Actions

Work Header

Una Segunda Oportunidad No Merecida

Summary:

La saga del torneo de súper lucha ha terminado y con ello la llegada de la paz eventual para algunos. Saitama ha acabado con Gouketsu y Bakuzan por igual, pero hay algo que tanto a él como a Suiryu se les ha escapado.
Choze, el monstruo menos esperado, ha recibido una segunda oportunidad de la vida tras su supuesta muerte, ¿Qué hará con ella? ¿La desperdiciará siendo el mismo asesino sin rencores de siempre o buscará una redención no justificada?

Notes:

¡Hola! Como podrás saber, esta es una historia en español que me he encargado de subir a esta hermosa plataforma. Es mi primer intento de un fanfic que muestro al público y realmente me gustaría saber lo que opina la gente de mi obra.
Disfruta. :)

Chapter 1: Una segunda oportunidad

Notes:

Hola, nuevo lector!

Aviso que los capítulos anteriores al número trece los hice hace mucho tiempo y no he contado con la disponibilidad real de poder corregirlos, por lo que verán varios problemas de escritura; tanto en mi redacción como en la forma en la que desenvuelvo la trama y manejo a los personajes. ¡Pido disculpas encarecidas por ello!

Estos se encontrarán en futuras revisiones y correcciones, solo tengan paciencia y consideración. Espero y puedan tolerar un poco hasta las actualizaciones recientes.

Chapter Text

La luz del día, aún presente para ese momento, impactó contra aquellas pálidas órbitas que no reflejaban más que muerte en su superficie blanca. Desde su perspectiva, debía estar totalmente carente de vida después de lo que había sucedido en ese lugar, pero, aun así, sus ojos reaccionaron al cegador destello del sol en el atardecer, haciendo que su mirada, totalmente perdida y desalineada, se ubicase correctamente para permitirle observar el cielo imbuido en naranja. Con su nuca aún clavada en la dura superficie del suelo como resultado de su anterior caída, no pudo permitirse alzar el cuello con total facilidad antes de sentir un dolor punzante en todo su cuerpo en conjunto con un calor doloroso en la zona de su abdomen que perfectamente supo identificar.

 

Esto mismo le permitió saber que no había sido despojado de su cuerpo hasta el momento y como único signo de una determinación casi rota, posó sus codos en el suelo y se impulsó con todas las fuerzas con las que podía permitirse usar. Lo que en su mejor momento le habría llevado a ponerse de pie instantáneamente, solo ayudó a que tuviese el apoyo suficiente como para alzar su tronco a medias y quedar en el intento de reincorporarse; aumentando aún mas la sensación de calor en su estómago.

 

De esa forma, las órbitas que hace un momento habían estado en total blancura observaron con terror el estado de su propio cuerpo. Su piel, o lo que quedaba de ella, yacía totalmente destrozada donde se suponía debía estar la tonificada forma de su abdomen, y en contraste, ríos de sangre se arrastraban por su pelvis para manchar su pantalón y formar un enorme charco de líquido carmesí; una vista bastante dolorosa, a decir verdad. En ese instante, con la imagen de su propia figura destrozada, recordó porqué estaba ahí.

 

Hace unas horas, había pensado que tenía el mundo en sus manos y que estaba por sobre todos los demás, cosa que ya hacía por naturaleza propia, pero que se había reforzado con aquel inesperado conocimiento que llegó en forma de comida. Pasando de ser un hombre del común, un luchador más y tal vez carne de cañón para aquellos que eran más fuertes que él, había ingerido esa célula de monstruo guiado por la curiosidad para trascender a través de la carne humana y volverse más poderoso de lo que nunca pensó haber podido ser. Sus planes, más allá de aplastar a los demás como cualquier otro monstruo descerebrado, se habían formado en un instante para dar paso a su nueva visión: la dominación mundial. Si acababa con aquel enorme monstruo que le había brindado ese poder, después de haber hecho lo mismo con los demás participantes, claro está, lo reemplazaría y de esa forma entraría como el mejor a la asociación de monstruos de la que tanto había oído hablar.

 

Por supuesto, no había tenido en cuenta muchas cosas, y una de ellas era la presencia de aquel joven, Suiryu. Más allá de despreciarlo bajo la premisa de que era guapo y que había aprovechado su juventud mejor que él, como había percibido a través de los otros participantes del torneo, (un ejemplo Rosie, a quien había matado de la forma más fácil posible), su envidia no recaía en el físico, sino en el poder. ¿Cómo un vagabundo como él podía ser dotado con la genialidad que tanto había luchado por desarrollar? Y aunque su mayor rencor se centraba en el impostor de peluca que lo había engañado para ganar; en medio de la arena, cuando se vio con la oportunidad de humillar al favorito del torneo de super lucha, fue destrozado de peor manera a como él mismo había acabado con el ya mencionado Rosie. A pesar de todos sus esfuerzos y estrategias. A pesar de su entrenamiento y genialidad, había sido humillado y asesinado, cual cucaracho.

 

O eso pensó él, pues con todas las reacciones químicas dentro de su cuerpo que lo habían llevado a nublar su visión con un orgullo impulsado por la transformación que había adquirido durante su batalla, su castigo por haberse confiado y pensar semejantes disparates, al parecer no había acabado con su patética existencia. Sí, su cuerpo fue apaleado como nunca lo había sido, había sentido el peor de los dolores y la peor de las humillaciones; aquel joven favorito, lo golpeó tan fuerte que pensó que se le iba a salir el corazón por la boca y lo apaleó con tanta fiereza que asumió que había vuelto a ser un niño indefenso, lleno de temor frente a aquel hombre que lo había entrenado. Tal vez, si no hubiese sido un monstruo en ese momento, se habría puesto a llorar antes de perder la conciencia sobre la arena.

 

Quiso insultarse a sí mismo por eso, pero la sangre filtrada en su garganta le hizo toser y salir brevemente de su frustración. Él era Choze, el mejor de los guerreros tanto humanos como monstruos, pero aún así, estaba reflexionando sobre si dejarse morir ahí mismo o intentar ponerse de pie.
Y justo cuando estaba por optar por la primera opción y dejarse caer para dar su último suspiro ahogado en sangre, pasó.

 

 

“Cof… Cof…”

 

 

Alguien estaba tosiendo y ese no era él. El moribundo sonido le hizo fijarse aún más en la arena que anteriormente había ocupado y pudo darse cuenta de todo. Con sorpresa y casí terror, pudo ver todo el escenario. Los cadáveres de los demás monstruos que, al igual que él, habían sucumbido ante el poder de Suiryu, pero que no habían tenido su misma suerte. Los cuerpos inertes de aquellos que habían decidido no ceder ante las promesas amenazadoras de Gouketsu y por último, pero no menos importante, la cabeza de este mismo arrancada de su cuerpo y puesta en medio del escenario, a pocos pasos de él.
Ante tal escenario, el enojo y la frustración lo quemaron más allá de sus heridas y provocaron una reacción en cadena que resultó con él golpeando con fuerza su palma contra la roca en un movimiento descendente, movimiento que le hizo perder el equilibro sobre sus codos para terminar apoyado en el suelo sobre uno de sus costados. Alguien más había llevado a cabo sus planes y lo más seguro era que fuese la misma persona que lo había derrotado. El niño prodigio había acabado con todos los monstruos, al parecer.

 

Debido a que se había puesto de costado, la sangre proveniente de su abdomen comenzó a escurrir con más presencia hacia la roca en la que se apoyaba, manchando el suelo calizo por segunda vez. Ahora se llevó su mano hacia la enorme herida y, con un quejido de por medio, presionó con fuerza para evitar el sangrado. Comprendió que, si no fuese por su cuerpo nuevo, seguramente ya habría muerto ante la absurda pérdida de sangre que estaba teniendo.

 

 

“…¿Eh?”

 

 

Pero nuevamente, cayó en cuenta de que había olvidado la tos de hace un momento por estar pensando en sus desgracias. Esta fue seguida por una exclamación de sorpresa que vino desde un costado suyo, lo que le permitió mirar hacia el lugar de procedencia con cierta molestia en su mirada. Misma que fue apaciguada por lo que vio, o más bien, a quien vio. Contrariamente, su mirada y expresión reflejaron más sorpresa de la que habría gustado enseñar.
Ahí estaba de pie, casi tan moribundo como él, con su cuerpo magullado, su rostro irreconocible por los golpes y su cabello totalmente desalineado, junto con los brazos extrañamente fuera de su lugar. Incluso la forma en la que estaba parado no era natural, pues sus piernas yacían temblando y totalmente torcidas.

 

Aquel era Suiryu.

Chapter 2: La Última Oportunidad

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Las palabras tranquilas y un tanto despreocupadas provinieron del calvo con capa conforme este intentaba avanzar a través de los escombros que él mismo había dejado con su anterior golpe. Había girado su rostro para mirar por sobre el hombro a quien había salvado, pero que ahora intentaba aprisionarlo por alguna razón que no comprendía. “Estás herido, ¿no? No te muevas

“¡NO VOY A SOLTARTE!”. Suiryu gritó como si su vida dependiera de ello, como si pensara que, si dejaba ir a la única persona que lo había salvado, nunca más encontraría a nadie como él. Aquel hombre, del cual estaba aferrado desde su pie, era un tesoro invaluable para el joven luchador en ese momento. “No dejaré que mi salvador vaya hacia su propia muerte…”. Siguió sus palabras mientras continuaba agarrándolo, ahora mostrando mucha más determinación en el acto conforme alzaba su vista y podía observar aquellos inexpresivos ojos de su héroe.

No obstante, casí como si no fuese algún problema para él, el calvo simplemente volvió a lo que estaba y jaló su pie de Suiryu, obligándole a soltar aquella extremidad ante la enorme fuerza que estuvo detrás de un movimiento tan natural como ese. Ahora, con su mano vacía e incapaz de volver a usarla en ese momento para interceptar nuevamente al héroe, soltó un grito de desesperación mientras extendía dramáticamente su brazo. Observó, mas impotente de lo que ya era en una situación como esa, cómo la figura de su salvador se perdía conforme avanzaba a través del enorme agujero en el estadio que daba directamente hacia la ciudad. Su silueta, estoica y heroica resaltada por el ondeo de su capa, finalmente fue incapaz de ser vista tras haber descendido a través de una calle cercana.

Las lágrimas y los sollozos finamente salieron, no solo por la frustración y el pesar que ahora sentía por su cobardía e incapacidad para hacer que el calvo permaneciese junto a él en ese momento tan crucial, sino también por el enorme dolor de sus lesiones que, después de toda la adrenalina que corría por su cuerpo, finalmente pudo dejarse notar cuando su estado de ánimo descendió y dejó de sentirse en riesgo de muerte. Había advertido de todas las maneras posibles al hombre del absurdo poder que tenía aquel gigantesco monstruo, ese mismo que lo había aplastado como un insecto y que igualmente hizo parecer poca cosa a Bakuzan, quien igualmente lo habría degradado hasta la muerte de no ser por Saitama.

“No he podido detenerlo…”. Y a pesar de tener sus brazos rotos y nudillos entumecidos, dejó escapar su frustración con un golpe hacia el suelo dado por su brazo extendido. “Ahora que he podido ver lo que es un héroe de verdad… Él no puede morir aquí, ¡Tiene que salvar a mucha más gente!”. Hablando consigo mismo en un intento de reclamarle a alguien aparte de él conforme intentaba contener su llanto, ignoró por completo los estruendos que hacían vibrar todo el lugar llevados a cabo en la lejanía.

Hasta que uno de ellos fue lo suficientemente fuerte como para hacerlo callar, invadiendo sus oídos con un fuerte sonido que incluso nubló sus sentidos por un momento. Pero justo cuando planeaba caer en cuenta de lo que había sucedido y que seguramente su héroe había muerto; frente a él, en algún punto de sus quejas que aún no podía identificar, había caído la enorme cabeza del monstruo al que tanto había temido.


La hilera de ojos totalmente perdidos ahora estaba apuntando hacia abajo, que era la dirección en la que se apoyada la cabeza inerte de Gouketsu. No pudo decir nada al respecto, más que ahogar un suspiro de alegría que igualmente fue opacado por sus costillas rotas.

 


 

“Oh.”

 

Con total indiferencia en su rostro, el cuerpo de Saitama descendió a través del aire y cayó como una pluma sobre lo poco que había quedado del pavimento tras su ataque. Casí al mismo tiempo, la enorme montaña monstruosa que había sido ese sujeto, ahora decapitado, cayó de espaldas sobre un pequeño edifico y se deslizó a través del mismo, como si fuese una pared, antes de quedar sentado totalmente muerto. Ciertamente, el calvo no habría sido capaz de decir que había sido decepcionado, pues aunque ya estaba más que acostumbrado a acabar con sus oponentes de un solo movimiento, tenía la idea de que ese tal Gouketsu no iba a ser muy deslumbrante por las exageradas palabras de advertencia que había recibido.


Y ese fue el caso, por lo que el golpe moral hacia su persona fue ínfimo cuando finalmente pudo observar el cadáver de su oponente. Sin embargo, fácilmente salió de su pequeña decepción de las artes marciales cuando recordó que había dejado a Suiryu varias cuadras atrás. Pensó en volver con él, pero ya habiendo erradicado la amenaza, lo mejor sería dejarlo ahí, o eso asumió. Porque justo cuando iba a cambiar de opinión para regresar y decirle al joven que no fuese de soplón sobre su verdadera identidad, su teléfono vibró dentro de su pantalón amarillo.
Un tanto extrañado por esto mismo, se apresuró a sacar su dispositivo y ver el mensaje que le había llegado. Era de Genos:


| Sensei, lamento informarle que he quedado fuera de batalla por hoy, me gustaría hablar con usted sobre eso, pero me parece más importante decirle que no voy a poder calentar el agua de la sopa como acordamos. |

 

“Vaya, una pena”. Viéndose obligado a elegir entre mantener su reputación y no tener su sopa para la noche, el calvo con capa decidió priorizar lo importante y se apresuró a correr en dirección contraria al estadio. Su silueta se disolvió, dejando atrás al enorme monstruo que más tarde seguramente sería encontrado.

 


 

 

Con Saitama lejos de ahí, Suiryu se quedó solo en el estadio donde hace apenas unas pocas horas se había llevado a cabo el reconocido torneo de súper fuerza. Aquel lugar en donde la mayoría de artistas marciales y usuarios de diferentes estilos se reunían para probar su valía y competir por el jugoso premio que se ofrecía. Aunque la mayoría de participantes estaban ahí por esto último, lo cierto era que resultaba muy común ver que los peleadores ponían más en juego su orgullo como tal que el propio dinero. Incluso para él, que solo estaba ahí para divertirse y ganar en el proceso, también había puesto un poco de sentimiento en el escenario. Aunque su objetivo, o uno de ellos, había sido encontrarse con el anterior campeón de los anteriores eventos para probar su valía, lo cierto era que también influía el hecho de que sabía que su hermana Suiko estaría viendo el torneo por televisión. Quería demostrarle que no necesitaba de todas esas enseñanzas de su abuelo para triunfar, y de esa forma habría sido, de no ser por la aparición de su héroe, Saitama.


A lo largo de su vida, había pensado que los héroes que se hacían llamar a sí mismos como tal no eran más que personas deseosas de fama y gloria, que sus motivos no eran lo suficientemente puros y tampoco lo suficientemente fuertes como para de verdad hacerse imprescindibles ante una situación peligrosa. Pero todo había cambiado, ahora no solo creía en el heroísmo real, sino que lo había presenciado con sus propios ojos. El calvo con capa no se había conformado con cambiar su forma de ver el heroísmo, sino también su forma de pensar en general y la manera en la que veía la vida.


Todo el libertinaje al que se había sometido por cuenta propia, siendo no más que un niño desagradecido con su abuelo, lo había vuelto una persona arrogante que creía ser más fuerte que todos. No había llegado a ese torneo con la intención de buscar un desafío, pues se había demostrado que nunca iba a querer perder, sino una simple distracción no demasiado peligrosa.


De cierta forma, agradeció que su abuelo y hermana no hayan podido ver la tremenda paliza que recibió a través de la pantalla, pero también maldijo no haber recibido su lección de vida con más delicadeza. Así, habiendo esperado a Saitama lo suficiente como para ver que ya estaba cayendo el atardecer, asumió que simplemente se había ido, dejándolo con la incertidumbre y las ganas de pedirle ser su discípulo. Pero por alguna razón, supo que no estaba muerto y que, en realidad, había salido ileso de la batalla, como con Bakuzan.


Ese calvo era un auténtico monstruo, pensó para sí mismo entre risas ahogadas.

 

“Cof… Cof…”

 

Finalmente decidió ponerse de pie, tosiendo en el acto. Posó sus manos en el suelo como apoyo y alzó su espalda para permitirse ponerse de rodillas miserablemente, ahora llevando uno de sus pies al suelo con firmeza para usar su pierna como apoyo y erguirse de forma lenta. El dolor aún seguía ahí, especialmente en la zona de su tren inferior, que era donde más había sufrido, pero eso no le detuvo a intentar ponerse recto y echar su larga cabellera, ahora sucia, hacia atrás. Movió sus hombros de arriba hacia abajo intentando verificar si sus brazos fracturados eran imposibles de moverse, cosa que fue así a medias. Aunque pudo llevar una de sus manos hacia su abdomen para apaciguar el dolor, lo cierto era que apenas podía mover sus extremidades superiores. Por suerte, dando el primer paso, pudo permitirse avanzar lentamente en dirección a la salida, lugar opuesto a donde estaba la cabeza de Gouketsu, pero donde también se ubicaban los cuerpos de Zakos, Sour Face y Lin Lin. También estaba el cadáver de Rosie con su cabeza girada antinaturalmente y más a un costado estaban los monstruos que se había encargado de derrotar.


Los tres primeros fueron su principal preocupación, habían sido apaleados por los monstruos cuervo junto con los demás, pero la que más le preocupaba era Lin Lin. Una mujer diminuta a su parecer, pero que, bajo su actitud típica de Play Boy, había observado de reojo con ciertas ganas de invitarla. Ahora, la imagen de ella golpeada y desmayada no era muy bonita de ver, por lo que encontró un motivo más para irse de allí y pedir ayuda.
Pero justo cuando planeaba tomar las escaleras para bajar del escenario y dirigirse hacia la salida, que era donde la mayor parte de las personas deberían de estar, un fuerte sonido le tomó por sorpresa. Similar al que él mismo había provocado cuando golpeó el suelo después de haber dejado ir a Saitama, giró su rostro para ver por sobre su hombro en dirección al resto de luchadores moribundos que habían estado ahí, esperando ver que alguien más había despertado. Tal vez a los dos héroes que lo habían ayudado a último momento, pero ese no fue el caso.


De hecho, no pudo ver de dónde había provenido el sonido. Ante la idea de tener a alguien más con el que retirarse de ahí para pedir ayuda, Suiryu giró sobre sus propios talones y se ubicó en el centro de la arena. Observó a cada una de las personas que estaban ahí, en total silencio, pero no percibió nada importante. De hecho, comenzó a pensar que había sido su imaginación, cuando se le ocurrió fijar su atención en los monstruos caídos.
Nuevamente, obtuvo el mismo resultado cuando pensó que los había mirado a todos, pero, con sorpresa y una pizca de incredulidad, su mirada pudo notar algo del otro lado del escenario. Oculto desde su perspectiva por la enorme cabeza de Gouketsu, las piernas de alguien, aún posadas en el suelo, comenzaron a moverse. Tuvo que caminar en su dirección para rodear la cabeza y poder observar extrañado a quien estaba ahí.

 

“… ¿Eh?”

 

Tal vez el inicio de la cadena de eventos desafortunados que lo habían llevado a estar ahí, moribundo. El primer monstruo en el día que había significado un reto para él, habiéndole dado lo que realmente había buscado en su pelea contra Saitama, una pelea entretenida de la cual salir victorioso y aunque, a decir verdad, había sido un oponente formidable, no significó mayor esfuerzo más allá de unas pocas gotas de sudor.
Pero ahí estaba, vivo. Después de que lo había atacado con todo y que había sentido cómo su golpe vacío lo atravesaba. Con terror, lo observó, sangrante pero medianamente en condiciones como para ponerse de pie y realmente ser un problema.

Aquel era Choze.

Notes:

Bueno, espero que estés disfrutando de la lectura hasta el momento. Esta historia la fui escribiendo conforme se me iban ocurriendo varias cosas, por lo que la idea inicial de la misma fue que iba a hacer un fanfic describiendo los acontecimientos del manga desde el punto de vista de Suiryu (siguiendo esa lógica, este habría sido el primer capítulo), pero realmente me pareció más interesante Choze.

¿Acaso soy la única que piensa que este personaje fue terriblemente desaprovechado por One y Murata? Jaja.

De todos modos, veo a este monstruo como un villano con un excelente potencial y diseño, por eso lo voy a tratar de protagonista. Además, se presta para muchas historias interesantes.
Sobre la alteración de la historia, no estoy muy conforme con la forma en la que saco a Saitama de la ecuación, pues su mera presencia evitaría el desarrollo de Choze. Aún así, si alguien tiene una mejor idea para poner como excusa para que Saitama deje a Suiryu solo, estoy dispuesta a leerla.

Chapter 3: Desperdicio

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Ambos se vieron incrédulos por un lapso de tiempo indefinido. Suiryu, sin poder creer aun lo que veía, no pudo moverse de su sitio, no solo por el terror que ahora le provocaba pensar que el monstruo al que se suponía había asesinado ahora estaba vivo, sino porque sus piernas no le permitieron saltar y huir como anteriormente había intentado ante el peligro que significaba Gouketsu. Además, quitando el hecho de que de cierta forma le tranquilizaba saber que Choze estaba casi igual que él, no podría hacer nada si este se ponía de pie y deseaba atacarlo con toda la ira y rencor que había dejado con su anterior enfrentamiento, pues su puño vacío era un medio al que actualmente no podía recurrir por el estado en el que se encontraba. Sus brazos, hechos polvo, ni siquiera le servirían para aproximarse hacia el monstruo para poder ahorcarlo. Sus piernas, torcidas y entumidas, no le ayudarían en aplastarle la cabeza de un solo movimiento y en cambio, su contrario parecía tener a su disposición todo esto.

 

Por su lado, Choze fundió con su mirada al joven luchador. Teniendo en cuenta todo lo sucedido, su expresión llena de furia y odio parecieron servir como un factor muy importante a la hora de provocar que Suiryu se congelase justo donde estaba. Era una imagen muy placentera, tener totalmente asustado a la persona que lo había humillado era algo que no muchos podían permitirse sin siquiera haberla tocado. Habiendo visto los resultados de la batalla, asumió que este guerrero había logrado acabar con Gouketsu y los demás monstruos a un muy alto costo y aunque aprovecharse de ese momento de debilidad significaba una deshonra, Choze no estaba para moralismo barato.

 

A pesar de su abdomen sangrante y el dolor que incluso atravesaba sus tripas para terminar en su columna, el monstruo pudo ponerse de pie de la misma forma a como su contrario lo había hecho con anterioridad con un fuerte quejido de por medio. Apoyado en uno de sus costados, giró para posicionar sus manos en el suelo con sus brazos extendidos y finalmente reincorporarse con mucha más dificultad de la que había esperado. Ya de píe y con su mano apretando contra su estómago para evitar que el sangrado llegase a más, pudo notar que el castigo presente en aquella zona no fue tan extremo como cuando recién había recobrado la conciencia. Aunque le dolían otras zonas como su mandíbula y su cabeza, nada se podía comparar con el dolor anteriormente mencionado, pero por alguna razón, este disminuyó enormemente. Podía sentir que la sangre seguía escurriendo, claro está, pero ya no con el mismo ritmo peligroso. ¿Acaso se debía a la adrenalina, o a un poder de su nuevo cuerpo que aún no había descubierto?

 

De todos modos, ya de pie frente a Suiryu, Choze recortó la distancia entre ambos con una velocidad que ni él mismo esperaba tener con su condición. Casi de manera torpe, chocó su cuerpo contra el de él para llevar su mano hacia el cuello del joven y usar el mismo impulso de la embestida con la intención de tirarlo contra el suelo, quedando sobre él. Aunque fue doloroso para ambos terminar abruptamente sobre la roca dura del escenario, el que se llevó la peor parte fue Suiryu. Los ojos cafés de este observaron con terror las órbitas azules que ahora solamente se clavaban en él con la frialdad y el odio de un animal ante su presa.

 

Intentando moverse, la presión abrumadora sobre su cuello fue tal, que ni siquiera pudo decir algo. Ya sea intencionalmente o no, Choze estaba presionando su rodilla contra la destrozada caja torácica de Suiryu, sometiéndole a un dolor tan inenarrable que le hizo pensar a este último que sus costillas y corazón iban a explotar con la presión. Intentó llevar sus manos hacia el rostro de su captor, buscando sostener su cabeza para atacar sus ojos; pero la posición en la que se encontraba el monstruo no le permitió llegar hasta él. En un desesperado acto, golpeó inútilmente los brazos del mismo, hasta que pudo sentir que la presión cedía levemente, haciéndole toser sangre en el acto.

 

Por un momento, Suiryu pensó que Choze había perdido sus fuerzas al momento de querer ahorcarlo, pero su fugaz ilusión fue borrada de golpe. Y nunca mejor dicho, porque lo único que recibió fue un conjunto de duros nudillos impactando contra su pómulo tan fuerte que un sonoro “crack!” recorrió todo su cráneo en una punzada que apenas pudo sentir con el aturdimiento. ¿Desde cuando ese sujeto podía golpear con tanta fuerza?

Tras quejarse por lo alto por el repentino impacto que dejó una abolladura en su rostro bastante desagradable, intentó cubrir del mismo con sus antebrazos, recibiendo mayor castigo del que habría podido esperar. El mismo golpe descendió brutalmente contra sus fracturados brazos y provocó que estos se hundiesen antinaturalmente. En ese instante, los dejó de sentir, quedando impotente ante la horda de golpes que ahora descendían sobre él con total furia.

 


 

 

“¡Hey, Suiryu! Deja de hacer esa estupidez, vas a despertar al abuelo…” con total molestia en su voz, Suiko, quien había estado observando desde la oscuridad a su hermano todo este tiempo, se dejó ver bajo la luz de la luna para mostrar la molestia en su rostro. A simple vista, podía parecer que incluso se veía divertida, pero nada más alejado de la realidad. Con sus prominentes ojos color perla fijados en la única persona que estaba ahí, la hermosa y tonificada chica le dio una patada en el trasero al agachado Suiryu, hondeando su en ese entonces largo cabello con gracia. Para cualquiera, incluso para su propio hermano, Suiko era una mujer realmente linda. Con la piel bronceada al igual que él y unos ojos tan brillantes como una piedra preciosa, sus rasgos finos y atractivos contrastaban con un cuerpo de guerrera. En su camisa de tirantes que resaltaba su apenas presente busto, lo que más destacó fueron sus brazos medianamente voluminosos, pero tan tonificados como una piedra. Sin embargo, lo más aterrador de ella fueron sus piernas, tan voluminosas como siempre y hermosas a primera vista, pero la presencia de una musculatura sobresaliente resaltó que estas mismas eran un arma letal y que nadie querría recibir una patada de ella, ni siquiera Suiryu.

 

“¡Auch!” Fue lo único que este pudo decir cuando sintió la abrumadora fuerza de su hermana sobre su trasero, haciéndole perder el equilibro ante la sorpresa para finalmente caer torpemente sobre el mojado césped.  “Suiko, te he dicho que no me patees de esa forma” contrario a lo esperado, después de haber dicho con cierto tono de burla, el joven usó el mismo impulso de su caída para apoyarse en sus manos y girar sus piernas cual hélices, impactando directamente el rostro de su hermana. Aquel golpe habría sido letal, de no ser porque Suiko lo esquivó ágilmente al retroceder unos pocos pasos. Después de tremendo ataque, ahora lo observaba con cautela, pues aunque estaba acostumbrada a ese tipo de juegos realmente agresivos entre ambos, la situación no ameritaba tal movimiento. Siempre que su hermano estaba haciendo algo de lo que no quería que ella se enterara, la intentaba golpear para distraerla. Había hecho lo mismo cuando lo atrapó en el templo teniendo sexo con una estudiante del pueblo cercano. En vez de haberse sentido avergonzado, aprovechó su aturdimiento de verlo desnudo y la noqueó para evitar que fuese inmediatamente donde el abuelo. De todos modos, la reprimenda hacia este había sido brutal, pero igualmente fue una humillación para ella.

Y casi como si él hubiese leído sus intenciones detrás de su cautela, Suiryu se apresuró a decir “Tranquila, solo estoy aprovechando la noche para entrenar. No tienes de qué preocuparte” Con esa sonrisa que ella tanto odiaba, su hermano se puso de pie y la miró como si ella estuviese loca. Pues, aunque a simple vista parecía que decía la verdad, ella, desde la gran choza en la que vivían, pudo ver que él tramaba algo estando a esas horas en el campo de entrenamiento al aire libre.

 

“Eso no es cierto, dime lo que estás tramando o le diré al abuelo” Suiko torció sus labios con disgusto mientras se cruzaba de brazos y le observaba. Aún así, el joven mantuvo su sonrisa y echó su cabeza para atrás, haciendo que su cabello, apenas en etapa de pasar más allá de sus hombros, girase junto a él.  “Te estoy diciendo qu-

 

Y justo cuando planeaba soltar otra excusa, Suiko se abalanzó sobre su hermano. Casi como si se tratase de dos colibrís jugando en medio del campo, las siluetas de ambos comenzaron a chocar alrededor de todo el lugar con la única gracia que tendrían las aves. Golpes, patadas, cabezazos, todos y cada uno de los ataques que se enviaron mutuamente en el repentino inicio del enfrentamiento fueron bloqueados de igual manera. A pesar de estar parejos, Suiryu había sido el encargado de retroceder y mantener un papel pasivo conforme se desplazaba a través del campo ante la ira totalmente desnivelada de su hermana. Habría continuado así, riéndose amablemente mientras bloqueaba los ataques venideros, de no ser por la presencia de un charco en el césped que le hizo resbalar y finalmente recibir de lleno, en un costado de su cintura, la potente patada de Suiko.

 

Suiryu voló a través de todo el campo y chocó contra la cerca que delimitaba la tierra de su abuelo, atravesándola en el acto antes de soltar un leve quejido. Ahora, la que reía era ella, mientras que Suiryu solo mostró disgusto por ese descuido.

 

“Vamos, hermanito. ¿Acaso esas zapatillas bonitas que usas te jugaron una mala pasada?” Se burló. Suiryu refunfuñó por el comentario sarcástico de su hermana mientras se levantaba y limpiaba la tierra de su suéter. Entendió que había sido un error, pero aun así, no continuó peleando. No valía la pena.

 

“Olvídalo, me iré a dormir” No dijo nada más, apretó sus puños y pretendió pasar junto a su hermana para entrar en la choza, pero fue detenido por una suave mano en su hombro. Girando con molestia, la expresión de disgusto de Suiryu fue borrada al ver el dolor en los ojos de su hermana. Un tanto asustado, alzó una ceja y retrocedió, ¿A qué venía eso?

 

“¿Crees que soy estúpida?” Suiko lo apretó con fuerza, mostrando real preocupación en sus palabras y en la forma en como lo miraba. El cambio había sido tan repentino que lo tomó por sorpresa. Ante esa simple pregunta, el semblante de Suiryu se tornó totalmente serio mientras se giraba totalmente. Después de todo, era evidente lo que había estado intentando hacer. Donde anteriormente se había agachado, yacía un morral, oculto detrás de un makiwara y aunque eso no haya sido lo que lo había delatado, el hecho de que tuviese su uniforme en plena madrugada no ayudaba. “¿Planeabas irte ahora?” Nuevamente, Suiko habló.

 

“… Sí” después de un silencio casi interminable, el joven finalmente dijo con una voz apagada, pero sin arrepentimiento alguno. Ante su respuesta, la chica pareció enojada y disgustada “¿Qué hay del abuelo? ¿Te irás sin despedirte o dar las gracias, después de todo lo que nos ha enseñado? ¿Ignorarás sus enseñanzas y nos abandonarás, solo porque tienes responsabilidades?” Suiryu pareció un poco sorprendido por lo bien que lo había leído su hermana, dando la impresión de que ella esperaba este intento suyo. Era cierto que quería escapar de la presión constante de su abuelo, pero también quería ir más allá de aquel templo, más allá del pueblo y los fríos bosques. Quería visitar las ciudades, divertirse y conocer, pero su hermana y su abuelo nunca lo entenderían. Ella solo seguiría los pasos de ese viejo terco y moriría en ese templo, alejada de cualquier gusto. Pero aún así, quiso intentar persuadirla.

 

“Entonces ven conmigo, Suiko. Escapa de esta vida tan triste en la que nos han sumergido y explora el mundo junto a mí. Los dos usuarios del puño vacío mas fuertes, ¿Te imaginas lo populares que podríamos ser?” Hablando en un tono un poco más alegre, Suiryu tomó de los hombros a su hermana y la sacudió. Él realmente la quería, a su manera, y ciertamente le dolería dejarla atrás en su nuevo proyecto de vida. No obstante, lo único que recibió de ella fue una mirada de asco y un fuerte empujón.

“Siempre has sido un niño… ¿Es esa tu motivación? ¿Fama, dinero y diversión?” Ahora con tanto coraje que se le escaparon unas lágrimas, Suiko observó a su hermano mientras ahogaba la creciente necesidad de gritar a todo pulmón. No podía creer que lo abandonaría todo por motivos tan egoístas y que encima la quería arrastrar a su miseria. “¡No! No quiero eso solamente, piénsalo bien, hemos estado toda nuestra vida aquí, sin aprender nada-“ hablando suplicante mientras se arrodillaba frente a su hermana, fue interrumpido.  “¿No te bastan las enseñanzas del abuelo?”

Ante la mirada de repudio de la chica, el joven solo agachó la cabeza, pensativo sobre aquella pregunta. Y antes de que pudiese decir que no y permitirse explicarse, ella volvió a hablar “Si vas a meterte el rabo entre las patas y huir solamente porque no te gusta la disciplina que tanto has estado repudiando y que el abuelo se ha esmerado en enseñarnos, entonces vete. Tú ya no eres mi hermano, solo eres un mediocre que no sabe agradecer lo que se le ha dado… Nuestros padres se estarían sintiendo muy decepcionados de ti, Suiryu.” Los ojos esmeralda que repudiaron a su hermano mostraron una pizca de arrepentimiento por lo que había dicho, pero finalmente mantuvo su orgullo y se dio la vuelta para ingresar en la cabaña, dejando a Suiryu con las palabras en la boca. Era claro que ella ya había esperado aquello y que por eso se andó sin rodeos, porque sabía las verdaderas motivaciones de su hermano y que él realmente no quería irse con una premisa tan pura. Ella era feliz ahí, con su abuelo y sus amigos del pueblo, entrenando para hacerse más fuerte y algún día demostrar su valía ante el mundo. Pero no era el momento, pues ambos apenas eran adolescentes y estaba segura de que los dos tendrían una vida miserable allá afuera.

Suiko no pudo evitar encerrarse en su cuarto y ahogar sus lágrimas en con la almohada. Le dolía saber que su hermano nunca cambiaría y que cuando lo hiciese, sería demasiado tarde para él.

 

Esa noche fue cuando Suiryu escapó del templo puño vacío y se aventuró a la ciudad, nunca siendo visto otra vez por ahí.

 

 


 

 

En ese momento, Suiryu no pudo haberse arrepentido más de lo que ya lo estaba haciendo. Para ese punto, entre los golpes que ni siquiera estaba sintiendo, el recuerdo de su hermana, aquella irascible chica que tanto había querido como compañera, lo azotó como un trueno. Seguramente ella estaría muy preocupada ante la noticia de que el mismo estadio en el que él estaba había sido atacado por la asociación de monstruos. La idea de que ella llegase a salvarlo fue una fantasía infantil, pero que rápidamente fue esfumada por la imagen de su abuelo. Ese hombre, tan terco como él y exigente como su difunto padre, ni siquiera se había preocupado lo suficiente sobre su hermana y él como para tratarlos como familia, sino como discípulos a los que debía entrenar. Sin embargo, su resentimiento hacia el viejo fue opacado por sus ganas de tenerlo ahí mismo para pedirle disculpas, decirle que él no era un desagradecido y que en realidad valoraba mucho lo que le había dado a él y a su hermana. No solo había sido comida y refugio, ni tampoco artes marciales, sino una figura en la que poder confiar. Así, lamentó haber sido un patán con su abuelo y haber sido lo suficientemente egoísta como para dejar ir a su hermana aquella noche. Lamentó no haberse asegurado de que Choze hubiese muerto. Lamentó incluso haber escapado del templo y terminar en ese torneo. Lamentó haber cortado contacto con su hermana y no haber podido asistir al funeral de su abuelo y por sobre todo, lamentó haber decepcionado a todos los que apreciaba, incluso a Saitama.

 

Lo siento, abuelo Suicho.

 

Lo siento, hermana Suiko.

 

Lo siento, Saitama.

 

 

Totalmente fatigado por el repentino arranque que había tenido, Choze dejó escapar un sonoro suspiro después de haber soltado su último golpe. Lo que en su momento había sido el rostro de Suiryu, ahora solo era una masa de carne y hueso que se esparcía por toda la piedra como consecuencia de un cráneo destrozado y que se adhería a su puño. Habiéndole costado más de lo que hubiese esperado, el monstruo finalmente pudo aplastar la cabeza del joven al cabo de unas pocas decenas de golpes tras haberlo ahorcado. Terminando exhausto por razones obvias, se puso de pie sobre aquel cadáver y escupió con recelo sobre el artista marcial, notando, para su propia desgracia, que la sangre en la que estaba bañado no era precisamente la del propio joven, sino la suya. La herida en su abdomen, sangrando mucho más por la repentina subida sobre su ritmo cardiaco al cobrar la vida de la persona que más había odiado en ese momento, ahora era un factor bastante importante. La vista del monstruo se nubló levemente ante la pérdida de sangre y casí como si fuese una acción de karma, perdió el equilibrio y terminó cayendo nuevamente sobre Suiryu, manchándose más de lo que ya estaba.

No obstante, el sonido a la lejanía del alboroto característico de la gente aproximándose a través de los pasillos le dio un motivo más para arrastrarse fuera de ahí. Rápidamente intentó ponerse de pie, cojeando hasta bajar del escenario y poder dirigirse a la salida improvisada que se había formado como un enorme agujero por el que fácilmente pudo pasar. Corrió lejos de ahí, como un cobarde, introduciéndose en la entrada al metro subterráneo que claramente había sido evacuado por la amenaza nivel dragón de Gouketsu.

 

De esa forma, la figura destrozada de aquel monstruo se perdió casi de la misma forma a como la de Saitama, bajando a través de la calle. Choze, ante la idea de ser atrapado y apaleado por un héroe más, ni siquiera vio hacia atrás para percatarse de que alguien había observado su terrible acto: Lin Lin.

Notes:

Bueno, espero que algunos no estén enojados porque decidí matar a Suiryu. Para los que se pregunten sobre la supuesta incoherencia que sería Choze sangrante y moribundo sometiendo a nuestro artista marcial guapo y favorito, les quiero decir que eso se va a explicar más adelante (si es que no se ha asumido aún)

Sobre el pasado de este mismo, para los que no sepan, la hermana de Suiryu y su abuelo son personajes que son mencionados en el manga y que aparecen directamente en el canon del webcomic. No es spoiler solo mencionarlos, así que tranquilos. :)

Chapter 4: Noticias inesperadas

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Lin Lin, como la única mujer participante en el torneo de súper lucha llevado a cabo en el estadio principal de Ciudad C, fue la típica chica linda y pequeña que sirvió como publicidad para atraer más público por su atractivo prohibido e infantil. Aunque su principal motivante para estar ahí era poder aprender más y hacerse más fuerte, como le había enseñado su madre, los patrocinios que le habían llegado ciertamente aligeraron la presión que sentía por ganar el jugoso premio mucho antes de que siquiera decidiese unirse tras su derrota en el anterior torneo. Aunque también significaba una carga, poder ser la representante de las mujeres en un evento donde solo habían hombres le hizo ganar el apoyo de la mayoría del público femenino; claro, sin omitir a los fans que la habían estado siguiendo desde su primera aparición al ojo del público. Estaba de más decir que sus ánimos y confianza propia estaban restaurados para cuando se dispuso a llevar a cabo su enfrentamiento anunciante, pues antes de eso, había sido recibida con gritos de apoyo cuando se le mencionó entre los participantes. Estaba ahí para pasar más allá de la segunda ronda y con toda la esperanza en ella misma, había pisado el escenario confiada y deseosa de probar quién era.

 

No obstante, su encuentro con el reconocido héroe clase A en la primera ronda, Lightning Max, fue un golpe a su ego realmente fuerte. No solo porque fue apaleada de una forma humillante, sino porque el mismo público que la había estado apoyando soltó críticas horrorosas hacia su persona. Para ellos, quienes anteriormente la habían apoyado, había sido fácil ver que ella solamente había perdido, sin tener en cuenta el esfuerzo que ella, tanto como Max, habían puesto en la batalla. Por supuesto, después de haber sufrido la derrota, Lin Lin no tuvo ni una pizca de rencor hacia el héroe, pues entendió perfectamente su situación y en cambio, agradeció no haber sido tratada de mejor forma por su condición de mujer. Aun así, estuvo con los ánimos bajos durante todo el torneo.

 

Las únicas distracciones reales que encontraba eran sus charlas con Max, quien, en un intento de hablar con ella, tal vez para abordarla o porque sentía una pizca de pena, la interceptó en los espacios entre enfrentamientos.

 

 

“Hey, Lin Lin. ¿Qué tal?” la amable voz del chico rubio con adornos de trueno en su mejilla ahora hinchada por su derrota contra Suiryu sacó a Lin Lin de su trance. Naturalmente, esta lo recibió con una mirada fruncida y un notorio bufido de molestia, pero rápidamente cambió su actitud cuando vio que este le ofrecía un refresco. Había olvidado pasar por la cafetería antes de eso, por lo que pretendió aprovechar el ofrecimiento y saciar su sed. “Podría estar mejor después de todo esto…” un tono irascible provino de la chica mientras esta agachaba su cabeza y desviaba la mirada, intentando no mostrarse abatida hacia el hombre que la había derrotado.

 

Ante tal respuesta, Max solo sonrió suavemente y se dispuso a decir, tras haberse sentado junto a ella con su propio refresco “¿Sabes? Nunca me había enfrentado contra una luchadora tan fuerte como tú…” ladeando su cabeza, el chico observó de reojo a su contraria expectante de una reacción antes de decidirse a decir algo más. Por su parte, ella solo alzó su mirada y le observó con clara molestia, ¿Acaso esa era su forma de iniciar una conversación, diciéndole lo fuerte que era tras haberla derrotado con tanta facilidad?  “Ajá… y supongo que vienes aquí por algo, ¿No?’” diría sin apartar su mirada de él.

 

Por su parte, Max pareció un poco decepcionado de que ella no hubiese tomado el elogio, por lo que solo rascó su nuca. “No, de hecho. Solo quería hablar contigo… Me parece que tuviste una mala idea de mí.” Aligerando un poco la carga que Lin Lin estaba poniendo con su mirada sobre el pobre chico, esta solo suspiró más calmada mientras desviaba su atención hacia el escenario. Recién estaban subiendo los participantes, que eran la montaña de grasa de nombre Dave y el chico de lentes aparentemente frágil Rosie.

 

No tengo ninguna mala imagen de ti, Max. Solo estoy enojada por haber perdido, no es tu culpa.” Dijo sin demasiados rodeos, ya se había convencido a sí misma de que él no era un arrogante de mierda y que simplemente había querido ganar al igual que ella. Max pareció un poco más feliz, aunque el tono con el que ella lo había dicho no le pareció tan convincente. Vaciló bastante en decir algo más, siendo que realmente se consideraba malo con las chicas. “Oh, está bien. Entonces, ¿No te molestaría que después de esto te invitase a tomar algo para aliviar ese enojo tuyo?” Notando la mirada de confusión de Lin Lin, Max inmediatamente abrió sus ojos tanto que amenazaron con salirse y se apresuró a agitar sus manos conforme sonreía nerviosamente. “Como amigos de pelea, ya sabes…”

 

El sonrojo del chico le provocó cierta ternura y aunque, a decir verdad, aquella insinuación era un poco apresurada y torpe, no la molestó y en cambio, asintió con una suave sonrisa. Él no le dio la imagen de mujeriego que le dio Suiryu, ni tampoco le reflejó algún tipo de actitud maliciosa.

 

Y así, Lin Lin y Max estuvieron hablando la mayor parte del resto de rondas, intercambiando breves anécdotas de eventos similares al torneo y analizando juntos las batallas. Incluso el tema de la chica siendo héroe, introducido por Max, salió a flote. Por supuesto, ella se negó rotundamente ante la idea de enfrentar algún horrible monstruo, cosa que hizo reír a su acompañante, quien la siguió con burlas inocentes sobre la idea de que era una niña pequeña. Con eso, al cabo de unos pocos minutos, ambos conectaron de forma torpe, haciendo pensar a los dos por igual, que iban a poder sacar algo bueno de sus derrotas en el torneo: una amistad.

 

Amistad primeriza que hizo que Lin Lin se quedase para la repartición de premios a la espera de Max, pretendiendo salir junto a él del estadio y dirigirse a una tienda de comida, como ambos habían acordado.

 

 

Nunca estuvo tan arrepentida de tal acción.

 

 

Su terror más grande se hizo realidad cuando observó al enorme monstruo entrar en el escenario junto con otros enormes cuervos. Max no estaba ahí, por lo que su única esperanza recayó en Suiryu cuando comenzó a ver que la mayoría de participantes comenzaban a ceder ante las amenazas del monstruo antes de terminar transformados en criaturas horribles por cuenta propia. Ella se mantuvo aferrada a SourFace y a Zakos mientras observaba todo eso y aunque estuvo a punto de desmayarse cuando vio que el único capaz de salvarlos a todos estaba considerando comer aquella cosa extraña, nunca sintió tanta felicidad después de notar que Suiryu iba a luchar.

 

Un sentimiento contrario por parte de ella fue soltado por Choze, quien hizo todo lo opuesto en ese momento. Aunque de por sí él le había resultado aterrador por la forma en la que había masacrado a sus oponentes durante el torneo, reconoció su fuerza como un hombre bastante fuerte al cual no querría enfrentar. Evitó interacciones con él, pues, aunque se había dado la oportunidad, su mirada fría y desquiciada le provocaba un escalofrío cada vez que la miraba de casualidad. Sinceramente, el atractivo que le vio no recayó en esa cara tan escalofriante que tenía, sino en su actitud. Por alguna razón, a Lin Lin le fascinaban los hombres mayores con tanta presencia desde que estaba en el instituto. Un ejemplo claro era Bakuzan, que cumplía estos parámetros, pero que su apariencia tosca y levemente descuidada la llevó a simplemente darle un vistazo sin prestarle demasiada atención. Un claro ejemplo fue cuando prefirió andar con su profesor de historia que con algún otro chico de su edad. Por otro lado, sumando a eso, Choze se veía pulcro, interesante y educado a su forma. Aunque había estado apartado del resto durante el desarrollo del torneo, lo había visto intercambiar palabras con Hamukichi, el hombre oso, de vez en cuando. Las conversaciones parecían tranquilas e incluso aburridas, pero Lin Lin no pudo evitar oírlas. Mas allá de todo eso, solo habían estado conversando de sus técnicas y del libro de filosofía que Choze leía entre rondas. Sin embargo, ella nunca se habría acercado a no ser que él mostrase real interés, pues estaba hablando de alguien con una tendencia psicópata, misma que la mantuvo alejada a pesar de todo ese atractivo simple producido por sus fantasías de niña. No era idiota, sabía que él la podía dañar y en cambio, se conformó con la idea de pasar el resto del día con su nuevo amigo Max, que, aunque le parecía atractivo, pensaba que para llegar a tener algo con él debía conocerlo más.

 

 

Su felicidad y sorpresa serían infinitas cuando notó que ese hombre, que seguramente no metería las manos al fuego por nadie, había asesinado a Rosie, el chico de lentes ya transformado. Tanto ella como Sourface mostraron su sorpresa y felicidad por ver que posiblemente Choze se uniría a Suiryu en su batalla contra los monstruos. Incluso, entre las felicitaciones de los demás, pudo llegar a sentir que se había equivocado con ese hombre, que seguramente aquellos signos de alerta en él solo eran producto de una personalidad fuerte pero aún noble y que sería su salvador. Nada más alejado de la realidad.

 

Todos miraron con terror cuando este ingirió la célula monstruosa, transformándose en el peor de los demonios. Su piel roja y cuernos prominentes, junto con unos rasgos aterradores, recordaron al típico diablo de fantasía, pero que ahora era real. Las cosas pasaron como tenían que pasar, con ella aliviada de que Suiryu haya acabado con Choze pero totalmente aterrada cuando ella fue apaleada junto al resto por los cuervos.

 

Después de todo lo sucedido, para cuando había llegado el atardecer y esta pudo recobrar la conciencia entre sus ojos hinchados por los golpes, su incapacidad para entender lo que había pasado la hizo creer lo peor. Con su cuello fracturado e incapaz de moverse, Lin Lin solo podía ver hacia un costado totalmente impotente. Lo único que pudo observar fue la espalda de aquel demonio, fácilmente reconocible por el color de la misma y los pinchos en sus hombros conforme este parecía estar sobre alguien, golpeándolo de igual manera a como lo había hecho con sus demás rivales en el torneo, pero con mucha más fiereza y sin ser detenido por un árbitro de por medio. No identificó a la persona en cuestión que tenía la desgracia de recibir todo eso, pero lo único que pudo ver fue como este se ponía de pie y después de haberse caído torpemente, salir de su campo de visión. El terror que le infundió la idea de que se volviese hacia ella para acabarla la hizo temblar al momento de perderlo de vista, pero el sonido de múltiples pisadas en dirección contraria a por donde ese monstruo se había ido relajó su angustia de cierta manera hasta que observó que alguien, diferente a Choze, la alzaba con cuidado y la cargaba aparentemente enterado del estado de su cuello. No tenía idea si se notaba tanto.

 

“¡Rápido, no sabemos si vendrán más! ¡Tomen a toda esta gente y salgamos por atrás!” la voz de Mumen Raider hizo eco en el silencio sepulcral del estadio mientras este dictaba órdenes a los demás héroes clase B y unos pocos clase A que le acompañaban en su apresurado rescate. Hombres valientes que estaban ahí para arriesgar su vida…

 

“¡Ahhh!...” Sin embargo, un grito ahogado y aparentemente femenino fue proyectado a través del lugar por parte de Tanktop Black Hole mientras este se tropezaba hacia atrás y lograba chocar con otro héroe que detuvo su caída difícilmente. El musculoso hombre no pudo evitar exclamar al borde del llanto y el terror por lo que había visto, evitando tocarlo con sus botas mientras se aferraba a su compañero y lo obligaba a retroceder junto a él. ¿Acaso eran los cadáveres de los monstruos? ¿El cerebro esparcido de los cuervos o las vísceras de los participantes convertidos y aplastados uno contra el otro? No.

 

“Ese era Suiryu, el ganador el torneo, por lo que veo…” frío como siempre pero aún desconcertado por la desagradable vista, el joven de pelo negro y una armadura tan oscura como el ébano, Cuchilla Oscura, miró el cadáver casi irreconocible del luchador mientras alzaba con dificultad al inconsciente SourFace. Había sido capaz de reconocerlo porque, entre toda la sangre y su inexistente rostro, el cuerpo moreno y tonificado que tenía era el único que había visto en la televisión al momento de enterarse de la noticia. Detrás suyo, el héroe Gafas no pudo evitar vomitar ahí mismo.

 

Pero para sorpresa de todos, Lin Lin, quien aún seguía en los brazos de Mumen Raider, comenzó a llorar.

 

 

 


 

 

Su nombre era Ying Wang, era un hombre de rasgos orientales con el peso de la edad sobre sus pálidas cejas, su piel morena por los años bajo el sol y las arrugas apenas crecientes en los contornos de su expresión. Su familia había vivido en Funxian durante muchas generaciones, y él mismo había dirigido una granja próspera y exitosa en las afueras del pueblo durante muchos años. Todos los veranos, después de plantar las cosechas de la temporada y antes de que se recogieran los frutos, hacía el viaje a la capital más cercana para recoger suministros, comida, entretenimiento y chismes en igual medida. Aunque también era un secreto, acostumbraba a ir ahí para buscar un poco de compañía extramarital, lejos de su esposa y su hijo mayor que aún vivía con él y que le ayudaba en su negocio. No obstante, este tipo de viajes los hacía solo, no porque si no lo hacía de esa forma no podría darse sus gustos, sino porque significaban unas breves vacaciones para él.

 

A diferencia de las ciudades y centros importantes, que estaban separadas por letras para evitar choques culturales y conflictos en general, los pueblos como Funxian seguían teniendo sus identidades que, a pesar de que servían como un atractivo para la gente de la ciudad al venir en épocas de turismo, separaban notablemente las diferentes poblaciones. Por ejemplo, en Funxian estaba el templo del Puño Vacío, que era parte de su cultura y significaba un legado entre generaciones de guerreros dedicados a defender las fronteras del valle ante la amenaza de los monstruos y bandidos por la falta de autoridades en esas tierras, protegiendo no solo al pueblo en el que residían, sino también a los otros (Funxion, Funchien y Manxien). Aunque a lo largo de su vida Ying solo había podido ver un total de diez criaturas de ese estilo, siempre los guerreros del Puño Vacío se habían encargado de acabar con ellos. Primero, el íntimo amigo de su difunto padre de nombre Suichiro, quien lo salvó a él y a su madre de las garras de un terrible monstruo ave cuando Ying apenas era un adolescente. Segundo, su compañero de escuela y posterior amigo en la adultez, Suicho, quien se había encargado de proteger el pueblo junto a su hijo Suiryuko hasta la muerte de este ultimo bajo una terrible enfermedad, dejando atrás a sus hijos Suiryu y Suiko, quienes fueron criados por su amigo.

 

Desgraciadamente, su compañero Suicho, a la edad de 71 con media década más que él, había muerto en un enfrentamiento hace dos años. Más allá de la tristeza que esto había provocado en todo Funxian, lo que más llamó la atención fue que la nieta de este dejó sus estudios que la estaban preparando para ir a la ciudad y se dedicó enteramente a ocupar el templo, siendo la cabecilla del Puño Vacío más joven que había conocido. Naturalmente, ese puesto le correspondería a su hermano Suiryu, quien era mayor que ella, pero él se había ido de Funxian hace cinco años para nunca volver a ser visto por las laderas y calles empedradas del lugar. Ying había escuchado que, si incluso él decidía volver, tendría que delegar ese puesto por los años en los que había omitido las enseñanzas de Suicho.

 

De todos modos, aquel viejo aún podía recordar ver a su amigo llorar por primera vez ante la repentina partida de Suiryu, quien apenas se dejaba ver de vez en cuando en la televisión. Incluso él se había ofrecido a ir a la ciudad y buscarlo, pero fue denegado por Suicho y su nieta.

 

Entrelazando sus pensamientos, también recordó que Suiko se había mantenido bastante marginada los últimos años desde la muerte de su abuelo. Él había intentado ayudarla, buscar algún discípulo que ella pudiese adoptar para transmitir el legado y no ser la única en ese enorme templo, pero fue rechazado. Al cabo de un tiempo, solamente se limitó a mandar a su nieto menor todos los fin de semana al mercado para abastecer a Suiko; aunque era una idea tonta, le agradaba ver al joven Zhu Wang, su nieto, estar junto a la nieta de su amigo. Siendo el más influenciable por su parte, era el único de su tercera generación que realmente le hacía caso incluso cuando su hijo menor, Qi Wang, le prohibía verlo. De todos modos, sabía que Zhu seguía haciendo eso porque le interesaba Suiko, a pesar de que aparentemente era un muro que no podía escalar.

 

De hecho, su nieto era la primera opción para presentar al templo como posible discípulo. Habiéndose dedicado a la construcción toda su vida, el joven rubio de rasgos fuertes y espalda ancha prometía bastante, teniendo la sangre de una extranjera que había venido de la ciudad al pueblo para casarse con su hijo Qi.  

 

Y justo cuando esa mañana planeaba alistar su motoneta para emprender el viaje, Zhu lo interceptó en la salida de su casa totalmente abatido.

 

 

Sin esperar a saludarlo, lo que le dijo le hizo cambiar el rumbo de su vehículo para dirigirse hacia el templo.

Notes:

¡Hola, de nuevo!

Como podrán ver, he decidido profundizar en otros personajes para darle un poco más de vida a la historia. Aunque en el manga Lin Lin y Max nunca interactuaron entre sí, me resultó raro que no lo hicieran y por eso decidí meter un pequeño diálogo entre ambos junto con una promesa de amistad (y tal vez relación 7u7). A su vez, también metí una pequeña mención a Choze antes de todos los acontecimientos con Gouketsu, dando a entender que, a mi parecer, él pudo haber entablado varias conversaciones con más de un participante, tal vez profundice en eso más tarde.

Además, me gustó meterme mucho más en la historia de Suiryu y en el pueblo de donde viene, así como el legado de su arte marcial. Agregué a unos cuantos a su árbol familiar, como su bisabuelo y su padre junto con a otros personajes.

Espero que les esté gustando la historia y no les moleste que no vaya directa a la acción con Choze reventando cabezas por doquier. xd

Chapter 5: Infierno Helado

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Ya caída la noche, el terror que en su momento había invadido la Ciudad C fue despejado como la niebla cuando la noticia de que la asociación de héroes había terminado con las amenazas presentes en ese lugar llegó a través de los múltiples megáfonos y de la misma televisión, filtrándose a través de los refugios. Las noticias informaron la situación, dándole el crédito del control sobre el ataque a los héroes que habían estado presentes en el atentado, como fue el caso de Lightning Max y Sneck, quienes fueron reconocidos como los valientes hombres que ayudaron a sobreponerse frente a la amenaza que era la asociación de monstruos. También, en el informe general, se incluyó el grupo de Mumen Raider, que se encargó de evacuar el estadio y la zona circundante mientras las autoridades restantes realizaban un sondeo en busca de sobrevivientes y demás monstruos. Así mismo, otros grupos de héroes se habían dedicado a tareas similares, tales como atender a las personas y servir de mediadores entre los refugios para facilitar la comunicación y de esa forma controlar el pánico que se había estado llevando a cabo durante todo el día, cosa por la que igualmente fueron reconocidos.

 

Por otra parte, la prensa en general tuvo la orden directa de la alcaldía sobre no revelar los sucesos transcurridos durante el atentado al estadio, omitiendo datos como el hecho de que la mayoría de participantes habían terminado transformados en monstruos o que el resto de ellos habían sufrido heridas graves, que podían llegar a causar su muerte. Como una cortina de humo, la periodista que se encontraba en aquella pantalla informó que los artistas marciales involucrados simplemente habían muerto a manos de los insensibles monstruos, y no de Suiryu o del mismo Gouketsu. De igual manera, también se informó la muerte de aquellos que no habían sido transformados pero que igualmente murieron, como fue el caso del ya mencionado Suiryu. Sin embargo, la noticia de quien había sido su perpetuador no se mostró, pues Lin Lin, quien había sido la única testigo, se había desmayado durante su rescate y como consecuencia, no había sido capaz de jugar un papel importante en el reporte de esa noche. Por lo que todo se adjudicó al monstruo principal.

 

Agregado a esto, también se informó que varios monstruos habían logrado escapar. Esto teniendo en cuenta las evidencias, como fue la ausencia del mismo Choze o Bakuzan, cuyo cuerpo no fue reconocido como el del artista marcial y en base a eso, se asumió que habían sido dos monstruos los responsables directos. Sin embargo, ninguno de los dos fue mencionado. De igual manera a como se hizo con los héroes, el joven favorito del torneo fue adjudicado como un héroe y un colaborador directo de la asociación al acabar con la mayoría de monstruos. Ante tal noticia, incluso se mostró un video del mismísimo Bang, quien mostró sus condolencias hacia el mundo de las artes marciales por la pérdida del legado del Puño Vacío.

 

Nada fuera de lo normal. La gente ya estaba acostumbrada a recibir noticias de ese estilo y simplemente se dedicó a seguir con su vida. Para cuando ya había caído la media noche, la ciudad estaba nuevamente activa. Los bares abrieron, los cines se anunciaron y los negocios humildes se dejaron ver en el centro de la ciudad conforme las personas volvían al ruedo y, contrario a lo que se podría esperar de tan fatídica noticia, muchos buscaron aliviar el estrés del día con algún tipo de entretenimiento nocturno.

 

Todo volvió a la normalidad, era un día más para los que conformaban la humanidad, quienes podían ser pisoteados y al siguiente amanecer encontrarse totalmente normales. Pero ella no.

 

 

Suiko, quien se había mantenido pegada al televisor desde que pudo escuchar en el radio del templo el atentado de la asociación de monstruos al estadio en el que se llevaba el torneo de super lucha, no pudo evitar sollozar ante la noticia que ahora había recibido a través de la vieja pantalla como una reacción que no pudo controlar al momento. Aunque junto a ella estaban Zhun y Ying, las personas con las que más había estado en contacto últimamente, no quiso seguir con la farsa de ser la chica fuerte y simplemente se derrumbó sobre el suelo de madera que conformaba la sala de aquella choza. Sus rodillas impactaron contra las duras tablas mientras su espalda se recargaba hacia atrás y esta ocultaba su rostro deformado por los sentimientos entre sus manos.

 

Ella, quien había estado tratando de evitar la noticia de que su hermano había ganado aquel torneo y que, a su vez, también había evadido cualquier oportunidad para observar cuando había sido el turno de este de aparecer en la pantalla, ni siquiera pudo mantener la compostura. Los sollozos, cargados de dolor y lágrimas, se escaparon de ella como si los hubiese estado conteniendo incluso antes de enterarse de tan fatídica noticia. Lloró por su hermano, pero también por su abuelo y por ella misma. Lloró y no dejó de gritar contra el televisor por un buen tiempo para sorpresa del resto, como si este tuviese la culpa de aquello mientras lo único que podían hacer sus acompañantes era mantener la distancia, totalmente en silencio y casí tan abatidos como ella. Aunque ninguno de los dos, tanto el viejo como el joven rubio habían conocido al hermano de la chica más allá de simples interacciones y uno que otro cambio de palabras, pudieron sentir el dolor de Suiko con sus gritos, sollozos e incluso golpes. YIng parecía el más desconcertado, teniendo en cuenta que había visto crecer a los dos hermanos juntos.

 

Por su parte, Suiko no se contuvo después de haberse ahogado por unos largos minutos en su propia tristeza, dejando escapar todo el resentimiento y la carga que ella misma se había puesto sobre sus hombros. Liberó todo su poder como un tornado de ira a través de aquella sala. Por supuesto, los dos hombres huyeron a través del pasillo para mantenerse como espectadores de lo que estaba sucediendo, decidiendo finalmente retirarse al patio ahora convertido en campo de entrenamiento cuando vieron que la destrucción comenzaba a aproximarse hacia ellos. A la espera de que los constantes estruendos provocados por la chica paren, ambos se sentaron en los escalones de piedra que llevaban directamente al lugar ya mencionado, totalmente en silencio.

 

Mientras tanto, Suiko continuó con su desahogo extremadamente violento. Sintió rabia con su abuelo por haber provocado que su hermano se fuese en primer lugar, pero también sintió desprecio total hacia ella misma. Con el egoísmo en sus actos que tanto había repudiado a lo largo de su vida, aquella noche, en la que tuvo la oportunidad de detener a su hermano o irse con él, optó por negar su lazo con ella y lo abandonó, cosa que la atormentó aún más conforme continuaba deshaciéndose de todo a su alrededor. Pudo haber sido ella y no el joven, pero también lo pudo haber salvado en su momento de necesidad, o eso pensó. Aún así, Suiko había odiado con todo su corazón a Suiryu hasta ese día. Lo odió por irse y nunca volver. Lo odió por nunca retomar contacto con ella y su abuelo y por sobre todo, lo odió porque hasta ese momento, él había tenido la razón sobre lo que dijo antes de desaparecer.

 

Por lo que había podido ver en la televisión e internet, su hermano se había hecho con una fama envidiable, prosperando en una sociedad que ella prefirió dejar de lado y teniendo la vida que él, e incluso ella, tanto soñó en secreto. Había probado su punto, él no necesitaba del moralismo barato inculcado por su abuelo para triunfar, ni tampoco de la vida aburrida en Funxian. ¿Pero hasta dónde llevaría eso? Ella ya le había creído, con todo el dolor en su corazón, pero ¿Por qué no había vuelto, después de todo? ¿Por qué la había dejado a su suerte con todo el peso de su legado y por qué ni siquiera consideró ayudarla después de haber quedado sola?

 

La vida en ese lugar, sin tener a nadie más aparte del viejo Ying y su nieto, quien únicamente la quería porque era la chica más exótica del pueblo y porque ella seguramente iba a ser su escalón más para darse a conocer como artista marcial, era un infierno. Y no uno precisamente asfixiante con llamas abrazadoras, sino uno frio, un infierno en el que ella poco a poco iba muriendo, sola y triste sin poder irse por el fantasma de sus antepasados, congelada y encerrada. Las otras personas del pueblo la habían repudiado bajo la idea de que tenía que estar totalmente enfocada en su entrenamiento para llevar el templo adelante, como les había sucedido a su padre y a su abuelo, quienes tuvieron que renunciar a muchas cosas. Sus amigas, de las cuales se había apoyado para negar la propuesta de su hermano en primer lugar, la apartaron cuando se enteraron de que no podría ir a la ciudad por tener que cuidar a su abuelo moribundo. Solamente porque no podía salir con ellas, o porque no las protegía cuando decidían abusar de alguien.

 

Por todo eso, por ser tan ingenua y egoísta, ella también se odió. No solo por no haberse ido con su hermano, sino porque ahora lo único que podía hacer era golpear la horrible choza que había construido su bisabuelo hace varias décadas con las pocas fuerzas que le quedaban después de haber perdido el aliento. Hundió su puño contra el televisor, aplastó la madera con sus pies y embistió con todas sus fuerzas las vigas que sostenían la estructura. Incluso cuando no quiso contenerse, la choza no cedió hasta que usó su Puño Vacío contra una de las paredes, derrumbándolo todo sobre ella. E incluso entre los escombros, aún de pie, continuó llorando. Su odio iba dirigido hacia tantas cosas que por un momento pensó que iba a transformarse en un monstruo de tanto resentimiento como en las historias. Odió a esa asociación de héroes por no haber salvado a Suiryu, y también odió, tanto que su estómago quemó, a esos repugnantes monstruos que le habían quitado la vida a su preciado hermano. Pero aún así, con su pecho subiendo y bajando a una velocidad vertiginosa después de haber terminado, limpió el agua de sus ojos hinchados y rojos de tanto llorar y se dispuso a salir con su rostro desgastado por la pérdida, pero justo cuando planeaba ir donde los dos asombrados hombres que se habían apartado aún más por el derrumbe, la radio de pila, oculta bajo alguna viga de madera, reprodujo una noticia a último momento.

 

 

“¡Atención! Se nos ha informado que los participantes sobrevivientes al atentado han comenzado a revelar información tras su pronta recuperación a la policía. Sin embargo, no hemos podido tener acceso a ella, la asociación de héroes ha declarado lo confidencial de la misma y su importancia para atrapar a los monstruos restantes. ¡Estamos atentos a más noticias!”

 

 

En ese momento, dejando que el ardor recorriese todo su cuerpo como un fuego letal, ella supo qué era lo que tenía que hacer y hacia dónde debía dirigir toda esa rabia.

 


 

 

 

En algún lugar de la ciudad, donde los callejones y pasillos más exuberantes y prohibidos se iluminaban bajo una luz neón digna del ambiente más lúgubre y lujurioso, la prominente silueta de alguien se arrastró contra las paredes mientras era observada por las personas de ahí con cierta intriga. Prostitutas, criminales y trabajadores de todo tipo; todos detuvieron su actividad para asomarse a los callejones y observar de reojo aquel abrigo café que parecía ocultar a alguien realmente ancho con una hombreras muy extrañas, cubriendo la cabeza agachada de la persona en cuestión.

 

 A pesar de sus pantalones llenos de sangre y su miserable forma de caminar, la mayoría asumió que solo era un desafortunado hombre herido en un enfrentamiento y que volvía a la pocilga en donde había rentado para morir ahí. Era muy común de ver, donde la delincuencia era pan de cada día en aquella zona de sur de la ciudad.

 

Aquel era el tan conocido bajo mundo, un sitio que era ignorado por la sociedad y que ni siquiera estaba presente en las mentes de los héroes en ese momento con toda la situación. Habiendo estado incluso antes que la misma formación de las ciudades actuales, sirvió como nicho durante generaciones para múltiples personas, mediando el enriquecimiento de algunos y la pobreza en otros. Familias construyeron su imperio, mientras que algunos simplemente vieron su forma de vivir ahí, manteniéndose. También habían asesinos de tan alta clase que incluso podrían rivalizar contra las barreras impuestas por las personas ajenas a ese bajo mundo, como fue el caso de la ya extinta Aldea, quien tenia una gran presencia en ese lugar. No obstante, el único héroe conocido capaz de ingresar a las calles más recónditas de ese sitio fue Blast.

 

Así mismo, en un laberinto de pasillos que aquel hombre había atravesado, totalmente ajeno a la historia que estaba impregnada en esas paredes llenas de sangre y sudor, una puerta totalmente ajena a la arquitectura del lugar en general recibió a la moribunda figura después de un tiempo de haber estado caminando. Casi pareciendo la entrada a una enorme mansión, lo que probablemente había sido madera importada fue destrozada de un solo movimiento, proyectando el marco a través del interior para chocar contra aquellos que estaban del otro lado.

 

 

“¿Pero qué?...” Fue lo único que se escuchó por parte de uno de los hombres antes de ver que una extraña figura se abalanzaba hacia él y sus compañeros sin darle oportunidad a desenfundar sus carabinas.

 

 Choze, habiendo avanzado a través de aquella alfombra bien cuidada que conformaba lo que obviamente era una enorme sala de recepción con el dorado en todas las paredes, se dejó ver tras haber dejado atrás el abrigo robado que había tomado para ocultarse en el metro en dirección a ese lugar. Su apariencia, aunque lamentable a simple vista por todo el desgaste al que había sido sometido, no tuvo importancia como un factor relevante cuando su mano izquierda desprendió la cabeza del primer hombre con un rápido movimiento de palma, enviándolo hacia el escritorio en donde se ubicaba una mujer realmente atractiva, misma que se encontraba contando el dinero cuando toda la sangre la impregnó. De igual forma, el monstruo se movió como un espectro, haciendo lo mismo con los cuatro restantes antes de que finalmente pudiese ser detenido por un preciso disparo en su frente. Aunque no le provocó nada más que un simple picazón, un hombre extra, que había entrado por un costado de la sala, logró atinarle apenas ver cómo decapitaba cual gallinas a los demás. No obstante, lo que en su momento habría sido un roce más, hizo que Choze se nublase brevemente antes de ser recibido por una oleada de proyectiles, tanto del mismo sujeto que le había atinado como de los otros que habían llegado.

 

Se resbaló con la misma alfombra que había teñido de sangre y cayó en un golpe seco contra el suelo, quedando boca arriba aparentemente inconsciente.

 

 

 

“¿Qué mierda acaba de pasar” Uno de ellos preguntó, bastante aturdido por lo sucedido.

 

 

“Creo que es un monstruo, ¿Acaso esas cosas han venido hasta aquí?” Otro espetó sin dejar a apuntar a la cosa que ahora estaba derrumbada sobre el suelo.

 

 

“Idiotas, no se dejen llevar por el momento. Este bastardo debió haber sido contratado por alguien para matar al jefe, seguramente sigue vivo” Callando a los otros dos, el que parecía más experimentado dio unas señales con su brazo para indicarles que continuasen con el fuego. Pero justo cuando el resto estaba mirando a su superior, pudieron ver cómo la cabeza de este se proyectaba a través del lugar para terminar en una de las paredes. Para cuando uno de ellos se dio cuenta de todo, era demasiado tarde.

 


 

 

“¿Qué es ese maldito ruido, Mark? ¿Acaso están montando una fiesta en mi propio edificio?” Quitándose de encima a las mujeres que se posaban sobre él totalmente dispuestas a su voluntad, el hombre las empujó con molestia mientras se apartaba de su cama y tomaba una toalla para cubrirse, recibiendo solo miradas confusas y mirando con molestia a su subordinado mientras caminaba hacia él. En respuesta, el enorme sujeto de traje y cabeza rapada se mantuvo impasible, continuando con su trabajo de cubrir la entrada a la recámara. “No lo sé, señor. No me han informado de nada, ¿Quiere que vaya a revisar?”

 

“No, idiota. Iré yo mismo a decirles a esos hijos de perra que están despedidos.” Molesto, aquel jefe de mafia solamente habló irritado, mientras buscaba pasar a través de su gorila, llegar al pasillo y tomar el ascensor para llegar a la recepción y sacar esos culos gordos de su propiedad. No obstante, Mark no se movió. Cosa que lo irritó aún más, hasta el punto de gritarle a todo pulmón al hombre. “¿QUÉ NO VES QUE ESTOY INTENTANDO PASAR?...” Esperando unas disculpas, solamente pudo ver una mirada perpleja en su contrario. Confundido, estuvo a punto de decir algo, cuando notó que este le escupió sangre antes de caer sobre él. Por suerte, logró evadir los cien kilos de músculos que lo iban a aplastar, pero no lo pensó dos veces antes de correr al baño sin mirar atrás.

 

Habiendo buscado usar la salida secreta en esa habitación, habría sido un escape exitoso y rápido por el poco tiempo que tardó en reaccionar. No obstante, una enorme mano, tan fría y húmeda que le hizo estremecerse entre el dolor del agarre que le dio, lo frenó de golpe y le hizo caer, despojándose de la toalla que cubría sus genitales en el acto mientras el dolor sobre su hombro le hizo gritar. No fue el único, pues las mujeres presentes comenzaron a hacer lo mismo con más euforia mientras se arrinconaban en una esquina de la habitación, evitando a quien sea que estuviese detrás de él. Tampoco tuvo tiempo para girar cuando fue lanzado a través de la recámara contra uno de sus enormes cuadros, chocando dolorosamente y cayendo boca abajo junto a los cristales que ahora se habían clavado en su espalda baja.

 

Soltó un quejido, pero justo cuando quería alzar la mirada y observar a su abusador, un pie presionó contra un costado de su nuca, impidiéndole ver más allá de aquellos zapatos malgastados y ese pantalón de vestir blanco que ahora yacía impregnado de sangre tanto vieja como nueva.

 

 

Choze miró a Ryumon, evaluando la situación. Aquel que ahora tenía bajo su pie era el jefe de la mafia más poderosa de la ciudad, el único hombre que podía mover tanta materia como dinero a través del bajo mundo y a su vez, el puente que tuvo el clan Raza Maestra, el lugar al que alguna vez perteneció hace tan solo unas horas, para vincularse con el torneo de la Super Fuerza y también obtener capital. La organización de Ryumon había estado contratando a los miembros de su clan como asesinos a sueldo que normalmente usaba para intimidar a la competencia o para protegerse a sí mismo.

 

También, como fue el caso con el mismo monstruo en su juventud, solía ponerlos en batallas clandestinas para aumentar sus apuestas. Tal vez sería alguien con el que Choze debería de estar agradecido, pero después de haberlo pensado bien, decidió desertar de todo eso. No solo porque le resultaba aburrido volver como monstruo a ser el mismo mercenario de siempre que cobraba por pelear y que se dedicaba a proteger a un bueno para nada, sino porque su traición también se remontaba a su propio clan.

 

El clan Raza Maestra, donde el monstruo creció y fue formado a través de la élite para ser un guerrero perfecto. Un ente que lo había llenado de falsas esperanzas y endulzado su oído, diciéndole que él era el mejor de todos cuando el mismo día del torneo, después de haber perdido contra el impostor de peluca, le había llegado un mensaje de que sería removido de su posición y que descendería en la pirámide del clan hasta demostrar que realmente era capaz de representarlos ante el mundo. ¿Cómo podían ellos, después de todo lo que había hecho, desecharlo de esa forma tan burda? Por supuesto, esto lo enojó de sobremanera y fue la razón principal por la que decidió ingerir esa célula en primer lugar, pero también fue el motivante de sus nuevos planes. Aunque lo había visto de otra forma, con él usando el poder de la asociación de monstruos para acabar con su clan, derrotado por Suiryu o no, sus intenciones no cambiarían.

 

Iba a devolverle el golpe a esos bastardos elitistas, pero primero tenía que tratar con lo que estaba debajo de él, Ryumon. Aunque pudo haber entrado de otra forma para entablar una conversación, no encontró mejor forma de avanzar en su camino que haciendo esto.

 

 

“¿Qu… Qué quieres? ... Te…. ¡Te puedo ofrecer lo que sea! ” justo cuando Choze planeaba decir algo, fue adelantado por los intentos de salir de aquello del mafioso. Sin demasiada delicadeza, simplemente lo volteó con la punta de su pie, obligándolo a verle después de haber posado nuevamente su pie sobre él, pero ahora en la zona de su pecho.

 

 

Los ojos del hombre se ensancharon tanto que parecieron salir de sus cuencas. La vista que recibió fue realmente aterradora. Lo que parecía ser el demonio mismo estaba ahí, con su piel tosca y roja junto con los pinchos del infierno por su cuerpo y la mirada condenatoria del juicio final. Aunque pudo observar cosas extrañas en él, como fue el caso de una extraña marca en su abdomen, no lo recorrió mas de lo necesario con el miedo de poder ofender. El monstruo, mostrando su hilera de dientes en una perturbadora sonrisa, solamente lo saludó con una voz que pudo reconocer perfectamente.

 

 

"Hola, jefe"

 

Ryumon se desmayó.    

Notes:

Bien, aquí es cuando la cosa se empieza a poner buena.

Para los que se pregunten si Ryumon es un personaje del canon, sí. Está presente en el webcomic, por lo que ligarlo con la historia de Choze fue interesante. :P

Para los pocos que han estado leyendo mi historia, espero que no se aburran con mi forma de escribir o cosas así. Planeo extender este fanfic por muchos capítulos más antes de terminarlo, por lo que procuraré mantenerlo actualizado cada vez que pueda. Además, ya hacía falta tratar a Choze un poco, casí parecía más historia de Suiko y Suiryu que del propio protagonista de esta historia. xd

Chapter 6: De Madrugada

Notes:

¡Hola! :D

Este es un capítulo un poco corto en comparación a los anteriores, pero preferí dejarlo así para dar un respiro. De todos modos, espero y estén entretenidos con mi historia. :o

Chapter Text

La brisa corrió a través del bronceado rostro de Suiko con cierta delicadeza, alzando levemente su corto cabello y haciendo que las tiras de su uniforme fuesen obligadas a seguir al aire en dirección contraria al desplazamiento que estaba llevando a cabo. Incluso el roce con el húmedo ambiente de las montañas nevadas y el fragrante olor a naturaleza fue incapaz, a largo plazo, apaciguar ni un poco el ceño prominente y fruncido que estaba luciendo en su fino rostro. Aquella cara, que en su mejor momento habría podido ser una delicia de observar por sus rasgos orientales y aquella tez morena que la caracterizaba, ahora solo reflejaba una determinación aterrorizante. Tal vez no lo suficiente como para resultar hostil hacia quienes la viesen, pero sí para hacer desconfiar a Ying.

 

El pobre viejo, que de alguna forma había accedido al disparate de llevar a una chica en su motoneta durante su viaje inicialmente personal, de alguna forma sintió alivio por pensar que su esposa no pensaría cosas malas al tratarse de aquella joven, pero de otra, se sintió tan incómodo como enfermo. El escalofrío constante en su espalda no se debía a las fuertes manos de Suiko apretando sus hombros sin consideración alguna, sino a la peligrosa intención que podía percibir en ella, ya sea por algún tipo de instinto natural o desarrollado a lo largo de su vida, tan similar a la de su difunto amigo Suicho. Sabía perfectamente lo que significaba sentir eso: la ira de un usuario del Puño Vacío tramando algo.

 

Por lo menos, después de haber recibido una propuesta tan extraña como ser el primero en llevar a una joven de pueblo a la ciudad, se sintió como un verdadero padre. Ante la ausencia de hijas o nietas, lo que más le habría puesto feliz era coronar a una mujer de esa forma. Sus intenciones poco honorables sobre divertirse un poco fueron dejadas de lado por completo; no se quejó al prácticamente estar obligado a ayudar.

 

 

“Quiero que me lleves contigo, señor Ying…” La voz de una Suiko luciendo su uniforme sorprendió tanto al joven rubio, que había estado sobre una de sus rodillas a un costado de la vieja motoneta de su abuelo, que este logró soltar la llave con la que estaba apretando uno de los tornillos antes de girar a verla. Junto a él, aunque dando una reacción desconocida, pudo asumir que el viejo había estado igual. Ambos estaban en el patio de la pequeña casa de su abuelo, donde él mismo, después de haber dejado a la joven con una de las ancianas del pueblo para poder pasar la noche tras haber destruido su propio hogar, comenzó a reparar el vehículo aparentemente averiado que Ying había intentado prender nuevamente. Para Zhun no solo fue extraño ver que su amada había vuelto con su abuelo para pedirle tal cosa, sino también triste.

 

“Oh, Suiko… Deberías de ir a descansar primero, le dije a mi esposa que te llevara algo de comer.” Evidentemente, el viejo sonrió suavemente mientras se limpiaba los labios de café y observaba tranquilamente, desde el otro lado de la motoneta, a la joven. Pero aún así, para los dos Wang que estaban ahí, fue más aterrador verla como si nada, sonriendo incluso antes de decir “Lo sé, y lo agradezco. Pero necesito ir a la ciudad.”

 

Dándole la vuelta al vehículo para ubicarse entre los dos jóvenes, tal vez por precaución de que su nieto dijese algo o porque se estaba interponiendo entre la fémina y la motoneta a propósito, Ying observó preocupado a su contraria, pero justo cuando planeaba decir algo más con un breve momento de vacilación, el enorme Zhun se puso de pie y caminó hasta Suiko. Su sonrisa, un poco fuera de lugar para el gusto del viejo, fue acompañada por un tono tan ligero que daba la impresión de que estaba hablando con una niña. A su vez, por si no fuera suficiente, también posó una de sus manos sobre su hombro “Suiko, no parece que estés en condiciones de ir a la ciudad y menos cuando acabas de recibir una noticia tan fuerte, ¿Por qué no le haces casó al anciano y vas a comer un poco?”

 

Hasta ese momento, aunque desconcertado por la actitud extraña que había tomado su nieto, tachándolo de imprudente, el viejo estuvo de acuerdo con él. No sería hasta después que sus ganas de golpearle una rodilla se hicieron presentes, porque cuando estaba por seguir las palabras de Zhun y decirle a la joven que lo mejor era volver, nuevamente fue adelantado por este mismo.

 

“Incluso, si te quedas…” ahora susurrando de una forma muy tonta, teniendo en cuenta que estaba siendo escuchado por los dos, Zhun continuó, “Podría ir a visitarte más tarde para pasarla juntos, te haría bien relajarte”

 

Por segunda ocasión, el viejo lo tachó de imprudente, pero aunque en la superficie de sus palabras no había nada malo con ese comentario, la intención detrás de su tono exageradamente condescendiente en el sentido de que estaba tratando a la joven como una niña, le hizo querer intervenir. Él también era hombre y entendía perfectamente lo que significaba esa insinuación. Recordó su época en la que había sido igual de torpe e idiota, pero nunca se le habría ocurrido decirle algo así a la chica que le gustaba después de que a esta se le murió un familiar.

 

Pero otra vez, el viejo notó que era demasiado lento cuando fue adelantado, y no por Zhun, sino por Suiko. Para cuando el rubio pensó en apartarse por la mirada tan fría y afilada como una katana que le dedicaron, su rostro ya había impactado contra el camino de tierra que daba al otro lado de aquella caza. Con un simple movimiento de mano, el enorme hombre fue enviado por los aires y terminó lejos de ahí, asustando a su abuelo por el repentino estruendo que vino con su cuerpo impactando y la forma en la que este lo hizo.

 

Primero aterrizó su cara.

 

Ying quiso gritar y reprender a Suiko, pero todo su enojo fue apaciguado cuando, después de haber corrido hacia donde había visto a su nieto caer, se giró y la observó a medio camino. Con las lágrimas espesas que nunca pensaría volver a ver en ese lindo rostro, ella solo pudo ahogar sus sollozos y pedir “Señor Ying… en verdad lo necesito.”

 

 

 

Y ahí estaba él, recorriendo la carretera en su motoneta mientras llevaba consigo a la misma mujer que había noqueado de un solo golpe a su nieto. ¿Cómo podría negarse ante semejante petición, cuando la que se la expresó había estado llorando?

 

Suiko, después de haberse disculpado con él y ayudar a cargar a Zhu devuelta a su casa, lo reemplazó en su tarea de arreglar la motoneta y le explicó lo que pensaba eran sus intenciones con todo eso. Quería ir a la ciudad para reclamar el cuerpo de su hermano, lo que en su momento le pareció noble, pero que le hizo desconfiar por la sensación que le daba.

 

Con todo lo sucedido, terminaron saliendo del pueblo en la madrugada, una hora que Ying odiaba para realizar sus viajes, pero que ante la insistencia de Suiko, tuvo que tolerar. Y así, el viejo y la jovencita se perdieron entre la oscuridad de la noche, pudiendo ver, muy a la lejanía, luces deslumbrantes que fueron confundidas con estrellas en el horizonte por esta última.

Chapter 7: Planes Inesperados

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Como si un trueno hubiese impactado directamente contra la cabeza del hombre, los ojos de Ryumon se abrieron de golpe, en una mezcla entre miedo y alivio al pensar que todo había sido un sueño, también mostró sorpresa por no encontrarse directamente en el lugar de su cama que podría esperar. En vez de estar entre las sedosas telas, estas mismas hacían presión contra sus muñecas y cuello con varios nudos realmente fuertes, pero no tan dolorosos por el material que los conformaba. Aún así él los pudo sentir.

 

Pero justo cuando estaba pensando que solo había terminado tan borracho en un juego sexual que había terminado de esa forma, con él despertando adolorido en su propia habitación atado con sus propias sábanas. Casi como si fuese un recordatorio lleno de culpa, se dio cuenta rápidamente que nada de esos recuerdos difusos habían sido un sueño cuando sus ojos, además de ayudarle a saber que estaba amarrado al final de su cama, sentado contra la superficie de madera, también le permitieron observar algo que realmente no le gustó entre tanta oscuridad.

 

La cabeza de una mujer rubia y perfectamente arreglada, paralizada en terror como el único recuerdo de lo que sintió antes de morir, yacía posada frente a él. La luz que se filtraba a través del pasillo y llegaba por su puerta entreabierta también mostró mas tumultos, de los cuales ni siquiera estuvo dispuesto a mirar una vez más por el miedo de encontrar más cabezas de ese estilo. De todos modos, tratándose de un detonador, el olor a sangre le hizo querer vomitar.

 

Contrario a lo que se podría esperar de alguien viendo tan terrible escena, Ryumon ni siquiera se inmutó más allá de mostrar cierta expresión de desagrado. Él era un líder de la mafia, una persona que había sido partícipe de barbaridades peores y que, naturalmente, tenía un estómago de hierro. No obstante, el miedo que ahora se reflejaba en su rostro no era por eso, sino por la incertidumbre de lo que le iba a pasar; ni siquiera gritó, sabiendo que no le convenía.

 

Ahondando con ello, la cabeza de la ya mencionada mujer, que apenas podía identificar entre su visión borrosa, pertenecía a una de sus más fieles socias: Madame Tia. Una mujer que rondaba los 40 años, pero que a su vez había conservado una belleza que incluso era apreciable en su rostro paralizado, siendo deseada incluso por el mafioso durante un tiempo. Ella era la encargada de conectar sus hilos con el tráfico de personas y la trata de blancas, también llevando junto a ella un imperio de entretenimiento de todo tipo en el bajo mundo. ¿Qué hacía ella ahí, totalmente muerta y decapitada?

 

 

Como si hubiese escuchado sus pensamientos, un movimiento en las sombras, del otro lado de la habitación, apareció ante él, ¿O eran las sombras mismas moviéndose y uniéndose para crear una forma física? Fuera lo que fuese, le puso la piel de gallina y, si hubiera podido, se habría alejado presa de repulsión y terror cuando dos orbes luminiscentes, iluminadas en una blanca estela, se posaron sobre él. Cuando finalmente se manifestó ante sus ojos con la suficiente claridad como para ser visto, el hecho de que pudiera ser identificado de alguna manera no disminuyó su naturaleza perturbadora en lo más mínimo. Aunque cayó en cuenta que había sido presa de su imaginación al pensar que el ser había sido formado de oscuridad, tampoco se tranquilizó.

 

La figura era grande, fácilmente del tamaño de Mark y tal vez unos centímetros más alta, más ancha en los hombros y aún más torcida; fuera quien fuera, era extremadamente vanidoso cuando recurría a semejante entrada. Por si no fuera poco ver que sus ojos brillaban de esa forma, su silueta, contorneada con la figura de un guerrero, mostró cosas tan inusuales que le hizo pensar que estaba frente a un demonio.

 

 De alguna forma, pudo observar picos, similares a montañas en miniatura, posadas sobre los hombros de esa cosa de forma irregular mientras que en sus antebrazos había un patrón mucho más uniforme de esas formaciones, junto con eso, sus dedos y manos eran extremadamente extraños, pues mostraron un tamaño irregular que le recordó a las garras de un animal. Así mismo, su cabeza, incluso en la oscuridad, mostró lo que parecían ser dos apéndices bastante cortos, pero no lo suficiente como para hacerle pensar que se trataban de orejas. No las supo explicar, pero sus verdaderas orejas las pudo observar donde esperaba, tan puntiagudas como las de un elfo.

 

No supo si aquel era el encargado de llevarlo al infierno, pero no era su tamaño lo que lo hacía tan intimidante e inspiraba tanto miedo. Era ... algo más sobre él, una especie de aura que solo se hacía más pronunciada cuanto más la sentía. Era el aura de un monstruo realmente poderoso.

 

Pero, aun así, pudo reunir el suficiente valor como para soltar una amenaza que más parecía un llanto que otra cosa. "¿Qu-quién eres? ¿Y qué diablos crees que estás haciendo conmigo? ¡Déjame salir de aquí en este momento! Cuando mi gente se entere de esto, ellosl…”

 

 

“Todos están muertos, o bueno, la mayoría de ellos. Por lo menos los únicos que de verdad hubiesen mostrado interés en salvarte” Un tono tan profundo pero cortés que le heló la sangre a Ryumon provino de la silueta, su voz mostró un poco de burla cuando continuó “Además, ambos sabemos que, aunque quisieran, no habrían sido capaces de hacer algo al respecto”

 

Repentinamente, los recuerdos que había asumido como pesadillas lo azotaron como un látigo tan fuerte que pareció retorcerse ahí mismo, totalmente desnudo. Esa voz, aquel acento y tono peculiar que tanto lo habían acompañado a lo largo de esos últimos años, pertenecían al clan Raza Maestra.

 

Aunque los había considerado monstruos, nunca habría sabido que en verdad lo eran, en el sentido más literal de la palabra. ¿Qué había hecho él para enojarlos? Su mafia y ese horrible clan eran como el pan y la mermelada en varios aspectos. Ambos avanzaban a través del otro y aunque estaba seguro que tarde o temprano se traicionarían, su reunión con ellos había sido recién ayer y realmente había creído terminar en buenos términos.

 

Él también recordaba haber ayudado, con sus contactos en la ciudad y bajo un favor realmente grande que les debía, a introducir a uno de sus miembros a ese estúpido torneo de super fuerza. Aunque le pareció raro que un clan de asesinos se dejase ver en público de esa forma y en un lugar donde no podrían asesinar a nadie, no objetó más allá de mostrarse extrañado cuando pretendió asumir que era una estrategia de lavado de dinero. De hecho, había participado en la votación para elegir al representante que estaría ahí, optando por Auser, uno de los luchadores que más le había servido con eso del asesinato.

 

No obstante, para su indiferencia total, se eligió al favorito de ese momento, Choze. Otro miembro que, al igual que Auser, le ayudó con algunas tareas, estando más especializado en servir de protección cada vez que realizaba algún tipo de negocio. No había votado por él porque, a decir verdad, no habían congeniado muy bien y aunque le habían dicho que era de los más fuertes, había notado más la eficiencia del otro. De todos modos, su voto no fue tomado muy en cuenta en comparación a los miembros más importantes del clan y otros socios.

 

 

De todos modos, como si hubiesen quedado dudas en él sobre a quién pertenecía esa voz, la volvió a escuchar, proviniendo de esa silueta.

 

“La Madame Tia fue una mujer realmente hermosa, ¿No crees, Ryumon? Ambos consideramos tenerla, seguramente. ¿Pero sabes cuál era el problema con ella?’” aunque sabía responder a eso, el hombre solo tembló y negó en silencio mientras volvía su vista hacia la cabeza decapitada. Ese monstruo era Choze, cosa que lo confundió aún más; ahora no sabía si estaba ahí para vengarse de él por no haberlo votado, algo bastante ridículo a su parecer, o por órdenes directas del clan, que era lo más probable. Pero antes de que pudiese decir otra cosa, el monstruo continuó.

 

“Era tan bella como irritante…” con un tono lleno de confianza, Choze dio unos pasos hacia adelante y extendió su mano hacia la pared. Ryumon se habría reído después de haberle dado la razón si se hubiesen encontrado en un bar codeándose uno al otro, pero lo que observó fue lo más alejado de un bar posible.

 

La luz de la habitación se encendió, mostrando los recuerdos de hace unas horas. A pocos pies de él, detrás de la cabeza de la mujer, yacía el cadáver de Mark. Eso no le impactó tanto como lo que vio por segunda vez.

 

Ahora, sin la distracción de haber sido golpeado, Ryumon pudo ver de mejor forma al monstruoso Choze. Siendo sorprendentemente fácil de reconocer por sus ahora visibles ojos azules ante la ausencia de la estela blanca que los cubría, su rostro, aunque muy cambiado, se seguía pareciendo en parte al del hombre ario que había conocido. No obstante, le pareció realmente extraño ver la condición en la que este se encontraba.

 

Dejando de lado su piel tan roja y tosca a simple vista que parecía una coraza, con aquellos patrones perfectos sobre la misma y lo que parecían ser tatuajes oscuros ascendiendo por sobre su abdomen y brazos, los primeros asemejándose a dos truenos y los últimos a flamas emergentes desde sus antebrazos, el cuerpo de este estaba prácticamente destrozado. La marca que había visto de reojo antes de desmayarse en realidad eran un enorme agujero, casi como si un remolino hubiese deformado la carne de este y aunque no sangraba, podía ver a través del mismo la carne roja del monstruo. Agregado a eso, los apéndices extraños que había visto sobre su cabeza ahora eran más como cuernos cortados de raíz, como los de un toro o una cabra recién tratados.

 

Aunque menos evidente, una de sus mejillas estaba totalmente hundida tras lo que parecía ser un golpe junto con un ojo levemente cerrado, tal vez tras lo mismo. Ryumon pensó que, si hubiese estado en sus mejores condiciones, tal vez sí se habría asemejado aún más al mismísimo demonio. De todos modos, el hecho de que estuviese así, después de haber sido capaz de entrar a su edificio y después de seguramente haber hecho lo mismo con la guarida de Madame Tia, lo hizo más aterrador, porque sus heridas no se parecían a nada que pudiese hacer un arma de fuego. Lo más probable era que, incluso así de moribundo, había podido dar con dos de las personas más importantes del bajo mundo.

 

Sin embargo, el hombre atado siguió extrañado por el comentario del monstruo sobre la mujer, así que preguntó, tratando de ahogar su miedo en sus palabras.

 

“¿Qué tenía que ver Madame Tia con esto? Y por sobre todo, ¿Qué tengo yo que ver?” aunque era la primera vez que Ryumon era capturado de esa forma, entendía perfectamente cómo era que debía dirigirse hacia su captor. No de forma grosera, sino contundente y asertiva, pues sus comentarios eran limitados. Aún así, el indiferente rostro del monstruo pareció mostrar una pizca de extrañeza.

 

“¿No prefieres preguntar por qué un monstruo como yo está frente a ti?”

 

 Ryumon no pudo evitar sonreír. Había pensado que ese tal Choze era más inteligente que eso. “Por supuesto que no, Choze.”

 

Sorprendido, el monstruo pareció aturdirse un poco. Pero tan rápido como sucedió eso, volvió a la normalidad y mostró por segunda vez aquella hilera de dientes que tanto aterraba al hombre en una leve sonrisa. Naturalmente, no esperaría ser reconocido tan fácilmente, pero era el jefe de la mafia más poderosa del bajo mundo de quien estaba hablando. Aplaudió de forma lenta, mientras se acercó al hombre y, después de haber apartado la cabeza de su camino, ponerse de cuclillas frente a este.

 

Ahora el que solo sonreía era Choze, pues Ryumon intentó echarse hacia atrás inútilmente al ver tal aproximación.

 

“Sabiendo quien soy yo, seguramente estarás pensando que mi clan ha decidido sacarte a ti y a TIa  de la ecuación.” la sonrisa del monstruo se extendió mientras clavaba su fría mirada en el jefe de mafia y lo tomaba del cabello. “Pero no, el único que ha decidido hacer todo esto fui yo.”

 

Recibiendo una mirada llena de confusión, Choze siguió. “Ahora tienes que decidir, entre morir aquí mismo como esa terca mujer o ayudarme.”

 

“Hay mejores formas de pedir ayuda…” sin entender muy bien lo que estaba pasando, Ryumon habló con desconfianza a pesar de sentir aquella fría mano sobre él. ¿Entonces no había sido el clan el responsable de todo eso, solo Choze? Aunque era una visón más esperanzadora para él, tener la amenaza de muerte totalmente implícita no ayudó y más cuando la sonrisa del monstruo se borró. Aterrado por la idea de haber ofendido, se apresuró a decir tembloroso “De todos modos, ¿Cómo podría no extenderle mi mano a un compañero?”

 

Para su desgracia, Choze no pareció feliz por eso. Tal vez sabiendo que el favor sincero de Ryumon era prácticamente imposible de obtener a largo plazo, su mirada se desvió como si estuviese repasando sus posibilidades. El hombre, nervioso por no recibir respuesta, tragó saliva, “¡Te lo prometo!”

 

Volviendo a dirigir su mirada hacia el contrario, la mano del monstruo comenzó a acariciar su cabello. No era algún tipo de demostración de afecto, sino más bien el trato tosco que le daría un niño a un perro. “¿Sabes? En verdad no espero tu ayuda, Ryumon. Sé que después de saber que solo soy yo contra ti y no el clan decidirás traicionarme, y aunque haya optado por ocultarte eso, de todos modos desconfiarías.”

 

En comparación a la cortesía disfrazada que estaba manejando el monstruo hasta ese momento, su tono y rostro se volvieron mucho más lúgubres. “Así que… hagamos de esto algo mucho más interesante.”

 

 


 

 

 

Suiko fue despertada por Ying cuando ambos estuvieron a punto de entrar en la ciudad. Abriendo sus ojos un tanto somnolienta para darse cuenta de que se había quedado dormida sobre la espalda del viejo y que lo había estado abrazando, se sonrojó de vergüenza antes de ser recibida por la mirada seria de este, quien le estaba extendiendo un casco.

 

“Ponte esto, en la ciudad pueden multarme si no lo llevas.” Aunque mostró un poco de represalia en su forma de hablar, principalmente porque la joven se había negado a llevarlo durante el camino, tampoco fue agresivo como lo habría sido con su nieto. Pero casi como si hubiese esperado aquello, Suiko cambió para tener un semblante más serio mientras lo miraba en silencio, a lo cual él dijo “Sé que no te gusta ponerte estas cosas porque no las consideras necesarias, pero no me puedo arriesgar a llevar otra multa.”

 

¿Otra multa? Pensó extrañada la joven, pues había pensado que ese viejo, con todos los años que llevaba conduciendo, sería capaz de evadir cosas tan simples. De todos modos, solo refunfuñó por lo bajo y recibió el casco color rosa que le estaba ofreciendo. También le extrañó ver que tenía uno así, sabiendo que la señora Wang era demasiado vieja como para montar una motoneta y que el viejo no tenía hijas a las que llevar.

 

Decidió no preguntar y volver a aferrarse a los hombros del viejo tras haberse puesto esa cosa.

 

Estaban a un lado de la carretera, específicamente a la salida de una gasolinera para su sorpresa. ¿Acaso ella había estado tan dormida que fue incapaz de darse cuenta cuando se desviaron? No era de sueño profundo, pero aquel descanso le vino realmente bien. El desgaste en su rostro prácticamente se había esfumado, pero por sobre eso, había sido la primera vez en mucho tiempo en donde había dormido sin estrés. Tal vez había sido porque, cuando cayó dormida sin darse cuenta, no había estado pensando en su hermano ni en todo lo relacionado a él al estar distraída con las luces de la noche.

 

De todos modos, recordó el motivo por el que estaba ahí y su mirada volvió a infundirse en veneno puro. Solo esperó a que el viejo, aparentemente ocupado tratando de ver su oportunidad para colarse entre el tráfico que justo se estaba llevando a cabo, pudiese avanzar.

 

 

 

Pasadas unas horas, ya era el medio día y la motoneta del ser Ying avanzó a través de las calles con total facilidad. El tráfico de las mañanas había disminuido con creces, por lo que Suiko pudo permitirse observar con más calma el lugar que la rodeaba. Actualmente estaban llegando al centro de la ciudad, donde los rascacielos y la gente se veían por montones y el ruido era casi tan normal y constante como la presencia de autos. Estaba de más decir, que bajo la máscara que significaba el casco rosa, Suiko estaba aterrorizada en todos los sentidos.

 

No solo por ver tanta aglomeración de personas, sino porque literalmente le era imposible observar más allá de una cuadra sin encontrarse con un edifico.

 

Aunque la ciudad C era un lugar que podía llegar a ser considerado como tranquilo, especialmente en la zona del centro, a la joven no le agradó en lo absoluto aquel nuevo mundo en el que se encontraba. Podía hallar bellezas, eso era cierto, como la arquitectura avanzada, la pulcritud de las calles pavimentadas a las que no estaba acostumbrada y la organización con la que todos se movían, tanto autos como peatones; eso sin contar que los parques, centros comerciales, zonas comerciales y conjuntos residenciales, estaban tan cuidados que incluso le daría pena destruir algo.

 

No obstante, comparando las maravillas y horrores que veía, Suiko no podía negar la situación. Tal vez su único terror había sido moverse por ahí, sin saber a dónde ir, totalmente privada de la ayuda de Ying.

 

Pero como si la vida le hubiese querido decir que eso era una estupidez, que lo era, la presencia de policías, paramédicos y bomberos la sacó de sus apreciaciones hacia la ciudad. Repentinamente, pudo notar que el viejo se detenía y se desviaba tras evitar lo que parecían ser cintas amarillas. Ante tal escenario, ella decidió preguntar.

 

 

“¿Qué está pasando?”

 

“Seguramente por aquí cerca ocurrió uno de los ataques de monstruo.” Dijo el viejo un tanto fuerte por la presencia de ruido alrededor. Él, quien estaba atento al camino, no se fijó más allá de lo que se había fijado Suiko.

 

Más adelante, detrás de toda esa acumulación de autoridad y cintas amarillas, yacía el enorme cuerpo decapitado de Gouketsu, apenas visto desde un costado. Enormes máquinas voladoras, las cuales ninguno de los dos supo describir, lo alzaban en conjunto. Desgraciadamente, la joven solamente pudo observar por un instante.

 

Suiko se quedó impactada por lo enorme de la criatura, no era algo que hubiese visto antes, pero igualmente no la intimidó. Incluso, la llenó de una ferviente determinación que se reflejó a través de su mirada. Si los monstruos que habían escapado eran así, ella los dejaría incluso peor que ese. No permitiría que siquiera fuesen reconocidos, dejaría un montón de carne aplastada y huesos rotos en su lugar mientras lo único que podría hacer la gente para retirarlos sería simplemente aspirar a través de ellos. Convertiría un infierno sus últimos momentos y, por si había espacio para una duda sobre eso, también los reclamaría como trofeos.

 

 

“¡AHHH!” siendo sacada abruptamente de sus pensamientos, el grito agónico del viejo casi la hizo saltar. Recién se dio cuenta de que había apretado de más sus hombros.

 

“¡Ahhh! ¡Lo siento, señor Ying!” gritó desesperada.

Notes:

Bueno, aquí fue un capítulo un poco más largo.

Un amigo que leía esta historia antes de que yo la publicara me dijo que era un poco exagerado que Choze pudiese contra tantos hombres armados estando en esa condición.

Frente a esto, aunque más adelante pongo una explicación, lo cierto es que en parte es defendible que él haya pensado eso y, tal vez, algunos de los que leen esto también. Hay que tener en cuenta que Choze, según lo visto en el manga, es un nivel de desastre ogro bastante alto (tal vez al mismo que el del rey del mar profundo hidratado o el del dios insecto en su primera forma) ¿Y por qué digo esto? Bueno, por la fuerza de Suiryu.

Aunque en el anime se ve que lo derrota muy rápido, en el manga se muestra que un Choze y un Suiryu, ambos al cien por cien, pueden tener una batalla mantenida por un tiempo. Sin contar que nuestro monstruo protagonista se deja ir por la ira y pierde la calma que en un principio mostró y que le llevó a dar la talla por un momento (además de que la estrategia de querer atacar con los cuernos fue muy mala xd). Con esto como base y que Suiryu demostró ser capaz de dañar a un nivel Dragon normal como Bakuzan estando muy herido, tiendo a pensar que el cuernudo, si no es un nivel Dragon bajo, es uno Ogro alto.

Además, también considero que su ataque con la esfera llega al Dragon, pues su tamaño destructivo es brutal. Incluso me atrevo a decir podría pelear uno a uno contra un Garou antes de infiltrarse en la asociación para pelear con Orochi.

Esto lo digo más o menos para que se hagan la idea del poder de Choze en esta obra y que es prácticamente imposible armas de fuego y humanos comunes puedan hacerle un daño significativo, por más herido que esté.

 

Dejando eso de lado, quiero decir que en verdad me gusta esta historia y que espero que la estén disfrutando. ^_^

Chapter 8: No Cometeré El Mismo Error

Notes:

¡Hola!

Lamento no haber actualizado con anterioridad, pero es que he estado llena de trabajos y pues eso, ocupaciones xd Además de eso, me desanimó un poco ver que mi historia no ha tenido un buen recibimiento en las páginas donde la he publicado. Por ejemplo, las estadisticas de FanFiction me dicen que la gente no pasa del primer capítulo y eso realmente me desanima, incluso más que no recibir comentarios al respecto.

Por lo que veo, aquí tengo muy pocos lectores pero aún así, me gustaría recibir alguna critica por lo menos. Si estás leyendo esto y piensas que a mi historia le hace falta algo, me encantaría saberlo. No sé si resulta poco llamativa por los personajes o por mi escritura. En fin, espero que los pocos que continúen la historia lo estén disfrutando. :D

Chapter Text

En un laberinto de pasillos que aquel hombre supo atravesar, una puerta totalmente ajena a la arquitectura del lugar en general recibió a la moribunda figura después de un tiempo de haber estado caminando. Los callejones se volvieron más estrechos conforme había estado bajando a través de los senderos y escalones, casi como si se tratase de una entrada a un lugar diferente del que había ocupado con anterioridad. Las paredes de cemento seco y llenas de pintura fueron reemplazadas por lujosas baldosas y demás materiales únicamente vistos en sitios realmente lujosos. Más allá de esto, las luces luminiscentes destacaron por sobre lo demás en un claro anuncio de la naturaleza del lugar.

 

Aquel era un burdel, probablemente de los más lujosos en el bajo mundo. El sonido de la suave música pudo filtrarse incluso a través de la entrada y el grueso sedimento cuando Choze, ocultando su figura con el abrigo café que apenas podía disimular su naturaleza, se acercó. Además de la enorme puerta que lo recibía, también fue detenido por la fría mirada de quien la resguardaba.

 

Muy similar al típico cadenero, el hombre de contextura gruesa y piel oscura se limitó a fulminar con su mirada a lo que según él, era un simple vagabundo más. Sus brazos cruzados, marcados de tinta como si se tratase de un mapa, lucieron músculos tan firmes que incluso harían dudar a un criminal malintencionado. Como muestra de su seguridad, el largo cabello retenido que poseía en una coleta se balanceó de un lado a otro en una clara negación hacia la figura que poco a poco se iba acercando a él. Pero justo cuando planeaba extender su palma y detenerlo, cayó al suelo.

 

No tuvo oportunidad alguna para objetar o siquiera darse cuenta de que el rostro que se asomaba a través de la tela era tan paralizante como el mismo golpe que recibió. Para Choze, incluso en ese momento, fue demasiado fácil avanzar a través de un costado de la enorme figura y hundir su puño en el abdomen de la misma. Como esperaba, sintió que su mano pasaba a través de los duros músculos, las entrañas e incluso el hueso cuando literalmente atravesó al pobre hombre. No obstante, todo pareció ilusión suya cuando notó que la sangre no escurrió de su puño y que en cambio, solo había podido sacarle el aire al hombre antes de desmayarlo.

 

Se estaba debilitando a pasos gigantescos.

 

Deteniéndose frente a la misma entrada, a través de la oscuridad que le ofrecía su abrigo, su rostro reflejó claro disgusto. Había pensado que con un solo movimiento sería más que suficiente, pero olvidó que apenas podía mantenerse de pie sin tener que sufrir la humillación de necesitar un apoyo para no ceder. De todos modos, Choze decidió no perder demasiado tiempo y empujó suavemente la puerta, entrando en el lugar. Lo que vio adentro no le sorprendió en lo absoluto.

 

Debido a que su entrada había sido silenciosa y sin ningún estruendo de por medio, el monstruo pudo permitirse permanecer de pie en el enorme pasillo iluminado de rosa y neón que lo dirigía hacia el interior. En aquel corto pero intrigante tramo, yacía la más pura representación del exceso. Hombres tirados contra las paredes totalmente perdidos, niños recostados a la espera de algún tipo de limosna y, como se podría esperar, féminas galantes y llamativas a cada lado del pasillo sonriéndole desde la distancia. Había de todo tipo, incluso. Desde simples siluetas esculturales y resaltadas por la falta de prendas, hasta cuerpos transformados que hacían más que evidente que no solo las mujeres trabajaban ahí.

 

Ninguna llamó la atención del monstruo en ese momento, quien, aún manteniendo su objetivo, solo pasó de largo y evadió a cada una de las que intentó acercarse; con el cadenero tirado en la entrada, no tenía demasiado tiempo. Solo le bastó con asomar levemente su rostro para inundar de terror o desagrado a aquellas que pretendían exprimirle dinero, una táctica que habría estado repitiendo por el resto de su estancia.

 

Pasando aquel pasillo, había un par de escaleras de caracol que se dividían entre sí para dar paso a la entrada directa del burdel. La temática rosa y oscura al mismo tiempo no cambió en lo absoluto incluso cuando la música se intensificó y los murmullos de las personas hicieron acto de presencia.

 

El suelo inicialmente de madera pasó a ser recubierto por una enorme alfombra oscura, haciendo que incluso para el monstruo le fuese difícil ver sus propios pies entre la oscuridad. El olor en conjunto a alcohol, nicotina, limpiador y uno que otro aroma llamativo provocaron que con solo percibirlo supiese en dónde estaba. Tratándose de un burdel del bajo mundo, lo cierto era que no precisamente resultaba lujoso teniendo en cuenta los estándares altos de la ciudad, pero cuando se trataba de una zona como esa, podía ser lo mejor que se podía llegar a encontrar.

 

Básicamente, aquel sitio era un enorme almacén decorado para verse de mejor forma. La gran extensión que ofrecía era ocupada por dos enormes pasarelas por donde la mayoría de mujeres realizaban espectáculos de lo más extraños; contando simples bailes pero llegando incluso hasta intimación en vivo. Seguido a eso, habían plataformas individuales que servían como mesa de conjunto, también ocupadas pero tratándose de espacios en donde se podía dar una mayor exclusividad. Con ello, en el centro de todo había una barra y a un costado, un camino remarcado que llevaba hacia otra sección, probablemente los dormitorios.

 

A su parecer, Choze siempre había repudiado lugares como ese. No por el objetivo noble y empático de defender a los empleados que en muchos casos eran obligados a estar ahí, sino porque sentía que no se podía obtener nada real de ahí. Aunque nunca había estado lo suficientemente necesitado como para de verdad acudir a una servidora, sí lo había considerado y como una breve introspección, había pensado que era demasiado bajo.

 

Por esto mismo ignoró todo lo que lo rodeaba en ese momento y centró su atención en el fondo del almacén. Un lugar de donde se desligaba una enorme escalera ascendente que llevaba a lo que parecía ser una pequeña entrada.

 

Pasó a través de toda la multitud, empujando y luciendo su rostro a quien desease acercarse a él. No obstante, sería una tarea difícil para el monstruo, quien amenazó en repetidas ocasiones con caerse sobre alguien o contra algo por los breves desvanecimientos a lo que era sometido. Tuvo que apoyar su mano sobre una de las pasarelas para sostenerse y poder avanzar, pero para cuando ya había logrado sobrevivir a esos breves segundos de molestia, con la cabeza gacha y las comisuras brillantes en sudor frío, se topó con otro problema.

 

Era casi como si el cadenero de antes se hubiese multiplicado para aparecer en el acceso a la escalera, también habiendo otro igual en el final de la misma, al resguardo de la puerta. Hombres tan grandes que Choze, incluso seguro de su fuerza y con su herida sangrante, dudaría en poder asesinar de forma limpia y sigilosa.

 

Vengo de parte del Clan raza maestra, dile a tu jefe que soy Choze” con el tono más neutral que pudo permitirse a pesar del esfuerzo, el monstruo se acercó aún cabizbajo hacia el primer hombre. Sin enseñar su rostro aún, solamente se limitó a esperar con todas sus fuerzas a que sus palabras hiciesen efecto.

 

Un tanto extrañado, el hombre que recibió aquel mensaje se quedó en blanco por un momento. Aunque el acento alemán y el tono frío confirmaban la procedencia, antes había visto a otros miembros de ese clan y ciertamente no andaban por ahí totalmente cubiertos y ocultos. Tampoco reconoció el nombre que se le dio, pero ante la duda de no haber sido informado e impulsado por el miedo a cometer un error, este dijo “Espera un momento…”

 

El enorme hombre se apresuró a subir las escaleras para hablar con su compañero ubicado en lo más alto. Por un momento, sintió una intención asesina tan espesa como el aceite detrás de él, como si las garras de la muerte estuviesen a punto de atraparlo y aplastarlo hasta la asfixia. ¿Acaso había enojado a ese sujeto? De igual forma, no quiso girarse para confirmarlo.

 

Del otro lado, Choze había considerado enormemente la idea de acabar con ese sujeto por la espalda, estando a punto de hacerlo cuando finalmente decidió esperar. Incluso llegó a alzarse por unos pocos escalones con el brazo contraído a la altura de su pecho, dispuesto a atravesar, pero cedió. Le convenía más abstenerse.

 

 

“¿Qué demonios? ¿Qué hacen ellos aquí?” Preguntó uno de los hombres tras haber recibido la información de su compañero. Con duda y miedo en su mirada, miró al fondo de las escaleras mientras preguntaba, solo recibiendo la imagen de un enorme sujeto cubierto.

 

“No lo sé, pero parece muy importante. No es como esos rubios musculados, ¿Notaste lo extraño que se ve? Debe de ser un íntimo amigo de la Madame Tia. Además, Carlos lo dejó pasar sin informar nada.” Comentó el otro rápidamente. Por su lado, el más dudoso solo le respondió con un trago de saliva. ¿Debían preguntar? ¿Acaso se les había pasado la información tontamente? El hecho de que alguien como Carlos, encargado de cuidar la entrada, no hubiese dicho nada, les hacía pensar a los dos que él ya sabía quien era el sujeto que estaba esperando desde el otro lado.

 

Ahora los dos enormes hombres sudaban, pero uno de ellos rápidamente sonrió ante una repentina iluminación. “Bien, ¿Qué tal si vas y le informas a la Madame que su amigo ya llegó? Si ella te pregunta cuál amigo, entonces vamos a sacar a patadas a este tipo. Pero si solo te dice que lo dejemos pasar, ambos habremos ganado”

 

Su compañero le sonrió por la brillante idea. Teniendo en cuenta lo minuciosa que era esa mujer con las visitas, que no supiese que iba a ser visitada era un claro indicador de que ese tipo mentía. Aun así, rápidamente cayó en cuenta y dio una mueca de desagrado “¿Por qué tengo que ser yo el que se arriesgue a preguntar?” esperando una protesta, solo fue palmeado en su espalda y empujado hacia la puerta. Su contrario se burló “Porque yo fui el que ideó este plan maestro”

 

Por un breve instante, los dos se fijaron únicamente en la puerta, dejando sin vigilancia al extraño invitado.

 


 

El humo escapó a través de la fina nariz de la mujer en un suave bufido que rápidamente fue acompañado por una inhalación propiciada por su boca. Pretendiendo preservar el humo de la primer calada a su cigarro, retuvo del mismo en sus pulmones y lo dejó escapar fuertemente.

 

Madame Tia, quien estaba recostada sobre su enorme sofá, lucía un vestido de encaje rojo con plumas en el cuello y en las mangas. La iluminación de su oficina la hizo brillar incluso en un sitio tan modesto, resaltando su piel pálida y tersa, adornada en la zona de sus mejillas por pecas marrón claro. Sus ojos, tan azules como el mismo cielo y resaltados por largas pestañas, estaban distraídos en su cigarro. Pero por sobre la belleza que podía ofrecer su rostro maduro y deseable, lo que más destacaba era un cuerpo escultural, senos prominentes y naturales, y piernas gruesas y jugosas que hacían un juego perfecto con su ancha cadera y estrecha cintura. Todo perfectamente apreciable incluso cuando simplemente se dejaba apoyar sobre el suave relleno que la recibía. Sus muslos se movieron de un lado al otro por aburrimiento, rozando entre sí y llevando consigo una imagen bastante provocativa con sus mechones dorados, levemente corrompidos por la presencia del plateado de la edad, se esparcían por todo el sofá y caían con mayor énfasis en su escote.

 

A pesar de su edad, era una mujer hermosa con creces, no solo porque podía lucir vestidos tan ajustados sin miedo a exponer una mala figura, sino porque todo lo que englobaba a ella era deseable. Una mujer poderosa, dominante, inalcanzable y por sobre todo, indomable. Muchos habían intentado salirse con la suya con ella, pero solo habían terminado cayendo en su juego. Incluso Ryumon, uno de los hombres más poderosos del bajo mundo, ni siquiera pudo obtener un beso de ella.

 

No obstante, eso no quería decir que ella no pudiera darse sus gustos. El muchacho peligrosamente joven, acostado boca abajo en su cama, daba fe a esto mismo. Parecía estar inconsciente, probablemente como el juguete que era. Ella solo le dedicó una mirada fría, misma que en su momento había estado cargada de pasión, pero que ahora que había saciado su fuego interno, solo era de repulsión. ¿Por qué ese bastardo siquiera estaba ahí aún?

 

Justo cuando planeaba llamar a sus gorilas favoritos para que se llevasen al muchacho desnudo, un golpe fuerte y hueco la hizo saltar de su asiento. Abriendo los ojos de par en par por el susto, se mantuvo estática, como un felino a la espera de saltar a algún lado.

 

“¿Sucede algo?” preguntando molesta, la mujer esperó la disculpa del hombre del otro lado, pero nada. No sospechó en lo más mínimo que estuviese en peligro, ¿Quién iba a poder pasar a través de todos sus hombres sin que ella se diese cuenta? Y justo como si alguien hubiese escuchado su pregunta, la puerta se abrió lentamente. Lo que estaba del otro lado, simplemente la horrorizó.

 

La cosa que ni siquiera pudo identificar como persona se quedó ahí, parada en el marco de la puerta que llevaba a un pasillo. Cubierta como si fuese la misma muerte, ese peculiar rostro la observó y por un momento, pensó que había juzgado su alma. ¿Había venido el mismísimo belcebú para llevarla consigo por todos sus pecados? Aunque en algún punto esa era su retorcida fantasía, no le excitó como esperaba ver a un demonio.

 

Paralizada desde su posición, justo cuando quería gritar con sus ojos imbuidos en terror puro, la enorme figura ya estaba sobre ella, ubicando sus manos sobre su boca y cuello. Choze sometió sobre aquel sofá a la mujer, recargando su peso sobre la misma para inmovilizar sus piernas al mismo tiempo. La fuerza que usó no fue letal, pero sí lo suficientemente fuerte como para hacer que su víctima temblase al tacto.

 

“No grites.” Fue lo único que dijo el monstruo apenas ver que la mirada de la mujer era de total pánico, misma que cambió a incredulidad e incluso terror. Como era de esperarse, ella reconoció su voz. Sin embargo, la expresión impasible de Choze se mantuvo y, casi como si no necesitase mayor introducción, empezó a explicar.

 

Le dijo a Tia todo lo que había sucedido, desde su selección para servir de candidato al torneo hasta su transformación en lo que podía ver ahora (naturalmente omitiendo su final trágico). Le confío sus razones para querer traicionar a su clan, como que ellos lo habían traicionado primero, que todo ahí estaba podrido y que, para involucrarla en su causa, esto llegaría a afectarla. Así mismo, le mintió con que su clan planeaba eliminarla apenas dejase de ser útil y que él, como un compañero, estaba ahí para informarle y aliarse con ella. Incluso le mintió con que siempre la había admirado, tanto como mujer como cabecilla. Pero por supuesto, lo que en otra situación habría cautivado a la mujer si el que se lo estuviese diciendo fuese el antiguo Choze, solo le provocó un revoltijo de sensaciones desagradables.

 

Había estado obligada a mirarlo durante todo ese tiempo y la vista no fue muy bonita para ella. Excluyendo la obvia razón de que era un monstruo, también le asustaba pensar que estaba a su merced. Se sentía como una presa, abrumada por el olor a muerte y sangre que desprendía su victimario.

 

Su declaración fue bastante rápida, pues, cuando Choze había terminado de llenarle el oído con porquería, notó que no había provocado ningún cambio en ella. Aun así, separó la mano posada sobre su boca sin despegar la que aprisionaba su cuello, notando que, al contrario de lo que esperaba, Tia se mantuvo en silencio.

 

Casi como si hubiese caído en cuenta de su situación, todo rastro de miedo, terror y asco desapareció para dar paso a una mirada seductora. El predominante labial que poseía no se corrió de sus carnosos labios y en cambio, resaltó una sonrisa.

 

Para ese momento, Choze cayó en cuenta de que ahora él era el que demostraba desconcierto, cuando, como si se tratase del más inexperto de los niños, fue víctima de una suave burla por parte de la mujer, quien había extendido sus delgados brazos hacia su cuello para rodearlo y atraerlo hacia ella.

 

“Oh… Mi querido guerrero, siempre esperé ser salvada por alguien como tú. Ahora voy a darte una recompensa que esos sucios extremistas nunca pudieron darte” susurrándole al oído, la mujer mordió suavemente lo que parecía ser la oreja del monstruo y comenzó a pasar sus labios por la fría y tosca piel de su cuello. El olor a sangre casi la hizo vomitar, pero no iba a dejarse delatar cuando parecía tener al monstruo en sus manos, especialmente cuando empezó a notar que relajaba el agarre sobre ella y que dejaba de recargarse totalmente, permitiéndole envolverlo con sus jugosas piernas.

 

Por su parte, Choze finalmente pensó que, después de todo lo sucedido, por fin le iba a pasar algo bueno. Se lo merecía, ¿No? El fuerte perfume de la mujer lo relajó de sobremanera, incitándolo por primera vez a seguirle el juego. Sus manos se posaron a cada lado suya para poder apoyarse sin aplastarla como antes y, sin haber tenido en cuenta que las palabras de la misma habían sido terriblemente convenientes y falsas, fue la víctima.

 

Repentinamente, cuando había estado por empezar a degustar a la mujer, un dolor infernal le hizo ahogar un grito y retorcerse hacia un lado, cayendo del sofá y quedando totalmente impedido por el castigo que estaba sufriendo.

 

Madame Tia, quien había estado sintiendo el extraño calor goteante que se acentuaba sobre ella, ya sea con la intención o no de acertar con tanta precisión, extrajo un puñal del interior de sus medias veladas y lo clavó con toda su fuerza en la herida del monstruo apenas sentir que lo tenía en su juego. El metal pasó por la única abertura que tenía la piel blindada de Choze y, como era de esperarse, se clavó hasta el fondo.

 

Ahora empapada en sangre por aquel acto, la mujer gritó con todas sus fuerzas y saltó del sofá para comenzar a correr después de haber visto al monstruo inmovilizado en el suelo. Pero, ya sea por un descuido o no, algo impactó contra su cabeza lo suficientemente fuerte como para hacerla caer y perder el equilibrio a pocos pasos de la salida.

 

Con terror, su cabellera desordenada se alzó en un intento de su cuerpo para poder ver lo que había pasado. El que la había golpeado no había sido ese alemán loco, sino el mismo joven al que había abusado hace unas pocas horas.

 

Ella le sonrió e intentó hablar, pero fue demasiado tarde.

 

“Muere, zorra” Y con el odio rebosando de su mirada en lágrimas pesadas, este sostuvo la lámpara con la que había impactado a la mujer y la estrelló con fuerza contra su nuca.

 

 

 

Al cabo de unos minutos, la mirada borrosa de Choze finalmente se recompuso cuando, con uno de los mayores esfuerzos que había realizado, pudo quitarse el puñal de la herida. No fue un dolor mayor al que sintió en su enfrentamiento con Suiryu, pero sí muy similar. Después de todo, el daño había sido en el mismo lugar.

 

Así, se encorvó boca abajo en el suelo, usando su cabeza apoyada como soporte para poder cubrir su herida con una de sus manos y levantarse lentamente. Cuando pudo percatarse de lo que había pasado, alzando el rostro lentamente, solo observó el cuerpo inerte de Tia, tumbado sobre el suelo con su cabellera dorada impregnada de rojo. ¿Acaso se había hecho daño ella misma? Igualmente, no vio a nadie más en la habitación.

 

La expresión amarga en su rostro solo indicaba una cosa: había sido un idiota.

 

 

 

 

 


 

 

 

 “Por eso no volveré a cometer el mismo error contigo, Ryumon.” Sonriente y ahora totalmente recompuesto de su versión lamentable, Choze sostuvo del cuello al desnudo hombre apenas terminar su relato y lo dejó caer por una de las ventanas del enorme edif

Chapter 9: Previo Al Descubrimiento

Notes:

Bueno, aquí va un nuevo capítulo. Un poco corto, a decir verdad, pero siempre hace falta un respiro de tanto texto largo.

Chapter Text

Un fuerte chirrido sacó a Suiko de sus pensamientos en ese instante. Como una reacción entendible, se reincorporó lo más que pudo y abrió los ojos de par en par para encontrarse con la figura de aquel viejo, Ying. Este, tan apasible como siempre, estaba de pie sobre la acera, aparentemente recién bajando de la motoneta para acto seguido quitarse el casco y lucir su descuidado cabello plateado de forma desordenada a causa de la brisa caliente que lo impactó directamente al rostro.

 

Dedicándole un suave gesto a la chica con el alzamiento de sus cejas para indicar lo evidente, esperó a que ella hiciese lo mismo que él mientras sacaba una cajetilla de cigarros del interior de su abrigo y la abría, tomando con sus huesudos y morenos dedos aquel cilindro letal que Suiko tanto repudiaba. Aunque ni siquiera su abuelo había fumado en vida, el olor a esas cosas la enfermaba de sobremanera desde que su hermano había comenzado a usarlos; por supuesto, fue por solo una temporada, pero fue más que suficiente para que la joven decidiese tener aquel repudio hacia uno de los vicios para estúpidos que había conocido.

 

Procurando evadir el revoltijo de emociones que se estaba volviendo a cernir sobre ella con solo recordar los caprichos de Suiryu, hizo caso a su acompañante y descendió torpemente de su asiento. Debido a su estatura en comparación al viejo, quien, para su edad aún seguía sin erguirse debido a los años, tuvo que ocupar más esfuerzo del esperado, cosa que la irritó de sobremanera. No por nada los descendientes de ese viejo eran inmensos, él también lo era. Procuró librarse rápidamente de la prisión sobre su cabeza que significaba aquel casco y, como si se tratase de la peor de las cargas, soltarla pesadamente sobre el compartimento del vehículo dedicado a dejar cosas como esas.

 

Al igual que con el viejo, pero con mucha más gracia, los oscuros cabellos de Suiko se echaron hacia atrás apenas recibir el viento de la mañana. El sudor acumulado en su frente por el mencionado casco pudo irse con la brisa y, casi como si este mismo representase su dolor, disminuyó a su vez.

 

“Bien, llegamos.” Espetó Ying mientras se esforzaba por sostener el cigarro ya encendido entre sus labios y hablar al mismo tiempo. Debido al cambio de temperatura, tuvo que sostenerse los costados por unos breves instantes antes de quitarse su prenda y dejarla sobre la motoneta. “¿Es este el lugar? Se ve igual que toda la ciudad…” se quejó la joven, posándose de brazos cruzados contra un poste.

 

Como respuesta, él solo asintió y apartó el cigarro de su boca con la ayuda de su mano, ahora exhalando el humo que se había acomodado en sus pulmones. Ante tal acto, Suiko frunció el ceño algo molesta, notando que el viejo había soltado la peste frente a ella totalmente ajeno a lo que esto significaba para ella. La tuvo que apartar con la mano, pero rápidamente dirigió su atención hacia un olor mucho más llamativo y menos desagradable que la nube gris que la había azotado.

 

“¡Oh! Casi olvidaba que no decidiste comer la noche que nos fuimos.”  Ying comentó de manera casual mientras también miraba el lugar que había atraído la atención de la joven. Era un simple local dedicado al café, o como la gente había decidido llamarle: cafetería. Aunque para Ying tanto como para Suiko, seguía siendo un local sin más.

 

No obstante, Ying no recibió respuesta alguna de la tosca luchadora más allá de una mirada de disgusto y un fruncido de ceño. Tal vez a ella no le gustaba admitir que se había olvidado de sus necesidades básicas en su afán de perseguir una noticia que escasamente había escuchado en su arrebato de ira. En lo personal, al viejo no le había parecido muy convincente la idea cuando ella se lo planteó a él y a su nieto justo después de haber salido de la choza.

 

No solo porque nadie estaba seguro de que siquiera fuese real, sino porque seguramente fue producto de la desordenada mente de Suiko en ese momento. Por eso mismo le aconsejó pasar la noche con una de las ancianas en lo que él veía con el jefe mayor qué hacer con ella. Tanto como él, como su nieto y como su esposa, creían lo mismo ¿Acaso no era muy conveniente? Que justo las personas presentes en ese torneo hayan sido internadas en un hospital de la misma ciudad, cuando muchos de ellos seguramente no pertenecían a la misma.

 

Debido a la corta distancia entre ciudades, solía ser muy común el intercambio de pacientes entre los hospitales más cercanos. Ying lo sabía porque había experimentado aquello cuando había sufrido una apendicitis hace poco menos de cuatro años. Agregado a eso, nadie tenía la certeza de que siquiera se pudiese acceder a esa gente en tiempos como esos.

 

Sin embargo, la determinación que le había demostrado la joven simplemente lo arrastró hasta ese lugar. Tal vez con la excusa de que iba a venir de todos modos, pero Ying sabía que no era solo eso. De cierta forma, quería ayudar a Suiko y saber a ciencia cierta qué había pasado con Suiryu antes de morir, pero también sabía que su morbo le iba a hacer pasar un mal rato y más cuando no sabía las intenciones de la joven detrás de todo eso.

 

Aunque le había dicho que era para reclamar el cuerpo de su hermano y conocer el contexto en el que había muerto, el fuego en los ojos de la joven asustaba al viejo. No solo porque podía sentir esa aura tan hostil incluso ahora, sino porque le recordaba muchísimo a su difunto compañero Suicho. Ella quería hacer algo malo y él lo sabía. 

 

“Lamentablemente, no cuento con el dinero para pagar una comida tan cara. Estamos en el centro de la ciudad y-“

 

“No importa.” Interrumpió ella sin demasiado interés, soltando un bufido y reincorporándose de su anterior postura para quedar en medio del paso peatonal pavimentado por el que una enorme cantidad de personas se movía. “Solo quiero saber dónde queda el hospital principal, puedes irte a hacer tus cosas si quieres.” Diría observando de forma evidente el casco rosa que ella misma se había puesto hace poco.

 

La actitud de la joven hacia el viejo cambió repentinamente, pasando de una amabilidad enorme a unas ganas de quitárselo de encima que enojaron y preocuparon a este mismo. En ese momento, pensó en reprocharle, pero vaciló ante la mirada seria que se clavaba sobre él. Se encogió de brazos y, tratando de no ser tan duro consigo mismo, alzó su pulgar para apuntar al lado contrario en el que la mayoría de personas se movían. No quería tratar ese tema.

 

“Solo ve por esa calle y gira a la izquierda, luego avanza por dos cuadras y gira hacia la derecha en el parque, del otro lado verás el hospital.” Refunfuñó mientras daba otra calada a su cigarro y se sentaba sobre uno de los costados de su motoneta. Ante su repentina accesibilidad, esta vez fue Suiko la que vaciló. Desde su propio pensamiento, ella no tenía porqué ser cortante con el hombre que la había ayudado en su misión y más cuando no la había cuestionado como debería haberlo hecho; pero sus ganas de ir y averiguar todo de una sola vez pudieron más que su gratitud.

 

En vez de disculparse por haber querido apartar al viejo, esta solamente suavizó su mirada con él y le asintió suavemente para después seguir las instrucciones que le había dado. Giró sobre sus propios talones y, con dificultad, comenzó a pasar a través del oleaje de gente que golpeaba contra ella.

 

Ying observó la figura de Suiko alejarse entre la multitud con tristeza y preocupación, pero finalmente decidió tomar su propio rumbo. Por lo menos, entre toda esa tensión, tendría su oportunidad para desahogarse.

Chapter 10: Por Nosotros

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

En la mente de Suiko, las instrucciones que había recibido por parte de aquel viejo habían sido mucho más fáciles de lo que imaginaba, pues equivalían a las que les daría estando en el pueblo. Esto fue así por lo menos hasta que se vio sumergida en un tumulto de personas que caminaban en todas direcciones, totalmente rodeada de elementos ajenos a su comprensión y miradas de todo tipo. Disgusto, extrañeza y preocupación por sobre lo demás. Nada bueno caía sobre ella en ese momento, tratándose incluso del aire que era difícil de respirar al ser totalmente distinto a la naturaleza y vida a la que estaba acostumbrada dejar pasar por sus pulmones.

 

Por supuesto, no era una campesina incapaz de interpretar señales y leer carteles, pero estaba más que claro que no se encontraba en su elemento. Había intentado seguir lo que se le había dicho, pero, partiendo del hecho de que le era muy difícil contar calles cuando no había una distribución uniforme y simétrica de las mismas como había esperado, también se incluía el factor de que era opacada constantemente por la ya mencionada cantidad absurda de personas que pasaban junto a ella.

 

No sería hasta que, como un estallido repentino, el sonido de un auto finalmente la sacó de su desconcierto. Un automóvil pasó junto a ella con la suficiente velocidad como para alzar sus cabellos y afectar su postura, haciéndole caer en cuenta del lugar en el que precisamente estaba de pie. Las miradas que se centraban en ella no eran solo por el hecho de no pertenecer a esa ciudad, cosa un poco ridícula ahora que lo pensaba, sino porque estaba en medio de una calle. 

 

Prácticamente tuvo que correr desde su posición, a través de los autos que pasaban, hasta finalmente hallarse segura del otro lado.

 

“Puff…” solo pudo suspirar ante la posibilidad de casi haber sido impactada por una de esas cosas. Ahora, que estaba mucho más alerta a su entorno gracias a esa repentina experiencia y lección sobre no perder la concentración incluso en un lugar tan superficialmente inofensivo como ese, pudo notar algo que concordaba con la descripción de Ying: un parque.

 

Había visto unos cuantos en las ilustraciones que estaban presentes en el papel de uno de esos libros para niños que había leído en la escuela del pueblo, por lo que supo identificar lo que era conocido como “zona verde”. En resumidas cuentas, una parte de naturaleza en aquella selva de asfalto y metal que buscaba rescatar un atisbo de vida. En medio de todo eso, pudo distraerse brevemente con las imágenes que podía ver.

 

 Jóvenes como ella pasando el rato sobre el césped, niños divirtiéndose entre sí junto a sus padres, ancianos sobre banquetas alimentando ave y uno que otra pareja; todo era muy peculiar. Después de todo, aunque no era lo mismo que ver a su gente disfrutando de las maravillas de la naturaleza, la belleza de la ciudad era palpable con ello, casí como si esta tuviese su forma de resaltar.

 

Contrario a su anterior recorrido, no le tomó demasiado esfuerzo pasar a través del camino empedrado que atravesaba el lugar para finalmente encontrarse con el edificio que parecía ser el indicado.

 

A diferencia de los demás edificios, este contaba con una infraestructura diferente a simple vista. Entrada amplia, ventanas repartidas uniformemente por todos los pisos y, por si no fuese demasiado obvio, la presencia de ambulancias a un costado del edificio. Claro, también estaba un factor muy importante, decía claramente “hospital central” en un cartel al pie de las escaleras que daban a la entrada.

 

Sus zapatillas avanzaron lentamente, como si su andar estuviese buscando prevenir algo. Por un momento, las piernas de Suiko comenzaron a temblar, ¿Acaso estaba asustada? Claro que lo estaba, pero perduraba más en ella otro sentimiento. Ella no lo podía describir muy bien, casí como si fuese la primera vez que se presentaba en su interior después de mucho tiempo.

 

Quería cerrar los ojos, retroceder y despertarse en el interior de su cabaña con las ventanas de sol levantándola por el calor. Quería que su abuelo tuviese que entrar para sacudirla debido a su falta de iniciativa y, por sobre todo, quería que su hermano le gritase desde la planta baja para ir con él a entrenar. Lo único que quería era saber que todo era un mal sueño, que los errores cometidos solo habían sido un mal viaje.

 

Sin embargo, lo quisiera o no, ella estaba ahí para afrontarlo todo, por lo que apartó las lágrimas que se estaban formando y pisó el primer escalón. Por ella y por Suiryu.

 


 

 

Pasando por la puerta de cristal con la que casi chocó al notar que la estaba empujando de forma incorrecta, la joven artista marcial se vio en el interior de lo que parecía ser la recepción del hospital. Más allá del enorme tamaño de la habitación que la sorprendió, en la que cabían hileras e hileras de sillas ubicadas una tras otra junto a una numerosa repartición de puertas y demás elementos, había otra fila de mostradores a un costado y muy al fondo del sitio. Por lógica pura, al ver personas formadas frente a los mismos, hizo fila hasta finalmente poder pasar.

 

El primer rostro que vio del otro lado fue el de una chica con sombrero y vestido blanco, aparentemente centrada en el monitor frente a ella hasta poderse percatar de que Suiko estaba ahí. Su mirada, repentinamente amable y paciente, acompañó un falso tono que molestó en menor medida a la joven.

 

“Buenas tenga usted, señorita. ¿Puedo ayudarle en algo?” la empleada sonrió y observó expectante a su contraparte. Ella, por su lado, pareció quedarse en blanco ante la pregunta. ¿Qué estaba buscando, exactamente? Claramente, no había planeado muy bien aquello.

 

“Yo… Eh… Vengo a buscar a alguien.” Suiko se apresuró a decir con el ceño fruncido mientras intentaba pensar en lo que diría. Mientras tanto, la chica mantuvo su sonrisa y volvió a dirigir su mirada hacia el monitor.

 

 

“Claro. ¿Podría darme su nombre?”

 

 

“¿Suiko?”

 

 

“Necesitaré un apellido, señorita.”

 

 

“… ¿Por qué quieres saber mi apellido?” Suiko pareció hostil ante aquella petición. “No el suyo, sino el de quien viene a ver.” Contestó extrañada la mujer.

 

 

“Sí… Oh.” Suiko se rascó la nuca.

 

 

Recibiendo la extrañada mirada de la recepcionista, Suiko vaciló por lo que había intentado decir. ¡Por supuesto! No le estaba pidiendo su apellido, sino el de la persona que estaba buscando. Entendiendo a medias, nuevamente dijo, con un tono un poco más seguro. “No, el nombre que te acabo de dar es el mío.”

 

“Ajá… Entonces… señorita Suiko, ¿A quién viene a ver?” sin darle más importancia de la que le había dado la joven, la recepcionista volvió a mirar a su monitor mientras posaba sus dedos sobre el teclado, esperando a recibir la información solicitada.

 

“Vengo a ver a los héroes que están aquí.” Respondió contundente. No obstante, la mirada de la chica de vestido blanco cambió por completo en conjunto con su expresión, casi como si le hubiese fastidiado recibir aquella respuesta, aunque no lo expresó abiertamente, pero la esculpida vista de Suiko lo percibió.

 

Ante unos segundos de silencio con su contraria mirando la pantalla, Suiko habló alzando una ceja “¿Pasa algo?”

 

“Sí. Lo siento, señorita Suiko, pero no podrá ver a los héroes que están en las instalaciones.” Espetó con su tono forzado mientras sonreía amablemente e inclinaba su cabeza a un lado. Ante esto, la joven mantuvo su ceja alzada. “¿Y eso se debe a…?”

 

“A que no hay espacio disponible para ver a los héroes, solo tienen acceso la prensa y la asociación o contribuyentes.” Suiko se mantuvo pensativa ante esa respuesta antes de decidir contestar. “De verdad necesito hablar con ellos, incluso me conformaría con tener contacto con uno de los artistas marciales que estuvieron con ellos.”

 

“Nuevamente, lo siento, señorita Suiko. Tampoco se puede ver a una víctima de un ataque de monstruo sin ser un familiar o conocido. ” La joven, ahora un poco molesta por todo eso, frunció el ceño. ¿Por qué tanta protección hacia los héroes y las victimas? Era algo que no podía comprender del todo, aunque no se iba a molestar con alguien que simplemente la atendía, por más que quisiese. "Ya veo, ¿Y si te digo que soy una conocida de ellos?"

 

"¿De quienes, exactamente?" la recepcionista alzó la ceja justo como lo había hecho la joven con anterioridad, Suiko exhaló profundamente . "... de los héroes"

 

 

 

Como si estuviese hablando con una niña, la recepcionista suspiró suavemente y ladeó su cabeza, totalmente incrédula de que la persona que tenía en frente estaba diciendo la verdad.

 

“Los fans no pueden visitarlos, se encuentran en recuperación. Si desea, puede dejar en la recepción alguna carta o mensaje que quiera transmi… ” el sonido sordo de un golpe interrumpió a la chica mientras esta intentaba terminar su oración. Debido a lo repentino del movimiento, saltó de su asiento, llamando a la atención de todos en la sala. Quiso decir algo, pero una presión tan grande y pesada como un elefante la aplastó repentinamente. Un aura, tan poderosa que la hizo chillar, envolvió su cuerpo y la paralizó.

 

Suiko, quien había golpeado el mostrador con su palma, ahora fulminaba con su mirada a la chica. Su expresión era tan fría como afilada. Claramente había perdido la calma como consecuencia de su mal temperamento.

 

“No estoy aquí para ser tratada como fanática por alguien como tú, mi hermano murió en ese torneo de mierda y lo único que quiero saber es qué pasó con él y solo esos estúpidos héroes lo saben porque estaban ahí. ¿Acaso no puedes hacer una sola cosa y decirme cómo llegar a ellos? ”

 

Después de eso, el silencio reinó en la sala. La chica, que antes había intentado ayudar a la joven, no había esperado que simplemente explotase de esa forma y, debido a esto, se quedó en su lugar sin decir nada con los ojos bien abiertos. Suiko estuvo a punto de gritar algo más, pero fue detenida por una voz incrédula a sus espaldas.

 

"¿Eres hermana de Suiryu?" la artista marcial redirigió su mirada molesta hacia quien le había preguntado eso. A unos cuantos pasos, separados por otra fila de personas, estaban dos figuras extravagantes y ciertamente peculiares, totalmente fáciles de distinguir por su extraña vestimenta en comparación al resto de gente que estaba ahí.

 

Suiko elevado a aquel chico rubio en ropa deportiva que iba acompañado por un hombre mucho más mayor y delgado con traje de vestir muy similar a la piel de un reptil. Dos héroes, dos caras conocidas.

 

Aquellos eran Lightning Max y Sneck, los dos héroes que habían visto en televisión como involucrados directos. Ambos, aparentemente saliendo de una de las puertas, se han detenido por los gritos de Suiko al momento de partir, estando ahí momentos antes de los gritos.

 

"Dijiste que tu hermano murió y tienes la misma vestimenta que él, ¿Eres hermana de Suiryu, no?" repitió de una forma más clara el chico rubio al no recibir respuesta en un inicio, haciendo que la hostilidad de Suiko se desvaneciese por completo ante una seriedad tan firme como un muro que ahora residía en ella. Para el héroe, no fue muy difícil atar cavos, principalmente porque, aunque no lo había dicho, esa joven era muy similar a Suiryu a simple vista.

 

“Sí, soy su hermana. Tú eres uno de los héroes que estuvo ahí ”. Girando hacia el par de héroes, la joven los miró detenidamente mientras se apartaba del mostrador. Notando su extraña hostilidad y entendiendo ahora la situación, Sneck se apresuró a su compañero para contestarle. "Estuvimos ..."

 

Después de un silencio incómodo y ante el nulo aporte de su compañero, Max lo miró extrañado por un momento y caminó lentamente hacia la, recibiendo espacio por parte de los demás gente que miraba curiosa lo que sucedía. Ahora que todos escuchado que esa jovencita era la hermana del hombre que se había sacrificado para enfrentar a los monstruos del torneo, nadie intervino, ni siquiera la recepcionista, quien se quedó impresionada, casi ignorando el hecho de que fue la descarga de esta misma .

 

“Nadie sabía que Suiryu tenía una hermana, o que siquiera tenía un familiar. Todos pensábamos que… ”

 

“Él era el único usuario del puño vacío. Heh… Sí, él siempre decía eso… ” bajando la mirada, la tristeza que ahora inundaba en su voz conmocionó a Max incluso cuando la incomodidad estaba presente. Este se acercó y la tomó gentilmente del hombro. "Tu hermano fue mucho más héroe que todos nosotros, quiero que sepas que, así como Sneck y yo estamos agradecidos con él, también lo están todos los sobrevivientes a la catástrofe y los habitantes de esta ciudad."

 

Suiko alzó la mirada para mirarlo conmocionada, sus ojos reflejaron un montón de emociones al mismo tiempo. No sabía qué decir.

 

 

"Si no había sido porque él derrotó a los monstruos, ninguno de nosotros estaría aquí". Esta vez haciendo un informe más certero, Sneck entendió rápidamente el porqué de que su compañero se había apresurado a consolar a la joven sin siquiera confirmar que ella en verdad era quien había asumido que era. Claramente, él también podía notar el parentesco a simple vista, pero también estaba el recuerdo de aquel torno.

 

Tanto él como Max se había apresurado a salvar a Suiryu ya todos los demás cuando este claramente se rendido y estaba llorando por haber sido golpeado. Por supuesto, ninguno de los dos había podido hacer algo al respecto, pero ambos eran conscientes de que había un factor que no cuadraba ahí. Hablando por él mismo, no se podía imaginar al roto Suiryu enfrentando a la monstruosidad de Gouketsu, cosa que podía asegurar que también pasaba por la mente de Max; lo más seguro había sido que otro héroe había intervenido de alguna forma, o que, como decía la misma asociación, que hubo una disputa entre los dos gigantes que finalmente llevó a la muerte de uno ya la destrucción del otro fuera del estadio por otra fuerza aún no identificada.

 

Suiryu no pintaba como héroe ahí y aunque estaba consciente de que desmeritar a un muerto era deshonroso, todo apuntaba a que ese prodigio había muerto sin dar demasiada pelea, incluso cuando se tenía en cuenta de que lo había matado un monstruo ajeno a las dos enormes figuras de las que emergía todo el argumento.

 

Por esto mismo, Sneck pensó que Max se estaba apresurando a deshacerse de la hermana de Suiryu para que no pudiese escuchar la historia de Lin Lin y la versión de ambos sobre los sucesos. Era entendible.

 


 

 

Después de aquello, ambos héroes decidieron omitir su salida del hospital para atender un llamado y se mantuvieron junto a Suiko en la zona del parking, sentados en una banca.

 

La mayor parte del esfuerzo lo hizo Max, quien elogió al difunto artista marcial frente a su hermana y le contó lo que había pasado. Claro, de una forma endulzada que mostró a Suiryu como el encargado de acabar con todos los monstruos; sin embargo ya pesar de todo eso, los dos héroes notaron que la tristeza en el rostro de la joven también era acompañada por una mirada fría y obscura, como casi si estuviese ignorando lo que se le decía. Sneck creía que su compañero estaba haciendo mal, pues era inevitable que Suiko se enterase tarde o temprano de que su hermano no había muerto como él lo describía, especialmente porque ella misma había dicho que estaba ahí principalmente para recoger su cadáver y enterrarlo en el pueblo en donde había nacido.

 

Por lo que había escuchado de la charla de Lin Lin con uno de los hombres de la asociación de héroes, Suiryu no había muerto en medio de un combate como efecto colateral, sino masacrado por Choze. Esto hacía parecer que este ultimo se había aprovechado del estado de Suiryu después de haber vencido a los monstruos para matarlo, pero como ambos héroes creían, lo más seguro era que aquello era una verdad a medias. Sí, Choze se había aprovechado de la debilidad de Suiryu, pero este no había asesinado a Gouketsu ni al otro monstruo gigante no identificado.

 

Igualmente, ya era algo que no importaba, era incluso egoísta pensar que Suiryu no había hecho nada, cuando prácticamente fue el encargado de matar a todos los monstruos a excepción de Choze y Gouketsu. En cuanto a Bakuzan, todos pensaban que, si no se había convertido en un monstruo y huido al igual que Choze, había sido secuestrado o asesinado y que su cuerpo aun no había sido encontrado.

 

"Entonces ... ¿Suiryu asesinó a todos los monstruos?" Suiko finalmente preguntó después de escuchar todo, con su mirada fija en frente. Tanto Max como Sneck no percibieron incredulidad en sus palabras, sino más seriedad de la esperada. Ambos se miraron rápidamente, hasta que uno contestó “Sí, a todos. Como ya te dije, nos salvó ".

 

Suiko se giró de forma repentina para fulminarlos con la mirada, mostrando desconfianza con sus ojos entrecerrados, "Si él los asesinó a todos, ¿Por qué en la televisión se dijo que hubieron monstruos que escaparon?" Ahora, los héroes eran los que estaban mucho más serios. Sneck, si no estuviese en ese mismo lugar, le habría dicho “te lo dije” a su compañero, mientras que Max no supo qué decir como respuesta inmediata. Había olvidado por completo que se había dado una versión de los hechos. Para desgracia o fortuna de Max, Sneck sí tuvo una respuesta rápida.

 

"Porque es verdad, tu hermano los venció a todos a excepción de los que escaparon." Contestó el hombre firmemente, esperando haber logrado escapar junto a su contrario. “… ¿Y cómo escaparon?”

 

"Suiryu los espantó después de interpuesto al matar a los monstruos más fuertes." Siendo Max el que esta vez respondió, Suiko permaneció callada por otro incómodo momento más. Su hostilidad desapareció nuevamente, tal vez porque se centró en pensar y no en juzgar con su mirada. De todos modos, tardó en responder y volver a preguntar. "Bien, me has estado diciendo que los salvó a todos y cuán heroico fue, pero no me has dicho cómo fue que murió exactamente ..."

 

Max, aprovechando que Suiko no los estaba mirando, giró su rostro para mirar a Sneck y detenerlo en cualquier cosa que sea a decir. A pesar de que ambos sabían que la información de Choze tarde o temprano se iba a hacer pública para alertar a la gente sobre la presencia de un monstruo extremadamente peligroso en la ciudad, Max sabía que no podía ocultarle eso a la joven, quien, por lo que había escuchado de su propia voz, era la única familiar de Suiryu. Ella iba a terminar mirando el cadáver de su hermano y enterándose de que había sido aplastado por una fuerza mayor a él; si su compañero se apresuraba a mentirle con que había muerto después de la batalla, la carga de conciencia sobre él sería demasiada.

 

Por esto mismo, aunque en un principio había querido omitir la noticia, el héroe no pudo contenerse más y dejó escapar un largo suspiro. Dolido, dijo “En realidad, uno de los monstruos que escaparon fue el responsable de la muerte de tu hermano. Por lo que se sabe, la batalla ya había terminado para cuando esto sucedió, así que lo más probable es que este monstruo haya aprovechado que Suiryu se sigue débil para asesinarlo y poder huir. "

 

Max ni siquiera quiso ver la reacción de Suiko, permaneciendo con la mirada gacha mientras Sneck lo miraba atónito. Por el lado de la que recibió esta noticia, contrario a lo que todos los presentes esperaban en base a lo poco que la conocían, esta no estalló y permaneció en silencio, mirando al rubio con los ojos abiertos de par en par. Estaba bastante sorprendida, pero su tono no cambió de aquella seriedad. "¿Quién era ese monstruo?"

 

Confundidos, ambos la miraron en silencio. Estaba claro que aquella información era confidencial, pues era bien sabido que los dueños del torneo no querían más mala publicidad del mismo con sus participantes convertidos en monstruos y asesinando gente. Era por esto mismo que en las noticias se había omitido la información de los humanos transformados.

 

Ante su silencio, Suiko se molestó de la misma forma a como lo había hecho en recepción. Hirviendo en hostilidad pura, su espesa aura envolvió a los dos héroes mientras esta sostenía la camisa oscura de Max y lo alzaba conforme se ponía de pie. Ambos quedaron impresionados por lo similar que era su presencia con la de Suiryu. Una persona realmente fuerte, pero resultaba muy aterrador cuando, en vez de la arrogancia y tranquilidad que había desprendido el joven en su momento, estaba la amenaza y el enojo que en cambio esparcía su hermana.

Sneck, notando las intenciones de hacer daño dentro de los ojos abiertos de Suiko, tomó su postura del Golpe Mordedura De Serpiente y se dispuso a apuntarla con una de sus manos dispuesto a intervenir de ser necesario. Claro, era entendible que esta se enojase, pero ambos estaban aterrorizados por la repentina hostilidad de la joven.

 

Max alzó las manos y la intentó tranquilizar “¡Escucha! Cálmate primero, sé que te afectó la muerte de tu hermano, pero no debes de ponerte así. No podemos decirte quién era ese monstruo, principalmente porque es información confi- “ antes de que pudiese seguir con aquello, Suiko lanzó el cuerpo de Max a través de toda la zona de parking, o bueno, eso fue lo que pretendió hacer.

 

Contrario a lo que esperaba, justo cuando estaba poniendo su otra mano sobre la camisa del héroe para sostenerlo de forma rápida y lanzarlo, los dedos extendidos en forma de lanza de Sneck se clavaron en su garganta con un rápido movimiento de látigo. Habiendo estado centrada totalmente en Max, Suiko no pudo hacer nada y tuvo que retroceder ante la creciente molestia en su zona afectada, misma que la privó del aire por unos segundos hasta que se masajeó la zona.

 

Mientras se deshacía del aturdimiento, el hombre de traje había ayudado a levantar a su amigo para acto seguido dedicarle una mirada fría a la joven. "No tienes ningún derecho a intentar agredir a alguien que ha estado intentando ayudarte, Max se tomó la molestia de contarte todo y lo único que haces es querer lanzarlo por no decirte algo de lo que depende su reputación en la asociación." Ante la mirada desconcertada de una Suiko totalmente molesta, Sneck no vaciló y continua.“La identidad de ese monstruo es información confidencial y si se revela al público nos podría afectar tanto a nosotros como héroes como los demás artistas marciales. Así que, respeta la memoria de tu hermano, te ayudaremos a dar con su cuerpo y si quieres consultar con la asociación para ver si se te puede decir esta información, pero tienes que esperar. "

 

Un silencio pavoroso provino de la joven después. Max, tan sorprendido de la repentina firmeza de su compañero, intentó calmarlo poniendo una de sus manos sobre sus hombros, pretendiendo hacer que dejase de adoptar una postura de lucha. Sneck, por su parte, estaba aterrorizado detrás de aquella máscara de reprimenda y seriedad.

 

El golpe que había dado estaba dedicado a dejar fuera de combate a la artista marcial con la intención de poderla tranquilizar luego, pero lo único que había logrado había sido aturdirla por unos pocos segundos. ¿Acaso ella era tan fuerte como Suiryu como para recibir un potente ataque de forma casual y descuidada de esa forma? Aunque claramente él le había dado la impresión de ser más fuerte, la sensación había sido similar.

 

 

Pero justo al momento en el que Max iba a aportar algo, tanto él como Sneck notaron algo. Suiko ya estaba ahí, con su pie izquierdo plantado firmemente en paralelo sobre el suelo mientras su pie derecho se abalanzaba junto con su pierna en un movimiento ascendente lateral. Aquella era la misma patada que utilizó Suiryu para impactar la cabeza de Sneck y ganar su pelea, pero a diferencia de antes, el pie totalmente estirado de la joven se detuvo a centímetros de la mandíbula del hombre, proyectando una fuerte ráfaga a través de su rostro que igualmente impactó a Max.

 

Por alguna razón, se había detenido en medio de su ataque, pero eso no quitó que Sneck prácticamente cayese sobre sus rodillas como un fideo. "Eso fue terrorífico". Fue lo único que pudo decir totalmente derrotado. Después de su derrota contra Suiryu, su autoestima había estado peor que nunca antes, especialmente porque el que lo había humillado había sido alguien que no merecía todo el poder que tenía; no solo por su arrogancia, sino por esa filosofía que justificaba en su momento el hecho de que los monstruos pudiesen gente solo por ser más fuertes. Ahora, ese mismo ataque que le había destrozado en todos los sentidos había estado a punto de impactarlo por segunda vez, casí como si la vida le resaltase constantemente lo poco capaz que era.

 

"Lo siento ... Tienes razón". Una más tranquila Suiko extendió su mano hacia el destrozado hombre y lo ayudó a levantarse. Sorpresivamente, el tacto con su mano fue tan suave como una nube, algo que sorprendió al desconcertado Sneck.

 

“Lamento haber sido tan hostil con ustedes, chicos. Fui una idiota al querer golpearlos después de que me ayudaron… Aunque ese golpe fue realmente poderoso, no sabía que ustedes eran de tan alto nivel. ” Un tono mucho más relajado provino de la joven. Ante sus palabras, Sneck no pudo ocultar su sorpresa y dejó caer su mandíbula mientras abría aún más sus rasgados ojos. ¿Acaso ella era su ángel? Después de haber sido aplastado por todos sus enemigos y por el hermano de ella, esa poderosa mujer, incluso después de haber dejado en claro que era superior a él, lo había elogiado de esa forma.

 

Solo le había bastado ese simple comentario para subir su autoestima y para demostrarle una humildad de admirar. Suiryu se había burlado de él y había dicho que era más débil que Max, pero Suiko lo catalogó de un alto nivel.

 

Si era por eso o no, Sneck solo podía sacar una conclusión de esa mujer. Era digna de admirar.

Notes:

Well, aquí un capítulo largo para disfrutar.

Ciertamente, este es un capítulo que hice desde cero otra vez porque lo que había escrito antes no me gustó, principalmente porque extendía dos capítulos más la llegada de Suiko al hospital. Además, también había puesto solo a Max como el único que interactuaría con ella, pero decidí agregar al pobre de Sneck (la trama original lo ha tratado muy mal xd).

Estoy satisfecha con el resultado, pero lamentablemente tendré que reescribir unos cuantos capítulos más y modificar unas cosas, por lo que tardaré en actualizar. Probablemente solo sean como cinco, así que desde ahí volveré a actualizar diario.

Sobre otras cosas que quiero aclarar, es posible que algunos piensen que el débil de Sneck es incapaz de siquiera encestarle un golpe a Suiko por su nivel similar a Suiryu, pero muchos ignoran que este fue capaz de derrotar a uno de los monstruos cuervo de un solo ataque y esquivar el golpe del Rey del mar profundo (algo que ni el Genos de ese momento pudo). Está de más decir que es alguien muy poderoso, pero que claramente es opacado por Saitama y Suiryu.

Diciendo eso, me despido y prometo que actualizo mañana o pasado mañana. Bye! :P

Chapter 11: Rastros

Notes:

Hola :D

Tiempo sin actualizar, ¿eh? Pido disculpas por eso, pero vuelvo con dos capítulos de corrido ya corregidos.

¡Disfruta!

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Las enormes paredes, tan obscuras como la penumbra de la misma noche, dieron la sensación a los presentes sobre estar atrapados. La luz que irradiaba de forma natural uno de ellos permitió revelar, contrario a lo que se esperaba y como un factor de alerta, que cada bloque pálido que las conformaba, puesto uno junto al otro con un cuidado y un talento único del más dedicado arquitecto, revelaba por igual una sola imagen: un glóbulo ocular observando al asecho. La sensación transmitida recordaba de una forma muy veraz y directa aquella aura antigua que mostraban los jeroglíficos de los antiguos egipcios, como si se tratase de enviar y preservar un mensaje a través de esas imágenes.

 

Cual producto de una mente excéntrica, la enorme habitación tenía como única decoración lo anteriormente mencionado. Una obra de arte a ojos de muchos, pero también el reflejo de un ego lo suficientemente grande como para decidir inmortalizarse a sí mismo en las propias paredes de su hogar.

 

Lo único que resaltaba en medio de la oscuridad era lo que parecía ser un enorme trono tallado en piedra de una forma incluso más cuidada que el resto del lugar, pero conservando la simplicidad que se veía a simple vista. Parecía más otro conjunto de bloques en forma de asiento, siendo opacado por la enorme figura que se postraba sobre este mismo.

 

Un ser, más bien. Tan regordete y falto de condición física que parecía aludir a la mítica historia de un rey gordo de apetito voraz. Sus extremidades, cortas y visiblemente frágiles, caían de forma despreocupada sobre la piedra, dando la ilusión de que este estaba escurrido. No obstante, era mucho más enorme que todos los demás, quienes apenas podían llegar a la altura de sus pies en relación a donde estaba sentado. No era humano, eso estaba claro; no por su tamaño, sino por el hecho de que su piel verde y desproporciones lo delataban como algún tipo de criatura ajena a este mundo, como si alguien más la hubiese creado con el único propósito de infundir terror e inseguridad en aquellos que lo veían. Así mismo, por si no hubiese quedado lo suficientemente claro, en vez de un rostro en donde se suponía debía ir su cara, estaba un enorme globo ocular que clavaba su fría mirada en aquellos que estaban por debajo de él, literalmente.

 

Gyoro Gyoro había convocado una reunión en su cuartel con los monstruos encargados de realizar la siguiente tarea en la que los iba a disponer. Naturalmente, ni siquiera se tomaría el tiempo de ocuparse de tal forma, pero sentía que, debido a lo idiotas que eran la mayoría, sus palabras transmitidas a través de otro con más rango no iban a tener el mismo impacto que un contacto directo con él, el consejero militar de la asociación de monstruos.

 

Entre los insectos que estaban presentes había todo tipo de seres, desde un hombre de fuego hasta lo que parecía ser un asalariado con cabeza de mosca; incluso había un reptil, pero lo que compartían todos esos monstruos era una sola cosa: su estructura. Aunque no eran exactamente iguales, como podría esperarse, todos eran humanoides en su mayoría.

 

Gyoro Gyoro pensó que esto era perfecto pues, él sabía muy bien que la transformación resultante de sus células de monstruo tenía un noventa por ciento de que el resultado fuese un monstruo humanoide. Claramente, en las instalaciones había un montón de monstruos así, pero nada como los que tenía en frente. Así como este tipo de trasformaciones tenían un alto índice de generar seres con forma de humano, también lo tenía en que normalmente el resultado no era el mejor. Como el mismo Gouketsu solía decir, los insectos siempre iban a ser insectos, no importaba si su coraza cambiaba.

 

Ya sea por una mutación fallida o una debilidad más que evidente, estos monstruos aún conservaban rasgos muy prominentes de su anterior humanidad. Por ejemplo, el ya mencionado ser de fuego, sin este mismo, era una persona común y corriente a excepción de sus párpados quemados. Cosas así se aplicaban para el resto, quienes conformaban un grupo de diez: los tres anteriormente descritos, incluyendo al hombre réptil, cuyas escamas cubrían su cuerpo de humano; un joven de piel oscura cuyos ojos irradiaban luz violeta, dos gemelos con piel de roca, un hombre perro con rostro de bulldog, una joven felina, un tipo planta y lo que parecía ser una sombra.

 

Pero, ¿Por qué él, el psíquico más poderoso de la asociación y probablemente del mundo, necesitaría reunir a tantos debiluchos en un solo escuadrón? La razón era simple, pues, con sus rasgos sobrehumanos fácilmente ocultables, cumplían el perfil para poder infiltrarse en la sociedad humana sin demasiados problemas.

 

“Seguro se preguntarán porqué los traje aquí, ¿No es así?” finalmente, la voz elocuente y profunda del psíquico resonó en aquel conjunto de cuadro paredes totalmente vacío, sacudiendo a los presentes. Como única respuesta, solo recibió negaciones temblorosas y un silencio precavido. Mientras que algunos preguntaron directamente el motivo, otros retrocedieron y comenzaron a temblar, pensando que les iba a tocar el peor de los destinos como el resto de aquellos incapaces de servir correctamente.

 

No obstante, el único ojo de Gyoro Gyoro se entrecerró de forma divertida, haciendo parecer que, en algún lugar de la imaginación, estaba sonriendo. “No los convoqué para matarlos y ofrecerlos como sacrificio al rey Orochi, así que pueden estar tranquilos” suspiros aliviados inundaron la habitación, pero antes de que alguien dijese algo, el psíquico continuó. “Los traje porque son los indicados para una tarea muy especial, en donde tendrán que sumergirse en el mundo humano para traer a un compañero perdido.” todos quedaron en silencio, unos por incredulidad de ser tomados en cuenta y otros para simplemente dejar que su superior continuase. Solo uno de ellos se aventuró a decir algo, en un tono bastante incrédulo. “¿Vamos a infiltrarnos?”

 

“Exactamente.” Gyoro Gyoro contestó tranquilamente mientras volvía a su frialdad habitual, ahora juntando sus cortas manos sobre la enorme barriga que se alzaba por sobre su abdomen. “Hay alguien que quiero que recluten de la mejor forma posible, y está en algún lugar de Ciudad C. A excepción de asesino sombra, quien es el más experimentado de ustedes, es la primera vez que les encargo una misión, así que espero...”

 

“¿Por qué?” con un poco más de confianza, el hombre mosca preguntó mientras movía los apéndices de su boca, interrumpiendo al psíquico. En respuesta, Gyoro Gyoro pareció un poco irritado por la interrogante, pero no se tomó tanto tiempo para preguntarle, “¿Por qué de qué?”  

 

“Bueno, como sabrá, las labores de reclutamiento son llevadas a cabo por monstruos mucho más capaces que nosotros”. El tono de la mosca fue lo que más molestó al psíquico, como si fuese un niño incapaz de comprender la situación, pero hablando con una condescendencia oculta que reflejaba una imagen de sabiondo. “Así es”. Contestó sin demasiado interés.

 

“Entonces… ¿Por qué dispone de nosotros?” uno de los gemelos golpeó al hombre mosca con su codo para detenerlo en sus palabras, no obstante, Gyoro Gyoro respondió casí inmediatamente. “Porque son descartables.” La contundencia detrás de sus palabras hizo que todos lo miraran fijamente en un revoltijo de emociones. Él continuó “Esta es una oportunidad para que prueben su valía ante mí, pues necesito criaturas como ustedes”

 

“¿Necesita criaturas débiles?” el zumbido de la mosca hizo que el psíquico entrecerrara su único ojo con irritabilidad. Desde su punto de vista, la mosca estaba aplicando algún tipo de dialéctica para hacerle entender que no prescindía de ellos y que era mejor mandar a otro. Una apuesta bastante arriesgada, a decir verdad, pero justo cuando planeaba ignorarlo y continuar, el hombre habló, confirmando sus sospechas.

 

 “¿Por qué reúne a tantos? ¿No será mejor ocupar a un solo monstruo de rango mayor?” casí inmediatamente después de que este preguntase, la cabeza insectoide que se postraba sobre sus hombros estallo como un globo de agua en un baño de líquido amarillo y pegajoso, impregnando del mismo a los gemelos roca que estaban junto a él, quienes se asquearon y aterrorizaron, al igual que el resto, por lo que acababa de suceder.

 

Desde su trono, el psíquico les dedicó una mirada gélida y asesina al grupo de monstruos. “¿Alguien más quiere cuestionarme de una forma tan descarada?” como era de esperarse, nadie más lo interrumpió ante el contraste que daba el tono juguetón con el que se había preguntado.

 

A decir verdad, el ahora difunto hombre mosca tenía un punto: el grupo que había reunido no era muy capaz que digamos. Ni siquiera los había reunido de una forma estratégica en la que se pudiesen complementarse entre sí, sino que solo tomó un factor en común. Sin embargo, la situación no le daba muchas opciones óptimas. En un principio, pensó en el dúo de ninjas conformado por Hellfire Flame y Gale Wind, quienes podían desenvolverse perfectamente en la tarea, pero los había ocupado para reclutar al otro ninja de nombre Sonic y no volverían en los días recientes.

 

Tenía en su repertorio otro tipo de monstruos especializados en el sigilo o en el diálogo, como lo serían Phoenix Man o Destrochloridium, pero, nuevamente, a ambos los estaba ocupando en otras tareas, excluyendo además que no cumplían con el perfil.

 

Así, debía conformarse con ese grupo que tenía para reclutar a quien quería lo más rápido posible. Justo cuando planeaba continuar, notó que se había sumergido en su pensamiento por demasiado tiempo cuando la chica gato preguntó temerosa “…¿S-Señor?” y haciendo un gesto desinteresado con su mano, el psíquico le permitió hablar. “Uh… ¿A quién exactamente tenemos que reclutar?” el corazón de la felina se detuvo por un momento ante el miedo, pues Gyoro Gyoro volvió a quedarse en silencio, tal vez recordando algo.

 

 


 

 

 

El aleteo de sus alas fue lo único que sonó en el enorme sitio ante la quietud generada después de una ardua batalla. Gyoro Gyoro, viendo a través de una de sus extensiones, pudo observar del otro lado de aquel pequeño ojo volador lo que había ocurrido en el lugar hace poco menos de media hora. Cuerpos sin vida o sin conciencia era lo único que rodeaba el escenario, desde monstruos que podía reconocer hasta unos que no, pero también incluyendo humanos. A simple vista y por lo que había podido asimilar, el ataque guiado por Gouketsu había salido peor de lo esperado, con bajas en ambos bandos hasta el punto en el que nadie quedó en pie, ni siquiera este último.

 

Fue una pena, a decir verdad, pues lo único que podía ver era la masacre de monstruos muy prometedores. Aunque, por sobre todo eso, lo que más le preocupaba eran los vacíos que encontraba en su recreación de los sucesos. Habiendo pretendido llegar hasta Gouketsu para avisarle que debía apurarse en volver debido a la presencia de héroes poderosos en la cercanía, lo único que había encontrado al seguir su rastro de energía había sido su cadáver extrañamente acabado. Esto lo sorprendió por decir menos, ¿Acaso se había encontrado con un héroe clase S en el camino? Aquello era muy poco probable pues, habiendo evaluado cuidadosamente el nivel de poder y el patrón de ataque de estos héroes, era imposible que hubiese sido el caso. De a primeras, los únicos héroes capaces de derrotar a Gouketsu de una forma tan aplastante eran Tatsumaki, Blast, King y, con ciertas posibilidades, Metal Knight.

 

No obstante, el cadáver del monstruo no daba indicios de haber luchado con ninguno de estos, principalmente porque, de una manera muy literal, había sido decapitado con un ataque de pura fuerza. No había sido aplastado en un tornado de poder psíquico, ni destrozado por armas del más alto calibre. En cambio, era como si alguien simplemente le hubiese arrancado su parte faltante para después lanzarla muy lejos.

 

Con eso como base, lo más probable era que fuese King el responsable, dejando esa incógnita resuelta, pero no era así. Su avistamiento había sido reportado esa misma tarde muy cerca de la ciudad Z, por lo que lo descartaba por completo.

 

Y eso no era todo, pues, ahora que estaba directamente presente en el estadio, podía sentir tres rastros de energía emergentes que aparentemente se retiraban del mismo. Uno bastante débil, casi moribundo, y dos lo suficientemente enormes como para aterrar al psíquico. Por un lado, el primer rastro llevaba directamente hacia Gouketsu, mientras que el otro se perdía en la inmensidad de la ciudad, pero igualmente pasaba por los mismos lugares que el anterior. Debido a la enorme distancia y limitación de sus poderes, el hecho de que el otro poderoso rastro fuese tan aterrador le impedía diferenciarlo del de Gouketsu y, a su vez, identificarlo más allá de unos cuantos cientos de metros más, escapando de su alcance fuera de la ciudad.

 

Sin embargo, el débil rastro que en un principio había descartado nunca salió de la ciudad y, por lo tanto, aún pudo mantenerse en la percepción de Gyoro Gyoro por medio de su extensión.

 

Así, tenía dos nuevas incógnitas: ¿Quién era el enorme rastro que se juntaba con el de Gouketsu y luego se disolvía en la distancia? Y ¿De quién se trataba la débil presencia en comparación que se había ido de ahí y que ahora se encontraba en los barrios bajos? Tenía a dos personas faltantes en el rompecabezas, una tan fuerte como para derrotar brutalmente a un nivel dragón como lo es Gouketsu y una tan débil como un humano promedio, pero aún capaz de irse de ahí sin morir en el proceso, volviéndose un testigo potencial de a primeras.

 

La única opción que tenía para hallar respuestas era seguir el rastro débil, lo cual, después de echar otro vistazo al montón de cuerpos y estructuras rotas, se dispuso a hacer. Siguiendo el aroma de energía, fue guiado a través de unas cuantas calles para finalmente terminar en el subterráneo y, de una forma u otra, descubrir un camino nunca antes conocido por él a lo que asumía era el bajo mundo de la ciudad C. Naturalmente, no todas las ciudades tenían lugares así, ya sea por la corrupción de los poderes que las dirigían o la enorme extensión de tierra que se abarcaba. En este caso, se juntaban ambas; esa ciudad era lo suficientemente enorme como para guardar secretos como ese y también corrupta, por lo que el mundo criminal había prosperado de una forma vertiginosa.

 

Por más maravillado y asqueado que había estado por la aglomeración de calaña que encontró de una manera tan fácil, detendría su avance hasta notar que era riesgoso para su extensión de carne seguir. En cierto punto del recorrido, le estaba siendo imposible ocultarse entre la acumulación de gente, los pasillos cerrados y los ojos que se tenían en todos lados. Por eso, para no comprometer el rastro que estaba siguiendo y evitar perderlo, se mantuvo a la espera, sintiendo a la distancia la presencia que buscaba.

 

Con eso hecho y teniendo asuntos más importantes que atender, no le habría dado tanta importancia en el momento. De no ser porque, de una forma muy literal, de la noche a la mañana esa presencia había aumentado su poder enormemente. Pasando de una estimación de nivel lobo bastante lamentable a un nivel demonio que, aunque no era lo mejor de lo mejor, igualmente había significado un gran progreso, las expectativas de Gyoro Gyoro sobre este ser se elevaron al igual que el poder de este mismo. Y por si esto no fuese suficiente, aún había podido notar que seguía creciendo poco a poco.

 

Por ello, quería entablar contacto con esta nueva promesa y para eso, dispondría sus recursos.

 

 

 


 

 

 

“Tendrán que reclutar a un monstruo bastante poderoso. Estimo que es nivel demonio, pero, al igual que ustedes, pienso que es el resultado de una transformación por célula, así que será fácil de identificar por su forma humanoide.” Finalmente contestó el psíquico de una forma bastante distante.

 

“Perdone mi atrevimiento señor, no busco faltarle al respeto, pero tengo una pregunta.” Con una tranquilidad y contundencia en su voz que ninguno de los monstruos podría llegar siquiera a aspirar en una situación como esa, la sombra humanoide habló sin movimiento alguno. Era como si literalmente fuese la proyección de oscuridad provocada por la luz impactando contra algún objeto. Sus pies no se podían ver, siendo tan plano como una hoja de papel, pero aún conservando la silueta de un hombre de pie.

 

Contrario a lo que se podría esperar de Gyoro Gyoro en relación a su comportamiento respecto a las interrupciones, este pareció mucho más tranquilo cuando la sombra le habló. Aunque este no le había mencionado al resto, el monstruo sombra era un ser bastante prometedor. No era especialmente poderoso en cuanto a fuerza, pero sus poderes derivados de la transformación lo volvieron un monstruo de temer al nivel de Cucaracha Avispada, posiblemente capaz de vencer a los héroes clase S más débiles. Él era el que realmente iba a actuar en caso de oposición por parte de su objetivo, pero necesitaba al resto para confirmar la fuerza de quien iba a reclutar y de paso aumentar las posibilidades de éxito. Después de todo, los ocho monstruos restantes hacían un escuadrón bastante fuerte capaz de igualar un nivel demonio.

 

De esa forma, identificando a la sombra como el más capaz de los presentes, le dio la palabra fácilmente, haciendo que este hablase. “¿Qué sucederá en el caso en el que no se pueda identificar como esperamos?” Aquella era una buena pregunta.

 

“No te preocupes por eso, una extensión mía estará con ustedes para identificarlo. En realidad, su misión como escuadra será protegerme para poder llegar hasta él y en caso de que se oponga e intente atacarnos, servirme de escudo.” Todos ahí se mostraron agobiados por esto mismo, incluso el hombre sombra, cuyo rostro era inexistente, pareció encogerse; todos eran carne de cañón.

 

“Entonces, lo que tendrán que hacer es…” y así, Gyoro Gyoro empezó a explicar su plan y el procedimiento del mismo más a detalle.

 

 


 

 

 

Suiko no fue capaz de pedir que quitasen la tela azul que cubría el cuerpo de su hermano, teniendo que evitarlo incluso cuando uno de los médicos presentes estuvo a punto de revelar el cadáver al resto. Tenía miedo de no encontrar la armoniosa expresión de Suiryu ya habiendo partido a la otra vida y en cambio, ver algo irreconocible que la aterraría por el resto de su vida. Según las propias palabras de Sneck, lo que alguna vez había sido un guapo y moreno joven ahora solo era una masa de carne y a pesar de que su furia y ganas de descubrir la verdad la habían impulsado a ignorarle, esa advertencia la había hecho aún más pequeña al respecto. No estaba muy segura de si ver a su hermano la iba a ayudar del todo, así que prefirió omitirlo.

 

En cambio, pidió al demás personal que la acompañaba en la sala, que se retirase por un breve instante para dejarla a solas con el cuerpo. Debido a que no podía darse el lujo de permanecer horas junto a él como habría querido, pretendió aprovechar los pocos minutos que tenía para, entre lágrimas que corrían a través de sus suaves mejillas, darle un rezo adecuado a su hermano.

 

Lo encomendó a los dioses de la montaña y deseó que su reencarnación siguiente le trajese todo el buen karma que había acumulado al ayudar a la gente y no hacerle daño a nadie. También rezó por su abuelo, esperando que él pudiese guiar el alma de su hermano a través del otro plano para evitar su pérdida en la inmensidad de la existencia. Así mismo, derramó cuanta lágrima pudo, pero para ese entonces, después de haber llorado tanto, no había mucho que derramar. La tristeza había sido dejada de lado por un ferviente fuego en su interior, deseo de venganza y de encontrar al responsable de tanto dolor ocasionado hacia ella. El enojo aumentó por su impotencia, por ni siquiera poder saber quién era exactamente la persona, o mas bien monstruo, al que debía dedicar todo este sentimiento lleno de oscuridad. Incluso era incapaz de darle un entierro digno a su hermano, siendo que, ante la falta de recursos por parte suya, iba a ser llevado a la morgue más cercana para ser incinerado. Esto la hizo temblar de rabia, pero ni siquiera pudo desahogarse con algo.

 

“Lo siento, hermano. Lamento que tu muerte haya sido tan horrorosa y tan lejana a tus seres queridos… Yo… Yo… Prometo que todo esto no habrá sido en vano. Juro que serás vengado, justo como lo mereces.” Afligida por el dolor, la joven se limpió las lágrimas con la manga de su traje y posó su mano sobre la de su hermano. No le importó sentir el frío de la muerte a través de la misma, pero incluso cuando la quiso agarrar con todas sus fuerzas, los dedos de Suiryu estaban tan deformes por las fracturas y los golpes que ni siquiera pudo hacer tal cosa, sintiendo más desagrado por esto.

 

Como resultado, sollozó en silencio para sí misma, aumentando aún más el vacío en su pecho que poco a poco se iba acrecentando. De una u otra forma, sintió que las paredes se cerraban alrededor de ella, asfixiándola.

 

Pero justo cuando iba a correr lejos de ahí para huir de la extraña sensación, una puerta detrás de ella se abrió, dando paso al sonido de unos tacones resonando en el suelo de baldosa mientras se aproximaban a ella. Dándose la vuelta para ver, Suiko cambió su rostro de dolor total a uno de confusión. Sus ojos esmeraldas se clavaron extrañados en la nueva figura que había aparecido: una mujer.

 

Una de un aspecto muy joven, con cabello amarillo y ojos azules. Su estilo de peinado contrastaba con su vestimenta elegante de tipo oficina, pues consistía en dos coletas emergentes de cada costado de su reluciente cabellera y un par de mechones que caían perfectamente sobre su frente, haciéndola mucho más joven. No parecía especialmente alegre, pues demostraba preocupación con sus cejas arqueadas y su mirada atenta cuando se dispuso a hablar, manteniendo su distancia de la visiblemente abatida y desordenada Suiko. “Buenas tardes, señorita Suiko.”

 

Aún más extrañada porque esa mujer supiese su nombre, la joven reaccionó poco tiempo después y se giró totalmente para plantarse frente a su contraria; pasó rápidamente sus dedos por el contorno de sus ojos para quitarse el resto de lágrimas. Si fuese el caso, habría corregido su maquillaje, pero debido a toda la situación, ni siquiera había tenido el tiempo de arreglarse. Así que, entre sus ojeras y rostro cansado, la belleza natural de Suiko, aunque aún presente, era totalmente opacada. Para su sorpresa, la mujer le ofreció un pañuelo. “…Buenas tardes. ¿Quién es usted?” Contestó ahogando la voz en el pedazo de tela que había aceptado.

 

“Mi nombre es Sun Mi, mucho gusto.” La mujer se inclinó en forma de saludo. “Soy una operadora de la sucursal C perteneciente a la asociación de héroes.”

 

“¿Qué?” Suiko frunció el ceño. A pesar de que había podido llevarse bien con los dos héroes de alma caritativa que la habían ayudado para dar con el cuerpo de su hermano, aún mantenía su leve disgusto hacia la entidad que estaba detrás de ellos. La responsable de no actuar rápidamente y dejar que Suiryu muriese a manos de esos despiadados monstruo, ¿Qué tenía que ver con ella?

 

“¿Tiene tiempo para hablar?”

Notes:

Empieza lo interesante -w-

Para los que no sepan, los acontecimientos de los capítulos hasta ahora se están llevando a cabo en el tiempo que hay entre la saga del torneo y la saga de la asociación de monstruos, en donde se declara la guerra y se involucra mucho más a Garou con sus peleas. Aclaro que voy a tratar esto muy por encima, ya que asumo que se vieron el anime y leyeron parte del manga, este fic es más como una historia alternativa pero al mismo tiempo otra perspectiva de los sucesos canónicos.

Para los que se pregunten, la operadora sí es un personaje que existe, pero le puse un nombre yo misma ya que originalmente se llama operadora de la rama C.

Chapter 12: El Demonio Debajo De La Piel

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

A medida que el sol se elevaba por encima de las enormes siluetas de los edificios, sus rayos prendían fuego a través de las calles casi como si los demonios de fuego hubieran escapado, después de todo, de su prisión de décadas de antigüedad, el ajetreo y el bullicio de la ciudad C se hicieron aún más evidentes. Especialmente ahí, en el mercado de esa enorme zona conocida como el bajo mundo. Alfareros y tejedores, carpinteros y joyeros, tenderos y panaderos, comerciantes de los alrededores, granjeros lejanos que venían a vender sus cosechas y, por supuesto, la más baja calaña que montaba sus negocios ilegales a plena luz del día, todos formaron un bullicio vibrante y estridente alrededor.

 

Choze, cual ser luminoso caído de las estrellas, observaba todo eso desde el punto alto que le ofrecía el último piso del edificio perteneciente al ahora difunto Ryumon. Con uno de sus ya no tan finos zapatos de vestir posados sobre el marco de la ventana que había usado para tirar al hombre, el monstruo no pudo evitar, después de haber marcado el destino del mafioso con tanta facilidad, quedarse viendo el amanecer a la espera de que algo sucediera. La imagen del mencionado hombre convertido en una masa de carne con rostro totalmente fría y turbia al final del vacío no era del todo agradable para él, pero después de todo, no le molestó lo suficiente.

 

Un sollozo hizo que el monstruo girase la cabeza para posar su mirada impasible en donde antes había dormido Ryumon; la hermosa cama de enorme tamaño cubierta de la más fina ceda incluso llamaba la atención después de haber sido manchada de sangre y mugre, pero lo que más destacaba de ella era lo que se posaba sobre su superficie.

 

Dos hermosas mujeres, tan relucientes en su belleza como el mismo amanecer presenciado ya su vez, tan opacas como el anochecer. No estaban muertas, por supuesto, pero sus miradas vacías y extrema quietud indicaban que probablemente cedido al monstruo incluso antes de que este decidiese tirar al dueño del edificio por su misma ventana. A decir verdad, la estructura ni siquiera era tan grande, viéndose desde afuera como cualquier lugar residencial. Volviendo con las mujeres, estas se abrazaban entre sí, tal vez para conservar el calor por su evidente desnudez o para darse apoyo mutuamente. Ni siquiera estaban atadas, pero no lo necesitaban.

 

Habiendo presenciado su pequeña charla con Ryumon y el juego de tortura que había llevado con él para hacerlo junto a su clara demostración de superioridad sobre todos los hombres en ese lugar, las féminas ya he aceptado su muerte hace horas. Como prostitutas en un sitio tan hostil, he aprendido a ceder ante el poder de un hombre y, con el tiempo, también a saber comportarse en situaciones de vida o muerte. Choze no las había tocado más allá que un simple empujón para apartarlas en lo que estaba en su tarea, pero no tuvo que preocuparse para callarlas. Por eso, su mirada no tuvo ningún efecto en ellas, haciéndole entender que ese simpe sollozo solo había sido un desahogo.

 

No obstante, ya pesar de toda su cooperación, Choze sabía que no las podía dejar vivir. Habiendo matado incluso a la recepcionista ya todo personal que se encontró más allá de los guardaespaldas, eran las únicas personas vivas en todo el edificio. No sentí remordimiento alguno ante la idea de haber hecho eso pues, todos ahí han sido parte del círculo cercano de Ryumon; el solo hecho de que se encontrasen ahí lo indicaba. Sin embargo, las mujeres que tenían en frente no tenían nada que ver en lo que respetaba a él, pero igualmente corrido con la mala suerte de estar ahí. Naturalmente, incluso cuando era humano, nunca habría considerado la posibilidad de dejar un testigo vivo, tanto si era una mujer inocente o no. Pero, ahora que volvía a tener la oportunidad de decidir sobre el destino de alguien, se mostró pensativo.

 

Finalmente, las mujeres comenzaron a sentirse inquietas por la mirada del monstruo cuando notaron que este se había quedado contendiendo por demasiado tiempo, pensando en qué hacer con ellas. Como respuesta a otro conjunto de sollozos, Choze suspiró, comenzando a sobarse el entrecejo algo irritado. Sin embargo, finalmente habló, proyectando su ronca voz a través de toda la habitación “Váyanse”.

 

Los ojos de las prostitutas se iluminaron como el amanecer, mostrando la sorpresa que nunca antes se había podido esperar ver en sus pálidas miradas. Aunque una de ellas se paralizó al momento de recibir las palabras, fue sacada de su transe por la otra y rápidamente tomaron sus ropas para salir corriendo a través de la puerta principal, pasando por encima del enorme hombre de nombre Mark antes de desaparecer por completo .

 

Apenas ver esto, con una mirada que no decía mucho más allá de que estaba sumergido en sus propios pensamientos, Choze caminó hacia la cama y, desdeñoso como se podría esperar de alguien herido, recién mostró el inquietante dolor que lo agobiaba cuando se vio solo . Su mandíbula se apretó con fuerza, dejando escapar entre esos afilados dientes un suave quejido. Al mismo tiempo, la mano del monstruo se posó en conjunto con su mirada sobre la herida que lo había estado molestando desde ayer. Ahora sentado y con el abdomen levemente flexionado, podía sentir en carne propia el martirio de haber sido atravesado; el dolor había aumentado, pero como podía ver de reojo, la herida se puede quedar totalmente cerrada, sin rastro de sangre o de sus entrañas saliéndose por aquel agujero. Por supuesto,

 

Estaba sorprendido, por decir poco, pero desde que comenzó a ver mejorías en los daños de su anterior batalla atribuyó esto mismo a una habilidad de su nuevo cuerpo. A pesar del dolor y de todo lo demás, incluso se sintió con más vitalidad y fuerza que antes del torneo, muy similar a la misma sensación que había tenido después de haber ingerido esa célula, con la diferencia de que esta sensación gratificante se mantuvo de una forma impresionante. Había pasado de apenas ponerse en pie a prácticamente sentirse mucho más fuerte de lo que nunca pudo ser en tan solo horas, pero su visión no era tan optimista. Después de todo, solo era una sensación, como el mismo sentimiento que había tenido pocos minutos antes de ser apaleado hasta el borde de la muerte.

 

Choze apretó su puño, no podía confiarse de lo que le hacía sentir su nuevo cuerpo, pues aún era muy engañoso.

 

En cuanto a sus planes, estaba aún más confundido. En un principio, había tenido un camino claro para recorrer: obtener apoyo de alguien del bajo mundo para poder llegar a su clan de una forma no obvia. Por supuesto, esto solo era el primer paso, pero incluso así, todo se había ido por la borda cuando fue rechazado por Madame Tia y se vió en la obligación de acabarla, lo que a su vez lo llevó a tener que asesinar a Ryumon después de haberle exprimido el máximo de información, cosa que tuvo que hacer desde un inicio. Incluso así, Ryumon no pudo decir nada relevante cuando le rompió cada extremidad de su cuerpo para hacer decir la verdad; habría pensado que estaba amenazado hasta el punto de poner su vida sobre cualquier tortura de no ser porque le lloró y se orinó por clemencia, ofreciéndose incluso a ayudarlo.

 

Ahora, sus actos probablemente lo pondrían en el ojo del huracán. No solo había masacrado por completo una de las organizaciones criminales más grandes del bajo mundo de la Ciudad C, sino que había eliminado del mapa a dos cabecillas muy importantes, dejando un rastro de sangre muy evidente. Ya sea por medio de la gente presente en el club de Madame Tia esa noche o las prostitutas que había dejado ir, tarde o temprano alguna otra organización, por no decir que su propio clan, se enteraría de que había un monstruo rondando por ahí asesinando Importancia personal. Inclusive si no era así, tampoco podía salir a plena luz del día para terminar de completar las sospechas. Tampoco era seguro estar ahí, en medio de un edificio lleno de cadáveres en donde se realizó un tiroteo.  

 

Eso no impidió que el monstruo se tomase su descanso de unos minutos para ir al baño, pero no con la intención de acudir a necesidades biológicas que probablemente ya no tenía, sino para observarse en el enorme espejo que tenía Ryumon en la zona del lavabo. Por primera vez desde que se había transformado, pudo ver porqué la gente se aterraba al observar su rostro.

 

De una u otra forma, su nuevo cuerpo había sido su salvación, pero al mismo tiempo su maldición. Aunque lo había salvado de la muerte y le había permitido realizar hazañas nunca antes pensadas, también había favorecido que Madame Tia lo había rechazado de a primeras y que ahora sea tan distinguible como el monstruo desagradable que era. Viéndose más detalladamente, era casí como si su verdadero ser hubiera salido, aquel demonio con pensamientos extremistas capaz de hacer todo por una entidad que luego lo traicionó. Entregó su vida a su clan, pero ¿Qué había recibido un cambio? Ser rechazado por un pequeño desliz.

 

Había observado este tipo de cosas en otros miembros del clan raza maestra, cuando uno de ellos no era capaz de cumplir con una misión o directamente mostraba debilidad. Era consciente de esa, pero nunca pudo esperar que, habiendo sido como tratado el elegido entre elegidos, fue desechado con tanta facilidad. Maldita sea, incluso su nombre lo decía: elegido. Lo único que podía rescatar de todo eso era que no lo había asesinado en el proceso, pero de eso ni siquiera estaba seguro, pues, lo más probable era que, después de llegar a casa, sería ejecutado como el resto. Nunca planeó volver con la cola entre las patas después de recibir esa llamada tras haber sido derrotado, pero sí tuvo la esperanza de, con su nuevo poder, conquistar el mundo.

 

Claramente, se vino muy arriba y el choque de realidad fue brutal. No podía culpar tampoco al tipo calvo que lo había vencido, cosa que hizo en un inicio, por lo que, en retrospectiva, su deseo de venganza hacia su clan era un simple berrinche del niño consentido que se dio cuenta de que la vida no era como pensaba. Sus motivaciones eran vagas y, ahora que no tenía demasiadas opciones más allá de ir directamente al ataque, cosa que no le aseguraba poder acabar con todos de un solo intento, pensó que su vida no tenía mucho sentido.

 

“Mierda… Ni siquiera puedo hallar un motivo real. Solo soy un pobre idiota… ”. La rabia brotó en el interior de Choze y, en un arrebato de ira, dio un manotazo al espejo que tenía en frente, rasgándolo como papel con sus poderosas garras. Pero, justo cuando planeaba dejar ir las lágrimas y tirarse al suelo, una voz gruesa provino detrás suya, paralizándolo en el acto. No fue por miedo, sino por precaución, lo que más le inquietó fue su parecido con su propia voz; un acento indistinguible, ¿acaso…?

 

 

"Qué alboroto ha creado, Choze".

 

 

Se giró, tan impresionado que no tuvo palabras.

 

Aquel era Auser.

 

 


 

 

 

Ante la incrédula mirada del monstruo, el hombre corpulento alzó una ceja y meneó su cabeza, como si estuviese decepcionado, cuando en realidad su amplia sonrisa indicaba una intención retorcida. Él era Auser, otro miembro del clan raza maestra que ahora se dejaba ver para sorpresa del presente. Como podría esperarse, su similitud con Choze no se remontaba únicamente al acento alemán marcado, sino a su apariencia. En relación a la versión anterior del monstruo, este era un hombre de raza aria, con la piel tan blanca como la misma nieve y el cabello reluciente en un oro puro; siendo prácticamente era una copia del mismo, una excepción de unos rasgos más cuadrados y la presencia de una insipiente barba que era acompañada por una larga melena aferrada en una coleta que llegaba hasta sus hombros.

 

Era bastante fácil reconocerlo como un miembro del clan si se tenía en cuenta la vestimenta que compartía con el antiguo Choze.

 

“Uf, todos estos cadáveres huelen a porquería. Deberíamos irnos, Auser. No hay… ” para mayor sorpresa de Choze, una nueva voz se sumó, aproximándose a través del pasillo para finalmente dar con el interior de la habitación. Esta vez era femenina, pero no dejaba de ser similar a la de los dos presentes. Sin embargo, se cortó en seco apenas ver lo que estaba sucediendo.

 

Era Aquella Wählt. De a primeras, lo que se pudo observar fue un hermoso cabello albino hasta la espalda, lleno de mechones despeinados, pero con una ondulación natural destacable, piel pálida y tersa, junto con unos ojos ámbar y un rostro tan fino y perfecto que incluso podría hacer ignorar a cualquiera que estaba manchado de sangre en la zona de sus rosadas mejillas. Al igual que Auser, mostraba un suéter adherido a su hermosa figura, pero extrañamente, era bastante pequeña en relación a los dos enormes hombres que ahora se miraban frente a frente. Por su parte, la mujer se quedó sin palabras al ver al monstruo, dándole una mirada asqueada mientras aún se mantenía aproximada a la puerta.

 

“…¿Cómo?”. Cayendo un silencio tan pesado y frío en la habitación de forma repentina después de la pregunta del monstruo, los tres presentes se miraron entre sí en un intercambio de miradas bastante variado. Sorpresa, asco, hostilidad, etc. Estando a punto de decir algo, Wählt fue interrumpida por su hermano Auser, quien comenzó aplaudir antes de contestar de forma condescendiente. “Para ser un miembro de nuestro clan, fuiste muy descuidado, Choze. ¿Qué diría Leistung al verte así? No solo te has convertido en esa cosa”. Terminando aquella frase con un tono de burla, continuó “Sino que también fuiste demasiado obvio con toda la mierda que dejaste atrás”.

 

Recibiendo nada más que silencio y una mirada afilada por parte de su contrario, Auser miró tranquilamente a su acompañante “¿Lo ves? Te dije que era él, no había falla. Se sigue pareciendo”. La mujer se mantuvo en silencio, consternada por toda la situación, incluso cuando había estado siguiendo a su hermano durante todo ese tiempo, nunca pensó que sería verdad. Choze, uno de los mejores miembros del clan, rebajado a una criatura desenfrenada.

 

“Como sea, dejaste escapar a tanta gente que resultó muy fácil dar contigo” Auster se rió, pero el monstruo no pareció afectado en lo absoluto. En cambio, contestó con impasibilidad, dejando atrás la sorpresa que significaba todo eso. “Lo repetiré, ¿Cómo fue que me encontraron?”

 

“¿En serio es lo que quieres saber de a primeras?”. El hombre volvió a burlarse, luciendo su sonrisa torcida, sin embargo, al nuevamente solo recibir silencio de la otra parte, dejó de lado su lado pedante y tornó su actitud tan fría como la misma nieve. “Digamos que estábamos trabajando por la zona cuando el alboroto por la muerte de Madame Tia resonó. Para nuestra buena suerte, seguía en el lugar uno de los amantes infantes de esa vieja verde, ¡Lo hubieras visto! Fue tan inocente que creyó que lo íbamos ayudar. Así que, cantó como un pájaro antes de que lo matáramos ”. Se detuvo para observar la reacción del monstruo, quien solo frunció el ceño.

 

Choze no pudo evitar mostrarse molesto por eso, cuando ese muchacho había sido el encargado de ayudar en terminar con la vida de la mujer antes de que pudiese escapar. Sin embargo, no era como si le había importado demasiado, así que permaneció en silencio, esperando a que Auser continuase. “Después de que nos dijo tu nombre y te describió, realmente no podíamos creerlo. ¿Sabes? Desde que supe que habías sido degradado pensé que te lo ibas a tomar mal, pero nunca tanto como para volverte un monstruo. ¿Acaso te enojaste tanto que te convertiste en eso? ”. Nuevamente se burló, mientras que Wählt se tornó mucho más seria.“Como sea, tardamos más en enterarnos de lo sucedido en este edificio, pero finalmente pudimos encontrarte. Wählt se mantuvo escéptica hasta que las prostitutas que salían confirmaron que seguías here. ”

 

Choze se quedó en blanco por un instante, pero se apresuró a decir “¿Qué les hicieron?”. Ambos parecieron sorprendidos por la respuesta casí inmediata del monstruo. Se miraron entre sí, devolviendo la mirada extrañada a Choze. Este, dando un paso amenazador hacia el frente, hizo que los otros dos retrocedieran rápidamente de forma firme, pero el hombre no tardó mucho en dejar escapar una breve carcajada. “¿Te preocupas por esas mujeres? ¿Acaso te las follaste y te enamoraste? ”

 

“Tal vez”. Repentinamente, la mirada del monstruo se tornó en un perturbador blanco, mismo que incluso fue incapaz de ocultar la hostilidad detrás de esos ojos llenos de intención asesina. Una estela blanca comenzó a emerger de sus órbitas con el apacible movimiento que caracterizaba las flamas, mientras que el aura espesa y terror característica de un poderoso monstruo se proyectó alrededor de la imponente figura que conformaba a aquel demonio entre humanos, asfixiando a los dos asesinos . Sus labios, retorcidos en una sonrisa perturbadora, lucieron aquellos amenazadores dientes capaces de clavarse como agujas en aquellos lo suficientemente obstinados como para pretender acercarse. Por fin había podido recordar su motivo principal en su venganza: acabar con toda la escoria de su clan.

 

“Hace un momento me estaba cuestionando mi vida, pensando en qué hacer con ella. Incluso había desistido por un instante en ir tras el clan, pero verlos a ustedes y escucharlos me hizo recordar mi objetivo. ¿Saben? Siempre me han parecido unos buenos para nada, sin talento alguno más allá de servir a todo el enjambre de ratas de aquí abajo. Especialmente tú, Auser ”. Ahora era Choze el que se dirigía al hombre de forma condescendiente y casí burla. Una sola liberación de una ínfima parte de su nuevo poder tenía ahora a los dos paralizados, totalmente impotentes por el terror de tener a un monstruo frente a ellos. Ni siquiera eran rivales suyos cuando era humano, ¿Por qué lo ahora ahora?

 

Auser, en su parálisis involuntaria, no pudo hacer nada más que reflejar el terror en sus ojos azules, pero, para mérito suyo, fue capaz de moverse rápidamente y correr en dirección al monstruo. Ni siquiera se aproximó haciendo uso del estilo raza maestra, sino que, en un arrebato de miedo y odio, se abalanzó como un auténtico animal acorralado. Cruzó el espacio que los separaba en un rápido salto, lanzando su cuerpo a través de la habitación mientras se convertía en un enorme proyecto dispuesto a lanzar un potente puño hacia el rostro del monstruo que había estado cazando, pero que ahora lo había reducido a la desesperación.

 

Para desgracia suya ya pesar de todo el impulso efectuado detrás de su ataque, fue frenado como si hubiera impactado contra una montaña. Lo que en su mente iba a resultar con el cuerpo de su contrario volando hacia la zona del baño para atravesar la pared y las demás habitaciones, resultó en el peor escenario para él. Su puño, cerrado en una fuerte masa capaz de aplastar cráneos, se volvió irreconocible al tornarse en un montón de carne y huesos después de impactar contra el antebrazo blindado del monstruo; así mismo, su propio brazo no fue capaz de resistir el impacto generado por él mismo y cedió rápidamente, teniendo como resultado un codo apuntando un lugar que no debería. Ya sea por la adrenalina provocada por su miedo y deseo de hacer daño, Auser no sent nada en lo absoluto, pero eso no impidió que Choze hiciese algo al respecto.

 

Sus dedos extendidos y tensionados en forma de lanza cruzaron en un abrir y cerrar de ojos los centímetros que separaban a ambos guerreros con un golpe ascendente, clavándose como la más afilada de las hojas a través de la carne y los tendones para pasar a través de la garganta de Auser limpiamente. Fue tan rápido que este último tardó en cuenta, notando finalmente que lo buscará fulminado cuando operan, con los ojos abiertos de par en par, que el rostro de su rival se empapaba en sangre, pero no la suya, sino la de él. Un baño de líquido rojo se proyectó sobre Choze hasta que finalmente retiró su mano y dejó caer el moribundo cuerpo de su antiguo compañero, quien se limitó a intentar desesperadamente que la sangre no saliese de su cuerpo, pero quedando inerte a los pocos segundos.

 

Con total tranquilidad, el vencedor en aquel rápido enfrentamiento, más similar a una ejecución, dirigió su mirada impasible a la paralizada Wählt. Se acercó lentamente a ella e, ignorando el hecho de que se mostró temblando como un cachorro asustado, posó la misma mano ensangrentada con la que había acabado a su hermano sobre su cuello, tomando suavemente de este para obligarla a verlo. Mientras la hermosa mirada de la mujer se posaba sobre él totalmente corrompida por el terror y la súplica, reflejada también en lágrimas, usó su otra mano para posicionar sus dedos de forma punzante en el abdomen de la misma, presionando lo suficiente como para hacerla gritar del dolor.

 

“Mi hermosa Wählt, entre todas las bellas mujeres del clan, tú fuiste la que más irradió. No solo por esa imagen de rosa con espinas que dabas, sino por el increíble poder que mostraste siempre ”. Con un tono mucho más tranquilo y ya habiendo dejado de lado su papel de monstruo intimidante, Choze habló con total naturalidad mientras aumentaba poco a poco la presión de sus dedos, pudiendo sentir que comenzaba a atravesar la carne. “Sin embargo, ahora no puedes hacer nada. ¿No es así? ” La mujer gritó con más fuerza, totalmente impotente ante la situación.

 

"Aprendí que con este nuevo cuerpo mi agarre ha incrementado hasta el punto en el que puedo atravesar personas con solo empujar mis dedos a través de ellas, ¿Quieres probarlo?" Entre sollozos y gemidos dolorosos, Wählt negó con la cabeza, dejando que el sudor frio recorriese su frente mientras la sensación de desmayo comenzaba a apoderarse de ella a medida que el dolor punzante aumentaba. “Entonces, ayúdame”.

 

“S-Sí…”. Sería lo único que podría decir entre tanto dolor, sintiendo el mayor alivio de su vida cuando la presión sobre su abdomen cedió, así como el agarre sobre su cuello. Cayó de rodillas, retorciéndose sobre sí misma mientras se abrazaba con fuerza y observaba el cadáver de su hermano con real sufrimiento. Quiso apartar la mirada de él, pero ahora el inclinado Choze sostenía firmemente su cabellera para obligarla a hacerlo. “Esto se lo hiciste tú, Wählt. Lo dejaste provocarme, así como dejaste que me atacara. Fuiste una pésima hermana, pero aún puedes ser una buena amiga ”. Espetó sin emoción alguna, pero manteniéndose expectante a la reacción de la mujer.

 

 

"Vete a la mierda .."

 

Notes:

Bueno, aquí va un nuevo capítulo. La verdad es que no tengo mucho que decir, jaja, pero aquí van unas cuantas curiosidades.

Auser y Wählt tienen nombre alemán. Si los juntas te da Auserwählt, que significa "elegido". Inicialmente iba a ser un solo nombre para el personaje de Auser, quien sería asesinado por Choze, pero decidí agregar a su hermana para que lo acompañe en su travesía. xp

Leistung, un personaje mencionado, también cumple este patrón y su nombre significa del alemán "poder". En cuanto a Choze peleando, me basé bastante en el personaje Kuroki Gensai de Kengan Omega, quien usa sus dedos en forma de lanza para atravesar gente y pues me resulta muy cool xd, así que lo agregué al nuevo estilo de nuestro cornudo.

Espero que les haya gustado el capítulo, byes.

Chapter 13: Incompetencia

Notes:

¡Holi!

Bueno, lamento tardar tanto en actualizar, pero he estado tan ocupada que apenas he podido tocar la pc. De todos modos, fue una sorpresa para mí al volver a revisar mi historia tiempo después que ya cuento con más de 100 Hits.
De corazón, les agradezco a todos esos lectores, pero especialmente a los que se quedaron.

Este capítulo lo dejé incompleto antes de irme, por lo que estará muy corto. Lo complementaré con el que viene, ¡solo esperen!

Chapter Text

Wählt y Choze caminaron lentamente a través de los pasillos de aquel edificio, pasando entre la montaña de cadáveres y sangre que el monstruo había dejado atrás de él. Había de todo, desde vísceras esparcidas por las paredes, hasta miembros y cabezas descansando en lugares donde se suponía no debían estar. Desde el punto de vista de la mujer, era como si una ametralladora hubiese pasado a través de todos los hombres de Ryumon sin dejar a ni uno escapar, reduciéndolos a todos a simples masas de carnes que ahora apestaban por el tiempo que llevaban ahí. Naturalmente, aunque a la peliblanca le resultaba mucho más desagradable tener que oler tal cosa, ambos personajes no mostraron demasiado problema en acostumbrarse al aroma de la sangre y la carne en putrefacción como resultado de sus vidas como asesinos.

 

Se dirigieron, por medio de las escaleras, al nivel inferior, en donde había la mayor concentración de cuerpos. Las piernas de Wählt aún flaqueaban ante la idea de seguir a ese monstruo, pero, por alguna razón, el terror que tenía hacia este mismo superaba su impulso de querer abalanzarse sobre él desde la espalda. Había visto en carne propia que el peor error que se podía cometer en ese momento era atacarle, siendo testigo de la terrible decisión de su hermano. De todos modos, aunque había tenido que tragarse sus lágrimas hacia su difunto familiar, le extrañaba enormemente que no sintiese la tristeza que esperaba sentir.

 

En el clan raza maestra, se priorizaba la conservación de la sangre pura entre las generaciones. Claramente, las prácticas incestuosas estaban de lado, siendo consideradas un sacrilegio. Después de todo, los jefes del clan buscaban guerreros y guerreras fuertes, no especímenes enfermos, pero de sangre pura. No obstante, para evitar estos problemas genéticos, se recurría a la inseminación artificial y a la creación de los fetos en laboratorios en la mayoría de los casos; con esto como base, todos los guerreros del clan eran hermanos o familiares, pues compartían, en menor o mayor medida, la misma sangre.

 

Las ideas supremacistas sobre la superioridad de una sola raza estaban más que vigentes en ese lugar, pues, aunque los miembros del clan tenían permitido aparearse con gente ajena al mismo, se debía cumplir un protocolo. Por ejemplo, una mujer del clan raza maestra debía priorizar sobre cualquier otra cosa la obtención de una semilla poderosa, pero tenía estrictamente prohibido manejar una relación marital o de pareja. Por el contrario, un hombre podía fecundar a una mujer con genes fuertes, teniendo la obligación de asegurarse de que el niño nazca por sobre la misma salud de la madre. Por cosas como esas, se podían observar miembros en el clan con rasgos no necesariamente arios.

 

Sin embargo, estas prácticas solo se remontaban a poder mejorar la raza, por lo que había un límite de guerreros apareándose por generación. Si se sobrepasaba, a no ser que se tratase de un caso extraordinario, se tendía a abandonar al menor.

 

Era por eso que, aunque ninguno tenía padres en común, se podían juntar diferentes guerreros bajo la premisa de que eran hermanos. Por un lado, Auser y Wählt compartían los genes de alguien de la anterior generación, siendo creados en el laboratorio. Por otro, especímenes como Choze eran producto de la unión entre un miembro del clan, en este caso su madre, y alguien ajeno al mismo. Como es más que obvio, debido a que el clan dejaba de lado las relaciones intrafamiliares para priorizar en el desarrollo de la fuerza y demás aspectos, el monstruo, al igual que muchos, nunca había conocido a su padre y apenas tenía contacto con su madre.

 

Ya sea por esto mismo o no, se obtenían máquinas de matar insensibles al sufrimiento ajeno con claros problemas sociales. Aunque en su hermano esto no estaba tan marcado, Wählt había visto que Choze, incluso antes de volverse lo que era ahora, ya era un monstruo en el interior. No obstante, él y su hermano habían compartido muchas cosas en común, como lo era esa actitud pedante y condescendiente hacia todo y todos, así como un ego tan grande como para pensar que eran los más fuertes del mundo y que su ideología era lo mejor.

 

No era como si ella fuese diferente, siendo alguien que tampoco se pensaba demasiado en asesinar a alguien o pasar por sobre los demás. El golpe de realidad recibido la desmoronó por completo, pero incluso así, el dolor hacia la muerte de su hermano no era demasiado, ¿Acaso no lo había querido? Por supuesto que no, habían sido compañeros durante tanto tiempo que ni siquiera recordaba tenerlo ajeno a su vida ni por un momento. Sin embargo, ya sea porque su relación era tan fría y no había ese sentimiento de hermandad o no, no le dolió como podría esperar. Ese sentimiento que la quemaba por dentro no estaba, y eso la preocupó.

 

Lo vió más como una pérdida, sí, pero no se iba a romper a llorar y a perder el significado de su vida por eso. Ahora, su preocupación sobre no ser atravesada de la forma más sangrienta posible era mayor.

 

 

Choze se detuvo en la zona de la recepción para tomar una toalla y limpiar su rostro y pecho. Aunque su piel ahora era tan roja como la del mismo demonio, el líquido carmesí que se posaba sobre la misma aún era visible, por lo que se tomó su tiempo para limpiarse, teniendo incluso que usar varias toallas porque rápidamente las llenaba de sangre.

 

Ya habiendo pasado la toalla sobre su cuerpo, se giró en dirección a la mujer, observándola en silencio. En realidad, no pretendió fulminarla con la mirada, pero esta no pudo evitar encogerse y retroceder un paso como acto de precaución, recibiendo la perturbadora imagen de esos ojos azules, aún conservados después de la transformación que ahora le dedicaban una mirada fría. “¿Por qué?”.

 

 

“…¿Eh?”

 

 

“¿Por qué me siguieron? Sabían que desde un principio los he superado. Si vieron que estaba realizando esta cadena de asesinatos, ¿No era más inteligente avisar directamente al clan?”. Habló con tranquilidad mientras tiraba su toalla hacia la mujer, quien, al igual que él, también estaba manchada. Wählt recibió todo eso confundida, tomándose su tiempo para contestar con el ceño fruncido. “Auser y yo queríamos saber si en verdad eras tú, o si era alguien que se hacía pasar por ti”.

 

“¿Y que planeaban hacer cuando me encontrasen, de todos modos?”. La mujer pareció abatida, desviando su mirada con dolor. En realidad, nunca supieron lo que iban a hacer exactamente, aunque su hermano solo tenía curiosidad; si se miraba desde afuera, se habían lanzado a la boca del lobo sin cuidado alguno. En respuesta y habiendo entendido todo eso, Choze caminó en dirección a Wählt.

 

Como era de esperarse, esta tembló y retrocedió, pero fue atrapada rápidamente por el monstruo, quien dejó caer su mano sobre uno de sus delgados hombros. Wählt lo miró con angustia, pensando que se iba a repetir aquella escena de su contrario presionando brutalmente contra su abdomen usando una de sus manos. Sin embargo, siendo incluso peor y más chocante, él comenzó a acariciar su cabello, apartando con delicadeza los mechones que caían sobre su frente mientras, impasible como siempre, decía. “Cometiste el error de seguir a tu hermano durante toda tu vida, lo sé. Pero ahora tienes una nueva oportunidad, no solo para vengarlo por lo que el clan les ha hecho a ustedes, sino para honrar su nombre”.

 

“Lo dices como si no hubieses sido el que lo mató hace unos minutos… El clan no nos hizo nada, fuiste tú”. Aún temblando, la peliblanca apartó bruscamente el brazo del monstruo, quien permaneció pensativo ante ello. “Lo sé, pero sabes que de todos modos los habría tenido que asesinar cuando me descubrieron. Yo no fui el que los buscó”.

 

“¿Y eso qué tiene que ver? Tuviste muchas opciones…”. Las lágrimas comenzaron a brotar, deslizándose a través de las rosadas mejillas de Wählt. Sentía impotencia y odio hacia ese sujeto, como si le hubiese arrebatado lo único bueno que tenía en su vida. Finalmente, no pudo negar su apego hacia su hermano.

 

“¿Opciones?”. El tono del monstruo se hizo mucho más contundente cuando siguió hablando. “¿Qué querías que hiciera? ¿Que los dejara ir después de haberme visto? Tú misma eres consciente de que era imposible.”

 

“¡No, imbécil!”. El grito histérico de Wählt resonó por todo el lugar, frenando en seco a Choze. “Pudiste haberlo amenazado, justo como estás haciendo conmigo…”. Cayó de rodillas, sin importarle que el suelo estuviese manchado de sangre.

 

“Sabes que eso no era posible, Wählt. Controlarlo hubiese sido un martirio”. Renunciando a acercarse más a la mujer, Choze le dio la espalda y habló con indiferencia mientras se retiraba. No le pesaba la muerte de ese idiota, ni tampoco el hecho de que la peliblanca se estuviese rompiendo frente a él. De cierta manera, creía que aquello solo era una actuación. ¿Cómo una de las mejores asesinas de su clan estaría tan abatida como para reclamarle no perdonar la vida de alguien? Pero justo cuando planeaba pasar a través de la puerta alterna a la entrada principal para dar con el callejón que llevaba a un nivel más bajo de aquella ciudad, una imagen le hizo detenerse. La expresión tranquila que había estado luciendo durante todo ese tiempo se borró, dejándolo en blanco.

 

Sangre escurría por las paredes, la piel pálida y morada en algunas zonas resaltó entre el rojo del suelo. Frente a él, yacían las dos mujeres que había perdonado. Líquido brotaba de sus comisuras, mientras que las miradas que hace poco le habían hecho dudar al respecto ahora solo eran globos en blanco totalmente irreconocibles. Sus rostros, así como sus cuerpos, estaban deformados de tal manera que terminaron apuntando direcciones antinaturales. Ambas estaban tiradas sobre la alfombra, totalmente en silencio, como las había encontrado cuando giró por primera vez para verlas.

 

Pasados los minutos de silencio y contemplación, volviendo en sí, lo único que pudo dedicar a las difuntas mujeres fue una mirada de decepción, aunque esto solo fue superficial, pues muy en el interior, emociones que nunca antes había experimentado se manifestaron brevemente, siendo borradas por la química neuronal de su nuevo cuerpo. Incluso cuando era humano no había tenido limitaciones morales, pero ahora que era un monstruo, totalmente desligado de su humanidad, le había afectado aquel suceso. ¿Por qué era así?

 

No tardó mucho en dejarlo atrás para finalmente abrir la puerta y girar hacia Wählt, notando que esta ya se dirigía hacia él. La mujer, debido a que había estado demasiado ocupada llorando e intentando no gritar de la rabia, fue totalmente ajena al hecho de que el monstruo se había quedado viendo a las mujeres.

 

No obstante, con sus ojos hinchados y nariz enrojecida, observó los cadáveres, apresurándose a hablar en un tono aprensivo “Sé que no puedo culparte del todo, joder… Somos asesinos, obviamente tenemos que manejar la muerte de la mejor manera. Pero… ¿Por qué te importaron tanto estas mujeres en el momento en el que decidiste acabar con la vida de Auser?”. Recordando al momento el motivo por el cual Choze había liberado toda su intención asesina, le resultó extraño por decir poco. Incluso tuvo el impulso de resaltar la ironía, pero permaneció en silencio ante la respuesta del monstruo cuando este se detuvo.

 

“Les había perdonado la vida”. Fue lo único que dijo tras avanzar a través de la puerta, dejando a Wählt en blanco. ¿Cómo era posible? Uno de los asesinos más despiadados del clan raza maestra, ¿Perdonándole la vida a simples prostitutas? No podía creerlo del todo.

 

Para cuando ella fue tras él para seguirlo, notó que este, bajo la escasa luz que brindaba el techo de lamina posado sobre el pequeño callejón por el que habían salido, estaba cubierto por un enorme abrigo oscuro seguramente tomado de uno de los gorilas asesinados por el camino. Los ojos pálidos y luminiscentes resaltaron en su figura totalmente oculta, dándole una imagen diabólica que hizo que Wählt retrocediera nuevamente, pensando que repentinamente había cambiado de opinión sobre dejarla viva.

 

Contrario a sus expectativas, este solamente hizo un gesto con su cabeza para que lo siguiera, comenzando a caminar en el acto. Aunque ciertamente esa prenda no ocultaba por completo sus anchos hombros rodeados de púas, sí reducía altamente la posibilidad de que este mismo no fuese visto como un monstruo y en cambio, sea percibido como alguien con hombreras. Por esto, reacia a seguirle en un principio, Wählt avanzó a la par de él.

 

Rápidamente, la pareja de asesinos se perdió entre los intrínsecos caminos del bajo mundo.

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

Suiko tragó saliva. Su ceño fruncido y mirada confundida reflejaron a la perfección lo que estaba sintiendo. El silencio de la sala era tan intenso que ni siquiera se podía escuchar un solo sonido más allá de su propia respiración. Cerró los ojos y apretó los dientes, los dedos se flexionaron mientras luchaba por controlar su legendario temperamento…

 

“Señorita Suiko”. Sun Mi rompió el embarazoso silencio entre ambas con un tono ligeramente preocupado. La operadora de la asociación se limitó a inclinar su cabeza hacia adelante e intentar descifrar a su contraria, no teniendo mucho éxito. Finalmente y después de no recibir un respuesta inmediata, la mujer se echó para atrás en su silla y extendió la hoja de papel a través de la mesa.

 

“Sé que esto puede ser un poco duro, pero la asociación de héroes entiende su situación y está dispuesta a apoyarla. Pero necesito que firme este papel”. Con dulzura en su voz, Sun Mi le ofreció su bolígrafo y sonrió. Por el contrario, Suiko tomó del mismo, alzó su mirada para observarla en silencio y aplastó aquel objeto entre sus manos, provocando que los resortes saliesen volando mientras aún se mantenía firme.

 

“No… No voy a firmar nada de lo que ustedes me ofrezcan, no me importa el dinero que quieran darme para cerrar la boca e irme”. Espetó fuertemente mientras se ponía de pie. Ambas estaban en lo que parecía ser una sala de interrogatorio, pero era un pequeño comedor adjunto a la morgue en donde se encontraban. Afuera y del otro lado de la puerta, en el pasillo, estaba el héroe Sneck, quien se mantenía atento, con los brazos cruzados y una mirada seria, a lo que sucedía en el interior.

 

De cierta forma, este se sentía culpable de todo eso. Después de todo y posterior a que Max tuviese que irse por una llamada, él fue el que llevó a Suiko a ese lugar para dar con el cadáver de su hermano, pero también fue el que llamó a la asociación para explicar la situación. No esperaba que mandasen directamente a una de las operadoras, ¿era acaso tan importante? Tampoco lo entendía muy bien.

 

 

En respuesta, Sun Mi suspiró “Entienda, este contrato no es para callarla, como usted dice. Solo es un acuerdo de confidencialidad para no difundir lo que sabe de los sucesos transcurridos el día de ayer, sumando el hecho de que se le pagará por ello. Tiene todas nuestras condolencias, pero es muy importante que acceda.” Suiko bufó burlonamente, intentando liberar toda esa tención. “¿Por qué debería de acceder?”

 

“Porque es muy beneficioso para su familia, señorita. Además…”. La mujer fue rápidamente callada por un golpe en la mesa. “No tengo familia, Suiryu era lo único que me quedaba en este mundo y me lo arrebataron esos asquerosos monstruos por su incompetencia. ¡Y ni siquiera puedo saber quién fue el que acabó con la vida de mi hermano!”

 

Sneck se estremeció.

 

Chapter 14: Ataque Sorpresa

Chapter Text

Grandes y espesas lágrimas se deslizaron a través del fino y moreno rostro de Suiko, quien en ese momento ya no podía retener más sus sentimientos al respecto. Sus mejillas, así como ese fino entrecejo que le daba un toque de malicia a su afilada mirada, ahora se encontraba totalmente fruncido en una mueca de verdadero dolor. Un ardor más bien, muy diferente al experimentado en la cabaña. Este dolía, pero no era odio ni ira, sino impotencia y tristeza.

 

 

Los sollozos de la joven artista marcial fueron tan agonizantes y desconsoladores que partieron el alma de las únicas dos personas que los escuchaban: Sun Mi y Sneck. La misma ahora se encontraba de rodillas sobre el fino suelo de aquella sala, irguiendo su espalda sin preocuparse de dar una escena realmente lamentable mientras golpeaba con sus puños el suelo. La fuerza destructiva que se podría esperar de esto mismo nunca vino, dejando como resultado solamente crujidos de los propios nudillos de Suiko.

 

 

“Señorita, sé por lo que está pasando, yo…” después de un silencio incómodo lleno de sufrimiento ajeno, Sun Mi intentó decir algo al respecto para confortar a la joven, pero las palabras no le salieron lo suficiente como para poder terminar su frase. Suiko no había cambiado de posición, siendo realmente incómodo para ella poder divisar algún tipo de reacción.

 

 

Pero justo cuando se iba a retirar, un sollozo en forma de palabras provino de la erguida mujer. “No… usted no sabe. No sabe lo que es esto, ni siquiera se lo puede imaginar. Perder a un familiar cercano solo porque ustedes no pueden ni pudieron hacer nada al respecto y ni siquiera me dicen quién fue el autor”

 

 

Sun Mi se quedó en silencio nuevamente, pero no por respeto. Ahora, la mirada de la mujer estaba cargada de frialdad desde su asiento, como si lo que acababa de decir su contraria hubiese tocado una fibra realmente personal y sensible en ella. Era cierto, todo eso había sucedido porque los organizadores del torneo, estando bajo la sospecha de estar relacionados con criminales, siempre se habían negado a tener a héroes como seguridad en ese tipo de eventos, prefiriendo contratar personal de seguridad privada. ¿Cuál había sido el resultado? Civiles y personal muertos o heridos por igual, así como una caída increíble en la reputación del torneo.

 

 

Pero ese no era el problema, pues Sun Mi notaba que lo que más le dolía a Suiko era no poder saber qué monstruo en específico había acabado con su hermano, incluso a pesar de que se le había dicho que el responsable de todo era la asociación de monstruos en general.

 

 

Naturalmente, un civil como ella ni siquiera debió haberse enterado de que habían sobrevivido monstruos al atentado, ni que mucho menos uno de ellos había acabado con su hermano. No obstante, el grave error de Max y Sneck la habían llevado hasta ahí, una importante ejecutiva teniendo que convencer a una adolescente sobre firmar para recibir una indemnización y quedarse callada al respecto.

 

 

Incluso si se lo quería revelar, no era posible. Era cierto que la asociación podía estar publicando constantemente identidades de monstruos a la vista del público, pero casos especiales como civiles importantes en algún aspecto que luego se convirtieron en buscados no son revelados para mantener la imagen de lo que representan.

 

 

Un caso ya resonado en la asociación es Garou, cuyo estado de criminalidad solo es de conocimiento privado debido a que fue un antiguo discípulo del héroe clase-S Bang y por eso se quiere mantener la reputación de este mismo a petición de Sweet Mask, quien es el encargado de toda esta iniciativa sobre proteger la imagen de los héroes.  Sin embargo, ni siquiera Sun Mi podía saber porqué sus superiores querían proteger la identidad de Choze, por ahora. Lo que más la enojó de todo eso era conocer el contexto y tener que aguantar los comentarios despectivos de Suiko hacia los héroes.

 

 

“Ustedes no son más que unos jodidos inútiles, incapaces de hacer algo tan simple como cumplir su trabajo. No deberían de dejar a gusanos hacer esto, ya que van a fallar y sucederá lo que a mí me sucedió…” nuevamente, los desgarradores sollozos de Suiko fueron reemplazados por el odio y la ira que por un momento había olvidado que sentía hacia todo lo involucrado con la muerte de su Suiryu. Los rotos y cristalizados ojos de la misma ahora eran dos cuchillas que miraban hacia arriba y se clavaban en la mujer; pero, cuando incluso héroes de alto nivel habían sentido la amenaza, Sun Mi no retrocedió.

 

 

“Mire… Si quiere culpar a alguien por todo esto, culpe a la asociación de monstruos. Nuestros héroes no son máquinas que podamos accionar para cumplir una tarea cuando queramos, Sneck y Lightning Max hicieron todo lo que pudieron porque tuvieron la suerte de estar ahí” intentando contener su rabia, la mujer se puso de pie y dejó la hoja de papel que había posado sobre la mesa. “Nuestros héroes hacen todo lo que pueden, porque son personas como usted y como yo, no son perfectos y es muy poco considerada de su parte criticarlos tan fuertemente cuando fueron ellos los que le facilitaron dar con su hermano” El fuego en la mirada de Suiko se borró totalmente, dejando solamente ojos incrédulos y sorprendidos ante la verdad cargada en las palabras de la mujer que hace un momento había considerado de lo peor.

 

 

“No la puedo obligar a nada, señortia Suiko. Así que le dejo a su criterio si honrar la muerte de su hermano y aprovechar este nuevo comienzo que le damos o vivir en rencor puro hacia gente que solo intenta ayudar. Si cambia de opinión, entonces estaré encantada de recibir su llamada.” Y así, Sun Mi se retiró de la sala con un fuerte portazo, dejando la hoja sobre la mesa conforme el sonido de sus tacones iba desapareciendo en el pasillo.

 

 

Sneck, quien evidentemente había estado escuchando todo eso, se encogió cuando recibió la mirada reprobatoria de la mujer en retirada. Sabía que a él y a su amigo le iban a caer todas las consecuencias de lo sucedido; pero lo que más temía era que, por su falta de capacidad para mantener información confidencial, le quitasen el privilegio de enseñar a los nuevos reclutas, algo que disfrutaba. Sin embargo, un peso mayor cayó sobre los hombros del delgado hombre, Suiko tenía razón en gran parte. Debido a su incapacidad para detener a los monstruos era que había muerto Suiryu.  Si él no hubiese sido derrotado cuando lo intentaba defender, esa jovencita no estaría así.

 

 

Se paró del otro lado de la puerta y pegó el oído sobre la fría superficie de madera, intentando escuchar algo por parte de Suiko, pero no recibió nada más que silencio perpetuo. ¿Ella estaba bien? Eso fue lo primero que se preguntó, pero sin querer ser demasiado sospechoso al entrar justo después de que salió Sun Mi, decidió esperar antes de pasar por el marco. Pero justo cuando se iba separar para tomarse su tiempo, la puerta se abrió, dando paso a la extraña escena del hombre totalmente inclinado en una posición que claramente lo delataba.

 

 

La mirada sorprendida del otro lado del marco fue de Suiko, quien alzó las cejas y permaneció en silencio, como si estuviese intentando analizar la situación. Rápidamente, los dos se apresuraron a decir.

 

 

“¡Lo siento!”

 

“Lo siento…”

 

 

Ambos se disculparon al mismo tiempo, uno entre un grito desesperado por haber sido descubierto y otro, con una mirada baja y voz apagada. Suiko ni siquiera lo podía mirar a los ojos, después del favor que le había hecho y de que literalmente lo había llamado gusano después de elogiar su fuerza falsamente. Por parte de Sneck, su rasgada mirada se abrió levemente en un gesto de incomodidad, principalmente porque no sabía por lo que se estaba disculpando la joven.

 

 

“Ustedes… me ayudaron…” la voz quebrada de la joven hizo que el hombre se detuviera en sus intenciones de explicar lo sucedido, volviendo al feo recuerdo de haber escuchado a Suiko romperse.

 

 

“Incluso cuando pudieron haber pasado de largo, se detuvieron y hablaron conmigo…” parecía que ella estaba cada vez más cerca de romper en llanto. Por otro lado, Sneck permaneció callado, ahora con un semblante serio; no porque le fuese indiferente, sino porque no tenía mucho control de la situación. “No solo hablaron, sino que también me consolaron y se tomaron el tiempo de explicarme todo, incluso cuando tenían cosas más importantes que hacer”

 

 

“Yo… no fue nada, Suiko. Era nuestro deber.” El hombre posó una de sus manos sobre el hombro de la joven, buscando reaccionar de la mejor manera. “¿En serio?” Suiko alzó la mirada y lo observó a través de sus ojos cristalinos, paralizando momentáneamente a Sneck. La chica dura y explosiva que había sometido a Max y recibido uno de sus golpes con total naturalidad ahora estaba a punto de llorar frente a él, ¿Qué debía hacer?

 

 

“Sí...” contestó un poco inseguro. En respuesta, Suiko tragó sus lágrimas e intentó preguntar “¿Por nada más? ¿Solo fue tu labor de héroe?” Sneck asintió, aún no quería admitir que había sido un poco egoísta al acceder a ayudarla únicamente porque le había gustado.

 

 

Después de un silencio casí tortuoso, Suiko tragó saliva y permaneció pensativa por un buen rato antes de finalmente soltar las palabras por su garganta. “Gracias, Sneck. Me equivoqué contigo y siempre estarás presente para mí… Especialmente por ayudar a esta campesina nueva en la ciudad a encontrar a su hermano.” El hombre sintió que la jovencita nuevamente cabizbaja se estaba despidiendo, por lo que intentó reconfortarla tomando su otro hombro e inclinándose a ella con una suave sonrisa.

 

 

“No te preocupes, para eso estamos los héroes. ¿Te parece si te traigo algo de comer en lo que piensas en tu decisión?” preguntó cálidamente hacia la joven, desviando brevemente su mirada hacia la hoja que estaba sobre la mesa. Volvió a observar a Suiko, pero esta vez, en vez de la frágil imagen que lo había estado sorprendiendo, solo recibió obscuridad.

 

 

 

“Perdóname.”

 

 

 

Con un fuerte estruendo, el empeine de Suiko se balanceó a una velocidad impercebtible para clavarse en el rostro del hombre en una patada vertical, hundiendo su nariz y proyectándolo a través del pasillo para dar con la pared. Una sensación muy conocida para Sneck que había experimentado perfectamente con el hermano de la joven y que, al igual que antes, lo abrumó hasta el punto de quedar inconsciente antes de caer de rodillas y rendirse sobre el suelo.

 

 

 


 

 

 

Mientras los dos continuaban en un amplio arco a través de los pasillos oscuros y la inmundicia, descendiendo gradualmente hacia un lugar desconocido aún más bajo y acercándose al destello de luces que se mostraban al fondo de la penumbra que atravesaba las escaleras por las que bajaban, Wählt encontró sus pensamientos. yendo a la deriva en una dirección completamente diferente entonces, una que trajo una mueca bastante desagradable y asqueada a sus labios. El olor… no era como la sangre, sino literalmente mierda; era como si la gente hubiese estado esparciendo sus desechos por las paredes.

 

 

“¿A dónde vamos? ¿Qué se supone que es este lugar?” preguntó asqueada a la prominente figura que se alzaba frente a ella, cubierta con ese abrigo rasgado y manchado conforme avanzaba dándole la espalda. Él no contestó nada, o más bien, lo único que le dedicó como respuesta fue un suave bufido burlón, similar a una risa, como si se estuviese burlando de esa pregunta. El ambiente era ciertamente tenso, la peliblanca no pudo atreverse a volver a preguntar, pero justo cuando planeaba dejar sus dudas de lado para simplemente seguir, Choze contestó tranquilamente.

 

 

“Pensé que al pertenecer al clan conocerías este lugar…”

 

 

Eso fue lo único que dijo, y la mujer frunció el ceño ante eso. ¿Eso era todo? Pensaba que iba a continuar para decirle algo más, pero nuevamente volvió al silencio y no escuchó nada además de sus propios pasos y el bullicio que se lograba filtrar desde arriba en conjunto con el chillido de las ratas. Se estaba enfermando, por decir poco. A pesar de que estaba entrenada para resistir todo tipo de adversidades, no saber lo que estaba pisando cada vez que hundía su bota en algo viscoso le provocaba grima. No le quedó de otra más que perderse en sus propios pensamientos, intentando evaluar lo que había dicho su acompañante forzado.

 

 

¿Y si había incluso una pizca de verdad en sus palabras? No le había contado nada en lo absoluto respecto a lo que lo impulsaba, porqué se había convertido en un monstruo y porqué quería traicionar al clan, llegando incluso a asesinar con total frialdad a un compañero suyo. ¿El clan le había hecho eso? ¿Esa transformación suya tenía algo que ver? Porque si bien podría ser cierto que aún no sabía todo sobre él y que lo que conocía hasta ahora de su nuevo ser era de lo peor, quería saber si su causa siquiera era viable. Quería comprenderla y, al hacerlo, saber si valía la pena extender su vida o directamente morir en ese instante. Porque lo sabía, él tarde o temprano la iba a asesinar o desechar y aunque la había incitado a vengar a su hermano de una forma muy extraña, podía reconocer que solo era manipulación.

 

 

Había aceptado su muerte de forma amarga, y esto se revelaba en su mirada opaca. Como un insecto que ni siquiera se molestaba en luchar después de haber sido envenenado y atrapado entre las telas de una araña; en este caso, ella estaba siendo rasgada lentamente por las mismas garras que le habían quitado la vida a su hermano. No sabía si la iban a cortar totalmente ese mismo día, pero esa espera interminable hacía que el camino que estaban llevando por las escaleras rectas hacia abajo fuese menos ameno. En cuanto a esto mismo, le extrañaba enormemente que el pasillo que estaban recorriendo en picada fuese tan ancho como para albergar una multitud, similar a la salida de emergencia de un gran establecimiento. Pero justo cuando los dos estaban llegando al final del camino, ya ubicados a diez metros de la luz, Choze se congeló en su lugar.

 

 

Wählt, quien aún seguía sumergida en sus pensamientos oscuros y pesimistas, se detuvo a dos escalones de distancia del monstruo después de notar que este se encontraba totalmente quieto. Lo miró extrañada, alzando una ceja en el acto “Hey, ¿Qué pasa?”

 

 

Apresuradamente hizo callar a la mujer, llegando incluso a lanzarse a su lado y poner una mano sobre su boca cuando esta intentó protestar. Ignorando esos ojos ámbar enormemente abiertos que se movían con miedo por encima de sus dedos, Choze giró la cabeza para mirar por encima del hombro a la sombra del pasillo que daba directamente a su final y por consiguiente, a la luz ... adoptando una postura de tal inmovilidad y silencio absoluto, que podría haber sido confundido con una estatua, salvo por los lentos y sinuosos movimientos de su pecho.

 

 

Finalmente, cuando pudo sentir a Wählt retorcerse poderosamente para liberarse y notó que su rostro comenzaba a ponerse un poco azul, se atrevió a descubrir la boca de la fémina, aunque la miró de manera significativa y dejó escapar un gruñido muy suave para enfatizar lo importante que era quedarse callado.

 

 

Por suerte, ella pareció captar la indirecta, ya que cuando habló fue en un susurro. "¿Qué pasa? ¿Qué escuchaste?"

 

 

"Nada" murmuró, los labios apenas moviéndose mientras sus palabras escapaban en un leve siseo. "Y ese es el problema." Porque de hecho, el sonido de las ratas o incluso el bullicio que provenía de la parte superior de las escaleras había desaparecido por completo, como si alguien los hubiese aislado de todo a su alrededor. Por su lado, Wählt sintió lo mismo, revelando que, al igual que el monstruo, también contaba con el entrenamiento suficiente como para darse cuenta si despejaba su mente.

 

 

Respirando tan superficialmente que el aire apenas parecía pasar por sus labios, su conciencia estaba tan hiperconcentrada en cada estímulo entrante que podía escuchar su propio pulso latiendo en sus oídos al mismo tiempo que los latidos de su corazón, Choze desvió la mirada de una parte del pasillo a la siguiente, tratando de discernir lo que se le ocultaba. Las escaleras, que se asomaban debajo de ellos y que se extendían para abarcar toda la bajada por unos treinta metros, pero que de alguna manera se separaban de los ladrillos manchados y quemados… lucían como picos blancos flotando perezosamente sobre la suciedad en contraste con las paredes y el techo en forma de arco. Solo se sumaban las sombras envolventes formadas por la oscuridad parcial y la sensación espeluznante del silencio. El monstruo estaba tan concentrado que incluso podía escuchar la respiración entrecortada de su acompañante.

 

 

Finalmente, cuando no pudo precisar la fuente de su malestar, pero supo su inclinación general, el artista marcial se giró por segunda vez hacia Wählt, quien había permanecido asombrosamente en silencio todo el tiempo, aunque a juzgar por su rostro ansioso, estaba en ascuas para saber qué estaba mal. Volviendo a su altura completa desde la posición instintiva que había adoptado, Choze miró a su alrededor con cautela una vez más, luego volvió a hablar en voz baja. "No estamos solos, panda ..."

 

 

Con esas palabras bastante obvias pero siniestras, se volvió y miró al fondo de las escaleras, hacia el final del pasillo, tratando de ver en todas direcciones a la vez. "Sabemos que estás ahí", exclamó de repente, gritando con esa voz fría y carente de humanidad alguna hacia lo que únicamente parecía ser un haz de luz. "Entonces, ¿por qué no nos haces un favor a los dos y sales donde podamos verte? Me gustaría ver el blanco de tus ojos antes de matarte."

 

 

Ese comentario le recordó al viejo Choze, provocador y afilado como lo había conocido Wählt. Pero eso era diferente, como cuando le dijo que traicionase al clan; eso no era nada más que una manipulación calculada.  

 

 

Haciendo caso omiso de la mujer que se encontraba mirando aturdida, el monstruo comenzó a caminar en reversa y retroceder por los escalones sin darle la espalda al final de la escalera ... dando testimonio de sus agudos sentidos sobrehumanos ahora desarrollados, demostrándole a quien sea que estuviese observando que no lo tomarían por sorpresa. Podría parecer suicida, o al menos temerario, llamar al observador oculto, pero Choze tenía motivos más que evidentes para estar así y hacer eso. No lo podía explicar muy bien, pero la sensación de peligro, como una alarma que nunca antes había experimentado, bombeó su cabeza hasta el aturdimiento. No era natural que alguien los estuviese siguiendo o esperando en un lugar tan abandonado como ese.

 

 

Además… odiaba este tipo de ingenioso juego del gato y el ratón, al menos cuando él era el ratón. Prefería tenerlo todo a la vista, todo visible, bien definido, revelado desde el principio, para que supiera a qué se enfrentaba y pudiera actuar en consecuencia.

 

 

O para decirlo de otra manera, quería que su enemigo se quedara quieto, se mostrara y abandonara el juego para poder dedicarse a la tarea de ejecutarlo eficazmente. Era lo que había querido cuando luchó contra Suiryu, era catártico, era la forma en que se suponía que debía ser. Y no había ninguna razón por la que esa mentalidad no se pudiera utilizar bien ahora.

 

 

Excepto que, cuando el enemigo finalmente respondió a su desafío, no sonó en absoluto intimidado por él… su voz por contraste teñida de diversión y un rastro de curiosidad morbosa. Y a pesar de toda su preparación y talento, su inteligencia y capacidad de observación, también hablaron directamente detrás de él, de modo que solo su firme sentido de la disciplina y el control le impidieron saltar de su pellejo. Se dio cuenta de esto mismo cuando él y la mujer fueron sumergidos totalmente en la oscuridad, dejando como única evidencia de luz la blanca estela blanca que desprendían sus órbitas. Alguien se había puesto de pie frente al inicio del pasillo, en lo más alto, impidiendo que la luz del exterior llegase a ellos.

 

 

Pero el monstruo en ese momento no tuvo oportunidad de girar para atrás, porque alguien más apareció frente a él, en la otra punta. Por el contrario, la que no pudo evitar mirar por sobre su hombro fue Wählt.

 

 

“Bueno, si lo pones de esa forma. Definitivamente eres alguien hábil, aunque me decepciona que recién te diste cuenta de nuestra presencia cuando estábamos demasiado cerca” La voz elocuente y profunda que provenía de lo más bajo se burló, haciendo que Choze frunciese el ceño ante la información.

 

 

Más bien, lo que había aparecido en el campo de visión del monstruo eran tres siluetas.

Chapter 15: Locura

Notes:

¡Hola!

Creo que esta vez sí que me pasé con la tardanza xd

Pero como bien sabrán, estoy reescribiendo una gran parte de la historia porque quiero incluir a Wahtl más allá de lo que en su momento iba a ocupar. Por esto mismo, he tenido que rehacer y agregar partes ( este capítulo una de estas ) al primer enfrentamiento que manejaré en la obra y, si les soy sincera, no soy muy buena describiendo peleas, por lo que se me fue la inspiración bien feo y terminé poniendo esto como inicio. :(

Igual, les quiero agradecer a los que siguen leyendo. ¡Estén atentos!

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Estaba de pie junto a las dos enormes siluetas en comparación, perfectamente preparado y listo, como si hubiese estado esperando ese momento durante todo el día o por lo menos lo hubiese anticipado justo como estaba sucediendo en ese momento. Al principio no pudo ver nada de sus rasgos, salvo sus fríos ojos violeta dentro de las sombras de su capucha, ya que estaba envuelto en los pliegues de una larga capa negra que le rodeaba el cuerpo.

 

Nada de eso era natural, desde los enormes seres que se posaban a cada costado hasta la mirada peculiar de aquel hombre. Pero por si no tuviese pruebas suficientes para reforzar su pensamiento, un orbe, o más bien, un ojo, se ubicaba en el abdomen de este último. Si no fuese por la poca iluminación, estaría totalmente seguro de que hacía parte de él, pero ahora que miraba más detenidamente, podía notar que lo estaba sosteniendo como una especie de objeto preciado. Todo apuntaba hacia una cosa en la mente de Choze, esos eran monstruos de lo más peculiares. Durante varios momentos, el cuadro permaneció congelado ante él. Luego, con una indiferencia casual que él sabía que era a la vez fingida y genuina, fingida porque ocultaba un estado constante de disposición mortal, genuina porque sus habilidades eran tales que él tenía todo el derecho de actuar con tanta confianza absoluta, la figura central se acercó a él a través de los escalones mugrosos. Cuando se paró a menos de dos pies de distancia, se detuvo de nuevo.

 

“Hola, querido compañero”. La amabilidad presente en esa voz no inmutó en lo absoluto a Choze, pero perturbó aún más a Wählt. Desde la perspectiva de ella, todo apuntaba a que los iban a intentar robar y, de cierta forma, pensar en eso le provocó una calma de la que nunca hubiese podido esperar extrañar, ¿ladrones intentando intimidar al monstruo de sangre fría que estaba detrás de ella? Casi quería ponerse a reír, pero como había aprendido de las últimas horas de ese día, nada era tan simple. Por su parte, lo que ella podía ver era el lejano inicio de las escaleras que daba a la entrada del pasillo; nada especial, de no ser por las peculiares figuras que pudo observar. Una mujer, fácilmente identificable por sus curvas, piernas gruesas y cabello ondulante. Un hombre, bastante delgado para su gusto, pero lo suficientemente alto y por último, divisaba a otro masculino, con la diferencia de que este parecía llevar una especie de sombrero o máscara.

 

La razón por la que solamente podía ver sus siluetas era porque la luz del sol daba directamente contra las espaldas de estas personas. Naturalmente, su pensamiento de soberbia e incluso pena por aquellos desafortunados capaces de desafiar a Choze seguiría en pie, pero algo le hizo dudar sobre todo. La fémina que en su momento no había resaltado en lo absoluto repentinamente lució lo que parecía ser una cola moviéndose a un costado de su cintura cual gato. El hombre delgado y poco atractivo se prendió en fuego, como si lo hubiesen bañado en gasolina con la única diferencia de que el dolor y los gritos esperados de alguien así no se hicieron presentes, y por último, la luz provocada por el fuego iluminó el rostro del otro sujeto, revelando que su cabeza era la de un bulldog.

 

La peliblanca se aterrorizó al reconocer lo que resultaban ser, por decir menos. La idea de que era protegida por un único ser sobrehumano ahora no era tan reconfortante cuando habían más como su protector y captor. ¿Eran monstruos? De eso estaba segura, pero siendo sincera consigo misma, los únicos monstruos que había visto durante su vida habían sido pobres criaturas utilizadas para el entrenamiento en su clan, sin incluir a Choze, quien excedía sus expectativas como ser generado por odio puro. A decir verdad, no estaba muy segura de cuál era el origen de esas criaturas, pero no podía ponerse a cuestionar eso cuando estaba siendo rodeada por las mismas. Le ponía muy nerviosa pensar que fuesen tan poderosas como su acompañante, pero su temple frío permitió mantenerse medianamente firme, dedicando una mirada afilada y seria hacia aquellos que estaban por sobre de ella.

 

“¿Nos conocemos?”. A pesar de la nueva presencia de luz provocada por las llamas sobre de él, Choze no apartó su fría e impasible mirada de aquel hombre, o más bien, monstruo, que se le había acercado con tanta amabilidad. Contestó con desdén, como si estuviese esperando algún tipo de indicio para cortar la garganta de su contraparte y lanzarse sobre los dos seres de abajo para hacer lo mismo. Ahora que estaba la nueva iluminación, su aguda visión le permitió darse cuenta de que el que estaba hablando no era el hombre de peculiares ojos, sino la cosa que tenía en sus manos, la cual se retorcía de un ademán de gesticulación cada vez que hablaba. “Oh, no. Por supuesto que no, pero me gustaría hacerlo. ¿Tienes tiempo para hablar?”

 

“No.” La respuesta fue contundente, sin duda, pero eso no pareció detener al orbe, quien incluso se divirtió aún más por la negativa antes de contestar. “Fufufu… Probablemente ya te hayas dado cuenta, pero prefiero recalcarlo. ¡somos monstruos! al igual que tú, estamos en el mismo bando-" parecía que iba a continuar, pero se interrumpió a sí mismo “¡Oh! Qué tonto, parece que te estoy emboscando y ni siquiera me he presentado adecuadamente… Mi nombre es Gyoro Gyoro, y lo que ves aquí son unos secuaces que he traído.” En respuesta, Choze permaneció en silencio, mostrando mayor interés por evaluar los movimientos de su contrario que por escucharlo.

 

“Hmm…”.  El psíquico pareció un tanto pensativo respecto al silencio de su contrario, pero su molestia ante esto fue más que nula y nuevamente, se manifestó en un ligero toque de diversión y curiosidad. Curiosidad que pasó a través de Choze y, en cambio, se centró en la hermosa mujer albina que estaba detrás de este; incluso viéndola desde las espaldas, fácilmente podía notar que ella no tenía algún atisbo de monstruo en su ser. ¡Qué extraño! Fue lo que pensó, ¿Un monstruo con una pareja humana? ¿Siquiera era posible que alguien carente de humanidad fuese capaz de entablar una relación? No podía negar que el espécimen que tenía en frente no era humano, pues cosas como su rostro rojo y claramente monstruoso, en conjunto con esos dos ojos pálidos que brillaban, revelaban su naturaleza. Claramente era como lo esperaba, un monstruo creado a partir de las células de orochi. Como bien decía Gouketsu “La transformación depende del material”, y el material que tenía en frente era muy bueno, sin duda.

 

Podía decir quién era y lo que sabía de él, hablar más calmadamente y después reclutarlo como sería obvio. Pero, el factor, representado por esa peculiar hembra, le provocó aún más curiosidad respecto al tipo de relación que se llevaban. Solamente para ver lo que pasaría, le dio una orden telepática a los gemelos roca que tenía detrás para avanzar lentamente.

 

“Veo que realmente estás perdido, pero me provoca aún más curiosidad saber qué hace un monstruo como tú con una humana, ¿Acaso es tu pareja?”. Gyoro Gyoro finalmente habló, provocando dos reacciones completamente diferentes en el monstruo y su acompañante. Por su lado, Choze permaneció en silencio, pero Wählt giró rápidamente para verlo molesta y disponerse a gritar. No obstante, este la detuvo con un alzamiento de su mano. Después de todo, la conocía desde hace tiempo y sabía que, al igual que él en un pasado, era molestamente emocional y pedante.

 

Choze se mantuvo sereno, contestando sin demasiado problema “Es mi aliado.”

 

“Hmm, sí. Debe de ser un dilema para ti lidiar con este tipo de cosas, ¿No es así? Es bastante peculiar que un monstruo tenga una alianza con un humano.” El psíquico devolvió la mirada hacia Choze. Para ese momento, los gemelos de roca ya estaban junto a él. Más bien, parecían dos estatuas andantes, incapaces de mostrar algún tipo de emoción a través de lo que aparentaba ser una máscara pétrea.

 

“Lo es.” Nuevamente, el monstruo de ojos azules no destacaba mucho por su cooperación en esa conversación. Pero sin rendirse aún, Gyoro Gyoro no se detuvo “Seguramente estés confundido respecto a nuestras intencio…” No terminó de hablar cuando fue interrumpido.

 

“No, ni tampoco me interesa. Déjennos pasar, o los voy a matar” El hombre de tez oscura que sostenía el orbe no pudo evitar reír, como si le hubiese hecho mucha gracia aquella amenaza. Pero el ojo que era sostenido solo pareció divertirse aún más. Aún así, Choze no vaciló “Un paso más…”

 

“C-Choze… no estamos muy seguros de qué tan fuertes son, creo que lo mejor es no ser tan hostil.” Notando que el ambiente se había puesto aún más tenso, Wählt no quería morir en ese momento por la soberbia de alguien de su clan, justo como había estado a punto de pasar con su hermano.  Sí, le había enojado de sobremanera la burla de ella y Choze siendo pareja, pero justo como él la había detenido, ahora ella quería hacer lo mismo para evitarse martirios a ambos.

 

“¡Sí, choze! Hazle caso a tu “aliada”, seguramente sabe lo que dice” Las burlas del orbe no se hicieron esperar, marcando condescendencia en la palabra “aliada” mientras que los gemelos subían un escalón más. Como era de esperarse, la amenaza de un asesino no era algo que se debía tomar tan a la ligera y, justo cuando Choze se disponía a avanzar igualmente a una velocidad vertiginosa para impactar su puño en el rostro del hombre que se había reído con anterioridad, este mismo fue proyectado hacia atrás bajo lo que parecía ser un impulso ajeno a él.

 

La onda de choque provocada por el movimiento resonó en todo el lugar y, como si fuese la señal para todos de atacar, tanto Wählt como Choze saltaron en direcciones opuestas para chocar contra los monstruos que ahora los estaban amenazando. Uno más decidido que el otro, pero su pasado y posible presente como asesinos se hizo ver en la coordinación de ambas siluetas.

 


 

Cruzando el terreno intermedio entre ella y los tres monstruos que se ubicaban al inicio de las escaleras en menos de tres zancadas, saltó por el aire como si flotara, el pulso latiendo en sus oídos, como siempre le sucedía en combate, todo lo que estaba fuera de su visión y su entorno inmediato se desvaneció en la nada, dejándola totalmente centrada en su adversario. Así era como siempre había luchado, lo que funcionaba mejor para ella y lo que nunca antes le había fallado, bueno, excepto cuando ni siquiera le pudo hacer frente a Choze. Pero Wählt era una persona poco ortodoxa, lo suficiente como para, en el caso de que sus oponentes no sean habilidosos artistas marciales, hacerle frente a un animal.

 

Aterrizó en la punta de un pie frente a ellos, dejando que el resto de su impulso hacia adelante se proyectase en una estocada frontal propiciada por su pie en punta con dirección al abdomen de la chica gato. Un golpe que probablemente atravesaría a una persona, pero que para su total sorpresa, fue esquivado como si fuera un mero juego de niños por la felina mientras mostraba una mirada aburrida que incluso apareció en su estrecho hocico. Ahora que estaba lo suficientemente cerca, Wählt podía notar que no tenía rostro humano. Afortunadamente, su entrenamiento había marcado su accionar lo suficiente como para no tropezarse ridículamente y caer hacia adelante, como probablemente lo habría hecho en el calor del momento con Choze, ni siquiera tropezó; en cambio, clavó su pie atacante en el suelo para recobrar su firmeza y usar el otro en una patada lateral directamente hacia el rostro de la monstruo. Pero de alguna manera, ella también lo esquivó, como si fuera un árbol inclinado en un vendaval de montaña, y esta vez le sonrió abiertamente. "Demasiado lenta, hermosa" le ronroneó.

 

Enfurecida, no se molestó en agraciarla con una respuesta mordaz, dejó que sus acciones hablaran por ella. Patada giratoria, patada lateral, golpe con nudillos exteriores, impacto de talón… uno tras otro, sin detenerse ni vacilar y sin ni siquiera tomar una pausa para respirar, los lanzó en una ráfaga a la felina, decidida a aplastar esa sonrisa petulante de su cara diabólica. Pero para su creciente furia, ella continuó esquivando y tejiendo, haciéndose a un lado e incluso haciendo piruetas como si fuera una maldita bailarina de la corte, y ni un solo golpe que ella intentó conectar dio jamás.

 

 

Para ese momento, en aquel baile de burlas y golpes fallidos, ambas habían estado retrocediendo de manera constante hasta dar con el pasillo que Wählt y Choze recorrieron hace pocos minutos antes de dar con las escaleras. La frente de la peliblanca, fruncida hasta el punto de ponerse roja, deformaba por completo la belleza de ese rostro fino que tanto provocaba a los hombres. Estaba tan enojada y frustrada que olvidó la presencia de los otros monstruos, error que percibió demasiado tarde cuando su rival se echó para atrás en una pirueta, solo para dejar que ella fuese detrás suya. Pero esa no era la verdadera intención de la gata, porque, justo cuando estaba dispuesta a retomar el aliento y correr, una oleada de calor y ardor estalló en su espalda, haciéndole gritar por el dolor antes de tropezarse hacia adelante y ser recibida por un castigo aún peor. En ese momento, observando el brillo pálido que se aproximaba hacia ella, Wählt entendió lo estúpida que había sido.

 

En un abrir y cerrar de ojos, su rival inicial se había aproximado hacia ella para hundir sus garras en ese rostro casi pálido que poseía con una fuerte zarpada, cortando su mejilla y parte de sus labios en cuatro cortes finos horizontales. La sangre corrió como un rio, cayendo al igual que la peliblanca, quien giró en dirección al impacto y terminó boca abajo en el sucio suelo con un golpe en seco.

 

Hubo silencio por un momento.

 

“No puedo creer que haya sido tan fácil, Gyoro Gyoro-sama lo pintó de una forma totalmente diferente…” con incredulidad y desdén en su voz, el hombre perro, habiendo observado la escena, se mostró decepcionado por lo rápido con lo que la peliblanca había caído.

 

“No estás en condiciones de cuestionar eso, perro sucio. Solo te quedaste ahí sin hacer nada.” la chica gato comentó molesta. En realidad, ella más que nadie sabía lo habilidosa que había sido su oponente, estando perfectamente segura de que, si ella o sus compañeros se hubiesen descuidado, tal vez habrían terminado con algún diente roto o moretón.

 

“Como sea, mi objetivo aquí no es pelear… ¿Estás segura de que la mataste con eso?” el perro se cruzó de brazos.

 

“Debió hacerlo, me encargué de calcinarla desde atrás antes de que Kitt pudiese acabarla con ese golpe. Es humana, después de todo, así que no se levantará incluso si sigue viva” habló el monstruo restante. Para ese momento, la ahora nombrada Kitt estaba posando su pie sobre la espalda carbonizada de Wählt. “Parece que tienes razón, no reacciona”

 

“Tal vez se esté haciendo la muerta”

 

“O tal vez lo esté de verdad. De igual manera, hemos hecho un buen trabajo” el hombre fuego asintió en respuesta.

 

Nuevamente silencio…

 

“Esperen… ¿Están seguros de que teníamos que matarla?” con un buen punto, el hombre perro se mostró nervioso por la idea de que sus compañeros hubiesen hecho algo malo a los ojos del jefe militar de la asociación. Después de todo, estaban ahí para reclutar a la joven promesa, pero resultaba bastante confuso que el mismo Gyoro Gyoro tuviese la iniciativa de provocar. Si ellos mataban a la compañera de este sujeto, ¿Habrían arruinado la misión?

 

Y esto lo entendieron perfectamente los otros dos; Kitt incluso se apartó rápidamente con temor en sus ojos. “No estamos seguros…”

 

“Entonces más nos vale que esté viva… igual no la ataqué con todas mis fuerzas”

 

“¿No acabas de decir que la calcinaste?”

 

“Sí, pero eso no importará si Kitt no enterró sus garras lo suficientemente profundo” la mencionada bufó molesta “¿Ahora la responsabilidad la tengo yo?”

 

“Le estamos poniendo mucha importancia, Gyoro Gyoro debería de entender que fue un percanse. Además, mostramos nuestra eficiencia venciendo al enemigo” continuó rápidamente, era obvio que estaba afectada por la idea de haber cometido un error tan grande. Por su parte, el chico fuego, quien parecía tener mucha más edad de la que aparentaba, le siguió el juego “Sí, tienes razón. No es nuestra culpa..”

 

“Tampoco era la culpa de Cucaracha Avispada y mira como terminó…” el perro habló en un murmullo, logrando que Kitt se estremeciera por el recuerdo.

 

“Hey, no hables de él frente a ella” reprendió el chico fuego, quien incluso se estremeció también. No por los mismos motivos que su compañera, claro está. ¿Quién no se estremecería ante la idea de ser devorado por el rey Orochi?

 

Tras eso, un rotundo silencio se apoderó del sitio con los tres monstruos pensando qué hacer. Finalmente, la que habló fue Kitt, refiriéndose al hombre perro. “Ve a olerla, sabueso” Tal vez su decisión provenía del resentimiento hacia él provocado por ese comentario de Cucaracha Avispada, de todos modos, los presentes lo interpretaron así.

 

“¿Por qué yo? Tú estás más cerca”

 

“Pero tú tienes mejor olfato. Además, si no vas a pelear, sirve de algo antes de que le informemos a Gyoro Gyoro sobre tu nula participación” con un tono malicioso, la felina observó a su contraparte canina y solo sonrió antes de señalar el cuerpo de Wählt.  

 

Este quiso refugiarse en su compañero, pero la mirada sin párpados del hombre de fuego clavada en él le indicó que no iba a ser de ayuda. Así, sin más y totalmente resignado tras un largo suspiro, no tuvo de otra que acercarse unos cuantos pasos y posarse sobre sus rodillas en el frío suelo. Su mirada se posó en la enorme mancha oscura que había quedado sobre la estrecha espalda de la peliblanca, aún humeante. Se compadeció de ella, incluso cuando solo la veía como un montón de carne. Pero no era tan puro como un pug real, pues, desviando la mirada más abajo, notó que esa era una mujer realmente atractiva.

 

Sus curvas, no tan prominentes como las de Kitt pero sí mucho más contorneadas, reflejaban el entrenamiento al que seguramente se había sometido con su voluminosidad. Sus piernas y glúteos se veían fuertes, así como deseables, pero justo cuando una de sus manos iba a aprovecharse de la situación para palpar y posiblemente agarrar, una voz detrás de él gritó.

 

“¿Qué haces? ¿Vas a abusar de ella o vas a olerla para hacernos saber si sigue viva o no?” con asco en su rostro y mirada, Kitt lo interrumpió en su acto deleznable. Incluso para ella, manosear a un posible cadáver era cruzar la línea de lo depravado. Este, con su rostro de pug babeante, la miró con molestia solamente para recibir una mirada de terror, cosa que lo confundió y le hizo ladear la cabeza. ¿Acaso lo que había intentado hacer era tan horrible? No pudo decir nada, porque cuando las palabras iban a salir de su casí inexistente hocico, una presión tan abrumadora como la misma muerte se aferró a su cuello. Como si repentinamente todo el dolor del mundo se hubiese manifestado sobre él, intentó jadear, pero le fue imposible.

 

Los brazos de Wählt, cual dos enormes pitones aferrándose a su presa hasta asfixiarla, rodearon el cuello del sabueso por igual y se tensaron tan rápido que ninguno de los presentes pudo reaccionar a tiempo. Con un sonoro “crack!”, el rostro del pobre monstruo se giró con tal brusquedad que fue capaz de desbordarse a sí mismo al dejar su cabeza colgando como un pendiente. Había sido desnucado de la peor forma posible.

 

Pero eso no fue lo que provocó terror en los ojos de Kitt, sino que fue lo que se asomó por detrás de su ahora difunto compañero. Una sonrisa, tan deformada por la locura y la rabia que era indescifrable, adornó un rostro totalmente irreconocible por la sangre que ahora lo cubría. Era como ver la máscara de un demonio, con la única diferencia de que dos ojos ámbar brillaban en su interior entre un destello de locura.

 

Wählt seguía viva.

Notes:

Bueno, aquí fue el inicio del enfrentamiento de Wahlt y los monstruos. Pienso que en los anteriores capítulos la estuve manejando de una manera muy pasiva por su sometimiento ante nuestro cornudo favorito, pero ahora que puede desenvolverse lejos de él por un instante, me gustó reflejar la locura y hostilidad que caracteriza a los miembros del clan raza maestra.
Para el que lo haya notado, la escena de ella torciendo el cuello del hombre perro está basada en la de Choze con Rosie, quien hace exactamente lo mismo. Quise agregar este giño como parte del estilo del clan.

Me gustaría saber su opinión respecto a cómo maneje los monstruos, también les quise dar un poco más de vida más allá de lo que el propio ONE o Murata muestran, ya que siempre hacen a los personajes monstruos secundarios muy vacíos.

En un futuro acompañaré la lectura con imágenes, ¡Solo esperen!

Chapter 16: Rompe nueces

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Tan solo un día había pasado desde el incidente en Ciudad C, y aún así, más allá de un recuento en las noticias y uno que otro hilo en redes sociales respecto al tema, las personas en ese lugar se habían olvidado por completo de lo sucedido. En ese mundo, se aceptaba la muerte y destrucción con tanta naturalidad que no resultaba extraño ver que cada día moría un inocente, un héroe, un monstruo o incluso los tres al mismo tiempo. Resultaba en una convivencia cruda en la que la humanidad procuraba subsistir con la muerte inminente; algunos se encerraban en sus burbujas bajo la esperanza de nunca tener que afrontarla de frente a una catástrofe o a las garras de un monstruo, mientras que otros lo aceptaban y seguían adelante. De todos modos, mientras vivieras en una ciudad, no tendrías que preocuparte porque un monstruo esté debajo de tu cama en el sentido más literal de la situación.

 

“¡Wahhh!“ Un fuerte lloriqueo recorrió toda la cabaña en medio de la penumbra que ofrecía la noche y se extendió por el firmamento. Como si hubiese sido el grito de un animal, los animales de los alrededores respondieron en cada idioma. Los pájaros, alterados por la repentina interrupción de su sueño, agitaron sus alas, mientras que los sapos croaron en precaución y uno que otro zorro chilló. El sonido había sido tan fuerte que incluso el más perezoso quedó sentado en su cama.

 

Sin embargo, nadie en Funxian salió de su habitación para comprobar qué había sido, pues todos estaban acostumbrados a ser despertados por ese característico sonido. Por supuesto, no faltó aquel impaciente que, harto por perder el sueño en esas circunstancias, abrió su ventana de madera y gritó al cielo para que, quien sea quien fuese el causante, se callara.

 

Aquello era normal en la cabaña que se ubicaba junto al templo del Puño Vacío, tanto que nadie en su interior respondió. La pequeña Suiko, al igual que en la mayoría de las noches desde que se había separado de su hermano para dormir en otra habitación, se despertó con la traumatizante pesadilla de tener a un monstruo bajo la cama.

 

 Un día por la mañana, la aún mas pequeña niña se había levantado para asear el cuarto que compartía con el otro niño del lugar, pero se había encontrado con la terrible escena de ver un glóbulo ocular bajo su cama. Solo era un duendecillo cíclope, monstruos inofensivos que se dedicaban a robar cosas. Pero, dentro de la imaginativa mente de una niña, ese pequeño ser se vió como la peor criatura en la fas de la tierra; colmillos, una sonrisa perturbadora y piel pálida. Esa imagen había permanecido en la mente de la niña como una pesadilla constante, siempre soñando que ese horrible monstruo se sentaba en su estómago e intentaba devorarla.

 

Pero, por más que le quitase el sueño a todos en ese sitio, el único que siempre había estado ahí para calmarla cada vez que se despertaba llorando y con los mocos colgando era su hermano: Suiryu. Y esa noche no fue la excepción, porque cuando la pequeña niña se había limitado a abrazar sus piernas mientras sollozaba en el silencio de su habitación, ese otro niño, con ojeras y una cara de muerto por la falta de sueño, estuvo ahí.

 

Se acercó a ella con su almohada y, en total silencio, se acomodó junto a su hermana. Ella no estaba feliz, claramente, porque lo único que había hecho ante la presencia de su amable hermano había sido fruncir el ceño y mirar por la ventana que daba directamente al campo de entrenamiento. Suiko detestaba, incluso desde tan temprana edad, que alguien más la viese vulnerable. Ella era fuerte, siempre protegiendo a su hermano, pero cuando a él le tocaba protegerla, incluso de un ser imaginario, no lo podía soportar. Por algo era la más temperamental de los dos.

 

“¿Fue el monstruo otra vez?” después de un silencio sepulcral, el niño fue el que habló.

 

“Si ya sabes… ¿Por qué preguntas?” decaída, Suiko contestó.

 

“No lo sé, a lo mejor pudo haber sido un ratón” la miró de reojo, como si estuviese esperando una reacción. No tardó en llegar, porque la niña frunció aún más el ceño y tronó sus labios “Pff, no seas tonto. Yo no le tengo miedo a los ratones, tú sí”

 

“Es cierto” con su actitud despreocupada, Suiryu se recostó boca arriba y miró el techo de madera escasamente decorado por adornos de mariposas hechos a mano, mismos que brillaban como cristales bajo la luz de la luna. “Entonces… ¿Por qué dices que pudo haber sido un ratón?”

 

“Porque, de ser así, me habrías protegido” esta vez Suiko fue la que giró para verle confundida y Suiryu el que no le devolvió la mirada, pero él no estaba triste, sino que mostraba una sonrisa orgullosa. “Si tú te despiertas en medio de la noche para protegerme de los ratones, entonces yo haré lo mismo con ese estúpido monstruo”

 

“Pero… ¿Qué no ves que no me desperté por ti? Fue por mi pesadilla...” aún más confundida, respondió rápidamente. Es cierto

 

“Además, tú nunca tienes pesadillas con ratones”

 

Suiryu asintió sin problema alguno, comenzando a enojar a su hermana “Es cierto”

“Entonces, ¿Por qué dices eso?” sin paciencia alguna, ella se acercó para tomarlo de la pijama y sacudirlo. No le gustaba que no le estuviese dando respuestas contundentes, pero, contrario al típico quejido que esperaba de él, la pequeña Suiko de ojos hinchados fue sorprendida por lo que este dijo: “Incluso si yo no tengo ninguna pesadilla, sé que inevitablemente me tendré que encontrar con un ratón. Por lo que, también sé que tú te levantarás en medio de la noche por mí, y cuando eso pase, estaré muy feliz. Por lo que, siempre puedes contar conmigo, hermanita”

 

Cuando el niño terminó de decir aquello, recibió un golpe de almohada tan fuerte que pudo llegar a sentir que su cerebro se volcaba por el impacto. Incluso a esa edad, los dos hermanos eran fuertes, tanto que Suiryu no pudo evitar caer de la cama y ser recibido por el duro y frío suelo de madera, hecho a base de tablas, que conformaba la habitación. “¡Auch! ¿Qué te pasa?” con los ojos envueltos en lágrimas, este se puso de pie y sobó su nariz adolorida.

 

Suiko lo recibió con un abrazo.

 

 

 

 

 


 

 

 

 

Recordando aquella noche, Suiko no pudo evitar volver a llorar en el silencio de esa pequeña habitación. Su llanto, al igual que lo últimos, no llevaban lágrimas, como si estas hubiesen sido gastadas por la joven esa mañana y la noche anterior; había estado llorando tanto que los ojos le dolían cada vez que lo hacía, y sentía que su mandíbula se entumecía cada vez más. Por suerte, nadie podía verla u oírla llorar en ese momento, o por lo menos eso creyó.

 

Estaba sentada en una silla de madera junto a una pequeña mesa, frente a ella, yacía una estrecha ventana que daba directamente a una vista empobrecida de la ciudad. Más bien, lo que se podía ver a través de la luz del medio día era un conjunto de edificios que apenas dejaban ver más allá, haciendo que la afirmación de “vista de ciudad” sea muy generosa. De todos modos, para Suiko resultaba bastante nueva aquella visión, especialmente cuando lo tenía que hacer desde tan espacio reducido.

 

Era una habitación de hotel barata, sin paredes que separasen las secciones de un hogar común. La cocina era al mismo tiempo una sala de comedor, en donde ella se encontraba. El dormitorio solamente era una colcha en el suelo y el baño, apenas existente, era la única zona de la habitación que se separaba por una estrecha pared, ocupando apenas un cuarto del lugar. A la joven le parecía insólito que alguien pudiese vivir, o siquiera dormir, en un sitio como ese. La cabaña en la que había vivido, antes de destruirla, ciertamente no estaba llena de lujos; había sido construida por su tatarabuelo junto al templo, y era tan simple y carente de conocimiento alguno en su construcción que por las noches se filtraba el frío por las paredes, entraba el agua por el techo y hasta algunos insectos se infiltraban.

 

Pero el mismo pueblo fue el que recaudó dinero para, por lo menos, arreglarla un poco. Entre las personas que habían llevado la iniciativa había estado el en ese entonces no tan viejo Ying, quien ayudó con la recaudación y hasta incluso colaboró con su abuelo para arreglar los agujeros en las paredes. El corazón de Suiko se encogió por esto mismo, pues había sido ella misma la que había acabado con los meses de esfuerzo de su gente en la restauración de su casa; a los ojos de la joven, Ying era un hombre honrado, trabajador y muy leal a su familia y principios. No obstante, esa misma mañana había visto otra cara del viejo.

 

El casco color rosa que había usado en el viaje hasta la ciudad yacía sobre la mesa junto a ella, pero también se encontraba un bolso, accesorio que obviamente no era suyo. Suiko frunció el ceño al recordar, pero justo cuando estaba por dejarlo pasar, la puerta de la habitación rechinó, haciéndole girar la mirada para observar a quien, o más bien, a quienes, habían llegado. Frente a sus ojos, estaba la mediana figura de Ying, justo lo que esperaba; pero junto a él, se paraba una mujer, tal vez cinco años mayor a Suiko, mucho más pequeña y levemente regordeta. Llevaba una falda rosa, unas medias veladas, tacones brillantes, una camisa ajustada en conjunto con un abrigo de plumas y unas gafas de sol. Su cabello era rubio, pero las raíces del mismo obscuras. Su piel, morena por las máquinas de un spa, brillaba por el maquillaje de brillos en su rostro. Era una Gal.

 

Ying mostró una sonrisa nerviosa, evidenciando que llevaba una bolsa de compras en su mano cuando alzó la misma señalando a la joven que se encontraba sentada. La mirada de Suiko, al igual que siempre, no se contuvo en mostrar su desconcierto “Esta es Suiko, cariño. La chica de la que te hablé… Suiko, ella es Yang Hee, mi-“ el viejo no terminó de hablar, porque la mujer que estaba junto a él se apresuró a decir.

 

“Pensé que era más linda, ¿En serio te gustan las chicas así, bombón?” usando sus largas uñas rosa para bajar sus lentes y poder observarle de abajo hacia arriba, Yang Hee preguntó en un tono burlón mientras miraba a la perturbada Suiko, quien únicamente se dedicó a fruncir el ceño sin entender muy bien lo que estaba pasando. Por su lado, Ying pareció contener una risa nerviosa. “No, corazoncito. Es la nieta de un viejo amigo, y la dejé entrar aquí en lo que nosotros íbamos por el almuerzo…”

 

La mujer alzó ambas cejas ante las palabras del hombre, como si aquello que había dicho fuese sorpresivo. Volvió a cubrir sus ojos oscuros con los lentes y dijo “Oh, pensé que la que nos estaba esperando era la otra chica… uhm, ¿Cómo se llamaba? ¿Paula?”

 

“Phoebe…” El viejo parecía querer ser tragado por la tierra en ese mismo instante, principalmente porque su rostro se tornó más carmesí de lo habitual y porque no fue capaz de ni siquiera dirigirle la mirada a Suiko. Ella estaba aún peor, ¿Acaso había otra chica además de esta? No lo podía creer, imaginarse a Ying con mujeres más jóvenes que él no era muy gratificante, pero resultaba peor cuando resultaba que ese viejo era un mujeriego casado. Recordaba muy bien a la señora Wang, la esposa de Wing. Era una mujer tosca, gruñona y poco accesible; tal vez aquello se debía a la edad, pues era mayor que su esposo, pero tenía la fama de no ser muy amistosa con el resto de personas en Funxian. Claro, eso no quería decir que fuese un ogro en su totalidad, pues ella había ayudado a mediar la recaudación de dinero para la cabaña y en muchos casos le había ofrecido ayuda tanto a Suiryu como a ella. En resumidas cuentas, a los ojos de Suiko esta no era una mujer mala, por lo que no merecía que Ying le hiciese eso; incluso si él aún mantenía su vitalidad y ella no, no justificaba aquello.

 

Ying había sido como un segundo abuelo para ella y su hermano, pues, incluso cuando se mantenía distante, sus buenos actos y preocupaciones siempre habían estado ahí. Era él quien mandaba a su nieto para dejarle comida mientras ella se marginaba en el templo entrenando todo el día y toda la noche, también fue aquel que, cuando era más pequeña, le traía los chocolates de la ciudad que tanto le gustaban. Incluso en la actualidad, sin tener ningún tipo de responsabilidad con ella, había sido lo suficientemente amable como para hacer que la recibieran con una de las ancianas de Funxian antes de que ella misma lo obligase a llevarle consigo. Siendo así, también había cumplido con sus insistencias de ir al hospital, esto sin contar que ahora la recibía en lo que se suponía era su hogar en la ciudad. Suiko valoraba todo eso, pero aún no podía creer que recién hasta ahora fuese capaz de ver ese otro rostro del viejo.

 

Sacudió la cabeza y buscó ignorarlo, tanto a la situación como a la mujer que, para su gusto, era incluso fea. Estaba segura de que la señora Wang había sido mucho más hermosa en su juventud.

 

“…Bueno, ¿Quieren un café?” Después de un largo e incómodo silencio en el que ambas mujeres se vieron dispares, Ying habló tras cerrar la puerta detrás de él y su acompañante y de dejar la bolsa de compras sobre la mesa de la cocina. Frotó sus manos, caminando hasta la cafetera y encendiéndola. Era un intento evidente de apaciguar las malas vibras en la habitación, mayormente llevadas a cabo por Suiko, pero fracasó rotundamente cuando ambas negaron tal ofrecimiento. El hombre suspiró y, ya sea para mantener su curso de acciones dignamente o no, preparó el café para él mismo.

 

Yang Hee se sentó en el otro extremo de la redonda y pequeña mesa de madera en la que se ubicaba su contraria. Parecía que la joven iba a perforar el cráneo de la mujer con su afilada mirada en ese momento, pero esta solo le dedicó una sonrisa a medias como respuesta antes de cruzar sus piernas y extender las manos para abrir la bolsa. En su interior, no había nada más que cajas de plástico con el logo de algún restaurante de comida rápida que Suiko no supo reconocer. Aquel era el almuerzo, pollo asado acompañado de bebidas de dulce; pésimo para su gusto, pero tampoco era como si pudiese rechazar comida justo cuando se estaba muriendo de hambre.

 

Mientras Ying dejaba que su café se preparase, los tres se sentaron en la mesa y comenzaron a comer. Habían cuatro cajas, tres para los presentes y una para la misteriosa chica que Suiko asumía iba a llegar pronto. El silencio volvió a cernirse en la habitación y, como un segundo intento para llevar una conversación, Ying dirigió su mirada hacia Suiko y habló justo después de darle un bocado a la presa de pollo que tenía entre sus manos; sus dientes quedaron impregnados por la grasa, cosa que la joven notó cuando este abrió la boca con comida aún dentro.

 

“Entonces… ¿Ya pudiste?... Eh… ya sabes…” Parecía que el viejo tenía la innata habilidad de tornar las cosas aún más incómodas incluso cuando reflejaba clara preocupación. Suiko se preguntó si en verdad había sacado el tema en la hora del almuerzo, pero tampoco se negó a contestar; tal vez fue el orgullo de no romperse en llanto o mostrar una cara afligida frente a la nueva acompañante, pero se mantuvo tranquila y contestó “Sí, pude identificar su cadáver, firmé lo que había que firmar y solo será cuestión de que alguien del pueblo venga a recogerlo para el funeral. Se necesitará una camioneta”

 

Tanto Ying como Suiko no pudieron evitar bajar la mirada. Parecía que Yang Hee había cambiado por completo su actitud, estando ahora en total silencio y concentrada en su comida. No sabía cómo reaccionar, su querido Ying le había informado esa mañana que iba a traer a la nieta de un amigo y le había explicado la situación; ese día se suponía que iba a verse por primera vez con la otra chica que el viejo acostumbraba a visitar. “hay que explorar cosas nuevas” eso dijo días antes de lo sucedido cuando él intentaba convencerla de reunirse con esa otra chica, mucho más joven que ella, para divertirse. Claro, ella no era la esposa de Ying y no tenía demasiado derecho al reclamarle bajo una relación que inició siendo claramente abierta, pero no podía aceptar del todo estar con él y una jovencita al mismo tiempo. Era por eso que había pensado que la joven sentada en la cocina era esa persona, no pudiendo imaginar que fuese la nieta del amigo de su amante.

 

Tenía entendido que de todos modos las iba a ver a las dos, pero era cierto que lo manejó terriblemente mal. Ahora, se sentía aún peor por haber tratado así a una chica que hace apenas un día había perdido a su hermano y estaba encontrando la oportunidad ideal para disculparse o por lo menos compensar lo que había dicho.

 

Ying volvió a preguntar “¿Y estás bien con eso? Si quieres que el funeral sea mañana, podría decirle a Qi que venga esta misma tarde a recogerlo” Suiko, sin mucho apetito ahora, tomó desdeñosamente una de las presas de pollo que estaban en su caja y la mordió. Solo asintió con la mirada, un gesto que Ying sabía reconocer perfectamente.

 

 

El almuerzo transcurrió con relativa normalidad. En un inicio, el momento incómodo por la pregunta de Ying perduró pero, como si fuese parte de un dualismo claramente evidente, Yang Hee demostró tener habilidades totalmente contrarias a su amante. Lejos de retomar el tema del hermano de Suiko, esta le preguntó a la joven si era la primera vez que venía a la ciudad, a lo que esta contestó con la verdad. En respuesta, la mujer comenzó a parlotear sobre cómo sería buena idea que, una vez que Suiko ya se hubiese recuperado, ambas fuesen a uno de esos famosos spa en la ciudad. Aprovechó también para elogiar el perfecto tono moreno que la chica tenía, “ni muy oscuro ni muy blanco” diciendo que no necesitaría en su vida someterse a una sesión de bronceado.

 

Como se podría esperar, Suiko contestó a todo más por el compromiso que tenía hacia Ying que por otra cosa; tenía demasiadas cosas en la mente como para sumergirse en una charla de chicas con una mujer de ciudad. La mayor parte del tiempo no entendió porqué había tanto entusiasmo por parte de su contraria hacia el maquillaje y otras cosas, así como la necesidad de comprar ropa nueva cada semana y de salir de compras solo para caminar por un centro comercial. Le parecía incluso infantil, pero se abstuvo de quejarse. En cambio, le dedicó una mirada disimulada pero desesperada a Ying, misma que él interpretó perfectamente.

 

“¡Oh! Apenas usas maquillaje, ¿No es así? Ese delineado que tienes te sienta muy bien, pero deberías probar con colores más vivaces. No sé, tienes pinta de que un morado obscuro te…”

 

“Corazón, ¿Por qué no dejas que Suiko coma en paz? Está un poco afectada, estoy seguro de que ambas podrán hablar más tranquilamente la próxima vez que ella venga a la ciudad” Irónicamente, incluso cuando este podía gozar de tres mujeres a la vez, Suiko había percibido la actitud de Ying hacia su amante realmente pasiva. Sin embargo, cuando este dijo tal cosa, volvió aquel severo pero tranquilo viejo que siempre recordó. Sus grises cejas se fruncieron cuando observaron a la mujer y esta, como una respuesta casi inmediata, cerró la boca y balanceó un poco la presa que tenía en una de sus manos. “Oh… claro, no hay problema” contestó sin demasiado ahínco y le dedicó otra sonrisa a la joven.  

 

Para ese momento, Yang Hee había estado hablando la mayor parte del tiempo en lo que ambos terminaban de comer. Suiko, quien comía más despacio por obvias razones, solamente le faltaba una presa, mientras que sus acompañantes ya estaban por terminar la última.

 

En eso, el radio que se ubicaba en la cocina y que hace un momento solamente se dedicaba a reproducir pop en un volumen bajo cambió por completo la estación.

 

 

“¡Buenas tardes, Ciudad C! Interrumpimos la programación de esta emisora para informar respecto a los atentados ocurridos el día de ayer.“

 

Suiko abrió los ojos de par en par, dedicando ahora toda su atención a la radio. Ying la observó preocupado, considerando seriamente en ponerse de pie para apagarla. Por otro lado, Yang Hee se mostró relativamente indiferente; como una persona que vivía en esa ciudad desde hacia tiempo, no tenía algún tipo de impacto en ella la noticia de los monstruos.

 

La voz del locutor cambió a la de una mujer.

 

“Como bien sabrán, hace exactamente veinticuatro horas se llevó a cabo un atentado por parte de la asociación de monstruos. El registro total de kaijins presentes en esta ciudad fue de diez, sin contar aquellos que participaron en el ataque hacia el estadio, de los cuales se cuentan nueve.

 Todos los kaijins fueron eliminados por la asociación de héroes, quienes contaron con la ayuda de algunos artistas marciales presentes en el torneo. La amenaza ha sido erradicada de raíz, por lo que no hay nada que temer”

 

La joven no pudo evitar reír para sus adentros. Las mentiras que podía llegar a dar la asociación de héroes con tal de mantener su reputación eran insólitas, pero aquello no solo le causó gracia, sino que también provocó un sentimiento indescifrable. Rápidamente recordó lo que había sucedido hace unas horas.

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

Los ojos hinchados de Sneck se abrieron de golpe cuando el agua fría de un balde cayó sobre él. Por instinto, respiró audiblemente mientras alzaba el rostro y miraba rápidamente hacia los lados, no pudiendo observar nada más que paredes de ladrillo formadas en un cuadrado estrecho alrededor de él. La luz se podía filtrar a través de un pequeño ventanal, reflejando su elegante traje ahora manchado por el polvo y su rostro, en especial su nariz, deformado por la hinchazón. Le dolía todo, sintiéndose muy similar a cuando el calvo con capa lo golpeó después de haberse encontrado en un parque. No era el dolor agonizante que había sentido cuando Gouketsu lo había pateado como a una pelota de futbol, pero se acercaba bastante.

 

No se daría cuenta de que estaba acompañado hasta que una voz femenina, marcada en sorpresa, habló detrás de él. “Wow, sí que eres resistente. No tardaste más de diez minutos en recuperarte, ¿Acaso es un entrenamiento que hacen los héroes?”

 

Sneck intentó ponerse de pie, pero estaba atado y sentado contra una columna de piedra. Naturalmente, habría sido capaz de liberarse fácilmente, pero el golpe lo había dejado tan débil que era incapaz incluso de reincorporarse. Sus ojos volvieron a abrirse de par en par.

 

Lo recordó todo de repente, Suiko lo había tomado por sorpresa y casí lo había asesinado con ese ataque. La chica que en un principio le había llamado la atención, le había hundido la cabeza contra una pared. Se sintió tan decepcionado que suspiró, cambiando su actitud originalmente confundida a una rabia increíble. “¡¿Qué mierda te sucede, Suiko?!...” No obtuvo respuesta. En cambio, la joven rodeó la columna para nuevamente estar frente a él, se puso de cuclillas y lo observó con total frialdad.

 

“…¿Por qué hiciste esto?” El hombre continuó hablando, mostrándose intimidado por la intensa mirada de la chica. Quizás se debía a que, incluso después de eso, seguía hallando cierto atractivo en ella. La debilidad de todo hombre, eso pensó. Pero de todos modos eso no eliminó su desconcierto.

 

“Te traje a eso que llaman un callejón, había una puerta y pues aquí estamos. Realmente no sé si esté permitido estar aquí…” Con total indiferencia, la joven mencionó. Parecían estar en un sótano y al mismo tiempo encontrarse en propiedad privada. Sneck estuvo a punto de decir algo, pero la mirada de Suiko rápidamente se intensificó y el ambiente se tornó mucho más asfixiante. El aura de una persona mucho más poderosa que él presionó al hombre, sumergiéndolo en un terror absoluto. ¿Acaso una persona podía parecerse tanto a un monstruo cuando estaba así de enfadada? No lo sabía.

 

“Sneck, quiero que me digas quién asesinó a mi hermano y en dónde se encuentra. Si no, iré a buscar a tu amigo Max y lo traeré aquí, a ver si él es capaz de contestar.” Suiko, ahora apoyada sobre sus rodillas, se acercó amenazadoramente hacia él hasta que sus rostros únicamente se separaron por un suspiro; en el acto, dirigió una de sus manos hacia su entrepierna. El hombre no supo cómo reaccionar además de contener el aire cuando su contraria lo miró fijamente, pero todas las ideas erróneas que tuvo al respecto se esfumaron con un intenso dolor que le hizo gritar en un tono agudo. Los dedos de la chica estrujaron tan fuertemente a través de ese pantalón de cuero de serpiente que su víctima soltó unas lágrimas, pidiendo clemencia. Suiko no tardó en acceder, volviendo a apartarse.

 

Durante su adolescencia en Funxian, había aprendido a someter a un hombre mucho más fuerte que ella con solo un buen agarre. No obstante, “el aplasta nueces” como ella lo llamó infantilmente, únicamente había estado dedicado a la defensa propia contra un abusivo. Ahora no tenía la necesidad de usar aquella técnica milenaria, pero de todos modos lo estaba haciendo; no para protegerse, sino para torturar. Pensó tristemente que tanto su abuelo como su hermano estarían decepcionados, pero el recuerdo de ambos, paradójicamente, la impulsó a continuar.

 

Ahora, la actitud de Suiko se había suavizado un poco después de ver al afligido Sneck. Suspiró “Mira… no quiero hacer esto, pero intenté por medio de las palabras que tú y Max me lo dijesen. Ni siquiera la ejecutiva se atrevió a decírmelo. Estoy en un callejón sin salida, pero no me voy a ir de esta ciudad hasta saber la verdad. Si no me la dices…” Se detuvo, no sabía si realmente era capaz de dañar a alguien que no se defendía más allá de lo que ya lo había hecho. Esperó con todas sus fuerzas que su contrario accediese, pero no fue así.

 

“Ja… ¿Quieres saber la verdad?” Después de haber recuperado la respiración, Sneck alzó la mirada para observarla con burla en sus ojos. Ella le había hecho sentir un dolor terrible, por lo que, incluso si él era un héroe, le iba a devolver el golpe. Nada justificaba lo que la joven estaba haciendo, provocando incluso rabia en el afligido corazón del hombre. Suiko solo asintió.

 

“Tu hermano fue un cobarde hasta su último suspiro… Su arrogancia se acabó cuando Gouketsu lo aplastó como a una mosca, yo y Max lo tuvimos que cubrir en lo que él huía. Prefirió correr lejos en vez de afrontar la realidad y eso fue lo que lo mató. No fue ningún héroe…” Sneck agachó la cabeza, “ni yo tampoco” pensó. Toda su rabia se esfumó cuando no obtuvo respuesta alguna, el silencio se cernió en el estrecho lugar; quiso disculparse, decirle que ella no tenía la culpa y que de cierta manera, aunque sus actos fuesen deleznables, él tampoco tenía el derecho de deshonrar la memoria de su hermano. Sin embargo, el mismo dolor volvió, siendo incluso peor y manteniéndose por más segundo. Gritó, intentando cerrar sus piernas inútilmente mientras la helada mirada de Suiko se posaba sobre él.

 

“Gracias, Sneck. Haces que esto sea mucho más fácil para mí.” La joven habló tras soltarlo. Era cierto, le había dolido lo que él había dicho, pero a su vez, también le provocó la rabia que deseaba sentir para poder impulsarse aún más. Debía dejar de permitir que el recuerdo de su hermano fuese un motivo de tristeza y no de rabia. Ella estaba ahí por venganza, y no se iba a poner a llorar solamente por saber que Suiryu no había sido un héroe. Nunca lo fue, estaba lejos de ser alguien honorable, pero seguía siendo su hermano.

 

“No importa si fue un héroe o no, ni si te ayudó en tu estúpida labor. ¿Acaso fue ese Gouketsu que mencionas el que lo asesinó?”

“Suiko… yo no quise decir eso y sé que tú tampoco. ¿qué hay de lo que dijiste en el hospital? Eres una chica amable, ni Max ni yo tenemos la…” Suiko lo volvió a tomar de esa zona mientras alzaba una ceja.

 

“¡YA! ¡YA! ¡NO FUE ASÍ, ÉL NO LO MATÓ!” Gritó desesperado. “¿Entonces quién fue?” El agarre de Suiko se acentuó.

 

“¡TE LO DIRÉ, LO JURO! ¡SOLO SUÉLTAME!” Sneck no podía creer que pudiese tener tanto pavor al tacto de una mujer sobre su entrepierna. Suiko accedió, pensando que tal vez se había sobrepasado después de observar el terror absoluto en los ojos del hombre. Aún así, no dijo nada antes de que él se aventurara a hablar. Nuevamente suspiró en tranquilidad. “Realmente ni Max ni yo lo vimos, estábamos inconscientes cuando pasó, pero… Al parecer, Lin Lin, una de las participantes en el torneo, observó a otro participante ahora convertido en monstruo asesinar a tu hermano cuando este estaba débil después de haber peleado con Gouketsu. Anteriormente ambos se habían enfrentado y Suiryu había salido victorioso, pero al parecer no lo mató y su descuido le costó la vida.” Ahora Suiko era la desconcertada. Cayó sentada sobre el suelo y pasó su mano por su cabello, intentando digerir lo que había escuchado. ¿participantes convertidos en monstruos? ¿quién era ese tal Gouketsu? Por lo que había interpretado, este no era el responsable directo de la muerte de Suiryu.

 

Ante sus dudas, Sneck le explicó todo. Le dijo que, en medio de la premiación del torneo, el monstruo Gouketsu, quien anteriormente había sido un artista marcial campeón incluso de las anteriores ediciones, había irrumpido con sus secuaces monstruo. Le dijo que este había convencido a algunos de los participantes para también convertirse, en los cuales estaba en asesino de Suiryu. También le explicó que los medios habían cubierto todo eso para mantener la reputación del estadio y del torneo, y que por eso los héroes tenían prohibido hablar de aquello.

 

“Entiendo todo, o por lo menos la mayoría… pero, no me has dicho quién es exactamente ese participante que asesinó a Suiryu” Después de un largo silencio, Suiko dijo algo insegura de sus propias palabras. ¿Realmente quería saber? Estaba temblando por la conmoción. Su abuelo había muerto en las manos de un terrible monstruo y su hermano también. Si ella en verdad seguía el camino de la venganza, podría terminar igual. No podía imaginarse siquiera seres capaces de jugar con el poder de su hermano, o de noquear tan naturalmente a alguien como Sneck. Sin embargo, este último no se contuvo en contestar.

 

“Su nombre es Choze”

 

Notes:

Bueno, aquí estamos de nuevo. Seguramente el capítulo más largo que he hecho (y eso que he dividido al original en dos xd)

Espero que les guste, tardé un poco en retomar a Suiko como me habría gustado. Cualquier sugerencia, espero atentamente. Le faltan algunas correcciones, así que también estén atentos.