Chapter Text
Dolor, eso era todo lo que sentía mientras era arrastrado a las profundidades de ese lago por cientos de brazos cadavéricos de Inferis, dolor; dolor al pensar en el mundo mágico siendo gobernado por el peor ser que ni en sus más oscuras pesadillas podía imaginar; dolor al pensar en su hermano, que probablemente ya sepa que recibió esa oscura marca; dolor al saber que sus amigos, sus confidentes, se hundían cada vez más en una guerra en la que no debían ser parte, mierda, sólo eran niños jugando a ser adultos, no podrían ni llorarlo frente a una tumba, por que el lo sabía, morir en este lago inexistente para el mundo, sería condenarse al olvido, no dejaría ni un cadáver para sus horribles padres, o aún peor para sus amigos. Estaba más que seguro que su Lucius se encerraría bajo su endurecida máscara sangre pura al enterarse de su muerte, su Barty al no tenerlo como polo a tierra se volvería más desenfrenado, por no decir loco y su Sev, se dejaría arrastrar por esa horrible depresión que siempre sufrió y de allí a la mismísima muerte en medio de su tristeza; eso era lo que más le dolía, mas que su supuesta familia de sangre, le dolía su familia de corazón, aquellos que por años en Howarts fueron su todo, eso realmente le dolía. Ya sentía las fuerzas abandonarlo, cada vez más y más oscuro, más y más débil, sabía lo que seguía, y su mente solo podía pensar en poder advertirles a sus hermanos de Slytherin, sólo quería poder salvarlos a ellos, llámenlo egoísta, pero la verdad sea dicha, para él solo esos tres locos que lo hacían reír y llorar lejos de sus máscaras de sangre puras o de Slytherin perfectos, eran quienes merecían vivir, ser felices y poder crecer; sólo por ellos fue que se armo de un valor que él sabía que no poseía para venir a destruir una parte del alma del ser más oscuro del mundo mágico, sólo para terminar muriendo; ah bendita ironía, la única vez que fue valiente y termino muriendo, bueno por algo nunca fue a Griffindor, él era astuto, no valiente; pero ni toda su astucia lo preparó para este desenlace, de nuevo sintió sus ojos pesados, ya no tenia ni energía ni magia, todo se oscurecía y sólo pudo pensar en sus años junto a los tres chiflados, como solía llamarlos en la privacidad de las mazmorras, sintió como sus lagrimas escapaban y la oscuridad lo envolvía, tan silenciosa, tan pacifica, tan fría; bueno, al menos morir le estaba quitando el dolor, “oh bendita muerte si eres así de tranquilizadora te recibiré entonces con los brazos abiertos”, la paz que en vida no sintió lo estaba abrazando, dándole la bienvenida, y con una suave sonrisa se dejó llevar, cerrando sus ojos para siempre, con un solo pensamiento en su cabeza, “por favor deidades, la que me quiera escuchar, por favor, mantenlos a salvo”.
