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—Señorita Leonhart, ¿podría quedarse unos minutos?
Con un suspiro, la chica rubia se quedó de pie mientras la multitud de alumnos pasaba por su lado dándole algunas miradas divertidas mientras hacían pequeños murmullos que solo hacían que la chica rodara los ojos. Una vez que todos estuvieron fuera del aula, Annie dió un pequeño suspiro, giró sus talones y se topo con unos ojos azules profundos debajo de unas grandes y gruesas cejas mirándola.
El profesor señaló uno de los pupitres vacíos más cercanos a su escritorio y la chica caminó derrotada hacia el asiento, es el pupitre de Armin reconoció Annie. Bajó su guitarra de su hombro y la colocó con cuidado del lado de su asiento, acto seguido tomó lugar en el pequeño espacio de madera fría con su morral de libros en sus piernas.
Erwin tomó asiento, colocó sus antebrazos en el escritorio y entrelazó sus dedos.
Esa camisa le sienta muy bien
pensó Annie
el color verde militar le sienta demasiado bien.
Ninguno de los dos dijo algo por dos minutos, Annie cruzó sus brazos en su pecho dándose algo de calor ya que el frío otoñal se filtraba por la rendija mal cerrada de la ventana, chirriando los dientes, se levantó de su lugar para cerrar la ventana y regresó al pupitre, sentándose y volviendo a cruzar los brazos. Erwin solo la miró.
La chica frente a sus ojos lucia bastante desinteresada, su cabello rubio era un desastre de moño dandole un toque rockstar, la chamarra de su uniforme gris verdoso hacía resaltar su piel pálida; Erwin recuerda un suceso incómodo en donde le había preguntado sí se sentía bien e insistiéndole en que fuera a la enfermería o fuera a ver a la profesora Zoé por qué pensaba que su color de piel no era normal, después de lo dicho había escuchado a algunos alumnos riéndose, en especial ese chico con cara de caballo quién era catalogado junto con la rubia como los dos chicos malos mientras la chica rubia lo veía con una cara fulminante, ella había estado realmente molesta con él aquella vez y Erwin nunca había tenido más miedo de una cara en especial si provenía de uno de sus alumnos.
—¿Y bien? —preguntó la aburrida rubia de toda esta situación —tengo que estar en el salón de música en 5 minutos y usted me tiene retenida aquí sin decir nada, llegaré tarde por su culpa.
Erwin soltó un suspiro desasiéndose de los recuerdos y desenlazo los dedos para llevárselos a los ojos, frotándolos.
—Debes dejar de hacer eso, Annie, o estarás en problemas. — dijo el rubio bajando las manos de su cara, viéndola fijamente de nuevo pero ahora con seriedad.
Annie se acomodó en su asiento, viéndose los dedos.
—No se de que está hablando profesor —dijo fingiendo ignorancia de aquellas palabras aunque sabía perfectamente a qué se refería.
—Vamos, eres demasiado lista para saber a lo que me estoy refiriendo. —Erwin abrió el cajón de su escritorio sacando varios papeles que colocó en la mesa —Todas estas cartas, ¿tú las escribiste, no? —desdobló una y la colocó cerca de ella para que pudiera leerla —¿es tu letra, o me equivoco?
Annie vió su letra en la hoja de la que pertenecía en su cuaderno de "inspiración", y es que ella había compuesto varias canciones para su profesor de historia, aquel hombre grande y fornido, con cabello dorado, cejas grandes y ese jodido azul tan profundo en sus ojos, la hacían inspirar en componer canciones pomposas y ridículamente románticas, ella nunca admitiría eso en voz alta. Los chicos y chicas que trataban con ella jamás se les ocurriría que alguien como ella; una persona de carácter duro y semblante frío, que practica artes marciales y viste de forma desaliñada hubiera escrito semejantes baladas románticas para su profesor con el que tenía un pequeño crush. No, ella no podría ser esa clase de chica, ¿verdad?
Pues lo era y Annie estaba muy avergonzada de ello pero cuando ve a su profesor dar la clase con tanta pasión y ve lo hermosamente que es, ella quiere escribir cientos de canciones azucaradas de cómo él es el hombre más bello del universo y un gran ser humano, aunque a veces pareciera que viniera de otra época y en ocasiones la sacara de quicio. Pero se preocupaba por ella y eso le parecía sumamente lindo.
Entonces Annie se sonrojó y Erwin sonrió con ternura.
—Escucha Annie —el hombre comenzó —me halaga saber que unas de mis alumnas escribe canciones hermosas sobre mi, de verdad me halagan, son realmente buenas y me alegro saber que eres muy talentosa, pero esta mal y lo sabes.
—No entiendo que está mal en eso. —dijo la pequeña rubia con la cara roja viendo la ventana —No es como que escriba cosas malas en ellas, simplemente usted me inspira, escribo y se las entrego para que pueda leerlas y ya. Aunque no era mi intención que supiera que era yo...
—Sé que las intenciones son buenas pero soy un hombre mayor y soy tu profesor, es poco ético de mi parte seguir permitiendo esto —Annie volteo a verlo —la primera vez que leí una de las cartas me pareció tierno el hecho de que alguna alumna tuviera un crush por mi, me hizo reír y me fascinó la canción, muy hermosa —le sonrió, la chica solo apartó la mirada —pero después siguieron surgiendo más y más y yo ya no sabía que pensar, no quería que una joven de la clase o de esta institución en general tuviera fuertes sentimientos por mi. Eso es incorrecto por donde lo veas y cuando supe que eras tú la dueña de estas letras escritas no sabía que pensar, sinceramente pensaba que me odiabas, siempre con tu indiferencia hacia mi. —el rubio soltó una leve risa, Annie se sonrojó una vez más.
Erwin siguió viendola con compasión y una ligera diversión a la pequeña chica que seguía con la mirada apartada de él, notó que se había vuelto más pequeña en su asiento y que sus hombros cubiertos con la pesada chamarra comenzaban a temblar. Él no sabía si era por el frío o estaba a punto de llorar, cualquiera de las dos se sintió mal y realmente quería acabar con esto de una vez.
—Así que por favor, deja de dejarme estos en mi escritorio, ni siquiera sé muy bien cómo logras hacer que entren en el cajón si siempre cierro con llave —el color rojo en su cara había oscurecido aún más, parecía que en cualquier momento se pondría morada —realmente lo aprecio Annie, pero como dije, no es ético de mi parte no poner un alto al saber quién es el autor —al ver que la chica no contestaba y que sus ojos aún no lo miraban, Erwin suspiro y tomó las cartas para ordénalas y entregárselas a la chica —Es todo Annie ya puedes irte, te devuelvo esto.
Annie finalmente miró hacia su dirección aún con la cara un poco rosada y vió las hojas al final del escritorio frente a ella, levantó la vista de las cartas encontrándose con sus ojos azules que la miraban con pena.
—Son suyas, puede quedárselos, ya usted decide si los conserva o los tira.
Erwin iba a protestar pero la chica se levantó de su asiento, tomó el estuche con su guitarra y cruzó el aula rápidamente mientras Erwin la llamaba por su apellido. Cruzó velozmente la puerta deteniéndose un poco cerca de la entrada de los baños de las chicas, su corazón latía con fuerza y tenía un nudo en la garganta, sabía que tarde o temprano el profesor Smith descubriría que ella era la joven que le dejaba sus sentimientos en su escritorio pero no pensó que le fuera afectar demasiado.
¿No sé si apenas se enteraría de que era yo o ya lo sabía y solo estaba esperando el momento adecuado para confrontarme? se preguntó mentalmente mirando por dónde había huido mientras trataba de tranquilizar su corazón y se tragaba el nudo de la garganta, estoy segura que desde la primera carta él sabía que era yo.
— Oye tú, ¿qué demonios haces aquí afuera y ensuciando con tus jodidas botas mi piso?
—Ew maldito enano.
—Mocosa estúpida, ¿cómo diablos me llamaste? —Levi tomó con sus dos manos el trapeador dispuesto a darle un golpe a la rubia pero ella ya había salido disparada hacia el final del corredor. —Un día de estos, un día de estos...
Escapando con éxito del conserje cascarrabias llegó al salón de música donde ya se escuchaba la melodía sonar, joder cerró los ojos y lentamente abrió la puerta, vió como el profesor Nile había levantado una mano para que los chicos dejaran de tocar.
Sin voltearse, el pelinegro hablo —13 minutos tarde Leonhart. —Annie cerró los ojos con agotamiento, sabía que la charla con el profesor Smith le arrebataría tiempo y cuando los abrió, varios pares de ojos junto con los de su profesor de música la estaban mirando —ve a tu lugar ahora y comencemos desde el principio y NO quiero quejas.
Annie dejó su morral junto con el estuche para sacar su guitarra y rápidamente se sentó en su lugar ganándose varas miradas de molestia de sus compañeros, a ella no le importaba en absoluto. Hitch se burló de ella. Una vez que todos estuvieran listos el profesor Nile dió la orden y la banda comenzó a tocar la suave melodía, Annie rasgó las cuerdas de su guitarra y cerró sus ojos para poder sentir las vibraciones de las cuerdas y el sonido que producían. Era algo que ella amaba, la música era su lugar seguro, su felicidad.
15 minutos después donde practicaban la canción por cuarta vez, Nile les permitió un pequeño descanso. Caminó hacia su estuche y saco una caja de plumillas nuevas cuando de repente la puerta de la sala se abrió revelando al profesor Smith con su abrigo color chocolate y su maletín. Él le dirigió una mirada y Annie guardó las plumillas.
—Vaya, pero miren quién vino a visitar a su viejo amigo Nile —dijo el pelinegro dándole una sonrisa al hombre rubio quién volteó los ojos sonriendo —Hace mucho que no pisabas este lugar, ¿qué te trae por aquí?
—Sólo quería escuchar como suena la banda —se encogió de hombros —¿pero creo que llegue tarde?
Nile negó —Estamos tomando un descanso —escuchó varios suspiros —pero este ya es nuestro último ensayo— alzó la voz para que los demás lo escucharan —por el día de hoy.
—Bendita sea Ymir.
—Hitch... —Nile miró con cansancio a la chica mientras esta decía un ¿qué? , Annie rodó un poco los ojos por su amiga —como sea, escuchen todos, a sus lugares ahora, vamos. —varios quejidos se hicieron escuchar —los principiantes han mejorado mucho, los demás siguen siendo grandes músicos —Nile le informó a su amigo, Erwin se posó al lado del otro hombre y vió a la joven con la que hace unos momentos estaba discutiendo sobre sus canciones hacia él.
—No tengo dudas.
—Y... —Nile comenzó con la orden y todos empezaron a tocar.
Annie no lo admitiría en voz alta pero la presencia de rubio la hacía no concentrarse muy bien en lo que estaba haciendo pero aún así se esforzó, cerró sus ojos y se dejó llevar por las vibraciones de las cuerdas hasta que se perdió por completo en ellas.
Cuando todos terminaron abrió sus ojos y lo primero que vió fue al profesor Smith viéndola con una sonrisa y aplaudiendo. Nile igualmente sonrió.
—Son increíbles. —dijo el profesor Erwin en voz alta aplaudiendo constantemente.
—Te lo dije, han mejorado demasiado y ella... —apuntó hacia la pequeña Annie —es nuestra estrella y pilar— sonrojada, Annie solo se concentró en su guitarra —si tan solo llegara a tiempo a las clases...
—Lo siento...
—Lo siento profesor Nile, eso fue culpa mía—dijo Erwin obteniendo miradas de sorpresa de su compañero de trabajo y viejo amigo, y de la joven rubia —le pedí que me ayudara con unas cosas y le quite tiempo, ella me aviso sobre esta clase pero nos tomó algo de tiempo así que te pido disculpas en nombre de ella.
—Oh bueno, si tú retraso fue porque estabas de servicio con un profesor... estás perdonada Leonhart —Nile la miró asentir apenada, se giró al rubio y le apretó el hombro —y tú, no le quites el tiempo a mis estrellas, ¿quieres? —Erwin también asintió —bueno eso es todo chicos, nos vemos el jueves sean puntuales por favor.
Poco a poco la sala de música se fue quedando vacía, Annie rápidamente tomó sus cosas y procedió a salir pero la mano del profesor Smith la detuvo.
—Ten.
Su profesor había sacado del bolsillo de su abrigo sus canciones y se las estaba entregando, ella, derrotada, tomó las hojas y las guardó en su morral con libros. Erwin le sonrió de lado y dió media vuelta para ir a con su amigo que estaba guardando algunos instrumentos y partituras.
—Profesor Smith... —Annie le llamó haciendo que el hombre volteara a verla por arriba de su hombro. —¿Lo que a usted le molesta es que yo le dejé esto en su escritorio? —ella levantó su morral haciendo énfasis en las hojas que había guardado anteriormente. Erwin guardó silencio volteándose de nuevo hacia ella. —¿le preocupa que alguien más sepa que recibe esto, verdad? Y si... —su voz cada vez se hizo más baja, notando que el profesor Nile estaba a la vista y no quería que escuchara su charla. —¿y si se los envío por correo?
—¿Por correo? —preguntó confundido.
—Si... ya sabe, por internet.
Erwin miró a su amigo que estaba ya terminando en guardar el equipo y se volteó hacia ella, no le quitaba la vista de encima y quería saber su respuesta rápido.
—Annie...
—No lo molestaré todos los días señor Smith, no le sacaré plática y ni preguntaré sobre su vida privada, solo, ya sabe, mandarle lo que escribo y ahora que sabe que soy yo bueno, ¿darme opiniones acerca de lo que escribí? — Annie habló rápidamente y en voz baja.
Para Erwin era la primera vez que la escuchaba hablar demasiado, tan reservada y de pocas palabras que era, le sorprendió lo clara que llegó a ser su voz aún siendo un susurro acelerado. Notó un poco de desesperación en aquellas palabras y su corazón se calentó. Es solo una joven artista que necesita la opinión de alguien más sonrió para sí mismo.
—Está bien Annie, puedes mandármelos por correo.
Erwin jamás pensó que vería los ojos azules de su alumna iluminarse por otra cosa que no fuera furia, ella le dió las gracias con una pequeña sonrisa de dientes. Se despidió de él y salió deprisa por la puerta del salón.
Erwin se volteó hacia su amigo quién estaba cerrando con llave el cuarto de los instrumentos, alcanzó su maletín y se acercó al rubio.
—¿Qué tal si vamos a aquel bar? Yo invito. —dijo el pelinegro caminando junto con el rubio a la salida.
—Ah, ese bar me trae muchos recuerdos.
—A mi igual, ahí es donde conocimos a Marie en nuestra juventud, dos amigos enamorados de la misma mujer. —golpeó su hombro.
—Y mírate, ahora tienes tres hermosas niñas con ella. —Erwin le sonrió.
—Si, lo hago —sonrió con nostalgia —en algo le gane al poderoso Erwin Smith ehh— Erwin rodó los ojos cuando Nile chocó juguetonamente su costado.
Caminaron hasta llegar al estacionamiento donde cada quién subía a sus respectivos vehículos, Erwin vió a lo lejos a la joven rubia quién caminaba con aquella chica de la clase de música; Hitch, del lado opuesto de donde él se dirigía, su cabello se había suelto cubriéndole por completo la cara y la chica a su lado le acomodaba el cabello. Encendió el auto y fue directo al bar.
Al llegar a casa ya tarde dejó el abrigo en el perchero y las llaves en su barra de granito, saco una barrita de proteína de la alacena y caminó al sofá donde se tumbó para comerse la proteína. Encendió la televisión y saco su laptop para ponerse a trabajar con la clase del día siguiente, estaba trabajando en ello cuando una notificación en su bandeja de correo le llamo la atención. Hizo click y el correo de alguien desconocido apareció junto con un escrito, una pequeña sonrisa había aparecido en su rostro, era otra canción escrita por Annie.
