Chapter Text
México se encontraba mirando la pared de su oficina sin expresión alguna. Apenas unas horas atrás recibió una llamada de su novio Canadá y debería estar feliz por ello.
Es decir, no habían hablado en semanas, primero por sus trabajos y después por qué sus agendas nunca coincidían, dejaron de pasar tiempo juntos y sentía la situación algo fría, dejó su buzón lleno de mensajes de voz suyos y dejó repleto su Whatsapp de textos. Entonces, el saber que finalmente se hubiera puesto en contacto lo había puesto bastante feliz, claro que había notado su distanciamiento, pero era algo normal en su relación, así que no se sentía ansioso por el tiempo.
Tomó la llamada con entusiasmo esperando oír algún saludo cariñoso lleno de amor, pero su buen humor y alegría se esfumaron apenas el chico de hoja de arce habló a través de la línea.
-Quiero romper contigo...-
Dijo exactamente lo último que esperaba escuchar, se quedó callado durante unos segundos, procesando lo que había dicho, no, realmente no había escuchado esas palabras. ¿O sí?
-¿Eh? Canadá... ¿De qué hablas?¿Romper conmigo?- su respiración se sintió entrecortada, era igual a la sensación de una fuerte patada en su estómago, lo tomó desprevenido y no pudo amortiguar el golpe sin sentir que su aliento se cortaba en el acto.
-Si, comencé a salir con Ucrania ...- Apretó los puños y miro hacia cualquier dirección, no sabía que hacer. - Y no quiero que se entere que tú y yo teníamos algo... - se detuvo por un segundo al no escuchar ningún sonido proveniente del lado del mexicano.
Canadá lo apreciaba, había mucha atracción entre ellos, incluso estaba dispuesto a estar con Ucrania y con México al mismo tiempo, pero sabía que eso sólo lastimaria más a todos, así que por esa razón terminaba con México de esa forma.
-Lo lamento México... Adiós-
Sin más y sin recibir respuesta, colgó.
Aquello había dejado devastado al país latino quien no pudo responder algo coherente o al menos algún sonido, su pecho dolía y el nudo en su garganta incluso le dificultaba el respirar, no podía y no quería creer que su relación de 10 años con Canadá, hubiera llegado a su fin y por medio de una llamada telefónica. Ellos siempre hablaban de conseguir la aprobación de todos para poder tener una relación oficial, de casarse, hacer una vida, tener hijos y sobre todo, estar juntos.
Ahora parecía que Canada hablaría de esas cosas, no con él, sino con Ucrania, aquella bella chica que siempre estaba mal de salud, seria y amable, jamás la había odiado, pero justo en ese instante, desearía ahorcarla y gritarle tantas cosas.
Sus lagrimas continuaron por al menos media hora más, insultaba con todas las groserías posibles a Canada y Ucrania, les deseaba una vida llena de peleas y discusiones, que a la chica le afectara mas la radioactividad de Chernobyll, de no ser porque era muy cercana al hermano de Ucrania, ya estaría en camino a golpearla.
Se sentía simplemente humillado.
Su orgullo y corazón ahora estaban pisoteados como simples piedras en un camino.
Lo peor era que no podía llorar con nadie, porque absolutamente nadie sabía que los últimos 10 años había tenido una relación con el hombre que minutos antes había destrozado su corazón. Tenia que llorar solo, sin que alguien en lo más mínimo se enterara de su dolor, todo mientras él mismo se rompía más y más al intentar llamar a Canadá una y otra vez, siendo rechazada su llamada en cada ocasión, le enviaba mensajes sin embargo él jamás contesto.
Progresivamente el llanto acabo, y ahora estaba sentado en su silla, sin mirar a algún lugar en específico, sus ojos vagando perezosos, su cerebro desconectado de la realidad completamente.
Estaba tan sumido en su tormento interno, que no escuchaba los golpes que eran dados constantemente en su puerta. Ni como estos parecían aumentar en fuerza y rapidez, ni siquiera fue consciente del momento en el que la puerta de su oficina estaba abierta.
-Мексика?- el llamado en otro idioma a su persona lo hizo reaccionar por fin, levanto la vista y se encontró justo de frente con Rusia, había olvidado completamente que tenia trabajo pendiente con el país euroasiatico. Se maldijo entre dientes mientras trataba de reponer su postura.
-¡Oh! Hola rusky! Aguantame tantito y ahorita te atiendo!...- hablo animadamente, pero Rusia se quedó ahí de pie.
-¿Te encuentras bien?- pregunto con preocupación el de mayor altura.
Había llegado más temprano de lo acordado para poder pasar más tiempo con el tricolor, y lo encontré de esa forma. Sabia que algo estaba muy mal.
-¿Eh? Pues claro que estoy bien! Yo solo...- sentí las lagrimas acumularse de nuevo en sus ojos, tener a Rusia ahí no le ayudaba a calmarse para nada, solo a recordar que si hermana estaba con la persona que quería. -Yo solo...- no pudo aguantar más y comenzó a llorar de nuevo.
Se sentía demasiado débil.
-México...- Rusia rodeo el escritorio para poder estar más cerca de él y poder abrazarlo. México se aferró a su torso mientras sus sollozos escapaban sin permiso de él, no le importaba quien fuera, solo quería sentir el cariño y el apoyo de alguien.
-Rusia yo... No se porque justo ahora... Pero... Él...- cuando mencionó a alguien más, Rusia sintió una presión en el pecho. "Asi que ya alguien mas??" Pensé un poco dolido.
-Ya tranquilo... No tienes que contarme si no estás listo...- lo abrazo con más fuerza y sintió a México relajarse un poco, él estaba que se moría de la curiosidad por saber que había pasado con su pequeño mexicano, pero Había aprendido a ser paciente. Y lo seria aun mas si se trataba del tricolor.
-No... Quiero contarte, necesito decirselo a alguien... pero no aquí- hablo México aun llorando.
-OK...-
.
Habían ido a la casa de México, quedaba muy cerca y siempre estaba sola, exactamente lo que el más pequeño de los dos necesitaba, soledad.
Cuando la puerta principal se cerró, se sintió un poco más confiado para hablar con Rusia, se sentó en el sofá, y México comenzó a hablar.
-Como... Ya sabrás... Canada y yo, somos, algo cercano...- ante la mención del de hoja de maple en su bandera, el ruso sintió sus puños apretarse, ya se imaginaba lo que seguía. -El caso es que, él y yo... Teníamos una relación...-
-Tenian??- Rusia entonces recordó la llamada de Ucrania en la mañana. Dijo que finalmente ella y Canada habían comenzado a salir, miro al mexicano y sintió verdadera pena por él.
-Él... Me llamo antes de que llegarás, me había estado ignorando por dos semanas seguidas, así que cuando vi su nombre en mi teléfono me sentí muy feliz- los ojos del mexicano brillaron por un segundo, sin embargo momentos después volvió a el suelo triste -pero... Terminó mirarme por teléfono, ni siquiera se preocupa por venir a ver mi reacción, o por saber si tenia algo que decirle- volvió a llorar pero ahora su voz sonaba enojada, cómo si en lugar de llorar lo que quisiera hacer fuera golpear a alguien. Rusia por otra parte, se sentía triste por el menor, pero una enorme parte de él quería gritar de emoción, eso significaba que tenía una oportunidad con México. Agradeció a quien sea que lo estuviese viendo desde el cielo y juro aprovechar bien esa oportunidad.
—¿Como se supone que yo voy a poder superar eso? 10 años... Él si que puede conseguir una chica y además muy bonita, pero yo... A quien demonios podría gustarle alguien como yo a estas alturas?!—
—A mi me gustas...- le dijo Rusia sin pensarlo, realmente estaba dispuesto a aprovechar la oportunidad que el universo había puesto frente a él, pero al parecer México no lo escuchó con su sobria declaración.
-¡Ah claro!... Él era quien siempre quiso esconder la relación porque ya tenia planeado dejarme, y yo aquí de su pendejo... Ucrania... No se me había pasado por la cabeza que me dejaría por ella, ¿Por qué pensé que podría gustarle?—
-A mi me gustas...-
-Pero que ni piense que voy a llorar frente a suyo, la próxima vez que lo vea le voy a...
-¡México a mi me gustas!- prácticamente grito el ruso al notar que México se había perdido insultando a su ex pareja.
Aquella declaración por parte del Ruso, lo dejo completamente en blanco, se quedó callado al mismo tiempo que lo miraba sorprendido, eso no se lo podía creer, es decir, Rusia era un país homofóbico, incluso estaba seguro que cada vez que una pareja se demostraba afecto en publico Rusia desviaba la mirada asqueada.
No, no dejaría que nadie se burlara de él.
-Nel no te creo...- dijo mirando hacia otro lado. -Tu... Tu simplemente no podrías...-
-No tienes que decir nada... Se que este mal que lo diga ahora, tu probablemente no me creas y pensarás que me quiero burlar de ti, sin embargo es completamente en serio... no soporto verte llorar, al menos no por la razón por la que lloras...- Rusia se acerco más a él y sujeto su mano.
-México yo... En serio me gustas mucho... Y no te pido que olvides a Canada de inmediato, dame una oportunidad, solo una, y yo juro hacer mi mejor esfuerzo para que solo pienses en mi...- hablo serio, lento y mirando lo directamente a los ojos. México sintió sus mejillas volverse rojas, no creyó que Rusia fuese alguien que dijera más de 10 palabras en una oración, y que además gustase de él.
-¿Entonces?...- Rusia se acerca a México, con la clara intención de besarle. Se estaba arriesgando demasiado al pedirle algo en ese momento. -Por favor, si no quieres, solo detenme...- habló en un susurro.
"Ay virgencita... ¿Qué hago?"
Al no ver alguna negativa por parte del más bajo, Rusia finalmente se acerco lo suficiente para poder besarle.
Sabia que estaba mal, México no estaba en la mejor condición posible, el pobre ni siquiera tenia dos horas que había terminado con el que pensaba era el amor de su vida. Pero no podía evitarlo, los deseos reprimidos y los celos que brotaron con fuerza le impedían pensar con claridad.
Lo mismo le pasaba a México, el dolor mezclado con la sorpresa y el despecho le obligaban a no alejarse de Rusia, a aceptar su beso y devolverlo. Cuando sintió al eslavo tomarlo de la cintura no puso resistencia, todo lo contrario se abrazo a su cuello con desesperación. Estaba claro, si Canadá prefería a otra persona antes que él, él podía darse cuenta del lujo de estar con alguien más. Y que mejor que Rusia para probar.
Se sintió mal por pensar así, pero no iba a parar.
El mas alto no paraba de besar a México, primero había sido tímido, pero conforme pasaban los segundos sus labios quemaron por un contacto más profundo y al no ver que el mexicano hiciera algo por frenarlo se dio el lujo de introducir su lengua en la boca. ajena, paseándose por toda la cavidad, robandole el aliento al menor, con sus manos ahora acariciando el cuerpo aún vestido del país que tanto le encantaba.
Comenzó a desabotonar la camisa azul que utilizaba México alejándose de sus labios, con un fino hilo de saliva uniendo sus bocas, viendo maravillado como este se sonrojada y jadeaba después de tremendo beso, acaricio el abdomen blanco que poseía México, quien tembló ante lo frío. de la mano y lo delicado del tacto.
Aquella caricia le recordó a Canadá, quien siempre lo tocaba como si fuese a romperse, y eso le dolio, no quería comparar a Rusia con Canadá, quería olvidar a quien le había hecho daño. Miró a los ojos a Rusia, que ya le había quitado la camisa y se dedicaba a besar su cuello con calma. Su fresco aliento le provocaba escalofríos al entrar en contacto con su piel ardiente.
-No...- susurró colocando su mano sobre la mejilla contraria, deteniendo al más alto.
Alzó su rostro para ver a México, ¿Se había equivocado? ¿Demasiado apresurado? Ya se podía estar maldiciendo por arruinar lo poco que logró. Pero no se espero que el tricolor lo besara, con anhelo y desesperación, que sus cortas piernas rodearan sus caderas para pegar ambos cuerpos lo más posible, y mucho menos una de sus manos quitándole la ropa. Eso era demasiado e imprevisto.
-N-no seas gentil y mucho menos delicado...- amenazo México una vez se separaron. -Tomame como si no hubiera mañana...- declaró entre jadeos.
Rusia sintió su corazón brincar, sus mejillas pintarse de rojo, y sobretodo, sus más retorcidas fantasías salir a la luz. México no sabía lo que estaba pidiendo.
Con rapidez despojo a ambos de cualquier prenda que llevarán puesta, arrancandole el pantalón a México, mandando lejos sus zapatos, bajando con desesperación su ropa interior, dejándolo desnudo sobre el sofá en cuestión de segundos.
Su respiración se volvió forzada, si alguien en la mañana le hubiera dicho que estaría en aquella situación con su amor de la infancia, no habría creido una sola palabra. Pero ahí estaba, México, completamente desnudo frente a él, mirándolo con un notorio sonrojo en sus suaves mejillas, moviendo involuntariamente las caderas como si pidiera tener un poco de atención.
Mordió la clavícula del más bajo, creando una marca que esperaba poder ver en otra ocasión, México jadeo y se abrazo a él sin miedo.
-Eres tan hermoso...- suspiro en su oído antes de morder el lóbulo del mismo, ocasionando otro gemido en su acompañante.
Descendió por su cuerpo, dando mordidas y besos húmedos por todo su torso hasta llegar a su erección, si México lo deseara podría ser él quien dominará en cualquier relación, agradecía que no fuese así, viendo lo a los ojos acerco su cara al miembro del tricolor.
-Espera Rusia... Eso nggg!~
No pudo terminar de hablar cuando el mas alto se dedico a proveer una larga y lenta lamida al miembro frente a él, México se mordió el labio inferior, sintiendo como el menor de los dos comenzaba a besar y lamer su pene causando ligeros temblores, su frío aliento lo volvía aún más placentero.
Cuando se canso de solo besar y lamer, introdujo toda su extensión en su boca, probando con la lengua una gota del líquido preseminal que salia del miembro. Comenzó un ligero vaivén con la cabeza, metiendo y sacando el pene de México, quien no podía hacer nada más que sujetar su cabello blanco y empujarlo hacia sus caderas, el ambiente se volvía más caliente a cada segundo. Rusia quiso sonreir al ver a México tan vulnerable ante él.
Finalmente sintió el cuerpo de su amado estremecerse y como dejaba salir su semen en su boca.
Sus jadeos resonaban en la habitación, se dejo caer en el sofá al mismo tiempo que veía a Rusia levantar la cabeza, aun más rojo lo observa tragar su semilla, limpiando con el pulgar lo poco que se había salido de su boca, lamiendo su dedo. como si fuese una paleta.
-Me encanta tu sabor... Me encantas- habló con la voz más grave de lo normal. -Canadá era afortunado...- volvió a tomar su lugar como dominante, quedando cara a cara con el latino.
-Es un imbécil...- gruño tomando posición entre sus piernas, sujeto sus muslos obligándole a rodearle las caderas. -No sabe lo que esta dejando ir...- él mismo lubricó sus dedos con su propia saliva antes de comenzar a introducir uno en su estrecha entrada, México brinco por la repentina acción pero no se negó, todo lo contrario, gimio gustoso por la sensación de que aquel invasor provocaba en su interior.
-mhn~
Rusia suena al mismo tiempo que continuaba bombeando en el interior de su amado, un segundo dedo entró en él, México jadeo y comenzó a mover el trasero en círculos, quería más.
-Es realmente estrecho aquí...- mordió su cuello al mismo tiempo que sus dedos simulaban embestidas, se abrían y cerraban con si fuesen tijeras haciendo que el mayor lanzara un pequeño grito de placer. Un tercer dedo entró a hacerle compañía a sus dedos, dilatando más y más la carne del interior. Aquella sensación de que le provocaba lo hacia desear hundirse de una en el latino.
-Ya no aguanto, quiero entrar en ti...- sacó sus dedos sin precio aviso provocando que el mayor jadeara de la impresión. Impaciente se bajó los boxers liberando su miembro, México trago duro cuando vio aquel pedazo de carne. Era demasiado grande, mucho más que Canadá.
Instintivamente se hizo un padre nuestro por su trasero.
-F por mi culo...- dijo cerrando los ojos, Rusia soltó una risa nasal al escucharlo. Su hermoso México no podía ser más extrovertido.
-Abre tus ojos...- ordenó alineando su pene en la entrada de su amado. México obedeció al instante, la voz de Rusia sonaba muy grave, demandante, esa voz lo tenia mas pendejo que una orden de tacos recién hechos.
Miro a Rusia a los ojos, unos profundos y hermosos ojos azul rey, lo abrazo por el cuello, deslizando poco a poco sus manos paseándose por sus anchos hombros, bajando por sus trabajadores brazos y llegando a sus grandes manos.
-Quien diría que bajo toda esa ropa fea se esconde un pinche hombre bien buenote...- sonrío refiriéndose a que el ruso siempre vestía con grandes abrigos y ropa formal.
Rusia volvió a sonreir antes de robarle un pequeño beso.
-Después de esto... Te juro que jamás volverás a querer que ese idiota te toque-
Sin decir nada más entró de una, empujando impaciente su erección en las entrañas del mayor arrancando el grito más agudo que pudo conseguir de México, la penetración había sido tan exacta que presionó su próstata enviando un fuerte calambre de placer que atravesó su cuerpo por completo .
-¡¡Ah!!~
Ambos se quedaron quietos, al menos durante unos segundos.
-¿Te encuentras bien?- preguntó acariciando su cabello castaño.
-Callate y comienza...- respondió México mordiendo su labio inferior.
-Como ordenes...- sonriendo de medio lado sujetó firmemente sus amplias caderas, comenzando a embestir levemente, saliendo y entrando.
México se aferró a sus hombros, sus jadeos no tardaron en brotar de su garganta. La sensación de que le provocaba al miembro de Rusia era diferente, demasiado diferente.
Tras unos cuantos minutos el ambiente se había cargado de lujuria, el eslavo se sostenía con fuerza de las caderas del latino, embistiendo con fiereza, se abría paso entre aquellas estrechas paredes que succionaban su erección haciéndole perder la cabeza lentamente, México gemia cada vez mas fuerte.
-¡¡Ah!! Mas... Por favor... Mas duro!! Ah!!!!-
Sus movimientos se volvieron más agresivos, más fuertes, mucho más rápidos. No podía pensar en nada que no fuese en el pequeño al que tenía entre sus brazos, se acerco al cuello de México y mordió con fuerza el mismo.
-Mhn...- México entrecerro los ojos sintiendo las lágrimas acumularse en ellos, la vista frente a él se volvió más borrosa, tanto que por un instante su acompañante se regresó aquel bicolor que tanto tiempo lo ilusionó, cerro los ojos. No quería pensar en él, no estaba con él, estaba con Rusia.
Abró de nuevo los ojos, viendo al chico de ushanka, que no había apartado la mirada de él en ningún momento.
Y él, miraba maravillado al tricolor. Con las mejillas rojas, los ojos llenos de lágrimas, la boca abierta de la cual escurria una pequeña cantidad de saliva, estaba seguro que podría venirse con esa simple imagen.
Y aquella sensación aumentó cuando la voz volvió al latino.
-Rusia~... ¡Rusia!~
Se aferró a sus músculos, repitiendo su nombre para recordar con quien estaba, para poder saber que quien lo estaba haciendo tocar las estrellas con esas furiosas embestidas, aquel que molia sus caderas y le provocaba un temblor en todo el cuerpo era Rusia.
-Así es... Di de nuevo mi nombre...-
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2 meses después...
Canadá salía de la sala de juntas de ONU, la reunión había terminado desde hace rato, pero tuvo que quedarse pues Ucrania y Bielorrusia no paraban de discutir, y como no le gustaban las peleas se quedaron hasta asegurarse de que ambos se habían tranquilizado. Después de 15 él no dudo en seguir a México, que durante toda la reunión no le había siquiera dirigido la mirada. Se sentía muy mal, quería hablar con él y aclarar las cosas, incluso dejo de lado su moral y estaba dispuesto a plantearle la idea de seguir con él y con Ucrania al mismo tiempo.
Cuando lo vio pudo distinguir noto que estaba frente a la oficina personal de ONU, se veía nervioso, asustado, triste. No le gustaba verlo así.
Estuvo a punto de acercarse a él y hablarle, cuando la puerta se abrió. México se levantó de inmediato y él se escondió detrás de la pared más cercana al ver salir a Rusia ya ONU.
-México...- La organización se oía bastante seria, algo que le erizo la piel hasta a él.
Miro levemente por la pared, sorprendiéndose de lo que vio y escuchó.
-Su relación esta aprobada- México sonrío a mas no poder, sintiendo sus mejillas inflarse.
Rusia también sonrío al mismo tiempo que el latino brincaba para poder abrazarlo y darle un beso a su, oficialmente novio.
Su corazón latía con más fuerza que nunca, vio a Rusia y podía jurar ver aquel mismo rastro de felicidad en sus hermosos ojos azules.
ONU volvió a entrar a su oficina, no sin antes desearles lo mejor.
-¿Lo viste? No fue tan difícil- dijo Rusia acariciando la espalda del país en sus brazos.
-Si si a la chingada... Ahora... ¡Sexo de celebración!- hablo animoso riendo como niño pequeño.
Realmente Rusia logro su cometido, hacer que el único que ocupara el corazón de su hermoso taquito fuese él.
Unos ojos veían tristes aquello, vio por ultima vez la hermosa sonrisa de México, sus mejillas rojas y su melodiosa risa antes de darse la vuelta y alejarse de la feliz pareja.
Chapter 2: Спать
Summary:
Esto contiene dracrifilia y sonmofilia además de consentimiento dudoso.
Las cosas que ocurren dentro de la oscuridad de la noche son las más excitantes, al menos así lo piensan algunas personas.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Las noches en ese lugar solían ser muy frías, el viento gelido creaba una música escabrosa en el ambiente y la falta de ruido de fauna creaba un ambiente realmente tétrico. Ese lugar parecía sacado de una película de suspenso, pero al menos nada podría asustar a alguien durante su sueño. ¿O si?
Una sombra de paseaba por los pasillos de aquella enorme casa, buscaba con cierta impaciencia la habitación de alguien en específico de esa casa.
Sus pasos eran completamente silenciosos, la sombra, de gran tamaño, se movía con rapidez y en silencio a través de los pasillos de la mansión, el frío que hacia no era molestia para sus pies descalzos cuando sabia que la recompensa de soportar aquello era el calor de las sabanas de esa persona.
Finalmente después de un rato andando, llegó a la habitación que estaba tan desesperado por encontrar, ni siquiera se molestó en tocar la puerta, él conservaba la llave que esa misma mañana había robado de la ama de llaves de la casa. La emoción de saber que estaba justo ahí le hacía temblar, hizo lo mejor por tranquilizarse y abrió la puerta con el mejor silencio que pudo mantener, no quería que alguien más se despertara y le arruinara la noche que (aunque rápida) cuidadosamente había estado planeando. . .
Una vez que entró y volvió a cerrar la puerta con seguro, el lugar se quedó en completo silencio, el ocupante de la habitación se encontró profundamente dormido.
Se recargó en la puerta ya cerrada, disfrutando del sonido que hacia su amante al dormir, tan calmado, tan hermoso. Sonrió apreciando aún en la oscuridad como él se encontraba completamente arropado bajo las mantas calientes.
Después de deleitarse un momento con aquella vista siguió su camino silencioso hacia la cama en la que dormía.
Sonriendo a mas no poder se detuvo justo en los pies de la cama, estaba ansioso, su respiración comenzó a acelerarse solamente al saberse compartiendo el mismo espacio que esa persona. Tomó el final de las sabanas y comenzó a tirar de ellas con suavidad, desprendiendo el calor que el otro tenia, el pequeño ocupante renegó aquello aun dormido comenzando a temblar por el frío, pero eso no le importó, pronto se aseguraría de que ambos tuvieran calor.
Se subió en la cama, despojándose de su camisa de pijama mostrando a la oscuridad su torso bien trabajado. De su pantalón sacó un pañuelo, algo grande, el cual colocó a un lado de la cabeza de su amado, era por si se despertaba, lo cual era una realidad.
Sus piernas se posaron a cada lado de su cuerpo, quería admirar la deliciosa figura de aquel hombre. Sabia que apenas el sol saliera tendría que irse, pero para eso faltaban horas. Podía hacer lo que quisiera en ese momento debería poder disfrutar de lo que la noche le estaba brindando en ese momento.
—México... ¿Porque te niegas a usar pijama?— susurró observando como el mencionado se encontraba únicamente en ropa interior, mostrando a la oscuridad de la noche su cuerpo, no dedicaba tanto tiempo al trabajo físico como él, pero eso no impedía que la vista fuera exquisita, no era igual de musculoso que él o su padre y tenía unos rollos de grasa en el abdomen, pero eso era lo que aumentaba su deseo, lo natural de su cuerpo era delicioso, suponía que dormía de esa forma para vestirse más rápido por las mañanas, pero no se quejaba de que estaba ya casi desnudo, eso le facilitaba el trabajo.
México volvió a temblar por el frío, haciendo reaccionar a Rusia, quien ya muy emocionado acomodó sus cuerpos para que ahora las pequeñas y robustas piernas del latino estuviesen a los lados de las suyas, claro no sin antes retirarle la única prenda que tenía, ahora estando completamente desnudo a su merced.
El latino aun no notaba nada, su sueño era bastante pesado y eso le causaba gracia.
Rusia sonrió, bajó su propia ropa interior hasta los muslos, dejando expuesto su pene que ya estaba bien erecto, la vista frente a él era suficiente para excitarlo. Miró una vez más a México, su hermoso rostro al dormir, su cálido pecho subiendo y bajando al ritmo de su suave respiración, su estómago, sus caderas, su pene, sus piernas, cada uno de sus características físicas lo volvieron loco.
Acercó su mano derecha a su cara, escupiendo una buena cantidad de saliva antes de tomar su pene con fuerza, comenzando a moverla sobre toda su longitud, sus dedos apretaron bien, mientras sus ojos se mantenían fijos en el hombre frente a él. Su abdomen se contrajo un poco, su tranquila respiración lo volvía aún más necesitado, ¿Cómo podía dormir estando desnudo frente a otro hombre? Su mano presionó el glande y un gemido bajo salió de sus labios.
Siguió masturbándose solo mirando al hombre dormido frente a él, adorando la forma en la que su estómago subía y bajaba tranquilamente, sus labios entre abiertos y suaves, seguro que le sería muy fácil solo deslizarse por sus labios y meterle la polla hasta el fondo, follarle la boca y la garganta, pensó que sería demasiado sencillo y solo debería usar un mínimo de su fuerza.
Cerró los ojos mientras trataba de no dejarse llevar, apretando los dientes mientras las imágenes en su mente se volvían más difusas y el placer le acariciaba los nervios de la espalda. Se mordió el labio inferior mientras por fin sentía que se corría frente a él, largas tiras de semen cayeron sobre su estómago y abdomen.
Rusia estaba muy satisfecho por lo que había ocurrido, pero eso apenas comenzaba, bajó su torso para que su rostro quedara a la altura de México, sosteniendo su peso en sus rodillas y antebrazos, sintiendo su cálido aliento pegar en su fría piel. Emocionado abrió los labios y beso con desesperación al mayor, ya sin importarle si despertaba, de hecho eso era lo que buscaba. El ahora semi dormido mexicano sintió el beso, y su subconsciente respondió a este, no procesaba bien el hecho de que nadie debería estar besándolo en medio de la noche.
Tras unos momentos de aquel apasionado beso, el aire escaseo en los pulmones del mayor, haciendo que comenzara a despertar más rapido, Rusia lo sostenía de la nuca, mordiendo con sensualidad su labio inferior y colando su lengua en su interior, ahogo un gemido entre sus bocas cuando sus lenguas se encontraron. Para el esclavo apenas comenzaba, pero el latino recién despierto no pensaba lo mismo.
México al abrir sus ojos pudo ver al bicolor sobre si, besándolo y él correspondiendo al salvaje beso.
Asustado por la presencia del menor en su habitación lo empujó con todas sus fuerzas, haciendo que Rusia notará que había despertado.
El esclavo se separó finalmente, dejando al latino respirar y dar grandes bocanadas de aire.
—Maldita sea...— molesto tomó el pañuelo.
—¿Rusia? ¿Que haces aquí?— ante esa pregunta el esclavo se quedó quieto. Viéndolo con cierto encanto en su mirar.
—¿No es obvio?— respondió con la voz seria.
México se asustó, trato de quitárselo de encima, sus manos empujando sus hombros, forcejeando con él.
—No Rusia no podemos... Ya no quiero hacer más esto contigo— dijo entre susurros, comenzando a moverse demasiado.
El esclavo frunció el ceño, miró enojado al latino, sus palabras eran molestas e hirientes, lo hacían sentir como un desconocido. Cuando México por fin logró alejarlo, se movió de nuevo, tomó su brazo izquierdo con fuerza, girando su cuerpo sobre la cama para colocarlo boca abajo, tomó con fuerza su cintura y así pudo someterlo. Sujetó sus manos y las amarró detrás de su espalda con el pañuelo. La fuerza de México no era nada comparada a la suya.
Pero a pesar de la fuerza utilizada, México no gritó y solo siguió tratando de forcejear.
—Rusia para... Tu padre me va a m...— no terminó de hablar ya que la manga de su camisa la utilizo para amarrar su boca.
Rusia ignoró sus reclamos ahogados, observó divertido la forma en la que México se retorcía, sabía que si realmente lo deseara se podría soltar de esos nudos. Decidió seguir haciéndose de oídos sordos, metiendo sus dedos en su boca para llenarlos de saliva y así poder prepararlo. Tomó las caderas ajenas y las alzó, dejando ver su rosada entrada. Sintió un escalofrío en su cuerpo, el cual provocó que su miembro se despertara nuevamente en menos de un segundo.
México tembló al sentir esos dedos rozando su entrada, tenía miedo, pero no de lo que podía hacerle Rusia, sino de que en cualquier momento URSS o peor aun su pareja entrara y viera lo que estaba pasando entre ellos dos.
—Eres cruel...— dijo finalmente aquel joven eslavo, uno de sus dedos entró en el interior del latino haciéndole temblar y gemir. —Primero me seduces, me haces desearte— movía su dedo lentamente, preparando con calma aquel dulce orificio que ya llevaba semanas sin tomar. México se removía entre gemidos, tratando de alejarse de su toqué pero su mano libre se encargó de sostener con fuerza su cadera, obligandole a seguir tomando su dedo.
—Te metes a mi cama... Me besas, tomas todo de mi... Y ahora me cambias por USA— el menor metió otro dedo, el cuerpo ajeno se estremeció de placer.
—No te entiendo México... Actúas como lo hacen las zorras— el mencionado solo podía limitarse a gemir y jadear siendo su voz amordazada por aquella camisa.
No quería tener sexo así, no con Rusia hablándole de esa forma.
—Que culo mas honesto tienes...— pero aun así estaba muy excitado, el ser tratado de esa manera lo ponía demasiado caliente.
—Mguia~...— trato de hablar pero la mordaza no le permitiría hacerlo.
Rusia se movía con fuerza, sus ahora 3 dedos en el trasero del mayor, tocando levemente su punto dulce haciendo que temblara de placer, el húmedo sonido que creaba aquel movimiento solo servía para excitarlo aún más.
La guerra se había desatado hacia ya 3 años, su padre y aliados luchaban contra el Tercer Reich y los otros dos dementes, y México llegó a sus vidas hace 6 meses. Era el primer latino al que conoció pues su padre lo mantenía siempre lejos de los demás países, aún cuando era mayor, seguía siendo tratado como un niño en ciertas ocasiones y jamás había deseado tanto ser un adulto como cuando conoció a México. Era hermoso, inteligente, gracioso y divertido, mucho mayor que él pero eso no le impedía verlo con ojos de deseo.
Considerablemente más bajo de tamaño que él, pero varias veces le demostró que la altura o la complexión no importaban cuando se trataba de neutralizar enemigos.
México tampoco mostró desinterés en el primogénito de la URSS, era obvio que ambos se atraían. Aun así Rusia trató de mostrarse normal y olvidar la creciente atracción que había entre ellos, ser homosexual no estaba bien y aunque sentía cosa a por el latino no quería hacer caso a nada.
Esa actitud le duró un mes.
La primera vez que lo hicieron fue contra el tronco de un árbol en el bosque en pleno invierno, se habían perdido después de que una tormenta de nieve los separará del grupo con el que entrenaban, tuvieron que pasar 2 días encerrados en una tienda de campaña y cuando salieron no pudieron seguir fingiendo no ver las emociones que existían. Fue demasiado excitante habría que decir, sus cuerpos parecían conocerse muy bien y la forma en la que ambos se movían hacia perfecta aquella unión.
Lo hicieron infinidad de veces en diferentes lugares, incluyendo la oficina del propio URSS, México se escabullia por las noches a la habitación de Rusia incluso cuando Ucrania dormía una habitación al lado no les importaba y cada día era rienda suelta a sus deseos y retorcidas fantasías.
Sin embargo todo acabó un día que México simplemente le dijo que comenzaría a salir con USA, y que deberían dejar eso.
Estaba seguro que pudo sentir su corazón romperse, para Rusia no solo eran encuentros sexuales, eran momentos que podía compartir con una persona especial, y le dolía, le dolía ser rechazado y lanzado a un lado como si no valiera nada, cómo si todo lo que pasó entre ellos fueran saludos y ya. No lo aceptaría, no cuando México aún lo veía de reojo en los entrenamientos, en las expediciones, cuando al salir herido de un combate México corrió hacia él para ayudarlo.
Volvió al presente cuando México se corrió en la cama, estaba sudando y jadeaba fuertemente. Se veía delicioso de esa forma, no podía soportar mucho más.
Se bajó un poco el pantalón de nuevo, solo lo suficiente para mostrar su dolorosa erección clamando ser atendida por aquel latino que estaba recuperándose del orgasmo que le acababa de dar el eslavo.
Rusia alineó su pene con la entrada, volvió a escupir una buena cantidad de saliva en su mano para deslizarla por toda su longitud, cuando todo estuvo preparado, colocó bien su pene en su entrada, palpitante y suplicando ser llenada. Sonrió, tomó bien sus caderas y sin vacilación, dió una fuerte embestida para llenarlo por completo.
El grito de México fue ahogado por la camisa en sus labios, lagrimas salieron de sus ojos y sus mejillas se pintaron de un rojo brillante.
—Estas muy apretado...— susurró entre jadeos, moria por tenerlo bajo su cuerpo y ahora que lo tenia no se iba a detener.
—No has tenido sexo en un buen tiempo...— no lo estaba preguntando, era una afirmación.
Bajó su torso, quedando su rostro a un lado del oído del latino, sus grandes manos lo sujetaron por el pecho y sin siquiera pedir permiso comenzaron las embestidas.
Primero lentas, solo disfrutando de la sensación de su pene siendo apretado por sus paredes, rozando su próstata con suavidad y enviando algunos calambres de placer al hombre bajo su cuerpo. Su respiración se estabilizó un poco, México creyó por un minuto que estarían así.
Pero, después de un rato, Rusia se separó, completamente erguido detrás de él, sus manos sostuvieron bien sus caderas y después de soltar una fuerte nalgada en su trasero, comenzó a ir más rápido. Las embestidas se volvieron fuertes y despiadadas, México sintió que se ahogaba con su saliva pues sus gemidos no cesaban al sentir el duro pene de Rusia empujando todo su cuerpo hacia adelante. Su interior recibía feliz aquel pedazo de carne que también había extrañado que lo follase.
-Мексика... Кажется, твоя задница рада меня- y como si leyera su mente Rusia dijo aquello mientras una de sus manos apretaba la piel de su trasero con fuerza.
-Mguhia~...- sus manos iban de frenarlo intentando empujarlo por el abdomen pero al tener amarradas no podía mover las mucho, su pene apretaba una y otra vez su próstata, su cerebro apenas y podía procesar el placer al que estaba siendo sometido.
Nuevamente estaba a punto de venirse, sus gemidos se volvieron más fuertes, pero solo podrían ser escuchados por aquellos que estuviesen dentro de la habitación.
Rusia sonreía al escuchar su nombre a través de esa mordaza y como intentaba inútilmente de alejarlo.
—Deja de resistirse México, esto te gusta tanto como a mi...— La voz de Rusia también sonaba agitada, se sentía en las nubes, su cabeza daba vueltas, el placer que le recorría el cuerpo lo orillaban al orgasmo en cada embestida, solo como la imagen de México sometido a él era suficiente para sentirse completo. Su cuerpo siguió empujando, viendo a México retorcerse de placer, sus piernas temblaban y sus manos amarradas se movían desesperadas.
Después de unos minutos de doloroso placer, México se corrió de nuevo, su semen cayó a las sabanas, y él tembló apretando fuertemente sus paredes internas, pero Rusia aún siguió duro.
Salió del cansado cuerpo del latino, desatando sus manos y dándole la vuelta, su cara estaba roja casi por completo y lloraba mucho. Le soltó también la venda de la boca, dejándole respirar. Su camisa ahora estaba llena de saliva y sudor.
México respiraba agitadamente, su cuerpo aun se contraia y sus ojos no enfocaban nada.
Pero no necesitaba ver bien para saber que iba a pasar, Rusia aún no se corría, lo que significaba que aún no terminaban.
No puso resistencia cuando lo sujeto de los muslos abriendo al máximo sus piernas.
Se mordió el labio inferior con fuerza cuando entró en su cuerpo.
Sus brazos volvieron a acunar su torso, sus caderas se balanceaban de atrás hacia delante, entrando y saliendo. México mordió el hombro de Rusia pero este no reaccionó en lo mínimo, se iba a desmayar si seguía así.
—Dime porque estas con él?— le susurró Rusia con la voz ronca cargada de lujuria, recibiendo un leve meneo de cabeza mientras lo sentía retorcer las caderas de placer.
México no quería ni podía hablar, si intentaba siquiera dejar de morder sus gemidos se escucharian hasta afuera de la casa, estaba demasiado sensible por sus dos orgasmos anteriores.
Además, no podría decirle que URSS los había descubierto y que la única manera de hacerle creer que estaban separados era siendo pareja de USA. Si se lo decía corría el riesgo de ver a Rusia pelear con su padre, y no quería eso.
Aun así era difícil enfocarse en ello cuando el eslavo le daba como cajón que no cierra.
Sus gemidos y jadeos se volvieron más salvajes, sus cuerpos estaban llegando al límite, adoraba que Rusia lo tomara con tanto deseo.
Su interior se apretaba más y más, instintivamente abrazó al mas alto por la espalda, cruzando sus piernas en sus caderas para acercarlo mas. Estaba por correrse por tercera vez.
Enterró sus uñas en la espalda ajena sintiendo una de esas enormes manos enredarse y jalar sus cabellos y la otra sosteniendo su cintura con fuerza.
-MGHI!!!~....- llegó al orgasmo por tercera vez, su grito lo cubrió el húmedo beso que le brindó el mas alto, mientras que este mismo lo llenaba de semen.
Jadeando ambos tal cual si hubieran corrido kilómetros, sudando como si un sofocante sol los quemara.
Estaban satisfechos del cuerpo ajeno.
—Ru-rusia... Por favor... Tengo que levantarme muy temprano— rogo el mexicano sintiendo como a cada minuto su cuerpo dejaba de responder. Rusia después de vaciar todo en su cuerpo salio de él, limpiando levemente con su camisa los rastros de semen en la cama y abdomen del mayor. Quien ya había caído inconsciente.
Se acerca a él y beso su cuello.
—Я вернусь завтра... я люблю тебя— sin decir mas salio de la habitación, aún faltaba mucho para que saliera el sol.
No lo dejaría así de fácil, volvería a su cuarto cada noche de ser necesario, lo tomaría en cualquier lugar, pero no dejaría que México lo apartara así nada más.
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-Papá... Escuche gritos afuera...- dijo un asustado Kazajistán.
-....- URSS roncaba sonoramente acostado en su cama.
Notes:
Eh leído que hay muchas personas que no quieren que los usuarios de Wattpad estén en Ao3 debido a lo "sensibles" que son en algunos temas, y yo no sé cómo explicar que justamente la razón por la que me mudé de aplicación era justamente porque yo no entro en esa categoría. Jajaja
Chapter 3: PROMESA
Summary:
El fin de la guerra ha llegado, ahora los aliados deben despedirse y eso causa dolor en el corazón de Rusia.
Rusia adolescente femenina.
México adulto masculino.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
1945 fin de la Segunda Guerra Mundial.
Rusia estaba eufórica.
Su padre y aliados le habían ganado a Nazi y a Japón después de varios años, lo que significaba el fin de la guerra y que pronto sus aliados se irían.
Lamentablemente aquello también incluía a México.
El hombre o país por el cual su corazón brincaba emocionado y sus mejillas se formaban rosas al pensar en él.
La adolescente buscaba de un lado a otro el regalo que tenia preparado para México desde hace días para cuando tuviese que irse. Sin embargo el condenado articulo no aparecía por ningún lado.
Se había pinchado las manos mas de una vez cociendo aquel regalo, puso su alma y corazón en bordar cada imagen en ello y a cada segundo se enojaba mas y mas al no poder dar con él.
El sonido de la puerta principal siendo abierto le dió la señal, su padre había llegado y sus aliados también.
-Rusia!- su padre la estaba llamando.
-mierda... Ya voy!- dio un ultimo vistazo a su cuarto, recordando el único punto donde no revisó. Se agachó para poder ver debajo de la cama y sonrío al encontrarse con la caja, la tomó en sus manos y a velocidad sobre humana corrió escaleras abajo para recibir a su padre.
Al hacerlo se iba acomodando el cabello y el vestido que llevaba puesto. Tenia que verse en extremo bien para la ultima vez que lo vería.
-Bienvenido papá!- saludó alegre al mayor, dándole un fuerte abrazo que su padre no negó. Al ver hacia atrás pudo ver que, efectivamente varios de sus aliados estaban ahí, incluyendo al mexicano.
Cuando lo vio no dudo en saludarlo con una sonrisa, saludo que fue devuelto por el mayor. Se había sonrojado, definitivamente estaba enamorada.
Sus hermanos también bajaron y entre todos llenaron de preguntas a su padre sobre el fin de la guerra, cosa que ella aprovecho para acercarse a México, sin embargo fue detenida por otro aliado.
-Hello darling- saludo con altaneria el americano, ella fruncio el ceño pero le saludo también.
-Buenas noches señor Usa, espero que en su país le extrañen mucho- dijo para intentar alejarse de él y hablar con México, pero de nuevo no pudo por el de franjas rojas y blancas.
-Que tienes ahí? Es un regalo?- pregunto curioso queriendo quitarle la caja de las manos. Desde que conoció a ese hombre la había parecido en extremo exasperante pero trataba de soportarlo, y justo en ese momento era lo que menos podía hacer.
Sin darse cuenta, comenzó a pelear tontamente con Usa, al punto en el que no notó cuando México se acercó a su padre y se despidió de él, solo fue consciente de aquello cuando lo escuchó decir.
-Se me cuidan!!- y la puerta principal cerrándose. México había salido sin despedirse de ella.
-No...- el amor de su vida se le escapaba, un poco molesta se atrevió a empujar a Usa y correr detrás de México, ignorando por completo a UK y Francia que la veían curiosos por su comportamiento.
Al salir notó como su amado se acercaba al pequeño avión de guerra que pilotaba. Iba cantando algo pero no pudo detenerse a escucharlo y se puso a correr detrás suyo.
-Señor Mexico!!- gritó un poco alterada, asustando al mayor quien dio un leve salto por el repentino llamado.
Se giró a ver a la adolescente y sonrío ampliamente.
-Oh hola Rusia...- saludó viéndola con curiosidad. -creí que no te ibas a despedir de mi así que...- se quedo callado cuando la vio tan nerviosa.
La chica al estar frente suyo volvió a sonrojarse, tomando con fuerza la caja entre sus manos para después alzarla. Sus manos comenzaban a sudar, al igual que sentía el corazón acelerarse.
-Ten esto... Yo misma lo hice para ti, es para que aun en tu país te acuerdes de mi...- lo miró a los ojos aun jadeante por la rápida y corta carrera que hizo. -Y así no me olvides...- confesó con nerviosismo.
México la miró y soltó una pequeña carcajada, causando que la menor se sintiera mal, por un momento creyó que se estaba burlando de ella, eso hasta sentir la mano del adulto acariciar su cabello.
-No debiste molestarte en algo Rusia... Pero muchas gracias chamaca- dijo para después tomar la caja, la albina le miró emocionada.
-Lo veré llegando a casa...- Rusia le interrumpió tomandolo de la mano.
-Abrela ahora, quiero saber si te gusta...- habló.
México obedeció mientras vigilaba que Urss no lo viera con su hija. Estaba seguro que lo mataría si veía a la adolescente tan cerca suyo.
Al abrir la cajita se sorprendió de ver una camisa que seguramente le quedaba grande, era de color negro con varios bordados, uno de ellos era su bandera con la de la adolescente, bastante juntas y con un corazón sobre ambas, y en la espalda tenia una frase en ruso, la cual el tricolor latino entendió a la perfección.
Su nerviosismo se hizo aun mayor al ver el rostro sonrojado de la niña, que esperaba una respuesta que le hiciera pensar que lo que decía esa camisa era aceptado por México.
-mmmmm Rusia... Tu...-
-No tienes que decirme ahora que si, yo se que soy menor que tu y que mi padre te mataría si comenzamos a salir...- se acercó mas a él, sujetandolo de la chaqueta.
-Pero solo necesito que me esperes, solo hasta ser un poco mas alta...-
-Mira niña... No niego que eres muy bonita y que prácticamente desde que llegué me trataste bien chido... Pero... Tengo mas de 200 años, y tu con suerte tienes 12, y si, tambien esta el pedo de que tu papá me va a enterrar vivo si siquiera te toco un cabello ademas que justo ahora estoy saliendo con alguien y yo...- se quedó callado al ver como Rusia comenzaba a llorar.
La Albina sentía como su corazón se rompía en pedazos al escuchar a México rechazarle de esa manera. Lo miro a los ojos con sus azules zafiros derramando lagrimas y sus labios hacían un tierno y adorable puchero.
-Aigh... Porque pones esa cara??...- volvió a mirar hacia adentro, Urss aun no notaba la ausencia de su hija mayor. Volvió a mirarla, notando como ahora comenzaba a hipar.
Era un maldito pedófilo de mierda al pensar que se veía mas linda de esa forma.
Se inclinó hacia Rusia, sujetando una de sus mejillas y acercandola a él y plantandole un inocente y dulce beso en los labios, provocando que el llanto de la menor se calmara en un instante.
-Te voy a esperar, pero tienes que prometer que no vas a llorar...- Rusia asintió vigorosamente antes de volver a besarlo.
-Ok, prometo ya no llorar...-
-Prometo esperar...-
Y como si la niña no tuviese suficiente volvió a besar a México, solo como sello de esa promesa.
-¡RUSIA! ¡MÉXICO!-
Notes:
Ilegal? Si
Me da miedo que me funen aquí? NoEn fin, solo espero que disfruten esto.

Flor (Guest) on Chapter 1 Mon 08 Apr 2024 05:45AM UTC
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