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What if?

Summary:

¿Qué habría pasado si las cosas hubieras sido diferentes?

 

¿Cómo serían las cosas si esa noche en la pijamada, Foolish hubiera caído en los sentimientos de su viejo amor?

 

❝Mariana, please stay❞

 

◈Aclaraciones◈
▹Este es un escrito por y para fans del shipp Fooriana, en esta obra se emparejan los personajes dados por la serie de rol de Minecraft QSMP, nunca sobre los streamers.

Notes:

(See the end of the work for notes.)

Work Text:

 

Había empezado bien su día, al momento de levantarse lo primero que procuró fue ir hacia el lugar de su compañero para visitar a su hija, quien seguro estaba esperando por él en la enorme torre. El horario que manejaban él y Vegetta era muy organizado, teniendo en cuenta más que nada el trabajo del mago, el cual contaba en cubrir pedidos de clientes, algunos de ellos viviendo muy lejos.


Al llegar a la torre se alegró mucho de encontrar a Leonarda, siempre preguntándole si había estado bien y si había alguna cosa que deseara. Él se lo iba a cumplir siempre que pudiera. Pasaron el día con aventuras, le hizo conocer comidas dulces que seguro le eran nuevas por probar y también cantaron algunas melodías juntos, alentándola y procurando que se divirtiera.




Definitivamente estaba siendo un día muy agitado pero también productivo en todo, sin embargo, había una última cosa que Leonarda le había pedido y que no encontraba cómo cumplirlo.


Una pijamada.


Si fuera un día común, llamar a un amigo para que se hiciera la pijamada no debería ser problema, sin embargo, al parecer la suerte no estaba tanto de su lado. Todos sus amigos estaban ocupados con sus propias responsabilidades, algunos de ellos cuidado a los niños o simplemente se encontraban haciendo otros deberes.


—Shit... What do I do now? — susurró entre dientes, asegurándose que Leonarda no pudiera escuchar su frustración desde el cuarto de cofres.


Le estaba empezando a preocupar la idea de no poder cumplirle la pijamada a Leonarda, que si bien no era un gran problema si no se lograba hacer, le angustiaba más el hecho de que su hija estaría decaída por la ilusión que tenía de pasar tiempo con otro niño.


Aunque su preocupación se esfumó con rapidez al escuchar el característico sonido de su comunicador.


No sabía con exactitud de quién se podría tratar, después de todos sus amigos le habían dicho que estarían muy ocupados, sin embargo, se emocionó al pensar en la posibilidad de que alguno le dijera que su horario ya estaba libre para la actividad. Sacó el aparato de su mochila y, al momento en que leyó el mensaje, no pudo controlar los latidos furiosos de su corazón y solo fue capaz de mirar fijamente el nombre.


Mariana whispers to you: Hey, do you remember me?


Foolish no supo cuánto tiempo se quedó viendo el mensaje, la simple acción de ver el nombre le estaba haciendo perder su cordura, y la imagen del castaño saltó en sus memorias.


¿Que si lo recordaba? ¿Cómo se le podía ocurrir la idea de que no? ¿Cómo podría olvidarlo, olvidarlos?


Odiaba admitirlo, Foolish odiaba pensar en cómo la presencia de Mariana jamás había salido realmente de sus pensamientos y sus memorias, porque lo había intentado, de verdad que hizo todo lo posible para borrar su huella en él pero, por más que quiso, no pudo.


Todas sus aventuras juntos, los problemas, las risas... Las caricias y los besos.


Mierda.


Sacudió su cabeza en un intento desesperado de borrar el sentimiento aplastante que estaba empezando a burbujear en su pecho, no podía ni debía sumergirse a esas aguas de nuevo, y menos ahora que tenía una pequeña familia a la cual proteger. Sin embargo, no pudo evitar dejar ir un poco dichos sentimientos en un mensaje de respuesta.


You whisper to Mariana: How could I forget... So many memories.


No sabía bien lo que estaba haciendo, por qué le había respondido de esa manera al castaño aun siendo consciente de que ese mensaje podría enviar ciertas insinuaciones que podría causar malentendidos. ¿Qué hacía si Mariana comprendía de otras maneras su mensaje? ¿Cómo podría explicarle que no era su intención sacar a flote una vez más lo que ellos habían vivido? Se preocupó por un instante y la ansiedad por lo que Mariana pudiera contestar lo carcomió por dentro.


Mariana whispers to you: Ok, my daughter wants to have a sleepover, could you help me?


Foolish no supo bien cómo sentirse con la respuesta tan vaga e inexpresiva a su mensaje, pues si bien una parte de él suspiraba de alivio porque el castaño no siguiera el tema, hubo una punzada incomoda en su pecho que Foolish no pudo sacudirse de encima.


Decidido, dejó de lado esa rara sensación y se concentró mejor en que a pesar de todo, Mariana había aparecido como la respuesta para su situación y el tema de la pijamada. No le convencía mucho la idea de tener literalmente a su ex en el hogar de su ahora algo, sin embargo, no deseaba ver a Leonada triste y, en su mente, se convenció que no pasaría nada más que una cita de juegos.


¿Verdad?





La pijamada estaba transcurriendo sorpresivamente bien, tanto Leonarda como Juana al momento de encontrarse se pusieron a jugar juntas con sus bicicletas, emocionadas por tener alguien con quien jugar y dejando a sus padres atrás










La pijamada estaba transcurriendo sorpresivamente bien, tanto Leonarda como Juana al momento de encontrarse se pusieron a jugar juntas con sus bicicletas, emocionadas por tener alguien con quien jugar y dejando a sus padres atrás. Al inicio los nervios por la pasada insinuación en el mensaje todavía no abandonaban por completo a Foolish, el temor de que Mariana iniciara una conversación sobre ello se clavaba en él y no podía relajarse, porque no sabía si estaba listo para manejar esa plática.


Sin embargo, desde el momento en que el castaño llegó, éste solo se había estado dedicando en ser..., él. Era como si nada hubiera cambiado, sus chistes eran una mezcla de insultos quebrados en inglés y español que ya podía entender más, su risa era tan ligera como la recordaba y sus ojos brillaban con la misma intensidad que tanto lo había hipnotizado hace tiempo.


Pasaron muy bien el rato, si bien al principio fueron algo torpes sobre las actividades que se debían hacer en un pijamada ambos padres encontraron el ritmo y cosas que todos disfrutaban para poder hacerlas juntos. Mariana sugirió primero que pusieran música, asegurando que era algo que a todos les encantaría y eso sería una ayuda en aligerar el ambiente. Foolish aceptó y lo primero que pensó en poner fue uno de los discos que Vegetta tenía en un cofre, a lo que de inmediato una canción de música clásica fue lo que invadió la habitación y las niñas comenzaron a bailar algo confundidas por el ritmo de la música.


¿Acaso se de verdad se podía bailar con eso?


No lo sabían con exactitud las pequeñas, más lo intentaron.


—No no, Foolish, that's shit  —interrumpió Mariana, soltando risas y señalando a su hija—. Juanaflipa, quita esa canción mami, está horrible. — caminó hacia el bloque de música y se encargó de sacar el disco, para después sacar su propio comunicador de la mochila.


—¡What! —Foolish rio también, contagiado por la sonrisa del castaño y disfrutando del momento—. ¡But its good!


—No no, se ve que no tienes gusto musical, déjamelo a mí, tú siéntate papito mientras yo chambeo — se burló de él, mandándole una sonrisa mientras reproducía una canción mucho más movida de su comunicador.


Las niñas comenzaron a bailar más energéticamente, contentas por la nueva canción y moviéndose al compás del nuevo ritmo. Pronto Mariana les siguió, agitando sus brazos en un gracioso paso de ola, brincando ocasionalmente y riendo de diversión.


Foolish no lo supo, pero ahí, haciendo el intento de baile entre canciones, risas infantiles y las carcajadas escandalosas de Mariana, se estaba divirtiendo como nunca lo había hecho.


Con el tiempo varias canciones fueron pasando, la diversión por el baile era mucha y la energía de las niñas parecía interminable, sin embargo, los adultos no se veían capaces de cortar su felicidad al decirles que pararan, así que ambos dejaron a las niñas seguir mientras ellos pasaban a la pequeña sala que había en la habitación cerca de una chimenea.


—Asuputamadre, a esas niñas no se les acaba la energía mien, y a mí ya me truena la cadera al levantarme — bufó Mariana con gracia, dejándose caer en uno de los sofás individuales, dejando salir suspiros de cansancio y quitándose sudor de su frente—. I need to exercise more.


Foolish no pudo evitar lanzar una carcajada por las palabras del castaño, su rostro rojizo por la actividad y su expresión cansada le parecían algo... Tiernas, por no decir más. Observó al contrario unos segundos y admiró un poco sus facciones, su imagen, su voz y todo de él le estaban provocando una agradable sensación y si bien se asustó un poco, una parte de él no quiso apartarla.


—C'mon, Mariana, we know you'll never do it. —no pudo evitar burlarse un poco de él.


—¡Cómo te atreves, hijo de puta! —exclamó ofendido Mariana, viendo con las cejas ligeramente fruncidas al rubio pero manteniendo una sonrisa—. Verás que me pondré bien pinche mamado y todo el pedo, así como la roca — flexionó sus brazos y lanzó una mirada a Foolish, totalmente orgulloso por su brazo musculosos inexistente.


Foolish se dejó llevar por la gracia que le causaba Mariana y soltó una risa escandalosa, de verdad que su personalidad tan espontánea y llena de energía no cambiaba a pesar de todo, y eso le gustaba, porque era exactamente ello una de las cualidades que tanto le había encantado al conocerlo por primera vez.


Después de las risas ambos se quedaron callados, el ambiente se sentía tranquilo y había una comodidad en la que no se necesitaban palabras entre los dos. Por lo tanto, Foolish aprovechó el silencio y el estado tan sereno del castaño, fijó lo más discretamente posible su vista en Mariana y se quedó unos momentos observándolo.


Observó cómo el tono rojizo en su rostro se había ido, dando paso al característico tono aperlado de su piel, observó cómo sus ojos marrones no dejaban la figura de su pequeña hija, tan concentrado estaba que hasta podía ver sus cejas algo fruncidas; eso lo hizo querer reír, sin embargo, se contuvo.


Porque si se reía, seguro el ruido le llamaría la atención a Mariana, y ya no podría admirarlo en silencio.


Aunque para su mala suerte, la risa no había hecho falta para arruinarle la experiencia, pues el mismo Mariana volteó hacia él, dándose cuenta de la mirada tan fija de Foolish. Foolish vio venir los insultos y comentarios burlones camuflados en coquetería; vaya, que hasta esperaba ver la típica sonrisa ladina que daba cuando quería molestar a alguien.


Sin embargo, para su sorpresa, el rostro de Mariana se cubrió de un rojizo tan intenso que rebasaba al que había tenido minutos atrás por el esfuerzo físico del baile, sus ojos parecieron brillar con más intensidad y su boca se torció en una expresión que Foolish no pudo creer, él estaba viendo en el contrario... Vergüenza.


Mariana estaba avergonzado.


—¿W-What? —balbuceó Foolish. La propia vergüenza de Mariana le provocaba nervios, y por un instante sintió su rostro caliente, ahora avergonzado también por lo que había hecho. Se sintió tal como un niño atrapado mientras hacía algo malo y quiso reclamarle al castaño por haber reaccionado en la manera en que lo hizo—. ¿Why are you reacting so blushing and shy? ¡I was just looking at you!


—¡No no no! —contradijo rápidamente Mariana, apuntando al rubio de manera acusatoria e inclinándose hacia enfrente—. ¡You weren't just looking; you were staring at me! ¡Claro que me voy a poner nervioso, mamahuevo!


—¡I-I was just... Just looking how ugly you are!  — Foolish se vio en la necesidad de defenderse, sintiéndose cada vez más abochornado y débil por la mirada del castaño en él. Inclinó también su cuerpo hacia el frente, quedando ambos rostros muy cerca de manera inconsciente.


—¿Así quieres llevarte ahora, eh, pendejo? ¡Yo sé que me estabas viendo porque te gusto!


—¡I wasn't! ¡I bet you wish I was looking at you for that reason!


—¡Yeah, yeah shut up and kiss me!


—¡Yeah!... Oh, ¡wow wow! —Foolish se levantó del sofá, creando distancia entre el castaño y todavía procesando lo que Mariana le había dicho. No sabía con exactitud cómo sentirse, no sabía siquiera si las palabras habían sido sinceras, o era un comentario camuflado de broma como los que siempre soltaba Mariana.


Quiso pensar y aferrarse a la segunda opción, la idea de que las palabras fueran vacías y que eran producto de una broma o comentario impulsivo le hacía sentirse con más tranquilidad en su corazón, sin embargo, cuando vio los ojos castaños de Mariana brillando con intensidad hacia él, y el cómo sus mejillas parecían teñirse de un rojo profundo, ya no estaba seguro.


Mariana se levantó de su asiento, con una postura inclinada y temblorosa, sus manos se frotaban entre ellas y Foolish supo reconocer esa acción como uno de los tics del castaño, el cual era provocado por los nervios y la ansiedad. Se quedó observándolo con atención, y por un momento sintió una espina en su pecho que le urgía moverse para que hiciera algo, lo que fuera, para calmar al castaño.


El castaño habló con voz temblorosa, conectando miradas con el rubio: —Y-Yo...


—I'm in a happy family right now... And I don't need you to come here and try to stir up some feelings, okay? —Foolish interrumpió con rapidez, no sabía qué es lo que trataba de hacer el castaño, o con qué motivo había sido el comentario anterior, sin embargo, le parecía correcto hacerle dejar en claro las cosas, tanto por su bien... como el suyo propio—. You and me, that's in the past, okay?


Mariana se quedó en silencio por las palabras de Foolish, dolido por la rudeza en la voz que siempre le había hablado con suavidad, su rostro expresaba tantas emociones que el semidiós no pudo evitar desear borrar cada una de ellas; se veía decaído, triste y... tan perdido. Además, el cuerpo de Mariana seguía temblando y sus ojos se veían tan brillantes como estrellas en un cielo nocturno, si era por la luz de los faros o lágrimas acumuladas, Foolish no supo decir, pero le rompió el corazón verlo en ese estado.


Por un tiempo ambos se quedaron en la misma posición, parados frente a los sofás y viéndose, sus ojos no perdían contacto del otro y reflejaban palabras no dichas, era como si se estuviesen comunicando entre ellos aún sin emitir ningún sonido, pero creando distancias que ninguno deseaba en realidad. Eran dos personas que se habían conocido profundamente, que habían estado entrelazadas por fuertes sentimientos y habían compartido todo con el otro; experiencias, emociones, dolores, felicidades y angustias.


¿Ahora? Ahora se sentían tan lejos entre sí.


Fueron las niñas quienes lograron romper su atención del otro, llegando emocionadas a abrazar por las piernas a sus respectivos padres.


—Papi, tengo sueño —Juana se aferró al castaño, sus lentes estaban algo chuecos y se frotaba los ojos, demostrando que el cansancio ya estaba presente en su pequeño cuerpo.


—Me too, dad —Leo secundó, sus ojos se veían nublosos y soltó un bostezo al terminar su oración, agarrando con un poco más de fuerza el pantalón de Foolish—. Dad, we want a bedtime story.


Los adultos se observaron por unos segundos, el aire de incomodidad y la tensión aún se podía sentir con fuerza por la conversación anterior, lo que dejó a Foolish incapaz de hablar por unos segundos, sin embargo, a sorpresa del semidios fue Mariana quien respondió a las niñas, sonriéndoles con ternura e intentando dejar atrás el trago amargo que las palabras del rubio le habían dejado.


—Tranquila mami, ya las vamos a poner a dormir —le aseguró el castaño a su hija, acarició sus suaves cabellos oscuros y le acomodó sus lentes que se habían deslizado por su nariz. Lanzó una mirada a Foolish—. ¿Les puedo contar yo la historia?


Foolish se tensó ante la pregunta, la mirada de Mariana se sentía y percibía diferente, sus ojos comúnmente brillantes se veían más opacos al clavarlos en él, y la sonrisa que le había dado a las niñas ahora se veía tan distinta... se veía falsa.


Y eso por algún motivo le causó pesar en su corazón.


—W-Would you like to tell us a bedtime story? — fue lo único que pudo decir Foolish bajo la fija mirada del castaño.


—Yeah, I think it's my turn to say something, ¿sabes? —remarcó Mariana, hablando en un tono apagado y manteniendo el contacto visual con el rubio.


Foolish entendió el mensaje escondido entre las palabras de Mariana, la alusión de que la plática anterior no había terminado le provocó un escalofrío en todo su cuerpo, y si bien una parte de él le preocupaba la relación entre eso y la historia que se suponía era para las niñas, Foolish no pudo controlar el profundo anhelo por escuchar lo que diría.


¿De qué se trataba? ¿Qué podría decirle, y aún más después de todo lo que él le había dicho cruelmente?


¿Qué había por hablar?


Foolish no lo sabía, pero una desesperación que bien no debía sentir comenzó a burbujear en su pecho por lo que, ignorando la voz de la razón que le gritaba parar todo tipo de avance, Foolish se decidió por sentarse en el suelo cerca de la chimenea para poder escuchar la voz del castaño.


—Bien, siéntense por favor niñas —pidió Mariana, acercándose a la pequeña área de la chimenea y ayudando a las pequeñas a que se acomodaran bien en los sofás individuales—. Es mi turno de contarles una historia en español.


Una vez Leo y Juana estuvieron bien sentadas, Mariana se acomodó en el suelo justo en medio de ellas, y ahí comenzó a sentirse nervioso por lo que haría, replanteándose si era correcto lo que tenía en mente contar; Foolish había sido muy claro en su pasada conversación al establecer que no deseaba saber nada relacionado con ellos dos, declarando que era tan feliz con su nueva familia... Que era tan feliz sin él.


Le dolió cuando lo dijo, por supuesto que sí, los sentimientos románticos hacia el semidios aún no desaparecían de su corazón aún por mucho que lo haya intentado en el pasado y, por mucho que intentara establecer algo con su actual compañero de adopción, no se sentía lo mismo. Mariana no sentía las cosquillas en su vientre cuando estaba al lado de Slime, no había anhelo de compartir tiempo juntos, no había emoción al ver sus ojos, y no había deseo de intimidad.


Porque no era Foolish.


Pero al parecer, Foolish no sentía lo mismo, y él finalmente lo comprendió, por mucho que le doliera.


Decidió que lo dejaría ir, que daría un paso atrás y permitiría que el rubio viviera cómodamente con su familia, lejos de todo y lo que habían sido. Sabía que eso era lo que debía hacer, que era lo correcto a pesar de que su corazón sangrara por la decisión.


Sin embargo, quiso ser un poco egoísta, deseaba darse un cierre y para eso contar una historia le daría la ayuda que necesitaba. Exhaló con profundidad, soltando todos su nervios e intentando darse más coraje, conectó su mirada con los ojos esmeraldas que tanto quería, e inició la historia.


—Hace mucho tiempo, había dos personas que se querían mucho en unos juegos por un premio muy caro y..., fueron novios —captó el momento exacto en que la realización sobre a dónde se dirigía la historia golpeaba a Foolish y, a pesar de que sintió un poco de miedo y nervios, continuó narrando—. Había mucha felicidad entre los dos, pero resultó complicado para uno de ellos, y tuvieron que terminar. Sin embargo, después uno le regaló un pollo al otro poniéndole que era una perra, y eso no estaba bien —recordó ese momento, las memorias del pequeño pollo con la etiqueta en el collar y la tristeza que tuvo cuando murió a causa de la mina.


Había estado devastado por lo que una vez vio como esperanza a un nuevo inicio.


Mariana dejó salir un suspiro tembloroso antes de seguir: —Y ahora todo está bien, cada uno tiene su propio hijo, tienen una familia y personas que cuidar —los latidos de Mariana aumentaron y sintió un cosquilleo por lo que estaba por decir, no despegó la mirada del contrario y, dándose ánimos, soltó lo que tanto había querido decir desde que se reencontró con el semidios—. Pero, aunque uno de ellos lo niegue, sabe que su corazón está triste, porque donde hubo fuego, cenizas quedan... Fin.


Hubo un silencio prolongado al momento en que Mariana terminó de contar el cuento, lo único que se podía escuchar de fondo eran las pequeñas chispas que tronaban por las flamas de la fogata y un sonido sutil de respiración. Tanto el castaño como el rubio aún mantenían el contacto visual; Mariana, siendo preso de la vergüenza y el miedo se veía incapaz de voltear a todo lado que no fueran las gemas esmeraldas, y Foolish seguía absorto en la historia que contenía el pasado de ambos, siendo perfectamente capaz de observarla a través de los brillantes ojos del castaño.


Mientras tanto, sin poder aguantar el ambiente incómodo y queriendo evitar que el rubio le exigiera razones por la historia, Mariana se acercó a las pequeñas quienes se habían quedado plácidamente dormidas en los sofás, dejando salir sus pequeños suspiros y uno que otro gimoteo cada que se movían de posición.


Dejó salir una risa cuando las vio, Juana estaba apoyada con su carita en el brazo del sofá haciendo que sus lentes estuvieran chuecos y casi por caerse de su rostro, mientras que Leonarda estaba apoyada por completo en el respaldo, hecha bolita y abrazando sus piernas para que sus rodillas quedaran como apoyo para su cabeza, dejaba salir pequeños ronquidos y el castaño pudo ver un delgado hilo de saliva en la comisura de sus labios.


Era una vista realmente enternecedora, y por unos segundos Mariana se alegró que se hayan quedado dormidas rápidamente sin tener que escucharlo por completo, pensando en que realmente no merecían una historia dada por deseos egoístas como los suyos.

 

—I-I think the girls fell asleep on the sofas, ¿puedo subir al cuarto?, yo las pondré a dormir —se ofreció Mariana, cargando con rapidez pero con cuidado a las pequeñas una en cada de sus brazos. No se le hacía difícil por su fuerza, y se aseguró de que estuvieran bien sujetas a él.


—Wait, Mariana! —Foolish se acercó hacia el castaño, preocupado no solamente por las niñas sino también por el menor, no quería que se lastimara al subir las escaleras al piso de arriba—. I can help, give me Juana and we both put them in bed —ofreció, extendiendo sus brazos con timidez al contrario.


Mariana no lo miró a la cara, aún avergonzado por lo de momentos anteriores y con la necesidad de tomarse cierta distancia del semidios, después de todo, eso era lo que debía hacer a partir del momento en que había terminado la historia. Eso se propuso, y estaba listo para cumplirlo.


—No no, yo lo hago, no las dejaré caer si es lo que te preocupa — aseguró rápidamente, intentando controlar su voz al momento de hablar.


—Mariana, that's not what I meant, I'm not worry about that —aclaró velozmente, no queriendo que Mariana sintiera que no confiaba en él. Esa no era su intención y definitivamente no era lo que pensaba. Solo quería ayudarlo, estar con él.


Aún sin mirarlo, Mariana esquivó los brazos que buscaban a su hija y le dio completamente la espalda al rubio, resistiendo el impulso de observarlo porque sabía que si lograba ver aquellos ojos esmeraldas, caería débilmente y su convicción por crear distancia se derrumbaría.


— Just let me do it, Foolish..., por favor — suplicó abrazando un poco más los pequeños cuerpos de las niñas hacia él como un escudo.


El semidios no contestó, no pudo al no poder encontrar palabras adecuadas por la petición tan desesperada del castaño, observó en silencio cómo desaparecía el cuerpo de Mariana hacia el piso de arriba cargando con cuidado a las pequeñas y subiendo con agilidad a pesar de llevarlas en sus brazos. Se quedó callado en el piso de los cofres, no sabía exactamente qué hacer o decir, desde el primer momento en que Mariana hizo alusión a que el cuento iba dirigido en torno a toda su historia juntos varias sensaciones lo envolvieron; sorpresa, dolor, enojo y muchas otras, sin embargo, mientras Mariana iba continuando la historia y todos los recuerdos se proyectaban como una escena cinematográfica en su mente, lo único que quedó en su corazón y cuerpo fue tristeza, nostalgia... Y amor.


Sabía que estaba mal sentirse así, que no debería albergar aquellos sentimientos por el castaño y que era necesario que trazara con fuerza el límite entre los dos por respeto a su hija y Vegetta, que todo lo que era su relación juntos ya era parte del pasado y que ahora tenía un presente y posible futuro con personas que lo amaban, Foolish lo sabía muy bien y es por esa razón que no podía parar de sentir el peso de la culpa.


Culpa porque, a pesar de todo el cariño y amor que lo rodeaba; aquellos ojos marrones, aquella risa escandalosa, esa aperlada piel y esos labios finos aún estaban grabados en su mente, en sus sueños y, sobre todo, en su corazón.


Foolish se sintió frustrado y se preguntó por qué, por qué no era capaz de borrar la huella que Mariana había dejado en su vida y por qué parecía volver siempre a él, no entendía por qué a cada paso que daba hacia el frente, retrocedía tres pasos hacia atrás y parecía acabar siempre en la presencia del castaño.


Sin embargo, cuando se desconectó de sus pensamientos y observó con atención las escaleras donde se había subido Mariana al piso de arriba, Foolish tuvo todas las respuestas que buscaba.


Mariana no era una persona que simplemente había pasado por su vida, no; Mariana era alguien de su pasado con quien había compartido todo, alguien con quien se había tomado de las manos mientras se susurraban los secretos del otro en la intimidad de sus hogares y la persona que le hizo ver de nuevo la hermosura en los colores, que le enseño la satisfacción de un postre bien horneado y quien le hizo sentir vivo después de muchos tiempo entre sus años inmortales.


Mariana le había ensañado cómo sentirse vivo de nuevo.


Y así, después de haber estado atrapado en su tornado de pensamientos y recuerdos, Foolish comprendió su propio anhelo y dejó de suprimir lo innegable.


Amaba a Mariana.


O más bien, nunca dejó de hacerlo.





You and me, that's in the past

.

.

.

Yeah, I'm completely over him





Que grandes mentiras había dicho, y cuánto daño causó al corazón con sus palabras.


—Ya acosté a las niñas —el sonido de la madera crujir sonó y el cuerpo de Mariana se asomó al bajar las escaleras. Saltó al piso y miró de soslayo al rubio, soltando una suave sonrisa e intentando un mejor ánimo —. Yo creo que ya me voy men, es muy de noche y no quiero andar peleando con las mierdas esas. —caminó por el lugar en busca de la salida, la habitación era enorme y cuando habían entrado había sido con la ayuda del ángel.


Una desesperación creció en Foolish al observar el deseo de Mariana por irse, no podía apartarse ahora que finalmente había aclarado sus sentimientos y aceptado el hecho de que aún lo amaba. Caminó hacia el castaño y tomó en un firme agarre la muñeca del contrario.


Necesitaba que Mariana se quedara, que pudiera escucharlo y que supiera lo estúpido que había sido al negarse en lo obvio y vivir en una mentira que él trataba de convencerse era real. Se lamió sus labios como expresión de los nervios e intentó no doblegarse ante la mirada marrón que encontró al momento en que Mariana giró a su dirección, confundido por las acciones del semidios.


—¿Foolish? — preguntó en un susurro el castaño.


—Mariana, please stay —suplicó, directo y sincero.


La tensión se disparó en el momento en que Foolish terminó de hablar, la voz del rubio había salido en un susurro tan anhelante que Mariana sintió temblar su corazón y empezó a ver borroso por las lágrimas que empezaron a acumularse en sus ojos. Quiso gritarle al rubio, encararlo para preguntarle por qué se empeñaba en torturarlo al nombrarlo con deseo fingido. ¿Acaso no había sido suficiente el haberle dejado en claro a gritos que ya no quería tenerlo cerca? ¿Ahora necesitaba jugar con sus emociones de esa manera?


El castaño dejó su tristeza atrás y miró hacia el semidios con una mirada llorosa de furia.


—¡¿Qué más quieres de mí, eh?! ¡¿Qué más me vas a decir?! —espetó en voz desgarrada, con lágrimas finalmente cayendo y el rostro rojo por el enojo y la vergüenza—. ¿Por qué haces esto? ¿Por qué me gritas que ya no quieres nada de mí, pero me hablas con esa voz? ¡No soy el puto juguete de nadie!


Foolish se quedó inmóvil, no podía moverse, ni hablar.


Ver y ser completamente consciente del daño que sus palabras habían infligido era un golpe muy duro y no hubo número exacto para contar cuántas veces Foolish se maldijo y quiso golpearse por haberlo hecho. Se odió a sí mismo y buscó descargar tal enojo cortando las palmas de sus manos con el filo de sus uñas; sintió la sangre escurrir por sus palmas y el escozor por los cortes, sin embargo, no le dolía, eso no era nada.


No era comparable al dolor que le provocaba ver a Mariana ahí, llorando por las acciones que su terquedad había causado.


—Mariana... Mariana I'm so sorry —se disculpó en voz baja. Soltó con suavidad el agarre en la muñeca del contrario, pero mantuvo un contacto suave con la mano, acariciando la piel con temor a que el castaño la apartara. No lo hizo—. Please, sé que me he portado como un idiota, pero necesito... No, necesitamos hablar entre nosotros.


—¿Qué hay que hablar, eh pendejo? —gruñó. El enojo aún se reflejaba en su mirada y las lágrimas no paraban de caer por su rostro, Mariana alejó su mano del suave toque y la llevó hacia su pecho con rapidez como si el rubio le hubiera quemado—. Foolish, déjame irme a mi casa o te juro que le mando mensaje a Roier para que venga a partirte la madre.


A pesar de que Roier era muy capaz de cumplir con la palabra de Mariana, eso era una amenaza vacía, y Foolish estaba muy consciente de eso. Si bien Roier vería el mensaje que Mariana pudiera mandarle, sabía que el castaño se encontraba lejos en una de sus excursiones de exploración por materiales. Roier no podría venir aunque Mariana se lo implorara.


Pero Foolish no quería hacer así las cosas.


—Mariana, lamento tanto que te haya hecho daño con todas las palabras que te dije, de verdad lo siento, soy un idiota, lo sé —señaló. Su voz sonaba débil, temblaba con cada palabra que decía, pero mantenía cierta firmeza que le transmitió la suficiente seguridad a Mariana para quedarse unos segundos—. Por favor, solo dame unos minutos, unos minutos son todo lo que te pido para que me escuches. Si después de esto no quieres escucharme, hablarme o saber de mí, te dejaré completamente tranquilo y jamás volveré a molestarte —prometió. Sus ojos esmeraldas se encontraron con los marrones, y si bien Foolish tuvo la sensación y el deseo de apreciarlos hasta su último respiro, la expectación por la respuesta de Mariana lo distrajo.


Por otro lado, Mariana no supo qué hacer.


Estaba confundido, triste y molesto; confundido por todas las acciones contradictorias que había hecho Foolish, sobre la manera en que le gritó a la cara sobre su pasada relación, aclarándole lo feliz que era sin él en su vida, sobre la forma en que le observó frente a la hoguera al momento de su historia para las niñas, con tanta ternura y dulzura como en el pasado, cuando su corazón aún latía por él. Pero especialmente, sobre cómo ahora se acercaba con timidez hacia él y le pedía en débiles ruegos una oportunidad de volver a hablar sobre ellos, aun cuando había sido él quien buscó darle final con tanto ímpetu.


Estaba molesto, molesto porque justo cuando había decidido aceptar el hecho de que no podría volver nunca a lo que habían sido, Foolish le abría nuevamente la herida y le mostraba luces de esperanza que no sabía si su corazón sería capaz de soportar perder una vez más.


Y estaba asustado. Asustado porque ese era el panorama más probable.


Un panorama donde Foolish rompería su corazón una vez más al acabar de una vez por todas el capítulo donde aún había historia escrita sobre ellos.


Al final de todo, nunca estuve listo para dejarlo ir... Mierda. ❞ Pensó.


—Mariana —Foolish habló y Mariana no pudo evitar reaccionar inmediatamente al llamado.


La manera en la que Foolish había dicho su nombre cargaba con tanto afecto, amabilidad y delicadeza que el castaño sintió temblar sus piernas y sus ojos volver a empañarse de agua. Se sentía vulnerable, confundido y frustrado por no poder aclarar lo que deseaba, por no saber qué decirle al rubio o cómo enfrentarlo.


No quiso mirar al semidios, la vergüenza no lo dejó y se tomó como meta no despegar su vista de los tablones de madera que conformaban el suelo de la habitación. No quería que Foolish lo viera así, tan patético.


Sin embargo, una mano sosteniendo su barbilla se lo impidió. El tacto era suave contra su piel, tan cálido y agradable que Mariana supo de inmediato a quién le pertenecía, había una sola persona que le provocaba todo ese tipo de sensaciones con un solo toque, y ahí estaba frente a él.


Se negó a alzar su mirada, aún reacio a que Foolish fuera espectador de su estado tan vergonzoso y nada agradable por la cantidad de lágrimas y mocos derramados. Dios, que seguro huiría si lo viera.


—Suéltame —ordenó con hostilidad. Tomó en su mano la muñeca que le sostenía la barbilla e intentó apartarla de él.


Pero no pudo, porque en el fondo, deseaba más de ese cálido toque.


Foolish no se inmutó por la actitud defensiva del castaño, todo lo contrario, los intentos inútiles de Mariana por alejarlo de su cuerpo, aun cuando claramente anhelaba lo contrario le causaba ternura. Pero no era su intención burlarse de él o hacerlo sentir acorralado para obtener una respuesta, así que decidió arriesgarse a darle un mensaje claro sobre lo que sentía.


El rubio colocó ambas palmas de sus manos en la barbilla del castaño, no en un agarre firme, sino en uno delicado, se agachó un poco a la altura de su oído y con la voz más cariñosa y suave que pudo, le hizo lo que podría ser una última petición.


—If this is the end, please, let me see those eyes that I fell in love with, one last time.


Mariana se sintió hipnotizado, el toque de su piel y los tonos desesperados en el ruego de Foolish habían provocado una descarga eléctrica por todo su cuerpo tan potente que sentía cosquillas en las puntas de sus dedos y su corazón comenzó a latir con tanta fuerza que imploró porque Foolish no pudiera escucharlo.


Y como siempre sucedía con Foolish, no pudo negarse a lo que le pedía.


Mariana levantó finalmente su rostro, guiado por las palmas del rubio y, como supuso desde un inicio, terminó enlazando miradas con el semidios.


Se sintió tan pequeño e intimidado, aquellos orbes lo observaban con tanta fijeza que sintió hundirse en el color esmeralda y el reflejo de su propio rostro. La mirada de Foolish no se apartó ningún segundo de la suya, estaba tan concentrado que Mariana temió que haya notado la apariencia desalineada que tenía en esos momentos.


Sintió su rostro arder de la vergüenza y cuando estuvo a punto de moverse para que el contacto terminara, las manos que sostenían su barbilla descendieron hasta los lados de sus costillas, paseando por encima de su ropa y terminando en un agarre firme en su cintura.


—You are as beautiful as the first day I saw you.


No hubo palabras para describir lo que pasó después, no podrían explicarlo.


Fue como si el deseo reprimido y la añoranza por el otro hubieran escalado hasta romper sus corduras, sus rostros habían terminado tan cerca que fue inevitable. El beso fue arrasador para ambos, tantas sensaciones sueltas y anhelos fueron una mezcla peligrosa pero embriagante, fue como una agradable calidez, como cuando vuelves a casa luego de un día pesado a recostarte en tu cama o cuando recuperas una parte de ti mismo que habías perdido hace mucho tiempo.


Al inicio aún había dudas, era como tentar en un campo minado, incierto de qué terreno era una zona segura y hasta dónde podías llegar, pero los labios de ambos eran tan suaves al tacto del otro que fueron tomando seguridad y se dejaron llevar. Pronto la necesidad de tocar más allá nació, las manos pasearon por sus cuerpos, tocándose por todas partes y disfrutando de las reacciones que las caricias tenían en el cuerpo contrario. Fue una batalla interminable en la que estaban decididos por hacer suspirar más al otro.


Tal vez aún faltaba comunicación, esa charla donde debían aclarar todo sentimiento y pensamiento que había entorno a la relación que se estaba desarrollando de nuevo, además de todo lo que vendría hacia ellos; los lazos familiares y las charlas con sus respectivas parejas. Sin embargo, ahí en los brazos y labios del otro, Foolish y Mariana sintieron una felicidad que habían creído perdida.


Una felicidad que nuevamente estaban experimentado porque, al fin, estaban juntos de nuevo.


Y eso era todo lo que necesitaban.

 

 

 

 

Fin.

Notes:

Hola, soy la escritora de este One-Shot.

Debo decir que me la he pasado muy bien escribiéndolo, de verdad que tenía muchas ganas de escribir un escenario diferente sobre ese día, no podía quedarme con las ganas. Aunque admitiré que tardé mucho en escribirlo, hubo demasiadas pruebas y errores y eso me hacía perder la inspiración para continuarlo, pero gracias a dos personitas que me alentaban fue que pude terminarlo, les quiero mucho♡

En fin, espero que les haya gustado, en lo personal aunque siento que pudo haber sido algo mejor, me siento satisfecha por cómo quedó, así que espero ustedes lo hayan disfrutado leyendo tanto como yo lo hice escribiéndolo.

Bueno me despido, cuiden mucho de su salud, tomen agua, duerman sus horas y disfruten de su día, les quiero♡

 

╰─▸ ❝GefalleneEngel