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Tankana trash

Summary:

Colección de one shots tankana.

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Chapter 1: Dango

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Chapter Text

—Es realmente hermoso, Kanao, lo haces muy bien —Tanjiro dice mientras se sienta a su lado en el suelo de la habitación, luego de dejar el plato con dangos en la mesa cercana.

El arreglo frente a ella resalta por los colores diversos y vivos de los distintos tipos de flores en él. Ella le había hablado de que comenzó a hacerlos en sus cartas, y vio un par decorando la finca hace unos momentos.

—¿Eso crees? —Lo mira asentir en respuesta, y una sonrisa se forma en su rostro para continuar—: Comencé a practicar hace no mucho, la señora Kamiya hace arreglos muy impresionantes y cuando se lo dije se emocionó tanto que comenzó a invitarme a su casa a practicar —Una pequeña risa adorna sus palabras al recordar la actitud eufórica de su vecina, que provoca la de Tanjiro también.

—¿De verdad? Se ve increíble, las flores son muy lindas y huelen muy bien también ¿Cuáles son?

—Estos son crisantemos —explica mientras toma una de las flores de color magenta—, las comenzamos a plantar hace medio año aproximadamente, es sorprendente lo rápido que florecieron ¿No?

—Sí, ya veo.

La observa mientras con delicadeza coloca la planta junto con el resto del arreglo, luego se asegura de que haya quedado bien fija y que no pueda caer, antes de tomar otra para buscar un buen lugar donde repetir el proceso. Casi naturalmente, deja que su mirada se comience a mover, desde sus manos cuidadosas, tal vez con un poco de duda sobre sus movimientos, sube por sus brazos, donde se encuentra con el hermoso y detallado patrón floreado de su kimono, que hace juego con el obi alrededor de su torso. Sube un poco más, Kaburamaru envuelto alrededor de sus hombros observa con atención su trabajo. Su cuello blanco se asoma luego por el borde del kimono, contrasta fuertemente con el negro sedoso de su cabello, que se balancea suavemente con sus movimientos. Se detiene en su rostro, la concentración se nota claramente en sus cejas ligeramente juntas y sus labios presionados, y luego, al terminar de colocar exitosamente una flor, se suaviza y una pequeña sonrisa triunfal se forma, calentando su pecho con cariño.

Sus ojos fijos anteriormente en el arreglo se fijan en él, para luego voltear totalmente su rostro.

—¿Sucede algo?

—Ese kimono se ve muy bien en ti.

Por la naturalidad con la que las palabras se deslizan de sus labios, la primera reacción de Kanao es mantener su expresión curiosa, para solo segundos después terminar de comprender la oración. El calor repentino en su rostro vuelve sus mejillas rojizas, que oculta con rapidez bajando su mirada.

Su imagen tímida provoca ternura en su corazón. Hay un leve aroma a alivio en ella.

—Yo... Cuando lo compré, quería que te gustara... —Su voz avergonzada sale en un murmullo—. Estoy muy feliz —Una pequeña risa se le escapa al final de la oración.

Sus palabras lo emocionan. El imaginarla pensando en él de esa manera, el que deseara algo al punto en el que la alegría la llenara al verlo cumplido.

—Es precioso —dice, sonriéndole e inclinando un poco su cabeza para tratar de encontrar su mirada escondida.

No está seguro de desde cuándo sus visitas a la casa de las mariposas se habían vuelto más frecuentes. Al principio, solo iba por su chequeo, luego, comenzó a acompañar a Nezuko e Inosuke, y sin darse cuenta estaría yendo solo, con la invitación de Kanao previamente escrita en una carta "¿Quieres ir a la casa de té el sábado?", simplemente no podía rechazar una oferta así. Tampoco recuerda el momento exacto en el que comenzó a mirar durante unos segundos más su sonrisa, cuándo comenzó a notar con más atención pequeños hábitos suyos como tragar saliva al ver una comida que le gustaba, o morder ligeramente su dedo pulgar cuando se perdía en la lectura. Cuándo la emoción que llenaba sus palabras al hablar de temas que realmente le interesaban comenzó a hacer palpitar su corazón con más intensidad, porque aquella linda chica que se sentía de alguna manera vacía, casi inalcanzable, ahora era una mujer hermosa llena de emociones, amable y dedicada.

Pero lo que sí recuerda bien es el momento en el que su relación, cada vez más cercana, pasó el límite de una amistad a algo más. E incluso si su primer beso había sido hace casi dos meses, ella aún tenía estos momentos de timidez en los que sentía el aroma de la vergüenza y la felicidad alrededor suyo mientras su rostro se colorea, como si apenas se comenzaran a conocer.

Exhala una risa al ver que ella no levanta su cabeza aún. Es muy tierna.

—Hey, Kanao —llama su atención en un tono más fuerte que el que habían estado usando, y cambiando de tema dice—, Aoi hizo dango ¿Quieres?

Kanao levanta ahora un poco su rostro con curiosidad, y puede notar el color rosado todavía decorando sus mejillas.

—Ah, sí, por favor —habla con un poco de nerviosismo restante.

Él asiente y se gira hacia su derecha, donde el plato está sobre la mesa. Toma uno de los palillos y se vuelve una vez más hacia ella.

—Aquí —Lo acerca hacia su rostro, inclinándose también él.

Ella exhala una risa. Una de las primeras veces que comieron juntos fuera pidieron dangos, y él inconscientemente se lo ofreció de la misma forma. En ese momento Kanao enrojeció por completo, sin saber cómo reaccionar, y Tanjiro apenas notarlo también, disculpándose de inmediato. Ahora aquella reacción le causa gracia, desde que la distancia entre ambos se hizo cada vez menor sus acercamientos ya no la tomaban por sorpresa.

Toma con su boca el primer dango de los tres que hay en el palillo, y luego Tanjiro hace lo mismo con el segundo.

—La comida de Aoi es muy deliciosa —habla ella al terminar de comer, y él asiente aún masticando—, algún día quisiera hacer platos como los de ella.

—Has mejorado mucho —Le sonríe Tanjiro—, el castella que hiciste la última vez era muy rico. Me gustaría comer más.

—En ese caso, la próxima vez que vengas haré —dice mientras aparta su mirada hacia el arreglo frente suyo, para colocar la flor que tiene en su mano.

—¡Eso sería genial! ¡Gracias, Kanao! —Ella sonríe por su reacción, un tanto infantil.

Al ver que Kanao termina de colocar la flor, vuelve a hablar—: Kanao, toma —Acerca nuevamente el palillo donde ahora solo queda un dango.

—Gracias —murmura volteando hacia él antes de, igual que la vez anterior, tomar la última porción.

Ella cierra sus ojos y cubre sus labios con una mano mientras come, lo que llama la atención de Tanjiro hacia su rostro. Al terminar, la aparta y puede notar algo.

—Hoy no llevas maquillaje en tus labios ¿No? —dice curioso, señalando los suyos con su mano, después de dejar el palillo ahora vacío sobre la mesa—. Acabo de notarlo.

—Oh —Ella se sobresalta, abriendo sus ojos—, lo olvidé. Ahora vuelvo.

Pero antes de que pudiera comenzar a levantarse, siente la mano de Tanjiro tomando la suya, reteniéndola.

—No te vayas —Le dice inclinando su cabeza mientras sonríe—, no es necesario.

—No lo sé —Kanao acerca su mano restante a su rostro, tímida y con su rostro enrojeciendo una vez más.

El tono rosado natural de sus labios, tan diferente al carmesí que usualmente llevaba no resulta algo tan relevante, pero cuando lo notó, realmente daba una imagen distinta. Sus ojos púrpuras resaltan más, y el único tono rojizo que destaca es del rubor que decora la piel clara de sus mejillas. Una imagen tan linda, quisiera verla más.

—Está bien —Su tono es más bajo que el anterior mientras separa su mano de la de ella, para llevarla hacía arriba y sostener el costado de su rostro—, porque eres hermosa sin importar lo que lleves.

—N-no digas ese tipo de cosas tan de repente —dice nerviosa apartando la mirada, pero dejándose apoyar en su toque.

Siente la temperatura de su rostro aumentar contra su mano al mismo tiempo que el rojo que la cubre se extiende. La mirada que trata de evitar la suya brilla por la vergüenza la hace ver más linda aún.

Deja escapar una risita, y tal vez un tanto burlón pregunta—: ¿Mmh? ¿Por qué no?

Comienza a acortar la distancia entre ambos, acercándose y atrayéndola también.

—Es vergonzoso —murmura.

Ella cierra sus ojos y sus labios se separan ligeramente. Él echa un último y rápido vistazo, y con la cercanía lucen incluso más tiernos que antes.

Cierra sus ojos también un momento antes de finalmente terminar con el espacio que los separa. El ligero toque inicial, casi un roce, desata las mariposas en su estómago. Inclinan un poco sus rostros en sentido contrario para luego juntar sus labios, que coordinan sus movimientos lentos con gentileza, siguiendo el mismo ritmo tranquilo que acostumbran. No tan inexperto y tímido como las primeras veces, no tan intenso como otros que han llegado a compartir en la soledad de la noche. Solo quieren sentirse cerca el uno del otro, un deseo inocente producto del amor juvenil que han estado compartiendo los últimos meses.

Se separan por un momento, y casi al instante Tanjiro comienza a dejar pequeños y cortos besos en el lado izquierdo de su rostro, comenzando desde su mejilla y lentamente bajando cerca de la mandíbula.

Kanao deja escapar pequeñas risas y toma con su mano su hombro izquierdo, apartándolo un poco.

—Espera, espera —Escucha su voz risueña cerca—. Me haces cosquillas.

—Lo siento —Ríe también—, no pude evitarlo.

Siente el toque suave de las manos de Kanao a ambos lados de su rostro sosteniéndolo con gentileza. Sus miradas se juntan y escucha su voz en un susurro.

—Un poco más ¿Puedo?

Que sea ella quien lo sugiere esta vez, a diferencia de la mayoría de las veces, hace su pecho llenarse de emoción. Asiente ligeramente y cierra sus ojos mientras siente cómo es llevado cada vez más cerca.

Notes:

Inspirado por el arte del fanbook.

¡Próximos capítulos se publicarán pronto!

Chapter 2: Descanso

Notes:

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Chapter Text

A Kanao le encantan las expresiones de Tanjiro.

Tan diversas, tan transparentes, es como leer un libro abierto, más bien un anuncio publicitario gigante.

Le gusta su gran sonrisa, aquella con la que la saluda en la entrada todos los días. Le divierte cómo su rostro se vuelve raro cuando intenta mentir. Le encanta la determinación que puede ver en sus ojos cuando se decide a hacer algo.

Y como ahora, la llena de ternura cómo su lengua asoma de entre sus labios mientras sus ojos se concentran en la hoja de papel sobre la que garabatea números rápidamente, tratando de resolver ese ejercicio de matemática con el que lleva batallando los últimos diez minutos.

Ella terminó con sus deberes hace un tiempo ya, y aunque le ofreció ayudarlo él se negó firmemente, diciendo que esta vez quería intentarlo él mismo.

Así que ella simplemente siguió la rutina que llevan tiempo haciendo. Luego de terminar, siempre se recuesta a su lado, mientras come algo de lo que esté en el centro de la mesa. Las galletas de hoy son dulces, el exterior crocante resuena cuando las muerde para encontrarse con el interior suave, y las chispas de chocolate se derriten con el mismo calor que aún mantienen. Son las que Nezuko hace, acaba de sacarlas del horno.

Lo oye suspirar, para luego verlo apoyar su frente contra el cuaderno.

—¿Terminaste? —Le pregunta, su voz un poco amortiguada por la galleta que sigue comiendo.

—No me dio —murmura cansado.

Se incorpora nuevamente, solo para ahora inclinarse hacia atrás, dejando a su brazo izquierdo el peso de su cuerpo mientras que con su mano derecha termina de desajustar la corbata ya un tanto floja, hasta finalmente sacársela.

La expresión frustrada y casi aburrida en su rostro es linda. Cómo junta sus cejas y presiona sus labios es similar a un puchero.

Lo observa discreta, al menos hasta que él también la ve a ella, y sus labios se vuelven hacia arriba en una sonrisa cansada. Tal vez no estaba siendo tan discreta.

Se sorprende a sí misma cuando su rostro comienza a calentarse y la emoción se siente crecer en su estómago. Le sonríe también, pero desvía su mirada porque ¿Qué fue eso? Esa imagen de él, lucía tan... Maduro. Por un momento quisiera no haberse volteado para grabarla mejor en su mente.

Respira profundo para calmar el palpitar acelerado de su corazón, y su vista se encuentra con algo que podría distraerla de su mente que no hacía más que empeorar su estado: la hoja en la que Tanjiro estaba trabajando.

Se inclina más cerca de la mesa, y echa un vistazo a los números desprolijos. Una ecuación medianamente simple, tal vez sola no sería un gran problema, pero junto a las otras veintinueve que el profesor Shinazugawa les dio luego de que terminaran con su ya de por sí poca paciencia, resultan al final tediosas.

La verificación no da los mismos resultados, es cierto, pero deduce rápidamente que el error en la ecuación en un signo negativo que olvidó poner, y una suma simple mal hecha en la última parte. Detalles pequeños que al final hacen una gran diferencia, pero que por la sobrecarga de ejercicios que resolvió en la última media hora deben habérsele escapado.

—Tal vez deberías descansar un poco. —Le dice, volteandose una vez más hacia él.

—Sí —murmura—, podríamos...

Cuando sus miradas se encuentran no tarda ni un segundo en captar lo que quiere decir. Sus ojos entrecerrados brillan con una luz calmada y su sonrisa ligeramente inclinada son demasiado obvias.

Y solo con la sugerencia su rostro comienza a calentarse, pero no piensa rechazarlo. Gira su cuerpo por completo a la izquierda, y con movimientos lentos pasa su pierna derecha sobre él, colocándose por sobre su regazo.

Estar de rodillas sobre él le da algunos centímetros más, puede verlo desde arriba ahora.

Conecta sus ojos con los suyos, sus rostros se separan a solo unos centímetros. Lentamente mueve sus brazos, tomando entre sus manos sus mejillas, primero la derecha, luego la izquierda y las acaricia suavemente haciendo movimientos circulares con sus pulgares.

Escucha las risas de los hermanos de Tanjiro lejos.

Un solo acercamiento y podrían tocar sus labios. Le emociona pensarlo, pero también siente los nervios crecer más y más en su estómago porque ¿Cuánto ha pasado desde que estuvieron así? Solos, tan cerca... Debe ser más de un mes, cuando la época de exámenes comenzó y apenas podían hablarse por mensaje al final del día para compartir lo cansados que estaban.

Es casi como las primeras veces que lo hicieron, él siempre terminaba tomando el primer paso porque ella no podía terminar de acercarse. Como si el tiempo hubiera deshecho el valor que había tomado. Además, las voces de los hermanos de Tanjiro aumentan su inquietud, están corriendo y jugando a solo metros ¿Y si entran?

Borra los pensamientos de la escena vergonzosa de su mente, respira profundo, cierra sus ojos y avanza.

Pero su amague no llega a nada, porque a mitad de camino en lugar de juntar sus labios deja caer su frente sobre la de él. Deja salir el aire que no sabía que había estado conteniendo y frunce el ceño, molesta consigo misma ¿Por qué lo hace tan difícil?

—¿No nos vamos a besar?

Tanjiro confundido la vuelve al momento.

—¡E-Estoy nerviosa! —habla, más fuerte y agudo de lo que realmente quería.

Se separa de él, dejándose reposar sentada en su regazo y con sus manos cerradas sobre sus propias piernas.

—Está bien si no quieres.

Le sonríe con calma, su mirada ahora es gentil y compasiva. Él siempre le ha tenido tanta paciencia.

—No —dice rápidamente—, yo... Sí quiero, es solo que... —Baja un poco su mirada, al cuello desprendido de su camisa, a sus hombros, su pecho, a sus propias manos que junta y mueve tratando de calmar sus nervios— Ha pasado un tiempo desde la última vez.

La suave risa que escucha al mismo tiempo que ve cómo su pecho sube y baja un par de veces la tranquiliza un poco.

—Sí, es verdad. —Se endereza, liberando sus brazos de sostener su peso y acomodando sus piernas para sentarse cruzado. Sus cuerpos se acercan más por eso—. Extrañé esto —inclina su cabeza, mirándola desde abajo con ojos tiernos. Toma entre sus manos las suyas con gentileza—. Te extrañé a ti.

—Yo también.

No puede evitar que una sonrisa se deslice en sus labios. Le encanta el rubor que adorna sus mejillas mientras la ve, ama el cuidado con el que sujeta sus manos, le intriga cómo poco a poco sus ojos se entrecierran, volviéndose más oscuros.

—Entonces —murmura, su tono es tan bajo que casi no lo escucha— ¿Está bien si empiezo yo?

Tan respetuoso, tan paciente. El cosquilleo desesperado dentro suyo la hace asentir apenas termina de escuchar la pregunta.

Se acerca a ella, inclinando su rostro a la derecha, y ella lo imita, aún nerviosa. El primer contacto lo hace él, tierno y corto, como siempre. Es en los siguientes, que aunque siguen siendo breves, toma valor y separa un poco sus labios. Extrañaba la sensación, el calor de su cuerpo tan cerca del de ella y el movimiento suave y lento que lleva, y que pronto se anima a replicar.

Es lo que solía suceder, incluso si por la timidez o nervios no podía dar el primer paso, una vez que Tanjiro la ayudaba a tomar el ritmo sentía que empezaba a correr en una dirección en la que no podía hacer más que avanzar, como si despertara el valor en ella que se había estado escondiendo.

El mismo valor que la hace tomar un impulso hacia adelante, tomándolo por sorpresa y haciéndolo emitir un sonido suave y amortiguado. Un pequeño jadeo que por insignificante que parezca la hace rebotar de orgullo. Separa la unión de sus manos para poder con su derecha tomar el lado de su rostro y acercarlo más.

Pero mientras se concentra en la suavidad y sensaciones que la recorren, él avanza. Lo siente aflojar su corbata, al menos hasta que esté lo suficientemente baja como para poder alcanzar el primer botón de su camisa que con esfuerzo logra sacar.

Como compartiendo sus pensamientos ambos se separan, respirando cansados. Puede con solo verlo saber qué es lo que está queriendo decirle. Sus ojos entrecerrados con una expresión fatigada que la miran desde abajo como pidiendo permiso, casi jadeando en silencio. Inclina su cabeza a la derecha para darle espacio, y cierra sus ojos.

Le gusta cómo el privarse de la vista agudiza sus otros sentidos, cómo las sensaciones son más fuertes. Siente el cálido y suave toque de sus labios contra la piel sensible de su cuello. Desde la base sube, un pequeño beso, dos, tres.

—No dejes marcas —murmura, aún manteniendo sus ojos cerrados.

—No lo haré. —Lo oye reír.

El aire caliente en su cuello la estremece, y lo siente sonreír por eso.

Presiona sus labios en un pequeño puchero al recordar la vergonzosa semana que la paranoia la persiguió luego de que le dejara una pequeña marca violácea en la base del cuello. Por suerte, fue en invierno y su bufanda la cubría, pero a la mínima insinuación de que debería quitársela, o al sentir que alguien la veía, se volvía completamente roja y el calor de su rostro opacaba por completo el frío del ambiente. Fue muy obvia.

—¡Es mío!

La voz de un niño pequeño se escucha a lo lejos. Es Shigeru.

—¡No!

Hanako le sigue, amortiguada por las paredes.

Los besos perezosos arrastrándose por su cuello continúan. Como si se hubiera perdido en el momento, Tanjiro solo sigue, comenzando a sacar los botones que siguen de su camisa. Y ella oye los pasos de los niños retumbar subiendo las escaleras.

Siente cómo su pecho se libera de una presión, ese debió ser el tercer, quizá cuarto botón. La camisa comienza a deslizársele de los hombros.

—¡Devuélvemelo!

Es posible que... ¿Esa voz se haya escuchado más fuerte? Más cerca...

Se siente inmoral, a tan solo metros están sus hermanos pequeños y aquí están ellos, haciendo algo que deberían hacer en algún hotel o algún lugar con el que solo imaginarlo la vergüenza la llena. Pero, de alguna manera, la emociona, siente adrenalina estimular sus sentidos, intensificarlos.

El calor de sus besos baja a la piel recién descubierta, cerca de su clavícula, y contiene un jadeo, tomando entre sus dedos su cabello desordenado.

—¡Voy a decirle a mi hermano!

Ambos lo oyen, fuerte y claro, acompañado de pasos rápidos y cortos que se acercan a la habitación.

Se separan con una sensación de frío recorriéndolos y se miran con ojos asustados. Rápidamente, Kanao suelta el agarre de su cabello y comienza a abotonar torpemente su camisa mientras trata de levantarse de su regazo para salir por su izquierda. Al mismo tiempo, Tanjiro se prepara para decirle a sus hermanos que no abran, volteándose también hacia su propia izquierda.

La pierna de Tanjiro se levanta por su movimiento frente a Kanao, que tropieza a medio camino y cae de frente en el suelo. Tanjiro oye su jadeo y se voltea al otro lado. Los pasos están más cerca.

—¡Shigeru! ¡Hanako! —La voz de Nezuko resuena firme— Su hermano está ocupado con sus deberes, no lo molesten. —Luego, con un tono más amable, agrega—: Vamos, podemos partirlo en dos.

—Pero era mío. —Es lo último a lo que prestan atención antes de dejar que las voces se pierdan.

Miran por unos momentos a la puerta, como esperando a que alguien aparezca de la nada y abra. Mirando como si fueran niños que acaban de romper algo no podrían ocultar nada de todas formas.

Pero no pasa nada, así que Tanjiro se voltea hacia ella.

—¿Estás bien? —Le pregunta en voz baja, no queriendo romper el ambiente tranquilo que se formó.

Ella voltea también. Mantiene su mirada fija en la suya mientras su rostro se tiñe gradualmente de rojo, y finalmente desvía su rostro al techo, cubriéndolo con sus manos.

—Me asusté —murmura amortiguando su voz por sus manos.

Es vergonzoso. Su imagen ruborizada por completo, tratando de cubrir su rostro y con sus pechos asomando por la camisa luego de caer al suelo de una forma tan tonta, debe verse ridícula.

Y entonces comienza a escucharlo reír.

—No te rías. —Se queja, sin poder evitar que una risa se le escape también a media oración.

—Lo siento. —Continúa riendo en voz baja mientras se inclina hacia ella.

Siente de repente cómo termina de subir con cuidado su camisa por sus hombros y la acomoda de vuelta como estaba, antes de comenzar a abotonarla.

—Déjame ayudarte con eso.

Abre un hueco entre sus dedos para echar un vistazo, y no logra comprender cómo luego de lo que pasó, y con lo que está haciendo, puede sonreírle tan tiernamente, apenas con un sonrojo en sus mejillas.

Notes:

Nezuko detuvo a Hanako y Shigeru deliberadamente porque fue ella quien entró y los vio por accidente una vez.

Chapter 3: Me gustas

Notes:

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Chapter Text

—Me gustas.

Su voz tierna y suave rompe el silencio, es un susurro tímido, casi como si le estuviera contando un secreto.

La siente tirar con un agarre débil de la manga de su saco mientras mira hacia abajo con la timidez de una colegiala enamorada que confiesa los sentimientos más profundos de su corazón bajo un árbol de cerezos, iluminada por la luz del atardecer esperando ser correspondida.

Podría encajar en esa escena, sí, pero su escenario es bastante distinto.

Empezando por que ella está ebria, por que ya ninguno de los dos es un estudiante, o por que no están en una tarde calurosa después de un día escolar sino en el pasillo frío del complejo de apartamentos en el que llevan más de un año viviendo juntos, luego de casi cinco de ser pareja.

Desentona un poco, y tal vez la frase se siente un tanto infantil teniendo en cuenta la edad que tienen y el tiempo que llevan juntos, pero la sensación de intimidad que conlleva estar completamente solos por la hora que es, y que venga de ella junto con el aroma dulce de la emoción y timidez, lo hace sentir cálido. Además, se ve tan linda de esa forma.

Con una risa silenciosa acerca su rostro a ella y deja un pequeño beso sobre su frente.

—También me gustas —susurra de vuelta con una sonrisa mientras intenta buscar la mirada que esconde.

Ella no cede en el aparente nuevo interés que le producen sus zapatos, y el ambiente frío del edificio comienza a molestarle, así que se voltea otra vez hacia la puerta que termina de abrir.

Luego de abrirla y dejarla pasar, entra y cierra detrás de él.

Es reconfortante llegar a casa luego de una reunión con tantas personas. No es que la haya pasado mal, se divirtieron muchísimo con Zenitsu, Inosuke, Genya, Aoi y su hermana. Llevaban tiempo planeando una cena todos juntos, tratando de acomodar los horarios de todos, y no pudo haber disfrutado más de verlos después de tanto. Pero la calma nocturna del que ha sido su hogar durante tanto tiempo lo recibe acogedora con todo justo en el lugar donde lo dejaron.

Sin embargo, dentro aún hace frío. Ahora mismo lo único en lo que puede pensar es en recostarse en su cama y cubrirse con las sábanas lavadas esa mañana y el suave y cálido acolchado, en dejar descansar su cabeza en su almohada, y envolverse con Kanao para compartir el calor.

Se quita con facilidad los zapatos en un hábito rutinario a un lado de la puerta, y cuando se endereza otra vez Kanao está frente a él, mirándolo desde abajo.

—¿Pasa algo? —Le pregunta con una ligera sonrisa mientras se quita la bufanda que luego coloca en uno de los ganchos del perchero adherido a la pared.
No hay respuesta. Ella solo se le acerca lenta hacia él, el sonido de sus zapatos contra el suelo de la entrada resuena más fuerte en el silencio. Se recuesta en su pecho, con sus brazos juntos entre ambos.

Tanjiro suspira sonriendo. Con sus brazos rodea su cintura acercándola más, divertido con su comportamiento mientras ella apoya su cabeza contra él.

—Te quiero. —La oye susurrar. Es un poco frustrante no poder ver su rostro mientras lo hace.

Entonces suelta su mano derecha del agarre que sostiene y toma con cuidado el costado de su rostro. Lo mueve con gentileza y ella se deja llevar hasta que están frente a frente.
Incluso en la oscuridad de la sala, solo iluminada tenuemente por la luz del exterior que entra por la ventana, sus ojos que lo miran fijo resaltan con un brillo cansado. No está muy seguro de si el color rojo intenso en sus mejillas y nariz es por el alcohol que tomó, por el frío o por la mezcla de emoción y vergüenza que puede sentir mezcladas con el aroma de las flores y el whisky.

Le encanta ver esa expresión en ella, percibir el aroma de sus emociones descontrolándose y sentirla cerca suyo.

—Yo también te quiero. —Le responde igualmente en un susurro.

La pequeña sonrisa tímida que se curva en sus labios un tanto despintados lo llena de orgullo.

Pero no dura mucho porque luego de unos momentos ella levanta sus brazos de la prisión improvisada que habían hecho al juntar sus cuerpos, y los pasa por alrededor de su cuello. Se inclina mientras lo atrae más, y pronto siente el toque de sus labios cerca de su mandíbula.

Es extraño que sea ella quien comience con ese tipo de acciones. Kanao es reservada, casi tímida a veces, y aunque en privado con el tiempo ha comenzado a tomarse más atrevimientos y libertades, que es algo que ciertamente le gusta, casi nunca es tan directa físicamente. Es lo que suele suceder cuando bebe, como si con cada vaso de alcohol su mente y cuerpo se relajaran más y más.

Es algo que ella misma ha dicho que le avergüenza, volviéndose completamente roja cuando al día siguiente recuerda cómo actuó y diciendo que la próxima no tomará más de un vaso de cerveza. En realidad no es una promesa vacía, siempre que sale con compañeros de universidad de regreso está completamente bien y con solo un sonrojo, pero esta vez fue una ocasión especial. Entre la emoción de ver a sus amigos luego de mucho tiempo y la influencia de Inosuke que insistía en que probaran ese Whisky que había conseguido se le fue un poco de las manos.

Tal vez él hubiera hecho lo mismo si se hubiera dejado llevar, es decir, tomó un vaso de cerveza, pero luego se negó firmemente las veces necesarias, él era el conductor que llevaría a Genya, y luego volverían con Kanao a casa. De otra forma tendrían que haberse quedado en el departamento de Inosuke y Aoi los tres.
El movimiento lento de sus labios comienza a bajar por su cuello mientras la siente respirar profundamente. Y aunque se siente bien sabe que esta noche no deberían seguir por allí.

—Kanao. —Llama su nombre mientras toma su brazo izquierdo y la separa un poco — Vamos a dormir. Debes estar cansada ¿No?

Ella no habla, se limita a mantener su mirada baja, y él percibe un poco del aroma de la vergüenza volverse más notable. Sinceramente es algo que le gusta, saber que Kanao se siente avergonzada y tímida al estar en este tipo de situación con él, le recuerda a las primeras veces que hablaban en el colegio, al día en que la tomó de la mano de vuelta a casa, a cuando tuvo el valor suficiente para preguntarle por un beso. Todas esas veces ella emanaba este aroma embriagador, mezcla entre el nerviosismo y emoción, entre la felicidad y el anhelo.

Pero por más que lo disfrute, sabe que no puede permitirse continuar. Kanao no está en todos sus sentidos ahora, e incluso si solo la deja continuar sabe que al día siguiente ella querrá morir de vergüenza y matarlo a él por no detenerla.

Exhala una risa al recordar la última vez que ocurrió, se siente tan lejana que ahora es solo un recuerdo divertido de ella molesta con él durante la mitad del día.

—¿Quieres que te lleve? —Le pregunta entonces bajando su mirada para poder ver cualquier respuesta que ella le dé.

Y se la da, con un asentimiento casi imperceptible que solo entiende por el movimiento de su cabeza y la poca distancia.

—Bien. —Sonríe en respuesta— Vamos.

Retrocede un poco antes de inclinarse lo suficiente para poder tomarla con su brazo izquierdo por la parte trasera de sus rodillas, asegurándose de sostener en su agarre también su falda, y el derecho por la cintura. En un impulso la levanta hasta alzarla y sostenerla por completo contra él.

Kanao se encoje en su pecho, escondiendo su rostro y aferrándose con sus brazos envueltos alrededor de su cuello. No es como si no pudiera levantarla, ella de hecho es muy liviana y confía en su fuerza, pero debe admitir que por el frío y el cansancio le viene bien que se sostenga de él también, solo para no hacer tanto esfuerzo.

Es así como en las películas se carga a la novia luego de la boda ¿No? Es un pensamiento que se cruza por su mente de repente. Su rostro se calienta al imaginarlo, tal vez es la cerveza que bebió que está comenzando a afectarle porque su mente comienza a desviarse por lugares que todavía no debería, no hasta que pueda asegurarse de poder darle todo lo necesario, no hasta que Kanao termine la universidad.

Niega con la cabeza para borrar aquellas ideas y comienza a caminar lentamente por el pasillo de la entrada, pasando luego por la sala comedor donde aún está el pequeño desastre de ropa que dejaron antes de salir mientras terminaban de decidir qué ponerse. Llega hasta la puerta medio abierta de la habitación que empuja suavemente con su pie antes de pasar, con cuidado de no golpearla accidentalmente con el marco.

La deja sentada en su lado de la cama y se saca su abrigo, sintiendo de repente el toque frío del ambiente de la casa contra él que lo hace estremecerse ligeramente.
Se arrodilla frente a ella para quitarle los zapatos de tacón que deslizan suavemente de sus pies por las pantimedias que lleva, y luego vuelve a pararse para tomar el saco que ella se quitó por su cuenta, y dejarlo junto con el suyo sobre el pequeño sofá en una esquina de la habitación.

Al voltearse otra vez la ve levantando las sábanas para cubrirse con ellas. Ambos aún llevan la ropa con la que salieron y lo primero que piensa es en que mientras duermen se arrugará. Por otro lado, realmente no quiere tener que cambiarse a su pijama con el frío, tampoco hacer que Kanao, que parece no querer hacer otra cosa que acostarse, tenga que hacerlo. Por esta vez no hace daño.

Da la vuelta hasta su propio lado de la cama, donde la imita. Las sábanas aún no toman su calor, así que siguen bastante frías. Lo único cálido es Kanao, que se encoge sobre sí misma con sus manos envueltas una sobre otra y presionadas sobre la base de su rostro mientras lo mira desde abajo.

—¿Te divertiste hoy? —Le pregunta rodeándola con su brazo derecho para acercarla, mientras pasa el izquierdo por debajo de su cabeza para que pueda recostarse en él.
Ella asiente bajando su mirada y se acerca más a su pecho.

—Yo también, quisiera que pudiéramos hacerlo más seguido. —Con su mano derecha toma el broche que sostiene su cabello en una cola y lo suelta dejándolo caer, negro y suave, con el aroma de su shampoo aún perceptible. Se voltea por un momento para dejarlo en su mesa de noche y luego vuelve a abrazarla— Si no es con los demás, también podemos salir nosotros dos ¿Quieres? Cuando tengas un poco menos de trabajos.

La universidad se ha vuelto más pesada últimamente, el año está terminando y con él las materias. Aunque él mismo no lo ha experimentado ya que decidió luego de graduarse de la preparatoria trabajar a tiempo completo en el negocio familiar, sabe lo mucho que Kanao lucha por llegar con las entregas de los trabajos. Sumado al trabajo de medio tiempo que consiguió como camarera no quisiera quitarle tiempo, pero si en algún momento tuviera un día para relajarse podrían salir a comer a algún lugar.

—Quiero comer katsudon —murmura amortiguando sus palabras contra su pecho.

—Es una buena idea ¿Qué tal el próximo sábado?

Sabe que en realidad no está planeando algo concreto, sino simplemente hablando sus ideas al aire, ella tal vez no lo recuerde al día siguiente, pero mañana podrían conversarlo mejor.

—No. —Es más un quejido cansado que una negación—. Aquí. Me gusta el katsudon que tú haces.

Exhala una risa por su comportamiento casi infantil, le recuerda vagamente a sus hermanos cuando eran más pequeños y le pedían que cocine cuando su madre no podía. Es enternecedor.

—Entonces podemos cocinarlo juntos mañana. —Pasa sus dedos por su cabello, peinándolo para que el suave aroma que tiene se sienta más—. Zenitsu me dijo que hay una película nueva muy buena, podríamos verla mientras comemos.

Comer en casa resulta más conveniente, además de barato. El día siguiente sería domingo así que no habría problema en tomarse una o dos horas para cocinar ambos, después de todo no perderían tiempo en cambiarse y buscar algún restaurante.

Ella no le responde, pero sabe por cómo se acomoda para entrelazar sus piernas con las de él que aún sigue despierta, algo al menos.
El calor de sus cuerpos consiguió condensarse dentro de las sábanas, y todo rastro del frío que tuvo antes se desvaneció. Es tan cómodo, quisiera poder quedarse así para siempre, sin tener que levantarse y separarse al día siguiente, solo la idea no le gusta.

Continúa acariciando su cabello, le gusta la sensación suave cuando pasa sin problema entre sus dedos, también el aroma de ese nuevo shampoo que compró, es menos dulce que el anterior, más floral y suave. Acerca su rostro a la parte superior de su cabeza para respirarlo más cerca.

Siente cómo con sus manos lo toma por la parte delantera de su sudadera, encogiéndose más contra él, y la oye hablar.
—Te amo. —Su voz fina es apenas un susurro suave y adormecido.

Una sonrisa se estira en sus labios, y mientras deja su cabello de lado para envolverla nuevamente en un abrazo le responde, en el mismo tono bajo.

—Yo más.

Notes:

A la mañana siguiente Tanjiro le llevó el desayuno mientras Kanao se escondía avergonzada en las sábanas.

Notes:

Inspirado por el arte del fanbook.

¡Próximos capítulos se publicarán pronto!