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ya fue, es sexto

Summary:

Una pieza incorrecta del jenga puede hacer que se derrumbe la torre. En todos los sentidos.

O donde Enzo desarrolla sentimientos encontrados hacia su amigo Julián en el último año de la secundaria.

Chapter 1: útimo primer día

Summary:

En el UPD siempre pasan cosas. Para Enzo no es una excepción.

Notes:

buenas y santas.

debería estar laburando pero me obsesioné con este ship y me recordó a mis épocas de fanfics larry.

leer pidiendo más y más calor de belgranista me tuvo toda la semana imaginándome escenarios de ellos siendo compañeros del secundario y viviendo las experiencias típicas de sexto año en argentina. así que acá estoy con eso. (vayan a leerla, no se van a arrepentir)

la historia está situada en el conurbano bonaerense, por lo que tiene el sistema escolar hasta sexto año. está basada en experiencias personales y de otros, así que toda anécdota que hayan vivido en su último año del colegio me la pueden contar en @bloomfyou en twitter y quién sabe, capaz termina siendo parte de este fic.

otra aclaración, no tengo ni puta idea sobre fútbol ok para eso me va a ayudar mi novio que de paso le mando un saludo por ayudarme con los diálogos entre varones unga unga.

dejen comentarios así me pongo contenta.

sin más que decir, que disfruten de este universo :)

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Chapter Text

 

—¡Dale Enzo, la puta madre!

 

El uber estaba en la puerta esperando hace 5 minutos y Enzo no salía del baño. Todavía no había logrado la selfie perfecta. Quería que se luzca su remerón y a la vez el corte de pelo que se hizo unas horas antes. Se sentía más fachero que nunca y quería que todo su Instagram fuera testigo de tal acontecimiento. 

 

—¡Bancá un poco, la concha de tu madre!

 

Intentó un par de poses más pero los gritos de sus amigos se ponían cada vez más insistentes, por lo que tuvo que rendirse. Hizo un paneo rápido de las sesenta y ocho fotos que había sacado y eligió una donde se veía bien el 24 de su espalda. 

 

—¡Enzo por dios!

 

—¡Ya vaaa! —contestó gritando mientras editaba la foto para subir a su historia sentado en el inodoro.

 

—¡No, loco, yo me voy a la mierda! ¡Correte!

 

—¡Pará, Ota! No te enojés, boludo. —habló Rodrigo desde afuera. —Dale, Enzo. Nos van a romper el orto con el recargo por la espera.

 

—¡Que lo pague Enzo con el culo! ¡Yo no pongo un mango más!

 

—¡Callate, Nicolás! Andá saliendo. ¡Enzo!

 

Ignorando los golpes brutales a la puerta, se tomó la dedicación de agregarle a su foto una barrita con un fueguito y la canción “30 GRADOS” de El Turko. Luego de asegurarse de que se subió bien, abrió la puerta para encontrarse con un Rodrigo a punto de gritarle en la cara.

 

—¡Listo! Ya está. Ven, no es la muerte de nadie. —dijo burlón.

 

—Mejor no digas nada y caminá que ya están los pibes afuera.

 

Cuando salieron, Leandro, Nicolás y Lautaro ya estaban sentados en el auto. Al uber no le gustó un carajo que sean cinco, pero con la promesa de darle unas luquitas de más lo convencieron fácilmente. Para no estirarla más, Rodrigo le ofreció a Enzo que se sentara arriba suyo. Con el cuello pegado al techo y un intercambio de fuck yous con Nicolás, se encontraban camino a la casa de su compañera donde tendría lugar la fiesta.

 

Cómo puede ser que haya llegado su UPD, su último primer día de clases de toda la historia. No tenía ningún sentido. ¿En qué momento logró aprobar matemática de segundo? Un misterio que jamás será resuelto pero que ahora ya no importa. Hoy arranca el mejor año de sus vidas, y qué mejor manera de darle la bienvenida que dándosela en la pera con todos sus amigos. Hermanos que conoce desde los tres años en el jardín de infantes, cuando Cristian no dejaba de hacer puchero pidiendo por su mamá y Lisandro se rehusaba a dejar el chupete. O cuando en el campamento de primaria Lionel y Antonella se mandaban cartitas discretas que terminaron en la hermosa relación que tienen todavía. Recuerda cuando creyeron que era el fin del mundo porque la mitad del grupo eligió la orientación en economía y la otra en naturales, pero al final terminaron más unidos que nunca. Esta noche brindan con vodka y fernet por todos esos momentos.

 

Llegan a la casa de Sofía una hora más tarde por culpa de Enzo, y su mamá los recibe dándoles un vaso a cada uno con su nombre “para que no los pierdan”. Dale, te aviso. Se rieron entre ellos y pasaron al fondo. La música sonaba fuerte y al acercarse se empezaba a escuchar el cantito de “¡huevo, Dibu, huevo!” acompañado de palmas. Leandro corrió hasta la ventana que daba al patio con la intriga de ver lo que estaba pasando.

 

—No puede ser. 

 

Se asomaron uno por uno para encontrarse con la imagen de Emiliano haciendo la vertical mientras se bajaba un balde de fernet a través de una manguera conectada a un embudo. El resto de los pibes lo alentaban vigorosos. Justo antes de salir a festejarle al Dibu su acto de destreza olímpica, la puerta del baño se abre revelando a un Licha abrochándose el cinturón.

 

—¡Eh! Al fin, muchachos. ¿Dónde andaban?

 

—Y este pelotudo re denso con las historias de Instagram que no se las ve ni la vieja. —se sigue quejando Ota. Parece que se levantó con el calzón cruzado hoy.

 

—Uh, estás re fan, hermano. ¿Querés que te firme las tetas también? —contestó Enzo ya harto de la situación.

 

—¿La foto que subiste recién? La vi, amigo. Facherazo totaaal. —Lisandro lo envuelve con su brazo por encima de los hombros. —Vamos para afuera así te armas un buen trago.

 

—Por favor.

 

Al adentrarse en la fiesta todos parecen estar pasándola de diez. Algunos bailaban al ritmo del RKT, un grupo de chicas filmaba un tik tok, otros se estaban preparando lo que él cree que es su segundo o tercer vaso, en una pared del costado Leo chapaba con Anto como siempre, pero la atracción principal era Emiliano que se secaba la boca después de atragantarse con el fernet mientras todos lo aplaudían. En ese instante, Dibu los ve y se acerca corriendo.

 

—¡Oooaaaa! Díganme que vieron eso.

 

—Sí, ‘tas loco, amigo. —dice divertido Lautaro.

 

—Vos porque no me viste con el primero. Alto enchastre.

 

—¡¿El primero?! —dijeron al unísono.

 

—Seeee, ese fue como el tercero o cuarto. Costó agarrarle la mano a la manguera. 

 

—Yo no lo cuido. —advirtió Nicolás para luego desaparecer entre sus compañeros.

 

Mientras Leandro y Lautaro se quedaron escuchando el sermón de De Paul a Emiliano, Enzo se acercó a la mesa del escabio y se preparó la vieja confiable: vodka de raspberry con jugo de naranja. O el dulce néctar de los dioses, como lo llamaban ellos. Está conformado por un 60% de obviamente vodka, un 30% de jugo, y el resto es para los hielos. El objetivo no era quebrar, pero casi. Preparó un vaso de más para Licha y, tras hacer un chin chin y bajárselo de una, dieron por iniciada la fiesta.

 

Las primeras notas de “La vueltita a la egresada” sonaron en los parlantes acompañadas de un grito histérico adolescente, y Enzo decide que es momento de unirse a sus compañeras. Así que arrastra a todos sus amigos al centro del patio y acto seguido aparecen los primeros prohibidos. El día anterior había llovido sin parar, y digamos que el pasto estaba seco pero no tan, lo que lo hacía un poco resbaladizo. Pobres sus Air Force, pensó. Pero no por mucho tiempo porque ya se sentía el calor del alcohol viajando por sus venas.

 

Entre las chicas perreando se asoman Cristian y el nuevito. Bueno, técnicamente ya no es tan nuevito porque entró al colegio hace dos años, pero es el último en sumarse al grupo así que el apodo le quedó. Que encima, además de nuevo, es cordobés. Y ahora ustedes se preguntarán qué hace un cordobés en pleno conurbano bonaerense. Simple, laburo de sus viejos. Llegó a mitad de cuarto año y al mes era uno más de ellos. No es que fuera el pibe más lanzado y metido del mundo, sino que al contrario, su timidez les dio ternura y decidieron apadrinarlo.

 

Hoy estaba con una sonrisa clavada de oreja a oreja, seguramente en consecuencia de la ingesta del motor de vida de todo cordobés: el vino. O al menos eso dice la canción, ¿no? El pelo castaño y ondulado luciendo uno de esos cortes modernos que hacen en las barberías caras del centro. Tenía glitter rojo en los pómulos y un brillito abajo de cada ojo que alguna de las pibas le habrá puesto. Emocionado al verlos, dio media vuelta y les mostró la enorme araña de Spiderman que llevaba en la espalda de su remerón.

 

 

—¡Esaaa! Mirá el mío. —se dio vuelta para mostrarle el 24, orgulloso de su creación. 

 

—¿Qué onda? ¿Recién llegaron? —Cristian le pregunta. 

 

—Hace un ratito. ¿Por acá todo bien? Los veo contentos.

 

—De una. Mirá, ya lo agarraron a Julito y le llenaron la cara de brillos.

 

—Ey, pero me quedan bien.

 

—Nadie lo duda. —le sonríe Enzo. —Mientras no te suban a Tik Tok.

 

—Tarde. —agrega Licha. 

 

Por detrás de sus hombros, ve pasar a Alexis seguido de su novia, y por sus caras parece que se están peleando. Nada nuevo. ¿Qué cagada se mandó ahora?, se pregunta. Más tarde se pondría a investigar. No es que le interesaba meterse en la vida amorosa de su amigo, pero sí era un chusma.

 

—¿Objetivos para hoy, cazador de felinos? —Cuti le roba su atención.

 

—Y, hay un par. Hay un par… 

 

—Dejá algo para el resto che. —dice Julián.

 

—Tranqui que me sobran.

 

—Bueeee. ¿Quién so’? —lo boludea Lisandro. 

 

Ojalá fuera chiste, pero la lista de pretendientes es real. El año pasado en la presentación de promo cerró con un récord de nueve en una noche. Hoy busca romperlo. No importa quién, todos los goles valen uno. Hablando de Valen, justo la ve pasar con un vaso lleno y está más buena que nunca. Bendita sea la moda de las mini falda tiro bajo. Valentina lo tenía loco desde que se la cruzó en Mardel en el verano. Esa carita linda se merecía el primer lugar de esta noche.

 

—Si me disculpan muchachos, tengo que laburar.

 

Con silbidos de parte de los pibes, se abrió paso y encaró directo hacia la morocha que ahora bailaba con sus amigas. La miró un rato hasta que las chicas notaron su presencia. Valentina miró en su dirección y le sonrió. Es momento, se decidió. La tomó de la mano y la hizo dar una vueltita, sumándose a la ronda. Las chicas lo integraron rápidamente tirándole un par de guiños a su amiga. Tiene que ser buena señal.

 

—¿Qué pasa, Denso Fernández? —dice una de las dos rubias.

 

—¡Eh! ¿Cómo que denso? Vengo enzón de paz. —se abrazó mentalmente por el juego de palabras que acababa de meter. Esa rapidez mental era una de sus cualidades favoritas y más atractivas.

 

—Ja, ja. Qué gracioso. —respondió con la peor de las ondas la otra rubia. Igual le chupaba un huevo, acá la importante era Valen. 

 

—¿Qué están tomando?

 

—Gin tónic. ¿Querés? —le ofrece Valentina.

 

—A ver, nunca probé, pero por vos todo lo que quieras. —la morocha se ríe y le lleva su vaso a la boca. Amargo como culo de vieja. Definitivamente prefería el néctar de los dioses. Hace un par de caras raras y las chicas se burlan. 

 

—¿No te gustó, densito?

 

—Capaz de tu boca es más rico. 

 

—¡Uh! Te la re tiró, amiga. —festejó la rubia número uno.

 

—Que tire lo que quiera. Se lo va a tener que ganar. —lo estaban retando, y a Enzo le encantan los retos. 

 

—¿Qué tengo que hacer?

 

Las chicas se miraron entre ellas y haciéndose distintas señas decidieron exactamente qué pedirle. Como si lo tuvieran planeado desde antes. Valentina toma la delantera y le dice:

 

—Tenés que darle a alguno de los pibes. 

 

—Eh… No juego más.

 

—¿Qué pasa, cagón? ¿No vale tanto mi amiga?

 

—Me estás matando.

 

—Beso a un pibe o nada. Elegilo vos.

 

—Están locas.

 

Están locas. Osea todo bien, pero no era algo que iba con él. Tampoco que andaba tan necesitado, seguro si iba con Julieta se la hacía más fácil. Pero Valentina… Dios, en qué se estaba metiendo, no lo quería saber. No podía perder la oportunidad. No, pero tampoco podía darle a un hombre. Todos los goles valen uno menos cuando son en contra. Qué paja, hermano.

 

Cuando se quiso dar cuenta las chicas ya no estaban a la vista. Ya fue. No se iba a amargar la noche, que por cierto recién está en pañales. Así que se dirigió de vuelta a la mesa para prepararse su segundo elixir. Esta vez eligió un fernet con pomelo, recomendación de Lautaro. Como obviamente perdió su vaso, se lo sirvió en el primero que encontró que llevaba el nombre de “CATA<3”. Dormiste, Cata.

 

Se apoya en la mesa para hacer un paneo de la fiesta mientras toma su bebida. El hijo de puta de Emiliano está nuevamente parado de manos con la manguera enchufada en la boca. Qué tipo lindo y enfermo. Del otro lado Valentina mueve sus caderas al ritmo de la música. Su vista es interrumpida por Leo y Antonella que pasan de la mano para meterse adentro de un baño químico. ¿No tiene casa esta gente? Justo al lado del baño, un grupo de chicas se sacan fotos con Julián mostrando el remerón. Alexis chapa desenfrenadamente con su novia contra un árbol, ¿quién los entiende? En el medio se forma una ronda alrededor de Nico Tagliafico, que al verlo lo saluda rápido con la mano para luego bailar hasta abajo guiado por un dedo en su cabeza. A Nico no le copa mucho salir, se alegra de que la esté pasando bien. 

 

Desbloquea su celular y va directo a Instagram para ver las estadísticas de su foto. 14 likes en una hora, re bien. Sonríe y sin dejar de mirar su foto empieza a moverse con la música. Cuando quiere caminar hacia los chicos, se choca de frente contra alguien. Baja el celu y se encuentra con una petisa pelirroja cruzada de brazos. Catalina.

 

—Es mi vaso. 

 

Enzo se hace el boludo y lo mira buscando el nombre que tenía escrito. —Ah, sí. Puede ser.

 

—Me lo das por favor. 

 

Ahora que la ve bien, está bastante linda hoy. El escote se le asoma por encima del remerón. El color rojo que eligió para sus labios combina perfectamente con el verde de sus ojos. El glitter en sus mejillas se funde con sus pecas naranjas. Y el flequillo prolijo le enmarca las facciones, resaltando su nariz abotonada. Nada que ver a lo que recuerda del año pasado. O quizás es el alcohol. 

 

—Con una condición. —le dice y Catalina lo mira expectante, pestañeando lentamente. Sabe exactamente lo que hace. —Solo si me das un beso.

 

Pasaron tres segundos para tenerla colgada de su cuello y besándolo con mucha saliva. Enzo caminó hacia atrás sin soltarla para apoyarse otra vez en la mesa, y dejando el vaso sin mirar, aprovechó para agarrarla del culo.

 

Gol.

 

⋆.ೃ࿔*:・

 

La noche siguió transcurriendo lo más bien y Enzo estaba contento con su performance. Después de la pelirroja, hubo una rubia y más tarde una morocha. Una de cada una para la colección. Pero su mente seguía estando en Valentina, que cada vez que se la cruzaba le recordaba que tenía un reto pendiente. 

 

Ya eran casi las 4 de la mañana, todo el mundo estaba super en pedo, y para colmo arrancaron los típicos juegos de previa para que no se pinche. Verdad o reto, beer pong, yo nunca nunca. Es entonces que escucha un “¡Enzo!” desde la ronda del jenga invitándolo a jugar. Pispea quiénes estaban jugando y al notar a Valen ni llegó a dudar que ya estaban sus pies dirigiéndose para allá.

 

En la ronda estaban, de derecha a izquierda, Valentina, Leandro, Sofía, Morena, Julián, Zoe, Licha, Cuti, Catalina y ahora él, que se posiciona entre ambas chicas guiñándoles un ojo. El juego consiste en ir sacando las piezas de la torre con cuidado de que no se derrumbe. Pero al ser un juego de previa se le suma una dificultad más, y es que deben cumplir el reto escrito en cada una de ellas. Quien tire la torre tiene como castigo hacer fondo blanco de su bebida. Es el juego perfecto para ponerte en pedo y comerte a la que te gusta a la vez.

 

La primera en sacar una ficha es Valentina, que lo logra exitosamente.

 

—Tomá si tu nombre termina con la letra A. —lee en voz alta y se lleva el vaso a la boca acompañada de las demás chicas. 

 

Es el turno de Leandro, y elige sacar una de las fichas de abajo de todo. Arriesgado pero el pulso no le falla y entonces lee: 

 

—Toman los pibes. —y cumplen.

 

Sofía va a lo seguro y toma una de las del medio.

 

—Pico a ciegas.

 

Un “ooaaa” sale al unísono de sus bocas y Morena que está a su lado le tapa los ojos. Julián se ofrece como voluntario y le regala un beso corto en los labios. El cordobés se acomoda nuevamente en su lugar e intercambia miraditas y gestos de cómplice con Enzo que está justo en frente. No conocía ese lado mandado del nuevito. Excelente. 

 

A Morena le toca un verdad o reto y elige responder la pregunta de Lisandro.

 

—¿Es verdad que le tenés ganas a alguien presente en la ronda?

 

—Es verdad. —dice segura y el resto festeja. La chica le tira una mirada de arriba a abajo y él anota mentalmente. Morena es la próxima. 

 

Llega el momento de Julián y todos acompañan al canto de “Julito, Julito”. Intenta una ficha pero no puede, así que va por la de al lado. Después de mucha concentración consigue sacarla y achina los ojos para enfocarlos y leer mejor. 

 

—Beso en el cuello por 30 segundos al de adelante. —levanta la vista para darse cuenta de que le están hablando a él. 

 

Enzo se ríe y abre los brazos. —Vení, nuevito.

Ambos van al centro de la ronda y el cordobés lo toma de la nuca para atacarle el cuello sin dudarlo. Qué sensación rara. No porque no le gusten los besos en el cuello, sino por el hecho de que sea un amigo el que se lo está haciendo. Sobre todo cuando siente cosquillitas en el abdomen. Cierra los ojos para dejar que el tiempo pase mientras todos cuentan.

 

Veinticinco, veinticuatro, veintitrés, veintidós…

 

La lengua del más bajo acaricia su nuez para luego dejar un rastro dirigiéndose hacia el punto donde se unen el cuello y la mandíbula, que es, oportunamente, su punto débil. No puede ignorar el calor de la saliva en su piel ni tampoco a su conciencia recordándole que es producto de Julián.

 

Quince, catorce, trece, doce, once…

 

—¡No, wacho, qué asco! —exclama sin querer abrir los ojos.

 

Julián toma eso como una ofensa y lo muerde en venganza.

 

—¡Pará, forro! —se ríe de los nervios y lucha por separarse.

 

Cinco, cuatro, tres…

 

Atrevido, le regala una última lamida que va desde la base del cuello hasta el cachete mientras Enzo hace uso de todas su fuerzas para empujarlo lejos.

 

Dos, Uno…

 

—¡Dios! —grita una vez en libertad. —¡La peor experiencia de mi vida!

 

—Qué decís si te re gustó. —Julián le pega en el hombro y se vuelve a su lugar.

 

—Maaal, lo estaba re disfrutando. —agrega el Cuti.

 

—Igual que tu mamá el otro día. —bardea y se seca el cuello con el borde de la remera.

 

Enzo mira a su costado y presencia el momento justo en que Valentina le hace señas con la cabeza a su amiga. Hermano, las cosas que tiene que hacer por una mina. Más vale que eso haya contado como válido para el reto. Levanta la vista y Julián se seca la boca con el dorso de la mano. Está… ¿Sonrojado?

 

De vuelta al juego. Zoe pierde un turno y ahora le toca a Licha que anuncia un beso de a tres. Entre chistes, toma del mentón a Zoe y Cristian, cada uno a su lado, y los arrastra para unir sus bocas en un pico. Se escuchan chiflidos y aplausos que los hacen separarse. 

 

Ahora Cuti, que casi tira la torre en un mal movimiento, saca la pieza que indica un bodyshot . Morena, pícara, se ofrece colocándose un vasito de shot entre las tetas. Cristian se le acerca y lo toma ágilmente con la boca, para luego tirar la cabeza hacia atrás y dejar caer el licor caliente por su garganta. Ya que está, le planta un pico en los labios rosas a la morocha.

 

—¡Eh, juez! Eso no estaba. —reclama Enzo medio en chiste medio en serio. 

 

—¡Llamen al VAR! —grita Lisandro haciendo el típico gesto del cuadrado.

 

—¡Yo no vi nada! ¡Siga, siga! —agrega Paredes.

 

En algún momento, Catalina sacó su ficha y lee: —Fondo blanco. ¡Nooo! —niega rotundamente con la cabeza.

 

—¡Dale, amiga! —anima Valentina.

 

—No, amiga. Estoy re en pedo. Tomo eso y quiebro.

 

Bastó un par de alientos más para que la colorada se esté bajando un vaso de vodka y naranja. Al terminar, tose y tira un par de arcadas, a lo que Enzo agradece habérsela comido antes de que vomitara. De igual manera, tras unas palmaditas en la espalda completa con éxito su reto.

 

Justo cuando Enzo busca agarrar la siguiente pieza, Emiliano se mete en la ronda sin ningún control aparente de su cuerpo y se la roba de la mano.

 

—¡Voy yo, voy yo! —arrastra el Dibu las palabras. —A ver… Cam… Cambien… Uh, no veo un carajo. —se acerca la maderita a los ojos. —Cam-bien, cambien todos de lugar. Bue, que juego poronga, me voy.

 

Enzo lo empuja fuera del juego porque encima de borracho tiene un olor a chivo impresionante que hasta estando en pedo lo siente, así que imaginate. Ahora sí, es su turno y elige otra ficha.

 

—Chape de diez segundos con el/la de tu derecha. 

 

Festeja mentalmente porque al fin se le va a dar con Valentina, pero cuando mira a su lado traga saliva. 

 

—¿Qué hacés acá?

 

—Había que cambiar de lugar y por las dudas me puse acá para que no pase esto otra vez. —dice con vergüenza Julián.

 

—¿Puedo sacar otra?

 

—¡No, cagón! Dale. —le dice Leandro.

 

—¡Vení vos a chapártelo! La puta madre.

 

—Me encantaría, pero el juego te eligió a vos.

 

—Si no querés no pasa nada. —acota tímidamente el cordobés y Enzo no puede porque encima lo está mirando con ojos de cachorrito. Respira hondo.

 

—Ya fue, es sexto. Arranquen a contar.

 

Enzo lo agarra de la cara y antes de acercarse le susurra un “perdón, amigo”. Con un poco de temor, junta sus bocas en un beso estático.

 

Diez, nueve…

 

Cuando se quiso dar cuenta, sus labios comenzaron a moverse en sincronía y las manos de Julián se apoyan tiesas en su cintura. Una de sus manos viaja ahora hasta su nuca y entierra los dedos en el cabello ondulado, tironeando despacio. Ante la caricia, el menor cambia su agarre a uno más firme y lo atrae hacia su cuerpo. 

 

Son miles los pensamientos que se le pasan por la mente en este momento, como por ejemplo: wow, estoy besando a un hombre . Y no se siente tan mal. Va, incluso se siente igual. De hecho el movimiento suave de los labios del cordobés le recuerdan a su teoría que ahora puede confirmar: hay hombres que besan como mujer. No solo cualquier hombre, específicamente Julián. Julián besa como chica. No, ahora no pregunten por qué esa era una teoría en su cabeza. No juzguen, ustedes también piensan en cualquier cosa antes de dormir.

 

En algún momento sus manos intercambiaron posiciones y ahora es él quien lo agarra de la cintura. Por acto reflejo las desliza hacia abajo justo donde arranca la curva de su culo y es ahí donde se da cuenta. Separa sus rostros bruscamente y se miran fijo a los ojos por unos segundos, sin ninguno poder reaccionar. Ambos con el ceño fruncido, bajan la vista hacia sus cuerpos que están prácticamente pegados y se alejan dando un saltito. 

 

Gol en contra.

 

Alrededor de ellos no quedaba ni el jenga. Estaban solos en el medio de la fiesta. Estos hijos de puta. ¿En qué momento dejaron de contar?

 

Sin decir una palabra, se fueron cada uno por su lado. ¿Qué mierda acaba de hacer? Se siente un poco culpable por haberlo hecho, pero sobre todo por haberlo disfrutado. Qué carajos. Ojalá que su ingesta de alcohol haya sido suficiente para que mañana no se acuerde de nada de esto.

 

Un poco desorientado, camina entre la gente buscando, no sé, ¿aire? Sí, el que te acaban de robar . Piensa y discute con sus voces. Frena en seco cuando de reojo ve a Alexis sentado en un rincón. Parece que está llorando. Se imagina, discutió con la novia. Dicho y hecho, cuando se acerca se lo cuenta entre lágrimas y espasmos.

 

—No sé, amigo. Hago todo mal. Ya no sé qué quiere.

 

—¿Pero hiciste algo?

 

—No sé.

 

—¿Cómo que no sé?

 

—No sé, amigo. Estoy re en pedo. No sé ni cómo me llamo. —llora Mac Allister más fuerte.

 

—Mirá, yo te conozco. Y sé que sos un pibe de oro. No sé de qué mierda te está acusando ahora pero no le hagas caso, ¿me escuchaste? —el colorado asiente con la cabeza. —No podés estar así por esa mina. Yo no lo voy a permitir. Ninguno de nosotros lo va a permitir.

 

—Es que Cami-

 

—Cami me puede comer las dos pelotas. —lo interrumpe. —Perdoná que te lo diga así. Nosotros te dijimos que te hace mal. Tenés que pensar que estamos en sexto, hermano. Es nuestro momento de divertirse, de pasarla bien, de ponernos en pedo. Tenés que salir más de joda con nosotros, o al menos venir a jugar un partido que hace banda no venís. Un día de estos tenés que volver y dejar que esa pelotuda te siga comiendo la cabeza. Encima nos cae como el orto, por si no te diste cuenta. Es la mina más ortiva que conocí en mi vida. Vos no estás para esos mambos, das para mucho más. Así que ahora te vas a levantar de este pasto mojado y vas a-

 

—¿Qué te pasó en el cuello?

 

—¿Eh? —saca rápido su celular y abre la cámara para mirarse. —La concha de tu madre, Julián. 

 

—¿Julián?

 

—Lo voy a matar a ese cordobés culiado. La re puta madre. —empieza a frotarse con fuerza el cuello en un intento fallido de borrar el para nada discreto chupón que le habían dejado.

 

—Al que lo van a matar es al Papu. —señala por encima de su hombro.

 

Enzo se da vuelta para encontrarse la escena más inesperada de la noche.

 

—¡No sé qué mierda dice! ¡Es un rarito del orto! ¡¿Quién chota lo invitó?! ¿No repetiste como hace tres años? —gritaba Otamendi revoleando los brazos para todos lados. —¡No me toqués vos!

 

—¡Podés calmarte, Nicolás! ¿Qué poronga te pasa hoy? —intenta Rodrigo sin éxito.

 

—¡Me tiene las pelotas llenas con esa verga de la magia negra! Que vení que te leo las manos, que te tiro las cartas. ¡¿Por qué no me tirás de la goma mejor, la concha de tu madre?!

 

—Eu, te juro que no le dije nada. —se excusa el Papu con Rodri.

 

—¡Andá! Encima mentiroso. Ya está. Me hinchaste las bolas. Salí de mi vista. —Ota lo empuja.

 

—Pero-

 

—¡Salí, la puta que te parió!

 

El Papu camina hacia atrás y con el impulso de Nicolás, sumado al barro mojado, se patina y choca su espalda contra una estatua, tirándola y partiéndola en dos. En ese preciso instante, Emiliano aparece de la nada y vomita los cinco litros de fernet arriba del Papu y la estatua.

 

—No, amigo. La virgencita de Fátima. —acota Leo desde la otra punta.