Chapter Text
Kirishima compitiendo con otro chico por la atención de Bakugo.
Bakugo trabaja en la cafetería de sus padres. Él no tiene problema en ayudar voluntariamente; pero su madre, sus gritos y los desacuerdos entre ambos lo vuelven involuntario... Esa mujer tiene una facilidad para sacarlo de sus casillas. Aún delante de los clientes.
Kirishima va seguido a consumir para que Bakugo específicamente le sellé su tarjeta y le den una bebida gratis como recompensa al juntar siete marcas.
Su primer intento es que Bakugo empiece a hacerle plática con motivo de su consumo continuo y luego él pueda invitarlo a salir; pero obvio no va a funcionar. Sobre todo porque Bakugo se toma muy en serio el trabajo y no andaría coqueteando con otro muchacho y menos con un cliente habitual.
El otro chico random piensa en seguir la misma táctica que Kirishima. De hecho él hasta consigue empleo ahí en cuanto se revela que hay una única vacante disponible.
Kirishima está un poco celoso de eso; pero seguirá esforzándose. Después todo Bakugo no muestra preferencia por alguno de los dos
Evidentemente el otro chico no logra hacer ceder al corazón de Bakugo. Es más, este chico random descubre la verdadera cara del rubio.
En resumidas cuentas Bakugo es una cara bonita para él y ya, más que nada porque sus personalidades chocan. Entonces no hay manera que funcione una relación, sobre todo porque Bakugo no está interesado en él ni por asomo.
Bakugo es consciente que ya echó al nuevo empleado por su forma de ser; sin embargo no se siente mal por ello —no necesitaba un novio; necesitaba a alguien comprometido con el trabajo—.
Piensa que sólo es cuestión de tiempo para que el pelirrojo también flaqueé y lo deje en paz; hasta que aparezca otro tipo o tipa tomando su lugar. Porque también es popular con las chicas y ellas son aún más insistentes y perseverantes.
Nunca le han agradado las que no aceptan un "no" por respuesta. Tal vez prefiere a los hombres porque ellos se cansaban más rápido de rogar por su atención.
No es como que sea enemigo del amor; pero hasta el momento su prioridad es hacer crecer el negocio de sus padres y ello ocupa la mayor parte de su energía.
Además, no había conocido a alguien que se acoplara a él. O eso pensó.
Su madre le hace burla por su popularidad y le dice que es el legado familiar y él está repitiendo la historia. Una vez, hace mucho tiempo atrás, ella fue asediada por los clientes de la misma manera y Bakugo pone una cara de hartazgo y no está dispuesto a creerle. Quién en su sano juicio, además de su padre, le haría caso a esa mujer...
Pero Kirishima, contra todo pronóstico, no flaquea. Al menos no por su propia voluntad.
Luego de un tiempo no puede ir seguido por falta de dinero; pero trata de llenar mínimo dos tarjetas al mes —o sea, él y Bakugo se estaban viendo dos semanas sí y dos semanas no—.
Los dueños del establecimiento notan ese cambio de rutina. No tanto porque el pelirrojo ya se volvió un cliente frecuente a causa de su hijo y lamenten ya no recibir ese consumo, sino porque a veces encuentran a Bakugo distraído luego que Kirishima se va.
Bakugo sabe que el pelirrojo se ausenta; pero por más que quiera saber el motivo el otro no le da ni la más mínima pista...
Y obvio no va a saberlo porque a Kirishima le da vergüenza decirle la verdad.
Pero éste siempre le sonríe y a veces le hace creer que lo que le gusta es él y no su apariencia física.
No van más allá de las conversaciones cliente-empleado; pero, hay algo en cómo lo ve Kirishima, en cómo suena su voz cuando habla y las respuestas que le da...
Kirishima tiene cierto encanto cuando se avergüenza y lleva su mano detrás de la nuca al estar apenado —no ocurre demasiado así que es más fácil que Bakugo lo aprecie—.
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Sus padres han salido un día cualquiera y le han dejado como encargado. Bakugo conoce todo como la palma de su mano; pero es un cliente incómodo el que aparece en la tienda. Sin embargo Bakugo lo maneja bien. Le dice que no se atreve a ser una mierda ahí porque sólo hay lugar para uno y está reservado para el hijo de los dueños. Y procede a echarlo sin piedad.
—¡Si vuelvo a ver tu cara por aquí haré que te arrepientas maldito! —grita con decisión; no importándole que otros locales vecinos hayan salido a ver el alboroto al escuchar la discusión.
Ese era un trato que Bakugo únicamente usaba para la gente que más detestaba y era sólo para casos de emergencia. Nadie con las neuronas en su lugar que se comportara civilizadamente vería ese lado en él.
Las compañeras de trabajo de Bakugo parecen aliviadas con esa decisión. Tímidamente le dan las gracias y hablan un poco entre ellas sobre el tema. Es increíble cómo algunas personas pueden comportarse como idiotas sólo porque están pagando un consumo. Al poco tiempo y pasada la tempestad volvieron a sus tareas habituales.
Kirishima ha visto todo con lujo de detalle. Bakugo ya le gustaba; pero ver que tiene carácter, determinación y una forma muy varonil de resolver esos conflictos hace que el rubio suba a un nuevo nivel de enamoramiento en el corazón del otro.
Después de eso Kirishima quería aún más salir con Bakugo.
Bakugo no sabía que Kirishima había tenido que ver eso.
Y cree que tal vez huirá como los otros porque otra vez está mostrando su verdadera personalidad y... Bueno, se supone que es algo a lo que ya debería haberse acostumbrado porque todos hacían lo mismo en algún punto...
Ese día trata al pelirrojo un poco mejor, al menos si va a ser la última vez que lo verá quiere conservar un lindo recuerdo o algo así.
Kirishima es agradable, entonces le parece una despedida agridulce.
Pero Kirishima regresa. Y regresa. Y vuelve a regresar.
Es un día al atardecer, al final del turno de Bakugo, que el pelirrojo pregunta por su número de teléfono. O sea, no quiere molestar ni nada porque sabe lo incómodo que es que un cliente quiera dar algún paso contigo y tú sólo lo trataste bien por mera cortesía; así que está dispuesto a aceptar el rechazo de parte del rubio si eso estuviera por suceder.
Aunque todo su corazón espera tener una respuesta positiva.
Pero Bakugo sólo sonríe de lado y le dice que en vez de pedirle su número de teléfono le pida directamente una cita. Insinuando que va a aceptarla de buenas a primeras.
—Si te demoras voy a cambiar de opinión, así que date prisa... —Bakugo avisó.
Las mejillas de Kirishima se colorean aún cuando el rubio no ha terminado de hablar siquiera y capta inmediatamente el mensaje. Así que eso hace, le pide una cita.
—Bakugo sal conmigo por favor —habla con una voz animada y llena de felicidad.
Su cara está sonriendo y sus dientes puntiagudos mostrándose.
No es la primera vez que Bakugo ve esos dientes; pero no le molestaría tampoco verlos a diario o al menos más a menudo.
Así pues el rubio le contesta que tendrá que esperar hasta el miércoles pues ese es su día de descanso.
Kirishima está tan encantado que no le importa. Esperaría incluso un mes si eso haciera falta.
Bakugo se permite ser un poco libertino en esa cita y besa a Kirishima hasta que esté pide un "tiempo muerto" para recuperarse de semejante muestra de pasión.
Kirishima está más que encantado con el rubio. Podría gritar a los cuatro vientos el crush que tiene hacia él; pero evidentemente Bakugo no lo dejará hacerlo.
Es vergonzoso. Ni siquiera le ha dicho a sus padres que tenían razón y que terminó cayendo por el pelirrojo así como su padre cayó con la insistencia de su madre...
Y el plan era no hacerlo pronto.
