Work Text:
Aunque a veces se sienta atascado, Aizawa sabe que la vida continúa aún cuando intentes evitarlo.
Todas las mañanas cumple la misma rutina, las tazas de café nunca disminuyen y por momentos nota que se pierde observando a sus alumnos mientras que entrenan para batallas que, siendo tan jóvenes, no deberían tener que enfrentar.
A nadie le preocupa que sus ojeras sigan aumentando porque, vamos, es su marca personal. Por eso nadie tampoco nota que a veces sus manos tiemblan y su pecho se contrae como si le faltara el aire.
Aunque en realidad alguien sí lo nota, pero su situación es tan lamentable como la suya como para poder servirle de soporte. La visita al Tártaro ha removido demasiadas cosas para los dos.
Por eso no protesta y deja que Hizashi se quede en su departamento algunas veces, por eso no se queja cuando algunas noches lo toca en busca del calor que casi ha olvidado.
Pero se rehúsa a dormir con él, porque puede sucumbir a la necesidad de sentir un tacto tibio de vez en cuando, pero le es imposible conciliar los pocos minutos de sueño a los que está acostumbrado si está con alguien más.
Le es imposible volver a soñar con el chico de sonrisa dulce cuando siente un cuerpo extraño a su lado y, a pesar de los años, todavía sigue sin estar preparado para dejarlo ir.
Porque aunque le confirmaran que no había rastros de Shirakumo en el nomu, él está seguro de ver destellos de lo que alguna vez fue su gran amigo y su primer amor.
Y si habían vestigios de Oboro en esa criatura, entonces debía aferrarse a la idea de que algún día –aún cuando tuviera que esperarlo toda la vida– terminaría por desviar su camino para ir a recoger a este gato abandonado.
