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Curar las heridas

Summary:

Alina y Alek están viviendo en la misma casa, han roto hace meses pero ella no encuentra nada para trabajar en Londres y a él o le importa por que apenas pasa por casa, Alina se toma una noche de descanso y decide salir con sus amigos a tomar algo por el Soho.

Work Text:

La ruptura había sido brutal.
Se habían dicho de todo.
Se habían hecho de todo: acostarse con extraños para liberar tensiones, ir de fiesta hasta quemar Londres, dejar mensajes dolorosos colgados de las paredes del pequeño departamento, platos manchados con cena para que el otro los recogiera, ir prodigando un rumor para dejar al otro por los suelos.
La casa que ambos compartían se había convertido en un campo de batalla donde ambos chocaban continuamente hasta que se cansaban y cada uno se iba a su cuarto. El día siguiente a la discusión Alina solía encontrar una breve nota en la nevera donde Aleksander le pedía disculpas y la anunciaba que se iba de compras o que llegaría tarde y que no le esperara despierta, o que simplemente tendría fiesta con sus amigos y que se quedaría fuera durante el fin de semana. Había sido una ruptura brutal, pero el cariño seguía siendo el mismo incluso cuando intuían que el otro estaba en problemas.
Una noche fue ella la que dejó la nota en la pantalla de la televisión, siendo consciente de que sería lo primero que el muchacho vería al despertarse al día siguiente. Había quedado con unos amigos en una bar cerca del barrio del Soho, donde todas las noches había mucho ambiente, la noche prometía juerga y alboroto.
En algún momento de la madrugada, Alina se vio sola con un acompañante extranjero de uno de sus amigos. La joven ni siquiera se había quedado con su nombre, miró su reloj e hizo el amago de irse, sin embargo aquel hombre la contuvo, sujetándola firmemente del brazo, tras conseguir zafarse salió por la puerta y tomó rumbo a la marquesina del bus que la llevaría a casa. Fue entonces cuando oyó que alguien la llamaba desde el otro lado de la calle, en un acto desesperado intentó pasar desapercibida dando la espalda y llamando a alguien por teléfono, escondiéndose en una de las esquinas del pequeño espacio donde se encontraba. Cerró los ojos mientras escuchaba como los pasos del desconocido se acercaba cada vez más y más hacia donde ella estaba, mientras intentaba parecer lo más tranquila posible.

-Ahí estás – dijo el chico tras su espalda con un marcado acento danés. - Pensabas que te ibas a salir con la tuya o qué. - Alina deseó entonces no haber salido de casa, por primera vez en mucho tiempo deseo que al menos hubiera alguien al cuál pudiera pedir que la viniera a buscar.
Sin embargo aquel muchacho se acercó a ella y se quedó al otro lado del cristal de la marquesina.
-Perdón por ser tan lanzado, me acaban de contar los chicos que hace poco cortaste con Alek -
- Seis meses- respondió ella aún con el móvil entre las manos. Él se quedó pensativo durante varios segundos, escudriñando el suelo mientras digería la nueva información.
- De acuerdo, así que has salido con tus amigos a pasar una noche tranquila, sin más- Alina asintió desde la poca seguridad que le brindaba aquella marquesina, aunque los ojos ya no los podía apartar de aquel muchacho. - ¿Quieres conocer a alguien ahora o necesitas más tiempo para gestionar la idea de que Alek ya no forma parte de tu vida? Lo pregunto para presentarme y no seguir metiendo la pata.
- Seguimos viviendo en la misma casa que cuando estábamos juntos – Contestó la joven dibujando una tímida sonrisa
-Mierda – El muchacho abrió los ojos de la impresión y levantó la mirada cuando escuchó la suave carcajada de ella. Con aquel melódico sonido, el joven rodeo la marquesina, quedándose en el lateral dónde no había cristal y extendió la mano hacia la joven:
- Orev- Se presentó con una sonrisa ladeada.
- Alina – Imitó ella mientras se estrechaban la mano

En el transcurso de la noche descubrió que estaba estudiando cartografía en una universidad de las afueras de la ciudad. La joven no pudo más que sorprenderse, no sabía que todavía se estudiara una carrera tan antigua como aquella: ¿No se tenían ya mapas, tanto geográficos como políticos actualizados para que se siguiera estudiando cartografía?
-Eso es lo que la gente piensa – Respondió Orev mientras pedía otra bebida. - Lo que nadie se pregunta es quién se dedica a hacer los mapas que usamos de manera tan cotidiana. - Alina se quedó mirando la copa.- Mis padres se preguntaron lo mismo – continuó él mirando su expresión. -¿De eso se gana dinero? - Ambos se rieron.- En cierto modo con los derechos de autor, pero, cuéntame sobre ti.
-Yo hace tiempo que no encuentro mi lugar aquí, hace meses me fui a Viena y después pasé el verano en las islas Canarias, pensaba que llegando a ambos extremos me plantearía mudarme y desaparecer de una vez y para siempre de la casa que tenemos en común, pero…
- La casa tira más.
- No es fácil encontrar trabajo de lo mio- Dijo ella todavía inmersa en la infinidad de sus pensamientos.
- ¿A qué te dedicas? - Preguntó Orev dando un sorbo su copa.
Alina se quedó callada, el muchacho se dio cuenta de que, a lo mejor, estaba forzando demasiado la conversación.
- Soy especialista en historia, me dedico a buscar información sobre reyes y sus familiares, ya sabes: hijos bastardos, amantes despechadas que pudieran tener algo que ver con sus muertes.
Ahora era Orev el que no podía creer lo que estaba escuchando.
- ¿Por eso estás en Londres?-
- Por eso me vine a Londres - Reafirmó ella dejando la copa vacía en la barra. - Que mejor lugar para estudiar historia que la ciudad donde se respira historia.
- Y aire contaminado -
Alina asintió con una amplia sonrisa, y se quedó mirando aquellos ojos castaños que la observaban. Hacía mucho tiempo que nadie se interesaba por ella de aquella manera, muchos eran los muchachos que desaparecía cuando ella decía que era especialista en historia, algunos se hacían los intelectuales con ella: “Ah, entonces sabes por qué perdimos todas las colonias inglesas” “Entonces ahora sabes por qué pensamos que la reina no debería seguir en el trono” “Yo también estudié historia pero en el instituto, creo que le cogí manía por culpa del profesor” Puede que el único que no hiciera aquel comentario fue Alek cuando le conoció. Él, sin embargo, la llevó a todos los castillos de la zona, e incluso a los museos, y escuchaba todas las historias que contaba con la ilusión de una niña pequeña.

- Uy, creo que he vuelto a meter la pata – dijo Orev percatándose del rostro entristecido de Alina.
-Me voy a casa, es muy tarde y creo que Alek ya debe de estar preocupandose… - La joven agarró su bolso y la chaqueta que reposaba en la silla, se levantó de la silla e hizo el amago de irse pero se contuvo:
-No has metido la pata, he llegado a la conclusión de que no estoy preparada para otra relación real hasta que salga de la casa de Alek. -
Orev se levantó de la mesa que ocupaban en silencio con una sonrisa dibujada en el rostro. Al menos ella era sincera con lo que la ocurría y decía las cosas claras, directas sin echar la culpa a otros de los fantasmas que tenía ella en su cabeza y en su casa.
Ambos se dirigieron hacia la casa de Alina con una animada conversación mientras a su alrededor transcurría una noche tranquila hasta que llegaron a la puerta de ella.
-Gracias, Orev, por esta noche -
El muchacho se quedó un rato observándola durante unos segundos antes de contestar.
- El gusto es mio, de verdad-
Alina notó como aquellas palabras hacían vibrar su cuerda interior y sin vacilar besó a aquel extraño muchacho de la noche londinense. Fue un beso breve, con los labios cerrados, sin apenas dejar que el remitente de aquel alarde de sentimientos pudiera corresponderla. Y de la misma manera subió las escaleras de la casa y cerró la puerta detrás de su espalda.

 

“Ahora viene lo bueno” pensó Alina viendo que la luz del salón estaba encendida.

Sentado en el enorme sillón orejero de la ventana estaba sentado Aleksander. Leía un libro sobre las casas reales del norte de Europa, y cómo fue su caída, uno de los temas que más gustaba a Alina dentro de su especialidad. Sí, Aleksander sabía perfectamente cuáles eran sus puntos débiles y su compañero de piso sabía que aquel libro era el preferido de la joven.
Estaba vestido muy formal, llevaba traje negro, camisa del mismo color y sin corbata. Leía el libro ausente, como si lo estuviera haciendo por primera vez.

-Buenas noches. Alek – Saludó ella dejando las llaves y el calzado al lado de la puerta. Se asomó al salón y se apoyó en la puerta - ¿Qué tal te ha estado la fiesta?

-Era una cita con una compañera del trabajo – contestó él sin levantar la mirada del libro – No te esperaba tan temprano. ¿Cómo ha ido tu noche? - La voz era tierna, parecía que estaba habado con un amigo de toda la vida.
Alina entró dentro de la habitación y se puso las zapatillas de andar por casa, tras ello se sentó en el sillón y apoyó su mentón en las rodillas.
-He conocido a alguien – murmuró clavando la mirada en la de él, que a desvió del libro en cuanto la joven acabó la frase.
- Oh, me alegro. ¿Alguien de la universidad?
-Nadie a quién puedas amenazar, no le conoces. - Dijo la historiadora burlona
-No lo decía por eso, ya sabes que me preocupo por tu seguridad, o todavía te tengo que recordar cómo fue nuestra primera noche: Tú, asustada, viniendo a esta casa por que alguien te perseguía por las oscuras calles lluviosas de Londres. Yo, el único compañero en el que confiabas para pasar la noche. El frio, la oscuridad…

- Cállate – La joven se levantó del sofá y se dirigió a su cuarto, pero antes…
-Alek -
-Mmhum -
-Antes de que acabe la primavera me voy de esta casa, te pagaré lo que queda de alquiler más un mes por lo apresurado de la decisión.

Alek intentó replicar, soltarle alguna que otra impertinencia propia de un ex-novio celoso, pero Alina ya había cerrado la puerta detrás de su espalda. Y conociéndola aquello era definitivo, la muchacha había tomado un camino, ahora era simplemente imparable