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Después de la ausencia

Summary:

"Después de la ausencia" narra la historia de dos padres, Jaiden y Roier, cuya vida se desmorona tras la repentina muerte de su hijo de Bobby. La pena y la culpa los consumen, llevándolos a una separación.

Jaiden se sumerge en una profunda depresión y se autoexilia a un "Jardín del Edén" creado por ella misma, mientras Roier busca escapar del dolor a través de sus amigos y nuevas relaciones. Ambos enfrentan las etapas del duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación.

A medida que avanzan en su trayecto, descubren que el dolor no desaparece, pero aprenden a convivir con él. Aunque su relación no vuelve a ser la misma, ambos logran encontrar una nueva normalidad y aprenden a honrar la memoria de su hijo de manera individual. La historia explora temas de dolor, perdida, culpa y redención.

Notes:

Hey!, antes de leer me gustaría aclarar que los diálogos que verás a continuación son ficticios, esta es una historia es mi Headcanon de como pasaron las cosas luego del la despedida de Bobby en adelante. Es mi primer trabajo en esta plataforma discúlpame si puse mal alguna categoría, sin más espero disfrutes pero no mucho pues son las 5 etapas del duelo.
https://youtu.be/T4ZVttfX4dM?si=lzTdZTHXwfCqi240 Escucha esta canción antes o durante la lectura para entrar en calor.
Hahaha. :)

(See the end of the work for more notes.)

Chapter Text

Capítulo 1: Hambre 

 

La madre, oh bueno. La mujer, que hace un par de semanas lo había sido, estaba sentada en el porche de la silenciosa cabaña en la cuál se había resguardado del mundo durante las semanas siguientes al fatídico 17 de mayo. Aquel día permanecería en su mente por el resto de sus días, pues no sólo había perdido a su pequeño hijo. Ella perdió su razón de existir, su identidad y la familia que adoraba tanto.

Envuelta en un silencio pesado, mientras el atardecer teñía el cielo de tonos anaranjados y púrpuras. Sus ojos, antes brillantes, ahora reflejaban una profunda tristeza. El vacío en su corazón era palpable.

Habían pasado solo unas semanas desde que su hijo, Bobby, partió abruptamente. Un terrible incidente en una mazmorra, un instante de distracción, y su mundo se derrumbó. Poli. Causa de muerte: Asesinado por Vindicator. Era irónicamente hilarante cómo el destino jugaba de formas crueles para el supuesto crecimiento personal, arrebatando las anclas que te mantienen atado a tierra. ¿Qué carajos se suponía que ella debía ser ahora? Lo único que ella quería hacer en esa maldita isla era ser la madre de Bobby y nada más. Sin él en la ecuación, ella no conocía su lugar y eso la estaba matando con lentitud.

Mientras miraba el horizonte, recordaba los momentos compartidos: risas, lágrimas y sueños. La memoria de su niño la perseguía, y cada puesta de sol la sumó en un dolor insoportable.

Su respiración lenta y profunda intentaba calmar el tormento interior, pero la angustia persistía. Ella se preguntaba: "¿Por qué tú, mi hijo? ¿Por qué tan pronto?

El viento susurraba entre los árboles, como si intentara consolarla. Pero solo el silencio respondió.

Su cuerpo se estremeció violentamente, pero no fue por la brisa fresca. Era por el dolor que aplastaba su corazón. Alzó su mano temblorosa hacia el cielo y la agitó con suavidad, despidiéndose del último rayo de sol como llevaba haciendo sagradamente desde que su niño se fue.

"Descansa, Bobby, te amo."

Dijo con voz temblorosa mientras las lágrimas surcaban su rostro, y forzaba una sonrisa.

Le hubiera gustado decir algo más, pero como siempre, las palabras se quedaron cortas. Ella jamás había sido buena comunicándose con las demás personas, pero con su niño era diferente, y eso era una de las innumerables cosas que más le dolía. Había perdido a una de las pocas personas que se molestaba al escuchar su voz.

El crepúsculo avanzaba, y la oscuridad comenzaba a envolver el porche. La mujer se levantó lentamente, como si el peso de su dolor la mantuviera anclada al pasado. Entró en la cabaña, donde cada objeto, cada foto, cada recuerdo, le recordaba a Bobby.

No era un lugar demasiado ostentoso. Era una humilde habitación donde atrás tiempo pasó el rato junto a su familia, un lugar llamado "Cabañobby". Una pequeña vivienda que habían construido en conjunto al padre del pequeño simplemente para cumplirle otro de sus caprichos al infante.

Ella se detuvo en el umbral, su mano en el marco de la puerta, como si buscara apoyo. La habitación parecía congelada en el tiempo: la cama azul hecha, los atriles de arte en una esquina, dibujos en la pared.

Ella respiró profundamente, preparándose para enfrentar el dolor una vez más. Al dar un paso adelante, su mirada, empanada por lagrimas no derramadas, cayó sobre la mesa, donde ahora había 3 sillas vacías. Mientras las miraban, un recuerdo el golpe con fuerza: la última cena familiar. Risas, bromas y platos llenos de amor; nada extravagante, una pizza de Costco, la favorita de su hijo.

De repente, su estómago gruñó, recordándole que no había comido en todo el día. La negligencia era su compañera constante desde la pérdida. Una risa amarga brotó de su garganta al darse cuenta de lo absurdo de su situación. ¿Cómo podía preocuparse por la comida cuando su corazón estaba despedazado? La risa se intensificó, mezclándose con lágrimas. Ella sabía que había cajas de pizza en el refrigerador, pero quería tomar ninguna, eran de su hijo, su niño iba a estar hambriento cuando volviera a casa.. Por que iba a volver, ¿verdad?.

Se desplomó en la silla, sollozando descontroladamente. El dolor y la ironía la consumían. Su familia ya no compartía comidas, ni risas, ni momentos. Solo quedaban recuerdos y un vacío inmenso.

Entre sollozos, murmuró: "Soy un desastre. Ni siquiera puedo alimentarme y cuidar de mí adecuadamente. ¿Cómo llegué a creer que…?"

Las palabras murieron en su garganta, sin terminar de formular su pregunta. Ella levantó la vista hacia la pared con dibujos enmarcados, dibujos toscos e infantiles, los cuales eran una prueba tangible de que antes ese desolado. .lugar fue un hogar lleno de vida.

Apoyó los codos sobre la superficie de la mesa y se llevaron sus manos temblorosas a la boca para contener el grito de dolor y desesperación que amenazaba con escapar. Sus ojos, enrojecidos por el llanto, se cerraron con fuerza mientras luchaba por mantener la compostura.

El silencio de la cabaña parecía opresivo, grabándole constantemente lo que ya no estaba allí. La ausencia de su hijo era un vacío que parecía expandirse por cada rincón de su hogar.

Se sintió fragmentada, como si una parte de ella se hubiera ido con su pequeño. La culpa y la inadecuación la consumían. "¿Por qué no pude protegerlo?", se preguntaba una y otra vez. "Soy tan inútil."

Su respiración entrecortada y superficial era el único sonido audible en ese momento. Las lágrimas se acumulaban en sus párpados, pero ella las contenía, temiendo que si lloraba, nunca podría parar.

En ese instante, ella se sintió completamente sola e inútil, alguien incapaz de cuidar a su familia, incapaz de consolar su propio dolor. El peso de su responsabilidad parecía insoportable.

"¿Cómo seguiré adelante?" , se preguntaba, mientras sus manos presionaban su boca con fuerza, tratando de silenciar el grito desesperado que pugnaba por salir.

Estaba tan agobiada que había olvidado su propio nombre, pero fue el hecho de que sintió que estaba olvidada la voz de su pequeño lo que la hizo comenzar a desesperarse e hiperventilar.

"Quiero a mi Bobby". "Él no puede estar muerto, lo quiero conmigo, lo necesito, mi niño no".

Dijo entre lágrimas e hipo. Siempre había sido una persona solitaria, a la cual le agradaba su soledad y la abrazaba como si se tratara de una vieja amiga, pero ahora que había conocido otra perspectiva de la vida, del amor familiar y platónico, lo deseaba tanto. Ella tenía hambre, pero de afecto.

Ella deseaba jamás haberse autoexiliado de la casa de Roier. Deseaba volver a despertar en esa casa llena de animales. Deseaba escuchar el bullicio de su hijo y su compañero. Deseaba volver a esa vida doméstica que en el pasado jamás imaginó que llegaría a tener.

Deseaba tener a su familiar de vuelta. Estaba en negación; ella no podía aceptar que su adorado hijo no estaba más; no quería creerlo.

La oscuridad envolvió la cabaña, reflejando el vacío en su corazón. La mujer se levantó de su asiento, tambaleándose en medio de la cabaña. Cada paso era un recordatorio de lo que ya no estaba. Se detuvo frente a la cama color azul, acariciando la almohada como si buscara la calidez de su hijo.

Un sollozo desgarrador brotó de su garganta. "Bobby, mi bebé, ¿dónde estás?" Sus palabras se perdieron en el silencio.

Ahora la soledad, que antes era su refugio, ahora era su peor enemigo.
La negación la consumía, haciéndola cuestionar la realidad. "¿Por qué me dicen que está muerto si yo sé que está vivo en algún lugar?", se preguntaba mentalmente.

Continuó caminando sin rumbo por la cabaña en busca de algo, cualquier cosa, que le recordara la presencia de Bobby. Sus pasos la llevaron hacia la pared de dibujos de su hijo junto a los atriles de arte, los pinceles y pinturas, donde todo parecía intacto, como si esperara su regreso.

Se sentó frente a la estructura, acariciando un lienzo en blanco y cerrando los ojos, deseando con todas sus fuerzas que al abrirlos, su querido príncipe estaba allí con ella queriendo dibujar como siempre.

De repente, recordó una conversación con Bobby: "Ama', ¿cuando veas los atardeceres te acordaras de mi?" . Las lágrimas brotaron de nuevo. "Siempre, Bobby" , susurró.

En ese momento, supo que debía encontrar la fuerza para aceptar la realidad. Para honrar la memoria de Bobby. Para seguir adelante.

Con esfuerzo, se levantó y miró alrededor. La habitación estaba llena de recuerdos, pero también de vida. La vida que Bobby le había regalado.

Tomó una decisión: crear un santuario en memoria de su hijo. Un lugar donde recordarlo, llorarlo y celebrarlo.

Con lágrimas en los ojos, comenzó a organizar los recuerdos, los dibujos, las fotos. Cada objeto era un recordatorio de su amor.

Mientras trabajaba, una sensación de paz comenzó a envolverla. La negación daba paso a la aceptación. El dolor seguía, pero ahora había un propósito.

"Estoy aquí, Bobby" , susurró. " Siempre estará aquí, recordándote, amándote.. Hasta que pueda volver a ver el atardecer junto a ti algún día.."

Chapter 2: Vacío

Summary:

Este capítulo sigue a Roier, un padre consumido por el dolor y la ira después de la muerte de su hijo Bobby a manos de un Vindicator. La ausencia de su compañera Jaiden, quien se autoexilió por el dolor, agrava su sufrimiento. Roier se sume en la fase del duelo de ira, buscando venganza contra Vindicator, mientras lucha por superar sus heridas del pasado y encontrar un propósito en una vida sin su hijo.

Chapter Text

Roier golpeó el puño contra la pared, haciendo temblar los marcos de las fotos familiares de la torre. "¿Por qué, Dios? ¿Por qué te lo llevaste?" , gritó, su voz estaba desgarrada por la rabia y el dolor. Habían pasado semanas desde que su mundo se derrumbó. Su hijo, Bobby, había muerto abruptamente en una mazmorra y en consecuencia, estuvo sumergido en la alberca de su terreno tratando de evadir su dolor.

La memoria de su hijo, su risa, mirada brillante y cálidos abrazos ahora eran un recuerdo doloroso. Jaiden, su compañera y madre de Bobby, se había ido sin decir nada, consumida por el dolor se terminó autoexiliando a un destino desconocido para el y todos en la isla. Roier se sentía solo, abandonado por el mundo. Camino escaleras abajo por la torre vacía, llena de recuerdos y silencio. Cada objeto evocaba a Bobby: su silla favorita, sus pinturas, su sonrisa en las fotos.

De su boca emergían lamentos que trataba de reprimir con todas sus fuerzas cada vez que veía a su hijo en alguno de los cuadros. La caminata fue un largo y tortuoso trayecto, hasta que finalmente pudo salir de la torre, pero se encontró directamente con la estatua del niño.

Se detuvo frente a la misma, y ​​la observaron con detenimiento. Antes de la existencia de esto, era un monumento a la felicidad que le había traido ser el padre de Bobby pero ahora solo le provocaba una dolorosa sensación vacía y oscura en su interior. La ira se transformó en tristeza. "¿Dónde estás, mijo?" , susurró.

Roier cayó de rodillas, abrumado por el dolor. Su reputación como uno de los más fuertes y experimentados en la isla ahora parecía insignificante. No pudo proteger a su hijo. Recordó la mazmorra, el instante en que un Vindicator lo mató. La impotencia lo consumió. "¿Por qué no pude salvarlo?" , se preguntó. La oscuridad de sus pensamientos parecía envolverlo.

"Mijito.. Mis patitas de chetto, no te tocaba mi chaparrito", susurró y cubrió su boca con fuerza pues no quería llorar y levantó tambaleante, tratando de huir de todo lo que lo conectara con su hijo.

Corrió en dirección al jardín de aguacates, buscando resguardarse bajo su sombra, pero no pasó mucho tiempo antes de tropezarse con uno de sus carteles en medio del jardín, el cual decía: "Apá, eres un héroe".

Eso fue la gota que derramó el vaso, las lágrimas brotaron y su respiración se quedó atascada en su garganta. Roier sintió como las piernas le fallaron de un momento a otro y tuvo que sostenerse contra el cartel con fuerza, aferrándose a este como si fuera un tesoro o su ancla en las turbulentas emociones encontradas que tenía en ese instante. La tristeza lo venció. No había sentido tanto dolor desde que sus amigos lo traicionaron. Su cicatriz, que habia estado oculta bajo las prendas desgastadas por el paso de los días y la humedad, dolía, dolia como el maldito infierno. Esa cicatriz se la habían provocado hace mucho tiempo atrás, se suponia que no debía doler pues ya estaba cerrada. 

Había pasado mucho desde que Spreen lo había atacado y fue entonces cuando Roier comprendió que su dolor no era físico, era emocional. Gruñó de dolor y se aferró a la señal de su hijo, envolviéndose sobre esta casi en posición fetal. " Tsk .."  "Jaiden... Bobby, vengan... Los necesito... No soy tan fuerte..." , dijo con voz quebrada. "No quiero estar solo" , murmuró, su voz apenas audible. La frase se perdió en la inmensidad del amplio terreno.

Tras la muerte de su amado hijo, había ido a enfrentarse el solo contra la turba de Vindicatores nuevamente ya destruir la mazmorra con sus propias manos, eslabón por eslabón, y apesar de lo que había conseguido, estaba lejos de sentirse mejor. 

El viento sopló con fuerza agitando las hojas de los árboles de aguacate, el sonido de las hojas golpeándose entre sí, sonaban como burlas a su desgracia, o al menso así lo sentía el, pues su mente estaba perturbada por el dolor y el poco descanso. . Casi podía oír las risas de Missa y Quackity mientras Spreen lo apuñalaba una y otra vez en el pecho. Escuchó con claridad la voz burlona del atante, mientras que sonreía y decía "¿Que paso capo?, ¿ahora si me vas a pagar?"

"¡CALLENSE! ¡DEJEN DE REIRSE DE MI!" "¡YO NO TE DEBO NADA PENDEJO!" Gritó  y golpeó sus puños una y otra vez contra el cartel, hasta quedarse sin aliento. "Hijos de puta.. Los odio cabrones, los odio." Murmuro entre jadeos.

Roier siempre había sido un hombre vanidoso, siempre quiso tener los terrenos más grandes, las edificaciones más bonitas, los mejores artículos, armas y armaduras sin importarle el costo de perder unos cuantos amigos, ya estaba acostumbrado, pero ahora comprendía que nada podía llenar el vacío dejado por su familia. Tenía todo y no tenía nada. Era el rey de un reino sin habitantes, la cabeza de una familia que ya no existía y el dueño de una torre que estaba vacía.  

"No Roier.. Ellos ya no están.. Ni tus enemigos.. ni tu amigos, ya no hay ningun cabron a tu lado." Se dijo a sí mismo.  

Cerró sus ojos y suspiro con pesadez, presionando su frente contra la madera del cartel, buscando un poco de alivio a su malestar, necesitaba algo de paz, pero tras unos minutos de silencio su comunicador sonó. Roier maldijo entre dientes, y tomó de mala gana el aparato de su bolsillo, tenía la pequeña esperanza que fuera Jaiden, pero definitivamente el nombre de quien envió el mensaje estaba lejos de lo que imaginaba. 

"¿Vegetta?" Dijo con los ojos bien abiertos, y antes que pudiera teclear un saludo de vuelta, apareció un nuevo mensaje. 

"_ ¿Puedes venir un rato?" 

Roier leyó el mensaje varias veces, no estaba seguro si estaba de humor para convivir con alguien más que su ahora miserable existencia, pero.. Por otro lado no tenia nada mejor que hacer, por lo que le respondió que iba a en camino. Tras escribir esa breve respuesta se levantó a regañadientes y comenzó a caminar un poco saliendo de sus dominios.

Tras unos kilómetros de caminata se detuvo en la cima de la colina, contemplando la puesta de sol. El cielo se teñía de naranja y púrpura, como si el mundo mismo estuviera llorando.

Inhaló profundamente, sintiendo el aire llenar sus pulmones. El viento susurraba secretos en su oído, grabándole la risa de Bobby.

Cerró los ojos, permitiendo que la tristeza y la ira se asentaran. Luego, los abrieron, con determinación.

"Adelante, nos vamos de aventura patitas de chetto", susurró, armándose de valor.

 

La sombra de su hijo siempre estaría con él, pero no lo detendría. La aventura comenzaba, una búsqueda de sentido y justicia en un mundo sin Bobby. O al menos no físicamente, pues mientras que su corazón siguiera latiendo, su hijo siempre estaría vivo, incluso si los demás no podian verlo. 

 

Notes:

¿Necesitas un pañuelo?