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As Strong as love

Summary:

Lucerys no es un Omega como lo es su melliza, él no muestra las características que acostumbra su casta como lo hace su odiosa hermana Alys, por lo tanto su abuelo Lyonel ha tenido problemas para que su nieto acepte el cortejo de un Alfa.

Eso, hasta que llega un extranjero de Essos con el que Lucerys queda encantado, ahora parece que los dioses le cobraran todos los desplantes que hizo a los Alfas, cuando el matrimonio arreglado -no tan arreglado- se ve amenazado.

Lucerys demostrara que su amor es tan fuerte como su apellido.

Notes:

Si, un nuevo fic despues de un bloqueo que aun no he resuelto.

Pedire a los viejos dioses que me iluminen y me den ideas para continuar mis tramas pendientes :v

mientras tanto, disfruten la lectura! :D

(See the end of the work for more notes.)

Chapter Text

El nunca se vio atraído por las cosas típicas de su casta. A Lucerys Strong jamás se le había visto con hilo y aguja, nunca se le había visto recitar los versículos de la FE y por sobre todo a Lucerys jamás se le veía agachar la cabeza ante la presencia de un Alfa.

A pensar de ser un Omega, Lucerys no mostraba ni el comportamiento y las ganas de parecer uno, siempre eludiendo sus deberes, pasando mas tiempo pescando cerca del Ojo de Dioses, cabalgando por Harren Valle y, por imperdonable que fuese, tratando de entrenar con los mozos de Harrenhal.

Lyonel Strong, había hecho de todo para que su nieto entrara en razón, pero su hijo, el padre de Lucerys y de su melliza, le había dado una libertad por demasía contraproducente, y ahora que Harwin no estaba, era deber de él encarrilar a Lucerys por el buen camino.

Algo que actualmente le estaba llevando a la tumba en tiempo prematuro.

—Mírame cuando te este hablando, Lucerys—. El Omega menor apenas y alzo la mirada, su ceño se encontraba fruncido y sus brazos se envolvían contra su pecho en clara señal de disgusto, Lyonel suspiro. —Con este, es el tercer Alfa que ofendes en lo que va de la semana—. Reprendió, esperando que el menor al menos mostrara algo de vergüenza, pero la sonrisa que amenazaba con mostrársele en el rostro, decía que su nieto no estaba para nada arrepentido de sus acciones. —A este paso, no habrá Alfa alguno en Riverlands o siquiera en Westeros que quiera cortejarte—.

—Mejor para mi—. Desafío, ganándose la molestia de su abuelo. —No es mi culpa. El hombre era arrogante y un idiota—.

—Como todo Alfa—. Añadió el hombre. —Esta en su naturaleza ser arrogante—. Lucerys giro los ojos con fastidio. —Así como debería estar en la tuya ser un poco mas agraciado con los Alfas que vienen a pedir tu mano—. Lyonel soltó un suspiro derrotado. —¿Por qué debes hacerlo tan difícil, Luke, porque no puedes ser más como tu hermana?

Lucerys desvió la mirada, pero el ceño aún seguía fruncido. Su abuelo jamás comprendería y jamás aceptaría que, a pesar de compartir sangre y útero, él y Alys eran totalmente opuestos, aun si su casta era la misma.

Mientras ella era complaciente, femenina y sociable, Lucerys era desafiante, altanero y descortés, eso ultimo cuando el Alfa que lo trata termina con su paciencia al soltar la mayor cantidad de comentarios estereotipando su casta.

—Eres afortunado, Luke, aun y siendo como eres, los Alfas no dudan en pedir por tu mano—. El hombre le miro con reprimenda. —A pesar de ser como eres.

—¡No tiene nada de malo ser como soy! —. Gruño el castaño. —Papá jamás dijo que hubiera algo malo en mí.

—¡Pero tu padre ya no está ahora para cuidarte! —. El grito que soltó el Alfa, junto al aroma agrio de la molestia, hicieron retroceder a Lucerys, el Omega intento mantenerse firme, con el mentón alzado, aunque Lyonel noto el inicio de las lagrimas en esos ojos miel. —Y ahora solo haces más difícil la tarea de encontrar a un buen Alfa que te cuide y proteja—. Lucerys bufo.

—Aceptémoslo, abuelo, ningún Alfa cuida y protege al Omega con el que se casa—. Le dice con algo de pesar. —Solo nos ven como una moneda de cambio y como yeguas de cría y yo soy mas que eso—. Habiendo dicho aquello, el castaño simplemente salió del salón dejando al hombre con palabras de replica en la boca, al verse ignorado por su nieto, Lyonel simplemente suspiro, alzo la vista y pidió a los dioses y a su hijo por algo de paciencia para con ese chico.

 


 

 

Lucerys apenas y había dado unos pasos, cuando su camino se vio impedido por su hermana, la Omega le miraba con una sonrisa arrogante en sus delicadas facciones de muñeca, su vestido verde hacia resaltar el cabello castaño que caía como ondas por sus hombros hasta llegar a su cintura. —¿No te cansas de ser una molestia para el abuelo? —. Pregunto, rodeando a su hermano, como si fuese un león a punto de cazar a su presa. Lucerys por otro lado, no le digno con una mirada, sabia que la falta de atención molestaría a su hermana, siendo la Omega mimada que era. —Deberías aceptar lo que eres y desposar al Alfa que pida tu mano—. Lucerys gruño. —al paso que vas te quedaras solo, hermano, y no han nada mas patético y triste que un Omega solterón.

Las palabras de Alys buscaban ser hirientes, ser el centro de atención de alguno buenos Alfas, la habían hecho creer que tenía más derecho, y valor, por sobre su hermano, quien hasta el momento no ha representado mas que una molestia y vergüenza para la familia Strong. —El tiempo corre, Lukie—. Lucerys finalmente la encaro, su aroma a uvas agrias hicieron que su hermana frunciera el ceño y buscara cubrirse la nariz de la peste que Lucerys estaba soltando para alejarla.

—Para ambos, hermana, no lo olvides, la belleza no es eterna al igual que la juventud—. Lucerys sonrió al ver el ceño fruncido de su hermana y como esta expulsaba su propio aroma agrio en signo de molestia. —Así que en lugar de preocuparte por si seré un solterón o no, deberías mejor enfocarte en no terminar como yo—. Alys le miro con desdén, antes de volver a mostrarse en compostura, sus manos tras su espalda y su mentón alzado, le dijeron a Lucerys que ella diría algo más.

—Esta noche me encargare de eso, hermano, no te preocupes—. La sonrisa maliciosa encendió las alarmas del Omega. —Después de todo, Dalton Greyjoy ha confirmado su asistencia al baile que organizara Lord Tully—. Ella sonrió, sabiendo que causaría las molestias de Lucerys. —Vístete con decencia, al menos para que muestre algo de valor y alguien finalmente se rebaje a pedir tu mano—. Lucerys la vio marcharse, haciendo sonar sus zapatillas en la pulida piedra del recibidor, había tratado de permanecer indiferente ante sus palabras, pero ahora que estaba solo, pensaba únicamente en que debía arrojar algo al suelo para desahogarse.

Dalton Greyjoy era el hombre, el único hombre, al que Lucerys alguna vez pudo aceptarle un cortejo, el hombre era divertido, no lo juzgaba por su comportamiento tan atípico y en algunas ocasiones se vio influenciado ante algunas costumbres de las islas del hierro, algo que había inquietado a su abuelo, pero que podría soportar, si finalmente Lucerys aceptaba el cortejo de un Alfa. Todo había estado bien, el cortejo había avanzado hasta llegar al punto de intimidad en el que ya no se necesitaba chaperón.

Entonces Alys apareció y Dalton se metió entre sus faldas apenas y ella le mostro algo de interés, Lucerys se había sentido herido al inicio, no con su hermana, él la conocía lo suficiente como para saber que ella intentaría quitarle algo que lo haga feliz. No, el estaba molesto y decepcionado de Dalton, el hombre le había hecho promesas, le había dicho que lo amaba y sus intenciones de llevar la relación mas allá, y puede que haya sido cierto, pero entonces Lucerys descubrió que Dalton tenia, lo que en las islas de hierro se conocen como, “esposas de sal”, un termino mas propio para darle a las amantes de un Lord de esas tierras.

Dalton, en un intento por no perder el favor de Lucerys, intento excusarse y alegar que en cuanto ellos se casasen, el jamás volvería a acostarse con alguna de sus “esposas de sal”, Lucerys solo había reído con sarcasmo, no había dignado al hombre con una aceptación, especialmente cuando Dalton sugirió que incluso podría tomar a su hermana como esposa de roca, ya que, dentro de su religión, se permitía tener más de un conyugue.

Lucerys antes muerto que compartir la cama, o el matrimonio, con su melliza.

Además, que Dalton demostrara ser un Alfa idiota, como parecía que abundaban en la región, no significaba que a Lucerys le doliera menos el sentirse traicionado, tal vez el problema de no aceptar el cortejo de algún Alfa era en base a ello. Y ahora debe soportar asistir a un baile, uno al que su abuelo seguro lo obligaría ir, en donde vería a su hermana restregándole en la cara que había logrado quitarle a Dalton Greyjoy.

 


 

 

El sol entraba anaranjado por las ventanas, anunciando su despedida a medida que pasaba el tiempo, Lucerys se encontraba a punto de terminar de vestirse, solo hacia falta que acomodara decentemente su mata de rizos y estaría listo. Lastimosamente no estaba preparado para que su abuelo y su hermana irrumpieran en su habitación sin las más mínimas cortesías de anunciarse.

—Crei haberte dicho que te vistieras con decencia, Lucerys—. Dijo el hombre mirando a su nieto con gesto critico y desaprobatorio, el traje obscuro en definitiva era apropiado, para un funeral no un baile.

—Es decente y estoy cómodo—. Dice, tomando el saco que pensaba usar antes de que Lyonel se lo arrebatase sin contemplación alguna.

Obedece por una vez en la vida, Lucerys—. El Omega quedo paralizado, su abuelo no era de usar su voz, no con sus nietos al menos, aquello solo podría significar que el Omega había llevado al limite a Alfa con su comportamiento, Lucerys agacho la cabeza, sumiso, pero su mirada seguía siendo desafiante, inconforme. —Alys, querida, tráeme un traje decente del armario de tu hermano—. La chica sonrió, obedeciendo a su abuelo. Alys regreso con un traje verde bosque, uno que hacia juego con su vestido.

—No me voy a poner eso—. Alys sabia mejor que nadie que no le gustaba vestirse a juego con ella.

—No es una pregunta, Lucerys—. El hombre tomo el traje de manos de su nieta y se lo arrojo a su nieto. —¡Ahora vístete! —. El Omega castaño los vio desaparecer de su habitacion, no sin antes ver la sonrisa engreída de Alys, Lucerys rodo los ojos con fastidio y, obedeciendo, se vistió.

—Espero no tener que recordarte que espero el mejor de los comportamientos—. Los Strong se encontraba de camino a Riverrun, el hogar de los Tully, Lucerys hacia lo posible por acomodar el cuello de su saco, esperando que este no le picase la sensible piel, pareciera que estaba ignorando a su abuelo, pero no era el caso. —¿Estas escuchando, Luke?

—Si, abuelo—. Respondió el Omega desganado, el Alfa asintió.

—Lord Elmo Tully tendrá invitados bastante importantes—. Siguió el hombre, aquellas palabras solo significaba que Lyonel buscaba comprometerlo en aquella fiesta, ofrecerlos como Omegas casaderos. —Los Stark del norte, Los Baratheon de Storm Lands, Los Lannister del Oeste…—. Lucerys gruño en disgusto. —Lucerys—. Advirtió. —Y también un invitado extranjero, según escuche proviene de Essos—. Lucerys ahora simplemente se limito a ver por una de las ventanas de carruaje, ignorando la platica de su hermana y abuelo.

Riverrun era un palacio decente, se decía que databa desde los tiempos de Harren El Negro, aunque ahora se encontraba a rebosar de gente, tal parecía que Lord Tully no habia reparado en gastos, unos pensarían que, teniendo un hijo Omega, aquella fiesta era para tratar de emparejarlo con algún Alfa y que por eso había invitado a la crem de la crem a este lugar.

Apenas y habían puesto un pie en el gran salón lleno a rebosar de gente y Lucerys ya estaba fastidiado, gimió disgustado, algo que lo hizo ganarse una ligera reprimenda de parte de su abuelo. —Compórtate, muchacho—. Susurro el Alfa, Lucerys simplemente se limito a enderezarse y a sonreir ligeramente, mostrando obedecer a su abuelo.

Fue entonces que la salvación para Lucerys llego en forma de Lord Tully, el hombre de cabello y ojos castaños lucia sonriente recibiendo a los invitados, junto a él se encontraba su hijo menor, Oscar Tully, quien vestía un traje en colores rojo y azul, demostrando así su casta y la casa a la que pertenecía, tanto Lucerys como Alys hicieron una reverencia al saludar y dar las gracias por la considerada invitación, el hombre siguió sonriendo.

—Lyonel, viejo amigo, en verdad necesito que conozcas a alguien—. Dijo Lord Tully alejando al hombre de los hermanos y siendo seguido por su hijo, en cuanto los mellizos se quedaron solos, Lucerys pensaba arrinconarse en alguna esquina del gran salón, beber un poco de vino y evitar cualquier contacto con cualquier persona, pensaba dar en marcha sus planes, pero el brazo de su hermana le hizo imposible tal cosa.

Alys le miraba sonriente, maliciosa. —Pero mira quien esta ahí—. Dijo con fingido tono sorprendido. —Pero si es Lord Jason Lannister—. Lucerys intento zafar el agarre del brazo de su hermana, pero Alys solamente se aferró más. —Iras a saludar al hombre si no quieres que comience un escándalo, hermanito—. Susurro en advertencia, Lucerys se rindió y soltó un gruñido de disgustada aceptación. Claro, no hubo que acercarse, porque el hombre ya estaba frente a ellos.

—Pero que sorpresa tan mas agradable. Joven Lucerys Strong, que gusto que nuestros caminos vuelvan a cruzarse—. Lucerys apenas y soltó una ligera y falsa sonrisa. —También me da gusto verla Lady Alys—. Su melliza sonrió dulcemente al hombre.

—Lord Lannister, el placer es mío—. Dice ella con fingida complacencia, una que se delata cuando el Lannister intenta besar el dorso de su mano y ella, apurada, lo aparta. —Bueno, comprendo que puede tener cosas que hablar con mi hermano, no los molestare más—. El hombre rubio sonríe y dirige ahora su mirada al joven Omega que ahora esta a merced del león del Oeste, Luceyrs le da una sonrisa cortes, una que desaparece rápidamente.

—¿Cómo has estado, querido Lucerys? —. El Omega castaño se niega a mirarlo, intentado de encontrar la manera de salir del lio en el que su hermana lo ha metido, pero sin ser grosero, lo que menos necesita es terminar de desatar la ira de su abuelo.

—He estado bien—. Responde sin la mayor replica, intenta hacer que su platica sea por demás hueca para que asi el hombre se de por vencido y lo deje en paz, pero parece que Jason Lannister no es de los que se rinden tan fácil, lo sabe por la risa que suelta.

—Me alegra, me alegra —. Dice, mientras para a un mozo y toma dos copas de vino, una se la extiende a Lucerys, quien duda en tomarla hasta que finalmente lo hace, pero no bebe de ella, el Omega sigue buscando la manera de alejarse del Alfa. —Pero me alegrara mas cuando finalmente decidas emprender el viaje a Casterly Rock—. Lucerys finalmente dirigió su vista al hombre.

—¿Disculpe? —. Pregunta confundida, el Lannister sonríe.

—Ya sabes la tradición del cortejo, tu siendo el Omega, debes venir acompañado de tu dama o mozo de confianza para iniciar con el compromiso—. Lucerys aparta su copa del camino, teme que termine estrellándola en la cabezota de ese Alfa.

—Lo siento, Lord Jason, creo que me he perdido—. Dice Lucerys con ceño fruncido. —Yo no he aceptado cortejo alguno de su parte—. Aquellas palabras borran la sonrisa del Lannister y su ceño se frunce.

—Lo ha hecho, si—. Dice con confianza, de entre sus bolsillos saca una carta y se la extiende al Omega, Lucerys la toma y en ella puede ver, escrita con una elegante y femenina caligrafia, la aceptación del cortejo de Jason Lannister en su nombre. —Mi presencia aquí, es para hablar con su abuelo y pedir formalmente su mano en matrimonio.

—No se quien le ha escrito esta carta, Lord Lannister, pero ciertamente no he sido yo—. Lucerys no duda en romper el pergamino, sabe quien ha sido tan atrevido como para engañar al hombre y hacerle creer que Lucerys le había aceptado. —Me temo que ha sido engañado, no sé por quién, pero mi mano no será entregada a un Alfa que me triplica la edad —La molestia de ver que Alys se había atrevido a entregar su mano lo había hecho olvidar la etiqueta y su comportamiento atípico estaba saliendo a flote, su aroma agrio había hecho que los mas cercanos ahora prestaran atención a su discusión.

Jason Lannister vio con el ceño fruncido como aquel Omega se atrevía a rechazarlo frente a un gran numero de presentes, tal insulto no podía ser pasado por alto y mucho menos perdonado, aquel Omega rebelde debía ser castigado.

—Omega arrogante—. Gruñe el rubio, intentando alzarse por sobre el Omega frente a él, su aroma a uvas rancias intenta intimidar al Omega, pero Lucerys permanece firme en su lugar, su nariz se arruga ante la peste, pero no flaquea. —Tu abuelo no encontrara mejor prospecto que yo, un Alfa jefe de su gran casa, con riqueza, un Omega simplón como tu debería sentirse afortunado de ser elegido por un Alfa como yo.

—Un Omega simplón como yo, buscaría mejores prospectos para tener crías—. Contesto el Omega. —Y no un Alfa del que seguramente en lugar de semilla, le sale tierra por la polla—. Se escucharon los jadeos, lo siguiente que Lucerys ve es al Lannister alzarle la mano, el Omega cierra los ojos, esperando un golpe que jamás llego, lo que si llego fue el aroma del bosque, de los pinos y del fuego.

Lucerys abre los ojos y solo ve negro, alza la mirada y lo siguiente que ve es una cascada de cabellos plateados, escucha a Jason Lannister gruñir y entonces comprende que el extraño frente a él, se ha interpuesto entre Lucerys y el Alfa.

—Osa levantarle la mano a un Omega en frente de mí, Lord Lannister—. La voz del desconocido es suave, seseante y marcada por un acento, Lucerys queda sorprendido, el desconocido aparta la mano del Alfa rubio. Jason intenta lucir tranquilo, para nada intimidado, acomunándose la ropa y el pelo.

—Lord Targaryen—. La voz arrogante ha desaparecido, Lucerys le mira con lastima ante aquella muestra de sumisión ¿Y así pretende ser el Alfa de un Omega? Piensa el castaño, prontamente se olvida del Lannister y su vista va hacia el extraño que se ha interpuesto. —Imagino que sabe poco de nuestras costumbres—. Dice. —Pero en este lado del mar, a los Omegas insolentes de les castiga —. Lucerys frunce el ceño ante las palabras del Alfa Lannister, pero el hombre platinado vuelve a hablar.

—Es verdad, desconozco vuestras costumbres—. Dice el que, ahora sabe Lucerys, es un Alfa. —Pero hasta donde yo se, quien impone el castigo es el Alfa de manda, y por lo que he escuchado, ese no es usted—. El Alfa rubio tiene el tino de lucir mas herido en orgullo, no solo el Omega lo ha rechazado, ese Alfa extranjero acaba de declararlo abiertamente. Para ese momento, Jason Lannister no sabe donde meterse, quiere soltar un comentario malicioso, pero sabe que ese Alfa podira saltarse a la yugular y su ego ya ha sufrido lo suficiente por una noche. El Alfa rubio no dice nada, hace una simple incliniacion y se aleja de los otros dos.

El siento reina en el salón, interrumpido únicamente por los pasos que ha dado el Lannister en su huida, Lucerys finalmente luce avergonzado, pero aquello no dura mucho, pues es el mismo Alfa platinado quien se encarga de desviar la atención. —Por favor, perdonen mi imprudencia, pueden regresar a sus conversaciones, aquí nada ha pasado.

Toma unos segundos, pero el barullo del baile no tarda en volver a la normalidad, es en ese momento que Lucerys finalmente ve la cara de su defensor. El descopnocido es un Alfa, eso es obvio por su olor, tiene el cabello platinado, largo hasta media espalda, recogido en una media trenza, otra cosa que Lucerys nota, es que es alto, mucho, es delgado y viste de negro, su cara es surcada por una cicatriz que le atraviesa el ojo izquierdo y se extiende hasta su pómulo, algo que debería ser grotesco, pero el rostro de ese Alfa luce, extrañamente, atractivo.

El Alfa lo mira y Lucerys desvía la mirada al verse sorprendido en su inspección. —Gracias—. Dice, demasiado bajo para ser escuchado, cree.

—Mi placer—. Dice extendiendo su mano enguantada en cuero, Lucerys traga y entrega su mano, solo para que esta sea besada, algo que le hace sonrojar. —Si algo odio, son las costumbres represoras que tiene este continente, no dejan a las rosas florecer libremente—. Lucerys le miro con sorpresa, aunque finalmente sonrió. —Mi nombre es Aemond, Aemond Targaryen—. Se presento.

—Lucerys…—. Tragó nervioso. —Lucerys Strong—.

Por un momento, para ellos no hubo nada más, no había música, ni gente, solo ellos en ese momento. La burbuja se rompió cuando Lucerys fue ligeramente empujado por uno de los mozos, el empujón lo mando directo a los brazos de aquel Alfa extranjero, Lord Targaryen. —¡Lo siento! —. El castaño apresuro una disculpa por el incidente, pero vio al más alto negar.

—No hay molestia—. Sonrió. —Quisiera saber si-…

—¡Lucerys! —. El Alfa platinado se vio interrumpido por la llegada de la familia Strong además de Elmo Tully, cuyo hijo había dejado atrás. —Oh, Lord Aemond, parece que ya ha conocido a mi nieto, Lucerys Strong—. Dijo el hombre, el platinado asintió con una ligera sonrisa.

—Apenas y he temido el placer de cruzar nombres—. Asiente el platinado, ahora sonriendo cortes a la otra Omega. —Bellezas por Omegas tiene, Lord Strong—. Adula el platinado, aunque aquello lo hace mientras mira a Lucerys, quien simplemente desvía la mirada avergonzado, Lyonel sonríe orgulloso, pasando sus brazos por los hombros de cada nieto, Lucerys puede ver el brillo en la mirada de su hermana y la sonrisa coqueta que este le ha comenzado a dar al nuevo Alfa.

—Es lo que siempre digo, Lyonel, no tendrás problemas en encontrar Alfas para tus nietos—. Hay risas entre los hombres.

—Ojalá los dioses me bendijeran con eso, con mi preciosa Alys no tendré problemas, pero este chico de acá no deja de dármelos—. Lucerys ahora luce tan rojo como la sangre ante los comentarios innecesarios de su abuelo, piensa que el hombre ya ha comenzado a beber.

—Bueno, el mundo conocido es basto—. Dice el platinado. —Tal vez el Alfa para su nieto no esta en estas tierras—. Lucerys le mira ahora, no hay nada que le haga apartar la mirada de ese Alfa, no, hasta que es su hermana quien abre la boca.

—¿Qué clase de Alfa querría a un Omega que pesca y pelea con mozos de cuadra? —. El tono de su hermana es dulce y agraciado, pero escupe veneno en él, Lucerys le mira con molestia, pero no replica nada, sabe que será peor.

—Conozco varios, de donde vengo, que un Omega se sepa cuidar por si mismo habla mucho de él—. Dice el Alfa. —En mi cultura se alienta a los Omegas a tomar el liderazgo de sus manadas en dado caso que sea necesario—. Dice con orgullo. —Si hay Omegas fuertes, la manada es fuerte y difícilmente perecerá en tiempos difíciles.

Lucerys estaba fascinado con las cosas que salían de la boca de ese Alfa, no había conocido, en su corta vida, Alfas que pensaran de esa manera, todos tan cerrados, tan estrictos en lo que un Omega Westerosi debía ser, recatado, sumiso y obediente, todo lo que él no era. Definitivamente estaba… encantado… con este Alfa, quien no le había dejado de mirar y sonreír, Lucerys por primera vez en su vida se sintió nerviosos, casi insuficiente, temió.

Temió quedar en vergüenza, temió disgustar a este Alfa, un Alfa que realmente le interesaba y le gustaba.

—¿De dónde dice ser, mi señor? —. Su hermana le miro curiosa e interesada, el platinado sonrió con amabilidad.

—Valyria—.

—Oh, usted es el extranjero de Essos—. Aemond asintió. —Que maravilla ¿Sabe?  Siempre he sentido curiosidad por el gran continente.

—En otra ocasión, déjeme extenderle una invitación formal—. Dijo el platinado, su vista regreso a Lucerys quien no había soltado palabra alguna desde entonces. —Tal vez sea mas pronto de lo pensado—. Y con eso, el Alfa se despidió con una ligera inclinación y junto con el anfitrión volvieron de frente a los invitados, los Strong permanecieron juntos, Luceyrs más distraído, siguiendo el camino por el que el Alfa habia desaparecido, engullido por la gente asistente, solo su mente regreso cuando escucho a su hermana hablar.

—Abuelo, quiero que dejes que Lord Targaryen me corteje—. Lucerys regreso la vista a su hermana, ella tenia el ceño fruncido y sus brazos cruzados, sus labios se enrollaron en un puchero, señal inequívoca de un berrinche, Lucerys giro los ojos con fastidio, intento buscar al Alfa platinado entre la gente, pero el hombre se había desvanecido como una sombra, tal como había llegado.

—Claro que estaré contento de aceptar, querida—. Dice el hombre. —Pero por favor, aguarda a que sea Lord Targaryen quien lo pida, no quiero que te ofrezcas como lo intentaste hacer con Lord Greyjoy, eso no habla bien de una Omega—. Lucerys vio a Alys lucir molesta.

—No creo que él sea el Alfa para ti—. Dice Lucerys, algo que gana la molestia de su melliza, quien le mira con altanería.

—¿A si? —. Pregunta. —¿Y acaso piensas tu ser más digno de él que yo? —. Lucerys no dice nada por unos segundos, esta perdido en sus pensamientos, hay algo que lo hace sonreír y finalmente contesta.

—No.

Chapter 2

Notes:

Holi, Holi, seguimos con el segundo cap xD

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Chapter Text

El baile había sido un éxito, en palabras del propio anfitrión, Elmo Tully había conseguido que su hijo Oscar, consiguiera el favor de uno de los invitados del Domino, en cuanto a los Strong, bueno, el pequeño escandalo que había protagonizado Lucerys para con Jason Lannister había llegado a oídos de su abuelo, el hombre no estaba feliz, pero al menos no se molesto con Lucerys cuando el Omega le hizo saber que fue engañado, no acuso a su hermana directamente, no tenia pruebas y hacerlo sin ellas solo acarrearía otra discusión.

—Además, Lord Aemond demostró ser una excelente pareja de baile—. Decía su hermana de manera soñadora. —Casi pude sentir que volaba en sus brazos—.  El Omega solo rodo los ojos, que rápido se había olvidado su hermana sobre su preferencia hacia Dalton Greyjoy en pos del extranjero. —Definitivamente, creo que le guste—. Dijo con suficiencia y altanería, ahora enfocándose en su hermano. —¿Y tú, Lukie, lograste conseguir algo? — Lucerys se acomodo mejor en su asiento, no complació a su hermana con mirada alguna, lo que solo hizo que ella pareciera estar más alegre, después de su incontrolable insulto al Lannister, muchos Alfas lo evitaron durante el resto del evento, algo que Lucerys apreciaba, lo que menos tenia en la cabeza en ese momento era lidiar con el morbo de algunos Alfas por chismear, así que el Omega se dedico a solo pasearse por la mansión, beber algo de vino y participar de algunas conversaciones con algunos escuderos que encontró cuando salió a tomar algo de aire.

Fue en una de sus escapadas, la última, en donde Lord Aemond Targaryen lo encontró, Lucerys se encontraba en uno de los solares, el lugar estaba en soledad, apenas iluminado por candelabros. —Parece que no fui el primero con la idea—. Lucerys se levanto de susto al escuchar la voz, el hombre soltó una risa y una sincera disculpa por alarmarlo, Lucerys volvió a tomar asiento, ahora acompañado del Alfa, cuando vio que el platinado pensaba sentarse junto a él, el Omega marco distancia entre los dos. —Perdona ¿Estoy incomodando? —. Lucerys se apresuró a negar.

—¡No, no! —. Exclamo ante la consternación del otro. —Es solo que usted es un Alfa y nos acabamos de conocer, no es correcto estar juntos a solas—. Lucerys pudo ver como el hombre se relajaba,

—Costumbres extrañas, a veces no se si estoy ofendiendo a alguien—. Lucerys ahora lo mira con curiosidad.

—¿Para usted no es normal esto? —. El Omega hace referencia al tipo de cortejo y a la negativa y lo mal visto que podría tomarse lo que hacen en ese momento.

—Con anterioridad se acostumbraba que nuestros Alfas de manada escogieran pareja por nosotros —. Dice. — La pareja no se conocía hasta que estaba frente al sumo sacerdote para unirse a fuego y sangre—. Aemond sonrió ante el gesto aterrado del Omega. —Claro, esas costumbres quedaron atrás, ahora se nos permite escoger nuestra pareja por decisión personal, aunque algunas familias aun piden permiso del Alfa de manada para contraer nupcias—.

—Fascinante—. Suspiro el Omega con mas tranquilidad. —¿Y que es unirse a fuego y sangre?

—Es un ritual nupcial, cada casa en Valyria tiene uno, el de mi familia es a Fuego y sangre—. Aemond se aclara la garganta. —El ritual se inicia antes del amanecer, la pareja se presenta vestida en túnicas ceremoniales ante el sumo sacerdote, la pareja se dice los votos en Alto Valyrio y el sacerdote alza una plegaria a Meraxes, después, con dragonglass, la pareja hace cortes en sus manos dominantes y sus labios, como promesas de unión eterna—.

—Suena genial y doloroso—. Dice el castaño posando sus dedos en su labio inferior, imaginando el dolor que causaría ese ritual, escucha la risa profunda del Alfa.

—Es mas hermoso que doloroso, es lo que significa para nosotros esta unión—. Lucerys puede ver como el Alfa habla con marcada emoción, algo que no había visto en los Alfas de su tierra, cuya unión con un Omega no era algo extraordinario, era algo común, especialmente cuando los Alfas tomaban a Omegas demasiado jóvenes y los obligaban a tener cachorros, Lucerys había sabido de algunos cuantos que habían perdido la vida por la exigencia de las costumbres que los obligaban a parir herederos.

No hay más charla cuando a lo lejos escuchan el anuncio del final del baile, pueden escuchar la voz de Elmo Tully anunciando la ultima pieza del baile, es entonces que Lucerys cree que ya ha pasado demasiado tiempo escondido, es momento de regresar, pero la mano que se extiende frente a él lo detiene, Lord Aemond muestra una ligera sonrisa y le invita a bailar la ultima pieza del baile, Lucerys quiere negarse.

—No, no me gusta bailar—. Dice con vergüenza, pero Aemond puede notar la inseguridad.

—No creo que sea necesario regresar al gran salón, podemos quedarnos aquí, si le molesta la gente o que lo vean—. El Omega le mira con cierto brillo en los ojos, su miedo al descubierto, pero no usado para humillarlo ni coaccionarlo, con timidez acepta la invitación del Alfa platinado.

Lucerys regresa a su presente, escuchando a su hermana hablar y hablar de Lord Aemond y como es que este debería pedirle un cortejo, Lucerys solo puede pensar en que su hermana tiene razón.

Bailar con Lord Aemond Targaryen era como volar.

 


 

Han pasado un par de días desde el baile en casa de los Tully, Lucerys se ha levantado antes del alba, ha preparado todo lo que necesita para pescar y ha mandado ensillar su caballo, desde la orilla que conecta Harrenhal con el lago del Ojo de dioses, el amanecer es hermoso, él adora ver como el color del cielo cambia del negro al naranja y como la luz comienza a bañar el valle, después de algunas horas y ver que su pesca ha sido fructífera, Lucerys prepara todo para regresar al castillo, Harren Valle ya esta en su apogeo, los comerciante invitan a los clientes a pasarse por los puestos, algunos otros van regresando con presas producto de la caza para comercializar, Lucerys pasa de largo hasta llegar a su hogar rumbo a las caballerizas, ahí una de las sirvientas lo espera.

Eliza espera a que Lucerys desmonte para acercarse, hace una pequeña reverencia y anuncia. —Mi señor, su abuelo ha solicitado su presencia y la de su hermana en su estudio, dice que es importante—. Lucerys suspira.

—Iré en seguida—. La chica asiente y toma de manos del Omega la pesca del día. —Por favor pide que preparen esto para conserva y cocinen uno para mi almuerzo—. Ella vuelve a asentir y se aleja para cumplir con las nuevas ordenes del joven señor Strong. Lucerys entrega su caballo a uno de los mozos y camina directo al castillo, no se molesta en lucir presentable, en vista de que su abuelo ha solicitado su presencia con urgencia, no cree necesario quitase la ropa roída y sucia.

Llega al estudio de su abuelo, el hombre le gruñe al verlo, pero no hace replica alguna. —Dijiste que era importante—. Se excusa de esa manera, aunque al Omega lo extraña que su abuelo no diga nada, en cambio se queda callado. Leyendo algunos papeles que tiene sobre el escritorio, Lucerys mira a su lado, su hermana ya se encuentra ahí, el Omega le frunce la seño al ver lo que está haciendo.

Alys Strong esta leyendo un libro. Su hermana nunca ha leído libros, ella era mas de estar rodeada de otras damas, compartiendo los chismes mas jugosos que rodeaban la región. —¿Estas leyendo? —. Puede ver a su melliza rodar los ojos, para Lucerys es obvio que lo esta haciendo, pero la imagen es tan surreal que necesita que su hermana se lo afirme para saber que no está soñando.

—Claro que estoy leyendo, Luke—. Dice sin verlo, intentando regresar a su lectura.

—¿Desde cuándo? —. Hay una sonrisa incrédula, su melliza le mira con molestia.

—Eso no te importa, solo lo hago—.

—Si claro, estoy seguro de que ni siquiera sabes dónde está la biblioteca—. Alys estaba a punto de replicar, pero el Strong mayor paro la futura pelea.

—Basta los dos—. Ambos Omegas se miraron con molestia antes de mirar a su abuelo. —Los he mandado a llamar porque tengo grandiosas noticias—. Aquello a Lucerys no terminaba de gustarle, grandiosas noticias eran las palabras que su abuelo utilizaba cuando nuevas solicitudes de cortejo habían llegado. —Lord Forrest Frey ha solicitado un cortejo, de igual manera, Lord Aemond Targaryen también lo ha hecho—. Aquello llamo la atención de Lucerys, pero avivo el animo de su melliza, quien se había parado de su silla a causa de la emoción que causaron las palabras de su abuelo. —Ambos son prospectos bastante aceptables, herederos de títulos y de sus propias tierras y estaré encantado de aceptar los cortejos si así lo quieren ustedes—.

—¡Quiero, claro que quiero aceptar el cortejo, Abuelo! —. Dice Alys de manera emocionada. —¿Cuándo vendrá Lord Aemond, debo vestir de alguna manera? —. La Omega estaba perdida en sus propios pensamientos, perdida en su ilusión que no vio el gesto preocupado de su abuelo.

—Lord Aemond me ha comunicado que regresara a Essos dentro de una luna—. Continua. —Y piensa no hacerlo solo, así que ha solicitado comenzar el cortejo con la intención de que aceptes su mano en matrimonio-…—.

—¡Claro que acepto, Abuelo! — Anuncio emocionada, Lucerys solamente agacho la mirada, pensando en la manera de negar el cortejo del joven Lord Frey, pero entonces las palabras de su abuelo lo hicieron perder la respiración.

—Lord Aemond ha solicitado mi permiso para comenzar a cortejarte…—. El Alfa Strong desvió la vista de su nieta para centrarla en su nieto. —…Luke—. El estudio se lleno de un silencio gélido Lucerys alzó la vista hacia su abuelo, el hombre le mirada con una sonrisa triste, aunque sabia que esta no era para el sino para…

—¿Luke? —. Gruño su melliza con molestia. —¡¿Lord Targaryen quiere cortejar a Lucerys?!—. Ahora la Omega miraba a su hermano, Lucerys pudo ver como sus mejillas estaba rojas por la ira, de sus ojos verdes caían lagrimas de enojo, sus manos se mantenían cerrada. —¡¿Por qué Lord Aemond querría cortejar a un Omega como tú?! —. Lucerys podía sentir el olor amargo que su hermana expedía a causa de su ira. —¿Qué tienes tu, que atontas a los Alfas?

—Alys—. Intento mediar Lyonel, pero la Omega seguía perdida en su ira, una que exteriorizaba con sus puños cerrados, golpeándose las caderas como solo una niña mimada lo haría cuando no se le da lo que quiere.

—¡No, abuelo, no es justo! —. Dice ella aun con lagrimas en sus ojos. —¿Por qué todos los buenos Alfas que hay aquí quieren pedir su mano? —. Le pregunta al hombre, como si este pudiera decirle lo que hay mal con ella. —Soy mas bonita que él, soy más agraciada y educada… ¡Soy una Omega normal! —. Aquello había calado hondo en Lucerys, de todos los insultos que su hermana podía usar aludir a su comportamiento atípico era uno de los que más le dolía.

—Mi querida, querida niña—. El hombre se había levantado para consolar a su nieta. —Lord Frey será un excelente prospecto para ti—. Dice, pero la Omega no para de llorar, Lucerys no tiene cabida en ese asunto, así que sale del estudio para dejar que su abuelo lidie con el berrinche de su hermana, cree que en vista de las nuevas noticias es necesario salir a meditar, se encamina hacia el frente del castillo para llegar a las caballerizas y pedir por su caballo, pero es entonces que el sonido de cascos por el sendero que lleva hacia Harrenhal lo hace poner atención.

Por el camino puede ver a un caballo de negro pelaje, sobre él viene un hombre cuya gabardina obscura ondea, Lucerys pierde la respiración cuando para él es visible el cabello plateado del jinete, sabe que Lord Aemond llegara a la entrada principal en cuestión de minutos, y esta seguro de que lo ha visto, así que ya no hay manera de esconderse, la ansiedad lo invade, mas cuando el viento sopla y el olor de su propio sudor le llega, aunque quisiera regresar dentro del castillo, su huida podría tomarse como una grosería.

A Lucerys no le queda de otra más que plantase ahí y esperar por el Alfa, quien ha llegado y desmontado, se acerca decidido, una sonrisa suave se muestra al ver al Omega frente a él. —Joven señor Strong—. Saluda.

—Lord Aemond—. Lucerys traga cuando ve al hombre acercarse, ahora, a la luz del pleno día, el Alfa luce mucho mas alto de lo que Lucerys lo recuerda, el platinado intenta acercarse, pero Lucerys alza la mano para poner distancia, el Alfa no se queja, asumiendo que es alguna otra de las costumbres que tienen en el lugar. —No sabia que vendría, no me encuentro presentable, apenas he regresado de un día de pesca y mi…—. El Omega duda. —…olor, tal vez no sea grato—. Lucerys ve como las cejas rubias se alzan, como comprendiendo el porque de la distancia que ha puesto el Omega entre ambos.

—Oh, en todo caso, es mi culpa por no anunciar que vendría—. Por unos segundos ninguno dijo palabra alguna, lo que solo hizo que el Alfa aclarase su garganta. —Imagino que su abuelo le habrá dado algunas noticias—. Lucerys parpadea sorprendido.

—Si, él lo ha hecho—.

—Entonces debo suponer que sabe de mis intenciones para con usted—. Lucerys trago y asintió. Ante eso, la pose del Alfa cambio, sus manos se encontraban tras la espalda, haciendo que la gabardina que llevaba ahora se abriera, revelando ropas de finas telas en colores rojo y negro, broches de dragones plateados adornaban las hebillas de un jubón finamente bordado y había una espada colgando de su cintura. Todo en el hombre gritaba Alfa por donde se viera, la pose orgullosa la había visto en mucho otros.

El Alfa frente a él lucia orgulloso y dominante, ganaba respeto por su sola presencia, Lord Aemond no necesitaba de feromonas o palabras, solo bastaba estar presente en la habitación para imponerse, una cualidad que muchos Alfas de este lado del mar quisieran poseer ¿Tal vez solo es rasgo de los Alfas Valyrios?

—Temo verme imprudente, Joven Strong, pero-…—.

—Lucerys—. El Alfa le miro por unos segundos. —Puede llamarme Lucerys o Luke si prefiere—. Y por primera vez, vio a un Alfa desviar la mirada, Lord Aemond asintió.

—Joven Lucerys—. Aun había formalidad, aunque el Omega pensaba que era a la falta de familiaridad, no insistió en corregir al Alfa, como suele hacer siempre. —Con temor de verme imprudente o ansioso. Hace un día envié una carta a su abuelo solicitando el permiso para cortejarlo con la intención de unirnos bajo las leyes Andal antes de que tenga que regresar a Essos—.

—Si, me lo ha hecho saber apenas hace unos minutos—. Dice el Omega. —Debo decir que mi hermana se encuentra algo decepcionada por su elección—. El Omega pudo ver un gesto de lamento en el hombre.

—Me disculpo por cualquier malinterpretación de mis intenciones, su hermana es una mujer y Omega agradable y hermosa, no dudo que encontrara un mejor prospecto que yo para unirse—. Lucerys sabía que no habría mejor prospecto que el Alfa frente a él. Alguien educado, refinado y amable, es una clase de Alfa que no se ve todos los días y menos por estas tierras. —De cualquier manera, di un plazo para recibir una respuesta y se suponía que la respuesta me llegaría el día de mañana por medio de un cuervo, pero…—. Lucerys ahora lo entendía.

—Entiendo, por su repentina llegada, de que ha venido buscando una respuesta a su solicitud—. El Alfa le mira y asiente, Lucerys sonríe ligeramente, se hace a un lado para dejar libre el camino hacia el castillo. —Mi abuelo se encuentra ahora en el estudio, consolando a mi desdichada hermana—. Dice, invitándolo a pasar. —Estoy seguro de que él le dará la respuesta que ha venido a buscar—. Pero el Alfa solo frunce el ceño, Lord Aemond avanza, pero solo para colocarse nuevamente frente a Lucerys, el Omega ve como el Alfa se quita los guantes, revelando manos amplias y de dedos largos, piel clara.

—Sinceramente, la respuesta que estoy buscando, es la de usted—. Aquello extraña al Omega, sus cejas se fruncen ante las palabras del mas alto, Lucerys retrocede por motivos totalmente distintos a los anteriores, se aclara la garganta.

—Discúlpeme, Lord Aemond, no sé qué costumbres tengan en Valyria, pero aquí, quien decide a quien casarme es mi líder de manada—. Dice con firmeza, el Alfa vuelve a fruncir el ceño y Lucerys esta a punto de disculparse, pensando que ha ofendido de alguna manera al extranjero.

—Temiendo ofender a su Alfa de manada, joven Lucerys. La mano que estoy pidiendo en matrimonio es la de usted, no la de su Alfa de manada—. Dice, lo que deja al Omega castaño sorprendido, hay decisión en las palabras y la importancia que este Alfa le esta dando a su opinión. —Por lo tanto, la respuesta que me interesa, es la de usted—.

—¿Está pidiendo mi opinión, Lord Aemond? —. Pregunta desconcertado. —¿La opinión de un Omega, para pedir su mano? —La situación es tan surreal como la de su hermana leyendo, ningún Alfa antes, de los presentados por su abuelo, había preguntado por su opinión, ellos simplemente habían asumido que debía aceptar casarse con ellos y listo, todo era cuestión de que su abuelo aceptase entregar su mano y su boda sería un hecho.

—Entiendo que esto no se acostumbra aquí—.

—No, no se acostumbra—. Dice el Omega. —Los Alfas de aquí envían sus solicitudes a los Alfas de familia, ellos hacen saber del cortejo a sus Omegas casaderos, se hacen reuniones y si todo sale de acuerdo a lo querido por el Alfa solicitante, el compromiso se forma y la boda llega solo unos días después—.

—He escuchado de Lord Tully que usted ha recibido varias solicitudes—. Comenta interesado. —¿Su abuelo no has ha aceptado? —. El Alfa puede ver al Omega sonreír.

—Claro que las ha aceptado—. Dice. —Solo que las cosas no han salido bien para ellos—. Intenta no sonar orgullos al lograr eludir lo mas posible sus compromisos con Alfas que no son de su agrado, case de inmediato se arrepiente al pensar que sus palabras ahora puede jugarle en contra. —A los Alfas no les gusta que un Omega tenga voz sobre su vida u opinión sobre los Alfas que se le presentan—. Lucerys intenta no lucir triste al recordar las palabras hirientes que le ha dedicado algunos de los Alfas que no tomaron a bien el rechazo.

 

 

 

“Hay algo mal con ese Omega”

 

“Es raro. es bonito, sí, pero no creo que sea normal”

 

“¿Un Omega con espada? Por favor, lo único que necesitas hacer es lucir bonito y darme cachorros sanos”

 

“Eres un Omega, tu opinión vale tanto como la mierda de mis caballos, ahora cierra la boca mientras negocio con tu abuelo”

 

 

 

—¿Puedo preguntar cuál es su opinión sobre mí? —. Lucerys sale de sus pensamientos, mira desconcertado al Alfa.

—¿Disculpe? —

—Pido por su opinión, joven Lucerys—. El Alfa le mira fijamente. —Una opinión honesta seria bastante bienvenida—. Lucerys permaneció callado por unos momentos, dio un paso hacia el Alfa y con algo de duda, tomo una de las pálidas manos.

—Creo que…—. Duda. —…usted es un Alfa de los que no hay por aquí. Es imponente, educado y amable, cualidades no muy vistas en estas tierras—. Lucerys ríe y ahora mira fijamente los ojos, que ahora sabe, son purpuras. —Se ha disculpado por causarle una desdicha a mi hermana a pesar de no ser culpable, me mostro protección ante un Alfa sin reclamar propiedad sobre mi y ahora pide mi opinión sobre usted—. Lucerys no lo nota, pero el Alfa ha contenido la respiración ante las palabras del Omega. —He conocido Alfas, demasiado de ellos, y solo usted ha logrado dejarme sin palabras, mi señor—. Lucerys baja nuevamente la mirada, ahora posada en ambas manos, el pulgar del Omega se desliza por la piel pálida del Alfa. —Acepto su cortejo con la intención de unirnos cuando usted lo crea conveniente—. Lucerys vuelve a subir la mirada, posa sus ojos azules el los morado del Alfa y sin despegar la vista de ellos, alza la mano del Alfa y la lleva hasta sus labios donde planta un beso.

El gesto es en extremo íntimo, solo reservado y permitido para parejas ya unidas o comprometidas, las acciones de Lucerys, para el Alfa equivocado, podrían tomarse como una señal de libertinaje, especialmente porque el Alfa frente a él es prácticamente un desconocido, pero Aemond lo toma como lo que es, una señal de aceptación.

 

 

Ese Omega ha aceptado casarse con él.

 

 

Aemond se aleja de Lucerys un poco, cortando la atmosfera de intimidad que ambos habían formado, lo hace para sacar algo de los bolsillos de su gabardina, es una caja, algo pequeña pero bastante elegante, tiene bordados en oro que, después Lucerys nota, son un dragón de tres cabezas, Lucerys asume que es el escudo familiar de Lord Aemond. —No tengo un anillo por ahora, pero considero que esto es mas apropiado para esto—. Lucerys toma la caja y con el mayor de los cuidados la abre. En ella se muestra un collar, al inicio piensa que es plata, pero hay bordes y grabados demasiado complejos, además de las incrustaciones de rubí, al tomarlo siente su peso. —Es acero Valyrio—. Lucerys se sorprende ante las palabras del Alfa. —Una reliquia familiar, una que quisiera que usaras en nuestra boda—. Lucerys le da una nueva mirada a Lord Aemond y asiente.

Ambos entran al castillo para hablar con Lord Strong, están en medio del recibidor cuando escuchan la puerta del estudio abrirse y los apurados pasos de Alys resuenan causando eco, la joven Omega les mira por unos momentos, entonces ve lo que Lucerys sostiene en la mano y comprende lo que ha pasado.

 

 

Su hermano, su patético y tonto hermano, ha aceptado el cortejo de Lord Aemond.

 

 

Ella suelta un alarido que resuena por todo el lugar antes de subir apurada las escaleras que conducen a las habitaciones familiares, Lucerys agacha la mirada, pero no se arrepiente de nada. —Ah, Lord Aemond, no lo esperábamos—. Su abuelo sale de estudio, es momento de hablar.

 

 


 

 

Los días para la boda llegan a su fin rápidamente, Lucerys se encuentra preparándose para partir al Septo de sus tierras, Aemond lo esperara en el lugar como dicta la tradición, una vez vestido y peinado adecuadamente, el Omega siente los nervios subir por su estómago, ha evitado desayunar esa mañana, temiendo regresar todo durante la ceremonia de unión, con un respiro intenta tranquilizarse, entonces suelta el aire y sale de su habitación.

—Joven Lucerys, luce hermoso—. En el pasillo le esperan un par de sirvientas, el será el ultimo miembro de la familia en partir, escucha a las mujeres alagarlo, pero el solo piensa en que posiblemente se desmaye nada mas bajar de carruaje. Al salir de Harrenhal, el carruaje que lo llevara hasta el Septo lo espera, dos lacayos ya se encuentran listos para llevarlo, Lucerys no duda y sube al vehículo. —Le deseamos la mejor de las suertes en su nueva vida—. Palabras de felicitación y buena fortuna son dichas por sus sirvientas antes de que el carro parta.

Lucerys siente los bordes del camino, el carro se balancea de un lado a otro y sin mas se detiene, el Omega se extraña de aquello, porque esta seguro que no han salido siquiera de la propiedad. —¿Ha pasado algo? —. Pregunta, pero solo hay silencio, entonces la puerta de abre y los lacayos le toma de ambos brazos. —¡¿Qué están haciendo?!—. Lucerys no comprende que pasa, patalea. —¡Suéltenme! —. Pero lo hombres lo superan en fuerza y no esta en su mejor momento, a tirones y empujones lo bajan de carruaje, Lucerys ahora sabe que esta en la parte trasera de Harrenhal, justo en la armería abandonada, los hombres lo empujan en una habitación, Lucerys intenta hacerles frente, intenta colarse entre ellos, pero los hombres no lo dejan, en cambio, uno de ellos extiende la mano hasta su cuello y arranca el collar que le ha dado Aemond.

Después de eso, lo hombres lo vuelven a empujar, el Omega cae al suelo fangoso y escucha como la pesada puerta de madera es atrancada.

Está atrapado.

Notes:

Oh, no... ¡Atrapadaaaaa!

Gracias por leer! C:

Notes:

Gracias por leer y no olviden dejar su lindo comentario! ♥

see ya! ♦