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Language:
Español
Stats:
Published:
2024-04-30
Updated:
2024-06-01
Words:
5,140
Chapters:
2/10
Comments:
3
Kudos:
85
Bookmarks:
4
Hits:
897

Matrimonio Perfecto

Summary:

Capítulos de la vida matrimonial de los adorables caníbales Will y Hannibal.

Un poco de omegaverse en la mezcla y quizá uno o dos hijos.

Notes:

Es la primera vez que escribo para el Fandom, espero hacerles justicia.

Este trabajo participa en el Hannigram Week.

Serán capítulos a destiempos que cuenten aspectos de la vida de mis maridos asesinos, espero que el trabajo sea de su agrado

Chapter Text

El día de Will había empezado frío, no había logrado despertar antes de que su esposo se fuera al trabajo y su lado de la cama estaba congelado por su ausencia. Eso lo molestó brevemente.

 

Sin responsabilidades que atender, el omega simplemente decidió volver a dormir otro rato, disfrutando el aroma de su esposo en las sábanas egipcias.

 

Despertó cómodamente una hora después, primeramente tomó un baño para despegar su mente, entreteniéndose en la comodidad que tenía el enorme baño.

 

Al salir, vistió con ropa interior ajustada y sobre eso puso un ligero vestido de seda violeta que apenas llegada a medio muslo, los tirantes delgados asentados en sus hombros y la tela suave acentuando cada parte de su figura, no planeaba salir durante el día por lo que encontró adecuado la poca vestimenta.

 

Una vez listo bajó descalzo a la cocina, donde sabía que su esposo había dejado el desayuno.

 

En la limpia cimera, había una bandeja de plata tapada con un domo el mismo material, Will sonrió.

 

Dentro de la bandeja descansaba un elaborado desayuno con la carne perfectamente cocida de un cerdo grosero que lo había insultado hace una semana, era romántico de alguna forma.

 

El omega disfrutó el desayuno en silencio, dejando que cada uno de sus sentidos se adormeciera con los perfectos sabores de la comida.

 

Al terminar el desayuno lavó cada uno de los cubiertos usados y los colocó en su lugar.

 

La primera parte de su día estaba casi completa.

 

Con movimientos fluidos sacó de un gabinete la comida de primera calidad para perros que tenía guardad y un poco de carne semi cruda que su esposo guardaba especialmente para Lili, vertió todo en un tazón de plata con el nombre grabado de su adorada Lili y otro para servir agua fresca.

 

Llegar a un acuerdo con relación a sus perros fue un martirio los primeros meses de su noviazgo con Hannibal, el hombre era un perfeccionista y aunque estaba dispuesto a cambiar muchas cosas por Will, tener más de siete perros en su mansión era excesivo, por ello, el omega solo podía tener perros de raza pequeña en la casa y para los demás, el alfa había hecho un albergue especial donde contrató cuidadores expertos para ellos, un lugar que era solo para contentar a Will.

 

El omega aceptó el acuerdo y ahora solo mantenía cerca a una Pomerania orgullosa de nombre Lili, toda una dama mimada por culpa de Hannibal.

 

Will salió de la cocina en dirección al cuarto especial que habían mandado a hacer para Lili, un lugar que se adaptara a sus comodidades.

 

Al abrir la puerta, la pequeña perrita se contoneo como una reina hasta Will.

 

--Hora comer, su majestad—dijo Will en broma mientras veía a la orgullosa Pomerania acercarse a él.

Sus tareas del día habían terminado al darle su comida a Lili por lo que esperó un momento a que la perrita terminara de comer y poder salir al pequeño patio trasero que tenía la mansión, un patio que él había adaptado a ser un jardín hermoso para su propia comodidad.

 

Y podría haberse mantenido todo el día jugando con su adorada Pomerania de no ser por el sonido del timbre.

 

Will frunció levemente el ceño ante la inesperada visita, no había nadie que visitara su casa sin anunciarse antes por un mensaje o una llamada.

 

--Quédate aquí—dijo Will a Lili antes de salir del jardín.

 

Recorrió el amplio espacio desde el jardín hasta la entrada principal y como pensamiento tardío tomó una bata de un traslucido rosa palo que estaba en el perchero para cubrirse antes de abrir la puerta.

 

Ver a dos oficiales de policía era lo último que esperaba.

 

Will entró en un pequeño pánico un segundo antes de idear la mejor forma de deshacerse de ellos.

 

--Buenos días señor ¿Es usted William Lecter, esposo del Doctor Hannibal Lecter?—preguntó uno de los oficiales antes de levantar la vista para ver correctamente a Will.

 

Will podía adivinar muchas cosas con la simple mirada que le dio, ambos jóvenes oficiales eran alfas, solteros, no con mucha experiencia en el campo y solo eran de la policía de Baltimore, no el FBI.

 

--Soy yo, ¿sucede algo con mi marido? Él no se encuentra en casa, está en su consultorio en estos momentos—dijo Will jugando con la percepción que todos tenían de los omegas, débiles, sumisos y dependientes de sus alfas, no había mejor forma de despistarlos que jugar al omega ideal.

 

El oficial más cercano, Jhon, por su nombre en la placa de latón, se sonrojó intensamente al ver la vestimenta del omega y lo confundido que sonaba.

 

--No…No pasa nada, esto es una mera formalidad, Señor Lecter—dijo Jhon con la mirada vagando desde el escote del vestido hasta las piernas del omega –Verá hace dos días se reportó la desaparición de Nickelson Rox, un contribuidor de la comunidad y amante de las bellas artes, su esposo dijo que nunca llegó a casa después de la opera de esta semana así que estamos investigando a todas las personas que asistieron, sobre todo para preguntar si lo han visto.

 

Con esto, el otro oficial intervino, intentando llamar la atención del omega sobre él.

 

--Varios asistentes dicen que lo vieron borracho y teniendo duras palabras para el Doctor Lecter, pero todos dicen que el Doctor salió antes de que Nickelson se fuera, así que solo queríamos preguntar por el paradero de su esposo en esas horas—dijo el segundo oficial.

 

Will sintió que la ira hacia Hannibal crecía en su pecho, sin embargo, obligó a su cuerpo a parecer nervioso, un poco avergonzado incluso para el deleite de los alfas jóvenes.

 

--Oh es una tragedia lo que pasó con el hombre, pero puedo asegurar que mi marido llegó a casa temprano, bueno…yo no me sentía bien para poder acompañarlo y… hubo una situación… ammm… mi celo se adelantó y… lo llamé, quería que estuviera en casa—dijo Will con las perfectas modulaciones en su voz para parecer avergonzado por ello y evitando ver directamente a los oficiales.

 

Ambos hombres alfa se sonrojaron rápidamente, escribiendo en sus notas la declaración del omega con apresurados trazos.

 

--Por supuesto, lo entendemos Señor Lecter, no queríamos incomodar al preguntar algo tan privado—dijo Jhon con nerviosismo.

 

--No se disculpen, solo hacen su trabajo, me siento mejor saber que están cuidando la ciudad unos jóvenes tan dedicados, me hace sentir mas seguro—dijo Will jugando con el ego alfa de ambos oficiales.

--Cla…Claro Señor Lecter, seguiremos haciendo eso—dijo apresuradamente el oficial—gracias por su tiempo.

 

Tras eso, ambos se despidieron rápidamente.

 

Will se quedó ahí de pie hasta verlos partir a lo lejos, entonces cerró la puerta lentamente y sonrisa cayó.

 

--Maldito Hannibal—dijo con toda la fuerza de su ira corriendo por su piel.

 

Will caminó apresuradamente por la casa hasta la cocina, tirando en el camino su fina bata, importándole poco donde quedaba.

 

El enojo del omega era palpable en su aroma, como el inicio de un incendio forestal.

 

Hannibal debía agradecerle por tener un pensamiento rápido, su empatía y haber trabajado en el FBI, porque en otras circunstancias todo se habría acabado.

 

Estaba enojado con su esposo por ser tan descuidado, por ser tan impulsivo de la nada y lo peor, por no haberle mencionado su última cacería.

 

Era claro que había sido Hannibal quien desapareció al pretencioso señor Nickelson, no tenía dudas de eso, el problema recaía en porque no lo mencionó, porque de haberlo hecho, Will podría contrarrestar el daño acercándose al omega del hombre, haciéndole ver lo infiel de su esposo desaparecido y tal vez convenciéndolo de que había huido con algún amante.

 

--Estúpido alfa—murmuró Will con enojo.

 

El omega verificó la hora, tenía cerca de tres horas hasta que su marido llegara para la comida y Will se aseguraría de aprovechar bien ese tiempo, no iba a dejar a Hannibal sin castigo.

(…)

 

Cuando Hannibal Lecter llegó a su hogar, lo primero que detectó fue el picante aroma a enojo de su adorado esposo, estaba casi emocionado por lo que sea que haya hecho enojar a Will, quien era glorioso en su ira.

 

--He llegado a casa, querido—habló Hannibal terminado de colgar su abrigo.

 

El silencio fue su primera señal.

 

Will solía recibirlo todos los días, en su mayoría acostado en el sillón de la sala o caminado a su encuentro cuando él hablaba.

 

Hannibal caminó dentro de la casa siguiendo el aroma picante del enojo hasta la cocina.

 

La segunda señal fue que su marido estaba cocinando.

 

Will casi nunca cocinaba, eran contadas las ocasiones en las que el omega se aventuraba a la cocina, más que nada porque sabía del placer que le causaba a Hannibal servirle la comida que había cazado y preparado para el omega.

 

Entonces Will lo estaba castigando. Y que injusto era cuando vestía de forma tan deliciosa.

 

--Siéntate en el comedor, no puedes pasar aquí—dijo Will sin voltearse a ver a su esposo.

 

Hannibal estaba fascinado.

 

--Claro querido.

 

El alfa obedeció sin problemas, tomando su lugar en la cabecera de la mesa, percatándose de la ausencia de decoración.

 

El omega de Hannibal estaba muy enojado con él.

 

Will entró cargando un solo plato en sus manos, lo colocó delante de Hannibal con un movimiento brusco que hizo sonar la porcelana del plato.

 

El alfa observó con curiosidad la comida, era un corazón completo, apenas cocinado, al horno por lo que podía intuir, bañado en una salsa espesa. Pero lo más destacable en el plato era el cuchillo que atravesaba el corazón, cuanto simbolismo destilaba esa pequeña acción.

 

--¿No comerás conmigo, querido?—preguntó Hannibal notando la ausencia de más platos u otros cubiertos.

 

--Comeremos juntos—fue la respuesta de Will mientras cortaba el corazón en finas tiras.

 

Hannibal acercó su mano al tenedor que estaba a su derecha pero Will tomó rápidamente su mano con fuerza.

 

--Comerás lo que yo te dé—dijo el omega con rudeza viéndolo a los ojos con una fiereza inamovible.

 

Hannibal casi gimió en el acto, pero permaneció con su afable mirada, dejando que el omega hiciera lo que quisiera.

 

--Por supuesto—respondió recargándose en su silla y retirando el brazo del cubierto.

 

Will pareció satisfecho, acomodó el plato más a la derecha, tomó el tenedor de plata en su mano y entonces se subió al regazo de su alfa.

 

El omega se acomodó en las piernas de Hannibal dejando todo su peso para quedar cara a cara.

 

Tentativamente, el alfa puso sus manos en la cintura de su esposo y al no recibir queja alguna las colocó con confianza.

 

--Que bienvenida más exquisita, cariño—dijo Hannibal con fascinación en su voz.

 

Will no contestó, se movió para poder tomar un trozo del corazón y colocarlos en sus labios, dejando a Hannibal esperando.

 

El silencio cayó sobre ellos, solo interrumpido por el tenedor chocando con el plato y la masticación de Will.

 

No fue hasta que el último pedazo de corazón estuvo en el tenedor que Will se apiadó de Hannibal.

 

El omega tomó el trozo de carne y lo llevo a los labios del alfa, dándole de comer al fin.

 

Hannibal aceptó la comida sin queja alguna, emocionado por lo que su esposo fuera a decir.

 

--Dos oficiales tocaron a la puerta hoy, preguntaron por ti—dijo Will por fin mientras Hannibal masticaba lentamente.

 

El alfa tragó al fin y enfrentó la ira de Will.

 

--¿Y que necesitaban los buenos oficiales?—preguntó de forma inocente el alfa.

 

--Solo la desaparición de Nickelson Rox después de una pelea verbal muy pública contigo—dijo el omega gruñendo por fin, incapaz de contener por más tiempo su enojo.

 

--Cariño, no hay forma de que se sospeche de mí, salí antes de la fiesta, lleve mi auto lejos, me aseguré que nadie viera nada, era solo un chequeo simple de rutina, debes saberlo mejor tu que yo—dijo Hannibal con tranquilidad, una tranquilidad que solo irritó a su esposo.

 

Will tomó con una mano el cabello de Hannibal jalándolo hacia atrás con ira.

 

--Puede que sea así, pero es la primera vez que alguien viene a interrogar, es la primera vez que dejas que lleguen tan cerca, es la primera vez que haces algo tan obvio y estúpido—dijo Will gruñendo en cada frase mientras miraba fijante a su marido.

 

--Will, cariño, no fue algo…-- pero Will lo interrumpió con un beso salvaje.

 

Sus labios se movieron con agresividad, con Will mordiendo lo que podía hasta lograr sacar sangre.

 

--Claro que fue estúpido, demasiado cerca de tu círculo social, demasiados huecos en tus acciones, una coartada floja, yo solo hubiese necesitado la mitad de eso para resolverlo—dijo el omega con los labios llenos de sangre de su esposo.

 

Hannibal podría estar hincándose a los pies de esa maravillosa criatura si no estuviera en su regazo, solo pudo apretar con más fuerza su agarre sobre él.

 

--Tú lo hubieras resuelto porque eres brillante, Mylimasis, nadie más que tú podría ver todo—dijo Hannibal con adoración y una sonrisa orgullosa en sus labios.

 

--Ese no es el maldito punto Hannibal, el punto aquí es que trajiste escrutinio a nuestro hogar, dejaste que se acercaran demasiado y no dudes que Alana o Jack se van a enterar, preguntaran por preocupación pero solo necesitaran una más para ver lo que yo veo y no pienso dejar que derrumbes nuestra perfecta vida por una simple curiosidad tuya—dijo Will con la ira goteando de cada palabra y sus ojos azules casi eléctricos.

 

Hannibal suspiró entonces, él sabía que batallas podía luchar y esta no era una de ellas.

 

--Está bien, cariño, lo lamento, no pensé en todo eso cuando seguí mi curiosidad innata—dijo Hannibal con la voz una octava abajo intentando que apaciguar a su omega, aunque todo lo que hizo lo realizó muy consciente de las consecuencias.

 

Will vió todo, acostumbrado tras tres años de matrimonio a ver todo lo que su esposo escondía y lo que vio casi hizo que apuñalara al hombre. Entones tomó la decisión de revolver un poco la mete del alfa para inculcarle algo de sentido común, empezando por rodear con su mano el cuello de Hannibal y apretar con fuerza, no lo suficiente para matar, aún.

 

--Escúchame bien Hannibal Lecter, si alguna vez vuelven a interrogarme por una estupidez tuya, voy a entregarte – y sus palabras por fin llegaron a la mente terca de su alfa porque sus ojos adquirieron ese granate potente de la bestia encarcelada—Oh si, voy a planear todo, entregaré toda las pruebas posibles, fingiré estar aterrorizado por ti, haré que la gente me tenga lastima, el pobre omega que no sabía lo que su esposo hacía, incluso puedo decir que me obligaste, que jugabas con mi mente. Voy a hacer que te encierren y te privare de mí, tal vez dos años, tal vez tres, cuando decida que has sido castigado lo suficiente iré a verte, lloraré, haré una escena frente a todos y solo entonces te sacaré, una vez que hayas sufrido por mí.

 

Lo peor del escenario que su omega le planteaba es que lo creía cierto, Will podría hacerlo y salir completamente impune, Alana le creería, Jack tal vez dudaría al inicio de la participación de Will pero su querido muchacho podría llegar a ser el mejor actor si quisiera. Con solo unas palabras bien colocadas toda la vida de Hannibal se acabaría y Will se alejaría de su lado.

 

--¿Y crees que te dejaré hacer eso?—gruñó el alfa, el monstro desgarrando poco a poco su traje de persona.

 

Will entonces apretó el cuello del hombre con más fuerza y sonrió cdiversión.

 

--Cariño, me dejarías hacerte lo que sea sin si quiera mover un dedo para protestar—dijo Will con la sonrisa más engreída que tenía en su arsenal.

 

Y Hannibal lo sabía, porque lo más peligroso de su casa no era él, sino su pequeño y tortuoso omega, quien tenía la correa del diablo descansando en su bonito dedo anular.