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La región Sinnoh se caracterizaba por ser una tierra vasta y su potencial clima frío durante la mayor parte del año. Siendo hogar de un número considerable de nuevos Pokémon por descubrir para entrenadores nativos de las regiones más apartadas, Sinnoh se podía tachar como un sitio peculiar para iniciar un viaje Pokémon, sobre todo si eras novato o primerizo. Su liga podía resultar un tanto competitiva si eras alguien que venía solo a probar suerte.
Este era más o menos el caso de un joven entrenador que, si bien no era un novato en el sentido estricto, se trataba apenas de su segunda aventura por el mundo Pokémon, por lo que podría casi afirmar que su carrera para llegar a convertirse en un Maestro Pokémon aún se encontraba en pañales.
El nombre de este entrenador es Aaron, de 11 años.
Aaron además era el hijo del actual Campeón de Kanto, detalle que el chico se encargaba de presumir y alardear a viva voz cada vez que se le daba la oportunidad.
Por supuesto, estas presunciones le valieron varios encuentros y algunas palizas. Por esa y otras razones, su hermana menor, Ginette, se encontraba ahora viajando con él. Ella era la encargada ocasional de bajarle los humos a su engreído hermano, al tiempo que se adelantaba unos pasos en su aprendizaje empírico del Mundo Pokémon y sus diferentes tipos.
Hacía poco rato que ambos habían arribado a la atribulada Ciudad Veilstone, una de las principales metrópolis de Sinnoh.
La pequeña Ginnette, o Ginny, como le apodaban de cariño, no estaba muy contenta con que se hayan desviado directamente hacia allí. Normalmente primero pasarías al Laboratorio del profesor Rowan para recibir un nuevo pokedex, pero su hermano era caprichoso y ya sospechaba por dónde iba: Ciudad Veilstone era la ciudad natal del actual Campeón de Sinnoh.
Aaron tenía la soberbia intención de conocer todo acerca de él —de todos los actuales Campeones, realmente—, y uno de sus deseos era la oportunidad y fortuna de verlo en persona.
Lamentablemente, siempre había algunas fallas en los improvisados y poco pensados planes de Aaron.
—¡Aaron Ketchum de pueblo paleta, estamos perdidos! —exclamó de pronto la pequeña pelirroja, causando que su hermano se tapara sus oídos cómicamente.
—¿Quieres callarte? Trato de pensar —dijo con expresión malhumorada, aún con el ademán de oídos tapados—, ¡y ya basta de repetir eso!
—Nah, tienes que admitir que es gracioso cada vez que lo digo —se encogió de hombros, restando importancia.
—¿Pero por qué siempre tienes que imitarme?
—Porque es ridículo.
—¡Supéralo ya, Ginny!
—Claro que no, es decir, ¿quién menciona la ciudad de donde viene junto con su nombre?
—¡Es solo una forma de presentarme ante mis rivales!
—Te aseguro que a nadie le importa —la niña finalmente se había cruzado de brazos, dando la espalda a su hermano. Este solo se agachó derrotado, no podía pelear contra ella, era igual de terca que su madre.
La graciosa discusión entre hermanos había llamado un poco la atención de las personas transitando alrededor. Ninguno lo sabía, pero se encontraban en medio de una avenida muy poco concurrida. De pronto, ante ellos, una figura se detuvo, interesada por el par de niños que de reojo le resultaron con rasgos extremadamente familiares.
—Disculpen, fue casi imposible que no escuchara su conversación, por lo que entendí, ¿están perdidos, o me equivoco?
Ambos se giraron inmediatamente ante la pregunta, encontrándose a una mujer menuda de largo cabello azul medianoche con un curioso Pokémon pingüino detrás de sus piernas. Los ojos de la mujer estaban cubiertos por unas elegantes gafas oscuras, detalle que les generó algo de desconfianza.
—Mm, sí... —respondió dudoso Aaron.
—¿Quién eres? —demandó desafiante la menor. A Ginny su madre le había enseñado a no confiarse de nadie, incluso con sus escasos nueve años ya sabía cómo defenderse ante extraños.
El Pokémon pingüino de la mujer pareció indignarse ante el aparente gesto grosero de la niña, por lo que su entrenadora trató de ser más sutil.
—Calma, Piplup, no tiene nada de malo que desconfíen de una extraña como yo —lo miró a él, y luego, redirigió su mirada a los niños retirándose las gafas, revelando unos ojos tan azules como su cabello—. Y en cuanto a ustedes: no tengo malas intenciones, lo prometo —levantó sus manos en son de paz—, solo trato de ayudar, es más...
Sacó algo de su bolso y se las mostró, era una identificación.
—¿Lo ven? Mi nombre es Dawn, y soy una Maestra de Concursos Pokémon, por lo que uno de mis deberes es ayudar en la guía de nuevos entrenadores y sus Pokémon que vengan a la ciudad —esto lo pronunció con bastante orgullo—. Por eso despertó mi atención verlos a ustedes dos confundidos a mitad de la calle.
—Bueno, tiene sentido —el mayor rascó la parte de atrás de su cabeza.
Ginny pareció destensar su postura, el nombre de Dawn junto con su título le sonaba de haberlo escuchado antes en la televisión.
—Bueno sí, pero en algo te equivocas —levantó su brazo derecho, colocando su brazo izquierdo en pose de jarra—, yo no soy entrenadora. Aún.
—¿Ah, no?
—No, yo solo me encargo de jalarle las orejas a este tonto que tengo por hermano —lo señaló a él.
—¡Oye!
—¡Es tu culpa que estemos aquí y de paso perdidos!
Dawn soltó una suave carcajada.
—¡Oh!, casi lo olvido: él es Piplup —señaló al Pokémon parado a su lado—, y ahora no se preocupen chicos, si gustan terminaré con sus problemas. Los llevaré hasta el centro Pokémon más cercano. Ahí podrán establecerse, comer, y descargar un mapa de la ciudad para orientarse. ¿Les parece?
—Me parece bien, aunque no traemos la pokedex actualizada, podría servirnos de algo. —Contestó Ginny en tono alegre, y se acercó al costado de la mujer para susurrarle débilmente—: Buen plan, al cabeza hueca mi hermano jamás se le hubiera ocurrido.
—Te escuché.
Ambas señoritas se dedicaron una mirada cómplice.
Mientras andaban, Dawn les mencionaba un poco acerca de la ciudad, su estructura, su historia, y sus lugares más populares. Era como una especie de guía de turistas no solicitada, claro que les parecía genial conocer un lugar nuevo, pero primero querían descansar y orientarse antes de proceder a turistear.
Por parte de Aaron, le interesaba conocer pronto el Gimnasio junto con su líder, aunque especialmente, le interesaba conocer la historia de vida del Campeón de Sinnoh. Sin duda, aunque su papá fuera uno de los grandes, él quería aprenderlo todo para llegar a ser aún más grande que todos los Grandes.
El grupito de tres continuó sin detenerse hasta llegar a lo que parecía ser el corazón de la ciudad. Ahí había una mayor proliferación de gente yendo y viniendo de aquí para allá, lo cual era normal en un lugar tan vivo, turístico y concurrido. Los edificios de Veilstone eran altos y ostentosos, los restaurantes finos, negocios lujosos. Los espectaculares también atiborran cada rincón, al igual que enormes pantallas donde se emitía publicidad y anuncios de todo tipo; asimismo, pasaban fragmentos de intensas batallas Pokémon, más una que otra presentación de Concurso o transmisiones en vivo junto a Entrenadores famosos.
Curiosamente, una de estas fue la que captó la atención del entusiasta niño de cabello azabache.
—¡Es Paul! —gritó de repente saltando de la emoción, señaló una de las pantallas donde un hombre alto de cabello lavanda aparecía siendo entrevistado.
—Qué raro, ¿no te recuerda un poco a Ash, Piplup? —le susurró la mujer distraídamente a su Pokémon pingüino.
—Pip, piplup —confirmó.
Sin embargo, Ginny también había alcanzado a escuchar la pregunta.
—¿Significa que conoces a mi papá?
Dawn jadeó.
—¡¿O sea que ustedes sí son hijos de Ash, Ash Ketchum de Pueblo Paleta?!
—¡Sí!
—¡Vaya! Qué coincidencia, pues resulta que yo fui compañera de viaje de tu padre.
—¡Genial! Eso significa que son amigos —exclamó la niña con sorpresa y entusiasmo—. Oye Aaron, oíste qu-
La niña trató de contarle la buena nueva a su hermano, pero la vista de este seguía imantada a las enormes pantallas como con estrellitas en sus ojos. No había remedio. Ambas dejaron escapar un suspiro resignado, enfrascándose en una charla un tanto más en confianza.
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Una vez concluida la entrevista en vivo, Aaron regresó al lado de donde estaba su hermana y Dawn, quienes continuaban inmersas en su plática muy animadamente.
—¡Oye, oyeee Aaron, ¿adivina qué? ¡Dawn conoce a papá!
—Pff, pues obvio Ginny, ¿quién en este mundo no conoce al más grande campeón de Kanto y primer Campeón de Alola?
—No tonto, ella es su amiga personal. ¡Viajó con él cuando estaba en Sinnoh!
—Whoaaa. ¿Y por qué nunca nos platicó de ti? ¿eh? —tomó asiento, ahora mirando fijamente a la peliazul.
—Pues bueno —rascó su barbilla con nerviosismo—, creo que Ash siempre fue un poco denso.
Piplup y Ginny asintieron.
—¡Como mi hermano!
—¡Oye!
—Mi mamá siempre lo dice, saliste igual a él —reafirmó Ginny con orgullo, encogiéndose de hombros.
—Hace mucho que no veo a Misty... mucho —se dijo a sí misma Dawn, luego se le ocurrió—. ¡Tengo una idea! ¿No quieren venir a mi casa? Podemos hacer videollamada y sorprender a Ash y Misty.
—Suena genial.
Ambos niños asintieron en acuerdo.
—¡Vamos!
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Llegaron a una zona ubicada casi a los límites de la ciudad, no muy llamativa, pero parecía un sitio elegante y tranquilo para vivir para alguien tan popular como ella.
La casa de Dawn era hermosa, y en la parte de atrás poseía un patio enorme destinado a la comodidad de sus Pokémon.
—¿Tienes muchos Pokémon? ¿Cuántos? ¿De qué tipo? No veo ninguno —dijo el niño, haciendo un largo puchero al final.
—No seas preguntón.
A Dawn le causaba ternura y algo de gracia el comportamiento infantil del hijo de Ash, sin duda había heredado muchos aspectos que le recordaban bastante a ese niño amable que conoció en su infancia.
—No te preocupes, no me molesta responder sus dudas. Verás, desde hace unos días dejé mis Pokémon al cuidado de otra persona. Por allá —se acercó a una de las ventanas que daba al patio, y señaló otra enorme casa que se divisaba no muy lejos.
—Ohhh, ¿y quién es?
—Se trata de un excelente criador pokémon, y también uno muy muy poderoso —Dawn le guiñó un ojo, mientras esbozaba una sonrisa cómplice.
—Ya veo, me gustaría poder conocerlo para tener una batalla —su mirada adquirió determinación al saber que Sinnoh realmente albergaba muchos sujetos poderosos para enfrentar—. Pero dinos Dawn, ¿qué tipo de Pokémon tienes?
—Pues... a ver, tengo un Mamoswine que es tipo tierra y hielo, Pachirisu es tipo eléctrico, Togekiss tipo volador... —Dawn comenzó a enumerar distraídamente—. También tengo un Quilava, un Dragonair y a Nidoqueen, asumo que estos últimos tres les suenan conocidos por su región.
—Ehh... más o menos —dijo Aaron, al mismo tiempo que trataba de almacenar la nueva información recibida en su cabeza.
—Qué interesante Dawn, ¡quisiera poder conocerlos a todos! —halagó Ginny.
—Bueno, si están de acuerdo con quedarse a pasar la noche, podrían acompañarme a recogerlos mañana.
—¡Si! Oye ¿crees que pueda dar un paseo en Togekiss?
—Claro, Ginny —le sonrió con bastante cariño a la entusiasmada pelirroja.
—Bueno, bueno —interrumpió Aaron en tono serio—, ya es hora de que pasemos a temas más importantes... ¿qué hay para cenar?
Su hermana casi se cae ante las palabras de su hermano, aunque a Dawn no pareció molestarle.
—Podemos cenar una vez que avisemos a sus padres que están conmigo. ¿Les parece?
Juntos corrieron hacia el video teléfono de la sala de estar de Dawn, marcaron el número, y entonces, alguien atendió.
—Hola, ¿quién llama?
—¡Hola papá! —exclamaron al unísono.
—Vaya, qué sorpresa, pero si son mis niños. ¡Misty, llamada de los niños!
—¡Qué onda chaparrito!
—Ah, ¿pero ¡qué?!, ¿Dawn...? ¿¡Dawn en serio eres tú!? —Ash acercándose demás a la cámara, dudó unos segundos sobre la identidad de la persona que saludaba detrás de sus hijos, pero ese tono de voz era inconfundible. —¡Vaya, esta sí que es una doble sorpresa! ¡Mistyyy también está Dawn!
—Ash, deja de gritar tan fuerte, vas a despertar a-
Una mujer pelirroja apareció en la pantalla posicionándose al lado de su marido. Sin poder terminar de regañarlo, pues quedó muda de la impresión.
—¡Oh mi Arceus, Dawn!
—¡Misty! amiga, tanto tiempo sin hablar contigo.
—Sí, desde la boda que no sabemos mucho de ti, sólo lo que vemos por la televisión. Es una pena que Sinnoh esté tan lejos.
—Tranquila, estoy bien. Ocupada todo el tiempo por temas de trabajo. Ya sabes, viajando de aquí para allá.
—Me imagino, el mundo del modelaje y la coordinación debe ser demandante. ¿Pero qué ha sido de tu vida personal? ¡Dime! ¿Tienes novio? —Misty preguntó en un tono más insidioso. Cuando eran adolescentes le encantaba molestar a Dawn todo el tiempo con eso.
—Pues...
—Basta Misty, puedes tener tu hora del chisme en otro momento —interrumpió Ash.
Mientras todos estaban inmersos en el divertido reencuentro, ninguno fue consciente del ruido de la cerradura de la puerta y cómo esta se abría lentamente.
—Quiero hablar con mi mejor amiga Dawn.
—Ella fue mi amiga antes de ser tu amiga.
Una gota de sudor apareció en la frente de Dawn, a veces no comprendía cómo esos dos terminaron juntos y casados.
—Tal vez, pero nuestro vínculo es más profundo.
—¿Por qué?
—¡Cosas de chicas!
—Yo tengo derecho de antigüedad.
—Oigan... chicos, basta, dejen de pelear —Dawn trató de mediar en la discusión de sus amigos desde su lado de la pantalla. Pero entonces, algo o más bien alguien la distrajo.
—¿Qué demonios es todo este alboroto?
Los presentes y no presentes quedaron congelados ante la gruesa voz que los interrumpió de golpe.
—Pero si es... —Ash entró en un repentino estado de shock. Su hijo, igual o más sorprendido que él, no podía creer lo que sus ojos estaban viendo. Soltando un chillido agudo de pronto, Aaron golpeó sus mejillas con fuerza para hacerse despertar si es que acaso se encontraba soñando.
—¡Es...es, ess!
—¡Es Paul!
—Es... ¿quién es? —Misty no reconoció al ex rival de su marido inmediatamente.
—Paul... llegaste temprano, ¡bienvenido! —Dawn lo saludó alegremente como si nada, dando un brinquito desde su posición detrás de los niños.
—Hn, sí, hubo una reunión cancelada de último momento —se dirigió solo a la chica de cabello azul, sin cambiar ese tono monótono de siempre.
—Qué bueno —ella le sonrió, acercándose a él para ayudarlo a despejarse de sus pertenencias.
—Oye Dawn, ¿quiénes son estos mocosos y que hacen en mi casa?
—¡Disculpa! —Misty enfureció, y aunque estuviera del otro lado de la pantalla su grito se oyó muy potente y estremecedor—, no me importa quién seas, pero no llames a mis hijos mocosos ¡entendiste!
"Su casa". Analizó Ash esas dos palabras muy seriamente en su cabeza, ignorando el arrebato de su esposa.
Paul ni se inmutó, pero parecía incómodo habiendo tanto ruido a su alrededor.
—Cálmate Misty, perdona. Paul, ¿por qué no vas a ducharte en lo que yo preparo la cena?
No contestó, pero dedicó una última mirada a Dawn que solo ella entendió, y simplemente
caminó de largo ignorando a los demás, y dejándolos con la boca aún abierta. Sobre todo a Ash y Aaron.
—¿Quién era ese, y por qué de su actitud? —Misty había adquirido una pose malhumorada.
—¡Mamá, ESE era Paul, el temible Campeón de Sinnoh! —con énfasis en temible. Al pobre niño le temblaban las manos de la emoción, aún le costaba creer que de verdad lo hubiese visto en persona.
—Hmp, creo que ya recuerdo su título —murmuró cruzando los brazos sobre el pecho, aún enfadada.
—Paul siempre ha tenido una actitud difícil, Mist, no es novedad —Ash explicó lentamente a su esposa y cuestionó—, Dawn ¿qué rayos hace Paul ahí? O mejor dicho, ¿qué haces tú en casa de Paul?
¿Qué rayos, desde cuando Ash Ketchum se volvió astuto?
Mierda. Pensó Dawn.
—Bueno, p-pues, Paul es...
De pronto, Dawn se vio repentinamente en aprietos, comenzando a ponerse nerviosa y con la cara roja.
—Es mi novio.
—¿¡Qué?!
