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La noche estaba cubierta de neblina por lo que Hyde se arropó mejor, cubriendo su cuerpo con una manta enorme que su pareja había dejado en la habitación. Las ventajas de ser pequeño, es que tu cuerpo cabía en casi cualquier parte, o al menos eso le decían. Tenía frío, y Sakura le había dejado solo hacia un buen rato.

Como si le hubiese llamado, Hyde escuchó la puerta del pequeño departamento cerrase con cuidado y luego los pasos casi silenciosos del otro. Le sacó una sonrisa, Sakura siempre había intentado ser cuidadoso en ese aspecto y fallaba miserablemente. Sus pies grandes siempre tropezaban con algo y rompían todo a su paso. Como prueba de sus pensamientos, Hyde escuchó uno de los jarrones del pasillo romperse cuando su pareja caminó hacia la habitación. Él ya había perdido la cuenta de las cosas que este había roto en su casa durante el tiempo que tenían de relación. 

Suspiró, con la sonrisa aún en sus labios escuchando a su pareja maldecir en voz baja y acercarse a la cama haciendo aún más ruido. Luego, Hyde le escuchó quitarse la ropa y lo sintió acostarse en la cama a su lado. Él buscó su cuerpo en un movimiento automático y se abrazó a su enorme y dulce anatomía. Estaba frío y algo mojado lo que causó un escalofrío que lo recorrió de la cabeza a los pies. 

— Estás frio. 

— ¿Estás despierto?

Ambos hablaron al mismo tiempo, logrando sacarse una risa nerviosa. Sakura pasó un brazo sobre su hombro y Hyde se abrazó a su cintura, suspirando de nuevo cuando su novio besó su cabello suavemente. 

—Disculpa si te desperté. — le dijo en un susurro y Hyde besó su pecho desnudo. — Estaba comprando cigarrillos. 

— No importa, ya estás en casa. 

Sakura rio suavemente, buscando sus labios esta vez. 

— Ya estoy en casa.

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Lo que era obvio para todos parecía ser invisible para las dos personas involucradas. 

Aquella tarde de verano, Jin reía entre dientes observando hacia el rincón del estudio donde Kaz y Hyde parecían sumergidos en una pequeña burbuja aislados del resto del mundo. Siempre era así entre ellos dos desde que se habían conocido, una complicidad indescriptible que hacía que todos los demás se sintieran un poco incómodos ante sus intercambios e interacciones. Era como si cayeran el uno hacia el otro en una órbita decadente. Se complementaban hasta en sus silencios y se expresaban con su música.

Un poco poético. Pero la vez, un poco gracioso y patético. Él y Ju Ken solían bromear en silencio, mientras Kaz y Hyde parecían inconscientes de lo que obviamente se estaba cocinando ahí entre ambos. Él, en lo personal, estaba muy feliz por sus amigos y solo esperaba el momento en que reacionaran. Y mientras tanto se divertía mucho observándolos. Era como ver un drama coreano en vivo.

En ese momento, Hyde alzó su mirada a través de su largo cabello oscuro y observó a Kaz a los ojos con una mirada lastimera, le dijo algo que solo su amigo escuchó y Kaz en respuesta sonrió un poco a regañadientes y quitó su guitarra a un lado del sillón largo en donde estaban ambos sentados. Jin alzó ambas cejas hasta el borde de su cabello y se aguantó una risa cuando Kaz bufó alguna cosa y Hyde le sonrió en respuesta antes de acomodarse sobre el sillón colocando la cabeza en las piernas del otro y poner su cuerpo en posición fetal, como un pequeño peluche demasiado malcriado. 

Kaz suspiró, con una suave sonrisa en sus labios y Jin lo observó llevar una mano al cabello de Hyde y comenzar a acariciarlo, con esa misma sonrisa sin diluir en su rostro y un pequeño rubor en sus mejillas. 

Jin rió entre dientes y a su lado Ju Ken quien observaba la misma escena le dijo en voz muy baja:

— ¿Crees que noten si nos vamos a comer algo un rato? — Jin negó con el rostro, con su mirada fija en el rostro de Kaz. 

— Están en su burbuja. Ni se darán cuenta, vamos. Tengo hambre. ¿Yakisoba? — preguntó y su amigo le devolvió la risa, levantándose con él en silencio y abandonando el lugar. 

— Conozco un lugar nuevo. 

En el estudio, Hyde se quedó profundamente dormido en el regazo de Kaz mientras este acariciaba su cabello y murmuraba una suave canción. 

Efectivamente, ninguno de los dos notó que sus amigos habían salido del estudio.

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*Kalopsia* 

"Ilusión de creer que algo es más bonito de lo que realmente es."

Siempre había creído en él. Aún cuando todos le decían que no lo hiciera, aún cuando todo a su alrededor le gritaba que estaba mal. 

Era un amor prohibido, dulce, energético. Algo nuevo, alegre. Algo que había revivido las cenizas de su alma que se habían quemado cuando perdió un ave al caer en el atardecer del verano. 

Él voltea su rostro en la oscuridad de la noche que los envuelve y se aferra de nuevo a sus brazos. Huele a humo, a dulce también. Es ese olor tóxico y característico que le reconoce. Sabe que es aunque intente negarlo, ya que también ha corrido por sus propias venas en un éxtasis luminosos que lo evade de la realidad. 

Él suspira mientras el otro lo abraza fuerte aún dormido, su cabello oscuro y largo mezclándose con el propio en una catarata de emociones indescriptibles. Es hermoso y precioso para él. Lo que le da sentido dentro del caos de su vida. 

Y hay una parte de él que sabe que no es así, una parte que le dice que todo se colapsará en algún momento. Que es demasiado bueno para ser cierto. 

Es quizá la parte que cree que no se lo merece, la parte que siente culpa por su pasado, la parte que se esconde agazapado en una esquina de su pecho y grita frustrado al vacío porque siente que nada tiene sentido. Que Sakura no es para él. 

Él se niega a creerle a esa parte de él mismo. Se niega a ver lo que es tan claro para todos. Se niega a dejarlo ir. 

No puede entender cómo podría Sakura dañarlo, cuando lo ama tanto como él le ama de vuelta. No cuando su mirada le dice tanto, cuando sus besos son lo único que logra calmar su ansiedad. Cuando sus brazos calma la soledad más profunda de su alma y llenan ese vacío indecible. Sakura lo es todo, un todo hermoso cuya sonrisa hace su corazón latir. Es un todo que arropa su ser en las noches en dónde el invierno cala más adentro que sus huesos y congela su alma. Es su refugio. 

Él no puede entender como algo tan puro, tan pleno, pueda dañarlo en algún momento. Pero a su vez, lo sabe. Sabe que hay tanto de él en las manos de Sakura que cuando este se vaya, se lo llevará consigo y entonces él quedará como una cáscara vacía. Él lo sabe y teme ese momento con un terror ausente, algo dependiente. Algo egoísta. Algo tóxico. 

No le importa.

Sabe que su amor no es perfecto, pero vive de la ilusión de esos besos, de esos abrazos. De esa mirada que se abre para deslumbrar su alma aún en medio de la noche. 

Siente una caricia en su mejilla que limpia sus lágrimas silenciosas y Hyde alza su mirada en la oscuridad de la habitación para devolver la mirada interrogante. Sakura siempre sabía qué había dentro de él tan solo con mirarlo a los ojos. ¿Cómo algo así no podía ser hermoso?

Sakura le sonríe. 

–Buenos días, Hide–. y él siente ese miedo egoísta de nuevo, caminando junto a la fuerte ilusión en su corazón. 

Esa noche, no le importa nada más.

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Hyde se tiró en su cama, agotado de las tres entrevistas del día y las promociones y fotos que había tenido que hacer para su nuevo disco. 

Ya no rendía como antes.

Entonces tomó su teléfono para revisar redes, algunos mensajes de sus amigos y fans cuando entró en X para responder a Ash que le había dicho algo sobre su MV. Después de responder, se fué al buscador y tecleó las dos primeras letras de un nombre que conocía demasiado bien. Inmediatamente el algoritmo le dió la respuesta que buscaba y Hyde comenzó a stalkear el perfil de su pareja por un momento. Fue cuando vió la primera foto de Sakura que estaba en el feed, y su mirada se achicó al ver aquel rostro con por lo menos dos días sin afeitar. Sakura había tomado la foto tan cerca que se le veían hasta el color blanco de algunos vellos.

Bufó y sonrió, entre molesto y exasperado y abrió los mensajes de texto. 

–YaaChan, ¿Se puede saber por qué no te has afeitado en días?

Pasaron unos segundos cuando llegó la respuesta de su pareja. 

–¿Buenas noches? Yo también me alegro saber de ti, Hide. También te extraño.¿Cómo estás?

Hyde rió ante la clara nota de sarcasmo en el texto y tecleó una rápida respuesta, anexando una foto de él, o mejor dicho de su falta de pijama y texteó.

– Si te extraño, estoy bien. Eso no contesta mi pregunta. 

–Me da flojera hacerlo cuando no estás para quejarte de la picazón. Gracias por la foto, me gustan tus piernas. 

Hyde se mordió un labio y envió otra foto.

–No te mostraba mis piernas. ¿Dónde estás? 

–Nagoya, tengo clases que dar. Eso de la vejez ya te afectó la memoria. 

Hyde se puso de pie y lanzó un par de cosas en un bolso antes de textear una respuesta. 

–Estaré ahi en par de horas. Espero estés afeitado, y que tengas algo de comer. 

Luego envió otro mensaje rápido, recordando lo que había visto en X.

–Preferiblemente hamburguesas.