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Trance.

Summary:

James tiene una vida normal, o por lo menos, la vida normal que un actor se puede permitir. Las cosas se comienzan a complicar cuando la realidad comienza a difuminarse y a alternarse con imágenes de otra vida que no es la suya...

Chapter 1: My old friend.

Chapter Text

Charles Xavier era las ruinas del hombre que solía ser. Eso fue lo primero que Logan fue capaz de pensar en el momento en el que por fin consiguió entrar a la biblioteca de la mansión del profesor, el lugar que, independientemente de los años que pasasen, era su lugar favorito, ese pequeño rincón del mundo en el que esconderse y no sentir, al menos por una vez, que el peso entero del mundo recaía sobre sus hombros. Allí estaba, desmadejado sobre el sofá, con un vaso de cristal lleno de un líquido que se parecía sospechosamente al whiskey entre sus manos. Su piel estaba más pálida de lo que acostumbraba, y unas amoratadas bolsas se descubrían bajo los intensos ojos azules de aquel hombre que para él, una vez, por mucho que a Logan le costase reconocerlo, había sido el ser más admirable del planeta.

- ¿Qué es lo que quieres? ¿Acaso no has visto que esto es una propiedad privada?

Por supuesto que lo sabía. No se habría peleado con aquella joven versión de Hank McCoy para entrar en la mansión en caso contrario. Si estaba allí era porque realmente lo necesitaba; tenía que convencer a Charles de que él mismo lo había enviado, a Logan, al pasado, para que pudiesen evitar el futuro que estaba por venírseles encima si no hacían nada, si no frenaban a Raven de cometer el acto que condenaría a los mutantes para siempre. Pero Xavier parecía no estar allí. Al menos, no ese Xavier que él conocía. Aquel hombre devastado, hundido y demacrado, que sorprendentemente todavía se mantenía de pie sobre sus dos piernas, teniendo en cuenta todo lo que había sucedido tiempo atrás en Cuba – aunque él no hubiese estado allí para testificarlo -, no era el profesor que él había conocido, sino que era el producto de la soledad, de haber perdido a su hermana, Raven, y de haber perdido a alguien que, incomprensiblemente para todos menos para él, era una persona de lo más importante en su vida, alguien en quien nunca había perdido la fe ciega que tanto caracterizaba a Charles, alguien que lo había traicionado allí, en Cuba, haciendo que una bala impactase en la parte baja de su espalda y lo dejase con las piernas inútiles de por vida, alguien que ahora hasta el propio Xavier reconocía como el monstruo que era: Erik Lehnsherr.

Logan le contó porqué estaba allí, pero Charles no pudo creerle, y tampoco contaba con sus poderes para corroborar lo que Wolverine decía: era el precio que debía pagar a cambio de poder caminar, pues Hank había creado un suero partiendo del líquido que él mismo usaba para controlar su mutación, con el inconveniente de que, mientras estaba bajo sus efectos, Charles se convertía en un humano más, privado de sus poderes mentales, pues el suero modificaba su ADN. Finalmente, y tras haberle demostrado que lo que decía era cierto, que él conocía cosas de Charles Xavier que hasta aquel entonces él no le había confesado a nadie, algo despertó en en su persona: prometió ayudar a Logan, pero únicamente por le hecho de estar ayudando así a Raven.

- ...pero te advierto de algo: no tienes ni idea de como es Erik Lehnsherr. Es un monstruo. Es un asesino. ¿Qué te hace pensar que conseguirás convencer a Raven para que vuelva a casa? Y aunque así fuese, ¿qué te hace pensar que conseguirás convencerlo a él para que cambie?
- Porque tú y Erik me mandasteis aquí, juntos. - Logan lo miró fijamente, y al fin vio el primer cambio verdaderamente significativo en el rostro de Charles. Era... ¿esperanza? ¿Dolor? No podía estar seguro, pero algo había pasado dentro del profesor. Subió las escaleras, sin decir nada más, y cerró la puerta de su habitación con un golpe seco.

Erik... había pasado tanto tiempo que a veces pensaba que había sido un producto de su imaginación, o al menos esa era la sensación que él mismo tenía. Tras muchos intentos fallidos, Erik finalmente se había quitado su máscara desenterrando a Magneto de algún lugar de su interior, aquel ser frío carente de sentimientos que no había tenido reparos en matar a Sebastian Shaw sin quitarle la vista de encima mientras atravesaba su cráneo con una moneda. Había perdido la esperanza en Erik en ese momento, mientras sentía en su propia piel el dolor de Shaw al haber estado dentro de su mente mientras todo aquello tenía lugar, y con su esperanza en Erik, también había muerto su fe en el mundo. Aquella desesperanza del interior de Charles Xavier parecía que no se podría curar nunca, hasta aquel momento en el que Logan apareció en su vida – de nuevo, después de haber mandado a Erik y a Charles a la mierda cuando ellos comenzaron a reclutar mutantes por primera vez -. ¿Debía albergar esperanzas? Tú y Erik me mandasteis aquí, juntos. ¿Hasta qué punto podía creer eso?

Las voces habían comenzado a escucharse de nuevo en su cabeza, y supo que era hora de una nueva dosis del suero de Hank. Esta vez, sin embargo, no se sintió miserable mientras se inyectaba el líquido amarillento en las venas: esa vez, sabía que, involuntariamente, comenzaba a tener esperanza de nuevo.

- ¡CORTEN!

James McAvoy levantó la cabeza, casi sorprendido. A veces olvidaba que estaba en el medio del rodaje de una película, y que todas esas cosas que estaba haciendo no eran más que los mandatos de un guión que se había aprendido con anterioridad.
Hugh Jackman se le acercó para felicitarlo por la escena, a lo que él contestó agradecido mientras que le sonreía y retornaba a ese acento escocés tan marcado y tan característico suyo, que además era de las pocas cosas que le hacían darse cuenta de que no estaba en el mundo real mientras actuaba.

- ¿James? - Se giró, siguiendo el sonido de la voz. Allí estaba, sonriendo con esa bonita dentadura suya, su mandíbula marcada y su cabello que a veces parecía castaño y otras anaranjado. Eri... Michael.
- Hola. - Le devolvió la sonrisa mientras que se ponía de pie.
- Has estado impresionante.
- Oh, vaya, gracias, creo que viniendo de ti es importante – le dio un golpecito con el codo, mientras que los dos se reían.
- ¿Eso es un halago?
- Casi.
- ¿Haces algo esta noche?
- Oh, ¿por qué? ¿Estás intentando ligar conmigo, Fassbender? - Lo miró de forma provocadora, riéndose acto seguido.
- Eso es lo que te gustaría a ti – siguió el más alto, volviendo a sonreír a punto de la carcajada. - Anda, ahora en serio, ¿haces algo o no?
- Lo cierto es que no.
- Genial, entonces no tienes excusa para no venir de fiesta con nosotros.
- ¿Tú y quién más?
- Bueno, ya sabes... el cast.
- Si no tengo otra alternativa...
- Siempre puedes quedarte en casa como el amargado que eres. - Michael le echó la lengua, mientras que echaba a andar hasta salir del estudio, seguido por un James que ni siquiera se había cambiado de ropa.
- Lo dices como si fueses siempre el alma de la fiesta.
- ¡Venga ya! ¡Sabes que lo soy!

Ambos se rieron al unísono mientras seguían con su marcha. James, sin quererlo, se descubrió a sí mismo pensando en lo muchísimo que se diferenciaba Michael de Erik, y como era posible que una persona cambiase tanto, incluso aunque fuese una pura actuación. Se preguntó por qué demonios se estaba preguntando eso en ese momento, e incluso borró la sonrisa de su cara, algo que no se le pasó a aquel alto medio irlandés de ojos grises.

- ¿Ocurre algo?
- No, nada, en absoluto. Simplemente pensaba en el trabajo.
- ¿Ves a lo que me refiero cuando digo que eres un amargado?

No lo pudo evitar, y sonrió una vez más: así eran las cosas siempre que Michael Fassbender estaba presente.

- Bueno, será mejor que me vaya a cambiar – dijo mientras echaba la mirada hacia abajo, a su propia ropa que seguía siendo la de Charles. - ¿A qué hora nos vemos esta noche?
- A las diez.
- D'aaaaaaaaccord, a las diez esta noche – le guiñó un ojo antes de desaparecer casi literalmente.

**

El bar estaba atestado, y ellos contribuían en gran parte a ello, pues no eran pocos precisamente. James había bebido unos cuantos shots pero ya se sentía alcoholizado como siempre que le pasaba que probaba alguna bebida alcohólica: no importaba lo poco que bebiese, siempre acababa como si se hubiese encontrado con una licorería y hubiese agotado todas sus existencias. Todo lo contrario que Michael: el germano-irlandés podía beber todo lo que se encontrase sin llegar nunca a saciarse. Estaban en un bar típico, de los que estaban de moda en ese momento. James odiaba ese lugar, le parecía snob y la música horrible, pero no dijo nada en voz alta en ningún momento: de cualquier modo, acabaría haciendo lo mismo estuviera donde estuviese, y conforme su estado iba empeorando, la música empezaba a distorsionarse más.

Michael se acercó y se sentó a su lado en el sofá en el que se encontraba.

- Hey, ¿cómo estás? - Le dio una palmada en el muslo, lo que casi le provoca un infarto del susto.
- B-b-bien. Solo un poco borracho, me temo.
- Este sitio es horrible – dijo Michael frunciendo el entrecejo y materializando los pensamientos de James. - ¿Te apetece que vayamos a otro lugar mejor?

James se encogió de hombros; a esas alturas ya no le importaba. Cuando quiso darse cuenta, estaba con Michael en un pub que desde luego era preferible al local del que venían. Estaban sentados en la barra, Michael con una jarra de cerveza y James totalmente desubicado, pero con un vaso de scotch delante de sus narices, al cual le daba pequeños sorbos de vez en cuando. Fassbender lo miró y soltó una breve carcajada al verlo; fue ese el momento en el que James sintió un flashazo delante de sus ojos y la escena, aunque imperceptiblemente, cambió.

- Charles. - Michael seguía pareciendo feliz, pero una innata hostilidad que no le caracterizaba en absoluto se había instalado en su mirada y en su ser, como un aura inexplicable. Aunque el cerebro de James no funcionaba demasiado rápido en esos momentos, tardó en darse cuenta de cómo lo había llamado, aunque se convenció a sí mismo de que había oído mal y le contestó mirándolo fijamente con sus ojos azules como un cielo despejado.
- Dime.
- Creo que no te falta nada para perder toda la dignidad que puedas tener, viejo amigo – sonrió el mayor.

Esta vez James se quedó pensando en el hecho de que Michael no lo había llamado viejo amigo en toda su vida. Tampoco es que se conociesen desde hacía el tiempo suficiente como para haberse ganado esa denominación, pero le sonaba de algo...

- Michael...
- ¿Michael? - Puso cara de confusión, como si su propio nombre le pareciese desconocido. - ¿Quién es Michael?

En ese momento a James se le pasó toda la borrachera de golpe. Fue como si todo el alcohol hubiese huido de su organismo, y no podía hacer menos que mirar boquiabierto a Michael, preguntándose si estaba tan borracho como para haber olvidado quien era él mismo.

- Charles, me estás preocupando. Parece que acabas de aterrizar en la Tierra.
- Michael, yo no me llamo Charles.
- Claro que te llamas Charles, y yo no me llamo Michael, me llamo Erik. ¿De verdad estás bien?
- Eh... Yo...

Otro flashazo. De repente, todos aquellos cambios imperceptibles que había notado a su alrededor volvieron a su estado primero, dejándolo muy confundido. ¿Qué cojones se había tomado? ¿Qué acababa de pasar? Sin decirle nada a Michael se levantó y salió al exterior, aunque no tardó mucho en ser seguido por Fassbender, preocupado por su compañero.

- James, ¿estás bien? - Se había apoyado contra el tronco de un árbol, y respiraba como si hubiese estado bajo el agua durante minutos. Al menos le alegraba saber que ya volvía a llamarlo James, si es que no había sido todo eso una extraña y vívida alucinación.
- He... Ha pasado... Ah... Creo que estoy demasiado borracho – concluyó con una sonrisa no muy realista. Se dobló, sin soltar el árbol, esperando que no tardaría demasiado en vomitar, pero no llegó a ocurrir nunca.
- Vamos, te llevaré a casa.