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En un planeta muy alejado de esta galaxia, con océanos violentos que empujaban olas monstruo contra sus costas, estas eran grandes riscos puntiagudos. La única tierra firme eran islas en montañas donde habitaba todo un ecosistemas extenso, en su mayoría mil adaptaciones de climas helados. El cielo era de un siempre color gris con nubes de tormenta y en las zonas más altas siempre había nevadas o lluvias.
Por suerte, la madre buscó cuidadosamente, sobrevolando todo el planeta hasta que sus pares de ojos fueron a parar a un nido de huevos bien protegido, las corrientes de aire no de hacían nada para tirado, la zona no era de tormentas, sin contar que había árboles cerca que impediría que el lugar se mojada por lluvia, también era importante resaltar que estaba en un perfecto equilibrio de no ubicarse a una altura con frío extremo pero tampoco tan abajo como para ser alcanzado por las grandes olas.
La hidra bajo con cuidado al lugar, una de las tres cabezas poseía entre sus colmillos cuidar delicadamente de un huevo dorado de la mitad del tamaño del huevo del nido.
Dos de ellas miraron con disgusto el embrión que de quitaba espacio al suyo y una de las cabezas lo tomó entre sus fosas para tirado al mar y reemplazado por el suyo, colocándolo con cuidado. Una por una de las cabezas de la madre de dio una ultima caricia a su huevo, flotando sus mejillas contra la superficie endurecida de este mientras que reconfortantes siseo salían de sus gargantas y después se marcharon volando. Saliendo no solo del lugar sino también del planeta para nunca volver a ver a su futura cría ni mucho menos conocer a lo que más adelante sería su hijo.
Más tarde, al menos unas dos horas, otra criatura, también de las mismas dimensiones que la madre, anterior había llegado a su nido con materiales extra en busca de hacerlo más resistente.
El ave bípeda que acababa de llegar se detuvo un poco, observando extrañada a su huevo que se había vuelvo más grande y lo más importante… como solo había uno, de inmediato se puso a buscar con preocupación a su otra cría entre la paja del nido, excavando en la misma empezando a desarrollar una angustia en su pecho.
Pero esto se retiró de su cabeza cuando saco con su pico a su otro futuro hijo, exhalando con calma lo colocó a lado del que era color dorado lentamente. Aunque, antes que nada, olfato un poco al que era color dorado extrañada pero no había nada fuera de lo usual, olía a si misma, así que no de dio más vueltas al asunto y se puso a cuidar a sus futuras crías.
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Pasaron 16 meses, de pronto la madre observo actividad en el huevo dorado, moviéndose de un lado a otro, agrietando la parte superior, dejando ver una pequeña pierna rechoncha color dorada, tras esto, el caparazón se fue fragmentando más y más hasta que colapso en su totalidad. Mostrando que en el interior algo fuera de lugar y es que, se trataba de una cría que no tenía ningún tipo de parentesco con lo antes visto, dos pequeños cuernos en la cabeza, seguido de unas protoplumas desde su cabeza a espalda de color verde limón, un par de alas a los lados y ojos rojos.
El segundo huevo también empezó a moverse, ante el acto, la primera cría que apenas acababa de nacer echo un vistazo un poco desinteresada mientras se limpiaba con su lengua (actividad que tenía más su atención). La madre seguía mirando con atención y desconfianza al primer crio que había nacido, sin embargo, antes de hacer algo decidió esperar a que naciera el segundo para probar si es que era también extraño y tirarlos por el acantilado.
El crio dorado salto hacia atrás con sorpresa y miedo en el momento donde el segundo huevo se rompió de varios lugares a la vez, causando casi una explosión. De este salió un ave de plumaje amarillo igualmente pero con pelaje en su totalidad de plumas que actuaban como un protector abrigo o bueno, eso se intuía debido a tener toda esta capa de plumas estorbando en su cuerpo debido a que aún estaba manchado de los líquido del juego. Apenas nació, sus primeras acciones fue cacarear se forma muy aguda llamando la atención y exigiendo a si mismo comida —mucha—. Para llenar su apetito.
El dragón se acercó una vez más a olfatear a su nuevo hermano, cuidando sus pasos con precaución pero impulsado por la curiosidad y mientras la madre de daba de comer regurgitando el empezó a limpiado con su lengua que era áspera, casi como la de un felino, ya que se dio cuenta como este pequeño no se había empezado a limpiar apenas nació y decidió ocupar ese rol. Ante esta acción, la madre lo analizó un poco, a simple vista el otro crio no parecía tener intenciones agresivas, como pelear por comida o lugar en el nido, sino todo lo contrario, mostró interés en cuidar al más pequeño. Lo pensó un poco, realmente, sabía que lo que fuera esa cosa no era el hijo que esperaba pero por lo regular su especie siempre cuidaba de dos crías a la vez y con el instinto de maternidad despertando al momento que lo vio de tono rápidamente cariño.
Así que decido quedarse con él.
En cuanto termino de darle de comer a su polluelo entro al nido, colocándose arriba de ambos y sin más usar su cuerpo como cobertor para evitarles pasar frío en lo que podía ver como al bajar la vista que la cría dorada tenia la mitad del cuerpo afuera todavía siguiendo con su rutina de aseo en lo que, por otro lado, su polluelo sin refutar se había puesto a dormir.
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Con el paso de los años, la cría de lo que al principio creyeron era un dragón, fue cambiando, surgiendo una cabeza a los lados mientras más transcurría el tiempo. Lo que, sin duda, concluida en más bocas que alimentar, no sólo eso. La pequeña hidra crecía mucho más rápido, superando en estatura a su hermano en poco tiempo, lo que hacia algo peligroso dejado juntos debidos a sus formas de juego que resultaban en ser un poco bruscas.
Mientras esperaban la comida así mismo a su madre, la hydra molestaba a su hermano menor, mordiendo sus brazos y cara. Esperando que les siguiera el juego pero en su lugar se quejaba y trataba de apartarse, lo que conducía en mordidas aún más fuerte para arrastrado una vez más hasta ellos.
La hydra soltó un rugido molesto, exigiendo que jugara con ellos cual orden, el especie de polluelo no hizo caso y se acurruco entre la paja, tratando de dormir un poco en lo que esperaba que llegará su madre con algo de comida para ambos. Con un gesto de disgusto en los tres rostros se dieron por vencido, aprovechando el tiempo para limpiarse, con sus bocas y garras se ayudaban mutuamente para retirarse el resto de protoplumas de sus primeros años de vida, aparte de que últimamente provocaban mucha comezón, dejando cada vez más a la vista un color dorado en su cuerpo.
De algún modo u otro su hermano también iniciaba con una muda de plumas, últimamente el nido estaba lleno de puros plumajes verdes y amarillos pastel.
La nueva piel del pequeño era de tonos amarillentos más vivos, menos voluminosas, así como resistentes que de permitirá andar por ahí en todas las temperaturas de este planeta, la única contra es que dejaba de ser tan suave y rechoncho y eso enojaba mucho 一super mucho一. A la hydra, que usualmente se acurrucaba con él en las noches para que fuera un suave pato o pollito al cual abrazar.
Lo miraron por unos segundos en cuanto el polluelo bostezo o algo así, se puso de pie solo para sacudirse violentamente de un lado para el otro, desprendiendo de su cuerpo un montón de plumas que ahora volaban en el aire, mismos elementos que hicieron a las cabezas de la hydra emocionarse y tratar de atrapadas mientras aleteaban un poco con sus todavía pequeñas y débiles alas.
El pequeño juego desencadenó en que de nuevo, al creer que la cría de ave quería jugar, volver a arrojarse bruscamente sobre él, teniendo ambos una pequeña lucha en donde el dragón disfrutaba de su compañero de juegos mientras que la ave genuinamente luchaba por su vida.
Si, prácticamente podían matado por su fuerza obtenida a raíz de que se desarrollaban más rápido y no sería algo raro, pero claro, ellos nunca sabrían que las crías de su especie tendían a matar a sus hermanos de nido para acarrear toda la atención y recursos de la madre sustituta.
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Bostezaba fuertemente mientras se daba un baño de tierra, cerrando los ojos, menos dos de ellos. Mostrando que claramente estaban aburridos pero también con flojera como para hacer algo al respecto de su primer problema.
Solo cuando escucharon como algo subía se levantaron sin mucho interés, observando que venía llegando su hermano con un pulpo gigante que había cazado —claramente era comida para él, ellos no gustaban de compartir la vomida—. Sólo echaron un pequeño vistazo, una de las cabezas se acercó a olfatear un poco pero fue rápidamente reprendido por las largas garras del ave junto a un gruñido de advertencia.
— Vi unas cosas que bajaron del cielo—dijo mientras masticaba—. Tenían seres adentro. Eran pequeños.
— ¿Más que tu? —respondieron los tres al mismo tiempo—.
— Diminutos, como insectos. Deberíamos de ir, será divertidos aplastados.
— Gigan, mamá te decía que no nos molestes cuando nos damos baños de tierra. Así que cállate —habló un poco molesto la cabeza derecha—.
— Y tenemos flojeraaaa —se unió la izquierda, casi pareciendo agonizar por su trágica condición—.
— Si queremos un bocadillo iremos a echar un vistazo.
Finalmente cerraron su charla concluyeron la cabeza del medio. Provocando que el ave bípedo soltado un jadeo de molestia por su poca iniciativa, pero no quiso hasta gastar tiempo en eso. Así que siguió comiendo mejor.
Pero la curiosidad por saber que eran esas cosas fue más fuerte que no lo dejó comer con comodidad lo que quedo de la tarde y ver a sus medio hermanos hacerse el holgazán le aburría muy rápido.
Por lo que ignorando que no lo acompañarla se puso de pie, sacudiendo de un lado a otro su plumaje que se había empapado con el agua de la costa y la tierra que levantaba la hydra.
— Sólo para que lo sepan Mamá me había dicho que ustedes son adoptados.
Lo último lo dijo más para molestar pero que provocó una reacción de sorpresa y shocks en la hydra que apenas acabo de decir su frase empezado a exigir respuestas o a soltar insultos reclamando que si alguien era adoptado en la familia debía de ser Gigan y no ellos.
Ha este último nombrado no de importaba saber la veracidad de lo que dijo y sólo sintió la victoria cuando al mirar atrás vio a sus hermanos acercarse hasta él volando, ya que haría que lo siguiera para investigar.
— Eso fue infantil de tu parte, Gigan —habló la cabeza del medio—.
— Lo sé, Ghidorah —respondió con orgullo—. Pero mamá también decía que no fueran un holgazán.
No, ellos no creería que algunos de los dos fuera adoptado. Esto parecía algo tan descabellado que debería de ser considerando una blasfemia y que todo aquel que lo dijera debería de pagar por aquella difamación —bueno, si habían matado a muchos idiotas que lo señalaron—. Y es que, solo era cuestión de verse en el reflejo del agua y ¡wow!
Eran totalmente idénticos, como dos atractivas y poderosas gotas de agua.
De ninguna manera existía la probabilidad de que alguno fuera adoptado.
