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El Segundo León

Summary:

El príncipe Cerion ha respondido a la llamada de la guardia. El gemelo de Joffrey Baratheon irá al norte donde emprenderá su campaña en el muro.

Notes:

Esta nota es para informar que dividí el capítulo 1 en dos partes, pero prácticamente el contenido sigue siendo el mismo.

Chapter 1: El Ascenso del Príncipe

Chapter Text

Llevaban dos meses y medio de viaje. El príncipe Cerion estaba hastiado de no hacer nada. Casi era de noche, la avanzadilla de los exploradores de la guardia avisó que estaban cerca del Castillo Negro. Comentó a sus hombres las noticias, el pequeño ejército que logró reunir (y que Tywin Lannister le permitió) se componía de caballeros errantes, hombres de las tierras de las tormentas que hincaron la rodilla, uno que otro del Dominio, así como aquellos que se le unieron durante su viaje hacia Desembarco del Rey antes de la batalla del Aguasnegras: soldados, creyentes, albañiles, carpinteros, algún herrero, hombres que no tenían para comer, terceros o cuartos hijos, incluso bastardos que buscaban demostrar que tenían honor. Varios de los que le seguían eran hombres del caballero que lo salvó. Otros veían unirse a un príncipe como una gran oportunidad de escalar, Cerion era el segundo hijo, menor que Joffrey por unos minutos. Después de la victoria en el Aguasnegras se volvió el heredero de Bastión de Tormentas, a la vez que el de Roca Casterly; era un hombre a miles de leguas de un castillo que estaba en manos de Stannis Baratheon.

De sus 220 hombres sobrevivieron 163 a la travesía por mar. El intendente informó que perdieron 6 caballos en el viaje desde Guardiaoriente y que en un accidente un hombre se rompió la pierna. Los suministros, raciones y ropa estaban por encima de lo que se predijo. El príncipe estaba seguro de que era por la muerte de sus 57 soldados «Se suponía que solo sería un viaje para ayudar a la guardia. Ya tenemos perdidas y no hemos entrado en combate».

Sumado a eso tuvo sueños muy extraños durante el viaje, no de las normales, sino lobos siendo masacrados en un gran banquete, no era como las lagunas de su infancia o los sueños en los que montaba sobre Balerion el terror negro y quemaba a Joffrey. «Debo dejar de darle tanta importancia a un simple sueño».

Recordó lo difícil que fue iniciar la travesía ya que tomó semanas emprender la campaña hacia el muro. No fue fácil convencer a su abuelo. Incluso tuvo que recurrir a requisar barcos y usar los pocos de la flota real que quedaron tras la batalla. 

—Si lo hago disminuirá la animosidad de los norteños. Verán que un sureño y su enemigo se preocupó por su gélido norte —dijo Cerion para tratar de convencer a su temible abuelo.

Que Robb Stark y los nacidos del hierro se encarguen. Mance Ryder podría sernos más útil.

—La guerra casi ha acabado. Los norteños están atrapados en las tierras de los ríos y el cuello, Robb Stark perdió a los Frey. No corro peligro, sobreviví a los perros rabiosos que soltaste en el Tridente —Su abuelo parecía que pudo ver el alma de Cerion—. También a la batalla del Aguasnegras. ¿Qué son unos cuantos salvajes?

—Salvajes, que los norteños e hijos del hierro luchen por sus tierras. No tienes por qué alejarte del poder de nuestra casa.

—¿Qué quieres para dejarme partir?

—Eres un príncipe, debes pensar en el legado de tu casa antes que en tus caprichos. No eres tan estúpido como tu gemelo, aun así ¿Qué les enseñó su madre? —Cerion pensó que Tywin Lannister parecía más decepcionado que molesto, aunque el príncipe no estaba seguro ya que su abuelo tenía la expresividad de una roca.

—En mi caso pasaba más tiempo con Ser Barristan y con mi tío Jaime. ¿Qué puedo hacer para conseguir tu permiso? No puedo ir a Bastión de Tormentas a recuperar el castillo, permíteme ir al muro. Joffrey me detesta y le haría un favor. La otra opción es que tendré que proteger el muro con una capa negra...

—Te casarás con Sansa Stark la próxima semana —interrumpió Tywin.

—Estoy prometido con ella, puedo hacerlo en cualquier otro momento dentro de un año... —Sabía que era la única forma en que su abuelo aceptaría.

—Cásate con la Stark, ponle un hijo en el vientre que será el heredero de Invernalia y aceptaré que lleves a cabo esta campaña.

—¿De verdad? —En el momento Cerion no se cuestionó por qué su hijo podría ser el heredero de Robb Stark, estaba más emocionado por la propuesta de su abuelo.

—Sí, suficiente es con tener a un Lannister con capa blanca, un príncipe con la capa negra es una mayor estupidez. 

—Lo haré. —Cerion casi sintió que podría sonreír, fue fácil controlarse, de por si era algo que hacía muy poco, además si su abuelo veía eso seguro cambiaba su decisión.

—Algo más ¿cómo dices que obtuviste esa arma? —Cerion sabía a lo que se refería, Renacimiento era una espada de acero valyrio.

—Fue en Ladera mientras cavaba tumbas para soldados que murieron.

Su abuelo asintió. El príncipe estaba seguro de que su gemelo quería a Renacimiento, no obstante, él no la daría por nada del mundo. Además, creía que su abuelo sospechaba cuál era el nombre anterior del arma y a que familia perteneció. «A la mierda los Hightower. A la mierda Joffrey». Su abuelo dejó que se fuera. «Era eso o que vistiera el negro». Salió de la torre de la mano y celebró porque pronto dejaría Desembarco del Rey «Solo debo hacerle un hijo. Sansa es muy bonita, no será algo difícil».

Su boda fue como esperaba, aburrida, tediosa y sencilla. Fue en el septo del castillo, soportó la ceremonia, la envolvió con su capa con el venado bordado, besó a Sansa, y después realizaron una procesión hacia el salón donde se realizó el banquete. Realizó algunos brindis. Abrió el baile con Sansa, Cerion estaba algo oxidado, en los últimos meses había pasado más tiempo matando, cazando y patrullando por lo que bailar era algo de otro mundo. Su esposa se esforzó lo necesario, su rostro era como una piedra, el príncipe también trataba de verse sereno. 

Los invitados se unieron al baile, Cerion no dio mucha importancia, con los cambios de parejas se aclimató «No dejaré que Joffrey se luzca más que yo durante mi boda», bailó con Margaery, un par de sus primas, Lady Merryweather, Leonette Fossoway, su madre. Sonrió a los cumplidos «Debo ser cortés. Es lo que me enseñaron». Pensó en Ser Barristan, tras el retorno a la capital se molestó mucho al enterarse de que los rumores de que el viejo caballero fue depuesto de su cargo y capa eran reales. El baile terminó cuando por fin volvió con Sansa, estaba pálida. Antes de poder sentarse Joffrey proclamó a todos en el salón que era hora del encamamiento. Cerion aceptó a regañadientes, los músicos comenzaron a tocar una canción subida de tono, las mujeres lo desvistieron y los hombres hicieron lo suyo con Sansa. Sintió una caricia y un rozón en su entrepierna, así como un par de apretones de nalga. No podía ni imaginarse cómo lo pasaba su esposa. 

Al fin llegaron al cuarto con muchos ventanales en la torre de la mano. Cerion cerró la puerta de golpe, afuera decían bromas, pero no estaba dispuesto a aguantar más y los mandó a freír espárragos, aunque no de forma tan agresiva. Su esposa estaba pálida. Él tomó una jarra de vino, sirvió una copa y se la dio a Sansa.

—Bebe, será más fácil de esa manera. 

Ella obedeció, estaba tensa y el príncipe asumió que tendría miedo. «¿Qué demonios le hizo Joffrey en todo este tiempo?». Estaba hermosa, aun así, trataba de taparse los pechos y su sexo. Cerion sirvió una copa para sí y la bebió, tendría que trabajar antes de encamarla, sabía que si la tomaba por la fuerza sería doloroso para ella. Él sintió la sangre correr hacia su entrepierna, estaba listo para hacerlo. Pensó largo rato hasta que se le ocurrió algo y le sirvió un poco más de vino.

—¿Recuerdas aquel torneo en que hubo un caballero misterioso con un sol negro como escudo de armas? ¿El cuál no apareció para su enfrentamiento contra la Montaña? 

Sansa pareció no entender, se veía desconfiada y temerosa. Tras unos segundos asintió. 

—Era yo, fui quien te dio esas rosas tras ganar las primeras tres justas. —Cerion atesoraba esa memoria.

—¿En serio? —Se molestó un poco al ser interrumpido, en su tiempo con su salvador y sobrevivientes de la batalla de Aguasdulces se acostumbró a escuchar y seguir un orden muy rígido para hablar.

—Sí. Ser Barristan me dejó participar, pero cuando se me emparejó con la Montaña decidió que lo más prudente era que no pasara. —«Y esperaba que tu hermana me viese para luego decirle que la dejaría retarme. Pero no asistió aquel día». Se guardó eso último. Sansa bebió un largo trago. Cerion le contó más sobre su participación, incluso casi logró hacerla reír. Ella terminó la segunda copa, estaba roja y se soltó un poco más «Es momento».

Ella se acostó, respiró profundo y cerró los ojos, se notaba que estaba algo borracha. «No será tan diferente a follar con esa prostituta Campy». Si cerraba los ojos podía imaginar a la chica de ojos azules y un cabello tan oscuro como la noche. Tomó una prenda de ropa y se la mostró.

—¿Qué harás con eso?

—Vendarte los ojos...

—¿Por qué?

—Desde que entramos evitas verme. —Imaginó que la chica veía a Joffrey, «No soy ese cruel idiota que mata animales por diversión»—. Será más fácil así. 

Ella no respondió y dejó que Cerion cubriera sus ojos, se veía tan hermosa... El joven despertó de sus recuerdos, «Solo fue un matrimonio arreglado. Ella nunca llegó a apreciarme lo suficiente como para dejar su armadura de cortesía o siquiera verme mientras lo hacíamos. Solo se quedaba quieta y aguantaba hasta que terminara». Le puso un hijo para ir al muro y la envió a Roca Casterly, no pensaría más en su esposa. Ambos estaban lejos de Joffrey y de las intrigas de la corte real. 

Ser Balon cabalgaba a su lado. Cerion alzó la vista al cielo, no faltaba mucho para el anochecer, el muro lloraba. A los lejos pudo dilucidar las ruinas que asumió eran el Castillo Negro, que podía ser cualquier cosa, menos un castillo. Cuanto más se acercaron reconoció un extraño intento de empalizada poco homogénea «¿Qué demonios es esto?». Entonces fue que su guardia real señaló, al sur había humo, algo ardía... Un pensamiento aterrador lo inundó «¿Hemos llegado tarde?». Se negó a considerarlo, el viaje no podía ser en vano. Se adelantó con los exploradores que los guiaban, vio decenas de hombres apostados en las torres y las murallas, cuanta más distancia acortaron se dio cuenta que muchos eran espantapájaros, soltó un suspiro de alivio «No, llegamos en el momento correcto».

***

Al ver a la gran columna acceder al castillo negro temió lo peor. Los que llegaban no eran enemigos, parecían caballeros y portaban dos estandartes, el venado coronado de los Baratheon y el León de los Lannister. Parecía un sueño y casi llama a Owen para decirle que el rey Robert había respondido la llamada. Fue Seda quien le hizo darse cuenta de que era verdad «Han respondido. De verdad lo hicieron». Al frente de la columna vio a un hombre parecido al matarreyes, con el mismo cabello dorado y ojos verdes, pero más joven, delgado e incluso guapo. Estaba afeitado, fue entonces que lo reconoció, de su tiempo en Invernalia «¿Joffrey Baratheon? ¿Por qué le importaríamos al niño rey?». Donal Noye estaba tan sorprendido como los otros hermanos negros.

—Cerion Baratheon, príncipe de los siete reinos —anunció un hombre de gran voz.  «¿Su gemelo?», a su memoria llegó la vez que el muchacho aceptó un duelo con espadas romas con Jon. Pensó en lo extraño que era la situación, «Es el nieto de Tywin Lannister ¿qué hace tan al norte?». Un sentimiento pesimista se apoderó de Jon y deseó que Ygritte no fuera allí, sabía que le esperaba una muerte segura como a los demás salvajes—. ¿Quién es su líder?

Donal Noye salió a recibir al príncipe. Intercambiaron palabras durante un rato. Jon asumió que le contó todo lo que sucedía, porque no pasaron ni 20 minutos para que los hombres comenzaran a apostarse en los rellanos, sobre las murallas y en las torres, abrieron la puerta y dejaron pasar a varios caballeros. No reconoció la mayoría de los blasones. Uno de ellos llamó su atención, vestía de blanco y llevaba una capa blanca. El hombre fue quien los acompañó.

—Un gusto conocerlos, soy Ser Balon Swann. —El hombre le dio la mano, Jon la estrechó reluctante. Seda fue cortés en su presentación y Dick Follard solo asintió.

A pesar de la ayuda, Jon era incapaz de deshacerse de esa sensación de inseguridad. «Soy un hermano de la guardia. Soy la espada en la oscuridad. El vigilante del muro. El escudo que defiende los reinos de los hombres»


La batalla fue corta, perdieron a 22 hombres en total, cinco de su ejército, 6 de la guardia y una decena de aldeanos, una parte de los establos fue quemada, nada más. El problema no fue esa batalla, sino lo que sucedió después, el verdadero ejército se aproximaba desde el norte.  El enfrentamiento contra las fuerzas de Mance Ryder fue extenso, tantos que durante el día y parte de la noche hombres subían y bajaban por las escaleras en el muro, así como por la jaula que los llevaba a la cima. En aquella posición apenas usó su espada, defendían desde lo alto, esperaban que no recibieran flechazos y continuaban con la matanza de mamuts, gigantes y salvajes. Cerion no creía esas historias hasta que comprobó eran reales, en cualquier otro momento se habría asombrado y admirado las bellezas desconocidas, no tenía tiempo para ello. Algunos de sus hombres y de la guardia murieron enfrentando a un gigante en la puerta. Así como Donal Noye, el herrero del castillo. Cerion se lamentó de que perdieran al hombre que había demostrado ser el más capaz.

Era como enfrentar hormigas, sin embargo, estas a veces se defendían y a pesar de los hombres que tenían, la moral era inestable al ver que eran decenas de miles de enemigos. Dormían poco y para colmo de males en el décimo día de batalla llegaron otros hermanos de la guardia, quisieron apresar a Jon, pero la insistencia del príncipe fue mayor y convenció al desagradable Janos Slynt de que el bastardo sería su prisionero «Debieron colgarlo o decapitarlo. No darle el negro». No podían oponerse a su ejército con los números que tenían. La batalla continuó durante otros cuatro días, hasta que el décimo quinto se optó por enviar a un emisario a parlamentar. Cerion decidió ir, tomó a Jon y a Ser Balon consigo, al salir al otro lado por la jaula el príncipe sabía que no era lo más inteligente, mas no tenían otra opción «Debí dejar que los hermanos negros se encargaran de esto. Mi abuelo diría que he sido un idiota y estaría en lo correcto».

Caminó junto a Jon Nieve, no habían avanzado ni 20 varas cuando un jinete salió del campamento de los salvajes. Un hombre viejo habló con Jon como si fuese un conocido de años, en todo momento el príncipe mantuvo su mano sobre la empuñadura de Renacimiento, habría preferido tener a cientos de hombres, aun si sabía que era inútil debido a la superioridad numérica de 200 a 1. Llegaron hasta la tienda del rey-más-allá-del-muro. Los salvajes que los veían pasar los miraban como seres extraños. Algunos conocían a Jon e insultaron al hermano de la guardia «No serían capaces de matarnos en un parlamento ¿no?». Entraron y el rey despidió a la mayoría de los presentes, excepto a Jon y al príncipe. A Cerion le llamó la atención la mujer de cabello color miel trenzado y de ojos grises, era muy hermosa y su cuerpo también era atractivo. Mance Ryder habló con Jon de temas que Cerion consideró que no eran importantes. Luego mencionaron a cambiapieles, el cuerno del invierno y a los Otros «¿Qué demonios? ¿Ahora habla de cuentos de viejas?». Ser Balon sudaba y mantenía su arco listo para usarlo. Tenía el carcaj lleno de flechas.

—Un príncipe, un rey salvaje, un capa blanca y un cuervo. Debería componer una canción de esto... —Mance Ryder se sentó y se dirigió al príncipe—. Suficiente de charla. Estas son mis condiciones, abran las puertas, déjennos pasar, entregaremos el cuerno y su muro se mantendrá en pie hasta el fin de los tiempos. 

La forma en que hablaba Mance Ryder casi hacía creer a Cerion que sus historias eran verdad «¿Qué haría Tywin Lannister?». Recordó la plática con su abuelo y su mención a que el rey más allá del muro podía ser más útil. Los hermanos negros no tenían los números ni la habilidad para oponerse si el príncipe decidía abrir las puertas «¿Qué sucederá después?». Conocía las historias, mujeres raptadas, batallas por todos lados, su abuelo diría que los norteños tendrían que lidiar con los salvajes, miró a Ser Balon, su sombra blanca estaba en silencio y no dio indicios de aportar algo útil. Jon hizo una pregunta al rey salvaje. Este respondió y Cerion se sorprendió al oír la historia de cómo Mance Ryder llegó a ser rey «Siguen a los luchadores, no importa la sangre». Pensó en que no era tan diferente a la guerra, los más fuertes viven y se alzan por encima de los débiles.

Recordó al gran líder al que siguió por sus travesías en Aguasdulces, el cual murió por un par de flechas, su grupo se desbandó entre quienes quisieron volverse forajidos y los que apoyaron a Cerion «Si no los hubiésemos matado habrían hecho lo mismo que estos salvajes piensan hacer en el norte. Pero los salvajes, ellos tienen menos cadenas que los que vivimos en los siete reinos», imaginó el rostro de sus antiguos compañeros de armas «Podría haberme quedado con ellos», luego vio a Arya, quería creer que su amiga era libre. Recordó sus gatos en la fortaleza roja, los días en que jugaba con ellos y los perseguía, sin presiones y clases, hacía lo que lo divertía... «Soy un príncipe, soy un príncipe». Vio a su abuelo, a Joffrey, a Sansa y a su madre. Después vio a Robert, encadenado a sus obligaciones, rememoró enfrentarse a Arya, también la vez que atraparon gatos. Gatos y aves corrían por su cabeza...


Chapter 2: La sombra blanca

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En la tienda todo estaba en silencio. El Rey-más-allá-del-muro esperaba a que su príncipe eligiera. Hablaron de historias absurdas, cuentos que Ser Balon oyó de niño, pero allí, no parecía que mintieran. Además, tan al norte, tras ver gigantes y mamut los cuentos de Otros, grumkins y snarks parecían menos inverosímiles. Jon Nieve temblaba, no obstante, lo que más preocupó al caballero era el príncipe, su expresión y gestos, así como el tiempo que se había tomado para responder a la oferta. El guardia real estaba consternado «Es un príncipe. No puede siquiera estar tomando en serio la propuesta»

—¿Cuál es tu respuesta? Sabemos que tienen más hombres que los cuervos y están mejor armados.

Cerion se tomó un minuto y abrió la boca... Nadie en la tienda sabría qué iba a decidir porque en ese momento un cuerno sonó. El rey salvaje salió de su tienda, dijo algo a los presentes y luego se retiró. En el campamento salvaje se oyeron gritos, rugidos y resoplidos. Hablaron de Otros, pero lo único que entendió Ser Balon es que algo se aproximaba desde el este. Mance Ryder dio órdenes a otros salvajes. Hombres se prepararon para el combate, Jon Nieve y el príncipe desenfundaron sus armas; Ser Balon puso una flecha en el arco, aunque no lo alzó, no valía la pena intentar una locura como matar a un hombre si eso ponía en peligro al príncipe. Mance Ryder partió sobre su caballo hacia donde se veían los enemigos. Con ellos tres se quedó el tal Varamyr con dos lobos y un gatosombra. «¿Qué hacemos?», su príncipe señaló con la mirada al salvaje, Ser Balon comprendió. No fue ni un segundo, el caballero blanco tensó y disparó al gatosombra, la flecha se insertó en el ojo del animal. Ser Baelon tomó otra y la disparó a uno de los lobos. En su vista periférica vio algo aproximarse, desenfundó su espada, dio un tajo y se alejó de una osa. Su príncipe y Jon combatieron con los lobos, lograron matarlos con cierta facilidad, el acero valyrio era mortal en las manos correctas y sabía de los rumores que decían que el príncipe Cerion era tan talentoso como el matarreyes y Ser Barristan el Bravo. 

—Son prisioneras del trono de hierro, ríndanse y... 

—Aquí está mi rendición —interrumpió la voz de una mujer.

Mientras tanto Ser Balon se enfrentaba a una osa, mejor dicho, escapaba de ella, podía maniobrar mejor que el animal, pero en algún momento se cansaría y su oponente resistiría más. Lograba mantenerla a raya hasta que la osa rugió horrible, al tiempo que los gritos desgarradores de un hombre resonaron cerca. El animal perdió todo control y se lanzó hacia él. Ser Balon logró esquivar -por apenas un palmo- el ataque, agradeció a los siete y la osa siguió su carga sin poner atención a lo que había a su alrededor. El caballero no perdió ni un minuto y regresó a la tienda. Su príncipe amarraba a la mujer joven de cabello dorado.

—¡Ser Balon! Una carreta y toma a la reina salvaje. ¡Tenemos que volver al Castillo Negro!

El caballero asintió, los salvajes escapaban y le fue sencillo conseguir una. Tomó a la reina salvaje entre sus brazos y la puso en la carreta, era difícil controlar a los dos animales que empujaban, aunque no tenían opción. La mujer atada por el príncipe se resistía. Cerion la tiró, antes de subir tomó el arco de la tienda, Jon Nieve cargaba el cuerno negro, el supuesto cuerno de Joramun. Golpeó a los animales y se dirigieron a toda velocidad hacia el muro. 

—Ser Balon, dispara a cualquiera que se acerque. 

Consiguieron una gran ventaja, sin embargo, también cargaban más peso. Cinco caballeros los perseguían, Ser Balon obedeció a su príncipe. No importaba que aquellos fueran enemigos de los salvajes. Tensó el arco, esperó a que el caballero estuviera en rango, se preparó y disparó la flecha. Impactó al jinete. Su príncipe también disparaba flechas, al tiempo que Jon Nieve maldecía por algo. Fue una eternidad, hicieron caer a varios jinetes y a otros apenas si les afectaron. Cuando se acabaron las que tenía en el carcaj no le quedó otra opción que rezar. Fue entonces que llegaron al muro. Ser Balon tomó a la mujer embarazada entre brazos, fue en ese momento que se dio cuenta de que había roto aguas. Jon cargaba el cuerno negro y el príncipe a la princesa salvaje. Se metieron a la jaula y dieron la orden de que los subieran. A veinte metros encima del suelo reconoció los emblemas de los caballeros, entre alguno de las Tierras de las tormentas el más llamativo era el venado dentro del corazón llameante «Stannis Baratheon, eso estuvo cerca». El príncipe y Jon atendían a la mujer, pero no tenían mucha idea de cómo proceder. Al fin llegaron a la cima del muro, la batalla en el campamento salvaje estaba terminando. Los hombres celebraban.

—¡Lleven a esta mujer con el maestre! —Hombres de la guardia y sureños no perdieron tiempo.

Ser Balon no podía creer la mala suerte que tenían. Habían ido para apoyar y tenían a un enemigo fuera que hizo lo mismo. Cerion bajó a la princesa salvaje a rastras por las escaleras, tenía un par de cortes, por lo que bajó con lentitud. Jon Nieve lo seguía de cerca con el enorme cuerno. «Maldita sea ¿ahora qué mierda sucederá con nosotros?».

⚜⚜⚜

Pasaron un par de días para que se decidieran dejar pasar a Stannis Baratheon y su ejército, con la condición de que no trataría de hacer algo contra el príncipe y respetaría las leyes de hospitalidad. Así como una tregua temporal.

—Debes estar seguro de que no haré lo que Frey y Bolton hicieron a Robb Stark. —Muchos se desconcertaron por esas palabras.

Separaron a ambos ejércitos. Con Stannis llegaron noticias del sur, al menos de aquellos de sus soldados que se pusieron a jugar con los enemigos: el evento infame conocido como la boda roja fue el más discutido.

—No puede ser... Eso fue horrible. Ni siquiera alguien como Joffrey merecería lo que Frey y Bolton hicieron a Robb Stark. —Ser Balon decidió ignorar el comentario, sabía que los gemelos no se llevaban bien y el rey Joffrey era cruel, cobarde y un poco idiota. Lo pensaba, aun si nunca lo diría, su deber era servir.

—La guerra ha terminado, mi señor, aunque igual que usted creo que era innecesario romper las leyes de hospitalidad, los Frey están malditos hasta el fin de los tiempos —No parecía creer las noticias de la boda roja, Ser Balon estaba igual, era algo terrible. 

—Con esto y la boda de mi hermano viene la paz del león. La Tyrell pronto estará pariendo príncipes, mi esposa carga al futuro heredero de Bastión de Tormentas o de Roca Casterly y yo estoy aquí, rodeado por un ejército más grande y si intento ir hacia Guardiaoriente sería un gran prisionero de guerra... Espero que mi abuelo y su hermano puedan encargarse de esto. —Sabían las implicaciones, la tregua solo era hasta que Cerion decidiera dejar a la guardia.

—¿Cree que podrían venir al norte?

—Me traje la poca flota de Desembarco del Rey. Tendrán que esperar a la flota Redwyne y esta tardará en arribar a Rocadragón. No se diga al muro. —Tampoco lucía esperanzado con esa opción—. Si es que mi hermano considera que valgo la molestia. Me odia tanto como yo lo odio, para él mejor si muero.

La princesa salvaje daba vueltas por el lugar. Ser Balon no estaba seguro de que tan sabio era mantenerla así, temía que atacara al príncipe si tenía la oportunidad. El joven maldijo entre susurros y aventó los platos de comida a la pared.

—¿Qué haremos, alteza?

—Stannis nos tiene por las pelotas. Tendremos que esperar a que parta de aquí. Si lo que creo es correcto piensa ganarse a los norteños a su causa o se arriesga a que un ejército Lannister-Tyrell aparezca a las puertas del castillo negro. Cuando eso suceda ya pensaré en qué hacer. Si tenemos suerte perecerá con sus hombres —El muchacho no parecía albergar esperanzas en lo último, muchos en el reino sabían de las hazañas del pretendiente, de sus grandes victorias y su determinación.

El joven se levantó y dijo a Ser Balon que podría dejarlo en la torre que los hombres de la guardia le habían dado para sus aposentos «Una corte en la que el único lord que hay será el lord comandante». También estaba ese asunto, la guardia había comenzado a votar por el puesto, Ser Balon consideró extraño ese método, prefirió no entrometerse, aunque Cerion tenía curiosidad prefería pasar el tiempo con su prisionera y el sobrino de esta. «Al menos sabe defenderse». Se colocó en la entrada, algunos de los hombres que estaban de su lado eran aquellos que estuvieron en el viaje del príncipe por las tierras de los ríos, consideraba que había pocas probabilidades de que los traicionaran. Ser Balon se preocupaba por aquellos que habían luchado junto a Stannis en el Aguasnegras. «¿A qué lado irán si ocurre una batalla?».

En aquellos días Ser Balon oía muchos rumores y sus hombres le comentaban otros: "fuera del muro se encuentran los prisioneros salvajes", "Janos Slynt suma votos", "Stannis charló con Jon Nieve", "la bruja roja piensa quemar a Mance Ryder", "hombres se salieron de la contienda para lord comandante", "Stannis exploró los alrededores y ha presionado a la guardia para elegir a su líder". El caballero comentó algunos a Cerion, este solo asentía y luego se ponía a hablar con la princesa salvaje, hablaban del pueblo libre y otros temas. Una de aquellas noches, sin saber cuál, recibieron la noticia de que Jon Nieve había sido elegido lord comandante.

—Demasiados jóvenes en el poder. Espero que lord Nieve no sea un idiota como mi gemelo —comentó y se llevó a la boca una cucharada de comida. 

Los días pasaron, Samwell Tarly fue enviado a Guardiaoriente con la salvaje que amamantaba a los bebés. Cerion envió a su prisionero con ella, no permitiría que quemaran a un inocente. Tiempo después Janos Slynt fue ejecutado.

Ser Balon se sentía impotente de ver que no podía hacer más que guardar la puerta de la torre. En ocasiones el príncipe invitó a algunos de sus caballeros a su mesa, también comió un par de veces en la sala, pero prefería encerrarse para evitar tensiones con sus enemigos. Uno de aquellos días lord Nieve visitó al príncipe.

—Al fin se ha acordado de que lo ayudamos en ambas batallas. Sin nosotros hubiesen quemado sus escaleras o peor, los salvajes habrían abierto las puertas a Mance Ryder.

Jon se hincó e hizo una leve reverencia. Val estaba sentada al lado de Cerion, parecía no importarle nada de lo que sucedía.

—Alteza. Lamento no poder venir antes...

—Guárdate las cortesías ¿qué quieres? 

—Quería agradecer su decisión respecto al hijo de Mance Ryder. 

—A mí no me sirve de mucho. Por lo que me han contado no es heredero de nada y es menos improbable que usted o yo podamos convertirnos en reyes de los salvajes antes que el niño. —Ser Balon entendía que para un pueblo tan atrasado tenía sentido. 

—¿Entonces por qué conserva a Val?

—¿Acaso estás ciego Lord Nieve? Aun si su título de princesa es tan vacío como el mío de príncipe en este lugar no cambia que sea una prisionera valiosa. —«Prisionera... Claro, solo por eso», pensó Ser Balon. Entonces Cerion tomó la mano de la princesa y la mostró al lord comandante, ella tenía un anillo puesto, Ser Balon lo reconoció, era el que el príncipe portaba casi siempre—. Si no la hubiese tomado durante la batalla lo habría hecho mi tío y seguro la casaría con uno de sus hombres para intentar asegurar una alianza. ¿Algo más?

—Quería informarle que Stannis quemará a Mance Ryder. Y ofrezco disculpas por no poder hacer nada más por usted. La guardia agradece su ayuda, pero como sabe no intervenimos en los conflictos de los siete reinos.

Tras mucho tiempo, el caballero notó que la princesa salvaje mostraba una emoción, horror «Será por qué es el padre de su sobrino o por qué es el rey salvaje».

—No importa, suficiente es con que no haya estallado una batalla en el patío. Puede retirarse, Lord Nieve. 

Esa vez Val insistió en que lo dejara parlamentar con Stannis, Cerion no tomó en consideración esa idea. El príncipe le ordenó al guardia real que si Val intentaba salir podía someterla para evitarlo, durmió con sus hombres durante una semana. No fue mucho después que la princesa salvaje intentó escapar, Ser Balon tuvo que golpear a la mujer, no estaba bien, pero tenía que obedecer, además le hizo un corte que por suerte apenas fue un rasguño «Tiene suerte de que me puso a mí a vigilarla». Tras siete intentos infructuosos, uno en que Cerion se encargó de que saliera de su torre, le ataron sus extremidades y ella dejó de intentar escapar.

El día de la quema de Mance Ryder llegó. Cerion permitió a Val verlo todo desde la cima del muro. Ser Balon los acompañó por si surgía cualquier inconveniente. El príncipe pidió prestado al maestre del castillo un objeto que permitía ver a largas distancias. Ser Balon tenía una gran vista, por desgracia desde tan lejos incluso para él fue difícil apreciar toda la escena, aunque se sorprendió de la forma en que brillaba el gran fuego. En un momento el caballero pudo ver que los salvajes tiraban objetos a una fogata y otros trataron de escapar, esos fueron minoría. El evento se sintió como una eternidad hasta que Val dejó el objeto y se retiró de la cima seguida por el príncipe y Ser Balon «Ahora ha reclutado a cientos de salvajes y nosotros seguimos siendo menos de ciento cincuenta. Esto tiene que ser una mala broma». Cerion se quedó atrás, se veía un poco molesto, era más de lo que Ser Balon recordaba, pocas veces vio al príncipe expresar alguna emoción «En eso se parece un poco a su abuelo y es por completo diferente a su gemelo y padre».

—Si escuchas algo de la torre no es necesario que entres —dijo en voz baja.

—¿Qué?

—Lo que dije. Dile a Ser Bonifer que vigile a sus hombres y también a los demás. —Su voz era calmada y un poco regia—. Esta noche será mejor si no juegan con los hombres de Stannis.

—Entendido, alteza.

Informó a los principales caballeros de las órdenes del príncipe. Algunos se quejaron, pero no eran lo suficientemente osados como para retar al guardia real. Jugó con varios de sus hombres, hizo bromas y se aseguró de que aquellos que mostraban signos de poca lealtad no consideraran pasarse de bando aquella noche. Oyeron en el patio aclamaciones y alabanzas a Stannis y su dios rojo. En las habitaciones que estaban pudo ver una gran fogata en el patio del castillo «Esos hombres lucharán por su rey hasta el amargo final». Aunque en su infancia fue amigo de algunos Ser Balon también haría lo mismo por su príncipe, lanzó los dados sobre la mesa y perdió. Dio la moneda de cobre que le restaba. Se despidió, tomó un par de platos para la cena y fue a la torre, un par guardaban la entrada, permitió que se fueran al salón. Iba a tocar la puerta y oyó los sonidos, dejó caer un plato, antes de abrir se hicieron más claros: eran jadeos, gemidos y el choque de la carne con la carne. Se quedó allí, sabía que en esos momentos eran los de mayor vulnerabilidad «Soy un guardia real, no es mi deber juzgar a mi príncipe. Ese es el trabajo de los dioses».


35 días y 35 noches transcurrieron desde que Mance Ryder fuese llevado a las llamas. Ser Balon Swann guardaba a su joven príncipe y a la princesa salvaje, o como la empezaron a llamar en días anteriores "la reina salvaje". Su Alteza siempre estaba acompañado por la mujer, rumores entre los caballeros y miembros de la guardia de la noche eran hablados sobre la relación de ambos. Ser Balon sabía muy bien que Cerion y la salvaje compartían el lecho. Recordó aquella noche y también la vez que no fue prudente y los vio mientras estaban en el acto. Val era hermosa, tanto o más como mujeres de la corte, su príncipe era joven, estaba a miles de leguas de su esposa, era normal que buscara el calor de la mujer.

«Es mejor que su hermano», pensó el guardia real. Cualquiera que comparara a los gemelos se daría cuenta de que aparte de la apariencia, en lo demás eran como el agua y el aceite, donde Joffrey era cobarde y cruel; su gemelo era valiente, un gran guerrero y lo suficientemente bondadoso como para alimentar a salvajes y hermanos de la guardia con las provisiones que tenían para la campaña. Se hablaba de Otros y espectros, Ser Balon no creía en esos cuentos y esperaba retornar al sur.

«Por lo menos Stannis y su hueste partieron del muro». Ya no se preocupaba por que estallara una batalla en medio de la noche, aunque tampoco entendía porque Cerion no daba indicios de realizar el viaje a Guardiaoriente. Sentía algo de culpa, vio a viejos amigos de la infancia como los hermanos Morrigen. «Soy un hermano juramentado de la guardia real, sea el enemigo que se presente protegeré al príncipe con mi vida». Si el momento llegaba los enfrentaría en el campo de batalla hasta el amargo final. No cuestionaría al príncipe «Tendrá sus razones. Mi deber es protegerlo».

La columna se componía por hermanos de la guardia y por caballeros del príncipe Cerion. Llevaban alimento y bebida. Ser Balon escuchó al príncipe decir que quería que una parte de los salvajes en Villa Topo se uniesen a él en Escudo de Roble, el castillo que la guardia cedió «A pesar de que hincaron la rodilla ante Stannis. No es una buena idea».

Charlaba con Val, ella portaba la tiara que el príncipe le regaló, era un trabajo tosco hecho por un herrero que llegó en su ejército, aun así, eso la hacía lucir como una dama de la corte. Ser Balon notó que a la princesa no le gustaba llevarla. Ella dijo algo al oído del chico y este se rio, el guardia se sorprendió, casi nunca lo había visto sonreír, menos con su esposa, recordó a Lady Sansa, una muchacha cortés, amable y bonita, sin embargo, de lejos el príncipe siempre se veía aburrido y ella lucía todo menos feliz. «Es solo un muchacho, no ha vivido ni 18 días del nombre. Que los siete nos amparen si esa salvaje es quien lo gobierna».

Llegaron al pueblo, su exterior eran ruinas, era en los túneles donde estaban los refugiados. Desde fuera a Balon le llegó el hedor a heces y cosas pudriéndose, algunos hombres a su alrededor hicieron comentarios y chistes de la situación de los salvajes. «Es como si estuvieran en el lecho de pulgas. Su gemelo nunca pasaría por un lugar así». No le gustaba esa sensación de creer que estaba mejor sirviendo a Cerion que a Joffrey, pero no podía evitarla.

Los hombres de la guardia y los caballeros del príncipe se separaron. Dieron manzanas, cebollas, nabos, algo de cereal, sopa y agua. Cerion estaba imperturbable, entregaba con sus propias manos los alimentos, un par de salvajes se quejaron por las raciones, Ser Balon Swann temía que hubiese una pelea. Uno de ellos amenazó al joven, el muchacho miró al hombre a los ojos.

—No crean que he olvidado que ustedes eligieron hincarse ante Stannis después de que su rey murió y los cuervos les dieron la piedad. —«Cuervo, solo los salvajes los llaman así»—. Les doy parte de mi comida y así lo toman, no debería haber venido, no imaginé que su pueblo fuese tan malagradecido.

Quejas y gritos resonaron entre los salvajes, algunos tomaron sus armas, hicieron a los niños hacia atrás. Ser Balon y los caballeros que acompañaban a Cerion se prepararon para lo peor «Maldita sea. Son demasiados», pensó el caballero, incluso si podían escapar de allí no sería sencillo y tendrían muchas bajas, cuando los hombres de la guardia y el resto de las fuerzas se enteraran de lo sucedido querrían sangre. Val, en cambio estaba impertérrita «¿Por qué no dice algo? Se supone que es su princesa».

—¡¿Por qué debemos depender de su caridad?! Podemos tomar la comida con nuestras propias manos. Ustedes los sureños son unas ratas, nos matan lentamente, no me sorprendería que acabaran primero con los hombres y mujeres de las lanzas...

—Preferiría matar a sus hombres en combate. Dejaré pasar su comentario y les daré una oportunidad. Elijan a tres campeones...

—¿Por qué deberíamos tomar tu oferta?

—Lo has dicho, pueden tomar la comida, pero será un derramamiento de sangre innecesario. ¿Cuántos de ustedes y de nosotros morirán si peleamos? ¿Cuántos niños, ancianos y mujeres? —Los salvajes se calmaron un poco, Ser Balon seguía igual de preocupado, por el momento había funcionado «¿Qué planea hacer? Esto es demasiado riesgoso. Son salvajes, no deberíamos negociar con ellos»—. Elijan a sus tres campeones y si ganan entregaré el doble de raciones. Si yo lo hago... lo decidiré cuando llegue el momento.

Las voces y cotilleos cambiaron a los caballeros sureños «Es una locura ¿qué piensa conseguir con algo así?».

—¿Cómo sabemos que cumplirás con lo que dices? No sabemos quién eres —dijo un salvaje más alto que Ser Balon, su cabello y ojos eran oscuros como el carbón. Estaba algo delgado y llevaba una vieja espada oxidada.

—Si mi palabra no es suficiente espero que esto lo sea. —Cerion sacó su daga, por un momento Ser Balon pensó que estallaría una batalla, los salvajes avanzaron y se desenvainaron espadas en ambos bandos. El joven se quitó un guante y se hizo un corte en la palma de la mano—. Yo, Cerion Baratheon. Juro por los dioses antiguos y los nuevos que cumpliré con lo prometido, que los dioses me juzguen y castiguen si no es así. Elijan a sus campeones, esperaré a que coman.

Entregaron el resto de las raciones, los salvajes se alejaron para comer y discutir lo qué harían. Al tiempo que eso ocurría varios caballeros cuestionaron en voz baja la decisión del chico. «No son traidores por ello, solo tienen dudas». Cerion comía con Val, la princesa salvaje se había quitado la tiara. El guardia real se acercó a su príncipe, esperó a que se diera cuenta de su presencia.

—Tu blanco perro faldero quiere hablar contigo —dijo la salvaje. Ser Balon se contuvo para no responder, no quería arriesgarse a hacer un comentario que causara problemas, no necesitaban algo así después de que se calmaran las cosas con los salvajes.

—Ser Balon, ¿qué necesita?

—Me gustaría ser su campeón, alteza, es mi deber como guardia real.

—Agradezco el ofrecimiento, Ser, pero pelearé yo solo.

—¿Por qué?

—No dejaré que se diga que me escondo detrás de una capa blanca y que obligó a otros a luchar mis batallas.

—Pero los salvajes... Es muy peligroso. —Ser Balon miró a Val «¿Acaso esta fue su idea? Si él muere en un duelo no podría decirse que fue traición de los salvajes. No sería honorable tomar represalias en ese caso».

—Tengo que hacerlo. No se preocupe, sé lo que hago, mi padre no tenía más de 15 años la primera vez que mató a un hombre y se enfrentó a un gran oponente.

«A no ser que se refiera al matarreyes y la historia de cuando cruzó espadas con el caballero sonriente...». Por lo que sabía Ser Balon estaba seguro de que el difunto rey Robert no había matado a oponentes peligrosos hasta que se alzó en rebelión y tenía casi veinte años en el momento en que eso sucedió.

—Alteza...

Sabía que no lo haría cambiar de opinión, tiempo antes vio esa mirada en el joven príncipe, durante la batalla del Aguasnegras. Lo encontró casi al final, el príncipe se abrió paso hasta matar a Lord Willum y sus dos hijos. Algo similar ocurrió tras su decisión de partir con su tío el matarreyes a la guerra en las tierras de los ríos, era un chiquillo de 13 años. Rememoró los rumores de que el rey Robert tuvo que intervenir porque la reina Cersei quiso prohibirlo. «Deja que se vuelva un hombre y se gane sus espuelas», fueron sus palabras. Aún no era un guardia real, sino que fue un amigo suyo quien le contó la historia.

Pasaron un par de horas, no faltaba mucho para que anocheciera. El duelo sería en el exterior de villa topo; salvajes, caballeros y hombres de la guardia estaban reunidos. Uno de los campeones salvajes era casi un gigante, no tan alto como la Montaña, pero era imponente, cargaba un mandoble algo oxidado, Ser Balon vio que el salvaje no llevaba armadura, ni cota de malla, solo las pieles que lo protegían del frío. El segundo era una mujer, usaba una lanza y era tan alta como el joven príncipe, el tercero era un hombre con una armadura de bronce y una espada de hierro algo vieja.

—¿Quién peleará primero?

—Yo lo haré. —El hombretón se adelantó a su compañera—. ¿Estás seguro, niño? —Cerion asintió—. Será sencillo conseguir esa comida entonces.

Val estaba a lado de Ser Balon. El combate estaba a punto de empezar y Lord Nieve se aproximó a la salvaje. Preguntó algo en voz baja, la princesa tardó en responder, se acomodó la tiara que llevaba, lucía como una princesa «Con otra ropa y joyas luciría tan deslumbrante como la reina madre o como Sansa Stark».

El primer duelo dio comienzo. El primero en atacar fue el salvaje, Cerion daba vueltas alrededor de su oponente, evadiendo y bloqueando los golpes con su escudo y con Renacimiento, una espada de acero valyrio, conseguida como si fuese una leyenda. Ser Balon había visto antes algo similar, en el patio de entrenamiento, «¿Por qué espera tanto?».

—Deja de huir... —Lanzó un tajo a la cabeza, el joven lo bloqueó, el golpe fue con tanta fuerza que soltó un quejido, el escudo se estaba haciendo pedazos. El muchacho se alejó y se quitó los restos, tomó la espada con ambas manos y esperó la embestida. Ambos entraron en un intercambio de estoques, tajos y mandobles. Entonces Ser Balon se dio cuenta que Cerion apenas se esforzaba, los movimientos de su enemigo eran lentos y torpes, en cambio el príncipe realizaba cortes en brazos y algunos en ambas piernas. El salvaje sangraba de decenas de heridas. «Apenas suda ¿por qué extender tanto el combate?». Cerion aprovechó una apertura después de uno de los ataques, se acercó y lanzó una estocada al vientre, el hombretón gritó y sangre emanó de su herida. Con la espada golpeó las manos del hombre, este soltó su arma, luego el joven le dio una patada en la rodilla y lo hizo caer.

—¿Te rindes? —Se mantuvo a una distancia segura «No se arriesgará a un combate cuerpo a cuerpo en el suelo».

—Hijo de...

—¿Te rindes?

—Acércate, sureño, ¿o seguirás corriendo?

—No soy estúpido, no preguntaré de nuevo ¿te rindes?

—Acaba con esto de una vez.

Cerion se acercó con cuidado y cuando estuvo lo suficiente cerca atravesó el pecho, un charco de sangre se formó alrededor. Varios caballeros sacaron el cadáver de allí. Cerion bebió un poco de agua y preguntó a Val si lo había hecho bien «Ella de verdad parece su señora».

—No celebres, sureño, aún restan dos oponentes y varios combates...

El siguiente combate fue contra la mujer. A pesar de lo que Ser Balon creyó, el enfrentamiento no fue tan sencillo, la mujer era ágil y usaba la lanza tan bien o mejor que el guardia real. El joven príncipe se concentraba en evadir los ataques y retroceder. Usaba la daga para desviar y la espada como un escudo. Sufrió un par de cortes, no eran tan serios, pero el sangrado poco a poco lo debilitaría. «¿Por qué no se lo toma más en serio? ¿Acaso desea morir?». Había demostrado más habilidad en ocasiones anteriores, Ser Balon deseaba estar en su lugar y acabar lo antes posible con ese espectáculo. Val se mantenía imperturbable.

El caballero se exasperaba con cada segundo que pasaba y su impotencia aumentaba. Cerion aprovechó su velocidad y agilidad superiores para evadir un ataque de la lanza y con su espada partió el arma en dos. Se fue a la ofensiva, no eran ataques letales, realizó cortes y golpes con la espada hasta que hizo caer a la mujer. Enterró su espada en el hombro y ejerció presión con la pierna.

—¿Te rindes? —La mujer trataba de no gritar, sin embargo, Cerion movió la espada un poco y ella no pudo evitarlo—. ¿Te rindes?

—¡Bien, bien! ¡Tú ganas!

La mujer se levantó, molesta y humillada por el resultado «Si hubiese sido cualquier otro habría podido ganar» unas ancianas la atendieron. Ser Balon no comprendía ni un poco lo que su rey quería lograr. Restaba un oponente. El único que iba con armadura, no sería nada para el acero valyrio, pero aun así era de los pocos salvajes que parecía un poco civilizado.

Los contrincantes no esperaron. El sonido del acero chocando con el acero y el de la madera quebrándose fue el único durante la batalla. Astillas volaron, se realizaron cortes, ambos sangraban, sus movimientos eran rápidos. «Lo logrará, venció a los anteriores, tiene que poder con el último». En un momento se quedaron entrelazados con las espadas. El joven rey estaba más cansado, aunque mejor alimentado que hace semanas, contrario a su oponente. Cuando parecía que uno iba a tirar al otro resultaba con la situación volviéndose a emparejar.

Ser Balon se enfocó en Cerion, estaba empezando a ceder de nuevo «No, ya no tienen las fuerzas». El siguiente movimiento no solo tomó desprevenido al salvaje, también a los presentes. Cerion soltó un cabezazo a la nariz. Ambos soltaron sus espadas, sacó su daga y golpeó varias veces hasta que lo sometió y colocó el filo en el cuello.

—Ríndete...

La respuesta tardó un par de minutos.

—Bien... Has vencido por ahora.

En ese momento y por apenas un par de segundos Ser Balon vio a la salvaje sonreír. Lord Nieve se veía asombrado por el final de la escena. Cerion tomó su espada, sangraba y se notaba agotado. 

—Volveremos las veces que sean necesarias.

Jon Nieve fue seguido por decenas de salvajes. Ser Balon no entendió por qué tendrían que volver y 3 días después el príncipe volvió a repartir comida, retó a que enviaran a otros tres campeones. Los salvajes aceptaron. Fue similar a los anteriores duelos, la diferencia es que su príncipe peleó más en serio, además los campeones eran mejores, fue golpeado, cortado y lastimado más veces, sin embargo, se las arregló para vencer a sus oponentes: un ágil y fuerte salvaje que era muy bueno con el hacha de guerra, una mujer de las lanzas más habilidosa que hirió al príncipe y el tercero fue el mismo que la anterior vez. Cerion no usó su espada de acero valyrio, sino una espada de acero normal. El enfrentamiento fue más parejo, también el otro parecía pelear más en serio. Cerion derribó al contrario y puso la punta del arma en el cuello, el combate había terminado. 

Nada sucedió, Ser Balon notó que algunos salvajes dudaban, se vieron unos a otros y al final volvieron a su lugar bajo tierra. Trataron las heridas del príncipe y 7 días después retornaron. Esa vez al pedir a sus campeones solo uno dio el paso, era el mismo que ya había enfrentado dos veces. El combate fue asombroso, los dos contrincantes lucharon por todo el lugar, no se contuvieron nada, el acero chocaba con el acero, Cerion había decidido no usar a Renacimiento. Los escudos se hacían pedazos, ambos recibían cortes, gruñían y gritaban. El guardia real se puso nervioso cuando el salvaje logró desarmar al príncipe, pero este en vez de entrar en pánico decidió esquivar los ataques, estaba por completo a la defensiva, era una danza extraña, aquella que solo los guerreros conocían. Dio vueltas, corrió, esquivó, saltó, incluso parecía que dejó una abertura, en realidad fue una finta. Rodó por el suelo, entonces lo notó, la espada estaba cerca, el príncipe la tomó con la mano izquierda. El salvaje se dio media vuelta y el intercambio de golpes siguió, para asombro de Ser Balon Swann el príncipe era tan hábil con la izquierda como con la derecha «Esto debe ser obra de Ser Barristan el Bravo». La balanza se inclinó hacia su alteza, ahora tenía la iniciativa y la aprovechó, atacó con movimientos rápidos y certeros hasta sobreponerse y hacer que el salvaje aceptara la derrota.

—He vencido a sus campeones... Siete veces. Esta es mi oferta, únanse a mí. Necesitaremos más espadas, mujeres de las lanzas y a todo hombre, mujer o muchacho que pueda defenderse. Venid conmigo, preparémonos para enfrentar al verdadero enemigo juntos. —Proclamó en voz alta, desenfundó su espada y la alzó, era una vista imponente—. Lo único que deben hacer es jurar que nunca serán mis enemigos, los que lo hagan también recibirán armas, no los obligaré a cambiar a sus dioses. Síganme y sobrevivamos juntos, pueblo libre y sureños, primeros hombres y ándalos... — Su príncipe lucía real con Renacimiento, una espada legendaria y con su daga de acero valyrio con empuñadura de huesodragón. No era solo una fachada.

Ser Balon tardaría tiempo en creer lo siguiente que sucedió. El tercer campeón se puso enfrente, no se arrodilló, pero a él se acercaron quienes Ser Balon asumió eran sus seguidores. El hombre sacó un puñal, lo colocó con la empuñadura hacia el cielo y lo sostuvo del filo.

—Yo, Sigorn, Magnar de Thenn juro por antiguos dioses, y por el arma que sostengo, entregar mi fidelidad y comprometo mi lealtad en nombre de los Thenn. —La voz del salvaje era sonora y grave, se oía lejos sin necesidad de gritar—. No alzaré armas contra Cerion de tierras verdes y si rompo mi juramento que los dioses me juzguen con toda su ira y que su espada atraviese mi corazón. 

Se hizo un corte en la palma de su mano. Cerion emuló la acción, mantuvo la compostura y no flaqueó a pesar de las heridas que tenía. Después del magnar varias mujeres de las lanzas y otros salvajes se pusieron ante Cerion. Muchos hicieron juramentos y dieron su palabra al príncipe «Valoran la fuerza sobre todo y a su manera tienen honor», para Ser Balon era inesperado y revelador.

—¡Cerion, Iknen Yshtav! —exclamó un hombre entre la multitud.

—¡Cerion, Iknen Yshtav! —Varias voces dijeron en otro lado.

—¡Cerion, Iknen Yshtav! —El Magnar Sigorn se unió con su pueblo. Las lanzas eran golpeadas contra el suelo, los hombres alzaron sus espadas al cielo. «Amigo inseparable», oyó decir a la princesa salvaje.

—¡Cerion, Iknen Yshtav! —Ser Balon no comprendía muy bien lo que sucedía, mas se daba una idea. Sacó su espada, los caballeros del rey emularon la acción.

—¡Cerion, Iknen Yshtav! —Decenas de armas reflejaban la luz del sol y se movían en al aire. 

—¡Cerion, Iknen Yshtav

Chapter 3: Sangre para los antiguos

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El fuego lo rodeaba, el sonido del acero chocando y la lluvia dándole en la cara eran sensaciones vívidas, tan reales como aquel día. Cerion lanzaba tajos y estoques a sus enemigos, no podía ver sus rostros, sabía que debía matarlos. Su instinto lo guiaba, al terminar con uno continuaba con el siguiente que aparecía en su campo de visión. Perdió su espada en el cuello de un enemigo, sangre le salpicó al rostro, desenvainó su confiable daga de acero valyrio, se abrió paso hacia el líder de su grupo, estaba rodeado por cuatro hombres y tenía varias flechas clavadas. Aprovechó que estaban enfocados en aquel para matar a un par y tomar la masa de uno de ellos. Lo protegió hasta el fin de la batalla, sus recuerdos son borrosos, cuando la laguna terminó tenía sangre en la cara, su arma tenía pedazos de carne y sesos. Se dejó caer de rodillas y tomó la mano del herido. La lluvia aminoró, los lamentos de los heridos reemplazaron al sonido del acero y los gritos de guerra.

—Muchacho... La-lamento no... no poder cumplir m-mi promesa... —Apretó con fuerza, no lo dejaría ir, no a él.

—No, por favor. Ser, se curará. Su hermana lo espera en Ladera, estamos tan cerca.

El hombre se rio, le costó mucho e hizo quejidos de dolor por ello.

—Mi... hermana... L-lo siento.

Fue uno de los jóvenes escuderos quien lo encontró llorando ante el cadáver del hombre. La lluvia ocultaba el hecho, pero sus ojos rojos eran suficiente prueba. Los bellos ojos color miel y la expresión de su compañero escudero eran tristes. 

—Loreon. —Puso su mano sobre su hombro, en ese momento el príncipe quería decirle que su verdadero nombre era Cerion—. Loreon...

No recuerda más. Cuando se recuperó enfrentaron a una parte del grupo que se quiso separar para hacer pillaje, los mataron u obligaron a huir. Sus memorias estaban fragmentadas, tras recobrar la conciencia 30 hombres se dirigían hacia Ladera a enterrar los restos de quien fue líder en su lugar de reposo eterno. 

Despertó en medio de la noche, tenía a Val a su lado, ambos estaban envueltos en sabanas y pieles. Si alguien los veía así pensarían que había una bestia con pelaje dorado. Cerion abrazó a su pareja y cerró los ojos, sabía que no conciliaría el sueño. «Ojalá tuviera un dragón para calentar el lugar». No se quejaba del muro, no apestaba como la capital y la compañía de Val era mejor que la de Sansa. Era sencillo olvidar sus responsabilidades tan al norte, además, había recibido pocos mensajes del sur que podía olvidar que existía. La mayoría eran de su abuelo en el que le comentaba que no podían enviar a nadie a apoyarlo, uno de su tío Tyrion en el que le informaba que Jaime volvió con vida y un par relacionados al embarazo de la mujer con la que tuvo que casarse y otro sobre que la Tyrell estaba encinta «No me sorprendería que de pronto Joffrey muriera en extrañas circunstancias». 

Cerion se levantó de la cama, se vistió con la ropa de la guardia de la noche, se amarró el cinturón de la espada y acomodó su daga de acero valyrio. Afuera era de día, la tormenta había amainado, fue al comedor reservado para sus hombres, los primeros en llegar fueron los salvajes. Saludó a Sigorn en la antigua lengua, la aprendía para tener una mejor comunicación, el thenita se rio y devolvió el saludo «Me falta mucho para dominarla». Sabía que la necesitaría para las batallas venideras. El príncipe convenció a Jon Nieve de que se le permitiría saber sobre los problemas de la guardia «Si voy a congelarme en esta carcel de hielo al menos haré algo por el reino». Ser Denys Mallister de la torre sombría pedía hombres y enviaba cartas sobre salvajes que se reunían al otro lado del muro. Pidió al magnar que le dijera todo lo que sabía sobre el Llorón, lo que oyó no le gustaba nada.

—¿De verdad crees que no hay manera de convencerlo?

—No. —Fue su respuesta final.

La única solución era vencerlos en combate y Stannis le había mostrado que incluso con la inferioridad numérica vencer a cientos de salvajes indisciplinados era posible. Eligió su plan semanas antes y lo practicaban a diario. Después del desayuno puso a los hombres a entrenar con palos de 7 a 8 varas de largo, aún faltaban muchas puntas de lanza, pero no podía perder tiempo. Los thenitas, mujeres de las lanzas y un puñado de sus hombres eran los más importantes. Inspeccionó y corrigió, fue cuidadoso de no ofender a los salvajes «Son demasiado obstinados y orgullosos, era más sencillo cuando solo era un escudero y no un comandante». Se dirigió a la armería del castillo negro, donde los herreros y armeros se hallaban.

Jon enfrentaba a 3 reclutas de la guardia de la noche. «No quiero ni imaginar si atacan cuando aún están aprendiendo». No fue inesperado que el lord comandante lograra vencer a sus oponentes con algo de facilidad. Ser Balon apareció a su lado justo en el momento en que el señor de los huesos llamó la atención de Jon Nieve, intercambiaron palabras y decidieron que se enfrentarían. Cerion no pudo evitar notar el cambio inmediato que tuvo el salvaje al ponerse la cota y la coraza, pero algo en su físico lucía muy diferente. Casaca de Matraca se veía más imponente y grande, parecía otro hombre «Debo estar imaginándome cosas».

El enfrentamiento lo sorprendió, el señor de los huesos blandía y usaba el espadón con tal habilidad que Cerion pensó que si los mejores guerreros salvajes luchaban así sería más difícil enfrentar al Llorón, de quien había oído rumores de que usaba una guadaña de acero y quitaba los ojos a sus víctimas. Casi al final del duelo Jon embistió a su enemigo, peleó en el suelo y al final quedó debajo, los cuervos se apresuraron para quitar al salvaje de encima y este los insultó «Era su último recurso. Ha mejorado, no lo suficiente». 

—Ser Balon, ¿cree que podría vencer a alguien con esa habilidad?

—Si tengo mi maza y él se agota o resbala.

—¿Cree que yo podría hacerlo? Quiero la verdad.

—Si resiste más que él, creo que sí.

Cerion consideró largo rato la respuesta, «Tengo la habilidad y el entrenamiento, si tan solo tuviera la experiencia de mi padre. No, mejor así, es mejor no confiarse, eso me decía Ser Barristan, no importa si es un campesino o un tullido».

Se fue a ver a los armeros, al tiempo un par de mayordomos llegaron con comida. Preguntó cómo iban con las picas.

—Avanzamos rápido, alteza. Aunque, ¿por qué necesita tantas?

—Tengo un plan, no es necesario que lo sepan, sigan con lo suyo y serán recompensados —dijo y pidió que le llevaran su plato de comida, los hombres le contaron de sus problemas y lo que querían «Es probable que varios de ustedes mueran y otros no logren retornar al sur», se guardó esas palabras, no quería asustarlos. Los animó y deseó que progresaran con su encargo.

Volvió a donde sus hombres entrenaban, constantemente tenía que hablar con el magnar de Thenn de que eso era importante «Si lo convenzo a él, sus doscientos hombres harán lo que sea, le son tan leales como Ser Balon lo es a mí». Antes del anochecer se dispersaron, entrenaron casi todo el día, Cerion se quedó con su guardia real.

—Alteza, ¿de verdad su plan depende de ellos?

—Aunque no lo parezca, los thenitas son más disciplinados y civilizados de lo que puede pensar. Además, sería tonto solo tener un plan, sé que lo sabe muy bien, Ser.

—Comprendo, ¿está seguro de que cuando el momento llegue estos salvajes...?

—Pueblo libre, Ser, ellos se hacen llamar así.

—El pueblo libre, ¿cree que enfrentarán a su pueblo cuando sea el momento? —El caballero no sonaba seguro, lo había escuchado bromear en ciertas ocasiones sobre eso, sin embargo, hablaba en serio. Cerion ponderó su respuesta, el pueblo libre era un comodín, harían lo que consideraran mejor, todo lo que Val y Lord Nieve le contaron apuntaba a ello «Al menos puedo estar seguro de que no me apuñalarán por la espalda». 

—Espero que cuando estemos ante el Llorón lo hagan. —Ser Balon no dijo más, pero por la expresión que hizo, Cerion entendió las palabras que su hombre más leal se guardó «Porque si no estaremos todos condenados».

⚜⚜⚜

Tras poco más de siete días el cielo estaba despejado y la tormenta había amainado. Cerion se puso la mejor ropa negra que tenía y esperó a que Val terminara de prepararse. Cerion paseó su mirada por el rostro, labios y el cuerpo de Val.

—¿Has perdido la lengua, sureño?

—No, solo estoy pensando en qué dirán por el escándalo de anoche.

Val y Cerion pasaron una noche muy ocupada y mientras lo hacían ella se dejó llevar o lo hizo por molestar a Cerion y lo rasguñó de tal forma que él hizo un quejido audible. Val se rio y comenzó a amarrarse su cabello, Cerion se colocó detrás de ella para ayudarla con ello. 

—¿Qué acaso debes explicarle a tus arrodillados lo que haces? 

Cerion no dijo más y decidió cambiar de tema hacia la antigua lengua, hizo preguntas sobre ciertas palabras y oraciones. Val le explicaba de forma que él comprendía, no sin comentarios y críticas sobre las equivocaciones de Cerion o la pronunciación de ciertas palabras. Tras ello salieron juntos de la habitación y Ser Balon, la sombra blanca, se unió a ellos, al igual que siempre como un espectador.

Caminaban hacia el comedor cuando uno de los hombres los interceptó. Cerion reaccionó a tiempo para retroceder un paso y prepararse para desenfundar su daga, Val igual estaba lista para defenderse y Ser Balon se adelantó en caso de alguna eventualidad

—Su gracia. —Cerion recordó al joven, era el escudero de uno de los caballeros que lo siguieron desde las tierras de los ríos.

—Si vienes con tal prisa tienes algo importante que decir. Habla.

—Hay un rumor de que el lord comandante saldrá con los reclutas para hacer juramentos.

—¿Juramentos? —Cerion se sorprendió un poco por ello. Aunque por lo poco que conocía a Jon supuso que era predecible. En cualquier otra ocasión no le habría dado importancia alguna, sin embargo, había ponderado y discutido con Val sobre cierto asunto. Esa era la única oportunidad que tenían. 

—¿Traes tu tiara?

—¿Esa cosa de bronce? La dejé en la habitación. 

—Ser Balon, dígale al lord comandante que nos espere y que diga a uno de sus subordinados que deben preparar dos caballos más.

—Su gracia ¿no piensa...?

—Es algo importante, adelántese ahora.

Cerion se regresó a la habitación y buscó la tiara en la habitación durante varios minutos hasta que lo encontró debajo de la cama. La tomó y regresó a donde Val lo esperaba, le entregó la tiara a su pareja y ella se la colocó.

—No creí que fueses un hombre de fe, sureño —comentó Val mientras se dirigían hacia el patio.

—Es la única oportunidad que tendremos en meses. Más si el lord comandante pedirá que hagas lo que creemos.

Cerion y Val fueron a los establos y se encontraron con que lord Nieve terminó de hablar con el mayordomo de la guardia. Cerion dedujo que debió ser por lo que Jon quería hacer. Ser Balon esperaba en silencio a unas varas de distancia y el caballero asintió después de que el príncipe le dirigiera una mirada al guardia real. Aprovechó el momento y llamó su atención.

—Alteza... Su caballero me dijo que debían preparar dos caballos más ¿puedo saber por qué?

—Pensamos acompañarlos.

—En la guardia de la noche no se aceptan mujeres y, alteza, a no ser que piense hacer los votos no veo por qué desean acompañarnos.

—Los motivos que tengamos no le importan, lord Nieve —replicó Cerion y Jon solo asintió—. Ser Baelon, le encargo que resguarde la torre en la que me hospeda.

—Alteza, como guardia real mi deber es protegerlo y estar a su lado.

—Ahora lo necesito en la torre, Ser. No discutiré esto.

Con eso resuelto Cerion y Val salieron con el pequeño contingente de hermanos negros, de los cuales una parte eran reclutas. El lord comandante se la pasó charlando con uno de los suyos, el tal Férreo Emmet. Cerion aprovechó el camino para que Val le enseñara la antigua lengua. Por cada error de pronunciación la princesa se reía. La marcha se detuvo en el momento en que un explorador informó al lord comandante de la presencia de salvajes en el lugar en el que se harían los votos. Lord Nieve ordenó que hicieran el resto del camino a pie y se alinearon de forma que pudieran rodear a los salvajes.

—Lord Cuervo. Yo iré delante, si el gigante los ve con el acero desenfundado puede que los ataque y los demás harán lo mismo.

—Si eso asegura que no habrá un derramamiento de sangre entonces no veo problema alguno... 

Val se adelantó a caballo y Cerion se quedó atrás junto a Jon. El grupo avanzó con lentitud y al llegar Val había terminado de hablar con los salvajes. Cerion se asombró por los nueve arcianos y por el tamaño del gigante, de tan cerca y con vida eran más atemorizantes. Charlaron un rato y supieron la historia de los salvajes después de que Stannis los obligara a escapar «Tuve la suerte de llegar a tiempo al muro». Val comentó a Jon que los salvajes los acompañarían si él hacía un juramento. Tras ello los reclutas hicieron sus juramentos y el grupo se preparó para retornar al Castillo Negro. Durante la ceremonia Cerion pensó en su viejo maestro, Ser Barristan, y en Ser Balon Swann, su sombra blanca, ambos hicieron juramentos similares y ambos parecía que los cumplirían hasta su muerte, solo que uno fue expulsado y el otro estaba lejos de su rey. Cerion agradeció que fuese Ser Balon quien lo acompañó, no había miembro más confiable de la guardia real, Ser Balon no lo juzgaba y Cerion estaba seguro de que el hombre prefería servir en el muro que a Joffrey «Si supiera lo que haré seguro me dejaría al igual que Ser Bonifer y sus cien santos», pensó el joven.

—Hay algo que Val y yo tenemos que hacer, pueden adelantarse.

El lord comandante se detuvo unos segundos y se mantuvo en silencio. Cerion imaginó que iba a decir algo, mas, ninguna palabra salió de la boca de lord Nieve, el cuervo se dio media vuelta y se fue con los demás, solo quedó un caballo para el príncipe y la princesa.

Cerion se arrodilló ante un árbol y Val se colocó frente a él. Ella habló en la antigua lengua y Cerion no entendió todo lo que se dijo, aunque "Renacer", "Sangre", "Unidad" y "Hombre" fueron lo más claro del corto discurso de Val. Ella desenvainó un cuchillo, tomó la mano izquierda de Cerion y realizó un corte en la palma de la mano. Cerion sintió como la sangre caliente corría por su piel y aguantó el frío lo más que pudo mientras Val se pintaba el rostro con la sangre de Cerion.

—Tomo a este hombre como mío. Desde ahora y hasta después de mi final.

Entonces él sacó su cuchillo e hizo un corte en la palma de la mano de Val. Sentía como si el viento le hablara y los arcianos lo vieran, eran los únicos testigos, aun así, eran los que importaban. Entonces hojas cayeron de los árboles como si fueran manos que intentaban abrazarlos. 

—Tomo a esta mujer como mía, desde este día hasta más allá de mi muerte.

Cerion cerró los ojos y abrió la boca, oyó un leve quejido de ella y luego sintió como gotas de un líquido caían sobre él, Cerion usó la sangre de Val para tratar de pintarse algo en su propio rostro. Ella se arrodilló y envolvió a Cerion con una capa de oso. Ambos se besaron durante un rato hasta que estuvieron satisfechos. Después fueron hacia el arciano más cercano y con sus cuchillos realizaron un par de marcas en el tronco, sobre las cuales dejaron caer un poco más de sangre. Se quedaron en silencio y tras un par de minutos se levantaron. Val pasó su mano por el cabello de Cerion y él hizo lo mismo con Val. Subieron juntos al caballo y pusieron rumbo hacia el muro, el grupo debía llevar una pequeña ventaja, ninguna que sería un problema si apresuraban al animal. No le importaba, al cabo que después de mucho tiempo el príncipe sentía algo de felicidad. 


EL CABALLERO DE LA CAPA BLANCA

El príncipe dejó el mensaje sobre la mesa y soltó una carcajada. Ser Balon estaba confundido por la reacción, esperó a que se calmara, «Lo que sea que haya leído debe ser muy serio. El príncipe no es de lo que ríen mucho. Solo con su salvaje, pero ella partió hace unas horas en busca del tal Tormund». Cerion paró y terminó su comida lo más rápido posible.

—Alteza, ¿qué decía el mensaje? ¿Alas negras, palabras negras?

—Para el reino, para mí no. —Ser Balon trató de entender.

—¿Qué?

—Mi hermano... —El muchacho contuvo la risa, era algo extraño de ver—. Mi hermano ha muerto.

Ser Balon tardó en procesarlo, fueron un par de segundos, tan lejos de Desembarco del Rey la noticia no parecía real. 

—¿El rey...?

—Sí, está muerto. 

«Si alguien más lo viera así no creería que es su gemelo». Cerion quemó el mensaje y sirvió vino a ambos. 

—Por el rey Joffrey. —Era un brindis improvisado, una burla. El caballero no estaba seguro si era lo correcto o no. Como guardia real había fallado al proteger a su rey. Además, eso implicaba algo peor.

—Alteza...

—¿Qué?

—Si su gemelo ha muerto, eso significa que usted... —No pudo decir lo último. 

—Que por fin podría retornar al sur. Tal vez, pero no me interesa hacerlo por ahora. —Ser Balon sabía a lo que se refería, su príncipe ordenó la creación de picas de 7 a 8 varas de largo y enseñó a los salvajes como usarlas, como marchar y la forma en que tendrían que desplegarse, él le dijo que lo leyó en varios libros sobre diferentes guerras y esperaba que pudieran estar listos para la batalla «Tal vez ahora sí manden la flota a recogernos».

—¿Entonces quién es el nuevo rey?

—No tengo idea, antes de morirse dejó preñada a la Tyrell, las leyes dictan que el que nazca debería serlo. —El príncipe sonrió, de una forma similar a como lo hacía la reina madre—. Aunque si es una niña. Oh, dioses, de solo imaginarlo...

—Si es una niña... —Ser Balon comprendió lo que eso implicaría, era algo terrible— hay precedentes del hermano sobre las mujeres: Jaehaerys el Conciliador con su hermana Rhaena y su sobrina Aerea; Viserys I, hijo de Baelon por encima de Rhaenys, la reina que nunca fue... —Sabía lo problemático que podría ser aquello. 

—Olvidas también cuando el viejo rey nombró heredero a su hijo Baelon por encima de la hija de su primogénito. O lo sucedido con las hijas de Aegon III que tras la muerte de Baelor fueron dejadas de lado en la sucesión para nombrar rey a Viserys II. —Cerion sacó una moneda y la lanzó al aire «¿Por qué luce tan despreocupado?»—. Claro, la mayoría de ellas no tenían el apoyo del Dominio de su lado y al hermano del rey congelándose en el muro, me gustaría saber qué hará mi abuelo. Sin contar los rumores que mi tío esparció por Poniente sobre mis hermanos y sobre mí no ha habido una crisis sucesoria de esta magnitud desde hace 70 años cuando Aegon el Improbable fue nombrado rey por encima de sus sobrinos Maegor y Vaella. 

—Si la niña es nombrada reina habrá una larga regencia. Sentaría un precedente.

—Y los Tyrell serían los más beneficiados, mi abuelo tendría que maniobrar para evitar que adquieran demasiado poder. —Cerion mostró la moneda, era la cara del dragón—. Las huestes del Dominio están intactas, no así el ejército Lannister, aunque si los mensajes que recibí de mi tío son ciertos, los hijos del hierro saquean las costas del Dominio. Los dornienses seguro apoyarán a los Tyrell. El Valle y las Tierras de las Tormentas son el factor decisivo. Joffrey no podía irse sin joder a los siete reinos. —El príncipe bebió un poco más de vino—. Bueno, mucha charla del sur, hay muchas cosas por hacer aquí en el norte.

—¿Cómo cuáles?

—Val se ha ido a encontrar a uno de sus caudillos, sin embargo, tengo que seguir con los preparativos diarios.

Ser Balon sabía que se refería a la guardia y sus problemas, una de sus decisiones fue enviar hombres a Guardiaoccidente del Río para restaurar el castillo. «De verdad piensa enfrentar a los salvajes y dejar entrar a aquellos que se rindan». Salió detrás de Cerion, los salvajes se reunían donde pudieran practicar las maniobras y la formación. El príncipe charlaba con el magnar en otra lengua, de vez en cuando hablaban en la lengua común «¿Servirá eso para ganarse al magnar de Thenn? ¿Por qué se esfuerza demasiado en ello? ¿Habrá sido su princesa salvaje o un capricho suyo?». Se hacía esas y más preguntas, su cabeza estaba repleta de dudas. 

Esa tarde visitaron a Lord Nieve. 3 hermanos negros salieron, se veían molestos, Ser Balon sabía de los rumores sobre ciertos desacuerdos con el lord comandante, por su expresión dedujo que eran peor de lo que imaginaba.

—A tus hermanos no les debió gustar que dejara ir a Val con alimento y uno de sus mejores caballos —comentó Cerion al entrar y tomó asiento—. A mí tampoco me gusta la idea, pero si traer al tal Tormund con sus seguidores hace que enfrentemos a menos enemigos será mejor para nosotros. Así que Lord Nieve, si ella regresa con los salvajes ¿en serio cree que sobreviviremos al invierno con varios cientos o miles de bocas más?

—Alteza, haremos lo necesario, con lo que nos dio podremos contratar a hombres para obtener los materiales necesarios para un invernadero. 

—Lord Nieve, muchos planes, pero sus hermanos no son muy pacientes ¿logrará lo que se propone antes de hartarlos demasiado? —Ser Balon conocía los rumores que corrían sobre lord Nieve y estaba seguro de que su príncipe también: cambiacapas, bestia, warg, traidor y otros más.

—Hago lo que se debe hacer, ellos me eligieron lord comandante, no pedí el puesto del viejo Mormont.

—Yo tampoco pedí ser un príncipe a miles de leguas de su asentamiento y heme aquí, entre el pueblo libre, cuervos y caballeros. —Cerion se rio, lo cual era raro, aun así, Jon Nieve se mantuvo serio—. Como sea, no vine por ello. He oído ciertos rumores, quiere saber sobre su hermana Arya ¿no?

—Cuando hice los votos dejé de tener hermanas. —Jon miró a Cerion a los ojos. Ser Balon no estaba seguro de que sentimiento había en ellos.

—Lord Nieve, no piense que soy estúpido para creer lo que dice. —Jon no rompió el contacto visual—. Solo le dire que tampoco tenía idea de que la encontraron, la última vez que la vi su padre había sido lastimado en un altercado. Aun así, es una chica muy lista, no dudo que pueda apañárselas en cualquier situación. 

Ser Balon notó que Jon sonrió un poco, un gesto apenas perceptible. Lord Nieve tomó una jarra y sirvió dos copas de vino, Cerion no se mostró sorprendido por la acción del lord comandante. 

—Y sobre Sansa, ¿qué sabe de ella? —dijo Jon Nieve con serenidad, como si no supiera nada sobre ella. El ambiente ameno terminó con esas palabras. 

Cerion dejó la copa sobre la mesa y sonrió, era un gesto falso, el guardia real había visto esa expresión muchas veces: durante el retorno del príncipe a Desembarco del Rey, en la boda con Sansa Stark, durante sus momentos con Joffrey, los banquetes, las noches después de que visitara a lady Sansa y Ser Balon tenía que escoltarlo, entre otros momentos.

—Está en Roca Casterly —respondió con frialdad.

—Comprendo, no hay fortaleza más segura que esa. 

—Sé que sabe sobre mi matrimonio con Sansa Stark. Pero suficiente hice al alejarla de todo la mierda en la capital al enviarla a uno de los lugares más seguros de Poniente. 

—¿Por qué debería importarme esto?

—No soy tonto lord Nieve. Sé que sabe sobre mi matrimonio con Sansa y sé que no le gusta mi presencia en su muro. Comprendo que mi relación con Val puede ir contra los votos que hice, sin embargo, dígame ¿usted sería capaz de cumplir todos sus votos si la ocasión se presentara?

El lord comandante bebió de su copa y se movió en la silla. Ser Balon notó que el joven era tan parecido a la antigua mano del rey, era su viva imagen, los mismos rasgos, cabello y ojos que parecen cambiar entre la serenidad y la severidad.

—Me lo esperaba —dijo Cerión, se levantó de la silla y se sacudió la ropa, como si no le importara que lo juzgaran—. No se preocupe, mi lord, no lo molestaré más por hoy.

Cerion se despidió de Jon Nieve. El resto del día lo pasaron entrenando y supervisando a los salvajes. Ser Baelon esperaba que todo saliera bien porque incluso si los problemas del sur parecían tan lejanos para él lo que ocurría en el Muro lo ponía nervioso. Tan al Norte los cuentos de terror que le contaban de niño se volvían muy reales.