Work Text:
I will not leave a letter nothing at all
I'm sure you won’t notice that I’m even gone
I wont break this silence we’ve shared for so long
I will be strong
Entró a su departamento pensando que, de no ser por el hambre voraz que arrastraba desde el medio día, se metería directamente en la ducha, y de ahí a la cama, sin escala hacia un nuevo día agotador. Ser una estudiante avanzada que además forma parte de un proyecto de investigación consumía su energía tanto o casi más que su tiempo.
-¿Qué carajos…? -al abrir la heladera, no encontró restos de la comida que había preparado ayer-.
Después de hurgar y encontrar porciones de tarta congelada, agradeció para sus adentros una vez más la costumbre de su madre de siempre mandarle comida, sin importar cuántas veces le haya dicho que soy una adulta, mamá, puedo cocinarme sola, además ayuda a despejarme.
Mientras esperaba que su cena se calentara, puso en el piso agua y un plato de comida.
Hacía más de una hora que se había quedado dormida cuando la despertó un ruido provenientes de la entrada. En su estado más cercano al sueño que a la vigilia, tardó unos instantes en identificar el origen.
Niko. Su novio. Quien, por sus risas, seguramente estaba hablando con alguno de sus amigos.
Fingió estar dormida en cuanto escuchó abrirse la puerta de habitación, y cuando sintió hundirse el colchón al lado suyo.
-Hola bebé. Vení, acurrucate al lado mío - susuró él.
Esta vez, el sonido que la hizo despertar fue su alarma. 8 am. Significaba que hoy no debía asistir a clase. Podría quedarse durmiendo todo el día, pero tenía que avanzar con sus trabajos para lograr ponerse al día con las cursadas. Gruñendo, abandonó la cama, en la que se veía las formas de un hombre y un gato.
Intentando no hacer ruido, fue al baño y luego se dirigió a la cocina, a prepararse un desayuno que terminara de despertarla.
Mientras tomaba su segunda taza de té y leyendo distraídamente sus apuntes, escuchó tararear una de sus viejas canciones, y el maullido del gato ansioso por desayunar. Vio que él se sentaba con un café en la otra punta de la mesa, riéndose mirando la pantalla de su celular. Al cabo de un rato, se levantó de la mesa y ella ya no escuchó más que los sordos ruidos de la casa.
La pantalla de su computadora decía que eran las 2 am cuando apartó la vista del libro que llevaba resumiendo desde la cena. Por más que lo intentara, todos sus esfuerzos por seguir concentrada fracasaban, Miró alrededor con confusión preguntándose dónde estaba, su mente cansada no reconociendo su casa. ¿es éste mi hogar?
Y no, ese no era su hogar. Quizá alguna vez lo había sido, lleno de risas y calidez y el bienestar que se puede encontrar cerca de esa otra persona, pero ya no podía recordarlo. Llevaba tanto tiempo viviendo así, enfocada en sus cosas, dedicando gran parte de su tiempo a la universidad, a estar cada vez más cerca del futuro que quería para ella, disfrutando sólo de vez en cuando de la agradable distracción que le brindaban su familia y amigos, que lo que alguna vez había sido su relación se esfumó casi sin que se diera cuenta. Aunque, si se detenía a pensarlo unos segundos, realmente no le importaba. No sentía nostalgia por esos tiempos, ni deseaba enmendar de alguna forma su situación. No sentía anhelo por lo que una vez fue, no se sentía triste, simplemente no sentía nada.
Y si nada la ataba a ese lugar ¿por qué permanecer ahí? ¿Para qué seguir viviendo en soledad pero con la presencia sorda de otra persona?
Casi sin darse cuenta, y con esa determinación que sólo te brinda el estar saturada luego de muchas horas de estudiar bajo presión, comenzó a empacar todas sus cosas.
Qué suerte que nunca terminé de desarmar la valija con la la que fui a visitar a mi familia.
El contrato de alquiler está por terminarse, y ya pagué el último mes que correspondía.
Mi compañera de laboratorio está desesperada por encontrar alguien con quien compartir departamento, y está mucho más cerca de la uni.
¿Tendré dando vueltas alguna caja para meter todo esto?
Cierto tiempo después, imposible saber cuánto en el frenesí que la había poseído, miró a su alrededor. Había logrado reunir todas cerca de la entrada, en cajas o simplemente apiladas todas sus pertenencias, que recogería al día siguiente. Con ella llevaría solamente su valija, con algo de ropa y todo lo necesario para sus próximas clases, y su mochila con lo más importante.
Afortunadamente, una de sus amigas también había decidido pasar la madrugada estudiando,y le ofreció refugio por esa noche. Quizá podría descansar algo y luego quizá aprovechar para repasar juntas algunos temas difíciles.
Escuchó una bocina y se apresuró a salir del departamento. No quería que el taxista que la llevaría a destino perturbara la madrugada a sus vecinos.
El viento nocturno acariciaba su cara.
Terminó de acomodar la valija en el baúl del auto y levantó la vista. En la vereda de enfrente estaba él. Niko. Trabaron miradas por lo que se sintió unos pocos segundos y varios días a la vez. Él no hizo gesto alguno de acercarse, quizá por la sorpresa, o por el alcohol que posiblemente había consumido, o porque no veía necesario hacerlo.
Dándole la dirección al taxista, se dijo que hacía tiempo no importaba.
You don’t have to say anything at all
I wont stop you from walking away
I’ll do nothing at all