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Chapter Text

La pequeña dormía bien. El droide médico curó las quemaduras y los golpes (esos bastardos tuvieron suerte de no ser asesinados dolorosamente) además de que logró hacerla dormir. Juliano miró a la bebé envuelta en una manta color azul marino con preocupación.

            Podía entender que Luminara estuviera muy afectada por haber sido abusada y que su madre la utilizara para romper con una antigua deuda familiar, pero eso no era excusa para abandonar a su hija y darla a la primera familia que veían. Sabía que era vidente, pero no era tan avanzada y no era la primera vez que malinterpretaba sus visiones.

            Si no hubiera llegado a tiempo… no sabía que sería de su sobrina

Emoción, pero paz

Pasión, pero serenidad

Muerte, pero la Fuerza

            Lo importante era que había llegado para salvar a su sobrina de las manos de esos extremistas. No esperaba que esa familia fuera de la facción más extremista de la Antigua Religión, una rama del sistema de creencias miriliano que creía que las acciones de los antepasados manchaban a sus descendientes y que en ocasiones había que “limpiarlos”.

            Muerte.

            Volvió a fijar la mirada en su sobrina. Una piel verde vómito o algo así, ojos azul marino o azul lapislázuli muy oscuro que parpadeaban con lentitud como si estuviera por dormir. Con extremo cuidado la llevó hasta la cuna y la dejó allí para que durmiera.

            Fuerza, ni siquiera tiene un nombre.

            Al entrar a la cabina, se encontró con el jurado familiar. Luminara lo miraba con una expresión de dolor y rabia apenas contenida, Depa lo miraba con el ceño fruncido y un halo de seriedad emanando de ella, Stass, por su parte estaba confundida y curiosa. Su madre era la mismísima serenidad majestuosa y real que Juliano esperaba alcanzar (o al menos fingir esa expresión)

“¿Y bien?” preguntó Luminara con expresión herida y furiosa. Tenía rastros de lágrimas y parecía un desastre.

“No podía irme sin asegurarme de que estuviera bien. No podíamos dejarla así como así Nara.” Dijo Juliano a la defensiva

“Ella estaba bien. No tenías que traerla aquí, no la quiero.” Replicó terminantemente.

“¿Por qué tuviste que llevarla aquí Juliano?” dijo Depa con furia. “¿No fue suficiente para Lumi con todo lo que pasó a manos de ese hombre? ¿Acaso no basta con lo que le hizo esa viejo y sucio pedazo de inmundicia que es su progenitora?”

“¿Qué tiene que ver el bebé con todo esto?” inquirió Stass ingenuamente. Su madre en respuesta le hizo una seña y le susurró los acontecimientos recientes.

“Esa bebé es miembro de nuestra familia. Lo admitas o no, eres su madre biológica Luminara y por lo tanto es mi sobrina. No podía dejarla en manos de extraños sin estar seguro de que estaba a salvo.” Argumentó Juliano con vehemencia

“Lo estaba.” Respondió su hermana exasperada. “Esa familia estaba dispuesta a adoptarla, eran de una buena conexión económica.”

“¿Pero fuiste a verla?” preguntó Adi interviniendo al fin. “¿La visitaste para ver cómo se estaba adaptando? No. Ninguna de nosotras lo hizo, a excepción de ti Juliano

Ahora, ¿qué fue lo que viste que te llevó a sacar a la niña de esa familia.”

“La estaban por quemar.” Musitó Juliano.

“¿Qué?” dijo Stass.

“Dije que la estaban por quemar. Para ‘purificarla’.”

Stass puso la mano en su boca con horror y engulló un grito, Depa se veía perdida y conmocionada; Luminara, sostenida a Depa, pareció perder todo color en su rostro. Su madre ensanchó sus fosas nasales, pero solo eso pudo ver de la furia incandescente que todos sintieron en la Fuerza y en sus vínculos.

“Eran de un grupo fanático.” Comenzó Juliano “Sabemos que tienen una concepción muy elemental de la Fuerza Cósmica, pero algunos creen que los pecados de la generación pasada se trasmiten a sus descendientes y que tienen que limpiar sus almas a base de quemarlos en un horno.”

            Se formó un silencio sepulcral, interrumpido con la pregunta de Stass sobre qué pasó con la familia.

“El fuego los engulló.” Dijo con frialdad. “Un accidente durante la pelea.”

            Un escalofrió llegó a la columna de Depa ante la ambigüedad de sus palabras.

“¿Qué piensas hacer con ella Juliano?”

“¿Qué?”

“Tú la trajiste aquí,” dijo Adi “por lo tanto debes decidir ahora que harás con ella.”

  Juliano miró hacia la puerta en la cual detrás dormía la bebé.

“Iba a dejarla en el orfanato, pero le hicieron exámenes y notaron un alto nivel de midlicorianos. Es fuerte en la Fuerza, madre.”

“¿La llevarás al Templo?” preguntó Stass.

“Si. No se negarán.” Aseguró Juliano “Estará a salvo, bien cuidada y alimentada. Podremos cuidarla desde allí…”

“No.” Dijo la voz cortante y filosa de Luminara. Todos se voltearon a ver a la miriliana con el ceño fruncido. “Lo que vayas a hacer con ella no me importa, pero no me involucraré con ella. No lo haré.”

“Nara…”

“¡NO SOY SU MADRE!” bramó antes de irse y dejar a la bebé llorando ante tanto ruido. Depa le lanzó una mirada de disculpa y fue tras su novia.

            Juliano miró a Stass, pero esta se negaba a mirarlo. “Tengo que pensar.” Dijo simplemente. Solo quedaba su madre, quien lo miró con una expresión indescifrable y meditativa.

“¿Madre?”

“Habla con el Consejo.” Dijo simplemente antes de darle un beso en la mejilla e irse a ver a la bebé con Stass siguiéndola.

            Juliano se quedó mirando el hiperespacio. No se arrepentía de su decisión, pero sentía una inquietud fría y liquida que se extendía por su vértebra. No pudo evitar pensar que este momento era un hito en su relación familiar.

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La llegada a Coruscant fue en silencio y con una gran tensión. Juliano prefirió encerrarse en la bahía alimentando a la bebé ya veces iba a ver cómo estaba Luminara que aún estaba herida por el ataque de Ramadonga, pero las interacciones entre ambos eran frías y tensas, y Depa no siempre ayudaba con la brecha mirando a Juliano con resquemor

            Su madre, por su parte parecía más genuinamente encantada con la presencia de la niña. Juliano creía que pronto la llamaría nieta. A pesar de eso había cierta inquietud entre él y su madre.

“Tal vez no lo creas, pero no es fácil para Luminara.”

"Perder."

Su madre lo cortó con franqueza “No lo sabes, no del todo.” Y miró a la bebé como si ella fuera la clave del dilema.

            Otra ocupación suya fue buscarle un nombre a la bebé. Había pensado en Valeria, Juana o Isabel, pero entonces pensó que iba a darle un nombre miriliano. Pese a todos los problemas y dolores que les ocasionó el planeta, era el lugar natal de la bebé y tiene derecho a tener algo de su identidad y cultura.

            Tuvo un debate entre “Riko”, “Eurídice”, “Timal” y “Fiya”, pero un día se encontró con el nombre “Barriss”. En la lengua natal significaba “limpia” o “blanca” y pensó que el nombre se adecuaba a ella, porque, aunque naciera de un acto horroroso, ella no era culpable de los males de su padre y era pura y libre de mal, como todos los bebes.

            Barriss, desafortunadamente, era una niña frágil. Juliano sospechaba que las quemaduras no se habían curado del todo y que tenía debilidad ósea, por lo que Stass se convirtió en una presencia habitual en la cuna.

“Las quemaduras aun la aparición, pero no creo que sea la causa principal de sus males.” Dijo tras revisarla.

“No sé qué es lo que tiene. No parece tener hambre, ganas de ir al baño o dolores estomacales.”

“Creo que tiene dolor de cabeza. Cuando la toco por ahí llora más fuerte.”

“¿Podría ser meningitis?”

“Tal vez. O podria tener un dano cerebral producto de algun golpe. El informe del droide médico que informó tenía varios hematomas por todo el cuerpo.”

“No sé qué sería peor.”

            Los dos suspiraron de alivio al notar que Barriss modificó dormirse. El silencio era un regalo divino.

“¿Ha pensado en los padrinos?”

“Aún no. Quiero saber más sobre la cultura miriliana.”

“Realmente estás dispuesto a cuidarla, ¿no es así?”

“Ella es familia Stass. Pudo haber nacido de una manera terrible, pero eso no tiene que marcar su nacimiento.”

“Lo se Juliano, yo nací de una violación también.”

            Aquellas palabras cayeron como piedras en el ambiente. No era común que Stass hablara mucho de su concepción o de su madre, Juliano sabía que pensaba mucho en su progenitora, pero casi nunca la mencionó en su presencia.

“Stass, ¿por qué Luminara mira a Barriss como si fuera el diablo?”

            Silencio incómodo.

"I don't know."

            Mentira.

            Finalmente llegaron al Templo. Fueron recibidos por el Maestro Piell y el Senador Palpatine (una recepción complicada porque fue ese político quien orquestó el matrimonio de Luminara contra su voluntad) y luego de redactar el informe fueron a hablar con el Consejo Jedi. Luminara y Stass se quedaron fuera puesto que la primera tenía que ver al Sanador y Stass llevaría a Barriss a la enfermería.

“Maestra Gallia, Aprendiz de Crechemaster Gallia y Padawan Billaba.” Dijo el Maestro Dapatian, Gran Maestro de la Orden. “Pueden explicarse.”

            Adi prefirió explicarlo todo ella, no solo por ser la maestra y jefa de la misión, sino porque sabía que si Depa contaba la historia se quebraría al tener que rememorar los eventos del Templo de Uyi Rym Turgk y Juliano también al tener que relatar la violación de Luminara.

No es que ella fuera inmune al dolor, pero los años te aguantaron.

Sus hijos aún son pequeños. No debe tener que relatar cosas tan horrorosas al Consejo. Todavía no.

“El Consejo las presentaciones de la Embajada de Mirial ha recibido. Los trámites para el enjuiciamiento de esta secta terminados serán.” Anunció el Maestro Yoda.

“Gracias Maestro.” Por el rabillo del ojo, pudo ver que Juliano se estaba preparando para interrumpir.

Disculpen Maestros. Y como había predicho, Juliano interrumpió. “Hay otra cosa que tengo que hablar con usted.”

“¿Usted?” inquirió confundido Ki-Adi Mundi.

No digas tonterías cabeza de pino arrugada.

“Es un asunto de los Crechemasters y Buscadores, Maestro Mundi.” Dijo Juliano preparándose para conspirar.

Ya puedo oler el aroma a drama. Pensó Adi con una mezcla de satisfacción y preocupación.

            En unos minutos entraron el Maestro Vik Rimun, un Caamasi de 98 años que caminaba con un bastón tenía iguanas en sus hombros, y la Maestra Tyvokka, su pseudo-madre wookie de 2.10 metros y cabello en proceso de encanecer. Ellos eran representantes de los Maestros de Guardería del Templo de Coruscant y el 8° Cuerpo de Buscadores.

“¿Una miriliana bebé dices?” preguntó Vik Rimun una vez que terminó de escuchar la historia.

“Así es el Maestro Rimun. Ahora mismo está en los Salones de Curación. Vine aquí para solicitar su entrada a la Orden Jedi como Iniciada de la misma bajo los subterfugios de abuso infantil y mi posición como tutelar provisorio por orden del Estado de Mirial.” Explicó Juliano con seriedad, adoptando las lecciones de Adi sobre compostura y protocolo.

“[Está el debate de que la bebé es producto de una violación hacia una de nuestras padawans]” explicó Tyvokka. “[En vista de las flagrantes pruebas de abuso tenemos que designarle un tutor legal o corremos el riesgo de que la familia del progenitor reclame su custodia.]”

“Podríamos poner a la Maestra Gallia como su tutora.” Sugirió la Maestra Yaddle. “En vista del deseo de la Padawan Unduli de no asumir responsabilidades con el menor, le quitaremos la custodia legal bajo cargos de minoría y se la entregaremos a la Maestra Gallia.”

“Lo consultaré con mi abogado.” Aceptó Adi. “Hasta entonces le pido a la Orden Jedi el asilo hacia la joven Barriss Offee en el Templo Jedi por situación de abuso y ser la hija de mi padawan.”

“¿Usted… reclamó a Luminara Unduli?” preguntó el Maestro Dapatian sonando escandalizado, aunque Juliano no estaba seguro porque no vio nada por la máscara.

“En vista del repudio de su anterior Maestro y ella pidió volver a la Orden y yo la acepté como mi padawan.”

“Soy testigo de cuentos afirmaciones.” Declaró Juliano. “Lo juro por la fuerza”.

            Cuando la Fuerza rompió la verdad de esas palabras, el Consejo dejó en paz el asunto, por ahora.

“Reunirse con usted el cuerpo de Abogados lo hará, Maestra Gallia.” Anunció Yoda con el beneplácito silencioso de sus compañeros del Consejo.

“La joven Offee será apoyada al clan Varáctila.” Anunció el Maestro Rimun.

            Adi pudo respirar aliviada, habían logrado asegurar la permanencia de Barriss, por ahora.

Solo tenemos que lidiar con una familia de mirilianos furiosos e irritantes. Le dijo Juliano mentalmente.

Soy la duquesa de Artois, hijo. ¿Qué tan difícil puede ser?

Y si no, puedo quemarlos. Después de todo tenemos que 'purificar' sus almas. Bromeó Depa

Los tres se rieron ante tal sostenido. Un primer paso de hecho.

            Stass miró a la pequeña miriliana siendo enviada a la Sala de Cirugías. Estaba por ir a sentarse en la Sala de Espera cuando se encontró con su Maestra, Vokara Che.

“Maestra”. La alarma sonada. “Maestra, ¿qué salió en los exámenes?”

“Espere que llame a xe Healer Risk del Departamento de Pediatría.” Dijo sacando un comunicador.

“ Sanadora Che”. Saludó la figura holográfica de un humanoide con cuernos curvados

"Riesgo. ¿Podrías explicarle a mi padawan el diagnóstico de la bebé miriliana?”

“La pádawan Allie”. Saludó xe. “Hemos revisado a la bebé y este es el diagnóstico: tiene quemaduras de segundo grado que se están recuperando gracias a las acciones suyas y del Aprendiz Gallia, pero en nuestra tomografía computarizada encontramos

“Padawan Allie.” Saludó xe. “Hemos revisado a la bebé y este es el diagnóstico: tiene quemaduras de segundo grado que se están recuperando gracias a sus acciones, pero en nuestra tomografía computarizada encontramos resultados anómalos. Realizaremos análisis más profundos para ver los males.”

“¿Qué tan anómalos?” preguntó Stass

“Eso lo veremos pronto.” Respondió el Sanador Risk. "Aún no terminamos el diagnóstico."

“Gracias Sanador Risk.” Dijo Vokara apagando la comunicación y abrazar por los hombros a su padawan mientras su lekku liberaba feromonas de tranquilidad. “Confía en la Fuerza, Padawan. Y en nuestro equipo médico.”

Confiar era lo único que le quedaba a ella y la niña cuyo destino pendía de un hilo.