materia Frío, y no me afecta —responde Tifa, con (seguramente) una sonrisa.
—……………
Aldea del Iciclo (o como se llame)
10:05 de la mañana
Con gran pesar me levanto.
¡No! No voy a dejar que algo así me arruine mi buen humor.
Estoy repleta de nieve, así que me la quito de la manera más elegante posible. Puede que ahora mismo no esté a la última moda pero como mínimo mis modales sí serán refinados.
—¡¡%&$€&#!! ¡¡Maldita sea Yuffie!! ¡Ven aquí de una maldita vez! —grita desde una de las casas una voz fácilmente reconocible.
—¡Ya voy! ¡Ya voy! —digo en tono defensivo, mientras voy hacia donde está.
¡Qué maleducado! Mira que gritarle esas cosas a una dama. Ya le enseñaré yo modales a ese… Ahora que lo pienso, no creo que fuera una buena idea que Cid y Barret se hicieran amigos.
No veo a Tifa, por cierto. Seguramente ya habrá entrado.
La casa a la que vamos no se diferencia demasiado de las demás. De madera, con nieve. El estilo del pueblo no varía demasiado con cada casa, aunque todas tienen su encanto. Una casa grande, pero simple, y nadie diría que esta casa perteneció a un profesor tan importante, desde luego.
No parece un sitio demasiado acogedor por dentro. Esto está bastante oscuro, aunque seguro que es porque la luz no está encendida.
—¿Es que nadie encuentra el interruptor de la luz? —digo con un tono de indignación.
—¡Por mil demonios, Yuffie! ¡Esto lleva abandonado a saber cuánto tiempo! ¿¡De verdad esperabas que hubiera luz!? —me responde Cid desde algún punto de la habitación que no puedo observar.
Viejo cascarrabias. No digo nada (aunque pongo una cara que representa mi odio creciente hacia su persona) y me adentro en la oscuridad después de cerrar la puerta. Mis ojos ya empiezan a acostumbrarse a la penumbra, gracias a la tenue luz que entra por las ventanas a mi derecha.
Por lo que puedo percibir, creo que hay unas cuantas máquinas a mi izquierda y todas tienen un aspecto la mar de complejo, así que, ya que Tifa está mirando algo por ahí, esa será su “zona”. Justo al frente hay una mesa que ha vivido muchos inviernos, encima de una alfombra con un diseño mejorable. Al fondo, también hay lo que parecen ser… ¿unas lanzas? … supongo que serán parte de la decoración (¿de un laboratorio?).
—Pues la última vez que estuvimos aquí sí que se encendieron las luces —interviene (aunque algo tarde) Tifa.
¿A sí?
—¿A sí? ¿Ya habíais estado aquí? —pregunto.
Tifa se gira en mi dirección y me mira con cara de incredulidad. ¿Por qué me mir-MIERDA. Ya lo recuerdo.
—¡Es verdad! Lo de la madre de Aeris. Lo siento, se me había olvidado —respondo, con una pizca bastante grande de vergüenza.
Mira que olvidarte de algo así. ¡Serás estúpida, Yuffie!
—Es que yo no vine esa vez. Me quedé en la posada… ya sabes, por el frío y eso… —digo en un intento de que mi falta parezca menos grave.
Intentando ocultar mi despiste, busco una zona tranquila para investigar y, a poder ser, lejos del viejo ese.
¡Como he podido meter la pata tan hasta el fondo! ¡Pero serás tonta, Yuffie!
Me fijo que en la otra parte de la habitación hay unas escaleras o algo así pero, como Cid ha ido en esa dirección, no me voy a molestar ni en mirar por ahí. Así que mi zona será la parte de la mesa y alrededores.
No es por desanimarme, pero no hay nada aquí. Me acerco para mirar un poco más de cerca y asegurarme de que no me dejo ningún documento pero, en efecto, no hay absolutamente nada. Y ahora dudo de que la mesa sea solo una mesa. Hay restos secos de algo que en su día fue viscoso.
Un escalofrío recorre mi cuerpo.
Pues, visto que no quiero bajar por esas escaleras, ayudaré a Tifa con lo que quiera que esté haciendo.
—¿Has encontrado algo? —pregunto a Tifa, que está mirando una de las pantallas.
Tifa se sorprende al escucharme y se gira.
—Pues no. Aquí hay lo que parecen ser informes sobre los Cetra y los Ancianos, pero nada de la corriente vital. Al menos a simple vista —me responde con cierto tono de decepción.
Parece que va a seguir buscando cuando…
—Sí que has cambiado, Yuffie.
… dice algo totalmente inesperado.
—¿A… sí? —respondo sin saber muy bien que decir.
—Sí. Me acuerdo que, cuando perseguíamos a Sefirot, eras bastante más… ¿cómo te lo digo sin que te ofendas?… “impulsiva”. Siempre hacías lo que querías y te quejabas y, bueno, te comportabas de manera muy juvenil. Sé que no ha pasado mucho desde que nos hemos vuelto a ver, pero noto como si hubieras madurado. Como si ya no fueras tú. No sé muy bien como decirlo.
VAYA. GRACIAS.
Así que “juvenil”, ¿eh?
Bueno. Ya le vale. Ni que ella no se comportara como una adolescente con Cloud.
Aunque reconozco que ya no me comporto tanto como solía hacerlo.
—Quizá. Es que desde que volví a Wutai… las cosas no han sido lo mismo… Es como si aun siguiera de viaje. No sé, una sensación extraña.
Y, como si la cosa no fuera con ella, Tifa vuelve a enfrascarse en la pantalla de la máquina esa.
Típico de Tifa. Meterse en los asuntos de los demás y largarse cuando ya no le interesa.
Ahora la persona que se ha de tragar este silencio incómodo soy yo. Supongo que me pondré con la máquina que está a su izquierda (porque la de la derecha tiene una especie de megáfono y no me acerco ni loca).
Lo primero que he de hacer es descubrir cómo se enciende este trasto. Hay un interruptor que tiene toda la pinta de ser el que busco así que, como no quiero perder mucho el tiempo, le doy.
Y se enciende.
Empiezan a aparecer números y letras muy rápido por la pantalla, así que supongo que se estará iniciando.
Ahora que me lo pregunto, ¿si no hay luz, como que las máquinas están encendidas? Me giro hacia Tifa y se lo pregunto.
—Oye, Tifa, ¿si no hay luz, como es que las máquinas funcionan?
Tifa escucha la pregunta. Tifa piensa la respuesta a mi pregunta. Y… AHORA se ha dado cuenta de que algo falla. Yo me río discretamente mientras observo la mirada de concentración total de Tifa.
Lo más probable es que las luces se hayan fundido. Es solo una posibilidad, si bien es lo más lógico. Estoy a punto de decírselo a Tifa cuando, de pronto, un ruido bastante estridente que proviene de algún punto a mis espaldas me corta en seco.
Me giro de inmediato, sorprendida por el ruido.
Hay alguien en la puerta, alguien a quien reconozco de inmediato.
Allí, bajo el marco de la puerta, está la persona por la que mi corazón late. El ser que me desvela por las noches, muchas más de las que reconocería.
Sus ojos marrones intentan observar a través de la oscuridad en la que Tifa y yo nos escondemos, mientras sus cabellos rubios ondean con la brisa fría de la zona y le hacen competencia a la luz blanca y pura que baña a contraluz su figura absolutamente divina.
A pesar de la luz, su azul traje de los Turcos la hace absolutamente inconfundible.
Y más a mis ojos.
Allí, bajo el marco de la puerta, estaba la mujer por la que mi corazón late. La mujer con la que había soñado por las noches, muchas más veces de las que reconocería.
Elena.
Chapter 2: ENCUENTRO EN LA NIEVE
Chapter Text
Aldea del Iciclo
10:15 de la mañana
Y allí estaba, bajo el marco de la puerta.
Elena.
Y no va sola. Hay alguien detrás.
—Señor, ¿está seguro de que es aquí? —dice Elena.
—Si, sin duda. Es aquí —dice una voz masculina proveniente de detrás de Elena.
—Pues no lo parece —casi susurra la rubia mientras se adentra en la oscuridad.
Tifa me pone la mano en el hombro. Al girarme veo que me hace gestos para que no diga nada. Como parece que aun no se han dado cuenta de que estamos ahí, lo mejor será escondernos.
Así que, tanto Tifa como yo, nos empezamos a mover sigilosamente (aunque lo más rápido que podemos) hacia las escaleras donde está Cid.
Bajamos rápidamente unos cuantos escalones para que no nos puedan ver desde donde están, de modo que ahora podemos escucharles sin que se den cuenta. Tifa se queda espiando mientras yo, por precaución, voy a avisar a Cid.
No tardo mucho, está justo al pie de las escaleras. Además, tiene una pequeña llama en la mano izquierda. Es uno de los usos más prácticos que se le pueden dar a la materia Fuego, aunque me sorprende que Cid en concreto aun se acuerde de cómo va.
Le hago la señal de que no diga nada (y rezo para que me entienda).
Me acerco rápidamente y le susurro:
—Han entrado Tseng y Elena, de los Turcos. Mantén la boca cerrada y apaga la llama, que se puede ver desde Midgar.
Inexplicablemente Cid no blasfema (no al menos que se pueda oír) y hace lo que le pido.
Acto seguido, subo las escaleras y me acerco a Tifa. Desde aquí se tiene una vista perfecta de la entrada para espiarla. -LOS.
—¡Esto está lleno de polvo! —exclama Elena, quien ya se ha puesto a inspeccionar el lugar.
—Vamos, Elena. Ya no eres una novata, compórtate como corresponde —dice Tseng, que ahora está en medio de la habitación, observando las máquinas.
Se acerca a una de ellas, en concreto la que estaba mirando Tifa.
—¿Por qué está esto…? —Y para de repente.
—Elena —dice Tseng—. No estamos solos.
Vaya. Que rápido que nos ha descubierto.
—¡Dejad de esconderos! ¡Estáis ante los Turcos, dad la cara! —exclama Tseng.
Yo me quedo quieta, como si esperara a algo, sin saber muy bien qué es lo estoy esperando. Cuando, de pronto…
—¡Vaya! ¡Así que ese olor putrefacto es vuestro! ¡Eso explica bastantes cosas! —exclama Cid desde detrás de mí.
No sé cómo se lo ha hecho para colocarse a mi espalda sin que yo me diera cuenta. Quizá estaba demasiado atenta en otras cosas. Si, debe de ser eso.
En cualquier caso, Tseng y Elena aun no nos han visto, así que…
—Nos volvemos a encontrar de nuevo, ¿eh? —dice Tifa saliendo de su escondite.
No es que puedan verla aun, pero ahora ya saben que hay dos personas. Y, como no voy a decir nada, serán solo dos. Yo me quedaré escondida para mantener el elemento sorpresa. No por nada soy una ninja.
Me doy cuenta de que Cid levanta el brazo, seguramente para utilizar la materia e iluminar la sala como antes, así que me preparo para saltar y esconderme detrás de Tseng y Elena en el momento en que cree la llama, para no ser vista.
Y, tal como pensaba, Cid utiliza su materia para dar luz a la sala. Aprovecho el momento para saltar “ninjamente” y colocarme entre las sombras detrás de ellos, encima de la máquina que tanto Tseng y Tifa han estado manipulando. La llama hace visibles tanto a Tifa como a Cid pero yo ya estoy perfectamente oculta a los ojos de los dos Turcos y no se darán cuenta de mi presencia mientras no se giren (porque soy buena, pero no tanto).
A pesar de que, en principio, les hemos sorprendido, Tseng no muestra sorpresa alguna (como mínimo, desde su espalda no se nota nada). Elena sí que reacciona. Y de una manera muy mona.
—¿Y Cloud Strife? ¿También tendré el placer de verlo aparecer por esas escaleras? —pregunta con un punto de mofa Tseng.
—Cloud no ha venido, ni falta que le hace. ¿Qué hacéis aquí? —responde Tifa, tajante.
Tanto Tifa como Cid se van acercando lentamente hasta donde están Tseng y Elena.
—No es de vuestra incumbencia. Los asuntos de los Turcos solo conciernen a los Turcos. Y ya sabes qué hacemos con aquellos que se interponen en nuestro camino —amenaza Tseng.
—¡Sí! ¡Les dejáis que os derroten! —responde Cid burlonamente.
Tseng no responde. Simplemente mira a Cid desafiante. Elena, por su parte, está preparada por si acaso ha de luchar, aunque se mantiene al margen en la conversa.
La tensión es tan grande que se puede cortar con un simple susurro.
—Tranquilos. No hemos venido aquí buscando pelea —dice Tifa, rompiendo el tenso silencio—. Pero he de preguntarlo: Lo que está pasando con la corriente vital no será cosa vuestra, ¿no? En ese caso quizá sí que debamos cruzar algo más que palabras…
Cid está preparado. Elena también. Aquí puede haber una escabechina importante.
—Como ya te he dicho, los asuntos de los Turcos solo conciernen a los Turcos —responde tajante Tseng—. No obstante, si te hace sentir mejor, ni nosotros ni ShinRa tenemos nada que ver con los acontecimientos que se están sucediendo.
—Ya, claro —dice Cid.
Tifa mira a Cid, y le dice:
—Yo tampoco me lo creo del todo, pero esta vez nos iremos sin armar jaleo —se gira para encarar a Tseng—. Como se descubra que ha sido cosa vuestra os vais a enterar.
Y acto seguido empieza a caminar hacia la salida, y Cid la sigue unos segundos más tarde.
¿No se habrán olvidado de mí, verdad?
Justo cuando voy a salir de las sombras, se empieza a escuchar un sonido grave y de pronto el suelo empieza a temblar, primero suave, pero en pocos instantes escala a un temblor importante.
¡Pero qué-! ¿¡Un terremoto!?
Me cuesta mantener el equilibrio aunque no soy la única, todos menos Tifa ya están en el suelo, e incluso a ella le está costando mantener su equilibrio.
Esto es exagerado. El suelo se mueve demasiado. No sé si el poblado aguantará todo este movimiento y tengo muchas más dudas sobre esta casa.
Y entonces ocurre: El lugar donde estábamos hace unos segundos salta por los aires y lo único que se puede ver es un gran torrente de algo verde que sale a presión desde el suelo. Corriente vital.
Toda esa pared ha salido volando y la corriente se está escapando. Es como un gran géiser.
El suelo sigue temblando, puesto que apenas han pasado unos pocos segundos, pero no parece que vaya a parar pronto. De hecho, creo que cada vez es más fuerte. Esto no me gusta nada. Hemos de salir de aquí ya.
Al parecer voy tarde, puesto que todos los demás ya están intentando huir. Tseng se ha recuperado y está ayudando a Elena mientras la lleva hacia la salida; por su parte Cid ya está fuera del edificio y Tifa en la entrada. Yo debería empezar a moverme de una vez.
—¡Maldita sea! ¡Sal de ahí! ¡El suelo se está hundiendo! —grita Cid desde el portal de la entrada.
Como si fuera un adivino, la parte de la casa más cercana a la corriente vital se… se cae. Se hunde, haciendo un estruendo endemoniado y lanzando madera y astillas por todos lados.
Yo consigo agarrarme a alguno de los enormes cables que hay medio encastados en la pared y me quedo colgando. Tifa ha llegado a la salida así que de ella no me he de preocupar, y puedo ver a Cid a su lado. Sin embargo…
—¡Ahhhh!
—¡Elena! —grita Tseng.
Tseng, que está más cerca de la salida, consigue agarrarse a la barandilla de madera que recubre la escalera al sótano (donde nos escondíamos antes) pero Elena, que estaba más atrasada, no puede imitarlo y se desliza inexorablemente, junto con gran parte del mobiliario que no está fijado de alguna manera a la casa, hacia el gran chorro de corriente vital.
¡No!
No pienso permitirlo. Ni de broma.
Siento una punzada de miedo ante lo que puede pasar, pero despejo rápidamente esos pensamientos de mi mente y me concentro.
Cojo el shiruken de mi espalda con mi mano libre, visualizo mi objetivo, respiro hondo y sincronizo mis movimientos. Tal y como he hecho un millar de veces. Ya está todo hecho. Ahora solo falta lo más fácil: lanzar el shuriken. Lo he practicado infinidad de veces durante toda mi vida. Va donde yo quiero que vaya. Siempre.
A pesar de que la casa se sigue hundiendo y ahora está bastante ladeada, el shuriken hace exactamente lo que le he dicho. Se clava en el suelo, justo delante del gran géiser de corriente vital e intercepta la trayectoria que seguía Elena al caer.
Por suerte se ha clavado con suficiente fuerza, pues Elena se choca con éste y el shuriken consigue aguantar su peso, evitando la caída a la corriente vital.
Qué buena que soy.
Como era de esperar, ahora soy el centro de atención. Todos se giran sorprendidos en mi dirección. Y yo aquí colgando, sin glamour.
Aun sigue temblando el suelo, aunque menos que antes, y no parece que la casa vaya a aguantar mucho más. Me suelto y empiezo a deslizarme con rapidez por el suelo, que ahora tiene una inclinación muy pronunciada.
De fondo oigo a Tifa gritando algo, pero no hago caso. Ahora necesito concentrarme. He de dirigirme hacia donde está Elena.
—¡Elena! —grita Tseng.
—¡Sal de aquí, estúpido! ¡Yo me encargo de ella! —le grito a Tseng, que seguía en la barandilla de madera, extendiendo una mano a su subordinada.
Finalmente llego donde está Elena y, aunque he de chocarme con ella para no acabar en la corriente vital, no me importa en absoluto.
Me ha dejado algo de espacio, y ahora estoy medio de pie, apoyada en el suelo con mi espalda, mientras que Elena está agachada más hacia la punta del shuriken. Me impresiona la resistencia de mi propia arma al aguantar el peso de dos personas.
Elena está encarada hacia donde está Tseng. Deduzco que aun no ha saltado porque le preocupa que al saltar el shiruken ceda y se precipite. Bueno, ahora sería “nos precipitemos”.
El suelo se hunde cada vez más y una de las máquinas se suelta de la pared, pasando justo a mi izquierda y perdiéndose en la corriente vital.
—¡Señor, salga de aquí! ¡Usted es más importante! ¡Póngase a salvo! —grita Elena a Tseng—. ¡Saldré de aquí, se lo prometo!
La barandilla donde estaba apoyado Tseng empieza a ceder con lo que, muy a su pesar, se ve obligado a retroceder hacia la salida.
—¡Elena! ¡Más te vale salir de ahí! ¡Es una orden! —responde Tseng mientras sube, de alguna manera, las escaleras que dan a la calle.
La situación no parece demasiado buena. Me he lanzado aquí instintivamente, sin ningún plan de escape.
La barandilla no parece estable pero es la mejor opción, aunque con tanto movimiento, saltar mal puede llegar a ser fatal. Podría intentar saltar con Elena en brazos, pero no sé si tengo la fuerza suficiente como para llegar desde aquí y no parece que haya nada como para hacer un puente improvisado.
Al estar tan cerca, me salpica la corriente vital, y noto esa sensación que suelo sentir al acercarme a esta cosa verde. Siento como si me hiciera vieja por momentos, como si mi vida me abandonase. Me siento cansada.
Justo como cuando fuimos a por Sefirot. No soporto esta situación. Hemos de salir de aquí. Ahora.
—Ammm… ¿se te ocurre algo para salir de aquí? —le pregunto a Elena.
En ese momento, otro ruido interrumpe la escena. Supongo que los cimientos de la parte más alejada de la casa ceden y se sueltan, porque la resistencia que tenia la casa a ser engullida por el desplazamiento de tierra (producido por el géiser) ya no está ahí. La casa se hunde aun más y ahora estamos prácticamente en vertical.
Elena se agarra a mí en un intento de no perder el equilibrio ante ese movimiento inesperado del edificio mientras yo me apoyo aun más con mi espalda en el suelo.
Tseng ha conseguido salir justo a tiempo, pero nuestra única ruta de escape ha quedado bloqueada por tierra. Nos hemos tenido que hundir varios metros.
La situación cada vez va a peor. No sé si podremos salir de aquí.
Más objetos se sueltan de las paredes, como algunos cables y trozos de la pared. La barandilla acaba por soltarse y se precipita hacia la corriente, compartiendo la suerte de la mayoría de las cosas que antes habitaban en esta casa.
Es un poco triste que objetos que han morado en esta casa durante años, que han cogido polvo y guardado lo que antaño fuera un hogar, hayan de tener un final tan abrupto y seco. Y parece que nosotras vamos bastante encaminadas a ese final también.
De alguna manera, aun no hemos entrado en contacto con la corriente, pero estoy a menos de un metro. Elena está aun más cerca.
Me aseguro de que ella esté bien y la miro. Su pelo rubio y su elegante traje azul están ahora empapados de líquido verde, y no le favorece nada. Al estar tan cerca, puedo tocarla, aunque me sorprende lo que noto. Ni temblores, ni nervios, ni nada. Aun está buscando una manera de salir de aquí. No ha perdido la esperanza. No se plantea morir aquí.
Ese pensamiento me hace sentir un poco mal, ya que a mí sí que se me ha pasado por la cabeza.
Ella se gira hacia mí, me mira a los ojos y responde:
—Aun no se me ocurre nada. La barandilla era mi mejor opción, si bien ahora ya no sirve de nada —responde—. Aunque, ¿qué materias tienes? Quizá podamos utilizar alguna para salir de aquí.
¿Materias? ¿Qué materia p-Espera.
—Suelo llevar la materia Levita, que nos sacaría de este sitio con facilidad, pero me la he dejado en casa —continúa Elena—. Vaya mala suerte qu…
—La materia Levita no funcionaría. Nos podríamos elevar, pero no hay ningún sitio por el que escapar —la interrumpo—. No te preocupes, ya sé cómo salir de aquí.
Con lo fácil que era y no lo he visto. Suerte que ha comentado lo de las materias, que si no, no salimos de una pieza.
—No sé si va a funcionar aunque, por cómo van las cosas, mejor intentarlo.
—¿Qué vas a hacer? —pregunta Elena.
—Aparte de la puerta hay otra salida, solo que no nos habíamos dado cuenta —respondo, con una sonrisa en la cara.
—¿A sí? ¿Dónde?
—Ahí delante —digo mientras señalo con la cabeza el géiser de corriente vital.
No me ha quedado chula la frase ni nada.
—¿¡Que!? ¿¡Estás loca!? ¿Y cómo piensas salir por ahí?
Vuelvo a escuchar como la tierra se desplaza.
—No tengo tiempo para explicarlo. Confía en mí, por favor —suplico, intentando transmitirle lo mal que está nuestra situación. No es que no se haya dado cuenta, por eso.
Se me queda mirando unos segundos. De no ser bastante pésima y precaria nuestra situación, hasta me habría parecido gracioso este momento, con ella mirándome agachada desde encima de un shuriken. Sé que le deben de estar pasando un montón de cosas por la cabeza. Al fin y al cabo, desde que nos conocemos hemos sido enemigas.
Me quedo mirando esos ojos marrones que me devuelven la mirada y, después de lo que parece una eternidad, Elena asiente con la cabeza.
¡Bien! Es hora de poner mi plan en acción.
—Agárrate a mí y no te sueltes, ¿de acuerdo? —ordeno.
Y acto seguido la hago levantarse y la abrazo pasándole los brazos por la cintura.
Noto como se sorprende, pero ella también pone sus brazos en mi cintura y se agarra con fuerza.
………
……
…
Ah, sí. El plan. Escapar. Muerte inminente. Bla, bla, bla.
Para asegurarme de que nuestras posibilidades de sobrevivir aumentan, la abrazo con más fuerza aun, por si acaso.
—Ahora saltaré hacia la corriente vital. ¿Preparada?
El suelo se vuelve a mover.
—Sí —responde Elena con brevedad.
Me preparo mentalmente. La materia está lista. Es la hora de salir.
Noto como me tiemblan los músculos. ¿Y si no funciona? ¿Y si morimos?
He de reconocer que no me importaría morir después de lo de hoy, pero no. No. No pienso morir aquí. Saldremos, y la veré sonreír.
Y salto.
Salto hacia la corriente vital, y activo la materia. Veo como el color rojo de la materia empieza a brillar con intensidad.
En un instante una gran capa de hielo nos rodea. Una capa de hielo fría con un espesor imponente que, por suerte, cumple su función y nos mantiene a salvo de la corriente vital.
Casi no hay tiempo para celebraciones, puesto que la presión nos empuja con mucha fuerza. Empezamos a girar dentro de la corriente, perdiendo el sentido de la orientación. Apenas se ve nada excepto verde atenuado por la capa de hielo transparente. Corriente vital por todos lados. Y giramos cada vez más rápido.
Por suerte, permanecemos dentro de ese géiser menos de 10 segundos (a pesar de que, visto desde dentro, parecen bastantes más) y salimos disparadas hacia el cielo.
—¡Ya estamos fuera! —oigo decir a Elena.
Eso parece.
Espero a que dejemos de ascender y en el momento en que nos quedamos suspendidas en el aire rompo el hielo hacia afuera.
Debemos estar a unos 30 metros sobre el suelo, aunque es difícil decirlo desde aquí. Elena me suelta, pero yo la agarro por el brazo. Ahora queda el aterrizaje.
Desde aquí se pueden ver con claridad los efectos que ha causado el géiser de corriente vital. Por suerte, la zona afectada es del exterior del pueblo y la mayor parte de la gente se está poniendo a salvo, aunque el desplazamiento de tierra que se ha producido está hundiendo las casas de los alrededores.
Veo a gente correr, saliendo a toda prisa de la aldea.
Bueno, cuando llegue allí ya me preocuparé. De momento, mi prioridad es que ni yo ni Elena acabemos decorando el suelo.
Empezamos a descender y alcanzamos gran velocidad rápidamente. Miro a Elena. No parece darse cuenta de que aun no estamos a salvo. No. Espera. Ahora ha caído en la cuenta.
—¡Yuffie!
—¡Tranquila! —digo con aires de suficiencia—. ¡No te preocupes y déjamelo a mí!
Espero a estar un poco más cerca del suelo y entonces activo la materia.
Noto como si una ráfaga de aire hiciera más ligero mi cuerpo. Estiro a Elena por el brazo y la pongo delante de mí. Acto seguido, coloco mi brazo derecho en su espalda y paso el izquierdo por debajo de sus piernas. Como si fuera un príncipe llevando en brazos a su amada princesa.
Gradúo la caída, de manera que cada vez caemos con más suavidad, de tal manera que acabo aterrizando dando unos pequeños, pero gráciles, pasos encima de una de las casas de la aldea que aún queda intacta.
FUCK YEAH.
Me ha salido que ni pintado. Deberían hacer una película sobre esto o algo, porque me ha salido a la perfección.
—¿Estás bien? —le digo suavemente a Elena.
No estoy segura de lo que expresa su cara ahora mismo. Parece que esté entre sorprendida, avergonzada y ¿asombrada?
Se me queda mirando y al final responde:
—Ahhh… sí.
Yo simplemente sonrío y la dejo gentilmente en el suelo. Y pongo toda la cara de “no ha sido nada”.
Pero la realidad es la realidad. El gran géiser, que está ahora detrás de mí, sigue haciendo brotar corriente vital y, lo que es peor, está hundiendo el poblado.
Miro a Elena una última vez.
—Voy a buscar a Tifa y a Cid, que deben de estar preocupados. Sal del poblado, es muy peligroso quedarse por aquí.
Parece que quiere decirme algo, aunque no encuentra las palabras adecuadas. Por muy mal que me sepa, he de ir con mis amigos, así que me giro y me dispongo a saltar desde el tejado de la casa al suelo nevado.
—¡Espera! —escucho una voz detrás de mí.
No me giro, pero me detengo en seco y ladeo un poco la cabeza.
—Gracias —dice Elena.
Chapter 3: MISIÓN VIRTUOSA
Chapter Text
(Lo que queda del) Poblado del Iciclo
Diez y media de la mañana
Tifa y Cid no han sido difíciles de encontrar. Estaban en medio de la aldea, buscando a gente rezagada. No parece que se hayan dado cuenta de mi presencia. Ni parecen preocupados por mí.
Algo en mi interior está llorando.
De pronto, Tifa se gira y, con dificultad, logra distinguirme. Total, voy con un atuendo no muy habitual en mí (a pesar de que abriga) y estoy recubierta de líquido pringoso que antes era corriente vital.
—¡Yuffie! —dice casi sin creérselo—. ¡Cid! ¡Es Yuffie!
Y, acto seguido, se acerca corriendo para darme un abrazo.
—¡Yuffie! ¿Estás bien? ¿Cómo has salido de allí? —pregunta.
Veo como Cid se acerca por detrás.
—Tranquila, Tifa. Estoy bien. Un poco pringada de corriente vital (que por cierto, ahora tienes en tu ropa), pero bien.
Ahora noto algo raro. Más bien… no noto algo. Puedo sentir la presión de los brazos de Tifa en mi espalda cuando ahí debería estar… ¡Mierda! Mi shuriken. Ya he vuelto a perderlo. Bueno, no es que lo haya perdido esta vez… aunque a saber en qué lugar de Gaia andará. La corriente vital tendría que haberlo lanzado a presión junto conmigo y Elena, así que debería estar por aquí… pero no me pienso parar a buscarlo ahora.
—¡Maldita sea, Yuffie! ¡Nos has tenido preocupados! —exclama Cid, denotando cierto tono de sinceridad.
No sé porque, pero pongo una ligera cara de avergonzada y desvío la mirada.
—Bueno. La explicación viene luego. ¿Han salido todos los habitantes del poblado? —pregunto.
—Han salido muchos, aunque quizá aun haya gente en sus casas. Íbamos a dividirnos para buscar dentro de ellas —responde Tifa.
Cid asiente.
Todavía noto que falta algo. Me llevo las manos a la cabeza. Substancia viscosa en mi pelo, claro que sí. Lo que me faltaba. ¿Y dónde está mi gorro? A juzgar por la cantidad de pringue verde, diría que lo he perdido hace ya algún tiempo. Quizá incluso antes de escapar de la casa.
Maldita sea. Era un buen gorro.
—No perdamos tiempo. Primero vamos a las más cercanas. Tifa, tú ves a esa casa de ahí —dice Cid señalando una casa cercana a nosotros—. Yuffie, tú la de al lado. Yo iré a esa de la izquierda. Nos vemos en 5 minutos aquí, si no se ha hundido esto. ¡Y no se os ocurra llegar tarde, porque os %&$@&€!
Y acto seguido nos separamos, cada uno por su lado.
Poblado del Iciclo
10:30 de la mañana
Nada más bajar del tejado de la casa oigo detrás de mí una voz conocida.
—¡Elena!
Me giro, pero ya sé de quién ese esa voz.
—Señor. ¿Está bien? —le digo al hombre que ahora se planta delante de mí, con el mismo traje azul que llevamos los Turcos.
—Eso debería preguntártelo yo. ¿Estás bien? ¿Cómo has salido? —pregunta.
Pues dentro de un bloque de hielo y a través de un montón de corriente vital, de una manera que sobrepasa lo “espectacular”.
—No hay tiempo. Tenemos que irnos de aquí, el poblado no aguantará mucho más —respondo esquivando la pregunta.
Tseng se me queda mirando un segundo.
Parece como si estuviera meditando algo importante…
—Está bien —dice finalmente.
… o no.
—… pero quiero que hagas algo. Tengo una misión para ti.
… o si.
Si al poblado apenas le quedan minutos de vida. No sé qué es lo que quiere que…
—Quédate en el poblado. Sigue a Tifa Lockhart y a sus compinches. Puede que no sean más que unos alborotadores que solo recurren a la fuerza bruta, pero nosotros apenas tenemos información sobre lo que está pasando. Quizá sepan algo que nosotros desconocemos.
De alguna forma me sorprende el comentario.
—¿Y usted señor? —le pregunto.
Se queda pensando unos segundos antes de responderme.
—Ahora que el laboratorio del profesor Gast ya no existe, tenemos que encontrar otra posible fuente de información. Seguimos sin saber qué es lo que causa todo esto.
Hmmm. Vaya. Me salvan el pellejo y ahora he de espiarlos. Me siento un poco mal por ellos pero el trabajo es el trabajo.
—De acuerdo. Les seguiré e informaré cuando pueda.
—Esta vez actúa con más cuidado, ¿de acuerdo? —me dice con una pequeña sonrisa en la cara.
…………
—Por supuesto. Ya no soy una novata…
…………
Señor.
—… Señor.
…………
……
…
—¿Elena? ¿Seguro que te encuentras bien?
—¿Qué? Amm… sí. Si. Estaba pensando donde podían haber ido Tifa y sus compañeros —respondo sin saber muy bien que me ha preguntado.
A pesar de que digo esto, Tseng no parece demasiado convencido. No le da importancia, afortunadamente, ya que tampoco tengo muchas ganas de seguir con esta conversa.
—Está bien. Ahora ve y cumple tu misión. Y pon cara de trabajo. ¿Eres de los Turcos, recuerdas?
—¡Si, señor!
Y sin perder un instante me dirijo hacia donde vi alejarse a Yuffie desde el tejado. No puedo verle, pero sé que Tseng aun sigue ahí, mirando cómo me marcho.
……………
Las afueras del “Poblado del Iciclo”
11:15 de la mañana
Hace algo de frío pero no tengo nada más para cubrirme con lo que me he de aguantar. Esto de esperar se me da fatal.
Al final logré encontrarlos. Estaban ayudando a gente a huir del poblado.
Parece que van a llevar a los supervivientes en su nave voladora hasta la ciudad más cercana. Eso sería… ¿Costa del Sol? No estoy del todo segura. Midgar también está más o menos cerca, aunque dudo que vayan hasta allá. O Wutai. Quizá vayan a Wutai.
Espero que no tarden mucho más en traer la nave, porque me estoy aburriendo bastante. Y la cara que Tseng me ha puesto antes de separarnos…. me trae demasiados recuerdos.
No debo pensar en esas cosas.
A mi izquierda hay un par de niños jugando. En realidad, hay un montón de niños jugando por todos lados. ¿Cómo pueden estar tan contentos? Están en medio de una montaña nevada después de perderlo absolutamente todo.
Aún conservan sus vidas, supongo.
Aunque ahora que lo pienso, lo más probable es que sean los adultos los que piensen esas cosas. Quizá los niños no se plantean nada.
………
Me aburro.
No quería sentarme en la nieve, pues es malo para el traje, pero me estoy cansando de estar de pie (no físicamente, por eso, pero me cansa ver a tanta gente deambulando por aquí). Además, voy pringada de corriente vital. Me he conseguido quitar (espero) gran parte del material pringoso del pelo y, aunque lo he intentado con poco éxito, también del traje.
Toca esperar sentada, parece.
Me siento. Hace frio, como suponía. Tendré que llevar el traje al tinte en cuando vuelva a Midgar, aunque no sé si quizá debería comprarme uno nuevo. No creo que sepan quitar manchas de corriente vital, después de todo.
Y en eso que escucho un sonido proveniente del otro lado de la colina nevada.
Me vuelvo en la dirección del ruido desconocido.
De pronto aparece una cosa enorme en el horizonte blanco que se eleva a gran velocidad. Es la nave de AVALANCHA.
Genial. Ahora que me he sentado.
La nave voladora pasa por encima de nuestras cabezas como si se estuviera riendo de mí y se acerca a una zona más plana (aunque llena de nieve) que hay a mi izquierda.
—Bueno. Creo que es hora de trabajar.
Me levanto y me quito la nieve que se me ha quedado en las partes donde me he sentado. Como suponía, noto que está algo mojado.
No me voy a molestar. Hoy casi muero. No puedo dejar que esto me arruine el día.
Así que, una vez centrada, me acerco hacia la nave. Estará a unos 100 metros pero he de ir con mucho cuidado. Mi ropa no es que sea camuflaje militar precisamente, así que voy a tener que ocultarme bien entre toda esta gente.
Desde aquí puedo ver que, para acceder a la nave, se ha de subir por una escalera de cuerda y luego entrar por una puerta al interior, donde supongo que pondrán a toda esta gente. Esto no va a ser fácil.
A medida que voy avanzando me intento fijar donde están los miembros de AVALANCHA (que he de esquivar como sea). Yuffie Kisaragi está en la nieve, justo a los pies de la nave, guiando a la gente para que suba por la escalera de cuerda. Tifa Lockhart está justo encima, en la cubierta de la aeronave, justo antes de la puerta de entrada, para que me sea aun más difícil entrar.
No veo al otro. Al rubio ese tan maleducado. Puede que esté en el puente. Si mal no recuerdo era piloto…
Me acerco.
Ahora que caigo en ello, quizá hay más miembros de AVALANCHA. Si bien solo había tres antes, es más que posible que aparezcan aquí los demás. He de extremar las precauciones.
Estoy a apenas unos 20 metros. Intento pasar desapercibida. El primer obstáculo es la joven ninja. Si me oculto entre la gente Yuffie no me verá y Lockhart parece ocupada con algunas personas arriba, con lo que quizá sí que pueda colarme sin ser reconocida. No solo es que “quizá pueda”, es que “he de hacerlo”.
Esta es mi oportunidad.
Acelero el paso. Yuffie está más adelantada de lo que parece. Si subiera por esas escaleras no me vería, al quedar a su espalda. Es arriesgado, pero no parece que pueda entrar sigilosamente de otro modo. Además, no tengo ninguna garantía de que Lockhart no me descubra una vez he subido.
¡Elena! ¡Céntrate! Paso a paso.
Me pongo detrás de una familia y camino a su mismo ritmo, intentando quedar fuera de la línea de visión de la persona que hace aproximadamente una hora me ha salvado la vida. No me acaba de agradar esto pero es una orden. Lo lamento.
Con pericia (que caminar al lado de alguien sin que se note que los estar utilizando de pantalla es complicado) me sitúo fuera del ángulo de visión de la chica y consigo flanquearla. En este momento (y mientras no se gire) estoy a salvo.
La familia que estaba utilizando de escudo empieza a subir la escalera.
Con un poco de presteza, por favor.
Suben un niño y una niña, de no más de 10 años. Al parecer ninguno de los dos ha subido nunca unas escaleras de este tipo. No es por molestar pero ¿podéis daros un poco de prisa?
Va. Va. Va. Va.
Dirijo una mirada sutil, pero nerviosa hacia Yuffie. No se ha girado. De momento todo bien.
Si he de ser sincera, me parece increíble que la tenga a apenas metro y medio. Me siento como en una película de espías, de esas donde se ocultan a plena luz del día. Aunque eso no es real, y esto sí. Noto algo de emoción que se acumula dentro de mí.
Ahora empieza a subir la señora, ayudada por su (supongo) marido. Tiene un poco más de destreza a la hora de subir, aunque también tarda lo suyo.
Vuelvo a mirar a la chica que me ha salvado la vida. Está tan cerca que podría tocarla, si quisiera.
Ahora mismo está vociferando a la gente que se acerque, para subirlos a bordo y así poder trasladarlos. Debajo del pelo lleva algo… su bandana, por supuesto. No es que pueda verla (al estar ella de frente) pero siempre me ha gustado la gente que lleva algo en la cabeza, ya sean gorros o, en este caso, bandanas. Todavía tiene pringue verde en la ropa y en el pelo, de nuestro encuentro de antes…
Ahora que me fijo, ese abrigo lo he visto en algún sitio. ¿En Midgar, quizá? En alguna tienda…
De pronto, una voz distante me corta la línea de pensamiento.
—¿Señorita?
Es el señor que estaba detrás de mí. ¿Qu…
Me giro. Ya no hay nadie subiendo la escalera.
¿Pero qué?
¿Me he quedado mirando a Yuffie?
Vaya.
Céntrate. Estas atrayendo atención.
—Lo siento —digo con la voz más suave que tengo, casi susurrando.
Me encaro a las escaleras y subo lo más rápido que puedo. Miro de refilón si Yuffie se ha dado cuenta, pero no lo parece ya que sigue dirigiendo el tráfico.
Todavía sigo un poco desconcertada aunque, ahora que estoy casi arriba, he de preocuparme de otras cosas. Otras cosas llamadas Tifa Lockhart.
Paro de subir un segundo para mirar a escondidas desde el borde, intentando que no se me vea demasiado. Hecho una mirada furtiva para localizar a Tifa. No es demasiado complicado. Está a unos 3 metros de mí, mirando en esta dirección. Por suerte, está hablando con la mujer de la familia que ha subido justo antes que yo, así que aun no me ha visto.
Esto es malo. Si subo, por mucho que esté hablando con otra persona me verá.
Noto como ya hay alguien subiendo por las escaleras, justo debajo de mí.
He de crear una distracción, y ahora mismo.
Repaso mentalmente que materias tengo.
Vale, utilizaré la materia Rayo y la lanzaré lejos. Aprovechando la confusión, me colaré dentro.
Extiendo el brazo derecho, donde tengo las materias. Apunto a una zona nevada sin gente y…
—¡Eh, tú!
… alguien grita. Reconozco esa voz. Es de Lockhart.
—¡Si tú! ¡Que te he visto! —vocifera la chica.
Me giro para ver qué pasa. Al parecer, Lockhart está gritando a alguien que está al otro lado de la puerta, dentro de la nave, y desde aquí no puedo ver quién es.
No sé qué está pasando, aunque esto me favorece. Lockhart entra al interior de la nave rápidamente, momento que aprovecho para acabar de subir la escalera. Me incorporo y, sigilosamente, me acerco a la entrada por donde acaba de pasar esa mujer hace apenas unos instantes. Discretamente hecho un vistazo a su interior.
Todo es metálico. El camino gira a la derecha, y bajando las escaleras metálicas se llega hasta una especie de estancia general donde ahora mismo hay alrededor de 50 o 60 personas. No me imaginaba esto tan espacioso. Desde luego no parece tan grande desde fuera. Lockhart está bajando por estas escaleras, siguiendo a alguien que también lo hace, aunque está huyendo de ella.
—Es ahora o nunca —me digo a mí misma.
Entro, siguiendo la cola de gente que baja a un ritmo bastante lento. Aquí estoy a la vista, pero si intento ir más deprisa y me cuelo, puede que atraiga atención y eso es lo que menos necesito ahora.
De mientras, el tipo (que no me había fijado antes) al que persigue Lockhart cruza con rapidez un puente sorprendentemente fino en un intento de huir de su perseguidora.
Vaya, así que este es el lugar desde donde AVALANCHA opera, ¿eh? Pues no está nada mal. Y además es también un medio de transporte, con capacidad de carga. Creo que ahora entiendo porque el antiguo jefe militar de ShinRa los maldecía por habernos robado esta nave.
Debería empezar a pensar en mi plan de acción. En cuanto lleguemos a nuestro destino toda esta gente se irá, así que necesito un sitio para esconderme cuando desalojen todo esto. Aparte de la sala por la que se ha ido el tipo de antes hay solo otras dos: Una puerta al fondo a la izquierda y otra justo por debajo de la puerta de entrada.
La que parece más alejada es la de la izquierda al fondo, así que en cuanto llego al rellano principal me dispongo a ir en esa dirección. No obstante…
—¡Eso dices! ¿Y por qué intentabas librarte de mí, eh?
… aparece Lockhart con el tipo al que perseguía.
No quisiera estar en su lugar.
Siguen diciendo algo pero no presto atención. Me muevo sigilosamente hacia mi destino intentando que Lockhart no me vea. Además, no consigo ver si hay algún miembro más del grupo terrorista por aquí. Para más inri, sé que la tripulación original de esta aeronave se afilió a AVALANCHA, aunque no logro identificar a ninguno, así que debo ir con mucho más cuidado.
Continuo caminando, mientras la mujer se lleva al pobre señor (digo pobre pero no sé qué es lo que ha hecho para enfadarla así) por las escaleras.
¿Lo tirará de la nave? Eso sería digno de ver.
Sonrío ligeramente, mientras esquivo a las últimas personas que me separan de la puerta.
Me acerco rápidamente y con la máxima discreción posible a mi objetivo. No sé qué es lo que me voy a encontrar, así que hecho una mirada rápida al interior.
No hay nadie. Espera. Esto es un… ¿establo? Eso parece, pues hay un corral de madera y paja por todos lados, pero ningún animal. ¿Un establo para chocobos en una nave voladora? ¿En serio? Quiero decir, ¿eso está permitido? ¿No están incumpliendo alguna ley o algo? Pobres chocobos.
He hecho una rápida inspección del lugar. Por suerte para mí, no parece que haya demasiada actividad en esta sala. Supongo que, al no estar el chocobo (porque espero que solo lleven uno), nadie entrará aquí. Genial. El escondite perfecto.
Por si acaso, me quedaré cerca de este montón de paja, para ocultarme dentro en caso de que alguien entre. Así que, después de encontrar el lugar menos sucio cerca de mi escondite de emergencia, me siento a esperar.
—Ya que tengo que ir al tinte, mejor ponérselo difícil —digo en voz alta mientras me siento, aunque ya he dado por perdido este traje.
Ahora lo único que he de hacer es esperar. Por la cantidad de gente que había, todavía faltarán unos 10 o 15 minutos. Tiempo suficiente para reflexionar sobre los últimos acontecimientos.
—A ver, Elena. ¿Cómo has podido dejar que te salven?
Chapter 4: LA QUE PERSIGUE A LA NIEVE
Chapter Text
Aeronave Highwind
Mediodía, 1:15 aproximadamente
Pues me equivocaba, no han ido ni a Midgar ni a Costa del Sol. Ni siquiera a Wutai. Los han dejado en Ciudad Huesos.
No sé cómo van a arreglárselas los arqueólogos que viven por ahí, dada la situación. Es más curiosidad, puesto que no me interesa demasiado. Ahora es cuando he de estar más atenta, ya que ahora no se a donde vamos. Sin embargo, por lo que he podido ver en el pequeño ojo de buey que hay en el cuarto, nos dirigimos al sur-este. ¿A dónde? Ni idea. Probablemente a Midgar.
Llevamos un buen rato en el aire desde que los dejamos, así que si en efecto es Midgar donde vamos, deberíamos…
Algo pasa.
Noto como descendemos.
Me acerco rápidamente al ojo de buey. Fondo negro y deprimente a pesar del cielo despejado. Sí, estamos en Midgar.
Oigo voces provenientes del rellano principal.
Espero a que las voces dejen de oírse y me aventuro lentamente hacia afuera. No hay nadie, y avanzo rápidamente hacia las escaleras en dirección a la cubierta de la nave. La suposición que, en efecto, van a salir es acertada pues escucho a los miembros de AVALANCHA cada vez más fuerte mientras subo las escaleras.
Me acerco a la puerta y miro discretamente.
Veo a Lockhart, a Yuffie y al otro miembro de AVALANCHA (Cid Highwind, si no me equivoco) muy cerca de la barandilla, mirando hacia algún lugar que no puedo ver. También hay alguien más. Va de azul, con aspecto de oficial. Debe ser de la tripulación de la nave.
Parece que Yuffie se ha cambiado de ropa. No me extraña, no es demasiado agradable ir con corriente vital a ningún sitio. Ahora lleva un atuendo que me suena bastante más. Ha cambiado su abrigo por una camisa blanca sin mangas, que tiene algo escrito que no logro distinguir en la parte delantera. También ha decidido cambiar los pantalones anchos que llevaba por unos más cortos que le llegan a la rodilla, aunque comparte el color con el anterior. Lleva las mismas botas que llevaba esta mañana, por eso, que aun siguen con restos de pringue verde en el lateral.
—¡Ahí está Cloud! —oigo decir a Yuffie, saludando con la mano.
—No hace falta que se acerquen tanto. Como vea que le han hecho algo a la nave por acercarse demasiado se van a enterar – amenaza el piloto (supongo), mientras el miembro de la tripulación que apenas está a unos pocos metros empieza a temblar.
La nave sigue descendiendo, pero desde mi posición ya puedo ver dónde estamos y que planean hacer.
La aeronave va a ponerse encima de la terraza del edificio ShinRa, para que Yuffie y compañía puedan acceder al último piso. Sin pensárselo dos veces, Yuffie salta la primera. Con un poco más de reparo salta luego Lockhart y, finalmente Highwind.
He de saltar yo también, y he de hacerlo antes de que se alejen.
El miembro de la tripulación que estaba con ellos ha ido a asegurarse de que han llegado bien. No, espera. Está subiendo la escalera de cuerda. ¿Por qué la ha puesto, si era obvio que iban a saltar?
En todo caso, esta es mi oportunidad. Salgo de mi escondite y, sigilosamente, me coloco detrás del chaval. Eso sí, a una distancia prudencial y un poco a su izquierda, de ese modo, cuando acabe de recoger la escalera y vuelva al interior, no me verá (puesto que se girará hacia su derecha, espero). Ayuda que esté lo más agachada posible, aunque como me vea voy a hacer el ridículo.
Todo transcurre como he supuesto. El chico acaba de subir la escalera (que, ahora que lo pienso, ¿para qué se la lleva? ¿No sería mejor dejarla donde está y punto?), desenganchándola de sus puntos de sujeción a la aeronave y se gira en dirección de la puerta de entrada.
La nave apenas se ha movido de su posición, con lo que cojo impulso y, sigilosamente, corro con todas mis fuerzas. He supuesto mucha más distancia entre la nave y el edificio de la que realmente hay (más que nada porque saltaba a ciegas), con lo que ahora solo me he de preocupar de la caída y de no hacer mucho ruido.
No parece que el miembro de la tripulación se haya percatad de mi presencia mientras saltaba, así que me concentro en la caída.
Consigo aterrizar más o menos bien y me apoyo con mis manos para no acabar cayendo hacia adelante. Exceptuando lo de las manos, he clavado la caída. Levanto la cabeza rápidamente y observo la situación. Los tres integrantes de AVALANCHA que estaba siguiendo están a unos 15 metros, en la cornisa conectada con esta terraza que da al edificio principal. No parece que se hayan dado cuenta de mi presencia. Además, hay otra persona con ellos. Un chico alto, rubio y que porta una espada demasiado grande para mi gusto: Cloud Strife.
Me acerco a la pared que tengo en frente, de manera que no puedan verme (ni a través del ventanal que hay, aunque ya no tenga cristales). Puedo oír sus voces, pero no discierno lo que dicen. Tendría que acercarme más para eso.
En el momento en que entran en el edificio yo me acerco casi gateando por la misma cornisa por la que caminaban ellos hace nada. Hecho una mirada en su interior.
La sala no me sorprende, pues ya había estado aquí antes, aunque solo fuera una vez. A mi izquierda hay algo parecido a una mesa, con el único asiento encarando a los posibles invitados, que da la espalda a lo que en su día fue un impresionante ventanal. La mesa tiene una forma extraña, pues fue fabricada más como escudo de emergencia (el presidente solo tenía que agacharse mientras que el sistema de seguridad acababa con posibles intrusos, según tengo entendido). O al menos hasta que vino Sefirot y se acabó lo que se daba.
Aparte de la mesa no hay gran cosa. Unos pilares en los extremos y las escaleras al fondo a mi derecha, son lo único que hay de importancia, dejando una buena cantidad de espacio para invitados.
En la sala hay más gente de la que esperaba. Eso de primeras. En total, contando a los cuatro que he seguido, hay tres personas más.
Uno grande, de piel negra y con un arma por mano que está sentado en la mesa del antiguo presidente de ShinRa. Barret Wallace. Nunca llegué a enfrentarme directamente a él en combate durante la crisis de Meteorito, así que debería extremar la precaución.
Más al fondo, apoyado en el extremo opuesto de la mesa donde está sentado Wallace, hay un hombre con un traje azul bastante elegante, de pelo negro y tirado para atrás, con una barba poco densa y controlada, que está saludando a Strife y compañía. Esa persona es Reeve Tuesti, antiguo miembro de ShinRa, que ocupaba el cargo de Desarrollo Urbanístico dentro de la empresa.
Más a la derecha (desde donde estoy yo) está Red XIII, miembro de una de las tribus más antiguas que existen sobre el planeta. Tiene el aspecto de una ¿pantera? de color rojizo. No es que se me den demasiado bien los animales, sinceramente. Yo misma pude comprobar en anteriores ocasiones que tiene la capacidad de hablar, a pesar de que nunca dijo nada de interés. Tengo entendido que en este lugar intentaron experimentar con él, algo que no parece importarle demasiado, al estar reposando tranquilamente en el suelo.
El grupo al que seguía se detiene en frente de Reeve, situándose de espaldas hacia donde estoy yo.
—¿Qué tal? —oigo decir a Lockhart—. ¿Habéis encontrado algo?
—Nada de nada —responde Wallace—. Esto está tan desierto como la última vez que estuvimos aquí, solo que con menos sangre.
Tanto Lockhart como Strife desvían la mirada hacia el suelo.
—¿Y entonces qué? ¿Qué es lo que vamos a hacer? —pregunta Yuffie.
A todo esto. ¿No falta un miembro de AVALANCHA más? Vincent Valentine. El ex-Turco, que fue transformado en vampiro por ese científico chiflado. Espera. Creo recordar que podía volar a voluntad. Me giro instintivamente, casi temiendo que me esté observando desde algún lugar.
Pero no veo nada en el cielo.
Me vuelvo para seguir espiando la conversa.
—Lo que deberíamos preguntarnos no es “¿qué vamos a hacer?”, sino “¿qué es lo que sabemos hasta ahora?” —dice una voz que no pega nada con su cuerpo de felino— ¿vosotros habéis encontrado algo de utilidad?
No responde Yuffie, sino Strife.
—Al parecer, tuvieron dificultades en el Poblado del Iciclo.
—¿Dificultades? —dice Red XIII mientras levanta por primera vez la cabeza para ver a sus compañeros.
—Estaban investigando el laboratorio cuando…
—CUANDO EL POBLADO AL COMPLETO SE FUE A LA MIERDA —anuncia Yuffie a viva voz.
—¿¡Qué!? —Los tres miembros de AVALANCHA se sorprenden ante tal frase.
—¿Es eso cierto? —pregunta Reeve.
—Amm… si —responde Tifa—. Estábamos investigando el laboratorio cuando surgió uno de esos chorros de energía vital y se cargó el edificio. Y luego hundió el poblado hasta que no quedó nada.
Todos ponen cara de preocupación y un largo silencio se impone en la sala.
—Conseguimos investigar un poco antes de eso —continua Lockhart—, aunque no había nada que hiciera referencia a la corriente vital. Todo era de los Cetra y los Ancianos.
—Sabíamos que las probabilidades de encontrar algo ahí eran escasas desde el principio —añade Strife—, así que tampoco hemos perdido nada.
—Aunque no os podéis imaginar con quien nos topamos —sonríe maliciosamente Highwind.
Al parecer esta frase les toma por sorpresa. No es de extrañar, yo también me sorprendí en su momento.
—Con los Turcos —afirma Lockhart.
—¡¿Esos &%#$%& estaban ahí?! —dice sin tapujos Wallace.
Lockhart afirma con la cabeza.
—Concretamente Tseng y Elena —continua—. Buscaban lo mismo que nosotros: información.
Anda, yo.
—¿Así que saben lo mismo que nosotros? —pregunta Wallace.
—No tiene porque —corta tajantemente Strife.
—En todo caso —interviene Lockhart— deberíamos tener cuidado con ellos. Ya sabemos de lo que son capaces.
Otra vez silencio.
—Por cierto —dice Lockhart, girándose hacia Yuffie—, aun no me has respondido la pregunta que te hice antes… ¿Por qué salvaste a Elena?
Hmmm. Esta pregunta me interesa.
—¿Lo qué? —pregunta Wallace como si no hubiera entendido lo que acaba de decir la chica.
Yuffie balbuce unas palabras inteligibles.
—Mientras estábamos con los Turcos apareció la corriente vital. Cid y yo conseguimos escapar a tiempo del edificio, pero no Elena (y Tseng, pero eso no es importante). Y a Yuffie no se le ocurre una mejor idea que quedarse a salvarla.
—¿¡QUE?! —dice totalmente anonadado Wallace, aunque todos los demás también ponen una cara de sorpresa.
Ahora todas las miradas se centran en Yuffie. Incluso la mía.
Yuffie, por su parte, balbucea un poco más y finalmente se calma, para decir:
—¡Yo soy la Gran Ninja Yuffie! ¡Salvo a quien me da la gana!
Y les da la espalda con los brazos cruzados y cara de enfadada. Aunque esto último lo supongo, porque me escondo para que no me vea al girarse.
—Eso ha estado cerca —susurro.
—¿El que ha estado cerca?
PERO QU…
Miro detrás de mí. Hay una especie de monstruo blanco con brazos, con otro monigote parecido a un gato de peluche encima.
Antes de que pueda hacer nada se me echa encima y me aplasta contra la pared.
Me ha pillado totalmente desprevenida. Tiene toda la ventaja física. He de utilizar alguna materia o de lo contrario…
Para cuando me doy cuenta tengo una espada apuntándome a la cara. Una demasiado grande para mi gusto. Y el rubio miembro de AVALANCHA que la porta está mirándome fijamente.
—No lo hagas. No merece la pena —dice Strife.
Genial. Ya me han descubierto. Por mucho que lo intente, no podré escapar de ellos, con lo que dejo de hacer fuerza contra el monigote este. Strife lo nota y baja su espada, aunque sigue alerta sujetando con fuerza su arma, y no me pierde de vista.
Veo de refilón como detrás de él está Lockhart, sorprendida. Y también Yuffie, que no parece creerse que esté aquí.
Esto ha de ser el peor espionaje de la historia.
Pero bueno, ya no puede ponerse peor.
—Oye Reeve —exclama Strife—, ¿no vimos una cuerda en uno de los pisos inferiores?
Chapter 5: OTRA VEZ
Chapter Text
Edificio ShinRa, piso 69
Mediodía, 1:30
Pues aquí me encuentro yo. Rodeada de miembros de AVALANCHA, sin materias (porque no son estúpidos) y atada a un pilar en el penúltimo piso del edificio ShinRa, en mitad de Midgar. Y sin refuerzos en camino, pues ninguno de mis compañeros sabe donde estoy. La cosa no pinta demasiado bien.
Aunque, dentro de lo que cabe, e intentando ser positiva, esto podía haber acabado mucho peor.
La verdad es que la escena es un tanto peculiar. Estoy atada a uno de los pilares de las escaleras que dan al último piso, concretamente a la que sube por la derecha. Veo parcialmente la escalera de la izquierda justo delante de mí pues los miembros más corpulentos de AVALANCHA se han propuesto taparme la vista, mientras que sus otros compañeros están más a mi izquierda. Incluso el felino está sentado encima del escritorio más cercano.
Aparte de nosotros no hay nadie más. Quiero decir, este edificio lleva tiempo desierto y abandonado. No llegarán refuerzos inesperados, desde luego. Es curioso (por otra parte) como hasta no hace demasiado este edificio estaba lleno de gente, y el estado en el que se encuentra ahora no augura ninguna mejoría.
He de admitir, por eso, que estos de AVALANCHA saben atar a alguien a un pilar. Tengo las manos atadas a mi espalda y, aparte de la atadura de las manos, todo mi torso está sujeto a la columna con la misma cuerda, de manera que mi espalda no toca directamente al mármol blanco, al estar los brazos en medio. Las piernas también están atadas, pero solo entre ellas y al pilar; mucho más simple que las ataduras utilizadas para mi parte superior. Añadiré a esta descripción una gran sensación de humillación.
Estoy absolutamente asegurada; no escaparé con facilidad.
Y tampoco es que pueda, con tantos ojos mirando.
—Creo que ya va siendo hora de empezar el interrogatorio —dice Strife.
Al formar parte de los Turcos he podido llegar a observar (e incluso actuar de vez en cuando) en diversos interrogatorios. Lo bueno de tener experiencia en esto (si es que se puede sacar algo positivo) es que al mirarlos puedo ver que parecen “inofensivos”. Supongo que eso evita la tortura y esas cosas tan desagradables. Un consuelo, como mínimo.
—¿Por qué nos seguías? —pregunta Lockhart.
No digo nada y sigo mirando al suelo.
—Venga, que estamos del mismo lado en esto —insiste.
¿Está intentando que coopere con ese tipo de discurso? Vamos, hasta yo puedo hacerlo mejor.
No sé exactamente que están esperando, por eso. He aprendido mucho desde el incidente de Meteorito. Ahora no se me escapa información clasificada. Por mucho que insistan, no obtendrán nada de mí.
—¿Te salvamos la vida y así es como nos lo pagas?
………………
—Tú no me has salvado la vida —murmuro en voz baja.
Observo de reojo como Lockhart se sorprende ante mi comentario.
Dirijo la mirada hacia mi salvadora. Ella, al lado de Strife, mira discretamente hacia el suelo.
—Sé que no me creeréis si digo que ShinRa no ha sido la causante de este incidente, de todos modos.
Y eso es lo único que obtendréis de mí.
—¿Qué es lo que sabéis? —dice una voz de hombre a mi derecha.
Ni siquiera me giro para verle, pues sé que quien habla es Reeve Tuesti.
De aquí no sacaréis nada. Va en serio, soy una tumba.
—Es inútil, Reeve. Estos $%&#%$ de ShinRa la han vuelto a liar parda como la última vez y el planeta se ha rebotado. Pierdes el tiempo preguntando algo que todos sabemos —brama Wallace.
—En eso estoy de acuerdo con Barret —interviene Strife—. ShinRa tiene la culpa de esto seguro. Además —Se gira hacia mí—, ella no nos dirá nada.
—Aun así, creo conveniente intentar averiguar si…
—Pierdes el tiempo —finaliza Cloud, mientras se dirige hacia la misma escalera a la que estoy atada—. Además, dudo que sepa algo de utilidad.
¡Eh! ¡Que eso ofende!
Deduzco, sin embargo, que este interrogatorio acabará pronto. Y parece que me van a dejar aquí.
—Creo que Cloud tiene razón —añade Red XIII desde la mesa, obligando a todos a girarse.
En efecto, esto no durará mucho más. Bien por mí.
Strife entiende esa afirmación como una excusa para seguir su camino hacia las escaleras. Algunos de los miembros de AVALANCHA siguen a su líder y se alejan de mí. ¿De verdad van a dejarme tirada aquí?
—P-Pero… ¿y qué hacemos con ella? —dice Yuffie, que sigue en el mismo sitio, dubitativa.
—No podemos llevárnosla con nosotros —responde Strife.
Yuffie sigue dudando, mientras sus compañeros empiezan a subir por las escaleras.
Vaya. Su cara muestra sincera preocupación.
—No te preocupes. No me pasará nada —le digo a Yuffie.
Ella se vuelve hacia mí. Sigue dudando.
Le dirijo una sonrisa a la chica.
—Tranquila. Soy de los Turcos. Saldré enseguida —digo para tranquilizarla.
Esto es nuevo. Yo preocupándome por alguien. Alguien que no es un Turco, quiero decir. Supongo que me siento en deuda con ella, por lo de salvarme la vida y eso.
La chica todavía vacila, pero al final decide marcharse. Me dedica una última mirada y luego se va, siguiendo a sus compañeros.
Oigo como sus pasos se alejan por encima de mí.
Cada vez los oigo menos.
Sin embargo…
Algo me sorprende. Algo ha caído a mi izquierda, en la mesa, junto a los ordenadores ahora inactivos.
Aunque sería más correcto decir que ese “algo” se ha clavado. Algo con punta. Un shuriken.
Miro instintivamente para arriba, totalmente en vano (tampoco es que esperara ver algo). Es obvio que ese shuriken es de Yuffie, sin embargo pasan los segundos y no escucho nada nuevo. Ahora que lo pienso, no se parece al arma que utilizó antes. Quiero decir, el shuriken que llevaba en el Poblado del Iciclo era bastante más grande que este. Lo recuerdo bien. No la forma y tal, sino que en este no cabemos dos personas, ni de broma. Ha de ser otro shuriken a la fuerza.
Todo esto es muy extraño, lo reconozco, pero he de escapar de aquí. No debería distraerme.
Intento fútilmente mover las manos. La cuerda está atada a mí de manera hábil. Esto requerirá algo de tiempo. También intento mover las piernas, aunque sin éxito.
Esto no va a ser sencillo.
Pruebo a separar mi brazo derecho, haciendo fuerza hacia afuera, mientras el izquierdo hace fuerza en el sentido contrario, pero lo único que consigo es hacerme daño.
Genial.
Aquí, en el edificio ShinRa, y atada.
Pero si no hago nada, no saldré de aquí.
Intento levantar las piernas, a ver si hay suerte y las ataduras de los pies son un poco más débiles. Ciertamente son más flojas que las del torso superior y, aunque es mi mejor opción ahora mismo, me va a costar bastante.
Forcejeo con las ataduras durante uno o dos minutos, y noto que se van aflojando, pero muy poco cada vez. Esto es desesperante.
Me recuerda a aquella vez en Wutai. También estaba Yuffie. Recuerdo como nos ataron del revés en aquellas estatuas gigantescas.
—¿Necesitas ayuda?
¿QU…!?
—¿¡QU…!?
No puedo acabar de sorprenderme, pues una mano me tapa la boca. Delante de mí aparece Yuffie.
—Shhh. No grites —susurra la chica. Me tranquilizo. Ella lo nota y aleja su mano.
No sé qué decir.
Aunque no hace falta pensar demasiado ya que empieza a hablar ella.
—Respóndeme, y quiero que seas sincera. ¿Lo que está pasando es culpa de ShinRa?
No sé por qué pero niego con la cabeza sin vacilar.
—¿Qué es lo que quiere ShinRa? —sigue preguntando.
…………
Algo me dice que no debería hacer esto, pero…
—Quiere pararlo. ShinRa es una compañía que se basa en la energía Mako, no podemos permitir que la gente tema a la corriente vital. Supondría el fin de la empresa.
Sus ojos siguen clavados en los míos.
—¿Por qué ahora tenéis en cuenta a la gente? ¿Por qué no cuando Meteorito? ¿Por qué no antes?
—Pues porque ahora la gente no teme a ShinRa —respondo honestamente.
La chica se queda pensando. Sigue poniendo una cara extraña.
—Está bien. Voy a sacarte de aquí —dice Yuffie.
¿Qué?
—¿Qué?
—Pero prométeme que no harás daño a nadie. Ni a mis compañeros ni a nadie. Conozco a los Turcos. Prométemelo —dice Yuffie.
¿Va a soltarme? ¿Por qué? ¿Y me pide que le haga una promesa? No hacerle daño a nadie, ¿eh? No planeaba hacerlo a no ser que fuera en defensa propia. Y eso suponiendo que pudiera hacerle algo a algún miembro de AVALANCHA.
Aun así… Es una oferta demasiado buena como para ser cierta. No estoy segura de que deba confiar en ella. Sin embargo…
Los segundos pasan y yo sigo dudando.
—Está bien —accedo.
Ella sonríe.
—Pues espera que te suelto…
De pronto, se detiene en seco, para luego desviar la mirada al suelo.
—Pero… Antes de eso… voy a… —Yuffie se mete la mano en el bolsillo derecho de sus pantalones. De ahí saca algo. Es… un… ¿móvil?
¿Va a hacer una llamada a alguien AHORA?
Está tocando varios botones, murmurando algo para ella misma que no alcanzo a comprender.
—Lo lamento mucho. Esto pasa solamente una vez en la vida… —Yuffie sonríe, aunque no del mismo modo que lo ha hecho antes. Es una sonrisa diferente… no sé definirlo bien…
No tengo ni idea de que se propone, pero siento escalofríos. Tampoco es que pueda hacer otra cosa más que esperar, por otra parte…
—Vale. Creo que ya lo tengo —dice para sí misma en voz alta.
Y, acto seguido, levanta el móvil hacia donde estoy yo. Su mirada tiene un brillo especial, aunque desvía sus ojos rápidamente, y su sonrisa… es…
¿Qué est…?
Oh, mierda.
El flash casi me deja ciega. Pero no lo suficiente como para ver a Yuffie comprobando que tal ha salido la foto. Maldita sea.
Noto como la cara se me pone roja. Y la cara de Yuffie muestra una sonrisa nerviosa. No me puedo creer lo que está pasando. No puede ser.
—Oye. ¿Es… necesario… todo esto? —pregunto con un tono de voz que me sorprende hasta a mí.
La chica me devuelve la mirada, algo sonrojada.
—Lo siento muchísimo pero… no he podido evitarlo. —Y suelta una risa nerviosa mientras desvía la mirada de nuevo.
Esto no puede estar pasando…
Jamás me habría imaginado en una situación tan rara y a la vez embarazosa. Y menos con ella. Todavía tengo el mal recuerdo de cómo me ataron la última vez en Wutai y mis compañeros se estuvieron burlando durante meses. Y ahora esto. Maldita sea.
Después de guardar su móvil y de pedir otra vez disculpas, se acerca y empieza a cortar las cuerdas con su shuriken. Ya iba siendo hora. Podría haberse ahorrado mi humillación.
¿Eh? Ahora que lo pienso, ¿No estaba ese shuriken clavado en la mesa?
Miro hacia el escritorio y, en efecto, el shuriken no está. Debe haberlo cogido mientras yo estaba forcejeando con las cuerdas de las piernas, pero he tenido que estar muy absorta para no darme cuenta de que la chica estaba delante de mí.
Yuffie corta todas las cuerdas y finalmente puedo moverme.
Ella se aleja unos pasos mientras mantiene la mirada (aunque algo avergonzada) hacia mí.
—Jamás… pensé que te ayudaría dos veces.
—Jamás pensé que me rescatarías dos veces —respondo—, ni tampoco que me sacarías una foto en esas condiciones.
La chica solo sonríe, aunque desvía la mirada. Y le devuelvo la sonrisa. No pienso hablar de lo que ha pasado hoy aquí jamás. Aunque no sé si preguntarle qué es lo que hará con las fotos. ¿Va a chantajearme? Porque eso sería más bien la especialidad de mi trabajo.
—B-Bueno. S-Se hace… tarde —dice la chica interrumpiendo mis pensamientos—. ¿Nos vamos?
¿Eh? ¿Irnos?
Yuffie empieza a caminar hacia los escritorios a mi izquierda, por el lado contrario por el que han subido sus compañeros. Yo la sigo, no sabiendo muy bien qué hacer.
¿Cómo que irnos? ¿Va a llevarme con ella?
Se planta delante de la puerta de metal y esta se abre obedientemente. Continúa caminando por el camino de la derecha y cuando pensaba que descendería de piso, sigue recto, hasta ponerse delante de la pared del edificio.
De pronto, su brazo derecho se ilumina con un color rojizo y ella extiende el brazo hacia la pared blanquecina. Coloca la palma de su mano en la pared.
¿Va a…?
Su materia se ilumina con mucha intensidad y, en apenas unos instantes, se dibuja un circulo de proporciones considerables en la pared que se va hundiendo en ella misma. Es como si estuviera creando un agujero circular en el suelo, solo que en la pared que hasta hace nada era uniforme. Casi sin esfuerzo, el trozo circular acaba por hundirse del todo y sale por el otro lado, desprendiéndose al vacío y la oscuridad de Midgar.
A pesar de que yo mantengo una distancia prudencial, ella se acerca al hueco y, apoyándose en la pared, saca la cabeza y mira para abajo. Unos instantes después, levanta la cabeza y busca algo en el cielo.
—Ahí está —dice la joven ninja.
Un ruido bastante estridente que antes no podía oír se escucha. Ese ruido me suena.
Me acerco al hueco (prudentemente, que no deseo caer desde tan alto) y miro para arriba. La aeronave que me ha traído hasta aquí está a apenas unos cuantos metros por encima. Puedo ver como desciende poco a poco.
—Bien. Este es el plan —dice Yuffie—: Primero saltamos a la aeronave y rápidamente te escondes donde quiera que te escondieras la última vez. Yo intentaré que no te vean, ¿de acuerdo?
Muy simple, pero me vale.
—Bien.
Vuelvo a mirar al barco volador. ¿Y cómo llegamos desde aquí?
—Ammm… No es por ponerle pegas a tu plan pero… ¿Cómo nos metemos en la nave? —pregunto.
—Utilizando esto —dice mientras se le ilumina una materia en el brazo derecho.
¿Eh? ¿No es la misma materia que ha utilizado antes?
—Aunque… —continúa la chica, desviando la mirada— creo que… si. Diría que es la única manera de que esto funcione…
Yuffie se gira, dándome la espalda, para luego agacharse.
—Sube.
…………
QUE.
…………
No sé qué decir. Es una suerte que Yuffie esté de espaldas porque no querría enseñarle la cara de estúpida que se me ha quedado.
—E-Es la única forma. No puedo llevarte en brazos… como la última vez… —insiste— porque… ehhh… sí, eso es, necesito… más estabilidad que esta mañana…
—Pero… ¿es realmente necesario? —pregunto con un ligero e inocente tono de incredulidad.
—¿N-No tienes materia, no? Si tuvieras, quizá podríamos hacer algo diferente… —responde, con un tono de voz algo indeciso.
Mierda. Tiene razón.
Menuda vergüenza. Hoy no estoy teniendo nada de suerte. No sé si es un consuelo pero, como mínimo, estando por encima de ella no será capaz de hacerme otra foto…
—Está bien —digo titubeante.
A ver. Es la primera vez que hago esto.
Pongo mi pierna derecha en su costado derecho y mi pierna izquierda en su costado izquierdo. Noto como me agarra las piernas con sus brazos y me tiro adelante para equilibrar el peso. Se levanta impulsando las piernas y pegando un saltito, con lo que estoy a cuestas de una manera perfecta. Si alguien escribiera un libro describiendo como se hace esto, debería adjuntar una foto de nosotras.
QUE ALGUIEN ME PEGUE UN TIRO.
Estoy ligeramente apoyada contra su espalda, con lo que puede que ella esté ahora notando…
PERO QUE VA A NOTAR.
…………
TENGO GANAS DE LLORAR.
Este momento acaba de substituir al de hace apenas unos minutos. Y yo que pensaba que ese recuerdo me perseguiría como una cruz.
Yuffie se encara al vacío y se pone al borde. Desde aquí se puede ver que la caída que nos espera si esto no sale bien va a ser impresionante.
—A-Agárrate, que vamos a saltar… —la oigo decir.
Esto ya no puede ser más humillante, con lo que accedo sin rechistar. Pongo mis manos sobre sus hombros y aprieto un poco más mi cuerpo contra ella, para que no tenga problemas de equilibrio.
Nos quedamos unos segundos en esta posición.
Supongo que estará calculando el salto.
—¿L-Lista? —me pregunta.
Teniendo en cuenta la posición en la que estoy… supongo que si…
—Si —respondo.
—Pues entonces… —noto como se empieza a mover, y su brazo comienza a emitir una luz rojiza…
Y salta.
Hacia adelante.
NI DE LEJOS LLEGAMOS A LA AERONAVE.
Ahora que lo pienso, con Levita solo se puede planear y ascender un par de metros. ¿Cómo piensa que vamos a subir tal altura?
Pero no activa la materia.
Y caemos. Como cualquier objeto pesado.
Me agarro instintivamente a la chica con todas las fuerzas que tengo, y es tanta la impresión que no puedo ni articular palabra. Ni gritar. Y mira que ahora no deseo hacer otra cosa. Caemos unos cuantos metros más, yo con el corazón encogido, cuando por fin veo que ese color esperanzador se aviva.
—¡No te sueltes ahora! —grita Yuffie, aunque con la caída se la oye poco.
De golpe, noto una gran fuerza que proviene de debajo de nosotras, que nos impulsa hacia arriba. ¿Qué clase de materia ha utilizado para esto?
En cuestión de instantes hemos pasado de caer sin fin, a elevarnos rápidamente. Tanto que ahora estamos justo debajo de la aeronave y nos vamos a chocar de manera violenta.
—¡Yuffie…! —alcanzo a decir, pero no puedo continuar con la frase.
Y, otra vez, noto una fuerza sobre mí. Esta vez no es de ninguna materia. Es la chica que acabo de nombrar, que nos ha impulsado de lado. Giramos 180 grados. Ahora estamos del revés, y “caemos” para arriba.
Apenas un segundo después (siendo generosos con el tiempo) la ninja entra en contacto con la aeronave. Del revés. Debo suponer que es gracias al entrenamiento de Yuffie como ninja que haya podido darse la vuelta en el aire y que haya aterrizado tan grácilmente (del revés).
Desde luego, esta chica no hace más que sorprenderme.
Estoy acabando de situarme cuando la chica que empieza a caminar hacia estribor (es decir, a mi derecha, contando que estoy del revés) y, gracias a la colocación del barco, hacia el lado contrario a donde está el edificio ShinRa.
—Atenta ahora —dice Yuffie.
Pega un salto y descendemos un poco para luego subir. La diferencia es que ha saltado tanto que ya no hay barco “debajo” de nosotras, y ya no hay un tope que nos impida seguir elevándonos. En eso que vuelve a haber un destello rojo y dejamos gradualmente de ascender.
Esto no me gusta.
Dejamos de subir y… ¿nos quedamos suspendidas en el aire? Espera. Estamos planeando. Está utilizando materia Levita.
Ahora lo comprendo todo. Bueno, no. No sé como lo ha hecho para caer para arriba, pero eso ahora no importa. Tenemos que entrar sin que nos vean. Ahora esa es la prioridad.
Afortunadamente, hemos parado justo delante de la barandilla (del otro lado del barco, el que no da al edificio ShinRa). Aunque no sé si el término “afortunadamente” es apropiado aquí. Es bastante posible que Yuffie lo haya calculado a la perfección. Desafortunadamente (ahora sí que sería apropiado) el miembro de la tripulación de la última vez está de nuevo en cubierta. Mira para el otro lado, afortunadamente.
Solo me hace falta extender los brazos para agarrar la barandilla, y lo hago lo más sigilosamente posible.
Yuffie se ha percatado de mi acción y lentamente me suelta las piernas. Puesto que ella levita, se ofrece como punto de apoyo para que pueda saltar dentro de la nave, cosa que hago.
Grácil y silenciosamente entro en la nave, sin que el pobre tripulante se dé cuenta de nada. Sin ni siquiera esperar a Yuffie me apresuro hacia el interior del barco. Me doy cuenta de que la aeronave no está a la misma altura que la terraza donde esperan los miembros de AVALANCHA, con lo que, sin querer, me da cobertura. Una suerte, quizá en compensación por las humillaciones que he tenido que sufrir hoy.
En unos cuantos segundos consigo entrar por la puerta hacia el interior del barco volador.
Miro en su interior: Nadie. Perfecto. Vuelvo un poco sobre mis pasos para asegurarme de que Yuffie no siga levitando por ahí.
No lo hace. De hecho, está en medio de la plataforma, hablando con ¿Reeve?
Me escondo como puedo.
Oigo la voz de ¿Wallace? A apenas unos cuantos metros.
—¿Pero como $%&%$#& has llegado aquí?
—Ajajaja… ¡¡Es que soy la Gran Ninja Yuffie!!
Esbozo una leve sonrisa.
Pero no hay tiempo para más. He de apresurarme a mi escondite. Tengo intención de saltar directamente al suelo, aunque puede que sea una mala idea. Al ser de metal, resonaría mucho y podrían descubrirme. Empiezo a descender las escaleras tan rápido y silenciosamente como me es posible y, en cuanto estoy abajo, me dirijo con presteza a mi refugio, pegándome a la pared.
Se abre la puerta a la que me dirijo. Meto rápidamente la cabeza. No hay nadie. Entro aún más rápidamente que antes.
En principio ya estoy a salvo. Aunque no sé si fiarme todavía, gracias a la mala suerte que me está acompañando últimamente. Me escondo detrás del montón de paja en caso de que alguien intente entrar, aunque sea innecesario. Espero unos cuantos segundos con la impresión de que se abrirá la puerta, pero no lo hace. Después de dos minutos eternos me convenzo de que no me ha visto nadie.
Respiro hondo.
Y suelto un suspiro enorme.
Menudo día llevo. Y apenas es mediodía.
Cierro mis ojos. Intento relajarme. Noto los latidos de mi corazón, y mi respiración.
Ahora que todo se está calmando soy capaz de asimilar todo lo que ha pasado.
Inspirar, expirar. Inspirar otra vez, expirar.
Y, a medida que vuelvo a la normalidad, noto como mi cuerpo me traiciona.
—Tengo hambre —susurro en voz alta.
Chapter Text
Aeronave Highwind
Mediodía. 1:55 aproximadamente
Eso es un poco incómodo.
Después de casi un cuarto de hora la puerta del establo se ha abierto, y ha entrado una cara conocida. La chica que me ha rescatado dos veces hoy ha entrado por la puerta y sin ni siquiera mirar a su alrededor y ha dicho:
—Sé que estas aquí. He revisado toda la nave y este es el único lugar donde te has podido ocultar.
Mi escondite ha sido descubierto, aunque supongo que eso ahora de igual. Sé que mi misión es espiarlos, pero me sentiría mal si después de todo lo que ha hecho esta chica por mí encima tuviera la poca decencia de esconderme de ella. Lentamente salgo de detrás del montón de paja en el que me escondía y me sitúo en frente de la ninja, aunque dejo una prudencial distancia de seguridad.
Ahí delante está Yuffie. Esto es un poquito más incómodo de lo que había supuesto que sería.
Estamos ambas de frente la una a la otra, sin saber que decir (por lo menos yo). Ella está cerca de la puerta, a medio camino entre ésta y el ojo de buey de la sala, mientras que yo me apoyo parcialmente en la puerta de madera que encierra a los (pobres) chocobos (o lo haría si hubiera alguno).
Lo que nos ha llevado a esta situación es un tanto extraño, por no añadirle muchos más adjetivos de ese tipo. Han pasado muchas cosas muy rápido y hemos llegado a una situación… A una situación. Mejor dejarlo así.
El caso es que, de todos los personajes que forman AVALANCHA, con la joven ninja es con la que menos me imaginaba que llegaría a… esto. No es que me vaya imaginando que me pasen cosas de este tipo, pero aun así no me resulta demasiado cómodo. No es por ella, por cierto. Siempre la he visto como una chica sonriente y enérgica (aunque a veces me he preguntado qué es lo que hace en un grupo terrorista).
De todas maneras, durante la crisis concerniente a Sefirot tuvimos varios encontronazos con AVALANCHA. Nunca me fijé demasiado en ella al no parecerme demasiado relevante. ¿Cómo podría imaginarme en aquel entonces que una chiquilla podría luchar tan bien? Solo lo descubrí una vez derrotaron a Hojo en Midgar, por eso. Y consiguieron derrotar a Sefirot en el Cráter Norte, después de todo.
Recuerdo también haber estado cautiva junto con ella en Wutai. Aunque preferiría olvidarlo (no por ella). Tampoco es que cruzáramos muchas palabras entonces. Y de ahí que este encuentro sea ahora un poco raro. Apenas tenemos relación entre nosotras. Tampoco es que tenga mucha relación con cualquiera de los otros miembros de AVALANCHA pero, sinceramente, preferiría estar tratando con Cloud Strife, o con Reeve Tuesti ya puestos a elegir.
Sin embargo, no es así. Y así me encuentro, en un establo para chocobos dentro de una aeronave sobre el cielo de Midgar (aunque la aeronave se ha empezado a mover hace poco).
Ninguna de las dos dice nada, con lo que los niveles de incomodidad se disparan. La tensión aumenta a cada instante.
—Amm… —Yuffie murmura algo. El hielo se ha roto. Las cartas están echadas—. Vamos hacia el Cráter Norte.
…………
Espera que me sitúe. Cráter Norte. Corriente vital. Misión. Ok, lista.
—¿Por qué? —respondo… preguntando.
Yuffie vacila. Duda. ¿Será información sensible?
—Es algo largo de explicar.
Estoy a punto de hacer una broma sobre el poco tiempo disponible que tengo, pero consigo contenerme. Después de todo, soy una “polizona”.
—Tengo tiempo —respondo, con una sonrisa.
Se me queda mirando unos instantes y luego sonríe. Que sonrisa más cálida y amable que tiene.
—¿En serio? —dice burlonamente.
Y yo no sé muy bien que contestar.
Genial. Ahorcada con mi propio comentario. Por suerte, Yuffie vuelve a iniciar la conversación.
—Bueno, aunque hemos estado debatiendo que hacer en el puente, nadie sabía exactamente qué rumbo deberíamos tomar. —De momento la historia ha empezado bien, aunque podría estar mintiendo—. Al final, a Cloud se le ha ocurrido algo. Ha dicho que la corriente vital es utilizada por el planeta cuando éste está en peligro, así que es posible que haya algo que amenace al planeta. Como con lo de Meteorito.
Interesante.
Tiene razón. Es sensato, lógico incluso.
—Y por eso vais al Cráter Norte, ¿no?
—Exacto. Puede que no sea nada, aunque iremos a ver que encontramos. Tampoco perdemos demasiado por ir a ver —dice Yuffie.
Un silencio prolongado inunda la sala.
Mejor aún: silencio incómodo.
—Amm… —digo mirando a sus pies, pues no sé si soy capaz de mirarla a los ojos mientras digo esto—. Sé que ya te lo he dicho una vez pero… Gracias. Por salvarme. Dos veces.
Nunca está de más ser agradecida.
Miro fugazmente a Yuffie. Ella está también mirando al suelo, con la mano derecha frotándose el brazo izquierdo, actuando de manera avergonzada.
Cacharro volador
Mediodía, 1:57
Y-YUFFIE, MANTÉN EL TIPO.
No puedo ni levantar la cabeza para mirarla. Pero qué me pasa. Ella está siendo agradecida y yo aquí, actuando como una niña pequeña.
Mírala.
MÍRALA.
Levanto la mirada. Ella también está mirando al suelo.
¿POR QUÉ MIRA AL SUELO DE ESA MANERA?
¿Está avergonzada por algo?
Quizá… Quizá se haya avergonzado porque… Quizá siente algo por mí y al estar las dos solas, no sabe que decir y… y…
PERO SI ESA SOY YO.
¿Y entonces? ¿Por qué no puede mirar…? LA FOTO QUE SAQUÉ. No me acordaba. MALDITA SEA. SI YA LO DECÍA YO QUE ERA UNA MALA IDEA.
Clavo mi mirada aun más en el suelo.
¿Y QUE HAGO AHORA?
No sé me ocurre nada que decir, ni una sola palabra. No sé cómo ponerme.
¡Concéntrate! Lo primero es responder. De alguna forma, consigo balbucear algo:
—De nada.
¿PERO QUE HACES? ¡Tanto que has soñado con esto y ahora vas y te vuelves tonta de golpe!
Si es que esto es lo que te pasa siempre, Yuffie. A la hora de la verdad de entran dudas y no haces lo que deberías. ¿Por qué? ¿¡Por qué, maldita sea!?
—Oye…
Vuelvo a la realidad. Elena me está hablando.
—¿No se preguntarán tus compañeros dónde estás (por no estar en el puente, quiero decir)?
Ah, bueno. Supongo que ella no lo sabe. Así que cálmate y di lo que tengas que decir como toca, sin nervios. Y no te pongas roja. Más roja, quería decir.
—T-Tranquila. No suelen salir mucho del puente —digo con un tono de voz bastante más sereno ahora—. La verdad es que yo no soporto estar allí. M-Me dan mareos y me siento fatal…
—¿Y como que ahora te encuentras bien?
PUES PORQUE ESTOY TAN NERVIOSA POR ESTAR TAN CERCA DE TI QUE NO SIENTO EL MAREO.
—Porque al no mirar “hacia afuera” no me mareo tanto. Por eso, mi sitio habitual es en la sala grande de aquí fuera y no el puente de mando. A-Además, de tanto ir y venir con esta aeronave, ya casi me he acostumbrado.
Fuerzo una sonrisa mientras me doy cuenta de que estoy jugando nerviosamente con mis manos. He de dejar de hacer eso.
Ahora que me lo pregunto. ¿Por qué estoy tan nerviosa? Si ya he estado con ella antes. Si hasta la he llevado en brazos. Y EN CABALLITO.
Hmm… debería borrar la sonrisa que estoy haciendo ahora. Va a pensar que soy rara.
Aunque de eso me acordaré toda la vida.
—Ehh… tú quédate aquí y yo te… te daré instrucciones para salir… cuando lleguemos, ¿vale? —Eso, que parezca que lo tienes todo bajo control.
Elena asiente con la cabeza.
Noto que hay algo que quiere preguntarme, pero no se atreve.
Y yo sé que es: ¿Por qué?
Pero no me lo acaba de preguntar.
Puesto que no hay nada más y no parece que pueda quedarme en la misma sala que ella sin que mis ojos me traicionen, me dispongo a abandonar la habitación.
Me giro y encaro la puerta. Aun puedo ver que Elena quiere decir algo, a pesar de que sigue sin hacerlo. Tampoco quiero forzarla, así que salgo de la habitación y, a los pocos pasos, después de que se cierre la puerta, lo único que puedo oír es el ruido metálico de mis botas al caminar.
Nada más salir me detengo en seco. Respiro.
Me tiritan las manos.
¿Quién me iba a decir que hoy pasarían tantas cosas y tan buenas? A excepción de casi morir en el pueblo helado ese, claro está.
De pronto, suena algo proveniente de mi estómago.
Tengo hambre.
Me pongo la mano en mi barriga para hacer un informe de daños. Zona catastrófica. Y encima hoy he desayunado pronto.
Pues me voy a la sala de reuniones (que no utilizamos casi nunca, por cierto) que es donde guardábamos la comida. A ver si queda algo. Con un poco de suerte Barret aun no habrá pasado por aquí.
Entro por la puerta y abro el armario oculto de la pared a mi izquierda.
No queda mucho. Algo de comida precocinada. ¿Arroz con patatas y salsa? Porque no.
Cojo el envase y me voy al armario oculto en la pared de la derecha. Dentro hay un microondas. Desde luego, esto no es una sala de reuniones. Es un comedor.
Meto mi futura comida en el microondas y… supongo que con un minuto bastará.
Pues. Mientras espero, reflexionaré un poco sobre mi situación.
A ver.
Primer punto: calmarme. Aun noto como mi corazón va acelerado.
Segundo punto: ¿Qué hago con Elena?
Porque no puedo dejar que la encuentren. Aunque tengo sentimientos contrapuestos sobre dejarla marchar… y supongo que aunque le pida que se quede en la nave, al llegar al Cráter Norte ella nos seguirá de todas formas. Y si lo hace no podré vigilarla, o todos sabrán que…
Suelto un suspiro enorme.
Ahora que lo pienso. ¿Elena ha comido algo? Si la vimos en la Aldea del Iciclo y nos ha seguido hasta ahora, no creo que haya tenido tiempo de… bueno, no. Cuando transportamos a toda la gente hasta Ciudad Huesos… no, no. No pudo. Cerramos la sala para evitar que fisgonearan los aldeanos. Además, no creo que buscara comida.
Pues, visto lo visto, supongo que el destino me recompensa con algo de fortuna. Con un poco de suerte, será tiempo de calidad que podré pasar con ella. A ver si doy buena impresión y consigo contrarrestar la mala impresión que di en Midgar, pues en ese momento perdí totalmente cualquier visión de futuro y… me dejé llevar… por mis… instintos…
No hay nada que pueda hacer ahora al respecto. No puedo cambiar el pasado. Pero puedo arreglar el presente.
Me levanto y abro el armario de la comida. ¿Qué le gustará?
—Creo que le cogeré lo mismo que yo —comento en voz alta.
Así que cojo el envase y dos tenedores (que se me habían olvidado antes) y, cuando el microondas me avisa de que mi comida está lista, meto la de Elena. Un minuto, como la mía.
Ya que tengo que esperar, probaré a ver qué tal está.
Me llevo una de las rebanadas de patata más finas a la boca.
—Hmmm… le faltan unos cuantos segundos más.
Acto seguido, le añado treinta segundos más al de Elena.
Highwind, Barco volador
Mediodía. Alrededor de las 2 de la tarde
Se abre la puerta de repente e intento esconderme con la mayor presteza que puedo.
—¡Buenas! —dice una voz conocida.
Es Yuffie. Y lleva algo en ambas manos.
—Ten. Pensé que lo necesitarías…
—¡Vaya! ¡Comida! —digo en un tono de sorpresa. Es casi como si pudiera escuchar mis pensamientos.
Justo en ese momento mi estomago me traiciona. La sala se congela un instante.
Te odio estómago. Te odio con toda mi alma.
Yuffie no puede evitar reírse (aunque intenta disimularlo) y yo quiero hundir mi cabeza en toda la paja que tengo al lado.
En un intento de desviar la atención, rápidamente cojo el envase de plástico y el tenedor que me pasa y empiezo a comer.
Y entonces… Yuffie se sienta a mi lado.
—No sabía… si te gustaría. Por lo visto he acertado —comenta la chica.
Trago lo que tengo en la boca (puesto que es de mala educación hablar con la boca llena) y respondo:
—Tengo hambre. No es por menospreciar la comida (a pesar de que está buena), pero ahora me comería lo que fuera.
Yuffie se me queda mirando.
—Lo… tendré en cuenta… —susurra Yuffie, centrándose en su comida.
Yo sigo comiendo. En mi trabajo nunca sabes cuándo tendrás la ocasión de relajarte entre misiones, así que más me vale aprovechar.
Espera.
¿Relajarme?
—P-Puesto que te he salvado múltiples veces hoy —dice Yuffie, aunque le ha costado un poco empezar—, c-creo que tengo derecho a… saber un poco más de ti, ¿no? ¿D-De dónde eres?
¿Relajarme? Digo… ¿Me acaba de preguntar de donde soy?
¿Quiere entablar conversación?
Supongo que por eso se habrá sentado a mi lado, después de todo…
La miro a los ojos. No parece que tenga intenciones ocultas y quizá me venga bien un poco de conversa. Además, no veo en que puede perjudicarme si le respondo algunas preguntas sinceramente.
—Soy de Midgar, Subsector 6. ¿Sabes dónde está el Mercado Muro? Pues de ahí.
—¿E-En serio? No tienes la cara de alguien de Midgar —responde Yuffie.
—¿A no? —me sorprendo—. ¿Y de donde creías que era?
—Pues… no sé, siempre había creído que eras de Junon. Es que toda la gente de Midgar que conozco tiene una cara… muy estresada, especialmente en los subsectores. ¿Has visto a Tifa de cerca?
Ese comentario me coge por sorpresa y casi me atraganto.
Intentando aclararme la garganta consigo responder a Yuffie.
—¿Y en Junon no? No sé tú, pero tener que vivir en un cañón gigante le amarga la cara a cualquiera. Aunque supongo que desde que se trasladó a Midgar, los habitantes de Junon ya no tendrán ese problema.
Yuffie se ríe.
—A-Así que eres de Midgar, ¿eh? —La chica asiente con la cabeza—. ¿Y… tienes familia allí?
—Mis padres eran de Midgar, pero murieron cuando yo era pequeña. Me crié con mi hermana mayor. También era de los Turcos, aunque no es que me comunicara mucho con ella. Después de que me ascendieran a este puesto perdimos el contacto…
—Lo… lo siento. No era mi intención… —se disculpa Yuffie.
Curioso. Parece que lo diga honestamente, y eso que se supone que es mi enemiga.
—La verdad es que no sé qué se siente al no tener padres pero… creo que puedo entenderlo. Perdí a mi madre cuando era muy pequeña. Sé lo doloroso que puede llegar a ser. Lamento haber sacado el tema —se sincera Yuffie.
Al mirarla veo que lo dice de verdad.
Ahora me siento mal y todo por haberme cargado el ambiente. A ver si consigo animarla un poco.
—¡Por cierto! Me di cuenta de eso antes y ahora que tengo la oportunidad de hablar contigo te lo pregunto.
Como le cambia la cara nada más variar mi tono de voz. Que monada.
—¿El abrigo que llevabas en Poblado del Iciclo lo compraste en Midgar? Porque me suena muchísimo.
Yuffie me mira con cara de sorpresa. Como se nota que no esperaba esto.
—P-Pues si —responde—. La última vez que estuve en Midgar (que, de hecho, fue la primera) me pasé por algunas de las tiendas de uno de los sectores (no en los suburbios que, aunque la ropa ahí es aceptable, era una ocasión especial). Creo recordar que era una tienda en el sector 4, en un rinconcito al lado de una plaza.
—¿Una que está junto a una panadería, por casualidad? —pregunto—. Porque como sea así, ya sé donde es.
—Sí, sí. Que el dueño es un señor mayor.
Me río disimuladamente.
—Vale, ya sé donde dices. Pues ahí es donde solemos comprar los trajes de Turco, como este.
—¿En serio? Pues no parecía tener tantas agallas el viejo ese. Amm… Quiero decir… —La chica intenta retractarse de sus palabras y pone una expresión acorde—. N-No quería insinuar nada. S-Solo es que… no es que tengáis muy buena reputación. Ni siquiera en la parte alta de Midgar —se explica Yuffie, que obviamente intenta mejorar la frase que ha empezado.
Vuelvo a reírme, más modestamente esta vez.
—Tranquila, estoy al tanto de nuestra reputación, pero es mi trabajo, como comprenderás.
Puedo ver que, a razón de mi comentario, vuelve a poner una cara triste.
¡Así se hace, Elena!
Como se nota que no estás hecha para cosas como esta. No puedes mantener una conversación normal, por lo visto. Y parece que va a durar un buen rato, porque la joven ninja aun no ha tocado su comida.
Notes:
A ver. Puedo explicarlo. SÉ que he tardado un poquito, —Miro en el calendario la fecha programada para subir este capítulo. Algo erosionada por el tiempo, aun puede verse dicha fecha: "2014"—, y que añadir un nuevo capítulo después de 6 AÑOS quizá (y solo quizá) entre dentro de lo que se considera "un poco tarde". Pero. PERO. Tengo una excusa. Life. Esa es la excusa.
Recuerdo, solo por si acaso, que el fanfic está acabado, y que podéis leerlo en ffnet bajo el mismo nombre. Aunque recomiendo esta versión, todo sea dicho, editada propiamente y con un mejor formato (dentro de lo que cabe, pues no me voy a poner a reescribir lo que ya hice hace seis años). En fin, ¡disfrutad del fanfic!
Chapter 7: MAESTRA DE MATERIAS
Chapter Text
Por encima del Cráter Norte
5:30 de la tarde
La conversa continuó, a pesar de mis habilidades innatas para sabotearlas. Descubrí, por eso, que la infancia de una chica crecida en Wutai puede llegar a tener una asombrosa similitud con la de una crecida en los subsectores de Midgar. Puede que yo no creciera en una ciudad arrasada por la guerra, pero Midgar tampoco es poca cosa en ese campo.
Por mi parte, le conté a Yuffie parte de mis andaduras por los subdistritos y mi escalada de rangos en los Turcos. Obviamente tuve que omitir algunos detalles escabrosos (aunque he de añadir que mis misiones con ShinRa nunca fueron tan “oscuras” como las pintan nuestros detractores). Extrañamente no pareció importarle en absoluto.
Podía ver la cara interesada de Yuffie en cada historia que contaba. Ella de verdad parecía tener un absoluto y genuino interés. Ya estoy por abandonar la suposición de que intenta encontrar algún punto débil o alguna información delicada de la compañía y estoy casi segura de que lo hace sin segundas intenciones.
Eso no es precisamente un alivio. ¿Por qué querría una persona como Yuffie, que fue mi enemiga en la crisis de Meteorito, intentar caerme bien?
Supongo que la respuesta a esa pregunta tendrá que esperar. La aeronave aminora su velocidad. Ya estamos cerca.
—Antes de irme, tengo que pedirte algo —comenta Yuffie.
—Tú dirás.
—Déjame que te cambie tu materia.
¿Qué?
—Ehh… ¿Por qué? —digo algo confundida.
—P-Porque… vas a seguirnos… a pesar de que te suplique que te quedes a salvo aquí, ¿verdad? —dice con una mirada suspicaz.
Vaya. ¿Tanto se me nota?
No digo nada, pero ella toma ese silencio como un sí.
—Es… obvio que nunca te has aventurado ahí adentro, por el hecho de creer que puedes hacerlo sola. A-Así que te voy a pedir que nos sigas. Muy de cerca, si te es posible. De esta manera, si tienes problemas o algo, te podremos ayudar… ehh… ¿comprendes? —Ammm… ¿me está aleccionando?
Aunque no puedo decir nada para rebatir su argumento, he de admitirlo. Nunca he estado en el Cráter Norte con lo que tampoco sé a qué me voy enfrentar, y he oído de que los monstruos son muy fuertes. Un descuido ahí puede ser mortal.
Simplemente asiento.
Me siento como una niña pequeña que ha hecho algo malo…
—P-Por eso quiero que tengas buenas materias, no vaya a ser que las necesites —continúa Yuffie.
—¿Cómo que “buenas materias”? —pregunto—. Además, ya no las tengo. Por si no recuerdas, Strife me las quitó cuando me apresasteis.
—Ahh, bueno, sobre eso… En realidad, las tengo yo.
—¿¡Qué!? —digo sorprendida.
La ninja se ruboriza un poco y me enseña la parte interior del brazo izquierdo, en el que lleva una ristra de materias. Debo suponer que son las mías.
—¿Y cómo que las llevas tu?
—Pues… N-No tenemos tiempo para eso ahora —contesta la chica—. Por eso, repito: ¿Me dejarías que reorganizara tu materia? Podríamos intercambiarlas para que tuvieras algo un poco más… adecuado… para ese sitio.
—Pero —intento protestar, no del todo convencida—, ¿acaso las que llevo ahora (que llevas tú) no son buenas?
Me responde inmediatamente.
—Las mías son mejores.
Pero enseguida rectifica esa afirmación.
—La mía es mejor.
¿Qué? ¿Cómo que “la mía”?
Y veo como Yuffie se extrae una materia de su brazo derecho. ¿Una invocación? Lo digo porque es una materia de color rojo.
No es exactamente lo que estaba pensando que me daría. Yo ya tengo a Kjata como invocación pero, de todas maneras, utilizar este tipo de materias llama muchísimo la atención y no estoy segura si para una misión sigilosa como esta…
Espera.
Lentamente comienzo a entender. Dice que me va a cambiar “su” materia… y, a veces, en vez de brillar con un color verde… y me acaba de enseñar una materia roja…
Noto como los cabos se atan solos, por muy increíble que suene el resultado.
—Eso es una materia Maestra, ¿verdad? —digo casi sin creérmelo.
Ella me mira y sonríe disimuladamente.
—Exacto.
… una… materia Maestra…
Vuelvo a mirar la materia. ¿Eso es una materia Maestra?
—¿E-En serio? —pregunto anonadada— ¿Tienes una materia Maestra?
Noto como la sonrisa de la chica se hace un poco más amplia.
—Exacto.
Pero si es la materia más pura y perfecta que hay. Mucha gente cree que es un rumor, una leyenda urbana. ¿Cómo es posible que tenga una justo delante de mí?
—¿Y cómo te has hecho con ella? ¿No se supone que es…? Bueno… amm… iba a decir “muy difícil de encontrar”, pero sería mejor preguntarte: ¿De verdad existe?
Yuffie se ríe de mi desconcierto. Y cualquiera que estuviera en mi situación estaría como yo.
—Nos la dio un hombre (aunque si lo llamas “cacho freak” también vale) a cambio de un objeto que conseguimos al derrotar a una de las ARMAS durante la crisis de Meteorito (aunque no recuerdo cual) —clarifica la chica, aunque no es que detalle mucho la respuesta.
Aun así… si es la materia Maestra… bueno, ha de serlo… si dice que la tiene desde lo de Sefirot ya ha de haber comprobado si es autentica…
Increíble.
Ahora me ha entrado la curiosidad…
—Y… ¿Qué es lo que hace? ¿Es verdad que, según cuentan, te permite invocar a los muertos? —pregunto con curiosidad.
Yuffie pone una cara de incredulidad hacia mi pregunta que hace que me sienta estúpida de haberlo hecho.
—Pues… no —dice Yuffie sin saber qué cara poner.
SOY ESTÚPIDA.
Encima, nos hemos quedado las dos quietas e inmóviles, yo con la cara de curiosidad y ella con la de “siento que no sea lo que esperabas” durante lo que parece una eternidad.
—Como mínimo la mía no puede hacerlo —dice la chica evitando mi mirada, obviamente intentando salvar la situación en la que me he metido.
Sin embargo, ha dicho algo interesante.
—¿La tuya? ¿Es que hay más? —pregunto.
ESPERO QUE NO SEA UNA PREGUNTA ESTÚPIDA ESTA TAMBIÉN. Porque llevo una racha importante de errores encadenados.
—Ah… sí. Hasta donde yo sé, hay dos más. El tipo raro que nos las vendió (aunque si lo llamas “súper cacho freak” también vale) nos dio tres. Cada una dominaba algo diferente: una la magia, otra las habilidades y la última las invocaciones. Yo me quedé con esta.
Bueno, tiene sentido.
—¿Y cuál tienes tú?
Nada más acabar de decirlo, justo cuando las últimas letras se me escapan de la boca, me arrepiento de la pregunta.
LA DE MAGIA, POR SUPUESTO. ¿Con que te ha salvado el pellejo sino, las últimas (¿dos, tres?) veces?
Yuffie ve como me he dado cuenta de mi error y se pone a reír muy suavemente, tapándose con disimulo la boca con la mano izquierda (la que no aguanta la materia). Qué manera más mona de reír, por cierto. Aunque sería mejor si no hubiera hecho el ridículo.
—¿N-No me estabas diciendo algo de… intercambiar materias o algo así? —pregunto, en un desesperado intento de cambiar de tema, porque estoy viendo de que si esto sigue así, al final acabaré sin dignidad.
—Sí. Q-Quiero… bueno, quizá ha sonado demasiado autoritario… “Me gustaría” (sí, eso queda mejor) que tengas materias apropiadas para entrar ahí. N-No es que no me fíe de tus habilidades y eso, pero… En todo caso, yo iré con los demás, así que no pasa nada si las materias que lleve no las tengo al máximo nivel, pero eso no vale para ti.
Hmmm…
Por mucho que me pese, quizá tenga razón. No es que sea la experta en el Cráter Norte precisamente.
Pero… me sienta mal que me ayude tanto…
La chica se me ha quedado mirando todo este tiempo, sin atreverse a volverlo a preguntar, pero sin echarse atrás en su iniciativa tampoco.
Suelto un suspiro enorme.
—Está bien.
Nada más decirlo, su cara cambia. Y sonríe.
—A ver. De hecho, es posible que tú lo veas más claro que yo (por tenerlas en el brazo y eso). En todo caso, de materias elementales tengo las típicas: Fuego, Frío, Rayo y Tierra, además de la de Envenenar, Recuperar y Revivir…
Yuffie parece estar tomando nota mentalmente mientras las mira. Me resulta algo gracioso que lo haga mirándose su brazo, por cierto. ¿Significa eso que se las ha puesto sin mirarlas?
—También tengo Golpe Mortal y Contraataque —digo, mientras me examino los brazos por si me dejo algo—. Y como invocación tengo a Kjata.
Y creo que no me dejo nada.
—Espera —añado—, creo que también tengo dos materias Todos, que suelo conectar con Fuego y con Tierra.
Ahora sí que sí. Ya está todo. Yuffie se queda pensando, aun observando las materias en su propio brazo. Organizando, seguro, que es lo mejor para lo que me pueda encontrar allá abajo. Puede que no lo parezca pero esta joven es muy capaz. Aún con su edad ya domina todas las materias y las utiliza en la mejor de las formas. Su conocimiento sobre ellas es de lo mejorcito que se puede encontrar en este campo, y su opinión, incuestionable.
Es… impresionante. Ni punto de comparación conmigo.
—Creo que ya lo tengo —dice Yuffie.
Y se acerca a mí, aunque un poco dubitativa, mostrándome la parte interior de su brazo para que yo también pueda ver.
—Yo me llevo las materias de… a ver donde están… —empieza a decir mientras se examina el brazo otra vez—. Ehhh… Fuego… y la de Frío. Sí. Y… a ver… también me llevaré la de Envenenar, y la de Golpe Mortal. Y una de Todos. Y… amm… creo que ya está…
No estoy segura de que decir. Supongo que ella sabrá.
—Sinceramente, no me he enterado de mucho. No soy demasiado buena con las materias. En todo caso —digo mientras me arremango el traje—, tu ponme lo que creas que necesitaré.
Ella se me queda mirando. Y no sé porque.
—Amm… —balbucea Yuffie, con una cara un poco avergonzada—. ¿Q-Quieres que te las ponga?
—¿Hmmm? Sí. Si no es una molestia, por supuesto —contesto—. ¿Pasa algo?
La chica se queda un poco desconcertada unos instantes.
—Debe de ser algo cultural —dice Yuffie, mientras se rasca el pelo con la mano derecha—. Es que en Wutai, solo dejas que te quite o ponga materia… tu… ehh… bueno… tu… pareja…
¿Ehhh?
¿Que… qué?
Vaya. No puedo ocultar mi sorpresa al oír a la chica decir esas palabras tan tímidamente.
—Ahh… ¿En serio? —respondo.
Vaya. No tenía ni idea. Supongo que cada pueblo tendrá sus tradiciones. No parecía que Yuffie estuviera tan atada a estas costumbres, por eso. Interesante.
Ciertamente interesante.
Cráter Norte
Seis menos cuarto de la tarde
Al final nos hemos organizado de esta manera: Yo me quedo con las materias de Recuperar y Revivir que ya tenía, además de las elementales Rayo y Tierra (y la materia Todos enlazada a esta última). También me he quedado con la materia Contraataque y con la invocación de Kjata. Y, finalmente, también tengo en mi brazo derecho la materia Maestra.
He de confesar que no me siento muy a bien llevando esta materia. Es demasiado poderosa. No entiendo porque se preocupa tanto por mí y no sé yo si quizá Yuffie se haya pasado al dármela.
Por su parte y por lo que he podido comprobar, ella se ha quedado con las demás materias. Es decir, la materia Fuego, Frio (y la chica ha sonreído sombríamente al equiparse esa materia), Envenenar, una materia Todos que no sé con qué la ha enlazado y la materia Golpe Mortal.
Sin embargo, además, también tiene equipada una materia Recuperar que llevaba con ella. Lo cual es un poco extraño, puesto que ¿para qué necesita una materia Recuperar si ya tiene la materia Maestra? Quizá la utilice por seguridad, aunque sigue siendo cuanto menos sospechoso. Sin embargo, me ha dado la materia Maestra (y tampoco es que sea mi trabajo investigarla) así que no voy a indagar demasiado en ello.
Después de este repartimiento de materias hemos salido rápidamente a la cubierta de la aeronave y, ya que estábamos cerca del suelo, he saltado fuera de barco volador y me he escondido detrás de unas rocas, con la esperanza que no se me vea desde la aeronave.
Yuffie se ha quedado en cubierta, para que nadie sospeche, aunque me ha advertido que aunque esté en la entrada del Cráter vaya con absoluto cuidado. Y eso pienso hacer.
Por lo que cuentan las historias que he oído, cuando Yuffie y los demás miembros de AVALANCHA derrotaron a Sefirot, un gran flujo de corriente vital salió de este mismo cráter y repelió a Meteorito, cosa que vi con mis propios ojos, desde cerca de Junon. Hmm… la de vueltas que da la vida. Jamás pensé que me vería en este sitio.
Pero no he de perder de vista lo que toca ahora.
Miro a mí alrededor.
Siguen habiendo rocas pero esto está más bien desierto. El Cráter Norte parece un volcán, con un hoyo increíblemente grande en el medio, y una caída imponente para aquel que no ande con cuidado. Desde aquí puedo ver las marcas que dejó la corriente vital al repeler a Meteorito. ¿Me pregunto si exterminaría a todos los monstruos de la zona? Eso sería de gran ayuda, aunque no contaré con ello.
La nave se ha parado en uno de los bordes, con lo que supongo que los miembros de AVALANCHA bajarán lentamente por la pendiente que hay en el interior del Cráter Norte y descenderán hasta el fondo.
Miro rápidamente por encima de la roca en la que me escondo para ver que Strife y compañía están a punto de descender de la nave.
Parece que por fin vamos a entrar en acción, después de todo.
Chapter 8: DONDE NADIE HA LLEGADO ANTES, PROBABLEMENTE
Chapter Text
Interior del Cráter Norte
6 de la tarde
De momento esto no es complicado. Les sigo de cerca por el cráter, haciendo el menor ruido posible e intentando estar lo más cerca de ellos (como se me ha aconsejado).
Eso sí, llamar cráter a “esto” es un eufemismo. Esto es un gran hoyo en una montaña. Tiene desniveles y es factible el descender sin precipitarse (y menuda caída), pero no deja de ser un agujero muy hondo con un intento de camino bastante precario que serpentea por ahí. Con lo que, al decir que no es complicado, me refiero a que no es complicado descender. Esconderse es bastante difícil. No hay casi sitio para poder hacerlo y, al ser tan vertical, se me ve casi sin querer.
Suerte que mi traje es azul. Solo me falta ir envuelta en luces de colores para acabar de llamar la atención.
Afortunadamente no hay monstruos. No hay espacio físico como para que aparezcan, después de todo. Solamente podrían aparecer si fueran voladores, aunque ninguno ha hecho acto de presencia aun. Eso siempre es bueno, son un engorro.
Además, la segunda ventaja de este sitio es que puedo oírles perfectamente.
—Desde luego, esto ha cambiado bastante desde la última vez, ¿eh? —comenta el muñeco blanco.
Como se nota que a Reeve no le va esto de la acción y las aventuras.
—La última vez que estuvimos aquí todo quedó destrozado, ¿recuerdas? —responde Lockhart, bromeando.
El muñeco blanco parece que se ríe, al hacer el gesto de reírse.
¿De verdad hace falta eso? Si solo es un muñeco…
—Vincent me dijo hace ya algún tiempo que nada de esto es lo que era —comenta ahora Strife—. Después de que la corriente vital saliera en ayuda del planeta contra Meteorito, este sitio acabó… bueno, así. Irreconocible.
—Como mínimo no hay monstruos esta vez —añade Red XIII.
—Ya te digo —comenta la ninja—. Lo bichos que aparecían por aquí no eran moco de pavo, que yo recuerde. ¿Recordáis a aquel dragón negro? A veces, por las noches, me despierto recordando cuando nos lanzó aquellas llamas oscuras… y prendió fuego a los pantalones de Barret.
Desde aquí puedo ver como Yuffie está intentando contener su risa, y media AVALANCHA está intentando disimularla.
—¡Eh! ¡Que era un &%$%&$%# dragón! ¡Tú ni siquiera querías acercarte a él! —protesta Barret.
—Ya… —se defiende Yuffie entre risas—, p-pero… no fui la única… que se enfrentó a Sefirot… con… pantalones cortos…
La chica no puede aguantarse más y empieza a reírse sin tapujos. Media AVALANCHA ahora intenta ahogar su risa. Y yo intento no sonreír.
El miembro más corpulento del grupo terrorista cruza sus brazos y, por lo que parece, se niega a hablar.
—¿Alguien ha estado aquí desde que estuvimos nosotros? Aparte de Vincent, quiero decir —pregunta Red XIII, una vez que las risas se han calmado.
Ups. Cuidado. Paso a paso. Que esto está escarpado y caerse es una mala idea.
—…
No alcanzo a oír la respuesta. Ni quien la responde.
—… marcas en la… ……subir, ya que la corriente… …Midgar…
Ese vuelve a ser Red XIII, y sigo sin escuchar bien lo que dicen. Una de dos, estoy ahora demasiado lejos o él habla muy flojo.
—Igualmente —Ahora si distingo otra vez la voz de Strife—, esto es territorio de Vincent. Él sabrá si ha pasado alguien por aquí o no.
—¿Cómo que “territorio de Vincent”? —oigo decir a Yuffie.
—Pues que vive aquí —responde Lockhart.
Parece que Yuffie ha pensado lo mismo que yo. Desde aquí puedo ver su cara de sorpresa.
—No vive exactamente dentro del cráter, sino en una casita en los alrededores. No sé donde exactamente, pero por aquí cerca.
Parece que la respuesta de Lockhart no acaba de convencer a Yuffie.
—Oh, vamos, Yuffie. No es tan difícil —interviene el piloto del grupo—. A Vincent siempre le han gustado las cosas raras. ¿Te lo imaginas en una casa rústica de madera en medio de un bosque helado y plagado de monstruos? ¿Verdad que sí? Pues ya está. No es tan complicado.
—Pues no tenía ni idea —supongo que dice Yuffie, al decirlo tan bajo que apenas la puedo oír.
Bueno, no creo que saque nada de información relevante sobre la misión en esta conversa.
—Ya era hora, ¿eh? —creo que ha dicho Lockhart, que ahora tiene una sonrisa enorme en la cara (que hasta se ve desde donde estoy).
Yuffie (y todos, de hecho) parecen confundidos con esas palabras.
—¡Venga! ¡No hace falta que lo ocultes! —dice Lockhart con un tono burlón—. Si todos aquí sabemos que te gusta Vincent.
—¿Qué? ¡E-Eso no es verdad! —responde rápidamente Yuffie… algo sonrojada.
—Vamos —continúa Lockhart, poniéndole el brazo izquierdo alrededor del cuello—, que aun recuerdo como le mirabas aquella vez que fuimos a Ciudad Huesos.
Parece que esas palabras han causado conmoción. Todo el grupo se ha detenido y observan a las féminas, aunque intentan ocultar su interés. De una manera muy pobre, en mi opinión.
Si hasta yo me he interesado.
—Aahh… N-No… Ehh… ¿N-No deberíamos seguir bajando? Es peligroso pararse a charlar por aquí —intenta escaparse la chica—. N-No os paréis. Seguid.
Lockhart suelta de mala gana a Yuffie y parece que el grupo continúa el descenso, aun a regañadientes. Parecían desinteresadamente interesados. Yo debería ponerme en camino también, no quiero perderlos de vista.
—¡Y que conste! —grita una voz fácilmente reconocible—. ¡A mí no me gusta Vincent! ¡No os empecéis a hacer ideas extrañas!
Y simplemente sale corriendo.
¿Siempre ha sido así? Las veces que ha hablado conmigo parecía mucho menos, no sé, más… madura, supongo.
Interior del Cráter Norte
6:20 de la tarde
Hemos llegado al fondo.
Eso es malo para mí. Si no tienen un camino que seguir empezarán a mirar para otro lado. Y eso es malo para mí.
El fondo… es como cualquier fondo. El camino baja… hasta que ya no se puede bajar más. Como si hubiéramos llegado al fondo de una taza de café. Bueno, no tiene que ser café, sino una taza. Sin otro sitio por el cual irse excepto por el que has venido. Donde estoy yo escondida, por cierto.
Aunque eso de que no hay otro sitio por donde ir es falso. Sí que hay caminos. Unos pocos, y no precisamente los habituales, pero los hay.
Mientras hemos ido bajando nos hemos encontrado (se han ido encontrando, mejor dicho) túneles, o entradas de túneles, por ahí. La mayoría estaban demasiado lejos para que pudiéramos haber (para que YO pudiera haber) entrado. Sin embargo, ahora que estamos al final, hay tres a los que podrían (podríamos) acceder. Dos a unos pocos metros de donde estoy yo (aunque uno más cerca que el otro) y un tercero justo a ras de suelo, en el fondo, donde están ellos. Mis esperanzas están puestas en ese último túnel y, puesta a pedir, me gustaría que se decidan rápido a ir por ahí.
—¿Y ahora por donde? —pregunta Lockhart en voz alta—. ¿Cuál de estos caminos os parece el mejor?
—Pues… no sé… ¿Por ese? —dice Yuffie señalando el más cercano.
Lockhart se gira hacia ella con expresión dubitativa.
—¿Segura? Porque la última vez que estuvimos aquí…
—No me recuerdes la última vez que estuvimos aquí —interrumpe Yuffie—. Todavía estoy intentando olvidarlo. Además, da igual por cual vayamos, al final todos irán a parar al mismo sitio. Siempre van a parar todos al mismo sitio.
Veo como Lockhart va a protestar esa afirmación pero se detiene antes de decir nada. Parece que no tiene argumentos para rebatir a la ninja.
¿En serio? Pues que suerte tienen. Yo me he llegado a perder en Midgar y mira que crecí allí. Bien les podría asegurar que eso no pasa siempre, pero no pienso salir de mi escondite ahora.
Porque estoy escondida. Detrás de una piedra relativamente grande que había por ahí. Desde luego, ha sido una suerte. De lo contrario, estaría más expuesta que… bueno, ¿la… piel de Lockhart? En serio, ¿cómo es que nunca parece tener frío?
Parece que los miembros femeninos de AVALANCHA siguen planteándose dónde ir. Sus integrantes masculinos, sin embargo, se han sentado todos en el suelo, esperando a que ellas decidan el camino a seguir. Me pregunto si es así como deciden las cosas.
—Creo que deberíamos ir por aquí —comenta Red XIII, que es el único que está examinando uno de los túneles (el más cercano, que está a ras de suelo).
—¿Y eso? —pregunta Lockhart.
—Pues porque el túnel es totalmente horizontal.
—¿Cómo que horizontal? —cuestiona Yuffie, acercándose al felino para ver en el interior de dicho túnel.
—Pues es verdad… y es totalmente recto, además. ¿Es eso normal?
—No. En absoluto.
Extrañados, tanto Strife como Lockhart se acercan a examinar ese túnel también.
—Puede que haya sido cosa de algún monstruo —comenta Lockhart—. Después de todo, no sabemos qué monstruos habitan ahora por aquí. Quizá haya sido excavado.
—No, no lo creo —comenta Strife—. Aun si fuera un monstruo, no es normal que sea tan recto. Si que se puede ver que tiene algún que otro desnivel hasta donde alcanza la vista pero es demasiado antinatural. Esto no lo ha hecho ningún monstruo.
—Eh, mirad esto.
Yuffie se ha adentrado un poco en el interior del conducto y creo que está señalando algo en la pared. No lo sé seguro porque no se ve bien desde aquí. Strife y Lockhart, además de Red XIII se adentran también y ya casi no puedo escuchar lo que dicen. Y no puedo acercarme sin que me vean esos vagos compañeros suyos.
Oigo voces, y reconozco quien las dice, pero no logro distinguir palabras ni frases. Es un poco frustrante. Por fin parecía que podría enterarme de algo interesante, pero no. Parece que aun tendré que esperar un poco más. Me pregunto si luego Yuffie me comentará que es lo que están diciendo. Sería raro, cuanto menos, a pesar que puedo imaginarla haciéndolo, si se lo pido adecuadamente.
Al cabo de un minuto vuelve a salir Strife, que ordena al grupo seguir por ese túnel. Sus compañeros obedecen (rechistando un poco) y yo me quedo sola. Me espero unos segundos más, por si a alguno se le ocurriera volver, que no quiero quedarme al descubierto. Pasado ese tiempo, con más agilidad que rapidez, desciendo el trecho que me faltaba hasta el final y me acerco al túnel.
Lentamente miro en su interior.
El grupo camina a unos veinte o treinta metros de mi posición. El túnel es oscuro, ciertamente, pero ellos portan una luz que les ilumina el camino. Bien puede llegar a ser materia Fuego, en verdad. Lo malo de eso es que yo no puedo usarla (es decir, utilizando el fuego de la materia Maestra) para ver mejor aquí adentro si no quiero delatar mi posición. Además, a pesar de que a más distancia más oscuridad, si se giran en cualquier momento… me verán como en un día soleado. Quizá no un día soleado per sé, pero me verán claramente, eso sin dudarlo.
No tengo otra opción, por otra parte. He de seguirlos sin falta. No quiero encontrarme a algún monstruo rezagado y que el día de hoy tenga un final abrupto.
Supongo que todo dependerá de mis habilidades y del sigilo con que me desplace. Y suerte como para parar un tren, por descontado.
Interior del Cráter Norte
6:30 de la tarde
—No me acaba de gustar esto, ¿sabéis? —confiesa Yuffie.
—Entiendo lo que quieres decir, pero no tenemos alternativa —responde Strife.
Al cabo de unos cuantos minutos caminando por este túnel en dirección desconocida hemos llegado a una cueva. O a algo parecido. Puede que alguna vez fuera una cueva, aunque el tiempo no la ha tratado como debería. Ahora solo hay rocas desprendidas por todos lados, de múltiples tamaños; algunas son enormes, del tamaño de casas, y otras mucho más pequeñas. Aquí hubo una vez algo importante, ya se puede ver solo con los restos.
Los miembros de AVALANCHA se han quedado inspeccionando una zona en concreto del lugar, aunque desde la oscuridad del túnel (porque no puedo entrar ahí por las buenas) no alcanzo a ver que observan.
—¿Qué es tan importante como para que nos hayamos detenido? —pregunta Lockhart.
—Eso —responde Strife, señalando algo justo delante de él.
—¿Y eso es…?
—¿Hmm? Ah, claro. Que tú no luchaste contra Jenova. —El jefe de AVALANCHA se aparta un poco y finalmente consigo ver qué es eso tan interesante. Es una especie de… ¿palo? No, sigue siendo roca, y está medio incrustada entre las demás. Es como una tira de roca, tallada y con cada una de sus cuatro caras perfectamente plana. Sí que es cierto que desentona un poco esa forma con las demás piedras de su alrededor.
—Eso —continua ahora Yuffie— era el “suelo” sobre el que nos enfrentamos a Jenova. Un montón de esos, para ser exacta. Me tropecé con uno y Jenova casi se me lleva por delante, así que me acuerdo bien.
—Ahhh… ¿así que es ESTO? Te había oído hablar largo y tendido sobre ellos, aunque creía que solo sería un mito —bromea Lockhart.
—Sí, ya ves —añade Strife—, tampoco son gran cosa.
—¿¡Qué!? —protesta Yuffie—. ¡Pero si…!
—Yuffie, reconócelo: Tienes una fijación. Hemos escuchado esa historia un millón de veces, no hace falta que la volvamos a oír.
—¡Pero si no…!
—¡Yuffie, por favor! —insiste Strife—. ¡Me sé mejor lo que te pasó con ese maldito suelo que lo que recuerdo la batalla contra Jenova! ¡Y no digas que no! ¿Verdad, Tifa?
—“… Y entonces Jenova se me tiró encima. Yo, aun con mis reflejos de ninja, solo conseguí quedarme a cuatro patas. Tenía que moverme o esa cosa acabaría conmigo. Vi, por suerte, que Red estaba acercándose a mi posición, y que Cloud se dirigía…” —Lockhart recita lo que muy probablemente sea la historia de Yuffie. Y la recita de memoria.
La joven ninja se pone a hacer pucheros al no poder rebatir tan elocuente argumento.
—Oh, vamos Yuffie, que tampoco es para ponerse así —intenta disculparse Lockhart, de una manera un tanto peculiar.
—No me toques. No quiero hablar con ninguno de los dos.
Parece que se ha enfadado de verdad.
He de admitir que me ha hecho algo de gracia, aunque me sienta algo culpable. Un poquito. Esto de espiar a la gente es más divertido de lo que pensaba.
—Déjala, Tifa. Ya se le pasará. Como mínimo ahora sabemos dónde estamos, más o menos.
—No sé si os habéis fijado, pero el camino sigue —añade Red XIII, quien se ha acercado al grupo mientras conversaban—. Cloud, esto no me gusta nada.
—Ya, a mí tampoco me agrada estar aquí, pero es lo que hay.
—No, no me refiero a eso.
—¿Y entonces? —pregunta el jefe de AVALANCHA, confundido por las palabras del felino.
—Estamos sospechosamente cerca de donde luchamos contra él. No creo que sea una coincidencia.
—Ehh, no es por molestar ni nada —interrumpe Yuffie— pero… ¿no nos cargamos a Sefirot en el sitio psicodélico ese? Quiero decir, ¿os acordáis de donde luchamos contra Sefirot, verdad? No fue aquí. Salimos volando y todo eso, ¿no?
¿Salir volando? ¿Sitios psicodélicos? Casi prefiero no haberlo oído.
Ahora no puedo sino imaginarme a Sefirot con un traje hortera y bailando bajo una bola de esas brillantes que hay en las discotecas de Midgar.
Esa es una imagen mental que no necesito.
Parece que Yuffie ha dicho algo tan raro como me lo ha parecido a mí porque los demás se han quedado en silencio, observándola.
—Eso, probablemente, era una ilusión de algún tipo —responde finalmente Lockhart—. Una vez lo derrotamos aparecimos en el interior del cráter, y no creo que nos transportara de vuelta tan amablemente. Lo que creo que pasó fue que la ilusión (o lo que fuera eso) se desvaneció cuando lo matamos. Que rápido que se te ha pasado el enfado, por cierto…
—Ehh… no, si yo… —balbucea la ninja.
—Estoy de acuerdo con Tifa —asiente Red XIII, indiferente a las palabras ininteligibles de Yuffie—. Esa es mi teoría también. Volvimos todos juntos y de una pieza, y no creo que…
—Bueno, espera —interrumpe Lockhart—. Para ser totalmente exacta, no aparecimos todos juntos. Vincent y Yuffie no se reunieron con nosotros hasta el último segundo, justo antes de salir despedidos con la aeronave. Y creo recordar que tampoco estabais en la sala de mando luego. ¿Qué estaríais haciendo, me pregunto?
—¡Pero qué Vincent y yo…! —Yuffie baja la voz cuando se da cuenta de que ha atraído la atención de todos los miembros presentes de AVALANCHA (y la mía también, porque me ha pegado un susto importante)—. P-Pero que Vincent y yo no… somos nada. Maldita sea, Tifa. Deja ya de hacer eso, ¿quieres? Me está empezando a irritar.
Desde aquí puedo ver como Yuffie está bastante molesta.
—Vale, lo siento. No hace falta que te enfades. ¿O te estás sonrojando?
—Bueno, ya vale. Tú te vienes conmigo —interfiere Strife, agarrando con suavidad a Lockhart por los hombros y llevándosela lejos de una Yuffie que la acribilla con la mirada—. ¿Por qué te metes con ella?
No alcanzo a escuchar la respuesta. Parece que es solo para los oídos de Strife.
La pareja se dirige hacia el túnel (o, mejor dicho, la continuación del túnel) y, sin mediar palabra, el resto de AVALANCHA prosigue la marcha por el interior del cráter. Todos no, por eso. Yuffie se ha quedado quieta donde estaba, ahora mirando al suelo abatida.
Sus compañeros no reparan en la ausencia de la chica y se pierden por el camino. Y la ninja sigue ahí. Utiliza la materia Fuego para iluminarse, al irse la única fuente de luz junto con los demás.
Ehh…
¿Debería decir algo?
¿Debería salir de mi escondite o…?
No es que esté escondida precisamente. Estoy en la oscuridad del túnel, si bien no es muy complicado verme debido a la nueva fuente de luz.
Pero si salgo…
¿Y si vuelven?
Hmm…
—Maldita sea. ¿Por qué no para de emparejarme con Vincent?
Yuffie habla para sí misma.
No estoy segura si debería escuchar esto.
—Esa Tifa —continua—, ¿por qué no puede dejarme en paz? Y encima con el único tema que me molesta. Si a mí quien me gusta es…
Ahora estoy segura que no debería escuchar esto.
De cualquier manera, se ha parado a media frase. Y ahora pone una cara grotesca. Y mira hacia aquí.
Ah. Se había olvidado de mí.
Lo puedo ver en su cara. Y ahora se ha acordado. Es obvio que me ve. No estoy tan fundida con las sombras como desearía. Y aun así, no dice nada. Solo se queda mirando, con esa cara.
Esa cara.
No se acordaba de mí y ahora lo ha hecho. Esa cara la delata.
Podría llegar a plantearme muchas cosas sobre la situación actual. Lo del intercambio de materias y todo ese embrollo, pero no lo haré. Voy a hacer la vista gorda esta vez. Voy a obviar que me haya olvidado a pesar de que actuaba bajo sus órdenes.
No suele pasarme esto, sinceramente. Noto un pequeño pero persistente pinchazo de, no estoy segura, algo comparable a lo que siente una esposa cuando su marido se olvida de su aniversario. Esa sensación. Persistente, desde luego.
También ha de ser doloroso para Yuffie, no tengo duda alguna sobre ello. Su cara lo refleja bien. Han pasado varios segundos y ni se ha movido. Espero que esté arrepintiéndose. No, seguro que lo está haciendo ahora mismo. Más le vale que lo esté haciendo ahora mismo.
Ella sigue mirando en esta dirección. No me hacen falta más pruebas: me ve. Así que la saludo. Y lo hago con una sonrisa tan cálida como falsa.
Instantes después, ella me devuelve el saludo, aun algo aturdida. A los pocos segundos se gira en dirección al túnel y sale caminando detrás de sus compañeros. Casi no se nota que intenta huir de mí.
Cuento mentalmente hasta diez y me dispongo a seguirla. No debo retrasarme demasiado, o la luz se irá del todo y no veré nada.
Atravieso la sala con presteza y vuelvo a introducirme en el túnel. Se ve luz huyendo al fondo. La sigo, manteniendo la distancia, con total conocimiento de que ella sabe que estoy justo detrás. Espero que mi presencia sea como un golpe continuo a su consciencia.
Seguimos así durante un par de minutos.
Finalmente llegamos (ella primero y luego yo) a otra sala, esta vez mucho más grande que la anterior. Los otros miembros de AVALANCHA ya están en su interior, así que me toca esperar en la entrada. Esta vez, por eso, hay más cobertura natural. Por fin parece que empiezan a irme bien las cosas.
El lugar al que hemos llegado es en realidad una caverna, un hueco en el interior de la montaña (¿o debería decir cráter?) de dimensiones considerables y bastante más grande que donde estábamos hace escasos minutos. Estalactitas y demás protuberancias típicas se forman a nuestro alrededor en esta cueva subterránea sumida en la oscuridad, con la sola excepción de las materias que portan Cid Highwind y Yuffie. Tal es el tamaño de este sitio que el sonido de sus voces apenas llega a mis oídos.
—Hay algo que no me gusta. —Esa era la voz de Strife—. Hay algo que no me gusta nada de nada. ¿Vosotros también lo notáis?
—Sí —comenta Lockhart—, aquí hay algo raro, pero no sé que es.
—Tenéis razón, yo también lo noto —añade Red XIII.
—Pues yo no noto nada.
Esa era Yuffie, como no. Insensible a cualquier cosa ajena de la que deba preocuparse.
—Estoy con Yuffie. Yo tampoco noto nada.
—Tú nunca notas nada, Barret —comenta Highwind hacia su compañero—. Aunque tengo el presentimiento de que algo malo va a pasar.
—¿A sí? —pregunta Yuffie.
—Sí. Se me están a punto de acabar los cigarrillos. Solo me queda uno, y eso suele ser señal de desgracias —dice con desdén—. Cloud, no hay nada aquí. ¿Podemos irnos de una vez? Lo de hacer de aventureros ha estado bien. Hemos caminado, seguido un camino misterioso y tal. No hemos encontrado nada. ¿Podemos largarnos? Este lugar me da muy mala espina.
Vaya falta de respeto.
Yo le digo eso a Tseng y ya puedo ir despidiéndome de mi trabajo. Y con un poco de suerte, solo de eso.
Strife lo permite, por lo visto, pues sopesa la propuesta de su compañero.
—Está bien. Solo quiero asegurarme de que aquí no hay nada. Registraremos este sitio y luego nos vamos, ¿de acuerdo?
—… vale —suspira el piloto.
—Dispersaros —ordena Strife—. Buscad cualquier cosa que sea sospechosa.
Casi toda AVALANCHA balbucea algo parecido a una afirmación.
—¡Venga, va! ¡Con ganas! —les anima Strife—. ¡Cuánto antes acabéis, antes nos iremos a casa!
—¿Ya os vais? ¿Tan pronto?
¿Eh? No reconozco esa voz. No es de AVALANCHA, por lo menos.
Pero sí que me suena. ¿Dónde la habré escuchado?
Oteo rápidamente el horizonte en busca del origen de la voz, sin éxito. Sin embargo, reparo en que el grupo al que he estado observando mira a algún punto en el techo.
¿Qué hacen? Pero si no hay… nada…
Esto se ha vuelto mucho más peligroso de lo que esperaba.
Es él.
No puede ser. Está muerto. Acabaron con él… ¿no?
Pero ahí está.
Descendiendo desde la oscuridad, con espada en mano, y esa melena blanca que me ha producido más de una pesadilla.
Sefirot.
Chapter 9: CULPABLE
Chapter Text
Interior del Cráter Norte
6:40 de la tarde
Como si fuera un espejismo.
—No puede ser.
No existe forma alguna de que siga vivo.
—¡Formación de a tres! ¡Cid! ¡Con Tifa y Red, a la derecha! ¡Yuffie y Barret, conmigo, de frente! ¡Reeve, izquierda!
Lo matamos. Estoy segura de eso. Pero ahí está. Riéndose.
Vuelvo a tener esa sensación. La de la última vez. Es él, estoy completamente segura. Nadie más puede hacer que tenga tanto miedo.
En frente de nosotros, descendiendo grácilmente. Descubierto de cintura para arriba, mostrando sus músculos cargados de fuerza, con una gran cicatriz en medio del pecho, y con los mismos pantalones negros que solía llevar. Blandiendo en su mano derecha un arma enorme, una katana gigantesca. Su blanca melena ondea mientras desciende. Sefirot. ¿Es inmortal o qué?
Noto como el aire a mí alrededor se hace más frio. Es él, sin duda.
—Que grata sorpresa el encontrarte tu por aquí, Cloud —dice Sefirot, descendiendo finalmente hasta el nivel del suelo—. No suelo recibir muchas visitas por aquí.
—Sefirot… —Cloud es el único que dice algo.
Vuelvo rápidamente mi cabeza para mirar a los demás. Ninguno de ellos parece creérselo.
—Así que tu eres el causante de todo esto, ¿eh? —continua Cloud.
—¿Causante? ¿De qué? —responde Sefirot—. Cloud, tu deberías saber mejor que nadie que la corriente vital no tiene dueño.
Bua. Está metido en todo esto, pero fijo.
—Así que sabes que es lo que está pasando en la superficie, ¿eh? —pregunta esta vez Tifa.
Sefirot vuelve la mirada lentamente hacia ella.
—Señorita Lockhart, cuánto tiempo. No esperaba que nuestra “Reunión” fuera tan pronto, y no en estas circunstancias. Es una pena. —Y se pone a reír discretamente—. En efecto, sé lo que pasa en el exterior. En este lugar confluye mucha corriente vital.
La situación es bastante delicada, pero si pudimos con él la primera vez, ahora nos lo merendamos seguro. Puedo ver las caras de los demás. Están preparados para saltar encima de Sefirot en el momento en que Cloud lo diga. Todo el mundo tiene sus armas listas, sus materias preparadas, sus… MIERDA. ELENA.
Elena está detrás de nosotros. Puede que podamos con él, pero si descubre a Elena…
JODER.
Esto es malo. Esto es muy malo. Pero no me he de girar. Elena es inteligente. No se dejará descubrir tan fácilmente. Espero.
—La corriente vital hace lo que le place, después de todo. Quizá vuestro problema sea con ella y no conmigo —declara Sefirot, y no me está gustando nada como lo está diciendo—. ¿Qué culpa tengo yo de que, si así lo desea, ésta se ponga a mis órdenes?
Dos grandes chorros de corriente vital entran cada uno por un lado de la caverna y se sitúan justo por encima de Sefirot. Y se quedan ahí encima, fluyendo en círculos por encima de él. Todo nuestro grupo se sobrecoge, y Sefirot se pone a reír.
—¡&%$#$&%#! —espeta elocuentemente Barret, mientras la risa de Sefirot inunda la caverna.
Imposible.
¿Controla a la corriente vital?
—¡Suficiente! —grita Cloud—. ¡Hasta aquí hemos llegado! ¡Hoy acabaremos contigo de una vez y para siempre! ¡Cid!
—¡Te cubrimos! —responde Cid.
Hora de luchar.
—¡No tan rápido! —interrumpe Sefirot.
Un fuerte dolor se apodera de mi brazo derecho.
¿Pero qué…?
Veo como las materias que tenía colocadas en mi brazo están saliendo de él. Todas y cada una de las materias está abandonando su lugar.
Cada vez duele más. Tanto que suelto un grito ahogado de dolor. Pero no soy la única. Al mirar a los demás, veo que todos están en la misma situación. ¿Qué ha hecho Sefirot?
En unos instantes todas mis materias acaban de salir de mi brazo y empiezan a volar hacia él. Hacia Sefirot. No sé que ha hecho pero al resto también les pasa lo mismo. Las materias abandonan sus cuerpos y vuelan en dirección de Sefirot, revoloteando a su alrededor.
Mierda. Esto va de mal en peor. Ahora no tenemos materias. Me miro los brazos en un fútil intento de encontrar alguna, aunque sé que no lo haré.
Nada.
Como supon-No, espera. Queda una. ¿Recuperar?
Tsk. Esa no funciona.
Pues, como esperaba. Sin materias. Supongo que los demás están igual. Esto se complica bastante. No era ya difícil enfrentarse a Sefirot con materias, será imposible hacerlo sin ellas.
Hemos de retirarnos. No podemos con él. No así, sin materias y con toda esta corriente vital a su alrededor. Es imposible. Hemos de huir.
Miro a Cloud. Le miro a los ojos, que están clavados en Sefirot. El está pensando lo mismo, estoy segura.
—¡Cloud! —grito.
Me escucha. Sabe lo que quiero decirle, porque él está pensando lo mismo. Duda unos instantes. Unos instantes en los que no debería haber dudado.
Sefirot se le abalanza encima, con una velocidad extraordinaria, espada en mano. No obstante, Cloud reacciona a tiempo y bloquea su embestida, aunque del impacto sale despedido varios metros para atrás.
Ahora tengo a Sefirot a menos de un metro de distancia. Estoy al alcance de su espada.
Miro a mí alrededor. Descolocados y sin plan.
Concentro mis fuerzas.
—¡Límite! ¡Rascacielos!
Y golpeo con fuerza el suelo sobre el que estoy. Se transmite la energía hacia el lugar donde está Sefirot y, justo debajo de él, el terreno se eleva con rapidez, creando una montaña que suele dañar mucho a los enemigos. Obviamente, Sefirot salta instantes antes con un grácil movimiento hacia atrás y evita completamente mi ataque.
—¡Retirada! —grito.
Los demás, que se habían quedado petrificados, ahora dudan.
—¡Haced lo que dice! —grita también desde el fondo Cloud, quien rápidamente salta—. ¡Límite! ¡Haz Espada!
Y, al chocar su espada en el suelo, sale una onda que se transmite hasta la montaña que acabo de crear, partiéndola en un montón de rocas que van en dirección a Sefirot. Como era de esperar, Sefirot vuelve a hacer uso de su impresionante técnica para parar las rocas (o directamente cortarlas) con su arma, por muy grandes que sean estas.
Sin embargo, esto nos ha dado tiempo. Tiempo a reagruparnos. Barret empieza a disparar a Sefirot, mientras que Caith Sith carga físicamente contra él.
Pero, como si estuviera calentando, Sefirot se zafa de los ataques sin esfuerzo. Mueve rápida y violentamente la espada, como si cortara el suelo, creando una onda que desvía todas las balas de Barret. Caith Sith ni siquiera ha llegado a tocarlo. De un solo espadazo ha partido al muñeco en dos. Y, sin esperar a que las dos partes toquen el suelo, ya viene otra vez a por nosotros. Con esa sonrisa en la cara.
—¡Atrás! ¡Vamos, todos atrás! —chilla Tifa.
Yo ya he empezado a correr, como todos los demás.
Barret, a pesar de que está intentando retirarse, sigue disparando inútilmente a Sefirot, en un vano intento de retrasarlo. Y ahora es el último, el que está más cerca de él.
—¡Maldito seas Barret!
Y me doy la vuelta, para intentar llegar a él antes que Sefirot.
—¿¡Yuffie, que haces!? —oigo decir a Tifa.
Como si Barret pudiera esquivar a Sefirot. Voy a salvarlo, joder.
Con todas las fuerzas que tengo, consigo llegar a tiempo, pero Sefirot está muy cerca, con el arma en alto, para asestar un espadazo mortal.
Va a realizar un corte vertical. Barret no puede esquivarse eso. No sin mi ayuda.
Y, puesto que aun estoy en carrera, salto hacia él. Al llegar le doy una patada en el costado (izquierdo, por el que me estaba acercando). Barret se resiente, pero la patada ha sido lo suficientemente fuerte como para hacer que se caiga para ese lado y evitar el golpe. Golpe que, por cierto, ha partido el suelo como si fuera mantequilla.
Del impulso he salido revotada hacia la izquierda y, para más inri, he perdido el equilibrio.
—¡Corre, maldito Barret! —digo mientras prepar…
Sefirot tiene sus ojos clavados en mí. Puedo sentir en esos ojos como voy a morir. Barret empieza a correr en retirada como le he dicho, pero sigue disparando, intentando darme algo de cobertura. Sin embargo, ese monstruo ni le está prestando atención. Su vista está centrada en mí. Vuelve a desplazar su espada con velocidad para evitar las balas de Barret, sin ni siquiera mirarlo.
—Tú. Tú serás la primera —dice suavemente Sefirot.
Sefirot me está mirando a mí. No puedo mirar a otra parte. Mi cuerpo apenas responde. Apenas oigo a mis amigos, diciéndome que corra. Apenas noto nada.
Ese monstruo vuelve a mover el brazo. Refleja algo. Parecen meteoritos, no estoy segura. No puedo verlos bien. Quizá Cloud haya usado su Límite.
Joder. Espabila. O estás muerta.
En cuanto consigo centrarme Sefirot está casi encima de mí, blandiendo su katana. Va a por un golpe horizontal, a media altura. Reúno todas mis fuerzas y me agacho para esquivar el golpe, y lo consigo de puro milagro. Ahora estoy delante de él y su espada ha pasado de largo.
Puedo atacarle.
Pero antes de que pueda hacer nada, Sefirot me pega una patada, a la que tampoco sé cómo pero consigo bloquear parcialmente con mi shuriken gigante. Aunque no me salva de salir despedida un montón de metros en la dirección contraria a la salida.
A pesar que le ha dado al shuriken, el golpe es tan fuerte que me duelen las manos. Esto pinta francamente mal. He de salir de aquí ya. Aunque primero he de librarme de ese pesado.
Intento recobrar mi equilibrio al llegar al suelo, pero me es imposible si quiero seguir teniendo a Sefirot en mi rango de visión. No mirarlo sí que supondría mi muerte.
Mierda. Se acerca a gran velocidad. ¿Qué puedo hacer? En unos instantes estaré de nuevo en el rango de su espada.
—¡Límite! —grito— ¡Rascac…!
Algo entra en mi campo de visión. Muy rápido y por mi derecha. Sefirot también se da cuenta y detiene su ataque. Esta extraña y gigantesca “cosa” carga contra él.
Solo cuando impacta contra Sefirot consigo distinguir que es: Un gran toro, con unos grandes cuernos afilados y una cresta roja. Kjata. La invocación. Eso significa que…
—¡Vamos! ¡Ahora!
Distinguiría esa voz aun en un mar de gente.
—¡Elena!
Y, dicho esto, me levanto lo más rápido que puedo y empiezo a correr. Kjata sigue persiguiendo a Sefirot, quien se retira tranquilamente. Paso por detrás del toro gigante, siempre atenta a los movimientos de Sefirot. Noto como la tierra se mueve a cada pisada de Kjata. Eso sí es cobertura.
—¡Vamos Yuffie! —oigo decir a Cloud, a quien ahora veo junto a Elena. También puedo observar a Barret corriendo al fondo, adentrándose por el túnel por el que hemos entrado.
De pronto, oigo el sonido del acero. No puede ser. Me giro. Sefirot ha parado la envestida de Kjata utilizando la espada y, por mucho que la invocación lo intenta, no consigue desplazarlo.
Joder.
Sefirot hace fuerza, empujando a Kjata hacia atrás y, en el momento en que está a suficiente distancia, corta en dos a la invocación con un golpe de abajo hacia arriba. El pobre toro se desintegra.
¡Joder!
Sefirot no era tan fuerte la última vez que luchamos contra él. Y ahora no tiene nada que se interponga entre él y nosotros.
Puedo escuchar como corre hacia mí, pero su avance es detenido por una llamarada de fuego. Miro hacia adelante sorprendida. Elena está usando materia. Quizá a ella no le afectó lo que hizo antes Sefirot. Ahora que lo pienso, no habría podido invocar a Kjata de lo contrario.
Veo como Elena levanta el brazo derecho. Al instante cae un rayo desde el techo de la cueva, dirigido hacia mi perseguidor, que no puede esquivarlo y le da de lleno. Puedo oírlo desde aquí resentirse aunque no parece que le haya hecho demasiado daño.
Sin perder tiempo, Elena atrapa a Sefirot en un gran bloque de hielo.
—¡Esto no lo retendrá durante mucho tiempo! ¡Date prisa! —grita Cloud.
YA LO SÉ.
—¡Lo hago lo mejor que puedo! —protesto.
Ese Sefirot me ha pegado una señora patada, porque aun estoy a unos 15 metros de donde están ellos. Reúno mis fuerzas e intento ir más rápido aun si puedo.
Oigo como el bloque de hielo se ha roto. Sefirot no ha tardado ni 3 segundos en romperlo.
Un grito, profundo y cargado de ira, retumba en la caverna. Ese grito era, sin duda alguna, de Sefirot. Me giro par-NO. SIGUE CORRIENDO.
Un segundo grito resuena, punzante y gutural esta vez. Más agudo que el primero, y proveniente de la entrada. Alzo la vista para intentar vislumbrar qué pasa. Es Elena quien, aun de pie, se retuerce de dolor. Veo como su brazo empieza a brillar con colores verdes y rojos. Mierda. Sefirot le está quitando las materias a ella también. Elena utiliza su brazo izquierdo para… ¿apretarse el otro brazo? ¡Está intentando mantener la materia en su cuerpo!
La rubia, aun con una visible cara de dolor, eleva su brazo derecho y apunta al techo, con el brazo izquierdo impidiendo que las materias salgan. No. Puedo ver como algunas ya están saliendo, en dirección a Sefirot. ¿Entonces?
De pronto, la cueva empieza a temblar. Elena está apuntando al techo, y utiliza el efecto de la materia Tierra para destruirlo. ¡Buena idea! El brillo era rojizo, así que lo que estaba utilizando era la materia Maestra.
Por como tiembla todo, no parece que le quede mucho a este sitio. Empiezan a caer algunos fragmentos de roca desde el techo, pero ninguno sobre nosotros. Unos pocos metros más y…
Justo en ese instante, Elena no puede aguantar más y la materia Maestra se escapa de su cuerpo, en dirección a Sefirot. No lo he hecho nada mal, sinceramente. Incluso mejor que nosotros en ese aspecto. Pero no puedo desconcentrarme: Sé que tengo a Sefirot justo detrás, a un puñado de metros más o menos, y se acerca mucho más rápido de lo que yo me alejo de él.
Espera.
Ya que la materia se dirige a Sefirot, quizá pueda…
Salto para ponerme a la altura de la materia Maestra que se aproxima en mi dirección y con un poco de habilidad ninja me doy la vuelta mientras me pongo la materia en el brazo. Duele muchísimo, pero la materia entra.
La aprieto hacia adentro con mi otro brazo, como hacía Elena antes, por si acaso, y elevo mis ojos para ver dónde está Sefirot. Está justo enfrente, a escasos metros de mí. Y mucho más adelante está su espada.
Apunto mi brazo derecho hacia él.
Te vas a enterar.
—¡Última!
Ni siquiera Sefirot puede esquivar eso. Y cierro mis ojos porque esto va a doler.
Mis oídos no oyen nada y he cerrado los ojos con lo que tampoco puedo ver, pero mi cuerpo lo siente. Un dolor intenso, especialmente en mi brazo derecho. Salgo disparada al estar en el aire y, por la fuerza del ataque, no puedo seguir bloqueando la materia Maestra que noto como se va. Mejor dicho, dejo de notar lo mucho que duele. Pero más me va a doler cuando aterrice.
Sin embargo, no choco contra el suelo. No es roca lo que noto.
—¡Te tengo! —oigo una voz a lo lejos que reconozco. La de Cloud.
Abro los ojos, pero veo borroso. Apenas me oriento. Las vibraciones que siento… Estamos corriendo. Bueno, me llevan, pero ellos están corriendo. Oigo sus pasos. Poco a poco empiezo a distinguir por donde vamos. Es el mismo túnel por el que hemos entrado.
Escucho también estruendo a lo lejos. ¿O puede que no esté tan lejos? Ese lo he oído bastante cerca.
—¿Qué… está… pasando? —Mi voz suena rota y débil. Las palabras se me entrecortan en mi garganta y a duras penas consiguen salir.
—Todavía estamos en el Cráter Norte. Aun no hemos salido de aquí —responde una voz diferente. Una voz… femenina. ¿Elena?
Pues, ahora que me doy cuenta, es ella la que me está llevando en brazos.
—¿Y… Cloud? —vuelvo a preguntar.
—Está justo detrás.
Nada más mencionarlo, se oye otro estruendo. Ahora estoy lo suficientemente lúcida como para diferenciar el sonido de una espada. Es Cloud, usando sus Límites.
—¡Va, que ya casi estamos! —grita Cloud desde no muy atrás.
Puedo oír a Elena jadeando del esfuerzo.
—No… peso… tanto… —digo casi sin fuerzas.
Ella me mira y hace como el gesto de reírse, pero no llega a hacerlo. Noto la preocupación en su expresión. Debo estar fatal.
—Esto sería mucho más fácil con materias —murmura.
Yo sí que me río. Aunque acabe tosiendo.
Miro al frente con dificultad. Creo que puedo ver el final. Y supongo que esa que distingo es Tifa. Y a algo más, algo… metálico. La aeronave.
—¡Ahí está! —grita Elena, para que Cloud lo oiga.
—¡No lo celebres tan rápido! ¡Sefirot se está acercando rápidamente! —responde Cloud.
¿Eh? ¿No he acabado con él? No. Claro que no.
¿Cómo podría un simple ataque de materia (aunque fuera materia Maestra) acabar con ese monstruo?
¿Eh? Que cerca estamos de la aeronave. ¿Siempre hemos estado tan cerca? Todavía debo de estar medio inconsciente.
—¿¡Y Cloud!? —pregunta una voz. Creo que la de Tifa.
—¡Justo detrás de mí! —responde Elena.
Estamos a pocos metros de la salida. Puedo ver la aeronave flotando en medio del vacío, en el fondo del cráter. Tifa corre hacia nosotros.
—¿Y Sefirot?
—Nos persigue —comenta Elena a Tifa, mientras las dos cargan conmigo en los pocos metros que nos separan de la aeronave.
—¡Tifa! —grita Cloud desde algún lugar detrás de nosotras—. ¡Dile a Cid que despegue! ¡Tenemos a Sefirot encima!
—Yo cargo con ella. Tú ves a avisarle —dice Elena a Tifa.
No sé exactamente qué pasa, puesto que todavía estoy un poco fuera de mí. Parece que Tifa accede y sube por las escaleras con una velocidad que escapa a mi percepción. Ahora que me fijo, creo que he visto a alguien más en la cubierta.
—Esto te dolerá, pero no veo otra manera de subirte —oigo decir a Elena que, acto seguido, me levanta y me carga sobre su hombro. Supongo que para subir las escaleras. Dice que me dolerá, pero apenas lo noto.
Ahora me encuentro mirando al suelo. Puedo verme los brazos pero apenas me obedecen. Tengo el brazo derecho destrozado y lleno de sangre. Y no puedo moverlo aunque lo intente. Esto es bastante malo. A pesar de que no lo noto, me hago a la idea de que tengo suerte de seguir con vida. El brazo izquierdo tiene unas cuantas magulladuras y un corte un tanto feo, aunque sí que responde a mis impulsos, afortunadamente.
A medida que Elena me va subiendo, con los golpes, empiezo a sentir un poco las heridas. Tengo un corte en el lado derecho de mi cara. Puedo sentir el calor que emana del corte, además de que puedo ver como estoy dejando el traje de Elena lleno de sangre.
No hemos acabado de subir del todo, cuando noto como una mano me coge de la cintura y me tira para arriba. Es una mano muy grande. Seguro que es la de Barret.
Efectivamente. Me da la vuelta y me lleva al centro de la cubierta. Su cara tiene marcada la preocupación. Debo de estar fatal. El corte de la cara es el que menos me preocupa, pues sigo sin tener respuesta de mi brazo derecho. Creo que también he visto a Reeve de reojo, pero no estoy segura.
El barco volador empieza a elevarse, aunque lentamente.
—¡Maldita sea, Red! ¿¡Donde está la maldita materia!? —grita muy fuerte Barret.
—¡Elevaros! ¡Elevaros! ¡Vamos! —oigo gritar a Cloud. Ha de estar muy cerca para que le escuche tan fuerte.
Giro mi cabeza y veo a Elena, agachada junto a las escaleras, ayudando a Cloud a subir. Y al fondo, a la salida de la cueva, logro discernir una melena blanca.
Interior del Cráter Norte
6:55 de la tarde, aproximadamente
—¡Elevaros! ¡Elevaros! ¡Vamos! – grita Strife.
Y sé por qué.
Sefirot.
Tiene un montón de sangre alrededor de la cara, y también alrededor de su torso, pero nada de eso parece detenerlo. Su larga espada sigue buscando un objetivo, y esos somos nosotros.
Empieza a correr hacia la nave y salta, arma en mano, con la suficiente fuerza como para entrar directamente a cubierta. Strife se da cuenta y se gira con violencia para asestarle un golpe con su espada gigante. Sefirot, a pesar de estar en el aire, consigue bloquear con facilidad el ataque, aunque sale despedido hacia atrás, fuera de la nave. Por suerte este gran cacharro está empezando a coger velocidad y a elevarse con rapidez.
—¡No puedes escapar de mí, Cloud! —grita Sefirot, y empieza a saltar por las rocas de alrededor, persiguiendo la aeronave.
Su velocidad es asombrosa. De tres saltos se ha colocado en una roca por encima de nosotros, y nos mira con superioridad.
Va a saltar.
Strife está preparado para cuando llegue y Wallace ya le está disparando, aparentemente en vano. Vuelvo la mirada. Reeve está con Yuffie, que está tirada en medio de la cubierta. Me pondré detrás de Strife. No tengo su habilidad, pero si Sefirot entra en la nave, no creo que haya mucha diferencia donde esté, así que intentaré ayudar como pueda.
Y, como esperando al momento oportuno, Sefirot se empieza a reír.
—¡No puedes escapar de tu destino! —dice mientras se ríe.
Está jugando con nosotros.
Y salta. Con la espada por delante.
¡BANG! ¡BANG!
Sefirot hace un movimiento rápido con la espada hacia su izquierda, y sale despedido en dirección contraria, hacia abajo.
¿Pero qué…?
¡BANG! ¡BANG!
Vuelven a oírse disparos.
A medida que nos elevamos con la nave lo veo. El último de los miembros de AVALANCHA. Vincent Valentine, recargando su arma mientras flota en el aire.
—¡A buenas horas! —grita Wallace.
—Escapad —dice con una voz tétrica Valentine—, yo me ocupo de él.
—¡No! —le corta Strife—. ¡Es mucho más poderoso que la última vez! ¡No te enfrentes a él, solo impide que nos siga!
Valentine se lo queda mirando y vuelve a apuntar con el arma hacia un lugar indeterminado para volver a disparar.
¡BANG! ¡BANG!
—Está bien —accede el vampiro, mientras se le ilumina uno de los brazos con un color verde.
Apunta con el brazo y activa la materia. De pronto, una gran bola de fuego sale de su mano y va a toda velocidad hacia el lugar indicado. Creo que era la materia Cometa. No hay muchas más que describan lo que acabo de ver.
Empezamos a elevarnos con bastante celeridad, y cada vez es mayor. Y entonces se oye una explosión. Eso es Cometa, que ha impactado. El barco volador al completo empieza a sacudirse violentamente a causa de la explosión. Strife y Wallace se asoman por la barandilla para observar los efectos de la materia.
—¡Vincent! ¡Cúbrenos por si viene a por nosotros! —ordena Strife.
Veo, por esa orden, que no espera que la materia Cometa lo haya matado. Aunque después de ver como Yuffie le lanzaba Última a la cara y sobrevivir, ya no me sorprende.
Aquí ya no pinto nada. La aeronave gana altitud y ya se puede ver el cielo desde donde estamos. En pocos segundos estaremos fuera del cráter. Yuffie sigue tendida en cubierta, será mejor que vaya a ver como se encuentra.
Aparecen Lockhart y Red XIII por la puerta que da al interior de la nave. Traen materias, aunque ahora no sirven de demasiado. No obstante, visto el monstruo que es Sefirot, no creo que esa materia sobre, y menos aun ahora que todavía estamos cerca.
Recuerdo decir a Reno que de todos los continentes del planeta, el del norte es el más duro que hay. No había monstruos en el cráter, pero no tengo intención alguna de volver a venir aquí si puedo evitarlo. Y lo que es peor. Ahora voy a tener que dar un montón de explicaciones.
Chapter 10: SEGUNDO PRIMER CONTACTO
Chapter Text
Aeronave Highwind, sobre el continente norte.
7:15 de la tarde
—… y así es como escapé. En resumen, puede que sepáis atar a la gente, pero no sirve de nada contra un Turco —digo, mientras sonrío amablemente.
Vale. Creo que la mentira ha colado. Tampoco iba a decirles que fue Yuffie quien me desató y me escondió en la nave. Recibo miradas serias de todos. Impresiona un poco que AVALANCHA al completo te esté interrogando, aunque yo ya tengo experiencia: Es la segunda vez en un día. En la primera, por eso, no estaba Vincent y, quieras o no, que un ser que vuela, tétrico y que parece que esté muerto te interrogue puede marcar la diferencia.
No obstante, la atmosfera que se respira no parece amenazante en absoluto. Es más, creo que estoy yo más tranquila que ellos. Al fin y al cabo yo solo soy la que cuenta la historia. Son ellos los que deben decidir si se la creen o no, y ese es el problema al que se enfrentan: No saben si creerme o no. La verdad es que, en otro momento, la tensión habría podido conmigo. No mucha gente puede decir que ha visto a Sefirot y vivir para contarlo, pero ahora que ha pasado todo tengo una sensación de plenitud… importante. Me están interrogando en la sala de reuniones de la aeronave de AVALANCHA, sin posibilidades de escapar, siendo virtualmente una rehén, y me da exactamente igual. Soy algo así como una deidad. O, como mínimo, me siento como una. No me puede pasar absolutamente nada.
Así que esta es la sala que estaba al lado del establo, ¿eh? No está mal. Ahora mismo estoy sentada al fondo de la habitación, como para darme el camino más largo en caso de que intentara escapar (cosa que no pienso hacer), con una mesa de por medio y AVALANCHA sentada a mi alrededor para asegurarse de que no lo hago.
—Yuffie. ¿Es cierto? ¿Seguía atada cuando bajaste? —pregunta Lockhart, rompiendo el silencio que se había impuesto. Yuffie se sobresalta un poco, pero responde afirmativamente.
Me es muy grato saber de que la nave estaba equipada con materias Recuperar, así que en unos cuantos minutos, Yuffie estaba perfectamente. He de reconocer que después de lo que vi allá abajo, casi no me lo podía creer. Ciertamente, ver a la joven ninja de esa manera ha dejado una fuerte impresión en mí. Suerte que estaba Strife ahí, que sino…
En todo caso, eso ya forma parte del pasado. Ahora Yuffie está bien. No exactamente en “perfecto” estado, pues según ella le duele aun el brazo, pero ahora ya no tiene sangre y los cortes han desaparecido. Después de todo lo que ha hecho por mí, sería algo injusto que yo estuviera bien y ella no. Aunque siendo totalmente justos, ella se ha llevado la peor parte. No he sido capaz de salvarla sin que acabara como acabó.
Para seguir con la línea, ¿no?
—Hmm… parece que todo lo que dice es coherente, no veo razón para dudar de ella en esto —afirma Reeve.
Lentamente, y como si ese comentario tuviera algún hechizo mágico añadido, todos empiezan a despejar sus dudas sobre mi huida del edificio ShinRa. Todos, menos Strife. Está de pie detrás de Lockhart, a mi izquierda. Él me sigue mirando con una expresión un tanto rara. Como si intentara ver a través de mí, como si intentara leerme la mente. ¡Pues lo lleva claro! No se me va a escapar nada. Ya no soy una novata.
—Bien. Una vez hemos arreglado este punto, vamos al que importa. Sabemos que nos seguiste al descender por el cráter —comenta Lockhart—. Empieza a explicar.
La expectación se dispara. Todo el mundo está esperando mi respuesta, absolutamente quietos, aunque no creo que escuchen nada nuevo. Yuffie, sin embargo, sí que se mueve. Ella está a mi derecha, sentada y con los brazos apoyados en la mesa, como tapándose la cara, mirándome de reojo. Murmura algo que no alcanzo a interpretar.
—Pues… me escondí en una roca cercana nada más llegar al Cráter Norte y, a partir de ahí, os seguí en el descenso.
Creo que eso es lo único que desconocían. A partir de aquí la conversa va a ser aburrida (o más que eso, predecible). Yuffie sigue murmurando aunque más parece que esté recitando algo en voz baja.
—Os seguía y escuchaba vuestras conversaciones —continúo—. Habéis estado hablando de materias, sobre qué habéis estado haciendo este tiempo y demás cosas triviales. Y, por lo que parece, a Kisaragi le gusta Valentine…
Oigo un ruido. Yuffie se ha dado con la cabeza en la mesa. Los demás miembros de AVALANCHA también ponen caras con un ligero disgusto. Supongo que es normal, no es muy divertido que alguien cotillee tus conversaciones.
—Al final —prosigo, a pesar de la interrupción—, llegasteis al fondo del cráter y empezasteis a ir por uno de los caminos que había. Si os hubierais dado la vuelta, me habríais visto, os lo aseguro.
Noto como Wallace pone cara de enfadado, milagrosamente conteniéndose lo que quiera que vaya a gritarme.
—Al cabo de un rato, llegasteis a una gran sala donde, por lo que oí, es donde os enfrentasteis a Jenova. Puesto que el camino seguía, continuasteis por él hasta llegar a la caverna. Y entonces apareció Sefirot. —El resto es fácil de imaginar, aunque por las miradas que me están pegando parece que quieren toda la explicación—. Me quedé escondida en la entrada, sin que me viera ni él ni vosotros. Vi como os quitaba las materias y, en cuanto os empezasteis a retirar, salté en vuestra ayuda. Lo demás, supongo, ya no hace falta explicarlo.
Espero que se den por satisfechos con esa explicación, aunque sea bastante vaga. Yo no la aceptaría, pero no soy yo quien interroga.
—¿Y por qué nos ayudaste? —pregunta Red XIII—. No es costumbre de los Turcos ser buena gente.
—Oficialmente, Sefirot murió en la explosión de corriente vital que detuvo a Meteorito. Extraoficialmente, ni todo el poder y los recursos de ShinRa pudieron detener a ese monstruo. Solo vosotros. Dejar que os matara en esa cueva no parecía muy inteligente —respondo, quizá con demasiada honestidad.
Se impone el silencio en la sala. Aunque supongo que era de esperar.
—¿Qué opinas, Cloud? —pregunta Lockhart. Strife sigue con sus ojos fijos en mí. Sin embargo, ahora ya no tiene la misma cara de antes. Está pensando algo, seguro.
De mientras me fijo en los demás miembros de AVALANCHA. Barret Wallace y el piloto, a mi derecha los dos, tampoco me pierden de vista, supongo que por otros motivos. No les gusta en absoluto mi compañía, parece. Y no es que me pueda quejar, precisamente. Yuffie todavía sigue en la misma postura que antes y, aunque sus brazos le tapen casi la cara, me sigue mirando de reojo. Red XIII está recostado tranquilamente (por lo visto suele hacerlo a menudo) sobre la mesa, mientras que Reeve está sentado en frente de Yuffie y a mi izquierda, justo al lado de Strife y Lockhart. Y el vampiro está al fondo de la habitación, de pie en la parte más oscura, apoyando la espalda contra la pared y con los brazos cruzados.
Y estas personas derrotaron a Sefirot.
—Hay algo que no me acaba de gustar. Ven —le dice Strife a Lockhart, y se van al otro lado de la habitación. Les siguen Highwind y Reeve, mientras que los otros tres se quedan como mis guardaespaldas. Yo me quedo en silencio.
Y, de pronto, noto algo en mi chaqueta.
—¿Pero qué…?
—¡Quieta! —Me ordena Wallace, quien tiene una sorprendente rapidez para desenfundar su… mano. Levanto las mías, con cara de asombro, mientras odos se giran hacia nosotros. Reconozco esa sensación. Es mi móvil, vibrando. Seguramente será Tseng.
—Me están llamando por el móvil. Solo eso. Calmémonos, ¿vale? —digo, intentando tranquilizar al grandullón.
—Barret, baja el arma —ordena Strife—. ¿Quién te llama? ¿Tseng?
Al mismo tiempo que Wallace baja lentamente y a regañadientes su arma, yo bajo mis brazos y me meto la mano en la chaqueta para sacar el móvil. Efectivamente, me llama Tseng.
—Ahora lo apago.
—No. Espera —interrumpe Strife—. Pásamelo. Quiero hablar con él —dice, extendiendo su brazo para que le pase el móvil. Dirijo mi mirada hacia él. No sé qué es lo que está tramando pero tampoco es que me pueda negar en esta situación, así que accedo sin rechistar. Cloud lo abre sin vacilar.
—Tseng. Soy Cloud.
Todo el mundo, incluida yo, estamos pendientes de la conversación. Se puede escuchar, aunque muy poco, la voz de Tseng por el móvil.
—Ella está aquí. Está bien, no le hemos hecho nada. Solo quiero hablar —dice Strife.
Se escucha como Tseng le responde. Unos instantes después, Strife me mira.
—Quiere hablar contigo.
Y me pasa el móvil.
—¿Señor?
—¡Elena! ¿Estás bien? ¿Dónde estás ahora? —oigo decir a Tseng.
—Sí, señor. Solo tengo algunos rasguños, nada serio —respondo.
—No debí haberte enviado a esta misión. Sabía que te descubrirían —dice, lamentándose. No estoy segura, pero suena aliviado.
—Eso no es cierto, señor. He cumplido mi misión al pie de la letra. Yo fui la que se descubrió ante ellos. —Es técnicamente la verdad—. Además, creo haber encontrado al artificie de todo esto.
—¿Quién? —La voz de Tseng suena intrigada.
—No se lo creerá, pero lo que le voy a decir es la verdad. Le he visto. Era Sefirot.
—Imposible. Está muerto —responde después de un tenso silencio.
—Ya lo sé, señor. Yo tampoco me lo creería y, sin embargo, lo he visto con mis propios ojos. Sigue vivo. No sé cómo, pero sigue vivo. Y, por lo que he podido ver, es más poderoso que antes. —Strife me hace una señal para que le vuelva a pasar el móvil.
—Ya ves como está la situación —dice el jefe de AVALANCHA.
Escucho como Tseng discute algo con Strife, quien solamente está escuchando. Entonces, éste empieza a caminar alejándose de mí y se va de la habitación, aun atento a lo que le dice Tseng, y seguido de Lockhart.
Y así nos dejan, en ascuas.
Sala de control, Highwind
7:45 de la tarde
Pobre Elena. Encerrada en la sala de reuniones con Vincent. No es que no me caiga bien Vincent pero… es que me da algo de miedo. Es demasiado tétrico para mí.
Estamos ahora todos reunidos en la Sala de Control y supongo que Cloud va a hacernos un repaso de lo que hemos hecho, de su conversa con Tseng y de lo que vamos a hacer a partir de ahora.
—A ver. La situación es la que es: Sefirot ha vuelto —empieza Cloud.
—Como en una mala película: el malo no muere ni a la de tres —comento.
Cloud me mira de reojo.
—Exactamente. Además, ahora tiene un misterioso poder que nos quita las materias, aparte de que parece que puede manejar la corriente vital a voluntad. La situación es bastante complicada – continúa.
—Y supongo que ahí es donde entra Tseng, ¿verdad? —interrumpe Reeve.
Cloud se calla unos segundos.
—Sí. La última vez estuvimos enfrentados a ellos y luchamos a lo largo y ancho del planeta mientras perseguíamos a Sefirot. Le he pedido a Tseng que esta vez los Turcos nos dejen en paz, que no se entrometan en nuestro camino y nosotros no nos entrometeremos en el suyo.
—¿¡Que!? ¿Les has pedido que…? ¡Cloud! ¡No se puede confiar en los Turcos, como no se puede confiar en ShinRa! —protesta Barret.
—Estoy de acuerdo con Barret. Solo saben mentir. En cuanto puedan, nos intentarán matar a todos, ya lo verás —se une Tifa.
—Estoy al corriente de las actividades de los Turcos. Y sé que no son de fiar. Dejadme acabar —dialoga Cloud.
¿Un trato con los Turcos? No sé yo. Con Elena vale, pero con los otros Turcos…
—Tseng no solo ha accedido a mi petición, sino que además nos prestará ayuda.
¿¡Qué!? Todos se sorprenden. Incluso Vincent se sorprendería si estuviera presente.
—¡Cloud! ¿No ves que es una trampa? —dice Tifa, intentando convencer a Cloud.
—¡Vamos, chico, hasta yo sé que eso no pinta nada bien! —protesta Cid.
E intento hacer oídos sordos a todo lo que le está diciendo Barret a Cloud. La situación se ha vuelto un tanto caótica.
—¡CALMAOS TODOS! —ordena Cloud, intentando mantener el orden—. He estado hablando con Tseng y hemos compartido algo de información. Para demostrar su buena fe, ha mencionado que Hojo tenía un laboratorio secreto en Costa del Sol.
—¿Y quiere que vayamos todos juntos y con vendas en los ojos? —pregunta burlonamente Tifa—. ¡Cloud, huele a trampa desde aquí!
E intento hacer oídos sordos otra vez a todo lo que le está diciendo Barret a Cloud.
—¡Tranquilizaros! —vuelve a ordenar Cloud—. ¡Sé lo que parece! Pero cuanta más información y recursos podamos reunir para luchar contra Sefirot, mejor. Además, puesto que yo también he sospechado que es una trampa, he ideado un plan.
¿Plan? Espero que no sea como el de “parar a la ARMA que va a Midgar a hostias”.
—Le he comentado a Tseng que en la biblioteca de la Mansión ShinRa que hay en Nibelheim puede haber información referente a la corriente vital, con lo que pensábamos ir ahí. Tseng se ha dispuesto a enviar a algunos de los Turcos para “ayudar”. No sé exactamente si ayudarán o no, pero así dividiremos sus fuerzas, en caso de una emboscada —explica Cloud—. Además, pensaba a enviar a Tifa y a Vincent a Nibelheim al saber más sobre la geografía de la zona, en caso de emboscada.
Todo el mundo se queda en silencio intentando asimilar lo que acaba de decir el líder. Incluso Barret. Nibelheim está al lado de las montañas picudas esas, y es fácil esquivar patrullas de ShinRa por ahí. El plan podría funcionar. Aunque no sé yo. Los planes de Cloud suelen acabar en que nos hemos de pelear con casi todo el mundo…
—Está bien. Tú ganas. Pero que sepas que no me gusta nada esta idea. —Se da por vencida Tifa. Reeve parece también estar de acuerdo. Y Red. Supongo que Barret y Cid aceptarán de mala gana y Vincent pasará de todo cuando se lo contemos, como de costumbre.
Pues parece que ya hemos decidido que hacer. A ver qué tal sale…
Cubierta del Highwind, sobrevolando Costa del Sol
Aproximadamente, 9:45 de la tarde
—La vista es preciosa, ¿verdad? —comenta Elena.
—Sí. Mucho.
El barco volador desciende y nos brinda una vista absolutamente fantástica de Costa del Sol por la noche, con todas esas luces resplandecientes y el reflejo de una luna que todavía está saliendo en el mar.
—Red, Yuffie, ¿estáis preparados? —pregunta Cloud, situado a nuestra espalda.
—Claro que sí, como siempre —respondo.
—Por supuesto —responde Red, a mi izquierda.
En menos de un minuto vamos a poder comprobar si esto es una trampa o no. Como mínimo, desde aquí no hay atisbos de tropas de ShinRa.
—Recuerda —susurra Cloud a Tifa en voz baja, para que no lo oiga Elena (aunque si lo puedo escuchar yo, es probable que ella también)—, dejad la nave en algún lugar de las montañas e id a pie. Ten en cuenta que, si algo sale mal, Vincent os puede cubrir desde el aire.
—Tranquilo, lo tengo todo controlado —responde Tifa.
—Ah, y otra cosa. Estate al tanto de Barret y de Cid. Si esto no es una trampa, intenta que la cosa no se descontrole —añade Cloud.
Tifa pone cara de preocupación.
—Eso ya será un poco más difícil.
—¡Ya podéis saltar! —grita Cid desde el interior de la nave.
¿Y qué sabe él, si ni siquiera está aquí?
—¿Preparada? —pregunto a Elena, que todavía sigue observando la ciudad.
Está preciosa. Mirando al infinito, con la brisa marina moviendo su pelo de esa forma y la luz de la luna reflejada en sus ojos. Además, le sienta francamente bien esa camisa blanca que lleva (porque tampoco es cuestión de ir con una chaqueta manchada de sangre por las calles de Costa del Sol).
—Después de ti —sonríe.
—¡Muy bien, allévoy!
Y salto del barco. Estaremos a unos diez metros pero no es problema para mí en absoluto. Clavo la llegada, y lo hago con estilo ninja, por supuesto.
Chapter 11: NO HAY NADA COMO DESPERTARSE EN UN LUGAR DESCONOCIDO
Chapter Text
En alguna calle de Costa del Sol
Aproximadamente, 9:45 de la tarde
Todavía se puede ver la aeronave, elevándose y perdiéndose en la oscuridad, rumbo a Nibelheim. Según lo que ha contado Strife, tendríamos que reunirnos ahora con alguien de los Turcos, aunque no me ha especificado con quien.
Strife tiene una expresión seria. Normal, no debe estar acostumbrado a trabajar junto a los Turcos. Incluso yo estoy poco acostumbrada a trabajar con alguien que no sea un Turco. Red XIII también debe de tener una expresión similar, aunque no estoy segura. No sé diferenciar muy bien las caras que pone un felino y simplemente lo deduzco por la postura con la que camina, mucho más activa.
Yuffie, por otra parte, no parece tan preocupada. Hasta parece algo contenta. Me pregunto que la hará sonreír de esa manera. No puedo evitar sino fijarme en el estilo de ropa que lleva la ninja: Una camisa sin mangas azul oscura, con flores blancas en ella, y una minifalda negra con tirantes (que sospechosamente se parece a la que llevaba Lockhart durante el incidente de Meteorito). No es que le queda mal, por eso. Es solo que… resulta extraño verla en minifalda.
—¿No viene nadie a recibirnos? —pregunta Yuffie.
—El punto de reunión que me especificó Tseng es en el bar “El Mariachi Alegre” —responde Strife, mientras se pone en camino—. No está muy lejos.
No tengo la menor idea de donde está ese bar, así que tendré que dejar que me lleven.
—¿Por qué me suena ese nombre? —vuelve a preguntar Yuffie.
Red realiza un gemido de felino, agachando la cabeza y Strife medita si responder o no la pregunta.
—Pues… porque es el bar en el que quisiste demostrarnos que sabías beber… y vomitaste encima de Red —responde Strife, sin dejar de mirar al frente.
Siento una necesidad imperiosa de partirme de risa aunque reúno todas mis fuerzas para impedirlo. No lo consigo del todo y esbozo una ligera sonrisa que Yuffie logra ver. La pobre chica está ahora roja como un tomate y agacha la cabeza intentando mirar para otro lado.
Continuamos nuestro camino a través de las calles de Costa del Sol y no puedo evitar fijarme en que hay un montón de gente. Supongo que será normal por aquí, porque tanto en Midgar como en Junon uno no puede salir a esta hora de la noche, a menos que cuente con algún tipo de “seguridad adicional”. Quizá sea por eso que la gente últimamente se va de las grandes ciudades y empieza a vivir en sitios como éste.
Al pertenecer a los Turcos nunca he tenido que preocuparme de esas cosas, siempre he sido bastante mejor que el atracador medio. Supongo que para la gente normal esto será diferente.
Eso sí. Aquí hace mucho calor. Suerte que es de noche, y que no llevo la chaqueta, que sino sería un infierno.
—Ya casi hemos llegado —anuncia Strife—. Es aquí delante.
Al final de la calle por la que vamos, justo al lado de la plaza, puede verse un rótulo que parpadea con el título de “El Mariachi Alegre”, con un gorro ladeado (supongo que típico de los mariachis) encima de las letras, brillando con luces de neón para llamar la atención de la clientela. Estoy por decirles a los propietarios que el programa espacial de ShinRa se canceló, que ya pueden quitarlas puesto que no llamarán la atención de ningún astronauta porque, ¡vaya si brilla esa cosa! Supongo que funcionará, porque la entrada del local está llena de gente, aun a esta hora del día. Aunque, a lo mejor, aquí los días son más largos.
Y mientras pienso eso frente a la entrada, Strife y Red XIII ya han entrado, y Yuffie me está esperando en la puerta.
—¡Vamos, lenta! —Me escarmienta con una sonrisa en la cara, para luego entrar sin esperarme.
Yo, obviamente, me apresuro a entrar.
El interior del bar es… diferente a lo que me había imaginado. Mucho menos animado de lo que hacía presuponer todo el neón del continente. Apenas hay algunos hombres sentados, bebiendo en la barra situada a la izquierda y, aunque hay unas escaleras que llevan al segundo piso en fondo del recinto, en las mesas que ocupan la mayor parte del local no hay casi nadie. Los tres integrantes de AVALANCHA están quietos justo a unos metros de mí. Intentan localizar al posible contacto.
No es demasiado complicado. Es Tseng en persona. Está sentado en solitario en la mesa de al fondo a la derecha, aunque aún no se ha dado cuenta de que hemos llegado. Está algo absorto en lo que sea que está bebiendo.
—¿Solo está Tseng? —pregunta Red XIII.
—Eso parece —responde Strife—. No lo hagamos esperar, entonces. Pero manteneros alerta.
Eso de manteneros alerta… No puedo decir que no, siendo sincera. Yo misma me he estado fijando por si durante el camino sufríamos alguna emboscada. Tradicionalmente, nuestra empresa ha sido famosa por eso. No parece que haya nada parecido en este bar. Parece todo muy tranquilo, quizá hasta demasiado.
Con lo que nos acercamos. A medida que lo hacemos, Tseng se da cuenta de nuestra presencia.
—¡Elena! —dice Tseng, casi rompiendo la poca tensión que hay en el ambiente—. Veo que estás bien. ¿Te han tratado correctamente?
—Si. No puedo quejarme —respondo honestamente, mientras me acerco para sentarme en la silla adyacente a él.
Por su parte, Strife se ha sentado enfrente de Tseng. Yuffie ha sido menos ortodoxa y ha elegido sentarse en la mesa de al lado, encarándonos a nosotros, mientras que Red XIII se ha puesto a descansar (como ya he podido comprobar que hace siempre) al lado de Yuffie.
—¿Solo sois vosotros? —pregunta Tseng.
—¿Acaso esperabas a más gente? —responde esquivamente Strife.
Se impone un silencio absoluto, solo interrumpido por los sonidos de los transeúntes de fuera.
—No es por nada, pero… ¿no tenemos cosas importantes que hacer? —Rompe el silencio Yuffie, con una cara risueña.
—Cierto. Mis disculpas. Sin más preámbulos, pues, os enseñaré el laboratorio —dice Tseng, mientras se levanta de su asiento.
Como es natural, los demás (que estábamos sentados) también nos levantamos.
—He de decir, sin embargo, que el Presidente Rufus no tiene conocimiento de lo que estamos haciendo —comenta Tseng.
—¿No se lo has dicho al Presidente? —pregunto asombrada, puesto que no es un comportamiento normal en Tseng.
—¿Rufus… sigue vivo? —pregunta también Strife—. ¿No murió durante el ataque de ARMA a Midgar?
—… no. Fue herido de gravedad, eso es todo —responde Tseng.
—¿A sí? Pues en Wutai no paraban de dar la noticia de su muerte, día sí y día también —añade Yuffie. Lo cual es comprensible ya que en Wutai no se le tiene mucha estima a ShinRa.
—Simplemente digamos que se decidió exagerar un poco el estado de nuestro Presidente, para evitar que la situación se volviera aun más peligrosa —revela mi jefe—. Lo que me sorprende es que no supierais esto, Strife. Si se realizó una campaña en Midgar sobre la condición real del Presidente al mes o dos del ataque de ARMA.
—Pues es la primera noticia que tengo, te lo aseguro.
Que poco informados que están los terroristas últimamente, ¿eh?
Tseng se sorprende un poco ante el comentario de Strife, pero no parece darle demasiada importancia, antes de guiarnos al laboratorio. Para sorpresa de todos, no se dirige a la puerta principal, sino que ha girado a la derecha y va en dirección a las escaleras.
—Al presidente solo le he contado lo que debía saber: que Sefirot sigue vivo y que investigaremos aquí y en Nibelheim —comenta Tseng, respondiendo a mi pregunta—. Solo he omitido que lo haríamos con vosotros. —En clara referencia a AVALANCHA—. Ya le sugeriré una alianza provisional para acabar con Sefirot en cuanto llegue el momento.
Nada más alcanzar el piso superior, entra en la primera puerta a la izquierda. El lavabo de caballeros. Naturalmente, todos (y digo todos) nos quedamos algo perplejos. Strife, sin esperarse demasiado, decide entrar, seguido de cerca por Red XIII. Yuffie y yo tenemos algo más de reparo.
Menudo día llevo hoy.
Pero como es por trabajo, empujo hacia adelante la puerta (ni de broma toco el pomo, que nunca se sabe…) y entro.
A simple vista no es tan raro como esperaba. Hay unos retretes de pared a mi izquierda. Justo en frente hay unos cuantos retretes “normales” y al lado un par de lavamanos. Todo está bastante más limpio de lo que alguna vez me he supuesto que estaría. Por ejemplo, ahora que me fijo, en los lavamanos hay… JODER QUE ASCO.
Intentando olvidar lo que acabo de ver, me centro en Tseng y Strife, que están observando quietos la puerta de uno de los retretes. Yuffie, que ya ha pasado por la puerta, corre y se pone detrás de ellos, intentando ver que es lo que les mantiene tan absortos.
—Bonito poema —dice finalmente la chica.
Tanto Strife como Tseng no le hacen caso, aunque Red XIII sí que parece haber reaccionado. En ese momento, Tseng consulta su reloj de pulsera y, esperando unos segundos, abre rápidamente la puerta y tira de la cadena tres veces.
Inexplicablemente, empieza a sonar algo justo por debajo de nosotros. Acto seguido, el retrete adyacente al que estamos mirando empieza a desplazarse hacia la derecha, empujando también a los otros dos que están en su camino y revelando unas escaleras descendentes.
Pues no tenía bien escondido el laboratorio ni nada.
Al fondo se observa una puerta de metal, con una especie de comunicador a la derecha. Tseng es el primero en empezar a bajar, seguido de Strife. Supongo que no debería quedarme demasiado detrás. Al llegar delante, Tseng pulsa el botón del comunicador y se escucha una voz electrónica:
—Verificación por voz. Introduzca la contraseña.
Tseng se acerca al interfono del comunicador.
—“Banana”.
Menuda contraseña, si es que es la correcta. Y, en efecto, lo es, ya que la puerta de metal se abre con un chirrido estridente. Al mismo tiempo, nuestra salida se cierra a la misma velocidad a la que se ha abierto. Los retretes vuelven a su lugar. Por suerte no nos quedamos a oscuras. El interior del laboratorio empieza a iluminarse.
Mi primera reacción sobre el laboratorio es de sorpresa. Es más pequeño de lo que esperaba. No es más grande que el lavabo de caballeros de arriba. Tiene una gran mesa cuadrada en el centro y más mesas pegadas a cada una de las paredes, con muchos cachivaches con formas extrañas y, por encima, montañas de hojas de papel con formulas complejas y de pizarras llenas de números y de tiza.
—¡Que sucio que está esto! —exclama Yuffie.
—Es cierto, no parece su laboratorio. Recordaba a Hojo mucho más ordenado —añade Red XIII.
Si que tienen algo de razón. No parece su laboratorio.
—Pero puede que haya algo que nos sea útil. ¿Qué tal si tú y Elena os ponéis a buscar en aquellas mesas de allá —comenta Strife, señalando a Tseng una de las mesas de la derecha—, y nosotros nos ponemos en estas?
—Está bien —responde Tseng.
Pues está decidido. Me empiezo a dirigir hacia la mesa seleccionada.
—¿Cuál mesa queréis? —pregunta Strife a los otros dos.
—Cualquiera está bien —responde el felino.
—La que tenga menos instrumentos raros de esos —dice Yuffie, casi al instante.
Strife se la queda mirando.
—Pues ponte en esta de aquí, que es la que tiene más hojas —ordena Strife, poniendo la mano en la mesa que está a su lado—. Veo que no has superado ese miedo tuyo a las máquinas, ¿eh?
La chica parece que acaba de arrepentirse de esas palabras.
—No es que tenga miedo, es que se me dan mal —refunfuña Yuffie—. Además, siempre que toco alguna pasan cosas malas.
—¿A sí? —pregunta curiosamente Red XIII.
—La última vez que lo hice, el laboratorio del Profesor Gast se fue a pique. Y si no, que te lo cuenten ellos —dice la chica, señalándonos con la cabeza a nosotros.
Esbozo una ligera sonrisa al recordar cómo me salvó la vida. Nadie diría que eso haya pasado hoy. Intento hacer oídos sordos (ahora sí) a su conversación y centrarme en el trabajo que tengo que hacer. Tengo delante de mí una montaña de hojas.
Esto va a ser hasta doloroso.
?????
¿¿¿¿¿
—¡BWWAAAAAAAAA…!
Mis ojos se acostumbran a la luz que impacta cruelmente contra mis ojos. No reconozco nada de lo que estoy viendo. Por lo pronto, estoy acostada en una cama, reposando tranquilamente sobre mi parte derecha.
Abro más los ojos. Desde donde estoy acostada puedo ver una ventana abierta, que da a un balcón. La verdad es que la vista es preciosa, con las cortinas blancas y medio transparentes ondeando con una brisa que, por lo pronto, es marina. Ahora estoy recordando un poco más. Estamos en Costa del Sol. De ahí que, a pesar de la brisa, haga calor. Si mal no recuerdo, fuimos al laboratorio de Hojo, situado en los lavabos de un bar. Recuerdo también un montón de hojas, de texto ilegible y de números. Muchos números.
Lo que ya no recuerdo es como he llegado yo aquí. Esto debe de ser una posada o un hotel. Quizá me haya quedado dormida y me habrán traído. ESPERO QUE NO. ¡QUE VERGÜENZA!
Tengo intención de levantarme, pero la cama es tan cómoda y mullida que esas ganas se esfuman de inmediato.
Espera.
Al acomodarme he notado algo. Algo en mi cintura.
Miro rápidamente hacia allí. Hay unos brazos. Mejor dicho: hay unos brazos que no son los míos.
¿POR QUÉ NO RECUERDO NADA DE ESTO?
Mi corazón se acelera.
Tengo a alguien abrazándome por la espalda.
Mi pulso aumenta.
Noto un sudor frío recorriéndome todo el cuerpo. Me giro lentamente hacia la izquierda, para no despertar a esa persona desconocida.
Y…
Posada “Soles gemelos”, Costa del Sol
????? + 40 minutos
Oigo el mar.
A lo lejos. Las olas del mar.
Huelo el mar.
El olor de la brisa marina por la mañana no está nada mal.
Abro los ojos lentamente, dejando que se aclimaten a la luz.
Tengo algo delante. Algo extraño que no acabo de reconocer.
Y mis brazos también notan algo.
Estoy abrazada a algo.
Abro los ojos en su totalidad. Estoy abrazada a Yuffie, con quien he pasado la noche. No me puedo creer que esté haciendo algo tan… embarazoso. No recuerdo haber hecho algo así (al menos conscientemente) aunque debo reconocer que ayer estaba muy cansada.
Parece que Yuffie está dormida. Sigo rodeándola con mis brazos y, puesto que su cuerpo está encima de mi brazo derecho, sería conveniente asegurarse de que está dormida antes de hacer cualquier movimiento.
De verdad espero que no esté despierta. Menuda vergüenza de lo contrario.
No. Duerme apaciblemente.
Sin embargo, por mucho que intento liberar mi brazo con suavidad, su peso no me deja. E intentar sacarlo a la fuerza puede despertarla, cosa que preferiría evitar.
Bien, algo he de hacer. Lentamente me levanto, sin desplazar las manos y apoyándome en el codo derecho. Ahora mismo tengo una buena vista de esa preciosa cara durmiendo. He de ir con cuidado de no despertarla. Por varios motivos. Mi otro punto de apoyo es mi rodilla izquierda, pero… me acabo de dar cuenta de que, puesto que se me arrugarían los pantalones al dormir con ellos, decidí quitármelos para dormir.
¡PERO COMO PUEDES DEJAR QUE TE PASEN ESTAS COSAS, ELENA! Ya tengo otra razón para evitar que se despierte. He de concentrarme. Esto no puede salir mal.
Pongo mi mano izquierda en la parte de su cintura que toca con la cama (donde está mi brazo atrapado) y gentilmente empiezo a levantarla. Poco a poco. Solo necesito crear el espacio necesario para que pueda sacar el brazo. Y entonces…
—… hmmm…
Yuffie se mueve.
Se me hiela la sangre del susto.
Me quedo así unos segundos. Por suerte, no parece que se haya despertado. Aunque mi corazón va a cien. Me ha dado un infarto, como mínimo.
Vale. Recomponte.
No pasa nada, tienes todo el tiempo del mundo. Ya casi está. Un poco más y… listo. El brazo está fuera.
Ahora solo falta volver a dejar, con cuidado, la cintura en la posición en la que estaba. ¡Que no se despierte, por favor…!
Dos sólidos minutos después me encuentro sentada en la cama, exhausta. Esto ha resultado agotador, y apenas es de buena mañana. Menuda manera de despertarse. De lo más profundo de mí me sobreviene un sentimiento muy fuera de lugar, e intento contener una suave risa. Por un instante la situación me parece surrealista. Quiero decir, aquí estoy, sentada en la cama junto a una chica que me ha salvado la vida un par de veces ya. ¿Quién lo hubiera imaginado hace un par de años? ¿Quién hubiera creído que sería ascendida a la vanguardia de los Turcos? ¿O que hubiera visto el resurgir de Sefirot con mis propios ojos? Como cambia la vida en un par de años.
Y sigo sin pantalones.
Posada “Soles gemelos”, Costa del Sol
9:20 de la mañana
Esta ciudad es bastante interesante. Por la noche estaba llena de gente pero ahora, por la mañana, esto está completamente vacío. Es… agradable.
Eso sí, intentar encontrar una tienda de ropa formal es casi imposible. Me he pasado casi una hora buscando una camisa blanca (para no ir con la que llevé ayer durante todo el día) y otra chaqueta azul, a poder ser parecida a la que me dejé en la aeronave. He estado a punto de desistir un par de veces. Todo por aquí es ropa de verano y/o bañadores de muchos tipos diferentes.
Al final he tenido algo de suerte y he encontrado lo que quería. Visto que todavía era pronto, he ido otra vez al hotel. Más concretamente al bar que hay en el hotel, a desayunar. Miro el reloj. Todavía faltan diez minutos para la hora acordada, así que voy a disfrutar de la vista de la playa que se tiene desde aquí con mi café con leche, porque en mi trabajo nunca se sabe si tendrás muchas oportunidades de relajarte como esta. Especialmente si en tu misión sale el nombre de Sefirot, aunque en ese caso, la incertidumbre es si volverás a relajarte alguna vez.
En ese momento aparece Strife. Es divertido ver su indecisión, al no saber si saludarme y sentarse o simplemente pasar de mí. Duda (quizá demasiado) visiblemente. Al final, después de varios segundos de indecisión, se acerca a mi mesa y me saluda. Por el fondo también aparece Yuffie, que se acerca rápidamente.
—¿Estáis desayunando? —pregunta, aunque también noto que evita mirarme—. Pues esperad, que voy a pedir algo y me siento con vosotros.
Y se va tan rápido como ha llegado hacia la barra del bar, en el interior del hotel, a pedir algo. Strife parece que iba a decir algo pero, ya la chica ha entrado y salido como un tornado, se ha quedado con la palabra en la boca. Se encoje de hombros y dice:
—Pues yo también iré a pedir algo. Ahora volvemos.
Al cabo de un par de minutos vuelven, con sus desayunos en la mano. Strife trae un café de algún tipo y, por lo que parece, el plato estrella para el desayuno: “Tiras de panceta de chocobo con huevos”. Por su parte, Yuffie también trae algo de café (aunque no sé por qué, pero no me la imaginaba tomando café) y dos cruasanes.
La mesa en la que estoy sentada es grande y redonda, con lo que caben perfectamente. Deciden sentarse cada uno en un lado de la mesa para que, más o menos, nos podamos mirar a la cara al hablar.
—¿Habéis dormido bien? —pregunto amablemente, para iniciar una conversación.
Yuffie evita mi mirada y la fija en Strife. Éste desvía la pregunta con un “mejor no preguntes”. Pues empezamos bien.
—Y-Yo… yo he dormido bastante bien —responde finalmente Yuffie.
—Espero no haberte despertado esta noche ni nada de eso —confieso (aunque sin entrar en detalles).
—¡No! No. Por supuesto que no —niega Yuffie, aunque quizá ha sido un poco demasiado efusiva—. Pero… ¿por qué… hemos dormido en la misma habitación?
—Cuando llegamos, solo quedaban dos habitaciones libres en el hotel —interrumpe Strife—. Al parecer estamos en “temporada alta” y nos aseguraron que no habría más habitaciones libres en todo Costa del Sol.
Por cómo suena la voz de Strife es obvio que no ha dormido demasiado.
—Tampoco era necesario que los Turcos ejercieran su influencia, así que al final nos quedamos aquí —continua, aunque puede que esta parte sobrara un poco.
Yuffie asiente con la cabeza, mientras toma un sorbo de su café. No, espera. No es café. Es… ¿Qué es?
—¿Eso quiere decir que has dormido con Tseng? —oigo decir a la chica. Strife la mira con frialdad.
—No preguntes —concluye, aunque Yuffie se ríe entre dientes.
Yo sigo interesada en qué está tomando Yuffie. Porque no parece… ¿Es leche?
—¿Estás… tomando leche? —pregunto sin pensar.
Yuffie se sorprende, como es obvio, por el tipo de pregunta. Yo me quedo con cara de estúpida, seguro, porque no quería preguntar eso. No quería preguntar nada de nada.
—Ahhh… si… ¡T-Todavía estoy creciendo! —dice medio enfurruñada.
Vaya. Parece que he tocado una fibra sensible. Sin embargo, enseguida le cambia la cara.
—Por… cierto, antes de que se me olvide. Lo siento. Por quedarme dormida —se disculpa Yuffie—. No era mi intención y de verdad que lo siento.
—Tranquila. Es normal que tuvieras sueño. Después de todo, eras la única que sufrió heridas de consideración luchando contra Sefirot. Nadie te lo echará en cara —dice Strife, quien dirige una sonrisa a su amiga. Yo no puedo hacer otra cosa que asentir.
—Además —continúa Strife—, ya acabamos de revisar todos los archivos y documentos de ese… ¿hombre? La mayoría no servía para nada. Pero sí que encontramos algo de utilidad.
—¿En serio? —pregunta risueña Yuffie.
—Sí. Aunque te lo explicará mejor Elena. Ella fue quien lo descubrió.
Cierto. Entre esa montaña de hojas había algo que sí que valía la pena.
—Al parecer, el Profesor Hojo hizo algunos experimentos con corriente vital. Según sus estudios, la materia que utilizamos está atraída por la corriente vital en todo momento. Normalmente la atracción es muy pequeña, de manera que no influye normalmente. Sin embargo, es posible que Sefirot, al poder manipular la corriente, pueda crear una atracción mucho mayor. Esto explicaría como nos quitó las materias allá abajo —comento a una Yuffie bastante interesada.
—¿Y hay alguna forma de impedir que lo haga?
—Lamentablemente no. O, como mínimo, nada de lo que el Profesor Hojo tuviera conocimiento —digo mientras tomo un sorbo de mi café—. Comentaba en el experimento que la materia condensada tiene un efecto contrario en la corriente vital. Es decir, la materia condensada repele la corriente vital. Sin embargo, esto no nos es útil en absoluto. Tseng nos explicó que ShinRa no dispone de materia más condensada que la actual e intentar crear una ahora, aun con grandes inversiones de dinero, no dará ningún resultado a tiempo.
—Estamos como al principio entonces, ¿no? —pregunta Yuffie, algo descorazonada.
—No tiene porqué —responde Strife—. Al menos ahora sabemos a ciencia cierta que es él quien nos arrebata las materias. Lo que hemos de hacer es atacarle por sorpresa y lanzarle de todo. Además… hmm… mejor esperaré a contarlo una vez llegue Tseng.
—Oh, vamos. No te hagas el interesante y cuenta —protesta Yuffie.
Yo, simplemente, pongo cara de curiosidad.
—Los demás. Me han llamado esta mañana. Ahora cuando llegue Tseng os lo explico —responde Strife, obviamente cansado por la falta de sueño.
Miro mi reloj. Aun faltan unos pocos minutos. Aunque ahora tengo un problema. Ellos se han quedado callados y se ha instaurado un silencio algo incómodo. ¿Qué hago? ¿Queda raro que no diga nada? Sin embargo, no me tengo que preocupar por mucho, pues Yuffie rompe el silencio.
—¡Qué bueno que está esto! —exclama Yuffie, mientras empieza a comerse el segundo cruasán. Me sorprendo sonriendo. Que cara de felicidad que pone.
—No sabía que te gustara tanto —comento, para incitar a la conversa.
—¡Ya te digo! —responde Yuffie—. Y encima está recién hecho, como me gusta. Sabes, si no hubiera sido ninja, seguramente me hubiera hecho panadera.
—¿En serio? Vaya, nunca lo hubiera adivinado…
Noto como Strife se la queda mirando. Aprovecho para intentar acabarme mi café, que ya me está durando demasiado.
—Por cierto. No dejo de tener esa sensación… —continúa Yuffie—, como si ya hubiera estado en este hotel antes…
Strife lo escucha y se centra en su desayuno, y Yuffie lo nota.
—¿Poté sobre alguien, verdad? —bromea Yuffie.
Strife, aun con su desayuno, no desvía la mirada y solo responde:
—… Sobre Tifa.
Y noto como el café me sale por la nariz de la risa. Yuffie se gira hacia mí, con su cara enseñando una mezcla de vergüenza y sorpresa. Yo todavía estoy ahogando como puedo mi risa mientras cojo la servilleta para limpiarme. Strife también se gira sorprendido, aunque mis intentos fallidos de mantener la compostura han hecho que mi risa se le contagie. Su cara muestra una tímida sonrisa.
Pobre Yuffie. Ahora solo centra su mirada en su cruasán, con la cabeza gacha. No era mi intención reírme de ti. De veras. Debería disculparme. Aunque primero pararé de reírme y limpiaré los restos de café que he esparcido por ahí, si eso.
Sin embargo, antes de que pueda mediar palabra alguna, aparece la persona que faltaba: Tseng.
Chapter 12: INTERESES COMUNES
Chapter Text
Posada “Soles gemelos”, Costa del Sol
9:35 de la mañana
—Siento el retraso —dice Tseng—, pero tengo noticias importantes que comunicar.
Cloud también tiene algunas, así que será interesante escuchar lo que dicen.
—Antes que nada —continúa Tseng—, sabed que el Presidente Rufus ya está al corriente de nuestra colaboración y, a pesar de que lo ha hecho de mala gana, está dispuesto a respetarlo.
Buena noticia, creo.
No es que me alegre especialmente de que podamos colaborar con ellos “en condiciones”, aunque me alivia saber que no habrá en todo momento una sombra de traición y desconfianza a nuestro alrededor. Aunque quizá esté siendo demasiado optimista. Fuimos enemigos mortales no hace tanto y algunas cosas son… complicadas de… olvidar…
………………………………
…………………
………
Otra vez recordando cosas que no debería. Lo de Tseng se acabó. Ahora céntrate.
—Yo también tengo noticias que contaros —comenta Strife, quien se gira hacia Tseng—. Aunque quizá esa información ya haya llegado a tus oídos…
Tseng le devuelve la mirada.
—Si es relacionado con la mansión de ShinRa en Nibelheim, es probable —responde.
Ambos se miran mutuamente, como si intentaran saber exactamente qué es lo que piensa el otro.
—¿Queréis dejaros de tanto secretismo? Que aquí, las damas, también queremos saber de qué va esto… —pregunta Yuffie.
¡Tiene razón! —pienso, pero esas palabras no salen de mi boca.
Tanto Strife como Tseng se vuelven a mirarla. “Está bien” dice Tseng.
—La información de la que hablamos es la que han descubierto en Nibelheim, tanto vuestros compañeros como nuestros operativos…
¿Hmm? ¿Operativos?
—Reno y Ruda, ¿verdad?
—Si —responde Tseng.
—Pues no lo debe de estar pasando mal Tifa ni nada… —comenta por lo bajo Yuffie.
—El caso —prosigue Tseng— es que han encontrado información que nos será de utilidad. En la mansión ShinRa se encontraban planos y especificaciones de uno de los primeros métodos para canalizar la corriente vital y producir materia. Según esas especificaciones, se utilizaba un material bastante escaso que repelía la corriente vital, y permitía el almacenamiento de la corriente hasta su transformación.
—¿Si es un método tan antiguo, cómo nos es útil? ¿No podríamos utilizar algo más moderno? Además, ¿Cómo nos ayuda esto en la lucha contra Sefirot? —pregunto.
—A eso voy, Elena, no te impacientes —me regaña—. El caso es que ahora mismo, aunque queramos, no podemos acceder a donde esta Sefirot. Después de vuestra noticia, envié a todos los demás operativos disponibles a monitorear el Cráter Norte, para que supiéramos si sale de su escondite. Ayer por la noche, sin embargo, se me informó de que surgió uno de esos géisers desde las profundidades del cráter, haciendo su entrada totalmente inaccesible.
Claro, porque no podía ponérnoslo fácil, no…
—¿Cómo un volcán? Ya sabía yo que de cráter tenía poco… —oigo decir a Yuffie.
Esta chica no se descorazona nunca. A todo esto, esa pregunta creo que me la planteé yo misma mientras descendía por ese lugar…
—Así que aquí es donde ese material raro nos viene de perlas, ¿verdad? —pregunta Strife.
—Exacto —responde Tseng—. Tiempo después se empezó a utilizar corriente eléctrica con otros materiales de menos calidad mucho más baratos. El problema está en que, para diseñar y montar un dispositivo móvil que sea capaz de entrar por el Cráter Norte tal y como está ahora mismo, con los métodos actuales tardaríamos alrededor de un mes. No tenemos ese tiempo. Sin embargo…
Creo que ya sé ha donde quiere ir a parar.
—… ShinRa dispone de ese material y, además, tenemos una aeronave para poder modificar y adentrarnos en el interior del planeta —declara Tseng.
Strife y Yuffie se sorprenden.
—¿Tenéis una aeronave? —pregunta Yuffie—. Pensé que la única que teníais era el Highwind… y os la… robamos…
Aunque acaba esa frase mirando para otro lado.
—Algo parecido —contesta Tseng—, pero en Midgar, así que nos desplazaremos hacia allá. Vendrá un helicóptero en alrededor de dos horas para llevarnos.
Noto que Yuffie dirige su mirada hacia Strife.
—¿Iremos hasta Midgar en helicóptero? —pregunta Strife.
—Evidentemente que no. Iremos en barco, pero acortaremos distancias con el helicóptero para llegar antes. Una vez en el barco serán aproximadamente 4, casi 5 horas hasta Junon, alrededor de unas 6 si contamos el volver a subirnos al helicóptero para llegar a Midgar —aclara Tseng.
Strife se lo queda mirando y finalmente asiente con la cabeza.
—Está bien —finaliza— ¿Aterrizará en el puerto?
—Por supuesto —contesta Tseng.
No esperaba que las cosas fueran tan bien, no después de encontrarnos con Sefirot en el Cráter Norte ayer por la tarde…
Es hasta divertido, si te paras a pensarlo.
Enemigos que se ven obligados a cooperar contra un mal común.
Alguien podría escribir una novela de esto.
—Llega en dos horas, ¿no? —pregunta Yuffie—. Pues, en ese caso, voy a la playa. En Wutai se habla mucho de una cosa con paracaídas que hacen aquí. Tengo curiosidad.
—Está bien —dice Strife—, pero vuelve quince minutos antes de la hora. Que te conozco.
—¡Yay! —expresa alegremente Yuffie, sonriente como siempre, que se levanta después de tomar el último sorbo de su… amm… leche.
Awww. Pero mira que carita de felicidad pone.
……………………
A pesar de que le han dado permiso para irse (ni que lo necesitara), Yuffie sigue de pie, justo al lado de su silla.
……………………
¿Debería…?
—Espera —oigo decir. Me oigo decir.
Yuffie se gira hacia mí.
Intento organizar mis pensamientos. Nota mental: No vuelvas a actuar sin pensar. Pero ahora que he empezado…
—Señor, ya que todavía faltan dos horas para que llegue el helicoptero… —intento decir.
—Si, Elena, puedes tomarte estas horas como libres —Me corta Tseng, quien me acaba de leer la mente.
Me vuelvo hacia Yuffie.
—En ese caso, ¿te importaría que te acompañara, Yuffie? —pregunto.
Ella se sorprende. Supongo que es natural.
—Si. Claro qu-Por supuesto —responde la chica, aun sorprendida.
Bien. A ver si puedo hacer algo para recompensar de alguna manera todas las veces que me salvó… ¿ayer? ¿en serio? Con todo lo que ha pasado parece que hayan sido meses…
—¿Vamos?
—Si, si. Vamos —responde Yuffie, que se pone en marcha.
Espero no ser una molestia.
Aunque quizá lo esté siendo. Elena, deberías pensar estas cosas un poco mejor…
Costa del Sol
10:15 de la mañana, más o menos
No tengo ni la menor idea de qué es lo que ha pasado. Las estrellas se deben haber alineado o algo por el estilo.
La verdad es que, una vez me he levantado de la silla, he dudado sobre si pedirle a Elena que se viniera conmigo. No es que sepa leer las situaciones muy bien, pero habría parecido bastante extraño (por no decir nada más) el llevarte a tu enemigo mortal (aunque momentáneamente en tregua) a dar una vuelta. No sé qué es lo que la habrá impulsado a hacer una cosa así, pues se me ha adelantado y me ha pedido acompañarme. No voy a quejarme, desde luego. Parece que el destino me está recompensando lo que casi me quita ayer por la tarde con Sefirot.
Para compensar, el puesto de paracaídas raros que quería ver parece que no existe (o se esconde de nosotras), y mira que hemos paseado (tranquilamente) por el paseo paralelo a la playa durante todo este tiempo.
Aunque el sol me está matando.
Y a ella también.
Si no fuera por el calor, que no para de hacerse cada vez más presente, este paseo sería perfecto. Hay gente en el mar, jugando con las olas, con expresiones de júbilo en sus caras. También hay gente en la playa, tumbados en sus toallas o en hamacas, dejando que el sol les ponga morenos; por no hablar de los puestos de comida, los llamados “chiringuitos” playeros. Lo que daría por ponerme debajo de uno de esos parasoles.
Hace mucho calor…
Lo único bueno de este sol aplastante es que… bueno, hace mucho calor. Tanta como para forzar a que Elena se quite su nueva chaqueta (recién comprada) y se desabroche dos de los botones de su camisa. Digo que es bueno, por supuesto, pero ahora tengo que controlarme cada vez que hablo con ella. Lo cual no sé si es muy bueno. Especialmente cuando esa preciosa rubia no para de hablarte.
—Me encantan los restaurantes que hay en las playas. ¡Su comida es siempre tan refrescante! —comenta Elena. Sin embargo, lo que en realidad esconden sus palabras es un desesperado intento de mantener la conversación viva y no caer en un silencio incómodo (que, por lo que he podido observar, intenta evitar a toda costa).
Gracias a eso, aparte de permitirme escuchar su voz, me he enterado de que no le gustan las espinacas, al igual que los camiones y que sueña con dirigir un submarino algún día. Una información muy valiosa, sin duda.
De pronto, Elena centra su mirada hacia uno de los chiringuitos cercanos.
—Espera aquí —me ordena mientras se acerca a dicho establecimiento.
¿Qué se propone?
A saber.
Pero he de reconocer que ayer fue un día raro. Muerte y Elena, intercalados varias veces durante todo el día. Como mínimo (y de momento) el día de hoy empieza bastante mejor que el anterior.
El paseo por el que hemos estado caminando es bastante bonito, con un montón de turistas yendo para todos lados, tiendas y más tiendas y… con un… un buen ambiente. Sé que debería estar acostumbrada a una ciudad centrada en el turismo, al ser de Wutai, pero… no sé, Costa del Sol siempre me ha dado una vibración diferente. Me gusta, de una manera que no sé describir bien. Menos el sol abrasador, por supuesto.
Y, mientras me fijo en las tiendas de alrededor, veo algo que llama mi atención.
Paseo Marítimo, Costa del Sol
10:20 de la mañana
—Quédese el cambio.
Espero que le gusten los helados de fresa, porque si no voy apañada. E-Espero que le gusten… los… helados… ¡Aaagh! ¡Ni siquiera le he preguntado eso! ¿Y si no le gustan? ¿Por qué haces las cosas a lo loco?
Supongo que será mejor esto que no volver con las manos vacías.
Me apresuro a regresar al lugar en el que he dejado a la joven ninja pero lo que veo me desconcierta.
¿Dónde está Yuffie?
Miro a todos lados pero Yuffie no está. En el paseo hay mucha gente, sobretodo turistas, y no logro distinguirla. ¿Dónde se habrá metido?
Me he ido como mucho hace un minuto, así que ha de seguir por aquí.
—¡E-Elena!
Esa es la voz de Yuffie. Me giro en la dirección de la que proviene para ver a la ninja corriendo hacia mí con… ehh… lo que parecen… ¿dos paraguas…?
—¿Has comprado helados? ¡Me encantan! —dice Yuffie, aunque puedo ver en su cara algo de indecisión.
Ya la he vuelto a pifiar.
—Si… He supuesto que con este calor te apetecería un helado. Aunque no estaba segura de si te gustaba el sabor a fresa —confieso.
—No me lo digas. Dudabas entre fresa y chocolate, ¿verdad?
—Pues… sí —respondo, algo sorprendida (porque tiene razón).
Yuffie sonríe.
—Tranquila, has acertado. La verdad es que no me gusta el chocolate.
¿No le gusta el chocolate? ¿En serio?
—¿De verdad?
La chica asiente con la cabeza.
—Creo que eres la primera persona que conozco a la que no le gusta el chocolate.
—Ya. La gente suele comentarlo, diciendo algo como “¿Qué? ¿Con lo animada que eres?” —Y lo dice poniendo una cara de sorpresa bastante graciosa.
El comentario me hace sonreír.
—Bueno, ten —Le acerco su helado—. Que con este calor se derretirá en seguida.
Yuffie extiende su mano para alcanzar el helado.
—Y ahora… ¿te importaría explicarme para qué es el paraguas? —pregunto curiosamente.
—Pues para esto…
Coge uno de ellos, lo abre (con cuidado de no tirar su helado) y se lo pone al hombro, tapándose el sol.
—Impresionante —comento.
Jamás se me habría ocurrido.
Veo como Yuffie sonríe ante mi comentario.
—Ten —dice mientras me extiende el otro paraguas—. En Wutai tenemos “parasoles”, ya que la tela de estos paraguas no es la mejor para parar el sol pero, qué quieres que te diga, para ser un centro de sol y turismo, suponía que (como mínimo) sabrían de su existencia. El de la tienda me ha mirado como si le hablara de alienígenas.
Abro el mío con cuidado de no tirar mi helado, tal y como ha hecho ella antes.
Noto al instante como la sombra me quita el calor. Se nota mucho más fresco el ambiente.
—Vaya. Esto está bastante mejor.
Me fijo en mis alrededores. Parece que hemos empezado a llamar la atención porque casi todas las miradas están fijas en nosotras. No es de extrañar: Gente con paraguas en un día de sol imponente, aunque práctico, es bastante extraño.
—Bueno, no creo que encontremos lo que ando buscando en el tiempo que nos queda… así que… ¿qué tal si volvemos? —pregunta Yuffie.
Supongo que será lo mejor.
—Está bien. Ya se está haciendo tarde y hemos caminado un buen trecho —reconozco, mientras nos ponemos en camino.
Al final no he podido hacer gran cosa.
Bueno, espero que haya más oportunidades antes de enfrentarnos a Sefirot.
Chapter 13: NOSTALGIA EN LA OSCURIDAD
Chapter Text
Puerto de Costa del Sol
11:40 de la mañana
Hemos esperado un buen rato en el exterior del puerto (de lo que no me quejo, pues Elena seguía intentando darme conversación desesperadamente) a que llegaran Cloud y los demás. Una vez han llegado, hemos entrado en el interior y hemos vuelto a esperar, esta vez al helicóptero que nos tenía que recoger. Como si no tuviéramos otra cosa que hacer, por lo que parece. Finalmente, alrededor de las once y media ha aparecido.
Hemos subido con normalidad, aunque ha sido algo difícil para Red XIII… Lo hemos sentado de alguna forma en uno de los asientos y aun no sé ni cómo le hemos puesto los cinturones sin que éste pudiera escaparse (involuntariamente, claro).
Me he estado preparando mentalmente. Más o menos le he cogido el truco a nuestra nave voladora, aunque no estoy segura de que vaya a ser lo mismo en este… trasto… tan pequeño y maniobrable…
Para agravar la situación, Elena se ha sentado delante de mí, mira que es mala suerte (porque en otras circunstancias estaría encantada). No descarto que haya sido cosa del “destino”, tan idiota a veces. En vez de sentarse al lado de Tseng, quien está a la derecha, se ha sentado justo enfrente de mí, a la izquierda del helicóptero.
Como si no tuviera ya suficientes problemas.
Tranquila. No pasa nada.
Recuerda respirar hondo. Aún no hemos despegado así que no has de preocuparte de nada.
Relájate.
Inspirar.
Expirar.
Inspirar.
Exp… Elena me mira raro. Debe de notarse mucho que esto de “desplazarse en un medio de transporte” no es lo mío.
—¿Estás bien? —pregunta Elena con algo de preocupación.
—Ehhh… si, si —miento descaradamente.
—¿Seguro? —insiste Elena—. Porque tu cara dice otra cosa…
—Bueno… nunca se me ha dado bien esto de volar —digo con voz temblorosa.
Elena se me queda mirando con cara de sorpresa. Incluso Tseng se ha girado para mirarme.
—¿De verdad? —pregunta Tseng—. Pues, por lo que tengo entendido, AVALANCHA se desplaza siempre en la aeronave Highwind. Debes pasarlo bastante mal.
No se me ocurre que decir, así que simplemente le dirijo una sonrisa.
El piloto nos comunica que vamos a despegar y ya oigo como las aspas del helicóptero empiezan a girar. Me apresuro a ponerme los cascos que me han dado, tal y como han hecho los demás.
Al cabo de unos cuantos segundos, nos levantamos del suelo y empezamos a elevarnos con rapidez, en dirección al mar.
De momento, todo bien.
Miro a Cloud, a mi derecha. Por lo que recuerdo tampoco es que le guste demasiado viajar pero parece que lo está llevando bastante bien. Red tampoco es que tenga problemas (si descontamos la extraña posición en la que está, por supuesto).
Eso me tranquiliza un poco.
Barco “The Providence”, en algún punto en el mar
Doce y media de la mañana aproximadamente
Hemos viajado unos 30 minutos en helicóptero, más o menos, hasta que hemos visto el barco al que nos dirigíamos. Durante ese trayecto Yuffie ha cambiado de cara un montón de veces. Ahora comprendo a qué se refería al decir que “no se le da bien” volar.
Aun así, ha tenido el suficiente aguante como para no vomitar durante todo el trayecto. Eso sí, en cuanto hemos aterrizado ha salido disparada. Pobrecita.
Oficialmente, estas horas las tengo libres para hacer lo que me plazca. Sin embargo, Tseng me ha pedido que mantenga un ojo sobre nuestros invitados, por si acaso. El barco es de pasajeros, con lo que no será difícil pasar desapercibida. Para no parecer sospechosa, he cogido prestado un libro bastante grueso que he encontrado por ahí y mi plan es sentarme en una de esas sillas asombrosamente horizontales y espiarlos tranquilamente.
Evidentemente digo esto porque les he estado observando unos diez minutos en cubierta y no parece que tengan intención de moverse de ahí. Ninguno de los tres.
Con todo el tiempo por delante, me siento en una de las sillas y abro mi libro para leer. No voy a leer, por supuesto.
Ahora mismo los tengo a unos 20 o 25 metros a mi izquierda, estando ellos en una de las barandillas de la cubierta, contemplando el mar. Aunque, para ser precisa, solo Strife está contemplando el mar. Red XIII está con su (por lo visto, súper usual) pose de dormir bajo la sombra de la barandilla y Yuffie… bueno, tiene la cabeza… hmmm… diría que está vomitando. Strife le ha puesto la mano en la espalda.
Pobrecita.
Pero es algo raro que siga teniendo náuseas. Ya no estamos volando.
Quizá… quizá lo que le da esas náuseas sea “ir” en algo que se mueva. No. Eso es estúpido. Tengo informes de la crisis de Meteorito y recuerdo claramente que ella ha estado, no solo en su aeronave, sino en trenes, submarinos e incluso en un cohete. No puede ser eso.
A lo mejor algo le ha sentado mal o…
POR FAVOR. QUE NO HAYA SIDO EL HELADO.
Aunque si lo pienso lógicamente es posible que haya sido eso. Han pasado unas dos horas aproximadamente, tiempo suficiente para que se empiecen a notar los efectos. Quizá…
¡ARRGGG!
Me tapo la cara con el libro.
No puedes dejar de hacerlo mal, ¿verdad?
Barco “The Providence”, en algún sitio
4:50 de la tarde
Alrededor de la 1:30 Strife se ha ido a comprar algo para comer, ya que ni Yuffie ni Red XIII tenían intención de moverse del lugar en el que estaban. Parece que la ninja se encuentra mejor ahora, al haber no haber vomitado más. O eso creo. Red XIII, como si la cosa no fuera con él, sigue debajo de la sombra de la barandilla.
Incluso después de regresar Strife no se han movido de ahí. Supongo que es normal. Tal y como está Yuffie no creo que sea muy conveniente el desplazarse mucho por ahí. O quizá sí y lo estén agravando al quedarse ahí quietos. La verdad es que no tengo ni idea.
Sin embargo, luego de observarles durante un buen rato, he llegado a una conclusión.
Me estoy aburriendo muchísimo.
Estoy tan aburrida que hasta me estoy planteando el ir a saludarles. Tampoco es que seamos unos totales desconocidos y ahora mismo no somos enemigos. Además, estoy algo preocupada por Yuffie. Tengo un ligero (por no decir nada peor) sentimiento de culpa.
—¿Elena? —escucho a mis espaldas.
¿Pero qué?
Me giro rápidamente, sorprendida por la voz.
—No han hecho nada sospechoso, ¿verdad? —pregunta Tseng, quien se ha acercado a mí sigilosamente.
No pienso decir nada pero espero que sepa que me ha dado un infarto, como mínimo.
—Ehh… no, nada por el estilo, no —respondo, aun intentando recuperarme de ese susto mortal.
Ahora que lo pienso, quizá debería levantarme para hablar con él. Por lo de que es mi jefe y eso.
—Por cierto, Elena. ¿Dónde está tu móvil? —pregunta de nuevo.
—Pues… —cacheo mi ropa pero no noto nada— no estoy segura… Ah, no. Ya sé donde… Está en el bolsillo interior de mi chaqueta, en la… aeronave de…. AVALANCHA… —finalizo esa frase con los ojos cerrados.
Tseng me mira con incredulidad. No me extraña, yo también lo haría.
PERO. CÓMO. ME. PASAN. ESTAS. COSAS. A. MÍ.
No sé qué cara poner. Una cara de absoluta vergüenza es la que estoy intentando contener ahora mismo, por eso.
Tseng suspira profundamente.
—Me da igual como, pero recupera ese móvil lo antes posible, ¿entendido?
—Sí, señor.
—Y… consigue otro de mientras. Es muy inconveniente para mí si no estás localizable, ¿entendido?
—Por supuesto, señor. En seguida, señor.
La he jodido, y mucho.
Tseng vuelve a suspirar profundamente.
—Avisa a AVALANCHA. El helicóptero está listo. Nos vemos en el helipuerto del barco.
Y sin mirar atrás, obviamente enfadado, se marcha por donde ha venido.
Y yo me quedo con cara de tonta.
¿¡Cómo te pueden pasar estas cosas, Elena!?
Suspiro profundamente yo también.
Avisaré a Strife y a los demás. A ver si puedo olvidarme de todo esto aunque solo sea por un momento. Estos dos últimos días he estado… no, no. Nada de pensar así ahora.
Camino hacia el trío, que sigue exactamente en el mismo sitio. Strife se ha percatado de que voy hacia ellos.
—¡Vaya! ¡Qué casualidad! —intento parecer natural— ¿Qué tal?
Strife me vuelve a mirar como cuando me interrogaron en su aeronave, con esos ojos intenta ver a través de mí. No estoy ahora mismo como para miraditas, pero intento poner buena cara. Yuffie se ha movido al sentir mi voz, aunque no se ha girado. Red XIII ha levantado la cabeza un segundo y la ha vuelto a bajar, si bien a estas alturas no me esperaba otra cosa.
—Cierto, que casualidad. Total, nos has estado observando desde que llegamos a este barco— dice irónicamente Strife, con una sonrisa en la cara.
Y yo me quedo con cara de estúpida y sin saber que decir. Otra vez.
Y me río disimuladamente. Más que nada por hacer algo.
Reírse con cara de estúpida. Eso es nuevo, incluso para mí.
—Vaya… No soy tan buena siguiendo a la gente como creía —comento, intentando quitarle peso al asunto.
Aunque me he escondido bastante mal, a plena luz del día. Era obvio que me descubriría. Ahora que lo pienso, era una mala idea. Pero mala con ganas.
—Pues no demasiado, la verdad —reconoce Strife.
Estoy empezando a pensar que me caía mejor cuando no hablábamos. En todo caso, quizá sea mejor que cambie de tema.
—¿Qué tal está Yuffie? —pregunto dirigiéndome a Strife, aunque sé que Yuffie puede oírme.
Pobre Yuffie. Incluso desde aquí puedo ver que está fatal.
—E-Estoy bien —oigo suavemente, casi susurrando, la voz de Yuffie, que ni siquiera se ha movido.
Strife se gira hacia ella, con una mirada un tanto incrédula.
—¿Pero cómo vas a estar bien? —dice dirigiéndose a Yuffie, aunque ahora se ha vuelto hacia mí—. No es nada. Lo que pasa es que a Yuffie le marea viajar.
—¿En serio?
—No —responde Yuffie.
—Si —responde Strife, quien vuelve a dirigir su ahora severa mirada hacia la chica.
¡Bien!
No es que me alegre de su desgracia ni nada por el estilo pero como mínimo no es culpa mía. Buff. Qué peso me he quitado de encima.
Aunque…
—¿Y no se marea en vuestra aeronave? —pregunto curiosamente.
—No —responde Yuffie.
—Si —responde Strife, quien ya ni se molesta en mirar a la chica—. Aunque está más acostumbrada a ello que no un barco o un helicóptero. El helicóptero es bastante peor… hasta yo me mareo…
Tiene sentido. No noté nada raro en ella mientras conversábamos en el Highwind.
—Vaya… No tenía ni idea… ¿Y… por qué no habéis hecho venir a vuestra nave para que la recoja si se marea tanto? —Vuelvo a preguntar. Creo que estoy preguntando demasiado.
Strife sencillamente se encoje de hombros.
—A saber. Y mira que se lo sugerí, pero lo único que obtuve fue un “no pasará nada”.
—Creía… creía que lo había superado… —aporta Yuffie, quien sigue con la cabeza gacha a casi la altura de la barandilla.
Hmmm… Supongo que, al sentirse bien en el trayecto con la aeronave la hizo confiarse. Aunque noto algo en su voz… serán imaginaciones mías pero… diría que no está diciendo toda la verdad…
—¿Y por qué no te tomas una pastilla para el mareo? Creo que las vendían en algún lugar del barco…
Vamos, como en todos los barcos del mundo.
—Ya lo he… hecho… —Me responde la chica—, pero no me hace nada… nunca me hace nada… de lo que debería…
—¿De lo que debería?
—Eso parece —responde Strife en lugar de la chica—. Esas pastillas no le surten efecto, aunque nadie se sabe por qué. Aunque sí que le producen efectos secundarios…
Mejor no entrar en detalles.
—¿Y una pastilla para dormir?
—No —interrumpe Yuffie—. Me niego a… tomarme una de esas…
Solo ahora me doy cuenta de lo hecha polvo que está la chica, por el sonido de su voz y las pausas que necesita para articular frases.
No parece que nada de lo que diga sirva de mucho, pero lo sigo intentando.
—Entonces… ¿no sería mejor si fueras a la enfermería del barco?
Yuffie reúne las fuerzas para negar con la cabeza.
—Ni de broma… me alejo yo de aquí… —dice con una voz extraña.
Parece que he tocado una fibra sensible.
—Es que… la última vez que me subí… a un barco fue cuando perseguíamos a… Sefirot… y… tengo muy malos… recuerdos de la batalla contra Jenova… —confiesa Yuffie con dificultad— No solo estaba mareada… y en una situación de… tensión… en la bodega de ese asqueroso… barco… sino que además, estaba súper drogada con… pastillas de esas…
Hace una pausa y respira hondo.
—Así que no… No pienso moverme de aquí. Ni aunque… el barco se dé media vuelta…
—Vaya, no tenía ni idea… —digo sinceramente.
—No sé… está tan mal aquí… después de todo… la brisa marina… me despeja un poco… —La chica intenta suavizar el cáliz que ha tomado la conversa aun en el mal estado en el que se encuentra.
Y, a saber cómo, pero se produce un silencio incómodo. Sin yo saber que decir, Strife sin decir nada, Red XIII pasando de todo y Yuffie intentando no vomitar.
Teniendo en cuenta lo que me acaban de contar, no creo que lo que me han ordenado comunicar sea de su agrado. Y no es que esté muy contenta de hacerle esto a la pobre Yuffie.
—Amm… siento traer malas noticias, pero… —vaya, no sé a dónde mirar para decir esto— el helicóptero está listo para partir hacia Midgar. Dice Tseng que vayamos al helipuerto.
Silencio.
—Bueno… ya iba siendo... hora… —dice Yuffie— cuanto antes acabemos con esto… mucho mejor…
E intenta incorporarse, aunque de manera tan torpe que Strife se ve obligado a ayudarla.
—Quieta. No puedes levantarte así de golpe —reclama Strife, quien ahora dirige su mirada hacia mí—. Elena, ¿podrías ayudarme cogiéndola del otro lado?
¿Eh?
—Si, si. Por supuesto.
Qué raro… si Strife no debería tener ningún tipo de problema llevándola a ella.
Me acerco rápidamente y ayudo a Yuffie a aguantarse de pie, aunque ella está haciendo todo lo que puede para hacerlo por su cuenta, sin mucho éxito, he de añadir.
—Pero que hacéis… si estoy bien… puedo llegar al helipuerto sola.
—Claro que sí. Y yo soy el Presidente de ShinRa —dice Strife—. Tu calla. Ahora recupera las fuerzas que puedas, el viaje será movidito.
No niego nada de eso. Pobrecita Yuffie.
Ante esas palabras, la chica cede sin protestar (visiblemente) y entre Strife y yo la llevamos hacia el helipuerto, con el felino caminando lentamente detrás nuestro sin ningún tipo de intención de ayudarnos.
Helipuerto del Sector 1, Midgar
5:40 de la tarde
El viaje ha sido… turbulento, cuanto menos. Lo peor ha sido al entrar en tierra firme viniendo del mar, al haber multitud de vientos que no dejaban de zarandear el helicóptero. Todo lo contrario que en el primer viaje, muchísimo más tranquilo.
Yuffie lleva ya un rato sin moverse aunque está plenamente consciente, por lo que veo. Se ha sentado justo en el mismo sitio que en el anterior vuelo y, si no hubiera visto como se mueve esporádicamente y parpadea de vez en cuando, habría jurado que se había desmayado.
Al aterrizar se ha levantado con algo de dificultad, aunque no parece tan hecha polvo como cuando despegamos en el barco.
—¿Te encuentras bien? —pregunto mientras salimos del helicóptero.
Yuffie parece algo confundida por eso. Se gira hacia mí y me responde un “en cuanto me despeje un poco”.
Me acerco a ella y la ayudo a desplazarse hasta unas cajas cercanas, muy cerca de la pared del edificio, para que se siente. De mientras, Tseng, Strife y Red XIII descienden del helicóptero y puedo oír como empiezan a hablar. Me interesaría escuchar lo que están diciendo, pero no puedo dejar a Yuffie cuando se encuentra tan… mermada (a falta de una palabra mejor). No es que esté mareada como cuando se encontraba en el barco, es algo totalmente diferente. Tiene la cara pálida y parece… exhausta.
La ninja se percata de mis intenciones y en cuanto se ha sentado sobre las cajas, con la espalda apoyada en la pared, me dice:
—Ve. Tranquila. Yo estaré bien.
—¿Seguro? —pregunto, pues no sé si creerla.
—Tranquila. De verdad —dice mientras me empuja hacia ellos—. Vete ya.
Bueno, si insiste tanto… Además, ahora que está apoyada en la pared parece que tiene mejor cara… Aunque no sé yo…
—¿Y cuál es el plan? —La voz de Strife disipa cualquier otro pensamiento para centrarme en la conversa que tengo delante.
—Nos reuniremos con el equipo de Nibelheim y el resto de AVALANCHA, y resumiremos toda la información que hemos encontrado —responde Tseng.
—Me parece correcto. ¿Tú qué dices, Red?
—Necesito estirar las patas de todas formas, así que vale —responde el felino la pregunta de Strife.
—Ammm… Por mi bien —interfiero—, pero no estoy demasiado segura que Yuffie esté en condiciones de ir.
Todos se giran hacia mí, y luego miran por encima de mi hombro, en dirección a la chica.
Strife simplemente sonríe.
—Eso parece.
¿Eh?
Me giro con curiosidad.
Yuffie se ha dormido. Justo donde la dejé, apoyada en la pared y sentada encima de unas cajas. Ahora tiene la cabeza algo reclinada sobre su hombro derecho y descansa tranquilamente con una cara monísima.
Se me escapa una sonrisa, aunque ninguno de los presentes puede verla, al estar de espaldas a ellos.
—Habrá que despertarla —dice Tseng.
—No, no hace falta. Aunque lo hagamos, no creo que esté lo suficientemente lúcida como para atender correctamente —responde Strife—. La llevaré nuestra guarida y me reuniré con vosotros luego.
¿Guarida?
—Eso no es especialmente inteligente. Que el líder de AVALANCHA se abstenga de asistir no creo que sea la solución ideal —interrumpe Tseng.
—¿Y qué sugieres? Porque no nos la podemos llevar en ese estado.
Discutiendo sobre Yuffie como si fuera un objeto.
………
—Yo me haré cargo.
Ambos se giran en mi dirección. Lo cual es normal, pues he sido yo quien ha dicho eso.
—Si me dices a donde he de llevarla, puedo cargar con ella hasta allí —continúo.
Tseng no dice nada. Como mínimo su cara no muestra ningún tipo de negación. Strife me mira con una cara pensativa, por eso. Al cabo de unos segundos, se gira hacia Red XIII.
—Red, ¿podrías ir con ellas?
El felino le devuelve la mirada a Strife y unos segundos después responde afirmativamente.
—Pero no te acostumbres a que te haga recados, ¿eh? —concluye Red.
—Nunca se me ocurriría —responde burlonamente Strife.
………
—¿Y a dónde vamos? —pregunto.
—Tú sígueme —responde Red XIII poniéndose en camino sin esperarme.
Y se va, así, sin más. No va demasiado rápido, por eso, con lo que me apresuro a cargar con Yuffie.
A ver. ¿Como la levanto sin que se despierte? Aún más importante, ¿cómo la llevo sin que se despierte?
Sin que haya notado nada, Strife aparece a mi lado y, viendo mi indecisión, decide ayudarme.
—Ponte de espaldas, te la pondré encima.
¿Eh? ¿Encima?
No protesto y me doy parcialmente la vuelta. Veo como Strife levanta gentilmente a Yuffie y se acerca a mí. La chica sigue dormida. Profundamente, parece.
—¿Pero qué haces? Agáchate —susurra dictatorialmente Strife.
Yo obedezco, sorprendida.
En unos instantes, el cuerpo de Yuffie presiona contra mi espalda, su cabeza reposa tranquilamente al lado de la mía mientras que sus brazos caen por delante y con los míos estoy sujetando a Yuffie por las piernas.
NO PUEDE SER. Parece que esta postura para cargar con alguien va a pasar a la historia, porque ya van dos veces que se utiliza en… ¿dos días? ¿seguidos?
………
Bueno, supongo que no puedo hacer nada ahora.
—No hace falta que te apresures en venir, ya te pondré al corriente luego. Te doy el día libre hasta mañana, y te quiero a primera hora en la oficina del presidente —dice Tseng, que se ha acercado para decírmelo—. Y, Elena, consigue el móvil. Espero que no se te olvide.
Asiento con la cabeza. Mañana a primera hora. Móvil olvidado. Vale.
Veo que Red XIII se ha esperado, con lo que me apresuro hacia él (aunque siempre intentando que Yuffie no se despierte) después de despedirme de mi jefe y de Strife.
Una vez al lado del felino, ya lejos de ese par, pregunto:
—¿Y a donde vamos?
—Al subsector 6.
¿Subsector 6? Vaya. Hace mucho que no me paso por ahí. Va a ser algo nostálgico, supongo.
Subsector 6, Midgar
6:15 de la tarde
Hemos llegado por fin. La verdad es que no esperaba que mi regreso a lo que un día fue mi hogar fuera en estas circunstancias. Es decir, cargando con una chica dormida y con una especie de pantera que habla.
No había demasiada gente en el tren, aunque no es demasiado de extrañar con la de gente que se ha ido de esta ciudad (que, por otro lado, sigue siendo la que tiene más habitantes). Durante el trayecto se colaban rayos de sol del atardecer por las ventanas del tren, que a su vez se colaban por las rendijas de la placa superior, pero no ahora que hemos llegado. Todo está oscuro y solo está iluminado artificialmente. Ya siento como vuelve la nostalgia.
Sinceramente, me esperaba que el subsector hubiera cambiado algo, pero sigue igual que antes. La estación es nueva, por eso. Recuerdo haber escuchado como la trasladaron al subsector 6 después de que la del subsector 7 quedara enterrada.
……………
Por cierto. ¿Dónde estamos? No recuerdo esto. Si que recuerdo que aquello de a la izquierda es gimnasio más famoso de los suburbios, y que lo de la derecha son unas tiendas…
Espera. Creo que ya sé donde estoy.
Noto como un escalofrío recorre todo mi cuerpo.
He de apresurarme y salir de aquí.
Mira que acabamos con él en Wutai, y sigue ahí esa sensación… de asco…
Otro escalofrío recorre mi cuerpo.
Me apresuro a seguir al felino, que ha empezado a caminar sin esperarme.
Como mínimo, han tirado esa estúpida mansión y han hecho algo útil. Es de agradecer, supongo.
La atmosfera sigue siendo la misma en la que crecí. Oscura y fría. Como en casi todos los suburbios. A pesar de que salí de aquí intentando mejorar mi vida, ésta no se ha vuelto demasiado cálida que digamos. Como si este suburbio fuera un reflejo de mí. Tampoco es que sea completamente infeliz, pero… bueno, podría ser mejor. Como mínimo puedo ganarme la vida medio honestamente.
Una sonrisa se me escapa de mis labios. Esto no ha cambiado en nada. El restaurante, la tienda de ropa… todo sigue exactamente igual que cuando me fui. Si hasta reconozco a algunos de los transeúntes (que no pienso saludar). Parece que haya retrocedido en el tiempo. Lo único que me devuelve al presente es el peso de la chica que transporto y el felino que avanza sin pausa justo delante de mí.
Noto las miradas de la gente. Eso es raro. No recordaba que la gente hiciera eso antes. No en mis tiempos, como mínimo (aunque quizá cargar con una chica que parece inconsciente sea sospechoso en cualquier época).
¿En mis tiempos? Parezco una anciana. Si apenas hace unos cuantos años que me fui. Cierto que han parecido dos décadas de duro trabajo y que he de sumarme unos cuatro años por cada encuentro con Sefirot, pero en el fondo de mi corazón, añoraba un poco este lugar por muy lúgubre y oscuro que parezca. En su día lo llamé hogar, después de todo.
Aunque, a cada paso que doy, voy notando una sensación extraña. Todo está exactamente igual que antes… y al mismo tiempo… todo parece tan… distante…
Debería haber vuelto antes.
Sigo de cerca al felino. Sin embargo, no me gusta hacia donde estamos yendo. Conozco el lugar. A la izquierda está… “La Colmena”. Si hay algo que pueda rivalizar con el repelús que me daba Don Corneo, es ese sitio. Así que, por favor, espero que no gire a la izquierda. Por favor.
—¿A dónde vamos, exactamente?
—Ya casi hemos llegado —responde Red XIII—. Es aquí a la izquierda.
Genial.
No obstante…
—¿Pero qué…?
En vez del edificio que me esperaba hay un gran cartel que pone “Sexto Cielo”. Es un edificio bastante ancho, de metal (como casi todo por aquí), sin llegar a ser escombros. Ha sido diseñado con cierto toque futurístico, con remaches y tornillos entre las placas que forman las paredes.
—¿Hmm? —se extraña Red XIII.
—Nada, nada. Me ha sorprendido encontrarme con esto —respondo.
—¿A sí? ¿Qué te esperabas?
—Pues… algo más… emm… menos… hmm… pues… no estoy del todo segura.
Hay unas cuantas ventanas, recubiertas por tablones de madera desde el interior. A lo largo de las paredes de metal hay unos cuantos garabatos y pintadas, y alguna de las ventanas del fondo de la calle están rotas (aunque al estar tapiadas con madera no parece haber entrado nadie). Ahora que me fijo, el cartel desentona un poco con lo demás. Bueno, quizá no tanto, aunque para ser honesta me esperaba algo con más “neón” (supongo que por el edificio que había aquí antes).
¿El “Sexto Cielo”? ¿Qué han hecho aquí, una remodelación? Espera. Red XIII se ha parado justo enfrente. Eso significa que…
—Esto me resulta vagamente familiar. ¿No tenía Loc… Tifa un bar llamado “Sexto Cielo”? —pregunto algo sorprendida.
—“Séptimo Cielo”, si. Ya hemos llegado.
¿Séptimo Cielo? ¿Y porque…? Oh. Ya me lo puedo imaginar. Hmm… No es un mal nombre.
—Parece cerrado —digo en voz alta (ya sin preocuparme de que Yuffie se despierte, porque está absolutamente dormida), pero no obtengo respuesta. ¡Qué descortés!
Fijándome más, en la doble puerta que da al interior del bar hay un papel.
“Desalojado por orden de las fuerzas policiales del Sector 6. El local permanecerá vacío hasta nuevo aviso.”
Vaya.
—No hagas caso —dice Red XIII al verme leer el cartel.
—¿Seguro? —pregunto algo confundida.
No es que no vaya a hacerlo. Soy de los Turcos. Infringir aquí y allí las leyes no es problema.
El felino asiente. Pues vale.
Pongo la llave que me ha dado Strife en la cerradura e intento abrir la puerta. Es un poco difícil hacerlo con Yuffie a mi espalda, aunque después de tener que volver a cargármela al llegar a la estación (porque ir así durante todo el trayecto en tren habría sido un espectáculo) ya no me es problema. Me siento como una tortuga llevando su caparazón.
La puerta se abre con un chirrido suave. El interior del bar está oscuro. Intento aclimatarme al ambiente, sin demasiado éxito. Sé que hay unas cuantas mesas redondas con sillas cercanas a mí, pero no puedo ver mucho más allá. Eso sí, la sala es bastante más grande de lo que me imaginaba.
—¿Sabes dónde está la luz? —pregunto.
—A tu derecha, pero tendrás que activar la corriente primero. Eso está detrás de la barra.
¿Barra? Tiene lógica que en un bar haya una barra, después de todo. Fuerzo mis ojos. Si, ahí está. Justo delante de mí.
Antes de eso me acerco a una de las mesas cercanas y me pongo de espaldas. Con suavidad intento dejar a Yuffie encima de la mesa.
Sigue durmiendo. Que cara tan pacífica tiene cuando duerme. Casi no parece la misma persona que estaba para el arrastre hace unas horas y, ni de lejos, la que me ha salvado la vida hace muchas más.
Consigo recostarla en la mesa sin despertarla y me dirijo a la barra. Ahora mis ojos ya se han acostumbrado un poco más a la oscuridad. Puedo ver dónde está el panel que estoy buscando, justo al lado de las estanterías repletas de botellas que hay en la pared.
Una vez allí, simplemente abro el panel y subo los diversos interruptores que hay.
—Ya está. Enciende la luz.
Red XIII se acerca hacia el interruptor y poniéndose a dos patas lo activa con facilidad. Las luces se encienden. Ahora se ve el bar con claridad.
Es bastante grande y lleno de mesas. Está dividido en dos partes: la zona de las mesas (donde está Yuffie) y una pequeña tira donde está la barra y los asientos para sentarse típicos de bar. La puerta de entrada queda a mi izquierda, con lo que tranquilamente puede verse todo el bar (e interceptar a cualquier ladrón, que no estamos en Midgar para nada).
Me quedo un poco confundida. Aparte de lo que se ve a simple vista no hay nada más. ¿Dónde se supone que voy a dejar a Yuffie? ¿Encima de una de las mesas? ¿En la barra? No. Eso desde luego que no.
—No sé porqué, pero tenía la impresión de que por aquí habría una cama. O algo parecido —digo irónicamente Red XIII, quien ni se vuelve para responderme.
—Están en el segundo piso.
Ah, claro. ¿Y cómo se supone que vamos a ir si no hay ni puertas ni escaleras? ¿Con materia?
—Lo único que tienes que hacer es coger una de las botellas del estante. La que pone “Ancient Wine” —continúa, aunque con desdén, como si fuera obvio.
A claro. ¿Cómo no se me habría ocurrido? Una puerta secreta o algo del estilo, como no. PUES LO SIENTO, en mi casa no teníamos de estas. Me está empezando a caer mal este tigre vago.
Me giro a regañadientes y empiezo a buscar la botella en cuestión. Después de unos cuantos segundos la localizo. Una botella transparente, con líquido también transparente en su interior, y con una etiqueta que, como ha dicho el felino, pone “Ancient Wine”. Se puede ver cómo han borrado a mano una “s” al final de “Ancient”.
La agarro y, al tirar de ella, noto como se activa un mecanismo por detrás de la pared. No puedo sacar la botella de su estante, así que la devuelvo a su posición original. Se oye el sonido de una puerta abriéndose proveniente de mi izquierda, justo un poco más allá de donde estaba el panel de la luz que he activado hace nada.
Efectivamente, ahora hay un hueco (desde mi posición no se puede ver bien) que antes no había. Red XIII ni se espera y empieza a caminar por la nueva entrada.
Salgo de la zona de la barra para recoger a Yuffie, aunque de reojo miro el camino que acaba de aparecer. No hay marcas que delaten la presencia de ese tipo de pasadizo antes. Es solo un hueco en la pared que ha aparecido mágicamente.
Antes, por eso, cierro las puertas de entrada al bar. Tampoco es cuestión de dejar pasar a todo el mundo. Luego me encamino hacia la chica. Esta vez no llevo a Yuffie como antes, sino que la agarro con mi mano derecha por la espalda y con la izquierda por las piernas. Esta postura es algo más cómoda pero es más fácil que se despierte por el balanceo. Tendré que ser cuidadosa.
Me encamino por ese nuevo pasadizo. Puedo ver que hay unas escaleras que suben al piso de arriba. De pasada puedo ver que el truco para este camino es una puerta corrediza, y parece que está hecha para que encaje perfectamente cuando se cierra, haciendo que este pasadizo sea totalmente invisible si así se desea.
Al contrario que el bar, chapado con metal, las escaleras son de madera y, por lo que veo, también las paredes. Mucho más acogedor, sinceramente.
Ha habido dos giros mientras subía por las escaleras, por lo que ahora debería estar por encima de la barra, aunque un piso por encima. Llego a un largo pasillo. Hay unas cuantas fotos colgadas en marcos por la pared, al igual que unos cuantos muebles de madera y lo que parece un espejo. Veo que hay dos puertas a la izquierda, en mitad del pasillo, cerradas las dos, y otra a la derecha, también cerrada. Al fondo hay dos puertas más, a izquierda y derecha.
Avanzo a oscuras. Seguramente me he saltado el interruptor, pero no importa. Hay una pequeña luz al final, y escucho ruidos, supongo que de Red XIII.
—Si es que… —digo una vez entro por la habitación de la derecha, al fondo del pasillo, cuando me encuentro a ese vago felino acurrucado en una esquina, descansando.
Que tampoco es que te hayas matado a hacer ejercicio, precisamente.
La habitación es en realidad un dormitorio. Estanterías y cuadros, y sobretodo fotos, recubren las paredes. En medio, una cama grande, con sabanas perfectamente limpias y ordenadas, y una mesita de noche a cada lado de ésta. Y Red XIII por ahí.
Suspiro.
Me adelanto hacia el lecho y dejo a Yuffie con suavidad en el borde. Destapo las sabanas tan bien puestas y vuelvo a levantar a la ninja para meterla dentro.
Y con esto supongo que mi trabajo ha concluido. Me siento en la cama, al lado de la chica a la que acabo de arropar.
Me iré a casa, a descansar. Que me lo merezco, después de lo que ha pasado estos días.
La verdad es que cuando recuerdo todo lo que ha pasado… sigo sin creerme del todo que haya vuelto al Subsector 6. Y que esta chica tan mona me haya salvado la vida un par de veces.
Quizá le esté dando demasiadas vueltas a eso de que “me haya salvado la vida”, sin embargo, no dejo de pensar que hay algo más. Algo en mi interior me susurra, pero no puedo entender lo que dice. Un murmullo que no comprendo. Este pensamiento me ha ido apareciendo esporádicamente estas últimas horas.
Ella… ha hecho algo.
No sé el qué, ni cuándo. Lo que sí sé que ha hecho algo importante que no se identificar, y la admiro por ello. Eso sí que puedo entenderlo. Ha hecho algo de increíble valor que no puedo describir, que no puedo determinar. Puede haber sido cualquier cosa, una acción, una frase, cualquier cosa. Y me carcome por dentro el no saber qué es. No puedo hacer otra cosa al mirarla que sentir fascinación por la ninja, y también me siento orgullosa, por haber sido testigo de algo que, por lo visto, soy incapaz de recordar.
No puedo evitarlo y me río suavemente. Me quedo mirando a la chica, que duerme pacíficamente. Parte del pelo se le ha caído sobre la cara con lo que, con cuidado, acerco mi mano para apartárselo.
……………………………
—Que descanses —susurro, solo para sus oídos.
Me levanto.
—Dejo las llaves del bar aquí, en la mesita de noche, ¿vale?
—Por mi bien —responde Red XIII, aun acurrucado.
Suspiro otra vez antes de dejar las llaves donde he propuesto.
Empiezo a volver sobre mis pasos.
¿Qué hora es? Miro mi reloj de pulsera. Seis y media pasadas. Bueno, no está mal. Creo que no tengo nada decente para comer en casa, así que voy a tener que ir a comprar.
Al llegar al bar, vuelvo a entrar por detrás de la barra y cierro la entrada al piso superior, volviendo a estirar la botella. Ahora puedo comprobar como una pared falsa sale desde el lateral y se coloca justo en la posición de la entrada para, instantes después, cerrarse perfectamente.
Ahora que he hecho esto, solo me queda salir y cerrar las luces. Me acerco a los interruptores que antes ha encendido ágilmente el felino y todo se oscurece. Solo entra la luz del exterior por las rendijas entre los tablones de madera.
Abro las puertas y salgo, para cerrarlas nada más salir.
Ahora, en la calle, vuelvo a sentir nostalgia. A pesar de la luz con la que se ilumina este sitio, esto sigue pareciéndome tan oscuro… Miro al cielo, y solo veo la oscuridad de la placa superior, que tapa el atardecer.
…………………………
………………
………
Hmmm… Debería irme a casa.
Chapter 14: PERSEVERAR ANTE LA ADVERSIDAD ACARREA CONSECUENCIAS
Chapter Text
¿????????
¿????????
Hmmm…
……
Qué a gusto que se está aquí…
……
¿Dónde estoy?
Abro los ojos, pero no mucho ni demasiado rápido, pues aun tengo sueño y mis ojos no me responden bien. De repente, recuerdo el olor de la brisa marina ya algo distante y me despierto en su totalidad.
Delante de mí veo algo… ¿verde? Y muy cerca.
Intento poner algo de distancia y me percato de que estoy en un sillón. ¿Durmiendo en un sillón? Esto es nuevo, incluso para la Gran Ninja Yuffie. Y tengo una manta marrón tapándome. Antes de girarme para ver donde estoy levanto suavemente la manta y me aseguro de que no haya brazos a mí alrededor.
No hay.
Tsk.
Ahora sí que me giro. No reconozco para nada este lugar. Es una habitación de madera sin ventanas. Hay unos cuantos muebles también de madera y estanterías con libros, además de una televisión bastante imponente en uno de esos muebles. La habitación es bastante hogareña. ¿Cómo he llegado yo a aquí?
Lo último que recuerdo es descender de ese… asqueroso y… ugh, mi estomago sí que se acuerda bien…
Lo último que recuerdo sin que me den ganas de vomitar es como Elena me ayudaba a ponerme encima de unas cajas en el helipuerto.
¿Quizá…?
¿¡PUEDE QUE ESTA SEA LA CASA DE ELENA!?
Inspeccionando un poco mejor la habitación, desecho esa idea. No creo que Elena tenga una espada gigante de exposición en una de sus paredes, al fin y al cabo.
Suspiro con desilusión. Ya me había hecho ilusiones.
Me incorporo, buscando pistas que me indiquen donde estoy, a pesar de que la espada de exposición ya me da una ligera idea. En una de las paredes hay un reloj que marca las 7 de la mañana. Bueno, algo es algo.
Sigo inspeccionando y me fijo en alguna de las fotos que hay encima de los muebles. Salen Cloud y Tifa en casi todas. Esto aumenta mis sospechas de que estoy en el bar del que tanto he oído hablar. Vaya, hay una foto grupal. Si hasta salgo yo. Recuerdo eso, tres días después de derrotar a Sefirot. A ver si cuando nos los carguemos de nuevo nos hacemos otra foto.
No creo que consiga más información en esta habitación, así que saldré a ver que más hay por ahí (en el fondo solo quiero curiosear).
Primera planta del bar de Tifa y Cloud, Midgar
7:20 de la mañana
—A ver si me aclaro: ¿Vamos a entrar en el interior del planeta utilizando una especie de aeronave que están modificando ahora mismo los de ShinRa para poder llegar (sin mapa alguno ni señal que nos indique el camino) de alguna forma al lugar donde está Sefirot y patearle su estúpido trasero?
—Resumiendo bastante, si —responde Tifa, que está sentada enfrente de mí.
—Bueno, ya había oído una parte de esto en Costa del Sol así que tampoco me sorprende demasiado —comento, llevándome la última cucharada de cereales a la boca.
—Ten —dice Cloud, mientras le sirve a Tifa unas tostadas.
—Gracias.
—Así que tenemos que esperar dos días a que acaben de modificar esa cosa, ¿verdad? —pregunto.
—Si —responde Cloud, sentándose al lado de Tifa—, aunque acompañaremos a Cid, ya que es él quien ha de aprender a pilotar la nave y no me parece buena idea dejarlo entre tanta gente de ShinRa. Además, puede que los Turcos estén por ahí y sigo sin fiarme demasiado.
…………………………
Me bebo de un sorbo la leche que queda y me levanto, dejando todo aquello que he utilizado en su sitio (o en el fregadero).
—Iré con vosotros, si no te importa —Le digo a Cloud.
—Ok. Sin problemas. Ahora cuando se despierte Cid iremos para allá —responde Cloud—. Por cierto, no te habrá molestado dormir en el sofá, ¿no?
—¿Eh? No, no. Que va. Ya estaba bien. Si total, estaba dormida como un tronco…
Yo me dispongo a salir, para dar una vuelta por las cercanías antes de que nos vayamos. Con un poco de suerte conseguiré olvidar la imagen mental de Vincent durmiendo en la bañera. No es un recuerdo demasiado agradable, que digamos.
—Que curioso —dice Tifa, queriendo continuar la conversa aun cuando me he girado para irme. Desde luego, esta mujer va a lo suyo, sin importarle nada lo que hagan los demás—. Nunca pensé que tú serías de las que se despierta pronto…
Me vuelvo hacia ella.
—Si es que no lo soy, solo que ayer estaba muy cansada…. Me dormí nada más llegar a Midgar…
¿Eh?
Mi sentido ninja me está avisando de algo. Algo horrible acaba de suceder. Pero no tengo ni idea de que puede ser.
Mientras tanto, puedo ver como Tifa pone una cara de sorpresa y como Cloud hunde la mirada en su desayuno.
—¿Hmmm? ¿Pero no había venido…? Si hasta Red dijo que habían venido caminando juntos… —Tifa se gira hacia Cloud, con una cara quizá demasiado sonriente.
Cloud hunde aun más la mirada en su desayuno.
Ah.
Así que es esto lo que mi sentido ninja ha detectado. No sé exactamente qué es lo que he dicho, pero Tifa se está enfadando. No he debido responder con esas palabras, eso seguro. He de largarme de este sitio y rápido.
—Bueno, yo me voy a… robar algo de materia… nos vemos luego —balbuceo sin pensar, pues todo mi cuerpo se mueve como una gran máquina de precisión, con todos mis músculos trabajando en el único objetivo de salir de aquí cuanto antes.
En unos pocos segundos estoy fuera, pero ni de lejos he evitado el peligro. Creo que Tifa me ha dicho algo, algo que por suerte no he acabado de entender. Noto el mal creciendo a mis espaldas. Siento miedo, siento mucho miedo. He de salir cuanto antes de este edificio o… es posible que muera…
Corro sin hacer ruido como una buena ninja de Wutai, por el pasillo, buscando una salida. Cualquiera. Una ventana también estaría bien.
Sector 2, Midgar
9:30 de la mañana
—Lo siento —digo al fin—, lo siento muchísimo.
Cloud me devuelve la mirada.
—No pasa nada. Tampoco sabias nada al respecto, no es culpa tuya.
Aunque por las miradas que pone Cid creo que se ha montado una impresionante. Por suerte para mí, conseguí escapar a tiempo y he salido ilesa (a pesar de que no sé qué tal estaré la próxima vez que vuelva a ver a Tifa).
En todo caso, al cabo de una media hora Cloud, Cid y yo partimos hacia la base de ShinRa en el Sector 6. Reeve se nos ha unido nada más llegar allá, pero los otros integrantes del grupo (Tifa, Barret, Red y Vincent) no han venido. Vincent y Red pasan bastante de todo esto, lo cual es, por otra parte, completamente normal, y supongo que Tifa se habrá quedado con Barret (que ha tenido bastante autocontrol para no empezar a disparar a todo aquél de ShinRa que se le cruzara).
Sinceramente, al llegar al Sector 6 esperaba algo… diferente. En realidad, delante de la estación está la aeronave modificada que utilizaremos. Pensé que estaría en alguna instalación secreta o algo, no a plena luz del día.
No es menos impresionante por eso, pues la nave, que tiene una forma alargada que la hace parecerse al Highwind, es imponente. Unos 30 metros (a vista) de largo y otros 15 de ancho. Con una punta alargada para la carga y un interior que, desde fuera, parece bastante grande. Las turbinas y hélices que elevan el Highwind son mucho más compactas en este modelo, y seguro que de esta forma será mucho más fácil la entrada al planeta por los túneles de corriente vital.
O eso espero, porque si no el viaje será corto.
La estructura original de esta nave recuerda a la de la nuestra, sin embargo ahora mismo están recubriendo la superficie con placas de un material negruzco. Quizá ese sea el material del que tanto se habla. Eso sí, por muy impresionante que parezca, si hace sol, el interior de la aeronave va a parecer un horno. Sé, por experiencia, que el color negro no es bueno contra los rayos del sol. Suerte que nos metemos dentro de la tierra, que sino…
Hay mucha gente trabajando en el barco volador, tanto a ras de suelo como por encima, con andamios y estructuras de todo tipo. Incluso hay grúas. Supongo que es lo que tiene aliarse con ShinRa. Recursos ilimitados.
A pesar de la gente que hay, fácilmente puedo distinguir a los Turcos desde aquí. Después de todo son los únicos que van con traje. A simple vista reconozco a Elena (a ella la podría reconocer hasta en la oscuridad), a Tseng… y el pelirrojo parece que es Reno, situado al lado del que, seguramente, será Ruda. Esos dos van juntos a todos lados.
Nos acercamos a ellos y el primero en darse cuenta de nuestra llegada es Reno, que nos ve de frente.
—Vaya, vaya. Pero si es el rubiales. ¿Qué tal, figura?
Los demás Turcos se giran en nuestra dirección. Cloud no responde ante el comentario de Reno, aunque yo sí que le podría decir un par de cositas a ese impresentable… aunque mejor me callo. No está la situación como para que le dé su merecido al estúpido ese.
Hmmm… los Turcos al completo, ¿eh? Sinceramente, después de nuestra invasión a Midgar por lo de Meteorito no pensé que los Turcos volverían a juntarse… especialmente cuando decidieron no luchar contra nosotros. Aunque es cierto que son leales. A un tirano, pero leales al fin y al cabo.
Esto va como va, por lo que parece.
—Llegáis puntuales, como esperaba —dice Tseng mirándose el reloj de pulsera—. Cid Highwind, acompáñanos al interior de la aeronave, te mostraré desde donde pilotarás. Por supuesto, los demás también podéis venir.
Interior de la aeronave, Midgar
9:50 de la mañana
Esto es aburridísimo.
Pero muy muy muy aburrido…
Lo único que hace algo más llevadero todo este suplicio es que Elena también está con nosotros.
—… ¿Y los controles de estabilización de las hélices están separados por paneles? —pregunta Cid.
—Así es —responde el operario—. Recuerde que el sistema automático controla la elevación en cada uno de los niveles de la nave de manera que, para poder tener un sistema que permita maniobras complejas (y supongo que la ocasión las requiere), es necesario separar cada uno de los controles.
—Ya, pero el control automático no tiene en cuenta la sustentación de la aeronave en medio de la corriente vital, ¿verdad? Eso significa que, a cada maniobra que dé, se ha de recalcular la sustentación y reajustar cada vez la posición de las hélices, ¿no? Porque…
Bua. Esto es inaguantable.
Reeve también está aquí, aunque al ser un ingeniero en construcciones (o algo por el estilo) creo que entiende mejor de qué va esto. Yo no me estoy enterando de nada y Cloud menos, aunque ponga cara de interesado y de que “entiende”. También es curioso ver cómo los Turcos se mantienen impasibles escuchando atentamente aun cuando puede que no entiendan palabra… incluso Reno, que es lo que más me sorprende…
Yo, por mi parte, lanzo fugaces miradas ninja a Elena sin que esta (ni nadie más) se dé cuenta de mis intenciones. No es tan malo ni tan triste como puede parecer. Es lo único que me impide perder la cordura en este lugar.
Por suerte, parece que en breve va a aparecer una oportunidad para escabullirse. Tseng ha estado mirando la hora desde hace unos minutos, así que es probable que tenga algo importante que hacer. Y si él se va, yo tengo una excusa para hacerlo también.
Y, sin más tardar, a la mínima que hay una pausa…
—Siento interrumpir, pero hay asuntos que requieren mi atención —Tal y como predije, Tseng intenta escabullirse—. Quedaros todo el tiempo que necesitéis. Tenéis acceso total a toda esta aeronave. Reno, Ruda, Elena. Conmigo.
Y sin esperar a que estos digan algo se dirige a la salida. Y los tres Turcos le siguen, sin mediar palabra.
Antes de que pase el momento, debo aprovecharlo.
—Creo que yo también me iré. Voy a dar una vuelta por ahí, ¿vale?
—No vayas muy lejos. Aun siendo tú, Midgar es peligrosa. Si tienes problemas, o necesitas algo, llama por el móvil, ¿ok? —dice Cloud.
—No soy una niña pequeña. Tendré cuidado, como siempre.
Cloud pone una cara rara.
—¡Nos vemos!
Y salgo por la misma puerta por la que acaban de irse hace nada los Turcos. En el pasillo no hay nadie, por eso. Sigo adelante y empiezo a escuchar voces al fondo, en el otro pasillo que corta con este. No es mi intención espiar pero no puedo ir hacia otro sitio.
—… y ahora con lo que os comentaba antes. Os daré trabajo para estos dos días. Cuando lo acabéis, tendréis libre hasta que embarquemos pasado mañana, ¿de acuerdo?
Esa voz es de Tseng.
Por otro lado, ¿vienen ellos también? De alguna forma era de esperar, con todo este equipamiento y tecnología no creo que Rufus (al que, por cierto, no he visto desde… lo de Meteorito) nos dejara ir sin “escolta”.
Eso es bueno. Significa que Elena vendrá… NO. ESPERA. ES MALO. Significa que Elena vendrá. Y Sefirot no es alguien con quien desearía que ella se encontrara más de lo debido.
—Ruda, quiero que vigiles a los miembros de AVALANCHA que han venido. No espero que hagan nada extraño pero vigílalos por si acaso —ordena Tseng.
No es que me haya sorprendido demasiado con eso…
—Tú, Reno, tendrás que encargarte de los asuntos pendientes que llevas retrasando este último mes —continúa—. Sin falta.
—Está bien, está bien… —responde despreocupado Reno.
Eso tampoco me sorprende demasiado…
—Por último, Elena, te necesito para una misión… clasificada…
¿Eh? Eso ya me interesa bastante más.
—¡Uguu…! Una misión secreta para nuestra novata del año… —bromea Reno.
—Si fuera tan novata como dices te lo hubiera propuesto a ti antes, ¿no? —responde Elena, con un tono de molestia en su voz.
—Basta. Los dos – interrumpe Tseng—. Reno, Ruda, creo que ya os he dado vuestras órdenes.
Empiezo a oír pasos que se dirigen en mi dirección.
He de esconderme rápido. En el techo hay unas cuantas tuberías de las que podría sujetarme, visto que no puedo esconderme en otra parte del pasillo. De un ágil y rápido salto (silencioso va por descontado) llego a la altura de las tuberías y, con fuerza, consigo mantenerme en el techo, colgada.
Justo a tiempo, por cierto, porque ahora los dos Turcos caminan por donde estaba hace pocos segundos. Puedo ver cómo pasan justo por debajo de mí.
Solo espero que no miren para arriba… podría echar muchas cosas a perder si lo hicieran…
Reno vuelve sobre sus pasos y saca la cabeza al pasillo del que venía.
—¿Y quien dice que no me lo pidiera? ¡Pero yo no soy tonto!
Y vuelve hacia Ruda, riéndose.
Este hace una mueca o algo parecido.
—¿Hmm? Ah, no te preocupes. La mayoría de los “encargos” ya los tengo hechos. Me quedo un rato contigo para que te sea más leve y luego acabo los que me quedan —comenta Reno, sin darle mucha importancia.
Vuelven hacia la sala en la que están Cloud y los demás.
En cuanto desaparecen de mí vista bajo silenciosamente. Desde luego, si no fuera una ninja, no sé cómo podría sobrevivir a cosas como esta…
Me acerco hacia el origen de las voces que aun siguen ahí.
—Recuerda. Sector 5, calle “Victoria” numero 36, tercer piso. Entrega el paquete sin hacer preguntas a quien esté allí.
Por lo visto me he perdido parte de la conversa.
—¿Solo eso? —pregunta Elena.
—Efectivamente. Eso sí, asegúrate de que el paquete llega a su destino.
—Sí, señor.
—Y ahora he de marcharme, se me hace tarde y el presidente no espera a nadie. Cumple con las órdenes y pronto, a ser posible.
Y escucho los pasos de (seguramente) Tseng alejándose en dirección contraria a la mía. Pero solo oigo unos pasos. Elena debe de seguir ahí. Pasan los segundos y ella sigue sin moverse. Supongo que no se mueve, porque no oigo nada. Ni pasos ni absolutamente nada.
El tiempo sigue corriendo, así que quizá sea hora de actuar. Antes que nada, ¿qué tal estoy? Pelo… correcto; Camisa… aceptable; Pantalones… mucho mejor que esa falda ajustada que me dejó Tifa. Mucho, mucho mejor. Quiero decir, a mí no me van las minifaldas. Yo, con pantalones cortos voy encantadísima… falda, sin embargo…
De todas maneras, parece que voy bien.
—¿Elena? —pregunto, saliendo de mi escondite.
Elena se sorprende al verme, girándose rápidamente, al estar de espaldas a mí.
—¿Yuffie? ¿Qué haces aquí? —pregunta sorprendida.
—Pues… es que no aguantaba más ahí dentro… no soy de ese tipo de gente, la verdad… —respondo sinceramente.
Ahora que me fijo, no parece que lleve ningún paquete. No debía ser demasiado grande. Aunque quizá sea mejor dejar que los asuntos de los Turcos los resuelvan los Turcos.
Elena se ríe, dando a entender que le pasa lo mismo. Bueno saberlo.
………………………
Y un silencio se cierne sobre nosotras.
El destino me ha dado tan buena oportunidad que no pienso desperdiciarla. Esta vez ya tengo pensada una estrategia, aunque tendré que utilizar todos los recursos a mi alcance para que funcione.
—Por cierto… —empiezo—. La otra vez, en nuestra aeronave… mencionaste que eras de Midgar, ¿no?
—Si, así es. ¿Por?
Esto no va a funcionar. Ya noto como la sangre me va a la cabeza.
VA. CENTRATE.
—Bueno… me estaba preguntando… la verdad es que quería darme una vuelta por la ciudad, al ser mi primera visita “oficial” pero… es que como Cloud y Tifa están ocupados estos días… y Reeve ya me ha dicho que no puede…
Esto no está funcionando. Joder. Si lo tenía muy claro cuando lo he repasado antes.
—Bueno, me preguntaba si… podrías enseñármela tú.
Hala, ya lo he dicho.
Elena se queda quieta. No sé exactamente si pensando o no. Solo quieta.
No ha funcionado. Maldita sea.
Bueno, plan B. Abortar misión.
—Aunque… supongo que tendrás trabajo. Que poco inteligente por mi parte. No pasa nada, se lo preguntaré a Barret… o incluso a Vincent…
—Ahora tengo algo de trabajo… —dice Elena—, pero mañana estoy libre. Me encantaría mostrarte la ciudad, si quieres.
Y sonríe. Y SONRÍE.
—¿En serio? —pregunto sin creérmelo.
—Claro.
¡TOMA YA! ¡Chúpate esa, destino asqueroso!
—¿Te parece bien si quedamos mañana a las 9 delante del antiguo edificio ShinRa? —pregunta.
—¿Edificio ShinRa? Es el grande que está en el centro de la ciudad, ¿no?
—Si. En la entrada, ¿te parece bien?
Y vuelve a sonreír. Y VUELVE A SONREÍR.
En algún momento yo misma me he puesto a sonreír, y no estoy segura que vaya a parar pronto. Aun no me creo que esté pasando esto.
—Por… Por supuesto.
—Tengo cosas que hacer ahora así que yo ya me marcho. Nos vemos mañana, entonces. ¡No llegues tarde! —dice, mientras se despide con la mano.
Por supuesto que no voy a llegar tarde. Si yo soy la señor(it)a puntualidad.
Ya no puedo ver a Elena, quien acaba de girar al final del pasillo, aunque aun puedo escuchar el eco de sus pasos sobre el suelo metálico. No sé qué ha pasado, pero… hoy ha sido un buen día. Ha merecido la pena aguantar todo el tostón de antes para esto.
Que feliz que me siento ahora mismo.
Estoy eufórica.
Mejor será que salga de aquí y vea como se llega al edificio ShinRa. Ya estoy viendo como lo que queda del día de hoy se me va a hacer extremadamente largo. Pero valdrá la pena, estoy segura.
Va a ser extraño andar por la deprimente Midgar con la sonrisa que llevo puesta.
Chapter 15: VISITA POR MIDGAR
Chapter Text
Edificio ShinRa (en desuso), Midgar
8:55 de la mañana
Manos sudorosas, se me nubla la vista… Tengo que admitirlo, ¡estoy nerviosa!
Por suerte, solo llevo nerviosa las aproximadamente dos horas y media que llevo despierta. Ayer no hubo tiempo físico como para ponerme de esa manera: muchas cosas que hacer y mucho menos tiempo del que deseaba para hacerlas.
En primer lugar, fui a revisar el sitio donde nos encontraríamos, dándole una prioridad especial sobre lo demás. Luego me fui de compras. Es un tanto complicado buscar tiendas mientras procuras no visitar demasiados sitios (para que la sorpresa sea genuina a la hora de descubrir la ciudad). Decidí, por eso, que buscaría únicamente en el Sector 6, al hay haber estado ahí esa mañana, minimizando así el autosorprenderme por error. Mi otra opción era ir al Sector 4 (en el que estuve la anterior vez, si por “anterior” se entiende las horas después de que derrotáramos a Hojo…), aunque por suerte no hizo falta.
Al final encontré una tienda de ropa con la suficiente variedad como para satisfacer mis gustos estéticos. Decidirme por la ropa fue lo más duro, especialmente cuando me puse a pensar en las consecuencias de mis elecciones.
“No puedo ir muy elegante si solo es una visita por Midgar pero ir con ropa demasiado informal no diría gran cosa de mí”.
Ese pensamiento se me marcó a fuego durante todo el día de ayer.
Mientras buscaba se me pasó por la cabeza el pedirle prestada ropa a Tifa, pero lo descarté casi al instante. Atraería demasiadas preguntas y dudo mucho que me sentara bien (especialmente… bueno, es fácil de imaginar), con lo que la opción de pedirle “prestada” ropa a Tifa tampoco llegó a buen puerto.
Después de mucho pensar y de ver gran cantidad de prendas, me decidí por una camisa manga corta (que me llega hasta un poco más allá de la cintura, por cierto) de un color azul claro bastante elegante, con cinturón a juego y unos pantalones vaqueros cortos (más o menos del mismo tamaño que los que llevo siempre). La verdad es que, una vez me probé el conjunto, sabía que estaba destinada al triunfo.
También busque una tienda donde vendieran calzado: Botas, por supuesto. No fue tan complicada esta parte, puesto que mis condiciones para elegir botas son bastante sencillas y discriminan mucho: Han de ser ligeras y cómodas para moverse con facilidad. Y eso elimina a todas las de tacón alto y medio. Al final encontré unas bastante buenas y ligeras, de color marrón claro (¿o se le llama ocre?) y suela blanca, que me llegan hasta un poco antes de la rodilla. Además, tienen un cordón también blanco que sube por toda la bota para poder atarla que le dan un toque sofisticado.
Y en eso me enfrasqué la mayor parte de la tarde…
Estuve preocupándome también de otros pormenores recomendables. El más notable de estos era el de encontrar un baño público para poder pegarme una ducha.
PORQUE NI LOCA ME DUCHO EN EL MISMO SITIO QUE HA DORMIDO VINCENT.
Lo encontré por casualidad, por eso, así que no tuve problemas. Dudé sobre si ponerme algún accesorio para darme un aire más adulto (no es que lo necesite, pero nunca viene mal), aunque al final decidí apostar por mi belleza natural (sin bandana, por supuesto).
Después volví al bar de Tifa y, en mi cuarto improvisado, me probé mi nueva vestimenta. Estoy arrebatadora (aunque quede mal que yo lo diga). Eso sí, es la primera vez que me visto para intentar parecer encantadora y guapa al mismo tiempo que intento disimularlo, así que no tengo ni idea de cómo va a salir todo esto.
Ya falta poco para las 9, y Elena todavía no ha aparecido. No me preocupa demasiado. No parece de las que hacen esperar a la gente.
Por suerte hoy ha amanecido despejado, y no parece que vaya a cambiar. No se ve ni una sola nube, al contrario que ayer, que estaba medio nublado. Es una suerte que no se pusiera a llover ayer, por cierto, con toda la instalación que tenían para la aeronave montada al aire libre. Cuentan por aquí que en Midgar solo llueve 3 días al año, por eso… En todo caso, hoy hace sol y un poco de calor. Quizá haga un poco más de calor de lo que desearía pero se está bien.
Ahora que me paro a pensar (porque cuando me pongo nerviosa no puedo parar de pensar), el edificio de ShinRa es grande, muy grande de hecho. A pesar de estar ahora abandonado sigue siendo un símbolo de la ciudad, y me puedo imaginar que en su momento de gloria debía ser la repanocha.
—Y pensar que yo ya he estado aquí —digo alzando la vista hacia los pisos superiores—, y que me tiré junto a Elena desde lo alto…
Y ahora voy a tener una cita con ella…
—Impresionante, ¿verdad?
PERO QU…
Me giro sorprendida. Es… es… Elena…
Lleva una camisa blanca, arremangada hasta un poco antes de los codos y sin corbata. Un poco simple pero combina de manera fantástica con los pantalones vaqueros negros (bastante más ceñidos que los que lleva normalmente) y… unas zapatillas marrones (tirando a negro). No, espera, son… ¿zapatos? Algo intermedio, parece. También luce una bufanda roja, enrollada con un giro alrededor de su cuello que cae hacia adelante por su derecha hasta la cintura.
Está absolutamente increíble. Es la primera vez que la veo sin ese traje azul y… sinceramente, está preciosa. He de concentrarme para no mantener la boca abierta…
—¡Oh, vaya! No he visto llegar…
—Dado que eres una ninja, tomaré eso como un cumplido —dice sonriendo—. ¿Llevas mucho esperando?
—¿Eh? Ah, no. Desde las 7:30 He llegado hace nada.
……
—Por cierto, ¿eso que llevas es una bufanda? ¿No tienes calor? —pregunto. Porque yo sí que tengo de solo mirarla.
—¿Eh? —Elena parece sorprendida—. Ah, sí, bueno, no es exactamente una bufanda —dice mientras se acerca para enseñármela, algo avergonzada—. No da calor. De hecho, siempre que no llevo mi traje, la llevo puesta. Es algo así como mi amuleto de la suerte…
Ciertamente, si que parece una bufanda por la forma, pero no es una bufanda, parece… simplemente tela. A todo esto, Elena se ha acercado tanto que he de tener cuidado donde miro… ¡qué guapa está, por favor!
—La verdad es que desde que me comentaste lo de hacerte de guía he estado pensando… —comenta Elena— y te lo he de preguntar: ¿Quieres el tour normal o el “especial”?
—¿Eh? ¿Cómo que el “especial”?
—Si, verás. Es que al ser originaria de Midgar aparte de saberme los monumentos y los sitios donde suelen ir los turistas me sé de algunos secretos de la ciudad que no mucha gente conoce. Por eso te preguntaba. Si quieres ir a os lugares emblemáticos no hay ningún problema. Tú decides.
—… Supongo que siempre puedo volver a pedirte la visita estándar… así que hagamos el tour que tienes pensado. —Y de la nada tengo otra excusa para pasar el día con ella.
Elena pone una cara dubitativa.
—¿Si? No te has de sentir obligada ni nada por el estilo…
—Tranquila. Además, ahora tengo curiosidad.
—Está bien. En ese caso… —Elena se gira hacia el edificio ShinRa—, nuestra primera parada es el mismísimo edificio ShinRa.
Me hace un gesto con el brazo, indicándome el camino hacia la entrada del edificio. Acto seguido, empezamos a subir las escaleras principales.
—El edificio fue construido hace unos 25 años, cuando ShinRa apenas era una compañía de armas. A pesar de que ahora la ciudad tiene forma circular y este edificio es su centro, no estaba planeado construirlo en un principio —cuenta mientras entramos por la puerta de cristal al interior de la planta baja, una vez ocupada con cientos de trabajadores, que ahora está abandonada—. Sin embargo, la alcaldía “de pega” que fue instaurada por la empresa decidió (y creo que es una de las pocas cosas que la compañía le dejó hacer) crear un edificio central que sirviera de ayuntamiento.
Hemos subido por las escaleras de la derecha. Por lo visto, estamos yendo hacia los ascensores de al fondo.
—Y así se supone que debía ser, hasta que los jefazos de ShinRa se enteraron del proyecto. Les gustó la idea y decidieron “ayudar”. Y el resto es historia.
—Vaya. Qué interesante —comento, mientras entro al ascensor con mi guía.
Ella pulsa el piso cuarenta y cinco. El ascensor empieza a subir.
—¿A dónde me llevas, por cierto? —pregunto.
—Es una sorpresa —dice Elena con una sonrisa en la cara—. En realidad, desde que la ARMA destruyó los pisos superiores de este edificio, éste quedó totalmente abandonado, pero yo he venido un par o tres de veces. Ya verás lo que quiero enseñarte.
Elena ladea la cabeza, como si intentara acordarse de algo.
—Además —añade—, creo que no lo viste cuando estuvimos aquí la última vez. Teníamos algo de prisa, ¿recuerdas?
He estado tentada de responder “¿Cómo podría olvidarlo?”, pero al final me he decantado por un sencillo y sonriente “Si”.
—Aunque me sorprendió la primera vez que vi lo grande que era este edificio —comento—. Había oído historias, por supuesto, y todas se quedan cortes. Tampoco pensé que sería tan… grande. Y cuando digo eso, me refiero a que tiene un millar de plantas, como mínimo.
—Ten en cuenta que ShinRa modificó los planos originales para que fuera tal y como dices, grande e imponente. Para dar miedo a la gente de su interior y a la ciudad entera de Midgar. Aunque en mi opinión sí que se pasaron un poquito. Con los ejércitos de los Turcos y SOLDADO iban sobradísimos.
—Ya, pero para tener que subir todos los días hasta el piso que te toca… y mira que hay ascensores, que si no…
Elena se ríe.
—Pues, según me contó Ruda (mi compañero, el que no dice nunca nada), Str… emm… Cloud y compañía subieron por las escaleras de servicio hasta arriba del todo cuando asaltaron el edificio.
¿En serio?
Se me escapa una risa.
—Me lo puedo imaginar.
Típico de Cloud, por otra parte. Guay, pero absurdo. Típico.
Instantes después llegamos al piso cuarenta y cinco. Se abren las puertas y nos adentramos en su interior.
—Como has podido comprobar, todo el edificio está abandonado —explica Elena—. Durante algún tiempo vinieron asaltantes y ladrones. A los pocos meses ya no quedaba nada de valor, a excepción de los pisos más elevados que tienen seguridad aparte. En esos no ha entrado nadie.
Eso parece. Paredes, habitaciones… todo está como si hubiera pasado un tornado. El piso de oficinas en el que estamos habrá corrido la misma suerte que todos los demás pisos de este edificio, sin duda.
Elena me conduce por uno de los pasillos, hasta llegar a una sala un poco más grande que las demás, con ventanales (o lo serían si tuvieran algún tipo de cristal). Lo curioso es que, a diferencia de la entrada del edificio y del pasillo por el que acabamos de pasar, aquí no hay nada tirado por el suelo, ni desordenado. De hecho, todo está bastante limpio.
—Esto es lo que quería enseñarte —dice Elena acercándose a los ventanales.
Ante mí, la ciudad de Midgar. Puedo ver únicamente la mitad de la ciudad, y aun así es increíble. Las casas y los edificios de cada de uno de los sectores parecen miniaturas. También se ven pequeños, pero dan un aire un poco más siniestro, los reactores Mako, situados al final de los muros que dividen Midgar. Más al fondo también puedo observar los muros de la ciudad, que proyectan una sombra gigantesca sobre los propios sectores, recordando al pueblo que aun siguen ahí, impasibles al paso del tiempo.
Es precioso. Oscuro, pero precioso al fin y al cabo. A pesar de que, parece, ShinRa ya no es lo que era, esa sombra de temor aun permanece en la ciudad. Aun sin que la gente se dé cuenta. Como un animal al que encierran y al que le llega la luz a través de las rendijas de su jaula.
Elena ve mi cara de asombro.
—Impresionante, ¿verdad?
—Pues sí. Es muy bonito. No me lo esperaba, para nada —confieso.
—¿A que sí? —dice sonriendo—. En realidad este es de los pocos pisos en los que se puede ver la ciudad desde este edificio. En casi todos los demás hay una gran estructura (ésta que está aquí abajo, si te acercas un poco más al borde) que tapa la vista. No sé exactamente qué es lo que hacía esa cosa, seguramente servía para algún proceso de la energía Mako, que se canalizaba desde los reactores hasta aquí.
Pues sí, hay una “cosa” metálica gigantesca justo delante de nosotras, aunque un por debajo. La recuerdo bien. Estuve a punto de darme contra esta parte del edificio cuando descendimos en paracaídas…
—En realidad, esta planta no tenía vistas a la ciudad. Ninguna de las plantas para empleados de “bajo estatus” las tenía. Cuando se decidió que el centro neurálgico del procesado de la energía se llevaría a cabo desde aquí (bajo tierra en este mismo edificio) se añadieron muchas máquinas y demás objetos gigantescas como ese —dice mientras apunta a la estructura en cuestión— que, debido al gran volumen que ocupaban, bloquearon la vista a los menos afortunados.
Sí que lo tenían duro incluso los propios empleados de ShinRa…
—Evidentemente, los altos cargos de la compañía no sufrieron por eso. Desde el piso 50 en adelante no hay ventanas hacia este lado y a partir de la planta 60 el ángulo de visión no permite ver el propio edificio. Lo comprobé una vez.
—¿Y cómo es que ahora está unos cuantos metros más abajo? —pregunto inocentemente.
—Fue ARMA, cuando disparó contra la ciudad —responde Elena sonriendo—. El daño que causó fue bastante grave, y dejó el edificio inutilizable, con grandes daños estructurales.
Espera. ¿Qué?
—¿Eh? ¿Significa eso que el edificio puede venirse abajo?
—Exactamente —dice Elena mientras muestra una sonrisa malévola—. Aunque si no lo ha hecho en este tiempo, es muy poco probable que lo haga ahora…
No me inspira mucha confianza esa respuesta.
Elena se empieza a reír al ver mi reacción, a lo que yo respondo ruborizándome involuntariamente.
—En todo caso, te he traído aquí por la vista. ¿He conseguido impresionarte?
—Amm… —La pregunta me deja algo descolocada—. Pues la verdad es que sí. No me esperaba esto.
—Bien —responde—. El primer paso de mi plan maquiavélico ha surtido efecto…
No puedo evitar sonreír.
—La segunda parada del tour no es tan vistosa como esta, por eso…
¿Eh?
Elena ha cambiado la cara rápidamente. Puedo ver algo raro expresado en su rostro, lo que me sorprende, dado el buen ambiente que había hasta ahora.
Elena se da cuenta y deja ir un suspiro enorme.
—Ya verás.
Jope. Que misteriosa que se ha puesto. No sé exactamente qué es lo que se propone, pero no creo que sea nada malo. Espero.
Planta baja del edificio ShinRa, Midgar
9:30 de la mañana
A pesar de ese momento extraño, todo lo demás ha ido perfectamente. Elena ha continuado explicando un montón de información sobre los sectores de la ciudad. Me ha dejado boquiabierta. Es muy posible que sepa más de la ciudad que los propios guías de Midgar. Todos juntos, quiero decir.
Después de pasar un buen rato contemplando la vista y charlando, hemos vuelto a bajar por los ascensores hacia la planta baja.
—Tal y como te comentaba al principio —continúa explicando Elena mientras descendemos las escaleras de la entrada—, este edificio fue diseñado para ser el centro de la ciudad. Por lo tanto, desde este punto se puede ir a cualquier parte.
Al llegar al final, empezamos a ir hacia la derecha, bordeando el edificio ShinRa.
—Existen ocho caminos desde este punto para ir a cada uno de los sectores, cada uno con una puerta de acceso para que, en caso de emergencia, se pueda redirigir al personal o para crear rutas de escape seguras (para los altos cargos de la compañía, por supuesto). Por ejemplo, la puerta que tenemos delante es la del Sector 5 —dice señalando un gran espacio donde, por las marcas que hay en el suelo y en las paredes cercanas, se cierra una gran puerta metálica. En la pared de la derecha (aunque no sé si llamarla pared, porque es un muro bastante elevado) se puede leer “Sector 5”—, y más allá está la del Sector 6.
—Vaya, los de ShinRa lo tenéis todo controlado, ¿no?
—Bueno… —Elena pone cara de despreocupación—. En realidad, el sistema que controla todo esto no funciona. Sospecho que nunca ha funcionado. Jamás hubo una crisis similar a la de ARMA como para probar el sistema de seguridad de la ciudad, así que no se supo hasta que comprobamos que no funcionaba —comenta algo irritada mientras seguimos circunvalando el edificio, ahora a la sombra de los grandes muros—. Así que para cerrar una de estas puertas se ha de hacer de manera manual.
No puedo evitar reírme.
—Ya. Pienso lo mismo —dice Elena, sonriendo—. Tampoco es que hubiera mucha necesidad de cerrarlas. La mayoría de trabajadores del edificio eran de los sectores principales (los que estaban por encima) con lo que era una estupidez cerrar las compuertas, y los trabajadores de los subsectores llegaban directamente al edificio desde la estación de tren en su interior.
—¿¡El edificio tiene una estación de tren!? —pregunto anonadada.
—Si. Está algo escondida. Nosotras hemos subido por los ascensores del fondo, pero en la primera planta hay una entrada mediante escaleras a la estación. Está bastante oculta, por motivos obvios.
No hago la pregunta, aunque mi cara la refleja.
—Si vienen por tren significa que son de los subsectores. Por eso está escondida.
—Ahhh…
Tiene su lógica.
—Además, los ascensores a la derecha de la entrada pueden ir hasta la estación bajo tierra también. Poca gente sabe eso, por cierto.
Elena se para en seco.
—Hemos llegado. Segunda parada.
Miro al frente. Hay dos grandes compuertas metálicas enormes, prohibiendo la entrada a quien quiera entrar. A su derecha, en el muro, hay unas letras. “Sector 7”.
—Verás. Cuando dijiste que era tu primera visita a la ciudad… —noto indecisión en su mirada—, pensé que deberías verlo. Sobretodo siendo miembro de AVALANCHA. Espero, y de verdad lo espero, no estar equivocada…
Me quedo sin saber que decir. Sé lo que pasó aquí. Me lo han contado, aunque si soy sincera, jamás pensé que alguna vez me vería en este lugar.
Antes de que se me ocurra algo, Elena empieza a caminar de nuevo, hacia las compuertas. Más correctamente, se acerca hacia las letras en el muro. Ahora que me fijo con más atención, hay una pequeña incisión en la pared, con lo que parece un panel electrónico.
Todavía no sé qué decir, pero me acerco a donde está Elena. Ésta se da la vuelta y me mira.
—¿Quieres verlo?
Y no sé que responder. ¿Qué me voy a encontrar ahí adentro?
Pasan los segundos.
………………
Sin embargo…
………………
… he de verlo.
Debo verlo.
He de saber que hay ahí adentro. Cloud, Barret y Tifa estuvieron ahí abajo. Murió mucha gente. Les he acompañado durante nuestras aventuras y hemos luchado juntos. He visto lo que ellos han visto, con la sola excepción de lo que pasó aquí, en Midgar.
He de verlo.
—Si.
Elena simplemente asiente y se da la vuelta hacia el panel.
—Cuando te comentaba lo de “probar a cerrar las compuertas” me refería a esto. Al final tuvo que cerrarse manualmente, para impedir el paso al público.
Veo como Elena acerca las manos a uno de los extremos del panel y aprieta un poco. Casi por arte de magia, el panel se suelta y Elena lo aparta para ver su interior. Dentro tiene multitud de cables y de elementos electrónicos pero, como si la cosa no fuera con ella, simplemente desconecta un cable azul de una especie de caja negra y empiezan a sonar engranajes detrás del muro.
Elena vuelve a poner el panel donde estaba mientras, con un gran estruendo, las compuertas metálicas se separan lentamente.
Tengo miedo de mirar que hay adentro, y me concentro en mirar a Elena.
En cuanto ya no se puede escuchar más el ruido metálico, Elena se gira hacia mí.
—Yo no entraré contigo. Yo no puedo entrar ahí. Deberás ir sola.
……………………
—Entiendo.
Es de los Turcos, después de todo.
—Te estaré esperando aquí.
Alejo la mirada de Elena y me acerco al lugar donde antes estaban las compuertas.
La verdad es que no sabía que me encontraría al entrar pero… no me esperaba ver esto.
Nada.
No veo nada. No hay nada. Están los muros que separan los sectores y el gran muro que rodea la ciudad medio destruido, todavía en su sitio. Y un gran vacío en el interior.
Oscuridad.
No hay nada.
A medida que me acerco cada vez se hace más presente el vacio que hay. Donde debería haber un pueblo, casas, gente… no hay nada.
Apenas me quedan unos cuantos metros más para recorrer antes de adentrarme yo también en la oscuridad, pero no me voy a parar. Llegaré hasta el borde.
En el momento en que noto que ya no puedo seguir más me detengo. No me he alejado demasiado de las compuertas, por eso. La explosión y la caída del pilar se llevó consigo gran parte de la placa superior.
Y, lentamente, empiezo a bajar la mirada.
Lo que un día fueron los hogares de cientos de personas, ahora no son más que escombros. Todo un pueblo fue sacrificado haciéndolo caer en la oscuridad. Y otro pueblo fue enterrado vivo, debajo del primero.
Todo se ve distante.
Veo carreteras destrozadas y partidas por la mitad, edificios derrumbados y casas enterradas debajo de la propia placa. Y debajo de todo eso… hay gente. Mucha gente. Inocentes cuyo único crimen fue estar ahí.
Muerte, por la voluntad de un solo hombre.
Un precio demasiado alto se pagó por intentar detener a AVALANCHA. O quizá demasiado bajo, comparado con lo que hubiera pasado si Cloud y los demás no hubieran luchado contra ShinRa. Quizá nada de esto hubiera ocurrido, o quizá estaríamos ahora todos muertos.
—Esto es injusto…
Al cabo de unos cuantos minutos, vuelvo sobre mis pasos. Encuentro a Elena apoyada sobre el muro, contemplando el gran edificio ShinRa. No parece que se haya dado cuenta de mi presencia.
—Ya está.
Elena se gira en mi dirección. Me mira sin decir nada durante unos segundos, como intentando evaluar el estado en el que me encuentro. Podría ser mejor, sinceramente.
—No creas que por ser de los Turcos y pertenecer a ShinRa acepto todas las decisiones que toman —dice, son una sombra de tristeza en su cara.
Acto seguido, se vuelve otra vez sobre el panel y vuelve a sacarlo de su sitio. Instantes después, las compuertas se vuelven a cerrar, con el estruendo correspondiente. Ella coloca el panel en su sitio y se gira en mi dirección sin decir nada, y sigue así incluso hasta después de que se vuelva a sellar la entrada al sector con un potente sonido metálico.
Se impone el silencio. Pero no es algo malo. No es que sea un momento incómodo. Es como estar esperando a que, cuando acaba la canción que estas escuchando, empiece la siguiente, totalmente desconocida y nueva. No es un mal silencio en absoluto.
—Muchas gracias —digo mientras me inclino con una reverencia—. Tenías razón. Es un lugar que debía visitar.
—No, no, por favor. No merezco reverencias. No merezco nada de eso —dice gesticulando para hacer que pare.
—Soy yo quien decide si darte las gracias o no, y las mereces —interrumpo, puede que un poco demasiado bruscamente, a Elena—. Bueno, ¿y ahora a donde nos dirigimos?
Elena se queda algo sorprendida. Instantes después, esboza una ligera pero muy cálida sonrisa que intenta disimular. Al cabo de unos segundos me responde:
—A aquí al lado, al Sector 8, actual centro de Midgar.
Sector 8, Midgar
12:35 del mediodía
Hoy es el mejor día de mi vida.
Y acabo de descubrir que el Sector 8 es el mejor sector de todos. Es algo así como el Gold Saucer de Midgar, con un montón de sitios para pasárselo bien.
Primero hemos ido a visitar una especie de estadio, pues parece que hoy era un día de celebración (Elena lo ha comentado, pero ya no me acuerdo) y estaba abierto al público. Estaban jugando a un deporte extraño, donde ambos equipos perseguían una pelota e intentaban colarla por algo… una cosa con palos y una red al fondo. No he acabado de entender de qué iba todo eso (a pesar de que Elena me ha explicado las reglas) y solo íbamos a verlos jugar un rato, pero al final nos hemos contagiado de la atmósfera y hemos acabado viéndolo entero. Han acabado ganando los que iban de ¿rojo? y azul, equipo al que animábamos, en vez del equipo de blanco. Eso sí, a pesar del griterío y de la gente que había, nos hemos divertido lo que no está escrito.
Después entramos en el centro comercial más grande de Midgar (y del continente, según Elena). El centro comercial, llamado “The Amber Sun”, era gigantesco, con tiendas de todas las formas y colores que una se pueda imaginar.
He de decir, por eso, que la gente joven de Midgar tiene un gusto un tanto peculiar para la vestimenta, ya que todas las tiendas que encontramos tenían solo ropa o demasiado ancha y con un millar de cosas colgando, o demasiado ajustada y… muy ajustada. Dejémoslo ahí. Quizá debería haber presionado a Elena para… bueno, el caso es que no lo he hecho, que tampoco soy de esa clase de chica que solo se fija en el exterior. Aunque…
No solo estuvimos mirando ropa, por eso. Hice un hallazgo importantísimo al descubrir que a Elena le encantan las tiendas de antigüedades. Pasamos un buen rato en una, observando tazas antiguas, espadas con inscripciones de la época de mis abuelos y demás objetos de épocas pasadas. La cara se le iluminaba cada vez que miraba cada una de esas antigüedades. Esa ha sido la mejor parte del viaje, sin duda. Llegué (y Elena también) a olvidar que era un tour por la ciudad, cosa que, por otra parte, no me importaba en absoluto…
Incluso, entre todas las tiendas que había, encontramos una de armas, y aproveché para comprarme un shuriken nuevecito (para compensar el que perdí en Ciudad del Iciclo y el que me olvidé por caso de fuerza mayor en el Cráter Norte), a lo que Elena insistió que los gastos corrían de su parte. Yo, como es obvio en una dama bien educada, me negué rotundamente. Y ella no cedía. Después de unos cinco minutos de debatir todos los puntos en disputa accedimos a pagar la mitad cada una. Muy a mi pesar.
También pasamos junto a unos establecimientos que vendían materia. Dado que Sefirot nos las quitó todas en nuestro último encuentro decidimos aprovisionarnos bien para la próxima vez. Noté que Elena se sentía algo… culpable… por perder mi materia Maestra. Es preferible perder una materia, por muy poderosa que sea, a perder la vida y obviamente le recordé que nos había salvado el pescuezo a todos con esa materia, y que debía dejar de sentirse así.
Por suerte, y después de varios intentos fallidos, conseguimos escapar con vida de ese laberinto consumista. Antes de irnos, por eso, Elena insistió que compráramos una mochila para llevar nuestras compras en ella. No creo que sea un problema llevar bolsas por ahí pero al insistir tanto, al final he accedido. Ha dicho que sería útil, así que hemos puesto todo y, como mínimo, más cómodo sí que es.
Ya que habíamos estado largo tiempo deambulando por ahí, Elena me guió hasta un bar, al lado de una plaza bastante tranquila cerca de allí, para comer algo. Nos hemos sentado en una de las mesas al aire libre (con un gran parasol, evidentemente). Por lo visto, he pedido el “plato especial” del bar. O como decimos en Wutai, una “ensalada cara”.
—¿Qué tal está? —pregunta Elena.
—Buena. Mejor de lo que me esperaba —miento. Me apetece un filete. He pedido lo mismo que ella, en un estúpido intento de conocer mejor sus gustos.
No es que no me guste la ensalada pero no me acaba de llenar la tripa. Por así decirlo.
—Sinceramente —comento—, nunca pensé que conocerías tan bien la ciudad.
Elena se sonroja un poco.
—Tampoco es para tanto. He vivido aquí mucho tiempo y nunca me ha gustado ver siempre el mismo escenario. No soy apta para trabajo de oficina.
—Pues nunca lo hubiera dicho. Aunque ahora que te conozco mejor, no puedo imaginarte de otra manera…
No me puedo creer que acabe de decir eso.
—¿De verdad? Supongo que será, en parte, porque me conociste en horas de trabajo. Y porque era tú enemiga e intentábamos matarnos, aunque más por lo primero —bromea, mientras sigue comiendo su ensalada.
Me río, pero por dentro me estoy empezando a poner algo nerviosa.
Creo que ha llegado el momento.
El momento de la verdad.
El primer momento de la verdad.
He de hacerle la pregunta.
La respuesta que obtenga puede llegar a marcar mi vida así que la pregunta debe de ser inequívoca y directa. Que no haya confusiones. Y que me responda honestamente.
—Por cierto —Elena interrumpe mis pensamientos—, sé que éramos enemigos y eso, pero… ¿tu recuerdas cuando nos conocimos? Es decir, la primera vez que te vi (y de eso sí que me acuerdo) fue en un informe, mientras nos dirigíamos a Ciudad Cohete. Lo que no recuerdo, por eso, es nuestro primer encuentro en persona… ¿fue en la misma Ciudad Cohete? No acabo de recordarlo… —Elena nota la cara de sorpresa que pongo, con lo que clarifica sus palabras— Se te había visto junto con el grupo de AVALANCHA y, naturalmente, se te investigó (fue Reeve, por cierto, el que nos envió esta información) —dice con una sonrisa—. Nada serio, por eso. Al principio eras una total desconocida para nosotros.
—¿D-De verdad? —Que no vea lo roja que me he puesto, por favor—. Porque… nos vimos antes de Ciudad Cohete, solo que creo que no me reconociste…
Elena se sorprende.
—¿A sí? ¿Dónde?
—Pues… en Junon.
Elena pone una cara dubitativa.
—¿Recuerdas ir a un bar, junto con Tseng y con Reno, en Junon? —pregunto.
—Si… tengo un vago recuerdo, pero creo que si…
—¿Recuerdas que hablaste con un soldado de ShinRa que pasaba por ahí preguntando y hablando con todos? ¿Y a un marinero que simplemente se quedó en la entrada, observando?
—… Pues… ahora que lo dices… ESPERA. ¡¿No me digas que…!?
—Si —digo sonriente—. Yo era ese marinero.
E intento no explotar de la risa con la cara de incredulidad que pone Elena.
—¡No puede ser! ¿Y qué hacías ahí? ¿Nos seguías o…?
—Bueno… El principal motivo por el que me uní a AVALANCHA —y ahora me arrepiento bastante— fue para robarles las materias. Así que ese día estaba siguiendo a Cloud, a quien me había encontrado por la calle, para ver si aparecía alguna oportunidad de hacerme con materias raras…
—Ah, es verdad. Ya me contaste eso el otro día, en la aeronave… Nunca te he dado las gracias por la comida que me diste aquél día, por cierto.
—No hace falta que me las des, tampoco fue para tanto —digo, intentando quitarle hierro al asunto.
—Aun así es bastante curioso. Yo que pensaba que te conocía desde hace más tiempo que tú a mí y… ESPERA. ¿Ese soldado has dicho que era Cloud? ¿Cloud Strife? ¿Ése Cloud, al que andábamos buscando por tierra, mar y aire?
Ya. Yo tampoco lo pude comprender bien una vez me explicó (posteriormente) quienes eran los Turcos.
—Si, exacto. Ése Cloud. Disfrazado de soldado de ShinRa. Si hasta salió por televisión en el desfile de Junon —Y no puedo evitar reírme con el recuerdo—. Es el que lo hace peor de todos. Tifa tiene una copia, por si algún día quieres reírte un rato de él…
Elena se lleva las manos a la cabeza.
—Madre mía… ¡Lo tuvimos delante! ¿¡Pero cómo se le ocurre hacer eso!? ¿¡Es que no tiene sangre en las venas!? ¡Medio ejército de ShinRa lo persigue… y va y habla con sus perseguidores! —Elena está alucinando. Y no es para menos, Tifa alucinó lo suyo cuando se lo conté (aunque Aeris se partió de la risa, todo hay que decirlo).
—Si, yo tampoco lo entiendo. Aunque por aquél entonces Cloud tenía la manía (aunque si lo llamas obsesión tampoco pasa nada) de hablar con todos. TODOS y cada uno de los transeúntes, y gente en general, que veía. Inspeccionaba cada casa a la que podía entrar, cada habitación, cada oscuro rincón. Y luego me llamaban a mi “ladrona”. JA. Si es que… —Bueno, ahora simplemente estoy liberando algo de tensión interior.
Veo como Elena intenta calmarse. Nunca la había visto así, aunque de un modo algo extraño… me ha gustado…
—Creía que con todo lo que he visto y oído estos días, más o menos me hacía una idea de la personalidad de Strife. Pero esto que me acabas de contar rompe todos mis esquemas…
—Porque no te he contado más, que si no…
Parece que a Elena le ha picado la curiosidad, pues levanta una de sus cejas y me mira pícaramente.
—No puede ser peor que lo que me has contado.
—No… me tientes… —digo sinceramente.
—Venga, va. No se lo diré a nadie. Yo guardo muy bien los secretos, soy una tumba.
Involuntariamente, pongo una cara de duda, mezclada con algo de incredulidad.
—Si, si. Ya sé que tengo algo de mala fama en ese aspecto —confiesa Elena—, pero he mejorado. Ahora no se me escapa nada.
No sé si… Bueno, va. Qué demonios.
—Está bien. Pero lo que te voy a decir ahora no sale de aquí. ¿Me lo prometes?
—Por supuesto.
Como Elena se vaya de la lengua se me va a caer el pelo.
—Resulta que… según me contó Aeris una vez, en las profundidades del Subsector 6 residía la escoria inmunda esa de Don Corneo, que supongo que recordarás… —Elena asiente con algo de asco reflejado en su cara—. Pues resulta que Cloud y Aeris tuvieron que entrar a su… casa… ¿o era una mansión?
—Mansión, mansión… —interrumpe Elena.
—Si, pues eso. Tenían que entrar en su mansión para rescatar a Tifa de las garras de ese cerdo. El caso es que, por lo que me contó Aeris, no dejaban entrar a hombres en la mansión, con lo que no encontraron otro modo de colarse que… disfrazar a Cloud de mujer…
Elena se queda quieta, como procesando lo que le acabo de contar. Lentamente, una sonrisa empieza a nacer en su cara, creciendo rápidamente hasta convertirse en una risa reprimida. Muy reprimida.
No puedo evitar el sonreír ampliamente yo también.
—Vestido… ajustado y sexy, una peluca muy mona… con coletas, perfume… e incluso… ropa interior a juego. Fueron a por todas.
Elena intenta mantener las formas, cada vez siendo más difícil. Se está imaginando a Cloud, lo sé.
—Y… les… ehh… d-dejaron… en… entr… —Elena no puede aguantar más y se pone a reír abiertamente.
Yo estoy alucinando en colores. Jamás había visto a Elena reírse así y me está entrando la risa a mí también…
—¡Perdona! Perdona… es que… ehh… no… —Elena intenta calmarse— no me esperaba… eso. De verdad que no. ¿Y? ¿C-C-Como… les… fue…? —Casi no puede acabar la frase al volverse a reír.
—Pues bastante bien —digo con una sonrisa en la cara—. Parece que el disfraz fue tan… convincente… que decidieron llegar hasta el final. Por lo que me contó Aeris, Don Corneo estaba “entrevistando” a candidatas para que fueran su esposa. Y con Cloud, sumaban el número exacto para ir a la entrevista...
—No. No… puede ser —Elena para de reírse de golpe, no creyéndose lo que le digo.
—Si.
—¿E-En… serio?
—Si, el disfraz era muy convincente.
Elena se tapa la cara completamente, en un intento desesperado de no partirse de la risa.
—Y… según Aeris… ella y Tifa… espiaron unos… instantes… lo que… pasaba… en la habitación… —Intento decir esto sin reírme, pero no lo estoy consiguiendo— … parece que… Don Corneo… llevaba la iniciativa…
Yo no puedo aguantarme más y empiezo a reírme sin reservas. Ya ni me molesto en ser discreta, y más viendo como Elena se ríe a gusto, sin intentar ocultarlo. Lo siento Cloud, nos estamos echando unas risas a tu costa.
Evidentemente causamos un gran revuelo y la gente de las proximidades se fija en nosotras. Como nos gusta llamar la atención, por lo visto.
Nos hemos calmado después de un largo minuto y he de confesar que el ambiente es excelente. Más que antes si cabe. Ahora Elena tiene una gran sonrisa en su cara.
—Ya no podré mirar a Strife de la misma forma —comenta Elena, aun intentando calmarse.
—Ya, yo tampoco pude cuando me lo contaron. Ese hombre es una mina de anécdotas. ¿Quieres que te cuente una muy buena de Gold Saucer que tuve la oportunidad de ver en vivo y en directo?
Elena me mira con cara de curiosidad pero al instante responde negativamente.
—No, no. Solo una de estas al día, por favor.
—Está bien, aunque la historia tiene de todo: una cita romántica, cena en un buen restaurante y hasta un final de película en la atracción de los enamorados de Gold Saucer, la “Góndola”, que te lleva por todo el complejo disfrutando de vistas increíbles…
—¿Hmm? —Elena parece algo sorprendida—. No sé yo… ¿No parece demasiado personal esa historia? No estoy segura de que a Lockhart le hiciera gracia que yo precisamente me entere de eso…
—¿Eh? ¡Qué va! —digo con una sonrisa maliciosa—. Si a Barret no creo que le importe…
De verdad. Pagaría una fortuna por poder ver siempre que quiera la cara que pone ahora Elena.
—Espera. ¿Qué? ¿Y… y Lockhart qué?
—Tifa no estaba. Tenía dolor de cabeza.
Veo como Elena empieza a aguantarse la risa. Otra vez.
—La historia merece la pena, desde luego. Ya te la contaré otro día, si eso.
—P-Por… supuesto… —consigue decir Elena.
Ahora que ha pasado este momento mágico, recuerdo que sigo teniendo algo de hambre. Elena ya casi ha acabado de comer, con lo que seguramente pidamos algo de postre y volvamos a reanudar la cita.
QUE SONORIDAD TIENE ESO.
CITA.
CITA.
CITA.
Aunque no es hora de quedarse embobada pensando en tonterías. Es el momento de pasar a la acción.
Se nota en el ambiente, pues es el propicio. Has de esperar al momento exacto para hacer una de las preguntas más importantes de todos los tiempos.
—¿Desean algo más? ¿Postre, tal vez? —Una voz interrumpe mis pensamientos.
Es el camarero que ha venido a importunarnos.
—Pues, yo creo que tomaré un café cortado —dice Elena.
—Yo me tomaré un bocadillo de lomo y queso. —Mierda. No he pensado en absoluto. Maldita sea.
Tanto Elena como el camarero se quedan algo sorprendidos. Por suerte, éste último no me juzga y simplemente se va con un “Por supuesto”. Elena sigue mirándome.
Piensa algo para salir de este embrollo en el que te has metido. Y rápido.
—Ajaja… Es que… en Wutai… solemos tomar segundo plato…
……
Eso ha tenido bastante más sentido de lo que esperaba. Hasta puede que cuele.
—¿En serio? No tenía ni idea… Haber pedido antes si tenías hambre —dice Elena, con una sonrisa en la cara.
Verdaderamente no merezco a esta mujer tan amable.
Intento dejar de sonreír apologéticamente como una idiota.
Me estoy poniendo nerviosa otra vez.
Cálmate. Pregunta tranquilamente. No es la pregunta lo que te ha de aterrar, después de todo, y no tienes ningún tipo de control sobre la respuesta.
Cierro un instante los ojos y puedo notar una ligera brisa en mi cara. Estamos al aire libre y, aunque Elena lo es más, la vista es preciosa. No estaría mal quedarme aquí para siempre. No parece un mal sitio para vivir (exceptuando el yugo de ShinRa, claro está).
—¿Qué te está pareciendo este Sector? —pregunta Elena.
—Pues la verdad es que me está encantando. Pensaba que los mejores sectores eran los primeros, pero me equivocaba…
—¿Los primeros?
—Si —clarifico mi respuesta—, los primeros numéricamente. Es decir, uno, dos y tres. Si. Sé que me explicaste antes las funciones de cada uno de los sectores, con lo que no debería sorprenderme, pero aun así…
—Es diferente una vez lo ves en persona, ¿verdad?
—Exactamente.
—En realidad esto es bastante nuevo. Las tiendas, los locales y establecimientos son posteriores al ataque de ARMA.
—¿A sí? ¿Y eso? —pregunto curiosamente.
—Como te dije antes, el sector para la gente de dinero era el Sector 3, involucrando parte de los Sectores 2 y 4. El sector en el que estamos ahora era para la clase obrera que tenía el suficiente dinero como para vivir en la superficie.
Asiento, recordando lo que me dijo hace apenas unas horas.
—Por lo que tenemos que la gente rica vive en el Sector 3, mientras que los trabajadores (que no van a los subsectores) vivían en el Sector 8, por su proximidad al Sector 7 (y luego al 6, pero eso ya es otra historia). También empezaron a poblar el Sector 1, y gran parte del 2 y del 4, aunque el núcleo de los trabajadores seguía siendo el Sector 8. Sin embargo, —Y ahora intenta darle emoción al relato cambiando el tono de voz—, luego de la crisis de Meteorito gran parte de la gente de dinero se fue de Midgar.
Lógico, si lo piensas. Hasta yo me sé el refrán surgido entonces: “La manzana más dulce siempre cuelga en lo más alto del árbol más traicionero”. Es obvio que simboliza que, bueno… Midgar es muy peligrosa.
—Cuando eso pasó —continúa—, el centro de atención de la ciudad (puesto que el edificio central de ShinRa fue abandonado) pasó al Sector 8. La mayoría de tiendas y demás ahora están aquí, al igual que el ocio y las empresas de servicios.
—Un traspaso de poderes, ¿no?
—Así es.
—Y todo eso en tan poco tiempo. Si que cambian las cosas rápido por aquí…
La explicación de Elena acaba en el momento justo, cuando el camarero nos trae el café y el bocadillo que pedimos. Una vez sostengo ese bocadillo en mis manos, puedo sentir que, efectivamente, va a satisfacerme. Completamente.
Reprimiendo mi hambre un poco, empiezo a comer ante una Elena que se concentra en su café. ¿Café cortado era, no? Nota mental: aprender a tomar café. Ya la vi tomando algo parecido en Costa del Sol, así que debe gustarle.
Bueno, es la hora.
Pego un bocado para disimular normalidad.
—Ehh… ¿Elena? —Mal empezamos.
—¿Si?
Esos ojos. Esos ojos. ¿Y qué pasa si la respuesta no es la que espero y deseo?
No tiene sentido plantearse eso AHORA.
—Bueno, me estaba… preguntando... espero no estar metiéndome en algo personal ni nada por el estilo… —Sé que la situación se descontrola porque estoy liándome mentalmente con posibles frases que decir—, pero… ¿t-tú y… Tseng…?
……
Ya lo he dicho.
Ahora viene la parte dura.
Elena se sorprende un instante, para luego poner una cara que no había visto nunca, también durante un instante.
Esto no me gusta nada.
Ella baja la mirada hacia su café, y me doy cuenta de que abre la boca para responder. Tengo malas vibraciones sobre esto y acaba de empezar. Si voy a intervenir (para que la situación no sea tan catastrófica) he de hacerlo ahora.
—S-Solo por curiosidad —digo, cortando a Elena, quien apenas había empezado a emitir algunos sonidos—. No hace falta que respondas si no quieres…
Se me queda mirando, sorprendida (otra vez) por mi comentario.
Y… ¿sonríe?
—Tranquila, no pasa nada.
¿He evitado un mal mayor o qué? No sé exactamente si eso es malo o no. Como mínimo va mejor que algunas de las simulaciones mentales que me he hecho.
—Entre Tseng y yo no hay nada —dice ASÍ ME GUSTA Elena arreglándose un poco el pelo, que se le había estado cayendo hacia adelante—. Aunque te confesaré que sí que estuve enamorada de él un tiempo. Nunca fui correspondida, por supuesto…
Hmmm… esa respuesta ha sido algo agridulce. Y no sé qué cara poner…
—¿Y eso? —pregunto sin pensar—. P-Pero si eres… estupenda…
—Bueno, no según él, por lo visto —responde algo deprimida.
VAYA.
ESTO NO ME LO ESPERABA EN ABSOLUTO.
Tengo que intentar animarla. Con algo.
Y no estoy segura que empezar a decir cosas malas de Tseng vaya a funcionar…
—No acabo de entenderlo. Cualquier… hombre… se fijaría en ti de inmediato. No me cabe en la cabeza que Tseng haya pasado de ti, en serio.
A ver.
Dejemos las cosas claras. A mí me gusta Elena. ASÍ QUE POR QUÉ NO DEJO DE DECIR ESAS COSAS, MALDITA SEA.
—Tampoco es que sea culpa suya —responde una Elena algo más calmada ahora, tomando un sorbo de su café—, puesto que cuando lo conocí ya estaba enamorado de otra persona. Vuestra amiga, la anciana.
¿Aeris?
Eso me deja algo perpleja.
—Pero… ella murió…
Elena se queda callada unos segundos, y al final responde:
—Lo sé. Y perdí contra un recuerdo.
No. No, no, no…
—Debía de ser una persona increíble para que yo no tuviera ni una sola oportunidad…
No digas eso.
—¡No! ¡Ni se te ocurra decir eso! ¡Aeris era una persona increíble, sin duda, pero tú no eres menos! ¡Si no sabe apreciarte por lo que vales, pues él se lo pierde! —Me sorprendo alzando la voz.
Por segunda vez en menos de quince minutos consigo que todos a nuestro alrededor vuelvan a centrar la atención en esta mesa. Y Elena está ahora verdaderamente sorprendida.
Nada más retirarse el camarero después de traernos los postres, Elena rompe a llorar, y se lanza a mis brazos. Nos fundimos en un tierno y duradero abrazo. Ella me confiesa sus verdaderos sentimientos hacia mí. La multitud nos aplaude y vitorea, mientras Cloud y los demás aparecen de repente y nos dan su aprobación y su bendición. Yo levanto la cabeza de Elena que sigue abrazándome y suavemente la beso, dando rienda suelta a mi amor por ella. Y somos felices el resto de nuestras vidas.
FIN.
No sé…
No sé qué…
Me he quedado totalmente en blanco.
Estoy algo inclinada hacia adelante en mi asiento, con una mano en la mesa y otra en un bocadillo.
Lentamente mis recuerdos sobre lo que acaba de pasar van volviendo, a pesar de mis intentos por evitarlo.
Observo a Elena, que se ha quedado estupefacta mirándome.
Ya sabía yo que esto acabaría mal de algún modo…
Aunque no esperaba que fuera así.
Y, puesto que la vergüenza ya me está empezando a llegar a la cara, creo que es hora de un plan de escape. Lo primero que se me viene a la cabeza es levantarme, dar rápidamente las gracias por todo y salir corriendo.
Sencillo, y bastante elegante.
Por mí vale.
Me levanto.
¿Y ahora que digo? Balbucea cualquier cosa y que suene “gracias”, “preparar”, “batalla” y “Sefirot”.
—Ehh…
Pero antes de que pueda decir algo…
… Elena me coge de la mano.
Dirijo mi mirada hacia ella, aunque ésta dirige la suya hacia la mesa.
—Gracias —susurra.
Me rio internamente. Ya no sé qué está pasando.
Ahora sí que estamos atrayendo la atención. Cosa que no parece importarle a Elena, quien sigue desviando la mirada. Y si no le importa a ella, tampoco me importa a mí. Aunque podrían dejar de mirar, que esto no es un circo.
Vuelvo a sentarme, con Elena aun agarrándome de la mano.
—Gracias —Vuelve a decirme—, y también… lo siento…
—N-No tienes porque disculparte… —Consigo decir, mucho más calmada de lo que esperaba—, ni tampoco hace falta q-que me agradezcas nada.
Elena levanta la cabeza para mirarme, con los ojos un poco vidriosos y una sonrisa amplia, un poco forzada, pero cálida y honesta de todas formas.
—Soy yo la que decide a quien dar las gracias, ¿no? Era así, ¿verdad?
………
Me ha pillado.
—Si —suspiro.
La situación ahora mismo es algo… extraña. Un poco incómoda (más que nada porque somos el centro de atención) aunque no importa, puesto que puedo sentir la palma de su mano contra la mía.
Al cabo de unos segundos Elena me suelta lentamente.
—Gracias. Ese tema suele sacar lo peor de mí —dice eso desviando (otra vez) la mirada—. Aun así, respondiendo a tu pregunta, no. Tseng y yo no somos nada. Es mi jefe y punto.
…………
Me siento mal por como dice eso. No sé exactamente qué me hace sentir así pero no me acaba de gustar esta sensación agridulce…
—Bueno, creo que estamos atrayendo la atención un poquito —Elena se da cuenta de que la gente nos está mirando cuando lo digo—, con lo que… ¿q-qué te parece si pagamos y nos vamos de este sitio?
Elena se queda pensando unos instantes, para acabar diciendo:
—Por supuesto. Deja que me acabe el café y nos vamos.
A mi todavía me queda un buen cacho de bocadillo, por cierto. Supongo que me lo puedo comer mientras caminamos por ahí…
Al mirar a Elena veo que tiene cara de fastidio, creo que porque que apenas ha bebido de su café. Lo remueve rápido y se lo toma todo de un sorbo, sacándoselo rápidamente de la boca.
—Eso… ha sido una… mala idea… —dice medio tosiendo y poniéndose una mano en la garganta y mientras la otra va a buscar algo de agua de su vaso.
¿Eh? ¿Qué..?
—Todavía… estaba caliente —responde Elena al ver mi expresión. Sin vacilar, también se traga toda el agua que le quedaba.
Hace escasos minutos, esta escena me habría parecido extraña. Sin embargo, ahora mismo soy inmune a este tipo de situaciones. Si, dejémoslo así.
—Tú quédate aquí, yo iré a pagar. —Me ordena Elena, quien se levanta rápidamente y se pone a caminar hacia el establecimiento, sin darme ni tiempo a protestar.
………………
Sopesando todo lo que ha pasado, creo que el resultado es alentador. Como mínimo no ha acabado como supondría que acabaría, lo cual es siempre positivo. Tampoco es como para tirar cohetes… aunque si tengo en cuenta algunos de los escenarios que preveía, quizá sí que debería tirar cohetes. Ya no sé qué pensar.
Y debería acabarme este bocadillo.
Subsector 3, Midgar
1:40 del mediodía
Después de un pequeño trayecto en tren por fin hemos llegado al Subsector 3. No hemos llegado aún a nuestro destino, así que tendremos que caminar un poco.
—Por cierto —comento—, ¿no te mareabas al ir en vehículos?
—¿Eh? Ah, bueno, los trenes son algo especial —responde Yuffie—. No es lo mismo que un avión o un coche, ya que el tren va fijadísimo a las vías por las que circula, y no tiene grandes giros ni grandes movimientos. Digamos que es mi transporte favorito —Y sonríe. ¡Qué mona!
Desde luego, llevo todo el día intentando aguantarme el impulso de pellizcar esa carita tan mona…
—¿En serio? Pues creo que están empezando a construir una red de trenes en la zona de Gold Saucer. Ya sabes, para conectar Costa del Sol y Nibelhim a ese gran espacio lúdico. Se dice que se van a gastar una de dinero que ni ShinRa…
—Pues tendré que pasarme alguna vez por ahí, una vez esté construido… —comenta una (ahora) ilusionada Yuffie.
Si soy sincera, aun no sé que me pasó antes.
Quiero decir, preguntarme por algo así es normal. Tendría curiosidad por saber si Tseng y yo éramos pareja… pero no puedo creerme que actuara como lo hice. Sigo sin saber porque…
Esa estúpida manía mía de deprimirme por todo aquello que me rodea. Si es que…
—¿Falta mucho? No es que me esté cansando ni nada, pero… todo este subsector no es que parezca demasiado… hogareño, precisamente…
En eso Yuffie tiene razón.
El Subsector 3 antes era el más respetado de los subsectores, al estar debajo de la placa más rica de la ciudad. Cuando estos se fueron, el nivel de calidad de este sitio se redujo considerablemente. Ahora aquí se junta la escoria de la ciudad, y me quedo corta con esa descripción.
—No, no. Es aquí al lado —respondo.
Como mínimo está cerca de la estación.
—¿Y qué es lo que vas a enseñarme? Va… cuéntamelo…
AY, PERO QUE MONA QUE SE PONE…
Finalmente llegamos a nuestro destino.
—Ya hemos llegado. Cuarta parada del tour.
Yuffie parece desconcertada. No es para menos, pues delante de nosotras hay un gran contenedor industrial, mugriento y olvidado, apoyado en uno de los lados del muro divisorio que separa los subsectores.
—Tranquila, esto es solo la entrada.
La chica, a pesar de que ha entendido lo que le he dicho, aun parece algo confundida.
—En realidad —empiezo con mi explicación—, hay diversas entradas, pero he elegido esta porque es la más sencilla de acceder. Tampoco era como para hacerte saltar y correr por ahí…
Me acerco hacia la puerta del contenedor. Tal y como esperaba, la puerta parece cerrada. Un toquecito de nada hace que la puerta se abra hacia mí sin problemas.
—Vamos, ven —digo a la chica, que sigue ahí esperando. Ella se apresura hacia mi posición y entra rápidamente, observando a su alrededor. Cierro la puerta para dejarla como estaba, no sin antes asegurarme de que nadie nos está mirando.
—Y… ¿esto es lo que querías enseñarme?
—No, todavía no. Ya casi estamos. En realidad, este contenedor está roto, tú sigue para adelante. Ya verás.
La chica camina, no exactamente a ciegas, puesto que se filtra algo de luz por los huecos. Al cabo de unos pocos pasos, Yuffie se da cuenta de que el final del contenedor está roto, abriendo un camino a través de un agujero en el muro.
—Por eso has dicho que esto era solo la entrada, ¿no?
—Exacto. Tú tira para adelante, que ya casi estamos.
Y la chica me obedece, aunque vigilando donde pisa. Yuffie se mete por el agujero (que tiene la medida justa para que una persona pueda entrar casi sin problemas) y yo voy detrás.
—Esto el interior del muro —digo triunfalmente—. Como puedes comprobar, el interior de los muros que separan las diversas secciones de la ciudad está hueco.
Solo hay alrededor de dos metros de espacio hacia adelante, sin embargo el interior del muro se extiende a izquierda y derecha sin final, abrazado por una oscuridad permanente.
—¡Que guay! —comenta una sorprendida y entusiasmada Yuffie.
—Pues aun no has visto la atracción principal.
Yuffie se gira en mi dirección aun más sorprendida que antes.
—Tu sígueme, y vigila donde pisas. Aunque siendo una ninja no creo que necesites ayuda…
Y me adelanto, caminando en la oscuridad hacia mi izquierda.
¡Es verdad, casi se me olvida!
—Ten. —Le digo a Yuffie, pasándole una pequeña lámpara portátil que me había guardado en el pantalón—. Está bastante oscuro allá arriba y lo necesitaremos.
Saco la otra lámpara que llevaba y la enciendo, iluminando por delante de mí. Noto como Yuffie enciende la suya también.
—¿Arriba? ¿A dónde estamos yendo, exactamente? —pregunta la joven ninja.
—Es. Un. Secreto —digo con una voz impropia de mí.
¿Hmm? Debería estar por aquí…
Al cabo de unos pocos pasos, encuentro lo que andaba buscando. A mi derecha, y saliendo del suelo, hay un cable enorme que se eleva hasta perderse en la oscuridad, aunque muy gradualmente, casi en horizontal.
—Aquí esta —susurro, aunque creo que Yuffie lo ha visto.
Sin perder tiempo me subo encima y empiezo a caminar apoyándome en la pared (al estar tan próxima a ella). Yuffie me sigue sin hacer preguntas.
A medida que nos vamos elevando del suelo mientras caminamos tranquilamente, se hace más presente la oscuridad del lugar, engulléndonos. Aquí no entra el sol y solo puedo ver por la luz de la lámpara que traigo, y la de Yuffie.
Caminamos durante unos 60 o 70 metros hasta llegar a unas pequeñas hendiduras en la pared, que han de utilizarse a modo de escalera para poder ascender. El cable sigue su camino, pero aquí es donde nos desviamos nosotras.
—Ahora tenemos que subir por aquí. Espero que no te importe.
—Ah, no, tranquila —niega Yuffie con la cabeza.
—Tú primero —digo cortésmente.
Yuffie se sonroja un poco (¿eh? ¿y eso?) pero accede. Empieza a subir colocándose muy hábilmente la lámpara encendida en el cinturón de sus pantalones.
Eso no se me había ocurrido.
Intento hacer lo mismo pero fracaso estrepitosamente. Me la pongo en la boca y empiezo a subir, como de costumbre. En estos momentos me alegro de haber insistido en comprar la mochila, pues es mucho menos engorroso que subir todo esto con bolsas. ¡Y lo que queda por delante!
¡Qué rápido que sube la chica, por cierto! Como se nota que es una ninja. Apenas puedo verla desde donde estoy…
Al cabo de un minuto, más o menos, llego al final de la escalera. Es otro hueco en el muro, parecido al que entramos desde el contenedor industrial, solo que ahora varias decenas de metros más arriba. Yuffie está de pie, contemplando las vistas. No es para menos, pues ahora estamos a pocos metros por debajo de la placa superior, en el borde del propio muro, observando el Subsector 4.
—¿Te gusta?
—No sé si “gustar” es la palabra que yo elegiría… pero sí, es bastante guay —responde honestamente.
Apago mi luz y, al verme, Yuffie también apaga su lámpara.
—Mira, ven —Y salto a un cable de similar grosor por el que íbamos antes que cuelga de ambos a la placa de arriba.
El cable se mueve un poco, nada que no pueda controlar. Una vez que le pillas el truco a esto es como montar en chocobo: nunca se olvida.
Por suerte, la luz de la gente por debajo de nosotras ilumina todo esto. La chica salta tras de mí, algo dubitativa, teniendo en cuenta la altura a la que estamos.
Ahora que lo pienso, debería haber traído la materia Lévita. ¿Por qué siempre me la dejo?
—¿¡Seguro que esto… es seguro!? —pregunta algo preocupada Yuffie.
—Por supuesto. He caminado por aquí muchas veces, no pasa nada. Aunque anda con cuidado, por si acaso.
Aun con algo de reparo, la chica me sigue por el cable.
Mientras andamos, la ninja se da cuenta de que hay muchos más cables cerca sobre los que podemos saltar y caminar. Incluso hay más cables que están sueltos de un extremo, y nos podríamos balancear para llegar más lejos si nos lo propusiéramos.
—Esto parece una selva. ¿Hasta dónde podemos ir en esto?
Por fin llega la pregunta que he estado esperando.
—A donde queramos. Podemos ir a cualquier punto de Midgar.
—¿En serio?
—Si. En realidad estamos en una gran red que llega a todas las partes de la ciudad. Desde aquí podríamos ir en unos pocos minutos (teniendo algo de experiencia en caminar por aquí) a donde quisiéramos.
—¿D-De verdad? ¡Qué guay!
—Y que lo digas. Y no mucha gente lo conoce, por cierto. Diría que aquellos que conocen de la existencia de esta red de transporte no supera la docena, apuntando alto.
La chica no dice nada.
—Emm… no tenía nombre, así que le puse uno: “Red de Midgar”. —Me he sonrojado un poco al decir eso, ya que nunca había puesto nombre a nada y no sé si será un poco cutre o no—. La utilizo de vez en cuando para llegar rápido a casa, o cuando tengo alguna misión en la ciudad. Es bastante útil, aunque has de tener cuidado con toda clase de bichos…
—¿Bichos? ¿¡Dónde!?
Por su falta de reacción creo que el nombre de este entramado de cables está bastante bien…
—¿No te gustan los bichos, Yuffie?
—Bueno… mejor si puedo evitarlos… pero… al estar tan oscuro aquí abajo… ¿o es arriba?... puede que haya unos cuantos…
Me río discretamente.
—Tranquila, no estaremos aquí mucho rato. Además de enseñarte esto ya nos estamos dirigiendo a nuestra siguiente parada, que además es la última. La verdad es que el plan original era que te trajera al Subsector 6 para comer y así tuvieras toda la tarde para prepararte para mañana pero… nos hemos alargado más de lo previsto…
— Oh… —¿Detecto algo de decepción en su voz?
—¡No te desanimes! He dejado lo mejor para el final. En el mismo Subsector 6 hay un sitio emblemático que nadie (excepto yo) conoce y que seguro que te encanta.
—Seguro que sí —dice Yuffie, quien todavía tiene un tono de voz un tanto abatido…
La verdad es que la puedo entender. Ha sido mucho más divertido de lo que lo había planeado. Sinceramente, no esperaba llegar a entretenerme tanto con esto. Sí que es una pena que acabe, ahora que lo pienso…
Vaya, ahora soy yo quien empieza a sonar algo triste.
Quizá deba decir algo a la chica, para que se anime…
Pero no me da tiempo. Algo nos sobresalta a las dos.
—¡Dame todo lo que llevas encima!
¿Eh?
Miro para abajo. Justo por donde estamos pasando (aunque varias decenas de metros por debajo) parece que se está cometiendo un crimen. Un joven encapuchado está atracando a un señor mayor.
Hablando de cosas que no me esperaba. Esto no me lo esperaba.
De pronto, escucho un sonido estridente que no alcanzo a reconocer proveniente de detrás de mí. Me vuelvo rápidamente (intentando mantener el equilibrio en estos cables). A pesar de la oscuridad puedo ver a Yuffie amarrando un cable de unos diez centímetros de diámetro al gran cable sobre el que estamos.
No me da tiempo ni a preguntar que hace pues, en cuanto lo acaba de amarrar y asegurarse de que está bien sujeto, se precipita al vacío.
Más asustada que preocupada solo puedo mirar como la chica cae.
A mitad de la caída empieza a hacer un movimiento antinatural y a dirigirse hacia una de las casas de chatarra cercanas. En ese momento me doy cuenta de está aferrada al cable de antes.
En cuanto está cerca se suelta y cae. Perfectamente, por cierto. Sin ruido. Una ninja, supongo. Se acerca al borde y salta hacia el desprevenido ladrón que poco puede hacer ahora. En un santiamén Yuffie lo reduce sin piedad: estómago, estómago, cara y patada final que lo lanza varios metros en la distancia.
Y yo aquí, inmóvil.
Veo que Yuffie le dice algo al señor aunque no se puede escuchar nada desde tan arriba. De mientras, el agresor se levanta y huye corriendo, perdiéndose entre la chatarra del subsector.
Me sorprendo esbozando una sonrisa.
Y eso sí que es sorprendente.
¿Por qué?
A veces me he visto en situaciones similares (aunque en mi caso, mis “víctimas” tenían muy poco de eso…). He hecho algunas cosas que tranquilamente podrían enviarme a la cárcel sin juicio.
Y… ¿por qué?
¿Por… qué…?
¿Por qué siento esta sensación rara dentro de mí?
Ya he sentido esto antes. Cuando dejé a Yuffie en ese bar también noté lo que estoy notando ahora. Aunque esta vez es diferente, es más intensa.
Antes de que me dé cuenta el señor mayor ha desaparecido y Yuffie está trepando por el cable (como si nada, he de añadir).
—Que valiente.
La joven (pero absolutamente capaz) ninja desvía un poco la mirada.
—No, de verdad. No hace falta que te avergüences. —Sigo con una sonrisa—. Si antes de que me pudiera dar cuenta ya estabas allá abajo.
—N-No ha sido nada. Lo habría hecho cualquiera —responde ella.
…………………………
No.
Me temo que no.
—B-Bueno, ¿s-seguimos? ¿O quieres quedarte a tomar el té con todas las criaturas que viven aquí arriba?
—¿Eh? ¿A qué viene tanta prisa? ¿Acaso te has puesto colorada?
NO PUEDO CREER QUE ACABE DE DECIR ESO.
EN SERIO. NO PUEDO CREERLO.
Evidentemente, Yuffie tampoco, que ahora sí que está roja. Se acerca a mí y me da la vuelta, dando señas evidentes de que quiere que continuemos.
Pero que monada…
Yo encantada, desde luego. Intentaré olvidar lo que acabo de decir. Eso sí que entra en la lista de las cosas que no me esperaba.
Subsector 6, Midgar
2:05 del mediodía
Hemos tardado algo más de lo que calculaba (aunque tampoco vamos justas de tiempo), pero ya estamos aquí. Después de unos 20 minutos de ir andando sobre cables y trozos de la placa que se quedan flotando gracias a más cables y más trozos de la placa, finalmente llegamos al Subsector 6.
La entrada (o salida, según se mire) de la “Red” está bastante cerca del bar de Lockhart, que se puede ver desde aquí. Aunque ese no es nuestro destino.
—Pues sí que es cierto que no se puede ver… —comenta Yuffie.
—Ya. Está tan oscuro que no se puede ver nada ahí arriba. Es por eso que casi nadie la conoce. Y me gustaría que siguiera siendo un secreto, si no te importa. Toda esa chatarra flotante no aguantará mucho si empieza a pasar toda la gente de los suburbios…
—Por supuesto…, será nuestro pequeño secreto, ¿vale? —dice la chica, con una sonrisa en su cara.
No sé qué bicho le habrá picado hoy pero siempre que sonríe parece que se le ilumine la cara, resplandeciente de felicidad…
Miro a mis alrededores para acabar de ubicarme exactamente. Estamos en lo alto de uno de los pocos edificios de más de una planta que hay por aquí. Vale, creo que ya lo tengo…
—No estamos demasiado lejos. Solo necesitamos saltar un par o tres de edificios en esa dirección —Señalo en la dirección correspondiente (al este de nuestra posición)— y habremos llegado.
—¿En esa dirección? ¿Y cómo llegamos desde aquí? ¿Quieres ir saltando por los edificios o qué?
—Pues… si. Supuse que como eras una ninja no tendrías problemas…
—Ehh, ahh… No tengo, no. Más lo decía por ti…
—No te preocupes por mí. Las calles por aquí son bastante estrechas y con un buen salto llego.
—¿Si? —dice Yuffie con un cara de no creérselo que no puede esconder.
—¡Por supuesto! Si es que… las ninjas de hoy en día… cualquiera que no sepa caminar por la pared no puede saltar un par de metros… —digo con un tono burlesco (que no estoy segura de haber hecho correctamente, pero bueno…)— ¡Pues mira y aprende!
Y sin dudarlo un instante utilizo la distancia que queda hasta el borde para impulsar mi salto al edificio contiguo. Como solo tiene una planta, el salto no es nada complicado y aterrizo sin problemas.
Nada más girarme para mirar con desaprobación a la chica, me doy cuenta de que ella ya ha llegado, y me está mirando justo a mi lado.
Y no me he dado cuenta.
Impresionante.
Se me escapa una mirada de desaprobación, antes de echar a correr hacia mi objetivo, el siguiente edificio en mi camino.
—¡A ver si llegas antes que yo! —exclamo a una sorprendida Yuffie, quien aun sigue plantada en el sitio.
—¡Pero si no me has dicho donde vamos! —Escucho, ya en la distancia, mientras salto al siguiente edificio.
Noto que la chica me alcanza rápidamente, con lo que voy aun más rápido. Salto el último edificio que me queda y de otro salto con un poco menos de entusiasmo (y más controlado) llego al nivel del suelo. Ya vislumbro el final de esta carrera: la fuente al final de la calle.
A mi lado cae grácilmente Yuffie quien, por mi mirada, se ha dado cuenta de donde está la línea de meta.
Sin perder ni un solo segundo, ambas corremos hacia la fuente. Muy a mi pesar, no puedo hacer nada contra la joven ninja, que me adelanta con más facilidad de la que desearía. Una vez llego a nuestro destino, Yuffie ya me espera, recobrando el aliento sentada en la fuente, con una mirada triunfal en la cara.
—… Si es que… yo ya… —por favor, que tampoco me he cansado tanto— no tengo edad… para estas… cosas…
Yuffie se ríe sin disimulo, mucho menos inhibida que otras veces.
—¡Esto es lo que pasa cuando desafías a la Gran Ninja Yuffie! —Y se pone a reír a carcajadas.
……………
Eso sí que se parece más a lo que yo recordaba de Yuffie.
—Está bien, está bien… Que conste que he perdido por llevar la mochila, ¿eh?
—¿Y la culpa es mía? —protesta Yuffie—. Si me hubieras dejado llevarla a mí, como propuse en un principio…
—No me vengas con esas. La mochila la compré yo, así que la llevo yo —Recuerdo a la ninja—. Sin embargo, una carrera es una carrera. En recompensa por haberme derrotado… te mostraré uno de los secretos de la ciudad…
—Parece interesante pero… ¿aquí? ¿En uno de los subsectores? —pregunta Yuffie.
—Si, aquí. Mira a tus alrededores. ¿Qué ves?
Yuffie se gira para observar.
El sitio no es demasiado acogedor, que digamos. Una vez lo fue, seguramente. Hay muchas casas abandonadas, llenas de tablones bloqueando las entradas y las ventanas, aunque muchas han caído por el paso del tiempo o por ladrones. A la derecha se yergue sombríamente el muro de separación entre subsectores, que oscurece (no físicamente pero en presencia) toda la zona.
Después de unos segundos, responde:
—Una plaza abandonada.
—Efectivamente. Está abandonada… pero… mira un poco mejor. ¿No notas nada raro?
La ninja vuelve a mirar a todos lados. Piensa otros segundos más.
—La verdad es que no veo nada… demasiado extraño…
—¿No falta algo? —insisto, viendo que está cerca de la respuesta.
—¿Falta… algo? Pues… no sé a qué te refieres… lo único que veo que falta es toda la chatarra que hay por los… suburbios…
—Exacto —digo con una sonrisa—. Esa es la respuesta. No hay chatarra. En realidad, la respuesta correcta es que esta plaza “ha sido abandonada” y no está dejada y llena de objetos inútiles como el resto de Midgar (los suburbios, al menos…)
Yuffie sigue sin entender muy bien lo que intento explicar.
—Por lo que he podido averiguar, esta zona es de las primeras que se edificó en la ciudad, allá cuando ShinRa la construyó. Sin embargo, en algún momento, dejó de llegar agua a esta pequeña parte del suburbio y la gente se vio obligada a marcharse. La prueba es la misma fuente sobre la que estás sentada —digo mientras la señalo—. Esto ocurrió una vez ya habían colocado la placa superior, cuando la gente de aquí abajo ya no era tan importante.
La chica me escucha con total atención.
—El problema no era demasiado grave. Por lo que sé, un montón de basura y otras cosas aun más asquerosas se quedaron encalladas en el sistema de distribución de agua para esta zona en concreto. El caso es que de joven… MÁS, más joven, vine a este sitio e investigué un poco. Mira, te lo enseñaré…
Me acerco a una puerta de metal cerca del muro gigantesco que apenas se distingue. Como casi todo en esta parte de la ciudad se abre sin esfuerzo (hasta aproximadamente la mitad de su recorrido original, donde he de hacer algo de fuerza porque se encalla en el suelo).
Entro a una sala que ya he visitado antes. En realidad, esto es más un pasillo que nos conducirá al lugar que quiero que vea Yuffie. Me giro y compruebo que la chica me esté siguiendo, cosa que hace obedientemente.
Atravesamos el pasillo en silencio durante unos pocos metros y justo enfrente aparece otra puerta metálica. Como la primera, se abre sin problemas.
Entramos a una habitación bastante pequeña que he visitado en más de una ocasión. Apenas tiene un par metros de ancho y de largo (puesto que está dentro del muro). Nada más entrar, una se sitúa en una plataforma de metal, con un único camino hacia la derecha que acaba rápidamente en un panel de control. Hacia adelante hay una pequeña piscina donde cae agua desde arriba, aunque el punto de origen del agua no puede verse bien debido a la oscuridad. Hay otra pequeña plataforma que bordea la piscina y, pasada ésta, hay un pequeño espacio lleno de plantas y matorrales que suben por las paredes hasta perderse en las tinieblas.
—¿¡Y esto!? —pregunta asombrada Yuffie.
—Esto… es una pequeña planta para distribuir el agua. ¿Ves ese panel de ahí? Pues sirve para configurar y retocar cosas del canal por donde va el agua —digo señalando la piscina—. El panel funciona (o lo hacía la última vez que lo comprobé) con lo que supuse que el problema es algo que hay allá abajo. Creo que cerraron el caudal de agua para intentar arreglarlo y luego pasaron olímpicamente de este sitio…
Yuffie se encoje de hombros. No es que sea demasiado extraño este tipo de comportamiento en esta ciudad, después de todo.
—¿Te preguntaras a que viene todo esto, no? Pues… lo que te quería enseñar está justo ahí. —Y vuelvo a levantar mi dedo para señalar un espacio lleno de plantas y cosas verdes que crecen justo después de la piscina—. ¿Por qué no vas y miras de cerca?
La ninja me mira dubitativa, aunque accede y empieza a caminar por la plataforma hacia el lugar indicado.
—¿Y qué se supone que he de ver? —pregunta.
—Ni idea —digo haciéndome la tonta—, tu investiga por ahí…
La chica hace lo que le digo y empieza a buscar. No está demasiado escondido y lo encuentra de inmediato en el suelo, detrás de una ¿enredadera? (esa planta que crece y sube por las paredes). Es una especie de placa, fina y no demasiado grande. No se ve desde aquí pero debería tener unas inscripciones grabadas en ella.
—Qué, ¿has encontrado algo?
—Si —responde—, aunque no sé qué es esto. —Y empieza a inspeccionar su hallazgo.
—¿Qué pone?
El suspense me está matando.
—Pues… hay unas grandes letras con la palabra “LIBERTAD” en el centro… y… en la esquina inferior hay algo más… en letras más pequeñas pone… “Sector nº 6 de la ciudad de Midgar, ShinRa ™.
Yuffie cambia la mirada a una de asombro.
—No puede ser —dice con una evidente sorpresa en su cara.
Ya, a mi me pasó lo mismo la primera vez.
—¿Elena? ¿Es esto lo que creo que es? Quiero decir… Cloud y los demás me han contado cosas… y sé que los sectores están numerados… porque los nombres que se les pusieron se olvidaron… ¿Es esto…?
—Si, lo es – digo, con la mirada de una profesora que acaba de enseñar a sumar a un alumno—. “LIBERTAD”. Ese es el nombre original de este sector.
—Y… cómo es que lo has… No, espera. Antes de eso, ¿Cómo es que está aquí? No debería estar en la placa superior. Ya sabes, donde está el SECTOR 6 y eso…
—Yuffie, Yuffie —Pongo la cara de superioridad que he estado practicando desde que me ha ganado la carrera antes—, ¿acaso no te expliqué la historia de Midgar al principio de este tour?
—Ahh —dice Yuffie, quien ahora va atando los cabos sueltos—, claro. Esto era el Sector 6, antes de que colocaran las placas, ¿no? Por supuesto. Por eso está aquí y no arriba… No, espera. ¿Por qué está aquí, al lado de una planta… de… redirección del agua?
Ahí me ha pillado.
—No tengo ni idea. Ahí ya no llego… Yo lo encontré en este sitio de pequeña y ahí lo dejé. Sinceramente, no lo sé… —si eso se lo comento antes de que se me olvide—. Por cierto, esa placa es ahora tuya. Considéralo un regalo de mi parte.
—¿Qué? Oh, no. No puedo aceptarlo. Esto es parte de la historia de Midgar. No puedo tenerlo yo.
—A mi no me interesa para nada. Yo me contento con saber que eso ha existido y ya. Si no lo quieres siempre puedes dárselo a Strife y a los miembros de AVALANCHA. Seguro que les gusta. Y más con el nombre que tiene.
Veo como Yuffie se lo piensa. Lo he dicho por decir pero quizá haya acertado de casualidad.
—Hmmm… aun así… no sé yo…
—No te preocupes —intento quitarle importancia—. Nadie se acuerda ya de esto. No pasa nada. Nadie hace nada útil ya con esa placa, quizá tú puedas hacer algo con ella. Quédatela, si total…
No me inspiran mucha confianza mis propias palabras…
—En ese caso… ¡Gracias!
Yuffie esboza una sonrisa amplia, como las que ha ido mostrando a lo largo del día. Voy a echar de menos esas sonrisas cuando volvamos a ser enemigos.
—Ehh… oye…
Yuffie desvía la mirada.
—¿Si?
—H-Hay… algo… que me gustaría… decirte…
La chica se ha puesto nerviosa de repente.
—Claro. Lo que quieras.
Veo que con la mano derecha se toca nerviosamente el antebrazo izquierdo y como no puede concentrar la mirada en un mismo sitio.
Creo que nunca la he visto así de nerviosa…
—S-Si, el… el caso… es… Bueno, que… y-yo… Lo siento, p-puede que este no sea… un buen… momento…
—Tranquila. Tengo todo el tiempo del mundo.
No sé que me quiere decir pero la está poniendo muy ansiosa. Será mejor que se calme…
—¿Quieres volver a la fuente y respirar un poco? El aire aquí está un poco cargado…
Después de unos segundos asiente con la cabeza.
Lentamente empezamos a caminar por el pasillo por el que hemos entrado. No sería conveniente que la chica cargue con la placa ahora mismo, así que la llevo yo (haciendo caso omiso de sus protestas).
Al llegar a la fuente dejo la placa dentro (si total, está seca) y me acerco a Yuffie.
—¿Quieres sentarte? —digo ofreciéndole un espacio en la fuente.
—No, no hace falta…
Parece que ya se ha calmado un poco.
—Tranquila. No voy a ir a ninguna parte, puedo esperar lo que haga falta —Y me siento en el borde de la fuente.
—N-No hará falta. Ya te lo d-diré… cuando volvamos… no creo que sea demasiado inteligente decirlo ahora… antes de la batalla contra Sefirot.
—Puedo esperar, de veras.
—N-No, no te preocupes. No es nada importante.
Un largo silencio se apodera del ambiente.
—Supongo que esto es ya el final del tour, ¿no? Me lo he pasado en grande.
—Y-Yo también —dice suavemente Yuffie.
Es curioso cómo cambia el ambiente tan rápido. Hay una especie de… no sabría expresarlo… tristeza, quizá, aunque no es eso exactamente. Es como si… esto fuera un final. Un final de algo. Como su fuera un adiós. Siento una sensación de pesar en mi interior que no había sentido nunca.
No.
Falso.
Ya la había sentido antes.
Cuando me di cuenta de que nunca le gustaría a Tseng.
……
¿Que se supone que significa esto?
¿Acaso es una premonición de lo que pasará mañana?
Supongo que en mi interior sí que estoy algo ansiosa por lo de mañana. Nos enfrentamos a Sefirot, después de todo.
Otro silencio se ha impuesto entre la chica y yo.
—¿Quieres que te ayude a llevar la placa hasta el bar? No es que esté demasiado lejos pero supongo que pesa lo suyo…
Yuffie niega con la cabeza.
—No hace falta. Además, no sabría que decir si me encuentro con alguien… y puede que te metas en problemas si descubren que hemos estado juntas —responde sonriendo, aunque puedo ver que la sonrisa es algo forzada. Hay una sombra de melancolía oculta en sus ojos.
¿Ella también?
—Está bien. Yo me iré por la “Red de Midgar” (si lo digo muchas veces, quizá se acuñe el término), así que aquí es donde nos despedimos. Sé que me repito, pero me lo he pasado muy bien hoy.
—Yo también —responde Yuffie—. Espero que algún día puedas enseñarme más sitios de la ciudad. Se nota que te importa mucho. —Con una sonrisa no tan amplia como otras veces… pero… tiene algo… algo… especial—. Eso sí, prométeme que, si alguna vez te pasas por Wutai, me llamarás para que yo también te de un tour. Me sé varios sitios que te encantarán.
—Te tomo la palabra.
Nos acabamos mirando, sin saber muy bien como despedirnos. Qué curioso. Con lo que hemos hablado a lo largo del día…
—Bueno —dice Yuffie, rompiendo el hielo—, creo que será mejor que vaya tirando hacia el bar de Tifa, que todavía he de prepararme para mañana…
—Ya. Yo también debería…
Rápidamente abro la mochila y recojo mi parte de las compras, que sigue en sus respectivas bolsas. Acto seguido, vuelvo a cerrar la mochila y se la entrego a Yuffie, aun con la punta de su nuevo shuriken sobresaliendo por arriba.
—Pero… la mochila es tuya…
—No me vengas con esas que tú tienes que cargar con más peso.
—Pero…
—No protestes tanto y cógela —insisto.
La ninja accede a regañadientes y se coloca la mochila en su espalda. Una vez hecho esto, la ayudo a levantar la placa para que pueda cargar con ella durante todo el camino que le queda.
—Muchas gracias por lo de hoy. No lo olvidaré —dice Yuffie haciendo una pequeña reverencia.
Suspiro en alto para que lo note.
—Ya ni me molestaré en decirte que no hace falta que me agradezcas nada —digo con una sonrisa y un tono más animado que el de hasta hace unos momentos.
La chica me devuelve la sonrisa y lentamente inicia su camino hacia el bar.
Sin embargo, a apenas unos pocos metros se gira hacia mí.
—Sobra decirlo, pero… ni se te ocurra morir mañana, antes de que pueda devolverte el favor por lo de hoy, ¿vale?
Se me escapa la risa.
—¡Por supuesto! ¿¡Quien te crees que soy!? ¡Soy Elena, de los Turcos! ¡Ese Sefirot ya puede ir contando las horas que le quedan porque acabaremos con él!
En otro momento me habría muerto de vergüenza. Ahora no. El momento es adecuado. Yuffie no se sorprende, se ríe y luego esboza una gran sonrisa en esa cara tan preciosa.
—¡Hasta mañana! —La oigo decir, mientras me mira a los ojos.
—Hasta mañana.
Ahora sí.
Este sí que es un buen final para hoy.
Al cabo de unos segundos, la joven ninja (aun sonriendo) se da media vuelta y se pierde entre la oscuridad del callejón.
Yo me quedo aquí, sentada aun en la fuente.
Mañana será un día importante.
Mañana será un día que no podré olvidar.
Mañana…
¿Qué hora es? ¿Solo son las dos y media? Debo de estar haciéndome mayor para estas cosas… O quizá esa la chica es tan animada que me agota las fuerzas…
Pero no ha sido un mal día. No ha sido un mal día en absoluto.
Me sorprendo sonriendo. Me he sorprendido varias veces así durante el día de hoy, en verdad. No es ninguna sorpresa si lo pienso bien, me lo he pasado muy bien con ella.
Debería irme a casa a descansar. Mañana será un día duro.
Miro al cielo, totalmente en vano. Solo puedo ver oscuridad pues la placa superior obstruye toda luz solar. Las únicas luces que me iluminan son artificiales, y apenas funcionan en esta parte de la ciudad.
Quizá, luego de derrotar a Sefirot, me pida una semana de vacaciones.
A un lugar con sol…
¿Wutai, ha dicho?
Chapter 16: SORPRESAS EN ALTITUD CONSIDERABLE
Chapter Text
Sector 6, Midgar
9 de la mañana
La situación es tensa, cuanto menos.
Cuando hemos llegado los Turcos ya nos estaban esperando. Exceptuando la pequeña conversa entre Cloud y Tseng nadie más ha dicho absolutamente nada. No es que sea una mala señal. Tampoco es como para saltar de alegría, por otro lado.
He tenido que esforzarme al máximo para no interactuar con Elena. De alguna manera he reprimido mis impulsos por hablar con ella, aun al cruzarse nuestras miradas más de un par de veces.
Al final hemos subido a la aeronave y nos hemos sentado en la gran antesala previa al puente de mando, donde están los asientos para los pasajeros. Evidentemente Cid se ha ido con la tripulación de la nave al puente. Todos los demás nos hemos sentado por ahí (aunque cada bando a un lado) con una extraña habilidad para volver la situación bastante incómoda. ¡No habla nadie! ¡Ni siquiera entre nosotros!
Al cabo de uno o dos minutos la voz de Cid se escucha por los altavoces en toda la nave:
—Buenos días a todos. Soy Cid Highwind y seré su piloto en este trayecto. El vuelo de hoy constará de dos partes. En primer lugar nos desplazaremos hasta el ya extinto pueblo de Mideel, al sureste de nuestra posición ya que, según informes de ShinRa, la entrada por el Cráter Norte está totalmente impracticable. Luego, nos adentraremos por conductos en el interior de la tierra en busca de un %&$#$&#. El vuelo hacia Mideel durará aproximadamente una hora. Se esperan cielos despejados y un vuelo apacible. Abróchense los cinturones de seguridad y mantengan todas sus extremidades en el interior de la nave.
Eso NO ha sonado como Cid, pero era su voz. Ha conseguido levantar algunas sonrisas y el ambiente se ha relajado un poquito. Y lo ha hecho Cid. Eso augura malos presagios.
Empezamos a elevarnos rápidamente. Al cabo de unos pocos minutos me pongo a mirar a la gente. Total, no tengo nada mejor que hacer…
Por nuestra parte todos parecen algo inquietos, incluso Cloud (aunque es el que menos). Nuestro líder está sentado pensando, cosa que no es demasiado normal. Eso me preocupa un poco. Tifa tiene los brazos cruzados como Barret y no pierde de vista a Reno y Ruda. Caith Sith (o sea Reeve) no se mueve para nada. Como no está físicamente aquí, puede que se haya ido a desayunar. Es lo que tiene luchar a distancia, desde el confort de tu casa. Que cara que tiene, desde luego. Vincent… bueno, hace de Vincent. Nada nuevo ahí.
Los Turcos están más o menos en la misma situación. Algo más a la defensiva pero similar a nosotros. Reno y Ruda simplemente están sentados (Reno parece que esté durmiendo) sin hacer nada, mientras que Tseng comprueba su teléfono móvil. Elena está… creo que está haciendo lo mismo que yo: comprobando que hace el personal.
Aún recuerdo lo que pasó ayer. A excepción del final (de lo que querría olvidarme en este momento, por cierto) fue uno de los mejores días de mi vida.
De pronto algo llama mi atención. Ha sido sutil pero Elena ha hecho un movimiento algo extraño. Ahora que la miro tiene la mano en la boca y… ¿se está… riendo? Me resulta familiar esta escena… Ah. Vale. Entiendo. Por la dirección que llevaba antes, mientras nos observaba, diría que ha centrado su atención en Cloud. Quizá haya recordado cierta historia que le conté. Es bastante posible.
Elena me mira de reojo. Es totalmente posible.
Los demás empiezan a notar que hay algo raro en el comportamiento de Elena, incluso sus propios compañeros. Ella me lanza una rápida mirada y casi puedo ver cómo me implora ayuda para que la saque de ese lío.
¿Qué quieres que te diga, mujer? Si vas a partirte el pecho de la risa, como mínimo elige un momento algo más apropiado…
Aun así…
—Ejem… —carraspeo mientras me levanto de mi asiento, centrando absolutamente toda la atención en mi persona—. Yo me voy a la cubierta, que necesito aire…
Y, sin esperar respuesta, me dirijo al pasillo que conduce a la cubierta de la nave, situado a mi izquierda.
—Espera… yo… también voy… —dice Elena como buenamente puede.
Empezamos a caminar con algo de presteza por el pasillo hacia la puerta que conduce al exterior. Una vez hemos salido espero a que ella pase y cierro la puerta, impidiendo que haya oídos indiscretos (Tifa).
—¿Pero qué te pasa? —pregunto un poco perpleja por la actuación de Elena—. ¿No se supone que sois profesionales?
— Ya, bueno… —responde aun entre risas, pues ahora que estamos a solas se ha soltado y se ríe más a gusto—. He intentado… aguantarlo… aunque ha sido en vano…
—Mira que eres…
Noto la brisa, ahora que estamos ya a una altitud considerable y yendo a bastante velocidad. La cubierta es muy grande, por cierto. No la vi cuando hicimos el recorrido (infinito en duración y mucho más infinito en aburrimiento) el otro día. Es… alargada. Tiene una forma semiesférica pero es… pues eso, extremadamente alargada, y ocupa el 80% de la extensión de la aeronave en horizontal. ¡Qué atentos! ¡Eligen la nave más tiesa que existe para meterse en los recovecos del planeta a toda velocidad, claro que sí!
En todo caso, la vista es excelente. Me acerco a la barandilla para mirar mejor.
—¿Te encuentras bien? —pregunta Elena.
—¿Eh? Si… Creo que si… ¿Por qué lo preguntas?
—No te mareas ni nada, ¿no?
—Ahh, eso. Tranquila. Me encuentro bastante bien, no noto nada extraño. Ya le tengo pillada la medida a estas aeronaves después de tantos viajes que hemos realizado…
—¿Viajabais mucho? —Vuelve a preguntar Elena, apoyándose en la barandilla.
Hmm… no me acaba de gustar esta barandilla. Es muy alta… y muy… vacía. Tiene una altura normal pero está hueca en el interior, solo sujeta a la nave por unas varas de metal que no tienen un aspecto demasiado resistente.
—Yo no me apoyaría demasiado, si fuera tú —advierto.
Elena se aleja rápidamente, mirando la barandilla con recelo.
—Ahora que lo comentas —dice Elena—, Tseng comentó que la nave todavía estaba montándose cuando empezaron a modificarla para esta misión…
—Vaya, podrían haberlo comunicado a los demás también. No le tengo miedo a las alturas, pero no parece seguro acercarse demasiado…
—Ya te digo. —Se ríe Elena ligeramente.
—Sobre lo de viajar que te decía antes… Sí, solíamos desplazarnos bastante seguido. Y más cuando Cloud empezó a criar a chocobos.
—Solo por curiosidad… ¿hay algo que no haya hecho ese hombre? Porque…
—Pues… sinceramente… no sabría decirte…
La aeronave cambia de dirección, justo lo suficiente como para que lo notemos. Ahora que me doy cuenta, se ven las montañas cercanas a Midgar a lo lejos.
—Por cierto —dice Elena—, ¿cómo reaccionaron tus compañeros ante la placa de la ciudad?
—Pues… bien. Más o menos. Bastante extrañados, si te soy sincera. Y una vez supieron qué era lo que les traía, me atosigaron a preguntas. Muchas preguntas. Aunque no te molestaré con eso ahora. El caso es que sí, se lo han quedado. Creo que Tifa quiere colgarlo en alguna parte, para que la gente lo pueda ver.
—Me alegro —dice Elena, sonriente. Parece que se alegra de verdad—. Por cierto, no te lo he comentado antes pero la ropa que llevas ahora me trae muchos recuerdos, ¿sabes?
¿Hmmm? ¿Mi ropa? Ah, claro. Ya que nos íbamos a enfrentar a Sefirot de nuevo, me he vestido con el mismo conjunto que llevaba durante el viaje para salvarnos de Meteorito. Mi ropa habitual, vamos.
Aunque apropiadamente abrochada.
—La ocasión lo requiere, ¿no crees?
—Es apropiado, sí —ríe Elena—. Ojalá obtengamos el mismo resultado que esa vez.
—Eso espero. Eso espero…
La brisa que nos llega es bastante refrescante. No viene mal de vez en cuando y es especialmente oportuna ahora que vamos a enfrentar a un mal terrible que amenaza la existencia misma de este planeta.
Además, ella es preciosa.
Aunque estar aquí, en compañía de Elena, hace que me entre el remordimiento por lo de ayer. ¿Debería…?
No.
Ahora no.
Ya habrá ocasión. Seguro.
Cerca de Mideel
12:20 de la mañana
Estoy deseando que lleguemos de una vez.
Me aburro sin medida.
Quiero decir, no está mal estar cerca de Elena y eso, pero tampoco podemos hablar como ayer. Hemos de mantener las apariencias, después de todo. Si que nos dirigimos la palabra y hablamos, comentando cosas en tono “normal” (y todos los demás nos miran como si fuéramos extraterrestres, por cierto) pero no es lo mismo.
Ya estamos cerca, por suerte. Me dirijo a la cubierta de nuevo para ver el cielo una última vez antes de entrar.
Al salir me encuentro con Cloud y Tifa, además de Vincent, que revolotea por ahí.
—¡Buenas! —saludo a Cloud y a Tifa.
—¿Qué tal, Yuffie? —responde Tifa, bastante animada—. ¿Preparada para luchar?
—¡Por supuesto! ¿Con quién te crees que soy? ¡La Gran Ninja Yuffie se cargará a ese estúpido de tres golpes bien dados, ya lo verás!
—Que animada que estás —comenta Cloud.
—Que va, que va…, si estoy aburridísima.
—Pues no lo parece —dice Tifa—, viendo lo mucho que hablas con Elena…
Me sorprendo y me sonrojo a la vez ante ese comentario. Cloud mira de reojo.
—Ya bueno… —balbuceo.
—Mira. Tú puedes hacer lo que quieras, ya eres mayor como para decidir por ti misma, pero de todas las personas que hay en el mundo, ¿por qué hablas con ella? —Tengo la impresión de que si hubiera conocido a mi madre sonaría como ella—. Es de los Turcos. ¿Te has olvidado de lo que nos hicieron?
Y, como si el destino del planeta no fuera con ella, me empieza a “disciplinar”.
La lección continúa. Y continúa. Y continúa.
Cloud quiere escaparse, lo veo en su cara.
Tanto dura la reprimenda de Tifa que creo que ya hemos llegado. Hemos reducido la velocidad y damos vueltas en círculos. De pronto, se escucha un portazo que interrumpe cualquier otra cosa (por suerte). Es Cid, que sale rápidamente hacia la barandilla, para mirar al suelo. Al suelo del planeta, quiero decir.
—¡Maldita sea! —exclama el piloto.
—¿Qué pasa, Cid? —pregunta Cloud, mientras nos acercamos a él.
—¡Pregúntaselo a él! —responde, dejando entrever que alguien viene siguiéndole. En efecto, a los pocos instantes aparece Tseng por el pasillo, con Ruda a su espalda.
—¿Qué pasa? —Vuelve a preguntar Cloud.
Tseng hace caso omiso y se acerca, como Cid, a mirar por la barandilla. ¿Qué hay ahí abajo? Me acerco yo también para ver, aunque no noto nada en especial. El pueblo sigue tan hecho polvo como cuando lo dejamos la última vez. Destrucción por todos lados y un gran lago verde en medio.
Cloud y Tifa también se han acercado para mirar. A diferencia de mí, ellos sí que se sorprenden.
—¿Qué pasa? —pregunto a Tifa, que ahora está a mi lado.
—Es verdad, que tú no viniste a la reunión que hicieron. Los de ShinRa dijeron que montarían una especie de aparato por aquí para poder entrar al interior del planeta.
—¿Eh? ¿Cómo que “aparato”?
—Mira —dice señalando el gran lago verde—. ¿Cómo metes ahí la nave?
—Pues… con el morro, ¿no? ¿No se supone que le hemos puesto el material ese que repele la corriente vital? —Aunque ahora empiezan a entrarme las dudas, no vaya a ser que acabe de decir una estupidez…
—Si, pero el material solo repele la corriente vital, nada más. Solo hay un conducto para poder meter la aeronave pero no sabemos como es. Eso es lo que iban a montar: algo que nos indicara como poder meternos sin estrellar la nave.
Estoy ligeramente confundida con todo esto, aunque creo que empiezo a entender…
De mientras, Tseng ha empezado a hablar por teléfono a alguien. Pobre quien quiera que sea. Además, ha empezado a llegar gente a la cubierta. Veo a Barret y a Caith Sith, además de a Ruda y Elen… WHOA.
De repente, un gran estruendo suena por todos lados. Un sonido grave y profundo.
No parece nuestro.
Viene de… abajo…
Dirijo mi mirada hacia el gran lago y sus alrededores, sin alcanzar a ver nada nuevo. No… espera… hay algo raro… en el agua. Es como si… se… ¿moviera?
¿Un terremoto?
Pero los terremotos no suenan. O como mínimo eso creo…
La corriente vital del lago empieza a moverse de forma un tanto extraña, formando un remolino. A cada instante que pasa el remolino se hace más grande. En pocos segundos llega a tener la extensión de todo el lago y el estruendo ahora se escucha más fuerte que antes.
—¿¡Que pasa!? —pregunta Barret.
Dirijo mi mirada hacia los demás. No parece que ninguno tenga una explicación razonable. Sin embargo, Cloud esboza una incrédula sorpresa en su cara.
Vuelvo a mirar al lago. Esta vez hay algo más. En el centro del remolino… ahora hay… algo. Algo que sale de la corriente vital. Algo increíblemente grande. Lentamente empieza a ascender, dejando atrás el lago verde del que surgió.
Es enorme.
Debe de tener unos 20 metros de alto y otros 20 de ancho y largo.
Su forma… me resulta familiar. Tiene una cabeza parecida a la de un dragón, con un cuello largo y ancho que se separa del cuerpo, que es… inmenso. A ambos lados del cuerpo tiene dos brazos, pero… de tamaños diferentes: los brazos que están más arriba son pequeños (deben tener unos 5 o 6 metros) en comparación con los brazos de abajo, que son gigantescos. El cuerpo es lo suficientemente grande como para albergar esos brazos y, además, parece que tiene más espacio por la espalda, pues le cuelgan lo que parecen unas patas… si bien… tienen una forma muy extraña. Como si fuera una malformación o algo del estilo.
He visto eso antes. ¿Pero dónde?
Repaso mentalmente. Bestia enorme de color gris, con cuatro brazos y una cabeza de dragón. De repente, la respuesta parece hasta obvia.
—¿Es eso…? —pienso en alto— ¿… un ARMA?
Encima de Mideel
12 y media, más o menos
¿QUÉ ES ESO?
Quiero decir. De todas las cosas que me he imaginado que podrían pasar hoy, que apareciera un monstruo gigantesco de la nada no era una de ellas.
Es bastante grotesco pese a que también tiene un aspecto robusto. Como si llevara un caparazón, como si su piel fuera un caparazón. Y muy grotesco. Tiene cuatro brazos, dos de ellos (los inferiores) mucho más grandes que los demás, pero… es muy asqueroso. Observando más detenidamente, puedo ver que los dedos (aunque “garras” quedaría mejor) no son iguales: hay algunos de tamaños diferentes a los demás. Ahora que me fijo hay más cosas de estas. Los brazos superiores no son solo más pequeños, sino que… además… tienen un color verdoso… diferente del gris pálido del resto del cuerpo. Es como si… le… estuvieran creciendo. La cabeza también es mucho más pequeña en comparación con el impresionante cuello que tiene, aunque el gruñido que se escucha sí que es proporcional a sus cuerdas vocales, si es que las tiene. Sus patas… parecen… no sé… deformes. Me recuerdan a los experimentos del profesor Hojo. Aberraciones. No creo que pueda usar esas patas aunque, por lo que estoy viendo, el monstruo puede volar por sí solo y… Espera. ¿Qué eso? Parece como una cuerda… o un cable… que une al monstruo con el fondo del remolino de corriente vital.
Como si… la bestia fuera un recién nacido, con un cordón umbilical.
Un escalofrío recorre mi cuerpo.
—¿Es eso…? —oigo decir a Yuffie— ¿… un ARMA?
¿Cómo que un ARMA?
—Es imposible —dice Strife.
No me digas que…
—¡No puede ser! ¿No las destruimos a todas? —Lockhart parece que tampoco se lo cree.
La ARMA suelta un bramido que se escucha fuertemente en los alrededores. Creo que tenemos un problema. No para ahí la bestia y empieza a chillar y, lo que es peor, lo hace en nuestra dirección.
—¿Pero no tendría que estar… ya sabéis… lejos, al norte? —pregunta Yuffie, intentando encontrar alguna respuesta.
—¡Otra vez no! —exclama Wallace, visiblemente enfadado.
Incluso Tseng ha parado de hablar por el móvil para mirar al ARMA.
—¿Y ahora qué hacemos? —pregunta Valentine, que desciende lentamente cerca de nosotros—. No parece muy amigable y tenemos cierta prisa.
El jefe de AVALANCHA se pone a pensar.
—Tseng. ¿Tú qué opinas?
Tseng se vuelve hacia Strife, y todas las miradas se vuelven hacia él.
—Que vayamos a por Sefirot y esto aparezca no es casualidad. Yo opto por, si podemos entrar e ignorar al monstruo, que lo hagamos. Pero el piloto tiene la última palabra.
—¿Cid? ¿Tú qué dices? —Vuelve a preguntar Strife.
Highwind, pensativo, dirige su mirada hacia la bestia y luego hacia el remolino de corriente vital.
—Pues… estoy pensando que ese remolino nos va de &/$#@%$#&%. Puedo ver la dirección hacia donde se hunde la corriente, con lo que podría entrar como estaba planeado.
—¿Tenemos un plan, entonces? —pregunta Tseng.
—Si —responden al unísono Strife y Highwind.
En ese momento la ARMA vuelve a bramar de forma estridente. ¿Cómo ha… llegado tan cerca?
—¡Cid! —grita Lockhart—. ¡Se nos está echando encima!
En realidad, está apenas a unas pocas decenas de metros. En unos cuantos segundos más creo que llegará hasta nosotros. Y es gigantesco.
—¡Cid, sácanos de aquí! —ordena Strife, sacándose la espada de la espalda—. ¡Vincent, danos algo de cobertura! ¡Atrae su atención y aléjalo de la nave!
Los dos hacen como se les ha ordenado, uno corriendo al interior de la aeronave y el otro volando hacia el monstruo, disparando ya su arma.
—¡Aparta! —escucho a lo lejos a Highwind. Me giro en esa dirección y al cabo de unos segundos aparece Reno por el pasillo, seguido de Red XIII.
—¿Qué me he perdido? —pregunta.
—ARMA —resume Ruda.
Cuando me vuelvo para observar a la bestia, me sorprendo. Fuego, hielo y electricidad por todos lados. AVALANCHA al completo le está dando palos a base de materia desde la cubierta de la nave. Wallace dispara desde su brazo y todos los demás están utilizando alguna materia. Aun así, la ARMA sigue su camino hacia la aeronave, impasible.
—¿No hay paracaídas en esta maldita nave? —grita Yuffie— ¡Pues tendremos que hacerlo sin Red! ¡Cloud! —Mirando al jefe de AVALANCHA, la ninja hace unos movimientos con la mano que supongo que serán instrucciones o algo, porque Strife asiente a los pocos segundos.
Yuffie se agacha y se pone… como si fuera a correr en una carrera de 100, mientras Strife sigue dando instrucciones a sus compañeros.
—¡Barret, cubre con materia, Reeve y Red, igual! ¡Tifa tú te encargas de la curación! ¡Yuffie! ¿Estás lista?
—¡Sí! —responde la chica— ¡Límite! ¡Hado de los vivos!
Y, de repente, la joven ninja… desaparece.
¿Pero qué…?
Strife, como si nada, corre hacia la barandilla y de un impulso absolutamente desproporcionado salta hacia la ARMA.
—¡Límite! ¡Aerolito!
Como si fuera propulsado, el robusto ex-SOLDADO se acerca a gran velocidad al monstruo con la espada por delante, cruzando el aire de por medio. Una vez se la clava en medio del pecho, se impulsa hacia arriba, hiriendo a la ARMA. Ha calculado el salto, con lo que llega a la parte de arriba de su tronco y aterriza con algo de dificultad en lo que vendría a ser el hombro.
Ahora que me doy cuenta, hay algo que aparece y desaparece alrededor del monstruo… que no sé qué…
PERO SI ES YUFFIE.
¿Q… q…?
No entiendo nada. De alguna manera Yuffie se está teletransportando de un punto a otro de la ARMA, propinándole unos golpes con el shuriken que tumbarían a cualquier otro enemigo fácilmente.
De mientras, Valentine dispara con total normalidad encima del ARMA, mágicamente evitando a Yuffie y a Strife como si no costara nada. No solo eso, sino que las magias de las materias dan todas en lugares donde no hay nadie, provocando un daño máximo en el objetivo.
Es absolutamente impresionante.
Así que esto es AVALANCHA.
—¡Límite! ¡Omnilátigo!
Ese es Strife, aunque se le escucha poco desde aquí. Levanta su espada y… ¿¡se le ilumina!? No sé qué pasa pero se acerca al cuello de la ARMA y empieza a darle unos espadazos… con una violencia y una velocidad que me dejan sin palabras. Absolutamente increíble.
Ahora que me doy cuenta. Ninguno de nosotros (los Turcos) está haciendo nada. Solo estamos contemplando.
No sabría como intervenir, si soy totalmente sincera.
De alguna manera ya me lo imaginaba, pero… no me esperaba que la diferencia entre nuestros niveles fuese tan exagerada. Parece como si lo hubieran previsto todo desde el principio. Cada golpe está planeado, sincronizado y controlado. Todos se mueven con precisión y rapidez. Como si fuera un reloj, todos a una, sin retrasos. Perfecto.
Es alucinante.
Strife le está dando una somanta de palos a la pobre ARMA, que brama de dolor, sin duda. Al final, el jefe de AVALANCHA acaba con un gran y espectacular espadazo, que hace que el monstruo caiga unos cuantos metros. Debido a esto, el rubio ex-SOLDADO pierde el equilibrio y cae al vacío.
Valentine va rápidamente a socorrerlo y lo agarra al vuelo, impidiendo su caída.
Solamente ahora empieza a moverse la aeronave. Y la bestia está ya para el arrastre. Yuffie sigue peleando contra la ARMA, por eso, aun cuando ha dejado de desaparecer como lo hacía. Ahora está encima de uno de los brazos del monstruo, quien lo está sacudiendo vehementemente para librarse de la chica. La ninja salta hábilmente a un lugar a su costado y luego desaparece de mi vista. Instantes después, ARMA suelta un grito profundo de dolor.
No sé que ha hecho Yuffie, pero eso le ha dolido muchísimo.
Segundos después, veo que el cable que unía a la ARMA con el interior del remolino empieza a caer al suelo. Yuffie debe de haberlo cortado. Se nota que eso ha hecho efecto, pues ahora la bestia se tambalea como no lo ha hecho antes.
—¡Así me gusta, Yuffie! —grita Lockhart, que rompe el hielo que había instaurado en este lado de la batalla.
Strife, quien acaba de llegar a la cubierta, está hablando con Valentine.
—Gana altitud y utiliza Cometa. Eso debería acabar con la ARMA.
—Está bien —responde el vampiro, que rápidamente alza el vuelo y empieza a ascender.
—¡Yuffie! ¡Sal de ahí! ¡Ahora! —ordena Strife a la chica, que sigue sin aparecer.
Pasan los segundos y lo único que puede verse son los efectos de las materias en el gigantesco monstruo, que sigue tambaleándose en el aire y va elevándose lentamente.
—Cloud. Mira en el lago —dice impasible Red XIII—. El remolino va perdiendo fuerza.
¿Qué?
Vuelvo la mirada hacia ese punto. Sí que es cierto que el remolino se está desvaneciendo. Vaya con el felino, que vista tiene. Ni que fuera un lince.
—Debe de ser el cable que acaba de cortar Yuffie —continúa—. Eso es lo que lo mantenía abierto.
—Hmm… Parece que tienes razón —responde Strife—. Avisa a Cid. Hemos de entrar ahora o perderemos la oportunidad.
Red XIII sale corriendo y alcanza la puerta de entrada en cuestión de segundos, para perderse por el pasillo.
—¡Yuffie, date prisa! —grita Lockhart.
Como si la hubiera invocado, la joven ninja aparece por la zona en la que estaba antes Strife (por el hombro del ARMA, más o menos). El monstruo se mueve y la chica pierde el equilibrio.
El corazón me da un vuelco.
Afortunadamente, consigue agarrarse a uno de los brazos más grandes justo a tiempo.
Menudo susto.
Pero aun no está libre de peligro. Rápidamente, Yuffie se incorpora y empieza a correr por su antebrazo. Por un segundo he pensado que quizá necesitase algo de ayuda, idea que he desechado casi de inmediato. Visto que sus compañeros no están moviendo un dedo por ella debe significar que la ninja lo tiene todo controlado. Espero.
La chica… ¿¡sigue corriendo!?
No me creo lo que veo. Yuffie no se ha parado y sigue corriendo, aunque lo hace por el torso del monstruo. Está corriendo para arriba. En… vertical. ¿Pero eso no es imposible?
La frase de “Soy la Gran Ninja Yuffie” resuena en mi cabeza.
Yo quiero aprender a hacer eso.
Yuffie se desplaza como si tal cosa por la ARMA. Va a tal velocidad que en unos pocos instantes llega al cuello del coloso aunque, no se contenta con eso, sigue corriendo. En cuanto llega al final pega un salto impresionante en nuestra dirección. La ARMA no ha tenido ni tiempo de saber que la chica estaba correteando por encima de ella. O de él. Nunca he tenido eso claro.
El salto es perfecto. Calculado al milímetro. Incluso se da el lujo de ornamentar la caída dando una o dos vueltas de campana. Además, el aterrizaje también es muy profesional: Clavado y sin ruido. Digno de una verdadera ninja. Si hasta creo que he visto una ligera sonrisa en su cara el llegar…
Justo en el momento en el que entra en contacto con la cubierta una gran bola de fuego aparece en el cielo: un cometa gigantesco, casi tan grande como ARMA. En cuestión segundos llega a la altura del monstruo e impacta fuertemente. Una luz brillante me ciega (como a todos) y he de desviar la mirada.
Al atenuarse la luz instantes después, intento discernir algo entre la luz remanente.
—¿¡Pero qué…!?
La ARMA sigue ahí.
¿Es que no se puede tumbar a esa cosa?
Los demás también reaccionan, aunque la obvia diferencia en la experiencia de combate marca la reacción: mientras yo y los demás Turcos estamos sorprendidos porque esa bestia gigantesca sigue ahí, los miembros de AVALANCHA están mucho más relajados.
—¿Te has tenido que lucir al final, eh? —Veo a Strife dirigiéndose a Yuffie.
—Y yo que pensaba que habías madurado. —La reprime Lockhart.
—¿¡Algún problema!? ¡Si yo quiero fardar, lo hago, y punto! —Se defiende (algo sonrojada) Yuffie.
Estoy por decirles que ARMA aun sigue ahí pero un bramido de la bestia me lo impide. Me vuelvo rápidamente. Si que está gritando, y muy fuertemente. Sin embargo, no sé porque, pero… no… no parece una amenaza…
Instantes después se confirma mi presentimiento. Parece que ese último grito fue, en efecto, el último. La ARMA que, aun tambaleándose, conseguía mantener el vuelo se desploma rápidamente sin vida.
Pues si lo han derrotado, no estaría de más que lo comentaran con los demás. Mis compañeros respiran aliviados al ver caer al monstruo, al igual que yo.
…………
Sin embargo…
… puede que solo sea cosa mía…
…sí, ARMA se desploma… pero… ¿no está cayendo hacia aquí?
Chapter 17: ASCENSIÓN
Chapter Text
Sobrevolando Mideel
12:40 del mediodía
No ha estado mal.
Nada mal.
En realidad ha estado genial, para que mentir.
Le he dado una paliza.
La luz del cometa empieza a atenuarse y aunque no puedo mirar directamente a la ARMA puedo esperar: sé que no sobrevivirá a eso. Seguro. Lo que sí que no puedo esperar a ver es la cara de Elena. No me he marcado un 9.0 en mi “genialómetro” por nada.
Los demás se han metido conmigo por fardar demasiado.
Porque no lo han podido hacer con tanta elegancia como yo, que los conozco.
Sin embargo, un grito profundo y grave interrumpe mis pensamientos. Es ARMA, que quiere más guerra. Me vuelvo rápidamente, aunque mis temores no son sino solo eso: el gigante se desploma.
—Creo que le debemos una ronda a Vincent —comenta Tifa.
—¿Qué? ¿Todavía sigue en pie la apuesta? —Barret hace referencia a una cosa a la que jugamos durante la crisis de Meteorito: “Quien le da el último golpe a la ARMA, gana”. Un juego estúpido que gané tres veces. TRES.
—¡Pero qué decís! —protesto—. ¡Si podía haberlo masacrado yo misma en cualquier momento!
—Pero no lo has hecho —interfiere Cloud en defensa del vampiro, quien no puede defenderse ahora mismo—, así que Vincent gana.
—Vamos… ¿en serio?
—Si. Las reglas son las reglas.
—¡ARMA! —escucho de fondo.
Me giro por segunda vez junto con los demás, solo que ahora veo a la ARMA mucho más cerca que antes. Y cuando digo mucho es increíblemente mucho. Se acerca a una velocidad asombrosa.
—¡ARMA! —grito también, pero no me da tiempo a más, pues impacta contra la nave.
Choca de lado, por nuestro costado izquierdo, con fuerza suficiente como para tumbarnos. El barco volador se zarandea violentamente y pierdo el equilibrio, como todos. El impacto de la bestia no es lo suficientemente fuerte como para que nos arrastre con ella y ésta sale rebotada en la otra dirección, aun en caída libre. Pero el mal ya está hecho.
Perdemos algo de altitud y empezamos a voltearnos. Clavo mi shuriken en el suelo de madera y paro mi deslizamiento hacia… JODER. Que no hay barandilla. Esto te tira fuera del barco.
Cloud también clava su espada y agarra a Tifa para que no caiga. Caith Sith, al estar cerca de la barandilla, consigue… chocar contra ella y evitar precipitarse a… Espera. Esto me suena. ¡Elena!
Reno está en la puerta de entrada a la cubierta. Ruda también, mientras sujeta fuertemente a Tseng. No veo a Elena.
Bajo la mirada un poco. Elena desciende rápidamente por la cubierta, intentando desesperadamente agarrarse a algo. Miro la trayectoria que tiene.
Esto no es bueno.
Va a pasar directamente entre medio de las varas.
Maldita sea.
Casi instintivamente me lanzo de cabeza hacia ella, dejando mi shuriken clavado en su sitio y deslizándome hacia donde está cayendo la rubia. Reno también se ha dado cuenta de la situación de Elena y se tira igual que yo intentando llegar antes de que se despeñe.
Sin embargo, la pobre va a mucha velocidad y, a pesar de sus intentos, no consigue detenerse.
Me acerco rápido pero no voy a llegar a tiempo.
—¡Elena! —grita Reno, centrando toda la atención de los demás en él.
En cuestión de instantes, el cuerpo de Elena sale de la superficie de la nave. No tiene nada debajo, solo una larga caída.
Como voy de cabeza, me agarro a la vara metálica de la barandilla más cercana y me estiro para alcanzarla como si la vida me fuera en ello.
Porque me va en ello.
Y lo consigo.
De milagro consigo alcanzar la mano de Elena, apunto de precipitarse. Tengo medio cuerpo fuera pero lo he logrado.
A pesar de mi hazaña la situación es muy mala. He llegado in extremis, así que el peso de Elena me empuja hacia abajo. Para más inri, no me he agarrado suficientemente bien a la aeronave y no puedo hacer fuerza para subirla.
Reno llega instantes después y rápidamente asegura mi posición y aligera mi carga, agarrándome del mismo brazo del que aguanto a Elena (puesto que no puede estirarse tanto como para alcanzarla a ella) y compartiendo algo del peso. Eso me da un poco de tiempo para afianzar mejor mi posición.
—¡Un poco de ayudita, por favor! —protesta Reno.
Asiento mentalmente a esa protesta, aunque no creo que la ayuda llegue tan rápido como querría.
—¡Maldita sea! ¿¡Donde… está… ese asqueroso… y tétrico… vampiro… volador… cuando se le necesita…!? —protesto yo también.
Puedo ver como Elena intenta por todos los medios agarrarse con la mano izquierda, siendo la derecha la que he podido alcanzar. Lo peor es que cualquier movimiento que haga me dificulta más el poder mantenerla. No ayuda que la aeronave esté dando tumbos intentando conservar el equilibrio.
—No te… muevas… tanto…
Al oír eso, Elena para de inmediato y simplemente se queda colgando, con una mirada de terror en su cara. Supongo que yo también estoy haciendo una cara similar.
—¡Ruda, pásame un paracaídas! —ordena Reno, quien tiene una buena idea, para variar.
Se escuchan algunas cosas, entre ellas las voces de mis compañeros, pero no les presto atención. Elena se me está empezando a resbalar.
—Se… me… está resbalando… —Le digo a Reno.
—¡Deprisa! —insiste al oír mis palabras.
—¡No hay! —dice una voz, creo que la de Tseng—. La aeronave debía entrar al interior del planeta, así que… no se incluyeron…
—¡Tienes que estar bromeando! —protesta Reno, aunque yo también quiero decir algo similar.
Cada vez hay menos superficie de contacto con la mano de Elena, que se me resbala lentamente. Ella me mira a los ojos, sabiendo perfectamente lo que pasa.
Elena cambia la cara a una amable y sonriente. Sé que va a pasar en unos pocos segundos… y no puedo hacer nada al respecto. No puedo subirla, pero no puedo evitar que caiga. N-No… no sé qué hacer. Estoy… estoy… cagada de miedo. ¿Qué… puedo hacer…?
—¿No… tendrías… por ahí… una materia… Levita… verdad? —digo yo, también sonriendo, aunque sé lo que viene a continuación.
Piensa.
¡Piensa, Yuffie!
—No. Me la he dejado otra vez —responde Elena.
No.
No.
No.
—Gracias por todo.
Y… se me escapa.
Elena cae.
Intento volver a agarrarla pero… no puedo.
—¡Elena! —escucho, por parte de Reno.
Siento…
Siento…
¡A CALLAR!
NO ES HORA DE SENTIR, SINO DE ACTUAR.
Miro al cielo. Vincent no está a la vista. Lo que tengo que hacer está claro, entonces.
Me reincorporo rápidamente, metiendo el medio cuerpo que tenía colgando en el interior de la nave. Reno sigue sin creerse lo que acaba de pasar.
Pero no tengo tiempo para eso.
Utilizo el brazo que antes sujetaba a Elena para darle un golpe mucho más fuerte de lo que intentaba a Reno, quien se sorprende y consigo que me mire muy anonadado. Bien. He captado su atención.
Sin tiempo que perder, señalo el lago verde, con un remolino menguante.
—¡Entrad antes de que se cierre! ¡Salvad el planeta! ¡Matad a Sefirot!
Y sin mirar atrás me lanzo en busca de Elena.
No puedo observar la cara de Cloud y los demás y, aunque he escuchado sus voces antes de tirarme, tampoco es algo que me importe ahora mismo. Lo primero es Elena. He de llegar hasta ella y he de hacerlo pronto.
El viento está frio. Muy frío, y me golpea duramente en la cara.
Esto es una locura.
Por favor… si ni siquiera sé qué es lo que voy a hacer para evitar que nos matemos.
Intento incrementar mi velocidad, haciéndome más aerodinámica. Puedo ver a Elena, quien cae como peso muerto. Reduzco la distancia entre nosotras a una velocidad vertiginosa. Eso es bueno, creo que llegaré a ella en unos 10 segundos.
Elena cae cara arriba, en horizontal, como para tener más superficie y parar la caída un poco. Inteligente, muy inteligente.
Es posible que tenga algunos problemas al intentar cogerla, así que voy a optar por chocar contra ella de cabeza y asegurar el contacto. Prefiero eso a que falle y nos aplastemos contra el suelo.
Sigo tan vertical como puedo, intentando apuntar e ir directa a ella.
La distancia se reduce muy rápidamente.
Estoy cerca.
Muy cerca.
Ya… casi…
Abro los brazos. Choco con ella por la parte del estómago y me afianzo con todas mis fuerzas. El golpe no ha sido tan duro como me imaginaba, pero es lo suficiente como para desviar el rumbo que llevaba. Ahora ambas giramos en el aire sin control.
—¡Elena!
No obtengo respuesta.
Intento levantar un poco la mirada y ver que tal está. Giramos rápidamente pero puedo verla bien. Está… inconsciente. Quizá se haya desmayado. Mierda. Como si no fuera ya difícil.
—¡Elena! —Vuelvo a gritar, en vano.
Maldita sea.
Estiro mi cuerpo (aun apretando a Elena con mis extremidades superiores) en un intento de estabilizarnos y dejar de movernos tanto. Consigo un éxito a medias: seguimos girando, pero más lento y de manera más estable y horizontal.
Aun así estoy empezando a marearme. El cielo y la tierra se me cruzan intermitentemente. Nada me gustaría más que dejar de girar y sin embargo no puedo permitirme ese tiempo. Me centro en la mujer inconsciente que tengo a mi lado.
A pesar de que estoy haciendo mucha fuerza con los brazos para que no se me suelte, los necesito para usar materia y tener una mínima posibilidad de salir de aquí con vida. Acerco mis piernas y me encojo como puedo. Con un poco de suerte las podré utilizar para agarrar a Elena de la misma manera que lo estoy haciendo ahora con los brazos.
Miro de reojo hacia el suelo. El paisaje intermitente cada vez se ve más cerca. Eso es muy malo.
¡Concéntrate, Yuffie!
No puedes fallar ahora. Elena está inconsciente. Si se te escapa no tendrás una segunda oportunidad.
Acelero mis movimientos, siempre teniendo control sobre la situación. No puedo exactamente agarrarla por donde estoy ahora mismo pues mi cuerpo me impide que me doble tanto (que no soy de goma), con lo que solo puedo llegar hasta las caderas. Eso tendrá que valer. Cruzo mis piernas por detrás de ella y me aprieto fuertemente. Como mínimo no parece que se suelte.
Al tener menos superficie, volvemos a girar otra vez en todas direcciones. Lentamente y con sumo cuidado voy subiendo mis brazos. Ahora la aguanto por justo debajo de sus hombros (además de tenerla afianzada con mis piernas). Elevo un poco la vista para ver cómo está la situación.
Ahora mismo estamos girando en diagonal, que es mucho peor que la situación en la que estaba antes. Es increíblemente agobiante pues aparte de complicarme cualquier acción que haga no puedo acabar de saber a qué altura estamos.
—¡Concéntrate de una vez, Yuffie! —Me grito a mí misma, en un intento de darme ánimos. La situación lo requiere.
Lo que necesito ahora es una materia poderosa. No tengo ninguna que me pueda servir en caída libre, como Gravedad o Levita, así que tendré que improvisar algo. Quizá… quizá utilizando Frío pueda… quizá… crear una especie de rampa, o un tobogán mejor, sí, un tobogán. Eso es lo que necesito.
Pero tengo un problema: tendré que estar muy cerca del suelo como para poder darle la forma adecuada al hielo y, además, necesito que la estructura sea lo suficientemente firme para aguantar nuestro peso. Tengo malas experiencias pasadas con hielo roto de esa manera durante mi aventura contra Meteorito. También tengo bastante experiencia debido a eso mismo, por fortuna.
Para bien o para mal, el tiempo se agota. Rápidamente nos acercamos al suelo y, aun girando sin control, sé que he de actuar pronto o será demasiado tarde.
Con una pizca de inseguridad sobre la locura que voy a intentar, activo la materia.
Un inicio de tobogán muy precario se crea de la nada. Con más suerte que habilidad, consigo aterrizar sobre mi espalda, amortiguando el golpe gracias a la elevada pendiente de la estructura de hielo. A pesar de que noto un dolor punzante en mi brazo derecho, le sigo dando continuidad al tobogán, modulando el pendiente del mismo y controlando la caída.
Todavía no puedo creerme que esto esté funcionando.
Un estruendo interrumpe todos mis pensamientos: es ARMA impactando contra el suelo cerca de nosotras. Puedo ver de reojo como rebota y se abalanza hacia aquí. Antes de que me dé cuenta, el monstruo gigantesco choca contra mi estructura de hielo y la parte en mil pedazos. No es suficiente para la bestia, por lo que parece, pues aun muerto se abalanza contra mí. No puedo sino aguantar el golpe como sea, y aparto a Elena para que no se haga daño.
Salgo despedida junto con el hielo, con un gran dolor en mi pierna derecha y parte de la cadera, justo donde ha impactado ese asqueroso ser gigantesco. Aun con todo eso, vuelvo a activar la materia y creo de nuevo el tobogán. Esta vez no requiero tanta suerte y nos empezamos a deslizar rápidamente por el hielo. Solo espero que ARMA no vuelva a atacarnos otra vez. Quiero decir, otra vez ya estando muerta.
El dolor de la pierna se hace cada vez más insoportable pero afortunadamente ya estamos muy cerca del suelo. Una gran nube de polvo y tierra nos azota mientras nos deslizamos, también producidas al chocar ARMA, dificultando un poco nuestro aterrizaje.
Segundos después llegamos al final del trayecto.
En cuanto mis pies notan el contacto con tierra firme, rápidamente empiezo a desplazarme con el movimiento de caída que llevaba. Íbamos a bastante velocidad, así que aunque me duela el moverme, lo considero una mejor opción que clavar el aterrizaje.
Y duele, tal como creía.
Duele bastante.
A los pocos pasos ya he perdido gran parte de la velocidad en la caída pero por si acaso decido correr un poco más.
Cuando siento que ya no hay peligro me detengo lentamente. Cada vez siento más las molestias en la pierna derecha y en la cadera. Dejo a Elena gentilmente en el suelo y miro si se ha hecho algo. No parece que tenga ninguna herida superficial. Eso es bueno.
¿Y yo? ¿No debería preocuparme un poco por mí?
Doy unos pocos pasos y confirmo un dolor bastante agudo en la pierna derecha. Puede que me haya roto algo, o alguna especie de fractura. De hecho, solo el intento de mover la pierna ya me paraliza por completo. No voy a poder caminar con esto así. También debería fijarme en mi brazo derecho, puesto que empiezo a notar de nuevo las molestias de antes. Espero que no sea grave.
Examino mejor mi brazo. Tengo varios cortes en la parte exterior que no recuerdo exactamente como han llegado ahí.
—¿Cómo me he podido hacer esto? —murmuro en voz alta.
Porque además está sangrando. Debería vendarme o… no, espera. Antes tengo que avisar a los demás.
Saco mi móvil de los pantalones y navego entre pantallas hasta reconocer el nombre de Cloud y lo llamo.
Miro al cielo. Todavía no se han metido en el remolino, a pesar de estar ya encarados a él e ir a toda velocidad (aunque desde aquí no puedo ver si todavía sigue abierto o no).
Jope. Sí que hemos caído rápido, ¿no?
—¡Yuffie! —grita Cloud desde el móvil.
—¿Cloud? ¡Estoy bien! ¡Y Elena también! ¡Seguid adelante, no os preocupéis!
Observo como la aeronave está a punto de perderse en el horizonte (donde se supone que está el lago).
—¡No vuelvas a hacerlo! —dice bastante enojado.
Supongo que algo de razón tiene. Aunque lo volvería a hacer. Una y otra vez.
—Acabad con Sefirot, ¿vale? —digo, con una sonrisa que espero que se transmita por este trasto.
—Cuenta con ello —escucho instantes más tarde, justo cuando el barco volador se pierde detrás de la pequeña colina que tapa al lago.
Cierro mi móvil y lo vuelvo a guardar en mis pantalones.
—Ya está. Se han ido —comunico a Elena, quien sigue inconsciente en el suelo.
Quizá debería limpiarme las heridas…
… o quizá debería despertar primero a Elena y comprobar que se encuentra bien.
Chapter 18: CUANDO LA DIRECCIÓN DEL VIENTO CAMBIA
Chapter Text
¿??????????
¿??????????
—…a
¿?
—…lena.
¿Qué…?
—… Elena.
Abro los ojos bastante desorientada. Veo… a Yuffie, y también puedo ver el cielo por detrás de ella. No acabo de… saber que pasa…
Estoy recostada en el suelo. O eso creo. Aunque no sé cómo he llegado aquí.
—Elena, mírame —dice la chica, moviendo su mano y atrayendo mi atención. ¿Tiene… sangre en el brazo?
Lentamente me voy despejando. Empiezo a reconocer el terreno: estoy en una especie de descampado. Hay hierba alta y muchos árboles al fondo y una pequeña elevación de tierra a mi derecha y… y… también… ¿hielo?
—¿Qué… pasa?
—¿Cuántos dedos ves? —pregunta, alzando su mano con dos dedos extendidos.
—… Hmm… d-dos.
—¡Bien! Ahora dime: ¿te duele algo?
—¿Eh?… pues creo que no —respondo mientras me intento incorporar—. ¿Por qué? ¿Qué ha pasado?
Yuffie me empuja suavemente hacia el suelo, impidiendo que me incorpore.
—¿No te acuerdas? Bueno, también es cierto que te desmayaste…
Creo que empiezo a recordar: ARMA, aeronave… luego hubo una luz cegadora y… y…
Pego un bote, aun con Yuffie intentando evitarlo.
—¡Whoa! Tranquila, tranquila. Un poco tarde, pero esa es la reacción que esperaba —comenta la ninja con una sonrisa.
¿Qué? ¿Cómo?
—No te preocupes —continúa Yuffie—. Como puedes comprobar, estamos a salvo y en tierra. Tierra firme.
Eso no es que explique demasiado, la verdad. La joven ninja se da cuenta de mi expresión de desconcierto.
—¿Quieres que te lo cuente, eh? Bueno, tenemos tiempo.
—¿Eh? ¿Cómo que…? ¿Y los demás?
Levanto mi mirada hacia el cielo intentando buscar cierta nave voladora, totalmente en vano.
—La aeronave ya ha entrado al interior del planeta. Debe de haber pasado un minuto o minuto y medio, como mucho.
—¿Qué? ¿Ya han entrado? —pregunto, intentando incorporarme de nuevo.
—Quieta ahí —insiste Yuffie, quien no deja que me levante—. Sí, acaban de entrar.
—Pero… —Intento protestar, solo para darme cuenta de que no tengo ningún argumento que pueda utilizar.
—Ya han entrado, no has de preocuparte. Estoy segura de que pueden apañárselas solitos, ¿no crees?
…………
—Supongo… —murmuro y Yuffie responde con una sonrisa.
…………
Cierro los ojos y me recuesto en el suelo, tal y como quiere Yuffie. Empiezo a reírme un poco.
—Es la segunda vez que me salvas la vida en menos de una semana.
Creo que tengo una capacidad natural para meterme en problemas.
—¿A sí? Creo que te olvidas de la vez que te rescaté de las garras de AVALANCHA en Midgar —comenta risueñamente.
—Cierto. Tres, entonces.
…………
En todas las ocasiones he sido rescatada.
No puedo hacer nada.
…………
¿Por qué siempre pasa lo mismo?
¿Por qué nunca puedo…?
…………
Oh, claro. Ya sé porque: no sirvo para nada.
…………
Debo de estar expresando bastante más de lo que deseo porque ahora Yuffie me mira preocupada.
—¿Qué pasa? ¿¡Te duele algo!?
Puedo ver en su mirada una sincera preocupación.
¿Cómo puede… alguien como ella, tan fuerte, tan valiente… preocuparse por alguien como yo? Solo soy una molestia. Una mancha, una carga allá donde voy.
—No… nada, nada. No es… nada… —balbuceo de alguna manera, pero la joven ninja no acepta la respuesta.
—No mientas, esto es importante. Si te duele lo que sea, dímelo. No es momento de hacerse la heroína.
De verdad que no lo entiendo.
No soy digna de alguien como ella.
Ella brilla con luz propia: es alegre y divertida. Tiene un coraje y una valentía mucho mayores que su edad y se lanzará en tu ayuda sin dudarlo. Su mirada es justa y honesta y, por encima de todo, es increíblemente amable.
Soy totalmente opuesta a ella.
Quizá… ella me ve como a alguien a quien ayudar. Quizá siente pena por este ser tan despreciable, tan insignificante…
Tan inútil.
—No… es nada, de verdad —respondo, en el tono más calmado que puedo, aunque mis sentimientos están empezando a notarse cada vez más.
Estoy haciendo el ridículo.
—Bueno, ya que no tienes intención de decirme nada —dice Yuffie, en un tono severo—, no pienso moverme de aquí hasta que me lo cuentes.
……………………
No… no lo comprendo.
No merezco la pena. ¿Por qué no lo entiende?
No puedo hacer nada.
No soy como ella.
¿Qué… espera de mí?
Cualquier cosa que intento sale mal. Y mira que lo intento, con todas mis fuerzas. Pero nunca sale nada como espero. Todo lo que hago se derrumba ante mí. Todo lo que toco se rompe. ¿Por qué?
Yo… solo…
… yo solo quiero ayudar.
Quiero ser de utilidad.
Quiero… algo que, por lo visto, no está a mi alcance.
Yuffie cumple su palabra a rajatabla: apenas se ha movido desde entonces. Su mirada está fija en mí, esperando. Esperándome a mí. A pesar de la severidad expresada en su rostro no parece enfadada.
¿Cómo se va a enfadar Yuffie? Sé, porque lo siento en mi alma, que no importa lo que haga, ella nunca se enfurecerá conmigo. Tiene una expresión que me hace sentir… tranquila. Que me hace sentir en paz. Aun cuando me mira como lo hace ahora.
Sin embargo, eso no me ayuda en absoluto, solo me hace sentir peor. Estoy haciendo que una persona tan encantadora como ella se preocupe por mí.
¿Debería…?
No, no puedo. Esta es una carga que solo he de llevar yo. No es justo que la preocupe con estupideces. No puedo. Y mientras digo esto… sé que ella lo aceptará. Da igual lo que le diga o lo que le confiese, ella lo aceptará. Cargará conmigo hasta el fin del mundo si se lo pidiera, estoy convencida, aunque no merezca nada de eso. No tengo pruebas, pero lo sé. Ella es así de buena.
Aun así, no debería.
—No es nada… ¿No… deberías mirarte… el… brazo? —Y puedo notar como mis ojos empiezan a humedecerse ante estos sentimientos que llevo tiempo albergando.
Mi propio cuerpo no funciona como quiero. Yuffie debe de estar alucinando.
Sin embargo, lo único que veo es a la misma ninja de antes, con la misma mirada cariñosa que hace pasar por seria. Aún esperando, el tiempo que haga falta.
De verdad… no comprendo… a esta chica…
Noto que mis lágrimas están a punto de caer.
¿D-Debería?
Es curioso. No puedo dejar de pensar que ella es el catalizador de todo esto. Y sé también que es terriblemente injusto que la culpe. Es solo que… que… es tan diferente a mí… Ella consigue lo que quiere, con esfuerzo y con ganas. No puedo sino acabar comparándonos, aunque el resultado es siempre el mismo en todos los aspectos: ella es mucho mejor que yo. Sin ninguna duda.
La… la envidio…
Envidio como es. Esa sonrisa, tan dulce, y esa mirada, tan afable. Ojalá yo pudiera ser más como ella.
Miro a Yuffie a los ojos. Aunque su cara y todo su cuerpo siguen inamovibles, en sus ojos se ve que está preocupada. Está muy preocupada. Y aun así mantiene el tipo. Por mí.
……………………………
…………………
…………
—¿Soy… de verdad tan… inútil?
Yuffie cambia su expresión, a una de incredulidad.
—¿Qué? ¡No…! ¿Pero qué dices? —responde desconcertada Yuffie— ¿Inútil?
—No lo niegues. No… sirvo para nada.
La joven ninja no sabe que decir.
—Todo… lo que hago… sale mal —confieso, mientras noto como caen lágrimas por mi rostro—. S-Siempre me… meto en líos… y siempre necesito que… q-que me saquen de ellos. Soy una inútil, no puedo hacer… nada por mí misma…
Casi no puedo ni mirar a Yuffie.
—No… lo entiendo… ¿Por qué? ¿¡Por qué!? Yo solo…
Mi voz se distorsiona y se me nubla la vista por las lágrimas. No puedo encontrar las palabras adecuadas para describir lo que estoy sintiendo, aunque sé que he de parar. Ahora.
Yuffie mueve las manos, no sabiendo que hacer.
—No valgo para nada. ¡No sirvo para nada! —Mi voz empieza a elevarse—. ¡Lo único que quiero es no ser una carga para los demás! ¿¡Es tanto pedir…!? Deberías… deberías haberme dejado en esa casa nevada. Al menos así no causaría tantos proble… —Yuffie se me tira encima, abrazándome fuertemente.
Me coge por sorpresa, pues apenas la he visto moverse. Escucho unas simples palabras junto a mi oído:
—Lo… lo siento…
Cierro mis ojos.
No…
¿Qué he hecho…?
¿Por qué… se está disculpando?
—… No, no, no… —digo entre balbuceos—, tú… de entre todos… no tienes que…
—Siento mucho no haberme dado cuenta. Lo lamento muchísimo.
Esa frase consigue partirme el corazón. Mis pensamientos se interrumpen. Mi respiración se corta.
Ella… lo… ¿lamenta?
¿Qué he hecho…?
Solamente ahora me doy cuenta de las consecuencias de mis palabras.
Las lágrimas ahora caen con mucha más tristeza que antes. Yuffie se siente culpable de no haberme podido ayudar. ¿Cómo… no he podido verlo antes…?
—Lo siento… lo siento muchísimo —sollozo, mientras le devuelvo el abrazo—. No es culpa tuya. De verdad que lo siento…
Me corroe la culpa.
Me corroe mucho.
Mi interior se deshace rápida y pesadamente.
Me arrepiento, y no solo de mis palabras sino de incluso haber pensado como lo he hecho.
Esto no puede volver a pasar.
No puedo permitir que esto vuelva a pasar. Jamás.
Y he de arreglarlo, como sea.
—Por favor… no vuelvas a decir eso nunca —escucho decir a Yuffie, entre lágrimas—, ¿…vale? T-Te… salvaré las veces que sea necesario. Por favor, nunca digas eso de nuevo…
Se me encoje el corazón.
No deseo verlo de nuevo. No quiero que Yuffie llore nunca más. No por mi culpa.
Lo peor es que es mi culpa. Mía y solo mía. ¿Cómo he podido ser tan imbécil?
—Lo… siento. De verdad que lo siento —Con todo el torrente de emociones que estoy sintiendo y solo puedo decir eso. Maldita seas, Elena. ¡Maldita seas!
No puedo hacer otra cosa sino apretar con más intensidad a la ninja, que sigue aun encima de mí.
Me siento fatal, nunca me había sentido así de mal. Ni siquiera en mis peores momentos de depresión. Quizá porque quien más lo está lamentando no sea yo, sino otra persona. No quiero volver a sentirme así.
Jamás.
Los segundos pasan pero mi dolor persiste. La culpa me corroe sin final, mientras Yuffie sigue abrazándome, triste. Y yo también.
Los segundos se convierten en lo que parecen horas, sin que ninguna de las dos diga nada, a excepción de los sollozos que compartimos.
Nunca me había imaginado que se sintiera tan mal cuando alguien llora por ti. Nunca tuve una familia por la que hacerlo, ni nadie que llorara por mí. Es una sensación… asquerosa y repugnante. Parece como si me hubieran arrancado el corazón y cambiado la sangre por veneno. No había experimentado esto antes. Y no quiero volver a hacerlo.
Y, sin embargo…
Siento el calor de su cuerpo.
Escucho su respiración entrecortada.
Los latidos de su corazón.
Ella está ahí.
Está ahí por mí.
Me siento segura y a salvo, aun en mi actual estado. Como si no existiera nada más. Como si no importara nada más.
Confío en ella.
Nuestras diferencias son grandes, pero me siento atraída por ellas.
No a la vista de mis compañeros, ni de la propia Yuffie si no quiere, pero para mí ella es ahora alguien especial. Ella es mi primera…
…amiga.
……………
Hmm. No me acaba de sonar del todo bien esa palabra. Es la primera vez que tengo una amiga de verdad, al fin y al cabo, así que no debo de estar familiarizada con el término. Será eso.
Aunque… hay algo más que resuena en mi interior, algo que no se entender aun.
En cualquier caso, ambas ya nos hemos calmado un poco. Es hora de que empiece a reconstruirme, siendo lo primero y prioritario… disculparme. Yuffie empieza a aflojar un poco su abrazo, mientras lentamente se retira. A medida que lo hace puedo ver como intenta limpiarse disimuladamente las lágrimas en su cara y como tiene los ojos rojos. No puedes imaginar lo mucho que lo siento, Yuffie.
Me incorporo yo también y ahora estamos sentadas frente a frente.
—Yo… lo lamento muchísimo. No… no debería… —No. Mejor no seguir por ahí—. Yo… lo siento… De verdad que lo siento… y… y… amm… gracias. Otra vez.
No puedo ni mirarla a la cara.
Ella… la verdad es que no sé exactamente como se lo está tomando. No dice nada y evita mirarme, tanto como yo a ella. El silencio se impone, sin que ninguna sepa muy bien qué hacer.
—Yo… también lo siento. Lamento no haberme dado cuenta antes. —Yuffie me mira tímidamente—. Porque… de esto iba lo que pasó en nuestra… EN el tour por Midgar, ¿no?
Aunque me gustaría que no fuera así, lo es. Asiento afirmativamente.
—N-No… te preocupes. Eres una persona… maravillosa —dice Yuffie, agarrándome la mano, aunque evitando mi mirada—, y para nada inútil. Yo no te considero inútil para nada.
……………
—Si lo que quieres es una oportunidad para ayudar a los demás —continua Yuffie, ahora si mirándome a los ojos—, sé que está cerca. Solo necesitas creer en ti. Solo eso. Todo aquello que hace falta ya lo tienes.
—Eso… eso no lo sabes.
—¿A no? ¿Qué crees que hace falta para ayudar a la gente? —pregunta inocentemente la ninja, con una ligera sonrisa en la cara.
La pregunta me desconcierta. No estoy segura de la respuesta y me quedo callada. Yuffie toma ese silencio como una respuesta y levanta su mano hacia mí, con el dedo índice extendido. Lentamente lo aproxima hacia mi frente, hasta que hace contacto suavemente.
—Voluntad. Eso es lo único que hace falta. Voluntad para actuar. Y tú la tienes, lo sé. No te has de preocupar por no ayudar a nadie. Cuando llegue el momento, lo harás. Estoy absolutamente convencida.
Lágrimas vuelven a caer por mis mejillas, lágrimas muy diferentes de las anteriores.
—… Gracias. De verdad.
La joven ninja se asusta un poco pero al ver la sonrisa en mi cara se tranquiliza. Aunque la suya ha cesado debido a mis lágrimas. No pares de sonreír, por favor.
Me seco las lágrimas (o lo intento), que ya he mostrado mucho más a la joven de lo que hubiera querido. Aunque… ahora me siento mejor. Mucho mejor. Siento que me he liberado de un peso, de una carga que colgaba de mí.
—¿Llevas… materias?… amm… para el brazo, quiero decir —pregunto un poco más animada, intentando cambiar de tema.
Yuffie desvía un poco la mirada.
—Ya… bueno, sobre eso… creo que Tifa llevaba todas las materias de curación, así que… Yo no llevo esas materias, no puedo curarme ni nada. Aunque eso no es del todo cierto, sí que tengo una materia Recuperar… pero no funciona.
—¿Hmm? ¿Cómo que “no funciona”? Ahora que lo dices… ¿Es la misma materia que llevabas en el Cráter Norte? ¿Cómo es que no te la quitó Sefirot entonces?
—Ahhh… pues… sí, sí que es esa. Y supongo que no me la pudo quitar porque… no funciona. En realidad es un regalo, de Aeris. Me lo dio días antes de que… muriera. Desde entonces la materia no ha vuelto a funcionar. No puedo curarme con ella pero me gusta llevarla conmigo. Es mi amuleto de la suerte, por así decirlo…
—Pues… vamos arregladas porque yo tampoco llevo ninguna. Espera, puedo llamar a la central para que nos vengan a recoger y que traigan algunas materias.
—Guay —dice Yuffie, a quien se le ilumina la cara. Que ricura. Aun después de todo lo que la he hecho pasar, sigue pareciéndome increíble que ponga esa cara tan dulce.
Primero veamos si puedo llamar, que no sé si aun tengo mi móvil. Registro mi cuerpo en busca del aparato y…
Mierda.
—N-No tengo el móvil aquí.
¿¡Cómo puede…!? No, da igual. Mejor no pensar en eso. No cuando estoy así.
—Ten el mío —dice Yuffie, extendiendo su brazo con el móvil en la mano.
Respira hondo.
No pasa nada. No puedes empezar a mejorar al instante. Requiere un poco de tiempo.
—Gracias —susurro, mientras marco el número de teléfono de la central.
…………
—Las malas noticias son que, seguramente, nos desplazaremos en helicóptero. Lo siento.
—Vaya —veo como Yuffie pone cara de pocos amigos—. Supongo que tendré que pasar por el aro…
—… Si… y el viaje puede que sea algo más largo que el anterior. En medio día o así llegaremos a Midgar. Tendremos que pensar que hacemos ahora… ¿Alguna idea?
—Pues… no —comenta Yuffie apologéticamente.
Q-Que… que… cara más… mona… que ha puesto, ¿no?
—B-Bueno, no te preocupes. Ya tendremos tiempo para pensar en ello cuando lleguemos a Midgar, o incluso antes, durante el viaje.
—… quizá… aunque no esperes demasiado. Cloud es el jefe de AVALANCHA por algo…
Cañón Cosmo
9:30 de la noche
—Ya hemos llegado. ¿Quieres que te ayude a bajar? —pregunto a la joven ninja sentada a mi lado, en el asiento del copiloto.
—S-Si no… te… importa… te lo agradece… re…
—No digas más, yo me ocupo de todo. Rápidamente salgo del coche que he venido conduciendo durante dos horas y doy la vuelta hacia el asiento del copiloto, donde está una Yuffie hecha polvo.
La saco con gentileza y la llevo a caballito. Como siempre, vaya. Desde luego, esta postura se va a volver popular.
Vuelvo mi mirada hacia nuestro destino: Un pueblo encima de las montañas y unas escaleras talladas en la propia tierra que se elevan sin fin. Madre mía. Como no nos sobra el tiempo me pongo a ello, mientras voy recordando cómo hemos llegado aquí.
En realidad tampoco es tanto como puede parecer. A los diez minutos de subir al helicóptero, Yuffie balbuceo que cambiáramos de rumbo y que nos dirigiéramos a Cañón Cosmo. Dijo que era importante, con lo que accedí de inmediato. Tuvimos mucha suerte, puesto que recorrimos el trayecto en helicóptero hasta el pueblo de Gongaga con solo dos paradas (si, dos) para repostar combustible en medio del mar, cortesía de barcos “afiliados a ShinRa”.
La verdad es que sigo sin saber que hacemos aquí, pero tampoco quería forzar a Yuffie a que me lo dijera, con lo mal que estaba (y está). Una vez llegamos a Gongaga, “alquilé” un coche de la compañía hasta llegar aquí. Ha sido un viaje bastante… soso, sinceramente. Aunque parte de eso es porque la ninja estaba para el arrastre.
El caso es que estoy llegando al final de estas endemoniadas escaleras.
No está mal el pueblo. Una hoguera en el centro y varias casas picadas en roca viva a su alrededor. Y gente mirándonos. No tendrán muchas visitas, supongo.
—¿Y ahora? ¿Adónde? —pregunto.
Yuffie levanta el brazo y señala el punto más elevado del poblado.
—¿Y cómo llego ahí?
—Por las… escaleras de la izquierda.
—¿Más escaleras? Maldita sea.
Me pongo en camino rápidamente y al cabo de unos cuantos segundos me planto delante de una tienda dentro de la montaña. Supongo que será por las escaleras de madera que hay, porque sino…
Vuelvo a salir al exterior.
—¿¡Escaleras de nuevo!? ¿No se cansan?
Escucho a Yuffie reírse mientras sigo recorriendo el camino.
—Yo no me río. Deberían instalar un ascensor urgentemente.
De nuevo entro a otra parte del poblado en el interior de la montaña. Puerta de metal delante, y un camino a la derecha. Oh, y más escaleras casi por el mismo sitio por el que hemos entrado.
—¿Por donde ahora? Espero que no sea por esas escaleras —pregunto pícaramente, aunque de verdad espero que no sea por ahí. Ya les estoy cogiendo manía.
—Por las de madera…
¿Eh? ¿Madera?
Registro rápidamente la sala con la mirada para, efectivamente, encontrar unas escaleras de madera asombrosamente verticales.
—¿Por qué estoy empezando a creer que me has traído a este lugar solo para que suba escaleras? —protesto.
Yuffie vuelve a reírse. Siento una extraña sensación de alegría cada vez que lo hace. Como si yo también lo hiciera.
Aun con mi creciente aversión a ellas, empiezo a subirlas. Suerte que llevo a Yuffie a mi espalda. La postura es bastante conveniente, en efecto.
—Estamos aquí… porque es donde guardamos la materia Enorme… si es que no se la han… llevado a otro sitio —comenta Yuffie.
—¿Materia Enorme? ¿Y para qué la necesitamos? —pregunto mientras subo por las escaleras.
—Porque con eso… podremos entrar al interior del planeta…
Acabo de subir hasta arriba y salgo delante de un edificio más grande de lo que parece desde abajo. Es un ¿observatorio? No lo parecía desde abajo. Escudriño los alrededores en busca de una puerta… o similar, aunque sin éxito.
—Eh… ¿por dónde se entra? ¡Espero que no tenga que escalarlo ni nada parecido!
—La puerta está a la izquierda —ríe Yuffie entre dientes—. Tranquila, Cloud tardó un cuarto de hora en descubrir donde estaba. Fue bastante patético.
—Vaya… la leyenda de Strife es impresionante, por lo visto. Algún día me la tendrás que contar entera, si no te importa —comento mientras me dirijo a la entrada—. Sin embargo, sigue contando porqué necesitamos la materia Enorme.
—¿Te acuerdas de por qué tuvieron que recubrir esa aeronave con el material comosellame tan raro?
—Pues… ¿Por qué no podíamos entrar de otra manera? No es muy sano entrar en contacto con la corriente vital.
—Exacto. Según lo que leíste del profesor Hojo, para repeler la corriente vital hacía falta una materia de unas características especiales, ¿verdad? Amm… la puerta de la derecha.
—¿A la derecha? Bien. —El observatorio parece bastante hogareño, pero no me paro a contemplarlo, y rápidamente bordeo la mesa de madera del centro y entro por la puerta a la derecha—. ¿Características especiales? Solo recuerdo que tenía… que ser… materia condensada… ¡Claro! ¡La materia Enorme!
Puedo imaginarme a Yuffie sonriendo ahora mismo, triunfalmente.
La habitación a la que entramos es más pequeña de lo que me esperaba. No hay salida, así que aquí ha de ser donde la guardan y, sin embargo, no veo las materias por ningún lado. Hay, aparte de toda la decoración y algún cachivache suelto por ahí, una plataforma rara en el centro de la sala.
—¿Dónde se supone que están?
—¿Dónde crees que están? —pregunta risueña la ninja.
—Pues… Espera. Esto es una pregunta trampa, lo presiento.
Yuffie se ríe entre dientes.
—Por supuesto. Mira, acércate a la plataforma del centro.
Lo hago obedientemente. Al detenerme encima, la plataforma empieza a ascender lentamente.
—¡Whoa! ¿Y esto? —protesto sorprendida.
—Calla y observa.
La luz se va y todo se queda a oscuras. A medida que nos elevamos, la luz vuelve tenuemente, proveniente de las… ¿estrellas?
Veo el cielo estrellado y majestuoso, mucho más brillante que nunca, y unas figuras circulares de diversas formas que giran alrededor de… ¿¡son… planetas!?
—¿Qué… es esto? —pregunto sorprendida (aunque más anonadada que sorprendida)
—Es un holograma de nuestro sistema solar.
Los planetas giran alrededor de un astro brillante lleno de fuego, mientras varios trocitos de piedra se desplazan a gran velocidad por ahí. Asteroides, supongo. Es impresionante. Sin embargo, hay cuatro figuras que no tienen forma circular, ni se desplazan por la habitación, sino que simplemente flotan estáticas. Las materias Enorme.
Cuatro colores que las diferencian: azul, cobre, verde apagado y algo parecido al marrón. Que colores tan raros para las materias. Será que no estoy acostumbrada.
—¿Y ahora qué? ¿Nos llevamos una cada una? —pregunto.
La respuesta se hace esperar unos segundos.
—… Mmmm… si… Si. Una cada una. Será lo mejor.
Sin más dilación, me acerco a la materia azul e intento llevármela. Para mi sorpresa, en el momento en que la toco, esta se reduce de tamaño considerablemente. Sigue siendo más grande que una materia estándar, pero ahora puedo cargar con ella tranquilamente.
—Vaya. No me esperaba esto.
—Ya, yo tampoco la primera vez. Es algo así como un modo “portable” que tiene —clarifica Yuffie—. No te la puedes colocar, por eso, lo intenté en su día. Sin embargo es mucho más fácil de transportar ahora.
—Eso parece —digo mientras me la coloco en uno de los bolsillos, aunque es complicado teniendo aun a Yuffie colgada a mis espaldas—. ¿Quieres que te coja alguna? ¿La roja?
—La roja está bien.
Me acerco a la materia y repito la operación anterior. La materia se reduce exactamente igual, y se la paso a la chica. Ella suelta uno de los brazos que tenía enrollados a mi cuello e intenta guardársela, supongo. Noto como su cuerpo se despega del mío, lo cual me extraña, pero visto que yo he tenido dificultades para guardarla, ella también las tendrá.
De mientras me distraigo con el holograma. Está muy bien hecho. No sé si ShinRa tenía algo parecido, aun en sus mejores tiempos. Puedo ver gran cantidad de detalle en uno de los planetas que pasa cerca de mí. Es alucinante.
—Lista —escucho decir a Yuffie.
Vuelvo sobre mis pasos rápidamente y…
—¿Cómo bajo?
—Así —Yuffie se ríe entre dientes, pero no veo que haga nada. Mágicamente, la plataforma baja. Qué raro.
Hecho una última mirada al holograma, con todos los planetas y estrellas. Es precioso.
¿Eh?
Durante un segundo… hay algo que me ha parecido… raro. No sé que era. Creo había algo que no estaba… bien. Bueno, no tiene sentido perder el tiempo con eso. Ya tenemos lo que queríamos, lo que habíamos venido a buscar.
En cuanto llegamos abajo, empiezo a caminar con presteza hacia la salida.
—Volvemos sobre nuestros pasos, ¿no? Es decir, a Mideel, ¿verdad?
—Si. Mejor entrar por donde ellos han entrado… que no por el lado contrario. Espera. Creo que… Mierda. ¡Soy idiota!
—¿Eh? —pregunto extrañada—. ¿Y eso?
Yuffie no responde pero al cabo de unos instantes escucho un sonido que reconozco. Más que nada porque lo he utilizado hace poco. El móvil de Yuffie.
—¿Qué haces? ¿Llamas a alguien?
—A nuestra aeronave.
Me freno en seco en el portal del observatorio.
—¿Qué? —pregunto anonadada—. ¿Cómo que “aeronave”? ¿Si podías hacer eso, por qué no lo has hecho antes?
—¿¡No lo acabo de decir!? ¡Porque soy idiota! Me acabo de dar cuenta. Los llamaré para que nos recojan en la entrada del pueblo.
—Si es que… —suspiro—. Entonces mejor será que nos quedemos por aquí. Buscaré una posada o algo para que descanses hasta que lleguen.
—No, si no… hace… hmm… quizá sí que hace algo de falta. Aunque ya me encuentro bastante mejor.
—¿Si? ¿Ya no estás mareada? ¿Puedes caminar?
—Ahhh… Ehh… mmm… Bueno, p-preferiría no arriesgarme todavía… ya sabes, a veces… una recae si se fuerza…
Noto como la ninja se aprieta suevamente contra mí.
—Tranquila, no pasa nada —comento mientras vuelvo a ponerme en marcha—. Supongo que las posadas estarán cerca de esa hoguera, ¿no? ¿Crees que te harán descuento por ser amiga de Red XIII? Porque… no creo que me lo hagan a mí por ser de los Turcos aquí precisamente. Y tampoco es que vaya sobrada de dinero…
Yuffie se ríe muy poco disimuladamente.
—Yo pago, no te preocupes. Aquí me conocen, si, aunque quizá no sería conveniente que muestres mi cara como si fuera una famosa. No es que le caiga muy bien a la gente de por aquí… un pequeño accidente con la hoguera, ya te podrás imaginar…
¿Eh? ¿Trapos sucios? Eso me interesa.
—¿Si? ¿Y eso? Va, cuenta. Seguro que Strife tiene algo que ver, como siempre.
—Pues… ahora que lo dices…
Chapter 19: REFLEXIONES EN EL INTERIOR DEL PLANETA
Chapter Text
Aeronave Highwind, Mideel
00:40 de la mañana
No sé si esto será lo mejor, sinceramente…
—¿Seguro que no quieres descansar más? —pregunto a una Yuffie que no para de caminar arriba y abajo en la cubierta de la aeronave.
—No. Más descanso no, por favor. He descansado durante medio día. Puedo caminar sin dificultad y mi brazo no me duele, es suficiente para mí. Además, esa pregunta te la tendría que estar haciendo yo —afirma mientras se detiene y me mira—. Has estado cuidando de mí todo este tiempo. ¿Seguro que estas en condiciones de entrar ahí dentro conmigo?
—Por supuesto.
Sigue preocupándose por mí, ¿eh?
Instantes después, la nave se posa finalmente en el suelo, a apenas una decena de metros el lago verde por el que han entrado nuestros compañeros hace ya varias horas.
—Pues no esperemos más.
—Emmm… señorita Elena, aquí tiene lo que ha pedido. —Me sorprende una voz, de uno de los tripulantes de la nave. Vagamente recuerdo haberle pedido unas mantas y una mochila con algo de comida, y me trae exactamente eso.
—Gracias —contesto con una sonrisa.
—Y, emm… ¿para qué es todo esto? —pregunta Yuffie.
—Para el viaje, ¿para qué si no?
—¿A sí? Quiero decir, la mochila vale —dice mientras la examina—, aunque sería mejor si llevara algo de comida en su… ah, espera, que la lleva…, pero… ¿y estas mantas?
—Iremos por túneles del interior del planeta, y pueden haber corrientes de aire… Pensé que nos sería útil, eso es todo. No me parece conveniente resfriarse antes de luchar contra Sefirot. Además, no sé yo si tú eres la persona más adecuada como quejarse —comento mientras la miro de arriba abajo.
Yuffie se enfurruña de una manera muy mona.
—Bueno, ¿vamos o qué?
—Está bien, está bien. Toma, tu manta —digo impositiva a Yuffie, quien accede sin rechistar—. Yo llevaré la mochila, si no te importa, que tampoco pesa tanto.
La ninja se cubre entera con la manta y se la pone a modo de capa.
—¿Qué? ¿Me queda bien?
—Pues… sí, la verdad.
La nueva “capa” marrón le da un toque… como de las películas de vaqueros. Solo falta una ventisca de arena y que se tape la cara y… estaría fantástica.
—Ponte la tuya y nos marchamos.
Si, mejor no esperar mucho más. Me cubro con la manta de la misma forma que Yuffie y me encamino al borde de la cubierta. La ágil ninja salta al suelo sin pensárselo.
—Buen viaje —escucho decir al tripulante detrás de mí.
—Gracias. ¡Eso espero! —contesto antes de saltar a tierra firme, donde Yuffie ya me está esperando. Nada más llegar, empezamos a andar hacia el lago de corriente vital.
—Como esto no funcione va a ser muy decepcionante —comenta Yuffie inocentemente, aunque no puedo evitar asentir mentalmente ante el comentario.
—Esperemos que funcione, entonces.
Yuffie saca de su guantelete (que siempre me ha parecido más una especie de escudo que otra cosa) la materia enorme y la apunta hacia el lago.
No pasa absolutamente nada.
Yuffie pone cara de pocos amigos.
—ES decepcionante —comenta—, pero yo no me voy a aquí sin que pase nada. ¡Aunque tenga que entrar en ese lago a hostias!
Yuffie da unos pocos pasos adelante y de repente la corriente vital se mueve. Se mueve, sí, pero de forma extraña. La orilla ha retrocedido, aunque solo un poco. Yuffie se ha quedado quieta, sin saber qué hacer.
—No sé exactamente qué he hecho… pero parece que funciona… ¿qué hago ahora? —pregunta.
—¿Y yo que sé? Acércate un poco más a ver qué pasa…
La joven ninja accede y, a cada paso que da, la corriente vital retrocede más. Aunque quizá sería más correcto decir que está suspendida en el aire, como si una pared transparente aguantara el peso de la corriente vital. Yuffie sigue caminando, hasta que llega a la orilla del lago.
—No te quedes tan atrás. Estamos juntas en esto, ¿recuerdas?
—Ok, tranquila. Ya voy.
Yuffie sigue caminando, ahora un poco más lento para que yo la alcance. Curiosamente, esa “pared invisible” se mantiene vertical, más o menos. En realidad parece más una curva, aunque tiene una forma similar a la de una pequeña presa, invisible claro está.
Continuamos caminando lentamente y ahora la corriente vital nos llega al cuello. O nos llegaría si no estuviera bloqueada en el aire. Cuanto más avanzamos, más nos damos cuenta de que la corriente vital se aparta de nosotras, formando una esfera. Una esfera de aire que nos protege.
No acaba de verse bien el camino a seguir, pero sí se intuye que hemos de descender.
—Bueno, no tiene mucho sentido volver ahora, ¿no? —pregunta Yuffie.
Puedo ver cierta indecisión en su mirada. Si este escudo protector se desvaneciese allá abajo, no estoy segura de que pudiéramos aguantar ni treinta segundos vivas, con lo que comprendo su indecisión.
—Además, hay gente esperándonos —completo su frase.
—Cierto —dice sonriente—, pongámonos en marcha.
La corriente vital nos rodea ahora totalmente, con la forma de una esfera, tal y como habíamos visto. No es que sea muy espacioso, apenas dos o dos metros y medio en todas direcciones. Pensando de manera positiva podría decir que “mejor esto que nada”.
Descendemos a paso lento y sin decir mucho, hasta que al cuarto de hora dejamos de hacerlo y el túnel por el que vamos se vuelve recto. Más o menos.
—Como el efecto de la materia se acabe o se gaste… somos historia, ¿lo sabes, no? —rompe el hielo la joven ninja, aun caminando.
—Si. Lo sé. Pero no hay mucho que podamos hacer al respecto, excepto apresurarnos.
—Ya… aunque si nos cansamos mucho… Además, no sabemos a dónde vamos ni nada…
—¿Quieres volver?
—No, no —niega efusivamente Yuffie—, solo digo que si Sefirot está en el Cráter Norte, no llegaremos hasta dentro de una semana yendo a pie…
En eso tiene razón. Aunque el Cráter Norte quede relativamente cerca (yendo hacia el sur, se entiende) de donde estamos, a pie tardaremos días. Además, nunca he sido buena orientándome, pero dudo mucho que ahora estemos yendo hacia el sur.
—Hmm… entiendo lo que quieres decir. No sé cómo nos lo vamos a hacer para acelerar el paso, por eso. No es que podamos traer un coche o una avioneta. Ni una moto… bueno, una moto quizá… pero Mideel está en medio de la nada, traerla desde, no sé, Junon… o Gongaga… tardaríamos otro día más. No obstante, si tenemos en cuenta el tiempo que nos ahorraría… quizá sí que salga rentable… Ehh… ¿Yuffie? ¿Me estás escuchando?
La ninja está absorta mirando a los alrededores. Ahora que me fijo, el líquido denso de antes ya no está y empieza a parecerse a la corriente vital fluida y versátil que recuerdo. Mucho más fluida, por cierto, pues va a bastante velocidad. No me he dado cuenta por el efecto de la materia enorme, pero… jope…
—Espera un segundo —dice Yuffie, quien se detiene en seco y extiende sus brazos hacia los lados.
¿Qué está haciendo?
Da un giro de 180 grados y empieza a dar saltitos de una forma desconcertante.
—¿Q-Que pasa? ¿Qué haces? —pregunto extrañada.
—Hay corriente de aire.
—¿Qué? —Bueno, ahora que lo menciona, hay un poco de brisa. ¿Cómo puede haber brisa? Quiero decir, llevamos mantas por esa razón, pero no acabo de entenderlo. La entrada estaba taponada de corriente vital… ¿no?
—Tengo una idea —afirma Yuffie—. Y como funcione…
Yuffie activa una materia, con el correspondiente brillo verde, y la chica se eleva unos centímetros del suelo.
—¿Eso es…?
—Sí, esta vez me la he traído —responde la chica con una sonrisa inmensa—. Estaba tirada en la aeronave y, visto que nunca se utiliza, no creo que a nadie le importe.
Materia Levita, ¿eh? Yo también he traído. Me la compré mientras estábamos en Cañón Cosmo y, a partir de ahora, una materia de estas vivirá en mi brazo. No quiero correr más riesgos…
—¿Y cuál es tu idea exactamente? — pregunto.
Estoy preguntando mucho últimamente, ¿no? Tendré que empezar a pensar un poco o va a creer que soy estúpida.
—Es que… una vez, cerca del… Pueblo del Iciclo, en una de esas montañas nevadas, se me ocurrió la fantástica idea de utilizar Levita. Ya sabes, por la nieve en el suelo y demás. Las corrientes de aire me arrastraron varios metros y suerte que estaba Vincent por ahí, que si no me despeñaba montaña abajo.
—¿Y quieres utilizar la brisa para desplazarte?
—No —responde con una sonrisa en la cara—, la corriente vital. Lo que voy a intentar es crear una capa de hielo fina alrededor de la capa protectora de materia enorme. Con un poco de suerte la corriente vital nos impulsará. O ese es el plan.
Hmmm…
—Tiene cierto sentido… ¡Va, yo también levitaré!
Activo de la misma forma la materia Levita y me pongo a flotar a su lado.
—Lista, cuando quieras —afirmo.
Veo a una Yuffie algo pensativa.
—Amm… q-quizá… deberíamos… —Yuffie extiende su mano izquierda—. Y-Ya sabes, por si acaso.
No sé como lo hace pero a veces dice algunas cosas y lo hace con una cara tan adorable…
Acedo rápidamente y le doy la mano.
—B-Bien. ¿Lista?
—¡Adelante!
En unos instantes, Yuffie crea una capa fina (tan fina que se ve casi perfectamente el exterior) y… la capa de hielo se mueve tal y como estaba previsto, pero nosotras no. Choca contra nuestras espaldas suavemente y se para segundos después.
—Hmmm… Eso no se ha parecido a lo que tenía en mente —comenta Yuffie, decepcionada.
—Ya, yo tampoco. Esperaba que nos moviéramos todos a una.
La idea no era mala, aunque no ha funcionado. Qué pena.
Estoy lista para descender y volver a caminar, pero Yuffie no parece decidida a abandonar tan pronto. Veo que murmura unas cuantas cosas, ininteligibles para mí.
Quizá… debería ayudar un poco, ¿no?
A ver.
Piensa racionalmente.
No es que no haya funcionado, sino que ha funcionado bien y el resultado es consecuencia de lo que hemos hecho. No es el resultado esperado, por eso. La corriente vital ha desplazado correctamente al hielo pero no a nosotras… porque… a pesar de estar en el medio de la esfera… no estábamos en contacto con la capa de hielo…
Bueno, eso explica por qué ha pasado lo que ha pasado… si bien no da pistas sobre cómo arreglarlo. Necesitamos entrar en contacto con el hielo. ¿Y si creamos el hielo y nos apoyamos en el extremo donde…? No, no. Si no estamos en el centro, siempre habrá una parte de la capa de hielo que no esté en contacto con la corriente vital por culpa de la materia enorme.
Que complicado que es esto…
Además, la solución ha de ser algún tipo de esfera, para que… Espera. No hace falta que sea una esfera. Puede ser cualquier otra cosa… siempre que… haya una parte fuera de la zona de acción de la materia enorme.
—Creo que lo tengo. Creo que sé cómo hacer que funcione.
—¿A sí? —pregunta quizá un poco DEMASIADO sorprendida Yuffie— ¿Cómo?
—Crea media esfera, pero rellena de hielo, de manera que donde debería estar la otra mitad nos apoyemos nosotras y… nos… empuje… ehh… ¿c-creo?
La chica se queda pensativa, aun levitando.
—Vale —dice al fin, poniendo una cara de “si tu lo dices” que no se la aguanta.
Yuffie obedece y la media esfera se forma a nuestras espaldas. Al instante noto el frío incluso a través de toda la parafernalia que llevo, aunque no presto atención, al salir disparadas hacia adelante junto con la semiesfera de hielo a nuestras espaldas. Bueno, quizás “disparadas” no sería demasiado acertado, pero…
—¡Funciona! —exclama Yuffie.
Funciona de verdad. Esto sí que es una sorpresa. Y, además, vamos moderadamente rápido. No está mal, no está nada mal. Y lo más extraordinario es que se me ha ocurrido a mí…
Yuffie sonríe de emoción pues con esto acortaremos distancias rápidamente. O quizá solo se está divirtiendo. En cualquier caso, esto es bueno para nosotras. Nos llevan casi un día de ventaja y no sabemos a dónde han ido. Toda ayuda es poca.
A todo esto, todavía siento el calor de la mano de Yuffie, quien todavía no me ha soltado.
……………
No parece que Yuffie se haya dado cuenta, así que tampoco hay porqué meterse con ello. Además… tampoco está tan mal…
Interior del planeta
Alrededor de la 1:30 de la mañana
Esto es… malo, cuanto menos.
Delante de nosotras ha aparecido un problema. Dos, para ser exactos. El camino por el que íbamos se ha convertido en dos. O, para ser aun más exactos, está a punto de hacerlo. Hay un camino a la izquierda, que más o menos sigue la trayectoria original, y otro a la derecha, que se separa de éste.
Al darse cuenta, Yuffie deshace la esfera de hielo para que paremos, pese a que no lo hacemos inmediatamente por la inercia. Seguimos flotando unos segundos hasta que nos detenemos.
—¿Y a donde vamos ahora? ¿Por cuál seguimos? ¿Derecha o izquierda? —pregunta Yuffie.
—Ni idea.
—¿Izquierda? —insiste la chica.
—Hmm… No sé yo… en principio si, ese sería el camino lógico, pero… ¿y si no han ido por ahí?
Yuffie se queda pensando.
—¿Qué hacemos entonces?
Pues es una pregunta inocente y muy complicada. Ahora mismo no sabemos qué camino han escogido. Eso significa que, si elegimos mal, no solo perderemos el rastro de la aeronave, sino que nos perderemos nosotras mismas, y eso no sería demasiado inteligente. Por otra parte, tenemos la idea preconcebida que la aeronave a la que intentamos dar caza tiene un destino, cuando no es así. Deambulan por aquí abajo, justo como nosotras. Escoger un mal camino ahora puede complicarnos la situación bastante, por no decir que tenemos víveres limitados y que no sabemos el tiempo que podemos permanecer en la corriente vital sin que la materia enorme se… ¿apague? ¿Puede llegar a hacer eso? Porque añadiría problemas a nuestra ya de por sí delicada situación.
—Creo que lo mejor va a ser intentar descansar un poco y parar —digo al fin, y Yuffie me mira con cara dubitativa—. No me mires así, que has estado usando Levita y Frío sin parar desde que entramos aquí. Además, no sé tú, pero hoy ha sido un día largo y… deprimente. A pesar de que no es un hotel de cinco estrellas deberíamos descansar ahora que podemos. Y quizá así decidamos mejor qué camino tomar, ¿no te parece?
Yuffie ha escuchado lo que he dicho y se queda otra vez pensando.
—Tiene sentido lo que dices… pero me echa para atrás lo de dormir aquí, al raso, con toda esta cosa verde a nuestro alrededor.
—No creo que encontremos nada mejor.
—En eso tienes razón —concede la ninja—. Está bien, pararemos unas cuantas horas y luego seguiremos, ¿vale? Aunque no sé donde vamos a dormir…
El túnel por donde vamos es como un túnel tradicional, a pesar de que no es tan esférico como la gente suele imaginárselo. Roca dura (y convenientemente cubierta de un líquido verde espeso y pringoso) por todos lados. Debo de estar en racha, porque se me ha vuelto a ocurrir una idea.
—Yuffie, ¿tienes la materia Tierra?
—Ehh… si, ¿por?
—¿Puedes hundir un poco la roca de allá —señalo una de las rocas a nuestra derecha— para resguardarnos de la corriente vital y de las corrientes de aire?
—Emm… claro… ahora mismo —dice algo sorprendida para, a continuación, murmurar “No se me habría ocurrido en la vida…”
Unos segundos (y un destello verde) después ya tenemos lista nuestra… roca.
—¿Hacemos dos turnos? Espera, ¿Qué hora es? —Y respondo “la una y media” luego de mirar mi reloj de pulsera—. ¿Te parece bien 3 horas cada una? ¿Primero vigilo yo (aunque no creo que nos vayan a atacar ni nada por el estilo, pero bueno) y a las cuatro y media tomas tú el relevo? No sé exactamente como lo hacéis vosotros pero con Cloud y los demás solíamos hacerlo así…
—Por mi genial. ¿Estás segura que no quieres que haga yo la primera ronda?
—Tranquila —responde—. Ya te dije que había descansado suficiente antes. Aunque estoy cansada aun puedo aguantar unas cuantas horas más.
Por la cara que pone no parece que vaya a ceder, por mucho que le proponga lo contrario.
—Está bien. Tú harás el primer turno, entonces.
Me acerco a mi roca, ahora libre de líquido verde gracias a la materia enorme. Dejo a un lado la mochila que llevo cargando todo este tiempo y me siento en el suelo, apoyando mi espalda contra el recoveco en el que me encuentro. Intento taparme con mi manta, pues hace frío, aun cuando no me llega el aire de la corriente que hay al lado. No es cómodo pero tampoco es que sea incomodo. He dormido en sitios peores.
Cierro los ojos e intento relajarme. No será nada fácil conciliar el sueño aquí. Se escucha la brisa del aire a menos de un metro, suave e incesante. Escucho también pasos, de Yuffie, sin duda. Van de un lado para otro y finalmente se acercan aquí.
Abro un poco los ojos y veo que se ha sentado también en este hueco (aunque a medio metro de mí) y que se está tapando con la manta como yo.
—¿Vas… a… quedarte ahí? —pregunto.
Yuffie se sorprende de mi comentario.
—Si, ¿por? Es que hace frío ahí afuera.
—Pues entonces siéntate a mi lado —digo ofreciéndole el espacio inmediatamente a mi derecha—, como mínimo nos mantendremos calientes por la noche (aunque no haya noche aquí).
Yuffie… ¿vuelve a sorprenderse? Además, evita mi mirada y se… ¿sonroja?
—¿S-Segura?
—Ehh… s-si. No iba a proponértelo ya que sé de primera mano que causa somnolencia pero visto que lo ibas a hacer de todas formas…
—Supongo… supongo que podría —dice Yuffie, con una expresión que no sé identificar exactamente.
La chica se sienta a mi lado, aunque parece que tiene sus reservas, al dejar una distancia de unos veinte centímetros entre ambas.
—No te imaginada así, ¿sabes?
—¿C-Como que “así”? —responde.
La agarro por el brazo y la tiro hacia mí, poniéndola justo a mi lado. Ahora estamos en contacto.
—Siempre pensé que serías mucho más… impulsiva y risueña. Ni de lejos me imaginé que serías tan tímida. ¡Sonríe un poco!, que aunque estemos en las profundidades del planeta, una sonrisa te queda mejor que esa cara larga que pones ahora.
Incluso yo me desconcierto con mis propias palabras. ¿Cara larga? Pues ahora que lo pienso, sí que es cierto que Yuffie no tenía su cara normal de… ¿alegría? No es exactamente eso (me estoy dando cuenta del poco vocabulario que tengo para definir cosas), sino… una… ¿cara que te hace sonreír? No sé si existe una palabra para eso en concreto. En cualquier caso, Yuffie está afligida por algo, o como mínimo su cara expresa eso.
La joven ninja en cuestión, por su parte, se ha quedado mirándome estupefacta sin decir nada. Instantes después, su cara cambia y se dibuja una cálida sonrisa.
—¿Mejor así?
Si. Mucho mejor. Asiento con la cabeza.
—Y… ahora descansa que, hayas dormido o no, tu turno empieza dentro de tres horas —ordena Yuffie y no tengo intención alguna de protestar.
Me apoyo contra la pared y cierro los ojos.
Estoy cansada pero no creo que pueda dormirme fácilmente en este lugar.
Vuelvo a escuchar al viento, que susurra cercano a nosotras. También noto que Yuffie se está moviendo, lentamente por eso, para intentar dejarme descansar. Qué buena chica es.
Intento relajarme.
Descansar.
Esto no será fácil.
El viento ahora se escucha lejano…
Mañana será un día importante, sin duda. He de……… intentar……
Interior del planeta
¿?????????
—… ena.
¿?
—… Elena.
Esto me suena. Me despierto de golpe.
—Buenos días —saluda Yuffie, con un bostezo entre las dos palabras.
—¿Qué hora es? —pregunto mientras me froto los ojos y la cara para despejarme.
—4:30, como acordamos, ¿no?
—Sí. Solo dame un minuto para que me acabe de… despejar.
Me siento fatal. Alguien me ha pegado una paliza mientras dormía porque sino no me lo explico. Mi cuerpo se siente pesado y rígido, además de tener los músculos agarrotados y una sensación de sueño impresionante; hace frío y todo se ve borroso, porque sigo medio dormida, seguramente. Dormir solamente tres horas no es muy recomendable, pero mejor esto que nada. Aunque debería estar más acostumbrada a dormir poco de lo que estoy demostrando.
Intento estirar mi cuerpo aun sentada. El frío del ambiente me obliga volver a meter mis extremidades dentro de la manta. No calienta demasiado, aunque comparado con el exterior es un paraíso.
Bostezo abiertamente y me tapo con elegancia la boca ante la atenta mirada de Yuffie. Debe estar esperando para irse a dormir. Se la ve bastante cansada.
—Lista. Ahora te toca a ti —sonrío amablemente a la chica.
—Me muero de sueño —comenta Yuffie—, y mira que antes estaba perfectamente. En fin, voy a descansar un rato. A las siete y media, ¿vale?
Asiento con una sonrisa: también está bastante mona cuando tiene sueño. Acto seguido, intenta acomodarse como puede (aunque sé por experiencia propia que eso cuesta), apoyándose en esa pared tan dura como… una… roca.
Supongo que ahora toca la parte aburrida del viaje.
Aun así, quizá pueda utilizar este tiempo para reflexionar. Ha pasado mucho en muy poco tiempo. Lo más importante y urgente es lo de mi crisis en Mideel, así que dejo eso para luego, cuando esté más despejada. No es demasiado inteligente ponerse a meditar sobre temas trascendentales así por las buenas.
¿Dónde debería empezar, por eso? Mejor con algo alegre, algo divertido. No es que me suelan pasar muchas cosas de ese tipo así que… supongo que mi tour por Midgar vale.
Sonrío internamente ante el recuerdo de aquella jornada. Me lo pasé genial. A pesar de que ya me sabía el recorrido fue mucho más entretenido de lo que esperaba. En parte gracias a ella, que sonreía siempre.
¿Cómo lo hará? Si yo sonrío más de media hora se me cansa la cara, aunque cierto es que tampoco sonrío demasiado, la verdad. A veces me sorprendo haciéndolo con Yuffie. Quizá sea que me lo contagia. Sonríe mucho. Muchísimo. Y siempre está alegre. Ojalá me contagiara eso también. Debería pedírselo, seguro que tiene más que de sobra. Me da la impresión de que no se deprime jamás.
Hablando de deprimir, me he acordado de mi semi-crisis en Midgar. Por el amor de… ¿puedo NO deprimirme alguna vez? Además, Yuffie vino a ayudarme, tal como hizo en Mideel.
Si es que…
Dos veces. Dos. No una, sino dos.
Parece que no puedo eludir el tema por mucho. Bueno, supongo que será mejor qu… Noto algo en mi hombro que me sobresalta. Es Yuffie. O mejor dicho, la cabeza de Yuffie, que ahora reposa tranquilamente en mi hombro. Parece que se ha dormido.
Puedo… puedo escuchar su respiración, aun con el sonido del viento cerca de nosotras. Está completamente dormida. Pues sí que estaba cansada. Ha caído en unos pocos minutos. Reposa tranquilamente apoyada en mi hombro y su cuerpo está pegado al mío, lo que me deja poco espacio para moverme (siempre que no quiera despertarla, cosa que no deseo hacer). Tampoco es que me incomode. Y me mantendrá caliente con este frío.
Sin embargo…
…………
………
……
¡Qué mona está cuando duerme! ¡Awwww!
Es que además pone una cara tan angelical. Es curioso pensar como esta criatura tan hermosa demuestra tanta fuerza y valor. Parece tan inocente.
Mi dedo se desplaza involuntariamente a su mejilla. ¡Qué blandita!
…………
QUE ESTOY HACIENDO.
No, de verdad. No sé que estoy haciendo.
Retiro rápidamente el dedo, esperando que no se haya despertado. Por suerte sigue dormida. Suspiro de alivio interiormente.
No sé que me ha pasado.
Ha surgido de mi interior un impulso que no he podido controlar. Es que, de verdad, está muy mona así, con la cabeza ladeada hacia un lado en mi hombro. ¡Awwww! Me dan ganas de volverla a tocar… ¡Pero no! ¡No otra vez! Aunque… no se ha despertado antes… hmm… Q-Quizá… si lo hago… lentamente… no se despierte… Quiero decir, no se ha despertado antes así que si lo vuelvo a hacer… no hay problema… ¿no?
Lentamente y con cuidado aproximo otra vez mi dedo índice a su delicada mejilla. Un poco más… Un poquito más… ESPERA. ¿Y si no está dormida? ¿Y si… se ha despertado antes y ha hecho como que no pasaba nada? Mierda. Esto no me gusta un pelo. Retiro el dedo, igual de lentamente que lo he aproximado.
Tranquila Elena, relájate.
No vas a tocar otra vez a Yuffie. Tocar a la gente sin su consentimiento está mal. Tranquilízate. Has tenido un episodio momentáneo de locura, debido a que la chica es mona a más no poder. Tranquila. Inspira, expira. Inspira, expira. No vas a tocar a-ESPERA. ¡La respiración! ¡Con eso puedo determinar si está dormida!
………
Inspiraciones largas y lentas, y expiraciones igual de largas y lentas. Está dormida.
Aproximo otra vez mi dedo índice a la mejilla de Yuffie. Con cuidado, con cuidado. ESPERA. Tengo una extraña sensación, como si algo me dijera que no debería hacer esto. Mi conciencia está interfiriendo, seguro.
Hay una línea imaginaria que no debo cruzar. No debo cruzar. No. Debo. Cruzar.
Pero la carita de Yuffie me está gritando que lo haga. Me grita con toda su alma que lo haga.
…………
………
……
¡Que le den a la línea!
Lentamente, pero con suavidad, me acerco. Mi respiración se acelera. Casi puedo imaginarme que ya la he tocado. Con suavidad, gentilmente. Inspirar. Casi. Expirar. Ya casi. Inspirar.
………
Suavemente entro en contacto con ella. Otra vez, quiero decir. Hago caras extrañas para intentar describir lo bien que se siente esto. Es… es… blandito… y… no opone resistencia a mi contacto. Madre mía. Sigo atenta a su respiración y a cada uno de sus movimientos, por ínfimos que sean, albergando un pánico absoluto a que se despierte de golpe. Desplazo paulatinamente y con extrema gentileza mi dedo. Mi respiración se acelera de nuevo. ¡Madre mía!
Yuffie murmura algo en sueños, lo que es suficiente como para que mi corazón de un vuelco (o dos) del susto. Retiro instantáneamente el dedo y me quedo absolutamente quieta, esperando una reacción que, por suerte, no llega.
Recupero el aliento.
—Eso ha estado cerca —susurro en voz baja.
Vale, vale. He aprendido la lección. Eso estaba mal, no lo volveré a hacer. Aunque en mi defensa he de decir que la mitad de la culpa es de Yuffie: si no pusiera esa cara… tan… inocente… no tendría estas tentaciones.
Aun así, la mayor parte de la culpa (toda, toda la culpa) la tengo yo. Ahora que pienso con más claridad veo que lo que he hecho está mal. Incluso para alguien de los Turcos. Es un tipo “diferente” de mal, por eso…
Y justamente ahora que se ha convertido en… amm… en mi… amiga…
Hmm… sigue sin sonarme del todo bien.
Lo pensaba antes y lo sigo pensando. No sé qué es lo que ha visto en mí para tratar de hacerse amiga mía. Aunque… algún día se lo tendré que agradecer.
…………
Siempre se está preocupando más por mí que por ella. Me llena de tristeza el recuerdo de escucharla llorar en Mideel, aunque no estaría siendo sincera si no digo que… a la vez… me alegra. Me siento feliz cuando sé que alguien se preocupa por mí de esa manera. Puede que suene muy egoísta pero no puedo evitarlo. Ella no solo me ha salvado varias veces (tres para ser exactos: en el Poblado del Iciclo, en Midgar y en Mideel), sino que… además… además…
Espera.
Me salvó en Mideel. Pero… hay algo… que no acaba de encajar…
Ella…
Ella me salvó en Mideel…
………
Ella… me salvó de una… de una caída…
Ella…
… ¿saltó de la aeronave para salvarme?
No. No puede ser. Ni siquiera Yuffie haría algo así…
No me ha contado cómo me rescató, más que nada por falta de tiempo (aunque luego se me olvidó preguntarle). Sin embargo… no había paracaídas… cuando me desperté… en Mideel.
¿Es… posible… que…?
No.
No.
No puede ser.
Es imposible.
Pero…
… pero…
… no hay otra explicación.
Mi pecho arde. Arde de preocupación. No es exactamente una sensación agradable. ¿¡Cómo… pudo…!?
Para salvarme.
No hay otra explicación.
¿Tanto valgo?
¿Tanto vale mi vida como para que arriesgues la tuya para salvarme?
¿Soy tan valiosa como para que arriesgues tu vida para salvarme, de la forma en que lo hiciste?
Ya sabía yo que la joven ninja era una persona amable y considerada, más valiente que cualquiera y más fuerte también. Sé que lucharía hasta el final por cada uno de sus amigos. Lo que desconocía era que yo, su enemiga, estuviera en tan alto estandarte. No sabía que le importara tanto.
Y, aún así, algo más me viene a la mente. Algo descabellado. Algo tan extraño que ni siquiera sé porque he pensado en ello.
Algo absolutamente imposible.
¿Y si…?
Chapter 20: NUESTRO DESTINO
Chapter Text
Interior del planeta, a saber exactamente donde
7:30 de la mañana
— …ffie.
…………
—… Yuffie.
…………
—… Yuffie… vamos, despiértate, que ya son las siete y media.
—Cinco minutos más… —digo, mientras me agarro a mi almohada.
¿Hmmm…?
Aquí hay algo raro. Nunca nadie viene a despertarme.
Abro los ojos lentamente. ¿D-Donde estoy?
De golpe, antes de que pueda reconocer nada, me acuerdo de todo. Ya sé donde estoy. Y no me he traído mi almohada.
Mis ojos se acaban de abrir antinaturalmente para ver qué es lo que estoy abrazando.
¿Azul? ¿Un traje azul?
Instintivamente miro un poco más hacia arriba. Me encuentro la cara de una bastante sorprendida Elena, que no sabe qué hacer.
……………………
En cuanto me doy cuenta de la situación (me avergüenza decir que mucho más pronto de lo que desearía tarde de lo que requeriría una ninja como yo) me suelto, e intento ocultar lo abochornada que estoy y lo roja que seguramente se ha puesto mi cara.
—Lo… lo siento —digo sin una onza de sueño, ya que del susto me he despertado casi completamente.
Intento evitar su mirada de alguna forma, al notar intensamente el calor de mis mejillas. ¡Estúpida, más que estúpida! Además, ha sido tan rápido que no he podido "aprovecharme" de la situación…
Bueno, tranquilidad. Cálmate, Yuffie. No estabas plenamente consciente debido a la falta de sueño, así que es excusable. No pasa nada. Los daños no han sido graves. Hablando de daños, debería ver qué tal se lo toma Elena. No se lo tomará mal, eso seguro. Estoy convencida de que no le importa que haya hecho la idiota. Espero.
La miro de reojo y…
¿Eh?
¿¡EH!?
¿¡Ti… tiene la… cara roja y está desviando la mirada!?
¿Qué…?
Dejo las sutilezas y la miro directamente para asegurarme que lo que estoy viendo va en serio. Observando mejor quizá haya evaluado mal la situación: si que tiene la cara roja pero no tanto como me pareció en un principio.
Por un segundo me he llegado a asustar.
¿Asustar de qué?
—No pasa nada. Me… alegro que hayas podido dormir bien. Como mínimo una de las dos lo ha hecho… —dice Elena, cortando mis pensamientos—. Emm… ¿Lista? T-Tenemos que partir de nuevo.
—Eh… sí, claro. S-Supongo que no ha pasado nada mientras dormía, ¿no? ¿Nada raro o inusual?
—No, nada que yo recuerde al menos —responde Elena quien, acto seguido, desvía la mirada otra vez. Y van dos veces que hace eso. ¿Quizá signifique algo?
Pero que digo. Además, no es hora de fijarse en esas cosas, Yuffie. No significan nada. Te has despertado de golpe y ves cosas que no están ahí.
Elena se levanta rápidamente y empieza a caminar para estirar las piernas.
—¡Que frío que hace! —exclama. Ahora que lo menciona, vuelvo a escuchar el viento de los túneles, mucho más fuerte que antes. Y también la corriente vital, que va a mucha más velocidad que hace unas horas.
Deberíamos continuar nuestro camino. Tenemos que darnos prisa.
Nos esperan.
Yo también me levanto y me estiro rápidamente. Gran parte del cansancio que arrastraba se ha ido con esa pequeña siesta, y ahora me siento bien. Ayuda el contacto involuntario con Elena, no voy a mentir.
—Con este viento hoy podremos ir más rápido —comento a una Elena que observa la corriente vital.
—Eso parece, aunque siento recordarte que aun no hemos decidido que camino vamos a tomar. ¿Recuerdas? —señala la intersección justo a nuestro lado.
—Sobre eso, creo que ya sé por dónde ir. Mientras dormías me di cuenta de una cosa —digo mientras me encaro hacia la parte izquierda de la intersección—. Si te fijas, en ese lado del túnel hay unas marcas. No se ven demasiado, por eso.
—Vaya, pues ahora que lo dices… Sí, unas marcas negras que no parecen hechas de manera natural. No han sido creadas por la corriente vital, como mínimo.
—Cid debe de haber seguido recto por el camino de la izquierda, tal como supusimos en un principio, y se habrá chocado aquí. También es suerte que haya sido justo aquí, la verdad.
Elena sonríe mientras asiente dulcemente.
—En defensa de vuestro piloto solo diré que es complicado maniobrar una aeronave de ese tamaño por aquí —dice Elena—. No hay mucha gente que pueda hacer algo así, incluso durante la época dorada de ShinRa.
—Ya, lo sé. Aunque nunca me verás afirmando eso delante de él —respondo sinceramente—. En cualquier caso, ahora también debemos estar atentas a las paredes del túnel. Pueden darnos información interesante sobre nuestro trayecto aquí abajo.
Elena se ríe disimuladamente.
—Ehh… ¿Qué pasa? —pregunto curiosamente.
—Ah, nada, nada. —Elena se gira hacia mí, indecisa sobre si contármelo—. Es que… me ha sorprendido un poco… lo seria que suenas a veces.
—¿Seria? ¿Yo?
—Si, si —vuelve a reírse Elena—. No debo estar acostumbrada, eso es todo. No pasa nada. Ya me acostumbraré, supongo.
¿Ya me acostumbraré? ¿Acostumbraré?
—Bueno que, ¿vamos o no?
—Eh… sí, claro. Ahora mismo —respondo mientras me preparo las materias.
¿Acostumbraré? ¿En… futuro?
Interior del planeta
Mediodía
—¡Para! ¡PARA! —grito a la pobre Yuffie.
La chica obedece sin rechistar, pues también ha visto lo que hay delante. La semiesfera de hielo desaparece en un instante y caemos al suelo del túnel al desactivar Levita.
Y por suerte que solo caemos ahí, porque a unos pocos metros…
Oscuridad.
Oscuridad total.
Hay un abismo justo a nuestros pies y bastante profundo he de añadir. En realidad hay un montón de corriente vital que revolotea en ese gran abismo, que fluye por multitud de otros túneles que vienen a desembocar aquí, pero es tan profundo que solo parece que haya oscuridad. No quiero ni pensar que es lo que nos habría pasado de caer ahí abajo.
Yuffie habría vuelto a salvarme, ¿no?
………………
Será mejor no pensar en eso ahora mismo: nuestro objetivo está a la vista.
Una gran nave se vislumbra a nuestra derecha, encastada en la pared de esta gran caverna. No se ve gran cosa de la aeronave pero las luces que lleva en el exterior delatan su posición.
—Ha ido de poco… —comenta Yuffie, quien creo que aun no ha visto el barco volador.
Hmmm. No me acaba de gustar el hecho de que esté encastada en la pared.
—Yuffie, mira —señalo en la dirección de la nave.
Con ciertas dificultades, la joven ninja discierne la aeronave entre la roca y la oscuridad.
—¿¡Pero qué!? ¡Vamos, rápido!
Sin ni siquiera tener tiempo para que pueda decir algo, Yuffie se arrodilla y planta la mano en el suelo. El color verde de su materia brilla unos instantes para que luego un camino de roca surja de los laterales de la cueva y cree un paso seguro hasta la aeronave.
Absolutamente impresionante. No tenía ni idea de que se pudiera hacer eso con la materia Tierra. No que se pudiera controlar de esta manera, al menos.
Yuffie empieza a correr por la recién creada plataforma mientras yo me apresuro para no perder el paso.
Ciertamente es impresionante.
Aunque da un poco de miedo, si lo piensas. Esta estructura de roca sólida que bordea el gigantesco abismo solo se aguanta por la pared de la cueva de donde sale. Si no está bien creada, caeremos. Y, sin embargo, la chica corre como si fuera lo más normal del mundo.
Es alucinante.
Tardamos alrededor de medio minuto en llegar hasta la aeronave pero finalmente saltamos a la cubierta. O la media cubierta, para ser más exacta.
—Vale —susurra Yuffie—, ahora intenta hacer el menor ruido posible. No sabemos que vamos a encontrarnos, así que no digas nada. Pase lo que pase y por mucho que nos encontremos algo que no queramos ver, no digas nada. Podría ser nuestro final. ¿De acuerdo?
Su seriedad eleva la sensación de peligro. La tensión aumenta.
—Si. Vamos.
Yuffie y yo nos dirigimos lo más silenciosamente posible hacia la puerta que lleva al puente de mando. Está cerrada, cosa que no es impedimento para la joven ninja, que con un suave movimiento la abre sin hacer el más mínimo ruido. Si hasta mi respiración se escucha más fuerte.
Caminamos por el pasillo de la aeronave en dirección a la cabina de los pilotos, aunque antes tenemos que pasar por la sala central (donde se supone que está la tripulación). Yuffie va delante, casi como si fuera un fantasma, ya que no la escucho para nada. Intento hacer lo mismo que ella, aunque con menos éxito.
La joven ninja echa un rápido vistazo al interior de la sala y pone cierta cara de desconcierto. Me hace señales para que la acompañe: está despejado por el momento. Al entrar entiendo que es lo que la desconcierta: hay una especie de… cosa verde… por las paredes. Bueno, en realidad, por todos lados. Parece corriente vital, pero mucho más densa y… viscosa. Además, a la izquierda del habitáculo hay un gran y enorme agujero que atraviesa la aeronave y que se adentra en la roca en dirección al planeta.
—¿Qu…?
Mierda.
Me tapo la boca con la mano.
Y Yuffie me mira como si hubiera matado a alguien.
Lo siento, de verdad que lo siento.
Pasan los segundos y las dos nos quedamos inmóviles a la espera de que ocurra algo. Afortunadamente no pasa nada por mucho que esperemos.
Suelto un suspiro de alivio, aunque Yuffie me regaña con la mirada.
Si, si. Estoy totalmente de acuerdo, no hace falta que me digas nada.
Después de este susto (auto-provocado), vuelvo a mirar esa cosa verde. Sin embargo, a medida que me acerco a examinarla esta se retrae. Se aparta de mí. Esto es corriente vital. Le hago señales a Yuffie para que lo vea también pero ella está más pendiente de una gran aglomeración de esta cosa pringosa. Ella también se acerca a examinarlo y, igual que ha pasado conmigo, el pringue verde se aparta a medida que… que…
¿Qué es eso?
Debajo de toda esa cosa hay alguien.
Es… es… Cid Highwind, el piloto de la nave. En cuanto lo reconoce Yuffie corre hacia él, aun en absoluto silencio. Highwind no parece responder al contacto con Yuffie y esta le toma el pulso rápidamente; la chica respira aliviada, supongo que aun lo conserva. Acto seguido, empieza a examinarlo para comprobar si tiene heridas de algún tipo.
De mientras debería inspeccionar por ahí, por si acaso. Aún no sabemos que más nos podemos encontrar. Me dirijo lentamente y en silencio hacia el puente de mando por uno de los dos pasillos que llevan a él.
Como en la sala anterior, ésta también está pringada con corriente vital, aunque hay bastante menos cantidad. También hay un gran cúmulo de pringue verde en el lateral de la habitación. Suficientemente grande como para que haya otra persona ahí adentro.
Me acerco rápidamente y la corriente retrocede. Puedo ver claramente quien estaba atrapado: Tseng. Nada más tocarlo ya puedo ver que está vivo. Es más, está consciente, aunque a duras penas.
No parece que tenga ningún daño superficial, solo está exhausto. Muy exhausto. Quizá la corriente vital le ha drenado la energía, no me extrañaría nada.
—No parece haber nadie más —susurra una voz a mis espaldas. Yo, sorprendida, me giro violentamente. Es Yuffie, quien me ha dado un susto de muerte.
—¡No me asustes así! —protesto, aun susurrando—. ¿No habíamos quedado en que no diríamos nada?
Yuffie sonríe sonrojándose un poco, pero al ver a Tseng su cara vuelve a su estado normal.
—¿Está bien?
—Eso creo. Parece estar consciente, aunque no sé hasta qué grado —respondo.
—Ok. De todas formas mejor traigo aquí a Cid. Estará mucho menos expuesto que donde está ahora —dice Yuffie antes de perderse de vista por el pasillo.
Casi me muero del susto. Intento recuperar el aliento y que mi corazón vuelva a su latido normal cuando otra voz me sorprende.
—Elena…
Esta vez es la voz de Tseng.
No voy a decirle que casi me da un ataque al corazón por su culpa.
—¿Señor? ¿Se encuentra bien? —pregunto al aún desconcertado Tseng. Ahora que lo pienso, esa pregunta ha sonado muy incompetente. No sé exactamente por qué.
—Elena… ¿y… y los… demás?
—No hay nadie más aquí excepto Cid Highwind, de AVALANCHA. ¿Qué ha pasado?
Me alegra ver que se está recuperando rápidamente.
—Sefirot. No sé como… nos encontró aquí abajo. Los demás habrán ido en su busca…
¿Y les han dejado aquí solos?
Entretanto Yuffie aparece con su compañero en brazos, al que deja cerca de donde estamos nosotros.
—¿Por el túnel que hay en la sala anterior? —pregunto a Tseng.
—No estoy seguro, creo que sí.
Hmm…
—Yuffie, ¿Highwind sigue inconsciente?
—Sí, aunque no creo que su vida corra peligro —responde la ninja.
Hmm…
—Está bien. Yuffie, tu adelántate. Yo me quedaré aquí con ellos.
La ninja me ha entendido, y sin protestar empieza a irse, cuando:
—Eso no hará falta, Elena —interviene Tseng—, yo me haré cargo de él.
—Señor, no creo que esté en condiciones de…
—Tonterías —interrumpe Tseng—. Ves y ayuda a los demás, es una orden.
No creo que sea una buena idea, pero no hay mucho más que pueda hacer.
—De acuerdo. ¿Yuffie?
—Por mi vale. Tampoco es que pueda parar a Sefirot yo solita, así que no veo ninguna razón por la que te hayas de quedar aquí…
No es que me guste mucho ese argumento, a pesar de ser brutalmente cierto. Tampoco es que importe mucho. Si nos encontramos a Sefirot a solas estamos bastante muertas, así que mejor hacerlo en compañía, creo yo…
—En ese caso, vamos. No perdamos más tiempo —digo en un tono autoritario, aunque soy la que menos autoridad tiene en este momento.
Ya me estoy levantando para seguir a Yuffie por el pasillo cuando Tseng me dirige unas últimas palabras antes de partir:
—Elena, ten cuidado.
—Por supuesto, señor —afirmo y me giro en su dirección—. No se preocupe, yo me ocupo de todo.
Antes de irme, por eso, dejo la mochila que he estado llevando durante todo este trayecto. A mí no me hará falta ahí adelante, pero puede que les sirva de algo a ellos.
Momentos después ya estoy justo detrás de la ninja, que camina decidida hacia ese gran túnel que conecta con la aeronave.
Me pregunto cómo Sefirot ha podido hacer algo así. Quiero decir, crear un túnel de estas proporciones, casi como los que nos encontramos al bajar por el Cráter Norte. No es algo al alcance de cualquiera. Incluso para alguien del calibre de Sefirot. El túnel es largo de verdad y no se puede ver el final, pero entramos en él con decisión, siguiendo los pasos de nuestros compañeros.
Observo que ahora Yuffie tiene un shuriken en la mano. Uno que no llevaba antes.
—¿Y ese shuriken?
—Es mío, ¿por? Ah, debes referirte a… emm… Me lo dejé aquí cuando fui a salvarte. Estaba tirado por ahí, supongo que no has debido darte cuenta.
—Pues no, la verdad.
Caminamos en silencio, aunque no puedo dejar de pensar es lo que acaba de decir. “Me lo dejé aquí cuando fui a salvarte”. Hmmm…
Me doy cuenta, mientras seguimos andando (con una ligera presteza), de las marcas de velocidad en las paredes del túnel. Están hechas por corriente vital, pues se asemejan bastante a las de los grandes túneles que hemos estado atravesando estas últimas horas y que ya me he cansado de ver. El poder de control sobre la corriente vital de Sefirot es mucho más grande de lo que creía si en verdad puede hacer algo así. Más aun, es posible que haya hecho lo mismo al encastar la aeronave. Sin duda es un hombre al que hay que temer.
Solo temer. Nada más. No se merece nada más.
Continuamos caminado en silencio durante varios minutos hasta que, por fin, vemos el final. Y es absolutamente espectacular.
El túnel llega a una gruta, una caverna dentro de la propia tierra. Aunque llamarlo “caverna” es una simplificación bastante grande. Esto es inmenso: aquí cabe tranquilamente la ciudad de Midgar, incluso con sus grandes muros y su torre central. No exagero para nada, esto es enorme. Yuffie se ha quedado tan alucinada como yo.
Aunque, para ser sincera, esto es grande pero está vacío. Hay mucha corriente vital por encima de nuestras cabezas, a un par de decenas de metros, y un camino tallado en la roca (con lo que parecen un millar de escaleras) que serpentea dentro de la relativa oscuridad de este lugar, pero nada más.
Esto no lo ha podido hacer Sefirot. Seguro.
—Esto es increíble —comenta Yuffie, tan anonadada como yo—. ¿Crees que esto lo ha hecho Sefirot?
—Ni de broma. No creo que a Sefirot le guste crear cosas como esta en las profundidades de la tierra. Es demasiado específico como para ser un hobby.
La joven ninja se ríe entre dientes.
—Tienes razón. Además, ¿no te recuerdan a algo esas escaleras?
—Pues… la verdad es que no —digo sinceramente—, aunque… ahora que lo dices… sí que me suenan de alguna parte, pero no consigo…
—El templo de los ancianos —interrumpe Yuffie.
—¿Si?… hmm… si, tienes razón. Sí que se parecen bastante. —Ciertamente la memoria de esta chica es asombrosa para acordarse de una cosa tan concreta—. ¿Crees que esto es un templo también?
—Seguramente —responde Yuffie—, ¿acaso puedes pensar en alguien más que construiría algo aquí abajo?
Que argumento más sólido.
Me encojo de hombros dándole la razón.
—Supongo que ahora hemos de subir las escaleras, ¿verdad? —pregunto con desgana.
—Sip. Eso parece —responde sonriente la ninja. Siento como parte de la energía positiva de la chica se transmite hacia mí en esa sonrisa.
Bueno, una ha de hacer lo que ha de hacer, aunque vaya a desarrollar una fobia a las escaleras quilométricas…
Nos ponemos en marcha de nuevo, aunque ahora estoy bastante más atenta a mis alrededores. Tener tanta corriente vital por encima de nosotras no es bueno, y lo es aún menos si tu enemigo puede controlarla a voluntad.
Vamos ascendiendo lentamente a cada paso que damos en estas escaleras sin fin. Aunque monótono, el paisaje es impresionante. Da un poco de miedo que no haya nada a ambos lados del propio camino, solo una neblina que, aunque poco densa, te impide ver el fondo, y una oscuridad aun más allá que hace imposible saber la distancia hasta el suelo en caso de precipitarte.
Nota mental: no caerse por aquí.
No todo son escaleras, afortunadamente. Aparte de la ocasional pequeña explanada en el camino, a veces nos encontramos una pequeña plataforma que, supongo, serviría de punto de descanso. Si que se lo tenían pensado estos ancianos. Seguimos subiendo y al cabo de unos minutos llegamos a una especie de plaza (o lo que antaño fuera una plaza), de donde se bifurcan más caminos que llevan a otras plataformas distantes pero aun visibles. Todos los caminos están conectados, ¿eh?
Estoy por preguntar qué ruta vamos a tomar cuando Yuffie se vuelve hacia mí:
—¿Has oído eso? —pregunta la chica.
¿El qué? Hemos estado subiendo en un silencio solo interrumpido por nuestros propios pasos. Aun así, no digo nada y presto atención.
No. Nada.
No oigo nada.
No, espera. Si que he escuchado algo. Muy, muy lejano, pero algo al fin y al cabo.
—¿Lo has escuchado ahora? —pregunta de nuevo Yuffie.
—Si, esta vez sí. No sé que era, pero provenía de más arriba.
La joven ninja sonríe.
—El destino está de nuestro lado —dice alegremente Yuffie.
¿El destino?
Yuffie se adelanta y continúa caminando con más presteza que antes por el camino ascendente más cercano. Sigo a Yuffie de cerca y pronto nos encontramos corriendo por las escaleras hacia nuestro objetivo. Intento, como ella, hacer el menor ruido posible, aunque con mucho menos éxito que la ninja experta. Tengo que aprender a correr así.
—¿Cómo que… “el destino”? —pregunto con dificultad en un momento en que estoy cerca de la ninja.
—¿Eh? Ah, nada, no prestes atención. Es solo una estúpida frase que me digo siempre —comenta tranquilamente, sin que se le note que está corriendo.
—¿Y… de que va? —insisto, que ahora me ha entrado la curiosidad.
—Bueno… nuestro destino era llegar aquí, ¿no? Y aun con todo en nuestra contra hemos conseguido encontrar este lugar —responde Yuffie, sin que pueda encontrar el sentido a sus palabras.
—No… acabo de entender… que…
—A ver, como te lo explico… Todas las cosas que han pasado son por una razón. Nuestro destino es enfrentarnos a Sefirot, ¿verdad? Estamos aquí y Sefirot también. Y a pesar de las dificultades con las que nos hemos topado todavía podemos cumplir ese destino, ¿verdad?
Ammm…
Entiendo parte de lo que quiere decir… sin embargo…
—¿D-Dificultades?
Yuffie se queda pensativa unos segundos aun mientras corre, pero pasado ese tiempo se detiene en medio de las escaleras, y yo lo hago justo detrás.
—Sigues viva, ¿no? —responde finalmente, aun sin mirarme—. ¿Y si te dijera que tu destino no era este? Quizá nuestro destino era morir en aquella casa nevada, tan lejos de aquí. Verás, me enseñaron de pequeña que todos tenemos un destino, todos tenemos algo para lo que estamos destinados. "Da igual si estás preparada o no. Nadie puede escapar de su destino." Nunca me gustó esa manera de pensar. Aceptaré lo bueno que me traiga, pero si el destino me depara algo malo, lo doblegaré ante mi voluntad. Nadie me dice lo que he de hacer. No sé tú, pero yo aun tengo muchas cosas que deseo hacer y no importa a qué me haya de enfrentar, nada me impedirá realizarlas. Ni Sefirot, ni la corriente vital, ni nadie. Yo decidiré como he de vivir, y como he de morir. Yo soy la Gran Ninja Yuffie. Yo decido mi destino. Y no pienso morir aquí. Ni… pienso dejar que mueras tú tampoco.
…………
………
……
La chica sigue en su sitio, sin moverse. Lo único que se puede escuchar son lejanos sonidos aun extraños.
—El destino nos sonríe por el momento —susurra la ninja—, así que deberíamos seguir subiendo ahora que podemos…
—Si, deberíamos —respondo tímidamente.
Sigo viva, es cierto. Y también tengo muchas cosas más que hacer antes de morir.
Decidir tu propio destino, ¿eh? No suena mal, no suena nada mal.
Continuamos nuestro camino, casi tan apresuradamente como al principio. En cuestión de segundos llegamos a una pequeña explanada, con lo que en su día fueron asientos para paseantes y una pequeña fuente ahora seca. De entre todo el pringue verdoso a la vista, se distinguen unos pegotes sospechosamente grandes de corriente vital: uno en esos asientos de piedra a mi derecha, dos justo al lado de la fuente a mi izquierda y otro al fondo, al inicio de otras escaleras que siguen ascendiendo.
Yuffie me hace una señal. Ella va a ir a los dos de la derecha, yo iré a los otros dos. Me dirijo rápidamente hacia el más cercano. La corriente vital se aparta al paso de la materia enorme y una figura se muestra ante mí: es ese muñeco blanco que utiliza Reeve. Está un poco cambiado desde la última vez que lo vi, sospecho que quizá sea porque está partido en dos. No me pierdo más tiempo con el monigote y me voy a mi siguiente objetivo.
Miro de reojo a Yuffie, que ya ha encontrado al más corpulento de sus compañeros, Barret Wallace. Parece que hasta está hablando con él. El otro cúmulo de corriente vital aun no ha desvelado a quien contiene, aunque la ninja no tardará en ir a averiguarlo. Yo, de mientras, me acerco al último gran pegote.
Ya me estoy acostumbrando a que se aparte de mí esta cosa pringosa. Al cabo de unos instantes tengo ante mí a, por lo que sé, un antiguo compañero Turco: Vincent Valentine. Aun sin la corriente vital por encima da un aspecto frágil y… tétrico (aunque supongo que ese será su aspecto natural). Está consciente, y lo sé porque me está mirando.
—¿Estás bien? —pregunto al desorientado miembro de AVALANCHA.
No responde y solamente asiente con la cabeza.
—¿Puedes moverte? —Vuelvo a preguntar.
—Sí, creo que sí —responde sin una onza de… nada, sin parecer desorientado, sin alegría ni miedo ni nada.
Intento conseguir algo más de información mientras el vampiro se incorpora.
¿Y qué le pregunto? ¿Dónde están los demás? ¿A dónde ha ido Sefirot?
Si Sefirot les ha encerrado en esa cosa no creo que sepan ninguna de esas preguntas. De todas formas, hay algo raro en todo esto. Tanto Wallace como el propio Valentine estaban conscientes cuando los hemos rescatado. Y mucho menos débiles que el piloto o el propio Tseng, lo que me lleva a pensar…
—¿Hace cuanto que os ha atrapado aquí?
—… No estoy seguro, media hora, quizá menos… —responde al cabo de unos segundos, dubitativo.
Eso es hace nada.
Los sonidos que escuchamos antes vuelven a sonar, ahora un poco más cerca y mucho más reconocibles: es el chochar de las espadas, sin duda alguna. Todavía están luchando.
Me giro hacia Yuffie, quien ahora está con… Ruda, a pocos metros de donde estaba antes. Me apresuro a ir hacia ella y Valentine me sigue también.
—Todavía están por aquí —comento a Yuffie.
—Si, lo sé —dice sin sorprenderse la ninja—, yo también lo he oído. Vincent ¿estás bien? —pregunta la chica al ver que el vampiro ha venido conmigo.
—… si.
Que… carente de… todo. Tétrico dirían algunos pero es más… como si estuviera falto de emoción. Soso, si me preguntan.
—¿Puedes llevar a Barret y a Ruda hacia la nave entonces? Necesito que los alejes de aquí, por si necesitamos largarnos con urgencia.
—… Claro —responde Valentine.
—No, yo lo haré. No habré hecho mucho en esta batalla pero como mínimo puedo cargar con él, por muy Turco que sea —interrumpe Barret—. Tú ves con ellas. Puedes volar, serás más útil que yo.
Hmm… no puedo negar que tiene razón. De todas formas, es conveniente que nos pongamos en marcha ya. Están aún lejos y podrían necesitar nuestra ayuda.
—¿Seguro que puedes? —pregunta dudosa Yuffie.
—¡Por supuesto! ¿¡Quien %&#$ te crees que soy!? ¡Si alguien en este maldito agujero puede hacerlo, ese maldito $&$%#@$%# soy yo! ¡Así que déjate de estupideces y ves con Cloud y Tifa, que te necesitan!
Después de unos segundos de perplejidad, Yuffie asiente con la cabeza y deja a Ruda al cuidado de Wallace. Pobre Ruda.
Sin mirar atrás Yuffie y yo empezamos a subir las escaleras más próximas en sentido ascendente, con Valentine volando un poco por detrás de nosotras.
—Vincent, no te adelantes —ordena la ninja—. No estás en condiciones de reaccionar si pasa algo.
—… no pensaba hacerlo —responde monótonamente.
Pues sí que es animado el vampiro este. Seguro que es animador profesional de fiestas en sus ratos libres porque, que quieres que te diga, si le da más emoción, parecería un entierro.
Seguimos subiendo las largas e interminables escaleras y los sonidos de pelea se hacen ahora mucho más evidentes. Lo curioso es que el “tejado” de esta gran cueva gigantesca no sube con nosotros, manteniéndose al mismo nivel, y cada vez está más cerca. Estamos llegando al final y puedo ver, mientras seguimos subiendo, que hay una última plataforma y luego el camino (de escaleras, se entiende, siempre hay escaleras) gira a la derecha adentrándose en la roca cerca del techo de la caverna.
Los sonidos que hemos ido siguiendo todo este tiempo provienen de ese último camino, de un lugar que aun no puedo ver pero que no está muy lejos. Sin embargo, al llegar a la última plataforma, nos encontramos con una última sorpresa.
El cuerpo desparramado de Reno es lo primero en lo que se fijan mis ojos, aunque más al fondo también distingo a Lockhart medio atrapada por la corriente vital.
—¡Yuffie! —grita Lockhart ante nuestra llegada, aunque yo he ido directamente hacia Reno.
Al acercarme veo que no tiene rastros de corriente vital como los demás, a pesar de estar cubierto de cortes. Ninguno parece demasiado profundo, pero lo son lo suficiente como para que no tenga buen aspecto.
—… P-Pero… si es la… rubia… ¿Qué tal… te va? —pregunta alegremente Reno.
—Iba a preocuparme por ti pero si tienes la energía suficiente como para hablar así, debes de estar bien.
—Elena —escucho la voz de Yuffie llamándome—, deja a Reno en manos de Vincent. Sefirot está cerca, ¡vamos a ayudar a Cloud!
Hmmm…
Sí, eso será lo más inteligente.
—Vincent, ten —dice Yuffie mientras le pasa la… ¿le pasa la materia enorme? al vampiro—. Saca a Tifa de ahí con esto y llévala con Reno a la nave, con los demás.
Empiezo a ir hacia las escaleras a la derecha.
—Buscad una forma de sacar ese trasto volador de donde está —continúa Yuffie mientras se dirige a mi lado–, quizá tengamos que salir muy rápido de aquí…
Ni me paro a mirar a Valentine, pues Yuffie ya está subiendo las últimas escaleras hacia nuestro… "destino". En cuestión de instantes ya hemos dejado atrás la gran caverna por la que andábamos y nos hemos adentrado en un túnel estrecho que sube, con apenas una tenue luz al final del camino, aun muy por delante de nosotras.
A pesar de que estamos corriendo, los segundos parecen ralentizarse a cada paso.
Siento cada pisada que doy, noto cada inspiración y cada expiración de aire que hago.
Tengo miedo, no voy a negarlo.
Pero más miedo me da no enfrentarme al monstruo que acecha ahí delante.
Mucho más miedo.
Llegamos al final del túnel. Arriba de todo. Al final de las escaleras.
Y ahí está.
Sefirot.
Chapter 21: EL NACIMIENTO DEL SOL
Chapter Text
En las proximidades del templo de los ancianos, en el interior del planeta
¿????????
Ahí está. Delante de nosotras, a menos de 30 metros. En el centro de una caverna enorme y oscura, rodeada por corriente vital fluyendo a su antojo.
Sefirot.
Esta caverna no se parece en nada a la anterior. No da sensación de que sea parte del templo de los ancianos. Es simplemente un campo de batalla: una gran plataforma central rocosa se yergue solitaria en medio de la cueva, con un único camino de rocas que conduce a él. Y, para seguir con el diseño del templo, hay una gran caída en todas direcciones. No se puede ver el final, aunque bien puedes reflexionar sobre tu vida mientras caes, porque da la sensación de ser muy hondo.
Sefirot no está solo en esa plataforma, por eso. Un hombre de pelo rubio con una espada mucho más grande de lo que debería lo acompaña: Cloud Strife. Y detrás de él, a una distancia de unos cuantos metros, Red XIII. Ninguno de los presentes se ha percatado de nuestra presencia.
—¿Estás lista? —pregunta Yuffie.
—No importa si lo estoy o no. Vamos a acabar con él.
A pesar de la gran diferencia de nivel y de habilidad existente entre nosotros, haré lo que pueda para ayudar. Sé, por experiencia propia, lo que pueden llegar a hacer.
Yuffie me devuelve la mirada, sonriente.
—Por supuesto que sí.
Y nos encaminamos hacia nuestro enemigo.
A medida que nos acercamos, los combatientes se dan cuenta de que hay alguien más y se separan.
—¡Yuffie! —exclama el felino.
—¡Aquí llega la caballería! —grita Yuffie.
Nos vamos acercando rápidamente a Strife y a Red XIII, siempre atentas a Sefirot. No he de perderlo de vista en ningún momento.
—¿¡Y los demás!? —pregunta Strife.
—Bien. Aunque podrían estar mejor —respondo en lugar de Yuffie—. No te preocupes por ellos ahora mismo.
Miro de reojo a Strife. Parece fatigado y cansado, y tiene sus ropas rasgadas y harapientas. Se nota que ha estado luchando durante largo tiempo, y parece que todavía tiene energía para seguir haciéndolo. No puedo girarme ahora mismo para ver que tal está Red XIII, pero por lo que he visto mientras entrabamos, se encuentra bastante peor que Strife. Mucho más exhausto.
—Tranquilo, Red. Sal de aquí y déjanos esto a nosotros —dice Yuffie.
—Ni de broma —responde Red XIII quien, por el sonido de su voz, no está ni en condiciones de hablar.
—¿No confías en mí? Recupera fuerzas, nosotros seguiremos a partir de aquí —reitera Yuffie—. Y no acepto un no por respuesta.
El felino no responde, pero segundos después escucho sus pasos alejándose lentamente. Supongo que habrá aceptado a regañadientes, aunque tampoco es que pueda confirmarlo sin dejar de mirar a Sefirot, cosa que no pienso hacer.
—¿Cuál es el plan de ataque? —pregunto a Strife.
Este se queda pensando.
—¿Ves eso que tiene en el pecho?
¿Qué? ¿En el pecho?
¿¡Pero qu…!? Es… es cierto, ya no tiene solo una cicatriz. Hay algo metálico y gris incrustado en su cuerpo, justo por encima de sus abdominales.
—¿Qué es eso? —pregunta Yuffie, quien también se ha fijado a raíz de las palabras de Strife.
—Jenova.
—¡Jen…! ¿¡Que!? —Hasta yo me sorprendo de mi propia voz.
—Esa es la cabeza de Jenova —prosigue Strife—. Sefirot está muerto, lo matamos. Quien está detrás de todo esto es esa cabeza. Jenova es quien tiene el control y los recuerdos de Sefirot.
Tanto Yuffie como yo nos quedamos en silencio, intentando comprender lo que nos ha dicho Strife. Una parte de mí se pregunta cómo sabe todo eso.
—Hemos de destruir la cabeza, ¿verdad? —intento confirmar.
—Sí. O destruirla o sacarla de su cuerpo. No intentéis matarlo a él, ya está muerto. Su cuerpo se regenera con rapidez incluso cuando lo desmiembras.
¿Des…? ¿Por qué tenía la impresión de que sería sencillo?
A todo esto, Sefirot se ha quedado quieto y callado desde que llegamos, con cara de pocos amigos.
—He estado jugando con los amigos de Cloud durante bastante rato y, sinceramente, me divertía ver como creíais tener oportunidades de derrotarme, por eso os he dejado entretenerme hasta ahora. Sin embargo, si os creéis que voy a permitir que lleguen refuerzos ininterrumpidamente y estropeen nuestro tan esperado encuentro, vais muy equivocados. ¡Así que largo! —Y, con un rápido gesto de su brazo derecho, la corriente vital cercana se acerca en nuestra dirección a gran velocidad.
De la nada aparece delante nuestro corriente vital. Un pequeño flujo, diferente del que se aproxima, se detiene delante de nosotros y se mueve en círculos, protegiéndonos contra la corriente que ha mandado Sefirot y dispersándola a los alrededores.
¿¡Que ha sido eso!?
Pero no tengo tiempo siquiera a preguntar pues con otro veloz movimiento de brazo por parte de Sefirot la corriente vital que ha sido dispersada se redirige de nuevo en esta dirección. Más concretamente hacia Yuffie, y es tan rápida que no nos da tiempo ni a movernos. A ninguno de nosotros.
Durante un instante siento pánico.
Veo como un gran flujo de color verde de varios metros de diámetro engulle a la chica entera, sin que pueda hacer nada.
Yuffie no lleva la materia enorme y no puede bloquear ese ataque.
Me he quedado absolutamente congelada, sin poder moverme. Instantes después la corriente vital acaba de pasar de largo. Y sin embargo, Yuffie está sentada en el suelo, como si la hubieran empujado hacia atrás, sana y salva. Veo en su cara lo sorprendida que está.
Ella está perfectamente. Pero…
¿Cómo es que es está tan bien? ¿No se supone que la corriente vital debería haberla arrastrado o algo así? ¿No debería estar como mínimo cubierta de pringue verde?
Yuffie nota mi mirada y se saca de su guantelete una materia roja cobriza.
—Lo siento, no pude evitarlo —dice con una sonrisa.
¿Qu…? ¿Materia de invocac…? Espera. Materia enorme. ¿Cómo ha…?
Sin darme tiempo a pensar nada más, me envuelve la corriente vital. Como llevo la materia enorme, esta se dispersa en mis proximidades. El flujo es tan grande que me impide ver a través, incluso a Yuffie, a quien estaba mirando.
Me vuelvo en la dirección de la que proviene la corriente, sin poder ver nada.
MIERDA.
Es Sefirot, seguro. Rápidamente me agacho y ruedo hacia mi derecha, intentando alejarme del sitio en el que estaba.
Inmediatamente después, cuando aun estoy rodando, de la corriente vital aparece la espada de Sefirot, que buscaba mi corazón. Y lo hubiera encontrado de no haberme movido. Acto seguido puedo verle a él, buscándome. Con un simple vistazo me encuentra, y todavía estoy en el rango de su espada. Sin más esfuerzo, cambia la dirección que llevaba, como si fuera un movimiento natural y el metal vuelve a ir en mi busca.
No puedo esquivar eso.
Nada más tener los pies en el suelo intento saltar hacia atrás, con la esperanza de crear algo de distancia. Pero no voy a poder. Es demasiado rápido.
El tiempo se ralentiza.
Veo como el filo de la espada se acerca lentamente hacia mí, sin tener la más mínima posibilidad de apartarme a tiempo.
Llevo aquí apenas un minuto y ya voy a morir. Vaya mierda.
Levanto la mirada, aun observando todo a cámara lenta. La corriente vital que Sefirot ha utilizado para bloquearme la vista ya se ha ido y puedo ver a Strife que se abalanza hacia la espalda de mi futuro asesino. Está todavía algo lejos, no llegará a tiempo antes de que me corte en dos.
Si solo hubiera estado un poco más cerca… quizá no hubiera sido este mi final. ¿Cómo lo llamo Yuffie? El… ¿destino? Si, quizá mi destino sea morir aquí. No parece un mal sitio para hacerlo. Un poco alejado de cualquier cementerio pero… bueno, tal como siguen las cosas, dudo mucho que en un día o dos esto importe lo más mínimo.
Aunque esta ralentización del tiempo empieza a molestarme ya. Nada es más irritante para tus últimos momentos que además pasen lentamente. Voy a morir asesinada por un monstruo. No quiero que esto vaya así de lento. Rápido, y a poder ser, indoloro. No es que tenga mucho que decir en el asunto, pero la esperanza es lo último que se pierde.
No puedo evitar reírme interiormente.
Yo hablando de esperanza… y ya me estoy dando por muerta.
Aunque la situación es bastante catastrófica. Solo un milagro podría salvarme en una situación como esta.
Yuffie.
Nada más verla, el tiempo vuelve a su velocidad normal. La joven chica aparece de la nada y se interpone entre la espada y yo. Pone su shuriken a modo de escudo para parar el golpe en un intento de detener a Sefirot.
No es suficiente. Se escucha un sonido metálico que resuena por toda la cueva y Yuffie sale despedida hacia atrás, hacia mí. Intento cogerla al vuelo pero la fuerza con la que viene es tan grande que choca conmigo y nos arrastra a las dos.
Ha conseguido parar el golpe, poniéndose ella en medio.
Me ha vuelto a salvar la vida.
Soy arrastrada unos cuantos metros hacia atrás y caigo sobre la dura roca en la que estábamos mientras que Yuffie, debido a la fuerza con la que ha salido disparada, vuela bastantes metros más, hasta el borde de la estructura de roca. Afortunadamente se para antes de caer en la oscuridad del abismo que hay por debajo de nosotras.
Algo desorientada miro a Sefirot. Strife ya se está batiendo de nuevo con él, intentando darnos algo de tiempo para que nos recuperemos.
Vuelvo la mirada hacia Yuffie. Ésta está tendida boca arriba, pero parece consciente. A pesar del golpe veo como se mueve e intenta incorporarse.
Qué alivio.
También veo como Yuffie tiene solo medio shuriken en su mano. La otra mitad se ha clavado en la roca a pocos metros de ella. La fuerza de ese impacto ha debido de ser tan poderosa que ha partido el arma en dos. Percibo algo a mi derecha. Es la materia enorme que llevaba Yuffie, que del golpe rueda por la plataforma hasta caer por los límites de la estructura.
—¡Salid de ahí! —grita una voz. Es la voz de Strife.
Me giro rápidamente para ver que, a pesar de que siguen enfrascados luchando, Sefirot solo tiene ojos para Yuffie. Me giro hacia la chica. La corriente vital cercana a ella empieza a moverse en su dirección. Y su materia enorme acaba de perderse en el fondo de esta cueva.
No, no, no, no, no.
Me levanto lo más rápido que puedo y me pongo a correr hacia ella.
Y no llego a tiempo.
Yuffie intenta cubrirse con brazos y piernas pero el flujo de corriente vital entra perpendicularmente a la roca donde está, engulléndola entera otra vez. Solo dura unos segundos y, en cuanto acaba, Yuffie ha desaparecido. La corriente ha entrado con tal fuerza que se la ha llevado por delante junto con el suelo en el que estaba.
No.
Me niego a creer lo que acaba de pasar.
Noto como la fuerza de mis piernas se desvanece en un instante y caigo de rodillas al suelo.
Ya no está.
Siento pánico.
No. No.
Por favor, no.
Estoy aterrorizada. No puede haber pasado esto.
Mi cuerpo se queda sin fuerzas y he de apoyarme con las manos en el suelo para no caerme.
No puedo creerlo.
Siento como todo se vuelve a ralentizar. Escucho sonidos de metal chocando detrás de mí, distantes ahora. Strife y Sefirot, sin duda.
Y debería estar fijándome en Sefirot. La vida de mucha gente depende de que lo derrotemos…
Pero no puedo.
No ahora.
No tengo fuerza.
No puedo concentrarme.
Esto no puede estar pasando.
Y es culpa mía.
—Maldita sea —digo en voz alta, mientras le pego al suelo con mi puño.
Ya ni puedo ver bien. Todo está distorsionado. Se me nubla la vista.
Culpa mía.
Culpa mía.
Culpa mía.
—Tranquila.
¿Eh?
—No pasa nada —dice una voz.
Miro a mí alrededor como puedo, en vano.
—No es culpa tuya.
Me suena esa voz. La he oído antes, en algún lugar. Me es familiar.
—Ella está bien, no te preocupes.
¿Eh?
—Yuffie está bien.
—¿Quién… eres? —pregunto. Me doy cuenta de que, en realidad, estoy llorando.
—Ya nos hemos visto antes…
Y solo entonces empiezo a recordar.
—¿Eres… la anciana? ¿Aeris?
El sonido de las espadas suena cada vez más próximo.
—Eso ahora no importa. —Aunque puedo confirmar que es ella—. Yuffie está bien. Concéntrate en la batalla…
Me seco las lágrimas.
Algo en mi interior me dice que he de confiar en esas palabras.
Tiene razón. Sefirot va a pagar caro lo que ha hecho a Yuffie.
Me incorporo lentamente y observo que hay un pequeño flujo de corriente vital dando vueltas a mí alrededor.
—Así que eras tú la que nos ha protegido antes, ¿eh?
Aunque ahora no es el momento de conversar. Sefirot está luchando contra Strife. Yuffie está bien, y no solo confío en las palabras dichas por Aeris, también puedo sentirlo. Mi corazón también me susurra palabras de ánimo. Yuffie sigue viva. No puede morir así, lo sé.
¿Cómo he podido dudar de ella?
SUFICIENTE.
Sefirot.
La ninja está bien, pero eso no calma mi creciente ira.
Voy a matarlo.
Ese monstruo ve como me he incorporado y de un brusco movimiento se zafa de Strife, para dirigirse a toda velocidad hacia mí. No te será tan fácil esta vez, te lo aseguro.
A pesar de que viene con una velocidad sobrehumana, veo cada paso que da. Cada movimiento de cada músculo. Igual que cuando veía el filo de su espada aproximarse lentamente hacia mí antes de que Yuffie me salvara, ahora lo veo acercarse a cámara lenta.
Va a intentar atravesarme con la punta de su espada, tal y como intentó hacerlo antes. Puedo ver, por la trayectoria que lleva, que antes de intentar atravesarme, pondrá el pie derecho para impulsarse a unos tres metros de mí. Es en ese momento en que he de esquivarlo.
No sé porque, pero lo sé. Simplemente lo sé. Esquivarlo antes haría que Sefirot tuviera tiempo de redirigir su espada, lo que sería mi final, y si tardo más no podré esquivar su estocada. Es en ese momento justo en el que tendré mi oportunidad y solo dispondré de unos pocos instantes para hacerlo.
Sefirot sigue aproximándose lentamente.
Inspiro. Y expiro.
Siento todo mi cuerpo. Sé que puedo hacerlo.
Espera. Espera al momento preciso.
Y, justo como lo he intuido, apoya su pierna derecha para darse impulso. Tal es ese impulso que la roca en la que pisa se hunde de la fuerza que hace. Ahora viene a mí con toda la voluntad de matarme. Y solo ahora puedo esquivarlo.
Reúno todo mi ser y me desplazo hacia adelante y a la izquierda. Sefirot se da cuenta e intenta cambiar al ángulo de su espada. Afortunadamente para mí, viene con tal velocidad que no le da tiempo. Su espada pasa a centímetros de mí.
Obligo a mi cuerpo a detenerse. Redirijo mis fuerzas a mi torso, para girar e impulsar mi brazo derecho hacia su estómago. Hacia Jenova. Ese monstruo sanguinario se ha olvidado de quitarnos nuestras materias y se lo haré pagar caro.
Activo mi materia Fuego y engendro una llama muy cerca de la palma de mi mano. Con un rápido movimiento y gracias al fuego de la materia introduzco mi palma extendida en su estómago, justo donde está la cabeza de Jenova. Sefirot se sorprende de mi inesperado ataque, emitiendo sonidos de dolor. Agarro la cabeza, y tiro de ella como si mi vida dependiera de ello.
Sefirot reacciona y mueve su espada para cortar me los brazos. Sin embargo, detiene el movimiento y se gira en la otra dirección. En un instante llega Strife, que le propina un golpe brutal. Sefirot lo bloquea con su espada y sale disparado hacia atrás. Tal es la fuerza del golpe que no puedo evitar soltar a Jenova.
—¿Estás bien? —pregunta Strife.
Yo no respondo. Simplemente miro mi mano. No se me ha escapado por completo, pues tengo parte del protector que lleva Jenova en su frente.
—Tsk.
Strife se da cuenta de lo que tengo en la mano y ambos miramos a Sefirot. Visiblemente molesto, con heridas en el estómago que se le regeneran, pero mostrando ahora la cabeza de Jenova que sobresale un poco de su cuerpo. Se puede ver como parte del protector frontal ha sido arrancado.
Lo que me pregunto es como me lo he hecho para poder arrancarle un trozo de metal, aunque supongo que ahora eso no toca.
Sefirot ha sido empujado a varios metros de distancia, cerca de donde ha desaparecido Yuffie.
Yuffie…
—Strife. Hemos de retirarnos —digo en voz baja—. No podemos con él. Los demás ya habrán evacuado.
—No. Esto acaba aquí y ahora —responde.
—No estás en condiciones de luchar, y yo no puedo con él. Lo tiraremos por el abismo y huiremos para volver en otro momento.
Sefirot se está metiendo la cabeza de Jenova dentro de su cuerpo, para que no sobresalga tanto. Y lo hace con una sonrisa.
Strife no dice nada. Está pensando si aceptar o no mi sugerencia. Pero ha de aceptarla. No han podido acabar con él en todo este tiempo, Strife está bastante fatigado y Sefirot no parece ni cansado. Debemos huir y luchar otro día.
—¿Y cómo lo tiramos? —susurra finalmente.
—Yo haré de cebo. Tú atácalo de frente, yo te seguiré. Confía en mí.
Después de unos pocos instantes, dice:
—No te atrevas a morir, ¿de acuerdo?
Y, sin esperar a que yo diga algo, empieza a correr hacia Sefirot.
Y yo detrás de él.
Strife se acerca rápidamente y al llegar a unos pocos metros delante de él, grita:
—¡Límite! ¡Corte Cruzado!
Y lanza una serie de espadazos a una velocidad impresionante y con una fuerza brutal. Sefirot utiliza su espada para bloquear los golpes del límite con total facilidad y, puesto que Strife ha tenido que acercarse, con un simple corte en horizontal obliga al jefe de AVALANCHA a saltar hacia la derecha para evitar el golpe.
Tal y como había previsto.
Al estar justo a la espalda de Strife, ahora que la espada de Sefirot está todavía con el movimiento anterior, tengo vía libre para acercarme a él.
No es impedimento para Sefirot, quien controla totalmente su arma y la lleva hacia arriba, como si fuera ese el movimiento original que estaba realizando. Ahora la espada está en alto, y desciende verticalmente de manera violenta con la intención de cortarme en dos.
Si no fuera porque aun puedo verlo todo a cámara lenta, no sobreviviría a eso. Lo garantizo. Sin embargo, apoyo ambos pies y me desplazo unos pocos pasos lateralmente hacia mi izquierda. La espada cae brutalmente delante de mí, cortando el suelo con facilidad. El filo ha pasado muy cerca. Ha pasado tan cerca que me ha cortado una parte relativamente importante de flequillo. He tenido mucha suerte.
Sefirot está desconcertado. No esperaba que me pudiera esquivar su golpe una segunda vez (y, sinceramente, yo también estoy algo sorprendida).
Utilizando esos instantes de confusión (a pesar de que Sefirot ya está empezando a moverse de nuevo), desplazo lo más rápido que puedo mis extremidades superiores y agarro tanto la mano de Sefirot que empuña su espada como el mango de ésta. Además, desplazo mi cuerpo y me coloco encima de la espada, presionando hacia abajo para bloquearla contra el suelo.
Mi enemigo ya se ha percatado de lo que intento y sin pensárselo dos veces utiliza su fuerza demoníaca y me levanta junto a la espada. No me lo esperaba, pero aun así he cumplido mi cometido.
Ha dejado de ver a Strife, quien ahora se acerca rápidamente con la intención de acabar con Sefirot. Éste, sin importar que yo esté encima de la espada, la gira bruscamente. Mi cometido ya está hecho, de manera que me suelto y salgo volando por los aires. La espada está lejos de Strife, quien conecta el golpe ante un sorprendido Sefirot.
Aterrizo como puedo, intentando no perder de vista a nuestro enemigo. Sale disparado por el bárbaro golpe propinado, con la suficiente fuerza como para tirarlo de la plataforma.
Sin embargo…
Sefirot es un monstruo.
El golpe lo envía lejos, al borde de la estructura de roca en la que estamos, cerca del abismo, pero utiliza su propia espada para frenarse, clavándola en el suelo, y consigue detenerse justo al borde.
El golpe de Strife ha conectado propiamente pero no ha podido cortarlo. No es que me sorprenda. Le ha quedado la marca de un corte horizontal bastante profundo en medio del pecho, un poco por encima de la cabeza de Jenova. No le sale nada de sangre. Es más, ha cicatrizado casi al instante. Ya casi ni se distingue de las demás cicatrices.
Estamos en un aprieto.
Sefirot no se ha precipitado como esperaba.
Antes de que pueda pensar en algo, Strife ya ha salido en su busca, para darle el último golpe. Y se acerca con gran rapidez ante un confundido Sefirot, quien solo ahora levanta la cabeza para observar qué se le acerca.
Con la punta de la espada apuntando a Sefirot, Strife se abalanza con todo lo que le queda de energía en un último ataque desesperado.
NO.
¡No ataques así! ¡Con un golpe amplio y en diagonal, de arriba para abajo!
Sé. No tengo ni idea de cómo, pero sé que ese golpe no llegará a darle. La postura en la que está Sefirot, el movimiento que lleva Strife, la posición de sus respectivas espadas. Todo. Todo me indica que Sefirot contrarrestará el ataque. No sé porque, ni como, pero lo sé.
Y, en efecto, antes de que pueda gritarle a Strife, Sefirot alza su espada con una velocidad inimaginable y desvía bruscamente la carga de Strife. Siguiendo con el movimiento desplaza su mano hacia atrás, manteniendo la punta de la espada en dirección a Strife de manera firme. El líder de AVALANCHA va con tanta velocidad que no puede parar y...
Mierda.
La espada sobresale por la espalda de Strife, un poco por debajo del hombro izquierdo, éste cae de rodillas ante un Sefirot portador de una sonrisa inmensa. La gigantesca espada de Strife ha ido a parar cerca de donde estoy, clavándose en el suelo. Ahora que está distraído podría intentar cogerla, aunque no se me ocurre que podría hacer con ella, pues apenas podría blandirla adecuadamente.
La situación es… muy, muy mala.
—¿Así que el plan era tirarme por este precipicio, eh? —dice Sefirot, casi riéndose.
—¡Elena! ¡Lárgate de aquí! —grita Strife.
Ahora Sefirot me mira a mí.
—Puedes irte. No deseo que se nos interrumpa en nuestra pequeña “reunión”. Es un momento especial.
No pienso irme.
Ni pienso morir.
Me las pagarás todas juntas, maníaco asesino.
—Sin embargo —continúa, ahora dirigiendo la mirada hacia Strife, quien sigue con la espada atravesándolo—, tú te quedarás aquí conmigo…
—¡Y una mierda! —Una voz resuena en la cueva. Acto seguido, Sefirot pone una cara de dolor y algo metálico sobresale de su torso, centímetros a la izquierda de la cabeza de Jenova.
Un brazo aparece para agarrar a Sefirot por la espalda, y la figura de una persona aparece también por detrás.
Yuffie.
Veo como rápidamente la chica se mueve por detrás de Sefirot.
—¡Tú te vienes conmigo! —grita Yuffie, propinándole una patada justo en la parte de atrás de la rodilla a Sefirot, forzando a que éste caiga de espaldas.
Mientras caen, nuestras miradas se cruzan.
Yuffie susurra unas palabras.
Unas palabras sin voz, que se pierden en la oscuridad del abismo.
Chapter 22: LA HUIDA
Chapter Text
Interior del planeta
¿???????
Tengo la ventaja, aunque no la conservaré durante demasiado tiempo.
Ahora lo único que tengo que hacer es escapar sin que me mate. Sencillísimo.
Sefirot utiliza su fuerza y se da la vuelta, yo incluida. Ahora él está mirando hacia abajo y yo a su espalda. Y seguimos cayendo sin control.
Veo como Sefirot gira su espada de una manera extraña. ¿Qué va a…? JODER. Va a empalarse para darme a mí también.
Suelto mis brazos de su cuello e intento ponerme de pie en su espalda. En cuanto mis pies tocan su cuerpo, me impulso con fuerza hacia arriba, para crear distancia. Sin embargo, antes de que me pueda alejar noto algo en mi pie izquierdo. Sefirot se ha dado la vuelta otra vez y me ha agarrado la pierna.
JODER.
Esto es malo. Esto es muy malo.
Tira de mi hacia abajo. Duele bastante, especialmente con la fuerza que utiliza, y acabo a bastantes metros por debajo de él, siempre cayendo en esta oscuridad, en paralelo con una de las paredes rocosas de este abismo.
Prepara su espada para cortarme en dos en cuanto esté a su alcance.
—No te creas que te voy a dejar —grito. Cruzo mis brazos y ya empiezo a notar como la energía se acumula en mi interior. Va a ser bastante menos potente sin mi shuriken, pero menos es nada.
Sefirot se acerca rápidamente, sin dejarme ninguna alternativa, aun cuando todavía no está del todo listo. Tendrá que valer.
—¡Límite! ¡Toda Creación!
De mis brazos surge un rayo de energía azul que ilumina el abismo en el que estoy cayendo, y salgo impulsada hacia atrás. El rayo ha alcanzado de lleno a ese monstruo, pero no lo mataré. Y no es mi intención hacerlo.
Mi objetivo es escapar de este sitio de mierda. Y para hacer eso necesito primero deshacerme de ese maníaco y luego dejar de descender. Habiendo conseguido lo primero, debo concentrarme en lo segundo. Ha de haber un final a esta caída sin fin, y no es mi intención aplastarme contra…
Es imposible.
Sefirot.
Ha cortado el haz de energía que le he enviado. Lo ha cortado en dos, como si nada, y ahora está prácticamente encima de mí.
No puede ser.
Y, como si nada, desplaza su espada hacia mí.
Noto un intenso dolor en el pecho y salgo despedida casi en horizontal. El corte me duele muchísimo, empezando en mi cadera y yendo en diagonal por mi cuerpo hacia el hombro izquierdo. Pero no puedo ni parar a dolerme, al ir directa hacia una gigantesca pared de roca.
Giro como puedo mi cuerpo para entrar con el ángulo más pequeño posible y minimizar el golpe, aunque no podré evitarlo del todo. En efecto, utilizando las piernas, consigo dirigir mi caída y chocar solo con mi brazo izquierdo. El impacto dura solo un instante pero desearía que me hubiera arrancado el brazo de cuajo. Seguro que duele menos que lo que siento ahora mismo.
Ahogo un grito de dolor, pero abro los ojos. Necesito ver a Sefirot. Lo que veo, sin embargo, es bastante peor.
Veo suelo. Voy directamente y de cabeza.
—¡Límite! ¡Rascacielos!
Levanto mi brazo derecho, a pesar del terrible dolor causado por el corte, y consigo utilizar el límite nada más tocar el suelo.
Tal y como quería, creo una pendiente por la que reducir la velocidad, hundiendo la roca con energía transmitida a través de mi puño. El dolor que siento es absolutamente insoportable, pues acabo totalmente rasguñada por la caída.
Sigo viva, por el momento.
Me duele todo el cuerpo como no lo ha hecho en toda mi vida y, por más que intento moverme, soy incapaz. No puedo.
Y…
… tengo miedo…
… no deseo morir…
No así. No ahora.
Mientras caía, he girado un poco sobre mí misma, para no dejarme todo el brazo en el impacto. A consecuencia, también me he rasguñado de manera importante la espalda. Ahora noto calor. Calor en todo mi cuerpo. De sangre, sin duda.
He acabado boca arriba, mirando a la oscuridad.
Así que esto es lo último que veré, ¿eh?
Escucho un sonido a mi derecha.
Sefirot.
Ha caído tan grácilmente como siempre y ahora se acerca lentamente hacia mí. Veo como también aparecen en la oscuridad dos flujos enormes de corriente vital, controladas por el propio Sefirot.
Se acerca lentamente, mirándome.
Está cabreado porque le he aguado la fiesta.
Que se aguante.
A pesar de que me duele una infinidad, no puedo evitar reírme suevamente. Vuelvo a mirar a la oscuridad. Prefiero que mis últimos momentos sean mirando al vacío que no a ese monstruo.
Aun así, oigo sus pasos, que se acercan inexorablemente. Como si de la muerte en persona se tratase.
Paso.
Paso.
Paso.
Pa… ¿so?
¿Eh? Ese ha sonado diferente.
Dirijo mi mirada hacia Sefirot.
Está de pie… tambaleándose.
Da otro paso, pero apenas puede mantenerse en pie. Instantes después cae al suelo, de frente.
Interior del planeta, cerca del templo de los ancianos
¿???????
—¡Vamos! ¡Aguanta! —grito, aunque sé que la chica no puede oírme.
Vislumbro ya el final del trayecto. La gran estructura donde hemos luchado contra Sefirot.
Nada más aparecer veo a Strife, quien se sorprende de mi llegada.
No es de extrañar. Si alguien llegara desde las profundidades del planeta transportada por la corriente vital yo también me sorprendería.
Deshago la estructura de hielo que me impulsaba y caigo grácilmente al suelo.
—Gracias —susurro. No puedo oír nada pero bien sé que muchas voces nos estarán agradeciendo a su vez el haberles liberado del yugo de ese monstruo.
—¿¡Que ha pasado!? —pregunta Strife.
—No lo sé exactamente. Cuando he llegado, ya había acabado todo.
—¿Y Sefirot?
Me espero unos segundos, pensando bien la respuesta.
—Muerto. Creo —intento clarificar mi respuesta—. ¿Viste como le clavaba el shuriken antes de caer, no? Pues parece que, además, le introdujo una materia enorme por la espalda. No sé exactamente porque pero no se movía cuando llegué. Estaba tirado en el suelo, sin vida.
Strife intenta evaluar el estado de la chica mientras medita sobre lo que le acabo de decir. Se fija en el gran corte que Yuffie tiene en el pecho.
—¿Qué ha pasado? Esta herida ya ha cicatrizado…
Como se nota que tiene experiencia en batallas. Se ha dado cuenta enseguida.
—No… lo sé exactamente… La materia Recuperar que llevaba Yuffie encima ha empezado a brillar. No sé cómo. Creo que es cosa de ella —digo girándome para mirar a la corriente vital.
Strife mira también en la misma dirección.
—Es… posible. Si, puede ser —dice finalmente—. ¿Estás absolutamente convencida de que Sefirot está muerto?
—Si. Me he asegurado nada más llegar.
—Entonces no hay nada más que nos retenga en este lugar. Confío en tu palabra. Ahora saquemos a Yuffie de aquí —ordena Strife. Rápidamente me levanto con la chica y me dirijo a la salida.
Sin embargo, Strife se queda atrás unos segundos, susurrando algunas palabras. Palabras privadas para la anciana y la corriente vital, sin duda.
Me apresuro a salir de la cueva y empiezo a descender las escaleras con Yuffie en brazos. Para cuando llego al final del primer set el líder de AVALANCHA ya nos ha alcanzado. Cuanto vigor tiene este hombre para seguir así después de luchar contra Sefirot…
—Yo me adelanto. Compruebo que todo esté en orden y saldremos cuando lleguéis. ¡No tardes! —Strife pone una marcha mayor y en pocos segundos sale de mi campo de visión.
Recorro el mismo trayecto que hicimos para entrar, solo que ahora ya no hay nadie. Todo está vacío, como ha permanecido durante largo tiempo. Ojalá pudiera quedarme y observar todo el templo pero me temo que voy algo apurada. Yuffie es lo primero.
Después de unos cuantos minutos y de correr con las fuerzas que me quedan, consigo vislumbrar el túnel por el que sale del templo. Si bien todavía me queda un trecho de escaleras, ya estoy mucho más cerca. Veo aproximarse a Valentine por el aire.
—Pásame a Yuffie, yo la llevaré. Solo corre, ya está todo listo para partir.
Hago lo que dice y con cuidado le entrego a la chica. Nada más se ha asegurado de tenerla bien sujeta, emprende el vuelo rápidamente.
Sin el peso de Yuffie, reanudo la marcha mucho más rápido. Me siento más ligera ahora, más incluso que cuando llegué aquí. Bajo con presteza las escaleras que con tanto esfuerzo subí hace apenas ¿una hora o dos? He perdido la noción del tiempo. Hasta puedo permitirme pasar las escaleras restantes de un solo salto. Con toda la energía que me queda, atravieso el corredor hecho por Sefirot en dirección a la aeronave, que ya puedo ver al fondo. También puedo distinguir varias figuras humanas.
Al acercarme puedo verlas con más claridad.
—¡Cid! ¡Ya llega! ¡Nos vamos! —Esa es la voz de Lockhart, una de las personas que estaba esperando mi llegada.
También está ahí Ruda, que hasta parece que dice algo en voz baja.
La aeronave ya no está encastada a la pared de roca, sino en pleno funcionamiento. Al estar separada del túnel por el que voy, he de realizar un salto (no demasiado grande) hacia el interior.
Nada más entrar la nave inicia su partida.
—Atención, aquí el capitán, vamos a despegar. —Highwind habla por los altavoces, mucho más activo que la última vez que lo vi—. A diferencia del vuelo de ida, ahora contamos con desperfectos importantes, así que el viaje será mucho más movido. Se ruega que todos vuelvan a sus asientos y se aten sus cinturones de seguridad.
Yo no tengo demasiadas intenciones de sentarme, sobretodo viendo a Yuffie tendida en los asientos a mi izquierda, rodeada por Strife, Valentine y Wallace. A mi derecha veo también la misma situación pero con Reno, y Tseng atendiéndole.
A pesar de mis ganas por ver qué tal se encuentra Yuffie, me acerco primero a Reno.
—¿Cómo está? —pregunto.
—Eso tendría que preguntártelo yo —responde Tseng.
……………
—Viva, para empezar. ¿Y Reno? —digo algo impaciente.
En ese momento, empiezan a haber turbulencias, a medida que la aeronave entra de lleno en la corriente vital circulando por el planeta.
—Vivo también, pero no por mucho tiempo si no recibe atención médica urgente. Aunque no tan urgente como ella —dice señalando con la cabeza a Yuffie—. ¿Qué ha pasado allá arriba?
—A mí también me gustaría ponerme al corriente, si no es mucha molestia —interrumpe Lockhart, con cara de pocos amigos—. A todos nos gustaría, por cierto.
La nave no deja de tambalearse.
—Antes de nada, ¿cómo está Yuffie?
—¡Pues míralo tú misma! ¿¡Cómo has podido dejar que le hicieran eso!? —grita Wallace—. ¡Malditos ShinRa, siemp…! —No acaba la frase. Cloud le pone una mano en el hombro y le mira severamente, interrumpiéndolo completamente.
Y suerte que lo ha hecho, porque de lo contrario le habría partido la cara en dos.
—Está inconsciente —comenta Valentine—. No responde, pero está bien. No parece que tenga ninguna hemorragia interna, aunque no puedo decir lo mismo de sus huesos. Creo que se ha roto unos cuantos.
Suspiro de alivio.
Eso es bueno.
—Supongo que ahora ya puedes contar que ha pasado, ¿no? —presiona Lockhart de nuevo.
Supongo que sí.
Miro a Strife, quien empieza a hablar.
—Empieza cuando os encontrasteis conmigo y con Red en la parte alta del templo.
—Si, supongo que es un buen sitio para hacerlo. Nos fuimos encontrando gente por ahí, así que todo el mundo sabe la historia hasta ese punto.
Antes de relatar los acontecimientos me voy la vuelta y me dirijo a los asientos cercanos a Reno, para sentarme y descansar mientras cuento la historia.
—Red XIII se fue, a petición de Yuffie y nos quedamos los tres contra Sefirot —empiezo—. Amm… ¿les cuento lo de… ella? —pregunto, mirando a Strife.
—Por ahora no. Haz una versión resumida, luego ya entraremos en detalles —responde.
—Está bien.
La aeronave da un giro importante y me he de agarrar al asiento para no salir volando. A su modo, los demás también hacen lo mismo.
—Cometí un error estúpido al principio y Sefirot se abalanzó sobre mí. Pude esquivar el primer ataque, pero no el segundo, y Yuffie tuvo que salvarme. Sefirot se aprovechó de eso lanzando la corriente vital contra ella y, como Yuffie no tenía la materia Enorme, cayó por el precipicio que nos rodeaba.
Veo que algunos me miran con cara extraña.
—Cierto, creo que debería comentar eso. Vosotros estabais ya entrando al planeta en esta misma aeronave, cuando a Yuffie pensó en la materia Enorme. —Sigo viendo algo de indecisión en los presentes—. La materia Enorme es una materia de alta densidad y, como tal, puede repeler la corriente vital.
Parece que Strife acaba de tener una epifanía, pues ha susurrado unas palabras ininteligibles y ha sonreído, mirando a Yuffie.
—Yo creía que solo llevábamos dos de las cuatro materias que guardabais, cuando en realidad parece que ella se llevó más —prosigo—. En todo caso, esa es la explicación de cómo hemos entrado aquí abajo sin nave, además de cómo es que podíamos repeler el pringue verde de corriente vital.
—Elena… ves al grano… de una vez… —dice Reno, quien sigue tirado en los asientos a mi izquierda.
Le voy a contestar algo pero una sacudida de la aeronave me indica que quizá sea mala idea.
—Strife y yo empezamos a luchar contra Sefirot, intentando ganar tiempo para huir, y a pesar de que Strife consiguió arrimarlo al borde, ese monstruo se detuvo a tiempo. Como por arte de magia apareció Yuffie por detrás y se lo llevó consigo por el precipicio.
Noto como los miembros de AVALANCHA se ponen nerviosos al explicar esta parte.
—No sé exactamente qué pasó a continuación, pues no pude verlo directamente. Strife se quedó en la superficie y yo descendí por el precipicio. Al llegar al fondo, me encontré… a Sefirot… muerto, tirado en el suelo… y a Yuffie en una posición similar. Sefirot tenía clavado en la espalda medio shuriken que la ninja le había clavado antes de caer, y… también tenía algo más: la materia Enorme. A tamaño reducido, introducida a la fuerza en su espalda.
—¡Pero…! No acabo de entenderlo. ¿¡Como puede Sefirot haber muerto con solo eso!? —brama Wallace.
—Yo tampoco acabo de entenderlo del todo —dice tranquilamente Valentine—. Strife, ¿puedes rellenar los espacios en blanco?
La atención se centra ahora en el jefe de AVALANCHA. Tampoco es que me importe demasiado no ser el centro de atención.
Miro de reojo a Yuffie. Sigue igual de quieta que antes.
…………………
—Sefirot está muerto —empieza Strife—. Y no me refiero a ahora. Sefirot lleva muerto desde que lo matamos durante lo de Meteorito. Por lo que sé, se fusionó con la corriente vital, como todos lo haremos al morir. Por eso podía controlarla a voluntad, porque él ES la corriente vital.
Creo que voy entendiendo lentamente que es lo que ha hecho Yuffie.
—¿Todos visteis que algo le sobresalía a Sefirot cuando Ruda le dio en el pecho, verdad?
Todos asienten (a su modo).
—Pues eso era la cabeza de Jenova. —Casi todos los presentes sueltan un “¿¡QUÉ!?”—. Estoy convencido de que era Jenova quien controlaba a Sefirot y, puesto que Sefirot era uno con la corriente vital…
Entiendo.
Ahora lo entiendo todo.
Por eso Yuffie puso la materia enorme en el cuerpo de Sefirot.
—Ya veo —comenta Tseng—. Muy inteligente por su parte.
—¿Te importaría… explicar… para aquellos… menos dotados? —pregunta Reno, antes que la mayoría de AVALANCHA.
—Sefirot no era más que un títere controlado por Jenova. Supongo que, al descubrir esto, intentasteis extraerle la cabeza, ¿verdad? —pregunta Tseng a Strife, quien asiente—. Sin la cabeza, Sefirot volvería a estar simplemente “muerto”. La chica fue bastante inteligente, en efecto. Jenova parece que controla a Sefirot, sin embargo, eso no es del todo correcto: Jenova controlaba el poder de Sefirot de manipular la corriente vital, y al propio Sefirot debido a eso. Al introducirle la materia Enorme esa habilidad desaparece, con lo que Jenova solo puede controlar un cuerpo inerte y muerto.
Exacto.
Aunque…
No es por menospreciar a Yuffie pero sin la información de que Sefirot estaba fusionado con la corriente vital, el plan de introducirle la materia en el cuerpo carece de lógica. ¿Cómo se le ocurrió?
¿Quizá fue la anciana la que le contó todo eso?
Supongo que ya nos lo explicará ella misma cuando despierte.
—No acabo de entenderlo y, sinceramente, me da igual —dice Lockhart—. Lo que quiero que me respondáis es: ¿Sefirot está muerto? O, quiero decir, ¿ya está? No volverá, ¿no?
Tanto Strife como yo nos quedamos en silencio.
—Lo que yo vi —respondo— es un cuerpo inerte con la materia Enorme. Creo que permanecerá así mientras esa materia no salga de su cuerpo.
—Así que… ¿nos tenemos que fiar de lo que has visto? —replica Lockhart.
—No te preocupes, Tifa —interviene Strife—. Yo me fío de sus palabras. Además, me lo han confirmado. Ya os lo explicaré luego.
¿Se… lo han confirmado?
Ah, la anciana.
—Hmm… está bien —declara finalmente Lockhart, aunque algo dubitativa.
Parece que esa respuesta ha calmado las ansias de los presentes de saber que ha pasado, porque no preguntan cosas tan obvias como “¿Y cómo subiste de ese precipicio?”, o aun más básicas “¿Cómo bajaste por ese precipicio tan rápido?”. No quiero ni recordarlo. No pienso volver a hacer eso jamás.
Aunque supongo que tendré que hacerlo para el ultra informe que Tseng nos hará redactar nada más lleguemos. Ya lo espero con impaciencia…
Ahora que estoy más relajada puedo comprobar que estoy cansadísima. El sudor me corre por la frente y tengo unas ganas increíbles de ducharme y de dormir. Y apenas he luchado. Más me he cansado de correr hacia la aeronave que de luchar.
A todo esto…
—¿Qué tal tu herida? —pregunto a Strife, rompiendo el silencio.
—Bien. Me pica un poco, pero bien. Normal, diría yo —dice volviéndose hacia mí.
—¿Normal? —Me quedo mirándolo seriamente—. ¿En serio? ¿Normal? —Strife me muestra disimuladamente una cara de pánico, para que deje de hablar, que yo no reconozco a tiempo—. Si Sefirot te atravesó con su espada. ¿Cómo vas a est…?
Lockhart salta de su asiento.
—¿¡Que QUÉ?!
Lo siento muchísimo.
De veras que lo lamento muchísimo.
—¡Déjame ver eso! ¿Por qué me lo has ocultado? ¿Te duele? ¡Nada más llegar te podrás una materia Recuperar!
Los otros miembros de AVALANCHA rápida y sutilmente van, uno a uno, saliendo de sus asientos y dirigiéndose al puente de mando para “ver qué tal le va a Cid”. Parece que ya saben de qué va la película.
Incluso Tseng y Ruda han ido a comprobar el “estado de la nave” al puente, dejando a Reno a mi cuidado (a quien no le ha hecho mucha gracia y a los 5 minutos se ha levantado y se ha ido también).
Entre sacudidas de la nave y giros inesperados, yo me he sentado junto a Yuffie. Tampoco tengo otro sitio donde ir y me gustaría ver que tal está ahora.
Parece tan tranquila…
Pero… tengo miedo.
Me tiré sin pensar a aquel abismo.
¿Y si hubiera pasado algo diferente? Sigue viva, por suerte. Pero… ¿y si…? No sé si hubiera podido soportado.
¿Y qué pasa si no se despierta?
No… no deseo… verla así.
Siento como si tuviera una losa pegada a mis pulmones que me impide respirar con normalidad. No me acaba de agradar esto.
Todo el mundo parece creer que se pondrá bien, pero no puedo dejar de pensar…
Los sonidos metálicos de la aeronave son lo único que me impide que piense más. No deseo pensar. No quiero preocuparme más de lo que ya estoy.
Sin embargo…
… es diferente de la última vez.
Cuando nos encontramos a Sefirot en el Cráter Norte, Yuffie también resultó herida… y me preocupé por ella… aunque no de la misma forma que ahora. ¿Ha cambiado algo? ¿Soy diferente hoy de quien era hace cuatro, cinco días?
Recuerdo con más intensidad los pensamientos que tuve esta misma noche, en los mismos túneles por los que vamos ahora.
……………………
—Por favor, despiértate pronto —susurro a la chica, sin que ni Strife ni Lockhart se den cuenta—. No soporto esto…
Chapter 23: QUERIDO, QUERIDO JUNON
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Hospital (a unos cuantos metros de la habitación de Yuffie), Junon
6 y media (creo)
En este instante me dirijo al cuarto de Yuffie. Los doctores me han comentado que está estable y despierta, aunque no me acabo de fiar. He de comprobar que está bien. Esa sensación de que le pueda pasar algo no se me sale del pecho.
Veo a mis compañeros salir de la habitación en la que me disponía a entrar. Ruda carga sobre su hombro a Reno, que está bastante mejor que la última vez que le vi, mientras Tseng camina al lado de estos dos.
—¡Vaya! ¡Mira a quien tenemos aquí! —dice Reno—. ¡Nuestra salvadora!
No estoy segura de si lo dice de broma o no, aunque le dirijo una mirada matadora, por si acaso.
No desearía perder mucho tiempo charlando con ellos, pues quiero ver qué tal se encuentra Yuffie, pero aun así los saludo y me paro a hablar.
—Vamos, tranquila. No te sulfures —dice Reno, con una sonrisa—. Por cierto, aun no te he agradecido que le dieras una paliza al feo ese de la melena.
—Si con darle una paliza te refieres a la que él me dio a mí, estoy de acuerdo.
Ahora se ríe.
—Como a todos —responde—. Bonito corte de pelo, por cierto…
El comentario me coge por sorpresa.
Siempre ha de estar tan… ¿alegre?
—Ya, bueno… Necesitaba cortármelo, así que tampoco es tan grave… —respondo.
Mi respiración se vuelve más profunda. Me estoy poniendo algo ansiosa. Estoy perdiendo más tiempo del que desearía aquí y estoy poniéndome de los nervios…
—¿Vas a saludarla? —Me pregunta Tseng, interrumpiendo mis pensamientos.
—Si —respondo—. ¿Qué tal esta?
—Está perfectamente —dice Reno.
—No te preocupes por ella, está bien —corrobora Tseng.
—Si nos sobrevivió a nosotros, sobrevivir a Sefirot es un juego de niños. —Se jacta Reno.
Y lo dice el que está más hecho polvo de todos.
—Ruda, lleva a Reno a su habitación. Y asegúrate de que descansa como es debido —ordena Tseng.
Ruda asiente dócilmente.
—Y más te vale que no se te ocurra hacer nada estúpido —continua Tseng, obviamente dirigiendo ese comentario a Reno.
—Claro que no, jefe. Al ser herido de gravedad en horas de trabajo entra en acción la clausula de peligrosidad de mi contrato. Se me paga un plus por cada hora sin hacer nada. Y ya sabe usted que me encanta seguir las normas —dice con una sonrisa en la cara.
Este hombre no cambiará nunca.
Ruda y Reno se empiezan a alejar, mientras que Tseng sigue justo delante de mí.
—Elena —oigo decir a Tseng—. Buen trabajo.
Y acto seguido se marcha, siguiendo a la pareja de Turcos.
…………
………
……
Parece que ya no soy una novata.
Es extraño. No ha pasado esta vez.
Estoy más preocupada por Yuffie que cualquier otra cosa en este momento, supongo.
La puerta de la habitación está justo delante. Respiro hondo y entro, después de despedirme de Tseng.
La habitación es más grande de lo que me esperaba. La sala es blanca, como todo el edificio, aunque no lo parece, pues está teñida con un color anaranjado gracias a la puesta de sol que entra desde los ventanales, iluminándolo todo.
Hay cuatro camas, dos a la izquierda y dos a la derecha, pero cada una de las camas a los laterales está separada por un biombo. Yuffie ha de estar en una de las de al fondo, tapada por estos separadores. Es curioso cómo, a pesar de que no hay nadie, la sala no parece vacía. Quizá la belleza de la puesta de sol entrando por las ventanas llene ese vacío.
Me adentro más, en busca de la persona por la que he venido.
Y ahí está. En la cama de la derecha, al fondo de la habitación. Está en su cama, con la manta hasta la cintura y con la camilla reclinada hacia arriba, encarada para poder ver mejor la puesta de sol que observa con la mirada perdida. No creo que se haya percatado de mi presencia.
Me planteo seriamente no decir nada. No quiero molestarla ahora que parece tan… no sé expresarlo bien… tan tranquila, quizá…
Me siento como si estuviera mirando una gran obra de arte de un gran pintor, porque dudo que alguna vez haya visto una escena parecida. Como mínimo no parece que esté grave. Me alegro.
Debería decir algo.
—¿Qué tal?
Es impresionante la elocuencia que tengo.
A pesar de mi ingenioso comentario, Yuffie se sorprende. No se había dado cuenta de mi presencia, como suponía.
—¿Elena? ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar descansando? —pregunta.
Siempre preocupándose por mí, más que por ella.
—No estoy tan grave como tú. Me han dado el alta en seguida.
—¿De verdad? Pero si te enfrentaste a Sefirot en persona. Pensé que… estarías peor… lo… lo siento… te he subestimado… —dice la chica, con cara preocupada.
¿Por qué…?
—¿Por qué te disculpas? No has hecho nada por lo que debas disculparte.
—Ahh… Ehhh… Yo… Lo siento, tienes razón. Es que… he estado muy preocupada. Normalmente, todos los que se enfrentan a Sefirot acaban… bueno, ya te lo puedes imaginar. De Cloud no me preocupo, puede con todo. Pero no sabía… que tal estarías tú.
Y fija su mirada en mí.
Me rio, con un poco de disimulo.
—No hace falta que te preocupes tanto por mí. Soy de los Turcos. Sé cuidar de mí misma tan bien como tú, a pesar de que nuestros niveles sean diferentes.
—Ya… tienes razón… lo siento. No… no debería… lo lamento.
Parece ansiosa. Mucho. Nunca la había visto así.
—Tranquilízate. Ya se ha acabado todo. Sefirot está muerto. Tú acabaste con él. Todos están bien (aunque algunos mejor que otros). Ya no hay nada de qué preocuparse.
Ella respira hondo.
—Cierto. Vuelves a tener razón. —Ahora sí que parece que se ha calmado un poco—. No sé que me ha pasado. Mira que cuando han entrado Reno y los demás les he avasallado a preguntas sobre ti —dice Yuffie, cuya mirada se pierde mirando al suelo.
—Espero que no te hayan dicho nada que no debieran… —digo con una sonrisa mientras, lentamente, me dirijo a una de las ventanas de la habitación.
Me coloco de cara a la ventana, mirando esa maravillosa puesta de sol.
—Por cierto, no me has respondido a mi pregunta. ¿Qué tal? —digo, de espaldas a Yuffie.
—Ahhh… bien. Creo. Me han dicho que he de descansar unos cuantos días más pero que no es demasiado grave. Por lo que me han contado, cuando me empezaron a examinar, el corte estaba casi cicatrizado. No han sabido decirme porque. Suponen que es por toda la corriente vital que había por esa zona, que quizá haya podido tener algún efecto sanador o algo así.
……………
—Tú sabes algo, ¿no? —pregunta Yuffie.
……………
—Si.
Quería esperar a que se pusiera mejor para decírselo, pero bueno, supongo que ahora no importa demasiado.
—Tu corte eran bastante profundo cuando te encontré. Estabas perdiendo mucha sangre y no solo por el corte. Tenías multitud de rasguños por tu cuerpo que sangraban abundantemente. Y… no sé exactamente que pasó, pero tu materia empezó a brillar. Si, esa materia que te dio la anciana Aeris, según me contaste.
No sé cómo se lo está tomando Yuffie, puesto que sigo mirando al horizonte.
—No me lo pensé dos veces —continúo—. Te cogí la materia, me la puse y te curé con ella. La herida se cerraba muy rápidamente, te dejaba de salir sangre, a pesar de que el brillo de la materia cada vez se hacía menos intenso. No me dio tiempo a curarte del todo. La materia se “apagó” casi al final. Ya no sangrabas, pero tenía que sacarte de ahí. Lo demás es, seguramente, como te lo han contado.
Esperaba una respuesta. Cualquiera. Pero no hubo ninguna. Solo silencio, durante una eternidad.
Al final, una tímida voz dijo:
—Gracias.
Mis labios me traicionan y esbozan una sonrisa.
—Como la del edificio de ShinRa en Midgar no cuenta (en comparación con las otras), ahora solo te debo dos —digo girándome hacia ella, indicando ese número con mi mano derecha.
Levanta la mirada y, al verme a mí con la mano y la sonrisa, se pone a reír suavemente.
Que monada.
—Bueno, ¿Qué tal están tus compañeros? —pregunto.
—¿Te refieres a Cloud y a los demás? No lo sé. Todavía no han pasado por aquí —responde la chica.
—Querrán dejarte descansar. Ya aparecerán, estoy segura. Están en alguna de las habitaciones de por aquí, por eso. No creo que tarden mucho contando que ya estas despierta. Espera un segundo —empiezo a atar algunos cabos sueltos—. Si tus amigos todavía no han pasado por aquí, ¿significa eso que nadie te ha contado lo que pasó allá abajo?
Yuffie niega con la cabeza.
—Aun no.
—Vaya. Tampoco es que pasara nada especial. En todo caso, es posible que ellos quieran hacerlo, así que no te destaparé ningún secreto importante —digo con una sonrisa. Yuffie también sonríe, riéndose disimuladamente.
Sin embargo, ahora que me vuelvo a fijar, veo que está nerviosa otra vez.
Se frota las manos.
No sabe dónde mirar.
Pone cara de querer decir algo.
Con el tiempo ya he aprendido a identificar esa expresión, así que espero a que hable.
…………
………
……
Pero nada. Ella simplemente baja la cabeza y mira a su propia cama. Sigue nerviosa, ya que se sigue frotando las manos y no sabe cómo ponerse. Sé que quiere decirme algo pero, o no encuentra las palabras, o no encuentra el valor para hacerlo.
Le daré un empujón.
—¿Qué?
La chica se sorprende.
—¿Qué de qué? —responde confundida.
—¿Qué es lo que quieres decirme? Porque sé que quieres decirme algo.
No sé si lo que acabo de hacer es buena idea, porque Yuffie se ha puesto más nerviosa aun.
—Ehh…
Se pone a balbucear durante unos instantes. En un intento de calmarse, la chica respira hondo varias veces.
Parece que ahora está pensando lo que va a decir.
Se ha tranquilizado un poco y, a pesar de tener la mirada perdida fija en la cama, se ve más decidida que antes.
………
No sabía que me podía fijar en estos detalles.
—No creo que sepas esto pero… el día antes de ir al Cráter Norte a por Sefirot, durante la crisis de Meteorito, Cloud nos dejó la noche libre. Libre para acabar de decidir lo que debíamos hacer. Si acompañarlo a luchar contra Sefirot o no.
Si que parece algo que haría Strife, desde luego.
—Todos fueron a ver a sus seres queridos, incluso ese zopenco de Cid. Yo me lo pensé mucho y, aunque no fue mi primera opción, acabé yendo a Wutai, a despedirme de mi familia, en caso de que no lográsemos derrotar a Sefirot. Volví a ver a toda la gente de la ciudad, gente que conocía desde pequeña, e incluso mi estúpido padre me expresó palabras de ánimo al saber quién era mi enemigo. Eso me dio el coraje suficiente (no es que no lo tuviera, pero bueno) para, pasara lo que pasara al día siguiente, hacerlo como una ninja. La más grande que ha visto y verá Wutai —cuenta la chica, ahora con una sonrisa en la cara.
Noto, por el tono que utiliza, que esto es algo serio.
—Sin embargo… tuve… remordimientos. Uno solo, de hecho. Algo que mi corazón anheló, algo que no me atreví a hacer. Algo imposible. Y, a pesar de que al final derrotamos a Sefirot, es algo que siempre he tenido en mi mente, atormentándome. Me juré que si tenía la oportunidad no la volvería dejar a escapar. Me lo prometí, por todo aquello que me importaba. —Noto como los ojos de la chica empiezan a empaparse de lágrimas—. Pero… rompí mi promesa. El destino me dio una segunda oportunidad y… y la desaproveché. Volví a tener una oportunidad, y por segunda vez tuve miedo. Miedo de lo que pudiera pasar. Y, por segunda vez, me volví a enfrentar a Sefirot con ese remordimiento en mi mente. Esta vez lo he visto claro. No pienso volver a esperar a que el destino me dé otra oportunidad, porque puede que no llegue nunca. Te he contado que aquella noche de hace ya tiempo fui a Wutai, pero que no fue mi primera opción. En realidad… deseaba verte a ti. Confesarte lo que sentía. No pude hacerlo aquella vez porque me convencí de que solo era un sueño, una meta inalcanzable. No volveré a dudar. No otra vez.
La chica alza la mirada y sus ojos se enlazan con los míos.
—Te amo.
—Te amo desde el primer momento en que te vi. Tu sentido de la responsabilidad, esa personalidad tan amable, tu sonrisa sincera —dice mientras lágrimas le caen por sus mejillas—. Te amo. No he podido sacarte de mi cabeza desde el primer momento en que te vi. No sabes lo contenta que estaba cuando nos volvimos a encontrar en el Poblado del Iciclo.
—No ha habido un solo día en que no pensara en ti. Y me sentí muy feliz cuando decidiste acompañarme p-por Midgar. Y-Yo… Yo… pero qué digo… lo… lo siento… debes de estar alucinando… lo siento… lo siento mucho… no quería… yo… solo… —dice intentando secarse las lágrimas con las manos—. Lo siento. Solo… quería decirte lo que sentía. Perdóname… debo darte asco. L-Lo comprenderé si no quieres… volver a verme…
La
La chica… se ha quedado
inmóvil, aun intentando
ahogar sus llantos y
desviando su mirada.
No se da cuenta de que
lentamente me aproximo a ella.
Tampoco se percata de cómo me inclino
hacia ella.
Sus
ojos encuentran a los míos solo cuando
están
a pocos
centímetros.
Sus labios se encuentran con los míos, suavemente.
Un beso es todo lo que necesito para entender lo que siento.
Así que era eso.
Esa es la verdad que no he podido ver, a pesar de tenerla tan cerca. Por eso una habitación oscura brilla con tanta intensidad cuando ella entra. Por eso cualquiera de sus comentarios es más fácil de identificar que el de los demás. Por eso una sonrisa suya es capaz de hacerme sonreír también.
Había ciertos indicios que apuntaban en esta dirección. Tenía la intuición de que Yuffie me consideraba algo más que una amiga, pero… no… no sabía… no sabía mis propios sentimientos.
Como he podido estar tan ciega.
Me he enamorado de Yuffie.
Lentamente separo mis labios de los suyos.
Puedo ver a una muy sorprendida Yuffie, absolutamente petrificada que, a pesar de eso, mantiene el contacto visual.
Yo también estoy algo sorprendida de mis propias acciones, sinceramente. Pero… necesitaba saberlo. Necesitaba entenderlo.
Ahora sé lo que siento por ella.
Yuffie sigue inmóvil, mirándome con ojos sorprendidos.
No me atrevo a decir nada. Y pasan los segundos.
Por fin Yuffie se mueve, desplazando su mano izquierda hacia sus labios, como para asegurarse que lo que ha pasado es verdad.
Es… es curioso. Me siento… bien. Me siento feliz. No solo eso, sino que cada segundo que pasa me siento mejor. Es como si algo creciera en mi interior. Tengo unas ganas inmensas de saltar, de correr, de decirle cualquier cosa. Pero no puedo. No me atrevo a romper el silencio que se ha establecido en la habitación.
Todo lo que he vivido con ella estos últimos días es mucho más intenso ahora. Mis recuerdos se vuelven más concretos. Palabras y acciones que ha hecho la ninja las recuerdo como si estuvieran marcadas a fuego en mi memoria. Ahora tienen mucho más sentido. Ahora ya sé porque sonreía tanto.
Me doy cuenta de que, con el atardecer y la puesta de sol que entra por la ventana, Yuffie está preciosa. Extremadamente paralizada y desconcertada, pero hermosa al fin y al cabo. Ya sabía que Yuffie era muy guapa, si bien… nunca antes la había visto del modo en que la veo ahora. Antes habría sido un detalle más, ahora no puedo concentrarme en otra cosa.
Pero, por muy memorable que sea este momento, he de darle fin. Sé, por suerte, cómo acabará: sé lo que siente ella y sé lo que yo misma siento. No deseo vivir en este momento. Deseo poder pasar mucho tiempo con ella. Poder reír y llorar (si fuera necesario) con ella. Si esto es un sueño, debo darle fin, para empezar a vivir. Una vida llena de… bah, si eso me da igual, mientras esté con ella.
Así que, reúno mi coraje, y aclaro mi voz.
—Yuffie —digo, con más decisión que muchas otras veces—. Creo que ya lo supondrás, pero… yo…
De repente, un sonido me interrumpe.
Es la puerta de la habitación.
Y ese sonido también viene acompañado de un gran estruendo de voces. En unos instantes, toda AVALANCHA entra en la sala. Me veo forzada a abandonar el contacto visual, aunque sé que Yuffie aun posa sus ojos sobre mí.
—¡Buenas, Yuffie! ¡Nos han contado que la bella durmiente se ha despertado! —dice Strife, quien AHORA se acaba de percatar de mi presencia—. Vaya. ¿Elena? ¿Qué haces aquí?
Strife parece animado, como casi todo AVALANCHA (menos Vincent). Todos parecen estar en perfecto estado, a excepción del propio Strife, quien lleva un cabestrillo en su brazo izquierdo.
—¿¡Elena!? ¿Pero que hace ella aquí? —vocifera Wallace.
Ni que fuera Sefirot.
Como es normal, todos se quedan sorprendidos al verme. Por mucho que lo desee, no puedo acabar lo que he empezado. Forzar la situación ahora no sería demasiado inteligente.
Sin embargo… ¿Cómo lo dijo Yuffie? Era algo sobre sobreponerse al destino, ¿no?
De todas maneras, el paso más complicado ya lo hemos dado.
Mentira.
Lo ha hecho ella.
Yo solo he sido la estúpida que se entera al final.
—Tranquilos. Yo ya me marchaba —aclaro al grupo.
—¿¡Estas llorando, Yuffie!? —pregunta Lockhart, que es la única que se ha fijado en ella.
—¿Ah? ¿Qué? —balbucea sin sentido la pobre Yuffie.
—¿Qué te pasa? ¿Qué te ha hecho? —insiste Lockhart, acercándose a Yuffie para comprobar que está bien.
—N-No. Nada. Nada —niega Yuffie, secándose rápidamente las lágrimas con las manos.
Creo que empiezo a sobrar en esta escena.
—Supongo que estaréis ansiosos de hablar con vuestra amiga. Tengo asuntos que atender, así que me marcho —digo, mientras empiezo a alejarme de la cama de la chica, bordeando por el exterior a los miembros de AVALANCHA.
Sé que alguno de ellos aun me mira con un poco de recelo. Es comprensible. Aunque hayamos luchado juntos, las viejas heridas nunca acaban de cerrarse…
De todas maneras, hay algo en mí que me dice que no debo acabar así lo que hoy ha empezado. Justo cuando el biombo va a cortar la comunicación visual con Yuffie (que ahora está medio tapada por Lockhart), me detengo en seco.
—Yuffie.
Todos se giran hacia mí (los que no estaban mirándome, quiero decir). Yuffie se aparta de Lockhart y me mira directamente a los ojos.
—¿Mantendremos el contacto, verdad?
Y mi cara dibuja una tenue sonrisa.
Después de unos segundos, obtengo mi respuesta.
—Por supuesto.
Y después de lo que me ha parecido una eternidad, esa cara tan preciosa vuelve a tener una gran sonrisa. Con la luz del atardecer, la sonrisa de la chica es mucho más cálida y risueña de lo que recordaba.
No puedo evitarlo.
Mi cara me traiciona y yo también sonrío como no lo he hecho nunca.
Así que esto…
…esto es lo que una siente…
… cuando es feliz.
Habitación de Yuffie, en el hospital de Junon
7 menos cuarto de la tarde
No sé qué ha pasado.
En cuanto hemos entrado, nos hemos topado con Elena, quien estaba hablando con Yuffie. Vale. Puedo entenderlo. Sé que se han hecho algo así como amigas en estos días, ¡pero Yuffie estaba llorando!
Eso no es un comportamiento normal, lo mires por donde lo mires.
Y, a pesar de que ahora parece que esté bien, no sé, está como… absorta en algo. Como que su mente no está “aquí” del todo.
—Según cuenta Cloud, cuando te llevaste a Sefirot al pozo le diste de palos como a una estera. ¿Te aseguraste de darle unos cuantos de mi parte, chavala? —dice Cid, a quien no se le da muy bien dar palabras de ánimo.
—Ahh… bueno, tampoco fue tanto… Solo le calvé la materia y ya está. Gran parte de la… la… paliza que… recibió… se la dio Cloud… y todos vosotros mientras yo llegaba, por supuesto… —responde Yuffie.
Sigo pensando que le pasa algo. Elena tiene que haberle dicho algo que la ha entristecido… ¿Quizá la esta extorsionando? Es de los Turcos y tampoco sería tan descabellado.
Tendré que preguntarle concienzudamente cuando todos se marchen, hasta que me diga la verdad.
—No sabíamos que tal estarías. Los médicos tampoco nos han dicho mucha cosa, excepto que estabas despierta, así que hemos venido a ciegas. Me alegro mucho de que estés bien —dice amablemente Reeve, siempre sabiendo que decir.
—Ehh… gracias… —dice la tímida voz de Yuffie, que flaquea, seguro, por las palabras de Elena.
—La verdad, chicos, es que… —dice Yuffie— no estoy demasiado para vosotros. Lo siento. Antes he de hacer una cosa. Algo muy importante. Sé que si no lo hago voy a reventar por dentro, así que disculpadme.
Y empieza a moverse hacia el borde de la cama, obviamente con la intención de levantarse.
—Tranquila, tranquila —digo, mientras ágilmente doy la vuelta a la cama y la ayudo a levantarse.
—Gracias Tifa —responde.
—No deberías levantarte en tu situación, aun estás muy débil —aconsejo.
Todavía con la intención de seguir adelante, ella me contesta.
—No te preocupes, estoy bien.
Estoy en contra de esto, pero viendo la convicción de sus ojos, acepto de mala gana.
Ella me dirige hasta… ¿la ventana? ¿Qué va a hacer?
—Gracias. Aquí está bien —dice.
Yo la suelto puesto que, aunque está débil, aun tiene fuerza suficiente como para aguantarse al estar apoyada contra algo.
¿Qué es lo que…? ¿Está quitando el seguro de la ventana? Eso parece, porque una vez lo hace, le pega un empujón hacia la izquierda, para que se desplace en esa dirección, al ser de apertura lateral.
La chica consigue abrir la ventana y, en el momento en que lo hace, una bocanada de aire del mar entra en la habitación.
No sé que intenta hacer Yuffie. De verdad que no lo sé.
Pone las manos en la base de la ventana.
Se aparta un poco.
Respira hondo.
Y…
PEGA UN GRITO.
Es el grito más fuerte que he oído en mi vida. Estoy segura de que se puede oír desde todo Junon. Es un grito agudo, pero no es de dolor. Ni de ira.
De… ¿euforia?
Se impulsa lentamente hacia adelante por toda la fuerza que está utilizando, y me da miedo de que caiga al tener ya la cabeza fuera del edificio, pero ahora mismo soy incapaz de hacer nada. Ese grito me ha helado la sangre de las venas. A mí y a todos los presentes.
Al cabo de unos segundos, el grito mengua en intensidad y finalmente cae (hacia este lado, afortunadamente) al suelo. Apenas le quedan fuerzas para sostenerse en pie.
Corro a ayudarla. Y voy a decirle algo, a preguntarle qué le pasa, hasta que me doy cuenta de una cosa: se está riendo.
Tirada en el suelo, débil y riéndose.
No es la Yuffie que yo conozco.
Y, sin embargo…
… ¿por qué parece estar tan contenta?
FIN.
Notes:
¡Muchísimas gracias por haber leído hasta el final! No sabéis la ilusión que me hace que, al menos, le hayáis dado una oportunidad a este (mi primer) fanfic xD ¡Ojalá os haya gustado!
Hay un pequeño extra, que subiré como un bonus justo después de este capítulo. ¡Disfrutadlo también!
Chapter 24: CAPÍTULO EXTRA: ENTRE BASTIDORES
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
……………
—Sin embargo… tuve… remordimientos. Uno solo, de hecho. Algo que mi corazón anheló, algo que no me atreví a hacer. Algo imposible. Y a pesar de que al final derrotamos a Sefirot, es algo que siempre he tenido en mi mente, atormentándome sin final. Me prometí que si tenía de nuevo la oportunidad no la volvería dejar escapar. Me lo prometí, por todo aquello que me importaba… pero… rompí mi promesa. El destino me dio una segunda oportunidad y… y yo… la desaproveché. Volví a tener una oportunidad, y por segunda vez tuve miedo. Miedo de lo que pudiera pasar. Y por segunda vez me volví a enfrentar a Sefirot con ese remordimiento en mi mente. No obstante, esta vez lo he visto claro. No pienso volver a esperar a que el destino me dé otra oportunidad, porque… porque puede que no llegue nunca. Te he contado que aquella noche de hace ya tiempo fui a Wutai, pero que no fue mi primera opción. En realidad deseaba verte a ti. Confesarte mis sentimientos. No pude hacerlo aquella vez porque… porque… … porque… ehhh… espera, espera, que lo tengo. ¿Era algo de los sueños, ¿verdad?
—Sí, era algo de los sueños —responde Elena.
—¡Corten! ¡Maldita sea, Yuffie! ¿Puedes, como mínimo, acabarlo alguna vez? ¡Ya casi lo tenías!
Maldito seas tú, estúpido. Que seas el director no te da derecho a poner caras mientras actúo. Me desconcentras, y ya me cuesta suficiente conmoverme a mí misma.
Rápidamente se me acerca la maquilladora, mientras el técnico de sonido comprueba que todo esté correcto y el de la placa blanca esa se desentumece los músculos. Y, básicamente, todo el mundo haciendo lo que tiene que hacer.
—Lo siento. No se me dan bien este tipo de cosas —le digo a mi compañera.
—No pasa nada, siempre cuesta hacer escenas como esta —responde Elena—. Especialmente si se empieza a rodar directamente por aquí. No tienes tiempo para ponerte en situación ni nada. Pero… el calendario es el calendario. No te preocupes, ya casi lo tenías.
—¿De verdad? ¿No te ha parecido demasiado… empalagoso?
—¿Empalagoso? Que palabra más extraña para describir una confesión, ¿no crees? De todas maneras, no. Me ha parecido bastante bien, la verdad. Se nota que tienes talento para esto.
Esas palabras consiguen sonrojarme un poco. Después de todo, no cada día recibes un cumplido de una estrella de la gran pantalla como ella. Balbuceo un poco antes de conseguir decir "gracias".
—Espera un segundo —dice Elena—. Voy a pedir que nos dejen unos minutos para practicar.
—Ahh… ¡no, no! ¡Si no hace falta que…!
Y allá va, a hablar con el director. Puede que en la película interprete a una chica un tanto indecisa sobre su vida, pero la realidad no podría ser más diferente. Rápidamente saco mi copia del guión que tengo debajo de las mantas y empiezo a releerlo. Menudo monologo más infumable.
—Está bien, diez minutos, no más. Todavía no se nos ha ido del todo la luz, así que aprovechad ahora y quizá podamos grabar un par o tres de tomas luego. —Escucho comentar al director, justo antes de girarse hacia uno de sus asistentes—. Asegúrate de que no se nos va la luz. Yo estaré fuera, tomándome un café.
Suspiro de alivio al oír eso.
—A ver, "… confesarte lo que sentía. No pude hacerlo aquella vez porque me convencí de que solo era un sueño, una meta inalcanzable. No volveré a dudar. No otra vez…" — Paso la hoja—. "Te amo. Te amo desde el primer momento en que… bla bla bla…" …madre mía, como voy a hacer esto…
—Creo recordar que eso no está en el guión —sonríe Elena—. Si tienes problemas con el texto no deberías pasar de largo las partes que no te sabes.
—Ah, no, no. El problema no es… la parte de memorizar. Si me pides que te la recite puedo hacerlo. Lo que me cuesta es actuar. Actuar y recordar a la vez, para conseguir una interpretación decente.
Elena se pone a pensar.
De reojo observo que la sala está más vacía que antes. La máquina de café debe echar humo.
—Cierto. Suele ser la parte más complicada. Pero lo haces bien, en serio. Actúas muy bien. Mucho mejor de lo que la prensa supuso que lo harías al oír que una "novata" estrella de acción sería la coprotagonista, al menos.
—¿Estrella de acción? Que va, que va. Eso es mi agente, inflando mi currículum. No lo negaré, la parte física es lo que se me dará mejor en la película. Empecé como extra en este mundillo y tengo confianza en mis habilidades. Actuar… no era demasiado importante para las películas en las que he participado. Pero esto es diferente.
—No hay tríadas contra las que luchar, por eso, pero lo harás bien —comenta risueña Elena.
¿Tríadas? No se referirá a…
—¿… acaso has visto "La Furia de la Serpiente Enroscada"? —pregunto casi sin querer.
—C-claro. Por supuesto —responde—. Me gusta informarme sobre que han hecho mis compañeros de trabajo. Y he de añadir que saltar desde un camión en marcha a otro es muy peligroso —sonríe.
Sorprendida me hallo. Que profesionalidad, ¿no?
—… N-no fue tan peligroso como parece. Es el ángulo de la cámara el que da esa impresión de… verticalidad.
Espera un segundo. La escena del camión fue en "Conexión Tango", y fue mi primer papel de peso en una película, aunque era poco más que una extra. Si mal no recuerdo era una de las hijas del personaje protagonista. Apenas tuve líneas. ¿Cómo ha…?
—La gente cree que las escenas de acción son más difíciles, pero la verdad es que interpretar emociones es mucho más complejo. Aquí supongo que tendrás mucha presión por hacerlo bien, ¿no?
Serán imaginaciones mías. Da igual, no creo que importe.
—… si, exactamente.
—Pues bienvenida a la gran pantalla —sonríe—. Aquí va todo así. Aunque no has de preocuparte por nada. Se han dejado un dineral en esta película, creo que podrán soportar a una actriz que se esfuerza al máximo.
—… vaya, gracias.
¿Son todas las súper estrellas así de afables?
—La verdad es… bueno, yo tampoco pensé… hmm… quiero decir, cuando me dijeron que actuaría en una película de alto presupuesto con… una actriz de tu calibre… no supe que pensar. Acepté porque vi que el papel estaba hecho a mi medida… además, ¿cómo no vas a aceptar un papel en que la protagonista tiene hasta tu mismo nombre? Aunque supongo que eso también va por ti —comento con una disimulada sonrisa—. Aun así tenía mis dudas porque nunca he "coprotagonizado" nada, y menos de esta envergadura. Además, con todos los rumores que hay sobre ti, no sabía…
—¿…cómo sería?
—Si, si. Algo así.
—¿Y qué te parezco? —pregunta risueña.
—Pues… no como me imaginaba. Ya sabes, por las revistas y demás. La gente suele decir que eres inalcanzable… y, no sé, pensé que serías una especie de reina de hielo o algo parecido. De esas actrices quisquillosas que…
—¿…ven a los demás como actores de pacotilla?
Ehhh…
—Y que completan mis frases, sí.
Se pone a reír ante mi respuesta.
Me encanta esa risa.
Aunque… para ser totalmente sincera, ella ha estado presente en mis pensamientos desde hace ya meses. Desde que supe que sería mi compañera y vi una de sus películas, he quedado prendada.
Me da un poco de miedo, por eso. Es muy guapa, eso nadie lo niega, y también amable y considerada. Pero es una actriz famosa. No puedo fastidiarla esta vez. Esta es mi gran oportunidad.
Aunque esa sonrisa consigue que me olvide de mis problemas por un segundo.
—Lo siento, es una mala costumbre que tengo. Aunque, como puedes ver, no soy así. La mayor parte del tiempo, claro —sonríe—. Eso no significa que no haya actores de ese tipo, así que ves con cuidado.
—¿En serio?
—Hmm… si —dice mientras se asegura que no haya nadie en los alrededores. A todo esto, ¿desde cuándo estamos solas?—. ¿Tú has conocido a todo el reparto? ¿O todavía no?
—A casi todos —respondo—. Me falta la actriz que interpreta a Tifa. Sé que tiene un nombre recargado, pero ahora no lo recuerdo.
—Pues ella es una de esas actrices.
—¿De verdad?
—Sí. Y apréndete su nombre. No creo que le haga mucha gracia interpretar un papel secundario, y más siendo una relativa desconocida una de las protagonistas.
—Vaya… pues gracias por el aviso. Lo tendré en cuenta.
—De nada, de nada. Pero… espera. Quizá sea eso. Quizá el problema que tienes es que todavía estas algo nerviosa por el tamaño de la película y por eso te equivocas.
—¿Por estar sometida a la presión, te refieres? Hmm… no se me había pasado por la cabeza. No noto nada raro, pero…
Debo reconocer que esas palabras tienen sentido, aunque de verdad que no noto nada diferente de lo normal.
—Esto no es algo que se note —contesta Elena—. A veces pasa y no te das cuenta. ¿Hay algo que te ponga especialmente nerviosa? ¿Alguna escena peligrosa? ¿O algo emotivo que no sepas interpretar?
Pues no. Nada de nada. No. En absoluto.
Quizá.
No, no. Nada.
Hmmm…
—B-Bueno… es posible.
Elena pone cara de sabionda.
—¿Y qué es?
—Ehh… e-es posible que, quizá, quizá y solo quizá, me ponga algo nerviosa con la parte del… ya sabes, el… el beso.
Madre mía. Y yo soy una actriz.
Al parecer ella también, porque se contiene la risa muy modestamente.
—Es… es normal… pero… ejem. Sí, eso. Es normal, ¿pero es porque no sabes cómo… hmm… "besar delante de la cámara" o porque besas a una mujer?
—Por lo de la cámara. Lo de besar a chicas ya sé hacerlo. Y mi agente dejó dolorosamente claro ante medio mundo que me gustan, y que por eso era la candidata idónea para el papel. Lo que no comentó es que… nunca he tenido una cámara grabándome mientras lo hago.
Y nunca a una mujer tan guapa, debería añadir.
—Entiendo. Si, puede resultar incómodo la primera vez. Muy incómodo, no te mentiré. Pero es cuestión de acostumbrarse.
—¿A… sí? —respondo algo confundida.
—Por supuesto. ¿Quieres practicar ahora? Ya que no hay nadie podremos tener algo de intimidad.
¿Qué?
—¿A-Así, sin más? ¿Ahora?
Espera. ¿Que acaba de proponer?
—Ahora mismo. Si no te molesta, claro está —responde con una sonrisa en la cara.
………
A ver, déjame que reordene mis pensamientos.
Has de ser profesional, pero la práctica te vendría bien. ¿Qué le digo, pues? Besar a una compañera de trabajo no sé si es muy ético… aunque vamos a tener que besarnos igualmente por exigencias del guión…
Maldita sea. Soy una actriz, no una extra. Y esta es la diferencia.
—E-Está bien. Practiquemos.
—¿Segura? —pregunta.
—Si, si. Segura del todo.
Mentira.
Pero eso ahora da igual. Elena se acerca lentamente.
¿Cierro los ojos?
¿Los dejo abiertos?
Esto es incómodo. Y raro.
Al final opto por cerrar los ojos.
Instantes después sus labios se rozan con los míos. El contacto es suave pero firme. Un beso simple que es capaz de acelerar los latidos de mi corazón. Un beso gentil y amable.
Abro los ojos mientras aun estamos besándonos. Lo cual se convierte en un error. Ella también los tiene abiertos, y ahora nos estamos mirando fijamente. Madre mía, hablando de incomodidades.
Rompe lentamente el beso y se aleja, aun manteniendo firme la mirada.
—¿Qué tal?
¿Genial? ¿Increíble? ¿Espectacular?
—¿B-Bien? —alcanzo a responder.
—¿Mejor ahora? —Y yo me pregunto, ¿por qué no deja de mirarme con esa sonrisa?
—Si. Si, si, mucho mejor. Gracias.
—Mentira. Aún sigues nerviosa.
¿Qué?
¿Cómo que "mentira"?
—Hmmm… quizá lo que necesitas sea algo más… intenso.
—¿Cómo que int…?
Sin darme tiempo a acabar la frase, mi compañera de reparto pasa su brazo por detrás de mí y me agarra la cabeza. En cuanto me doy cuenta, Elena vuelve a por mis labios. Aunque más "intensamente" que antes.
Totalmente sorprendida intento resistirme. Y es absolutamente inútil.
El contacto no es gentil esta vez. Es feroz, y mucho más pasional que antes. Mi corazón empieza a latir con fuerza, sabiendo perfectamente porque. Elena ha cerrado los ojos, centrando la atención en sus labios. Y… y… lengua.
Lengua.
Aquí hay lengua.
Perpleja me hallo, y me resisto como puedo, en vano. No puedo evitar sentir el calor de mis labios, que lentamente se llevan mi consciencia sin que pueda hacer nada. Me concentro en mis brazos, utilizando mi menguante fuerza… para… inten… tar…… esc…
…………
…………
Dejo de pensar.
Y solo siento.
He besado, ciertamente. Y hasta me consideraba buena en el campo.
Que equivocada estaba.
Todo mi ser ha sido engullido.
Y no me importa en absoluto.
Al cabo de lo que me parece una eternidad, su contacto empieza a retroceder. Puedo ver la cara de Elena alejarse de la mía, con los ojos medio abiertos y un rastro de saliva colgando entre nosotras.
No han pasado sino instantes y ya echo de menos sus labios.
Espera.
¿Por qué esperar?
Mis fuerzas vuelven de golpe para lo que voy a realizar. Ella se ha alejado, pero mis labios siguen instintivamente a los suyos.
Ella se sorprende ante mi movimiento. Que monada.
Sin que le dé tiempo a alejarse rodeo su cabeza con mis brazos, impidiendo que pueda escapar, mientras la acerco a mí. Forcejeando un poco consigo tirarla sobre la cama, y con presteza coloco mi cuerpo por encima. Elena se resiste, siento como intenta escapar, como sus brazos intentan forzar a los míos, como sus piernas intentan buscar un punto de apoyo…
Pero eso me da igual ahora. Solo me centro en mi boca. Y en mis labios. Y en mi lengua. Y en como lo que tímidamente he soñado durante casi dos meses se está volviendo realidad.
Sus brazos golpean fuertemente contra mí. No soy gentil.
Sus brazos golpean contra mí. El sabor es inigualable. Néctar solo reservado a unos pocos.
Sus brazos apenas se apoyan feroces contra mí ahora. La estoy engullendo. Y estaría mintiendo si digo que no es lo mejor que he sentido en esta vida.
Sus brazos ceden. Ella cede también. Los labios que antes solo saboreaba comienzan a moverse, en una acción reciproca. Sus brazos recuperan la energía, apretándose fuertes contra mi espalda e intercalándose con mi pelo. Elena está… devolviéndome el beso. Más intensidad inyecto en mis labios, con la esperanza de que pueda equiparar lo que ella me está haciendo sentir.
No sé cuanto rato estamos así, pero no me importa.
Me deshago por dentro.
Es inconcebible. Jamás pensé que un solo beso haría que me sintiera del modo en que lo hago. Nadie me había hecho sentir así. Nadie.
No puedo expresarlo con palabras.
Es algo que va más allá de mí. Es… es… increíble. Es alucinante.
—¿Ya estáis listas?
¿PERO QUE…?
La voz provenía de la puerta, detrás del biombo. Me alejo con rapidez de Elena, y ella se levanta como si estuviera encima de un resorte.
Mierda. Mierda, mierda, mierda.
Solo ahora me llega todo lo que hemos estado haciendo.
Sin pensar me llevo las manos a la cara, limpiando cualquier resto de saliva que pueda quedar. Y me arreglo el pelo. Veo de reojo que Elena está haciendo lo mismo.
—S-Si, si. Ya… podéis entrar.
Vuelvo a acostarme en la cama, arropándome hasta la cintura.
—¿Todo correcto? —pregunta desde la puerta.
Miro fugazmente a Elena y ella me mira a mí.
No parece que se le note nada raro. Solo espero que a mí tampoco.
Segundos después aparece el director, junto con un par de asistentes.
—¿Ya lo tienes? —Me pregunta.
—Por supuesto.
Sin ningún atisbo de incertidumbre respondo. Si que va a ser cierto que tengo pasta de actriz.
—Bien. —Se gira hacia uno de sus asistentes—. Diles a los demás que entren. Grabaremos tres o cuatro tomas antes de que se nos vaya el sol.
Empieza a entrar el resto del equipo y yo solo espero que la maquilladora no se dé cuenta de nada. Más me vale que no se dé cuenta de nada.
—¿Sonido correcto? Necesito un poco más de luz sobre Yuffie. Y que alguien me traiga el café que me he dejado en la salita, por favor.
Instantes después todo está listo para empezar a rodar.
Espera un segundo.
Que soy yo la que actúa.
Maldita sea. Estoy prácticamente en blanco.
……………
Vale, tranquilízate. Ya lo tienes memorizado. Solo recítalo esta vez. Ya lo interpretarás debidamente en la siguiente toma.
Bien, a ver qué tal sale…
Carraspeo antes de empezar, y escucho el "Acción". Ahora me toca.
……………
—S-Sin embargo… tuve remordimientos. Solamente uno, en realidad. Algo que mi corazón anheló, algo que… no me atreví a hacer. —Sé que he de mirarla ahora, pero una mirada tímida es lo máximo que puedo realizar ahora mismo—. Algo… imposible. Y, a pesar de que al final derrotamos a Sefirot, es algo que siempre he tenido en mi mente… atormentándome… sin final.
Aunque mis ojos no la vean, sé que Elena posa los suyos en mi, y se me van las palabras. No puedo dejar de pensar en el beso. Lo mire como lo mire… eso no era normal. Ella… ya debe suponerlo. Suponer que yo…
—… me… yo me… y-yo me prometí que si tenía de nuevo la oportunidad… no la volvería dejar escapar. —¡C-Céntrate!—. Me lo prometí, por todo aquello que me importaba… pero… rompí mi promesa. El destino me dio una segunda oportunidad. Y… y yo… la desaproveché. V-Volví a tener una oportunidad, y por segunda vez tuve… miedo. Tuve mucho miedo. —Tengo, tengo mucho miedo—. Y por segunda vez me enfrenté a Sefirot con ese remordimiento en mi mente. Esta vez lo he visto claro. —Aunque mire al suelo, mirada decidida, pon una mirada decidida—. No pienso volver a esperar a que el destino me dé otra oportunidad, porque puede que no llegue nunca. Te he contado que aquella noche de hace ya tiempo fui a Wutai, pero que no fue mi primera opción. En realidad, deseaba verte a ti. —Mierda, me estoy quedando en blanco—. C-Confesarte mis… sentimientos. —Como si no lo hubiera dejado claro ya—. N-No pude hacerlo aquella vez… porque me convencí de que —Que… solo… solo…— solo era… un sueño, una meta inalcanzable. No volveré a dudar. No otra vez. —Levanta la mirada, ¡levanta la mirada! ¡Mírala!—. T-Te amo. —Q-que… que no se note… que sientes algo de verdad—. T-Te amo desde el primer momento en que mis ojos se posaron en ti. —¡A-ay madre, lo que he dicho!—. Tu sentido de la responsabilidad, tu personalidad, esa sonrisa tan sincera —¡No llores, no llores ahora!—. Te amo. No he podido sacarte de mi cabeza desde entonces. No sabes lo feliz que me sentí… la primera vez que te vi. N-No ha habido un solo día en que no pensara en ti. Y-Yo… yo… pero qué digo… lo… lo siento. —¡Calla, calla de una vez!—. D-Debes de estar alucinando… lo siento… lo siento mucho… yo no quería… y-yo no pretendía… yo… yo… solo… —Maldita sea, como mínimo sécate las lágrimas—. Lo siento. Solo… quería decirte…. y-yo solo… perdóname… debo darte asco… lo comprenderé si no quieres… volver a verme.
Mi mirada va hacia la cama. No puedo devolverle la mirada. Todavía me siguen cayendo lágrimas, aun intentando secármelas lo más rápido que puedo.
¿Y… y ahora qué hago?
No puedo ni empezar a pensar como disculparme. ¿Y como se supone que voy a explicar lo ocurrido? ¿Qué es lo que se supone que tenía que hacer?
Elena, lo siento tanto.
Estoy tan inmersa en mis propios pensamientos que no me doy cuenta que Elena se ha acercado a mí. Su cara está tan cerca de la mía que no puedo evitar su mirada.
Y sus labios vuelven a contactar con los míos. Se rozan, suavemente. Es la cuarta vez hoy, pero lejos de acostumbrarme me parecen cada vez más increíbles.
Es en ese momento en el que caigo en la cuenta.
Seguimos grabando.
¿Qué…?
¿Por qué…?
Eso da igual. Debo seguir con el personaje.
No me será difícil. Mirada incrédula como hasta ahora. Mantengo la mirada y a los pocos segundos me llevo la mano a los labios.
Y a esperar.
Los segundos pasan.
Los segundos pasan sin más.
Qué guapa es…
—Yuffie —dice, con un tono decidido—. Creo que ya lo supondrás, pero… yo…
……
—¡Corten!
A excepción de esa palabra, todo lo demás se queda en silencio. Solo instantes después la gente retoma su respiración.
—Eso ha sido increíble —dice el director—. Yuffie, sé que te has saltado alguna frase, y que has improvisado un poco, pero ha sido increíble. Te lo aseguro. Si sigues actuando con esa misma intensidad esta película pasará a la historia. Garantizado.
—V-Vaya, gracias —digo mientras me acabo de secar las lágrimas—. Aunque… ha sido gracias a los consejos de Elena, s-sin duda.
Me doy cuenta de que mi compañera se ha apoyado contra el cristal de la ventana.
—Si no os importa, grabemos otra toma antes de que se vaya la magia, por si acaso.
—Y-Yo… espera —interrumpe Elena—. N-Necesito ir un segundo al baño.
—¿Te encuentras bien? —pregunto.
Ella se gira hacia mí instintivamente, con una cara de perplejidad, que cambia rápidamente por una… pícara sonrisa.
—Mejor que nunca.
FIN.
Notes:
¡Y ahora sí que sí, doy por concluido este fanfic!
¡Espero con todo mi coraçao que os haya gustado tanto como a mi escribirlo! Si queréis tengo otros fanfics que a lo mejor os molan también, just sayin'.
¡Nos vemos~!
Asperger Hero (Guest) on Chapter 6 Thu 13 Aug 2020 09:52PM UTC
Comment Actions