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Bendecido con el corazón de un héroe

Summary:

¿Qué tal si en lugar de Kazuma, el mundo de Konosuba recibiera al rollo de canela número 1 del mundo de los héroes? ¡Descúbranlo en este crossover experimental! Traducción del fic original de Magnus9284.

Notes:

Chapter 1: Una nueva oportunidad

Chapter Text

Izuku Midoriya había vivido una vida muy corta, llena de decepción y desesperanza. Primero, al haber nacido sin Quirk en un mundo donde el 80% de la población poseía un Quirk o poder; segundo, al haberle sido negado el apoyo de su madre cuando ella no le dio ninguna esperanza a sus sueños; y lo más doloroso de todo, conocer a su ídolo, y que este le hiciera ver de frente que era la persona sin valor que todos decían que era.

Tuvo que admitir que su madre no sabía qué decirle esa vez que fue diagnosticado sin Quirk, especialmente cuando se había vuelto un desastre de lágrimas. La subsecuente subida de peso fue como resultado de la culpa que la pobre mujer llevaba desde ese día… y All Might había sido honesto sobre su situación, así que tal vez su sugerencia sobre volverse un policía no fuese tan mala, pero aun así le dolió.

- ¿En qué estaba pensando? No hay forma de que alguien como yo se pueda convertir en un héroe. – murmuró Izuku para sí mismo al llegar a la entrada de un callejón, donde se había reunido una multitud, y parecía haber una conmoción… ¡era un ataque de villanos!

Otra vez lo había vuelto a hacer, incluso cuando dijo que se daría por vencido. Había ido de cabeza a un lugar donde inevitablemente aparecerían héroes; lo había hecho tantas veces que ya era una segunda naturaleza, siempre tomando notas para ayudarse a ser un buen héroe, pero con lo que All Might acababa de decirle, no podía entender para qué había venido… hasta que vio al villano.

- Esperen… ese es el mismo villano que… ¡y tiene a Kacchan! – Izuku casi gritó al ver la escena, empezando a ahogarse de culpa al darse cuenta que esta situación era su culpa; si no se hubiera agarrado de All Might cuando saltó con el villano capturado en la botella… si no hubiese querido perseguir su sueño tan testarudamente… si tan solo no hubiera nacido…

El tiempo pareció congelarse para Izuku al vislumbrar la cara de Bakugou, cómo parecía desesperado, casi como si pidiera ser salvado, sus ojos suplicando por ayuda; y antes de pensar en algún plan, o una excusa para marcharse, su corazón comenzó a trabajar a toda marcha. Sus piernas lo movieron hacia adelante, primero con dos pasos tímidos, y luego en una carrera completa. Para Izuku, no era un asunto de si podía hacer algo o no, sino de salvar a alguien que lo necesitaba; no por la gloria, sino porque era lo correcto.

- ¡Déjalo ir! – gritó Izuku arrojándole su mochila al villano, logrando pegarle en el ojo con algunos de sus contenidos. El villano chilló de dolor, soltando su agarre sobre el chico explosivo, y dándole a Izuku espacio para tratar de agarrar a su antiguo amigo y atormentador.

- ¡¿QUÉ MIERDAS CREES QUE ESTÁS HACIENDO?! – gritó Bakugou, furioso de que quien estuviera tratando de ayudarlo fuese ni más ni menos que aquel a quien llamaba inútil.

- Lo siento, pero parecía que necesitabas ayuda. – dijo tímidamente Izuku, tratando de jalar al buscapleitos rubio, incluso mientras el villano comenzaba a recuperar el control de sí mismo, volviendo a enrollarse alrededor de Bakugou nuevamente.

- ¡DETROIT SMASH!

La voz de All Might resonó con el poder de mil héroes, y rápidamente fue seguida por una ráfaga de aire comprimido que dispersó al villano como si no fuese nada. Desafortunadamente, este ataque tuvo el efecto de sacar a Izuku volando por los aires; lo último que vio antes que todo se oscureciera, fue la imagen de unos tubos aproximándose rápidamente en un basurero…

...

Izuku parpadeó varias veces… preguntándose cómo fue a parar en esta sala tan oscura. Aún llevaba puesto su uniforme escolar, aunque ahora tenía su mochila y ni un rastro del lodo nauseabundo en su cuerpo. De hecho, sentía como si lo hubiesen limpiado recientemente, y notó también que estaba sentado en lo que parecía ser una silla de madera. El único otro objeto visible era una silla más elegante frente a él, aunque se podría haber considerado un trono algo modesto.

- ¿En dónde estoy? ¿Qué pasó? – preguntó Izuku a nadie en particular, tratando de ver más allá de la oscuridad de la sala. Un repentino sonido de pasos capturó su atención, y un momento después apareció otra figura en la sala.

- Izuku Midoriya, bienvenido al más allá.

La voz le pertenecía a una chica de cabello azul claro, largo hasta la cintura y adornado con lo que parecía ser un moño sobre su cabeza que hacía juego con sus ojos perfectamente. Su cuerpo era delgado, pero bien proporcionado con curvas muy femeninas, y su blusa y minifalda azules adornadas con encajes amarillos solo resaltaban aún más su belleza… aunque Izuku habría preferido que esa falda no fuese tan corta…

- Desafortunadamente, acabas de fallecer hace unos momentos. – continuó la chica al llegar a su silla, sentándose en ella cruzando las piernas… justo enfrente de un ahora muy avergonzado Izuku; si bien no le había visto nada indebido, deseaba que la oportunidad no se le presentara de esa manera.

- Tu vida fue bastante corta, pero en efecto, estás muerto. – continuó la chica, con una voz que sonaba como si estuviese mostrando condolencias por él, una voz solemne reservada para un templo. Izuku no necesitaba pedir pruebas, pues su mente había estado dando vueltas a los últimos segundos que recordaba. No había manera de que hubiese sobrevivido a eso.

Ahora, solo tenía que asegurarse de una cosa.

- Tengo una pregunta… ¿Kacchan está a salvo? – preguntó Izuku con algo de miedo en su voz, temiendo que su atormentador y antiguo amigo hubiese compartido su destino.

- ¿Kacchan? Ah, hablas de Katsuki Bakugou. Todavía está vivo. – respondió la chica, alivianándole una enorme carga al peliverde.

- ¡Gracias al cielo! – dijo Izuku agarrándose el pecho, derramando lágrimas y sonriendo aliviado, haciendo que la chica frente a él rodara los ojos, aunque no se dio cuenta de ello.

- Aunque habría estado bien incluso aunque no intervinieras. – añadió la chica, mientras parecía echar una ojeada al libro que tenía a su lado, como si la información estuviese escrita en él.

- Lo sé… – replicó Izuku distraídamente, sacándole algunos parpadeos de sorpresa a la chica, que por dentro admitía que esperaba algo de rabia por parte del chico.

- Había varios héroes alrededor, y uno de ellos eventualmente lo habría ayudado, o tal vez, conociendo a Kacchan, seguro habría encontrado una oportunidad de escapar por su cuenta. Sé que yo no era necesario, pero no pude evitarlo… y sus ojos se veían como si pidiera ayuda… – explicó Izuku mientras se miraba las manos que jugueteaban con sus dedos.

La chica parecía molesta con su comportamiento, como si le estuvieran denegando la oportunidad de divertirse un poco a expensas suyas.

- Supongo que lo único que lamento es que mi mamá va a llorar mucho, pero al menos ya no tendrá que preocuparse más por mí… – continuó Izuku, sin darse cuenta de que la chica ahora lo estaba mirando con rabia.

- ¡YA CIERRA LA BOCA! – gritó la chica, como si no pudiera tolerarlo más.

Izuku se echó para atrás por el repentino arrebato, sin entender de dónde le vino tan de pronto.

- *Ejem*, mi nombre es Aqua, y soy una diosa que guía a los humanos que mueren muy jóvenes hacia la otra vida. – La ahora llamada diosa Aqua retornó a su voz solemne, como si nunca hubiese soltado aquel arrebato, atrapando la atención del joven.

»Tienes ante ti dos opciones, Izuku Midoriya: puedes comenzar desde cero una nueva vida, o puedes irte al cielo y seguir hasta que te vuelvas un anciano. – explicó Aqua al muy atento Izuku, que comenzó a sopesar sus alternativas.

- Ya veo… ir al cielo y descansar suena bien, y renacer podría darme la oportunidad de volver a ser un héroe, y tal vez esta vez tenga un Quirk y…

Mientras Izuku comenzaba a murmurar, Aqua empezó a sentir pánico; sabía perfectamente que un alma como la de él inmediatamente se convertiría en un ángel si elegía el cielo, y si renacía no le daría ningún beneficio. Rápidamente decidió tomar acción para que las cosas fueran a su modo.

- Para ser sincera, el cielo no es el lugar de ensueño que ustedes los mortales piensan que es. – Aqua hablaba en un tono susurrante, como de chisme, interrumpiendo los murmullos del chico.

- ¿No lo es? – preguntó Izuki inocentemente, sin imaginarse qué clase de lugar podría ser… ¿tal vez en el cielo también necesitaban héroes?

- Es muy aburrido, sin nada de entretenimiento, y no tendrás un cuerpo físico, lo que significa que nunca podrías tener sexo. – explicó Aqua, tratando de presionar los botones del chico; de haber sido Izuku un otaku recluido, habría mencionado videojuegos y manga, pero sabía que eso no le serviría aquí.

- ¿Qué dices? ¿Por qué iba a querer yo tener…? – Izuku se sintió avergonzado ante la idea, aunque no lo suficiente como para desviar sus sospechas. La idea de ser víctima de una broma de mal gusto luego de su patético intento de salvar a Bakugou se metió a su cabeza.

- También debo advertirte: no hay garantía de que renazcas con un Quirk que resulte útil; la mayoría de las veces, las almas como la tuya solo reciben una mejora mínima al renacer. En tu caso, podría ser un Quirk inferior, como cambiarte el color del cabello, o respirar bajo el agua en el mejor de los casos.

Las palabras de Aqua atravesaron dura y dolorosamente al pobre Izuku, dejándolo con opciones muy pobres únicamente… aunque la idea de al menos tener un Quirk valía la pena para considerar.

- Ahora, hay una tercera opción que no muchos tienen, pero antes de decirte lo que es, necesito hacerte una pregunta. ¿Todavía deseas ser un héroe? – inquirió Aqua, y por primera vez vio a un corazón puro brillando de pura determinación.

- Sí. – respondió Izuku sin titubear, mostrando una ferocidad en sus ojos que no podría igualar la fuerza de su voluntad.

Aqua sonrió ligeramente de lado, sabiendo que había mordido la carnada. Tal vez esta vez, finalmente había encontrado el alma apropiada.

- Hay otro mundo, donde los Quirks no existen y la magia es tan común como una espada; un lugar que disfrutó de relativa paz por muchas generaciones. Sin embargo, un Rey Demonio ha aparecido, poniendo en peligro las vidas de inocentes y destruyendo la paz por la que tanto han trabajado sus habitantes. Aquellos que eran lo bastante fuertes para oponérsele decidieron no renacer allí tras morir a manos de él o de sus secuaces, por lo que el número de almas que pueden plantarle cara está en declive, dejando a este mundo como presa fácil para el Rey Demonio. – explicó Aqua, dejando a Izuku en trance, pues ya se veía interesado por la posibilidad de ayudar a otras personas.

- Para salvar a este mundo, las diosas de ambos mundos hemos decidido invitar a almas dignas para que reencarnen en este mundo, ¡permitiéndoles conservar sus cuerpos físicos y recuerdos! – Aqua continuó con su discurso, aunque esta vez Izuku comenzaba a sentir preocupación.

- Pero ¿qué puedo hacer yo? No tengo Quirk. – Izuku dijo lo obvio, pensando que elegir a alguien con un Quirk poderoso… y entonces recordó lo que ella le dijo antes, sobre que los Quirks podrían mejorar tras renacer… lo que significaba que los usuarios de Quirks poderosos quedaban mejor como una nueva generación de héroes.

- Es cierto, y por eso planeo concederte un beneficio adicional de tu elección; puede ser cualquier cosa, desde un artefacto de inmenso poder, hasta un talento de potencial ilimitado. ¡Piénsalo! Podrías finalmente convertirte en el héroe que siempre soñaste ser, y la gente de este mundo finalmente tendrá el héroe que necesita. ¿No te suena a que es el mejor trato? – Aqua continuaba como si estuviese haciendo un anuncio de ventas, sin que se le escapara la esperanza en los ojos de este potencial héroe.

- ¿Qué pasará con la barrera de lenguaje? Conozco un poco de inglés, pero no creo que eso me ayude en este nuevo mundo. – preguntó rápidamente Izuku, esperando no tener que elegir un Quirk de multilenguaje como su beneficio… aunque la idea de un Quirk de aprendizaje rápido sonaba tentadora, especialmente agregando el elemento de usar la magia.

- No te preocupes; con nuestra amable ayuda divina, ¡llenaremos tu cerebro con todo el conocimiento que necesitas para entrar a este nuevo mundo! – respondió Aqua alegremente mientras le mostraba un panfleto que detallaba las partes sobre el conocimiento y el beneficio, pero cuando estaba a punto de leer una etiqueta de advertencia, la diosa se lo quitó, cubriendo la etiqueta con la mano en el proceso.

- Estaba leyendo eso. – se quejó ligeramente Izuku, incapaz de levantarle la voz a una mujer.

- Ahora, solo necesitas elegir tu beneficio y estarás listo para partir. ¡Elige ahora, y conviértete en el héroe que siempre soñaste ser! – dijo Aqua alegremente mientras arrojaba un montón de hojas de papel al aire, cada una de las cuales contenía descripciones de un artefacto o talento especial, similar a un Quirk poderoso.

- ¡¿Qué estás haciendo?! – Izuku casi gritó empezando a reunir los papeles regados; ¿cómo esperaba que fuese a tomar una decisión tan crucial enfrentándose a semejante desorden?

Aqua retornó a su silla y se sentó con la idea de que esto no tardaría mucho; había hecho esto suficientes veces para saber que los que nacían sin Quirk tenían una tendencia de elegir lo primero que veían como remotamente poderoso, fuese un artefacto o algo más.

Como resultado, no le puso atención al hecho de que el chico había reunido y ordenado todas las hojas que ella había lanzado, y como si eso no pudiese prolongar mucho su elección… fue entonces que lo vio leyendo cuidadosamente cada página.

...

Quince minutos después…

- Una maza que solo el portador puede levantar, hecha con el corazón de una tormenta salvaje y que permite… – Izuku seguía murmurando mientras leía una de las descripciones, listando los pros y contras a un paso alarmantemente rápido.

- ¿Quieres elegir de una vez, por favor? Todo eso es prácticamente lo mismo. – Aqua trataba de acelerar las cosas, pues no le gustaba estar lejos de su elegante suite en el cielo.

- Lo siento, pero necesito pensar esto cuidadosamente; es una decisión que cambiará mi vida después de todo. ¿Por qué esto se llama "Corona de Intelecto" cuando lo único que hace es reducir el costo de mana para la magia? – Izuku se excusó y continuó con sus murmullos, y en respuesta Aqua decidió invocar un enorme tazón lleno de papas fritas, porque esto parecía ser una sesión que iba para largo.

...

Cuarenta minutos después...

- ¿Convertir todo tu cuerpo en un material como el acero? ¡Suena como un Quirk asombroso! – Izuku parecía emocionado ante la idea de convertirse en un hombre de acero, a lo cual Aqua suspiró aliviada, porque ya estaba a punto de terminarse sus papas fritas, y el chico se la había pasado murmurando demasiado tiempo.

»No hay información sobre las propiedades magnéticas de este material… o la temperatura de fusión o… – Los murmullos de Izuku retornaron a toda marcha, sacándole un gruñido a la diosa, que ya estaba al límite.

- Tengo más gente a la que debo atender, ¿sabes? – Aqua finalmente puso un problema que el chico tendría que escuchar. Era mentira, claro, pero no quería pasar más tiempo en este lugar.

- ¡Lo siento mucho, Aqua-sama! No era mi intención interferir con sus deberes. – Izuku se disculpó rápidamente, haciendo una carita arrepentida que fue capaz de derretir cualquier furia.

- Solo… elige de una vez algo. – demandó Aqua débilmente, incapaz de seguir enojada contra un corazón tan puro.

- Por supuesto; me iré a una esquina a estudiar todo esto mientras tú atiendes a los demás. No hay necesidad de mantener toda tu atención en mí. – propuso Izuku mientras se ponía de pie, obviamente para irse en busca de un lugar donde pudiese leer y murmurar sin molestarla.

Y esta decisión finalmente hizo que Aqua explotara.

- ¡SOLO ELIGE UNO, EL QUE SEA! – gritó Aqua, incapaz de seguir aguantando al nerd frente a ella.

- ¡No puedo! Hay tanto que hay que considerar y… – Izuku comenzó a entrar en pánico, no queriendo antagonizar a la diosa frente a él. Sin embargo, no podía contradecir a sus instintos; algo le decía que era demasiado probable que cometiera un error y eso no le gustaba nada.

- ¡Solo pide lo más poderoso que haya en esta sala! – Aqua continuaba presionando al chico peliverde; rollo de canela o no, era demasiado fastidioso para su gusto.

- ¿Y eso no serías tú? – preguntó preocupado Izuku, no queriendo decir algo tan impreciso.

- ¡SOLO HAZLO! – volvió a gritar Aqua, deseando que el chico desapareciera de una vez.

- ¡Está bien, tomaré lo más poderoso que haya disponible! – se rindió finalmente Izuku, incapaz de encarar a la ahora furiosa diosa.

Al decir estas palabras, todas las páginas que tenía en las manos desaparecieron, haciendo que la diosa suspirara de alivio.

- Ahora, quédate dentro del círculo mágico y no te muevas. Lo que sea que hayas elegido aparecerá en tus manos o se volverá parte de ti.

Aqua nuevamente hablaba en su voz solemne, pero en el momento en que hizo aparecer el círculo mágico a los pies de Izuku, otro círculo apareció a los pies de ella.

- ¿Eh? ¿Qué está sucediendo? – preguntó Aqua alarmada, haciendo que el chico se preocupara por sus palabras.

- ¿Pasa algo malo? – preguntó Izuku, con la voz llena de preocupación.

En ese instante, un ángel femenino descendió desde arriba; su hermosa visión le trajo paz al chico, pero terror a la diosa, que parecía que estaba a punto de llorar.

- Aqua-sama, todos estamos conmovidos por tu desinteresado sacrificio; al ofrecerte voluntariamente para acompañar a este joven de corazón puro, ahora tendrás el camino libre para la redención y la compensación. – habló el hermoso ángel, confundiendo enormemente a Izuku.

- ¡No me estaba ofreciendo! ¡Se suponía que consiguiera uno de los objetos! – Las palabras de Aqua sorprendieron a Izuku, que ya no sabía qué debía creer ahora.

- No temas, Aqua-sama; una vez que derrotes al Rey Demonio, regresarás a nosotros con un rango más alto como recompensa. En cuanto a este joven de corazón puro, cualquier deseo que tenga al final de su viaje se le concederá sin falta. – habló de nuevo el ángel, atrapando la atención de Izuku.

- ¡¿Eso significa que puedo volver a casa con todas las habilidades y artefactos que obtenga?! – Izuku tenía la esperanza de poder volver con su madre y convertirse en un héroe como siempre quiso, un sueño tan puro que, sin notarlo, lo había convertido en el ser más luminoso en esa sala.

- Si ese es tu deseo, así será. Ahora ve, y trae la paz y la luz a este mundo en problemas. – confirmó el ángel, y la luz comenzó a brillar con mayor intensidad.

- ¡No! ¡No quiero ir allá! – Aqua seguía gritando, golpeando las paredes del círculo mágico, obviamente aterrada ante la idea de poner un pie en el mundo mortal.

- No te preocupes, Aqua-sama; con todo tu poder y un buen plan, podremos superar cualquier adversidad. Me esforzaré mucho para volver a mi hogar, y para traerte de regreso.

Las palabras de Izuku eran puras y llenas de valor, pero para Aqua estaban vacías. Nadie había llegado ni cerca de cumplir con esa tarea, después de todo.

En cuestión de segundos, el chico y la diosa se vieron envueltos en una luz, antes de ser transportados hacia el otro mundo. Un mundo donde tendrían que aprender lo que significaba ser un héroe, el poder de la amistad, y el significado de ser humano.

Cuando la luz se desvaneció, el ángel miró las sillas vacías, y lanzó un largo suspiro.

- Por favor, oh radiante elegido, enséñale divinidad a esa diosa fracasada. – El ángel comenzó a rezar suavemente, deseándole lo mejor a aquel que había sido su superior apenas un momento antes, y deseando ver el día que el chico ganara sus alas, pues ella, igual que muchos otros, le estarían esperando en el cielo.

Esta historia continuará…

Chapter 2: Los primeros pasos

Chapter Text

Cuando Izuku recuperó la vista, lo primero que vio fue un pueblito rural; había carretas cargadas de diferentes objetos siendo arrastradas por caballos en las calles, gente con ropas muy simples transitando por el camino, y las casas no parecían estar construidas con técnicas modernas. Izuku respiró profundamente, tratando de probar el aire puro que él suponía que tendría un lugar como este, pero en lugar de eso su nariz solo capturó el olor de excremento de caballo y tierra, mezclado con un poco de hierba… supuso que tendría que salir a las afueras del pueblo para poder respirar el aire puro.

- Esto se ve muy pacífico; supongo que tenemos que… – Izuku se disponía a hablarle a la diosa que había venido con él, esperando alguna guía para este nuevo mundo, y en su tarea de traer la paz a la gente… y entonces se vio agarrado violentamente de los hombros, cortesía de una chica peliazul que estaba muy, muy histérica.

- ¡WWWWAAAAAAAHAHAAAAAAHH! – Aqua lloriqueó totalmente desesperada, sacudiendo a Izuku con todas sus fuerzas; su cara y voz estaban llenas de miedo, y a estas alturas, Izuku podía ver que la gente los estaba mirando por la escena que hacían.

- ¡YA PARA! – gritó Izuku, dándole un pequeño golpe de karate en su cabeza.

El golpe no era tan fuerte como para doler realmente, pero Aqua se detuvo y se sostuvo la cabeza sorprendida, mirando al chico con los ojos grandes y acuosos.

- Ahora, mantén la calma y respira; sé que no tenías la intención de abandonar tu lugar en el cielo, pero fueron tus palabras las que te hicieron tener que acompañarme. Estamos juntos en esto, y juntos encontraremos la manera de completar esta misión. Yo me convertiré en un héroe, y tú regresarás al cielo, ¿está bien? – resumió Izuku su situación, dando una sonrisa brillante que a la diosa casi le hizo sentirse enferma, pero no podía echarle la culpa.

- Está bien. – replicó Aqua finalmente, con la mirada cabizbaja y sabiendo muy bien que había enviado a incontables personas a este lugar, y ninguno de ellos había podido llegar muy lejos después del punto de inicio.

- ¡Bien! Ahora dime a dónde deberíamos ir primero. Debe haber algún lugar donde nos den pistas por dónde empezar, o algún lugar para ser reclutado en el ejército o grupo que pelea contra el Rey Demonio, ¿verdad? – elaboró Izuku, pidiéndole a la diosa direcciones y guía.

Aqua estaba más que un poco molesta de ver los ojos brillantes del chico, pero desearía poder decirle lo que quería. Y lamentablemente, no podía.

- ¿Y por qué iba yo a saber eso? – respondió Aqua, tratando de no sonar tan molesta como realmente estaba. Su desesperación estaba mezclada con rabia, pues nunca creyó que tendría que poner un pie en este mundo tan primitivo.

- ¿No eres una diosa? Se supone que los dioses albergan conocimiento infinito, o al menos, saben cómo funciona el mundo… digo, parecía que sabías todo lo que hay que saber de este mundo cuando me estabas diciendo que aceptara tu oferta.

Izuku explicó su razonamiento, y Aqua tuvo que admitir que tal vez había tergiversado un poco la impresión que estaba dándole… no que pudiera decir eso de dientes para afuera.

- ¡Soy una diosa! No puedes esperar que sepa cada pequeño detalle de cada lugar en este mundo; este diminuto pueblucho no tiene nada de interés en absoluto. – replicó Aqua, ganándose una mirada estupefacta del héroe potencial-

- Lo que me estás diciendo … ¿es que envías a gente a este lugar sin saber tú misma nada de los detalles? – preguntó Izuku, deseando con todo su corazón que la diosa frente a él le respondiera de una manera digna de su posición.

Pero se llevó una gran desilusión cuando simplemente le asintió con ojos honestos.

- Yo… necesito pedir direcciones. – dijo Izuku, bajando la cabeza derrotado.

No pasó mucho antes que se encontrase con una anciana que parecía cansada por estar cargando una pila de leña. Poniendo una linda sonrisa en su rostro, se le aproximó para ofrecerle ayuda, dejando a una confusa diosa teniendo que seguirlo, por miedo de perderse en el camino.


Un par de horas más tarde…

- ¿Ya lo ves? Ahora estamos en el camino correcto; seguro encontraremos respuestas en el gremio de aventureros. – dijo Izuku mientras él y Aqua ingresaban al enorme edificio.

El interior estaba bastante bien decorado con cráneos y tallados de madera cuidadosamente elaborados. Las mesas de un lado confirmaron la información de que el establecimiento también servía como una taberna, y había un montón de cabinas que llenaban el espacio restante, lo que significaba que la joven mujer voluptuosa detrás del mostrador seguramente tendría respuestas para sus muchas preguntas.

- ¿De verdad tenías que pararte a ayudar a todas esas personas? Podríamos haber llegado aquí mucho antes si les hubieras preguntado solo a una cuarta parte de ellos. – se quejó rápidamente Aqua. Seguro, habían conseguido las direcciones correctas, unos cuantos trozos de pan e incluso algunas monedas a cambio, pero la diosa no encontraba muy atractivo hacer tanto esfuerzo a cambio de recibir tan poco… y el hecho de que ella no hizo nada excepto seguir a Izuku sin ayudarle no parecía registrarse en su cabeza.

- Bueno, necesitaban ayuda. – La simple respuesta de Izuku dejó a la diosa echando humo, incapaz de soportar la disposición tan galante de este simplón.

Izuku parecía sentirse como en casa en este mundo, pues todos los que conoció no tenían Quirk igual que él. Todos lo veían como si fuese un aldeano normal, y no un desperdicio de espacio, era tan refrescante que le dejó una extraña sensación de confianza.

- Ahora, vamos a ver el mostrador, tenemos que registrarnos como aventuraros si queremos reunir un grupo para derrotar al Rey Demonio. – añadió Izuku mientras se acercaba a la atractiva mujer que estaba en el mostrador.

Aqua miró al chico como si fuese totalmente diferente del niño inútil y tímido al cual engañó para que viniera a este mundo.

- Hey, Izuku, recuerda que debes llamarme Aqua, y no referirte a mí como una diosa. No puedo dejar que mis seguidores sepan que estoy aquí caminando entre mortales. Y también, ¿por qué actúas tan diligente? ¿Qué no eras un niño cobarde sin Quirk? – Aqua finalmente dijo las cosas que le estaban incomodando, sin perder la oportunidad de molestar al chico para que mostrara alguna falla en su comportamiento.

- Yo era un adolescente sin Quirk en un mundo lleno de gente con superpoderes. No es tanto ser un cobarde, sino más bien cauteloso. En cuanto a ser diligente… mi madre tenía algunos videojuegos antiguos instalados en la PC que utilizaba cuando era niño… creo que se llamaban RPGs. Toda esta situación me hizo acordarme de ellos. – respondió Izuku mientras se aproximaban al escritorio, donde los saludó una mujer rubia de buena figura.

- Hola, creo que no los he visto antes por aquí. ¿Vienen para registrarse? – dijo la joven mujer al chico y a su amiga, ya sintiendo algo de pena por el adolescente de apariencia simplona por tener una chica tan bonita a su lado, y sabiendo que no pasaría mucho antes que aun aventurero más guapo y experimentado atrapase el interés de la peliazul.

- Acabamos de llegar al pueblo, así que nos gustaría algo de información sobre el gremio y los trabajos disponibles. – pidió Izuku de una manera bastante fluida, sorprendiendo a la diosa, que se esperaba verlo tartamudear incomprensiblemente y poniéndose rojo ante la vista de los enormes pechos que estaban expuestos frente a él.

- ¡Por supuesto! En este salón ofrecemos trabajos a los aventureros registrados, desde tareas simples de buscar materiales hasta exterminación de monstruos. Todos estos están clasificados apropiadamente por dificultad, peligro y recompensa. Algunos de los trabajos, o misiones, tienen requisitos, que pueden variar en nivel y clase, o también composición del equipo o género… y no tomamos la última restricción a menos que el cliente venga personalmente con CADA detalle y explicación, así que no tendrás que preocuparte… demasiado. Registrarse es muy simple, solo tienes que cubrir una cuota de entrada y este artefacto mágico hará el trabajo. – La señorita dio su explicación con una gran sonrisa, feliz de ver que el chico mantuviera la mirada en su rostro para variar, y preguntándose cuánto tiempo aguantaría.

- Aqua, ¿tienes algo de dinero? – le preguntó Izuku a la peliazul, haciendo que la señorita del gremio se preguntara qué clase de relación tendrían.

Izuku no pudo sentirse sorprendido cuando negó con la cabeza; hasta se preguntó si debían haberlo enviado con algún tipo de fortuna, pero se imaginó que comparar este mundo con un videojuego era estúpido. El hecho de que existiera un gremio había sido un gran golpe de suerte.

- Ya veo. Disculpe, señorita… Luna, ¿podría decirme dónde hay una casa de empeño o algún lugar donde pueda vender objetos y cachivaches menores? – le preguntó Izuku luego de soltar un suspiro de pesadez. Realmente no quería decirlo, pero la diosa estaba probando ser menos útil con cada minuto que pasaba.

Del otro lado del mostrador, la hermosa señorita se vio sorprendida.

- Conozco algunos lugares, pero ¿cómo supiste mi nombre? – preguntó la ahora identificada Luna, pues todavía no le había dicho su nombre a los recién llegados.

- Está en la placa… – Izuku señaló el nombre escrito en una placa sobre el mostrador.

- Lo sé, pero la mayoría de la gente me mira… quiero decir, ¿qué clase de objetos tienes? Tal vez pueda indicarte la dirección correcta, si tienes algo que pueda interesarles a los dueños. – Luna rápidamente cambió la conversación, suponiendo que estaba lidiando con un escolar en entrenamiento, o uno fallido, pues la ropa que llevaba se veía simple pero de buena calidad. También llevaba una mochila llamativa, definitivamente seña de una educación en casa.

- Bueno, para empezar… tengo esto: se llama calculadora, y es muy útil para resolver problemas de matemáticas rápidamente. Funcionará mientras haya luz natural, y probablemente aguante por otro año… aunque es algo frágil, y si se moja se dañará su mecanismo interno. – Izuku cogió su mochila sacando una calculadora solar. Era un modelo simple, pero supuso que se podría considerar mágica en este mundo medieval. No era que tuviera muchas esperanzas, suponiendo que a lo mucho le daría algunas monedas, lo suficiente para cubrir la cuota.

- ¿Matemáticas rápidas? ¿Es en serio? ¿Sabes cómo funciona? – Luna parecía muy interesada en el artefacto, e Izuku rápidamente le explicó cómo se operaba, agradeciendo a Dios que los números mantenían los mismos símbolos universales en este nuevo mundo.

Aqua observaba desde un lado cómo la chica voluptuosa parecía demasiado atenta a la explicación de Izuku. Considerando que sus ojos dejaron entrever lo codiciosa que se puso ante la efectividad de ese cachivache escolar, no pasó mucho antes que ella y el chico empezaran a negociar un precio por la calculadora, y no tardaron mucho en llegar a un acuerdo para la transacción final. Aqua estaba insegura de cómo se desencadenarían los eventos frente a ella, pues era como si el chico se hubiese transformado de ese cobarde debilucho y tembloroso de su vida anterior en un ser humano totalmente funcional. Era como si el hecho de estar entre personas sin Quirk le hubiese dado el valor para afrontar todos los desafíos que le lanzaba este mundo.

- Esta es mi oferta final: la cuota de registro para los dos, mil Eris y cuatro boletos para almuerzo. – dijo Luna, cruzando los brazos bajo sus pechos, tratando de usar su encanto natural para ganar esta batalla, y sonriendo al ver que finalmente hizo sonrojar al chico.

- Yo… a-agh… ¡que sean cinco boletos! – Izuku apenas logró volver a levantar la mirada, recuperando una fracción en el proceso, y haciendo que Luna hiciera un pequeño puchero.

- Bien, es un trato, pero necesito que me escribas lo que significan las runas. – cedió Luna, sabiendo muy bien que obtuvo una enorme ganga, pues no era la primera vez que veía este artefacto, y aún recordaba bien lo exitoso que llegó a ser el hombre que tenía una de estas.

- Seguro, solo dame algo para escribir. – Izuku aceptó sus términos, y le entregaron algo de pergamino y una pluma, dejándolo escribir las instrucciones mientras Luna finalizaba el contrato, ya que no quería que esto se convirtiera en tráfico ilegal de artefactos mágicos.

Aqua empezaba a sentirse aburrida, preguntándose por qué este niño no estaba adorándola, o dejándole brillar un poco; estaba segura de que si hablaba con algún sacerdote en las cercanías probablemente podría conseguirse una pequeña fortuna al pedirle algunas monedas, ¡después de todo era una diosa muy importante!

- Todo listo. Ahora, solo tienes que poner tu mano sobre el orbe, y el artefacto hará el resto. – le indicó Luna a Izuku una vez que terminó la transacción.

- ¿Así? – preguntó Izuku al hacer lo que le indicaron, y observó asombrado cómo el artefacto hacía su trabajo, escribiendo en la tarjeta con unas luces como rayos laser a gran velocidad; una vez que terminó el espectáculo de luces, Luna tomó la tarjeta para leerla en voz alta, atrayendo la atención del chico, que no sabía qué esperar. Por dentro deseaba oír la ocupación de Héroe, pero se imaginó que eso era un título que se ganaba con esfuerzo, y no una clase de trabajo.

- Izuku Midoriya, ¿correcto? Veamos… promedio en la mayoría de tus estadísticas, suerte por encima del promedio lo cual no importa mucho para los aventureros… esto es extraño, tienes alta inteligencia y sabiduría, una combinación muy rara… hmmm… – Luna se distrajo mirando el perfil del chico, preguntándose por qué no decía nada sobre su educación, pero ella lo achacó a que probablemente fue educado fuera de alguna academia o institución apropiada.

- ¿Pasa algo malo? – preguntó Izuku al notar que la señorita se veía distraída, asustándola momentáneamente.

- ¡No es nada, solo miraba tus opciones de clase! Puedes elegir de estas: Clérigo, Mago, Bandido, Druida, y por supuesto, Aventurero, pero esa es la clase más débil. Desafortunadamente, tus atributos físicos no te permiten acceder a las clases marciales, al menos no ahora. – concluyó Luna, y luego se volvió para mirar al chico, esperando su decisión.

Izuku se sintió un poco como la vez que le dijeron que no tenía Quirk, incapaz de elegir algo que lo pusiera cerca de su ídolo, pero de nuevo, se imaginó que fue culpa suya por no toma la iniciativa para entrenar su cuerpo.

- ¿Druida? ¿Qué hace…? – Izuku comenzó a preguntar, pues quería oír las descripciones y especificaciones de cada clase, empezando por la primera opción de la cual no sabía nada.

Desafortunadamente para él, Luna también estaba muy distraída…

- Entonces será Druida… esa es una clase muy rara para elegir. – dijo Luna seleccionando la clase, totalmente ignorante del hecho de que acababa de cometer un error.

- ¡ESPERA! ¡Solo quería que me dieras una explicación! – gritó Izuku desesperado, pues quería analizara cada una de las clases, sopesando los pros y contras, no que lo echaran de cabeza en una al azar.

- ¡¿Qué?! ¡Oh no! ¡Lo siento tanto! ¡Por favor perdóname! – se disculpó Luna mientras se inclinaba repetidamente, dando un gran espectáculo con sus enormes pechos.

- Yo… bueno… ¡p-p-por favor n-no hagas e-eso! – Izuku se puso rojo ante la vista, y activamente se esforzaba por mirar a cualquier lado que no fuera su busto.


Una hora después…

Izuku estaba sentado solo en una de las mesas vacías del gremio; había empezado una conmoción cuando a Aqua le hicieron su tarjeta, ya que sus atributos, exceptuando inteligencia y suerte, estaban al máximo, dándole acceso a la mayoría de las clases avanzada. Rápidamente ella escogió Arcipreste, y él se imaginó que una diosa elegiría algo para alabarse a sí misma, y ahora estaba haciendo mucho ruido mientras seleccionaba sus habilidades con sus puntos de habilidad iniciales. A Izuku le dijeron que, si decidía hacerlo, siempre podía elegir cambiar de clases en lugar de avanzar a la clase mejorada del Druida. En lugar de eso decidió estudiar su tarjeta para ver qué podía hacer con lo que tenía.

- Bueno, no puede ser tan malo como no tener Quirk. – murmuró Izuku empezando a ver su tarjeta de aventurero, tomando nota de la información, y cómo estaba todo muy bien organizado. La sección de habilidades le permitió ver había algunas habilidades pasivas, y otras que requerían activación, en cuyo caso la mayoría requerían maná para utilizarlas. Unas cuantas tenían un contador de tiempo, lo que significaba que podía usarlas sin costo alguno, pero solo un limitado número de veces por día. También notó que los druidas tenían muchas habilidades de donde escoger, lo que significaba que podría, o bien tomar un montón de ellas, o elegir menos del límite y mejorarlas añadiendo más puntos de habilidad.

- Supongo que debo probar con algo simple. Baya Fértil suena bastante segura. – murmuró Izuku mientras observaba la descripción de la habilidad, una de tipo pasivo que le permitía hacer crecer bayas en cualquier planta que tocara, produciendo una cada pocos minutos. En el momento en que seleccionó la habilidad, sintió que algo cambiaba dentro de él.

Fue como si un poder durmiente hubiese despertado… casi como un Quirk.

Izuku se acercó a una mesa vacía donde alguien había estado comiendo algunas uvas hacía un minuto, y cogió la rama ahora vacía que estaba en el plato. La llevó a su propia mesa y se quedó mirándola fijamente. No dio ninguna orden ni se concentró de ninguna manera, pues la habilidad decía que tenía un efecto pasivo, así que tendría que venir naturalmente. Luego de que pasó un minuto, Izuku parpadeó sorprendido al ver como una linda y redonda baya roja acababa de aparecer donde antes estaba una uva.

- Creo que puedo hacer funcionar esto. – dijo Izuku con una sonrisa mientras cogía la baya y se la comía, encontrándola realmente dulce y extrañamente satisfactoria. La descripción decía que sería muy nutritiva, pero Izuku estaba más interesado en sus capacidades curativas. Tal vez no llegara al nivel de un hechizo curativo de un sacerdote, o una poción curativa comercial del gremio, pero era gratis, y se podría mantener constante.

Mientras Izuku comenzaba a leer el resto de las habilidades, comenzó a jugar con la idea de crear un conjunto de habilidades que pudiesen imitar a un Quirk de tipo transformación, algo que fuese fácil de controlar, y fácil de explicar en caso de que lograse volver a casa. El set de habilidades del Druida incluía prácticamente todo: hechizos fortalecedores y debilitadores, habilidades ofensivas, defensivas, curativas, y por supuesto, la increíble capacidad de cambiar de formas. Izuku trató de encontrar un patrón que lo pudiese poner en un desarrollo similar a un Quirk, y al ver que crecían más bayas en la pequeña ramita, decidió hacer la prueba con ser uno con las plantas; después de todo, se imaginaba que, si eso no daba resultado, después podría cambiar de clases.

- Veamos… Piel de Cortezas, Látigo de Vides y Manipulación de Plantas, pasiva defensiva, activa ofensiva, y soporte activo; esto tal vez funcione. – murmuró Izuku una vez más mientras gastaba sus últimos puntos de habilidad iniciales. Después de todo, era apenas de nivel uno a diferencia de Aqua, que incluso tenía un par de niveles adicionales como bono… era obvio que no todos eran creados iguales, pero esta vez, Izuku no iba a dejar que esa verdad lo detuviera.


Más tarde aquella noche…

La verdad resultó ser una dura maestra, algo que Izuku tuvo que recordar el día de hoy.

Los aventureros solo eran poco más que trabajadores de medio tiempo glorificados, con tareas para los que recién comenzaban como él, pasando por peticiones de exterminación de plagas pobremente pagadas para los aventureros novatos de nivel bajo, y aunque sabía que el inicio no iba a ser un salto glorioso a la fama y la fortuna, esperaba al menos poder permitirse un cuarto donde dormir esta noche, no quedarse en un establo…

- Esto será más difícil de lo que pensé… – murmuró Izuku para sí mismo, moviéndose en la pila de paja que usaba como cama, notando que su clase de hecho le daba un incremento de tolerancia a las condiciones duras, lo que significaba mayor confort en condiciones menos que amigables como en lo salvaje.

Desafortunadamente para él, ese atributo no se extendía a tener excremento equino tan cerca cuando intentaba dormir.

- … mucho más difícil. – Izuku terminó de murmurar dándole la espalda al excremento para ver a su compañera, la autoproclamada diosa que estaba roncando sonoramente, abrazando el objeto de su furia.

Poco después de terminar con su tarjeta de aventurero, Izuku tomó su primer trabajo: reunir hierbas medicinales al borde de los bosques afuera de la ciudad. Había sido un trabajo bastante fácil, sin mayor peligro que enfrentarse a unos pocos mosquitos y el ocasional hormiguero, pero la recompensa apenas había sido quinientos Eris. Por supuesto, Aqua había pedido algo de dinero para comprar algo que sería vital para el equipo, e Izuku fue lo bastante ingenuo para creerle… solo habría que imaginar su sorpresa cuando apareció con una botella de licor y una sonrisa nerviosa.

- Al menos no me moriré de hambre. – murmuró Izuku mirando la rama que había trenzado alrededor de su muñeca izquierda como un brazalete, mostrando más bayas que rápidamente se comió.

Estaba empezando a apreciar el potencial de supervivencia de su clase, y todo el dinero que se podía ahorrar en términos de provisiones. Aun así, todavía necesitaba un refugio, así que decidió que esa sería su meta a corto plazo. Derrotar al Rey Demonio tendría que esperar.

- Mañana tomaré una misión de exterminación, y esta vez, nada de compartir la recompensa. – susurró Izuku con el cejo fruncido. Había estado más que dispuesto a compartir su dinero con la diosa, pero después de hoy, estaba seguro de que a ella no le interesaba ahorrar para el futuro.

La noche continuó su curso mientras Izuku continuaba haciendo planes, sabiendo que al ser de nivel uno significaba que no podría ir a asaltar el castillo del Rey Demonio en un futuro cercano. Necesitaba asegurarse refugio y comida, y luego de eso necesitaba entrenar duro para subir de nivel rápida y eficientemente, al igual que reclutar camaradas de armas y procurarse mejor equipamiento. Izuku apenas recordaba los videojuegos que su madre tenía en la computadora familiar, pero aun así sabía que en un ambiente medieval tenían que existir guerreros fuertes, magos sabios, y ladrones astutos. Para asaltar el castillo del Rey Demonio, necesitaría muchos luchadores en las líneas frontales, unidades con ataque a distancia, y por supuesto sanadores para soporte, por lo cual se sintió afortunado de tener a Aqua junto a él ya que supuestamente era una sanadora muy poderosa. También tendría equipamiento divino con ella, así que no habría necesidad de gastar dinero buscándole un mejor bastón para que pudiera ayudar a los demás… ¿cierto?


Al día siguiente…

Acorde con los estándares del gremio, Izuku y Aqua tenían el nivel mínimo requerido para tomar esta misión, la única disponible para su nivel: exterminar sapos gigantes.

Los sapos gigantes eran considerados un problema de peste local que solo era relevante durante la temporada de apareamiento, ya que los gigantescos anfibios se tragaban el ganado y a la gente indefensa para reunir la fuerza para reproducirse. Eso le ayudó a Izuku a no sentir pena por asesinar a un animal que solo seguía sus instintos sin ninguna malicia, pero el problema era que estos sapos gigantes eran… bueno, gigantes.

- ¡AQUA! ¡SE SUPONE QUE DEBES AYUDARME! – gritaba Izuku a la diosa, que estaba a menos de un paso de desplomarse en el suelo debido a su risa incontrolable mientras se burlaba de él.

El plan era muy simple. Enfrentarse a un sapo a la vez, flanquearlo por ambos lados, y matarlo ya fuese con la fuerza superior de la diosa, o las vides de Izuku, cualquiera en quien no tuviese su atención en ese momento. El problema fue que Aqua no quiso seguir el plan.

- ¡JAJAJAJAJAJAJAJA! ¡Te ves tan estúpido rodando con cada ataque! ¡Y no puedes ni hacerle ni un rasguño con tus frágiles ramitas! ¡JAJAJAJAJAJA! – Aqua continuaba desternillándose de risa mientras veía a Izuku luchar por su vida contra lo que el gremio llamaba un problema de plagas.

Izuku tuvo que averiguar de la manera difícil que su habilidad Látigo de Vides no hacía el ataque completo como el nombre sugería. Solo producía una vid larga que servía como un látigo, y él tendría que usarlo con su propia destreza. Por suerte, producir el látigo pareció otorgarle algo de instinto para usarlo, pero la falta de experiencia quedaba evidenciada en que sus golpes no daban en el blanco, y que no había daño visible en la piel babosa del sapo.

- ¡SOLO AYÚDAME DE UNA VEZ! – volvió a gritar Izuku, ya sintiéndose enojado por la disposición de la diosa, y engañado porque sus expectativas ante su potencial fueran totalmente aplastadas.

- Está bien, te ayudaré. Pero primero, empieza a agregar "-sama" al final de mi nombre. Tal vez esto no sea Japón, pero ya saber que tienes que ser respetuoso conmigo; luego deberás jurarme que te unirás a la orden religiosa de Axis y me rezarás tres veces al día. Y durante el almuerzo, si yo te digo dame, tendrás que darme tu comida…

Aqua continuaba con su larga lista de demandas mientras Izuku se alejaba del monstruo, no dándose cuenta de que ahora éste había centrado su atención en ella. El chico trató de volver a llamar la atención del sapo, o advertirle a Aqua, pero fue demasiado tarde.

Para cuando llegó a distancia apropiada, el sapo ya había mordido a Aqua, y la levantó del suelo para empezar a tragársela.

- ¡DÉJALA! – gritó Izuku saltando hacia el sapo, generando un segundo látigo en su mano no dominante, y usando Manipulación de Plantas lo endureció, para luego apuñalar los ojos de la criatura.

El sapo empezó a sacudirse por el dolor al perder sus ojos, pero se rehusó a soltar al a chica. Izuku continuó enterrando las vides más y más hasta que llegaron al cerebro del sapo, convirtiéndolo en puré y matando a la criatura, logrando liberar a una Aqua ahora cubierta de baba en el proceso.

- Aqua, ¿te encuentras bien? – preguntó Izuku al llegar con ella, retrayendo las vides y enrollándolas alrededor de sus antebrazos. Tuvo que admitir que al combinarlas las habilidades del Druida eran muy útiles, aunque fuesen algo débiles así como estaban.

- ¡Gracias, Izuku-sama! ¡Gracias! – comenzó a decir Aqua entre sollozos, tratando de abrazar a Izuku como si fuese una manta de seguridad. Izuku tuvo que admitir que ser abrazado por una chica tan bonita se habría sentido como un sueño hecho realidad, pero la asquerosa sensación de la baba con la que estaba cubierta, aunado al penetrante olor que emanaba, le hizo desear que ella estuviera a una milla de distancia de él.

- ¡C-cálmate, Aqua! ¡Recuerda tu posición! – dijo Izuku con la esperanza de que ella parara esa muestra de gratitud, logrando hacerlo cuando se separó de él, todavía llorando por su estado tan deplorable. – Eso no salió como planeábamos, ¿por qué no mejor volvemos a la ciudad para que puedas limpiarte? Necesitamos replantear nuestra estrategia, y ver si encontramos algún otro miembro para nuestro grupo. Yo pude acabar con este, no hay forma de saber si tendremos éxito si aparecen más al mismo tiempo.

Izuku estaba tratando de razonar con ella, y en secreto esperando encontrar alguien que fuese más confiable que esta diosa tan mediocre.

- No. – dijo Aqua, temblando como una hoja y apretando sus puños en un adorable despliegue de ira.

- ¿Qué? – Izuku se vio sorprendido de ver este cambio tan repentino en ella.

- ¡No puedo regresar así! ¡Si mis queridos devotos me ven de este modo, perderán su fe, así que no puedo retirarme en derrota! – gritó Aqua repentinamente, y se dio la vuelta para buscar otro sapo, que fácilmente encontró en la distancia.

Izuku observó como la diosa corría hacia su objetivo con el puño listo, comenzando a describir el ataque en lujo de detalles, y se podía ver una enorme cantidad de energía acumulándose en su puño antes de lanzar su ataque.

- ¡PUÑO DIVINO! – gritó Aqua con toda su fuerza, golpeando al sapo en la panza…

… sin hacer nada en absoluto, para sorpresa de Izuku, y su propia gran vergüenza.

- Sabes, ahora que te veo de cerca, creo que los sapos son lindos… – dijo Aqua en una vocecita, casi como si estuviera suplicándole piedad a la criatura, solo para que esta se la engullera completa igual que la última vez.

Mientras Izuku corría para volver a socorrer a la diosa, comenzó a preguntarse dónde estaba su valor, y cuándo llegaría a ver su ayuda divina en acción. Tuvo que admitir que le gustaba sentirse como un usuario de Quirk, pero aún estaba dando pasos pequeños en lo que se sentía que era el gran escenario del mundo.

Solo esperaba que algún aventurero eficiente y habilidoso se uniera a su grupo pronto, así podría enfocarse en subir de nivel y entrenar para ser un héroe.

Esta historia continuará…

Chapter 3: TEPT mágico

Chapter Text

Izuku miró a la autoproclamada diosa, y sus ojos denotaban lo incrédulo que estaba. No quería creer lo que ella hizo, y lo mucho que estaba dudando de sus capacidades. Cuando decidieron poner una petición para nuevos miembros en el equipo, Aqua demandó que le permitiera escribirla, apelando a su conocimiento superior sobre el mundo.

Sin embargo, esta decisión probó ser una idea muy, muy mala…

- ¿En serio? ¿Clases avanzadas solamente? – preguntó Izuku con preocupación obvia, pues sus requerimientos iban más allá de la estupidez.

- ¡H-hey! ¡Yo tengo la clase avanzada más poderosa, y no quiero verme rodeada de debiluchos! Además, ¿no se supone que necesitamos miembros fuertes en el equipo para enfrentarnos al Rey Demonio? – Aqua trataba de defender su razonamiento, perdiendo fuerza ante la mirada amenazadora e inquisitiva del joven Druida peliverde.

- Primero que nada, no existe tal cosa como una clase más poderosa; si así fuera te llevaría directo con el Rey Demonio para que hicieras todo el trabajo. Segundo, ni siquiera llegamos al nivel cinco; ¿qué clase de guerrero poderoso querría unirse a nuestro equipo si no podemos siquiera ofrecerle cooperación apropiada? – Izuku comenzó a refutar el argumento presentado por la antigua diosa, sin molestarse en ser cordial con ella a causa de la desesperación.

- Yo… bueno… ¡soy una Arcipreste! ¡Cualquiera mataría por tenerme en su grupo! – Aqua volvió a intentarlo, solo para caer ante la mirada seca que Izuku le lanzaba.

- Pusiste el anuncio hoy temprano en la mañana, y ya casi es mediodía… no veo que nadie se aproxime para unirse a nuestro grupo, o que venga a pedirte que te unas al suyo. – replicó Izuku, antes de comerse una de sus bayas como si quisiera hacer obvio que ya no podía tomarla en serio.

Mientras Izuku y Aqua seguían discutiendo los contenidos de la petición, alguien se vino a aproximar a su mesa.

- Sucede que noté su aviso de reclutamiento.

La voz de una niña atrapó la atención del par, haciéndoles darse la vuelta para ver lo que parecía ser una hechicera. Era una chica bajita de estatura, llevaba un vestido corto rojo vibrante que parecía más una túnica que servía como falda, botas de cuero negro suave y un sombrero puntiagudo con ala ancha (un sombrero clásico de bruja) y sobre los hombros una capa negra con borde amarillo, que le daba un aire de misterio e importancia. Un solo ojo rojo era visible en su cara, pues el otro estaba cubierto por un parche con un símbolo de cruz adornándolo.

- Es obvio que el destino dictaba que nos encontraríamos. He esperado ansiosamente la llegada de personas como ustedes. – dijo la niña con el parche, empezando como una aventurera seria, pero perdiendo toda credibilidad cuando Izuku notó que estaba posando.

El chico podría jurar que esa pose la vio en un anime, pero no recordaba con exactitud cuál. La niña agitó dramáticamente su capa, cambiando su pose como para verse intimidante o sexy, pero en los ojos de Izuku no pasaba de verse adorable, aunque tuvo que admitir que esas poses eran algo importantes para los héroes.

- ¡Mi nombre es Megumin! ¡Soy una archimaga, una que controla la magia de Explosión, la más poderosa de las magias ofensivas! – Megumin se presentaba de la manera más dramática posible, posando todo el tiempo como un héroe tras una operación exitosa. A Izuku habría le habría encantado el show debido a la nostalgia, pero el énfasis en la palabra "Explosión" hizo que le bajara un escalofrío por toda la espina.

Hubo un momento de silencio, en el cual tanto Izuku como Aqua se quedaron perdidos; la diosa se estaba mordiendo el labio para que no se le saliera la risa, tratando al menos de tener un recluta hoy para mostrarle a Izuku que estaba equivocado, mientras que él intentaba suprimir todas las memorias de haber sido atormentado por cierta persona también muy explosiva…

- ¿Desean mi fuerza prohibida, tan poderosa que ha sido rechazada por el mundo entero? – Megumin continuó con su discurso, ya fuese ignorante de lo que el par estaba pensando, o pensando que los había deslumbrado con su presentación.

Izuku, sin embargo, tenía un mal presentimiento sobre esto, especialmente la parte de ser rechazada…

- ¡Entonces muéstrenme su decisión para enfrentarse al abismo más profundo junto conmigo! ¡Cuando el hombre mira el abismo, el abismo mira de vuelta! – Megumin concluyó su discurso, obviamente satisfecha y muy orgullosa de sí misma.

Izuku supo en ese momento que estaba lidiando con una chuunibyou, lo que le daba pocas esperanzas de no tener que lidiar con otro Kacchan.

- Entonces… ¿nos estás diciendo que quieres unirte a nuestro grupo? – inquirió finalmente, confundido por lo largo del discurso, y a la vez preguntándose por qué alguien con una clase avanzada querría hacer equipo con ellos.

- ¡Sí! ¡Quiero decir, ustedes son los que deberían suplicarme a mí unirse a su grupo! – Megumin finalmente se salió de su personaje, sonando tan infantil como su apariencia, lo que la arrancó una sonrisita a Izuku.

- Ese ojo rojo… ¿No eres una de los Demonios Carmesís? – preguntó de pronto Aqua, señalando el extraño color de su ojo, el cual Izuku había achacado simplemente a la genética.

- ¡En efecto! ¡Soy Megumin, usuaria de la mejor magia que poseen los Demonios Carmesís! –Megumin retornó a su personaje volviendo a posar, obviamente orgullosa de su herencia. – Mi magia letal es capaz de destruir rocas, demoler montañas…

Megumin habría continuado con su obvio discurso de ventas, pero Izuku se dio cuenta entonces que el cuerpo empezó a tambalearse, y que las piernas le temblaban.

La niña de pronto colapsó antes de terminar, dejándose caer como si todas sus fuerzas la abandonaran. Izuku reaccionó rápido, atrapando su delgado y pequeño cuerpo antes que cayera al suelo, sujetándola como si fuese una princesa… para molestia de Aqua.

- ¡Hey! ¿Qué te pasa? ¿Estás herida? – preguntó rápidamente Izuku muy preocupado. Extraña o no, era alguien que necesitaba ayuda, un concepto que no dejaba de poner de los nervios a Aqua.

La niña, o más bien su estómago, produjo un fuerte gruñido, sacando a la luz su condición.

- No he... comido nada... en tres días. – replicó Megumin entre bocanadas de aire.

Izuku pudo ver que no estaba mintiendo, porque se sentía muy ligera para alguien de su tamaño.

- ¿Tienen algo que pueda comer? – La pregunta de Megumin recibió de respuesta una cálida sonrisa del joven Druida, que estaba más que listo para usar uno de sus boletos de almuerzo para ayudarla… aunque había un pequeño problema con eso.

- Con gusto te invitaría algo, pero has pasado hambre por tres días. Si te doy algo sólido en este momento solo te vas a enfermar, así que… toma, come algunas de estas primero. – replicó Izuku, mostrándole su brazalete lleno de jugosas bayas.

Megumin rápidamente le agarró el brazo y se engulló las bayas como si su vida dependiera de ello, sorprendiendo al chico con el contacto físico, y ganándose algunas risitas de la diosa, que probablemente estaba pensando en usar esto como material de burlas más tarde.


Un rato después…

Le tomó unos diez minutos a Izuku lograr que la niña le soltara el brazo, y para entonces ya se había engullido todas las bayas disponibles, incluyendo aquellas que habían crecido en el intermedio, mejorando más su aspecto a como se veía hacía unos minutos, pero todavía no estaba llena. Hacer que se sentara con ellos en la mesa no fue difícil, ya que se mostró más cooperativa luego de ser alimentada, y más dispuesta a hablar normalmente… bueno, tan normal como podría ser en este mundo.

- Entonces… sobre tu ojo; ¿por qué no le pides a Aqua que te lo sane? Tiene magia curativa muy poderosa, así que no debería ser un problema para restaurarlo. – preguntó Izuku mientras esquivaba a la niña, que intentaba coger otra dulce baya. Aqua realmente quería decir que era muy poderosa en muchas otras cosas, pero temía que el chico le recordase la embarazosa cacería de sapos.

- ¿Mi ojo? Oh, claro. – Megumin parecía confundida al principio, pero rápidamente se puso de pie, obviamente volviendo a meterse en su personaje y soltando una explicación exageradamente dramática. – Este es el objeto mágico que suprime mis asombrosos poderes mágicos. Si lo remuevo, una gran catástrofe caería sobre este mundo…

Aunque Izuku sabía que estaba lidiando con una chuunibyou, también sabía que la magia era una realidad en este mundo, por lo que la niña podría estar diciéndole la verdad.

- Entonces, ¿tus poderes necesitan estar sellados? No sé si podamos lidiar con algo tan peligroso… – murmuró Izuku, pensando en encontrar alguna manera de hacer un mejor sello o ayudar a la niña.

Megumin tomó los murmullos como un acto de rechazo, por lo que decidió actuar rápido… por las bayas.

- Bueno, en realidad mentí; solo lo llevo porque se ve genial. – confesó Megumin en un tono de disculpa, haciendo que el chico se golpeara la frente, pero no hubo gritos ni rechazos.

- Sabes… los Demonios Carmesís nacen con gran inteligencia, y poseen increíbles poderes mágicos. Generalmente hacen grandes hechiceros. Y todos tienen nombres muy raros. – dijo Aqua, hablando del último punto como si estuvieran haciendo burla de algún rasgo racial, lo que le ganó una mirada enojada de la niña bajita.

- ¿Raros? A mí no me parece que su nombre sea raro. – Izuku rápidamente cortó la diversión de la diosa, sabiendo que era inapropiado decir que un nombre era raro solo porque no sonaba local.

Megumin rápidamente le lanzó una sonrisa, sintiendo alivio de encontrar a alguien que no se burlara de su nombre.

- ¡Sí! Así es como yo me siento. Quiero decir, desde mi perspectiva, todos aquí tienen nombres raros. – añadió Megumin, asegurándose de hacer que sonara como una observación general, y no un insulto para sus futuros compañeros de equipo.

- Entonces, ¿cuáles son los nombres de tus padres? – preguntó Aqua en lo que claramente era una acción de represalia, sabiendo que al menos uno de ellos tendría que hacer cambiar de opinión a Izuku.

- ¡Mi madre se llama Yuiyui, y mi padre Hyoizaburo! – respondió Megumin, aparentemente orgullosa de los nombres de sus padres, pero sacándole una risa ahogada a la Arcipreste.

- Aqua, no seas mala con otras culturas… digo, no es como que tu nombre sea mejor, que te llames a ti misma "Agua"… – Izuku, harto ya de lo grosera que estaba siendo la diosa, decidió mostrar algo de apoyo a la recién llegada, algo que obviamente hizo enfurecer a la diosa.

»Como sea, mi nombre es Izuku, y estaré feliz de que te unas a nuestro grupo. Tenemos una misión pendiente por completar, y eso servirá para dispersar cualquier duda que tengamos entre nosotros. – Izuku finalmente le dio la bienvenida a la niña a su equipo, haciéndola sonreír de verdadera felicidad… hasta que su estómago volvió a gruñir, pese a la enorme cantidad de bayas que se había comido a estas alturas.

»Después de almorzar, por supuesto… – añadió al instante, haciendo que Megumin derramara lágrimas de gratitud.


Dos horas después…

Izuku y las dos chicas ahora estaban de pie en una pequeña colina fuera del pueblo, donde conectaba con el bosque cercano. El plan era simple: buscar a un sapo gigante aislado, y luego poner a prueba la cohesión del equipo o la magia de Megumin, según el nivel de amenaza…

Megumin no tuvo problemas en ver a este Druida como un erudito, pues pensaba primero y peleaba después.

- ¡Hay uno en esa colina! – señaló Aqua rápidamente, lista para vengarse de los anfibios, y deseando algo de dinero rápido… estaba muy molesta con Izuku por no compartir más el dinero de las misiones.

- Todavía no nos ha visto, mantengan sus posiciones. Megumin, ¿tú qué opinas? – preguntó Izuku en una voz moderadamente baja, queriendo minimizar el riesgo de ser vistos por su objetivo.

- La distancia es perfecta; puedo hacerlo explotar con seguridad. Necesito que los dos permanezcan vigilantes, ya que la magia explosiva es extremadamente poderosa. Sin embargo, tal poder requiere tiempo para acumular e invocar. – respondió Megumin, explicando los pasos para asegurar una invocación perfecta.

- Entendido. Aqua y yo te mantendremos a salvo hasta que estés lista. – respondió Izuku sin titubear, algo que Megumin realmente apreciaba.

Izuku rápidamente llegó a apreciar la velocidad de su clase elegida, pues las habilidades pasivas siempre estaban activas, y la mayor parte de las que requerían activación tardaban poco en invocarse… quedar como presa fácil lo pondría extremadamente nervioso.

- ¡Izuku! ¡Por allá hay otro! – le gritó Aqua a su compañero, haciendo que Izuku y Megumin temblaran por su voz chillona; por suerte, el primer sapo todavía no los había notado, pero el que acababa de llegar ya venía directo hacia ellos.

- Dos al mismo tiempo… Megumin, ¿crees poder dispararle al que todavía está inmóvil? – preguntó Izuku rápidamente, sabiendo que podía enfrentarse a uno mientras el otro no estuviera enfocado en él.

- Está a una distancia segura, así que sí; solo acaba con el otro rápido para que no te pierdas mi glorioso poder. – declaró Megumin con confianza, ya reuniendo el maná necesario para invocar su gran hechizo.

- Bien. Aqua, esta vez tenemos que… ¡AQUA! – Izuku no pudo evitar gritar cuando vio a la diosa cargando contra el sapo gigante.

Izuku lanzó una última mirada al sapo que todavía no los había notado antes de salir corriendo detrás de Aqua, sabiendo muy bien cómo iba a resultar esto, y que tenía que ser rápido salvando a la diosa si quería volver a tiempo para proteger a la Demonio Carmesí que ahora era su compañera.

Aqua estaba usando su bastón para invocar su magia divina, poniendo todo su corazón en vengarse por la humillación del día anterior. Su bastón comenzó a brillar de poder, y apuntó directo al centro de la panza del sapo.

- ¡REQUIEM DIVINO! – Aqua gritó el nombre de su ataque al conectarlo… solo para terminar siendo engullida por el sapo.

Izuku tuvo que repetir el mismo movimiento que utilizó el día anterior, usando sus vides para destruirle los ojos y luego empalarle el cerebro al monstruo. Esta vez lo hizo más rápido y más fácilmente que antes, y no sabía si eso era algo bueno.

- ¿Estás bien? – preguntó Izuku mientras ayudaba a Aqua a ponerse de pie. Fue entonces que sintieron el cambio en el viento, y la obscena cantidad de poder que se reunía en un solo lugar; echándole una mirada a Megumin, Izuku decidió correr hacia su posición, sin saber cuánto tiempo permanecería el sapo ignorante de este cambio.

- ¡Oscuridad más negra que la noche y más profunda que el inframundo, yo te invoco, combínate con mi profundo carmesí!

Megumin comenzó a recitar el hechizo mientras Izuku alcanzaba a ver la enorme cantidad de maná convergiendo a su alrededor en espiral, formando un pequeño tornado.

- La hora del despertar se acerca. ¡Justicia, caída sobre los limites infalibles, aparece ahora como una distorsión intangible!

Megumin continuó recitando su cántico mientras el viento cambiaba, centrando la espiral de maná en el sapo gigante en la distancia que ahora se veía intimidado, e indispuesto a moverse.

- ¡Danza, danza, danza!

La voz de Megumin comenzó a aumentar de intensidad, justo cuando el torrente de maná comenzaba a rodear al sapo que ahora estaba congelado de miedo. Izuku ya casi había llegado hasta ella, y aun así, no podía evitar que su instinto le dijera que tenía que correr en la dirección opuesta.

- Deseo para mi torrente de poder una fuerza destructiva: ¡Una fuerza destructiva que no tenga igual!

Megumin llegó a un crescendo mientras el torrente de maná se volvía caótico, haciendo que Izuku detuviera su marcha ante la vista obvia de inminente peligro.

- ¡Regresa toda la creación a las cenizas, y surge de entre el abismo!

Las palabras de Megumin parecieron activar el maná para que empezara a reaccionar, pues Izuku podía ver destellos aquí y allá, algo que se veía realmente inestable.

- ¡Este es el medio de ataque más poderoso conocido por el hombre, la magia suprema de ataque! ¡EXPLOOOOOOOOOSIÓN!

Megumin lanzó el grito antes de disparar una explosión detonante desde su bastón. Izuku observaba cómo la relativamente pequeña explosión hacía que aparecieran destellos de luz por todos lados en el vórtice de maná, ganando intensidad y velocidad con cada segundo, y entonces, colisionaron al mismo tiempo alrededor del sapo.

La reacción en cadena resultante creó una explosión continua que generó ondas de choque lo bastante fuertes como para sacudir los huesos de Izuku; el calor fue tan intenso que lo hizo sentir como si se quemara, y la luz que emanaba era poderosamente cegadora. Izuku sintió como si Kacchan lo estuviese atormentando de nuevo con toda su fuerza… pero no había Kacchan… y la explosión había ocurrido demasiado lejos…

- Esto… esto es… ¿lo que puede hacer la magia? – preguntó Izuku a nadie en particular, mientras observaba el cráter dejado por la explosión. No quedaba nada, ni rastro del sapo, ni siquiera del suelo donde el sapo antes estaba parado… solo un cráter humeante lleno de rocas carbonizadas.

Izuku quedó horrorizado por la visión… ese era demasiado poder para una tarea tan simple, demasiada destrucción para un objetivo tan pequeño, era… un horrible recordatorio de en lo que Kacchan se podría convertir… de en lo que él se podría convertir si Kacchan lograba hacerse demasiado fuerte. Izuku casi quiso decirle a la chica que se fuera por su lado, que no anduviera por un camino tan destructivo…

Y entonces escuchó que el suelo se movía, y a Aqua gritando.

- ¡IZUKU! ¡IZUKU! ¡Ahí viene otro! – exclamó Aqua mientras retrocedía para alejarse del sapo que venía acercándose, aparentemente despertado por la explosión… y demasiado cerca de la niña explosiva.

- ¡Megumin! ¡Retírate de inmediato! – ordenó Izuku, sabiendo que los hechiceros eran físicamente débiles, incapaces de soportar castigo…

… y estaba también el problema de que Megumin se había desplomado en el suelo, inmóvil.

- Lo siento, pero no puedo. Mi arte, por muy poderoso que sea, requiere mucho más maná del que yo… – Megumin comenzó a explicar su debilidad, tratando de sonar tan genial como fuera posible mientras buscaba la frase correcta para pedir ayuda… aunque realmente no hacía falta.

- ¡Después me lo explicas! – gritó Izuku mientras la envolvía con sus vides, alejándola del sapo que ya estaba a punto de tragársela entera.

Megumin tuvo que admitir que el Druida era bastante cálido, mientras se la echaba a la espalda amarrándola con sus vides.

- ¡Izuku! ¡Esa cosa ahora me está siguiendo! ¡AYUDA! – gritó Aqua, capturando su atención.

- ¡No vas a comerte a nadie! ¡NUNCA MÁS! – gritó Izuku al darse cuenta que este sapo en particular era demasiado terco respecto a comer carne humana, probablemente por el resultado de que le gustó dicha carne tras una cacería exitosa.

Izuku corrió detrás del sapo, sin lograr alcanzar una buena velocidad debido a su condición normal y tener que cargar a la pequeña niña en su espalda; optó entonces por crear aún más vides, moviéndolas para interceptar al monstruo y logrando enredarle una de sus patas. Luego comenzó a invocar más vides, pero esta vez las hizo brotar de la que ya había creado antes para enredarle las dos patas, haciéndolo tropezar.

- Te habría dejado irte en paz si te hubieras retirado… ¡pero en vez de eso intentas comerte a mis amigas! – Izuku estaba más que furioso, como si no hubiera sido suficiente haber visto a la diosa casi ser comida una vez… aunque fuera fastidiosa, ser devorada no era algo que se mereciera.

Más y más vides comenzaron cubrir al sapo que forcejeaba, antes de comenzar a perforarle el cuerpo por cualquier hueco que pudieran encontrar. El sapo redobló sus esfuerzos, pero en menos de un minuto ya estaba muerto, con la mayor parte de sus órganos empalados como brocheta o convertidos en puré. A Izuku no le gustaba este nivel de violencia, mucho menos por lo fácil que le estaba resultando… pero de nuevo, era como un juego de cacería, pues la carne de este enorme animal podía usarse para hacer la especialidad local: sapo frito extra crocante.

- Bueno, con eso ya son cinco… – dijo Aqua al ver el resultado, sonando como una celebración de victoria agridulce.

- ¿Misión completada? – preguntó Megumin, sintiéndose bastante cómoda en su cálido nido.

- Misión completada. – replicó Izuku, sintiéndose muy cansado… mentalmente hablando. Esto había salido mal en muchas formas, obligándolo a trabajar dos veces más duro, y tres veces más de lo necesario, pero al menos estaba aprendiendo sobre este mundo, sus habitantes, y más importante aún, sobre sí mismo.

- Hey, Izuku, si compartimos la recompensa podríamos… – Aqua comenzó a hablar con una voz dulce, tratando lo mejor que podía de transmitir buena voluntad y cooperación, mientras iba siguiendo a Izuku de regreso a la ciudad.

- Puedes hacer lo que quieras con el dinero que te ganaste. Voy a guardar el mío para buscar algún refugio. – dijo vehementemente Izuku mientras interrumpía a la diosa, que no se veía nada contenta.

- ¡¿QUÉ?! ¡¿Qué tiene de malo pasar algunas noches en los establos?! – preguntó Aqua rápidamente, al ver que su oportunidad de conseguir más vino caro se esfumaba en un segundo.

- Y bien, ¿qué te pasó allá, Megumin? ¿Por qué colapsaste? – le preguntó Izuku a la niña que llevaba en la espalda, obviamente ignorando los quejidos y lloriqueos de la antigua diosa.

- ¡Ah, sí! La magia explosiva es la magia más poderosa que hay, y por lo tanto, requiere la mayor cantidad de maná; cuando la invoco, utilizo todo lo que tengo. En resumen, excedo mis límites al invocarlo lo cual me deja… indispuesta. – replicó Megumin sonando algo tímida al final.

- Eso me suena a un mal trato. No me gusta… no la utilices a menos que sea una emergencia, o un ataque táctico bien planeado. – le ordenó Izuku con una voz algo más firme de lo que quería, a lo cual la Demonio Carmesí respondió asintiendo. Luego agregó, sintiendo que tenía que ser específico para ganar resultados útiles. – Mejor utiliza otra cosa mientras yo trabajo en estrategias donde se requiera Explosión.

Detrás de ellos, Aqua le insistía a Izuku que compartiera su dinero con ella, sin poder entender que su pequeño truco no iba a resultarle dos veces.

- No puedo. – dijo Megumin secamente, haciendo que Izuku se detuviera, girándose para verla al ojo. La niña tuvo que admitir que, por todo lo que había dicho, esos ojos verdes no parecían enojados con ella.

- ¿Por qué? – le preguntó Izuku, más por preocupación que por otra cosa; si la magia era real en este mundo, seguramente también lo eran las maldiciones.

- Porque… solo me gusta la magia explosiva. – replicó Megumin con su mejor cara seria, tratando de prepararse para la usual perorata que recibía en este tipo de situaciones.

- ¿Es la única razón? – preguntó Izuku, sonando decepcionado más no enojado; aunque a ella le gustaran las explosiones tanto como a Kacchan, al menos ella no tenía su horrible disposición.

- Es la única razón. – replicó Megumin, preparada para agarrarse del Druida con fuerza, y suplicarle que no la echara de su equipo… esas bayas eran divinas, y podría también acostumbrarse a su calor corporal.

- Podrías haber dicho que tenías una maldición, o que la línea de sangre de tu familia te tiene restringida… – dijo Izuku reanudando su caminata, sin aflojar su agarre sobre la maga explosiva.

- ¡Eso suena genial! ¡No puedo creer que no se me ocurriera antes! ¡Déjame cambiar mi explicación! – Megumin se sintió emocionada ya que, no solo el Druida no la dejó caer en el acto, sino que además no se enfureció con ella.

- Ya no puedes cambiarla, porque conozco la verdad… y vamos a tener que trabajar en lo que puedes hacer. – añadió Izuku, sabiendo que no tenía sentido tratar de hacerla cambiar de parecer; después de todo, las personas con Quirks en su mundo a quienes conocían se rehusaban a usar otra cosa.

Aun siguiéndolos, Aqua estaba echando humo de la rabia, incapaz de lidiar con esa actitud de hacerse el importante del chico, y cómo le estaba dando más atención a la recién llegada… si no redirigía pronto su atención hacia ella, probablemente tendría que recurrir a decir que era un lolicon.

Esta historia continuará…

Chapter 4: Cadenas de moralidad

Chapter Text

Izuku suspiró, haciendo su mejor esfuerzo por tratar de ver el mejor lado de sus compañeras, lo que le ganó sonrisas de simpatía de la señorita del mostrador, y lástima de parte de las camareras; ninguna de ellas quería ver al lindo Druida tan desanimado a esta hora de la mañana. Pero el gremio también era un negocio, por lo que no podían ofrecerle tragos gratis al muchacho.

Apenas una hora antes, las chicas en su grupo habían iniciado una acalorada discusión, y siendo el chico amable y de buen corazón que era, trató de calmarlas a las dos…

Todo había comenzado bastante tranquilo; Izuku había sacado a colación un tema con el cual Megumin no se sentía cómoda… y ese era que ella se volviera útil.

- No te estoy diciendo que TIENES que aprender a utilizar otros hechizos de ataque. – dijo Izuku con una sonrisa cálida, intentando transmitirle solo buenas intenciones. – Solo digo que un poco más de utilidad nos podría beneficiar a todos nosotros.

Megumin hizo un puchero, tratando de sacar una respuesta que le diera la victoria, pero solo hizo un adorable ruidito al tratar de sonar amenazadora.

- ¡Y yo te digo que solo me gusta usar la Magia Explosiva! – replicó Megumin tras unos segundos, como si intentara dominar a Izuku con su acto de niñita. – Cualquier cosa es un desperdicio de tiempo y de mis puntos de habilidad.

Izuku no pudo evitar sonreír ante la niña, incapaz de enojarse con su terquedad, pero realmente estaba dispuesto a ayudarla a superar su obsesión para que pudiese convertirse en una mejor Archimaga.

- ¿Desperdicio? ¿En serio? –preguntó Izuku ladeando la cabeza, sabiendo ya por dónde tenía que atacar. – ¿Cuántos puntos cuesta aprender Luz Mágica o Crear Fuego?

Izuku ya sabía la respuesta, por lo que el puchero de Megumin era una señal clara de su derrota… al menos en el departamento de lógica.

- Un punto cada uno… – replicó Megumin en voz baja, sin fallar en notar la sonrisa de victoria en el rostro del joven Druida. – ¡PERO AÚN ASÍ!

- Entonces no pierdes nada… sino que ganas mucho. – la interrumpió Izuku, haciendo que Megumin se quedara cabizbaja por un momento. – ¿Sabías que puedes incendiar las cosas usando Crear Fuego? Con eso también puedes hacer explosiones.

Megumin realmente no quería ceder, pero al mismo tiempo, la lógica de Izuku no tenía fallas; podría ser la mejor haciendo explosiones, y a la vez ser útil en muchas otras situaciones… y entonces Aqua habló…

- Ya basta, esta niñita nunca te va a escuchar. – Las palabras de Aqua no solo eran burlonas, sino que le dieron a la Archimaga donde más le dolía. – Además, ¡si te pones a colmarla de atención te hará ver como un lolicon!

- ¡NO SOY UNA NIÑITA!

- ¡NO SOY UN LOLICON!

Ambos, Megumin e Izuku, golpearon las manos contra la mesa en claro desacuerdo, haciendo que Aqua retrocediera por la enérgica respuesta… y luego se miraron fijamente a los ojos, como si se acabaran de dar cuenta de algo.

- Tengo catorce, ¿y tú? – le preguntó Izuku a la pequeña Archimaga en voz baja, lo que le ganó la sorpresa de sus compañeras.

- Trece, ya no soy una niña. – replicó Megumin, haciendo un esfuerzo por ser discreta mientras escaneaba al chico frente a ella.

- ¿Ya lo ves? Mismo rango de edad. – añadió Izuku volviendo a sentarse.

- ¡Sí! ¡Yo no soy una loli, así que él no es un lolicon! – agregó Megumin sentándose también, y cruzando los brazos para añadir impacto.

- Además, no podría ponerme a flirtear con alguien que bien podría ser mi hermanita menor. – terminó Izuku… sin darse cuenta que acababa de cavar su propia tumba…

Izuku recordaba, no sin culpa, cómo Megumin se excusó para ir a la librería local… para pensar sobre su propuesta en paz. El chico tuvo que admitir que, al menos, debería haberle explicado a la Archimaga que le parecía muy pronto para estar hablando de romance… aunque no era que pudiese verla como una mujer… todavía.

Aqua se había puesto mucho más irritante luego que Megumin se había ido con la cara deprimida… riéndose de la falta de tacto del chico, por jugar de ese modo con el corazón de una chica; y para empeorar las cosas, el momento en que se volvió obvio que iba a darle una reprimenda… salió huyendo, excusándose de que tenía que ir a la iglesia local de Axis para ofrecer gracia a sus devotos con su divina presencia.

- Las chicas son tan complicadas… – murmuró Izuku para sí mismo, sabiendo que no era culpa suya que la pequeña maga había sacado conclusiones erradas, y aun así sintiéndose algo responsable por el malentendido.

Intentando distraer su mente de sus problemas con las chicas, Izuku se puso a ver su tarjeta de aventurero, notando los niveles que había ganado, y los puntos de habilidad que ahora tenía a su disposición. Decidiendo no caer en la tentación de solo fortalecer sus habilidades actuales, eligió chequear otras que podrían ser potencialmente útiles, ya fuese como su propia manera de crear su set de habilidades basadas en un Quirk, o un método para mejorarse a sí mismo para la monumental tarea de derrotar al Rey Demonio.

- Crecimiento de Plantas, Crecimiento de Espinas, y Luces Danzantes… – murmuró Izuku para sí mismo mientras leía las descripciones de dichas habilidades.

Crecimiento de Plantas le permitía asegurar un crecimiento pleno de la vida vegetal local, fuesen cosechas o de otra índole, o crear plantas que podía hacer crecer tocándolas acorde a sus necesidades.

Crecimiento de Espinas creaba plantas que podría hacerles brotar espinas filosas de diferentes tamaños, aparentemente para colocar como trampas o restringir los movimientos de diversas criaturas.

Luces Danzantes producía numerosas motas de luz que podrían tomar cualquier forma que él imaginara, y se moverían acorde a su voluntad, ya fueran dispersas o como una única fuente de luz.

Izuku ya tenía un poco de experiencia combinando habilidades para crear efectos inesperados, tal como su Látigo de Vides, el cual se podía controlar con Manipulación de Plantas para que actuara como un tentáculo… por mucho que odiara la comparación. Basándose en su experiencia previa, se preguntaba si sería posible combinar más habilidades para crear algo nuevo para máxima versatilidad.

- Bueno, solo hay una forma de averiguarlo con certeza… – volvió a murmurar al seleccionar y comprar las tres habilidades.

En el momento en que sintió los cambios tomando lugar, decidió conducir un pequeño experimento: primero, creó el Látigo de Vides, luego usó Manipulación de plantas para enrollarlo alrededor de su brazo y mano para formar una nudillera de color verde… y luego activó Crecimiento de Espinas…

- Esto podría funcionar…

Observó cómo su nudillera hacía brotar unas espinas de aspecto muy afilado, pero solo por afuera, manteniendo su mano a salvo.

- ¡Esto definitivamente funcionará! – Izuku casi gritó de alegría, al ver cómo los efectos de Crecimiento de Plantas cambiaban de forma las ya de por sí filosas espinas en unas amenazadoras garras.

Feliz con los resultados, gastó sus puntos restantes en Piel de Zarzas y Crecimiento de Espinas, mejorándolas para no tener que dudar de sus capacidades de combate en el caso de que las chicas volvieran a estar en peligro por más sapos gigantes… aunque todavía dudaba de si serían efectivas contra oponentes con armadura, pero seguía siendo un Druida de nivel bajo.

- ¡CHICOS! ¡CHICOS! – gritó fuertemente un aventurero de pelo rubio, atrapando la atención de todos. – ¡Lady Dronya! ¡Lady Dronya está en la ciudad!

Inmediatamente todos los aventureros masculinos en el salón comenzaron a murmurar, haciendo que Izuku se interesase ligeramente, aunque no lo suficiente como para hacer preguntas. Pese a que apenas llevaba poco tiempo en este lugar, ya había comenzado a entender las inclinaciones y proclividades de la población local… y suponía que las "armaduras de bikini" que muchas mujeres solían utilizar influenciaban ese comportamiento tan inapropiado en los sujetos más crudos.

- ¿Estás seguro de eso, Dust? – le preguntó otro de los aventureros, uno que usaba una cresta de Mohawk, identificando ahora al rubio. – Es un poco pronto para que venga aquí.

Ahora Izuku estaba realmente interesado, si se trataba de alguien famosa, y que aparentemente su aparición era como un evento anual. Aun así se preguntaba, ¿sería una mercader especial? ¿Tal vez una artista?

En cuanto Dust llegó a una mesa, las puertas del salón del gremio se abrieron, revelando a una mujer voluptuosa de cabello largo y negro. Izuku se sintió agradecido de que llevase un vestido modesto, que le cubría todo el cuerpo sin ocultar su hermosa figura… aunque sus ojos eran algo tenebrosos.

Y entonces, ahogó un grito cuando otras dos figuras entraron detrás de ella.

Una era una chica bajita de estatura, probablemente igual de alta que Megumin, con pelo negro como la medianoche que parecía congelado en un estilo específico, apenas lo bastante largo para cubrirle las orejas y un ojo, lo que algunos describirían como el corte típico de un emo; sus brazos, sin embargo, eran un par de enormes alas con largas plumas del mismo color que su cabello. Y para rematar, sus piernas, de la rodilla para abajo, eran claramente avianas, como patas de un pájaro que terminaban en garras como ganchos. El término "Harpía" le vino a la mente con solo mirarla.

La segunda, también una chica, parecía más una campeona de las Amazonas; sus brazos y pies parecían reptilianos, cubiertos de gruesas escamas, y por detrás de su espalda sobresalía una masiva cola de reptil. Parte de su rostro también estaba enmarcado con escamas, y en vez de orejas humanas se le podían ver unas estructuras como aletas. Las escamas y su largo cabello eran totalmente blancos, los cuales aunado a su piel pálida y ojos rojos le daban una apariencia albina. Izuku realmente no quería usar el término "Hombre Lagarto" por alguna razón… quizás porque el cuerpo era obviamente de una mujer… o quizás porque mostraba unos músculos bastante intimidantes.

Lo que a Izuku le preocupaba sobre estas dos, sin embargo, eran dos cosas: primero, la única ropa que llevaban puesta eran unos sacos de tela, y segundo, tenían unos enormes collares de hierro alrededor de sus cuellos… no había otra forma de verlo; esas dos eran esclavas.

- ¿Madam Dronya? – preguntó Luna algo sorprendida, atrayendo la atención de Izuku. – No la esperábamos hasta el próximo verano.

- Lo sé, querida; mi presencia te estresa a ti y a las demás mujeres en la ciudad. – La mujer hablaba de una manera que sonaba de disculpa… aunque algo contrastada por la burla en su voz. – Pero te aseguro que vengo por un asunto totalmente diferente.

Ante sus palabras, la mayoría de los hombres en el salón dejaron salir su decepción. Izuku tenía un mal presentimiento sobre esto, pues no podía imaginarse por qué tendrían tantas ganas de ver a esta mujer… que caminaba tan libremente con un par de esclavas… en una ciudad donde no faltaban los pervertidos… oh, Dios…

- … ¿Estás segura? – preguntó Dronya tras unos minutos de conversación, forzando a Izuku a volver al presente. – ¿Esta misión exacta?

- En efecto, el noble que está buscando tomó esta misma misión. – respondió Luna con una mirada preocupada en sus ojos. – Solo una de los miembros de su equipo regresó, hablando de cómo fue asesinado por el campeón goblin.

- ¿Y esta miembro no traía sus pertenencias? – La pregunta de Dronya hizo fruncir el ceño a Izuku.

- Apenas regresó viva, y con toda la ropa hecha jirones. – le informó Luna, como ofendido. – Es muy obvio que la pobre no tendría tiempo de recuperar las pertenencias de sus compañeros.

- Ya veo… – replicó Dronya con una sonrisa algo macabra, haciendo que un escalofrío recorriera la espina de Izuku.

La mujer miró al tablón de misiones por unos segundos, antes de volverse hacia las mesas del salón; Izuku podía ver esos ojos fríos y calculadores, que miraban a todos los presentes como si fueran herramientas en un almacén… como objetos desechables.

- Acabar con el campeón de los goblins, y limpiar la cueva infestada dentro del bosque, un millón de eris como recompensa. – anunció Dronya en voz alta la misión y la recompensa, sin fallar en notar que los aventureros reunidos no parecían demasiado interesados. – Mientras pueda recuperar las pertenencias de mi colega noble imperial, y su grupo, ustedes podrán quedarse con la recompensa, ¡y cualquier otra cosa que encuentren dentro de la cueva!

Las únicas respuestas que recibió fueron uno que otro carraspeo por aquí y allá. El ojo de Dronya emitió un tic, pues era obvio que su petición estaba siendo ignorada. Izuku, sin embargo, sabía por qué: la misión era verdaderamente peligrosa, y la recompensa era muy baja considerando los riesgos. Los goblins, aunque no eran más que una peste incómoda en bosques abiertos, eran absolutamente mortales dentro de sus nidos, donde podían moverse y emboscar con absoluta impunidad. Y ser liderados por un campeón solo lo hacía peor, lo que significaba que, si la mujer buscaba contratar alguna ayuda, tendría que esperar a que vinieran combatientes de muy alto nivel.

- También estaré dispuesta a ceder cualquiera de mis comodidades… – dijo Dronya con fastidio, obviamente usándolo como último recurso… lo cual sí atrajo algunas miradas esperanzadas – … dentro de lo razonable, por supuesto.

Al terminar, la mayoría de las miradas esperanzadas murieron… hasta que un par de manos se golpearon contra una mesa contra la mesa, y un chico de pelo verde se puso de pie, con una mirada penetrante…

- ¿Estarías dispuesta a ceder a tus esclavas? – preguntó Izuku en voz alta, atrayendo una mirada sorprendida de la vil mujer… y aun así sintió que se le bajaba el estómago por la falta de murmullos o gritos de furia ante la mención de esa palabra tan horrible.

- ¿Estas dos? – preguntó Dronya al girarse hacia la ahora temerosa harpía y la enfurruñada mujer reptiliana. – Seguro.


Horas más tarde, en su camino hacia el centro del bosque…

Mientras viajaban en una carreta hacia su destino, Izuku no pudo evitar sentir que todo estaba mal.

Él esperaba que los aventureros en el gremio, especialmente las mujeres, se sintieran furiosos por la mención de esclavos, por ver a las chicas en ese estado tan horrible, pero no, nadie le había prestado atención a ver semejante crimen de lesa humanidad…

A cada tanto le echaba un vistazo a las dos chicas en la parte trasera del vagón, solo para encontrarse con que le devolvían el gesto con curiosidad. Parecían entender que él estaba interesado en ellas, aunque incluso eso parecía sonar mal dentro de la mente del joven Druida.

- Voy a aventurarme a adivinar… – dijo Dronya, finalmente rompiendo el incómodo silencio – … y diré que no eres de por aquí.

Izuku soltó un suspiro, sabiendo que esta vil mujer estaba a punto de burlarse de su falta de conocimiento, y probablemente le iba a decir que la esclavitud era perfectamente legal.

- Yo… – Izuku comenzó a responder, tratando de pensar en la mejor forma de decirlo para que sonara plausible – … vengo de una tierra muy lejana.

La vil mujer se rio, como si se burlase de su respuesta, ganándose un gesto fruncido del adolescente.

- He de suponer que en esa tierra lejana tuya la esclavitud es ilegal. – La respuesta de Dronya sorprendió a Izuku, pues eso al menos daba a entender que, al menos, estaba al tanto de la idea de que la esclavitud fuese vista como algo malo.

- Sí, lo es. – respondió Izuku con algo de preocupación.

La mujer sonrió de oreja a oreja, viéndose absolutamente malvada mientras lo hacía.

- Me voy a aventurar de nuevo… – El tono de Dronya se había vuelto más sombrío, haciendo sudar a Izuku – … ¿tu tierra lejana no se llama… Japón?

Izuku se llevó una sorpresa; estaba dividido entre la emoción de encontrarse a otra viajera como él, y el temor de lo que eso podría significar.

- Sí… así es. – Izuku no pudo evitar responder con los ojos muy abiertos. – ¿Tú también eres de Japón?

- ¿Te parezco asiática? – Dronya solo pudo reírse por la pregunta esperanzada, negando con la cabeza. – Yo provengo de Inglaterra.

Admitiéndolo, Izuku se sentía como un idiota; por supuesto que no se veía japonesa, solo esperaba que ambos estuvieran en la misma página. Otro pensamiento cruzó su mente… ¿qué tal si era de una Tierra alterna?

- Debes ser bastante nuevo en este mundo, si todavía te aferras a tus sueños de héroe. – continuó Dronya. Eso al menos respondía una de las dudas de Izuku, pues sus palabras significaban al menos que provenía de un mundo de héroes. – Yo era igual a ti cuando llegué por primera vez. Quería compensar por haber nacido sin Quirk convirtiéndome en la heroína más increíble de este mundo.

Izuku no pudo evitar dar un respingo por esa revelación, y ante el hecho de que la mujer junto a él… se había dado por vencida…

- ¿Qué cambió? – preguntó Izuku con aprehensión, no queriendo escuchar esa típica estupidez sobre que era un sueño inútil, y tampoco dispuesto a que lo fuera a alejar de su sueño un discurso sobre la dura realidad.

- Descubrí que este mundo no se merece un verdadero héroe. – La respuesta de Dronya fue dada con una voz triste. – Así que me rendí.

Viendo el gesto fruncido de su acompañante, procedió a elaborar:

- Inicié mi viaje en el Imperio, la nación vecina. Tenía catorce años y era ingenua, estaba llena de esperanzas en una ciudad realmente brillante donde nacían los héroes de leyenda, y con un tesoro legendario en mis manos, realmente creía que podría poner de rodillas al Rey Demonio, y administrar justicia para salvar al hermoso mundo que me recibió con los brazos abiertos.

Las palabras de Dronya estaban llenas de sarcasmo y dolor, haciendo que el joven Druida se sintiera mal por ella.

- Una semana después… solo una maldita semana después… – Las palabras de Dronya salieron de un rostro lleno de ira, siseando como si fuera una serpiente enojada. – ¿Sabes lo horrible que se siente darle tu corazón a alguien, solo para atrapar al bastardo engañándote con la que había proclamado que sería tu mejor amiga?

Aunque Izuku no tenía nada de experiencia en el departamento del amor, sí estaba al tanto que ese tipo de dolor solía ser terreno común para la caída en la villanía, y por eso le colocó la mano en el hombro, tratando de ofrecerle al menos algún consuelo a la mujer… aunque fuese algo tarde.

- Yo… lo siento. – dijo Izuku con palabras honestas, tratando de llegar a la mujer, tal vez incluso devolverla al sendero de los héroes. – Si sirve de algo, no puedo imaginarme cómo alguien pudiera engañar a una mujer tan hermosa como tú.

- Ya basta; no soy una shotacon. – La repentina respuesta de Dronya hizo que Izuku tomara conciencia de cómo se habría sentido Megumin ante esas palabras, para diversión de la mujer de pelo oscuro. – Además, creo que es hora de que te diga lo que necesitas saber.

Dronya hizo una pausa dramática, haciendo ver al chico que tenía que poner atención a sus palabras.

- Quieres adueñarte de estas esclavas para liberarlas, ¿verdad? – le preguntó Dronya con una voz algo grave, ganándose la total atención del joven Druida junto a ella. – Estás pensando en ser su héroe para romperles sus cadenas.

- Sí, ese es el plan. – replicó Izuku sin un ápice de duda, ganándose un suspiro de parte de la mujer imperial. – ¿Acaso te opones?

- No soy yo quien se opone. – respondió la noble con una voz pesada, y algo de molestia. – Es el mundo entero el que se opone.

- Espera, ¡¿QUÉ?! – Izuku no pudo evitar gritar su incredulidad, accidentalmente asustando a la harpía en la parte trasera de la carreta.

- En este mundo, la esclavitud está permitida por los cultos de las dos diosas… – La respuesta de Dronya rápidamente le ganó una mirada de shock de parte del muchacho. – Sí, por la misma diosa Aqua que nos engañó a los dos para venir a este maldito mundo.

Izuku hizo una nota mental de sentarse con cierta diosa luego de que todo esto terminara, y tener una muy larga charla sobre todo lo que estaba mal con la esclavitud… y eso asumiendo que no se enfadara más y dejase que sus látigos hablaran por él.

- Ahora, no es que puedas encontrar niñas jóvenes humanas en el mercado de esclavos… al menos no en este reino. – Dronya no estaba ayudando en absoluto a calmar a su empleado temporal. – La esclavitud solo se aplica a semihumanos, gente que tiene características animales. Los humanos, elfos, enanos y los medios híbridos son favorecidos por las diosas, y por lo tanto es ilegal esclavizarlos.

- Eso explica por qué a nadie le importaba… – masculló Izuku, haciendo que la mujer asintiera.

- Los esclavos, como esas dos que quieres, son marcados y maldecidos, para que no puedan desobedecer, traicionar o lastimar a su dueño de ninguna manera. Esta marca también les imposibilita sobrevivir lejos de sus amos. – La explicación de Dronya hizo que se le helara la sangre a Izuku, esa era una existencia bastante infernal. – Para empeorar las cosas… los esclavos de razas como estas dos nacen y se crían en cautiverio. ¿Entiendes lo que quiero decir?

Izuku se quedó congelado, incapaz de soportar semejante crueldad. Dronya le dio una sonrisa de simpatía, como si pudiese entender su conmoción.

- La marca fue hecha por una de las diosas, y solo dicha diosa puede deshacerla. – Las palabras de Dronya le dieron algo de esperanza a Izuku, pues eso significaba que tal vez Aqua sería capaz de liberarlas. – Sin embargo, incluso si de alguna manera puedes contactar a esa diosa y convencerla de que se las quite… ellas no sabrán cómo sobrevivir por su cuenta.

Dronya no esperó una reacción de parte del chico para voltearse a ver a las dos chicas en la parte trasera de la carreta, mostrando una sonrisa algo arrogante y un brillo maligno en sus ojos, haciendo que las pobres chicas se encogieran del miedo.

- Hey, escamosa, plumitas, ¿quieren ser libres? – La pregunta de Dronya dejó confundido a Izuku, forzándolo para ver a dichas chicas con la esperanza de oírlas decir que, en efecto, sí ansiaban su libertad.

- ¡No! ¡Por favor no nos deseche! – La harpía hablaba con un susurro rasposo, temblando a la idea de ser desechada. La chica reptiliana junto a ella solo tenía una mirada de súplica en sus ojos. – ¡Trabajaremos el doble de duro!

- ¿Ahora lo entiendes? – le preguntó Dronya a un Izuku que ahora se sentía enfermo, y solo quería administrar justicia violenta contra los salvajes que le hicieron daño a estas pobres chicas… y a cualquier otro esclavo.


Media hora después…

Izuku y Dronya llegaron a la entrada del nido de los goblins, teniendo solo unas pocas horas antes de la puesta del sol, cuando las criaturas estaban más activas y se preparaban para atacar a los inocentes. Ya era hora de que la mujer revelase la verdadera naturaleza de su misión…

- Bien, creo que es justo que te diga de qué se trata todo esto. – habló Dronya, atrayendo la atención del joven Druida. – Lo que quiero, la única razón por la que vine, es recuperar mi tesoro robado.

Izuku sabía que algo andaba mal con la mujer, aunque al menos, no parecía ir en una dirección más siniestra.

- Hace unos dos meses, el hijo de un noble con el que solía trabajar me robó mi tesoro divino. El tomo maldito conocido como Tractatus De Monstrum. – le explicó Dronya a un sorprendido Izuku. – El muy imbécil debió haber pensado que podría utilizar sus magníficos poderes para ganar fama y fortuna. Aparentemente, tuvo que descubrir de la manera difícil que dichos tesoros divinos no pueden ser usados por nadie que no sea su legítimo dueño.

- Entonces… ¿terminó muriendo por su propia mano? – preguntó Izuku, sintiéndose mal por usar esas palabras para expresar tal tragedia.

- Se lo merecía. – respondió Dronya sin un ápice de duda o remordimiento. – Como sea, solo me importa mi tesoro; luego de que lo consiga, las chicas serán tuyas.

- ¿Así nada más? – preguntó Izuku, con un mal sabor en la lengua de nuevo.

- Bueno, tendremos que completar la transacción en el gremio, para que sea legal. – replicó Dronya, haciendo una pausa cuando notó la mirada del chico. – Por supuesto, si te sientes muy confiado en completar la misión de exterminación de goblins, no te voy a detener. Pero prefiero conseguir mi tomo antes de intentar algo tan peligroso.

- Entonces… ¿entramos, conseguimos tu libro y salimos? – preguntó Izuku mientras observaba la entrada de la cueva, deseando que su Piel de Zarzas y su recién aprendido Crecimiento de Espinas fueran suficientes para sobrevivir al intento. – Puedo hacer eso… creo.

- Antes de que entres, toma, usa esto. – Dronya interrumpió al chico dándole una bola de cristal. – Esta es una bola sensora, está conectada a esta otra bola de cristal, lo que me permite ver los alrededores del sensor. El libro no tiene el aspecto de un tesoro divino, así que necesitaré decirte cuando lo encuentres.

Izuku observaba ambos artefactos con un tic en el ojo, sin saber cómo expresar en palabras lo molesto que se sentía, tanto consigo mismo por pensar en estrategias tan peligrosas, como con la mujer por tardarse tanto en decirle sobre algo tan útil.

- ¿Qué? – Ahora fue el turno de Dronya quedarse confundida por la mirada molesta de Izuku.


Aproximadamente media hora más tarde…

Dronya estaba a partes iguales asustada e impresionada. El chico frente a ella aparentemente portaba un talento divino, pues no había otra explicación para el absurdo nivel de ingenio que demostraba el joven Druida…

- Parece ser un callejón sin salida… – dijo Dronya mientras ella e Izuku observaban la bola de cristal entre ellos. – Aunque esa espada de allí podría valer un buen precio.

Izuku había decidido que ninguno de los dos debía correr riesgos, por lo que cogió la bola sensora y la amarró a su látigo de vid. Dronya comprensiblemente se había aterrado de ver que el látigo se movía como si fuera una serpiente, y luego observó con fascinación mórbida cómo el druida atraía una horda de luciérnagas que rodeaban al sensor, para después seguirla mientras el látigo avanzaba adentrándose en la cueva oscura.

- Entendido. – replicó Izuku, y entonces hizo crecer otra vid en el sensor, para enredarla alrededor de la espada, arrancándola de un jalón del suelo. – ¿Estás segura que ese libro llamativo que vimos antes no era tu tesoro?

Mientras el látigo verde continuaba su viaje a través de la cueva, ellos habían encontrado varios objetos muy buenos, como una vara dorada con un hermoso rubí en la punta, una espada plateada con diversas joyas, y un libro con cubierta de marfil. Y aun así, la mujer insistía en que su tesoro debía estar en otra dirección.

- No me mires como si fuera una avara. – replicó Dronya lanzándole una mirada molesta, y aun así mantenía la voz bajo control. Estaba muy cerca de recuperar su tesoro, por lo que no podía permitirse alienar a este compañero tan extremadamente útil. – Tú eres quién se quedará con todos estos cachivaches raros.

- Quisiera conservar estas bolas de cristal. – se le escapó decir a Izuku sin pensarlo, pues no podía evitar notar el valor táctico que le podrían agregar a su set de habilidades.

- ¿Te gustan? – preguntó Dronya con una ceja levantada, haciendo que Izuku se pusiera nervioso. – Podemos hablar de trueques o precios luego de valuar tu botín en el gremio.

La sugerencia de Dronya atrapó la curiosidad del joven Druida, que decidió enfocarse en la tarea a la mano antes de pensar en la oportunidad frente a él. Izuku no se dejaba cegar por el tesoro, porque con cada sección que exploraban, se volvía aparente que muchos aventureros habían perdido sus vidas en este nido en particular, si la cantidad de huesos y cadáveres en descomposición eran un indicio.

- ¡Allí está! – gritó Dronya, con una alegría raramente escuchada al ver dentro de la bola de cristal, mirando algo que Izuku solo podía describir como basura.

- ¿Ese es? – preguntó Izuku con incredulidad ante la vista de un libro bastante pequeño con la cubierta llena de parches, y adornado con un ojo. – ¿De verdad?

- De verdad. – dijo secamente Dronya, no queriendo perder más tiempo para recuperar su tesoro… y entonces oyeron que se acercaban problemas…

El sensor de pronto empezó a temblar, y forzosamente se vio dirigido hacia un enorme goblin, probablemente el campeón que lideraba la horda. No era que no se hubiesen encontrado con goblins durante la exploración, pero esas estúpidas criaturas no reaccionaban a las vides o luciérnagas como si fueran una amenaza, sino que solo las tocaban y luego se retiraban…

Ahora los viajeros se dieron cuenta, que se habían ido para reportarle a su líder.

- ¡Oh no! ¡No cuando estamos tan cerca! – Dronya estaba a punto de caer en la desesperación, sabiendo que ninguno de ellos estaba equipado para luchar contra un campeón goblin, y el feo bastardo no los dejaría recuperar su sensor.

- No tengo tiempo para esto… – dijo Izuku en una voz fría, para sorpresa de la mujer.

Izuku se había dado cuenta que estas criaturas eran malvadas, monstruos que asesinaban y destruían por diversión, bestias que, como perros rabiosos, tenían que ser exterminadas. Por eso, no dudó ni un segundo en usar su nueva habilidad ofensiva.

Dronya vio cómo brotaba otra liana por debajo del sensor, y rápida como un látigo salió disparada hacia la boca del campeón que gruñía. Espinas comenzaron a brotar violentamente desde adentro del monstruo, matándolo sin darle oportunidad de pelear…

- ¿Pero qué diablos…? – Dronya no podía creer lo que estaba viendo, pues las vides hicieron brotar espinas extremadamente largas y agudas que rápidamente mataron a todos los goblins por docenas, sin dejar ningún tipo de resistencia.

- Acabemos esto de una vez. – dijo Izuku, sonando algo tembloroso luego de ser testigo de lo letal que era su nueva habilidad. – Se está haciendo tarde, y no quiero que mis compañeras se preocupen por mí.

Dronya no pudo evitar pensar… que tal vez este ingenuo Druida sería capaz de lograrlo. Tal vez él podría convertirse en el héroe que este maldito mundo necesitaba… aunque no se lo mereciera.


Salón del gremio, al atardecer…

Izuku estaba temblando bajo la mirada de la pequeña Demonio Carmesí, incapaz de soportar su adorable puchero, o de incluso tratar de defender su posición en el asunto…

- P-por favor, no mires feo a nuestro amo. – Los susurros rasposos de la harpía solo parecían hacer que la pequeña Archimaga se enojase aún más.

Una vez que volvieron al pueblo, Izuku y Dronya pudieron evaluar el valor de su botón apropiadamente, y luego de que todas las transacciones y cambios de propiedad habían sido completados, Izuku se había encontrado con tres millones de eris a su nombre, dos esclavas bajo sus órdenes, y dos cajas llenas de ropa y accesorios femeninos. Las dos chicas animales se habían sorprendido mucho cuando les dijo que se pusieran lo que llamaban ropas bonitas, y más todavía cuando su nuevo amo les compró comida de verdad, que ahora estaban comiendo en una mesa, y no en el suelo.

- ¿Desde cuándo tienes dinero para comprar y mantener esclavas? – preguntó Megumin en una voz tan seria que casi era graciosa, y aun así, Izuku empezaba a sudar.

- Las obtuve como parte de una misión. – replicó Izuku, obteniendo un puchero todavía más fuerte de la pequeña maga. – Y solo para que sepas, puedo alimentarlas independientemente del dinero que tenga. Puedo producir comida, después de todo.

Megumin seguía sin dejar de hacer pucheros, pero ahora dirigió su mirada de enojo a las esclavas, que ahora llevaban shorts de color caqui y túnicas verdes, y les habían removido sus esposas y collares de esclavas, lo que significaba que el Druida no tenía la intención de tratarlas como objetos o sirvientes. Su único miedo era que tal vez al chico le gustaran las semihumanas.

- Supongo que ahora tendremos algo de ayuda extra durante nuestras aventuras… – concedió finalmente Megumin, dejándose caer junto a la mesa. – ¡Aún tienes que invitarme la cena! ¡No debiste haberte ido sin mí! No después de que yo… de verdad… desperdicié un punto de habilidad para aprender Crear Fuego.

La demanda y la confesión de Megumin realmente le sacaron una sonrisa al joven Druida, que rápidamente ordenó un enorme plato de sapo frito para su explosiva compañera. La sonrisa y cambio de semblante de la Demonio Carmesí se sentían como una medicina muy necesaria para Izuku, que realmente quería ver cosas que valiera la pena salvar y proteger en este mundo.

- ¡Hey! ¿Quién trajo estas dos a mi mesa? – La voz de Aqua era justo lo que Izuku estaba esperando, pues creía que esta sería la mejor oportunidad para ver a la diosa siendo útil y poderosa, para variar.

- ¡Aqua, te he estado esperando! – Las palabras de Izuku le arrancaron una sonrisa radiante a la Arcipreste, y un amargo gesto enfurruñado a la Archimaga.

- ¿De verdad? – La voz de Megumin pasó ignorada, para aumento de su molestia.

- ¡Oh! ¡Así que al fin estás listo para reconocer mi grandeza y alabar mi poder divino! – dijo Aqua con alegría, pues sentía que ya era tiempo de ser alabada y consentida por este idiota sin Quirk.

- Seguro. – empezó a decir Izuku, ganándose la atención total de la diosa peliazul. – Si le puedes remover las marcas malditas de esclavitud a estas dos.

- ¡Por supuesto que puedo! – respondió Aqua felizmente, sacándole una sonrisa esperanzada al druida. – ¡Pero no lo voy a hacer!

Aqua había estado demasiado feliz de demoler sus esperanzas para este mundo, demasiado dispuesta a quemar su deseo de proteger a todos… fue en ese instante que Izuku Midoriya comenzó a dudar de su camino como héroe, pues ningún héroe que se respetase querría alinearse con una deidad tan malvada como la que estaba frente a él.

Esta historia continuará…

Chapter 5: La promesa de un héroe

Chapter Text

Izuku estaba teniendo problemas para dormir. Ahora tenía dinero más que suficiente para pagar su estadía en la posada, pero gracias a las dos nuevas adiciones a su equipo, el posadero se había rehusado a dejarles alquilar un cuarto. Al menos, explicó que un inspector de la capital se estaba quedando esa semana, y dicho inspector era un enemigo jurado de una de sus nuevas amigas.

Como resultó ser, la diosa Eris detestaba a las harpías.

Incapaz de mandar a la chica pájaro a dormir sola en los establos, optó por que se fueran juntos, pues no soportaría quedarse en una cómoda habitación mientras estas dos tenían que conformarse con una pila de paja…

Pero ambas estaban profundamente dormidas, mientras él se sentía incómodo.

- "Este es… un mundo horrible." – pensó Izuku, dándose la vuelta para mirar a la harpía negra, que estaba dormida con una linda sonrisa en el rostro sobre su nidito improvisado, sin darle aparentemente importancia a las cosas horribles que había soportado hasta ahora. – "Prometo que encontraré una forma de que puedas volar de nuevo, Chika."

Chika era el nombre que le había dado a la harpía negra. Era simple y poco imaginativo, y la chica pájaro estaba increíblemente feliz por él… incluso cuando Aqua señaló que parecía un mal juego de palabras. Fue solo después de que le dio el nombre que Izuku supo sobre los horrores que tuvo que soportar desde su nacimiento, empezando por sufrir una mutilación obligada.

Según las enseñanzas de Eris, si una harpía iba a vivir entre los humanos, tenían que cortarle la cola y las garras de sus pulgares, para que así no pudiese volar ni tampoco usar herramientas humanas. A Izuku le dolió el corazón enterarse de esa práctica tan poco ética, que era religiosa a pesar de todo. Simplemente no podía creer que una diosa tan amada por las masas pudiese ser tan cruel.

- "Una religión que practica actos tan horribles no puede ser buena." – pensó Izuku mientras se daba la vuelta, mirando a la chica reptiliana, miembro de los hombres lagartos. – "Y encontraré la forma de curarte a ti también, Liza."

Liza, el nombre que le dio a la ahora identificada como mujer cocodrilo. Aunque el nombre era un juego de palabras todavía peor que el que le dio a la harpía, esta vez Aqua dudó en reírse… aparentemente, los hombres cocodrilo eran una subespecie de los hombres lagarto, que superaban por mucho a sus primos en fuerza y resistencia, dándoles músculos capaces de doblar hierro con solo sus manos, y de resistir golpes normales con poco daño. Sin embargo, también eran increíblemente fáciles de enojar, propensos a la violencia, y aparentemente más tontos que un ladrillo.

Acorde con Chika, Liza no era capaz de seguir el libreto que le dio el comerciante de esclavos, al no poder mentir sobre su herencia, pues el esclavista quería que se hiciera pasar como una mujer lagarto regular ante un cazador. Su actuación fue tan mala, que el esclavista optó por cortarle la lengua, en un intento de hacerla ver como sus primos más sumisos. Dronya fue capaz de reconocer lo que era realmente, lo que le dio una buena palanca para negociar el precio. Ya que la vil mujer solo necesitaba cuerpos extra para su misión, pudo obtenerla independientemente de posibles riesgos.

- "¿Por qué las diosas no pueden mostrar algo de amabilidad?" – Izuku casi gritaba dentro de su cabeza, incapaz de soportar el hecho de que tenía que viajar con una diosa tan insensible. – "¿Es demasiado pedir que las cure?"

Aunque Aqua parecía disfrutar de ser poco cooperativa, Megumin mostró un curioso nivel de ayuda; la Archimaga explosiva, notando la necesidad de Izuku por una explicación, comenzó a relatarle de manera extensiva los detalles sobre la guerra de hacía mil años.

La historia contaba sobre un conflicto que envolvió a todo el continente, donde los semihumanos intentaron exterminar a los humanos, elfos y enanos. Las razas favorecidas lucharon por separado al inicio, pues ninguna quería rebajarse a pedir ayuda, hasta que los Avariel (una subespecie de elfos que tenían alas) y los Duergar (una subespecie de enanos con piel oscura) terminaron extinguiéndose debido a la astucia de las harpías y las lamias.

Fue en ese momento que supo que los Avariel eran los hijos más amados de Eris… lo que significaba que de ese momento las harpías se habían convertido en enemigos directos de la "benévola" diosa.

Megumin entonces llegó a la parte que marcó el giro total de la guerra, y el comienzo de la era de los héroes. En ese punto apareció un héroe humano que unió a las tres razas contra los semihumanos, ganando victoria tras victoria, haciendo retroceder la amenaza hasta que ya no tenían los números para continuar. Y entonces… la cacería continuó hasta que las razas más fuertes de semihumanos se extinguieron, y los remanentes se vieron forzados a vivir en tribus pequeñas que habían sido cazadas por traficantes de esclavos hasta hoy día.

Izuku estaba horrorizado por la información, y si bien podía entender la ira de Eris, no podía justificar semejantes actos barbáricos. Él mismo, siendo japonés, sabía mejor que nadie lo mal que estaba ese odio, porque apoyarlo sería lo mismo que decir que estaría bien exterminar de toda la faz de la tierra a todos los alemanes y japoneses en venganza por la Segunda Guerra Mundial.

Una vez que todo estaba dicho y hecho, Megumin preguntó algo que hizo que Izuku sonriera con tristeza:

- "Las compraste para que no sufran en el Imperio, ¿verdad?"

La pequeña archimaga no esperó la respuesta, y en vez de eso dijo que iría a buscarle un libro que le ayudara a lidiar con las chicas… y entonces Aqua decidió preguntar sobre los arreglos para dormir esa noche.

- "¡No pienso compartir mi cuarto con alguien como ella!" – gritó mentalmente Izuku, forzándose a cerrar los ojos.


A la mañana siguiente…

- "¡Esto es malo!" – pensó Izuku, sintiendo pánico al darse cuenta de su situación. – "¡ESTO ES REALMENTE MALO!"

Como era usual, al menos desde que se convirtió en Druida, Izuku había despertado con el primer rayo de la mañana. Pero a diferencia de veces anteriores, lo hizo con dos cuerpos femeninos abrazándolo.

En algún punto durante la noche, Chika y Liza se habían movido para ponerse al lado del ahora muy avergonzado adolescente, abrazándole el cuerpo y usando su pecho como almohada. No era que se sintiera incómodo en absoluto, pero sin duda le resultó bastante impactante al peliverde.

Mientras pensaba en cómo salir de esta situación, Izuku sintió cómo Liza movía su cola, enrollándola alrededor de su cintura... y subiendo y bajando por su entrepierna, lo que hacía que este incómodo despertar matutino fuese todavía peor.

- Err… ¿chicas? ¿Podrían por favor despertarse? – preguntó Izuku, inseguro de si debería sacudirlas para que se despertaran, o ser amable y gentil al respecto.

Y entonces sintió que las plumas de Chika acariciaban suavemente su abdomen, como si le estuviese poniendo una manta encima.

- No importa. ¡Ya despiértense! – Izuku finalmente se movió con la intención de despertar a las chicas, y aunque alzó un poco la voz, no era capaz de gritarles.

- ¡¿UWA?! – Chika rápidamente abrió alarmada los ojos, tomándose un segundo para mirar a su nuevo amo con algo de miedo, como si esperase que le dieran una paliza de castigo. Pero al ver que no vino, se relajó. – Buenos días.

Chika su mejor esfuerzo por alejarse de de su amo para evitar estorbarle, tratando de levantarse con la poca gracia que pudo lograr, obviamente esperando sus órdenes. Liza, por su parte, parecía tener problemas para desenredarse del cálido cuerpo al que se estaba aferrando, ya que su cuerpo de sangre fría demandaba más tiempo de acurrucarse… y el hecho de que era la primera vez que un humano le daba tanto calorcito no ayudaba en absoluto.

- ¡Vamos, Liza! – Izuku alzó la voz solo un poco más, apenas sacándole una reacción a la chica cocodrilo. – ¡Tenemos mucho que hacer hoy!

Viendo que las palabras amables no bastaban, y sintiendo que su cuerpo comenzaba a reaccionar de la manera equivocada, decidió tomar el asunto con sus propias manos… o más bien, con sus vides.

Liza finamente despertó sobresaltada, cuando sintió que su pesado cuerpo era alzado por la fuerza sobre su cálida cama, solo para descubrir que colgaba sostenida por unas vides que se veían demasiado como látigos para su gusto. Izuku intercambió miradas con la albina reptiliana, y tras un segundo… la colocó suavemente en el suelo, de pie, y sin tomar ninguna represalia.

- Ahora que las dos ya están despiertas… – Izuku se dirigió a las esclavas con una voz muy seria, haciendo que las pobres chicas se quedaran rígidas ante la idea de que serían disciplinadas – … vístanse. Necesitamos conseguirles sus tarjetas de aventureras hoy, y estoy seguro que querrán comer algo sólido para el desayuno.

Las chicas parpadearon sorprendidas, encontrando difícil de creer que su nuevo amo no hubiese iniciado la mañana como ellas esperaban. Primero, no intentó usar sus cuerpos para darse placer, algo para lo que las habían entrenado para aceptar, ni tampoco intentó lastimarlas en represalia por incomodarlo.

El hecho de que les estaba ofreciendo algo de privacidad tampoco se les había escapado…


Más tarde, en el salón del gremio…

Izuku de nuevo recibió una prueba de que este mundo era retorcido y oscuro.

- ¡Esto es ridículo! – murmuró Izuku para sí mismo, mirando las tarjetas en su mano. – ¿Qué pasa con estas reglas?

Cuando lo llevaron al mostrador y al artefacto de registro, Luna indicó que las dos semihumanas no podían conseguir tarjetas de aventureros como él. En vez de eso, quedarían registradas como añadidas en su propia tarjeta, y las dos que tenía en la mano eran tarjetas de esclavos. Esto significaba que él sería responsable de su crecimiento y acciones durante sus aventuras. Para empeorarlo aún más, estas tarjetas costaron el triple de lo que costó su registro… casi como si fuese una medida disuasoria para que los semihumanos se volvieran más fuertes.

- No está del todo injustificado. – dijo Megumin, que estaba a su lado mostrándose algo enfurruñada, en aparente respuesta a sus murmullos quedos. – Los semihumanos bajo el estatus de aventureros tienden a crecer más rápido que los humanos, lo que significa que si se les deja sin vigilancia pueden convertirse en amenazas.

La explicación de Megumin podría tener algo de validez, pero eso no cambiaba el hecho de que Izuku detestaba lo restringidas que quedaban estas dos chicas.

Para cuando había terminado de registrar a sus esclavas como parte de su equipo de aventureros, se encontró con la pequeña Archimaga quien, tal como prometió, le había traído un libro que detallaba la biología y roles de los semihumanos en la sociedad. El libro también contenía el conjunto de reglas básicas para seguir entre los dueños de estos esclavos en las diferentes regiones del continente, y sugerencias de cómo tratar con sus instintos.

No hacía falta decir que Izuku no estaba nada contento con la nueva información…

- Entonces… – Megumin continuó al darse cuenta que Izuku no iba a responder a su anterior declaración. – ¿Qué piensas hacer con ellas?

La pregunta de Megumin iba dirigida a ayudarse a entender al Druida peliverde, su corazón e inclinaciones y, si era posible, proclividades. La Demonio Carmesí se había vuelto muy interesada en el chico frente a ella, especialmente por la forma en que le daba atención… atención que estaba disminuyendo debido a las nuevas adiciones al grupo, que la estaban ocupando en lugar de ella.

- Voy a encontrar una manera de restaurarles sus cuerpos. – respondió Izuku sin un solo titubeo, haciendo que Aqua se ahogara con su bebida, y que Megumin hiciera un pequeño puchero. – Después, les enseñaré a ser autosuficientes.

- Sí entiendes que ningún sacerdote te va a ayudar con eso, ¿verdad? – preguntó Aqua, sintiéndose divertida por el espíritu del muchacho, y a la vez asqueada por lo puras que eran sus intenciones.

- Según la biblioteca, puedo aprender magia de restauración si me convierto en un Archidruida. – La palabra de Izuku cortó profundamente el orgullo de la diosa, pues ella creía ser la única a quien el Druida podría acudir. – Eso significa que le puedo pedir a otros Archidruidas que me ayuden.

Aqua se sintió algo herida por las palabras de Izuku. Ella había estado pensando en ofrecerle ayuda con eso, después de obligarlo a suplicar y a postrarse de rodillas, por supuesto.

- ¿No crees que estás yendo demasiado lejos, solo por un par de esclavas semihumanas? – preguntó Megumin, tratando lo mejor que podía de ocultar su molestia que iba en incremento. – Sería más fácil si buscaras a algún noble o asistente de gremio que te las quite de las manos… incluso en una posada o taberna, si demuestran ser lo bastante habilidosas.

Chika y Liza observaban atentamente la conversación, sabiendo que estas chicas hablaban sobre ellas, y había no poca animosidad hacia ellas, pues obviamente querían que su nuevo amo se deshiciera de ellas. También pusieron atención en el rostro de Izuku, y cómo este se contorsionaba en una extraña mezcla de rabia y tristeza.

Chika estaba a solo un paso de abrazarlo para calmarle la mente, pues le había dado la impresión de que le gustaron sus plumas. Liza por su parte, tenía ganas de echarle un mordisco a la que estaba molestando más a su amo.

Y entonces, alguien más llegó a su mesa…

- Acabo de leer su aviso de reclutamiento. – Una voz que sonaba muy dignificada hizo que el grupo se girase hacia la recién llegada, que resultó ser una mujer joven. – Me estaba preguntando si aún tienen espacio en su equipo.

La joven mujer era alta, y parecía tener el aspecto de una guerrera, su cabellera larga y rubia estaba atada en una cola de caballo y tenía unos mechones colgándole de la frente, haciéndola lucir hermosa y seria. Su piel clara y rasgos cincelados podrían fácilmente enamorar a cualquier hombre que la viese. Llevaba un abrigo largo y amarillo con piezas de armadura que daban crédito a su fuerza, aunque las hombreras asimétricas confundieron un poco al joven Druida.

- Sí, aún estamos reclutando. – replicó Izuku con neutralidad, internamente agradecido de que la recién llegada llevase algo que cubría bien sus partes sensibles, a diferencia de otras que había visto antes.

- ¡Solo clases avanzadas! – añadió Aqua inmediatamente, pues no quería más miembros debiluchos en su grupo.

- No le prestes atención. – la cortó Izuku igual de rápido, sabiendo que era mejor evitar que la pobre excusa de una diosa tomara las riendas. – El sentido común basta para dejarte entrar.

- Se apreciaría un poco algo de habilidad también. – se unió también Megumin, pensando de pronto que Izuku parecía tener debilidad por las chicas que necesitaban ser rescatadas.

De pronto, la guerrera dignificada pareció ser reemplazada por alguien completamente diferente.

- No hay necesidad de preocuparse, soy una Paladín de la fe de Eris. – replicó la joven mujer, haciendo que dos de los miembros del grupo se preguntasen por qué no dijo nada de sentido común o de habilidad para empezar. – Mi nombre es Darkness… ¡y me gustaría si me dejaran unirme a su g-g-g-g-grupo!

El humor de Izuku se vio empañado cuando la Paladín declaró su fe; le habría gusto darle una oportunidad independientemente de la falta de mención en niveles de habilidad o sentido común, pero ahora temía que podría intentar hacer algo contra Chika, que ahora se estaba escondiendo detrás de él.

- No creo que eso sea una buena idea… – Megumin fue la primera en emitir juicio, sacándole un suspiro triste al druida peliverde.

- ¿De qué estás hablando? – habló Aqua con una empatía poco característica suya. – ¡Es una Paladín, una clase avanzada de élite!

- Podría ser Comandante de Caballeros, y seguiría siendo mala idea dejarla unirse. – Esta vez fue Izuku quien emitió juicio.

Aunque detestaba mostrar prejuicios hacia alguien basándose únicamente en la fe, esta vez sintió que no había necesidad de arriesgarse a que una de sus nuevas amigas recibiera más sufrimiento.

- ¿Qué? – Darkness parecía decepcionada por el rechazo. – ¡¿Por qué?!

Darkness cayó en la desesperación, preguntándose si los rumores sobre ella ya habrían llegado hasta este grupo, o si dijo algo malo. Una nueva chica apareció detrás de ella y le dio un toquecito en el hombro para llamar su atención.

- ¿No te dije que no fueras tan impulsiva? – preguntó la recién llegada, atrayendo las miradas del grupo.

Esta chica era más baja que Darkness, tenía el pelo plateado recortado por encima de los hombros, y sus ojos púrpuras parecían juguetones. Izuku rápidamente notó su atuendo algo atrevido, que dejaba demasiada piel expuesta, aunque era menos escandaloso que muchos otros que ya había visto antes. Y su semblante más la daga que mantenía a su espalda gritaban "ladrona" en la mente del Druida.

- Además, ¿por qué quieres unirte a alguien con esa clase de equipaje? – continuó la chica nueva, esta vez señalando hacia la asustada Chika, que intentaba hacerse aún más pequeña detrás de la espalda de Izuku.

Incluso con el conocimiento y entendimiento de que este prejuicio era inevitable, Izuku no pudo evitar tensarse por las palabras de la recién llegada. No había necesidad de preguntarlo, era obvio por como interactuaban que ambas compartían la misma fe, y en su mente, sería lógico pensar que intentarían iniciar una pelea para mostrar la fuerza de sus creencias.

Megumin notó cómo Izuku se tensaba, al tanto de la situación que se podría generar, y luego notó que Liza se tensaba, como un resultado obvio de que su amo estaba preparándose para una confrontación. Después de un momento, se dio cuenta que ella misma también estaba apretando su propio bastón.

- ¿Quién es la impulsiva ahora, Chris? – replicó Darkness, aparentemente ignorante de la tensión que había en el aire, y sorprendentemente más abierta de mente de lo que Izuku asumió. – La harpía parece estar bien domada; no hay necesidad de denunciarla como malvada.

¿Denunciar a Chika como malvada? Eso hizo que Izuku frunciera el cejo.

- Sigue siendo una harpía. – señaló Chris, al parecer indispuesta a dejar de lado el tema. – Son astutas, y manipuladoras. ¿Por qué no le pides al dueño que te muestre sus atributos?

- No quiero, y no tengo por qué hacerlo. – Izuku decidió ponerles un hasta aquí rápidamente a las dos señoritas frente a él, haciendo que Megumin parpadeara sorprendida por lo enojado que sonaba. – Por favor, váyanse a buscar a alguien más a quien molestar.

Izuku había tenido suficiente con esta gente; de hecho, ya había tenido suficiente con este mundo. Anoche, se le había ocurrido brevemente la idea de tomar caminos separados con Aqua y arreglárselas con Megumin y las esclavas, y ahora, dicha idea estaba empezando a echar raíces.

- ¡ Atención a todos los aventureros, por favor diríjanse a la puerta principal para el evento obligatorio de cosecha!

El anuncio, que salía desde los altoparlantes, fue suficiente para romper la tensión. Izuku comprensiblemente estaba confundido por la repentina llamada, especialmente cuando todo mundo lo ignoró para irse directo hacia las puertas de la ciudad. Al no tener razón para rehusarse a una misión obligatoria, tanto él como sus esclavas siguieron al resto para ver qué estaba sucediendo…


Más tarde en las puertas de Axel…

Izuku estaba, a falta de una mejor palabra, estupefacto. A su alrededor, tanto los aventureros novicios como los veteranos estaban ocupados tratando de pelear contra el enjambre de enemigos, esforzándose al máximo por anotarse muertes lo más rápidamente posible. No importaba si el aventurero fuese pequeño y ágil, grande y lento, o adepto en la magia, todos ellos se estaban esforzando por lidiar con los numerosos enemigos.

- Yo… no lo entiendo… – murmuró Izuku para sí mismo, pues su cerebro tenía problemas para aceptar la escena que se desenvolvía frente a él.

El masivo ejército que invadía las puertas consistía en… repollos voladores; criaturas con forma de planta que no tenían otra forma de atacar excepto usar sus propios cuerpos para embestir lo que fuera que se interpusiera en su camino. Tampoco eran muy inteligentes, ya que se movían a ciegas al frente sin preocuparse en absoluto por su propia salud.

- ¡YO LOS PROTEGERÉ! – El grito de Darkness llegó hasta Izuku, que desvió la mirada para verla ser golpeada constantemente por los repollos mientras usaba su propio cuerpo como escudo, para proteger a un par de aventureros que habían caído ante los constantes ataques de las pequeñas criaturas.

La imagen de Izuku sobre la Paladín dio un giro total en los pocos minutos que la había visto en acción; enterrados habían quedado los miedos de tener que lidiar con algún tipo de inquisidora, pues incluso él, con su inclinación natural para ver lo bueno en las personas, no pudo evitar ver la cara de placer que la Paladín estaba haciendo al ser constantemente golpeada mientras piezas de su armadura salían volando fuera de su atuendo.

Era una masoquista… una masoquista muy depravada.

- Esto es estúpido… – murmuró Izuku, dándose por vencido en buscarle sentido a esta locura.

Según lo que pudo entender, este era un evento anual en el cual los aventureros buscaban exterminar y recolectar los repollos, ganando dinero pues se les consideraba un ingrediente muy valioso en la región. También había lechugas volando, e Izuku se sorprendió de escuchar que era considerado un ingrediente de baja calidad.

- ¡Atrapé uno! – La voz chillona de Chika anunciaba su participación en el evento, aunque fuese solo porque un repollo perdido iba volando directo hacia su distraído amo.

Izuku no tenía intención real de tomar parte en semejante estupidez, pero aun así le dio una palmadita en la cabeza a la harpía negra por su esfuerzo en mantenerlo a salvo. El joven Druida también había estado pensando en la petición de la ladrona sobre ver los atributos de la harpía, y eso le hizo sentirse incómodo; pudo notarlo en el momento en que recibió su tarjeta de esclava, su inteligencia era alta, lo bastante como para que Luna le aconsejara mantenerla lejos de cualquier tomo o artefacto mágico. Aunque era un miedo infundado, ¿cómo se suponía que aplicara los componentes somáticos de los hechizos?

Y hablando de magia…

- ¡EXPLOSIÓN!

Megumin disparó su hechizo insignia… justo encima de la masoquista Darkness. Izuku tuvo que admitir que era una decisión sensata desde el punto de vista táctico, porque Darkness estaba siendo asaltada por lo que parecía ser el 80% del ejército de repollos, y viendo cómo logró permanecer en pie, era obvio que tuvo razón al asumir que la Paladín sería capaz de tanquear el ataque.

Izuku por su parte se sintió agradecido de que el estallido de la explosión pudo cubrir lo que parecían los sonidos de un orgasmo.

- Tal vez debería invertir en conseguir una carreta… – murmuró Izuku cuando las cosas parecieron calmarse, haciendo que Chika y Liza ladearan sus cabezas. – Si me quedo aquí, no podré volverme fuerte… y tal vez explote contra alguien.

En el momento en que las palabras salieron de sus labios, la expresión de Liza se volvió sombría, como si esperase ser ella misma la razón de la depresión de su amo. Al ver esto, Izuku decidió acariciarle la mandíbula, haciéndole retornar a una expresión neutral. Tampoco se le escapó notar como movía su cola, señalando su felicidad por recibir atención positiva.

- ¡SEGUNDA OLA!

El repentino grito hizo que Izuku se girase hacia el peligro, sintiéndose extremadamente irritado por la situación; podría simplemente haber abandonado el área, pero al notar el cuerpo tirado de Megumin, y a Darkness arrodillándose y jadeando en éxtasis, decidió convertirse en un escudo para las docenas de aventureros que estaban fuera de comisión.

- Esto es ridículo. – dijo Izuku para sí mismo, comenzando a expandir varias vides a su alrededor, entrelazándolas rápidamente para formar una red gigante, y luego preguntó a nadie en particular. – ¿Por qué tengo que ser el único que se le ocurre un plan para proteger a todos?

La red pronto fue completada, y entonces utilizó una enorme cantidad de maná para poder reforzarla.

- ¿Porque el amo es un héroe? – preguntó Chika, cuya voz chillona no fue escuchada por el resto de aventureros, pero sus palabras llevaban suficiente peso para golpear al joven Druida de sorpresa.

Izuku no lo sabía, pero había estado hablando dormido, viendo la academia a la cual quería asistir, y el título que deseaba tanto. Por supuesto, Liza no sabía lo que eso significaba, pero Chika se tomó a pecho esas palabras; después de todo, pertenecerle a un héroe parecía ser una meta muy noble.

- Me… gusta cómo suena eso. – replicó Izuku con una sonrisa al levantar la red, justo cuando la segunda oleada de repollos llegaba hacia las puertas.

Para sorpresa de todo mundo, la red funcionó, logrando atrapar una cantidad masiva de repollos, y previniendo más heridas entre los ya derribados aventureros. Estaban tan sorprendidos que nadie se movió para matar a los que quedaban atascados, y pronto los números de las pequeñas criaturas comenzaron a mover la red.

- ¡Liza! ¡Ayudemos al amo! – gritó desesperada Chika, no queriendo que su amo cargara con todo el peso solo.

Izuku casi había perdido la concentración cuando Chika alzó la voz; el sonido chillón era casi como uñas en un pizarrón, haciéndolo entender por qué hablaba casi en un susurro. La chica cocodrilo actuó rápidamente a pesar de todo, agarrando el extremo de la red y aplicando todo su peso y fuerza para evitar que se moviera más, mientras que la harpía cogía el otro extremo con sus garras, agitando furiosamente las alas para ayudar con su empresa.

- ¡¿A QUÉ ESTÁN ESPERANDO?! ¡RECOJAN A LOS REZAGADOS! – les gritó Izuku a los aventureros que solo estaban mirando, sacándolos inmediatamente de su estupor.

Izuku observó que todos los aventureros se movilizaban… solo para darse cuenta que, en vez de ayudarlo, tomaron caminos separados para acumular presas para sí mismos individualmente. Era una locura, la peor de las estupideces, e Izuku estaba harto de ella.

- ¡Amo! – La horrenda voz de Chika volvió a sonar, esta vez acompañada por una cara de dolor. Obviamente ella no tenía la fuerza y resistencia para mantenerse ante una tarea tan monumental.

- ¡Bien! ¡LO HARÉ YO MISMO! – gritó Izuku, activando Crecimiento de Espinas para convertir la red en un muro de espinas extremadamente agudas y largas, en las cuales se clavaron todos los repollos en un instante, lo cual hizo que la red se desplomara, llena de repollos empalados.

Los sonidos de la batalla se detuvieron, y todos se giraron para ver la imagen de un Izuku muy enojado observando un ejército totalmente empalado. Los hechiceros se estaban preguntando qué clase de hechizo había utilizado, ya que ninguno pudo reconocer el efecto.


Más tarde esa tarde, en el salón del gremio…

Izuku de nuevo se encontraba totalmente confundido; aparentemente, los repollos valían un buen precio, especialmente este año tras una cosecha tan abundante, y sin mencionar que la segunda oleada que él había detenido parecía ser de mejor calidad que la primera, lo que le ganó más dinero del que el gremio podría manejar con una sola transacción.

- Amo, ¿lo hicimos bien? – preguntó Chika, por sí misma y por Liza, que parecía verse expectante ante el Druida peliverde.

- Lo hicieron fantástico. – replicó Izuku dándoles palmaditas a las dos chicas. – Las dos.

Ambas chicas disfrutaban de la atención como si fuese una droga, pues ninguna estaba acostumbrada a recibir halagos o recompensas. Tampoco ayudó que Izuku ordenó sapo frito y repollo salteado como premio para ellas.

Izuku tuvo que admitir que observar a Chika y Liza tan felices le llenaba el corazón con una sensación de logro, y sus sonrisas se sintieron como un bálsamo curativo para el dolor que le producía el mundo que lo rodeaba. Aunque deseaba que Megumin dejara de mirarlo feo cuando pensaba que no estaba viéndola.

- ¡¿QUÉ QUIERES DECIR CON QUE NO RECIBIRÉ DINERO?!

El chillido de Aqua, si bien no era tan doloroso como la voz sin filtro de Chika, todavía hizo temblar a Izuku, forzándolo a mirar a la ex-diosa mientras continuaba sacudiendo a la pobre Luna, que hacía su mejor esfuerzo para evitar que sus pechos quedaran expuestos debido al maltrato que estaba sufriendo su ropa.

Por lo que Izuku logró entender, Aqua se las arregló para atrapar mayormente lechugas, y calidad muy pobre para empeorarlo, y al ser un ingrediente poco solicitado, se le estaba ofreciendo lo que simplemente llegaba a ser una miseria por todo ese montón. Al final, se dio la vuelta para ver al joven Druida sin nada excepto furia… y entonces su cara se tornó en una linda sonrisa con ojos chispeantes.

- ¡Izuku! ¡Izuku! – le dijo Aqua en una voz que trataba de sonar linda, aproximándose al Druida como si fuese su persona favorita en el mundo.

La imagen no hacía más que enfermar a Izuku.

- ¿Cuánto conseguiste por tus repollos? – le preguntó Aqua, tratando de sonar amigable, no que Izuku no pudiese notar la avaricia en sus ojos. Después de todo, él tenía una bolsa de monedas bien llena en la mesa frente a él.

- Dos millones. – le dijo Izuku secamente, decidiendo ser honesto y decir lo que tenía a mano para poner a prueba la integridad de la diosa. No que se esperara un buen resultado de parte de ella.

El silencio se apoderó de todo el salón del gremio, y cada par de ojos se quedó fijo en el joven Druida ante la mención de la enorme cantidad de dinero en una sola bolsa. Izuku no estaba siendo totalmente honesto, sin embargo; aunque la bolsa frente a él en efecto tenía dos millones de eris, en su bolsillo tenía un vale por otros dos, lo que significaba que tendría suficiente dinero para vivir sin problemas por un buen tiempo. Sin embargo, la idea de no trabajar rápidamente se borró de su mente, pues necesitaba conseguir equipamiento para sí mismo y para sus chicas.

Y todavía tenía problemas sobre referirse a Chika y Liza como "suyas".

- Dos… dos mill… – Aqua parecía haberse quedado sin palabras, y luego trató de abrazarlo. – ¡Izuku! ¡Mi querido amigo! ¡Mi estimado, apuesto y…!

- ¿Qué es lo que quieres? – Izuku no encontró nada divertida la obvia avaricia en los ojos de la Arcipreste peliazul.

- Préstame algo de dinero. – dijo Aqua, casi exigiéndole, aunque realmente se veía desesperada.

- No. – respondió Izuku secamente, pues era obvio que no quería alimentar ningún vicio que estuviese brotando en el corazón de la egoísta diosa.

- ¡Por favor! ¡Tienes que ayudarme! – Aqua ahora estaba recurriendo al llanto, derramando lágrimas mientras se aferraba a la ropa de Izuku, haciendo tremenda escena en el salón del gremio y causando que todos empezaran a murmurar a su alrededor. – Tomé un préstamo enorme pensando que lograría un buen pago con la cosecha. ¡¿Cómo iba a saber que solo iba a atrapar asquerosas lechugas?!

- ¿Y eso cómo es mi problema? – La pregunta de Izuku le cayó como un balde de agua fría, pues sonaba como si no le importaran nada sus problemas. Izuku no tenía intención de ayudar a la diosa con sus líos, pues ella había hecho más que suficiente en contra de él y su pobre corazón como para que no quisiera desperdiciar sus esfuerzos con ella.

- P-porque… – Aqua comenzó a hablar, rápidamente mostrando una cara llena de temor y con la voz titubeante – … ya me gasté todo el dinero, y tengo que pagarlo hoy… y me lo cobrarán de cualquier manera que vean conveniente si no tengo lo suficiente…

Al terminar de explicar, Aqua se giró para ver un grupo de rufianes, uno de los cuales estaba lamiendo una daga mientras la miraba lascivamente.

Izuku suspiró, odiándose por no ser capaz de dejarla tirada aunque no mereciera ninguna compasión por su comportamiento, y especialmente después de haberle denegado la ayuda para sanar a Chika y Liza.

Un momento, ¿sanar a Chika y Liza? Eso le dio una idea.

- Está bien. Te voy a ayudar. – replicó Izuku suspirando, y sin dejar de notar que Megumin volvía a hacer un puchero; aunque bastó con un palmadita para que se calmara.

- ¡YAY! ¡Eres el mejor! – Aqua comenzó a llorar de alegría mientras extendía sus manos, obviamente esperando que Izuku le entregara su enorme bolsa de monedas. Pero en lugar de eso, Izuku les hizo un gesto a los rufianes para que se aproximaran a su mesa, para confusión de Aqua.

- No confías en ella, ¿verdad? – preguntó Megumin con una sonrisa arrogante. Cuando se les unió por primera vez, había asumido que la Arcipreste era cercana con Izuku, pero dos días bastaron para probar lo contrario. Por supuesto, a ella no le molestaría si la chica peliazul abandonaba su grupo, pues eso le daría más tiempo para pasar con el chico peliverde.

- No, en absoluto. – replicó Izuku, ganándose un chasquido de lengua por parte de Aqua, quien por supuesto se esperaba que Izuku fuera lo bastante ingenuo para entregarle la bolsa sin preguntar por una cantidad específica.

- ¿Necesitas un préstamo, niño? – preguntó el líder de los rufianes, en una voz que sonaba de negocios, aunque obviamente notó la enorme bolsa de monedas. – ¿O acaso la gran derrochadora te convenció de ayudarla con su deuda?

Izuku le lanzó una mirada fulminante a Aqua al escuchar el epíteto, preguntándose qué tan grande era el lío en que se había enredado la chica.

- No exactamente. – replicó Izuku alzando una mano, demandando ser escuchado. – Es miembro de mi equipo, así que no puedo dejar que se desaparezca ahora. Por supuesto, tampoco puedo permitir su mal hábito de derrochar dinero, así que, en lugar de pagarle su deuda, quiero comprársela.

Los rufianes y Megumin obviamente no se esperaban esa respuesta.

Izuku había leído lo suficiente para saber que este tipo de personas siempre trabajaban dentro de los límites de la ley, lo que significaba que el préstamo se daba luego de firmar un contrato mágico. Este contrato daba derechos sobre las ganancias y ahorros del aventurero hasta que la deuda fuese cubierta en su totalidad, y aunque no eran capaces de forzar a la persona a hacer cosas desagradables como robar o prostituirse, eso no impedía que la persona cayera en tales prácticas para pagar el dinero.

Y el plan de Izuku consistía en utilizar dicho contrato para forzar a Aqua a plegarse a sus demandas.

- Yo… bueno, no nos oponemos a eso… – replicó el líder luego de recuperar su voz, volviendo a su tono de negociante. – Pero debes saber que esa pequeña perra nos quitó bastante dinero, y tenemos que agregar un cargo extra por la transferencia del contrato.

- ¿Cuánto? – preguntó Izuku, ya sintiendo que se le hacía un nudo en el estómago.

- Incluyendo el costo de transferencia, y la cuota del gremio por la transacción del contrato mágico… – El líder se tomó un momento antes de darle el número. – Un millón, doscientos mil Eris.

Izuku y Megumin se quedaron congelados en el acto, al recibir el golpe de realidad ante el tamaño de la deuda. Hasta las esclavas parecían horrorizadas por el número tan grande para ser un simple préstamo.

- ¡¿Qué?! – Megumin fue la primera en recuperarse, lanzándole una mirada asesina a la Arcipreste como si el dinero hubiera salido de su propio bolsillo. – ¿Cómo? ¿En qué diablos te gastaste todo ese dinero?

- Bien, le compraré la deuda. – replicó Izuku tras unos segundos, poniéndose de pie para seguir a los rufianes a un cuarto privado en la parte trasera del gremio. – Recuperaré lo que vale mi dinero en favores antes de que termine el día de todas maneras.

Ante las palabras de Izuku, Aqua palideció, incapaz de imaginarse qué clase de favores le pediría el Druida peliverde que pudiesen valer una suma tan alta.

- ¿Por qué de pronto me siento como ganado para el matadero?

La pregunta de Aqua se quedó sin respuesta, pues Megumin se enfocó en su comida, e incluso las esclavas parecían más interesadas en mirar sus propios platos que en poner atención a la ex-diosa.

Poco sabía Aqua que el plan de Izuku incluía romper en pedazos su espíritu y su orgullo para obtener lo que deseaba.

Esta historia continuará…

Chapter 6: Un inquebrantable corazón cálido

Chapter Text

En una mesa en el Gremio de Aventureros, cierta Paladín rubia observaba cómo los eventos ocurrían a un ritmo arrollador. Solo tomó un minuto, y unas pocas y selectas palabras, pero el mundo para cierta Arcipreste de pelo azul acababa de derrumbarse y prenderse en llamas.

Todo porque cierto Druida peliverde estaba enojado.

- ¿No fui suficientemente claro? – preguntó Izuku mientras continuaba comiendo su salteado de repollo. – ¿Hay algo más que necesite explicarte?

Chika y Liza estaban seguras de que no había necesidad de explicar las cosas, pero su amo era un hombre de muy buen corazón. La forma en que Megumin sonreía con tanta burla también contribuía a la sensación de que su amo no podía estar equivocado.

- ¿Por qué? – La voz temblorosa de Aqua no hizo nada para mover el corazón del Druida, que sentía que su propuesta no solo era justa, sino una buena ganga. – ¡¿Por qué tienes que ser tan malvado?!

- ¿Malvado? – preguntó Izuku con una voz que denotaba que estaba completamente en contra de tal noción. – ¿Qué hay de malvado en mis términos?

Megumin soltó una risita, pero fuera de eso no dijo nada. La Archimaga tenía la firme idea de que el Druida se quería deshacer de esta chica tan problemática; era demasiado fácil ver que, o se quebraba y accedía a su petición para luego marcharse de pura furia, o que huía del lugar para no tener que estar cerca del Druida debido a lo duro de sus acciones.

Era un escenario ganar-ganar. Incluso el hecho de verlo conseguir lo que quería no le molestaba en absoluto.

Darkness, por su parte, no pudo contener sus propias emociones…

- ¡Esto es increíble! – gritó Darkness azotando los puños sobre su mesa mientras se ponía de pie, atrayendo la atención de todos. – Pensar que forzarías a una Arcipreste de la Orden de Axis para que fuese en contra de su diosa… – Los hombros le estaban temblando. – ¡Con la amenaza de mantenerla en toda una vida de servidumbre forzada mientras sufre de pobreza y miseria!

El temblor en su voz y brazos, aunado a la intensidad de sus palabras, hizo que Chika y Liza se tensaran, preparándose para saltar en defensa de su amo incluso sabiendo que sería imposible que derrotaran a una Paladín.

- ¡Lo sabía! ¡Era imposible que mi instinto estuviera equivocado! – Darkness casi gritaba mientras se plantaba frente al chico de pelo verde de un salto… cayendo de rodillas mientras lo agarraba de la cintura en una escena que fácilmente podría malinterpretarse. – ¡POR FAVOR! ¡DÉJAME UNIRME A TU GRUPO!

Aunque Izuku se había olvidado sobre las tendencias de la Paladín rubia, seguía sin entender qué había de malvado en su propuesta.

La propuesta en sí misma era muy simple, e incluso favorecía a la ex-diosa. Solo tenía que elegir entre utilizar su magia de restauración sagrada en Chika y Liza, o ceder el 90% de sus ganancias hasta que le hubiese pagado toda su deuda.

- Izuku no está equivocado. – habló finalmente Megumin, con una sonrisa burlona que traicionaba lo mucho que disfrutaba la idea de quedarse casi a solas con el Druida. – El templo cobra entre trescientos y quinientos mil eris por usar un hechizo de restauración completo; incluso si te cobraran al máximo, seguirías pagando menos de lo que debes. ¡Es una ganga!

Izuku asintió mientras le sonreía a la pequeña Archimaga, sin saber que de hecho le estaba haciendo las cosas todavía peores a Aqua, que estaba empezando a sollozar.

- Si… hago… eso… – comenzó a decir Aqua entre sollozos – … mis preciosos… seguidores… perderán… ¡la fe!

A Izuku no le gustaba hacer una escena, pero no iba a retractarse de su plan. Recibiría compensación por la deuda, de una manera u otra.

- Creo que aún necesitas espacio para tomar una decisión, así que… – Izuku comenzó a levantarse, habiendo terminado de comerse su cena, y asegurándose que sus chicas también habían terminado. – Iremos de compras mientras tú piensas en lo que harás.

Las palabras de Izuku iban dirigidas a Chika, Liza y Megumin, las cuales sonrieron ante la idea de recibir regalos del joven Druida… y fue entonces que Izuku notó que no podía caminar.

Darkness todavía se aferraba a él como un borracho a una botella.

- Me vas a incluir en el grupo, ¿verdad? – preguntó Darkness con ojos esperanzados, esforzándose mucho por ser aceptada… y entonces se encontró de repente envuelta entre los látigos de vides de Izuku.

- Lo siento. – replicó Izuku apartando a la Paladín, ya que le era imposible levantarla incluso con una palanca mayor. – Solo se aceptan miembros útiles en el grupo.

Por un momento, solo un momento, Darkness creyó que finalmente conseguiría lo que deseaba. Se lo estaba imaginando, siendo despojada de su ropa humilladamente, golpeada a latigazos por ser tan insistente… ¡tal vez incluso con unos látigos en los que crecían esas hermosas espinas!

- Y ya que no eres miembro de este grupo, no puedes venir.

Las palabras de Izuku eran calmadas, incluso amables, dejando a la Paladín a un lado y a poca distancia de él. Aunque no retrajo las vides, simplemente las cortó, dejando a la rubia masoquista amarrada en ese lugar.

Darkness se había quedado sin habla. Era la primera vez que conocía a alguien que la trataba con tal cordialidad, aparte de su padre. Su shock fue tan grande que no pudo reaccionar hasta después que Izuku, Megumin, y sus esclavas habían abandonado el gremio.

- ¡Así no es como se usa un látigo! – espetó finalmente Darkness, incapaz de decidir si era un acto de amabilidad, o la manera del druida para torturarla. – ¡Ni siquiera usaste espinas!


Un poco después, con uno de los herreros locales…

- ¡¿E-está bien p-para Chika tener esto?! – Los susurros rasposos de la harpía negra no hacían nada para ocultar su sorpresa y deleite, pues nunca en su vida había tenido nada propio, y ahora no solo tenía algo de ropa bonita, sino también armadura. – ¿No es demasiado cara solo para Chika?

Izuku no pudo evitar reírse por lo feliz que se veía Chika. También le ponía un poco triste saber que algo tan simple le resultara como una razón para celebrar… y tampoco sabía que para un esclavo recibir armadura era una declaración de ser considerado un tesoro.

Aun así, Chika continuaba mirando las piezas de armadura que habían sido añadidas a su atuendo. Un peto que cubría sus senos y espalda, pero no le impedía la flexibilidad de su abdomen; musleras que cubrían la parte externa de sus piernas desde la cintura hasta las rodillas, aseguradas firmemente por un cinturón apretado, todo esto hecho de cuero reforzado, superpuesto apropiadamente para maximizar la protección sin sacrificar nada de agilidad o movilidad, y para cuando llegase el momento, la capacidad de vuelo.

- No te preocupes por eso, Chika. Quiero que estés a salvo tanto como sea posible; aunque dicho eso, prefiero que esquives las cosas que puedan lastimarte en vez de poner a prueba la durabilidad de esa armadura. – replicó Izuku con una sonrisa, mostrando lo mucho que se preocupaba por la harpía. Luego se volvió hacia la chica cocodrilo. – ¿Qué hay de ti, Liza?

Mientras ella flexionaba su cuerpo para probar la movilidad de su nueva armadura, la chica cocodrilo dio un asentimiento de aprobación. Sus músculos y escamas eran lo bastante duros como para servir de armadura contra la mayoría de las armas punzocortantes, y la mayoría de las bestias comunes allá afuera, y aun así, Izuku le compró armadura hecha de piel animal solo para ella.

La piel endurecida, superpuesta con los abrigos espesos hechos con el pelaje de las bestias de las cuales estaban hechos, proveían una excelente protección contra impactos contundentes, y una capa extra de defensa contra golpes perforadores. Izuku sabía muy bien que Liza no estaba exactamente bien familiarizada con la evasión, por lo que asumió que cubrir esas debilidades era una necesidad obligatoria.

Lo único que no sabía de si sentirse agradecido o no, era el hecho de que ninguna de las dos era lo bastante habilidosa para usar un arma.

- ¿Seguro que necesito esto? – preguntó Megumin probando la única pieza de equipamiento que Izuku le había comprado. – Sigo pensando que solo necesito bastones y accesorios…

Izuku le había comprado unas suelas especiales y unas grebas para las pantorrillas, diseñadas para colocarse encima de sus propias botas. No era que se le vieran feas, pero el contraste con el resto de su atuendo era bastante obvio.

- Lo último que necesito es que te resbales mientras invocas el hechizo, o mientras estás huyendo en un escenario donde no puedas invocar. – explicó Izuku pacientemente. – Además, ¿qué pasaría si una serpiente te muerde los pies mientras no puedes moverte?

- ¡¿Por qué tuviste que sacar ese tema?! – respondió Megumin casi gritando, inmediatamente recordando las historias de magos poderosos que fueron derrotados por culpa de plagas comunes por no llevar protección en los pies. – Ahora voy a tener pesadillas…

Al terminar, la pequeña Archimaga le dio la espalda al Druida peliverde, haciendo su mejor esfuerzo por ocultar su sonrisita y mejillas en tono carmesí. La atención y cuidado que el chico le daba era demasiado deleite para ignorarla… aunque seguía molestándole un poco que fuese igual de atento y amable con las esclavas.

Izuku se rio un poco por sus palabras, sabiendo muy bien que esos peligros podían fácilmente contrarrestarse con sus habilidades. Con su reciente conquista contra ese ejército de repollos, había aprendido algunas habilidades extras:

Analizar Plantas: La habilidad le permitía entender las propiedades y funcionamientos de cualquier planta que consumiera o tocara por treinta minutos.

Modificar Plantas: La habilidad le permitía añadir o remover propiedades a cualquier planta que tocara por una hora, o seleccionar las propiedades de plantas que hubiese creado.

Había planeado mejorar un poco sus habilidades, añadiendo propiedades a las vides, espinas y bayas; y el resto de puntos por supuesto se gastaron en mejorar sus habilidades pasivas.

- ¿El amo no va a comprar armadura? – preguntó repentinamente Chika, mirando al joven druida con preocupación. – ¡El amo también necesita protección!

Los murmullos rasposos de Chika fueron seguidos por un ala temblorosa señalando un enorme conjunto de armadura de metal; obviamente ella quería que él estuviera tan seguro como le fuera posible. El asentimiento furioso de Liza pareció confirmar eso también.

- Sí planeo conseguirme algo de armadura… – replicó Izuku, tratando de hacer sentir mejor a las chicas, pues incluso parecía que Megumin quería verlo con algún tipo de equipo protector. – Pero el metal… bueno…

Izuku se quedó sin palabras. Simplemente no se imaginaba poniéndose encima tal cantidad tan masiva de metal, y aun así, temía que su piel de cortezas pudiese terminar fallándole en el momento más crítico.

- ¡Oh, cierto! – interrumpió Megumin de repente. – Los Druidas no pueden usar equipamiento de metal. Tal vez quieras chequear armaduras de cuero o escamas.

La intervención de Megumin le ganó otra palmadita en la cabeza de parte del adolescente peliverde.

- De hecho… – Izuku comenzó su respuesta con una sonrisa, y tal vez algo de curiosidad en los ojos – … me gustaría encontrar algo con Madera o Zarzas de Hierro.

Las últimas palabras fueron dirigidas al herrero, que no parecía muy feliz en absoluto…

- ¿Te parece que soy un carpintero? – Las palabras del hombre alto y calvo fueron bastante frías, aunque no por cuestiones del dinero que había conseguido por vender armadura para un par de esclavas semihumanas.


Fuera de una tienda de aspecto extraño, algún tiempo después…

Izuku y las chicas se quedaron viendo la tienda con algo de escepticismo.

Tras preguntar alrededor a los herreros y tenderos de la calle principal del pueblo, había conseguido algunas direcciones hacia esta tienda algo apartada. Según los rumores, la dueña era una mujer bien conocida por comprar prácticamente cualquier cosa fuera de lo ordinario, aunque fuese inútil, lo cual incluía equipamiento y objetos mágicos raros.

- No creo que encontremos un conjunto completo de armadura aquí… – declaró Megumin mientras observaba a través de la enorme ventana, viendo un montón de cachivaches y objetos de aspecto bastante mundano. – Aunque puedo ver algunos bastones y orbes allí dentro.

- Está bien, no necesito una armadura completa. – replicó Izuku inmediatamente, mientras abría la puerta de la tienda. – Conseguirte algunos accesorios tal vez sea una buena idea.

- ¿Qué quieres decir con…? – La pregunta de Megumin rápidamente fue olvidada por su inmaduramente, pues esta se prendió en llamas por un pensamiento repentino. – ¡Espera! ¡¿Accesorios?! ¡¿Como un anillo?!

- ¿Por qué saltas directamente a un anillo? – preguntó Izuku mientras entraba y mantenía la puerta abierta para Megumin y las esclavas. – ¿Estás tratando de decirme algo?

Izuku había decidido provocar a la pequeña Archimaga, no porque buscara incitarle alguna reacción, sino porque sabía que, presionándole esos botones, sería ella la que se pondría más a la defensiva y pospondría cualquier cosa que involucrase romance.

- Los anillos son cómodos y fáciles de llevar. – replicó Megumin con un rubor carmesí. – ¡No te hagas ideas erróneas!

Antes que Izuku pudiese decir algo para calmar a su pequeña compañera, oyeron pasos desde atrás, más adentro en la tienda.

- ¡Hola! – Una mujer joven y hermosa apareció desde detrás de una cortina que sería como una especie de puerta hacia la parte trasera de la tienda. – ¿Puedo ayudarles en algo?

La joven mujer tenía un rostro que irradiaba amabilidad, ojos cafés que parecían irradiar esperanzas y sueños, una sonrisa encantadora, una larga cabellera castaña que caía todo el camino hasta la parte inferior de su espalda con unos mechones sobre sus hombros, y una pequeña porción cubriendo su ojo derecho. El mechón alzado encima de su cabeza parecía darle un aura adorable, lo que contrastaba con lo sexy que la hacían ver sus enormes senos.

Izuku se aseguró de mantener los ojos en su rostro lo más que le fuera posible, aunque no era que no hubiese notado su… túnica púrpura con encajes amarillos.

- Sí. – logró responder Izuku, aunque la voz le flaqueaba lo suficiente como para que Megumin hiciera un puchero. – Estamos buscando algunos accesorios mágicos, y objetos hechos de Madera o Zarzas de Hierro.

- Bueno, si esperas encontrar algo hecho de Madera de Hierro… – comenzó a hablar la hermosa mujer, pero se detuvo abruptamente cuando sus ojos se fijaron en las chicas semihumanas…

Especialmente en Chika.

- ¡ES UNA HARPÍA NEGRA! – exclamó de repente la mujer, aunque no sonaba molesta o asustada.

- ¡EEEKKKKK! – El grito de terror de Chika fue tan terrible que Megumin cayó de rodillas, tapándose las orejas, e incluso una de las ventanas se agrietó, pero nada de eso parecía molestar a la ahora emocionada mujer.

Izuku se había quedado congelado por la repentina reacción, especialmente cuando la harpía saltó detrás de él en busca de protección… lo que tuvo la inesperada consecuencia de hacer que la hermosa mujer se le acercara demasiado para su confort.

- ¡Esas plumas son preciosas! ¡Harán accesorios y abrigos increíbles! – comenzó a hablar la mujer, asustando al Druida peliverde y haciendo que Chika temblara de horror ante la idea de que le arrancaran sus plumas. – Por favor, tienes que vendérmelas… cuando se caigan por muda de plumaje, por supuesto.

- Por favor… – Izuku apenas podía hablar. – Un poco de espacio…

La petición de Izuku vino a la luz de tener a una mujer tan hermosa casi encima de él, algo para lo cual no estaba listo. Afortunadamente, Liza actuó rápido para agarrar a la mujer por el cuello de su túnica, levantándola y alejándola un par de metros.

- Gracias, Liza. – Las palabras de Izuku bastaron para que la chica cocodrilo meneara la cola de obvia felicidad, aunque su rostro permaneciera estoico como siempre. – ¿Ya podemos hablar de negocios, señorita…?

Lejos de sentirse enojada por ese repentino trato, la hermosa mujer sonrió tan radiante que Megumin no pudo evitar endurecer aún más su cara de puchero.

- Claro, lo siento. – se disculpó rápidamente por su brusquedad con una profunda reverencia… dejándole muy claro a Izuku que los sostenes no debían existir en este mundo. – Mi nombre es Wiz, ¡bienvenidos a mi tienda de magia!


Entretanto, en el salón del gremio…

- Esto es increíble… – murmuró Darkness mientras observaba a la Arcipreste atravesar varias etapas de pánico y desesperación. – Hacerla sufrir de este modo… incluso desde la distancia…

Lo primero que Aqua intentó hacer cuando Izuku había abandonado el gremio, fue aproximarse a los prestamistas para pedirles más dinero… y tuvo que averiguar de la manera difícil que no podría pedir un nuevo préstamo hasta que el anterior hubiese sido pagado en su totalidad.

- Le robó su orgullo y su dignidad totalmente… – continuó murmurando Darkness mientras observaba a la chica peliazul chillar en absoluta desesperación. – Las lágrimas… los sollozos…

El segundo intento de Aqua fue llamar a la totalidad de su secta, sin molestarse en ocultar que era la verdadera diosa del culto de Axis… aunque todos a su alrededor la vieron como si estuviese totalmente loca.

Luego de recitar un encantamiento larguísimo, y de desperdiciar una cantidad masiva de maná, se dio la vuelta hacia el sacerdote más cercano que pudo ver. Con una sonrisa radiante, y la confianza de ser una figura divina, exigió ayuda monetaria para ser librada de sus tribulaciones… y se encontró con el hecho de que su religión contaba con la menor cantidad de seguidores, y por lo tanto, de menos sacerdotes activos.

El sacerdote de Eris le dio una reprimenda por llamarse a sí misma una diosa, pero aun así le dejó un par de monedas como muestra de benevolencia.

- ¡Ya no puedo soportarlo! – gritó finalmente Darkness mientras azotaba las manos sobre la mesa. – ¡NECESITO ESTAR EN SU GRUPO!

Mientras Darkness estaba… soñando despierta… sobre las posibilidades de estar en el grupo de cierto Druida de pelo verde, Aqua se había ido a la recepción para un movimiento desesperado.

- ¡TIENE QUE HABER ALGUNA MISIÓN FÁCIL Y RÁPIDA QUE OTORGUE UN MILLÓN DE ERIS! – chilló Aqua mientras jalaba el vestido de Luna, para susto de la recepcionista, y absoluto deleite de los aventureros masculinos. – ¡TIENE QUE HABERLA! ¡NO HAY FORMA DE QUE ME CONVIERTA EN ESCLAVA DE ESE SIMPLÓN!

- ¡Por favor cálmate! – Luna hacía su mejor esfuerzo por mantenerse educada, apelando a todos sus años de lidiar con aventureros extraños. – Lo más que puedo ofrecerte son misiones de búsqueda, o si consigues suficientes miembros en tu equipo, una cacería de sapos gigantes.

La respuesta de Luna solo hizo que la ex-diosa derramara más lágrimas, pues sabía que le sería imposible ganar más dinero de esa manera.

Las misiones de búsqueda, de las que se podían hacer en solitario, rara vez otorgaban más de cien eris luego de completarse, y aunque las recompensas por sapos gigantes llegaban a los miles, cazar tales presas requería un equipo completo, lo que significaba dividir el dinero entre todos, y por tanto iba en detrimento de sus necesidades.

- Aqua… – la llamó Darkness, colocándole una mano a la desesperada ex-diosa en el hombro, atrayendo su atención. – Hay dos formas de que salgas de este predicamento.

- ¿E-en serio? – preguntó Aqua, llena de lágrimas esperanzadas.

- Sí, en efecto. – replicó Darkness con un rostro serio. – Pero para revelártelas, necesito que me registres en tu equipo.


Luego de una hora…

Izuku y su grupo entraron al salón del gremio con sonrisas de satisfacción y nuevos objetos. Megumin se veía bastante orgullosa de su nuevo collar, un objeto encantado que le ayudaba a recuperar su maná a un ritmo más acelerado… del cinco por ciento, mientras que Izuku sujetaba un bastón para caminar hecho de una madera bastante brillante.

Al menos, había descubierto que cualquier cosa llamada "Madera de Hierro" era falsa, pues solamente se podía trabajar con las cortezas y zarzas.

Junto con el bastón, había adquirido también ropas nuevas. Unas botas de cuero, pantalones de seda y una túnica verde cubiertas por una capa con capucha de aspecto cómodo, hecha de cierta tela de elfo que la dueña de la tienda, Wiz, no recordaba su nombre. No era barata, pero Izuku se vio atraído al instante por el hermoso y vibrante color verde, y cómo emitía un resplandor esmeralda cuando la luz la golpeaba en los lugares correctos.

No estaba diseñada para el sigilo, supuso, pero sí iba con su personalidad y rol como Druida, que él no veía la necesidad de ocultar.

- Bueno, eso resultó bien. – dijo Izuku mientras él y sus acompañantes se dirigían hacia su mesa.

- Ciertamente fue un buen viaje de compras. – añadió Megumin mientras acariciaba su nueva pieza de joyería. Podría haber conseguido un anillo, pero la idea la hacía sonrojarse tan profusamente, que estaba segura de que se desmayaría si Izuku llegaba a ponerle el artefacto de metal en el dedo.

- ¡El amo se ve muy guapo! – añadió Chika con sus susurros rasposos, secundada por un asentimiento furioso de parte de Liza.

- ¿Eso creen? – preguntó Izuku rascándose detrás de la cabeza, claramente sonrojado por los halagos, hasta que sintió las miradas penetrantes, y ninguna de ellas provenía de la pequeña archimaga. – ¿Por qué todo mundo nos está mirando raro?

- Tienes un par de esclavas con armadura efectiva. – replicó Megumin con una sonrisa, obviamente disfrutando un poco de ver a Izuku preocupado. – ¿Qué más te esperabas?

Megumin había decidido no detener a Izuku en su empresa de asegurarse que las semihumanas estuviesen sanas y felices; sabía que podría tener éxito o fracasar, y tendría que depender de ella después. Los semihumanos eran esclavos por una razón, y por mucho que le doliera al joven Druida, no podría cambiar las mentalidades de la gente tras tantos siglos de cultura arraigada.

Izuku, por su parte, no quería darse por vencido. Para él, los semihumanos seguían siendo personas, y podían aprender a serlo sin necesidad de entrar en conflicto con los humanos, o las otras razas favorecidas. Y si eso no ocurría de manera natural, se imaginó que después de derrotar al Rey Demonio podría pedir su propia nación, o una pequeña isla donde pudiesen vivir poblaciones de semihumanos.

- Lo que sea. – dijo finalmente Izuku encogiéndose de hombros. – Hora de ganar dinero.

Caminando hacia su mesa, a paso deliberadamente lento, aún podían ver a Aqua y a la Paladín sentadas allí; una con los ojos llenos de lágrimas, y la otra con una expresión serena… como si acabara de obtener algo que quería.

- ¿Por qué sigues aquí? – preguntó Megumin a la rubia, sorprendida de que fuese alguien tan testaruda. Tampoco se le escapó que Chika se escondía detrás de la espalda de Izuku, mucho menos que el chico adoptaba una postura protectora.

- Bueno… – Darkness se rascó la barbilla con una sonrisa tímida. – Nadie me ha echado todavía, así que…

Aqua entretanto deseaba estrangular a la Paladín. No solo pertenecía a una religión diferente, ¡sino que la había engañado!

- Supongo que no es un crimen sentarse en una mesa dentro del gremio… – declaró Izuku, manteniendo su postura defensiva enfrente de Chika, mientras le sonreía a Liza, que había tomado una posición lista para proteger a la pequeña archimaga. – En tanto puedas actuar de manera civilizada con mis queridas amigas, no te voy a exigir que te vayas.

Aqua parecía al borde de un colapso mental. Efectivamente, Darkness le había dado sugerencias para pagarle la deuda, pero ambas eran malas. Por un lado, le explicó que pedir una sala privada para llevar a cabo el hechizo de restauración salvaría su reputación, y a la vez cumpliría las condiciones de su contrato, aunque eso implicaba pagar una cuota por la sala. ¿La segunda sugerencia? Ponerle precio a su dignidad y ver si alguno de los hombres estaba dispuesto a pagar… o tal vez muchos de ellos.

- Entonces… – La voz de Izuku sacó de su trance a la Arcipreste peliazul, haciendo que se le enchinara la piel por lo amable y preocupado que sonaba, por lo enfermizo que era que su erróneo sentido de la justicia llenara todo el salón. – ¿Ya tomaste una decisión?

Aqua era plenamente consciente de que las palabras iban dirigidas a ella; pero también sabía que ahora tenía que decidir entre traicionar a sus seguidores, o poner su trasero a trabajar…

- ¡De acuerdo! – gritó finalmente Aqua, haciendo que Izuku y Megumin retrocedieran. – Solo tengo que restaurar a estas dos, ¿verdad? Nada de teatros o humillaciones públicas, ¿verdad? ¡Puede ser incluso una sola invocación mientras las dos queden restauradas, ¿VERDAD?!

- Sí… – replicó Izuku tras un momento para recobrar la compostura. – Pero estás haciendo una escena.

- ¡BIEN! – gritó de nuevo Aqua, y entonces hizo aparecer su bastón en su mano. Ahora su tela sagrada era fácil de ver gracias a su hermoso brillo, y apuntó con su bastón hacia las esclavas. – ¡Restauración Total Sagrada!

El hechizo fue lanzado sin ninguna fanfarria ni discurso especial; Aqua solo quería salir de ello y seguir adelante para conseguir dinero para sus… necesidades.

Aunque Izuku podía ver que la ex-diosa no quería cumplir, los efectos del hechizo fueron claros y se manifestaron rápidamente. Chika y Liza fueron rodeadas por la luz, y rápidamente, sus cuerpos fueron restaurados.

- ¿Uwo? – Chika estaba totalmente confundida de ver cómo sus garras de pulgares volvían a crecer donde se doblaban sus alas, como si estuvieran destinadas para ser usadas como pulgares humanos contra el ala para agarrar cosas… y entonces sintió que algo crecía por debajo de su espalda. – ¡EEEEEPPPPPP!

Un apéndice extra brotó desde la parte inferior de la espalda de la harpía negra, y rápidamente se vio cubierto por nuevas plumas, formando una hermosa cola negra. Chika comenzó a dar vueltas tratando de echar un mejor vistazo a su nueva extremidad, dejando salir sonidos adorables que reflejaban su curiosidad y maravilla, especialmente cuando la cola tembló y empezó a moverse.

Liza fue menos obvia. Solamente sacó su recién formada lengua, usándola para limpiarse los dientes.

- Mí… hablar… – Liza trató de usar su voz, con obvio esfuerzo luego del largo tiempo que pasó sin ella. – ¡Otra vez!

Izuku sabiamente decidió no mencionar lo primitivo que sonaba su forma de hablar, en lugar de eso optando por asentir dándole una sonrisa de ánimo.

- Bueno, ¡lo hiciste! – le dijo Izuku a la peliazul, enseñándole tanto su sonrisa como el pergamino mágico. – El contrato está cumplido; ya no hay más deuda para ti.

Al terminar de decir las palabras, el contrato mágico se prendió en llamas azules, ardiendo hasta convertirse en cenizas, y sin quemar absolutamente nada más. Aqua ya estaba libre, pero se sentía algo sucia…

- Esto no es justo… – murmuró Aqua, apenas lo bastante fuerte para que quienes estaban cerca la oyeran. – No deberían haberme hecho pasar por esto…

Al terminar, alguien colocó una botella frente a su cara. Aqua parpadeó un par de veces, incapaz de creer lo que veían sus ojos ante la vista que le agraciaba. ¡Era el vino fino en el cual había gastado todo aquel dinero!

- Ten, una pequeña muestra de gratitud. – dijo Izuku, sonriendo como el idiota amable que era, con una Megumin haciendo pucheros a su lado, y las dos semihumanas mirando a su amo como si él fuese el verdadero dios en la habitación. – Una diosa benevolente siempre debería usar sus poderes para mejorar la vida de los demás, sanar a los heridos y a los enfermos, y detener las injusticias dondequiera que ocurran. Si recuerdas esto, me aseguraré de recordar darte ofrendas apropiadas a cambio.

Aqua rápidamente abrazó la botella, con lágrimas cayendo a chorros de sus ojos denotando lo mucho que amaba este regalo, y el miedo de que se lo fuesen a arrebatar por un capricho.

- Más te vale que te comes tu tiempo en bebértelo. – le dijo Megumin rápidamente, acariciándose su collar para recordarse a sí misma que tenía un regalo mucho mejor. – Fue bastante caro.

Aqua sabía muy bien lo costoso que era. Sangre de Undine, ese era el nombre del vino, no solo era exquisito, sino difícil de conseguir, y muy caro…

- Lo sé, ¿de acuerdo? – dijo Izuku con una risita, todavía considerando que valía el precio si eso ponía a la diosa en el camino correcto. – Quiero decir, ¿dos mil eris por un vino hecho de bayas aqua?

Aqua se quedó estupefacta al oír esas palabras…

- Dos… – La voz de Aqua no fue capaz de transmitir el sonido de la jaqueca que se formaba en su cabeza. ¡Ese precio no podía estar bien! – ¿Dos… mil?

- Como dije, muy caro. – replicó Megumin, sin notar la cara de decepción en la Arcipreste. – Tus bayas fértiles son mucho mejores que las bayas aqua; deberías hacer vino con ellas.

Mientras Megumin le dirigía sus palabras a un ahora pensativo Druida, Aqua comenzó a preguntarse por qué le creyó al mercader cuando le dijo que el precio por cada botella era de doscientos mil eris… y finalmente entendió que todas sus tribulaciones habían sido causadas por cinco botellas de vino que le vendieron a sobreprecio.

- ¡Discúlpenme! – La voz de Luna interrumpió la conversación, haciendo que todos vieran a la voluptuosa recepcionista. – No pude evitar notar que su grupo acaba de utilizar un hechizo sagrado de muy alto nivel…

Por primera vez desde que se conocieron, Izuku y Aqua compartieron el mismo miedo; por un momento, ambos creyeron que los iba a convocar algún comité inquisitorial para responder por usar magia sagrada para restaurar a unas semihumanas… por supuesto que Izuku estaba más que listo para escapar con Megumin y sus chicas.

Un momento… ¿sus chicas?

- Recientemente se colocó una misión que es urgente, pero nadie parece querer tomarla. – comenzó a explicar Luna, fallando en notar cómo el grupo parecía relajarse ante sus palabras. – Ha habido reportes de luces extrañas que aparecen en el cementerio; no ha pasado nada malo todavía y no hay evidencia de que se esté haciendo necromancia durante las horas del día. Sin embargo, los nobles menores y mercaderes se están sintiendo nerviosos, y han exigido que un equipo de investigación sea formado y enviado al lugar.

Miradas confusas fueron dirigidas a la recepcionista, que fácilmente pudo adivinar que nadie en el grupo podía saber por qué habló con ellos en primer lugar. Honestamente, ella esperaba que mordieran el anzuelo y fuesen los primeros en chequear el sitio; si no pasaba nada malo, eso sería todo, pero si terminaban perdidos en acción, eso sería útil para pedir a la guardia real que interviniera.

- La recompensa actual es de un millón de eris por chequear el sitio y reportar la razón de este fenómeno. – explicó a medias Luna, pero rápidamente cambió de engranajes al notar que el Druida le lanzaba una mirada suspicaz. – También, el gremio está dispuesto a pagar extra, dependiendo de qué clase de peligros enfrenten durante la expedición.


Aquella noche más tarde, en el cementerio…

No fue una sorpresa que Aqua aceptara la petición tan fácilmente, una vez que se supo la recompensa. Mucho menos que quería guardarse la mayor parte para sí misma. Izuku tuvo que admitir que al menos tenía una explicación para su demanda… un poco débil, pero era una explicación después de todo.

- Esto no tiene sentido. – expresó finalmente Izuku, echando una mirada en la dirección de la Arcipreste peliazul.

- ¡Claro que sí! – bufó Aqua, ya recuperada totalmente de su previa humillación. – ¡Si esto es el resultado de necromancia o de algún no-muerto que anda rondando, yo haré todo el trabajo!

Aqua estaba tratando de mantenerse fuerte, pero la mirada seca en las caras de sus compañeros le resultaba inquietante.

- Por supuesto que les voy a dar una porción de la recompensa solo por escoltarme… – Aqua comenzó a sentirse intimidada por sus miradas. – Y, si por alguna razón es otra cosa… bueno… la dividiremos equitativamente como siempre…

Aqua estaba casi al borde de las lágrimas mientras continuaban las miradas.

- Lo que nuestro líder quiso decir… – comenzó a hablar Megumin, sacándole una reacción de sobresalto a la peliazul.

- ¡¿De aquí a cuándo se volvió nuestro líder?! – gritó Aqua, aunque fue totalmente ignorada mientras Megumin continuaba.

- … es ¿qué estás haciendo TÚ aquí? – terminó de decir Megumin, apuntando su diminuto dedo hacia cierta Paladín rubia.

- Como una Paladín de Eris, no puedo ignorar tales declaraciones sobre una tierra santa. – Darkness había respondido como una caballeresa dispuesta a cumplir con su deber… solo para terminar quebrándose ante las miradas de los miembros del grupo. – Además… Aqua me registró como miembro oficial de su grupo. ¡Es un placer formar parte de su equipo!

- No creo que el amo lo apruebe… – dijo Chika suavemente, mirando a la Paladín con cautela.

- Cabello azul… boba… – agregó Liza, obviamente sin miedo de hacer valer su propia opinión.

- ¡Nadie les preguntó! – gritó Aqua dándole una patada en la pierna a la chica cocodrilo… solo para descubrir por la mala que dicha pierna era más dura que las tumbas de piedra que los rodeaban. – ¡AYAYAY!

- Bien, puedes quedarte. – dijo Izuku suspirando con cansancio, entendiendo que no les haría ningún favor iniciar una discusión en medio de una misión. Sin embargo, se posicionó quedando en medio de Darkness y el trío de Megumin, Chika y Liza. – Mientras no trates de lastimar a quienes son importantes para mí.

Megumin no pudo evitar sonrojarse por la inclusión de su persona entre quienes eran importantes para Izuku. Decidió que podía vivir con las semihumanas incluidas; después de todo era muy común para nobles y héroes tener múltiples compañeras.

- No se preocupen, como miembros de mi equipo, es mi deber protegerlos a todos y evitar que sean heridos. No importa lo humillante para mí que sea tener que proteger a una enemiga de mi diosa… o a una pagana que ni siquiera habla de su nombre con respeto… – El discurso de Darkness rápidamente se fue deteriorando, y pronto estaba temblando en expectativa de cosas pervertidas que le vendrían. – Por supuesto… eres libre de recordarme mi lugar con esos sexys látigos espinosos tuyos…

Mientras Darkness continuaba hablando sin parar de cosas pervertidas, y Aqua chillaba sobre haberse roto un dedo del pie y bárbaros hechos de acero, Izuku hizo aparecer unas vides, y rápidamente, las utilizó para cerrarles las bocas a las dos que no paraban de hablar. Instantáneamente se quedaron congeladas por la mirada seria de sus ojos.

- ¡Cállense ustedes dos! – las regañó Izuku en voz baja. – Algo está pasando.

Justo cuando Izuku terminó de hablar, el resto del grupo comenzó a notar un cambio en la atmósfera… a la vez que se escuchaban unos cánticos.

Oh, espíritus de aquellos que no pudieron pasar al más allá. Almas perdidas de aquellos que murieron antes de su tiempo…

La voz era poderosa, pero gentil. Algo era seguro: definitivamente era de una mujer.

- Hay mucho maná en el aire… – reportó Izuku mientras comenzaba a caminar hacia la voz, dando pasos con mucho cuidado para evitar poner a su equipo en peligro innecesario. – ¿Megumin?

Atiendan mi llamado y escuchen mi voz. Busquen la luz y entren por las puertas de la eternidad…

La voz continuaba recitando el cántico, y círculos mágicos se hacían visibles en el aire encima de un obelisco que parecía marcar el mero centro del cementerio.

- Sin duda es un hechizo. Y de muy alto nivel… – replicó Megumin enfocándose en el encantamiento que recitaba la voz. – Pero no es un hechizo de ataque.

Al acercarse más, el obelisco se volvió perfectamente visible, igual que la mujer que estaba terminando de recitar su hechizo.

- ¡Liberación de Almas! ¡EXPULSA!

Al terminar el encantamiento, el círculo en el aire se volvió realmente brillante, y entonces un círculo másico en el suelo resonó junto con él. Docenas de almas se hicieron visibles al ojo normal gracias al hechizo, y todas ellas volaron rápidamente a través del círculo, como si ascendieran hacia el cielo.

Izuku finalmente reconoció a la invocadora.

- ¡¿Wiz?!

El repentino arrebato de Izuku atrajo la atención de la mujer, que al instante miró al grupo reunido de aventureros.

Por solo un momento, parecía que estaba a punto de estallar una gran confrontación. El hechizo del que habían sido testigos era parte de la escuela de magia de la Necromancia, y había sido de nivel bastante algo, lo que significaba que, por todos los indicios, la mujer frente a ellos tenía que ser una Nigromante. Eso por sí solo sería suficiente para, al menos, ameritar una visita del comité inquisitorial local.

- ¡Ah! ¡Izuku y Megumin! – los saludó Wiz una vez que reconoció a dos de los aventureros en el grupo, caminando felizmente hacia ellos sin ningún signo de estar en guardia, o incluso que les incomodara su presencia. – ¿Qué están…? ¡Oh cielos! ¡Esas plumas ahora se ven aún más hermosas!

Y de nuevo, la dueña de la tienda estaba tratando de agarrarle las plumas a la pobre harpía…

- ¡FFUUUEEEEE! – Chika se sintió aterrada, incapaz de imaginarse que ningún humano, fuera de su querido amo, le tocara su plumaje sin intenciones maliciosas, por lo que retrocedió.

- ¡No tocar! – dijo Liza, agarrando a la despistada tendera del cuello de su ropa otra vez. – ¡Solo amo poder tocar!

- ¡Pero es que son tan hermosas! ¡Tan suavecitas! – empezó a decir Wiz haciendo aspavientos con los brazos, tratando inútilmente de agarrar a la chica pájaro.

- Entonces… – Megumin fue la primera en encontrar su voz, llamando la atención de todos y sin poder ocultar su sonrisa cuando Izuku enfocó su atención en ella. – ¿Eso era todo? ¿Alguien andaba haciendo un exorcismo no solicitado?

- Así parece. – Izuku parecía igual de confuso, si bien también estaba algo aliviado, ya que no estaba seguro si sus habilidades bastarían para lidiar con una horda de no-muertos. – Pero si el cementerio necesitaba un exorcismo, ¿por qué no lo pusieron en el salón del gremio como una misión?

La pregunta de Izuku era válida, aunque la respuesta vendría de la fuente más improbable.

- De hecho… – La voz de Darkness atrajo la atención, mucha de ella – estos rituales se supone que sean llevados a cabo por los clérigos de la Iglesia de Eris de manera regular. Pero ahora que lo pienso… no hemos tenido un Exorcista apropiado desde hace casi un año…

La vergüenza en la voz de Darkness no iba cargada de placer, para variar, pues parecía que genuinamente se sentía mal de tener que reportar semejante falta de personal apropiado de su religión.

- Bueno, ya tenemos la explicación y la razón. – dijo Izuku felizmente, contento con el conocimiento de que la misión estaba completada, no había pasado nada malo, y la gente podría respirar por la noche a partir de ahora. – Podemos irnos a casa y reportarnos temprano por la mañana.

La declaración de Izuku fue recibida con asentimientos de todo el mundo… bueno, de casi todo el mundo.

- No, todavía no… – La voz de Aqua sonaba ominosa, y llena de ira. – Aún queda un exorcismo más por llevar a cabo…

- ¿Qué? ¿Por qué? – preguntó Megumin mirando alrededor, sin notar ningún cambio en el maná del ambiente que pudiese indicar que había almas en pena. – ¿Dónde están los no-muertos?

El puño de Aqua inmediatamente se cargó de su furia divina, y sus ojos prendidos en llamas estaban enfocados únicamente en la todavía inmovilizada tendera.

- ¡Justo frente a nosotros! – gritó Aqua saltándole encima a Wiz… solo para verse envuelta entre vides, lo que canceló su ataque y la dejó incapaz de siquiera forcejear. – ¡IZUKU! ¡¿POR QUÉ?!

- Solo cállate y deja los delirios. – replicó Izuku, comenzando a caminar hacia la salida del cementerio, seguido de cerca por quienes eran importantes para él, y manteniendo algo lejos a Aqua y Darkness para evitar daños a sus oídos. – Atacar a Wiz así tan de repente.

Megumin le lanzó a Izuku una mirada cuestionadora por un momento, pero tras recibir un guiño algo travieso, no pudo evitar devolvérselo. Ambos sabían perfectamente que la tendera era una no-muerta; Megumin había sentido su maná, lo antinatural que era, e Izuku se había percatado de que su corazón no latía y también de su anormal falta de calor corporal.

No sabían qué clase de no-muerta era, pero de algo estaban seguros, ella no era malvada. Y además, su tienda estaba llena de gran variedad de objetos que captaban su interés.

Esta historia continuará…

Chapter 7: Fuera de este mundo

Chapter Text

Había transcurrido un mes desde que a Chika y Liza les habían restaurado sus cuerpos, y durante ese tiempo, Izuku había dejado una gran impresión en las personas que lo habían conocido.

Gracias a su continua motivación y apoyo, Chika había aprendido a volar apropiadamente. Le tomó varios intentos aprender a maniobrar, lo que conllevó a muchos aterrizajes aparatosos y colisiones dolorosas, pero con la dirección del Druida peliverde, se las arregló para lograr lo que muchos creían que era imposible. Aun así, Izuku recibió una advertencia de Luna acerca de prohibirle a la harpía negra que volase en cualquier lugar cerca de la Iglesia de Eris.

Liza no había mostrado mucho cambio, sin embargo. La chica cocodrilo se mantenía igual de estoica que siempre, siguiendo a Izuku como una sombra, ofreciendo ayuda cuando se requería fuerza bruta, pero poco más. Sus patrones de habla habían permanecido mayormente iguales, mostrando que tenía problemas para articular ideas complejas, y a pesar de todo nunca expresó ni una sola queja. La única muestra visible de emociones solía ser cuando movía la cola, algo que Izuku lograba entender su significado básico… lo que les llevó a prevenir la muerte de un aventurero llamado Dust, quien luego de pasarse de tragos trató de ligar con ella y de echarle mano a sus enormes pechos.

Honestamente, Liza ni siquiera estaba poniendo atención, hasta que el borracho aventurero trató de agarrar cosas que solo le pertenecían a su querido amo. Allí fue cuando su cola se tensó, y cuando Izuku tuvo que interponerse entre los dos para evitar que hubiese cabezas separadas de sus cuerpos.

En cuanto a los miembros del grupo, todas habían descubierto que el Druida peliverde era un trabajador muy duro, de la variedad que pocos sabían apreciar.

- Esto no es lo que me esperaba. – suspiró Darkness al llegar a la realización de que ahora estaba atrapada. – Aunque sea exactamente lo que quería…

Cuando la Paladín pervertida se unió a este grupo, se esperaba estar del lado receptor de toda clase de maltratos y ataques. Se esperaba que Izuku fuese como cualquier otro joven de su edad, que tratara de seducirla, de usar esos hermosos látigos con espinas para atacarla hasta que le entregara su cuerpo, que la usara como un escudo vivo en el campo de batalla.

En lugar de eso, el chico era amable, cariñoso y considerado.

Le había revelado al resto del grupo su estatus como hija de nobles, y aunque estaba feliz de que dicha información no cambió las dinámicas del equipo, le irritaba que Izuku le hubiese dejado claro que dicho estatus nunca debía ser abusado. A pesar de todo, no podía abandonar el equipo.

Su sueño de ser Paladín era tan genérico como virtuoso. Quería servir y proteger a alguien de corazón puro y disposición digna de los cielos, ser el escudo de alguien que encarnase los ideales de amor, devoción y compasión. Un símbolo de la luz.

Nunca se esperó que su sueño tomaría la forma de un Druida.

- Esto es… tan injusto. – masculló Darkness, dejándose caer en su recién descubierto pasatiempo: beber cerveza.

No estaba emborrachándose, solo necesitaba adormecer un poco su mente para no tener que sufrir sus emociones en conflicto.

Izuku la había llamado "Tanque", un rol descrito como aquel que atrae y soporta las agresiones de los enemigos, haciéndolos olvidarse de que existía el resto del grupo, y de ese modo asegurando la supervivencia de todos los demás. A ella le gustaba la idea, y le encantaba la teoría detrás de dicho razonamiento, pues dicha estrategia era bastante común entre aventureros, lo que le daría bastante oportunidad a los hechiceros del grupo de hacer llover muerte sobre los monstruos, con la oportunidad de que le cayera algo de fuego amigo para su deleite.

En la práctica, sin embargo…

- Deberían dejar que los enemigos me alcancen… – murmuró Darkness antes de bajarse otro trago.

Como resultó, Izuku era un maestro estratega. Docenas de batallas habían sido ganadas haciendo que los enemigos se enfocaran primero en Darkness, y ni una sola vez un enemigo había podido hacerle un rasguño. Para su creciente molestia, Izuku se hacía cada vez mejor en despachar enormes grupos de enemigos con zarzas que brotaban desde debajo de las hordas cuando cargaban, o de restringir monstruos enormes con docenas de vides con espinas, dejando a las criaturas como objetivos perfectos para su pequeña compañera Demonio Carmesí.

Darkness todavía no había podido usar su propia espada en combate; no era que le faltaran puntos de experiencia ganada, o dinero, ya que Izuku insistía en dividir como era debido las recompensas, dejando de lado su estatus de noble.

Con todo, Darkness se dio cuenta de que por lo menos sí estaba logrando uno de sus sueños… a diferencia de su otra compañera actual.

- Me duele todo mi hermoso cuerpo… – se quejó Aqua, con alguna inútil esperanza de ser escuchada y consolada. – Estúpido Izuku. ¡¿Por qué insiste en hacerme trabajar hasta los huesos cinco días a la semana?!

Aqua había encontrado que los hábitos de trabajar duro de Izuku eran, por no decir más, inhumanos. Durante cinco días, tomaba misiones de búsqueda por las mañanas, y luego misiones de exterminación por la tarde. Ambos tipos eran por supuesto peticiones locales, siempre para ser completadas dentro de distancias razonables del pueblo, y en niveles de dificultad razonables; Los Wyverns, Grifones y Mantícoras debían ser evitados, pero las manadas de lobos gigantes, bandas de goblins, e incluso plagas que infestaran las alcantarillas sí las tomaban, para el horror de la Arcipreste peliazul.

- Bueno, no es como que él te esté obligando a ir en cada misión. – Las palabras de Darkness hicieron que la ex-diosa diera un respingo. – Te dijo hace mucho tiempo que, si era demasiado para ti, simplemente podías no ir, o buscarte un trabajo más fácil para hacer por tu cuenta.

La expresión de Aqua se tornó sombría, al recordar sus opciones actuales.

Odiaba que la arrastraran a adentrarse en cuevas, a atravesar bosques espesos, a caminar por planicies interminables, y lo peor de todo, a tener que caminar adentro del asqueroso sistema de alcantarillas. Su problema era que necesitaba el dinero para mantener su estilo de vida y sus vicios.

Se había podido permitir un cuarto en la posada, y no podía enfrentarse a la idea de volver a los establos. Esto solo era posible gracias al dinero que se ganaba a un ritmo regular. El lado negativo era que Izuku dividía las recompensas monetarias basándose en la utilidad, lo que significaba que a ella siempre le tocaba la menor cantidad de todo el grupo.

Encontrar un trabajo significaba que tendría que levantarse muy temprano en la mañana y trabajar hasta muy tarde, haciendo muy poco dinero, pero eso la mantendría lejos de tener que caminar tanto y ser expuesta al peligro, o peor todavía, a largos sermones sobre ser un miembro más activo para el grupo. Todo porque ella era muy agarrada con sus hechizos.

- ¡No voy a empezar a trabajar como una simple plebeya! – espetó Aqua, aunque sin alzar la voz. – Y no voy a desperdiciar mi magia bendiciendo a sus esclavas.

- Tampoco quisiste curar a los aldeanos heridos a quienes ayudamos en el camino de vuelta, luego de nuestra última misión. – añadió Darkness, tratando de provocar una pequeña pelea con Aqua para conseguir un insulto o dos, un hábito que había adquirido a raíz de la falta de maltrato del Druida peliverde. – O bendecirme a mí, a Megumin o a Izuku durante todas esas misiones.

- ¡Cierra la boca, tú barbárico escudo de carne! – le gritó finalmente Aqua, sacándole una sonrisa a la Paladín masoquista. – Si ese patético remedo de héroe de verdad es tan inteligente, ¿por qué no obtiene más dinero? ¡Solo es un pervertido intentando rodearse de chicas bonitas!

Detrás de su escritorio, Luna frunció el ceño por los gritos de la Arcipreste. Izuku y su equipo habían estado completando misiones a un ritmo alarmante, consiguiendo completar más trabajos que varios otros grupos de buena reputación juntos. Aunque se había vuelto un chisme común que el líder peliverde disfrutaba la atención de chicas jóvenes, Luna sabía que eso no era porque les estuviera arrojando dinero.

Para su gran desesperación, Izuku había comisionado una carreta de trabajo pesado.

Luna sabía que en parte eso era su culpa. El joven Druida primero había pedido algún terreno, o edificio que pudiese comprar para convertirlo en una base de operaciones, lo cual la recepcionista del gremio asumió que era para convertirlo en alguna clase de pradera de rituales druidas.

El ver su decepción cuando ella le informó que comprar tierras no era posible sin un título de nobleza, y que ser dueño de edificios estaba limitado solo a una residencia civil, o negocios aprobados por el gremio (lo que implicaba pagar muchos impuestos) le rompió el corazón a la recepcionista. Pero cuando le pidió la carreta, casi se soltó en lágrimas.

Izuku, a pesar de ganarse apodos como "Dueño de Esclavas" y "Coleccionista de Harem", se había ganado también fama por completar misiones. Esto a cambio le valió a esta rama del gremio algunos bonos bastante buenos de parte de la corona. Lo cual también significaba, para aquellos con un mínimo de intelecto y sentido común, que si se marchaba dichos bonos iban a desaparecer. Desafortunadamente, su única opción era tratar de ganar tiempo, haciendo que la construcción de la carreta se retrasara lo más que podía…

Una táctica a la que los Enanos se habían rehusado.

El hecho de que uno de los Generales del Rey Demonio se había mudado a una fortaleza no muy lejos de allí solo empeoraba las cosas. Los únicos que ahora colocaban misiones eran los eruditos, o los nobles menores más irresponsables, lo que dejaba a Izuku como la única fuente confiable para completar misiones. Una fuente que pronto estaba por desaparecer.


Entretanto…

- ¡EXPLOSIÓN!

*¡BOOM!*

En cuanto las ruinas del fuerte fueron sometidas a la magia de la pequeña Archimaga, Izuku observó el daño hecho mientras trataba de entender la ambición de Megumin. No era un deseo de destruir, ni tampoco su manera de gritar "¡Estoy aquí!"

Ella no era como Bakugou.

- ¡Eso se sintió bien! – exclamó Megumin mientras caía de espaldas, siendo atrapada inmediatamente por su enamorado de pelo verde.

Ya había aceptado la idea de que realmente le gustaba el chico, su primer amigo y líder del grupo. Se había dado cuenta que el muchacho era un prospecto demasiado bueno para dejarlo ir. Si bien no fuese convencionalmente apuesto o asquerosamente rico, era lindo, cariñoso y muy capaz de proveerle todo lo que una chica realmente necesitaba.

Sus experiencias amargas y traumáticas mientras viajaba desde su aldea hasta Axel le habían enseñado a apreciar las provisiones regulares de agua y comida, y también tener un refugio apropiado done dormir. Aunque no tenía expectativas de volverse rica y vivir rodeada de lujos, el no tener necesidades inmediatas era un salto enorme desde sus días en la academia.

- ¿Estás bien? – preguntó Izuku, con preocupación en los ojos y la voz, todo el rato mientras colocaba a su pequeña compañera para que descansara su cabeza en el regazo de él. – De verdad necesitas aumentar tus reservas de maná antes de darle más poder a tu hechizo favorito.

Megumin se rio de sus palabras, obviamente pensando que este chico adoraba estar allí para ella.

- ¿Por qué iba a hacerlo? – Megumin le lanzó su sonrisa más burlona, una acción que Izuku encontraba adorable, y ahora más que había decidido no usar más el parche en el ojo. – Tú siempre vas a estar allí para mí.

Atrás de ellos, tanto Chika como Liza parecían estar de acuerdo. Su benévolo amo siempre iba a estar allí para ellas, manteniéndolas a salvo y felices.

- Eso no lo sé. – La respuesta de Izuku tomó por sorpresa a las tres chicas. – Planeo volver a casa una vez que derrote al Rey Demonio. Y no estoy seguro si me las puedo llevar a ustedes conmigo.

El sueño de Izuku no era un secreto. El haber estado de acuerdo con la idea de Megumin sobre hacer vino con sus Bayas Fértiles llevó a un momento embarazoso, en el cual Izuku dejó salir lo mucho que lo lastimó su héroe favorito, y cómo esperaba regresar algún día para enseñarles a todos que el pequeño e inútil Izuku ahora era lo bastante fuerte para ser un héroe también.

Pero la parte de no poder llevarse a nadie con él era algo nuevo.

- ¡¿QUÉ?! – chilló Megumin, incapaz de contener su ultraje. Chika y Liza estaban visiblemente sorprendidas, aunque era más por la idea de ser dejadas atrás. – ¿Por qué?

- Porque… – Izuku parecía tener problemas para encontrar una respuesta. Ciertamente tenía aspecto de lamentar haber elegido esas palabras. – Mi hogar se encuentra… muy lejos de aquí.

El problema de Izuku no venía de que no quisiera decir la verdad. Venía de que quería explicar todo, y tener amigos a pesar de esto. La peor parte, se estaba encariñando mucho con la pequeña Archimaga, y estaba terriblemente apegado con Chika y Liza. A diferencia de otras personas de su edad en su mundo, estas tres siempre insistían en escucharlo, en apreciar su intelecto, y su deseo de mantener a todos a salvo.

Sus estrategias durante misiones de exterminación eran prueba de esto. Con Chika siendo una exploradora sorprendentemente sigilosa para reconocimiento, y Liza teniendo potencial de ser una fuente de infligir daño extraordinario, habían podido tender emboscadas y trampas, atraer a los monstruos fuera de sus territorios, y encargarse de ellos con esfuerzos y riesgos mínimos.

Se le estaba haciendo muy difícil no dejar que todos sus halagos se le subieran a la cabeza.

- ¡Chika seguirá al amo! – Chika apenas se las arregló para no subir la voz, pues la idea de ser abandonada le parecía intolerable. – ¡A dondequiera que vaya el amo, Chika estará allí con él!

Liza asintió furiosamente, pues era obvio que compartía la misma mentalidad. La harpía negra era inteligente, mucho más de lo que debería ser, y por eso sabía que terminar con otro amo era un gran no. Lo primero que pasaría si la entregaban a alguien más sería volver a sufrir mutilación, y ese era el menor de los horrores que le esperaban. Para la chica lagarto, la idea de ser abandonada y metida en una jaula fría sin comida otra vez, era más que suficiente para agarrarse de su amable amo con toda su fuerza, aunque claro que también estaba su gran amor por él.

Izuku todavía no tenía idea de los sentimientos que las chicas semihumanas estaban desarrollando por él.

- Te seguiremos hasta el fin del mundo. – Las palabras de Megumin fueron dulces, aunque algo impulsivas, y no planeaba dejarlo escapar. – Además, ¡puedes producir comida!

- ¿Me seguirán más allá de este mundo? – respondió Izuku con una sonrisa de dolor, y luego les hizo un gesto para que se sentaran a su lado. – Megumin, Chika, Liza.

Izuku dijo los nombres con toda la intención de tener su total atención. Tenía mucho que decirles.

- Yo vengo de un mundo diferente. Uno donde no existen clases de oficios, y la gente nace con poderes especiales que son como insignias de tu estatus.

El silencio que siguió a sus palabras de verdad fue muy corto, pues Megumin rápidamente soltó una risita juguetona.

- ¿Esa es tu historia? – La pregunta de Megumin no era un ataque. Sus compañeros allá en su aldea eran famosos por inventarse historias muy locas sobre sus orígenes, y era común que su gente creyera que otros harían lo mismo. – ¿Así es como explicas tu inusual magia con la naturaleza? ¿Eres un Druida de otro mundo?

Izuku no fue capaz de enfadarse porque no le creyeran; la sonrisa de aceptación de Megumin, y su obvio deleite, era muy contagiosa.

- ¡Chika le cree al amo! – La harpía negra rápidamente mostró su lealtad, aunque su fe fuese algo cuestionable. – ¡El amo es demasiado amable para este mundo!

Liza no daba ningún indicio de creerle o no creerle. La chica cocodrilo se consideraba afortunada por tener un amo tan amable, así que sus orígenes no eran importantes para ella.

- ¿Me creerían si les muestro pruebas? – La pregunta de Izuku hizo que pararan las risas, aunque Megumin todavía mantenía el brillo juguetón en sus ojos.

- ¡¿Tienes pruebas?! – La voz de Megumin denotaba que ya había hecho esto antes; quizás ella hasta habría fabricado pruebas de algunas de sus declaraciones, o habría juzgado las pruebas de sus compañeros en el pasado.

Izuku asintió, y entonces cogió la bolsa que llevaba debajo de su túnica. Sabía que decirles cosas no sería suficiente, también que enseñarles algunos cachivaches simples de su mundo fácilmente los podrían descartar como artefactos mágicos. Había solo una forma de convencer a una hechicera tan educada como Megumin…

El conocimiento del otro mundo.

- Mira, te voy a mostrar el conocimiento de mi mundo. – anunció Izuku mientras reposicionaba a la pequeña maga, haciéndola apoyarse en su pecho para que viera los objetos en sus manos.

Una libreta y una pluma. Megumin conocía los objetos; ya había usado algunos como ellos, solo que… diferentes.

La libreta estaba hecha de un material que era obviamente papel, pero la calidad de este era imposiblemente alta para algo tan mundano, y aun así, no era como el pergamino que se usaba para los libros de hechizos. La pluma, sin embargo, estaba hecha de un material que ella nunca había visto (plástico), y la punta era demasiado diminuta para absorber la tinta.

- Esta es mi libreta de Química. – comenzó Izuku, echando una palabra que inmediatamente sonó desconocida para la Archimaga, lo cual fue sorprendente por sí solo. – La Química, es la ciencia que estudia la composición de la materia, su estructura, y reacciones en…

Durante la siguiente hora, Izuku comenzó a explicarle a la Demonio Carmesí lo básico de la química, hablando sobre los bloques de la realidad, llamados átomos, y cómo se conectaban entre sí para componer toda la materia. Luego le habló sobre los estados básicos de la materia, y cómo el cambio de fase afectaba la estructura molecular de los materiales.

Megumin se quedó sin habla, al recibir palabras y conceptos que iban en contra de todos los principios mágicos que ella había memorizado toda su vida; la peor parte, mientras Izuku continuaba su larga explicación, había visto la escritura en la cual estas enseñanzas de otro mundo eran registradas, hechas con símbolos que le eran totalmente desconocidos, de manera imposible, pues estaba muy bien familiarizada con todos los lenguajes del continente, pero solo aquellos en uso y los que estaban en lenguas muertas.

Los símbolos no eran simples garabatos hechos al azar; estaban bien ordenados, hechos con cuidado, mostrando repeticiones y consistencia, más todavía pues el joven Druida había hecho traducciones en común. Estaba ante un lenguaje legítimo que nunca antes había visto, un lenguaje que NO estaba registrado en la gran biblioteca de su aldea. Conocimiento que NO estaba registrado en ninguna parte de este mundo.

Izuku tuvo que detenerse cuando estaba llegando a lo básico de la termodinámica, apenas notó que la pequeña maga le miraba la cara, con tanta atención que empezó a ponerse rojo.

- Déjame ver tu tarjeta de aventurero. – dijo Megumin casi exigiéndola.

Aunque las semihumanas se habían quedado fuera de la conversación debido a la ridícula complejidad de lo que fuera que su amo estaba diciendo, Megumin decidió hacer una prueba final.

El joven Druida podría haber encontrado la libreta en alguna clase de ruinas; podría haber sido conocimiento antiguo de una civilización perdida que estaba al lado de algún artefacto que le enseñó el lenguaje. Una cosa era tener el conocimiento, y otra muy distinta ser capaz de utilizarlo.

- Aquí tienes. – Izuku le entregó la identificación sin un ápice de duda, como si ya supiera lo que iba a pasar.

Megumin no perdió tiempo y fue directo hacia las habilidades.

Látigo de Vides – Piel de Cortezas – Baya Fértil – Luces Danzantes – Manipulación de Plantas – Crecimiento de Plantas – Crecimiento de Espinas – Análisis de Plantas – Modificación de Plantas – Forma Salvaje

Megumin parpadeó algunas veces, dejando de mirar a la tarjeta por un momento antes de volver a enfocarse en ella. Allí no había nada de los látigos espinosos, del muro de espinas, de los tentáculos de plantas o ninguna de las habilidades avanzadas que Izuku había mostrado… solo habilidades básicas.

La única explicación que a Megumin se le ocurría, era que Izuku trabajaba con una lógica diferente a la que usaban los Druidas, lo que significaba que estaba usando conocimiento no disponible para otros Druidas… conocimiento del mundo natural al cual él pertenecía… a otro mundo…

- Conviértete en un animal que no exista en este mundo. – exigió Megumin. Realmente quería creer que su enamorado era especial, en todo sentido, pero su orgullo como hechicera educada necesitaba pruebas irrefutables de este descubrimiento. Si la declaración de Izuku era real, entonces debería ser capaz de convertirse en algo que obviamente no era de este mundo, algo en lo que ningún otro Druida se podría convertir, algo que no estuviera en el bestiario del gremio.

- Seguro. – replicó Izuku con una sonrisa, y se puso de pie, dejando a la pequeña Archimaga al cuidado de la musculosa chica cocodrilo.

Izuku ya se había preparado para esto. Sabía que la habilidad Forma Salvaje sería necesaria para probar lo que decía. Sabía también que la mayoría de los animales que conocía en su mundo tenían equivalentes en este, la mayoría de los cuales se podían considerar subespecies de monstruos existentes que podría haber visto en áreas remotas, pero había un pequeño grupo de criaturas que no tenían equivalentes en el bestiario que estudió, criaturas extintas en su mundo que no se veían en absoluto como los monstruos de este mundo… bueno, algunos de ellos.

Izuku visualizó la criatura que necesitaba, recordando todo el conocimiento que tenía sobre ella, y canalizó las energías místicas hacia su cuerpo.

La transformación fue relativamente rápida, y cuando terminó, Megumin se encontró mirando a una enorme… criatura reptiliana, parada sobre sus patas traseras. Dichas patas terminaban en unas enormes garras ganchudas, una de las cuales era mucho más grande que las otras. Había plumas creciendo sobre su piel escamosa, prominentemente en su cabeza y brazos, y al final de la larga cola. La mayor parte del cuerpo, aunque obviamente escamoso y reptiliano en su naturaleza, estaba cubierto de plumas que no eran totalmente plumas, y la cabeza era muy similar a la de un dragón, solo que sin cuernos.

Izuku se había transformado en un Utahraptor.

Parecía un monstruo quimérico, pero no lo era. Porque los Druidas no se podían convertir en monstruos, especialmente no los de variedad quimérica. Eso quería decir que estaba viendo a un animal no registrado en ningún bestiario. Un animal que, por su apariencia, podría ser un depredador tan exitoso que cualquier cazador o guardabosques tendría que saber de él, y cualquier caballero desearía domar para convertirlo en su montura de guerra.

Eso quería decir que Izuku, en efecto, provenía desde otro mundo.

- ¡Amo! – gritó Liza de repente, con los ojos echando chispas de adoración. – ¡Hermoso!

Megumin solo tenía una cosa que decir.

- ¡Tienes que dejarme montarte!


Al día siguiente…

Izuku se sintió feliz por la comprensión y el apoyo que le mostró Megumin.

La pequeña Demonio Carmesí le creyó totalmente su historia, cómo solía vivir, cómo llegó a este mundo, y cómo fue a parar en la ciudad. Aunque se guardó el hecho de haber muerto en el proceso, pues no quería asustar a la archimaga o a las otras chicas, y les pidió que se guardaran el secreto de su origen. Megumin y las semihumanas estuvieron de acuerdo en ello, para su gran alivio.

Desafortunadamente para Izuku, ahora se enfrentaba a un desafío mucho mayor.

Megumin estaba demandando su conocimiento, específicamente para crear explosiones mucho más poderosas. Había estado empeñada en crear un nuevo hechizo, o al menos agregarle su propio toque a sus hechizos actuales, al punto que finalmente el Druida peliverde finalmente hizo un trato con ella. Él integraría sus conocimientos científicos a la magia de ella, y a cambio ella aprendería suficientes hechizos que pudieran ser de utilidad fuera del combate. Ella estuvo de acuerdo en aprender cinco hechizos que él elegiría.

Ahora estaban de pie en el mismo sendero montañoso, esperando que Chika regresara con su reporte.

- ¡Amo! – gritó Chika al aterrizar, haciendo que a todos les diera un respingo por su voz chirriante, antes de cambiar el tono a un murmullo más discreto. – Igual que ayer; Chika solo vio algunos esqueletos y no hay señales de ningún controlador.

Izuku asintió, feliz de descubrir que, igual que el día anterior, el fuerte no tenía humanos o criaturas que pudieran sufrir por el daño colateral.

- ¿Estás lista? – le preguntó Izuku a la Archimaga, que tenía la nariz metida en la libreta donde ella y el joven Druida habían estado trabajando la mayor parte de la noche y de la mañana, combinando su metodología con las fórmulas científicas que Izuku conocía.

El resultado final fue una ecuación monstruosa que resultaría en algo similar a una explosión, con un requerimiento de maná que solo equivalía a un tercio de lo que gastaba con sus explosiones normales.

- Lo estoy. – replicó Megumin, devolviéndole la libreta. – Solo que no estoy segura de qué nombre le voy a poner si funciona.

- Solo es un experimento. – le recordó amablemente Izuku a su compañera. – Estamos probando para ver si tu magia puede combinarse con mi ciencia.

Megumin soltó un suspiro, sabiendo que su compañero tenía razón, pero incapaz de sacudirse la sensación de que, si lograba crear algo nuevo, quería que su nombre fuese inmortalizado.

- Creo que tienes razón. – concedió finalmente Megumin, y luego sonrió cuando un nombre se formó en su mente. – Por lo menos hará un gran ruido ¡BANG!... eso servirá. Si funciona, ¡será como un Big Bang!

Izuku se congeló al oír el nombre del hechizo. Esperaba que el resultado final no tuviese nada que ver con el nombre.

Megumin cerró los ojos, posicionando su mano libre hacia el frente, y apuntando su bastón con firmeza hacia su palma abierta. La creación de un hechizo requería visualización junto con su estructuración matemática, guiar el maná para llenar la forma que se buscaba darle. Los encantamientos ayudaban a darle forma y visualizar el efecto, al igual que a mantener el foco de las ecuaciones requeridas. El primer encantamiento del hechizo era inmortalizado al crearse un nuevo hechizo, y por eso había pasado un largo tiempo pensando en ello, pasando por todas las teorías que Izuku le había explicado.

- La primera ley de la creación es la destrucción, y el resultado final de la destrucción es la creación.

En el momento en que sus palabras salieron de sus labios, una sana cantidad de maná se había reunido alrededor de su mano, formando una esfera, una burbuja protectora.

- Bloques de la realidad, átomos, reúnanse frente a mí. Más pequeños que una gota en el océano, pero más fuertes que el metal más duro, atiendan a mis órdenes.

Un pequeño destello de luz, casi imperceptible, se formó en el centro de la esfera translúcida.

- Choquen entre ustedes a velocidades más allá de lo imposible. ¡Destrúyanse y liberen toda la energía que los creó!

El destello de luz se convirtió en un sol en miniatura, y la burbuja protectora comenzó a agrietarse. Izuku sabía que debía de haber algún… error de cálculo, ya fuera de su parte, o porque Megumin se estaba yendo de mano con la visualización.

- ¡BIG BANG!

Megumin gritó con toda su fuerza mientras lanzaba la esfera de energía hacia la fortaleza abandonada. Tenía una sonrisa temblorosa al ver la pequeña e insignificante cosa volar hacia el risco que sostenía la estructura antigua, esperando ver una detonación mediocre en la distancia.

Para cuando la esfera parecía estar a punto de llegar a su destino, se encontró de pronto siendo tacleada contra el suelo por Izuku. Luego notó que Chika y Liza también se les arrojaban encima. Apenas pudo ver una luz brillante que salía del castillo para cuando una cantidad masiva de vides formaron un domo encima de ellos.

Y luego, un rugido ensordecedor y explosivo los golpeó, junto con un temblor bastante intimidatorio.

- ¡¿QUÉ ESTÁ PASANDO?! – gritó Megumin, obviamente preocupada de que podría haber golpeado a un dragón enfurecido por accidente con su hechizo, y el terrible sonido de vientos furiosos y el calor que golpeaba su domo protector parecía darle credibilidad a su idea.

- ¡SE TE PASÓ LA MANO!

La respuesta de Izuku no tenía sentido. Ella esperaba una detonación, así que ¿por qué se sentía como si la fortaleza móvil el Destructor estaba haciendo alboroto a su alrededor?

Unos pocos segundos después, la mitad del domo se retrajo, dejando solo un escudo en la dirección de la detonación. Izuku había hecho que las vides tomaran la fuerza de las míticas Cortezas de Hierro, y aun así quedaron carbonizadas por la simple fricción causada por la onda expansiva en el aire.

- ¿Y qué pasó? – preguntó Megumin, esperando ver un dragón furioso, o al Destructor… y entonces fue que se dio cuenta.

Ya no había más fortaleza… ni tampoco señal alguna del risco donde solía estar… solo un gigantesco cráter humeante.

- ¡Te pasaste! – replicó Izuku, dándole un zape en la cabeza. – ¡Control! ¡Primero tienes que controlar lo que haces! ¡Después lentamente le agregas más poder!

Mientras Izuku continuaba sermoneando ruidosamente a una temerosa Megumin, Chika y Liza observaron el ridículo nivel de destrucción. Liza solo sabía que Megumin no era alguien a quien quisiera hacer enojar, pero Chika podía ver algo más: su amo, su héroe, iba a traer muchos cambios a este mundo.

Creación de hechizo exitosa. Rama de la magia de detonación actualizada. Registrando hechizo: Big Bang de Megumin.


De vuelta en el gremio…

Mientras todo mundo hablaba sobre la misteriosa luz que salió de las montañas, y un temblor tan fuerte que asustó a más de unos cuantos niños, Aqua se encontraba viendo cierta petición en el tablón de misiones.

- Oh no. ¡Mis pobres y lindos seguidores! – exclamó Aqua al leer dicha petición.

La capilla local dedicada a su divinidad estaba en riesgo de ser cerrada debido a no haber pagado sus impuestos. Gracias a que la iglesia de Eris era la religión principal del pueblo, sus seguidores tenían que pagar impuestos como cualquier otro negocio.

Aunque no era una paga muy grande, lo que significaba que, para haberse perdido los pagos, seguramente el sacerdote local debía de estar pasando por situaciones difíciles.

- Tiene que haber una manera de ayudarlos. – se dijo Aqua a sí misma al leer el dinero requerido para ayudar a su pequeña congregación. – Tiene que haber una forma de conseguir cincuenta millones de eris.

La fecha límite ponía difíciles las cosas… pero entonces recordó que su compañero peliverde seguramente sería capaz de conseguirle esa suma. ¿Pero cómo iba a convencerlo?

En ese momento ella no lo sabía, pero ella misma iba a ser la razón por la que su propia fe iba a sufrir un muy, muy duro y masivo golpe.

Esta historia continuará…

Chapter 8: Una muestra de poder

Chapter Text

Izuku se encontró incapaz de dormir.

Las primeras noches que pasó con Chika y Liza fueron difíciles, debido a lo fácil que se les hacía a las chicas acurrucarse con él durante la noche, pero eso logró superarlo bastante rápido. Por mucho que fuese un chico hormonal, las veía como víctimas de maltrato, y por eso no se atrevía siquiera a tener pensamientos lascivos sobre ellas, al menos no hasta que estuvieran mentalmente sanas y tuvieran bien claros sus intereses.

Y entonces, se dio cuenta de que la cama y las mantas se le estaban haciendo incómodas.

Al principio, achacó esta sensación al hecho de que finalmente se estaba aclimatando a este mundo, y el cambio en términos de avances tecnológicos por fin estaba haciendo mella en él. Megumin, sin embargo, tuvo la gentileza de explicarle después que los Druidas, como muchas otras clases cuyo propósito era adentrarse profundamente en lo salvaje, tenían un lado negativo a su confort pasivo en lo salvaje; y eso era que les resultaba imposible sentirse cómodos en ciudades y lugares elegantes en general.

No era que fuese exactamente un golpe fatal, pero sin duda era impactante.

Izuku había logrado arreglárselas dándoles la cama a las antiguas esclavas, y quedándose a dormir en el suelo. Las cosas usualmente terminaban degenerando en que al despertar tenía a Liza en su espalda, y a Chika encima de él, lo cual no le resultaba incómodo en absoluto. De hecho, se estaba empezando a acostumbrar… hasta esta noche.

- "¡¿Por qué tuvo que pasar esto?!" – pensó Izuku algo desesperado al ver a Megumin, que dormía con una expresión muy tranquila en su adorable rostro… en los brazos de él.

Luego de volver tras la prueba del hechizo Big Bang, Izuku insistió en saber finalmente dónde Megumin estaba alquilando su cuarto. La pequeña Demonio Carmesí insistía desde hacía tiempo que el sitio donde dormía era barato, seguro y cómodo, pero se había rehusado a compartir su ubicación.

Izuku comprensiblemente se había sentido preocupado por esto, pues una niña tan linda como ella podría ser un objetivo muy fácil para gente sin escrúpulos que le ofrecieran dónde acomodarse a cambio de favores. Por eso, la siguió tomando la forma de un gato doméstico, y cuando descubrió dónde estaba durmiendo…

"¡¿Por qué tienes que ser tan imprudente?!" – gritó Izuku en su mente, mientras acariciaba suavemente el cabello de la pequeña Archimaga. – "Todo lo que tenías que hacer era pedir ayuda…"

Megumin había estado durmiendo adentro del tronco de un árbol hueco.

Cuando Izuku la confrontó, se sintió verdaderamente avergonzada. Le llevó mucho para convencerla, incluyendo algunos regaños, pero al final, confesó lo que había estado haciendo con todo su dinero. A Izuku por poco le dio un ataque cardíaco cuando se enteró que la familia de Megumin estaba pasando por problemas económicos, y que ella les estaba mandando prácticamente hasta la última moneda que se ganaba para ayudarlos.

Eso lo forzó a tomar una medida mucho más drástica.

No podía impedirle que hiciera eso, especialmente porque él haría lo mismo de estar en su lugar. Tampoco podía darle más dinero, porque sabía que ella solo lo enviaría junto con el resto. Hizo lo mejor que podía en esa situación: acordó un pacto con ella, para que solamente enviara el 80% de todas sus ganancias, y guardara el 20% restante en las arcas del grupo. A cambio, él se ocuparía de proveerle la comida y el refugio, permanentemente.

Con una cara que parecía un tomate, la pequeña Demonio Carmesí había aceptado, declarando que ahora ella estaba bajo su cuidado…

- ¿Por qué nunca haces nada conmigo? – preguntó Megumin en una vocecita susurrante, abriendo un ojo para mirar directamente a los de Izuku. – Pensé que… yo te gustaba…

Había algo de decepción en su voz, como si esperase que esto fuera una noche mágica salida de una novela romántica. Izuku se acordó entonces que se encontraban en una sociedad medieval, y que Megumin era una chunnibyo, ¡por supuesto que se esperaba esas cosas!

Incluso aunque no entendiera las implicaciones.

Izuku se quedó en silencio por un momento, lo cual puso triste a Megumin. Ella pensó que su enamorado iba a ser suyo esa noche, pero aparentemente él todavía la veía como una niña, no apta para estar a su lado como amante. Sin embargo, en el momento que ella trató de alejarse de sus brazos, él la abrazó, no solo mostrando lo fuertes que eran sus brazos, sino sus sentimientos… por ella.

- No voy más lejos porque tú eres muy importante para mí. – Los susurros de Izuku iban cargados de amor y cariño, algo con lo que la niña explosiva no tenía nada de experiencia. – Ni tú, ni yo tampoco, estamos listos para… comprometernos… entre nosotros a un nivel tan profundo. Necesitamos crecer un poco más.

Megumin sonrió, entendiendo que no estaba siendo rechazada. También se sintió algo aliviada, pues no estaba segura de cómo actuar al hacer cosas que normalmente se asociaban con los amantes.

- Entonces, cuando los dos crezcamos un poco… – La pequeña archimaga se dejó volar un poco en su imaginación, pero se sintió feliz al recibir un asentimiento del Druida peliverde. – ¿Puedes darme un… besito?

Megumin hizo su petición con un rubor masivo en su rostro.

- Sí. – Izuku logró responderle sin tartamudear, aunque su cara también estaba como un tomate. Se acercó con cuidado, y le dio un beso a la chica en la frente, que se sonrojó tanto como él.

Mientras la adorable chica en sus brazos se acurrucaba contra su pecho, preparándose para dormir, el chico no pudo evitar preguntarse qué pensaría su madre de él en ese momento,


(-0-)


Al día siguiente…

El día había comenzado de una manera muy extraña. Por un lado, despertar siendo abrazado por tres chicas hermosas era a partes iguales placentero y embarazoso; por el otro, la sonrisa burlona en la cara de Megumin al ver su expresión cuando despertó de esa manera le dio escalofríos.

- ¡Izuku, Izuku! – lo llamó Aqua, sonando demasiado amigable para gusto de Izuku. – ¡Te ves realmente bien hoy!

Megumin había dicho muy claramente que no le importaba compartirlo con Chika y Liza. Sin embargo, había tratado de sonar amenazadora al demandar que no se metieran más entre ellos. Izuku, por supuesto, había refutado vehementemente cualquier noción de tener un harem; estaba comprensiblemente confundido cuando la explosiva archimaga asintió con una sonrisa.

- ¿Pasó algo? – preguntó Izuku. – ¿Te metiste en problemas?

De camino hacia el gremio para desayunar con sus chicas, Izuku se sentía comprensiblemente preocupado por el comportamiento de la ex-diosa. Por supuesto, él buscaba que ella corrigiera su camino y se volviera más dispuesta a ayudar, pero no era ningún tonto; tales cambios no iban a suceder de la noche a la mañana, mucho menos luego de tanto tiempo de quejarse sobre su rutina diaria.

- Te dije que vería a través de ti. – le dijo Darkness mientras continuaba con su propio desayuno.

- ¡Está bien! ¡Necesito que me ayudes! – concedió rápidamente Aqua, adoptando una mirada desesperada. – ¡Mis queridos seguidores están en problemas!

Darkness simplemente rodó los ojos ante lo que ella estaba segura solo eran delirios, mientras que Megumin y Chika le dieron a la Arcipreste peliazul miradas en blanco. Sabían bien que era la verdadera diosa, lo que hacía su actitud todavía más insoportable.

Y entonces, Aqua finalmente sacó la petición para la misión.

- Ok, vamos a ver… – Izuku le dio al papel una lectura rápida, seguido rápidamente de Megumin, que sentía curiosidad por el posible problema. – Cincuenta…

Hubo un instante de silencio mientras Izuku procesaba la petición. Megumin solo se quedó mirando el papel, totalmente estupefacta.

- No. – dijo secamente Izuku.

La petición era absurda; el dinero solicitado era demasiado. Tanto, de hecho, que apestaba a que era un engaño, una estafa.

- ¡PERO MIS PRECIOSOS SEGUIDORES! – chilló Aqua, saltando sobre la mesa para agarrar a Izuku por el cuello de su camisa, sacudiéndolo para efecto adicional. – ¡TIENES QUE AYUDARME PARA AYUDARLOS!

- ¡Boba! – casi gritó Liza agarrando a la Arcipreste por la espalda de su vestido, involuntariamente levantándole la falda un poco más de lo usual mientras removía a Aqua de su amo. – ¡Atrás!

Ahora, teniendo que pararse por sí misma de nuevo, la antigua diosa comenzó a sollozar. Megumin y Chika le dieron una mirada seca otra vez, e incluso Darkness sacudió su cabeza ante la escena.

- ¿Por qué *snif* no quieres *snif* ayudar *snif* a mis devotos? – Las lágrimas de Aqua parecían bastante convincentes, quizás porque esta vez Izuku podía ver que no eran solo por ella misma, sino por otros.

- Aqua… – La voz de Izuku atrapó la atención de todos, pues sonaba amable y preocupada, aunque no por eso era menos seria. – ¿Puedes entender lo que me estás pidiendo?

La pregunta, tan simple y clara, hizo que la Arcipreste bajara la mirada. Por supuesto que entendía, pero no podía quedarse allí sin hacer nada. Cincuenta millones de eris no era una suma de dinero pequeña, bajo ningún criterio de la imaginación, e incluso una noble como Darkness no soltaría semejante cantidad tan a la ligera.

- Izuku no tiene esa cantidad de dinero, y aunque lo tuviera, todavía tiene que cubrir alojamiento y comida para cuatro personas. – dijo Megumin, apoyando completamente al Druida. – Entendemos que necesitas apoyo para tu culto, pero hay un límite de cuánto podemos soltar para ayudar a extraños.

- Aparte de eso, el culto de Axis no será echado de la ciudad. Solo perderán su templo, lo cual significa que tendrán que volver a rezar en la plaza y los templos pequeños como en los viejos días. – explicó Darkness elaborando más, pero luego frunció el cejo. – Esperen, ¿cómo es eso de que Izuku tiene que proveerles a cuatro personas?

- ¡ESE NO ES EL PUNTO! – Aqua gritó tan fuerte que ahogó la última pregunta de Darkness. – ¡Mis lindos seguidores no han hecho nada malo! Es injusto que tengan que pagar impuestos tan altos solo para tener un templo.

Hubo un momento de silencio en la mesa, y todos sintieron el verdadero dolor de Aqua, el dolor en su corazón era genuino, y por mucho que Izuku estuviera empezando a detestarla junto con su actitud, seguía siendo un héroe de corazón, y la idea de encontrar una solución al problema comenzaba a echar raíces en su mente.

- Tal vez haya una forma… – comenzó a hablar Izuku, solo para que inmediatamente la llorona Arcipreste se le fuera encima y lo abrazara de la cintura.

- ¡HARÉ LO QUE SEA! – El grito de Aqua atrajo bastantes miradas, especialmente de aquellos que tenían mentes muy sucias.

- ¡Cabello azul boba! – Liza rápidamente alzó a la ex-diosa fuera del regazo de su amo. – ¡No tocar!

- Como te estaba diciendo, tal vez haya una forma, pero requerirá un compromiso… – Izuku retomó su discurso, mirando cuidadosamente la expresión preocupada de Megumin. – Antes que todo, Darkness, ¿los recaudadores de impuestos toman bienes materiales como pago en lugar de dinero?

La pregunta fue extraña, ya que ninguna de las chicas pensaba que el joven druida pudiera poseer algo tan valioso. Megumin, sin embargo, estaba al tanto de algunas de las cosas que Izuku había estado haciendo en su tiempo libre. El vino había sido un éxito, y tenía una propiedad interesante ya que era capaz de incrementar la recuperación natural de maná de quien lo bebía. No era mucho, pero costaba menos de la mitad de lo que valían las caras pociones de maná que proveía el gremio. Luego estaba el efecto secundario inesperado, pues la pulpa resultante de las bayas hacía una excelente base para pociones de salud, que si bien no eran tan buenas como las que se vendían de estándar, sí eran más baratas, y por tanto más accesibles para los aventureros de nivel bajo.

- Es posible… – dijo Darkness, sin estar segura de cómo les ayudaría esta información para resolver el problema. – Pero primero tienes que valuar los objetos en el gremio.

- Bueno, este es el trato. – dijo Izuku, atrayendo la atención de la peliazul. – Junto con mis ahorros en las arcas del grupo, tenemos un total de treinta millones de eris.

Megumin y Aqua lanzaron un grito ahogado al número, ya que era mucho más dinero del que jamás habían tenido en sus manos.

- Hay una posibilidad de que el vino y pociones que he elaborado durante la última semana nos puedan proveer el resto. – Las palabras de Izuku hicieron brotar lágrimas de felicidad de los ojos de Aqua, que podía ver la salvación de sus seguidores. – Sin embargo, eso significa que nos quedaremos sin nada de dinero durante un tiempo.

La verdad fatalista se sintió como un bofetón en toda la cara. Aqua sabía que no habría forma de convencer a los miembros del equipo de dejarse caer en la pobreza.

Convencer a Izuku de separarse de sus ahorros personales y de su reserva de bebidas no fue exactamente una tarea difícil, ya que el aspirante a héroe haría lo que fuera para ayudar a la gente. Las demás, sin embargo, eran otra historia.

Las arcas eran algo que Izuku había inventado, y que se estaba volviendo popular entre grupos de aventureros. Era un sistema en el cual, por una modesta cuota, se les permitía a los aventureros guardar sus objetos y dinero dentro de las paredes del gremio, lo que les hacía fácil ahorrar para pagar la renta, conseguirse comida, y pagar servicios que de otra manera llevaría a momentos muy vergonzosos al hacer transacciones monetarias.

El pago de Izuku por esta innovadora idea era que él tenía su cajón libre de impuestos.

Ya que no tenía que pagar la tarifa, se había convertido en la bóveda del grupo, haciendo que el dinero allí dentro estuviese doblemente a salvo porque solo él tenía acceso. Esta era la razón por la cual Aqua no tenía ninguna voz ni voto en ello, porque ella prefería guardar el dinero ella misma, para poder gastárselo en lo que le diera la gana. Lo cual significaba que sería muy grosero de ella proponer que se usara ese dinero para algo que solo la beneficiaría a ella.

- Aunque viéramos el mejor de los escenarios… – añadió Megumin, con aspecto tan serio que parecía que estuviera haciendo una voz profunda falsa solo para sonar más genial – nos estás pidiendo que te demos todo lo que tenemos, sin recibir nada a cambio.

- Eso no… quiero decir… – Aqua fue golpeada por la realización de que no había manera de devolverles este favor de una manera que los miembros de su grupo aceptaran.

A menos que…

- Les removeré los sellos. – declaró Aqua en voz baja, sorprendiendo tanto a Izuku como a Megumin.

- ¿Huh? – Ahora Darkness también estaba confundida. – ¿Cuáles sellos?

- ¿En serio? – A Izuku lo atrapó con la guardia baja esa declaración. – Yo…

Antes que pudiese saltar de cabeza, sin embargo, Megumin lo agarró del brazo, jalándolo aparte.

- No es que me oponga. – le murmuró en la oreja al joven Druida. – Pero tendrás que cuidarte de los comerciantes de esclavos y de la iglesia de Eris.

La primera reacción de Izuku se vio templada por la advertencia de la pequeña archimaga. Tener a las esclavas sanas, vestidas y felices era una cosa, pero remover sus sellos de esclavos era otro. Si se volvía conocimiento público, cualquiera podría secuestrar a las semihumanas y convertirlas de nuevo en esclavas, y él no podría hacer nada para recuperarlas legalmente.

- ¿Qué propones entonces? – preguntó Izuku, haciendo que la pequeña Demonio Carmesí sonriera por su nivel de confianza.

- Haz que quite los sellos en una sala privada, y luego coloca unos sellos falsos sobre Chika y Liza. – murmuró Megumin su plan. – Yo puedo ayudar con la firma mágica.

- ¿Alguien me puede explicar lo que está pasando? – preguntó finalmente Darkness en voz alta, junto con mucha menos molestia de lo que se se esperaría. – Especialmente esa parte sobre proveerle a…

- Aqua necesita mucho dinero, y acaba de acceder a llevar a cabo un servicio mágico muy poderoso a cambio de nuestra ayuda. – interrumpió Megumin a la Paladín rubia, que parecía seguir confundida. – Y también, ahora estoy viviendo con Izuku.

- ¡¿QUÉ COSA?! – gritó Darkness en shock. – ¡¿Cómo sucedió eso?!

- Darkness. – La voz de Izuku rápidamente atrapó la atención de la rubia masoquista, que estaba muy necesitada de explicaciones. – Diez millones de eris en nuestras arcas te pertenecen a ti, y no pienso tocarlos sin tu permiso. Por eso te estoy pidiendo que me los prestes esta vez, y yo prometo que te los devolveré en cuanto…

Izuku no pudo terminar de formular su petición, pues la desesperada Paladín azotó sus puños contra la mesa.

- ¡Toma lo que quieras! – El grito de Darkness fue tan poderoso, y poco característico suyo, que atrajo la atención de todo mundo en el gremio. – ¡Solo explícame lo que está sucediendo entre tú y Megumin!

De repente, Darkness no era la única que estaba interesada en la relación entre el líder del grupo y la chica más bajita de todas ellas.


(-0-)


Un par de horas después…

Izuku miró su más nuevo contrato mágico, el cual ataba a la Arcipreste a él. No estaba tan feliz como debería, pero se imaginó que no podía hacer mucho más para asegurarse que no saliera huyendo.

Debido a la naturaleza de la transacción, Izuku no podía forzarla a escribir directamente el servicio mágico que le había prometido en primer lugar, y además, todos los contratos de ese calibre tenían que incluir compensaciones monetarias equivalentes en caso de que no pudiera cumplirse la primera cláusula. No era que el creyese que la ex-diosa pudiera producir cincuenta millones de eris de la nada, y tenía la certeza de que no duraría más de un día en redirigir el 90% de sus ganancias a las arcas del grupo.

- Y yo aquí pensando que había algo de esperanza… – El lamento de Darkness distrajo a Izuku, que casi sintió pena por la Paladín masoquista.

Cuando Megumin comenzó a explicar su situación actual a la rubia pervertida, Izuku se había puesto nervioso, ya que era una chunni, lo que significaba que podría decir cosas que se podrían tomar fuera de contexto. En lugar de eso, fue bastante claro, describiendo que estaba compartiendo una habitación con él, y que ella estaba enviando la mayor parte de su dinero a casa.

Eso no impidió que los rumores empezaran a soltarse sobre un posible romance entre él y la pequeña Archimaga.

- Está hecho. – dijo Aqua retornando a la mesa, con aspecto de estar feliz, agradecida y esperanzada.

- Me aseguré que no hubiera tropiezos. – reportó Megumin, hasta dando un saludo falso para mostrar lo seriamente que estaba tomando esta tarea. – El gremio tiene todo el dinero, y será transferido al sacerdote del culto hoy mismo.

Izuku suspiró. Podría parecerle paranoico al resto de su grupo, pero cuando les explicó que mover esa enorme cantidad de dinero siempre atraería la atención de los ladrones y otros criminales, todas estuvieron de acuerdo en que era mejor mover las cosas tan silenciosamente como fuera posible.

- Sé que quieres que honre mi parte del trato, pero… – habló repentinamente Aqua, arrastrando las palabras mientras recibía miradas de acero de parte de sus compañeros. – ¿Te importa si tomamos una misión primero? Necesitamos alquilar un cuarto sellado para los servicios, ¿sabes?

- Parece bastante razonable. – replicó Izuku mientras las otras asentían.

Al ponerse de pie y prepararse para tomar una misión, Chika de repente le jaló la manga a Izuku; una vez que obtuvo su atención, se acercó aún más a su oreja.

- Si Chika es liberada – comenzó a hablar la harpía negra, sonando muy nerviosa – ¿puede quedarse con el amo?

Izuku simplemente le sonrió.

- Chika, – Izuku le dio unas palmaditas a la chica aviana – tú y Liza pueden quedarse conmigo todo el tiempo que deseen.

La felicidad que irradiaba de las esclavas casi lo dejó ciego, lo que lo hizo extremadamente feliz a él también.


(-0-)


Unas horas más tarde, en un lago cercano…

La misión era bastante simple, purificar el lago para incrementar la calidad del agua del pueblo. Aqua se ofreció voluntariamente para hacer el trabajo pesado esta vez, aunque con eso se refería a sentarse en medio del lago durante medio día completo. Izuku vio esto como una muestra de buena voluntad, pues insistió en que no se quedaría con la recompensa, ya que sería utilizada para alquilar el cuarto sellado para la ceremonia de liberación. Lo que sobraba sería para pagar un cuarto por la noche, mayormente para ahorrarse dinero mientras se recuperaban de tener que salvar al Culto de Axis.

Izuku, sin embargo, tenía una propuesta diferente.

- De donde yo vengo, a los Héroes de les conoce por tener ataques finales, o movimientos especiales. – explicó Izuku mientras observaba el lago, cuyas aguas turbias le devolvían la mirada desafiantemente. – Algún día aspiro a convertirme en un Héroe.

Aunque Darkness consideraba que era un bonito sentimiento, Megumin, Chika y Liza observaban al joven Druida con chispitas en los ojos. Las semihumanas adoraban a su amo y su disposición heroica, y Megumin no podía esperar a ver lo que su enamorado crearía con su conocimiento del otro mundo.

- Voy a necesitar algo de protección si los Cocodrilos Brutales deciden atacarme para conservar su paraíso turbio. – les dijo Izuku a sus compañeras, a lo cual todas asintieron entendiendo y ofreciendo su apoyo. – También, si esto no resulta… ni una palabra, ¿de acuerdo?

La tímida petición de Izuku le ganó algunos resoplidos, pero nadie se la denegó.

Megumin sabía lo que iba a hacer; estaba a punto de crear un nuevo hechizo a través de las tradiciones druidas. Los hechizos de druidas eran, según los registros, mucho más fáciles de crear debido a que la base de cada efecto permanecía arraigada claramente en las mentes y corazones de los Druidas, a diferencia de las fórmulas que los Magos tenían que seguir. Sin embargo, los hechizos druidas eran considerados sagrados, lo que significaba que crear algo nuevo requería usar un círculo de druida, y comunicarse con la naturaleza hasta que los hechizos fuesen aprobados.

El crear uno de manera simple se suponía que era imposible, pues eso significaría que el Druida en cuestión recibía el favor y el amor de la naturaleza misma, una noción que resultaba ridícula.

Respirando para calmarse, y extendiendo sus manos de manera simple, Megumin notó que el área entera se había quedado en silencio, poniendo atención al ser que estaba a punto de hablar…

- Madre Naturaleza, Soberana de la Vida y la Muerte; atiende a mi llamado y oye a mi corazón.

Primero, hubo una sensación en la tierra. Su primer pensamiento fue que era un temblor ligero, pero era más suave, como si fuese el latido de un corazón. Aunque la cara de Megumin mostraba sorpresa ante la noción de que el hechizo estaba funcionando sin pasar por los círculos, la expresión de Aqua era más de que le estaban diciendo que estaba en presencia de algo divino… que no era ella misma.

- Toma todo el caos y ruina que hay ante mí, aplástalo, destrúyelo, y consúmelo totalmente.

Vides emergieron desde el centro del lago; a diferencia de las que él usaba como látigos, estas eran más gruesas, como las ramas de un árbol viejo pero enorme. Estas vides dejaron salir enormes espinas, cuya longitud fácilmente podría haber atravesado el pecho de un hombre adulto. No solo eran numerosas, sino también brillantes, casi de apariencia metálica.

- ¡Arroja todo hacia la espiral del ciclo de la vida, retuércelo y moldéalo hasta que la belleza vuelva a florecer!

Ante los ojos de todos, las espinas comenzaron a brillar. Las vides comenzaron a moverse, girando y retorciéndose, moviéndose alrededor entre sí. El agua comenzó a seguir las vides, corriendo como ríos furiosos alrededor de los verdes miembros. Las espinas brillantes se estaban alimentando de las impurezas en el agua y la tierra, absorbiendo y cambiando su composición para generar solo nutrientes y energía pura.

Durante todo el proceso, los brazos de Izuku se habían alargado hacia los lados; y entonces, al ver las vides furiosas enredándose, los juntó, aplaudiendo con fuerza y violencia.

- ¡ÁRBOL GENÉSICO DEL MUNDO!

En un instante, las vides colisionaron entre sí, retorciéndose en nudos unas contra otras y fusionándose hasta que se convirtieron en una sola estructura. El agua que estaba corriendo por las vides fue escupida con fuerza hacia arriba. Por un momento, el lago pareció quedar casi vacío, con solo un enorme árbol en el medio.

El árbol no se parecía a nada que el grupo hubiese visto en toda su vida. El tronco, aunque se erguía perfectamente derecho, tenía en la corteza un patrón de curvas. La corteza propiamente dicha también tenía una apariencia casi metálica. La copa del árbol estaba llena de ramas que se retorcían libremente por todos lados, y las hojas, por su parte, parecían hechas como de bronce.

Y entonces, el agua cayó como un diluvio, accidentalmente bañando tanto a las chicas como al Druida en el proceso. Ninguno pudo quejarse, sin embargo, pues el agua era pura, fresca y se sentía como salida de una fuente sanadora.

Creación de hechizo exitosa. Rama de Magia Druida actualizada. Hechizo registrado: Árbol Genésico del Mundo de Izuku.

- Parece que tuve éxito. – dijo Izuku girándose para ver a sus compañeras. – ¿Verdad?

Todo mundo estaba empapado, pero las miradas en sus rostros no tenían nada que ver con el hecho de tener toda la ropa mojada. Todas tenían los ojos muy abiertos por la incredulidad ante el joven Druida, como si no pudiesen procesar lo que acababan de ver, o el resultado de lo que acababa de pasar.

- ¿Y tú me regañaste porque se me fue la mano? – preguntó Megumin con una sonrisa y voz burlonas, haciendo que Izuku se rascara detrás de la cabeza. – ¿Sabes que lo que acabas de hacer es básicamente el sueño de cualquier Druida?

Izuku estaba al tanto de que los Druidas veían la creación de su propio árbol como la máxima expresión de su conexión a la naturaleza. Solo que no estaba seguro de si el resultado final de este hechizo contaba como tal.

- ¡HEREJÍA! – lloriqueó Aqua en shock, incapaz de soportar la envidia que la invadió en ese momento.

Izuku no solo había hecho crecer un árbol de la nada. Acababa de crear una nueva forma de vida mientras purificaba un área. Eso era algo que ella no podía hacer. No debía ser posible.

- ¿Este es el Árbol de Hierro del que hablan las fábulas? – preguntó Darkness, preguntándose si estaría seguro, con tantos enanos y elfos en la ciudad que seguramente querrían echarle la mano encima.

- El amo… ¡es un dios! – Chika no pudo contener su deseo de alabar a su querido amo, pues incluso ella podía entender que el adolescente peliverde acababa de sobrepasar a muchas personas con este milagro.

- ¡Ahora las estás convirtiendo a ellas en herejes! – volvió a gritar Aqua, poniéndose histérica ante el mero pensamiento de que este simplón se ganara su propio culto. – ¡YA BASTA!

- Vamos, vamos. Tenemos que calmarnos y… – Izuku intentaba apaciguar la situación, pero cuando trató de dar un paso hacia sus compañeras, se sintió mareado, y empezó a dar tumbos.

- ¡Amo! – gritó Liza, corriendo a auxiliarlo y demostrando una velocidad que sus enormes músculos no habrían evidenciado.

- ¡Estoy bien! – replicó Izuku al ser repentinamente abrazado por unos poderosos brazos. – Es solo que no estoy acostumbrado a gastar tanto maná en un solo hechizo.

Mientras Megumin y Chika se amontonaban a su alrededor con preocupación, y Liza se rehusaba a soltarlo, Izuku comenzó a preguntarse cómo era que su adorable compañera Demonio Carmesí se las arreglaba para drenar todas sus reservas de maná con su magia explosiva, y le parecía que estaba bien. Su hechizo había consumido cerca de un 70% de su maná, y ya estaba sintiendo las consecuencias por un consumo tan masivo.

¿Tal vez era porque solo había estado usando habilidades de bajo costo todo este tiempo?


(-0-)


De vuelta en el salón del gremio, mucho más tarde…

Izuku se sentía bien. Luego de pasar algo de tiempo en un picnic, de calmar a Aqua, y de disfrutar algunas bayas y pescado rostizado, el grupo había hecho su viaje de vuelta al pueblo, sin encontrar ninguna oposición notoria.

La recompensa por la misión ya había sido gastada en pagar un enorme dormitorio con dos camas dobles, algo de comida para antojos nocturnos, y una botella de sidra para celebrar… y entonces Izuku se dio cuenta que estaba a punto de pasar la noche en un cuarto lleno de chicas hermosas…

Por fuera no se descontroló, pero por dentro sí estaba muy nervioso.

- ¿Estás lista, Aqua? – preguntó Izuku, más para pelear contra sus nervios que se iban escalando. – Ya tenemos todo lo necesario, ¿verdad?

- Ya estoy lista. – replicó Aqua, viéndose algo molesta porque ahora debía mantener su parte del trato.

- Sí, ya tenemos todos los materiales. – añadió Megumin, sosteniendo una bolsa llena de tintas y pinceles.

- Supongo que será mejor si simplemente no miro. – dijo Darkness tomando otro trago de su cerveza. – Por mucho que disfrute de recibir castigos, nunca me permitiría convertirme en… ya saben qué.

La palabra no dicha era bien conocida por el grupo, y era la razón principal por la cual Aqua daba un respingo ante la mera idea. En unos pocos minutos, llevaría a cabo un ritual hereje en contra de su propia fe, pero estaba determinada a soportarlo, porque lo llevaría a cabo como pago para salvar a sus lindos devotos.

- Gracias, Darkness. – Las sinceras palabras de Izuku hicieron que la Paladín rubia se sonrojara. – Prometo que te lo pagaré…

Lo que fuera que Izuku iba a decir a continuación, se vio ahogado por un repentino grito.

- ¡¿MI LADY DIOSA?!"

Todo el grupo se giró hacia la entrada del gremio, para ver a un hombre joven que llevaba una armadura completa, pintada de azul con borde dorado y un blasón aviano en el pecho. Su pelo rubio cenizo estaba adornado con una especie de corona o tiara dorada, y sus ojos azules mostraban una extraña mezcla de adoración y shock.

- ¿Lo conoces, Aqua? – preguntó Izuku, sin pensar inmediatamente que pudiese haber un problema con el recién llegado.

- Nop. – respondió Aqua, aparentemente sin preocupaciones o interés por el recién llegado. – Su cara y su voz no me recuerdan a nada.

- Bueno, pues parece que él sí te conoce. – intervino Megumin, señalando al hombre con armadura que ahora se aproximaba a ellos.

- ¡Lady Diosa! – habló de nuevo el joven, todavía lo bastante fuerte para atrapar la atención de todos los demás aventureros. – ¿Qué estás haciendo aquí?

Aunque el joven comenzaba a despertar preocupaciones con lo escandaloso que estaba siendo, las dos chicas con las que llegó resultaron ser una mayor. Aunque jóvenes, y admitiéndolo muy escasamente vestidas, sus ojos denotaban lo que Izuku más temía: intolerancia contra sus amigas semihumanas.

- ¿Huh? – Aqua estaba al borde de echar un paso atrás ante el chico que se aproximaba. – ¡¿Te conozco?!

El joven hombre se detuvo en seco, y parecía muy preocupado al principio, pero luego sonrió. Cogió su espada, tratando de no actuar amenazante como fuera posible, pero Darkness y Megumin ya estaban echando mano de sus propias armas para una confrontación. A un lado, Izuku notó que Chika y Liza se estaban tensando, listas para recurrir a la violencia si era necesario. Por fortuna, nadie notó que Izuku ya tenía un par de látigos espinosos listos para usarlos si tenía que hacerlo.

- ¡Soy yo, Kyouya Mitsurugi! – se presentó el rubio, mostrándole la espada como si fuese alguna clase de identificación. – ¡El mismo Kyouya Mitsurugi a quien le entregaste la espada maldita Gram, y a quien le confiaste salvar a este mundo!

Hubo un momento de silencio, pues nadie sabía qué decir. Aqua no parecía ni cercana a reconocer al sujeto, aunque parecía ser otro reencarnado. El ahora identificado como Kyouya parecía incapaz de procesar que no tenía relevancia alguna para la ex-diosa.

- ¡AH! – gritó Aqua golpeando su puño derecho sobre su palma izquierda. – ¡Sí, eres tú! Lo siento, es que no creerías a cuántos he conocido antes que tú.

La repentina iluminación de Aqua no pudo engañar ni siquiera a Liza, que le lanzó a la Arcipreste una mirada seca. Los demás solo rodaron los ojos ante la obviamente falsa seña de reconocimiento.

- Gracias al cielo que me recuerdas. – Kyouya parecía creérselo a pesar de todo, para molestia del grupo.

Izuku realmente no estaba preocupado por el joven con armadura, sino más por las dos chicas que no habían parado de susurrarse una a la otra mientras lanzaban miradas de asco hacia su grupo. Tras escuchar los rumores por sí mismo, ya no era tan ingenuo como para creer que solo estaban juzgando el atuendo de las chicas en su equipo, sino conectando los puntos y llegando a la peor de las conclusiones.

- Por mucho que me alegre que nuestra estimada Arcipreste se haya reunido con alguien de su pasado… – Izuku interrumpió el momento, haciendo que las dos chicas también se detuvieran – ¿no crees que llamarla diosa es demasiado?

Aunque Chika y Liza asintieron furiosamente, feliz de saltar en defensa de su querido amo, Megumin rápidamente se dio cuenta de lo que estaba tratando de lograr.

- ¿No sabes que podría haber fanáticos religiosos por aquí? – La voz de Megumin rápidamente hizo eco en toda la sala, logrando hacerse oír. – ¡Podrías hacer que alguno de ellos apuñale a nuestra amiga aquí, solo porque pensó que hablabas en serio!

Kyouya dio un respingo cuando su mente finalmente hizo click, que su amada diosa podría encontrarse en este lugar como parte de una misión de incógnita, y él estaría entorpeciéndola en su progreso.

- ¡S-sí! ¡Tienes toda la razón! – replicó Kyouya sentándose en su mesa, sin ser invitado. – Lamento mucho… haberme sobreactuado.

- ¿Ellas lo saben? – le murmuró Izuku al rubio sentándose junto a él. – ¿La verdad sobre ti y Aqua?

Kyouya parecía perdido al principio, hasta que Izuku señaló a las dos chicas que lo acompañaban con los ojos.

- Chicas, lamento molestarlas, ¿pero podrían reportar nuestro éxito a la recepcionista del gremio?

La petición de Kyouya fue respondida inmediatamente con un chillido de aceptación, y un momento después las chicas comenzaron a caminar en dirección hacia Luna, ahora discutiendo por quién de las dos haría el reporte.

- Darkness, ¿podrías…? – comenzó a pedirle Izuku, tratando de ser amable con su petición.

Darkness no lo dejó terminar, pues se puso de pie sola, con una determinación de acero en sus ojos.

- ¡Por supuesto! – replicó, marchando diligentemente hacia la misma dirección de las chicas.

Tal vez no fuese la mujer más inteligente del grupo, pero Darkness se había dado cuenta de la disposición hostil en las dos seguidoras del recién llegado. La forma como miraron al joven Druida, la persona a quien ella estaba a cargo, el corazón más puro que había conocido, hizo que le hirviera la sangre. No podía arriesgarse a que anduvieran por allí esparciendo rumores de mentiras y maldades.

- ¿Qué pasa con ellas? – preguntó Kyouya, al darse cuenta que ni la Archimaga, ni las esclavas se estaban marchando.

- Ellas saben la verdad. – replicó Izuku, lanzando una mirada que irradiaba confianza hacia sus chicas. – Y son dignas de confianza.

Con eso, Kyouya soltó un suspiro cansado, antes de demandar respuestas.

Izuku pasó los siguientes diez minutos explicando su historia, recortando las partes sobre su miseria, y tratando en la medida de lo posible explicarle por qué Aqua tuvo que venir con él. El Espadachín rubio parecía furioso ante la información que estaba recibiendo, y aunque no podía exactamente culpar al joven Druida por la presencia de Aqua en este mundo, estaba incensado por la forma en como Izuku trataba a su amada diosa.

- Entiendo. – declaró Kyouya poniéndose de pie, y alejándose unos pasos de la mesa. Luego se giró, y señaló a Izuku de una manera exageradamente dramática. – ¡Pero no puedo soportar esto!

Izuku y Megumin se quedaron sin palabras, pues no comprendían el porqué de su tono duro tan repentino.

- ¿Soportar qué? – se aventuró a preguntar Izuku, esperando poder calmar cualquier hostilidad potencial.

- ¡Tu trato hacia mi querida Lady Aqua es intolerable! – La voz de Kyouya comenzó a subir de volumen, atrayendo la atención de los demás aventureros. – ¡Exijo que la liberes para que pueda unirse a mi grupo!

- ¡¿Tu qué ahora?! – preguntó Aqua, sintiendo un escalofrío bajándole por la espina. Estaba acostumbrada a recibir alabanzas, declaraciones de amor de sus devotos, e incluso le daba algo de placer saber que incitaba pensamientos lascivos en algunos de los seguidores más jóvenes. Pero este sujeto sonaba demasiado escalofriante para su gusto.

- Ella no es mi propiedad. – replicó Izuku calmadamente, echándole un mordisco al sapo frito que había ordenado. – Ella es, y siempre ha sido, libre de irse y venir como le plazca.

El Espadachín rubio se vio sorprendido por la repentina declaración, incapaz de creer que sería tan simple obtener lo que debía ser el mayor de los regalos divinos, arrebatándoselo a este niño.

- Aqua siempre ha sido libre de abandonar el grupo si siente que Izuku no es un líder apropiado, o si siente que no la tratan bien. – añadió Megumin, dando mordiscos pequeños y adorables a su salteado de repollo. – Aunque todavía tiene una deuda que debe pagar.

- ¿Qué deuda? – preguntó Kyouya con los ojos en rendijas, mientras al mismo tiempo Aqua temblaba al recibir el recordatorio de esa parte del trato.

- Ah… bueno… – comenzó a decir Aqua jugando con los dedos. – Es que les pedí que me prestaran cincuenta millones de eris… ¡pero fue por una causa noble!

- No tengo dudas de ello, mi querida Lady Aqua. – El comentario de Kyouya solo hizo que otro escalofrío le bajara por la espina a Aqua. – ¿No sientes vergüenza de ti mismo? Para que demandes que te devuelvan el dinero de alguien tan noble y pura…

- Sí, eso haré. – interrumpió Izuku al chico, ya empezando a sentirse legítimamente molesto por su actitud. – Fue mucho dinero, y tengo bocas que alimentar y refugio que proveer.

Kyouya estaba a punto de preguntar por qué era tan importante, hasta que reconoció que las chicas que lo acompañaban eran semihumanas, y esclavas. El reino de Belzerg era conocido por su amabilidad con los esclavos, por lo que era caro tener uno, mucho más dos, pero la mera existencia hizo que se le hiciera fácil ver al Druida como un individuo malvado.

- Ya veo… – dijo el espadachín rubio en una voz baja y temblorosa. – ¡ENTONCES TE DESAFÍO A UN DUELO!

Izuku no lo sabía en ese momento, pero este evento estaba a punto de marcarlo de por vida…

Esta historia continuará…

Chapter 9: El tramposo

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El reino de Belzerg tenía renombre por ser justo, piadoso y algo tolerante a las ideologías poco convencionales. Esta declaración era más obvia al echar un vistazo a las religiones basadas en las diosas, Eris y Aqua, la soberanía entregada al Clan de los Demonios Carmesís, y por supuesto, a su cuestionable amabilidad hacia los semihumanos.

Aunque muchos países habían preguntado por qué el Imperio, que era considerado como la nación más fuerte, permanecía en términos amistosos con la familia real de Belzerg, pocos entendían realmente por qué era vital que el mundo permitiera al reino operar con niveles absurdos de libertad.

El Imperio producía héroes.

El primer Héroe, y cada uno de los que siguieron después de él, provenían de Belzerg. Este hecho resultó en varios tratos y acuerdos no escritos que todas las naciones mantenían con la familia real, uno de los cuales incluía el juramento de nunca iniciar una guerra con el reino debido a que la producción de héroes era el recurso más importante del mundo. Este juramento se extendía a casi prohibir los duelos, especialmente entre aventureros prometedores.

Lo que llevaba a ahora…

- ¡ENTONCES TE DESAFÍO A UN DUELO!

Todo mundo en el salón del gremio se había quedado en silencio. Docenas de miradas de terror se dirigían ahora hacia los dos aventureros. Uno de ellos era conocido como el As de Axel, un Espadachín joven y prometedor con una poderosa arma legendaria; el otro era conocido como la Estrella en Ascenso de Axel, un peculiar Druida que usaba magia muy extraña.

- ¿Un qué dijiste? – La pregunta de Izuku podría haber desequilibrado a Kyouya, pero para el resto de los aventureros, era una pregunta perfectamente razonable.

El chico peliverde tenía una clase de hechicero, y el rubio una de guerrero. Para toda la audiencia, el desafío era totalmente irracional.

- A un duelo. – repitió Kyouya, con la voz más baja pero todavía seria. – ¡Si yo gano, liberarás a Lady Aqua de esta ridícula deuda!

Hubo un momento de silencio mientras todo mundo esperaba que dijera la otra condición del desafío, y más todavía para los que esperaban un rechazo. Cuando no salieron más palabras por parte del Espadachín rubio, Izuku sintió la necesidad de presionar más en el asunto.

- Y… ¿si gano yo? – La pregunta pareció irritar al autoproclamado héroe.

- ¿A qué te refieres con eso? – preguntó Kyouya con una ceja temblándole. – Las cosas permanecerán igual.

El silencio que resultó de dicha declaración provino de la incapacidad de todos en la sala de poder entender el nervio que tenía el joven guerrero.

- Me rehúso. – replicó Izuku, continuando con su comida. Sus compañeras hicieron lo mismo, enfureciendo aún más al rubio en el proceso.

- ¡¿Qué?! – gritó furibundo Kyouya, incapaz de creer que alguien rechazara un duelo honorable. – ¡No puedes rechazar un duelo!

Comenzaron a surgir murmullos entre los curiosos; sin embargo, en lugar de estar criticando la cobardía de Izuku, estaban haciéndolo con el Espadachín rubio. De hecho, Megumin fue quien decidió responderle en lugar del joven Druida, lanzándole una sonrisa burlona al autoproclamado héroe.

- En realidad, no estás retándolo a un duelo. Tus palabras sonaron más a que intentas extorsionarlo. ¿No te da vergüenza?

Kyouya abrió la boca como pez fuera del agua, aparentemente incapaz de comprender qué parte de su heroico discurso podría haber sido considerado como un intento de extorsionar al joven Druida. Izuku, luego de tomar un sorbo de su bebida, que afortunadamente no contenía alcohol, procedió a explicarle:

- Estás exigiendo cosas de alto valor a través de amenazas de violencia. Eso se llama extorsión. No me malentiendas; incluso si me estuvieras ofreciendo un duelo en todas las de la ley, todavía me rehusaría.

- ¡¿Qué hay de inapropiado en que te exija un duelo?! – preguntó Kyouya en voz alta, y claramente con furia en su tono. – ¡Los guerreros honorables no deben rechazar los duelos!

Hubo otro momento de silencio en el salón del gremio. Ninguno de los aventureros veteranos podía creer lo que estaba oyendo. Una cosa era tratar de extorsionar al joven druida, pero otra muy distinta era no entender las reglas del reino.

- Para comenzar, – Darkness fue quien rompió el silencio, luego de volver del mostrador de la recepción seguida de cerca por las compañeras del guerrero rubio – si vas a exigir algo por un duelo, debes ofrecer a cambio algo de igual o mayor valor. De lo contrario es una extorsión.

Kyouya tenía aspecto de que acababa de tragarse algo muy amargo. No estaba acostumbrado a que le dieran sermones, mucho menos que cuestionaran su sentido de la justicia.

- Aun así… – comenzó a decir la rubia que seguía a Kyouya, tratando de ponerse detrás de su líder – no debería rechazarlo…

- Cualquiera que sea retado a un duelo tiene el derecho de declinarlo. Esa es la ley. – continuó Darkness, lanzándoles miradas asesinas a las chicas, que parecían creer que el Espadachín rubio era algún tipo de héroe verdadero. – Los únicos duelos que no se pueden rechazar son los duelos de honor, y los duelos de magia.

El guerrero rubio sonrió al oír la última parte.

- Entonces, si lo desafío a un duelo de honor… – comenzó Kyouya, solo para volver a ser interrumpido.

- ¿Eres un noble? – preguntó Megumin, cuya sonrisa burlona gritaba que, sin importar cual fuera la respuesta, ella ya le había ganado.

- Ugh… – El espadachín rubio no parecía querer responder, pero sabía que tenía que hacerlo. – Yo… no tengo título…

- Solo los nobles pueden presentar un desafío para duelos de honor. E incluso si lo fueras, solo otros nobles pueden aceptar dichos desafíos. – La explicación de Darkness terminó por apagar el humor, dejando a Kyouya con una cara de derrota, y a Izuku con una sonrisa de gratitud.

Darkness sintió que algo se le hinchaba en el pecho. Una sensación de ser útil que la hacía sentirse tan bien que apenas podía describirla en palabras. Luego, alguien más decidió unirse a la conversación…

- Todavía puedes retarlo a un duelo de magia. – habló Aqua, sacándole caras de shock a todos a su alrededor. – La mayoría de la gente cree que ambos individuos necesitan ser hechiceros, pero solo requiere que sean capaces de utilizar al menos un hechizo, independientemente de su potencia.

Izuku se sintió traicionado.

Aunque las clases de hechiceros tenían una mayor variedad de hechizos, la mayoría de las otras tenían algunos a su disposición. Eran trucos menores, hechizos utilitarios, y ataques pequeños que palidecían en comparación a los que usaban los Clérigos, Magos y Druidas. Pero sí los tenían.

Una mirada rápida a Kyouya, y con eso Izuku supo que el duelo era inevitable. El arrogante "héroe" estaba deslizando sus dedos por su tarjeta de aventurero, obviamente seleccionando un hechizo menor para proceder.


Dos horas más tarde, afuera del salón del gremio…

La multitud reunida fuera del salón estaba animada, pero no feliz. Izuku y Kyouya estaban a punto de batirse a duelo; uno de ellos era un Druida, el otro era un Espadachín, lo cual era injusto y todo mundo estaba preocupado.

- ¿Los dos entienden las reglas? – preguntó Luna en voz alta, sintiéndose enferma por ser la que obligaron a hacer el duelo oficial. Ya de por sí se sentía asqueada por tener que lidiar con el contrato de dicho duelo.

El guerrero rubio se había sentido muy molesto al averiguar que tenía que ofrecer algo de igual o mayor valor a lo que deseaba obtener, pero tenía confianza en sus habilidades, y en su tesoro divino. Por eso había ofrecido su preciada arma legendaria conocida como Gram, ya que no podía ofrecer menos por la libertad de su lady diosa.

Como era usual, el contrato incluía una cláusula de seguridad de que podría pagar los cincuenta millones de eris en su lugar… no que los tuviera en su bolsillo.

- Sí, lo hago. – replicó Kyouya, desenvainando su espada. Estaba sonriendo, lo que le ganó miradas furiosas de la audiencia, pues sus acciones rozaban el borde de las de un villano.

Las reglas decían que no se podrían invocar hechizos entre la aceptación del duelo y el momento en que iniciara oficialmente. Preparar las armas no rompía esta regla, lo que dejaba a Izuku en desventaja.

- Lo hago… – replicó Izuku, sintiéndose incómodo ante el prospecto de iniciar un combate con alguien que debería haber sido un amigo en este mundo tan extraño. – Solo desearía que hubiéramos podido resolver esto pacíficamente.

Luna y prácticamente todos los demás asintieron estando de acuerdo.

- Tuviste tu oportunidad cuando te dije que le perdonaras la deuda. – La respuesta de Kyouya solo ganó más gruñidos y palmadas en la cara, pues a nadie se le olvidaba cómo había hecho demandas irracionales. – ¡Ahora enfrentarás las consecuencias de tu terquedad!

Luna le lanzó una mirada desesperada a Izuku, suplicándole en silencio que se rindiera, y registrara una queja contra este comportamiento tan deplorable. Izuku suspiró, y le hizo un gesto con la mano para que no se preocupara.

Comprensiblemente, Luna estaba muy confundida por las expresiones burlonas de las compañeras de Izuku.

- Recuerden que los duelos no tienen que ser a muerte. ¡COMIENCEN! – Al grito de Luna, el duelo empezó.

Kyouya rápidamente hizo el primer movimiento. Puso el pie izquierdo al frente, para hacer contrapeso con su espada. La mano izquierda colocada sobre la hoja para activar los diferentes efectos que le darían la victoria instantánea. Y dibujar el camino en su mente, para evitar tropiezos.

El Espadachín rubio dibujó todo el movimiento en un segundo. Tenía la intención de atacar al estúpido Druida por el punto ciego, golpeándolo en la cabeza con el plano de su espada, para terminar el duelo de manera instantánea y sin derramamiento de sangre. Eso sería lo más heroico…

Y entonces, se percató de que no podía mover su espada…

- ¡¿Qué?! – Kyouya se vio sorprendido por la repentina resistencia.

Al mirar su arma, se percató de que la empuñadura estaba rodeada de vides espinosas. Dichas vides, sin embargo, se originaban desde grietas en el suelo debajo de él. Luego notó que más de ellas comenzaban a enrollarse alrededor de su pie…

- ¡GHAAA! – Kyouya lanzó un grito chillón de sorpresa al quedarse de pronto colgado de cabeza, con el cuerpo suspendido en el aire un par de metros arriba del suelo. Su espada Gram, su amado tesoro divino y medalla de honor y de autoridad, ahora estaba firmemente sujeta al suelo por unas lianas espinosas.

- ¡KYOUYA! – gritaron las seguidoras del rubio desesperadas, incapaces de creer que su líder ahora estuviera en una posición tan precaria.

Le llevó a Kyouya un par de intentos más antes de rendirse con su espada, para tratar de sacar el cuchillo utilitario que tenía en la bota.

- Yo no haría eso si fuera tú. – La voz calmada de Izuku llamó la atención de todos. – Ya será muy difícil evitar que te caigas directo en las espinas de hierro.

Una mirada al suelo debajo de él fue todo lo que el Espadachín necesitó para congelarse.

Justo encima de su cabeza, una cama de espinas largas y afiladas lo estaban esperando. Era obvio que su armadura no iba a protegerlo, y sin los bonos pasivos de Gram, probablemente no sobreviviría el empalamiento.

- ¿Quieres rendirte? – preguntó Izuku con una sonrisa tranquila y una voz amable. – ¿Por favor?

La gente comenzó a resoplar, y luego a reírse de la escena. Aunque los Druidas eran hechiceros, la mayoría de sus hechizos iban en línea con habilidades activas, haciéndolos más cerca de clases marciales que mágicas. Luna estaba riéndose a carcajada limpia al juntar las piezas de lo que pasó.

Izuku nunca se había movido mientras se preparaba el duelo, y en lugar de eso usó sus látigos de vides para preparar una trampa.

- ¡TRAMPOSO! – gritó Kyouya, tanto temeroso por su vida, como furioso de ser derrotado cuando se suponía que debía salir como el héroe victorioso. – ¡INVOCASTE UN HECHIZO ANTES DE QUE COMENZARA EL DUELO!

- ¡Tú fuiste el que demandó un duelo mágico, ¿qué otra cosa esperabas?! – gritó Megumin en respuesta, llegando incluso a hacer una pose dramática. – ¡Traer una espada a un duelo mágico, QUE ABSURDO!

Para ser honesto, Izuku no tenía idea de si su plan funcionaría, o si estaría permitido. Pero supuso que, ya que no se le permitía invocar nada entre el desafío y el inicio del duelo, mover sus vides se podría considerar un acto similar a preparar su postura de batalla.

- Señor Kyouya. – lo llamó Luna desde su posición, sirviendo como réferi para el duelo. – Cuando te pregunté si entendías las reglas de un duelo mágico… dijiste que sí.

La risa se estaba volviendo más fuerte, y ambos duelistas se estaban sonrojando. Uno por la humillación, el otro porque no sabía cómo manejar ese nivel de atención.

- Te sugiero que tomes la oferta de rendición, señor Kyouya. – continuó Luna, ahora en un tono más serio. – Si mueres por causa de su hechizo… él estará libre de cualquier cargo criminal. Y los miembros de tu equipo serán quienes hereden tu deuda.

Izuku dio un respingo al oír eso, casi decidiendo retraer las Espinas de Hierro. Los contratos mágicos eran brutales en mantener su contenido y cláusulas para que se cumplieran.

Kyouya miró fulminantemente a Izuku por lo que parecían horas. Sus ojos gritaban que el chico verde era un tramposo, un cobarde, alguien sin honor… un villano…

Al final, sin embargo, tuvo que rendirse. Deprivado de su Gram, y en una posición donde la única otra opción era una muerte muy dolorosa, decidió vivir para pelear otro día. Aunque, cuando Izuku lo puso en el suelo…

- Pequeño… – Kyouya gruñó, marchando directo hacia Izuku con obvias intenciones, incluso sin estar blandiendo un arma contra el Druida.

- ¡NO TE ATREVAS! – gritó Darkness, saltando entre el guerrero rubio y su líder.

Viendo a la bella Paladín blandir su espada contra él como si fuera el malo hizo que Kyouya se detuviera. Desafortunadamente, sus seguidoras tenían ideas diferentes.

- ¡¿CÓMO TE ATREVES A MANCILLAR LA IMAGEN DE KYOUYA?! – gritó la rubia, apareciendo detrás de Izuku y sacando una espada corta.

La Ladrona había utilizado la habilidad Sigilo, y luego había intentado ir por un ataque sorpresa. Izuku había sido tomado desprevenido…

*¡CRUNCH!*

Pero Liza no. El sonido crujiente llamó la atención de todos, solo para descubrir que el arma acababa de ser reducida a pedazos.

Liza se había movido tan rápido que nadie se dio cuenta del borrón que hizo al desplazarse, y usó sus increíblemente poderosas mandíbulas para triturar la espada como si fuese un simple mondadientes. Para cuando la rubia tuvo tiempo de reaccionar a la destrucción de su espada, Liza se había vuelto a mover, esta vez cogiendo a la ladrona del cuello por el cuello con su mano reptiliana.

Sostenida en alto, la Ladrona no pudo encontrar suficiente apoyo para aflojar la presión sobre su garganta, por lo que comenzó a asfixiarse. A Liza no parecía importarle eso, limitándose simplemente a gruñirle a su cautiva.

- ¡Espera! – La otra chica trató de intervenir, pero rápidamente fue azotada de cara contra el suelo.

- Chika te sugiere que no te muevas. – dijo la harpía negra rápidamente, con su pie agarrando la cabeza de la chica por detrás, y sus terribles garras excavando con facilidad la piedra y tierra cercanas. – Las garras de Chika son afiladas y duras. No querrás que Chika te corte por accidente.

La chica ni siquiera pudo gritar, pues tenía los ojos fijos en esas afiladas guadañas que la mantenían en su lugar.


Cerca de una hora después, en el salón del gremio…

Kyouya y su grupo se encontraban ahora sentados en una mesa cerca del mostrador de recepción. Los tres tenían miradas de desánimo y vergüenza en sus rostros.

- Agredir a otro aventurero justo después de tener un duelo totalmente innecesario. – regañó Luna al grupo de autoproclamados héroes, haciendo que temblaran ante la reprimenda por sus crímenes. – Si no fuera porque Izuku los perdonó, los habríamos despojado de sus licencias, y sus tarjetas habían sido marcadas. ¿Entienden lo severo que es eso?

Por supuesto que lo entendían. La marca de la que hablaba la recepcionista significaría que quedarían como simples parias. a solo un paso de que les pusieran recompensas a sus cabezas. Para Kyouya, eso significaba caer del camino de los héroes, hacia la oscuridad de la villanía.

- Ahora, espero que tengan para pagar por tu derrota. – Las palabras de Luna no hicieron más que traer terror al grupo, que acababa de cobrar por una misión. – Los contratos mágicos pueden cancelarse si ambas partes están de acuerdo, pero los contratos firmados para duelos, especialmente mágicos, no. ¿Están al tanto de las penalizaciones que podrían sufrir si intentan cancelarlo, o se rehúsan a pagar?

La penalización usual, entre los magos, solía ser que les recortasen la mitad del maná, por lo que pagaban su estupidez con su poder. Para aquellos sin suficiente maná, los resultados podrían ser fatales.

El grupo de tres ahora estaba hecho un manojo de nervios. Tenían un gran total de cincuenta millones de eris a su disposición, pero gracias a varios tratos severos con los herreros, la renta de una habitación de clase alta en una posada costosa, y su tendencia general a gastar cantidades enormes de dinero entre misiones los dejaba con un futuro muy incierto frente a ellos.

En el mejor escenario, tendrían que pasar tres meses durmiendo en establos y comiendo solo dos veces al día. Y Kyouya no estaba dispuesto a entregar a Gram.

- Podemos pagar con servicios, ¿verdad? – preguntó la chica rubia, haciendo que la recepcionista levantara una ceja.


Adentro de una sala privada…

La ceremonia de liberación había sido un éxito, y los abominables sellos que marcaban a Chika y Liza como esclavas ahora se habían ido. Ya nunca más tendrían que preocuparse por morir si las separaban de su amo. Ya nunca más ninguna orden activaría una fuente de dolor indescriptible. Eran libres. Aunque solo querían permanecer en proximidad con su querido Izuku.

Izuku no tenía idea de a dónde mirar…

- Y-ya está listo… al fin se terminó… – murmuró Izuku, más como un tartamudeo, y sus ojos miraban a cualquier lugar en la sala, excepto a sus amigas semihumanas. – Ahora pueden…

Megumin lo interrumpió rápidamente, y su adorable puchero y mejillas rosadas le traicionaban su seriedad.

- Ahora me toca a mí hacer los sellos falsos. – dijo la maga, colocando la tinta y la pluma en el suelo. – ¡Comencemos con Chika!

Izuku gruñó, sintiéndose exhausto, aunque realmente no estaba haciendo nada en términos de remover sellos, y la fabricación de los falsos por parte de Megumin. Resistirse al impulso de mirar los cuerpos desnudos de las ex-esclavas se le hacía más y más difícil. Especialmente cuando dichas chicas no hacían nada para alejarse, cubrirse, o decir que se sentían incómodas.

La única otra que compartía la incomodidad de Izuku era la pequeña archimaga, que no podía ocultar su envidia al ver lo bien desarrollada que estaba Liza… siendo esa la razón por la que inició con Chika, cuyos pechos eran igual de planos que los suyos.

- Eso da cosquillas. – dijo Chika con una sonrisa, mientras dibujaban el sello falso en su pecho.

- ¿Ya me puedo ir? – preguntó Aqua, con aspecto derrotado por haber tenido que llevar a cabo un servicio tan herético. – Siento que me quiero ahogar en licor en este momento.

Aqua no había esperado que Izuku ganara el duelo. Esperaba poder escapar de su contrato haciendo que el otro chico ganara con su espada divina, pero el pequeño Druida tenía un talento para pensar fuera de la caja. Todavía esperaba que el Espadachín realmente hablara en serio sobre sacarla del grupo de Izuku, pues quería que la consintieran, no que la hicieran trabajar hasta los huesos.

- ¿Todavía la necesitamos aquí, Megumin? – preguntó Izuku, feliz de tener otra cosa en la cual concentrarse, fuera de los cuerpos desnudos de sus chicas.

- No, su parte ya está hecha. – respondió Megumin, terminando con el sello falso en el pecho plano de Chika. – Aqua, puedes irte si quieres. Tal vez quieras calmar a ese chico loco antes que intente hacer alguna otra estupidez.

La voz de Megumin describía con mucha precisión lo molestos que estaban todos. Izuku realmente no había querido entrarle a ese duelo en primer lugar, y cuando llegó la hora de cobrar su premio, incluso quiso anular la necesidad de pagar. Al descubrir que el contrato mágico era inevitable resultó ser un golpe muy bajo para el joven Druida, que se sentía que acababa de arruinar a personas inocentes. Todo porque al parecer Aqua quería que el duelo se llevara a cabo.

- Entonces me voy. – replicó Aqua dándose la vuelta para marcharse, antes de detenerse junto a la puerta. – ¿De verdad no te importa si me voy del grupo?

La voz Aqua iba cargada de sentimientos heridos. Era una diosa, un ser divino, que estaba destinado a recibir adoraciones de las masas. La idea de no tener importancia para el grupo le dolía, especialmente porque Izuku y Megumin conocían su identidad.

- Eres y siempre has sido libre de irte si te sientes incómoda en nuestro grupo. – replicó Izuku en tono neutral, dejando la elección totalmente en las manos de la Arcipreste peliazul.

- Ya veo… – replicó Aqua con voz sombría. Su lenguaje corporal dejaba ver sus intenciones; abandonaría al grupo sin dudarlo.

- También eres libre de regresar cuando quieras. – añadió Izuku, antes que la peliazul abriera la puerta para irse.

Aqua permaneció allí solo por unos segundos, pero entonces abandonó la sala. La atmósfera se tornó más ligera, y todos los ocupantes soltaron un suspiro. Izuku en realidad estaba algo triste, pues sabía que Aqua se iría. No iba a detenerla, ni a suplicarle que regresara; no estaba planeando cambiar para adaptarse a las necesidades de ella, y tampoco esperaba que ella hiciera lo mismo. Si terminaba más feliz en algún otro grupo, entonces tenía todo el derecho de elegirlo por encima del suyo.

- Entonces… – La voz de Megumin rompió la cadena de pensamientos que atormentaba a Izuku. – ¿Cuál de las dos te gusta más?

Izuku levantó la mirada hacia Megumin, que señaló a las semihumanas, señalando a propósito hacia sus senos expuestos. La sonrisa burlona le dijo a Izuku que no habría manera de salir de ese dilema, y no podría dar una respuesta correcta. El hecho de que estuviesen desnudas, y aparentemente disfrutando de que les estuviera mirando sus cuerpos, solo hacía que fuera… más duro… para él.

- Está bien, amo. – interrumpió Chika de repente, dando algunos saltitos donde estaba para mostrar su alegría. – ¡Aún nos conservarás a ambas, así que puedes elegir quién te hace más feliz!

Izuku sabía que la elección sería todavía más difícil, especialmente cuando Liza asintió en respuesta a las palabras de Chika. Megumin tampoco ayudaba al estar golpeando impacientemente su pie en el suelo, en absoluto.


Un poco más tarde…

Izuku finalmente había logrado escapar de la sala. Se notaba visiblemente avergonzado, rojo como un tomate, y sintiéndose como un pervertido.

- Ni una palabra. – les dijo a sus chicas, que asintieron sin dudarlo, o dejando de sonreír felizmente.

Una vez que se hizo obvio que no podría responder a la pregunta imposible, Megumin decidió empujar las cosas un poco más lejos con una sonrisa traviesa. Empujando a Chika hacia el sonrojado Druida, le había pedido que mirara más de cerca, y cuando Chika estuvo de acuerdo, la harpía negra le agarró la mano para ponérsela en sus senos.

Como se esperaría de un virgen con un gran respeto por las mujeres, trató de alejarse lo más rápido posible, tropezándose con sus propios pies y aterrizando de cara… en los senos de Liza.

La chica cocodrilo albina se limitó a acariciarle pacientemente su cabello mientras lograba ponerse de pie. Izuku ya para entonces estaba sufriendo de hemorragia nasal, y su cerebro por poco hacía cortocircuito, ¡cuando Chika decidió que la instigadora también debería unírseles! Después de todo, la chica aviana señaló que ya había dormido con ellos. Megumin de pronto descubrió que tener las manos de Izuku sobre sus pechos planos se sentía… extrañamente satisfactorio, e increíblemente embarazoso.

- Ni una palabra. – repitió Megumin, sonrojándose casi tanto como el joven héroe.

Chika y Liza, ahora totalmente vestidas actuaban como si no hubiera pasado nada raro.

Caminando hacia su mesa habitual, Izuku no pudo evitar notar que su ya familiar dolor de cabeza andante con forma de Arcipreste se encontraba ausente. Tampoco se le escapó que una de las seguidoras de Kyouya ahora se encontraba ocupando el sitio de Aqua…

- Umm… ¿hola? – la saludó Izuku al sentarse a la mesa, seguido de su igualmente confuso grupo. – ¿Pasó algo?

La pregunta iba dirigida hacia Darkness, que estaba sentada allí en silencio de estupor. Le tomó varios segundos a la pervertida Paladín empezar a reaccionar. Hubo un temblor, un suspiro, y luego una palmada en la cara…

- Esta chica… – empezó a decir Darkness en un tono muy raro, como si intentara demostrar pena, pero siendo incapaz de sentir placer – ¡fue dejada atrás por su grupo como pago!

En menos de un segundo, unas vides se enrollaron alrededor de la cabeza de Darkness, específicamente para cubrirle la boca.

- Entonces… – Izuku ahora dirigió la mirada hacia la chica. – ¿Qué sucedió?

Ahora que la veía más de cerca, pudo notar su cabello rosa, rasgos faciales aniñados, y por supuesto, lo revelador de su atuendo. Los ojos de la chica en cuestión brillaban con lágrimas no derramadas, y era obvio que estaba luchando contra su necesidad de llorar.

- ¡Todo esto es por tu culpa, tramposo! – exclamó finalmente la chica. – ¡Si no hubieras hecho trampa en ese duelo, yo no estaría aquí, y el nombre de Kyouya no habría sido ridiculizado!

- Primero, Izuku no es ningún tramposo. Es un Druida, y peleó como tal. El otro tipo tiene la culpa por no esperarse lo obvio. – Megumin saltó rápidamente a defender a Izuku, seguida por asentimientos enérgicos de parte de Chika y Liza. – Segundo, todavía tienes que responder su pregunta. ¿Por qué estás aquí? Estábamos esperándonos esa ridícula espada, o un saco de monedas de oro.

La pelirrosa se sorprendió de la respuesta, y parecía lista para iniciar una pelea verbal. Pero su semblante cambió de inmediato, dando la impresión de quedarse sin fuerzas.

- Firmé un contrato para pagar en lugar de Kyouya. – confesó finalmente la chica. Aunque no hablaba fuerte, todos los aventureros que los rodeaban se quedaron callados de pronto. – Él y las demás se fueron a cumplir misiones para reunir el dinero. Mientras lo hacen, yo trabajaré para ti, pagando la deuda poco a poco.

Izuku tenía una mirada de shock en el rostro, y Megumin parecía compartir el mismo sentimiento. Tan rápido como había amordazado a la Paladín masoquista, removió las vides que la silenciaban. Darkness ahora parecía más molesta de que le quitaran su nuevo juguete que por haber sido silenciada en primer lugar.

- ¡Dime que esto es una broma! – dijo Izuku, casi suplicándole a la única que podría dispersar este horrible escenario.

- Me temo que no lo es. – replicó Darkness con total seriedad. – ¡No puedo creer que sea tan suertuda!

Izuku sabiamente decidió ignorar a la Paladín rubia que ahora andaba balbuceando tonterías.

- Está bien… aclaremos algunas cosas. – comenzó a hablar Izuku, mirando a la chica pelirrosa con preocupación, ya que parecía lista para soltarse a llorar. – ¿A qué te refieres con trabajar para mí?

Izuku comprensiblemente estaba muy preocupado por todo esto. Primero, ¿qué clase de bastardo dejaba a una chica como pago colateral para una deuda de tal calibre? Segundo, ¿qué clase de persona estaría de acuerdo en llevar semejante carga? Y tercero, ¡¿qué diablos habría hecho él para merecerse esto?!

- ¡No te hagas ideas extrañas, friki amante de los semis! – gritó la chica, alejándose de él mientras cruzaba los brazos frente a su pecho, como si intentara proteger su virtud. – ¡Esto no es más que una formalidad! ¡Kyouya seguro terminará la misión pronto y entrará por esa puerta con el dinero para liberarme de tus asquerosas manos!

Izuku, incapaz de comprender lo que estaba pasando, volteó hacia Megumin en busca de ayuda.

- Probablemente significa que le tocó llevar el peso de la cláusula en el contrato mágico. Todo lo que gane, tendrá que dártelo a ti como compensación, al menos hasta que se pague toda la deuda. – La explicación de Megumin finalmente respondió al problema principal, y luego continuó. – Lo de "amante de los semis" es un término despectivo imperial. Se refiere a alguien que trata a los semihumanos como si fueran humanos… aunque en este reino no tiene mucho peso.

Izuku rápidamente entendió la parte de que era una especie de insulto. Aunque él decidió que lo llevaría como una medalla de honor.

- De acuerdo… ya tuve suficiente por el día de hoy. – Izuku finalmente reconoció su cansancio, sorprendiendo a la pelirrosa, pero ganándose asentimientos de aprobación del resto de su grupo. – Vámonos a nuestra habitación para descansar todo lo posible. Mañana…

Izuku se tomó un momento para mirar a su grupo, y luego a la recién llegada. La pelirrosa alternaba entre mirarlo a él amenazante, y voltear hacia la entrada del gremio, obviamente esperando que el espadachín entrara con un saco lleno de oro para rescatarla.

- ¿Saben qué? Necesitamos un día libre después de todo lo que hemos pasado. – Las palabras de Izuku sorprendieron tanto a sus chicas como a la Paladín pervertida, que se estaba esperando otro día lleno de trabajo de su líder. – Mañana solo vamos a holgazanear y divertirnos juntos.

Hubo vítores tras su declaración de parte de todos. Izuku decidió que nadie debería sufrir las secuelas de ese duelo, que lo había dejado marcado.

Nadie había salido herido, arrestado, o algo peor. Y aun así, se sentía sucio. Izuku le había quitado a alguien algo por derecho de conquista, un concepto arcaico que iba en contra de sus valores morales, y a raíz de eso, una pobre chica había sido abandonada con su desesperación. No hacía falta ser un genio para entender que la pelirrosa había sido simplemente desechada.

Izuku no podía evitar preguntarse, ¿por qué ese chico Kyouya no le ofreció su dinero, su equipamiento, o incluso trabajar él mismo para pagar la deuda? Era bastante obvio que el bastardo no iba a volver, no si eso significaba perderlo todo para salvar a alguien que significaba tan poco que la dejaba como pago en vez de dinero.

- Está bien… Kyouya ya debe venir en camino… – murmuró la chica para sí misma, mirando la mesa vacía. – En cualquier minuto… entrará por esa puerta… con una sonrisa en su rostro…

Su visión estaba empezando a nublarse por las lágrimas. No podía entenderlo. ¿Por qué ella, y no la otra chica? ¿Sería por su habilidad de abrir cerraduras? O acaso… ¿tendría mejores habilidades en el romance? ¿Tal vez Kyouya prefería sus hábitos más seductores? ¿Su falta de decoro? O… ¿acaso la peliazul era el reemplazo que ella había temido todo este tiempo?

Mientras la pelirrosa comenzaba a dejarse caer en la oscuridad de su mente, un plato lleno de sapo frito apareció enfrente de ella.

- Izuku ordenó esto para usted, señorita. – le anunció uno de los camareros, haciéndola levantar la mirada. – También dijo que cuando Kyouya regrese, puede ir a buscarlo en la posada cruzando la plaza.

La pelirrosa asintió confundida, tratando de racionalizar este gesto como un truco barato para ganarse su confianza. Aun así se comió la comida, pues no había tenido oportunidad de comer nada desde que regresaron de su anterior misión.


Al día siguiente, muy entrada la mañana…

Izuku y compañía llegaron al salón del gremio, no para tomar misiones o hacer trueque con objetos. Simplemente venían por un bocadillo rápido antes de irse al distrito comercial, hacerle una visita a Wiz, y finalmente perder el tiempo relajándose para ganar fuerza para su siguiente ronda de misiones.

No se esperaban encontrarse a la pelirrosa sentada en su mesa, mucho menos de verla con ojeras en el rostro.

- ¿Estás bien? – preguntó tímidamente Izuku tras unos minutos de silencio.

La chica hinchó las mejillas, como si estuviera tratando de resistirse con fuerza. Pero al final se dio por vencida y les respondió:

- ¡Tuve que dormir en los establos! ¡Fue horrible! – exclamó, con la voz llena de desesperación.

- ¿En los establos? – preguntó Megumin, horrorizada por las noticias. – ¿Tu equipo no te alquiló una habitación en la posada?

La pequeña Archimaga sabía muy bien que dormir en los establos era muy peligroso. Las chicas tenían que dormir en grupos, o con compañeros masculinos confiables que las protegieran, pues los pervertidos no eran escasos en Axel. Semejante peligro era la razón por la cual ella optaba por dormir en el tronco de un árbol hueco.

- Kyouya se fue del pueblo ayer, regresó su llave. – La respuesta por sí sola contó toda la historia, revelando la poca esperanza a la cual la pobre chica se estaba aferrando de ser salvada. – Kyouya me abandonó… ni siquiera me dejó dinero para comprar comida…

Mientras las lágrimas comenzaban a fluir de los ojos de la destrozada chica, Izuku y sus compañeras comenzaron a intercambiar miradas, de preocupación mezclada con pena. Sin decir ni una sola palabra, todo el grupo llegó a un acuerdo.

- ¿Por qué no ordenas algo? Yo lo pagaré. – dijo Izuku pasándole el menú a la chica.

- El contrato mágico tal vez te quite todos los eris que te ganes, pero podemos proveerte lo que sea que necesites. – ofreció Darkness, ahora sabiendo de memoria cómo manejaba Izuku al equipo.

- Eso sí, tendremos que poner algunas reglas, como por ejemplo dónde vas a dormir. – añadió Megumin, notando que la pelirrosa daba un respingo, pero no se atrevía a refutar. – Pero eso puede esperar.

La risa amable de Izuku forzó a la chica finalmente a mirarlo al rostro… a los ojos. El chico se veía sincero, mucho más que Kyouya.

- Ayer nos conocimos bajo malas circunstancias; empecemos de nuevo. – le dijo Izuku, ofreciéndole la mano para un apretón. – Mi nombre es Izuku Midoriya, y soy un Druida, gusto en conocerte.

La chica se vio sorprendida. En realidad, se esperaba que este grupo se empezara a reír por cómo fue abandonada, por su actual situación de estar indefensa, y del hecho de estar ahora a merced de ellos. En lugar de eso, todos parecían listos para ayudarla a ponerse de pie tras una caída tan desdichada.

- Yo soy Megumin, del Clan de los Demonios Carmesís. – se presentó Megumin, sin olvidarse de hacer una pose.

- ¡Mi nombre es Darkness, y soy la espada de Izuku! – Darkness parecía haber decidido unirse en el acto chunni… o al menos, Izuku esperaba que fuese un acto.

- ¡Chika! – La harpía negra reveló entonces su nombre a la chica nueva.

- Yo… Liza. – Izuku decidió que era lo mejor que la chica cocodrilo estaba dispuesta a decir.

- Yo… – La pelirrosa apenas podía hablar, sintiéndose abrumada por la cálida bienvenida. – Mi nombre es Aela… gusto en conocerte.

Mientras Aela tomaba la mano de Izuku, el muchacho decidió que haría todo lo que estuviera a su alcance… para que Kyouya se arrepintiera de sus decisiones.

Esta historia continuará…

Chapter 10: Verde desatado

Chapter Text

Aela estaba teniendo problemas en formarse una opinión sólida sobre el líder de su nuevo grupo. Por un lado, lo odiaba; haber visto a su amado Kyouya humillado por las tácticas sucias del Druida peliverde le llenó el corazón de pensamientos oscuros. Por el otro, no pudo evitar sentir admiración por la devoción que demostraba por las otras miembros de su grupo, algo muy rara vez visto. Esto quedaba demostrado por el hecho de que se tomaba muy en serio conocerlas, no solo sus fortalezas y debilidades, sino en planear todas las contingencias que el grupo pudiese enfrentarse en el campo de batalla.

Muy diferente de Kyouya, que apenas si recordaba el nombre de ella, mucho menos su clase y habilidades.

Aela también había notado ciertas similitudes, como que ambos eran líderes masculinos rodeados de un grupo totalmente femenino. A diferencia de Kyouya, sin embargo, el joven Druida parecía muy consciente de los sentimientos de sus compañeras, y los aceptaba. Ella tenía sentimientos mezclados respecto a esto; Kyouya parecía evitar cualquier nivel de romance cuando ella y la ladrona se encontraban juntas, pero estaba dispuesto a llevársela a su tienda por la noche, cuando la otra chica no estaba presente.

La imagen mental de que la otra chica recibiera ese mismo tratamiento la hizo temblar.

- Entonces, ¿qué clase tienes? – le preguntó Izuku a la pelirrosa, trayéndola de vuelta al presente. – Si tienes alguna especialidad, necesitas decírmelo. Tener las herramientas y equipamiento apropiados es clave allá afuera.

La pelirrosa gruñó un poco, sin saber si seguía molesta por ser interrogada, o feliz de que le dieran atención y la considerasen parte del grupo.

- Soy una Cazadora… – respondió Aela, apenas lo bastante audible para darse a entender.

Notó entonces las expresiones confusas del Druida y sus compañeras, lo que le provocó flashbacks del día que conoció a Kyouya. En ese entonces, estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para impresionar al héroe, para reclamarlo como suyo. La Ladrona tenía más para mostrar, sin embargo, pues no solo presumía sus atributos femeninos, sino su habilidad para forzar cerraduras, sigilo, desarmar trampas y valuar los objetos.

La única cosa que podía presentar era su habilidad para reconocer las plantas que tocaba, y nunca perderse en lo salvaje.

- ¿Otra experta en lo salvaje entonces? – preguntó Darkness, haciendo que la pelirrosa diera un respingo. La redundancia probablemente fue lo que hizo que Kyouya eligiera sacrificarla a ella, y tal vez también reduciría su valor para este grupo.

El Druida era obviamente una elección mucho mejor como experto en lo salvaje de lo que ella jamás podría ser.

- ¿Qué hay de la especialidad? – preguntó la diminuta Archimaga, a lo cual la pelirrosa se rehusó a hacerle contacto visual. – ¿Hay algo en lo que seas buena?

Había cosas en las que era buena, por supuesto, pero no mejor que otras personas.

- Tengo buena destreza con las manos… – comenzó a decir Aela, con la voz cada vez más débil al tratar de continuar. – Puedo colocar trampas sencillas… y cocinar cosas simples…

Era de nivel 15. Debería haber sido mejor en sus especialidades, tal vez incluso llegar a una clase avanzada…

Viajar con Kyouya había atrofiado su crecimiento, ahora se había dado cuenta de ello. Pero en ese momento no parecía importar en absoluto. Ella y la ladrona no tuvieron necesidad de hacer otras cosas que no fueran algo de soporte en el campo y llevar cargas ligeras, preparar los campamentos, y recibir halagos por su apoyo moral. Kyouya había hecho prácticamente todo en las misiones que habían tomado; desde matar al objetivo, hasta destruir obstáculos imposibles.

Dudaba mucho que el Druida quisiera tener a una simple animadora.

- ¿Una francotiradora entonces? – preguntó Izuku, mostrando una sonrisa tan amable que hizo sentir terrible a la pelirrosa. – Ciertamente nos podríamos beneficiar de algo de apoyo a distancia, y de alguien que pueda cocinar.

¿El Druida tenía grandes expectativas con ella?

- Estoy de acuerdo. – agregó la pequeña Demonio Carmesí, haciendo que la chica en cuestión se sintiera todavía peor. – Alguien que pueda dispararle flechas a las cosas que se le escapen a nuestra Paladín sería grandioso.

- Nadie ha podido pasar de mí. – dijo la Paladín rubia, asustando un poco a Aela, pues pensaba que habría alguna denegación. – Aunque sería genial poder comer algo más que bayas cuando estamos en el campo. Sin ofender, pero la cecina no es la mejor forma de comer carne.

Aela ya no pudo soportarlo más. Esto no era una entrevista para que la admitieran en un grupo deseado. ¡Esto era un recuento de sus habilidades para sobrevivir la carga que estúpidamente decidió llevar en lugar de Kyouya!

- ¡ESPEREN!

El grito de Aela captó la atención de todos, incluyendo a los de fuera del grupo.

- Puedo usar un arco, es verdad. – dijo la pelirrosa empezando a juguetear con los dedos. – Pero necesito tiempo para alinear el disparo… y me canso fácilmente al sostener la flecha en su lugar…

Aela sintió que los ojos del Druida y su grupo se fijaban en ella, así que bajó la mirada antes de continuar.

- Puedo colocar trampas. – la voz de la Cazadora se volvía aún más pequeña. – Pero solo para atrapar animales pequeños…

Lágrimas comenzaban a formarse en las esquinas de sus ojos, sintiéndose totalmente inútil frente a un grupo que debía ser de primera para haber derrotado al gran Kyouya.

- Y lo único que sé preparar son sándwiches y jugo…

Aela, sin necesidad de mirar al Druida, podía decir con certeza que la mandarían al mercado, a vender cosas en algún puesto callejero. Tal vez podría servir como camarera extra en el gremio si tenía suerte. En su mente y corazón sabía que ella tenía toda la culpa por sus habilidades tan mediocres, que debería haberse puesto a entrenar, incluso si Kyouya no necesitaba la ayuda.

- Ya veo. – habló Izuku, tomando una postura pensativa. – En ese caso podría ayudarte mucho usar una ballesta.

Aela parpadeó confusa. No se esperaba que le ofrecieran apoyo o comprensión de ninguna manera.

- El resto solo necesitas entrenarlo con tiempo y paciencia. – El juicio de Izuku fue sorprendentemente amable, y ver al resto del grupo asentir con aceptación también fue muy extraño.

- ¡Izuku! ¡Izuku! – De repente Megumin llamó su atención, echando chispas por los ojos. – ¿Por qué no diseñas una ballesta para ella?

- ¿Un arma creada por el amo? – preguntó la harpía negra en su voz susurrante, que aun así le enchinó la piel a la Cazadora pelirrosa. – ¡Eso será increíble!

- Puedo diseñar los planos. – replicó Izuku, tratando de sonar modesto con sus habilidades. – Pero tendré que comisionársela a los enanos.

Esa declaración solo dejó confusa a Aela. Los únicos que podían fabricar arcos mejores que los elfos eran los druidas, pues podían comandar la madera y la cuerda para que tomasen cualquier forma y tuvieran los atributos que ellos deseaban. Construir una ballesta debería estar dentro de las habilidades de este Druida en particular, así que tenía poco sentido comisionársela a los enanos.

- Nos vendría bien también un kit para comer. – añadió Darkness, cuya mente recordó rápidamente que aunque la comida natural era buena, los almuerzos bien cocidos le resultaban mejor. – Sin ofender, tener almuerzos y cenas apropiadamente cocinados sería genial si nos vemos en una misión muy prolongada.

- Pero solo puedo preparar sándwiches… – repitió Aela en voz baja, tratando de evitar dar expectativas muy altas.

- No me ofendo. – replicó Izuku con una sonrisa antes de ponerse serio. – Ahora, es tiempo de corregir tu problema de precisión, Darkness.

La sonrisa que adornaba el rostro de la Paladín rubia desapareció, siendo reemplazada ahora por una expresión sombría.


Aproximadamente una hora más tarde…

Detrás de una de las herrerías, en una zona designada específicamente para probar las armas, el joven Druida y sus compañeras de grupo se habían reunido.

TWACK!*

Aela disparó con una ballesta ligera, logrando un tiro bastante decente en la diana que tenía frente a ella.

- Esto es más fácil de usar que un arco. – murmuró la pelirrosa mientras recargaba el arma. – Y también cansa menos.

TWACK!*

Disparando otro dardo, y esta vez logrando dar un poco más cerca del centro de la diana, comenzó a recordar todas las veces que Kyouya le dijo que se tomara las cosas con calma y practicara con el arco, que se tomara su tiempo, porque realmente no necesitaba que ella creciera tan rápido. Eso, y que no necesitaba ayuda para pelear.

Al ver que su puntería estaba mejorando, no pudo evitar cuestionar la sabiduría de Kyouya.

- Sé que te dije que me encanta ser humillada… – La voz de Darkness hizo que la atención de la Cazadora se desviara de su propio entrenamiento. – ¡Pero me rehúso a usar algo tan poco refinado!

La Paladín rubia ya no estaba blandiendo una espada larga elegante. En lugar de eso, en su mano izquierda sostenía un enorme escudo redondo, mientras con la derecha llevaba un gran garrote de madera. Ambos objetos habían sido hechos por el Druida peliverde.

- Solo es para una prueba, Darkness. – replicó Izuku con una voz algo pacificadora. – Tu arma de elección requiere que inviertas tus puntos de habilidad en la precisión, debido a sus atributos marciales de fineza. En cambio, las mazas y los garrotes solo requieren de fuerza para ser efectivos.

El joven Druida se veía tan tímido que Aela no podía dejar de preguntarse cómo pudo Kyouya perder contra él.

- Como una Paladín de Eris, debo mantener una imagen de elegancia y disciplina. – dijo Darkness con una voz solemne, solo para empezar a agitar el garrote en su mano derecha salvajemente. – ¡Esto es algo barbárico!

El garrote que llevaba no era un simple trozo de madera con forma. Izuku lo había creado haciendo crecer uno de sus látigos de vides, dándole una empuñadura ergonómica, aparte de un cuerpo endurecido de manera uniforme y balanceada, el cual crecía hacia la cabeza en una forma perfectamente simétrica, cubierta de espinas filosas y dispersas en intervalos regulares y patrones geométricos.

- ¿Y el escudo? – continuó Darkness, esta vez golpeando el escudo con el garrote, creando un sonido tan poderoso que dejaba pocas dudas sobre su fuerza. – ¿Cómo se supone que disfrute de recibir golpes si llevo uno de estos?

El escudo estaba hecho con dos vides endurecidas que habían sido enrolladas entre sí, dándole un patrón en espiral bastante hermoso. Las espinas que poblaban todo el frente y los bordes le daban esa apariencia brutal y barbárica que a la Paladín parecía no gustarle para nada.

Aela parpadeó un par de veces, tratando de enfocarse en el tipo de planta usado para hacer ambos objetos.

- Darkness, eres una Paladín, se supone que debes usar un escudo. – La voz de Izuku cargaba sabiduría y amabilidad a un nivel que la Cazadora no estaba acostumbrada a oír. – Si no quieres usarlo para protegerte, entonces al menos deberías usarlo para proteger a los que son más débiles que tú.

- Esperen… – Aela trató de llamar su atención hablándoles. – ¿Eso de allí es Corteza de Hierro?

- Creo que se te ven bien, Darkness. – Megumin alzó la voz, ahogando la pregunta de la Cazadora. – Como se ven amenazadores, solo los más fuertes tratarán de golpearte.

Mientras Darkness comenzaba a murmurar sobre sus nuevas posibilidades, Aela se dio cuenta que, efectivamente, el escudo y el garrote estaban hechos de corteza de hierro, solo que no era la tallada por elfos, sino crecida naturalmente. Eso significaba que el joven Druida era mucho más capaz de lo que sugería su apariencia.

- ¡Está bien! – exclamó Darkness, con un rubor adornando su rostro al sentir que se estaba convirtiendo en el hazmerreír del gremio por usar armas de aspecto tan crudo. – Le daré a estas armas una oportunidad. ¡Pero si no funcionan, volveré a usar mi espada larga!

Por solo un momento, Darkness mantuvo un semblante aristocrático que casi parecía arrogante. Pero desapareció cuando Liza se paró frente a ella. Darkness levantó una ceja, honestamente confusa, e incapaz de leer la cara estoica de la chica cocodrilo.

- ¿Te… sucede algo? – preguntó Darkness, sonando bastante neutral, para sorpresa de la Cazadora pelirrosa. – ¿Necesitas algo?

Un segundo, eso fue todo lo que Darkness necesitó para alistarse para un golpe.

Liza, rápida como un destello, había levantado su masiva cola, girado sobre sus pies, azotando su extremidad escamosa sobre la Paladín rubia, que instintivamente alzó el escudo verde.

*¡BOOM!*

El sonido de la colisión resultante fue tan fuerte que el dueño de la herrería tuvo que salir para ver lo que estaba sucediendo.

- ¡Oi! – les gritó el enano enojado. – ¡Nada de romper mis armas sin comprármelas primero!

Tomándose un momento para calmarse, Izuku y el resto del grupo observaron lo que había sucedido realmente. El escudo había soportado el impacto, y Darkness había retrocedido unos cuantos centímetros. La Paladín rubia miraba con algo de timidez por encima del escudo, con los ojos muy abiertos y con un extraño brillo al ver a Liza.

Aela no sabía qué era más impresionante: si el hecho de que un escudo de madera había soportado un impacto tan poderoso, o que la cola de la chica cocodrilo estaba totalmente intacta luego de colisionar contra un escudo de aspecto tan brutal.

- ¡Amo… fuerte! – dijo Liza, señalando al escudo. – ¡Tú… decir gracias!

Aunque obviamente era su manera de mostrar la providencia de su amo, Izuku no pudo evitar pensar que se estaba yendo un poco de mano con la devoción. Aun así, planeaba acariciarle la barbilla para demostrarle su aprecio más tarde.

Darkness se miró el brazo con el que sostenía el escudo, y luego a la chica cocodrilo. Eso había dolido, bastante.

- ¡Liza! – gritó Darkness al ver que la albina se iba caminando hacia su amo.

La inteligible cara de Liza se giró hacia la Paladín, y Aela pensó por un momento que la aristócrata estaba a punto de exigir una compensación. ¡Una semihumana inferior acaba de atacarla después de todo!

- ¡Hazlo de nuevo! – añadió Darkness, comenzando a respirar de manera espeluznante.

Aela se quedó estupefacta por la escena.

- Chika cree que la rubia está mal de la cabeza. – dijo la harpía negra en murmullos rasposos, aunque todos podían oírla. – Eso no está bien.

Izuku solamente soltó una risita nerviosa, feliz de que el escudo había funcionado mucho mejor de lo esperado, comparado con todo lo demás.

- Chika no se equivoca. – secundó Megumin, aunque realmente se veía algo asustada. – Eso… tenía la fuerza como para romperle los huesos a un jefe trol de montaña…

Aela sabía que tal hazaña habría sido fatal para un humano sin protección. La peor parte, podía ver que la albina reptiliana no había usado toda su fuerza. Eso significaba que seguramente su mordida era todavía más letal.

Eso también significaba que la ladrona había sido muy afortunada… ¡esta semihumana podría haberla despedazado en cuestión de segundos si hubiera querido!

- ¡ Emergencia! ¡Esta es una emergencia!

Todos los altoparlantes alrededor de la ciudad comenzaron a sonar fuertemente, transmitiendo el mensaje del gremio. El anuncio también interrumpió lo que el grupo de Izuku estaba haciendo.

¡Todos los aventureros disponibles, y todos los que puedan pelear, diríjanse a la puerta principal de inmediato! Repito…

Mientras se repetía el mensaje de emergencia, Izuku intercambió miradas con todos, pues nadie parecía estar menos confuso que él.


Un minuto después, en las puertas de Axel…

- ¡¿QUIÉN FUE?! ¡¿QUIÉN FUE EL CANALLA QUE DESTRUYÓ MI FORTALEZA?!

Izuku y compañía observaron en silencio, estupefactos, cómo un caballero sin cabeza gritaba furioso ante los aventureros reunidos, muchos de los cuales temblaban de absoluto horror. Todos estaban mirando a un no-muerto tan poderoso que podía pararse frente a ellos a plena luz del día.

- ¡¿DÓNDE ESTÁ EL IMBÉCIL QUE HIZO LLOVER FUEGO EN MI GUARIDA SIN TENER LA DECENCIA DE PRESENTARSE PRIMERO?!

Murmullos de miedo comenzaban a sonar por aquí y allá, sin que nadie estuviera seguro de lo que el poderoso no-muerto podría estar hablando. Y entonces, entre los murmullos, algunas personas del gremio reconocieron a la figura que los amenazaba.

Se trataba de Beldia, un General del Rey Demonio.

Izuku sintió que se le formaba un nudo en el estómago. El no-muerto mencionaba una fortaleza destruida, lo que sonaba demasiado cerca para su gusto. Una mirada rápida a su pequeña compañera Archimaga fue todo lo que necesitó para entender que él y su grupo eran los culpables.

Megumin estaba haciendo todo lo que podía para no mirarlo.

- ¡SI NO SALES AHORA… – Beldia continuaba gritando, llegando al punto de la histeria y la rabia – … ARRASARÉ ESTE PUEBLO HASTA QUE NO QUEDE NADA, Y AGREGARÉ A CADA ALMA A MIS LEGIONES DE LOS CONDENADOS!

El miedo y la desesperación se apoderaron de todos los aventureros presentes. La amenaza era demasiado real, y la mayoría de ellos no se habían enfrentado a un desafío tan enorme en toda su vida. Solo los aventureros de más alto rango podrían tener suficiente fuerza para encarar a un General del Rey Demonio.

Megumin estaba temblando; esto tenía que ser su culpa. No había destruido ninguna fortaleza con explosiones desde que puso a prueba su nuevo hechizo, lo que significaba que fue su Big Bang lo que provocó todo este lío. Reuniendo todo su aplomo para enfrentarse a esto de la manera más gloriosa posible, dio un paso al frente…

Solo para ser detenida por la mano de Izuku.

- ¡Señor! – llamó Izuku, con la voz algo temblorosa debido al pánico de atraer la atención de un enemigo semejante, y la falta de un plan. – Señor, uhm…

Su cuerpo otra vez se había movido por sí solo, sin pensarlo. Pero él no se arrepentiría de proteger a Megumin y a sus chicas… y a sus nuevas amigas… o a todo el pueblo.

- ¿Uh? – Beldia pareció distraerse por un momento. – Beldia. Soy Beldia, un General del Rey Demonio.

Izuku finalmente notó que el caballero estaba sosteniendo su propia cabeza decapitada con una mano.

- ¿Y quién se atreve a acercarse a mí? – La pregunta del poderoso no-muerto dejó desorientado a Izuku; pues casi se esperaba tener que esquivar un ataque.

- ¿Yo? – Izuku dejó entrever sus nervios solo un poco. – Me llamo Izuku, soy un Druida novato.

Hubo un momento de silencio en el cual tanto el no-muerto como el Druida se quedaron allí, mirándose uno al otro. Izuku sabía que este enemigo era mucho más fuerte que ninguno al que se hubiera enfrentado antes, y que no estaba listo para un combate de este nivel. Beldia por su parte solo estaba ligeramente alerta; el Rey Demonio les había advertido a él y a los demás no tomar a la ligera a los Druidas, porque nadie sabía cuándo el propio mundo podría acudir en su ayuda.

- Tal vez, si nos puedes explicar lo que pasó… – continuó Izuku al ver que no había hostilidad abierta, al menos por ahora – ¿podríamos… ayudarte?

Otro momento de silencio llenó el campo, mientras todos esperaban la respuesta del temible no-muerto.

- Yo… – comenzó a hablar Beldia,… y su semblante pareció cambiar – … puede que haya comenzado con el pie izquierdo aquí.

Izuku parpadeó sorprendido.

- Ciertamente, me pasé un poco por un momento al hacer eso, qué vergüenza. – se lamentó Beldia, para sorpresa de Izuku. – Pero tienes que entender que perder una fortaleza, ni hablar de todos los recursos que almacené allí, sin recibir un desafío apropiado ¡es increíblemente grosero!

- Puedo imaginármelo. – concedió Izuku, y entonces recordó quién era la culpable, y que él mismo la había ayudado.

- Día tras día, tras día, tenía que volver a mi fortaleza, solo para encontrar nuevos agujeros y paredes quemadas. – comenzó a narrar Beldia sus lamentos.

Una niña pequeña vestida de rojo de pronto se paró junto al Druida, interrumpiéndolo rápidamente.

- ¡Eso fue culpa mía! – gritó Megumin, sorprendiendo a todos, especialmente a Izuku. – ¡Tenía que practicar mi magia explosiva, y ese castillo tan enorme y fuerte era el blanco perfecto!

- ¡¿FUISTE TÚ?! – rugió Beldia furioso. – ¡¿ACASO VERIFICASTE ANTES DE EMPEZAR A DISPARAR?!

- ¡Yo lo hice!

Chika de pronto voló al lado de su amo, sacándoles gemidos a todos, incluso al Dullahan.

- Chika volaba hacia el castillo todo el tiempo. – añadió la harpía, volviendo a sus susurros rasposos. – Solo había esqueletos tontos allí; ni siquiera un mago agitando varitas para darles órdenes.

Izuku volvió a moverse sin pensar, empujando a las dos chicas bajitas hacia atrás de él.

- ¿Los tres están juntos? – preguntó Beldia, recordando por un momento el tiempo cuando fue un caballero honorable, lleno de amor por su doncella… un amor que traicionó en nombre de una religión estúpida.

Tres asentimientos de cabeza fueron suficientes para darle su respuesta al general no-muerto. Los ojos llenos de amor y determinación en el rostro del joven Druida eran más que suficientes para ahogarle su ira.

- Entonces, el bombardeo contra mi castillo fue resultado de que mi mayordomo no salía a plena vista… – dijo Beldia en voz baja, sin ser escuchado por los que estaban reunidos. – Entiendo. Los perdonaré por esta vez.

Izuku dejó salir un suspiro de alivio, y entonces vio al Dullahan apuntándole mientras le lanzaba una severa mirada en su dirección.

- ¡Pero más te vale que mantengas a tu pequeña novia bajo control! – Las palabras de Beldia hicieron sonrojar tanto al Druida como a la Archimaga. – ¡Y que tu esclava sea más cuidadosa al hacer reconocimiento la próxima vez!

Chika hizo un puchero, pero fuera de eso no dijo nada. Sin embargo, las siguientes palabras de Beldia dejaron helados a todos.

- Todavía planeo llevarme la cabeza de la idiota que hizo explotar mi castillo.

- Pero si ya dijimos… – Megumin estaba a punto de alzar la voz.

- ¡NO HABLO DE TUS PATÉTICAS EXPLOSIONES! – la interrumpió Beldia con un grito. Podría sentirse embelesado por la imagen de un par de tortolitos, pero aun así iba a vengarse.

Izuku rápidamente le cubrió la boca a Megumin, antes que se fuera de lengua.

- Mi hogar no fue destruido con magia explosiva. – clarificó Beldia, atrayendo la atención de los the aventureros. – Estaba regresando de mi guarida anterior, cargando preciosos tesoros y decoraciones para que mi nuevo castillo estuviese a la altura de un General del ejército del Rey Demonio.

Beldia conocía muy bien cada una de las piezas. Retratos, imágenes muy grandes y estatuillas de una mujer desnuda a la que conocía muy bien. Piezas que le alegraban del corazón de puro arte que lo hacía sentirse vivo… y ahora todas habían quedado reducidas a polvo.

- Entonces hubo una luz, intensa y caliente. Borró todo el terreno, incinerando todo a su paso. – explicó Beldia, lanzándoles una mirada asesina a los aventureros. – Yo salí volando a varios kilómetros de distancia. Ese fue el poder de un arma legendaria, ¡y quiero al idiota que lo usó en contra de mi hogar!

Megumin no estaba segura si debería sentirse honrada de que su hechizo Big Bang fuese considerado en la misma categoría de un arma legendaria, o insultada de que no le dieran el crédito por tal nivel de destrucción.

- Esperen, ¿ese fue Kyouya?

De nuevo comenzaron los murmullos entre la multitud.

- Debe haber sido Kyouya, es el único que tiene un arma legendaria en este pueblo.

Los murmullos comenzaron a hacerse más fuertes, al grado que tanto el Dullahan como el Druida podían escucharlos fácilmente.

- Debe haber estado muy cabreado por haber perdido ese duelo.

Aunque Izuku estaba en contra de la idea de culpar a otra persona por sus propios errores, esta vez lo consideraba una decisión táctica. El espadachín rubio no se encontraba en las cercanías, lo que significaba que el Dullahan no podría tener su batalla hoy. A lo mucho, tendría que dejar su desafío para el sujeto, por lo cual Izuku luego tendría que pedir disculpas e incluso ofrecerle asistencia para pelear contra este enemigo tan formidable.

- Ya veo. – La voz de Beldia produjo silencio. – Entonces el imbécil tiene un nombre. ¿Dónde se encuentra ahora?

Algo en la voz del Dullahan puso a Izuku al filo de la navaja. El General no-muerto quería sangre.

- ¡Yo puedo responder eso! – Esta vez fue Luna quien habló, mostrando que era mucho más que solo una recepcionista del gremio. – Kyouya se fue del pueblo ayer, tomó una misión urgente cerca de la cordillera de las montañas.

Eso era una mentira, y Aela lo sabía. Su querido Kyouya no había tomado ninguna misión. Ella había preguntado, lo que significaba que simplemente abandonó el pueblo para buscar fortuna en otro lado.

Izuku comenzó a enviar sus vides hacia el suelo. Una mirada hacia Chika, y la harpía negra se tensó con anticipación.

- Ah, ya entiendo. – El tono cordial de Beldia mantenía cierto deje sombrío. – Su héroe local ha sido llamado a solucionar algún tipo de crisis.

Las vides de Izuku habían brotado a los pies de Liza y Darkness. Ambas entendieron que su líder se estaba preparando, y también ellas debían hacerlo.

- Supongo que tendré que hacer del fuerte cerca del río mi nuevo hogar. – continuó Beldia, dirigiendo su mirada hacia Izuku y Megumin. – Con suerte, allí no habrá más… entrenamiento de explosiones indeseado.

El Druida y la pequeña Demonio Carmesí asintieron.

- Ahora, ¿hay alguien aquí que conozca personalmente a este tal Kyouya? – preguntó amablemente Beldia. – No quisiera que mi mensaje se quede sin llegarle.

Como uno solo, cientos de dedos apuntaron a una horrorizada pelirrosa. La chica en cuestión se sintió traicionada, e Izuku por su parte tenía la impresión de que todos en el pueblo habían arrojado a una de los suyos a la boca del lobo sin remordimiento alguno.

La Cazadora novata no vio cuando una pequeña vid salía del suelo debajo de sus pies.

- Muy bien. – Beldia ahora se estaba dirigiendo a la horrorizada chica. – Quiero que le digas que tiene cinco días, empezando a partir de hoy, para ir a enfrentarme en mi nuevo hogar, o sino…

El Dullahan levantó su mano libre, ahora cubierta en una masa de obscuridad, apuntándola hacia la chica.

- ¡Morirás! – gritó el General no-muerto mientras la masa de oscuridad salía disparada de su mano, volando increíblemente rápido hacia la desprevenida chica.

Y entonces… ocurrió un milagro.

Un muro de espinas brotó violentamente desde el suelo, interceptando la masa de oscuridad. La planta murió al instante, dejando atrás un arbusto espinoso totalmente seco. Aela había caído sobre su trasero, mirando atónita la planta que acababa de salvarle la vida. No necesitaba una inteligencia elevada para saber lo que había sucedido: esto era el trabajo de un Druida.

La Cazadora y el General no-muerto se dieron la vuelta para mirar al joven Druida. El chico se había puesto la capucha de su capa encima de la cabeza, ocultando ligeramente su rostro, dejando ver solamente unos ojos que brillaban de color esmeralda.

- No permitiré que lastimes a nadie. – La voz de Izuku resonaba con poder, algo nuevo para el grupo de aventureros que observaban los acontecimientos.

- Vaya, esto es raro. – dijo Beldia, desmontándose de su caballo sin cabeza, tomando rápidamente su masiva espada con la mano libre. – Jamás creí que esta ciudad de novatos tuviese a dos héroes.

Darkness y Liza se movieron para flanquear a Izuku a ambos lados, preparadas para una confrontación que probablemente estaba por encima de su rango. Una de ellas estaba enseñando sus colmillos con una rabia que apenas podía contener; la otra sostenía un escudo redondo lleno de espinas.

- O tal vez… ya que el otro chico abandonó el pueblo tras probar su arma… – Beldia hizo una pausa, aparentemente para efecto dramático – … eres tú el verdadero héroe de esta ciudad.

Beldia apuntó amenazadoramente a Izuku con su masiva espada. Esa fue toda la señal que necesitó Chika para actuar.

- ¡KKUUUUUEEEEEEEE! – El grito excesivamente agudo de Chika fue suficiente para hacer que todos los aventureros y el Dullahan se encogieran. La harpía negra usó esta distracción para agarrar a Megumin con sus garras, asegurándose de no lastimarla, y volar rápidamente detrás del muro de aventureros.

- Eso no fue normal… – murmuró Beldia para sí mismo. – ¿Qué clase de harpía hace eso?

- Kyouya no se encuentra aquí, así que no hay necesidad de pelear. – dijo Izuku, atrayendo la atención de todos, y sintiéndose todavía mal por inculpar al guerrero rubio de esto. – Márchate.

Beldia resopló divertido.

- Un héroe, en efecto. – declaró Beldia en voz alta. – Será un honor llevarme tu cabeza en su lugar.

La verdadera razón de residir cerca de esta ciudad de principiantes era para buscar a un potencial héroe en ascenso. El Rey Demonio había percibido la mano de los dioses moviéndose, lo que significaba que un potencial héroe había sido elegido. Beldia sintió que era su deber llevarle la cabeza de esa potencial amenaza a su señor.

- Por supuesto, ahora que encontré a un héroe… – Beldia entrecerró los ojos, sin perder de vista al Druida – ¡primero romperé tu espíritu!

Desde la sombra del General no muerto, una horda de guerreros no-muertos menores comenzó a materializarse. Todos eran cascarones podridos con almas atrapadas que hacían sentir enfermo a Izuku.

- ¡Adelante, mis secuaces! – Beldia les indicó a sus tropas que avanzaran. – ¡Vayan y maten a todos! ¡Hombres y mujeres, niños y ancianos!

El Dullahan observó atento desde su posición, cómo el Druida ni siquiera se movió, sin darse la vuelta para mirar a la horda de no-muertos. Ni siquiera cuando todos ellos pasaron de largo junto a él, y también a las dos mujeres fuertes a sus lados.

- "¿Por qué no se mueve?"

Los pensamientos de Beldia tuvieron su respuesta cuando la horda de no-muertos llegó algo más lejos detrás de su objetivo.

SHHHIIINNKK!*

Una espina enorme salió del suelo, empalando a un guerrero no-muerto, dejándolo inmóvil en ese lugar.

*¡SHINK! ¡SHINK! ¡SHINK!*

Y entonces otra, y luego otra. Luego tres más, y luego cinco a la vez. Pronto, todo el campo parecía como si perteneciera a Valaquia.

- Tú… estabas preparando un hechizo todo este tiempo… – dijo Beldia, sorprendido de la manera en cómo su ejército había sido exterminado de un solo ataque. – Pero ¿cómo es que puedes utilizar Mundo de Espinas?

El hechizo que el General mencionaba era bien conocido por ser de muy alto nivel, algo que solo los líderes de los círculos druidas deberían ser capaces de hacer. Eso significaba que este chico era más peligroso de lo que pensaba.

- Todavía no he terminado. – respondió Izuku suavemente.

En ese instante, de todos los cadáveres empalados comenzaron a crecer flores, flores que emitían un hermoso resplandor azulado.

- ¡Esas son Devoradoras de Maná! – exclamó Luna, resonando su voz por todo el campo.

Las Devoradoras de Maná eran un tipo muy raro de flores que crecían solo en sitios ricos en maná. Eran muy codiciadas debido a sus propiedades drenadoras de maná, lo que ayudaba a aliviar la rara condición conocida como "enfermedad de maná".

Los recolectores más afortunados encontraban, a lo mucho, una docena de flores por año. Izuku había producido miles de ellas en un abrir y cerrar de ojos.

- Tú… – Beldia comenzaba a preocuparse. – ¡Tengo que matarte ahora mismo!

Aunque este hechizo, raro como era, no purificaba a los no-muertos como la magia sagrada, podía destruir las anclas que mantenían a las almas sujetas a los cuerpos no-muertos, liberándolas del control de su invocador. Él no podía permitir eso, por lo que saltó directo hacia Druid, tomando total ventaja del hecho de que no podría moverse mientras mantenía un hechizo tan complicado.

- ¡NO LO PERMITIRÉ! – gritó Darkness saltando entre ambos, usando su escudo para detener la enorme espada.

*¡BAM!*

- ¡¿Qué diablos?! – gritó Beldia increédulo cuando su espada rebotó sobre el escudo de madera.

Un momento de silencio se apoderó del lugar, mientras el General y la Paladín se encontraban de pie uno frente a la otra.

- ¡Hey! – gritó Darkness en tono desaprobatorio, volteando a ver al Druida. – ¡Apenas pude sentir eso!

- ¿Qué cosa? – Beldia se sorprendió por las palabras que había gritado. – He atravesado incontables escudos, tanto de hechos de metal como de corteza de hierro. ¡¿Cuántos dioses bendijeron esa cosa?!

Izuku sabiamente decidió no comentar sobre el escudo, enfocando su atención en la batalla.

- Liza, no dejes que ese caballo interfiera. – La orden fue dada con los dientes apretados. Era obvio para todos que el joven héroe se estaba concentrando en mantener al caballo no-muerto atrapado.

El caballo sin cabeza que mencionó había empezado a cargar contra Darkness, intentando atacar a la Paladín por su punto ciego. Liza rápidamente tacleó a la criatura contra el suelo, y entonces, procedió a despedazarlo.

Solo le tomó un segundo a la chica cocodrilo convertir al animal no-muerto en trozos sangrientos de carne podrida.

- Eso no es normal… – murmuró Beldia para sí mismo. – ¿Qué cosa es ella? ¿Una lagarto-dragona?

- ¡Después de que terminemos aquí, exijo algo que satisfaga mis necesidades! – gritó Darkness preparándose para la batalla.

Beldia decidió terminar con esta chica de una vez, para que el Druida no pudiese completar lo que fuera que estuviera haciendo.

- ¡Es hora de ponerle fin a esto! – exclamó Beldia lanzando su cabeza separada hacia arriba, donde se formó un ojo prendido en llamas. – ¡Veamos si puedes sobrevivir a esto!

Con eso, el General no-muerto lanzó su asalto. Con su cabeza suspendida en el aire, podía ver el campo de batalla con una perspectiva mucho más beneficiosa. Esto le daba una ventaja injusta contra los guerreros que lo atacaban, porque podía ver todos sus movimientos y moverse acorde a ellos.

Esta vez, sin embargo, estaba enfrentándose a un tanque. La chica en cuestión no estaba atacando, sino que se enfocaba únicamente en detener sus ataques, evitando con terquedad que su cuerpo llegara hacia el Druida. Cuchilladas desde cada ángulo, estocadas frontales, incluso aporreos duros. Nada podía romper el maldito escudo.

Y entonces, su cabeza finalmente cayó, directo hacia su mano libre.

- ¡Absurdo! – gritó Beldia. – ¡Se supone que esta es una ciudad de principiantes!

- ¡No dejes de atacarme! – bramó la Paladín rubia, infeliz de que los ataques ya no fueran dirigidos hacia ella.

Y entonces, golpeó con su maza de espinas contra su oponente, por primera vez en toda la batalla.

- Como si esa cosa tan cruda pudiese… – comentó Beldia moviendo su enorme espada para bloquear la porra de madera.

*¡BAM!*

Y se fue dando tumbos hacia atrás.

- ¡¿Qué?! – La incredulidad en la voz del General no-muerto solo era igualada por el asombro de cada uno de los aventureros que observaban. – ¿De qué está hecha esa cosa?

Los aventureros reunidos estaban más asombrados ante el hecho de que Darkness había podido darle a algo. La propia Paladín miró al estupefacto Dullahan, luego a su garrote con espinas, y luego miró hacia Izuku.

- ¡Izuku! ¡Izuku! – La rubia parecía increíblemente feliz. – ¡Logré acertar un golpe!

Sintiéndose furioso de por ser ignorado, Beldia se movió para atacar, solo para sentir un instinto asesino surgir detrás de él.

Era del nivel de un dragón…

- ¡GGRRAAAAAA! – El furioso grito de guerra provino de Liza, que se había lanzado lista para despedazar al Dullahan igual que lo hizo con su corcel.

- ¡¿Qué diablos?! – El Dullahan tuvo que usar tanto su instinto como reflejos de combate para evitar ser agarrado por la semihumana, pero la chica logró atraparlo del brazo.

CRUNCH!*

Con sus poderosas mandíbulas.

- "¡NO ES NORMAL!" – gritó Beldia dentro de su mente.

Estaba al tanto de los hombres cocodrilo y sus poderosos cuerpos, pero esta chica, esta esclava, sobrepasaba ese nivel de fuerza por muchísimo. El protector de su brazo estaba comenzando a agrietarse, y no podía sacudírsela.

- ¡Ya casi estoy listo! – gritó Izuku, llamando la atención del Dullahan. – ¡Prepárate para saltar lejos de mi hechizo!

Eso era. Todo esto era para inmovilizarlo, para que su hechizo de alto nivel no pudiera fallar. Mala suerte para el joven Druida que todavía tenía una última carta para jugar.

- Entonces… esto le pondrá fin. – dijo Beldia ominosamente. – ¡Golpe Vorpal!

En un instante, el cuerpo del General no-muerto se convirtió en una densa niebla, que se dirigió hacia el inmóvil Druida. El Dullahan se materializó justo frente a él, lejos de las chicas estúpidamente fuertes contra las que estaba forcejeando, y clavó su espada en el pecho del entrometido héroe.

- ¡Izuku! – gritó Darkness, horrorizada al ver que su líder era asesinado frente a sus ojos. Rápidamente comenzó a ahogarse en la culpa, pero cuanto trató de lanzarse a vengarlo, la fuerte mano con garras de Liza la agarró del hombro. Al mirar atrás, vio que la chica cocodrilo negaba firmemente con su cabeza.

- Fuiste un digno oponente. – declaró Vedia, revirtiendo a su tono de caballero. – Pero tu aventura llega a su fin.

- ¿Eso crees? – preguntó Izuku, sin sonar en absoluto como alguien que tenía una espada masiva empalada en el pecho. – ¿Cantas victoria cuando acabas de caer en mi trampa?

- ¿Qué? – jadeó Beldia, casi gritando.

La burla en la voz del Druida fue el resultado de su bien planeada estrategia. La capucha se movió ligeramente hacia arriba, y el brillo verde esmeralda de sus ojos reveló ser un par de luciérnagas que formaban unos orbes diminutos, y la cabeza no era más que una masa de vides enredadas. De hecho, ni siquiera había sangre en la espada; en su lugar, las vides comenzaban a extenderse a para envolver el arma, para desesperación del Dullahan.

- Como si fuera a permitir que…

El grito del General fue interrumpido al ver que falló en saltar hacia atrás, pues unas vides que eran más fuertes que el acero mantenían sus pies en su lugar. Ni siquiera pudo remover su espada de las enredaderas.

- "¿Cuándo hizo el cambio?" – pensó Beldia desesperado, tratando de forcejear. Todo el cuerpo que había atacado no era más que una masa de vides espinosas por todos lados. Y ahora no podía escapar.

La habilidad, Golpe Vorpal, tenía un tiempo de enfriamiento muy largo, lo que significaba que no tenía manera de usarla para moverse. Y la peor parte, necesitaba mover su espada para poder activarla, lo cual era imposible en ese momento.

Una mirada rápida a su alrededor, y las cosas comenzaron a a volverse claras.

En frente de los aventureros reunidos, el Druida, sin su capa, se encontraba de pie al lado de la pequeña maga que la harpía había sacado volando. Ese grito agudo había sido una distracción, lo suficiente para permitirle al Druida excavar bajo sus pies para escapar, y dejar las plantas como un señuelo.

Un Druida que pensaba como un bandido. ¡Eso no era normal!

- ¡Es nuestro turno, Megumin! – ordenó Izuku.

- ¡Por supuesto! – respondió Megumin asumiendo una pose. – ¡Nuestra fuerza combinada atravesará los cielos!

Era un plan a medio cocinar. Un Druida y una Archimaga estaban a punto de combinar sus hechizos para destruir a un oponente que los superaba. Era su única oportunidad, porque no tenían hechizos divinos o un arma de reliquia para hacer el trabajo por ellos.

- Madre naturaleza, soberana de la vida y la muerte, atiende a mi llamado y escucha a mi corazón.

Izuku comenzó a recitar un encantamiento, ahora arrodillándose con las manos tocando el suelo.

- La primera ley de la creación es la destrucción, y el resultado final de la destrucción es la creación.

El encantamiento de Megumin comenzó a generar una esfera de luz, que apareció frente a su mano extendida como una burbuja que contenía el hechizo.

- Toma el caos y la ruina frente a mí, aplástalo, rómpelo, y consúmelo todo.

Izuku continuó mientras las espinas que mantenían a los guerreros no-muertos atrapados comenzaban a moverse, acercándose peligrosamente hacia donde Beldia se encontraba aprisionado.

- ¡¿Qué es esto! – El Dullahan comenzó a sentir pánico, pues este era un hechizo del que no tenía conocimiento. – ¡¿Qué clase de brujería es esta?!

- Los bloques de la realidad, los átomos, se reúnen frente a mí. Más pequeños que una gota en el océano, y aun así más fuertes que el metal más duro, atiendan a mis órdenes.

La luz en la mano de Megumin comenzó a cambiar de color, tomando un tono que le resultaba muy familiar al General no-muerto.

- Esa luz… – Beldia de pronto se dio cuenta que acababa de cometer un terrible error. – ¡¿Fuiste tú?!

- ¡Arrójalo todo en el ciclo en espiral de la vida, retuércelo y moldéalo hasta que la belleza vuelva a florecer!

Las enormes espinas brotaron del suelo, revelando que estaban conectadas a las vides masivas que parecían más árboles. Las espinas comenzaron a brillar con magia. Izuku había cambiado las propiedades de las espinas agigantadas, permitiéndoles reflejar la energía, intentando contener el hechizo de Megumin.

- ¡NO! ¡ESPEREN! – Beldia realmente no quería saber en qué terminaría ese hechizo. – ¡Me marcharé! ¡No los molestaré nunca más!

- Colisionen entre sí a velocidades más allá de la comprensión. ¡Destrúyanse y liberen toda la energía que los creó!

Megumin llegó al clímax de su encantamiento, haciendo que la esfera pareciera casi un poder líquido puro.

Izuku hizo lo mejor que pudo para ignorar las súplicas del no-muerto; sabía muy bien que no debía confiar en alguien que probablemente nunca les mostraba piedad a sus oponentes. Intercambiando una última mirada con su pequeña compañera, decidió que la última parte la debían gritar juntos.

- ¡BIG BANG GENÉSICO!

Megumin lanzó su hechizo al mismo tiempo que las vides gigantes comenzaban a rodear al General no-muerto. La colisión pasó demasiado rápido para que alguien la siguiera, y la luz dejó ciegos a todos. Las espinas masivas funcionaron tal como Izuku lo había previsto, manteniendo la detonación contenida dentro de la zona donde las vides comenzaban a enredarse para formar un nuevo ábrol. Aunque parte de la detonación logró atravesar a pesar de todo, enviando a la mayoría de los aventureros al suelo. La luz, sin embargo, salió disparada hacia arriba, perforando los cielos tal y como la pequeña Demonio Carmesí lo había declarado.

- "Ese no era un Druida…"

Beldia apenas había logrado formar un último pensamiento coherente mientras su cuerpo era destruido a nivel subatómico. Estaba bastante seguro que ningún tipo de magia sería capaz de volver a reconstruir su cuerpo.

- "Los dioses antiguos han regresado…"

Las vides masivas finalmente comenzaron a juntarse en un nudo. La luz al fin se apagó lo suficiente como para que fuese seguro volver a mirar. La imagen resultante era algo que nadie en todo Axel pensó que sería posible como resultado de esta batalla.

Un árbol gigantesco se alzaba sobre el medio del camino. El tronco parecía oro sólido en la distancia. Ramas enormes se extendían por todos lados, cubiertas de hojas que parecían de platino.

Los aventureros quizás no habrían escuchado los pensamientos finales de Beldia en sus últimos momentos, pero casi todos estaban de acuerdo en algo: ese joven Druida no podía ser… normal.

Esta historia continuará…

Chapter 11: Fama e infortunio

Chapter Text

Habían transcurrido tres días desde que Beldia había intentado atacar la ciudad de Axel. Tres días desde que la población de Axel fue testigo de cómo un joven y decididamente extraño Druida logró una hazaña imposible. Tres días de chismorreo interminable sobre el aventurero peliverde y su grupo de seguidoras…

- ¿Escuchaste? ¡Algunos dicen que obtuvo sus poderes por acostarse con dríadas!

- ¡¿De verdad?! ¡No me extraña que le encante estar rodeado de chicas!

- ¿Tal vez sea hijo de una dríada?

- ¡Esperen! ¿Es decir que está formando su harem para crear una nueva raza?

Rumores así de descabellados no solo se expandían como el fuego, sino que los aventureros ni se molestaban en bajar la voz cuando el Druida en persona se paseaba por el gremio, para desesperación de la pobre Luna, que estaba viendo esto como la excusa perfecta para que Izuku abandonara la ciudad.

Sin importar lo malos que se tornaran los rumores, un solo hecho permanecía inescapable. Izuku había derrotado a un General del ejército del Rey Demonio. Era un héroe de Belzerg, y el héroe de Axel.

Obligarlo a huir sería un golpe masivo contra la reputación de la ciudad. Ya no se consideraría la ciudad más amigable para los novatos en todo el reino… y su vida se convertiría en un infierno con las penalizaciones resultantes.

- Oh, dioses y diosas… – Luna murmuraba su oración, recordando de pronto que tal vez debería cambiar de panteones. – Grandes espíritus de la tierra… permitan que Izuku encuentre la gracia dentro de las murallas de nuestra ciudad.


Entretanto, en cierta herrería de enanos…

- ¡¿Qué quieres decir con que solo eres un Druida?!

Aela no podía creer lo que Izuku acababa de confesarle.

Hasta ese día, había tenido la firme idea de que el chico verde había estado ocultando su verdadera clase, que en realidad era un Archidruida que ocultaba su verdadero estatus. En su mente, eso explicaría su victoria sobre Kyouya, su magia extraña, y su uso de hechizos de nivel altamente absurdo.

Descubrir que había hecho un árbol de hierro antes del de oro con el cual enterró a Beldia fue lo que cementó la idea.

- Es tal como te dijo, solo es un Druida. – replicó Megumin por Izuku, todavía leyendo la libreta en sus manos. – Por increíble que suene.

Hoy, Izuku finalmente había dejado de esconderse, abandonando la posada para volver a interactuar con la ciudad. El primer día que se encerró, fue principalmente porque había absorbido maná de los no-muertos para completar el hechizo combinado que destruyó a Beldia. Esta decisión resultó en que descubrió de la manera difícil que tener energías tan impuras fluyendo por su cuerpo era malo para su salud… y muy doloroso.

Cuando entró a la posada, tras discutir los detalles de la recompensa con Luna, simplemente se dejó caer boca abajo en el cuarto que ella con mucho placer le ofreció, y no fue capaz de moverse hasta el día siguiente.

El segundo día todavía estaba tratando de aliviar el dolor de su cuerpo, con ayuda muy saludable de parte de tres chicas que lo abrazaban… ¡lo que le hizo descubrir que los besos y abrazos realmente tenían propiedades curativas!

Y cuando al fin volvió a salir, descubrió que nadie quería cobrarle ni un centavo, al menos tratándose de comida y de alojamiento. Si estaban agradecidos, Izuku lo apreciaba. Todavía se mantenía fiel a la idea de que estos negocios simplemente le cobrarían por sus servicios cuando llegara finalmente su recompensa, lo cual no era tan malo considerando todo.

Eso le recordaba que todavía necesitaba arreglar su túnica personalizada.

- Todavía no lo entiendo. – preguntó Izuku con voz preocupada. – ¿Cómo es que combinar habilidades es algo tan raro?

Cuando Izuku trató de explicarle sus combinaciones de habilidades, Aela se había soltado en gritos de negación, como si sus palabras fuesen herejías. Como si escuchar que había utilizado habilidades menores, combinadas con potenciamientos, para recrear hechizos de nivel mucho más alto, fuera como escuchar que su religión era un engaño. Megumin, sin embargo, se había mostrado extremadamente interesada en aprender más, y estaba entusiasmada de aprender sobre tal poder.

Y precisamente por eso estaba leyendo la libreta que tenía en las manos.

- ¡Es que no es posible! – volvió a gritar Aela. – ¡Ni siquiera Kyouya podía hacerlo!

Izuku le lanzó una sonrisa de disculpa a la pelirrosa. Era difícil saber qué era peor: que la pobre chica siguiera tratando de defender al sujeto que la dejó abandonada, o que todavía lo viera como un alto estándar para juzgar a la gente.

- ¡Oi, Izuku! – El dueño de la herrería se acercó al grupo, cargando lo que parecía un maniquí de metal. – Aquí está el muñeco de prácticas anti-magia. ¡Quiero ver si tu noviecita puede romper esto!

Ambos, Izuku y Megumin, casi escupieron por la insinuación. Ninguno de los dos parecía listo para ser reconocidos como una pareja oficial. Y aun así, tampoco hicieron esfuerzos por negarlo.

- ¿Cosa… fuerte? – preguntó Liza, tocando con el dedo el maniquí.

- ¡No juegues con él! – la regañó el enano, aunque no más duro de lo que lo haría con cualquier otro cliente. – Esta cosa está hecha para repeler la magia. Puede ser tan bueno como una armadura de nivel medio, pero incluso una bestia como tú podría romperlo como si fuera papel.

Liza parecía confundida por los términos usados al hablarle, pero Chika rápidamente la agarró de su mano escamosa y la guio para que se alejara del muñeco.

Izuku había decidido que hoy era un buen día para hacer dos cosas. Enseñarle a Megumin más hechizos útiles, y comisionarle a Aela una ballesta personalizada. Ambas cosas, gracias a una pregunta inocente, se podrían encontrar en esta herrería en particular.

- El amo pidió el muñeco, para que Megumin pueda probar un nuevo hechizo. – Chika trataba de explicarle a su colega ex-esclava. – ¡Chika piensa que no deberías tocarlo!

El enano sacudió su cabeza, pues los susurros de la harpía negra todavía le hacían sentir como si algo le hubiera arañado el cerebro.

- Entonces – el enano volvió a llamar su atención mientras plantaba el muñeco en el suelo – ¿qué clase de súper magia vas a invocar?

Izuku no podía evitar preguntarse por qué era tan difícil de entender. ¿Por qué la gente creía que combinar habilidades era imposible? ¿Acaso la sinergia era un concepto totalmente ajeno a este mundo?

- No es ninguna súper magia. ¡Definitivamente no está ni de cerca nivel de mi Big Bang! – respondió Megumin con un tono dramático, regresándole la libreta a Izuku con una sonrisa. – El asunto es… que es algo destinado a sortear las resistencias mágicas.

Izuku había pedido el muñeco con el único propósito de probar una teoría. Las resistencias mágicas reducían los efectos de la magia; eso era algo muy obvio. Lanzar una bola de fuego, incluso una explosión, contra algo altamente resistente o totalmente inmune a la magia, resultaría en un desperdicio del maná. Pero ¿qué tal si en vez de ser golpeado directamente por el hechizo, el objetivo fuese golpeado por algo creado por el hechizo?

- ¡JA! – El enano se burló, dándole unas palmaditas en la espalda al muñeco. – ¡Buena suerte entonces! ¡Esta cosa está hecha de mitrilo encantado y platinado!

La declaración del enano era muy grande, pero si era cierto, entonces esa cosa debía ser casi inmune a los ataques mágicos. Izuku dudaba que sobreviviera por más de un segundo contra el Big Bang, pero probar eso era un gran no.

- ¿Estás lista? – le preguntó Izuku a su querida y pequeña compañera. – Recuerda visualizar todos los componentes, ¿ok?

- ¡No te preocupes! – replicó Megumin, mostrando una sonrisa arrogante y un brillo juguetón en sus ojos. – Fue una petición extraña, y una fórmula química muy compleja, ¡pero ya la memoricé!

Cuando Megumin había pedido más hechizos combinados el día anterior, Izuku mencionó que debería ser posible combinar dos hechizos de nivel bajo y crear algo más fuerte que la suma de los dos hechizos separados.

Megumin resopló cuando el hechizo que necesitaba aprender resultó ser Engrasar.

Engrasar. Un hechizo utilitario que creaba una gota enorme de una sustancia grasienta. Podría ser cualquier cosa entre aceites o grasas, en serio. Desde manteca de puerco hasta aceite para lámparas, el hechizo podía conjurarse en un área limitada o incluso a distancia. Se podía conjurar desde la mano, o en un punto focal para crear un charco de la sustancia para cubrir el piso. Era un favorito de los grupos que hacían uso liberal de retiradas estratégicas, y en celebraciones como una broma estándar. La mayoría de ellos eran los aventureros que tenían que crear antorchas improvisadas, o exploradores avaros que no querían gastarse dinero en aceite de lámparas.

Pero no era un hechizo de ataque.

- Chika, Liza. – dijo Izuku hablándoles a las semihumanas. – Aléjense del muñeco. No sabemos cómo resultará esto.

Chika y Liza obedecieron, alejándose más. Aela hizo lo mismo, con toda la intención de usar a la masiva chica cocodrilo albina como escudo, en caso de que algo saliera mal.

Izuku sabía muy bien que las sustancias grasientas hacían excelente combustible, lo que significaba llamas muy fuertes. La parte de conjuración de Engrasar hacía que la cosa fuese real, lo que significaba que si se prendía, llamas reales golpearían el objetivo. El fuego no era un torrente de maná, por lo que en teoría debería sortear las resistencias mágicas.

Por supuesto, las llamas normales todavía debían verse afectadas por la resistencia al fuego.

Esa suposición lo llevó a pensar, ¿qué tal si la sustancia no fuese solo algo inflamable, sino también tóxico, pegajoso, y corrosivo?

- ¡Aquí vamos! – les advirtió Megumin preparando la primera parte de su hechizo, crear fuego. – ¡Ja, ja, ja! ¡Es hora de enseñarles cómo nosotros, los Demonios Carmesís, podemos manipular incluso las llamas del infierno!

Megumin había decidido ponerse en total modo chunni.

La llama que rodeaba su mano no era para ser lanzada. En vez de eso, estaba designada para ser el método de ignición para la grasa que estaba a punto de ser expulsada desde un punto más allá de su mano, pero que todavía haría contacto con el fuego conjurado. Como un mechero… o tal vez un lanzallamas.

- ¡Arde en los fuegos eternos del infierno! – gritó Megumin apuntando con su palma abierta hacia el muñeco. No hubo necesidad de recitar encantamientos o decir el nombre de los hechizos, pues eran débiles. – ¡LLAMA INFERNAL!

Por un instante, la llama que rodeaba su mano tomó un tinte de azul profundo. Y entonces, desde su mano brotó lo que solo podría describirse como un torrente de furia líquida. Un fuego azul brillante voló hacia el muñeco, lamiéndolo como una lengua salida de las profundidades del infierno.

El hechizo apenas duró un segundo, pero los efectos fueron obvios. El maniquí de metal se prendió en llamas, y las llamas azules se pegaron a él como una bomba de napalm a un trozo de carne. No debería haber sido posible; el muñeco era resistente a la magia, y no había nada en el metal para alimentar al fuego, mucho menos para encenderlo.

- ¡Eso es fuego infernal! – gritó Aela totalmente sorprendida. – ¡Esas llamas salieron del mismo infierno!

La Cazadora pelirrosa siguió gritando mientras señalaba al muñeco que ardía como si estuviese siendo testigo de una herejía. Era difícil creer que era otra cosa, pues el poder destructivo que acababa de presenciar debía ser de naturaleza demoníaca, no un hechizo de una pequeña niña.

- ¿Cómo? – exclamó la voz hueca del enano, seguida por los ruidos del metal doblándose.

El muñeco se estaba doblando al derretirse, produciendo ruidos muy similares a gritos de dolor y sufrimiento.

- ¡IZUKU! ¡IZUKU! – Megumin estaba saltando alegremente, incapaz de desviar la mirada de los devastadores efectos de su nuevo hechizo. – ¡Funcionó! ¡De verdad lo hizo!

Izuku se rio, encantado por la risa aniñada de la pequeña Archimaga.

- Por supuesto que lo hizo. – replicó el chico, dándole una palmadita en la cabeza a la niña. – El alquitrán de carbón no solo es inflamable, sino que arde con fuerza, lentamente, y se pega a la mayoría de las superficies. Añadiendo sulfuro a la mezcla, tenemos un fuego de color diferente, agregando alta toxicidad y corrosión como efectos secundarios que acumulan el daño.

La explicación de Izuku llegó justo a tiempo para que un olor nauseabundo y repulsivo llegara a sus narices. Aela casi empezó a vomitar, Chika e Izuku se cubrieron las narices por reflejo. Megumin y el enano no parecían verse afectados a pesar de todo.

- Huele… raro. – dijo Liza, mostrando lo poco que le afectaba el asqueroso olor.

- Eso es azufre… – El enano conocía muy bien ese olor. Era el olor que le advertía a los suyos que se acercaban demasiado a las puertas del infierno, y que debían dejar de excavar.

- Es una mezcla de ácido sulfúrico e hidrosulfúrico. – explicó Izuku, dando unos pasos atrás del casi derretido muñeco y las llamas azules. – La combinación corroe el metal con facilidad, y también es algo tóxica… tal vez deberíamos retirarnos y dejar que ese desastre siga ardiendo.

Aela no entendió lo que el Druida quería decir, pero claramente entendía que la pequeña Archimaga acababa de crear algo horriblemente peligroso.

- ¿Creen que Wiz ya haya terminado mi túnica? – preguntó Izuku, recordando cómo la hermosa pero altamente personalizada tela había quedado reducida a jirones tras su pelea contra Beldia. – La extraño un poco.

Aela finalmente entendió que todos en el grupo de este Druida eran peligrosos. El Druida propiamente podía convertir los hechizos más básicos en habilidades horriblemente mortales. La Archimaga, ya de por sí peligrosa por ser una Demonio Carmesí, estaba aprendiendo hechizos imposibles. La Paladín probablemente fuese más fuerte que Kyouya, y ni siquiera tenía un arma legendaria en sus manos. Y luego estaban las dos esclavas, una de ellas con músculos más duros que el acero, y la otra que podía usar su voz como un arma mortal.

¡¿Qué se suponía que ella le ofrecería a este grupo de monstruos de destrucción masiva para poder pagar su deuda?!

- Aela. – la llamó Izuku, atrayendo la atención de la Cazadora que apenas se estaba recuperando. – Ven con nosotros.

La oferta vino con una sonrisa y una mano extendida que no podía pertenecer a un personaje tan monstruoso. Aun así, la pelirrosa la aceptó, pues necesitaba ayuda para ponerse de pie… sin mencionar que tampoco podía rechazarla en ese momento.

- ¿A dónde? – preguntó Aela, ligeramente preocupada.

- A la tienda de Wiz. – replicó Megumin por Izuku. – Tenemos que ir a ver si la túnica de Izuku ya está lista.

- También necesitamos conseguirte equipamiento. – continuó Izuku, ganándose una mirada cuestionadora de la Cazadora. – El señor Talenof aquí ya aceptó la comisión para tu ballesta. Ahora solo tenemos que conseguirte algo de equipo táctico para que puedas usar el arma a su máximo potencial.

Aela no podía entender a estas personas. Estaba hasta el cuello de deudas, y cualquier cosa que ganara iría directo a sus bolsillos, y aun así insistían en conseguirle mejor equipamiento. ¡¿Qué clase de líder de grupo era este chico?!

No era Kyouya… el gran héroe… amable y justo… el mismo sujeto que la abandonó…

- De acuerdo. – replicó finalmente Aela, poniéndose de pie, y apenas logrando tolerar el asqueroso olor del azufre ardiendo. – Aunque no sé cómo les voy a pagar por todo esto.

Aunque Izuku parecía confundido por las palabras de la pelirrosa, Megumin solo rodó los ojos. La pequeña Demonio Carmesí sabía cómo operaba el chico. Al provenir de otro mundo, su moral y sentido de la justicia trabajaba en un nivel diferente. Lo que otros consideraban como dar demasiado, él lo consideraba un trato justo por la compañía. Ella, siendo el epítome de la terquedad, lo sabía mejor que nadie.

- ¡IZUKU! ¡MEGUMIN! – El grito de Darkness interrumpió el momento. La Paladín venía corriendo tan rápido como podía, lo que le ganó miradas de preocupación de sus compañeros.

- ¿Sucedió algo? – preguntó Izuku, presintiendo que esta prisa no tenía nada que ver con que su recompensa habría llegado antes de lo que esperaban.

- Una maga de Lyndon acaba de llegar al gremio, y está preguntando por Megumin. – reportó Darkness, antes de tomar un tono todavía más serio. – Está exigiendo la presencia de Megumin inmediatamente.

Izuku y Megumin intercambiaron miradas preocupadas. Eso no sonaba bien.

Mientras el grupo se marchaba para ver a la maga, el enano se quedó mirando el metal derretido, que seguía ardiendo con un tinte azulado muy etéreo…

- Quizás pueda usar este metal derretido con fuego infernal… – murmuraba Talenof para sí mismo. – ¡Sí, lo utilizaré con esa ballesta loca!

Que nunca se dijera que los enanos no sabían cómo reciclar.


Unos minutos después, en el salón del gremio…

Mientras viajaban, Izuku fue informado de lo que estaba sucediendo.

Los magos provenientes de la universidad de Lyndon, localizada en la capital, eran conocidos universalmente como los mejores del continente. Toda la magia útil era investigada allá, y si se creaba algún nuevo hechizo que fuese útil, se esperaba que llevara el nombre de un mago de Lyndon.

La magia creada por los Demonios Carmesís usualmente era tolerada, pues no era útil para magos fuera del clan. Muchos de los hechizos en las ramas avanzadas de la magia, al igual que la temida rama de la detonación, eran creados por Demonios Carmesís, y como tal, eran etiquetados de inútiles. Hasta el codiciado "Sable de Luz" era conocido por ser solo un desperdicio de maná comparado con hechizos más tradicionales como "Rayos Ardientes" y "Lluvia de Meteoros".

Tenía sentido que fuese Megumin a quien llamaran. Su "Big Bang" había actualizado los libros, inmortalizando su nombre al crear algo terroríficamente poderoso. Pero ¿acaso la estaban llamando para darle reconocimiento, o…?

- ¡Llegas tarde! – Un chico que no se veía mayor que Izuku les gritó, mirándolos a él y a su grupo con desdén. – Tú, la Demonio Carmesí. Lady Stella te está esperando. Ve al cuarto privado.

El chico ladraba órdenes, actuando como si fuera superior a todo mundo en el gremio. Izuku tomó nota de su extraño cabello naranja y su túnica púrpura vibrante. Era un mago, que solo necesitaría un sombrero puntiagudo para ganarse un papel en una película de Disney.

Haciendo su mejor esfuerzo para ignorar esa imagen mental, Izuku y su grupo se dirigieron hacia el cuarto privado, solo para que el furioso joven mago los detuviera.

- ¡Hey! – les gritó el chico. – ¡Se supone que entres sola!

- No. – replicó Megumin simplemente.

- ¡¿QUÉ?! – El mago se estaba enfureciendo, claramente escandalizado por la actitud rebelde de la niña. – Tienes que obedecer…

- No. No quiero ni tengo por qué obedecer tus reglas de etiqueta. – explicó Megumin, discretamente agarrando la mano de Izuku en busca de apoyo. El Druida esmeralda no dudó en apretársela. – Entre los de tu jerarquía, tienen que enviar cartas con tiempo apropiado para responder a los llamados. No recibí ninguna carta y la solicitud vino de la nada. Obviamente tú crees que eso no era necesario porque no soy parte de tu universidad, lo cual eso significa que yo no tengo por qué adherirme a tus reglas por la misma razón.

El chico parecía a punto de explotar. Pero en el momento en el que el joven mago cogió su varita, Darkness y Liza saltaron a la acción. La Paladín tenía el escudo y el garrote en las manos, de pie firmemente entre el chico y la pequeña Demonio Carmesí, mientras que la chica cocodrilo albina estaba protegiendo a ambos, Izuku y Megumin, con su cuerpo.

- ¿Todos los magos de Lyndon son así de irrespetuosos? – preguntó en tono escandalizado Darkness. – ¿Acaso los tuyos han olvidado lo que significa ser parte de la nobleza?

Darkness había asumido un tono verdaderamente intimidante. Al ser de sangre noble tenía un nivel insuperable de conocimiento de las reglas de la nobleza, lo que incluía los rituales para peticiones y reuniones. Los magos de Lyndon eran considerados nobles hasta cierto punto, e igual que los nobles eran capaces de abusar de su autoridad para algunas cosas. Dicho abuso de poder, sin embargo, no los excusaba de seguir etiqueta apropiada. Esta solicitud tan forzada fue muy grosera, por no decir más.

El chico no supo cómo responder, pero igual no fue necesario.

- Por favor, disculpa el comportamiento de mi pequeño aprendiz, Lady Dustiness Ford. – Una mujer joven, mayor que Darkness, pero todavía en la flor de su juventud, interrumpió la discusión. – Mi estudiante tiende a irse de mano al tratar con este tipo de asuntos.

Darkness tuvo un respingo visible al escuchar que su apellido era mencionado públicamente.

Izuku no era un chico ingenuo. Podía fácilmente ver todo lo malo de la situación. Esta mujer debía ser la llamada Lady Stella, y sus ojos no reconocían el valor de nadie en su grupo, a excepción de Darkness. Lo que significaba… que buscaba evitarse problemas con la nobleza local.

- Zach. – llamó Stella a su aprendiz, que al instante se puso rígido. – Discúlpate con esta noble señorita de inmediato.

Como si le hubieran pulsado un interruptor, el chico cayó de rodillas y empezó a murmurar disculpas.

Los magos de Lyndon eran tratados como nobles, pero no ostentaban ningún título. Antagonizar con amigos de un noble era lo mismo que antagonizar con los mismos nobles. Obviamente creían que Darkness podría haber invocado sus derechos de nobleza para… aplastarlos hasta mandarlos al olvido.

- Lo dejaré pasar, mientras recuerdes mostrar los modales apropiados. – Darkness logró mantener su acto de aristócrata, aunque para Izuku era muy obvio que le traía un mal sabor de boca. – Ahora, por favor explíquenme de que se trata todo esto.

La mujer, Stella, falló en disimular el tic en su ceja.

- Por supuesto. – replicó Stella con una sonrisa obviamente falsa. – La Archimaga y yo necesitamos discutir sobre su hechizo recientemente creado. Como estoy segura que debes saber, está dentro de nuestros derechos discutir un tema tan sensible en un cuarto privado.

Darkness chasqueó la lengua. La creación de hechizos y sus secretos eran una de las pocas cosas sobre las que los nobles no tenían autoridad.

- Entiendo. – concedió Darkness, pero después de intercambiar una breve mirada con Izuku, lanzó un último golpe. – Sin embargo, debes entender que ella no irá sola a ninguna parte, no sin el líder de nuestro grupo. Y antes de que lo niegues, te informo que él ayudó a crear el hechizo que estás buscando entender.

- Ya… veo… – La maga parecía muy sorprendida por la información. – Entonces por favor síganme. Pero las esclavas no pueden entrar. Especialmente esa asquerosa… harpía.

Cuando las cosas empezaban a verse mal, Chika dio un salto y se posó sobre las barandas del segundo piso. No era que estuviese buscando evitar el conflicto, sino que se estaba preparando para atacar como un ave de rapiña. Para descender en picada sobre su presa, y hundir las garras en cualquier cosa que considerase como enemigo.

- Chika obedece a su amo. – informó la harpía negra, con los ojos brillando como carbones encendidos al rojo vivo. – Los magos locos no son los amos de Chika.

- No te preocupes por ella. Por favor, llévanos. – dijo Izuku antes de que las cosas fueran a empeorar, luego volteó hacia Megumin, antes de murmurarle en voz baja. – Si algo malo sucede, Liza se encargará de derribar la puerta.

Megumin se rio mientras seguía a la mujer, que estaba totalmente ignorante de lo peligroso que era este grupo.


Luego de unos treinta minutos…

Adentro del cuarto privado, Izuku estaba a punto de averiguar que este mundo era aún más retorcido de lo que pensaba.

La Universidad de Magia de Lyndon siempre había sido la que reclamaba propiedad de todos los hechizos más poderosos y útiles. No había forma de sortearlo. Aunque la mayor parte del repertorio de hechizos había sido creado por ellos, no era el caso para todos originalmente.

Cuando un principiante como Megumin lograba crear algo radicalmente novedoso, poderoso y muy útil, los magos de Lyndon tratarían de reproducirlo, lo ajustarían a su estilo, y luego reclamarían el hechizo como si fuera suyo. Los hechizos creados por los Demonios Carmesís eran, como siempre, completamente ignorados debido a sus circunstancias únicas. El "Sable de Luz" era poderoso, pero consumía tanto maná y tenía tan altas probabilidades de salir mal, que la mayoría de hechiceros con sentido común no lo utilizaban excepto en circunstancias muy especiales. Los Demonios Carmesís, por su parte, tenían reservas de maná tan enormes que podían spammear la maldita cosa como si fuera un asunto trivial.

Los Demonios Carmesís no creaban buenos hechizos, esa era la verdad universal. Pero cuando lo hacían, siempre había un mago de Lyndon listo para robarles el crédito, para que dicha verdad permaneciera intacta. Lady Stella tenía toda la intención de hacer precisamente eso, pero se encontraba ante un enorme problema.

- ¿Cómo funciona esto? – preguntó Stella, sintiéndose no poco molesta. – Gasté una cantidad enorme de puntos de habilidad tratando de aprender tu hechizo, me dio el conocimiento de la fórmula para invocarlo… ¡pero no puedo entender nada!

Para poder recrear un hechizo, el invocador debía entender el conocimiento detrás de él. Aprender el hechizo le daba al usuario el conocimiento para invocarlo, seguro, pero no el conocimiento intrínseco detrás de los principios de dicho hechizo. Conocer el hechizo "Bola de Fuego" le daba al invocador el conocimiento de cómo moldear y canalizar el maná para transformar las energías en un fuego reactivo, pero no el conocimiento de cómo el maná cambiaba la naturaleza del aire para crear dicho fuego, ni tampoco cómo preparaba ese fuego para explotar al contacto. Eso tenía que aprenderse en la universidad, luego de leer tomos enormes de teoría mágica.

El Big Bang de Megumin usaba conocimiento que no se encontraba en ninguna escuela de magia en todo el mundo. Aunque eso no impediría que otros Archimagos aprendieran el hechizo, no había manera de entender apropiadamente los principios detrás de él. Lo cual significaba que, para toda intención y propósito, no había manera de robarle el crédito de este hechizo.

A su vez, eso significaba que Megumin, una Demonio Carmesí, había superado a la Universidad de Magos de Lyndon.

- ¿Qué demonios es un átomo? ¿Y cómo es que son los bloques de la realidad? – Stella continuaba su interrogatorio, notándose más y más estresada con cada segundo que transcurría. – ¿Cómo puede algo moverse a velocidades superiores al sonido? ¡¿Y cómo puede un bloque de la realidad dividirse?! ¡Nada de esto tiene sentido!

El ver cómo se descontrolaba esta mujer se les hacía cada vez más difícil de soportar para ambos, Megumin e Izuku. Tenían que resistirse a las ganas de reírse a carcajadas.

Para Megumin, esto era la mayor victoria que podría haber logrado, tener a una maga de tanto renombre suplicando por su conocimiento. Para Izuku… era divertido ver cómo su conocimiento sobre física y química le estaba provocando a alguien semejante colapso mental.

En serio, si esto había ocurrido solo con eso, ¿qué podría pasar si le enseñara a Megumin cosas todavía más complejas? ¿Sería capaz de provocar una supernova? ¿De crear un agujero negro en miniatura?

La maga de repente dejó caer sobre la mesa una pluma y un pergamino.

- La Universidad de Lyndon debe tener este conocimiento. – dijo Stella en una voz muy ominosa. – Explíquenme, con lujo de detalles, cómo funciona este hechizo.

Izuku y Megumin intercambiaron una mirada solo por un segundo, antes de volver a mirar a la todavía enojada maga frente a ellos.

- No. – replicó Megumin fuerte y claro.

La mujer se echó para atrás como si la hubieran golpeado.

- Megumin no tiene razón para ceder a tus demandas. – dijo Izuku, cogiendo de la mano a su pequeña compañera. – Lo que exiges es irrazonable. No puedes pedirnos nada sin ofrecer algo a cambio, eso es de mala educación.

- ¡El orgullo y honor de la Universidad de Lyndon está en riesgo! – Stella prácticamente estaba gritando; para ella, no había nada ilógico sobre su petición. – ¡Una novata como tú! ¡Que se le permita caminar con semejante honor! ¡ABSURDO!

Megumin e Izuku finalmente se rieron.

- ¡Cielos, si solo es un simple hechizo! – dijo Megumin en tono burlón, seguido de su característica sonrisa presumida. – ¿Qué van a hacer cuando termine de desarrollar el resto de los que tengo?

Eso era un engaño, por supuesto, pero Megumin no iba a dejar pasar esta oportunidad. El colgarles encima de sus cabezas a la universidad de magos más prestigiosa que había su descubrimiento era algo que ningún Demonio Carmesí podría ignorar.

- ¿Tienes más hechizos? – preguntó Stella en voz hueca, esta situación era demasiado para ella. Se suponía que obtendría el conocimiento y dejaría en el polvo a esta novata, pues era su derecho como maga de Lyndon. En lugar de eso, ¡estaban totalmente faltándole al respeto!

- Hay un muñeco anti-magia que todavía sigue ardiendo con las llamas del infierno, en alguna parte de una herrería de enanos. – Izuku decidió añadir este pequeño trozo de información. Honestamente, estos magos de Lyndon eran difíciles de tolerar.

- ¡¿Qué cosa?! – preguntó la maga mayor sorprendida. Conocía sobre esos muñecos, ¿pero escuchar que uno de ellos estaba ardiendo debido a un hechizo?

Megumin se rio, incapaz de resistirse al impulso tras ver la cara de shock de la maga de alto rango.

- ¿Y qué más podrías esperar? – preguntó Megumin. – ¡Mi novio me acaba de enseñar cómo invocar azufre ardiente desde las profundidades del infierno mismo!

Izuku se quedó congelado. Esperaba que su relación se escalara, por supuesto, pero escuchar la declaración directo de sus labios, y con una voz tan orgullosa…

Stella se congeló. Si lo que oía era cierto, no habría forma de impedir que los Demonios Carmesís ganaran fama y reconocimiento. Había pasado más de un siglo desde el último gran descubrimiento en los conocimientos de magia, y el rey se estaba contemplando la posibilidad de reducir los privilegios de la Universidad Lyndon a raíz de esta falta de logros. La simple idea de que el rey redirigiera su benevolencia hacia los Demonios Carmesís era intolerable.

- Entonces, ¿no fue una simple casualidad? – preguntó Stella con la voz temblorosa. – ¿Ese hechizo devastador no fue un accidente? ¿Acaso encontraste un tomo mágico antiguo de gran poder?

- ¡Nop! – replicó Megumin, alzando la barbilla con orgullo. – ¡Todo fue el resultado de investigar y encontrar el verdadero conocimiento del mundo natural!

Izuku se sintió orgulloso de su compañera, que se las arregló para entender que la naturaleza tenía un gran poder, solo que esperaba a la mente adecuada para utilizarlo. Aunque planeaba asegurarse que la pequeña Archimaga aprendiera algo más que detonaciones brutales.

Stella respiró profundamente, tomando aplomo para las acciones que estaba a punto de llevar a cabo.

- Ya veo. Si ese es el caso… si realmente eres una prodigio… – la maga mayor se puso de pie sobre el banquillo donde estaba sentada, y su túnica azul comenzó a colgar debido a que se inclinaba un poco – será mejor que mueras como una simple coincidencia.

Izuku y Megumin parpadearon sorprendidos; se esperaban que la mujer suplicara su conocimiento, que les ofreciera dinero por él, incluso tal vez pedirle a Megumin que se uniera a la famosa academia. Izuku apenas tuvo tiempo de reaccionar, pues una cuchilla se materializó en la mano derecha de la maga.

Lo siguiente que pasó… fue demasiado rápido para que Izuku pudiese procesar las cosas…

La mujer tratando de apuñalar con su cuchilla a su querida Megumin…

La pequeña Archimaga encogiéndose del terror al ver tan obvio intento de asesinarla…

Izuku saltó para abrazar a Megumin sin pensarlo, para protegerla de cualquier daño. Otra vez, su cuerpo se había movido solo antes de pensar. Pero esta vez, su corazón le decía de manera consciente lo que tenía que hacer. Su mente no tuvo oportunidad de procesar todas las emociones en ese momento, cuando sintió la punta de la cuchilla tocándole la espalda.

Su corazón y alma estaban de acuerdo en el curso de acción a pesar de todo, haciendo que su cuerpo reaccionara con la intención de mantener a su querida Demonio Carmesí a salvo.

*¡BAM!*

La puerta de la sala privada se abrió de golpe. Una linda chica castaña estaba del otro lado, con preocupación escrita por toda la cara. Sus ojos se parecían mucho a los de Megumin, marcándole como una Demonio Carmesí, solo que más alta y más desarrollada que la pequeña Archimaga.

- ¡Megumin! ¡Estás en peligro! – gritó la chica. – ¡Los magos de Lyndon no son de…!

Sus palabras murieron en su garganta, al reemplazar su preocupación por horror al ver lo que había encontrado. Una sala llena de sangre, y espinas enormes creciendo por todos lados, empalando todo excepto un solo punto específico.

- Lo… siento… – murmuró Izuku, sosteniendo fuertemente a Megumin en sus brazos.

Megumin no podía responder. Había sangre por todos lados, y chorreaba por las espinas masivas que salían del cuerpo de Izuku. Sangre que brotaba de un cuerpo que había sido atravesado repetidamente por muchas de esas espinas.

Ahora la sangre estaba cayendo sobre el rostro de ella, gracias a la gravedad. Para ella, parecía que Izuku era el que estaba sangrando… y que la sangre seguía caliente…

Echando los ojos hacia atrás, Megumin se desmayó, incapaz de soportar la idea de que acababa de ver morir a alguien por primera vez.

- ¡Lady Stella! – exclamó el aprendiz desesperado.

- ¡¿Qué diablos pasó?! – preguntó Luna horrorizada.

- Lo siento… – repitió Izuku, soltando lágrimas, mientras se veía cubierto lentamente por la sangre de su primera víctima humana.

Hasta este día, había logrado lidiar con la muerte. Primero, repitiéndose constantemente que cazar la vida salvaje era necesario, y que los animales no habían sufrido mucho realmente, y luego forzándose a aceptar que la mayoría de las especies de goblinoides eran demasiado feroces como para ser consideradas humanoides con los que se podía razonar, por lo que sus muertes eran necesarias para salvar vidas humanas.

Hoy, todo eso se vino abajo, pues se encontró a sí mismo como culpable por quitarle la vida a otra persona. No habría ninguna excusa viniendo a su mente, ni siquiera el hecho de que lo había hecho para defender a alguien importante de una asesina. Ese hecho seguía indisputable e imposible de cambiar.

Izuku Midoriya había matado…

En la pequeña bolsa donde guardaba sus pertenencias, las tarjetas de aventurero y esclavos de Izuku comenzaron a pitar. La primera, denotando que acababa de desbloquear su siguiente etapa en el sistema de clases, y las otras mostrando que sus chicas ahora podían ganar clases propias.

Esta historia continuará...


Omake – Hora de aventuras con Aqua.

Aqua sintió que por fin su suerte cambiaba para mejor.

Tras escapar finalmente de las garras tiránicas de Izuku, se había unido a otro reencarnado. Uno que sí le daba alabanzas apropiadamente, que la mimaba como se lo merecía, y se aseguraba que estuviera tan cómoda como fuera posible. ¡Era mucho mejor que vivir con ese maldito nerd y su política de trabajar duro!

El Espadachín era un poco escalofriante a veces, sin embargo. Todo lo que decía tenía un cierto tono de nociones románticas que era muy unilateral. Podría ser lindo, pero ella no tenía intenciones de enredarse con un mortal.

La chica Ladrona estaba bien. Quería al chico, y por supuesto su dinero. Parecía haberse dado cuenta que la diosa no sentía atracción hacia el Espadachín, lo que la hacía menos un problema.

Salir de Axel no había sido tan complicado. Aqua solo había hecho una parada rápida en el cementerio para poner una barrera poderosa, y de ese modo sus servicios no serían más requeridos, y luego se fueron a sus habitaciones para recoger todas sus pertenencias, ya que no iban a volver en un futuro cercano.

Aqua les aseguró que la pelirrosa estaría bien con Izuku mientras siguiera trabajando. El joven Druida era demasiado amable con las chicas perdidas como para dejarla morirse de hambre o que durmiera en los establos.

Su último paso antes de salir al camino hacia la base principal del Culto de Axis fue tomar una misión, una que astutamente decidieron no aceptar de manera oficial. Más bien, miraron los detalles, y se marcharon sin registrarla; así tendrían más tesoro para guardar para ellos luego.

- ¡¿Lo ven?! – gritó la Ladrona, señalando hacia un cofre, uno que un segundo antes se había convertido en una mandíbula gigantesca para devorar una piedra cercana. – ¡Les dije que era demasiado fácil para ser seguro!

Aqua se sacudió los hombros, pensando en lo que habría sucedido si le echaba mano al cofre. De verdad que quería el dinero, pues al abandonar al grupo de Izuku se quedó sin reservas a su nombre, así que realmente quería reclamar un cofre de tesoro para sí misma.

- Miren, esta parece ser la última sala. – declaró Kyouya preparando a Gram, el tesoro que valoraba más, únicamente por debajo de su amada diosa.

Asintiéndose entre ellos, entraron, listos para enfrentar al jefe final de la mazmorra, y reclamar para sí mismos el tesoro.

La última sala no era la cámara grandiosa que los liches y nigromantes deberían tener. Solo era un dormitorio espacioso. En la cama, descansaba un esqueleto bien preservado, todavía vestido con ropa bien limpia. A un lado de la cama, en una silla de manera bien tallada, estaba sentado lo que parecía un cadáver momificado vestido con túnicas de mago.

Keel el lich, dueño de esta mazmorra, había esperado que llegara alguien que pudiese invocar magia sagrada de alto nivel. Durante siglos se había contentado con permitir que aventureros al azar vinieran a saquear su hogar, manteniendo a sus sirvientes más peligrosos encerrados, para que las posibilidades de conocer a un sacerdote de alto nivel se incrementaran.

La chica peliazul apestaba de magia sagrada, y no había mostrado ningún problema en purificar a los pocos sirvientes a los que envió a enfrentarlos.

- Bienvenidos, aventureros. – saludó Keel al grupo, tratando de mantenerse tan poco amenazante como le fuera posible.

El lich no quería pelear. No tenía razón para hacerlo. Su amada había muerto hacía tiempo, dejando este mundo sin lamentos debido a que su amor era verdadero. Y ahora, lo esperaba en las puertas del cielo, ya que solo necesitaba ser purificado apropiadamente para dar el último paso juntos.

Solo tenía que hacerles la petición, y a cambio les ofrecería todo el tesoro que tenía en su cámara secreta como recompensa…

- ¡Muere, monstruo! ¡NO PERTENECES A ESTE MUNDO!

Y entonces, Kyouya tuvo que actuar sin pensar, liberando todo el poder de su espada legendaria.

En un destello de luz, el cuerpo del lich, y los restos esqueléticos de su amada, se convirtieron en cenizas. Con una sonrisa de autosatisfacción, el Espadachín decidió ignorar que los liches se reformaban luego de suficiente tiempo, favoreciendo la idea de simplemente salir de allí rápido, con las manos de su grupo llenas de oro.

- Revisaré el área en busca de puertas y cofres ocultos. – informó la Ladrona a sus compañeros mientras se disponía a hacer lo suyo.

- Yo pondré una barrera aquí, para que ningún otro no-muerto pueda entrar a esta sala. – declaró Aqua, sin saber que estaba abriendo el camino para que cosas peores se apoderasen de la mazmorra.

Kyouya, por su parte, se sentía como un verdadero héroe. El solo tener a Aqua a su lado le hacía sentir que su poder había sido incrementado su poder más allá de las capacidades de cualquier mortal. ¡Hasta sentía que podría haberse enfrentado a All Might de igual a igual!

Pero, su búsqueda de oro rápidamente fue interrumpida.

La muerte repentina del jefe final había reactivado a los no-muertos restantes. Furiosos de que su amo hubiese sido asesinado sin siquiera dejar que fuera escuchada su petición, y como todos ellos buscaban liberación con magia sagrada, cargaron como una horda masiva contra el grupo.

En un área abierta, Kyouya no habría dudado en liberar el poder de su arma sagrada, ¿pero en un espacio tan confinado? Hasta él conocía los peligros de ser enterrado vivo. Así, el grupo corrió hacia la salida, gritando de horror como novatos sin esperanza alguna.

Chapter 12: Justicia

Chapter Text

Izuku estaba entrando en pánico. Los héroes no debían matar; incluso en las peores circunstancias, los héroes siempre salían adelante sin cruzar esa línea. Cuando un villano terminaba muerto, siempre era por su propia culpa, el resultado de su propia villanía cayéndole encima, o el karma que golpeaba a los malvados.

Sentada en una silla solitaria en lo profundo de la oscuridad, la maga de Lyndon se veía confusa y asustada. Esto no debía haber sucedido. Ella era joven, talentosa, y estaba destinada a conseguir un alto estatus en su vida. Ahora aquí estaba, a las puertas del más allá…

Izuku sabía una cosa, y era que los héroes siempre salvaban a la gente, fuesen víctimas que lo necesitaran o incluso villanos. Él había matado, esa mujer ahora estaba muerta, e incluso All Might habría encontrado la situación imposible. Pero él no era All Might. Solo era Izuku Midoriya, un Druida, ¿así que tal vez había algo que podría hacer?

Cogiendo rápidamente su tarjeta de Aventurero, notó algo, como si un milagro estuviese ocurriendo sobre él gracias al mundo. Estaba listo para convertirse en un Archidruida, y eso significaba que la magia de restauración que tanto había deseado por fin sería suya para comandarla.

La vacía oscuridad pronto se vio perturbada por el sonido de unos pasos, lo que significaba que la hora de su juicio se estaba acercando. ¿Qué podría decir en su defensa? ¿Qué excusas podría dar? Sabía que su falta de fe no le iba a ayudar en nada aquí.

Izuku no tuvo tiempo para sentir el cambio de clase en su cuerpo; su corazón golpeaba en sus orejas, su alma ardía en deseos de revertir su mala acción. Aunque hubiera sido en defensa propia, seguía siendo culpable de un asesinato. No le importaba que Luna le dijera lo contrario.

Al verificar la lista de hechizos nuevos que tenía disponibles, el chico verde notó que Resurrección y Revivir no estaban en ella… pero en vez de eso, había una opción diferente…

La maga de Lyndon tembló frente a la mirada decepcionada de la diosa frente a ella. Eris no había dicho ni una sola palabra todavía, pero era obvio que no le esperaba nada bueno. Falta de fe, falta de moral, las mentiras. La diosa, usualmente la encarnación de la benevolencia, abrió su boca para hablar, y el gesto fruncido de su cara dejaba en evidencia cómo iba a terminar esto…

Y entonces, una luz iridiscente llenó todo el vacío.

- ¡GGAAAHHHH!

Stella gritó al abrir los ojos. Ver el techo de madera del salón del gremio no era lo que se esperaba… a menos que su infierno consistiera en repetir sus momentos finales en un ciclo interminable…

- Señorita Stella… – La voz de Luna, ahora tajante y fría, le llamó la atención, haciendo dar un respingo a la maga. – Espero que esté lista para explicar todo el desorden que acaba de causar.

La maga se vio confundida por un segundo, y entonces la realidad la golpeó como un hacha partiéndole el cráneo. Había sido revivida, y ahora tendría que encontrar una manera de salir de una situación bastante fea. Al menos, tendría que asegurarse que la reputación de su universidad permaneciera intacta.

- Yo… – Stella balbuceó tratando de iniciar su explicación. Hasta sentía que su voz era algo diferente, y que su cuerpo era más pesado. Efectos posteriores de la magia de resurrección, sin duda. – Eso no fue…

- Y no trate de mentir. – añadió Luna, sonando realmente enojada. – Encontramos unos documentos muy interesantes entre sus pertenencias, y en la bolsa de su aprendiz.

Al ver la pila de papeles y cartas selladas junto a ella, la maga no pudo evitar mirar a su alrededor en busca de los culpables. En una esquina, el Druida estaba de pie, protegiendo a la maga novata con el rostro lleno de determinación. En la otra, su aprendiz la miraba en completo shock.

- ¡Yo no iba a matar a esa pequeña novata! – La maga intentó su método usual, sin fallar en notar la feroz mirada en los ojos del druida, o la mirada incrédula de la recepcionista del gremio. – Solo estaba tratando de intimidarla… ¡y ese pequeño asesino se fue de mano!

Esa explicación era… estirarse un poco, pero si la rubia hubiese ido al pie de la letra, y bajo sus órdenes, había poco más que podía hacer. Sus órdenes habían sido hacer lo usual, conseguir el conocimiento por cualquier medio, o destruir la fuente. No decía explícitamente que podía asesinar, pero eso era obvio; solo tenía que interpretarlo de una manera que no la hiciera ver como… una idiota obsesionada.

El castigo recaería sobre ella, sin duda, tanto del gremio como de la academia, pero al menos debería ser capaz de continuar su carrera.

- Si ese es el caso… – continuó Luna, sabiendo que tenía que prevenir a toda costa la pérdida del mejor aventurero que había puesto un pie en su gremio. – Izuku, Megumin, ustedes son libres de marcharse. Ya deshicieron el daño y cualquier posible acción que podría resultar en penalizaciones, y estoy segura de que Megumin no querrá demandar más retribuciones.

- Vámonos, Megumin. – Izuku aceptó la oferta rápidamente. Aunque todavía se sentía culpable por haber quitado una vida, no podía decir que no se sentía aliviado de que ahora estaba libre de cargos.

- Sí, vámonos… – replicó Megumin, todavía sonando agitada.

Luna suspiró, observando a la joven pareja salir de la sala privada; quitar la primera vida siempre era difícil, era una experiencia que típicamente requería supervisión. Era una verdadera tragedia que este evento tomara lugar en un lugar que, en teoría, era garantía de estar a salvo.

- Y en cuanto a usted, señorita maga importante… – Luna volvió su atención a la recién revivida mujer – tenemos que hablar sobre los crímenes que usted cometió hoy…

Stella supo en ese momento que estaba totalmente jodida.


De vuelta en el salón…

Aunque lograron evitar los cargos criminales, y sin deseo de perseguir el asunto con la universidad mágica, Megumin e Izuku caminaron hacia su mesa con pesadez en sus corazones. Los ideales del héroe no estaban alineados con la idea de quitar vidas, incluso cuando no hubiera otra alternativa. Tales eventos eran tomados con seriedad, con investigaciones y terapias después. Izuku no pudo evitar sentir que había dado un paso atrás, incluso aunque logró deshacer el daño.

Para Megumin, fue un muy rudo despertar. Al hablar del futuro con sus compañeros de clase, siempre se incluía la posibilidad de tener que matar a incontables humanos que fueran parte de las fuerzas malignas del enemigo, fuese un tirano local o el Rey Demonio en persona. No fue sino hasta ahora que la realidad de tal acción la golpeó como un saco lleno de ladrillos. No había nada heroico en derramar la sangre de los tuyos…

- Hey, Izuku… – Megumin trató de llamar su atención, con su voz cargando una súplica por ayuda. – ¿Podemos evitar las misiones de cazar bandidos?

Izuku estaba en una situación similar, deseando que alguien viniera, le diera un abrazo, y le dijera que no era una especie de monstruo…

- Por supuesto, nada de cazar bandidos para nosotros. – replicó Izuku con una sonrisa temblorosa, apenas logrando evitar que su voz se quebrara.

Las cacerías de bandidos eran misiones bastante bien pagados. No surgían a menudo debido a que la ciudad era apta para aventureros de nivel bajo, y los peligros usuales de lo salvaje que mantenían a los bandidos a raya de establecer campamentos exitosos. Sin embargo, a cada tanto algún grupo de malhechores encontraba una buena cueva dónde establecerse para atacar en los caminos.

Los bandidos, estando fuera de la ley, casi siempre peleaban hasta la muerte. La prisión en la ciudad era muy pequeña, ya que era para ciudadanos que habían roto la ley y esperaban su juicio, lo que significaba que no era necesario perder espacio con criminales que serían enviados directo a la horca de todas maneras. Eso significaba que se esperaba que los aventureros los mataran en el acto, y dichos aventureros, por derecho de conquista, tenían permitido quedarse con cualquier cosa de valor que los bandidos tuvieran en su poder, con excepción de los bienes que fueran reportados apropiadamente con el gremio.

Antes del día de hoy, Izuku sabía que no sería capaz de tomar parte en semejantes salvajadas. Y después de hoy…

- ¡MEGUMIN!

Una linda voz gritó a todo pulmón. Pertenecía a una chica de pelo castaño que ahora venía corriendo hacia la pequeña Demonio Carmesí. Izuku se plantó entre las dos por puro reflejo.

- ¡¿Eh?! – La castaña se detuvo, reconociendo la postura defensiva.

Chika y Liza inmediatamente tomaron posiciones a los lados de Izuku, para mayor conmoción de la muchacha. Megumin suspiró, aunque no de exasperación. El gesto le parecía muy amable, si bien innecesario.

- Está bien. – dijo Megumin jalándole de la manga al chico que amaba. – La conozco. También es una Demonio Carmesí.

- Perdón, es que… – Izuku ni siquiera sabía qué decir, pues sus sentimientos seguían enredándose con sus instintos. – Lo siento.

Las chicas semihumanas parecieron relajarse con el cambio, si bien solo por un momento. Se sentían realmente culpables por el hecho de que Izuku necesitara defenderse a sí mismo mientras ellas no estaban tan lejos.

- ¡E-está bien! – replicó la castaña, mostrando una sonrisa bastante adorable. – Sé que solo estás protegiendo a Megumin.

Había cierta timidez en su voz que parecía alternar entre miedo y curiosidad, pero Izuku, por el momento, no podía enfocarse en ese aspecto. Aunque sí pudo notar la manera en cómo intercambiaba miradas con Megumin.

- Supongo que hay que hacer presentaciones… – Megumin volvió a suspirar, esta vez con obvia molestia. – Izuku, esta es Yunyun. Es parte del clan de los Demonios Carmesís, igual que yo.

- Gusto en conocerte. – replicó Izuku, logrando mantener algo de su confianza gracias a todo el tiempo que había pasado rodeado de chicas bonitas. Su semblante pareció sorprender a la ahora identificada Yunyun.

- Tú… – la voz de Yunyun parecía dudosa, y casi esperanzada – ¿no te vas a burlar de mi nombre?

- ¿Por qué iba a hacerlo? – La respuesta de Izuku le ganó unas risitas de la pequeña Archimaga.

- Yunyun, este es Izuku. – continuó Megumin, antes de decidir marcar su territorio. – Y es mi novio.

Las mejillas de Megumin se tornaron escarlatas al decir la última parte. Había notado que Yunyun miraba al chico, y que sin duda se habría dado cuenta de lo fuerte que era, aunque fuese solo porque vio la… aterradora… escena. Sabiendo que Yunyun tenía un cuerpo mejor desarrollado, no veía otra opción más que declararse dueña de su enamorado.

- ¡Chika! – Chika vino a presentarse en su voz susurrante, y extrañamente Yunyun ni siquiera tembló. Luego señaló a la todavía tensa chica cocodrilo. – ¡Liza!

- ¡¿Novio?! – Yunyun estaba obviamente sorprendida, y luego procedió a alternar miradas entre cada uno de ellos. – Quieres decir… que ustedes dos están… ¡¿juntos-juntos?!

Megumin, por un momento, recuperó su actitud y energía. Su sonrisa era suficiente prueba de tal declaración.

- En realidad, de hecho… – Megumin mantuvo toda la atención de la recién llegada – este hombre y yo…

En el momento en que Megumin colocó su mano sobre la espalda de Izuku, toda su alegría desapareció. Su mano estaba mojada, y pegajosa. Una mirada a donde había tocado, y su mirada se tornó bastante inquieta.

- Quizás deberíamos ir a bañarnos primero. – dijo Izuku, sabiendo muy bien por qué Megumin había vuelto a caer en shock. – Necesitamos limpiarnos, en serio.

Izuku todavía seguía cubierto de sangre; de sangre humana.

- ¿Antes o después de que lidiemos con la maga que reviviste? – preguntó Darkness, cuya falta de reacción ante la sangre, o al conocimiento de que fuese la primera vez que Izuku mataba a alguien, significaba que ya habría pasado antes por esto.

- ¡¿QUÉ LE PASÓ A MI HERMOSO CUERPO?!

El excesivamente agudo chirrido reverberó por todo el edificio. Izuku ya sabía lo que había pasado; Reencarnación era un hechizo que funcionaba totalmente diferente a Resurrección. En vez de llamar el alma de vuelta al cuerpo, la forzaba a completar el ciclo de renacimiento, y usaba los restos del viejo cuerpo para crear uno nuevo, que quedase a medida con el nuevo ciclo. Eso significaba que, aunque el hechizo ofrecía verdadera purificación, tenía también una alta probabilidad de cambiar la raza del receptáculo… y ciertamente no quería lidiar con las consecuencias de eso en este momento.

Dándose cuenta de la cara de pánico de su amigo, Darkness decidió ofrecer ayuda.

- Ustedes váyanse a los baños. – les dijo con una sonrisa. – Yo me encargaré de la maga.

Izuku, en ese momento, se sentía agradecido infinitamente por tener el honor de haber hecho amistad con una mujer noble. Por supuesto, en ese momento él no sabría que dicha chica querría probar su noble fuerza tras saber que sus amigos habían estado en peligro… mucho menos que le pediría ayuda en cumplir algunas de sus… indulgencias.

Al fondo mientras tanto, Aela había decidido sabiamente no participar en las locuras del grupo. No tenía idea de cómo lidiar con los nobles de alto rango, y ciertamente prefería hacer algunos encargos para el gremio en el entretiempo. Siempre podría ponerse al día con el líder cuando se disipara el polvo, ¿verdad?


Más tarde en los baños públicos…

El sonido del agua caliente derramada sobre sus cabezas hacía eco en el lugar, mientras un grupo de jóvenes mujeres se lavaban sus cuerpos, finalmente terminando sus rituales de purificación. Megumin por fin se había librado de la sangre de su cuerpo, y del olor que le recordaba que había sido responsable por la primera muerte a manos de Izuku.

La sensación todavía estaba allí, sin embargo.

- Entonces… ¿qué pasa con ellas? – La voz de Yunyun sacó a Megumin de su tormento interno. La chica había estado preocupada por ella, pues no habían empezado a picarse una a la otra como solían hacerlo.

Yunyun se apoyó en su pregunta señalando con el dedo. Chika y Liza de hecho estaban nadando en el agua, en gran parte gracias al hecho de que no había mucha gente bañándose a esa hora, y el dueño de los baños no era un fanático de echar fuera a los semihumanos, especialmente ya que las dos le pertenecían al héroe de Axel.

- Ellas… – Megumin apenas logró detenerse de soltar información innecesaria, ya que no quería volver a lastimar a Izuku – … le pertenecen a Izuku. Y realmente disfrutan de pertenecerle.

Yunyun parpadeó confusa, pues las palabras de Megumin parecían extrañas, incluso para estándares de Demonios Carmesís, pero lo achacó a que su colega todavía estaba muy sacudida.

- ¿Y tú estás feliz con él? – le preguntó Yunyun ahora, mostrando que también se preocupaba por la pequeña niña. – ¿Y con ellas?

Megumin se quedó congelada por la pregunta. Hasta ahora, ella había disfrutado de su tiempo con Izuku, y había elegido no darle importancia a las semihumanas. Era la primera vez que se detenía para pensar y considerar si realmente estaba feliz.

El sueño de cada chica de su clan era encontrar al hombre perfecto. Uno que tomara parte en su cultura, que fuera un héroe valeroso, hábil, fuerte, apuesto, rico y que diera todo por su felicidad.

Como regla de oro, la mayoría de las mujeres de su clan solo lograban uno de esos objetivos, dos si acaso tenían suerte, y tres si utilizaban maldiciones para conseguirse al hombre. Tomando un segundo para contar cuántas de esas casillas marcaba Izuku…

- Sí. – replicó finalmente Megumin. – Al menos eso creo.

Yunyun decidió que ya había hecho suficientes preguntas sobre ese tópico, y que buscar respuestas más profundas requeriría un enfoque diferente. Ahora, venía la parte importante…

- Entonces… – el tono de Yunyun cambió a uno más alegre – ¿cómo hiciste para crear un hechizo tan poderoso?

Su única respuesta fue un resoplido.

- ¡Megumin! – gritó Yunyun. – ¡Soy tu amiga! ¡Las amigas comparten secretos!

- ¿Quién te dijo que éramos amigas? – replicó Megumin, desviando la mirada y mostrando una sonrisa algo salvaje. – Ese es mi hechizo, y no tengo por qué compartirlo con nadie.

- ¡Megumin!

El grito de Yunyun terminó sacando una reacción bastante inesperada. Como un destello, Liza ya estaba abrazando a Megumin, con sus fuertes y escamosos brazos formando una remarcable fortificación. Su mirada, sin embargo, era mucho más intimidatoria.

- Megumin es muy importante para el amo. – explicó Chika, mientras se ponía detrás de una agitada Yunyun. – Chika no quiere que el amo se enoje si algo malo le pasa a Megumin.

Los susurros rasposos de la harpía negra tal vez no tuvieran efectos sobre la castaña, pero las chispas que salían del piso de piedra que estaba arañando definitivamente sí lo hicieron.

- ¡Por favor no me lastimen! – Yunyun no era exactamente una experta en combate cuerpo a cuerpo, mucho menos estando desnuda frente a unas garras que bien podían tomar el lugar de espadas curvas.


Después del baño…

Izuku y compañía finalmente habían decidido ir a visitar a Wiz. Necesitaban chequear el progreso con la túnica de Izuku, y distraerse del reciente acontecimiento. Todo lo que tenían que hacer era recoger a Darkness en el camino a la tienda de magia.

- ¡Vamos! – volvió a gimotear Yunyun. – ¡Tienes que contarme cómo lo hiciste!

Izuku también tenía que encontrar una manera de detener todo este circo. Podía entenderlo, de verdad que podía: el logro de Megumin era una gran hazaña, y él podía dar fe de su mente brillante, ya que fusionar la magia y la ciencia no era fácil, ¿pero por qué la gente tenía que ser tan insistente?

- ¿Por qué debo compartir mis secretos contigo? – Megumin otra vez estaba actuando como una niña, una tendencia que Izuku consideraba era algo bueno. – ¡Son mis secretos!

Mientras continuaban picándose entre ellas, Chika se movió para caminar junto a él. La chica aviana se inclinó para acercársele a un costado, tratando de compartirle su calor.

- Chika sabe que el amo es una buena persona. – murmuró, con la voz más baja de lo usual. – El amo no es un asesino. El amo es un salvador.

- Gracias, Chika. – replicó Izuku, casi rompiendo en lágrimas.

A las puertas del gremio, una muy sonriente Darkness estaba esperándolos.

- ¡Izuku! ¡Megumin! – les saludó en voz alta, y su sonrisa coloreaba su voz mientras lo hacía. – ¡Debieron haberme dicho que ya había sido castigada antes de tener que lidiar con ella!

Megumin resopló ante la declaración, e Izuku se encogió.

- ¡En serio! – continuó Darkness mientras caminaba para unirse a ellos. – ¡Convertirla en una Enana, de todas las cosas!

Una fuerte risa hizo eco entre todo el grupo, aunque Izuku todavía se sentía algo culpable por eso.

No había sido su intención, a ningún extremo de la imaginación, pero ese había sido el resultado. Reencarnación había decidido que en la siguiente vida la maga de Lyndon iba a ser una enana. Honestamente, en lo que concernía al chico, la mujer tampoco resultó tener mala apariencia; tal vez no fuese la belleza que fue cuando era humana, pero su cuerpo de enana seguía siendo muy femenino, y no tenía los rasgos demasiado redondos. Y hasta donde él sabía, los enanos también podían ser magos, ¿correcto?

- No fue intencional… – agregó Izuku derrotado, sabiendo que eso nunca cambiaría el hecho de que… cambió… la vida de alguien de maneras probablemente indeseadas.

El recuento de Darkness sobre que el aprendiz seguía murmurando algo sobre que el amor de su vida se había ido para siempre tampoco ayudaba a hacerlo más fácil en absoluto.

Mientras el grupo continuaba por las calles, Izuku comenzó a sentirse algo extraño. Entre más pensaba en todo el asunto, más tranquilo se sentía. Había actuado para defender a alguien a quien quería, mientras que su agresora tenía toda la intención de matar. El orden natural de las cosas dictaba que aquellos que estaban listos para matar también debían estar preparados para morir. Aun así, su corazón se sentía perturbado, ya que los héroes no deberían matar…

- ¡Lo digo en serio! – La voz de Yunyun sacó a Izuku de su ensimismamiento. – ¡Mi padre prohibió el uso de tu Big Bang dentro de la aldea!

La risa de Megumin era mejor que la medicina, pues aliviaba su corazón dolido. Tal alegría valía la pena para ser protegida.

No pasó mucho antes que llegaran a la tienda de magia de Wiz, pero ni siquiera habían llegado a la puerta antes que un sonido inesperado los golpeara a todos.

- ¡YA TERMINÉ DE HACER TRATOS CONTIGO!

*¡CRASH!*

El sonido de un vidrio rompiéndose era algo que podría poner a cualquiera bajo aviso; y el grito de la tendera solo aceleraba la sensación de terror.

- ¡WIZ! – gritó Izuku mientras entraba a la tienda a toda velocidad, seguido de cerca por las demás.

No hubo necesidad de una señal; todas reaccionaron como lo haría Izuku. Solo quería asegurarse que su amiga se encontraba bien, y protegerla de cualquier invasor o agresor, sin importar su estatus como gran maga.

Lo que encontraron fue a una tendera mirando furiosa un espejo roto. Le llevó un par de segundos notar al grupo.

- ¿Izuku? – preguntó Wiz, mirando sorprendida la intrusión, pero al menos estaba bien.

Izuku se dio cuenta que no estaba feliz. No hizo ningún intento de saltar a abrazar a la pobre Chika, o de preguntar si Liza había mudado más de sus duras escamas.

- ¿Te encuentras bien? – preguntó Izuku, y ahora el resto el grupo se encontraba mirando alrededor, o al espejo destrozado. – Te escuchamos gritar…

- ¿Gritar? – preguntó Wiz, tratando de sonar inocente. La mirada preocupada de Izuku le informó que esos intentos serían inútiles. – ¡Oh, cierto! Este espejo… no pude hacerlo funcionar apropiadamente…

- Pero los espejos mágicos son exageradamente caros. – dijo Megumin, proveyendo una nueva información para el joven Archidruida. – Aunque uno no funcione bien, ¡se puede vender por mucho dinero!

- Es que hizo un reflejo muy feo de mí. – explicó Wiz rápidamente.

- Eso tiene sentido. – dijeron Yunyun y Darkness al mismo tiempo.

Izuku y Megumin intercambiaron miradas preocupadas, pero decidieron guardar silencio. La distraída tendera parecía no querer elaborar en los detalles.

- ¡Debes haber venido por tu túnica! – Wiz de pronto pareció cambiar de velocidades, volviendo a su sonrisa y actitud alegre y habitual. – ¡Ya está lista, seguro que te encantará!

Izuku decidió que si su amiga no-muerta quería mantener sus problemas en privado, no era su derecho seguir presionando. Ya le diría cuando sintiera que era el mejor momento…


Unos minutos después…

- ¡Te ves bien, Izuku!

- ¡Parece hecho a medida para un noble!

- ¡Me encantaría ordenar una de esas para mí!

Izuku se sonrojaba por los halagos. Acababa de darse una vuelta probando su nueva túnica. La sección media, corriendo verticalmente de la cabeza a los pies, había sido reemplazada por las escamas blancas de Liza, dándole una apariencia como de tabardo. Unos cordones de hilo dorado adornaban sus hombros, y la capucha, por petición suya, estaba blasonada con un símbolo del Yin-yang.

Se veía aún mejor de lo que esperaba.

- Gracias, Wiz. – Izuku dirigió la atención a la sonriente tendera. – Por hacer un trabajo soberbio.

- ¡Me haces sonrojar! – replicó Wiz casi desmayándose un poco. – Pero si quieres que te haga un nuevo foco druídico, ¡con gusto tomaré algunas de esas hermosas plumas negras!

Ahora ya estaba de vuelta a sus hábitos usuales, y Chika finalmente saltó detrás de Izuku como era su reacción habitual.

- Aprecio la oferta, pero realmente no utilizo uno, así que… – Izuku comenzó a disculparse, pero entonces todo mundo comenzó a mirarlo en shock.

- ¿No lo utilizas? – preguntó Yunyun.

- ¡Eso es imposible! – añadió Wiz. – La magia druídica requiere usar un foco debido a la necesidad de comunicarse con la naturaleza y canalizar el maná. ¡Si no utilizas uno te arriesgas a sobre exigirle a tu cuerpo!

- Izuku… podría ser que… – comenzó a hablar Darkness, primero con aspecto preocupado, antes de cambiar a un semblante más excitado – ¿Podría ser que te has estado poniendo límites a propósito para luchar contra el dolor?

Izuku sintió un tic en su ojo antes de mirar a Megumin.

- ¡No me veas así! – Megumin se encogió tímidamente. – ¡La información sobre los Druidas en muy escasa! ¡Pensé que usabas algo muy pequeño como foco!

Izuku se dio una palmada en la cara. Era su culpa, en serio; debería haberles preguntado a otros druidas para conseguir mejor información sobre su elección accidental de clase, en lugar asumir que Megumin lo iba a saber todo. El hecho de que hasta ahora no había encontrado muchos problemas con sus habilidades tampoco ayudaba… ¡y ciertamente eso explicaba por qué su Árbol Genésico del Mundo resultó tan agotador!

- Entonces… – Izuku sintió que le venía un brillante rubor rojo, debido a lo estúpido que sabía que estaba a punto de sonar. – ¿Puedo pedirte que me ayudes con esto?

Wiz le sonrió cálidamente y asintió… antes de darle una mirada hambrienta a la harpía negra.


Un poco después…

Tras darle a Wiz algunas de las plumas de Chika, el grupo decidió echar un vistazo alrededor de la tienda mientras esperaban a que estuviera listo el nuevo foco druídico. También trataron de consolar a la harpía, que parecía algo triste de ver sus plumas siendo manipuladas por alguien que no era su amo.

- Está bien… – dijo Chika derramando lágrimas. – Si es para el amo, entonces Chika está bien con ello…

Obviamente la chica aviana no estaba bien con eso, pero lo soportó por Izuku. Liza, por supuesto, no lo entendía; entregar sus escamas no había sido gran cosa, aunque realmente disfrutaba de ver a su amo cubierto en ellas.

- ¡Hey! – Yunyun llamó de pronto la atención de todos. – ¿Por qué esto se llama Cristal de Amistad?

La castaña estaba apuntando a una bola de cristal. No mostraba ninguna marca especial, ni exudaba ningún tipo de energía.

- ¿Oh? – Wiz miró un momento, y luego volvió su atención al bastón en el que estaba grabando runas. – Esa bola de cristal se usa para medir la compatibilidad entre las personas, permitiéndoles volverse amigos si son lo bastante compatibles. Pueden probarla si quieren, es segura… probablemente.

- ¿Probablemente? – preguntó Izuku preocupado. No le gustaba la forma en como este mundo tendía a dejar de lado la seguridad personal la mayor parte del tiempo.

- ¡Megumin! – gritó al instante Yunyun, haciendo una pose mientras señalaba a la pequeña Demonio Carmesí. – ¡Te desafío a ver nuestra compatibilidad! ¡Si somos amigas, tenemos que compartir todo!

Megumin parecía algo reticente solo por un segundo, antes de responderle con su propia pose.

- ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! – La risa potenciada de Megumin sonaba bastante adorable. – ¡No nos parecemos en nada! ¡No somos compatibles en lo más mínimo! ¡Acepto tu desafío!

Para Izuku, esto sonaba como una manera elaborada de jugar a ser rivales, como un par de buenos amigos que les gustaba comparar marcas en una banca al ir creciendo. También supuso que Megumin realmente necesitaba mantener su mente bien ocupada, para sellar cualquier pensamiento sobre la debacle de ayer…

No pasó mucho antes que las dos chicas pusieran a punto la bola de cristal y la sujetaran. A petición de Wiz, echaron una pequeña cantidad de maná antes de activarla.

Ambas chicas pronto se vieron rodeadas por un muro de luz azulada, como un cilindro, y en un instante sucedió. Unas pantallas comenzaron a cobrar vida, mostrando imágenes.

Feliz cumpleaños para mí… – Una Yunyun que se veía niña, cantaba sola mientras se sentaba en una gran mesa, pero no había absolutamente nadie más alrededor.

Su voz tenía cierto tono de tristeza.

Comida… ¡COMIDAAAAAAAA! – La Megumin niña en la imagen pensaba en voz alta, mientras robaba trozos de pan de una enorme cocina.

Ambas chicas empezaron a chillar, incapaces de creer que esos momentos tan horribles de sus pasados eran exhibidos ante el mundo… y ante el resto del grupo.

Mientras comenzaban a formarse más imágenes, Wiz se aproximó, ya sosteniendo un bastón de madera con las runas grabadas y adornado con plumas de color negro azabache.

- Ah, es cierto; se me olvidó mencionar cómo funciona el artefacto. – dijo con una sonrisa. – Muestra todas las verdades embarazosas de la gente que lo toca para que nada quede oculto, y con eso puedan decir con honestidad si son compatibles o no.

Esto no era lo que el par de Demonios Carmesís quería, bajo ningún extremo de su imaginación. Izuku podía ver que su querida Megumin estaba a punto de hacer algo drástico…

Está bien, ¡incluso un demonio servirá como un amigo! – Ver a la linda castaña dibujando un pentagrama en el suelo fue muy perturbador, especialmente porque sus ojos tenían una mezcla de esperanza y demencia.

- ¡Eso fue asombroso, hermana! – Una mini-Megumin chillaba de alegría, mientras Megumin le daba un pulgar arriba. En una fogata, un montón de bichos estaban siendo rostizados, para infinita vergüenza de la ahora famosa Archimaga.

Ambas chicas lucían como si hubiesen perdido la cordura, pero antes de poder hacer algo para detener al artefacto, todas las pantallas murieron.

Y entonces, apareció una pantalla diferente.

La mayor parte del fondo se veía borroso, pero el escenario principal era claro. Parecía una especie de parque, con niños pequeños jugando en la arena. Uno de ellos parecía una versión super diminuta de Izuku, con rasgos de querubín que le derretiría el corazón a cualquier mujer, y otro de ellos, un rubio de pelos pinchos, que parecía el típico niño travieso y malicioso.

¡Y aquí dice "Deku", que significa inútil! – En el momento en que el rubio dijo esas palabras, el resto de los niños empezaron a reírse, mientras el pequeño Izuku parecía herido por esas palabras.

- En ese entonces no lo sabía. – explicó Izuku algo del contexto de la escena, sin mirar a quienes le rodeaban. – Nací sin ningún tipo de poder o habilidad especial, mientras que todos mis compañeros fueron dotados de algo que los hacía diferentes.

Izuku había decidido que las chicas no tenían por qué enfrentarse a esto solas, y al exponerse a sí mismo, les podía ahorrar el trauma de que sus secretos salieran al aire para el mundo.

La escena cambió, y los niños ahora un poco más creciditos caminaban por un pequeño puente. El mocoso rubio se cayó al río poco profundo de abajo, y aunque gritó rápidamente que no le pasó nada, el pequeño Izuku corrió al instante en su ayuda.

¿Estás bien? ¿No te lastimaste algo? – La voz honesta del pequeño habría sido algo muy tierno, pero la ya heroica preocupación era suficiente para poner en vergüenza a cualquiera que estuviera tratando de volverse un héroe.

- Eso tal vez habría sido innecesario, pero yo sentía que era lo correcto. – añadió Izuku, y la imagen mostró cómo el rubio no solo apartó bruscamente la mano que le ofrecían, sino que le daba un empujón a Izuku de manera bastante detestable.

Una nueva imagen volvió a surgir, esta vez parecía algo un poco más reciente. Izuku estaba de pie sobre la azotea de lo que parecía un edificio con barandas de metal. El chico estaba tratando de hablar con un hombre masivo que se veía lo bastante fuerte para atravesar una pared de ladrillos sin darse cuenta. Pasó un momento, pero de pronto la montaña de músculos de repente se desinfló, y tomó la forma de un hombre de aspecto esquelético, con aspecto tan frágil que podría matarlo una brisita que le soplara encima.

Una conversación ahogada siguió, y entonces el hombre le dijo a Izuku las palabras más dolorosas que jamás podría oír un chico con un noble sueño…

Antes me preguntaste si podías convertirte en un héroe sin un Quirk… la respuesta es no, no puedes.

Las chicas pudieron ver claramente el momento en que se rompió el corazón de Izuku, hasta oyeron como su alma gritaba de agonía.

- Escuchar eso del hombre que era mi ídolo de verdad dolió. – confesó Izuku. – Fue más doloroso que mi peor pesadilla. Como si me hubieran arrojado a la parte más profunda del infierno.

En ese momento, la esfera se quedó inerte, y la luz se desvaneció. El efecto se había terminado, y las chicas no estaban exponiendo sus memorias vergonzosas.

- Todos tienen un pasado que quieren ocultar de los demás. – Izuku había comenzado su discurso, tratando de hacer sentir mejor a las Demonios Carmesís. – Eso es parte de crecer y… ¡¿por qué están llorando todas?!

En vez de una respuesta, todas las chicas presentes se le lanzaron encima en un abrazo grupal. No pudo entender lo que decían entre los llantos y sollozos, pero parecían que estaban tratando de consolarlo, de decirle que ya era un héroe, que todos en su pasado se habían equivocado.

Izuku nunca se había sentido más… bienvenido, pero se imaginó que esto también sería parte de crecer.

Esta historia continuará...


Omake – ¿Esto es una cita?

Yunyun había decidido perseguir a Megumin en su cita. La pequeña Archimaga podría haber dicho cosas grandiosas de su novio, pero Yunyun estaba algo escéptica.

El chico parecía ser demasiado bueno y amable para su propio bien, lo que hizo sonar algunas alarmas en su cabeza. Había leído suficientes novelas para saber que este tipo de chicos solo buscaban meterse bajo la falda de la heroína, y entonces mostraban sus verdaderos colores.

Por supuesto, sabía que existía la posibilidad de que el chico fuese genuino, y simplemente no conociera a Megumin lo suficiente para saber que tenía que ser… cuidadoso.

¡Y no tenía nada en absoluto que ver con celos y envidia por la idea de que su colega Demonio Carmesí menos desarrollada se hubiera encontrado un buen partido antes que ella!

- ¿Un picnic? – murmuró Yunyun para sí misma, mientras observaba a las semihumanas colocando una enorme manta y una gran cesta. – ¿Tan lejos del pueblo? ¿Podría ser que…?

En ese momento, la mente de la castaña comenzó a conjurar imágenes mentales de las partes calenturientas de sus novelas románticas favoritas. Las escapadas a claros secretos en lo profundo de los bosques, meterse a escondidas en mansiones antiguas, visitar cuevas oscuras preparadas con anticipación para contener camas y comida preservada, viajar a través de pasajes secretos y en mazmorras dentro de varios castillos.

Y todos terminaban en las mismas… actividades enérgicas…

- ¡EXPLOOOSSSSIÓN!

El grito de Megumin inmediatamente fue seguido por una gigantesca detonación. La onda de choque casi hizo volar del suelo a Yunyun. Una mirada rápida reveló que la pequeña archimaga acababa de disparar su hechizo hacia el lago, y la lluvia resultante formaba un pequeño arcoíris.

Eso era normal para los estándares de Megumin. Lo que no era normal, lo que le dio una punzada en el corazón a Yunyun, fue ver al Druida caminando de vuelta a la manta mientras cargaba a Megumin, no solo como si fuese una especie de princesa, ¡sino mostrando un nivel de preocupación por ella que casi parecía erótico!

El ser cargada como princesa era un evento muy preciado para cualquier chica del clan de los Demonios Carmesís, ya que simbolizaba un deseo profundo de formar un lazo permanente de amor con su compañero. El hecho de que era mayormente visto entre parejas casadas solo exacerbaba el sentimiento.

Y entonces…

- ¡No puede ser! – Yunyun casi gritaba ante lo que vio a continuación. – La almohada de regazo… ¡¿y tomarse de las manos también?!

Izuku había posicionado la cabeza de Megumin en su regazo, dándole una posición muy cómoda para disfrutar el resto de la salida. Ver a la pequeña niña confiarle su cuerpo débil e inmóvil al chico ya era bastante malo, ¿pero al ver al chico recoger un sándwich, y luego colocarlo en la boca de la chica?

Ahora Yunyun estaba que hervía de celos y envidia.

No era que quisiera robarle al chico, por perfecto que pareciera ser. ¡Solo que no podía creer que le hubieran ganado a ser la primera en encontrarse un romance apropiado!

- ¿Por qué estás espiando al amo? – El susurro rasposo de la harpía negra le congeló la sangre a Yunyun. Fue entonces que se dio cuenta que la chica pájaro no estaba al lado de Izuku. – Chika cree que los espías son malos. ¡Chika también sabe cómo lidiar con la gente mala!

Al ver las filosas garras acercándose peligrosamente a ella, la castaña tuvo que gritar por ayuda.

...

Un poco después…

- ¡LOSIENTOLOSIENTOLOSIENTOLOSIENTO!

Yunyun seguía repitiendo su mantra una y otra vez. Parecía ser sincero, pero Megumin aún estaba enojada.

- ¡Solo estaba preocupada por Megumin! – explicaba Yunyun, y de nuevo, eso tenía sentido para Izuku. – ¡No quise arruinarles su cita!

El grito final de Yunyun hizo que tanto Izuku como Megumin se pusieran rojos.

- ¡¿CITA?! – gritaron ambos, adquiriendo un tono aún más rojo en sus mejillas.

- ¡Boba! – regañó Liza a la castaña, ya que incluso ella entendía que ahora la cita había sido interrumpida.

Chapter 13: La primera misión de rescate

Chapter Text

Aela pensaba que el líder de su nuevo grupo no podía traer más caos a la mesa del que ya había traído. Estaba absolutamente segura de que debía existir un límite de lo absurdo en la ilógica fuerza del Druida. Kyouya era apuesto, fuerte y rico, y les había echado mano a dos mujeres. Era natural que el joven guerrero fuese exitoso… y aun así, este hombre…

- ¡Déjame unirme a tu grupo! – Yunyun, una recién llegada Demonio Carmesí, ahora le estaba suplicando al líder del equipo.

¿Un líder que buscaba verse rodeado por miembros del sexo opuesto? Sí, Aela ya lo había visto antes, de hecho, era una ocurrencia bastante común. Los aventureros más poderosos a menudo caían en la tentación de crear un harem, pero pocos lograban hacerlo y mantenerlo apropiadamente. Por eso fue que Kyouya se había detenido en dos… y probablemente la razón de haberla abandonado…

- Personalmente, yo no tengo ningún problema, pero… – Izuku dejaba ver de manera muy obvia que estaba feliz de tener más miembros en su equipo, pero una mirada rápida a la pequeña Archimaga reveló que al menos alguien no estaría tan feliz con este curso de acontecimientos. – Megumin, ¿tienes alguna objeción?

Aela echó un vistazo a la pequeña maga, cuyos ojos miraban enojados. Sabía cómo se sentía en ese momento. Justo cuando declaró que el líder del grupo era suyo, le llegó competencia. La chica nueva era bonita, tenía un cuerpo mejor desarrollado, y una personalidad en apariencia más fácil de manejar. La pequeña niña tenía razones para temerle a la recién llegada; su respuesta era muy obvia.

- Solo personales… – La respuesta honesta de Megumin sorprendió a todos, ya que la mayoría se esperaba algo mucho más dramático. – Lo único que temo es que solo venga tras mis secretos, o peor, tras mi novio.

Aela parpadeó confusa, pues no se esperaba una respuesta tan controlada. Ciertamente ella no había actuado con esta madurez cuando Kyouya aceptó en el grupo a la Ladrona.

- ¡Megumin! – gritó Yunyun desesperada, obviamente tratando de poner alguna excusa o explicación para unirse a este grupo de monstruos humanoides. – Es cierto que quiero obtener tu conocimiento prohibido. ¡Pero no soy una rompehogares!

En este punto, Aela decidió ignorar la conversación. Era muy doloroso observar el romance floreciendo en este grupo, cuando el suyo había fallado tan miserablemente con el Espadachín.

Izuku, sin embargo, no tenía ese lujo.

- ¿Puedes por favor no decir eso a gritos aquí, en el salón del gremio? – Izuku se sentía mortificado, por no decir menos.

No estaba avergonzado en absoluto de su relación con la pequeña Archimaga. De hecho, era plenamente consciente de la imagen que se estaba formando. Nunca había sido su intención, pero había terminado rodeándose de chicas extremadamente hermosas. No necesitaba que la gente hablara sobre sus interacciones con ellas, especialmente ya que la mitad de los rumores sobre que dormía con ellas eran parcialmente ciertos. Aunque se limitara solo a dormir en el mismo cuarto… y a abrazarse, de acuerdo.

- Izuku tiene razón. – se unió Darkness a la discusión, poniéndose del lado del Archidruida. – No nos está tratando como si fuéramos su harem, sin importar cuánto lo queramos. Él solo quiere a Megumin.

Izuku tenía sentimientos encontrados sobre esa declaración.

- Por mi parte, yo no tengo problemas en que te unas al grupo. – continuó Darkness, pausando para tomar un trago de su bebida. – Aunque seas tan inútil como nosotras solíamos serlo, estoy segura que Izuku te podrá enseñar cómo ser de utilidad.

Megumin y Aela dieron un respingo al unísono. Megumin no pudo evitar recordar los días en los que su obsesión con la magia explosiva la volvió indeseable a todos, y cómo Izuku la convirtió en probablemente la Archimaga más famosa de su generación. Aela todavía estaba tratando de superar el hecho de que, en solo tres días, sus habilidades subieron de mediocres a aceptables. Era como si se estuviera convirtiendo en una mejor aventurera solo por estar en proximidad con el Archidruida… o simplemente lejos de Kyouya.

- Ya veo… – Izuku adoptó una pose pensativa, antes de volverse hacia las esclavas. – Chika, Liza, ¿ustedes qué opinan?

Ahora fue el turno de Yunyun de sincronizarse con la pelirrosa. Ver al peliverde pedirles su opinión a las esclavas era, bueno, desconcertante. Sabían que los esclavos podían pensar por sí mismos, pero era su deber estar de acuerdo con los deseos de su amo sin importar qué, lo que volvía irrelevantes sus opiniones.

- A Chika no le molesta una nueva amiga… – Los susurros de la harpía hicieron que todos, excepto Yunyun, se sintieran incómodos. – Mientras no intente lastimar al amo o a Megumin, Chika está bien con que se quede.

Ver a Chika rodear de manera protectora a la pequeña Archimaga con sus alas era algo realmente conmovedor, especialmente para Izuku.

Volviéndose para ver a la chica cocodrilo albina, Izuku simplemente recibió un gruñido y un encogimiento de hombros. Liza no tenía opinión al respecto. Si Izuku decía que estaba bien que la chica nueva se quedaba, o que se fuera, no era su lugar cuestionarlo. Su única preocupación era no volver a llegar tarde en proteger a su querido amo, o ser más rápida en arrancarle la cabeza a cualquier agresor que amenazara al hombre que amaba.

- Ya veo, ya veo. – repitió Izuku, apretando la mano de Megumin bajo la mesa. – Aela, tu turno.

Aela se sorprendió. Aunque técnicamente era parte del grupo, era algo temporal, y estaba en deuda con este chico por una cantidad ridícula de dinero. En su posición, de haber sido cualquier otro grupo, o líder, su opinión no solo no habría sido solicitada, sino que le prohibirían tener una.

- ¡¿Huh?! – Aela decidió que quedarse callada no ayudaría en nada. – ¡¿Por qué me preguntan a mí?!

- Porque también eres parte del grupo. – replicó Izuku con una sonrisa honesta.

Le llevó mucho esfuerzo a la Cazadora controlar su corazón. No porque se estuviera enamorando de este chico, sino porque, por primera vez, se sentía bienvenida y querida en un grupo. También había tenido que luchar contra el horrible pensamiento de volver con Kyouya, especialmente tras pensar en todo lo que experimentaba a su lado.

- Yo… bueno… – Aela se enredó por un momento, tratando de pensar en lo que era mejor, en qué clase de potencial querría el Archidruida para quienes le rodeaban.

La Cazadora pelirrosa se tomó un momento para mirar al grupo reunido. La Paladín que se había enfrentado a Beldia, un General del ejército del Rey Demonio, con quien peleó de igual a igual. La chica cocodrilo que había derrotado a un caballo Nightmare con las manos. La pequeña Archimaga que había vaporizado a dicho General. Incluso la harpía negra era un peligro, con esa voz destructora y garras afiladas.

- Quizás… – Aela casi dijo algo estúpido, pero rápidamente se detuvo de sugerir una competencia de poder. – ¿Deberíamos tomar una misión para probar… compatibilidad? ¿Trabajo en equipo?

Por un momento, Aela mantuvo las miradas de todo el grupo. Por ese mismo momento, sintió que iba a ser ignorada, o regañada. Entonces, Izuku le sonrió.

- ¡Esa es una gran idea! – La respuesta de Izuku terminó dejando en shock a la Cazadora. – Darkness, ¿quieres llevar a Aela y Yunyun al tablón de misiones?

- Seguro. – replicó Darkness sonriente, realmente le gustaba que confiaran en ella. – Vamos, seguro podremos encontrar algo que sirva de prueba.

Mientras las tres chicas se movían hacia el tablón, Izuku y Megumin fijaron miradas uno en la otra.

- No vas a rechazarla, ¿verdad? – preguntó Megumin con los ojos en rendijas.

- Solo si tú me dices ahora que hay una buena razón para hacerlo. – replicó Izuku, manteniendo una mirada expectante en su rostro.

Megumin suspiró, y procedió a rascarse la cabeza. Estaba, debido a su poco desarrollado cuerpo, muy reticente a dejar que Yunyun y su irracionalmente grande par de pechos se acercaran a su novio. Sin embargo, Izuku había demostrado ser digno de confianza y fiel. Aún no demostraba ese tipo de atención hacia alguien como Darkness, que de hecho hacía avances con él, o en la recientemente reclutada Aela, que tenía todas las marcas de una chica que podría atrapar la atención del Archidruida.

Para ser honesta, Megumin pensaba que las únicas que representaban un peligro para su posición eran Chika y Liza, pero ellas le caían bien.

- Solo recuerda que yo soy tu novia… – concedió finalmente Megumin. Izuku le dio una palmadita en la cabeza y le sonrió cariñosamente; su puchero era demasiado adorable para ignorarlo.

- Me parece justo. – replicó Izuku, asegurándole a su novia que no tenía nada de qué preocuparse. – Ahora, ayúdame con esto. No quiero volver a cometer los mismos errores.

Con eso, Izuku finalmente reveló por qué había enviado a las otras chicas a buscar una misión. De su bolsa, sacó las tarjetas de esclavas de Chika y Liza. Inmediatamente, Megumin notó por qué la necesitaba.

Los esclavos no podían tener clases. Eso era solo para los aventureros. Sin embargo, y debido a que las tarjetas de ambos estaban hechas con los mismos hechizos, Chika y Liza habían desbloqueado la habilidad de seleccionar clases. Sin duda era como resultado de su interferencia con los sellos de esclavos, y de que Izuku se había convertido en una clase que fácilmente podía dictar cómo funcionaba la naturaleza.

Ser dueño de esclavos con clases de aventureros era doblemente una herejía. Primero, porque los aventureros no podían ser esclavos, y segundo, porque los esclavos no debían tener otra clase que no fuera su propio bajo estatus en vida.

- Entonces… – Había un montón de posibles preguntas sobre esta situación, y Megumin no sabía por dónde empezar para atacar la montaña de problemas que podrían derivar de esto. – ¿Cuál es tu pregunta?

- Lo que necesito saber es… ¿qué hacen estas clases con exactitud? – Izuku dejó en la mesa las tarjetas para que Megumin las pudiese ver claramente. – Mi selección de clase fue más o menos un accidente, y aunque pude ajustarme a ella, preferiría saber las bases para las de Chika y Liza.

Megumin tuvo que tomarse un momento para procesar la situación y la petición. Por supuesto, a su novio no le iba a importar un comino las repercusiones y las consecuencias. Por supuesto que no le iba a importar ganarse la ira de dos religiones mayores. ¿Por qué iba a hacerlo? Considerando su estatus como alguien de otro mundo, y que veía dichas instituciones como barbáricas, ¿por qué debería importarle? Su clase de Archidruida no tenía por qué reconocer las leyes impuestas por la naturaleza misma.

- De acuerdo, esto es lo que pueden hacer. – comenzó a hablar Megumin, pero se detuvo para mirar a las semihumanas. – También ustedes deberían poner atención. Tengo el presentimiento de que Izuku les dejará a ustedes la decisión.


Diez minutos después…

No tenían muchas opciones, pero las que poseían eran muy problemáticas para considerar, al menos para aquellos fuera del grupo de Izuku. Chika tenía todas las opciones disponibles que requerían de destreza o inteligencia, e incluso las híbridas; eso la dejaba con las clases de Pícaros, Magos, e híbridos de ambas. Liza, sin embargo, demostró tener no solo una cantidad obscena de fuerza y constitución, sino también una sabiduría inusualmente alta. Esta mezcla le daba opciones de las clases variadas de Bárbaros, Luchadores, e incluso Cazadores.

Izuku tuvo que luchar contra el impulso de resoplar, ante la idea de que Liza tuviera más sentido común que la mayoría de aventureros…

- Entonces… – comenzó a hablar Izuku, mirando fijamente a las semihumanas – ¿qué clases quieren tener?

Megumin rodó los ojos. Por supuesto que su adorable idiota les daría la libertad de elegir.

Ambas chicas ladearon sus cabezas con aparente confusión. Ninguna podría entender la pregunta ya que, aunque técnicamente eran libres de elegir su propio camino en la vida, no querían nada que no fuera estar al lado de su amo.

- Ummm… – Chika dudó por un momento, pero hizo acopio de valor para hablar rápidamente. – ¿Cuál clase ayudaría más al amo?

Izuku se dio una palmada en la cara con eso. Realmente quería que Chika y Liza fueran libres, independientes y felices. Sin embargo, tuvo que recordar que tras ser esclavas durante toda la vida, esa meta requeriría mucha reeducación y adaptación. Era muy tonto esperar que fuesen completamente independientes en un tiempo tan corto.

Megumin riéndose entre dientes a su lado tampoco le estaba ayudando.

- Bueno… – Izuku dudó por un momento.

Decirles lo que necesitaba era el camino fácil, pero eso lastimaba sus sentimientos. Chika y Liza eran personas, no personajes en un juego donde podía elegir para ellas lo que era mejor para él. Aunque eligiera para beneficio de ellas, lo hacía sentirse horrible.

- A nuestro grupo podría venirle bien alguien con muchas habilidades. – comentó Izuku, notando los ojos esperanzados de la harpía negra. – Pero fuera de eso, podrías elegir algo que te permita hacer cualquier cosa que quieras.

Chika ladeó su cabeza por un momento, y entonces sonrió de una manera tan pura y radiante que le alegraba el corazón de solo verla.

- Chika quiere usar muchas habilidades para el amo. – respondió Chika, y luego se inclinó más cerca para bajar su voz aún más. – ¿Hay alguna clase con habilidades que también permita usar magia? A Chika le gustaría… usar magia para el amo también.

Megumin se congeló. Por un lado, permitirle a una harpía aprender magia significaría que la iglesia de Eris los marcara como hereje. Por el otro… sería tan genial que casi no pudo evitar presionar a Izuku para que buscara una clase de ese tipo.

- ¡De hecho, si la hay! – respondió Izuku, feliz de ver que Chika tuviera deseos propios. – Mira esto, la clase Bromista combina el uso de habilidades de los Pícaros junto con algunos hechizos de la clase Mago.

Chika dio algunos saltitos en su lugar, feliz de que su amo realmente quería cumplir sus deseos.

- Entonces, si el amo lo permite… – Chika susurró con una linda y gran sonrisa – ¡Chika quiere ser una Bromista!

Izuku estaba más que feliz de seleccionar una clase para la chica aviana, sintiéndose grandioso de encontrar algún deseo para cumplirle. Luego se giró hacia Liza.

- Liza… – Izuku hablaba suavemente. La chica cocodrilo albina permanecía atenta, pero era difícil leerle la cara. – ¿Hay algo que quieras hacer, o lograr?

Contrario a lo que decían los libros, o las muchas advertencias que había recibido, Liza había sido sorprendentemente fácil de tratar. La chica reptiliana solo quería comida y abrazos. Pero Izuku sabía que también era una persona, y no un animal. Ella tenía sus propios deseos y metas, cosas de las que tenía necesidad, algo…

- Fuerte. – replicó Liza tras unos segundos. – Yo… más fuerte. Amo… a salvo…

Izuku parpadeó algunas veces.

- Tú quieres… – Izuku hacía un esfuerzo por transformar esas palabras en algo que tuviera sentido para él – hacerte más fuerte… ¿para poder protegerme?

Liza asintió.

- Los hombres lagartos tienen el instinto natural de proteger lo que aman, o las cosas a las que tienen apego. – comenzó a explicar Megumin, sonriendo de una manera claramente provocadora. – Los hombres cocodrilos son más simples; ella siente que te pertenece, lo que te vuelve irremplazable. Aunque no creo que necesite volverse tan fuerte, la verdad.

Izuku lanzó una sonrisa tímida a la pequeña Archimaga. Muchos habían invocado estúpidamente el gran poder de Liza, luego de ver su cola y garras despedazar paredes de ladrillos, pero Izuku sabía que tales cosas no eran nada comparadas con su arma principal. Igual que los cocodrilos, sus mandíbulas eran su arma más fuerte. Si Liza realmente quería volverse más fuerte, al punto que incluso la madera de hierro reforzada no tendría oportunidad contra ellas…

Pero ¿quién era él para denegar los deseos de sus amadas chicas?

- Bueno… – Izuku comenzó a leer algunas de las clases disponibles para Liza. – Los Guerreros Tótem pueden hacerse aún más fuertes cuando se enfurecen…

Los Guerreros Tótem, una forma avanzada de Bárbaros, les permitían a los aventureros ganar rasgos del animal tótem elegido. Estos rasgos solo tomaban efecto al activar su furia. En la mente de Izuku, esto significaba que Liza podría sacar mucho de esta clase, pues su raza tenía un rasgo llamado Furia de Hielo, que hacía que sus impulsos violentos fueran más difíciles de leer. Se imaginó que si se enfrentaba a oponentes que podían leer los rostros, no sabrían cuando Liza se encontraba en modo furioso.

- Yo… ¿más fuerte? – El semblante de Liza se tornó radiante, y su cola comenzó a ondear delatando su felicidad. – Yo… ¿Dragón?

Izuku se rio, encontrando la felicidad de la chica reptiliana adorable.

- Seguro. – replicó Izuku, para desesperación de Megumin. – Si eso es lo que quieres ser, estoy seguro que podrás lograr esa meta.

Megumin sintió el repentino deseo de advertirle al Archidruida. Tener una "esclava" tan fuerte sin duda sonaría algunas campanas de alarma de los guardias reales y del gremio… pero de nuevo, la simple posibilidad de que Liza se volviera tan fuerte y por extensión fuese su guardaespaldas… ¡era demasiado genial para dejarlo pasar!

- ¡Yo Tótem! ¡Yo Dragón! – Liza se sentía muy feliz ante el prospecto de ser aún más capaz de proteger a su querido amo.

Con un solo toque de su dedo, Izuku seleccionó la clase. No había necesidad de seleccionar el tótem; aparentemente la voluntad y deseos de Liza eran suficientes para que la tarjeta mágica entendiera qué clase de animal había seleccionado en su corazón. En la tarjeta, la ominosa palabra "Dragón" apareció.

Los cambios en Chika al seleccionar su clase fueron sutiles; sus plumas se volvieron menos brillantes, aunque no menos hermosas, y podía ver que sus extremidades se sentían más ligeras, más diestras. Para Liza, sin embargo, los cambios fueron más obvio; sus escamas se volvieron más grandes, fuertes, duras y pesadas. Sus manos y pies reptilianos, que ya de por sí tenían garras, obtuvieron una apariencia todavía más amenazadora con el incremento de masa muscular y la longitud de las garras. Incluso su piel humana parecía haberse vuelto más gruesa.

- Al menos te ves feliz… – murmuró Izuku nervioso, notando cómo Liza agitaba su cola, y cómo Chika no dejaba de saltar.

- Buena suerte controlándolas… – murmuró también Megumin, sabiendo demasiado bien que no estaba a punto de abandonar a su novio. – ¿Crees que esas tres se tarden mucho en conseguir una misión?

Izuku, agradecido de una oportunidad de distraer su mente sobre obsesionarse con los cambios de Liza, se giró para ver a las chicas, que todavía estaban discutiendo en el tablón de misiones. Y de repente, las puertas del gremio se abrieron violentamente.

* ¡BAM!*

Entrando al salón, jadeando y sudando, estaba una mujer joven mirando a todos lados. Los ojos llenos de lágrimas de la castaña denotaban desesperación, y parecía a punto de sufrir un colapso mental.

- ¿Lean? – preguntó el aventurero musculoso con un Mohawk a la ahora identificada castaña. – ¿Qué te pasó? ¿Dónde están Dust, Keith y Taylor?

Ya habían empezado a soltarse los rumores, incluso algunos que lanzaban términos como "Grupo totalmente exterminado". Izuku no conocía a este grupo, pero se sintió horrorizado de pensar que un grupo de aventureros tan jóvenes ahora estuvieran… muertos.

Finalmente, la castaña se giró para mirarlo, y así nada más, se lanzó hacia él.

- ¡IIIZZZUUUUKKUUUUU! – bramó Lean en completa desesperación, cayendo de rodillas enfrente del Archidruida. – ¡TIENES QUE AYUDARME! ¡POR FAVOR, SÁLVALOS!

- ¡¿Q-qué?! – Izuku no estaba listo para que la gente se le arrodillara enfrente para… pedirle lo que fuera. – ¡¿Qué pasó?!

Izuku dejó de lado el shock una vez que se dio cuenta de lo que le estaban pidiendo. Alguien necesitaba ayuda, así que no había tiempo para sentir vergüenza. Darkness, Aela y Yunyun dejaron la búsqueda de una misión al darse cuenta que la joven maga le estaba suplicando ayuda a Izuku. Cerca detrás de ellos, Luna también se aproximaba para entender lo que estaba pasando.

- ¡Mi grupo! Los chicos… – trataba de explicar Lean, todavía descontrolada.

Izuku le puso una mano suavemente en el hombro, tratando de calmarla, para que se relajara lo suficiente para poder explicarles lo que pasaba.

Que los aventureros, incluso grupos completos, murieran en el campo o dentro de mazmorras no solo era una realidad en este mundo, sino una ocurrencia común. El gremio solo ofrecía desbloquear el poder y la capacidad de obtener habilidades, pero no había garantía de sobrevivir, ni cláusula que diera suficiente valor para que un grupo de búsqueda fuese a rescatarte si desaparecías. En este mundo, te registrabas como aventurero a tu propio riesgo, por lo que eras tú quien aceptaba todas las implicaciones.

- Tomamos la misión anual de explorar la mazmorra de Keel. Solo íbamos a revisar el primer piso en busca de los cofres que se rellenaban. Era solo una misión de conseguir dinero rápido, no más que eliminar a un zombi o dos… – comenzó a explicar Lean, al tiempo que empezaba a soltarse en lágrimas.

La mazmorra de Keel era una estructura extraña de tiempos antiguos. Supuestamente, era el lugar de descanso final de un Nigromante que había muerto hacía mucho, uno que no se había convertido en Lich debido a que su amada murió antes que se completaran los rituales. Al menos, así era como describían las historias antiguas. Había diez niveles conocidos en la mazmorra, y cada año, los cofres volvían a rellenarse. No era una cantidad de oro que pudiera cambiar la vida, pero era bueno para los aventureros de nivel bajo, y a menudo, usado como una especie de tutorial para los aventureros que decidían abandonar la ciudad para empezar su propio viaje.

Eso tenía, por supuesto, sus peligros. La mazmorra tenía algunos monstruos no-muertos de nivel bajo, y una cantidad nada desdeñable de insectos enormes y otras plagas. Dado que el grupo de Lean no era exactamente el más débil del pueblo, no deberían haberse topado con nada tan peligroso que no podían manejar.

- Descubrimos que los cofres del primer nivel ya estaban vacíos, así que decidimos echar un vistazo en las primeras salas del segundo… – continuó Lean, con la voz ahora temblándole.

Atrás, Luna inmediatamente empezó a sospechar que algo andaba mal.

La mazmorra era terreno libre para que cualquiera entrase, eso era obvio, pero cualquier aventurero que entrase sin tomar la misión tenía al menos que reportar que lo iba a hacer. La cuota que el gremio tomaba por entrar a la mazmorra estaba destinada a mantener los sellos en la entrada de las catacumbas; si los aventureros entraban para saquear los cofres rellenados, y no pagaban una fracción de ese dinero, los sacerdotes dejarían de renovar los sellos, lo que arriesgaría a que los no-muertos salieran hacia los bosques, y eventualmente podrían amenazar la ciudad.

- Nos encontramos… a Keel… – reveló finalmente Lean, haciendo que todo mundo en el salón se quedara en silencio por la revelación. – Estaba furioso. Con nosotros… con todo el mundo. No paraba de hablar de cómo su amada le fue arrebatada y sellada…

Luna y las otras recepcionistas rápidamente empezaron a tomar notas. Estos acontecimientos debían ser reportados inmediatamente, pues eran noticias terribles. Si Keel era real, entonces debía ser un Lich, un no-muerto realmente poderoso que ahora estaba acechando demasiado cerca de la ciudad de principiantes.

- Fuimos capturados. Dijo que nos usaría para romper el sello. Dust entonces lo convenció de que había alguien en el pueblo, alguien tan poderoso que podía deshacer el sello en cuestión de segundos… – Lean comenzaba a llorar, e Izuku ya podía adivinar lo que había sucedido. – El grupo me eligió a mí para que viniera a buscarte, Izuku. Por favor… sálvalos. Antes de que… antes de que…

Izuku la interrumpió poniéndose de pie. Sus ojos se habían vuelto de acero, y su cara de piedra.

El Archidruida no tenía obligación alguna con este asunto. Nada lo forzaba a intervenir para salvar a este grupo. Izuku no les debía nada, ni siquiera los conocía más allá del hecho de que eran aventureros igual que él. Ellos no le debían nada, lo que significaba que tampoco tenía nada que perder dejándolos enfrentarse a su destino. Ni siquiera tenían riquezas o recursos que él necesitara o deseara, lo que significaba que no obtendría nada a cambio.

- No digas más. – declaró firmemente Izuku, haciendo que todos los aventureros retornaran a sus platos y sus oídos a sus propios asuntos.

Lean sabía que no había mucho más que hacer. Izuku, él héroe de Axel, no tenía obligación con un equipo de aventureros que, a lo mucho, eran sus conocidos. En efecto, pedirle al Archidruida que entrara en la mazmorra y arriesgara su vida por absolutamente nada era tal vez lo más estúpido que podía hacer; quizás hasta los miembros de su grupo supieran esto de antemano, lo que significaban que solo querían que ella sobreviviera.

Aun así, ella no podía rendirse. Ella y Dust todavía tenían que arreglar su situación. Taylor todavía tenía que declararle sus sentimientos a Luna. Keith tenía esa competencia de arquería en un mes. Tenía que convencer al Archidruida de salvar a su grupo. Tomó aplomo, preparando su mente y su corazón para ofrecer su cuerpo como pago, para ofrecerle…

SLAM!*

Izuku golpeó su bastón contra el suelo. El impacto, que provocó un sonido casi sobrenatural, interrumpió todo ruido e incluso los pensamientos de todo mundo adentro del gremio.

- ¡Megumin, Liza, Chika, Darkness! ¡Tenemos que salvar a este grupo! – declaró Izuku, fuerte y firme. – Aela, Yunyun, son bienvenidas si desean venir, pero ninguna de las dos tiene obligación de seguirnos.

Con eso, Izuku cogió la mano de la todavía arrodillada Lean. No necesitaba ninguna orden o petición para saber que era su turno guiar al héroe de Axel hacia donde lo necesitaban.

- ¡Izuku! ¡Espera! – Luna trató de interceptarlo, sabiendo que poner a Izuku en peligro era un no-no si quería asegurar la prosperidad en su gremio. – ¡Eso no está sancionado oficialmente como una misión! ¡No habrá ninguna…!

- ¡No me importa! – interrumpió Izuku, sin detenerse un centímetro. – ¡No me voy a quedar aquí parado mientras hay personas en peligro!

Y con eso, el Archidruida abandonó el edificio, con todo el grupo siguiéndolo sin titubear. De hecho, muchos podrían atestiguar que cada una de las chicas mostraba una mirada de determinación que pondría a la mayoría de héroes en vergüenza.


Un par de horas después…

Llegar a la entrada de la mazmorra de Keel había sido… educativo… para Izuku.

La maldita cosa no estaba muy lejos de la ciudad. Si los no-muertos adentro atravesaban los sellos de la puerta, lograrían llegar a la ciudad en cuestión de horas, atacarían a los pocos guardias por sorpresa, y causarían un montón de muertes antes que se pudiera organizar una defensa apropiada. Se suponía que los sacerdotes de las dos religiones mayores eran quienes debían mantener fuertes los sellos, pero tomaban esto como un negocio. Izuku se tomó un momento para refrenar su ira, incapaz de creer que estas religiones de imbéciles se enfocaban más en el dinero que en la seguridad de los civiles.

- Dos centinelas. – reportó Aela, aferrándose a la ballesta ligera en sus manos con su vida. Ella NO estaba lista para esto… pero si no enfrentaba el desafío ahora, ¿cuándo lo estaría? – Son no-muertos, por lo que parece.

Aela sabía que la información era innecesaria. Las figuras humanoides montando guardia en la entrada de la mazmorra se veían como cadáveres descompuestos. Aun así, Izuku le había pedido la información, porque tenía la habilidad Vista a Distancia, que le permitía ver a los objetivos lejanos con mayor facilidad.

- Esos no son zombis sin cerebro. – agregó Megumin, haciendo su mejor esfuerzo por ver a los objetivos distantes. – Están sosteniendo sus armas como soldados entrenados, y no como cadáveres deshuesados y reanimados.

Izuku asintió ante la nueva información. Rápidamente entendió que estos centinelas no-muertos debían ser lo bastante inteligentes que necesitaban llevarlo ante su líder. Necesitaba saber ahora si sería posible razonar con ellos.

- Espectros. – añadió Yunyun, sorprendiendo al grupo. – Miren sus ojos brillantes, tienen conciencia.

- La chica mágica tiene razón. – añadió Chika, posada sobre una rama de árbol, y mirando adelante sin tener que entrecerrar los ojos. – Chika puede ver que los muertos pueden pensar.

Aela no sabía qué era peor, enfrentar el hecho de que sus habilidades volvían a parecer redundantes, o que los murmullos rasposos de la harpía negra parecían ahora más dañinos.

- Eso es lo que necesitaba saber. – murmuró Izuku, y se volvió hacia su grupo, que ahora se había vuelto grande. – Darkness, Aela, Chika, Lean, quédense aquí y permanezcan en guardia. Si no volvemos pronto, vuelvan al pueblo para conseguir un grupo de rescate. El resto, vengan conmigo.

Asentimientos graves siguieron a las órdenes del Archidruida. A Darkness y Chika no les gustaba nada este plan, pero entendían que era necesario.

Izuku, Megumin, Yunyun y Liza salieron de los arbustos y hacia el claro que marcaba la entrada de la mazmorra. Los centinelas no-muertos les apuntaron sus espadas a los intrusos, pero fuera de eso no se movieron.

- ¡Mi nombre es Izuku Midoriya! – declaró Izuku firmemente, por dentro aterrado de la idea de hablar de frente con un par de no-muertos inteligentes… aparte de Wiz. – ¡Se me solicitó venir aquí a cambio de liberar a un trío de aventureros!

Los centinelas intercambiaron miradas por un breve momento, y luego se asintieron uno al otro.

- No esperábamos que vinieras tan pronto. – dijo uno de los espectros. Su acento sonaba mal, pero aun así era entendible. – Síguenos. El amo te está esperando.


Varios minutos después…

Izuku no esperaba que esto fuese la guarida de Keel el Nigromante… o más bien, el Lich. Estaba oscura y llena de polvo como se suponía que fuera, pero las decoraciones eran muy humanas, y no estaban centradas en muerte y rituales oscuros. El pasillo final también llevó hacia una escena muy anticlimática. En lugar de llevar a un gran salón o sala de trono, llevaba a un cómodo dormitorio.

Justo afuera de dicho dormitorio, Izuku podía ver la forma de un cadáver momificado con ropas de mago. Y adentro de la habitación, podía ver a los tres aventureros… ¿sufriendo por limpiar el piso?

- ¡Háganlo con cuidado! – gritaba el lich al trío. – ¡No me importa si se tardan mil años! ¡Quiero que esa barrera desaparezca y que las cenizas de mi amor queden intactas!

Los tres aventureros dentro de la habitación dieron un respingo, pero no se quejaron.

- ¿Keel? ¿El… Lich? – preguntó Izuku, dando algunos pasos tímidos hacia el poderoso y antiguo no-muerto.

Keel giró su cabeza, mirando a los recién llegados. Quería seguir gritando, hacer caer su ira en todo y todos. Pero el chico frente a él tenía unos ojos tan claros que parecían pertenecer a un ángel. Esto derritió totalmente su ira, y ver a otras dos chicas ocultarse tímidamente detrás de su espalda no ayudó con el sentimiento cálido.

La chica reptiliana era un caso diferente, sin embargo.

- Sí… – replicó Keel, tratando de leer al grupo frente a él. – Me disculpo por la rudeza, pero unos canallas pensaron que destruir los restos de mi amada y separarme de ella sería divertido.

Tres hechiceros y una luchadora física. Era un grupo muy extraño. Al menos el chico resonaba con magia muy poderosa.

- ¿Debo asumir que tú eres ese joven tan poderoso que es capaz de deshacer cualquier sello? – La pregunta de Keel hizo que Izuku tomara una expresión sombría.

- Depende del sello. – replicó Izuku con tanta confianza como podía, y aun así, todavía no aceptaba nada. No tenía idea de qué tan poderoso era este lich, y quería evitar poner a Liza y Megumin en peligro si era posible.

- Por supuesto, sería desconsiderado de mi parte pensar que eres todopoderoso. – replicó Keel de manera bastante razonable, para alivio de Izuku. – Esta parece ser una barrera sagrada de variedad de muy alto nivel. Si no hubiese sido colocada de manera tan torpe, podría haber creído que fue hecha por manos divinas.

Mientras Izuku seguía la dirección donde apuntaba la mano del lich, se volvió bastante obvio que los símbolos dibujados en el suelo estaban dibujados con… tiza barata. Era como si un idiota inútil hubiera tratado de vandalizar el lugar. ¿Por qué querría alguien hacer algo así, en vez de purificar este lugar? ¡Alguien con poderes sagrados de ese tipo debería haber visto que mandar a los no-muertos al más allá era mejor que sellar el área a la larga!

- Eso es tiza… – Izuku señaló lo obvio. – ¿Has probado con agua?

- Eso es imposible. – respondió Keel rápidamente, sin culpar al aventurero por recurrir al sentido común. – Ese polvo que cubre el lugar en realidad son las cenizas de mi amor. El imbécil que nos atacó destruyó su cuerpo, y no dejaré que las cenizas se pierdan. Habría invocado un hechizo para reconstruir su cuerpo, pero no puedo entrar por culpa de esta horrible barrera.

Izuku sintió pena por el lich. Era fácil de imaginar que este sujeto, estando no-muerto, solo quería pasar el resto de su no-vida con su amada.

- ¡Chicos! – Izuku le estaba hablando al trío de prisioneros. – ¿Han intentado reunir primero las cenizas dispersas?

Era algo tonto de preguntar. Debería haber sido lo primero que estos aventureros deberían haber intentado. No había manera de que…

- ¡¿Estás loco?! – Dust fue el primero en responder con un grito.

- ¡No hay manera de que usemos una escoba aquí adentro! – secundó Keith. – ¡Terminaríamos respirando las cenizas si lo hiciéramos!

Izuku les lanzó una mirada seca. Necesitó mucha fuerza de voluntad para no llamarlos idiotas. Sin embargo, antes de darse una palmada en la cara, una idea golpeó su mente.

- Megumin. – El llamado de Izuku fue respondido inmediatamente por su novia, que ya estaba a su lado. – ¿Tienes Ráfaga de Viento en tu lista de habilidades?

Megumin no solo asintió, sino que rápidamente tomó su tarjeta de aventurera, e inmediatamente deslizó su pequeño dedo por su superficie.

- ¡No es posible! – gritó Yunyun, incapaz de creer lo que estaba viendo. – ¡MEGUMIN! ¡NO PUEDES GASTAR PUNTOS DE HABILIDAD EN MAGIA BÁSICA!

- Tú la llamas básica. – espetó Megumin, sonriendo como si fuera un verdadero demonio al terminar de aprender el hechizo básico. – ¡Pero mi novio lo convertirá en algo de locura!

Izuku soltó una carcajada adorable. Ya estaba sujetando un trozo de tela, que rápidamente dobló dándole forma de saco.

- No estoy seguro de si será súper loco. – declaró Izuku, ganándose la atención del lich y los otros aventureros. – Pero esto resolverá nuestro problema de hoy.

Dándole la bolsa a Megumin, Izuku adoptó una pose que su novia reconoció como su postura de "voy a explicarles algo complicado".

- Ráfaga de Viento permite que el invocador manipule la dirección del flujo de aire. Esto es algo que puede usarse para mover nubes, dispersar la niebla, o levantar cosas ligeras. – comenzó Izuku, ganándose asentimientos de todos los presentes al entender. – Megumin, quiero que coloques el punto focal del hechizo adentro de esa bolsa, haz que el aire fluya desde adentro y a través del fondo, mientras apuntas el hueco de la bolsa hacia el suelo.

Yunyun observó cómo Megumin, la más terca de los miembros del clan de los Demonios Carmesís de su generación, obedecía sin protestar. Era surreal ver a la pequeña niña que nunca gastó ni un solo punto en otra cosa que no fuera Explosión hacía lo que le ordenaban. Ya era imposible creer que la pequeña Archimaga gastaba puntos en algo tan inútil…

FFOOOOOOSSHHH!*

Yunyun y Keel observaban en un silencio estupefacto cómo el hechizo hacía su efecto. La bolsa de tela se infló, y el aire era succionado adentro… junto con las cenizas esparcidas en el suelo… la cama… y las paredes. Era como si les estuvieran dando órdenes de reunirse en un solo lugar, fuesen atraídas hacia la bolsita improvisada. En cuestión de minutos, ya no quedaban más cenizas por recoger.

- Eso fue un efecto de aspiradora. – explicó Izuku a los hechiceros del grupo que seguían en shock. – Al forzar el aire a salir fuera de la bolsa, obligamos el aire de afuera a ir adentro. Ya que la abertura de la bolsa ofrece menos resistencia que la tela que hace la bolsa, el aire pasa a través de ella, y como la abertura es muy pequeña, la presión diferencial hace que la fuerza de succión se vuelva más fuerte. Esto hace que sea fácil arrastrar partículas pequeñas, como polvo y cenizas, que no atraviesan la tela al fondo de la bolsa.

Yunyun estaba… sin habla. Con un hechizo inútil, y un objeto inútil, Megumin y su novio acababan de crear una técnica muy útil. Esta innovación podría reducir el tiempo al reunir recursos, limpiar áreas, ¡o incluso para esconder desórdenes!

Keel estaba estupefacto. Pese a su gran conocimiento y alta inteligencia, ¡debía admitir que nunca se le habría ocurrido combinar hechizos y objetos para crear efectos tan útiles como éste!

- Aquí están las cenizas. – dijo Megumin entregándole la bolsa al lich. – No fue de locos, pero sí efectivo.

La sonrisa arrogante en la cara de Megumin estaba prendiendo en llamas los nervios de la linda castaña. ¡Ella también quería crear cosas locas!

- Gracias… – dijo Keel mientras cogía la bolsa con las cenizas, apretándola cerca de su pecho. – No saben lo feliz que me hace esto…

- ¿Ya nos podemos ir? – preguntó Dust, interrumpiendo groseramente el conmovedor momento.

Keel se giró para ver al trío de aventureros, con su cara de no-muerto fácilmente fingiendo una mirada asesina. Sin embargo, Izuku podía ver surgir su amabilidad.

- Mil monedas de oro si limpian esa barrera. – les dijo Keel de pronto, sonando más amigable. – Para cada uno.

- ¡SÍ SEÑOR! – replicaron los tres idiotas, y rápidamente fueron a buscar baldes de agua y mopas para limpiar la tiza del suelo.

- En cuanto a ti, mi buen hombre – dijo Keel, dándose la vuelta para ver a Izuku – ¿hay alguna manera de pagarte por tu amabilidad?

Izuku solo le sonrió. Ya había recibido su recompensa sabiendo que todos podrían volver a casa hoy mismo. Un rescate exitoso, con un toque de amabilidad. Pero, por otro lado, había otra cosa que seguía molestándolo.

- No necesito recompensa material. – replicó Izuku, ganándose reacciones sorprendidas tanto de Yunyun como del propio Keel. – Pero tengo curiosidad. ¿Por qué permaneces aquí como un no-muerto? Tu amada se siente purificada, y su alma no está encadenada a este plano terrenal.

Él no era un sacerdote, pero podía sentir las energías malignas que ataban a Keel y a sus soldados a este lugar, energías que estaban ausentes de las cenizas en la bolsa.

Keel suspiró, pero en lugar de rehusarse, decidió explicarle todo al Archidruida.

Le llevó una hora completa, pero en ese tiempo, el lich había relatado toda su historia. El reino antiguo, su escape con su amada, la creación de la mazmorra… cómo ella murió mientras él se convertía en un no-muerto, el hecho de que ella seguía esperándolo en las puertas del cielo, aguardando a ser purificado para poder cruzarlas juntos…

- Y es por eso que sigo aquí… – concluyó Keel, sintiéndose liberado tras contar su historia, con un sentimiento cálido en su ser al ver los ojos en lágrimas de las dos magas que acompañaban al Druida. – Es por eso que permanezco en este lugar, esperando a que algún sacerdote amable venga y me purifique.

- Ya veo. – dijo Izuku, suspirando con tristeza. – Cómo desearía poder purificarte. Realmente me gustaría ayudarte a que te reúnas con tu amada.

Keel sonrió tanto como podía, sabiendo que este chico era honesto.

- Así son las cosas. – replicó. – Ya me has ayudado lo suficiente. Pedirte más, pedirte lo imposible, sería un abuso de mi parte.

- Keel… – lo llamó Izuku, atrayendo la atención del lich. – No puedo purificarte como lo haría un sacerdote. Pero… ¿te gustaría ser reencarnado?

Le llevó unos segundos asimilar las palabras, pero cuando lo hizo…

- ¡¿EEEEEHHHHHHHHH?!

Esta historia continuará...


Omake – El viaje por carretera de Aqua

El camino hacia Alcanrentia se volvía más difícil cada día. No era que se estuvieran quedando cortos de dinero, o que hubiera batallas constantes por el camino. Era que Aqua cada vez tenía menos espacio para respirar.

- ¡NO TE NECESITO EN MI CAMA!

El grito de Aqua atrajo mucha atención, más de lo que habría querido el espadachín rubio.

- ¡Lady Aqua! – Kyouya hizo su mejor esfuerzo por bajar la voz tanto como pudo. – ¡No quise decirlo así!

Aqua estaba muy segura de que no estaba equivocada. Cuando el tipo propuso que los tres compartieran un cuarto por esa noche, los sentidos de la ex-diosa sonaron todas sus alarmas internas. Su actitud escalofriante que se intensificaba con cada día no ayudaba en nada.

- ¿En serio? – preguntó la Ladrona en tono seco. – Pensé que por fin la ibas a incluir esta noche.

- ¡¿Lo ves?! – Aqua seguía gritando escandalizada, haciendo que la gente de la posada mirara al trío asqueada. – ¡La ramera ésta delata tus intenciones!

- ¡Hey! – Ahora fue la Ladrona la que se enfureció, y así comenzó también a gritar. – ¡¿Cómo te atreves a llamarme así cuando llevas esa excusa de falda?! Prácticamente estás suplicando que te vio…

- ¡Cálmense! – Kyouya se esforzaba por interrumpir la pelea antes de que comenzara. – No hay necesidad de juzgar las ropas de nadie.

- ¡MI FALDA SÍ ES UNA FALDA! – Aqua no iba a echarse para atrás. ¿Por qué lo iba a hacer? ¡Las diosas no se retractaban!

- ¡Esta ropa me pone en buena gracia con nuestro valiente líder del grupo! – declaró la Ladrona con orgullo. – Si me visto así, es por él. A diferencia de ti, que dices que no lo quieres, ¡y aun así le enseñas todo a todo el mundo!

- En serio… por favor… – Kyouya podía sentir las miradas lascivas de los que lo rodeaban. Lo estaban juzgando como a un pervertido.

- ¡Hey, ustedes tres!

Un grupo de rufianes de feo aspecto se aproximó a su mesa. Kyouya rápidamente agarró su espada, aunque sabía que no podía golpear primero.

- ¿Cuánto por una noche de diversión?

La pregunta iba acompañada de una enorme bolsa de monedas de oro que fue puesta sobre la mesa.

- Realmente necesitamos aliviar el estrés. – agregó otro de los rufianes, sonriéndoles a las chicas de manera horrible. – No se preocupen, solo lo normal. Nada raro o que haga daño.

- Yo tal vez sí quiera algo raro, pero les pagaré extra. – se unió un tercero, y los tres comenzaron a soltar risitas pervertidas.

- ¡NO SOMOS PROSTITUTAS! – gritaron de horror Aqua y la Ladrona.

- ¿No lo son? – preguntó el líder honestamente sorprendido. – Pero por cómo andan vestidas, creímos que…

- Váyanse… – siseó Kyouya, realmente molesto por cómo se tornó la situación. – Antes de lo que haga algo de lo que todos nos arrepentiremos…

- ¡Cielos, cálmate, niño bonito! – dijo uno de los rufianes. – Solo cometimos un error.

- Diablos… yo que quería que el tipo me chupara hasta dejarme seco… – dijo el último, y el grupo se marchó para buscar su diversión en otro lado.

- ¡TODO ESTO ES POR TU CULPA! – se gritaron las chicas una a la otra, haciendo que Kyouya bajara la cabeza derrotado. Esto no iba como pensaba que iría.

Chapter 14: Una lección de humildad

Chapter Text

Yunyun observaba la situación desenvolviéndose frente a ella, esforzándose por entender lo que estaba pasando, y por qué estaba pasando en primer lugar.

- Liza, llévate a estos chicos a la superficie. – ordenó Izuku, recibiendo un gruñido y un asentimiento firme de la chica cocodrilo albina. – Ya son libres, y Lean debe estar muy preocupada por ellos.

Como la hija del jefe de la aldea, Yunyun sabía que irse de mano era la marca de identidad de la tribu de los Demonios Carmesís. Ya fuese por exagerar sus gestos, o usar los hechizos más fuertes y espectaculares que hubiera disponibles, siempre debían dejar una fuerte impresión a dondequiera que fuesen. Pero lo que el novio de Megumin estaba a punto de hacer…

- ¡Megumin, Yunyun! – las llamó Izuku, sonando serio y frío, como un verdadero líder heroico. – Necesito que ustedes dos dibujen un círculo mágico sacrificial. ¡Asegúrense que no atrape nada que esté vivo o almas!

- ¡SÍ! – respondieron ambas Demonios Carmesís, apresurándose a cumplir la orden.

Reencarnación era un hechizo raro, único para los Archidruidas, y oficialmente se consideraba como indeseable para los aventureros comunes. El hechizo usaba el doble de la cantidad de maná comparado con Resurrección, que era más aceptable, y elegía al azar una nueva raza y a veces género para el objetivo. El costo de maná también se incrementaba acorde con el tiempo que el objetivo llevase muerto, lo que hacía que la idea de resucitar a un Lich tan antiguo sonara absurda.

- Tráiganse todo lo que tenemos en la cámara de tesoros. ¡Hasta la última moneda! – ordenó Keel a sus secuaces, ganándose vítores de los seis espectros a su comando, y la horda de zombis y esqueletos rápidamente se les unió. – ¡HOY POR FIN SEREMOS LIBRES!

Izuku contrarrestó las preocupaciones de Yunyun mencionando una opción que la mayoría de los hechiceros tenían a su disposición. El círculo de magia sacrificial permitía usar recursos materiales como tributo para darle poder a los hechizos. Sin embargo, ningún hechicero cuerdo lo utilizaba porque el costo monetario era considerado un desperdicio. Según teorizaban algunos eruditos, esta necesidad estaba relacionada con el valor percibido del hechizo en costo monetario.

- Megumin… – dijo Yunyun en voz baja, mientras seguía trabajando en el círculo mágico. – ¡No hay manera de que esto pueda funcionar!

Como una Archimaga que había pasado la mayor parte de su tiempo estudiando la magia y sus principios, sabía que la tasa de conversión de maná era insostenible. El mejor resultado registrado demostraba que la moneda utilizada era dos veces el costo de las pociones de maná que habrían sido utilizadas para llevar a cabo el hechizo.

- Por supuesto que no debería funcionar. – replicó Megumin con una sonrisa, sin detenerse por un momento. – Igual que su Árbol Genésico del Mundo, o mi Big Bang.

Yunyun casi se echó para atrás por lo que percibió como una burla, o sarcasmo. No tenía idea de qué era eso del Árbol Genésico del Mundo, pero el Big Bang de Megumin era un hechizo súper destructivo que nadie podía entender cómo funcionaba. Incluso la idea de conocer los principios detrás de los bloques de la realidad parecía demasiado de otro mundo como para no ser parte de un conocimiento prohibido, ¡uno que realmente existía!

- Pero estamos hablando de Izuku, mi novio. – continuó Megumin, echándole una sonrisa burlona a su colega Archimaga. – Al menos, esto funcionará como esperamos. Aunque probablemente sobrepase las expectativas.


Entretanto…

Afuera de la mazmorra, tres chicos finalmente se reunieron con la última miembro de su grupo. Lean había estado preocupada a más no poder, con su imaginación apoderándose de ella y conjurando imágenes de los tres idiotas a los que llamaba amigos siendo maldecidos, drenados de toda su sangre, y/o despojados de su carne. Verlos sanos y salvos era mejor que una poción curativa.

- ¡BOLA DE IDIOTAS! – gritó Lean, cuyas emociones conflictivas no terminaban de equilibrarse entre su corazón imparable y su imaginación hiperactiva. – ¡ME TENÍAN PREOCUPADA MÁS ALLÁ DE LA RAZÓN!

Mientras los chicos descendían en un torrente de disculpas, e incluso compartiendo con ella su recompensa, cierta Cazadora pelirrosa no pudo evitar suspirar ante la escena.

Incluso esta chica poco remarcable tenía más éxito que ella.

- No lo entiendo… – murmuró Aela para sí misma, practicando su puntería con su ballesta ligera. – ¿En qué me equivoqué? ¿O habría sido mi ropa?

Tomándose un momento para mirarse su ropa, casi se rio. Se le había olvidado que se había cambiado de atuendo apenas un día antes. Izuku había dicho que su minifalda era impráctica, y le sugirió otro atuendo. El miedo de Aela de terminar casi desnuda pronto se vio apagado cuando le proveyó su nueva ropa.

Unos shorts caqui, túnica verde, botas y muñequeras de cuero. Para la Cazadora, probablemente fuese el atuendo más modesto que podía llevar. Casi lo opuesto de lo que Kyouya había elegido para ella.

Y se sentía cómodo, a la vez que le daba una sensación de seguridad, pues no había riesgo de enseñar nada privado al mundo. Para hacerlo aún más deprimente, luego de vestirse de manera más modesta, finalmente la estaban tomando más seriamente en el gremio.

- Chika quiere estar junto al amo… – La voz susurrante de la harpía negra retornó la atención de la Guardabosques al presente, y un pronunciado escalofrío le bajó por la espina.

Dejando de lado su horrible voz, Aela ahora podía entender por qué el Archidruida mantenía cerca a la harpía. Era leal en extremo, y también obediente. Sin mencionar útil, porque podía distraer a los oponentes en combate, y enviar mensajes y paquetes pequeños si hacía falta. También era bonita a la vista… si pasabas de largo las garras y las plumas.

La chica cocodrilo estaba en otro nivel, sin embargo.

Para una esclava tan grande y fuerte, era sorprendentemente tranquila, al punto que le hacía dudar de los rumores y advertencias sobre la raza de Liza. Por supuesto, era más tonta que sus primos los hombres lagartos, pero su increíble fuerza y obsesiva devoción lo compensaban. Después de todo, había sido capaz de escoltar exitosamente a los aventureros de vuelta con su compañera, y les entregó con claridad el mensaje de Izuku.

Eso le recordaba lo imposible de la situación. Su nuevo líder de grupo estaba ahora lidiando con Keel el Lich.

- ¿Cómo hace alguien para lidiar con un lich? – murmuró Aela para sí misma de nuevo.

No era una pelea. Liza había sido clara en su reporte.

¿Lidiar pacíficamente con un lich? De haber sido cualquier otro líder de grupo, la habría hecho reírse. Kyouya habría destruido a la abominación en un instante… aunque… un Lich dispuesto a negociar era algo nuevo para ella. ¿Acaso Kyouya atacaría a alguien dispuesto a hablar?

*¡BAD-DUM!*

Todos sus pensamientos se vieron interrumpidos por el temblor que viajó por debajo de sus pies. O tal vez… fuera algo más suave, como un latido de corazón. Mirando alrededor, Aela finalmente notó que el otro grupo ya se había marchado, y que Darkness parecía un poco intranquila. Las semihumanas parecían perfectamente calmadas, pese a todo.

BAD-DUM!*

El segundo temblor fue ligeramente más fuerte, e iba acompañado de un repentino subidón de maná. Había una enorme concentración de él.


De vuelta en la mazmorra…

Yunyun sabía que el Archidruida no era normal desde el principio, pero esto sobrepasaba incluso la normalidad del clan de los Demonios Carmesís.

Megumin sonreía como una mujer demente, claramente disfrutando de la vista frente a ella.

Una montaña de monedas de oro, joyas, e incluso objetos mágicos estaba apilada dentro del círculo mágico sacrificial. El objetivo era retornar a un lich a la vida, lo cual a cambio pondría fin a la necromancia que ataba a sus sirvientes a este mundo. Era una montaña de oro, probablemente suficiente para comprar toda su aldea, y los servicios de su clan. Solo mirarla parecía dolerle, ¿y ella tenía que quedarse quieta mirándola desaparecer?

TAP-TAP!*

Izuku golpeó su bastón contra el piso de piedra. El ruido reverberó por los estrechos pasajes, haciendo eco en lo profundo de la estructura subterránea.

- Oh, Rueda de la Muerte y Resurrección. Escucha mi voz, y oye mis plegarias.

Izuku seguía recitando. Su bastón, hecho de corteza de hierro, adornado con tres enormes plumas de color negro azabache, se agitó suavemente en círculos perfectos sobre su cabeza. El maná de la sala se activó, y todos, vivos o no-muertos, podían sentir su resonancia.

- La vida debe terminar para comenzar de nuevo, pero estas almas aún tienen papeles qué jugar en este tiempo.

Yunyun inmediatamente se dio cuenta que algo andaba mal. El hechizo era para un solo objetivo, y aun así, Izuku hablaba en plural. La sonrisa burlona de Megumin no hizo más que asustar todavía más a la otra Demonio Carmesí.

- Permite que pasen por el cíclo purificador de la muerte, y que se mantengan sus seres al renacer.

El círculo sacrificial se activó, y las monedas de oro rápidamente se convirtieron en puro maná, potenciando el hechizo alterado. Yunyun se dio cuenta que Izuku NUNCA se giró para ver las pilas de oro desapareciendo; de hecho, no mostraba ningún nivel de preocupación por la cantidad de riquezas que estaban siendo destruidas.

- ¡Abandonen su vieja vida, sus pecados y grilletes! ¡Comiencen de nuevo! ¡REENCARNACIÓN!

Una luz esmeralda bañó todo el cuarto y llenó los corredores con facilidad, dejando a todos ciegos por un minuto. Cuando Megumin y Yunyun recuperaron la vista, fueron testigos de una de las imágenes más increíbles que jamás hubieran visto sus ojos.

Keel y sus espectros habían desaparecido.

- ¿Q-qué pasó? – sonó una voz gruñona, que pertenecía a un enano.

- Estamos… ¿vivos? ¿De verdad? – habló entonces una mujer enana.

- Así parece. – Esta vez tomó su turno una mujer mediana para hablar.

- ¡¿Pero por qué?! – preguntó un mediano masculino.

- ¡¿Por qué ahora soy una mujer?! – gritó una mujer humana desesperada.

- Qué suerte tuviste… – dijo un hombre humano sarcásticamente, mirando con lamento su propio cuerpo ya que al parecer deseaba ser de un género diferente.

Los seis espectros habían sido reencarnados. Pero eso no era lo más impresionante de todo.

- ¿Keel? – habló una elfa preciosa, cuya cabellera dorada era signo de su herencia de Elfa Alta. – ¿Eres tú?

Su dulce voz, aunado al hecho de ser acunada en los brazos de quien solo podía ser el propio Keel, hacía ver la situación como una escena salida de una novela romántica. Y hablando de Keel…

- ¿Mi amor? – le respondió un Elfo Oscuro muy apuesto, cuya piel marrón contrastaba con su cabello platinado. – ¿Mi… querida Sasha?

- ¡Amado mío! – gritó Sasha abrazando a Keel. – ¡No podía soportar verte sufrir mientras yo estaba a las puertas del cielo! ¡Ver a esos canallas atacándote me llevó a la locura!

Keel no podía responder, o decir nada. Tener a su amada en sus brazos, aunque estuviera en un cuerpo diferente, incluso si su voz no fuera la misma, era demasiado. El otrora poderoso Lich se encontraba llorando a mares, no solo había sido librado de la maldición de vivir como un no-muerto, sino que había recibido la oportunidad de disfrutar de la vida con la persona que más amaba.

Yunyun no podía procesar los eventos que acababan de suceder frente a sus ojos.

Un Archidruida obviamente rencarnaría a alguien que había muerto recientemente. Solo los líderes de los círculos podrían ser capaces de reencarnar a alguien que llevaba muerto más de un año. El líder de su grupo había reencarnado a siete personas no-muertas desde hacía siglos, y a una mujer que llevaba el mismo tiempo muerta… con un solo hechizo.

¿Qué era él entonces?

- ¡IZUKU!

El repentino grito de Megumin llamó la atención de todos. Izuku acababa de colapsar, y la pequeña archimaga hacía su mejor esfuerzo por ayudarlo.

- ¡Llévenlo a la cama! – ordenó inmediatamente Keel. – ¡Y tengan cuidado, ese muchacho es más digno que cualquier héroe!

Los seis lugartenientes ahora reencarnados obedecieron sin dudar, aunque ya no estuvieran bajo ningún hechizo que los obligara a obedecer las órdenes.


Luego de dos horas…

- Estoy bien… – se quejó Izuku, todavía tendido en la vieja cama. – En serio… solo necesito algo para comer…

Todas sus bayas fértiles se habían secado, dejándolas inútiles. Quedarse sin maná era mucho más debilitante de lo que el Archidruida pensó que era posible. Realmente se preguntaba cómo Megumin podría acostumbrarse a tan horrible sensación.

- ¡Comida! ¡Comida! – Chika apenas lograba mantener su voz en un susurro, haciendo que todos los recién reencarnados se encogieran. – ¡Qué bueno que empacamos algo de comida!

Un saco lleno de cosas diversas, mayormente comida seca, le fue pasado a Liza, que casi lo rompió en jirones solo para que su querido amo pudiese conseguir la comida lo más pronto posible.

- Amo… comer… – dijo mientras Liza, tan suavemente como podía, colocaba un trozo de carne seca en la boca de Izuku. – Amo… mejor…

Megumin, Keel y su amada no pudieron evitar reírse ante la escena de un amor torpe. Les tomó unos pocos minutos para que todos notaran que la Elfa Alta reencarnada se encontraba desnuda, y un par más para encontrarle un vestido que podían darle. Yunyun todavía intentaba sin mucho éxito comprender lo que acababa de pasar.

- No debería ser posible… – murmuró Yunyun en una esquina, ocasionalmente lanzándole miradas a Izuku. – No solo modificó el hechizo, sino que logró usar el círculo sacrificial sin romper la concentración.

Mientras miraba al Archidruida interactuar libremente con las semihumanas, y con los recién reencarnados, Yunyun comenzó a dejar que su linaje se apoderase de sus pensamientos. Entre todos los delirios locos, por encima de todas las ideologías exageradas de su gente, un tren de pensamiento permanecía como su única ancla a la cordura.

¿Qué pasaría si… alguien demostraba ser aún más loco que ellos?

- Entonces, – la voz de Megumin rompió el desastre de pensamientos de Yunyun – ¿cómo le vamos a explicar todo esto al gremio?

No había suficiente teatro en el clan de los Demonios Carmesís para responder a esa pregunta.


Salón del gremio, entrada la tarde…

Luna estaba al borde de sufrir un colapso nervioso.

No solo se estaba quedando sin tiempo para planear cómo convencer a Izuku y a su grupo de no abandonar el pueblo, pero ahora estaba lidiando con las consecuencias por una misión de rescate no autorizada. Incluso aunque había tenido éxito.

- ¡En serio! – Dust se encontraba, de nuevo, gritando los mismos halagos a sus aliados. – ¡Izuku llegó a salvarnos como un héroe de las leyendas!

Usualmente, Luna se esperaría risas por la declaración, pero la situación era tan seria, que la mayoría de los aventureros y personal del gremio todavía sentía las secuelas.

- ¡Puedes decirlo dos veces! – lo secundó Keith, mientras su otro compañero ya estaba inconsciente luego de beber hasta que no aguantó más. – ¡Y así nada más lo resolvió todo sin ningún problema!

Lean había estado ordenando comida para su mesa sin parar. La pobre chica era la que había sufrido más por todo el enredo, y los chicos le estaban invitando todo lo que quisiera comer por sus problemas.

Luna, como veterana, sabía demasiado bien lo que la chica estaba dispuesta a pasar para conseguir ayuda. Y aun así, Izuku no le exigió nada.

- Hey, Luna. – llamó una de las camareras a la voluptuosa recepcionista. – Si no quieres que se vaya, ¿por qué no te casas con él?

Luna se tornó de un tono de rojo intenso, y comenzó a tartamudear.

El Archidruida le parecía lindo, pero era más joven que ella, y un Druida. Ella, siendo una chica de la ciudad, no tenía manera de soportar la clase de vida que el chico seguramente llevaría. Y la pequeña Demonio Carmesí tenía una manera de lanzar miradas asesinas a otras mujeres… sin mencionar a las esclavas.

Las puertas se abrieron de repente, atrayendo la atención de todos. Para ser honesto, había estado ocurriendo desde que el grupo de Lean había regresado, con todo mundo esperando que Izuku y compañía entraran sanos y salvos. Esta vez, sí sucedió.

- ¿Ya quieren dejar de hacer eso, por favor? – preguntaba Izuku mientras entraba al edificio, seguido de cerca por un enorme grupo. – No soy un dios, semidiós, ni un santo. ¡Ni siquiera soy un héroe todavía!

- ¡Pero lo que hiciste no es nada menos que un milagro divino! – gritó Darkness mientras seguía el ritmo de Izuku, con los ojos echando estrellitas. – ¡Ni siquiera un Arcipreste podría hacer algo remotamente cerca de eso!

Desde que se topó con él a la salida de la mazmorra, y tras descubrir lo sucedido, Darkness no podía refrenar su entusiasmo. Ahora, Izuku era todo lo que ella deseaba seguir. Un hombre con alma y corazón tan puros que era la viva imagen de un ángel, con una voluntad tan fuerte que doblaba las leyes de la magia, y una disposición tan celestial que estaba sorprendida de no verle alas.

Estaba dispuesta a dejar de desear que comenzara a abusar de ella, si eso significaba tener a un santo al cuál proteger.

- Un dios, o incluso un semidiós. – murmuraba Yunyun, como había estado haciéndolo durante todo el viaje de regreso al salón del gremio, para vergüenza en aumento de Izuku. – ¡Sí! ¡Eso explicaría ese absurdo poder suyo!

- Por favor… – Izuku volvió a suplicarles, llegando a su mesa usual, dejándose caer con la esperanza de encontrar algún tipo de respiro. – Deténganse…

- Tienes que admitir que su punto es difícil de refutar, gracias a nuestra tendencia a irnos de mano con las cosas. – dijo Megumin con una sonrisa burlona en el rostro, sentándose intencionalmente cerca de su novio.

Yunyun había estado mostrando indicios en incremento de interés por Izuku, al punto que Megumin la pilló murmurando cosas sobre llevarlo a la aldea del clan. Ella todavía seguía siendo una noble entre los miembros del clan, por lo que tenía sentido de que buscara engraciarse con él para convertirlo en el próximo líder. A Megumin no le gustaba esa idea ni un poco.

- Agradéceme que te dejamos caminar desde las puertas de la ciudad. – terminó Megumin, haciendo que Izuku se sacudiera por la vergonzosa memoria.

Liza lo había estado cargando como princesa desde el momento en que se decidió que volverían a pie a la ciudad, y no lo dejó pararse con sus propios pies hasta que se lo ordenó con una voz firme… apenas a unos metros de llegar a las puertas.

A Izuku le dolió saber que la chica cocodrilo se había entristecido un poco cuando le dio esa orden. Aunque la mayoría no se dio cuenta ya que su cara no cambiaba en absoluto, él vio cómo dejaba caer su cola, evidenciando su cambio de humor.

- Ángel, o solo un hombre con un corazón de oro, eso no cambia que estamos en deuda contigo por la eternidad. – intercedió Keel, aunque no se sentó con el grupo. – Mi querido amigo, lo que conservaste del pequeño remanente de mi tesoro es muy poco para agradecértelo. Si alguna vez necesitas ayuda, no dudes en acudir a mí.

La mayor parte del inmenso tesoro de Keel se había ido, dejándole con poco más de doscientos millones de eris en oro, y algunos objetos mágicos y joyería a nombre del grupo. De esto, Izuku solo cogió el pico de una cocatriz como pago, y solo porque el propio Keel insistió en que se llevara algo, aunque fuese solo como una muestra de amistad.

- Gracias, pero por ahora, deberías acostumbrarte a tu nueva vida. – replicó Izuku con una sonrisa cálida, especialmente luego de ver cómo Keel sujetaba la mano de su amada. – Ahora tienes mucho por qué vivir.

- Sí, por supuesto. – replicó Keel con una sonrisa que muchos no verían en un Elfo Oscuro. – Nos veremos pronto, amigo. Ahora, tenemos que registrarnos para conseguir nuestras tarjetas de identificación.

Con eso, Keel y su grupo se fueron hacia el mostrador, de modo que podrían comenzar con sus nuevas vidas.

En el mostrador, Luna había estado visiblemente aliviada de ver a Izuku con buena salud. La llegada de gente desconocida no era la gran cosa, especialmente cuando parecían ser amigables con el Archidruida. Era fácil imaginarse que Izuku, al ser amable con ellos, se habría ganado su amistad.

- Quisiéramos registrarnos. – solicitó Keel educadamente, dándole la sonrisa más amable que pudo mostrar. – Después de eso, quisiera valuar y vender algunos objetos mágicos antes de buscar alguna casa disponible que se encuentre a la venta.

- ¡Por supuesto! – replicó Luna, ligeramente sorprendida por la sonrisa del Elfo Oscuro.

Todo parecía normal al principio. ¿Cientos de años de edad? Los elfos vivían mucho más que eso. ¿Ya era un Nigromante? La necromancia podía ser ilegal adentro de los pueblos y en terrenos sagrados, pero la clase no, además, era un Elfo Oscuro. Los números masivos en sus atributos podrían haber llamado su atención, pero viendo que era amigo de Izuku, parecía tener sentido.

Y entonces vio el nombre…

- ¡¿TÚ ERES KEEL EL LICH?!

El grito de Luna provocó que todos los aventureros giraran sus cabezas hacia el mostrador.

Izuku sabía que podría haber problemas, pero al escuchar a Luna gritar, de terror nada menos, fue demasiado. Mientras él y Megumin se dirigían al mostrador para prestar ayuda, Yunyun y Aela vieron cómo un par de sacerdotes salían a toda prisa del edificio, y Darkness los persiguió de inmediato.

- Anteriormente Lich, en realidad. – Keel intentaba pacificar a la mujer asustada, con poco éxito. – Estaba esperando a que un sacerdote de nivel alto me purificase, pero en lugar de eso encontré a un maravilloso amigo que pudo reencarnarme a mí y a mis compañeros.

- Hablas de… ¿Izuku? – preguntó Luna, aunque la simple idea de usar Reencarnación en un no-muerto era tan extraña que no podría haber sido de nadie más. – ¿Esto significa… que tu mazmorra ahora es segura?

Una de las preocupaciones de Luna era que, si Keel era un Lich, y real, significaba que la mazmorra tendría que ser puesta en cuarentena hasta que la rama principal del gremio pudiese evaluar su dificultad, lo que significaría una manera menos de ganar dinero y completar misiones. Con el Lich removido, y de alguna manera convencido de convertirse en un aventurero, no habría necesidad de cuarentena, lo que significaba que el negocio continuaría como siempre, y que Izuku había logrado proveer un mayor servicio a la ciudad de novatos.

La idea de seducirlo estaba empezando a volverse más y más atractiva.

- ¡Pero por supuesto! Aunque ya no es mía. – replicó Keel, abrazando a la hermosa Elfa Alta junto a él, que curiosamente parecía feliz por el contacto en lugar de sentirse incómoda. – El lugar está limpio, así que pueden estar seguros que no habrá más no-muertos, o necesidad de explorar esas ruinas.

Luna parpadeó confusa. De pronto tuvo un mal presentimiento sobre esa respuesta.

- Bueno… al menos los cofres que se rellenan seguirán allí… – replicó Luna nerviosamente, mientras le entregaba la tarjeta de aventurero a Keel.

La mazmorra, con los cofres que se rellenaban, era uno de los puntos atractivos de la ciudad como lugar para principiantes. Tenía que estar segura de que cualquier cosa con la que Keel los hubiera encantado todavía siguiera allí.

- ¿Cuáles cofres que se rellenan? – preguntó Keel, honestamente confuso.

Izuku ya había llegado al mostrador, justo a tiempo para ver a Luna ponerse pálida como fantasma.

- ¡Los cofres que se rellenan en tu mazmorra! – Luna trataba de mantener la calma, sin éxito en absoluto. – Cada año los cofres renuevan su tesoro; es la mejor característica de la mazmorra. ¡No hay manera de que seas Keel y no sepas sobre eso!

Keel se vio todavía más confundido, aunque rápidamente se recuperó tras juntar las piezas de lo que la mujer estaba hablando.

- Ah, cierto, los cofres. – Las palabras de Keel hicieron que la voluptuosa recepcionista suspirara de alivio, solo para que las siguientes le dieran un golpe fatal. – Les ordenaba a mis sirvientes que los llenaran de vez en cuando. Tenía que atraer aventureros si quería encontrar a un sacerdote lo bastante poderoso para purificarme.

Izuku se dio una palmada en la cara. La magia, siendo una característica del día a día de este mundo, era una excelente explicación para este misterioso fenómeno. ¿La gente encontraba cofres en una mazmorra que se llenaban después de algún tiempo? Inmediatamente lo achacaban a la magia, nunca pensando que alguien podría haberlo hecho manualmente. Era estúpido… junto con la alarmante falta de sentido común.

- Entonces… – La voz de Luna adoptó un tono de espanto. – Los cofres…

- Ya no se van a rellenar más. No hay más razón para que siga atrayendo más aventureros allí dentro. – reveló Keel, ganándose gritos ahogados de muchos aventureros que les encantaba sacar algo de dinero rápido en el primer piso de la mazmorra. – Así que decidí llevarme lo poco que queda de mi tesoro para disfrutar de mi nueva vida con mi esposa y mis amigos. Por eso pregunté por una casa para comprar.

Luna quería gritar.

Una de las atracciones principales de la ciudad había desaparecido. Seguro, aún quedaba mucho por hacer en la ciudad, y no faltaban misiones. Pero la razón de que muchos se quedaban, una de las fuentes estables de ingreso, se había ido. Los sacerdotes iban a…

- ¡Ahí están! – Un grito repentino interrumpió la conversación y el proceso de registro. – ¡Ese de ahí es el vil nigromante! ¡Arréstenlo!

Todos se giraron hacia la puerta para ver un grupo de sacerdotes, ahora acompañados por un grupo de guardias.

- ¿Eso es cierto… señor? – preguntó uno de los guardias, un anciano que parecía aventurero retirado, dando un paso firme hacia adelante. – ¿Eres un nigromante?

- Sí, lo soy. – replicó Keel antes que el silencio se tornara tenso. – Pero estoy bastante seguro de que ser uno no es un crimen, ¿o sí?

Los sacerdotes parecían insultados por el comentario. Izuku pudo darse cuenta que eran parte de la fe de Eris, pues su iconografía era bastante obvia.

- No lo es, señor. – dijo el guardia rápidamente, manteniendo su autoridad y a la vez dejando ver que solo hacía su trabajo. – Pero tiene que entender que una clase tan peligrosa puede poner nerviosas a otras personas, por lo que necesito pedirle que me muestre su tarjeta de aventureros, para asegurarme que no haya crímenes a su nombre.

Keel felizmente cumplió la petición, sabiendo muy bien que no había manera de que hubiese cometido un crimen. Izuku se había asegurado de purificar su alma durante su reencarnación, lo que significaba que cualquier pecado pasado habría sido perdonado. Sin embargo, los aventureros más religiosos rápidamente hicieron notar sus opiniones.

- Ser un nigromante debería ser un crimen por default.

- Hasta los seguidores de Aqua no se meterían con cosas tan impuras.

- ¡Ugh! ¡El hedor de los no-muertos es horrible!

Izuku realmente quería hacerle ver a esta gente su estupidez. Keel nunca fue una persona malvada, y su motivación para rebelarse contra el monarca de su era fue por amor. ¡Hasta sus sirvientes se habían convertido en no-muertos por voluntad propia!

Tuvo que contener su ira a pesar de todo. Igual que ser un nigromante no era un crimen, demostrar vocalmente la incomodidad también era su derecho.

- Bueno, todo parece estar en orden, señor… – el guardia se tomó un largo momento para leer el nombre un par de veces – Keel…

Hubo un tenso momento de silencio.

- Igual que el nombre de la mazmorra… – declaró el guardia retornando la tarjeta. Decidió que no le pagaban lo suficiente para insistir más a fondo. – Qué coincidencia.

En cuanto el guardia salió del salón, todavía seguido por un par de sacerdotes demandando que sentenciaran a Keel a la guillotina, Luna seguía hundiéndose en desesperación. Reportar esto iba a ser una pesadilla…

- ¿Esto es algo bueno? – preguntó Izuku en voz alta, sabiendo en su corazón que no había hecho nada malo, y que solo había ayudado a gente que lo necesitaba. – Ahora que no hay más peligro de que los no-muertos escapen de la mazmorra, no hay necesidad de pagar los servicios a la iglesia. Significa que esos recursos pueden destinarse a otras cosas.

Luna se animó con eso. Si bien los cofres de tesoro ya no estarían presentes, la necesidad de pagarle a la iglesia para mantener los sellos también se había ido. Aunque tendrían que reemplazar la atracción para aventureros. Tal vez podrían organizar cacerías de hadas de nieve. Si pudiera convencer a Izuku de unirse en la cacería para lidiar con el Shogun del Invierno.

- ¡¿Cómo puede ser eso algo bueno, idiota?!

Uno de los sacerdotes había empezado a gritar, sorprendiendo a Izuku por lo molesto que sonaba.

- ¡¿Cómo te atreves a quitarnos nuestra fuente de ingresos?!

Izuku había olvidado que ambas iglesias veían este problema como un negocio. Exprimir dinero de una ciudad por un trabajo que debería ser un deber sagrado, no una estafa de protección.

- ¡El gremio debería castigarte por esta herejía!

Izuku casi se mordió la lengua. Quería gritarles de vuelta, preguntarles si se suponía que dejara a otros sufrir solo para que esta corrupción pudiera continuar como si nada. Y entonces, se acordó que el trabajo de un héroe era salvar a las personas, no hacer conflictos mayores. Había salvado a los aventureros, que ahora estaban escondiéndose debajo de su mesa, obviamente deseando que la atención no se dirigiera a ellos. Había detenido a un poderoso Lich de crear más secuaces no-muertos, previniendo una posible catástrofe en una ciudad que ahora lo marcaba como un villano.

- ¡Deberían encarcelarlo por esto!

La recompensa de un héroe venía de saber que hizo algo bueno, y la fama y la fortuna debían ser un mero pensamiento secundario.

- ¡Deberíamos lincharlo!

Izuku apenas tuvo tiempo de reaccionar, agarrando la mano de Liza para evitar que asesinara a todos en el salón. Se sentía muy agradecido por su obediencia, pues sabía bien que no tenía la fuerza física para detenerla, o siquiera ralentizarla. Chika todavía lo miraba con una expresión que claramente pedía permiso para hundirle sus garras a los sacerdotes.

- ¡Izuku no hizo nada malo! – Finalmente fue Luna quien gritó, silenciando a todo mundo dentro del salón. – ¡Sus acciones podrían haber sido por fuera de una misión normal, fuera de las autorizaciones del gremio, pero no rompió ninguna ley ni lastimó a nadie! ¡Salvó a un grupo de compañeros aventureros, e incluso pudo redimir a quien se creía que era un poderoso Lich!

- ¡Pero eso hizo daño a nuestros bolsillos!

Una sacerdotisa solitaria acababa de gritar desde la parte trasera del salón.

- Estoy segura de que pronto encontrarán otra forma de demandar nuestro dinero. – replicó Luna con veneno en su voz.

Su mirada fría fue bien recibida por el joven Archidruida y su grupo, e incluso Aela se sorprendió de esta acción, pues incluso Kyouya había tenido que someterse a los caprichos de la iglesia, y difícilmente, si acaso, recibía apoyo de los miembros del gremio a este punto.

- El aventurero Izuku, al igual de los miembros de su grupo, no enfrentarán penalizaciones del gremio de aventureros. – declaró firmemente Luna, antes de voltearse a ver al joven Druida. – Sin embargo, se les aconseja no actuar tan imprudentemente en el futuro. Las misiones se autorizan por una razón, y saltar a ciegas en una situación como esta puede llevar fácilmente a más problemas de los que solucionan.

Keel se rio ante este giro de acontecimientos. Por su parte, Izuku le sonrió a la recepcionista, feliz de al menos encontrar a una persona con algo de sentido común, y le asintió con aprobación sabiendo en su corazón que no había manera de cumplir esa promesa si hubiera gente en peligro otra vez,

- Si ustedes no penalizan su vandalismo… – resonó la voz de un hombre anciano – entonces lo haremos nosotros…

La gente reunida abrió campo, para mostrar la figura de un hombre muy viejo, vestido en ropas ceremoniales.

- ¡Lo siento! Traté de detenerlo… explicarle… – Darkness ahora se encontraba al lado de Izuku, con aspecto muy agitado. – Lo siento…

- Por una vez, estoy de acuerdo contigo, viejo. – añadió una mujer. También llevaba ropas ceremoniales, pero las de ella se veían más exóticas, más apropiadas como para la dueña de un burdel que para una líder religiosa. – Nuestros pobres seguidores van a sufrir ahora que no podemos conseguir dinero por mantener los sellos en esa mazmorra. ¿Cómo planeas compensarlo? La Diosa Aqua podría perdonarte, pero si haces sufrir a sus hijos, prepárate para sufrir la justicia que lloverá sobre tu cabeza.

Izuku estaba teniendo mucha dificultad para no soltar la mano de Liza. Estaba mirando a los líderes de las iglesias locales de Eris y Aqua, y realmente quería decirles algunas cosas.

- ¡ME OPONGO! – gritó de repente Darkness, sorprendiendo a Izuku, pues nunca creyó que ella iría en contra de su propia iglesia.

»Izuku no solo no ha hecho nada malo, sino que ninguna de sus acciones va en contra de las enseñanzas de Eris. – elaboró Darkness, sin saberlo ganándose una gran apreciación del adolescente peliverde. – ¡Nunca! ¡Sus acciones son lo que nuestra diosa querría que todos nosotros hiciéramos!

Al exponer su corazón, Darkness supo que no podía detenerse. Aunque Izuku era el opuesto exacto de quien ella consideraría su alma gemela, alguien dispuesto a sucumbir a sus placeres carnales y darle todo el dolor y humillación que ella deseaba, era la encarnación de un verdadero santo.

- Izuku es un hombre de gran corazón. Alguien dispuesto a ayudar a quienes lo necesitan, a curar a los enfermos y a los heridos sin esperar que le paguen. A proteger a los débiles, a traer esperanza, incluso cuando nadie le pide que lo haga. – La voz de Darkness había tomado un tono que era tan serio como devoto. – Un hombre como él no puede ser denunciado como malvado. ¡Un hombre como él no merece nada menos que ser considerado un Santo!

Izuku se encontró sonrojándose por todas esas alabanzas, y al doble cuando Megumin le dio un ligero codazo, mientras Chika asentía, dejando claro que estaba totalmente de acuerdo con todo lo que la Paladín había dicho.

Desafortunadamente, los grupos religiosos no lo estaban.

- Y aun así, no es más que un pagano. – refutó el anciano, con desprecio en toda su cara. – ¿Cómo puede ser un santo si no adora a Eris?

- Ni tampoco adora a nuestra hermosa diosa Aqua. – agregó la mujer, mostrando una mirada que demostraba lo poco en que tenía al Druida frente a ella. – Tal vez debería decirnos a quién adora, y con eso podríamos juzgar apropiadamente sus acciones.

Izuku podría tener cero conocimientos sobre la religión en este mundo, pero no era ningún tonto. Esta gente lo estaba tratando de provocar para hacer que se escalaran las cosas, y encontrar una manera de convertirlo en una especie de villano. No era que él considerase a sus grupos dignos de tener en buenos términos en primer lugar.

- A nadie. – replicó secamente Izuku, sorprendiendo a todos en el salón. – No veo que las diosas desciendan aquí para ayudar a la gente que lo necesita, ni a sus seguidores predicándoles amabilidad y amor de sus diosas a las masas.

Hubo muchos gritos ahogados. La mayoría de la gente encontró esas palabras dolorosas, pero ciertas. Aunque Eris era representada como una diosa benévola, sus seguidores a menudo demostraban procedimientos estrictos al transmitir dicha amabilidad, dejando poco menos que migajas para aquellos que no eran parte de su fe. El culto de Axis estaba lleno de raritos y fanáticos, así que había poco para argumentar allí.

- Tratar el sellado de los no-muertos como un negocio, para básicamente ganar dinero con la sobrevivencia de los ciudadanos, eso no es más que codicia, debería darles vergüenza. Si esto es lo que sus diosas enseñan que es bueno, entonces no quiero ser parte de su religión. – explicó Izuku, haciendo que cierta chica ladrona en su mesa se encogiera. – Además, no soy miembro de ninguna de sus iglesias, no me pueden juzgar.

- Por supuesto que podemos juzgarte, niño tonto. – replicó la mujer, con la voz llena de burla.

- La diosa Eris nos enseña benevolencia, así que recae sobre mí dictar el precio por tu redención. – habló el anciano, emitiendo su juicio. – Primero, tienes que lidiar apropiadamente con esa asquerosa criatura que te sigue, asegurándote que no pueda volar por los cielos sagrados de Eris. Segundo, tendrás que donar un millón de eris a la iglesia. Solo entonces volveremos a abrir nuestros servicios para ti. Hasta entonces, no podrás entrar a nuestra iglesia, mucho menos hacer que tus amigos nos pidan que te revivamos.

Si el hombre quería que Izuku se sintiera presionado para ceder, falló miserablemente.

Las peticiones eran estúpidas, y la supuesta recompensa no valía nada. No iba a permitir que Chika perdiera una sola pluma que no estuviera dispuesta a entregar en un futuro cercano, mucho menos dejar que fueran a lastimarla por cualquier causa, motivo, razón o circunstancia.

- Eris sin duda es benevolente, como resultado de que su iglesia recibe buenos fondos. – declaró la mujer, y no pudo evitar mostrar cierta envidia en su voz. – La iglesia de Axis, sin embargo, siente la necesidad de castigar mucho más esta herejía, ya que nuestros fondos dependían en gran medida de mantener en funcionamiento esos sellos. Así que demandamos que nos entregues diez millones de eris, y que hagas crecer uno de esos árboles dorados en nuestro templo.

Izuku hizo lo único que podía hacer en ese momento, la única acción apropiada para la situación.

- Entonces… – comenzó a hablar Izuku, dándoles la espalda a los fanáticos y poniendo atención a gente más importante – ¿cómo va el registro, Keel?

Todos los sacerdotes en la sala volvieron a jadear por la escena, ante que su importancia fuese ignorada. Entonces se soltaron carcajadas, ya que muchos aventureros encontraban la escena muy divertida. Estaban preocupados, por supuesto, ya que no tener el apoyo de una iglesia significaba que no podrían revivir si pasaba lo peor. De nuevo, estaban pensando en querer meterse con Izuku, el Archidruida, asesino de Beldia, domador de una mujer cocodrilo, y redentor de Liches.

- ¡Sorprendentemente bien, amigo mío! – replicó Keel alegremente, no solo enseñando su tarjeta de aventurero, sino indicándoles a sus seguidores que hicieran lo mismo. – A pesar de todo el shock y el desorden, ¡esta señorita es muy profesional, y sabe cómo seguir trabajando!

Luna se veía pálida y en conflicto. Obviamente se había puesto en modo automático cuando su cerebro intentaba lidiar con la horrenda situación que se desataba frente a ella.

- ¡Ahora soy una alquimista! – agregó felizmente Sasha.

Izuku estaba feliz por ellos, y esa felicidad le daba la fuerza necesaria para mantener a Liza controlada. Sus escamas se habían vuelto más gruesas, y duras. Sus músculos, usualmente abultados y fuertes, se habían vuelto de acero. Estaba furiosa, y nadie más se había dado cuenta de lo peligrosa que se había vuelto la situación.

Una de las sacerdotisas más jóvenes decidió que el Druida ya había sido demasiado grosero, y merecía una bofetada. Pero su acción fue detenida al instante por Darkness, que colocó su escudo en posición defensiva. Megumin apretó su bastón, y Chika se tensó, lista para saltar y hundirle sus garras al primero que atacara a su querido amo. Aela estaba en conflicto, preguntándose si debería defender a su líder del grupo, o fingir ignorancia, y entretanto Yunyun empezaba a preparar el Sable de Luz… ¡no había manera de que se perdiera una confrontación contra la iglesia!

- ¡Estoy buscando al Archidruida, Izuku Midoriya!

Una voz, autoritaria y femenina, de pronto hizo eco en todo el salón del gremio. Le pertenecía a una mujer hermosa que llevaba un uniforme azul parecido a una oficial de policía, y con gafas. Su postura gritaba a los cuatro vientos que venía por negocios muy serios y oficiales, y la iconografía que cargaba demandaba respeto.

- Soy yo. – replicó Izuku, apretando el agarre con Liza, que ya parecía lista para empezar a arrancar cabezas, debido a la cantidad de gente que insultaba a su amo. – ¿Hay algo con lo que te pueda ayudar?

Internamente, Izuku quería gritar. Hoy había empezado bien, incluso la repentina misión de rescate terminó haciéndole ganar algunos nuevos amigos. Y entonces la ciudad decidió que estaba mal por haber salvado a otros. Ahora, estaba peleando contra el impulso de dejar todo tirado e irse a vivir en lo salvaje, con el estrés añadido de la posibilidad de tener que pelear para escapar.

- Ya has hecho más que suficiente. – declaró la mujer antes de sacar un pergamino de su saco. – Por el servicio de aniquilar a Beldia, general del ejército del Rey Demonio, y proteger las vidas de los ciudadanos de Axel, Su Majestad el rey ha declarado que tú, y todos los que te ayudaron en esta heroica hazaña, serán premiados con la recompensa total por este enemigo de la humanidad: ochocientos millones de eris. Adicionalmente, estarás exento de pagar impuestos en los caminos por lo que podrás viajar libremente por el reino para continuar con tu heroica cruzada.

Un silencio mortal se apoderó de todo el lugar, pues la mujer hizo una pausa dramática para dejar que uno de sus escoltas entregase una placa de platino a un sorprendido Izuku, que se sintió culpable por pensar que solo había idiotas malagradecidos gobernando en el reino. Hasta le tomó algo de tiempo darse cuenta que la placa de platino era como un cheque por la recompensa que acababa de ganarse. El palillo dorado que la acompañaba, del tamaño de un lápiz escolar, era en realidad la prueba de su derecho por haberla ganado.

- Yo… – Izuku se quedó sin palabras. Nunca en su vida había recibido ningún premio, y esto se sentía como si hubiese pasado el examen de entrada en la UA, un paso más cerca de ser un héroe. – Muchas gracias.

- Si deseas agradecerme, y a Su Majestad, continúa sirviendo al reino. – replicó la mujer, sonriéndole al Archidruida, y mirando la mano con la que mantenía bajo control a la chica cocodrilo. – Si eres capaz de mantener a esta mujer bestia tranquila, estoy segura de que tomar las cabezas de uno o dos generales más debe estar dentro de tus capacidades.

Izuku tuvo que morderse la lengua para contener una maldición. Odiaba que le recordaran cómo estos idiotas veían a Chika y Liza como poco más que animales, lo cual era irónico considerando que para él eran más humanas, sabias e inteligentes que la vasta mayoría de tarados que vivían en este mundo.

- Con eso arreglado, – declaró la mujer, dejando obvio que Izuku era libre de marcharse – Luna, prepara la documentación para el cierre del templo de la diosa Aqua.

- ¡¿QUÉ?!

Aquellos que pertenecían al culto de Axis soltaron chillidos por las noticias. Izuku también estaba sorprendido, pero había decidido que recompensar a Liza por no matar a nadie era más importante en ese momento, igual que abrazar a Megumin para buscar algo de confort… y acariciar a Chika porque había sido un gran apoyo.

Por su parte, Keel decidió que había escuchado suficiente de religión para otros cien años, así que se llevó a los suyos a una mesa desocupada para ordenar comida, muchísima, como si deseara satisfacer siglos de hambre. Podría esperar unas horas, tal vez unos días más, para buscar su nueva casa.

- Lady Senna… ¿esto está bien? – Luna se sentía honestamente confusa, había visto que la petición de fondos había sido completada hacía suficiente tiempo, para que el tributo llegara hasta la capital. – Habían solicitado fondos, y la petición había sido cumplida.

- La tesorería de la capital todavía no ha recibido los diez millones de eris que nos deben. – declaró fríamente Senna, sorprendiendo a todos en la sala, aunque por razones muy diferentes a lo que la agente pensaba. – Ya hemos esperado durante diez años, pero si tienes pruebas de que los impuestos ya fueron enviados, estaré dispuesta a esperar la confirmación.

Murmullos y rumores rápidamente se apoderaron de todo el salón. Senna alcanzó a oír algunos de ellos, y no le sorprendió escuchar que el sumo sacerdote había solicitado mucho más de lo necesario, o que los devotos creyeran que dicho sacerdote ya había enviado el dinero.

- Aquí está el documento por la petición cumplida. – Luna le enseñó el documento, pero la agente ni siquiera lo miró.

- ¿Y entonces? – habló Senna, cuyo semblante frío daba a entender que sabía cómo resultaría todo esto. – ¿Dónde está el tributo?

- Nos ofrecimos a mantenerlo aquí a salvo, pero el sumo sacerdote insistió en guardarlo adentro de la iglesia, y enviarlo por su cuenta. – Luna sabía muy bien cómo iba a terminar todo esto, por lo que se había preparado una defensa a prueba de todo. – También nos ofrecimos a transportar el dinero y los bienes, pero también lo rechazaron. El sacerdote insistió en que él, con la ayuda de un selecto grupo de cruzados, llevarían todo sin problemas.

Izuku no necesitaba una bola de cristal para saber lo que había pasado: el sacerdote se había fugado llevándose todo el dinero. Pero no encontró la fuerza para decirles "Se los dije"; estaba demasiado exhausto, tanto física como mentalmente, y la idea de abrazarse con Megumin y sus chicas se volvía cada vez más tentadora para ignorarla. Y estaba seguro de que ellas también necesitaban abrazos.

- Ya veo, entonces el gremio no tiene la culpa. – replicó Senna con una voz dulce, antes de volver a su modo de negocios serios. – Inicien el papeleo, entre más rápido resolvamos esto, mejor.

Mientras Luna comenzaba a llenar los reportes y la documentación requerida, los sacerdotes explotaron en una miríada de voces. Aquellos que pertenecían a Eris se burlaban abiertamente por el infortunio de los seguidores de Aqua, condenándolos por tener ladrones entre sus líderes. Los devotos de Aqua rápidamente comenzaron a suplicar por piedad, pero Senna no tenía nada de eso en su corazón para ellos.

- A menos que me muestren los diez millones de eris que deben, voy a cerrar ese edificio para el atardecer. – declaró Senna, dándoles a los devotos una fría indiferencia.

Tenía sus razones para ser así de fría, a pesar de todo, y no era solo porque ella adoraba a Eris. El único hombre al que había amado en su vida había sido engañado por una maldita y desvergonzada ramera de ese culto, forzándolo a entrar en él y casarse con ella, o tener su honor manchado por el resto de su vida. Por ello, había decidido hacer su misión personal ver que esos psicópatas fueran aislados de personas honestas que solo querían vivir sus vidas normalmente.

Con todo, los gritos de ayuda no duraron mucho.

- Hey… ¿ese Druida no acaba de recibir una montaña de dinero?

Izuku deseaba poder teletransportarse. No quería estar en medio de todo este fiasco. Hasta estaba dispuesto a no exigir su dinero de vuelta, si solo podía alejarse de todo ahora mismo.

- ¡Señor Izuku! – La mujer que lo había condenado no hacía más de diez minutos acababa de dar un giro completo, mostrando una linda sonrisa y estrellitas en sus ojos. – Sé que empezamos con el pie equivocado, pero si…

Izuku casi soltó la mano de Liza. En su mente una voz le decía que esta gente tendría mucho más valor como fertilizante que como humanos. Que Liza no sería una villana por arrancarles las cabezas a un montón de sanguijuelas. Pero su corazón le recordaba que quería ser un héroe, y los héroes salvaban vidas, no las arrebataban. Que los héroes luchaban por la paz, no por beneficio personal o por venganza.

Afortunadamente, Darkness intervino a tiempo para no dejarlo caer en su ira.

- ¡Alto! – exigió la Paladín, colocándose frente a la Arcipreste y bloqueándole el paso. – ¡¿En serio te atreves a exigirle dinero?! ¡¿Después de condenarlo por hacer lo correcto?! ¡¿No tienes una pizca de vergüenza?!

La mayoría estaría de acuerdo en que los seguidores de Aqua no conocían la vergüenza, pero de nuevo, pedir dinero tras hablar tantas pestes de alguien era un nuevo nivel de bajeza.

- Darkness… – llamó Izuku a la Paladín rubia, atrayendo la atención de todos. – ¿Te puedo pedir que te encargues de esto? Yo ya estoy harto de toda estupidez, y prefiero invertir mi dinero y mi tiempo con las personas que quiero. Dicho eso, encuéntranos luego en la tienda de Wiz cuando hayas terminado. Tú también mereces algo de… apreciación.

Izuku le dio una linda sonrisa a la Paladín, que sintió que su corazón daba un vuelco. ¿Quizás no era demasiado tarde para ella?

- Por supuesto, Izuku. – replicó Darkness de manera muy servicial, feliz de que confiaran en ella. – Me aseguraré de lidiar con esta gentuza de la manera apropiada.

Con un último asentimiento de confirmación, Izuku, Megumin, Yunyun, Liza y Chika abandonaron el salón, dejando a una confusa Guardabosques para que ayudase a la ahora imponente Paladín.

- Lady Senna. – llamó Darkness a la agente con un tono formal, que la mujer reconoció como parte de la nobleza.

- Lady Dustiness Ford. – respondió Senna al saludo, bien consciente de lo mucho que esta Paladín la superaba ridículamente en rango.

- Quisiera reportar el robo de cincuenta millones de eris. – declaró Darkness, haciendo que Luna se encogiera. – Estas personas se llevaron el dinero que recibieron de mi grupo, y ya que no lo utilizaron para el propósito que debían, está dentro de mis derechos demandar una compensación.

Los seguidores de Aqua comenzaron a sudar, y Luna sintió que su corazón empezaba a fallarle. El gremio tenía una política estricta de sacrificar a las recepcionistas que se veían involucradas cuando los nobles demandaban compensaciones, lo que significaba que estaba en muy serio peligro no solo de perder su trabajo, sino de ser forzada a servidumbre para pagar por esa enorme suma de dinero.

Y entonces, se acordó a quién estaría sirviendo, y el temor disminuyó dramáticamente.

- Por supuesto, Lady Dustiness Ford. – accedió Senna inmediatamente, con una sonrisa maligna adornando sus rasgos. – Será un honor asegurarme de que estos ladrones reciban su castigo por haberle robado a un noble, y por engañar al gremio con sus mentiras.

Mientras Luna suspiraba de alivio, agradeciendo a los espíritus de la tierra por dejarle conservar su trabajo, comenzó a pensar en maneras de pedirle a Izuku que se quedara en el pueblo. Una empresa que parecía imposible, porque la iglesia de Eris había decidido alienar al que era el mejor aventurero que esta rama del gremio jamás habría visto.

- Esto es lo que pasa cuando le muerdes la mano a quien te alimenta. – dijo Keel a sus seguidores, que admitieron sentirse furiosos con los idiotas que atacaron a ese muchacho, a quien consideraban un verdadero santo… o un dios que visitaba su mundo.

Esta historia continuará...


Omake – Un sueño destrozado

Wiz, la tendera, era una mujer muy bella, y una de las mayores atracciones de la ciudad de Axel. Su hermoso cuerpo, amabilidad y actitud alegre la hacía muy popular entre los aventureros novatos y veteranos por igual. Muchos adolescentes entraban a su tienda con el único propósito de mirarle el cuerpo, y los nobles menores gustaban de visitarla para buscar objetos mágicos que sirvieran para decorar sus hogares.

Aunque también era una mujer con secretos.

Si bien todo mundo sabía que era una chica torpe y sin talento para los negocios, solo unos pocos sabían que no era… humana. Los que conocían esta horrible verdad eran, o sus amigos… o tenían muchos intereses en mantener dicho secreto a salvo.

- ¡Esto no fue lo que acordamos! – le gritaba Wiz a un espejo de cuerpo completo. – ¡¿Por qué permitiste que Beldia atacara la ciudad?! ¡Muchos inocentes podrían haber muerto!

El adornado espejo no mostraba su reflejo. Estaba totalmente negro, a excepción de un par de ojos rojos brillantes que le devolvían la mirada.

- Beldia actuó por su cuenta. – respondió la figura del otro lado, sin mostrar ni un ápice de preocupación. – Sus acciones no rompen nuestro contrato.

Wiz quería gritar. Se había unido al Rey Demonio no porque creyera que sus acciones eran mejores, o porque compartiera sus ideales. Se había unido para prevenir muertes. Mientras ella mantuviera la barrera que rodeaba su castillo, él no mataría a inocentes. Ahora se había dado cuenta que las palabras podían tener doble sentido, y que había sido demasiado ingenua.

- ¿Esto significa que, si no es por tu mano que ocurren las muertes, entonces está bien? – preguntó Wiz con los dientes apretados, dejando entrever su temperamento, una sombra de la antigua Bruja de Hielo. – ¿Esto es lo que significa honrar un pacto ante tus ojos?

Si pudiera, desertaría de las fuerzas del Rey Demonio y acabaría con eso. Pero su situación era única. Su filacteria estaba oculta en una ubicación que solo el Rey Demonio conocía, por lo que tenía que obedecer hasta morir en la línea del deber. Si moría, moriría sin poder retornar, su filacteria se rompería, y eso sería todo. Pero si ella renunciaba, el Rey Demonio rompería la filacteria, lo que significaba que ella perdería su alma, y la maldición que llevaba mataría a sus antiguos amigos. Estaba atrapada.

- Lo dices tú, que te guardaste la información de un aventurero tan peligroso. – espetó el Rey Demonio, haciendo que Wiz se encogiera. – ¿En serio creías que no iba a enterarme de este Archidruida tan obscenamente poderoso? ¿Cómo destruyó a uno de mis mejores generales con tanta facilidad? ¿O que tú estabas al tanto de su existencia antes de que ocurriera este incidente?

Wiz empezaba a derrumbarse. Estaba hablando sobre Izuku.

Ella sabía que él era especial desde el día en que lo conoció, pero eso era porque sus ojos brillaban de pura amabilidad, y su alma resonaba de una manera preciosa. Nunca se imaginó que sería tan efectivo en batalla, y tal vez olvidó mencionar que pudo derrotar fácilmente a alguien que previamente había sido reportado como un potencial héroe.

Ahora se odiaba a sí misma mucho más. Por su culpa, Izuku ahora estaba en la mira del Rey Demonio.

- Deja a Izuku en paz… – siseó Wiz, volviendo totalmente a su persona aterradora como la Bruja de Hielo.

Así como se regañaba por el hecho de que sus antiguos compañeros fuesen maldecidos hacía tantos años, sabía que no se perdonaría si Izuku terminaba siendo lastimado por culpa suya.

Una carcajada sombría hizo eco adentro de la tienda. El Rey Demonio parecía muy divertido.

- Un hechicero muy poderoso, que es un enemigo de las diosas, y que ama a los semihumanos… –El Rey Demonio había cambiado su actitud a una más alegre. – Oh cielos… tal vez deba invitarlo a tomar una taza de té, ¡y quizás hasta deba ofrecerle a mi propia hija!

Wiz ya había tenido suficiente. No sabía si el Rey Demonio hablaba en serio, o solo estaba jugando con ella, pero sí sabía que todo su anterior sacrificio había sido en vano.

- ¡YA TERMINÉ DE HACER TRATOS CONTIGO!

CRASH!*

Sin pensarlo dos veces, partió el espejo de una patada, el artefacto que la conectaba con el Rey Demonio. Si no fuese una no-muerta, ahora estaría derramando lágrimas de dolor. No podía traicionar al Rey Demonio, al menos no directamente. Su única oportunidad era ofrecerle su vida a Izuku, pues si él la mataba, la barrera se debilitaría, y sus amigos estarían a salvo.

- ¡WIZ!

La voz de Izuku llenó la sala en cuanto entró a la tienda. Sus ojos estaban llenos de determinación, y de preocupación por ella. Ahora, la torpe tendera solo necesitaba encontrar el valor y momento apropiado para revelarle la verdad a su preciado amigo.

Chapter 15: El gusto de la libertad

Chapter Text

Wiz sabía muy bien que el Archidruida Izuku Midoriya era diferente. Diferente de otros aventureros, de otros Druidas, e incluso de la mayoría de humanos. Llevaba un apellido, pero no ostentaba ningún título de nobleza; demostraba los dotes de una educación vastamente superior, y a pesar de eso, se comportaba de una manera increíblemente humilde.

Izuku Midoriya estaba lleno de contradicciones.

- ¡¿E-estás s-seguro?! – tartamudeaba Yunyun mientras se aferraba al objeto en sus manos. – ¡¿D-de verdad p-puedo quedarme con esto?!

Las dos Demonios Carmesís habían estado discutiendo por el objeto, una varita mágica cuya punta tenía una gema de magecita con forma de corazón, desde hacía casi veinte minutos. Extrañamente, la discusión era por las poses apropiadas que debían hacer cuando la utilizaban, y ni siquiera tocaron una vez el hecho de que lucía como algo que usaría una niña pequeña.

- Por supuesto. – replicó Izuku, dedicándole la sonrisa por la cual era conocido. – Eres parte del equipo, y has ayudado mucho. ¿Por qué no ibas a merecer una recompensa?

- Soy… ¿parte del equipo? – Los ojos de Yunyun empezaron a humedecerse al oír las palabras que su corazón había deseado por tanto tiempo. – ¡SOY PARTE DEL EQUIPO!

Megumin suspiró por la escena. Izuku tenía buenas intenciones, y Yunyun no era un estorbo realmente, pero eso no cambiaba el hecho de que su novio era débil a las chicas que necesitaran ser rescatadas, fuese física o emocionalmente. No era que fuese algo malo, pero esa disposición tan galante seguro les causaría muchos problemas por el camino.

Izuku rápidamente se dio cuenta del ruidito que hacía, y más pronto todavía reaccionó a él.

- Y para ti, quiero… – Izuku arrastró las palabras para atraer la atención de su novia, lográndolo sin problemas. – Algo de ropa nueva.

Megumin parpadeó.

- ¿Qué hay de malo con mi ropa? – preguntó Megumin con honesta confusión. Tenía la certeza de que eran lo bastante reveladoras para mantener la atención de Izuku. – Creí que yo te gustaba…

La última parte la dijo en un tono más bajito, con actitud tímida. Se preguntaba si era que quería algo más atrevido, como algo que usaría una Hechicera, como un bikini de batalla…

- Por supuesto que me gustas. Me gusta cómo eres, cómo luces… – Izuku se sonrojó al decirlo. – Pero estás creciendo, y tu ropa no.

Atrás de ellos, Wiz dejó salir una risita. Megumin, con su pequeño cuerpo, se veía adorable en su atuendo normal, pues la combinación de una falda corta con un enorme sombrero la hacía ver aún más atractiva a la vista. Sin embargo, Izuku tenía razón, pues el cuerpo de la niña iba a crecer pronto al punto de rozar la indecencia con su atuendo. La falda se volvería demasiado corta para proteger su modestia, y su pecho sin duda encontraría la tela muy apretada.

El solo mirar a la otra Demonio Carmesí era suficiente prueba de que se volvería muy hermosa algún día, mientras tuviera una sana dosis de alimentación y refugio.

- S-si ese es el caso… – Yunyun llamó la atención de todos – ¿Por qué no… ya sabes… volvemos a la aldea?

- ¿Cuántas veces tengo que explicarte que es MI novio? – Megumin al instante se puso en postura defensiva, prácticamente escudando al ahora avergonzado Archidruida con su pequeño cuerpo. – ¡Deja de intentar seducirlo!

Mientras la avergonzada chica descendía en un torrente de negaciones, Wiz continuaba observando. Su corazón y su mente estaban en guerra uno con la otra, tratando de encontrar el momento correcto y palabras requeridas para hacer esa petición egoísta, y cómo pedirles perdón por su desastroso error.

- Ya estamos listos para pagar. – La voz de Izuku sacó a la despistada tendera de sus pensamientos. – También queremos comisionar algo de ropa nueva.

Al ver los objetos frente a ella, Wiz notó que era la varita para niñas y una gran cantidad de accesorios, todos regalos para las chicas que peleaban por su corazón. La situación la hacía sentir algo de envidia, especialmente porque Izuku era pecaminosamente amable y cariñoso.

- ¿No sería mejor si le comisionas esto a una costurera? – preguntó Wiz, genuinamente confundida. – Yo puedo hacer estas prendas si realmente las necesitas, pero serán mucho más caras.

La ropa en cuestión eran unas prendas para el pecho, hechas de dos copas de tela con un pequeño soporte de metal colocado debajo del busto. No podía entender cuál era la función de las prendas, pero no eran para armadura.

- Preferiría que seas tú la que lo cree. – replicó Izuku con una sonrisa amable. – También, quiero que te apropies del crédito por esta ropa, y que se la vendas a todas las mujeres que puedas.

Izuku, al ser hijo único, y crecer sin su padre por la mayor parte de su vida, se vio forzado a aprender y entender la función de los sostenes. Era un hecho bastante embarazoso, pero las mujeres de este mundo realmente los necesitaban. Decidió que era mejor acreditarle a Wiz por inventarlos, en lugar de cargar el estigma él mismo, por razones bastante obvias.

Y por supuesto, los primeros modelos estaban destinados para Megumin, Chika, Darkness, Liza y Yunyun.

- ¿Por qué? – preguntó Wiz, confundida por esa oferta tan generosa.

Izuku Midoriya era amable, cariñoso y desinteresado. Cualidades muy difíciles de encontrar, especialmente juntas en la misma persona. Eso hacía que su petición fuese aún más difícil.

- Porque somos amigos… – dijo Izuku antes de dudar por un momento. – Y también, pareces estar algo… deprimida, y quería animarte de alguna manera.

Detrás del Archidruida, dos Demonios Carmesís se quedaron viendo asombradas. Una negó con la cabeza, incrédula de la situación, y la otra simplemente se dio una palmada en la cara, no por molestia, sino tratando de contenerse una risotada. Nadie, en ninguna parte, se atrevería a renunciar a los derechos de un invento, por tonto o inútil que pudiera ser. ¿E Izuku estaba regalando algo funcional solo para sacarle una sonrisa?

- Si de verdad somos amigos… – Wiz sabía muy bien que, si no capitalizaba en la oferta ahora, tal vez nunca encontraría el valor de pedir lo que realmente necesitaba. – ¿Puedo pedirte algo realmente egoísta?

Izuku sabía que algo estaba sucediendo, pero no tenía idea de qué. Wiz era fácil de leer, especialmente cuando algo la estaba molestando. Su actitud de chica torpe y despistada era su manera de disfrutar de la vida sin preocupaciones, de hacer que sus problemas se fueran. Verla tan concentrada, y aun así tan ausente…

- ¡Nada de abrazos o plumas! – interrumpió Chika el momento, usando a Liza como escudo. – ¡Solo el amo puede tener cualquier cosa de Chika!

Esa demanda tan espontánea hizo que Wiz se riera.

- No, no es nada de eso. – replicó Wiz finalmente sonriendo. – Necesito que escuchen una historia muy antigua, y luego mi petición. Les prometo que los recompensaré con algo bueno.

Durante la siguiente hora, Izuku y compañía escucharon atentamente la historia de la legendaria Bruja de Hielo. Cómo viajó por el reino con su grupo de aventureros, enfrentándose a dificultades imposibles, cómo se ganaron su estatus como aventureros valerosos y poderosos. Luego vino la historia de su caída, cómo sus egos se apoderaron de ellos, o más bien, por su dependencia excesiva en la famosa Bruja de Hielo.

Intentando aumentar su fama y gloria, y el oro en sus bolsillos, se enfrentaron a Beldia. La batalla duró por casi dos días, hasta terminar en un duelo entre el poderoso dullahan y la imparable Bruja de Hielo.

Según dijo Wiz, todo fue por un desliz en su mente. Atrapada en el ritmo de su danza mortal, el dullahan se había posicionado en el punto perfecto, disparándole su maldición mortal a la Bruja de Hielo. No esperaba golpearla a ella, sino a los que estaban detrás, la gente que ella se había olvidado que estaba allí durante ese trance inducido por la adrenalina del combate. Ella lo esquivó sin problemas, y sus compañeros pagaron el precio.

Beldia, como era de esperarse, dejó que el grupo pagara por sus errores, advirtiéndoles del tiempo límite antes de su día final, y cómo iban a sufrir… a no ser que pudieran derrotarlo.

No pasaron ni tres días para que la Bruja del Hielo encontrara una forma de salvar a sus amigos.

Derrotar a Beldia sola no era una opción. Podía enfrentársele de igual a igual, pero sin un sacerdote poderoso a mano, no podía asestar un golpe mortal. En lugar de eso, acudió a otro general del Rey Demonio. El temible Duque del Infierno, Vanir.

Lucharon durante un día entero, y la bruja salió victoriosa al final. Con su triunfo, exigió que el Duque del Infierno le ayudara a salvar a sus amigos. Al final, eso significaba que ella llevara la maldición en su lugar. Vanir, por supuesto, podía hacerlo, pero le advirtió que su alma no podría soportar tal estrés, lo que significaba que, si ella moría, la maldición volvería a sus portadores originales, lo que solo les daría uno o dos días más para vivir en agonía.

Al ver su desesperación, el Duque le ofreció una alternativa. Al convertirse en algo más resistente que un humano, podría llevar encima la maldición sin morir, salvando a sus amigos por el tiempo que fuese necesario llevar la maldición. Ese día, la Bruja de Hielo abandonó su humanidad, llevando la maldición de sus compañeros aventureros. Ese día, la Bruja de Hielo desapareció, para no ser vista nunca más.

- Yo soy… era… la Bruja de Hielo. – Wiz concluyó su historia, mezclada con una liberación en sus rasgos. – Ahora soy una lich, y una general del ejército del Rey Demonio. Aunque solo ayudo manteniendo la barrera que protege su castillo.

Tomándose un momento para ver los rostros de su audiencia, Wiz notó que las miradas que le daban eran… de simpatía. Sorprendentemente no había rechazos, ni gritos de rabia, o miradas de incredulidad. Podía decir que todos estaban listos para… ayudarla.

- Es por eso que… – Wiz dudó. Sabía que esto tenía que hacerse, que no había otra manera de sortear el problema. – Mi petición… lo que necesito que hagas…

- Wiz… – Izuku interrumpió a la pobre tendera, con un rostro amable y compasivo que iluminaba toda su tienda. – ¿Te gustaría que te ayude a reencarnarte?

Vino de la nada. Una oferta tan extraña que no podía ser verdad.

Por supuesto, un Archidruida podía aprender a usar Reencarnación, ¡¿pero usarla en un no-muerto?!

De nuevo, este era Izuku, el maravilloso aventurero al que poco podía importarle lo imposible. Si él se la estaba ofreciendo, entonces era una posibilidad real.

BONK!*

Ver al joven Archidruida ser golpeado en la cabeza por una Demonio Carmesí pequeña y molesta, era otra cosa muy extraña. Aunque era claro que el golpe no iba encaminado a hacer daño.

- ¡NI SE TE OCURRA! – gritó Megumin, con el bastón ya preparado.

- ¿Qué? – preguntó Izuku sorprendido, sujetándose la cabeza defensivamente. – ¡¿Por qué?!

- Ya colapsaste hoy por haber reencarnado a un lich antiguo. – declaró Megumin, mirando a su novio fulminantemente y con preocupación. – ¡No dejaré que colapses otra vez!

- ¡¿Lo hizo?! – Wiz estaba más que sorprendida por esa declaración.

Por una parte, ese comportamiento imprudente no podía estar bien. Agotar el maná al punto de colapsar le pasaba factura al cuerpo, lo cual quedaba en evidencia con la poco desarrollada Megumin, que hasta hacía poco no podía pasar un día sin usar Explosión y desplomarse.

Por otro lado, esta revelación significaba que tenía una forma de salir de su contrato con el Rey Demonio. Reencarnación funcionaba diferente a Resurrección, pues el primer hechizo arrojaba el alma a su ciclo natural de renacimiento, lo que significaba que todos los pecados y maldiciones del pasado serían borrados para un nuevo comienzo, mientras que el segundo solo devolvía el alma al cuerpo, y por tanto los efectos remanentes como maldiciones permanecerían allí.

- Chika está de acuerdo con Megumin. – La harpía se unió rápidamente, colocándose al lado de la pequeña maga. – ¡El amo necesita descansar y reponerse!

Con habilidad y agilidad que el joven Archidruida no era capaz de seguir, la harpía negra le arrebató el bastón de las manos con un puchero. Por dentro se preguntó si la chica aviana no habría usado alguna clase de ilusión.

- Amo… descansar… – agregó Liza mientras abrazaba a Izuku por detrás. Era una maniobra de contención llena de amor y cuidado, pero Izuku podía decir que era como si lo estuviera sujetando una presa industrial. También podía darse cuenta que sus notables senos no se habían encogido ni un poco.

- ¡Ah! – El chillido de Izuku fue una adorable mezcla de vergüenza y sorpresa. – ¡Ya entendí! ¡YA ENTENDÍ!

Aun después que se rindió, Liza se rehusó a soltarlo, para incremento de la vergüenza del líder del grupo. Y entonces, Aela y Darkness entraron a la tienda, consiguiendo una fantástica vista del ahora sonrojado Izuku.

- ¿Qué está pasando? – preguntó Aela, sin poder ocultar su curiosidad.

- ¡Izuku estaba a punto de volver a usar uno de sus super hechizos sin cuidado! – reportó Yunyun, apenas salida de su condición de estar deslumbrada. – ¡Tengo que ponerme del lado de Megumin aquí, Izuku tiene que descansar un día o dos antes de volver a intentar ese hechizo!

Aela estaba bastante sorprendida de ver que Izuku no luchaba contra su esclava. Tal escena debería ser imposible debido a que los esclavos estaban atados por sus marcas, haciéndoles imposible desobedecer o ir contra sus amos. Sin embargo, la curiosidad se vio superpuesta por la declaración.

- ¿Qué cosa? – Aela no tenía idea de lo que hablaban. – ¿Cuál hechizo?

- ¡Izuku! ¡Necesitas descansar antes de volver a intentar algo así! – interrumpió Darkness, preocupada por el santo bajo su cuidado. – Los milagros son tremendamente agotadores, ¡tienes que asegurarte de estar bien descansado antes de intentar otro!

- Pero… – Izuku trató débilmente de discutir, pero Liza continuaba abrazándolo con amor y preocupación, haciéndole difícil al joven Archidruida enfocarse en otra cosa que no fuera calmar sus impulsos hormonales.

¿Por qué tenía que ser tan… hermosa y bien dotada?

- ¡Está bien! – dijo Wiz casi gritando, finalmente comprendiendo que Izuku estaba dispuesto a sacrificar su propia salud por ella. – ¡No me iré a ninguna parte! ¡Puedo esperar el tiempo que sea necesario!

Esa declaración volvió a redirigir la atención de todos hacia ella. Wiz no sabía cuántos más averiguarían su secreto en el intermedio, pero su vida no valía tanto como para arriesgar a su querido amigo. Si un grupo de héroes venía para asesinarla, no le importaría mientras Izuku estuviera a salvo.

- ¿Eso bastaría para mantener a Izuku a salvo? – preguntó Darkness de pronto. Le encantaba la disposición celestial de Izuku, pero era muy imprudente cuando se trataba de ayudar a la gente. – ¿Podemos confiar en que no hará nada hasta que se recupere totalmente?

Una mirada a Izuku fue suficiente. Era obvio que intentaría escabullirse para ayudar a alguien que lo necesitaba.

- Puedo guardarle el bastón hasta que descanse. – ofreció Wiz, sabiendo que un hechizo tan poderoso necesitaba un foco para poder invocarse.

- Hagamos eso. – replicó Yunyun, aunque se tensó por un momento al darse cuenta que podría haber sobrepasado su rango en ese grupo.

- Estoy de acuerdo.

- ¡Chika también está de acuerdo!

- Buen plan.

- ¿En qué estábamos de acuerdo de nuevo? – preguntó Aela sin poder evitarlo. Entender a los miembros de su nuevo grupo cada vez se le hacía más difícil.

- ¡¿Y yo no tengo el derecho a objetar?! – preguntó Izuku, molesto por lo que sucedía, pero incapaz de forcejear, o de ordenarle a Liza que lo soltara.

- No. – La respuesta de Liza dejó muy obvio que su deseo de que su amo estuviera bien sobrepasaba su obediencia.

Mientras el grupo continuaba observando los objetos, Wiz contempló el camino que se le presentaba. Izuku se había convertido en su amigo fácil y rápidamente, pero no entendía por qué. No era enamoramiento, pues el joven Druida ni siquiera le miraba los atributos, hacía comentarios inapropiados, o trataba de tocarla cuando se le acercaba. Tampoco era codicia, pues nunca le había pedido, ni una sola vez, que le bajara el precio o que trajera su enorme colección de objetos prohibidos que tenía acumulados. De hecho, la mayor parte del tiempo el joven Druida solo le compraba objetos mágicos menores y cachivaches para hacer sonreír a sus compañeras.

Al despedirse luego que el grupo se marchó, tras comprar algunas Capas de Camaleón y algunos sillones de seda, Wiz continuaba preguntándose cómo proceder. Si la Reencarnación de Izuku funcionaba, la maldición quedaría deshecha y ella sería libre. ¿Libre para volver a una vida de aventuras? ¿Tal vez para encontrar un romance apropiado?

Mirando debajo de su escritorio, la confundida lich decidió que pensar en el futuro no le haría bien. En vez de eso, se enfocaría en lo que tenía enfrente en este momento. El bastón de Izuku era verdaderamente hermoso, por más primigenio que lucía. Tenía agarre y balance perfectos, y tal vez la resonancia más bella que hubiese visto en un foco para hechizos, pero difícilmente se podría utilizar como arma.

A un lado del bastón estaba el pico de una cocatriz. Sin la mirada de la cocatriz, no tenía potencial de petrificación, pero aún tenía el poderoso efecto de veneno paralizador que se mantenía al borde del pico.

- Tal vez debería mejorarle su bastón… – murmuró Wiz para sí misma, sosteniendo ambos objetos, y entonces una hermosa sonrisa adornó su rostro al imaginarse cómo reaccionaría Izuku ante la mejora. – Sería un buen regalo para darle las gracias, aunque haya sido solo por pensar en ayudarme.

Al no necesitar dormir o comer, la distraída tendera comenzó a trabajar en la mejora mientras tomaba descansos adecuados para tocar las hermosas plumas negras que adornaban el bastón.


Al día siguiente, en lo profundo del bosque…

Las misiones eran la fuente diaria de dinero para los aventureros. Venían en una gran variedad de formas y niveles de dificultad. Desde las aburridas como búsquedas de materiales, hasta las siempre excitantes subyugaciones de monstruos. Sin embargo, todas compartían algo en común.

Siempre era imposible determinar el peligro involucrado.

- ¡CORRAAAAAAANN!

- ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué ahora?! ¡¿Por qué NOSOTROS?!

- ¡¿No de esta forma?!

Un grupo de aventureros se encontraba corriendo por sus vidas. Lo que empezó como una simple exterminación de goblins se había convertido en una metida de pata masiva.

RRROOOOAAAAAARRRRRR!*

Un gigantesco felino saltó hacia ellos desde los arbustos, fallando en arañar a uno de los aventureros apenas por un pelo.

- ¡¿POR QUÉ HAY UN ASESINO DE NOVATOS AQUÍ?!

Dust y su grupo no se imaginaban que un Asesino de Novatos, una bestia felina que se parecía a un tigre dientes de sable negro, estaría acechando tan cerca del pueblo de principiantes. De nuevo, la bestia era conocida por ocultarse lejos de los aventureros fuertes, y atraer a los de bajo nivel con presas débiles. La falta de reportes sería obvia debido a la enormemente baja posibilidad de sobrevivir a un encuentro con uno de ellos.

- ¡Keith! – gritó Taylor mientras trataba con todas sus fuerzas de no quedarse rezagado, debido al peso de su equipamiento. – ¡Dispárale con tu arco!

- ¡Seguro! – replicó Keith sin detenerse, o incluso sin mirar atrás. – ¡DESPUÉS QUE LO DETENGAS POR UN SEGUNDO!

El grupo de Dust no era el más débil, pero tampoco estaba por encima del rango de novicios. Enfrentarse a un Asesino de Novatos era un suicidio en el mejor de los casos.

- ¡GAH!

Lean gritó cuando se torció el tobillo, cayendo al suelo con un rostro que reflejaba el pánico. Todavía no había golpeado la tierra y ya podía sentir el aliento de la bestia respirándole en el cuello. Morir siendo despedazada por este monstruo era una manera horrible de acabar su vida, más con el conocimiento de que su grupo no tendría suficiente dinero para pagar un hechizo apropiado de resurrección.

- ¡LEAN!

Dust también gritó cuando hizo algo impensable. El pervertido se detuvo en seco, saltando para proteger a la chica con su cuerpo. No eran una pareja oficial todavía; simplemente se la pasaban jugueteando con la idea de estar juntos, de salir en una o dos citas antes de comprometerse. Y aun así, algo dentro del rubio lo forzó a actuar como un hombre, aunque fuese por los últimos segundos de su vida.

BAM!*

El fuerte sonido de un golpe fue seguido por los quejidos de un animal. Tomando la oportunidad, Lean y Dust miraron hacia el Asesino de Novatos, y lo vieron rodando hacia el suelo con un dardo de ballesta clavado en una de sus patas.

- ¡Protejan a los aventureros!

La voz que daba la orden tenía un tono de chico lindo, que les hizo reconocer al dueño antes de que apareciera a la vista. Izuku el Archidruida, de alguna manera, había venido a rescatarlos… otra vez. Podría ser vergonzoso, pero le estaban muy agradecidos por ser tan oportuno.

- ¡Estoy en ello! – Darkness saltó de la nada, levantando su escudo de espinas para proteger a la pareja en el suelo, y con la maza de espinas lista en la otra mano.

- ¿Qué diablos fue eso? – preguntó Keith sin poder evitarlo, antes de ver a la que logró dispararle al Asesino de Novatos.

Aela la Cazadora, esclava no voluntaria del Archidruida, estaba sosteniendo un artefacto que el arquero tendría problemas para llamar una ballesta. En las manos delicadas de la chica pelirrosa descansaba un artilugio que parecía más un arma larguísima con un gatillo en un extremo, un arco diminuto de metal en el otro, y un barril pequeño en medio de la caja.

Por supuesto, era más complejo que eso. La cuerda del arco atravesaba la caja por un pequeño agujero, debajo del arco diminuto había una manija secundaria con lo que parecía un segundo gatillo. En un lado de la caja, se podía ver una tercera manija más pequeña. Y encima de la caja, tenía pegada lo que parecía ser una lente.

Se veía demasiado compleja para ser una ballesta, pero parecía funcionar como una.

- ¡Recargando! – gritó Aela. Eso era lo normal, y se esperaba que la chica buscara cobertura mientras se esforzaba en volver a estirar la cuerda y reemplazar el dardo.

La Cazadora comenzó soltando la manija secundaria causando que los brazos del arco se movieran hacia atrás y liberando toda la tensión de la cuerda. Y entonces, sin ningún esfuerzo aparente, jaló hacia atrás la tercera manija, lo que movió la cuerda de vuelta a su posición, indicado por un sonido de click bastante discreto. Después de terminar con la acción, hizo rotar el barril de abajo, lo que hizo más ruidos de click, revelando que otro dardo estaba ahora en posición de disparo gracias a que su punta ahora era visible en el extremo del arco. Luego volvió a aplicar presión en la manija secundaria, lo cual forzó a los brazos del arco a moverse y tensarse de nuevo. Finalmente, movió el artefacto para poder ver a través de la lente.

- ¡Lista! – gritó Aela luego de menos de diez segundos.

- RROOOOOAAA-

*¡BAM!*

Mientras la bestia comenzaba a rugir desafiantemente, la Cazadora disparó, acertando un tiro directo dentro de sus fauces y perforándole el cerebro. El grupo de aventureros miró con incredulidad. ¡Una de las porristas de Kyouya acababa de matar ella sola al Asesino de Novatos, y con solo dos disparos!

- ¿Se encuentran bien? – le preguntó Izuku al grupo, cuya preocupación calmó los corazones y los nervios de los pobres y golpeados aventureros. – ¿Alguien está herido?

El impacto de ver a alguien tan inútil actuar como un héroe verdadero pronto fue reemplazado por aceptación. Era el grupo de Izuku después de todo.

- Creo que me torcí el tobillo… – replicó Lean, aparentemente ignorando que Dust todavía la estaba abrazando.

Si lo hacía por preocupación, o por miedo, era difícil de saber.

- Déjame ayudarte. – dijo Izuku colocando las manos sobre el miembro lesionado, antes de invocar. – Curar Heridas.

Una luz esmeralda brilló sobre el hechizo, y casi al instante el dolor se había ido.

Curar Heridas era un hechizo curativo básico. Común entre todos los sacerdotes, y no poco común entre los Druidas y otros hechiceros divinos. La sorpresa que todos los que veían sintieron, por ende, vino del hecho de que vino con mayor potencia de la que usaban los sacerdotes, y la luz era más intensa de lo que se veía en los diferentes templos. El hecho de que tampoco fuese blanco también era notable.

- Uh… – Lean estaba dudando en hablar, la hazaña parecía irrelevante, pero era otra rareza más para coronar al joven Archidruida. – Gracias.

Lean habría confesado que encontraba a Izuku muy intimidante. Tanto poder, tantas habilidades únicas, tan capaz… que ni siquiera podía empezar a imaginarse los obstáculos que pasaban las chicas que lo seguían. ¿Qué clase de actos de devoción necesitaban hacer para ganarse su atención?

Dust nunca se había sentido tan agradecido en su vida por los pequeños malentendidos. Al ver al peliverde borracho una vez le bastó para entender que seguía siendo humano, y por tanto, podía relacionarse con él.

- Me alegra escucharlo. – concluyó Izuku, girándose para dirigirse a sus compañeras. – Y bien, ¿qué tal estuvo?

Su misión era sobre recolectar hierbas curativas. Era sencillo, fácil y rápido. Encontrar que la ballesta personalizada ya estaba lista solo añadió a la intención de encontrar objetivos en movimiento para una prueba de campo. Izuku no tenía idea de saber lo importante que era este particular objetivo, o la fama que la Cazadora de pelo rosa terminaría ganándose por su hazaña.

- Es… – Aela arrastró la voz mientras observaba cada parte de su nueva arma experimental – … pesada. Pero me las puedo arreglar.

Bianca. Ese era el nombre que el señor Talenof le dio a su creación. Un mecanismo complejo que usaba resortes pesados y engranajes llenaba la cajetilla de la ballesta, el mitrilo derretido con las llamas del infierno hacía una poderosa aleación para casi todas las piezas, mientras que la corteza de hierro daba una cubierta no muy pesada. El arma no era fácil de operar, ya que requería alta coordinación para recargar el siguiente disparo, pero requería menos fuerza a comparación de otras ballestas.

Cuando Talenof pidió un nuevo nombre para este tipo de arma, Izuku dejó salir el nombre… Lanzadardos.

- ¿Qué es esa cosa? – preguntó Keith aproximándose a la Cazadora, que inmediatamente abrazó su lanzadardos echando un paso atrás. – ¡¿Y dónde puedo conseguir una igual?!


De vuelta en el salón del gremio…

Izuku ya se estaba acostumbrando a las miradas intensas de todos cada vez que ingresaba al gremio. Si no era después de salvar a alguien, era simplemente por estar rodeado de un montón de chicas bonitas que lo adoraban. Dichas chicas, por supuesto, eran talentosas y fuertes, y no simples accesorios para presumir.

Hoy, sin embargo, las miradas intensas no iban dirigidas a él.

- ¿Quieres dejar de proteger tu arma como si fuera un bebé? – le preguntó Megumin a la nerviosa Cazadora. – Es algo perturbador.

Aela solo apretó con más fuerza a Bianca.

Aparentemente, el grupo de Dust había empezado a regar la noticia del lanzadardos, y lo poderoso que había sido contra el Asesino de Novatos. Había algunos ojos llenos de envidia, animosidad y avaricia dirigidos hacia la Cazadora en ese momento. Y ella era muy consciente de ellos.

Aunque no notó que también había miradas de miedo.

- Puedo entenderla. – Darkness se unió a la conversación mientras caminaban hacia la mesa. – Cada día recibo ofertas por las armas que Izuku hizo para mí, pero nunca las voy a entregar.

Había una sana cantidad de miedo proveniente de las miradas. La hazaña de matar a un Asesino de Novatos en dos disparos era equivalente a decir que podría matar a dos docenas de aventureros, igual que lo peligrosa que se veía Darkness por haber podido aguantar como lo hizo en contra de Beldia.

La avaricia y envidia estaban allí, pero también lo estaba el instinto de supervivencia que les decía que intentar cualquier cosa terminaría con muerte instantánea para ellos.

- Creo que Megumin está celosa. – La declaración de Yunyun le arrancó un grito ahogado a la pequeña Demonio Carmesí. – Ella no tiene un objeto personalizado, y las demás sí.

La idea de molestar a Megumin le trajo escalofríos a cualquiera que estuviera al tanto de la existencia del Big Bang. Viendo que la pequeña archimaga temblaba de rabia solo la hacía aún más aterradora.

- ¿Eso es cierto? – preguntó Izuku con una sonrisa cálida, ganándose un lindo puchero de su novia. – ¿Debería hacerte algo especial? ¿Quizás un nuevo bastón?

La pregunta rápidamente hizo reaccionar a la chica explosiva.

- ¿Lo dices en serio? – preguntó Megumin con estrellitas en los ojos, y su novio le asintió sin dudarlo. – Puede… ¿puede ser de esa corteza de hierro que cultivas? Y… ¿un mechón de tu cabello también?

Sin que Izuku lo supiera, lo que Megumin estaba pidiéndole era una tradición entre amantes. Según las creencias, intercambiar mechones de cabello les ayudaría a protegerse entre sí de malas intenciones. Y para los hechiceros, esto significaba un foco mucho más potente.

- Bueno… – Izuku arrastró la voz por un momento de manera juguetona. – Solo si me das un mechón del tuyo…

Megumin asintió mientras se sentaban en su mesa, y rápidamente se le echó encima para abrazarlo.

- Un mechón de cabello del amo… – murmuró Chika, imaginándose una muñequera o anillo, o incluso un colgante con un tesoro como ése.

- Yo querer… solo amo… – Liza era mucho más simple en su pensamiento.

* ¡THUD!*

Y entonces, finalmente colocó la otra cosa en la mesa. La cosa que tenía a casi todos los demás aventureros ahogándose de miedo y asombro. Era el cadáver del Asesino de Novatos.

Para ser honesto, Liza habría preferido despedazarlo para que fuera más fácil de transportar. Pero Izuku había pedido llevarlo intacto, ya que tenía una idea para los materiales.

- ¡Veré lo que puedo hacer para complacerlas a todas! – replicó Izuku con una risita amable, fallando en notar por completo las miradas de aquellos que malinterpretaban sus palabras. – Pero por ahora, necesitamos hacer una revisión de la deuda de Aela.

En su asiento, dicha Cazadora tembló.

Situaciones como la suya requerían revisiones regulares para asegurarse que la deuda estaba siendo pagada apropiadamente. También garantizaba que el que debía pagar no intentaba robarse algo o escaquearse de pagar. Para Aela, este era un movimiento obvio, algo que sin duda tenía que llevar a cabo, aunque su tiempo en este grupo había sido bastante corto.

Le habían dado una habitación en la posada, aunque fuera pequeña. Le habían dado tres comidas al día, ropa nueva, y ahora, un artefacto que prácticamente equivalía a un arma legendaria que ahora le pertenecía. Si la deuda se incrementaba a otros veinte millones, todavía podría haber dicho que era un trato justo.

Mientras la Cazadora había hecho una lista mental de los beneficios que había disfrutado, y fallado en suprimir la necesidad de compararlo con su tiempo con Kyouya, Luna había llegado hasta su mesa, con algunos papeles en mano.

- Aquí está el balance. – declaró Luna colocando los susodichos documentos en la mesa. – Por favor revisa que no haya errores o discrepancias.

Luna tenía una sonrisa muy conocida adornándole la cara. Todo había resultado tal como Izuku quería sin duda.

Tomándose el tiempo para leer las tres páginas que le correspondían, la Cazadora no pudo retener el grito ahogado que se le escapó de la boca. Era imposible, ¡no había manera de que los números estuvieran correctos!

- Esto es… – Aela tuvo que leerlo de nuevo, incapaz de creer lo que veía. – De… verdad…

Las lágrimas ahora estaban rodando por sus mejillas. Lo que estaba en sus papeles no podía de ninguna manera estar correcto. No había una sola persona en el mundo que tuviera el corazón para hacer algo así…

- Así es. – dijo Izuku con una sonrisa triunfante. – ¡Felicidades por ganarte tu libertad!

Las palabras del joven Archidruida fueron seguidas por unos ligeros aplausos. Era una gran ocasión, pero para el resto de los miembros del grupo de Izuku, parecía ser lo que Izuku más quería que sucediera.

- ¿Cómo? – preguntó Aela débilmente, preguntándose si estaba a punto de despertar en una cruel realidad. – ¿Por qué?

Las lágrimas comenzaban a aumentar de número, por lo que Izuku procedió a explicarlo mejor:

- Bueno, ya eras parte de nuestro grupo cuando Beldia atacó, así que técnicamente ya eras parte del grupo que derrotó a Beldia. Entonces, parte de esa recompensa también es tuya.

Las palabras de Izuku no tenían sentido; después de todo, era sentido común excluir a los miembros más débiles de las recompensas, ¿verdad?

- Era una porción pequeña por tu participación pequeña. – aclaró Darkness. – Actuar como carnada no basta para una repartición equitativa.

Las palabras de la chica noble eran un pobre intento de disminuir el impacto. La Cazadora no se merecía nada de ese dinero. De hecho, ella fue la razón por la cual Izuku se vio forzado a pelear contra él en ese momento.

- También nos has estado ayudando con todas las misiones que hemos estado tomando. – continuó Izuku, haciendo que tuviera aún menos sentido, ya que su participación había sido esencialmente práctica de tiro mientras salían de aventura. – ¡Cada ayuda es importante!

Aela empezó a llorar.

Ella no se merecía esto. Izuku, el hombre al que detestaba al inicio, le mostraba amabilidad en una medida que era impensable.

En vez de aprovecharse de ella como lo haría cualquier otro, Izuku la había ayudado en cada aspecto que podía. La ayudó a pulir sus habilidades, permitiéndole entender que todo lo que podía hacer era útil. Le ayudó a recuperar su dignidad, dándole ropas modestas para verse más respetable ante los ojos del gremio y los demás aventureros. La volvió fuerte, pues lo que hizo hoy no habría sido sino un sueño inalcanzable para su antiguo ser. Y ahora…

- ¿Cómo es que todo eso basta para pagar mi deuda? – preguntó Aela, con su mente todavía teniendo dificultades para creer que el que realmente peleaba por su libertad era el chico que pensó que se la había arrebatado en primer lugar. – Aquí dice que todo este dinero es para mí.

No la estaban echando. Eso podía entenderlo. ¿Pero que le dieran dinero cuando no hacía mucho parecía tener una deuda interminable? ¿No era demasiada amabilidad solo para una miembro del equipo? ¿Estaba acaso tratando de ganarse su corazón?

- Te lo ganaste. – replicó Izuku, y el resto del grupo asintió estando de acuerdo. – También necesitas aprender cómo gastar tu dinero.

Aela siempre había sido propensa a dejar que otras personas manejaran las cosas importantes. Cuando estaba con Kyouya, él se encargaba de pelear y de los asuntos relacionados con el gremio. Izuku también se ocupaba de lo segundo.

- De hecho, ¿por qué no hablas con Luna sobre la presa que mataste? – añadió Izuku, haciendo que la Cazadora lo mirara asustada. – Necesitas a aprender a negociar por las partes, o decidir si quieres quedártelas para comisionar un objeto para ti.

- ¡Podrías quedarte con la piel de ese monstruo y comisionar una capa con ella! – interrumpió de repente Yunyun, cuyos años de soledad habían atrofiado su sentido de socializar y de saber si era oportuno hablar. – ¡Se vería adorable si conviertes la cabeza en una capucha!

Aunque Megumin se dio una palmada en la cara, ya fuese por lo inoportuno de la interrupción o su extraño sentido de la moda, Izuku se limitó a darle unas palmaditas en la cabeza. Quizás no fuera una semihumana, pero aun así ronroneó… para molestia de Megumin.

- Ven conmigo, Aela. – llamó Luna extendiendo la mano hacia la abrumada Cazadora. – Hablemos de negocios en el mostrador.

En cuanto las dos se encontraron fuera del radio de escucha, Izuku adoptó una cara seria. Era hora de discutir algo importante.

- Ahora que eso ya está hecho, tenemos que prepararnos. – proclamó Izuku, recibiendo asentimientos firmes de sus compañeras. – Podremos recoger la carreta en tres días. La comida y el agua no serán problema, pero…

Girándose hacia la Paladín masoquista, encontraron que la rubia estaba sonriendo.

- No te preocupes. – replicó Darkness sin titubear. – Estoy segura que mi padre no tendrá objeciones con el viaje.

Aunque Izuku, Megumin y Yunyun se podían mover libremente por el mundo, Darkness tenía fuertes lazos con la ciudad. Viajar entre ciudades no era un problema realmente, pero el viaje que Izuku quería hacer requería un cierto nivel de dedicación que alguien de herencia noble no podría dar. No solo estaba comprometiéndose a no regresar con su familia en un futuro cercano, sino que había la posibilidad de no regresar en absoluto.

- ¡Chika seguirá al amo por siempre! – dijo la harpía en voz baja, una con la cual Izuku se sentía cómodo.

- Yo… seguir… – Liza expresó su lealtad y determinación, para alegría de Izuku.

- ¡Derrotaremos al Rey Demonio, juntos! – Megumin hizo una pose heroica, haciendo sonreír a Izuku por recordarle la primera vez que se conocieron.

- ¡Sí, juntos! – Yunyun posó junto a su colega más pequeña. – ¡Porque somos un equipo!

- ¿No tienes que pedirle permiso a tu padre primero? – Megumin inmediatamente se salió del personaje, dándole piquetes en el costado a la otra chica, que ahora se sonrojaba. – ¿Acaso le pediste permiso para estar aquí en primer lugar?

- ¡Megumin! – Yunyun ahora trataba de protegerse sus costados de los dedos de Megumin. – ¡Así no es como funciona! ¡No le des ideas equivocadas a Izuku!

Izuku no pudo evitar dejar escapar una risita. Adoraba a estas chicas, sus compañeras de equipo. No podía sino reforzar la promesa que se hizo, de nunca permitir que la gente que era preciada para él saliera lastimada. El camino para volver a casa finalmente estaba por comenzar, y necesitaba asegurarse de estar preparado no solo para asegurar la victoria, sino un retorno seguro con la gente que quería.

Esta historia continuará...


Omake – Reunión de emergencia.

Adentro del gremio de aventureros, en uno de los cuartos privados, se había reunido un grupo de personas, tratando desesperadamente de encontrar una solución para su actual crisis…

- Y esta es la situación. – reportó Luna a la bola de cristal situada encima de la mesa, mientras aquellos a su alrededor demostraban caras de absoluto desconcierto. – Los enanos no pudieron demorarse más, y me temo que las iglesias hicieron un tremendo trabajo en alienarlo.

Él. Izuku Midoriya, el Archidruida que había completado más misiones en su corto tiempo de aventurero que muchos veteranos en toda una vida de duro trabajo. El mismo aventurero que había derrotado a un general del ejército del Rey Demonio, trayendo gran fama a la ciudad, y a esta rama del gremio. El mismo chico lindo que había sido reconocido por el rey, y que básicamente había sufrido insultos por parte de las iglesias de Eris y Aqua. ¡Y eso sin contar el intento de asesinato que hizo la Universidad de Lyndon en contra de su compañera!

Entiendo… – La voz venerable que salió de la bola de cristal pertenecía al Gran Maestro del gremio. Un hombre anciano que era diligente y trabajador, si bien algo pervertido. – Perderlo en la guerra, o peor, perderlo ante otra ciudad o reino, sería catastrófico. ¿Acaso tiene alguna debilidad? ¿Alcohol? ¿Mujeres? ¿Hombres?

Hubo gruñidos de molestia por las costumbres del gran maestro, pero aun así tenía algo de razón. Algunos aventureros prometedores habían quedado atados a la ciudad debido a sus… proclividades, pero Izuku era un caso especial.

- Eso es poco probable que funcione. – dijo Maria, otra de las recepcionistas, una hermosa elfa. – Ya tiene un harem bastante considerable siguiéndolo. Dos Demonios Carmesís, dos semihumanas, y dos nobles.

Miradas temerosas cayeron en la elfa recepcionista, que suspiró exasperada.

- Lady Lalatina Darkness Dustiness Ford, y Fio Aela Bella Flora. – elaboró Maria. – La hija del Duque, y la hija de un noble menor. Literalmente no hay nada que podamos echarle para hacerlo quedarse… al menos en ese sentido.

En su asiento, uno de los ayudantes masculinos, el contador, para ser preciso, comenzó a tomar notas. El Archidruida parecía tener todo en su harem a primera instancia, pero una inspección más cercana reveló que aún le faltaban piezas en su colección. Entre las Demonios Carmesís tenía una loli y una de tipo hermana menor. Con las esclavas, tenía una musculosa y una mascota. Las nobles le proveían de una hermana mayor y una tsundere. ¡Todavía le faltaban una kuudere, una pervertida lasciva, y una hija!

- ¡Claro! – gritó Luna de repente, forzando a la mente del hombre a volver al presente. – ¡Había solicitado una tierra para una propiedad!

Los murmullos rápidamente se intensificaron. Obtener tierra para propiedades estaba reservado para la nobleza, a la cual el joven Druida no pertenecía. De nuevo, al ser reconocido por el rey, se podría argumentar que el chico básicamente había sido nombrado caballero.

Era estirarse un poco, por supuesto. Los nobles se quejarían, eso era inevitable. Pero podían convencer al señor que gobernaba en estas tierras de otorgarle alguna parcela de terreno, aunque fuese mala, ¡podrían convencer a Izuku de llamar a este pueblo su hogar!

¡Excelente! – El Gran Maestro se unió a la discusión. – Comiencen a mandarle cartas al señor de estas tierras. Yo trataré de contactar con Su Majestad para asegurar la cooperación. ¡Solo nos quedan un par de días para convencer a Izuku de convertirse en un residente permanente!

En su asiento, el contador no pudo evitar ver los claros hoyos en este plan tan desesperado. Solo se le ocurrían dos lugares que el señor local estaría dispuesto a vender, ambos muy pequeños para que un druida pudiese crear una pradera confortable, y el señor no aceptaría nada menos que un rescate de un rey por ellos. Incluso entonces, dejaría claro que estaría en posición de reclamarlas de vuelta si le daba un capricho.

Su idea era más prometedora. Tenía que contactar a Dust para que fuera al "Café Crema" y solicitara un servicio "especial" para el joven druida. Eso podría confirmar el tipo de carnada que necesitaban para atrapar a Izuku Midoriya permanentemente.

- Si todo lo demás falla – habló Maria de nuevo, ganándose algo de atención por su tono sombrío – voto porque Luna se case con él.

La idea hizo que Luna se sonrojara y se la pasara tartamudeando por horas. Luego, el rubor se intensificó cuando le preguntaron por qué no le dio una réplica a Maria sobre que fuera ella la que se casara con el muchacho. La falta de argumento solo le dio más ideas al pervertido contador.

Chapter 16: Pureza

Chapter Text

Sobre los tejados de la ciudad de Axel, muy cerca del gremio de aventureros, estaba volando una figura pequeña y femenina. De baja estatura, de atributos femeninos muy pequeños, con una cara que gritaba inocencia, y a pesar de todo exudaba un aura remarcablemente lasciva. La mayoría de hombres, especialmente los adolescentes con las hormonas locas, sin duda se le aproximarían con intenciones impuras si la vieran.

- ¡Mi primera misión! – murmuró la chica con excitación, con estrellas chispeando en sus ojos ante el prospecto de tener éxito. – ¡Por fin me convertiré en una verdadera súcubo!

Si alguien intentaba asaltarla sexualmente, sería su perdición. Porque era una súcubo.

Las súcubos eran demonios terribles no porque fueran fuertes, o tuvieran dotes mágicos, sino porque sabían cómo meterse en los corazones de los hombres. Capaces de convertir a amigos y hermanos en enemigos mortales con un guiño y un besito volador, capaces de convertir al sacerdote más devoto en una bestia lujuriosa con una sola caricia, estaban entre las especies más peligrosas conocidas por el hombre.

- Aquí está, es la posada marcada en la petición. – murmuró la pequeña súcubo para sí misma mientras alternaba entre la nota de su mano y el edificio frente a ella. – Ahora, ¡es tiempo de encontrar al pequeño Archidruida!

Todas las iglesias habían decretado que había que matar a cualquier súcubo que fuese vista, y si se sospechaba de la ubicación de alguna sociedad de ellas, todo el pueblo tenía que ser arrasado sin piedad para purificar a la tierra de su influencia.

Pero en Axel, ese decreto era ignorado a propósito.

- ¡Ahí está! – La pequeña chica no pudo contener su sorpresa al ver que su objetivo no estaba solo. – ¡Oh cielos! Ya tiene un grupo muy grande de seguidoras. ¡Y duerme con todas al mismo tiempo!

El Café Crema era un establecimiento oculto del camino principal, pero era bien conocido entre aventureros y trabajadores normales. Era único porque era totalmente operado por súcubos. Y ofrecía un servicio único: a cambio de algo de fuerza vital excesiva del cliente, ellas proveían unos sueños excesivamente placenteros, y vívidos a más no poder.

Las súcubos se alimentaban de la esencia vital, que podían tomar en su totalidad a la vez, resultando en la muerte del objetivo, o solo en pequeñas cantidades, asegurándose de poder… exprimir… al objetivo por un largo tiempo. Esto sólo se podía lograr si una súcubo solitaria iba tras media docena de hombres.

Axel, sin embargo, era una ciudad bien conocida por estar llena de pervertidos, de aventureros exhaustos que necesitaban urgentemente alivios sexuales. La líder de la sociedad de súcubos había encontrado que en un lugar con tan alta demanda de alivio, regular a su sociedad tomando solo el exceso podía llevar a un arreglo bastante beneficioso. Solo habría que imaginar su sorpresa cuando el hombre que las descubrió no demandó su vida, sino un sueño que cumpliera sus fantasías.

- ¡Ahora, a tomar notas! – La pequeña intrusa rápidamente sacó un trozo de pergamino y una pluma. – Está abrazando con mucha ferocidad a la maga loli… la chica pájaro los cubre a ambos con su ala extendida… la chica lagarto le sirve como almohada al lindo Druida. Debe tener un vientre muy suavecito…

Cuando la súcubo matriarca probó ser capaz de darle al primer aventurero el sueño erótico que pidió, se encontró con una lluvia de peticiones. Cuando las noticias de sus capaces manos llegaron ante el maestro del gremio de aquel tiempo, se le permitió pedir una recompensa a cambio de permitirle probar con todas las recepcionistas que le gustaban… en sus sueños, por supuesto.

Esa recompensa se convirtió en el edificio actual que ella y sus hermanas estaban usando ahora, que finalmente era reconocida como un establecimiento legal.

Desafortunadamente, el que no fuera secreto significaba que a veces se encontraban con trabajos muy extraños en sus manos. Uno de dichos trabajos era encontrar las proclividades de un individuo. Su existencia ya era ilegal a los ojos de las iglesias, y la petición no involucraba causarle ningún daño al objetivo, el Café Crema no encontró razones para rehusarse.

- De acuerdo, señor Archidruida lindo, voy a entrar en tus sueños por un momento. – Con un poco de concentración, la pequeña súcubo comenzó a usar su mente para tomar la esencia del único hombre en la habitación. – Te prometo no tocar nada, solo quiero ver un poco.

Destellos de imágenes comenzaron a tomar forma.

Torres gigantescas hechas de acero y cristal…

Una academia del tamaño de una ciudad enorme…

Izuku Midoriya era aclamado como un héroe, alguien cuya simple presencia llenaba los corazones de todas las personas buenas de paz.

- Esperen… ¿eso es todo? – La súcubo estaba totalmente confundida.

Los sueños de ser aclamado como un héroe eran casi siempre seguidos por la necesidad de tener múltiples parejas, y luego siempre por el hombre rodeado por ridículas cantidades de riquezas.

- ¿Qué hace este chico viviendo en un hogar tan pequeño? – Ver a un héroe que trabajaba tan duro conformándose con un estilo de vida tan patético era algo inaudito. Al menos, la mayor parte de los objetos parecían de alta calidad, ¡pero aun así!

Llegando a casa tras un día de trabajo…

Siendo abrazado por su linda esposa y familia…

- ¡Esperen! Hay tres chicas en la imagen… – Ahora la súcubo se estaba desesperando, su objetivo había declarado UNA esposa, pero la imagen mostraba a TRES chicas que lo amaban. – ¡¿CUÁL ES?! ¡¿O ACASO SON LAS TRES?!

Desesperada por algo de información, la pequeña súcubo decidió presionar un poco más, obligando al chico a elegir a una, o saltar a la cama con las tres y ver cuál de todas le gustaba más.

El intento, hecho con verdadera fineza, produjo un pequeño cejo fruncido en la cara del joven Archidruida, casi imperceptible para cualquiera… casi.

Un par de ojos rojos se abrieron de golpe, saltando de inmediato hacia la ventana. El violento instinto asesino que emanaba la chica cocodrilo albina estaba ardiendo. Incluso cuando no vio a ningún sospechoso de su ira.

A dos edificios de distancia, una pequeña súcubo estaba temblando de horror. La matriarca las había entrenado a todas y cada una de ellas para percibir el peligro y huir tan rápido como pudieran llevarlas sus alas. Había saltado fuera del marco de la ventana en una fracción de segundo antes de salir disparada hacia las sombras para escapar de… eso.

Todavía estaba calmando su corazón con respiraciones agitadas. Lo que sintió en ese momento, fue como si hubiese tocado el tesoro más preciado de un Rey Dragón. No había dudas en su mente que si se hubiera tardado una fracción de segundo más… si esa… cosa… la hubiese visto, habría sido despedazada de la manera más brutal y salvaje posible.

- ¿Cómo voy a reportar esto? – murmuró la súcubo para sí misma desesperada, sabiendo que la iban a regañar si la información no era suficiente, y aun así, no había forma de que volviera a intentar eso por segunda vez.

No con ese dragón que se hacía pasar por una chica lagarto.


La mañana siguiente…

Despertar con el primer rayo del amanecer ahora era la norma. Izuku sentía que el sol lo impulsaba a levantarse más temprano que ningún reloj de arena de su viejo mundo. Sin embargo, hoy había algo diferente.

- Qué sueño tan raro… – murmuró para sí mismo, sacudiéndose cualquier pensamiento remanente del asunto.

Anoche tuvo su usual sueño de fantasía sobre ser un héroe, salvar el día y volver a casa por unos bien merecidos abrazos. La última parte fue una nueva adición desde que llegó a este mundo. Pero al final del sueño, sintió que había algo raro, como si una voz externa le estuviera preguntando cuál de sus chicas estaba destinada a ser su esposa. Antes de poder responderle, su sueño tomó un giro que no le hizo sentirse nada cómodo; sus chicas estaban desnudas, y lo invitaban a…

- ¿Qué sueño? – preguntó Megumin, empezando a salir de la cama y asustando un poco a su novio.

- Sobre que volvía a mi mundo. – replicó Izuku amablemente, omitiendo la última parte.

No tuvo oportunidad de elaborar, sin embargo.

- Yo estaba en ese sueño, ¡¿VERDAD?! – Megumin parecía a punto de soltar un berrinche.

Izuku no pudo evitar reírse al verla. Aunque no sabía si podría llevársela a su mundo cuando volviera, sí sabía que quería presentársela a su madre. Igual que a las otras. ¿Quizás había algo de verdad en la parte más extraña del sueño? Tal vez estaba siendo demasiado relajado moralmente, después de todo.

- Dije que fue un sueño, no una pesadilla. – replicó Izuku, dándole una palmadita en la cabeza a su novia. – Claro que estabas allí… todas lo estaban.

Las palabras de Izuku salieron tal vez demasiado cariñosas, pues Megumin rápidamente desvió la mirada para ocultar su sonrojo. Desde donde estaba, Liza comenzó a estirarse, pues su cuerpo de sangre fría ya había sido precalentado gracias al calor de su querido amo.

- Y bien… – Megumin logró controlarse en segundos, y ya estaba buscando su ropa para cambiarse. – ¿Qué tenía de raro?

Izuku se congeló. No sabía qué iba a responderle.

Había visto desnudas a Chika y Liza, así que recordarlas sería… excusable. Sin embargo, Megumin era una cosa totalmente diferente. No solo no la había visto desnuda, sino que era una humana educada, y sin duda se alteraría ante la mención de algo así.

- B-bueno… yo… tú… – El tartamudeo de Izuku no pasó desapercibido, mucho menos lo hizo su cara sonrojada.

- Uuuugggghhhh… – El gruñido de Chika inmediatamente disipó la tensión.

- ¡¿Chika?! – preguntaron Izuku y Megumin, ambos alarmados.

Las harpías eran bien conocidas por ser muy obsesionadas con estar limpias; siempre se acicalaban las plumas, se bañaban cuando fuera posible, y en general se rehusaban a ensuciarse. Megumin se había sorprendido cuando Izuku le explicó que este comportamiento no era por vanidad, sino por higiene. Era la única manera de una harpía para crecer sana, o tan sana como se le permitiera.

- El estómago de Chika está hinchado… – informó la harpía, señalando su vientre, que estaba un poco más grande de lo usual – … con un huevo…

La mente de Izuku hizo cortocircuito.

Él no la había tocado. Bueno, no en el sentido de tener… sexo… ¿verdad? La había visto desnuda, y le tocó su pequeño y adorable pecho. Y había dormido con ella… todas las noches…

No le había hecho nada mientras dormía, ¿verdad?

De pronto, la memoria de su sueño volvió con más fuerza. ¿Y si abusó de ella mientras estaba dormido? Con su mentalidad de esclava ella no se quejaría, por supuesto, ¡pero eso solo lo hacía peor! ¿Las otras estarían en peligro? ¡¿Ya las habría atacado?!

- Yo… – Izuku trató de decir algo, cualquier cosa. Si ya había hecho algo, entonces lo menos que podía hacer era asumir la responsabilidad.

Megumin rápidamente movió su pequeña mano para cubrir la boca temblorosa de su novio.

- No lo hagas… – dijo Megumin con voz baja que sonaba como un siseo. – No te atrevas a decir una palabra, no hasta que yo vea ese huevo…

- Nnnnnngggghhhh… – El gruñido de Chika's detuvo cualquier discusión, ya que necesitaba atención, no gritos enojados en ese momento.


Salón del gremio, dos horas después…

En una esquina, cierta ladrona de pelos plateados trataba de ahogar sus penas en alcohol, debido a los pensamientos que no dejaban de perseguirla. No hacía mucho, todo aquello que consideraba preciado y sagrado había sido puesto en duda, y la santidad de su fe había sido llamada una fuente del mal.

- Esto no es justo… – murmuró Chris la Ladrona, mientras se bajaba una taza de ale.

Las acciones de ese lindo y joven Archidruida estaban poniendo al mundo entero patas arriba, ¿pero realmente tenía que hacer tanto escándalo en la fe de la gente? ¿Sobre el nombre de la benévola y amada diosa Eris? ¿Ella?

- El Arcipreste tiene que arrepentirse, arreglarlo todo antes que sea muy tarde… – continuó Chris, traicionando ligeramente su verdadera identidad, hablando como lo haría la propia Eris.

Podía entenderlo, podía ver por qué el Archidruida lanzó un ataque contra su fe. Sus seguidores fueron los que lo agredieron a él primero, así que tenía todo el derecho de responderles de igual forma. Pero su represalia iba a ser mucho más devastadora si no se templaba con benevolencia.

Desde un punto de vista religioso, los Druidas era excesivamente peligrosos. Capaces de llevar a cabo milagros sin pedir más que el mínimo necesario, dispuestos a prestar su ayuda cuando surgiera la necesidad, y conocidos por respetar las leyes y creencias de otros, fácilmente podrían atraer a la gente a unirse a sus comunidades… si las tuvieran.

- ¿Por qué no está influenciado por su clase? – volvió a cuestionar Chris al aire, incapaz de emborracharse debido a la insana cantidad de estrés que estaba atravesando.

Los Druidas eran solitarios. Ya era muy raro verlos en tierras civilizadas, nunca tomaban compañeros fuera de una pareja o algunas mascotas, y la gente común rara vez tenía oportunidad de interactuar con alguno, mucho menos tomarse el tiempo de conocerlos y a sus costumbres. Los nobles, demasiado centrados en su propio confort, jamás se dignarían a tener una conversación con uno.

Izuku Midoriya era todo lo opuesto, y eso lo hacía todavía más peligroso. Amable, desinteresado, carismático, poderoso; estos rasgos ya hacían que la gente mirara en su dirección y que le hiciera preguntas, sobre sí mismo, su credo y sus ideales. Para empeorarlo, siempre se veía en compañía de varias personas.

Los rumores ya estaban circulando. ¿Quizás por relacionarse con semihumanos al ser un Druida los volvía más fuertes y confiables? ¿Acaso los Druidas podrían fortalecer a los miembros de su equipo solo por estar allí? ¿La clase Druida les permitía vivir fuera de la tierra con facilidad? ¿Sería posible para un Druida ponerle fin a una sequía sin una enorme donación? ¿Tal vez los campos de cosechas crecerían mejor si un druida los bendecía en lugar de las diosas?

- Ellos no entienden… – se quejó Chris, sintiendo que le dolía el corazón. – La gente reencarnada tiene poderes que les permiten hacer trampa…

Como la diosa Eris, estaba al tanto de la situación de Izuku. Sabía que provenía de Japón, o al menos una de las múltiples versiones que había de dicho país. Ella no tenía idea de qué era lo que habría pedido, pero al ver a Aqua en el mundo mortal sólo podía significar problemas. En el mejor escenario, ella era el regalo, por lo que ahora los dioses no estaban a salvo de las reglas de transferencia de almas. En el peor escenario… el Altísimo finalmente se había hartado, y la forzó a acompañar con Izuku para ponerle fin a la extendida revuelta del Rey Demonio. Ambas posibilidades la aterrorizaban a más no poder.

Afortunadamente, éste parecía un buen héroe. Mucho mejor que todos los anteriores combinados, y ya era más fuerte que los demás provenientes de otros mundos que seguían viajando.

- ¡Está bien! ¡Ya entendí! – La voz algo fuerte de Izuku resonó en el salón, mientras él y su grupo entraban. – Esto es culpa mía por olvidarme de algo tan importante.

Echando un vistazo al joven Archidruida, pudo ver que estaba algo avergonzado. Sus compañeras todas mostraban distintos niveles de estar divertidas.

- En serio, ¿cómo se te pudo olvidar? – le preguntó Megumin con una enorme sonrisa. – Ella es importante para ti, y para mí, ¡y aun así eso se te olvidó!

"Eso" era la fuente de todo el estrés de esta mañana. Chika había puesto un huevo, y en ese momento debido al pánico, Izuku había comenzado a balbucear estupideces sobre asumir la responsabilidad. Para cuando fue capaz de escuchar a su alrededor, Darkness, Yunyun y Aela ya estaban en el cuarto, y tuvieron muchos problemas para poder aguantarse las risas.

- Para ser justos, a mí también se me olvidó. – dijo Yunyun, todavía teniendo problemas para ocultar su propia sonrisa. – Usualmente no trato con harpías.

Lo que Izuku había olvidado era que las harpías, igual que la mayoría de especies avianas, ponían huevos incluso cuando no estaban fertilizadas. Era información disponible en la enciclopedia del gremio, información que había leído varias veces para entender bien a Chika y cuidarla apropiadamente. Dicha información incluía el conocimiento común de que los huevos de harpía variaban de tamaño dependiendo si estaban fertilizados o no. El huevo de Chika, si bien era el doble de grande que uno de gallina, seguía siendo demasiado pequeño para tener un bebé.

- Eso yo no lo sabía… – Aela se unió también a la discusión, incapaz de decidir si debería sentirse avergonzada o furiosa. ¡La harpía estaba obteniendo más atención que ella!

Izuku gruñó con exasperación. Estaba muy avergonzado y se regañaba a sí mismo por lo que pasó antes. Culpaba a ese extraño sueño, ya que un malentendido como ese no habría sucedido si no hubiera estado tan confundido respecto a sus sentimientos. No era que no encontrase sexy a Chika, o a Megumin deseable, o a Liza…

- Entonces, ¿qué planeas hacer con ese huevo? – preguntó Darkness, mientras ella y los demás se sentaban en su mesa usual. Le parecía lindo ver avergonzado al chico, pero el huevo no podía permanecer ignorado. – Los huevos de harpía sacan buen precio como ingrediente alquímico, y el gremio podría comprártelo por su valor como carnada para monstruos. La iglesia no sirve porque solo compran huevos fertilizados, aunque el Imperio…

Darkness de repente se quedó callada, lo cual fue desconcertante porque su cara palideció por alguna razón, como si se le fuera el aire de la garganta. Fue como si hubiese visto un horrible fantasma, y a Izuku eso no le gustaba para nada.

- Tampoco sirve, está muy lejos para que el huevo dure. – Aela trató de continuar donde Darkness se quedó, al menos podía proveer algo de información. – Lo que es una pena porque-¡AY!

Yunyun le había dado una patada en la pierna a la Cazadora, silenciándola antes que dijera algo que no debería haber dicho.

- ¿Porque qué? – preguntó Izuku, ya sin estar confundido.

Las miembros de su grupo estaban ocultándole algo, eso era obvio.

- El Imperio es bien conocido por sus prácticas de esclavitud, así que no queremos que… vayas allá y hagas algo imprudente. – elaboró Megumin tan elegantemente como pudo. – Pagan mucho por cosas como huevos porque los utilizan en cosas muy desagradables. Sabemos que quieres hacer algo al respecto, pero tendrás primero que vencer al Rey Demonio si quieres que tu voz sea escuchada.

Izuku en realidad sí parecía listo para marchar contra el Imperio y arrasarlo hasta las cenizas. Sus compañeras no querían siquiera imaginar lo que su líder haría si se enteraba que, en el Imperio, los huevos de harpía eran considerados una delicia entre los nobles. No pudieron suprimir un escalofrío al imaginarse el inminente genocidio…

- Pues más vale que me oigan cuando acabe con el Rey Demonio. – murmuró Izuku en tono sombrío. Suspiró y volteó a ver a la harpía en cuestión. – Entonces, Chika, ¿qué quieres hacer con tu huevo?

La harpía negra se sorprendió por la pregunta, y con buenas razones. A los esclavos no se les permitía tener nada, pues sus amos eran propietarios de todo lo que tuvieran, todo lo que fueran, incluso sus vidas. Belzerg era amable con los esclavos, pero incluso entonces, un esclavo no tenía nada que fuera suyo. Éste no era su primer huevo, pero los dos anteriores se los había quitado su antigua dueña para nunca más volver a verlos.

- Bueno, el huevo le pertenece al amo, así que… – Chika realmente no sabía qué hacer o decir, y sus susurros rasposos lo demostraban.

- No, Chika. – interrumpió Izuku suavemente. – Ese huevo es tuyo. Puedes quedarte con él, o venderlo para tener dinero propio y gastarlo en lo que quieras. También puedes destruirlo para que nadie más lo tenga, si no quieres que lo toquen.

Chika se veía indecisa. El que su amo la hubiese ayudado cuando lo estaba poniendo había sido muy lindo de su parte, pero le habían permitido jugar con él desde hacía rato. La idea de perderlo se estaba volviendo difícil de manejar, especialmente luego de ver a su amo acunarlo como si fuera un bebé, incluso aunque fuera solo por unos segundos hasta que Megumin le dijo que no era un huevo vivo.

- No guardar. – interrumpió Liza repentinamente, que había permanecido extrañamente silenciosa y al margen toda la mañana, aunque un observador desde afuera nunca notaría el cambio en su semblante estoico. – Huevos… robados…

Todo mundo adoptó una expresión sombría al oír las palabras de la siempre estoica chica cocodrilo. Las comodidades e ingredientes altamente solicitados siempre atraparían las miradas de gente inescrupulosa que buscaría algo de dinero fácil. El huevo de una harpía, al ser solo valioso mientras estaba fresco, seguramente atraería mucha atención no deseada.

- ¡Hola, chicos! – se les acercó cierta Ladrona de pelos plateados al grupo, lo que inmediatamente puso a Izuku en alerta… aunque por razones distintas. – ¡Cuánto tiempo sin vernos!

- Hola, Chris. – replicó Darkness amablemente. – No ha pasado mucho realmente, pero ya no la pasamos juntas tanto como antes.

Izuku se había olvidado por completo que Darkness y esta individua racista eran amigas… y que compartían la misma fe. El verla cómo observaba a Chika con ojos que gritaban furia y asco era un triste recordatorio de lo horrible que era este mundo.

- No recuerdo que fuera una harpía salvaje… – Chris no pudo evitar expresar su confusión; después de todo, la última vez que la vio, Chika no tenía las plumas de su cola ni los pulgares de sus garras. – ¿Eso es un huevo? Puedes conseguir un buen dinero si está fresco.

- Chris… – La voz de Darkness tomó un tono de advertencia. Hacer enojar a Izuku era un total no-no en su libro. Los Santos no debían permitir que las emociones negativas los guiaran, después de todo.

- ¡No vengo a buscar pelea! – se defendió Chris, aunque fallaba en ocultar su desdén por la harpía negra. – No quiero molestarlo para que lleve a su esclava a que la arreglen en la iglesia, ¿verdad?

Megumin inmediatamente se movió para consolar a Izuku, dándole unas palmaditas en la espalda. Se estaba enojando mucho, especialmente al oír cómo le daban un nombre tan trivial a esa mutilación salvaje.

Chris soltó un suspiro cansino. Intentar ser amable enfrente de una harpía era extremadamente difícil, pero estaba dispuesta a hacerlo con tal de arreglar las cosas entre la iglesia y este héroe elegido. Ver que sus templos fueran destruidos por UNA sola harpía no valía la pena. De hecho, tal vez tener a UNA sola harpía que sirviera al héroe, y a la iglesia, podría dar buena publicidad, lo que llevaría a menos harpías salvajes en los cielos.

- Mira, quiero disculparme, ¿está bien? – volvió a intentarlo Chris, feliz de ver que sus palabras al fin parecían funcionar. – Eris nos enseña a ser benevolentes y a demostrar compasión, siempre poniéndonos del lado de la justicia. Enseñanzas que algunos sacerdotes a veces olvidan extender a aquellos fuera de la orden religiosa.

Tomándose un momento para mirar los rostros todavía llenos de suspicacia, Chris trató de poner un acto más… tímido. Siempre funcionaba con los héroes buenos.

- Lo que trato de decir es que no todos en la iglesia de Eris son unos avaros y condescendientes, como los sacerdotes que te atacaron antes. – trató de explicar Chris, sintiéndose victoriosa cuando vio al Archidruida relajarse. – Digo, tú has estado trabajando con Darkness. Y aunque a mí no me gusten mucho las harpías, entiendo que no hiciste nada malo cuando resolviste la crisis con la mazmorra de Keel.

Hubo un momento de tenso silencio mientras los de la mesa parecían asimilar las palabras de la Ladrona. Y entonces, Izuku soltó un suspiro con mucha pesadez.

- Bien, entiendo. Darkness me ha demostrado que hay al menos algunas personas razonables entre los de su religión. – concedió Izuku, pero endureciendo la cara junto con su voz, justo cuando la Ladrona estaba a punto de celebrar que cambiara de opinión. – Aun sigo sin querer que nadie de tu iglesia se acerque a mis queridas Chika y Liza. No me fío de que no intentarán hacer nada contra ellas.

- ¿Liza? – preguntó Chris confundida. – Eris solo declaró a las harpías como enemigas, ¿por qué iba a querer hacer algo en contra de los hombres lagartos?

La confusión de Chris debería haber sido comprensible desde su punto de vista. Durante la guerra de semihumanos, fueron las maquinaciones de las harpías las que trajeron la extinción de sus queridos Avariel. Por eso hizo el esfuerzo extra de vengarlos, lo que llevó a la absoluta dominación de las harpías en la era actual. Sus enseñanzas solo iban hacia las harpías, así que otros semihumanos…

- Eso no ha impedido que algunos sacerdotes traten a otras razas de la misma manera. – explicó Darkness, sonando realmente molesta por el tema. – Aun recuerdo a una sacerdotisa bastante enérgica que buscaba demonizar a los hombres conejos. Mi padre se enfureció mucho cuando se enteró que le cortó las orejas a un niño conejo muy joven frente a mí y a otros niños. Y no fue castigada, solo la enviaron a otra ciudad.

Chris se sorprendió. Tales prácticas tan extremistas no deberían ser conectadas con su fe, especialmente cuando los hombres conejos no se unieron a la guerra en ese entonces. Luego estaba la absurda cantidad de ira que emanaba del Archidruida. La marca de un verdadero héroe, de declararle la guerra a la injusticia en cualquiera de sus formas. Ahora, si tan solo pudiera hacerlo entender que la justicia no siempre era agradable.

- Ya, ya… – Megumin le frotó más la espalda, luchando una batalla perdida contra la furia de su novio. – Sé que es difícil saber eso, pero por ahora no hay nada que podamos hacer al respecto.

Para ser sincera, Megumin también tenía dificultad para digerirlo. A su clan le agradaban los semihumanos, tanto así que mantenían de manera religiosa el templo de su fundador a los míticos hombres gatos, una de las primeras especies que se extinguió durante la guerra de semihumanos.

- Cortarle las orejas… ¿a un lindo niño conejo? – Yunyun estaba en lágrimas, ya que los hombres conejos eran los más favorecidos en su familia, y aunque nunca compraban esclavos, siempre hacían lo posible por ayudarlos y curarlos, incluso a sus contrapartes animales.

Chris se aclaró la garganta, queriendo volver la conversación de vuelta al tema principal, y tratar de disipar la creciente ira del joven archidruida.

- Bueno, solo para que sepan, no tengo nada en contra de los semihumanos. – declaró Chris claramente, intentando en la mejor medida iniciar una buena relación con el héroe reencarnado frente a ella. – Y aunque es cierto que no confío en las harpías, Eris debe tener muy buenas razones para eso, así que dejaré a la tuya en paz. Tal vez solo te diga una o dos veces que tengas cuidado con ella, pero nada fuera de eso.

- Tu advertencia no es apreciada ni deseada, muchas gracias. – replicó Izuku, con la mordida más fuerte que se le salió, pero sentir el miedo de Chika detrás de él ya se estaba volviendo demasiado para él. – ¿Eso era todo?

Izuku hizo una nota mental a pesar de todo. Pudo sentir que Chika se escondía detrás de él, pero también estaba de pie a un lado, demostrando miedo, ¿pero aun así manteniéndose firme?

- Bueno, también prometo que no intentaré nada en contra de la chica cocodrilo, aunque no es que pueda hacer algo. ¿Hay algún arma capaz de atravesar esas escamas? – añadió Chris, pensando que era innecesario considerando lo estúpidamente fuerte que era esta esclava en particular. – Además, solamente quería ofrecer mis servicios para tu grupo. Considéralo cuando quieras ir a explorar alguna mazmorra, ¡tener a alguien capaz de abrir cerraduras, desarmar trampas y hacer reconocimiento siempre es algo bueno!

Despidiéndose con la mano y guiñándole el ojo, Chris dejó al grupo en sus asuntos. Izuku esperó hasta que la Ladrona ya estaba fuera del rango de escucha para volver a hablar.

- Chika, ¿todo bien? – preguntó Izuku mientras volteaba a ver a la harpía a su lado.

Por un instante, todos excepto Liza miraron confusa la acción.

- Eso fue aterrador… – respondió Chika con la voz temblorosa antes de sacar la cabeza por detrás de Izuku, lo que llevó a que la otra Chika desapareciera un segundo después. – Chika pensó que volvería a perder su cola…

Izuku no pudo evitar darle unas palmaditas a la pequeña harpía. Era imposible no quererla, aunque su voz fuese una tortura de dolor constante en sus oídos.

- ¿Eso no fue una ilusión? – preguntó Aela por reflejo, sabiendo muy bien que las esclavas no podían aprender magia porque no podían conseguir clases.

- Una ilusión menor, de hecho. – replicó Megumin sin pensar, aunque no era que importase a la larga. – Aunque me sorprende que la haya usado así de bien.

Aela abrió la boca para cuestionar todo lo que estaba mal. Sin embargo, en vez de hablar, cogió un bocado de sapo frito para empezar a comer.

El grupo de Izuku no tenía ningún sentido. De hecho, la única constante razonable era que nadie en este grupo tenía sentido. Habría podido volverse loca tratando de entenderlo si no se hubiera vuelto parte de esta anomalía sin sentido que solo iba en incremento. Ella acabó con un Asesino de Novatos en dos disparos; la harpía negra podía utilizar algo de equipamiento encantado por lo que sabía. Cuestionar cualquier cosa solo la haría ver como una perra desagradecida.

- No te preocupes, Chika. – le aseguró Izuku con ternura, dándole unas palmaditas extra en la cabeza. – No dejaremos que nadie te vuelva a hacer daño.

Chika rápidamente recuperó su actitud alegre, sintiéndose verdaderamente bendecida por tener a Izuku diciéndole esas cosas.

- ¡Amo! ¡Chika ya decidió lo que quiere hacer con el huevo! – gritó de repente, haciendo que todos se encogieran porque olvidó contener su voz en susurros. – ¡El amo debería conservarlo! ¡Así puede decidir lo que quiere hacer con él! ¡El amo es muy sabio!

- ¿Estás segura? – preguntó Izuku preocupado, sin darse cuenta cómo las dos Demonios Carmesís de su equipo rodaban los ojos por su adorable actitud. – Si decidiera venderlo, eso significa que alguien más podría utilizarlo.

Hubo un momento en el cual el rostro de Chika mostró algo de preocupación, pero rápidamente fue reemplazado por una sonrisa nerviosa.

- Chika está segura. – La harpía negra retornó a su bien contenida voz susurrante. – El amo elegirá hacer lo correcto.

Una vez que todo estuvo dicho, Izuku se disponía a tomar el huevo… que ya no estaba en la mesa.

Hubo solo un segundo de silencio mortal, antes que Darkness se pusiera de pie de la manera más rígida que nadie jamás la había visto.

- Discúlpenme por un momento, necesito preguntarle a Chris algo muy rápido. – dijo Darkness, antes de marchar hacia la ladrona que ya estaba hablando con un sujeto que parecía un mercader gordo y rico. – No se asusten si oyen algunos gritos.

- ¡No me iba a quedar con él! – se oyó el grito de pánico de Chris por todo el salón del gremio. – ¡Solo estaba valorándolo para ayudarle a venderlo!

En su mesa, Izuku estaba echando humo. Megumin, ahora ayudada por Yunyun, estaba esforzándose por mantenerlo calmado dándole palmaditas en la espalda y palabras tranquilizadoras. Pero eso no iba a ayudar mucho, porque ver a Chika sollozando en silencio era más que suficiente para echarle combustible a su furia como un infierno en llamas.

- Creo que voy a destruir ese huevo. Ni siquiera puedo tolerar que extraños lo toquen. – replicó Izuku tras calmarse un poco, y solo porque pudo ver a Darkness regresando con el huevo. – La próxima vez que pase esto, tal vez termine dejando patas arriba todo el lugar…

La amenaza murmurada de Izuku no pasó desapercibida. Luna rápidamente tomó nota y mandó una advertencia muy seria a la Ladrona de pelo plateado. Y también una notificación de una marca en su tarjeta de aventurera. La sangre le hervía por pensar que, después de todo lo que la iglesia había hecho contra él, estos idiotas seguían apilando razones para hacer que se fuera.

¿No se daban cuenta de que, sin su duro trabajo, todos los bonos, incentivos y reservas de ingredientes de buena calidad desaparecerían?


Más tarde aquella noche, luego de completar la usual ronda de misiones…

Enrollados en sus cómodas posiciones dormidos, Izuku, Megumin y Chika descansaban tranquilamente. El día podría no haber sido más pesado debido a las misiones que tomaron, pero su confrontación con la amiga de Darkness resultó ser más agobiante de lo que pensaron al principio.

La Ladrona se había disculpado, aunque seguía insistiendo en que solo estaba tratando de ayudar al grupo. También se notó visiblemente decepcionada cuando Izuku expresó su disgusto por ella, por su clase, y su religión de doble cara. Izuku admitiría en privado que se sintió culpable por las duras palabras que le dijo, pero en ese momento se sentía furioso porque esa acción desmedida suya había hecho llorar a Chika.

Exterminar a una enorme manada de lagartos corredores ciertamente ayudó con la ira también. Incluso aunque no los mató a todos. De hecho, todos se sorprendieron de que se hubiese tomado la molestia solo de reducir sus números, asegurando la calidad de la siguiente generación al no atacar a la reina y a los que estaban cerca de ella. Izuku se tomó luego unas cuantas horas para explicarles por qué era importante proteger el balance del ecosistema, y por qué erradicar a una especie completa siempre era una mala idea.

Cuando el día terminó, sus reservas de energía se habían agotado, y por eso todos se quedaron dormidos rápidamente.

Todos excepto por Liza.

La habitación estaba oscura y en absoluto silencio. Los suaves ronquidos del solitario joven y sus chicas eran tan insignificantes, que incluso se podría detectar a un mosquito.

Y Liza estaba perfectamente al tanto de eso.

Anoche, algo cometió el imperdonable crimen de perturbar el sueño de su querido amo. No sabía si eso iba a volver a suceder, pero no se iba a arriesgar. Por eso insistió en que Izuku utilizara una almohada entre su cabeza y el estómago de ella, para su absoluta incomodidad.

Sin que muchos lo supieran, ella no necesitaba dormir mucho. Una hora por noche era suficiente, y tomar siestas cortas de un minuto mientras el grupo no se movía ayudaba enormemente a mantenerla llena de energía. Energía que rara vez podía utilizar debido a la poca actividad que tenía que hacer durante el día. No era como que despedazar a un Bugbear, y mover una roca gigantesca contara como ejercicio para ella.

Observar como pasaba la noche mientras oía el ritmo de la respiración y el latido del corazón de su amo era una bendición para ella, y aun así mantenía su atención en los alrededores. Ya había pasado de medianoche y solo el viento de afuera parecía perturbar la tranquila paz dentro de la habitación.

Y entonces, algo cambió.

- ¿De verdad? ¿Te cagaste de miedo por una de las criaturas más estúpidas que jamás hayan vivido? – se escuchó apenas una voz muy suave, y solo porque Liza tenía un increíblemente buen oído. – Por esto es que no subes de rango.

De repente, los sonidos de unas alas batiéndose se unieron a los ruidos de fondo. Era como escuchar un par de murciélagos pequeños.

- Hermana, no creo que debamos hacer esto. – habló una segunda voz, tímida y asustadiza. Esta le sonaba familiar… – ¿La información no fue suficiente?

Dos cosas muy pequeñas estaban agitando sus alas y otras cosas afuera de la ventana. Aunque para ella era molesto, su amo todavía no se despertaba, así que no había razón para moverse… todavía.

- Según la Matriarca, no. – replicó la primera voz. – El cliente quiere saber qué ofrecerle para que se quede permanentemente en la ciudad. La Matriarca también quiere que se quede. Aparentemente es muy bueno para mantener la ciudad a salvo, lo que significa más tiempo libre para que los hombres locales piensen en mujeres y sexo. ¡Esa es nuestra comida, cabeza de chorlito!

Liza apenas pudo entender que estas dos querían averiguar cómo pedirle a su querido amo que se quedara. En su opinión, era muy estúpido. Lo primero que podrían hacer sería pedírselo amablemente, luego ofrecerle deshacerse de los idiotas que lo alienaban. De nuevo, la inteligencia no era su punto fuerte, y quizás pedirle que se quedara era mucho más complicado. Aun así, no había excusa para perturbar el sueño de su amo.

- Ya lo estoy viendo, hmmmm… ese es un lindo harem… – continuó la voz con más experiencia. – ¿Y esa es la musculosa? Ok, ya entiendo, esos músculos son muy intimidantes. Aunque dudo mucho que sepa algo sobre magia.

A Liza no le podía importar menos lo que decían o pensaban de ella. Las únicas voces que para ella importaban eran la del amo, y en menor medida, la de Megumin. Chika era valiosa como alguien a quien tenía que proteger, pero su opinión no era tan importante.

La magia comenzó a filtrarse en la habitación, lento pero seguro llegando hasta Izuku. Liza se tensó, preparándose para atacar, pero se quedó quieta. No estaba segura de qué clase de magia era, pero sabía que algo había cambiado adentro del cuarto, y aun así el amo se mantenía totalmente imperturbable.

- Por las llamas del infierno… – exclamó la voz experimentada apenas conteniendo su sorpresa. – Es tan puro, ¡ME DAN GANAS DE VOMITAR!

Izuku permaneció tranquilo, pero ese insulto contra una de las virtudes de su amo no iba a ser olvidado, ni perdonado.

- No hay nada de malo con eso… – dijo la voz tímida. – No creo que soñar únicamente con sexo sea necesario…

- Eso es porque todos los hombres que has tenido buscaban una chica pura para tener citas y romance. – espetó la voz experimentada. – En serio, ya métete en una orgía. El romance lindo y dulce es para nosotros como cereal y leche para los humanos, ¡no se puede vivir de eso!

La discusión se apagó, pero ellas seguían allí. Liza no se relajó, ni siquiera un poco. Si su amo permanecía tranquilo, que así fuera, pero si eso cambiaba…

- ¡Ugh! ¡No aguanto esta mierda tan aburrida! – Ahí estaba de nuevo la voz experimentada. – Vamos a ponerle un poco de sazón. Démosle un pequeño empujoncito, lo suficiente para ver su lado pervertido y recoger lo que vinimos a buscar.

La voz tímida empezó a lloriquear de miedo. Y entonces, finalmente pasó: la linda cara de Izuku se enfurruñó. Su pacífico sueño estaba siendo perturbado, y Liza no necesitaba más incentivo.

Con una velocidad, agilidad y flexibilidad que su cuerpo no tenía derecho a tener, se desenredó de su posición privilegiada, permitiéndole a Izuku aterrizar su cabeza a salvo en la mullida almohada, y Megumin y Chika se quedaron tranquilas gracias a que descansaban sus propias cabezas en el pecho de Izuku.

Las súcubos de afuera no tuvieron la menor oportunidad de reaccionar. La distancia entre ellas y la furiosa chica cocodrilo se volvió inexistente en un abrir y cerrar de ojos. Las ventanas, resistentes como para aguantar lo que podría ser un golpe accidental bien podrían no haber existido al ponerse a prueba contra los brazos de una poderosa Guerrera Tótem Dragón.

Y para ser justos, incluso una pared gruesa de ladrillos tampoco habría bastado…

*¡CRASH!*

El extremadamente fuerte sonido de una ventana siendo rota con extremo prejuicio fue suficiente para despertar a los otros tres ocupantes del cuarto. También despertó a todo mundo en la posada.

- ¡¿Q-qué pasa?! – Izuku no pudo evitar tartamudear, ya que el ruido lo despertó de golpe, junto con la repetición de ese sueño tan pervertido. – ¡¿Qué sucede?!

Megumin y Chika se veían igual de sorprendidas. Ellas también estaban en medio de sus propios sueños románticos, y no necesitaban ayuda de las súcubos.

- Amo… ¿despertó? – preguntó Liza con expresión de disculpa. – Yo… sentirlo.

Escuchar su linda disculpa no tuvo casi ningún efecto, después de todo estaba sujetando a un par de chicas aladas con sus manos de garras. Dichas garras estaban sujetando a cada una de las chicas por la cabeza. Era muy claro que podría aplastarles los cráneos como un gorila aplastaría un tomate en cualquier momento que deseara.

- ¿QUÉ ESTÁ PASANDO? – gritó Darkness entrando al cuarto, todavía con su camisón de dormir mientras blandía su maza y su escudo.

- ¿QUÉ SUCEDE AQUÍ? – Aela venía detrás de la paladín, ya mirando por todo el cuarto y apuntando con su lanzadardos, también en su propio camisón que no le hacía favores a su recién descubierta valentía.

- ¡¿QUÉ HACEN AQUÍ UNAS SÚCUBOS?! – gritó Yunyun mientras apuntaba su linda varita contra las prisioneras de Liza. Llevaba unas pijamas de conejo de cuerpo completo… que se le veían adorables… y si no fuera por la situación actual, Izuku le habría preguntado dónde podría conseguir una para Megumin…

Todavía sostenidas por lo que solo podrían ser unas garras draconianas mortales, el par de súcubos no pudo más que caer en la desesperación. Las habían descubierto, habían sido capturadas, y ahora, lo más probable era que las torturasen hasta la muerte. Si no era a manos un grupo religioso, sería a manos de la propia matriarca por haber metido la pata con un trabajo tan importante.

Esta historia continuará...


Omake 1 – Una carta a casa.

Aela estaba sentada en un escritorio adentro de su cuarto. Frente a ella tenía un trozo de pergamino y una pluma. Su actual tarea era escribir una carta para enviar a su casa. No era la primera que escribía, pero sí sería la primera vez que la enviaba en serio.

Suspirando, decidió que era mejor salir de esto, y no tenía sentido seguir demorando más las cosas.

Queridos papá y mamá:

Desde el día que los dejé para convertirme en aventurera, muchas cosas han ocurrido. Primero, me enamoré de un idiota, convirtiéndome en seguidora de un hombre joven que cargaba un arma legendaria. Fue tal como me lo advirtieron, se hacía llamar un héroe, y por un tiempo, realmente creí que lo era.

Era apuesto, tenía dinero, y poder. Y yo me dejé cegar por todo eso, volviéndome incapaz de ver los obvios defectos de este hombre.

Creí que era alguien confiable, porque era capaz de enfrentar cualquier desafío sin sudar ni una gota. Creí que me amaba, porque me trataba bien. Creía que era perfecto, porque no podía ver ninguno de sus defectos.

Desearía haberlo entendido antes. Antes de haberme dejado abrazar por él.

No se preocupen, ya no llevo cargas por mi estupidez. Me aseguré de nunca hacerle saber sobre mi estatus de noble, no es que yo tenga, o jamás haya tenido, derecho al nombre de nuestra familia. Sé que no tengo derecho a ninguna herencia, y el saber que ustedes nunca me odiaron es más que suficiente tesoro como para valorar mi verdadero nombre.

Aun así, en ese momento, pensé que estaba viviendo mi propio cuento de hadas, que conseguiría al héroe para mí. Aunque reclutó a otra mujer en el grupo, una mujer a la que trataba igual de bien que a mí, a quien también abrazaba a mis espaldas.

Entonces, sucedió lo que ustedes me advirtieron. Me dejó de lado cuando ya no me necesitaba, para pagar una deuda masiva que le cayó encima. Porque desafió a alguien más fuerte de lo que él jamás podría ser. También fue culpa mía. Creí tontamente que volvería para rescatarme luego de encadenarme a mí a su deuda.

Ahora entiendo lo que era realmente. Un mocoso mimado con un arma legendaria.

El arma fue lo que lo hizo superar todos sus desafíos. Así que me llevó a mí también. Ese camino lleva a complacencia y estagnación. También lleva a un falso sentido de superioridad, porque pensó que no podría perder, y que siempre tenía razón.

Por eso fue que peleó, y perdió, contra un Druida llamado Izuku Midoriya. Tal vez ya hayan oído hablar de él a estas alturas, como el hombre que mató a Beldia, el General del ejército del Rey Demonio.

Es el hombre a quien sirvo ahora.

Digo que le sirvo, como si fuese mi dueño, pero en realidad me libró de esa masiva deuda, y ahora lo sigo por gratitud.

Me enseñó cómo pelear, cómo utilizar mis habilidades, cómo lidiar con el gremio. Me ha enseñado muchas cosas, ¡e incluso comisionó para mí un arma loca que está a la par con un arco legendario!

Y lo único que me pidió a cambio es que siga creciendo y aprendiendo.

Es tal como dijo papá. Los errores nos ayudan a aprender y a madurar.

Aunque también dijo algo similar a Kyouya. Tiene la intención de pelear contra el Rey Demonio. Pero a diferencia de Kyouya, sí creo que él puede hacerlo. Es increíblemente fuerte, y lo sigue un montón de personas locamente fuertes. No sé si yo pueda seguir el paso, pero al menos prometo que haré que se sientan orgullosos de mí con mis propios logros.

Los amo, y los extraño. Como extraño a todos mis hermanos y hermanas.

Con amor, su hija menor: Fio Aela Bella Flora.

Tomándose un momento para mirar su escritura, Aela decidió que así estaba bien. Podría haber mencionado también cómo mató a un Asesino de Novatos por sí sola, pero eso podría haber traído suficiente atención como para que la llamaran para volver a casa, tal vez incluso que cambiaran el orden de herencia. No tenía el corazón para hacerles eso a sus hermanos, y además, si iba a tener su propio título de nobleza, prefería ganárselo por sí misma.

Bueno, quizás ganárselo como parte del grupo de Izuku, ¡pero con su propio esfuerzo!


Omake 2 – Cosechando lo que siembras…

A mitad de camino hacia Alcanretia, el grupo de Aqua tuvo que pararse en un pequeño pueblo para reabastecerse de provisiones y hacer algo de dinero extra a través de misiones. Aunque el hábito de Aqua de gastar demasiado dinero en alcohol era bastante malo, la incapacidad de Kyouya para decirle que no era todavía peor.

- ¿Por qué este pueblo no tiene buen vino? – se quejó Aqua, abrazándose de su botella que era la última. – ¿Por qué la gente no puede entender que sin buenas ofrendas no habrá buenas bendiciones?

Clemea, la Ladrona, estaba teniendo problemas viendo éxito en este grupo. Para ser justos, sabía que Kyouya era parcialmente responsable por esto. Era este idiota rubio el que complacía a esa Arcipreste caprichosa con vino de alta calidad. Era el Espadachín el que insistía en que su "Lady Aqua" merecía solo lo mejor de todo.

Eso les había hecho un daño muy rápido a sus bolsillos. Bueno, a los bolsillos de él; ella no iba a gastar su propio dinero en los vicios de esa perra. La única razón por la cual no la había matado era porque rechazaba todos los avances de Kyouya. Era solo cuestión de tiempo para que Kyouya captara el mensaje, y volviera a sus brazos que lo esperaban…

- Hey, ¿escuchaste? Alguien hizo enfurecer a un Lich antiguo en Axel no hace mucho.

Clemea se quedó rígida al oír los rumores. Claramente recordaba esa incursión a la mazmorra en particular, y cómo terminó en un desastre antes que la Arcipreste pudiese purificar el área. Al menos, ella se llevó un saco lleno de monedas por sus problemas.

- Sí, escuché que un Archidruida muy poderoso y benévolo le puso fin a ese Lich.

Ante la mención de un Archidruida, la Ladrona rápidamente se imaginó al chico lindo y pecoso que humilló a Kyouya en aquel momento. Todavía creía que había jugado sucio, pero Kyouya tampoco había ayudado al desafiarlo tan imprudentemente en primer lugar.

- ¿Te refieres al mismo Archidruida que exterminó a Beldia? ¿Por qué un monstruo como él no está en las líneas frontales?

Clemea se congeló. ¿Estaban hablando del mismo Archidruida?

Kyouya se había rehusado a marchar en contra de Beldia por la dificultad de la tarea. Su explicación de necesitar un nivel más alto no carecía de base, pues Beldia había matado a incontables aventureros a lo largo de su carrera, incluyendo a portadores de equipamiento legendario. ¿Y esperaban que ella se creyera que ese chico lindo que derrotó a Kyouya también hubiera derrotado a ese monstruo?

¿Habría sido por eso que Kyouya perdió?

O tal vez, ella eligió mal. Tal vez debió haber sido ella la que tomara la deuda a su nombre, para quedarse junto a un individuo tan poderoso.

Derrotar a Beldia se suponía que sería el primer paso en el escenario del mundo de los héroes para Kyouya, y ahora ese primer paso se había ido.

- Bueno, estoy seguro de que no debió derrotar a ese monstruo solo. Escuché que lo acompañan dos Demonios Carmesís, una poderosa Paladín, y una Cazadora que acabó sola con un Asesino de Novatos. Con un grupo de monstruos así no me extraña que acabaran con Beldia.

Clemea se volvió a congelar. ¿Acaban de mencionar a Aela? ¿A un Asesino de Novatos ella sola? ¡¿CÓMO?!

Un grupo lleno de monstruos… una chica lagarto que hizo trizas su espada con sus dientes… ella cometió ese error, ¿verdad? Si hubiese tomado la deuda, ¿habrían subido sus habilidades a tal grado de poder acabar sola con un Asesino de Novatos?

Sus habilidades no habían mejorado nada desde que había empezado a seguir a Kyouya, ¿y Aela se volvió de élite en tan solo unas semanas?

- ¡¿QUÉ QUIERES DECIR CON QUE TENEMOS MARCAS EN NUESTRAS TARJETAS DE AVENTUREROS?!

El lamento de Kyouya fue señal más que suficiente para la Ladrona. Este grupo ya no le servía. Tan discretamente como pudo, decidió borrar su nombre del grupo y utilizó Sigilo para abandonar el Gremio. La marca le podría dificultar las cosas por un tiempo, pero mientras no la etiquetaran como criminal, estaba segura de que podría regresar a Axel con algunas inversiones y trabajo duro. Desde allí, tendría que encontrar una manera de convencer a ese lindo Archidruida para que la aceptara.

Tratar con los hombres era una de sus habilidades de cualquier manera.

- ¡Clemea! – Kyouya trató de llamar por ayuda, solo para encontrarse a una borracha solitaria en la mesa que escogió. – ¿Clemea? ¡CLEMEA!

Kyouya rápidamente descubrió que tener un arma muy poderosa no significaba nada si no podías tomar misiones para ganar dinero. También, descubrió que su amada diosa no estaba muy dispuesta a hacer sacrificios.

Chapter 17: Especial Bendecido I: Charla de chicas

Chapter Text

Como siempre, el grupo del aventurero número uno se encontraba almorzando en el área de comedor del salón del gremio. A diferencia de la mayoría de veces, el joven Archidruida no estaba por ninguna parte. Había sido un largo día de exterminar manadas de goblins, lobos y osos gigantes y un par de monstruos de pesadilla, todos ellos víctimas de la furia de Izuku, una furia nacida de la estupidez de una Ladrona religiosa esa misma mañana.

- Nunca pensé que pudiera estar tan… enfadado. – habló Aela tras tomar algunos bocados de su comida.

Para la Cazadora, muchas de las peculiaridades de su grupo seguían siendo nuevas para ella, y difíciles de entender en el mejor de los casos. El amor de Izuku por los miembros de su grupo era algo obvio, pues su estatus y poder significaban que formar un harem era un paso obvio. Sin embargo, ese abrumador sentido de proteger a sus esclavas era desconcertante.

- El amor del amo es cálido… – murmuró Chika, ganándose algunos temblores de sus compañeras, que todavía se estaban acostumbrando a su voz. – ¡Chika está muy feliz de que la amen tanto!

Cuando Izuku las dejó a todas en el gremio, les ordenó a Liza y Chika que se quedaran allí también, dándoles el deber de proteger a Megumin mientras buscaba un momento de paz para sí mismo. En realidad, solo quería ir a visitar a Wiz, pues quería poner el huevo de Chika a buen uso en lugar de tener que lidiar con la idea de que alguien más pudiera echarle mano a un objeto tan preciado.

Aunque Chika había obedecido la orden con una sonrisa dudosa, Liza se había tensado inmediatamente, queriendo seguirlo para estar segura de que estaría a salvo. Al final, no pudo desobedecer, pero su cuerpo se quedó tenso desde ese momento, y el resto de las chicas sabían que la primera que la molestara probablemente no sobreviviría al primer golpe.

- Entonces… – Yunyun llamó la atención de todas, y su timidez social estaba brillando como un sol a mitad del día. – ¿Quién creen que le guste más?

Todo el grupo se quedó en silencio.

No era un secreto que Izuku y Megumin eran pareja, mucho menos que compartían un cuarto, pero al mismo tiempo, también se llevaba a sus dos esclavas durante la noche. Los rumores que volaban alrededor no eran menos que escandalosos.

- Quiero decir… él duerme con ustedes tres… – continuó Yunyun, tratando de tener su primer momento en una charla de mujeres. – Y es muy amable y cariñoso con todas nosotras…

Para el clan de los Demonios Carmesís, una sesión de charla entre chicas no era algo ordinario, ni un momento trivial de conectarse. Para ellas, significaba viajar por un campo minado peligroso donde una mentira podría ser tan desastrosa como la verdad. Era un campo de batalla donde la reputación privada y la imagen pública estaban siempre al borde de la aniquilación.

- Bueno, a mí no me vean. – replicó Aela rápidamente. – Yo soy la miembro más reciente, y he hecho muy poco para ganarme su afecto.

La Cazadora conocía su lugar. Ella era la chica nueva, y su ingreso a este grupo de élite había sido el resultado de que Izuku sintió pena por su miserable vida. El Archidruida no tenía razón para rescatarla, para acogerla cuando simplemente pudo mandarla a que trabajara su trasero en el mercado… tampoco tenía razón para darle ropas apropiadas y equipo de aventurera… o para enseñarle a usar sus habilidades y constitución.

Entonces ¿por qué hizo todo eso por ella?

- Quiero decir… es cierto que me liberó de esa deuda. – Aela comenzó a cambiar de marcha, y su voz adoptó un tono que denotaba duda. – También me rescató del hoyo en que caí por culpa del otro sujeto, enseñándome a pelear como se debe…

Entre más pensaba en ello la Cazadora pelirrosa, más resentimiento sentía por su antiguo líder de grupo. Kyouya le había dicho que la amaba, pero solo la quería para darle ánimos, para estar allí y hacerlo sentirse mejor consigo mismo. Izuku no había dicho nada sobre amor o deseo, pero la había vuelto fuerte y capaz, la había convertido de una simple animadora a una aventurera bien respetada.

Kyouya la había vestido como una muñeca, para verse bonita y poder recrearse su vista. Izuku le había dado equipo apropiado, con las herramientas para crecer en su propio ser, y la libertad para ser la mujer fuerte que deseaba ser cuando se marchó de su casa.

¿Eso sería… amor?

- ¿Ustedes creen que… yo le gusto? – preguntó Aela tímidamente, con la cara sonrojándosele totalmente. – No quiero perturbar el orden… solo… creo que… tal vez…

- El amor de un Santo no se traduce en deseos carnales. – interrumpió bruscamente Darkness, cuya voz sonaba sabia incluso luego de bajarse la mitad de su jarro de cerveza. – Él nos ama a todas, pero no tiene intención de meterse entre nuestras piernas…

Lo que la Paladín rubia no dijo era el hecho de que ninguna de ellas rechazaría tales avances del líder de su grupo.

- ¡Esperen! – gritó Yunyun de repente, con chispas en los ojos que le dieron un mal presentimiento por toda la espina a Megumin. – ¿Quiere decir eso que está bien que yo lo ame también?

La conversación inmediatamente se frenó en seco.

Hasta ahora, no habían hecho otra cosa que jugar con la idea, fantasear con el concepto. Pero ahora, empezaban a considerarlo como una opción. Los héroes y aventureros poderosos siempre gravitaban a formar un harem, o el harem gravitaba hacia su presencia.

Para Yunyun era la acción más obvia. No podía soportar la idea de interponerse entre su amiga y el lindo Archidruida, pero era muy importante presentárselo al clan, y realmente le encantaba que él la tratase como una querida amiga. Se conformaría con ser su concubina.

- ¿Por qué estaría mal eso? – preguntó Chika inocentemente. – ¡Chika piensa que todas deberían amar al amo!

Para Aela valía mucho la pena considerar la opción. Ella pensaba que Kyouya la amaba, pero comparado a todo lo que Izuku le había dado, ahora parecía un mal chiste. El líder de su grupo sin duda terminaría ganándose un título de nobleza, y cuando lo hiciera, necesitaría a una ayudante confiable que le apoyara en sobrellevar la carga de ser un noble, cosas que un Druida sin duda odiaría tener que atender. Proveerle esa ayuda en la forma de una venerable segunda esposa sería una manera maravillosa de pagarle por su amabilidad, y una oportunidad perfecta de lograr su meta.

- Matrimonio… – murmuró Darkness en voz baja, aunque la sola palabra golpeó a las demás como si fuera un ariete.

Para Darkness, la oportunidad significaba lograr muchas de sus fantasías mayores. Primero, sería destituida inmediatamente como noble debido a que Izuku no era de casta alta, y su nombre quedaría mancillado por el resto de las casas nobles al llevar a los hijos de alguien que ni siquiera tenía un estatus social reconocido, y aun así, estaría en la posición perfecta para proteger a su Santo. Los ángeles la tratarían como una igual por tomar tal responsabilidad, y su propio cuerpo se convertiría en un símbolo de pureza al ser el receptáculo del afecto y amor de un Santo. ¡Su linaje se volvería sagrado al mezclarse con la sangre de quien sin duda podría convertirse en la voz de este mundo!

- Más les vale que no estén pensando en ideas raras. – les advirtió Megumin a las demás. – Él es mío, su esposa voy a ser yo. Ya lo hicimos.

Megumin solo quería reafirmar su posición. No quería competencia, y si bien era cierto que con gusto compartiría a Izuku con Chika y Liza, sabía que las semihumanas no tenían absolutamente ninguna intención de destronarla. Pero al ver las miradas de envidia y rabia de las otras chicas, se dio cuenta que acababa de meter la pata.

- ¡¿QUÉ?!

- ¡¿CUÁNDO?!

- ¡¿CÓMO FUE ESO?!

Megumin se echó para atrás. Era obvio que exponer su pequeño secreto había sido un tiro por la culata de la manera más horrible posible.

- Así que aquí estabas…

Una voz masculina interrumpió la tormenta que estaba a punto de desatarse.

- ¿Otra vez tú? – preguntó Darkness en un tono fastidiado. – Mi respuesta no va a cambiar, Yavin. No voy a entregarle mi escudo, o mi maza, a nadie.

El joven que había interrumpido al grupo era un sujeto delgado con pelo rubio cortado en estilo de tazón, y ojos azules que se veían llenos de lujuria y avaricia. También estaba rodeado de tres mujeres guerreras con armadura de bikini.

Aela tuvo que luchar con un pequeño episodio de TEPT al ver al grupo.

- ¿Ni siquiera aunque te ofrezca el doble? – preguntó el hombre, entrecerrando los ojos con una incomodidad obvia.

- Ni por tu vida y tu alma. – replicó Darkness sin dudar.

Muchos le habían preguntado a Darkness sobres sus armas de corteza de hierro, y la mayoría habían solicitado trueques. El escudo y la maza que Izuku hizo para ella estaban clasificados como hechos de corteza de hierro, sin embargo, no actuaban como equipamiento hecho del mismo material.

La corteza de hierro, al ser manejada correctamente, demostraba propiedades similares al acero, con solo una fracción del peso. Era un material de gran renombre, pero no tan codiciado como el mitrilo, la adamantita o el oricalco. El equipamiento de Izuku, sin embargo, sobrepasaba incluso el mejor material conocido en todo el reino. La corteza de hierro que el Archidruida cultivaba era más dura que la adamantita, y resistía la magia como una aleación de mitrilo-oricalco, todo sin que pesara más que la corteza de hierro estándar. Las espinas que adornaban ambos objetos tampoco eran para presumir, pues hacían a ambas armas excesivamente peligrosas.

El hecho de que Beldia declarase que habían sido bendecidas por múltiples dioses solo había empeorado todo el asunto.

- Perra testaruda… – gruñó el rubio con desdén, pero fuera de eso no hizo mucho.

El hombre que molestaba a Darkness era hijo de un noble, y como tal, siempre buscaba ponerle las manos a cualquier artefacto o equipamiento poderoso para adornar a sus sexys seguidoras. Como hijo de nobles, sabía cómo empujar y mover hilos con su estatus para conseguir lo que quería, sin embargo, también estaba al tanto de cuál era su lugar en la jerarquía. Y eso era un mundo por debajo de Darkness.

Ser aventureros significaba que se podía salir con la suya en muchos comportamientos inapropiados, como echar insultos menores, o molestarla con peticiones constantes para un "trato justo". Pero no era capaz de levantar una mano en contra de ella. Si el hijo de un barón desafiaba a la hija de un duque, eso significaría la ejecución inmediata no solo de él, sino de toda su familia.

- ¿Qué hay de ustedes, lindas brujitas? – El tipo giró su atención a las dos Demonios Carmesís. – ¿Algún equipamiento épico y legendario que quieran mostrarme? ¿Tal vez la más desarrollada quiere unirse a mi grupo de élite?

El joven noble hizo la última pregunta echándole el ojo a Yunyun, o más bien, a sus pechos.

- ¡NO! – Yunyun entró en pánico mientras se cubría el busto.

Podría haber estado hambrienta de atención, pero los únicos ojos que podría tolerar que la miraran con lujuria le pertenecían al líder de su grupo, ¡no a un noble despreciable!

Antes que el pervertido noble pudiera decir otra palabra o incluso hacer un movimiento, Liza se interpuso entre él y las Demonios Carmesís. Su cara no revelaba ninguna emoción en absoluto, pero incluso alguien tan tonto como este hijo de barones sabía que no debía meterse con una semihumana cocodrilo que estaba vigilando a alguien.

Podrían ser de mente simple y lentos, pero también eran absolutamente mortales en combate.

- Amo Yavin, ¿qué tal ese épico Lanzadardos? – preguntó una de las mujeres que seguían al noble mientras señalaba a Aela. – Ese es el original, lo que significa que sería mejor que cualquier réplica que pueda hacer ese maldito enano.

La observación ayudó a que el idiota noble superase su miedo temporal. El animal estaba protegiendo a las brujas, no a las otras chicas.

- ¡Oye tú, plebeya! – dijo el idiota, ahora señalando a la Cazadora, que sintió pánico y abrazó su arma como si protegiera a un bebé. – Entrega esa arma épica, o sino…

- ¿O sino qué? – La voz de Izuku hizo que no solo el grupo invasor se congelara, sino todo mundo en el salón del gremio.

La pregunta había salido de la lengua del druida sin una pizca de su amabilidad usual.

- Yo… – El idiota no encontraba su voz. El Archidruida, el hombre que destruyó a Kyouya, mató a Beldia, y se deshizo de un Lich antiguo lo estaba mirando como si fuera poco más que un insecto que había asustado a sus amantes.

- Márchate. – le ordenó Izuku, con la ira embotellada, producto de haber tenido que lidiar con una ladrona fanática más temprano ese mismo día, y ahora estaba burbujeando.

El grupo invasor se fue tan rápido como pudieron llevarlos sus piernas. Después seguramente cambiarían los hechos para aparentar que tuvieron suficiente habilidad para escapar de la ira de un dios, no que a Izuku le importara nada de eso.

- ¿Se encuentran bien? – preguntó Izuku, ahora sí con la voz llena de amor por sus compañeras de grupo, tal como estaban acostumbradas. – ¿Ese sujeto intentó hacerles algo?

Antes que pudieran decir más nada, todas las chicas, a excepción de Darkness y Liza, se lanzaron para abrazar a su querido líder. Sin saber qué hacer o decir, Izuku trató de devolver los abrazos, haciendo uso de sus vides para inspirar una sensación de seguridad con sus queridas compañeras. Dicho abrazo también envolvió a Liza y Darkness, para su gran deleite.

Esta historia continuará...


Omake – Su primera vez.

En la privacidad de su cuarto en la posada, bajo la cobertura de la noche, Izuku y Megumin se encontraban abrazados. A diferencia de otras veces, esta noche había pasado algo muy especial. Habían dado un paso adelante en su relación, elevando el tono del amor que tenían uno por la otra.

- ¿E-estás b-bien? – tartamudeó Izuku, mirando tímidamente a la pequeña niña que se acurrucaba contra su pecho. – ¿No te sientes mal?

Sus preguntas eran algo incoherentes, pero era porque aún sentía las secuelas de lo que pasó unos minutos antes.

- Mmhmm… – masculló Megumin, todavía temblando por la intensa experiencia que acababan de pasar.

Todavía sintiendo ligeros temblores uno con la otra, la joven pareja continuó abrazada, bañándose en la realización de que su lazo se había vuelto aún más profundo. Megumin enterró su cabeza felizmente en el pecho de su asombroso novio, mientras Izuku sujetaba ferozmente a su querida novia, alternándose entre acariciarle el pelo y la espalda.

Le tomó un par de minutos a la pequeña maga finalmente acumular el valor de mirar arriba y ver a los ojos a su hombre. Ambos estaban sonrojados, pero no rompieron el contacto visual.

- Podemos… – Megumin dudó por un momento, con su rubor intensificándose. – ¿Podemos hacerlo… de nuevo?

Esta vez fue el turno de Izuku de tornarse más rojo. No pudo evitar asentir. Luego de experimentar a lo que sabía el amor, era imposible denegarle esa petición a la chica que amaba.

Tímidamente, ambos adolescentes se movieron para acortar la distancia entre sus rostros. Sus labios se conectaron, con delicadeza a le principio, y luego, lentamente comenzaron a presionarse uno contra el otro, buscando más de esa sensación de pertenecerse entre sí. La pasión comenzó a arder rápidamente, y sus lenguas chocaron en una suave caricia.

El estímulo fue demasiado para soportarlo, y se detuvieron. Igual que cuando empezaron.

Por fin se habían besado, y ese glorioso momento quedaría grabado para siempre en sus memorias y corazones.

Chapter 18: El último paso

Chapter Text

Era muy temprano por la mañana, pero el personal en el salón del gremio ya estaba dando carreras a todos lados. El héroe de Axel había sido atacado la pasada noche por súcubos.

Aunque el hecho de que tales sirvientes de la oscuridad estuviesen rondando su ciudad ya era bastante escandaloso, fue la noticia de que Izuku no solo fue capaz de derrotarlas, sino que pudo someterlas lo que estaba causando todo el alboroto. Aunque la mayoría sí creía en la hazaña, nadie se imaginaba cómo podría haberse hecho tal cosa.

- ¡Muy bien, todo mundo! – llamó Luna la atención a todos los presentes, sabiendo que tenía que actuar rápido si quería darle vuelta a esta situación. – ¡Necesitamos abrir una misión de emergencia para averiguar de dónde vinieron estas súcubos! ¡Tenemos que demostrarle a Izuku que puede confiar en nosotros, y mostrarle que las iglesias de nuestro pueblo no son una guarida de herejes!

Hubo gritos por todo el edificio, sin embargo, no fue difícil notar que los hombres se veían menos enérgicos de lo usual. No era que fuese demasiado sorprendente, considerando que las súcubos eran conocidas por ser extremadamente fuertes contra los hombres.

Luna sin duda esperaba que el día se pusiera feo. Los inquisidores llegarían a la escena sin falta y se pondrían a molestar a su aventurero estrella a más no poder, por lo que necesitaba prepararle el escenario. Buena comida con buen descuento, halagos bien merecidos, conseguir permiso para publicar una misión falsa para recompensar su logro, todos eran buenos métodos para hacerlo sentir mejor. Hasta le podía dar los vales para sus baños públicos con una carta que le permitiría a él y a su harem compartir en privado una…

*¡BAM!*

Las puertas del salón se abrieron, revelando a un Archidruida muy furioso, seguido de cerca por un grupo de chicas que también se veían enojadas… y una mujer cocodrilo que cargaba dos sacos de los cuales sobresalían las cabezas de dos mujeres que lloraban y gritaban sin parar.

Luna rápidamente se dio cuenta de que este no iba a ser un día simplemente feo como cualquiera…

- ¡Luna! – Izuku la llamó mientras caminaba hacia la cabina, dejando a la voluptuosa recepcionista sola con el terror. – Necesito hablar contigo, en privado. La denuncia que necesito hacer es muy, muy problemática.

Echando un vistazo a las seguidoras del Archidruida, Luna no pudo evitar notar que la mujer cocodrilo en particular les lanzaba miradas asesinas a las dos mujeres cuyas cabezas se asomaban fuera de los sacos.

- Por supuesto. – le respondió Luna con tanto profesionalismo cómo fue posible. – Por favor sígueme.


Cinco minutos más tarde, en una sala privada…

Luna se encontró mirando de frente no solo al molesto Archidruida, sino a sus dos amantes Demonios Carmesís, y a las dos esclavas que se rehusaron a perder de vista a su amo. La chica cocodrilo parecía excesivamente violenta esta mañana, y la recepcionista del gremio no quería poner a prueba la poca paciencia que le quedaba.

Entonces, Izuku explicó la situación con sorprendente rapidez.

- Imposible… – Luna cayó en la desesperación, sosteniendo su cabeza entre sus manos.

- Me temo que esa es la verdad. – lamentó Izuku, cruzando los brazos y suspirando con pesadez. – También a mí me sorprendió su confesión.

Para alguien que había sido agredido de manera tan horrible, Izuku se había mantenido bastante calmado, si bien se notaba todavía molesto.

La mayor de las dos súcubos confesó que alguien dentro del gremio las había invocado con la intención de conseguir información privada sobre él, específicamente sus proclividades y posiblemente regalos para ofrecerle. Era bastante suave a comparación de otras posibilidades, casi lo suficiente como para dejarlo pasar. E Izuku no tenía manera de saber qué tanto de ello era mentira.

- Aunque no tuvieran intenciones malvadas, sigue siendo un crimen. – añadió Megumin, que parecía la más molesta de todos. – Y eso sin mencionar el lío en que nos metimos con la posada.

Su sueño había sido fantástico, conocer ese mundo con carruajes de metal que no necesitaban magia o caballos, torres gigantescas hechas de cristal y acero, conocer a su amorosa madre, y finalmente atreverse a bañarse con él… ¡solo para que el sueño se interrumpiera cuando estaban a punto de sacarse las toallas!

- ¡Ya entendí! – Luna inmediatamente comenzó a agitar las manos en un gesto de disculpa. – ¡El gremio pagará por todas las inconveniencias!

El cristal era muy caro, y muy pocos edificios lo tenían en las ventanas. Wiz era una experta en arreglarlo con magia, así que habría pocos problemas cuando Chika accidentalmente los rompía. El posadero había sido sorprendentemente muy comprensivo también. Lo que tenía molesto a Izuku, sin embargo, era la idea de tener que lidiar con una Liza enojada.

La chica cocodrilo había estado demasiado cerca de matar a sus prisioneras. Izuku realmente necesitaba encontrar una manera de enseñarle a controlar su fuerza… o más bien… encontrar la voluntad para enseñarle a contenerse.

- ¿Puedes hacer eso antes que lleguen los inquisidores? – preguntó Yunyun tímidamente. – Por muy divertido que sería iniciar una pelea con la iglesia…

Derrotar y capturar a súcubos eran hazañas que según se decía pertenecían a aquellos piadosos y devotos. Escuchar que un grupo de herejes lo hicieron sin ningún esfuerzo haría que la ya de por sí tensa situación explotara. Sus tendencias Chunni hacían que fuera difícil de resistir, pero ambas Demonios Carmesís sabían que su líder REALMENTE no quería dejar salir a la superficie su rabia.

Para ser honestas, preferirían no dejar que Liza se soltara. La sangre y las vísceras serían muy difíciles de limpiar de sus ropas después.

- ¡No te preocupes! – Luna rápidamente estuvo de acuerdo, pues sabía mejor que nadie que tener que lidiar con los inquisidores era malo para la salud de cualquiera. – ¡El gremio se asegurará de lidiar apropiadamente con todo este lío!

Conociendo a la iglesia de Eris, habría una larga investigación, y más que probablemente una purga interna en el gremio, pero eso sería mejor que lidiar con un caso de súcubos rondando libremente por la ciudad. Si acaso tenía suficiente suerte, y el culpable era capturado rápido, el único en ser ejecutado sería el invocador. No había necesidad de molestar más al Archidruida.

- Bueno, te deseo suerte con eso. – dijo finalmente Izuku, entregando un trozo de pergamino con la información de la posada, y el monto solicitado para las reparaciones. – Ahora nos marchamos.

Luna observó la cantidad de dinero que se pedía, y suspiró de alivio al ver que era una suma bastante modesta. Bendiciones pequeñas.

- ¡Chika agradece que ya esto se acabó! – murmuró Chika, cuyas preocupaciones de que todo este circo se extendiera hasta que su querido amo explotara finalmente eran enterradas. – Ahora podemos…

*¡CRASH!*

- ¡GGGAAAAAHHHHHHHH!

- ¡¿CÓMO DIABLOS PASÓ ESO?!

Los ruidos y gritos lograron penetrar hasta la sala privada.

Antes que Luna pudiese hacer o preguntar cualquier cosa, Izuku ya se estaba moviendo a la acción. Darkness y Aela seguían allí, manteniendo un ojo en las súcubos, así que temía que habrían salido heridas en un intento de liberar a las cautivas.

BAM!*

Izuku abrió la puerta con tal fuerza que casi se rompió.

- ¡¿QUÉ ESTÁ PASANDO AQUÍ?!

Una sola mirada a la escena fue suficiente para contar toda la historia.

Aela estaba sentada en el piso, probablemente como resultado de caerse hacia atrás. Darkness, sin embargo, estaba sometiendo al aventurero Dust contra una pared. Había dos sacos yaciendo en el suelo, vacíos, y no había súcubos a la vista.

- ¡¿Por qué hiciste eso?! – le gritaba Darkness a su prisionero, que estaba lleno de lágrimas de dolor y miedo.

- ¡No lo sé! – explicó Dust entre sollozos.

Las súcubos eran hábiles en ilusiones y seducción, mientras que los hombres de Axel eran mayormente conocidos por sus proclividades. Por eso mismo había dejado a Darkness y Aela a cargo de las prisioneras, y aun así, parecía que había subestimado a los pervertidos.

- Aela, ¿estás bien? – preguntó Izuku amablemente, con su expresión suave denotando cuánto se preocupaba por el bienestar de sus compañeras de equipo antes que nada.

- Sí. – replicó la Cazadora mientras aceptaba la mano que le ofrecían. – Solo me empujó, eso fue todo. Fue más por la sorpresa.

- Ya veo. – replicó con una sonrisa amable, feliz de ver que no había pasado nada realmente malo. – Darkness, ¿qué sucedió?

Respirando profundamente, la Paladín rubia soltó a Dust. Pero no sin antes lanzarle una mirada asesina.

- Esas malditas demonios deben haber utilizado uno de sus hechizos de seducción sin que nos diéramos cuenta. – replicó Darkness suspirando. – Algunos aventureros se aproximaron a hacernos preguntas, y este… hombre… se coló por detrás con un cuchillo para cortar sus ataduras. Antes que pudiéramos reaccionar, esas desgraciadas se fueron volando como almas que lleva el diablo.

El tono de Darkness estaba lleno de puro odio hacia las súcubos, lo cual era comprensible dada su religión. Izuku, por su parte, no sentía tanta animosidad hacia las fugitivas. Ellas habían tratado de usar su magia para meterse en sus sueños, cierto, pero la intención no era un acto de maldad, o ni siquiera de tratar de alimentarse de él. Le hizo preguntarse si realmente eran malvadas, o solo víctimas igual que los semihumanos.

- Pero… – la voz de Izuku atrajo la atención de sus compañeras – ¿ustedes dos están ilesas?

La preocupación en la voz del Archidruida hizo que los corazones de las chicas dieran un vuelco… de todas ellas. Era un muchacho tan amable, pensando en su bienestar antes que regañarlas por su fracaso. O por perderse la recompensa enorme por las cabezas de las súcubos.

- Sí. – replicó Aela, ahora de pie y mostrando un ligero rubor. – Solo me tomó por sorpresa, como dije antes.

- Yo estoy bien. – respondió Darkness, logrando contener exitosamente su decepción de no haber sido asaltada durante el escape. – Ni siquiera fui atacada.

Mientras Izuku suspiraba de alivio, Chika y Liza observaban toda la escena. La Harpía Negra, ahora más en sintonía con las artes mágicas, sabía que no se había conjurado ningún hechizo. También sabía que Megumin y Yunyun estaban muy al tanto de ese hecho, si esas miradas de enojo eran algún indicio. Liza, sin embargo, podía percibir que había un montón de feromonas en el aire; no femeninas, solo masculinas. Era como si la mayoría de los hombres en el salón estuviesen sintiendo lujuria voluntariamente por las intrusas a las cuales había atrapado.

Aunque no era su lugar decir nada, ambas llegaron a la misma conclusión; sería mejor preguntárselo a su amo después.

- Luna… – Izuku llamó a la recepcionista rubia, sonando bastante neutral en su tono. – ¿Puedo confiar en que el gremio manejará este problema?

Era una pregunta extraña, para ser honestos. Con todo lo demás que había en juego, cualquier aventurero podría fácilmente exigir lo que quisiera y salirse con la suya. Cualquier cosa era mejor que lidiar con los inquisidores, incluso permitirle a dicho aventurero hacer toda clase de cosas malvadas era mejor que permitir que la iglesia quemara todo el pueblo.

- ¡Sí, por supuesto! – respondió rápidamente Luna, y dispuesta a tomar cualquier oportunidad para no lidiar con la iglesia. – ¡Me aseguraré de enviarte una compensación apropiada a tu habitación esta misma noche!

Compensar al Archidruida por su amabilidad era lo menos que podía hacer. Por supuesto, si dicha compensación requería darle su atención mientras solo llevaba puesto un listón de regalo…

- No hace falta. – replicó Izuku mientras reunía a su grupo, dándoles unas palmaditas en la cabeza a las semihumanas, y un besito rápido a Megumin en la mejilla. – No regresaremos a la posada.

Eso tenía sentido, supuso Luna. Luego de ser asaltado por súcubos allí, nadie querría volver. El posadero sin duda experimentaría una reducción en la clientela debido a la nueva reputación que habría ganado su establecimiento.

- Ya veo… – Luna rápidamente comenzó a reconsiderar sus opciones, necesitaba dejar claro que ella… y el resto del gremio, estaban agradecidos. – Entonces… ¿dónde van a quedarse?

Izuku soltó un suspiro. Luego, Luna vio que el resto de las humanas en su grupo sonreían de manera presumida en su dirección.

- Ya no nos quedaremos en el pueblo. – reveló Izuku, dejando a la recepcionista incrédula y petrificada. – Hoy mismo nos vamos.

- ¿Se van? – Luna sabía que este giro de acontecimientos iba a suceder tarde o temprano, pero todavía esperaba que no fuese tan pronto. – ¿A dónde irán? ¿Cuándo regresarán?

- ¡JAJAJA! – La risa de Megumin hizo eco por todo el salón mientras posaba de manera extravagante. – Nos embarcaremos en un viaje muy peligroso. ¡Partiremos desde este pueblo de principiantes para poner fin al eterno conflicto!

Inmediatamente, Yunyun se unió en la pose, aunque parecía algo nerviosa.

- ¡Marcharemos hacia las líneas frontales, al filo del peligro! – continuó Yunyun, obviamente disfrutando de la oportunidad de demostrar su herencia. – ¡Pero no como guerreros, SINO COMO UNA FEROZ TORMENTA!

- Vamos a tomar una ruta de entrenamiento. – interrumpió Izuku, sabiendo que era mejor no dejarlas fantasear mucho sobre hacer llover hechizos masivos sobre campos de batalla potenciales. – Iremos a la siguiente ciudad importante para pasar el invierno allá, y luego procederemos hacia las siguientes paradas antes de adentrarnos en el territorio del Rey Demonio.

Izuku informó a todos en la sala de sus intenciones mientras daba otra mirada a Darkness y Aela. Realmente quería asegurarse de que estuvieran ilesas.

Luna había pasado de estar nerviosa a tener un ataque de pánico. El mejor aventurero que había agraciado al gremio acababa de declarar que se iba a ir en una ruta suicida. ¡No podía permitirlo!

- ¡IZUKU, ESPERA! – gritó Luna, alargando la mano para coger la túnica del Archidruida. – ¡Eso es demasiado peligroso!

Izuku se detuvo al sentir el jalón en sus ropas. Girándose para ver a la nerviosa recepcionista, notó que había preocupación sincera. Era una pena que hubiera pocas personas honestas en el pueblo.

- Las líneas frontales son para las tropas reales y los héroes elegidos. – Luna se esforzaba lo mejor posible en dejar claro su punto, sabiendo muy bien que todos los aventureros que habían ido tras el Rey Demonio y sus sirvientes habían sufrido muertes horribles. – El pueblo te necesita. Todos te necesitamos. ¡Tú mantienes este lugar a salvo!

Megumin y Yunyun adoptaron expresiones sombrías. Su querido líder era bastante débil a las damiselas que necesitaban ser salvadas, o protegidas. Luna siempre los había apoyado, y su actitud hacia Izuku había sido claramente dulce. Podían ver que fácilmente podría ceder, aceptar un rol más permanente en este lado del conflicto, no que les importara…

- No. – La respuesta de Izuku fue sorprendentemente firme, para incredulidad de sus compañeras. – La única razón por la que vine a esta tierra fue para derrotar al Rey Demonio.

La severidad de la voz del Archidruida dejó congelados a todos en el gremio. No hubo proclamación de grandeza, ni demandas de reconocimiento o recompensas. Como si tales cosas estuviesen por debajo de los deseos de su corazón.

- Es cierto, he encontrado personas a quienes quiero, a quienes puedo llamar familia, en este pueblo. – reveló Izuku, regalándole a su novia una sonrisa tierna. – Pero en vez de echar raíces aquí, tengo la intención de volver a mi hogar luego de que mi misión esté cumplida. Con mi nueva familia.

Megumin tuvo que bajarse el ala de su sombrero para cubrirse el masivo rubor y sonrisa temblorosa en su cara. Su novio a veces podía volverse abrumadoramente romántico en los momentos más aleatorios. Yunyun, sin embargo, tenía la quijada colgando hasta el suelo. ¡Este chico acababa de declarar que se iba a robar a su amiga para llevársela a una tierra lejana!

Luna quería levantar un argumento, para convencer al joven Archidruida de que este pueblo de principiantes podría ser su hogar. Pero la memoria de todas las veces que este pueblo lleno de idiotas se la pasó alienándolo, la hostilidad de las dos iglesias…

Sin ninguna fanfarria o palabras dirigidas a los aventureros, o al personal del gremio, Izuku se llevó a su grupo y abandonó el edificio. Todo el salón cayó rápidamente en un espeluznante silencio.

Todos sabían qué clase de momento era éste. El héroe de Axel se marchaba para no volver, y absolutamente nadie trató de detenerlo, o de unírsele en su heroica cruzada… ni siquiera de ofrecerle alguna palabra de aliento. La gente de Axel, los aventureros, todos eran unos principiantes; marchar hacia las líneas frontales era para los veteranos, para gente con talento y verdadera fuerza. Todos sabían que nadie allí sería de mucha ayuda contra el Rey Demonio…

Y aun así, Izuku el Archidruida había declarado sus intenciones.

Los aventureros actualmente tenían problemas para olvidar que Izuku era quizás la más reciente adición al gremio. Se estaban esforzando mucho, tal vez demasiado, por convencerse a sí mismos que el peliverde había sido sabio y poderoso desde el principio, que su masivo poder debía provenir por los dotes de su herencia, no como resultado de trabajo duro e investigación.

Todos estaban esforzándose mucho por proteger su estilo de vida de holgazanes, y estaban fallando miserablemente en lograrlo…

- Tal vez deberíamos… – comenzó a hablar Dust, incluso en voz baja lo bastante fuerte como para que todo el salón lo escuchara – unirnos a él, ¿no? ¿Ayudarlo al menos hasta que llegue a las líneas frontales?

Lean apretó la mano del guerrero rubio, sonriendo de orgullo ante ese raro brillo de arrojo del hombre con quien estaba saliendo. Keith y Taylor pensaron profundamente en la propuesta, sabiendo que ninguno de ellos tenía talentos especiales para ofrecer, ni experticia social o reliquia que pudiera ser útil por el camino. Pero su necesidad de pagarle la deuda de vida al Archidruida era enorme, y su orgullo como hombres y aventureros consumía salvajemente su necesidad de evitar el peligro.

- Bueno… – continuó Keith, obviamente esforzándose por encontrar algún discurso para expresar su acuerdo. – Si le damos una mano para que llegue hasta las líneas frontales, ciertamente aumentaría sus posibilidades contra el Rey Demonio. Y si pasa por Alcanretia, podríamos incluso hacer una parada larga para abastecernos con agua bendita.

Alcanretia era la sede principal del culto de Axis, y aunque era muy molesto tener que lidiar con los fanáticos locales, las aguas termales y el agua bendita a bajo precio era más que suficiente compensación por esos cultistas tan fastidiosos.

- Y si decide llegar a las líneas frontales atravesando Monsbaya, podemos entrar al laberinto local para buscar objetos raros. – agregó rápidamente Taylor, con lo que aseguraba que, fuese cual fuese la ruta que escogiera el Archidruida, los beneficiaría enormemente. – ¡Ya está decidido, vamos a ofrecerle nuestro servicio como grupo de escolta!

Con un último grito triunfante, el grupo de mediocres abandonó el edificio, haciendo que el resto de aventureros se sintiera todavía peor.

Y sin que nadie lo notase, cierta ladrona de pelos plateados también acababa de dejar el lugar.


Más tarde, en la tienda de magia de Wiz…

Izuku miró hacia la tienda donde residía su amiga no-muerta. No tenían mucho tiempo de haberse hecho amigos, pero Wiz era alguien a quien consideraba una verdadera amiga. Reencarnarla iba a ser un regalo de despedida bombástico, y esperaba que su partida no le afectara demasiado.

De pie a su izquierda, las dos Demonios Carmesís se encontraban en una acalorada discusión sobre el proceso que estaba por venir, picándose una a la otra sobre la posibilidad de cambiar el conjuro para incrementar el factor de genialidad y el impacto que eso tendría en la calidad del hechizo.

A su derecha, Chika y Liza estaban hablando de lo que les gustaría de última comida en el pueblo antes de iniciar su viaje… o más bien, era Chika quien hablaba, ya que Liza solo estaba allí parada, aparentemente esperando que el chico se moviera o le ordenara algo.

Darkness y Aela se encontraban ausentes, ya que ambas tenían que resolver asuntos de familia de último momento.

Reencarnación era un hechizo muy agotador, y también costoso, pero el joven Archidruida pensaba que valía la pena, en nombre de salvar personas, especialmente si eran sus amigos. Aunque tendría que considerar la posibilidad de reclutar a un Arcipreste, ya que entendía que usar Reencarnación era para ser un último recurso, o una solución de emergencia, no la primera opción. Todavía temblaba al recordar la imagen de la maga de Lyndon, llorando desesperada por el cambio de razas…

Ingresando a la tienda, Izuku hizo su mejor esfuerzo por suprimir sus múltiples dudas y miedos. Wiz había declarado que no le importaba cambiar de raza, o incluso de género, si eso significaba que por fin sería libre de la carga que llevaba encima.

- ¡Wiz! – la llamó Izuku felizmente mientras ingresaba a la excéntrica tienda, seguida de cerca por Yunyun y las otras chicas. – ¡Venimos por un servicio especial!

Yunyun había estado excesivamente feliz al descubrir que se le permitiría ser testigo de este milagro. Tales ocurrencias eran muy raras, porque cualquier hechicero guardaría religiosamente cualquier secreto que le otorgase más poder de lo usual; esta sería su segunda vez, y todavía temblaba ante la oportunidad de aprenderlo.

- ¡Un momento, por favor! – replicó Wiz desde la trastienda, donde se podían oír ruidos de desorden y cosas siendo registradas. – ¡Acabo de terminar lo que me pediste!

El grupo se carcajeó amenamente, pues consideraban que las costumbres de la tendera eran muy encantadoras. Pero cuando ingresó a la sala…

- Tenía curiosidad sobre la función de las prendas que me solicitaste, así que hice algunas para mí con las especificaciones. – explicó Wiz mientras entraba, girando y posando por todo el camino. – ¡Esto se siente tan cómodo! ¡Mi espalda nunca se había sentido tan libre de dolores!

La despistada tendera no mostraba cambios visibles por afuera en su ropa, pues llevaba la misma túnica púrpura de siempre; y aun así se veía increíblemente diferente. Donde una vez sus senos rebotaban libremente a dondequiera que se moviera, ahora se mantenían firmemente en su lugar, como si estuvieran en exhibición.

Realmente se veían masivos…

- Espero que no te moleste. – añadió Wiz mientras comenzaba a colocar las prendas solicitadas sobre el mostrador, completamente fallando en notar que Izuku se había sonrojado y ahora trataba de mirar hacia otro lado.

Había una gran atracción en ver los pechos moverse libremente, y aun así, observarlos firmemente en su lugar también tenía su encanto.

- ¿Estos son para nosotras? – preguntó tímidamente Yunyun cogiendo una de las susodichas prendas. Parecía hecha a medida para su busto, y tras analizarla, se percató de que su forma era para aumentar la comodidad, y la pieza de metal debajo de las copas era para soporte.

- ¡¿Es algún encantamiento que estimula el crecimiento?! – Megumin rápidamente arrojó su propia pregunta, cogiendo una de las prendas que parecía más apropiada para Darkness o Liza. Le era fácil imaginarse a sí misma creciendo para poder llenarlo.

Los planos de Izuku incluían una gran diversidad de modelos. Los sostenes deportivos eran más cercanos a ser utilizables como ropa visible, a la vez que eran ajustables para pechos pequeños, así que los solicitó para Chika y Megumin; el trozo de tela negro sin duda se veía bien como parte del atuendo de Megumin, a la vez que fácilmente podría ser cubierto por el de Chika.

Los otros eran variantes del modelo clásico, por lo que las chicas de pecho más grande encontrarían un gran alivio en el soporte, aunque Yunyun tendría que cambiar su atuendo un poco, o sino el suyo se asomaría por su escote.

- No, no. – replicó Izuku, haciendo un esfuerzo por no pensar en sostenes que se asomaban y en chicas demasiado inocentes para saber lo que significaba. – Esto te ayudará mientras creces. Te dará soporte frontal para que no te duela la espalda y tampoco impida tus movimientos.

Aunque Izuku tenía problemas para encontrar palabras que explicaran las cosas apropiadamente sin sonar como un completo pervertido, su mente no se podía despegar del hecho de que su pequeña novia en efecto estaba creciendo.

Ahora que ya no agotaba todo su maná a diario al invocar la magia explosiva, y podía comer de manera regular y completa, su cuerpo había comenzado a desarrollarse. Había crecido poco más de un centímetro de estatura, su vestido empezaba a mostrar signos de volverse demasiado corto, y unos pequeños bultos de carne comenzaban a sobresalir también de su pecho. Quizás todavía no llegaba a ser de copa A, pero si lograba dar un buen estirón de crecimiento…

- Muy bien entonces. – replicó Megumin, fallando en esconder su sonrisa presumida, sabiendo que su novio efectivamente la estaba viendo como mujer.

- También, aquí está tu bastón. – habló de repente Wiz, recuperando la atención de todos y dejándoles ver su anticipación. – Lo mejoré un poco.

El bastón que le fue presentado al joven Archidruida tenía una nueva adición. El pico de cocatriz había sido tallado y moldeado en la forma de una punta de lanza, y había sido colocado en el extremo del bastón, convirtiéndolo en una especie de bastón-lanza. Izuku finalmente tenía un arma de combate cercano funcional, aunque se viera algo primitiva en su naturaleza.

Tomando el bastón entre sus manos, Izuku podía sentir que encajaba perfectamente con su alma. La naturaleza protectora de Liza en las escamas que cubrían el borde, la velocidad de Chika en las plumas que adornaban la parte superior, y la fe de Wiz en el esmero puesto en crearlo.

- Wiz… – La voz de Izuku llamando a silencio atrajo toda la atención hacia él. – ¿Estás lista?

La tendera no-muerta asintió, mostrando un raro brillo de determinación.

Estaba lista para esto, ya que incluso si el hechizo fallaba, tendría todo preparado. Su muerte marcaría el inicio de la caída del Rey Demonio, su reencarnación significaría su libertad, y de cualquier manera su querido amigo estaría a salvo.


Entretanto…

Chris siguió a Izuku y a su grupo usando Sigilo, y bendiciendo sus atributos con su autoridad divina. No podía permitirse volver a cometer un error.

Había aceptado el hecho de que metió la pata hasta el fondo en sus interacciones anteriores. Le encantaba jugar el papel de ladrona pícara, tanto así que se le había olvidado que, en la mayoría de versiones de Japón, tomar las cosas de los demás sin permiso era considerada una seria ofensa. Debería haber demostrado algo de cortesía básica antes de presumir de sus habilidades.

El amor del Archidruida por la Harpía, aunque erróneo, también era comprensible.

Sin el contexto apropiado, y una minuciosa lección de historia, la mayoría de los reencarnados de otros mundos verían el trato hacia las Harpías como algo tiránico. Ella estaba segura de que, después de mostrarle la verdad, él por lo menos sería más cauteloso con las Harpías. Aunque siguiera mimando y abrazando a su compañera.

Infortunadamente, las estrellas parecían haberse alineado para dificultarle cualquier posible interacción todavía más.

Como la Diosa Eris, le enfurecía el hecho de que las dos iglesias hubiesen alienado de esa forma al joven héroe, tratando de acusarlo incluso sin que fuese parte de ningún grupo, y luego tuvieron la audacia de tratar de justificar sus malas acciones invocando su posición "superior". Ya les había mandado sueños proféticos a todos ellos para regañarlos, y exigiéndoles que corrigieran ese camino tan retorcido.

Y aun así, sabía que su decisión no bastaba.

Ahora, encogida y acechando desde el techo de la tienda de magia de Wiz, Chris hacía su mejor esfuerzo por infiltrarse en el local y observar con mucho cuidado lo que estaba sucediendo. Wiz era una gran fuente de entretenimiento y artefactos raros, pero incluso ella se lo pensaría dos veces antes de echarle los dedos a cualquier cosa sin la supervisión de la despistada tendera.

- Entonces, ¿qué estás haciendo aquí? – murmuró Chris para sí misma, antes de entrar a través de una de las ventanas en el piso superior. – ¿Qué clase de rareza estás tratando de conseguir antes de partir hacia tu siguiente aventura?

Mirando a través de las grietas en el suelo, la ladrona de pelo plateado logró ver tanto a la tendera como al grupo de Izuku. No le tomó mucho tiempo antes de notar que las cosas se estaban poniendo muy, muy raras.

- "Eso es… ¿un círculo sacrificial?" – pensó la ladrona mientras observaba todo lo que estaba apilado en el interior de dicho círculo. – "¿Para qué necesitaría un Druida hacer eso? ¡¿Para qué querría alguien usar eso?!"

Los círculos sacrificiales eran inútiles, un desperdicio absoluto de recursos. Hasta los magos más desesperados solo usarían uno de ellos en las peores circunstancias como última opción. Pero el piso era demasiado grueso, y la magia demasiado densa como para escuchar bien lo que estaba pasando, así que solo pudo esperar y ver. Con suerte podría entender mejor al joven héroe, y así convencerlo de aceptar sus servicios.

La magia comenzó a fluir adentro de la tienda; fue una cantidad masiva, y resonaba tan hermosamente que la ladrona no pudo evitar sentirse cautivada momentáneamente.

- "¿Este es su talento divino?" – pensó Chris para sí misma, sin entender por qué Izuku podía invocar hechizos de este nivel. – "¿Acaso pidió los secretos de las artes arcanas? ¿O tal vez los secretos de la naturaleza de la magia? ¿Por qué esto se siente tan… familiar?"


Adentro de la tienda…

¡REENCARNACIÓN!

Izuku concluyó su hechizo, y Wiz se vio envuelta en lo que parecía ser un capullo de luz esmeralda. Para la desorientada tendera, se sentía cálido y agradable, como si estuviese envuelta en el abrazo de una madre amorosa. Los escasos segundos que duró, fueron de los mejores que había tenido en toda su existencia; si el hechizo llegaba a fallar y ella terminaba muerta, igualmente se sentiría satisfecha con el resultado.

Cuando la luz al fin disminuyó, los cambios fueron aparentes. Lo primero y principal, sus orejas se habían alargado, volviéndose rígidas y puntiagudas. Segundo, se había vuelto ligeramente más baja de estatura, con una constitución delgada que también había afectado sus masivos pechos… aún eran grandes, pero ahora estaban más de la talla de Yunyun, en lugar de la irrazonablemente grande que solía tener.

- Se terminó… – Izuku exhaló un suspiro de alivio al ver que su amiga retornó a la vida y mantuvo su género al menos. – Me alegra que no haya pasado nada drás…

- Ugh…

El gruñido de Wiz interrumpió a Izuku, dándole un caso severo de un ataque de pánico. Al ver a la antes no-muerta encogerse de manera aparentemente incómoda le hizo comenzar a lamentar sus acciones. El pensamiento de causarle sufrimiento a alguien a quien quería era insoportable.

- ¿Wiz? – preguntó Izuku tímidamente hacia la adolorida tendera, acción imitada rápidamente por Megumin y Yunyun.

- ¿T-te encuentras bien? – preguntó Yunyun tartamudeando. El haber podido ver de nuevo el super hechizo había sido un regalo para ella, pero ver a una amiga potencial sufriendo por él comenzaba a afectarla.

- ¡AAHHH! – Wiz gritó de pronto mientras arqueaba la espalda, y entonces…

RRIIIPPPPP!*

Su túnica casi explotó, revelando un par de hermosas alas blancas que crecían desde su espalda. Eran un poco más cortas que las de Chika, y las plumas no se parecían a ningún tipo que Izuku pudiera reconocer, pero eran preciosas y parte de su nuevo cuerpo.

El Archidruida Esmeralda estaba viendo no a una elfa, sino a una Avariel.

- ¡EEEPPP! – Izuku también se percató de que, por alguna razón, Wiz había diseñado su sostén con encajes.

Y fue en ese instante que las cosas comenzaron a caer en catarata, en una serie de eventos inusuales.

*¡CRACK! ¡WHAM!*

Desde el techo, cayó una ladrona de pelo plateado. Aterrizando torpemente, y apuntando un dedo tembloroso a la recién reencarnada tendera, dicha ladrona comenzó a balbucear y tartamudear.

- ¡LA RAZA DE AMADOS! – gritó incoherentemente Chris. – ¡LOS QUERIDOS…!

*¡WHAM!*

Solo para recibir un coletazo violento de Liza en su cabeza, noqueándola al instante.

Para la Mujer Cocodrilo, esto era lo más obvio. Después de todo, la ladrona había sido muy cruel con Chika, así que le parecía razonable pensar que tal vez odiaba a los amigos emplumados. Y ya que ser malo con sus amigos enfurecía a su querido amo, lo más lógico era remover a tales fuentes de ira.

- ¡Hola! – Keel abrió la puerta e ingresó a la tienda, seguido de cerca por su esposa. – Sé que es temprano… ¿llegamos en mal momento?

El ex-lich miró la sala por menos de medio segundo antes que las cosas volvieran a escalarse de nuevo.

- ¡EEEEEKKKKKK! – gritó Wiz mientras se cubría rápidamente el pecho, en una rara muestra de vergüenza.

- ¡AAAUUUU! – El Nigromante lanzó un grito ahogado cuando su esposa saltó para cubrirle los ojos.

- ¡Yunyun! – gritó Megumin, sabiendo que era la única que podía tomar el control de la situación. – ¡Ve y consigue una túnica de repuesto!

Mientras la tímida Demonio Carmesí salía corriendo hacia la parte trasera de la tienda sin saber siquiera dónde empezar a buscar, la pequeña Archimaga optó por usar su enorme sombrero para proveerle algo de modestia a la pobre mujer que estaba en pánico en ese instante.

No había fallado en notar que a Wiz no le había importado que Izuku la viera, algo que tendría que preguntarle luego que las cosas se hubieran calmado.


Una hora más tarde…

- Y eso fue lo que sucedió. – Sasha terminó de contar lo que había pasado para que pudieran reunirse todos.

Atrás de ellos, una ahora vestida Wiz estaba persiguiendo a una asustada Harpía Negra, gritando alegremente cómo ahora eran hermanas emplumadas, y cómo deberían pasar tiempo acariciándose una a la otra con sus alas.

- No puedo creer que todo eso haya pasado tan rápido. – Izuku estaba sorprendido por la información.

Sin que les hubiesen dicho absolutamente nada, las cosas simplemente se habían alineado por su cuenta para colocar a Keel y Sasha como los nuevos dueños de la tienda de magia, mientras Wiz había hecho todo el papeleo para dejar atrás su vieja vida y empezar de nuevo, o para morir sin arrepentimientos.

A Izuku le dolía mucho pensar que su amiga estaba preparando todo lo necesario para su propio entierro.

- Lo sé. – replicó Sasha, mostrando su propia sorpresa. – ¡Uno pensaría que alguien así de despistada también sería desordenada con el papeleo!

Ahora Liza estaba sirviendo de muro para ayudar a Chika a escaparse de la loca tendera. La Guerrera Tótem, mostraba aburrimiento en sus ojos ante las acciones de las chicas aladas, al parecer incapaz de preocuparse por ellas, al menos por el momento.

- Sigue siendo una persona desordenada. – añadió Keel mientras emergía desde la trastienda. – Quizás llame a esto una tienda, pero las piezas que hay aquí quedarían mejor en un museo. ¡Casi nada es utilizable!

Izuku solo pudo reírse nerviosamente ante la información. También había notado esa peculiaridad, pero había sido demasiado amable como para mencionárselo a Wiz en la cara.

- Estoy seguro que se las arreglarán. – declaró Izuku con buen humor. Todavía le preocupaba lo que iba a hacer Wiz ahora.


Afuera de la tienda…

- ¿Y bien? – preguntó Yunyun a la ahora amarrada ladrona, demasiado enojada como para demostrar su usual timidez.

- ¡Esa es una de los amados! – continuó declarando Chris, demasiado hundida en lo que fuera que estaba haciendo. – ¡Se extinguieron una vez, pero ahora que ella está aquí, pueden regresar!

Para la Diosa Eris, ver a sus hijos amados una vez más, aunque fuera solo una de ellos, la llenaba de esperanza. Hasta estaba empezando a hacer planes para encontrarle el esposo perfecto, un Elfo Alto de sangre pura que le daría las mejores oportunidades de continuar a la raza Avariel. Con la crianza correcta, podrían incluso volver a ser de sangre pura en solo unas cuantas generaciones, y tendría de vuelta a sus hijos perfectos para mimarlos a sus anchas.

- Olvídalo. – Las palabras de Megumin golpearon con fuerza a la ladrona, que se preguntó por qué su idea de perpetuar la raza de sus hijos era algo malo. – Tal vez se haya reencarnado en una Avariel, pero no es ninguna profeta de Eris. Si planeas llevártela a hacer alguna locura, aprenderás a la mala que nos gusta proteger a nuestros amigos.

Yunyun asintió ferozmente a su declaración, todavía apuntándole con su varita a la intrusa.

- ¿Y qué tal si ella quiere venir a la iglesia de Eris? – preguntó Chris, superando finalmente el shock de ver a un Avariel después de tanto tiempo. – ¿No creen que disfrutará de una vida mejor bajo el cuidado de…?

*¡BAM!*

- ¡KKUUUUEEEEE!

Cualquier cosa que fuese a decir, fue interrumpida por un chirrido horroroso que provocó que todos a excepción de Yunyun se encogieran de dolor. La Harpía Negra y la reencarnada Avariel ahora estaban volando en círculos alrededor del grupo, con la primera huyendo de la segunda.

- ¡Ahora somos iguales! – gritó Wiz demasiado feliz, estirando los brazos con la esperanza de atrapar a la chica aviana. – ¡Déjame acariciarte las plumas! ¡Te dejaré acariciar las mías!

Ver a la única Avariel en existencia perseguir a una harpía como si obviamente estuviese enamorada hizo que la sangre de Eris hirviera. La última Avariel estaba eligiendo a una harpía por encima de ella. Pero rápidamente se tragó su rabia, porque eso no le iba a ayudar en nada aquí. Tenía que ser astuta y ganarse el corazón de su amada hija sin importar el costo, incluso si eso significaba formar equipo con una harpía.

- No creo que tu diosa le permita jugar con harpías. – dijo despreocupadamente Yunyun expresando sus pensamientos, riéndose de lo infantil que se veía la tendera mientras perseguía a la pequeña harpía. – Y tampoco creo que Wiz se lo tome bien si ve cómo Eris trata a sus queridas harpías.

Esa información hizo que Chris se congelara. ¿Cómo podría curar a la Avariel de su enamoramiento?

- ¿Listas para irnos? – preguntó Izuku mientras salía de la tienda, seguido de cerca por el Elfo Oscuro y la Elfa Alta. – Wiz también se nos unirá, por cierto.

- ¡¿QUÉ?! – gritaron Megumin y Yunyun al mismo tiempo. Una porque temía que eso disminuyera la atención que recibía, y la otra porque ahora tendría que añadir otro obstáculo a su meta de conseguir más atención.

- ¡Entonces yo también me uniré a tu grupo! – gritó también Chris, con los ojos llenos de determinación. El primer paso para ganarse el corazón de su hija era pasar tanto tiempo como fuera posible con ella, y para eso, necesitaban estar en el mismo grupo. – ¡Necesitarás mi experticia!

- No, no la necesito. – Izuku ya empezaba a sentirse molesto; tenía que salir del pueblo antes del anochecer si quería llegar al siguiente con tiempo de sobra antes del invierno, así que no se podía permitir entretener a fanáticos locos. – ¿Por qué no te llevas tu experticia a otra parte?

- Te haré saber que soy la… – Lo que fuera que Chris iba a decir, se vio interrumpida por una muy enojada mujer cocodrilo albina.

- Amo… decir… – repitió con calma Liza, mientras su mano de garras envolvía la cabeza de la ahora aterrada ladrona. – ¡Otra… PARTE!

Y con eso dicho, Chris salió lanzada por los aires, más o menos en la dirección del gremio de aventureros. Al hacerlo, se unió a la lista de los pocos que podrían presumir de haber sobrevivido un encuentro con un semihumano cocodrilo, aunque en su caso le ayudó su resistencia divina, más que su habilidad o suerte.

- ¿Creen que va a estar bien? – preguntó Izuku, ligeramente preocupado de haber podido matar a alguien con su elección de palabras.

- ¿Quieres que esté bien? – preguntó Megumin, sabiendo que la ladrona solo seguiría causándoles problemas si la dejaban suelta y viva.

En lugar de responder, Izuku decidió que ahora era el mejor momento para marcharse. Ya se estaba saliendo de su horario, y todavía tenía que modificar el arreglo de los asientos ahora que Wiz también se uniría al grupo, aunque fuera solo hasta que decidiera dónde comenzar de nuevo.


Más tarde, en las puertas de Axel…

Darkness y Aela aún no aparecían, pero Izuku tenía fe en ellas. Al ver la carreta frente a él se llenó de una extraña sensación de logro a pesar de todo. Los enanos a quienes les había comisionado construirla habían hecho un trabajo soberbio.

El cuerpo principal estaba hecho de madera gruesa y aislada, reforzada con un armazón de acero de alta calidad. Había runas grabadas por todo el chasis para asegurarse de que resistiría cualquier cosa excepto los monstruos de más altos niveles que incluían a los dragones, y la madera había sido especialmente tratada para que no pudiese arder con nada menor que ser arrojada a un volcán activo. El interior estaba acojinado para máximo confort, y un juego de piedras encantadas ayudarían a regular la temperatura hasta cierto punto.

Las ruedas también eran algo digno de admirar. En lugar de las típicas ruedas sujetas por una viga, o un disco plano de madera, estaban hechas con placas redondas de metal, lo bastante gruesas para ofrecer suficiente contacto con el suelo, lo que ayudaría a distribuir el peso. También estaban cubiertos con las vides de Izuku, que funcionarían como los neumáticos de su propio mundo. Para rematar, los enanos habían utilizado sus planos para darle un sistema de suspensión, lo que aseguraría un viaje mucho más placentero para todos.

Aunque, parecía haber un pequeño problema…

- ¿Quién, o qué va a mover esta…? – comenzó a preguntar Megumin, sin poder contener su curiosidad.

- ¿Monstruosidad de fortaleza? – terminó Yunyun la pregunta, a partes iguales asombrada por el diseño, y confundida por el obvio fallo en el mismo.

Antes que Izuku pudiera responder, Liza se movió hacia el vehículo, y comenzó a moverlo hacia atrás y hacia adelante unos pocos centímetros, mostrando solo un poco de esfuerzo. Luego le sonrió a su amo, esperando ser designada para hacer el trabajo de mover esta cosa, para demostrar lo útil que podía ser.

Ambas Demonios Carmesís no pudieron evitar echarse para atrás ante el despliegue de fuerza monstruosa.

- No tienen que preocuparse por eso, vamos a utilizar esto. – Izuku les restó importancia a las preocupaciones mientras sacaba una pequeña bolsa. – ¡Chika, ven aquí!

Izuku llamó a la chica aviana, que al instante voló hacia su lado, evitando a Wiz que todavía la estaba persiguiendo. Liza sabía que su amo necesitaba toda la atención de la pequeña Bromista, así que, con una agilidad y velocidad que no tenía derecho a poseer, capturó a la Avariel. Wiz no parecía incómoda por ser sujetada como una gatita por alguien tan fuerte, y en vez de eso siguió agitando sus brazos en un fútil intento de atrapar a Chika.

- ¿Amo? – susurró Chika tímidamente, sin esperarse un regaño, sino deseando algunas palabras dulces.

- ¿Recuerdas tu huevo? – La pregunta de Izuku recibió un asentimiento de la chica aviana. – Le pedí a Wiz que lo convirtiera en esto, el fertilizante más fuerte conocido por el hombre.

Chika soltó un chillido de alegría. Tal vez no hubiese entendido todas las palabras, pero sí pudo entender que su huevo le había sido muy útil a su querido amo.

- Ahora, lo usaremos para crear a un nuevo amigo. – añadió Izuku, mientras introducía una Baya Fértil dentro de la bolsa. – Un amigo muy fuerte para nuestro nuevo hogar móvil.

Mientras Izuku colocaba la bolsa sobre el suelo, reflexionó sobre la habilidad que había comprado recientemente. Le había costado mucho, pero la descripción había sido lo bastante atrayente como para que pudiera resistirse.

Activando Crecimiento de Plantas y Manipulación de Plantas, Izuku dirigió la Baya Fértil para que germinase y creciera en una planta con forma definida. Ante las asombradas Demonios Carmesís, una nueva criatura vegetal estaba siendo creada. Vides con espinas fueron expandiéndose, retorciéndose y amarrándose para formar un cuerpo. Parecía como un bovino, pero mucho más grande, alcanzando fácilmente los dos metros de alto. Sus pezuñas eran masivas, la cola terminaba en una bola de picos, y los cuernos se parecían más a los de un alce.

La planta parecía una especie de toro verde con los tendones expuestos, o más bien…

- Un Behemot… – Yunyun habló sin pensar, seguida de cerca por una Megumin que tragaba saliva. Ambas veían esto como otra criatura mitológica que acababa de nacer frente a sus ojos.

- Ahora, viene el trabajo real. – declaró Izuku mientras comenzaba a apretar el agarre en su bastón, listo para conjurar su nuevo hechizo.

- Yo te invoco, espíritu de los bosques, que humildemente te encuentras frente a mí.

Izuku hablaba en tono profundo, sin notar que todos los bosques afuera de Axel estaban prestando atención a su voz.

- Escucha a mi voluntad mientras te guío hacia un llamado mucho más alto, a un destino mucho más grande.

El toro hecho de vides comenzó a brillar, resonando hermosamente con el maná de Izuku.

- Libre y sin cadenas, únete a mí en mi viaje mientras aprendes el significado de la vida.

Sin que las Archimagas lo supieran, de nuevo Izuku había modificado el conjuro, eliminando las menciones de servidumbre forzada.

- ¡Porque la vida tiene forma, y la forma tiene vida! ¡DESPERTAR!

Con el hechizo completado, el bovino cobró vida. No hizo ningún sonido verbal, pero los pasos que dio hacia Izuku hicieron que el suelo temblara un poco.

- ¿Amigo? – preguntó Izuku mientras extendía su mano abierta hacia la criatura que se acercaba.

El gigantesco bovino felizmente se frotó contra dicha mano.

- ¡Amo! – Chika estaba demasiado feliz de ver al nuevo amigo que fue creado con su huevo. – ¡El nuevo amigo es como un bebé!

Megumin se encogió ante la comparación, sin que se le escapara entender el tono utilizado por la harpía.

Mientras Izuku comenzaba a atar a la recién creada criatura alrededor de la carreta, no percibió que unas nubes oscuras se aproximaban. Su viaje estaba a punto de comenzar, pero no estaría exento de sus complicaciones.

Esta historia continuará


Omake – El reto de un hombre.

Kyouya Mitsurugi, joven de otro mundo elegido por una diosa, y autoproclamado héroe, estaba regresando de trabajar en las minas. No era un trabajo glamoroso, y la paga era muy pobre, pero con la marca en su tarjeta de aventurero, tenía prohibido incluso tomar peticiones para recolección de materiales y objetos.

- Solo un poco más… – se lamentó Kyouya mientras se aproximaba a la posada de tercera categoría donde había reservado, siendo el pensamiento de su Lady Diosa dándole la bienvenida lo único que lograba mover sus músculos. – Una semana más de este tormento, y podremos permitirnos ese boleto a Alcanretia…

Era una mierda, en serio. Aunque era cierto que habían metido la pata hasta el fondo en la mazmorra de Keel, tampoco era que hubiese sido un desastre tan grande, especialmente si los rumores eran ciertos, y el Druida había arreglado todo sin ayuda. Muy probablemente, los no-muertos habrían quedado debilitados como resultado del sello divino de su amada Aqua. Los cargos de poner en peligro a todo el pueblo deberían haber quedado nulos y sin efecto, pero el Rey había decidido lo contrario, y él no podía hacer otra cosa al respecto.

- ¿Por qué me denunció de esa manera? – Kyouya hizo una pequeña pausa para pensar en los otros cargos.

Lo que le hicieron a su compañera, o mejor dicho, excompañera Cazadora, fue visto como un acto de lo más despreciable. Aunque el procedimiento no hubiese sido ilegal, dejar a alguien más con tus deudas era considerado un acto de traición. Lo peor de todo fue la vergüenza adicional de descubrir que la chica había podido pagar toda la deuda por sí sola en un corto período de tiempo, haciéndolo quedar como un aventurero poco confiable.

- No me merezco nada de esto… – gimió Kyouya mientras entraba a la posada.

- ¡Hey! ¡Niño bonito! – La posadera, una mujer enorme y obesa que lucía como si tuviera algún ancestro Orco en su árbol genealógico, lo llamó desde el mostrador. – No te atrevas a retrasarte con el pago. Ya sabes lo que te haré si no me pagas a tiempo, ¿verdad?

La sonrisa salvaje en la cara de la mujer le daba escalofríos a Kyouya.

- ¡Pagaré mañana, igual que los demás! – La réplica de Kyouya estaba cargada de miedo. En verdad no quería tener que pasar un día entero… entreteniendo… a esta mujer y a sus amigas solo para pagar su habitación.

Los últimos escalones de subida fueron aterradores y a la vez reconfortantes, señalando el final del día, y marcando el inicio de más quebraderos de cabeza.

A Aqua no le gustaba hacer sacrificios ni compromisos. Quería su licor, y recibir sus mimos. Kyouya tuvo que aprender muy rápido que, para tener un paladar tan refinado, su Lady Diosa era incapaz de reconocer su vino de frutas favorito y diferenciarlo del sake barato y destilado en los bares cutres. También tuvo que aprender que la cama solitaria de su cuarto jamás le daría la bienvenida, pues su Lady Diosa REALMENTE no quería compartirla.

- ¡Ya llegué! – dijo Kyouya casi cantando al entrar al diminuto cuarto.

Aunque ya había dejado de esperar el saludo tradicional hacía tiempo, ahora se esperaba algún tipo de regaño o queja de parte de su amada diosa al entrar al cuarto. En vez de eso, hubo un silencio bastante intranquilizador, y una diosa que se veía sospechosamente calmada, sentada en la cama… mirando hacia otro lado, y escondiendo un trozo de tela enrollado.

- ¿Lady Diosa? – La ceja de Kyouya comenzó a moverse con un tic. – No estás ocultándome nada, ¿verdad?

Sabía que él tenía la culpa. Le había prometido abundancia de lo mejor de todo, y no había podido cumplir. Sin embargo, se esperaba al menos un cierto nivel de comprensión, como que debía entender que necesitaban ahorrar dinero si querían llegar hasta Alcanretia.

- No tengo idea de lo que hablas… – La pobre negativa de Aqua fue más que suficiente.

No le tomó mucho esfuerzo arrebatarle el rollo de tela a la Arcipreste, mucho menos descubrir que la chica de alguna manera había encontrado una manera de usar sus ahorros para comprar más licor… otra vez.

- Lady Diosa… – Kyouya estaba cayendo en la desesperación; esto significaba que tendría que trabajar otra semana más y comer solo la mitad de lo usual. – Iba a usar ese dinero para pagar la renta…

- ¿La vieja gorda no te dio una opción para pagar sin dinero? – replicó Aqua con un puchero.

Kyouya rápidamente comenzó a reconsiderar la opción de regresar a Axel, tal vez entonces podría encontrar la manera de hacer que levantaran las marcas de su tarjeta, y reclutar de nuevo a la Cazadora, que sin duda sería más útil que la Ladrona que se escapó con la mitad de su dinero.

Chapter 19: Una triste despedida

Chapter Text

En las puertas de Axel, un grupo de aventureros se encontraba en medio de una sombría conversación. El sol pronto se pondría, y el viento comenzaba a ponerse frío.

- Lo lamento… – murmuró Darkness, temblando como una hoja en el viento.

Lady Lalatina "Darkness" Dustiness Ford tenía permitido trabajar como aventurera gracias a su padre. Como aventurera, tenía mucha libertad que su herencia noble solía denegarle; podía hacer amigos, explorar mazmorras, y meterse en situaciones peligrosas mientras todavía siguiera al alcance de los brazos de su familia. Sin embargo, nunca podría escapar de sus deberes como noble.

Cuando fue a casa para despedirse de su padre, no se lo tomó nada bien.

Marchar hacia las líneas frontales fue algo que inmediatamente le prohibieron hacer. Aunque le permitieran arriesgar su vida mientras se pudiera recuperar su cuerpo, ya que su familia podía permitirse pagar por la magia de resurrección, morir en las líneas frontales significaba que no había resurrección, y por tanto no habría forma de regresar.

Lord Dustiness Ford había utilizado su única carta viable. La amenazó con tomar la vida de Izuku, y las del resto de su recién descubierta nueva familia, si algo llegaba a pesarle.

- Por favor perdónenme… – Aela se inclinó mientras abrazaba a su Bianca, menos por querer protegerla y más por querer despedirse de ella.

En este momento, la Cazadora deseaba no haber abierto la carta que recibió hoy. Era una respuesta de casa, y las cosas habían salido mal en cualquier manera posible. Sus padres ahora venían de camino a Axel, para conocer a su querido líder, y tratar de convencerlo de casarse con ella para que fuese parte de la familia.

Ella admitiría que la idea de casarse con el líder de su grupo no era algo de lo que querría escapar, pero la intención detrás de la idea de sus padres era lo que la hacía detenerse. Intentaban usar el éxito de Izuku para avanzar su propia agenda como nobles, para ganar prestigio y poder. Por supuesto, esto significaba que el orden de la herencia tendría que cambiar para acomodar a la nueva adición de la familia. No sólo eso convertiría a Izuku a la fuerza en un peón político, sino que ella arruinaría las vidas de sus hermanos.

Y también, la imagen mental de Megumin borrando a toda su familia… y probablemente también todo su territorio junto con ellos… no era menos incentivo para frustrar semejante plan. Ella no tenía más opción que esperar a que llegaran sus padres, Izuku… no tenía por qué hacerlo.

- No hay nada por qué lamentarte. – le respondió Izuku a Darkness, y luego se giró hacia Aela. – Y a ti, no tengo nada que perdonarte. Tienes tus razones, y eso lo respeto.

Ambas chicas habían dado explicaciones muy breves, ya que ninguna de las dos quiso perder el tiempo con los detalles. Darkness no quería avergonzarse frente a su santo, para mostrar lo mucho que seguía apegada a su familia, incapaz de seguir a la figura santa a la que tanto deseaba. Aela no se atrevió a revelar su estatus de noble, rehusándose a dejar que su líder se viera enredado en las maquinaciones de su familia.

Ninguna de las dos se esperaba que el Archidruida esmeralda las abrazara, mucho menos que esa amabilidad se sintiera tan dolorosa.

El atardecer se acercaba cada vez más, y su ventana de oportunidad para partir se estaba cerrando. En otro tiempo, en otro mundo, Izuku habría esperado a que ambas resolvieran sus situaciones, hasta que estuvieran listas para acompañarlo.

- Las estaré esperando en la siguiente ciudad, en Roggard, como planeamos. – explicó Izuku, demostrando que no estaba dispuesto a quedarse en Axel más tiempo. – Las esperaré hasta que llegue la primavera.

Y con eso dicho, ambas chicas nobles rompieron en llanto.

Mientras observaban a Izuku girarse para coger las riendas de su carreta, la Paladín y la Cazadora no pudieron evitar sentir que habían tomado la peor decisión de sus vidas. No era como que se disolviera el grupo, sino más bien que ellas lo estaban abandonando. Peor todavía, Izuku no les había confiscado su equipamiento, lo que las hizo sentirse aún más culpables.

Con los ojos cegados de lágrimas, ambas chicas se perdieron ver a Chika y Yunyun despedirse de ellas mientras el carruaje era arrastrado por las pisadas del gigantesco Behemot.

Izuku, por su parte, no tuvo tiempo para ahogarse en su tristeza solo. Megumin había, con mucho tacto, elegido sentarse junto a él.

- ¿Estás bien? – le preguntó, inclinándose sobre el hombro de su novio.

- No. – replicó Izuku con honestidad. – Las voy a extrañar.

Tomándose un minuto para recordar todas las aventuras y desventuras que tuvieron con Darkness y Aela, llegó a una triste conclusión.

- Sin ellas, el viaje se va a sentir muy so…

- ¡IZUKU!

Un grupo de voces gritando su nombre forzó a Izuku y a Megumin a girarse, aunque el Behemot apenas aminoró la marcha. Dust y su grupo estaban corriendo detrás de ellos.

- ¡Queremos ayudarte en tu viaje! – gritó Dust, mientras él y su grupo se iban acercando a la carreta todavía en movimiento.

Izuku iba a echar de menos a sus compañeras, pero ¿quizás el viaje no iba a ser tan solitario como creía?


Un par de horas después…

Bien entrada la noche, una carreta solitaria avanzaba a paso firme. Linternas en cada esquina del techo emitían una luz esmeralda, y los únicos sonidos que se oían en la otrora vacía noche eran los que hacía la bestia que tiraba del vehículo.

*¡STOMP! ¡STOMP! ¡STOMP!*

Era un ruido muy fuerte…

- Eso no es un golem… – murmuró Lean, temblando ligeramente mientras echaba miradas a la criatura hecha de plantas que tiraba de la carreta. – Está vivo, y tiene mente propia…

Los tres chicos ni siquiera trataron de replicar. Lo único que podían entender era que el Behemot había sido creado por el Archidruida. Lo imposible de tal hazaña apenas era cubierto pobremente por el hecho de que se trataba de Izuku, y sus cerebros no podían comprender más allá de eso.

- ¿Quizás deberías tomar una siesta? – sugirió Dust tocándose su propio muslo, ofreciéndolo como almohada improvisada. – Sé que no será de clase alta como el interior de la carreta, pero…

Lean simplemente aceptó la propuesta, con su mente demasiado dormida para sentir vergüenza enfrente de los otros dos.

- Por supuesto, aquí afuera no es tan cómodo como adentro…

- He visto habitaciones caras menos cómodas que esta carreta…

El grupo había podido ver el interior cuando Izuku le ofreció a Lean un lugar adentro. Aunque los chicos se habían quedado asombrados de ver asientos acojinados, un piso limpio, y el techo más libre de manchas que habían visto en todas sus vidas, Lean se sentía horrorizada ante el pensamiento de estar adentro de lo que ella consideraba un cuarto de harem.

Se había quedado hecha un manojo de nervios al declinar la oferta, por las razones equivocadas.

*¡STOMP! ¡STOMP! ¡STOMP!*

- Al menos no tenemos que escuchar nada excepto al Behemot, ¿verdad? – preguntó burlonamente Dust, ganándose gruñidos del resto de su grupo.

Se habían logrado unir a Izuku, pero ahora sentían que su ya de por sí socavado orgullo estaba siendo pisoteado. La bestia mitológica que jalaba el vehículo era una mejor medida de disuasión contra los ataques de lo que ellos jamás lo serían. Ni siquiera podían ofrecerse a ayudar con las riendas tampoco, porque el Behemot no era algo que pudieran dirigir, sin importar cuanto lo intentaran.

La idea de ser pisoteados hasta ser pulpa en el suelo por un Behemot que podría ofenderse ante unos simples mortales tratando de dirigirlo, era algo que nunca saldría de sus mentes.

- ¿Cómo dirige alguien a un Behemot? – preguntó Keith sin hablar con nadie en particular.

- ¿Supongo que necesitas ser Izuku para hacerlo? – sugirió Taylor dándoles la única explicación que tenía sentido.

Ya podían imaginarse a Izuku poniéndole fin a la guerra, y recibir ellos una pequeña mención como notas al pie de página en los libros de historia, como los sirvientes que llevaron su equipaje…

Entretanto, adentro de la carreta… había un desastre.

Izuku no podía evitar mirar el día en retrospectiva, cómo sus planes simplemente no llegaban a realizarse. Dos miembros importantes de su equipo tuvieron que abandonar la misión, y sabía que no había ningún otro culpable que él mismo.

- "Debí haberlo visto venir…" – pensó Izuku, mientras acariciaba el cabello de su novia.

Izuku sabía que su plan, desde el punto de vista de los residentes de este mundo, parecía suicida. La guerra había estado en marcha por lo que parecía una eternidad, ya aquellos que iban a las líneas frontales eran tan brutalmente asesinados al punto que sus almas no querían regresar. Cualquiera vería su misión como una ridiculez, algo que era mejor dejárselo al rey y a sus hombres.

Pero el rey y sus hombres no habían podido hacer ningún avance en los esfuerzos por la guerra. Las diosas tampoco habían podido encontrar un héroe apropiado. Algo tenía que hacerse, y si quería volver a su hogar, tendría que ser él quien lo hiciera.

Unos ruiditos distrajeron al Archidruida por un segundo; Chika se había movido ligeramente, estirando su ala para cubrir los cuerpos de la pareja mejor.

- "Me aseguraré de protegerlas a todas." – pensó Izuku, mientras su corazón daba un vuelco de felicidad por recibir tanto amor. – "¡No dejaré que lastimen a ninguna de ustedes!"

Izuku había estudiado un poco sobre la guerra actual, y había notado algo de lo que debería haber considerado antes hacía tiempo. Nadie tenía una pizca de sentido común.

Las líneas frontales de la guerra consistían en las tropas del rey luchando contra las hordas del Rey Demonio. Sin embargo, esa declaración era una forma más bonita de decir que ambos lados estaban conteniendo al otro en la frontera, observándose entre sí como halcones para evitar una invasión en masa.

Las verdaderas batallas las peleaban equipos de incursión, equipos que consistían en un líder fuerte y su grupo de personajes de apoyo. Era exactamente como los videojuegos que él recordaba vagamente, donde el jugador tomaba el rol del héroe y sus seguidores asumían papeles arquetípicos.

La lógica de los videojuegos pertenecía al reino de los videojuegos. El mundo real necesitaba un enfoque realista.

- Increíble… – murmuró Yunyun, tendida en el otro sillón. Afortunadamente, lo estaba usando como cama, con sus piernas bien lejos de la vista de Izuku. – Si esto es verdad… ya entiendo… esto es lo que hace que la realidad sea real…

Los murmullos de Yunyun asaltaron de nostalgia a Izuku. Le recordaba mucho a sí mismo. Ahora por lo menos limitaba sus murmullos en cuartos aislados y momentos en los que los miembros de su equipo podían escucharla. Aunque a Megumin le encantaba oírlo murmurando. También había hecho su misión personal registrar toda su sabiduría del otro mundo en cualquier papel que tuviera disponible.

Izuku sabía que tendría que hacer reconocimiento de la situación primero y reunir información sobre las fuerzas enemigas. Luego de compilar esa información, podría construir un plan para lanzar un ataque decisivo que minimizara los riesgos. Con lo poco que sabía sobre la barrera y el castillo, el único plan que tenía por el momento era reunir a los Demonios Carmesís y ponerlos a bombardear el castillo del Rey Demonio con una ráfaga continua de Big Bangs.

Desafortunadamente, tal decisión significaría la muerte de cualquier esclavo o prisionero que estuviese adentro. Izuku detestaba la idea de hacer sacrificios por un bien mayor.

- Blandito… que… blandito… – La voz arriba de Yunyun sonaba como que alguien estaba teniendo un sueño muy vívido. – Dame… déjame…

Izuku sonrió ante la escena.

Wiz estaba durmiendo en ese momento en la red destinada a llevar equipaje o carga. No se veía ni de cerca tan cómodo como los sillones, pero sus nuevos instintos demandaban un lugar que estuviera por encima del suelo. Sus nuevos sentidos también demandaban comida, sueño y otras funciones corporales; cosas que la recién reencarnada Avariel había olvidado durante el tiempo que vivió como lich.

Le había resultado muy tierno ver cómo se empachaba con el almuerzo ligero que consumieron, cómo gritaba por lo delicioso que estaba. Luego se asustó un poco por la sensación de perder la conciencia, y entró en un estado de alegría infantil al descubrir que podría volver a dormir y soñar.

Aunque fallaba en entender su nuevo cuerpo, y casi se desmayó por el cansancio… lo que fue un gran alivio para Chika.

Debajo de los pies del peliverde, una masa de músculos y escamas se movió ligeramente, recordándole a Izuku que estaban teniendo problemas para sacarles a sus queridas chicas esa mentalidad de esclavas.

Cuando el sillón resultó ser demasiado pequeño para que a Liza le pudiese servir como un cojín adicional, decidió echarse al suelo por querer servirle de descanso para pies a su querido amo. Izuku protestó, en verdad lo hizo, pero los ojos tristes de la chica cocodrilo albina le ganaron al final. Ahora tenía que pasar por la humillación de descansar sus pies en el cuerpo de una chica.

Era difícil pensar en sí mismo como un héroe en esta posición. Aunque él dudaba que cualquier cosa menor a una tonelada métrica de metal pudiese ser cómodo para Liza.

La carreta continuaba moviéndose en la noche, y las pisadas rítmicas, ahogadas por las gruesas paredes, eran una canción de cuna para aquellos que estaban adentro. Si bien todavía permanecía la tristeza, Izuku todavía sentía que su resolución tomaba raíces; por fin había salido de la línea de partida. Nuevos aliados se unirían a su grupo por el camino, y tal vez algunos no fueran capaces de quedarse con él hasta el final, pero entendía que su meta era muy grande para la mayoría de las personas.

Sin embargo, las personas más importantes para él se quedarían a su lado hasta el final, y ese hecho le daba fuerza. El saber que ellas querrían quedarse con él más allá de su meta final le daba esperanza, a pesar de todo. Aunque se viera forzado a abandonar los poderes que había ganado para poder conservar a sus personas importantes, seguiría adelante.

El ayer había quedado atrás, igual que el pueblo de principiantes. Izuku cerró sus ojos y se dejó caer en el sueño una vez que entendió que el mañana iluminaría un nuevo camino hacia el futuro…

O eso esperaba…


Al día siguiente…

A medio camino hacia Roggard, en medio de la carretera, estaba teniendo lugar una escena muy problemática. Una carroza grande y hermosa estaba siendo asaltada por bandidos.

Era alrededor de una docena de hombres, cada uno con diferentes tipos de armaduras y armas de calidades variables, que se encontraban asediando a sus víctimas. La escena era bastante espantosa, pero no parecía un simple asalto normal; todo el camino estaba lleno de cadáveres y charcos de sangre.

Una mujer caballero se encontraba sosteniendo en alto su escudo, con una expresión desafiante en su rostro, mientras sus dos colegas soldados yacían en el suelo en charcos de su propia sangre. Sin embargo, la docena de bandidos parecía estar dudando ligeramente, si bien parecían estar mirando con lujuria a la mujer frente a ellos, al tiempo que una docena de sus compañeros, la mayoría de ellos cortados en pedazos, estaban regados por todo el suelo entre ellos y la última línea de resistencia.

- ¡Ya date por vencida, zorra! – gritó el líder de los bandidos. – Ríndete ahora y te dejaremos vivir. ¡Después de que nos divirtamos con tu cuerpo, de todas maneras!

No hubo vítores ni comentarios subsiguientes. El resto de los bandidos podrían haber sido escoria, pero no habrían seguido con vida tanto tiempo si se lanzaran de frente contra un peligro obvio.

La mujer caballero no respondió, sino que mantuvo su postura firme. El primero que se adelantara quedaría cortado a la mitad. Y aunque eso significara dar su propia vida, estos bastardos jamás le podrían echar una mirada a la preciada carga que había dentro de la carroza.

- "Solo un poco más." – pensaba la mujer. – "Una patrulla debería llegar en cualquier momento…"

Según el noble a cargo de esta área, había patrullas regulares por todo el camino. Y también, según ese mismo noble, no debería haber bandidos acechando en este mismo camino. Si dicho noble había mentido en su reporte, entonces habría algunas ejecuciones pendientes… asumiendo que alguien sobreviviera para entregar el reporte en la capital, por supuesto.

- ¡El hechizo está listo! – gritó un hombre con capucha. – La voy a poner a dormir. ¡No olviden amarrarla antes de iniciar cualquier diversión!

Ahora los bandidos empezaron a celebrar, tanto de alivio como de lujuria.

La mujer caballero casi cayó en pánico; la mitad de su mente le gritaba que interrumpir el hechizo era vital para evitar la derrota, mientras que el resto le recordaba que su carga podría quedar expuesta al peligro si acaso cambiaba de posición.

Ella no podía más que rezar por que apareciera un héroe…

*¡STOMP! ¡STOMP! ¡STOMP!*

El fuerte sonido se vio acompañado por unos temblores rítmicos. Cada persona viva se giró hacia la fuente, sabiendo muy bien que tales sonidos debían pertenecer a una criatura masiva, del tipo que sin duda se los comería a todos y luego continuaría derribando las murallas de alguna ciudad cercana.

No se esperaban ver una carreta siendo jalada por… ¿un pequeño Behemot?

- ¿Qué demo…?

*¡TWACK!*

Una flecha impactó en el cráneo del bandido, matándolo al instante. Su muerte fue suficiente para que el resto perdiera completamente la compostura.

- ¡Buen tiro! – exclamó Dust desde arriba de la carrera, y Lean secundó su halago.

- En realidad le estaba apuntando al que parecía el jefe… – murmuró Keith mientras cogía una segunda flecha.

En las riendas, Izuku hacía su mejor esfuerzo por ignorar la confesión del arquero, y reprimía las náuseas por ver a alguien morir frente a él… de nuevo.

- Protejan a las personas. – ordenó Izuku, encontrando difícil tragarse el cómo los otros aventureros seguían sus órdenes, y lo probable que sería que mataran a los bandidos como resultado. – ¡Todo lo demás es secundario!

El Archidruida esmeralda deseaba con todas sus fuerzas que los bandidos decidieran huir.


Un par de minutos después…

Había sido una victoria total, tan unilateral que más bien fue una masacre. Para su decepción, Izuku Midoriya sentía que toda esa sangre ahora estaba en sus manos.

¿Por qué no huyeron? ¿Por qué no eligieron rendirse, o suplicar por sus vidas?

Era inhumano, pero Izuku recordó por qué esto era una ocurrencia común. No había prisión para los bandidos, solo muerte. No había derechos humanos para quienes decidían vivir fuera de las leyes de los reinos. En vez de enviar sus pertenencias a sus familias, sus cuerpos eran saqueados por los aventureros que los habían matado.

Al ver a Dust y su grupo, incluso la dulce y cariñosa Lean, despojar a los cadáveres de los rufianes como si fuese algo que se esperaba de ellos hizo que el estómago de Izuku se revolviera.

- ¡Aventureros! – llamó la mujer caballero al grupo. – ¡Les solicito que detengan lo que están haciendo!

- Finalmente… – murmuró Izuku, todavía sentado en la carreta, no queriendo tener nada que ver con ese espectáculo de inhumanidad que estaba en curso. – Alguien que tiene…

- Necesito que nos lleven a Axel en el acto. – declaró la mujer caballero en tono firme. – ¡Serán recompensados ampliamente por su servicio, y les agregaré un bono para compensar por dejar de lado sus derechos de tomar el botín!

- ¡¿Qué?! – Izuku no podía creer que acababa de gritar. ¿Era demasiado pedir algo de sensibilidad humana? – ¿Por qué?

La mujer caballero parecía estar a punto de explotar de indignación, como si se ofendiera, pero inmediatamente se controló.

- Mi lady está siendo afectada por una enfermedad muy severa. No se sabe si se trata de una maldición o algún otro tipo de embrujo, y temo que pueda no tener suficiente tiempo. – explicó la mujer, obviamente con dolor. – Su única esperanza es llevarla al pueblo de Axel, donde se dice que hay un sabio, alguien capaz de lidiar con cualquier clase de enfermedad.

- Ya veo… – replicó Izuku con voz pesada.

Maldiciones, enfermedades de origen desconocido y un sabio. Debía tratarse de Keel…

Izuku quería decir que no. Esto no era su responsabilidad. En realidad, odiaba lo inhumano que actuaba la gente de este mundo. Pero al mirar su carroza, supo que no había manera de repararla; los bandidos la habían dañado muy seriamente, no solo destruyéndole las ruedas con magia, sino destrozando todo el chasis inferior con ellas.

Incluso quejarse sobre el uso de fuerza letal se sentía mal luego de ver a los dos hombres que yacían muertos en el suelo. Habían dado sus vidas para proteger a quienquiera que estaba dentro, y dejarla a su destino se sentía como una falta de respeto a los caídos.

- ¿Qué hay de tus compañeros muertos? – preguntó Izuku, todavía dudoso de aceptar la petición.

Salvar esta única vida lo haría retroceder, y no solo por unos pocos días. El invierno se acercaba, por lo que se quedaría atrapado de vuelta en Axel por meses.

La mujer caballero comenzó a hablar con una voz solemne. – - Ellos conocían los riesgos y…

. ¡Yo los puedo revivir! – Sólo para ser interrumpida por una voz de niñita. En ese momento salió una chica muy joven de la carroza destrozada, con cabello rubio y un hábito de monja azul, y se aproximó hacia los soldados caídos. – Sólo denme diez minutos. Necesitarán ese tiempo para llevar a la señorita enferma de todos modos.

- Entendido. – replicó la mujer caballero, y luego se movió hacia la carroza para sacar al individuo que estaba adentro.

Izuku se sintió inmediatamente molesto por la actitud. Esta mujer había decidido por su propia cuenta que tenían derecho a utilizar su carreta, y que él no tenía ningún derecho a denegárselas. Si era honesto, este mundo no era exactamente merecedor de su amabilidad; para ser honesto, la vida de una sola mujer noble sería insignificante si la comparaba con las vidas que se perderían en las líneas frontales si acaso regresaba a Axel y se veía forzado a pasar el invierno allá.

Se preparó para explicar su punto a la mujer caballero. Ya estaba listo para ordenarle a su nuevo amigo continuar la marcha hacia la siguiente ciudad.

- Quédese quieta, milady. – dijo la mujer caballero a la pequeña niña que llevaba en sus brazos, de la cual solamente era visible un poco de su cabellera rubia debido al manto que la envolvía. – Llegaremos a tiempo, se lo juro por mi vida.

Y entonces Izuku vio la cara de la niña. El sudor frío, el dolor…

Megumin y Liza se habían quedado a su lado todo el tiempo, como observadores silenciosas de todo lo que sucedía. Y ahora, Megumin mostraba una sonrisa resignada en su rostro. Ella sabía exactamente lo que iba a suceder.

- Megumin, vuelve adentro y arregla uno de los sillones para que quede despejado para la niña. – pidió Izuku, sonando resignado pero a la vez mostrando una sonrisa de disculpa. – Chicos, muevan el equipaje para que los soldados revividos puedan montarse allá arriba con ustedes.

Hubo una sensación de satisfacción al ver que cumplían sus órdenes sin dudar. Se sentía bien que lo escucharan, siendo una de las pocas cosas buenas de haber venido a este mundo. Mientras Megumin entraba a la carreta para asegurarse que hubiera suficiente espacio, Izuku se giró hacia su fiel compañera.

- Liza, ¿puedes ayudar a la señorita caballero con la niña? – La petición de Izuku fue respondida de inmediato con un asentimiento y un gruñido de parte de la chica cocodrilo albina. – Sé gentil.

La advertencia de Izuku vino con un extraño sentido de urgencia, algo que la mujer caballero no falló en notar. La susodicha parecía cansada, pues al dar los pasos tan lentamente era obvio que pelear contra los bandidos le había pasado factura.

- Yo… cargar… – dijo Liza al llegar con su objetivo.

La mujer caballero frunció el cejo al ver a la esclava frente a ella. Era obvio que se estaba conteniendo de decir maldiciones, pues era consciente de que necesitaba la ayuda del chico con la carreta, y que no tenía la fuerza como para obligarlo a cooperar.

- No hay forma de que te la entregue… – espetó la mujer caballero con tanta educación como pudo. – No hay forma de que una bestia como tú pueda tratar a mi lady con la gentileza necesaria…

Una esclava valiosa seguía siendo una esclava. Una esclava entrenada para trabajo pesado trataría a la noble en sus manos como si fuese cualquier pieza de equipaje. Los esclavos eran esclavos por una razón, y su confiabilidad no cambiaba independientemente de lo bien entrenados y cuidados que estuvieran. La mujer caballero había llegado a esta conclusión al ver a la mujer lagarto albina aproximándose, llevando una armadura con aspecto de estar muy limpia y bien alimentada. Sin duda trabajadora y juguete sexual.

Liza ni siquiera se detuvo al llegar ante ellas. No le hizo caso a la voz desafiante, o a nada en realidad. Simplemente entendió que la humana con armadura no iba a soltar a la humana enferma. Así que tenía que llevar a la humana enferma adentro de la carreta de otra forma.

Simplemente tomó la solución más fácil.

- ¡¿Qué diablos crees que haces?!

Levantó tanto a la mujer con armadura como a la niña enferma en sus brazos.

- ¿Cómo? ¡¿Por qué?!

Incluso caminó más rápido de lo que podría haberlo hecho la mujer caballero mientras no cargaba nada en absoluto, llegando a la carreta en un parpadeo.

Para la chica cocodrilo albina, no había diferencia entre cargar una, dos, o una docena de cualquier cosa. Su amo simplemente quería que entraran a la carreta así que las llevó allí. Aplicar fuerza bruta era su manera más sencilla de resolver a sus problemas en la vida, después de todo.

- Recuérdenme nunca ponerla de mal humor… – murmuró Taylor observando la escena.

La mujer caballero llevaba equipamiento mucho más pesado que él, y Liza no sudó ni una gota, como si no le importara.

- ¿Acaso alguna vez está de buen humor? – susurró Keith. – ¿Aparte de cuando está con Izuku?

- Los hombres cocodrilos son aterradores… – Dust tembló al recordarse la vez que Liza por poco lo mata… y con un golpe ligero.

Lean ni siquiera comentó. Izuku era a partes iguales amable y aterrador, y era tan inútil tratar de entender como lo era dividir un cabello por la mitad.

De repente, una harpía negra aterrizó en el techo de la carreta.

- Chika no vio más tipos malos alrededor. – reportó, causando que los mediocres aventureros, temblaran. – ¿El amo consiguió nuevos amigos?

La chica cocodrilo albina era intimidante, y los aventuraros habían aceptado que probablemente los podría despedazar con cero esfuerzos si llegaban a ofender a Izuku, pero al menos su sola existencia no los lastimaba.

Chika podía lastimarlos cada vez que hablaba. La harpía negra también podía herir monstruos con su sola voz. ¿Y aun así Izuku la mantenía cerca día y noche?

En el asiento del conductor, Izuku suspiró.

De nuevo se vio derrotado por su necesidad de salvar a la gente. La niña estaba sufriendo, y no era responsable por los problemas que lo estaban plagando. Los sacrificios eran inaceptables, al menos eso era lo que su corazón le decía. Sacrificarla por el bien de su misión no solo sería hipócrita, sino inhumano. Si era honesto, admitiría que incluso si hubiese decidido dejarlos atrás… se habría dado la vuelta para ayudarlos a los cinco minutes.

- ¿Amo… bien? – preguntó Liza mientras reasumía su posición preferida junto a él. Izuku suspiró derrotado.

- No te preocupes. Solo es un caso de Izuku siendo Izuku, a pesar de sus mejores esfuerzos por ser diferente. – replicó Megumin mientras volvía a su asiento de nuevo.

- Es solo que… – Izuku apagó su voz, como si buscase algo, o a alguien a quien culpar. – Estoy cansado de que las cosas no vayan como deberían.

Cruzar las puertas de Axel iba a resultar excesivamente embarazoso ahora, estuvieran rescatando a una noble o no.

- ¿El amo se siente decaído? – preguntó Chika, y luego sonrió cuando se le ocurrió una brillante idea. – ¡Chika sabe cómo hacer que el amo se sienta mejor!

Izuku parpadeó confuso. Entró en pánico al ver a la chica aviana chica guio a Megumin para que cambiaran de asientos… o más bien, para que se sentara en el regazo del chico.

Ambos adolescentes se sonrojaron por un momento…

- A-acaso… esto… – Megumin tartamudeaba un poco, pero rápidamente comenzó a acurrucarse con su novio – ¿Ayuda?

- P-pues… – Izuku también tartamudeó, pero abrazó a su novia. – Sí…

Relajarse en la calidez de la pequeña Demonio Carmesí realmente ayudaba a aliviar los nervios del Archidruida. El contacto se sentía natural, y aunque su romance no era tan intenso como habían visto con algunas parejas en Axel, lentamente se empezó a escalar por lo cómodos se sentían uno con la otra en público.

- ¡Ya estamos listos aquí arriba! – dijo la monja desde arriba de la carreta.

Una mirada a los dos soldados fue más que suficiente para entender que la sacerdotisa había utilizado Levantar a los Muertos, en lugar de Resurrección. Los pobres hombres estaban sufriendo de mareos y desorientación tras ser revividos, con sus estadísticas disminuidas y sus sentidos desordenados hasta tener la oportunidad de descansar apropiadamente.

Una pequeña ventana detrás de Izuku se abrió.

- Todo está listo adentro también. – reportó Yunyun con un tono de satisfacción, como si cumpliese con algún deber. – Aunque desearía que la señorita caballero dejara de actuar como si fuéramos secuestradores.

- Si no le gusta allí es libre de salirse. – replicó Megumin en nombre de Izuku, ofendiéndose por la actitud.

- Mis disculpas. – replicó rápidamente la mujer caballero. – Acepto humildemente su ayuda en esta empresa. Así que por favor, empecemos a movernos.

La mujer no sonaba a estar disculpándose, o humilde, pero Izuku sabía que hacer sufrir a la chica más de lo necesario no era la respuesta correcta.

- De acuerdo entonces… – dijo finalmente Izuku, y luego dirigió la voz hacia el amigo que había creado. – Regresemos a Axel, Komoe.

El nombre que habían escogido para el Behemot era eses, Komoe. Chika dijo que era lindo. Liza dijo que era pequeño. Yunyun lo llamó adorable. Al ver que el consenso era que si a la criatura no le importaba el nombre mientras lo tuviera, eligió una combinación de "pequeño" y "lindo" en japonés.

Porque sabía que a cierto rubio explosivo probablemente le daría una aneurisma si llegaba a enterarse de ello.

STOMP! STOMP! STOMP!*

Y así, la carreta dio la vuelta y comenzó el viaje de regreso a la ciudad de los principiantes. Esta vez fue más rápido que antes, pero a un paso tranquilo de todos modos.

Entretanto, detrás de un árbol observando la escena, Chris suspiraba de alivio. El héroe volvería a Axel, lo que significaba más oportunidades de llegar a su amada Avariel.

- Al menos no tuve que intervenir… – murmuró Chris, girándose para ver el cadáver debajo de ella – … demasiado.

Seguir esa carrera había sido una pesadilla. La bestia a la que Izuku había creado era más que un simple golem sin cerebro, o un arbusto primitivo animado. Tenía inteligencia, incluso inteligencia malévola. Cada vez que se acercaba, aunque fuera solo un poco, giraba su cabeza como si la estuviera buscando, y ella estaba muy segura que no era para hacerle cariños.

Encontrarse con esta gente había sido una bendición, en serio. Sabía que el chico era demasiado blando para su propio bien, y que no habría manera de que ignorase a alguien herido o enfermo sin llevarlo de regreso al pueblo. Por supuesto que ella tampoco se iba a quedar quieta.

Ese grupo de bandidos era más grande de lo que parecía al principio, y ya tenían a un centinela listo para volver a su escondite principal para reunir refuerzos, si las cosas se ponían feas. Rajarle la garganta a ese centinela fue una forma muy fácil de ofrecerle soporte al Archidruida, aunque no pudiese presumir de ello.

- Ahora, de vuelta a Axel. – murmuró Chris con una felicidad desbordante. – Hora de buscar la forma de meterme a ese grupo, ¡y ganarme el corazón de esa amada!

El invierno se acercaba, y la ladrona sabía demasiado bien que Izuku no se iba a mover durante ese tiempo. El ser tan suave de corazón era la más fácil de explotar entre sus debilidades.

Esta historia continuará


Omake 1 – Un presagio sombrío

En los recintos más profundos del castillo del Rey Demonio, dentro de una cámara sellada que solo un puñado de gente podía entrar, una figura en las sombras observaba a un pedestal solitario.

- Esto no es bueno…

En dicho pedestal solitario, se encontraba una pequeña caja de cristal. El contenido de la caja, visible para cualquiera, era un pequeño frasco con un brillante fluido color carmesí… o al menos debería serlo.

- Esto no es bueno en absoluto…

El frasco estaba roto, haciéndose totalmente añicos. El líquido ya no era del vibrante color carmesí que se suponía que fuese, sino una plasta viscosa y negra. Eran los restos de una filacteria, una que mostraba que la poderosa no-muerta a la que pertenecía había sido exterminada de una manera que liberaba el lazo mágico que mantenía su alma atada a este mundo.

- Bien jugado, Wiz. Muy bien jugado.

La filacteria destruida le pertenecía a la Bruja de Hielo, la lich ridículamente poderosa que sostenía la mitad del poder de la barrera que protegía a su castillo. Por la forma en que se rompió significaba que el pacto había sido cumplido, que ella había hecho su trabajo, que su alma había sido entregada y, en el proceso, finalmente había salvado a sus amigos.

- Entonces, le pusiste fin en tus propios términos. Te ganaste tu libertad… y espero que te haya valido la pena al final.

Aunque no hubiera resentimiento en la voz, había un tono oculto de estrés. La barrera todavía se mantendría fuerte en contra de medios de ataque comunes, pero ahora cualquier arma legendaria sería capaz de atravesarla. Diablos, incluso un hechizo de Explosión muy poderoso sería capaz de hacerlo en este punto. Reemplazar a Wiz estaba fuera de discusión, pues no había manera que alguien tan poderoso como ella tocara a su puerta e hiciera un pacto como el que hizo ella. Habría que improvisar.

Saliendo de la cámara oculta, el Rey Demonio se giró para ver a dos de sus sirvientas.

- Tú. – El Rey Demonio llamó a la primera, una mujer demonio. – Reúne a todos los hechiceros que tengamos a mano, y redirige el poder de la barrera hacia la capa exterior. Necesitamos hacerla ver al menos lo bastante fuerte para alejar a los héroes potenciales.

La mujer demonio asintió y se marchó a cumplir con su deber. Había rumores de dos héroes potenciales que se expandieron como la pólvora en el castillo, y con toda certeza ella no quería enfrentarse a ellos, especialmente al que destruyó a Beldia.

- Y tú. – El Rey Demonio se dirigió hacia la otra, una mujer con rasgos draconianos. – Llama a todos los generales. Tenemos que reorganizar al ejército, y delegar funciones hasta que encontremos reemplazos para nuestros camaradas caídos.

- Acerca de eso… mi señor… – La chica draconiana parecía dudar excesivamente en su voz.

- ¿Qué? – El Rey Demonio empezaba a tener un mal presentimiento sobre esto.

- Vanir, Hans y Wolbach… – la chica draconiana echó unos pasos atrás – se fueron… de vacaciones… creo…

Un momento de silencio llenó el corredor mientras las palabras eran asimiladas…

- ¡¿QUÉ?!

Y así, el Rey Demonio maldijo a los cielos, por haberle otorgado una banda de idiotas incompetentes.


Omake 2 – Un grito de ayuda.

Había cosas que eran universales, como que el chisme y los rumores viajaban más rápido que la luz, o que siempre llegarían a las esquinas más alejadas del mundo como un fuego en un bosque seco.

- Hey, ¿oíste lo que pasó con el culto de Axis en Axel?

- Que le robaron a un noble, ¿verdad?

- ¡Sabía que esos raritos también eran unos ladrones!

En un mundo con magia, los rumores y los chismes se esparcían por medios mágicos. Y cuando tales medios tenían el respaldo de instituciones como el gremio de aventureros, dejaban de ser rumores y chisme, y se convertían en la verdad.

- No puedo decir que me sorprenda. ¡Siempre me dieron mala espina!

- Escuché también que estaban cometiendo evasión de impuestos. ¡No me extraña que los hayan echado de la iglesia!

Para cierta diosa caída, esas palabras le dolían tanto como si la apuñalaran con espadas oxidadas. ¡Había pasado tantas humillaciones para ayudarlos, ¿y ahora ocurría esto?!

- Esto no puede ser verdad… – murmuró Aqua mientras caminaba hacia la posada donde se estaba quedando. – Mis lindos devotos no podrían haber hecho algo tan horrendo…

Ella había hecho todo bien por sus devotos. ¡Hasta había completado ese contrato con el nerd!

El pensamiento de que sus propios seguidores cometieran semejante barbaridad le resultaba inconcebible. En su mente, la única explicación lógica era que el buen y lindo sumo sacerdote debió haber sido asaltado de camino a la capital, así que no era su culpa. No había manera de que sus propios hijos la apuñalaran por la espalda… ¿verdad?

- Escuché que mintieron sobre los impuestos que debían, y que dieron información falsa a propósito para robarle al pueblo y a la corona.

- ¿Por eso fue que le robaron a un noble?

- ¡Bastardos avariciosos!

Aqua se congeló sobre sus pasos. Si eso realmente había sucedido, eso significa que el sumo sacerdote era la manzana podrida. Y entonces, se acordó que el que le dio el dinero ¡había sido Izuku!

Ese niño blando sin duda volvería a ayudarla si se lo suplicaba lo suficiente. Por supuesto, eso significaba usar al sacerdote como chivo expiatorio, y tal vez llevarle alguna ofrenda de paz… ¿tal vez algunas chicas lindas? Tal vez incluso… ¿unas lindas esclavas?

- Yo digo que demandemos para que se haga una auditoría con la iglesia de Axis en este pueblo. Si hicieron eso allá, bien podrían hacerlo también aquí.

- ¡Yo digo que mejor los saquemos a patadas del pueblo, pero ya!

Aqua comenzó a correr. Ahora tenía una nueva misión, salvar a sus lindos devotos. Viajar de regreso a Axel era su prioridad ahora. Encontrar una forma de convencer a Izuku de ayudarla sería su mayor preocupación. El único lado positivo era que Kyouya sería muy fácil de convencer; después de todo llevaba un buen rato hablando de limpiar las marcas que pusieron en sus tarjetas de todos modos.

Luego de unos minutos…

- ¡¿Qué?! – Aqua se estaba poniendo histérica, ya que le habían denegado su petición. – ¿Por qué no podemos irnos ahora mismo?

- ¡Porque no hay dinero! – gritó Kyouya, ya pendiendo de una cuerda floja. – ¡Ya tú lo gastaste todo! ¡OTRA VEZ!

Para variar, Aqua tuvo la decencia de temblar ante esa declaración. Aun así, decidió achacarle la culpa al chico, ya que le había prometido todo lo que ella deseara cuando le pidió unirse a su grupo. Pero en este momento, no había espacio para discutir.

- Nos llevará una semana de trabajo pagar los boletos para Axel, y eso sin tomar en consideración la comida y el hospedaje. – explicó Kyouya, con aspecto de estar a mitad de un colapso. – ¿No lo entiendes? Estamos varados aquí hasta que tú aprendas a tener algo de control.

Aqua hizo un puchero, tratando de contener sus lágrimas. La estaban culpando de todo, y ella no podía argumentar por miedo a que le denegaran la posibilidad de salvar a sus lindos devotos.

- ¿Una semana? – preguntó Aqua con voz tímida.

- Si puedes aguantar sin comer, sí. – replicó Kyouya, todavía sonando enojado. – O si consigues un trabajo a tiempo parcial en el mercado para obtener comida.

El Espadachín había arrojado la carnada, sin esperar que la diosa realmente la mordiera.

- Lo haré… – dijo Aqua con una voz espantada. – Por mis lindos devotos… lo haré.

Esta semana iba a ser un infierno, pero ambos hicieron un juramento silencioso de sobrevivir a ella y volver al lugar donde comenzó todo este problema. Aunque sólo uno de ellos estaba planeando dejar botado al otro.

Chapter 20: Ira

Chapter Text

Moviéndose hacia el pueblo de Axel, una carreta era jalada por lo que incluso un analfabeto podría llamar un Behemot. La visión del impresionante vehículo y la mística criatura contrastaba enormemente con el humor de la persona que sujetaba las riendas.

– ¿Por qué tuvo que pasar esto? – preguntó Izuku a nadie en particular, suspirando ante su suerte, y su incapacidad de ignorar a aquellos que estaban sufriendo. – ¿Por qué no puedo avanzar de una vez?

Las puertas de Axel se hicieron visibles, y con cada paso, el terror en incremento se volvía cada vez más obvio. ¿Qué se suponía que debía decir ahora, tras aquel heroico discurso cuando se marchó?

– Amo… ¿arrepentido? – La pregunta de Liza cargaba mucho peso como para venir de alguien que supuestamente flaqueaba en intelecto.

Durante la totalidad de un segundo, Izuku pensó en cómo responder a esa pregunta. Se preguntaba lo que podría haber pasado si hubiese dicho que no en aquel momento, si hubiese ignorado a esa única persona que estaba sufriendo para continuar con su misión por el bien mayor.

– No. – replicó Izuku con toda honestidad. – Sólo desearía que eso no hubiera pasado.

Su corazón seguía siendo el de un héroe, incluso si él mismo no era totalmente consciente de ello.

– Entonces deja de lamentarte. – añadió Megumin, que admitiéndolo se sentía cansada de oír a su novio suspirando cada quince minutos. – Lo hecho, hecho está. En vez de eso, tomémonos el tiempo para prepararnos para un viaje más largo.

Izuku sonrió ante la idea de tener una mejor oportunidad. Se sentía agradecido de tener a Megumin y Liza sentándose cada una a un lado de él todo el viaje, aunque odiaba la razón detrás de tal bendición.

La mujer caballero finalmente reveló su nombre luego de que cayó la noche. Sus demandas de acelerar el paso fueron recibidas con la sensible petición de revelarles la identidad de todos quienes interrumpían el viaje del dueño de su vehículo.

Probablemente pensando que al hacerlo se incrementaría la velocidad de la bestia, reveló que su nombre era Claire, y que la persona a quien escoltaba era Lady Iris. No hubo ninguna mención de una casa noble, sin embargo, y la única explicación que dieron fue que su joven señora estaba viajando de incógnita para evitar que gente inescrupulosa fuese a ponerle las manos encima.

Los soldados, Wedge y Biggs, secundaban a Claire en mencionar cómo a menudo los nobles menores buscaban ganar favores de su joven señora cuando se revelaba su casa, y lo poco sinceros que podían ser los oficiales cuando escuchaban cuál era su verdadera posición.

Recordando cómo Darkness prefería ocultar su identidad real, Izuku decidió no inquirir más en el asunto. Pese a eso, Claire no dejó de demandar que acelerara la carreta, al menos hasta que se dio cuenta que la noche ya había caído, y que la bestia no se había detenido ni una vez, ni siquiera para descansar como normalmente lo haría un caballo.

Cesó totalmente sus demandas al reconocer a la bestia, y el miedo muy real de la posibilidad de ser aplastada bajo los cascos de un furioso Behemot se enraizó bastante profundo en su mente.

– Hmmm~ hmm~ hmmmm~…

Posada sobre una de las astas del Behemot, Chika tarareaba una tonada ininteligible. Moviendo las plumas de su cola al ritmo sin sentido, daba una imagen bastante adorable para el Archidruida verde y su grupo. Le hacía sentirse exaltado, el ser responsable de cierto nivel de felicidad para alguien que había sufrido tanto hasta hacía poco tiempo…

– ¿Por qué conserva a ese demonio? – Biggs, el más grande y gordo de los dos soldados, hablaba en un tono que apenas se molestaba en bajar. – Las Harpías Salvajes son las peores.

Los soldados pertenecían a la fe de Eris, y por ende, hacían notar su disgusto por su querida Chika tan claro como el día.

– ¡Cállate, Biggs! – Wedge, su compañero de aspecto escuálido, intentaba refutarle con una neutralidad muy pobremente mantenida. – Tenemos suerte que nos diera el aventón hasta la ciudad, así que no deberíamos ser ingratos. Además, puede que ni siquiera sea un creyente; ¡no es nuestro lugar convencerlo de sus maldades!

Izuku en verdad se sentía tentado a echarlos a patadas a los dos del techo de la carreta. Incluso si no estuvieran debilitados por el bajón que les provocaba la enfermedad tras ser revividos, la puerta del pueblo no estaba tan lejos como para considerarlo como un acto de maldad.

– ¡En efecto! ¡No es su lugar juzgar tales cosas o declarar maldad que no existe! – habló la última pasajera, la sacerdotisa rubia con el hábito de monja.

Se había presentado como Cecily, una sacerdotisa del Culto de Axis… una sacerdotisa de Aqua.

– ¡Sólo miren ese amor y aceptación! ¡La forma en cómo acepta a todos independientemente de su raza o estatus! – Cecily había comenzado a hablar con cierto entusiasmo excesivo. – ¡Si no lo hubiese aclarado ya, yo diría que sería el seguidor perfecto de la misericordiosa Aqua!

Mientras la sacerdotisa continuaba con su perorata y muestras de devoción, Izuku se repetía a sí mismo que sólo porque esta chica fuese devota de Aqua no necesariamente era malvada. Al menos sólo lo hostigó tres veces sobre unirse a su culto antes de entender el mensaje y dejarlo en paz.

Ahora al amanecer, y acercándose más y más a las puertas del pueblo, Izuku tomó el final del viaje como una bendición. El grupo que se había metido a la fuerza en su carruaje, interrumpió su misión y actuó de manera bastante grosera contra sus amigos por fin se quedaría atrás, y él sería libre de ir a buscar un lugar dónde pasar el invierno.

Sentía pena por el Sabio al que estaban buscando. Ciertamente deseaba que su corazonada estuviese equivocada, y que el pobre Keel no fuese con quien tenían que lidiar.

La ventana corrediza detrás del asiento del conductor se abrió, revelando la mirada de su segunda compañera Demonio Carmesí.

– ¡Izuku, Izuku! – Yunyun canturreaba con un extraño nivel de excitación. – ¡Wiz y yo finalmente pudimos descifrar los síntomas de la maldición!

Izuku no pudo evitar sonreír por el entusiasmo de la Demonio Carmesí. Odiaba admitirlo, pero encontraba su disposición alegre bastante encantadora. Luego se acordó por qué este pequeño avance pudo suceder en primer lugar.

Como una devota de Eris, Claire vio a Wiz como un presagio de buena fortuna, y su oferta de ayuda como una mano extendida por una diosa benevolente. Al menos Wiz también odiaba la idea tanto como él.

– ¡Bien! – replicó Izuku amablemente. – ¿Qué encontraron?

Izuku no tenía esperanzas de poder diagnosticar la enfermedad ya que la mujer caballero declaró vehementemente que su joven señora tenía protección contra las maldiciones y los venenos, después de todo. Aun así, si había una enfermedad que pasaron por alto, y él era capaz de aliviar al menos un poco los síntomas…

– Ha estado teniendo dificultades reteniendo la comida en su estómago desde hace un par de días, lo que probablemente la llevó a ese estado tan débil. – comenzó a decir Yunyun en su usual tono feliz, lo que sonaba extraño para la situación. – Y lo que es peor, parece ser que ha estado sangrando cuando… va al baño.

Izuku frunció el cejo. En las esquinas de su mente, algo le decía que ya había escuchado de esos síntomas antes. De nuevo, muchas enfermedades tenían eso, incluyendo el envenenamiento.

– También tiene unos parches muy raros azulados-grisáceos que… – continuó Yunyun, y entonces el cerebro de Izuku le alertó de algo que no podía ignorar, un síntoma común que podría, y sin duda iba a estorbarles en todo.

– ¡¿Qué?! – Izuku estaba en la cuerda floja, su mente acababa de sacar una respuesta que realmente no quería considerar, pero necesitaba asegurarse. – ¡ALTO!

Ante ese poco característico grito, el Behemot se detuvo, casi provocando que los guardias y los aventureros cayeran del techo de la carreta. Cecily aterrizó de cara directo en los pechos de Lean, pese a todo.

– ¿Por qué nos det…? – Claire trató de exigir una explicación de por qué el vehículo se había detenido, para exigir que la llevaran al pueblo de inmediato.

– ¿Acaso le dan arranques de rabia de repente? – preguntó Izuku con una voz muy furiosa, que sorprendió incluso a Megumin. – ¿Arranques de los que después se olvida?

Un silencio pesado cayó sobre todos, mientras quienes acompañaban a la noble rubia se quedaban en shock.

– Así es. – habló de repente Wiz, cuya cara apenas se veía un poco por la pequeña ventana.

– ¿Cómo…? – Claire apenas podía encontrar su voz. – ¿Cómo puedes conocer los signos de esta extraña maldición?

Izuku quería explotar.

Esta gente había confundido intoxicación con veneno, y creían que una enfermedad era una maldición. Había una voz en la cabeza del druida que le decía que debía lanzar un juicio sobre todos los idiotas en este mundo. La otra voz, sus sueños de ser héroe, su buen corazón y el amor que su querida madre le había inculcado, le recordó que el conocimiento de este mundo seguía en la época medieval en el mejor de los casos.

Respirando profundamente, Izuku se convenció a sí mismo de que, por una vez, la gente de este mundo no tenía manera de saber las diferencias entre las aflicciones.

– Eso es intoxicación por metal pesado. – replicó Izuku con una voz muy rígida.

Bajándose del asiento en las riendas, se movió hacia la puerta de la carreta, ganándose miradas cuestionadoras de todo el grupo.

– Eso es imposible. – declaró Claire, aunque no hizo ningún esfuerzo por detener al peliverde quien, en sus ojos, parecía saber de lo que hablaba. – Como expliqué antes, mi Lady no puede estar en…

– La intoxicación por metal pesado no es lo mismo que ser afectado por veneno. – replicó Izuku, todavía rígido, mientras abría la puerta y entraba en la carreta. – En vez de sólo adherirse a los nervios o la sangre, los metales pesados destrozan los tejidos, los órganos, y ocupan el lugar de los nutrientes importantes. Así no pueden ser digeridos.

Ni Claire ni los soldados se arriesgaron a replicar o hacer preguntas. Por lo que entendían, el peliverde estaba hablando en lenguaje mágico. El grupo de Dust, sin embargo, decidió que intentar incluso entender las palabras haría que les explotaran las cabezas. Lean podría haber entendido que Izuku estaba explicando algo muy importante, pero los detalles le pasaron por encima de la cabeza.

– ¡Esperen! – Megumin entró a la conversación. – ¡Si eso es verdad, ¿entonces la mitad de las maldiciones podrían ser resultado de metales pesados que entran a los cuerpos de quienes exploran las mazmorras?!

En vez de responder la pregunta de Megumin, o más bien, preguntar de qué diablos estaba hablando, Izuku solicitó a Claire que descubriera a la joven noble. Claire se mostró algo reticente, pero una idea repentina entró a su mente ahora que la maldición parecía haber sido identificada.

– Pero ¿cómo entra en el cuerpo un metal pesado? – preguntó Yunyun, sin tener idea de cómo algo tan grande podía permanecer dentro de alguien.

– ¿Tal vez fue una punta de flecha que no pudieron removerle? ¿O se tragó una moneda? – Wiz se unió a las sugerencias, todavía anidada sobre la red para equipaje.

– Mi lady nunca ha recibido heridas que le hayan dejado algún fragmento de metal en su cuerpo, y no es una plebeya tan cruda como para intentar comerse una moneda. – aclaró Claire mientras ayudaba a la joven rubia a sentarse sobre el sillón. – Pero no puedo descartar la idea de que alguna bruja malvada haya intentado teletransportar algo como eso dentro de su cuerpo…

Izuku estaba a punto de hacer preguntas específicas, cuando se dio cuenta de que había algo dentro de la bolsa que estaba junto a la noble señorita. Una especie de frasco lleno de bolitas doradas muy pequeñas, tanto que fácilmente se podrían tragar.

Otra vez la estupidez medieval en acción…

– ¿Qué es esto? – preguntó Izuku cogiendo el frasco, y sosteniéndolo para que todos lo vieran.

– Es una nueva medicina que está a punto de salir al mercado en la capital. – replicó tranquilamente Claire, sabiendo muy bien que nadie podía saber lo que era, así que preguntar era muy natural. – El alquimista nos aseguró que ayudaría a mi lady con sus antojos constantes, y que también ayudaría con…

Izuku ya había tenido suficiente. Estaba harto de la estupidez, de este mundo lleno de tarados, idiotas, y de bastardos avariciosos a los que no les importaba destruir vidas por una moneda de oro. Tuvo que recordarse a sí mismo que estos tarados tenían un nivel medieval de conocimiento, y que existía la ignorancia genuina.

– ¡Esto es oro! – interrumpió Izuku, cuya voz ya alcanzaba niveles de histeria. – ¡El oro es un metal pesado!

Izuku realmente quería darle su merecido a todo el grupo. Soltarles una paliza verbal de proporciones bíblicas, pero de nuevo, tuvo que recordar que lo más probable era que estos idiotas pensaran que ingerir oro era una práctica segura. Estaba demasiado enojado para tratar de contener su perorata, así que decidió que era momento de hacer lo correcto y ayudar a la niña enferma.

– Olvídenlo… – murmuró Izuku a una audiencia que todavía estaba encogida, e incluso sus compañeras se habían sorprendido de su tono. – Ahora ya sé cómo ayudarla.

Ante esas palabras, Claire mostró una sonrisa radiante… que de inmediato desapareció al notar cómo brotaba unas vides por debajo de las mangas del aventurero. Luego empezaron a crecerles espinas, o más bien, agujas muy finas…

– ¿Qué estás…? – Claire estaba a punto de preguntar por detalles, pero por mucho que quisiera que salvaran a su joven señora, lo que el Archidruida estaba a punto de hacer se veía demasiado peligroso.

– No me interrumpan. – dijo Izuku en tono seco, mientras creaba un nudo con las vides que parecía imitar a un corazón.

Remover metales pesados de un cuerpo humano requería tratamiento especializado con herramientas avanzadas y agentes químicos. Aunque este mundo estaba varias épocas atrás en tecnología médica, su conocimiento y habilidades le daban una opción para lidiar con este problema en particular.

En el mundo natural existían agujas orgánicas, que crecían en plantas e insectos para inyectar toxinas. Gracias a sus capacidades de modificación de plantas, podía recrearlas para que sirvieran como agujas de inyecciones intravenosas. Recrear un fluido isotónico dedicado a atrapar el oro sin afectar el cuerpo de la paciente sería difícil, pero sólo requería concentración. El sistema de bombeo era lo que estaba forzando su concentración, sin embargo.

Recrear un corazón con sus vides había sido un proceso delicado, pero sincronizar el ritmo de la bomba con el corazón de la paciente requeriría cada onza de su concentración.

– ¿Qué… estás haciendo? – preguntó Claire obviamente alarmada; se esperaba algún hechizo o ritual, no esa cosa extraña hecha de plantas clavándose en su señora. Luego vio las vides con las espinas delgadas clavándose en sus brazos. – ¡Hey! ¡¿Qué crees que estás…?!

– Sáquenla de aquí. – ordenó Izuku, sabiendo que no podía arriesgarse a ningún tipo de distracción en ese momento. Liza le obedeció de inmediato.

– Afuera. – declaró la chica cocodrilo albina mientras le agarraba el brazo a la mujer caballero.

– ¡Suéltame, grandísima bes…! – Claire intentó invocar su estatus y rango, sólo para ser arrojada sin ceremonia alguna fuera de la carreta. – ¡UGH!

La mujer caballero no pudo más que gruñir al golpear el suelo. Tuvo que reconocer que esa esclava mujer bestia era fuerte y leal, ¡pero así no se trataba a la nobleza!

Tratando de girarse para espiar dentro de la carreta para verificar la seguridad de su señora, lo único que encontró fue a una mujer cocodrilo albina obstruyéndole el paso firmemente con todo su cuerpo. Era obvio que no se iba a quitar aunque eso significara dar la vida, tan obvio como que esa enorme bruta no iba a reconocer su estatus.

Aunque sí podía ver dentro de la carrera lo que estaba pasando…

– Primero, entra la savia, y sale la sangre. – Izuku describía el proceso de una manera simplificada, mayormente para mantener su concentración y no apresurar las cosas. – El latido del corazón debe permanecer en sincronía, ni más lento ni más rápido.

El órgano hecho de vides estaba latiendo como un corazón, empujando la savia purificadora en las venas de la noble rubia, mientras se llevaba su sangre a los filtros donde el metal pesado sería retenido hasta devolver la sangre al cuerpo.

Todos miraban hipnotizados el proceso. Si no lo supieran mejor, Megumin y Yunyun habrían gritado como si vieran la creación de un nuevo hechizo, pero ya sabían sobre la sinergia, la sabiduría única de Izuku. Wiz, que estaba menos acostumbrada a ser testigo de lo imposible de manera regular, estaba tratando de acercarse todo lo posible sin interferir.

Afuera de la carreta, Claire sólo podía morderse el labio al ver la escena. Lo que fuera que el chico estaba haciendo, no podía interrumpirlo sin arriesgar la vida de su señora.

– ¡Ahí lo tienen! – celebró Izuku tras una sorprendentemente pequeña cantidad de tiempo. – Ese era todo el oro que la estaba intoxicando.

En las manos del archidruida, el corazón hecho de vides ahora era un desastre arrugado, luciendo casi como una fruta podrida.

– El oro está… – empezó a preguntar Biggs, que miraba desde el techo – … ¿adentro de esa… cosa?

– Pueden quedárselo si lo quieren. – replicó Izuku mientras arrojaba la planta muerta hacia el techo. – Probablemente sea un gramo o menos. Buena suerte extrayéndolo.

– ¿Un qué? – Claire se quedó confusa, aunque olvidar los nombres de las medidas se le podría perdonar debido al shock. – Como sea, ¿mi lady se encuentra a salvo?

– Casi. – replicó Izuku, que volvió a girarse hacia el techo. – Señorita Cecily, ¿podrías por favor usar magia curativa en ella? Estoy demasiado cansado y no puedo hacer el trabajo.

Un trabajo bien hecho. Una persona menos que sufría, y sin ningún riesgo. Podría haber resultado en perderse la ventana de oportunidad para llegar a la siguiente ciudad, pero al menos su conciencia no lo estaría torturando. No sabía quién era el Sabio al que estaban buscando, pero imaginarse que este individuo no podría pedir un rescate de rey por un tratamiento tan obscuro era en…

– Podría ser que… – Claire interrumpió el tren de pensamiento de Izuku con una cara relajada y llena de sorpresa. – ¿Será posible que tú seas el Sabio? ¡¿Midoriya, el Sabio de Axel?!

Aunque estaban algo distantes de la puerta del pueblo, los guardias podrían jurar que oyeron a alguien maldecir a los cielos y a las diosas con una inquietante claridad. Una hora después, serían testigos de que el Behemot que cruzaba dicha puerta no tenía nada que envidiarle al Archidruida furioso que sujetaba sus riendas. Ni siquiera se atrevieron a preguntar, o a hacer otra cosa que bajar sus cabezas con respeto cuando la carreta entró al pueblo…


(-0-)


Más tarde, en el salón del gremio…

Entrar por la puerta de la ciudad ya había sido embarazoso, pero ser recibido no por una, sino por dos chicas que le saltaron encima para abrazarlo apenas puso un pie en el gremio fue todavía peor, especialmente porque las dos estaban gritando su nombre con lágrimas en sus ojos. No podía negar que se sentía feliz de verlas de nuevo, de hecho, sentía como si le hubieran quitado un peso de los hombros. Y aun así…

Izuku Midoriya, Archidruida y alguien considerado por la mayoría como el héroe de Axel, en aquel momento estaba sufriendo un completo colapso nervioso. Para aquellos fuera de su grupo, sería difícil saberlo, ya que pensarían que simplemente estaba cansado y enojado por algo, ¿pero para aquellas que estaban en su grupo?

– Ya, ya… – Megumin le estaba dando palmaditas en la espalda al Archidruida esmeralda, y sus ojos la traicionaban expresando lo mucho que disfrutaba no estar en ningún peligro ahora mismo. – No hay nada que podamos hacer ahora. No fue tu culpa.

Las palabras de la archimaga explosiva eran verdad en tantos niveles que ni siquiera era divertido. Izuku, siendo humilde por naturaleza, jamás se habría llamado a sí mismo un Sabio, ni habría aceptado tal título. Un Sabio sería alguien con gran sabiduría y conocimiento, alguien que pudiera entender los grandes misterios de la vida y encontrar soluciones a problemas delicados. Un Sabio sería alguien a quien la gente acudiría para resolver disputas terribles.

¡No un druida novado que apenas llevaba viviendo en este mundo por menos de un año!

– Está bien… está bien… – Yunyun se le unió para darle las palmaditas, totalmente ignorante del hecho de que no sería oficialmente inmune a represalias. – No había manera de que lo supieras. ¡Nosotras ni siquiera sabíamos que tenías ese título!

– Nadie lo sabía, en realidad. – añadió Darkness, bajándose un trago de su cerveza sin poder ocultar su sonrisa. – Yo estaba segura de que te conocerían como un Santo.

Izuku no sabía si gruñir o suspirar de alivio. El título de Santo era demasiado para soportarlo.

– En realidad tiene sentido, ¿sabes? – Aela también se unió, sonriendo abiertamente de poder quedarse con el líder de su grupo por más tiempo. Había encontrado una salida de su problema familiar, pero Izuku no necesitaba que le echaran más gasolina al fuego de su rabia. – Primero ganas renombre como un Sabio, antes de apuntar al título de Santo.

Izuku decidió gruñir. Amaba la sinceridad de sus compañeras, pero ya se estaban poniendo demasiado fanáticas.

¡GGRRROOOOWWWWWLLLLL!

El intimidatorio sonido hizo que los ojos de todo mundo se giraran, fijándose en cierta chica cocodrilo albina. Liza simplemente ladeó la cabeza confusa, aunque por la forma en que se frotaba la barriga dejaba claro que estaba a punto de entrar en un momento crítico para su hibernación.

– Chicas, ¿puedo pedirles que…? – Izuku comenzó a formular su petición, pero tanto Aela como Darkness sonrieron mientras se ponían de pie.

Lo entendieron perfectamente, y sin más direcciones, se marcharon para ordenar la mayor cantidad posible de comida. De hecho, decidieron ordenar algo extra, ya que Izuku probablemente necesitaría energía adicional.

Mientras el dúo se marchaba, Izuku pensaba en la situación, su predicamento, y la serie de infortunios que llevaron a él. Peor que no saber que tenía cierto título, era el hecho inescapable que el grupo que rescató había fallado en comunicarle, bueno, prácticamente todo.

Podía entender que pedirles la verdadera identidad de la noble rescatada quizás fuera demasiado, ya que como se encontraba en un estado tan delicado su guardiana estaría totalmente paranoica al grado de ver a todo mundo como un potencial enemigo. Podía comprende la reticencia de explicarle su aflicción, ya que reportarle algo equivocado podría haber sido desastroso. ¡Pero Claire se había rehusado incluso a mencionar el nombre del Sabio al que estaban buscando!

– ¡Estoy de vuelta! – anunció Wiz mientras entraba en el salón, ganándose gritos ahogados y miradas. – Traté de explicarles todo a nuestros invitados… pero…

Izuku odiaba las miradas. Aunque entendía que ver a una Avariel inspiraría sorpresa a los seguidores de Eris, no pudo evitar notar que los ojos de algunos chorreaban de avaricia y lujuria. Era muy difícil no sentir deseos de arrancárselos…

– Ella insiste en hablar contigo. – terminó de decir Wiz, justo cuando Claire daba un paso al frente.

Izuku suspiró, y con un gesto de cortesía bastante forzado, le indicó a todo mundo que se sentaran en su mesa usual. Hizo un esfuerzo por sentarse en un ángulo que le impidiera mirar a Luna todo lo posible. La joven recepcionista estaba en las nubes ante el prospecto de que se quedara, o al menos esa era la impresión que le daba.

– Maestro Midoriya… – comenzó a decir Claire, sólo para detenerse cuando vio la cara de rechazo del joven Sabio frente a ella. – ¿O prefiere que lo llame Lord Izuku?

Aunque ella creía personalmente que los plebeyos eran criaturas inferiores, respetaba a los aventureros poderoso, ya que ellos con esfuerzo suficiente podrían ser envestidos como caballeros y con ello ascendidos a las filas de la nobleza. El aventurero Kyouya era uno de dichos prospectos, hasta que el gremio le puso una marca. Izuku Midoriya, el Sabio y héroe de Axel, también era un candidato, con un récord mucho más prominente.

– Quiero disculparme por todas las inconveniencias, especialmente por entorpecerle su cruzada contra el Rey Demonio. – Claire adoptó un tono solemne, mostrando seriedad por el tema de conversación. – El retraso en su viaje es inaceptable bajo cualquier estándar, y entiendo que ninguna recompensa monetaria podrá compensarlo por haber sacrificado su tiempo, pero aun así, el servicio que nos acaba de proveer exige que…

Solemne tal cual sonaba, y tan seria como estaba, la mujer caballero no sentía ni un ápice de culpa. Su señora era más importante para ella que las vidas potencialmente perdidas en las líneas frontales. Mantener la misión y la identidad de su señora era su prioridad. Ya la joven noble la había regañado a pesar de todo, y exigió que el joven archidruida fuese recibiera una gran recompensa e indemnización por todo lo sucedido.

– Antes de eso – interrumpió Izuku, sorprendiendo a la mujer caballero – ¿Cómo está la joven lady?

El semblante de Claire se suavizó, sorprendida y complacida ante los buenos modales del joven Sabio. Para ella, esto solidificaba la idea de que este muchacho debía ser de sangre noble. Eso explicaba su brillantez y el hecho de llevar un nombre de familia.

– Sigue muy débil, pero está despierta y lúcida. – respondió Claire, feliz de reportar que su señora ya se estaba recuperando. Luego volvió a endurecer sus facciones, regresando a su deber. – Esta es su recompensa por salvar a mi señora, y por sacrificar algo de su invaluable tiempo.

Con calma colocó un sello de estampa y una carta cuidadosamente doblada sobre la mesa. La forma en como lo hizo hacía parecer que esos objetos eran mucho más valiosos que su vida.

– Con esto, no sólo podrá recuperar los tres días perdidos de su viaje, sino que se le hará mucho más fácil… – Claire parecía estar muy orgullosa de explicar lo significativo de los objetos, sin embargo, el archidruida no estaba de humor.

– No me importa. – interrumpió Izuku, haciéndola dar un respingo hacia atrás como si la hubieran golpeado. – La ventana para partir ya se cerró. Ahora gracias a ustedes, voy a estar atrapado aquí todo el invierno. Esos cachivaches no me ayudarán en nada.

Mientras Izuku daba su réplica, Darkness y Aela llegaron con unos platos enormes llenos de comida, mayormente sapo frito y otros tipos de carne. Con un asentimiento hacia la chica cocodrilo albina, Liza comenzó a devorar la comida.

– ¿Qué? – Claire se quedó en shock, tanto por la audacia de rechazar tesoros tan invaluables como por la declaración. – ¡¿Por qué?!

No tenía ningún sentido para ella. Había perdido tres días, pero si lo que le preocupaba era el invierno, sólo tenía que presionar un poco a su Behemot para llegar al siguiente pueblo antes que cayera la primera nevada. Aún si iban a paso normal, podría llegar antes que la nieve comenzara a acumularse.

Su confusión era tan grande que se las arregló para ignorar a la semihumana comiendo como una cerda hambrienta. Incluso no demostró ningún disgusto ante la harpía agarrando trozos de carne rápidamente del plato de la chica albina.

– Estoy viajando con una harpía y una chica cocodrilo. Una de ellas está a punto de entrar en hibernación, la otra es odiada irracionalmente por un número enorme de locos religiosos. – Izuku abrió su explicación de manera bastante agresiva, al punto que hasta las Demonios Carmesís que estaban a su lado se sorprendieron. – Asumiendo que me doy prisa en llegar al siguiente pueblo, y que llego antes de que los vientos fríos envíen a Liza a dormir profundamente, tendría que encontrar una posada lista y dispuesta a dejarme rentar una habitación por todo el invierno. Un lugar donde pueda garantizar que nadie moleste a los miembros de mi grupo.

– Eso no debería… – Claire estaba a punto de replicar, pero fue interrumpida casi de inmediato.

– ¿Quién me garantiza que la posada que escoja apresuradamente no va a permitir que un montón de fanáticos se metan a nuestro cuarto para echarles las manos encima a Chika? – preguntó Izuku, ahora fulminando abiertamente con la mirada a Claire, que jamás intentó ocultar su posición religiosa como parte de la fe en Eris. – ¿Quién asumirá la responsabilidad si alguna de mis chicas sale lastimada en un momento tan crítico?

Claire se quedó en silencio por un minuto.

Necesitaba pensar en una forma de convencer al Sabio de aceptar sus regalos; estaba segura de que si los viera de cerca entendería su importancia, tanto como tesoros nacionales como herramientas para su cruzada. Con el sello y la carta en mano, incluso los sacerdotes más extremistas tendrían que doblar sus rodillas y acomodarse a sus necesidades. Podría incluso reclutar a cualquiera que deseara también, independientemente de su posición social.

Desafortunadamente, la comunicación directa era imposible sin revelar el secreto. Decidió entonces apelar a algunos puntos lógicos.

– Entonces, ¿está diciendo que son las esclavas quienes lo están reteniendo? – preguntó Claire tan neutralmente como podía. – ¿No puede dejarlas atrás y continuar con su cruzada? No estoy diciendo que las abandone, pero podría dejarlas con alguien de confianza, o vendérselas a alguien digno…

Claire no pudo continuar. Frente a ella ahora se estaban alzando tres fuerzas de la naturaleza, listas para desatar un desastre natural que podría bien borrar todo el pueblo del mapa en vez de sólo matarla a ella. Ahora, de todos los momentos, fue que comenzó a juntar las piezas del carácter del Sabio. Era un amante de los semis.

Personalmente, ella no tenía nada en contra de los amantes de los semis; su joven señora era una de ellos después de todo. Sin embargo, no podía entenderlos. ¿Qué sentido había de tenerles aprecio a razas inferiores cuyo lugar era mejor sirviéndoles que viviendo por su cuenta?

– Suficiente. – Darkness fue la primera en actuar, colocando una mano bastante pesada sobre el hombro acorazado de Claire. – Has pisoteado la paciencia del líder de mi grupo por demasiado tiempo. Ahora, o te vas, o tendré que obligarte a que te vayas. Tú eliges.

Bajo circunstancias normales, Claire se habría burlado de la demanda, apelando a su herencia y linaje. Pero tan arrogante como pudiera ser, era plenamente consciente de su lugar en el mundo, y ese era por debajo de Lady Dustiness Ford, la hija del Duque. En realidad, sólo su joven señora podría tener la autoridad para poner en su sitio a esta mujer, y no ser reconocida por la hija del Duque no era una sorpresa en lo absoluto…

*¡BAM!*

Las puertas del salón del gremio se abrieron de par en par, interrumpiendo cualquier potencial espectáculo de violencia.

– ¡EL DESTRUCTOR! ¡EL DESTRUCTOR SE ACERCA! ¡VIENE DIRECTO HACIA ACÁ!

Uno de los guardias del pueblo acababa de entrar, gritando a todo pulmón. Durante un total de tres segundos, todo el salón cayó en un absoluto y ensordecedor silencio. Durante ese tiempo, Izuku recordó el nombre que acababan de pronunciar, había visto algunas peticiones cada vez que él y su grupo buscaban una misión para tomar. Sin embargo, debido a la dificultad de la tarea, y la distancia que se reportaba, nunca se tomó las molestias.

– ¿Qué es el…? – La pregunta de Izuku fue ahogada en el instante que pasaron los tres segundos, ya que se produjo un tumulto de gritos histéricos a su alrededor. De hecho, se propagó por todo el pueblo.

– ¡MI LADY! – gritó Claire mientras corría hacia la puerta. – ¡TENEMOS QUE EVACUAR!

Mientras toda la población descendía en un pánico histérico, Izuku notó que algunas personas todavía mantenían la calma y la compostura.

Munch! ¡Munch! ¡Crunch! ¡Munch!*

O quizás no les importaba un bledo, como a Liza.

– Oh, esto es terrible. – murmuró Aela en un tono seco. – ¿Qué vamos a hacer?

Parecía que a la Cazadora no le preocupaba demasiado la situación, o que no le importaba si todo el pueblo era destruido. Darkness se bajó otro trago de su cerveza, lo que aparentemente era una señal de que la situación no era tan seria como parecía a simple vista.

– Entonces… – Izuku decidió probar de nuevo cuando se apagaron un poco los gritos en el salón. – ¿Qué es el Destructor?

– ¡El Destructor! – replicó Yunyun sorprendida. – ¡El Destructor es el Destructor! ¡Ya sabes, el Destructor!

– ¿Cómo es posible que no sepas sobre el Destructor? – preguntó Wiz, también sorprendida ya que había llegado a creer que Izuku era una fuente viviente de conocimiento. – ¡Todo mundo sabe sobre el Destructor!

Izuku seguía sin entender.

– El amo viene de una tierra lejana. – intervino de repente Chika, cuyos susurros rasposos se convirtieron en una ayuda muy apreciada para el archidruida. – Su tierra está tan lejos que el Destructor no puede alcanzarla.

Aunque todas en su grupo ya habían escuchado esa parte de su origen, ninguna podía creer que una tierra así de segura existía. Megumin fue la primera en reponerse, y la siguiente en recordar por qué su amado líder no tenía conocimiento de este mal tan antiguo.

– La Fortaleza Móvil, el Destructor. – comenzó a narrar Megumin, ganándose la atención total de Izuku. – Es una súper-arma antigua creada por una civilización perdida. Se le dio el poder para borrar de la existencia prácticamente todo a su paso; desde diminutas aldeas a grandes ciudades, desde granjeros indefensos hasta ejércitos enteros. Durante los últimos dos milenios ha recorrido la tierra destruyendo reinos, moviendo fronteras y borrando culturas. La primera en caer fue el imperio que la creó, y ni siquiera el propio Rey Demonio ha sido capaz de detenerla.

Entre más escuchaba Izuku la explicación, más se arrepentía de no haber echado un vistazo a la misión. Si se hubiera tomado el tiempo para al menos analizar al enemigo, tal vez habría tenido tiempo más que suficiente para desarrollar una estrategia, ya fuera para una evacuación efectiva, o una manera de alterar su trayectoria para salvar a los pueblos. Ahora estaba enfrentándose a una catástrofe para la que no tenía tiempo de planear, y donde las malas decisiones tendrían como consecuencia que mucha gente sufriría.

– Está armado con docenas de magi-cañones de fuego rápido. Su cuerpo está hecho totalmente de una aleación de adamantio-mitrilo, lo que lo vuelve extremadamente resistente tanto a ataques físicos como mágicos. – continuó Yunyun, proveyendo de más malas noticias para el ya estresado Archidruida. – ¡Incluso la hierba no vuelve a crecer por donde pasa, gracias a los fluidos tóxicos que derrama mientras se mueve!

Algo se encendió dentro de Izuku, algo parecido a una chispa. El solo pensamiento de que algo tan destructivo como ese Destructor se le permitiera andar por allí arrasando con todo durante milenios era enfermizo; tanto que ahora sentía que la rabia se le estaba subiendo. Era como si el planeta entero estuviera sufriendo, y eso sólo lo hizo sentirse peor.

¿Cómo podían permitir que existiera semejante abominación? ¿No se suponía que Aqua envió a otras personas para convertirse en héroes?

– Lo peor de todo es la súper barrera mágica que rodea al Destructor. – Ahora se unió Wiz, añadiendo más cosas a la lista de preocupaciones. – ¡Ese domo es prácticamente indestructible!

El cerebro de Izuku se frenó en seco. ¿Acababa de oír que la barrera era un domo?

– ¡Esperen un segundo!

El grito de Izuku atrapó la atención de todos. No sólo de quienes estaban en su grupo, sino de staff del gremio, que seguían en proceso de salvar todo el papeleo posible antes de huir hacia las colinas.

– ¿Me estás diciendo que la barrera es un domo? – preguntó Izuku, ganándose miradas, que lo forzaron a elaborar. – Es decir… ¿sólo cubre al Destructor por arriba de la tierra, y no por debajo? ¿Tal como lo haría una esfera?

Tres archimagas miraron al archidruida con nada excepto una honesta confusión en sus ojos. Izuku sólo pudo darse una palmada en la cara mientras dichas genios parpadeaban en silencio y perplejas.

– ¿Por qué tendría una barrera que ir bajo la tierra?

– Es muy difícil hacer que las partículas mágicas viajen por debajo del suelo, ¿sabes?

– Si las barreras funcionaran por debajo de la tierra, el punto focal no podría moverse…

Izuku comenzó a temblar, al principio ligeramente, pero los temblores pronto se hicieron aparentes. Su furia embotellada, combinada con los gritos de ayuda de este mundo y alimentada por las constantes bofetadas en la cara producto de la estupidez de los habitantes de este mundo acababan de alcanzar una masa crítica. Necesitaba algo que fuera un receptáculo para su ira, y le acababan de dar en bandeja de plata un objetivo y una oportunidad.

– Si me disculpan – declaró Izuku con una sonrisa vacilante mientras se ponía de pie – necesito salir para golpear algo, con mucha fuerza.

El archidruida no esperó una respuesta, ni otra cosa en realidad, simplemente salió de allí a un paso bastante rápido, con los puños bien apretados y las cejas fruncidas. Ni siquiera oyó a las chicas gritándole que esperara y les explicara, e incluso no notó que Liza abandonaba su comida para ir tras él.

– ¡Izuku! – El grito de Megumin finalmente llegó a los oídos del enfurecido Archidruida, pero eso no lo detuvo. – Sé que quieres detener al destructor, ¿pero acaso tienes un plan?

La pequeña Demonio Carmesí sabía desde el principio que abandonar la ciudad no era una opción, y si no porque su novio era un héroe noble y verdadero, sería porque no iba arriesgar la vida de Liza viajando durante el invierno. Y por terrorífico que fuera atravesarse en el camino del Destructor, estaba lista para permanecer a su lado hasta el final.

– ¡Por supuesto que tengo un plan! – espetó Izuku con una furia nada característica suya. – ¡Le voy a dar un buen golpe!

– ¡Eso no es un plan! – replicó Yunyun, convirtiéndose en la voz de la razón del grupo. – ¡No puedes ir y pararte enfrente de él sin que te vaporicen los magi-cañones! ¡Y también está la barrera!

– ¡Izuku, sabemos que quieres salvar a todos, pero cargar de frente no es la respuesta! – se unió Wiz, no queriendo ver a su salvador morir tan pronto. – ¡Debemos tener algunas horas antes que el Destructor se acerque, todavía podemos hacer un mejor plan!

Izuku no desaceleró sus pasos ni un poco, y las puertas de la ciudad ahora eran visibles. Lo que las chicas no sabían era que el joven druida estaba al tanto del sufrimiento. Mientras la monstruosa máquina estuviera lejos, no había nada que escuchar, pero ahora que se acercaba, Izuku podía sentir los gritos de ayuda. Bosques siendo arrasados, ríos y lagos siendo contaminados, y planicies dejadas muertas y yermas, sin mencionar toda la gente que perecería cuando el Destructor simplemente aplastara todo y a todos con sus pisadas.

– ¡Chika cree que el amo debe detenerse! – dijo Chika mientras saltaba frente a su querido amo, extendiendo sus enormes alas para hacer una barricada viva. Él era su héroe, y la persona número uno en su corazón, y como tal no quería que arriesgara su vida contra ese enemigo ancestral. – ¡El amo no está pen-ugh!

En vez de detenerse, Izuku atrapó a Chika en un abrazo, cargándola mientras continuaba su marcha hacia las puertas. Aunque ella sabía que debía continuar sus esfuerzos para detener al enfurecido druida, Chika estaba demasiado ocupado disfrutando del abrazo como para decir nada.

Gracias a la calidez de la harpía negra, Izuku logró calmarse lo suficiente para empezar a pensar en un plan más complejo que sólo darle un puñetazo al enemigo como lo haría All Might.

Él, Izuku Midoriya, no era All Might. Jamás podría ser como All Might. Jamás podría simplemente saltar y usar su fuerza bruta para asegurar su victoria. Nunca sería capaz de destrozar a la adversidad a puñetazos mientras sonreía a la gente con tanta confianza que vencía al miedo mismo.

Jamás podría ser la clase de héroe que solía ser su ídolo. Tenía que convertirse en un héroe a su propia manera.

– ¿Acaso sabes cómo atravesar la barrera mágica? – La voz de Megumin finalmente llegó al druida esmeralda, haciéndolo detenerse.

Girándose para ver a sus compañeras, finalmente notó la preocupación en sus ojos, y el miedo de perderlo. Le provocó un nudo en su estómago ver que la misma mirada de preocupación y amor en los ojos de Megumin también estaba presente en los de Yunyun y Wiz. También le preocupaba notar cómo Liza no parecía dudar ni por un segundo que él tendría éxito.

– Sí, sé cómo sortear la barrera. – replicó Izuku mientras dejaba a Chika en el suelo, y notando las miradas de confusión, decidió explicarse mejor. – Ustedes me dieron la respuesta, la barrera no funciona bajo tierra. Puedo atacarlo desde abajo.

Las chicas fruncieron el cejo ante el obvio fallo de esa táctica.

– El Destructor se mueve muy rápido. – dijo Yunyun hablando por todas. – Entiendo que puedes imitar Mundo de Espinas, pero para cuando puedas usarlo, la fortaleza ya se habrá movido de su lugar.

– Entonces tendré que hacer que se detenga. – replicó Izuku, como si fuera lo más lógico del mundo.

– ¿Y exactamente cómo planeas detenerla? – Megumin quería saber cada ángulo posible. No quería ver a Izuku salir lastimado, o que terminara muerto.

– Hay múltiples maneras en las que un druida puede hacer que algo enorme deje de moverse. – Otra voz se les unió. Keel acababa de acercárseles mientras discutían las cosas, y parecía dispuesto a ayudarles. – Para empezar, hay bestias enormes que son capaces de sacudirse los ataques mágicos con facilidad, y también está el hecho de que los druidas tiene hechizos capaces de modificar la geografía si se les da suficiente tiempo y maná.

Megumin y Yunyun se quedaron asombradas por la información. Por supuesto que sabían sobre esos hechizos, pero ya que casi ningún Demonio Carmesí los usaría por virtud de que no eran parte de la rama de magia avanzada, olvidaron sus aplicaciones a gran escala.

– ¿Pero qué animal podría representar un desafío para el Destructor? – preguntó Wiz, incapaz de pensar en una bestia lo bastante poderosa, o incluso grande, para la tarea que tenían enfrente. – La bestia más grande que existe es el Gorila Bersérker, y ese apenas mide cinco metros de alto…

– ¡Ja! ¡Me decepcionas, niña! – Keel respondió rápidamente. – ¡El Gusano de la Muerte que gobierna los desiertos devoradores de maná mide más de treinta metros de largo, y es casi inmune a la magia! ¡Sin mencionar el proceso de enterrarse que requiere para el asalto!

– ¡¿Esa monstruosidad es una bestia?! – Yunyun estaba horrorizada.

– De hecho, todos los insectoides son considerados bestias. – agregó Megumin, sin desperdiciar nunca una oportunidad de presumir su conocimiento sobre los demás, incluso a Yunyun… especialmente a Yunyun.

– No es una mala opción, pero… – intercedió Izuku, agradecido por la repentina inyección de sentido común. Dicha inyección le dio la concentración requerida para encontrar su respuesta. – Quiero probar algo. Algo que me ha estado molestando sobre la habilidad Forma Salvaje.

Izuku se giró para mirar fuera de las puertas, donde el límite del bosque estaba lo bastante cerca para que pudiese escuchar la voz de la naturaleza llamándolo por ayuda. Y entonces se giró para ver sus manos, manos demasiado débiles para intentar actuar como All Might, y aun así, tenían que ser lo bastante fuertes para salvar a quienes lo necesitaban.

– Forma Salvaje nos permite a los druidas transformarnos en animales de cualquier tamaño. Esto depende de nuestro poder, nuestras reservas de maná, nuestro enfoque, y nuestro conocimiento de la criatura. Siendo así, los Druidas no se pueden transformar en bestias mágicas, quimeras, dragones o plantas. – explicó Izuku a una audiencia que no entendía por qué una información que estaba disponible públicamente era tan importante ahora. – Pero ¿por qué?

Ante la pregunta de Izuku, todos los presentes no pudieron evitar parpadear, pues sus mentes se quedaron en blanco. Hasta donde dictaba el conocimiento común, Izuku acababa de responderse él mismo su propia pregunta.

– ¿Porque no son bestias? – replicó Yunyun tímidamente, sólo para sentirse decepcionada cuando Izuku negó con su cabeza.

– Un druida no puede convertirse en un pájaro hasta que entienda cómo funcionan los pájaros. Pero entender cómo funcionan las criaturas mágicas, incluso cómo funcionan las plantas, no es parte del conocimiento disponible en este mundo. – Izuku respondió lo obvio, y entonces sonrió de una manera bastante aterradora. – Pero… ¿qué tal si ese conocimiento existiera? Si yo pudiera entender cómo funciona la biología de esas criaturas, ¿podría transformarme en una de ellas?

Las miembros de su grupo se encontraron con expresiones totalmente perplejas, como si acabaran de volarles las mentes. Megumin estaba ahora murmurando algo sobre cómo eso tenía sentido, mientras que Liza parecía haberse perdido en alguna parte durante la explicación.

– Reencarnaste a un grupo de no-muertos antiguos, e incluso trajiste de vuelta a una mujer que había estado esperando en las puertas del cielo durante siglos. – les recordó a todos Keel de pronto. – No me sorprendería si dijeras que entiendes cómo funcionan los dioses y te convirtieras en uno. Así que adelante, ¡vuélales la mente a todos de nuevo, amigo mío!

Izuku sonrió ante la extraña muestra de motivación, y comenzó a enfocarse.

Necesitaba algo grande, fuerte, y capaz de grandes hazañas mágicas. La lista de criaturas que se ajustaban a la descripción no era muy grande, pero tomando en cuenta la consideración de todas las habilidades requeridas para la operación, y su propia estética, sólo una criatura reunía todas las condiciones.

Para todos los que estaban mirando, Izuku primero se puso verde, y su cabello se convirtió en hojas. Sus ropas se fusionaron con su cuerpo, revelando una figura sin género hecha de madera. No fue difícil para el archidruida imaginarse cómo funcionaría un cuerpo humanoide hecho de tejido vegetal. Todos los órganos seguirían allí, sólo hechos de diferentes células, los músculos fueron reemplazados por cordones de celulosa trenzadas para maximizar la fuerza, la piel reforzada con corteza de hierro, y los huesos reemplazados con madera de ebonita endurecida.

Antes que cualquiera pudiese decir la palabra "Dríada", Izuku comenzó a caminar hacia el bosque, en el momento en que puso un pie fuera del pueblo, comenzó a crecer. Poco a poco, paso a paso, se hacía más alto, y sus rasgos se volvían más y más salvajes. El cabello se estaba tornando en vides espinosas, la piel se volvía más y más dura, le crecían espinas y pequeñas ramas, y al acercarse más al bosque empezó a parecer menos humano, y más como un…

– ¡¿Es un antárbol?!

Habían estado tan concentradas en tratar de detener a Izuku, que nadie notó que Keel no fue el único en unirse a ellos en las puertas. Al principio fueron sólo el staff del gremio, luego Dust y su grupo, y ahora la mitad del pueblo se había unido al grupo para ser testigos de Izuku logrando otra hazaña imposible. Todos tenían la esperanza de que, de alguna manera, el Archidruida fuese capaz de alterar el curso de la súper-arma ancestral.

– "Esto tal vez no sea suficiente." – pensó Izuku mientras continuaba avanzando, con toda la intención de detener la monstruosidad antes que pudiera empezar a destruir el bosque que rodeaba a Axel. – "Necesito más… más poder… más fuerza… ¡más masa!"

Izuku ya iba a medio camino por el bosque, ya del tamaño de un árbol grande, superando los diez metros de alto. El cambio de tamaño lo hacía sentirse desorientado, y el peso de sus nuevos brazos y piernas trataban de ralentizarlo para adaptarse a su nueva biología.

Pero en el horizonte, la visión de una cosa que parecía una araña-hormiga mecanizada empezaba a tomar forma. Era mucho más grande de lo que se imaginó. Montada en la espalda de la máquina parecía haber un castillo, indicando que el nombre de fortaleza móvil no era una broma. Y continuaba haciendo estragos, pisoteando todo lo que se le cruzaba su camino. No debería ser posible, pero la maldita cosa parecía buscar la ruta que le llevara a más destrucción.

Y la mente del chico se aceleró de golpe, mientras el mundo a su alrededor se ralentizaba mientras hacía los cálculos. Izuku recibió su respuesta.

¡No estás solo!

Unas raíces comenzaron a brotar del suelo, con cada paso que daba. En vez de atraparlo o retenerlo, se fusionaron con su cuerpo, incrementando su masa.

¡Toma mi fuerza!

Los pocos árboles con los que podría haber chocado alargaron sus ramas, atrapando sus propios brazos y torso. Estos árboles salieron del suelo, no como si hubieran sido arrancados, sino como si hubieran salido de él por cuenta propia retorciéndose y fusionándose con el nuevo cuerpo del archidruida.

¡Déjame ayudarte!

Las pocas flores que quedaban e incluso la hierba comenzaron a fusionarse con el cuerpo en constante cambio y crecimiento, aumentando no sólo la masa, sino el tamaño. Su maná se fusionó con el núcleo mágico que era el alma del druida esmeralda.

¡Déjanos a TODOS ayudarte!

Un grupo de dríadas, las mismas guardianas del bosque, saltaron hacia el pecho del ahora masivo guerrero arbóreo. Izuku, sin saberlo o notarlo, había sobrepasado a todos los organismos vivos. Ahora, superando ligeramente la altura de sesenta metros, el masivo árbol humanoide no se parecía a un antárbol, o a un ente similar. Aunque era humanoide en forma, sus brazos y piernas eran más largos de lo que se vería correcto, el torso era una pieza simple, dándole casi nada de flexibilidad, la cabeza tenía un rostro, pero se veía inhumano y al mismo tiempo muy humanamente furioso; incontables ramas que mostraban hojas de todas formas y colores estaban asomándose por la cabeza, dando la impresión de que era un cabello muy mal cuidado. El tamaño debería haber hecho que fuera imposible que la criatura pudiera siquiera moverse…

Pero se estaba moviendo más rápido.

¡DÉJANOS UNIRNOS A TI!

Izuku finalmente sintió la voz. No era sólo el bosque dándole fuerzas, era el mundo mismo.

¡RRROOOOAAAARRRRR!

La masiva criatura, el titán, rugió tan fuerte que todos en el pueblo sintieron que se les sacudían los huesos. Unos ojos brillando de una cegadora luz esmeralda miraron fijamente al enemigo que ahora era totalmente visible, y justo cuando estaba a punto de entrar en rango, una cantidad masiva de devoradoras de maná florecieron por todo el cuerpo, especialmente cubriendo los brazos.

Lo que debería haber tomado varias horas sucedió en apenas unos minutos. En lugar de dejar que el destructor pisoteara el bosque y llegara al pueblo para hacer una última línea de defensa, Izuku decidió enfrentarse a él en las planicies más allá de la linde del bosque.

¡SSCCREEEECCHHHH!

La Fortaleza Móvil, el Destructor, soltó su propio grito de guerra, al parecer aceptando el desafío de aquel que defendía a toda la vida.

*¡BBBBOOOOOMMM!*

Los dos colosales monstruos por fin chocaron, y la onda de choque se sintió incluso en el pueblo. En lugar de que el metal chocara contra la madera, la barrera destelló continuamente mientras Izuku trataba de empujarla, todavía separando sus manos de la cara del monstruo de metal que quería destrozar con tantas ganas.

Izuku falló en detener al monstruo a pesar de todo, y ahora estaba siendo empujado hacia atrás. Sin embargo, había tenido éxito donde todos los demás habían fallado. El Destructor se ralentizó al menos un cuarto de su velocidad original.

– ¡Vas a detenerte! – gritó Izuku alzando un pie, apenas logrando mantener su balance y la fuerza requerida para ralentizar al monstruo. – ¡Ahora!

STOMP!*

Izuku pisó contra el suelo duro y rápido, y al mismo tiempo unas vides del tamaño de árboles gigantes brotaron por debajo del Destructor, agitándose violentamente mientras se enredaban las múltiples patas del enemigo de la naturaleza.

¡SCREEEECCHH!

El Destructor hacía sonidos que parecían de rabia, y posiblemente de dolor. Su velocidad disminuyó todavía más. La ira de la monstruosidad quedó todavía más clara cuando apuntó todos sus magi-cañones hacia Izuku. Una ronda bastante considerable de lo que el druida podría llamar rayos láser comenzó a llover sobre su cuerpo transformable.

Le dolió, y bastante.

Se sentía como si un acero al rojo vivo estuviera tratando de perforarle la piel, pero al mismo tiempo, podía notar que las devoradoras de maná estaban haciendo su trabajo. La fuerza de los rayos era sólo una pequeña fracción de la salida real, un tipo de poder que Izuku realmente no quería recibir. Las flores morían casi al instante al recibir el impacto, pero nuevas florecían casi igual de rápido.

Sucedía rápido, demasiado rápido, y aun así, igual de rápido ya habían entrado a la linde del bosque. Izuku ya había tenido suficiente.

– NO VAS… – declaró Izuku mientras alzaba su otro pie – … ¡A PASAR!

Mientras pisoteaba, unos picos colosales brotaron desde debajo del Destructor, esta vez suspendiéndolo en el aire. Algunos de los picos lograron incluso penetrar la gruesa armadura de la descontrolada súper-arma.

El monstruo mecánico chirrió y trató de agitarse, pero las vides masivas habían inmovilizado totalmente sus patas. Los magi-cañones, usualmente rápidos para dar la vuelta y disparar, ahora estaban forcejeando contra las plantas que crecían constantemente, interfiriendo con sus engranajes y sistemas de fijación de objetivos.

– ¡Sólo muérete de una vez! – gritaba Izuku, desesperándose.

Todo le dolía. Cada lugar donde había recibido un disparo se sentía como si lo hubieran apuñalado. Sus manos se sentían como si estuvieran sosteniendo fuego ardiendo. Quería terminar esto rápido, pero la barrera no mostraba ningún signo de romperse, así que tuvo que seguir imprimiendo poder en los picos y las vides, esperando destruir las entrañas del monstruo.

*¡CLANK!*

Algunas de las patas se desprendieron, llevándose con ellas las vides que habían quedado enredadas.

*¡CLANK! ¡CLANK! ¡CLANK!*

Esas mismas patas fueron reemplazadas por unas nuevas, que procedieron a atacar los picos que lo sostenían en el aire.

– ¡¿ES UNA BROMA?!

Esto era lo peor. De inmediato ordenó a más vides para que se apoderaran de las patas recién brotadas, pero cuando las otras fueron arrancadas, fueron rápidamente reemplazadas por más nuevas. Izuku pronto se encontró enfocándose más en crear nuevas vides que en fortalecer los picos para romper al Destructor.

Esto no era un punto muerto; era una batalla de resistencia. Izuku no sabía qué clase de fuente de poder tenía el Destructor, pero parecía ilimitada, a diferencia de sus propias reservas de maná, y las reservas del bosque. Necesitaba una solución, y rápido, o sino todo habría sido por nada.

– ¡Izuku!

– ¡Amo!

Las voces de Megumin y Chika resonaron a su lado. Sin que se diera cuenta, Chika había cargado a Megumin y la colocó sobre su ahora colosal hombro. El horrible chirrido de la harpía se sentía como las caricias de un ángel, y la voz de su novia era como la voz de una diosa… una verdadera.

– ¡El amo no está solo! – gritó Chika mientras volaba enfrente de la cara de Izuku, con aspecto de estar enojada porque la dejaran atrás en una misión tan importante. – ¡El amo necesita recordar que todos estamos aquí para apoyarlo!

– ¡Has peleado con una valentía que supera a un millón de héroes! ¡Ahora es mi turno de ayudarte! – gritó Megumin, por una vez sonando tan épica como siempre intentaba ser, y dejando de lado el acto de chuuni por completo. – ¡Ahora observa cómo puedo modificar un hechizo sobre la marcha! ¡Aguanta con fuerza y ten fe en el poder que desataste sobre mí!

Palabras dichas; la pequeña archimaga comenzó a invocar su Big Bang. Bajo cualquier otra circunstancia, Izuku habría entrado en pánico. No estaban sólo dentro del radio de la explosión; ¡estarían en todo el epicentro de la singularidad!

Sin embargo, él escogió creer en ella. Creer que su novia sería capaz de lograr un milagro, o que al menos Chika sería lo bastante rápida para sacarla de allí a tiempo.

Megumin, sin embargo, había logrado imitar a Izuku hasta cierto punto. En vez de modificar el hechizo, solamente modificó el campo de contención en lugar de disparar la esfera. Con tanto cuidado como era posible, abrió un pequeño agujero en el campo, específicamente en el lado que estaba de cara al Destructor. Su verdadero objetivo era hacer un rayo delgado pero potente para atravesar la barrera, y dispararle al monstruo en la cabeza, con suerte matándolo o al menos aturdiéndolo el tiempo suficiente para que Izuku terminara el trabajo.

– ¡RÁFAGA DESTRUCTORA! – gritó Megumin el nombre de la nueva variante de su hechizo. Esperaba que fuese una repetición de su primer Big Bang, una cosita de aspecto decepcionante y pequeño que terminara en un show bombástico. En vez de eso…

VVVRRRRROOOOOOOOMMMMM!*

Una columna de luz cegadora fue lo que brotó desde su mano. Una corriente masiva de partículas aceleradas fluyó salvajemente hacia adelante con una potencia nunca antes vista. Fue demasiado para Megumin, y el retroceso fue demasiado fuerte para que su frágil cuerpecito pudiera aguantarlo, y su brazo demasiado débil como para tolerar la presión. Dicho brazo se le rompió apenas un segundo tras ejecutar el nuevo hechizo y cayó hacia atrás; el rayo había salido derecho sólo por un instante, e inmediatamente se movió hacia el cielo y lejos del Destructor.

Pero eso había sido suficiente. La barrera perfecta que protegía a la monstruosidad se había roto como un delicado cristal que intentaba detener a un tren expreso. El rayo incluso logró darle en la cabeza, abriéndosela por la mitad, y dejando un agujero por más de la mitad del castillo por toda la espalda.

Izuku logró hacer crecer unas vides suaves y ramas para atrapar y proteger a su novia, justo cuando retrajo su masivo brazo. Esta situación había continuado por demasiado tiempo, y ahora su querida Megumin había salido herida. Con una furia renovada, se preparó para soltar cada onza de rabia, cada trozo de justicia atrasada.

¡RRROOOOAAAAAAAARRRR!

Izuku lanzó un puñetazo de frente, cuya masa y velocidad generaron un estallido sónico mientras se movía.

*¡CRASH!*

El impacto, a pesar de ser tan brutal, no fue el final. Unas vides se infiltraron dentro del Destructor, buscando la fuente de poder dentro de la monstruosidad, sin dejar ninguna posibilidad de que fuera a regenerarse. Guiado por las devoradoras de maná que florecían en las puntas, las vides rápidamente llegaron hasta el orbe pulsante que le daba vida a la fortaleza.

Fue innecesario, pero las extensiones de plantas arrancaron el orbe con violencia gratuita, aniquilando toda la cámara mientras lo hacían. También se agitaron salvajemente mientras lo sacaban, regenerándose al ser quemadas por el orbe, e incluso el metal a su alrededor comenzaba a derretirse debido al intenso calor de la ahora inestable fuente de poder.

Una vez que salió, Izuku se tomó solo un segundo para mirar lo que parecía ser un sol en miniatura en su mano. No era más grande que la cabeza de un adulto, y aun así…

– Has causado demasiado sufrimiento, demasiadas muertes. – declaró Izuku, notando cómo el orbe en realidad era maná concentrado. – ¡Regresa a la tierra! ¡Alimenta a la nueva vida para reemplazar toda la que arrebataste!

Con eso dicho, Izuku, todavía en su forma colosal, se tragó el orbe. Usando su actual conexión con la naturaleza, descomprimió el orbe, y canalizó esa energía a través de las raíces de sus pies hacia el suelo. Dicho suelo felizmente recibió el maná, dispersándolo por toda la tierra en un radio masivo, pero la acción había tenido un costo.

Aunque sólo duró un minuto, el proceso había sido increíblemente doloroso para el archidruida.

Sus entrañas se prendieron en llamas. Su mente se vio saltada por interminables chispazos de dolor. Era como si su cuerpo se deshiciera en pedazos. Pero aun así lo soportó. Y cuando todo terminó, el titán colosal arbóreo se desplomó de rodillas, e Izuku se entregó a la inconciencia.

Esta historia continuará...

Chapter 21: Blues de invierno

Chapter Text


Ya habían transcurrido tres días desde que la Fortaleza Móvil, el Destructor, había tratado de destruir el pueblo de Axel, la mal llamada Ciudad de los Principiantes. Tres días desde que la súperarma ancestral finalmente encontró su final a manos de Izuku Midoriya y su compañera Megumin, la Demonio Carmesí más famosa en la generación actual.

También habían sido tres días desde que el pueblo sufrió su más aterrador confinamiento en toda su historia.

Adentro de su oficina, cierta recepcionista voluptuosa suspiraba mientras continuaba escribiendo su reporte.

Luego de que Izuku destruyó al Destructor, y se quedó en silencio, pasaron muchas cosas. Primero, el Archidruida salió del pecho del titánico antárbol siendo cargado gentilmente, junto a Megumin, por un grupo de dríadas. Esto no habría sido una vista fuera de lugar, considerando quién era el héroe, pero el grupo estaba… vestido, en el sentido de que, no sólo no estaban desnudas, sino que estaban sorprendentemente bien cubiertas. Muchos testigos se abstuvieron de comentar en voz alta ese hecho, pero había opiniones al respecto, algunas de las cuales decían que las dríadas probablemente temían sufrir retribución de la pequeña Demonio Carmesí, y otras de que se parecían a niñas traviesas que se mostraban tímidas enfrente de sus padres.

Luna podría haberse sentido igual de molesta al ver eso, pero el hecho de que el Titán Verde permaneció después del evento fue lo que capturó su atención, casi toda, de hecho.

Al echar un vistazo a su reporte, observó las palabras con las que había escrito la siguiente parte, y pensó en cómo iban a sonarle al Gran Maestro…

Con el Archidruida fuera de comisión, y su novia incapacitada, los sonidos ominosos que provenían de la carcasa de la súperarma ancestral casi le dieron un ataque cardíaco. Cualesquiera que fueran los mecanismos antiguos que mantenían ensamblada la monstruosidad habían comenzado a colapsar, lo que habría resultado en una explosión seriamente destructiva… si no fuera porque todo el bosque de repente cobró vida y cargó contra la obstinada maquinaria.

Los antárboles eran una amenaza seria incluso para aventureros de nivel intermedio. Uno solo de ellos podría aniquilar a un grupo promedio de novatos con gran facilidad. Y había docenas de ellos, que estaban haciendo pedazos la carcasa del Destructor, asegurándose de que no hubiera posibilidad alguna de explosiones adicionales.

Luna quería creer que este ejército de antárboles no era una amenaza para el pueblo, que estaban bajo el servicio de Izuku, y por lo tanto que serían una magnífica línea defensiva para Axel. Desafortunadamente, Izuku todavía no había hablado con nadie respecto a esto, y nadie tenía el valor de ir con los antárboles o las dríadas para preguntarle…

Excepto por un conocido enano artesano, y un recientemente redimido lich que se había establecido a vivir allí.

En cuanto los restos del Destructor dejaron de dar señales de que iba a explotar, Keel y Talenof se aproximaron a los guerreros arbóreos para hacer sus demandas. Keel quería llevarse algo como trofeo para Izuku, un recuerdo de su victoria sobre el enemigo más peligroso del mundo. Talenof sólo quería echarle mano a tanto metal y artefactos como pudiera. Los antárboles estuvieron más que felices de dejar que Keel seleccionara cualquier cachivache que quisiera de los escombros en lo que parecía ser una sala de control con un trono, mientras que Talenof designó un área donde podría colocar toda la basura metálica y aceitosa; aunque para ser justos, Talenof dijo que era un "sitio de recolección de basura, para poder removerlo del bosque de manera ordenada".

Luna desvió la mirada del documento, dejando que su mente se distrajera mientras se preguntaba cómo iba a trabajar con todas las piezas de la armadura del Destructor. Dudaba muchísimo que el enano tuviese una fundidora lo suficientemente caliente para derretir el metal, o un martillo lo bastante fuerte para darle forma a los lingotes, en el caso improbable de que se los pudiera llevar.

La voluptuosa recepcionista suspiró, preguntándose cómo iba a acercarse a Izuku ahora. Si no era para fastidiarlo en busca de respuesta, tal vez para pedirle una oportunidad de unirse a su…

*¡KNOCK! ¡KNOCK!*

El incesante golpeteo de su puerta sacó a Luna de sus pensamientos, aunque no tuvo tiempo de darle a la persona permiso de entrar antes que la puerta se abriera. Una mujer vestida con ropas reveladoras y cabello verde claro ingresó sin invitación alguna.

– Lamento la intrusión. Me dijeron que debía venir aquí para aclarar mi… situación con el gremio.

Luna reconoció a esta mujer como una de las compañeras de Kyouya. No había necesidad de preguntar, o adivinar, qué asuntos tenía con el gremio; todo el equipo había sido puesto en la lista negra debido a una serie de estupideces que cometieron. La primera y principal fue su incursión no autorizada en la mazmorra de Keel. La misma que por poco hizo que toda la ciudad fuese devorada por los no-muertos… bueno, según lo que dijo Keel sólo iba a sellar su tumba por un siglo o dos mientras controlaba su ira, pero ella no sentía la necesidad de corregir los miedos del maestro del gremio en ese momento. Además, la situación igual resultó en que la ciudad perdió la mazmorra.

– ¿Y tú eres? – preguntó Luna, haciendo un esfuerzo para dejar claro que estaba mirando por encima del hombro de la mujer, obviamente esperando a que entrara más gente.

– Clemea, la Ladrona. – se presentó Clemea, haciendo un esfuerzo por dejar claro que era de orígenes humildes, y se sentía orgullosa de ser una aventurera. También se esforzó por indicar que se encontraba sola.

Aunque su primera transgresión fue tan mala que les dejaría sus tarjetas marcadas durante tres años, el haberse metido con la casa de vacaciones de un noble fue suficiente para incrementar la penalización a diez años completos. Resultó ser que el reciente problema de los fantasmas espantando por la ciudad también fue rastreado hasta este grupo de idiotas en particular. Los fantasmas y espíritus causando problemas por la ciudad ya habían sido una molestia, pero cuando la mayor concentración de ellos cayó en la casa de vacaciones de uno de los pocos nobles amables de la región, terminó escalándose hasta convertirse en una preocupación muy real.

Diez sacerdotes trataron de exorcizar la casa, y todos ellos fallaron; terminaron siendo enviados a las calles desnudos y cubiertos en varias sustancias coloridas, y ocasionalmente con plumas. Cuando la situación parecía perdida, el noble decidió vender su casa de vacaciones, lo que por supuesto significaba que el gremio tuvo que comprarla y lidiar con el problema, o al menos eso fue lo que Alderp ordenó cuando escuchó sobre esta tragedia.

– No voy a decir que mi antiguo grupo sea inocente, o que la penalización sea injusta. – empezó a hablar Clemea, tomando asiento en frente de la voluptuosa recepcionista, e ignorando completamente el papeleo que la susodicha estaba tratando de terminar. – Sólo quiero aclarar mi participación en todo el embrollo, la situación de mi antiguo grupo, y negociar una… forma de salir.

Por joven que pareciera, Luna seguía siendo una veterana al lidiar con aventureros, especialmente los que eran como Clemea. La chica se había esperado tener que lidiar con un hombre, esa parte era obvia, y por lo mismo se le notaba un ligero pánico, así que ahora estaba actuando sumisa para compensar por su error. Luna supuso que, si la ladrona hubiera sabido que se enfrentaría a otra mujer, habría sido más educada, en lugar de invadir su oficina.

Si la situación hubiera sido diferente, Luna podría haber estado de humor para mostrar algo de clemencia, pero… fueron quinientos millones de Eris. Tal vez para los nobles eso fuese una miseria por una mansión, pero para el gremio eso eran cinco años de su presupuesto. De hecho, de no haber sido por Keel, ¡esta rama del gremio habría quedado en la bancarrota por culpa de ese incidente!

El antiguo lich apenas pagó ciento cincuenta millones, pero al haber resuelto el problema de los fantasmas pululando, se ganó la palanca necesaria para pedir un contrato de arrendamiento, el cual el noble aceptó de buena gana al oír de sus valientes esfuerzos.

Resultó ser que todo el problema se debió a que el cementerio estaba sellado por una barrera divina, que impedía que las almas de los difuntos encontraran su lugar de descanso. El antiguo lich inmediatamente reconoció las marcas de dicha barrera, y señaló a los rufianes que vandalizaron su tumba como los responsables, lo cual, una vez que Aela reconoció la misma descripción, agregó todavía más culpas a la ya creciente lista de transgresiones de Kyouya.

Luna dejó el papeleo de lado, y le indicó a la ladrona peliverde que se explicara. Sin embargo, no iba de ninguna manera o forma a ayudar a la ladrona a salir de sus problemas. Aunque el líder del grupo había sido el cerebro detrás de todos los embrollos recientes del pueblo, esta ladrona en particular había sido delatada por su antigua compañera, a la cual ellos habían dejado abandonada y traicionada. Si había una cosa que Luna no perdonaba era la traición, y Clemea la ladrona estaba a punto de descubrirlo por las malas.


En el área común del salón del gremio…

Los aventureros reunidos se la habían pasado chismorreando sin parar desde hacía bastante rato. Durante días se la pasaron intercambiando ideas sobre lo que significaban las hazañas recientes de su celebridad local, desde el hecho de que el pobre Izuku se había hecho dueño de un harem masivo de dríadas, hasta que se había convertido en alguna clase de semidiós. No ayudaba mucho que pensar que sus logros previos habían sido resultado de ser alguien especial los hacía sentirse menos como basura.

Y luego estaba el hecho de que un grupo de aventureros previamente etiquetados como "inútiles" habían saltado casi al estatus de héroes. Se hablaba mucho de las razones detrás de esto, desde la idea de que era gracias a su nuevo equipamiento, a la posibilidad de que Izuku los hubiera bendecido con actos lascivos.

Hoy era un día especial, sin embargo, ya que la llegada de Clemea trajo consigo una nueva fuente de chismes.

El aventurero Kyouya, antigua estrella de Axel, era conocido anteriormente por ser invencible, capaz de completar cualquier misión que decidiera tomar. Incluso la corona había buscado reclutarlo como un héroe potencial. Pero luego de tratar de buscarle pleito a cierto archidruida peliverde había…

Caído en deudas masivas. Abandonó a una de sus compañeras, a las que juró nunca traicionar. Huyó en lugar de proteger la ciudad a la que había jurado defender en contra de Beldia. Metido la pata hasta el fondo en la mazmorra de Keel y los cofres que se regeneraban. Y ahora… ¿enviaba a una de sus compañeras sola para arreglar sus errores?

Los chismes se volvían cada vez más salvajes; algunos especulaban que la peliverde había sido enviada para obviamente tratar de pacificar a Izuku, usando sus encantos femeninos para cumplir la tarea, lo cual por supuesto hacía quedar a Kyouya como un bastardo ante los ojos de la mayoría de la gente. Unos cuantos sacaron la posibilidad de que el espadachín había abandonado también a esta linda chica, esperando que no llegara a la ciudad, o dando por sentado que nadie le creería por encima de su palabra. Algunos incluso apoyaban la idea de que el ahora cobarde del pueblo estaba tratando de deshacerse de sus compañeras originales para poder comenzar de nuevo en alguna otra parte.

En los ojos de los aventureros reunidos, Kyouya Mitsurugi era…

*¡BAM!*

La puerta del salón del gremio se abrió con un poco más de fuerza de lo que lo haría un grupo normal. Inmediatamente después, un par de jóvenes mujeres entraron, silenciando a todos los aventureros reunidos con su sola presencia.

– ¡No te estoy diciendo que tengas que holgazanear! – gritaba a los cuatro vientos Darkness, con aspecto de sentirse muy molesta al volver de donde fuera que ella y su compañera se habían ido. – Sólo estoy diciendo que no tienes que matar a cada enemigo que está a punto de alcanzarme. ¡Puedo enfrentarme a un par de docenas de ellos sin problemas!

– ¡Esas eran Avispas Crueles! ¡AVISPAS CRUELES! – gritó Aela con clara exasperación, incluso alzando las manos para enfatizar todavía más. – ¡Esas cosas no solo te pican! ¡Te pican una y otra vez sin piedad hasta matarte! ¡Sin mencionar que su veneno causa tanto dolor que una sola picada puede provocarle convulsiones a un aventurero veterano!

Todos en el salón sufrieron un escalofrío. Los monstruos a los que describían era frágiles, pero eran tan rápidos que derribarlos con flechas era considerado una hazaña heroica. Muchos comenzaron a entrar en pánico ante la realización de que hubiera semejante amenaza acechando cerca del pueblo de principiantes. Empezaron a formarse rumores alrededor del prospecto de cómo sobrevivir a la amenaza, y de si huir seguía siendo una opción.

– ¡Y tú las mataste a todas! – se quejó Darkness sin un ápice de vergüenza, como si fuera alguien a quien le destruyeron sus juguetes. – ¿Cuánto tiempo crees que tendré que esperar a que alguien vuelva a contrabandear con ellas? Viajar a las Tierras Baldías de los Espantos ya es bastante raro, ¿sabes?

Nadie pudo ocultar su alivio al escuchar la clarificación no intencionada. No era extraño que los nobles inescrupulosos hicieran peticiones tan irrazonables. Tratar de conseguir Avispas Crueles vivas era algo nuevo, sin embargo; usualmente los nobles más desagradables estaban felices con recolectar sus aguijones para usar de herramientas de tortura, especialmente con lo violentos que eran esos bichos del tamaño de gatos.

– ¿Escuché eso correctamente? – preguntó cierto noble rubio, asumiendo el riesgo de aproximarse a las compañeras de grupo del Héroe de Axel. – ¿Dices que pelearon y mataron a una docena de Avispas Crueles?

Aunque el avaricioso noble había aprendido su lección y se había mantenido lejos del grupo del archidruida, todavía le echaba el ojo al arma de Aela con avaricia. Los lanzadardos habían empezado a circular por el mercado, demostrando ser de muchas maneras superiores a las ballestas. Sin embargo, los complicados mecanismos internos, el delicado mantenimiento que requerían, y la necesidad de munición muy especializada, hacía que muchos combatientes de largo alcance se replantearan comprarlas.

Para empeorarlo, sólo Talenof sabía cómo hacerlas de calidad aceptable. Muchos herreros, y no pocos de ellos eran enanos, habían intentado recrearlas. Algunos desde cero, con sólo mirarlas de lejos, mientras que otros decidían soportar la humillación de comprar una, sólo para luego desmantelarla intentando copiar el diseño. Todas las copias siempre resultaban inferiores.

– Un par de docenas, sí. – replicó Darkness mientras Aela la usaba como escudo, sin creerse por un segundo que ese noble idiota no fuera a tratar de ponerle las manos encima a su Bianca, – ¿Y eso en qué te concierne, Yavin?

El noble idiota le echó otra fugaz mirada a Aela por un segundo.

Para echar más sal en la herida, los lanzadardos de Talenof, aunque de calidad soberbia, seguían palideciendo comparados con el original. Bianca era única, una pieza de arte tan refinada que hacía que todos los demás parecieran basura en comparación. Él y otros nobles demandaban la misma calidad, pero sin importar la cantidad que ofrecieran, o las amenazas que le lanzaran, el maldito enano seguía rehusándose.

Su excusa era la falta de materiales, que resultaron ser unas cosas indignantemente raras de las que nadie había oído escuchar antes. ¿De dónde iba a sacar alguien mitrilo de plata fundido con llamas infernales? ¿Y qué diablos era la Corteza de Hierro tocada por los Dioses?

– Antes que vendan los restos al gremio, quiero hacerles una oferta. – comenzó a decir Yavin, buscando sonar tan neutral como fuera posible. – Un millón de eris por cada cuerpo intacto, y trescientos mil por cada uno que sólo se le pueda cosechar el aguijón.

Todos en el gremio se giraron hacia el noble. La oferta parecía bastante justa; esos pequeños monstruos eran ridículamente valiosos, aunque fuese sólo como herramientas para propósitos nefastos. El gremio los compraba tanto para mantenerlos lejos de los nobles inescrupulosos, como para usar los aguijones como armas especiales contra los monstruos humanoides, si bien que pagaban menos por ellos.

– No podemos. – replicó Darkness simplemente, y luego fue a acercarse al mostrador de la recepción. Pero el noble no planeaba darse por vencido tan fácilmente.

– ¿Qué? ¿Por qué? – Yavin seguía tratando de llamar su atención, para molestia de las dos chicas.

– Porque los quemamos. – explicó Aela, sin dejar de usar a Darkness como escudo. – Eso es lo que habría querido Izuku, después de todo.

La respuesta no sorprendió a nadie. Izuku era asquerosamente rico, lo suficiente como para comprarse un título de nobleza y más. Para empeorar las cosas, era conocido por no gastar más de lo necesario, lo que significaba que ahorraba una cantidad masiva de eris cada día.

Aunque siendo justos, sí gastaba mucho en mantener a su harem feliz, pero al sopesarlo contra lo poco que gastaba en sí mismo o en comprar comida cara y elegante, eso compensaba con creces los gastos… especialmente al considerar que sus chicas eran de élite. Como si se hubiesen olvidado de lo poco que pensaban de ellas hasta no hacía mucho…

– ¡¿Por qué hicieron eso?! – gritaron las mujeres que acompañaban al noble idiota como si fueran una sola, todas sintiendo que las recompensas de la familia de Yavin se convertían en cenizas junto a los malditos bichos.

– Porque era lo correcto. – espetó Darkness, mandando una mirada que indicaba que no estaba de humor para seguir hablando de ese tópico en específico.

Aela sabiamente decidió no añadir que, si bien Izuku les habría ordenado hacerlo para evitar que los aguijones fueran usados en otras personas, también lo había hecho para no tener que explicarle a Izuku por qué Darkness los habría utilizado en sí misma.

– Hola, Maria. – saludó Darkness a la recepcionista. La joven elfa tuvo un pequeño respingo ante el prospecto de lidiar con este grupo en particular. – ¿Asumo que Luna está ocupada en otra parte?

No era más que una pregunta amistosa, pero desde su ascenso a aventureros de élite, lidiar con este grupo, o más bien, con el grupo sin Izuku, era algo que todos temían. Por lo mismo fue que Luna había recibido el puesto como recepcionista designada para ellos.

– Ah… bueno… ella… – Maria trató y falló en sacar alguna conversación para ganar algo de tiempo. Afortunadamente para ella, no tuvo que rezar por un milagro.

La puerta de la oficina se abrió, revelando a una Luna con expresión muy satisfecha consigo misma, seguida de una chica de pelo verde con aspecto decaído que parecía bastante familiar.

– Ya tienes tus opciones, ahora vete, y no quiero volver a escuchar que estás causando problemas. – le ordenó Luna a la chica que salió con ella, y luego se giró para ver a Darkness y Aela, cambiando su humor dramáticamente. – ¡Darkness, Aela! ¡Bienvenidas de vuelta! ¿Qué tal les fue con la recolección de hierbas?

Todo mundo tembló al entender que, una vez más, una simple misión de novatos se había convertido en algo totalmente irracional. Algo común en Axel, en realidad.

– No hay quejas de parte de nosotros… – replicó Darkness casualmente.

– ¡Habla por ti! – interrumpió Aela rápidamente. – ¡Algún idiota intentó contrabandear dos cajas llenas de Avispas Crueles vivas!

– Las cuales tú mataste e incineraste antes de que tuvieran una oportunidad de atacar. – argumentó Darkness vehementemente, ganándose un suspiro de alivio de la voluptuosa recepcionista, y una quijada que casi se cayó hasta el suelo en cierta ladrona.

Aunque Luna se sentía agradecida de que Izuku hubiera regresado, y salvado a todos en la ciudad, todavía seguía en una situación muy seria. El grupo de Izuku seguía tomando misiones, aunque eran menores, y a un ritmo mucho menor, lo que significaba que el ritmo de completación seguía desplomándose.

Pero no podía quejarse, ya que, igual que cuando Beldia atacó, Izuku había salido herido salvándoles el pellejo a todos los demás.


Entretanto, en la Mansión del Solsticio…

Izuku Midoriya, Archidruida y portador de demasiados títulos que realmente no quería, se quedó observando el dosel de la enorme cama donde estaba descansando. Se había despertado apenas ayer, aunque sólo había podido empezar a moverse desde esta mañana. Y eso tuvo que evitar hacerlo debido al dolor.

– "¿Por qué?" – se preguntó mentalmente, sabiendo que encontrar una respuesta era inútil. – "¿Por qué tuvo que pasar esto?"

No debería estar sintiéndose cómodo, no había razón para ello. Su confort pasivo demandaba condiciones extremadamente duras para relajarse apropiadamente, después de todo. Sin embargo, en este momento se sentía bastante bien, o al menos tan cómodo como podría estarlo alguien que le dolía todo el cuerpo. Y todo porque estaba descansando encima de Liza.

La chica cocodrilo estaba entrando en hibernación, cayendo frecuentemente en arranques de sueño que eran casi entrar en coma, los cuales buscaba resistir valientemente para poder cuidar de su querido amo; esfuerzos que probaban ser inútiles ante sus instintos y necesidades biológicas. Afortunadamente, había estado comiendo sin parar desde el incidente con el Destructor, lo que significaba que estaba a salvo para dormir todo el invierno sin preocuparse de morir de hambre.

Izuku movió su cabeza sólo un poco, sintiendo emociones en conflicto sobre disfrutar demasiado el usar los pechos de Liza como almohadas. Por un lado, ella seguía teniendo su mentalidad de esclava, lo que convertía esto en una clase de abuso. Por el otro, ella ya estaba prácticamente en estado suspendido debido a su hibernación, lo que significaba que estaba indefensa. De nuevo, se veía extremadamente feliz por tener este tipo de contacto, como indicaba su lento meneo de la cola.

Le estaba tomando toda su fuerza de voluntad el no… atacarla… o a cualquiera de las otras chicas.

– "Por favor…" – comenzó a suplicar Izuku mentalmente mientras se daba cuenta que la única razón por la que sus manos no intentaban agarrarle los senos a Liza era porque sería muy doloroso moverlas. – "Al menos intenta demostrar que no quieres que te haga esto…"

Para bien o para mal, Keel fue quien le explicó por qué estaba teniendo tantas dificultades para contenerse. Resultó ser que las clases tenían un impacto en las personas.

En lugar de ser conocimiento común, era una realidad aceptada en el sistema de aventureros. Los guerreros eran bulliciosos, los magos eran inteligentes, y los ladrones eran escurridizos. Era algo tan entrelazado con la personalidad base que nadie le ponía atención. Sin embargo, ciertas clases hacían algo más que exacerbar la personalidad original.

Los druidas eran misteriosos no porque el conocimiento de su clase estuviera protegido, sino porque rara vez mantenían contacto con la civilización. Keel solía tener amigos druidas en la época antes de volverse un lich, y por lo tanto sabía un poco más que la mayoría. Y como les explicó, los druidas estaban un poco demasiado en sintonía con el mundo natural.

Esa sintonía los hacía más inclinados a ceder ante los impulsos naturales, y a aceptar las necesidades de sus propios cuerpos y las de los demás. El conocimiento por sí mismo era inofensivo, ya que eso significaba que eran más asertivos, y más propensos a aceptar los avances de otras personas.

Desafortunadamente, los druidas también se veían afectados por las estaciones.

Los cambios de estación afectaban a los druidas de muchas maneras, y en la mayoría de los casos, estos diferían de un druida a otro. Para Izuku, esto afectaba qué tan enérgico era al abordar las cosas. Durante el primer mes, al final de la primavera, había sido muy comprensivo y piadoso, y luego durante el verano se había vuelto extrañamente activo. El otoño lo volvió estúpidamente intolerante, y ahora que finalmente llegó el invierno…

La puerta se abrió lentamente, revelando la cabeza asomándose de una Megumin con expresión muy tímida. Apenas esa misma mañana se había puesto muy intenso con los besos y los abrazos, aunque no podía moverse libremente. Ese incidente la había espantado un poco, lo que la llevó a salir a caminar para enfriarse un poco.

– ¿Cómo está mi novio gruñón? – preguntó Megumin con un pequeño rubor, todavía sin atreverse a entrar a la habitación.

Izuku la miró sin siquiera tratar de salir de sus almohadas. Su pequeña novia dejó muy claro que no le disgustaba esa atención tan enérgica, sino que simplemente no estaba preparada para ir más allá… por el momento. También había decidido aceptar la oferta de ella sobre permitirse ser más juguetón con Chika y Liza.

– Todavía gruñón. – replicó Izuku, sin lograr transmitir ni una pizca de animosidad, o del hecho que echaba de menos su cálido y pequeño cuerpo. – Aunque me vendría bien un abrazo y un beso.

Por su parte, Megumin no pudo evitar mirar a su maravilloso novio, el hombre que seguía logrando lo imposible, que sorprendía a todos volviéndose más y más fuerte con cada hazaña. Su Izuku, que ahora estaba tan indefenso como un gatito recién nacido, cambiado debido a sus extraordinarias hazañas dignas de un semidiós.

Lo que fuera que hizo contra el Destructor vino con un precio. Su cabello se había tornado de hojas, aunque no se notaría a menos que se lo tocaran; le habían brotado unos cuernos que parecían astas de ciervo disfrazadas de ramas. Keel había hablado sobre su sintonía con las estaciones, algo que se volvió aparente cuando su cabello pasó de verde profundo a un gris cenizo. Combinado con el cambio radical de su comportamiento cuando comenzó el invierno, parecía que fuera una persona completamente diferente.

Dicha persona seguía siendo su Izuku, a pesar de todo. Ninguna actitud gruñona, deseos de toquetear, o avaricia de corazón que demostrara cambiaba el hecho de que seguía siendo el chico benevolente que la cambió para mejor. El hecho de tener más atención romántica no se sentía mal en absoluto; el saber que estaba conectado a la temporada donde prefería permanecer adentro ciertamente era otra ventaja.

– Perdóname por asustarte… – se disculpó Izuku, aparentemente aceptando que su novia probablemente estaría algo alerta debido a su repentino arranque de… afecto.

– ¡No! ¡No es por eso! – Megumin entró en pánico, y finalmente decidió ingresar al cuarto. – Es sólo que… no sabía cómo…

Izuku rápidamente sintió que algo andaba mal, o más bien, que la pequeña archimaga escondía algo… en su pecho, debajo de sus pijamas… sosteniéndolo con el brazo que todavía tenía enyesado.

Aunque Cecily y las dríadas habían hecho un esfuerzo por curarlos a ambos, todavía necesitaban de varios hechizos curativos. Hechizos que ninguna de las iglesias parecía muy feliz de realizar.

Aun así, observar a Megumin moverse con casi total libertad alivió el corazón y la mente al archidruida. Todavía se preguntaba que podría estar escondiendo debajo de la ropa, y por qué se veía tan nerviosa.

Entonces, ella llegó hasta él, poniéndose a su lado. Su posición le permitió a Izuku notar que el bulto en su pecho era irregular. Luego algo se asomó por el cuello de sus pijamas, accidentalmente abriendo los dos botones superiores.

– Nyaaa…

Lo que se asomó fue la cabeza de un gato negro, aunque con un pequeño símbolo en la frente. Aunque el maullido había sido obviamente fingido.

– Megumin… – empezó a hablar Izuku, lanzándole una mirada inexpresiva a la pequeña Demonio Carmesí. – ¿Por qué escondías a ese pequeño?

La pequeña archimaga tembló ligeramente. Siempre había querido una mascota; no un familiar, atado a su voluntad por la magia, sino una mascota normal. Sus circunstancias familiares y financieras nunca se lo permitieron, al punto que la última vez que tuvo un gato en sus manos, se vio forzada a dejarlo ir antes que su hermana fuera a comérselo.

– ¿Me la puedo quedar? – suplicó Megumin, con unos enormes ojos llorosos. – ¿Por favor?

Ya estaba lista para el típico discurso sobre ser responsable del gato, especialmente cómo se aseguraría de alimentar bien y mantenerlo fuera de problemas con los demás. Pero fue completamente innecesario.

– Está bien. – dijo Izuku simplemente, mientras le hacía un gesto a su novia para que dejara lo terca y se recostara con él. – Sólo mantenla a salvo.

Con una gran y brillante sonrisa, Megumin se movió para asumir su lugar en la cama. El pequeño animal fácilmente salió de su ropa y se anidó encima de la cabeza del druida. Izuku encontró la acción adorable, lo suficiente para luchar contra sus impulsos gruñones.

– ¿Tiene nombre? – empezó a preguntar Izuku, todavía cuestionándose qué clase de criatura habría traído su pequeña novia consigo. – No creo que…

– Chomusuke.

El nombre que lanzó fue completamente inesperado, haciendo que Izuku mirara a su novia con confusión en sus ojos.

– Nya…

El falso maullido claramente hacía notar que la criatura se había dado por vencida en discutir sobre el nombre, y se resignó a responder a él. La carita de Megumin tampoco ayudaba a la escena; parecía una niña que acababa de hacer una travesura y ahora quería pasar por inocente. Con sus niveles de mal humor subiéndole de nuevo, decidió que no valía la pena discutir contra ella.

– Seguro, ¿por qué no? – replicó Izuku, y luego se acercó para darle un besito. Megumin tuvo que ser la que cerrara la distancia, y pronto empezaron una lenta sesión de besos.

En efecto, la cama, las mantas, incluso las paredes bien pintadas eran incómodas, y lo estaban poniendo de los nervios. ¿Pero los besos y abrazos? ¿El calor de sus chicas? ¡Todo eso lo sobrepasaba con creces, y se sentía grandioso!


Afuera de la mansión…

Wiz, la última de los Avariel, observaba a su presa desde la cobertura de un arbusto. Adoraba mucho más que las plumas de la arpía negra que estaba admirando, era linda, adorable, y preciosa. Por encima de todo, le recordaba a esa pequeña niña a la cual adoptó hacía mucho tiempo, antes de su caída.

– Hmmm~ hmmm~… – Chika tarareaba mientras afilaba sus garras contra una de las múltiples piedras en el patio trasero. El sonido producido por sus filosas garras era casi tan malo como su voz.

Aquella niña probablemente ya fuera una mujer mayor, con su propia familia y preocupaciones. Por mucho que habría querido verla crecer, ese barco había zarpado mucho tiempo atrás como para hacer algo. Al menos le dejó todo lo que poseía cuando era la Bruja del Hielo.

– Hmmm~. – Chika se tomó un momento para admirar sus garras, igual como lo hacía cuando admiraba sus plumas para limpiárselas una por una.

Mientras la archimaga alada se movía sigilosamente hacia su presa, no pudo evitar admirar a la arpía; cómo pasó de ser otra esclava a alguien que podía pararse con orgullo al lado de su amante. Wiz siempre supo que no podría recuperar su antigua vida, no que quisiera hacerlo, pero Izuku le había dado algo mucho mejor. Ahora podía tener una nueva vida. No tenía necesidad de volver a los comportamientos que casi mataron a sus queridos amigos y que obligaron a esa pequeña niña a crecer sola cuando le había prometido una presencia constante.

No. No cualquier vida. Ella quería una vida con Izuku.

Se había enamorado del chico no hacía mucho. No por su dinero, o su poder, sino por su tierno corazón. Pero no iba a tratar de forzarse a los brazos del lindo druida, pese a todo. Había concedido que Megumin siempre estaría primero, y que el chico ahora estaba en una situación precaria en la cual no quería lastimar a nadie, pero sabía que era sólo cuestión de tiempo.

Wiz se colocó al alcance de la arpía negra, lista para echársele encima con un cálido abrazo.

Los druidas, como una clase, eran mayormente desconocidos. Sin embargo, una cosa que aprendió era que los druidas recibían un enorme incremento en su resistencia, algo que a la pequeña Demonio Carmesí no tenía. Izuku podría negar que tenía un harem, pero sabía que no pasaría mucho antes que las chicas en él comenzaran a buscar más hermanas para poder seguirle el paso a su hombre. Y ella estaría allí cuando ese momento llegara.

– ¡CHIKA! – gritó Wiz con absoluto deleite al saltar con los brazos estirados, ya podía sentir las suaves plumas, especialmente las de la larga y majestuosa cola…

WHAM!*

En lugar de eso, se estrelló con la piedra que la arpía estaba usando para afilarse las garras.

– Ugh… – Wiz no podía empezar a entender lo que acababa de pasar, y cómo fue terminó estampando la cara contra la piedra.

– ¡Tonta! – murmuró Chika desde la rama donde estaba posada, encima del árbol junto a la roca donde Wiz se había estrellado.

Chika había aprendido casi desde su nacimiento a estar siempre al pendiente de sus alrededores. Notar que Wiz la estaba acechando era la tarea más fácil del mundo. De allí, todo lo que tuvo que hacer fue usar una ilusión menor para hacer una imagen de sí misma, y atraer a la maga alada. Por toda su inteligencia, Wiz era demasiado fácil de engañar.

Un poco lejos del dueto alado, una archimaga diferente estaba haciendo gala de su propia obsesión.

– ¡FUNCIONA!

Yunyun estaba celebrando de alegría abrumadora mientras observaba el resultado de estudiar el conocimiento prohibido de Izuku. En sus manos, estaba sosteniendo la linda varita que el druida había comprado para ella, cuya gema de magecita en forma de corazón brillaba intensamente mientras era utilizada como punto de emanación de la espada de rayos que había creado; la luz violeta era tan hermosa como ominosa.

– No, no son rayos… – Yunyun trató de aclarar su mente mientras repasaba la teoría detrás de este resultado. – Los rayos son sólo el efecto, la electricidad es el nombre de la energía, el flujo de electrones.

La hermosa Demonio Carmesí dio algunos tajos lentos con su nuevo juguete. El zumbido casi malévolo que hacía envió a los subordinados de Keel en un ataque de pánico, forzándolos a echar unos pasos atrás. Habían visto muchas espadas mágicas, pero ninguna de ellos recordaba sentir tanto terror ante la presencia de uno.

– Contener los rayos, y esperar usarlos como armas no es eficiente. – Yunyun hablaba más para sí misma más que para nadie más, evocando la línea de pensamiento de Izuku. – Una vez que golpea, el rayo desaparece, gastando o dispersando su energía. La electricidad se usa mejor para cargar parte del aire y con eso súper cargar los elementos, los cuales al ser contenidos dentro de un campo mágico especial…

Yunyun invocó las lecciones de esgrima que los de su clan forzaban a todos a tomar, los ejercicios interminables que le ayudarían a controlar su icónico Sable de Luz.

SWOOSSSHHH!*

Al blandirla contra un muñeco de entrenamiento previamente preparado, un muñeco de paja hecho a las carreras y cubierto en una armadura de hierro barata, se reveló el potencial del hechizo que había desarrollado.

*¡THUD!*

La mitad superior del muñeco cayó al suelo, pues su armadura no le ofreció absolutamente ninguna protección contra la hoja hecha de pura energía. Para hacerlo aún más preocupante, la división de la armadura estaba brillando de rojo y se había derretido ligeramente; la paja adentro se había convertido en un desastre de chamusquina.

– Se convierte en una fuente de calor comparable al sol. – Yunyun observó los efectos de su nueva magia, y no pudo evitar que una sonrisa adornara su lindo rostro. – Esto es plasma. ¡El núcleo de mi Sable Láser!

No era más que un juego de palabras basado en el hechizo usado como base. La bien dotada Demonio Carmesí sólo había optimizado el desperdicio del hechizo Luz de Sable, y luego añadió el conocimiento de Izuku. Comparado con el Big Bang de Megumin, y la subsiguiente Ráfaga Destructora, el Sable de Luz de Yunyun' requería mucho menos esfuerzo. Ninguno de los amigos de Keel tenía las agallas para mencionar eso, sin embargo, ni siquiera a sus espaldas. El hecho de que esta arma mágica requería sólo un cuarto del maná usado para invocar la Luz de Sable también era aterrador.

– Hmmmm… todavía necesito probarla en combate… – murmuró Yunyun, deslumbrada por la hoja luminosa. – Hey chicos, ¿podrían…?

En el momento en que se giró para hablar con los aventureros reencarnados, notó que se encontraba totalmente sola. Los hombres y mujeres, veteranos con siglos de experiencia en combate, habían salido corriendo. Yunyun sólo pudo hacer un puchero mientras adoptaba una expresión seca. Casi había olvidado esta sensación tan solitaria gracias a Izuku, y ahora estas personas se la habían recordado.

Aun así no podía quejarse, ya que le estaban dando una habitación en esta mansión de tamaño medio sólo por ser amiga de Izuku. El pensamiento de tener amigos la hacía sentir mariposas en su estómago… especialmente al recordar esas palabras de aliento que Izuku le había dado…


De vuelta en el salón del gremio…

Clemea suspiró. Sentada sola mientras consideraba sus opciones, se dio cuenta de que se había movido demasiado tarde para hacer una entrada significativa, y demasiado pronto para entender a su nuevo objetivo.

Regresar a Axel le tomó mucho más de lo que esperaba, y le requirió mucho más trabajo físico del que anticipó… del tipo que más detestaba. La razón de esto fue por tratar de ahorrar todo el dinero posible. Esa decisión la llevó a tomar las caravanas más baratas, y unirse a los guardaespaldas de gratis, aunque no era que pudiera tomar de manera oficial peticiones o cobrar por ningún tipo de servicio. Lo único que podía hacer era presentar una bolsa llena de dinero como ofrenda de paz para Aela.

Pero eso no funcionó. La cazadora de pelo rosado rechazó el dinero, incluso cuando Clemea le explicó que era el dinero que se suponía que deberían haberle dejado para que sobreviviera antes de que pudieran regresar para salvarla. A Aela no pareció importarle eso, sin embargo, y le dijo cortésmente que se lo podría quedar para su propia supervivencia, pues podía garantizarle que Izuku iba a rechazarla. Incluso le aseguró que si intentaba congraciarse con el druida sólo resultaría en que le saliera el tiro por la culata de la forma más horrible posible.

Suspirando de nuevo, Clemea observó lo que le esperaba. La recepcionista del gremio, esa mujer pechugona que no debería tener tanta autoridad, la había sentenciado a pagar por lo menos un tercio de las reparaciones por las metidas de pata de su grupo, o completar cien misiones sin recibir pago.

– ¿Por qué tengo que trabajar tan duro? – se lamentó Clemea en voz baja, acunando cómicamente su vaso de agua, otro triste recordatorio de la difícil situación en la que estaba. – ¡Odio trabajar duro!

Las habilidades de la clase de Clemea eran más apropiadas para evitar el combate, el trabajo duro, y el peligro. Su experticia personal era tratando con los hombres. La mayoría de hombres sólo necesitaban una sonrisa, unas palabras bien dirigidas, y mostrar un poco sus piernas para hacer que se doblegaran a su voluntad. Unos cuantos requerían el tipo de trabajo físico que sí disfrutaba, aunque rara vez lo hacía debido a sus propios altos estándares.

¿El dueño de la carreta? Con ese habría estado gustosa de "trabajar", pero iba acompañado de su esposa e hijo, lo que significaba que tenía que hacer trabajo real para pagar su asiento. Conseguir algunos favores extras de Kyouya había sido también un buen "trabajo", pero ese tonto ya no le era más de utilidad. Había hecho un plan muy detallado para "trabajar" con Izuku, escalar hasta la cima de su harem y encontrar una vida fácil y plena. Ahora acababan de advertirle que no valía la pena intentarlo.

Tenía sentido, pese a todo. Aunque los rumores que escuchó antes de abandonar a Kyouya eran algo impresionante, lo que escuchó mientras viajaba la dejó sin aliento. Inventar nuevos hechizos, ganarse reconocimiento de la corona, y para superar todavía más el haber acabado con Beldia, aniquiló al Destructor. No había lugar para dudas de esa última hazaña, pues la evidencia estaba allí, en un lado del camino principal que llevaba a las afueras del pueblo.

Clemea tuvo un escalofrío ante la memoria del titán, durmiendo a un lado del camino, como si esperara un llamado para despertar y volver a causar estragos en el mundo. El llamado de Izuku, sin duda.

– ¡Hola! – Un repentino saludo alegre sacó a Clemea de sus pensamientos, junto con una taza de ale que colocaron frente a ella. – No pude evitar notarte deprimida. ¿Cuál es tu historia?

Al ver a la recién llegada, Clemea no pudo evitar notar que la recordaba de alguna parte. Su pelo corto y plateado, y la atmósfera de picardía a su alrededor eran muy conocidos entre otros ladrones.

– Tú eres… Chris, ¿verdad? – preguntó Clemea mientras agarraba la taza ofrecida con cautela. – ¿La ladrona que la iglesia de Eris suele contratar?

– Sí… – dijo Chris secamente mientras esperaba a que su camarada ladrona tomara un sorbo del perfectamente seguro ale. – Y tú eres Clemea, una de las perras de Kyouya.

La peliverde no pudo evitar escupir su bebida ante el apodo. Si se esparcía, sus oportunidades de asegurarse un puesto en un grupo fuerte se habrían ido como cenizas en el viento. A los aventureros fuertes no les gustaba que sus "compañeras" fueran confundidas con prostitutas comunes, después de todo.

– No te preocupes, los ladrones habilidosos son aceptados fácilmente independientemente de sus inclinaciones. – ofreció Chris, lo que le ganó otra mirada seca de la otra ladrona. – Podemos esparcir un rumor de que ese falso aspirante a héroe se estaba aprovechando de ti.

– Eso fue lo que pasó en realidad… – gruñó Clemea, sabiendo que una historia como esa tardaría mucho en circular, y que además requería mucho trabajo duro.

La ladrona de pelos plateados soltó una risita juguetona, una que decía por sí sola que no se tragaba ni una sola palabra.

– Tú también eres una ladrona. – declaró Clemea regresando a su bebida, saboreando el último trago de alcohol que probablemente tendría en un largo tiempo. – Ya sabes lo que pasó.

Por supuesto que Chris lo sabía, aunque no de la manera en que Clemea lo pensaba. Como Chris la Ladrona, estaba al tanto de los rumores que viajaban rápido y alimentaban las apenas legales profundidades del bajo mundo. Como la diosa Eris, sin embargo, había estado al tanto de cada paso que había dado el reencarnado Kyouya. Todos sus errores, al igual que los de sus compañeras de equipo. Sabía de los planes de Clemea, y lo que podrían augurar para Izuku, pero más importante aún, lo que podría significar para sus amados.

No podía permitir, ni como Chris ni Eris, que esta humana avariciosa tuviera éxito.

– Sí. Claro que lo sé. – replicó Chris tomando un sorbo de su propio ale. – Sé que estás en un serio aprieto, y lo difícil que es tu situación.

Clemea simplemente se hundió más en su depresión, que iba en aumento. No había ninguna forma fácil de salir de esta situación.

– Así que te propongo que hagamos un pequeño esfuerzo conjunto. – comenzó a explicar Chris, usando sus habilidades divinas para sonar aún más convincente de lo que debería. – Uno que te permitirá salvar tu reputación con el gremio, e incluso hacer que Izuku voltee a verte en una luz mucho más favorable.

Clemea hizo una mueca, sabiendo muy bien que, entre ladrones, esto era conocido como el preludio al infierno. Esta otra ladrona estaba a punto de explotarla, pero al mismo tiempo, con tan pocas opciones disponibles, tal vez fuera mejor que nada.

– ¿Cuál es el trabajo? – preguntó Clemea, sabiendo que escuchar a Chris no iba a lastimarla más de lo que ya estaba. – ¿Y en qué te beneficias tú?

Chris levantó las manos en un gesto pacificador, tratando de mostrar que estaba siendo honesta,

– El trabajo en sí mismo es relativamente más fácil. – declaró Chris, adoptando una postura todavía más relajada. – De hecho, tu parte del trabajo está más en la línea de ser una testigo.

– ¿Vamos a incriminar a alguien? – preguntó Clemea rápidamente.

Era uno de los trabajos más fáciles que ofrecía el bajo mundo. Ser testigo falso, plantar evidencia, esparcir rumores falsos, o verdaderos. Era uno de los trabajos más seguros y mejor pagados, más todavía cuando era la iglesia quien te contrataba, pues eso significaba que hacer un trabajo santo seguramente resultaría en bendiciones.

– Casi. – replicó Chris, adoptando un tono conspiratorio. – Vamos a investigar el caparazón del titán. La iglesia quiere asegurarse que no es un titán real, pero les da miedo confrontar a Izuku al respecto… por obvias razones.

Las historias antiguas sobre los titanes que habían sido casi olvidadas por la gran mayoría de la población. Sólo los sacerdotes en el templo todavía hablaban de esas leyendas, de los enemigos de los dioses, destructores de continentes. Hasta había una teoría de que la Fortaleza Móvil Destructor había sido construida para luchar contra los titanes.

Todo era una mierda, por supuesto.

– ¿Tú crees que de verdad sea un titán? – preguntó Clemea. Si lo era, supuso que ocultar la verdad ciertamente la haría verse bien a los ojos de ese lindo druida.

– ¡Claro que no lo es! – Chris se rio de su preocupación. – ¿Tú crees que un titán real, incluso uno dormido, dejaría que la gente le pasara por enfrente? ¿Crees que este pueblo seguiría aquí?

Clemea no pudo evitar reírse de la idea, sabiendo que un cataclismo vivo y andante no sería capaz de diferenciar entre amigo o enemigo, ni tendría la capacidad de contenerse y evitar borrar a toda la civilización dando sólo unos cuantos pasos.

La risa de Chris había sido completamente falsa, sin embargo; ella pudo sentir el momento en que el Druida Esmeralda tocó algo más allá del reino de los mortales, más allá de lo que podían hacer los héroes. El planeta mismo había respondido a la llamada de una sola persona, y eso no era posible. Aunque de nuevo, si Izuku era más que un simple reencarnado, eso explicaría por qué había podido obrar tantos milagros, y por qué pudo traer de vuelta a sus amados.

La iglesia no sólo le tenía miedo, estaba totalmente aterrada de él. Los idiotas hasta se habrían sentido tentados a asesinar al chico y a sus compañeras, de no ser por los sueños que ella le envió a los Arzobispos. El objetivo de esta pequeña aventura era clarificar el estatus de Izuku, promocionar su poder como divino, y dispersar cualquier posible noción de herejía. Si usaba a Clemea como única perpetradora, quedaría como malvada ante los ojos del druida por profanar su trabajo, lo que le haría imposible unirse a su grupo; al mismo tiempo que ayudaba a su colega ladrona a salir de sus problemas.

¿Y si Clemea terminaba metiendo la pata y acababa muerta? Bueno, ¿quién la iba a extrañar de todas maneras?

Esta historia continuará...


(–0–)


Omake – Caídos en desgracia.

El día de la partida había llegado, y Kyouya estaba ahogándose en la vergüenza.

Cuando la posadera averiguó de sus planes para abandonar el pueblo minero para no volver, la enorme mujer le ofreció una propuesta demasiado difícil de rechazar. Solicitó un día y noche completos de entretenimiento para ella y sus amigas, y a cambio le pagaría a él y a su linda arcipreste el pasaje en una caravana decente.

– Lady Aqua. – llamó Kyouya mientras chequeaba dos veces su bolsa de viaje. – ¿Segura que no estamos olvidando nada? Porque NO vamos a regresar.

El cuerpo del Espadachín dio un respingo de sólo recordar aquella sonrisa tan horrenda, que se relamía los labios.

– ¡Doblemente segura! – replicó Aqua, que solo llevaba una pequeña bolsa con un puñado de cachivaches. – ¡Nunca más voy a volver a este aburrido lugar!

Por su parte, Aqua ya había terminado de ser tratada como esclava por la dueña del puesto de ventas. A la mujer le encantaba gritarle por las razones más insignificantes. Cada vez que no lograba vender todos los objetos, cada vez que se comía algo que obviamente no iba a venderse…

– ¡Bien! – respondió Kyouya, feliz de saber que ya estaban listos para marcharse. – ¿Cuándo podremos partir?

Si no fuese un héroe de verdad, habría borrado todo el pueblo de la existencia con su espada maldita. Casi lo hizo, de hecho, pero no podía demostrar tal comportamiento. ¿Qué bien le haría enfrentarse a All Might si cargaba el estigma de ser un villano? Tenía que probar su valor, completar su tarea, y entonces todo volvería a ser cómo debería ser.

Él, en la cima del mundo, disfrutando de la veneración de las masas y del amor de las mujeres más hermosas.

La imagen mental inmediatamente fue destruida por la memoria de la posadera.

– En un par de horas, chico. – le dijo el conductor, sin inmutarse mucho ante el aparente entusiasmo de su cliente. – No me iré sin los demás pasajeros, o los grupos de escolta. Pueden ir por algo para comer o tomar una siesta mientras tanto.

– ¡NO NOS VAMOS A MOVER! – gritaron ambos al mismo tiempo, claramente indispuestos a volver a poner un pie en aquel pueblo nunca más.

Kyouya no era un chico virgen. Podía recordar bien a todas las chicas con las que había estado. Bueno, al menos las partes más importantes. Su primera experiencia fue en su viejo mundo, con una chica que realmente le gustaba, y que resultó que tenía un novio con tendencias violentas. Aunque en su defensa, él no sabía nada de dicho novio.

En este mundo, pudo probar a dos hermosas jóvenes. Una de las cuales lo había traicionado no hacía mucho.

Ahora, temía quedar traumatizado para siempre al haber aceptado ese trato. No podía creer lo atroz que se había vuelto su suerte tras abandonar Axel; ¡fue como si hubiese recogido algún tipo de talismán de la mala suerte obscenamente poderoso!

En serio, ¡¿cuáles eran las posibilidades de que un grupo de mujeres tan horribles supieran hechizos que les permitían… hacer brotar partes masculinas por pura diversión?!

– Tratemos de descansar por un rato… – dijo Kyouya en tono derrotado.

– No pienso usar más hechizos purificadores en ti. – espetó Aqua rápidamente. – Si quieres más, ¡tendrás que esperar hasta que salvemos a mis lindos devotos!

Kyouya maldijo su propia suerte en silencio, preguntándose qué hizo para merecer semejante abuso.

Chapter 22: Un plan humilde

Chapter Text

Chris la ladrona sabía que su misión no era fácil, incluso con una semana completa de preparación. Aunque estaba usando su influencia de manera liberal como la diosa Eris.

– Ya casi llegamos. – anunció Chris al grupo que la seguía, siete sacerdotes y sacerdotisas de varias edades y rangos. – Odio tener que repetirme, pero no podemos permitirnos fallar; no queremos mancillar el nombre de nuestra amada diosa…

– Lo entendemos, pero… – replicó el sacerdote mayor, un Elfo Alto de buena apariencia y aspecto joven. – Sólo danos unos minutos más para preparar nuestros corazones. Tenemos que… aceptar a una harpía, después de todo.

Tomándose un momento para observar la mansión que ahora estaba a la vista, Chris les asintió a sus seguidores. No importaba cuán desesperada estuviera para poner su plan en marcha, tenía que asegurarse que cada pequeño paso estuviera asegurado antes de proceder. Si incluso uno solo de los fanáticos que estaba guiando metía la pata, todo habría sido por nada.

Desde hacía algún tiempo, Eris había estado enviándoles sueños proféticos a personas clave dentro de la iglesia. El Arzobispo, todos los obispos y sumos sacerdotes locales; los devotos independientes más confiables que trabajaban para la iglesia, e incluso celebridades locales que tenían suficiente influencia.

La amada diosa había escogido a un héroe. De orígenes y semblante humildes, amigo de los oprimidos y puro de corazón. Sus hazañas probarían que era digno, su camino contradeciría todas las nociones de justicia, y su voz anunciaría el amanecer de una nueva era.

– Chris… ya has conocido a este hombre antes. – Una de las sacerdotisas llamó su atención mientras el resto murmuraba oraciones para tomar fuerza. – ¿Qué podemos esperar de él y… de la harpía?

Los sueños proféticos habían sido vívidos y bastante directos. El elegido llevaría la voz del mundo, haciendo su clase bastante obvia, enfatizando a los oprimidos, sin dejarse ningún detalle sobre la odiada harpía y la temida chica cocodrilo; incluso haciendo algún que otro guiño a sus logros, como haber podido redimir a un lich, y por supuesto, traer de vuelta a sus amados.

El hecho de que Izuku hubiera logrado acabar con la Fortaleza Móvil Destructor sólo cementaba la imagen todavía mejor.

– La harpía es sorprendentemente mansa, más todavía si consideramos que es una salvaje; y actúa como una tonta, pero es inequívocamente astuta. No inicien ninguna agresión, de ninguna clase. – El reporte de Chris les sacó caras sombrías a todos, incluso aunque no fuera la primera vez que les daba esta advertencia. – Sin embargo, Izuku no se parece a nada de lo que podrían esperar. Es amable en extremo con la gente que lo rodea, pero tomará represalias con ferocidad desenfrenada hacia cualquiera que intente hacerles daño. Eso incluye a la harpía… y ustedes ya vieron lo que le pasó al Destructor.

Chris les dio una última mirada a sus seguidores, el grupo que escogió personalmente para anunciar la nueva era de la fe de Eris.

Para ser honesta, los siete Obispos se habían quedado totalmente estupefactos ante el proceso de selección, ninguno de ellos podía creer cómo seis de ellos llevarían a cabo una misión tan importante, cómo seis de ellos eran no sólo simples novatos, sino que habían sido marcados para nunca avanzar de rango debido a sus ideales tan radicales. Tres hombres y tres mujeres, la mayoría de ellos humanos salvo por un Enano, habían sido condenados al ostracismo debido a su trato hacia los semihumanos; y ninguno de ellos se molestaba en ocultar su favoritismo hacia dichas razas inferiores, al punto de condenar a aquellos que abusaban de ellas.

Todos ellos declaraban que la amada Diosa Eris no se iba a deleitar por el sufrimiento de ninguna raza, que haberlas esclavizado era para sacarlos de su camino de herejía, y traerlas de vuelta a la luz de su fe. Incluso declararon que las harpías ya habían pasado por mucho el punto de pagar penitencia, ya que muchas generaciones habían perecido en ignorancia mientras pagaban por los pecados de sus ancestros. Sus demandas de cambio en el paradigma habían sido causas de amonestaciones, escándalos y censuras.

Y ahora… ellos eran la última esperanza de la iglesia.

Aun así, a Eris no le importaba mucho eso; tener que balancear sus deberes divinos y su vida en el mundo de los mortales la había dejado con muy poco tiempo para poner atención a todos los detalles. El maltrato a los semihumanos en general había sido culpa de su senpai, no de ella; aunque estaba resentida de que tales brutalidades fuesen asociadas a su dogma. Le habría gustado si las harpías se hubieran extinguido totalmente, pero si perdonarlas era lo que necesitaba para revivir a sus amados, ¡entonces estaba muy dispuesta a perdonar!

– ¿Crees que finalmente podamos ser amigos de las harpías? – lanzó alguien una pregunta en voz baja.

– Yo espero que al menos podamos tratarnos sin hostilidades… – Palabras que otrora fueron herejes hoy eran la fuente de la esperanza.

– Oh, Benévola Eris… dame fuerza para superar este obstáculo hoy… – Y entonces, la oración del actor principal del día volvió a poner nerviosa a Chris.

Los seis radicales eran la llave para reparar el puente entre Izuku y su fe, pero el Elfo Alto era la pieza central para traer de vuelta a sus amados. Apuesto, piadoso, y absolutamente compatible. Y anteriormente solía gozar de torturar a las harpías en el nombre de Eris…

– Aquí vamos. – El Elfo finalmente dejó de rezar, listo para traer gloria a su amada diosa. – Todos hemos sido bendecidos en esta nueva era, y debemos asegurarnos de aceptarla como nuestra amada Diosa Eris nos acepta… aunque sea difícil.

Chris ciertamente esperaba que el plan transcurriera sin problemas. También esperaba no tener que asesinar a este sacerdote para prevenir una tragedia; encontrar a otro Elfo compatible sería absurdamente difícil.


Un minuto después…

De pie frente a la puerta de la mansión, Chris se dio cuenta de la verdad tras aquel dicho de los humanos: Ningún plan sobrevive al primer encuentro.

– ¡¿ESO ES UN MALDITO BEHEMOT?!

El grito se sintió como una reacción menor para los ojos del grupo religioso. La forma asesina en que los miraba con unos ojos verdes esmeralda incandescentes no sólo era intimidante, los habría mandado a correr hacia las colinas si no hubieran sentido que su diosa los estaba protegiendo.

Incluso cuando la primera nieve comenzaba a cubrir con su manto el camino, incluso con el viento frío que comenzaba a hacer que la gente quisiera evitar estar afuera, la criatura estaba allí, de pie amenazadoramente como si estuviera retando a cualquiera a que se atreviera a poner un solo pie en el territorio donde su amo estaba descansando. Las astas por sí solas prometían mucho más que un mundo de dolor para quienquiera que fuese lo bastante tonto para desafiar su fuerza, o su inexistente paciencia.

Y entonces otra pareja llegó a la puerta.

– ¡M-Mi Lady! Entiendo que hemos cometido errores y… – La mujer con armadura intentaba disculparse con una joven señorita de aspecto joven y que parecía muy molesta.

– Te di instrucciones muy específicas. Te di órdenes directas que debías de seguir en cada uno de los escenarios que pasamos… – interrumpió la joven rubia, cuya espada envainada colgando de su cintura la hacía ver sorprendentemente intimidante. – Y fallaste en todo. Más te vale no avergonzarme hoy también.

La joven señorita en cuestión no era lo que parecía a simple vista. Había recibido una muy importante misión, y aunque ese infortunado accidente parecía ser un obstáculo al principio, terminó ayudándole con dicha misión, aunque fuese sólo de manera indirecta.

Acariciando ligeramente el anillo en su bolsillo, se preparó mentalmente para lo que sabía que tenía que hacerse. Su misión era encontrar a los héroes potenciales, almas tocadas por las Diosas y destinadas a luchar contra el Rey Demonio. Su propósito era juzgar a estas personas, y si eran dignos, ofrecerles el incentivo: un anillo de compromiso.

– ¡Discúlpame!

Una voz alegre llamó la atención de la joven señorita. Al mirar al frente, las dos notaron al grupo de sacerdotes y sacerdotisas.

– ¿Vienes a buscar a Izuku también? – preguntó Chris agitando su mano de manera amigable, pero manteniendo su distancia. – Nos preguntábamos si sabrías cómo pasar… a eso de ahí.

Siguiendo hacia donde apuntaba con el dedo índice, la noble señorita y su guardaespaldas finalmente notaron al primer obstáculo.

–M-Mi Lady… – Claire rápidamente echó un paso atrás. – Puede que necesitemos reconsiderar nuestra visita. ¿Tal vez sea mejor esperar a que el Sabio visite el gremio?

– No hay necesidad. – La joven señorita suspiró, mientras se aproximaba sin miedo hacia la puerta. – Haremos esto ahora, porque ya lo hemos demorado más allá de lo aceptable.

– ¡Por favor reconsidérelo! – Claire finalmente logró echarle mano a su señora, pasándose ya de simple rudeza; pero su semblante estaba totalmente aterrado. – Ese Behemot parece listo para arrollarnos. Esta puerta podría ser lo único que nos mantiene a salvo…

Hubo un largo suspiro de exasperación que salió de los labios de la joven señorita, y un par de palmas golpeando las caras del grupo de clérigos.

– No, Claire… – dijo la joven dama educadamente. – Ese es un Behemot. Si nos quisiera muertas, ya estaríamos muertas. Ni siquiera las puertas de adamantina del Palacio Real serían capaces de detenerlo, así que esta frágil puerta podría igual no estar aquí, para lo que le importa.

Chris se tuvo que tragar un suspiro y un insulto. Como la Diosa Eris, era bastante claro que estos mortales nunca habían visto un verdadero Behemot. Por supuesto, la última actividad de un Behemot había ocurrido hacía miles de años, cuando la bestia despertó de su letargo y decidió andar hacia el otro lado del continente para cambiar su lecho donde dormía.

Dicha caminata destruyó tres reinos y movió cinco fronteras. Casi nadie con vida recordaba que la montaña de acebos cerca del borde del Imperio era en realidad el Behemot durmiente, que había permitido que el polvo y el tiempo lo cubrieran durante su sueño. Y con suerte, nunca más volvería a despertar.

– Sobre mi pregunta… – Chris interrumpió a las dos, tratando de sonar tan tímida como fuera posible, aunque estaba lista para arrojar a la mujer caballero a los pies la bestia guardiana para poner a prueba si su naturaleza era hostil. – Me refería a si tienen una carta de invitación, o si le preguntaron al dueño de la mansión cómo llamar a alguien para que nos abra la puerta.

Chris ya sabía la respuesta. El dueño era ese lich ahora reencarnado que había causado tantos problemas, y la irritaba que hubiese retenido su asquerosa clase. Ella no era como su senpai, sin embargo, y no iba a exigir su cabeza por el solo crimen de ser un Nigromante. Primero trataría de convertirlo, y si eso fallaba, lo dejaría en paz mientras no estuviese levantando a los no-muertos.

– No. – respondió la mujer caballero.

– Mi guardaespaldas falló en siquiera enviar una petición para una audiencia. – añadió la joven señorita, haciendo que la mujer caballero retrocediera.

Por supuesto, Chris sabía cómo obtener dicha petición. Desafortunadamente, el maldito Nigromante no quería oír ni pío de ella o de los clérigos sin echarlos de su tienda… aunque admitiéndolo, tal vez eso se debía a que ciertos sacerdotes exigieron su cabeza cuando llegó por primera vez…

Más vergüenza para sus seguidores, y más penitencia para pagar. Pero sus amagos valían todo eso y mucho más.

– ¿Por qué falló? – preguntó una de las sacerdotisas.

– Como una fiel seguidora de la benévola y compasiva Diosa Eris, un Nigromante es… – Claire estuvo a punto de soltar una perorata llena de orgullo, pero entonces su señora le dio un pisotón en el pie. – ¡AAAGGGHHH!

Para alguien que llevaba botas de armadura, ese grito parecía indicar que le fue infligida una horrible cantidad de dolor.

– Te vas a inclinar y le pedirás disculpas a ese respetable hombre y su esposa. – le ordenó la joven señorita. – Y más te vale rezar por que el Sabio acepte también tus disculpas, o tendrás que explicarle a mi padre por qué la misión falló.

– Sí… – respondió la mujer caballero, esforzándose lo mejor que podía en mantenerse erguida. –Lady Iris…

La risa nerviosa de Chris pareció ser tomada como una reacción a la escena, en lugar de una celebración preventiva por el primer éxito del día. Ella sabía quién era esta joven señorita, y por tanto, sabía que tenía que hacer todo lo posible en su cuerpo mortal para prevenir una muerte prematura. Dirigirse al dúo directamente ayudó mucho a ganar tiempo, y eso acababa de dar frutos.

– ¡¿Qué hacen ustedes en frente de mi casa?!

La voz masculina ligeramente irritada forzó a todos a darse la vuelta para ver la fuente, a tiempo para encontrarse con un Elfo Oscuro que sujetaba un par de bolsas que parecían de compras de mercado. Keel el Nigromante acababa de llegar.

Una mirada rápida sirvió para tranquilizar un poco más a la Ladrona, ya que la única fuente probable de animosidad en su grupo estaba demasiado ocupada quedándose como idiota ante la presencia de la otra recién llegada. La esposa del Nigromante, Sasha la Alquimista, se veía exactamente como una Princesa de los Elfos Altos en las antiguas leyendas… incluso aunque estaba vestida con una combinación de vestido humilde y delantal.

– ¡Ah! Buen señor, ¿si me permite un momento? – Iris comenzó a tomar la iniciativa. – ¿Sería posible solicitar al Maestro Izuku para una audiencia?

Keel pareció confundido por unos segundos, pero entonces juntó las piezas de lo que le estaban pidiendo. Esta seguramente era la noble señorita a la cual Izuku había salvado, confirmado parcialmente por la presencia de esa mujer caballero tan altanera.

– Puedo preguntárselo, seguro. – replicó Keel con calma, sabiendo muy bien que los sirvientes no siempre representaban al amo. – Pero no puedo prometerles nada.

– ¡Ah! ¡También nosotros quisiéramos pedir lo mismo! – dijo una de las sacerdotisas de repente, apenas logrando mantener la voz baja. – ¡Estamos aquí para hacer una disculpa formal al salvador de esta ciudad, y compensar por todas las afrentas cometidas por los miembros del templo del pueblo!

Ante sus palabras, el resto de clérigos comenzaron a hacer sus propias peticiones. Sorprendentemente fueron muy civilizados, aunque el Nigromante no parecía muy inclinado a cederles ningún terreno.

– Ya veremos lo que dice Izuku… – Sasha fue la que respondió esta vez, aunque sonaba mucho más molesta que su marido.


Diez minutos más tarde…

Chris miró la escena frente a ella en un silencio estupefacto. Todo lo que había planeado, todo por lo que había trabajado tan duramente; todo había quedado reducido a… esto…

Denegada de ver a Wiz. Prohibida de acercarse ni un centímetro a la harpía. Pero…

– De acuerdo. – replicó Izuku luego de escuchar al grupo de clérigos, sus disculpas, y la petición de comenzar de nuevo. – Acepto sus disculpas.

Como habían acordado, y ensayado, los seis clérigos previamente herejes habían tomado el liderazgo en la disculpa. Chris había apostado por el hecho de que Izuku, siendo japonés, se sentiría inclinado a solucionarlo con diplomacia. Pero el evento había sido asombrosamente anticlimático. Donde la ladrona esperaba algún tipo de resistencia, o que la sermonearan por su ataque injusto, el muchacho simplemente dejó que las cosas se desescalaran, y abrió la posibilidad de una relación amistosa.

– Mientras ninguno de ustedes intente hacer nada en contra de mis seres queridos, estaré feliz de dejar atrás todo este conflicto. – Las palabras de Izuku sonaban suaves y compasivas para los clérigos, pero Chris sabía que seguían siendo una advertencia. – ¿Eso era todo?

Chris tuvo que pellizcarse el brazo para detenerse de decir algo estúpido, como solicitar una reunión con Wiz, o sugerir que se uniera a su religión. Izuku tuvo que ser cargado hasta el sofá en frente de la chimenea para poder verlas, mientras Darkness los miraba con ojos asesinos todo el tiempo, incluso ahora, sirviéndole de guardaespaldas al peliverde. Cualquier cosa podría ser tomada como una agresión.

La puerta se abrió, dejando entrar a la pequeña Demonio Carmesí. Ya no tenía más el brazo en cabestrillo, y parecía lista para irse de aventura. Incluso con el extraño gato que descansaba en su cabeza. Justo detrás de ella entró una sacerdotisa de Axis; eso de inmediato puso tensa la atmósfera.

– ¡La curación está completa! – proclamó felizmente Cecily, en un completo contraste con lo agotada que se veía. – Su brazo está como nuevo, pero me quedé sin maná…

La sacerdotisa rubia había estado curando a Megumin casi cada día, siendo esa la razón por la que pudo sanar tan rápido de una fractura compuesta. Le irritaba a Chris a más no poder que esta fanática hubiese tenido permiso de hacer su movimiento antes que sus propios seguidores. Nunca se le ocurrió que esta reunión fue posible sólo debido a las acciones de esta sacerdotisa rival.

– Lo aprecio mucho. – replicó Izuku sin quitarle de encima los ojos a su novia, que se movió casi tímidamente hasta sentarse a su lado. – Por favor toma una botella de vino antes que te marches.

Los clérigos de la iglesia de Eris se esperaban que la rarita comenzara a soltarse en los delirios locos típicos de aquellos que pertenecían al culto de Axis; en lugar de eso, la chica con atuendo de monja asintió con gracia y abandonó la habitación. Fue impactante, por no decir más.

Por su parte, Cecily había estado haciendo lo que pensaba que era lo correcto. Sus colegas devotos, aquellos que residían en este pueblo, habían herido a quien ella estaba totalmente segura que era un verdadero campeón de la amada y compasiva diosa Aqua. Ya que las palabras y las excusas no podrían sanar la brecha, decidió hacer su misión cambiar la opinión del Archidruida con sus acciones. También, ya tenía un largo discurso preparado para cuando se sintiera listo para escuchar el mensaje sagrado.

– ¡Si nos permites, quisiéramos sanar tus heridas! – ofreció uno de los sacerdotes. Chris sintió sorpresa y a la vez gratitud por la oportunidad.

– Es lo menos que podemos hacer para comenzar con las reparaciones. – añadió el Enano, asintiendo para sí mismo por su idea.

Como la Diosa Eris, Chris se sentía orgullosa de sus seguidores, mostrando tal dedicación a la meta de traer de vuelta a sus amados.

– Eso… – Izuku parecía sorprendido por la oferta, aunque también parecía reservado sobre aceptar – … sorprendentemente considerado, especialmente si es gratis, ¿no?

El acercamiento cauteloso de Izuku era comprensible, pues había sido expuesto a lo peor de su religión, y los clérigos en ese entonces no tuvieron reparo en demostrar su propia codicia. Chris realmente quería soltarse en una larga declaración de que esto era una muestra de pura buena voluntad, que era sólo para demostrar que querían hacer las cosas bien, y que la fe de Eris estaba cambiando para mejor.

Pero tristemente, ella era una simple Ladrona, y no tenía forma de declarar nada sobre los cambios que estaba poniendo en marcha.

– Curarte debería haber sido lo primero que nuestros colegas tenían que haber hecho cuando salvaste a todos. – Otra sacerdotisa fue un poco más lejos, inclinando su cabeza como si fuese la culpable de tal cosa. – Tus heridas, tu fatiga, tales cosas deberían haber sido nuestra prioridad ya que hiciste más por el mundo que todos los santos sobre los que predicamos. ¡No podemos pedir más nada de un salvador!

Izuku trató de apretar la mano de Megumin en busca de apoyo. Él realmente quería creer lo mejor de todos, y se sentía un poco culpable por ser tan intolerante con las religiones locales. Por otra parte, estos psicópatas habían declarado abiertamente sus intenciones de mutilar a su querida Chika, como lo habían hecho con incontables harpías durante generaciones enteras. Su mano no pudo reunir suficiente fuerza, sin embargo, y la linda sonrisa de Megumin fue suficiente para derretirle los nervios.

– Creo que es una buena idea. – concedió Megumin de repente. – Por fin puedo moverme libremente, y me encantaría que tú también pudieras hacerlo.

La sonrisa tímida que le envió hizo que Izuku sonriera también. La única razón por la cual no se había puesto más gruñón era porque estaba teniendo tiempo extra de juego con sus chicas; la poca vergüenza que todavía tenía estaba siendo derrumbada rápidamente por el placer de pasar tiempo con Megumin, Chika y Liza. ¡Estar libre para mover sus manos significaría que podrían divertirse más!

– Muy bien, acepto la oferta. – replicó finalmente Izuku, arrancándoles sonrisas al grupo de clérigos. – Todavía quiero que se mantengan lejos de Chika. No hay cantidad de regalos que me convenza de que todos están siendo honestos sobre ya no oprimir a su raza.

Cuando los clérigos dijeron en voz alta que estaban de acuerdo, Chris tomó todo el calvario como una gran victoria. Mientras ella observaba a sus seguidores trabajando para aplicar la magia curativa en el Archidruida, y dar respingos de dolor una vez que vieron lo serio que era el daño, la Ladrona no pudo evitar hacer recuento de sus pérdidas.

A pesar de sus mejores esfuerzos, Izuku le denegó completamente a su grupo ver a Chika o a Wiz. Dejando de lado la paranoia y la sobreprotección, el peliverde había explicado que ellas no eran mascotas para exhibir ante una audiencia, ni animales de feria. Su grupo había concedido su petición, pero no sin hacer notar lo lamentable que era; realmente querían conocer a una harpía y tomar la oportunidad de dar una buena impresión. El Elfo Alto había sido un poco más vocal, aunque afortunadamente se limitó a declarar lo mucho que deseaba cumplir la visión de su diosa de conocer y servir a la miembro de sus amados.

Izuku había fruncido el ceño visiblemente ante eso, pero un codazo rápido a las costillas del elfo casanova fue suficiente para prevenir un altercado. El Archidruida no parecía listo para permitir que otros sedujeran a la Avariel, y la ladrona no quería poner a prueba si las ramas que crecían en su cabeza eran tan frágiles como se veían.

En resumen, quedar en términos neutrales parecía ser lo mejor que podía esperar. Desde aquí, algo de apoyo sutil y abierto tendría que ser suficiente. Una vez que se abriera más a las negociaciones, llevar a Wiz al templo estaría dentro de sus posibilidades.

– ¿Puedo asumir que su conversación ya ha terminado? – preguntó Iris desde su lugar.

Ella y su guardaespaldas habían esperado pacientemente su turno, y aunque ella podía esperar por todo el tiempo que fuera necesario, podía ver que su salvador empezaba a ponerse nervioso.

– Sí. – Izuku respondió por los clérigos, claramente deseando volver a su cuarto más pronto que tarde. – Por cierto, me alegro de ver que estás bien.

Izuku trataba de ser cortés, realmente lo intentaba, pero su razonamiento se estaba debilitando, y su necesidad de bañar a sus chicas con amor se volvía más fuerte. Ya estaba demasiado cerca de empezar a apretar los pequeños pechos de Megumin.

Megumin realmente no sabía lo que quería. Tenía miedo de ir más allá, de finalmente subir por los escalones hacia la adultez, como solían decir sus compañeros. También estaba muy dispuesta a atar el lazo y oficialmente reclamar su puesto como esposa de Izuku. Para empeorarlo, sabía que entre más se alargara esta visita, más aumentaban las posibilidades de que Chika y Wiz entraran en la sala debido a sus usuales payasadas. Si los fanáticos religiosos intentaban algo contra las chicas aladas, Izuku muy probablemente trataría de asesinar a todos, poniéndolo en una fase de muy mal humor.

– Déjame empezar con una introducción apropiada. – comenzó a decir la joven señorita, mientras instintivamente le daba un codazo a su guardaespaldas, quien parecía a punto de ponerse de pie y hacer algo innecesario. – Mi nombre es Iris Belzerg, princesa del Reino de Belzerg…

La declaración hizo que no sólo Izuku, sino todos los presentes se quedaran congelados. Estaban frente a un miembro de la realeza, y ninguno sabía cómo actuar, o siquiera reaccionar. Mientras la princesa comenzaba a explicarles su misión, y por qué estaba buscando al joven Archidruida, Izuku comenzó a sentir algo de aprehensión.

Él había rechazado groseramente los artefactos que la mujer caballero había tratado de darle. ¿Acaso eran tesoros reales? ¿La princesa se sentiría ofendida por sus acciones intolerantes? ¿Le permitirían retirarse a su cuarto para jugar con sus chicas de una vez?


Entretanto…

Clemea la ladrona sabía de una buena oportunidad en cuanto la veía.

Luego de mucha planeación e indagación para su aventura conjunta, ella y Chris habían pulido casi todos los detalles y preparaciones requeridos para su pequeña investigación. Ella, por supuesto, sabía que una vez que empezaran a trabajar juntas comenzaría también la competencia por ganarse puntos de afecto con ese lindo Archidruida.

O al menos, ese parecía ser el caso ayer.

– Sólo un poco más… – murmuró Clemea para sí misma mientras trepaba por la carcasa del Titán, teniendo especial cuidado de evitar dañar el follaje que ahora cubría la mayor de su objetivo. – Con calma… con cuidado…

Justo esa mañana, un par de horas antes de empezar, Chris había anunciado que un trabajo de emergencia necesitaba su experticia de manera obligatoria; aparentemente los altos mandos de la iglesia demandaron que ella hiciera algo ultrajoso y que no tenía manera de rehusarse. Aunque no le dieron los detalles, Chris simplemente había sugerido a que ella esperara al día siguiente, o para una incursión nocturna, para que pudieran hacer el trabajo juntas.

Como si ella fuese a estar de acuerdo con eso…

Robarse el contrato de la iglesia era imposible; ese era de Chris y de nadie más. Sin embargo, robarse crédito por las hazañas era una opción muy obvia. Chris obtendría la recompensa y la marca de completación, mientras que ella podría congraciarse con Izuku por proteger sus secretos… o por desmentir su conexión con los Titanes. Todos saldrían ganando, ¡especialmente ella!

– ¡Sí! ¡Lo hice! – La ladrona celebró quedamente mientras finalmente llegaba a la abertura por donde Izuku salió al final de su batalla. El interior estaba negro como la noche. – Ahora, vamos a echar un vistazo para averiguar qué hay adentro.

Acorde con Chris, sólo había dos posibilidades. O esto era sólo un remanente de la Súper Forma Salvaje del lindo Archidruida, en cuyo caso debería estar vacío, o ser pura madera; o si realmente era un Titán durmiente, debía haber un corazón o núcleo residiendo en su interior.

El contrato demandaba entrar y reportar sus hallazgos. Chris por supuesto había sugerido que ninguna de ellas podría ser considerada responsable si, debido a la falta de experiencia con los Titanes, confundían el corazón con un muro de madera o de piedra.

– Ok, nada de fuego. – murmuró Clemea para sí misma intentando calmar sus nervios; sabía que cualquier fuente de fuego sería mala, así que trajo un simple objeto mágico que emitía luz. – ¡Hora de hacer un vistazo rápido!

Cuando la luz se activó, pudo notar un par de cosas. Para empezar, el interior de la abertura era bastante espacioso, como una habitación en la casa de un aldeano; no había ningún órgano latiente en su interior, lo cual fue bien recibido, y…

No estaba sola…

– Y entonces, una humana es la primera en llegar… – resonó una voz anciana, y la mujer a la cual pertenecía también parecía molesta. – Qué decepción…

Rápidamente apuntando la luz hacia el frente, Clemea encontró la fuente de la voz, y luego algunas más. La que habló fue una Dríada, cuyas manos y pies estaban hechos de ramas y raíces respectivamente, delatando su raza. Sin embargo, sus rasgos físicos eran los de una mujer muy mayor; aunque su postura y semblante la pintaban mucho más vigorosa que una adulta sana; y más fuerte también, considerando dónde estaba parada.

– Decepcionante, pero no inesperado. – se unió una segunda voz, que esta vez sonaba joven y recatada, pero cargando tanta fuerza como la de la anciana. – Sin embargo, es su oficio como ladrona lo que la hace despreciable.

Cambiando la configuración del objeto mágico para esparcir la luz hacia todos los alrededores en lugar de sólo hacia el frente, la ladrona pudo notar aún más detalles. La primera Dríada estaba vestida, y no sólo con uno de esos vestidos improvisados hechos de hojas que vieron en aquellas que ayudaron a Izuku; llevaba puesto lo que parecía seda negra tejida, un vestido de una pieza que no impedía sus movimientos, diseñado para elegancia y modestia, más que para seducción. El cabello, hecho de hojas como se esperaría, parecía de un rojo apagado, como las hojas de los árboles en otoño.

La más nueva en efecto era más joven, se veía madura como Luna, pero mucho más exuberante. Aunque su vestido era idéntico, su cabello tenía un tono más cenizo, como las hojas tocadas por el invierno, y aun así se veía fuerte como en la cúspide de su vida.

– ¿Qué te ha traído aquí, humana? – preguntó la mayor, llena de animosidad.

– ¿Qué esperas obtener? – secundó la más joven.

Bajo circunstancias normales, este sería el punto donde Clemea la Ladrona haría uso de sus trucos para escapar y dejar que alguien más lidiara con la situación. Bajo circunstancias normales, haría un esfuerzo desesperado por echarle la culpa a alguien más y marcharse antes que a alguien se le ocurriera la idea de capturarla.

Pero estas no eran circunstancias normales, obviamente.

– Me enviaron aquí para buscar evidencia que desacredite a este… ¿árbol? – Clemea casi perdió el aliento al fallar en asignar una palabra a la carcasa del Titán, pero aun así continuó antes que las cosas se fueran a pique. – Que demuestre que no se trata de un Titán o cualquier otro tipo de enemigo del mundo.

En un repentino arrebato de intelecto, Clemea evitó mencionar a la humanidad, y se enfocó solamente en el mundo en general. Las dríadas no les tenían tanto cariño a los humanos, así que nunca se pondrían del mismo lado que un Titán.

– ¿Para que Izuku no tenga que lidiar con tantas personas molestas? – Clemea decidió echar un extra, esperando que las Dríadas quisieran hacerle algunos favores al lindo Archidruida.

– Entonces, incluso un ser despreciable como tú puede ser de utilidad para ÉL. – se unió una tercera voz, sonando como de niña, pero aun así imponente como si fuera de la realeza.

Concentrándose en mirar detrás de las otras dos Dríadas, Clemea notó que su corazonada resultó acertada. La tercera dríada en efecto parecía una niña pequeña; su cabello hecho de hojas caía como una cascada de verde vibrante, e incluso las raíces que formaban sus manos y pies mostraban capullos de flores listos para abrirse.

Pero en lugar de mirarla a ella, la dríada de aspecto infantil se concentraba en un muro. Dicho muro, sin embargo, estaba cubierto por una masa de pilares retorcidos y de aspecto esponjoso. Clemea tuvo que morderse la lengua para contener su sorpresa; el grito de alegría podría haber terminado con su suerte allí mismo y en ese momento.

Los horribles insectos eran del tamaño de un gato doméstico, y eran mayormente inofensivos a menos que los provocaras, en cuyo caso sus pelos se tornarían en espinas y causarían urticaria menor en quienes sufrieran picaduras. Su carne era incomible, pero su sangre era un valioso ingrediente para la alquimia; adicionalmente, el pelaje era un material muy codiciado para capas y abrigos aislantes, especialmente los utilizados por nobles. Cada uno de ellos valía por lo menos unos cien mil eris, ¡y frente a ella había no menos de un centenar de ellos!

– ¿Realmente deberíamos confiar en esta criatura inferior? – preguntó la joven dríada, ayudando a que la ladrona desviara la mirada de la mina de oro que acababa de secuestrar su atención.

– Dejemos que su misión pruebe su valía. – replicó la mayor, cuya mirada irrisoria dejaba claro que esperaba que la ladrona fallara. – Démosle una tarea, veamos si puede al menos servir como mensajera.

Por un momento, Clemea temía que todo fuera a salir más. Su mente conjuró incontables tareas que eran tanto peligrosas como perjudiciales para su vida sólo por la oportunidad de completar su misión. Ya podía oír las palabras llenas de veneno de estas dríadas…

– Empecemos por darte lo que viniste a buscar, la respuesta a tu pregunta. – comenzó a decir la dríada joven, atrapando a la ladrona con los pies planos. – Este magnífico cuerpo en el que has entrado, este monumento de la voluntad del mundo… no es un Titán.

Comprensiblemente, Clemea parpadeó con confusión. Tomar la palabra de un grupo de Dríadas como evidencia probablemente no significaría nada ante la iglesia, pero al menos podía decir que no había evidencia de que esta cosa era el Titán que todos temían.

– Esto no es una monstruosidad durmiente. – añadió la mayor, resoplando con obvia burla a la pensativa peliverde. – No despertará de repente para causar estragos en sus asentamientos.

– Eso es un alivio… – respondió Clemea, sin poder ocultar su sonrisa ante el pensamiento de que su objetivo se sentiría agradecido por el servicio no solicitado.

– Y ahora, respecto a tu tarea. – La dríada joven llamó su atención, mientras la de aspecto aniñado se ponía frente a la ladrona.

En sus manos, había un pequeño manojo de raíces anudadas, cuyo interior hueco tenía unas pequeñas luciérnagas que parecían estar dormidas; abrazando el manojo, había un pilar esponjoso particularmente grueso. Clemea comprensiblemente se quedó perpleja cuando ambos objetos le fueron entregados.

– Le entregarás estos regalos a aquel al que llaman Izuku, y le pasarás nuestro mensaje a sus oídos. – dijo la dríada niña, cuya voz sonaba absoluta como si diera órdenes. – Le dirás… que esperamos que pueda visitarnos antes de partir en su viaje.

– ¿Eso es todo? – dijo Clemea, preguntándose en qué momento caería el martillo sobre su cabeza, o el hacha le cortaría el cuello, pero sólo recibió asentimientos. – ¡Muy bien, sí puedo hacerlo!

Con eso, la ladrona se marchó, feliz más allá de la comprensión de lo afortunada que fue hoy. Resultó ser una tarea muy sencilla y una excusa perfecta para acercarse al Archidruida, tener éxito en esto la pintaría como digna de confianza, y sin duda le ayudaría a su misión de ponerse bajo el mando de Izuku. Para lograr esa meta, estaba dispuesta a perder cualquier beneficio potencial con los pequeños bichos, ¡e incluso a dejar que Chris se llevara la gloria por la misión oficial!

Poco sabía Clemea que el aparentemente inútil manojo de raíces nudosas era en realidad un corazón de Spriggan, y que era tan valioso que algunos alquimistas no dudarían en asesinar a un noble para echarle la mano encima. Y en cuanto se fue, las Dríadas no pudieron evitar que los resoplidos burlones escaparan de sus gargantas.

– ¿Un Titán? – dijo con desdén la mayor.

– Eso demuestra lo patéticos que son estos mortales, su ignorancia es casi adorable. – añadió la joven.

– ¿Tal vez sea mejor así? – propuso la niña luego de volver a su vigilancia obediente. – No ser capaz de reconocer a un Dios naciente podría ayudarlo en sus viajes, después de todo.

Al terminar, los bichos se movieron fuera de la pared, revelando un núcleo que bien podría haber sido un corazón masivo. En lugar de un latido audible, el maná fluía visiblemente a través de él, viajando lento pero seguro por todo el cuerpo.

– Así que cuando llegue el momento, nuestro querido Padre será devuelto a nosotras. – las tres hablaron como una sola, con sonrisas llenas de amor adornando sus rostros mientras observaban el corazón viviente frente a ellas.

Esta historia continuará...


(–0–)


OMAKE – Fin del camino.

Aqua y Kyouya finalmente habían llegado a su destino, las puertas del pueblo de los principiantes ya estaban a la vista, a poco más de media hora de distancia, y ahora la suma de los rumores que los habían asaltado durante toda la duración del viaje habían sido confirmados como verdaderos.

– No hay manera… – Kyouya jadeó al ver la escena, con los ojos y las manos temblándole por la impotencia que sentía en ese momento. – Imposible…

Durante todo el trayecto, otros pasajeros y conductores de carretas habían compartido relatos sobre las hazañas de cierto Archidruida peliverde. Historias de un antiguo y poderoso lich que fue redimido y encarnado, de la exterminación de Beldia, un imponente árbol dorado que ahora se había convertido en el símbolo de la ciudad, y el último rumor, añadido por una caravana que venía desde la ciudad de Axel, nada menos, declarando que el enemigo del mundo, el monstruo al cual ni siquiera el Rey Demonio se atrevía a oponérsele, la Fortaleza Móvil Destructor…

Escuchar que tal enemigo ancestral había caído a manos del chico de pelos esmeraldas era simplemente…

– ¿Por qué…? – murmuró Aqua en absoluta desesperación. – ¿Cómo?

Había estado disfrutando de algo de éxito durante su viaje. Incluso con una marca negra en su tarjeta de aventurera, podía seguir prestando sus servicios lidiando con las hordas de no-muertos que atacaban la caravana por las noches. Nadie parecía sospechar que la anormal cantidad de no-muertos era el resultado de su propia presencia, y el espadachín estaba en una situación tan desesperada que terminó tragándose lo poco que quedaba de su orgullo y aceptó el dinero ofrecido por la "ayuda".

Estaba lista para usar estos logros como palanca para impresionar a Izuku, para demostrarle a ese nerd que podía ser útil y ganar acceso a su sin duda alguna gigantesca fortuna. Estaba lista para convencer a ese testarudo chico de ayudar a sus lindos devotos una vez más, aunque fuese a costa de arrojar a la manzana podrida bajo el autobús.

Ver al Titán arrodillado cambió totalmente su visión y misión. Ahora, tenía que asegurarse primero que nada que sus miedos sólo eran un caso de paranoia. ¡Tenía que asegurarse que un ser ancestral como ese no estaba regresando a este mundo!