Chapter 1: La tristeza nubló todo
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Una explosión colosal…
Un grito que se escuchó hasta lo último de la tierra. Y luego la calma que decretaba el final de la guerra, el triunfo de Olimpo y el inicio de una era de paz. O al menos eso era lo que todos los semidioses en especial querían.
La lluvia empezó a caer sobre el campo de batalla
Una lluvia inusual… una lluvia pesada y abundante.
Al parecer nadie tenía el deseo de abandonar ese lugar, había sido una lucha encarnizada contra las fuerzas de Gea, pero ahora era momento de volver a la realidad y contar las bajas. Eso sin duda era la peor parte de la guerra. La felicidad de la victoria era precedida de rostros en lágrimas y sollozos por la pérdida de algún amigo, hermanos… Leo había sido la primera víctima contada. Era inevitable ver el rostro de pesar en la gente que había estado cerca de él. Piper, Jason y los demás estaban prácticamente llorando a voz en cuello la pérdida de su amigo. Frank consolaba a Hazel que no podía contener el dolor de haber visto a Leo sacrificarse de esa forma.
Clarisse y algunos hijos de Ares miraban con rosto estoico, pero obviamente conmovido como varios de sus hermanos habían caído en combate, era doloroso ver a algunos por lo desfigurados que habían quedado al morir, pero era necesario empezar a limpiar el campo de los cuerpos de los semidioses caídos.
Casi nadie se percató de que los dioses estaban cerca y la escena no permitió a ninguno de ellos hablar al grupo de semidioses sobrevivientes, porque todos tenían la mirada fija en sus hijos que acunaban a sus hermanos con un dolor indescriptible que aun conmovía la dureza de ares y el desdén de Dionisio. Apolo fue el primero en dar un paso adelante aun cuando la mirada de Zeus intentaba frenarlo. Pero fue ignorado por un consternado Apolo que veía en el suelo aun jadeando a Will. No lo dudo ni un segundo para convocar un poco de ambrosia y dárselo de comer rápidamente.
—Padre… —susurró con un poco de dolor, la herida que tenía en el abdomen era más que motivo suficiente como para quitarle el aliento con cada palabra.
—Shhh… lo has hecho bien… solo bebé esto —Apolo trataba de contener un poco su ira al levantar la mirada y ver a varios de sus hijos tendidos en el suelo y no poder ayudarlos a todos al mismo tiempo. —¡Padre! Tenemos que hacer algo… aún podemos salvar a algunos —imploró el dios sol tratando de buscar el apoyo de los demás dioses.
—Ayudad a vuestros hijos… pero que sea pronto —dijo con cansancio Zeus… Todos empezaron rápidamente a buscar a sus hijos y convocar cantidades de néctar y ambrosia. Pero para algunos ya era demasiado tarde. Como para Drew quien había recibido una daga directamente en el corazón. Tanto Afrodita como Piper miraban con dolor la perdida de una hermana más… Un apesadumbrado Hermes no sabía que hacer primero, si consolar a Travis o empezar a levantar el inerte cuerpo de Connor que tenía múltiples heridas en todo el cuerpo.
—Tiene que haber algo que puedas hacer —Travis suplicaba llorando por un Connor que ya había dejado de respirar desde hace mucho tiempo.
—Lo siento —se disculpó Hermes mientras Hestia se había aproximado al joven semidiós muerto para confirmar lo que ya Travis sabia pero no quería terminar de asimilar.
—¿De qué sirve ser un dios sino puedes salvar a nadie? —Hermes no lo tomo como una ofensa porque podía entender el dolor inmenso que Travis estaba sintiendo por su hermano. Ni siquiera en medio de ese dolor el abrazo suave de Katie podía borrar la amargura de haber perdido a su hermano… su único compañero de travesuras. Entre los dioses también había un estado de shock por las cosas que había visto durante la batalla. Muertes crueles y dolorosas. Pero algunos de los dioses también tenían su mente fija en algo que no había pasado desapercibido durante la guerra.
—Llévala rápidamente a Olimpo —Ordeno Zeus cuando por fin encontraron el cuerpo de Artemisa que temblaba de rabia y vergüenza. Hades intento acercarse, pero Artemisa rápidamente gruño con furia y el siniestro dios no mostro alguna clase de molestia porque entendía la gravedad de su reacción. Tuvo que ser Deméter quien tomara a la diosa de la caza para luego desaparecer del campo de batalla. Una fuerte idea traspaso la mente de la mayoría de los dioses. ¿Qué haremos con ella?
—Supongo que no muchos tendrán ganas de celebrar —suspiro Poseidón con un poco de cansancio mientras vertía néctar en una herida fresca. Había tenido que apartarse del campo de batalla con un grupo de semidioses para acorralar a un grupo de monstruos que huían. Luego de acorralarlos contra el mar… Tyson y los suyos habían terminado con ellos. Pero la herida que obtuvo fue por impedir que un perro del infierno atacara por la espalda a Tyson. Lo cual ni siquiera Tyson se había dado por enterado.
—Será mejor esperar a que pase el duelo… además todavía tenemos unos problemas por resolver. Es momento de traer a lo que queda de las cazadoras y las amazonas —Zeus empezó a hacer su camino llamando a Hades, Dionisio y Hécate con ellos para luego desaparecer.
—¡Percy! —llamo el dios del mar tratando de buscar a su hijo a quien había perdido de vista mucho antes de que tuviera que perseguir a los monstruos con Tyson. Confiaba en que todo estaría bien. Pero de repente una pequeña angustia le recorría el cuerpo. Trato de calmar un poco la lluvia que estaba cayendo para no complicar la situación, y lo logró con mucho esfuerzo y eso le calmo un poco de saber que al menos parecía que Percy seguía con vida.
Nadie respondió al llamado de Poseidón y nadie tampoco podía dar razón del paradero de Percy hasta que se sintió un temblor en la tierra lo cual llamo la atención de todos. Detrás de la colina Atenea estaba con su lanza golpeando el suelo con fuerza y rabia. Y Percy parecía que no estaba dispuesto ni siquiera a defenderse.
—¿¡Atenea que crees que estás haciendo!? —rugió el dios marino y automáticamente su tridente brillaba en su mano.
—No padre —defendió Percy de manera desconcertante para Poseidón que miro con una amenaza en sus ojos toca a mi hijo y te mato. Atenea bajo su lanza y se apartó un poco y entonces Poseidón pudo entender la razón por la cual Atenea estaba perdiendo la razón.
Annabeth…
—¿¡Ves lo que ha hecho tu muchacho con mi hija!? —la rabia de Atenea al pronunciar la palabra muchacho solo se comparaba al desprecio y el asco que Artemisa pronunciaba cuando encontraba a un hombre despreciable que estaba abusando o había abusado de alguna doncella.
—Estoy seguro que no fue su culpa… no intentes culpar a mi hijo —Poseidón intento acercarse a Percy quien se arrastraba rápidamente hacia donde estaba el cuerpo de Annabeth. El rostro de Annabeth estaba manchado de sangre, asi como gran parte de su indumentaria. Y Poseidón sabía que no había nada que el pudiera hacer. Por mucho que amaba a Percy y por mucho que apoyara la relación de su hijo con su archienemiga no podía hacer nada para traerla de vuelta.
—Si lo fue… —susurró con un dolor que conmovió a toda la gente que se congrego alrededor de la escena. Atenea volvió a hervir en rabia volviendo a apuntar su lanza contra Percy, quien no prestaba demasiada atención, ya que su mirada y su ser estaban concentrados en Annabeth, acariciaba su rostro con adoración y algunas lágrimas fueron a parar en el rostro de Annabeth. Parecía que Percy se estaba perdiendo en la locura de no poder hacer nada para salvar a la niña de la cual había estado enamorado todos estos años. Cuando parecía que el fin de la guerra y el inicio de una vida con Annabeth estaba cerca, la muerte se llevó aquello que lo mantenía con fuerzas para pelear, aquello que le impedía abandonarse a la muerte. Ahora se había ido… aquella persona que había sido su ancla a la tierra cuando obtuvo la maldición de Aquiles se había ido… y no volvería…
—¡Detente Atenea! No te permitiré lastimarlo —grito enfurecido Poseidón alarmando a todos los semidioses. Extrañamente a pesar de que se trataba de una diosa los tripulantes del extinguido Argo II tomaron las armas y se pusieron del lado de Percy, rodeándolo para asombro y disgusto de la diosa de la sabiduría.
—¿¡Cómo se atreven a enfrentarme!? ¡Soy una diosa! —les grito con disgusto y rabia haciendo que algunos del grupo grande semidioses retrocediera, pero no los de la profecía, inclusive Nico ahora estaba junto a Reyna mirando lo que estaba pasando dispuesto a actuar si fuera necesario. Aunque Reyna dudaba un poco, no por falta de lealtad a Percy sino más por temor a desatar la ira de Minerva.
—No… ¡No!... ella tiene razón… yo tuve la culpa… no pude —Percy reclamo la atención de todos, porque no podía permitir que una nueva disputa se originara a causa de algo que recaía expresamente sobre él.
—¿De qué estás hablando Percy? —la voz de Thalia se escuchó en medio del tumulto, mientras ella aparecía con alguna de las cazadoras, no fue sino hasta que sus ojos vieron lo que estaba pasando que la realidad la golpeo. Grover llego corriendo cojeando de una pata desde el bosque y también fue golpeado más duramente aun por lo que sus ojos estaban viendo.
—No pude protegerla —declaró llorando amargamente y sin reparo mientras abrazaba el cuerpo inerte de Annabeth. Thalia se acercó lentamente junto con Grover, quien no podía contener las lágrimas, Thalia por su lado ponía toda su voluntad para no llorar. Las cazadoras buscaban con rapidez a su señora, pero no podían hallarla.
—Percy… todos sabemos que hiciste lo que estuvo en tu poder y más para protegerla… y ella también lo sabe —Thalia trato de consolar a su primo lo mejor que pudo sin quebrase ella misma por el dolor tan grande que estaba experimentando. Percy no soltaba a Annabeth ni por un segundo y no dejaba de acariciar su cabello y su mejilla.
—¡No fue suficiente! —grito Percy con rabia contra el mismo. Poseidón se acercó junto Hestia quien había visto desde la lejanía como la agonía empezaba a consumir a Percy solo para dejar un alma dolida y amargada. Con el destino, la vida y los dioses.
—Hijo… no hay nada que yo pueda decir que calme tu dolor —Poseidón trataba de hablar con cuidado de no levantar más ira en su hijo porque podría perder el control de él mismo en este estado de inestabilidad emocional.
—Tienes razón padre… no hay nada… no hay nada —la cabeza de Perseo reposo en el hombre Poseidón quien no pudo evitar sentir la amargura del dolor al ver a su hijo llorar su perdida.
—Dámela Perseo —Atenea reclamo el cuerpo de Annabeth, pero Percy la abrazo más fuertemente, rechazado la idea de desprenderse de ella.
—No hay ni siquiera un poco de compasión en ti… viendo como sufre el muchacho —Hestia sorprendió a todos interviniendo a favor de Percy.
—Es momento de llevarla —Poseidón le susurro a Percy. Aunque era consciente de que sería difícil para Percy decir el último adiós.
—Es momento de llevar a todos —Apolo llevaba en brazos a un Will inconsciente, pero vivo aún. Tal vez la única felicidad del dios sol, luego de tener que ver a muchos de sus hijos, tanto romanos como griegos tirados en el suelo sin nadie que sostuviera sus manos en su último aliento.
—Todavía no estoy listo… —Percy se quebró nuevamente mientras se levantaba con Annabeth en brazos. Intentando mantener la cordura en sus palabras.
—¿Para qué? —pregunto Grover, temiendo la respuesta, pero tratando de ayudar a Percy a sacar las cosas que tenía en su corazón, ya que no le haría bien guardarse tanto dolor.
—Para dejarla ir —las lágrimas, aunque escazas porque había derramado demasiadas empezaron a fluir nuevamente y esta vez fue Thalia quien no pudo contenerse tampoco. Phoebe puso una mano sobre el hombro de la teniente de Artemisa para mostrarle su apoyo.
—Tomara su tiempo hijo… algunas cosas toman tiempo —Poseidón sabía que tal vez siempre llevaría la imagen de Annabeth en su mente, pero rogaba porque el tiempo le ayudara a seguir con su vida. Al menos rehacer sus planes. Y vivir…
—Pero no quiero… no lo entiendes —Percy trataba de sonar coherente, pero la locura del dolor lo estaba consumiendo y no había nada que pudiera frenar las puñaladas de la perdida de Annabeth.
—Tendrás que… porque Annabeth no querría que te consumieras en el dolor y la desesperanza —Percy miro fijamente a su padre y vio la sinceridad de sus palabras. Y casi le pareció escuchar las últimas palabras de Annabeth nuevamente.
Aun tienes mucho que hacer aquí… aun tienes una vida que vivir y debes hacerlo.
No por mi… Ni por nadie… sino por ti.
Chapter 2: Ultimo adios
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El proceso de llevar a los semidioses caídos tomo más tiempo del requerido porque hacía falta consolar a algunos para que pudieran seguir con su labor. El olor a muerte era desesperante, asi que se decidió no posponer más la ceremonia fúnebre.
Hefesto llego a un acuerdo con las ninfas del bosque para poder desinfectar el campo de batalla de la sangre y los restos de monstruos que estaban regados por todas partes. Asi que se decidió incinerar parte del bosque con la condición de reforestarlo en la brevedad posible. Las ninfas ayudaron a llevar la cuenta de árboles, asi como la clase de árbol, para poder dejar el bosque en su estado original o lo más parecido. Grover y Juniper tuvieron una ardua labor, aunque finalmente Juniper convenció a Grover para que estuviera con Percy en todo el proceso que estaba por venir.
A las recientes muertes se añadieron las de Clovis y Lou, quienes no pudieron resistir a pesar de todos los esfuerzos que se hizo por sanarlos. Era aterrador para los que estaban atendiendo a los semidioses tener que ser los portadores de malas noticias. Hefesto y sus hijos tuvieron un arduo trabajo para habilitar habitaciones para usarlas como enfermerías y como morgues provisionales. Por otra parte, las cazadoras restantes, que no eran muchas empezaron a ponerse nerviosas al no tener noticias de su señora. Phoebe fue la primera en acercarse a Hestia, una diosa sencilla como para responder a su pregunta.
—Mi señora —Llamo la atención de la diosa más pacífica del Olimpo, ella estaba con su mirada fija en Atenea, pensando que podría hacer algo estúpido como perturbar nuevamente a Percy, quien estaba dirigiéndose a las puertas de la morgue improvisada luego de un tiempo de espera. Poseidón no se despegó de Percy para darle todo el apoyo que necesitara.
—¿Phoebe no es asi? —a pesar de lo duro que era todo esto la diosa del hogar no perdió su gracia para con los semidioses.
—Si mi señora Hestia ¿usted sabe el paradero de lady Artemisa? —la pregunta perturbo un poco a Hestia porque no sabía que debía decir con respecto a eso. Tal vez aun no era tiempo de decir todo con respecto a Artemisa. Solo necesitaban saber ciertas cosas.
—Ella… —susurro pensado en que cosas debía decir.
—¿Le paso algo? —la mirada de Phoebe era de preocupación mezclada con un poco de ansiedad.
—Ella fue llevada a Olimpo… eso es todo lo que puedo decirte —era cierto, pero también sentía un gran pesar de no poder revelar nada más, eso dejaba demasiado espacio para la especulación.
—¿Que va a pasar con nosotras? —Thalia apareció en ese momento al igual que Zeus, a pesar que no había una gran relación con sus hijos Zeus tenía una preocupación por ellos. Y Artemisa no escapaba a esa preocupación, siendo su hija una diosa no la excluía de sus pensamientos. Su futuro y las cosas que tendrían que discutirse con respecto a ella serian dolorosas y tal vez terminarían por destruir a Artemisa misma. Tenía que pensar en algo.
—Supongo que tendremos que llevarlas a Olimpo para que puedan reunirse con Artemisa —Zeus le respondió con una sonrisa ligera tratando de despejar la preocupación de ambas cazadoras. Pero ese momento se rompió cuando Hestia abruptamente se separó del grupo para dirigirse hacia la posición de Percy.
—¿¡Que creen que están haciendo!? pregunto con enojo la diosa cuando vio que algunos hijos de Apolo tiraban del cuerpo de Annabeth mientras que Percy luchaba a toda costa por aferrase más a ella. La pregunta de la diosa no fue respondida, antes bien Apolo se acercó y puso su mano en el hombro de Percy.
—Percy no puedes entrar allí… debes dejar que nos encarguemos nosotros ahora —Apolo extendió sus manos para que Percy la entregara, tratando de romper la tensión que se había creado, asi como la desconfianza evidente en la mirada de Percy.
—Percy… —susurro su padre tratando de sacarlo de su estado de shock.
—No… no quiero que se vaya —suspiro derramando lágrimas de dolor mientras se aferraba con fuerza a la niña rubia.
—Percy es necesario —Apolo volvió a ofrecer sus brazos para sostener el cuerpo de Annabeth y esta vez Percy empezó a soltar de a pocos el cuerpo de Annabeth, pero antes de entregarla Percy se acercó suavemente al rostro de Annabeth y susurro algo.
—Adiós WiseGirl —fue todo lo que pudo decir antes de volver a quebrase, pero no dejo que eso le impidiera unir sus labios con los de ella. Se sentían fríos, el sabor de la sangre en sus labios no impido que el mantuviera sus labios pegados a los de ella… No importaba se la tierra, la sangre y la frialdad era lo único que podía obtener de ese beso. —Por favor sean cuidadosos… —susurró a Apolo cuando este la tomo en sus brazos. Apolo sonrió con pesar, mientras el mismo llevaba a Annabeth al interior para ser preparada para la ceremonia que tendría lugar dentro de unas horas.
—Vamos Percy… volveremos cuando sea el momento —Percy asintió lentamente mientras con Poseidón empezaban a caminar rumbo a su cabina.
La gente observaba con dolor a Percy, el héroe del Olimpo caminar con un perfil devastado, no había la sonrisa característica ni mucho menos la felicidad que emanaba usualmente. Thalia fue la primera en acercarse y simplemente abrazarlo, para que ambos rompieran a llorar por un instante, las palabras no eran necesarias, la angustia de ambos corazones era suficiente para entender la naturaleza del abrazo. Grover fue el siguiente y luego cada uno de los miembros de la profecía. Como última persona se encontraba Malcolm, quien no sabía que decir o hacer.
—Lo siento tanto… —el joven de ojos grises hablo a un Percy que se acercó al novio de su novia escondiendo la mirada con vergüenza. Pero fue Malcolm el que primero lo abrazo fuerte, como si quisiera matar todo el dolor que ambos estaban sintiendo.
—Yo lo siento… yo no pude salvarla… lo siento tanto —Percy no dejaba de sentirse culpable de no haber podido hacer algo para mantener a salvo a Annabeth, y aunque él sabía que no hubiera podido hacer nada no podía dejar de sentirse inútil. Malcolm sacudió fuertemente tratando de sacarlo de su autocompasión.
—No… no Percy… ella te amaba… te amaba tanto que no permitirá que te sintieras culpable por algo que no podías remediar —Percy le sonrió a alguien por primera vez agradeciendo el esfuerzo por animarlo y sacarle la tristeza profunda.
—Padre… no puedo estar aquí —la tristeza era obvia para el rey de los mares, asi que decidió que romper un poco las reglas estaba bien.
—Vamos —luego desaparecieron desvaneciéndose en la brisa marina.
Mientras tanto todos empezaban a preparar todo para la ceremonia de la noche. Algunos como Travis simplemente desaparecieron del radar. Solo Katie era capaz de saber dónde estaba, pero aún le entristecía no poder hacer nada por el hijo de Hermes. Sentía una extraña atracción por él, con todo y sus travesuras, a pesar que a veces era objeto de sus bromas, pero aun asi detrás de esa puesta en escena ella sabía que había un chico tímido y con buenos sentimientos. Pero ahora no sabía qué pasaría con Travis, el dolor era tan grande que él simplemente se había perdido de la realidad. Sería algo que ella no podría hacer sola, necesitaría de todos sus amigos, para mostrarle que aún había cosas por las que vivir, personas por las cuales sonreír, que no todo había terminado. Pero necesitaría tiempo. Y ella estaba dispuesta a esperar.
Durante la noche el viento soplaba con fuerza, todos sabían que en parte dependía por la presencia estoica de Percy, quien luchaba por no derrumbarse. Poseidón había hablado con Percy con respecto a lidiar con el dolor lo mejor que pudiera, que no podía dejarse al abandono y vivir esperando la muerte. Percy entendió que eso sería romper su promesa y trato con todas sus fuerzas soportar el peso del dolor.
Uno a uno, fueron pasando los miembros de las distintas cabañas, para dar algunas palabras en honor a sus hermanos caídos. Algunos simplemente recordaban anécdotas como los de la cabaña de Apolo. Will aún permanecía convaleciente, por lo que no pudo hablar, pero pidió estar en la ceremonia, aunque fuera en una camilla. Las hijas de Afrodita lloraban desconsoladamente por algunas de sus hermanas, asi como por Drew también. Jason tuvo que contener a Piper, quien sentía mucho la muerte de alguna de sus hermanas, tanto del lado romano como griego. Jason y Reyna hablaron en nombre de los romanos para ambos lados. Eran costumbres distintas en relación a los funerales, pero hubo respeto por las costumbres griegas. Malcolm y algunos de sus hermanos tuvieron palabras para algunos hijos de Atenea caídos, pero habían acordado no hablar de Annabeth porque sabían que Percy querría hablar por ella. Solamente dejaron al costado de su pira algunos elementos que ella siempre llevaría con ella a excepción de su gorra de los yankees que pretendían entregar a Percy para que el hiciera los honores.
Cuando Travis se aproximó hacia donde estaba la pira de su hermano saco de su bolsa un set de maquillaje, todo el mundo miró de manera extraña al hijo de Hermes que les dirigió una sonrisa falsa, mientras las lágrimas caían sin que nada pudiera controlarlas.
—Nuestra última travesura… —susurro y todo entendieron de que se trataba. Algunos soltaron una risa amarga, pero todos entendieron cuanto dolor estaba experimentando al despedirse de su hermano.
—Estoy seguro que Connor es feliz de que no olvidaste eso —Katie quien se mantuvo a su lado todo el tiempo le dio un pequeño apretón en la mano. Travis no quería ser grosero ni mucho menos alejar a Katie de su lado, asi que le dio una pequeña sonrisa sincera, mientras ella secaba con su mano un par de lágrimas de su mejilla.
—No sé cómo —la frustración estaba carcomiendo al joven semidiós, que trataba de contenerse, pero no sabía cómo, no sabía cómo despejar su mente de algo inevitable. Su hermano ya no estaba más a su lado.
—Shhh… encontraremos la forma de seguir adelante… todos encontraremos la forma de seguir adelante —Katie lo abrazo suavemente mientras se alejaban de la pira de Connor que empezaba a arder lentamente. Las lágrimas aumentaban a medida que las llamas consumían más y más el cuerpo de su hermano, asi como la mortaja de la cabaña de Hermes.
Finalmente, cuando todas las piras menos una ardía el joven semidiós de ojos verdes empezaba a hacer su camino junto con Thalia y Grover. No era fácil para Percy pensar en que iba a decir. O como iba a contener sus emociones para no causar una catástrofe. Pero intento contenerse lo mejor que pudo. Poseidón estaba junto con el grupo de los dioses. La mirada estoica de Atenea no era de rabia, era más una represión del dolor que sentía al haber perdido a su hija predilecta. Los vientos empezaron a azotar la playa y el mar empezó a agitarse a medida que a Percy se le notaba ansioso y desesperado, hizo falta que Poseidón interviniera para controlar lo que Percy no podía mantener bajo su control.
—Perdón… yo simplemente no puedo controlar algunas cosas por ahora —Percy se disculpó torpemente mientras algunos temían que las cosas se salieran de control. —Antes de la batalla tenía una idea de lo que quería que fuera mi vida en adelante… sueños… promesas… anhelos de una vida diferente… Annie… ella tiene… tenía todo eso que yo buscaba en mi vida —Percy apretó los puños donde se podía ver un papel, pero al parecer su discurso ensayado no era lo suficientemente bueno como para leerlo. —Y decirle adiós… es sin duda la cosa más difícil que tengo que hacer… porque fue parte de mi vida desde que llegue aquí… porque compartimos cosas que nadie más ha compartido… porque ella podía ver a través de mi torpeza, porque podía leerme como nadie puede—Grover puso su mano en el hombro de Percy para darle su apoyo, Percy trago saliva antes de continuar. —Las últimas palabras de Annabeth para mi… bien podrían ser para todos nosotros… aún queda mucho que hacer aquí… ella no quería que me revolcara en mi autocompasión, no quería que estuviera llorando, ni que me sintiera tan miserable como me siento ahora, pero estoy seguro que entiende que no pueda evitar sentirme asi… creo que si nos duele tanto perder a la gente que amamos… es por eso… porque las amamos… y yo amaba a Annie… más de lo que alguna vez pude decírselo con palabras —la voz de Percy se mezclaba son sollozos y ahogamiento de sus palabras, pero no podía para ahora, porque no podría encontrar el valor de seguir adelante.
—Todos lo hicimos… —Percy se giró para ver a los chicos de la profecía, asi como a algunos más que habían compartido aventuras con él en los últimos años. Sintió que su corazón se partía. Porque el apoyo que le brindaban no era suficiente para borrar el dolor que sentía.
—Cuando se hable en los futuros años de Annabeth Chase, que se diga que peleo con todas sus fuerzas hasta el final… que hizo más de lo que se le pidió… que amo a su familia… el campamento y a mí con tanta pasión que duele… que digan de mi WiseGirl que siempre tenía un plan… para todo —todos sollozaban. Y finalmente Atenea derramo un par de lágrimas. Hestia se encargó de consolar a la diosa de la sabiduría. —Esta gorra la acompaño todos estos años… fue una forma en que su madre cuido de ella… y debe seguir con su dueña —Atenea asintió antes las palabras de Percy y entonces él supo que estaba en paz con la diosa de la sabiduría. Un gran peso se liberó de sus hombros. —Adiós Annie… adiós mi WiseGirl… aunque no nos volvamos a reunir seguirás estando en mi corazón —esas palabras sonaron tan amargas que conmovieron a todo aquel que las escucho.
—Adiós Annabeth —una sola voz se escuchó despidiendo a la hija de Atenea antes de que Percy depositara la gorra sobre el pecho de Annabeth y luego junto con Thalia y Grover dejaran caer la antorcha sobre la pira funeraria de ella. El fuego consumía no solamente el cuerpo de Annabeth sino el futuro que había planeado con ella… sería difícil pensar en el futuro de ahora en adelante.
Chapter 3: Decisiones
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Paso más de un mes y las cosas no parecían cambiar demasiado, aunque como dijo Katie entre todos encontraron la forma de seguir adelante. Pero no fue fácil. Había días difíciles en los cuales todos necesitaban de todos para no sentirse desconsolados. Ayudo mucho que Olimpo decidiera posponer la ceremonia de premiación hasta que fuera algo adecuado. Pero la inactividad era más bien algo negativo para algunos. Exactamente para Percy. Tyson decidió quedarse para pasar tiempo con Percy y Poseidón no pudo estar más de acuerdo. Sabía que la soledad no ayudaría en nada a Percy. Pero por dentro estaba pensando en que podría hacer para darle una perspectiva nueva a la vida de Percy. Vivir en el campamento se estaba tornando en tormentoso, porque sin duda los recuerdos de Annabeth aun hacen mella en sus emociones. Y no era para menos. Percy había planeado el resto de su vida en base a la idea de que Annabeth y él se mudarían a la nueva Roma. Asi que cualquiera fuera el plan tenía que ser uno que mantuviera su mente ocupada.
En ese momento un trueno retumbo y Poseidón sabía lo que tenía que hacer, asi que rápidamente desapareció de su palacio para aparecer en el Olimpo. La mayoría de los dioses ya estaban en sus asientos.
—No podemos esperar más para repartir nuestras dadivas con nuestros hijos —Zeus declaro con firmeza, pero la noticia no sentó del todo bien, sobre todo a aquellos dioses que habían perdido muchos hijos, como Afrodita, Apolo y Hermes. Fue precisamente el último que emitió una protesta.
—Ellos aún están dolidos por todo —el dios mensajero también estaba todavía un poco consternado. Había tratado de acercarse a Travis de varias formas, no había sido despreciado, pero no había logrado llegar a él.
—Lo entiendo… pero no podemos esperar más —Zeus entendía la magnitud de las tragedias que habían venido sobre algunos semidioses, pero aun asi había cosas que no podían esperar más.
—¿Por qué? —Apolo pregunto un poco ofuscado por el repentino apuro de premiar a los semidioses que habían participado activamente en la guerra.
—Porque algunas funciones nacerán de lo que les otorguemos —el razonamiento de Zeus era aceptable, era cierto y sabido que a varios se les seria concedidos varios honores, pero aun asi los dioses sentían que era demasiado temprano para dar vuelta a la página.
—Evitemos la fiesta de costumbre… no creo que nadie quiera celebrar demasiado —Hermes hablo rápidamente tratando de poner una condición ya que era inevitable que la premiación se diera en el corto plazo.
—Estoy de acuerdo con eso —Poseidón fue el primero en dar su opinión con respecto a eso y Atenea respaldo la idea de Hermes. Nadie tendría ánimos como para celebrar. Aún estaban asimilando las muertes. Hefesto estaba pensativo en Leo… no hubo un cuerpo que quemar, y no hubo funeral para el aun porque había mucho que investigar sobre su desaparición. Hades no había confirmado su desaparición, ni su alma había entrado en sus terrenos, asi que una esperanza flotaba en el aire.
—Podemos hacer eso… pero no podemos prologar más las recompensas —Zeus declaro de manera definitiva.
—Podríamos hacerlo dentro de 3 días… asi les damos tiempo a prepararse —Propuso Atenea mientras escribía un par de cosas en su libreta. Zeus medito por un momento viendo la unanimidad implícita en el resto de dioses se dirigió hacia Hermes.
—Hermes lleva las noticias a los diferentes campamentos —Hermes asintió y luego salió de la sala de tronos. Hades meditaba entre si debía preguntar lo que tenía en mente, pero finalmente decidió que tarde o temprano hablarían sobre eso.
—¿Cómo sigue Artemisa? —la mirada de Apolo se fijó en Hades. Apolo sabía que su hermana estaba mal, físicamente ya estaba recuperada, aunque le tomo tiempo, pero su mente estaba aturdida aún. Lo peor fue que no quería tener contacto ni siquiera con el mismo. Asi que los tratamientos para su recuperación eran más lentos. Ni siquiera Zeus se atrevía a acercarse demasiado para no desatar un problema mayor en Olimpo.
—Físicamente esta recuperada… como ustedes saben… sanar depende bastante del estado de ánimo, asi que por eso la recuperación de Artemisa no ha evolucionado tan rápidamente como quisiera —Atenea miraba fijamente al dios sol, sabiendo que realmente estaba preocupado. Pero no había mucho que Apolo pudiera hacer. Artemisa de por sí ya rechazaba el contacto con hombres asi que eso complicaba todo…
—Dijiste físicamente ¿emocionalmente? —pregunto Atenea. Este tema era delicado, no pretendía exponerlo demasiado, pero sabían que Artemisa tendría que tomar ciertas decisiones después de la guerra. Y el consejo también, porque no se toleraría ciertas cosas. Tal vez Zeus tenía razón y debían apresurar la premiación.
—Bueno… si yo siendo su hermano no puedo acercarme sin provocar su ira… imagínate Dionisio… es imposible… salvo que la durmamos… pero solo sería una excusa para que desatar su ira una vez despierta —todos los dioses escuchaban atento las palabras de Apolo y entonces quedo claro que sería un largo proceso, más para Artemisa.
—Bueno… a pesar que es mi hija no puedo pasar por alto, ni correr un riesgo —Zeus pensaba en voz alta mientras Hera se mantenía en silencio, sabía que cualquier cosa que ella pudiera decir seria tomado simplemente como una represalia contra Zeus mismo, y al parecer el rey de los dioses no estaba con humor para soportar una de esas cosas.
—Claro que no… pero no sé si lo que estás pensando padre ayudara a Artemisa —Atenea casi podía oír el pensamiento de su padre y sabía que la idea que tenía destrozaría a Artemisa.
—Nada ayudara lo suficiente, pero debemos hacer algo, las cazadoras están sin líder y debemos hallar una solución —las cazadoras ya estaban un poco impacientes por saber de Artemisa. Estaban en Olimpo, pero no tenían acceso a estar con ello, porque simplemente Artemisa no quería ver a nadie.
—Entonces Artemisa… —la frase de Atenea fue cortada por la entra de Artemisa en medio de la reunión.
—¿Yo que? —pregunto con ese aire estoico que la caracterizaba, pero si lograbas verla con detenimientos se podía notar que no era la misma Artemisa antes de la última batalla.
—No deberías estar aquí —Hera le dijo con tranquilidad, no queriendo exasperar a la diosa de la caza, pero ella estaba demasiado sensible como para tomar todo a la defensiva.
—No permitiré que me digan lo que debo o no debo hacer —siseo Artemisa con saña contra la reina de los dioses. Zeus no quería más problemas, asi que no dejo que esto siguiera.
—¡Artemisa! —reprendió con severidad. La diosa de ojos color plata suspiro en derrota, pero sin mirar a su padre, en realidad su mirada no se despegaba del suelo.
—Lo siento… ya me siento bien es todo —las disculpas aplacaron el aire tenso que se había gestado, pero todos sabían que fue solo un recurso para salir del paso. No fue una disculpa real. Y obviamente ella no estaba bien.
—No lo creo —Apolo se dirigió a su hermana, tratando de ganar su atención para poder hacer un rápido diagnóstico de su salud emocional. Lo que vio no le gustó mucho porque Artemisa levanto la mirada para ver fijamente a los ojos de su gemelo. Apolo pudo ver que la fiereza de Artemisa no era la misma, había un aire de inseguridad que jamás había estado presente en ella.
—¿Dudas de mi palabra? —la amenaza de Artemisa ya no hacia retroceder a Apolo y eso sí que era preocupante.
—Deja que Dionisio te revise —dijo finalmente Apolo llevando a Artemisa al límite. Todo podría resolverse ahora.
—Ni hablar —Artemisa resoplo con fastidio, se notaba que estaba controlándose para no perder la cordura.
—Entonces no estás bien —Apolo sentencio mirando a su padre, quien asintió a lo que Apolo había dicho, en realidad todo el consejo estaba de acuerdo. Hestia no se atrevía a decir nada, porque ella sabía que las evidencias harían que Artemisa terminara más insegura de lo que ya estaba.
—Padre… —suplico Artemisa, pero de poco sirvió porque el rey de los dioses sabía que debían llegar al fondo de este asunto antes de ver que hacían con ella.
—No Artemisa… no podemos permitir que andes por allí en este estado —Zeus trataba de hablar de la manera más paternal, pero sin dejar de lado su autoridad. Artemisa debía obedecer cualquiera fueran las decisiones del consejo. Pero no podía evitar sentir tristeza porque Artemisa se vería afectada en cualquiera de los casos.
—¿No pretenderás encerrarme aquí? —Artemisa empezaba a perder la paciencia y ponerse alerta porque si los dioses intentaban algo.
—No… no haremos eso… pero si te pediremos que te tomes un tiempo… sobre todo para decirnos que fue exactamente lo que paso —Artemisa se puso rígida y un escalofrió recorrió todo su cuerpo. Sabía que tarde o temprano llegarían a ese punto sobre todo por cómo fue necesario que Deméter la transportara a Olimpo. Estaba tan vulnerable que no podía valerse por sí misma y eso la enfurecía.
—No… —dijo de manera ahogada. Fue claro que cualquiera que fuera lo que había acontecido había trastocado a Artemisa más allá de su propio conocimiento.
—No podemos ayudarte sino nos cuentas —Hestia hablo por primera vez levantándose de su trono para acercarse a la diosa de la luna. Artemisa la miro con recelo por un momento. Pero finalmente se relajó.
—No necesito ayuda… —susurro solo para Hestia, pero fue claro para todos los que estaban presentes.
—No es tiempo para la testarudez hermana —Atenea se dio cuenta de su torpeza al hablar de manera casi acusativa con Artemisa, pero era demasiado tarde.
—¿Lo dice alguien que estuvo a punto de matar a Perseo dejando de lado la razón? —Artemisa le espeto a su hermana. Había podio enterarse de todo lo que había estado aconteciendo.
—Hermana… no podemos hacer nada sino nos cuentas —Apolo suplico, realmente estaba preocupado por Artemisa.
—No pasó nada… ¡ya te dije! —el fastidio en la voz de Artemisa era evidente. Pero necesitaban llegar al fondo del asunto para poder tomar las decisiones correctas.
—Entonces ¿qué hacía Perseo en ese momento? —pregunto Apolo. Uno de los pocos que había visto el momento exacto donde el semidiós hijo de Poseidón había estado con Artemisa. Pero luego él se había ido…
—Él… Él… —Balbuceó Artemisa insegura de como contestar la pregunta. No quería revelar nada, es más, temía que Perseo pudiera decir algo.
—Trae a tu hijo Poseidón… —Zeus pidió a su hermano, quien se mantenía con un perfil bajo, asi como las demás deidades masculinas, Artemisa no los soportaba y ellos no darían espacio a desatar su mal humor.
—¡No! —grito rápidamente Artemisa dirigiéndose a Poseidón, quien la miro con suavidad, pero un poco intrigado de porque la presencia de su hijo en el consejo haría que ella reaccionara asi. Que sabía Perseo… o que había hecho el que Artemisa no quería que fuera llamado. Sería algo que él tendría que averiguar por su cuenta, pero tampoco quería que el consejo llamara a Percy para someterlo a más presión de la que ya tenía encima.
—El puedo decirnos lo que paso —Zeus trato de ganar el favor de Artemisa primero y luego el apoyo de los demás dioses para convocar al héroe del Olimpo.
—No creo que eso sea recomendable… Percy ya está lidiando con mucho ahora mismo —Poseidón trato de sacar a Percy de todo este asunto. Suficiente ya tenía con los problemas y el dolor con el que aún estaba lidiando. Aunque la estancia de Tyson en el campamento ayudo un poco no era suficiente.
—Él tiene razón… además que no estaría bien someter a Percy y Artemisa a un interrogatorio —Atenea estuvo de acuerdo con lo que el padre de Percy dio como excusa. A pesar que aún no era precisamente su semidiós favorito, honraba la memoria de Annabeth tratándolo con respeto. Además de eso podría desatar un problema más grande, no solo lidiar con Artemisa, sino también con Perseo.
—Está bien… —Zeus dijo de manera derrotada.
—¿Está bien? No está bien… tenemos una conjetura… sino podemos confirmarla de ninguna forma no podremos tomar una decisión —Apolo se puso un poco nervioso mientras hablaba. No quería perjudicar a su hermana, pero ante todo le preocupaba solucionar todo este lio. Si tan solo alguien hubiera estado allí para saber de manera completa lo que paso no tendrían que estar sometiendo a Artemisa a todo este incomodo interrogatorio.
—Esto es lo que haremos… Artemisa tendrá que dejar la caza por un tiempo —el silencio total fue solo una antesala de lo que todos sabían sería algo difícil de llevar a cabo. Y más para Artemisa, quien estaba en estado de shock luego de escuchar las palabras de su padre.
Chapter 4: Recompensas
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Zeus estaba sentado sobre su trono con un dolor de cabeza que podría hacer estallar el cielo si tan solo dejara que ese dolor se reflejara en sus dominios. Lidiar con la rabia de Artemisa. Había sido una tarea más dura que ganar la guerra. Había sido necesaria la persuasión de todos los dioses. Finalmente, Artemisa se había encerrado en sus habitaciones y llevaba 3 días sin salir. Lo cual no era un problema, pero no ayudaba en nada al proceso que aún quedaba por delante. Si la situación no se esclarecía Artemisa podría perder definitivamente su caza asi como algunos de sus títulos.
Las puertas del Olimpo se abrieron para la gran cantidad de semidioses que empezaron a llegar, el compañerismo que se había gestado entre ambos campamentos fue fruto de la gran pérdida de semidioses, empezaron a darse cuenta que no servía de nada estar uno en contra del otro, asi que los intercambios se habían vuelta en una de esas actividades que ayudaron a mucho a superar sus pérdidas. Pero para algunos seguía siendo algo perturbador tanto el campamento griego como el campamento de los romanos. Ese era el caso de Percy, él tenía demasiados recuerdos en ese campamento, el primero de ellos fue que fue allí donde se reencontró con Annabeth después de una larga espera.
—Bueno parece que todo sigue igual aquí —Grover estaba junto a Percy, eran ellos dos junto con Jason y Reyna quienes guiaban al conglomerado de semidioses por las calles de Olimpo hacia la sala de tronos.
—Ella hizo un gran trabajo —Jason sabía que Annabeth se había encargado de reconstruir el Olimpo luego de la guerra con Kronos… y la verdad era maravilloso lo que había hecho, todo se veía tan majestuoso que intimidaba.
—Si… sí que lo hizo —suspiró Percy recordando algunas cosas relacionadas con la construcción del Olimpo. Algunas estatuas aun conservaban parte de la historia con Annabeth y eran motivo de felicidad recordarla, pero más era el pesar que recaía sobre él.
—¡Percy! —la voz de una Thalia emocionada que venía a su encuentro lo saco un poco de su autorreflexión y los recuerdos que en su mente se dibujaban.
—Hey Thalia —la poca emoción en sus palabras hizo que Thalia también dejara de sonar tan emocionada. —¿Cómo estás? —Percy trato de animarse un poco para no preocupar a Thalia. Llevaban un mes sin verse y no quería que el poco tiempo que estarían juntos se tornara triste.
—Bien diría yo… llevamos un mes aquí, sin salir de cacería —Thalia resoplo ofuscada, porque nadie daba respuestas con respecto a Artemisa. Solamente les habían dicho que tenían que permanecer en Olimpo hasta que hubiera una orden directa de Zeus.
—¿Por qué? —Percy no sabía nada de lo que estaba pasando con Artemisa y sus cazadoras. El solamente sabía lo que ese día había pasado. Y no sabía si todo esto estaba relacionado con lo que sucedió en la batalla.
—Lady Artemisa —fue todo lo que Percy necesito para entender. Pero no le dio demasiada importancia al asunto. De todas formas, no era algo de lo que él tuviera que hablar. Eso era algo que Artemisa tendría que revelar.
—Oh… ya veo… será mejor que nos demos prisa —Percy señalo a la puerta de la sala de tronos. El resto de las cazadoras se unieron al grupo rápidamente. Percy era simplemente ignorado por ser hombre, pero eso no le importo mucho.
—Claro —dijo Thalia mientras seguía a Percy y a Grover junto con los demás semidioses. Cuando giro su cabeza pudo ver a Nico conversando amenamente con Reyna. Un ápice de molestia le invadió, pero lo hizo a un lado. No pudo determinar que era ese sentimiento, asi que no dejo que la dominara. Cuando entraron encontraron a todos los dioses sentados en sus tronos esperando por ellos. Fueron recibidos con una sonrisa por sus padres. Se había convocado a todos los dioses que tuvieran hijos en el campamento. Ya que era un buen momento para permitirles pasar un tiempo con sus hijos. Zeus no quería más discordias ni problemas asi que se accedió a dejarles pasar la noche en el Olimpo para luego enviarlos nuevamente a los campamentos.
—Bienvenidos semidioses… ¡griegos y romanos! —La voz de Zeus asi como su rayo azotando el centro de la sala dio la bienvenida a los semidioses. Percy fue el primero en hacer una reverencia, acto que fue seguido por el resto de semidioses. Luego de eso cada dios descendió a forma humana y se aproximó a sus hijos. Todo había sido planeado por Afrodita y Atenea, quienes veían la necesidad de que esta premiación fuera diferente. Ellos necesitaban saber que a pesar de ser dioses también eran sus padres y necesitaban alguna clase de señal de que respetaban su dolor y están con ellos, a pesar de estar limitados por las leyes antiguas.
—¿Dónde está Lady Artemisa? —Thalia susurraba con el resto de cazadoras tratando de hallar una respuesta al trono vacío de Artemisa. La luna casi no brillaba y era casi imperceptible por la cantidad de nubes oscuras que flotaban en el cielo. Luego de saludar a sus hijos todos los dioses presentes retornaron a sus asientos. Y los que no tenían asiento permanecieron de pie junto a sus hijos.
—Les hemos convocado luego de un mes debido a que entendíamos el dolor que todos experimentaban por la pérdida de hermanos, amigos… Pero no podemos retrasar más esto, porque algunos de ustedes serán honrados con nuevas funciones que son necesarias en este momento… para afirmar la paz, protegerla y vivirla —todos se mantuvieron en silencio. Eso fue una señal para Zeus de que no debía proseguir con más palabras. Dio una señal a Ares para que procediera a premiar a dos de sus hijos.
—Yo seré el primero… Clarisse, Frank… —ambo semidioses dieron un paso al frente mientras el aplauso de la totalidad de semidioses sorprendía a los dioses, quienes no se esperaban una reacción asi. —Ambos han luchado como verdaderos hijos míos… y eso merece ser premiado… Clarisse por tu contribución en la guerra guiando al ejército griego te ofrecemos la inmortalidad parcial, como el que tienen las cazadoras, aun puedes morir en batalla —Clarisse no sabía qué hacer, ahora entendió porque Percy tardo en contestar cuando se le ofreció la inmortalidad. No quería mirar atrás. Pero casi podía ver la cara de Chris. Y no podía aceptar, no podía dejarlo atrás, no quería. Cuando levanto la vista se encontró con la mirada de Hermes que le sonreía tranquilamente y asentía con la cabeza.
—Acepto… gracias por el honor —se inclinó ante Ares y luego ante la totalidad de deidades reunidas. Ares puso la mano sobre Clarisse y en se momento empezó a recitar un par de palabras en griego antiguo, ella empezó a brillar en una luz roja tan intensa que parecía que era bañada en sangre. Cuando finalmente termino de hablar Ares Clarisse no había cambiado demasiado, pero ahora sus ojos tenían un pequeño anillo rojo, casi imperceptible.
—Frank, debo reconocer que al comienzo dudaba de que pudieras probarte a ti mismo, pero hemos visto que lo hiciste vez tras vez. Para que no tengas que dudar en aceptar tanto a ti como a Hazel se le ofrece la inmortalidad completa con la condición de que os dediquéis a entrenar su cuidar de las futuras generaciones de semidioses en el campamento Júpiter —Frank giro su cabeza para encontrar la sonrisa de Hazel que lo animaba. Asi que no dudo para nada en aceptar.
—¡Acepto mi señor! —Frank sonrió rápidamente a su padre, quien no se permitió mostrar alguna clase de debilidad como una sonrisa, pero estaba orgulloso de que sus hijos fueran honrados con ese honor.
—La ceremonia de inmortalidad completa es un poco más complicada, asi que lo haremos junto con los demás semidioses que reciban este honor —Frank asintió rápidamente y luego se trasladó al lado de Hazel, quien le sonreía emocionada.
—Katie, Travis y Chris —Hermes llamo haciendo una venía a Deméter, quien asintió y se acercó a los tres semidioses. También fueron recibidos con aplausos —A los 3 se les ha concedido la inmortalidad parcial… siempre y cuando se mantengan al servicio del Olimpo en el entrenamiento asi como en la protección del campamento griego —la elección parecía sencilla al menos para Chris y Katie quien sostenía de la mano a un muy nervioso Travis, que parecía que estaba pasando por una lucha interior si aceptar o no el don de la inmortalidad.
—No quiero ser inmortal… —susurró Travis a su padre, quien suspiro con pesar. Sabía que algo asi podía pasar. Connor seguramente estaría en los campos Elíseos. Y para Travis aceptar la inmortalidad seria casi como una traición.
—Pero Travis… —Katie apretó rápidamente su mano para tratar de hacerlo recapacitar, pero solo estaba logrando que su obstinación creciera.
—No… yo no quiero —Hermes se impacientaba un porque no sabía cómo iban a reaccionar los dioses antes una negativa. Pero se sorprendido cuando ni Zeus ni nadie movió un dedo ante la negativa.
—Travis por favor… no estamos diciendo que serás inmortal… solo medio inmortal… aun puedes morir en combate —Hermes esperaba que eso lo convenciera de aceptar, pero una lagrima solitaria en el rostro de Travis le dijo todo… él no iba a aceptarlo.
—No padre… no estoy preparado para eso —le rogo con la mirada triste.
—¿Lo pensaras al menos? —Hermes estaba angustiado porque la verdad es que no quería desprenderse del único hijo predilecto que quedaba. Una vez Luke había ocupado ese lugar en su corazón, luego fueron este par de gemelos. Perder a uno fue duro y no quería desprenderse del otro. Chris también fue beneficiado al no tener un hijo del lado romano que hubiera hecho algo para merecerlo. Chris había luchado junto Clarisse guiando al ejército.
—Lo haré… pero no ahora —suspiró Travis tratando de ordenar sus ideas. Chris sonrió porque aún había esperanza de que Travis aceptara. Sabía que había muchas probabilidades de que finalmente se volviera medio inmortal.
—¡Yo acepto! —dijo con una sonrisa Chris. Ahora podía empezar a planear un futuro compromiso con Clarisse… aunque eso todavía podía esperar… había muchas cosas que resolver en el campamento.
—Yo… —Katie tenía resuelto seguir a Travis… no quería dejarlo solo… y aceptar la inmortalidad podría ser tomado como que abandonaba a Travis. Asi que prefería esperar a que el tomara su elección, para tomarla junto a él.
—Adelante acepta… es una buena oferta como para ser rechazada —Travis le sonrió cariñosamente, algo que Katie no había visto desde que perdió a un hermano y eso era todo lo que ella quería. No que olvidara a Connor, sino que no se perdiera el Travis que ella había aprendido a querer.
—Pero Travis… —trato de replicar porque sinceramente temía que Travis no lo aceptara nunca. O que la oportunidad de la inmortalidad se perdiera para Travis.
—Acéptala… eventualmente yo terminare aceptándola… pero no ahora —suspiro el joven semidiós un poco aturdido por lo que acababa de ocurrir.
—Acepto entonces… —Katie resoplo con un poco de frustración y temor.
—Deméter por favor —Hermes invito a la diosa para que se encargara de Katie, mientras él se encargaba de Chris. Fue la misma forma en que Clarisse obtuvo la inmortalidad parcial. Cuando terminaron volvieron a sus lugares respectivos, mientras Travis observaba a Katie tratando de encontrar algo diferente en ella. Pero solo se percató en el color más intenso de sus ojos.
—Grover y Juniper —llamo la diosa de la sabiduría… Las ninfas que venían acompañando a Juniper fueron las primeras en vitorear a su hermana que era de las pocas que alguna vez fue honrada por el Olimpo. Se notaba que Atenea estaba conteniendo alguna clase de angustia cuando llamo a ambos. Tomados de las manos se acercaron —Estoy seguro que Annabeth hubiera querido esto… asi que en nombre de ella haremos uso del honor que se le hubiera dado en favor de ustedes… están de acuerdo —Grover no pudo contener la emoción del nombramiento de su amiga, pero por suerte para él Juniper estaba a su lado. El sátiro giro la cabeza hacia donde estaba Percy tratando de mantener sus emociones estables, pero estaba fallando. Con una sonrisa dolida le dio un asentimiento de cabeza en señal de aprobación.
—Si mi señora —dijeron ambos. En ese momento al igual que los demás recibieron la inmortalidad parcial de parte de Atenea. —Ustedes son nombrados señores de los bosques… será vuestro debes reforestar y mantener los bosques primeramente de los campamentos asi como del país… espero… esperamos que puedan cumplí bien con vuestro nuevo cargo —Hicieron una reverencia para luego retirarse, donde fueron recibidos por Percy, quien abrazo a ambos felicitándolos.
—Jason, Piper y Reyna —Zeus llamo orgulloso a su hijo, aunque el rostro de Jason no se demostrara del todo feliz como debería ser. Afrodita era la encargada de ofrecer las propuestas a los semidioses romanos.
—Los tres han hecho un gran trabajo que tanto Bellona, Zeus y yo nos sintamos orgullosos… es por eso que a los 3 les proponemos la inmortalidad completa. Con la misma condición de que se dediquen a entrenar y proteger el campamento Júpiter —los tres aceptaron de buena gana, como romanos Reyna y Jason sabían que tenían una oportunidad de transmitir todo el conocimiento y la filosofía correcta a los futuros campistas. Piper por su parte sabía que quería estar al lado de Jason y contribuir a que las hijas de venus cambiaran la reputación débil que tenían.
—Aceptamos vuestra generosa oferta —dijo Jason ganándose el asentimiento de las dos chicas que lo acompañaban.
—Bueno al final nos encargaremos de ustedes —Afrodita sonrió a los jóvenes héroes, quienes luego volvieron a sus asientos.
Luego fue el turno de Hazel y Nico a quienes su padre les ofreció la inmortalidad completa. Hazel se quedaría en el campamento Júpiter junto con Frank mientras que Nico tomaría el carago de príncipe del inframundo y serviría bajo las órdenes de su padre. Ambos aceptaron de buen agrado ya que todos sus amigos más cercanos habían obtenido la inmortalidad y no sería ya un pesar perderles en un futuro próximo.
—¡Percy Jackson! —un pequeño temblor retumbo en Olimpo. El orgullo de Poseidón se dejaba sentir en toda la tierra. Percy estaba un poco nervioso, porque sabía cómo responder a la oferta que seguramente le harían. Pero todavía dudaba de él mismo.
—Padre… —susurro inclinándose, solo para ser levantado por su padre quien le sonreía animándolo. El aplauso fue ensordecedor. Y no dejo de sonar hasta después de buen rato. Pero tanta atención, tanta devoción y lealtad terminaron por conmover a Percy. La sensibilidad de sus emociones se dejó ver en las lágrimas que se deslizaron por sus mejillas.
—Dudar de tu valentía, lealtad y entrega sería algo insensato… has demostrado vez tras vez ser merecedor de los honores que recibes no solo de tus amigos… sino en su momento del Olimpo. Una vez los rechazaste en favor de tus amigos, eso solamente te hace más merecedor de lo que estamos por proponerte —Percy se mantenía nervioso por lo que su padre decía de él… no estaba ni estaría preparado para recibir elogio nunca. —Te ofrecemos tomar un lugar dentro del consejo… te estamos ofreciendo convertirte en un dios del Olimpo —Percy cerró los ojos con fuerza, casi estaba seguro que eso sería lo que le ofrecerían.
—Yo... —suspiró desfogando un poco de ansiedad, mientras todo el Olimpo estaba en completo silencio esperando la decisión del joven héroe. La mirada de todos los dioses esta puesta solamente en Percy.
—No esperamos que respondas ahora mismo —Poseidón trato de quitarle un poco de presión de encima, pero fue cortado por una mirada de determinación de parte de Percy.
—Acepto —esta vez no tuvo que mirar atrás para valorar su respuesta… no había nada que mirar atrás, esta vez se trataba de él.
Chapter 5: Padre e hijo
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Todo el mundo se quedó helado con la respuesta de Percy, empezando por Poseidón mismo. Pero nadie tuvo tiempo de decir algo porque en ese momento aparecieron las Moiras... Y a todo el mundo se le escarapelo la piel.
—Perseo Jackson —Percy inclino la cabeza respetuosamente mientras los Olímpicos esperaban a ver qué clase de dominios serian asignados a Percy. —No queremos decir que estamos sorprendidas... pero lo estamos…
—Percy... —la voz de Thalia salió como un susurro... tal vez la decisión de Percy no fue la más acertada.
—¡Silencio! —Tanto Thalia como las cazadoras se tensaron al oír el grito de las Moiras. No era un juego desafiarlas. —Todos piensan que Perseo hizo una mala elección... pero en realidad ha tomado la mejor decisión... los motivos son los que ustedes no pueden entender—todos miraban a Percy en busca de una explicación, pero Percy se mantenía en silencio. —Nos gustan las personas que cumplen su palabra... asi que vamos a ser condescendientes contigo... solamente no abuses de las libertades que hoy se te dan salvador del Olimpo—Percy inclino la cabeza en reconocimiento. Entonces una luz empezó a emanar de las tres hermanas, para luego recaer sobre Percy, luego ellas empezaron a cantar en griego antiguo. Era energía pura que inundaba cada fibra de su ser. Primero sintió un frio que le recorrió el cuerpo, helándole la sangre, para luego sentir la calidez que fluía a través de sus venas. Luego Percy cayó de rodillas por el cumulo de energía que se estaba tornando imposible de dominar.
—¡Percy! —Grito Thalia, pero fue frenada por Poseidón con un gesto de su mano, él sabía que Percy tenía que resistir la energía que en él se estaba acumulando. Nadie podía hacerlo por él.
—Salve Perseo señor de las profundidades del mar y los pegasos, dios de los héroes, las armas y la lealtad. Protector y General de los ejércitos del Olimpo —en ese momento todos se inclinaron, algunos no podían pronunciar palabra asombrados por la magnitud de los dominios que se le habían asignado.
Percy estaba al borde del colapso. Quirón se dio cuenta de esto cuando empezó a acercarse con cautela. En ese momento Percy se desmayó. Todos empezaron a preocuparse de que algo hubiera salido mal. Los dioses sabían que lo había logrado. Olimpo tenía un nuevo dios... un nuevo miembro del consejo.
—¡Percy! —Poseidón se levantó para correr donde estaba su hijo. —Apolo pronto... —Apolo se levantó de su trono y se arrodillo dónde estaba Percy, para ese momento Quirón ya lo tenía en sus brazos. Finalmente, la luz blanca se había extinguido y las Moiras habían dejado de cantar. —Descansa joven dios... hemos terminado aquí —la voz de las tres hermanas era siniestra y podía hacer temblar a cualquier... pero en un abrir y cerrar de ojos habían desaparecido.
—Tranquilo tío... solo está cansado... lo llevare a mi palacio para que pueda descansar —Poseidón asintió tranquilo mientras observaba la respiración lenta de Percy... y entonces mucho de lo que dijeron las Moiras hizo pensar al dios marino, ¿decisión correcta? ¿Motivos? ¿Porque Perseo simplemente acepto? ¿Qué cambio? La inmortalidad no era precisamente algo que fuera a terminar y aun si decidiera desvanecerse los Elíseos no serían su morada final. ¿Qué cambio? Tenía muchas preguntas y tal vez necesitaba un charla padre-hijo con Percy.
—Tal vez debas ir con Percy... te necesita más de lo que lo demuestra —Hestia abordó a Poseidón quien se mantenía inmóvil a pesar que Apolo ya había desaparecido con Percy en brazos. Poseidón asintió y brillo al palacio de Apolo.
Lo que Zeus había pensado que pasaría sucedió o al menos parte de eso, asi que los honores para Tyson y Thalia tenían que cambiar. Fue por eso que los había reservado para el final. Hefesto hablo en lugar de Poseidón ya que el nuevo rol de Tyson tenía que ver con el dios de la fragua.
—Tyson… en vista de los acontecimientos hemos decidido nombrarte supervisor de las fraguas de Olimpo, una función que está muy conectada con tu naturaleza ciclope —todo el mundo aplaudió a Tyson, pensaron que se habían olvidado de él y su contribución con el ejército de ciclopes.
—Con mucho gusto acepto señor Hefesto —Tyson hizo una pequeña reverencia, sonriendo alegremente.
—Tu padre se encargará de hacer los honores de tu inmortalidad parcial… luego tendrás que venir a verme para explicarte las funciones de tu nuevo cargo —Hefesto le arrojo una tarjeta magnética a Tyson quien se veía confundido por haber recibido esto del señor de las fraguas.
—Thalia Grace —La voz de Zeus retumbo en todo el Olimpo, hasta Artemisa pudo sentirlo desde su habitación, entonces supo lo que iba a pasar y eso la enfureció, todo esto era una manipulación, o al menos asi lo veía ella. —Lo que tenemos para ti tendrá que ser en privado, asi que por favor luego que termine todo quédate aquí, asi podremos explicártelo —Phoebe miraba con ojos de desconfianza al propio Zeus. Pero no se atrevería a desafiarlo ni a cuestionar sus órdenes, menos ahora que lady Artemisa no estaba para protegerlas.
—Si padre… —Thalia parecía sorprendía, hasta un poco enfadada por tanto misterio, quería llegar al fondo de todo y tal vez lo que su padre quería tratar en secreto le ayudaría a entender más cosas.
—Bueno con eso concluye esta reunión… Quirón por favor… encárgate de que cada semidiós se dirija a los palacios de sus respectivos padres… lo que no tengan palacio en el Olimpo se quedaran en el palacio de Hestia —Zeus dio por terminada la reunión de premiación, pero aún tenía un problema por delante. Y con Thalia esta situación no sería menos que difícil.
—Como usted ordene señor —Quirón hizo una leve reverencia y luego las puertas del Olimpo se abrieron para que los semidioses salieron rumbo a la zona de los grandes palacios de cada una de las deidades del Olimpo. Solamente Thalia se quedó delante del consejo, aunque Phoebe intento persuadirla para quedarse con ella al final tuvo que salir.
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Percy estaba recostado en una camilla dentro del palacio de Apolo y Poseidón estaba junto a él. El viejo dios del mar no sabía cómo iba a hacer para que Percy le contara. Decidió que primero empezaría por entablar una charla tranquila.
—Papa… —el susurro suave de la voz de un Percy cansado llamo a atención de Poseidón.
—¿Percy cómo te sientes? —Percy hizo una cara de fastidio cuando intento levantarse por su propia cuenta, asi que Poseidón le tomo del brazo para ayudarlo a sentarse sobre la camilla.
—Como si una manada de elefantes hubiera pasado sobre mi —cada movimiento era más doloroso que el anterior, asi que opto por quedarse inmóvil.
—Apolo dijo que solo necesitas descansar
—¿Entonces ya soy un dios? —Percy se sentía diferente, pero aún no había visto la totalidad de los cambios, se sentía fuerte, más corpulento y sus sentidos estaban más agudos.
—Asi parece y no son poca cosa tus dominios… seguramente encontraras muchas cosas que te serán útiles —Percy pensó en los dominios que le habían sido asignados… un ligero dolor de cabeza le perturbo cuando pensó en su dominio sobre la lealtad, pero no pudo reconocer de que parte venia exactamente, tenía que aprender a dominar sus dominios, ya habría tiempo para eso.
—Las Moiras dijeron que no abusara de las libertades que me daban… asi que supongo que lo primero que haré será abusar un poco —Percy pensó que después de todos sus dominios eran buenos y favorables para lo que él quería hacer.
—Percy… —Poseidón le reprendió suavemente.
—Está bien… tratare de ser prudente —dijo finalmente Percy, pero tenía la intención de usar todos sus dominios en favor de los semidioses… para ayudarles y protegerles lo mejor que pudiera. Aprovechando el buen humor de Percy su padre aprovecho para preguntarle algo que le rondaba la cabeza.
—Hijo… tengo una pregunta… ¿qué cambio? —Percy frunció el ceño, él sabía hacia donde apuntaba la pregunta, pero quería esquivarlo lo más posible.
—¿Qué quieres decir? —trato de hacerse el desentendido, esperando que su padre no volviera sobre esa pregunta. No se sentía del todo preparado para hablar de eso.
—Porque ahora si aceptaste la oferta del Olimpo… ¿qué cambio? —Poseidón hizo la pregunta con cuidado de no espantar a Percy, no quería forzarlo a abrir su corazón.
—No lo sé… yo simplemente… —Percy quería contarle a su padre, pero temía verse tan frágil. Por otro lado, Poseidón sentía que este era el momento en el que finalmente Percy hablaba de lo que paso ese día…
—Fue Annabeth ¿cierto? —Percy asintió rápidamente ocultando la mirada de su padre.
—No sé si estoy preparado para eso papá —Poseidón se apresuró a poner su mano sobre el hombro de su hijo para mostrarle que estaba allí para él.
—Está bien… creo que hace bien hablar de las cosas —Poseidón estaba seguro que una pequeña ventana de oportunidad se había abierto con Percy. Algo que ayudaría a su recuperación.
—Lo sé… yo… no iba a aceptar… no quería aceptar… pero tuve que —Percy se mordió la lengua pensando en porque había aceptado, tal vez no debió hacerlo.
—¿Por qué? —Poseidón temía que Percy fuera infeliz por su decisión. Pero más que eso le interesaba que Percy se vaciara del dolor que lo estaba acompañando.
—Porque se lo prometí… —susurro Percy un poco cansado, toda esta carga emocional lo estaba agotando más y más…
—¿Entonces no quieres ser un dios? —Poseidón estaba dispuesto a pedir una anulación a favor de Percy, lo que más le interesaba ahora era que Percy encontrara la felicidad.
—Si quiero… es decir ahora quiero…
—¿Aun a pesar de que tu destino no serán los campos Elíseos? —El viejo dios sabía que estaba tocando una fibra sensible, que podía hacer que Percy se aislara nuevamente como durante todo el mes pasado.
—Ella… ella no estará allí… —una lagrima corrió por su mejilla y la voz se apagó en su garganta mientras terminaba la frase. Era algo que le producía pavor compartir con alguien.
—¿De qué estás hablando Percy?… claro que estará… hablare ahora mismo con Hades —Poseidón se levantó abruptamente empezando a caminar hacia la puerta para buscar a su hermano. Percy le tomo del brazo con firmeza. Poseidón lo miro un poco desconcertado por la rudeza de Percy, pero recordó que tal vez no puede aún controlar su fuerza.
—No padre… espera… ella eligió no ir allí —Poseidón entendió de qué se trataba y no pudo más que sentir un dolor por lo que Percy tenía que estar pasando al saber eso.
—Pero Percy pensé que ella te amaba…” Percy cerró los ojos con dolor al escuchar lo que su padre decía. Parecía molesto o tal vez era su propia percepción.
—Y lo hacía… más de lo que yo merecía… pero ella sabía que yo estaría destrozado y esperando la muerte solo para estar con ella —Poseidón entendió lo que había hecho con Percy… pero aun asi sonaba demasiado extremo.
—Entonces ella opto por su segunda oportunidad —eso le quitaba la posibilidad a Percy de alguna vez pensar en ella nuevamente. Eso lo obligaba a seguir adelante. Era duro… y Percy tendría que estar enfadado por esa decisión, pero no lo estaba. Y eso era lo que confundía a Poseidón.
—Si… ella dijo que quería que yo siguiera adelante y que esa era la única forma de asegurarse que yo buscaría rehacer mi vida —no sabía que decir, a primera vista sonaba como egoísmo por querer dirigir la vida de Percy, pero estaba seguro que él no lo veía asi. Y él tampoco tendría que verlo de manera negativa por amor a su hijo.
—Lo siento tanto Percy —Poseidón trataba de sonar amable y asi lo percibió Percy, pero no pudo evitar quebrarse en ese momento. Su padre no le estaba dando su lastima, solamente su apoyo y eso valía demasiado para Percy.
—Yo también papa… ya no hay Annabeth para mí —sonaba tan vacía su voz que nada de lo que pudiera decirle lo llenaría. Solo el tiempo y el cariño lo sacarían de ese cuadro.
—No puedo entender lo que ella hizo… no puedo verte asi —Poseidón seguía luchando por no verlo de manera negativa.
—Lo sé padre… pero yo lo veo como su último acto de amor… ella me mantuvo con vida… me salvo la vida otra vez —Percy sonaba tan convencido de lo que decía. Como si fuera poesía pura en sus labios.
—No te dejo morir —Poseidón terminó la frase comprendiendo al fin la magnitud de tal sacrificio. Annabeth no le negó la búsqueda de una nueva felicidad, ni tampoco lo mantuvo atado a ella… ella lo empujo a seguir adelante.
—Exacto…
—Creo que es hora de llevarte a casa… necesitas recuperar fuerzas… y el mar te ayudara con eso… además de ponerte en contacto con uno de tus dominios… luego nos encargaremos de los otros —le ofreció el brazo a Percy y empezaron a dar un par de pasos para que pudiera estabilizarse.
—Vamos entonces… —dijo Percy y luego se disolvieron en una brisa de mar, con rumbo a la Atlántida. Era necesario que fuera presentado como debía ser en el reino de su padre.
Chapter 6: Aprendiendo a ser un dios
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Thalia se quedó de pie ante el consejo esperando que la sala se vaciara completamente. Se sentía nerviosa, pero ansiosa de descubrir que era lo que estaba pasando, necesitaba volver a las cazadoras con respuestas.
—Lo que vamos a proponerte puede sonar escandaloso… y seguramente te llenara de muchas preguntas… pero quiero que evites hacer preguntas ¿sí? —todos miraban ansiosos a Zeus, tal vez no era muy bueno darle ciertas pistas… conociendo a Thalia terminaría por estallar.
—Lo intentare… pero de que se trata… ¿y porque lady Artemisa no está aquí? —la última parte puso aún más nerviosos a los dioses, no querían dar explicaciones que comprometieran a Artemisa, esto debía ser algo que solamente el Olimpo tratara.
—De eso se trata… el consejo ha decidido que Artemisa no está capacitada en estos momentos para seguir ejerciendo su labor como diosa de la caza, ni estar al frente del grupo de cazadoras existentes —lo que salió de boca de su padre sorprendió a Thalia. No se esperaba esto. ¿Esta Artemisa en problemas? ¿Estaba enferma? ¿Porque el Olimpo guardaba tantos secretos con respecto a su señora?
—Un momento… —trato de objetar, pero rápidamente Zeus la freno con un gesto de su mano.
—Déjame terminar —Zeus no parecía demasiado paciente como para ser interrumpido.
—Lo siento —Thalia se disculpó rápidamente, no quería fastidiar el ambiente pacifico que su padre había tenido hasta ahora.
—Es por eso que el consejo cree que de manera temporal… hasta que Artemisa vuelva a estar apta… o tal vez de manera permanente… en fin… queremos nombrarte diosa menor de la caza y las doncellas —Thalia casi se desestabiliza con lo que su padre le estaba ofreciendo. Eso sería traición. No podía hacerlo. Los dos dominios de Artemisa estaban relacionados, ya que solo las doncellas podían ser cazadoras, pero ella no podía siquiera pensar en traicionar a Artemisa.
—¿¡Que!? —Thalia empezó a perder el control de sí misma. Esto sería una traición contra Artemisa. ¿Porque el Olimpo la estaba despojando de sus dominios? ¿Seguiría siendo una diosa? Pero si ella no aceptaba seguramente le ofrecerían el puesto a otra persona y eso sería un desastre para las cazadoras. ¿Sus hermanas la odiarían por estar del lado del Olimpo antes que con Artemisa?
—Bueno entonces estas todo arreglado… como será temporal no hará falta la intervención de las Moiras… solamente te conferiremos el poder de Artemisa, es completamente reversible —Los dioses se pusieron de pie y se disponían a empezar el ritual.
—¡No! ¡No! Espera… no puedo hacer eso —Thalia los sorprendió empezando a caminar de un lado a otro nerviosamente.
—¿Porque no? —Zeus estaba empezando a perder la paciencia, todo este tema lo tenía fastidiado, pero para su sorpresa y fortuna de Thalia la reina del Olimpo puso una mano sobre él para tranquilizarlo.
—Porque sería tanto como traicionar a mi señora… primero quiero hablar con ella —Thalia sabía que no estaba en posición de pedir cosas, pero sentía que estaba traicionando la confianza de su señora.
—No creo que eso solucione el problema —Apolo intervino con una mirada pensativa, había pensado en hacer que Thalia y las cazadoras convencieran a Artemisa de exponer su caso y esclarecer las cosas, pero sabía que eso sería doblemente humillante para ella tal vez.
—¿Qué problema? —Thalia también estaba perdiendo la cordura de ver que nada era claro y que prácticamente la estaba empujando a aceptar los dominios de su señora. Una idea se formó en la mente de Zeus para terminar este tema de una vez por todas. Si hay algo que no podía soportar Thalia y las cazadoras era la vanidad de las hijas de Afrodita…
—Eso no importa… si tú no deseas el honor… seguramente a Afrodita le gustaría hacerse cargo de la caza —Afrodita entendió el punto y se puso de pie orgullosa pestañeando a mil por hora y dejando escapar el olor de su costoso perfume francés.
—¿¡Que cosa!? ¡No… no permitiré eso! Antes aceptare yo —Thalia estaba enfurecida, no podía permitir que la caza cayera tan bajo como para tener como patrona a Afrodita… sería el hazme reír de todo el mundo mitológico.
—Sabia decisión… mi hermana no puede hacerse cargo de esos dominios hasta que lleguemos a ciertas conclusiones —Atenea en silencio halago la táctica de su padre para obtener el sí definitivo de Thalia. Sabía que ambas, tanto Thalia como Artemisa eran muy obstinadas para aceptar las cosas por la buena forma. Un poco más calmada Thalia creyó que al menos podía obtener algo de información.
—¿Que le ha pasado a mi señora? —Apolo y Zeus se miraron de reojo, a pesar que Thalia sería una diosa no podían compartir sus conjeturas sobre el estado de Artemisa.
—No podemos hablar de eso… eso solo es un tema del consejo —Zeus explico a su joven hija. Sin duda sería algo que haría enfurecer a las cazadoras, asi que no podía arriesgarse a dejar un grupo de mujeres furiosas matando a voluntad.
—Pero entonces ¿qué les diré a mis hermanas de la caza? —Apolo pensaba en qué clase de cosas neutrales podrían decir sin mentir… porque una mentira sería igual a un gran problema a futuro.
—Simplemente que Artemisa se encuentra atendiendo otros asuntos… y que por eso se te confirió a ti sus poderes… serás una diosa menor de todas formas —Thalia frunció el ceño, parecía que los dioses tenían ensayadas sus respuestas, siempre todos manteniendo el secreto a salvo.
—Qué suerte… porque no me gustan las reuniones largas —Thalia sonrió por lo gracioso que había sonado, pero no pareció hacerle gracia a su padre.
—Thalia —Zeus regaño con cansancio…
—Está bien… solo quiero saber si ella está bien —Thalia intento una vez más saber algo nuevo de Artemisa, solo se le había dicho a la caza que estaba ocupada y que no podía estar con ellas. Asi que lady Hestia se encargaba de alojarlas en el Olimpo.
—Ella no está enferma si eso es lo que te preocupa —Apolo respondió rápidamente.
—¿Y puedo verla? —el dios sol estaba empezando a aburrirse de toda esta charla improductiva, sabía que nadie soltaría nada con respecto a Artemis, pero eso no parecía desanimar a Thalia.
—Supongo que si… si es que ella quiere recibirte —dijo finalmente Atenea, quería solucionar el problema cuanto antes y si Thalia creía que podía hacerlo en hora buena.
—Bueno entonces adelante —Thalia respiro hondo antes de que los dioses empezaran a cantar en voz alta algunas cosas en griego antiguo, luego todo se volvió oscuro.
Paso más de una semana desde que Thalia acepto convertirse en la diosa menor de las cazadoras y las doncellas, no había sido fácil darles la noticia a las cazadoras, algunas pensaban que Thalia estaba en alguna clase de confabulación contra su señora. Thalia tuvo serios problemas para convencerlas de que era eso o que Afrodita se hiciera cargo de la caza, fue esa la única manera de ganarse la confianza de sus hermanas. Thalia no sabía cómo ser una diosa, la confianza que tenía con la caza hacía que ella odiara tener que dar órdenes que no podían ser desafiadas… como cuando decidió que era hora de dejar el Olimpo para tomar un poco de ritmo cazando algunos monstruos. Phoebe había sido la primera en objetarle tal decisión, alegando que ni siquiera habían sido capaces de ver a Artemisa. Thalia estaba frustrada porque vez tras vez había querido entrar al palacio de Artemisa para hablar con ella y vez tras vez se había encontrado con que el acceso está restringido para cualquiera.
Finalmente, la caza tuvo que obedecer las órdenes de su nueva señora, aunque Thalia les dijo que era de manera provisional, que el proceso era completamente reversible y que cuando Artemisa terminara de atender sus asuntos con el Olimpo podría volver a hacerse cargo. Pero por la cara de los dioses durante su nombramiento como diosa menor de la caza y las doncellas apuntaba a que pasaría un buen tiempo antes de que Artemisa volviera.
En el fondo del mar las cosas iban un poco diferente, en una sala del reino de Poseidón el sonido de espada chocando llenaban el ambiente de emoción y respiración agitada, luego de recuperar sus fuerzas Poseidón le había dicho a Perseo que era hora de empezar su entrenamiento y planificación de lo que él quería ser como dios. Le explico que la personalidad de un dios se forma en los primeros años, le conto su propia experiencia asi como la de otros dioses que habían sido un desastre desde el comienzo, siendo bebedores, mujeriegos, sanguinarios, y que eso era lo que había perdurado en ellos a lo largo de los siglos, asi que era importante formar un hábito para los postreros años.
Perseo tenía claro una cosa, como dios de los héroes quería hacer todo lo que estuviera a su alcance para ayudarlos y proveerles herramientas para defenderse en el mundo real, ya que una vez que no estuvieran en el campamento cada uno estaría por su cuenta y debía estar preparado. Asi que en su mente un plan se empezó a gestar. Pero primero necesitaba potenciar sus habilidades de combate en todas las armas. Y precisamente eso era lo que estaba haciendo con Poseidón una lucha con jabalina, que no era precisamente un arma con la que tuviera mucha afinidad.
—Entonces ¿crees que vas a dejar de esquivar mis golpes y trataras de atacar a tu viejo padre? —Poseidón atacaba con golpes firmes, pero Percy solo los esquivaba sin contraatacar y eso no ayudaba mucho a su formación.
—Vamos… sabes que no tengo practica con esto —el joven dios se quejaba con su padre, Poseidón era de las personas que enseñaba en combate, nada de lección previas, todo sobre la arena.
—Bueno… pero debes… si quieres hacer bien tu papel y no ser una vergüenza como Dionisio… —Ambos sabían que para lo único que Dionisio servía era para dormirse durante las reuniones del consejo y buscar doncellas prohibidas.
—Ni me lo recuerdes, ese ebrio tendría que hacer algo más por los chicos del campamento —la amargura de haber sido semidiós y haber visto cuan poco le importaba a Dionisio el destino de los semidioses lo enfermaba.
—Debería… pero depende mucho de querer
—Bueno yo sí quiero —Percy dijo con firmeza bloqueando un nuevo ataque de su padre, pero eso era lo único que hacía.
—Lo se ¡entonces ataca! —Poseidón extendió en su plenitud la lanza para rasgar parte del pantalón de Percy y rasguñar su muslo provocando que icor en poca cantidad saliera… jamás se acostumbraría a ver su sangre dorada…
—¡Hey! —reclamo frotando su muslo del icor que brotaba. Poseidón lo había ya herido en miles de oportunidades, pero siempre eran heridas leves y no en lugares vitales.
—Sanara pronto —se encogió de hombro el viejo dios mientras hacía unos malabares con la lanza para retornar la atención en el combate.
—Entonces planeas lastimarme solo porque puedo sanar —Percy dijo en tono juguetón, tratando de buscar un respiro de tanta práctica. El tiempo se había vuelto algo un poco difuso en su mente, de un momento a otro ya había pasado más de cuatro horas entrenando.
—No… planeo atacarte para aprendas —Poseidón atacaba rápidamente y Percy seguía esquivando, pero esta vez se atrevió a dar un par de ataques, un poco débiles, pero eran sus primeros envistes.
—Bueno tus métodos son algo extremos —su padre sonrió mientras paraba el combate para tomar un descanso.
—Necesitaras más que suerte para enfrentarte a los que hay allá afuera —Percy no sabía cómo interpretar lo que su padre decía, es decir él se había enfrentado a Kronos… no era por vanidad, pero tal vez su padre quería darle alguna clase de lección sobre ser dios.
—Vamos… es que no he demostrado ya suficiente —Percy se quejó mientras tomaba un poco de néctar para recuperar vitalidad.
—Como semidiós —Percy pensó que su padre no estaba valorando sus logros.
—¿Hay alguna diferencia? —pregunto un poco enfadado…
—Bueno veras… los semidioses tienen una suerte especial —Poseidón percibió su fastidio, asi que tenía que ir con cuidado si es que no quería ofender el orgullo de su hijo. No es como si quisiera añadir una nueva penuria a vida.
—¿Qué quieres decir? —Percy ahora sonaba intrigado, pero no menos perturbado.
—La suerte es distinta para semidioses y dioses… para ustedes la probabilidad de la suerte es más alta que para nosotros —Percy puso una cara de en español por favor —Nosotros necesitamos demostrar nuestro poder para tener más probabilidades —La mente de Percy estaba procesando lo que su padre le decía… tal vez Annabeth tenía razón era un cerebro de algas, Percy sonrió con un poco de amargura recordando ese apodo cariñoso… pero no podía dejar que la melancolía lo dominara, no ahora que era un dios… tenía que aprender a lidiar con su dolor. Era algo que se había propuesto y ya tenía un par de planes para ayudar a su propósito.
—¿Quieres decir algo como la suerte está del lado del más fuerte? —Poseidón sonrió porque su frase no podía ser más correcta.
—Exacto… en cambio con los semidioses la suerte es una cuestión la intervención divina —sonaba razonable, ya que si cierto dios era más bien tu enemigo podías verte perjudicado…
—Mmm yo no tengo alguien que me favorezca
—Ese es el punto… debes ser lo suficientemente fuerte para batir a tu enemigo mientras esperar un golpe al azar de suerte —Percy pensó que eso sonaba hasta cruel… con razón Hestia, Hera y otras diosas pacificas no se atrevían a entrar en combate.
—Suena injusto —reclamo Percy, pero Poseidón le sonrió dándole un golpe en el hombro.
—Puede que sea asi… pero cuanto más fuerte y victorioso te vuelves, mayor se vuelve tu poder de cambiar tu suerte y la suerte de los héroes que gozan de tu favor —Percy capto eso rápidamente, cuando más fuerte fuera más podría hacer por los héroes.
—Eso suena como algo por lo que vale la pena entrenarse, no solo forjo mi propia suerte —Parecía que las lecciones básicas de ser un dios estaban dando sus frutos.
—Claro… mira a Apolo… crees que Paris hubiera podido por sus propios medios clavar esa flecha en el talón de Aquiles? —Un ejemplo sin duda ayudaría a fijar esta lección.
—Entonces fue Apolo —Percy sonrió mientras recordaba haber leído… o al menos una lectura a medias esa historia de Paris disparando la flecha hacia Aquiles.
—Claro… ¿qué pensabas? Aquiles profano su templo en Troya, asi que Apolo uso la habilidad de Paris para cambiar la suerte de lo que podría haber sido una flecha dirigida a cualquier parte —Quien sabe… tal vez alguna vez podría pedirle a Apolo mismo que le ayudara con su habilidad o mejor dicho NO-Habilidad con el arco.
—¿Entonces cuanto más fuerte y victorioso soy más puedo cambiar la suerte de los héroes? —Poseidón arrojo la lanza hacia Percy, quien la tomo rápidamente.
—Lo has captado… ahora a entrenar —Entonces Percy sabía que entrenar era una cuestión fundamental para sus planes, pero primero tendría que dedicarse a ser un maestro en la lucha.
Chapter 7: En apuros
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Tres meses más de entrenamiento y entonces Percy ya podía dominar la jabalina y la espada como si fueran extensiones de su propio cuerpo. Precisamente eso estaba haciendo junto con Tritón cuando Poseidón se asomó a la arena del nuevo palacio de Percy en las profundidades del mar. Su palacio era más un santuario del entrenamiento y la lucha, asi como también grandes salas para sus pegasos y acuarios para sus hipocampos. También poseía una sala llena de armas que habían sido un regalo de Tyson, pero había sido más una idea de Hefesto para estrenar el nuevo puesto de Tyson.
Tritón había logrado congeniar de manera más rápida con su Percy de lo que Anfitrite, puesto que ella a pesar que era un dios olímpico no podía dejar de verlo como la muestra de un engaño por parte de Poseidón.
—Entonces parece que volví a ganar —la voz de Percy era jadeante y su respiración acelerada mientras apuntaba su fiel espada Riptide en el cuello de un dominado Tritón quien estaba desarmado en el suelo. Percy le tendió la mano para ayudarle, pero lo que le dijo lo dejo pensando, no podía haber pasado tanto tiempo.
—Bueno no puedo culparte llevas más de 4 meses entrenando aislado del mundo real —la sorpresa se dejó ver en el rostro de Percy.
—¿Cuatro meses? —susurro pensando en cuanto tiempo había pensado y ni siquiera había visitado el campamento. No sabía si era tiempo de volver. Todavía se sentía inseguro.
—Si cuatro meses… es tiempo de emerger al mundo exterior —Poseidón hizo su aparición aplaudiendo a sus jóvenes hijos luego de un digno combate. Poseidón aplaudió para convocar un poco de néctar y les arrojo las botellas a sus hijos que terminaron con ella como si tratara de un concurso de bebida.
—Padre… —ambos dijeron luego de terminar su néctar.
—Mis muchachos —palmeo a ambos en la espalda mientras abandonaban la arena de combate. Percy palmeo las manos para oscurecer el lugar. Mientras a su paso otra sala se iluminaba. La sala principal donde un trono de roca volcánica extraída de lo más profundo del mar se alzaba con majestuosidad. Los ciclopes que estaban bajo el mando de Tyson habían ayudado a tallar e incrustar piedras preciosas de todas partes del mundo. Topacios, zafiros, rubíes, diamantes, oro olímpico, plata olímpica y en los brazos del trono la cabeza de dos pegasos negros hechos de ónice y finamente tallado y pulido uno a cada lado. Simplemente majestuoso.
—Iré a ver cómo van las cosas… ¿nos veremos en la cena? —Tritón palmeo a su hermano sabiendo que Poseidón estaba aquí por un motivo.
—Espero que si… —Percy le hizo una cara de espero no estar en problemas y luego Tritón desapareció rumbo a la Atlántida.
—Percy… —Poseidón hablo con algo de cansancio, o tal vez era preocupación. Sabía que Percy había optado por seguir su entrenamiento en su nuevo palacio para alejarse lo más posible de todo aquello que pudiera evocar recuerdos dolorosos. Como su padre podía saber que aún tenía sueños perturbadores que traían a su memoria lo que paso ese triste día. Pero no era por eso por lo que había venido. Él sabía que Percy necesitaba tiempo y apoyo y era precisamente eso lo que él iba a darle.
—Padre no… todavía no puedo —el joven dios intervino dejando salir de su corazón esa negativa a hacer algo de lo que pudiera arrepentirse, como salir de la seguridad de su palacio.
—Ni siquiera sabes de que te voy a hablar —Poseidón se sintió un poco agobiado porque lo primero en lo que había pensado Percy era en eso… todavía estaba allí, todavía era una carga para él.
—Casi puedo adivinar que me hablaras de que debo visitar el campamento y mi antigua vida —Poseidón le sonrió con algo de dolor, no quería forzar a su hijo. Levantarse de una perdida asi era difícil, tal vez nadie debería estar obligado a reponerse, pero era necesario.
—No exactamente —Percy observo a su padre con algo de vergüenza de verse tan vulnerable.
—¿No? —pregunto con timidez, tal vez era algo serio en realidad y él estaba dando el espectáculo de autocompasión y miseria.
—Bueno si… obviamente quiero que vuelvas a ser el mismo de antes… no un joven recluido en las profundidades del mar sin más contacto que con su padre y hermano… pero no… no es por eso por lo que he venido —Percy bajo la cabeza con vergüenza, era cierto, él había decidido no salir a la superficie y bajo el pretexto de entrenamiento dedicado había obtenido la licencia del Olimpo para no asistir a las reuniones del consejo. Poseidón no le comento porque fue que Zeus accedió tan rápidamente, pero no le importaba.
—Lo siento —se disculpó susurrando. Su padre tomo su mentón y levanto su cabeza, sus ojos estaban vidriosos y su respiración ligeramente agitada. Todavía duele recordar.
—Hijo, entiendo que sea difícil y como padre me alegra saber que puedes confiar en mi como para decirme que aún no estás preparado, nadie tendría porque forzarte a estarlo y yo no lo hare —Percy asintió con la cabeza mientras apoyaba la cabeza en el hombro de su padre.
—Gracias… no sabes cuánto significa para mí —le susurro mientras dejaba caer las lágrimas contenidas en sus ojos.
—Lo único que deseo es que puedas encontrar nuevamente la felicidad —Poseidón le dio un cálido abrazo a su hijo mientras este se reponía de sus lágrimas, sabía que Percy buscaba que no lo viera como débil y vulnerable asi que le dio tiempo de recobrar la compostura.
—Soy feliz aquí… a mi manera —Percy se apartó un poco de su padre frotándose el cuello con algo de vergüenza. Sabía que estaba mintiendo terriblemente.
—Sabes a que me refiero
—Lo sé… es solo que… todavía no —declaró finalmente, todavía no. No dijo que nunca y eso era suficiente para Poseidón.
—Está bien… llegaremos a eso cuando sea el tiempo… pero es necesario que hoy te encargues de uno de tus dominios —Percy frunció el ceño un poco perturbado por lo que tendría que hacer. Ya estaba el fondo del mar, asi que lo único que quedaba eran los pegasos, los héroes, las armas y la lealtad, los últimos tres estaban relacionados con personas y eso le fastidiaba. Pero sabía que su papa no lo obligaría a entrar en contacto con su antigua vida, al menos no hasta que el supiera que estaba listo.
—¿Cuál de todos?” La curiosidad era superada por la ansiedad y la sensación de su corazón apretado.
—Los héroes… —Poseidón sentencio abriendo un mapa en la mesa que estaba frente a ellos.
—Mmm… eso podría ser un problema —Percy miraba dos grandes marcas donde se suponía que estaban los campamentos griego y romano y no se sentía preparado para entrar en contacto con ninguno de los dos.
—No cuando te explique de que se trata
Thalia al frente de las cazadoras corrían replegándose de una horda importante de perros del infierno, asi como el minotauro y Ortro (perro de dos cabezas) el hermano de Cerbero. Eran algunos de los monstruos que habían escapado de la guerra con Gea. La pelea había sido dura, pero después de la guerra el número de cazadoras se había disminuido, asi que no eran tan potentes como querían ser. Aunque nunca lo dirían, pero Thalia no había reclutado ninguna cazadora por temor a que la noticia de la ausencia de Artemisa se propagara.
Antes de salir en su cacería Poseidón había solicitado una audiencia con Thalia, la cual obviamente ella no había negado, porque además quería saber noticias de Percy… desde la ceremonia de premiación no había sabido de él y eso era malo. Era casi seguro que estaba tratando de lidiar con su dolor solo, a su forma, y Poseidón se encargó de confirmar su suposición. Poseidón le entrego un pequeño artilugio con el símbolo de la espada de Percy… Riptide y le pidió que en caso de que tuvieran problemas en su cacería no dudaran en llamarlo ya que los héroes eran parte de sus dominios y debía aprender a responder a su llamado. Poseidón sabía que estaba tratando con cazadoras orgullosas, pero después de explicarle que quería sacar a Percy de las profundidades del mar Thalia no tuvo más remedio que acceder, aunque no sabía cómo lo tomarían las chicas de la caza, ella no tenía problema con recibir ayuda de Percy, pero las chicas podían ser ásperas.
—Atrás Phoebe —Thalia ordeno mientras lanzaba flecha tras flecha para acabar con un perro del infierno más, pero al parecer no era suficiente, porque seguían siendo acechadas y mirando atrás eran dirigidas para estar de espaldas a un gran rio.
—Miranda cúbrenos —Mirando asintió y empezó a disparar flecha tras flecha, Phoebe y Thalia tomaban nuevas posiciones de repliego para luego darle la señal a Miranda para que retrocediera mientras ellas la cubrían.
—Creo que es hora de usar este artilugio… ojalá y funcione —Thalia saco el pequeño dije y lo apretó con fuerza, pero fue detenido por Phoebe, quien la miraba un poco molesta.
—¡No!... podemos con esto —Phoebe está furiosa de tener que pedir ayuda. Todas habían llegado al acuerdo de no reclutar nuevas cazadoras por los rumores, pero tampoco querían dejar a un lado su orgullo.
—Phoebe… varias están heridas y si no son atendidas seguiremos perdiendo cazadoras —Phoebe miro atrás para ver a varias sangrar con rastros de mordidas y contusiones, no se podían permitir perder más cazadoras.
—Está bien… pero más le venir en nuestra ayuda… porque si no —Phoebe amenazo sin importarle de que se tratara de un dios olímpico.
—Nadie tocara a Percy… es un dios… tranquilamente podría consumirte si te comportas asi —Phoebe se indignó de que Thalia lo defendiera.
—¿Estas del lado de un muchacho? —Thalia estaba del lado de Percy, sabía cómo él era, pero tampoco quería más problemas con las cazadoras, asi que opto por la vía más sencilla.
—No… estoy de lado de la caza… que ahora necesita ayuda —entonces volvió a apretar con fuerza el dije y mentalmente llamo a Percy —Ayúdanos… —no escucho una respuesta, abrió los ojos para ver si alguien aparecía, pero nada… —Percy… ayúdanos —espero con paciencia, mientras Phoebe la miraba con rabia…
—Retrocedan hasta el rio y esperen —fue todo lo que escucho… no sabía que hacer… pero decidió confiar. Thalia se giró para mirar a sus hermanas, algunas tenían cara de no tener más fuerzas para continuar, pero el rio estaba solo a unos metros, asi que debían llegar allí.
—¡Hacia el rio ahora! —gritó y algunas empezaron a moverse, pero Phoebe como siempre fue la primera en refutar la orden.
—Has perdido la razón Thalia… estaremos rodeadas si vamos al rio —Phoebe reclamaba airosa mientras la mayoría de las cazadoras hacían su camino. Thalia no estaba pensando en los reclamos del Phoebe asi que la tomo del brazo con fuerza y la empujo hacia el rio, mientras ella cubría la retaguardia.
—Phoebe no tenemos tiempo… ¡hacia el rio! —Phoebe de mala gana siguió a las demás cazadoras entonces cuando estaban todas contra él rio sin otro lugar donde ir Thalia volvió a escuchar la voz de Percy.
—Quédense quietas —les susurro, mientras sin que ellas se dieran cuenta él estaba por emerger del rio, quería tener a la mayor cantidad de monstruos para poder causar el mayor daño —¡Quietas! —Grito Thalia mientras los monstruos bajaban el ritmo sabiendo que las tenían acorraladas.
—Thalia… —Miranda susurraba con algo de temor mientras el minotauro a la cabeza refunfuñaba y alistaba sus cuernos para envestir al grupo de cazadoras.
—¡Quietas! —grito nuevamente Thalia cerrando los ojos pidiendo que Percy no demorara más porque sería un baño de sangre.
En ese momento las aguas del rio se levantaron con Percy a la cabeza y dardos de agua congelada fueron lanzados contra el grupo de perros haciendo que desaparecieran en el instante. Percy se paró frente a las cazadoras mientras los dardos seguían cayendo, haciendo retroceder al Minotauro y a Ortro.
—¡Percy! Porque tardaste tanto —Thalia salió de su asombro al ver como sucumbían los perros del infierno y enfurecía más al Minotauro y al Ortro. Percy no sonreía demasiado y eso no era bueno, pero aún conservaba su mirada amable.
—Quería acabar con el mayor número posible —Percy saco su espada mientras miraba hacia el frente buscando proteger a las cazadoras de cualquier amenaza imprevista.
—Bueno solo quedan un par de perros y esos dos —Thalia señalo. No sabía si Percy sabía que ella ahora era una diosa menor, pero no importaba, entre ellos los títulos y logros estaban de más.
—Quienes estén aptas para pelear se quedan… las heridas hay que lanzarlas al rio —Percy ordenó lanzando unas dagas a un par de perros que se habían librado de los dardos de hielo.
—¿Estas bromeando muchacho? —Phoebe le espetó sin el menor de los respetos. Percy la miro fijamente haciendo que Phoebe retrocediera de su postura altanera.
—Ten cuidado a quien le hablas asi… ¿¡quieres morir!? —Percy no se refería a que él la iba a matar o algo asi, sino que si él retiraba su ayuda ellas no tenían oportunidad de sobrevivir.
—Percy… —Thalia puso su mano sobre su hombro y Percy suavizo la mirada al ver a Thalia a su costado —Phoebe da la orden de lanzar al rio a las que estén heridas —Thalia puso el rostro carente de emociones usando la postura de diosa, odiaba ser asi, pero a veces Phoebe se olvidaba que ella estaba al frente de la caza.
—Pero Thalia… —trato de replicar, pero fue frenada por la mano de Percy. Quien se giró para estar cara a cara con Thalia e ignorar completamente a Phoebe.
—Las Náyades se encargarán de cuidarlas —Percy le susurro a Thalia y ella hizo una señal para que las cazadoras arrojaran a sus hermanas en el rio. Cuando Percy se hubo asegurado que las heridas estaban a salvo la lluvia de dardos ceso.
—Ahora a terminar con esto… tengo una cena a la cual asistir —Thalia sonrió ligeramente mientras Percy saco otra espada de su espalda. Había cambiado físicamente un poco, pero seguí siendo el mismo muchacho de cabello negro desordenado y traviesos ojos verdes.
Chapter 8: Un aliado no deseado
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La pelea fue sangrienta, Thalia podía ver a Percy desatado en batalla y eso le asustaba por momentos. Ella no sabía nada acerca de lo que Poseidón había hablado con Percy sobre la suerte de los dioses y de cómo ellos podrían utilizarla en favor de los semidioses. Veía como Percy no estaba simplemente asesinando al minotauro, sino que lo iba aniquilando de a poco, primero unos recortes en las piernas, luego los brazos, el abdomen, pero sin llevarlo a desintegrarse, eso era excesivo aun para una cazadora.
—Woooooo —fue todo lo que Thalia pudo escuchar de Phoebe y algunas cazadoras como veían a Percy recibir los golpes desesperados del minotauro, pero él seguía recortando hasta que lo tenía de rodillas frente a él. Thalia y el resto de la caza ya habían terminado con lo restante de los perros del infierno y el Ortro. Percy miraba fijamente al minotauro y luego sonrió con algo indescifrable en su rostro, mientras el resto de cazadoras esperaban a ver qué haría con él.
—Creo que es hora de volver al tártaro —antes de que el minotauro pudiera hacer algún gesto Percy cruzo sus dos espadas para cortarle la cabeza. El efecto duro poco, porque rápidamente se disolvió en polvo.
—Bueno eso fue… —Phoebe empezó tratando de buscar una palabra para definir la fiereza con la que Percy luchado con el minotauro. Percy ignoro totalmente a Phoebe, no tenía intención de hablar con una cazadora que no mostraba ninguna clase de amabilidad. Dirigió su mirada hacia Thalia, quien estaba con los brazos cruzados y lo miraba con algo parecido a la felicidad.
—Mi Lady… —Percy sonrió mientras hacia una ligera inclinación un poco en burla y otro poco dándole a entender que sabía lo que había pasado con ella.
—Por los dioses Percy ¡no! Ni me lo recuerdes, vamos, regresemos al campamento —Thalia rápidamente levanto a la fuerza a Percy de su reverencia fingida, mientras le sonreía ligeramente.
—¿Pero el resto de las cazadoras? —Phoebe reclamo mientras las cazadoras restantes se juntaban alrededor de Thalia.
—Mira arriba —Percy señalo a una bandada de pegasos que dirigidos por Blackjack surcaban el cielo con majestuosidad.
—No creo que algunas estén disfrutando del paseo —Thalia dijo con algo de pavor, ni siquiera podría pensar en la sensación de volar en un pegaso sin estremecerse.
—Estoy seguro que no —Percy sonrió ligeramente mientras guardaba sus armas. Thalia se veía un poco confundido con la seriedad de Percy, no sabía cómo tomarlo, pero le preocupaba que aun estuviera aislándose aun de ella misma.
—Vamos entonces —Thalia ordenó y tomándose de las manos, incluyendo a Percy y los flasheó rumbo a su campamento.
—Había olvidado que también puedes flashear —Comento Percy cuando hubieron llegado, mientras en su mente llamaba a Blackjack para que supiera su ubicación.
—JA JA JA gracioso… a mi tienda —Thalia señalo una tienda sencilla y pequeña, Percy frunció el ceño cuando a su costado se encontraba otra de mayor dimensión con el signo de Artemisa. Thalia noto su desconcierto, pero no dijo nada.
—Como usted ordene mi lady —Thalia no pudo resistir su burla asi que le dio un duro golpe en el brazo, lo que provocó que también a Thalia le doliera cuando lo golpeo.
—Hey —Percy reclamo frotando su brazo. Thalia solo le sonrió dolorosamente mientras ocultaba el dolor de su mano.
—Phoebe cuando lleguen los pegasos encárgate de llevar a las heridas a la enfermería —A lo lejos se veía llegar a los pegasos, algunas necesitaban ser rápidamente atendidas.
—Si mi… quiero decir Thalia —Phoebe hizo un pequeño asentimiento con la cabeza, también a Percy, aunque este no le prestó atención y eso perturbo a Phoebe, pero se retiró sin decir más.
—¿Todavía no se acostumbran a tu posición de diosa? —Percy vio como Phoebe iba refunfuñando y pisando fuerte con cada paso que daba.
—No es eso… yo no quiero acostumbrarme… esto es solo temporal —Thalia suspiro con un poco de cansancio. Todo este asunto de Artemisa no la dejaba concentrarse en su tarea.
—Eso he escuchado —Percy soltó sin siquiera fijarse en lo que había dicho. Luego maldijo en su mente, Thalia no se quedaría satisfecha con lo que escucho, querría saber más.
—¿Enserio solo eso? —Thalia levanto una ceja para dejarle ver que no permitiría que le dijera una mentira.
—Bueno un poco de eso… y un poco de aquello —Percy desestimó un poco la conversación añadiendo un par de sonrisas eventuales.
—Vamos —Thalia y Percy entraron en su tienda. No era diferente a lo que él esperaba. Un espacio para sus armas, aunque las cazadoras no practicaban la lucha con lanza y escudo, pero aun asi Thalia no se desprendía de esas armas. Una cama ordinaria y un escritorio con un mapa, nada fuera lo común.
—Entonces… —Percy trato de iniciar la conversación de manera casual, pero no pudo evitar toparse con los ojos fríos y amenazadores de Thalia.
—Entonces ¿Dónde has estado estos cuatro últimos meses? Pensé que te dejarías ver sabiendo que ahora soy la que está al frente de la caza —Thalia estaba con los brazos cruzados esperando que Percy empezara a explicar porque se había aislado del mundo. Percy se puso nervioso por un momento, no se sentía demasiado seguro de compartir sus verdaderas razones. Sabía que debía un par de explicaciones, pero no tenía tiempo para demasiadas explicaciones. Asi que un cambio de tema sería apropiado.
—¿Cuáles son tus dominios? —Thalia frunció el ceño, un poco molesta de que no quisiera dar explicaciones, pero tampoco quería presionarlo, si hay algo que había leído entre líneas de la charla que tuvo con Poseidón es que Percy necesitaba salir del fondo del mar, ella no quería arrinconarlo con preguntas, le daría tiempo.
—La caza y las doncellas —Thalia suspiro pesadamente. Intento leer las expresiones de Percy, pero su rostro era más bien neutral, aunque jugueteaba nerviosamente con sus manos.
—Oh… —fue todo lo que dijo con respecto a eso… tal vez el sabría algo —¿Y has reclutado a alguien? —Percy tenía la mirada algo perdida mientras observaba el mapa que estaba sobre su mesa y tenía marcado algunos lugares donde había mayor cantidad de monstruos.
—No… y tampoco creo que lo haga —Thalia pensó en señora y como ella si podría llevar la caza con dignidad y no tener que pensar en no perder más cazadoras —El juramento es para Artemisa… y esto solo es temporal —se señaló a ella de arriba abajo. Percy la miró con curiosidad para luego señalar el mapa y las marcas que Thalia había hecho en él.
—Bueno entonces tendrías que evitar encuentros como los de hoy —Percy no quería sonar como que dudaba de su capacidad y Thalia sabía que no dudaba, tal vez eso era lo bueno de Percy, que podía hablar con él sin la barrera de odio a los hombres porque lo conocía bien.
—Lo se… es solo que no puedo mantenerlas cazando monstruos aislados —Thalia sabía que si hacia eso provocaría una insatisfacción que podría salírsele de las manos. Y eso podría costarle su puesto en la caza, una cosa era ser teniente y otra ser la nueva diosa de la caza… no todas eran felices con eso, empezando por ella misma.
—Pero tampoco puedes arriesgarte a perder más cazadoras —el joven dios razono pensando en voz alta. Thalia simplemente asintió. Se quedaron en un silencio momentáneo hasta que una idea vino a la cabeza de Percy —¿Y qué tal si solo las adhieres temporalmente? —Thalia empezó a valorar la idea de Percy, sonaba como una salida temporal para un problema inmediato.
—Eso podría ser… —Thalia se frotaba las sienes con vehemencia, todo este problema le causaba un serio dolor de cabeza. Después de esta experiencia descartaría cualquier oferta de divinidad.
—Hay varias hijas de Apolo en ambos campos que podrías reclutar —Percy pensó en las hijas de Apolo porque la habilidad para el arco era innata en ellas y no necesitarían una bendición para sobresalir en eso.
—Supongo que no tendré otra alternativa —Percy le sonrió de manera alentadora, no había mucho que hacer, él podría prestar su ayuda, pero no sabía si sería bien recibida, no quería tocar el orgullo de las cazadoras… aunque Thalia quisiera… las otras se opondrían sin duda.
—Es lo mejor por ahora… —dijo Percy finalmente. Se disponía a salir de la tienda de Thalia para emprender el camino a casa, cuando fue detenido por el brazo de Thalia sobre su hombro.
—Tu no respondiste a mi pregunta —Thalia lo miraba de manera desafiante, como si lo retara a desviar la conversación nuevamente.
—Entrenando —la respuesta de Percy fue fría y sin espacio a más interrogantes.
—Entrenando… ¿eso y ya? —Thalia quería lastimarlo, darle unos buenos golpes para que hablara, pero sabía que eso sería contraproducente.
—Bueno entrenando… en el fondo del mar… papa se encarga de entrenarme junto con Tritón… aun no estoy preparado para volver —Thalia no podía decir que estaba satisfecha con la respuesta, pero la última parte resumía completamente lo que estaba pasando por Percy y de porque actuaba tan aislado y hasta frio.
—Entiendo… —Thalia lo miró con ojos de compasión… no lastima… porque ella aún tenía días donde lloraba la muerte de Annabeth, pero sabía que no se comparaba al dolor que Percy debía estar pasando.
—Es solo que… —Percy trato de buscar palabras, pero ella huía de su mente y se ahogaba en la ansiedad de no saber que decir.
—No tienes que decirlo —Thalia lo salvo de su ansiedad excusándolo de más explicaciones.
—Gracias —Percy dijo sonriendo suavemente. Algunos destellos del viejo Percy aún estaban allí y Thalia esperaba que no pasara mucho antes de que volviera completamente.
—Pero entonces… ¿porque elegiste ser un dios? —Thalia no lograba entender porque elegir la inmortalidad si tenía una pena tan grande. Sería una vida llena de tortura constante.
—Porque era lo correcto… puedo hacer mucho por los semidioses con los poderes que tengo —Percy trato de sonar convincente. Porque él quería mantener en secreto el motivo por el que acepto.
—Ni que lo digas… gracias, por cierto —Thalia sabía que de no ser por Percy tal vez varias cazadoras estarían muertas y ella seguramente habría terminado con muchas heridas.
—No es necesario… siempre que haga falta —Percy trato de introducir un poco de buena voluntad para ayudarlas de ser necesario. Pero no recibió ningún indicio de que Thalia estuviera de acuerdo con un poco de colaboración de vez en cuando.
—¿Solo fue por eso que aceptaste? —Thalia seguía hurgando en el mismo lugar, pero para él ese tema era secreto y nadie más que su padre llegaría a saberlo.
—Solo por eso —su voz sonaba vacía y sin vida… y Thalia entendió que no era un tema del cual quisiera hablar.
—Está bien —Thalia simplemente lo dejo pasar, ya habría tiempo para charlas más profundas.
—Es hora de irme… papá me espera a cenar —Percy y ella salieron de la tienda donde esperaba su fiel pegaso quien pastaba a unos pocos metros… Percy silbó y Blackjack empezó a caminar hacia donde Percy estaba.
—Gracias por la ayuda —Thalia dijo en voz baja.
—Cuando me necesites solo necesitas usar el artilugio que mi papá te dio —Percy tenía la esperanza de que Thalia aceptaría de buena gana la ayuda que le ofrecía.
—Me gustaría… pero no sé cómo van a tomarlo las chicas sabiendo que necesitamos de la ayuda de un chico… cuestión de orgullo —la palabra chico no era dicho con desprecio como ellas acostumbraban, Thalia no eran tan recalcitrante en ese aspecto, pero no podía ignorar a las demás cazadoras.
—Bueno podrías empezar por explicarles que su orgullo no servirá de nada cuando una a una caiga sus compañeras —Thalia se estremeció al pensar en la última perdida que habían tenido, era muy joven y nueva en la caza como para terminar bañada de sangre al haber sido mordida por varios perros… no se pudo hacer nada.
—Eso suena demasiado duro —Percy frunció el ceño con un poco de confusión, no había forma fácil de hacerles ver la necesidad de ayuda.
—La muerte es dura… —dijo Percy con la voz fría y la mirada perdida. Thalia trago saliva sabiendo que el sabia de lo que estaba hablando.
—Tengo una idea… pero tendré que despojarme de tu artilugio —Percy la miró curioso para ver qué clase de idea podía haber nacido en su mente. —¡Phoebe! —gritó para que su teniente viniera rápidamente. Tomó el dije con algo de nerviosismo. Con la intención de despojarse de él.
—¿Si Thalia? —Phoebe llego corriendo mientras Percy se giró para acariciar a Blackjack que ya se encontraba a su lado. Percy no quería actuar como un semidiós con ellas porque sabía que no tendrían la menor de las consideraciones y mucho menos respeto… Si tenía que actuar frio y duro con ella… no lo dudaría.
—Reúne a las chicas… tengo un anuncio —Phoebe miró con escepticismo, pero rápidamente salió para anunciar una reunión general. En poco tiempo la mayoría de las cazadoras estaban en el centro del campo. Solamente las que estaban en la enfermería estaban disculpadas de la reunión. Percy conto nueve cazadoras… un número muy pobre… antes de la guerra eran un poco más de veinte cazadoras…
—¿Que pasa Thalia? —Miranda pregunto mientras todas miraban atentos a su reciente líder y al hombre que estaba con ella. Sabían que era Percy… pero no por eso confiaban o estaban alegres con su presencia en medio de la caza.
—Per… el señor Perseo —Percy asintió por la corrección que Thalia había hecho, no quería darles nada de lo que pudieran usar para maltratarlo. —Nos ofrece su ayuda siempre que la necesitemos.
—No necesitamos de muchachos ¡sea un dios o no! —gritaron varias chicas, Thalia miró a Percy quien se mantenía con la mirada penetrante y los brazos cruzados sobre su pecho.
—¡Chicas! ¡No falten el respeto a un dios olímpico, mi primo y amigo! —Thalia gritó con fiereza provocando el silencio en la caza.
—Como puedes ser amigo de un muchacho —el desprecio en las palabras de Phoebe era tan evidente que eso encendió a Percy, pero aún se contuvo, no quería enojarse a menos que fuera necesario
—¡La señora Artemisa no permitiría esta clase de blasfemia! —una de las cazadoras más antigua gritó de entre el grupo de cazadoras.
—¡Ella no está aquí!! Asi que pueden decidir aceptar mi ayuda o simplemente mirar como una a una van muriendo —La voz de Percy retumbo en todo el campamento creando un ambiente de ligero estremecimiento, pero aun asi Phoebe permanecía en su postura arrogante.
—¡Somos cazadoras muchacho! No necesitamos la ayuda de nadie y menos la tuya… —Percy decidió que ya tenía suficiente asi que se subió encima de Blackjack mientras que Thalia se desesperaba porque sabía que una vez que Percy se fuera podría no volver a verlo.
—Bueno… entonces buena suerte, al menos sé que Thalia no morirá… el resto de ustedes tienen vuestro destino en sus manos —Le sonrió a Thalia y ya estaba por golpear con sus talones al pegaso cuando Thalia habló.
—Espera… —Percy se detuvo y espero, mientras la mirada de Thalia se volvió dura para hablar con las cazadoras —Miren a su alrededor… no podemos perder más cazadoras mientras lady Artemisa regresa —las cazadoras miraban a Percy con detenimiento, sabían que si perdían más niñas Artemisa se enfadaría mucho.
—¿Que quiere a cambio? —Miranda hablo con menos dureza de lo que lo había hecho Phoebe.
—Nada… —Percy respondió con simpleza.
—¿Nada? Me cuesta creerlo… todos los de tu genero siempre buscan algo —la voz de Miranda sonó un poco más fuerte con algo de burla en su tono.
—Bueno aquí hay uno que no… soy el dios de los héroes… asi que ayudar a semidioses en apuros en mi trabajo —Thalia compartió una mirada con Phoebe y el resto de cazadoras, la decisión estaba de su lado ahora.
—Entonces… —Thalia empezó… pero nadie dijo nada, asi que finalmente Percy fue el que habló.
—No vendré sino me llaman… Phoebe tendrá el artilugio que portaba Thalia… si no aparezco será porque ella no quiso ayuda y la muerte de cualquier cazadora pesara sobre ella… piénsenlo —Percy le envió una sonrisa discreta a Thalia quien tenía ya una larga charla con sus cazadoras por delante.
—¿Nos volveremos a ver? —pregunto un poco preocupada porque pasara demasiado tiempo antes que se volvieran a ver.
—Depende de tus cazadoras —Percy acaricio a su fiel pegaso y empezó a surcar los cielos
—¡Blackjack! A casa muchacho —y asi se dirigieron rumbo al horizonte… a casa. No sabía si las cazadoras aceptarían su propuesta ya no importaba, su deber era ayudar, pero no podía obligarlas a recibir su ayuda.
Chapter 9: Audiencia ante el consejo I
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Había pasado un tiempo desde que habían intentado hacer que Artemisa expusiera su caso ante el consejo, asi que Zeus convoco a una reunión para solucionar la inactividad de Artemisa, ya ni siquiera se hacía cargo de su dominio sobre la luna… Y eso era inaceptable. Asi que o bien se nombraba a otra persona bajo ese dominio o Artemisa ponía las cosas en claro. Asi que de manera extraña para cualquiera estaba Artemisa en el centro mirando con nostalgia su trono.
—Artemisa te hemos llamado porque como ves no podemos dejar este problema quede en el aire —Artemisa gruñía con furia porque la estaban forzando de varios modos a hablar de algo que para ella era pasado y sin importancia, o al menos eso era lo que ella pensaba, pero no podía evitar sentirse intimidada, por el interrogatorio.
—Padre no hay ningún problema —Artemisa tenso sus nervios para mentir groseramente, pero no podía dejar que la vieran perturbada, tenía una reputación, además que las cosas podrían salirse de control.
—¿Estas segura? —Pregunto Zeus, mientras Poseidón solo observaba a su sobrina. Ese había sido un tema del que no había hablado con Perseo. Pero al parecer él tenía algo que ver con el estado estoicamente extraño de Artemisa.
—Arte… —Atenea empezó tratando de sonar pacificadora, pero a la vez amable, pero fue rápidamente cortado por la mano en alto de Artemisa.
—No tengo nada que decir —dijo finalizando Artemisa, pero a parecer nadie le prestó atención, porque todos se miraban entre sí.
—Esto no está llevando a ningún lado —Apolo dijo con fastidio mientras su mente buscaba la manera de llegar a Artemisa, no podía seguir recluida en su palacio por lo siglos de los siglos.
—Por fin dices algo con inteligencia —Artemisa se burló de su hermano, esto solo hizo sonreír a Apolo con ligereza, se preocupaba mucho por ella, más de lo que ella pensaba. Saber que algo la afligía era simplemente inaceptable.
—Sabes que no podemos dejarte simplemente tomar tu lugar en el consejo —Zeus lo dijo con cuidado, todos miraron con detenimiento a Artemisa, quien miraba con fiereza al rey del Olimpo.
—Ese derecho me pertenece… a nadie más —la voz de Artemisa podía cortar el aire por la fiereza con que salió cada palabra desafiante.
—El consejo es capaz de revocar un puesto… eso lo sabes —Zeus sabía que tenía pleno apoyo… al menos de la mayoría para optar por esa medida, pero no era su intención.
—No se atreverían… ¡como pueden ser asi! —Artemisa estaba furiosa y brillaba en su luz color plata, procedente de su dominio sobre la luna. Pero aun asi era una diosa olímpica a la cual no se le podía ignorar… al menos por ahora.
—No queremos Artemisa… pero… —Apolo trató de hacer entrar en razón a Artemisa, pero parecía que nada podía.
—Pero ¡¿qué!? —gritó enfurecida, pero no por eso el consejo se echó atrás en su determinación de arreglar el problema llamado: Artemisa…
—No nos das muchas opciones —Trató de razonar Atenea, pero parecía que nada podía calmar la ira de la diosa de la luna.
—¡Opciones para que! Ya me despojaste de dos de mis dominios… ¿¡que más quieres!? —más que furia en ese momento fue frustración por parte de una Artemisa que quería despedazar a los responsables de su desdicha.
—Esa fue tu decisión —Zeus no quería prolongar esto más tiempo, pero necesitaba que Artemisa se calmara. Hera había decidido no intervenir en este caso porque ya de por si Artemisa y ella no estaban en las mejores relaciones… por lo de Leto y eso…
—Te equivocas… ustedes me empujaron a aceptar esa decisión —Artemisa señalo amenazadoramente al rey de los dioses tratando de hacerle saber que no olvidaría lo que estaba haciendo ahora mismo.
—¡Bueno es suficiente! —Gritó Zeus haciendo tronar su rayo en medio de la sala. —Dile a Hermes que traiga a Percy —Apolo se disponía a gritar el nombre de Hermes, pero fue detenido por la cara de pánico de Artemisa. Ella no quería a Percy delante del consejo… No quería a nadie que se metiera con algo que era solamente asunto suyo.
—¡No! ¿Qué clase de confabulación es esta? —Artemisa estaba nerviosamente enfadada. Quería simplemente desaparecer. Pero por otro lado no podía dejar que Percy apareciera en la sala y dijera todo lo que le acontecía… seria su fin… aunque primero se encargaría de acabar con Percy. Maldecía en su mente al ex héroe semidiós por ser parte de esto. Ella no había podido hacer nada al respecto… simplemente pasó… simplemente estuvo allí en ese momento.
—¿Que temes Artemisa? —Apolo pregunto seriamente… algo que incomodo un poco a Artemisa, nunca lo había visto asi.
—Yo no le temo a nada —un poco de confianza hizo que Artemisa se pusiera rígida y erguida.
—Entonces deja hablar a Percy —Atenea le hizo la seña a Apolo para que fuera por su amigo mensajero. Pero un susurro suave y desesperado salió de Artemisa.
—No es necesario —casi nadie pudo escucharlo, salvo Hestia que estaba prestando mucha atención a la diosa interrogada. Pero no dijo nada al respecto. Artemisa estaba muy mal si tenía casi que rogar para que su secreto se mantuviera oculto. Tendría que averiguar por su parte.
—¿Que dijiste?” Apolo pregunto de manera recia. Artemisa levanto la cabeza, pero si mirar a su hermano a los ojos.
—Nada… simplemente no creo que él pueda decir nada al respecto… ¡este no es su problema! —Artemisa apretaba las manos sabiendo que él tenía mucho que decir, pero trató de cubrirse lo más posible.
—Pues lo es ahora que es un dios del Olimpo y miembro del consejo —Artemisa abrió los ojos con asombro, no se había enterado de nada, solamente que ya no era diosa de la caza y las doncellas, pero aparte de eso no sabía nada, se había recluido en su palacio durante meses.
—¿Que Percy es que cosa? —pregunto con el asombro fresco entre sus facciones.
—Eso es lo que pasa cuando te escondes del mundo —Apolo se dejó caer sobre su trono un poco frustrado de que esto siguiera siendo un círculo y que no llevara a nada que hiciera que Artemisa recuperara su posición.
—No me escondo… simplemente no tengo nada que hacer… me quitaron todo —la voz de Artemisa sonaba amargada. Y todos pudieron notar eso. No querían llevar este caso asi, pero si Artemisa no colaboraba no había otra forma, más que acorralarla.
—Bueno… ¡basta! Percy es ahora un dios y como tal debe colaborar con las investigaciones… no permitiré que lo intimides con tus amenazas —Zeus mismo se levantó de su asiento
—Padre esto es un ultraje —Artemisa dijo con dolor real de ver como se le empujaba a hablar de lo que no quería… a recordar lo que no debía y darles lo que ellos querían.
—¿¡Enserio!? Bueno entonces vamos a llegar hasta el fondo con esto —Zeus dijo determinado para luego llamar al dios mensajero.
—Hermes
La cena estuvo tranquila, una que otra charla espontanea, pero nada fuera de lo común. Solamente la mirada pasiva de Poseidón sobre Percy que se le notaba un tanto serio, más que de costumbre. Tritón había tratado de animar la velada con algún que otro relato de sirenas intentando seducir marineros, pero no había dado resultado… Percy estaba absorto y algo perturbado por haber tenido que salir al mundo exterior, pero como su padre decía, era necesario ponerse en contacto con sus demás dominios.
Luego de la cena solo quedaban Poseidón y Percy en el comedor real… el ambiente tranquilo no hacía que el momento fuera incomodo, pero Poseidón estaba ardiendo por preguntarle por las cazadoras, y Percy se dio cuenta de eso cuando le hizo una ligera inclinación para que preguntara lo que tenía que preguntar.
—Percy ¿cómo te fue con las cazadoras? —la cara de fastidio de Percy era innegable y eso era lo que preocupaba a Poseidón. Tal vez había sido un paso muy apresurado en su afán de hacer volver al viejo Percy. Tal vez las cazadoras solo habían arruinado sus ganas de salir nuevamente.
—¿Cómo crees? son cazadoras… estoy empezando a arrepentirme de ser el patrón de esa clase de héroes —Obviamente Percy no estaba feliz después de la experiencia que acaba de tener. Tenía dos problemas a la hora de reaccionar. Volverse un dios despiadado que no soportara las ofensas o dejar que siguieran pensando que era Percy el semidiós… y no sabía cómo reaccionar. Su razón le decía que tendría que haberlas dejado por su cuenta para que se dieran cuenta de lo necesitadas de ayuda que estaban… pero por otro lado estaba el prestigio de Thalia… ella estaba al frente.
—No digas eso… ya sabes son chicas con un pasado difícil —cuando su padre habló de pasado Percy se tensó… el pasado aún estaba allí asechándolo, él lo sabía, a pesar que tratara de encubrirlo con entrenamiento y una capa de falsa felicidad. Su pasado era doloroso como para recordarlo… pero aún estaba allí.
—Como todos papa… pero yo no voy por la vida amargándole la vida a los demás —Percy dijo con frialdad como un sistema de autodefensa.
—Mmmm… —Poseidón susurro dejando la duda en el aire. No es que Percy fuera una carga, era simplemente que Poseidón quería que se liberara de esa carga. Si persistía en aferrarse a esa carga terminaría por aplastarlo.
—Te he amargado la vida —no fue una pregunta sino una declaración dolorosa de que estaba haciendo la vida de su padre infeliz a causar del dolor que estaba dentro de él. Poseidón le sonrió con tranquilidad tratando de animarlo un poco.
—Yo no diría eso… pero tu pena se ha vuelto mi pena —Percy sonrió ligeramente. Su padre había sido una fortaleza desde que apareció en su vida. Y tenía a su mama… Sally… él sabía que ella debía estar preocupado por él… pero también sabía que si volvía a casa tendría que revivir todo lo que paso… tendría que contarle hasta el más pequeño de los detalles… no porque ella lo presionara o lo obligara, sino porque simplemente era natural abrir su corazón con ella. Pero eso serio como un suicidio emocional para él. Mama tendría que esperar un poco más…
—Padre… —Percy trató de emitir alguna clase de disculpa, pero en ese momento apareció Hermes. Tanto Percy como Poseidón hicieron una pequeña venia respetuosa, a la cual el dios mensajero respondió alegremente.
—Saludos Hermes —dijo Poseidón chasqueando los dedos para cambiar su atuendo a la típica túnica griega, supuso que era momento de otra divertida reunión del consejo.
—Reunión en el Olimpo ahora —Hermes expreso mirando únicamente a Percy. Percy parpadeo pensando en que podría ser tan importante que era necesaria su presencia, él estaba en algo asi como una licencia para familiarizarse con sus dominios… no se esperaba que él se presentara en las reuniones. Poseidón no se molestó en esperar, sino que rápidamente se desvaneció en una brisa con rumbo al Olimpo.
—Supongo que si sigues aquí Hermes es porque tengo que —resoplo Percy con algo de fastidio… no quería tener que estar en una de esas reuniones…
—No exactamente… tu presencia en el Olimpo tiene otro propósito —Percy lo miro con algo de intriga frunciendo el ceño y luego pensó en lo que había hecho con las cazadoras, no creo que lo tomen como una falta contra las leyes antiguas. O tal vez si…
—Vamos entonces… cuanto antes terminemos más rápido podré volver a mi entrenamiento —con esas palabras Hermes los dirigió a la entrada de la sala de tronos. Tenían que esperar hasta que fueran llamados, ya que en su interior Artemisa estaba siendo interrogada por el consejo, aunque eso Percy no lo sabía.
—Será que alguna vez podremos entrenar… ya sabes soy el dios más rápido… no creo que te vendría mal —Hermes dijo con tono juguetón y con una falsa arrogancia.
—Claro… pero tendrías que ir a mis dominios… no estoy apegado al mundo exterior por ahora —Hermes entendió a que se refería Percy y no intento cuestionar sus motivos, él había visto a Percy crecer como héroe al lado de Annabeth, habían hecho todas las misiones juntos, aun caer al tártaro y había visto también como lo había llevado Annabeth cuando se separaron con la idea de Hera. Asi que era más que entendible para el cómo lo estaba tomando Percy.
—Entiendo… —dijo de manera amable Hermes mientras tomaban asiento a la espera de su llamado para estar ante el consejo.
—¿De qué se trata esto? —Percy tenía curiosidad de porque no podía estar dentro en la reunión, pero no le importaba demasiado, siempre y cuando eso le evitara las grandes y aburridas reuniones.
—El consejo tiene unas preguntas que necesitan respuesta… solamente eso —empezó a ponerse un poco nervioso, si necesitaban interrogarlo ¿era porque estaba en falta? ¿Había hecho algo malo?
—No iras a ponerme cadenas y llevarme como un prisionero —Percy trató de no parecer nervioso asi que lo dijo en un tono juguetón, al cual Hermes devolvió una sonrisa.
—No… no creo que haga falta —Percy rio ligeramente, mientras Hermes sacaba su Ipad para ver que nuevos mensajes había. Siempre estaba al tanto de sus negocios. Mientras tanto Percy no dejaba de admirar la belleza del Olimpo y eso le hacía recordar… y eso no era bueno.
—Bueno entonces esperaremos —dijo mientras convoco una botella de agua para poder refrescarse un poco, a ver si eso lograba despejar su mente.
—No creo que tengas que esperar mucho —Hermes dijo sin despegar sus ojos de su Ipad. Asi que Percy simplemente se perdió en sus pensamientos. Tenía planes… tenía una idea para poder hacer mejor su labor de dios. Pero aún tenía meses por delante de entrenamiento. La espada ya había sido dominada, la lanza igualmente, le faltaba usar los cuchillos, el arco, y otras más que habían llamado su atención. Asi que tenía mucho entrenamiento por delante. Como media hora después se escuchó la voz de trueno de Zeus.
—¡Hermes! —Hermes salió de su estado de trance metido en su Ipad y respiro hondo para ponerse de pie y arreglarse la túnica griega que llevaba puesta.
—Creo que esa es nuestra llamada —Percy suspiro y empezaron a avanzar hacia la sala de tronos. Se le congelo un poco la sangre cuando se encontró con la mirada fría de Artemisa. Ya sabía de qué iba esto. Sería difícil responder las preguntas… Sería difícil.
Chapter 10: Audiencia ante el consejo II
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Artemisa estaba mirando fijamente a Percy… Perseo… el muchacho… y todo lo que podía hacer era lanzar una advertencia con la mirada. No sabía si Percy era lo suficientemente inteligente como para entender que si decía algo o revelaba algún indicio ella no descansaría hasta enviarlo a la regeneración.
Percy le sostuvo la mirada sin vacilar… no podía entender… no lograba mirar a través de tanto desprecio inmerecido, no lograba comprender como se invirtieron las cosas… que ahora Artemisa lo veía como un enemigo y una amenaza para sus intereses. Él sabía sus responsabilidades, sabía que ahora como dios del Olimpo no podía negarse a colaborar en el caso de Artemisa. Pero también sabía que tenía un compromiso de honor con Artemisa… y eso era más fuerte que el Olimpo. Su mente divagaba mientras mantenía la mirada en Artemisa. No quería darle ningún signo de debilidad o temor.
—Perseo… Acércate —la voz de Zeus retumbo desde su trono. Percy siguió sin desviar la mirada, hasta que por dirección natural tuvo que despegar la mirada de Artemisa para dirigirla hacia la presencia de los demás miembros del consejo olímpico. Atenea se bajó de su trono y se acercó a Percy, él no titubeo ya que sabía que estaba en paz con Atenea.
—Ha pasado un tiempo desde que nos vimos —le dio un ligero abrazo. Ya era mucho viniendo de la persona que antes lo veía como un engendro indigno de mar.
—Atenea —dijo Percy inclinando la cabeza y devolviéndole el abrazo. Mil sensaciones diferentes surgieron en ese abrazo. Sensaciones que no podía controlar… sensaciones que lo estaban sobrepasando… era demasiado pronto… era demasiado abrumador.
—Percy… que gusto tenerte nuevamente… parece que todavía recuerdas que eres un dios —Apolo hablo tratando de ser casual, pero se notaba que lo que lo movía en el fondo era que quería que Percy terminara con todo este suplicio de interrogatorios y negativas de Artemisa a exponer su caso.
—Estoy acostumbrándome a la idea —respondió Percy haciendo sonreír a los dioses. Todos sabían que Percy estaba de licencia en sus funciones como olímpico. Fue más por la intercesión de Atenea misma, quien les hizo entender que a pesar de que ahora Percy era un dios olímpico seguía conservando sus rasgos humanos como los sentimientos, el dolor y los recuerdos y que para alguien que va a vivir eternamente debía resolver y poner en orden y para ello necesitaba tiempo.
—Bienvenido a casa Percy —Hestia también se levantó de su asiento para acercarse al que siendo semidiós era su favorito y estaba seguro que como dios también lo seria. Percy hizo una profunda reverencia ante la diosa antes de saludarla.
—Hestia… que gusto verte nuevamente —sonrió ligeramente haciendo que Hestia también respondiera a su sonrisa.
—Es un poco difícil mantener un ojo sobre ti si es que no hay fuego cerca de ti —Hestia le golpeó ligeramente el brazo de manera juguetona.
—Oh… eso… prometo tener una fogata en casa —Percy dijo un poco avergonzado de haberse olvidado de poner una fogata en su palacio. Era más por olvido que por descortesía.
—Eso está mejor —Hestia le dio un peque golpecito en la mejilla de manera cariñosa. Pero nada de esto pasaba desapercibido para una Artemisa que parecía que quería atravesar a Percy con la mirada. “sino como podría encargarme de cuidar a mi ex semidiós favorito” Percy sonrió con gratitud, todavía se sentía un poco abrumado con todo el ambiente del Olimpo, más aún porque era un recordatorio latente de Annabeth… y eso no era algo que podría olvidar… nunca.
—Padre… a lo que vinimos por favor —Artemisa gruño un poco fastidiada por como todo el mundo disfrutaba de la presencia de Percy y ella estaba allí como un animal encerrado esperando que su caso fuera atendido. Ares vio su oportunidad para importunar a Artemisa… y no la desaprovecho.
—Tranquila Artemisa… pareces ansiosa porque todos sepamos la verdad de una vez —Artemisa gruño fastidiada y brillando casi para tomar su forma piadosa… Ya tenía su arco y una flecha en mano cuando se disolvieron en sus manos sin que pudiera siquiera hacer uso de ellas. Ares sonrió triunfante. Artemisa por otro lado no podía contener su ira y un aura airosa la rodeaba, buscaba al responsable, y todas las miradas se dirigieron hacia Percy, quien se mantenía tranquilo y sin ninguna reacción que desatara el caos. Una de las cosas que su entrenamiento en estos meses le había enseñado era a no regalar nada a través de los gestos y facciones… era ya una ventaja desde allí para el combate.
—No armas aquí —explicó Percy volviendo su mirada hacia Zeus quien asintió en señal de gratitud porque Artemisa hubiera explotado en contra de Ares por ese comentario.
—¡Quien te crees! —gritó Artemisa empezando a caminar hacia Percy dispuesta a usar los puños si era necesario.
—El dios de las armas —susurró un poco bromista ante lo obvio… pero eso solo hizo que Artemisa se encendiera más y le propinara un duro golpe en la cara… la cabeza de Percy se balanceo con violencia de un lado al otro por el golpe. Pero no reaccionó. Simplemente se quedó esperando mientras Apolo le lanzo una tableta de ambrosia.
—¡Artemisa! —gritó Zeus un poco fastidiado por la naturaleza violenta de su hija… era su más fiel aliada, pero simplemente ahora mismo estaba fuera de control. Como Artemisa no reaccionó y se disponía a seguir golpeando a un Percy que no se defendía Zeus hizo tronar su rayo delante de Artemisa, quien se quedó un poco sorprendida por esa medida.
—Padre esto es un ultraje… ¡un nuevo dios no puede hacer algo como esto! —señaló a Percy dándole una mirada amenazadora, y lo que vio en los ojos de Percy la sorprendió un poco… dolor… ira… pero reprimida… pero nada hizo retroceder a Artemisa.
—Puede y debe, tu presencia aquí es como investigada, no como diosa al igual que Perseo —Percy ni siquiera le dirigió la mirada mientras se colocaba nuevamente en su posición inicial, en cambio Artemisa le recorrió un pequeño escalofrió… por otra parte Dionisio la miraba con detenimiento, mientras escribía algunas cosas. Sintió un leve dolor de cabeza… sintió que se desvanecía… pero se obligó a ser fuerte y no mostrar debilidad, aunque algo le decía que en toda este arranque de ira había bajado las defensas demasiado.
—Mejor empecemos —dijo Dionisio sin quitarle la mirada de encima a Artemisa.
—Perseo… como sabes… estamos en medio de una investigación —Percy se tensó un poco sabiendo ya de antemano de que iba la investigación, pero también estaba pensando en cómo evadir su deber de responder a las preguntas que le hicieran.
—La verdad no lo sabía… aunque si me sorprendió encontrar a mi prima como diosa de la caza —Artemisa se giró para ver a Percy, aunque este prefería no cruzar miradas con dicha diosa, ya que no quería más problemas de los que ya tenía para pensar en cómo salir librado de este interrogatorio.
—Fui despojada de mis títulos —gruño ella con furia mirando a todos los dioses sentados en sus tronos. Percy por su parte decidió no darle demasiada importancia. Lo único que él quería era que todo esto acabara para volver a su palacio, esto era incómodamente aterrador.
—Artemisa por favor —Apolo trato de calmarla un poco y al parecer funciono, ya que Artemisa suspiro derrotada. Apolo le hizo un gesto a Percy para que continuara.
—No sé cómo puedo ayudar yo a todo esto —Percy trato de sonar un poco desconcertado… tal vez tendría que actuar como usualmente era: distraído y aparentemente torpe y poco inteligente. Como dios ya había superado varias de esas facetas, pero siempre las conservaba como una parte esencial de su identidad.
—Tenemos razones para creer que tú puedes ayudarnos a esclarecer lo que paso con Artemisa ese día… durante la batalla con Gea —Los recuerdos eran completamente claros… Él sabía lo que había pasado y nada de lo que estaba pasando debido a eso le sorprendía. Pero él tenía una promesa que cumplir y a pesar de que sus promesas como semidiós estaban por debajo de su nuevo papel de divinidad del Olimpo… siempre se encontraba su honor de mantener sus promesas.
—Padre… Perseo no tiene nada que ver con esto… déjale fuera —Artemisa le dirigió a Percy una mirada mordaz y amenazadoras, como recordándole lo que ella podría hacerle en caso de que quisiera abrir la boca. Percy le mantuvo la mirada hasta que la voz de Poseidón le saco de ese trance de amenazas innecesarias.
—Percy… —Percy atendió a la voz de su padre, pero aun asi estaba fastidiado por la actitud de Artemisa, siempre tan prepotente y mordaz… Esta clase de cosas hacían que no anhelara volver a la superficie.
—Bueno… yo… no hay mucho que yo pueda decir —Percy respondió titubeando un poco mientras terminaba de ordenar algunas ideas en su cabeza. Atenea no se creyó nada de lo que estuviera respondiendo, pero si algo había aprendido sobre Percy es que siempre tenía alguna razón para lo que hacía… y encubrir a Artemisa sin duda era protegerla de todo este cuestionamiento.
—Tranquilo hijo esto no es un interrogatorio… solamente tratamos de esclarecer el asunto de Artemisa para tomar ciertas decisiones… solo eso —Poseidón trato de calmar a Percy para que pudiera decir lo que sabía, él estaba seguro que había cosas que habían pasado durante la batalla que él se las guardaba y no quería decir nada al respecto y esta era una de ella… pero era necesario.
—No puedo ayudarles —Percy hablo de manera más segura y todos los dioses se quedaron valorando la veracidad de sus palabras, sobre todo Apolo, quien entendió lo que Percy estaba intentando hacer. Artemisa por otra parte no salía de su estado de furia porque prácticamente ella era un animal acorralado que solo esperaba el momento final.
—Pero varios dioses te vieron llevando en brazos a Artemisa —Hera intervino tratando de dificultar la jugada de Percy en todo esto, era más que obvio que Percy no quería meterse en problemas.
—Si lo hice… pero… algunas cosas no son demasiado clara para mi… ustedes pueden entender porque —Percy se odiaba a si mismo luego de decir lo que dijo… no debió usar ese recurso… no debía manchar la memoria de Annabeth por una maldita diosa arrogante y con mal genio. No debió… pero al parecer funciono, porque termino por convencer aun a la misma Atenea.
—Entendemos Perseo… pero aun asi debes decirnos lo que sabes —Zeus trato de forzar a que Percy dijera algo… lo más mínimo que diera luz al ensombrecido asunto.
—Yo… bueno… vi a Gratión luchando con Artemisa, pero al parecer las cosas no fueron del todo bien —Artemisa gruño ante la insinuación de que ella no pudo vencer a Gratión como en el pasado y ya se estaba acercando peligrosamente a Percy para darle un par de golpes cuando sintió crepitar el tridente de Poseidón… él no iba a permitir que Percy saliera lastimado cuando estaba haciendo todo a favor de Artemisa. —Yo no acudí a su ayuda al comienzo porque estaba ocupado con Polibotes… pero cuando finalmente pude vencerlo fui a ver que había sido de Gratión… lo demás ya lo saben… ayudé a Artemisa a ir a un lugar seguro ya que estaba en mal estado —la última parte la dijo mirando los ojos de Artemisa y dándole una mirada mortal… había cumplido su promesa… ahora no quería volver a ver a esa diosa arrogante por lo que le restara de inmortalidad.
—¿Es todo lo que sabes? —pregunto Hefesto… haciendo uso de esa voz ronca y meditabunda.
—Es todo lo que puedo decirles —Percy se negó a mirar a los ojos del dios herrero… ya que no quería dar ningún indicio detrás de su respuesta evasiva. Además, Hefesto era de los que más le simpatizaban.
—¡Ves! No hay nada que hablar sobre eso —Artemis tomo un aire de confianza, pero no podía evitar sentir la mirada de Dionisio y esperar que algo saliera mal de todo esto.
—Padre ella tiene un punto —Apolo sonrió ligeramente a Artemisa, quien por primera vez después de todo lo que paso le dirigía una sonrisa ligera a su hermano.
—Ahora si fueran tan amables de devolverme mis dominios para que pueda irme y retomar mis laborares —Artemisa se veía confiada y con ese aire de superioridad renovado, lo cual hizo que Percy se replanteara las cosas. No quería que el tormento para los hombres culpables o inocentes anduviera por las calles de la ciudad suelta y sin frenos… al menos Thalia se concentraba más en monstruos y criaturas que merecían el tártaro con cada célula de sus cuerpos.
—No tan rápido… aún hay cosas que no concuerdan —Zeus dijo meditando en todo lo que acababa de ocurrir.
—Padre… me gustaría hablar contigo a solas un momento —Dionisio se levantó de su trono, eso sí dejo fríos a todos, porque Dionisio solía mantenerse al margen de todo lo que fuera responsabilidad.
—Vamos Dionisio… el resto espere aquí —la inseguridad y el temor empezaron a vencer a la seguridad y superioridad que Artemisa había mostrado… Si Dionisio tenía algo que decir, sin duda seria respecto a ella.
—Padre esto es demasiado incómodo para mi… sería mejor si me fuera —Percy no quería estar allí cuando Dionisio volviera, ya que casi podía adivinar qué es lo que diría o cuales serían las cosas nuevas que Dionisio tendría con respecto al caso de Artemisa.
—Cobarde… —susurró Artemisa al ver como Perseo huía de esta clase de cosas. Esta fue la gota que rebalsó el vaso.
—¿Que dijiste? —Percy no se pudo contener más y ya tenía sus puños recubiertos de agua, dispuesto a cerrarle la boca a Artemisa si fuera necesario, no toleraría más su mal carácter y arrogancia.
—Tranquilo Percy —Apolo se acercó a Percy para evitar que tomara alguna acción contra Artemisa, quien tenía esa típica postura orgullosa.
—Deberías cuidar tu lengua Artemisa… y ser más agradecida ya que tus cazadoras siguen vivas porque yo lo quise… pero veo que cometí un error… al conseguir ayuda para las niñas de una diosa estúpida como vos —Poseidón tenía su tridente que brillaba con una luz verde azulado en sus manos, eso fue suficiente para que Artemisa evitara alguna clase de respuesta que hiciera enfadar más al dios marino.
—Lo siento padre… yo me voy… te veré en casa —Percy no se lo pensó más y luego de dar una pequeña reverencia al conglomerado de dioses olímpicos desapareció en una ligera luz azul.
—¿De que estas hablando?” Artemisa pregunto un poco perturbada por lo que tenía que ver con su grupo de cazadoras.
—Convencí a Percy de ayudar a tu caza, quienes estaban rodeadas y con muchas bajas… habrían muerto de no ser por Percy… tendría que haberlas dejado morir —Artemisa se estremeció ante la idea de perder a su casa… cada una de ellas era especial para ella… y Percy… él las había salvado y no había dicho nada al respecto… y ella solamente había hecho que saliera lo peor de Percy.
—Yo no lo sabía —susurró no sabiendo que sentir con respecto a eso… gratitud, vergüenza, ira. No concebía el mostrar gratitud hacia un hombre y mucho menos alguien con el que tenía un secreto que debía permanecer oculto.
—Bueno allí se fue tu ultimo aliado —dijo Apolo un poco apesadumbrado de ver como Percy había perdido la paciencia con Artemisa. Él tenía la esperanza de que Percy siguiera apoyando a su hermana, pero claramente podía ver que no quería volver a verla nunca más. En ese momento Zeus apareció… y Dionisio a su lado.
—Tenemos que discutir algo —Artemisa sintió que se le detenía el corazón. La cara de Dionisio no era de felicidad… era más bien una cara perturbada y llena de incertidumbres. Apolo sabía que no se trataba de nada agradable.
Chapter 11: No cuentes conmigo
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—Padre ya es suficiente… ¡quiero mis dominios ahora mismo! —Artemisa exigió tratando de permanecer firme y sin dar rastro de sus grandes temores, sabía que Dionisio había logrado vencer sus barreras mientras ella discutía con Percy.
—Tus dominios tendrán que esperar, tenemos decisiones que tomar… ahora si puedes retirarte —Dionisio dijo con una mortandad en sus palabras que hicieron que Artemisa se pusiera rígida y derrotada a la vez… la diosa orgullosa se estaba derrumbando por dentro. Pero no podía permitir que nadie viera las rajaduras internas que estaba experimentando.
—¿Dónde está Perseo? —pregunto Zeus dirigiéndose a Poseidón… el cual negó con la cabeza, pero fue Hermes el que respondió a la pregunta.
—Artemisa hizo que se sintiera en casa y se excusó de la reunión… debido a que ya no es necesaria su presencia —Zeus asintió mientras le dirigía a Artemisa una mirada de reproche mezclada con algo de compasión por todo lo que estaba pasando o estaba por pasar.
—Supongo que tendremos que decidir sin él —Apolo estaba pensativo en lo que estaba pasando y de cómo su hermana prácticamente se había despojado de la última persona que parecía no estar interesada en destapar todo este revuelto.
—Artemisa retírate —La voz de Zeus trono en toda la sala haciendo que todos prestaran atención a lo que estaba pasando.
—Es mi juicio creo que puedo escuchar lo que sea que puedan decir —Artemisa no bajaba la guardia y no se disponía a ser tratada como una acusada que tiene que esperar por su veredicto… quería esto resuelto.
—Tu testimonio ya no hace falta… sabemos lo que queríamos saber… ahora estarás de acuerdo en que las decisiones que tómenos no tendrán ninguna clase de… consideración… debido a que no quisiste colaborar —Zeus le hizo una seña para que saliera mientras que Artemisa solo podía abrir los ojos con horror de que supieran todo lo que paso y que ahora ya no pudiera hacer más para desviar la atención del veredicto del consejo.
—Dionisio —gruño ella con total ira, pero esto no hizo que Dionisio sintiera ni una pizca de temor de la ex diosa de la caza… Al contrario, Dionisio la miró de manera desafiante sin ánimo de ceder ante los últimos impulsos de Artemisa por parecer temeraria.
—Dionisio solo cumple con su deber —Advirtió Zeus viendo que Artemisa estaba ardiendo de ira. Hermes también estaba presto a detener cualquier intento de Artemisa por amedrentar a Dionisio.
—Sis… mejor vete… déjanos resolver este caso de una vez por todas —Apolo dijo lo más serio posible, no se veía resplandeciendo como de costumbre, sabía que si era lo que él pensaba Dionisio sabia ya como se habían desencadenado los hechos. Artemisa se quedó helada ante las palabras de su hermano, pero era lo mismo que con Percy… quería solo los beneficios que podía obtener de ellos.
—¡Apolo! Pensé que me apoyabas —Apolo desvió la mirada con un poco de pesar, no se sentía bien abandonar a su hermana a su suerte, pero no había nada más que el pudiera hacer… había intentado de todo para lograr que ella le contara lo que paso ese día, pero solo había encontrado hostilidad… al menos más de la acostumbrada.
—Y lo hago… lo hacía… pero obviamente no quieres ayuda de nadie —Apolo no le dirigió la mirada y eso fue lo que más le dolió a ella. No tenía a nadie más de su parte, aunque la sonrisa tranquilizadora de una pasiva Hestia le dio algo de tranquilidad. Atenea se mantenía al margen porque sabía que Percy estaba involucrado y sentía alguna clase de inclinación hacia el por haber sido el novio de su hija predilecta.
—Esto es una traición —declaro Artemisa con rabia mientras que Apolo simplemente se dedicó a mirarla de reojo, pero no pudo contenerse, asi que empezó a brillar en una luz poderosa y refulgente que casi ciega todos.
—¡No! ¡es tu estupidez! Ahuyentaste a tu mejor aliado estúpidamente con tu orgullo sin límites —Artemisa retrocedió por primera vez ante su hermano, fue necesario que Hermes se acercara a Apolo para calmarlo porque si no hubiera seguido con su discurso sobre su arrogancia.
—Ahora por favor retírate Artemisa —Zeus ordeno nuevamente esta vez con pesaren su corazón, mientras Artemisa aún estaba perpleja por la explosión inusual de Apolo.
—¿Porque no esperas en mi jardín querida? te llamaremos cuando sea el momento —Hestia ofreció mientras que todos se quedaron observando la reacción de Artemisa. Ella simplemente asintió y desapareció.
—¿Porque tu jardín? —pregunto Atenea con una curiosidad oculta que le decía que algo planeaba Hestia.
—Es un buen lugar para pensar —Hestia sonrió ligeramente, tenía la esperanza de que Artemisa dejara a un lado su arrogancia para hablar con quién esperaba por ella… o mejor dicho no esperaba que ella apareciera. Sería una conversación espinosa y larga… pero había tiempo.
Percy se encontraba sentado en una cómoda silla frente a una pequeña fuente que arrojaba pequeños chorros de agua y que Percy divertidamente moldeaba a su voluntad desviando el curso natural… porque no esperas en mi jardín, me gustaría hablar contigo cuando esto termine… fueron las palabras de Hestia cuando él se disponía a salir luego del altercado con Artemisa. Aun le dolía la mejilla del golpe que Artemisa le había dado. Se sentía enfurecido de solo recordar la arrogancia que emanaba esa diosa desagradecida. Hubiera preferido no tener que formar parte de esto, pero las evidencias lo indicaban como parte de este caso, asi que… tenía que hacerle frente.
—No tendrías que haber usado ese recurso —se dijo a si mismo mientras se golpeaba la cabeza, se sentía terrible al haber dicho que no podía recordar con claridad las cosas debido a los acontecimientos que sucedieron aquella tarde, en particular porque lo único que podría haber hecho que su memoria quedara velada fuese la muerte de Annabeth. “lo siento” susurró con pesar mientras recordaba con claridad las cosas que ese día habían sucedido… todavía era demasiado pronto como para no recordarlo… y nunca sería el momento indicado para soltarlo… o al menos asi lo veía él.
—No importa… solamente mantente al margen de todo esto —entonces escucha la voz de aquella persona que perturbaba sus sentidos desde hace unos segundos pero que no había prestado atención a ninguna presencia extraña.
—No estaba hablando contigo —Ni siquiera se giró para ver, pero podía sentir la mirada penetrante y dura de la ex diosa de la caza. Artemisa estaba estresada por todo lo que había pasado y por lo que se imaginaba iba a pasar, asi que no tenía ganas de ser simpática para nadie… menos para quien estaba delante de ella dándole la espalda.
—Ya lo sé… pero igualmente mantente al margen de todo esto —Dijo ella con un aire cansado y suspirando. Percy se giró y ella pudo ver su mirada penetrante, sus ojos se había vuelto de un verde más oscuro… su construcción facial más definida, pero aún se podía ver al héroe semidiós que había sostenido llevado una pesada carga por ella hace algunos años.
—¿Qué haces tú aquí? —gruño Percy tratando de que entendiera el mensaje oculto tras sus palabras: vete! Artemisa se retorció ligeramente en su sitio incomoda por el tono que Percy estaba usando con ella. No quería más peleas ni discusiones, pero su orgullo y ego no la dejaban pasar esta clase de tonos hacia ella.
—Podría hacer la misma pregunta —Respondió de manera seca la diosa que estaba de pie a unos metros de donde Percy estaba sentado. Pero en ese momento se levantó de su asiento y Artemisa pudo contemplar toda su majestuosidad y pudo ver lo imponente que era cuando se lo proponía. Artemisa retrocedió ligeramente y luego se maldijo por haber retrocedido ante un hombre.
—Hestia me envió aquí porque debía hablar conmigo y me dijo que esperara —Percy mantenía su mirada penetrante y dura hacia ella. Ahora que era un dios obviamente no retrocedería ante ella… no había retrocedido ni se había atemorizado de ninguno cuando era semidiós… menos ahora. Pero algo dentro de ella no podía tolerar eso.
—A mí me dijo que podría usar este lugar para pensar —Percy resoplo con fastidio mientras negaba con la cabeza murmurando algo que no llego a los oídos de Artemisa.
—Entonces buscare otro lugar donde esperarla —Percy se puso de pie y se disponía a salir cuando Artemisa puso su mano sobre su brazo, pero al ver como lo tensaba simplemente lo dejo ir.
—Espera… —pidió ella en tono más calmado. Pero Percy no tenía el más mínimo deseo de escuchar nada de lo que ella pudiera decir, ya tenía suficiente con sus problemas como para tener que cargar con el de una diosa arrogante.
—¿Qué quieres ahora?… ya no tengo ninguna obligación contigo, asi que déjame en paz —Percy dijo sin mirarle el rostro y eso fastidio aún más a Artemisa quien estaba tomando una postura más calmada, pero eran esa clase de indiferencias y petulancias las que hacían que estallara por dentro y perdiera el control de sus acciones.
—¿Asi es como tratas a una diosa? —pregunto ella con crujiendo los dientes y aparentando los puños sin temor a entablar una lucha contra el nuevo dios que tenía las credenciales de haberse enfrentado a Ares en el pasado. Artemisa no pensaba en eso cuando hablo, sino en el simple hecho de no dejar que Percy le hablara como a él más le pareciera, ella se haría respetar.
—Asi es como dicha diosa debe ser tratada —respondió Percy haciendo un énfasis en dicha… con cierta burla y desprecio hacia la diosa que tenía en frente. Percy no la odiaba… pero en estos momentos tenía el menor de los respetos por ella… porque habiendo cumplido una promesa que hizo en su estado semidiós fue objeto de su desprecio…. Asi que mientras más lejos se mantuviera para él sería mejor… pero estaba empezando a probar su paciencia.
—¡Te exijo respeto! —gritó la diosa enfurecida cuando noto que Percy se estaba burlando deliberadamente. Percy la enfrento sin desviar la mirada, el aura de Percy superaba notablemente al de Artemisa en este caso, pero eso no podía importarle mucho a Artemisa ya que era guiada por su orgullo. Percy por su parte se mantenía quieto, pero erguido y sin el menor atisbo de ceder. No esta vez… nunca más ante ella.
—Tú a mí no me vas a exigir nada… nunca más —le susurró peligrosamente. Artemisa pareció sentir que Percy no daría su brazo a torcer y gruñía rabiosamente. Percy había ganado este round, pero el altercado estaba lejos de terminar.
—Todos ustedes son iguales —susurró mientras que Percy ya se había dado vuelta para seguir su camino, pero se detuvo al escuchar lo que ella dijo. Estaba cansado de que Artemisa colocara a todos los hombre en un mismo costal… no podía creer que ella pensara que él era igual que todos los hombres que ella condenaba.
—¿Que dijiste? Ja no puedo creer que sigas con esa premisa —la pregunta no requería respuesta ya que había escuchado claramente lo que había dicho. La indignación y la locura eran evidentes en el rostro y el tono de Percy. Y eso le dio pie a Artemisa de tomar las riendas de la conversación.
—Lo digo y lo mantengo… y seguiré pensando lo mismo ¡siempre! —Le espeto con furia mientras se acercaba… peligrosamente, aunque sabía que si había algún enfrentamiento seria puño limpio ya que Percy tenía poder sobre las armas.
—Bueno gran diosa que odia a los hombres ¡No cuentes conmigo nunca más! La próxima vez no acudiré en la ayuda de tus amadas cazadoras, como se lo dije a Phoebe, quedara en tu conciencia —Eso le dolió… saber que Percy tenía en sus manos el destino de sus cazadoras era sin duda un recurso que podría destruir a la diosa… ella quería a sus cazadoras como a hijas… y aunque no quisiera tenía que reconocer que necesitaban ayuda algunas veces, más aún luego de la gran pérdida de cazadoras durante la última batalla… ella había presenciado ese momento… ella había visto con sus ojos morir a algunas… de penosas formas. El recuerdo de esos momentos la hizo estremecerse. Percy por otra parte estaba temblando de rabia… estaba harto de esa actitud…. Iría a hablar con Thalia para retirar su apoyo a las cazadoras de manera definitiva.
—No lo harías —susurró ella con la frialdad aun recorriendo su cuerpo… Percy la tenía… tenía el modo de hacerla perder el aliento y hacerla callar en su disputa. Había tocado una fibra muy muy sensible y estaba segura que él no era consciente de eso.
—Nunca digas nunca —respondió Percy haciendo una mueca de pruébame. Artemisa se maldijo por dentro por lo que estaba a punto de hacer. Tomo una respiración profunda… no se dejaría vencer. Menos por un hombre.
—Deberías avergonzarte… Annabeth se avergonzaría de tus palabras —La cara de Percy palideció. Su manos que estaban apretando los puños se relajaron… dio un paso para atrás… flashbacks empezaron a inundar su mente… uno tras otro… momentos… sonrisas… palabras… apodos… tantos recuerdos estaban explotando en su cerebro para dejar el único evento que destrozaba la felicidad de todos y cada uno de esos recuerdos… el cuerpo inerte y desangrado de Annabeth. Una ligera lagrima quería asomar… ese fue el golpe más bajo y ruin que Artemisa pudo haber usado. Percy se concentró en usar sus poderes para no dejar que las lágrimas salieran… no mostraría esa debilidad ante ella… no lo haría jamás.
—No te atrevas a decir su nombre ¡nunca! —le gritó la primera parte y su voz fue un estruendo que hizo retroceder a la diosa, quien no dudo en tomar una postura más de combate ante la amenaza de que Percy explotara en rabia contra ella. Sabía que le había tocado en lo más profundo. No se sentía orgullosa por eso, pero no dejaría que él tuviera la última palabra. —Me arrepiento de haberte ayudado ese día —eso fue un revés que ella no esperaba. Sabía que le sabía lo que esa sentencia conllevaba… no podía simplemente decir que no hubiera intervenido a su favor ese día.
—Eso no es cierto… —susurró con incredulidad, pero las palabras ya habían salido de la boca de Percy, y el asintió mientras su respiración se empezaba a calmar.
—Es cierto… me arrepiento… Es más —dijo nuevamente intensificando los recuerdos en la mente de Artemisa quien no dejo que dijera más sin antes levantar su brazo y darle una fuerte bofetada que envió a Percy al suelo.
—¡Cállate! —gritó con la voz entrecortada, con el ánimo por el suelo y con la mirada esquiva hacia Percy quien solo se froto la mejilla con resignación. Esta conversación había terminado.
—Con eso solo has confirmado que cometí el peor error de mi vida —Y luego se levantó y salió del jardín de Hestia. —Cuando quieras hablar conmigo… búscame —susurró sabiendo que Hestia tenía el control de este jardín y seguramente estaba escuchando lo que estaba diciendo. Artemisa cayó de rodilla temblando de rabia y conmoción ante lo que había acontecido. Apolo había tenido razón todo el tiempo… y ella estaba completamente sola y sin apoyo ante la ola de repercusiones que venían por haber bajado las barreras de su mente en un momento de locura. Dionisio ya lo sabía.
Chapter 12: Emociones desatadas
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La furia que Artemisa había desatado en él era incontenible, aparentemente estaba calmadamente tenso, pero una vez fuera del alcance de Artemisa y sus perniciosas palabras simplemente no pudo soportarlo más, había luchado tan duro para mantenerse sobrio, pero simplemente no pudo más. Las lágrimas amargas y dolorosas como ácido corrían por sus mejillas.
Annabeth… su nombre eran puñales en el corazón. El solo recuerdo de su rostro agonizante era más de lo que podía soportar. Era duro, era doloroso, era como estar muerto en vida.
Percy no pudo soportarlo más y simplemente dejo que el mar de emociones fuertes y destructivas saliera a través de él. Era como el rugido del mar embravecido, como esa tormenta anunciada que parece que estallara en cualquier momento, pero no es hasta que no la esperas que se desata.
Amargura, por la impotencia de no poder hacer nada.
Rabia, por la maldita de Gea que con sus últimos intentos se llevó a su amor.
Frustración porque la esperanza que tenia de un futuro mejor se fue aquel día en aquel campo de batalla.
Sensación de vacío, porque no había nada que llenara la soledad que le dejo la perdida de Annabeth, definitivamente estar con su padre era bueno, pero no era todo… su todo se había ido… para siempre.
En una roca olvidada a unos metros del campamento, el héroe del Olimpo llora amargamente su perdida en soledad como no había tenido oportunidad de hacerlo, excepto que esta vez está completamente desatado y se deja sentir en el mar con una agitación inusual.
No tenía ningún reparo ahora mismo la mezcla de emociones era tan fuerte que no sabía si el dolor era lo que se estaba manifestando o la rabia hacia Artemisa por su osadía por nombrar a Annabeth. Tal vez era tiempo de dejar salir todo, y darle de una vez por todas su merecido a esa diosa arrogante. Aunque él sabía que no sería capaz de dejar morir a chicas inocentes por la estupidez de una diosa y algunas de sus cazadoras, sobre todo que no le haría eso a Thalia… ella no se merecía eso.
Gruñía terriblemente mientras sus manos se levantaban invocando agua y estrellándola contra los inocentes arboles tiernos que todavía estaban creciendo en aquel campo de batalla que nuevamente estaba volviendo a sus mejores tiempos. No le importaba si Grover y Juniper luego lo regañaban por todo el caos que estaba provocando.
No se percató para nada de la presencia de cierta diosa… una inesperada diosa, que tal vez era lo último que él esperaba ver. Por el momento Percy se paseaba de un lado a otro expulsando toda la furia que existía dentro de él y que por razones obvias no podía descargar contra Artemisa.
—Percy… —Percy volvió la cabeza hacia la diosa que estaba cruzada de brazos mirando como el nuevo dios dejaba salir su furia sin destruir el campamento. Este campo traía tantos malos y dolorosos recuerdos también para la diosa de la sabiduría.
—Atenea ¿qué haces aquí? —La voz de Percy era un poco severa y provoco que Atenea frunciera el ceño y su mirada fuera un poco más dura de lo que estaba.
—¿Asi es como me recibes? —le preguntó un reclamándole la falta de cortesía. Percy sacudió la cabeza tratando de dejar atrás los pensamientos agobiantes que lo invadían. Se acercó a la diosa y abrió sus manos para tentar darle un abrazo el cual la diosa acepto gustosa. Había cambiado tanto desde la muerte de Annabeth y tal vez Percy era lo único que le quedaba que traía los recuerdos más agradables de su hija. Sintió que Percy temblaba en su abrazo asi que no lo soltó.
—Lo siento… yo… yo… —Atenea puso su mano sobre la cabeza de Percy trata de confortarlo de la mejor forma posible. Jamás había visto a un hombre tan quebrado, no había forma de unir los pedazos de la vida de Percy que la muerte de Annabeth había provocado.
—No tienes que explicar nada… Hestia me lo conto —Percy ahogo un sollozo en el hombro de Atenea, se sentía tan débil y expuesto. No le gustaba estar asi… pero no podía luchar contra ello.
—No debió hacerlo —susurró pesadamente.
—¿Quieres hablar sobre eso? —preguntó Atenea retirándose un poco para ver la cara demacrada de Percy, sus ojos rojos e inflamados, asi como el rastro sucio de lágrimas abundantes en sus mejillas.
—Creí que no querrías escucharlo alguna vez —dijo Percy cautelosamente. Atenea suspiro, no habían hablado de ese día y sospechaba que no lo haría todavía… pero quería ayudarle en lo que pudiera… se lo debía a él y a su hija.
—No te culpo… lo sabes —Percy entrecerró los ojos con algo de dolor.
—Lo hiciste al comienzo —Atenea negó con la cabeza, no negando que lo había culpado sino más bien tratando de cortar su argumento.
—No todos podemos lidiar con el dolor de la misma forma… yo estaba furiosa… sabes que era mi hija predilecta —Percy asintió mientras se sentaba, estaba tan debilitado que le costaba estar de pie.
—Ella era genial… —susurró como si fuera un delito recordarla.
—Lo sé… yo simplemente quería culpar a alguien —Atenea reconoció dándole un ligero apretón en el hombro.
—Entonces no me odias —Percy trato de averiguar dónde estaban parados…
—No lo hago… —dijo la diosa sin regalar nada.
—Pero tampoco soy de tu agrado —Percy seguía teniendo la idea de que Atenea no aprobaba la relación que tuvo con Annabeth.
—Es difícil de definir lo que siento hacia ti Percy —Percy suspiro frustrado.
—Suena como un punto neutral —Atenea sonrió ligeramente.
—Cuando besaste en aquella ocasión a Annabeth diciendo que allí terminaba la enemistad que había unido a tu padre y a mi… hizo que cambiara mi percepción sobre quién eres —Percy recordaba aquella ocasión, fue tan intenso y con tanto significado y pocas veces había visto a Annabeth tan sonrojada y trastocada por un beso.
—Era lo correcto llevaban tantos años promoviendo el odio y la rivalidad… no quería que eso siguiera entre ella y yo —Atenea asintió. Ella entendía que Percy lo único que quería era vivir… vivir la vida sin más preocupaciones.
—Y lo lograste —Ella declaró finalmente. Percy había luchado contra los dioses y había vencido, contra el ego, la maldad, la arrogancia, el orgullo y los había superado.
—No lo sé —dijo Percy con una mirada perdida.
—Porque crees que estamos teniendo esta charla ahora mismo —Atenea le sonrió tratando de contagiarle un poco, pero no era posible todavía.
—Supongo que tienes razón —Percy estaba tan metido en el recuerdo en ese momento.
—Sé que la tengo —dijo Atenea con un aire superior.
—Sabes que tu modestia siempre me impacto —Percy levantó una ceja tratando de sonar casual.
—Ella te amaba Percy —las palabras de Atenea abrieron nuevamente el caudal de emociones que se estaban aquietando lentamente. No odiaba que Atenea hubiera dicho eso, porque nunca se cansaría de que la gente reconociera el amor que Annabeth y el compartían… pero era tan doloroso que le arrancaba lágrimas.
—Lo se… y por eso me duele en lo más profundo —Atenea podía sentir que las emociones de Percy estaban levantándose nuevamente y no podía dejar que se perdiera en ellas.
—Recuerdo… aunque con poca claridad que cuando hablamos sobre la marca de Atenea… y de la misión casi suicida que le encomendé… ella estaba más preocupada por encontrarte —Percy recordaba la tensión que Annabeth vivió con todo eso de la marca de Atenea, y lo que más le molesto en ese tiempo fue no poder hacer nada para tomar esa tensión de ella —Yo simplemente me negué a ayudarla y le dije que se olvidara de ti… pero ella me dijo: Percy es todo para mi —Percy derramo lagrimas dolorosas al escuchar esas palabras. Atenea se acercó y se sentó a su lado. Percy no tenía que pasar esto solo. Tal vez ella no era la mejor oyente, pero quería compartir ese dolor en común que ambos tenían.
—Por favor no sigas… —le suplicó tratando de enjugar sus lágrimas.
—Va a llegar un momento crucial Percy… en el que tendrás que decidir qué hacer con ese dolor… dejar que te inunde completamente y pasar a ser un dios olvidado y amargado por el dolor o pensar en el poder que tienes ahora para ayudar a tus amigos… a sus hijos… y pensar en rehacer tu vida —Percy la escuchaba con atención, porque hasta cierto punto las palabras de su padre estaban inmersas en este discurso, pero ¿cómo? Como podría hacerlo, no sabía, sentía que caminaba en la oscuridad sin nadie que le guiara.
—No puedo —su voz se ahogó en su garganta, Atenea tomo su mano tratando de darle ánimos para desahogarse —No sé cómo —reconoció derrotado el héroe.
—No eres el único que no sabe cómo lidiar con esto… y supongo que tu pena es más grande que la mía —Percy se tocó el corazón con furia arrugando la sudadera que traía puesto.
—Duele tanto Atenea… no puedo expresar con palabras cuanto duele —atenea derramo una lagrima solitaria al poder casi sentir la agonía que Percy estaba experimentando y que era más fuerte y grande que la que ella llevaba sobre sus hombros.
—Juro que si repites lo que voy a decirte ahora mismo lo negare y luego me encargare de ti —Percy presto toda atención a la voz acerada de Atenea —Pero no tengo una solución a tu dolor, como tampoco lo tengo para el mío, tal vez me alivia pensar que Annabeth es feliz de que tú y yo podemos conversar sin más rivalidades y podemos hablar de ella y buscar una forma de superarlo —Percy sonrió ligeramente por la amenaza de Atenea y por la nueva óptica que tenía Atenea, tal vez si podían avanzar en su relación… tal vez Atenea podía tener algo similar al cariño.
—No sé qué hacer… busque consuelo en el fondo del mar… en el entrenamiento… en la soledad —Atenea tenía un pequeño plan que había gestado desde hace un tiempo, pero que no quería llevar a cabo a menos que Percy siguiera sumido en el dolor.
—Tal vez estas buscando en el lugar equivocado —Percy frunció el ceño, Atenea siempre tenía que usar el camino más complicado para explicar algo.
—No sé dónde más buscar… los demás lugares traen mucho dolor… están llenos de recuerdos que hacen sangrar mi corazón —Atenea sabía que estaba hablando de los campamentos. Percy sería un gran director del campamento Mestizo… pero después de su declaración estaban descartados.
—¿Puedo sugerirte algo? —Percy giro su cabeza para prestar completa atención.
—¿Qué cosa? —Atenea suspiro al recordar al hijo de Hermes… estaba casi igual de roto y desesperanzado que Percy.
—Hay un semidiós… que como tu está sufriendo… y estas a tan pocos metros de él —Percy casi podía entender de quien se trataba. Había visto el dolor encerrado en los ojos de Travis… tanto era el dolor que ni Katie podía calmar su agonía… y eso era muy fuerte.
—No sé si pueda… —Percy no se sentía en la capacidad de consolar y animar a nadie cuando su propia vida se estaba cayendo a pedazos.
—Puedes intentarlo… a veces ayudar a otros que están pasando lo mismo que nosotros es la mejor forma de superar nuestro propio dolor —Atenea trato de razonar para que Percy no abandonar la idea.
—¿Cómo puedo ayudarlo? —Atenea no sabía si decírselo, quería que Percy realmente se involucrara en el proyecto que le iba a proponer, pero si lo hacía por mera compasión no daría resultado.
—Ha perdido todo interés en las cosas y el campamento realmente se está volviendo en su tumba —Percy frunció el ceño preocupado por la condición en la que pudiera encontrarse Travis.
—Aun asi, no hay nada que yo pudiera hacer por él —expreso Percy tratando de abandonar esa idea. No se sentía capacitado para nada en estos momentos.
—¿Cuáles son tus dominios? —Percy pensó por un momento tratando de recordar… había pasado tanto tiempo que no había prestado atención a sus dominios.
—Los héroes… las armas… la lealtad —Atenea asintió, mientras que Percy no entendía hacia donde iba esto.
—Dale a este héroe un motivo para volver a empuñar un arma y un objetivo que merezca su lealtad —Percy frunció el ceño y los labios tratando de entender lo que Atenea había dicho.
—Sabes que a veces me haces sentir estúpido con tus frases filosóficas —Atenea sonrió ligeramente
—Sácalo del campamento y conviértelo en tu campeón… dale una razón para vivir y luchar, devuélvele la confianza que ha perdido, muéstrale que el mundo necesita de alguien como él… dale motivos para seguirte hasta el final —Percy pensó por un momento en sus palabras, ¿tener un campeón? Sonaba como una buena idea… él podría hacer muchas buenas cosas por los semidioses.
—Tendré que hablar con Zeus —susurró Percy.
—Ya lo hice yo —Percy levantó una ceja un poco cuestionando que Atenea tuviera ya todo preparado, como si esto fuera una trampa… o manipulación.
—Veo que solo me has llevado hacia donde tu querías —Percy dijo con algo de amargura. Atenea negó rápidamente, no quería que Percy tuviera una falsa idea de sus buenas intenciones.
—En realidad no iba a sugerirlo… pero al verte asi… era la única forma de darte un nuevo rumbo —Percy asintió ligeramente. En cierta forma había gratitud hacia Atenea… tal vez necesitaba una nueva misión para empezar nuevamente.
—¿Cuál sería mi misión? —Atenea pensó por un momento.
—Cuando recién llegaste al campamento… cuando tu pensaste que tu madre estaba muerta y Grover en problemas, ¿qué deseabas? —Percy arrugar la frente por un momento.
—Ayuda —susurró.
—Ahí tienes tu respuesta —Atenea su puso de pie porque no quería dilatar más este tiempo, era momento de que Percy se pusiera manos a la obra.
—Pero las cazadoras —Atenea desestimo con la mano.
—Ella cazan… esa es su función —sonaba un poco aburrida. Atenea hasta cierto punto estaba furiosa con Artemisa por lo que había provocado en Percy, pero sabía que ella también estaba lidiando con un problema grande…. Y después de la decisión del consejo sería más grande el problema.
—Artemisa no será muy feliz… aunque confieso que me traería mucha satisfacción fastidiarla —Percy sonrió con malicia ganándose un pequeño golpe en el hombro por parte de Atenea.
—Ella tiene otros asuntos que atender —declaró Atenea sin querer dar más información, prefería que Percy se mantuviera al margen de todo esto.
—¿Que decidieron? —Atenea negó rápidamente con la cabeza.
—Primero lo más importante… ve por él —Percy se puso de pie un poco más recuperado de todo el despliegue de energía que le había tomado desfogar sus sentimientos.
—Donde lo encuentro exactamente… no quiero ver a nadie más por el momento —Atenea cerró los ojos por un momento.
—Cabina de Deméter —Percy casi sentía pena de tener que aparecer mientras que seguramente Katie estaba con Travis.
—¿Eso no está prohibido? —preguntó con algo de diversión.
—¿No lo hacías tú también? —Atenea trato de devolver el comentario lo más ligero y gracioso posible. Afortunadamente Percy lo recibió de esa forma.
—Bueno creo que mejor me voy —Atenea asintió
—Estaremos en contacto Perseo… tu tiempo de licencia se termina pronto asi que provecha para entrenar a tu campeón —Percy asintió y en un impulso se giró para abrazar a Atenea. Ella se quedó un poco impresionada por el impulso, pero rápidamente le devolvió el abrazo.
—Atenea… Gracias —susurró Percy.
—Gracias a ti —dijo ella y luego se disolvió dejando a Percy en medio del bosque. Era momento de ayudar a un amigo que le necesitaba.
Chapter 13: No estas solo. No estamos solo
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El campamento estaba en silencio, tanto que se podía escuchar el ruido de las pisadas de Percy, pero al parecer nadie prestaba atención. No quería simplemente aparecer en la cabaña de Deméter y provocar un grito que se escucharía en todo el campamento, aunque Percy no descartaba que fuera divertido asustar a sus viejos amigos, pero no era precisamente una visita jovial la que estaba por dar, Travis necesitaba su ayuda y debía darle la seriedad que se merecía.
Había podido ver ese dolor que no se apaga en sus ojos el día de su funeral. Lo había podido reconocer porque seguramente era el mismo dolor que él había estado experimentando en soledad durante todo este tiempo, había buenos días y malos días, pero los malos eran demasiado malos como para olvidarlos en los días buenos. Eran días donde nada podía levantar su espíritu y su padre sabía que tampoco podía hacer nada para remediarlo.
Sinceramente Percy no sabía cómo tendría que abordar el tema. Atenea le había dicho muy poco sobre como ayudaría exactamente a Travis. Y por otro lado no sabía qué hacer con Katie… tenía miedo que al arrancarlo del lado de Katie desencadenara otra clase de soledad de la cual tal vez ya no podría sacarlo. Katie había sido hasta ahora esa cuerda que lo mantenía atado a la realidad y no le permitía perderse en la profundidad de su dolor.
Finalmente llego a la puerta de la cabaña de Deméter… se sentía un poco nervioso porque no quería tener que dar explicaciones sobre porque no se había aparecido por el campamento desde su nombramiento como dios de los héroes, se sentía un poco en deuda con el campamento y con sus amigos, pero si en algo seguramente concordaría con Travis seria en que quería lidiar con su dolor solo, sin la compasión de los demás. El sonido de su golpe resonó con fuerza en la cabaña, dentro se escuchaba el susurró de una voz que identifico como la de Katie y el sonido de un sollozo ahogado.
—Más vale que no seas de la cabaña de Afrodita porque te arruino la cara —se escuchó un gruñido y Percy no pudo evitar dar una sonrisa al escuchar las amenazas de Katie. Entonces la puerta se abrió revelando lo que Percy tenía como un recuerdo un poco vago. Katie con una taza de café humeante, obviamente con ropa para dormir.
—Entonces es un alivio no serlo —dijo mientras trataba de sonreír, pero la cara de Katie era de asombro y un poco vergüenza tal vez… Se quedó por un buen tiempo mirando a Percy y Percy mirando a Katie como si ninguno de los dos supiera que decir o hacer.
—Percy Jackson… —susurró Katie mientras trataba de pensar en que decir, frente a ella estaba alguien que hace mucho no veía, que había aceptado la divinidad y luego había desaparecido.
—Katie Gardner… —respondió Percy tratando de no entorpecer la conversación. Katie también pudo ver que el rostro de Percy todavía había el dolor que ella misma veía en Travis. Ella sacudió la cabeza al darse cuenta que estaba en presencia de un dios del Olimpo.
—Perdón… Señor Perseo —hizo una pequeña reverencia, pero rápidamente Percy la obligó a levantarse.
—¡No!... nada de eso… no entre amigos —Katie asintió lentamente aún bajo el shock de tener a Percy delante de ella, había habido algunos rumores de que Percy se había olvidado del campamento y que no quería estar nuevamente allí, pero solo eran rumores, ya que la mayoría sabía que Percy seguía de duelo por la pérdida de Annabeth.
—¿Pero qué rayos haces aquí? —preguntó Katie mientras que afuera todavía podía escucharse el suave murmullo del viento en la noche oscura. Percy seguía mirando el interior de la cabaña de Deméter como si estuviera intentando darle un mensaje oculto a Katie que todavía no podía captar.
—¿Puedo entrar? —preguntó Percy y Katie salió un poco de su trance para abrir la puerta de manera tempestuosa. Katie se sonrojo un poco al ver cómo estaba actuando de manera tan extraviada.
—¿Que? ¡Sí, claro! —dijo haciéndose a un lado para que Percy pudiera pasar.
—Gracias —Particularmente Percy nunca había entrado en la cabaña de Deméter, pero con solo ver el techo cubierto de césped podía imaginarse el interior, y no se equivocó, los detalles labrados sobre la madre de plantas eran infaltable, asi como abundantes maceteros llenos de plantas extrañar y algunos proyectos de cruce de especies.
—Travis… —Katie trato de gritar el nombre de Travis para darle la noticia de que Percy había venido a visitar, pero fue detenida por Percy.
—Espera… —el rostro de Katie se tornó un poco confuso.
—¿Qué pasa? —preguntó mientras Percy se apoyaba en uno de los pilares de la casa, prefería saber primero como estaba Travis para luego abordar el problema.
—¿Cómo esta él? —Katie frunció el ceño un poco pensativo, sinceramente no sabía exactamente como estaba Travis, porque no había podido hasta ahora llegar a él sin que se cerrara en su dolor en sus intentos.
—Sinceramente… no lo sé… hay días en los que puedo volver a ver al viejo Travis, pero solo hasta que algo trae el recuerdo de Connor, entonces todo se va… por la borda —Katie suspiro frustrada, había intentado tantas veces que ya no sabía qué hacer con Travis, pero no lo abandonaría, era demasiado especial para ella como para abandonarlo.
—¿Y ustedes siguen juntos? —Percy tuvo un poco de temor de preguntar eso, pero sabía que tal vez el motivo por el cual Travis no empeoraba era porque Katie estaba al lado de él, asi como él tenía a su padre que era su ancla para no perderse en los recuerdos y el dolor.
—Sinceramente no tengo una idea clara ahora mismo… sabes que antes de la guerra estábamos empezando a salir… pero después de lo que paso nunca más volví a tocar el tema, porque simplemente no hay nada que pueda sacarlo del dolor que está pasando —Percy sentía un poco de pena por Katie, porque sabía que podía estar sintiéndose un poco inútil y hasta innecesaria en la vida de Travis, pero se encargaría de que Katie se enterara de lo importante que era para la vida de Travis aunque él no fuera capaz de demostrárselo ahora mismo. No sabía que tan fuerte era el sentimiento de Katie por Travis ahora mismo, pero debía ser lo suficientemente fuerte como para no tentar la posibilidad de sepáralos. Se necesitaban mutuamente, pero sobre todo Travis necesitaba de alguien como Katie ahora mismo, el instinto maternal de Katie era algo que Percy no podría ofrecerle ahora mismo ya que también estaba dañado por el dolor.
—Pero tu estas cuidando de él —Katie se puso un poco nerviosa, porque estaba preguntando sobre sus intenciones por lo cual lo estaba cuidando, se sentía un poco expuesta y pensó un poco su respuesta. Los sentimientos siempre habían sido algo sagrado para ella, es más cuando empezó a salir con Travis una de las condiciones era que no debía ser una noticia que Travis divulgara como si ella fuera un premio o una conquista.
—Claro que si… ¿quién más? Los de la cabaña de Hermes siguen pensando en las travesuras… no tendrían la paciencia para atenderlo… y yo… bueno me agrada… pero la vieja versión de Travis… no esta versión oscura y sin vida —Percy pudo notar la duda y la vergüenza en voz de Katie cuando dijo que Travis le agradaba, no pudo evitar sentir un poco de nostalgia al ver el secretismo de su amor por Travis, casi le recordaba lo difícil que fue finalmente exponer sus sentimientos por Annabeth y la forma en que ella se los demostró. Se sentía tan bien, tan inexplicable que sentía envidia por lo que Travis y Katie compartían, pero a la vez felicidad de que Travis tuviera un pilar tan fuerte para sostenerlo, aunque Katie no lo sabía… estaba denostándole a Travis un amor más fuerte que decir un “te amo” o palabras románticas. Si algo había aprendido en medio del dolor es que a veces el amor no se dice, se demuestra en pequeños o grandes actos de amor que te marcan para siempre.
—Entonces ¿estarías dispuesta a seguir cuidando de él? —Percy estaba tanteando un poco la disociación de Katie para seguir al lado de Travis ya que ahora mismo no podría separarlos asi que tendría que hacerles la propuesta a los dos, y pensándolo mejor, necesitaría una figura femenina para algunas misiones. Percy sonrió ligeramente al pensar que tal vez Atenea no había pensado en eso. Claro que lo hice escucho el susurró de la voz de Atenea en su mente. Percy sonrió al escuchar el tono mortificado de Atenea.
—Claro que si… lleva meses durmiendo en mi cabaña… le traigo la comido, leo para él y a veces salimos a caminar, hay buenos días… y otros no tanto… solo espero que pueda mejorar pronto… no quiero perderlo —El recuerdo de lo que paso al día siguiente del funeral aún estaba fresco en la memoria de Katie, no había visto a Travis en todo el día, no para el desayuno, no para el almuerzo ni la cena y estaba preocupada, desesperadamente había buscado a Travis por todo el campamento y no había visto rastro de él.
Finalmente lo había encontrado en la noche, en su habitación todo despeinado y magullado sentado en un rincón oscuro de su habitación murmurando el nombre de su hermano, la sola imagen le partió el corazón y no pudo evitar quebrase y llorar a su lado al ver tanto dolor y tan insignificancia, lo había tomado en sus brazos y se había quedado toda la noche a su lado en aquel rincón mientras intentaba que Travis descansara un poco. Al día siguiente no lo había dudado y con algo de ayuda había llevado a Travis a la cabaña de Deméter, fue un poco complicado conseguir el permiso de Quirón, pero al mostrarle el estado de Travis y bajo la promesa de comportarse finalmente Quirón había accedido.
Katie no pudo evitar soltar un par de lágrimas, sinceramente no había tenido a nadie para que la escuchara en mucho tiempo, había estado tan absorta en su cuidado con Travis y no se arrepentía de eso, pero era refrescante deshacerse de sus preocupaciones. Percy trato de confortar a Katie poniendo su mano sobre su hombro lo cual ayudo ya que al poco tiempo los sollozos desaparecieron.
—No lo perderás… llévame con él —Katie sonrió ligeramente. Le empezó a guiar hacia el final de un largo pasillo donde estaba una puerta que supuso Percy que sería la habitación de Katie.
—¿Dónde has estado todo este tiempo? —preguntó Katie mientras caminaban. Percy no estaba muy interesado en contarles nada ahora mismo, sabía que habría tiempo para ello luego, ahora mismo lo importante era sacar a Travis de ese lugar.
—Ya les contare —dijo un poco perturbado por la preguntó y Katie pudo notarlo asi que no insistió con las preguntas sobre lo que Percy había estado haciendo, ella entendía, aunque le costaba entender porque no le dejo saber a sus amigos donde estaba o si estaba bien.
—Por aquí las cosas no han cambiado mucho… bueno excepto por las ausencias —Katie trato de cambiar de tema, pero sinceramente no se sentía que lo estaba haciendo bien.
—Lo sé… ha sido un tiempo difícil para todos —Percy dijo con un aire ausente. Sabía que no era el único que estaba sufriendo, pero con todo lo que había pasado no tenía tiempo para pensar en los demás y se odiaba por eso, ya que como Atenea le había dicho, tal vez la mejor manera de superar su dolor era ayudando a otros a superarlo.
—Ni que lo digas… pero lo lograremos… estoy segura… Travis está detrás de esa puerta —Katie señalo la puerta al final del pasillo. Seguramente habrían despertado a los demás ocupantes de la cabaña de Deméter, pero seguramente tenía alguna clase encantamiento que impedía que el ruido se propagara.
—Podrías dejarnos un momento solos —dijo Percy antes de abrir la puerta. Katie pensó por un momento, tal vez era lo mejor darle un poco de privacidad, pero no quería no ser parte de este momento en la vida de Travis… era como que todo lo que había hecho no sería tan importante. Se sentía un poco estúpida pensando en eso.
—Claro… yo estaré por aquí si me necesitan —Katie dijo nerviosamente alejándose un poco de la puerta una idea un poco ilegal se le vino a la mente a Katie… si o si quería ser parte de esto.
—Gracias… y Katie… —Katie se giró para encontrarse con una mirada agradecida en Percy.
—¿Sí? —Percy no sabía cómo decirlo, no estaba volviendo todavía, pero ahora Katie y Travis serían los más cercanos a él.
—Es un gusto volver a estar con amigos —Katie sonrió al ver la sinceridad de las palabras de Percy.
—Siempre serás bienvenido Percy… sé que también tienes tus propias cargas… y no sabes cuánto agradezco que vinieras a ver a Travis —Percy se sentía agradecido de que había encontrado un poco de comprensión de parte de Katie. A veces la gente no puede comprender lo que no está atravesando y Katie sabía de primera mano lo que era sentirse asi.
—Para eso están los amigos —Katie sonrió y siguió alejándose con su taza de café que ya estaba frio, pero no podía importarle menos ahora mismo. Tenía que estar en esa habitación y solo había una forma, ojalá Percy no se dé cuenta y Travis la perdone por ser una fisgona.
Chapter 14: Dejanos ayudarte I
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El rostro de Artemisa era un derroche de rabia, decepción, dolor y temor… pero sobre todo preocupación por lo que acababa de hacer hace un par de horas. Ella era plenamente consciente que no debió haber dicho lo que dijo, pero no podía contra su genio y el hecho de sentirse herida por las palabras de alguien a quien medianamente respetaba.
Todo era su culpa.
Desde un comienzo las cosas no estaban bien con Perseo… porque ella sabía que no necesitaba empujarlo hasta el borde para que mantuviera su palabra y mucho menos obligarlo a jurarlo por la laguna Estigia. Pero ella no podía contra su ego desmedido y su fama de despiadada diosa que odia a los hombres. Había podido ver el malestar de Perseo cuando ella lo obligo a jurar que no revelaría nada de lo que vio ese fatídico día donde la gran diosa Artemisa había quedado expuesta y débil, frágil y sin voluntad… a merced de su enemigo…
Ahora que era un dios tampoco había confiado en él pensando que tal vez Perseo olvidaría su promesa y se vería avergonzada frente al consejo Olímpico. Se odiaba demasiado por las cosas que habían pasado, Apolo le había gritado por primera vez en siglos de existencia, siempre había sido ese para rayos con el que Artemisa había dejado salir sus frustraciones y molestias contra el género masculino, pero hoy simplemente Apolo se irguió firme y con una confianza que Artemisa solo había visto cuando se enfrentó a aquella Pitón y le espeto toda la rabia que tal vez con razón Apolo había tenido contenido hacia ella.
No podía juzgarlo… Apolo tenía razón.
La sola declaración traía un gran dolor de cabeza a la diosa lunar que se encontraba todavía en el jardín de Hestia. Y ahora, después de lo que había pasado con Perseo no había esperanza de que las cosas fueran fáciles para Artemisa. Ella lo había abofeteado dos veces y había usado un recurso tan vil como la memoria de Annabeth para provocarle un poco del dolor que ella estaba experimentando, pero ella sabía que lo que había provocado en el héroe que ahora era un dios no se comparaba en nada a su vergüenza y dolor… Lo que había visto en la mirada de Perseo era exponencialmente superior.
Un dolor que solo podía experimentar aquel que alguna vez había amado. Y amado de verdad.
La sola palabra exponía el vacío interior que Artemisa tenía en ese rubro. No había querido saber nada sobre el amor desde que apareció en el Olimpo y se topó con la popular diosa del Amor… Y verla manejar el corazón de los mortales y aun dentro del mundo mitológico y lo descarado de su comportamiento con respecto a eso tan sagrado, que ella tenía reservado en su corazón para entregárselo algún día a algún joven dios, había hecho que Artemisa tomara la decisión de ser una virgen eterna… verla seducir, destruir, usar y manipular ese sentimiento en las vida de innumerables personas a lo largo de los siglo había hecho que Artemisa se cerrara por completo al amor y lo viera como una estupidez de la cual se agarran las personas débiles para dejar que sus sentimientos los dominen.
Sentía una repugnancia especial hacia cualquier clase de sentimiento que ablandara su corazón endurecido por años de ver el amor como un negocio netamente carnal y sin sentido. Y aunque tenía un gran afecto por sus cazadoras, no podía llamarlo una clase de amor como el que experimentaron otras personas, era una relación un poco impersonal… demasiado tal vez, pero era real y honesto, las cazadoras sabían que podían encontrar en Artemisa una amiga y señora, pero que ella no estaba para suplantar la figura materna que sus verdaderos padres tenían sobre ellos, sino más bien una relación de fidelidad que no se rompería… A menos claro que a alguna cazadora se le ocurriera caer en el amor.
Pensando en todo eso relacionado con la mirada destruida de Perseo fue que apareció la diosa responsable del jardín donde Artemisa estaba sumida en sus pensamientos y pesares.
—Tía Hestia… por favor no me preguntes que pasó —la voz de Artemisa sonaba cansada y sin ganas de ser cuestionada y mucho menos interrogada, tenía demasiado en mente como para responder a un interrogatorio, por más que fuera Hestia la que preguntara.
—No pensaba hacerlo sobrina —Hestia sentía un poco de lastima por la condición en la que se encontraba Artemisa y más aun con los nuevos indicios averiguados por Dionisio. Su posición era muy delicada y nadie se atrevía a hablar por ella. Sus opciones se habían terminado al parecer, sin Apolo y ahora sin Percy nadie abogaría por ella.
—No fue mi culpa —Artemisa endureció la mirada cuando lo dijo recordando el evento anterior a la aparición de Hestia, ella sabía que la diosa del hogar había escuchado todo, pero a pesar de eso se cerró en la idea de que no había sido culpa suya todo lo que sucedió con Perseo.
—¿A qué te refieres? —Hestia no sabía exactamente de que estaba hablando… asi que decidió no apresurarse y dejar que Artemisa se expresara.
—Tú sabes de que estoy hablando —Hestia seguía en una duda de no saber de qué estaba exactamente hablando.
—Ilumíname —pidió con algo de dulzura, ella sabía que tenía una ventana para poder entrar al cerrado corazón de la diosa de la luna y posiblemente una de sus sobrinas favoritas, si no fuera porque Percy había robado todos sus afectos… pero de una manera maternal, asi que aquí se encontraba en una encrucijada de no saber a quién dar la razón.
—¡Perseo me provoco! —Artemis gruño y apretó los brazos y su mente divago en las palabras del nuevo dios que había logrado desgarrar su corazón con sus declaraciones, era como si Perseo tuviera su corazón en sus manos y lo hubiera apretujado lenta y dolorosamente.
—¿Como lo hizo exactamente? —Artemisa resopló, un poco fastidiada por como la diosa del hogar la iba llevando hacia donde ella no quería ir. Hestia se sentó al lado de su sobrina mientras ella tenía la mirada perdida en una pequeña fuente que enviaba chorros de agua de un lado a otro con gracia, pero que durante la discusión con Perseo había sido un desastre total.
—Apareciendo… no debió entrometerse en este asunto —Artemisa gruño al recordarlo y no podía más que sentir ira contra el dios de las profundidades del mar.
—Hasta donde se pudo ver Percy no hizo nada… absolutamente nada —Hestia no pudo evitar salir en defensa de su semidiós favorito… ahora era un dios, pero nada podía alejarla del centro de su corazón.
—¡Su presencia hizo que yo bajara mis barreras mentales dándole pase al estúpido de Dionisio! —Artemisa quería a toda costa convencer a Hestia de que Perseo tenía la culpa de que todo esto se haya tornado en una locura. Hestia miraba con simpatía a su sobrina esperando que ella misma se diera cuenta que todo lo que ella buscaba era ayudarla, pero que no podría hacerlo a menos que ella bajara sus barreras y dejara que Hestia recogiera los pedazos de su vida para ayudarla a volver a empezar. Hestia sabía que tal vez no podría lograrlo, pero era su deber y ella quería intentarlo, a pesar que Atenea le había advertido que sería inútil.
—Lo hubiéramos averiguado finalmente… lo sabes querida —Hestia trato de ser lo más prudente posible con su declaración, no quería decirle que sus intentos por ocultarlo eran inútiles, porque eso sería herir su orgullo.
—Ese no es el punto —Artemisa paso por alto el comentario de Hestia solamente porque se trataba de ella y porque sabía que no buscaba una reacción en ella. Aun asi le molestaba que su comentario insinuara que no podía contra algo o alguien…
—El punto es… que se agotaron tus opciones Artemisa —Hestia puso su mano sobre el hombro de Artemisa tratando de canalizar un poco de su energía para mantenerla tranquila. Artemis sintió el fluido de energía y sonrió amargamente al ver que Hestia estaba entrando más profundo en la conversación y que no quería que se le fuera de las manos.
—¿Que tanto vio Dionisio? —Hestia se tensó un poco al escuchar esa pregunta porque sinceramente no se lo esperaba. Artemisa por su parte quería pensar que solamente había visto una pequeña parte y no lo suficiente como para que enfrentara la furia del consejo, en especial de su padre.
—Lo suficiente como para convocar a un consejo de emergencia dentro de 3 días —Artemisa no reaccionó inmediatamente, pero en su interior estaba gritando de rabia de saber que una decisión sería tomada y que ella no tendría ni voz ni voto.
—Estoy acabada —Artemisa tenía la cara entre sus manos con algo de frustración. No tenía nada con que defenderse… Apolo estaba de espaldas y ella había ahuyentado a Perseo… se sentía estúpida por sus reacciones, pero era su orgullo tratando de mantenerse erguida ante la adversidad y no dejaría que nada la doblegara y menos ahora. No pediría clemencia, ni aceptaría la lastima de nadie.
—Posiblemente —Hestia dijo más con duda que son certeza. Ella sabía que las opciones de Artemisa eran escazas y las alternativas que podían barajarse no serían para nada del agrado de la diosa. Fue por eso que Hestia hablo con Atenea para que alejara a Percy del Olimpo por un tiempo hasta que esto se solucionara, no quería someter a Percy a más presión ni emociones fuertes, porque si algo sabia de Poseidón era que tenía mucha paciencia, pero cuando esta se acababa no dudaría en arremeter contra su adversario… y lo mismo haría Percy con Artemisa y con todo su derecho.
—Es lo más seguro —Artemisa aseguro con amargura. Tenía que empezar a pensar en su futuro… porque su presente era una pesadilla…
—¿No quieres hablar de eso? —Hestia pregunto con suavidad. Artemisa se giró para mirar por primera vez a la diosa del hogar. Sus ojos estaban teñidos de rojo e inflamados por las lágrimas traidoras que se habían escapado contra su consentimiento. Hestia sintió un poco de lastima de ver este estado tan frágil de Artemisa. En su mente una idea empezó a gestarse… tratando de entender porque Artemisa… ¿porque ella?
—Ya no os basta con lo que saben —le espetó con un poco de dureza Artemisa. Hestia suspiro pesadamente, se esperaba todo esto, pero también tenía la esperanza de que Artemisa fuer un poco más accesible ahora que todo había sido revelado al consejo… o al menos parte de ello.
—Sería mejor si lo escuchamos de ti misma —Hestia tenía guardado un par de palabras duras hacia Artemisa, porque sabía que esa no era vía, al menos no quería ser dura con ella después de su amarga experiencia.
—Me niego a hablar al respecto —Hestia asintió sin atreverse a presionar, pero sin abandonar su objetivo que era hacer que Artemisa reaccionara a la situación y dejara que ella y Atenea le ayudaran, aunque Atenea no era precisamente muy animada de hacerlo, fue por eso que mejor opto por hablar con Percy.
—Eso no ayudara demasiado, no tienes muchos aliados de tu parte, incluyendo al mismo Apolo —Artemisa sintió una punzada de traición y dolor al escuchar el nombre de Apolo. Habían sido muy cercanos en los primeros siglos de su llegada al Olimpo, pero luego Artemisa opto por ser una virgen eterna y Apolo se dejó llevar por su vanidad y fue junto con Hermes conectando con cuanta mortal se les aparecía por el camino. Asi que Apolo se había vuelto en el ejemplo de lo que eran los repugnantes hombres para cada nueva adición a la caza.
—Se supone que es mi hermano y debe estar de mi lado —Artemisa dijo con amargura, Hestia por su parte no podía creer que Artemisa todavía se creyera inocente de la reacción de Apolo.
—Se supone que eres su hermana y debes tratarlo bien —Hestia le replicó con algo de dureza, más de la que pretendía, pero ya no podía guardarse algunas cosas. Artemisa levanto una ceja y se alejó un poco del lado de Hestia.
—Asi que esta es su venganza —Los ojos de Artemisa se oscurecieron con su declaración. Hestia se puso de pie tratando de acercarse a Artemisa, pero ella se alejó más.
—Esta es tu oportunidad de volver a empezar —Hestia rogo tratando de hacer entender a Artemisa que quería ayudarla, pero la obstinación de la diosa de la luna no tenía limites cuando se lo proponía.
—Ya no hay nada para mi aquí, me lo han quitado todo… mi caza, mi orgullo… mi dignidad —Artemisa escupió con rabia mientras en su mente estaba cavilando que podría hacer para recuperar lo que el consejo le había arrebatado y lo que estaba por arrebatarle, porque estaba segura que no sería lo último que le quitarían… tal vez hasta la despojarían de su inmortalidad.
—Sobre Percy… —Hestia trato de dirigir la conversación a aguas un poco más pacíficas, porque parecía como si Artemisa estuviera a punto de estallar.
—Yo realmente no quise decir lo de Annabeth, pero él dijo cosas horribles también tía Hestia —La voz de Artemisa sonaba un poco quebrada y no pudo evitar notar como había pasado a un estado de ánimo más decaído cuando tocaron ese tema…. Remordimiento era lo que Artemisa estaba sintiendo, pero ni siquiera ella era consciente de eso.
—Si pude escuchar un poco de vuestra agradable charla —Hestia trato de añadirle un poco de humor a la conversación ya que parecía que su objetivo no sería logrado y que muy a su pesar tendría que dejar que las circunstancias empujaran a Artemisa a pedir ayuda.
—No debió decir eso tía… tú sabes lo que eso hubiera significado —Hestia se estremeció ante la verdad que Artemisa declaraba si Perseo no hubiera intervenido todo hubiera sido peor y tal vez Artemisa estaría en el tártaro… sufriendo el peor de los castigos… Pero también no podía ignorar que todo fue provocado por Artemisa y que Percy no pudo resistirse a dejar mal parada a la diosa ante sus ataques físicos y verbales.
—Lo sé querida… y es por eso que quiero ayudarte… pero no puedo sino me hablas al respecto —Hestia se acercó suavemente tratando de no ahuyentar más a Artemisa…
—No quiero… —susurro la diosa apretando los dientes… el recuerdo era fresco cada vez que los pensamientos la embragaban y la culpa, la debilidad, la vergüenza y la ira se apoderaban de ella, en más de una oportunidad tuvo que pedir que repararan parte de su palacio por los daños que su ira había aplicado contra la construcción… y sinceramente Atenea ya estaba cansada de esos episodios.
—Lo sabemos Artemisa… pero no podremos ayudarte si no hablas con nosotros —La voz de Atenea resonó desde la entrada del jardín de Hestia… pero no sonaba tan amable como la voz de Hestia y eso puso un poco a la defensiva a Artemisa quien frunció el ceño en señal de desagrado por el tono que estaba usando.
—Atenea… vienes a defender a Perseo —fue más una afirmación que una pregunta que hizo que la diosa de la sabiduría supiera de antemano hacia donde iba todo esto y que debía estar preparada.
—Él es completamente capaz de defenderse —espetó Atenea mientras que Hestia le daba una mirada de que debía comportarse si querían sacar algo bueno de todo esto.
—¿Que paso con él? —pregunto Hestia tratando de suavizar la situación. Artemisa se mantenía con la mirada fría hacia Atenea y con los brazos cruzados esperando lo inevitable, alguna clase de regaño por parte de Atenea.
—Va rumbo al campamento —dijo a secas Atenea mientras en su mente rogaba porque Percy tuviera éxito… una extraña clase de afecto se estaba formando en su corazón por el que fue el amor de su hija… pero todavía era muy prematuro para decir qué clase de lazo los uniría en el futuro.
—¿Acepto tu consejo? —pregunto Hestia, a todo esto, Artemisa se mantenía en la penumbra sin entender a que se estaba refiriendo Hestia con respecto al consejo de Atenea.
—Si… pero no será fácil tampoco… ya que está un poco vulnerable —Artemisa no pudo evitar sentirse aludida con la palabra vulnerable sobre todo porque Atenea su mirada fija en ella con cada palabra que dijo y se podía sentir la tensión en la diosa de la sabiduría. Hestia contenía la respiración porque sabía que Atenea estaba hirviendo de rabia porque lo que Artemisa había hecho con Perseo.
—¡No fue mi culpa! —grito Artemisa enfrentándose a Atenea quien se mantuvo estoica hasta que a Hestia se le ocurrió intervenir, Atenea había perdido la paciencia con los métodos de Hestia… era la única que le impedía darle una buena paliza a Artemisa para que reaccionara.
—Cálmate querida —Hestia puso sus manos los hombros de Artemisa para hacerla retroceder, pero fue Atenea quien aparto a Hestia de una manera poco amable, pero tal vez necesaria para que Hestia dejara de ser tan condescendiente.
—En realidad lo fue… ¡Basta Hestia! ¡Ya hemos sido demasiado condescendientes con ella! —Atenea le dio una mirada fría a Hestia para que no interviniera… ya le había dado su tiempo para que hiciera a Artemisa entrar en razón y había fallado. Atenea no quería maltratar a Artemisa, pero tampoco quería perder el tiempo con alguien que no quería ser ayudado…
—¡Atenea! —grito Hestia tratando de calmar también a la diosa de la sabiduría que se mantenía en su posición desafiante ante una Artemisa que estaba hirviendo en ira al darse cuenta que la trataban como una necesitada de ayuda… Ella no quería la lastima de nadie…
—¡Tal vez Apolo tenga razón! Tal vez lo que necesita es probar un poco de su propia medicina —Artemisa se congelo en su sitio… el nombre de su hermano y el recuerdo del dolor que le produjeron las palabras de Apolo fueron demasiado y ampliaban la herida emocional que había provocado.
—Atenea ese no es el camino —Hestia suplicaba a Atenea para que se detuviera de su discurso que tenía como objeto llevar al límite a Artemisa para que se rindiera en una guerra que no podía ganar y que la única forma de salir librada era bajar la cabeza y pedir ayuda. Pero la diosa de la luna tenía un plan completamente diferente, ella no dejaría que la pisotearan y humillaran más de lo que ya se sentía, mantendría el poco orgullo que le quedaba hasta el final… a cualquier costo.
—Tu solo hablas por que hice llorar al noviecito de tu amada Annabeth —Atenea avanzo como un rayo cogiendo del cuello a Artemisa y estrellándola contra un árbol, el estruendo fue violento y el cuerpo de Artemisa parecía un muñeco de trapo por la violencia con que Atenea la estrello… su visión se nublo por un momento, hasta que sintió el aliento de su hermana sobre su oído susurrando amenazadoramente.
—¡No te atrevas a mencionar su nombre con tus despreciables labios! ¡Él es un verdadero hombre y no te lastimaría, pero yo soy mujer y no me guardare nada si insultas la memoria de mi hija! asi que adelante oh diosa, perdón, ex diosa de la caza y pronta a ser una simple diosa menor —las palabras de Atenea quemaban la mente de Artemisa como si toda la furia pudiera entrar en su torrente y quemar cada parte de su cuerpo. Ella sabía que Atenea no era alguien con quien se jugara y que había visto la crueldad con que trataba a sus oponentes y no solo rivalizaba con ella, sino que había superado con creces sus métodos. Pero cuando hablo de que ella se convertiría en una diosa menor… lo peores miedos de Artemisa se juntaron en una explosión en su cerebro que la hizo temblar ante lo que podía ser su futuro por la eternidad.
—Atenea… —Hestia se acercó rápidamente y trato de apartar a Atenea y lo logro con algo de dificultad solo para darse cuenta que Artemisa cayó al suelo incapaz de sostenerse en sus pies… Hestia le extendió la mano y le ayudo a levantarse mientras Atenea mantenía su mirada fría sobre la diosa de la luna.
—Atrévete a insultar la memoria de Annabeth… —susurro en una advertencia mortal sin dar lugar al olvido y sin perder la oportunidad de volver a arremeter contra Artemisa… ahora sabía que no permitiría que nadie dañara nada de lo que estaba relacionado con su amada hija… ni el Olimpo que era su obra… y tampoco a los que ella amaba… sobre todo Percy.
—¿Tía Hestia de que está hablando? —Artemisa estaba sofocada y aturdida por las palabras de Atenea… y quería entender a cabalidad lo que quiso decir antes que seguir con la afrenta contra Annabeth.
—Sera mejor que te siente querida —Hestia le insistió, pero Artemisa era demasiado obstinada como para dar un signo de debilidad… con las justas podía mantenerse en pie de no ser por el brazo de Hestia que la mantenía de pie. Atenea no soportaba todo este espectáculo barato de Artemisa quien quería parecer firme cuando no podía ni siquiera ponerse en pie sola… quiera parecer segura cuando sus miedos la asechaban y la dominaban.
—Solo estamos perdiendo el tiempo Hestia… Artemisa no fue creada para recibir ayuda… ¡corrección! Artemisa se formó a sí misma para no recibir ayuda de nadie y jactarse de ello por los siglos de los siglos —el veneno en las palabras de Atenea tenía un solo objetivo terminar de romper la cordura de Artemisa y empujarla hacia lo que necesitaba: Ayuda…
—¡Eso no es cierto! —grito Artemisa poniéndose erguida y orgullosa. Pero todo era un teatro mal logrado de una diosa que se estaba desmoronando sin nadie que puedo ofrecerle ayuda.
—¡Pruébalo! —grito Atenea de manera desafiante. Artemisa se humillada porque Atenea quería que suplicara por ayuda… y ella jamás le daría una satisfacción.
—¡Jamás! ¡Jamás te rogare por ayuda! —grito y Hestia no pudo contenerse más de la obstinación de Artemisa… tal vez Atenea tenía razón… aunque desde un comienzo sabía que Artemisa reaccionaria asi… siempre orgullosa y prepotente. Tal vez necesitaba ser golpeada por la vida para por fin rendirse en su lucha de demostrar autonomía e independencia y demostrar que no necesitaba de nadie para lograr lo que quería.
—Artemisa… estas enfrentando cargos de alta traición —La sangre de Artemisa se heló con la declaración de Hestia y entonces finalmente se sentó y susurro por ayuda.
Chapter 15: Dejanos ayudarte II
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No fue fácil atravesar esa puerta. No sabía lo que debía decir al respecto o como abordar esa incomoda conversación. Era una conversación espinosa, y sin duda tendría que abrir su propio corazón ya había tenido demasiado por este día. Pero era necesario era un amigo que tenía una profunda depresión y que necesitaba toda la ayuda necesaria. El vínculo que había compartido con Connor era algo que no había visto en nadie más en el campamento. Tal vez porque eran gemelos, pero era algo más, algo que sobrepasaba los vínculos familiares. Era una amistad.
Mientras caminaba en medio de la habitación un mar de recuerdos se empezaban a filtrar en su mente de todas las experiencias que había pasado en este campamento, se sentía un poco extraño filtrarse de manera tan secreta, como si no quisiera que nadie lo reconociera. Pero era necesario. Las emociones todavía estaban a flor de piel y no podía exponerse a recaer, no después del incidente con Artemisa. La sola idea hacía que le ardiera el pecho de dolor y rabia. No podía creer que esa diosa había podido usar ese recurso para lastimarlo, porque eso es lo que había logrado. Lastimarlo. Y no podía entender como había podido tener la consideración del silencio para alguien tan cruel como Artemisa, que tal vez se merecía lo que estaba atravesando. Percy había pensado que podría salir de ese asunto sin muchas complicaciones ya que era un dios nuevo y no tenía por qué intervenir en asuntos que no le involucraban sino solo en su lado mortal que ya no existía.
Había muchas cosas pendientes todavía que hacer y parecía que el tiempo faltaba para todas las obligaciones que ahora tenía. El solo pensar en eso le producía una jaqueca terrible. En su mente las cosas ya no tenían el ingrediente significativo. Faltaba algo… faltaba alguien. Y siempre faltaría. Pero como Atenea le dijo tal vez debía buscar un nuevo propósito para poder darle sentido a la divinidad que ahora cargaba sobre sus hombros. Y aquí estaba encontrando ese nuevo significado. Y tratando de ayudar a un amigo a encontrar el suyo nuevamente. No sería una tarea fácil, él lo sabía, pero tenía que tratar con todas sus fuerzas para poder salvar una vida. Una vida. El solo recuerdo lo consumía en vida… Ese momento, ese instante donde por debilidad, porque no tener los recursos que ahora tenía como un dios hubieran podido hacer la diferencia. Pero ya no importaba. Aunque tendría que cargar con ese pesar.
—Travis —el sonido de la voz de Percy se perdió en la oscuridad de la habitación. Y no obtuvo ninguna respuesta en el corto plazo. —Travis —no se escucha nada por un periodo de tiempo hasta que un ligero sollozo se filtró de la parte más lejana de la habitación.
—Katie —un pequeño susurro casi imperceptible se filtró en el aire. Percy avanzo hacia la voz tratando de dar tiempo a ser reconocido.
—No exactamente… lo siento… —Percy trato de aligerar el clima con el comentario. Sin percatarse que Katie estaba escuchando todo lo que estaba sucediendo a su alrededor. Percy se encontraba en un estado de vulnerabilidad necesario para poder acercarse a Travis sin que lo viera como un dios lejano y ajeno a lo que estaba pasando.
—Percy Jackson… perdón… —Percy sintió un ligero escozor al escuchar la voz quebrada de Travis. Se notaba que estaba en una gran depresión.
—No hace falta. Somos amigos —Era cierto las palabras de Percy y Travis lo sabía, pero el dolor nublaba su juicio y una ligera pero sarcástica risa se filtró con el mensaje tácito de la negación de las palabras de Percy. —Ha pasado mucho tiempo —Percy se inclinó hacia la figura de un derrotado y escuálido Travis. Se veía tan distinto, como si el tiempo hubiera pasado arrasando a su paso la felicidad y el carisma del hijo de Hermes.
—Demasiado —declaro Travis sin atreverse a levantar la mirada. En el fondo el hijo de Hermes se sentía avergonzado de su condición actual. Era un lastre para su padre, para el campamento, para Katie. Tal vez ese era el peor de los pesares, haber arrastrado a la hermosa hija de Deméter. Sabía que había un entendimiento implícito entre ellos, ya que antes de la guerra había estado en “citas”. Travis no esperaba nada de ella luego de lo que había acontecido. Pero sin embargo aquí estaba. A su lado.
Para muchos del campamento la vida de Travis era motivo de lastima. Pero él sabía que no era asi para Katie. Ella realmente estaba demostrándole aquellas palabras que no habían sido pronunciadas y que tal vez no lo serian en mucho tiempo. Un ligero sollozo se filtró después de estos pensamientos sobre Katie. Como si fuera la señal para intervenir Percy puso su mano sobre el hombro de Travis y fue todo lo que necesito para sentir el abismo de sus sentimientos. La soledad. El vacío. El frío.
—Demasiado —Percy susurro mientras una lagrima solitaria también se filtraba por su mejilla. El conocía el dolor de la perdida. El dolor de la ausencia. Nada podía reemplazarlo. Nada podía aligerar la carga de no tener a Annabeth a su lado. Y sabía que Travis estaba pasando por algo similar.
—No puedo con esto… —Percy sabía que detrás de esas palabras había toda clase de pensamientos, que tal vez desembocaban en el suicidio o simplemente el abandono a la tristeza.
—Solo no podrás —Percy trato de brindarle su apoyo de manera implícita en la frase. Travis levanto la cabeza con algo de dificultad. Se veía tan escuálido y descuidado. No por culpa de Katie. Percy sabía que la hija de Deméter había hecho todo y más por mantener a Travis a flote. —Necesitas refuerzos. Por eso estoy aquí Travis —Travis miro a su alrededor tratando de buscar a quien sin necesidad de haberse metido en el rio Estigio se había convertido en su ancla al mundo.
—¿Refuerzos? Suena como si un pelotón viniera en mi ayuda —una sonrisa nostálgica se dejó ver en el rostro de Travis y para Percy era la esperanza de que aún había un amigo que rescatar dentro de Travis, aunque pareciera que lo había perdido en su propio dolor.
—Tengo una propuesta para ti —Percy se concentró por un momento y rápidamente pudo percibir la presencia de Katie espiando lo que estaba pasando en la habitación. No podía esperar menos. Katie se había preocupado por Travis que difícilmente habría algo que podría separarlos, Travis estaba en deuda y Katie lo hacía por amor, tal vez no un amor declarado a voces, pero si uno que se expresaba en su mayor pico al cuidar de él cuándo nadie más podía.
—¿De qué se trata? —La sola idea de nuevas misiones traía sobre el nuevamente esa oscuridad y soledad que no podía ser expresada con palabras, pero ante él estaba alguien que podría hablarle con plena autoridad de lo que es perder al alguien amado y que después de tiempo de luchar con eso pudo sobreponerse, no olvidar, pero si vivir con el dolor, no ignorarlo, pero si darle un nuevo significado.
—No puedo pedirte más de lo que ya has hecho, no solamente por el campamento, sino también por el Olimpo. Pero lo que tengo en mente es algo distinto, algo nuevo —La cara de Travis se desdibujo en una mueca de pensar en que se trataba más misiones, más profecías, más destrucción, más muerte, más perdidas. Percy percibió lo que estaba pasando —Por favor amigo, primero escucha lo que tengo que decir —Travis asintió mientras chasqueaba los dedos para sellar la habitación, esta era una conversación para dos y no podía dejar que Katie influyera en sus decisiones, no esta vez. Una prueba, una oportunidad.
En las afueras de la habitación Katie trataba con todas sus fuerzas poder escuchar lo que dentro se estaba discutiendo, ya no escuchaba ni murmullos. Y por un momento se avergonzó de que Percy se hubiera dado cuenta de que estaba espiando.
—Bueno. Supongo que tendré que esperar —dijo con algo de frustración mientras se acomodaba en el sillón y miraba el reloj para que pasara rápido el tiempo, le carcomía el corazón el hecho de que Percy viniera a buscar a Travis.
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—Volveré en la mañana por tu respuesta —dijo Percy mientras salía de la habitación con Travis. Katie se levantó cual resorte para acercarse y ver si podía escuchar alguna frase suelta que le diera un indicio. No es justo. Pensaba dentro suyo al no poder ser parte de la conversación.
—Nos vemos mañana —Katie se dio cuenta del rostro de Travis y se dio cuenta de que algo había cambiado, seguía viéndose deprimido y con un profundo dolor, pero ahora podía ver que había una fuerte disyuntiva en su rostro y eso le preocupaba, Travis no necesitaba más cosas difíciles en su vida. Percy se despidió de Katie antes de desaparecer en una brisa marina.
—¿De qué se trata? —Travis sintió un nudo en la garganta por la pregunta de Katie. Una decisión difícil, pensó. Pero aun así no podía mirarla a los ojos y decirle que no se trata de nada. La propuesta de Percy era un boleto de salida. También estaba Katie y el librarla de un lastre como él, pero por obvias razones no podía usar esa premisa con Katie. No con ella. No después de todo lo que había hecho por él sin pedir nada a cambio.
—Un proyecto de Percy, nada de qué preocuparse —Por ahora, pensó Travis mientras por dentro el peso de las decisiones empezaban a asfixiarle. —Podemos salir, hace mucho calor aquí —La sola expresión confirmo con Katie que algo no andaba bien.
—Travis. ¿Te sientes bien? Hace semana que no sales de aquí —Travis se sonrojo bajando la mirada y con él la cabeza, un hábito que Katie estaba tratando de sacar, ya que cuando Travis se sentía asediado usualmente bajaba la mirada. —Pero me parece que el clima es bueno como para dar un paseo —Travis sonrió con amargura. Es tan dulce, ¡dioses! No sabía ni siquiera como le pagaría por todo lo que había hecho por él durante todo este tiempo, Katie prácticamente había sacrificado su vida por la de él, ya que rara vez salía con sus amigos o la gente de su cabaña, se había dedicado exclusivamente a mantenerlo a flote.
—¿Te acuerdas de aquel saliente cerca de donde siempre encienden los fuegos artificiales? —Katie sonrió ligeramente, era donde Travis la había llevado una de las primeras veces que salieron, iban a probar unos nuevos anzuelos que Percy le había “prestado” todo fue un desastre, pero el atardecer valió la pena.
Travis solamente propuso el lugar al azar, pero al ver la sonrisa tímida de Katie supo que había elegido un buen lugar. La conversación con Percy había detonado una pequeña parte reprimida de su ser que se había incinerado junto con los restos de su hermano y no había podido resistir dentro suyo la idea de que todo este tiempo estuvo fallando. Había sido un cobarde. No sabía cómo sobreponerse era la excusa, sin embargo, Percy había llegado con la historia de lo que había pasado ese fatídico día y de porque no se había dejado vencer. No era por Annabeth, que si estaba relacionada. Era por él, por lo que aún quedaba por vivir. Tenía la fortuna de seguir vivo y todo este tiempo había estado desperdiciando no solamente su vida, sino también la de Katie, no la había obligado, pero fue una consecuencia de su estado.
Mientras caminaban de la mano sin importar si los veía Quirón, lo importante para Katie era que por primera vez en mucho tiempo Travis quería salir de la cabaña y después sentía la mano de él apretando la suya como si no quisiera soltarse nunca más de ella. Una sensación de sana necesidad y sobre todo mutua. Había sido un tormento verlo perderse en sí mismo y no poder ayudarlo más que con alimentos y lectura. Gracias Percy susurro mirando al mar.
Chapter 16: Momentos
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—¿No puedes dormir? —Travis reaccionó a las palabras de una somnolienta Katie que salía de la cama en un pijama verde con marrón, muy propio pensó Travis mientras asentía con seriedad mirando por la ventana como el viento ligero mecía los árboles durante la madrugada. —Sabes que puedes contarme lo que sea… —Katie se sentó a su lado con un vaso de agua y recostó la cabeza en su hombro. Pasaron un rato en un cómodo silencio… al menos para Travis, por su lado Katie esperaba que dijera algo, la forma como la había mirado con su pijama la había hecho avergonzarse un poco, ya que nunca se había fijado en esos detalles, en una ocasión había salido solo con una sudadera grande y él ni se había percatado en eso, pero esta vez había vuelto su mirada un par de segundos. Ya era algo.
—¿Extrañas cómo eran las cosas antes? —en la mente de Travis un sinnúmero de recuerdos empezaba a acompañar esa pregunta cargada de significado, lleno de vivencias, lleno de cotidianidad que ahora era simplemente extraño. A Katie le peso la pregunta, porque en el fondo sabía que era una forma de nostalgia que no llevaba a nada bueno, no para Travis al menos.
—¿A qué te refieres? —Katie dijo con algo de reserva, ya que realmente no quería saber la respuesta a esa pregunta, claro que quería que todo fuera como antes, pero tal vez eso no la habría llevado a descubrir un lado tan sensible y humano de ella misma, obviamente le simpatizaba Travis, pero todo esto había hecho que en su interior se formara un sentimiento más fuerte que la lastima y la simpatía, algo que todavía no podía nombrar.
—Quiero decir a como era antes de estar atrapada… aquí… conmigo —La mirada de Travis denotaba que estaba roto por dentro, a pesar que las palabras salieron de su boca con timidez, pero la manera en que miró a Katie era un tácito lo siento. Katie tuvo que contener sus ganas de golpearlo, en otro tiempo tal vez hubiera sido el actuar correcto, pero entendía que Travis podía sentirse culpable de que ella solo se dedicara a él.
—No me siento atrapada —Katie tomo su mano, al comienzo Travis no reacciono, pero pudo percibir un ligero apretón en la mano y entonces sabía que no era rechazada, que no era un toque extraño o no deseado. El joven hijo de Hermes sabía que jamás tendría una confesión de Katie sobre si sentía atrapada porque era demasiado noble, y no la merecía lo suficiente como para tener eso de ella.
—Es dulce de tu parte, pero hasta yo puedo darme cuenta de que tu vida dejo de ser tu vida para centrarse en la mía —Travis trato de esbozar su mejor sonrisa, pero sabía que ninguno de sus gestos dejaba de tener la influencia del vacío de su ser, se sentía un poco hipócrita de querer ser romántico en sus frases.
—Fue mi elección —Y ella sabía que no mentía al decir que fue su decisión estar con él desde aquel fatídico día en que la guerra terminó, conocía a lo que se metía, iba a ser duro y lo fue, iba a ser difícil y estaba tornándose en imposible, iba a ser desgastante y lo fue, ya que estaba agotada, pero no podía bajar los brazos, él la necesitaba.
—Creo que fue más un impulso de las circunstancias… por lo cual te estoy eternamente agradecido —Katie sonrió con suavidad, poco o nada le importaba la gratitud de Travis, ella quería recuperarlo, extrañaba sus bromas, extrañaba sus conversaciones absurdas y locas, extrañaba esa forma de ser tan despreocupada que hacía de cada día una aventura. Quería al Travis que era capaz de romper sus barreras convencionales. Travis la veía tan desdibujada de como la había conocido y se sentía culpable por ello, todo su dolor la había dañado también a ella, su soledad la había arrastrado y su depresión la estaba consumiendo también a ella.
—No digas eso —Su voz era una súplica, ya que no quería que Travis se sintiera como que no tenía opción, cuando ella sabía que si lo tuvo y eligió.
—Katie no podemos ocultar la realidad… todo mundo lo dice… has dejado de vivir por hacerte cargo de un triste tipo como yo —Travis se arrepintió de sus palabras, por como sonaron, al ver el rostro de Katie, es hermosa, pensó mientras ella negaba con la cabeza.
—Travis —Nunca le había gustado mucho su nombre, siempre se lo había recriminado a su madre, pero ella siempre le había dicho que tanto el nombre de su hermano como el suyo reflejaba la naturaleza traviesa de sus personalidades, pero aquí estaba, amando la forma en que Katie decía su nombre, sin importar que lo estaba pronunciando como escudo a sus palabras y eso lo descolocaba, pero jamás le diría todo el poder que ella tenía sobre él. No era negativo, al menos él no lo veía asi, pero después de todo este tiempo se había vuelto tan dependiente de ella que temía su ausencia, extrañaba su presencia y sentía que necesitaba su aprobación para cada movimiento, a su vez era consciente que Katie necesitaba algo más que estar encerrada en cuatro paredes.
—Kat —Katie sintió que su corazón se estrujaba en una forma que no recordaba… de una emoción que extrañaba. Aun recordaba la cara de Travis cuando “por accidente” le dijo Kat mientras estaban de guardia, había sido tan cómico ya que recién estaban conociéndose, pero sonaba bien para ella… no lo uso a menudo, pero tenía significado, era un diminutivo personal y casi secreto.
—Hace mucho tiempo que no me llamabas asi —Travis sonrió con pesar ya que Katie tenía un punto muy a su favor, había pasado tanto tiempo que no se había dado cuenta que había perdido todos los detalles con ella, ya no había nada parecido a una relación… todo se había ido por la borda tan rápido que no había tenido fuerzas para reaccionar.
—Creo que la conversación con Percy me ayudo a darme cuenta de muchas cosas, al menos por un momento —Katie sonrío tímidamente, tratando incentivar la conversación en ese curso, ya que quería saber de qué habían hablado y porque no pudo si quiera espiar. Paso un momento en silencio antes de que ella se atreviera a hablar.
—¿Qué te dijo? —Travis la quedo mirando por un momento, tratando de sostener la mirada lo más posible ya que no quería contarle, porque no podía… no podía. Katie entrecerró los ojos para evitar que le mintiera como una advertencia.
—No puedo contártelo, al menos no por ahora —Katie asintió con algo de tristeza, sabía desde el momento en que salió de esa habitación que el tema era solamente entre Travis y Percy, pero sentía una curiosidad extrema, pero no lo forzaría, porque no sabía cómo podría reaccionar a la presión.
—Entiendo —Travis podía sentir que el ambiente se estaba congelando. Odiaba ocultarle cosas y no poder compartir lo poco de vida que tenía en ese momento, pero si tenía que ser sincero tenía miedo de lo que podía pasar al tomar una decisión. Si estuviera solo, tal vez fuera algo sencillo de decidir, pero ahora él pensaba en ella, pensaba en que tenía la certeza que querría seguirlo, y él quería estar con ella, pero no podría soportar ser culpable de algo que Katie no quisiera.
—Aun pienso que debes volver a tu vida como era antes —Katie pensó por un momento en sus primeros días en el campamento, no había sido sencillo congeniar con gente que no conocía y mucho menos saber que su madre tenía “mas” hijos. Pero luego también venían las escenas donde la torpeza de Travis había calado en su corazón, con todo y sus bromas pesadas.
—Mi vida es mi decisión Travis y yo elegí estar contigo —Ambos sonrieron con algo de melancolía, pero sin mirarse a los ojos, porque aún era un poco vergonzoso hablar con esa clase de franqueza.
—Pero tu familia… Tu hermana… Tu nunca te quedas en el campamento todo el año —Katie ni siquiera se había puesto a pensar en esas cosas, ella sabía que en algún momento tendría que tomar sus decisiones por si sola sin pensar demasiado en la familia, ya que era parte de la vida, pero en esta ocasión un suspiro evidenció que lo había olvidado por completo.
—Siempre hay una primera vez, además mi hermana está ocupada en sus cosas —Fue la mejor excusa que se le pudo ocurrir para salir del paso, pero para alguien como Travis, no pasaría como una excusa válida. Travis le sonrió con algo de pesar, ya que sabía que ni siquiera se había puesto a pensar en ella misma debido a él.
—Solo estoy tratando de que no te estanques con alguien como yo —Las palabras salieron sin ningún cuidado y él pudo ver que le pegaron en lo más profundo, pero Katie trato de maquillarlo lo más posible, ella sentía que se estaba menospreciando hasta lo más bajo, como si se tratara de la persona más ruin. Se trata de Travis, ese muchacho alegre y lleno de vida que había hecho de ella una persona más comunicativa.
—Entiendo tu preocupación, no me siento estancada, aunque si necesitaría un par de días para descansar y visitar a mi padre, que de seguro está preocupado porque no me he comunicado con él —Travis le sonrió de manera amable, sabiendo cuanto le había costado reconocer que necesitaba tiempo para ella. Katie sabía que no podía mentir al respecto, necesitaba un pequeño respiro, no por cansancio sino para reponer fuerzas. Todo este tiempo había menguado su fortaleza emocional y sentía que no podía seguir siendo un soporte para Travis. Tal vez un par de días le podría dar fuerzas para seguir al lado de Travis.
—Deberías visitarle —Travis la miro con algo parecido a determinación. No sonaba como una orden, pero si como algo que debería hacer, jamás había sentido que las sugerencias de Travis fueran imperativas, pero esta vez era como que él quería más que nada que se tomara un tiempo para ella.
—Con un mensaje Iris debería ser suficiente —Aun asi había algo que le preocupaba de Travis, era como que su actitud estaba estacionada, como si estuviera luchando con algo todo este tiempo desde que se fue Percy. Fue hermoso para ella que tomara su mano y caminaran por la playa, estaba sin duda disfrutando de este momento, pero no era normal… al menos no después de todo lo que había tenido que pasar con Travis. Pero no podía quejarse y mucho menos decir algo al respecto ya que quería que esto durara por siempre.
—Katie —la mirada de Travis está volviendo a ser lo que era antes, pero todavía se podía ver el fuerte impacto de la depresión y el dolor. Katie sentía una punzada en su voz que tocaba lo más profundo de su ser. No podía negarle nada con esa forma de decir su nombre.
—Está bien, pero ¿quién cuidara de ti? —Travis hizo una pequeña mueca de insatisfacción, la sola pregunta le hacía sentir vergüenza de sí mismo, como si necesitara ayuda para vivir. No era ingrato, claro que no, pero el solo hecho de verse en el espejo de que no podía conducirse sin supervisión por temor a lo que pudiera hacer o el estado en el que se adentraría lo avergonzaba.
—Como puedes ver estoy mejorando un poco y mañana Percy vendrá para que conversemos un poco más —Travis sabía que era solamente temporal, porque el problema más grande todavía no estaba siendo afrontado, solamente el hecho de que tenía la oportunidad de hacer algo diferente.
—Es posible —Katie suspiró con algo de pesar ya que sabía que Travis estaba siendo indulgente solo porque quería que ella saliera y tuviera tiempo para ella. Si Travis quería ser honesto no quería que ella se fuera, pero qué clase de persona seria si la aislara de la familia y de su vida solamente por su egoísmo.
—Lo necesitas —La palabra necesidad se sentía extraña. Katie sabía que el la necesitaba, él sabía que la necesitaba, pero no podía seguir siendo un egoísta… no quería perderla estando a su lado.
—Está bien, si eso te hace feliz, me tomare unos días —Katie pudo ver una sonrisa real con la marca registrada de Travis. Eso hizo que se le removiera el corazón, es como que una simple decisión hiciera la diferencia en él. Algo tan sencillo, pero que inexplicablemente tenía un alto valor emocional para el caos de Travis.
—Me hace feliz —Travis tuvo un impulso que no supo de donde lo saco, que sucedió en un abrir y cerrar de ojos, le dio un beso en la mejilla, pero no era un beso cualquiera, era un beso lleno de significado, lleno de alegría autentica, de esa que no había experimentado desde la muerte de Connor. En cuanto sucedió su mente corrió a mil kilómetros por hora, y freno en seco cuando se dio cuenta que jamás había actuado asi con Katie, la respetaba demasiado, tal vez antes no era un respeto reverente, pero ahora después de todo el tiempo que ella había invertido en él era como que la veía con un respeto único —Lo siento —Se disculpó rápidamente al darse cuenta de la sorpresa en el rostro de Katie que se agarraba la mejilla. No podía definir la expresión, en su vago recuerdo tenía la imagen del primer beso que él le dio, ella rápidamente lo empujo y se lo increpó, no de manera violenta, pero si con algo de vergüenza, pero esta vez era como que no había un indicio de si fue correcto o no. Katie se dio cuenta que se había quedado congelada en el tiempo, y podía notar algo de angustia en la mirada y en el balbuceo insonoro de Travis.
—¡No! Es solo que no lo esperaba… —ella lo tomo del brazo con fuerza mientras refregaba de emoción su rostro con su hombro, Travis pudo notar la emoción contenida de Katie y no pudo evitar emocionarse también, una lagrima sorda se derramaba por el lado oculto de su rostro, agradeció que fuera de ese lado para que ella no pudiera verlo asi. En silencio disfrutaron un momento de cursi romanticismo oxidado, pero lleno de significado. Atrás habían quedado los momentos de fuegos artificiales y esos detalles de adolescentes de preparatoria. Solo quedaba un vínculo tan fuerte que aun brillaba rodeado de la oscuridad de las circunstancias. Una pequeña luz, pero que era suficiente para resistir lo que quedaba del oscuro túnel.
—No he sido todo lo que pensabas ¿eh? —En cuanto Travis dijo estas ligeras palabras sin pensarlas se enfrió el ambiente. Pero Katie no quería que este momento se perdiera tan rápido, después de todo tendría que dejarlo por unos días y quería llevarse este recuerdo para no pensar en que algo pudiera ir mal con Travis.
—No, pero aun asi me agrada lo que sé que hay dentro tuyo —Travis le sonrió con algo de pesar y con las mejillas sonrojadas en modo de disculpa. Katie se aferró más a él mientras disfrutaban del inicio del amanecer, era lo mejor que podía pasar en este momento.
—No hay mucho Katie, no después de… —Katie puso un dedo sobre sus labios, ella quería que hablara con respecto a Connor, pero sentía que no era el momento adecuado, ya que eso haría que se vuelva a derrumbar, lo necesitaba de pie hasta que pudiera mantenerse sobre sus pies por sus propios medios, entonces sí podrían hablar al respecto.
—No tenemos que hablar de eso… No ahora —Travis elevó una gratitud silenciosa por no sabía cómo ni porque ella lograba entender sus pensamientos sin necesidad de hablar, sus gestos sin necesidad de palabras y su forma de ser por más cambiante y oscura que se haya tornado.
Era afortunado, lo sabía, y eso le pesaba. Tanto que le dolía todo.
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Una situación similar era la que tenía Artemisa en su campamento de cazadoras, en su tienda mientras temblaba de frustración y descontrol emocional, desde que Hestia y Atenea la habían abordado en al jardín para darle la noticia de que el consejo olímpico la iba a acusar de alta traición, entonces ella sabía que había visto todo y que ya no había nada que pudiera trata de ocultar. Se había mantenido todo este tiempo al margen de los comentarios y especulación de lo que realmente había pasado ese día durante la batalla, pero una vez que se supiera lo que realmente paso sabía que todo se vendría abajo, su reputación y su honor que tanto la había costado forjar. Todo el orgullo no tendría justificante ya que fue débil, todo el honor del cual se ufanaba para ser condenada como una traidora y el juramento de virginidad eterna para estar a punto de perder la caza… porque no pudo soportar la humillación y el dolor.
No era justo. Ella lo sabía, nadie hubiera podido resistir todo lo que ella tuvo que ver con sus propios ojos y que fue una de las razones por las cuales cedió.
Chapter 17: Desaparecido
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—Entonces, volveré en 3 días—Katie trato de no sonar tan ansiosa como realmente sonó, mientras terminaba de alistar sus maletas ya que la movilidad no tardaría en llegar. Travis sonrió con algo de comprensión, sabía que lo único que la retenía de irse era la preocupación por él y su estado, lo cual llenaba su corazón de un calor tranquilizador, pero él no quería que ella se quedara atada.
—Tomate el tiempo que necesites… yo seguiré aquí—la duda en las palabras de Travis hizo que le recorriera un escalofrió por toda la región lumbar, un mal presentimiento, pero no podría poner en juicio las palabras de Travis, necesitaba hacerle ver que confiaba en que podía quedarse solo. —Dale mis saludos a tu padre…—lo último sonó más tímido de lo que inicialmente había pretendido y se llenó de vergüenza, él sabía que dentro de todo padre estaba el temor por el futuro de sus hijos y era consciente de que seguramente el padre de Katie pensaba lo peor de el por todo lo que su hija tenía que pasar debido a él.
—Hey, ven aquí—Katie atravesó la pequeña habitación para tomar las manos de un tímido Travis, no es nada de lo que solía ser, pensó ella mientras frotaba sus manos con sus pulgares. —Se que se alegrará de saber sobre ti y todo lo que has avanzado —Travis sonrió con algo de incredulidad mientras ella no le permitía bajar la mirada.
—Seguramente me detesta por tenerte recluida aquí—Katie se fastidio ruidosamente mientras llevaba su mano a su mejilla con un pequeño deseo de darle una buena bofetada, pero decidió no hacerlo ya que no quería irse con esa escena entre sus recuerdos.
—Ya hemos hablado de eso Travis. Es mi vida y son mis decisiones—Travis no pudo evitar sentir algo de culpa, pero lo maquillo bien cuando puso su mano sobre la de Katie sobre su rostro. —A menos que no me quieras más a tu lado, en cuyo caso puedes decírmelo sin temor a lastimarme—La sola confrontación hizo retroceder a Travis y la cara de desesperación no se hizo esperar en la cara del hijo de Hermes, no podía imaginarse a Katie lejos de él, sentía remordimiento por tenerla recluida en su estado, pero todo podía cambiar y podía decidir avanzar con ella. Katie sonrió con pena mientras se acercaba lentamente a Travis, podía sentir un ligero temblor en su chico, y se sintió un poco culpable de someterlo al estrés de una pregunta tan seria y determinante.
—Yo… yo… yo no dije eso… —dijo en voz casi inaudible, pero que fue suficiente para que Katie supiera que estaba arrepentido por trata de alejarla de él. Ella lo abrazo con delicadeza mientras con sus manos movía las de Travis para que le devolviera el abrazo.
—¡Que alivio entonces!, pensé que ya te había aburrido de mi—sintió que el abrazo de Travis se tensaba mientras ella sonreía con algo de culpa. Travis se percató de la pequeña sonrisa y no pudo evitar sentirse timado.
—Eres cruel—Le susurró al oído mientras se dejaba vencer por el abrazo de Katie. No había logrado vencer todo el miedo que le embargaba y las luchas internas que aún tenía. Tomará tiempo, pensó para sí, ya que se trataba de su hermano, su compañero y camarada para todo, pero también supo a raíz de la conversación con Percy que aún había motivos para seguir adelante, sin olvidar el pasado, sin dejar de valorar lo que hicieron por lo que sobrevivieron ese fatídico día.
—Eso lo hace más divertido—Katie casi podía sentir que su corazón se le salía del pecho ya que había pasado tanto tiempo desde que un comentario de Travis revivía la imagen alegre y audaz, hasta cierto punto rebelde del hijo de Hermes que había tocado su corazón de una manera tan profunda que no había podido despegarse de él todo este tiempo.
—Si tú lo dices—Travis susurro con algo de fastidio mientras se separaba del abrazo reconfortante de Katie, no era como si eso le molestara o incomodara de Katie, es solo que estaba demasiado sensible y atontado para reconocer una broma o alguna clase de picardía de parte de su compañera. Katie sabía que tal vez estaba presionando un poco para sacar al viejo Travis, pero tenía que intentarlo.
—Vamos. Al menos sé que me vas a extrañar—Katie hizo un puchero de lo más tierno que alguna vez había visto Travis que lo hizo tambalearse un poco de su frialdad, sabía que no podía escapar del hecho implícito de que ella quería saber si su ausencia le iba a afectar.
—Si… Lo hare, por lo menos sé que Percy vendrá pronto—Travis trato de sonar lo más consistente posible para no ofender a Katie, ella se merecía todo, no la vaga imagen de lo que era ahora mismo.
—Dale mis saludos y no hagan ninguna maldad—Ella aun moría de curiosidad de que era lo que tanto había estado hablando, pero dejaría que Travis se lo comentara cuando estuviera listo.
—No creo que vayamos a hacer demasiado…—Las palabras de Travis salieron con un poco de aburrimiento ya que sabía que debía contestar a lo que Percy le había preguntado, le agrado que hubiera pensado en él y que quisiera ayudarlo de la manera que fuera independientemente de cuál fuera su respuesta al final del día.
—Sera mejor que me vaya, ya casi es hora—susurro Katie con pena de dejar a Travis, a pesar que sabía que estaría bien, pero aun asi pensaba que era mejor para todos que ella se quedase.
—Está bien—Dijo Travis mientras la acompañaba a la puerta de la cabaña, afuera estaba Quirón esperando por Katie para acompañarla a hasta la movilidad que aguardaba. Desde que la guerra había terminado Quirón también había quedado afectado por haber perdido a tantos alumnos de una manera tan repentina y que no hubiera nada que él hubiera podido hacer, asi que se aseguraba de que cada vez que hubiera una salida del campamento no faltara su presencia para despedir a sus alumnos.
—Cuídate mucho ¿sí? —Las palabras de Katie no demostraron todo lo que esperaba, pero le ayudo el hecho de no voltear para mirarlo, no podía imaginarse su rostro aun porque todavía soñaba con todas esas noches en vela cuidando de Travis que lloraba como un niño mientras la depresión y la desesperación hacían lo querían con él.
—Tú también… Kat—Ella no pudo evitar sonrojarse, marearse y tratar de que Quirón no la viera avergonzada por su novio. Para el viejo centauro la escena era un regalo para los tiempos oscuros que le había tocado vivir a Travis y Katie, no era mucho, pero podía ser el comienzo del retorno de Travis.
—¿Es preocupación lo que oigo en tu voz? —Travis titubeo al reconocer la trampa, pero dentro suyo pensó que no era momento para ser orgulloso, realmente estaba preocupado por la ausencia de Katie, se había vuelto parte de su día a día y ahora simplemente no estaría.
—Un poco… si—y Katie no lo vio venir, escuchar palabras como la primera vez que salió un te quiero, o cuando le dio su primer beso en la mejilla, tanta timidez, tanta pureza y quería llorar, quería quebrarse y no viajar y quedarse a disfrutar de más momentos como estos. El hijo de Apolo solo pudo tensar los músculos de ansiedad de que tal vez sus palabras no eran las más adecuadas. Pero ver a Katie de espaldas y titubear entre si voltear o no y ver la cara de aceptación en Quirón le dijeron todo lo que necesitaban saber.
—Bueno, me cuidare si tú haces lo mismo—trato de sonar un poco desafiante en sus palabras para aligerar el aura que se había formado, porque si no, no podría seguir adelante.
—Te voy a extrañar
—Te voy a extrañar—Dijeron ambos al unísono, Travis se sonrojó… y Katie no espero ni un minuto más y salió corriendo bajo la graciosa mirada de Quirón y un desconcertado Travis se quedó mirando la figura de la hija de Deméter.
—Creo que será mejor que entre, buen día Quirón—la cara de Quirón hizo poner más incómodo a Travis de tal manera que no espero una respuesta y rápidamente entro en la cabaña.
Dentro de las paredes de la cabaña de Deméter estaba un nervioso Travis que no paraba de respirar aceleradamente, pensando en todo lo que acaba de pasar. Se sentía extraño, culpable, tonto, ridículo y lo peor, decepcionado de sí mismo. Pero sabía que Katie se merecía solo lo mejor y se iba a encargar de que asi fuera. Se palmeo la cara mientras entraba en la habitación para buscar sus cosas. Era tiempo de darle un poco de orden a su vida y dejar de vivir en una cabaña que no le correspondía era lo correcto.
Ya casi en la entrada del campamento el rostro de Katie no tenía igual, era como si la felicidad se hubiera retratado en sus ojos verdes. Las palabras de Travis eran simples y talvez comunes para la mayoría de las hijas de Afrodita, pero para ella tenía un valor inmenso y no estuvo preparada para recibirlas, ya tendría todo el viaje para disfrutarlas y alimentar su corazón con las palabras de rubio hijo de Apolo. Sabía que iba tomar tiempo volver a ser una pareja normal y tal vez nunca más lo sean, pero quería aprender a ser la pareja que Travis necesitaba, volver a ser torpes y tartamudear eran solo parte del camino.
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Pasaron cerca de 3 horas desde que Katie se fue en que se escuchó un estruendo potente dentro de la cabaña de Deméter que alerto a todo el campamento quienes rápidamente salieron a ver qué había pasado. Las hijas de Deméter que estaba cerca de la cabaña rápidamente sacaron sus armas para ver de qué se taraba, pero no tuvieron tiempo de reaccionar cuando sintieron un trueno que las tumbo al suelo y perdieron el conocimiento.
Se vieron en el cielo las flechas de los hijos de Apolo volando hacia la neblina que se había formado producto del trueno, pero era inútil ya que la falta de visión no permitió localizar un objetivo. Lo hijos de Ares empezaron a desenfundar sus espadas para correr hacia la amenaza, pero se encontraron con un muro de flecha que se plantaron frente a sus pies y frenaron con precaución. Solo se vio una sombra de un hombre cargando lo que parecía ser un cuerpo, mientras se disolvía en las neblinas. Con más dudas que certezas Quirón entro en la cabaña de Deméter mientras los hijos de Apolo atendían al resto de campistas que resultaron aturdidos.
—Travis! —Grito Quirón en la entrada de la cabaña. No hubo ninguna respuesta. Escoltado de unos hijos de Apolo y Ares se adentraron en la cabaña, solo para encontrar que no había nadie en el interior.
—¡Quirón! ¡Debemos buscarlo! —Gritaron airados los hijos de Apolo. —Hay que organizar una misión—todos estuvieron de acuerdo menos Dionisio que perezosamente estaba parado en el marco de la puerta.
—No hace falta… ya aparecerá—Quirón miro de manera inquisitiva al dios del vino, quien sinceramente no era su dios favorito, pero que a veces podía dar uno que otro buen consejo, o al menos eso esperaba. —Jarvis está a salvo —dijo mientras olía la habitación.
—Travis…—corrigió Quirón mientras salían de la habitación.
—Ese mismo—resto con la mano aburridamente Dionisio.
—Como puedes estar seguro? —Pregunto uno de los hijos de Apolo que se había vuelto cercano con Travis y Connor.
—No todo en la vida son armas y trucos, a veces hay que usar el olfato—dijo mientras se retiraba chasqueando los dedos solo para encontrarse con una botella de agua, con la decepción reflejada en un gruñido.
—Quirón ¿Qué quiso decir? —preguntaron los campistas, mientras Quirón trataba de mantener la paz en la conversación. Quirón suspiro mientras recordaba que no estaban en la capacidad de poder sentir el rastro de una divinidad. Una clase más para los campistas del viejo centauro.
Chapter 18: Se acaba el tiempo I
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Oscuridad total, burbujas, desesperación, caos, olvido, desesperación, recuerdos, dolor y las últimas palabras que pensó que podía articular mientras desperdiciaba lo poco de oxígeno que tenía en los pulmones.
—L…o sien…to —decía mientras se hundía más y más como si una fuerza lo empujará al fondo. Pero no dejaba de escuchar en su mente
—¡Concéntrate! Ya deberías poder respirar. Solo debes enfocarte —le decía la voz en su mente mientras el trataba de aferrarse a la vida que se le escapaba en cada bocanada. —¡Concéntrate! —le decía la voz mientras en su mente empezaban como cortocircuitos y flashes a acumularse esos recuerdos, de felicidad, amor, muerte, dolor. Pensaba que no podría lograrlo ¿Por qué podría? Solo era un débil, que había perdido el sentido de la vida y no había un lugar en el mundo donde el pudiera encajar, esto solo era la prueba de que ya nada podía salvarlo de su condición.
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En el Olimpo las cosas estaban igual de caóticas, mientras que Dionisio conversaba con Zeus, Poseidón y Hades el resto de los dioses se concentraban en por lo menos leer los labios para poder enterarse de antemano a lo que podía llegar a suceder en el concilio convocado por Zeus. Había sido tan repentino que muchos de los dioses no podían esperar más para enterarse de que se trataba todo esto.
Dionisio se sentía determinado, solo aguardaba su momento para poder intervenir. Sentía un profundo resentimiento hacía ella por todas aquellas veces en que había persuadido a jóvenes doncellas que él quería para sí a convertirse en cazadoras y terminar odiando la figura masculina de los dioses. Era su momento. Era momento de venganza.
Zeus estaba estupefacto después de su charla con Dionisio. Nunca había sido un problema arruinar la vida de alguien con sus juicios apresurados y sus castigos insoportables y macabros. Pero esta vez, esta vez se trataba de Artemisa. El resentimiento entre sus hijos era algo que hoy sería un dolor para él.
—Esto no tiene buena pinta —dijo Hermes mientras se acomodaba jugueteando con sus traviesos pies. Por su parte Atenea observaba con su mirada estoica como el resto de dioses se acomodaban en sus asientos
—Ya saben que se trata de Artemisa, que tanto escándalo —Dijo la diosa de la sabiduría mientras que Artemisa reaccionaba a su nombre, pero al encontrarse con la mirada de Atenea no pudo mantener el contacto, no después del episodio que había tenido con Percy y la misma Atenea en el jardín de Hestia. Hades y Poseidón conversaban entre ellos tratando de encontrar sentido al hecho de que hoy podrían perder a una diosa como Artemisa.
—Ojalá que hubiera algo que pudiéramos hacer —dijo Hestia con algo de agotamiento, ya que había estado casi toda la noche revisando viejos manuscritos junto con Apolo para poder encontrar algo que pudiera ayudar a Artemisa. No había
—¡Silencio! —Se escuchó un potente trueno en el medio de la sala que fastidio los oídos de varios dioses como Hera y Deméter que eran las más tranquilas durante las reuniones juntos con Hestia. —Como es de conocimiento en todo el Olimpo, Artemisa se encuentra cesada de sus responsabilidades como diosa de este consejo asi como también ha perdido las facultades y dominios que ha tenido durante siglos… —Artemisa que se encontraba en el medio de la sala no podía contener la vergüenza y la humillación de que su nombre estuviera en entredichos.
—No los perdí ¡Me fueron arrebatados! —Grito mientras se acercaba lentamente hacia el trono de su padre, pero fue detenida por el estruendo de un enojado Zeus.
—¡Silencio! Ya tendrás tiempo de hablar Artemisa. No empeores más las cosas —Dijo un fastidiado Zeus que ya sabía lo que necesitaba para poder tomar acciones contra Artemisa. Su hija. Sin duda era en la que podía confiar para una misión y su reticencia a los hombres la hacía alguien a quien no tenía que estar vigilando constantemente.
—Padre, quisiera decir algo—La figura de Apolo se erigió en el trono, mientras miraba a Hestia con una cara estoica, esta era su última munición en favor de su “hermanita”. Si es que estaba en lo correcto sobre el sentir de los dioses esto podría terminar en buen puerto.
—Un momento padre, primero hay que exponer los hechos, luego Apolo podrá decir todo lo que quiera —Dionisio sabía de las tácticas de Apolo, siempre había sido el más audaz, no siempre el más inteligente, pero si arrojado. No iba a permitir que se le adelante. No esta vez. Apolo y él intercambiaron miradas, donde Apolo ya sabía que había perdido el primer intento. Habría que re formular la defensa.
—Adelante Dionisio —Dionisio se puso de pie para mirar atentamente a Artemisa que no dejaba de devorarlo con la mirada. No era tonto, sabía que hacer enojar a Artemisa era darle espacio a que todo esto terminara en un descontrol.
—¡Esto es un ultraje! —Protesto Artemisa cuando vio en la mirada de Dionisio el feroz deseo de venganza. Ella sabía que no era del agrado de los dioses masculinos excepto por Apolo, pero no sabía que esto fuera un problema. Hasta hoy.
—¡Artemisa! No me obligues a callarte —Zeus replico haciendo tronar su rayo maestro, provocando silencio en la sala. Dionisio aparto la mirada de Artemisa para poder concentrarse en lo que tenía que hacer.
—Las cosas son simples y sencillas. Pude hurgar en la mente de Artemisa, mientras discutía con el joven dios Percy Jason. —Fueron breves pero reveladores momentos en los que las barreras de Artemisa se habían debilitado por discutir con Percy que habían sido la oportunidad del dios del vino y la locura. Lo que había visto era la pura traición. Pero no era lo único. No le importaba. El solo quería ver sufrir a Artemisa. Solo quería que experimentará lo mismo que él. Dolor.
—Jackson —corrigió con desdén Atenea mientras en su mente calculaba el discurso de Dionisio. Eran familia. Nunca cercana, el representaba todo lo contrario al raciocinio que ella pregonaba, él era la locura del éxtasis y los vicios. Pero nunca había visto tan motivado a un despreocupado miembro del consejo que en ocasiones regalaba su voto al mejor postor para las decisiones. Ella misma había sido beneficiada en múltiples veces por ese desdén. Pero esta vez podía ver un fuego especial en arrancar a Artemisa del consejo y tenía curiosidad del porqué.
—Eso, eso. Resulta que Artemisa expresamente accedió a entregarse a Gea durante su batalla con Gratión… —Todo se volvió un sepulcral silencio. Cuando en primera instancia Dionisio había dicho que levantaría cargos de alta traición contra Artemisa pensaban que se trataba de otro de esos problemas magnificados por disputas que no pasaban del robo de un animal sagrado o profanación de lugar de culto. Pero esto hizo que se les helara la sangre a todos los presentes. Artemisa estaba estoicamente mirando y evaluando las reacciones, por dentro se estaba desmoronando, ardiendo en ira.
—Traición… —fue el murmullo que se empezó a gestar poco a poco cuando la noticia se empezó a entender a cabalidad. Artemisa empezó a mirar a cada dios para ver quien se atrevía a increparla, pero nadie estaba tan loco como para hacerlo, pero si miraban con fuego en los ojos, porque se trataba de la vida de miles de semidioses que habían sido sacrificados en esa cruel guerra y ella había optado la deserción. Artemisa no quería recordar, se sentía asqueada de solo recordarlo. Odio. Por Dionisio, por el Olimpo, por la guerra, por Gea, por sus gigantes, por su ejército. Por Percy Jackson. Hubiera preferido que nunca hubiera intervenido. Ese fue el detonante. Pero no pudo contenerse más cuando se lanzó hacia Dionisio. Pero no contó con que el dios del vino estaba completamente preparado para su ataque.
—¡Maldito seas Dionisio! Jamás te perdonare esto. ¡Cómo te atreves! —Gritaba mientras enredaderas tomaron sus pies para que cayera de manera violenta y mientras intentaba levantarse miserablemente Dionisio se acercó no sin antes ser interceptado por la mirada fría y protectora de Apolo, quien no quería dañar a Dionisio, pero no podía soportar que Artemisa se avergonzara más.
—No te equivoques Artemisa —Susurro de manera mortal mientras sus ojos se teñían de un color purpura que hizo que Artemisa desistiera de levantarse
—Basta Dionisio —Habló Hades, mientras con un chasquido disolvía las enredaderas de los pies de Artemisa, la cual ni siquiera miro en dirección de Hades para para agradecer. Artemisa sabía que su orgullo era lo único que podría mantenerla de pie y sin derrumbarse. Dionisio se dio la vuelta para regresar a su sitio, pero solo después de lanzar un golpe más.
—Sugiero que se revoquen todos sus privilegios olímpicos y se le quiten sus poderes y dominios para vivir la vida de una simple mortal para siempre —El murmullo era demasiado ruidoso que hacía que Zeus empezara a perder la compostura, porque sentía que se le estaba yendo de las manos el destino de su hija. Artemisa dejó salir un suspiro de derrota al saber lo que pedía Dionisio. Era quitarle el alma inmortal, era quitarle la caza, era quitarle todo. Prefería la muerte, pero sabía que eso sería premiarla. Detestaba haber sido descubierta. Pero detestaba más que su debilidad por el maltrato a los hombres hubiera hecho que Dionisio tuviera un argumento para destruirla.
Apolo cerró los ojos con algo de resignación luego de mirar de reojo a un impasible Dionisio, que no se regocijaba, que no sonreía con sorna, que no actuaba de manera pedante, solo soltaba golpe tras golpe sin perder la compostura y que había aun decidió enfrentar a la propia Artemisa.
Hera miraba con algo de contradicción en su juicio las reaccione de los dioses, sentía lastima, pero a la vez ira por la traición. No podía quedar sin castigo, pero también sabía que el castigo que pedía Dionisio era muy duro para alguien tan orgullosa como Artemisa, pero no tan cruel ni capital como para provocar la compasión del resto de los dioses. Todo se resumía al efecto que provocara en los dioses. Ares era el único que afilaba su espada mientras disfrutaba el espectáculo de ver sufrimiento y dolor.
Atenea resopló con fastidio por todo el revuelto que esto estaba causando. Sentía que el castigo no era justo para la traición, no es que quisiera muerta a Artemisa, pero su razón le gritaba que la justicia debía prevalecer. No era justo que Annabeth estuviera muerta defendiendo la justicia y que solo se pidiera el exilio para la traición.
—¡Maldita sabandija! Eres igual que todos los de tu clase —Dionisio no se inmutó, porque sabía que en el momento en que cediera a sus impulsos no podría ganar. Artemisa no podía contenerse mientras Hermes y Apolo la sostenían. Zeus sabía que Dionisio estaba logrando derrotarla, pero también sabía que había más de lo que Dionisio había visto en esos pequeños fragmentos. —Tuve motivos para hacer lo que hice y no me arrepiento en lo más mínimo y de ser necesario lo volvería a hacer —La cara de estupefacción de los dioses Olímpicos por las declaraciones de Artemisa no tenía comparación porque la hacía ver más culpable ante los ojos del consejo. La sonrisa socarrona de Ares solo era contrastada por la decepción de la mirada de Atenea y Hestia.
—Es suficiente. —Dijo Zeus mientras colocaba su mano en el hombro de Artemisa sin decidir si estaba presionando para contenerla o si era un toque de para confortar. Apolo miro por un momento a Zeus sin decir nada, pero él sabía que Apolo solo quería defender a Artemisa.
—Adelante Apolo, que sea breve. —Dionisio se sentó sin gesticular nada con una mirada apacible, pero el dios del vino por dentro estaba temblando de deseo de disfrutar el momento.
—Todos aquí piensan que algo terrible sucedió. Y tal vez lo fue —Apolo no pretendía buscar que los dioses dieran por inocente a Artemisa, sus últimas declaraciones la hacían ver culpable asi que decidió apelar a siglos de errores y atrocidades que se habían en alguna ocasión pasado por alto. —Pero lo que no saben es el porqué de las cosas, durante siglos nos hemos cansado de cometer errores terribles ¿No te parece Hera? ¿Ya lo olvidaste Zeus? ¿No lo recuerdas Ares? Sin hablar de errores que aún seguimos pagando —Todos miraban con atención a Apolo mientras el con cautela trataba de evocar recuerdos que si no tenía cuidado podían ser contraproducentes.
—Basta de discursos ¿Cuál es tu punto? —dijo Ares un poco fastidiado por la palabrería del dios sol. Apolo chasqueó los dedos mientras dejaba a Artemisa en el centro de la sala, quien no pudo ocultar su fastidio por ser contenida, ella no podía quitarle la mirada a Dionisio, quien no se molestaba por ganar el duelo de miradas, sino que prestaba atención a Apolo.
—El punto es que todos aquí merecemos el beneficio de la duda —completó Hermes con poca convicción, Apolo por su parte no quería que Artemisa siguiera siendo objeto de más acusaciones, por lo que trato de calmar la situación agitando sus manos para que se pudiera guardar la compostura. En ese momento se levantó la persona más inesperada, un poco ofuscada por tanto espectáculo innecesario. Siempre había visto como Artemisa era fría y calculadora para atender juicios y dictar sentencia y el solo hecho de ver la forma arrojada con cómo se defendía la parecía inaceptable.
—Que tonterías son estas Apolo —Deméter tomó la palabra, el beneficio de la duda no era algo que Artemisa les brindará a sus hijas cuando habían querido unirse a sus filas. Siempre había dicho que sus hijas solo estaban hechas para cultivos y recolección. Eso había hecho que Deméter sintiera su orgullo herido.
—Porque no escuchamos lo que sus cazadoras tienen decir —Poseidón, quien había estado reflexionando durante toda la reunión, no le había gustado nada que Artemisa maltratará a Percy, y tampoco quería decidir su postura con resentimientos, pero sabía que Artemisa prefería morir que tener que pedir ayuda.
—¡Poseidón! Ellas solo hablarán a su favor y lo sabes —la voz un tanto chillona y desganada de Afrodita se hizo oír ya ella no era respetada por las cazadoras debido a Artemisa y por eso no quería tenerlas cerca.
—Apolo… —susurró Hestia mientras Apolo le sonreía con algo de inseguridad. Las cosas se habían desviado un poco de su plan original, pero esperaba que alguna de sus cazadoras pudiera decir algo que hiciera que Artemisa.
—Es lo único que se me ocurrió —respondió tratando de disculparse. Cuando Hestia había buscado a Apolo para encontrar una solución estaba pensando en proponer una amnistía en base a algún precedente, pero todo lo que habían encontrado en los archivos era castigos horrendos y crueles ejecuciones, no había ni un ápice de compasión o esperanza y todo había desencadenado en que los castigados y condenados unieran fuerzas con Gea, los titanes o los gigantes para destruir Olimpo. Y no quería eso para Artemisa.
—Es momento de llamar a Thalia y sus cazadoras —Artemisa trató de contener la angustia de ver a sus cazadoras y que ellas la vieran en el estado en que estaba. Nadie debe hablar. Fue su pensamiento mientras Hermes y desaprecia en un abrir y cerrar sus ojos ante la orden de Zeus.
Chapter 19: Se acaba el tiempo II
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Sentada frente a un espejo jugueteando con sus dedos de manera nerviosa se encontraba Katie que no tenía la más mínima idea de que estaba haciendo. Ya era la segunda vez que había quedado con Travis para dar un paseo. A solas. No podía contener su ansiedad. Lo detestaba, era demasiado travieso para su propio bien, y lo peor era cuando se juntaba con Connor. Eran simplemente imparables y ya su cabaña había sido víctima de sus travesuras en los sembradíos y la fachada de la cabaña. Pero había algo que le impedía odiarlo.
—No estarás pensando ir ¿No? ¡Por favor Miranda dile algo! —Meg se veía descontenta con la idea de que una hija de Deméter se mezclara con un hijo de Hermes y mucho más aterradora con uno de los hermanos Stoll que eran el terror de cualquiera de las cabañas en el campamento.
—Katie, sabes que esto es inútil, no hay persona que pueda domar a los Stoll —Miranda le hablo con un poco más de calma tratando de apelar al lado razonable de Katie, pero a veces simplemente era inútil ya que Katie tenía un corazón demasiado noble como para tachar a la gente y su nobleza se extendía a los mismísimos Stoll. Ya antes había mostrado su voto de confianza sobre ellos en especial de Travis. Obviamente no era un rostro que se pudiera despreciar, pero todas sus otras “cualidades” simplemente arruinaban el perfil de conveniente.
—Solo vamos a caminar no a casarnos —respondió Katie un tanto sonrojada en la sola idea, pero tratando de darle un poco de calma porque estaban llevando esto demasiado lejos.
—Pero así es como se empieza, estoy segura que si no vas se dará por vencido —dijo Meg disfrutando de la idea de que Travis estuviera esperando sin que Katie llegara.
—Eso sería grosero, ya lo hice una vez —Katie recordaba un episodio donde por inseguridad no se había presentado a la cita que había acordado con Travis cuando recién los primeros indicios de simpatía habían aparecido entre ambos. Habían pasado muchas semanas para que Travis le volviera a hablar con normalidad y para que ella dejará de sentir culpa y vergüenza sobre ello.
—No hay primera sin segunda —respondió Meg mientras Katie se perdió un poco frente al espejo pensando en aquellos días donde todo el flirteo era más sencillo que las citas propiamente dichas.
—No lo sé, realmente quiero ir —Susurro pensando en todas las cosas divertidas y los buenos momento que había pasado con Travis, sin hablas de las veces que “arruinando” el momento Connor se había aparecido y se había unido a ellos, la cara enojada de Travis no tenía precio, pero al fino siempre pasaban un buen momento.
—Debes pensar en lo mejor para nuestra cabaña. Ellos solo traen destrucción —Anteponer el beneficio común a su propia satisfacción era una pesada carga que ella no quería llevar, también tenía derecho a elegir su propia felicidad, porque pensando más detenidamente, no siempre estaría ligada al campamento y siempre había una vida fuera de ello.
—No voy a salir con ambos, solo con Travis —aunque la sola idea le parecía graciosa, no veía nada de Travis en Connor, él tenía cosas muy definidas que tal vez solo ella había podido encontrar y descubrir y que tal vez Travis solo las había dejado salir para ella.
—Debes comprar el paquete completo, uno no es sin el otro —Miranda tenía un punto, esos dos estaban unidos y era imposible separarlos, pero a pesar de ello la figura de Travis siempre se colaba en sus pensamientos.
—Tal vez no es buena idea —resoplo con un poco de fastidio, no ganaría esta discusión y ya era tarde. Meg y Miranda apretaron el puño saboreando la victoria, mientras Katie se sacaba del cabello un prendedor.
—Ufff... ¿Entonces podemos irnos tranquilas? —ambas la miraron con ojos bien abiertos esperando la confirmación para poder irse y terminar con sus actividades del día.
—Pueden estar tranquilas—dijo Katie con cansancio, mientras terminaba de sacarse un par de accesorios más del cabello y soltándoselo. Las chicas salieron campantes, mientras Katie miraba su reloj, ya era tarde, pero no tan tarde. Tomo si chaqueta y salió por la parte trasera de la cabaña, tendría que rodear para que no se le viera, pero lo valía.
—Por favor, por favor, espérame —suspiró mientras corría por el sendero rumbo al sitio pactado. Estaba segura que Travis esperaría, o tal vez, más que seguro llegaría a la par que ella.
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Katie se despertó sobre el medio día con esa imagen en su cabeza, la sola idea de recordar a Travis durante su estancia con su familia la reconfortaba, porque tenía temor de que al estar separada de Travis y convivir con otras personas en este caso su familia y uno que otro amigo se fuera desvaneciendo y pasará a ser un deshago de todo este tiempo. Suspiro con algo de alivio al ver que dentro de lo sombrío de la situación sus sentimientos por Travis eran honestos, no era lástima o compasión por su pérdida o dolor, era real y eso le gustaba.
No eran como otras parejas, ni tampoco quería parecerse a ninguna pareja, ellos eran diferentes, seguramente tenían experiencias que nadie más podía compartir, pero dentro de todo ello ella en su inseguridad había aprendido a definir quién era Travis para ella y lo importante que se había vuelto en su corazón. No esperaba una confesión profunda de parte de Travis para experimentar el mismo sentimiento y la aceptación de los suyos porque sabía que Travis estaba emocionalmente tocado y no sería capaz de momento de contener y sobrellevar el dolor de su perdida. Pero si algo había aprendido en estos últimos días con Travis antes de viajar a casa es que aún quedaba mucho del Travis que ella quería y que este viaje le ayudaría a él y a ella a reencontrarse con un nuevo ánimo.
Se giro para mirar el celular, estaba apagado. Ni bien había salido del campamento decidió desconectarse de todo siguiente las indicaciones de Travis, así que no lo necesitaba. Su padre había pasado a buscarla y habían tenido un tiempo de padre-hija que había hecho que terminara rendida al final del día.
—Katie —escucho la voz de su padre mientras abría la puerta de su habitación, con un libro bajo el brazo y una taza de café en la mano.
—Padre —dijo con algo de pereza aún del sueño acumulado, nada se sentía mejor que poder dormir sin horario, sin duda eso se extrañaba de dormir en casa, no había horario de desayunar y demás actividades.
—Hace unas horas recibiste un mensaje iris de Miranda —automáticamente el cerebro de Katie se despertó y se puso alerta, lo cual no pasó desapercibido de su padre, quien ya sabía las cosas por las cuales Katie había tenido que pasar, también en algún momento Deméter había dejado un que otro mensaje sobre Katie y su situación en el campamento.
—¿Que paso? —pregunto con prisa, Travis en su mente sin falta fue lo primero.
—No me dijo, pero sí que deberías comunicarte —Katie automáticamente empezó a buscar su mochila, y casi como si lo supiera su padre se la alcanzó.
—Debe ser importante, necesito un vaso de agua —corrió hacia la mesa y lleno el vaso y luego hacia la ventana, mirando la posición del sol para poder formar un arco iris.
—Deberías comer algo primero —dijo su padre mientras salía de la habitación, sabía que necesitaba tiempo y espacio.
—No, no, primero hablaré con Miranda, debe ser importante —dijo mientras terminaba con los preparativos.
—Bueno, pero baja pronto a comer algo —Katie asintió mientras su padre cerraba la puerta. Le intrigaba mucho saber que podría haber pasado.
—Oh Iris, diosa del arco iris, por favor acepta mi ofrenda, necesito comunicarme con Miranda en el campamento mestizo —como siempre la comunicación era eficiente así que empezó a formarse y Miranda estaba como esperando la comunicación, por lo que en cuanto vio la imagen de Katie se levantó de su asiento.
—¡Katie! —se veía un poco nerviosa y miraba a todo lado.
—Miranda ¿qué paso? Mi padre me dijo que intentaste contactarme —Miranda suspiro un poco antes de pensar en cómo decírselo para no ser tan dramática.
—Katie, algo paso, con Travis —La cara de Katie se desfiguro, algo le decía que algo podía pasar con él, pero aun así no quiso quedarse cuando Travis había insistido en que viniera a casa para que pudiera descansar.
—Travis, ¿Que paso? —pregunto con cuidado, no quería ni pensar en que fuera una tragedia y que no pudiera estar con él.
—Desapareció —el corazón de Katie se detuvo. Mil pensamientos, desde los más dramáticos hasta los más trágicos. No, por favor, no pensaba mientras su corazón palpitaba como loco.
—¿Cómo que desapareció? ¿Se escapó del campamento o algo así? —se estaba desesperando un poco de que Miranda no le diera toda la información de una vez por todas.
—No, no pasaron ni 2-3 horas desde que te fuiste cuando se escuchó un gran estruendo en la cabaña donde él estaba, todo corrimos a ver de qué se trataba, pero no podíamos ver, solo que cuando la niebla se disipó el ya no estaba —3 horas después de que se fue. Por los dioses Travis, ¿qué paso? Porque, porque te fuiste.
—Percy, ¿fuiste tu? —se preguntó Katie pensando en que Percy iba a visitar a Travis para poder conversar, pero simplemente irse del campamento sin decir nada, sin decirle nada a ella —¿Quirón dijo algo sobre ello? —La cara de Miranda se puso un poco desconcertada, porque tampoco ella había entendido por qué nadie había hecho nada al respecto.
—No, solamente que no debíamos preocuparnos, al menor fue lo que dijo Dionisio —el cerebro de Katie bajo sus revoluciones porque si eso había dicho Quirón era porque obviamente algo sabía y no había mucho de qué preocuparse, pero luego estaba el hecho de que Travis no le había dicho nada.
—Lo siento, Miranda, necesito hablar con alguien, te hablaré cuando tenga noticias —dijo Katie mientras pensaba en las posibilidades del paradero de Travis.
—Katie, no vayas a hacer una locura —dijo Mirando entrecerrando los ojos. Ya había quedado claro lo importante que era Travis para Katie así que no pretendía ir contra sus sentimientos, pero no quería ver más desapariciones.
—No, no te preocupes —respondió Katie despidiéndose, no había tiempo que perder.
Katie bajo corriendo a buscar algo de comer y cuando tuvo lo que necesitaba subió corriendo a su habitación, saco un mechero de su mochila y empezó a murmurar mientras el mechero ardía lentamente.
—Madre, estoy bien... —siempre ofrecía algo para su madre a pesar de que por cuestiones obvias no podía estar con ella, pero siempre había sido una figura cercana —Percy Jackson... Necesito verte —ella sabía que Percy tenía algo que ver con que Travis no estuviera en el campamento, y quería saber porque había tanto misterio en su conversación anterior, porque sucedió todo cuando ella decide abandonar el campamento. Pero no obtuvo ninguna respuesta, resoplo pensando en que al ser el dios de los héroes debería acudir en ayuda.
Decidió esperar una respuesta mientras su cabeza corría a mil por hora pensando en las circunstancias en las que se daba todo esto. No podía evitar pensar en cómo Travis se había “mejorado” notablemente antes de su partida y el tono de sus palabras para que su corazón se acelerará de tensión por su desaparición. No, el no haría eso, no, no le haría algo así a ella, no a ella, no después de todo este tiempo.
—Maldición, Percy, te necesito —se paseaba susurrando por toda la casa bajo la atenta mirada de su papa, hasta que no pudo contener su ansiedad. Y tomo su mochila y trato de salir lo más silenciosamente posible.
—Katie, ¿dónde vas? —dijo su papa asustándola cuando pensaba que podía salir sin ser detectada.
—Lo siento padre, necesito ver a mamá —cuando Katie hablaba de Deméter el rostro de su padre se tornaba un poco sombrío, no es que tuviera un resentimiento o mal recuerdo con ella, pero simplemente sentía una ligera incomodidad —algo ha pasado y necesito verla —el padre de sabía que si debía recurrir a su madre no era nada bueno o fácil. Muchas veces él había querido buscarla cuando lo abandono a ella y dejo a Katie a su cuidado, pero jamás había podido dar con ella por su propia cuenta.
—Es sobre Travis, ¿cierto? —Katie sentía un poco de recelo sobre hablar de Travis con él, porque primero era su papa, era sobre protector y porque de alguna manera había mostrado su preocupación por la condición de Travis y que no había ayudado a que ella siguiera adelante en el campamento y fuera de él, y aunque no le desagradaba el muchacho y Deméter había dado su aprobación sobre el seguía sintiendo que su padre prefería que se alejara de él.
—Padre —suplico Katie ante la mirada indescifrable de su padre.
—Lo sé por tu mirada. ¿Te ha prendado no? —el padre de Katie sabía mejor que nadie lo que era prendarse de alguien contra todo y todos y que sean un sentimiento destinado o no encontrar puerto.
—Pa... —Katie estaba sufriendo, un poco de vergüenza y otro poco de angustia porque quería encontrar a Travis. Quería contarle lo mucho que Travis significaba para ella, pero no ahora, ahora mismo quería salir corriendo. Y también quería que su padre entendiera que Travis le necesitaba hoy más que nunca
—No hace falta que trates de ocultarlo, cuando sucede no se puede ocultar —Katie sonrió con un poco de nostalgia, sabía que su padre aún tenía un agujero en el corazón por su madre y que no era algo que se podía remediar, ya que tenía medias hermanas, por lo que no era un tema sencillo de simplemente aceptar.
—Me preocupo por él —le dijo tomando su mano, esperaba que su padre entendiera la premura de su angustia y la pena que estaba sobre ella por el bienestar el hijo de Hermes.
—Hija, ve... Anda, no demores —el padre solo podía rogar a los dioses que el bienestar de su hija no dependiera del bienestar de ese muchacho, le compadecía por la perdida, pero no quería que su hija se quedara atrapada.
—Gracias papá —le dio un rápido beso en la mejilla y salió corriendo.
—Ten cuidado —susurro mientras ya Katie estaba lejos.
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—¡Vamos, despierta! —golpeaba su rostro con algo de fuerza mientras el cuerpo inerte del joven semidiós no reaccionaba.
—No lo sé, creo que se te paso la mano con la dosis—Una bofetada se escuchó mientras Percy empujaba a Tritón para que no maltratara a Travis. Por un momento pensó que necesitaría a Apolo para que le dé una mano con esto.
—De que hablas, solamente le di un poco de esto y de aquello —el ritual era muy sencillo, pero los viejos hábitos no se abandonan así nomás, así que siempre había un amplio margen para el error.
—Se te olvida que no todos son como tu —Percy cuantas veces había resistido contra todo pronóstico a rituales y cosas así que pensaba que todos podían pasar por lo mismo sin más.
—Bueno, pero aun respira... Eso es lo que importa —Tritón no podía evitar reírse de la situación, necesitaban algo de que burlarse por los próximos años en Atlántida por lo que un dios arruinando a su primer pupilo en un ritual simple era sin duda material valioso.
—Si, bueno... cuando no recuerde ni quien es por la falta de oxígeno me avisas —Percy empezó a ponerse nervioso, mientras el cuerpo de Travis aún se mantenía inerte y con un tono un tanto azulado.
—Siempre podemos llevarlo al hospital —pensó en que la tecnología de Atlántida podría ser de mucha ayuda.
—Ni que lo digas, padre no será feliz de saber que no pudiste hacer un simple ritual para tu secuaz —Pero por otro lado si Poseidón se enteraba sin duda sería un gran problema, porque a pesar de todo las ideas de Atenea no eran precisamente su primeras opciones.
—De que hablas no somos una pandilla, somo un grupo entusiasta de apoyo —el plan de Atenea era sencillo, pero a la vez las repercusiones sin duda serían dolorosas.
—Lo que sea, tu y tus ideas —Tritón miraba a Travis como si ya no hubiera esperanza.
—Bueno no fue mi idea, pero si quieres llamo a Atenea para que se lo digas —Tritón vaciló por un momento, no quería una disputa con ella que avivará el fuego.
—Mira, que parece que quiere abrir un ojo —Percy se acercó rápidamente.
—Travis, Travis...
—DmmmOOmmNN
—Con cuidado, creo que tragaste mucha agua —Percy empezó a golpear su espalda y de repente vomito sobre Percy, el cual no podía evitar sentir nauseas de lo que estaba viendo.
—Mira, mira, un pez, pobre —Tritón no podía evitar reírse al ver peces salir de la garganta de Travis —Rayos, Percy, si trae un coral entero en la garganta —Percy se sonrojo de vergüenza porque se trataba de su responsabilidad. Cuando por fin dejo de vomitar Percy chasqueo los dedos para iluminar el ambiente completamente.
—Bienvenido a mi santuario —Tritón no podía evitar divertirse con la situación de Percy presumiendo su santuario cuando Travis estuvo a punto de morir.
—Katie —susurro Travis, pensando en la hija de Deméter, pero sabía que lo mejor para ella era que el estuviera lejos, lejos por un tiempo para recuperarse. Percy sabía que parte de su plan para Travis no haría feliz a Katie para nada, pero era lo mejor para él y sabía que con el tiempo ella entendería y sería feliz por él.
Chapter 20: Revelado
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Mientras Artemisa escuchaba como una a una de las cazadoras se negaban a hablar ante el consejo alegando que era vergonzoso que se dudara de la lealtad de su señora las lágrimas caían por su mejilla, una de las cosas que siempre le había gustado de sus chicas era que tenían una lealtad una para la otra que finalmente estaba alcanzando su punto más alto. Todas y Percy habían jurado no hablar sobre dicho incidente. En su mente la imagen de Percy en el jardín de Hestia era un dolor de cabeza, sabía que él había mantenido su palabra y todo esto se había desencadenado por su propio descuido y por el maldito de Dionisio, ya tendría su momento de vengarse de él.
—Padre, esto es inútil, se niegan a hablar —dijo Atenea mientras miraba con aburrimiento como las cazadoras incluida Thalia formaban un muro entre su señora y el consejo. Afortunadamente Percy no tenía que participar de esto sino sería el doble de difícil.
—Te lo dije, ellas no tienen nada que ver —respondió Artemisa rápidamente asintiendo hacia sus cazadoras.
—Cazadoras, sepan que si guardan silencio es peor para Artemisa, perderá la caza de manera permanente —dijo con seriedad Zeus haciendo tronar su rayo en medio de la sala. Detestaba hacerle esto a ella, pero no podía simplemente ignorar esto.
—No pueden hacer, es injusto para todo lo que Artemisa ha hecho junto con la caza —salió al frente Phoebe, pero fue detenida a la mitad del camino por la mano de Thalia, no quería que su padre se enfadara por la forma en como ella reclamaba.
—Solo necesitamos saber que paso allí —intervino Apolo y Artemisa le dio una mirada de disgusto.
—Mi señora —susurraron las cazadoras mientras ella se mantenía erguida ante el consejo.
—Padre esto es innecesario —la voz de Artemisa era urgente y Zeus lo sabía, pero debía llegar hasta el final, no podía permitirse dejar cabos sueltos o temas con cierta suspicacia que luego se volvieran contra el olimpo. —Te lo ruego —Zeus negó rápidamente.
—No puedo dejar pasar esto Artemisa, es tu decisión, simplemente podemos saltarnos tu versión de la historia y juzgar lo que si sabemos que paso —la mirada de Artemisa se volvió sombría.
—Ellas no necesitan estar aquí —sentenció la diosa de la caza y Zeus asintió mientras le daba una mirada y Thalia desaparecía llevándoselas de la sala.
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No era sencillo para ella, para nada sencillo poder siquiera recordar, le había tomado semanas enteras en vela tratar de borrar los recuerdos y todo el poder que tuvo que usar para poder ayudar a sus cazadoras y evitar que se quebraran, para Artemisa ellas eran lo más importante, en el pasado había perdido a Zoe y a Bianca, su memoria y el dolor que había sentido por perderlas aún le acompañaban, pero sin duda lo que tuvo que pasar con sus cazadoras para poder vencer sobre Orión, Oto y Perses había traspasado los límites y casi había tenido que pasar el resto de sus días con el recuerdo de perderlas en condiciones deplorables, no quería eso y no lo iba a permitir aunque tuviera que vivir el resto de su vida inmortal en las profundidades de la oscuridad del tártaro para evitarlo.
En el fragor de la batalla todo parecía estar yendo como lo planeaba, pero no contaba con que el enemigo quería ir directamente contra la caza e inhabilitarla a toda costa, no lo supo hasta que era un poco tarde que estaban siendo atraídas a un trampa mortal, no pudo oler el peligro ni identificar los engaños con los que habían sido alejadas del campo de batalla por gigantes que se presumía huían derrotados. Todas gritaban que debían perseguirlos y acabar con ellos, pero lo que no esperaban era que en las profundidades el bosque estaba Perses esperando por Artemisa, la quería, la deseaba de manera asquerosamente obsesiva y toda esta trampa era para poder poseerla a toda costa, sin importar el precio.
El titan ayudado por los 2 gigantes y una manada de perros salvajes habían prevalecido contra la mayoría de sus cazadoras que estaban exhaustas porque no tenían como vencer a dos gigantes mientras ella se encargaba del titan, quien lanzaba toda clase de suciedades sobre lo que haría con Artemisa que enfurecía más y más a la diosa y distraía a sus cazadoras. Finalmente, los gigantes habían empezado a capturar una a una a sus cazadoras, no las mataron, solo jugaban con ellas tocándolas de la manera más repudiable posible que hacía hervir de rabia a Artemisa mientras ella continuaba luchando contra Perses. Las cazadoras solo gruñían mientras los gigantes se divertían con ellas, pero ellas no se quejaron ni pidieron ayuda a Artemisa porque sabían que su señora haría hasta lo imposible por salvarlas, solo esperaban poder soportar la infamia que estos depravados estaban infligiendo sobre ellas.
Cuando pensó que nada podía ser peor fue Perses quien se atrevió a poner una mano sobre ella rasgando su túnica y exponiendo parte de su pecho, haciendo que Artemisa se avergonzara y enfureciera a la vez, porque se dio cuenta que todo esto se trataba de saciar la asquerosa obsesión que Perses tenía con ella y de los planes que tenía para ella una vez que la tuviera. Artemisa siguió luchando y cuando Perses se dio cuenta que tendría que someter a la diosa de otra manera les dio permiso a los gigantes de poder mancillar a las cazadoras, por lo que una a una los gigantes empezaron a rasgar los atuendos de las cazadoras mientras se burlaban de la debilidad de ese grupo de mujeres que estaban indefensas antes semejante atrocidad. Artemisa estaba llorando mientras seguía luchando con Perses y este reía con una locura enfermiza que le daba nauseas a la diosa que no renunciaba a luchar hasta vencer o morir en el intento.
Las cazadoras empezaron a llorar a voz en cuello mientras los gigantes tocaban sus cuerpos semi desnudos con toda la intención de abusar de ellas, se resistieron y lucharon en medio de su desventaja, Artemisa ordeno que se detuvieran, pero fue en vano porque los gigantes continuaron jugando con sus cazadoras que rechinaban los dientes sin darles la satisfacción de rogar por sus vidas. No fue sino hasta que Perses vio la desesperación de Artemisa por lo que estaban por hacerle a sus cazadoras que lanzo su oferta. La vida de Artemisa a cambio de la vida y pureza de sus cazadoras. Artemisa seguía luchando, pero no podía seguir perdiendo tiempo porque se veía que los gigantes ya no podían contener su lujuria por sobre sus cazadoras, ver a Thalia, Phoebe y el resto a merced de asquerosos seres le revolvía el estómago. Pero finalmente se dio cuenta que nada de esto iba a cambiar el hecho de que tendría que cargar con el peso de lo que podía pasarles por el resto de su inmortalidad si es que no declinaba.
No quería rendirse, no quería ser vencida, pero al ver las lágrimas en sus cazadoras supo que no podía ignorarlas solo para mantener su dignidad. Sabía que talvez sus chicas le dirían que no lo hiciera, pero ella no podía hacerles caso esta vez. Perses sonreía de manera asquerosa mientras miraba de arriba abajo el cuerpo de Artemisa y le pidió que jurara de manera voluntaria entregarse a Gea y a él. Artemisa rechinaba los dientes y el titan no parecía tener mucha paciencia porque directamente fue el quien tomo a Phoebe por el brazo para abusar de ella cuando Artemisa exclamo el juramento. Perses ordenó a los gigantes que retrocedieran y dejaran a las cazadoras en paz. Extendió la mano para que Artemisa entregara sus armas, todas gritaron que no lo hiciera, ella solo las miró con resignación, sabiendo que en el momento que se negara todo terminaría para ellas. En cuanto entregó las armas Perses la agarró de la cintura y la atrajo hacia si mirando a través de su vestido rasgado haciendo que Artemisa se avergonzara y le planto un beso asqueroso que hizo a la diosa retroceder, pero era en vano porque el agarre del titan se afianzo y la obligo a permanecer con sus labios unidos a los suyos, ella quería vomitar, pero no podía permitírselo porque estaba en juego la vida de sus cazadoras.
La mano de Perses recorrió todo su cuerpo sin excepción lanzando toda clase de obscenidades que se le revolvía el estómago, sentía que estaba perdiendo toda su pureza en manos de una basura como Perses. Cuando hubo saciado su hambre inicial de ella la tomo de la mano hacia los árboles lejos de la vista de sus cazadoras, con todo el deseo de tomarla para si sin siquiera pensárselo. La mente de Artemisa se encontraba en blanco, no quería esto, no quería recordarlo, pero lo que menos quería es que sus chicas tuvieran que vivirlo también. Ya le habían levantado la túnica para robarle lo último de dignidad que le quedaba cuando sintió que un líquido se esparció en sus piernas. Cuando se giró eran Annabeth y Percy quienes habían decapitado a Perses, la cabeza rodaba y el cuerpo inerte lanzaba chorros de icor, pero era lo menos importante porque estaba desnuda, expuesta a la vista Percy Jackson, el rápidamente se quitó la chaqueta que tenía y la puso sobre ella y se giró para que Annabeth se quedara ayudándola a arreglar su vestimenta, no tenía palabras, pero no fue necesario porque Annabeth le hizo señas para que no dijera nada. Luego de unos minutos Percy se giró y le ofreció ambrosía y néctar sin decir nada, pero tenía un fuego en su mirada que le hizo temer.
Los tres avanzaron hacia donde estaban el resto de las cazadoras, cuando ambos vieron el estado en el que estaban se enfurecieron y no dudaron en avanzar para atacar, Artemisa no dudó tampoco tomando sus dagas del suelo donde las había lanzado Perses, seguiría luchando hasta agotar todas sus fuerzas. Percy y Annabeth no se guardaron nada, lucharon con tanta violencia que terminaron empapados, las cazadoras estaban avergonzadas de que un hombre las viera en ese estado, pero para el solo importaba una persona, Thalia, corrió hacia ella y la abrazo cubriéndola mientras Annabeth ayudaba al resto a arreglar sus vestimentas, Thalia lloraba desconsolada por esta humillación, pero Percy la tranquilizaba diciéndole que seguían siendo cazadoras y que debía mantenerse firme.
Luego de haber terminado la batalla todos estaban exhaustos, pero Artemisa no se había podido permitir descansar uso todo su poder para poder infundir animo en las mentes de sus cazadoras y disipar dichos recuerdos y ayudarles a recuperar su confianza. Luego de un momento de respiro Artemisa había hablado con Annabeth y Percy, les había pedido jurar no hablar de esto, ambos se lo pensaron por un momento, pero luego de mirar a Thalia sabían que no podrían hablar con nadie sobre lo que había pasado. Luego de ello Artemisa había hablado con sus cazadoras para decirle que por nada del mundo debían sentirse inferiores por lo que había pasado y que solo era un episodio que pronto quedaría en el olvido. Estaba agotada, aún mantenía la chaqueta de Percy sobre sus hombro y ya no tenía fuerzas para reparar su vestimenta porque había usado hasta el último ápice de poder para que sus cazadoras lucieran presentables y listas para cualquier nuevo enemigo.
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—Demonios —susurró mientras sentía la presencia de Hestia a su lado. Pero ni siquiera se había percatado de su presencia a lado suyo. Hasta Afrodita estaba en una postura sobria mientras el resto de dioses se encontraban pasmados con la historia que acababan de escuchar. Pero dentro de ellos sobre todo de Zeus ebullía la ira que pronto no se podría contener.
—Tranquila querida —dijo Hestia tratando de poner su mano cálida sobre su hombro, pero Artemisa lo esquivó.
—No necesito vuestra compasión —escupió con lo poco de autoconfianza que le quedaba mientras el resto miraba con ojos temerosos por las reacciones de Artemisa.
—Esto lo cambia todo padre —dijo Apolo rompiendo la tensión tratando de hallar la mejor solución posible para su hermana. No quería verle relegada a una diosa menor.
—Si, de hecho, si, ya no puede seguir siendo una diosa virgen —suspiró Zeus mientras acariciaba su prominente barba, sabía que lo que estaba diciendo era sumamente denigrante e iba a explotar el estado de ánimo en la sala.
—¡Como te atreves padre! —todos empezaron a murmurar ruidosamente mientras Zeus se levantó en la sala haciendo tronar su rayo y llamando a la calma a todos, no era sencillo para él haber escuchar la forma en que fueron tratadas sus hijas y aunque no dudaba de la integridad de ambas sí que debía tomar decisiones difíciles para preservar el honor del Olimpo muy a su pesar.
—Artemisa, calmate —le susurró mientras trataba de acercarse lo más posible, pero sabía que era inútil.
—¡No! Esto ha ido demasiado lejos, no permitiré que duden de mi honor ¡Jamás! —se puso en posición defensiva, por lo que Zeus se detuvo.
—Padre, no podemos ignorar lo que nos ha contado —Apolo trataba de apoyar a su hermana lo más que pudiera, pero también sabía cómo es que podría terminar la situación.
—No lo haremos, pero sin duda no dejaremos que esto pase sin más —respondió Zeus mientras susurraba cosas que nadie podía escuchar, estaba padeciendo con esta situación y luego también tendría que ver las cosas con Thalia y el resto de cazadoras, lo mejor para ellas.
—No puedo creer que me estén haciendo esto —Artemisa estaba resoplando.
—Ya no podrás ser llamada una diosa virgen, aunque confiamos en tu palabra de que nunca sucedió nada, pero no podemos permitir que esto quede sin consecuencias —Artemisa avanzó hacia Zeus, pero fue detenida por la mano de Hestia quien no quería que esto se descontrolara.
—Zeus, está yendo demasiado lejos —dijo Hades mientras avanzaba para evitar cualquier altercado.
—Podrás permanecer a cargo de la caza con la condición de retirar la virginidad como requisito para ti y tus cazadoras —Artemisa negó, estaban quitándole la razón por la que la caza era un grupo exclusivo habían renunciado a la compañía de los hombres.
—¡Padre! eso es innegociable para mi caza —Zeus sabía que estaba tocando la fibra sensible y central de la personalidad de Artemisa, su reputación.
—Pues ya no lo será y para asegurarnos de ello tu tendrás que unirte en matrimonio para conservar tu honor y seguir siendo parte del Olimpo —todos empezaron a murmurar ruidosamente, el matrimonio sin duda era algo que para Artemisa era repudiable, pero Zeus quería que Artemisa conservara incólume su honor y reputación, porque si no sería conocida como la diosa que se entregó a Gea y fue abusada por un titan.
—¡No! Claro que no, rotundamente ¡No! —todos apoyaban parcialmente a Artemisa, pero también podían entender la posición del rey de los dioses porque se trataba de mantener a Artemisa dentro de los dioses del Olimpo.
—Padre es demasiado, no podemos simplemente exigirle eso —le rogo Atenea.
—Si es que no estás de acuerdo con esto puedes optar por pasar tus días en algún santuario a tu elección —la mira de Artemisa decayó notablemente porque sabía que si elegía eso estaría aceptando todo lo que paso y no quería eso, por lo que solo negaba enérgicamente con la cabeza.
—Zeus esto está saliéndose de control —susurró Poseidón mientras él se mantenía calmado tratando de no actuar desencajado, a pesar de que por dentro todo se estaba derrumbando.
—Estamos pasando por alto el hecho de que voluntariamente decidiste unirte a Gea, lo cual es traición —declaró saliendo de sus pensamientos y fue suficiente para que el silencio tenso reinara en la sala, nadie quería sacar esa parte de la historia, pero no podía ser ignorada.
—Hermano, no creo que ese haya sido su propósito —dijo Hades mientras trataba de mantener a Artemisa bajo control junto con Hestia.
—Puedo entender eso, pero solo tiene dos opciones —sentencio mientras regresaba a su asiento, Hera le puso la mano en el brazo para darle consuelo, sabía que esto no era nada sencillo para él, pero tampoco podía dejarlo pasar como algo menor.
—No puedo creer que me estes haciendo esto, Padre —le dijo Artemisa con una voz dolida.
—No quiero hacerlo, pero debemos mantener el orden de las cosas —las palabras de Zeus sentenciaron la conversación.
—No pienso ceder a la presión que me hacen —replicó Artemisa con los brazos cruzados.
—Mientras que lo decides estarás en el santuario de Hestia en Roma —Hestia le dio una media sonrisa, sabía que Artemisa no era para nada feliz con esta decisión.
—Prácticamente me destierras —esas palabras dolieron en el corazón de Zeus que ya estaba pensando en cómo podría tomar venganza por lo que Perses y los gigantes.
—Solo deberás tomar tu decisión —la respuesta fue con un tono cansado.
—Hermana, debes aceptar si quieres seguir a cargo de la caza —Apolo trataba de no meterse porque sabía que sería rechazado, pero no quería verla ser increpada nuevamente, no quería más de esto para su hermanita.
—Apolo, no me ayudes, puedo con esto —suspiró con decepción de que no pudiera ver que era la mejor opción para ella, sobre todo por la idea que Apolo tenía en mente. Se acercó a su hermana con calma sin tocarle, pero le susurró algo que nadie más pudo escuchar.
—Pensaré en lo que me estas proponiendo —dijo Artemisa con un ligero tono molesto luego de lo que Apolo le había propuesto.
—Es lo único que te pedimos, querida —Hestia le dio un ligero toque en el brazo. Zeus asintió y despidió el consejo, ahora era momento de espera que Artemisa se decidiera.
Chapter 21: Camino a seguir
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3 DIAS DESPUES
El olor era fuerte, se sentía como un perfume del que no te podrás olvidar nunca más, tanto que le lastimaba la nariz, no estaba acostumbrado. Recordaba que había pasado luego de su encuentro con Percy, pero no recordaba nada luego de que apareció sumergido en el mar y un Percy que le decía que se relajara y que confiara en que no se iba a ahogar, que se concentrara en respirar sin aspirar aguar. No podía entender como rayos esperaba que hiciera eso sin un curso previo de respiración bajo el agua. El resto de recuerdos eran borrosos, muchos golpes, mucha velocidad, Katie y luego todo era oscuridad.
Cuando hubo recuperado la consciencia totalmente Percy le había dado un paseo por todos sus dominios, su palacio, su santuario y ayudarlo a poder respirar con normalidad en el agua sin necesidad de una burbuja de aire alrededor de su cabeza. Los primeros días habían sido difíciles porque necesitaba recuperar la estabilidad mental porque había ingerido mucha agua y falta de aire. Le dolían las fosas nasales, el paladar, el esófago, la garganta y cuando intento hablar simplemente no salía voz de su boca. Pero en cuanto a su cuerpo ya se sentía restaurado, ya no se sentía deprimido o aletargado. Percy le diría que era uno de los efectos del poder del mar infundía una nueva emoción y fortaleza a todos los niveles.
Ya había tenido su primera reunión con Percy para poder llevar a cabo los primeros entrenamientos. Iba a ser brutal, iba a ser desafiante, pero tal como prometió Percy iba a permitirle vaciar su mente de todo los pensamientos que le atormentaban para darle un nuevo propósito, esta vez se encargaría de ayudar a los semidioses y eso le daba felicidad porque Percy le daría carta blanca para poder recorrer el mundo y buscar semidioses en aprieto para poder salvarlos y ofrecerles un lugar seguro como el campamento y también dar soporte a campistas en misiones.
Pero en la mente de Travis también estaba una gran interrogante: Katie. Se sentía fatal de ni siquiera haber dejado una nota explicando todo o de despedida. Sabía que Katie sufriría por esto y sería una gran brecha entre ellos a futuro. Sentía la culpa que le pesaba sobre ello, pero por otra parte esperaba que Katie pudiera volver a la vida de normalidad y no quedarse estancada en un páramo depresivo de su propia existencia, de la cual necesitaba salir, pero tal vez necesitaba enfrentarse a esto solo y no arrastrarla hacia ello, no podría ir en contra de todo lo que el padre de Katie esperaba de él y de ella misma, tenía un futuro increíble por delante y necesitaba espacio para volver a empezar y ser todo aquello que tenía potencial para lograr, mientras él se encargaría de recoger los pedazos de su vida y restaurar su propia confianza para poder volver a Katie siendo el viejo Travis y entregarle el corazón sanado y preparado para acogerla para siempre.
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—Tienes un largo camino por recorrer —la voz de Percy sonaba seria mientras le trazaba puntos en el mapa del recorrido que iba a emprender Travis. Aún no estaba del todo recuperado del ahogamiento, pero su cuerpo ya respondía a los movimientos necesarios para emprender una misión.
—Entonces ¿me estás diciendo que cuantos más monstruos venzamos, mejor será la bendiciones que puedes darles a los héroes? —Percy asintió mientras ponía un libro sobre la mesa lleno de las grandes hazañas de los dioses.
—Si, es por ello que vemos grandes hazañas contra grandes monstruos, gigantes, titanes y dioses mismos que repercuten en la suerte de los dioses, solo piensa en cómo alguien como Paris pudo darle exactamente en el talón a Aquiles. Eso es la bendición de Apolo —Travis miraba las láminas ilustrativas de los logros de Artemisa, Apolo, Poseidón, Hades y demás dioses.
—Tiene sentido, Paris… era lamentable —Percy se rió por un momento mientras acomodaba las banderillas en el mapa, iban a empezar un vieje por toda Norteamérica, luego Sudamérica pasar por Europa y terminar en África y Asia para buscar monstruos míticos correspondientes a antiguas civilizaciones, quería evitar remover las cosas en el mundo de los dioses griegos.
—Que ni te oiga Apolo, es uno de sus protegidos —casi podía imaginar cómo podría reaccionar el dios de la profecía.
—Entonces debemos empezar forjar victorias para poder ayudar mejor a los semidioses —susurró reflexivamente Travis mientras Percy estaba preparando algunas cosas para partir a su aventura.
—Exacto, es por ello que iremos por el mundo derrotando a cuanto monstruo, gigante, titan, deidad y amenaza se nos ponga en frente para que cuando ya este ejerciendo mis funciones de dios del Olimpo pueda ayudar a los semidioses con todo lo que tengamos a nuestro alcance —cuando ya tuvo todo lo que necesitaba pensó en su primer destino.
El primer destino fue en las alejadas tierras del estado de Washington, empezar por lo más cercano a salir del radar de los dioses para luego entrar en tierras canadienses para las grandes bestias marinas. Cuando tocó enfrentarlas Tritón dio una mano para no crear un desastre. Leviatán, el Kraken y el Morgawr. Íbamos detrás de los monstruos más devastadores de diferentes mitologías. También se encontraron con las grandes serpientes antiguas en las regiones montañosas de Canadá: Jörmundgander (antigua serpiente mitología nórdica) fue todo un desafío y Travis salió herido por lo que fue momento para para por un par de días e incinerar en ofrenda a Percy dichos trofeos para que la fuerza de Percy aumentara aún más.
Percy no dejaba de escuchar las plegarias de Katie y le empezaba a doler la cabeza, pero no podía ceder, porque Travis necesitaba estar concentrado en ser el mejor de los mejores un campeón no sólo para él sino también para el Olimpo. Le dolía no poder hacer nada al respecto fue de las cosas que le dejó claro a Travis en su conversación en la cabaña de Deméter aquel día, necesitaba que se concentrara en viajar para dar muerte a cuanto monstruo se cruzara por el camino era un viaje sin fecha de retorno y debía hacerlo solo Travis con él, no había lugar a nada más ni a nadie más. Percy no pretendía separalos, pero cuando conversó con ambos supo una cosa: necesitaban tiempo para recuperarse, seguir en la misma rutina solo haría dos cosas, que Travis siguiera en un espiral descendente y que Katie se frustrara por no poder hacer nada al respecto y eso pondría las cosas tensas, finalmente podría ser una ruptura de algo que él consideraba destinado a triunfar. Con la idea que tenía en mente tanto Travis como Katie se mantendrían enlazados por un vínculo fuerte y en su debido momento en el reencuentro ambos serían golpeados, pero el vínculo seguiría intacto, conocía la fuerza del sentimiento de Katie y no dudaba del corazón de Travis.
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—¡Percy Jackson! —una furiosa Katie estaba en medio del Olimpo gritando furiosa, algunos dioses menores que pasaban por allí le miraban con asombro mientras ella trataba de encontrar alguien que le diera razón de Percy. No supo cuan fuerte y cuánto tiempo estuvo gritando hasta que sintió la mano de Hestia sobre ella porque automáticamente su respiración agitada se calmó.
—Katie, detente por favor —se giró para ver a la diosa del hogar dándole una mirada un tanto severa, pero en el fondo seguía habiendo esa dulzura que todos admiraban.
—No pienso irme de aquí hasta que me traigan a Percy Jackson —expresó un poco más calmada, pero con la misma determinación que la había llevado a ir a gritar el nombre de Percy al centro del Olimpo.
—No es momento ni lugar para hacer una escena —escucho la voz de Hermes que llegaba a toda velocidad a sus espaldas.
—Necesito respuestas —Katie estaba tan determinada que no pensaba rendirse por nada del mundo antes de dar con el paradero de Travis.
—Recuerda que ahora Percy es un dios y merece tu respeto como tal —la voz de Hermes fue un poco más severa de lo normal por lo que Katie bajo la guardia un momento.
—Lo siento… pero necesito hablarle —Hestia sonrió ligeramente ya que sabía que las intenciones de Katie eran las mejores, recordaría darle un buen sermón a Percy y a Travis por esto.
—Percy está en retiro de entrenamiento y aún no está en funciones oficiales como dios del Olimpo —le informó Hermes revisando su iPad.
—Pues en ese caso dime donde está para poder darle una amistosa visita —la voz de Katie se tornó peligrosa y Hermes se estremeció ligeramente.
—Pues seguramente a 6000 metros en las profundidades del mar —le respondió Hestia con una sonrisa de satisfacción al ver la cara de desanimo de Katie.
—Oh —Hermes sonrió burlescamente.
—Si, oh —respondió Hestia.
—Travis desapareció, no lo encuentro por ningún lado —Hestia y Hermes se miraron entre ellos y fue Hermes el que tomó la palabra.
—No debes preocuparte por Travis, según la información que manejamos está a salvo, pero no hay una fecha de regreso para la misión en la que se encuentra —Katie se sorprendió de lo que Hermes dijo, no pensó que la desaparición de Travis se debería a una misión.
—Señor Hermes —suplicó, pero fue en ese momento que sintió la particular sensación de la presencia de su madre.
—Katie, sé que te preocupas por él, pero está a salvo y este tiempo les servirá a ambos para poder expandir sus horizontes —Katie se giró para ver a su madre con una mirada un tanto reprochable por la situación en la que se encontraba. Saludo a Hermes y Hestia asintiendo con la cabeza.
—Madre, pero yo… —Deméter no le permitió continuar solo con la mirada.
—Hermes, Hestia, denme unos minutos con mi hija —ambos asintieron y luego se retiraron mientras Katie se sentía a merced de su madre. Iba a ser una larga charla.
Fue una charla dura, pocas veces había recibido el regaño de su madre como esta vez, ella había sido una asidua contraria contra su relación con Travis cuando Connor había muerto porque la había llevado en un espiral descendente, pero Deméter no se había atrevido a intervenir directamente porque respetaba las decisiones de su hija a pesar que no estuviera de acuerdo, pero en su corazón sentía que esta era la oportunidad para que Katie siguiera adelante como una de las líderes del campamento, no en vano tenía la inmortalidad para poder ayudar al desarrollo del campamento y guiar a las futuras generaciones de semidioses.
Paso un rato largo antes de que Katie reaccionara a la reprimenda que le había impuesto su madre, no se atrevía a contradecirla, no había forma de que eso sucediera, siempre, siempre al igual que su padre había pensado en lo mejor para ella, pero le habían dejado decidir sobre ello, a veces había visto sonrisas por sus decisiones y otras veces miradas sombrías, pero al final del día siempre estaba las palabras de su padre "aferrate a tus decisiones, solo si estas completamente segura que son las correctas" había seguido esa pauta toda la vida, también hubo momento en los que tuvo que detenerse y reflexionar para ir hacia la dirección contraria en la que pensaba era el camino correcto, pero ni un segundo dudo sobre sus sentimientos por Travis y que había tomado la decisión correcta de estar a su lado por este escabroso camino que le tocaba recorrer. Ella lo sabía: le amaba. No podía explicarlo, simplemente lo sabía, sabía que su corazón se volvía cálido de solo pensar en él, nunca había hablado de ello con Travis y tampoco él le había hablado de ello, pero simplemente era algo intangible que tocaba su corazón cada vez que estaba cerca suyo.
Se quedó parada suspirando en soledad donde su madre la había dejado luego de regañarla por la escena que había hecho en Olimpo, sabía que se había equivocado, pero lo había intentado todo, IM, ofrendas a Percy, había ido a sumergirse en la playa, nada, había gritado bajo el agua y hasta fingir que se ahogaba, pero no había ninguna respuesta, ninguna señal. Se empezó a sentir enojada a tal manera que la tierra reaccionaba con cada pisada que daba porque las plantas empezaban a reaccionar a sus emociones y fue tanto que sus hermanas de cabaña le habían pedido que parara con esto.
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Tuvo muchos días para poder pensar sobre lo que venía para ella, sentía nauseas de solo pensar en las posibilidades que le habían dado, alejada de la caza, la aventura, el riesgo y la convivencia para vivir en Roma en el santuario de Hestia, no le gustaba demasiado su contraparte romana, por lo que esa idea le desagradaba, ya no podría presentarse al Olimpo nunca más, solo recibir visitar y vivir una vida enclaustrada en el olvido de lo que un día fue.
Por otra parte, era la idea de contraer matrimonio. Eso era repudiable para ella. Atentaba contra todos sus principios desde los albores de su existencia. Todas las cosas que una vez le tocó vivir le hicieron entender que no quería un hombre en su vida, que no quería la compañía de nadie más que de sus cazadoras en una relación de confianza, compañerismo y hermandas todo vestigio de sentimientos románticos lo había matado día a día hasta que no quedo nada que se pareciera a eso por nadie que no fuera la caza. Sabía que esto también había afectado la relación con su hermano, quien tanto había cuidado de ella cuando aún vivían con su madre. Pero para ella no había vuelta atrás, no dejaría que todo se diluyera y su huella en la historia se viera manchada por lo que les había tocado vivir y menos tratar de parcharlo con un matrimonio arreglado.
Pero lo que más angustiaba su corazón era el hecho de que no quería quedar marcada como la diosa que acepto entregarse a Gea y a Perses y aunque no había sido tomada por Perses eso no importaría para manchar su honor y ser juzgada como traidora del Olimpo, no podía permitir eso. Mientras hablaba con Apolo, Atenea y Hestia su mente y corazón ardían de rabia y sus pensamientos deseaban no tener que haber dejad que su deseo de demostrar ser la mejor la hubieran llevado a tan funesto destino.
—No sé en que estabas pensando, pero no pienso aceptar a nadie, eso está fuera de discusión, Apolo —susurró mientras se movía de manera incomoda sobre el sofá que estaba acomodado en el templo de Hestia en Roma.
—Creo que te estas perdiendo un detalle hermanita —le respondió Apolo mientras las dos diosas que estaban a su lado lo miraban con ojos que le gritaban que fuera prudente con lo que pensaba decir.
—No me llames asi —el peligro en su voz no había cambiado, no había bajado la guardia en lo más mínimo.
—Artemisa, el punto es que no puedes estar segura de que alguno querrá aceptar de buena gana esto —le dijo Atenea mientras pensaba en todos los nombres que podían postularse para ello. La diosa de la sabiduría debía reconocer que algunos nombres le producían nauseas de solo pensarlo, pero tampoco es que hubiera muchos disponibles. La mayoría de los dioses ya tenían una pareja.
—Bromeas, soy Artemisa la diosa de la caza ¿Quién podría negarse? —todos la miraron con una cara de fingido desconcierto por lo que Artemisa se ofusco un poco por ello.
—Bueno tengo un par de nombres que podrían aceptar… —Hestia sabía que iba a reaccionar de la peor manera.
—Morfeo, Thanatos, Mercurio, Tritón, Silvano y Hermes —Atenea también dudaba con cada nombre y más viendo la cara de Artemisa. Apolo solo cerraba los ojos y respiraba profundamente.
—Bromeas, todos son unos enfermos y retorcidos seres —Artemisa podía enumerar la cantidad de atrocidades que estos dioses habían hecho en sus ceremonias y cultos, donde muchas jóvenes vírgenes habían sido ejecutadas no sin antes haber sido tomadas por todos los prosélitos de aquellos dioses. Le daba asco siquiera pensar en ello.
—Tampoco hay mucho de donde escoger… —suspiró con un poco de cansancio Hestia esto era inútil. No había forma de que hubiera alguien que pudiera complacer a Artemisa, pero lo que más le preocupaba es que la persona elegida quisiera esto.
—Podrías elegir un mortal y darle la inmortalidad de las cazadoras… —opinó Apolo y la mirada de Artemisa se suavizó un poco mientras pensaba vagamente.
—No hay mortal que pueda merecerme —no había forma de que Artemisa sintiera que alguien pudiera merecerla.
—Podríamos decir eso del propio mortal —las palabras de Atenea se salieron de su control solo para encontrarse con la mirada dura de su hermana.
—¡Como te atreves! —dijo mientras avanzaba hacia ella. Apolo la detuvo a medio camino con algo de fuerza mientras un nombre vino a su mente. Sus ojos se abrieron ampliamente y sentía que había descubierto la solución definitiva. Miro a Atenea, necesitaría su bendición por el pasado que había tenido con Annabeth, ella se había vuelto cercana a la idea de ver a Percy como su yerno, aunque nunca se consumó una unión matrimonial, pero cuando hubo entendido el dolor de Percy supo que Annabeth hubiera querido que sean cercanos.
—No, no ni lo pienses —le respondió la diosa de la sabiduría mientras Hestia caía de cuenta de que nombre había pasado por la mente de Apolo. No podía negar que también lo había pensado, pero no podía desearle ese mal a Percy, el necesitaría una compañera en el futuro, pero no ahora, no había forma.
—Que ¡Que! —grito Artemisa tomando de la túnica a Apolo quien cerró los ojos pidiendo perdón a Percy por haber pensado en su nombre. Sería una tarea titánica lograr convencerle, siendo hermano de Artemisa sabía que no podía condenar a Percy a una vida de sufrimiento.
Chapter 22: Nueva responsabilidad
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9 MESES DESPUES
Apolo estaba enloqueciendo, no había forma en que pudiera contactar con Percy, había pedido ayuda a cuanto dios había encontrado para poder dar con su paradero, pero era en vano, estaba perdido en el universo sin dejar un rastro siquiera de como comunicarse con él. Zeus y el resto de dioses aceptaron la respuesta de Artemisa de que estaría dispuesta a contraer matrimonio siempre y cuando sea ella quien pudiera aprobar al candidato que le pusieran en frente. Uno a uno los fue descartando porque cuando los miraba solo podía ver la lujuria correr por sus ojos por tenerla, era lo único que les dominaba y no estaba dispuesta darles esa satisfacción.
Zeus supo de la disposición de Apolo de encontrar a alguien que cuidara de Artemisa, por lo que le dio el plazo de un año para poder dar por concluido este asunto, dentro del cual ella se mantendría en el templo de Hestia, asi que en el fondo Artemisa también quería concluir de una vez por todas con este asunto y poder volver a la caza.
Kushinada diosa del arroz en la mitología japonesa había contactado con Apolo, razón por la que él se había trasladado hacia japón para seguir la pista de Percy, la diosa le había comentado que 2 jóvenes griegos habían venido a buscar la guía de su esposo Susanoo para aprender el arte de los rōnin. Este los había llevado a las profundidades de las montañas para desafiarlos antes de poder brindarles de su conocimiento solo cuando le demostraron que eran dignos de ello. Pero era tarde, Apolo llego cuando ya no quedaba rastro de ello, aunque eso no le impidió componer un par de haikus sobre su tiempo allí. Le desesperaba no poder dar con su paradero y sentía curiosidad de saber quién era la compañía que iba con él, aunque sospechaba que se trataba del hijo de Hermes, ya que este no había hecho el más mínimo ruido cuando se supo que Katie hija de Deméter había reclamado la presencia de Percy para explicar la desaparición de Travis.
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En medio de todo esto Percy y Travis seguían su viaje, habían recorrido los 5 continentes con la ayuda de las transportaciones de Percy y habían peleado con todo tipo de bestias, monstruos mitológicos y deidades de otras eras. Había sido una jornada agotadora, Travis había llegado a su límite en más de una vez, pero había servido para poder mejorar su resistencia, también les había tocado replegarse y volver en otras oportunidad porque sus habilidades no eran lo suficientemente buenas como para vencerlos, estuvieron en las profundidades de China para poder aprender técnicas de combate con los grandes maestros de artes marciales, fue un entrenamiento intensivo, lleno de dolor y grandes jornadas de correr por la gran muralla. Eso les sirvió para poder enfrentarse a los enemigos que tenían en mente en el lado asiático, donde también pudieron aprender de Susanoo las técnica del uso de las espadas y la disciplina del kendo, esto fue lo que se fijó rápidamente en Travis.
Luego en la parte de la Amazonía brasileña aprendieron nuevos tipos de movimientos para pelea cuerpo a cuerpo y se enfrentaron a las grades serpientes fluviales. En África tuvieron la oportunidad de poder enfrentarse a un León de Nemea, aprender la lucha con lanzas de grandes guerreros y poder tener entrenamiento de supervivencia en los grandes desiertos abandonados a su suerte con nada más que unas gotas de agua en la botella. A través de la parte ártica de mapa tuvieron encuentros con seres mitológicos nórdicos y escandinavos, nadando a través de aguas semi congeladas para poder mejorar su metabolismo.
Cuando finalmente llegaron al final del camino tenían el cuerpo moreteado por todo lugar, pero habían ganado la suficiente experiencia como para empezar, habían pasado muchas noches con fuertes fiebres y agotamiento, pero Percy había querido no usar ninguna clase de ayuda de los dioses para poder acostumbrar sus cuerpos al rigor de la lucha real. Travis sin duda lo había sentido mucho más ya que solo tenía la bendición parcial de Percy que le brindaba la inmortalidad parcial y el poder respirar bajo el agua, pero primero debía terminar el proceso de entrenamiento para poder merecer la bendición completa y con ella la inmortalidad completa junto con algún don especial.
En la mente de Travis no había desaparecido la figura de Katie, durante cada momento de dificultad, dolor y agotamiento ella lo había empujado a levantarse y seguir, era lo que necesitaba de Katie en ese momento y no quería que ella estuviera pasando un momento difícil por su culpa es por ello que cada golpe, dolor y dificultad sentía que lo merecía por lo que le había hecho a Katie sin poder darle explicación alguna. En su mente revivía una y otra vez todos los escenarios posibles en los que tendría que volver a enfrentarla. Le aterraba la sola idea, pero estaba dispuesto a recibir cualquier que fuera el reproche, regaño, enfado y golpe que ella quisiera darle, solo quería, solo quería ver su rostro nuevamente.
—Deja de pensar mucho en ella, cada vez falta menos —la voz de Percy lo sacó de sus pensamientos, mientras la ofrecía una taza de té de pino para mitigar el frío. Oficialmente habían terminado, pero saldrían de la zona ártica con sus propios métodos, para culminar los entrenamientos de supervivencia.
—Oh, si claro —Travis sacudió su cabeza, por un momento había bajado la guardia y había dejado que la melancolía se apoderara de él.
—Tranquilo, está bien pensar en las personas que amamos, pero no dejes que te afecte —asintió rápidamente, sabía que Percy de todos podía entenderlo en cada paso que daba.
—¿Cómo lo lograste? —Percy suspiró mientras miraba la aurora boreal que se elevaba en el cielo estrellado.
—Me aferré a sus últimas palabras y me las repetí una y mil veces —no se atrevió a preguntar cuáles eran esas últimas palabras, el mejor que nadie sabía que había cosas que no se contaban, palabras que no se repetían y sentimientos que no se exteriorizaban.
—¿Solo eso? —la risa de Percy era dolorosa.
—Bueno debo reconocer, aunque si lo dices alguna vez lo negaré, que tener cerca a Atenea me ayudo más de lo que ella puede pensar —Travis se sorprendió de esa declaración, pero al final pensó en su situación.
—Bueno no creo que Deméter sea mi fan número uno —Percy se río de la declaración de su amigo, pero podía entender el punto porque durante mucho tiempo había luchado contra Atenea sobre eso.
—Si, bueno ella es celosa de sus hijas —Travis tenía una mirada un tanto sombría sobre ese tema, sentía que gran parte de ese problema tenía que ver con él.
—No creo haber contribuido demasiado —Percy se tiró en su bolsa de dormir.
—Bueno este nuevo Travis sin duda dará una mejor impresión —sabía que el nuevo Travis sería merecedor de Katie. —Es hora de dormir, mañana empezaremos a rescatar semidioses —Travis también se acostó sobre su bolsa de dormir y rogaba que en sus sueños pudiera ver la imagen de Katie una vez más.
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—Tic, toc Apolo, tic, toc —la figura de Poseidón ingresaba al jardín de Hestia quien se encontraba en su fogata dando un asentimiento de bienvenida. Apolo se giró para poder saludarlo y se sentía un poco burlado.
—Si, lo sé, lo sé —no podía evitar sentir que el tiempo se le acababa.
—Bueno no quiero verte fallar, por lo que te diré donde esta Percy actualmente —Poseidón venía de hablar con Zeus sobre el paradero de Percy, de haber sabido que todo iba a terminar asi no hubiera dejado que Percy se tomara ese tiempo para entrenar.
—Eso sería de mucha ayuda —Poseidón chasqueó los dedos para hacer aparecer un mapa y señalarle la ubicación en tiempo real. Un punto rojo tintineante parpadeaba sobre el mapa.
—Bueno, está en Groenlandia —Apolo se llevó la mano a la cabeza, siempre se había escapado de su alcance.
—Con razón no puedo encontrarlo —nunca pensó que su travesía lo llevaría a tierras tan heladas como esa.
—Terminando su entrenamiento de supervivencia —solo pensar en ello hacía que sintiera el peor de los fríos recorrer su cuerpo. Percy se había excedido con su deseo de crear una suerte enorme para ayudar a los semidioses.
—Tío Poseidón llevo buscándolo por meses — Poseidón miró con cara cansada. —¿Por qué no me ayudaste con esto hace mucho? —negó rápidamente pensando en si esto era o no una buena idea.
—¿Crees que quiero que mi hijo termine con alguien como Artemisa? —Apolo no sabía si sentirse o no ofendido por lo que estaba.
—Tío —la voz de Apolo sonaba un poco decepcionado.
—Después de Annabeth no quiero más sufrimiento para el —Apolo podía entender esto, pero no quería pensar en nadie más que Percy para salvar el honor de su hermana, sería el único que podría entender los motivos y podría llegar a ser una pareja interesante. —Ella no lo merece —esas palabras calaron hondo en Apolo y sabía que tendría que encontrar un buen argumento para que Percy considerara la propuesta que tenía para él.
—Se que no, pero es el único que no la quiere como un trofeo, no puedo permitir que después de lo que pasó terminé en manos de algún degenerado —Poseidón lo sabía, solo Percy podría llevar la fiesta en paz, cualquier otro sería destrozado por Artemisa y ella misma sería tratada como una cualquiera para saciar su propio deseo.
—Estoy de acuerdo en eso, pero no a costa de la felicidad de mi hijo —Poseidón sentenció, con la convicción de que no dejaría que Artemisa dañara a su hijo si es que esto se saliera de control.
—Será su decisión al final —Apolo tenía la esperanza que pudiera convencerlo de considerarlo. El tiempo se acababa.
—Es por eso que te estoy diciendo donde esta —Apolo suspiró, supo que a pesar de que sabía dónde estaba tendría que recorrer el país para dar con su paradero.
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Corrían en medio de la noche con la luna acompañando sus pasos por la nieve, se podía ver muchos alientos en fila, unos persiguiendo a otros. Al frente iba una mujer con su bebé en brazos que no paraba de llorar y parecía que esto enervaba aún más a la jauría de huargos y muchos metros atrás venían Percy y Travis, quien luego de que Percy avistara en su guardia esta escenas había despertado a Travis para que fueran a ayudar a la mujer. La mujer se esforzaba por no ser alcanzada, pero todo indicaba que dentro de poco ya no le quedarían fuerzas para poder seguir corriendo a esa velocidad, por lo que el joven dios y su campeón se esforzaron aún más para poder darles rápido alcance.
Ya tenían lar armas en mano cuando la distancia se estaba acortando, Travis recibió la señal para adelantarse e ir directamente hacía la mujer con el bebé en brazos para evitar cualquier accidente indeseado y Percy se encargaría de frenar el avance de los huargos. Pero cuando Travis llego hacia donde estaba la mujer ya era muy tarde porque su espalda estaba rasgada por una de las fauces de las bestias que le perseguían. Travis lucho con furia para terminar con el monstruo para poder ver si podía ayudar a la mujer, a los pocos minutos llego Percy lleno de sangre sobre sus brazos. Cruzo miradas con Travis para entender que era demasiado tarde. Pero también se percataron de que la respiración de la mujer aún estaba allí, débil, pero seguía viva, era posible que no pudieran hacer nada al respecto.
Cuando giro a la mujer para poder verla, su mirada era de alguien que se aferraba a la vida con lo último de sus fuerzas, era por su bebé, que no había sido alcanzado por los huargos y que en cuanto sintió el frío de la noche empezó a llorar. Percy tomo al bebé en sus brazos, luego de que la madre se lo entregó. La miró con cuidado, era un niño. El sonido del llanto del bebé hizo estremecer a Travis y Percy quienes no sabían qué hacer con él.
—Tranquila, el bebé está a salvo —le dijo Percy mientras trataba de calmar al bebé que no paraba de llorar, Travis sacó una manta de su mochila para arropar al bebé y al poco tiempo se encontraba en silencio. La madre tenía lágrimas en los ojos mientras trataba de contener el dolor que de seguro estaba sintiendo. Travis intentaba de confortarla, pero había poco o nada que pudiera hacer, tenía toda la espalda desgarrada.
—Por… favor, cuida de mi bebé —Travis tomo la mano de la mujer, temblaba de seguro porque su organismo ya no podía soportar tanta sangre perdida. —No tiene a nadie —la mirada de Percy se volvió oscura y vaga. Recordó con cariño su hogar, su madre, Paul y quien pronto sería su hermana.
—¿El padre del niño? —preguntó Travis, la mujer negó débilmente mirando con angustia hacia Percy que mecía en sus brazos al bebé.
—No, no puede encontrarlo, lo matará —ambos se miraron con la interrogante de porque querrían la vida del niño.
—¿Quién es? —la idea de toparse con mestizos e intervenir en un mundo divino que no les correspondía les aterraba un poco, no era el objeto de su viaje.
—Es Váli dios de los arqueros, tiene una puntería insuperable —no lo dijeron, pero ambos supusieron que sería un símil de Artemisa de la mitología nórdica.
—¿Por qué no querría a su propio hijo? —Percy casi sentía lastima de preguntar esto porque supo de inmediato que las mismas falencias del mundo griego se replicaba en todas las mitologías.
—La vidente dijo que mi hijo tendría la habilidad con el arco que desafiaría dioses —la mujer empezaba a botar sangre por la boca y la escena ya era un poco cruda como para que el bebé siquiera mirara a la madre.
—Rayos —susurró Travis mirando a Percy con un vago entendimiento de que el niño no podría permanecer en los dominios nórdicos por más tiempo sin que lo que vengan a buscar.
—Váli explotó de rabia cuando lo escuchó y envío esa manada de huargos a matar al niño y a mi —Percy crujió los dientes de rabia porque ningún hijo de los dioses merecía ser cazado como un animal. —Por favor, cuida de él —la suplica de la mujer hizo que el corazón de Percy sintiera una conexón con el bebé de manera inmediata, pero no podía permitirse llevárselo, levantaría muchas sospechas.
—No, no puedo —replicó tratando de estrechar la mano de la mujer, pero rápidamente Travis le detuvo porque sintió que había exhalado su último aliento.
—Percy —susurró y este cayo de lo que Travis trataba de comunicarle. —Se ha ido —en ese momento Percy sintió un tirón en su pecho, el niño susurraba cosas indescifrables.
Percy consiguió un lugar seguro para depositar al bebé envuelto en mantas, para luego con la ayuda de Travis cavar una tumba para la madre y darle una sepultura honorable. Asi mismo, prendió fuego a los restos de los huargos que estaban desparramados. En su mente mil pensamientos iban pasando sobre el futuro del bebé que les había sido confiado, no tenía experiencia cuidando de seres tan delicados como un bebé y tampoco tenía el corazón para simplemente dejarlo en un orfanato. Llevarlo al mundo de los dioses griegos podría despertar un sin número de preguntas incomodas que no querría tener que responder.
—No podemos llevárnoslo —susurró mientras caminaban en silencio con el bebé en brazos y Travis tratando de no quedarse un poco desconcertado de lo que acababa de decir.
—Claro que podemos —Travis golpeó su hombro.
—¿Y que se supone que haremos con él? —susurraba para no despertarlo, no quería siquiera que el bebé pensara que era rechazado.
—Supongo que criarlo y eso —las palabras de Travis sonaban tan fáciles, pero era toda una industria paternal criar a un hijo.
—¿Estás loco? Ni siquiera podemos con nuestras vidas — si sabría él de como su madre se desvivió para criarlo sola.
—Tal vez esto sea bueno para ti —Percy le levantó una ceja de manera inquisitiva.
—Tendremos que pedirle ayuda a mi mamá —susurró con un poco de pena, no quería cargarle con esa responsabilidad, pero por lo menos tenía que hablarlo con ella antes de decidir.
—Será bueno pasar a saludar y comer algo decente —Percy le dio una mirada de fingida ofensa.
—¿Insinúas que mi cocina es mala? —Travis le golpeó el hombro mientras Percy lo regañaba con la mirada porque podría despertar al bebé.
—Solo digo que no es algo que un bebé podría comer —Percy le hizo una mueca divertida, entonces lo sintió. Una presencia conocida, no peligrosa, seguramente alguien estaría merodeando buscándolo. Le hizo una pequeña a seña a Travis para que estuviera atento.
—¿Deberíamos ponerle un nombre? —la voz de Travis se tornó profunda y llena de una nueva capa de responsabilidad.
—No dejaré que elijas el nombre de esta criatura, se merece algo bueno —Percy se río de pensar en los nombres que habían pasado por su cabeza.
—Bueno pediremos ayuda —susurró mientras se giraba rápidamente con un bola de energía en la mano y sosteniendo al bebé en la otra.
—Tengo una sugerencia sobre eso —la figura se retiró rápidamente la capucha y develo la figura de Apolo, quien sonreía con curiosidad a lo que Percy tenía en sus brazos,
—Señor Apolo —saludo Travis con una ligera reverencia, pero fue Apolo quien desestimo la reverencia, no lo veía necesario cuando se trataba de un campeón del Olimpo como Travis.
—Apolo —el dios sanador se acercó y reviso a la criatura que Percy tenía en brazos, no se veía que estuviera herida, pero Apolo podía sentir el aura de ese niño. Se congratulo haber sido él quien encontrará a Percy con este niño en brazos y no alguna otra deidad que al sentir la esencia podría dañar al niño.
—Los he buscado en todos los rincones del mundo —el bebé dormía plácidamente en los brazos de Apolo quien con un chasquido convoco unas mantas para poder arroparlo. —Tengo una propuesta para ti, Percy —Percy lo miró con ojos intrigados mientras extendía sus brazos para pedirle el niño.
—Nunca es una buena noticia hacer tratos contigo, Apolo — Travis dio una risa contenida a lo que Apolo giró su cabeza con un fingido dolor en sus ojos.
—Creo que será una buena forma de poder conservar y criar a este niño —Percy y Travis se miraron, había podido generar el vínculo necesario de campeón y dios necesario para poder trabajar en lo que traían entre manos.
Chapter 23: No, gracias
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Se escuchaban pasos dentro de la tienda, pasos nerviosos, luego se tornaron furiosos. Era Percy que no paraba de pronunciar toda clase de susurros inentendibles y de vez en cuando miraba a Apolo que lo miraba con un tanto de vergüenza por lo que acaba de ofrecerle, más aún cuando él sabía a qué se estaría metiendo Percy si aceptaba su petición. Pero él no podía pensar en nadie más para esta misión, era una misión de por vida y sin retorno. El divorcio no era precisamente algo bien visto en el Olimpo, por ello Afrodita seguía siendo esposa de Hefesto muy a pesar de sus conocidos deslices con Ares. Pero con Percy se sentía culpable.
Percy no dejaba de maldecirse en su interior por esta mala suerte que le había tocado vivir, jamás lo diría, pero desde que se había topado con Artemisa en esa escaramuza, sus acontecimientos solo habían sido desgracia. No podría decirlo por respeto a la memoria de Annabeth y por Thalia. Pero el pensamiento estaba latente dentro suyo y eso le molestaba, aunque todo este entrenamiento había más que productivo para poder despejar su mente y emociones de cualquier opresión y centrarse en lo por venir, tenía que hacerlo lo mejor posible para que todos estuvieran a salvo en las misiones, Travis se encargaría de ser su brazo para poder llevar a cabo todo lo que tenía en mente.
Las palabras de Apolo habían sido: "Puedes darle un hogar bien establecido al semidios que tienes en brazos y al ser un arquero pasaría completamente desapercibido su naturaleza y origen, todos salen ganando" se asqueó de las palabras de Apolo y también pudo ver que el mismo dios se había sentido extraño al escuchar como sonó su frase. La sola idea de sucumbir ante la propuesta de Apolo le revolvía el estómago, siempre había sido reticente al matrimonio, tampoco es que hubiera tenido un gran ejemplo en su niñez, pero ahora que su mamá estaba tan feliz con Paul sin duda quería ello, lo había planeado en su más profundos e íntimos pensamiento para Annabeth y el en un futuro no muy lejano, pero las cosas y el destino no habían ido en la misma dirección y eso era algo que le pesaba en el corazón, pero no por ello había renunciado a una familia propia. Tener a este bebé en brazos le hacía más consciente de que debía darle la mejor de las experiencias y alejarlo del peligro a como dé lugar. Travis ayudaría con ello y lo entrenaría para que fuera el mejor, sin necesidad de ser un dios, pero si el mejor para ayudar otros.
Mientras caminaba de una lado a otro su mente seguía pensando en un nombre adecuado para el bebé y salió un nombre un tanto extraño pero que le ayudaría a reconocer su herencia y a no avergonzarse de ella: Eskol, un lobo que persigue a la luna. No podía pensar en un mejor nombre para la forma en que fue rescatado y el contexto de su nacimiento.
—Por favor, Percy dime algo —Percy se detuvo en seco, titubeando se debía decir todo lo que tenía en la mente. Parte de su tiempo con Tritón y su padre en las profundidades habían sido clases de cómo actuar ante esta clase de situaciones que requerían la menor cantidad de palabras.
—No, gracias —dijo a secas, Apolo hizo una mueca de decepción, pero casi podía estar de acuerdo con él, pero aún asi no iba a rendirse de pedírselo, era por su hermana. —Y ni se te ocurra usar a niño para chantajearme —lo dijo antes que Apolo señalara la figura del bebé que estaba a gusto recostado.
—No era la idea, solo fue un pequeño incentivo —Travis le dio una mueca desagradable, pero Apolo no lo tomo en cuenta, porque sabía que era cruel hacerlo.
—Mejor para ti, te sorprenderías las cosas que hemos aprendido en este tiempo —Apolo sintió curiosidad de a lo que Percy se refería, pero fue la negación con la cabeza de Travis quien le persuadió de no preguntar.
—Lo que necesito es salvar el futuro de mi hermana —Si hay algo que Travis entendía que no era una conversación para opinar, sino solamente para escuchar, sabía cuál era la situación de Artemisa porque habían hablado de ello con Percy, una de las cosas que Percy odiaba era mantener secretos y el cómo su campeón tampoco se guardó nada para él.
—Ella no quiere eso, prefiere hundirse con su maldito orgullo —las palabras de Percy eran calmadas pero certeras y Apolo podía percibir que aún no había olvidado el fastidio de la audiencia y el encuentro que tuvo con sus hermana.
—Se que mi hermana puede serlo… —se escuchó un resoplido contenido de parte de Percy.
—Bromeas, siquiera crees que estaba agradecida que Annabeth y yo hubiésemos arriesgado nuestras vidas para salvarla, tenía su mira obstinada y pedante como si fuera nuestra obligación hacerlo, no pienso hacer nada más al respecto, ni siquiera por ti Apolo —esta vez sí que le dio más énfasis sobre las cosas que estaban rondando su cabeza.
—Percy, te lo estoy pidiendo porque lo mismo que quería hacer Perses se lo haría cualquier otro que la tomara, solo para demostrar que mi hermana está acabada —Percy se quedó mirando fijamente a Travis como si estuvieran comunicándose, pero era imposible, no podía traicionar sus principios.
—Lo que me pides sería mentir, Apolo, no me casaré con alguien como tu hermana —en el ambiente sonó peor de lo que sonaba en la mente de Percy y Travis dio un paso al frente para hacerle ver como había sonado lo que dijo.
—¿Estas insinuando que esta manchada por la infamia de ese titan? —Apolo susurró peligrosamente sus palabras, porque se sintió ofendido por la insinuación de Percy, no lo esperaba.
—Eso es lo de menos, yo sé lo que paso y lo que no —reparó Percy tratando de calmar a Apolo de una malentendido que podía terminar mal. Apolo se calmó un poco, pero Percy no se detuvo. —Después de Annabeth, no pienso aceptar menos que eso —Travis cerró los ojos con resignación. Percy no se movió ni un centímetro cuando Apolo avanzo furioso y se plantó delante de suyo.
—¡Percy! —gritó con furia, no permitiría que nadie dijera que su hermana no era suficientemente buena.
—¡Apolo! —respondió con una voz potente como una tormenta que hizo el cielo crujir. —Ella representa todo aquello que los semidioses odian de los dioses, asi que no pienso respaldar eso, ni ahora ni nunca —sentenció y le hizo una seña a Travis para que salieran, pero fueron las palabras calmadas de Apolo que lo detuvieron.
—Ella, ella puede cambiar —en el fondo Apolo sabía que no había una posibilidad real de ello, pero quería creer que podía cambiar para su propio bien.
—Sinceramente lo dudo, Apolo, hace falta ver como se comportó en las audiencias —Apolo se sintió derrotado, pero era una apuesta que iba en su contra desde el comienzo.
—Pero ella necesita ayuda, alguien que le tienda la mano —Percy sabía que las posibilidad de conseguir un buen partido para Artemisa eran casi nulas, todos los dioses decentes habían tomado esposa y solo quedaban dioses depravados, resentidos y enfermos que harían cosas deplorables con ella, pero no le correspondía a él preocuparse por ello.
—No puedo ser yo —sentencio Percy valorando los pros y contras. Todos eran contras.
—Eres el único que podría hacerlo —Percy se estaba empezando a cansar de la insistencia de Apolo y quería zanjar esto de una buena vez.
—¡No! ya hice más que suficiente por ella y deberías estar agradecido, sino el tono de esta conversación sería completamente distinto. ¿Te has puesto a pensar sobre que estaríamos hablando si Annabeth y yo no hubiéramos "hecho lo que debíamos"? —Apolo se aterró de las palabras de Apolo y toda la furia, agresividad y valor que tenía se redujo a cero en ese momento.
—Percy, debes calmarte —susurró Travis, para que la conversación no se tornara hostil.
—Ya tienes mi respuesta Apolo, a menos que tengas algo más que decir, seguiremos nuestro camino —dijo y salieron de la tienda, el viento era pesado y frío. El bebé que estaba en manos de Travis se estremeció por el viento helado. Detrás de ellos venía Apolo en una postura un poco más tranquila y con un tono más amigable.
—Percy, eres el único que puede hacerlo —suplicó, esta vez se trataba de un pedido no de una negociación.
—No pienso casarme sin amor, eso es definitivo —esas palabra dejaron a Apolo estático por un momento y luego pensó en que sería mejor dejar las cosas asi como estaban.
—Entiendo, pueden quedarse aquí, yo me iré —su semblante era de alguien que tenía un plan. Pero no era algo que podría llevar a cabo en ese momento. Era mejor retirarse.
—En ese caso, gracias —Travis y Percy daban gracias en su interior que no tuvieran que acampar de manera rustica sino quedarse dentro de la tienda de Apolo.
—¿Ya tienes un nombre? —preguntó Apolo, Percy le devolvió la mirada con una sonrisa un tanto emocionada, pero sabiendo que iba a ser criticado por el nombre.
—Eskol —dijo poniendo su mano sobre la frente del bebé.
—¿Eskol? —la cara de Travis era dolorosa porque para sus oídos era un nombre extraño, pero también entendía que debía tener un nombre que le recordara de dónde venía.
—Sabía que no debía dejar que escogieras un nombre para la criatura —dijo Travis apartando al bebé de la mano de Percy. Percy lo miró fijamente esperando que pudiera descifrar por su propia cuenta el motivo por el que había elegido ese nombre.
—Nombre interesante, de seguro hará honor a su nombre —respondió Travis, pero Apolo no se dio por enterado del significado del nombre, lo buscaría más tarde.
—Me despido entonces —luego de ello desapareció en una nube gris dejando a Percy y a Travis en un estado de tranquilidad agradable.
—Percy… —Travis trató de iniciar la charla mientras le hacía señas para que entraran nuevamente en la tienda.
—No será la última vez que lo veamos para tratar de convencerme —Travis sabía que Apolo no se iba a rendir, esta solo era la primera de muchas emboscadas para lograr su cometido.
—¿Qué pasará si se rehúsa a casarse? —Percy medito por un momento, el bebé dormía plácidamente, supuso que era parte de su don el no perturbar su sueño.
—Lo más seguro es que deje de ser parte del Olimpo y tal vez Thalia tome su lugar, ahora mismo ella se hace cargo del grupo de cazadoras —Travis no odiaba a las cazadoras, es más en sus mejores días tenía como objetivo hacerles una que otra travesura cuando estaban en el campamento, pero si estaba en desacuerdo con sus métodos.
—Seguramente eso es un dolor de cabeza —sí que lo era, todo el proceso había tardado mucho tiempo y aún no se veía una luz al final del camino, ya que era un tema sensible, por eso Percy se sentía agradecido de haber estado lejos de todo eso.
—Lo será —suspiró, mientras pensaba en casa, su mamá, Paul y el cómo iba a plantear toda esta situación.
—Vamos, Eskol, necesitas un buen descanso para poder seguir el camino que nos queda —la sola idea de continuar su viaje sin el uso de poderes le parecía cruel para el bebé, además del hecho de que estaban en territorio de deidades nórdicas y la vida de la criatura corría peligro.
—Cambio de planes, no podemos exponerlo en este territorio —Travis no podía estar más de acuerdo, eso también le evitaba seguir matando sus pies.
—¿Vamos a tu casa? —pregunto sin darle un tono aliviado, pero su rostro no podía mentir y Percy sabía que estaba rogando por volver a casa, aunque tal vez las cosas no serían como él podría esperar.
—Si —quería poder darle un hogar tranquilo al pequeño Eskol y eso solo podría darse en la comodidad y calma de su casa. Ojalá y sus mamá y Paul tuviera tiempo para ello.
—Bueno vamos entonces —miró alrededor para poder tomar las mochilas y le lanzó una a Percy. —Conocerás a la abuela Sally —Percy se quedó espantado por la sola idea y sabía que recibiría un jalón de orejas por la situación.
—Ni se te ocurra decirlo en voz alta, matarás a mi madre de un susto —Travis no pudo evitar reírse, pero tuvo que contenerse porque podría despertar al pequeño, aunque si los gritos de Apolo y Percy no lo había hecho, nada lo haría.
—Oh, oh, ohhh —luego Percy se acercó y los traslado de vuelta a casa. No sabía cuánto había extrañado esto hasta que estuvo a la puerta del departamento donde vivía antes de convertirse en dios. Esperaba que no hubieran cambiado la cerradura.
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Era una noche tranquila, no podía decir que la última temporada no lo había sido, pero aún le dolía el corazón por la persona que hacía que el sueño se perdiera a mitad de la noche, sus pensamientos y su amor estaban con él, donde quiera que estuviera, había decidido darle su espacio si era lo que necesitaba, porque lo único que quería era que estuviera a salvo, sabía que no podía tenerle cerca, no podía cuidar de él, pero en su corazón y en su mente rogaba a todos los dioses que lo mantuvieran a salvo y sobre todo que conservará esa parte gentil que tanto amaba de él.
—¿Estás bien? —la mano de Paul se posó sobre la de Sally que estaba perdida en sus pensamientos y se sacudió de su momento de meditación para sonreírle.
—Oh, si, si, lo siento ¿te desperté? —Paul negó mientras encendía la lampara que estaba a su costado. Después de estos años podía saberlo, estaba pensando en Percy. No es que él no lo hiciera, pero podía entender la sobre preocupación de ella como madre.
—Sabía que estarías despierta —ella le devolvió una sonrisa culpable mientras apoyaba su brazo en el hombro de Paul.
—Sigues pensando en él —Sally asintió, si bien sabía que estaba bien y a salvo por los mensajes que Poseidón y Atenea habían dejado para ella, pero por las cosas que Atenea había comunicado que la muerte de Annabeth había sido demasiado duro para él y que solo el tiempo podría sanar si corazón, ella no quería imponerle hablar o volver a casa.
—No puedo evitarlo, ha pasado mucho tiempo desde que lo vimos —Paul sabía que cada día Sally estaba con ansias que esa puerta se abriera con la figura de Percy sonriéndole, pero eso no había pasado en mucho tiempo.
—No debes preocuparte, él está ahora más allá de nuestra comprensión —desde que se había convertido en un dios tanto el cómo Sally sabían que no podían tenerlo a tiempo completo en casa.
—Una madre siempre será una madre —Paul podía entender eso, es por ello que internamente rogaba porque Percy volviera a casa pronto. En ese momento se escucharon pasos en el pasillo, el rechinar de las tablas de madera y el soplido del viento que se filtraba por una de las ventanas hizo que a ambos les recorriera un escalofrío mortal.
—¿Escuchaste ese ruido? —el sonido de metal tintineante y la cerradura que parecía estar siendo forzada hizo que se levantaran de la cama de un solo impulso.
—Deben ser las cañerías… —dijo titubeando Sally mientras se escondía detrás de un Paul que reunía cada ápice de valor para no avergonzarse delante de Sally.
—Paul, no, no vayas —le detuvo ella, pero no podía detenerse.
—Bromeas, le dije a Percy que te defendería — él se agacho para sacar de debajo de la cama una espada. La blandió ligeramente para toparse con la cara de sorpresa de Sally.
—¿Enserio tienes una espada en casa? —el asintió mientras avanzaba y escucha como la puerta se abrió y se sentían pasos que merodeaban.
—Me lo dio Poseidón para nuestra protección —Sally no pudo evitar sentirse agradecida, ambos sabían que nunca más volverían días buenos para ellos, pero nunca dejarían de respetarse y apreciarse porque ambos tenían en Percy un vínculo irrompible.
—Vamos entonces —ya casi estaban en la entrada del departamento cuando vieron dos figuras en la oscuridad. Paul no se atrevió, pero fue Sally quien tomó la espada de las manos de Paul y apunto con la espada a las figuras que estaban en la oscuridad.
—No, no, no ¿Qué haces? —le jalo de las mangas del pijama, pero ella no retrocedió.
—Siempre quise hacer esto —le susurró mientras las figuras no se movían. —No se muevan —Percy no podía sino contener la risa, pero entendía el porqué.
—Mamá… —susurró mientras avanzaba hacia una zona donde la luz de la luna se colaba por la ventana. Cuando Sally lo vio quería llorar, Paul tenía una sonrisa en su rostro. Y Sally no se percató que tenía la espada en su mano sino hasta que Percy le esquivó cuando quiso acercarse a abrazarlo, ella tiró la espada y se fundió en un abrazo con su madre. El olor, el calor y la sensación de hogar era la que recordaba.
—Percy —susurró mientras las lágrimas se escurrían de sus ojos. Travis sonreía mientras acunaba al bebe en brazos. Paul se acercó y puso su mano sobre el hombro de Percy.
—Paul —le saludo con cariño, era una persona especial para su madre y para él luego de todo lo que tuvieron que vivir antes de Paul. Luego de unos minutos de intimo abrazo Sally levantó la mirada para ver a Travis con un bebe en mano.
—Un bebé… —susurró soltando del abrazo a Percy y acercándose a Travis, Percy empezó a ponerse un tanto tenso, porque sabía que Travis diría algo imprudente.
—O si, sobre eso —miró a Paul de reojo y cuando lo miró él lo supo y solo se rió.
—Sally, te presento a tu nieto —dijo Travis mirando con una risa burlesca a Percy quien sabía que el destino le había alcanzado por lo que le hizo pasar a Travis cuando lo rapto del campamento.
—¡Percy Jackson! —era momento de dar buenas explicaciones.
Chapter 24: Explicaciones
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Llovía, no era el mejor de los climas, pero era lo suficientemente solitario como para poder pensar en las cosas, no quería más voces sonando en su mente o a su alrededor. Se sentía acorralada, todo esto le había hecho más consciente de que podía estar al final de su tiempo como deidad del olimpo y eso le hacía enfadar demasiado. Quería gritar, de hecho, lo hizo, fue tan potente que ahuyento a medio bosque, quería golpear a alguien, pero funestamente se dio cuenta que estaba sola, sin la caza, con Apolo lejos en su viaje, Hestia y Atenea estaban al margen desde que ella se había rehusado a cualquier clase de ayuda y simplemente estaba ella en el bosque húmedo y frío buscando una solución. No había nada que pudiera hacer.
El tiempo se agotaba.
Ella sabía que el plazo para poder concretar un matrimonio, que hiciera a un lado la mancha y los rumores sobre la situación que le tocó vivir, se acababa. Le repugnaba la calidad y cantidad de pretendientes que habían desfilado para pedir una oportunidad. Todos eran cerdos asquerosos que lo único que harían sería mancillar su cuerpo para su propio deleite y beneficio. No lo permitiría. Ella se había entregado a la idea de que no había escapatoria y que después de siglos protegiendo su virginidad finalmente tendría que desprenderse de ella para poder conservar su reputación y las cosas que le importaban intactas.
—Ni siquiera lo pienses —la voz de Artemisa saco de su estado de contemplación a Apolo quien la miraba bañarse por la lluvia mientras miraba la profundidad del bosque.
—No quería interrumpir —le respondió con una sonrisa un tanto nostálgica.
—Bueno, ya interrumpiste —esa era Artemisa, alguien que de momento no conocía la palabra amabilidad.
—Mejor vamos a cubrirnos de la lluvia —le dijo señalando la dirección donde había una vieja cabaña.
—Da igual, si vamos a hablar que sea aquí —Apolo asintió convocando un paraguas y se puso al lado de su hermana.
—Bueno, entonces debes saber que fracasé en mi misión —Artemisa suspiró con un poco de frustración, no era que no hubiera pensado que iba a fracasar, pero sinceramente necesitaba una buena noticia, no podía tener contacto con la caza y no podía usar sus poderes para nada, por lo que había llegado aquí con la ayuda de Hestia.
—Era previsible… —Apolo podía sentir la resignación, pero aquí estaba ella tratando de maquillarlo con una falsa seguridad de que todo iría bien.
—No siento que te preocupe —Apolo quería que Artemisa realmente estuviera preocupada porque lo que se venía para ella podría llegar a ser un suplicio eterno.
—Me preocupa de hecho, pero no esperaba que aceptara algo como eso —le respondió con una sonrisa burlesca encima.
—No dije que no pudiera darse —Apolo sabía por sus habilidades que había una posibilidad, pero que en ninguna manera era algo que pudiera controlar o conducir, era simple y puramente decisión de su hermana. —Veras, Percy no quiere esto… —dijo señalándola, ella respondió con una mueca de desagrado.
—¿A qué te refieres con esto? —no podía creer que se había referido a ella como una cosa.
—No quiere esta versión de Artemisa —Artemisa se enfureció un poco, pero trato de hallar la poca cordura que quedaba dentro de ella.
—Es la única que hay, no pienso cambiar por él ni por nadie —sentenció para un Apolo que se llevaba la mano a la cara con frustración. Esperaba un poco más de cooperación por lo menos para maquillar las cosas.
—Esto será más difícil de lo que pensé —suspiró mientras la lluvia no tenía intención de cesar.
—Verás, Percy es el dios de los héroes, por lo que tu representas aquello que los héroes masculinos no desean ni cruzarse —Artemisa sonrió con gracia porque lo tomó como un halago.
—Bueno, no pienso complacer a un grupo de machos necios y depravados —le respondió mientras Apolo no podía entender como eso no la había ofendido.
—Artemisa, estoy aquí para poder ayudarte —la frustración se estaba acumulando —Para ello se requiere que pongas de tu parte —Artemisa asintió, pero era en vano.
—Ya te dije, Apolo, no pienso cambiar —podía escuchar la vos de Hestia y Atenea diciéndole las mismas palabras, pero no podía traicionarse a sí misma.
—No estoy diciendo que cambies todo, solo aquellas cosas desagradables… —fue la última palabra la que le dio sentido a todo lo que decía.
—¡Cómo te atreves! —le enfurecía el hecho de que todo el mundo lo catalogara como desagradable.
—Artemisa, lo único que te queda aceptar es todo ese grupo de desagradables pretendientes, porque Percy no piensa aceptar casarse contigo, al menos no como estas —Artemisa resoplo por las palabras de Apolo, a sus ojos cualquiera debería sentirse honrado de que la diosa de la caza le tomara por marido.
—¿Estás diciendo que él piensa que no estoy a su altura? —la sola idea le enfermaba y Apolo sabía que esto heriría su orgullo en todos los aspectos, solo esperaba que no se le fuera la cabeza y dijera algo sobre Annabeth que luego lamentaría.
—El piensa que después de Annabeth no puede aceptar menos que eso —esas palabras le quemaban el corazón, porque era una mujer mortal que para Percy estaba por encima de ella misma.
—No puedo creer que estemos teniendo esta conversación donde Artemisa, la gran diosa tenga que llenar los zapatos de una mortal por muy buena que esta fuera —Apolo sabía que era su orgullo herido el que estaba aflorando y podía entenderlo, pero también a Percy.
—Si tengo que ser honesto… —susurró mientras Artemisa apretaba los puños para no golpear a su hermano.
—Pues no lo seas —sentenció con un susurro amenazante. Pero Apolo ya estaba a punto de perder la poca paciencia que le quedaba con este tema.
—¡Basta! Annabeth era una buena mujer para Percy, no me imagino que pida menos que eso y sinceramente no llegas a su estándar —las palabras de Apolo llegaron al fondo, no muchos tenían ese poder, no su padre, solo Apolo y su madre podía cruzar esas barreras que por años había levantado y sostenido.
—¡Apolo! —le gritó con todo lo que tenía que hizo huir a las pocas aves que quedaban en los árboles. Quería golpearlo y descargar sus propias frustraciones, sabía que tal vez se dejaría golpear.
—El matrimonio no es un contrato de servicio, ni un juramento como el de la caza, Artemisa, se trata de algo más, algo que tú no le puedes ofrecer —le respondió con total seriedad, mientras ella lo escuchaba con algo de rabia con cada palabra que le decía.
—¿Qué no podría ofrecer? —estaba atónita con respecto a que ella no tenía nada que ofrecer.
—Respeto, compañerismo, igualdad, amor, fidelidad —cada palabra destruía su seguridad, aunque no tuviera el valor de aceptarlo.
—¿Crees que no tengo ninguna de esas cualidades? Creo que no me conoces —Apolo negó rápidamente, mientras miraba al vacío mientras la lluvia empeoraba, pareciera que los cielos sabían que todo iba mal.
—Las tienes para ti y tu caza, no para compartirla con alguien más —ella no podía objetar eso. —Será mejor que me vaya, fue mi último intento, pero si llegas a estar interesada, está a punto de regresar al Olimpo, deberías hablarle directamente —ella negó levantando la cabeza con la cabeza erguida.
—No pienso rebajarme a mendigar matrimonio —Apolo se rindió, no iba a decir nadad más.
—Te deseo lo mejor, hermana, sea lo que te pase de ahora en adelante —y luego de eso se alejó para desaparecer en un flash. Artemisa contenía las lágrimas todo este tiempo, pero no pudo evitar soltarlas una vez que se supo sola.
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El sonido de un bebé tomando su agradablemente bajo la mirada de los recientes "abuelos" era todo lo que necesitaba un magullado Percy que no había podido librarse de los golpes de Sally, quien tomo todo lo que tenía a la mano para arrojárselo, de seguro tendría un par de hematomas en la cabeza para el día siguiente. De no ser por la intervención de Paul seguramente habría usado la espada para cortar una que otra cosa. Paul y la risa desmedida de Travis habían salvado de peores cosas a Percy quien al final suspiraba de alivio al ver que ambos estaban pegados con el bebé.
Le tomo poco más de 2 horas poder contarles las circunstancias por las que había terminado convertido en un papa prematuro. También hubo lugar para la reflexión de las cosas que llevaron a Percy y a Travis a un viaje por los confines del mundo y de cómo su nuevo puesto en el Olimpo no le permitía poder intervenir directamente pero que con la sociedad con el hijo de Hermes sin duda podría ayudar mucho a los nuevos semidioses.
—Debiste empezar por la historia —dijo susurrando Sally mientras sostenía al bebe quien se alimentaba animadamente del biberón. Paul por otro lado traía unas tazas de té para todos y una bolsa con hielo para Percy.
—¿Crees que no lo sé? ¡fue él! —respondió con fingido dolor mientras señalaba a Travis que no dejaba de mirar curiosamente los alrededores de la caza.
—Totalmente culpable —sonrió levantando ambas manos.
—Si tengo que decirlo, tiene algo de ti ¿lo adoptaste ya formalmente? —eso era algo que aún no pensaba hacer, porque quería que el niño tuviera la libertad de elegir su propio camino, pero sí que lo trataría como su propio hijo.
—No, aún no, no quiero crear todo un revuelo por ello, dejaré que crezca primero —sabía que en cuanto se supiera la procedencia del niño sería todo un dolor de cabeza dar explicaciones y esperaba que Apolo mantuviera la boca cerrada.
—Buena elección —mientras ellos conversaban ya había preparado un lugar para poder al bebé a descansar. —Pero entonces ¿Te lo llevarás en tus viajes? —Percy sonrió, Sally siempre sacaba su mejor lado maternal, eso había sido su luz todo este tiempo.
—No es que no pensara en visitarte, pero esperaba que los flamantes abuelos me dieran un mano con ello —Percy le dio un pequeño codazo para que reaccionara a la solicitud.
—¡Percy! —Sally estaba un tanto sorprendida que miro a Paul rápidamente y a su vez Paul miraba a Percy.
—Tú decides, nos ayudaría a practicar —susurró tratando de no sonar vergonzoso, después de todo no era el padre biológico de Percy y sabía que podía ser incomodo esa clase de comentarios.
—¿Enserio, tu? —Percy se encontró sorprendido pensando en que pronto podría tener un hermano. Sally se sonrojo un poco porque eran un tema alegre para ellos que había decidido tener un bebe, pero al ver la mirada de felicidad y asombro supo que Percy también lo deseaba.
—No, no, pero estamos en ello —cuando dijo eso, sí que se arrepintió porque Paul explotó en una carcajada para cubrir su vergüenza y Travis le siguió.
—Agggggg no quiero saber sobre lo que hacen —la expresión horrorizada de Percy fue lo mejor de la noche y Sally empezó a reír también.
—Vamos, ya somos todos adultos —Percy negó mientras fingía un escalofrío.
—Paul, detenla —Paul no paraba de reírse. Fue uno de esos momento que Percy extrañaba de su vida como semidios, pero también sabía que en esta nueva función podría cuidar y velar de su familia siempre.
—Bueno, lo que esperaba era poder darle los primero cuidados aquí, luego se iría a con nosotros para poder aprender sobre el campamento y eso —Sally sabía que Percy tal vez no estaba preparado para ser padre, pero también sabía que necesitaba un catalizador de todo el amor que había mantenido para Annabeth y la idea de que pudiera amar a este niño le hacía ilusión porque le daría todo el amor que tenía guardado en lugar de que se marchitara en su interior y no le dejara sanar.
—Suena como una buena idea —resolvió Sally, para todo esto el bebé ya se encontraba profundamente dormido. En la mente de Sally ya estaba remodelando la habitación de Percy para el nuevo integrante de la familia.
—Su nombre es Eskol —Sally y Paul lo miraron un poco extrañados. —Lo sé, es un nombre raro, pero no debe olvidar su herencia nórdica —no había de otra que tenían que hacerse a la idea que Percy debía tomar esas decisiones.
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Pasaba ya de la media noche, Travis estaba en la habitación de Percy durmiendo a sus anchas, no lo sabía, pero extrañaba una cama decente tanto como a Katie, en su mente esos remordimientos le estaban matando y sabía que le esperaba una paliza, lágrimas y tal vez un adiós por lo que había hecho. Y sabía que se acercaba el momento en que tendría que darle la cara y explicar las cosas.
En la sala solo estaban Percy, Sally y Paul, a pesar de ser una deidad, Percy no quería para nada que eso cambiara el orden natural de las cosas y el cómo vivían, por lo que necesitaba un consejo, sentados tomando té con galletas de esas que tanto le gustaban empezó a contarles como habían sido las cosas desde la muerte de Annabeth, fue un momento solemne, Sally amaba a Annabeth y la pensaba y soñaba como esposa de Percy en el futuro, pero el destino era cruel e impredecible, por lo que no sería parte de su futuro, pero no por ello no dejaba de tenerla en su mente constantemente.
Luego de ello el sonido del silencio resonaba en la habitación y nadie se atrevía a decir nada.
—Fuimos afortunados de tenerla en nuestras vidas —dijo Sally en medio de todo ello, sabía que su hijo aún tenía mucho camino por recorrer para superar su perdida, pero rogaba a los dioses que este bebe le ayudara a recomenzar. Percy asintió mientras sentía que algunas lágrimas se le filtraban sin que pudiera hacer nada para sostenerlas. Sally ni siquiera se atrevió a hacerlo notar y Paul menos, simplemente dejaron que las cosas siguieran su curso.
Cuando Percy se había desahogado en el silencio de su casa aspiró profundamente mientras Paul le daba un ligero golpe en el hombro. Era momento de hablar de cosas menos agradables.
—¡No! En definitiva, no —la conversación se puso un poco acalorada después que Percy le contará la propuesta de Apolo y su posible casamiento con Artemisa.
—Sally, querida —Paul trató de calmarla un poco señalando la habitación donde estaba el bebé. Sally resopló mientras Percy sonreía por la vehemencia de la respuesta de su madre.
—No, Paul, no merece esto —Paul estaba de acuerdo parcialmente. Porque había visto las cosas desde el comienzo.
—No sé si lo que pienso es lo que quieres escuchar —Percy sabía para donde iba Paul, esa idea había cruzado su mente.
—Adelante, Paul, quiero escucharlo —Sally no entendía nada de lo que estaba diciendo.
—Creo que tu misión aún no ha terminado —Sally no podía creer lo que estaba escuchando. No podía creer que Paul se lo propusiera como una misión.
—¿A qué te refieres? Ahora es un dios ya no hay misiones —Percy sonrió un poco apesadumbrado. Todo había comenzado en esa batalla donde perdió a la mujer que amaba, pero no contaba con que se había ganado un peso muy grande, la responsabilidad del destino de Artemisa.
—Tú sabes de lo que estoy hablando —Paul se dirigió a Percy, quien entendía de lo que estaba hablando, pero era más complicado que eso.
—Lo sé, pero es de matrimonio de lo que estamos hablando —Sally no podía creer el entendimiento que tenían Percy y Paul.
—Paul, no puedes pretender que se una a alguien que le hará la vida imposible —Paul sabía que esa idea iba a arruinar todo, pero aun asi era responsabilidad de Percy cuidar de Artemisa.
—Sally, querida, Percy empezó una misión que va más allá de solo impedir que ese titán mancillara el honor de Artemisa… —Sally tomó la mano de Percy que para ese momento estaba carburando en su mente lo que Paul le estaba pidiendo, podía entender el porqué, pero no podía aceptar vivir atado a una tortura viviente.
—Paul… —susurró, pero él tenía claro cuál era la motivación principal.
—Es lo que un hombre debe hacer —Percy se resistía aun a esa idea. —Lo cual no significa que debas ceder ante ella, eso no, tu madre no te crió para eso, debes hacerte respetar y equilibrar las cosas —Sally se oponía a esto.
—Percy no se casará con alguien a quien no ama, eso es todo —Sally se puso de pie dándole una mirada disconforme a Paul antes de irse a su cuarto.
—No estoy diciendo que debas hacerlo, solo que debes tratar de ayudarla hasta que este a salvo —Percy no quería involucrarse más, no quería, pero la mirada de Paul le decía que aún podía hacer más. Tal vez necesitaría hablar nuevamente con Apolo.
Chapter 25: Sin salida
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Pasaron varios días antes de que Percy sintiera que era momento de dejar su casa para volver a su palacio en las profundidades del mar, era su última noche y como era de esperarse no pudo dormir, Travis por otra parte no paraba de dormir abrazando la almohada como si se le fuera la vida, sentía un poco de pena por las condiciones precarias que habían tenido que vivir en su travesía que lo más preciado que había encontrado en su casa era su cama. El sol casi estaba por salir, pronto sería tiempo de la despedida de su mamá, Paul y su nueva responsabilidad: su hijo. Era raro, se le atragantaba la palabra en la boca. No es que nunca lo hubiera soñado o pensado, claro que sí, pero ahora que estaba dentro del juego se sentía tan carente de capacidad para dirigir la vida de esa pequeña criatura.
Había podido reflexionar sobre las cosas mientras que había compartido este tiempo con su familia, Sally estaba encantada de poder tenerlos en casa y hasta se había tomado unos días de su cronograma de escritura y sus entregas para poder pasar tiempo con Percy y su nieto. Paul por otra parte seguía dando clases y entendía que Sally necesitaba empaparse de su hijo por un tiempo, por lo que procuraba preparar todo para que se sintiera como en casa, también pasaba tiempo con Percy en las noches hablando de muchas cosas relacionadas con el mundo mitológico.
Pudo escucharlo, el sonido de esas pisadas, pudo sentir su presencia, al ser el dios de los héroes podía identificar el aura de cada uno, aún no sonaba el toque del timbre cuando Sally se despertó y saludo a Percy con un beso en la mejilla.
—No te alarmes de lo que vas a ver —Sally no entendía nada, recién está despertando su cerebro y era muy temprano para ella, el bebé aún dormía. Increíblemente era de sueño pesado y no ocasionaba alguna interrupción en la noche.
—¿De qué hablas? —el negó rápidamente, el tiempo se le acababa.
—Debo ir a buscar algo para comer —miró de reojo en su habitación, Travis seguía allí, sería su venganza.
—Bromeas, voy a prepararte algo —Percy la tomo de los hombros y le dio un beso en la frente.
—No, no hay tiempo, regreso enseguida —luego de eso chasqueo los dedos y desapareció para trasladarse al jardín de Hestia, un lugar tranquilo para esperar los resultados.
Sally se quedó un tanto desconcertada, pero a lo pocos minutos sonó el timbre de alguien que llamaba a la puerta. Cuando abrió la puerta no era otra que Katie Gardner.
—Querida, buen día —Katie tenía siempre una sonrisa para Sally, nunca le había dicho la naturaleza del porque iba regularmente a preguntar si Percy había pasado por casa. Nunca se lo diría a nadie, pero su corazón empezaba a quebrarse de no poder dar con ellos. Le parecía cruel que nadie le dijera nada al respecto.
—¿No vino Percy por aquí? —Sally siempre le devolvía una sonrisa cuando veía y muchas veces habían tomado té juntas, pero siempre había una negativa a ello. No se atrevió a preguntar porque buscaba con tanta urgencia a Percy o el por qué no contestaba a sus llamados.
—De hecho, tienes suerte, él estuvo aquí hasta hace unos minutos, pero Travis sigue durmiendo —el rostro de Katie se iluminó de tal forma que hizo sonreír a Sally.
—Travis —en su mente esta no era la forma en que lo iba a encontrar, pero servía a su propósito. —¿Puedo pasar? —Sally se quedó un tanto aterrada por la mirada despiada que tenía Katie en el rostro.
—Claro, querida, lo despertaré —no estaba segura si sería la mejor de las ideas, dentro suyo pensó que el cobrade de Percy había previsto esto para darle un mal rato a Travis.
—No, no te molestes, lo haré yo —Sally se quedó mirando como Katie se dirigía a la habitación de Percy.
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Aterrizó en el jardín de Hestia que era donde sabía que podría estar en paz por un momento, pero no era lo que le esperaba de ese lado, porque estaban Hestia, Atenea y Artemisa reunidas recolectando algunas flores. Se maldijo así mismo por haber venido en el peor de los momento. En el momento que estaba por chasquear nuevamente sus dedos fue interrumpido por la voz de Atenea.
—¡Percy! Por fin estas de vuelta, tengo algunos favores que necesito —no podía simplemente ignorar esa voz y sabía que lo hacía deliberadamente. Se detuvo, respiró hondamente, había salido del sartén para caer en las brasas.
—Atenea… —saludo con una ligera reverencia, ella le dio una mirada de disculpa que no podía aceptar, pero tampoco podía negarse, no iba a escarpar asi por asi.
—Vamos ¿Por qué no te unes a nosotras? —la voz de Hestia también le pesó en el corazón. Percy sabía que tal vez no había vuelta atrás.
—Si, claro… —Percy escuchó la típica actitud de Artemisa y no pudo pensar en que iba a ser un suplicio todo esto, pero no se iba a dejar ahuyentar, es ella quien tendría que ser la incómoda en todo esto. No iba a retroceder.
—Bueno, ya que insisten —se acomodó al costado de Hestia con una pequeña reverencia. Atenea no podía dejar de sonreír, porque esto es lo que esperaba de Percy, que se revelara ante la rudeza de Artemisa.
—¿Qué tal el viaje? —Hestia siempre tenía una sonrisa en el rostro y trataba de que la reunión no se saliera de control.
—Hemos estado en muchos lugares, fue increíblemente desgastador —Atenea podía percibir el agotamiento de Percy, personalmente había preparado el recorrido para que Travis se convirtiera en un guerrero de elite, pero también había sido desgastante para el propio Percy, se congratulaba de haberlo hecho transpirar un poco.
—Me imagino ¿lograste contactar con los dioses que te indique? —Percy asintió con una mirada un tanto graciosa, porque sabía que Atenea lo disfrutaba.
—Si, nos recibieron muy bien y nos entrenaron hasta el agotamiento —Hestia le dio una sonrisa de satisfacción porque quería que Percy tuviera éxito en su misión.
—Suena como que no estabas preparado para ello —el susurro de la voz de Artemisa, por un momento Percy sintió una ligera alteración en su humor, pero no iba a ceder, trataría de no prestarle atención.
—Artemisa —le regaño Hestia tratando de que no se iniciara una disputa.
—Déjala, deber ser duro no poder hacer nada más que existir —la voz de Percy sonó tan sarcástica que hasta la propia Atenea se sintió tentada a regañarlo, pero no se atrevía, este era el juego de Percy.
—Ni siquiera te quejes, tu empezaste —Artemisa resoplaba porque no podía contestar en el tono que quería, después de la charla con Apolo algo en ella estaba tentada a bajar la guardia para no poder la oportunidad de volver a la normalidad, pero se resistía a perder esta pelea.
—¿Dónde está Travis? —la sonrisa de Percy hizo que hasta Hestia se sintiera temerosa del estado del hijo de Hermes, quien seguro ya sabría que su hijo estaba de vuelta.
—Tal vez muerto… —sus palabras fueron siniestras, pero con un toque de maldad juguetona que Atenea pudo identificar; sin embargo, Artemisa disfrutaba de saber que un macho más pasaba de este mundo.
—No me digas que… —Hestia trago amargamente. Atenea por otra parte sabía de lo que podía tratarse. Esto sería divertido. Cuando se había enterado de la forma en que se había llevado a Travis del campamento se había sorprendido y esperaba el día del inminente reencuentro de estos amantes para que recibiera su merecido.
—Por una extraña razón Katie apareció en la puerta de la casa de mamá —Hestia comprendió la situación y no pudo evitar reírse, esto iba a ser divertido y para ello chasqueó lo dedos y una pantalla apareció con el detalle del apartamento con una Katie en la puerta siendo recibida por Sally.
—¿Por qué Katie querría matar al hijo de Hermes? Pensé que eran cercanos —todos le dieron una ligera sonrisa, iba a ser una historia divertida de contar, o al menos eso pensaban.
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No podía dar fe de lo que estaba escuchando, le escocían las manos para darle un par de bofetadas a Percy por lo que había hecho con Katie, se contenía, debía, tenía que, porque era lo que Apolo le había dicho que tenía que suceder, para poder volver a su normalidad, luego de ello no tendría que preocuparse por tener que fingir más. Al menos ese era su plan.
Respiró hondamente para no perder los estribos y reclamarle todo lo que debía por lo que había hecho con Katie, le parecía de lo más cruel y despreciable dejarla sumida en la desesperación y la intriga por el paradero de Travis, pero era momento de ser estratégica.
—Entonces, necesito ir a buscar los detalles de la misión que tengo para Travis, ahora que sabemos que sobrevivió a la caída —la voz de Atenea era una clara muestra de que planeaba dejarlos solo para que Artemisa dijera algo.
—Ni que lo digas, casi siento las maldiciones que debe estar arrojándome —Atenea le dio una ligera sonrisa mientras que Artemisa se mantenía sin decir nada.
—Seguramente, no era la mejor de las situaciones —Atenea se divertía de pensar en esto, pero no dejaría que Travis se librar de esto la próxima vez.
—Bueno, el decidió huir, yo solo soy un dios piadoso —Artemisa no tenía intención de unirse a la broma cuando a ella no le parecía para nada gracioso.
—Piadoso, si, seguro —susurró, pero obviamente para que fuera escuchado.
—Te veré más tarde, Percy, procura acicalarte un poco, está bien que hayas estado en tierras nórdicas, pero hay que conservar el estilo —Percy se miró un poco y se dio cuenta de que estaba desaliñado, seguramente a Sally no le importó demasiado, pero en el Olimpo se veía un tanto fuera de lugar.
—Oh, oh, claro, claro —Atenea le sonrió y luego brilló lejos de allí, tenía que preparar los detalles de la primera misión de Travis, después de todo fue su idea todo esto.
—Hestia… —quiso encontrar un aliado, pero se dio con la sorpresa que Hestia había desaparecido para refugiarse en su fogata. —Maldición, caí… —no tenía de otra que irse y cuanto antes mejor. —Bueno, será mejor que me ponga en marcha —trato de sonar casual y ya estaba por chasquear sus dedos cuando la voz de Artemisa le detuvo.
—Espera —la voz de Artemisa no sonaba amigable sino formal y Percy no estaba disponible para esa clase de conversaciones.
—No tenemos nada de qué hablar —siguió caminando porque contaba con que dijera algo más, necesitaba buenas razones para irse sin más.
—No seas grosero, estoy tratando de hablar contigo —Percy se dio la vuelta y le dirigió una mirada asesina.
—Corrígeme si me equivoco, cuando tú haces eso, no es grosero, pero cuando alguien no quiere hablar contigo automáticamente te vuelves educada —Artemisa se quedó boquiabierta ya que nunca le habían hablado de esa manera. —Como lo pensé, me voy —sabía que no podía replicar nada a ello, si algo que no le terminaba de convencer era la audacia con la que Percy ahora le contestaba, cuando era semidios siempre había sido más tranquilo a la hora de responder, aunque no menos ingenioso. No podía simplemente dejarlo ir, por lo que lo tomo del brazo, no con fuerza.
—No, espera… por favor —Percy suspiró porque no quería seguir en esta conversación infructuosa.
—¿Qué es lo que quieres Artemisa? —se giró para verla, pudo verlo había un toque de desesperación, pero también podía ver que no estaba siendo sincera. Sería un juego interesante, tal vez hubiera sido más difícil si es que hubiera visto completa sinceridad desde el comienzo.
—Por… favor… ayudame —ese acto de timidez era increíble, no podía negarlo, pero no iba a funcionar.
—Lo siento, esta vez no puedo ayudarte —Artemis tenía esa mirada que en ocasiones la había servido para poder conseguir lo que quería, pero sentía que no estaba funcionando.
—Por favor, no quiero perderlo todo —Percy le dio una sonrisa nostálgica, a la que Artemisa no pudo resistir.
—Todos perdemos en esta vida, Artemisa —le dolió el pecho saber que estaba llevándolo a ese lugar en el que era vulnerable y podía cerrarse en un rotundo no.
—La caza lo es todo para mi —uno se divertía disfrutando de que le rogara y la otra hacía su mayor esfuerzo para conservar su dignidad.
—Una de las miles de razones por lo que digo y diré no —en la mente de Percy ya tenía algunos argumentos contundente para poder decirle no y terminar con esta farsa.
—¿Qué es lo que tanto te molesta de mí? Nunca te he desfavorecido, ni siendo semidios —no podía pensar en que le molestara algo de Artemisa directamente relacionado con él, pero hablar de matrimonio era tener que soportarla por los siglos de los siglos, era atarse una roca gigante al pie.
—No puedo entregar mi corazón a alguien que no lo va a valorar —eso sinceramente le dolió a la diosa de la caza, que pensara que no le merecía era doloroso y desencadenaba rabia, por lo que trato de contenerse lo más posible.
—¿Porque piensas eso? —sentía que merecía una buena explicación. Percy por su parte estaba disfrutando de esto.
—Vamos a jugar a ser videntes y que me perdone Apolo ¿Te parece? —en ese momento una luz cegadora se formó y Percy sabía que las cosas podían solo mejorar.
—¿Llamaste? —Apolo estaba en sus mejores atuendos y miró a un Percy desaliñado con un toque de desagrado. Para Artemisa era la desventaja total.
—¡Largate! —le gritó a punto de darle un buen golpe. Percy se rió un poco.
—Tranquila, estas desbaratando tu acto muy pronto —en ese momento Artemisa se sintió avergonzada, tanto que se sonrojo ligeramente. —Puedo ver el futuro como te estoy viendo ahora mismo, luego de una boda apática, sin emoción y con más dudas que convicciones… me harás dormir fuera de tu tienda o de mi palacio, donde quiera que decidamos vivir —Apolo sentía que las pocas posibilidades de su hermanita con Percy se estaban esfumando y podía ver lo que Percy había planeado, tenía toda la razón, casi podía sentir lastima de él si es que ese matrimonio se llegara a consumar, sería el hazmerreír de todo Olimpo con el trato que recibiría.
—No pienso vivir lejos de la caza, eso está más que claro —Percy miro a Apolo el cual asintió sabiendo que ella iba en desventaja con su argumento número uno.
—Los días transcurrirán en que yo voy a ser una molestia en tu campamento de niñas amargadas, teniendo que soportar a Phoebe y su camada de niñas irrespetuosas —Apolo no le prestaba demasiada atención a la falta de respeto de las niñas de Artemisa, pero para cualquier dios que se respetase sería simplemente inaceptable y tendría duras consecuencias.
—Eso no tiene por qué ser asi ¿Cierto hermanita? —trato de rogar a todos los dioses para que su hermana diera algo de parte y que no ganara este argumento.
—Mejor no le preguntes —respondió Percy al ver la mirada vaga de Artemisa que se perdía en su propia miseria al ver que todo lo que Percy tenía preparado eran puntos irrefutables de su vida cotidiana. —Si hablamos de tener familia, entonces seguramente tus cazadoras buscarían castrarme antes de que eso sucediera y mucho menos podría tener hijos semidioses, solo serías feliz condenándome a una vida de inutilidad y sin propósito —la sola idea de formar una familia, era para ella extraña, la caza era su familia, que pasaría si su primer bebé fuera hombre ¿cómo podría exigir respeto por él, si ella misma no respetaba a nadie de ese género? Y ni que hablar del solo hecho de entregarse a un hombre y darle su cuerpo para procrear una criatura. Aunque siempre estaba no tradicional. No podría tampoco soportar la idea de que Percy tuviera hijos con mortales, no quería ni una cosa ni la otra.
—No… —susurró, pero carecía de convicción.
—Creo que no perdí ningún punto. Entonces, no, no gracias —hizo una pequeña reverencia burlona a la que Apolo no pudo evitar sonreír, porque estaba hecho, había perdido. Su hermanita tendría que aceptar a cualquier otro para no ser borrada de la historia del Olimpo.
—Sino me ayuda, me entregaran a cualquier idiota —Artemisa no se rendía, se adelantó para cerrarle el paso y no dejar que se fuera.
—Entonces ya tienes una nueva víctima —eso salió más punzante de lo que esperaba y Artemisa lo sintió asi también, pero no podía simplemente dejarse lastimar.
—Padre dijo que si el esposo presenta una queja sobre mi comportamiento entonces no tendría otra oportunidad y me quitaría la caza —Percy asintió con una sonrisa traviesa, era momento de la estocada final.
—¿Enserio dijo eso? No había escuchado eso, bueno dicho eso, no tengo nada que ganar de todo esto, solo será un carga, asi que… me voy —Apolo estaba pensando en silencio, por lo que tuvo una idea un tanto absurda, pero que podía funcionar.
—Espera ¿qué tal si logras un trato que te pueda beneficiar? —Artemisa lo miró con desagrado, se sentía una mercancía en una feria popular, hablando de trueques y arreglos.
—Te escucho —tal vez sería más fácil darle una estocada con la ayuda de Apolo.
—Ella podría bendecir a Travis, escuche que no destacó mucho con el arco, podría ser una buena solución para que sea más que bueno —Apolo sabía que Travis no había mejorado con la arquería porque el mismo le había ayudado con los conceptos básicos antes de partir en su aventura, pero no podía creer que su gran idea era para beneficio de Travis.
—¿Solo una bendición y encima para Travis? —Percy resoplo con decepción por la idea de Apolo, por otro lado, Artemisa seguía un tanto indignada, esperando que no se les ocurriera algo desagradable que le quitara las pocas ganas de seguir con esto adelante.
—¿Qué tienes en mente? —Percy pensó por un momento, sabía que Apolo no había dicho nada aún sobre Eskol, sino hubiera sido la piedra que le lanzaría Artemisa para defenderse, no lo había hecho con todo lo que le dijo. Debía protegerle para el momento en que se enterara de su existencia, si es que esto terminaba en ese puerto.
—Si ella o sus cazadoras tocan a alguna de las personas que me importa, renunciará a la inmortalidad y vivirá una vida normal —la cara de ambos era un poema, Apolo entendió de inmediato que estaba blindando con kevlar a su hijo y tenía todo el derecho de hacerlo.
—Eso es inaceptable —sentenció Artemisa mientras Apolo trataba de tomarla por el brazo, pero ella lo retiró con violencia.
—¿Qué, acaso planeabas atormentar a mis allegados? —Artemisa le dio una mirada asesina, sabía que la petición que hacía era un arma de doble filo, finalmente Percy estaba mostrando su carta ganadora, la que la dejaba en jaque.
—Percy —susurró Apolo, como regateando para un descuento. Percy le dio una sonrisa de satisfacción, finalmente había entendido lo que Paul le había dicho, tenía que igualar las cosas para que no fuera un acuerdo que lo desgracie para siempre, sino que mantenga las cosas en equilibrio.
—Esos son mis términos, ahora si me disculpan, Travis me necesita —Artemisa resoplaba y estaba a punto de explotar de no ser porque Percy salió caminando y se tomó su tiempo para oler un par de flores del jardín de Hestia. No le iba a dar la satisfacción de que la viera explotar por lo que acababa de proponer.
Chapter 26: Atrapado
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No contaba con que la cuerda no resistiría casi una caída libre, en el momento que sintió el timbre sonando, supo que era peligroso seguir en el departamento, no sintió la presencia de Percy y cuando sus oídos afilados escucharon el suave sonido de la voz de esa figura femenina que no abandonaba sus pensamientos durante todo este tiempo, supo que debía salir de allí.
Entró en pánico y no podía simplemente salir corriendo por la puerta y demostrarle que estaba completamente avergonzado. Eso sería penoso y nunca más podría darle la cara, solo le quedaba la ventana que daba a la calle, eran 4 pisos por descender, pero con el entrenamiento que había tenía sería pan comido. Sentía que la voz se acercaba, asi que simplemente se lanzó por la ventana y engancho la cuerda al primer saliente que había de la escalera de incendios, para su poca fortuna se enganchó en la parte más débil de la misma que cuando se acabó la cuerda rebotó para luego caer le lleno sobre los botes de basura.
Le dolía todo el cuerpo. La caída había sido dura, seguramente tendría un hueso roto y un regaño de Sally la próxima vez que viniera por la destrucción generada. Ahora tenía que encontrar su camino hacia donde quiera que estuviera Percy, pero primero tendría que escapar de las inmediaciones de la casa de Sally, ya que era más que seguro que si Katie no lo encontraba en el dormitorio saliera a buscarlo por los alrededores. No le gustaba esto, pero sentía pánico de dar la cara todavía.
Luego de tomar un taxi para salir del lugar empezó a sentir los dolores, la espalda lo estaba matando, fue en este momento que se lamentaba no haber aceptado la inmortalidad y los poderes de Percy todavía, quería llevar el entrenamiento con su propia voluntad y sufrir todo el dolor y las exigencias en sus fuerzas para que eso lo obligara a fortalecerse, mental y físicamente. Solo un poco de néctar le ayudaría a mitigar esto hasta que se encontrara con Percy y le diera una mano con ello.
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Pasaron varios días antes de que pudiera estar nuevamente operativo y Percy junto con Atenea no habían parado de reírse de cómo había escapado de la paliza que Katie le hubiera podido dar si le atrapaba. Percy no volvió sino hasta unos días después a casa para darle explicaciones a Sally y a Paul sobre lo que había pasado junto con Travis, se ganó la buena reprimenda que le hacía falta.
Después de ello Atenea tenía ya una misión preparado de algunos hijos de dioses que no estaban llevando precisamente una vida digna y que necesitaban ayuda para poder reencausar sus vidas. Travis ya estaba listo, solo debía ir, rescatarlos y llevarlos al campamento, pero Percy entre bambalinas le había dicho que no era justo que las personas que habían hecho sufrir a inocentes quedaran sin castigo. Travis entendía el mensaje, parte del entrenamiento que habían obtenido con los maestros de culturas orientales era un marcado sentido del deber, la responsabilidad, el honor y la justicia. Percy le pidió a Travis no comentar de ello con Atenea ya que podía ser un gran conflicto a largo plazo.
La misión era sencilla, había mucho camino por recorrer, pero luego de recibir la bendición completa de Percy y haber rendido cuentas ante el consejo del Olimpo estaba listo para poder emprender su misión de vida, se sentía a gusto luego de haber pasado un periodo de alta exigencia que le había tomada cada gramo de fortaleza mental. Por lo que uno a uno fue levando a los niños al campamento, la mayoría era niños menos de 10 años que difícilmente podían lidiar con las problemáticas de abuso y abandono que tenían encima, por lo que una vez que se ganaba su confianza les ofrecía un lugar donde podrían desarrollar todo su potencial y tener un mejor futuro, también conociendo a su padre piadoso. Todo ellos ya sabían que uno de sus padres era diferente del resto de seres, por lo que facilitó el trabajo de Travis.
En las inmediaciones del campamento solo se hablaba de Travis y de las cosas que estaba haciendo, ya que los niños hablaban maravillas de él, de cómo le había rescatado, los habían cuidado y los había traído hacia el campamento. Travis nunca llevaba a cabo la misión de vengar el sufrimiento de los niños delante de ellos, por lo que simplemente lo ponía a dormir antes de hacer su trabajo. Esto hacía hervir la sangre de Katie, quien en más de una vez había querido atraparle dejando a los niños en el campamento, pero siempre de una u otra forma se escapaba de ella. Llego a sentirse herida por eso, ya que en el campamento corría el rumor de que Travis había aceptado la misión para escapar de ella y que ahora estaba mucho mejor sin ella en su vida.
Travis se había quedado muchas veces inmóvil camuflado entre la vegetación sin mover un pelo para que ella no lo detectara y le dolía no poder darle la cara aún, es que sentía tanta vergüenza de ello que cada día que pasaba perdía el coraje para hacerlo. Por el momento solo decidió concentrarse en su misión de rescatar semidioses. Esta no era diferente de otras veces en las que luego de indicarle al pequeño semidios que el campamento estaba a unos pocos metros él se retiraba mirando con nostalgia el que por mucho tiempo había sido su hogar. Percy le había recomendado no mantenerse mucho tiempo en las inmediaciones porque los nuevos sistema de detección podían jugarle una mala pasada, pero como siempre el prefería llenarse los ojos mirando a lo lejos la cabaña de aquella niña que mantuvo y mantiene su corazón a flote.
—¿Hasta cuándo piensas esconderte de mí? —por un momento pensó que estaba escuchando esa voz en su cabeza, pero no fue sino hasta que giró rápidamente que la vio. Tenía las lágrimas a punto de desbordarse, Travis entro en pánico y quiso acercarse para poder evitar que eso sucediera, pero falla miserablemente al ver que había caído en la trampa, al ver que había sido atrapado por una gran enredadera que rápidamente se había extendido por todo su cuerpo inmovilizándolo, haciendo que los poderes que ahora ostentaba fueran inútiles, podía simplemente desaparecer en una brisa marina, pero no podía hacerle eso, no a ella, no ahora, sería como firmar el hecho de que no le importaba y no era cierto.
—Hola, Kat… —trato de darle la mejor sonrisa posible para que pudiera saber que estaba del todo bien ahora, por lo menos sabía que había mejorado mucho y aunque aún tenía noches sombrías siempre podía confiar en Percy para poder hablar sobre ello.
—Respuesta incorrecta —la sonrisa de Travis tocó su corazón de una manera que no esperaba, sintió nuevamente el brutal revoloteo de millones de mariposas, tenía esa sensación de tranquilidad que tenerle cerca le producía, pero si algo había sacado de la charla con Atenea era que no podía simplemente dejarlo pasar, debía aleccionarlo para que esto no se volviera a repetir. Lo haría a su manera.
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En las profundidades del mar, padre e hijo compartían un agradable combate de practica para darle la bienvenida de su largo viaje. Hasta Poseidón podía reconocer que Percy había llevado su nivel de lucha algo superior que lo ponía en el podio de los mejores dioses del Olimpo. Pero Poseidón también tenía su orgullo, por lo que no podía permitirse vencido.
—¡Alto lo muchachos! —era la voz de la reina Anfítrite quien llevaba un rato viendo como su marido estaba a punto de perder el combarte, debía ir en su ayuda.
—Mi señora — Percy podía entender muy bien que, en la Atlántida, dios o no el seguía siendo un príncipe. Le dio un ligero golpe de hombro a su padre quien no pudo evitar toser un poco para que no fuera demasiado obvio que había sido salvado.
—Si, bien… bueno ¿te quedas a comer? —Percy asintió, no tenía nada más que hacer en su agenda, si la tuviera. Travis volvería para el anochecer y seguro iría directamente al campamento que habían montado para descansar.
—Vamos que la cena esta por servirse —mientras caminaban por los pasillos de la Atlántida padre e hijo iban conversando, seguramente en unos años sería el con Eskol haciendo lo mismo.
—¿No has tenido noticias? —sabía a lo que se refería. Le generaba una ligera incomodidad pensar en que había dejado la opción abierta.
—Nada aún, de momento concentrado en el rescate de semidioses —Poseidón sabía que cuanto más se concentrara en su nuevo trabajo más fácil seria que empezara a superar la ausencia de Annabeth. No podía mentirse a sí mismo, Annabeth era la chica ideal para Percy, pero ya no estaba y él debía dejar de ver al resto bajo el filtro de lo que Annabeth significó para él. Eso tomaría tiempo y este arreglo podría ayudar a no inyectarle al matrimonio una obligación de romance y afecto, sino la practicidad de un acuerdo para ambas partes.
—Entrenaste bien a Travis —Percy sabía que de ahora en adelante Travis podría valerse por sí mismo y todo el entrenamiento agoto tanto su mente y cuerpo que ese vestigios de depresión y autocompasión estaban cada vez más lejanos, no habían desaparecido, tal vez nunca se irían, pero estarían controlados.
—Fue un entrenamiento brutal, seguramente se rompió más de una vez, pero sin quejas —no podía quejarse de la actitud de Travis, muchas veces le había pillado llorando y golpeándose la cara para poder controlar sus emociones, nunca había intervenido en eso, porque entendió que era parte del proceso en que Travis se enfrentaba a Travis para seguir adelante, ni hablar de las noche en que se revolcaba de dolor por los calambres por las largas jornadas de entrenamiento.
—Esa es la idea, llevar este cuerpo al límite —Poseidón se golpeaba el pecho para demostrar que estaba en plena forma, pero era Anfitrite quien rodaba los ojos con un poco de aburrimiento.
—Basta de charlas sobre entrenamiento, recibiste una propuesta de matrimonio según sé —no podía escapar de ello, eso era seguro.
—Oh, eso —Poseidón trato de animarlo un poco, pero no había de donde tomar esto.
—Era imposible no enterarse —Anfitrite sentía un poco de pena por el hijo de su marido, lo veía como un hijo también, después de algunos años y largas charlas había entendido que Percy merecía un trato igualitario para poder sentirse a gusto en la Atlántida.
—Si, bueno, no estoy interesado de momento —era comprensible para la reina saber que Percy era reacio a ello, ella fue la que le dio la idea a Poseidón de traerlo a casa después de la pérdida de su amada, había pasado un tiempo y luego de aceptar la deidad, las misiones y el entrenamiento por fin estaba viendo una luz al final del camino para él. Pero no iba a ser sencillo que aceptase el matrimonio concertado, porque había probado la dulzura y calidez de un amor como el de la hija de Atenea.
—No puedo creerlo, mi hijo se da el lujo de rechazar a Artemisa —trató de sonar un tanto gracioso, pero Percy le dio un mirada un tanto desilusionada.
—Sabes que la historia no dejará pasar este rechazo, será su gran mancha —Percy lo sabía, pero tampoco quería ser recordado como el dios que sucumbió a un matrimonio con Artemisa.
—Bueno, tampoco es que no vaya a pillar un marido, casi que es una obligación —sonó un poco más cruel de lo que esperaba.
—Algunas cosas deben ser asi —suspiró Poseidón que tampoco era adepto de que Percy se amarrara con la familia de Zeus.
—Tu padre y yo nos casamos de modo similar —Poseidón tragó un poco de saliva, no le gustaba mucho hablar de esos temas.
—No sabía eso —Percy jamás había sido muy curioso de la vida marital de su padre simplemente porque no quería incomodar y tampoco le había preguntado a Tritón, prefería la cordialidad de la que disfrutaba.
—Somos fruto de una alianza —Anfitrite no tenía reparo en hablar de ello, porque había comprendido el propósito de las relaciones de una manera diferente. Jamás tuvo un romance antes de casarse con Poseidón, siempre había sabido lo que le esperaba y se había propuesto sacar lo mejor de ello. Podía decir que lo había logrado, tal vez la presencia de Percy no era algo que al comienzo acepto del todo, pero saber que su marido no pensaba en tener semidioses en el futuro hacía que ella planificara el futuro inmortal con una perspectiva diferente.
—Si, bueno cariño… —Poseidón se sentía un tanto abrumado y Percy no podía disfrutarlo más, no quería ser el único avergonzado con toda esta situación.
—Ves, ni siquiera lo niega, desvergonzado —para ese momento las mejillas de Poseidón estaban encendidas de vergüenza. En ese momento llegó Tritón, quien al ver a su padre supo exactamente de qué se trataba.
—Vamos, enserio de nuevo con esa historia, hay niños en la sala —trato de sonar lo más juguetón posible para que Percy se sumara a la situación jocosa.
—Los niños siempre son los que sufren —le respondió a coro con una fingida aflicción.
—Ha, Ha. Pero te diré algo sobre eso, al final terminas conociendo la cara oculta de la persona y eso te lleva a tener sentimientos reales por la persona —Poseidón recupero la compostura y se expresó sin el más mínimo vestigio de doble intención.
—No entiendo —Percy estaba un tanto confundido porque siempre pensó que su padre estaba a favor de esa clase de relaciones. Anfitrite por su parte estaba más que de acuerdo con lo que acababa de decir.
—Veras, cuando hablas de enamoramiento y romance hay un gran velo de "mentira" de por medio —uso la expresión mentira en un sentido un tanto leve.
—No pensé que fuera del tipo aromántico —le replicó Percy al escuchas esas palabras.
—No lo es, de hecho, puede ser bastante cursi —Anfitrite no iba a dejar pasar esta oportunidad, era su momento de ponerlo al centro de la conversación.
—No estamos entendiendo —Tritón también estaba del todo seguro a donde iba esto.
—El ser empujados a aun matrimonio forzado hizo que ninguno de los dos ocultara su desacuerdo y desprecio mutuo —Poseidón recordaba claramente como habían sido los primeros, ni él ni ella se habían callado sus objeciones y frases de desprecio, pero al final, no sabe exactamente cuándo esas palabras ásperas cesaron, las miradas duras se detuvieron y empezaron a aparecer pequeño detalles de bondad y respeto.
—Eran otros tiempos —suspiró Poseidón con un tanto de nostalgia, eran días difíciles pero que habían traído estabilidad a su vida y reino. Ya no pensaba en Sally de una manera romántica, aunque conservaba con cariño esos momentos, ahora tenía a Percy que le recordaba cada día el valor de la vida y condensaba en su ser todos aquellos sentimientos que se había permitido expresar.
—Lo que quiero decir es que yo conocí al Poseidón real, sin esa clase de cuidados que tiene uno que está enamorado y trata de no mostrar o "maquillar" los defectos y falencias —al final pudieron entender de que se trataba, era una clase de amor diferente, no eran fuegos artificiales y mariposas, pero era un amor solido que sostenía y cubría esos defectos y debilidades.
—Entonces dices que esta clase de "arreglo" revela verdaderos sentimientos —Anfitrite no quería que lo vieran como una fórmula mágica, porque ninguna de las dos formas lo podía asegurar, pero sí que era cierto que había conocido a un Poseidón descarado y sin ninguna atadura con respecto a ella y ella misma había sido ruda y hostil también. Pero luego de un tiempo había conocido más a profundidad de la vehemencia con la que expresaba cada idea, sea positiva o negativa siempre iba con todo, podía recordarlo claramente cuando defendía la vida de Percy, la vehemencia para cuidar lo que era suyo solo se comparaba a la forma en que la había tratado los primeros días. Podía decir que era una persona determinada para bien y para mal.
—No necesariamente, pero sí que te da una vista real de cómo es cada uno, porque puedes ver cada detalle sin que el otro pueda ocultarlo —Poseidón que había probado ambos lados de la situación sabía que nada garantizaba que fuera conocer a Artemisa en toda su magnitud solo porque el matrimonio pudiera ser orquestado.
—Eso no sucede en una situación normal de romance, porque siempre estamos buscando dar la mejor cara, los mejores modales, lo mejor de todo y luego puede del matrimonio pueden venir serias desilusiones —Anfitrite quería que ambos príncipes entendieran que debían pensar en el amor de una forma más real y no tanto en la forma subjetiva del mismo.
—Una caja de pandora —todos se estremecieron cuando Percy nombro ello.
—Ni lo menciones —susurró Poseidón. En ese momento apareció Apolo lleno de galas con una lira en su mano, tratando de afinar una de las cuerda, pero fallando miserablemente.
—Apolo, bienvenido —Poseidón le dio la bienvenida y todos hicieron una reverencia ligera, era parte del protocolo. Percy estaba un poco cansado de ello. Con Travis las cosas eran sencillas, eran iguales, obviamente Percy tomaba las decisiones difíciles y llevaba el peso de la responsabilidad, pero en el trato entre ellos había la misma camaradería que los días en que ambos eran campistas.
—Traigo buenas noticias —Percy suspiró con un toque de desilusión, si Apolo venía animado era porque no era nada bueno para él.
—No, por favor, no —susurró mientras Tritón no podía evitar reírse de la desgracia de su hermano. Era lo que le tocaba, tal vez luego se reiría de él cuando le tocara, pero ahora era su momento para disfrutar.
—Artemisa acepta tus términos —Poseidón estaba un tanto pensativo, pero Anfitrite tenía fe en esto y que podía fortalecer la posición de Percy como príncipe por la familia que le respaldaría y eso sería a la vez bueno para la Atlántida.
—¿Tendremos una boda? —pregunto tontamente Tritón tratando de agudizar la agonía de Percy, este último se juró vengarse de su hermano por abandonarlo en esta desgracia.
—No celebres mucho, escucha el sonido de las cadenas atándome a una vida de condena —no hubo sonido alguno con esas palabras, hasta el mismo Apolo sintió una ligera punzada por lo que acaba de decir, pero no podía detenerse allí.
—Veo que no has perdido tu vena dramática —Apolo le dio una sonrisa un tanto nostálgica, sabía que se estaba privando asi mismo a un socio para cualquier clase de evento, hasta ahora no había tenido tiempo para eso, pero no podría ni tentarlo.
—Tienes 1 semana para disfrutar tu soltería —Poseidón golpeo el hombro de Percy para darle un poco de consuelo, todo debía ser rápido para que no hubiera arrepentimientos y porque a Artemisa se le acababa el plazo para poder arreglar su situación. Zeus había sido tajante con ello.
—¿Alguna idea? —pregunto Percy y fue la cara de Anfitrite la que le dijo que no debió preguntar.
—Conozco un lugar discreto, el dueño y yo fuimos compañeros —Tritón fue el primero en atragantarse con sus propias palabras al ver la cara de desagrado de su madre y la sorpresa en el resto.
—No hablaba de eso Tritón —le corrigió Percy dándole un buen codazo. Apolo se apoyó en el hombro.
—Cuñado ¿Por qué eso seremos no? —esas palabras le revolvían el estómago a Percy, sabía que sería familia con Apolo y eso podía hasta ser divertido, pero no le hacía ilusión.
—Veo que ya lo están disfrutando —la mente de Percy volaba a lugares impensables tratando de hallar un lugar donde huir.
—Sonríe hijo, después de lo que dijo Anfítrite seguro sacas algo bueno de todo esto —ver la mirada de la reina no lo animo del todo porque casi leía un "tú puedes con esto" que no le daba esperanzas.
—Debo ver a mamá —suspiró para luego desaparecer del lugar, necesitaba un refugio cálido y lleno de esperanza. En medio de todo esto había escuchado la oración de Travis pidiendo ser rescatado de las manos de Katie, pero si el sufría no pensaba intervenir en lo que fuera que le estuviera pasando con Katie y tenía que sufrir también.
Chapter 27: Lecciones
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Doloroso, así había sido su encuentro con Katie, hubo de todo, violencia, sangre, dolor, lágrimas, reproches y por último rechazo. Fue tanto que no estaba preparado para poder asimilarlo todo aún. Se sentía abrumado y casi no podía mover la mandíbula, luego de verla a los ojos supo que no debía huir, de poder, podía, pero iba a ser peor a la larga, por lo que simplemente se entregó a la enredadera y elevó una vaga oración a Percy para que recogiera sus cenizas porque estaba seguro que Katie sería capaz de borrarlo del mundo.
Ella se acercó lentamente mientras remangaba las mangas de la camisa que llevaba puesto, dioses Travis sentía que la amaba más que nunca, pero duró poco porque sintió tierra golpeando su cara cuando Katie pateaba el sueño con violencia, quería sonreír, pero sabía que eso solo le traería más problemas. Ella por su parte estaba rezumando rabia contenida, se le había escapado de la casa de Sally y fue donde tuvo que contarle porque Travis escaparía de ella, sonrió al saber que sería Sally quien se encargaría de Percy, después de todo ahora era un dios, solo su madre podría con él.
—Ni siquiera pienses en sonreír —fueron las palabras con lo que empezó la masacre. No tuvo tiempo de responder, pero sonrió. Eso fue todo.
Las cosas no estaban del todo claras para Travis que sintió como el primer golpe llegaba a su mandíbula como si llevara la maldad de todo el continente. Trato de reponerse para que su verdugo no se sintiera ofendida de que con un golpe se acababa todo. En medio de todo eso escuchaba la voz furiosa de Katie que le decía "¡Cómo te atreves a escapar de mí!" y eso sí que le dolía más que los golpes que estaba recibiendo, temía que en cualquier momento lo apuñalara, pero no estaba en los planes de Katie llegar a tanto.
—Lo siento —no había lo siento con el que Katie se detuviera, ella estaba metida en su papel de verdugo tan bien que no se percató que sus nudillos habían reventado y estaba sangrando junto con Travis.
Apretó más las enredaderas para mantenerlo en control y dejó de golpear su rostro para concentrarse en su estómago y pecho, claramente pudo sentir que todo el entrenamiento había dado sus frutos porque podía sentir la resistencia de sus golpes. Uno a uno los golpes se fueron volviendo más débiles y Travis empezó a respirar un poco mejor y aún no podía borrar esa sonrisa de su rostro que lo que producía era más rabia en la hija de Deméter. De solo pensar en la diosa sabía que posiblemente también tendría que hacerse cargo de su ira.
—Lo siento Kat… —Travis estaba dispuesto a llegar hasta el final, pero para este momento ella casi estaba sobre él y perdiendo las fuerzas de tanto deshago que había tirado contra él.
—Deja de llamarme así, no tienes derecho —el susurró amargo de sus palabras fue doloroso, se sentía como un final anticipado.
Katie recobró su compostura porque por un momento había dejado de golpearlo para ver cómo iba quedando y volvió a la carga. Sus golpes ya no buscaban lastimar, solo quería que sintiera toda su furia. Agradecía en su interior a Atenea que le había dado el dato de los siguientes movimientos de Travis. La voz de Travis no había cambiado, seguía teñida de ese amor noble que recordaba antes de irse. Tal vez eso hizo que no llevara a cabo todo lo que tenía en mente.
—Te extrañe tanto —Travis lloraba, solo que no se notaba porque estaba tenido de moretones y sangre. Pero había soñado con este momento, en su mente era un poco diferente, pero era con ella.
—Mientes —le respondía sin siquiera atreverse a mirarlo porque sabía que verlo lastimado le iba a doler a ella también.
—No hubo un día en que no deseara estar a tu lado —trato de acurrucarse en su cuello descaradamente, pero ella rápidamente lo arrojó lejos de ella. Decidió que había sido suficiente. Se giro para mirarlo a los ojos.
—Mentiroso —el corazón de Travis cayo profundamente porque sentía el peso de las palabras de Katie, sabía más que nadie que odiaba las mentiras, por lo que al decirle eso lo estaba sentenciando. Necesitaría varios días para reponerse físicamente, no pensaba pedir ayuda con esto, merecía cada golpe y cada dolor que le había propinado, pero del dolor del corazón necesitaría aún más, pero no podía ni siquiera quejarse de ello, solo darle tiempo y espacio.
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Los días siguientes fueron días agitados, ninguna de las partes de había puesto de acuerdo con que si debía ser un evento apoteósico y sin precedente o una ceremonia pequeña para familia directa y amigos. Al final fue una ceremonia en el Olimpo con el consejo y la familia directa del novio y la novia. No hubo fiestas previas, agasajos o algo similar, el campamento conoció la noticia y hubo consternación por la decisión de Percy, pero nadie lo cuestionó, sabían que tomaría la mejor decisión para él. Casi ni se había visto las caras en estos días, pero todo mundo podía decir que tenían una cara como si tuvieran indigestión. A Zeus no podía importarle más porque se trataba de guardar el honor de su hija. A Poseidón sin embargo si le pesaba el hecho de que fue una boda apática y sin ninguna clase de celebración, la música sonaba sin que nadie por lo menos aplaudiera. Solo fue invitada Thalia de las cazadoras porque no querían que el resto hiciera un revuelo que arruinara todo.
Sally se mordía la lengua de decir algo al respecto porque Paul la había convencido de que Percy era el único que podía tomar la decisión de salvar la reputación de Artemisa y que él podía valorar los pros y contras de esto sin que ellos dijeran algo al respecto, que lo único que les correspondía era darle todo el apoyo necesario para que Eskol creciera bien y pudiera ser la alegría de Percy después de esto llamado boda.
Percy sentía que todo lo incomodaba, lo que escuchaba, la música era horrenda para él a pesar que eran los mejores músicos seleccionado por el mismo Apolo, la comida estaba desabrida y no lo diría para no ofender a Hestia que se había encargado del banquete y ni qué decir del vino, le quemaban las entrañas, pero si decía algo al respecto Dionisio simplemente armaría un escándalo. Fue una ceremonia sin ninguna emoción, fueron los "si acepto" más fríos que había escuchado en su vida y no qué decir del "puedes besar a la novia", no era un gran experimentado, pero luego de haber besado a Rachel y Annabeth sentía que no podía simplemente tener otro adn en sus labios por lo que le dio un beso en la mejilla y nadie protestó, pero si podía oír la risa de Tritón y de Travis y nuevamente la mirada de Anfitrite que le recordaba que esto era simplemente un desastre.
Las felicitaciones fueron discretas porque el mismo se encargó de darle una mirada asesina a quien se atreviera a bromear con la desgracia que había aceptado. Atenea solo atino a abrazarlo y desearle suerte. Hestia solo le sonrió con compasión y cuando fue el turno de Zeus y Hera increíblemente obtuvo un agradecimiento sincero por lo que acababa de hacer. Hades fue un poco más funesto y le dijo algo asi como que al final terminas por acostumbrarte. Finalmente, Thalia se acercó y le agradeció librarla de todo esto de ser la encargada de la caza a lo cual Percy solo le dio una sonrisa dolorosa.
Cuando la efervescencia, se acabó, y no es que en algún momento sintió una emoción positiva, su mente empezó a pensar en las cosas que estaban por venir. Artemisa no le había dicho una sola palabra, lo cual agradecía notablemente, pero no iban a poder vivir solo de miradas adustas e ignorarse, por lo que en breve seguro tendrían su primer intercambio de palabras fuera del sí en el altar.
Pasada la primera noche, con cada uno durmiendo un sofá para evitar cualquier clase de contacto innecesario empezó formalmente la vida de casados. Al día siguiente Percy no estaba en la habitación de Artemisa, simplemente se fue, no tenía poque decir dónde o cuando volvería, solo debía hacerlo y cumplir con su papel. Artemisa se disgustó de que fuera Percy quien se retiraba sin decir nada, porque quería ser ella quien marcara la pauta de cómo iban a ser las cosas.
No hubo nada memorable, todos eran monosílabos fríos y distantes. Ambos lo sabían, que esto no estaba destinado a ser una relación de compañerismo sino un acuerdo práctico y según la óptica de Percy más beneficioso para Artemisa que para él. Pero Percy estaba decidido a que respetara su estatus asi fuera lo último que hiciera. Primero que nada, Travis obtendría la bendición de Artemisa y eso no estaba en discusión. Pasaron unos días antes de que Percy se acercara al campamento para lo que debía hacerse.
—Alto allí —eran dos de las chicas de Artemisa que cortaban el camino rumbo al campamento, pudo divisar algunas más subidas en los árboles.
—Vengo a ver a Artemisa —dijo Percy siguiente el camino hacia adelante, pero fue nuevamente interceptado. Sabía que esto iba a ser un tanto accidentado, pero no había venido a dañar a nadie.
—No puedes pasar —al frente salió alguien a quien reconocía con su arco templado. Phoebe, esto sí que podía terminar mal.
—¿Sabes con quien estás hablando? —Travis no tardo en desenfundar su espada y apuntar a Phoebe y automáticamente el resto de cazadoras apostadas en los árboles estaban apuntándoles, pero no retrocedían.
—Enserio les gusta hacer las cosas difíciles —susurró con un poco de cansancio, no le costaba nada chasquear los dedos para que esos arcos desaparecieran. Pero en el fondo quería darles una lección de una vez por todas. —¡Artemisa! —grito con un estruendo que hizo huir a las aves de los árboles.
—Señor Perseo, Travis —Thalia salía corriendo rumbo a la entrada y Artemisa desde su tienda se frotaba las sienes porque sabía lo que se venía.
—Thalia, ya sabes porque estoy aquí —Thalia asintió ante las palabras de Percy, no había sonrisa alguna en él.
—Retrocedan chicas, deberían mostrar respeto por el señor Perseo —las chicas se resistieron y era Phoebe quien las mantenía apuntando a Percy y Travis.
—Nosotras servimos a Artemisa, solo a ella —el susurró rebelde de Phoebe sí que hizo enojar a Travis, por lo que no dudo en abrirse paso entre las cazadoras para poder el filo de su espada en el cuello de Phoebe, su espada había sido elaborada por maestros ninjas con un filo que daba siquiera miedo tenerla cerca, pero Travis dejo un tajo que hizo que Phoebe cerrara los ojos.
—¿Te gustaría ver todo esto destruido? Entonces cierra la boca —Thalia se adelantó poniendo una mano sobre su hombro.
—Travis, no es necesario —Travis miró de reojo a Percy quien ni parpadeaba en señal de aprobación a lo que estaba haciendo.
—Mi señor es un dios del Olimpo y esposo de Artemisa y se le respetará como tal —Thalia no podía estar más de acuerdo, pero eran cosas que no se les había inculcado.
—Basta, déjenlo pasar —la voz cansada de Artemisa se escuchaba en el fondo, pero Travis no bajo su espada sino hasta que Percy asintió, esto molesto a toda la caza y a Artemisa más, que hubiera un semidios que se resistiera a sus órdenes era lo peor de lo peor.
—Es un gusto verte Thals —Percy le dio un ligero abrazo al que ella correspondió.
—Me da gusto verte Percy —ella sabía que en el trato directo seguía siendo su primo, pero para el resto le correspondía guardar la compostura para que sea tratado de acuerdo a su rango. Todo se reunieron en la entrada de la tienda de Artemisa donde ahora estaban Travis y Percy.
—¿Qué te trae por aquí? —pregunto con un toque de cautela, no quería un espectáculo de Percy sobre que era su esposo y esas cosas, ya de por había sido una calamidad poder explicarles las circunstancias por las que había contraído matrimonio y él porque era Percy de todos.
—Vengo por la bendición para Travis —Travis dio un paso al frente sin inclinar la cabeza o hacer reverencia alguna. Artemisa estaba fastidiada por ello, pero prefirió dejarlo pasar.
—¿Bendición, de que habla mi señora? —siempre era Phoebe al frente y el resto murmurando cosas que hacía que todo fuera un desorden total. Artemisa levanto la mano para poder obtener un poco de silencio.
—Travis aquí, mi campeón, recibirá la bendición de Artemisa —se adelantó Percy con una voz severa y sin lugar a dudas.
—¡Mi señora, no! eso no puede ser —todas estaban rogando para que Artemisa no hiciera eso, porque entonces la bendición de Artemisa ya no sería exclusiva para la casa y peor aún solo a mujeres.
—¡Silencio! Di mi palabra de que lo haría y lo haré —esto provocaba una jaqueca terrible a Artemisa, pero ella debía cumplir con las cosas que le correspondían. No tenía en su mente dale hijos a Percy, pero por lo menos cumpliría con los acuerdos de la conversación con Apolo y luego cada uno haría sus propias cosas.
—¿Por qué no buscan la bendición de Apolo? —Phoebe le hablo con desprecio a Travis que no se movía de su sitio, pero que le daba una sonrisa pícara a la cazadora.
—Artemisa es mi mujer y le dará su bendición a mi campeón —la frase "su mujer" le sonaba mal hasta el mismo Percy, pero esto además de ser una misión para obtener la bendición para Travis era para marcar el territorio de su posición dentro de la caza.
—¡Cómo te atreves a referirte de nuestra señor asi! —cómo era de esperarse, Percy ni se movió, sino que fue Travis quien blandió la espada para que nadie se acercara a Percy.
—¿Debes enseñarle respeto a tu cazadora o lo haré yo? —la pregunta de Percy le peso en el corazón a Artemisa, porque finalmente comprendió porque se mantuvo sereno y calmado todo el tiempo, siempre fue su propósito marcar su autoridad en la caza.
—Son mis cazadoras, el castigo lo aplico yo —le susurró con dureza y tratando de no perder la compostura.
—Queremos ver eso —le respondió Percy cruzándose de brazos.
—Percy eso no es necesario —Thalia también sabía que esto podía terminar muy muy mal.
—He soportado suficiente falta de respeto —Percy le dio una mirada de "no te metas en esto" a Thalia que la hizo retroceder y a Artemisa le confirmo de lo que esto se trataba. No quería tener que castigar a su cazadora, pero si tenía que ser justa ella pediría y había pedido en el pasado esa clase de castigos para aquellos que se atrevieron a faltarle el respeto.
—No la castigaré solo porque tú lo pides, es mi caza —Percy le levantó la ceja un poco sorprendido de que Artemisa no estaba comprendiendo el escenario.
—Puedes elegir entre tu castigo o mi maldición —en ese momento todos guardaron silencio, la maldición de un dios no era broma alguna, ellas misma habían visto lo que sucedía cuando Artemisa maldecía a alguien.
—¡Percy! —gritó Artemisa tratando de recuperar el poder de la situación, pero era en vano.
—¡Artemisa! —la voz de Percy se escuchaba como una tormenta que hizo a las nubes teñirse de negro a punto de soltar el diluvio. —Recuerda que soy dios de los héroes, las armas y otros más, sería una lástima que le fallaran en batalla sus habilidades o su arma y tuviera que abrazar la muerte solo porque no pudiste disciplinarla por faltarle el respeto a un dios y tu esposo —Artemisa, rechinaba los dientes y se supo vencida, por lo que se acercó a Phoebe y cerrando los ojos le dio una bofetada que resonó en todo el campamento.
—¡No vuelvas a faltar el respeto a un dios! Y eso va para todas, Perseo es mi esposo, Travis su campeón y merecen el mismo respeto que me dan a mi —sus palabras eran dolorosas y salían rasgando cada fibra de su orgullo, pero era lo que se necesitaba. Percy se dio por satisfecho porque de esto se trataba la visita al campamento.
—Arruinaron el estado de ánimo para que bendiga a mi campeón, volveremos otro día —no quería que fuera un acto después de lo que había pasado. Artemisa no quería dilatarlo más.
—No, haré eso de una vez por todas —Travis se detuvo y se giró para ver como Artemisa se acercaba y empezaba a recitar en griego antiguo y una luz plata lo envolvía, pero luego del entrenamiento que le había tocado llevar no le provoco la menor de las reacciones. Percy asintió cuando el rito hubo terminado y todas lo miraban esperando algún cambio en su apariencia, pero esto no sucedió.
—Probemos si funciona —dijo Percy chasqueando los dedos y hacer aparecer un jarra de barro para tirarla a unos metros. Travis no dudo y desenfundo su arcos y con un tiró certero lo atravesó. Travis oculto lo mejor posible su sonrisa.
—Bueno, algo es algo —Percy no pudo evitar lanzar ese comentario.
—Percy, no continúes —Thalia le rogó, más por ellas que por él, ya que no tenía nada que perder.
—Nos veremos en la noche —se despidió mientras hacían su camino de vuelta a por donde habían venido.
—Pasaré la noche con mi caza, mañana partimos a revisar una zona —Percy asintió y decidió tentar su suerte.
—¿Necesitas la ayuda de Travis? —Artemisa negó rápidamente tratando de no ser débil y darle lo que quería.
—¿No está lo suficientemente ocupado con sus propios deberes? —Travis asintió con una sonrisa de satisfacción porque no quería pasar tiempo aquí con estas niñas.
—Sera en otra ocasión entonces —luego de ello salieron del campamento y lo único que se escuchaba era el sonido del viento hasta que Artemisa parpadeo y ya no sentía la presencia de Percy.
—Mi señora… —fue Thalia quien se acercó, pero ella negó rápidamente.
—No digan nada, era la única manera —luego de eso se metió en su tienda sin dar lugar a que nadie le siguiente y entonces lo supo, Percy no iba a dejar que ella llevara el ritmo de las cosas e iba a usar cada detalle para hacerle sentir que estaba allí. Sería un precio muy alto.
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Los días transcurrieron con una constante: no había comunicación con Artemisa. Era cosa de que vivían en el mismo palacio en el Olimpo tal como habían acordado y solo se cruzaban el uno al otro como si no se vieran o no fueran conscientes de la presencia del otro. Percy ni siquiera se acercaba a la cama y tomaba el sofá como su cama, no le incomodaba en lo más mínimo y por lo menos asi se aseguraba una noche de sueño reparador. Artemisa por su parte estaba furiosa, sentía que no tenía control del flujo de las cosas y porque a Percy no parecía afectarle su indiferencia. Ella quería sentir que estaba en el control de las cosas, pero no podía, simplemente parecía que Percy terminaba teniendo un mejor juego que el suyo.
Por su parte Percy solo tenía mente ahora para su hijo. Eskol estaba creciendo fuerte y sano, Sally y Paul se encargarían de su bienestar hasta que tuviera la edad para poder ser entrenado por Percy y Travis para ser lo que él quisiera ser. No pensaban alejarlo de sus raíces y helenizarlo, sino mostrarle el basto mundo griego y nórdico para que el eligiera que es lo que quería. Había pasado más de una semana desde que había ido a verlo, la última vez aún era soltero y Sally con Paul no le habían dicho "no lo hagas" asi que no había vuelta atrás con ello. Sentía que había tomado una decisión arriesgada, pero si tenía que ser honesto el ganaba muchas cosas a su favor y esperaba que con el tiempo las asperezas se fueran limando para por lo menos dirigirse la palabra.
Cuando llegó al apartamento de Sally y Paul y pudo tener en brazos a Eskol después de un tiempo, supo de inmediato que una conexión se había formado en su corazón hacia la criatura, el ambiente era otro, las circunstancias eran otras por lo que ahora sabía que realmente se había convertido en su hijo. Lo acuno todo el tiempo que pudo hasta que se le durmió el brazo y que Sally le dijo que ya debía dejarlo dormir. Paul por otra parte se sentía orgulloso de que Percy sacara ese lado paternal con Eskol. Fueron días increíbles de poder disfrutar esta etapa en la vida de su hijo que le permitía pensar en un futuro prometedor. Travis se encargaba de cuidar los alrededores para que nadie diera con el paradero de Eskol.
—Serás un buen padre —las palabras de su madre eran medicina para su corazón.
—Espero ser tan bueno como tú —mientras miraban a Eskol dormir Sally sabía que la vida de su hijo solo podía mejorar con la llegada de su nieto. Solo rezaba a los dioses que su esposa no arruinara lo que compartían.
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Era una mujer cruel y despiadada.
Él no sabía que podía llegar a pensar en todo esto.
Sabía que lo merecía, claro que sí.
Estaba dispuesto a soportarlo, debía, tenía que, pero le dolía.
Las misiones de rescate eran esporádicas, pero ahora ya entraba con los niños al campamento para entregarlos a Quirón, quien al comienzo sentía que Travis había escapado del campamento para no perjudicar el futuro de Katie, pero que a la luz de los nuevos acontecimientos ahora sentía lastima de que tuviera que presenciar lo que Katie hacía.
Los celos le consumían por lo que para no regalar nada anticipo el uso de su nuevo traje que traía un pasamontañas que cubría sus expresiones. Katie por su parte resoplaba con el hecho de que Travis decidiera no regalar ninguna expresión fácil. Pero cada movimiento era doloroso para ambos, un fulano hijo de Ares se encargaba de ser el verdugo sentimental de Travis, porque cada vez que llegaba al campamento estaba con Katie en el huerto, jugando mientras regaban los nuevos cultivos o estaban cosechando fresas y sonriendo como si el no existiera, cada vez que había querido acercarse ella le había pedido que ayudara a Mike hijo de Ares a llevar las cajas de lo que sea que había cosechado al almacén.
Travis no lo sabía, pero fue el mismo Mike quien le había dado todas las ideas para atraparlo, golpearlo y torturarlo sentimentalmente, por lo que en presencia de Travis él actuaba de lo más normal y como si fuera una persona más en la vida de Katie. Pero para Travis era una clara señal de que Katie quería hacerlo sufrir, por lo que había decido soportar eso tanto como fuera necesario, a pesar de la burla o comentarios de los campistas que sabían que habían tenido una historia. Pero fue un poco más difícil cuando vio a Mike darle un beso en la frente a Katie mientras esta tenía los guantes de trabajo puestos y esta se había sonrojado para luego reír graciosamente.
Era una mujer que no temió llevar esto hasta el límite para que el hijo de Hermes aprendiera su lección.
Chapter 28: Rescate
Chapter Text
9 AÑOS DESPUES
—¡Termina de una buena vez con ese reporte de lectura! —la voz de Paul resonaba en el apartamento y Travis que estaba afuera aún no podía evitar reírse.
—Abueloooooooooo ya no quiero leer más —Paul casi sentía lastima por su nieto y Sally estaba en su cuarto encerrada por Paul para que no hiciera los deberes por él. En más de una oportunidad la había pillado evitándole el esfuerzo de aprender.
Eskol había crecido como un niño hiperactivo, hambriento de aventura y peligro, tanto que ya tenía su propia cuerda instalada en el cuarto para salir disparado del apartamento cuando tenía que salir. Fue de las primera cosas que le enseño cuando cumplió los 8 años. Percy era reacio a iniciar su entrenamiento tan temprano, pero Eskol era una fuerza de la naturaleza y al saber que la forma más efectiva de comunicarse con su padre era haciendo una ofrenda no cesaba de ofrendar cada cosa que se le ponía en el camino para suplicarle a Percy que le dejara entrenar con Travis. Percy tenía una jaqueca enorme por escuchar cada suplica día a día que finalmente accedió fijando una fecha y bajo la promesa que debía llevar al día sus clases con Paul, a lo cual Eskol accedió. Sabía que no era estúpido, solamente no le gustaba estudiar, confiaba demasiado en su ingenio, pero Sally, Paul y Percy querían que cultivara su mente para que pudiera serle de ayuda en el futuro.
—Tu padre dijo que si no terminas no podrás ir a entrenar con Travis —Paul llevaba su libro mientras que Eskol no podía evitar distraerse con cada cosa que pasaba por su lado.
—Bromeas, nací para ser arquero, no pueden reprimir mi talento natural con esto —no abandonaba su arco de competencia, se había inscrito en equipo de arco de la escuela y era el mejor, pero aún estaba lejos del nivel de competencia ya que aún le faltaba desarrollarse.
—Esto te ayudara a no ser un simple arquero —Travis le dio un ligero golpe en el cerebro y Eskol cayó dramáticamente al suelo. Era increíble el sigilo con el que Travis se trasladaba que no se había percatado que había ingresado a la casa. Finalmente, Sally salió de la habitación tomando del brazo a Paul para no se regañada.
—Travis, salvame… tío… por favor —Travis sabía que este niño solo necesitaba una motivación, pero de a pocos para que avanzara.
—Vamos, necesitas terminar con eso y podrás pasar el verano entrenando… quien sabe, tal vez haya una misión que tu padre haya preparado para ti —sus ojos casi se salen de su sitio que tontamente se dio un golpe en la cabeza.
—Una misión —susurró ansioso, suspiró hondamente y tal como siempre para todo lo que hacía entro en un momento de concentración que se abstraía del resto. Pasaron unos minutos mientras leía y escribía hasta que finalmente termino con el reporte y lo entrego a Paul, quien lo miraba atentamente, Paul sabía que cualquier cosa en la que estaba su concentración estaría bien hecha, lo difícil era lograr que se concentrara. —Nunca les dije como me gusta leer los clásicos —todos rieron por la frescura con la que se desenvolvía. Hasta Percy se asombraba lo bien que había crecido, para los 8 años que tenía era el más grande de su curso. Sally y Paul le explicarían que era una cuestión genética y que no debía sorprenderse que fuera aún más alto y corpulento que él. Eso lo llenaba de orgullo.
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Luego de darle un fuerte abrazo a los abuelos Eskol tomo sus cosas y salió por la ventana, este sería el principio de su primer verano completo entrenando, ya no solo serían clases de fin de semana, sería todo un verano y con una misión y eso lo hacía sentir ansioso.
—Tranquilo, ya sabes que esto es solo para escapes de emergencia —era en vano la reprimenda, ya era parte de la naturaleza de Eskol desafiar el peligro, buscarlo, no siempre le iba bien con eso, pero nunca huía de él.
—Lo siento, estoy demasiado emocionado —el niño brincaba sobre sus piernas esperando que Travis abriera la maletera para poner sus cosas.
—Nos encargaremos de ello —tenía un cronograma de entrenamiento que iba a secar hasta la más mínima emoción.
—¿Katie vendrá? —Eskol le había pillado más de una vez viendo su foto y hablando en voz alta el nombre de Katie, asi que solo era curioso de ello.
—No preguntes —le dijo con una cara dolida para luego partir hacia su destino.
Los días pasaban y el entrenamiento era brutal, correr, saltar, nadar, cortar leña, volver a correr, comer como cerdos para reponer las fuerzas, volver a correr y vomitar la comida del agotamiento. Tranquilamente había perdido 3 kilos solo por transpirar, pero en su favor había ganado masa muscular y empezaban a verse vestigios de musculo sólido y consistente. Eskol no se quejaba, en su mente clavaba mil espadas sobre el tío Travis, pero no se quejaba del entrenamiento en su mente tenía la frase que él podía con todo.
Después de 2 meses ya no se sentía la presencia de Eskol después de la cena porque caía rendido y agotado y eso era lo que Travis quería. Percy solo apareció el primer día para darle un buen abrazo y desearle suerte en su entrenamiento y que al final había una misión para él si es que no abandonaba. Y no lo haría. Se probaría a si mismo que estaba para ser más que solo el hijo de Percy, sería un guerrero, estaba en su sangre, en sus genes, en su corazón. Percy observaba de lejos como su hijo corría y corría, lo vio caer aparatosamente cuesta abajo por dar un mal paso, pero se secaba las lágrimas y seguía recuperando el tramo perdido hasta llegar al punto donde se encontraba Travis. Se sentía orgulloso, era un muchacho decidido a buscar su destino.
Casi habían llegado al final de las vacaciones, Eskol estaba lleno de magulladuras y golpes por doquier, pero tenía esa sonrisa en su rostro que decía "no me venciste" y Travis no podía sentirse más satisfecho porque lo había logrado, era lo que quería en el fondo que Eskol conociera mundo y solo podía hacerlo siendo capaz de cuidar de sí mismo. Aún no habían tocado armas, este entrenamiento solo se trataba de fortalecer su cuerpo y probar su resistencia y lo había logrado. Su padre llegaría a buscarlo para darle su misión a la media noche y estaba a punto de desmayarse cuando sintió su presencia y espabiló.
—Me parece que nuestro soldado estaba a punto de abandonar —la voz de Percy se oía un poco lejana. Travis solo pudo reírse de la hora que había escogido para darle su primera misión. Pero era comprensible, no podía levantar sospechas sobre la existencia de su hijo.
—No, no, nunca —estaba a punto de caer rendido y no podía más, su cuerpo estaba en el límite de los límites.
—Ven aquí —Percy apareció a uno metros con los brazos abierto. Eskol prácticamente se arrastró a sus brazos para darle un cálido abrazo. Él sabía cuál era su herencia nórdica y cuál era su herencia griega y abrazaba ambas con aprecio, sabía que Percy no podía estar todo el tiempo con él porque las leyes del Olimpo no lo permitían, pero siempre robaba instantes para compartirlos juntos. —Estoy orgulloso de ti —choco sus puños con Eskol y luego le entregó un rollo.
—Es lo que creo que es ¿puedo sentarme? —Percy asintió con una sonrisa para verlo colapsar sobre sus piernas y caer rendido.
—Tu misión, si decides aceptarla… —Travis le dio una mirada de papá cursi y Eskol empezó a tararear la música de misión imposible mientras abría el rollo para encontrar los detalle de su objetivo.
—¿Cuándo partimos? —Percy no podía controlar esa emoción que se encendía en Eskol cuando se trataba de un desafío, pero, así como estaba sería un peligro.
—Tranquilo soldado, aún debes recuperarte, dentro de 2 días podrás ir a tu misión —Travis asintió mientras aplicaba ungüento en las piernas de Eskol que eran las más afectadas, sabía que necesitaría un programa de regeneración para que pudiera caminar.
—¿Te quedarás conmigo? —Percy sintió un ligero dolor al escucharlo por la forma en que lo dijo, pero sabía que si se ausentaba de la tienda donde estaba Artemisa esta no solo lo bombardearía de preguntas, sino que empezaría a seguir sus pasos y eso solo lo alejaría de Eskol. Apolo no había abierto la boca sobre la existencia de su hijo y eso era más que bueno.
—Nada me haría más feliz, ciertos asuntos no me lo permiten —sabía que más adelante Eskol entendería la razones. El niño entendía perfectamente, pero siempre buscaba tener el mayor tiempo que pudiera con su padre, casi siempre lo conseguía, pero esta vez fallo. Lo llevo a la cama y luego de conversar por un momento este cayo rendido al sueño, Percy sabía que siempre podía visitarlo en sueños para que su ausencia no fuera dolorosa.
Habían pasado 8 años y las cosas no habían cambiado mucho, ahora tenía su campamento con Travis cerca del de las cazadoras, por lo que siempre estaba haciendo apariciones en el campamento de las cazadoras para entrenar con Travis, deliberadamente lo hacían quitándose la camisa y dejando que las cazadoras se escandalizaran de ello. Muchas veces Artemisa se había acercado para decirle a Percy que no hiciera eso, pero cuando Percy se acercaba demasiado a ella esta terminaba renegando en su camino de vuelta a su tienda.
Las cosas no habían cambiado entre ellos, solo eran hola, adiós y múltiples palabras cortas que reducían la conversación a un par de segundos. Artemisa había aprendido a tragarse su orgullo para pedir favores y Percy no tenía problema de cumplir con ellos. Pero no accedía nunca a bajar los estándares que ya había forjado entre ellos, donde era él quien llevaba el ritmo de las cosas y no dejaba que Artemisa se enseñoreara de las situaciones. Todo el consejo miraba con respeto a Percy a raíz de como las cosas estaban yendo entre ellos. No se atrevían a preguntar para cuándo un hijo, pero si sentían que Percy se había preparado para la situación de tal forma que las cazadoras no se atrevían a faltarle el respeto ni tocar a Travis. El hijo de Hermes andaba por el campamento de las cazadoras a su antojo sin dirigirles la palabra simplemente hacia sus cosas y con su habilidad de arco se regodeaba ganando cuanto torneo se organizaba, que con el tiempo dejo de participar en algunos para que alguna de las cazadoras ganara.
Artemisa por su parte estaba acumulando demasiada tensión en sus músculos porque sentía que su vida se había reducido a ser la esposa de Percy y ya no era famosa por sus hazañas con la caza. Cada vez que la vieran siempre la presentarían sería Artemisa esposa de Perseo Jackson y eso estaba haciendo que la bilis explotara dentro de ella, pero no sabía cómo afectar a Percy sin romper su juramento, ese maldito juramento que hizo en presencia de Apolo por el Styx de que si llegaba a tocar a alguien valioso para Percy perdería la inmortalidad y llevaría una vida normal hasta que Percy así lo decidiera.
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Finalmente era el día D de su primera misión. Percy había ido desearle suerte y ya estaban en el destino donde tendrían que rescatar a una hija de Hécate. Travis le había contado como es que eran las cosas y de cómo se tenía que hacer y que por nada del mundo debía enfrentarse físicamente a nadie a menos que fuera completamente necesario y su integridad o la del objetivo estuvieran en peligro. Eskol estaba tan emocionado con todas la cosas que habían pasado últimamente que había olvidado llamas a los abuelos, seguramente iba a ser regañado por preocuparlos. Ahora mismo estaba enfocado en lo que tenía que hacer.
Travis no quería dejarlo solo, pero esta misión era solo para Eskol, no debía representar mayor problema porque con Percy habían ido previamente a ver el estado del objetivo y no había riesgo de algún encuentro físico de riesgo asi que solo tenía ir buscar al objetivo y sacarla de donde estaba.
—Sin miedo —le dijo Travis dándole una buena palmada en la espalda.
—Miedo ¿Qué es eso? —luego de darle su mejor mirada traviesa salió corriendo hacia donde debía encontrar a la niña. Travis pensaba que aún no estaba en la edad de la gran aversión al género femenino, por lo que no habría peligro de que fuera torpe con su misión.
Estaban en un suburbio de la ciudad, se notaba que el ambiente era completamente peligroso y lleno de callejones sin salida, la misión era sacar a una niña hija de Hécate. Había sido abandonada por su padre y se había refugiado en las calles, de un lado a otro haciendo uso de sus habilidades mágicas para subsistir, pero recientemente había caído en manos de gente malvada que traficaba con niñas, de momento no estaba en el mercado por las habilidades que tenía de entretener a la gente, pero era explotada trabajando en las plazas para ganar dinero para sus captores. Durante la noche era encerrada en un refugio contra huracanes y no veía el exterior hasta el día siguiente donde era trasladada a la plaza para hacer espectáculos y pedir dinero.
El hijo de Percy se coló en medio de la noche para poder dar con el refugio donde encontraría a la niña, respondía al nombre de Liz, hija de Hécate. Eskol tenía todo preparado, debía darle de beber néctar y mezclarlo con un somnífero para que pudiera trasladarla con cuidado, su trabajo era ingresar al refugio, hablar con la niña, curarla, ganarse su confianza y sacarla de allí.
Corrió tan fuerte como pudo, vestido de niño de la calle nadie le prestaba atención y pensaban que estaba haciendo un recado para alguien de la zona. Miró para todos lados nadie estaba mirando en su dirección, por lo que uso la pinzas para cargarse el candado, espero un momento para estar seguro que no había llamado la atención y entró con sigilo. Recordó las noches en las que tenía que cruzar el bosque sin ahuyentar a los ciervos que vivían allí. Cuando la vio sintió algo que nunca había experimentado hasta ese momento: rabia. Pudo ver de cerca a la niña de cabello negro azabache, facciones dulces, una ternura que solo había visto en la mirada de su abuela. Vio sus brazos, estaban llenos de puntadas y moretones, intuyo que había sido drogada para mantenerla en control. Quería encontrarse cara a cara con los que habían hecho eso a esta criatura.
Trató de hablar, pero falló miserablemente al verla agotada y sin fuerzas, no habían dañado su cara, y eso era suficiente para contenerse de hacer alguna locura.
—Despierta, Liz —Eskol le toco el hombro ligeramente y escucho que se quejaba de dolor, eso le hacía tener ese sentimiento de rabia nuevamente.
—Mmmm —puso su mano sobre su nombro y la movió un poco más fuerte para que despertará, no tenían mucho tiempo, tenía menos de 10 minutos para terminar con esto.
—Debes levantarte, he venido a ayudarte —la niña luchaba con todas sus fuerzas para mantener sus ojos abiertos, claramente estaba bajo los efectos de alguna droga.
—Tengo sed —susurró y Eskol ni se lo pensó para tomar la botella de su mochila para ayudarla a levantarse y la acuno en sus brazos, fue en ese momento que se activó aquello de la "aversión por el género femenino" pero se resistió a dejarse llevar por cualquier clase de sentimiento extraño.
—Ten toma —le dio la botella, pero la niña no tenía fuerzas para ello por lo que le dio de bebe de la botella, apenas podía sorber el agua, pero con algo de paciencia logro que se hidratara.
—¿Quién eres? —no podía decirle su nombre, eso tenía que permanecer oculto ese era el trato que habían tenido con su padre.
—Un amigo —susurró mientras miraba su reloj para ver que su tiempo se agotaba. —Me envía tu madre para ayudarte —cuando escucho la palabra madre hubo una reacción un tanto desagradable como si esa idea no fuera la mejor.
—Mi madre… —susurró con un toque de amargura.
—Te llevaré a un lugar seguro —la niña a duras penas podía ver al niño que estaba diciendo que había venido a ayudarle. En su mente no existía la palabra "amigo" solo había conocido la crueldad de la esclavitud.
—No, no tengo fuerzas para levantarme —Eskol entendió todo el entrenamiento, estaba preparado para esto, pero nunca le daría gracias al tío Travis por casi matarlo con tanto entrenamiento.
—Yo te llevaré, toma esto —le dio la mezcla de néctar con un somnífero.
—¿Qué es? —se notaba en la mirada de Liz que no confiaba en nadie.
—Es para que recuperes tus fuerzas —ella asintió y se tomó lo que el niño rubio le daba.
—Me llamo Liz, por cierto —Eskol asintió con una ligera sonrisa.
—Lo sé, es un nombre bonito —Liz le sonrió ligeramente.
—¿No me dirás tu nombre? —Eskol se lo pensó 2 veces, pero no podía darle su nombre.
—Algún día —luego de unos minutos simplemente se desmayó y llego la hora en que Eskol pondría a prueba su entrenamiento, la niña estaba tan débil, delgada y liviana que no fue un problema ponerla en su espalda cubierta con una frazada.
Empezó a correr como si fuera perseguido por una horda de animales salvajes, pero no se percató que realmente si estaba siendo perseguido por un grupo de matones que le habían visto salir y lo perseguían por la calle principal. Eskol ya sabía de memoria la ruta de escape, solo corrió lo más raído posible hasta que empezó a escuchar balazos de por medio, razón la cual entró en pánico y cambio la ruta de escape para poder evitar ser herido y que Liz fuera lastimada.
Travis estaba viendo como Eskol corría con la niña en su espalda y vio también como fue detectado, cuando vio que se trataba de gente con arma de fuego no pudo simplemente ignorarlo, por lo que tuvo que intervenir y fue al encuentro de ellos y uno a uno fue eliminándolos con un corte limpio. En un momento pudo ver que una bala salió hacia donde estaba Eskol, su corazón se detuvo, no podía permitir que su sobrino terminara lastimado, pero cuando el control de la situación se escapa Eskol tomo una decisión que le permitió no ser lastimado, cambio la ruta de escape por lo que en lugar de doblar hacia la derecha donde la bala lo hubiera alcanzado dobló hacia la izquierda y salió ileso de la huida. Travis se encargó de acabar con todos.
Cuando Eskol se supo a salvo retomo la ruta de escape hacia el punto de encuentro donde ya se encontraba no solamente Travis, sino también su padre, quien al verlo corrió hacia donde estaba y lo abrazo con todo y Liz en su espalda.
—Pensé que saldrías herido —la niña en la espalda de Eskol seguía dormida bajo los efectos del somnífero que le había dado.
—El entrenamiento me sirvió para seguir corriendo —Percy no podía estar más orgulloso de cómo había soportado el entrenamiento y lo había aplicado siguiendo las instrucciones de Travis de no entran en conflicto directo.
—Escucho un "gracias tío Travis" —Eskol le hizo una mueca graciosa porque nunca cedería.
—Papá me estas asfixiando —Percy seguía un tanto nervioso, en ese momento lo sintió, supo que estaba en problemas.
—¿Papá? —cuando Eskol la vio sintió un escalofrío que recorría su espalda. La mirada de Atenea era de estupefacción total por lo que estaba escuchando su mente estaba sacando cuentas según la edad que calculaba del niño que estaba viendo y la apariencia que podía percibir en él. Percy puso a Eskol detrás suyo para que no estuviera al alcance de Atenea.
—Atenea —susurró con peligro en sus palabras.
—Perseo Jackson —su voz exigía una explicación, mil cosas pasaban por la mente de Atenea desde que era hijo de Annabeth, pasando por que había sido infiel a Artemisa. Travis podía sentir el peligro asechando por lo que rápidamente se pudo detrás de Eskol y tomó a la nena de su espalda.
—Creo que debo llevar a esta criatura a un lugar seguro —Percy asintió mientras Travis llevaba a la niña al vehículo en el que habían llegado. Eskol por su parte había superado el escalofrío y ahora tenía un mirada intensa dirigida hacia Atenea y no le bajaba la mirada.
—¿No puedo quedarme, papá? —Atenea reaccionó a cómo llamaba ese niño a Percy y la forma en que Percy actuaba de manera protectora sobre él.
—De hecho, si, deberías quedarte —Eskol asintió mientras se estiraba luego de haber corrido con Liz en su espalda.
—Te escucho Perseo —Percy suspiró porque sin duda tendría que dar todos los detalles de cómo Eskol llegó a su vida, era el momento de que lo escuchara de su boca y que Atenea supiera quien era el niño que pronto podría decirle abuela. Pero en ello tenía una fuerte contradicción que a la postre podría ser un problema.
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Había sido una conversación severa y llena de largos periodos de silencio y reflexión por parte de la diosa de la sabiduría. Se sintió un tanto avergonzada de dudar de la honorabilidad de Percy y de cómo había aparecido casi como para emboscarlo, pero podía verlo, habían pasado varios años desde que Percy ya no tenía un espíritu melancólico y nostálgico, no era que no le hiciera feliz que Percy estuviera avanzando en su vida, pero quería saber que era lo que le empujaba a eso. Por un momento pensó que las cosas iban bien con Artemisa, pero eso era casi imposible y de hecho luego de comprobarlo esa tienda suya era un hotel donde dormían y luego cada uno salía a sus actividades por el resto del día. Sus interacciones eran ridículamente cortantes y no había nada cercano al respeto. Podía sentir pena por Percy, pero también sabía que él se había blindado de una forma en que tenía la de ganar y Artemisa había obtenido la caza de vuelta y con eso ella era feliz, por lo menos lo más feliz que se pudiera dentro de sus circunstancias y estatus, ya que no podía ser más la diosa virgen, eso lo había perdido al momento de casarse, aunque a todo mundo le quedaba claro que ni Percy había querido tocarla y que ella no se pensaba dejar.
En su mente este niño significaba la canalización de los sentimientos profundo de Percy de protección, honor, amabilidad y felicidad. Solo podía ver su sonrisa brillante desde que el niño había llegado a su vida. Era increíble lo que un hijo podía hacer en la vida de un padre. Ella más que nadie lo sabía, amaba a cada uno de sus hijos y perder a Annabeth había golpeado su ser de una manera que le costaba aún reponerse de la ausencia. Sabía que el corazón de Percy aún sangraba, pero ver el amor en sus ojos por su hijo simplemente era conmovedor. Pero no podía sentirse a gusto por la razón de que ese niño parecía ser una forma de inmortalizar el recuerdo de Annabeth.
—¿Tiene esto algo que ver con Annabeth? —Eskol se puso curioso por el nombre que escuchaba, siempre había visto fotos de alguien que no conocía en la habitación de su padre en casa de los abuelos que ahora era su habitación. Nunca se había atrevido a preguntar.
—En absoluto no —Percy no podía creer que Atenea pensara que podría llegar a eso.
—¿Estás seguro? —Atenea quería estar completamente segura.
—¿Quién es Annabeth? —Atenea le miró un tanto impresionada por la forma en como pregunto sin un resquicio de vacilación en su voz, le extrañaba que Percy no le hubiera hablado de ella.
—Ella era mi novia muchos años atrás —para un dios era un ayer, pero debía aterrizarlo a la concepción del tiempo de un mortal. —Ella murió durante la guerra contra Gea —Eskol se sintió un tanto culpable de haber preguntado de manera tan descuidada, Percy se dio cuenta del arrepentimiento tácito, pero no le molestaba, los niños eran eso, una frescura para preguntar y sacar conclusiones.
—Ella era mi hija, Eskol —Eskol sí que se sorprendió de ello, no conocía a otros semidioses fuera de su reciente rescate, pero pensar en que la diosa virgen tuviera uno era raro.
—Entonces dices que papa me hizo su hijo para superar a tu hija —Atenea se percató del problema que estaba provocando y fue Percy quien se adelantó para tomarlo de las manos.
—Eso nunca fue asi, eres mi hijo y eso nunca va a cambiar —Eskol le dio una sonrisa orgullosa y vigorizante que disipo los temores de Percy sobe que no se sintiera amado. —Atenea —le dio su mejor mirada recriminadora.
—No fue mi intención —era la forma más decente en que podía disculparse sin decir lo siento.
—Eskol, de hecho, por la filiación que nos une bien podría ser tu abuela —Percy no temió en ir más allá de todo para que Atenea aceptara la naturaleza y existencia de su hijo.
—Percy… —era un suspiro de susto, no pensaba que las cosas podían volverse complicada para ella, en su mente no podía entenderlo, no podía asimilarlo y no podía conectar la vida de Eskol con la relación que Percy y Annabeth habían tenido, no con Artemisa de por medio, solo sería una complicación que podría hacerle las cosas más difíciles a Eskol.
—Vamos ¿podrías decirle que no? —Eskol tenía una cara de excitación total, tanto que se atrevió a tomar de la mano a la diosa y provocar que ella se sintiera asustada.
Chapter 29: Buen recuerdo
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1 AÑO DESPUES
Era esa época del año, donde no podían evitar sentirse un tanto aprensivos, esa época del año en que simplemente desaparecían por el resto del día y ambos sabían que no debían buscarse, cada uno en su forma y lugar pasaban el día retraídos del resto de cosas que pasaban. En el caso de Travis llegaba a aquel acantilado donde tantas veces había llegado con un cargamento de dulces y comida chatarra para pasar el día a solas con sus pensamientos.
En el caso de Percy, desde la llegada de Eskol estos días se habían vuelto más ligeros, de hecho, aprovechaba para compartirlo con él y tener un día solo para ellos. Los recuerdos de Annabeth aún estaban en su mente, siempre salía una que otra historia en estas oportunidades, pero recién este año aquella co protagonista tenía un nombre y Eskol podía entender de que se trataba este día.
Un poco de entrenamiento para empezar a pulir sus habilidades, pero primero debía aprender los conceptos básicos, por lo que usaría un equipo de kendo para empezar. Si algo había descubierto de su hijo es que tenía mente para poder absorber cuanto conocimiento pusiera a su alcance con el estímulo adecuado, Paul había encontrado la forma y era infalible y su concentración hacía el resto. No sabían cuántas horas pasaron antes de que Eskol estaba empapado de sudor. Percy se negaba a usar sus poderes con Eskol solo en casos de extremo peligro, por lo que primero que quería que aprendiera es que los poder son un accesorio no su fuerza, la fuerza estaba en su espíritu, su entrenamiento y su corazón para cuidar a los que amaba.
Eskol por su parte sentía que estos momentos con su padre eran los mejores, ya estaba en edad de comprender que obviamente había un pasado que tendría que explorar en algún momento, pero se sentía cómo con la apertura cultural que sus abuelos y su padre le daban para que fuera él quien eligiera la influencia que iba a elegir finalmente, pero mientras ello le enseñaría todos los estilos de lucha que había aprendido en sus viajes. El tío Travis se encargaría de ello.
Se sentaron a mirar el atardecer que bañaba ese bosque virgen, donde a veces habían tenido que cuidarse de los lobos y osos, pero nunca habían optado por enfrentarse a ellos, solo ahuyentarles, se trataba de estar atento de su entorno. La charla era sobre muchas cosas triviales, pero que eran lo más importante para ellos.
—Tarde o temprano lo sabrás, asi que prefiero que lo sepas por mi —Percy quería contarle hace un tiempo sobre Artemisa, pero no era un apersona grata como para introducirla en su vida, aparte del hecho de que no debía conocer la existencia de Eskol porque ella sí que haría un revuelo.
—Te estabas tardando —le respondió mientras le arrojaba una nuez.
—De hecho, sí, no es algo que pueda decir que me muero porque todo el mundo sepa —Eskol sentía un poco de pena por su padre, cuando se había enterado había empezado a investigar de que se trataba esta diosa llamada Artemisa.
—Suena como algo vergonzoso —Percy le dio su mejor sonrisa para ocultar el hecho de que no le hacía feliz el matrimonio que tenía con ella, luego de 10 año era peor que tener mosquitos merodeando en la noche por sus orejas.
—En realidad es un tanto raro —Eskol estaba esperando pacientemente que se decidiera a decírselo. —Tu padre está casado con Artemisa la diosa de la caza —Percy esperaba alguna clase de reacción desagradable, pero no fue lo que obtuvo a cambio, con 10 años Eskol era un niño con una capacidad de pensamiento superior a la que el recordaba que tenía a su edad y ni que hablar del desarrollo físico, parecía algunos años mayor de lo que realmente tenía.
—Lo sé, a los abuelos se les escapó —suspiró con alivio, se sentía torpe por ello. —Debe ser duro ¿eh? —Percy sentía que estaba tomando unas copas con Travis para dejar salir las preocupaciones, pero era su hijo quien le estaba consolando. No se había amargado por todo esto, pero era algo que
—No tienes ni idea, esa es una de las razones por las que debes entrenar con todas tus fuerzas, para poder defenderte por ti mismo —sabía que tarde o temprano lo iba a averiguar y sentía que ese momento se acercaba por lo que debía ser capaz de evitar que ella lo dañase y Eskol debía ser capaz de defenderse a sí mismo.
Pasaron el resto del día en modo acampada, sin percatarse de que estaban siendo observados.
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Solo se escuchaba la respiración, un resoplo fuerte y lleno de energía. Con la mirada puesta en el objetivo que tenía al frente. Del otro lado Paul y Sally estaban mirando cona tención como su nieto se concentraba, era la ronda final y querían tanto que ganara un nuevo trofeo para ponerlo en la estantería de su habitación junto con los recuerdos de su padre. Percy querían tanto estar y no poder era doloroso para él, por lo que Sally había hecho una video llamada para que pudiera verlo. Eskol pudo verle antes de empezar su competencia y quería que su padre se sintiera orgulloso, le había prometido un nuevo arco al finalizar la competencia, por lo que quería colgar este arco que le había acompañado este tiempo con la medalla dorada.
En las gradas todo era silencio, todos sabían que esta era la clase de competiciones en la que los equipos de reclutamiento estaban a la caza de nuevos talentos para poder pulirlos y formar deportistas de élite. Era casi seguro que pondrían un ojo sobre Eskol por la forma en que había evolucionado su carrera, su padre siempre le había dicho que debía de vez en cuando fallar, no por menospreciara al resto de competidores, sino porque debía mantener su perfil dentro del promedio para que no fuera el foco de atención y pudiera tener una vida tranquila. Las primeras veces no lo había entendido del todo, pero cuando los primeros reclutadores habían llegado a incordiar a sus abuelos y las llamadas no los habían dejado en paz. Asi que después de ello, solamente fallaba uno que otro tiro que lo mantenía dentro del promedio y le permitía ganar las competencias. Sus abuelos no podían estar más orgullosos y siempre le animaban a participar de los torneos.
Afortunadamente, la flecha dio en la diana y la medalla estaba colgada ahora en su cuello. No podía contener la emoción al ver la mirada de orgullos en sus abuelos y su padre por la videollamada. Pero por un momento sintió un escalofrío que le recorrió y sus sentidos se pusieron alerta de tal manera que de manera instintiva a su carcaj.
—Un niño muy talentoso —escucharon la voz de un tipo vestido de entrenador con un cuaderno de anotaciones. —Deben estar muy orgullosos de su hijo —Paul y Sally se miraron por un instante dudaron. Pero fue Eskol quien dio el paso al frente. Para todo esto la videollamada se había terminado.
—Abuelos, es uno de los reclutadores —el hombre de apariencia adusta les dio una ligera reverencia.
—Ya veo, una disculpa —dijo Paul extendiendo la mano para saludar al hombre.
—Me llamo, Sally Blofis y él es mi esposo Paul —Sally podía sentir la ansiedad de Eskol, no podía dejar que también ellos estuvieran nerviosos. —Es nuestro nieto Eskol Jackson —el hombre se sorprendió al escuchar el nombre del niño y esto fue más que obvio para Paul y Sally. No tardaron en mirar alrededor para ver a Travis encondido entre la multitud negando ligeramente con la cabeza para que no hicieran nada inusual con la charla. Travis lo había percibido, una presencia divina.
—Interesante nombre, no comparten el mismo apellido —le pareció raro a Paul esa clase de cuestionamientos, por lo que avanzó hacia Eskol so pretexto de secarle un poco la transpiración de la frente y ponerse en modo protector.
—Es una larga historia —le respondió con una amplia sonrisa.
—Me gustaría que audiciones para mi academia —no se sentía como otros reclutadores que antes habían querido que Eskol cambiara de escuela para formar parte del equipo de arco.
—De momento no estamos pensando en que se una alguna academia —le respondió Sally mientras no perdía de vista la posición de Travis quien iba avanzando lentamente hacia ellos.
—Es una pena, sería algo bueno para el niño —estaba a punto de poner su mano sobre la cabeza Eskol cuando alguien tomo la mano del hombre en modo saludo. El hombre se sorprendió inmediatamente cuando la figura femenina estrechaba su mano con determinación, vestida de traje como si viniera de una reunión de negocios. Travis se sorprendió de ver a Atenea presente en la competencia y pensó que tal vez esa era la presencia divina que había sentido, por lo que mantuvo su distancia.
—Creo que Eskol tiene otras cosas en mente —luego soltar su mano fue ella quien revolvió un poco su cabello bajo la atenta mirada de Sally y Paul quienes estaban un poco sorprendidos.
—Soy Sophie, amiga de la familia —Paul sonrió al ver como los dioses se camuflaban siempre en nombres que representaban un poco de su esencia.
—Bueno, cualquier cosa puede llamarme, este es mi número —le entregó a Sally una tarjeta que dictaba: academia de tiro con arco Nordik y solo un número sin nombre. Atenea tomo la tarjeta de la mano de Sally con educación e inmediatamente la disolvió. Miró alrededor y se topó con la mirada de Travis y con solo mirarlo supo que también había sentido lo mismo que ella.
—Será mejor que vayamos a un sitio seguro —no quería alarmarlos en vano, pero no era algo que podían pasar por alto. Tomo la mano de Eskol y este no presentó la mayor resistencia. Detrás de ellos iba Travis en modo sigilo cuidando sus espaldas.
—Si sabes quién soy ¿cierto? —Eskol le dio una mirada de dolor fingido porque estaba subestimando su percepción. Su padre le había dicho que podía ser el mismo en presencia de Atenea y Apolo porque eran de confianza, aunque a Apolo solo lo había visto un par de veces y no precisamente en las mejores condiciones.
—Claro que sí, Sophie… ¿es en serio? —Atenea le dio una sonrisa descarada, podía entender porque Percy había caído prendado de su hijo, tenía un espíritu fresco que rompía barreras con las personas que hablaba.
—Bueno, solo quería confirmar —aún podía sentir esa presencia extraña, no podía identificarla aún, pero no quería quedarse más del tiempo necesario. —¿Quieres dar un paseo? —Eskol asintió rápidamente, había estado en tensión por la competencia, por lo que tal vez sería bueno estirar un poco.
—¿Quieren que los acompañe? —la voz de Travis llamó la atención de Eskol quien chocó puños con el rápidamente.
—Mejor cuida de los padres de Percy, esa presencia no desaparece, yo cuidaré de Eskol —él asintió rápidamente y siguió su camino hacia donde estaban Paul y Sally.
Atenea se sentía en un estado de alerta, pero a la vez sentía que tenía una responsabilidad muy grande al tener a Eskol a su lado, ya que Percy no le perdonaría si algo le pasaba al niño, no era su intención dañarlo, solamente necesitaba pasar tiempo con él y poder hablar sobre las cosas. Sabía que el niño hiperactivo estaba lejos de ser un idiota y que tenía una capacidad mental superior a otros semidioses que bien podría ser hijo suyo. Un poco de helado y cargar su arco y su carcaj fueron suficientes para que el niño encontrara felicidad, sabía que estaba siendo entrenado por Travis, pero seguía siendo un niño y Percy no quería que se olvidara de eso y que disfrutara de jugar, hacer amigos y visitar nuevos lugares. Paul y Sally ya lo habían llevado a cuando museo, parque de atracciones y galería había en la ciudad por lo que pronto ya tendrían que ser viajes a otros estados. Con 10 años encima Atenea podía ver que estaba aflorando la genética nórdica sobre él por la estatura, el porte y el biotipo que estaba formando.
Había pensado largo y tendido sobre lo que Percy había dicho de que bien podría llamarla abuela, ella se había avergonzado tanto que había salido disparada del lugar dejando a Eskol un poco desilusionado porque pensaba que simplemente no le quería porque era adoptado. Cuando Percy le había contado eso a Atenea le había tocado las emociones que pensara de esa manera y había enviado un libro de historias nórdicas de su biblioteca personal con una nota de disculpas, no por Percy, sino porque sabía que era un niño especial y que estuviera ligado a Percy hacía que ella fuera un poco más puntillosa con su trato.
Le sorprendía que Eskol no le hubiera preguntado aún porque había salido huyendo de su último encuentro, tal vez lo haría pronto, pero mientras lo observaba más se convencía de que no necesitaba una abuela más en su vida, con Sally y Paul tenía más que suficiente. Tener una diosa como familia, aunque no sanguínea, pero sí de corazón tal vez solo aumentaría su sentido de ausencia por el tiempo que no podían pasar con él y no quería más de eso, tenía suficiente con sus hijos a los que no podía ver del todo y muy limitado. De un momento a otro el ambiente se tornó un tanto tranquilo, demasiado para su gusto y Eskol se quedó mirándola de tal forma que se sintió un poco avergonzada.
—Vienes a decir que no —la forma en como lo dijo le sorprendió tanto que no supo que decir por un momento. Sabía que aún no había sido formalmente adoptado por Percy, ya que en el momento que esto se diera por ley tendría que ir al campamento y la vida tal como la conocía dejaría de ser. Pero los ojos determinado de Eskol eran idénticos a los de Percy cuando se obstinaba con algo.
—¿Te doy esa impresión? —Eskol asintió mientras continuaba con su helado. De hecho, su padre le había dicho que la mejor forma de evitar que algo se volviera incomodo y molesto era hablando primero, asi que siempre había sido asi con los abuelos cuando algo le molestaba o renegaba por no poder ver a Percy, los abuelos se encargarían de explicarle los motivos y el mismo Percy también sería asi con él.
—Si vinieras a decir que si no me habrías comprado un helado —Atenea se quedó un poco colgada por el razonamiento del hijo de Percy.
—¿De dónde sacas esas ideas? —se rió un poco de la inocencia con la que juzgaba las cosa.
—De los libros, sabes siempre que alguien debe dar una mala noticia trata de compensarlo de alguna manera, es lo que estás haciendo, eres amable conmigo porque quieres compensar tu respuesta para que no me sienta rechazado —Atenea no la vio venir y le golpeo profundamente cada palabra que articuló. Trato de reponerse un poco antes de responderle, pero lo que había dicho era completamente cierto, seguramente lo había leído en algún buen libro de conducta humana.
—No, bueno, no es del todo cierto —quería justificarse de alguna manera, pero no era posible escapar del juicio de este niño. Sonrió un poco de pensar en que haría que muchos se avergonzaran con la clase de conceptos que manejaba. Percy no mentía cuando le había dicho que era muy bueno tratando de ser modesto cuando en realidad podía pasar por encima la educación que recibía.
—Si hubieras querido decir que si, te hubieras sentado con mis abuelos y habríamos ido a casa en lugar de mirar desde la tribuna más lejana y traerme aquí a solas —no podía creer cuan bueno se había vuelto con el entrenamiento de Travis y las clases de Paul, su mente y reflejos se habían desarrollado demasiado rápido.
—Me viste —el asintió haciéndole una seña con los dos dedos en los ojos.
—En realidad te percibí, sentí esa sensación de escalofrío que siento cuando papá llega de improvisto —eso la sorprendió, no era común que los semidioses tuvieran esa clase de señales de una presencia divina, pero más allá de eso ya nada podía sorprenderla con respecto a Eskol.
—¿No sentiste lo mismo cuando se acercó aquel entrenador? —el niño se quedó pensativo para luego negar rápidamente.
—No podría decírtelo ya que tu estabas cerca todo el tiempo —la soltura con la que hablaba sin duda era algo llamativo de la forma de ser del hijo de Percy, su mayor atractivo, junto con su mente. —Lograste cambiar de tema —Atenea empezó a reír, esto parecía un juego de ajedrez y ella lo amaba. Este niño había logrado vencer su juego que tenía como propósito no lastimarlo.
—Me sorprende tu capacidad para contraatacar en una conversación —Eskol le dio una brillante sonrisa.
—Mi padre dijo que podía permitirme se un poco audaz contra un dios, sin ser irrespetuoso claro está —Atenea no podía creer que Percy le había hablado de respeto cuando él se saltaba esa línea.
—Tu padre te enseño bien, de joven, siendo un semidios solía ser muy audaz también —no quiso sonar como que Percy había sido a veces problemático.
—Mis abuelos me contaron muchas historias —Atenea tenía curiosidad de qué clase de historias le contaba Sally y el mismo Percy.
—¿Escuchaste el nombre de mi hija en sus historias? —Eskol pensó por un momento en todos los relatos que había escuchado y entendía porque nunca escuchó el nombre de Annabeth, era una herida en el corazón de su padre, una muy grande, tal vez por ello aún pasaban un día del año en aquel lugar en el bosque.
—No por nombre, pero siempre había alguien a su lado en sus aventuras y hay muchas fotos de ella en casa, pero luego de escuchar sobre ella las historias tienes un significado más personal —Atenea podía entender porque Sally y Percy tal vez no querían ahondar en ello, habían amado a su Annabeth tanto como ella.
—Tu padre y ella iban juntos en muchas misiones —Eskol le escuchaba con atención ya que la diosa de la sabiduría hablaba con ensoñación sobre ella. Sentía que iba a matar la conversación con su siguiente pregunta.
—¿Es por ella que no puedo llamarte abuela? —eso fue demasiado para las emociones de Atenea, en su momento seguro hubiera repudiado la idea, pero ahora que se llevaba bien con Percy seguramente hubiera querido tener un nieto.
—No exactamente, supongo que sabes que tu padre está casado con Artemisa —Eskol había escuchado solo un poco sobre Artemisa y a escondidas había investigado sobre sus antecedentes y viendo la televisión se veía como la madrastra malvada que lo usaría como servidumbre.
—Si, me lo contó, no parece ser la mejor de sus decisiones —Atenea le dio una mueca divertida a lo que Eskol respondió con una cara de desagrado, no le gustaba que su padre pasara los días adusto y sin emoción.
—Es un tema difícil, algún día te podrán contar la historia completa —Eskol no se moría por saber la historia, solo quería evitar ser tratado por ella. —El punto es que ella y yo estamos relacionadas por nuestro padre Zeus, eso me convierte en su hermana y no podría llegar a ser precisamente tu abuela sino más bien tu tía, si respetamos la estructura familiar —Eskol entendió el punto perfectamente, pero no terminaba de entender las verdaderas intenciones de la diosa.
—Pero ella no es mi madre y papa aún no me ha adoptado formalmente —Eskol estaba presionando cada lado que encontraba descubierto.
—Con mucha más razón no podría ser tu abuela —Atenea se mantenía firme, pero sabía que la curiosidad de Eskol terminaría explotando la conversación.
—¿Entonces que quieres ser? —sentía que el niño estaba llevándola donde él quería. Percy tuvo razón todo el tiempo, debía ser cautelosa.
—Qué te parece si hacemos esto, no le pondremos un nombre, pero podemos llegar a un acuerdo en cuanto a la naturaleza de nuestra relación —la cara de Eskol fue demasiado confusa como para que Atenea la entendiera.
—Suena como algo de 3 grados más adelantado de lo que voy —no pudo evitar reírse porque sabía que estaba mintiendo miserablemente, claro que entendía. Percy también le había contado sobre como exageraba de la modestia cuando en realidad tenía un IQ de genio.
—Seguramente podrás con ello —Eskol negó rápidamente con fingida decepción.
—Entonces no somos algo en cuanto a relación parental, pero tenemos algo en cuanto a… —él seguía presionando y Atenea no se resistió más.
—A cariño, sabes que tengo una relación singular con tu padre —cuando Eskol escucho la palabra cariño sintió una calidez en su corazón similar a la que sentía cuando los abuelos preparaban todo para ver una película juntos o cuando Sally preparaba esas galletas que tanto amaba, pero sobre todo cuando escuchaba la voz de su padre diciendo que se sentía orgullosa. Pero luego se percató con que no estaba definida la relación.
—No me gustan las relaciones que no se definen, tengo a mis abuelos, al tío Travis, a papá —ella sabía que llegarían a esto porque era parte de las cosas que tal vez nunca toleraría en la vida.
—No sé si puedo llenar el vacío que crees tener —sonaba más duro de lo que pensaba, pero Eskol lo asimiló mejor de lo que esperaba, aunque la cara de incomodidad era más que clara.
—No deberíamos llenar el vacío de ausencia con otras personas, eso es cruel —el tampoco trató de sonar rudo, pero no se iba a dejar intimidas por las frases de Atenea.
—Eres demasiado profundo para la edad que tienes —Atenea se sintió más tranquila de saber que el niño no se dejaba avasallar.
—El abuelo me ha bombardeado con cuanto libro tenía —seguramente Paul le estaba dando todo el conocimiento que tenía a la mano.
—Entonces, hagamos lo siguiente: Seré tu familia, así como el tío Travis, pero sin un título establecido —Eskol estaba perdiendo el hilo de la conversación central, su concentración estaba llegando a su fin.
—¿Ni siquiera tía, por parte de Artemisa que es esposa de mi padre? —Atenea se rió un poco porque volvían al punto de la conversación de hace un momento.
—Esa es una relación complicada —Eskol odiaba las relaciones complicadas, eso era definitivo, deseaba nunca tener que tratar con ello otra vez.
—Complicas las cosas —susurró sin darse cuenta que ella pudo escucharlo, pero en su mente escuchó la voz de su padre diciéndole "nunca de retractes de lo que digas". Atenea al no ver que se arrepentía le sonrió.
—Si, me lo han dicho —Eskol supo que la audacia había valido la pena. —Lo que trato de decir es que no quiero una relación de formalidad familiar, sino que tal como Percy escogió ser tu padre, tú me elijas para ser tu familia —eso conmovió a Eskol, se sentía como Percy diciéndole que eran familia porque se habían escogido entre ellos. No pudo dejar pasar la oportunidad.
—Entonces ¿puedes ser mi madre? —cuando lo dijo vio la cara de Atenea explotar en una tos compulsiva tanto que tuvo que darle un par de golpecitos en la espalda.
—¡Que locuras dices! —Eskol empezó a reír de como ella se volvió loca con la idea.
—Era una broma, para amenizar —Atenea podía ver tanto de Percy en su hijo que sentía que esto podría ser algo bueno para ella.
—Tiene el mismo sentido del humor que tu padre —Eskol le guiño el ojo de manera divertida. Nadie nunca se había atrevido a ello antes. Ni siquiera sus propios hijos.
—Entonces somos familia ahora —ella asintió solo para toparse con los brazos de Eskol envolviéndola en un abrazo, no supo reaccionar y no movía los brazos para devolverle el abrazo, pero finalmente lo envolvió durante unos segundos hasta que abrió la boca para arruinar el momento. —¿Qué tal otro helado para celebrar? —ella lo empujó ligeramente y Eskol empezó a reír compulsivamente.
—Ni lo sueñes, tus abuelos deben estar preguntándose donde estas —luego tomó su mano para llevarlo de vuelta a casa, pero no dejó de sentir la presencia cerca de ellos, eso le preocupaba y hablaría con Percy sobre ello.
Chapter 30: Impacto
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Luego de los acontecimiento del torneo de Eskol y de cómo Atenea había abierto su corazón al niño, este se sentía completamente extasiado cuando había regresado y Sally con Paul se habían percatado que algo especial había sucedido entre ellos. Le costaba trabajo mantener su mente un tanto clara con respecto a las relaciones, pero siempre seguía pensando en ella. Habían pasado 10 años y las cosas, bueno, estaban en un limbo total, aunque la inmortalidad hacía que la comprensión del tiempo fuera completamente distinto y no hubiera una prisa inmediata por que las cosas sucedieran. Prueba de ello era la relación de Percy con Atenea, había mejorado mucho mientras que Percy se mantuvo como semidiós porque Atenea entendió la temporalidad de la existencia de Percy, pero luego de que se convirtió en inmortal no había una prisa por que las cosas avanzaran en un mejoría notoria y lo mismo pasaba con Artemisa, Percy estanco cualquier clase de avance o imposición luego de aquel acto delante de toda la caza y solo de dedico a su hijo, quien al no tener la inmortalidad aún, debía darle la mayor cantidad de buenos recuerdos.
Casi podía escuchar nuevamente la voz de ella de su último encuentro, hace poco más de dos años. No sabía de donde había sacado su valor, pero pensó para sí mismo, que más podía perder.
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Luego de varios meses siendo bombardeado por las imágenes de Katie siendo cruel con el hijo de Ares y coqueteando delante de él había decido que tenía que aclarar con Katie un par de cosas sobre la motivación para llevar esto hasta el límite, porque en su corazón Travis estaba sangrando con esas imágenes, sentía que hasta cierto punto se le estaba pasando la mano con ello.
Ya era de noche en el campamento y todo estaba en aparente silencio, aún no se había activado el toque de queda por lo que aún se podía andar con cierta libertad en el campamento y era la hora habitual en la que los campistas tenían reuniones en las cabañas para estrechar relaciones.
—¿Quién anda allí? —escuchó la voz de Quirón quien iba caminando por el campamento en su recorrido de costumbre.
—Solo soy yo —Quirón le dio una sonrisa amigable.
—Travis ¿Qué te trae por aquí? —Travis suspiró mirando hacia donde estaba la cabaña de Deméter. Quirón podía entender cómo se sentía Travis, esta era una situación surrealista ya que llevaban mucho tiempo en una situación ambigua. El mejor que nadie sabía que solo era cuestión de tiempo para que Katie se rindiera, pero también podía pasar que Travis perdiera el interés. Pero sabía que Katie estaba dilatándolo más de lo necesario.
—Solo paseando un poco —Quirón no podía creer la facilidad con la que Travis ahora esquivaba las situaciones, había vuelto esa personalidad antes de la perdida de Connor, había sido necesario lo que hizo Percy con él.
—Creo que está en su cabaña ahora mismo —Travis se sorprendió un poco, se había cruzado con Quirón muchas veces y nunca se había metido en ello.
—Oh —quería verla tanto que la ansiedad le mataba.
—Se que no es fácil, pero solo está descargando toda su frustración —necesitaba escuchar eso, para no rendirse en sufrir con ver a Katie feliz con otra persona.
—Si, debe haber mucha frustración —la sonrisa irónica de Travis le dolía al viejo maestro que no quería ver más esto suceder.
—Debiste haberla visto cuando fue al Olimpo a gritar el nombre de Percy a todo pulmón —Travis se sorprendió al escuchar lo que Quirón le contaba, no había escuchado eso, ni Percy o algún dios le habían comentado esto en estos años.
—No sabía que había llegado hasta eso —sentía más ganas de ir hacia ella.
—Emprendió su propia búsqueda para encontrarte —le dio pena saber que le había buscado por todo el país cuando él había estado en otras partes del mundo.
—No debieron dejar que lo hiciera —Quirón negó rápidamente, no había forma de frenarla.
—No había forma de detenerla —una sonrisa ilusionada creció en Travis. Era determinada.
—Bueno ya van 8 años que estamos en este tira y jale —estaba un poco ansiosos de todo el tiempo que había pasado.
Camino un rato más por el campamento, recordando las cosas que le habían tocado viví, fue hacia aquella parte de la playa donde antes había dado largos paseos con Katie. Todas aquellas imaginas estaban tan vivas en su mente, Percy le confirmaría que la memoria era una cosa increíble en la vida inmortal a través de la cual podía mantener tan vívidamente las cosas que les sucedían a lo largo del tiempo, tenía sentido también para las cosas relacionadas con los rencores y el resentimiento, al ser tan intenso el recuerdo provocaba también grandes emociones.
Cuando finalmente se sintió en sintonía con sus emociones se acercó a la cabaña de Deméter, se podía escuchar ruido dentro de la misma, por lo que era casi seguro que dentro estaría Katie. No se equivocó. Cuando abrió la puerta era ella, sus ojos alegres se volvieron en cuestión de segundos en una mirada de pánico, luego fue vergüenza y finalmente un tono adusto. Travis sabía que toda esta escena estaba llegando a su fin, pero él no quería más de esto, estaba siendo demasiado golpeado.
—¿Qué quieres? —su voz era dubitativamente sería y fastidiada, eso era bueno, yo podía ver a través de todo esto, pero no quería que sintiera que no me importaba su acto.
—Hola, venía a verte en realidad —pude sentir la voz de Mike en el fondo llamándole, pero luego de que ella volteo para ver a quien le llamaba cerró la puerta de la cabaña dejándonos a ambos fuera. El silencio era realmente incomodo, en estos casos prefería que me golpeara nuevamente en lugar de solo mirarme con cara de desagrado.
—No deberías estar aquí —esas eran palabras que me molestaban, sentía que se estaba esforzando demasiado para hacerme sentir mal, lo lograba, a pesar de ello sabía que no iba a parar si no hacía algo al respecto. Percy ya me lo había dicho, debes impedir que ese rencor se agrande, cortalo de raíz, es mejor volver a empezar a que no puedas recuperarla. Travis suspiro hondamente, eran las clases de cosas de las que no se sentía bien hablar.
—Solo quería saber una cosa —ella lo miro atentamente, por un momento vio entusiasmo en su mirada, solo un momento. —¿Hasta cuándo piensas continuar con esto? —esas palabras hicieron que su rostro se volviera aún más adusto, si es que se podía. —¿Cuándo Mike llegue al final de su vida mortal? ¿No ha sido suficiente ya? —Katie estaba a punto de decirle un par de cosas para que se pusiera en su lugar, todo lo que había tenido que sufrir, a tal punto que su madre había tenido que intervenir para que no la avergonzaran.
—Mi vida es mi problema, no es tu problema —esas palabras salieron un poco más violentas de lo que pensaba, se arrepintió cuando las dijo, de verdad que sí, pero cuando vio la cara impasible de Travis supo que tal vez él lo esperaba.
—Solo quería que supiera que me has castigado lo suficiente como para que tenga el valor de decirte que no volveré más a este campamento —cuando escucho esas palabras, sintió la desilusión que sabía podría venir con todo lo que había planeado una vez que Travis se cansara de esperar por un palabra amable de su parte. No podía negar que había soportado todo esto de la mejor manera, siempre con una sonrisa dolorosa cuando la veía pasar sin detenerse a hablarle o cuando pasaba con Mike riendo y hablando de cualquier cosa por su costado. Solo tenía un remordimiento, esa vez que le había dado un beso en la frente, Mike había ido más allá de lo que se esperaba de su plan, pero en medio de sus sorpresa solo pudo reír nerviosamente, aunque luego le había dicho un par de cosas sobre ello para que no se volviera a repetir. —Asi que vine a decir adiós —el énfasis en la palabra adiós sí que era una nueva forma en que Travis estaba diciendo basta a todo lo que había vivido estos últimos años. No había prisa, lo sabía, pero no quería ser el hazmerreír del campamento.
—¿Lo suficiente? Ni siquiera tienes idea —susurró ella con despecho, sabiendo que todo lo que le había hecho pasar era poco comparado con la desesperación real que ella había experimentado.
—Obviamente no, pero no pienso seguir con esto adelante, te dejaré en paz —su adiós y dejarla en paz sonaba a despedida, como si pensara en morir. Sentía que todo esto se le estaba escapando de las manos de alguna manera. —Será mejor que entres, tienes invitados —avanzó hacia ella y entró en pánico cuando extendía su mano a la altura de su cintura, cerró los ojos ni siquiera molestándose en detenerlo, pero después de unos segundos que no sintió su toque y solo escucho el crack característico de la cerradura se dio cuenta de lo que estaba pasando. La puerta se abrió para revelar a toda la cabaña mirando como Travis les daba un saludo con la mano y una sonrisa forzada para luego desaparecer corriendo hacía el bosque.
—Espe…ra—era su voz hablándole al viento, por ya tenía muchos metros de distancia para escucharle.
Corrió tan duro como cuando estaba entrenando con Percy, aquellos kilómetros y kilómetros en los que había dejado su vida para que el dolor físico le ayudara a superar el dolor emocional que en ese momento estaba destruyéndolo. Supo en ese instante que era lo mejor para ella y para él, la única manera de librarla de su enojo completamente justificado, pero la estaba llevando a ser alguien que no era solo para hacerlo sentir todo lo que tuvo que sufrir y no quería eso para ella.
Por otro lado, estaba Katie, quien no podía dar fe de lo que acaba de escuchar y pasar. Mike quiso salir de la cabaña para hablarle, pero no estaba de humor para ello, por lo que solo volvió a cerrar la puerta de la cabaña y se quedó mirando a la nada por unos minutos, mientras pensaba como serían los días sabiendo que no volvería a verle entrar al campamento ni por casualidad. Tal vez no era una buena idea dejarlo irse con la última palabra tan rápido.
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Percy era el más emocionado que Atenea hubiera abrazado con amor a Eskol, era una cosa que no podía explicar, ella se veía tan radiante después de sus encuentro con él y le conto con lujo de detalles todas las cosas de las que habían hablado, de cómo la conversación se había vuelto tan calculada que termino llegando a un desenlace feliz para ambas partes. Eskol en sus oraciones le había comentado que era familia, pero que aún no habían definido que sería realmente, pero que había prometido escuchar sus ofrendas con atención siempre y cuando no fueran como las que había hecho para Percy que habían producido una jaqueca terrible.
Luego había venido la preocupación de Atenea por la presencia de ese reclutador que se veía demasiado interesado en reclutar a Eskol. Ella no tenía paz para dejar que se acercara demasiado al niño, Travis por otra parte ya se lo había dicho en el momento que había sucedido, pero no había desencadenado en nada raro por lo que simplemente le pidió que se mantuviera alerta si es que merodeaba por los alrededores. Atenea no era del todo feliz con ello y Percy sintió que se había activado un instinto protector demasiado fuerte como para poder contenerlo, por lo que sabía que la diosa de la sabiduría estaría más que atenta de cualquier movimiento.
Luego estaba su vida en la caza un constante aburrimiento y una carga que año a año se había vuelto más pesada de llevar, por lo que siempre trataba de meterle un poco de picante a la situación, esta vez había pensado en entrenar con ellas. Le había dicho a Artemisa que dejaría que se expresaran libremente dentro de las reglas de un entrenamiento normal y finalmente ella había accedido con tal de terminar la charla con Percy. Cuando miraba su dedo con el anillo de plata pulida, con nada más que sus iniciales grabadas en el sentía que se le revolvía el estómago, nada se sentía normal, nada de tener a Percy cerca se sentía agradable y sin duda prefería tenerlo lejos de su caza, pero era necesario vivir una vida matrimonial si quería conservar su estatus de diosa del Olimpo.
Percy la había dicho en más de una oportunidad que lo botara de sus aposentos para que pudiera volver a ser feliz en un arranque de molestia por la forma en que era tratado en la caza. Nunca había un sitio especial para él en la mesa al lado suyo, nunca se hacía una ofrenda hacía el de parte de la caza, pero aún asi, a la hora del almuerzo siempre sonreía. Las cazadoras no se molestaban en limpiar la parte del campamento en las que Percy pasaba su tiempo entrenando o perfeccionando sus armas. Percy había decidido no tomar una actitud arrogante con la caza, después de lo que había pasado con Phoebe pensó que era suficiente, pero en los últimos meses sí que le había empezado a fastidiar esas actitudes, por lo que pensaba usar el entrenamiento para darle una pequeña lección.
—Bueno, veamos que pueden hacer —dijo Percy mientas blandía una espada de kendo de un lado para otro, no le gustaba lastimar innecesariamente, por lo que siempre que entrenaba con estas espada poniendo pintura en el filo y la punta para saber qué puntos había tocado. Había llegado el momento en que el entrenamiento terminaba con ambos sin manchas de pintura, pero si empapados de sudor.
—Seguramente podemos hacer más de lo que piensas —respondió Phoebe avanzando con sus cuchillos de caza bien empuñados y bajo la atenta mirada de Artemisa.
—Chicas, si alguna logra herir a Percy le daré un arco de mi colección privada —Percy no pudo sino mirar con una sonrisa malvada a Artemisa porque sabía que lo deseaba con todo su corazón y la haría pagar por ello.
—Oh vamos —se quejó mientras sacaba de su bolsillo esa recompensa que le había dado Hécate por el trabajo que había hecho Eskol al rescatar a su hija Liz que ahora se encontraba en el campamento a salvo y ya había pasado por un proceso de desintoxicación de las porquerías que le habían inyectado. Inicialmente iba a dárselo a Eskol, pero aún no tenía edad ni el entrenamiento para darle un buen uso.
—Creo que es un estímulo más que suficiente —Percy asintió con una mirada desafiante, esto sería una gran lección. La caza estaba extasiada con la oportunidad de dañar al dios que osaba tener el título de esposo de Artemisa.
—Tengo un estímulo mucho mejor —todas lo miraron con algo de curiosidad, sobre todo Thalia que tenía el corazón dividido en todo esto. —Si logran hacerme sangrar entonces seré vuestro sirviente por una semana, pero si no lo logran entonces todas ustedes, incluyendo su señora serás mis sirvientas —todas quedaron en silencio, en sus mentes estaban sacando las cuentas, sería la forma definitiva de humillar al dios que había forzado a que Artemisa humillase a Phoebe.
—Perseo —susurró con peligro la diosa de la caza.
—Parece que mis sospechas eran verdad, no crees en lo más mínimo que puedas hacerlo —eso le hizo hervir la sangre, cerrando los ojos para no explotar y atacar directamente sin esperar nada.
—¡Mi señora! —gritaron todas tratando de que Artemisa respondiera al desafío.
—Me uniré a esa apuesta —chasqueó sus dedos convocando su armadura y sus cuchillos de caza hechos de plata olímpica y que brillaban bajo la luz de la luna.
—Será algo lindo de ver —dijo con sarcasmo mientras memorizaba las palabras del encantamiento de Hécate. —Denme unos minutos para prepararme —luego de ello chasqueó los dedos para que desapareciera la ropa que traía puesta en el torso dejándolo completamente expuesto y revelando una figura impresionantemente desarrollada, cada musculo en su lugar firmemente tonificado. Todas dieron un paso atrás, incluyendo Artemisa, quien sabía que todas se resistirían un poco en pelear de esta manera. Una fina capa de agua recorría el cuerpo de Percy haciendo que la luz de la luna lo hiciera brillar. Recitó entonces el encantamiento y todas estaban estupefactas de lo que estaban observando, la mayoría de ellas, sonrojadas. Pero Artemisa, estaba impasible.
—¡Qué demonios! —gritaron todas al unísono y Thalia se acercó un poco pero luego sacudió la cabeza y se mantuvo en su sitio. El encantamiento de Hécate te hacía ver a esa persona amada que se encontraba en el fondo de su corazón. Para ese momento Percy estaba a punto de reírse de la forma en que todas estaban sonrojadas y avergonzadas, seguramente si él estaba sin ropa en la parte superior ellas estaban viendo lo mismo, pero con otros rostros.
—Tengo curiosidad de saber a quién estás viendo, Thals —Thalia negaba con la cabeza tratando de aclararse, pero era en vano, no era un encantamiento a la mente, realmente estaba viendo a través de una ilusión.
—¡Esto es un engaño! —gritó Phoebe que estaba hirviendo en rabia.
—Esta ilusión, solo les mostrará a esa "persona especial" —dijo Percy formando un corazón con ambas manos.
—¡Cómo es posible que te atrevas a esto para poder ganar! —le recriminó Artemisa mientras empuñaba sus cuchillos con fuerza.
—Bueno ¿Quién vendrá primero? —desafió Percy empuñando su espada de Kendo llena de pintura para marcar a las cazadoras. No pudo evitar querer burlarse de ella un poco más y eligió a Thalia para ello, saco un pañuelo de su bolsillo y se lo entregó. —Thals, Thals, toma, estas… ¿babeando? —ella le dio un pequeño golpe en la mano rechazando el pañuelo. Seguramente sabía que es lo que ella estaba viendo.
—Eres un desgraciado —susurró para ganarse una brillante sonrisa sincera de alguien a quien apreciaba.
—Piensa esto como un regalo anticipado —luego de ello sus sentidos se pusieron en guardia al ver que Phoebe era la primera que avanzaba.
—¡Pagarás por esto! —grito mientras blandía sus cuchillos con toda la intensión de mutilar al dios de los héroes asi le costara el exilio o la muerte. Percy sonreía a la luna anticipando una noche de placer en niveles insospechados.
—¿Les gusta las fiestas de disfraces? —y blandió su espada con el propósito de terminar con nada más que sudor sobre él.
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Nada fuera de lo normal había sucedido en su itinerario de salvar y ayudar semidioses. Era un trabajo gratificante, ayudar a los chicos de la forma en que muchos de ellos nunca fueron ayudados simplemente hacía que valiera cada maldito minuto. Nunca podría hablar sobre lo que hacía una vez que dejaba a los semidioses en su refugio a salvo antes del llevarlos al campamento repuestos de la condición en la que los encontraba. Siempre prefería que en su refugio estuviera el o la diosa que eran padres de los semidioses que rescataba para que pudiera tener una palabra con ellos y explicarle que era el lugar al que iba a llevarlos. Pero mientras los semidioses pasaban tiempo de calidad con sus padre el entraba en el personaje de vigilante que impartía justicia, para eso era el pasamontañas o balaclava que le permitía ir de incognito a terminar el trabajo.
Era su parte de Black Ops de la que no tenía que rendir cuenta ni informar, solo hacerlo.
Percy lo sabía, los dioses padres de los niños lo sabían, nadie se oponía.
Era necesario y justo. De eso no tenía dudas.
Esos niños merecían que sus maltratadores recibieran castigo.
Ese era su trabajo. Rescate y castigo.
Por lo general no llegaba al extremo de tomar la vida del abusador, afortunadamente no había llegado tarde como para encontrar a los niños muertos, por lo que aplicaba el castigo de acuerdo a la condición en la que los encontraba. Sus métodos sí que eran variados, ya tenía todo un recorrido, cual guía turístico para sus objetivos en los que se aseguraba que vivieran la peor de las experiencias para que no volvieran a pensar a en tratar a niños inocentes de esa manera. Luego de una de sus "visitas" necesitaba pasar tiempo en casa de Sally, con Eskol y Paul para poder purificar su alma de la violencia que aplicaba en cada misión, por lo que mantenía un tren de vida predeciblemente agradable y se mantenía cerca de Eskol para que siempre estuvieran a salvo. Eskol siempre le pedía que le contara como había ido la misión y él se encargaba de contarle con lujo de detalles el rescate, nunca hablaba del castigo, porque no era algo que Percy quería que supiera aún. Cuando fuera lo suficientemente maduro como para procesarlo sabría que no hay crimen sin castigo.
Pero siempre terminaba el tiempo en casa de Sally con esa sensación de que no podía quedarse más tiempo sin pedir una nueva misión, porque su ausencia podía significar que un semidios estaba sufriendo sin que nadie pueda ayudarle. Por lo que iba de camino al Olimpo para poder reunirse con Atenea. Ahora podía transportarse, pero que mejor manera de distraerse que transportándose de manera regular, tomando un taxi o caminando, eran cosas cotidianas que le daban una sensación de paz. Luego estaba Katie. Ella era esa variable que explotaba su realidad mental de paz y tranquilidad. No había vuelto a verla después de su último encuentro y cada vez que había llevado a un semidios al campamento había optado por dejarlo en la entrada como cuando huía de ella, pero esta vez simplemente para no seguir en el mismo circulo vicioso.
Olimpo era todo aquello que se anhelaba en una vida normal y caminar por sus calles y ver toda la arquitectura que Atenea había llevado a cabo en honor de Annabeth era increíble. Grandes construcciones que mostraban la gloria del periodo greco-romano y que a uno que había leído sobre estas cosas lo dejaban sin aliento. No supo realmente si alguien había pronunciado su nombre o no, pero sintió una mano sobre su hombro, por lo que se giró rápidamente para encontrarse con la figura de Deméter siendo bañada por la luz dorada que hacía todo un poco más impresionante. Hizo una reverencia inmediatamente y cuando levanto la cabeza nuevamente se percató que la diosa no estaba sola, detrás de ella escondida por la figura de su madre estaba Katie con una sonrisa un tanto nerviosa. Percy ya se lo había dicho "debes mantener todo muy profesional para evitar hacer el ridículo."
—Mi señora —dijo amablemente dándole también una ligera reverencia a Katie, la diosa le sonrió sabiendo que estaba sobreactuando su respeto. No podía sino renegar de la situación que se había armado entre su hija y el hijo de Hermes.
—Me da gusto verte nuevamente Travis —Katie se mantenía en su sitio en silencio, no se atrevía a abrir la boca por temor a pasar vergüenza, pero casi que había obligado a su madre a salir a dar una vuelta por el Olimpo. Había visto a Travis llegar desde la torre del palacio de su madre y no podía dejar pasar el momento. Habían pasado 2 años. —Gracias por llevar a mi hijo al campamento a salvo —Travis asintió recordando como había sido el rescate. Eskol había ido como espectador esta vez, luego de la misión de Liz no quería volver a ponerlo en peligro por un tiempo hasta que entrenara con armas y pudiera hacer uso de ellas para defenderse.
—Ni lo menciones, estoy para servir —Deméter no sabía que más decir, porque prácticamente su hija era un ente inanimado. —Que disfruten su paseo —Travis no tenía tiempo para esto, solo era malo para ambos, asi que era mejor seguir adelante.
—Espera —la voz de Katie sonaba un poco lejana, pero él nunca podría no reconocerla. Por lo que se detuvo, solo para ver como su padre llegaba para unirse a la conversación silbando su melodía favorita. Era su salvación.
—Travis ¿Cuándo llegaste? —Hermes lo miró con esa típica mirada de "dime que llegue a tiempo" se sentía agradecido de ello.
—Padre, acabo de llegar —Hermes le dio una sonrisa de satisfacción mientras se acomodaba para saludar a la diosa y su hija.
—Deméter, Katie —dijo con un tono de fingida formalidad.
—Señor Hermes —le respondió Katie con respeto. La última vez que se habían topado ella había hecho pasar vergüenza a su madre por lo que no podía evitar sentirse en deuda.
—Solo Hermes, por favor —Deméter asintió con una sonrisa agradecida.
—Venía a buscar a Atenea para una nueva misión —Hermes asintió sabiendo que era ello a lo que venía. Pero esta vez sería un favor para él.
—De hecho, la misión que sigue es para mí —Travis no se sorprendió su padre era de los que más semidioses engendraba junto con Apolo. Vio a Travis mirando de reojo a Katie y ella también a Travis, pero sin cruzarse, sintió que no había un feeling en el aire como para que estos dos hablaran, salvaría a su hijo de una debacle.
—En ese caso ¿deberíamos hablar de los detalles? —pregunto nerviosamente pensando que su padre no leería el humor de la reunión y lo obligaría a seguir allí.
—Claro, sígueme. Señoritas, con su permiso —luego de ello alegremente activo sus sandalias aladas para llevárselo bajo la atenta mirada de madre e hija, Deméter con la satisfacción de que no tenía que escuchar una charla torpe y esquiva y Katie con la decepción de que no vio ninguna señal de que Travis quisiera seguir conversando con ella.
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Había sido una satisfacción que bien podría mantener su sonrisa por 1000 años. Al final de la batalla solo estaban ellos dos de pie. Todas las cazadoras habían terminado con fuertes golpes en la cabeza que las había dejado fuera de combate y él estaba intacto. Había usado todas esas técnicas de lucha que mezclaban la lucha con el baile y los movimientos dignos de un gimnasta olímpico. Eso y su espada de quedo reforzada habían hecho caer una a una a las cazadoras. Artemisa había gruñido con rabia con cada una que caía porque podía significar la humillación final de Percy al tenerlas de sirvientas.
Al final su duelo era furioso, los cuchillos de caza de Artemisa cortaban el viento de haciendo ese sonido tan alegre que animaba más y más a Percy, supuso que al ser dios de las armas se deleitaba en que una de ellas fuera tan excelente y precisa. El duelo fue brutal y había tenía que usar más de una espada de kendo porque las había quebrado con la violencia de sus ataques. Pero finalmente decidió que ya no debía alargarlo más y con unos cuantos golpes certeros había logrado dislocar una de sus muñecas, nada serio, pero necesitaría a Apolo más tarde para ello. Ni siquiera quería acordarse de él ya que vivía tentándolo para ir a los antros a los que iba con Hermes y otros dioses alegando que aseguraban total discreción. Era la misma basura que le proponía Tritón. Cuando Artemisa los veía juntos chachareando no había falta ni saber de qué hablaban ella ya tomaba una mala actitud y ese día se volvía más insoportable de lo normal.
Cuando finalmente logró dar otro golpe doloroso a la otra muñeca de Artemisa supo que había ganado, pero ella no se iba a rendir asi que aún asi ataco con el dolor en la muñeca y Percy se aseguró de no titubear en el golpe. El sonido en el suelo del último cuchillo tintineando en el suelo era el sonido de su victoria. Artemisa resopló con desagrado sin decir nada se dirigió desapareció de allí para ser tratado por Apolo y luego de ser atendida volvió solo para encargarse de llevar a sus cazadoras a sus tiendas. Percy por su parte había hecho encender fuegos artificiales toda la noche con la ayuda de Travis y Tritón. Era su forma de restregarles su victoria en la cara.
Lavado, encerado y pulido de sus armas era algunas de las tareas que las cazadoras tuvieron que hacer cada día sin falta, algunas lloraban de rabia mientras Percy con la ayuda de Afrodita habían preparado un uniforme de mucama que hacía que todo el campamento se viera como el palacio de Percy. Afrodita no pudo evitar soltar la carcajada cuando se había enterado de lo que Percy requería y de cómo le ayudaría sin pedir nada a cambio solo por verlo con sus propios ojos. Las cortinas de su palacio en Olimpo necesitaban limpieza y su propio palacio también, por lo que por el Olimpo desfilaron Artemisa y sus cazadoras con sus artículos de limpieza rumbo al palacio de Percy para hacer una limpieza total sin descanso. Era una humillación ver como muchos dioses tomaban fotos mientras pasaban y no poder hacer nada al respecto solo para cumplir el castigo del desafío. Luego de ello sería alimentado por la caza y recibiría aire de sus sirvientas para poder soportar la ola de calor que afligía al país. Lavar su ropa, afilar sus flechas, preparar la cama de Artemisa en la que él dormiría ahora mientras ella dormía en el sofá por si algo se le ofrecía durante la noche eran solo algunas de las cosas que estaban haciendo estallar a Artemisa y su caza al punto de querer romper los términos del desafió, el acuerdo y su matrimonio. Ya no podía soportar esta humillación.
Luego de que los 7 días habían llegado a su fin las cazadoras quemaron los atuendos que Afrodita había preparado y Percy decidió darle un poco de espacio para que recuperaran su dignidad, no sin antes inmortalizar el momento en una foto grupal donde el único que sonreía era él. Sería una buena charla para tener con Eskol, por lo que solo le mandó un mensaje a Travis para que lo llevara a su lugar secreto. Pero una vez más no contaba con que estaba siendo vigilado.
Cuando llegó Eskol ya estaba con Travis en el lugar colgando dianas en los árboles para poder practicar un poco de tiro con arco. Sin duda Eskol era increíble con el arco cuando estaba estático y con el control de todos los elementos, pero en movimiento aún su equilibrio y puntería tenía mucho que mejorar por lo que estaban llevando su entrenamiento a ello. Cuando Percy llego casi fue alcanzado por una de las flechas por lo que debía andarse con cuidado.
—¡Alto! —grito Percy saliendo de detrás de unos árboles, solo para toparse con la sonrisa cansada de Eskol quien corrió hacia él.
—¡Papá! —el abrazo que compartían valía la pena por el tiempo que no podía estar a su lado y ambos lo sentía asi.
—Veo que lo estás haciendo… —Percy dudo por un momento sobre la palabra que iba a usar.
—Estoy mejorando —dijo con entusiasmo mientras la cara de Travis dejaba miles de dudas.
—Pésimo es la palabra que iba usar —Eskol no pudo evitar sentirse herido y le dio la mejor cara dramática que le salió.
—Eso fue cruel —Percy choco puño con él para luego saludar a Travis de la misma forma.
—Bueno, tengo algo que puede animarte —por un momento los 3 pensaron en algo completamente diferente. Travis pensó en ese arco que Percy tenía preparado en su palacio para dárselo por el torneo que había ganado últimamente. Eskol pensó en algo un poco más personal como mandarlo al campamento donde habían llevado a Liz, digamos que se había quedado curioso del que había pasado con esa niña de cabello negro como la noche. Y Percy pues, pensaba en lo que había hecho con las cazadoras y Artemisa.
—Si es lo que pienso, no fallará ni una flecha de ahora en adelante — y posterior a ello chasqueo los dedos para mostrarles unas fotos relacionadas con ello.
No pudieron parar de reír por un rato muy muy largo, se sentía como que cada vez que se estaban tranquilizando alguno de ellos empezaba con una nueva ola de carcajadas que hacía que el resto volviera sobre sus carcajadas. Eskol no podía dejar tomarse el estómago porque empezaba a dolerle demasiado. Al final solo se escuchaban respiraciones pesadas de 3 tipos tirados sobre la tierra húmeda tratando de no descontrolarse nuevamente. Percy se pudo de pie tratando de poner su mejor cara de seriedad para darle la mano a su hijo.
—Creo que estas listo para poder dar apoyo con tu arco a Travis en caso sea necesario —Eskol reaccionó poniéndose de pie de un solo brinco y mirando con emoción al tío Travis.
—¡Enserio! —Percy asintió mientras pensaba en que deberían preparar un traje completo para él también. —Gracias papá —gritó mientras se lanzaba a los brazos de Percy. Se acercaba su cumpleaños número 11 y había demostrado que estaba hecho para el trabajo. Se soporte por lo general no requería su intervención, pero si le iba a dar el peso de la responsabilidad que se requería para que siguiera aprendiendo. Pero nada era felicidad cuando sintió que una flecha silbaba detrás suyo y la cara de espanto de Travis se lo dijo todo. Estaban en problemas. Pensó a la velocidad de la luz y miró Travis quien no titubeó para tomar a Eskol y arrojarlo detrás de un árbol.
—¡¿El acaba de llamarte papá?! —era Artemisa y sus cazadoras que estaban en posición de batalla detrás de su señor. La mirada de Artemisa era fuego, destrucción y rabia sin hablar del hecho de que había por lo menos 20 arcos apuntándole. Con la mano casi imperceptible Percy le hizo una seña que rápidamente atendió.
—Artemisa, ni siquiera lo pienses —le susurró con un peligro tal que todas estaban estupefactas y en el caso de las cazadoras asustadas, pero Artemisa estaba en un estado de descontrol que ni siquiera escuchó antes de disparar un par de flechas que Percy se encargó de disipar con unos bloques de agua.
—Eskol, ve a casa de tus abuelos y quedate allí —dijo Travis mientras tomaba de la mano a Eskol, pero este estaba demasiado preocupado por lo que podía pasarle a su padre.
—Padre —susurró, Percy no dudó en mirar a su hijo y su mirada se suavizo instantáneamente.
—Haz lo que dice Travis —luego de ello Travis se lo llevo transportándolos a las afueras del apartamento de Sally, pero no conto con encontrarse con Katie en la puerta del apartamento. Ni siquiera tuvo tiempo de saludarla cuando rápidamente abrió la puerta y empujó a Eskol dentro del apartamento y selló la puerta con su poder acuático cortesía de ser campeón de Percy. Eskol ya sabía que era lo que debía hacerse.
—Katie, debes irte, no es buen momento —dijo tratando de sonar lo menos severo posible para no ser grosero y Katie no entendía nada de lo que estaba pasando ¿Quién era ese niño? ¿Por qué puso un sello en la puerta de Sally? ¿Era hijo de Sally? ¿Era hijo de Travis? Esos pensamientos la estaban llevando a un estado de estupidez que no hizo más que balbucear.
—Solo quiero que hablemos —Travis no se detuvo a mirarla ni siquiera.
—¡Katie! Vete por favor —luego de ello se disolvió, transportándose nuevamente hacia donde estaba Percy.
Chapter 31: Perseguido
Chapter Text
Estaba harta, harta de una semana de sufrimiento y humillación. Lo que Percy había hecho con su caza en complicidad con Afrodita de ridiculizarlas como su fueran las criadas de Percy, la forma en como lo había disfrutado y como había osado en hacerla dormir en un sofá mientras el usaba la cama que le correspondía a ella fue sin duda denigrante. Se había propuesto vengarse de esta locura que Percy había llevado a cabo y cumpliría su promesa de no dañar a nadie más que a Percy por lo que había hecho. Luego arreglaría cuentas con Afrodita.
Le había seguido durante varios kilómetros a donde quiera que se dirigiera, también uso varias veces la transportación y por medio de un truco podía averiguar hacía donde había hecho el salto. No podía negar que Percy intentaba cubrir sus huellas donde quiera que iba. Se movía con rapidez y con sigilo, pero ella era la diosa de la caza y ninguna presa podría escapar al final.
Finalmente dio con el paradero final de Percy se encontraban en un bosque espeso y extraño para ella, el olor fuerte y antiguo de pinos eran embriagador, pero al ver que Percy no se movía del lugar sino que avanzaba con tranquilidad fue en busca de la caza y las transportó hacia donde estaba Percy, lo siguieron con cuidado y tomando una gran distancia hasta que llegaron cerca a un claro donde estaba Travis y un niño, el niño estaba entrenando mientras Travis le arrojaba cosas y este esquivaba los obstáculos pero no podía dar con sus flechas en las dianas. Sus cazadoras y ellas no pudieron evitar murmurar: niño inútil.
Siguieron avanzando perdiendo de un poco de vista lo que conversaban, pero podían ver que el niño que estaba entrenando Travis era cercano a ambos. Lo que sea que estuvieran hablando no iba a intervenir hasta que Percy estuviera solo porque si tocaba a Travis estaría rompiendo su juramento. Se maldecía a sí misma por aceptar tan a la ligera esa condición. Verlos reírse de las fotos que Percy les estaba enseñando hasta revolcarse en el suelo sin duda hizo estallar en enojo a todas sus cazadoras, no podía hacer nada hasta que ella diera orden, pero todas ya tenían su arcos preparados. Artemisa no podía contenerse y estaba a punto de perder la razón al sentirse tan humillada de que Travis, el niño y Percy se burlaran de ellas.
—Gracias papá —esas palabras retumbaron en su mente Artemisa que hizo que soltara la flecha que tenía en su arco, todo sucedía en cámara lenta en ese momento, podía ver a Thalia abrir los ojos a mas no poder y decir: Nooooooooooooo. Pero en la mente de Artemisa había un pensamiento latente y que estaba explotando en su interior. Muerte. Todas las cazadoras avanzaron a la par de su señora hasta que estaba frente a un Percy que tenía una mirada mortal que bien podría hacer retroceder a todas, pero Artemisa estaba tan encendida que asesinaría al primero que osara siquiera decirle que se detuviera.
Percy estaba en plan protector con el niño que ahora estaba a cubierto detrás de un árbol y con Travis protegiéndolo de cualquiera que se atreviera a avanzar. Le hizo una seña a Phoebe quien dejó su arco para mandar unas instrucciones al grupo de cazadoras que se habían quedado replegadas cerca de Nueva York para que avanzaran hacia la casa de Sally y capturar al muchacho. Percy sabía que esto iba más allá de lo que podría llegar a controlar, pero ganaría tiempo para que Eskol este a salvo. Esta vez no tendría piedad.
Entonces Artemis dio la orden y la lluvia de flecha llovió sobre Percy. No podía importarle menos si alguna de esas flechas lo lastimaba, no iba a parar hasta traer sufrimiento sobre Artemisa y sus cazadoras.
—¡Cómo te atreves a tener un hijo a mis espaldas! —gritó Artemisa mientras chasqueaba sus dedos y sus cuchillos de caza aparecían sus manos, a su lado Thalia con serios remordimientos y dudas sobre la naturaleza del niño que había llamado papa a Percy avanzaba pidiendo a los dioses que no estuvieran firmando su sentencia de muerte. Percy no convoco su espada de kendo esta vez, sino una espada real con un filo mortal que hizo añicos las flechas que llovieron sobre el cuándo la blandía para deshacerse de ella.
—Van a pagar con su vida por lo que acaban de hacer —la amenaza de Percy coincidió con truenos que parecían explotar sobre sus cabeza y dejarlas en un estado de confusión total. Que algunas de ellas no se percataron que Percy avanzó directamente sobre Artemisa y con un movimiento violento hizo chocar su espada contra sus cuchillos retumbando a tal potencia que la hizo retroceder y de no ser sostenida por sus cazadoras hubiera rodado contra un árbol sin más.
—No te tenemos miedo, pagarás por engañar a nuestra señora Artemisa —amenazó Phoebe quien empezó a disparar sus flechas a una velocidad increíble, pero no eran nada para Percy que con un chasquido convocó un muro de agua empujo a Phoebe estrellándola contra un árbol.
Artemisa no se quedó contenta con eso cuando con la ayuda de Thalia se puso de pie, sabía que estaba poniendo en una mala posición a Thalia con todo esto, pero simplemente no podía dejar pasar el hecho de que Percy había tenido un hijo a sus espaldas, siendo comparado con los dioses vulgares que no podía mantener sus pantalones ajustados. La batalla era brutal, las flechas llovían de todas direcciones, pero entonces paso algo que nadie esperaba, Percy tomo a una de las cazadoras y la puso delante suyo y flecha que llovía era flecha que terminaban ensartándosela a la cazadora hasta que Artemisa se dio cuenta, pero un poco tarde ya que la cazadora termino con unas cuantas flechas ensartadas antes de que Percy lanzara el cuerpo casi sin vida y continuara su camino hacia su siguiente víctima. Artemisa estaba impactada con lo que acababa de pasar y Thalia no tenía palabras para la brutalidad frialdad con la que Percy no había dudado en usar a la cazadora como escudo humano. Todas se pusieron al lado de su señora, espantadas con la imagen de que sus propias flechas habían acabado con su hermana.
En ese momento apareció Travis preparado con su arco preparado para atravesar a quien se atreviera a dañar a Percy. Sabía perfectamente que una de sus deberes dios-campeón era protegerse mutuamente, nunca Percy debería ser dañado era su trabajo y el nunca sería usado como sacrificio ya que Percy lo protegería. Artemisa se secó las lágrimas que tenía de manera ruda, ya no le importaba nada, no le importaba el juramento iba a terminar con la vida del hijo de Percy asi como su cazadora había muerto.
—Si desisten ahora, lo dejaré pasar —la voz de Percy era potente cual trueno y la lluvia empezó a hacer su trabajo. Artemisa miró a sus cazadoras, podía ver la furia en sus ojos y estaban con sus arcos tensado para seguir adelante. No se rendirían, por otra parte, Thalia tenía su mano sobre el hombro de Artemisa tratando de hacerla desistir, pero en esto no podía confiar en su teniente, ya que su corazón tenía debilidad por Percy. No románticamente, eso lo sabía.
—¡Jamás! La caza no se rinde, no retrocede, no perdona —esas palabras fueron suficientes para que nuevamente una lluvia de flechas surcara la lluvia, pero esta vez fue en vano porque Percy controlaba el ambiente y las flechas se estrellaron al suelo algunos metros por delante de donde estaban parados ambos.
Percy le dio un asentimiento a Travis y este soltó su flecha y empalo en el hombro a una de las cazadoras tirándola al suelo gritando de dolor. La flecha había ido con tanta violencia que literalmente había atravesado el hombro de la cazadora y clavándose en el árbol a unos metros. Todas estaban estupefactas por la forma despiada con la que estaban procediendo, no es que esperaban que se dejaran golpear, pero la furia en los ojos de Percy no había disminuido ni un ápice y se mantenía en guardia esperando que Artemisa hiciera algo más que solo mirarlo con rabia. Artemisa hizo una seña a las cazadoras para que se mantuvieran detrás de ella y avanzó, lenta pero decididamente gruñendo a cada paso sin siquiera mirar a Travis sino a Percy directamente.
—Puedo con las niñas —le susurró Travis a Percy mientras Artemisa se acercaba con sus cuchillos y ya estaba muy cerca de Travis y este no retrocedía ni un paso, no lo haría tampoco antes de que Percy le diera la orden de no intervenir. Finalmente, Artemisa tenía su cuchillo sobre el cuello de Travis, pero ni aun asi se movió.
—No esperaba menos. Hazlas trizas —la última frase fue el permiso para no contenerse, solo valía vencer y darles una buena lección. Artemisa estaba impresionada por un momento cuando vio la forma y relación que tenían ambos. Pero no podía simplemente dejarlo pasar, por lo que le hizo un ligero corte, pero Travis ni siquiera se inmutó.
—Tienes mucha confianza que podrás con mis cazadoras —Travis ni siquiera la miraba, eso la ofendía, las cazadoras seguían de cerca a su señora con sus cuchillos en las manos.
—No tienes idea de lo que podemos hacer —luego de ello a una velocidad increíble Travis avanzó hacia las cazadoras, tirando su arco desenfundó su espada y una a una fue repeliendo los ataques que recibía, sabía que con Thalia estaría en un poco de desventaja porque ella podía usar poderes por lo que le habían conferido como diosa menor, asi que se preparó para poder usar los poderes de su filiación con Percy como campeón para poder equilibrar las cosas.
Sabía que las cazadoras irían a muerte contra él y Travis haría lo mismo, por lo que empezó a olvidarse de sus prejuicios sobre lastimar a un grupo de chicas y empezó a cortar carne con el objetivo de dañar e inutilizar una a una, esta vez está siendo un poco más precavido porque no quería que esto terminara en un mar de sangre innecesario por lo que no corto a matar, pero podía sentir que una a una gritaba de dolor y se arrastraban para poder a salvo. También uso un par de dardos tranquilizadores para acabar con algunas y en medio de eso también tuvo un par de tajos en su cuerpo.
Por su parte Percy y Artemisa iban de golpe en golpe, pero claramente Percy era el que menos estaba sufriendo con esto porque sus movimientos eran precisos y estaba jugando con la determinación de Artemisa, de reojo miraba a Travis para ver cómo se estaba desarrollando. No pensaba rendirse con Artemisa e iba a luchar contra quien sea para poder mantener a salvo a Eskol. La furia de Artemisa no bajaba en lo más mínimo al ver la determinación de ambos por proteger al niño. No quería excusas ni explicaciones solo quería respeto y que ese niño respirara era una ofensa que no iba a permitir sobrevivir. Para ese momento el resto de su caza ya debería tener al niño bajo custodia. Era difícil saberlo ya que el resto de su caza estaba sucumbiendo antes Travis.
—¡Nos vamos! —Artemisa retrocedió para darse cuenta que Percy la había cortado en varios lugares de manera profunda y empezaba a arder y doler. Artemisa trató de tomar por sorpresa a Travis, pero este se dio cuenta rápidamente y bajó la cabeza para luego contraatacar y dejarle un recuerdo a Artemisa en el pecho que de no ser por la armadura hubiera sido un tajo mortal y le dio su mejor sonrisa. —Pagarás por esto —Travis miró a Percy y fue él quien respondió.
—Estas lejos de poder con mi campeón —luego de ello ambos desapreciaron, trasladándose al apartamento de Sally y se encontraron con una Sally preocupada que no dejaba de llorar mientras Paul le consolaba.
—¿Qué paso aquí? ¿Están bien? —Percy se acercó rápidamente para ver si estaba bien o si estaba herida, pero ella negó rápidamente.
—Un grupo de chicas estuvieron aquí, casi tumban la puerta buscando a Eskol —le explicó Paul, Percy miró para todo lado y no dio con Eskol.
—¿Dónde está? —Percy empezó a abrir cuanta puerta había en la casa.
—Percy, se fue, por la ventana de su cuarto —la mano de Paul estaba sobre su hombro para darle un poco de tranquilidad.
—Rápido, activa el rastreador —Travis ni se lo pensó y activo el rastreador que había en la bolsa de emergencia que debía tener en su poder. Estaba en movimiento, rápido como estar corriendo.
—Parece que va en un vehículo —eso lo tranquilizó, mientras estuviera en movimiento sería difícil para la caza seguirle el ritmo porque ellas eran anticuadas.
—Veamos hacia dónde va, necesitaremos a BlackJack —en su mente llamó a su amigo, no era muy afín a Eskol porque él no quería saber nada con los caballos extrañamente, pero seguramente en una situación asi cambiaría de idea.
—Sus ahorros se fueron, su bolsa y su arco también —eso tranquilizó completamente a Percy porque sabía que estaba siguiendo el plan de contingencia que le habían recalcado por años.
—Revisa el mapa —en el mapa había muchas banderas, pero solo una era la importante.
—Refugio de vida silvestre Great Swamp —Percy trató de recordar que era ese lugar exactamente. Travis ya tenía en su mano una tableta con imágenes del lugar con una sonrisa burlona.
—Realmente sabe cómo perderse —respiró hondo, ese lugar tenía todo lo que se necesitaba para que su hijo se escondiera hasta que el fuera a buscarlo.
—Digamos que le habíamos prometido ir próximamente —era la voz traviesa de Paul, que amaba salir con su nieto a nuevos lugares. Percy le dio una sonrisa agradecida, ellos habían cuidado tan bien de Eskol que no había forma en que pudiera pagarles por ello.
—Percy, debes traerlo a casa —le suplicó Sally, pero Percy dudo por un momento.
—Va a ser un poco difícil, Artemisa se enteró de él —todos se quedaron en un silencio sepulcral luego de saber porque las cosas se habían vuelto peligrosas para su nieto.
—Por los dioses, no me digas que mi pequeño está siendo cazado por ellas —Percy asintió, pero también sabía que en cualquier momento podía usar su carta contra Artemisa para dejarla sin poderes y acabar con ella.
—No te preocupes, teníamos un plan para esto, estará a salvo —Travis sentía que en cualquier momento los abuelos de Eskol podía colapsar de la angustia, pero después de ver como Eskol estaba procediendo sabían que estaría bien.
—BlackJack va rumbo al destino para mantenerlo lejos de la cazadoras —aseguró Percy luego de charlar con BlackJack a través del enlace que compartían.
—Deberíamos irnos —le sugirió Travis mientras Percy se mantenía un tanto apacible pensando en cómo castigar a la caza.
—Bromeas, nos vamos de caza, hay que darle un poco de ventaja, prepara las trampas y las flechas especiales —Travis sonrió con maldad y estaba a punto de desaparecer cuando en su tableta tenía un mensaje de un número desconocido.
—Tengo un mensaje de Katie —miró hacía donde estaba Sally, ese número solo lo sabían Percy y ellos, ella asintió con una disculpa en su mirada. —Va detrás de Eskol —Travis suspiró con un poco de alivio al saber que su sobrino no estaba del todo solo.
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No había tenido de pensar demasiado cuando había entrado en casa, Sally y Paul se preocuparon al verlo con la respiración agitada. No había tenido mucho tiempo para ellos, sabía que pronto podría estar tumbando la puerta para buscarle. Trató de tranquilizar a sus abuelos para que no entraran en pánico, él sabía lo que debía hacer en estas situaciones, Travis y su padre se lo habían repetido miles de veces, tanto que se había llegado a cansar de las previsiones que se tenía que tomar para estos casos. Trató de serenar su mente, pero era en vano, no podía, su mente corría a mil por hora por las cosas que había visto, ese fuego destructor en la mirada de Artemisa y el odio que había experimentado en su mirada cuando se había cruzado con la suya. No era normal. Pero también se había conmovido por la forma en que su padre no le mostraba la mirada aterradora que le dio a la caza, sino que le hablaba como siempre, con cariño y protección. El tío Travis había sido rudo con la chica que estaba en la puerta de la casa y cuando había escuchado su nombre supo que seguramente le había dolido hablarle asi, pero no había tiempo de parar, él debía estar con su padre para ayudarle a frenar a Artemisa.
Había cerrado la pureta de su cuarto con seguro para concentrarse por un momento y hacer todos las cosas que debía para estar preparado. Afuera estaba una aterrada Sally y un preocupado Paul que se dirigió hacia la puerta, pero no le era posible abrirla, entonces entendió de que se trataba todo, Eskol estaba en peligro, por lo que había tomado a Sally y la sentó en el sofá para tranquilizarla y decirle que es lo que estaba pasando y que debían estar listo para lo que sea que fuera a pasar. Eskol había destruido su alcancía y tomo todos sus ahorros, se había sentido agradecido de que había billetes y no demasiadas monedas, eran cumpleaños, mesadas y ese bono especial por el trabajo para Hécate que le servirían para sobrevivir si fuera necesario fuera de casa. Había sacado la mochila y reviso que todo estuviera allí, no necesitaba una tienda, solo su bolsa de dormir, comida enlatada y su arco. Era momento de irse. Tuvo algunas palabras con sus abuelos para decirles que por nada del mundo se asustaran, que no iban a poder traspasar el escudo que Percy había activado. Luego de ellos se había lanzado por la ventana, el vértigo le había estado matando el estómago, casi podía recordar las primeras veces que se había deslizado por allí, había vomitado desde la altura.
Paul y Sally se habían quedado a resistir la presencia de un grupo de niñas que exigían ingresar a la casa y que de no ser así tumbarían la puerta, estuvieron varios minutos en ese plan hasta que se dieron por vencidas y habían ido a revisar los alrededores. El niño se les había escapado. No podían permitir eso.
Tomó el primer taxi que encontró desocupado y luego de un buen argumento sobre que se le había hecho tarde para tomar el bus de la escuela para ir al campeonato de tiro con arco el taxista había accedido a llevarlo en esa larga distancia. Había visto la cantidad de billetes que tenía asi que no le preocupaba el pago. Empezó a concentrarse para encontrar serenidad y pensar en sus siguientes movimientos. Su padre siempre le había dicho que una vez que llegara se concentrara en dejar el menor rastro posible y se concentrara en ir a lo profundo del bosque hubiera escogido. Siempre habían ido a por un bosque porque era la forma más sencilla de perderse y Eskol se sentía en su elemento en esta clase de sitios. Empezó a revisar su equipo. Tenía 25 flechas en su carcaj, su arco estaba en óptimas condiciones ya que le había cambiado la cuerda hace poco. Estaría preparado para lo que viniera mientras su padre llegaba en su ayuda.
De vez en cuando miraba hacia atrás para ver si venía alguna clase de auto sospechoso siguiéndolo, entonces la vio. Era la misma chica, Katie, la que estaba en la puerta de la casa de sus abuelos. Ella venía en un taxi a unos metros de donde estaba él. No sabía si sentirse a salvo o en peligro, no tenía tiempo para poder averiguarlo. Tenía un tiempo por delante antes de llegar a su destino y tenía que estar concentrado en lo que tenía que hacer.
Del otro lado en el taxi iba una extasiada Katie, quien hace mucho no iba en una misión real, esta vez iba en una persecución. Cuando había escuchado a las cazadoras hablar sobre cómo iban a matar al bastardo hijo de Percy Jackson había querido soltar un gritó, pero hubiera sido carne de la caza de Artemisa por lo que se mantuvo en silencio y quieta en su escondite, luego de ello salió corriendo sabiendo que en la casa de Percy había una vía de escape, que es la que había usado Travis en su momento, hace muchos años. Lo vio descender como si fuera la cosa más natural del mundo, con ese cabello rubio intenso y una mirada determinada encima, mirando a todo lado antes de correr hacia la avenida principal. Trató de seguirlo con sigilo, no quería alarmar a las cazadoras ni quería asustarlo, por lo que solo lo siguió de lejos hasta que lo había visto subirse a un taxi. No podía perderlo de vista. Sabía que si las cazadoras lo encontraban primero lo dañarían o peor aún, lo matarían. También se había subido al taxi siguiendo su destino. No sabía si le alcanzaría el dinero, pero sabía que no podía dejar al niño solo contra las cazadoras.
Pasó poco más de 1 hora cuando ya no escuchaba más el sonido ruidoso de la ciudad, pero no estaba del todo tranquila, ya que el taxi del hijo de Percy iba delante y empezó a ver las noticias cercanas, porque seguramente un grupo de cazadoras deslizándose por la carretera no iba a pasar desapercibido y entonces supo que se trataba de ellas cuando vio que se reportaba un grupo de ciclistas que avanzaban a gran velocidad por la vía donde ellos iban. Seguramente iban a tardar un poco más que nosotros, pero iban a legar indefectiblemente. No pudo evitar sentir ansiedad por lo que estaba por hacer, Sally le había dado el número de Travis y ella se había resistido por mucho tiempo en enviarle algún mensaje, pero esto era una emergencia, por lo que le envió un mensaje diciéndole que estaba siguiendo al hijo de Percy. Lo único que recibió fue un okey que le había desanimado totalmente, pero luego de unos minutos le llegó mensaje que le pedía que no le perdiera de vista, también le detallo el lugar hacia donde iba el niño, le dio el nombre del mismo y que esperaran, que la ayuda iba en camino.
Cuando llegó a su destino Eskol estaba calmado, con la concentración donde debía estar: sobrevivir hasta que su padre y el tío Travis llegaran a rescatarlo. Al taxista le dio más de lo que esperaba por lo que resultó agradecido y empezó a correr hacia la el bosque. Era momento para concentrarse en las cosas que eran importantes. Tenía en su bolsillo algunos trucos que Travis le había enseñado para poder perderse entre los árboles. Había algo con lo que no contaba, Artemisa es la diosa de la caza, entrar en el bosque era entrar en sus dominios, era darle la ventaja para que se moviera con sus cazadoras.
Después de varios minutos llegó Katie, podía ver un pegaso sobrevolando el área, sabía que se trataba del pegaso de Percy por lo que supo que todo estaría bien para Eskol, el nombre le sonaba tan raro. No se había molestado en preguntar sobre ello por mensaje a Travis ya que había sido corto y conciso y no era momento para otras cosas. Pero increíblemente leyendo las noticias del tránsito se percató que las cazadoras no estaban lejos del lugar por lo que empezó a correr también boque adentro para poder dar con el paradero de Eskol.
—¡Eskol! —Katie trataba de gritar lo más fuerte que pudiera para que le escuchara, pero era en vano, no recibía respuesta alguna. Gritó y gritó mientras corría por el bosque sin una dirección concreta, de vez en cuando escuchaba sonidos de movimiento que resultaban ser animales salvajes que se ahuyentaban de su presencia.
Katie sabía que Artemisa ya estaba en el bosque avanzando a un paso descomunal, no le sorprendía, eran sus dominios y los animales parecían sentirlo porque se abrían paso para despejar el sendero que tomaban. Ella no lo sabía, pero Eskol estaba subido en un árbol que estaba cerca de ella esperando y observando. Era consciente que no podía huir y darle la espalda a Artemisa y su caza quien de seguro le clavaría una flecha sin pensarlo. Eskol estaba camuflado entre las ramas con su arco preparado, entonces sintió el silbido particular de la flecha cortando el aire en su trayectoria. No lo pensó dos veces, esa flecha podría dañar a Katie y sabía que era una persona importante para su tía a pesar de que nunca lo había visto juntos, solo en fotos. Tensó su arco, espero a tener visión de la flecha y simplemente dejó salir la suya para ver como partía en dos la flecha que iba destinada a Katie.
Katie sintió el choque de dos flechas en su espalda y se asustó de pensar que iba dirigido a ella, pero luego levanto la vista ligeramente para ver a un niño serio y con los ojos afilados haciéndole señas para que no hiciera ruido y se refugiara detrás del árbol, solo para sentir que una flecha se clavaba en el árbol en cuanto se había puesto a cubierto.
—Percy y Travis vienen en camino, no tengas miedo —el niño la miraba un poco extrañado, no era precisamente miedo lo que veía en su mirada y eso la tenía un tanto asombrada.
—No tengo miedo, solo debemos resistir lo suficiente —su seguridad era lo que se necesitaba para estos momentos. —¿Tienes algún arma? —ella negó mostrándole solo un cuchillo para afilar troncos, no había venido precisamente con la idea de pelear con Travis. Le dio una sonrisa un tanto desalentadora mientras tomaba otra flecha.
—¿Sabés quién soy? —le preguntó un poco confundida de la naturalidad con la que le conversaba.
—Eres la chica que estaba fuera del apartamento de mis abuelos —no pudo evitar sonreír un poco, se notaba que no había pasado desapercibida la forma en que le recibió Travis.
—Katie —dijeron al unísono.
—Conoces mi nombre —el asintió mientras asomaba la cabeza para ver que como Artemisa y sus cazadoras se acercaban. Podía ver claramente que muchas estaban heridas y vendadas, pero su obstinación no tenía límites.
—Tío Travis me habló de ti alguna vez —ella se animó un poco cuando escucho eso. Quería preguntar más, pero escuchó los pasos del grupo de cazadoras que le estaban siguiendo.
—¡Sal de una buena vez pequeño bastardo! —la palabra le generaba molestia de solo escucharla, sabía que Percy no era su padre biológico, pero tal como había elegido a Atenea como familia mucha antes había elegido a Percy como padre aún sin las formalidades de la adopción, a Paul y Sally como abuelo y a Travis como tío. Eran la familia que había escogido y a la que amaba y le amaban. Elevó un pequeña oración pidiendo a su padre que no tardara o podría ser un poco tarde para ellos.
—Creo que me hablan —le dijo a Katie con una sonrisa dolorosa.
—No, no, no, le prometí a Travis mantenerte a salvo —le respondió con una seña para que se detuviera. Una flecha surco el aire para pasar cerca de donde estaba Eskol, pero este ni se inmuto, sino que movió ligeramente el cuerpo para esquivarla.
—Ahora mismo soy el único que tiene un arma que sirve para esto —ella sentía que estaba siendo un poco improductiva, pero no había venido preparada.
—Te matarán —le susurró. Eskol sabía que su padre no tardaría en llegar, había visto al pegaso sobrevolar el área, pero no se había atrevido a hacer la llamada para que aterrizara porque sabía que estas salvajes serían capaces de matarlo.
—Solo debemos ganar tiempo —le respondió mientras suspiraba para tomar valor, aunque sabía que sería regañado si sobrevivía a esto. Una figura miraba con atención lo que estaba por suceder, no podía pedir mejor escenario para hacer su aparición.
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Lo habían perseguido por varios kilómetros, no había sido difícil seguirle el rastro y estaba dentro de su rango de alcance, Artemisa se había debilitado un poco para dar energía a sus cazadoras que habían sido heridas en combate y había perdido a una de ella por lo que Percy hizo al usarla como escudo. Le haría pagar por ello. Las cazadoras que estaban frescas iban al frente a toda velocidad para no perder el paso y no perderlo de vista, no se les iba a escapar. Mientras tanto su caza lloraba en silencio la pérdida de su hermana, pero no iban a detenerse hasta vengarla.
Cuando finalmente estaban en el bosque supo que tal vez el niño no había sido del todo astuto para elegir su campo de batalla, estaba solo o por lo menos era lo que pensaba al no ver a Percy cerca, pero podía ver su pegaso sobrevolando el área, por lo que sabía que no tardaría en aparecer, debía aprovechar su oportunidad de capturarlo y hacerle pagar por los actos de Percy. De solo pensar en esa criatura se le revolvía el estómago pensando que era fruto de los deseos de Percy y seguramente su hermano tendría algo que ver en todo esto y también lo haría pagar, no podía ni imaginárselo revolcándose con alguna fulana.
No iba a permitir a ese niño vivir solo para que sea un recordatorio de la humillación a la que Percy la estaba sometiendo. Todo tenía sentido ahora, las veces que se ausentaba y pasaba largas horas fuera del radar. Como sonreía a la hora del almuerzo, seguramente recibiendo la ofrenda de su bastardo. Juro que haría pagar esto con su vida y que luego se encargaría de la mujerzuela que era madre de ese niño.
Su flecha tenía un objetivo, derrumbar a Katie, no dañarla, pero eso nunca sucedió cuando vio como otra flecha partía en dos la suya, le costó un poco saber de dónde había venido la flecha y quedo impresionada y sus cazadoras igualmente, pero no iban a detenerse por ello. Le gritó que saliera y no obtuvo respuesta, solo podía escuchar el cuchicheo que de seguro tenía con la hija de Deméter, sabía que esto podía terminar muy mal.
—Primero que nada, no soy un bastardo. Soy Eskol Jackson, hijo de Perseo dios del Olimpo —cuando lo vio dudó por un momento sino se trataba de un hijo de Annabeth por la cabellera y los ojos verdes con toques plomizos. Se espanto de pensar que Percy estaba protegiendo aún con su vida eso y de cómo había mantenido su sonrisa para este niño. No era momento de dudar, no lo iba a permitir vivir.
—Estas en presencia de —trató de introducir Thalia al ver al niño y sintiendo que estaban cometiendo un terrible error.
—Si, lo sé. Artemisa, esposa de mi padre —esa palabras solo hicieron que la sed de muerte de Artemisa se acrecentara porque la estaba catalogando como esposa de su padre sin importarle nada más que eso.
—Ten cuidado con tus modeles niño —le advirtió mientras avanzaba un par de paso al frente, Eskol ni se movió o hizo algún movimiento, pero sentía que ansiedad se estaba peleando con su concentración.
—Ten cuidado con cómo me tratas —le respondió tensando su arco. No iba a dejarse avasallar.
—Eskol, baja tu arco, esto no es necesario —la voz de Thalia trató de convencerlo, había visto un par de fotos de la teniente de Artemisa y la relación con su padre, podía sentir respeto, pero no por ello iba a rendirse.
—Crees que confiaría en su "buena voluntad" ustedes son un grupo de niñas crueles, me atravesarían a la primera oportunidad —todas empezaron a reír de manera enferma, pero fue Phoebe quien se atrevió a decir algo.
—¿Cómo adivinaste? —y le lanzo una flecha a toda velocidad, que fue repelida por otra de Eskol quien no se atemorizaba de ello. Le quedaban 23 solamente. Katie por su parte mando un mensaje a Travis para decirle que finalmente se habían encontrado con Artemisa.
—Increíble — susurraron al ver que el niño partía sus flechas con sus disparen. Eskol tenía un pensamiento en su cabeza, jamás había dañado a una persona, siempre habían sido dianas y objetos sin vida como botellas y esas cosas, pero recordaba las palabras de su padre que le dijo que cuando se trataba de preservar su vida nada era más importarte que seguir con vida aún a costa de la vida de otros. Cualquier que quisiera tomar su vida no merecía conservar la suya. Sin remordimientos.
—¿Qué harás cuando finalmente se acaben tus flechas? —sabía que ese momento podía llegar rápido y sabía que las cazadoras se estaban moviendo para rodearle, por lo que no podía seguir mucho tiempo en ese lugar.
—Pelearé —le respondió mirando como todas tenía una seguridad de que le iban a vencer.
—No tienes oportunidad —le respondió la orgullosa esposa de su padre mientras acariciaba su arco.
—¿Quién dice que ustedes la tienen? Ya vieron lo que mi padre y Travis pueden hacerles ¿creen que saldrán de aquí con vida si algo me sucede? —todas estaban resoplando con indignación sabiendo que habían perdido a una hermana en combate por sus propias flechas.
—¡Cómo te atreves a amenazarnos! —todas ya tenían sus arcos tensados, pero nadie dispararía hasta que Artemisa diera la orden.
—¡Entregate ahora maldita escoria del mar! —Artemisa no se atrevía a atacar sabiendo que con la puntería que el maldito mocoso tenía bien podría reducir a la mitad de su caza.
—¡Eskol Jackson no se entregará jamás, peleará hasta el final! —nunca supo de donde había sacado esa valentía, pero estaba preparado para usar cada grama de entrenamiento para sobrevivir a esto.
—Que asi sea entonces —no esperó a que ellos hicieran el primer ataque cuando dejó salir su flecha rumbo a la pierna de Phoebe quien cayó aparatosamente mientras todas avanzaban detrás de su señora.
Era lo que Artemisa temía, este niño no iba a dudar en lastimarlas, por lo que usando su habilidad con el arco empezó a disparar a tal velocidad que Eskol tuvo que ponerse a cubierto detrás del árbol. Las cazadoras gritaban de entusiasmo mientras iban cercando al engendro de Percy sabiéndose ganadoras, pero no contaban con la llegada de Percy quien apareció con una columna de agua y dos espada en mano chocando directamente con el arco de Artemisa partiéndolo en dos. Las cazadoras fueron empujadas por la columna de agua y rápidamente recobraron el sentido y corrieron para ponerse a la par de su señora. Una lluvia de flechas dirigidas hacia el niño que había salido al encuentro de su padre. Travis se encargó de usar una columna de agua para disipar el ataque.
—¡Fuera de aquí, llevátelo Katie! —Travis había hablado con Percy sobre que podían confiar en Katie para que cuidara de Eskol mientras ellos se encargaban de Artemisa.
—¡No! esta vez me quedaré a pelear —la obstinación de Eskol era increíble y Percy no tenía tiempo de discutir, por lo que le señaló una posición y él ya sabría lo que tenía que hacer. Travis por su parte sacó uno de sus cuchillos de caza y se lo lanzó, ella le sonrió y se colocó cerca de Eskol para poder protegerlo.
—¡Vamos a acabar con esa alimaña! —la voz de Artemisa era de pura ira y sus golpes eran furiosos, tanto que Percy debía usar ambas manos para poder sostener su espada.
—Van a arrepentirse de esto, Artemisa. Estas viviendo tus últimos minutos como deidad —esas palabras hicieron que Artemisa se quedara helada, no podía creer que iba a usar eso en su favor.
Podía ver como Travis estaba dándoles un mal momento a las cazadoras de Artemisa golpeándolas a voluntad mientras ellas apenas dañaban la armadura de Travis. En ese momento no sintieron lo que estaba pasando con Katie y Eskol. Sus sentidos reaccionaron a la presencia de presencias divinas. Brillaron en el lugar Atenea y Apolo.
—¡Artemisa! —gritó Apolo yendo hacia donde estaba Artemisa y separándola de Percy. Travis se detuvo a la voz de Apolo. Pero era Atenea quien tenía el nudo en la garganta. Un nombre cubierto con una capucha rustica tenía a Eskol con un cuchillo entre la garganta. Katie estaba noqueada contra un árbol.
—¿Qué demonios estás haciendo? ¡Detente! —la voz de Atenea no dejaba lugar a dudas de que estaba dispuesta a todo con tal de salvar a Eskol. Percy estaba tentado a avanzar y liquidar al sujeto, pero podía sentir su aura divina y no quería que pudiera lastimarlo, no podría superar perderlo.
—Suéltame ¿Quién eres y que quieres? —Eskol tenía un nervio encima que podía perder todo el valor que había reunido, pero sentía que las lágrimas se estaban reuniendo en sus ojos de pensar que podría ser su último momento con su padre.
—Yo soy tu padre —todo mundo se quedó helado con lo que acababa de escuchar. Percy sabía que este momento llegaría, pero no esperaba que fuera de esta manera.
Chapter 32: Secuestro
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Había sentido la perturbación, lo había sentido y se le estremeció el cuello al pensar que podía estar en un peligro que le pudiera costar la vida a Eskol. Luego de haber hablado con Percy sobre la naturaleza de la concepción de Eskol sabía que ese pasado vendría a buscarlo tarde o temprano y esa perturbación que sentía en el ambiente le gritaba que el tiempo había llegado.
—Algo no se siente bien —susurró Atenea mientras caminaba por las calles de Olimpo sin saber que se había cruzado con Zeus sin notar su presencia.
—También lo sientes —la voz poderosa del rey del Olimpo no pudo pasar desapercibida.
—Padre —susurró con algo de preocupación.
—Debes ir a investigar —ella asintió mientras pensaba en qué lugar podía investigar en primer lugar, pero su padre se adelantó a sus pensamientos. —Artemisa se mueve en Great Swamp, algo debe estar pasando allí —Atenea tenía pánico de que el motivo por el que Artemisa estuviera allí fuera por Eskol. Sabía que esto se trataba de Eskol. Lo sentía en su corazón. Diariamente recibía ofrendas de Eskol cosas inusuales pero significativas que llenaban su corazón y que poco a poco habían hecho que fuera algo que esperaba a diario.
—Iré entonces —chasqueo sus dedos vistiéndose con la armadura de combate.
—Iré con ella —Apolo apareció con una sonrisa un tanto nostálgica.
—Buena idea —Zeus dio su aprobación y desapareció del lugar.
Aquí estaban corriendo por el bosque espeso sintiendo múltiples presencias divinas que no podía ser una buena noticia para lo que tenían que investigar. Apolo no decía palabra alguna, pero era completamente consciente que sabía sobre la existencia de Eskol y se había mantenido en silencio durante todo este tiempo, pero ahora hacia su aparición para ir a investigar lo que posiblemente era la exposición del hijo de Percy al mundo de los dioses. Cuando llegaron al claro donde se notaba una gran conmoción todo era un desastre. Percy chocaba su espada contra los cuchillos de caza de Artemisa y Travis estaba terminando con las cazadoras de Artemisa, estaban tiradas por el suelo sangrando y sin conocimiento, el mismo estaba con serias heridas, aunque seguía luchando como si no importaran. Apolo se adelantó para ir directamente donde Artemisa.
Se había encargado de hacer retroceder a las cazadoras que seguían en pie, aunque Travis no había bajado para nada la guardia. Entonces vio aparecer de entre la maleza a alguien a toda velocidad que ni siquiera pudo dar tiempo a que Eskol reaccionara y lo tomó del cuello para luego atraerlo hacia si con un cuchillo sobre su cuello. Katie vio la mirada de horror de Atenea y se giró solo para toparse con un pie que le dio de lleno en todo el pecho para lanzarla violentamente contra el árbol más cercano y mandarla a la inconsciencia. Travis la vio y quiso avanzar para recogerla, pero Atenea lo detuvo para que fuera consciente de la situación.
Cuando ese sujeto había dicho las palabras "Yo soy tu padre" el mundo se había por un instante para todos, Artemisa por la estupefacción de lo que acababa de decir, Percy y Travis porque no quería que la gente se enterara así de la naturaleza de Eskol, Apolo porque sabía que esto pasaría tarde o temprano y las cazadoras porque sentían que debían dejar que ese sujeto matara al niño de una buena vez.
—No te atrevas a poner tus sucias mano sobre mi hijo —la voz de Percy era tan marcial y amenazadora que la misma Atenea no se atrevió a tocarle, sino que se quedó detrás de él.
—Es gracioso que lo digas, porque veo mucho de mi en él —la voz del sujeto que tenía a Eskol amenazado se escuchaba tranquila y llena de burla. Percy no iba a tolerar esto.
—Percy, no —le detuvo Atenea mientras Artemisa miraba con asombro como parecía que Atenea estaba al tanto de todo esto, Apolo que estaba a su lado no se atrevía darle una mirada y por un momento se sintió traicionada, en todo esto ella era la única que nunca lo supo todos estos años. Empezó a hervir en su propia furia, miró hacia atrás y vio la masacre que Travis había hecho con su caza, unas a otras se ayudaban para poder levantarse llenas de tajos y vendajes. No tenían posibilidad contra las habilidades de Travis. Pero le haría pagar por esto de una manera u otra.
—Lo que sea que tú ves, no es tuyo —le respondió Atenea mientras que Percy estaba calculando todas las variable e iba haciendo señas imperceptibles a Travis quien estaba atento de ello listo para salvar a Eskol.
—No estamos aquí para hacer una prueba de paternidad —la forma despreciable en la que respondía hacía que todo se volviera más y más tenso, Artemisa intentó avanzar hacia donde estaba Eskol, pero fue detenida por Apolo que no quería que esto terminara peor para ella. Ya de por si sabía que tendría que rogar a Percy que no hiciera cumplir el juramento.
—Suelta al muchacho —le instó Apolo con una voz de mando que pocos conocían.
—Venga, estamos hablando entre padres —Percy solo tenía ojos para su hijo y Eskol lo sabía, sus ojos no se despegaban de los de él y estaba conteniendo toda su furia para no destruir todo a su alrededor y salvarlo de ello.
—¿Estás bien? —pregunto ablandando la mirada y con la voz y el tono que solo tenía reservado para él. Podía saber que estaba muriendo por dentro por lo que estaba pasando. —No te preocupes, voy a salvarte de esto —Eskol cerró los ojos en forma de afirmación mientras el que decía ser su padre lo apretaba fuertemente.
—No hagas promesas que no cumplirás —Eskol tenía miedo, por primera vez sintió que estaba en el filo de la navaja y que en cualquier momento se le podía ir el cuchillo y degollarlo o que su padre haría estallar todo.
—Suéltalo, tu problema es conmigo —la voz de Percy y su mirada eran de muerte total, ni siquiera con las cazadoras había llegado a tener esta sed de sangre como la que sentía por el maldito que tenía a su hijo prisionero.
—En realidad, debo darte gracias por haberlo criado, lo hiciste mejor de lo que podría haberlo hecho su madre, esa perra nunca debió entregarte a mi hijo —esas palabras sabían que iban a dolerle a Eskol toda su vida, iban a ser una herida que difícilmente iban a sanar y el desgraciado las decía como si estuviera escupiendo tabaco. Las lágrimas que Eskol tenía contenidas terminaron por salir quemando sus mejillas, nunca se había molestado por indagar sobre su futuro, tenía conocimiento de la memoria de su madre que había entregado su vida para mantenerlo con vida y pedirle a Percy que cuidara de él, pero no estaba preparado para palabras tan asquerosas dirigidas hacia ella.
—¡No te atrevas a hablar de esa manera delante de mi hijo, maldito! —Percy empezó a brillar en una luz verdosa que hizo tronar el cielo, nadie podía meterse en medio de la furia del dios de los héroes.
—Me llamo Vali, hijo de Odín —la voz del captor cambio a una voz ronca mortal que imponía respeto. Fue Artemisa que en medio de esto vio su oportunidad de recibir ayuda por el agravio del que había sido víctima.
—¡Adelante! Acaba con esa alimaña —Atenea no lo dudo y se acercó con la espada en la mano para ponerla en el cuello de Artemisa. Apolo estaba contrariado con la actitud de su hermana y no se atrevió a oponerse a Atenea.
—¡Cómo te atreves! —gritó la diosa de la caza y sus cazadoras a duras penas podían pensar en enfrentarse a la diosa de la sabiduría y la guerra.
—Atenea —rogó Apolo para que esto no se saliera de control.
—Mantenla lejos, Apolo —luego de eso la empujo y mantuvo su espada desenfundada.
—Solo he venido a buscar lo que es mío, él pertenece a mi mundo y debe volver —Percy no podía negar que Eskol debía escoger a que mundo quería pertenecer, pero no con un cuchillo en el cuello. Esto era atentar contra su libertad de escoger.
—Padre —susurró pidiendo ayuda, sintiendo que las posibilidades de salir con vida se iban acabando, pero con una alternativa que podía funcionar. La mirada que le dio a Percy era la mirada que necesitaba ver. Le hizo unas señas a Travis, estaba preparado, rápidamente se vendo el hombro y por más que se odiaba por no pensar en el bien de Katie sabía que solo necesitaba quedarse en el suelo para estar a salvo. Luego trataría con ella.
—No tengas miedo, todo saldrá bien, solo confía en mi —Eskol supo que su padre había entendido su mensaje. —No creas ni por un segundo que dejaré que le hagas daño —Vali se rió un poco, sabía que provocaría la ira de este sujeto al que Eskol llamaba papá.
—¿Quién hablo de daño? Es mi hijo después de todo, solo necesito un poco de su sangre, un viejo ritual de mi gente con el que debo cumplir —cuando Percy escucho lo que pensaba hacer, no lo dudó y avanzó, poco le importó lo que pasara a su alrededor —Na, na, na ni siquiera lo pienses —se detuvo frente a Vali y a Eskol con la mirada llena de determinación por salvar a su hijo.
—No te atrevas a lastimarlo, suéltalo —ordeno Percy y esa la señal para Travis y para Eskol.
—¿¡No escuchaste a mi padre que debes soltarme!? —Eskol tenía el cuchillo de Katie y pensaba usarlo como último recurso por lo que se lo clavo en una de las piernas y uso y otra mano para evitar que lo degollara. En cuanto cayó al suelo Percy no lo dudó y le asestó un golpe terrible en la mandíbula que sonó a huesos quebrándose. Vali se puso de pie rápidamente y todo iba en cámara lenta. Artemisa, Thalia, y otras cazadoras que aún se mantenían en pie iban corriendo hacia donde estaba Eskol queriendo tener su oportunidad, Atenea corriendo hacia Vali para evitar que fuera por Eskol y Percy encendido en una ira tal que no iba a descansar hasta que estuviera muerto y aun así dejaría que los perros se comieran sus restos. Apolo no sabía hacía que lugar correr, pero finalmente decidió que haría lo que fuera para que el hijo de Percy no saliera lastimado por el bien de su hermana. En ese momento cuando más se necesitaba Katie recobrando sus sentido uso lo que le quedaba de fuerza para usar su poder sobre las plantas y hacer aparecer raíces de la tierra y tomar de los pies de Vali e impedir que se posicionara para usar su arco contra Eskol.
—Travis, ve por él, no importa lo que me pase, debes salvarlo —Travis ni siquiera se detuvo a pensar en responder y ya estaba corriendo para llegar antes que Artemisa y lo que quedaba de su caza.
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Corrió tanto como sus piernas le permitieron, sabía que en breve empezaría a sentir las flechas perseguirlo. Sentía que su cuello estaba sangrando ligeramente, era inevitable, pero lo que más le molestaba era lo que le pasaba en la mano el corte era profundo y sentía que se le adormecía la mano. Sabía que su padre iba luchar contra Vali quien decía ser su padre y no iba a permitir que lo dañara. En su mente estaba la imagen de Katie que la vio hacer lo que hizo con Vali con sus pocas fuerzas luego de como la había impactado. Hizo una nota mental de hablar con Travis sobre ella para que pudiera agradecerle, sobre todo porque su cuchillo había salvado su vida.
Sentía la presencia del pegaso de su padre cerca, no sabía porque, pero no sentía una conexión con los caballos. No lo odiaba, pero no quería subirse encima de uno, pero esta vez era una emergencia, era necesario para poder escapar con vida. Tenía miedo de que toda esta persecución terminara hiriendo al pegaso de su padre.
Miró ligeramente atrás, pudo ver a Artemisa y sus cazadoras corriendo a media máquina, pero con la sed de su sangre y no se iba a dejar.
—¡Eskol! — escucho el sonido de la voz de Travis y entonces supo que debía detenerse. En cuanto lo hizo no dudó y empezó a disparar a las flechas que venían buscando su cuerpo. Pudo quebrar la mayoría y otras solo fueron desviadas. No lo sabía, pero Apolo venía detrás mirando lo que el muchacho acababa de hacer y estaba pasmado de la precisión de sus flechas. No quería mostrar todas sus cartas, pero era necesario, Travis uso su poder para trasladarse convertido en un cuerpo de agua por lo que chasqueando los dedos empezó a deslizarse por el suelo a una velocidad increíble que el mismo Apolo sintió que Travis había llegado a un nivel superior al que pensó que podría llegar por este entrenamiento. Apareció delante de Artemisa y sus cazadoras con la espada desenfundada.
—¡Ni un paso más! —dijo Travis poniendo su espada al frente solo para toparse con los cuchillos de Artemisa, en ese momento entendió que no estaba aún al nivel de un dios en cuanto a fuerza, tal vez en habilidad había sobre pasado a muchos dioses con el uso de la espada. Pero la fuerza con la que peleaba era diferente. Debía ser ágil y certero.
Iba a ser una pelea difícil contra Artemisa y sus cazadoras, sabía que Apolo no iba a luchar por él y podía entenderlo, pero necesitaría cada gramo de fuerza para resistir lo necesario para que Eskol este a salvo. Él dijo de Percy Jackson por su parte no se atemorizó y siguió disparando para mantener a las cazadoras distraídas y que no se abalanzaran sobre Travis. Estaba orgulloso de él, lejos de huir despavorido estaba plantando cara a la amenaza. No se distrajo más y saco una espada más de su repertorio de armas y empezó a pelear con todo el resto que tenía encima. Las cazadoras de Artemisa estaban impresionadas por la habilidad que estaba demostrando el campeón de Percy después de 3 encuentros llegaron a la conclusión de que eran completamente inferiores a él, ya les había costado la vida de 1 cazadora y varias heridas que habían quedado rezagadas en el encuentro anterior. Thalia estaba luchando para no continuar con esto y no quería más muertes ni más gente lastimada. Se percató que las flechas de Eskol no iban dirigidas hacia ella solamente a Artemisa y el resto de la caza, que no eran más de 10.
Eskol estaba a punto de quedarse sin flechas, por lo que empezó a elegir mejor sus objetivos, a lo lejos vio la figura de Apolo que se acercaba a paso lento y atrás de él venía Katie que estaba tosiendo mientras corría con el cuchillo que Travis le había dado a toda velocidad, aún sentía que le faltaba el aíre, pero la orden de Atenea era que no debía dejar que tomaran a Eskol.
—Protege a Eskol, puedo con ellas —Travis trato de sonar lo más mínimo preocupado, pero prefería tenerla cerca de su sobrino para que estuviera a salvo. Pero la hija de Deméter tenía otros planes, no había corrido precisamente solo por Eskol, claro que le preocupaba el niño, pero corrió con todo por Travis, que sabía que estaría luchando solo.
—Bromeas, no estoy aquí para que me des ordenes —ella se dirigió directamente hacia las cazadoras para que Travis se encargar de Artemisa. Inmediatamente las cazadoras notaron la diferencia y se volvieron un poco más agresivas, Thalia no quería dañarla, pero no tenía opción.
—Artemisa, detente, estas llevando esto muy lejos —Apolo estaba en medio de todo esquivando cualquier golpe, pero tratando de que su hermana detuviera su desgracia.
—Ese bastardo me insulta con solo respirar —Eskol no fue feliz con lo que escuchó y tenso su arco al máximo para lanzar una flecha directamente contra Artemisa con intención de matar, la flecha silbo en su trayecto alertando a Travis que se alejó del combate y la flecha atravesó el brazo izquierdo de Artemisa haciendo que esta rugiera, Travis arremetió con un golpe potente que la hizo retroceder y sus cazadoras tuvieron que ayudar a levantarla.
—Ten cuidado como hablas de Eskol —susurró con peligro mientras BlackJack finalmente aterrizaba cerca de Eskol. Era el momento.
—Rápido, súbete con Eskol a BlackJack y sacalo de aquí —Katie no lo dudo más y tomo a Eskol y lo subió al caballo y con sus pies golpeo ligeramente para que el pegaso despegara y empezaron a surcar el cielo lentamente por el exceso de pasajeros. Travis suspiró con alivio al verlos elevarse, pero esta alegría no duró mucho cuando vio una flecha tipo arpón surcar el cielo y atravesando una de las alas del pegaso que relincho del dolor estruendosamente.
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La pelea era feroz, ni Percy y mucho menos Atenea esperaban un contendor tan violento como Vali, si bien Percy sabía que era conocido como un arquero implacable y era por ello que Eskol era tan bueno en ello, no sabía que podía dar una pelea a este nivel. Los golpes cada vez más subían de intensidad y la verdad era que no tenía experiencia alguna combatiendo a dúo con Atenea y sus movimientos no estaban sincronizados. No era como pelear con Travis que ya tenían todo estudiado y automatizado. No había charlas, solo gruñidos y golpes, uno a uno el metal de las armas se encontraba vez tras vez.
Lo único que importaba es que Eskol estuviera a salvo. Sabía que Travis no dejaría que resultara dañado, ambos sabían que mantener a salvo a Eskol era lo único que importaba de esta situación. Atenea por su parte tenía la cabeza dividida entre ayudar a Percy e ir a asegurarse por sí misma de que Eskol estuviera bien. No podía explicar la conexión que se había formado esa tarde en el parque con esa charla tan amena con ese pequeño ser.
Llego un momento en que Atenea jadeaba y Vali también, pero Percy se reanimo a si mismo con baño de agua con el chasquido de sus dedos, sabía que tenía que mantener al dios nórdico en ataque constante para evitar que hiciera alguna maniobra para ir tras Eskol. Vali sabía que tal vez no tendría otra oportunidad para tener nuevamente al niño en sus manos, ese ritual necesitaba sangre y sangre les iba a dar y que mejor de aquel ser que había nacido para desafiar dioses, no iba a permitir que una alimaña humillara a otros dioses, por lo que sería el sacrificio que ofrecería para el ritual de ese año. Había tenido que recurrir a múltiples videntes para poder descubrir que el niño no había muerto como se pensaba, sino que los lobos no habían tocado al niño y la nieve se había encargado de eliminar el rastro de los cadáveres de esas bestias que no cumplieron su misión.
Fue solo un instante que vio a Eskol surcar los cielos y supo que se le podía escapar por lo que uso un truco lumínico para hacer retroceder a estos dioses griegos y tomo si arco con la flecha arpón y la lanzo, era momento de tomar lo que le pertenecía. El arpón atravesó el ala del pegaso y el hilo que se sostenía de dicho arpón lo jalo con tal violencia que salió disparado por los cielos rumbo a donde estaba el pegaso que no dejaba de relinchar de dolor. Percy supo inmediatamente lo que estaba pasando por el enlace con BlackJack. Tomó a Atenea de la mano y pensó en agua para convertirse en cuerpos acuáticos y empezar a recorrer la distancia que los separaba de Eskol.
Cuando llegaron lo primero que vio fue que desde las alturas Katie estaba cayendo y Travis entraba en pánico, pero finalmente convoco un cuerpo de agua para acompañar su caída y que sobreviviera, pero eso podía no pasar porque vio a Artemisa atravesar a Travis por la espalda. En ese momento enloqueció porque Katie podía estrellarse de lleno contra el suelo por lo que raídamente corrió y todas sus fuerzas estampo la planta de su pie en el costado de Artemisa y la mando rodando hasta que Apolo la tomo para impedir que se estrellara contra una roca. Luego de ello formo un gran cuerpo acuático y Katie cayó sin mayor peligro, solo toda el agua que había tragado. A lo lejos se veía a BlackJack desplomándose por alguna parte del bosque y Eskol con Vali se habían esfumado en algún momento sin que Percy pudiera hacer algo.
—Travis… —la mirada de Katie era de dolor cuando vio a Travis tendido en el suelo apenas respirando y con mucho icor corriendo de su costado. Percy estaba hiperventilando y una tormenta se estaba formando vientos huracanados y el suelo temblaba mientras el apretaba sus manos con furia mirando el horizonte donde Eskol había desaparecido.
—Padre… ayudame… —susurraba una y otra vez mientras rogaba a los dioses le permitieran mantener el ultimo gramo de cordura que le quedaba antes de asesinar a las cazadoras que estaba delante suyo. Apolo se puso delante de Artemisa de manera protectora mientras le hacía seña a Thalia para que se fueran sin hacer ruido a lo que hicieron sin dudar, aunque ella quería quedarse para que Percy no cometiera una locura. En ese momento apareció Poseidón que al ver la destrucción que se estaba gestando tuvo que intervenir, pero el poder que estaba irradiando Percy era tanto que le costaba mantenerlo a raya.
—¿Que… que demonios pasó aquí? —preguntó a Atenea mientras trataba de mantener todo en orden con su tridente. Atenea le hizo señas para que se acercara a Percy que al sentir el toque de su padre se desplomo al suelo, las lágrimas corrían en su mejilla, eran lágrimas amargas, dolorosas y furiosas. Poseidón solo había visto esta escena una vez en su vida.
—Lo he perdido, padre ayudame, estoy enloqueciendo —Atenea estaba luchando para contener la respiración al ver la escena, también podía reconocer el momento con otro similar en la vida de Percy.
—Atenea, sacalos de aquí, rápido —dijo Poseidón mientras tomaba a Percy en sus brazos.
—Voy a destruir a todos por lo que le ha pasado a mi hijo —susurró con peligro en su voz mientras trataba de levantarse, pero Poseidón no le dejó.
—¿Tu hijo? —Percy se acercó al oído de su padre y empezó a susurrá varias cosas, la destrucción que se estaba gestando no cesaba, los árboles eran derribados y la tierra invadía el ambiente. Cuando Poseidón escucho lo que tenía que decir no pudo sino sentirse asombrado de lo que le acababa de contar, todo este tiempo había visto a Percy solo mejorar y no entendía porque, todo tenía sentido, era algo que no había podido ver y sin duda era algo que le estaba pesando en el corazón ahora mismo. Miró a Apolo y a Artemisa con una ira que nunca habían visto.
—¡Fuera de aquí malditas ratas! —Apolo retrocedió del miedo al ver cómo le apuntaba con su tridente y brillo lejos llevándose a Artemisa.
Atenea se quedó con lágrimas en los ojos. Había fallado, en su mente Eskol estaba rogando por ayuda y ella no estuvo allí para él. Le había dicho que sería su familia y que cuidaría de él, pero no había estado allí cuando más le necesitaba. Poseidón no quería correr riesgos y formó una cúpula protectora sobre ellos, pero fue en vano cuando Percy se levantó de golpe y emitió un grito desgarrados con una onda expansiva que destrozó cuando árbol había a su alrededor, Atenea reaccionó rápido para proteger el cuerpo de Travis y a Katie. Atenea estaba quebrada al ver como Percy estaba sufriendo y Poseidón solo atino a poner su mano sobre el hombro de su hijo. Sabía que esto estaba lejos de terminar. Era solo el comienzo.
—Debe recibir atención médica —la voz de Atenea se escuchaba muerta y sin ánimo. Mientras que Katie tenía lágrimas en sus ojos al ver que Travis no reaccionaba.
—Llevalo contigo padre, necesitará descanso —Percy sonaba desahuciado y sin corazón para pensar en alguna otra cosa. Katie lo miro con una súplica tácita, pero esta vez no podía quedarse callada.
—Por favor, no me separes nuevamente de Travis —Percy le dio una sonrisa de disculpa, sabía que se merecía una recriminación.
—Ven, querida, los llevaré a ambos —Poseidón puso su mano sobre ambos y desaparecieron en una brisa marina.
—Percy —susurró Atenea al ver que Percy se quedaba mirando el horizonte donde había desaparecido Eskol.
—Quiero estar solo —le respondió sin el menor signo de ánimo.
—Necesitamos buscarlo —Percy sabía que necesitaba buscar a su hijo, pero sabía que si ese maldito lo había venido a buscar para un ritual no tendría tiempo y posibilidades de encontrarlo con vida
—Atenea por favor… —suspiró tratando de contener las lágrimas. Atenea no estaba mejor que eso, sentía que le había fallado y la furia estaba empezando a ebullir en su cuerpo.
—No te rindas, tu hijo te necesita —quería creer en esas palabras, pero le dolía todo el cuerpo y sentía que el corazón se le iba a descolgar.
—Quiero matarlas a Artemisa y a esas malditas cazadoras, nada de esto habría sucedido sino hubieran metido sus hocicos en mis asuntos —de verdad quería acabar con ella, estaba tan furioso que pensaba en ejecutarlas una a una o torturarlas hasta que se desangraran para que pagaran por lo que habían hecho.
—Pagarán por esto —la voz de Atenea no era para expresar un futuro próximo sino porque ella estaba prometiendo hacerles pagar inmediatamente.
—Necesito encontrar a BlackJack —respondió Percy y empezó a caminar cual muerto viviente hacia donde había visto desplomarse a su fiel pegaso, con la esperanza de que tuviera alguna pista y pudiera dar con el paradero de su hijo. "Esperame, voy por ti" hizo esa promesa con lágrimas cayendo sin que pudiera o quisiera controlarlas.
Chapter 33: Consecuencias
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Furia
Rabia
Ira
Todo ello se iba formando en el interior de Atenea quien luego de ver como Percy iba en busca de su pegaso se había despedido para cobrar un favor. Uno qué haría arder el mundo de Artemisa. Llego al taller de este personaje tan particular, que había llevado el significado de la resignación a otro nivel y después de siglos se había visto que había sucumbido a la propia debilidad luego de ser humillado en múltiples ocasiones por su esposa de manera descarada y sin intentar ocultarlo. Hefesto. Ella lo había conocido cuando era un joven dios y tenía en su mente el ideal de ser fiel a su mujer Afrodita y no caer en las prácticas de otros dioses que tenían hijos con mortales para perpetuar su accionar en el mundo mortal. Pero después de siglos en los que su honor fue mancillado por la forma en que Afrodita se arrastraba con cuanto hombre codiciaba había decido seguir con su vida adelante.
Como el buen dios que era y que prácticamente era el dios de la tecnología ya estaba al corriente de lo que había sucedido con Percy, Vali, Artemisa, sus cazadoras y Eskol. Se resistía al hecho de intervenir en esto, pero le debía y mucho a Atenea y lo que le pedía bien podía exceder el precio del favor que estaba cobrando. Hefesto tenía una reserva para momento de emergencia en los que se haría uso de ello para asegurar un cambio en la marea de las cosas, pero la forma en como Atenea tenía planeado usarlo le hizo simplemente estremecerse. Luego de una buena negociación y de darle unos valiosos y únicos planos de uno de sus hijos que fue una luz del renacimiento y que Hefesto moría por tener y estudiar.
—Espero que estes segura de esto —le dijo entregándole una caja y mostrándole el producto. Atenea sonreía de manera sádica mientras pensaba en cómo iba acabar con ellas y les iba a hacer pagar.
—Esas mocosas y Artemisa solo aprenderán asi —Hefesto se sentía un tanto culpable porque le estaba dando las herramientas para atacar a Artemisa, pero por otro lado podía sentir el profundo dolor y rabia que estaba sintiendo no solo Percy sino también Atenea. Hefesto amaba a sus hijos de manera profunda y procuraba darle todo lo que necesitaban para explotar sus capacidades.
—Que los dioses tengan piedad —susurró mientras Atenea tomaba la caja con cuidado.
—Sin piedad, sin misericordia, no mostraron ni una ni otra con Eskol y Travis —las palabras de Atenea lo dejaron un tanto atónito porque desde tiempos que ya no podía recordar no la había visto en este plan.
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—¡Que locura has hecho, Artemisa! —la voz de Apolo era una mezcla de regaño y preocupación mientras que Artemisa tenía en brazos a una de sus cazadoras que se debatía entra la vida y la muerte y Thalia cargaba a la cazadora muerta. Alice era su nombre, hija de Hermes.
Todos los dioses sabían que cuando alguna de sus hijas entraba a la caza de Artemisa no podían tomar personal alguna daño que pudieran sufrir, ya no era su responsabilidad ni su vida, sino de Artemisa. Ni siquiera se molestó en contestarle, se sentía como que habían vuelto de una derrota durísima y así había sido, pero saber que Percy había pagado por la humillación que les había hecho pasar. Mientras que la adrenalina se iba calmando y los calambres y el dolor iban apareciendo empezó a ser consciente que posiblemente había roto el pequeño hilo que la mantenía como una diosa del Olimpo. Pero no le importaba, el precio bien lo valía. Casi habían llegado a las tienda del campamento para que todas recibieran atención y una buena dosis de descanso.
—No me molestes, Apolo, tu sabías sobre esto y decidiste dejar que Percy me humillara teniendo un bastardo entre las sombras —la mirada que Artemisa tenía para Apolo era de una molestia tal, pero no tenía intención de hacer algo al respecto.
—No sabes de lo que estás hablando, su nombre es Eskol el hijo de tu esposo —Apolo se sentía culpable del destino del niño porque no hizo nada, literalmente había ido para para evitar que Percy hiciera algo a Artemisa.
—Era, porque para esta hora su verdadero padre debe haberlo degollado en algún ritual —las palabras y la frialdad que Artemisa usaba le daba escalofrío y por un momento no se preocupó más por el destino de ella, tendría que aprender su lección.
—No puedo creer que te arriesgues a perder todo por un niño inocente que no hizo más que tomar a Percy por padre —esas palabras tocaron un poco a Artemisa, pero no podía dejar pasar la humillación de lo que Percy y Travis habían hecho a la caza.
—Percy se burló de nosotras todo este tiempo y solo estaba criando a un hijo del que yo no tenía conocimiento solo para hacerme ver como una estúpida —sabía que también tendría que pagar por apuñalar a Travis por la espalda, pero estaba preparada para ello, había vengado a las cazadoras era lo que importaba.
En la mente de Artemisa se repetía una y otra y otra vez la imagen de Percy en un estado de exaltación y sentido de protección sin igual cuando se trataba de su hijo. Tuvo miedo, por un momento de lo que podría hacer por cómo habían ido las cosas, pero a juicio de Artemisa se merecía lo que le había sucedido. Cuando estaba por despedir a sus cazadoras para que fueran a sus tiendas y que Apolo pudiera atenderlas sintió pavor. Atenea estaba de pie en medio del campamento caminando de un lado para otro. Para ese momento la caja que le había dado Hefesto ya estaba vacía y ella solo estaba esperando que las cazadoras llegaran, sabía que les iba a tomar un momento legar porque primero tendrían que pasar a buscar a las cazadoras caídas.
—Tuviste muchas oportunidades para detener esto, Artemisa —Artemisa intentó pasar de largo de donde estaba rumbo a su tienda al final como cabecera de la formación de tiendas. Atenea la tomó del brazo con la furia en sus ojos.
—Atenea no estoy de humor para tus peroratas —la voz de Artemisa era de aburrimiento.
—Artemisa, esta es la única forma en la que aprenderás —luego de ello apretó el activador que tenía en mano. —Ese niño solo quería una familia, gente a la que amar y que le amen —trato de buscar una señal de arrepentimiento.
—Ya estoy harta de esto —le respondió Artemisa soltándose del agarre de Atenea y les hizo una seña a sus cazadoras para que cada una fuer a su tienda.
—Empieza a pagar por lo que hiciste… —Atenea llevaba la cuenta en su mente, 3, 2, 1.
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Sabía que debía tomarse su tiempo para esto, se encargaría que fuera doloroso y se aseguraría de que su grupo de niñas lo viera sin que pudieran hacer nada para solucionarlo. Pero no ahora mismo, primero debía pensar en BlackJack y luego pensar en cómo iba a salvar a su hijo, no iba a permitir que ese maldito lo dañara, haría lo que fuera para que estuviera a salvo. No quería ni pensar en cómo iba a decirle a su madre y a Paul lo que acababa de pasar y de cómo no podía ni siquiera asegurarles que iba a estar bien. Le sangraba el corazón.
Trató de llamar a BlackJack en su mente a través del enlace, era en vano, no había respuesta. Sabía que un arponazo de ese tipo podría matar a cualquier animal y los pegasos no eran precisamente seres que no pudieran sufrir daños. En su mente todo era dolor, por Eskol, por BlackJack y por Travis que había sido cobardemente atravesado por Artemisa solo para perjudicarlo con la posible muerte de Katie al caer de BlackJack. Finalmente lo vio y no fue feliz al ver el estado de su fiel amigo, se había quedado atrapado entre dos árboles y seguramente tendría múltiples laceraciones.
—Amigo mío, cuanto lo siento —el caballo relinchó y no sentía que tuviera fuerzas para comunicarse con él. No era especialista en esto, pero detestaba siquiera pensar en que podría ser sacrificado por el estado en el que estaba. Convocó una gran masa de agua para envolverlo y usar su fuerza de las profundidades del mar para curar las laceraciones más superficiales, necesitaría de su padre y las náyades para poder atenderlo.
—Está vi… vo —fueron 2 segundos que valieron la pena, empezó a respirar de manera agitada y entro en pánico. Necesitaba ir a buscarlo. No sabía por dónde empezar, pero sabía que debía ir cuando antes al lugar donde todo había comenzado para ellos. Pero primero, debía dejar algunas cosas arregladas. Era el único que podía reclamar lo que le correspondía por derecho. Trasladó a su fiel pegaso rápidamente a su palacio en el fondo del mar y pidió la ayuda de las náyades para que pudieran atenderlo. Luego fue de camino al campamento de Artemisa, era hora de ajustar cuentas.
En su mente iba a someterlas a un buen chapuzón para que experimentaran la desesperación de ir perdiendo el aire poco a poco. E iba a repetir el proceso una y otra y otra vez. Todo esto se esfumó cuando escuchó una explosión con una enorme luz verde que se expandió por el bosque que estaba detrás del campamento. En ese momento recordó las palabra de Atenea y la forma en que había dicho que iban a pagar sonaba que no iba a perder el tiempo y obviamente se le había adelantado, pero no esperaba lo que acaba de ver: Fuego griego. Tenía curiosidad de donde había sacado ello. Empezó a escuchar a las cazadoras desparramadas por el campamento junto con el mismo Apolo, solo Atenea seguía en pie en medio del campamento. Artemisa por otra parte no sabía qué hacer y Apolo era lo mismo, decidió quedarse mirando el desastre por un momento.
—¡Maldición, Atenea! ¿Cómo te atreves? —trató de darle un golpe en la cara, pero Atenea simplemente detuvo el golpe y la lanzó hacia el suelo violentamente, solo para que las cazadoras corrieran hacia Artemisa con lo que les quedaba de fuerza, pero esta vez Thalia no se movió. Se sentía terriblemente culpable de la desgracia de Percy y sabía que pasaría un tiempo antes de que pudiera siquiera mirarlo a los ojos.
—Te dije que pagarían por lo que hicieron a Eskol —la voz de Atenea se escuchaba como la muerte viniendo a buscar a una nueva víctima.
—¡Rápido! Apaguen el fuego —Percy sabía que era en vano, no había fuente de agua capaz de contener esta destrucción cerca de ellas por lo que solo empezó a ver como el fuego incesante consumía las tiendas de la caza.
—Mi señora, nuestras pertenencias, nuestros recursos —rogaban las cazadoras que lanzaban las pocas reservas de agua que tenían y veían como con siquiera acercarse para lanzar el agua eran quemadas con furia. Ya no habría lugar donde dormir, recursos para atender a las heridas.
—Vean lo que produjo la arrogancia de Artemisa, ahora es tiempo de que ustedes paguen también —Atenea saco su daga y a una velocidad para la que se había mentalizado empezó a acuchillar lenta y dolorosamente a algunas de las cazadoras que había identificado como las que incitaban a las otras a ir contra Eskol. Phoebe fue la última con la que tuvo un tratamiento particular porque la atravesó a la altura de ambas rodillas. No quería volver a verla por un largo, largo tiempo.
—¡Alto! Noooooo —grito Artemisa, que por primera vez se sentía impotente, había gastado mucha de fuerza en mantener con vida a sus cazadoras y ya no podía pelear de igual a igual con Atenea que no dejaba de resoplar con furia pensando en su siguiente paso. El cielo crujió en una rayo que iluminó todo el cielo y apareció parte del consejo olímpico.
—¡Atenea! —gritó Zeus cuando estaba a punto de dirigir su daga hacia Artemisa.
—¡Que rayos está pasando aquí! —Hermes estaba impresionado de la destrucción brutal que había alrededor con fuego griego. Por su parte Poseidón estaba concentrado en poder suprimir este incendio haciendo su mayor esfuerzo por concentrar grandes masas de agua, pero sentía una resistencia brutal, no podía identificar de donde hasta que en medio del fuego vio los ojos llorosos y ardientes de Percy que estaba por hacer su aparición.
—Padre, detén esta masacre — suplicó Artemisa que a duras penas pudo ponerse de pie para erguirse y mantener su dignidad.
—Quiero una explicación —Apolo no se demoró en empezar a atender a las heridas, pero sentía pánico de que Atenea fuera contra él por ayudarlas. Atenea miraba a Zeus con determinación negándose a explicar sus acciones. En medio del fuego unos bloques de agua aparecieron creando un efecto de humo que lo hizo aún más épico, Percy iba caminando entre el fuego para aparecer delante de todos con su espada desenvainada, aún estaba teñida con la sangre que había logrado drena de Vali.
—Yo la puedo dar —la voz de Percy era ronca e inexpresiva y apunto su espada directamente a Artemisa, quien puso todo de si para no espantarse por la forma en que le miró.
—Percy… —susurró Hestia tratando de acercarse lentamente, pero sentía que no debía hacerlo y no lo hizo porque Atenea la detuvo en el camino. Apolo por su parte supo que esto sería el final para Artemisa.
—Pero, primero que nada, quiero convocar a alguien —todos se quedaron un poco fríos por la forma perversa en la que hizo su anuncio. —¡Styx! —inmediatamente el frio se apoderó de todos, pero nadie cayó más helada que Artemisa y sus cazadoras. La diosa del río Estigia apareció y su presencia extinguió las llamas del fuego griego revelando cenizas y destrucción, una humareda terrible dio paso a la siniestra presencia de la diosa con hambre de reclamar lo que sea que fuera por lo que la habían convocado.
—Perseo Jackson, que placer que me convoques a la superficie —la voz de la diosa era tan aterradora que nadie quería que se le acercase demasiado, pero Percy se mantenía en su sitio mientras la diosa lo rodeaba con curiosidad, no sin poner su mano sobre pecho y acariciar su cabello, lo que de una forma un poco diferente a los celos producía en Artemisa ganas de vomitar. Percy le señaló con a la diosa de la caza.
—¡Percy, no! Por favor —Apolo trato de suplicar, olvidándose de todo lo que alguna vez había llamado "el decoro de ser un dios", Hermes su amigo de toda la vida no podía ver a Apolo humillarse de esa forma por lo que lo tomó del brazo y lo levantó de un solo tirón.
—Debiste pensar en ello antes, como un cobarde te quedaste simplemente mirando como se llevaban a Eskol —Zeus escucho un nombre nuevo y sintió una terrible curiosidad. Hestia por su parte recordaba con claridad que este momento había sido algo de lo que Percy temía.
Cuando recién había traído a Eskol a casa de Sally había ido a buscarle, a pedir consejo y era algo que le llenaba de orgullo, ser aquella que podía conocer como la familia se iban agrandando y llevaba un registro de cuanto hijo de los dioses era concebido o descubierto, lo que llegara primero, ya que había algunos que seguían guardándolo en secreto, seguramente porque era algo que no querían que sus parejas divinas se enteraran. Cuando Percy llego para poder pedir consejo y hacerlo público fue Hestia quien le advirtió que sería una carga para el niño y con el previo conocimiento de que querían unir a Artemisa con Percy sería una preocupación constante por el bien de Eskol, por lo que le recomendó criarlo como su hijo y entrenarlo lo suficiente como para que pudiera enfrentar al mundo de los dioses y a Artemisa una vez que lo adoptara formalmente. Después de ello se había mantenido lejos para que nada ni nadie sospechará de Percy y si la veían muy cerca de él sabrían que algo estaba cocinándose.
—¿Eskol? ¿Quién es? —la voz de Zeus era poderosa, eso no se negaba, pero teniendo a lady Styx en medio la voz de la diosa le ganaba al mismo Zeus.
—Es mi hijo —dijo Percy con una solemnidad que hizo que Artemisa volviera a sentirse asqueada de toda la situación.
—¿Tenias un hijo? —Hermes no daba crédito a ello y solo fue Apolo quien le asintió para confirma lo que había dicho.
—Ese pequeño… —Apolo puso rápidamente la mano en la boca de Artemisa.
—Callate Artemisa, no empeores las cosas —ella se resistía, pero finalmente se guardó sus palabras.
—Adopte un hijo —Zeus estaba un poco sorprendido al comienzo, pero terminó entendiendo la situación y por qué había este revuelo con Artemisa, pero no podía entender a Atenea.
—¿Ella lo sabía? —señalo a Artemisa y Percy negó rápidamente.
—No tiene por qué saberlo, todos aquí sabemos que nuestra unión fue una formalidad —Zeus no podía evitar sentirse un poco herido por la situación, sabía que Percy no sentía afecto por su hija en lo más mínimo, pero de verdad esperaba que con el tiempo llegaran a ser una pareja respetable, pero después de estos acontecimientos de seguro esa opción se estaba extinguiendo.
—No es que no puedas tener un hijo mortal, pero ¿cuál es el problema? —Percy estaba conteniendo toda su furia de solo recordar las cosas por las que su hijo había tenido que pasar y agradeció en su corazón que Hestia le había dado aquel buen consejo.
—Tu hija y su caza persiguieron a mi hijo como a un animal y lograron que fuera raptado por Vali hijo de Odín e hirieron a Travis, mi campeón —Artemisa tenía una mirada mordaz y su padre podía ver que no podía negar ninguna de las cosas que Percy estaba diciendo. Hermes por su parte tenía una mirada un tanto asustada, pero fue Poseidón quien le asintió con la cabeza para hacerle saber que todo estaba bien.
—Dioses nórdicos —susurró con un poco de preocupación, sabían que no debían meterse en el territorio de otras deidades, cada una tenía su zona de influencia y acción.
—Yo acogí a Eskol durante mi viaje en tierras nórdicas —recordó todo el tiempo que se fue en busca de entrenamiento especializado para también pensar y dejar ir el dolor por la pérdida de la hija de Atenea.
—Ese tal Vali es su verdadero padre —dijo Artemisa tratando de argumentar que no era un hijo de Percy propiamente dicho y esperaba que eso la salvara de cualquier represalia.
—¿Me llamaste para escuchar su triste historia? —una aburrida Styx se paseó por los alrededores de la caza haciendo que todas se retrajeran un poco.
—Cómo todos saben aquí, acepte casarme con Artemisa para que pudiera mantener su posición en el Olimpo y la caza —ninguno se atrevió a contradecir eso.
—Nuestra señora no necesita tu ayuda —fue una de las cazadoras quien abrió la boca y no paso mucho tiempo hasta que Hermes le propinó un fuerte golpe en la nuca a la velocidad de la luz.
—Una más para tu enfermería, Apolo —este no pudo reírse ya que su mente estaba concentrado en no perder a Artemisa en manos de lady Styx.
—¡Basta! —gritó Artemisa, no quería perder a ninguna más.
—Ella me juró por el río Estigia que no dañaría a ninguno de mis seres queridos —Artemisa se estremeció al pensar que Percy estaba dispuesto a llegar hasta el final.
—El día de hoy, cazó a Eskol como una presa y apuñaló a Travis por la espalda cuando el combate había terminado y él las había vencido —Atenea agregó y le dolió, enfureció y desagradó que dijera que Travis les había vencido.
—Reclamo el juramento que hizo por el Estigia para que pierda la inmortalidad de manera irrevocable a menos que yo lo permita —Styx no hizo sino más que aplaudir mientras elevaba sus manos para empezar con su "ceremonia" que no era más que un show para mostrar su poder.
—¡Percy! —gritó Apolo poniéndose en una rodilla delante de él, pero no había compasión en sus ojos ni un gramo de culpa por lo que estaba haciendo.
—¡Apolo! Es mi decisión —le dijo de manera desafiante sin siquiera mirarlo porque sus ojos estaban sobre Artemisa, quería saborear el momento. —Tú me obligaste a esto, tú lo empezaste, yo lo voy a terminar —Apolo sintió que había terminado con su papel de hermano protector, esto era culpa de Artemisa, luego de eso lo empujó porque sintió que algo se acercaba.
—No permitiré que esto suceda —le dio una mirada asesina Apolo por haber salvado de una ataque sorpresa a Percy. Poseidón y Atenea saltaron al lado de Percy, pero el con delicadeza le hizo señas para que se apartaran. Luego de eso cambio su espada por la de Kendo, iba a darle una paliza sin compasión y eso no podía hacerlo con la espada convencional porque la cortaría entera.
—Lamento hacerte esperar lady Styx, te compensaré — —En mis viajes aprendí que la mejor forma de aleccionar no haciendo sangrar al enemigo, sino demostrándole que no necesitas hacerle sangrar para vencerlo —Zeus hizo señas para que todos guardaran la distancia. En ese momento apareció oportunamente Ares con Afrodita.
—Dejen de hablar, a pelar—Artemisa se arma de valor para luchar por su vida bajo la atenta mirada de Styx que le hacia una señal de tiempo graciosamente. La detestaba.
—No tienes lo que se necesita para ganarme —no iba a dejar que lo demostrara delante de todos y Artemisa quería callarlo de una vez.
Lo golpes de Artemisa eran brutales, Percy usaba el mango metálico de su espada de kendo para poder repeler los golpes y en cuanto tenía oportunidad le asestaba duros golpes, uno de ellos para que icor empezara a salir de sus labios. Artemisa solo escupió y se concentró en poder seguir con su estrategia de golpes repetidos y violentos. Percy estaba también empezando a sentir el dolor de los cortes que Artemisa le propinaba. La verdad es que ambos estaban agotados, pero no iba a ceder asi que empezó a ser más agresivo con los golpes que daban, empezó a tomar cada oportunidad para darle buenos golpes en la cabeza, no quería arruinarle la cara, pero de vez en cuando uno que otro caía allí. Artemisa sabía que estaba buscando lastimarla lo más posible por lo que también empezó a cortar más profundo cuando tenía la oportunidad. En un momento por mero descuido descubrió su costado y Percy hizo un movimiento violento y rápido que fue directamente asestado en sus costillas, pudo sentir el icor viajando por su garganta para luego toser sin control. Fue necesario parar.
—¿Quieres más? —la imagen de Artemisa esa lamentable, la espada de kendo le había dejado hinchazones en toda la cara, en la coyuntura del hombre derecho y ahora en las costillas. Artemisa gritó y avanzó con fuerza para darle un buen rodillazo en el estómago mientras bloqueaba sus cuchillos con el mango de la espada. El mismo Percy quedo un poco impresionado de ese movimiento, pero no tenía tiempo para ello, seguiría adelante hasta que el mismo Apolo recibiera la paliza que le iba a dar.
Lo movimientos de Percy se volvieron más frecuentes, ya no estaba tan a la defensiva y empezó a golpear donde antes había golpeado para producir quejidos de dolor en Artemisa, en las reglas del kendo solo había golpes en la cabeza, pecho y antebrazo por lo que no había ido más allá de eso, pero no era propiamente un enfrentamiento con esas reglas por lo que no lo dudó más y deslizó por el suelo y le asestó un golpe directamente en la rodilla. Decir que todos se estremecieron y algunos apartaron la mirada fue poco. El grito de Artemisa fue estremecedor, tanto que Percy no dio ningún golpe adicional. Solo observó. Artemisa se retorcía en el suelo sin que nadie se atreviera a hacer nada por el shock que esto había provocado. Percy se acercó lentamente con la espada levantada por si acaso Artemisa intentara algo.
—Te lo advertí. Eskol es mi hijo, estés o no de acuerdo. Ríndete —la voz de Percy era cruda y estaba dispuesto a cargarse su otra rodilla. Artemisa tenía lágrimas de dolor y ya no se retorcía porque sentía demasiado dolor como para hacer un movimiento. Resoplaba intentando buscar su voz. No iba a dejarse vencer por esto.
—Artemisa no se rinde —susurró mientras tomaba el poco poder que le quedaba para palear el dolor. La luz de la luna era potente, pero con todo el caos que había se ocultaba tras el humo.
—Es suficiente, Artemisa —Zeus sabía que mientras no se rindiera Percy podría continuar asestando golpes, pero no quería que esto se dilatara más. Esto era un problema doméstico y debía resolverse como tal. Querían un duelo y debían respetarlo. Sabía que Apolo quería intervenir, pero era Hermes quien lo mantenía en calma.
—Styx, puedes hacer tu trabajo —la diosa del Estigia avanzó alegremente mirando la desgracia de Artemisa, cada pisada mataba la poca hierba viva que estaba a su alrededor. Apolo se liberó del brazo de Hermes y se pudo al lado de su hermana.
—Dejame curarla primero, por favor —su cabeza estaba gacha y no tenía deseos de reclamar ningún derecho a hacerlo, pero no quería mandar al mundo mortal a su hermana en ese estado. Hestia por su parte estaba del lado de Percy y con la mirada le suplicara que lo permitiera. Atenea no estaba del todo de acuerdo, debía sufrir, debía pagar por lo que había hecho y para ella aún no se había pagado del todo la afrenta.
—Es el ultimo favor que hago para ti, Apolo, jamás perdonare lo que no hiciste hoy —Apolo trago amargamente, sabía que tenía mucho que perder con que Percy tuviera un resentimiento contra él y que seguramente lo pagaría tarde o temprano. Percy se resistía un poco.
—Por favor, sigue siendo tu esposa —susurró Hestia y Apolo tenía una mirada esperanzadora.
—No me atreveré a romper mi acuerdo con el consejo, pero no tengo ninguna obligación de tratarla de una manera en que no he sido tratado o respetado —todos asintieron excepto Artemisa que sentía que ahora era una completa desventaja este matrimonio.
Styx se acercó al cuerpo inmóvil de Artemisa que estaba siendo atendida por Apolo y ya casi estaba por terminar, la diosa no quería esperar más, tomar del cuerpo de un dios la inmortalidad solo podía fortalecerla y anhelaba eso. Cuando Percy la había convocado para poder sellar este acuerdo sabía que no tardaría demasiado en saborear la inmortalidad de Artemisa. Pero 10 años se sintieron muy largos y finalmente había llegado su momento.
—No te muevas querida, solo tomará un momento —sentía que el toque de Styx era frío como la muerte y rápidamente empezó a sentir que su poder se drenaba sin que pudiera detenerlo. La luna se oculta detrás de un gran cúmulo de nubes y el resto de dioses empezaron a verse borrosos y de a poco se veían como personas comunes y corrientes. Como un grupo de campistas, miró para todo lado y vio a sus cazadoras como un grupo de niñas exploradoras, estaba sucediendo. Estaba perdiendo la inmortalidad y la capacidad de ver el mundo de los dioses.
—Lo siento, hermanita —la voz de Apolo y la imagen de él se iba volviendo borrosas y sentía que la cabeza le daba vueltas.
—No me llames asi… —luego de eso solamente se desmayó. Apolo no se sorprendió de ello era completamente normal que pasara, cuando despertara se daría cuenta de la cruda realidad y la apariencia que pensaba podrían tener como personas normales ya no lo serían más y la capacidad para reconocerlos ya no estaría. Solo estaría presente la capacidad de saber lo que un día fue. Ese sería su castigo, hasta que el final de sus día llegara.
Al despertar, solo había una tienda de acampar y una billetera con algunos billetes y una nota: Buena suerte, Adiós. Luego una dirección con unas llaves. Tenía un largo camino por delante.
Percy por su parte fue al palacio de su padre a recoger a Katie y a Travis para llevárselos a su palacio en las profundidades del océano y que pudiera recuperarse. Él tenía que ir a buscar a Eskol y no tenía mucho tiempo después de lo que Atenea le había dicho.
Chapter 34: Lejos de casa
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Había sido una noche larga, tediosa y emotiva. Larga porque le había tomado muchas horas encargarse de todo el desastre que Artemisa y sus cazadoras habían provocado. La naturaleza no tenía por qué verse afectada, con un poco de ayuda de ninfas y espíritus del bosque se había logrado. En su mente el reloj avanzaba de una forma diferente ya que estaba contando las horas en las que volvería a ver a Eskol para aquel ritual del que le había hablado Atenea lejos de ese momento sería buscar una aguja en un pajar y tal vez no podría salvarlo, no, guardaría todas sus fuerzas para ese momento.
Había sido tedioso lidiar con el destino de Artemisa, luego de ello Zeus había hablado con él para reconsiderar lo que había pasado para que no abandonar a Artemisa a su suerte en el mundo mortal. Habían llegado a un acuerdo para que pudiera proveerle de algunas cosas necesarias para no ser una mendiga, por lo que le había dejado las llaves de un apartamento que tenía preparado para Travis, pero que seguramente luego podría conseguir un lugar para él, pero ahora pensando en su futuro con Katie, que a raíz de todo lo que había sucedido había decidido ir con él para cuidar a Travis. Las vueltas de la vida.
Salida de casa, de hablar con Sally y Paul. No había podido contenerse de llorar la ausencia de su hijo. Sabía que esto era algo que no había podido prever, pero se detestaba por no haberlo podido salvar al final y más aún cuando vio las lágrimas de Paul y su madre al contarles que había sido raptado y llevado lejos. Sally no podía entender porque no podía ir ahora mismo a salvarlo y traerlo de vuelta y se había quedado dormida mientras lloraba. La había llevado a su habitación para quedarse con Paul que siempre tenía una frase para cerrar esos momentos. La última vez había sido un desastre para su vida, pero esta vez le había dejado una muy intensa: Recuerda todo lo que tu madre estuvo dispuesta a hacer por ti.
Eso le martillaba el cerebro.
Necesitaba soledad para poder revisar sus opciones.
No buscaría a Atenea porque ahora mismo estaba cegada por el furor que había experimentado hacia Artemisa y las cazadoras. Hermes había ido a ver a Travis y Zeus no era precisamente un ser imparcial ya que desde el comienzo él quería que Artemisa se salvara a tal punto de llegar a proponer este matrimonio inusual y aterrador. Al final de la noche cuando el sol estaba por empezar a asomar estaba en la playa sentado pensando y repensando en Eskol y en cómo estaría pasando este momento. Había sentido su presencia hace un momento. Tenía sentido, sabía que era una ruta habitual para estirar la piernas.
—¿Cuándo tiempo llevas allí? —casi podía adivinar que llevaba una sonrisa característica en el rostro. Pero también sabía que estaba preocupado por las cosas que habían sucedido después de todo no muchas cosas podían esconderse sin que corrieran los rumores.
—El suficiente para saber que no necesitabas ser interrumpido —agradeció no haber sido interrumpido, necesitaba pensar, le quedaban una horas antes de partir.
—Todo esto es mi culpa —lo había estado observando por un par de horas y sabía que la culpa lo estaba carcomiento y necesitaba escuchar palabras de ánimo.
—Tienes razón —ambos se miraron con el desconcierto en sus rostros porque no sonó como quería ni Percy pensó escuchar eso. —Es tu culpa que un niño sin hogar haya encontrado el amor de una familia —eso sí que tocó su corazón, se sintió nuevamente un adolescente en busca de su camino, con las preocupaciones propias de los mortales.
—No sé qué voy a hacer si no logro encontrarlo a tiempo, solo tengo una oportunidad —sabía que estos momentos eran cruciales para que la confianza no se perdiera en su habilidades y su instinto.
—Debes confiar en tus instintos —Percy asintió sabiendo que debían más que nunca confiar para poder llevar a cabo su cometido.
—Necesito que me acompañes, para mantener a Eskol a salvo. Travis está demasiado herido como para hacerlo —sabía que estaba pidiendo un favor grande, sobre todo por las responsabilidades que debía realizar a diario, pero no pensaba en nadie más para esto, sobre todo teniendo a Travis herido.
—Lo haré, necesitas alguien que te impida hacer una locura —después de escuchar lo que había pasado con Atenea y él en el campamento de las cazadoras sabía que necesitaba alguien que le dije que había sido suficiente.
—No, no puedes detenerme —Percy no quería alguien que lo detuviera, iba a ir a por todas con tal de salvar a Eskol.
—Percy, puedes provocar una guerra entre deidades —sabía que había una alta probabilidad, pero no podía hacer menos que pelear por su hijo.
—Es mi hijo —sentenció con tal seriedad que no se atrevió a darle la contra.
—Lo entiendo, pero… —quiso encontrar un argumento, pero era en vano, no por nada era un hijo de Poseidón. La familia era muy importante e irían hasta el final. —No, no hay nada que objetar, te ayudaré —debía estar allí para él, era lo que necesitaba en este momento.
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En las profundidades del océano Katie se paseaba de un lugar a otro, había pasado la noche y Travis solo respiraba pesadamente, Poseidón le había dicho que todo iba a estar bien, que no corría peligro, pero que debía descansar lo más posible.
—Eskol… —escuchó la voz de Travis quejándose, pero luego se dio cuenta que estaba hablando en sueños. Le dolía el corazón verlo así, había luchado tan duro contra Artemisa y sus cazadoras que al final igualmente se habían llevado al hijo de Percy y él se sentiría culpable por ello.
—Shhh necesitas descansar —le puso la mano en la mejilla para que siguiera descansando. Podía ver que claramente había mucho estrés en su herida porque nuevamente estaba saliendo icor. Sabía que dentro suyo estaría corriendo el deseo ardiente de despertar e ir a buscar a Eskol, eso temía, pero también sabía que no estaría en condiciones. Se lo había prometido a Percy.
Al comienzo sus ojos no daban crédito de la forma en que había peleado, jamás le había visto tener una mirada mordaz y sanguinaria, pero al verlo pelear contra las cazadoras y contra la misma Artemisa se había dado cuenta que mucho había cambiado en Travis y que tendría que acostumbrarse a esas nuevas cosas que habían sido la razón por la que se había ido con Percy para entrenar y cumplir un nuevo papel dentro del mundo de los dioses.
Vio su cuerpo, no es que no lo hubiera visto antes, al haber cuidado de él tanto tiempo sabía que no era precisamente un atleta, pero ahora sí que lo era, el entrenamiento había sido brutal para haber quedado como estaba ahora. Lo había extrañado, no había paliza, indiferencia y acto que pudiera ocultar eso, cada vez que hizo que se sintiera celoso había sido una tortura para ella, no podía más que darle gracia a Mike por haberla ayudado, pero sabía que había ido matando el interés de Travis hasta llevarlo a aquella noche donde le dijo: basta.
No sabía cuanto tiempo se quedó mirándolo fijamente. Pero al salir de su laguna se dio cuenta de la presencia de alguien en la habitación.
—Solo necesita tiempo para recuperarse —Katie se giró rápidamente para encontrarse con una Atenea que estaba mirando fijamente el vendaje de Travis.
—Lady Atenea —Katie se levantó rápidamente, pero Atenea puso su mano sobre ella para que evitaran las formalidades.
—No hace falta, es importante que él se recupere bien, Percy necesitará toda la ayuda que podamos darle —Katie sabía que Travis estaba luchando para recuperarse cuanto antes y volver a por Eskol y ayudar a Percy a vengar esta infamia contra su hijo.
—¿Piensa ir a buscarlo? —Atenea asintió mientras pensaba en su conversación con Percy sobre la oportunidad que tenía para poder dar con el paradero de Eskol.
—Su mejor oportunidad es durante la ceremonia de Hati —Katie no entendía sobre la mitología nórdica.
—¿Hati? —Atenea sabía que tenía pocas oportunidades, pero sin duda un rescate arriesgado sería en medio del ritual para el que quería Vali a Eskol. En la mitología nórdica, Hati era un lobo que perseguía a Máni (la luna) por el cielo todas las noches. Cada vez que lograba acercarse a su presa se producían eclipses lunares con lunas rojas como la sangre. Hati alcanzaría la luna y la desgarraría con sus garras. Vali quería a Eskol para su sacrificio ritual y Percy no iba a permitir que eso sucediera.
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No había noticia en el mundo que pudiera hacer que el fuego que había en Percy se aplacara, pero escuchar de Atenea que ella se iba a hacer cargo de la caza y que las llevaría a tener un entrenamiento como nunca en sus vidas lo había tenido sin duda era satisfactorio. Zeus le pidió a Atenea que las alejara los más posible de la posición de Artemisa, no quería para nada que se les ocurriera alguna locura para librarla de su castigo.
Paciencia, es lo que Atenea le había dicho debía tener, pero sin duda estaba siendo todo un desafío. Faltaban 2 días para que el eclipse lunar se llevara a cabo y cada hora que pasaba era desesperante para él, no había forma en que pudiera centrar sus pensamientos en otra cosa que no fuera la seguridad de Eskol. Tenía dos preocupaciones adicionales, Travis y BlackJack, sabía que estaban bien en su palacio, pero le pesaba en el corazón no poder hacer más por ellos, solo necesitaban tiempo, aunque no podrían acompañarlo en esta misión.
No podía más con esto. Chasqueó los dedos y apareció en el campamento, era momento de empezar su misión en solitario, no podía quedarse de brazos cruzados. Su viejo maestro Quirón sería la persona que le acompañaría para esta misión, ya habían conversado sobre como deberían ser las cosas para Eskol una vez que fuera rescatado y de cómo tendría que ser su vida de ahora en adelante. No más esconderse de la mirada de los dioses o de cualquiera, ahora podría decir con orgullo que era hijo de Percy Jackson, nieto de Poseidón y tenía como familia a Travis y Atenea.
Lo primer que se le ocurría era ir al lugar donde todo empezó para Eskol y para él, el mismo lugar donde le fue entregado el bebé y esos lobos habían sido asesinados para poder salvar la vida de Eskol. Sería un buen punto de partida, pero también estaba en su mente buscar la ayuda de Tyr, quien ya les había dado un buen recorrido por el mundo nórdico junto con esas largas, extensas y agotadoras sesiones de entrenamiento por el invierno mortal. La idea era ser sigilosos, pero llevar precisamente a un centauro no cumplía con dicho objetivo. Por lo que simplemente fueron recorriendo cada lugar conocido como parte de la cultura nórdica tradicional en busca de alguna pista del paradero de Vali, pero como esperaban, nadie se atrevía a decir nada, la única persona que se atrevió a decirles algo solo les advirtió que no era buena idea preguntar por dicha deidad porque cosas malas sucedían cuando era invocado y así fue cuando al día siguiente volvieron a pasar por el lugar y vieron al hombre con una flecha entre las cejas.
—Nuestras opciones se reducen a lo que Atenea te dijo —Quirón no quería ser precisamente la persona que le dijera que sería mejor esperar, pero tampoco quería que por esta prisa perdieran la única opción de dar con Eskol. Quirón se había sorprendido al enterarse sobre el niño y cómo había llegado a la vida de Percy.
—No puedo correr el riesgo —sentenció Percy para luego seguir corriendo hacía el templo de Tyr, seguramente podría decirles algo más preciso de lo que habían podido recabar.
Luego de ver a Tyr supo que sería una locura suicida ir al lugar donde empezaban los dominios de este dios tan enigmático, contrario a sus dominios vivía en la zonas más oscura y llena de penumbra, donde como dijo Tyr nada era lo que parecía y debía andarse con total cuidado porque toda habilidad o poder podía jugarle en contra ya que el manejaba con la luz toda clase de ilusiones y trucos capaces de reducir la confianza en tus propios poderes. No se arriesgaría, no estaba aquí para demostrar ser el más fuerte o para derrotar a Vali, tiempo habría para ello, no, esta vez se trataba de Eskol, su seguridad y rescatarlo de una muerte. Luego con ayuda de Travis se encargaría de darle una buena lección. Quirón se había dedicado recorrer el área para poder buscar una buena ruta de escape, estaban solo en esto porque ningún dios quería meterse con Vali hijo de Odín.
Percy no podía percibir nada, todo era silencio, una espesa niebla cubría una superficie rocosa y áspera, con cada silbido del viento pensaba que podría estar siendo atacado, entonces lo entendió, Vali jugaba con los sentidos y te hacía dudar de tus propios reflejos e instintos. Trato de no ponerse nervios, por primera vez desde que había sido elevado a deidad sintió la adrenalina del peligro rodeándolo de una manera que podría llegar a provocar un pánico terrible, pero no podía permitirse ser débil y de sucumbir ante Vali, debía lograr llegar hasta el final por Eskol. Su muchacho tenía por delante toda una vida de gran futuro y se aseguraría que pudiera disfrutar de esa vida. Tenía a Sally y a Paul para guiarlo y ahora también a Poseidón y a Atenea en su vida para poder cuidar de él. Travis le enseñaría todo lo que necesitaba para poder defenderse solo.
El sonido del silencio se apagó, entonces lo supo, Vali estaba en el entorno.
—Debo reconocer que tienes agallas dios griego —una de las cosas que Quirón le había recomendado de todo lo que le contó sobre el encuentro que habían mantenido es que no debía por nada del mundo responder a la provocación, sino usar de la astucia para cualquier movimiento.
—Perseo Jackson es mi nombre —susurró con agudeza mientras trataba de forzar sus sentidos para percibir de dónde venía la voz, pero era en vano, la niebla se encargaba de trasportar la voz del dios nórdico y este lo observada desde un punto seguro y lejos del alcance de cualquier ataque sorpresivo. No era estúpido, de su encuentro con el dios griego había resuelto que no podría vencerlo en un combate normal, también sabía que en su encuentro quien reclamaba la vida de Eskol no había ido en serio sino solamente estaba retrasándolo para poder salvar al muchacho.
—Perseo ¿no es un poco audaz de tu parte venir a mis dominios para robarme a mi hijo —la sangre le hervía a Percy cuando este dios nórdico reclamaba a Eskol como suyo, no podía concebir que siquiera se atreviera. Pero debía mantener la calma.
—Nunca fue tuyo —le respondió mientras Percy caminaba lentamente en dirección contraria a donde escuchaba la voz. Entonces lo supo, la niebla lo rodeaba para despistarlo, trato de no hacer obvio su descubrimiento.
—Eso no es lo que dicen los genes y la sangre que corre por sus venas —una de las cosas más difíciles de explicarle a Eskol había sido su herencia y su linaje, le había tomado varios días que pudiera procesarlo, pero con la ayuda de Paul habían profundizado en su historia y también le habían hecho entender que Percy había elegido amarle y tenerlo como hijo.
—Eskol es mi hijo —las palabras tenían una amplia carga emocional que ni el mismo Vali se atrevió a cuestionar, a él no le importaba, solo quería deshacerse del muchacho de una buena vez, no habría nadie que pudiera hacerle frente menos un hijo suyo. Tal vez no era el rey de los dioses nórdicos, pero vaya que si era el más temido.
—Nombre interesantes, sabes. De hecho, no podrías haber escogido un mejor nombre, es casi un predestinado —sabía que casi por cosas del destino el nombre de Eskol lo estaba condenando a esta clase de ritual que convenientemente retrataba la esencia del mismo.
—Dejate de juegos y plantame cara, Vali —Vali se sentía demasiado confiado como para no jugar un poco con Perseo. No lo dudo más y con una flecha en mano avanzo rápidamente hacia él.
—Tú lo pides, tú lo tienes —con el filo de su flecha le arrancó parte de la túnica camiseta que llevaba puesta y dejó correr el icor de su brazo, pero Percy ni se inmutó, sino que mantuvo su postura estoica y concentrada. Esto molesto un poco al dios arquero.
—Tus poderes no tienen efecto aquí, aquí yo soy el único dios y todos los saben, por eso temen cuando Vali aparece, cuando pido algo, nadie se niega —la voz de Vali se escuchó como un estruendo que hizo que Percy perdiera por un momento la concentración y el sentido de ubicación que tanto le había tomado encontrar.
—Bueno aquí me tienes, Vali, veamos que puedes hacer —Percy aún tenía su espada enfundada, pero tenía en sus costados un par de cuchillos de caza que servirían para poder darle rapidez a sus movimientos.
—Bromeas ¿Por qué querría gastar mis fuerzas en ti diosecillo? —Vali estaba lentamente cayendo en el juego de Percy y avanzó nuevamente, pero esta vez en el último segundo antes de clavar su flecha en Percy este giró esquivándola y tomó del cuello al dios nórdico y con fuerza lo estampo contra el suelo para luego dar una patada en el costado y mandarlo a volar a la oscuridad.
—Crees que puedes subestimarme y burlarte sin consecuencia alguna —Percy lo dijo con seriedad mientras se concentraba en no perder la posición de Vali nuevamente. Escucho en medio del silencio la respiración agitada del dios y una flecha corriendo hacia él por lo que rápidamente se deslizó para esquivarla. Sabía lo que se venía, casi podía sonreír al saber cuánto se parecía a la testaruda de Artemisa quien también hacía esta clase de espectáculos cuando estaba acorralada. La luvia de flechas no se hizo esperar, solo tenía sus cuchillos para repeler el ataque, pero pudo sentir Vali se movió luego de disparar las flechas.
—No estás en Grecia, Perseo, aquí son nuestras reglas y si no te gusta puedes traer a tu grupo de dioses y plantar un desafío, pero estoy seguro que todos querrán luchar en mis dominios y ya sabes lo que eso podría significar —sintió la flecha tocando su carne, no pudo evitarlo mientras estaba se defendiendo del ataque, pero lo dudo y movió su brazo fuerza para que la flecha se rompiera y le asestó un buen corte en el costado para luego poner su otro cuchillo en su cuello y presionarlo de tal forma que sangre empezó a destilar por el filo del cuchillo.
—Dame a Eskol, dámelo ahora —Vali no dudó y chasqueo sus dedos para que apareciera Eskol atado de manos a un poste y maniatado lleno de golpes y cortes, a su costado un soldado con hacha en mano.
—Ya estoy cansado de ti y de ese maldito muchacho, a decir verdad, lo que necesito es un chivo expiatorio para mi ritual, podría ser Eskol… —Percy sintió que en cualquier momento perdía la poca cordura que le quedaba e iba a degollara a Vali. No sabía si Eskol estaba o no consciente, pero sabía que no podía soportar verlo así, esto estaba mal, ningún niño debía pasar por estas cosas. No podría perdonarse en mucho tiempo por esto.
—¡Alto! No, no es necesario —en cuanto sintió el cuchillo alejarse de su cuello hizo una seña para que el soldado bajara su hacha.
—Veo que estas entendiendo tu posición, ahora hablemos, Perseo Jackson —luego de eso empujo a Percy para poder ponerse nuevamente de pie. Percy sabía que estaba en total desventaja, no contaba con que Vali golpearía a Eskol con tal brutalidad.
||||—||||—||||—||||
La luz del sol dañaba sus ojos. Sentía la fatiga del clima sobre su cuerpo.
Nunca había sentido el sonido de su estómago reclamándole comida.
El cansancio ni siquiera estaba en sus pensamiento hasta ahora.
El sol irritaba su piel. Los pies le dolían. Se le acalambraban las piernas.
Ya no tenía fuerzas y eso nunca había sido un problema en el día a día.
Y lo que más le molestaba era esa inconsciente sensación del paso del tiempo.
Mientras caminaba por las calles de New York no podía dejar de pensar en cómo había llegado hasta aquí, algunas cosas se sentían tan borrosas que le dolía la cabeza de solo pensar en ello. Era algo que no podía soportar ahora mismo, ya no era como antes que el dolor de cabeza era una simple punzada, esto era tortuoso. El apartamento que Percy había preparado para ella, en Brooklyn, sabía que el destino no podía tener algo bueno para ella y que seguramente estaría un apartamento donde se sentiría una sardina. Pero no fue asi, era un piso completo para ella, pero estaba completamente vacío. El portero del edificio la había mirado de pies a cabeza y poco le falto para tomarle una foto por la desconfianza, no podía evitarlo, parecía una campista nómade.
Cuando entro supo enseguida que esto no había sido planeado para ella, en la mesada de la cocina había una nota para Travis: "Travis, gracias por ser familia, con amor Eskol y Percy". No pudo evitar sentir amargura. Sentía que esto era completamente innecesario, se sentía ofendida de que lo que estaba destinado a otra persona se le fuera entregado por descarte o como segunda opción. Pero luego pensó en que no tenía donde comer, dormir, vivir. No conocía a nadie, no tenía más dinero que el que le había dejado Percy junto a la nota y sobre todo no sabía cómo iba a sobrevivir en esta nueva vida que le tocaba vivir. Pensó en que tal vez debía tomar esta oportunidad de tener un lugar decente para vivir y empezar de nuevo.
Sintió una punzada en el pecho que la hizo hincarse sobre su rodilla.
No supo que debía hacer al respecto. Necesitaba a Apolo.
—Ayuda, Apolo —silencio fue lo único que recibió a cambio. Del otro lado del tiempo, espacio, realidad un afligido Apolo sabía que estaba siendo invocado, pero no había nada que pudiera hacer más que agradecer que Percy no la hubiera mandado a una pocilga. Dentro de todo Percy había actuado con decencia a pesar que ella no lo merecía.
Artemisa estaba decepcionada de que ni siquiera por una emergencia su hermano apareciera para poder ayudarla. Esta iba a ser una nueva vida tan miserable que ni siquiera se dio cuenta cuando se quedó dormida en el suelo con la mano en el pecho tratando de aplacar el dolor que estaba sintiendo.
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Le dolía cada fibra de su ser, había sido brutalmente golpeado, sin un motivo claro. Había visto muchas películas sobre rehenes que era golpeados para poder obtener información sobre alguna cosa y se veía tan real, pero nunca pensó que le pasaría a él, menos con la edad que tenía. Cada hora que había pasado desde que fue tomado por "su padre" del lomo de BlackJack había sido doloroso. Lo había atado en un poste y sus soldados se habían dedicado a usarlo como saco de boxeo mientras bebían, ojos vendados y con los oídos tapados donde solo podía sentir el tintineo del silencio retumbando en su cerebro. En su mente una oración: Padre, ayudame.
Cada golpe que recibía no hacía más que estallar en su cerebro, a puño limpio, eso sí que podía asegurarlo, los puños de los soldados se imprimían en su piel. Llego un momento en que sentía que se estaba desmayando, pero recordaba las palabras de su tío Travis: deberás aprender a soportar el dolor por el simple hecho de que hay gente que ha sufrido más que tú y no debes permitir que eso te frene de salvarlos. Se obligó a mantener su mente encendida, desmayarse hubiera sido lo más fácil, pero no iba a sucumbir, no ahora. No podía entender porque era brutalmente golpeado, lo querían para el sacrificio, en ese momento entendió las clases sobre la cultura nórdica que le dio su abuelo, donde se retrataba la cultura nórdica como brutal y despiadada.
En medio de eso los golpes cesaron y su mente vagaba en múltiples recuerdos vagos sobre Percy, Sally, Paul, Travis, Atenea, quería tanto haber podido abrazarles una vez más que, ahora que apenas podía mover su cuerpo sin sentir un dolor que le explotaba en la cabeza. En su mente se disculpaba una y otra vez por no haber sido lo suficientemente obediente como para huir cuando su padre le había dicho que lo hiciera. Quería que se sintiera orgulloso y pudo ver esa mirada cuando le señalo la posición elevada para que atacara desde allí, pero al final hubiera sido lo mejor salir de allí con Katie, tal vez nada de esto hubiera resultado asi.
Pasó un largo rato en silencio y luego sintió que cortaban las ataduras que tenía en las manos y pies para luego caer al suelo de manera estrepitosa. Sintió una mano que lo tomó del brazo y de un tirón lo levantó, en ese momento gimió de dolor porque algo se salió de su lugar, le quitaron los tapones.
—¡Toma! Llevate a ese maldito, no quiero volver a verlo. Estaré esperando. —sabía de quiera esa voz, luego de unos minutos sintió un calor conocido, pero no dijo nada, no quería hacerse de una ilusión que luego le dolería el doble.
—Shhhhh, estas a salvo hijo —a voz de su papá le dolía, por primera vez escucharlo hacía que su corazón sangrara porque tenía que verlo en ese estado.
—Pa… dre… —la mano de su padre recorrió su rostro para luego quitarle las vendas y entonces lo vio, estaba llorando con la rabia contenida y rechinando en sus dientes, pero lo mejor de todo es que estaba allí, con él. Percy sentía que el corazón se le destruía, era imposible no sentir que le había fallado a su hijo, siempre se había jurado protegerlo con su vida por, sobre todo, pero ahora al verlo asi supo que no era digno, no podía ser el padre que Eskol necesitaba.
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Atenea sintió una punzada que le dijo: Debes buscar a Percy.
Al comienzo hizo caso omiso de aquel presentimiento. Percy sabía exactamente que al amanecer del día siguiente tendría que estar en el lugar tradicional ritual de dicha ceremonia para poder tener la oportunidad de rescatar a Eskol.
Al final no pudo más con ello por lo que rápidamente se trasladó al apartamento de Paul y Sally. Ninguno de ellos sabía dónde estaba Percy, tuvo que quedarse unos minutos para poder consolar a una deprimida Sally que lloraba la desaparición de su nieto. Luego de ello paso por el palacio de Hestia, tal vez había ido en busca de consuelo, pero la diosa protectora del hogar tampoco logro dar con el paradero de Percy aludiendo a que no estaba cerca o en contacto con alguna llama cercana. También se dirigió hacia el campamento para ver si estaba con su viejo maestro Quirón en busca de consejo, pero Dionisio le explico que Quirón se había tomado unos días libres para poder atender unos asuntos personales "cosas de centauros" fueron las palabras de un Dionisio aburrido mientras jugaba ajedrez con un sátiro.
Atenea estaba entrando en un vórtice de ansiedad porque sabía lo que podía estar pasando.
Fue hacia la Atlántida, para poder hablar con Poseidón, quien seguro sabría dar con el paradero de Percy, pero Poseidón no parecía saber sobre ello. Fue convocado Tritón, pero tampoco parecía dar con ello.
—Debes calmarte, Percy jamás haría algo que pusiera en peligro al Olimpo —Poseidón había regresado con un gran pesar en el corazón, por una parte, sentía una ligera sensación de traición en su corazón porque Percy había mantenido a su hijo oculto de él. Podía entender que lo escondiera del Olimpo y el mundo de los dioses, pero la Atlántida era un mundo diferente y Eskol hubiera sido recibido con los brazos abiertos. Por otra parte, logró entender a que se refería Percy cuando le pidió jurarle que no iba a intervenir en sus asuntos a partir del hecho que también era un dios olímpico.
—¿El Olimpo? ¿Crees que estoy aquí por eso? —Atenea estaba a punto de estallar porque no podía creer que fuera lo único que le importara al barba de percebes.
—¿No era por una posible guerra mitológica con nuestras contrapartes nórdicas? —Poseidón estaba carcomido por salir de su palacio e ir en buscar del estúpido dios que se había atrevido a atacar a Percy y a Eskol, pero debía mantenerse calmado y listo para cuando Percy lo necesitara, él le llamaría estaba seguro.
—¡Estoy aquí por Eskol! —En ese momento entró Anfitrite a la sala y ambas se hicieron una reverencia ligera. Ella había escuchado todo sobre el caos que Percy y Artemisa habían ocasionado y de cómo habían terminado las cosas para ella. No podía negar que se sentía un tanto decepcionada por ellos, pero entendió porque habían salido asi las cosas, a pesar de ello respetaría la voluntad de su esposo de no intervenir a menos que Percy lo requiriera. Era un adulto, un dios poderoso y debían dejarlo forjar su camino, eso era importante.
—Eskol —susurró el dios de los mares mientras frotaba su barba, sentía una conexión un tanto débil con la naturaleza de ese niño, pero aún no podía identificar su aura como parte del reino de los mares. —Fue toda una sorpresa, no me malinterpretes, aún estoy en shock por ello —era cierto, sentía que no salía de su asombro que por más de 10 años Percy había mantenido a su hijo oculto y a salvo.
—¿Me estás diciendo que no sientes la más mínima preocupación por tu nieto? —él negó rápidamente, claro que lo sentía. Pero era más fuerte su promesa a Percy.
—Claro que sí, pero le di mi palabra a Percy de que no intervendría en sus asuntos y estoy poniendo todo de mi para cumplir mi palabra —Atenea quería golpearlo.
—¡Esto es increíble! Tu nieto puede estar siendo sacrificado como una oveja y tú me sales con cumplir tu promesa y esas estupideces —Poseidón tragaba amargamente cuando hablaba la diosa de la sabiduría, pero tenía las manos atadas más de un dios en territorio nórdico podría ser tomado como un acto de guerra.
—Fue un juramento por Styx, ya sabes lo que eso significa ¿cierto? —Atenea se calmó por un momento al sentir un trueno en la lejanía.
—No dije nada —susurró mientras se ponía cómoda en un sofá y concentraba sus sentidos en comunicarse con Percy, pero era en vano. Anfitrite la miro fijamente por un momento hasta que se animó a decir algo.
—Atenea, entiendo tu posición, Eskol se ha convertido en alguien significativo en tu vida según podemos ver, creeme cuando te digo que en el momento que Percy lo traiga aquí y lo reconozca y presente como suyo vamos a matar y morir por su hijo, nuestro nieto —la cara de orgullo de Poseidón no tenía precio alguno. Atenea sabía que el sentido de pertenencia de la progenie de Poseidón era algo inexplicablemente fuerte y profundo.
—Ella tiene razón —agrego con una sonrisa amplia.
—Lo mejor, será esperar, debe estar preparándose —Poseidón sospechaba que Percy había hecho algo impulsivo como irse en solitario a buscarle, pero nada confirmado aún. Lo que sí hizo fue contactar con las nereidas para poder seguirle el rastro en caso hiciera uso de sus poderes marinos o estuviera cerca de una fuente marina.
—Eres más que bienvenida a honrar nuestra mesa —le invitó la reina de la Atlántida a lo que Atenea asintió con agrado, pero su mente estaba otro lado.
—No creo que pueda comer —Poseidón se rió un poco de dicha situación.
—Porque no nos cuentas más sobre esta reciente adhesión a la familia —Atenea se animó un poco y empezó a rememorar cada detalle de cómo fue que Percy trajo a Eskol al mundo griego.
Chapter 35: Jackson
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No tenía mucho tiempo para hacer preparativos de último momento, sobre todo no después de ver la condición en la que habían encontrado a Eskol. Empezó a correr como nunca en su vida había corrido con Eskol a cuestas para poder salir de la influencia y territorio de Váli, necesitaba con urgencia poder hacer uso de sus poderes para ayudar a su hijo. Vio a Quirón en las cercanías, quien al verlo corrió a su encuentro, Percy no lo dudó y se desvió hacia donde estaba su viejo maestro y con rapidez lo puso sobre su lomo y le dijo que lo sacara de allí, rumbo al mar, necesitaba de todo lo que estuviera a la mano para que Eskol se recuperara pronto.
Quirón había tenido su momento para recorrer los alrededores, era una zona inhóspita y de difícil acceso, lleno de riscos, salientes y nieve, mucha nieve. Ni que hablar de la visibilidad que era todo un desafío con las borrascas que venían una tras otra. Sabía que el muchacho que llevaba a cuestas era importante para Percy así que corrió lo más rápido posible hasta que estuvieron cerca del mar, saliendo de los dominios de Váli. Percy tomó a Eskol y chasqueo los dedos para poder convocar una tienda y empezó a trabajar en él con ayuda de sus poderes de sanación usando agua. Quirón podía ver que no era lo mismo, no surtía el mismo efecto, el agua se resistía y era completamente comprensible. El dominio de los mares nórdicos era del dios de esta parte del mundo. Pero Percy no se rendía, ponía cada ápice de fuerza en ello y poco a poco la inflamación en el cuerpo de Eskol estaba bajando, los cortes se iban cerrando y la respiración del muchacho se estaba estabilizando.
Para Percy estas eran horas importantes, no tenía tiempo que perder y mientras Eskol estaba descansando empezó a escribir instrucciones para Travis, Katie y su padre, no había forma de comunicarse con ellos en esta parte del mundo. Sintió un tirón en su estómago, solo lo había sentido en las veces que el mar le llamaba, miro con detenimiento y pudo ver un grupo de nereidas que estaban observándolo. Sabía que se trataba de su padre. El viejo no había podido mantenerse al margen, por lo menos no estaba interviniendo, pero sí que necesitaría su ayuda. Puso su mano en el mar para transmitir un mensaje: Quirón necesitará transporte pronto, él te invocará, podrás conocer a tu nieto. Vio el pulgar de una de las nereidas levantarse a través de la niebla, supo que habían recibido su comunicación.
Era momento de hacer un trato, un trato que le daría una nueva oportunidad. La oportunidad de hacer bien las cosas. Su encuentro con Váli sería al amanecer de ese día, él no podía alejarse más de lo que ya estaba y aún no estaba a una distancia lo suficientemente lejana como para transportarse, por lo que esperaría que Eskol descansara un poco más antes de llamar a Poseidón. El plan era simplemente perfecto, al menos Quirón había dado su okey para que se llevara a cabo, pero sería una cuestión de tiempo para que los puntos se unieran. Luego de escribir las instrucciones y ver que Eskol ya estaba medianamente curado y durmiendo se sentó en la fogata que Quirón había encendido, aún necesitaba aprender mucho de su viejo maestro y esta vez sería algo que prometió solo hacerlo una vez en la vida, no era un juego.
Era momento de negociar.
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Sus ojos se abrían lentamente, le dolía hasta eso. Su respiración hacía que le ardiera todo conducto por el que pasaba el aire, no quería ni respirar, así que se tomaba su tiempo para hacerlo y que no fuera una experiencia traumática, lentamente movió su cuello con los ojos entreabiertos y con la vista borrosa, no estaba atado, no estaba siendo golpeado. Entonces lo recordó. Percy, su padre había venido por él. Recordó su rostro lloroso cuando lo sostenía en brazos. Quería decirle que lo sentía, pero se le ahogaba aún el aire que aspiraba. Por un momento pensó que estaba solo en aquella tienda, pero después de un momento pudo percibir la presencia de una deidad, supo que estaba a salvo y siguió durmiendo, aún necesitaba dormir un poco para poder restablecerse, el sol aún estaba alto, había tiempo.
No supo cuántas horas pasaron, pero cuando por fin abrió los ojos Percy estaba en la tienda con un centauro. Sus ojos se abrieron de repente al verlo porque una cosa es leerlo en los textos que le daba su abuelo y otra verlo por primera vez, la misma reacción que ver un pegaso. El rostro de su padre era de pura felicidad, sintió que podía respirar en calma sin exabruptos.
—Tómalo con calma, has tenido un día duro —Percy trató de sonar lo más casual posible, quería abrazarlo, pero estaba en tan mal estado que lo hubiera hecho colapsar, así que trato de mantenerlo lo más tranquilo posible. Solamente optó por poner una mano sobre su pecho para transmitirle calma.
—Ni que lo digas, siento que mis huesos están hechos polvo —Quirón no podía entender como la personalidad, el humor inesperado y poco asertivo se le habían pegado a un niño que no era un hijo natural de Percy y peor aún que no había sido adoptado formalmente.
—Bueno casi, estabas en mal estado —Percy se reprochaba por dentro no poder llevarlo más lejos para poder acelerar el proceso de sanidad, pero aún no podía irse, no todavía.
—Padre, lo siento —sabía que esas palabras iban a llegar y le pesaron en el corazón tanto que pensó que lloraría delante de Quirón y de su hijo.
—¿Lo sientes? ¿Por qué o qué? ¿De qué hablas? Me estas robando mi línea —no quería por nada del mundo que Eskol viviera con una idea equivocada sobre lo que había pasado o sobre las cosas que podían pasar porque eran parte de la vida. Pero supuso que en su tiempo como semidios era una de las cosas que hacía a menudo tratar de cargar con la culpa y el sentido de responsabilidad.
—Debí haberme ido con Katie cuando me lo ordenaste —no podía negar que en su mente había pensado si tal vez fue su error permitir que se quedara en lugar de huir.
—Oh, eso —Quirón miraba atentamente como Percy estaba un tanto indeciso sobre si regañarlo o felicitarlo. —Peleaste bien, para eso entrenaste, no puedo subestimarte para siempre —Eskol le dio una sonrisa dolorosa. Quirón por su parte ya tenía una dosis de néctar y ambrosía para el niño y esperaba que fuera suficiente como para emprender el viaje de retorno, necesitaban llegar a las costas del mar del norte para poder recuperar la influencia de los dioses griegos y pedir la ayuda de Poseidón.
—Por cierto, soy… —Eskol trató de levantar la mano, pero aún estaba con un dolor corporal, aunque poco a poco iba recuperando las fuerzas.
—Debes ser Quirón el centauro, fuiste el maestro de papá cuando era semidios —Percy ya le había dicho que Eskol no padecía de esa maldición que cargaban los semidioses, pero en cambio tenía un sentido de concentración muy profundo cuando se requería para hacer alguna labor por lo que sobresalía en los estudios sin mucho esfuerzo.
—Sigue siéndolo —le dijo Percy con simpatía. Luego de haberlo guiado en el paso más importante de su misión para poder asegurar la seguridad y el retorno de Eskol no podía sino reconocer que Quirón seguía siendo su mentor.
—Tonterías, ya no hay mucho que pueda enseñarte —Eskol estaba feliz, de ver a su padre, conocer a Quirón y sobre todo de estar a salvo, en su mente la muerte había tocado cada fibra de su ser y la posibilidad de perder su vida en cada golpe era algo que lo había trastocado.
—¿Qué paso? Cómo pudiste rescatarme —Percy miró de reojo a Quirón, este se estiró y salió de la tienda para darles privacidad. Casi estaba anocheciendo, pronto sería hora de partir y aun así necesitaba cerrar algunos aspectos con su hijo.
—Necesitamos hablar, Eskol —el niño le dio una mirada curiosa, pero en la mirada de Percy había una determinación, ya estaba listo para darle algo que habían postergado por varios años, después de lo que había pasado, ya no podía verlo como un niño nunca más, su había probado.
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No sabía cuánto tiempo había estado durmiendo. Pero cuando se levantó sentía que las tripas se le encogían tanto que se comería hasta el papel de la nota que había en la entrada del departamento. Era de noche y podía ver a través de las cortinas que la luna estaba en todo su esplendor, sintió la imperiosa necesidad asomarse, más que de comer. La luz de la luna se filtró por donde ella se asomó y se bañó con la luz plateada que tanto amaba, pero no sintió absolutamente nada, solo se escuchó el sonido de su estómago reclamándole comida. Conto el dinero que tenía, eran 300 dólares, pero no podía ser estúpida, no podía simplemente usar el dinero para comer, no eso sería lo que cualquiera haría y no podía confiar en que alguien le daría más dinero luego. Tenía que pensar que podía hacer para poder tener más ingresos y no morir de inanición en el departamento. Casi podía leer los titulares: Joven mujer es encontrada después de días con 300 dólares y muerta por falta de alimentos. Compraría algo discreto y económico para pasar el día y pensar en que podía hacer para no sufrir las inclemencias de la vida ahora le tocaba llevar.
En su mano aún conservaba el anillo de bodas que había tenido con Percy. No podía conservarlo por lo que se lo quitó, no sin antes sentir un serio remordimiento sobre si era o no lo correcto. Percy le había dado un lugar donde vivir, dinero que era más de lo que el seguramente había sacado de este matrimonio, pensó Artemisa. En su mente las cosas estaban sucediendo con otra perspectiva, con otra realidad y sobre todo con otro sentido. Decidió no darle demasiada importancia al asunto, eran sus primeros pasos en la vida mortal y no podía permitir que los pensamientos fatalistas le persiguieran. No podía volver el tiempo atrás, no se arrepentía de nada y sobre todo seguía firme en su derecho a proteger sus intereses.
Entonces lo sintió. Un fuerte tirón a la altura del vientre que la tumbó contra el suelo. Pensó que ahora que era mortal debía padecer ese extraño episodio mensual que las mujeres mortales tenían que pasar llamado periodo. Maldijo a toda voz su suerte, fue tanto el tirón que terminó por desmayarse del dolor. Iban a ser largos años en su actual apariencia juvenil sufriendo esto cada mes.
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La conversación no había sido como ninguna otra que hubieran tenido. Siempre habían sido charlas joviales y llenas de risas y momentos de trivialidad, pero con habían estrechado los lazos entre ellos. Una sola vez Eskol le había preguntado a Percy sobre la adopción y este le había respondido que oportunidad estaba sobre la mesa, pero que primero debía madurar para poder elegir no con las emociones pasajeras sino con una convicción del corazón, pero que siempre, siempre a pesar de lo que pudiera elegir sería tratado como hijo suyo. Extrañaba a los abuelos, seguramente tendría las lágrimas de Sally y un pequeño golpe en la espalda de Paul cuando volviera.
Percy le había detallado las cosas que iban a pasar y cambiar una vez que aceptara ser adoptado por él. Muy a pesar que Percy no quería que la apariencia de Eskol se viera afectada podía llegar a suceder para igualar el parentesco y facilitar la vinculación con su padre piadoso. Eskol por su parte en el fondo de su corazón había contado los días en que podría tomar la decisión porque no quería cargar con el peso de un pasado que no conocía o que le había sido esquivo. Sentía un gran respeto por su madre que había llegado a dar su vida por él. Siempre le recordaba de una manera espiritual ya que no tenía un recuerdo visual o mental de la misma, pero si la certeza de que fue una madre ejemplar y valiente. Ahora que había visto lo que su linaje cultural original le había hecho no quería ni siquiera saber sobre ello y quería concentrarse en aceptar se adoptado por Percy y adoptar su nueva herencia cultural y vivir según ellas.
Luego de haberle explicado como serían las cosas venía la parte en la que Percy recitó con ayuda de Quirón el rito de adopción. No muchos los sabían, pero solamente podían optar por esto aquellos que tuvieran una contraparte romana o que fuesen ciudadanos romanos, lo cual era una suerte para Percy ya que como semidiós había recibido la ciudadanía romana al ser hecho pretor del campamento Júpiter. Entre la cultura y proceder griego no se usaba de este proceso. Tal vez fue por ello que Artemisa también exploto sin control por la forma en que se estaban dando las cosas ya que su contraparte romana Diana era completamente despiadada ya que al ser la diosa de la castidad despreciaba cualquier acto inmoral que en la antigua roma era parte de la cotidianidad.
Los papeles de la adopción serían depositados en los registros del campamento Júpiter para poder darle validez. Fue un acto solemne para ambos, Quirón por su parte miraba con alegría como las cosas sucedían y como las tradiciones históricas eran respetadas para algo tan significativo para Percy y Eskol. Finalmente, Percy tenía un presente para Eskol algo que había preparado para este día y que deseaba tanto darle. Un anillo. El anillo tenía un pegado sobre una espada grabada en la base y solo debía darle un ligero golpe para convocar un nuevo arco, tenía hermosos grabados de ondas del mar y figuras mitológicas relacionadas con héroes y pasajes de la historia. No podía darle un carcaj con flechas inagotables porque quería que se acostumbrara a ver cada flecha como preciada para usarla con sabiduría, por lo que solamente era el arco el regalo. Puso el anillo en el dedo de Eskol quien estaba más que emocionado por tener un regalo de esa calidad en su mano, Percy le susurró que para su seguridad a los ojos del resto se veía como una baratija de esas que te salen de las máquinas de dulces.
Solo faltaba hacerlo oficial. Percy imprimió su sello sobre el papel con orgullo y finalmente Eskol hizo lo mismo con el anillo y luego de eso Percy recito unas palabras en latín que Eskol no pudo entender, aún no habían pasado al latín, venían saliendo del griego antiguo con su abuelo Paul, por lo que después le pediría que pasaran al latín con urgencia. Lo sintió. Sintió el mar en sus oídos, sintió una presión que casi le explotaban los tímpanos, sentía como su cuello le quemaba y su piel era arrancada del cuello, pero también sintió la mano de su padre sobre él con una sonrisa para que no tuviera miedo de lo que estaba pasando. Finalmente sintió mil voces en la cabeza, pero al final fue el silencio y escuchó la voz de su padre en su mente: Oficialmente eres Eskol Jackson.
—Woooooooaaaaaaaooooo —la cara de Eskol era de sorpresa absoluta, apenas podía mantenerse en pie y eso gracias a la fuerza que había sentido dentro suyo, como si el mar se alzara dentro de él. Quirón por su parte guardó el documento para poder depositarlo en el registro del campamento.
—¿Era todo lo que pensabas? —preguntó Percy y por un momento Eskol no sabía si estaba preguntándoselo en la mente.
—Sentí que me iba a explotar la cabeza de tanta presión —Percy podía entender esa sensación, sus primeras sensaciones habían sido diferentes porque habían aparecido paulatinamente, pero seguro también se sintió extasiado por las cosas que fue descubriendo.
—Eso debe ser porque ahora puedes soportar la presión de las profundidades del mar —Quirón le dio un ligero golpe de felicitación en el hombro.
—Déjame ver tu cuello —Percy recordó que se había tocado el cuello de dolor. —Pensé que tendrías branquias como Tritón —pensó que se le iba a formar algo similar a su hermano.
—¿Tú las tienes? —supuso que al ser de naturaleza humana no tenían esos rasgos en su fisonomía.
—No, supongo que solo fue una forma de expresar que ahora puedes respirar bajo el mar —ahora podría adentrarse en sus dominios y ser reconocido por los habitantes del mar.
—¿Qué más puedo hacer? —Percy mismo tenía curiosidad de las cosas que podría hacer ahora que tenía su legado dentro suyo, sería algo que tendría que ir despertando y Eskol descubriendo.
—Aún es muy pronto para saberlo, pero tío Travis te ayudará con eso —Eskol estaba tan emocionado que por momento olvidada que estaba en un estado lamentable.
—Suena bien —en su mente quería poder formar grandes olas para surfear, siempre había pensado que sería emocionante, pero seguro su padre no querría que usara los poderes para cosas banales.
—Creo que es momento de partir —Eskol sabía que no quedaba mucho tiempo para estar en tierras nórdicas. No era seguro.
—¿Iremos a casa de los abuelos? —Percy sintió un poco de tristeza por ello, pero se aseguraría que supieran que Eskol estaba a bien y salvo.
—Ya no puedes ir allí, no por el momento por lo menos —Eskol se quedó un tanto impactado por las palabras de su padre, más que nada quería ir a casa de los abuelos. Ver a Travis y saber de Atenea.
—Ahora que te reclamaré como mi hijo muchos buscarán dañarte, por lo que deberás ir con Quirón al campamento mestizo para seguir entrenando, en cuanto Travis dé el visto bueno podrás salir a misiones con él, no antes —el ceño de Eskol era de total confusión, tristeza y desacuerdo por lo que estaba escuchando, pero cuando escucho la palabra misiones su semblante cambió.
—Pero se supone que ya podía ser apoyo —sabía que iba a reclamar por ello, pero ahora tenía que estar preparado para ser protagonista y no solamente apoyo porque se enfrentaría a una realidad distinta donde tal vez Travis ya no podría estar.
—Las cosas son más complicadas ahora, pero no te preocupes, en el campamento podrás entrenar para acompañar al tío Travis —esperaba que entendiera con el menor número de palabras y que se concentrara en lo que tenía que hacer.
—¿Ya no podré verte? —la pregunta dejó a Percy un poco frío.
—No tanto como antes, pero tenemos nuestro vinculo, eso es más fuerte —sabía que muchas cosas iban a cambiar con la adopción y tanto él como Eskol debían estar preparados para que el vínculo que compartían fuera inquebrantable. La mirada de Eskol se volvió nostálgica. Lo cargó para llevarlo fuera de la tienda y Quirón venía tras ellos, era el momento. —Hey no estes triste, entrenar es parte de tu vida ahora, podrás hablar con los abuelos a través de un mensaje Iris, Quirón te enseñará como y esto te servirá —le entregó una bolsa de monedas de oro para que las usara para hablar con los abuelos. Lo puso en el lomo de Quirón y se aseguró que estuviera seguro.
—Llévalo hasta las costas y pide ayuda a mi padre, él vendrá, ahora váyanse —iba a darle un golpe en el lomo a Quirón en el lomo, pero se rio de solo pensar en ello y no lo hizo finalmente.
—¡Espera! —Eskol estaba sorprendido. —¿No vienes con nosotros? —Percy sabía que esta iba a ser la parte más dramática de la jornada.
—Tengo que asegurarme que Váli no vuelva a acercarse a ti —no quería dar muchos detalles sobre su plan, solo debía decirle lo que necesitaba saber.
—Percy… —ni Quirón se esperaba esta parte del plan porque no era lo que inicialmente tenía en mente como plan de rescate.
—Está bien, Quirón, debes mantener a salvo a Eskol, así que deben irse —Eskol se agarró de la camiseta de su padre para no soltarse. No quería irse solo. Sobre todo, porque por su mente paso una macabra idea de lo que podía llegar a pasar.
—Prométeme que no estás haciendo nada estúpido como recibir una paliza por mí, porque puedo con eso, lo estaba haciendo bien —Percy se sorprendió por las palabras de Eskol y quería reír, de verdad quería, pero no podía dejarlo pasar.
—Primero que nada, cuida ese lenguaje, la abuela te daría una buena paliza por hablar de esa forma y yo también —Eskol se avergonzó un poco, pero no tenía otra palabra en la lengua para lo que pensaba podía pasar.
—Lo siento —Percy tomo su mano para que lo soltase y pudieran irse.
—Lo hiciste bien, ahora es mi turno de encargarme de esto —le dio una brillante sonrisa de confianza para que dé una vez por todas se fueran.
—¿Te veré más tarde? —era insistente, podía darle eso a su favor.
—Deben irse, voy detrás de ustedes, solo me aseguraré de que no vuelva a molestarnos —Quirón le quedó mirando sin creer una palabra, pero Eskol por su parte fue un poco más allá y se prendió de su cuello y le habló al oído.
—Júrame, júrame por el Styx que no estás haciendo algo… estúpido —Percy se rio esta vez, entonces era su momento.
—Te lo juro, ahora vete, tiene un camino por recorrer, nos vemos hijo —un trueno sello la promesa y la cara de orgullo de Eskol al ser llamado hijo por parte de Percy no tenía precio. Percy por su parte se sintió extasiado de usar esa palabra con Eskol. Puso la mano en la frente de Eskol y lo puso a dormir. —Asegúrate de llamar a Poseidón, aún necesita tratamiento, luego puede ir al campamento —luego de ello Quirón empezó a correr rumbo al mar del norte para poder hacer contacto con Poseidón y Percy empezó a correr de vuelta a los dominios de Váli, era momento terminar con esto. Era momento asegurar un futuro para Eskol a como dé lugar.
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Luego de haberles contado tantas cosas cobre la naturaleza de Eskol y como Percy lo había acogido en su casa con Sally y Paul tanto Poseidón como Anfitrite estaban ansiosos de poder conocerlo y de primera mano ver lo que Percy había visto en el particular niño. La ansiedad mataba a Atenea y a Poseidón, pero el dios del mar tenía más cosas en mente que solo la seguridad de su nieto, la seguridad de Percy, sabía que llegaría hasta el final de esto para salvarlo y el final de esto podía ser el final de Percy.
Habían sentido ese tirón a la altura del pecho que ahora calentaba sus corazones escuchar el nombre de Eskol. Sabían que Percy había formalizado su relación de adopción y que ahora Eskol formaba parte del linaje del mar.
Habían pasado muchas horas desde que las nereidas habían vuelto con noticias sobre el paradero de Percy y su estado. Cuando lo había compartido con Atenea esta había querido asesinar a las ninfas por tardar tanto, pero Poseidón lo había logrado impedir. Con unas disculpas por parte del rey de la Atlántida se había retirado siseando hacia la diosa de la sabiduría. En la mente de Atenea sabía que Percy se traía algo turbio entre manos, pero no parecía haberle dado signos de estar mal a las ninfas por lo que solo quedaba esperar.
La voz se escuchaba débil: …mi señor Poseidón…
Era un susurró que apenas lograba llegar a su mente como cuando hay una interferencia en una llamada con demasiado ruido como para siquiera entender algo. Trato de concentrarse y levanto la mano para que nadie dijera nada, no quería perder la concentración, Atenea se puso de pie porque sabía que alguien estaba tratando de comunicarse. Ellos no lo sabían aún, pero era Quirón corriendo por las costas de Noruega a toda velocidad para poder dar con el lugar donde pudieran escucharlo lo suficiente como saber que estaba pidiendo ayuda.
…Ayúdanos…
Poseidón sentía que la ansiedad le ganaba por no escuchar el mensaje completo, pero en su mente estaba logrando por lo menos llegar a la ubicación de dónde venía la voz, sabía que Quirón iba a contactarlo por lo que no podía nadie más. Chasqueo sus dedos para poder armarse con su tridente
—Vamos —Atenea tenía su jabalina en mano y su escudo en la otra, estaba lista para despedazar a quien se interpusiera en su camino.
—Estas loca, tu quemarías el continente entero —Poseidón no quería arriesgar nada, sabía que esta misión no era para venganza, era para rescate, solo iba para la extracción.
—De eso no tengas dudas —Atenea estaba impaciente porque no sabía el destino exacto donde estaban pidiendo refuerzos.
—No, te quedas —Atenea miró a Anfitrite buscando una aliada, pero fue en vano.
—¿Estás loco? No sabemos si están bajo ataque —Poseidón no podía negar eso, su misión tal como había prometido era de sacarlos de allí, muchas cosas podían pasar entre que sacaba a Eskol y que volvía para ayudar. No debía ir solo.
—No me hagas arrepentir, Atenea —ella sonrió con el triunfo en sus manos y brillaron juntos a las costas de Noruega. Cuando llegaron vieron a aun agotado Quirón con un niño sobre su lomo, Poseidón corrió para tomar al niño. Percy no estaba con ellos.
—¿Dónde está Percy? —preguntó un preocupado Poseidón quien temía lo peor, pero no había sentido nada con respecto a Percy, sabía que ese tirón en el pecho era por la reclamación de Eskol.
—Se quedó para terminar las cosas con Váli —Atenea enloqueció, sabía que era imprudente, pero esto era demasiado, quería simplemente golpearlo por esto.
—¡Maldito loco, le dije que no hiciera nada estúpido! —gritó mientras Quirón giraba la cabeza porque no quería lidiar con la furia de Atenea.
—Mi señor, debes llevártelo, necesita atención, está muy débil —susurró mientras Poseidón inspeccionaba el estado de Eskol, se veía débil, su cuerpo aún estaba moreteado, sabía lo que había pasado con él y pudo entender porque Percy se había quedado para terminar con esto.
—¡Atenea, no! —ella vio a Eskol y sintió que un interruptor se activó en ella y salió corriendo, no iba a dejar que esto se quedara así y menos que Percy fuera en una misión suicida. Poseidón resopló, esto se iba de las manos.
—Vamos, debes estar exhausto —Quirón asintió mientras él los hacía brillar rumbo a la Atlántida. Anfitrite esperaba con expectación de conocer a Eskol y cuando lo vio supo que las cosas solo iban a complicarse y no pudo entender como alguien podía haber golpeado a un niño de esa forma. Fue la primera en aplicar su poder de sanidad sobre el Eskol, su nieto y ahora parte de la realeza de la Atlántida.
—Atenea necesitará ayuda —susurró Quirón quien se tiró sobre el primer sofá que encontró. Luego de ello Poseidón brillo para empezar a correr por donde Atenea había dejado sus huellas.
Chapter 36: Sangre
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Corrió tan rápido como pudo, estaba agotado, había consumido gran parte de su fuerza en poder sanar a Eskol, por lo que debía guardar un poco para lo que tenía por delante. Una cosa tenía muy clara de todo esto: iban a pagar por lo que le hicieron a su hijo. Eso ni siquiera estaba en discusión. Con cada paso que daba y se acercaba al punto de reunión con Váli sabía que debía arrepentirse de no haber hecho mejor las cosas para Eskol y poner todo tan difícil para él. En su mente soñadora Artemisa habría descubierto sobre Eskol cuando ya estaba a la altura de Travis en combate y podía defenderse a sí mismo, pero la maldita debía cazar a su hijo siendo un niño y arruinar todo.
Cuando ya estaba cerca del campamento atestado de personas y soldados se concentró, nunca lo había hecho demasiado, pero Eskol siempre decía que le ayudaba a enfocarse en los objetivos que tenía por delante y le ayudaba a no fallar. Siguió su consejo. Solo respiró hondamente y se acercó paso a paso. Aún podía escuchar el bullicio de gente a lo lejos y sabía que pronto estaría en plena y total desventaja, pero no iba a retroceder.
—¡Alto! —la voz de dos soldados apostados en la entrada del campamento le recordó que todo iba a cambiar en cuanto cruzara la entrada.
—Perseo Jackson, vengo por Váli —los soldados miraron de pies a cabeza a Percy que solo traía sus dos cuchillos de caza en sus costados, estaba listo para la fiesta.
—Déjalo pasar —escucho la voz en la niebla de Váli, los soldados retrocedieron sin decir nada y Percy empezó a avanzar.
La gente del campamento se empezó a juntar alrededor de Percy, pero sin acercarse demasiado y siguiéndolo con la mirada, el dios griego solo observaba, rogaba a los dioses que la oportunidad no faltara, solo quería un desliz, una señal, una pequeña ventaja. Mientras tanto los soldados no dejaron pasar desapercibida la presencia del forastero y uno a uno chocaban sus escudos con sus hachas para dejarle saber que estaban listo para enfrentarlo, pero no eran lo que Percy buscaba. Casi estaba en el centro del campamento cuando sintió la presencia de Váli más cerca de lo que estaba al comienzo. En su mente susurró una maldición en griego antiguo por la rata asquerosa que se escondía entre la maleza. Váli por su parte había deseado que Percy no hubiera cumplido su palabra porque amaba cazar y una buena presa suponía un desafío apetitoso, siempre podía sacrificar un puerco en lugar del muchacho.
—Tú eres el que vino a buscar al muchachito —reconoció al hombre que se le interpuso con aspecto rudo y despiadado, era el que estaba dispuesto a descuartizar a su hijo. Detrás de él venía un grupo de hombres de aspecto similar, cara de hombres que golpeaban gente por placer y que de seguro hacían el trabajo sucio para Váli.
—Lloró como nena pidiendo a papa que lo salvara —la sonrisa depravada del que dijo eso lo asqueo a tal punto que no quiso dejar de mirarlo a los ojos para saber quién hablaba.
—Debo reconocer que resistió las palizas —uno a uno iba agregando sus comentarios con el único fin de provocarlo, no, no todavía.
—Seguramente necesitara mucho tiempo para sanar esos huesos rotos —no quería escucharlos más, pero no quería que ni uno solo se salvase.
—Nunca había visto un grupo de cobardes jactarse como héroes de golpear a un niño —todos los hombres levantaron sus armas y Percy les dio una mirada mortal, no saldrían de aquí con vida.
—¡Cómo te atreves! —Percy lo iba disfrutar, no se iba a apurar.
El verdugo blandió su hacha contra él, pero ni siquiera le dio tiempo de volver a blandirla cuando con su cuchillo de caza hizo un movimiento violento por el mango del hacha para rebanarle los dedos que cayeron uno a uno del hacha y un chorro de sangre salió disparada hacia él. Luego de eso lo empujo con el pie contra el más cercano para poder atenderlos uno a uno. Alzó sus cuchillos para poder detener la espada del siguiente y darle un buen cabezazo en la nariz, no quería acabar esto pronto ya que la gente se estaba encendiendo por la pelea que estaban viendo. Nadie se atrevía a intervenir después de los primeros movimientos. Una lanza pasó zumbando por su costado y por poco toda su oreja, corrió hacia el portador para darle un poco de sufrimiento. Se encargó de poder clavar su cuchillo en el pie y retorcer el cuchillo de manera sádica que hizo rechinar los dientes de su atacante.
Váli observaba lo que estaba pasando, sabía que podía pasar, pero no sabía que la oportunidad iba a llegar tan rápido. Una vez que el duelo había comenzado nadie, ni él podían interferir, solo esperaría para ver si podían con él. Entonces una flecha pasó zumbando y se clavó en el hombro de Percy, no se quejó solo se maldijo por no estar más atento, rompió la flecha y siguió peleando sin darle pie a que pensaran que podían herirlo sin más. Percy cortaba y cortaba sus cuerpos en lugares específicos para poder debilitarlos, ya llegaría el momento en que destrozaría sus cuerpos.
—Vamos, vamos ¿es todo lo que tienen? —la provocación solo hizo que se volvieran más erráticos y Percy lo tomo como una señal para pasar al siguiente nivel. No los iba a matar, eso sería un premio. No, los iba a dejar tullidos y lisiados para que su honor de guerreros se extinguiera para siempre. Los cortes en el cuerpo solo eran parte del espectáculo.
No podía evitar pensar que en cualquier momento se le podía ir la mano y matar a alguien, pero pensó en todo lo que Eskol había tenido que soportar y no dejaría que ninguno de ellos siquiera tuviera lengua para hablar sobre como habían molido a golpes al hijo de Percy Jackson. Por lo que paso a la siguiente fase, iba a romper cada ligamento y tendón de sus pies y empezó a barrerse por el suelo para escapar de cada ataque y luego cortaría a la altura del talón para destrozar los tendones. El sonido de agonía era poesía. Todos sangraban de un pie y para esta altura Percy estaba con varios cortes, pero seguía sintiendo que la fuerza de la adrenalina y la rabia estaban de su lado.
Ahora necesitaba cortes de precisión. Cortesía de su paso por las cultural orientales.
Necesitaba cortar la coyuntura de la cadera sin tocar la arteria femoral. Debía ser preciso y rápido para terminar el trabajo, no quería que se desangraran. Pudo ver que uno de los sanadores se acercaba a ver los dedos que habían caído, no iba a permitir que los volvieran a usar por los que pisoteo con tal fuerza que explotaron como salchichas.
—Lo siento, nada se recicla —dijo limpiándose un poco de sudor, tenía una rabia contenida y el grupo de soldados ya estaba a medio para, pero su código les decía que no podían rendirse. Percy sabía eso. —¿Se rinden? Vamos, hagámoslo fácil —escuchó el grito de guerra de todos ellos que prácticamente le rogaban la muerte, pero no se las daría. El hombro de Percy pedía atención, pero no era momento para ello, ya llegaría su tiempo.
Siguió luchando con los que aún se atrevían para seguir contado no profundo, pero si en lugares claves para darles el peor de los destinos, se estaba asegurando de cortar de tal forma que no hubiera medicina que los pudiera volver a poner de pie. Después de varios cortes y hombres tirados en la tierra negándose a rendirse. Váli decidió hacer su aparición.
—Creo que ha sido suficiente —no planeaba entrometerse, pero trató de ser persuasivo, aún había un largo camino en esta noche.
—Quiero oírlo de su propia boca —Váli refunfuño, porque estos malditos no se iban a rendir, sería una deshonra para ellos por todos los siglos y la mancha en su linaje. —¿Se rinden? —ninguno dejo nada, Percy lo tomo como una invitación, por lo que tomo su cuchillo con la hoja para abajo, iba a terminar el trabajo. (N/A: Imaginen la escena de la película "El patriota" cuando Gabriel va con su cuchillo para destazar al soldado ingles que quemó viva a su esposa en aquella iglesia)
Vio a uno de los niños cerca con un cuenco de agua y se acercó para tomarlo con delicadeza, los niños no tenían por qué ser víctimas en esto. Pero sí que debían aprender que no había acción sin consecuencia. Luego de ello se acercó al primero que estaba respirando agitadamente, pero sin ánimos de rendirse. Levantó su hacha con la mano en la que le quedaban dedos y Percy de una patada la mando a volar. Se acercó a soldado y le susurró al oído.
—¿Crees que dejaré que mueras? —Percy se concentró en su interior, sabía una cosa, podía verse bloqueado por la influencia de las deidades nórdicas, pero el mar jamás iba a abandonarlo, por lo que solo se concentró en ello. En su dominio. —Vivirás sabiendo con cada fibra de tu ser que fue un error tocar a mi hijo y tu hijo y los hijos de sus hijos lo sabrán cuando te vean arrastrarte por la vida —empezó a verter agua en las heridas de soldados, pero no para sanarlas, sino para cortar, cortar sin hacer sangrar, cortó cada ligamento y tendón que habían quedado intacto. Los gritos de agonía hicieron retroceder aún al más recio.
La noche quedaría grabado en la retina de aquellos que pudieron verlo, era simplemente espantoso, porque al final de la jornada, todo están en estado de shock y Percy dio su permiso para que los sanadores se encargaran de ellos, pero él lo sabía, no había medicina en el mundo que los volviera a hacer andar. Váli quedo impresionado de la brutalidad con la que había actuado alguien que le había dado la impresión de ser un dios piadoso, pero supuso que fue él quien destrabo la brutalidad al haber tocado lo más preciado en su vida, la vida de Eskol. Todo era silencio mientras arrastraban los cuerpos con vida, pero en agonía de aquellos hombres.
Percy había hablado en voz alta sobre que no se estaban desangrando por lo que ninguno debía salir muerto de esa enfermería y si sucedía simplemente eran cobardes que no merecían el Valhalla.
—Bueno, después de este espectáculo previo estamos preparados para el evento principal. Como saben hoy honramos a Hati —toda la gente olvidó lo que acababa de suceder y vitoreo el acontecimiento. Iban a dejar sangrando a un elegido durante el tiempo que durara la luna de sangre y si es que lograba sobrevivir un gran banquete sería dando en honor de Máni, pero si se desangraba el banquete sería el honor de Hati, al final si o si habría un banquete, solo faltaba decidir por cuál de los dos. Cada uno tenía su bailes y tradiciones particulares. —La luna de sangre pronto estará aquí para reclamar su sacrificio —Váli puso al frente a Percy para que todos lo vieran. Percy sabía que esto iba a ser una de las cosas más espantosas que le tocaría vivir. —Vino a quitarnos a nuestro sacrificio, Eskol, mi hijo, lo reclamó como suyo y ahora dice que tiene las agallas para tomar su lugar ¿ustedes saben lo que eso significa? —Váli se sentía muy seguro de sí mismo, pero algo le perturbaba sobre la forma en que había llegado aceptando lo que estaba por venir. La multitud rugía sin control, la cerveza volaba de un lado a otro y empezaron a llover vegetales hacia Percy.
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Atenea había corrido con toda su energía para poder llegar al lugar que sabía sería el ritual de Hati. Sabía en su corazón que Percy estaba inmolándose por Eskol y no es que no estuviera de acuerdo con llegar a esos extremos, pero no podía permitir que lo hiciera sin antes pelear. Tenía un camino por recorrer, pero lo único que quería era poder llegar cuando Percy la necesitara. Llego la parte elevada del campamento y no dudo en darle muerte a los guardias que estaban apostados vigilando que nadie se infiltrase. Entonces lo vio casi destazando a un grupo de soldados sin que nadie se atreviera a acercárseles. Sabía que si Poseidón lograba alcanzarla sería hasta dentro de un rato porque no tenía su velocidad, esperaba no tener que mostrarle lo que Percy acaba de hacer, sabía que no se iba a atrever intervenir y que no podría reprocharle.
Ella hubiera hecho lo mismo o peor aún, tal vez no conservarían su masculinidad unida al cuerpo.
Pudo ver a Váli acercándose a Percy, pero no veía hostilidad en el trato que tenían, lo cual le parecía sospechoso. Luego empezó a escuchar lo que Váli hablaba y veía un equipo médico cerca del estrado principal. Cerró los ojos al escuchar lo que Váli gritó.
¡Águila de sangre! (N/A: Espero hayan visto Vikingos)
En un momento del fulgor de la celebración por lo que iban a ver la mirada de Percy se dirigió exactamente dónde estaba Atenea. Sus ojos se cruzaron, ella estaba ardiendo por bajar y acabar con todo y con todos, pero vio a Percy negar con la cabeza lentamente con los ojos cerrados. No podía creer que estaba dispuesto a esta infamia, los vegetales volaban en dirección a Percy estrellándose contra su rostro, iba a dejar que destrozaran su cuerpo cuando podían ir a la guerra y salvar a Eskol. Simplemente no entendía. Váli puso un palo en la boca de Percy, pero este lo escupió. Atenea no entendía como renunciaba a aquello que le iba a ayudar a soportar el dolor indescriptible que iba a padecer.
Váli pidió silencio y de una patada hizo que Percy se arrodillara y uno de sus soldados encadenó sus brazos a un par de postes y lo tensó de tal manera que pensó que le arrancaría los brazos. Percy ni se inmutó, su mirada seguía dirigida hacia Atenea y seguía negando para que no se atreviera a hacer algo al respecto. Váli hizo que el equipo médico se acercara para tomar el bisturí, el muy maldito quería hacer el primer corte. La bulla era impresionante, justo en ese momento la luna se tiño de rojo, Váli miró a la multitud y sin decir nada el silencio fue sepulcral.
Entonces hizo el primer corte empezando por las costillas bajas.
Una lágrima cayó por la mejilla de Atenea mientras miraba el destino que Percy abrazaba por salvar a Eskol.
Percy tenso lo brazos lo mejor que pudo, pero el dolor era simplemente insoportable, fue tanta la tensión que con el brazo derecho donde no se había realizado corte alguno arrancó el poste y fue necesario que los soldados tensaran la cadena para evitar que se zafara y arruinara el sacrificio. Atenea podía ver como Percy aguantaba la necesidad de gritar de dolor y transpiraba a mares y seguía negando en dirección a ella, ahora ella estaba temblando de dolor emocional por ver como Percy estaba siendo masacrado. Sabía que en cuanto Poseidón llegara que no tardaría iba a ser algo difícil de controlar. Váli continúo desprendiendo la carne de Percy de abajo para arriba y abriendo sus costillas para exponer sus órganos. El cuerpo de Percy empezaba a temblar y llegó a pensar que simplemente se desplomaría y colapsaría en una muerte agónica y el desvanecimiento. Sabía que Percy conocía las consecuencias de desvanecerse, era como un reinicio que podía tardar un año como mil, era simplemente aleatorio y nadie le aseguraba que al renacer como un dios podría conservar la totalidad de sus poderes y facultades.
En medio de todo eso, la mente de Percy se mantenía conectada a la realidad que le estaba pasando. Apretaba los dientes al punto que su mandíbula estaba por quebrarse, su cuerpo temblaba sin control y Váli parecía estar disfrutando de esto porque lo hacía lenta y dolorosamente, mientras su equipo médico le inyectaba fluidos para que no entrara en shock y se desplomara. Percy anheló el desvanecimiento, pero luego recordó, recordó que esto debía llegar a su final para que Eskol pudiera llevar una vida como su hijo sin temor a ser cazado como un animal por un dios enfermo como Váli o como Artemisa. En sus pensamiento la imagen de Sally, Paul, Travis, Eskol, Poseidón estaban latentes y le daban fuerza para no derrumbarse, no quería pensar que pasaría si alguno de ellos viera lo que estaba pasándole. Sería desgarrador.
—¿Qué demonios? —la voz de Poseidón era un suspiró de dolor intensó que traspasó su corazón.
Atenea ni siquiera se había percatado porque estaba tan acongojada por la imagen de Percy siendo destazado mientras lo mantenían con vida. Poseidón concentro todo su poder para vencer el dominio del dios nórdico y la tormenta se empezó a formar en las lejanías de los cielos. Percy supo inmediatamente de quien se trataba. Poseidón empezó a correr para salvar a su hijo, no podía concebir que esto estuviera pasándole y que Atenea se hubiera quedado mirando solamente. Atenea corrió detrás de Poseidón y en su primera oportunidad lo derribó para sujetarlo con fuerza.
—No, no debes intervenir, Percy, él sabe lo que está haciendo —Poseidón estaba con lágrimas de rabia tratando de zafarse del agarre de Atenea, pero ella lo tenía de tal manera que había puesto toda su fuerza para no soltar el agarre. Percy ya casi estaba en la fase final del ritual a punto de colapsar y el aire llegaba cada vez más viciado y lento, le costaba mantenerse lúcido.
—No puedo permitir que masacren así a mi muchacho —Atenea no podía mirarlo a los ojos que estaban llenos de lágrimas, pero no podía dejarlo, le dolía el corazón pensar que estaba siendo cómplice de Percy para esta masacre y que Annabeth no hubiera estado de acuerdo con que consintiera que Percy fuera destazado como un animal.
—Percy lo está haciendo por Eskol —Poseidón lo sabía y maldecía esa obstinación que Percy presentaba siempre para hacer las cosas a su manera cuando hubiera podido pedir ayudar para salvar a Eskol y vencer al maldito dios nórdico.
—Pero no podemos dejar que lo humillen de esa forma —Atenea no podía estar más de acuerdo, esto era una humillación contra el Olimpo.
—Después de ti soy la siguiente que no dejaría que esto sucediera a Percy, pero el no quiso que interviniera —Atenea había llegado a apreciar a Percy de una manera profunda debido a la memoria de Annabeth y verlo en esta condición simplemente hacía pedazos su corazón.
—Percy… —susurró Poseidón al escuchar un fuerte rugido, sabía que Percy estaba haciendo eso para concentrar toda la fuerza que le quedaba y eso lo estaba matando por dentro, estaba dejando todo, todo por Eskol, su nieto.
—Poseidón, por favor —pasó un momento más de forcejeo y el cielo retumbaba de manera estruendoso de tal manera que
—Pagaran por esto, lo juro —no se atrevió a jurar por Styx, ya tenía demasiadas de esas promesas y esta vez le había impedido salvar a su hijo. No pudo.
—Haremos que paguen en su momento, pero no debemos dejar que el sacrificio de Percy sea en vano, él quería mantener a salvo a Eskol, tu nieto —Poseidón no dejo de llorar en silencio mientras escuchaba los últimos rugidos de Percy.
El dolor fue tanto que sintió que había perdido la vista. Cada respiración le robaba fuerzas, cada aliento eran minutos de vida que se iban agotando, cada bocanada de aire que entraba hacía arder en fuego su cuerpo entero. No podía soportarlo más, debía pagar por no cumplir su palabra con Eskol.
—¡Styx! —su rugido debió haberse escuchado en todo territorio, pero contrario a lo que esperaba, nadie logro escucharlo ya que todos estaban extasiados por lo que estaban presenciando. —No pude cumplir mi juramento —un fuerte trueno se escuchó sobre sus cabezas de tal manera que a algunos les sangraban las orejas y luego de eso Percy cayó derrumbado, lentamente partículas de su esencia fueron disipándose en el aire dejando un potente olor a enfurecido mar y la lluvia se desató como si fueran las lágrimas de Poseidón castigando a quienes habían tomado la vida de su hijo.
Chapter 37: Ausencia
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No paró de llover durante 3 largos días y las olas azotaron la costa a tal punto que fue necesario que el consejo fuera a ver a Poseidón para que detuviera toda esta locura. Percy se había ido. Nadie se lo había contado o esparcido un rumor, el mismo había presencia el detestable acto por el que habían tomado la vida de su muchacho. Lo peor de todo es que habían pasado 3 días y no se había atrevido a hablar con Sally o Paul y mucho menos darle la cara a Eskol o informarle a Travis quien ya se había recuperado pero que seguía en el palacio de Perseo. No era un acto común que un dios se desvaneciera, por lo que no había registros de la naturaleza del acto de renacimiento, era más sencillo para los mortales, había un proceso de elección, luego el renacimiento empezaba con una nueva vida, nuevo ser, nuevo cuerpo y todo eso, sin memoria, pero para los dioses era un proceso que podía tardar de uno a mil años.
—Poseidón, viejo engreído, es momento que salgas —el viejo dios podía reconocer la voz. Atenea se había mantenido cerca de Eskol todo este tiempo, el muchacho había ido recuperando la fuerza y podía ver claramente que algunos rasgos de Percy estaban en él ahora.
—No ha salido en todo este tiempo, tal vez solo necesita tiempo —la voz de Tritón sacó a Atenea de su momento de divagación.
—Eskol empieza a hacer preguntas, no soy yo quien debería responderlas —ya había tenido las primeras preguntas de donde estaba Percy y porque no había venido a verlo aún. Atenea había desviado la atención lo mejor que pudo, pero si algo había aprendido es que no se podía salir del enfoque de Eskol cuando algo quería obtener.
—No creo que vaya a salir en el corto plazo —Tritón sabía lo que pasaba dentro de esa habitación. Quirón había llegado con Poseidón y su sobrino malherido, lo habían atendido inmediatamente y Poseidón había regresado rápidamente para buscar a Percy que no tuvo tiempo de recibir una nota que Quirón portaba. Cuando había regresado con Atenea que lo sostenía para que no se derrumbara recién había podido leer las palabras de Percy. No sabía lo que decía, pero casi podía imaginárselo por la reacción de su padre. —Llevaré a Eskol a dar una vuelta —el muchacho ya estaba mejor y no dejaba de hacer preguntas, sería mejor llevarlo a despejarse un poco antes de que su padre estuviera bien como para hablar con su nieto.
—Creo que debes llevarlo con Travis también —Tritón suspiró, algo de ayuda de alguien cercano al niño sería una gran ayuda.
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Si había algo que a Eskol no se le podía escapar era el hecho de que podía ver a través de las mentiras, nunca había tenido ese problema con su padre porque siempre había un voto tácito de honestidad sin importar que tan terrible o difícil fuera la situación. Lo fue cuando hablaron de como llego a acogerlo, sobre la muerte de su madre y hablar sobre adopción. Esta vez, era distinto, esta vez había creído con todo su corazón que su padre no le mentía. Pero no fue así. El preguntaba por el simple hecho de no querer derrumbarse delante del resto y ser una vergüenza para su reciente familia. Había visto las caras de preocupación cuando interactuaban con él. Había visto el ceño fruncido y los ojos irritados de Atenea que trataba de llevar la conversación a cosas más triviales y el solo se quedaba en un limbo mental de saber y no poder oír la verdad: su padre había tomado su lugar y no había vuelto con vida.
Esperaba que no hubiera nadie para dejar salir las lágrimas que tanto le costaban enjugar, pero se dio cuenta de una cosa, el agua de su cuerpo le obedecía, consumía cada gramo de su fuerza apretando los puños, pero el agua que se concentraba en sus ojos era absorbida nuevamente para evitar que las lágrimas salieran y eso le ayudaba a no ser un mar de lágrimas cada vez que pensaba en que tal vez no volvería a ver a su padre nunca más. No quería simplemente saber que ya no estaba más, quería saber que había pasado, quería lo detalles y sobre todo quería saber quiénes habían sido los culpables, porque no le importaba cuanto tiempo le tomará, así fuera lo último que haría en su vida mortal, iría por ellos y los haría pagar.
Ahora podía entender la larga charla, la ceremonia de adopción y las instrucciones que había dejado para él. Entendió porque debía irse al campamento y entrenar con el tío Travis para poder salir en misiones con él. Su padre quería que estuviera preparado para ese momento. No se trataba de una venganza en base al rencor y la amargura, no, como diría su abuelo, esa clase de venganza solo se trata de saciar los apetitos más bajos de perversidad. Esta venganza se trataba de cortar y romper con su pasado y que no lo persiguiera nunca más.
Toc, toc.
Sabía que no se trataba ni de Atenea, ni de Anfitrite su abuela. Las formas de una realidad diferente se le atragantaban, no era como la libertad que sentía al vivir con los abuelos en una realidad mortal, podía ser espontaneo, se sentía un tanto abrumado de tanta atención. Le atendían hasta para ir al baño, tanto que lo avergonzaban.
—Veo que estas despierto —sabía quién era, se veía tan distinto a las formas humanas de las que estaba acostumbrado, pero no era desagradable a la vista, sin duda tenía el porte de un príncipe.
—Acabo de despertar… —Eskol se puso de pie aun sintiendo la debilidad en sus piernas y en los movimientos de su cuerpo. Hizo una reverencia, pero sintió la mano de Tritón sobre él para evitarlo.
—Yo soy… —Eskol levantó la cabeza, simplemente no podía evitarlo, era casi un hábito anticiparse a lo que la gente creía que ignoraba, pero solo para las cosas triviales, para lo demás siempre había atesorado el consejo de su padre.
—Mi tío, Tritón —ya había escuchado en estos días sobre las habilidades de Eskol y de cómo maquillaba siempre su sapiencia con candidez, pero sabía que no siempre podía con eso.
—Veo que lo que dicen de ti es verdad —Eskol le dio una mirada un tanto severa.
—¿Qué es eso? —no pensaba que alguien podría hablar mal de él, pero tenía curiosidad lo que podían llegar a decir.
—Que sabes mucho más de lo que dejas ver —la forma en cómo lo dijo toco su corazón, sabía que Tritón sabía que él sabía sobre su padre. La mirada se lo gritó a la cara, pero no dijo nada más. Eskol no dijo nada, aunque lo intentó y se ahogó en el camino de decir algo. —Tranquilo, tu secreto está a salvo conmigo, sino ¿para qué sirven los tíos? —Eskol asintió mientras tomaba asiento en la cama.
—Mi padre me enseñó a no mostrar todas las cartas —sabía que eran las palabras de Percy, siempre había sido un subestimado y de hecho creo que disfrutaba que la gente pensara menos de él para salir con una genialidad vestida de estupidez. No podía negar que era hijo de su padre.
—Te enseño bien —Eskol sentía que el nudo se le atragantaba en la garganta, esa parte no la podía controlar, pero si podía controlar las lágrimas, las demás sensaciones de quebrarse emocionalmente eso era mucho, mucho más difícil. —Déjame darte un consejo —se le acercó ligeramente para hablarle al oído. —Debes dejar salir eso que estas guardando, no conmigo, pero sí con alguien, alguien que pueda abrazarte y decirte que todo estará bien —tragó amargamente, sintió que el bloque de concreto que estaba construyendo con cada lágrima que no dejaba salir se desmoronaba, pero no podía dejarse vencer, no podía ser débil, no podía, no después de que su padre había tomado su lugar. Su rostro se endureció, eso no hizo nada feliz a Tritón que esperaba que el niño dejara salir de una vez por todas eso que se le estaba anudando en el corazón. No sabía si los otros dioses se habían percatado que él era consciente de que Percy se había ido.
—No necesito decirle nada a nadie —Tritón trató de darle su mejor sonrisa, pero fue dolorosa, el niño era demasiado testarudo para su propio bien y el dolor que estaba acumulando iba a ser un gran problema cuando por fin se desatara.
—Vístete, debemos ir a ver a Travis —el rostro de Eskol se iluminó al escuchar el nombre de su tío. Sabía por lo que le había dicho Atenea que estaba recuperado y esperando para poder verlo, pero que se había mantenido en el palacio de Percy para recibirlo cuando fuera a verle.
—Es una buena idea —sería un largo viaje antes de que Eskol pudiera oír de alguno de manera directa las cosas.
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1 SEMANA DESPUES
El sonido de la respiración agitada se escuchaba mientras corría mientras se movía de un lado a otro, la maquina le arrojaba pelotas humedecidas con pintura para que pudieran ver cuantas pudo lograr esquivar. Travis lo sabía. Se estaba conteniendo y estaba en un constante cuadro de enfoque que no le dejaba tiempo para nada más que entrenar y entrenar. Al final de cada día tenía una mancha menos. Quería dejarse todo.
Le dolía el alma verlo así.
Cuando Tritón le había venido a ver con Eskol le había traído una nota sellada que Quirón había dejado para él. Una nota de Percy. Lo explicaba todo o más o menos todo. Su plan de estar dispuesto a tomar el lugar de Eskol para que no tuviera que caer en manos de un perverso padre que quería deshacerse de él. Se disculpo por no haberlo esperado y llevado en esta misión, pero le pidió que cuidara de Eskol y de su entrenamiento, después de las cosas que había tenido que pasar no era más un niño. Un hombre, así lo había expresado. Percy se había anticipado a cómo Eskol estaba reaccionando y le había pedido que primero dejara que desfogara sus emociones en el entrenamiento antes de llevarlos con Sally y Paul.
Hablar de la ausencia de Percy con Eskol no era lo correcto, Eskol era mortal y necesitaba entender el concepto de la desaparición de un dios y de cómo el proceso de renacimiento podía tarde años en darse, así como también podía ser al año siguiente. Travis tuvo que ser muy cuidadoso de no darle falsas esperanza, pero si dejarle en claro que su padre antepuso su propia vida para que el pudiera vivir la suya sabiendo que podían volver a encontrarse con el paso del tiempo. Eskol no lloró, no se quebró, no dio ni la más mínima de las reacciones emotivas que esperaba Travis que sucediera por el propio bien del hijo de Percy, pero también sabía que él se estaba forzando a mantenerse firme y no dejar que la tristeza profunda que sentía lo llevara en un vórtice descendente hacia la depresión.
Finalmente, Percy le había pedido dejar que Katie se acercara a Eskol. Ella tenía la experiencia de lidiar con la perdida en la vida de la gente y había hecho un increíble trabajo en ello. Travis tenía una seria contradicción sobre si dejarla quedarse o no. No habían hablado de ello en lo absoluto, solo la dejaba estar alrededor y Katie no era reticente a quedarse cerca. Ella sabía que debían aclarar las cosas, cuanto antes mejor. La mente de Katie estaba tan absorta en pensar en Eskol y la forma en como lo estaba llevando que no se percató que Travis se había sentado a su lado. No fue sino hasta que sintió su mano tocando la suya que reaccionó.
—No —Travis se sorprendió porque ni siquiera parecía haberse percatado de su presencia hasta que tocó su mano. Solo tenía una botella de agua y una toalla en la mano, de seguro para Eskol.
—Lo siento —la mirada de Katie se volvió inquisitiva.
—No hablo de tomar mi mano, hablo de lo que sea que está pasando por esa cabeza tuya —Travis no sabía cómo lo hacía, pero de alguna manera se anticipaba, aunque era casi predecible para ella.
—¿Qué crees que estoy pensando? —Katie estaba entusiasmada de que las cosas con Travis se habían encausado a que estaban en el mismo espacio físico nuevamente, pero aún no había logrado volver a su espacio emocional, no después de las noticias sobre Percy. No había un pesar similar la percepción de un fallecimiento en su pasado mortal porque ahora que tenían la inmortalidad sabían que más temprano que tarde le volverían a ver, pero su la ausencia era un peso sobre sus corazones. Lo que más les dolió fue el hecho de saber cómo es que había sucedido. Travis había explotado de ira cuando fue convocado por Poseidón para poder hablar del tema, pero Poseidón aun no podía hablar del tema con Eskol o enfrentarse a él.
—Estás pensando mandarme de vuelta al campamento —Travis frunció el ceño un poco, era lo que se necesitaba, que Eskol tuviera a alguien cerca siempre, alguien con quien se sintiera cómodo y a gusto, luego de la experiencia en el bosque contra las cazadoras Eskol había llegado a confiar en Katie.
—Tarde o temprano tendrás que volver, es necesario —Katie no había leído la nota de Percy, pero quería que Travis confiara lo suficiente como para contarle las razones de sus decisiones.
—¿Necesario para quién? —un suspiro un tanto cansado fue suficiente para Katie para saber que aún no había llegado a esa parte de su relanzada relación con Travis. Él se sentía avergonzado de no poder soltar todas las cosas, pero no podía simplemente hacerlo. Habían pasado casi diez años en los que Katie lo había castigado a su manera.
—Para Eskol, no podrá quedarse aquí, debe estar en el campamento —la mirada de Katie se desvió hacia el niño, debía empezar su vida como semidios, en las peores circunstancias.
—Travis, no seas duro, es solo un niño, acaba de perder a su padre, necesita estar cerca de gente que lo contenga —se escuchó más duro de lo que pensaba y se sintió mal por ello.
—Es por ello que en el campamento tendrá a Quirón y a ti —Katie sentía que era el premio consuelo.
—¿Qué hay de ti? —Travis sabía lo que debía hacer en este tiempo. Las instrucciones eran claras, no debía descuida el rescate de semidioses, pero debería extender su red hacía los semidioses del panteón nórdico para recabar información. Por qué iba a volver, para ajustar cuentas.
—Aun no puedo llevarlo en mis misiones, debe seguir entrenando, me encargaré de ello, pero no puedo seguir escondido aquí —no sabía cómo habían gestionado la ausencia de Percy en el campamento, pero supuso que el Olimpo sería reservado con ello ya que no querían que el caos se apoderara de los campamentos ya que Percy era el dios de los héroes, debía ser el soporte de ellos en las misiones, por lo que Travis estaría muy ocupado cuando las misiones se llevaran a cabo. Siguiendo a los campistas ya que él no podía escuchar las oraciones de los semidioses.
—Parece que no te hubiera afectado todo esto —no podía estar más en desacuerdo y le dio una severa mirada que hizo arrepentirse a Katie de haberlo dicho.
—No hables así, siento un nudo en cada parte de mi cuerpo, siento que debí haber estado allí con él, no puedo hacer nada más, pero si quiero cumplir con cuidar de Eskol y seguir aquí solo le hará daño —las palabras eran ásperas y Katie sabía que había tocado alguna fibra sensible.
—Aún es muy rápido para sacarlo de aquí —para Travis ya había tenido suficiente desahogo, necesitaba ir a ver a sus abuelos y luego empezar su vida como campista.
—Pienso levarlo con Sally y Paul el fin de semana, luego de ello al campamento —Katie sabía que estar con Sally iba a aflojar la tensión que Eskol se estaba autoimponiendo y creía que podría ser el único lugar en que podría por propia voluntad decidiría ser vulnerable.
—¿Cómo lo va llevando Sally? —Travis había ido a casa de Sally luego de recibir las noticias de Tritón y de leer la nota de Percy. Había sido un tanto desgarrador, la noción mortal de que el tiempo se acababa era algo que Sally no podía soportar de no poder ver más a su hijo.
—Paul me ayudó con eso, pero no hay día que no llore por Percy —Paul se había mantenido en contacto y le había prometido llevar a Eskol en cuanto estuviera mejor para que estuviera con ellos un par de días. —Lo peor de todo es que no hay una certeza de un pronto renacimiento, tal vez no le vuelva a ver —ambos mantuvieron un silencio cómodo, pero a la vez solemne porque sabían que existía esa posibilidad.
—¿Por qué están susurrando? —Eskol apareció de un momento a otro tomando la toalla de la mano de Katie. Rápidamente Travis conto las manchas en su cuerpo, tenía una menos que ayer. Se estaba matando a base de entrenamiento, sabía que había noches en que bajaba a la arena para seguir entrenando. Le dolía demasiado tanto como para querer mitigarlo con entrenamiento.
—Hablábamos de tu siguiente entrenamiento —Eskol le dio una mirada aburrida.
—Bromeas, a mí no me engañas tío Travis, seguramente le estas pidiendo a Katie que vuelva a arroparte en las noches —Travis mantuvo su deseo de golpear al muchacho, pero fue Katie la que volteo la cabeza esquivando la mirada de Eskol y más aún la de Travis sonrojada totalmente.
—Eskol no… —Katie titubeó y Travis sabía que Eskol no dejaría pasar esto.
—Por un momento pensé que él se pondría nervioso, pero veo que era tú la que quería hacerle eso, que vergüenza —Eskol era como su padre en ese sentido siempre guardaba un poco de humor y ese sentido de picardía a pesar de estar derrumbándose por dentro.
—Descansa un poco —Travis le destapó la botella de agua la cual se sorbió de un solo tirón. No se lo había contado a Travis, pero estaba descubriendo un poco las cosas relacionadas con el agua y el mar que estaban despertando en él. Travis claro que lo sabía, podía sentir la fuerza del mar en la habitación, pero quería dejar que Eskol se ocupara de ello.
—Iré a practicar con mi arco —no quería verlo más agotado de lo que se veía. Debía parar.
—Eskol —el hijo de Percy le dio una mirada cansada. Katie por su parte se había quedado un tanto retraída de la forma en que Eskol reaccionaba.
—Estoy bien Travis, solo necesito lanzar algunas flechas —frotó su anillo con suavidad para que apareciera su arco, un precioso arco, el símbolo de que era hijo de Percy Jackson. Por un breve instante Travis y Katie vieron la mirada nostálgica y abrumada de Eskol, esa que se estaba escondiendo detrás de mucho ejercicio.
—Iremos a ver a los abuelos mañana —la mirada de Eskol se animó un poco, deseaba tanto ir a verlos. La abuela sin duda lo golpearía por todo esto.
—Por fin, extraño la comida de la abuela, no te ofendas —Katie le frunció el ceño, Eskol sabía que la bomba estaba por explotar.
—Ni que lo digas, yo también deseo comer algo decente —Eskol sonrió por primera vez en mucho tiempo al ver la cara de desagrado de Katie.
—¡Travis! —no tuvo tiempo de verlos cuando ya lo estaba correteando lanzándole lo primero que tenía a la mano para dar con él.
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Dormir en el suelo no era la mejor de las recomendaciones, pero no tenía demasiado para empezar, tal vez pensó que con 300 dólares podría sobrevivir más de una semana. Pero para el tercer día sentía que debía contar y valorar cada moneda. Cada mañana se había levantada con la extraña idea de que podría encontrar un sobre debajo de la puerta con dinero para seguir adelante, pero sabía que era demasiado bueno para ser verdad, solo había recibido un sobre con sus documentos con la identidad de Artemisa Jackson y venía de parte de Apolo, con estado civil casada, se le revolvía un poco el cerebro de pensar que tendría que ser ella misma la que tendría que sustentar tener un marido sin poder presentar a un marido, tendría que volver a usar el anillo. Tener que comparar artículos de primera necesidad eran sin duda gastos que no podía ignorar. Afortunadamente tenía un espejo para no salir hecha un desastre y dar una mala impresión.
Experiencia laboral. Nula.
Habilidades: tiro al arco y caza.
Oficio útil: ninguno.
En esto se resumía la calidad de trabajo que podía llegar a conseguir. Por un momento había pensado en dedicarse a dar clases de arquería, pero ni siquiera sabía si seguía siendo buena en ello y no tenía dinero como para invertir en el equipo básico para enseñar y si resultaba que no tenía el talento sería un desperdicio. Primero debía generar ingresos y se dio cuenta que no sería una tarea fácil. La mayoría de las puertas que toco eran gente desconfiada que pedía referencias. No las tenía, no tenía a nadie que pudiera dar una referencia de ella. Iba a ser duro.
Las cosas no mejoraron con los días siguientes. Intento pasear perros y terminó arrastrada por el parque siendo el hazmerreír de los vecinos, confió en que podría tener la fuerza para controlarlos, pero había fallado miserablemente. Se había repuesto de su vergüenza para al día siguiente intentar atender la sección de carnes de un pequeño market un poco lejos de casa en un barrio un tanto peligroso y casi podría decir que era el trabajo perfecto para ella si no fuera por el hecho de que no sabía nada sobre cortes o sobre el trato con amas de casa que estaban acostumbrados a un trato más amigable que una cara adusta y algo frenética que parecía divertirse trozando la carne sin seccionarla adecuadamente, terminó ahuyentando a la clientela. Recibió su paga sin reclamar nada y salió queriendo llevarse los cuchillos de carnicero, también falló en eso.
Todos le decían lo mismo: debes cambiar tu actitud, nadie quiere trabajar o estar cerca de alguien tan apática como tú.
Casi había podido escuchar los susurros de la gente diciendo que entendían porque aun siendo casado no había un marido que siquiera la viniera a buscar. Le molestaba eso, que la vieran como una mujer amargada, no estaba amargada, estaba frustrada y enojada, enojada con la vida, con el mundo con los dioses, con Percy con su hijo Eskol porque había desencadenado una tormenta sobre ella que no podía resistir.
—¡Fíjate por donde vas! —lo único que le faltaba, no fijarse por donde ir y casi ser atropellada por un auto y de la impresión terminar cayendo de bruces sobre un charco con líquidos de dudosa procedencia. Se sentía asqueada que casi vomitaba, no se veían estas cosas por el barrio en el que vivía, pero no podía encontrar un trabajo en esa parte de la ciudad, al menos no uno para el que tuviera el mínimo de experiencia y habilidad.
—Cuidado, princesa —sintió que alguien la tomo del brazo y con un poco de brusquedad la levantó, su mirada era peligrosa y eso la puso un tanto en alerta.
—Gracias, puedo sola —se zafó de su agarre rápidamente y se alejó mientras la miraba con algo similar al deseo, algo que le repugnó totalmente.
—Lo que tu digas —el muchacho se dio la vuelta y se fue riendo.
Una cuadra más allá se dio cuenta de porque se había ido riendo de ella, no estaba en su bolsillo su pago. Quería gritar de rabia, pero sabía que nadie escucharía su voz. Hoy era la luz de la luna acompañándola en su desgracia, nunca le había dado un valor al dinero porque nunca le había faltado, siempre había podido proveer a sus necesidades con los tesoros del Olimpo que le correspondían como diosa olímpica y servía para poder mantener a sus cazadoras, pero ahora, se dio cuenta que no podía ni cuidar de sí misma. Se sentía miserable. Esto no era justo. En otro tiempo podría haber corrido detrás de ese sujeto para darle una buena lección, pero de seguro terminaría muerta debajo de un puente o peor aun siendo abusada o prostituida en algún casino clandestino. Había leído sobre el incremento de esos casos en la ciudad.
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Sally se sentía mareada cuando Travis le dijo que iban a visitarla con Eskol, no podía creer que su nieto estaba a salvo y ahora podría verlo. En su corazón el remolino de emociones era tanto que su presión se había disparado y necesito de algunos medicamentos para que poder mantenerse a raya y disfrutar de la estancia de Eskol que pronto se iría al campamento de manera permanente. Había hablado con Paul sobre cómo sería la ausencia de Eskol en casa y de lo mucho que se habían acostumbrado a su presencia. Paul no podía negar que se había encariñado demasiado con él y con la forma en como procesaba las cosas, había sido todo un desafío cultivar su mente, pero ambos habían llegado a un entendimiento natural de hacer las cosas interesantes para que pudiera aprenderlas rápidamente.
Ambos por otro lado sentían que no tenían el corazón para siquiera nombrar a Percy, los tres tenían algo en común: eran mortales. Eso los ponía en una situación de que tal vez no tendrían vida suficiente para poder volver a verlo. Tal vez el último momento de Percy con Sally y Paul fue cuando los visitó para informarles que Eskol había sido secuestrado y para Eskol ese momento en la tienda antes de que lo mandara de vuelta con Quirón. Todos se negaban a pensar que el destino era tan cruel como para castigarlos de esa manera.
Una vez llegado a la casa de sus abuelos tuvieron un momento en la puerta con Travis antes de que siquiera tocara, era una petición silenciosa de querer quedarse a solas con ellos por estos días. Travis podía respetar eso, sabía que era la gran oportunidad de Eskol de hallar consuelo, que mejor forma que al lado de Sally. Lo dejó en la puerta y se fue, no muy lejos, pero le dio su espacio para que pasara estos días con ellos.
No había sido fácil, las primeras horas eran torpes, erráticas, siempre se atropellaban unos a otros como temerosos de hablar o decir algo. Sally lo había abrazado con tal fuerza que le dolía el alma ver como ese abrazo contenía gritos de agonía por la ausencia de Percy, su padre. El abuelo Paul lo miraba con esa típica mirada nostálgica que le daba cuando Sally lo regañaba y él no podía siquiera intervenir para salvarlo. Era una mirada de: lo siento, no sé qué hacer por ti. Luego de ello el silencio reinaba, tanto que empezaba a sentirse un poco incomodo y Paul lo noto cuando le tiró un libro de nociones básicas del latín.
—Lo vas a necesitar —Quirón había pasado por la casa un par de días después de que Travis le contara lo que había pasado para poder tener unas palabras con Sally y Paul, anticipándoles que Eskol debería irse al campamento pronto, eran las instrucciones de Percy. También había tenido tiempo para comentarles que pronto Eskol tendría curiosidad por el latín y las contrapartes romanas.
—Gracias abuelo, tu sí que sabes anticiparte —Paul no podía darse el crédito, pero era bueno ganarse un elogio gratis.
—Es mi superpoder —le respondió con orgullo. En ese momento apareció Sally y le dio un ligero beso en la mejilla.
—Apuesto a que no anticipaste eso —la cara de Paul fue de desconcierto total, aún lograba sonrojarlo con sus actos y se felicitó que había logrado que el ambiente se tornara más amigable.
—Agghhh soy un niño aún ¿saben? —todos rieron por un momento mientras Sally servía una merienda, Eskol necesitaba comer todo lo que pudiera por el entrenamiento que estaba llevando.
Sally decidió no llevar a Eskol contra su voluntad a hablar sobre Percy, ya sabía por Travis que estaba siendo demasiado duro para él y que estaba tan reticente a ello que entrenaba sin parar hasta el agotamiento, ella prefería que tomara estos días para poder descansar. No le preparó la habitación de Percy, sino que preparó el sillón para que pudiera ver televisión y durmiera a gusto, pero Eskol se refugió en la lectura, quería si o si llevarse eso antes de entrar al campamento, no daban clases de latín precisamente, solo griego antiguo, que era algo que ya sabía.
Comieron puras cosas deliciosas y casi sintió compasión por Travis quien no apareció en la casa, pero que sabía que estaba en las inmediaciones cuidando que nada extraño sucediera. Sally le preparó muchas cosas deliciosas y Paul también se benefició de ello porque se libró del brócoli y esas verduras con sabores extraños por unos días. Era casi hora de dormir, Travis pasaría por él en la madrugada para llevarlo al campamento y que iniciara el día con el resto de campistas. Una leche tibia sería algo que ayudaría a su nieto a conciliar el sueño, sabía leer solo había sido un pretexto para cubrir sus problemas para dormir, lo había visto soltar sus lágrimas sin llorar. Le partía el corazón que sintiera que tenía que ser tan fuerte como para no llorar la ausencia de su padre, no pensaba que sintiera tal presión o que sintiera que debía demostrar ser digno de su padre. Pero no había podido cruzar ese muro en estos días.
—Toma querido, eran las favoritas de tu padre —nunca las había hecho para él, Eskol tenía su propia receta favorita, nunca, con Paul habían hablado de ello, hicieron nada que presionara a Eskol a vivir a la sombra de su padre, él tenía un camino propio y debía encontrarlo.
—¿Azules? —el color de las mismas llamo la atención de Eskol.
—Cosas del mar supongo —cuando las probó supo porque eran las favoritas de su padre, se derretían en el paladar y tenían unas chispas de chocolate delicioso. —Nadie puede resistirse a ellas —Eskol cerró los ojos tratando de encontrar esa conexión, esa que había sentido en el momento que se oficializó su adopción, pero no podía, era como que estaba clausurado el enlace.
—Supongo que podrías poner una tienda de galletas —Sally no pudo evitar reírse, era exactamente lo que le había propuesto Percy cuando aún era un niño. Pero eran otros tiempos, luego la idea simplemente se diluyó.
—No sería mala idea —Eskol tenía una sonrisa en el rostro, de esas que Sally tanto añoraba volver a ver.
—Podrías emplearme, sería el que atiende, se me dan bien las personas —Sally le dio un ligero golpe en la mejilla, eran esa clase de cosas tan cotidianas y comunes que le hacían tan feliz.
—Vaya que sí —el ambiente se volvió a tornar un poco sombrío cuando Eskol tomo la mano de Sally, el mejor que nadie sabía lo duro que había estado entrenando, pero sabía que no había sido honesto consigo mismo, era solo una forma en que mantenía sus sentimientos reprimidos y bajo control agotando su cuerpo para que no tuviera ni siquiera fuerzas para llorar al final de día.
—Quisiera quedarme con ustedes abuela —en ese momento Paul hizo su aparición con su taza de té característica, sentía que el corazón del niño estaba tan hecho pedazos que no se atrevía a verlo llorar, sabía que rompería también el suyo.
—Estoy seguro que si mi niño, nada nos haría más felices a Paul y a mí, pero eres tan especial que debes encontrar el camino que te hará feliz el resto de tu vida —sonaba dolorosa esa palabra.
—No me siento tan especial —Sally sabía que el momento de las contradicciones, encontrar el camino, saber quién quería ser habían llegado, todos se enfrentaban a ello alguna vez y toda esta experiencia traumática había traído las encrucijadas a su vida.
—Mírame —Eskol estaba esquivo con la mirada baja, pero no podía negarse a Sally. Sintió las manos de su abuela sobre sus mejillas. —Si me puedes mirar a los ojos y decirme que quedarte aquí en casa, ir a la escuela y que abramos ese negocio de galletas te hará feliz le diré a Travis inclusive hasta al mismo Poseidón que nunca más vuelvan a acercarse a ti y nos iremos a un lugar fuera del alcance de los dioses —Eskol tragó saliva pesadamente, sus ojos estaban vidriosos, sentía que en ese momento no podía tener control sobre sus lágrimas.
—Abuela —la forma en cómo lo dijo la rompió en dos, se había contenido, lo había intentado tan duro para no perturbar a Eskol, pero su voz rasgo su corazón de tal manera que las lágrimas salieron solas.
—No debes demostrar nada Eskol, solo debes encontrar eso que te haga feliz —Eskol se sentía tan abrumado que quería salir corriendo, estaban entrando en pánico.
—No le debes nada a nadie —la voz de Paul era lo último que necesitaba, no podía seguir siendo fuerte, no podía seguir siendo firme. No pudo.
—A papá —el pecho le temblaba a Eskol que Sally pensó que iba a pasarle algo terrible, pero solamente sintió que su cabeza se desplomo sobre su regazo. No había ruidos, no había sollozos, solo era su cuerpo temblando como una hoja al viento. —No puedo creer que no esté más —la voz estaba quebrada y con un dolor que podía hacer llorar al que le viera.
Todo aquello que había acumulado y absorbido para ser "fuerte" finalmente estaban saliendo. Se resistía a dejar que lo vieran llorar, pero con sus abuelos simplemente no pudo seguir conteniéndose, los sollozos no paraban de tal forma que Sally se mordía los labios, este momento no se trataba de sus sentimientos o de su dolor, se trataba de Eskol, se trababa de él pudiendo ser vulnerable sin sentirse cobarde o débil. Paul entendía el momento mejor que nadie cuando se sentó al lado de Eskol y lo levantó del regazó de Sally con cuidado para que no se escondiera más, para que aprendiera que el dolor no debía llevarlo esconderse de las personas que amaba. Sally no lo entendió sino hasta que vio a Eskol llorar como el hombre que era sin privaciones, sin contenerse, sin esconderse por vergüenza o pánico.
No supieron cuánto tiempo pasó, pero Eskol tenía la camiseta empapada y se había quedado dormido en el hombro de Paul, tomando la mano de Sally. Solo eran 3 personas que estaban sobrellevando las penas sin temor a ser molestados. El sonido de la puerta abriéndose revelo una imagen que hacía mucho tiempo no veía. Era Poseidón. Tenía unas ojeras que no había visto jamás en el padre de Percy, sabía que también había sido un momento difícil para él, sobre todo porque había tenido que presenciar el momento y no había podido hacer nada al respecto. Travis entró detrás suyo mirando la escena y no pudiendo evitar emocionarse porque el muchacho había podido liberarse por fin.
—Lamento interrumpir, decidí venir a llevarlo yo mismo —Sally le dio la bienvenida y le mostro donde estaba. Poseidón no podía sentirse más aliviado de ver que había podido tener un momento de privacidad con Sally y Paul.
—Se quedó dormido —susurró Paul, Travis se adelantó para poder llevarlo a cuestas, pero Poseidón lo detuvo para poder llevarlo el mismo. Era lo menos que podía hacer, se había escondido todo este tiempo y no había pensado que Eskol necesitaba de su abuelo más que de que cualquier persona en la Atlántida. Le había fallado en eso, no le fallaría al llevarlo al campamento.
Sabía que Eskol estaba desmayado del cansancio emocional que tenía encima. Ya tenía conocimiento de lo que sucedería con el hijo de Percy y de las cosas que Travis tenía que hacer con él, como entrenarlo. Cuando llegaron al campamento aún hacía falta que Poseidón lo reclamara públicamente en lugar de Percy, por lo que no podía descansar en su cabaña aún. Quirón sugirió ponerlo en la enfermería, de todas maneras, necesitaría vigilancia, porque estaba completamente agotado por la carga emocional que traía encima y sería mejor que fuera vigilado. Poseidón no podía estar más de acuerdo, pero antes de irse puso un collar en sus manos, era el collar de cuentas de Percy, esperaba que pudiera servirle de ayuda para esforzarse en lo que estaba por venir para él. Seguramente haría que la familia se sintiera orgullosa.
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Sentía la boca seca y los parpados pesados que le costaba siquiera reconoce donde estaba, no se parecía en nada a lo último que recordaba, escuchaba el murmullo de gente a lo lejos, pero no podía reconocer alguna voz. Lentamente abrió los ojos solo para sorprenderse con lo que estaba frente a él. Conocía esos ojos, ese cabello, esa sonrisa. Entró un poco en pánico.
—Babeas cuando duermes.
Chapter 38: Adversidad
Chapter Text
1 AÑO DESPUES
Fue todo un revuelo cuando se enteraron de la presencia de un hijo de Percy en el campamento, sobre todo uno ya crecido, con algo de entrenamiento y con conocimiento de las cosas que se hacían en el campamento. No le fue fácil encontrar su lugar en el mundo, ya que todos tenían por lo general sus propios equipos o grupos ya constituidos, pero fue con los hijos de Hefesto que encontró un lugar para poder desarrollarse, también podía sentirse a gusto con las hijas de Deméter gracias a Katie que se encargó de guiarlo lo mejor posible y escucharlo cada tanto cuando se sentía abrumado por las cosas que pasaban por su cabeza.
Su padre era el dios de las armas y los hijos de Hefesto se encargaban de hacerlas, una alianza que empezó a ganar poco a poco popularidad por la calidad de armas que se empezaron a forjar, las ideas de Eskol eran simplemente revolucionarias, logró entender con mucho estudio de por medio la mejor manera de fusionar metales para obtener mayor durabilidad, ligereza y un filo mortal. Aunque todavía estaba lejos de ser ideas que podría usar un dios o un campista de nivel alto, pero era mucho mejores de las que muchos usaban. Solo había algo que nadie más que él podía hacer de una manera que fuera perfecta para sí mismo: sus flechas. así que al final siempre tenía que gastar mucho tiempo en hacerlas el mismo. Eso lo aburría.
No había día que no corriera algunas vueltas más al campo de entrenamiento mientras el resto se hidrataba, no pasaba un día en que faltara a su entrenamiento en la playa con Travis y en ciertas oportunidades con Atenea. Pero sobre todo nunca, nunca faltaba al entrenamiento especial con las cazadoras, era su momento para someterlas sin decir nada, solo bastaba llevarlas a un límite que el hacía mucho había pasado, se encargaba de doblegar sus egos con exceso de entrenamiento hasta que algunas vomitaban de agotamiento o peor aún se desmayaban. Atenea le había ofrecido muchas cosas para que pudiera tener su venganza con ellas. Se alegró cuando le dijo que tenía en mente. No servía de nada vencerlas en batalla, no servía humillarlas como lo había hecho su padre con desafíos y castigos, iba a doblegarlas a base de entrenamiento para que fuera el cansancio quien terminara quebrándolas hasta el punto de implorar parar.
La nieve era un buen lugar para hacer eso. Venían subiendo desde hace una hora corriendo. No sabía si era porque era agua en estado sólido o qué, pero sentía los pies ligeros aún, pero no podía igualar la velocidad de Atenea. Cada tanto iba al campamento y lo atacaba sin ninguna clase de aviso no importaba lo que estuviera haciendo. Una de esas veces estaba en el baño con los pantalones abajo, sí que fue vergonzoso, pero afortunadamente pudo mantener su dignidad intacta. Siempre era vencido por la diosa de la sabiduría, pero él no se dejaba en lo más mínimo intimidar por ella, sabía por qué lo hacía. Nadie del campamento podía saber que gozaba de su favor, así que decidió mantener la misma loca rivalidad de antaño, más aún, viendo que había sido Poseidón quien había reclamado a Eskol en lugar de Percy alegando que Percy de momento no podía hacerse cargo de las labores de un dios.
—¡Vamos, corre! —Atenea le sacaba por lo menos 500 metros de distancia y se iba acrecentando la lejanía con el tiempo, pero a veces bajaba la intensidad para mantenerse a su ritmo. —Estoy seguro que corres más rápido cuando sirven la comida —Atenea sabía cuánto amaba Eskol comer, comía lo primero que encontraba a la mano, no podía juzgarlo, quemaba cada cosa que se comía. Nunca olvidaba hacer sus ofrendas y Atenea se sentía satisfecha que nunca olvidaba quemar algo para ella. Estaba segura que también quemaba algo para Percy. No había podido quitar de su mirada la nostalgia que tenía.
—No hables de comida, muero de hambre —Atenea se rio pateando un poco de nieve.
—¡Silencio! —podía ser demasiado severa a veces, ya se lo había dicho, no podía aflojar delante de otras personas con él, no podía ser conocido como el consentido de algún dios porque debía imprimir una imagen de respeto por ser Eskol. —Acaso quieres un tiempo a solas con las señoritas —nada le haría más feliz que eso, Travis había empezado a llevar su entrenamiento a otro nivel, ya podía tocar algunas otras armas, pero aún no era ni siquiera decente como para poder portar una, suficiente con tu arco y tu agilidad le había dicho mientras todavía se resistía a llevarlo a alguna misión. Eres muy joven para ver la maldad que el mundo esconde fueron sus palabras. Con doce años creía que podía soportar eso, pero Travis no iba a dar su brazo a torcer.
—¿Enserio se podría? —Atenea no podía aguantar la sonrisa que tenía en el rostro al ver cómo podía ser tan descarado a veces.
—Ni pensarlo, seguro acabarías con ellas —ella no tenía miedo de reconocer que la caza estaba lejos de poder vencer a Eskol en un duelo equitativo. Lo había visto, había peleado con él y sabía que, en relación con cualquiera de las cazadoras, tal vez a excepción de Thalia que tenía algunas habilidades especiales, no lograrían vencerlo.
—Me haces sentir especial con tus palabras —le respondió con una fingida voz de timidez. En ese momento llegó Thalia. Aún no podía mirar a los ojos a Eskol después de lo que había pasado con la caza y mucho menos pensaba en que la tratara como familia por la forma en como la caza lo había tratado. Eskol ni siquiera la miró, sino que giró la cara y se agachó para fingir atarse las botas.
—Mi señora, las chicas no pueden más —Atenea se rio con algo de decepción. Eskol parecía estar entero aún. Era como su señal para desgarras sus egos poco a poco. Le daría todas las oportunidades necesarias hasta que una a una viniera pidiendo una tregua.
—Te veo en la cima —dijo dirigiéndose a Atenea sin siquiera mirarla. Le dolía, no podía negarlo, sabía que merecían ser tratadas como basura, pero a ella le dolía mucho más porque era hijo de Percy.
—Diles que descansen, de seguro no pueden contra Eskol… un muchacho —Thalia sabía lo que Atenea estaba haciendo, pero prácticamente Atenea las estaba moliendo con un entrenamiento al que nunca habían estado acostumbradas y Eskol disfrutaba ir más allá para dejarlas en ridículo lo cual no podía ser permitido y eso terminaba en toda la caza desmayada en el suelo descompensadas.
—Me pones en una situación complicada —a Atenea no podía importarle menos. Zeus le había dado el control de la caza y no pensaba dejar un rastro de engreimientos.
—Dijiste que querías arreglar las cosas —Thalia sintió una punzada vergonzosa. Ya había tenido una conversación con Atenea para poder dejar la caza porque no quería formar parte de algo que había hecho algo así a un niño, peor aun sabiendo en como habían terminado las cosas para Eskol y para Percy. Atenea le había negado la petición y le había dicho que tendrían que pagar por lo que habían hecho con cada gota de sudor que saliera de sus cuerpos hasta que Percy volviera a la existencia. Suspiró con cansancio. No había nada que pudieran hacer.
Una vez más había logrado verlas tumbadas sobre el suelo, sin aliento y muchas de ellas completamente descompensadas, vomitando o desmayadas. Pasó en medio de ellas tratando de verse lo más fresco posible de regreso al campamento base, desde donde Atenea lo llevaría de regreso al campamento ya que estaban del otro lado del país.
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Se había despertado de madrugada para poder recoger algunas especies y hojas especiales para algunos encantamientos y pociones que hacían falta en la cabaña, nada complicado, solo cosas que podían mejorar el estilo de vida de sus hermanos dentro de la cabaña, cómo una loción para captar la atención de las jóvenes campistas, obviamente todo tenía un precio. Si algo había aprendido de su pasado es que a todo debía sacarle un beneficio, nada podía ser gratis.
En medio de su recolección había visto la figura de un hombre "anciano" cargando a alguien rumbo a la enfermería y Quirón guiándoles, cuando vio la cara del niño que iba en brazos dormido se dio cuenta que se parecía demasiado a aquel niño que hacía casi 2 años le había salvado de la pocilga en la que tenía que vivir la peor de sus penurias.
La curiosidad le mataba, no había un nombre, nunca se lo dijo.
Pero tal vez ahora podría averiguarlo.
—Disculpe —Travis se giró para mirar a una linda niña de cabello negro azabache y una sonrisa algo tímida, pero no notaba inseguridad en la forma como hablaba. Había rescatado tantos niños que no podía saber con seguridad, pero estaba casi seguro que era alguien que había rescatado.
—¿Te conozco? —la niña ladeó la cabeza un poco curiosa del personaje. Vagamente podía recordarle. Dentro de la enfermería estaban aún Poseidón con Quirón.
—Soy Liz, hija de Hécate —en ese momento recordó, que tan simpático podía ser el destino que el día de la llegada de Eskol la única persona a la que había podido rescatar hasta el momento estaba a las puertas.
—Un gusto, Liz ¿Qué puedo hacer por ti? —supo enseguida que la curiosidad estaba dirigida a Eskol, seguramente no sabía ni su nombre.
—Ese muchacho ¿Cuál es su nombre? —Travis le sonrió con un poco de nostalgia de esos tiempos, en el plan que tenían con Percy, Eskol debía llegar a los 15 años entrenando en la clandestinidad antes de reclamarlo en el campamento. Nada de eso había podido ser.
—¿Sabes guardar un secreto? —no había porque mantenerlo en secreto al día siguiente sería presentado.
—Por supuesto —le hizo señas para que se acercara y miraron juntos por la ventana.
—Él es Eskol hijo de Percy Jackson —la niña abrió los ojos, sabiendo que no estaba hablando de cualquier sino del semidios que se convirtió en dios olímpico. Se sintió abrumada, esperaba que fuera hijo de un dios más "normalito".
—¿Le ocurrió algo malo? —claramente no estaba dormido, estaba desmayado.
—No, solamente está muy cansado —Travis la tranquilizó. —Si mi memoria no me falla, lo conoces, hace dos años, ambos salieron corriendo, él te llevaba a cuestas —ella nunca olvido ese momento de su vida, ahora el rostro tenía un nombre.
—Nunca me dijo su nombre —Travis estaba orgulloso de esa parte, no eran héroes o salvadores, simplemente gente al servicios de los héroes para ayudarlos.
—No debíamos, solo somos gente que ayuda —salieron de la enfermería Poseidón y Quirón charlando sobre como deberían ser las cosas para el hijo de Percy de ahora en adelante, Quirón mejor que nadie sabía lo que Percy quería para su hijo y no se interpondría en su camino, le daría el espacio para poder lograr sus objetivos en un ambiente seguro y rodeado de gente cómo él, algo que hasta el momento no conocía. —Ahora él estará aquí en el campamento —Liz se sentía un tanto feliz de ello, sabía que al menos podría agradecerle ahora.
—Me da gusto saberlo, siempre quise agradécele, agradecerles —Poseidón miró a la niña con simpatía mientras Quirón se percató que Eskol había estado involucrado en el rescate de Liz, ella había necesitado mucho tratamiento para poder quitar de su organismo los químicos que le habían inyectado.
—No hace falta niña, nuestro trabajo es ayudarlos —susurró Travis, pero Poseidón vio la oportunidad de ir más allá.
—Pero si quieres hacer algo por él, podrías ayudarlo a adaptarse aquí, siempre ha estado en su mayoría solo, seguro le vendrá bien tener gente amigable —Liz asintió con la plena certeza que estaba hablando con un dios. Aún no sabía mucho de ello, era muy floja para el estudio de los dioses y conocimiento del griego antiguo, pero era aplicada a lo relacionado con la magia y la forma de ayudar a otros con ella.
—Claro, será un placer —luego de ello tuvo que despedirse porque todos a excepción de Quirón brillaron a sus respectivas actividades.
—¿Supongo que querrás vigilarlo mientras termina de dormir? — Liz asintió, tal vez luego ya no podría agradecerle apropiadamente. Nadie le avisó que el niño podría ser tan escurridizo cuando se trataba de estar ocupado siempre que ella se acercaba.
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Había llegado molido con la piernas tiritando, pero la satisfacción de haberlo logrado no se la quitaba nadie. Casi estaba trastabillando cuando sintió un mano tomando su brazo. Trago fuerte el verla, aún moría de vergüenza por lo que había pasado ya hace un año cuando llegó al campamento. No es que le importara, pero había sido un tanto vergonzoso, lo suficiente como para evitarla lo más que pudiera. Liz, hija de Hécate era la que lo había visto babear mientras dormía, por un momento odió sus hábitos de dormir, no sabía hasta el momento porque una hija de Hécate estaba en la enfermería mirándolo mientras dormía.
Eskol tenía una cosa clara sobre esa niña. No quería tener niñas cerca, las repelía, Travis le había dicho que era una parte de su vida y que pronto se le pasaría sin darse cuenta para pasar a la parte en la que querría tenerlas cerca. No podía entenderlo con la razón y los abuelos no había podido explicarle como debía actuar con ellas. Por el momento Eskol era un lobo solitario en una manada de hombres.
Las veces que Liz se había acercado a él luego de ese momento vergonzoso en la enfermería había sido simples saludos y respuestas cortas, nada significativo, pero ella lo había sentido distante con ella, que no pasaba cuando interactuaba con el resto del campamento, eso la incomodaba y no quería más de eso.
—¿Seguirás evitándome? —no podía negar que los ojos de Liz eran intimidantes, llenos de una determinación ahora que habían pasado casi dos años desde su primer encuentro. Retiro calmadamente su brazo del agarre de Liz
—Hola, no te estoy evitando —le costaba un poco mantenerse de pie, pero sabía que si daba algunos pasos seguro volvería a caer, necesitaba zambullirse en el mar, pero se veía muy lejano.
—Dime si mi presencia te molesta, parece ser que todos pueden acercarse a ti, excepto yo, supongo que te resulta incómodo sabiendo de dónde vengo —podía sentir la pizca de dolor en las palabras de Liz y se sentía un poco culpable de ello, le daba vergüenza decirle que no se sentía cómodo al lado de niñas, pensaría que era un tipo raro. —Por un momento pensé que eras diferente, Eskol —eso le pegó aún más, no era popular, no le importaba tampoco, él se divertía estando en la forja con los hijos de Hefesto ideando armas y trazando planos para futuros proyectos, el resto del tiempo lo invertía en la caza grande donde Atenea dejaba uno que otro libro para que lo leyera, alguno de su biblioteca personal que los disfrazaba de textos en latín en quien nadie estaría interesado y luego estaba el entrenamiento que era el 70% de su día. No había hablado con nadie sobre ascendencia, pero todos podían ver que tenía un biotipo diferente, era más grande que el resto y con una tendencia a soportar el entrenamiento por más duro que fuere.
—¡Espera! —gritó tratando de adelantarse, pero fracasó y cayó al suelo, solo atinó a tomarle del zapato. Liz no podía evitar sonreír, pero no le mostraría alguna sonrisa, no la merecía, ella sabía que Eskol vivía para entrenar, no conocía a ninguna persona más que hubiera estado o estuviera trabajando con Travis para rescatar semidioses, significaba que era especial. Sino podía ni dar dos pasos era porque estaba realmente molido. —Espera, por favor —le daba vergüenza arrastrarse de esa manera, pero no podía dejarla ir así. —No es lo que tú crees, solamente tengo problemas para relacionarme con la gente —esa era la media verdad, pero verdad al fin, no tenía por qué saber todo pensaba Eskol.
—No te veo teniendo problemas con los hijos de Hefesto —todos en la forja en su mayoría eran hombres y las niñas eran igual de fuertes que los hombres y olían a hollín y leña. Siempre llevaban su equipo de seguridad encima que era imposible reconocer a uno de una.
—En realidad solo hablamos de metales y diseños —y era verdad, no había una interacción social adecuada, solo eran datos técnicos, proporciones y diseños, sueños y cosas raras que a veces terminaban en desgracias experimentales.
—No te veo con problemas con Katie la hija de Deméter —eso sí que le parecía un tanto extremo. Ella le sacaba como 10 centímetros de altura y lo trataba como un hermano menor.
—Prácticamente es mi tía, Travis y ella son una cosa —lo que tenían ahora era la cosa más irregular que alguna vez había visto. Ella seguía en el campamento, pero desaparecía de vez en cuando y había llegado a la conclusión de que ya conocía el campamento donde se establecía Travis.
—Entonces dices que me tratas diferente al resto por… —Eskol no sabía cómo responder a eso, no quería decir algo lamentable o de lo que podía arrepentirse, la guía del varón de su abuelo dictaba que no podía usar sus palabras para herir a la gente, menos a una dama.
—Porque tú me conoces de antes del campamento, me produce nervios —era cierto también, el hecho de haberse conocido en circunstancias tan increíbles le hacían sentir unos nervios que no podía controlar a menudo.
—Eres un ser extraño Eskol hijo de Percy Jackson—le dio una sonrisa orgullosa, había llegado a ser considerado raro, porque de hecho lo era. Los hijos de Apolo no lo odiaban, pero vaya que lo desafiaban casi siempre por la habilidad que tenía, que era superior a la de ellos. Algunos otros lo percibían como alguien particular porque siendo hijo de Percy tenía un apego por el conocimiento que su padre jamás demostró. Los hijos de Ares se aprovechaban que aún no era decente con las armas fuera del arco para poder demostrar su superioridad, Eskol los tenía en su lista para arreglar cuentas. Luego estaba Liz que tenía una forma de hablar y de expresarse que denotaba un misterio profundo y que veía a Eskol como un divertido ser.
—Me lo han dicho, solo soy raro creo —ella asintió tendiéndole la mano para que se levantase, dudó por un momento, pero ella lo pateó ligeramente y tomo su mano para levantarse. Había sido suficiente por hoy.
—Creo que no hay forma de lograr que te sientas cómodo conmigo entonces —Liz se dio la media vuelta y empezó a caminar de regreso a su cabaña, tenía algunos pedidos que terminar.
—¡Idiota! —Eskol se dio una bofetada sabiendo que podría haber desilusionado a la hija de Hécate. No se percató que ella seguía escuchándolo atenta de que reaccionara de alguna manera.
—¿Qué acabas de llamarme? —la mirada afilada por una extraña razón lo hacía titubear.
—No, no, no a ti —se adelantó a cualquier malentendido. —En realidad, eres una de las pocas caras que conozco, no me resulta sencillo hacer amigos, amigos de verdad —Liz podía entender esa parte alguien que había pasado la mayor parte de su corta vida conociendo 2-3 personas solamente no era sencillo, ella en cambio en las calles había tenía que conocer e interactuar con miles de personas.
—Hey ¿Quién dijo que quería ser tu amiga? —la cara de decepción de Eskol fue el premio, se lo merecía pensó Liz.
—¿Quién actúa raro ahora? —le recriminó mientras se golpeaba las piernas suavemente para hacerlas reaccionar, no esperaba que Atenea lo depositara en una bañera con agua helada, pero al menos dejarlo en la playa. Quemaría un poco de pan rancio en su ofrenda, sería gracioso.
—Digamos que me interesa intercambiar conocimientos Eskol amigo de los herreros —no era sencillo tener una alianza con esa cabaña, eran gente reservada, noble, pero muy herméticos, tanto que su forja estaba bajo tierra, lo que se veía por encima era simplemente la forja para herraduras y trabajos menores que se comerciaban en la ciudad, pero la parte interesante sucedía bajo tierra. Los traviesos hijos de Hermes habían intentado un túnel para llegar a los dormitorios y la forja principal, pero se habían topado con un recubrimiento de titanio cercano el terreno.
—¿Que tienes en mente? —Liz tenía un plan desde hace unos meses que los pedidos de la tienda de Hefesto estaban al alza, todos querían el último modelo en colaboración con E. Jackson como firmaba el engreído que tenía al costado. Siempre se preguntó que hacía con el dinero que ganaba, pero no había podido dar con eso. Solo sabía que se adentraba en el bosque y supuso que estaba enterrando su dinero.
—Quiero el 20% de la ganancias si voy a compartir mis dones —Eskol negó con los brazos violentamente.
—Mejor pídeme que te regale mi arco, estafadora —Liz sonrió un tanto sorprendida y dándole una mirada de falso dolor. —Un 12% estaría bien, debo dar el 50% al campamento por los recursos, materiales y funcionamiento de la forja, 20% a los hijos de Hefesto por la mano de obra, me estas asaltando —Liz empezó a reír un poco, tenía todo calculado. Siempre llevaba su libreta con él. Su siguiente objetivo sería tomar esa libreta y poner uno que otro apunte en él.
—Tranquilo, podemos llegar a un acuerdo con una condición —Eskol sabía que no renunciaría a su porcentaje por nada.
—Te escucho —Liz murmuró un par de cosas que no pudo entender.
—Deja de evitarme, no muerdo, no tengo sarna, la peste o cualquier otra cosa —Eskol se avergonzó y no pudo mirarla por unos segundos.
—Nunca dije que la tuvieras —Liz sabía perfectamente que posiblemente la evitaba por el solo hecho de ser mujer. Le parecía absurdo y gracioso, pero no iba a explotar eso, podría ser contraproducente.
—Esperaba que, así como tuviste el valor de sálvame tuvieras el valor de ser mi amigo —Eskol trago saliva con tanta fuerza que se le secó toda la boca.
—Pue… puedo con eso, creo —se odió a si mismo por tartamudear. No era lo que el abuelo le había dicho que tenía que suceder al hablar con una chica, mejor decir una tontería que titubear.
—Resuelto entonces —Liz le extendió el puño para chocarlos.
—Ahora cuéntame ese plan tuyo —Eskol respondió al puño y entonces empezó a arrastrar sus pies rumbo a la playa. Liz lo sabía, nunca lo pediría, era testarudo: necesitaba ayuda. Agarró su brazo y lo paso a través de su cuello, le daría una mano para llegar caminando y no arrastrándose.
—Oh muchacho, seremos millonarios —Eskol estaba resoplando porque no estaba acostumbrado al contacto físico, pero no podía evitarlo, realmente estaba necesitando un aventón.
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Había sido muy duro, demasiado, sentía que por poco se había ahogado. Pero a duras penas había logrado sobrevivir. No podía vender la casa, solo vivir en ella, pero los impuestos y los gastos para mantenerla eran demasiado para ella, por lo que opto por compartirla con otras personas al estilo roomie, todas eran mujeres de mediana edad y con las suficientes recomendaciones como para no estar metiendo una asesina serial en su casa. No podía darse el lujo de vivir del alquiler porque era una zona de precios no tan accesibles, por lo que tuvo que pensar en que le sirviera para mantener el apartamento atractivo y que le generar ingresos, ya que había llegado al punto en que no tenía ni luz ni agua. Era un suplicio.
No habían tardado en llegar las preguntas incomodas, como donde estaba su esposo, quien era, en que trabajaba, porque nunca había venido a casa. Se avergonzaba de ella misma al pensar siquiera en que decir la verdad haría de ella una persona horrible y perdería a sus inquilinas. Dos habitaciones a parte de la suya eran suficiente como para pagar todo lo relacionado con la casa. Aun así, necesitaba buscar trabajo. Lo único que encontró fue en una tienda de conveniencia que para comenzar la necesitaba en turnos de 16 horas, no podía negarse ya que como le dijo el gerente de las tiendas había muchas personas detrás de ella esperando, pero que seguramente podía considerarla. Le quedaba como 30 minutos en bus, pero era mejor que atreverse a seguir siendo robada en los barrios aledaños.
Los turnos de trabajo eran agotadores, todo el tiempo estaba gente entrando y saliendo, estar pendiente que nadie robara nada, que todos los productos tuvieran precio y que se realizara el cobro correcto de los mismos o el sin fin de promociones del día que había simplemente le explotaban en la cabeza. No podía permitirse gastar en buses y menos en taxis, por lo que opto por una vieja bicicleta que algún vecino había dejado fuera de su casa para que se lo llevase alguien, ella era ese alguien. Al final de sus jornadas no le quedaba mucho físico para poder pedalear hasta casa, pero era la mejor forma de mejorar su estado físico y ahorrar unos dólares.
La paga no era la mejor, pero le permitía cubrir sus necesidades y ahorrar para algún imprevisto como cuando al administrador del edificio se le ocurría proponer mejorar el servicio de limpieza del edificio y eso venía con un aumento de los pagos mensuales por mantenimiento. Su corazón sangraba con cada dólar adicional que se filtraba de su bolsillo, pero no podía negarse, sería casi como demostrar que no podía vivir allí. Percy era el dueño del piso, pero no significaba que pudiera vivir como quisiese, debía mantener el estándar del edificio.
Lo días lunes eran los que más odiaba porque debía entrar unas horas antes para poder recibir la mercadería de abastecimiento. Nunca en su vida pensó que detrás de un tienda como la que trabajaba había una gran despensa llena de cajas de productos para reponer. Lo detestaba, no tenía la fuerza para cargar caja tras caja, ordenar, reponer, subir, bajar, desempaquetar, reciclar y luego de ello tener una sonrisa para atender a los clientes que no paraban de entrar. Fue su ritmo de vida desgastante y aterrador durante todo el año. Ni siquiera pensaba en celebrar alguna festividad porque eran los días donde peor terminaba el día, pero lo estaba logrando. Poco a poco lo estaba logrando.
Por primera vez pensaba que podía llegar a mejorar las cosas. O eso era lo que pensaba.
No contaba con que una gran enfermedad global iba a dejarla en el desempleo.
(N/A: No sé en otras parte del mundo, pero el LATAM fue muy duro el impacto del COVID y sus variantes, todo mi respeto por los que perdimos algún familiar o amigo)
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1 AÑO DESPUES
Había tenido que abandonar la idea de emprender algo propio, apenas podía cumplir con sus gastos mensuales y había tenido que ajustar los precios para poder conservar sus inquilinas, las cuales estuvieron más que de acuerdo con fusionar los gastos de alimentación para poder conservar sus estilos de vida. No es que Artemisa viviera mal, pero prácticamente trabajaba para poder vivir, al final del mes no había dinero para nada más que lo esencial y necesario.
También tuvo que vivir este tiempo con la idea de que cualquiera de sus compañeras podría adquirir la enfermedad, contagiar al resto y desencadenar eventos desafortunados. Debían cuidarse las unas a las otras lo mejor que pudieran, pero era inevitable tener que ir a buscar alimentos y, sobre todo: trabajar. Ya de por si era un desafío para sus compañeras haber conservado sus trabajos a la par de sus estudios, pero con todos paralizado y en cuarentena era difícil no perder la cabeza de tanto encierro.
Alguna de ellas simplemente optó por seguir trabajando de manera presencial por temor a perder su trabajo por preferir el home office, pero también era un peligro latente para ellas y no paso mucho tiempo hasta que los primeros síntomas se presentaran en su casa. Fue una labor dura poder cuidar y vigilar el estado de salud de Sue, la roomie que cayó enferma. El sistema de salud se encontraba colapsado y no había forma de conseguir una atención médica adecuada, no podía quejarse de ello, se notaba por lo que decían en las noticias que los hospitales, clínicas, médicos y enfermeras estaban en su tope de capacidad para tratar de salvar a la mayor cantidad de personas. Quería gritar por ayuda al Olimpo y evitar que esta enfermedad se llevara a su compañera y a ella. Descubrió que de alguna manera había desarrollado una inmunidad a la misma, ya que tenía muchos días atendiendo a Sue con altas temperaturas de fiebre, escalofríos y muchas dificultades para respirar. No fue sino hasta que se asomó a la puerta que descubrió un paquete anónimo con unas pastillas que ayudaron a la recuperación de Sue, pero fue lento y doloroso.
No había pensado mucho en nadie más en esos días, pero un pensamiento vino a su mente que le aterró un poco. Ella conocía los protocolos del Olimpo, cuando estas cosas se habían suscitado en el pasado siempre se había mantenido a los semidioses en cuarentena, lejos de los efectos de esta clase de epidemias porque los semidioses podían generar nuevas variantes más peligrosas que podían acabar con aldeas enteras en el pasado. Pensó en los padres de Percy. No sabía porque, no entendía si era porque sabía que seguía siendo su esposo o porque la culpa y el arrepentimiento había terminado por ablandar cualquier vestigio de soberbia. Sentía que debía al menos decir lo siento por las cosas que habían sucedido por sus acciones en contra de Eskol y Percy, por lo que se puso su mascarilla, tomó su bicicleta y salió rumbo al apartamento de los padres de Percy, por lo menos saciaría su curiosidad de saber que estaban bien, solo eso para saber que podía estar tranquila.
Cuando llegó se sentía nerviosa sobre la idea de que Sally la despreciara y la tratara mal. Algo que había aprendido en estos dos años era que había sido tan sencillo ser despreciada y no poder hacer nada al respecto que pudo sentir el peso de sus acciones a lo largo de los siglos. La impotencia y humillación que debieron sentir todos aquellos a los cuales había maltratado y despreciado sin que pudieran siquiera explicarse o decir algo al respecto. No quería seguir estando en ese plano, no tenía poder, influencia o siquiera voz para poder cambiar las cosas aquí, pero por lo menos haría lo que pudiera para mantener a sus inquilinas a salvo y ahora ver que los padres de Percy estuvieran sanos y a salvo.
Llamó a la puerta un par de veces, pero no recibió respuesta alguna.
Espero algunos minutos por si tal vez habían salido a comprar algo.
Nadie salió a atender la puerta, no quería hacerlo, pero disimuladamente trató de forzar la puerta, fue un poco inútil, ya no tenía la fuerza de antes, por lo que tendría que optar por otras alternativas. Había visto que este apartamento tenía unas escaleras de incendios, solo esperaba que no la vieran y la tomaran por delincuente, por lo que trató de ser lo más discreta posible. Se sentía una mala persona por tratar de irrumpir en la vivienda sin siquiera saber si sería o no bienvenida. Cuando finalmente llegó al piso donde estaba el apartamento de Sally sabía que podía llegar a ser un peligro sorprenderlos de un momento a otro por lo que amablemente toco los cristales de la ventana, pero no recibió respuesta. No lo pensó más y se cubrió la mano con la sudadera y le dio un buen golpe para romperlo e ingresó. El olor era abrumador, se sentía congestionado, pero también sabía que no estaba sola. Sintió pánico e hizo lo primero que se le ocurrió tomo un pedazo de vidrio de la ventana y avanzó hacía una de las habitaciones y lentamente abrió la puerta, pero no había nadie, su corazón palpitaba con locura que no podía controlarlo, la adrenalina no le dejaba detenerse, siguió avanzando y cuando entro en la siguiente habitación vio algo que deseaba ni esperaba, pero que hizo que soltara el pedazo de vidrio sin percatarse que llevaba unos minutos chorreando sangre por el suelo.
Los padres de Percy estaban tirados sobre el suelo. Había sangre en el suelo, cerca de ellos.
Chapter 39: Acercamiento
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No podían simplemente negarse a ayudar o ignorar la realidad que le tocaba vivir a Artemisa. La orden había sido del todo clara: nadie debía intervenir en la nueva vida mortal de Artemisa y debía a partir de allí valerse por sí misma en el mundo mortal hasta que Percy Jackson renaciera y el decidiera si había tenido suficiente de ello o debía permanecer el resto de su vida mortal en el exilio. Pero para ellas fue difícil poder seguir esa orden, por lo que decidieron hacer algo al respecto sobre todo con la epidemia global que se había desatado y que estaba trayendo gran mortandad. Tuvieron que cobran un gran favor a Asclepio para poder dar con un inmunizador efectivo para esto, pero también estaban sujetos a no intervenir en el destino de la humanidad.
Apolo se sentía culpable. Primero por no haber hecho nada por el hijo de Percy y segundo por haber metido a Percy en todo esto, tal vez si hubiera dejado que las cosas siguieran un curso natural no tendría que lamentarse de esto, pero quería lo mejor para Artemisa, aunque luego ella demostró que no estaba preparada para ello. Hestia por su parte sentía que todo el tiempo presiono a Artemisa a aceptar este matrimonio y eso había desencadenado que explotara contra Percy y su hijo.
Necesitaban ayudarla y evitar que la enfermedad global la tocara ya era mucho, afortunadamente tenía un lugar donde vivir, Percy había sido más que generoso para darle el apartamento que le dejó. No podían esperar menos de él. Poseidón había renegado diciendo que no merecía nada departe de Percy y reclamo demasiado sobre que debía valerse por sí misma y que si tenía que vivir en las calles que así fuera, hizo falta la intervención de Anfitrite y Atenea para poder hacerlo entrar en razón. De momento era lo mejor que podían hacer por ella ya que según las estimaciones de Asclepio tenía para por lo menos 1 año más en el mejor de los casos.
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Los protocolos eran sumamente tajantes y meticulosos, ningún semidios podía tener contacto con nadie fuera del campamento y del ámbito del mundo de los dioses, ya que al tener una fuerte resistencia podía desencadenar la gestación de nuevas y mejoradas variantes que podían ser traer funestas consecuencias, es por ello que tuvieron que permanecer en el campamento durante todo el tiempo. Los dioses aprovechaban para poder mantener una relación más cercana con sus hijos y poder librarlos de la miseria de estar confinados en el campamento durante todo el tiempo. Los dioses que más hijos tenían sin duda les acarreaba una agenda más prolongada y extensa durante el día para poder atenderlos y tener tiempo para todos ellos, que no era el caso de Poseidón. El solo tenía a Eskol. En su mente seguía pensando en Percy, pero su percepción infinita del tiempo le recordaba que tarde o temprano lo volvería a ver, pero no podía evitar sentirse nostálgico cuando veía a su nieto, porque le recordaba que tal vez nunca podría volver a ver a su padre. Había hablado con el consejo para poder concederle una inmortalidad parcial, pero había sido denegado porque no había ninguna acción o acto valentía que lo ameritara, no podían simplemente restarle el valor a la inmortalidad por simpatía.
En medio de eso Eskol empezó a aceptar las invitaciones de Tritón para pasar tiempo en la Atlántida con para poder familiarizarse y entrenar sus poderes de agua en un espacio seguro y lleno de mucho conocimiento. Tritón sabía que iba a amar la biblioteca de la Atlántida con toda la cantidad de textos antiguos y conocimiento contenido en pilas y pilas de escritos. Sabía que no podía decirlo en voz alta pero la misma Atenea venía de vez en cuando para pedir alguna que otra información. Era motivo de orgullo para ellos.
Cada que lo veía sabía que estaba en sus ojos la venganza, era un fuego que sabía que pronto incendiaría el territorio nórdico en busca de reclamar justicia por la vida de su padre, pero esperaba, no podían atribuirse el mérito por ello, sin duda tendría que dárselo a los padres de Percy el haber cultivado su mente en sus primeros años y a Travis que lo había entrenado tan bien que estaba a la altura de la formación que los príncipes de la Atlántida recibían, pero el biotipo de Eskol hacía que asimilara mucho mejor el ejercicio y la exigencia física. Siempre que Eskol se concentraba en algo no paraba de obsérvalo y darle vueltas con los ojos para poder entenderlo, sólo allí lo soltaba. Esta vez era una caja de accesorios para arqueros que habían llegado de la forja recientemente para la inspección de calidad. Sin duda Eskol no dudo en decir que sí cuando se lo propuso, estaba aquí para poder darle una probada a ello.
—Mi padre no me deja tener un carcaj de flechas infinitas —aún tenía esa rara habilidad de saber que tenía una deidad cerca. Ni siquiera se giró para saber que era su abuelo. Había pasado un año desde que lo había dejado en el campamento y lo había reclamado, le había dado su cabaña porque no se podía construir una para Percy mientras no estuviera vivió. La relación entre ellos se había vuelto más cercana y ya era parte de sus ofrendar regulares a la hora del almuerzo.
—Oh —Poseidón sabía que nada preparaba a uno para ser padre y que tal vez las cosas que el veía como normales en su pensamiento de abuelo del niño era para Percy cosas prohibitivas por un pensamiento completamente distinto.
—Dijo que debo aprender a hacer mis flechas y sobre todo aprender el valor de cada disparo —Eskol en realidad no odiaba la idea que su padre quería enseñarle, con pesar recordaba aquella vez en el bosque donde tuvo que usar cada flecha con sabiduría para no ser atrapado por las cazadoras.
—Una buena lección —Poseidón le dio un ligero golpe en el hombro. Sabía de lo que estaba haciendo con Atenea entrometiéndose en las largas marchas y entrenamiento que tenía con las cazadoras solo para doblegarlas. Cuando se había enterado no había podido evitar reírse y sentirse orgulloso, no iba a tomar el camino más fácil de molerlas en un combate, pensaba minarlas poco a poco, había tiempo, lo lograría, no podrían resistir.
—Es un dolor hacer cada flecha —para cada arquero su flecha es la mejor y seguramente Eskol había probado muchas flechas, pero no se le acomodaban.
—Cuando hayas aprendido la lección seguro te dejará tener uno de esos —el pensamiento de que su padre le permitiera tener uno de esos carcaj le hacía ilusión, sin duda quería verlo. Había sido desgarrador cuando por fin Atenea y Poseidón le habían hablado sobre cómo se había desvanecido Percy. Le ardían las venas y la sangre se acumulaba en sus ojos cuando pensaba en ello con el solo pensamiento de estar listo para poder cazar a los animales que le hicieron eso a su padre. Conocía la historia, conocía el ritual, conocía sus derechos y podía vengar a su padre en cualquier momento. Iba a esperar ser lo suficientemente fuerte como para retar a Atenea y luego a su abuelo, entonces iría.
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Se le había helado el cuerpo cuando vio esa imagen. Empezó a ponerse nerviosa y sentía que todo esto había sido un gran error, rogaba a todos los dioses que no se tratara de lo que pensaba que podía ser. Lentamente se acercó al cuerpo de Sally, con temor llevo su mano al cuello de ella para ver ti tenía pulso, pero no llegó a tocarla cuando sintió que alguien la agarraba del tobillo. Quiso gritar, la adrenalina se le subió a la cabeza.
—Ayuda —era la voz de Sally solo que mucho más ronca, la toco sin dudarlo, estaba ardiendo en fiebre. Se puso nerviosa, no sabía de qué se trataba todo esto. No tenía tiempo para preguntar que era la sangre y los vidrios en el suelo, tampoco que había pasado con su esposo, ella necesitaba atención cuanto antes. La tomo del suelo y con mucho cuidado la puso en la cama, luego fue a ver a Paul, mismos síntomas, la respiración de Paul era más pesada y el aire viaja lentamente y sin fuerza. No podía quedarse sin hacer nada, ni siquiera lo pensó y fue hacia el baño con unas toallas para humedecerlas, no podía pedir ayuda a los dioses, era inútil. Sabía lo que tenía que hacer, primero los estabilizaría y alimentaría para luego ir a buscar ese balón de oxígeno que tenía en casa para Paul.
Pedaleó tan fuerte como pudo por las calles casi vacías mientras le faltaba el aire para no bajar el ritmo. Ya se había encargado de poner en la cama a Sally, llevó a Paul a la otra habitación, debía aislarlos, eso era lo primero, luego de ello los había arropado lo mejor que pudo. Era un apartamento, no tenían una chimenea, pero había visto troncos de madera de fresno blanco en la habitación de Sally. Esa madera era sumamente valiosa para hacer flechas, seguramente eran del hijo de Percy. La palabra se le atragantaba en la boca de saber de quien se trataba, el muchacho había demostrado un arrojo y una valentía sin igual. La forma en que había dispara sobre sus flechas con una precisión sin igual eran desafiantes. Cada flecha que lanzó tuvo un destino seguro, no contó ninguna flecha que hubiera ido a para al bosque y que no hubiera llegado a alguna de sus cazadoras. Luego de ello había tenido mucho tiempo para saber sobre la herencia de la que provenía. Era hijo del dios de los arqueros, eso lo explicaba todo.
Cuando llegó a casa ni siquiera se detuvo a ver como estaban sus inquilinas, no tenía tiempo para ello, simplemente tomó el balón de oxígeno que tan útil había sido durante este tiempo y salió corriendo no sin antes tomar las pastillas que había encontrado en su puerta y que habían servido para poder acelerar la recuperación de sus roomies, seguramente serviría para Sally y Paul. El frio estaba quemando sus labios, ni siquiera se había percatado en cubrirse apropiadamente porque iba a una velocidad que no le molestaba, pero ahora sí que estaba haciendo estragos en su cara, sentía un hormigueo en toda la cara y sentía que sus labios se cuarteaban, también sentía que su pestañas estaban frisándose. Era parte del invierno inclemente de este año.
Les di la medicación y puse el balón de oxígeno en la habitación donde estaba Paul para luego ir a la cocina, debían comer algo, no era la mejor de las cocineras, pero por lo menos una sopa caliente podría darle, por lo que empecé con mi labor. La casa se sentía fría por lo que no dudé encender unas bellas estufas de cuarzo. Tendría que quedarme vigilándolo durante la noche, se veían como que tenían un par de días en el suelo por lo que me preocupó que nadie se hubiera percatado de ellos, pero luego todo tenía sentido, el Olimpo estaba en un cierre total de comunicaciones con el mundo normal, no podía pensar en que hubiera pasado si es que no hubiera pensado en venir a verlos. Al comienzo solo fue un pensamiento recurrente de pura culpa, ahora se trataba de ser útil, tenía los medios para ayudarles.
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5 DÍAS DESPUES
Habían sido noches largas en las que Artemisa había tenido que sacrificar sus horas de necesario sueño para poder cuidar de Sally y Paul. Por un momento pensó en ir a las puertas del campamento mestizo y hablar a la nada sobre el estado de los padres de Percy, pero no había forma de que eso cambiara las reglas de no contacto. Sentía que no había sido una casualidad, así que no pensaba irse hasta sentir que estaban completamente recuperados. En medio de los días en las que prácticamente estaba sola en el apartamento se había tomado un tiempo para poder recorrerlo y lo que vio sin duda le había hecho sentir una punzada de culpa en el corazón. En el cuarto donde estaba Paul que sospechó era el cuarto de Percy había muchas fotos colgadas en cuerdas templadas en la pared. Había fotos desde su época de semidios.
Fotos de ella. Annabeth.
No sentía celos, no, no podía albergar eso en su corazón, la respetaba, por lo que había demostrado como semidios y por lo que había hecho por ella en esa funesta escena que unió sus destinos, sobre todo con Percy. Pero veía algo particular que no había visto nunca más en Percy al menos no con ella: felicidad, era una sonrisa que solo había visto de lejos, una sonrisa que solo podía ver nuevamente en las fotos que tenía con Eskol. Toda clase de fotos, fotos en sus primeros años con Sally y Paul, fotos en sus primeros días de estudio, Paul había sido su tutor desde el inicio, fotos en viajes solo con Percy y también veía a Travis en estas fotos.
Sentía un poco de incomodidad.
No tenía cosas como esas en su vida: recuerdos inmortalizados. Todo lo que siempre había tenido en su vida era memorias, de la caza, de situaciones de mucho orgullo o de cosas triviales, pero nunca como lo que Percy y Eskol compartían aquí. Tenían fotos donde se veían felices, tenían un apartamento al que llamaban hogar, tenían personas a las que llamaban familia, amigos. Recordaba con nostalgia a su caza, compartía muchas cosas con ellas, convivencia, camaradería, pero fuera de esos nunca había fotos, no había viajes de vacaciones, no había familia a la que tratar con normalidad, no había amigos, todo en el mundo de los dioses eran relaciones solamente, gente que se conocía y que se sabía aliados unos de otros. Pero aquí veía fotos de gente que se amaba. Sintió que se le atragantaban las emociones. En el fondo no quería ver como Percy era feliz fuera de su amargado matrimonio y de manera inconsciente y repetitiva había buscaba hacer miserable la vida de todo aquel que desnudara su propia infelicidad.
No sabía al día de hoy si debió o no haber perseguido a un niño que no era precisamente de Percy, lo había acogido como suyo, pero lo que más rabia le había dado es que se lo había escondido por más de 10 años. Sentía que había buscado burlarse de su unión para tener su propia familia, su propia realidad, sus propias reglas. Eso la había hecho estallar. Eso y la forma en como había disfrutado de burlarse de sus cazadoras y reírse con Travis y Eskol sobre ello.
—Agua… —el susurró de la voz de Paul llamó su atención. Habían tenido días calmados, la fiebre se había mantenido, pero ya no en la magnitud en la que les encontró. Artemisa le sacó la mascarilla, no sabía si tenía o no los ojos abiertos, pero no importaba.
—Tranquilo, toma un poco —Paul sorbía el agua con dificultad, pero no había prisa, lo importante es que se estaba recuperando. Paul parpadeó un par de veces tratando de aclarar su visión y entonces la vio. Pensó que estaba en un mal sueño, de esos que vienen de vez en cuando para arruinarte la mañana.
—Tu… —Paul susurró con toda la dificultad que traía encima. Le dolía todo el cuerpo, sentía que estaba ardiendo y aún podía recordar porque se había desmayado en el suelo. Sally había mal, con un poco de malestar al igual que él y aun así estaba arreglando un poco la casa, llevando un jarrón para poner unas flores y había trastabillado y el jarrón de vidrio se había roto cortándole un poco la mano, cuando Paul había visto la sangre se había desmayado, lo suficiente como para que la temperatura empezara a subir y luego no recordaba más.
—Lo siento, no quería asustarte, yo, yo soy —Artemisa trataba de explicar, pero no había de donde agarrar esto, no podía simplemente decirle soy yo suegro. Paul le dio un mirada un tanto cansada.
—Se quién eres. Artemisa, la esposa de Percy —cuando Paul dijo la última parte sintió que algo le picaba en el corazón de escuchar ese título. Se sintió un tanto extraña y curiosa.
—¿Cómo? No recuerdo habernos visto antes —Paul esbozó lo que podría ser una sonrisa, pero no era una de satisfacción, no se esperaba tener que ver a la esposa de Percy en estas circunstancias, cruel destino que planteaba un situación tan irónica, para Sally y para él era la persona que había desencadenado una desgracia tras otra. Eso y la desaparición de Percy. Sabía que en la memoria de su nieto la figura de Artemisa era la que podía detonar la peor de las explosiones de ira.
—Somos sus padres, las fotos —sentía que debía por lo menos hacerle sentir toda la frustración que le había provocado en todo este tiempo. Cada año que había pasado había sido duro para Sally, había días en que lloraba, pero nunca cuando Eskol había llamado antes del inicio de esta maldita enfermedad que ahora también les había tocado a ellos.
—No veo ninguna aquí —Artemisa sentía la tensión en las palabras de Paul, no podía juzgarlo o mucho menos recriminarlo, se merecía el desprecio de los padres de Percy por lo que le había hecho a Eskol.
—Esta es para los recuerdos felices —cuando dijo eso, sí que le dolió ya sabía que podría recibir algo de eso, pero básicamente le dijo que ella era un mal recuerdo. Eso le dolió.
—Ouch, bueno me gané eso —trató de maquillar la situación, pero Paul se dio cuenta de ello y por primera vez sintió que al menos le había devuelto un poco de lo que le había hecho a Eskol, aunque tenía dudas sobre si sabía lo de Percy.
—Más que eso si tengo que opinar —Artemisa le dio una sonrisa torcida de aceptar que merecía esto muy a pesar de lo que había hecho por ellos. Iban a ser conversaciones incomodas.
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De regreso al campamento la vida para Eskol se había vuelto un poco aburrida, sobre todo por su rutina de siempre hacer todo dentro de los límites del campamento. Cuando su padre aún estaba vivo siempre había nuevos lugares, nuevas emociones, ahora todo era casi lo mismo, eso lo estaba empezando a aburrir, Travis lo sabía, pero aún no se sentía cómodo de llevarlo fuera del campamento, no era que no estuviera listo, pero sentía que aún podía estar dentro de los límites y seguir puliendo sus habilidades. Algo le molestaba, no había visto una muestra de poderes relacionados con el mar. Eso le preocupaba porque no estaba seguro si estaba reprimiendo sus poderes por las emociones encapsuladas a excepción de cuando había estado con Sally y Paul o porque simplemente no los tenía. Si que sabía que lo relacionado con las armas y un alto sentido del deber que lo llevaba a concentrarse de una manera increíble. Pero no podía llevarlo a fuera sin saber que podía controlar sus poderes, porque en batalla o una misión sería muy malo un descontrol.
Para Eskol había un objetivo: ser el mejor para poder desafiar a Atenea y a Poseidón antes de ir a tierras nórdicas en busca de venganza. No sabía si alguno entre sus abuelos, Travis, Katie o Poseidón sabían que había en su mente, pero no podía importarle menos, tenía su objetivo en mente y no iba a descansar hasta vengar a su padre, para ello la alianza con los hijos de Hefesto y en este último año con Liz había traído grandes ganancias a sus arcas, la gran idea de Liz había sido usar su reciente descubrimiento de que podía, con ayuda de su magia, condensar el poder de los semidioses impregnarlo en alguna arma especifica. Empezaron a crear armas mágicas, pero para poder hacerlo rentable hicieron que fuera de un solo uso, así siempre tenían a los semidioses con nuevos pedidos, al comienzo Eskol se había sentido un maldito embustero, pero al ver que gente como los hijos de Hermes lo pedían con mucho entusiasmo para sus bromas sí que dejo de sentir remordimiento alguno.
Para Liz era un trabajo desgastante, pero al haber sido la de la idea sí que quería llevarse su parte del trato y con su habilidad estaba demostrando gran porvenir como una hija de Hécate. En medio de su cabaña ya tenía su reputación de ser alguien perspicaz, la cabaña de Hécate no tenía grandes guerreros en su historial, pero si a gente de mucho ingenio en el uso de la magia para dar ventaja contra los oponentes. La diosa de la mágica había visitado el campamento ocasionalmente para ver el progreso de Liz en las artes mágicas y entender cómo es que podía dominar ese nivel de conjuros, se dio cuenta que mucho tenía que ver la literatura que le traía cierto semidios, eran textos antiguos y en muchos casos de magia que estaba reservada para lectura de dioses. No podía quedarse quieta por saber los motivos detrás de ello.
—Sal de ahí —Eskol tensó su arco hacía unas rocas en la playa. Se había terminado el divertido control de calidad del nuevo armamento de la Atlántida. Era una de esas cosas que le ayudaban a despejarse, su tío Tritón le había buscado un par de veces para sacarlo del campamento. Sintió esa punzada. —No lo volveré a repetir —su voz sonaba a amenaza esta vez, su capacidad para evitar que su voz le traicionase había mejorado.
—Tranquilo —de entre las rocas salió Hécate con una mirada un tanto intrigada de si realmente hubiera estado dispuesto a dispararle. Cuando Eskol la reconoció bajo el arco e hizo una pequeña reverencia.
—Mi señora, una disculpa, no sabía que eras tu —Hécate sonrió ligeramente, ya se había atrevido a preguntarle a Liz cómo era el muchacho porque muchos rumores había sobre él, pero seguía siendo enigmático.
—No hace falta —Eskol se levantó y la miró con algo de curiosidad de porque estaba siendo emboscado por la madre de Liz.
—Eres la madre de Liz —la voz de Eskol era segura y no le daba a Hécate ninguna muestra de que le temía. Ella le asintió y en su mente estaban las palabras de su hija: no vayas a hacerle alguna cosa rara, no es un juego, realmente es muy bueno con el arco. No sabía si era cierto la última parte, pero al verlo tensar su arco con determinación supo que tal vez no iba a dudar en dejarla salir.
—Tu debes ser el famoso hijo de Percy Jackson —para Eskol reconocer a los dioses se había vuelto un poco más sencillo reconocer a los dioses, pero no esperaba encontrarse con la madre de Liz, al menos no así.
—No creo ser famoso, pero sí, soy su hijo —no podía sentir menos que orgullo que lo reconocieran como tal. No tenía una cabaña propia, pero todos hablaban de su padre con respeto. Eso era suficiente para él.
—Quirón no deja de hablar de que tu empresa con mi hija y la cabaña de Hefesto va tan bien que pronto podrán tener su propio campamento con la riqueza que han amasado —Eskol se sentía orgulloso de ello, era lo mejor que podían decir de su emprendimiento.
—Bueno, quiero pensar que somos emprendedores exitosos —Hécate le sonrió divertidamente.
—¿Cuál es tu interés en mi hija? —cuando Hécate lo miró a los ojos solo vio a un niño normal, común y corriente que se asustó por esa clase de preguntas, pero fue breve, luego de ello volvió a ver la mirada fuerte que ahora tenía.
—Waaaaaaa sí que eres una madre muy directa —Eskol recompuso su nerviosismo que casi lo traiciona, su abuelo Paul siempre le había instruido en cuanto a cómo relacionarse con la gente, pero esto superaba sus lecciones. —Seguramente Liz ha sacado eso de ti —trato de no demostrar debilidad, no podía permitirse olvidar eso.
—Seguramente no debo repetir la pregunta —Eskol esperaba que la conversación no fuera para ese lado. Era incómodo.
—Eh, no, claro que no —para Hécate era también un poco difícil hablar sobre Liz con el hijo de Percy. —Somos socios de negocios —esa respuesta sí que la sorprendió, esperaba un solo somos amigos, pero no algo tan definido y distante.
—¿Por qué me encuentro con textos antiguos de magia en niveles que ninguno de mis otros hijos conoce? —Eskol hizo una mueca frunciendo el ceño, no esperaba verse interrogado por eso.
—Sobre eso, digamos que tengo acceso a la biblioteca de la Atlántida —la cara de Hécate fue un premio para Eskol que vio una sorpresa que tal vez no esperaba ver.
—Pero esos son libros avanzados, deberían estar resguardados ¿Qué hiciste? —no iba a decirle, pero tampoco tenía sentido ocultarlo porque estaba con una diosa que con un par de chasquidos podría sacarle la verdad.
—¿Será nuestro secreto? —Hécate entrecerró los ojos.
—Eres demasiado enigmático, Eskol. Mi hija me lo advirtió —Eskol le dio una sonrisa tímida. No lo pretendía, pero le gustaba ser visto como alguien difícil de descifrar.
—¿Tu palabra? —le extendió la mano, pero nunca llegó el de la diosa mágica.
—Mi palabra —fue seco y frío.
—Digamos que tengo una curiosa habilidad para controlar esos líquidos que pueden hacerte ir corriendo al baño. Fue un trabajo de paciencia —Eskol había estado trabajando en su control de líquidos, lo había empezado haciendo con él mismo luego de la experiencia en casa de sus abuelos donde había terminado perdiendo el control. Se dio cuenta que su capacidad para concentrarse podía llevarlo a las profundidades del cuerpo de sus oponentes para controlar el flujo de líquidos hacia determinadas partes del cuerpo, era un inocente recurso cuando quería despistar o distraer a alguna persona y también un arma mortal cuando concentraba fluidos en partes del cuerpo generando un presión mortal, se dio cuenta que no podía hacerlo en combate, necesitaba entrar en ese estado de suma concentración para focalizar su energía y enlazarla a su oponente y eso consumía toda su energía.
—Rayos, eso sí que suena desesperante —no podía ni imaginarse cómo había logrado deshacerse de los guardias de la biblioteca privada. —Supongo que no has sido detectado —Eskol asintió, pero luego negó rápidamente.
—Bromeas, mi tío Tritón me agarró saliendo de allí y me dio una paliza la primera vez —esa ocasión había terminado en la enfermería por la forma descuidada que en la que había usado su poder, ellos dos mantenían algunos secretos, este era uno de ellos. —Afortunadamente no se opuso a mi emprendimiento siempre y cuando lo devolviera a salvo —para Tritón el conocimiento no le podía ser negado, solo esperaba no estar criando a un monstruo.
—Tengo curiosidad el por qué ayudas a mi hija con sus habilidades cuando las tuyas parecen no haber explotado del todo —Eskol hizo su mejor cara de vergüenza por las palabras de la diosa que al parecer se tragó ese acto.
—Somos socios, su progreso es bueno para el negocio —la cara de asco de Hécate no se hizo esperar, sintió un poco de decepción. Eskol entró en una gran encrucijada, Travis le había enseñado que cuando era interrogado por un dios tratara de ser lo más pragmático y frío posible, eso evitaba que alguno de ellos lo manipulara por sus emociones y sentimientos.
—Siento que ves a mi hija solo como un flujo de magia para tus armas —Eskol se arrepintió de ello, pero no había vuelta atrás.
—Si lo dices de esa manera suena mal —Hécate quería chasquear los dedos para convertirlo en un insecto por un par de días por sus palabras. —Tu hija y yo nos conocemos antes del campamento —cuando lo escuchó la diosa de la magia no pudo evitar acordarse del estado en que había encontrado a su hija en el campamento de Travis, llena de marcas de jeringas en sus brazos, tanto que lloro desconsolada por la forma tan denigrante en que había dejado que su hija viviera. Tomo varias horas antes que se recuperara y aún más para que siquiera quisiera dirigirle la palabra.
—Eso lo sé, según lo que recientemente me dijeron ayudaste a Travis a rescatarla —Eskol se rio, no podía creer que le habían dicho tan mentira a la diosa.
—¿Ayudarlo? yo cargaba a Liz en una lluvia de balas para sacarla del hoyo donde estaba —Hécate sintió un dolor en pecho cuando escucho la última parte, pero a su vez pensó en que Eskol sentía que le estaban robando el crédito.
—No sabía eso —Hécate sabía que Travis había traído a su hija y no había nadie más en el campamento cuando ella llegó.
—Mataré a Travis —susurró el hijo de Percy, sabiendo que iba a cobrar esto. —Siempre se lleva el crédito —Hécate sonrió, al parecer no se perdía la costumbre de buenas bromas entre ellos.
—No puedo creerlo, con razón te tiene tanto cariño —la cara de Eskol se puso pálida, tragó ruidosamente para luego ponerle un toque de disgusto a su mirada.
—Hablas de cariño como si yo fuera un cachorro —se sentía un poco perturbado por el uso de ciertas frases o palabras que estaba usando la diosa sobre ellos.
—Bueno digamos que estas en esa parte de tu vida —no pudo entender de que hablaba, pero supuso que se trataba de eso que su abuelo Paul le advirtió hace un tiempo, que iba a sentir cierta repulsión por las niñas, pero que no debía ser grosero, sólo era parte de la vida, luego sucedería lo contrario.
—Ni lo digas, no quiero saber —Hécate sonrió mientras ya casi estaba por ocultarse el sol.
—Me da curiosidad saber todo lo que puedes llegar a hacer, Eskol —Eskol también tenía curiosidad, sus habilidades se resistían a desarrollarse como él quería, pero estaba resuelto a no rendirse y explotar todo, todo antes de que su padre regresara.
—A mí también, de momento solo estamos aquí —se sentía encerrado, eso no podía negarlo, toda esta epidemia global lo había limitado a solo operar en el campamento y en la Atlántida, no había más oportunidades de entrenar con Atenea y las cazadoras ni ver a sus abuelos, cero comunicación y solo podía rogar que estuvieran bien.
—¿Puedo pedir un favor? —Hécate lo miró curiosa, que podría querer de ella si tenía en Liz a alguien más que decente para sus proyectos. Ella asintió. —Como sabes, la diosa Iris no puede conectarnos con nuestras familias… —ni siquiera lo dejó terminar.
—Tus abuelos —Eskol asintió mientras esperaba una respuesta positiva.
—Por favor —le rogó, esa fue algo que no esperaba, pero entendía el por qué, sin Percy no había que pudiera cerciorarse de ello y había vivido con ellos todo el tiempo.
—A cambio pediré algo, suena justo ¿no? —solo quería ver hasta donde podía forzarlo.
—Lo que sea —Hécate negó rápidamente.
—No deberías aceptar así sin más —Eskol sabía que no, pero se trataba de lo más importante para él. Había quería pedirle a Atenea que le hiciera el favor, pero no quería ponerla en una mala posición.
—Son mis abuelos —Hécate entendía eso, empezó a mover sus manos con pequeños hilos de color verde y lilas, debía ser suficiente para poder ver lo que pasaba allí.
—No digas que no te mostré mi agradecimiento por Liz —luego de ello apareció un humo verdoso.
—Tendrás el mío —sabía que estaba dando una promesa, una deuda y que tarde o temprano tendría que pagar. Hécate tomo su cabeza y junto a la suya la metieron en el humo para aparecer en el cuarto de sus abuelos, donde estaba Sally con una compresa en la frente y tiritando en el cuarto.
—Abuela… —susurró y rápidamente sacó la cabeza de allí. —Debo salir de aquí —sabía que podía costarle una buena reprimenda y algún que otro castigo, pero no podía simplemente quedarse sin hacer nada.
—Conoces las reglas —le exhortó la diosa de la magia, pero en el fondo no podía decirle no, era sus familia, ya había perdido a su padre en una situación muy lamentable, que había llegado a los oídos de todos en Olimpo.
—No hay quien cuide de ellos —le rogó comprensión, pero no iba quedarse si es que encontraba una negativa, empezó a concentrarse, sabía que esto lo podía dejar tirado en la mitad de la nada, pero debía probarlo ahora mismo.
—No debes dejar el campamento —Hécate cada vez se ponía más nerviosa porque sentía que deliberadamente estaba bajando su persuasión para que terminara por irse.
—Lo siento, no debía mostrarte esto, pero es emergencia, cuento contigo para no decir nada, menos a Travis —Hécate se sintió curiosa de lo que iba a presenciar.
—Ya me deberías algo —Eskol sintió que se estaba aprovechando de las circunstancias, ya casi estaba llegando al nivel deseado para empezar su viaje a lo desconocido.
—Valdrá la pena —susurró mientras sentía que dentro suyo eclosionaban burbujas que le causaban muchas cosquillas y cierta incomodidad, no quería terminar manchando sus pantalones delante de la diosa.
—Entonces cuidarás de Liz —sonaba como que debía pregunte de que o que debía cuidarla, pero no iba a ser un problema, estaban en el negocio y debían cuidarse mutuamente, pero eso no era tema para esta conversación.
—Parece estar haciéndolo bien —le dijo a la diosa y luego de ellos sintió que su cuerpo entero se derretía para caer en la arena de la playa formando un charco.
—Este chico será un dolor de cabeza —quería reírse, pero luego de ello empezó a avanzar convertido en un cuerpo de agua contenido, tomaba toda su concentración no dejar ninguna partícula de agua tirada, podría faltarle una oreja al culminar su viaje. Hécate se quedó impresionada, si lo que había visto en los ojos del hijo de Percy era cierto entonces no había nadie más que pudiera vengar a Percy que su mismo hijo. Tenía en su mirada el desafiar a cualquier deidad sin temor a las consecuencias, solo esperaba que no hiciera algo imprudente antes de tiempo.
Chapter 40: Reencuentro
Chapter Text
Le tomó demasiado esfuerzo y tiempo poder trasladarse por la tierra, asfalto y otras superficies sin dejar nada en el camino. Cuando finalmente estaba cerca del apartamento de sus abuelos y estaba en solitario volvió a forma natural, estaba transpirando y sin energía, necesitaba recuperarse un poco. Los suspiros fueron largos y profundos, pero no podía detenerse.
Cuando entró por la puerta a toda velocidad no estaba preparado para lo que tenía delante suyo: la esposa de su padre, Artemisa, con una bandeja de comida rumbo a su habitación. La cara de Artemisa fue de terror, pánico y finalmente de vergüenza cuando se cruzó con la mirada desafiante de Eskol que rápidamente froto su anillo y tenía su arco en mano y su carcaj en la espalda, luego de ello tensó el arco apuntando a la cara.
—¿Qué demonios haces tu aquí? —no gritó, no quería asustar a sus abuelos, pero la forma en que lo susurró hizo que se le helara la sangre a Artemisa que casi tumba la bandeja de comida. Miró para todos lados con temor de que esto pudiera terminar mal para ella.
—Yo… yo —estaba empezando a temblar, conocía su condición actual que no le iba a permitir en igualdad de condiciones. Iba a perder contra él. Lo sabía.
—No repetiré la pregunta —Artemisa lo miró, pero no pudo mantener la mirada porque sus ojos tenían dagas que la atravesaban sin compasión.
—Eskol… —cuando dijo su nombre los ojos de Eskol explotaron y sus manos temblaban por dejar salir esa flecha y terminar con esto. Pero en su mente estaban las palabras de Travis que le había dicho que su padre no quería que hiciera nada estúpido solo por venganza.
—No te atrevas ¡No te atrevas a decir mi nombre! —la forma en como le gritó hizo que terminara de tirar la bandeja haciendo un ruido que despertó a Paul.
La respiración de Eskol era pesada era dura y llena de ira. Artemisa lo sabía, sabía porque estaba así. Paul ya le había contado las cosas y su gran temor estaba frente a ella el ver a la cara al hijo de su esposo, quien había terminado por desvanecerse de la forma más brutal que Paul había podido contárselo. Paul no se había guardado ningún detalle ni había omitido la brutalidad de las forma en que había sido tratada. Había llorado al contárselo, amargamente y Artemisa había escondido la cara de vergüenza y con lágrimas también de saber qué es lo que todos sus actos habían desencadenado. Eskol se había quedado sin su padre y también había tenido que enterarse de la brutalidad con la que había sido tratado.
Eskol estaba cegado de la ira que lo inundaba, recordaba cada momento con Percy, cada momento que había robado de sus obligaciones como dios para poder estar con él y Artemisa le había robado todo eso. No quería ignorar eso, quería acabarla, podía con la ira de los dioses solo con saber que no iba a ver su rostro otra vez.
—Eskol —la voz de Paul lo saco de su trance para ver sus ojos llorosos, su abuelo se veía frágil, estaba más delgado y caminaba con dificultad. En un momento trastabilló y Eskol no lo dudo dos veces en soltar el arco y saltar hacia donde esta Paul y sostenerlo una fuerte caída.
—Abuelo, no, no —Paul se aferró a él, no quería verlo consumirse por la ira, pero sabía que no iba a poder detenerlo por mucho tiempo. —Necesitas descansar —Paul asintió mientras se aferraba a él y trataba de llamar la atención para que se concentrara en él.
—No deberías estar aquí —Eskol sabía que su abuelo tenía razón, no debía estar aquí, seguramente lo mandarían a un encierro al enterarse de ello. No le importaba.
—Bromeas, tuve que pedir un gran favor para poder ver que estaban enfermos —seguramente Hécate tenía alguna cosa en mente con su idea de que debía cuidar de Liz.
—Tiene razón, puede ser peligroso —la voz de Artemisa se escuchaba temerosa, pero no pudo callarse, era su mejor opción para que Eskol no se centrara en ella.
—¡Cállate! Cuando salga del cuarto espero que te hayas ido y no vuelvas más —Artemisa retrocedió mientras Eskol se alejaba con Paul. No iba a tener piedad si la seguía viendo en la casa de sus abuelos. —Tienes suerte que mis abuelos están en casa o te haría pedazos yo mismo, pero la próxima vez que nos veamos tendré tiempo para ello —no lo gritó, pero sintió pánico al ver la mirada mortal de Eskol, el mismo Paul sintió que le recorrió un escalofrío al escucharlo.
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Le temblaba el cuerpo entero, sabía que había estado en una situación límite en el que podría haber perdido la vida. Cuando estaba bajando se topó con un Travis que estaba en la puerta del edificio con una mirada asesina.
—No vuelvas a acercarte a ellos, no lo mereces —Artemisa solo asintió, pero luego sabía que no podía quedarse callada. Muchas cosas le avergonzaban, pero haberlos ayudado no.
—Solo estaba aquí para ayudar —Travis tenía las ganas contenidas de darle su merecido por la puñalada que le había dado a traición cuando raptaron a Eskol. Artemisa sabía que se estaba conteniendo.
—¿No hiciste suficiente o crees que te faltó algo? —las palabras de Travis eran venenosas.
—No fue mi intención… —Travis escupió al suelo, ya no le importaba en lo más mínimo si se trataba de la esposa de Percy, era un mero título.
—Sabes, ese siempre fue tu problema —esta vez Travis hablaba para lastimar.
—¿De qué hablas? —Artemisa se sentía abrumada de tener que toparse con dos de las personas más leales a Percy, su hijo y Travis. Sin hablar de cómo le había hablado Paul. Afortunadamente Sally aún no había despertado, estaba muy débil aún.
—Ni siquiera lo sabes, eres patética —luego de eso Travis pasó de ella y siguió hacia donde esta Eskol con sus abuelos, sabía que tendría que dar una larga explicación del porque estaba aquí, pero no podía quitarle eso, tendría que improvisar y ponerlo a recaudo. Cuanto antes mejor.
Ninguno de ellos lo sabía, pero Apolo estaba escuchando todo lo que habían hablado. Sabía que no podía hacer nada para defender a Artemisa, pero tampoco pensaba dejar que la asesinaran sin más. Tenía una gran disyuntiva entre lo que Artemisa merecía y lo que podía dejar que hicieran.
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—Debería, enserio debería golpearte —Travis hizo el amago de pegarle, pero Eskol sabía que no lo haría. Siempre que tenía que enseñarle una lección eran kilómetros de kilómetros corriendo.
—No podía quedarme sin hacer nada —le susurró porque no quería que sus abuelos escucharan que fuera regañado.
—Yo estaba por llegar —Eskol no había hablado con Travis por lo que no sabía cómo es que había dado con él.
—Los abuelos llevaban días enfermos, eso no podía dejarlo pasar —cuando escuchó eso se sintió un poco culpable por no haber venido antes a verlos. En cada misión secreta se tomaba un tiempo para pasar y ver que estuvieran bien, pero sus últimas misiones le habían tomado más tiempo del necesario. Eso y no perder el paso de Váli.
—¡No deberías estar aquí, podría ser peligros para ellos, para ti! —le dio un ligero golpe en nuca que hizo que Eskol perdiera un poco la paciencia, aún estaba con la adrenalina de su encuentro con la esposa de su padre.
—¡Son mi abuelos! —le dio un ligero empujón que hizo que Travis retrocediera.
—Lo sé, no te estoy regañando por preocuparte por ellos, sino por venir sin buscarme primero, mi deber es cuidarte y a ellos, si los dioses se enteran te confinaran —esa palabra le daba escozor ya habían pasado 2 años y no podía aguantar más tiempo recluido en el campamento, el palacio de su padre y la Atlántida.
—¿Quién podría decírselo? Yo no —Travis no podía creer que tenía cabeza para un comentario chistoso. Pero él lo había sentido, tal vez el sentido de Eskol no le había alertado de la presencia de Apolo por estar concentrado en Artemisa.
—¿Sabe que Apolo está rondando el vecindario? —Eskol le dio una mueca de desagrado. No sabía que sentir hacia el hermano de Artemisa, pero sabía que tarde o temprano se iba a topar con él en una no muy cordial escena.
—Maldición —casi podía sentir la voz de su abuela regañándolo por hablar así.
—No estoy diciendo que él vaya a hacerlo, pero si vio como amenazaste a Artemisa y más lo que yo le dije sin duda no se quedara de brazos cruzados —Travis temía por lo que Apolo podría decir o hacer, pero sabía que Eskol estaba preparado para poder resistir.
—¿Qué haremos? —Eskol no quería aún entrar en una gresca con Apolo o cualquier otro dios.
—Ya estamos aquí, qué más da unos días más para asegurarnos de que este a salvo —Eskol asintió mientras se dirigían al cuarto de Sally. —Pero debes llevar esto —Travis sacó de su mochila un traje de esos que usas para bioseguridad.
—Apenas podré respirar —Eskol se quejó a sabiendas de que no iba a poder huir de esto.
—Es eso o volver inmediatamente —tomo el traje, iba a ser muy incómodo, pero no había de otra, no iba a dejar a sus abuelos.
—Creo que podré sobrevivir —mientras se ponía el atuendo no pudo evitar mirar a Travis que tenía una mirada preocupada y estaba respirando pesadamente.
—¿Casi pierdes el control? —la pregunta le pegó en lo más profundo, se sentía un poco expuesto porque casi había dejado que la vorágine de emociones se descarga contra la persona que había hecho miserable la suya y acabado con la de su padre, la rabí a, la ira y furia contenida lo habían dejado emocionalmente debilitado.
—Casi —susurró mientras se limpiaba un par de lágrimas que no pudo controlar, al menos no lo iba a hacer delante de Travis, no quería dejar salir sus habilidades delante de nadie, aunque ya había fallado en eso con Tritón y Hécate.
—Ven aquí —Travis se sentía un poco mal, nunca había sido la parte cálida en la vida de Eskol, eso siempre había sido trabajo de sus abuelos y de su padre, pero ahora que ellos estaban mal de salud y Percy se había ido necesitaba saber que podía seguir siendo fuerte a pesar de todo lo que le tocaba pasar. Cuando lo abrazó Eskol recobró un poco de compostura, Travis siempre había sido una fuerza en su vida, esa fuerza de entrenar sin parar para poder lograr lo que quería. Hasta ahora había funcionado. —Algunas cosas toman tiempo, lo superarás —Travis sabía que necesitaba tiempo superar esto, era traumático, lo sabía, él mejor que nadie sabía que la perdida podía llevarlo a profundidades emocionales de las que es difícil salir.
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7 AÑOS DESPUES
El calor era apabullante, el jadeo incesante, no había forma en que pudiera seguir corriendo, la consolaba que iban cuesta abajo, pero el calor no lo hacía nada soportable. Llevaban 2 horas corriendo por el gran cañón. No soportaba más, esto era tortuoso, pero parecía que su compañero quien iba delante no parecía importarle y solo escuchaba sus arengas para que siguiera adelante. Habían pasado muchos años y una cosa era segura, no quería quedarse atrás en nada, no podía, no debía, quería seguirle el paso a como dé lugar, se lo debía, había estado para ella en los peores momentos de su vida.
No se había dejado nada para sacarla del hoyo donde vivía luego de que su padre muriera cuando era pequeña, vivían en un barrio peligroso, eso solo significaba que tu destino no podía ser el mejor siendo huérfano, sino que el camino que le toco recorrer de cuidados infantiles a las calles en manos de explotadores y proxenetas era corto. Odiaba su vida, su vida después de la muerte de sus padres se había desarrollado en las calles, pidiendo limosnas primeramente, desde temprano en las estaciones de trenes y paradas de autobús, cuando empezó a mostrar ciertos "dotes" para actos de magia la habían "ascendido" a tener su propio lugar en un parque para entretener a la gente, escuchaba aplausos y gente que se impresionaba con sus trucos, luego venía la gente que dejaba uno que otro dólar en su sombrero de copa y anhelaba tomar un par de esos billetes para llenar su estómago que le crujía toda la mañana, lo único que comía antes de empezar su acto era un pan del día anterior, debía aguardar hasta el medio día para volver a ingerir algo más y tomar agua.
Pero no era lo peor.
Cuando llegaba la noche la lanzaban a aquel hueco del que Eskol la había recatado, pero no sin antes darle su "medicación" para que durmiera a gusto decían riéndose los malditos que la jaloneaban con violencia para incrustarle una aguja e inyectarle quien sabe que cosa, pero que la hacía pensar lentamente, sentirse débil, sin ánimo y deprimida. Las noches transcurrían en un trance entre dormir y alucinar un lugar tranquilo y pacifico donde no tuviera que ser tratada como un objeto.
Sabía que para ella la línea de tiempo tenía un rumbo fijado. Luego de estos shows callejeros venían los grupos de carteristas en el metro y cuando fuera más grande y tuviera ciertas aptitudes terminaría en una esquina alquilando su cuerpo al mejor postor. Todo eso lo tenía más que claro, pero eso terminó la noche que Eskol había ido a por ella y la había sacado de su miseria, no lo había vuelto a ver sino hasta después de 2 años, pero siempre tuvo ese nudo en el pecho que le gritaba que no estaría allí si no fuera por él.
Luego estaba su madre.
Todo lo que había vivido se había quedado impregnado en su mente, cada golpe, cada pinchazo, cada sensación de hambre, sueño, dolor, enfermedad, soledad, depresión estaban contenidas en su mente y la amargura en su corazón. Pero no era estúpida. Sabía que no ganaba nada con escupirle a la cara a la que se decía ser su madre, eso solo sería un acto de desahogo y después hasta podría terminar en una zanja dependiendo del humor de ella. Lo único que podía hacer era no llamarla madre. Se lo había jurado a sí misma desde el momento en que fue parar a aquel hoyo. Hécate había ido al campamento de Travis cuando fue rescatada, pero lo único que había obtenido era una mirada vacía que la ignoraba, una voz apagada que la torturaba y un lenguaje frio que la condenaba como una mala madre. Hécate sabía que se merecía eso. Después de ver el estado en que había sido rescatada llena de marcas de pinchazos en los brazos, ojeras, estaba sucia y descuidada.
Luego de ello sucedió que era la única de sus hijos que no ofrecía nada para ella, pero si podía enterarse que ofrecía para Percy y eso le dolía. En su corazón podía entender por qué la estaba castigando así, pero no podía llegar a ella, cada vez que lo había intentado deliberadamente Liz se guardaba la sonrisa hasta que ella podía verla y como un mimo que pasa su mano por el rostro cambiaba a aquel rostro vacío y carente de emociones de aquella vez en que fue rescatada. Eso la estaba matando. Habían pasado 11 años desde aquella vez en que la había visto en ese estado y parecía que Liz había encontrado la forma de torturarla sin faltarle el respeto ni increparla o siquiera gritarle. Hécate quería que se enfureciera, que llorara, que le reclamara por qué la había abandonado a su suerte, pero Liz no iba a dejar que se saliera con la suya.
Eskol se había dado cuenta de ello poco tiempo después de salir de su confinamiento obligatorio por haber visitado a sus abuelos aun cuando las ordenes eran claras. Ni porque Poseidón era su abuelo se libró de aquel castigo y no iba a pedirlo tampoco, estaba dispuesto a asumir la culpa, jamás iba decir "soy nieto de" o "soy hijo de" para evitar asumir la responsabilidad. Había visto a Liz luego de algún encuentro con su madre, siempre había maquillado muy bien su estado de ánimo, pero siempre tenía los al borde de las lágrimas, él podía saberlo, en eso no podía engañarlo.
Sin embargo, había estado allí para ella, después de haber firmado ese acuerdo de colaboración mutua su relación se había vuelto más sincera y abierta, cuando las noches eran oscuras y las pesadillas no la dejaban dormir, con su habilidad se había escabullido a su habitación para pasar la noche conversando sobre el negocio, la vida, las misiones que ahora Eskol tenía con Travis o simplemente miraban por la ventana de la cabaña al cielo estrellado o la lluvia. Liz había ido progresando en sus habilidades mágicas a pasos agigantados, pero había un detalle, no tenía resistencia.
Eskol la había llevado a la Atlántida luego de ganarse el derecho de llevar a alguien por ganar el torneo de lucha con dagas que se había celebrado en las profundidades del mar, había terminado con un par de tajos en los brazos, pero había logrado vencer. En la Atlántida la había revisado a detalle, una gran anemia la invadía, no la habían identificado antes porque siempre tomaba algo de néctar y ambrosía que tapaba el problema de fondo, es por ello que no podía dar más en los entrenamiento físicos prolongados, fue necesario que tuviera tratamiento prolongado y Eskol la perseguía de un lado a otro para que tomara su medicación y se alimentara adecuadamente.
No volvió a ver a Hécate de manera personal, pero entendió porque le había pedido que cuidara de Liz. No se arrepentía, Travis se lo había dicho cuando se enteró de la condición de la hija de Hécate que hacía bien en ser un hombre y cuidar de ella, ya lo había hecho cuando eran niños, no tenía poque dejar de hacerlo. Las misiones habían mejorado para él luego de continuar con su entrenamiento de armas, la cantidad de semidioses que habían rescatado era satisfactoria y Travis ya le había permitido formar parte de las operaciones negras post rescate. Al cumplir los 18 años y haberse probado ante Apolo y Poseidón en combate se le había aprobado el poder formar parte activa del trabajo de Travis.
Algo en su cabeza le decía que estaban haciendo lo correcto porque nadie, literalmente nadie hacía nada al respecto de las condiciones en las que a veces encontraban a los semidioses, algunas condiciones peores que las de Liz. Las primeras veces había sido un poco traumático, sobre todo cuando terminaba con sangre en las manos, Travis no llegaba al punto de quitarles la vida, pero sí que los dejaba en un estado un tanto delicado como para que no volvieran a pensar en hacerle eso a nadie nunca más. Eskol no hablaba de estas cosas con nadie, eso solamente era conversación para Travis y bueno ahora Katie quien se había unido al equipo luego de tomar un curso para dar atención médica, había ayudado mucho que también tenía un dominio muy fuerte sobre las plantas y podía hacer creer plantas medicinales que simplificaban todo, aunque ella se quedaba en campamento base para dar la primera atención a los semidioses rescatados.
En medio del tiempo que Eskol permanecía en el campamento Liz le había pedido que le ayudara a entrenar, en la mente de Liz el campamento no era algo a lo que quería de manera permanente. Eso le preocupaba a Eskol, pero no podía negarle el entrenarla para poder defenderse sola. Sabía que en el fondo estaba gritando poder defenderse para no tener que volver a depender de su madre ni de nadie más. En la mente de Eskol estaba la idea de poder darle un nuevo sentido a su vida, sabía que en el fondo estaba buscando un propósito y él podía entenderlo, después de todos estos años había aprendido a sobrellevar la pesada carga, no había vuelto a ver a la esposa de su padre, pero sabía que aún estaba merodeando alrededor de sus abuelos, era una historia muy complicada y había decidido mantenerse al margen y concentrarse en lo que quería, ya casi estaba en el tiempo en el que no tendría que estar más en el campamento y cuando ese tiempo llegara sería su momento para partir hacia el mundo nórdico a buscar a su "padre" y cerrar el ciclo.
—Alto, alto por favor —Eskol escuchó la voz de Liz que estaba rogando para poder bajar el ritmo, pero no podía permitírselo. Él le había advertido que no sería para nada blando con ella.
—No, no pararemos hasta llegar a la base —Liz estaba odiándolo con cada paso que daban, no hablaban de gratitud, compañerismo, solamente lo sabían, sabían que estaban allí para el otro dando lo que tenían para el otro.
Ella siempre había estado allí para Eskol que necesitaba equilibrio en su vida un tanto maltrecha luego de la desaparición de su padre y las cosas complicadas con Artemisa. Eskol siempre estaba allí para darle lo que necesitaba, los medios para poder ser mejor, libros para mejorar sus poderes mágicos y ahora entrenamiento para mejorar su resistencia y que su magia fuera a otro nivel.
—Enserio, Eskol, mi cuerpo no soporta más —Eskol se reía porque podía oír su propia voz suplicándole a Travis hace muchos años y este lo ignoraba o le arrojaba pequeñas piedras para que siguiera avanzando.
—Eso es lo que piensas, en cuanto fuerzas tu cuerpo esas ideas se van, así que vamos —Liz se estaba desmayando, pero tenía que seguir, sabía que Eskol no la iba a salvar ni la iba a llevar a cuestas, eso ya lo había probado una vez y la había dejado botada en medio de la montaña y solo la había esperado en el campamento base. No tuvo fuerzas para golpearlo esa vez y no tendría tiempo para golpearlo en este caso.
Ni siquiera se molestó en calcular el tiempo que había pasado antes de ver las tiendas de acampada, pero sentía que se iba a desplomar del cansancio. Los pies ya directamente no los sentía, pero en fuego en sus piernas hizo que cuando se detuvo apenas pudo mantener el equilibrio que empezó a trastabillar, pero no llego a caer porque la mano de Eskol la sostuvo.
—Pensé que no ibas a tener compasión —Liz disfrutaba eso, burlarse de Eskol porque tenía serios problemas para poder interactuar con la gente y más con mujeres. Nunca lo hacía delante de otras personas, pero cuando estaban solo sí que lo fastidiaba. Él también lo hacía burlándose de su anemia y su falta de resistencia, pero siempre eran bromas entre ellos nunca había salido de ese entorno. Eskol tenía otras ideas en mente.
—Sus deseos son ordenes —luego de eso la soltó para dejarla caer.
—Demonios, Eskol, cómo puedes dejarme caer, apenas puedo sostenerme —Eskol empezó a reír sin control porque ni siquiera podía levantarse sin ayuda.
—Probemos algo nuevo —se acercó dónde estaba para tomar sus pantorrillas, no lo vio detalladamente, pero le pareció ver que sus mejillas se sonrojaban.
—Que… que… ¿Qué crees que estás haciendo? —para Liz esto sobrepasaba cualquier tipo de contacto que hubieran tenido previamente, siempre jugueteaban y se daban golpes, per extrañamente para Liz esta vez se sintió diferente que hizo que se avergonzara.
—No pensé que te vería balbucear alguna vez, esto se siente bien —Eskol no retiró sus manos de las pantorrillas de Liz mientras se concentraba, tenía una botella de agua cerca y esta empezó a salir de la botella para subir por las zapatillas de Liz, en cuando entro en contacto con su piel sintió un escalofrío que la hizo reírse un poco, pero también una pequeña luz blanca a través del agua que la hacía sentirse intrigada.
—Deja de fastidiarme ¿Qué estás haciendo? —Eskol no quería explicarle, pero no había forma de esquivar esto, tendría que explicarle, pero no le gustaba verla tan debilitada, esas eran cosas que no soportaba demasiado, pero después de todo este tiempo esta era la primera vez que intentaba algo para reducir su desgaste físico y traerle un poco de alivio.
—¿Sientes alivio? —ella se negaba a responderle, pero no podía negar lo obvio estaba mostrándole una de sus habilidades. Todo este tiempo solo había sido él preocupándose porque maximizara sus habilidades mágicas, nunca había dejado ver más allá de la super concentración y esa habilidad para idear nuevos prototipos de armas, pero esto era nuevo.
—Un… un poco —Eskol lo estaba disfrutando, esto era demasiado satisfactorio para él, verla tan nerviosa era el objetivo.
—No hablo de esto con nadie lo sabes, pero ya que siento que haberte visto tan nerviosa es un punto a mi favor te contaré sobre esta habilidad —Liz le dio un golpe en el hombro con toda la fuerza que le quedaba, Eskol le sonrió no tardaría en aparecer Travis así que debía ser rápido, luego habría tiempo para la bromas y sí que las habría. —Puedo usar el aguar para poder restablecer tu energía —Liz podía entender esa parte, sabía que por herencia parte de los poderes de su padre era el poder restablecer la energía con el agua, pero la luz era otra cosa.
—¿Porque el agua brilla de esa manera? —Eskol se sentía aún un poco incomodo con el detalle de su habilidad, pero no podía echarse atrás sería grosero si le dijera que no quería hablar de eso con ella.
—Estuve investigando, mi padre biológico es el dios de la luz, creo que esa fuerza fusionada con el agua es lo que produce el alivio… aún no soy bueno en eso —Liz sabía que él vivía intentando nuevas cosas con sus habilidades a solas, nunca lo había visto usar sus habilidades en combate, siempre era solo el uso de la espada y el arco, con ello los vencía. Atrás quedaron esos días en que los hijos de Ares se burlaban de él y lo vencían con facilidad, ahora Eskol reinaba en el campamento para cada torneo.
—Bromeas, me siento mucho mejor —en cuanto le retiró las manos de las pantorrillas le tendió la mano para que se levantara.
—Me alegra oír eso porque tenemos otro campamento a unos kilómetros —la cara de horror fue lo mejor.
—No, no, no, ya no puedo más —no pensaba forzarla más y no pensaba escuchar un sí.
—Será mejor que esperemos a Travis, creo que hay una misión para nosotros, te quedarás con Katie mientras vamos en misión —Liz quería tentar su suerte, lo suficiente como para saber si pensaba considerarla alguna vez. —No, no, ni lo menciones —Liz le sonrió, tal vez aún no era el momento.
—Ni siquiera puedo pararme —trató de cubrirse con eso, pero cuando vio a Eskol agacharse para tomar sus pantorrillas se puso de pie como un resorte. —Aléjate, ya me puse de pie —Eskol se rio y en ese momento se apareció Travis con Katie de la mano. Ambos los miraron con ojos de complicidad que los hicieron sentirse incomodos. Era divertido.
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No había vuelto a hablar con Eskol desde aquel día, tal como él quería se había alejado de los padres de Percy. Había sido duro afrontar su realidad luego del golpe emocional que le habían propinado Paul, Eskol y finalmente Travis. De vuelta a casa había pasado un par de días en la habitación reflexionando sobre las cosas que le habían dicho. Cuando Paul le había contado con lujo de detalles el cómo Percy había terminado en los dominios de Váli entregando su vida para poder salvar a Eskol y la forma en que había sido masacrado bajo la atenta mirada de su padre y de Atenea había hecho que su corazón se acongojara. En su mente tenía serios problemas para bajar sus barreras, pero el relato desgarrador de Paul le había hecho un hueco en la cabeza.
Había sido todo culpa haber perseguido a Eskol.
Luego de reflexionar sobre ello había terminado rindiéndose ante la idea de que no podría revertir el hecho. En su experiencia los dioses tardaban todo un siglo en volver a la vida. Sabía que tanto Sally, Paul como Eskol no iban a vivir lo suficiente como para volver a ver, es más ni siquiera ella podría volver a verlo, por lo que no quería vivir lo que restaba en la misma miseria de estar sola, de espantar a todo cuanto alguna vez se acercó y sobre todo del resentimiento y aversión sin sentido hacia los hombres, no después de haber visto como Percy defendió a Eskol, como Travis cuidaba del hijo de Percy y como Eskol cuidaba de sus abuelos. También tenía un paréntesis en el trato que le había dado a su hermano Apolo, no soportaba su comportamiento hacia las mujeres y lo mujeriego que se había vuelto con el tiempo, pero nunca, en todo este tiempo la había abandonado y siempre había buscado acercarse más aún cuando ella lo alejaba de la peor de las maneras, muchas veces humillándolo delante de la caza.
Había pasado lo que resto de la pandemia por la enfermedad tratando de mejorar su vida, volver a buscar un trabajo, pero no obtuvo algo estable, solo pequeños trabajos aquí o allá sabiendo que con la medicación que le habían dado podía arriesgarse a cualquier trabajo, así que empezó con ello mientras pensaba en como poder tener algo permanente y que le permitiera seguir viviendo tranquila.
Finalmente lo había logrado, ya que años después del incidente con Eskol y Travis logró establecer una tienda de artículos deportivos en especial de tiro con arco. Era una tienda mediana, pero tenía algo de especial que en el caso de los arcos y flechas eran todas de fabricación manual hechos por ella y eso hacía que a su tienda llegara gente entusiasta por un producto personalizado. Eso le había permitido mantener su vida en el apartamento que Percy le había dado y no tener que arrendar su propia habitación y vivir en otro lado.
Sobre los padres de Percy, se había topado con ellos nuevamente unos años después y habían tenido una conversación amigable, donde Paul y Sally le habían expresado su gratitud por haber cuidado de ellos cuando estuvieron enfermos. Se le caía la cara de vergüenza que tuviera que escuchar el agradecimiento de los padres de su esposa quien estaba "muerto" por cosas que ella hizo. No podía ni siquiera mirar a la propia Sally quien era la madre real de Percy, pero supuso que Paul se había encargado de limar asperezas con ella. Luego de eso uno que otro encuentro ocasional al saber ellos que tenía una tienda. Nadie hablaba de Eskol, Artemisa entendía que no tenía derecho a preguntar y los abuelos de Eskol no querían poner más presión en él para obligarlo a hablar con ella, debían respetar el hecho de que Eskol no quería saber nada de ella.
Para Artemisa era doloroso sentir el odio de Eskol solo con ver a sus abuelos, debía solucionarlo de alguna manera, pensó ello cuando empezó a comprar fresno blanco, esa madera tan específica para hacer arcos y flechas y su mejor lote lo remitía a la casa de Sally sin decir nada. No esperaba un gracias o una sonrisa, pero esperaba que al menos así podría limar asperezas con el hijo de su esposo. Esperaba que pasados algunos años podrían por lo menos mirarse sin ver esa sed de sangre que había visto en apartamento de Sally.
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Había sido un día largo lleno de muchos clientes entrando y saliendo de la tienda, eran buenos días ya que la mayoría de los compradores estaban renovando su equipo y adquiriendo nuevos implementos. Sentía que ahora los días, por más cansados que eran, cargando mercancías y ordenando todo se sentía diferente a sus anteriores trabajos donde sentía que le estaban quitando la vida con cada hora por la que le pagaban una miseria. Escucho una llamada en su móvil. Era una de sus inquilinas.
—¡Artemisa! —la compañera de Artemisa se escuchaba demasiado alterada. Entró en tensión al pensar en un millón de cosas que podrían estar pasando. Era una casa de solo mujeres.
—¡Cálmate! ¿Qué paso? —escuchaba a su otra roomie balbuceando cosas.
—Hay un hombre semidesnudo en la puerta desmayado —eso la puso en alerta. No era un barrio donde esa clase de cosas sucedieran.
—Llama a la policía —no parecía nada que no pudiera ser resuelto con un reporte policial.
—Está balbuceando algo en otro idioma —eso sí parecía sospechoso. No podía ser, pero esperaba que fuera una falsa alarma.
—¿Qué idioma? —tenía esa desazón que le estaba carcomiendo.
—Griego, griego antiguo —en ese momento su cabeza explotó. Entró en pánico.
—Sus ojos ¿de qué color son? —no podía estar pasando de esa manera.
—Verdes, como el mar —en ese momento su cuerpo se tensó de una manera brutal, no lo pensó y salió corriendo, a dura penas cerró el negocio con llave.
—No lo reportes, voy para allá —tenía que estar segura de esto. Corrió tan rápido como sus piernas se lo permitieron, el calor en esta época del año hacía todo más difícil, pero no se detuvo y corrió hacia su casa solo para toparse con un cuerpo en la puerta. Lo primero que hizo fue voltear su cabeza para poder confirmar de quien se trataba.
Chapter 41: Recuperación
Chapter Text
—¿Me estás diciendo que ya no tienes tiempo para mí? —la cara de Eskol era de arrepentimiento.
Puso su mano sobre el hombro del niño que alguna vez había abierto un forado en sus emociones con puro ingenio y ese humor tan audaz y desproporcionado. Habían pasado muchos años y cada día se convencía del hecho que había sido lo mejor para ambos, Eskol había llenado el corazón roto de la perdida de Annabeth, no la reemplazo, eso era imposible, pero sí que había llenado su corazón de una nueva calidez. Eso no tenía precio para ella, seguía amando a todos y cada uno de sus hijos, pero en su corazón después de la perdida de Annabeth se había negado a concebir nuevos niños, Eskol fue capaz de disipar esa idea y abrir su corazón a nuevos hijos.
—No, no es eso, simplemente tengo una misión en solitario, me tomará algunos días poder contactarme —Eskol se sentía un poco avergonzado porque había pasado como un año desde que no veía a Atenea por las misiones y su entrenamiento con Liz. Siempre había terminado postponiendo los encuentros.
—Ya veo, entonces… —Atenea le dio una mirada de no me mientas. Ambos se quedaron mirando el vacío por un momento.
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Sabía que las misiones solo estaban aumentando el deseo oculto de Eskol por venganza. Eso era lo último que quería para él, prueba de ello fue el desafío que le lanzó a Apolo en el solsticio de verano cuando los dioses se reunían y esta vez había sido en el campamento junto con sus hijos. Ares como siempre sediento de pelea, ya que disfrutábamos una temporada de paz luego de la última guerra, había propuesto que a modo entretenimiento cualquier semidios podía desafiar a quien quisiera para arreglar cualquier pleito o rencor. Esa había sido la ventana de Eskol quien había saltado a la arena bajo a mirada un tanto desconcertada de todos los dioses para desafiar a Apolo. El hermano de Artemisa se había resistido a aceptar el desafío porque no quería que la brecha que había entre ellos se agrandara, pero no tenía elección porque todos estuvieron de acuerdo con la idea que para variar era buena, era un momento de dejar atrás las problemas y zanjar las rencillas.
Fue en ese momento que lo supo. Se estaba preparando.
Eskol llevaba la armadura tipo espartana en bronce opaco con detalles de esmeraldas en los símbolos de su padre y abuelo que le había regalado luego de tener la aprobación para ir a misiones con Travis. La batalla había sido intensa, sin muchas palabras ni provocaciones, ambos sabían porque peleaban, Eskol para desquitarse porque Apolo lo reportó de haber dejado el campamento y eso le valió un confinamiento por caso año y medio y aunque no podía decirlo Apolo luchaba por la forma en que Eskol le había hablado a Artemisa en su último encuentro. Ambos eran arqueros prodigiosos, pero Eskol no se quedaba con solo prodigioso, había entrenado tanto aún con el arco en lo que era excepcional para sobrepasar a Apolo.
La parte inicial del épico combate empezó con Eskol besando el anillo que le había dado su padre cuando había oficializado la adopción, el recuerdo estaba fresco. Los primero disparos de Apolo fueron repelido por un Eskol que se mantuvo quieto, sus flechas daban sobre las de Apolo para que no le tocaran, pero cuando vio el fastidio de Apolo solo pudo pensar en algo que había estado practicando desde hace mucho tiempo cuando Travis lo entrenaba con objetivos en movimiento. Dejó que Apolo tensara su arco mientras empezaba a correr en circulo, en cuanto vio el indicio de que iba a soltarla aceleró para luego disparar su flecha que viajó directo a la parte lateral solo para rebotar e impactar el arco de Apolo y partirlo en dos.
Fue todo lo que necesitó para llevar la pelea a un combate cuerpo a cuerpo.
Eskol amaba la ironía del momento, vencerlos con unos cuchillos de caza. Venía de haber sido campeón del torneo de dagas y cuchillos, tenía un par de su colección privada, bueno, no tan privada porque Liz tenía acceso a ella de vez en cuando. Eran unos cuchillos de caza en los que había estado trabajando que tenía el poder de debilitar el arma contraria con cada golpe afectando la estructura del metal del que estaba hecho. No tenía la habilidad de hacer que las armas desaparecieran, pero si podía debilitar las armas contrarias. Aún estaba en una fase beta, pero esperaba que funcionara con Apolo. Los golpes eran certeros, nadie podía negar que el hijo de Percy Jackson se había preparado físicamente para esto. A Eskol le daba vergüenza, pero la vez que Atenea se lo había llevado en uno de esos viajes de entrenamiento se había quitado la ropa del torso para revelar un cuerpo desarrollado y como ella misma diría rival digno de un propio dios. Murió de vergüenza.
Con cada golpe Apolo sentía que su arma no dañaba la de Eskol y eso no era buena señal, podía llegar a usar un par de trucos, pero el niño tenía agallas para enfrentarlo con unos cuchillos de caza, no iba a quedar con un estúpido chasqueando los dedos para usar artilugios baratos. Ese fue su error, porque Eskol tenía planeado uno de esos, uno que sabía le traería problemas, pero no se iba a contener para hacerle saber que lo que había hecho estaba mal, su padre había confiado en Apolo para casarse con su hermana y cuando debía protegerlo solamente se quedó mirando como Artemisa lo cazaba como un animal. Empezó a rodearlo mientras lanzaba estratégicamente flechas que le hacían perder el ritmo de sus movimientos mientras empezaba a concentrarse en el dios. Solo lo había intentado una vez con Atenea, había sido una mala idea, muy mala idea, de hecho, aún tenía una marca en la espalda por eso, pero debía saber si podía hacerlo.
—Es hora del momento vergonzoso —susurró mientras Apolo lo miraba con atención para ver que traía entre manos.
—¿En el que te rindes de una vez por todas? —no pensaba rendirse, aunque Apolo tuviera la espada en su cuello. Sabía que tenía una oportunidad, luego sería difícil. Entonces sintió la conexión, no dejo de disparar para que no se diera cuenta, pero supuso que, así como Atenea sería algo que no pasaría desapercibido así que simplemente apresuró el paso. La sonrisa en la cara de Eskol y la carcajada que empezaron a soltar aún los dioses fue todo lo que necesitaba. Atenea lo miro con un poco de vergüenza porque sabía que lo había probado en ella antes, pero también se sintió orgullosa de que usara cada fibra de ingenio para vencer a su enemigo.
—Porque no miras tus pantalones —en cuanto se vio supo que Eskol iba a ridiculizarlo cuanto pudiera para vengarse, estallo en furia porque no iba a permitirlo, avanzó hacia él brillando en una luz amarilla veloz, pero todo se detuvo cuando escuchó la voz de Eskol. —Febo —eso lo detuvo en seco y como un holograma mal sincronizado la figura de Apolo se deformo en varias capaz ruidosa que hicieron retroceder a todos del susto. Los dioses sabían de qué se trataba, los más novatos no podrían entenderlo, pero era impresionante que Eskol usara eso en batalla. Al invocar la contraparte romana en un ambiente griego estaba generando un explosión de personificaciones en ese momento que hizo la cabeza de Apolo estallar en dolor que le impedía mantenerse de pie.
—¡Demonios! —le gritó a Eskol mientras se acercaba con sus cuchillos en mano, atento de cualquier reacción. Sabía que leer los textos en latín tendrían sus frutos, esta fue una de ellas.
—¿Qué pasa Febo? No puedes con tu cabeza —Eskol sabía que la única manera de provocar más errores y ganar era con la provocación, iba a ser errático y torpe.
—Me agrada este muchacho, tiene agallas —comentó Ares mientras el resto del Olimpo incluido Zeus lo miraban con admiración. Vencer no era solamente para los guerreros sino para los inteligentes. Estaba ganando en ese campo hasta el momento.
—Soy hijo de Percy Jackson, ríndete Apolo —el cuchillo de Eskol estaba apuntando la cabeza de Apolo y todos estaban extasiados al ver que uno de los suyo estaba venciendo a un dios.
—No lo haré —miró hacia Zeus, el dolor de cabeza lo estaba matando, pero Apolo no quería rendirse, sabía que era demasiado merito para ese niño con sus trucos, pero sentía que estaba perdiendo la batalla contra sus contraparte romana.
—Sigamos entonces —no llegaron más allá de eso cuando Apolo se desmayó y tuvieron que declarar vencedor a Eskol.
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Atenea no era feliz con esa situación.
Tener la aprobación para irse a misiones había sido uno de los días más felices de Travis quien no había dudado de salir corriendo del campamento rumbo a la ubicación de Atenea que se encontraba en la zona con las cazadoras. Entró como dueño del campamento, flamante, victorioso y sobre todo orgulloso, atrás habían quedado los días donde lo miraban con desprecio y lo trataron como un animal cazándole por el bosque, lo había logrado, las había doblegado, las había quebrado en base a entrenamiento, no con palabras, ni burlas, ni comentarios sarcásticos que tanto le gustaban, lo había hecho en kilómetros corriendo, viendo cómo se desmayaban y no lograban llegar a la meta que el mismo imponía. También en las largas noches donde caminaban en posición de sigilo que hacía que después de un par de horas sus músculos gritaran parar que pudieran ponerse de pie, el pasaba por en medio de ellas con el orgullo en sus ojos.
La que peor lo paso fue Thalia, quien miraba en sus ojos la determinación de no parar hasta verlas muertas de agotamiento. Las cazadoras no podían seguirle el ritmo, tal vez nunca podrían, pero nunca admitirían eso, se quejaban con Thalia cada noche que duraba ese entrenamiento en conjunto y Atenea solo las miraba con desprecio porque sabía que el tiempo se acercaba en que iban a rendirse y una a una iban a pedir perdón. Tomo tiempo, pero empezaron a darse los primeros casos que venían ante Atenea para pedir perdón y como era de esperarse era el momento en que Eskol hacía su aparición para estar o no de acuerdo con darle el perdón. Eskol tenían algunos nombre en mente que no iba a dejar pasar. Thalia y Phoebe eran una de ellas. Le dio satisfacción que fuera las últimas en caer porque se encargó de que los últimos entrenamientos fueran más brutales como correr por el gran cañón descalzos y con todo el equipo encima. Una tortura que había vivido con Travis cuando ya tenía casi 15 años. Katie tuvo que curar sus pies porque aún no tenía la habilidad para sanarse por medio del agua, pero debido a ello empezó a tener una resistencia al dolor que le sirvió para soportar otros.
Las cazadoras que ya gozaban del perdón de Eskol se horrorizaron por el estado en que llegaron las cazadoras que aún no se rendían. Atenea en esa oportunidad no pudo evitar decirle que se le había pasado la mano, solo hasta que el mismo le enseño sus pies, se veía que habían sido lastimados también. Eskol nunca les pediría que hiciera algo que el mismo no estaba dispuesto a hacer. Pero terminó por vencerlas y lograr que todas se disculparan por sus acciones. Thalia y Phoebe incluidas. No esperaba que lo trataran con cordialidad, pero si respeto. Eso era innegociable. así que ahora entraba en la caza a su antojo y entrenaba su habilidad con el arco en el campamento de ellas
—¿Entonces qué? — susurró Eskol tratando de esquivarla.
—No te hagas el tonto —le lanzó un libro que le impacto de lleno en el pecho.
—Me lastimas —la mirada fingida de dolor los hizo sonreír.
—No vas a desafiarme a mí también —Atenea quería estar segura que estaba preparado, podía olerlo en el aire, no iba a pasar mucho hasta que Eskol saliera a escondidas a buscar al asesino de Percy, era algo que no podía detener. Todo este tiempo se había vestido de un chico tranquilo y apacible, pero estaba llegando a su límite.
—No quiero lastimarte —cuando escucho las palabras de Eskol no podía creer lo descarado que se estaba volviendo.
—Si que tienes agallas niño —después de lo que había pasado con Apolo ya no se habían vuelto a cruzar, había quedado avergonzado como siempre fue su plan. Se lo merecía, por él y por su hermana.
—No me digas así —susurró un poco abrumado por la sensación de ira que le provocaba pensar en la esposa de su padre.
—Oh vamos ¿harás pucheros? —Atenea sabía que teclas tocar para afectarlo.
—Por las barbas de Poseidón, sí que sabes cómo fastidiarme Atenea —Atenea se sentía demasiado falsa tratándolo así luego de ver lo duro que se había vuelto.
—Eres mi cachorro favorito —eso fue todo, Eskol no quería ser tratado así, no es que no disfrutara de un trato suave y gentil, pero era inconcebible viniendo de Atenea.
—No digas que no te advertí —desenfundó sus cuchillos, ahora si ya tenían el check de la fase beta luego de la lucha con Apolo. Le había dado ese juego a los hijos de Hefesto para que los destruyeran e hicieran la versión oficial.
—Vamos, vamos a ver que tienes —Atenea invocó su jabalina para esta batalla.
—Grabaré esto, no dejaré que lo olvides —Eskol encendió su móvil iba a registrar esto para la posteridad.
—No te atrevas, podrías morir —ellos se amenazaban, se golpeaban, peleaban y odiaban, pero al final siempre volvían al comienzo.
—Se que puedo —le levantó una ceja en señal de desafío.
—Eskol —Atenea quería tanto bajarle un poco el orgullo, sabía que se lo había ganado en base a un gran esfuerzo de muchos años, había tenido paciencia para esperar su momento, corría más que todos, estudiaba más que todos, entrenaba más que todos y sobre todo se enfocaba más que todos.
—Atenea —lo había guiado junto con sus abuelo y Travis por este camino, lo había corregido en base a golpes, pero siempre para encaminarlo a llegar a este punto. Le debía, sabía que nunca se lo cobraría, pero había hecho de él su familia y eso no tenía precio.
—Seré suave —Eskol no pudo evitarlo, quería morir de pensar en eso, pero tenía que decirlo. Se mordió el labio, quería detenerse, pero era como una ola gigantesca que lo hizo escupir lo que pensaba.
—Si pudieras ser suave no serías una diosa virgen —la cara de Atenea fue un poema, Eskol se congratulaba el estar grabando este momento. Las facciones de Atenea estaban divirtiéndolo hasta que no pudo soportarlo más y empezó a reír descontroladamente.
—No debiste decir eso —el susurró mortal de Atenea llegó demasiado tarde para Eskol que con la guardia baja no pudo reaccionar a tiempo y el sonido de la jabalina de Atenea zumbando el aire fue todo lo que escuchó.
—¡Me cortaste! —un tajo largo en pecho de Eskol empezó a rezumar sangre. Nada grave, pero tenía una misión por lo que no quería darle excusas a Travis para dejarle fuera.
—¿Necesitas una bandita? —Eskol se golpeó el pecho con fuerza mientras se concentraba en la botella de agua al costado. Ahora Atenea confirmaba lo que ya sabía desde hace mucho tiempo. Siempre estuvo escondiendo sus poderes, no los reprimió o los descuido, los escondió para que nadie se fijara en él. Eskol le dio una sonrisa de satisfacción cuando la herida se cerraba mientras brillaba en una luz blanca. Atenea no se atrevía a preguntar, pero sabía que eso era cortesía de su padre biológico.
—Tengo una misión —se acercó calmado a Atenea mientras bajando guardando los cuchillos, no quería ser atravesado, solo quería burlarse un poco. —Te diré lo mismo que le dije a Apolo cuando lo vencí por denunciarme —Atenea sabía que él había esperado ese momento y lo dejó disfrutar de su victoria, había sido justa.
—¿Qué podría ser? —él se le acercó susurrándole al oído.
—Ser dios no te hace mejor que nadie, yo vivo para demostrar eso —el rostro de estupor de Atenea fue todo lo que necesitó para sentirse satisfecho. Ella lo empujo rápidamente, ya tenía sus cuchillos en las manos y los choco para sacar chispas.
—Oh, estoy temblando —iba a ser una batalla digna de ver, seguramente Liz haría un buen negocio para ver esta pelea en el campamento, obviamente censurando algunas partes.
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1 MESES DESPUES
Aún recordaba como si fuera ayer ese momento.
Había llegado corriendo con todas sus fuerzas. Le quemaba todo el cuerpo por el calor que hacía, al llegar sus amigas estaban alrededor del cuerpo, ni siquiera se fijó en la condición del cuerpo, pero claramente se veía que estaba golpeados y con marcas en la espalda de corte viejos y frescos también. Estaba completamente descuidado y flaco, pero eso no le importaba en ese momento. Se dirigió directamente al rostro, cuando lo había visto se quedó en shock. Estaba sucio, pero aún se podía distinguir quien era.
Percy había vuelto. Hecho un desastre, pero había vuelto.
Lo había llevado adentro, pero se moría de la vergüenza porque estaba semi desnudo, no quería ni imaginar de dónde venía o que había pasado para que llegara a su puerta en ese estado. Tampoco podía entender porque estaba a su puerta y no tocando la de sus padres, la de Poseidón o de Travis. No había tenido tiempo de pensar en ello porque tenía que atenderlo lo mejor que podía. Su botiquín de primeros auxilios no era suficiente, por lo que necesitaría ayuda inmediatamente. Uso uno de esos favores con una enfermera que la había visto atender gente con balazos y puñaladas en uno de los refugios donde a veces hacía voluntariado.
La enfermera no había hecho preguntas, no era su estilo, pero al ver el cuerpo de Percy se había quedado un poco impactada, afortunadamente la ayuda que le brindó fue útil para mantenerlo con vida. Según le había dicho estaba demasiado débil, completamente deshidratado y con falta de alimentación que necesitaría una dieta específica para poder recuperarse. Tendría que ser alimentado por sondas de momento porque estaba en un sueño profundo inducido. Artemisa tuvo que gastar parte de sus ahorros para la remodelación de la tienda en comprar algunos dispositivos para monitorea su estado. La enfermera también tenía experiencia consiguiente implementos médicos en el mercado negro, por lo que fue lo mejor que podía hacer por el momento, si ingresaba a Percy a un hospital las preguntas de cómo y porque estaba en ese estado iban a ser simplemente difíciles de responder.
Empezó a alimentar a Percy e inyecciones de suplementos vitamínicos. No tenía ambrosía ni néctar, no podía conseguirlos, tampoco podía simplemente ir donde Sally para decirle sobre Percy porque no podría soportar verlo en este estado. Dejaría que Percy fuera a verla sobre sus propios pies, era lo mínimo que podía hacer para redimirse, aunque no contaba con que fuera suficiente. La enfermera había recomendado mantenerlo en un coma inducido mientras se recuperaba, porque de otra forma por simple naturaleza iba a querer dejar la cama. Artemisa estuvo de acuerdo después de todo era su "esposa" y podía tomar esa clase de decisiones. Tuvo que inventarse una muy buena historia para poder saciar la curiosidad sus roomies sobre porque había llegado su esposo en esa condición, de donde venía, quien era, que hacía, porque después de tantos años aparecía. Artemisa estaba loca con tantas preguntas que surgían día a día. Tal parecía que cuando se iban a trabajar tenían demasiado tiempo para pensar en nuevas preguntas.
—¿Qué pasó contigo? —en la mente tenía una idea de lo que debía pasar con respecto a un dios cuando se desvanecía, pero el estado de Percy era terrible. Parecía que había pasado por un infierno que lo había destrozado en cuerpo y alma. Tenía una enorme cicatriz en la espalda, entendió que se trataba de lo que le había pasado con Váli y el águila de sangre.
—Tu —cuando escuchó esa voz ronca sintió que se le detuvo el corazón por un momento, sintió pavor, aun viéndolo en un estado tan deplorable.
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—¿Enserio me estás diciendo que aún te tomarás un par de meses más? —para Eskol estas misiones a largo plazo con todo un cronograma eran divertidas, conocía muchos nuevos lugares y esta vez no tendría a Travis detrás de él ya que él estaba en una misión diferente, no hubo detalles sobre eso.
Liz estaba del otro lado mientras Eskol afilaba las puntas del lote de flechas que su abuela le había enviado para esta nueva misión. Él no lo sabía, pero Artemisa era quien las fabricaba y para él eran perfectas, solo se encargaba de mejorar el filo de las flechas. Sally había estado haciendo esos envío en silencio y se había reunido con Artemisa lejos de la mirada de Travis y Eskol, lo que ellos sentían por la esposa de Percy era diferente a lo que ahora ella sentía por su nuera, ella había salvado sus vidas y había cuidado de ellos sin siquiera tener que hacerlo, pero entendía que para ellos la forma de ver a Artemisa era bajo la óptica del dolor y el sufrimiento.
—No es que me guste o quiera, es necesario —sabía que estaba mintiendo y Liz lo sabía aún más al ver su sonrisa de satisfacción por estar fuera del campamento. —Me extrañas ¿cierto? —Eskol le dio una mueca suficiencia que hizo a Liz retroceder con otra mueca de desagrado.
—Oh siempre encuentras la forma de darte aires de grandeza —Eskol la señaló con una de sus flechas. —Estoy preocupado por el negocio, la gente quiere cosas nuevas —eso le dolió, esperaba escuchar un sí, pero se topó con esto.
—Oh, ya veo —el tono de voz de Eskol divertía a Liz quien empezó a reírse un poco jugueteando con sus poderes mágicos para hacer estallar pequeños fuegos artificiales en la palma de su mano.
—Pareces un poco herido ¿herí tu orgullo? —Eskol odiaba cuando perdía un argumento contra ella, pero era un juego de tira y jala que llevaban años manteniendo. Reiría cuando el llevaba la delantera y pondría su cara de decepción cuando era la victima de Liz.
—De ninguna manera, será mejor que me vaya —se paró rápidamente mientras apagaba guardaba sus flechas en ese viejo carcaj que le acompañaba desde que su padre le regalo su arco favorito.
—No puedo creer realmente herí tu orgullo y no sabes cómo reponerte —Liz le daba una de esas sonrisa siniestras y enigmáticas que había llegado a entender a lo largo de los años. En el campamento había toda clase de rumores sobre ellos y de cómo habían llegado a tener una asociación tan sólida, iban desde que Liz había usado de la magia oscura para tenerlo cautivo, otros que simplemente tenían un interés romántico mutuo, pero a Eskol no podía importarle menos, su abuelo siempre le había enseñado que a veces negar de manera tajante los rumores podía herir a la otra parte, así que solo había dejado que digan lo que fuera que quisieran, a él no le molestaba ser asociado con ella. Para Liz era una cosa distinta, ella sí que se sentía ofendida que pensaran que él no era lo suficientemente bueno para ella como para tener que usar la magia para conquistarle. —Suelo tener ese efecto a veces —En la mente de Eskol el efecto Liz era lo único que esperaba al final del día cuando estaba en el campamento, pero cuando estaba lejos de ese lugar en el que se sentía encerrado, simplemente, se sentía con la mente amplia como para no encasillarse en pensar en el campamento, lo que incluía a Liz, pero entendía que no podía ni debía simplemente ignorarla por lo que siempre trataba de comunicarse, pero no pensaba ocultar su deseo de no tener que volver al campamento. Debía estar un 1 de año más allí y eso lo estaba matando.
—No estes tan segura de eso —le dijo con un poco de frialdad, recordando que estaba aprisionado y con el corazón cargado. —Nos vemos luego —Liz notó el cambio en el semblante de Eskol, eso le preocupó. No lo habían hablado nunca, pero sabía que Eskol iría detrás de su padre biológico para vengar a Percy, su verdadero padre y ese fuego lo estaba consumiendo.
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2 MESES DESPUES
Después de la última conversación que Eskol había tenido con Liz se había ido rumbo a sus siguientes misiones. Habían sido casos duros los que le habían encargado. Bajo la guía de Atenea habían empezado a escarbar en los registros de semidioses para dar con aquellos que de alguna manera habían desaparecido del radar de los dioses, pero que según los sátiros se encontraban en dificultados, situaciones de riesgo o en algunos casos en estado deplorable.
No fue fácil para Eskol hacerse del estómago para ver lo que tuvo que ver en algunas ciudades, también fue por eso que tuvo que poner una máscara de engaño en sus conversaciones con Liz y finalmente evitar comunicarse con ella. Sobre todo, las últimas semanas, se había sentido pésimo mentirle tan descaradamente diciéndole que todo iba bien. No era verdad. Había tenido que pedir la ayuda de Atenea para poder brindarles un espacio seguro a los semidioses que iba rescatando, en otro tiempo hubiera sido imposible que lo hicieran por semidioses hombres, pero ahora lo hacían cuando Eskol lo pedía.
Lo que había tenido que ver era increíble, en las calles semidioses indigentes, la mayoría de ellos que habían perdido un poco la cordura porque habían pasado por tanto en sus vidas, algunos eran parte de esa generación que había acompañado las campañas de Percy y sus amigos en busca de derrotar al enemigo, habían sobrevivido, pero el destino había sido cruel con ellos al salir del campamento, atormentados por pesadillas y traumas que nadie estaba preparado para afrontar, muchos de ellos escuchaban voces, voces de gente que había muerto.
Necesito de mucha ayuda sobre todo de la caza de Atenea para poder contener a las niñas que había sacado de las calles de las garras de proxenetas y traficantes. Algunas estaban demasiado maltratadas que tuvo que reanimarlas porque estaban tiradas en callejones como animales, semidesnudas, abandonadas a su suerte. Cuando había preguntado cómo habían llegado a eso, simplemente decían, que no tenían opción, fuera del campamento y con las cosas que habían vivido en la guerra no había un futuro prometedor y tenían que sobrevivir de alguna manera. Eso era para los semidioses que habían salido del campamento, pero era terrible para niños que siempre habían vivido en una vida de miseria porque sus padres mortales los habían vendido desde temprano a gente de mal vivir para ganar dinero o algunos simplemente habían muerto durante la epidemia global y muchos habían quedado huérfanos a su suerte, mala suerte.
—No me importa, necesito saber dónde está Eskol —la voz de Liz se escuchó un poco fuerte en la casa grande. Quirón giró para mirar a Katie negando, la tomo del brazo para sacarla de allí, sabía que eran unidos, pero no esperaba que fuera a pedirlo en ese tono. Llevaba un momento pidiéndoles saber dónde estaba, Katie le había dicho que no podía revelarle esa información.
—Liz —sabía que era un poco inútil, pero quería que entendiera que no podía ver a Eskol hacer su trabajo, ella ya sabía lo que hacían. No era nada agradable a la vista ver cómo terminaban los que tenían a los semidioses encarcelados o esclavizados. Sabía que Eskol no le perdonaría que la dejaran ver esa parte de su vida. Travis le había contado que las primeras veces habían sido un poco traumáticas, pero cuando empezó a ver cómo rescataban semidioses en situaciones similares a las que él había encontrado a Liz dejó de sentirse culpable.
—Se supone que ustedes lo mayores están aquí para cuidar de nosotros —esa parte le pegó porque tenía razón, mientras ella estaba en el campamento era Eskol quien estaba cuidando semidioses.
—Si, pero Eskol es un caso particular, créeme que puede cuidarse solo —Liz no dudaba de esa parte, pero estaba preocupada por algo más.
—Contra cualquiera aquí claro, pero qué tal si fuera detrás de cierto dios nórdico —esa frase hizo que Katie se pusiera en alerta, era un secreto a voces que Eskol estaba buscando su oportunidad, pero el por nada del mundo iba a abandonar su misión para irse en busca de venganza, era un juramento que habían hecho con Travis, primero la vida de los semidioses. Era un juramento a Percy su patrón.
—Bromeas, él sabe que tiene prohibido salirse del plan de sus misiones —Liz la miró con un poco de aburrimiento. Ella sabía que el fuego estaba a punto de desbordarse en Eskol.
—Solo quiero comprobar que este bien —Katie no sabía cómo interpretar esta ardiente preocupación de Liz. Solo una vez se había atrevido a hacer un comentario sobre sentimientos románticos entre Eskol y ella y no le había ido bien porque Eskol le dio una mirada asesina.
—Mándale un mensaje Iris —eso es lo que hacían cuando estaban en misión y sabían que estaban en el campamento base.
—Ese desgraciado ha obtenido la gran habilidad de mentir con descaro —no era algo que pudieron haberle corregido en estos años, Travis diría que era algo que necesitaba para el trabajo. No siempre los rescates eran entrar con armar a matar a medio mundo, lo importante en su oficio era asegurarse sacar a los semidioses con vida. Eso era prioritario.
—¿Por qué dices eso? —tenía curiosidad por saber qué clase de mentiras tenía Eskol para ella.
—Le pregunté si gustaba de mí de alguna forma y dijo que no —Katie empezó a toser con descontrol por la forma tan casual en que lo dijo sin avergonzarse ni un poco. Ella moría de vergüenza aun cuando Travis intentaba un acercamiento cariñoso delante de otras personas o aun cuando estaban solo. No podía explicar eso. Pero veía tan segura a Liz que no sabía si sentir envidia o pensar que era demasiado confiada en su atractivo.
—¿Entonces crees que porque dijo que no estaba mintiendo? —Liz le dio una mirada siniestra, no iba a permitir que insinuaran que no era suficiente para alguien. —Si que tienes demasiada seguridad de ti misma —cuando vio la cara de Katie se dio cuenta que ella estaba celosa de que ella pudiera hablar con tanta libertad sobre ello. Seguramente era más tímida de lo que pensaba.
—Lo siento si nunca estuviste segura que Travis sintiera algo por ti —Katie sintió la punzada dolorosa del desprecio. Liz se sintió increíble al ver cómo le había devuelto el golpe.
—¿De qué estás hablando? Esto no se trata de mi —Katie quiso retomar el control de la charla, pero era un poco tarde.
—Exacto, se trata de Eskol, dime donde está —Liz no se rendía con su mirada siniestra. Si que podía hacerte tiritar de puro miedo. Ella misma sabía que esa mirada era un recurso para no tener que malgastar sus poderes, pero sobre todo se lo guardaba para su propia madre.
—Travis va a matarme —suspiró Katie. Liz no iba a retroceder, sería su tiro de gracia.
—Al menos eso sería un avance… llevan años en lo mismo —la estaba haciendo añicos, pensar que la veían de esa forma la enfermaba. —Un poco de dignidad… —susurró, pero llego a oírla y eso la termino de arrinconar.
—Definitivamente entiendo porque dijo que no —respondió Katie sacando su móvil con el mapa de la ubicación en tiempo real de Eskol. Estaba siguiendo la ruta planeada. Esperaba que no tuviera que toparse mayores inconvenientes que los esperados.
—Dijo que no porque ni siquiera sabe lo que es gustar de alguien —Katie lo sabía, para Eskol los sentimientos estaba contenido, arrimados, aprisionados porque para su mente eran un obstáculo, una debilidad. Solo había un momento en el que bajaba la guardia, cuando estaba con Sally y Paul. Era otro en esos momentos.
—Si eso te da tranquilidad… —Liz no le prestó atención, sino que se concentró en el mapa.
—¿San Francisco? —Katie asintió.
—Está buscando semidioses para el campamento Júpiter —sabía que el lado romano era una realidad distinta a la del campamento mestizo. Ellos hacían su vida en el campamento tenían ciudad para eso. Eso les permitía estar salvo y formar familias.
—No dijo nada sobre eso —susurró un poco dolida sobre ello.
—No puede hablar de sus misiones, pensé que sabrías eso —Katie entendía sobre ese sentimiento de quedarse fuera de los planes, era fastidioso. Pero Liz no tenía tiempo para eso, querías saber que estaba bien, solo eso. No esperaba que Eskol la recibiera con los brazos abiertos.
—Bueno, me voy entonces —iba a usar su truco mágico, cortesía de los libros que Eskol le conseguía. Empezó a concentrarse para poder hacerlo lo más preciso posible. En su mente empezó a visualizar el rostro de Eskol era una forma de detectar la ubicación casi exacta y poder trasladarse allí, tenía que cubrir una gran distancia por lo que tal vez no sería precisamente el lugar. Fue interrumpida por la mano de Katie sobre su hombro. Se veía curiosa.
—¿Enserio le preguntaste si gustaba de ti? —Liz no pudo evitar sonreír, había vencido en la batalla del ingenio y sobre todo la había dejado en jaque. Era divertido. Entendía porque Eskol también disfrutaba de jugar así con ella, la sensación era refrescante.
—Claro que no, tengo mi orgullo. Solo pensé que era la forma de que me dieras lo que necesitaba ¡adiós! —Katie se avergonzó demasiado que no pudo decir nada y un humor verdoso se llevó a Liz.
—Esa mocosa ha aprendido todas las malas costumbre de Eskol —suspiró mientras hacía su camino de regreso a la casa grande, sería un día largo.
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Había terminado de rescatar a un niño hijo de Apolo, cuya madre había sido sometida pagar una deuda de juego del padrastro del niño, el niño era obligado a pedir limosnas, estaba descalzo con una ropa demasiado ligera para el frío que estaba empezando a hacer con el cambio de estación. Los niveles de desnutrición eran aterradores, lo había llevado rápidamente al campamento base donde esperaban las cazadoras para darle la primera atención. Atenea ya no se molestaba en siquiera vigilar que hicieran lo que Eskol les decía porque había logrado doblegarlas y también ayudo que empezaron a ver el trabajo que hacía. No podían negarse. Era la historia de muchas de ellas. Ahora venía la parte dramática del rescate, encargarse de los agresores. En este caso, un pandillero y prestamista que lo tenía aterrorizado. Lo había llevado a una vieja fábrica deshabitada, atado de pies y manos a una columna.
—¡No te atrevas a negarlo! —le dio una bofetada que se escuchó en todo el ambiente.
—Por favor, por favor, déjame ir… no volverá a pasar —rogaba el delincuente que se vio sobrepasado por la situación. Sabía que estaba en serios problemas.
—¡Cállate! —un golpe en el estómago lo silenció. —Se que, si te dejo ir, solo será para que atormentes a otra indefensa niña o para que maltrates a otro niño —negó rápidamente, pero no era la primera vez que veía esto, eran obvias mentiras y debía darle un buen escarmiento. Sacó una de dagas y la enterró en el muslo con violencia.
—Ahhhhhhggggggggg —el grito de dolor fue ensordecedor, pero Eskol no podía permitirse ser atrapado, por lo que le metió en la boca un pedazo de tela. No lo sabía, pero Liz se encontraba en la puerta cercana a dicho almacén tapando su boca para no dejar escapar ningún sonido que lo alertara. Ella lo sabía, no podía esconder eso de ella, pero esperaba que se lo contara por iniciativa propia, había visto sus cuchillos con sangre y no de animales en el pasado.
—Shhhhhhh —le dio bófeta tras bofetada mientras retorcía un poco la daga. —No queremos que nos interrumpan —el desgraciado sintió respirando con dificultad por el dolor que estaba experimentando. Eskol le sacó el pedazo de tela de la boca haciéndole una seña de silencio.
—Por favor… —Eskol sacó la daga de un solo impulso y la limpió en la ropa de delincuente. Liz miraba con detenimiento, era una pose que nunca había visto en Eskol. Implacable. No veía ninguna duda en sus movimientos, estaba seguro de cómo tratar a esta clase de gente. En su mente desfilaban muchos recuerdos de su tiempo en las calles, era doloroso.
—No te atrevas a rogar cuando encontré a niños tirados en los callejones como basura —la sangre de Eskol estaba hirviendo. No podía llevarse a todos, pero se aseguró de poder restablecer sus energías para que salieran de allí. Sólo podía llevarse al hijo de Apolo. —Pero no tengas miedo. No voy a matarte, eso sería muy fácil —Eskol quería, enserio quería acabar con su vida, pero como diría Travis, merecían una vida marcada para que no olviden que sabemos quiénes son. La fogata ya estaba tomando calor.
—Déjame ir —susurró mientras le acariciaba el cabello burlescamente. Liz sintió una punzada en su corazón al ver que Eskol estaba tan enojado por esto.
—Te voy a contar una pequeña historia —Eskol tenía esta costumbre cuando los atrapaba, les contaba una historia. —Fui en mi primera misión hace muchos años, era una niña, no tendría más de 8 años, casi lloro al ver como la tenían encerrada como un animal, durmiendo a base drogas que le inyectaban —cuando Liz escucho eso no pudo evitar derramar una lágrima, pero su corazón se calentó de la calidez que sintió al recordar a ese niño rubio del que no supo ni el nombre hasta después de 2 años, pero que ese día la salvo de una vida miserable.
—No tuve nada que ver con eso —el criminal sabía a donde iba a esto y estaba rogando porque no quería más dolor. Demasiado tarde Eskol ya tenía la idea en la mente, siempre elegía un lugar diferente. Recordó como encontró al niño con golpes en la cara, hematomas y rastros de sangre en la nariz. No lo iba a dejar pasar. Liz miraba atenta, sabiendo que esto estaba lejos de terminar.
—Shhhhhh —un ligero golpe en la cabeza lo hizo callarse, miró para abajo y vio que había mojado sus pantalones, Eskol no podía evitar reírse de la situación. —No me gusta que me interrumpan —el hombre asintió mientras Eskol tomo el hierro con el símbolo de su padre, una espada horizontal y un pegaso encima. Se acercó escondiendo sus intenciones detrás suyo y tomó la cara del hombre acercarle el hierro caliente.
—Aggggggggghhhhhh —el hombre trataba de zafarse del control de Eskol, pero no había salida. Liz por su parte sabía lo que veía a continuación. Sintió que se le revolvía el estómago, pero podía entender que el trabajo de Travis y Eskol no era para cualquier persona, cómo ya se lo habían dicho en más de una oportunidad.
—Pude salvarla de sus captores, pero era muy niño para participar del castigo a los que la habían tratado así, hubiera querido ser yo quien les diera su merecido, es por eso que siempre les cuento esta historia a los de tu clase, para que sepan porque les hago esto —Liz sintió una calidez particular por la forma en que Eskol tomaba su trabajo. No lo dudó y le estampo el hierro en la mejilla y el pómulo.
—¡Nooooooooooo! —el grito fue desgarrador, pero lo fue más el olor a carne quemada que se extendió por el ambiente. El hombre se desmayó de dolor mientras Eskol lo soltaba y escupía sobre su cuerpo inerte.
—Estoy seguro que te reconoceré si nos volvemos a ver —hizo su camino hacia la puerta, era hora de avanzar, pero grande fue su sorpresa cuando cruzó la puerta y la vio con los ojos llorosos mirándolo con algo que no podía descifrar si era decepción, comprensión, dolor, alivio, gratitud o terror. Eskol sintió pánico, era demasiado enigmático para él y tenía miedo de preguntar.
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Caminaba lentamente por la fábrica abandonada, atento de cada paso que daba porque no quería llamar la atención, solo quería acercarse lo suficiente como para no asustarlo. Había visto lo que acababa de hacer, pero eso no era lo importante ahora. Lo que vio sí que lo desconcertó. Eskol tenía en sus brazos a una chica a la que estaba consolando, no podía escuchar que estaba diciendo, pero a medida que se acercaba escucho que la estaba calmando con sus palabras, tal vez por ello no se percató de su presencia, era lo mejor. Puso la mano sobre el hombre de Eskol.
—¿Pensaste que no vendría a buscarte…? —la cara de Liz fue de asombro y terror a por lo que estaba viendo. Eskol se zafó del agarre protegiendo a Liz y se giró con sus cuchillo en mano.
—Tu —Eskol también se sorprendió por haber sido encontrado.
Chapter 42: Venganza I
Chapter Text
Sentía la presión de la mirada de Percy desde su cama. Sentía la vergüenza de estar en la misma habitación que él y no poder decir nada por temor a decir algo incorrecto que desencadenara una escena que no podría explicar. Quería preguntar, miles de cosas, de hecho, lo hizo cuando el despertó, pero solo la miró para luego voltear la mirada hacia ventana, mirando a la nada. En la mente de Percy también había un cortocircuito sobre porque había terminado allí, de qué forma, porque extraño azar, pero era lo que le tocaba, la palabra gracias se le atoraba en el estómago, porque ella no se lo merecía, había cazado a su amado hijo como una bestia sin ningún remordimiento. De hecho, lo único amable que había salido de la boca de Percy fue la forma amable en que saludo a sus inquilinas, pero luego en soledad solo había silencio, un silencio incomodo, un silencio devastador.
Había seguido cuidando de él en silencio, sin decir nada, cada vez que necesitaba algo había estado allí para él, pero en su corazón la piedra de la culpa era demasiado pesada, prefería que Percy explotara contra ella, que dijera algo que la hiciera sentir más miserable de lo que ya se sentía para sentir algo de alivio. Percy sabía que eso era lo que buscaba, pero no era algo que le iba a dar de manera fácil. Ahora que había vuelto desde las entrañas de la tierra dejaría que la culpa y el remordimiento la hiciera pedazos, aunque en el fondo sabía que debía ser agradecido por no haberlo dejado tirado en la calle.
Pasaron 3 meses y Percy ya se sentía un poco mejor, todo este tiempo había estado chasqueando los dedos para poder probar si sus poderes estaban de vuelta, era inútil. No podía ni siquiera formar un arco iris para mandar un mensaje a nadie, estaba en la sala solo con Artemisa y cada vez que la miraba siempre uno de los dos terminaba apartando la mirada y el ambiente se tornaba pesado e incómodo. Decidió reunir cada ápice de fuerza de voluntad para no preguntarle por la vida de Eskol. Conocía a su hijo, después de ver lo que vio y la forma en que resistió y peleo contra Artemisa y las cazadoras sabía que ni siquiera quería verle la cara, por lo que uso la poca fuerza que tenía para concentrarse en dar con la ubicación de su hijo. Sabía que era una mala idea, pero en su corazón era al primero que quería ver, luego vería a su madre, Paul, Poseidón, Atenea.
Cuando Percy le había pedido que lo llevara a San Francisco lo había tomado como una locura, pero podía reconocer un rostro de determinación y no tuvo más remedio que poner un anuncio en la tienda de que estaría cerrado y compro unos boletos para ir a donde quiera que Percy estaba pensando ir. Un vuelo de 6 horas incomodas de silencio mientras Percy miraba por la ventana del avión pensando en que rayos iba a decirle a Eskol cuando lo viera, con qué cara iba a justificar a su hijo sus decisiones cuando lo había adoptado, mirado a la cara para decirle que no iba a hacer lo que precisamente terminó haciendo.
Percy se sentía como un GPS descompuesto, no podía dar con una ubicación exacta de Eskol por lo que en una camioneta que amablemente alquilo Artemisa empezaron a avanzar hacia un rumbo un tanto desconocido, pero se tornó más que evidente para Artemisa que estaban buscando a Eskol cuando vio la cara de concentración de Percy que respiraba con dificultad, como desesperado con dar con la ubicación de alguien, ella lo sabía esa sensación de querer encontrar a alguien con sus sentidos y tener dificultades para ello. En su momento se había sentido desesperada cuando le costaba dar con su caza.
—Detente allí —no había perdido ese tono de mando que tenía desde que se había convertido en dios a pesar de lo desgastado y maltrecho que estaba. Artemisa no podía decir o hacer nada al respecto estaba seguro que aún en ese estado la podría hacer pedazos.
—No creo que sea buena idea —trato de razonar con él. Estaban en una zona donde tranquilamente podría ser un deshuesadero de personas. Se veía solitario y peligroso.
—Lo que no es buena idea es que vengas conmigo —luego de ello Percy bajo, Artemisa quiso seguirle el paso.
—Percy… —susurró, pero se encontró con la mirada punzante de Percy que la hizo mantenerse en silencio. Quiso decir algo, pero Percy la detuvo.
—No lo hagas —Percy sabía que estaba buscando una forma de reparar las cosas, pero sentía que no podía simplemente empezar ahora mismo, no en un momento importante para él.
Entonces lo vio. Vio a Eskol impartiendo justicia, sin apasionamientos, tal como él le había dicho a Travis que tenía que enseñarle a hacer el trabajo. No eran viles asesinos o mercenarios, eran agentes de justicia para los semidioses que habían sufrido maltratos. Lo escuchó hablar de su primera misión hace ya tantos años y sintió orgullo de cómo había seguido los pasos de Travis para ayudar a semidioses en peligro, para rescatarlos de situaciones deplorables.
Cuando empezó a avanzar para darle una sorpresa se topó con algo que no esperaba. Una chica. No cualquier chica, podía reconocerla, era aquella chica que Eskol había recatado cuando eran niños. La forma en que lo abrazó hizo que se le cortara un poco la respiración, pero no se detuvo, supuso que debió estar un poco con la guardia baja por lo que estaba haciendo, la chica lloraba un poco, sabía que lo que estaba por hacer era un error y casi lo confirma al poner su mano sobre el hombro de su hijo que se apartó rápidamente poniendo a la chica detrás de él de manera protectora.
—¿Pensaste que no vendría a buscarte…? —Liz lo miró parecía a primera vista un desamparado, pero cuando vio mejor esos ojos empezó a sacar cuentas, para ese momento Eskol había dejado caer su cuchillo.
—Tu… —susurró mientras Percy se acercaba, ella no sabía que hacer o decir, lo único a lo que atino fue a retroceder, no sin antes darle una pequeña patada en el pie a Eskol que parecía haberse quedado en estado de shock. No podía verlo, pero la cara de Eskol estaba inundado de lágrimas que corrían sin parar. No había vergüenza en él, no tenía deseos de contenerse. Estaba viendo a su padre, se veía terrible cómo si hubiera salido del averno.
Percy se acercó lentamente, no podía hacerlo de otra manera, sentía que su cuerpo no le respondía de la mejor manera, no todavía al menos. En cuanto lo abrazó Eskol sintió una calidez que no había podido encontrar en sus abuelos, ni en Atenea. Era un vínculo único que no podía ser reemplazado y Percy también lo sintió. Eskol empezó a llorar a voz en cuello sin remordimientos. Liz estaba demasiado avergonzada de ver esta escena que solo se giró para darle un poco de privacidad, en su corazón había pedido a los dioses que Eskol viviera este día y que no tuviera que pasar el resto de su existencia esperanzado en algo que podría no suceder. Se sentía aliviada de ver cómo estaba sucediendo.
—Pensé que… —susurró Eskol, era de sus grandes temores, de esos que no se lo había confesado a nadie, ni aun cuando Atenea había estado buscando hurgar en su mente pensado que quería hacer algo estúpido como para irse solo a buscar a Váli. Si que lo había pensado, pero primero quería saber qué era lo suficientemente fuerte como para ello.
—Tranquilo —Percy sabía a qué se refería, justamente había hecho lo que hizo para evitar que su hijo tuviera que pasar su vida en la incertidumbre. Sabía en que se había metido desde el comienzo, solamente que no pensó que la fosa lo escupiría a la tierra casi moribundo.
—¿Cuándo? —Percy sentía un poco de recelo de hablar sobre ello, pero no podría mantenerlo en secreto.
—Hace como 3 meses —Eskol sintió una punzada en su corazón por no haber visto a su padre desde el momento en que había vuelto al mundo.
—¿Por qué no me buscaste? —Percy sintió un poco de culpa, pero no quería que fuera Artemisa quien le diera la noticia de ello, quería parase sobre sus pies para buscar a su hijo.
—Cuando volví no tenía fuerzas ni poderes para ello —eso sí que era verdad. No tenía ni fuerzas para chasquear los dedos.
—¿Dónde estuviste? ¿Qué paso? —Eskol se sentía tan extasiado con la realidad que estaba viviendo que no se percataba de la precariedad en la que estaba su padre.
—Tranquilo, te lo contaré todo, pero necesito que me lleves con tu abuelo Poseidón para poder recuperarme —lo pensó por un momento, con gusto le mostraría sus avances a su padre.
—Bromeas, yo puedo ayudarte un poco con ello —lo ayudó a sentarse sobre un bloque de concreto para ir corriendo por su mochila y sacar un par de botella de agua. Liz se mantenía a la distancia hasta que sintió una piedra pequeña darle en la cabeza. Se giró para ver a Eskol con los ojos llorosos llamando su atención.
—Liz, ayúdame —Percy los miró con simpatía.
—Señor Perseo —ella hizo una pequeña reverencia, pero Percy no podía permitirlo y se adelantó mientras Eskol destapaba un par de botellas de agua para empezar a usar su poder de curación.
—Por favor, solo Percy, después de todo eres la novia de mi hijo —en cuanto escuchó esas palabras Eskol aplastó las botellas haciendo que el agua se desparramara y la cara de vergüenza de Liz fue todo lo que Eskol necesito para salir al frente.
—¡¿Qué?! ¿Novia? No, claro que no padre, solo…. solo —Percy no podía sentirse más satisfecho con la reacción de ambos, suspiró con un poco de nostalgia de haberse perdido de todo esto tantos años.
—Solo somos amigos Percy —respondió una avergonzada Liz que empezó a recitar algunos hechizos relacionados con la curación, no había podido probarlos porque no tenía una deidad en la que hacer sus experimentos, pero esta era una ocasión inmejorable.
—Oh, ya veo, me equivoqué entonces —Eskol solo negó mientras recuperaba el agua que se había regado, no se atrevía a mirar a Liz. —Lo siento —susurró con una sonrisa radiante que hizo que Eskol olvidara su vergüenza. Empezó a dirigir el agua para que rodeara a Percy y una luz amarilla estaba dentro del agua, Eskol decidió ir poco a poco, no quería abrumar a su padre de energía curativa, por lo que como si fueran olas poco a poco soltó el flujo de curación sobre el cuerpo de su padre.
Liz por su parte lanzó su magia sobre Percy en una luz purpura que lo recorría en su totalidad. Sabía que esta magia era para poder potenciar los poderes de una deidad por unos minutos, supuso que al no tener nada podría ayudar a darle un plus que acelerara el proceso de recuperación y no se equivocó. Pasaron unos minutos y podía sentir que el aura de Percy tintineaba y sacaba chispas a los poderes que estaban aplicando sobre él. Pero todo se disolvió cuando Eskol miro por encima del hombro de su padre para ver a Artemisa de pie con un arco y una flecha tensado dirigidos hacia Liz. Eskol no lo dudo y corrió hacia Liz y en su mejor reflejo se lanzó sobre ella esperando llegar a tiempo para que no la impactara.
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Pum…
¡Pum!
¡PUM!
Pudieron sentirlo, conocían esa sensación, ya la habían sentido antes, cuando hubo esa anomalía en el ambiente. Atenea no lo dudo y junto a la caza y con un chasquido partieron hacia donde estaba Eskol. Sabía que debía estar en San Francisco para este momento, así que no lo dudo y empezaron a correr hacia donde estaba Eskol, pero fue grande la sorpresa de Atenea cuando lo primero que vio fue a Percy, sus miradas se cruzaron y como si fuera en cámara lenta vio Eskol lanzarse sobre la hija de Hécate y tumbarla al suelo. Atenea le hizo una seña a Thalia quien no dudo en disparar una flecha hacia la persona que le había disparado al hijo de Percy, pero no contaba con encontrarse con Artemisa.
—No puede ser — susurró mientras Artemisa esquivaba el lanzamiento de Thalia con una punzada en el corazón de saber que no había dudado en hacerlo. Su arco por otra parte no se había librado del lanzamiento y se había partido en dos. El resto de la caza corrió hacia donde estaba Atenea, mirándose cara a cara con Percy Jackson.
—¡Cómo te atreves maldita bruja! —Eskol se levantó mirando rápidamente a Liz para ver que estuviera bien. Ella tenía las mejillas sonrojadas porque había caído encima suyo, pero solamente asintió. Eskol no lo dudó y saco un par de dardos y los lanzó con fuerza a lo que Artemisa retrocedió para escapar de su trayectoria.
—¡Eskol! No, no, déjala —Percy se adelantó para detenerlo, pero lo que más lo sorprendió fue que Atenea no hizo nada para detener a Eskol. La caza miraba con impotencia cómo no podía mover un dedo en favor de Artemisa, se sentían maniatadas.
—Padre, apártate —susurró sin querer ser irrespetuoso con un dios en desventaja. Eskol miró de reojo a Atenea quien tenía una mirada de cansancio. Le pesaba recordar esto, pero su último encuentro había terminado en un agotador y palpitante empate por lo que Eskol se sintió ganador, debía concederle algo, sabía que esa mirada era para cobrar su deseo.
—Percy, apártate no puedes quitarle esto a tu hijo —Percy sentía que no podía tratar a su hijo como un niño no delante de las cazadoras y menos delante de Artemisa. Vio la cara de Artemisa cuando Percy suspiró con un poco de derrota. Eskol miró a Artemisa con un toque asesino que no pudo evitar hacerla estremecer.
—Espera, espera, pensé que la niña estaba atacando a Percy, no te vi. Enserio, lo juro —dijo mientras avanzaba un poco, pero fue el mismo Eskol quien dando unos pasos al frente la frenó.
—¿Crees siquiera que puedo creer cualquier cosa que salga de tu boca? —Eskol, escupió hacia el frente sin reparo, sabía que no le debía el respeto de un dios. La forma en como hablaba Eskol con tanta seguridad hacía que las cazadoras sintieran que habían perdido, una sensación horrorosa y sobre todo para Artemisa al ver a su caza amansada por Atenea.
—Mi señora —se le salió de la boca a Phoebe, pero Atenea rápidamente blandió su lanza para dar un golpe contra el suelo.
—¡Alto ahí! —las cazadoras sabían que no podían contradecir la palabra de su nueva patrona, sería una sentencia de muerte.
—Mi señora, es Artemisa, no podemos dejar que lo haga —susurraron mientras la misma Atenea sentía que estaba traicionando a su hermana, pero se sentiría aún peor de traicionar a Eskol quien le había abierto su corazón y había logrado abrir su corazón.
—¡Alto dije! —la voz de Atenea fue lo suficientemente clara como para hacer retroceder cualquier intento de movimiento por proteger a Artemisa. La mira de esta última era determinada, pero estaba lejos de ser la mirada que infundía miedo años atrás. Había perdido la autoridad para mirar y hacer sentir terror a cualquiera. La mirada de Percy ya no estaba solamente encima de su hijo, de quien podía comprender que tomara una reacción así, sino que Atenea estaba prácticamente avalando este accionar. Atenea sintió una ligera punzada de culpa por ello. En su corazón no tenía la fuerza para negarle nada a Eskol, el muchacho tenía un ingenio que se había saltado cuanta barrera le había puesto. Había soportado todo, había soportado su propio régimen de entrenamiento solo para fastidiar a las cazadoras para estoar listo para este momento y vacilaba de ponerle un alto.
—Eskol, escúchame, esto no está bien —susurró mientras Eskol estaba mirando de manera feroz a Artemisa, era ella esta vez la que empezaba a sucumbir ante su mirada.
—Casi lastima a Liz —le respondió mientras miraba a Liz que no tenía ningún rasguño, pero igualmente quería verificar que estuviera bien.
—Y ella te explicó porque lo hizo —Percy quería que por lo menos se pensara atacarla en estas circunstancias. No iba a decirle no, porque él había sido víctima de su cacería, pero no ahora, no así.
—No me importan sus razones todo lo que sale de Artemisa es engaño, cobardía y deslealtad —las palabras de Eskol hicieron enardecer a las cazadoras que sentían como Eskol pisoteaba la mermada imagen de su anterior patrona.
—Es solo una mortal, acabaras con ella, déjala ir —Percy sabía que el entrenamiento de Eskol lo ponía sobre todos los semidioses. Sabía mejor que nadie que una vez que cruzas el umbral de la venganza era un camino solitario y difícil de transitar.
—Igualaremos las cosas —susurró Eskol y miró a Liz con determinación. —Liz, aplícame tu encantamiento —Liz le dio una mueca de descontento, sentía que no debía intervenir en esto, pero a la vez no podía darla la espalda a su amigo.
—Eskol, no estoy segura que… —Eskol no dudo en recordarle que le había prometido estar para él cuando llegara el tiempo de su venganza.
—Me lo prometiste —Liz se mordió el labio mirando de reojo a un Percy que no tenía la fuerza para detener a su propio hijo.
—Chicas… —susurró Artemisa mientras esperaba que detuvieran esto, no quería ser humillada delante de su caza, pero si Eskol podía hacer sus poderes a un lado seguramente sería un duelo un poco más equilibrado.
—¡Todas atrás! —gritó Atenea mientras se debatía entre detener todo esto, estaba en su poder, pero seguramente se enfrentaría a Eskol y algo se rompería entre ellos. En sus entrenamientos había soportado sus palizas y en sus llegadas al campamento, cuando lo atacaba directamente sin aviso alguno, todo para estos momentos en que iba a vengar todo lo que le hicieron a él y a Percy.
—Juré que, si te volvía a ver, te iba a matar —la voz de Eskol era pesada y cargada de una rabia que podía hacer temblar a quien lo escuchara. Podía ver de reojo a Phoebe y a Thalia moviéndose lentamente hacia la posición de Artemisa.
—No, Eskol —Percy no quería perder tiempo en estas cosas. Sabía que Artemisa se merecía cada golpe que estaba pensando darle, pero quería que fuera algo más justo. Aunque cuando lo persiguió no fue del todo justa.
—Padre, esta es mi pelea, mi decisión —Percy suspiró, tenía razón, ya no podía tratar como un niño a su hijo, era un hombre. Eskol miró hacia donde estaba Liz, pasando por una Atenea que tenía una mirada de neutralidad necesaria para no intervenir. —Dame tus cuchillos —ella no quería deshacerse de ellos, eran un artículo único. —Prometo que te haré unos nuevos —no le hacía ilusión unos nuevos, estos eran perfectos para ella.
—Eskol —él podía escuchar la preocupación en sus palabras, pero esto no podía simplemente dejarlo pasar.
—Liz —ella lo miró con recelo por última vez, no se lo había dicho, pero este encantamiento sería tan malo para ella como bueno para él.
—Ahora dejas de tener los poderes de tu filiación divina —una luz purpura salía de las manos de Liz quien empezó a levitar del suelo, entonces Eskol lo sintió, un bloqueo más fuerte de lo que pensaba, sentía que sus músculos se tensaban y sus reflejos estaban claramente con falta de agudeza. Las miradas cruzadas entre Artemisa y Eskol lo decían todo. Esta vez ella era la presa.
—No tenemos que hacer esto —Eskol se rio ligeramente mientras chocaba sus cuchillos. No pensaba usar su arco, no esta vez.
—Oh, claro que tenemos —Eskol empezó a avanzar lentamente hacia Artemisa mientras las cazadoras se movían a la par de Eskol, quien no les prestaba demasiada atención.
—No permitas esto Atenea —esta vez sí que sonó como una súplica. Eskol se detuvo cuando vio que algunas cazadoras tenían flechas fuera del carcaj. La mirada que le dio les heló la sangre.
—Si alguna de ustedes siquiera mueve un pie por ella voy a hacer su vida un infierno —escupió cada palabra de tal manera que les recordara todo lo que ya les había hecho. Artemisa se sintió abrumada por como las palabras de Eskol hicieron que la caza se detuviera. Ni siquiera quería imaginarse que habría hecho Eskol con la ayuda de Atenea.
—Suena como que le tienen miedo —Percy también estaba sorprendido y Atenea solo tenía una sonrisa de suficiencia en su rostro. Esto iba a ser largo. No quería imaginar qué pasaría si Apolo decidía hacer su aparición.
—Debiste ver la forma en que las sometió una por una —Percy tenía una idea de ello. Travis había pensado en como domar el espíritu libre de Eskol cuando era niño, tan lleno de pasión desmedido por las aventuras y el riesgo.
—No me digas que aplico el entrenamiento extremo —Atenea asintió mientras Eskol miro a Thalia y cambio su rumbo hacia donde estaba ella.
—Las hizo correr por el gran cañón descalzas, con el equipamiento pesado —Percy sintió lástima por ellas por un momento, pero luego su hijo no haría algo que no estuviera dispuesto a hacer el mismo.
—Estás loco, Eskol —susurró, pero Eskol logró escuchar y solo giró la cabeza para darle una sonrisa de satisfacción. Volvió la cabeza para mirar cara a cara a Thalia.
—Dame tu arco —solo extendió la mano esperando que hiciera lo que le ordenó. Thalia se sentía abrumada porque tenía un recelo contra el hijo de Percy en ausencia de su primo, jamás levantó su arma contra ellas, pero en cambio sí que las sometió a ejercicios físicos inhumanos. Ahora la forma en que hablaba no le gustaba para nada y ella era una diosa menor.
—¿Perdón? —Eskol le levantó una ceja, era un duelo de miradas que Thalia no iba a perder.
—No fue una pregunta, Thalia Grace —esta vez era Eskol quien alzo la voz con autoridad mientras blandía uno de sus cuchillos. Thalia sabía que en el momento que ella o alguna de la caza decidiera hacer algo contra él, Liz dejaría de aplicar el encantamiento y entonces sí que sería un encuentro en el que perdería y luego con las misma acabaría sin siquiera pestañear con Artemisa.
—Thalia… —susurró Phoebe.
—Hazle caso a tu amiga —Thalia suspiró derrotada, pero termino dándole su arco y carcaj con flechas a Eskol quien le dio una mirada de triunfo, este el momento de Eskol, él lo sabía, lo había esperado tantos años que ahora que era un hombre propiamente dicho y podía defender por sí mismo iba a darles la estocada final. Siguió avanzando hacia Artemisa y le lanzo al suelo el arco de Thalia y los cuchillos de Liz.
—Aquí tienes uno nuevo y unos cuchillos de caza —Liz estaba manteniendo el encantamiento, pero empezaba a sentir que la furia de Eskol iba a hacerla pedazos. —Solo usaré mis cuchillos —Artemisa sabía que Eskol solo dejaría de usar su arco, su mayor ventaja si tuviera un plan.
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Liz está luchando con habilidad para resistir esto. No lo habían probado antes, así que no sabía a qué se refería con lo que el texto decía: el ejecutante tendrá que vencer la voluntad del objetivo. Cuando lo habían probado previamente había sido tan sencillo, pero ahora era diferente, Eskol tenía un estímulo externo que estaba alborotando sus emociones. Entonces lo entendió. El poder de Eskol se estaba resistiendo al bloqueo de Liz de tan manera que las manos de Liz empezaban sentir presión. No tenía ojos para ver lo que estaba pasando, pero era más que claro que Eskol estaba poniendo todo de si para vencerla por la forma en que su poder se resistía.
La estrategia de Eskol era simple. La única forma de llevar su venganza a donde quería era que ninguno de los presentes sintiera que él estaba ganando, por lo que se dejaría cortar, golpear y subestimar lo más que se pudiera para también propinarle unos buenos cortes y golpes. Había dejado que algunas flechas de Artemisa rasgaran su ropa o cortaran parte de su piel, no le podía importar menos, luego podría curarse el mismo. Aún estaban en esa parte de combate a distancia porque Artemisa no dejaba de disparar. Podía ver como las cazadoras estaban disfrutando que su antigua patrona le hiciera algunos tajos y ver la cara de dolor fingido de Eskol era simplemente glorioso para ella. Excepto para Thalia. Ella podía verlo.
—Bueno, creo que se acabaron las flechas, es mi turno —Eskol empezó a correr hacia Artemisa con una simple idea de hacer cortes ligeros, quería incomodarla no que se desangrara.
Eskol saco sus cuchillos de caza, los choco entre ellos y no había rastros de la magia con la que los habían creado. Realmente Liz lo estaba privando de sus poderes; sin embargo, cuando chocó cuchillos con Artemisa se dio cuenta que los de ella si tenía ese artilugio que iría debilitando los cuchillos de Eskol. No podía simplemente echarse atrás por lo que pensó en evitar los choques y concentrarse en esquivar, lo más que pudiera. Uno a uno los golpes se convirtieron en gritos de furia por no poder asestar ninguno sobre el cuerpo del muchacho. Algo en Artemisa se despertó al ser desafiada de esa manera, pero para Eskol era un simple deseo de doblegarla, tal como lo había hecho con tus cazadoras.
—¿No tienes curiosidad por saber cómo doblegué a tus cazadoras? —ella solo atinó a gruñir violentamente mientras trataba de asestarle un golpe en el costado con uno de los cuchillos, pero Eskol era más rápido y solo dejaba aberturas para que usara sus pies para empujarlo o patearlo.
—Nunca hubieras podido con ellas si aún fueran mías —Eskol le dio una sonrisa de satisfacción que enfurecía más a Artemisa.
—Nunca lo sabremos, por lo que sé, seguirás tus días siendo una mortal como yo —que un mortal de su burlara de ella aún le escocía, pero no podía ignorar el hecho de que ella estaba amargada por la situación.
Eskol no se esforzó demasiado para hacer un corte en el pantalón de Artemis, dejando parte de su muslo expuesto con una delgada línea que empezó a filtrar sangres, no era icor y eso era doloroso para las cazadoras y para Artemisa el recuerdo de que su inmortalidad estaba en manos de Styx. Percy miraba con un poco de expectación cómo su hijo iba llevando la pelea. Era astuto no podía negarlo, con todos los tajos y golpes que se había dejado dar de parte de Artemisa nadie podría reclamar que había una disparidad en la pelea. Travis le había enseñado bien, lo que fuera que haga falta debe hacerse para lograr el objetivo, porque el objetivo es una vida. Eskol estaba sacrificando su integridad física para lograr someter a Artemisa.
Los golpes que intercambiaban dejaban más que claro que Eskol se estaba conteniendo mucho y estaba permitiéndole mucho a Artemisa. Ella por su parte trataba de defenderse con todo lo que tenía, no se iba a contener porque sabía que Eskol no iba a dudar en dañarla y no sabía si alguno entre las cazadoras, Atenea o Percy saldrían a parar esto. Eskol empezaba a sentir que los cortes se volvían dolorosos, por lo que decidió dejar de permitir que Artemisa lo lastimara.
—Es momento de terminar con esto ¿no te parece? —Artemisa asintió mientras se concentraba tratando de recordar sus mejores movimientos, sabía que el hijo de Percy estaba en su forma más débil y aun así había logrado humillarla, tampoco se creía que estaba por sobre él ya que no tenía el entrenamiento necesario para vencerlo, pero tenía confianza de que podía hacer algunos movimientos inesperados para poder atacarle y tentar su suerte. Quería demostrarles a todos que seguía siendo Artemisa, la única.
—No dejaré que te salgas con la tuya —Eskol miró de reojo a Liz, sabía que ella estaba sufriendo por contener sus habilidades y no la pondría en peligro, no se lo perdonaría, así que alejó el pensamiento de forzar sus capacidades para romper el encantamiento de Liz.
Los golpes de Eskol se volvieron más potentes, pero también sabía que se le iban agotando las opciones debido a las armas que Artemisa poseía que iban minando su fuerza en favor de ella. Ese pensamiento lo hizo descuidarse por un momento y Artemisa no lo desperdició para para poder asestarle un buen tajo en el hombro bajo la atenta mirada de las cazadoras que celebraban dicho movimiento. Eskol refunfuño sintiendo el ardor de la herida y viendo como se le escurría la sangre por el brazo. Liz por su parte se sentía preocupada de que su hechizo hiciera que saliera lastimado. Nunca lo diría, pero se sentía en deuda con él y había aprendido todo lo que él le había dado para poder protegerlo cuando fuera necesario.
Eskol se giró a mirar a las cazadoras, especialmente a Thalia con una mirada mordaz que las hizo callar y esto enfureció más a Artemisa que no podía soportar en lo que se había convertido su grupo de cazadoras, sucumbiendo ante el dominio de un hombre, pero el hijo de Percy no iba a volver a perder la concentración, los golpes de Eskol se volvieron más mortales, tratando de debilitar la defensa de Artemisa quien se sentía un tanto confiada de poder vencer esta vez. Ya no se sentía indefensa, pero no contaba con que Eskol iría a por todas y empezaría a golpear con la intención de quebrarla, sobre todo no cuando renunció a una de sus dagas para propinarle un duro golpe en la mandíbula, que la dejo al borde del knock out, pero Artemisa no se iba a rendir, sino que también trató de darle un buen golpe por el mango del cuchillo de caza, pero pareció no afectar al hijo de Percy, sino que reaccionó dándole un golpe con su propia cabeza sobre la nariz. Artemisa, sentía como un líquido espeso corría sobre la comisura de su boca, ni siquiera se molestó en ver de qué se trataba, solamente atinó a escupir un generoso chorro de sangre.
—Eskol, ya es suficiente —Percy no quería ver una masacre, que por el momento dictaba que sería su hijo quien terminara con la vida de Artemisa, no tenía el más mínimo deseo de salvarle el cuello después de lo pasado, pero tampoco quería que su hijo cargara con el peso de cegar una vida.
—Seguramente Artemisa piensa distinto —Percy miró a Artemisa quien estaba en posición desafiante hacia su hijo y las cazadoras le animaban con las miradas saltonas.
—No se trata de eso… —Atenea no quería esto se le fuera de la mano al hijo de Percy, por otro lado, Eskol no quería ir en contra de los deseos de su padre, no ahora que por fin podía tenerlo cerca, pero no quería dejar ir a Artemisa sin una lección por haber atacado a Liz.
—Creo que me gane el derecho, Atenea —la forma en como pronunció su nombre la puso contra la espada y la pared porque sabía que no había otro motivo más grande en la vida de Eskol que vengar a Percy de Artemisa y su padre biológico.
—Ughhhhh —refunfuño mientras con mano mantenía a las cazadoras a raya, esto sin duda era una situación difícil, pero también era su derecho, no le quitaría eso. Percy aún estaba demasiado débil como para siquiera chasquear los dedos y detener esto. No abogaba a favor de Artemisa muy a pesar de haber cuidado de él, pero no quería que en la conciencia de su hijo estuviera una victoria contra un ser completamente inferior en fuerza y forma con todo y el encantamiento de la hija de Hécate. —Déjalo, déjalo Percy, esto terminará pronto —Percy no tenía mucho que decir al respecto.
—Me temo que si —Eskol sonrió con satisfacción al ver que no sería impedido de tomar venganza. Era su momento de darle un baño de humildad a Artemisa delante de sus cazadoras.
Chapter 43: Sin perdón
Chapter Text
Se odiaba a sí mismo, se odiaba por haber sido un cobarde y haber denunciado a Eskol de esa manera tan infantil cuando no había hecho más que gritarle a su hermana por algo completamente comprensible, pero no podía permitir que quedara sin alguna clase de repercusión. En su corazón le agradaba el chico, tenía todo aquello que lo definiría como un hijo de Apolo, era confiado y tenaz con su habilidad. Pero, por otra parte, tenía el desprecio de su hermana y no podía ignorarlo.
Aún se sentía incómodo con la actuación de Eskol en ese dichoso torneo, lo había dejado en un completo ridículo que no podía dejar pasar, se sonrojaba de vergüenza al pensar en cómo todo el mundo griego se debe haber burlado por semanas de su incidente. Era simplemente humillante.
No era momento para mover las aguas, sabía que todos estaban “esperando” por la regeneración de Percy luego del fatídico evento que Atenea y Poseidón contaron que había pasado y que había sido el final de un pasaje donde todos había perdido. No había ningún bando que no hubiera perdido algo. Apolo había perdido a Artemisa, ella había perdido su deidad y la caza, su grupo había perdido a su señora. Poseidón a un hijo, Atenea al recuerdo de su amada Annabeth, Eskol a su padre y Katie y Travis a su patrón. Era un mar de perdidas, pero al menos él sabía que su hermanita está viva y a salvo, sabía que merecía la muerte por la bajeza que había hecho.
En medio de todo ese profundo pensamiento sintió la variación en el ambiente, no sabía cómo explicarlo, pero se sentía que una fuerza se estaba moviendo en el ambiente y no podía simplemente ignorarlo. Rápidamente chasqueo los dedos para aparecer en su carruaje brillante como el sol y conteniendo su respiración empezó a buscar a Atenea, sabía que ella estaría cerca de lo que fuera a pasar con sus cazadoras. Cuando finalmente la encontró no se sorprendió en nada por encontrar a su hermana cara a cara con Eskol, sino que lo que mas le sorprendió fue encontrar a Percy con un aspecto tan mermado que no parecía ni siquiera la sombra de lo que era como semidios y ni que decir de su forma de deidad, era un desastre, pero no pudo evitar sentir alivio de que esta podía ser la única manera en que Eskol olvidaría el asunto.
—Percy… —la mirada de Percy y la de todos se giraron hacia la voz de Apolo que hizo una entrada nada espectacular, pero con lo que nadie contó fue con que Artemisa usaría de esta oportunidad cuando hasta Eskol había bajado la guardia.
—¡Acabe con él mi señora! —gritaron las cazadoras cuando se dieron cuenta de que tenia una ventaja sobre el muchacho.
—¡No Artemisa! —gritó Liz cuando se dio cuenta que Artemisa estaba actuando con ímpetu y de manera sucia y corrió hacia donde estaba Eskol, pero no estaba segura de si sería o no suficiente. Eskol cuando se percató que estaba corriendo hacia el ni siquiera lo dudo y estiró la mano para evitar que el golpe que estaba a punto de impactarlo siquiera llegara a Liz.
—Es suficiente —susurró de manera mortal Percy cuando se percató que Artemisa había apuñalado la mano de Eskol en su intento por aprovechar la entrada de Apolo. El mismo dios sol se dio cuenta que esto solo empeoraba todo y que cualquier oportunidad de que se calmaran las aguas se había esfumado.
Eskol no pudo evitar gritar de dolor mientras que Liz lo miraba sintiendo que lejos de darle apoyo lo había distraído, Eskol ni siquiera se molesto en mirar a Artemisa y le lanzó la daga que tenia en la otra mano con tal violencia que arrancó parte de la tela y la hizo retroceder hasta el punto que terminó en el suelo. La mirada de Eskol era una mezcla de ansiedad y preocupación al mirar a Liz y su padre supo en ese momento que la conexión que había allí era tan fuerte que Eskol iba a dar su vida por mantenerla a salvo y la nostalgia de lo que había compartido con Annabeth en su momento ahora tocaba la puerta de su hijo, pero podía apostar todo su reino en que él lo negaría y diría que solo eran amigos.
—No te preocupes —Liz podía sentir el dolor y mas aún cuando vio la cantidad de sangre que salía de la mano de Eskol. Este negó rápidamente para que no intentara revisar la herida. Con una mirada violenta se giró hacia Artemisa que se iba levantando del suelo con el corte de la daga en su hombro y la sangre brotando.
—Fuiste demasiado lejos Artemisa —Apolo sabía que no era un movimiento honorable y se sentía un poco culpable de haberle dado esa oportunidad.
—No lo creo, estoy luchando por mi vida —las cazadoras estaban empezando a celebrar cuando Eskol se arrancó la daga que tenía incrustada en la mano y el dolor le hizo caer de rodillas, sintió la tentación de usar su habilidad de curación con agua al ver que Liz le acercaba una botella, pero no sería justo un combate así, por lo que negó rápidamente con la cabeza.
—Veo que no has aprendido nada —susurró mientras cortaba un pedazo de tela de su pantalón para vendarse la mano.
—Sis… no empeores las cosas —Artemisa miró a Apolo sabiendo que buscaba zanjar esta pelea con sus típicos discursos, pero no contaba con que uno a uno empezaron a brillar los dioses del Olimpo y cuando vieron la figura de Percy no pudieron contener el aliento, en especial Afrodita, aunque el que más brilló de alegría fue Poseidón que no pudo evitar hacer una invocación de poder del mar para envolverlo y darle un poco de fuerza pues se notaba que lo necesitaba.
—El muchacho quiere pelear y eso hago, pelear —Zeus quería entender que era lo que estaba pasando para ver al muchacho de Percy sangrando abundantemente y a la hija de Hécate tratando de atenderlo.
—Creo que debemos dejar esto hasta aquí — dijo con algo de cansancio mientras que la mirada de Eskol se volvió un tanto enojada, pero recordó que no tenía porque hacer de esto una situación de peligro para su padre.
—Señor Zeus, tengo derecho… —Zeus le levantó la ceja cuestionando su reclamo. —Ella nos atacó sin motivo —Zeus sabía que si el muchacho lo decía seria cierto ya que conocía la naturaleza de su hija, siempre había un hombro lastimado en cualquier escenario.
—¿Es eso cierto, Artemisa? — Artemisa aun estaba tratando de presionar la herida en su brazo para poder contener el sangrado, pero no dejaba de mirar con atención porque pensaba que podía pasarle lo mismo que ella hizo y que Eskol se aprovechara de la situación.
—Padre… — susurró con rabia, no quería ser cuestionada y mucho menos perder frente al muchacho de Percy.
—Responde la pregunta —le ordeno el rey de los dioses. Esto debía terminar cuanto antes, miró de reojo a Percy que poco a poco iba recobrando su semblante, parecía que hubieran pasado siglos por su rostro, pero no era conversación para ese momento.
—Es cierto —Artemisa sabía que no tenía ni la jerarquía ni la autoridad para ser obstinada con su posición.
—Padre, no es un combate justo —Apolo se arrepintió de haber dicho lo que había dicho cuando vio la mirada burlona de Eskol.
—Y cada vez que atacó a cualquiera solo por ser hombre ¿Era un combate justo? —Artemisa se puso en guardia con la daga que le quedaba. Las cazadoras dieron un paso al frente de manera peligrosa, pero esta vez fue Hécate la que dio un paso al frente convocando una nube rosa amenazante, las cazadoras retrocedieron pensando que era una clase de encantamiento de Afrodita, pero se llevaron una sorpresa cuando vieron a Hécate sonriendo y a Liz agradeciendo de manera silenciosa, sabía que no sería suficiente para arreglar las cosas con Liz, pero quería empezar a mostrar un poco de maternidad real con ella y mucho más con el que la había rescatado y era importante para ella.
—Tuvieron la oportunidad de arrodillarse y rendirse —dijo Phoebe mientras todas reían de manera burlesca sin ver lo que Eskol iba a hacer.
—Enserio, entonces seré justo y daré esa oportunidad —Eskol señalo a Artemisa para luego sonreír con locura. Percy sabía lo que estaba por venir, por un momento se alegró de que Eskol quisiera darle una oportunidad a Artemisa para zanjar este pleito. Hubo alguien que si vio a esto venir y era Poseidón. Él podía sentir las mareas de Eskol resonando en lo mas profundo.
—Eskol… —susurró tratando de evitar que su nieto provocara que Artemisa le diera un motivo para acabar con ella.
—No tienes que ir tan lejos —las palabras de Atenea si que era pesadas, habían compartido varias vivencias y era alguien que lo había entrenado, pero esto era personal.
—Mi combate, mi derecho —respondió Eskol sin mirar a su abuelo, pero dando un claro mensaje de que se le dio oportunidad a Artemisa. —De rodillas y ríndete —Zeus y Hera sonreían sabiendo que esto estaba lejos de terminar, las cazadoras tensaron sus arcos, pero fue en vano porque Percy chasqueó los dedos y los arcos se desvanecieron. Thalia por su parte estaba tan ensimismada debatiendo si esta vez no debía meterse en el camino de Eskol, después de todo era el hijo de su mejor amigo.
—No pienso arrodillarme ante un hombre… ¡Jamás! —Artemisa tenso los brazos dispuesta a seguir peleando. Ahora tenía a Eskol con una sola mano útil, así que sus probabilidades habían subido.
—Entonces podemos continuar con el combate —siseó Eskol para empezar a caminar hacia Artemisa.
—Eskol, por favor —el hijo de Percy se detuvo para mirarlo con ojos mortales, tratando de hacerlo callar, pero era inútil no podía permitirse hacer enojar a los dioses con alguna clase de tontería.
—Tus palabras no me mueven un pelo Apolo, debiste pensarlo antes de denunciarme —sus abuelos eran lo más preciado para Eskol aparte de su padre, Liz, Katie y Travis, nunca olvidó que fue por Apolo que no pudo acercarse a ellos durante la temporada de aislamiento y cuarentena.
—Lo siento —Apolo no quería seguir con esto, por el bien de su hermana, sabía que aún un Eskol sin una mano útil era mas que suficiente para acabar con Artemisa en estado humano.
—No lo sentiste en ese entonces, pero haré que lo sientas —miro a Liz con una súplica interna, no quería ganar con sus poderes, quería vencerla con pura habilidad de combate.
Liz hizo lo que tenía que hacer y volvió a lanzar el hechizo sobre Eskol mientras este se lanzaba sobre Artemisa con golpes meditados y medidos para dilatar el encuentro lo suficiente como para mermar no solo a Artemisa sino también a sus cazadoras, las iba a vencer, a cualquier costo.
Los golpes de metal contra metal era lo único que sonaba entre Artemisa y Eskol. Artemisa sabía que el entrenamiento de Eskol debía haber sido brutal ya que ella misma se había mantenido en forma, pero aun así estaba muy por encima de los campistas regulares, el cuerpo de Eskol hablaba por si mismo, ya que esquivaba y contratacaba a su ritmo y forma.
Eskol ya se estaba empezando a sentir un poco entumecido por la cantidad de sangre que había perdido por la puñalada de Artemisa y el pedazo de tela en su mano estaba empapado de sangre por lo que se lo sacó de la mano y se lo arrojo en el rostro a Artemisa y aprovecho el momento para propinarle un duro golpe con el mango de la daga en la cien para tumbarla al suelo y con las mismas darle una fuerte patada pero esta fue bloqueada por la misma Artemisa que se reincorporó retrocediendo para volver a recuperar un poco de foco.
Sabía que Eskol no volvería a perdonar esta clase de descuidos por lo que empezó a atacar con más ímpetu para poder romper la defensa que este usaba para hacer cada uno de sus golpes inútiles. Eskol por su parte ya no sentía mucho en su mano herida y Liz lo podía percibir era casi un pedazo de carne colgando en su muñeca salpicando sangre con cada movimiento. Ares miraba con atención al muchacho de Percy porque había mostrado algo de lo que le gustaba ver en un guerrero: supresión del dolor para logra el objetivo, que era vencer al final a cualquier costo. Eskol no lo pensó dos veces antes de lanzarse con todo regalando una apertura falsa del lado de su brazo herido esperando que Artemisa tentara la posibilidad de atacarlo con fuerza y eso sucedió, que cuando Eskol se dejó caer a propósito mientras ella atacaba no pudo hacer nada cuando le corto en la parte del talón haciendo que ella gritara de dolor porque no podía mantener en pie apoyando en ese pie. El dolor era severo. Era el momento de Eskol, pero Artemisa también estaba determinada a no dejarse vencer que cuando este intento ir a buscar su otro talón ella levanto el pie sano gritando de agonía para darle un buen golpe en la nariz haciendo que automáticamente la sangre brotara sin control, pero Eskol estaba determinado a no parar por lo directamente se acercó a Artemisa sin temor a ser apuñalado, iba a terminar con esto.
—Zeus, debemos parar esto —Poseidón estaba preocupado por la cantidad de heridas que tenía Eskol, que pensaba por un momento que podía llegar a perder el encuentro.
—Tu nieto lo quiso así —Zeus sabía que Eskol estaba entregándose para obtener algo más, pero parecía un poco extremos. Mientras las cazadoras celebraban cada golpe de Artemisa y se burlaban del estado de Eskol. En su intento final por tener a Artemisa sometida Eskol lanzo hacia adelante al aire su daga lo suficiente como para que Artemisa no supiera si ir por la daga y tener ventaja o dejar que se acercara, pero cuando decidió ya era tarde el puño de Eskol estaba sobre rostro, fue tan duro que casi pudo sentir crujir su mandíbula.
Lo siguiente que supo Artemisa era que estaba siendo brutalmente golpeada por Eskol mientras ella trataba de bloquear los golpes que iban a la cara, pero era inútil porque Eskol golpeaba con tal fuera que ella misma se lastimaba con el impacto de sus propias manos. Poseidón no quería que su nieto fuera percibido como un despiadado, por lo que no se pudo contener cuando empezó a ver que Artemisa ya no se podía defender y los golpes de su nieto iban directo al rostro y a todas parte de su cuerpo. En una fracción de segundo la daga de Eskol estaba a punto de atravesar el hombro de Artemisa para cortar la articulación, pero llego a tiempo para sostener su mano.
—Es suficiente —la voz de Poseidón era de ruego para que no hiciera algo de lo que podía arrepentirse, cuando Eskol volteo para verlo tenia a Atenea, las cazadoras, Liz, Apolo y su padre con los brazos extendido para tratar de detenerlo, pero solo Poseidón fue lo suficientemente rápido para evitarlo.
—Que se rinda —la voz de Eskol sonaba dura mientras no soltaba la daga ni tampoco dejaba de hacer fuerza para poder atravesarla. Atenea se acercó para poner la mano sobre el hombro de Eskol, podía sentir la tensión entre Eskol y Poseidón, pero también la fuerza de Eskol se estaba agotando y Poseidón ni siquiera estaba poniendo su fuerza sino solo lo suficiente para detenerlo.
—Mírala, ya ni siquiera sabemos si está viva —Eskol resopló, quería darle una lección lo suficiente grave como para que Artemisa y las cazadoras supieran su lugar.
—Eres un monstruo —grito Phoebe y las cazadoras le hicieron eco, pero fue Liz quien las enfrentó sin pensárselo, sus ojos se volvieron purpuras mientras un aura mortal las hizo retroceder.
—Cuida tus palabras cazadora, yo no tengo la misma paciencia que Eskol —Eskol sonrió al ver a Liz sacar su lado malvado, pero no dejaría que ella actuara así, por lo que soltó la daga y suspiró con agotamiento.
—Mira lo que sucedió a papá por su culpa —tanto Poseidón como Atenea comprendían de lo que estaba hablando, Percy por su parte se acercó a la mano herida de su hijo para intentar sanarla, pero este no le dejo alejando su mano, pero no porque estuviera enojado con él, sino porque sabía que no tenía las fuerzas suficientes como para usar sus poderes curativos.
—Eskol, no te entrene para que te conviertas en un maldito abusivo —Atenea le dio una reprimenda porque sentía que se había pasado, el rostro de Artemisa era una mueca sangrienta.
—Ella se lo busco —Eskol no se arrepentía de lo que había hecho, sabía que se merecía eso y más por sus acciones como diosa de la caza.
—Sabes que entrenaste para algo más grande —Percy sabía que desde su rescate de las tierras de Váli se había estado preparando para la venganza, esta llegaría, pero no estaría solo, no dejaría que su hijo recorriera ese camino solo, pero debía ser paciente para poder tomar lo que por derecho era para él.
—Ella no merece vivir —Apolo entrecerró los ojos cuando vio más de cerca a su hermanita, sabía que no era suficiente para Eskol, pero tampoco iba a permitir que la asesinara.
—Ella recibió su castigo —resoplo, esperando que esto dejara a Eskol satisfecho, pero el aura sangrienta que tenía encima le hacía pensar que si nadie intervenía Eskol la hubiera desollado con su daga solo para saciar su deseo de venganza, supuso que era su lado vikingo violento y sangriento. Atenea no quiso seguir regañándolo, sabía que el origen de Eskol no era fruto del amor de Percy y su amada Annabeth, pero le llenaba el corazón de calidez que Percy lo haya criado bajo el sello del amor que sintió por ella.
—El odio solo te llevará a perder a todos los que amas —tanto Poseidón como Percy pusieron su mano sobre el hombro de Eskol, era momento de parar, pero era inútil detenerlo por la fuerza, debían convencerlo de que era lo correcto. —Yo sé de lo que te estoy hablando —Eskol miró fijamente a Atenea para luego mirar a su padre quien le asintió cerrando los ojos.
—Eskol… —el susurro de la voz de su padre a quien había echado de menos empezaba a tocar fibras sensibles de su corazón mientras su ojos ya no estaban en la figura sangrienta de Artemisa. Pero algo seguía ardiendo en su pecho de tal manera que su mano se extendió nuevamente hacia la daga que tenía Poseidón quien no pudo evitar apartarla de Eskol, pero este la seguía buscando.
—Padre —la voz de Eskol se volvió nuevamente fría y dura, Percy lo sabía su lado vikingo era sumamente fuerte y tener nuevamente contacto con Váli había despertado esos instintos, pero no conto con la figura de la hija de Hécate quien se puso entre Eskol y Artemisa.
—Eskol… —le susurró mientras ponía sus manos en sus mejillas ensangrentadas, no podía importarle menos. Eskol, se sintió un poco avergonzado, pero sabía que no podía contener el fuego que tenía dentro de él, no aquí, no delante de todos los presentes.
—Liz… —sabía que ella estaba intentando contenerlo de manera cordial, no quería verlo lastimado, pero era tanta la furia que tenía dentro de él que opto por hacerlo lo más sabio. Tomó las manos de Liz de su rostro y las aparto con las mayor de las delicadezas, tampoco quería que Hécate lo mirara mal. Escupió sobre el cuerpo inerte de Artemisa ante la mirada estupefacta de Apolo y las cazadoras y uso uno de sus atributos como hijo de Percy y se escurrió en forma de agua abandonando el lugar dejando a todos atónitos por la cantidad de capacidades que tenía.
Percy suspiró sabiendo que sería muy difícil dar con el paradero de Eskol porque con esa capacidad podía estar ya a miles de kilómetros si así lo quisiera. Percy miró a su padre para que se hiciera cargo de Artemisa. Apolo se acercó, suspiro de alivio al ver que estaba viva y respirando por lo que empezó a tratarla, pero la curación de Poseidón fue más efectiva por lo que la envolvió en un cuerpo de agua mientras sus heridas se curaban lentamente.
—Bueno se terminó el espectáculo —dijo Ares mientras brillaba lejos, seguido de los otros dioses que nunca rechazaban un buen combate como el que habían presenciado. En ese momento llegaron Katie y Travis, solo para toparse con la mirada curiosa de Deméter quien iba de salida. Katie soltó rápidamente la mano de Travis, pero cuando vieron a Percy no pudieron evitar soltar lagrimas mientras corrían a abrazarlo.
—También los extrañe chicos, ya les contaré lo que paso, solo necesito recuperarme y encontrar a Eskol —Percy sabía que no era lo mismo para los dioses volver a verlo que para el resto de personas mortales por lo que podía entender la reacción de Eskol, Travis y Katie, también la forma tranquila y relajada de su propio padre quien ya sabia que mas temprano que tarde volvería a verlo. La cara de Katie cuando vio a Artemisa era un poco de sorpresa con algo de compasión, no simpatizaba con Artemisa porque muchas veces también había ido en contra de los hijos de Hermes, pero no esperaba que Eskol la dejara en ese estado.
—¿El hizo esto? —casi no podía sostener sus palabra cuando sintió la mano de Atenea sobre ella.
—Definitivamente necesitamos encontrarlo antes que haga una locura —Travis por su parte si sabía de lo que podía ser capaz y de cuanto deseaba darla su merecido a Artemisa por como lo había perseguido y tratado de cazar.
—¿Alguna idea de donde puede estar? —Percy no tenía mente para pensar en ir a la casa de su mama que era el lugar más obvio donde podría encontrarlo, no dejo de percatarse de la mirada perdida de Liz quien aun se sentía un tanto impresionada de la ultima reacción de Eskol y de como se había ido sin decir nada.
—¿Liz? —preguntó Hécate mientras intercambiaba miradas con Percy y Poseidón. Ella estaba a miles de kilómetros, pensando en Eskol y de como podría ayudarlo en este momento. Sería un largo viaje.
—No, no… no sé dónde podría ir —respondió vagamente mientras empezó a alejarse para recoger las dagas y todo el equipo de Eskol para luego acercarse a Katie y entregárselo. Ambas intercambiaron una platica silenciosa, pero seguramente compartían mas de lo que imaginaban ya que ambos tenían un chico complicado en sus vidas.
—Creo saber dónde, pero hay que darle un poco de espacio, lo necesita —Percy sabia que ese fuego que traía dentro Eskol no se iba a calmar con palabras suaves sino con tiempo a solas para que el mismo calmara su interior. Debía darle espacio a pesar que moría por ir donde estaba.
—Percy… —la voz de Atenea sonaba preocupada, nunca lo diría en voz alta, pero sentía que la conexión entre ellos había sanado a Atenea y le había dado a Eskol una figura femenina semi maternal. Había sido una buena conexión para ambos.
—Primero encarguémonos de Artemisa —ya podía ver una respiración mas calmada y constante por lo que seguramente solo quedaba que sanaran las heridas externas y sin duda el dolor físico de la pelea tendría que algo que debería asumir.
—Además, quiero oír esa historia —dijo Apolo mientras tomaba en sus brazos el cuerpo de Artemisa, él podía continuar con el resto del proceso de sanación.
—Estoy seguro que eso quieren —Percy le asintió para que luego el desapareciera ante la atenta mirada de las cazadoras que no se atrevían a decir nada frente a los dioses que habían quedado en el campo ya que todos eran declarados aliados de Eskol, por mucho que quisieran lanzar un comentario mordaz se abstuvieron de ello.
—Avísame si sabe algo de él, parece que las cazadoras tienen suficiente energía para un entrenamiento nivel Eskol —las cazadoras rechinaron los días mientras Atenea hacia un asentimiento con los dioses que quedaban en señal de saludo para luego empezar a andar con rumbo desconocido, pero tanto Travis como Katie sabían que no sería algo agradable a lo lejos se escuchó un “quítense todas las sandalias”.
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En lo que había sido un campo de batalla solo quedaban una diosa torpe que no sabía que decir y una niña metida en sus pensamientos, pero a Hécate no se le ocurrió mejor manera de sacarla de allí que lanzar un comentario atrevido.
—Ese muchacho si que tiene agallas —la mirada de Liz se volvió hacia su madre para darle un respuesta sin palabras retándola a hablar mal de Eskol —Solo decía —Liz volvió a esquivar la mirada para quedarse mirando la zona donde aún había rastros de la sangre de Eskol, ya todos habían partido rumbo a sus dominios o en el caso de Percy rumbo a donde vivía Artemisa junto con Poseidón para poder revisar su estado.
—Esa muchacha se merecía un peor destino —Liz conocía de cerca la violencia y el maltrato por lo que no fue fácil para ella decir lo que dijo, pero era justo que Eskol tuviera su vendetta sobre Artemisa por como lo había tratado y las cosas que se habían desencadenado por su estupidez.
—Estoy segura que sí, pero veo que lo detuviste —Liz sabía hacia donde estaba apuntando su madre, pero la verdad es que no quería ver a Eskol consumido en la venganza, si creía que debía darle su merecido, pero todo tenía un límite.
—Sé de lo que es capaz cuando algo se le mete a la cabeza —lo había visto desarrollarse en su misión y más aún hace algunos años cuando la había rescatado de sus captores y abusadores.
—Aun así, aquí estamos —Hécate no quería ser agresiva en cuanto a los temas que hablaba con ella, pero quería realmente tenerla cerca. No tenía muchos hijos y menos una tan talentosa y con tanto potencial como ella. La única manera en que había podido ver un potencial similar era teniendo hijos con otros dioses.
—Seguro no lo veremos por un tiempo —sabía que después de una experiencia así y con las heridas que tenía Eskol optaría por meterse a seguir entrenando.
—Si que es temperamental —Hécate sabía que Eskol era un muchacho obstinado, era un digno hijo de su padre y nieto de Poseidón.
—Es su lado vikingo —suspiró Liz, sabía que era un caso atípico, la herencia helénica en la sangre de los campistas siempre los llevaba a ser ligeramente más calmados, salvo por los hijos de Ares que buscaban la guerra con cada respiración, pero lo que ardía en el pecho de Eskol era sed de sangre y violencia. Algo que había tratado de mantener a raya y en control con el entrenamiento extremo y los largos periodos de misiones. Hécate sabía de la naturaleza de Eskol, pero jamás se había visto algo así en el mundo de los semidioses, los diferente panteones no se mezclaban. Nunca.
—Háblame de ello —Liz le dio una mirada un tanto desconfiada.
—No somos cercanas como para compartir nuestros pensamientos —esas palabras le dolieron a Hécate, era un recordatorio de sus enormes fallas como madre.
—Liz… —susurró la diosa tratando por lo menos alargar lo más posible la conversación con su hija. Las notas de gratitud al equipo de Percy siempre estaban en sus pensamiento, por ello no se oponía en lo más mínimo a la amistad de Liz con Eskol, aunque ello la mantuviera distante de ella.
—Olvídalo —Liz tampoco se sentía a gusto teniendo discusiones con su madre cada que se encontraban, pero no se sentía cómoda cuando su madre estaba cerca. Aun así, no podía negar que había salido al frente cuando Eskol la necesitaba, eso debía saberlo. —Gracias por detener a las cazadoras —Hécate sintió calidez en su corazón cuando escucho las palabras de Liz.
—Es lo menos que podía hacer por alguien que obviamente te importa —El rostro de Liz se volvió confuso por un momento sabiendo que su madre estaba yendo demasiado lejos.
—No me importa de esa manera —decirlo le dejó a Liz un mal sabor de boca que no podía contener con las expresiones de su rostro.
—Serías feliz si el dijera lo mismo —el solo pensamiento de escuchar a Eskol decir lo mismo le hacía doler la cabeza y un nudo en la boca del estómago.
—Aggggghhhhhh —resoplo con fastidio de solo pensar en que eso podía pasar, sin hablar de las primeras veces que hablaron y que Eskol rehuía de acercarse a ella. Hécate quería seguir con esto, pero sabía que no podía ser agresiva ni pensar que todo se podía solucionar en un día o una charla. Hace un tiempo había preparado algo por encargo de Travis, pero no se había dado el caso de que lo usaran, ya que con lo que paso con Percy había tomado a Eskol para llevárselo a entrenar en lugar de buscar venganza de Percy con el dios nórdico. Una caja con 2 píldoras.
—Has crecido mucho, considera esto una ofrenda de paz —Liz acepto el obsequio a regañadientes.
—¿Qué es? —Hécate no quería arruinar la sorpresa, sería mejor si lo usaran en caso completamente necesario.
—Hace un tiempo hable con Eskol pensando que eras tu la que necesitaba protección y cuidado de como haces uso de tus poderes en situaciones de estrés, pero veo que serás tu la que tendrás que cuidar de él, cuando sea el momento esto te servirá —sabía que su madre había hablado con Eskol sobre ella, pero desconocía de que habían hablado, ahora entendía muchas de las cosas que habían pasado entre ellos, siempre estaba protegiéndola.
—Aun no me dices que es lo que hace —Hécate sabía que esa característica de impaciencia se le había pegado del mismo Eskol y tenia curiosidad de que cosas se le habrían pegado de Liz.
—Hace milagros —le guiño el ojo mientras abría un portal mágico. —Cuídate —Liz asintió mientras miraba con curiosidad la caja que le había dejado.
—Lo intentaré —había pensado en hacerle un análisis a lo que la habían dado, pero no quería arruinar el regalo en el proceso.
—Y anda de una buena vez a buscarlo, seguramente quiere ser encontrado —las mejillas de Liz se sonrojaron pensando en que su propia madre ya sabía que Eskol podría estar esperando por ella.
Chapter 44: ANUNCIO IMPORTANTE
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ACTUALIZACIÓN
No tenía esto en mente, es más había perdido las esperanza y estaba frustrado por ello: Tenía una historia con 25 capitulos hasta el momento escritos de PJO, pero había un problema, no podía recuperar mi cuenta de OneDrive porque cambie de número recientemente y no había forma de hacerlo, pero recientemente logre al fin recuperarla y la tengo ahi, es casi media historia. Es Percy, Poseidón, Hestia, Apolo, Annabeth y Luke. Si les interesa puedo publicarla 1 vez por semana, pero solo si la mayoría de los seguidores por lo menos levantan una manito de que estan vivos y leeran la historia, comentando es la única forma en que lo sabré.
Espero leerlos por aqui!
Sigo avanzando con Algunas cosas toman tiempo. Pronto nuevo capitulo

Unnamed_015 on Chapter 20 Thu 30 Mar 2023 11:40PM UTC
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EscritorDeFics on Chapter 20 Fri 31 Mar 2023 01:36AM UTC
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Unnamed_015 on Chapter 20 Fri 31 Mar 2023 03:42PM UTC
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EscritorDeFics on Chapter 20 Fri 31 Mar 2023 07:35PM UTC
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Alfheimia on Chapter 20 Sun 12 Oct 2025 05:45PM UTC
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Unnamed_015 on Chapter 30 Wed 19 Apr 2023 04:45AM UTC
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EscritorDeFics on Chapter 30 Fri 21 Apr 2023 03:02PM UTC
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AryatheKiller on Chapter 34 Sun 14 Jul 2024 04:42PM UTC
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ATAG_12 on Chapter 44 Fri 24 Oct 2025 06:32PM UTC
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