Actions

Work Header

Hermandad 🍅🌸

Summary:

Cuando Hajime pierde a sus padres, es enviado a varios orfanatos donde intentan ayudarlo a superar su trágica pérdida. A pesar de los esfuerzos de quienes lo rodean, no logra aceptar que nada de lo ocurrido fue su culpa y que, incluso después de todo, merece una vida feliz.

Sin embargo, en lo más profundo de su ser, se percibe a sí mismo como un asesino.

Su mente está atrapada en una espiral de desesperación, convenciéndose día con día, de que la muerte es la única forma de escapar de su sufrimiento y eximirse de sus pecados. Pero todo comienza a cambiar cuando conoce a Haruka, un niño cuya desgracia parece aún más pesada que la suya.

.
.
.
.

 

Umemiya conoce a Sakura en un orfanato y, al notar cómo es tratado, toma una decisión: autoproclamarse su hermano mayor.

A partir de ese momento, se convierte en su protector, dispuesto a cuidarlo contra quien sea.

Notes:

Siempre quise hacer una historia donde Umemiya y Sakura fueran como hermanos, y esta idea la tuve mientras iba a la universidad, pero me anime a escribirla al leer un tweet en X sobre Umemiya y Sakura siendo hermanos.

No es del todo fiel a la idea original, pero veamos que sale.

Chapter 1: 🌸🍅 El encuentro

Chapter Text

 

.

.

.

.



— Esta será tu habitación a partir de hoy. — fue lo que le dijo la directora de la casa hogar mientras abría la puerta.

 

Umemiya observó la habitación de un lado a otro sin mostrar emoción alguna.

 

— Seguramente estarás muy cómodo aquí. — añadió ella con una sonrisa, pero el niño no reaccionó ni mostró interés por sus palabras. — Te daré un momento para que te acomodes. Después, si quieres, puedes salir al patio a jugar con los demás. — continuó, esforzándose por mantener el tono amable a pesar del silencio que estaba recibiendo. 

 

Sin esperar respuesta, la mujer se retiró, dejando al niño completamente solo. Umemiya, sin titubear, se dirigió a la cama vacía que se encontraba al fondo de la habitación. 

 

Allí dejó su mochila, con las pocas pertenencias que tenía, y se sentó al borde del colchón, sintiendo el peso de su soledad a su lado. Le resultaba imposible no pensar en sus padres y en el posible hermanito o hermanita que nunca llegaría a conocer. 

 

La ira comenzaba a consumirlo desde dentro, como un fuego que crecía imparable, alimentado por la culpa y el dolor. Sentía una necesidad desesperada de acabar con todo, convencido de que no merecía seguir respirando ni un segundo más.

 

No merecía contemplar cómo el sol se ocultaba cada tarde, tiñendo el cielo de hermosos colores cálidos, ni cómo volvía a salir con la madrugada, trayendo luz y vida a todo a su alrededor. 

 

Esa belleza le parecía un lujo que no estaba destinado para alguien como él.

 

Para un asesino como él. 

 

— Oye. — escuchó decir a alguien. 

 

Umemiya alzó la mirada de inmediato y se encontró con un grupo de niños de su misma edad parados frente a la puerta.

 

— ¿Quieres ir a jugar con nosotros? — preguntó uno de ellos, sonando no muy amable ante el pedido que estaba haciendo. 

 

Pero Umemiya no respondió; solo se limitó a mirarlos con frialdad e indiferencia.

 

— La directora dijo que teníamos que invitarte a jugar. — insistió otro, aunque solo obtuvo silencio por parte del peliblanco.

 

— ¿Qué pasa? ¿Acaso no quieres hablar o tambien eres un retrasado? — preguntó uno de los niños en un tono burlón, provocando algunas risas por parte de algunos de sus acompañantes.

 

— Váyanse. — murmuró Umemiya entre dientes, irritado y cansado por tener que lidiar con unos idiotas que no parecían entender que no quería acompañarlos. — Déjenme solo, no quiero jugar con ustedes. — añadió, asegurándose de que su mensaje fuese lo más claro posible. 

 

El grupo lo observó con desdén antes de darse la vuelta para marcharse. Mientras se alejaban, Umemiya pudo escuchar cómo murmuraban cosas sobre él, pero no le importó. 

 

Nada le importaba ya.

 

Sin embargo, notó que un niño no había seguido a los demás, y que permanecía inmovil a unos cuantos pasos de la puerta. 

 

— ¿Por qué sigues ahí? — le preguntó con su voz cargada de irritación.

 

El niño, más pequeño que los demás, lo observaba fijamente. Desde la distancia, Umemiya tuvo que entrecerrar los ojos para asegurarse de que lo veía bien. 

 

El niño parecía tener una extraña franja blanca que dividía su cabello negro, y sus ojos eran desiguales, debido a a uno de ellos era de un azul profundo y el otro dorado como el sol.

 

— Vete de aquí.  — le demandó con voz áspera, sintiéndose cada vez más incómodo bajo la intensa mirada del otro niño.

 

Sin embargo, el pequeño no reaccionó ni pareció escuchar, lo que llevó a Umemiya a levantarse bruscamente de la cama, decidido a cerrarle la puerta en la cara.

 

Pero justo cuando estaba por tomar el pomo de la puerta, algo en la expresión del niño lo detuvo. No lo miraba con lástima ni con esa mezcla de extrañeza que tanto detestaba. 

 

Su mirada era diferente, parecía estar llena de curiosidad.

 

— ¿Qué tanto me ves? — le preguntó con irritación, intentando entender por qué aquel niño se quedaba ahí, observándolo de esa forma.

 

El otro pareció captar sus palabras, porque alzó una mano y tocó suavemente el mechón blanco de su propio cabello. Aquella acción encendió una punzada de ira en Umemiya, quien sin pensarlo mucho, empujó bruscamente al niño al suelo. 

 

No necesitaba más explicaciones,  sabía exactamente lo que insinuaba. El también tenía el cabello blanco, desde que ocurrió el accidente este había empezando a cambiar, dejando apenas unas puntas negras como un vago recuerdo del hermoso cabello negro que heredó de su padre. 

 

Umemiya esperaba que el niño empezara a llorar o que al menos se quejara, imaginando que su llanto atraerían la atención de algún adulto, y que no tardaría mucho en meterse en problemas, incluso siendo su primer día en el orfanato.

 

Pero eso no ocurrió.

 

El niño no emitió ni una sola queja, y mucho menos derramó una lágrima. Tampoco parecía confundido o desconcertado por haber sido empujado al suelo tan repentinamente. 

 

Por el contrario, casi daba la impresión de estar acostumbrado a ser tratado de esa manera.

 

— ¿Qué estás haciendo ahora, Sakura? — la voz de una mujer irrumpió en el silencio, sorprendiendo a ambos niños, pero especialmente a Umemiya, quien no entendía por qué culpaban al bicolor al que él claramente había tirado. — ¿Cuántas veces te hemos dicho que no molestes a los demás? — continuó la mujer mientras tomaba al pequeño por el brazo y lo obligaba a ponerse de pie. 

 

Acto seguido, comenzó a tirar de su oreja izquierda con brusquedad. A pesar de lo que debía ser un dolor evidente, Sakura no emitió queja alguna. 

 

Ni siquiera intentó resistirse para liberarse de su agarre.

 

— Lo siento mucho, Hajime. — dijo la mujer, dirigiendo su mirada a Umemiya, aunque este apenas la escuchaba. Ya que su atención estaba completamente enfocada en Sakura, quien seguía mirándolo fijamente. — Debes estar muy cansado por el viaje, y Sakura solo te está molestando. Pero no volverá a hacerlo, te lo aseguro. — declaró antes de arrastrar al menor. 

 

Sakura, sin embargo, no hizo ningún intento por defenderse ni se quejó por la forma en que estaba siendo tratado. Cuando desaparecieron de su vista, Umemiya cerró la puerta y se dejó caer de espaldas contra ella. 

 

Un sentimiento extraño, parecido a la culpa, comenzó a instalarse en su pecho mientras trataba de procesar lo que acababa de ocurrir.

 

.

.

.

.



Lo que Umemiya pensó que sería un incidente aislado se repitió a la hora de la cena.  

 

Todos fueron llamados a comer alrededor de una gran mesa de madera, sobre la cual ya había platos con comida caliente esperándolos. Umemiya se unió no porque quisiera, sino porque habían insistido demasiado en que al menos comiera algo.  

 

Cuando todos en la mesa dieron las gracias por los alimentos y comenzaron a comer, Umemiya notó algo que lo dejó desconcertado nuevamente. Sakura estaba sentado en el suelo, en una esquina de la habitación, el niño jugaba distraídamente con sus manos, ignorando la comida y el bullicio de los demás que reían y conversaban entre sí.  

 

— A nadie le gusta que Sakura coma al mismo tiempo que nosotros. — dijo una voz infantil a su lado. 

 

Quien había hablado era una niña que parecía tener apenas un año menos que él y que, para su sorpresa, parecía haber leído sus pensamientos.  

 

— No sabe comer bien, siempre tira la comida del plato. ¡Y ni siquiera puede usar los cubiertos como se debe! — exclamó con un tono burlón. 

 

Su comentario arrancó algunas risitas de los demás niños, pero a Umemiya solo generó un creciente desagrado hacia el lugar.  

 

En los otros orfanatos donde había estado, nunca había visto que trataran de esa manera a un niño tan pequeño.  

 

“¿Lo despreciaban por su apariencia tan particular?”

 

“¿O había algo en su comportamiento que lo hacía imposible de aceptar?”

 

A medida que avanzaba la cena, Umemiya no pudo evitar mantener la vista fija en Sakura. El niño seguía en el mismo rincón, ajeno a todo, y por un instante, el corazón de Umemiya se oprimió ante un repentino pensamiento que cruzó su cabeza. 

 

“¿Lo dejarían ahí toda la noche, sin comer nada?”

 

Esa inquietud se resolvió cuando la mayoría de los niños ya habían terminado y solo quedaban él y otro en la mesa. Una de las encargadas de la cocina llamó a Sakura con un tono seco, casi indiferente. 

 

El niño se levantó con lentitud de donde estaba, y cuando llegó  a la mesa le fue servida una porción fría de lo que los demás habían comido.  Umemiya observó cómo Sakura murmuraba algo, probablemente un agradecimiento por la comida, pero la mujer no pareció prestarle atención.  

 

Sin perder más tiempo, Sakura tomó el tenedor de manera incorrecta y trató de llevarse algunos bocados de su cena fría a la boca. Aunque logró comer un poco, parte de la comida cayó dificultosamente sobre la mesa. 

 

Ese pequeño accidente pareció molestar a la encargada de la cocina, quien lo miró con desaprobación y no tardó en lanzarle una clara amenaza.   

 

— Si sigues dejando caer la comida, te quitaré el plato para que aprendas a comer como se debe.   — el tono seco de la mujer hizo que Sakura se tensara visiblemente, como si ya antes la mujer hubiera cumplido con su palabra. 

 

A pesar de su aparente indiferencia, el miedo a quedarse sin cenar llevó a Sakura a esforzarse. Con movimientos torpes y lentos, el bicolor intentó evitar que volviera a ocurrir lo de antes, sujetando el tenedor con ambas manos, como si se tratara de un objeto extraño y difícil de manejar para él. 

 

Umemiya, desde su lugar, observaba la escena con una mezcla de frustración y desconcierto. 

 

“¿Por qué tenían que ser tan crueles con alguien tan pequeño?”

 

Por un instante, pensó en intervenir en decirle algo a la mujer, pero la sensación de que los asuntos de Sakura no eran su problema lo detuvo. En cambio, apretó los labios, desvió la mirada y fingió que no había visto o escuchado nada. 

 

— Hajime. — escucho decir su nombre con ternura, esto por parte de la misma mujer que hace algunos minutos había amenazado a un niño pequeño con dejarlo sin comer por dejar caer comida a la mesa. — Si ya terminaste puedes irte a dormir, pero no te olvides de cepillarte los dientes. — señaló, y el peliblanco miró de inmediato su plato, sintiéndose sorprendido por haberse comido todo lo que le dieron.

 

— Si… — respondió vacilante, sin saber si debía de marcharse o quedarse un rato más. 

 

Solo para cerciorarse de que Sakura termina de comer. 

 

Pero al final decidió irse, sintiéndose aún más incómodo que cuando conoció por primera vez a aquel niño tan extraño y odiado por todos.  

 

 

.

.

.

.

 

 

Chapter 2: 🌸🍅 Lazos fraternales

Notes:

Hola, primeramente, quisiera dar las gracias por el apoyo que le han dado al primer capitulo de este trabajo.
Siempre me emociona mucho ver como lo que hago es bien recibido por quienes me leen, así que quise traer a ustedes el siguiente capitulo antes de lo previsto.

Así que espero que lo disfruten!

Chapter Text

 

.

.

.

.

 

El interés de Umemiya por Sakura crecía con cada día que pasaba.

 

No era porque realmente le preocupara el pequeño, sino porque le intrigaba cómo tantas personas podían odiar/rechazar a alguien que ni siquiera intentaba defenderse ante el daño que le causaban.

Era como si todos, excepto él, lo vieran como una plaga que debía erradicarse antes de contaminar el resto de la cosecha, o como un problema crítico que debía resolverse de inmediato, antes de que se saliera de control por completo.

 

Pero lo que más desconcertaba a Umemiya era que nadie parecía notar que Sakura no solo era diferente por su apariencia, sino también porque claramente enfrentaba ciertas dificultades.

 

Y no hacía falta ser un médico para darse cuenta de ello. 

 

Umemiya nunca antes lo había escuchado hablar; solo lo había visto mover los labios, sin que ninguna palabra saliera realmente de su boca. Su falta de coordinación y sus reflejos torpes lo llevaron a cuestionarse si Sakura realmente tenía la edad que aparentaba. 

 

Le calculaba aproximadamente cinco o seis años, pero su torpeza era tanta que parecía un niño de apenas dos o tres. Y eso no era todo, debido a que Sakura parecía tener serios problemas para entender lo que los demás le decían o para seguir una simple orden. 

 

Esto último lo comprobó una vez mientras caminaba hacia la habitación, después de haber pasado un rato en el patio observando cómo los demás niños jugaban y reían entre sí, sin sentir ánimo de unirse a ellos. Estaba a punto de doblar una esquina cuando escuchó a una de las cuidadoras del orfanato reclamarle furiosamente a Sakura por no cumplir con una tarea aparentemente sencilla, que, según ella, ya le había explicado varias veces.

 

— ¿Pero qué es lo que no entiendes? — preguntó la mujer con un tono furioso al niño, quien no respondió. Simplemente se quedó inmóvil, con la cabeza baja, como si ni siquiera entendiera qué era lo que había hecho mal ahora. 

 

Solo fue cuando la mujer lo amenazó con castigarlo que Sakura finalmente reaccionó, moviéndose torpemente en un intento de cumplir con lo que se le pedía antes de ser golpeado. 

 

Umemiya no pudo evitar observar la escena desde la distancia, sintiendo una mezcla de rabia y frustración acumulandose rápidamente en su interior. 

 

“¿Por qué nadie parecía darse cuenta de que Sakura necesitaba ayuda? ¿Por qué todos ignoraban que algo no andaba bien con él? ¿No era responsabilidad de los adultos cuidarlo y apoyarlo? Entonces, ¿por qué lo trataban mal? ¿Por qué dejaban que los demás niños lo trataran como basura?”

 

Aquellas preguntas persistían en su mente, una y otra vez, mientras intentaba convencerse de que nada de lo que ocurría con Sakura era asunto suyo. Debido a que él ya tenía suficientes problemas lidiando con la muerte de sus padres y con la pérdida de su hermano/hermana no nacido, como para cargar también con los de otra persona.

 

.

 

“¿Por qué debería importarme tanto los problemas de alguien a quien no conozco?” se preguntó a sí mismo, mientras la noche avanzaba. 

 

Todos los demás ocupantes de la habitación dormían tranquilamente, excepto él. Aunque, en realidad, no es que pudiera dormir bien por las noches. 

 

Desde el accidente, tenía pesadillas recurrentes que lo atormentaban, en las cuales revive el momento exacto en que sus padres fueron aplastados por aquel camión. No podía ver sus rostros ni escuchar lo que pudieran haber dicho antes de morir, pero estaba casi seguro de que ellos habían muerto odiándolo.

 

Y él también se odiaba, con la misma intensidad que odiaba todo lo que había sucedido. Así que, solo esperaba el momento exacto en que pudiera morir, convencido de que era la única forma de pagar por todos los pecados que había cometido



.

.

.

.

 

Era un día soleado y aparentemente tranquilo cuando la vida de Umemiya cambió nuevamente. 

 

Mientras los demás jugaban como siempre en el patio, él permanecía dentro del orfanato, caminando por los pasillos como un alma en pena que esperaba el momento adecuado para descansar en paz. A veces se detenía frente a las grandes ventanas, por donde los rayos del sol entraban con facilidad, su mirada iba de un lugar a otro, sintiéndose completamente desinteresado en la diversión y alegría que presenciaba.

 

De pronto, sus ojos se fijaron en Sakura, quien estaba sentado bajo la sombra de un gran árbol cuyas hojas ya empezaban a caer, esto en señal de que el otoño estaba por comenzar. Observó cómo el niño tomaba algunas hojas del suelo y las tiraba al aire, haciendo que flotaran unos centímetros. 

 

Umemiya no encontraba nada divertido en lo que hacía, pero Sakura parecía disfrutarlo, porque una pequeña sonrisa apareció en su rostro al ver como las hojas bailaban en el aire. Sin embargo, esa sonrisa desapareció rápidamente cuando cuatro niños más grandes lo rodearon de forma sorpresiva. 

 

El bicolor se mostró incómodo y tenso ante la presencia de los recién llegados, pero no intentó alejarse; simplemente se quedó sentado, mirando hacia abajo. Aunque Umemiya no podía escuchar lo que decían, estaba casi seguro de que esos niños idiotas le estaban diciendo cosas horribles a Sakura. 

 

Ya antes los había escuchado hablar, especialmente a ellos, sobre lo mucho que les desagradaba el niño por su aspecto y por como era. 

 

Pero nunca pensó que serían capaces de pasar de las palabras a la acción, aunque ahora se daba cuenta de lo equivocado que estaba. De repente, Sakura intentó ponerse de pie, probablemente cansado de escuchar los ataques verbales que recibía, pero uno de los niños lo tomó por el hombro y lo tiró al suelo de un empujón.

 

Esto provocó las risas de los demás, quienes comenzaron a patear a Sakura, que hacía lo mejor que podía para protegerse la cabeza con los brazos, mientras los insultos y las patadas no cesaban.

 

Sin ser consciente del momento en que había salido del interior del orfanato, Umemiya ya se encontraba frente a Sakura y sus agresores. Haciendo uso de un rápido y fuerte puñetazo, golpeó a uno de ellos en la cara, lo que fue suficiente para que los demás se detuvieran y se alejaran sorprendidos por lo que acababa de pasar. 

 

— ¿Pero qué te pasa? — le reclamó uno de ellos, mientras los otros dos ayudaban a su amigo caído a levantarse. — ¿Cuál es tu problema?

 

— ¿Mi problema? — Umemiya respondió indignado, como si no pudiera creer que no se dieran cuenta de lo que estaban haciendo. — ¿Cuál es el problema de ustedes? Sakura estaba tranquilo aquí, sin molestar a nadie, y ustedes vienen a molestarlo y golpearlo. — su voz se alzó un poco, como si esperaba que alguno de ellos le diera otro motivo para seguir golpeándolos.

 

A sus padres nunca les había gustado que se metiera en peleas, pero sí le habían enseñado a ayudar a quienes lo necesitaban. Y como nadie parecía querer ayudar a Sakura, ahora ese deber recaía sobre él, aunque se hubiera negado a aceptarlo antes. 

 

— ¿Por qué lo defiendes? ¿Acaso no te das cuenta de que es un bicho raro? — dijo otro niño, riendo burlonamente de Sakura, que seguía tirado en el suelo, protegiéndose aún la cabeza y sin emitir ninguna queja. 

 

— El único bicho raro aquí son ustedes, por meterse con alguien que ni siquiera es capaz de defenderse. — replicó Umemiya de inmediato, dando un paso hacia adelante con una postura amenazante, como si estuviera dispuesto a golpear a alguien más si le volvían hacer daño a Sakura. 

 

— Tsh, no se podía esperar mucho de otro bicho raro que también tiene el cabello blanco. 

 

Con aquellas palabras, el grupo decidió retirarse, no sin antes lanzar miradas de odio hacia Umemiya, quien permaneció firme hasta que estuvieron lo suficientemente lejos de ellos, cuando eso sucedió, volvió su atención a Sakura, relajando un poco su postura y su tono de voz para no asustarlo. 

 

— Ya se fueron. — le dijo, a la vez que observaba al niño. — Deberías empezar a defenderte, porque si no, siempre van a hacerte daño.   — se inclinó para ayudar a Sakura a ponerse de pie. 

 

El pequeño temblaba levemente, pero se aferró al brazo de Umemiya mientras recuperaba el equilibrio y procesaba lo que acababa de ocurrir. 

 

— G-g-gracias. — balbuceó Sakura con voz temblorosa y entrecortada. 

 

Aquellas fueron las primeras palabras que Umemiya escuchó decirle, pero fueron más que suficientes para que entendiera el porque Sakura no hablaba mucho y prefería simplemente mover los labios. 

 

— E-eres v-valient-te.  — el bicolor señaló sin dejar de tartamudear, haciendo un esfuerzo monumental por decir aquellas dos palabras. 

 

— No, no lo soy. — lo acoto el mayor de forma seca, pero Sakura simplemente negó con la cabeza, antes de hacer un gesto que no entendió por completo. 

 

Ambos se quedaron en silencio, como si no supieran lo que deberían de hacer o decir ahora. Sakura seguía aferrado al brazo de Umemiya, a pesar de haberse recompuesto hace rato, parecía gustarle estar cerca de alguien, y al mayor, esto no le disgustaba en lo absoluto. 

 

— Sakura. — dijo Umemiya, recibiendo toda la atención por parte del bicolor, quien lo vio con una mirada expectante. Como si fuese un cachorrito que solo quería el afecto y la atención  de alguien, sin ser maltratado en el proceso. — ¿Quieres jugar conmigo? — pregunto, lo que provocó un silencio nuevamente antes de que Sakura emitiera un fuerte chillido de felicidad, el cual le provocó una sonrisa a Umemiya.  

 

Siendo esta su primera sonrisa en mucho tiempo desde que perdió todo lo valioso que tenía.  

 

.

.

.

.

.

 

A Umemiya le bastó una breve charla con una de las cuidadoras del orfanato para descubrir la desgarradora historia que había detrás de su ahora compañero de juegos.

 

La mujer, como si hubiera estado esperando una oportunidad para desahogar toda su frustración respecto al pequeño bicolor, comenzó a hablar con un tono cargado de exasperación, sin importarle que habían cosas que no deberían de decir. 

 

.

 

— Sakura tiene cinco años. Llegó aquí cuando recién había cumplido tres años. — su voz sonaba fría, casi mecánica e indiferente, como si estuviera hablando de algo cotidiano con alguna colega, en lugar de hablar con un niño de siete años. — Lo separaron de sus padres porque ellos tenían problemas de adicción y no podían cuidarlo adecuadamente.

 

Umemiya escuchaba en silencio, aunque su ceño se fruncía con cada palabra que ella pronunciaba, debido a que las cosas solo se ponían peor. 

 

— Nunca parecieron preocuparse por él ni mostrarle el más mínimo interés. — continuó la mujer, cruzándose de brazos con una expresión exasperante. — Cuando vivía con ellos, no aprendió a hablar ni a comportarse como un niño normal. Aunque creemos que tiene algún tipo de retraso mental, probablemente causado por su madre drogadicta. — dijo esto último en voz baja. — Y ahora, nosotros tenemos que lidiar con las consecuencias de sus actos, como si no fuese suficiente con lo extraño que se ve. — su tono se tornó agrio, y fue en ese instante cuando pareció recordar que no estaba conversando con otro adulto, sino con un niño.

 

Cuando la mujer abrió la boca para añadir algo más, Umemiya simplemente dio media vuelta y se retiró en silencio. Su rostro no mostraba emoción alguna, como si aquella conversación nunca hubiera tenido lugar. 

 

Sin embargo, había cambiado mucho la perspectiva que él tenía sobre Sakura y la forma en que era tratado injustamente por todos.

 

 .

.

.

.

 

— Sakura. — Umemiya pronunció al llegar a una parte alejada y solitaria del patio, un lugar donde le había pedido al pequeño que se quedara mientras él iba a hablar con alguien. 

 

Como no quería que nadie lo molestara en su ausencia, le había dicho que lo mejor era que se escondiera hasta que él regresara. 

 

— Sakura, ¿dónde estás? — volvió a preguntar, empezando a preocuparse con que el bicolor no estuviera más en el lugar. Pero un par de arbustos se movieron ligeramente antes de que el bicolor saliera de entre ellos con una gran sonrisa al verlo.

 

Sin pensarlo dos veces, Sakura corrió a toda prisa hacia donde estaba Umemiya. Cuando solo los separaban algunos centímetros, se lanzó efusivamente a los brazos del mayor en busca de abrazarlo. 

 

El peliblanco le acarició suavemente la cabeza, y Sakura cerró los ojos, disfrutando del calor y la tranquilidad que aquel gesto le transmitía. Umemiya había descubierto que a Sakura le encantaba recibir el calor corporal de los demás, el niño nunca lo había expresado con palabras, pero su comportamiento lo dejaba claro. 

 

Cada vez que se encontraba cerca de él, el bicolor se inclinaba con sutileza, buscando cualquier contacto físico, ya fuera un abrazo, una mano que sostener o incluso un leve roce de sus dedos. Su desesperación era evidente, como si temiera que ese calor que tanto le gustaba pudiera desaparecer en cualquier momento.

 

— Sakura, tu… ¿Recuerdas cómo eran tus padres contigo? — preguntó el mayor con suavidad en su voz, observando al niño con atención.

 

La pregunta pareció sumirlo en un profundo estado de reflexión, para que después, Sakura mire a Umemiya con una expresión confundida, como si la respuesta estuviera atrapada en algún rincón de su memoria, pero al cabo de un rato, hizo un gesto dubitativo antes de pronunciar algo. 

 

— M-malos... — murmuró Sakura con voz temblorosa, mientras hacía un gesto impreciso que Umemiya no logró descifrar del todo. 

 

Sin embargo, aquellas pocas palabras bastaron para confirmar lo que la cuidadora le había mencionado.

 

— B-bueno... — añadió repentinamente con una sonrisa más grande, mientras señalaba al mayor. 

 

Umemiya sintió un extraño cosquilleo nacer en lo profundo de su pecho, acompañado por una calidez inesperada que lo envolvió de forma abrumadora. Parpadeó varias veces, como si intentara despertar de algún sueño del que no recordaba haber entrado, pero sin ser capaz de apartar la mirada de Sakura, quien lo seguía viendo con aquella misma sonrisa. 

 

Aquel gesto tan simple y sincero había derribado algo dentro de él, estaba empezando a sentirse tan feliz, como cuando sus padres le dijeron que iba tener un hermanito. 

 

Hermano. 

 

Aquella palabra le produjo un estremecimiento repentino por todo el cuerpo, como un golpe inesperado que lo estaba obligando a retirarse. Sin darse cuenta, Umemiya dio un paso hacia atrás, rompiendo el abrazo que Sakura había iniciado con tanto entusiasmo.

 

El bicolor se quedó inmóvil por un momento, desconcertado por el rechazo. Su expresión se ensombreció rápidamente, y sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, como si en cualquier momento fuera a empezar a llorar. 

 

— No... — susurró Umemiya con horror, todo por ser consciente de lo que estaba ocurriendo en su interior. 

 

Una calidez prohibida, una sensación de felicidad y paz que no tendría porqué volver a experimentar. 

 

No podía volver a sentirse así. 

 

La felicidad era un lujo que un asesino como él no merecía, y lo único que debería de recibir es un castigo por todo lo que había hecho. Apretó los puños y los dientes con fuerza, volviendo a sentirse furioso consigo mismo. 

 

“¿Cómo se había olvidado tan rápido de sus padres y su hermano/hermana?” Se cuestionó, a la vez que daba la media vuelta para irse, ignorando por completo el quejido de dolor que salía de los labios de Sakura, quien nuevamente estaba siendo abandonado. “¿Cómo se estaba atreviendo a reemplazar a SU hermanito/hermanita con Sakura?” 

 

— N-no... — balbuceó Sakura con la voz quebrada por la desesperación y la soledad que volvían a querer adueñarse de su vida. 

 

Así que, sin pensarlo dos veces, corrió hacia Umemiya, de quien se aferró a uno de sus brazos, como si de esa manera pudiera evitar que se alejara. Su pequeño cuerpo temblaba, pero no estaba dispuesto a soltar a Umemiya,  a quien miraba con ojos llenos de súplicas y lágrimas.

 

Esto no pareció hacerle ninguna gracia al mayor, quien nublado por el enojo y sin medir sus acciones, empujó a Sakura al suelo. El niño cayó de espaldas e instintivamente se cubrió la cabeza con los brazos. 

 

Esta vez, sin embargo, no se quedó en silencio como siempre solía hacer cuando alguien lo lastimaba. 

 

Entre sus temblorosos labios comenzaron a escaparse desgarradores sollozos. 

 

Fueron esos sollozos los que hicieron que Umemiya volviera en sí. La ira se desvaneció en un instante, reemplazada por la culpa y el horror al darse cuenta de lo que había hecho. 

 

Pero el daño ya estaba hecho.

 

— Sakura, yo… lo siento — balbuceó Umemiya con urgencia, inclinándose hacia el niño para intentar ayudarlo a levantarse.

 

Sin embargo, al acercarse, Sakura lanzó manotazos y patadas al aire, impidiendo cualquier contacto, incrementando a su vez sus quejas. 

 

El desgarrador sonido atrajo rápidamente la atención de otros niños y, poco después, de las cuidadoras. Estas últimas se apresuraron hacia la escena, en sus rostros se reflejaba la confusión y la sorpresa que sentían. 

 

— ¿Qué está pasando aquí? — preguntó una de ellas, desconcertada por lo que veía.

 

— ¿Qué hizo Sakura ahora? — intervino otra con evidente fastidio, cruzándose de brazos en lugar de intentar calmar al bicolor, que seguía llorando desconsoladamente.

 

— Yo lo... — Umemiya intentó explicar, pero las palabras se atascaron en su garganta. Sentía un nudo formándose en su pecho, y antes de poder contenerse, las lágrimas también comenzaron a brotar de sus ojos.

 

Lo que produjo un caos y desconcierto mayor del que ya había. 

 

 

.

.

.

.

 



Chapter 3: 🌸🍅 Consuelo  para el corazón y el alma

Notes:

Hola!
Ha pasado un tiempo, no?

La semana no pude escribir nada porque pasaron muchas cosas. Gracias al cielo, ya he dado por finalizado mi último ciclo de la universidad, así que, oficialmente estoy de vacaciones.

Tratare de escribir tanto como pueda, manteniendo siempre una buena calidad para ustedes.

Sin más que decir, espero que disfruten de la actualización.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

 

 

.

 

.

 

.

 

.

 

 

Umemiya está recostado en su cama, con la mirada fija en el techo, mientras repasa mentalmente todo lo ocurrido.

 

 

.

 

 

Después de lograr calmarse un poco, las cuidadoras lo llevaron junto a Sakura a la oficina de la directora. A diferencia de él, el bicolor no podía parar de llorar, parecía como si sus acciones hubieran liberado en el menor todo el dolor que había estado reprimiendo durante tantos años. 

 

 

Y no ayudaba mucho que las cuidadoras, en lugar de consolarlo, se limitaran a reprenderlo con dureza e indiferencia ante su llanto incontrolable. Le decían que debía controlarse, que llorar no cambiaría nada de lo que había sucedido, como si dieran por sentado que él era el único culpable, el origen de todo lo que había ocurrido.

 

 

Umemiya intentó decirles que él era el verdadero culpable, todo al haber tratado mal a Sakura y que por eso el niño había comenzado a llorar de esa manera, lo que provocó a su vez su propio llanto. Sin embargo, ninguna de ellas parecía escucharlo, como si realmente se mantuviera en silencio mientras caminaban hacia la oficina de la directora.

 

 

Al llegar, las cuidadoras comenzaron a dar una versión distorsionada de los hechos. Umemiya las miraba con desaprobación, incapaz de creer que dos adultas fueran capaces de mentir como lo haría un niño, solo para perjudicar a Sakura. El pequeño ahora sollozaba en voz baja, como si estuviera perdiendo las fuerzas para seguir desahogándose y que la tormenta en su interior por fin estuviera calmandose. 

 

 

Aunque desde su perspectiva, la verdadera tormenta estaba a punto de empezar. 

 

 

— Hajime. — escuchó decir a la directora, quien ahora mantenía la mirada fija en él. — ¿Es cierto lo que ellas dicen? — preguntó, y el niño supo que solo tenía que responder que sí para que Sakura recibiera un severo castigo.

 

 

— No, por supuesto que no. — respondió con voz firme, decidido a no seguir perjudicando a Sakura, pues ya le había hecho suficiente daño. — Yo estaba con Sakura, pero de pronto me enojé con él y lo empujé al suelo. — confesó, distorsionando un poco la verdad, ya que no quería involucrar a sus padres ni a su hermano/hermana fallecidos en algo que él mismo había provocado. 

 

 

No podía faltarles el respeto de esa manera. 

 

 

— Eso lo hizo llorar, y luego yo empecé a llorar porque no sabía cómo calmarlo. — continuó, con la esperanza de que la directora creyera en su palabra y fuera él quien recibiera el castigo en lugar del bicolor, quien en ningún momento le dirigió la mirada mientras hablaba.

 

 

La directora lo observó inquisitivamente durante varios minutos antes de mirar a Sakura. El niño pareció sentir que lo estaba viendo, porque se estremeció repentinamente antes de levantar un poco la cabeza.

 

 

Ambos se observaron fijamente durante un par de minutos, hasta que la directora dio un largo suspiro y se masajeó ligeramente la sien, visiblemente irritada por la situación.

 

 

— Sakura, ¿cuántas veces te hemos dicho que debes empezar a comportarte adecuadamente? — le llamó la atención al menor, quien volvió a bajar la cabeza instintivamente, como si de alguna manera las palabras hirientes no le llegaran con tanta fuerza si no estuviera viendo a la cara a quien se las decía. 

 

 

— ¡Pero si el culpable fui yo! — exclamó Umemiya, incapaz de contenerse más, sin importarle en lo más mínimo que estaba siendo irrespetuoso con un adulto. — Yo me enojé con él y lo empujé al suelo. Él en ningún momento me hizo nada. — trató de defenderlo, pero, al igual que había sucedido con las cuidadoras, la directora no parecía prestar atención a lo que decía.

 

 

— No es necesario que intentes defender a Sakura. Él siempre ha tenido este tipo de comportamiento con los demás. — la directora intentó sonar amable y dulce mientras le hablaba a Umemiya, pero este no pudo evitar sentir odio hacia ella y hacia todos aquellos que parecían tener algo en contra de un pobre niño de cinco años que no le habia hecho ningun mal a nadie.  — Ya le hemos dicho que debe comportarse, pero él nunca entiende lo que le decimos. — continuo, sin importarle en lo más mínimo si estaba hiriendo o no los sentimientos de Sakura al decir todo aquello. 

 

 

— Pero…

 

 

— Hajime, puedes retirarte. — la directora lo interrumpió, dejando claro que no estaba dispuesta a seguir escuchando lo que Umemiya tuviera que decir. — Sakura, tú te quedarás un momento más. Necesito hablar seriamente contigo. — el mayor de los niños sintió un escalofrío recorrerle todo el cuerpo al escuchar aquellas palabras.

 

 

"¿Qué iba a hablar con Sakura?" Se preguntó a sí mismo, mientras sentía cómo alguien lo tomaba del brazo para sacarlo de la oficina, debido a que él no parecía dispuesto a moverse por su propia voluntad. 

 

 

"¿Acaso iba a castigarlo, a pesar de haber dicho la verdad?" Se cuestionó, mientras un intenso pánico por dejar a Sakura solo se apoderaba de su interior. 

 

 

Pero cuando reaccionó, ya era demasiado tarde. 

 

 

Estaba fuera de la oficina, con una de las cuidadoras llevándolo lejos del lugar para impedir que intentara regresar, y por mas que intento luchar su fuerza no era comparable a la de un adulto, así que solo se dejó arrastrar mientras permitía que la culpa lo golpeara en la cara las veces que fuera necesario, tal vez, de esa forma pagaría el mal que había cometido en contra de Sakura.  

 

 

.

 

.

 

.

 

 

Los días siguientes al incidente fueron terribles y agotadores para Umemiya, quien ahora parecía estar en boca de todos los niños del orfanato. Había escuchado a algunos decir que Sakura lo había hecho llorar desconsoladamente, algo que le parecía completamente ridículo. 

 

 

Debido a que no le encontraba sentido a que un niño de cinco años pudiera herir a alguien dos años mayor que él. Sin embargo, parecía que los demás se tragaban aquella versión distorsionada de los hechos solo porque lo dejaba en ridículo y a Sakura como el malo de la historia. 

 

 

Esto lo convirtió en el blanco de burlas por parte de los niños de su misma edad. 

 

 

Umemiya nunca les respondía, pues sentía que merecía ser el hazmerreír de todos. Las únicas ocasiones en que reaccionaba era cuando esas burlas se dirigían a Sakura, lo que lo llevaba a involucrarse en peleas verbales y físicas, de las cuales casi siempre salía victorioso. 

 

 

Esto lo llevó en varias ocasiones a la oficina de la directora, quien parecía cansarse de verlo siempre envuelto en algún incidente. Sin embargo, ella siempre encontraba la manera de involucrar a Sakura en su mal comportamiento, a pesar de no haber tenido ningún tipo de contacto con el niño desde aquel entonces.

 

 

Sakura evitaba a Umemiya como si fuera la peste misma, lo cual le dolía profundamente al mayor. Quien siempre mantenía la esperanza de verlo durante las comidas, pero Sakura nunca aparecía, lo que comenzó a preocuparle enormemente.

 

 

"¿No habrán sido capaces de dejarlo sin comer como castigo, verdad?" Aquella era una pregunta que se hacía a sí mismo de manera constante. Por más que tratara de responderla de forma lógica, el pánico y la ansiedad ante la idea de que estuvieran matando de hambre a Sakura no dejaban de carcomerlo desde adentro.

 

 

Cuando ya no pudo soportarlo más, decidió ir a buscarlo para preguntarle directamente por qué no se reunía con los demás durante las comidas. Umemiya recorrió el orfanato de arriba a abajo en varias ocasiones, pero en ninguna de ellas logró encontrar al niño. 

 

 

Lo buscó incluso en los lugares donde solían jugar apartados de los demás para no ser molestados.

 

 

Al sentirse decepcionado por lo infructuosa que estaba siendo su búsqueda, llegó a la conclusión de que Sakura seguramente estaría en su habitación. Era el único lugar que no había revisado hasta el momento, ya que sabía que a Sakura le gustaba más estar afuera que dentro del orfanato. 

 

 

Pero al comprender que no había otro lugar donde podría estar, se dirigió directamente hacia la habitación correspondiente a Sakura.

 

 

.

 

 

En el orfanato, las habitaciones se dividían por edades.

 

Había al menos cinco o seis niños por habitación, excepto en la de Sakura. Umemiya se sorprendió mucho la primera vez que notó que el bicolor dormía apartado de los demás niños de su misma edad. 

 

 

Según escuchó por ahí, Sakura solía tener pesadillas durante las noches, lo que asustaba y molestaba a los otros niños, quienes solo querían dormir en paz.

 

 

A veces le era imposible dimensionar lo aislado socialmente y lo descuidado que Sakura estaba por los adultos, quienes se suponían debían cuidarlo, no dejarlo a su suerte como si valiera menos que el resto.

 

 

.

 

 

Al llegar, tocó un par de veces la puerta, esperando a que Sakura saliera a recibirlo. Sin embargo, después de que pasaron algunos minutos, volvió a tocar, con la esperanza de que esta vez sí fuera atendido por el niño. 

 

 

Pero, como había sucedido antes, Sakura no abrió la puerta. Indeciso entre retirarse o seguir intentando, tocó una tercera vez. 

 

 

Sin embargo, el resultado fue el mismo que las veces anteriores.

 

 

Finalmente, decidió abrir él mismo, con la esperanza de encontrar al menor en el interior de la habitación. Su mirada se dirigió rápidamente hacia la cama, donde yacía un pequeño bulto cubierto con una sábana.

 

 

— Hola, Sakura. — Umemiya saludó tímidamente al niño, quien seguía sin descubrirse el cuerpo. — ¿Puedo pasar? — preguntó, pero no obtuvo respuesta alguna.

 

 

Dando un gran suspiro, se atrevió a entrar en la habitación, esquivando un par de cajas que estaban tiradas por el lugar.

 

 

El peliblanco estaba casi seguro de que la habitación de Sakura había sido, en algún momento, un espacio de almacenamiento. Bueno, de hecho, aún parecía uno, debido a la inmensa cantidad de cajas cubiertas de polvo que había por todo el lugar. La luz del sol apenas lograba filtrarse por una ventana entreabierta que siempre permanecía así, fuera del alcance de Sakura, quien seguramente no podía cerrarla, ni siquiera durante las noches en que el viento era demasiado fuerte y molesto.

 

 

— Sé que no quieres verme, pero empezaba a preocuparme por ti. — le dijo una vez que logró atravesar todos los obstáculos que se interponían en su camino para llegar hacia donde se encontraba Sakura. — ¿Por qué no apareces cuando es la hora de comer? — preguntó, continuando la conversación a pesar de que solo él estaba hablando. — ¿La directora te ha castigado o te ha dicho algo? — añadió, pero parecía que Sakura no deseaba hablar con él, pues no se quitaba la sábana de encima ni mucho menos se movía de la posición en la que estaba.

 

 

El peliblanco dejó escapar un suave suspiro mientras intentaba pensar en alguna otra alternativa para que Sakura, al menos, lo mirara.

 

 

— Lo siento. — se disculpó repentinamente, mientras llevaba una de sus manos hacia la cabeza del bicolor, quien se estremeció al sentir su tacto a través de la sábana. — Sé que no estás feliz por lo que te hice. Seguramente me odias mucho por haberte tratado mal, y no tengo manera de justificar lo que hice. — comenzó, dejando salir todo lo que pensaba. — Así que lo siento mucho. Perdón por haber sido malo contigo, perdón por haberte empujado y haberte hecho llorar, perdón por haberte metido en problemas. Perdón por haber sido un mal amigo… — continuó pidiendo perdón por todas las cosas que había hecho mal con el menor.  

 

 

A quien noto moverse nuevamente, pero sin llegar a salir de su escondite. 

 

 

Nunca antes se había disculpado tanto, pero sabía que aquellas palabras no serían suficientes para ganarse el perdón del menor, quien permaneció inmóvil, sin descubrirse, como si no hubiera escuchado nada de lo que Umemiya había dicho.

 

 

El mayor esperó un par de minutos antes de tomar una nueva decisión. Si Sakura no quería verlo o hablarle, no podía obligarlo a hacerlo; solo empeoraría su ya deteriorada relación. 

 

 

Por ello, decidió que lo mejor que podía hacer en ese momento era irse. Sakura también necesitaba su espacio para procesar todo lo que le había dicho, y con él ahí, no tendría la oportunidad de reflexionar y decidir si merecía su perdón o no.

 

 

— Volveré después, ¿sí? — dijo, esperando que al mencionar su partida, Sakura quisiera responderle o al menos mirarlo aunque fuera solo un par de segundos. — Perdón por todo, espero que algún día puedas perdonarme. — añadió a modo de despedida.

 

 

Se alejó de la cama manteniendo su mirada fija en Sakura. 

 

Estuvo a punto de tropezar varias veces, pero logró mantener el equilibrio hasta el último momento. 

 

 

Al salir de la habitación, sintió cómo la pesadez y la culpa empezaban a disminuir. Aunque no había logrado reparar su relación con el bicolor, al menos había dado el primer paso para que las cosas entre ambos pudieran mejorar.

 

 

Ahora solo debía darle su espacio y continuar visitándolo tantas veces como fuera necesario, con la esperanza de que, algún día, el niño volviera a mirarlo con esos bonitos ojos desiguales que todos, excepto él, parecían despreciar.

 

 

.

 

.

 

.

 

.

 

 

Esa rutina se mantuvo de forma consecutiva durante varios días. Umemiya iba siempre a la misma hora a la habitación de Sakura, quien seguía cubriéndose con una sabana para evitar que el mayor pudiera verlo. 

 

 

En cada visita, el peliblanco se disculpaba antes de iniciar una conversación al azar, intentando despertar algún interés en el menor y lograr que finalmente saliera de su caparazón. En ocasiones, le llevaba frutas o caramelos que conseguía de las cuidadoras, quienes se los daban como recompensa por haberse metido en menos problemas últimamente. 

 

 

Sin embargo, aún se veía envuelto en peleas cuando algún otro niño hablaba mal de Sakura. No podía evitarlo; debido a que se había autoimpuesto defender al bicolor de cualquiera que hablara mal de él, dejando a sus agresores tendidos en el suelo, prometiendo entre sollozos que no volverían a meterse con él.

 

 

También empezó a llevar libros de cuentos para leérselos a Sakura. 

 

 

Dudaba que alguien lo hubiera hecho antes, así que, de vez en cuando, tomaba un libro de cuentos de la gran biblioteca disponible en el orfanato. Los libros estaban un poco maltratados, así que él los trataba con sumo cuidado para no seguirlos maltratando más. 

 

 

Había llegado a leerle varios cuentos clásicos como lo fueron Blancanieves, Caperucita roja, Pulgarcita, Pinocho, entre otros. Mientras leía, podía notar como Sakura sacaba ligeramente la cabeza entre la sabana, deseo de poder ver el libro que leía. 

 

 

Esto hacía sonreír al mayor quien siempre hacía su mayor esfuerzo para seguir concentrando en su lectura, dejando que el niño decidiera por sí solo el momento adecuado en que por fin saliera debajo de aquella sabana. 

 

 

.

 

 

—  Así que… — Umemiya hizo una pausa dramática, dejando en suspenso la lectura solo por un par de segundos antes de continuar, aunque eso también le sirvió para tomar una mejor posición en la cama. — Cuando llegó el otoño, saltó la reja del corral y se escapó, mientras se iba pensó: “Ya encontraré algún lugar en el que me sepan amar.” — leyó, escuchando como un jadeo de sorpresa escapaba de los labios de Sakura, quien parecía estar demasiado concentrado e interesado por el cuento de hoy.  — Pero el viento soplaba cada vez más, los árboles se quedaban cada vez más sin hojas. — siguió con su lectura, haciendo pequeñas pausas de vez en cuando para mantener atento y expectante a su único espectador, quien pareció contener el aliento por un par de segundos.  — Y el patito todavía no encontraba un lugar donde vivir.  — prosiguió, escuchando nuevamente como Sakura dejaba escapar un sonido lleno de sorpresa. —  Pasó por muchos lugares, muchos en los que había también patos pero en ninguno de ellos encontró a nadie que lo quería por como era. — prosiguió, escuchando ahora no un sonido de sorpresa, si no que uno cargado de tristeza. —  Pero él no se daba por vencido y siguió viajando hasta que un día llegó a un gran lago de aguas cristalinas.  —  la tensión se hacía cada vez más palpable, y las pausas que Umemiya tomaba no parecían ser del todo bien tomadas por Sakura. Quien después de un par de pausas más, decidió salir debajo de la sabana y acercarse al mayor, quien sostenía entre sus manos el libro, el cual tenía algunas cuantas ilustraciones que fueron del total entendimiento del menor, quien las veía con suma atención. 

 

 

Umemiya quería gritar de felicidad, puesto que por fin había conseguido lo que tanto deseaba desde hace tanto tiempo, pero le pareció muy pronto para celebrar o para hacer algún movimiento que pudiera tomar por sorpresa a Sakura. 

 

 

El menor empezo a señalar insistentemente un par de páginas del libro. En una de ellas, se veía a un patito pequeño de plumas grises y de aspecto raro, mientras que en la siguiente había una majestuosa y hermosa ave de grandes alas blancas. Sakura hizo aquello un par de veces más antes de señalar su cabeza, exactamente la parte que se dividía por su cabello blanco. 

 

 

A Umemiya le costó poco tiempo entender a lo que se estaba refiriendo, y aunque sintió como su corazón se estrujaba, tuvo que hacer un movimiento negativo antes de decir algo. 

 

 

— Dudo mucho que el resto de tu cabello se haga blanco o negro. —  le dijo con cierto pesar, y Sakura pareció decepcionarse un poco de su respuesta. —  Pero el cabello blanco no tiene nada de malo. —  aseguró, ahora señalando su propio cabello, que se había vuelto totalmente blanco. Aquellas puntas negras que aún tenían habían desaparecido hace mucho, y aunque le dolió despedirse del cabello negro que heredo de su padre, no habia mucho que hacer para poder recuperarlo. 

 

 

Y empezaba a comprender que había ocasiones en que ciertas cosas iban a desaparecer de su vista, pero jamás de su corazón. 

 

 

Sakura siguió sin decirle nada, aunque ahora si lo miraba fijamente a los ojos. Ambos mantuvieron el contacto visual por unos cuantos minutos sin ni siquiera moverse, Umemiya estaba dejando que el menor diera el primer paso, y parecía ser, que Sakura también le estaba permitiendo darlo,  por lo que siguieron así un par de minutos más antes de que Sakura llevará una de sus manos hacia el rostro del mayor. 

 

 

Umemiya pudo sentir una inmensa calidez a pesar de lo pequeña que era la mano de Sakura, el contacto se prolongó un par de segundos más antes de que el bicolor decidiera retirarla. Siendo ahora el turno del mayor en realizar un movimiento, decidió arriesgarse un poco, así que, envolvió en un inesperado abrazo a Sakura, quien no opuso resistencia alguna, a pesar de que el principio se sentía algo tenso bajo el tacto de Umemiya, pero pronto empezó a acostumbrarse a él.

 

 

La habitación llena de polvo y poca luz del sol, empezó a sentirse cada vez más cálida y reconfortante, como si de pronto, estuvieran en un lugar mejor, lejos de todos aquellos problemas que los hacían miserables y condenaban sus pequeños corazones a un inmenso sufrimiento. 

 

 

— Te extrañe. — Umemiya le susurró aquello al menor, quien respondió con un suave y entrecortado “Yo también”. 

 

 

Aquello le provoco una inmensa alegria que lo llevo rapidamente al llanto, siendo el quien ahora lloraba primero, pero no de frustración o de tristeza, sino que de felicidad por haber recuperado a la persona que empezaba a darle color nuevamente a su vida que hasta ahora, estaba llena de colores grises que no lo dejaban apreciar el verdadero panorama que tenía al frente. 

 

 

 

Notes:

Ya se hasta donde quiero llegar con esto, ya tengo los últimos capítulos visualizados, así que espero que este trabajo no sobrepase los diez capítulos, no me gusta alargar mucho las cosas porque después les pierdo el hilo.

Espero que podamos leernos la próxima semana!

Chapter 4: 🌸🍅 Siempre juntos

Notes:

Hola, se que de debe de ser una sorpresa está actualización después de tanto tiempo.

Lamento mucho el abandono que he tenido con esta historia, pero entre en una espiral de la cual no supe cómo salir y me resultó imposible escribir algo decente durante varios meses.

Así que, espero que sepan perdoname y que está actualización pueda de algún modo compensar la inactividad.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

 

.

.

.

.

 

Volver a juntarse con Sakura había sido lo mejor que le pudo haber pasado a Umemiya durante su tiempo en el orfanato. Ambos niños se volvieron aún más unidos y apegados que antes, sin importar los incontables intentos de los adultos por separarlos.

 

Ellos siempre le decían lo mismo al mayor de ambos niños, que Sakura volvería a “lastimarlo”, como supuestamente lo había hecho antes, y que nadie más querría ser su amigo si le dirigía la palabra al pequeño bicolor. Pero el peliblanco se había aferrado a la idea de no volver a separarse ni enojarse con quien ahora consideraba su mejor amigo. 

 

Umemiya jamás permitiría que Sakura estuviera solo otra vez, ni que llorara por su culpa nuevamente. Ambos iban a permanecer juntos, sin importar que los demás no lo aprobaran.

 

.

.

.

 

 

— Haruka… Haruka… Buenos días, Haruka… Despierta, despierta… — el bicolor emite un suave quejido al escuchar la voz de Hajime, quien parece haber venido muy temprano hoy a su habitación.

 

— ¿H-H-Hajime…? — el menor pregunta, frotándose los ojos con insistencia, aún luchando por espantar el sueño.

 

— Buenos días, Haruka. — Umemiya lo saluda sonriendo de forma tan resplandeciente que Sakura está casi seguro de que su amigo es como el sol. — ¿Acaso no sabes qué día es hoy? — pregunta, sin poder contener la emoción que burbujea en su interior, como si estuviera a punto de ir a una fiesta. 

 

— ¿D-día? — repite el menor, frunciendo el ceño con confusión. — N-n-no sé…

 

— Hoy es tu cumpleaños. — le dice el mayor alegremente, antes de saltar encima de él para poder abrazarlo. — Ya tienes seis años, te estás volviendo cada vez más grande — dijo, sin dejar de abrazar al menor, quien correspondió torpemente al abrazo.

 

— G-g-gracias, H-Hajime… — Sakura respondió con el rostro enrojecido y el corazón latiendo fuertemente contra su pecho.

 

Esta era la primera vez que alguien lo felicitaba por su cumpleaños. Todos siempre habían ignorado este día, que se supone que es importante y especial para él. 

 

Aunque, si se detiene a pensar un poco las cosas, ni con sus padres había recibido siquiera una pequeña felicitación por el día de su nacimiento, lo único que había recibido de ellos solo era  indiferencia y desprecio por el simple hecho de existir.

 

Y su situación no mejoró demasiado tras la separación. 

 

Las personas que debían encargarse de su cuidado no mostraron verdadero interés por él, y por un momento llegó a pensar que volvería a estar solo. Sin embargo, todo cambió con la llegada de Hajime, quien en menos de un año, había llenado su vida de colores, de alegría, y de una calidez tan sincera que ya no podía imaginarse regresando a aquella dura soledad de antes.

 

 

— Haruka, ¿me escuchas? — la voz de Umemiya lo hace volver a la realidad, solo para encontrarse con la mirada emocionada del mayor, quien ha acercado mucho su rostro al suyo, lo que lo hace sonrojarse al instante.

 

— P-perdón… — se disculpa, sin entender muy bien lo que acaba de ocurrirle.

 

— Está bien, no hay necesidad de que te disculpes. — Umemiya extiende una de sus manos hacia el disparejo cabello del niño, quien cede ante el toque al instante. — Te decía que, por ser tu cumpleaños, haremos todo lo que quieras. ¿Así qué te gustaría hacer? — le explica nuevamente con amabilidad.

 

Sakura se queda pensativo una vez más, ya que no sabe exactamente qué hacer para celebrar su cumpleaños.

 

Lo único que realmente desea es estar junto a él todo el día… y todos los días que vengan después.

 

— Y-y-yo q-qu-quiero… — murmura, después de un largo silencio, con la voz apenas lo suficientemente audible para que Hajime lo escuche. — Q-q-qu-que s-s-sigas s-siendo mi a-a-amigo… — su mente corre a toda velocidad buscando las palabras adecuadas. Aún le cuesta hablar sin tartamudear, pero gracias al mayor ha comenzado a expresarse más con palabras que con gestos. — Y-y q-q-que n-n-nunca me d-d-dejes s-s-solo…

 

Hajime no responde de inmediato, y por un instante, Sakura cree que ha dicho demasiado, que ha cruzado una línea. Por lo que empieza a tener que ha pedido algo imposible, algo que el mayor no sabe cómo prometer sin romperle el corazón.

 

— Te lo prometo. — la firmeza en la voz de Hajime basta para que Sakura sienta un alivio profundo. — Te prometo que siempre seremos amigos y que siempre estaremos juntos. — y como si una vez no fuera suficiente, el mayor reafirma sus palabras envolviéndolo en un fuerte abrazo.

 

Sakura tiembla ligeramente, estremeciéndose desde los pies hasta la cabeza por la intensidad del momento. 

 

Pero no dice nada. 

 

Prefiere guardar silencio y dejarse envolver por el calor de aquel abrazo, grabando cada segundo en su corazón.

 

.

.

.

.

Como Umemiya había anticipado, nadie mencionó que era el cumpleaños de Sakura. Todos actuaban como si fuera un día cualquiera, lo que lo llenaba de una intensa furia. 

 

Sabía que las cuidadoras siempre se esforzaban por celebrar los cumpleaños de los demás niños, quienes recibían elogios y atención hasta que el sol se ponía.

 

Él lo sabía porque, hace unos meses, había recibido una atención desmedida por su propio cumpleaños. Todos fueron tan amables con él que, si no hubiera sido testigo de las numerosas veces en que trataban mal a Sakura, habría aceptado con cariño y sinceridad las muestras de afecto que estaba recibiendo con los brazos abiertos, y no con una falsa cortesía que resultaba bastante evidente, pero que todos los adultos optaron ignorar por mantener la paz. 

 

.

.

 

 

— Cuando seamos mayores y podamos irnos de aquí, te prometo que voy a organizarte una gran fiesta de cumpleaños. — dijo Hajime de pronto. 

 

 

Sakura apartó la vista del cielo para mirarlo, el peliblanco mantenía una expresión llena de decisión en el rostro.

 

 

— Te prometo que habrá un enorme pastel del sabor que tú quieras, habrá muchos globos y serpentinas por toda la pared, y tendrás muchos regalos solo para ti. — aseguró, mirando fijamente al bicolor, quien aún parecía estar procesando lo que acababa de escuchar. — Mamá era muy buena organizando fiestas.  — recuerda con alegria.  —  Cuando papá o yo cumplíamos años, ella siempre se encargaba de que todo fuera perfecto y de que nos divirtiéramos mucho.

 

La mención de sus padres hizo que su corazón se sintiera frágil y débil al mismo tiempo, pero se obligó a mantenerse fuerte, debido a que no quería preocupar a Sakura en su día especial. Pero pronto sintió cómo el menor se acercaba un poco más a él y lo abrazaba como podía. 

 

Ambos estaban recostados sobre el pasto, bajo la sombra de un gran árbol que impedía que el sol les diera directamente en la cara.

 

— Estoy bien, no tienes por qué preocuparte. — murmuró Hajime, quien siempre se sorprendía de lo perceptivo que Sakura podía ser en momentos como ese. 

 

A veces, el menor parecía notar con una facilidad inquietante que hablar de sus padres siempre lo hacía sentir un poco triste. 

 

— Ellos te habrían querido mucho. — continuó el mayor con una voz suave. — Apuesto a que, si no se hubieran ido y nos hubiéramos encontrado en algún momento, te habrían llevado a vivir a nuestra casa. —  continuo, acariciando suavemente el cabello desigual del niño. — Así ambos podríamos ser hermanos mayores.

 

— ¿D-d-de v-v-verdad…? — pregunta Sakura con una leve emoción que no logra ocultar, sus ojos se iluminan apenas un poco, como si esa pequeña chispa de esperanza le resultara demasiado nueva. 

 

La idea de ser bien recibido por una familia… siempre fue inexistente en su mente. 

 

Hasta ahora.

 

— ¡Sí! Estoy seguro de que ellos te habrían querido mucho. Papá te habría hecho reír con sus bromas… y mamá… mamá te habría cantado cuando fuera hora de dormir. — la tristeza que había empezado a sentir se desvanece con rapidez, sustituida por una alegría suave, casi melancólica. 

 

Aunque el motivo no sea más que un escenario que, por desgracia, no podrá cumplirse en esta vida. 

 

Sakura no respondió de inmediato, simplemente permaneció pensativo, dejándose envolver por la fantasía que Umemiya le había propuesto, una fantasía que habría deseado con todo su corazón que se hiciera realidad. 

 

Porque si así hubieran sido las cosas, ambos estarían en un lugar mucho mejor que este.

 

— Sakura, ven conmigo. — el momento de tranquilidad de ambos niños se ve interrumpido por la inesperada llegada de una de las cuidadoras, quien parece misteriosamente contenta por alguna razón.

 

— Él no ha hecho nada. — Umemiya se levanta al instante, colocándose delante del pequeño como si intentara protegerlo.

 

— Ya lo sé, no hay necesidad de que te pongas a la defensiva. — la mayor responde con un tono exasperante, como si lo que está haciendo no fuera parte de su trabajo. — Pero necesitan a Sakura en la dirección, y tiene que ir solo. — lo último lo dijo con un tono más firme, posiblemente por lo decidido que Umemiya estaba a acompañar al menor.

 

Ambos niños se miran mutuamente por un par de segundos antes de que Sakura se reincorpore lentamente y se disponga a acompañar a la mujer. El peliblanco espera a que ellos se alejen lo suficiente para poder seguirlos, ya que empieza a tener un mal presentimiento sobre lo que está pasando. 

 

.

.

.

 

Hajime no duda en colocar una de sus orejas sobre la puerta de la oficina de la directora una vez que esta se cierra, luego de que Sakura y la cuidadora han entrado. Intenta controlar el ritmo de su corazón para no desconcentrarse en lo que realmente importa.

 

— Buenos días, Haruka. — escucha decir a la directora con un tono aparentemente amable, pero él sabe que ella está fingiendo. — Perdón por mandarte a llamar, pero hay alguien que quiere conocerte.  — dice ella, lo que provoca que el peliblanco sienta un profundo asco por la forma en que se está comportando y por cómo están yendo las cosas. — El caballero aquí presente es familiar tuyo; para ser más específica, es hermano de tu padre. 

 

Desde el otro lado de la puerta, Hajime puede escuchar cómo Sakura emite un suave jadeo lleno de sorpresa, ya que tal revelación lo tomó completamente desprevenido.

 

Hajime aguanta la respiración por un momento, sus ojos se abren un poco más al notar lo silencioso que se ha vuelto todo dentro de la oficina. Solo se oye el sonido leve de una silla moviéndose, seguido del rechinar de unos zapatos contra el suelo. 

 

Entonces, por fin, una voz masculina rompe el silencio.

 

— Así que eres tú… — dice el hombre, con una voz ronca, teñida de cansancio y disgusto, seguramente a él tampoco le agrada mucho la apariencia de Sakura. 

 

Y si eso es así, eso solo significa que habrá muchos problemas. 

 

— S-s-sí… — responde el menor, casi en un susurro, como si su garganta estuviera cerrándose.

 

Un breve silencio incómodo se instala otra vez. Luego, el hombre suelta una carcajada seca, vacía de calidez y empatía.

 

— No me sorprende que seas así, con lo que tu padre era. — dice con desprecio. — Él era un inútil bueno para nada, y por lo visto, eres igual que él. Y con esos ojos… — hace una pausa, probablemente examinando al niño de pies a cabeza. — Pareces una maldita broma.

 

Hajime siente cómo algo se rompe dentro de él. La impotencia por no poder defender a su amigo empieza a volverse insoportable, pero entrometerse ahora mismo solo le causaría más problemas a Sakura de los que ya está teniendo.

 

— ¿Y este mechón? — sigue el hombre con tono burlón. — Parece que tu madre también metió la pata al tenerte. — expresa, sin importarle lo más mínimo que se está digiriendo a un niño. — Ella era igual que el inútil ese, y dos inútiles no pueden tener nada más que un hijo inútil.

 

Sakura sigue sin responder,  Hajime tampoco escucha que se mueva, como si se hubiera quedado paralizado del miedo o de la tristeza.

 

— No quiero que me cause problemas, ¿entendido? — gruñe el hombre. — Me ofrecí a llevarte porque los servicios sociales se contactaron recientemente conmigo. Hasta hace unos días, ni siquiera sabía que él había tenido un hijo. — confesó, y el panorama no hacía más que empeorar con cada minuto. — Así que tendré que hacerme cargo de tu crianza, pero con solo verte, ya empiezo a arrepentirme de la decisión que he tomado. 

 

Un golpe sordo se escucha de pronto, como si el hombre hubiera dejado caer su mano con fuerza sobre la mesa, asustando tanto a Sakura como a Hajime. 

 

— P-p-perdón… — murmura el niño, tan bajito que casi ni se escucha.

 

— ¿"Perdón" por qué? ¿Por existir? — aquellas preguntas son hechas sin considerar lo mal que Sakura pueda llegar a sentirse. — No te disculpes por eso, mejor aprende a no dar vergüenza.

 

Hajime se aparta de la puerta con el corazón latiendole con furia. Ya no puede seguir escuchando, el sabe que debe hacer algo.

 

Porque nadie debería hablarle así a Sakura.

 

Porque nadie que de verdad lo quiera lo haría sentir como si no valiera nada. 

 

— Mañana vendré a buscarte, así que arregla tus pertenencias ahora mismo. — la voz del hombre es lo suficientemente fuerte como para que Hajime la escuche sin necesidad de estar pegado a la puerta.

 

— Nosotras nos encargaremos de ayudarlo a prepararse. — se escucha decir a la cuidadora, quien, al igual que la directora, finge una actitud amable.

 

— De acuerdo, me parece bien. — se oyen diversos pasos en el interior de la oficina, y el instinto de supervivencia del peliblanco le dice que debe moverse; porque si lo encuentran espiando, tendrá que dar muchas explicaciones. 

 

Se esconde tan lejos como le es posible en tan poco tiempo. De reojo, observa cómo un hombre de aspecto serio, vestido con ropa fina y elegante, sale del interior de la oficina. Hajime no necesita pensarlo demasiado para saber que ese hombre es el supuesto tío de su amigo; y con solo ver la expresión en su rostro, puede darse cuenta del tipo de persona que es.

 

Poco después, sale Sakura. 

El niño se ve tan conmocionado que Hajime no puede evitar correr hacia él para abrazarlo. Ante el contacto, Sakura empieza a sollozar amargamente sobre el pecho del mayor, quien, en un nuevo acto de autoconservación, toma al niño y se marcha junto con él a otro sitio.

 

A un lugar donde ambos puedan estar seguros y en privado mientras procesan lo que acaba de suceder.

 

.

 

 

— Está bien, está bien, te prometo que no nos van a separar. — Umemiya palmea suavemente la espalda de Sakura, quien, a pesar de que han pasado varios minutos desde lo sucedido, sigue llorando sin control.

 

— N-no q-uiero, n-no q-uiero… — balbucea el bicolor, logrando articular algunas palabras entre sus quejidos.

 

— Lo sé, sé que no quieres irte con tu tío, así que encontraré la manera de que podamos seguir juntos. — le promete, tomando delicadamente el rostro lloroso del menor, quien intenta controlarse, pero todos sus esfuerzos son en vano.

 

Ver a Sakura tan desconsolado le parte por completo el corazón, y Hajime sabe que esta situación va a repetirse muchas veces si el niño se va a vivir con su tío. 

 

Pero, a diferencia de ahora, no habría nadie que pudiera consolarlo.

 

Además, él también va a sufrir si el pequeño bicolor se va. Su vida, que había tomado un nuevo rumbo, volvería a desmoronarse, y la felicidad que siente al estar con él se convertiría en una soledad que le corrompe hasta los huesos.

 

— Haruka. — pronuncia, sosteniendo con firmeza el rostro del pequeño, quien lucha por mantenerse en control. — Hay que irnos de aquí. — propone seriamente, como si no estuviera diciendo una locura. — Si nos vamos, no van a separarnos. — le asegura, convencido de que con esa acción ambos permanecerán unidos. — Si tú quieres eso, entonces esta noche nos escapamos. — añade, bajando la voz por si alguien pudiera estar escuchando.

 

La habitación queda sumergida en un silencio pesado y profundo. Haruka ha dejado de sollozar, y Hajime espera pacientemente a que tome una decisión, porque por más que él quiera seguir junto al niño de cabello desigual, si no comparten el mismo deseo, no podrá hacer mucho por ambos.

 

Pero es consciente de que Sakura jamás elegirá separarse. Ambos se han vuelto dependientes el uno del otro, así que dejar de verse sería la peor decisión que podrían tomar.

 

— ¿J-juntos? — pregunta Sakura con la voz rota y cansada de tanto llorar.

 

— Sí, estaremos juntos, te lo prometo. — Hajime se mantiene firme en su decisión. 

 

Todo porque hay muchas cosas en juego que no está dispuesto a perder.

 

El silencio vuelve a apoderarse de la habitación, y esta vez el mayor espera que Sakura haya tomado por fin una decisión.

 

— S-sí… — pronuncia a duras penas, ya que el llanto vuelve a amenazar con desbordarse de su garganta.

 

El mayor no puede evitar sentir una punzada de felicidad, así que abraza fuertemente al niño, quien no tarda en sollozar y quejarse otra vez. Aunque esta vez, ambos tienen la seguridad de que permanecerán juntos, pase lo que pase.

 

.

 

.

 

.

 

Hajime espera a que sea medianoche para salir de la cama. Con cuidado de no hacer ruido, se pone los zapatos y toma sus cosas, que ya había empacado después de ayudar a Sakura a ordenar las pocas pertenencias personales que tenía.

 

Como un ratón en Nochebuena, camina en silencio por los pasillos, manteniéndose alerta por si algún adulto aparece de repente. Cuando llega a la habitación de Sakura, abre lentamente la puerta, solo para encontrarse al niño sentado en la cama, justo como le había pedido que lo esperara.

 

Ninguno de los dos dice nada, solo se miran por un instante antes de realizar el siguiente movimiento. Hajime deja sus cosas en el suelo antes de dirigirse a la ventana. Coloca un par de cajas para poder alcanzarla bien y abrirla por completo.

 

El aire frío de la noche entra de golpe en la habitación, haciéndolos estremecer a ambos. Hajime le hace una pequeña señal a Sakura, quien se levanta y se acerca para alcanzarle las cosas.

 

Hajime pasa por la ventana la mochila de Sakura, y luego la suya. Cuando todo está listo, le indica al niño que se acerque, debido a que ahora es su turno de salir.

 

Sakura se acerca con pasos temblorosos. Aún tiene los ojos enrojecidos por haber estado llorando, pero sus manos se aferran con fuerza a la camisa  de Hajime, como si temiera que en cualquier momento todo desapareciera.

 

— Está bien. — susurra el mayor, mientras lo ayuda a subir a las cajas con cuidado. — Solo tienes que salir, yo te voy a sostener.

 

Sakura asiente levemente al escucharlo, el niño se impulsa con torpeza, y por un momento pierde el equilibrio, pero Hajime está atento y lo sujeta de la cintura para estabilizarlo. Finalmente, después de un momento tenso, el pequeño logra cruzar la ventana y cae de pie en el patio trasero del orfanato.

 

Hajime pasa rápidamente al otro lado y cierra la ventana sin hacer ruido. Luego, toma ambas mochilas y le da la mano a Sakura, quien sin dudar entrelaza sus dedos con los del mayor.

 

La noche está oscura y el viento silba entre los árboles. El orfanato, aunque normalmente lleno de murmullos y risas durante el día, ahora luce como un lugar solitario y sombrío.

 

— Vámonos. — dice Hajime, y tira suavemente de Sakura para avanzar entre los arbustos del jardín trasero.

 

Ambos caminan agachados, cuidando cada paso, evitando pisar cualquier cosa que puedan delatarlos. Llegan con éxito hasta una parte de la reja donde hay un hueco. 

 

Hajime había descubierto eso durante sus primeros días en el orfanato, cuando aún pensaba que no tenía derecho alguno a seguir viviendo, y que aquel agujero podría servirle para escaparse y ponerle fin a su sufrimiento. 

 

Pero antes de realizar algún movimiento, el mayor de ambos niños revisa que sigan estando solos, para luego ayudar a Sakura a pasar primero.

 

Una vez que los dos están del otro lado, el mundo parece completamente distinto. La ciudad duerme, ajena a lo que están haciendo, solo se escuchan los grillos y el crujido de sus pasos al caminar por la banqueta.

 

— ¿A-a dónd-e va-mos? — pregunta Sakura en voz baja, apretando más fuerte la mano de Hajime.

 

— A un lugar seguro. — es lo que le dice el peliblanco al instante. — No sé exactamente dónde aún… pero hay que alejarnos tanto como podamos del orfanato, eso debe de ser suficiente por ahora. — afirma, sin detenerse en ningún momento. 

 

Sakura simplemente asiente, convencido de que han tomado la mejor decisión para ambos. 

 

.

.

.

Notes:

Doy gracias al cielo el haber podido terminar con este capítulo, ahora tengo el panorama un poco más despejado y se exactamente lo que quiero escribir para los siguientes capítulos.

Se viene la angustia!
Así que perdón por si los hago llorar un poco. <3

Chapter 5: 🌸🍅 Camino hacia la felicidad

Notes:

Dios!
Ya ha pasado bastante tiempo que actualice esta historia, realmente quisiera disculparme por la inactividad, pero mi vida ha pasado por muchas cosas últimamente, y ahora que tengo un pequeño descanso de mi nuevo trabajo me he tomado el tiempo de sentarme y ordenar mis ideas para actualizar.

Mi meta es actualizar todas mis historias de ser posible, y aquí estoy, tratando de cumplir con esa promesa antes de que la semana termine.

El capitulo de hoy es largo, creo que el mas largo que he escrito para esta historia, asi que espero que les guste y que sea suficiente en compensación del tiempo que han tenido que esperar.

 

TW:
Debo admitir que hay un poco de violencia hacia un menor de edad y algo de angustia.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

 

.

.

.

 

Despertar en un lugar desconocido, escuchando el constante sonido del agua corriendo, no era precisamente la forma en que Umemiya esperaba comenzar el día. Al principio, se encuentra tan desconcertado que apenas logra recordar lo ocurrido el día anterior. 

 

Sin embargo, al intentar moverse, siente un cálido peso sobre su pecho.

 

De inmediato, dirige la mirada hacia esa parte de su cuerpo y le resulta casi imposible no sonreír al ver a Sakura profundamente dormido. Con cuidado, acaricia suavemente el cabello del niño, quien apenas se remueve antes de seguir durmiendo. 

 

Habían caminado demasiado la noche anterior; tanto que Sakura estuvo a punto de caer varias veces por el sueño, pero Umemiya lo animaba diciéndole que aún quedaba mucho camino por recorrer si querían estar a salvó y que pronto tomarían un descanso.

 

Repitió esa promesa unas tres veces más, hasta que el agotamiento terminó por alcanzarlo también. No tuvo más opción que cumplir lo prometido, por suerte, encontraron un buen lugar para dormir, bajo un puente por el que pasaba una pequeña corriente de río. 

 

Así, al día siguiente, tendrían agua fresca para lavarse el rostro y empezar de la mejor manera posible su día. 

 

— H-hajime. — murmura Sakura entre sueños, y el mayor está más que atento a cualquier tipo de petición que pueda salir de sus labios. 

 

Pero el menor no dice nada más; simplemente duerme tranquilamente sobre su pecho como un pequeño gatito mientras el tiempo avanza sin detenerse. 

 

Sin embargo, la realidad de haber escapado del orfanato por fin lo golpea con fuerza. Haber tomado aquella decisión de un día para otro fue, sin lugar a dudas, arriesgado. Muchas cosas pudieron haber salido mal mientras se preparaban para huir; incluso alguien con malas intenciones pudo haberse cruzado en su camino mientras deambulaban solos por las calles oscuras. 

 

Había sido imprudente, peligroso, de eso no tenía ninguna duda. 

 

Pero ver a Sakura durmiendo tan tranquilamente lo convence de que tomaron la mejor decisión.

 

Umemiya cierra los ojos por un momento, dejándose llevar por el sonido del agua fluyendo y el canto de las aves, que empieza a volverse cada vez más claro. Aunque siente una paz momentánea, sabe que no durará mucho, no si no es capaz de encontrar algún lugar que ambos puedan denominar como su hogar. 

 

Un lugar donde puedan permanecer juntos, sin que nadie intente separarlos otra vez.

 

Y lo iba a conseguir, por muy difícil o imposible que eso fuese para un niño de su edad.

 

— B-buenos días. — escucha decir a Sakura, quien ahora tiene los ojos abiertos y lo observa fijamente. El niño aún parece cansado tras haber caminado tanto la noche anterior, eso lo hace sentir ligeramente culpable, pero decide no decir nada al respecto para no arruinarle la mañana a su amigo. 

 

— Buenos días, Haruka. ¿Cómo estás? — Umemiya le pregunta con una resplandeciente sonrisa apareciendo en su rostro. 

 

— B-bien. — responde Sakura tras pensar detenidamente la respuesta que iba a dar por al menos unos minutos. 

— ¿Tienes hambre? ¿Quieres algo de comer? — pregunta, y el bicolor solo asiente con un leve movimiento de cabeza en respuesta.

 

El mayor le pide amablemente a Sakura que se mueva un poco para poder buscarle algo, y el niño acepta sin dudar. Luego observa con atención cómo Umemiya rebusca en su mochila hasta sacar un paquete de galletas, el cual le extiende sin pensarlo dos veces.

 

— Sé que no es mucho, pero por ahora tendremos que acostumbrarnos a comer esto por un tiempo. Pero te prometo que después vamos a comer cosas muy deliciosas y nutritivas. — dice Hajime con una seguridad tan firme que logra asombrar a Sakura, quien cree en cada palabra que escucha sin siquiera dudarlo.

 

Sakura intenta abrir el envoltorio, pero le toma mucho más esfuerzo y tiempo del esperado. A pesar de que Umemiya le había enseñado a comunicarse más con palabras que con gestos, sus habilidades motrices seguían siendo bastante limitadas. 

 

Eso preocupaba profundamente al mayor, quien, con cuidado, toma el paquete entre sus manos y lo abre con extrema facilidad antes de devolvérselo con una sonrisa tranquila. El niño murmura un suave "gracias" antes de tomar una de las galletas y llevársela a la boca, saboreando con demasiado cuidado el sabor. 

 

Cuando está a punto de comerse una segunda, se detiene al notar que Umemiya no tiene nada para él. 

 

El mayor solo lo observa en silencio, sin mostrar intención de comer.

 

— Oh, yo estoy bien. No tienes que preocuparte por mí, comeré después. — dice Hajime, como si hubiera leído sus pensamientos y notado lo incómodo que hacía sentir a Sakura el hecho de ser el único con algo en el estómago.

 

Sin embargo, eso no parece hacer feliz del todo a Sakura, quien tomó otra galleta del paquete y, con determinación, se la acerca a la boca a Umemiya. La acción toma completamente por sorpresa al peliblanco, quien intenta protestar, balbuceando una débil objeción ante lo que el niño está haciendo.

 

Pero Sakura le dedica una mirada seria, o al menos un intento bastante adorable de ella, tan firme y decidida que Hajime no puede más que rendirse. Sin decir una palabra más, acepta la galleta y se la come lentamente, sintiendo cómo un nudo se forma en su garganta, no por el alimento, sino por el gesto genuino y desinteresado de su pequeño compañero.

 

Después de compartir un par de galletas más, el silencio vuelve a hacerse presente, pero esta vez de forma más serena. El sonido del agua corriendo y el canto lejano de los pájaros hacen que el mundo se sienta un poco menos abrumador e inseguro para ambos. 

 

Sakura permanece muy cerca de Umemiya, con las piernas encogidas y la mirada fija en el envoltorio medio vacío entre sus manos. Tiene migas en las comisuras de los labios y su expresión aún es bastante somnolienta, como si no hubiera terminado de despertar del todo.

 

Umemiya lo observa sin dejar de sonreírle y le limpia con cuidado las migajas que aún tiene por el rostro.


— Te pareces mucho a una ardilla. — comenta en voz baja, buscando iniciar una conversación con el más pequeño. 

 

Sakura lo mira en silencio durante unos segundos, parpadeando lentamente, para luego fruncir un poco el ceño, confundido por lo que acaba de escuchar.

 

— ¿A-ardilla? — repite Sakura, como si no estuviera seguro de haber entendido bien lo que Umemiya le ha dicho. 

 

— Sí, por cómo se te inflan las mejillas al comer. — responde Hajime, mientras infla graciosamente sus propias mejillas, simulando que tiene algo en la boca.

 

Sakura baja la vista hacia la galleta que aún sostiene, luego se lleva una de sus manos a su mejilla izquierda. No dice ni dice nada al instante, pero asiente con suavidad, como si poco a poco comenzará a comprender lo que el mayor le está diciendo. 

 

— Aunque también creo que te pareces más a un gatito. — continúa Umemiya mientras se estira un poco antes de ponerse de pie. — Por tu cabello... me recuerdas mucho a un tipo de gato que tiene un nombre bastante curioso. — reflexiona, esperando que Sakura le diga algo, pero en cambio, el menor luce igual de confundido que antes.

 

Hajime se ríe suavemente ante su expresión, y luego juega con cuidado con el cabello del niño. Ese gesto provoca una sonrisa en Sakura, quien deja de intentar comprender lo que el mayor está tratando de decirle y se relaja lo suficiente como para que su rostro cambie.

 

Después de un rato más, el mayor le dice a Sakura que se lave un poco el rostro antes de continuar su camino. El bicolor asiente, entusiasmado por seguir buscando ese lugar que será el hogar perfecto para ambos.

 

Aunque siente un poco de miedo por lo que pueda suceder durante el trayecto, está casi seguro de que, mientras permanezca al lado de Hajime, nada malo le pasará y que, por fin, tendrá lo que siempre ha deseado. 

 

Ser feliz junto a alguien que sí lo quiera por quien es.



.

 

Lastimosamente el camino a encontrar ese nuevo hogar que tanto estaban buscando está lleno de obstáculos. 

 

Sakura siempre fue consciente, aunque no lo pareciera del todo, de que al resto de personas a su alrededor les disgustaba su apariencia, lo sabía porque nadie se tomaba la molestia de disimular el desagrado que sienten cuando él estaba cerca. 

 

Ni siquiera sus propios padres le mostraron un mínimo rastro de simpatía cuando estaba con ellos; porque al igual que los demás, lo veían como algo que nunca debió existir.

 

Aun así, con Hajime cerca, pensó que eso podría cambiar, que ya no volvería a sentir el rechazo de quienes lo miraban. 

 

Sin embargo, la realidad fue completamente distinta. 

 

Cada vez que llegaban a un lugar nuevo, lo primero en lo que la gente se fijaba era en su peculiar aspecto.

 

Algunas personas ni siquiera se molestaban en ocultar lo incómodos que se sentían al verlo. Sakura siempre podía escucharlos murmurar cosas sobre él, también sentía esas miradas que se le clavaban en la espalda y lo hacían sentirse más pequeño de lo que realmente era.

 

Umemiya siempre intentó defenderlo de aquellas miradas y susurros, al mismo tiempo que trataba de animarlo para que no dejara de sonreír.

 

Para que no dejará de ser ese niño alegre que solo él parecía querer conocer y valorar.

 

No obstante, conforme pasaban los días, deambulando de un lado a otro, la vida de ambos se volvía cada vez más difícil. Cuando se quedaron sin comida, no les quedó otra opción que hurgar entre la basura en busca de algo que fuera suficiente para llenarles el estómago. 

 

Hajime aún recuerda lo mucho que lloró después de que Sakura se quedara dormido, tras comer un par de panes a medio terminar que alguien había tirado en el contenedor donde estaban buscando.

 

El mayor de ambos niños lloró en silencio, con los labios apretados y los brazos rodeando su propio cuerpo para no despertar a su acompañante. El sabor del pan seguía en su boca, pero era un sabor amargo que le provoca unas terribles ganas de vomitar para quedarse con el estómago nuevamente vacío. 

 

No porque la comida estuviera en mal estado, sino porque no era eso lo que quería para ellos. No era esa la vida que le había prometido a Sakura que tendrían cuando huyeron del orfanato para que no los separaran. 

 

Esa noche, Hajime no pudo dormir por mucho que lo intentó. 

Se quedó despierto acariciando el cabello de su amigo, preguntándose si de verdad podrían soportar otra ciudad más que no hacía más que verlos con desprecio y odio. 

 

.

.




A la mañana siguiente llegaron a una ciudad más grande que las anteriores, con calles extensas y edificios altos que ocultaban el cielo. 

 

Por un momento, Hajime pensó que tal vez, entre tantos rostros podrían pasar desapercibidos. 

 

Tal vez, si caminaban con cuidado y hablaban lo menos posible, podrían quedarse unos días sin ser echados o señalados como alimañas sucias y no como los niños que realmente eran. 

 

.

 

— Este lugar se ve bonito, ¿verdad? — el mayor preguntó con una sonrisa forzada, sujetando la mano de Sakura con fuerza.

 

El menor no respondió, solo lo miró y luego desvió la vista hacia una vitrina donde se exhibían zapatos que seguramente nunca podrían costear. Hajime lo entendió sin necesidad de palabras; Sakura ya estaba esperando que los miraran mal. 

 

Ya estaba se estaba preparando para soportar todo eso que tanto odiaba. 

 

Y no estaba del todo equivocado con que serían señalados como escoria.

 

Porque apenas dieron algunos cuantos pasos más y una mujer que barría frente a su negocio los observó de arriba a abajo. Su expresión se torció en una mueca de auténtica repulsión apenas vio a Sakura, quien intentó cubrir su cabello con la capucha de la sudadera que llevaba puesta, pero ya era demasiado tarde. 

 

— ¡No se queden ahí parados! — les gritó como si fueran delincuentes y no niños necesitados. — Váyanse antes de que llame a la policía.

 

Hajime bajó la mirada, tomó a Sakura de la mano y siguieron caminando sin protestar. Era mejor no enfrentarse, no ahora que aún tenían energías para seguir buscando otro lugar donde quedarse temporalmente. 

 

.



— ¿Y-yo hice a-lgo m-malo — preguntó Sakura minutos después, tras haberse detenido junto a Umemiya en un callejón que no olía del todo bien.

 

Hajime quiso mentir al instante, quiso decirle que no era culpa de él, que la mujer seguramente estaba de mal humor por algo más, a pesar de ser consciente de que no podía seguir disfrazando el desprecio ajeno como si fuera un simple malentendido.

 

— No, Haruka… Tú no hiciste nada, son ellos los que están mal. — le dijo, intentando recolectar fuerza para decir aquellas palabras sin derrumbarse. — Ellos no te conocen, así que no saben lo increíble que eres.

 

Sakura se quedó callado, pero apretó con más fuerza la mano de Umemiya, como si quisiera decirle que era un mentiroso y que nada de lo que decía era realmente verdad. 

 

.

 

Ese mismo día intentaron buscar refugio en un albergue municipal. Pero les cerraron la puerta apenas vieron a Sakura, la persona con la que hablaron le dijo que ya no había espacio para ellos, aunque justo detrás de esa persona podían verse literas vacías.

 

.

 

— Tal vez si vienes tú solo podamos hacer una excepción. — murmuró el hombre, sin molestarse en ocultar su desdén por el niño más pequeño, quien miraba sus zapatos desgastados como si fueran lo más interesante que alguna vez haya visto. 

 

— No, no pienso dejarlo. — respondió Hajime, con la voz firme y el cuerpo temblando a causa de la rabia que siente. — Él es mi hermano menor, así que no voy a dejarlo solo.  — declaró, pensando que si hacía pasar a Sakura como su hermano tendrían al menos una oportunidad de pasar la noche en un lugar caliente. 

 

Pero no fue así. 

 

El hombre solo suspiró y cerró la puerta como si hablara con basura.

 

Sakura no entendía del todo lo que había pasado, el hambre y el frío que sentía lo hacía perderse en sus pensamientos, pero algo en la forma en que Hajime lo abrazó después lo hizo comprender que habían sido rechazados una vez más.

 

Aunque no sería la primera vez que lo harían, y todo por su culpa. 

 

.

.

.

 

— ¡Haruka! ¡Haruka! — Umemiya corría emocionado hacia el bicolor, quien se encontraba recostado en una cama improvisada hecha con cartones, cubierto por aquellas dos mantas que los habían acompañado desde que se escaparon. — Mira lo que dieron. — dijo, mostrando con orgullo y una inmensa felicidad de por medio, unos cuantos panes de curry al menor, quien solo lo observa atentamente sin decir mucho.  — Ayudé un poco en la panadería que está por el distrito comercial, y no solo me dieron como pago, sino que también esto. — dijo, antes de volver a meter los panes en la bolsa de papel que llevaba consigo, sólo para ayudar a Sakura a sentarse, ya que el niño parecía tan débil que no podía hacer aquella simple acción por sí solo.  — Estos panes los hicieron ahora, así que deben de saber deliciosos, ¿por qué no los pruebas? — le dijo, ofreciéndole uno de los panes al más pequeño, quien lo olió antes de hacer una mueca llena de dolor y desagrado. 

 

Cómo si el simple olor de la comida le hiciera daño. 

 

— ¿Qué pasa? ¿No tienes hambre todavía? —  le pregunta, tratando de aparentar tranquilidad aunque por dentro los nervios y la angustia empiezan a consumirlo. — Parece que te dará fiebre. — dice, una vez que ha colocado su mano sobre la frente del menor, en busca de comprobar lo que ya estaba suponiendo.  — Voy a comprar alguna medicina. — comenta, recostando nuevamente a Sakura sobre los cartones para que esté más cómodo. — Prometo que no tardaré demasiado. — asegura, al notar como el otro empieza a verlo de forma suplicante para que no se vaya. 

 

Sakura intenta decir algo pero las palabras no salen de la manera en que quiere, solo balbucea cosas sin sentido entre sí,  sintiéndose terriblemente mal en el proceso. 

 

— No te preocupes, todo estará bien. — le dice Umemiya, acariciando un poco el cabello desigual de su pequeño hermano, quien sigue luciendo poco convencido que tenga que irse nuevamente. 

 

Especialmente porque está por anochecer y la ciudad en la que están ahora no es del todo segura cuando el sol se oculta.

 

.

 

Makochi tenía sus cosas buenas.

A diferencia de otras ciudades, las personas allí no parecían ser tan indiferentes ni hostiles. Por el contrario, la mayoría se llevaba bastante bien y se apoyaban entre sí en lo que les era posible. 

 

Lamentablemente, aquel lugar que bien podría haber sido perfecto para vivir también tenía un lado oscuro, la ciudad era una zona conflictiva, prácticamente un campo de batalla donde diferentes pandillas se enfrentaban a diario en un intento por reclamar la ciudad como su territorio.

 

A Umemiya no le gustó nada el lugar en cuanto se dio cuenta de lo que realmente sucedía allí. Además, había otro problema molesto que los seguía a donde fueran. 

 

Aun así, se habían quedado más tiempo de lo necesario porque la salud de Sakura se estaba volviendo cada vez más delicada, y Umemiya no tenía el valor suficiente para continuar su camino sabiendo que el niño no estaba en buenas condiciones. Por eso, tomó la decisión de quedarse por un tiempo, solo hasta que Sakura recuperara sus fuerzas, aunque eso parecía cada vez más lejano.

 

.

 

Sin saber exactamente qué elegir, Umemiya se decidió por un paquete de analgésicos para niños. En la etiqueta se detallaba su uso y la dosis recomendada según la edad del infante. 

 

Con una ansiedad creciente apretándole el pecho, se acercó a la caja registradora, contando una y otra vez el poco dinero que llevaba consigo para asegurarse de que le alcanzara. También le angustiaba la posibilidad de que la cajera se negara a venderle el medicamento, después de todo, él seguía siendo solo un niño, y no se supone que un niño deba de comprar este tipo de productos por su propia cuenta. 

 

Para su sorpresa, la mujer detrás del mostrador apenas lo miró, ella simplemente tomó el medicamento, lo pasó por la máquina y le dio el precio con desgano, lucía bastante cansada como si no hubiera dormido en días. Hajime extendió las monedas una por una, casi temblando, esperando que en cualquier momento la mujer le dijera que faltaba algo, que no podía vendérselo, o peor aún, que llamaría a alguien por sospechar de él.

 

Pero eso no ocurrió.

 

Recibió el paquete en una bolsa junto con un par de monedas de cambio y un “cuídate” dicho con voz casi mecánica. Para Hajime, sin embargo, aquello no fue más que un golpe de suerte en medio de un mar de desgracias, y no se detuvo ni un segundo más en la tienda.

 

Corrió por las calles de Makochi como si el mundo ardiera a su alrededor, esquivando a los transeúntes y saltando por entre los charcos de agua estancada hasta llegar a ese estrecho callejón donde había dejado a su hermano.

 

Para su mala suerte, el ir tan deprisa lo hizo chocar con alguien, el impacto lo mandó directo al suelo y le hizo soltar la bolsa que llevaba. 

 

— Lo lamento. — se disculpó al instante, sintiendo una ligera vergüenza por lo sucedido. 

 

Sin embargo, al darse cuenta de quién era la persona con la que había tropezado, aquel sentimiento desapareció de inmediato, reemplazado por la desconfianza y el desagrado que siempre le provocaba ese hombre.

 

— Está bien, fue mi culpa. — respondió el adulto, extendiéndole la mano para ayudarlo a levantarse. Pero Hajime rechazó el gesto y se puso de pie por sí mismo, a pesar del intenso dolor que sentía por la caída. — Ibas con un poco de prisa, ¿verdad? — preguntó el hombre, quien se llamaba Shitara Yuki si no recordaba mal. 

 

El hombre llevaba unos grandes lentes puestos, mantenía cierta distancia con el niño, pero eso no bastaba para que Hajime dejara de mirarlo como si fuera su peor enemigo.

 

— ¿Ibas con tu amigo? — añadió con tono paciente, esperando una respuesta que nunca llegó. Hajime mantuvo los labios apretados mientras recogía del suelo lo que había dejado caer. — ¿Acaso está enfermo? — insistió Shitara con cierta preocupación en su voz, lo cual a  Hajime le resultaba insoportablemente falso. — Si necesitan ayuda, saben que pueden pedírmela. — añadió, observando detenidamente el rostro del niño, donde ya se notaban las huellas del cansancio y de los días que ha pasado sin comer ni dormir adecuadamente.

 

— No, gracias… Estamos bien solos, no necesitamos que nos ayude — respondió Hajime con frialdad. 

 

Aquella era quizás la oración más larga que le había dirigido a ese hombre, quien simplemente asintió con una sonrisa, como si realmente pudiera entenderlo.

 

Pero los adultos como él solo mienten.

Los adultos como él solo buscan separarlo de Sakura.

No puede confiar en alguien que dirige un orfanato.

 

— ¿Seguro? Porque no es nada seguro que ambos sigan estando afuera durante la noche. — Shitara trata de convencerlo para que acepte su ayuda, pero Umemiya solo niega, al mismo tiempo que da un paso hacia atrás, dispuesto a salir corriendo hacia cualquier otra dirección que no sea la que estaba tomando, porque lo último que quiere es llevar a Shitara al lugar donde se está quedando con Sakura.  — Mira, sé que no confías mucho en mí, pero te prometo que solo quiero ayudar. No quiero hacerle daño a ninguno de los dos, te lo juro.

 

Aunque no había más que sinceridad en su voz, Shitara pudo ver claramente cómo Umemiya negaba con la cabeza, muy despacio, con una expresión que dejaba en claro el  miedo y desconfianza que siente por él.  Sin decir una sola palabra, el niño dio media vuelta y salió corriendo en dirección contraria, como si quedarse un segundo más fuera demasiado peligroso.

 

.

 

.



.



Habían conocido a Shitara un día después de que llegaron a Makochi, el hombre de aspecto agradable se acercó a ellos para preguntarle si estaban perdidos cuando los vió solos en un parque cuando el sol estaba por ocultarse. 

 

Umemiya se había puesto en alerta en el instante en que lo vio, por lo que se preparó para salir corriendo junto con Sakura al tener la más mínima oportunidad.

 

Notando la inseguridad que le provocaba al mayor de los niños, Shitara se mantuvo a varios pasos alejados de ellos, luciendo lo suficientemente tranquilo como para que ellos pudieran confiar en él. 

 

— Hola, ¿cómo están? — los saludó amablemente esa primera vez. — ¿Acaso se perdieron? Puedo ayudarlos a volver a casa si quieren.

 

Pero los niños sabían que no había una casa a la cual volver.

 

Umemiya no respondió, solo se colocó frente a Sakura como un escudo, con los puños apretados y la mirada fija en el rostro de ese extraño que aparentaba ser demasiado amable para no tener un motivo oculto. A esas alturas de su vida, Umemiya ya había aprendido que nadie era lo suficientemente bueno, y que la mayoría de los adultos mentían con el único fin de hacerles daño. 

 

— Tranquilo, no tienen que decirme nada si no quieren. — continuó Shitara, bajando un poco la cabeza como si quisiera mostrar respeto. — Solo pensé que tal vez necesitaban ayuda. Trabajo en un orfanato, y…

 

Orfanato

 

Esa fue la palabra que lo arruinó todo en un instante. 

 

Apenas la escuchó, Umemiya tomó a Sakura de la mano y se fue, casi arrastrándolo. Desde ese día, cada vez que Shitara intentaba acercarse, aunque fuera con la excusa más inocente, Umemiya huía de inmediato, lo cual le hacía preguntarse que tanto los habían lastimado a ambos para reaccionar de esa manera. 

 

.

 

.

 

.

.

.

 

Tras tomar un camino distinto varias veces para llegar al callejón donde se estaban quedando, Umemiya por fin sintió que podía respirar con normalidad, que el peligro ya había pasado y que lo único en que podía concentrarse era en ayudar a Sakura, y no en el molesto sujeto ese, que no parecía entender que no necesitaban de su ayuda. 

 

Sin embargo, se llevó una terrible sorpresa al darse cuenta de que el niño ya no estaba en el lugar y tampoco sus cosas. El pánico lo invadió de inmediato al igual que la angustia, por un momento quiso creer que se había equivocado de callejón, que el dar tantas vueltas de manera consecutiva lo habían hecho perderse. 

 

Pero en el fondo sabía que eso no era así, que estaba en el lugar correcto y que alguien o algo se había llevado a Sakura. Porque no creía que el niño había decidido abandonarlo, no ante el estado tan débil en el que se encontraba, y porque ya habían pasado por muchas cosas juntos como para que el menor decidiera que lo mejor era seguir solo. 

 

Dejando caer el medicamento al suelo, Umemiya se da la media vuelta y empieza a buscar por los alrededores. Las personas lentamente han abandonado las calles, siendo conscientes del peligro inminente que se acerca. 

 

Pero eso no le importa al niño, no cuando su pequeño hermanito está ahí afuera, solo y sin nadie que realmente lo proteja. 

 

Hajime empieza a llamar a gritos a Sakura cuando su búsqueda inicial no parece dar resultados, no le importa hacer un escándalo en el proceso, lo único que él quiere es que su hermano vuelva a su lado. 

 

.

 

Al doblar en una esquina se encontró con varios adolescentes peleando, su sangre se congeló un instante al verlos luchar sin compasión entre sí, e intentó irse lo más pronto posible de ahí, pues sabía que no tendría mucha oportunidad peleando con alguien que era el doble de su tamaño. Sin embargo, no pudo avanzar demasiado debido a que nuevamente terminó chocando con alguien, aunque está vez no cayó el suelo, el impacto fue más que suficiente para desconcertarlo por un breve momento. 

 

— ¿Por qué no te fijas por dónde vas, mocoso? — escucho decir a alguien, quien no sonaba para nada amable. 

 

— Lo siento. — murmuró el niño, quien bajó la mirada al instante, mientras ruega en silencio que el tipo ese decida dejarlo ir sin ponerle una mano encima. 

 

El tipo lo observa por unos instantes, como si se estuviera debatiendo qué hacer con él, quizás pasan algunos cuantos minutos antes de que el sujeto bufé, posiblemente desinteresado con meterse con un niño. 

 

Pero cuando está por irse con el resto de sus compañeros que lo acompañan, Hajime los escucha hablar mal de él. 

 

— ¿Vieron su cabello? Es tan extraño. — los escucha decir, pero prefiere mantenerse en silencio por su propio bien. 

 

— Aunque no tanto como ese otro niño, su aspecto me da escalofríos. — dijo alguien más, solo para después empezar a reír junto al resto. 

 

Umemiya se detuvo en seco al oírlos, a pesar de la rabia que empezaba a sentir por la manera en que se dirigen a Sakura, porque sabe de quién están hablando es de él, el miedo y la esperanza de que esos tipos sepan algo de su hermano lo golpea con fuerza. Y en contra de su buen juicio se detiene y va hacia donde ellos, con la esperanza de que puedan decirle algo que le sea de utilidad. 

 

— ¡Oigan! — gritó, alzando la voz por encima de las risas de los adolescentes. — ¿Han visto por ahí a un niño más pequeño que yo?  Se llama Haruka, la mitad de su cabello es negro, y la otra mitad es blanco, y sus ojos… también son de diferentes colores. 

 

El grupo se detuvo en el instante en que lo escucharon hablar, uno de ellos lo miró de arriba abajo con una ceja levantada, luego echó un vistazo al resto antes de sonreírle a Hajime con una clara expresión de burla. 

 

— ¿Pero de qué demonios hablas, niño? — dijo el primero con desgano en su voz.

 

— No tenemos idea de lo que dices. —  continuó otro. — ¿Por qué no te largas con tu mami y dejas de molestar?

 

— ¡Yo lo estoy buscando! ¡Es mi hermano menor y está enfermo! ¡Así que necesito saber donde esta!  — Umemiya insistió, la voz no dejaba de temblarle, pero no de miedo sino de desesperación.

 

— Puff, mas parece que perdiste a tu mascota que a tu hermano. — aquel cruel comentario fue seguido de una estruendosa carcajada, que no hizo más que erizarle la piel a Hajime. — ¿Y qué quieres que hagamos? ¿Que pongamos carteles por toda la ciudad?

 

Las carcajadas se multiplicaron de forma considerable, al igual que las burlas, porque incluso uno de ellos imito el andar torpe de alguien cojeando, arrastrando un pie con demasiada exageración.

 

— ¡Basta! ¡Lo que les estoy diciendo no es una broma! — gritó Umemiya, dando un paso más cerca, sin importar que estuvieran en clara desventaja.

 

— Este mocoso sí que está loco… — volvió a decir quien parecía ser el líder, ya sin rastro de paciencia en la voz.

 

— ¡Solo díganme si lo vieron! ¡Él no puede estar solo ahora! ¡Y si no lo encuentro puede…!

 

Hajime no alcanzó a terminar la frase.

 

Uno de ellos, harto de su insistencia, lo golpeó directamente en la cara con el dorso de la mano.

 

El impacto fue tan fuerte que lo lanzó al suelo, haciéndolo rodar sobre el pavimento mojado.

 

Un zumbido sordo llenó sus oídos y el mundo se volvió borroso por un momento. 

 

Pero no se detuvo, no cuando Sakura podría estar en peligro. 

 

— ¡Malditos…! — gruñó el niño ya con la rabia nublando por completo su juicio. — ¡Solo díganme si lo vieron!

 

Hajime se abalanzó contra el más cercano, con los puños en alto, con una rabia impulsada más por la angustia que por sentido común. 

 

Pero era inútil.

 

Apenas alcanzó a rozar la camiseta del chico cuando el otro lo empujó con fuerza. Otro más lo tomó por detrás y lo lanzó contra una pared con brusquedad, el siguiente golpe que le dieron fue directo a su estómago, luego otro en la espalda, y uno más en la mandíbula.

 

Umemiya trató de cubrirse, de arrastrarse fuera del círculo que se había formado a su alrededor, pero no podía. Cada músculo de su cuerpo gritaba a causa del dolor, y el rostro le ardía como si se hubiese encendido en llamas.

 

— ¡Eso te pasa por meterte con nosotros! — gritó uno de los chicos, lanzándole una patada más que lo dejó sin aliento.

 

Estaba a punto de desmayarse, la vista completamente empañada por lágrimas, tierra y sangre. La última imagen que alcanzó a distinguir fue la de una sombra que se acercaba rápidamente hacia donde se encontraban.

Los gritos de sus agresores cambiaron de tono, porque ya no eran de burla ni de amenaza, sino de sorpresa y de dolor.

Alguien gritó algo, una voz fuerte y desconocida, pero él apenas pudo entenderlo. Las palabras le llegaban de manera distorsionada, lejanas, como si estuviera bajo el agua. 

 

El sueño le ganaba la batalla, y lo único que deseaba era cerrar los ojos.

 

Porque tal vez, solo tal vez… Al hacerlo, volvería a estar con Sakura otra vez.

 

 

.

.

.

.

 

 

 

Notes:

Perdón si los dejo con la intriga, pero sentí que me estaba extendiendo demasiado, aunque viéndolo por el lado bueno, ya tengo la base con el cual iniciar el siguiente capítulo, el cual espero traer lo mas pronto posible.

Chapter 6: 🌸🍅 Solsticio

Notes:

Hola!
Es realmente un gusto poder traerles una nueva actualización.
Últimamente he estado pasando por muchas cosas en mi trabajo, asi que he perdido un poco la motivación, asi que perdón si este capitulo no están bueno como el anterior.

Con el siguiente pienso esforzarme mas para que sea excelente, se los prometo.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

.

.

.

 

Sakura jamás se había sentido tan mal ni tan asustado como en ese momento.

 

Todo a su alrededor giraba sin cesar; el simple hecho de respirar o de moverse apenas unos centímetros le provocaba un dolor tan profundo que no hacía más que aumentar su agonía.

 

También sentía unas inmensas ganas de llorar, pero apenas tenía fuerzas para intentar hacerlo; la mayoría de sus sollozos quedaban atrapados en su garganta, quemándolo con la misma intensidad de la fiebre que lo consumía por dentro.

 

Todo a su alrededor se distorsionaba con cada parpadeo; las sombras se alargaban en las paredes de forma retorcida,  como serpientes a punto de atacarlo, y cada vez que cerraba los ojos sentía que se deslizaban más cerca de él. 

 

El aire se volvía pesado, respirar con normalidad empezaba a resultarle imposible, y su pequeño cuerpo temblaba sin control.

 

— H-hajime… — susurró apenas, con la esperanza de que al pronunciar el nombre de su hermano este apareciera de la nada, trayéndole el calor y la seguridad que solo él podía darle en un momento como este. 

 

Pero lo único que recibió a cambio fue el golpe seco de la soledad y el frío de la noche, lo que provocó que su pecho se oprimiera, haciéndolo sentirse mucho más indefenso de lo que era. La vista se le nublaba por instantes, y entre parpadeos pesados creyó distinguir una figura que se acercaba a él.

 

No sabía si eso era real o si se trataba de un simple delirio provocado por su mal estado de salud. Quería convencerse de que no eran más que una alucinación, pero el temor de que pudiera tratarse de alguno de esos tipos de los que Hajime le había advertido lo hizo estremecerse.

 

Un escalofrío le recorrió la espalda cuando realmente  se dió cuenta de que alguien se acercaba lentamente hacia él, y al no poder moverse, lo único que pudo hacer fue cerrar los ojos con fuerza, mientras rogaba en silencio que todo estaría bien. 

 

— ¿Hola? — pronunció aquella persona, y aunque su voz sonaba tranquila, Sakura no quiso confiar tan rápido en él. — ¿Estás bien? — volvió a preguntar, colocando una mano sobre uno de los hombros del niño y moviéndolo suavemente para obtener alguna reacción de su parte.

 

Aunque Sakura intentó mantenerse quieto y en silencio, el repentino movimiento lo hizo emitir un leve quejido, que fue más que suficiente para que el desconocido se diera cuenta de que estaba despierto.

 

— Lo siento, perdón por despertarte, pero no puedes estar aquí solo. — dijo con calma, aunque había un ligero toque de preocupación en su voz. — Debes estar en un lugar mejor; además, de que no te ves muy bien. — al decir esto, el desconocido tocó la frente del bicolor, y Sakura no pudo hacer más que quejarse otra vez. — Tienes una fiebre muy alta, eso no es bueno. 

 

Con esas palabras, comenzó a reunir las pertenencias que estaban esparcidas alrededor de Sakura. Tomó las mochilas que los niños habían cargado durante su huida del orfanato y, con cuidado, se las acomodó en la espalda para que nada se quedará atrás. 

 

Después, inclinándose un poco, recogió al menor entre sus brazos con extremo cuidado. Sakura intentó negarse, aferrándose débilmente a la idea de quedarse para que Hajime lo encontrará. 

 

Sin embargo, la fuerza lo había abandonado hacía tiempo, y su cuerpo febril apenas respondía a su voluntad.

 

— H-hajime… H-hajime… H-hajime… — murmuraba entrecortado, repitiendo aquel nombre sin control, mientras las lágrimas le resbalaban por las mejillas. 

 

— Shhh, está bien… Te prometo que voy a encontrarlo para que estén juntos. — la voz del desconocido se suavizó mientras lo sostenía con firmeza, como si temiera que se le fuera a desmoronar entre los brazos en ese preciso instante. — ¿Él es tu hermano o tu amigo?  ¿Cómo es que te llamas? — preguntó de nuevo, intentando obtener alguna respuesta.

 

Pero Sakura no pudo contestar. 

Sus pensamientos, caóticos y nublados por la fiebre, no le permitían reaccionar con coherencia. 

 

Todo lo que podía hacer era aferrarse al dolor, al miedo y a aquel nombre que no dejaba de repetir con la esperanza de que su hermano volviera con él para hacerlo sentir seguro y cálido. 



.

.

.

.

.




La humedad en su frente lo incomodaba, y Hajime dejó escapar un quejido doloroso mientras se movía de un lado a otro, consiguiendo que lo que tenía en la frente se le cayera. En ese instante sintió una extraña suavidad bajo su cuerpo, como si estuviera recostado sobre un colchón mullido; sin embargo, la última vez que había dormido en algo así había sido hacía meses.

 

— ¿Hola?, ¿me escuchas? — oyó decir a alguien, lo que lo obligó a abrir los ojos lentamente. — Hola… — lo saludó Shitara, quien parecía bastante aliviado de verlo despierto. — Qué bueno que despertaste, nos tenías muy preocupados a todos. 

 

Le tomó apenas un par de minutos al peliblanco comprender que estaba en peligro.

 

De inmediato intentó incorporarse para huir de aquel molesto sujeto, pero el dolor que recorría todo su cuerpo se lo impidió, obligándolo a permanecer acostado en la cama.

 

— Oye, no te muevas así, te vas a lastimar. — le advirtió el hombre mayor. Pero Hajime no quiso escucharlo; debido a que había algo mucho más importante por lo que debería de preocuparse. — Tuviste una mala noche, los que te golpearon no se midieron solo porque fueras más pequeño que ellos. — comentó con evidente enojo por lo que le habían hecho. 

 

El menor, sin embargo, solo lo miró con desprecio, aunque sus ojos también dejaban entrever unas irresistibles ganas de llorar.

 

— No importa. — respondió Umemiya con la voz temblorosa. — No me importa lo que me pase, porque tengo que encontrar a mi hermano.

 

Las palabras apenas salieron de sus labios cuando aquel nudo que sentía en la garganta se hizo insoportable. Por más que intentaba contenerse y no demostrarse débil ante un extraño, las lágrimas terminaron desbordándose de sus ojos, rodando por sus mejillas sin control.

 

— Lo perdí… — sollozó entrecortadamente, ya sin fuerzas para seguir luchando tras demasiado tiempo. — Perdí a mi hermano para siempre… 

 

El pequeño se cubrió el rostro con las manos, quebrándose por completo. El miedo, el dolor y la incertidumbre se mezclaban entre sí hasta asfixiarlo.

 

Shitara, que lo observaba en silencio, dio un par de pasos hacia un lado y señaló con la mano hacia la otra esquina de la habitación, sin poder soportar más el sufrimiento por el cual el menor estaba pasando. 

 

— Tranquilo, todo está bien. — su voz sonó firme, aunque también había un toque de compasión y comprensión en ella. — No lo has perdido, mira hacia allá. 

 

Confuso por aquellas palabras, Hajime levantó lentamente la vista en la dirección que el hombre le indicaba. A lo lejos, sobre otra cama, alcanzó a distinguir una figura recostada, su corazón dio un vuelco en cuanto reconoció de quién se trataba. 

 

— H-haruka… — murmuró con incredulidad.

 

El instinto y el deseo de ver a su hermano fue más fuerte que el dolor que intentaba mantenerlo acostado. Con un esfuerzo desesperado, Hajime se incorporó tambaleante y comenzó a caminar hacia la cama. 

 

Cada paso que daba le arrancaba un quejido de dolor, pero no se detuvo hasta quedar a pocos centímetros de su hermano.

 

— Haruka… Haruka, despierta… — lo llamó suavemente, temiendo no obtener respuesta.

 

El silencio que obtuvo lo golpeó con fuerza, así que lo intentó una segunda vez, un poco más alto, con la voz cargada de angustia.

 

— ¡Haruka! — gritó, tocando desesperadamente el rostro de su hermano, quien ahora lucía un poco mejor que ayer, pero no obtener alguna respuesta de su parte lo hacía sentir sumamente desesperado.  — Haruka… Despierta por favor, no me dejes también… No me dejes solo, por favor… — suplico, ya con las lágrimas nublandole la vista. 

 

Pero fue en ese instante, que los párpados del bicolor se movieron con lentitud, y tras un esfuerzo visible, abrió los ojos apenas lo suficiente para reconocerlo. Una débil pero angelical sonrisa apareció en su rostro al verlo allí, de pie frente a él, antes de que las lágrimas también aparecieran en sus ojos desiguales. 

 

— H-ajime… H-herman-no… — susurró suavemente, lo que fue más que suficiente para que el mayor se lanzara sobre él, rodeándolo con los brazos con toda la fuerza que su pequeño cuerpo le permitía.

 

— ¡Lo siento! ¡Nunca debí dejarte solo! Y-yo… ¡Pensé que te había perdido! — lloró contra su pecho, aferrándose como si nunca más quisiera soltarlo.

 

Sakura, aunque débil, también empezó a llorar, pronunciando palabras inentendibles, aunque seguramente, eran de puro alivio por estar de nuevo junto con su hermano. Shitara no interrumpió el momento de ambos niños, simplemente se quedó en silencio, permitiéndoles desahogarse todo lo que fuera necesario, para que sus pequeños corazones sanaran desde adentro. 

 

.

.

.

Hajime se negó a volver a la cama donde estaba cuando Sakura y él habían dejado de llorar. Por suerte, Shitara no insistió demasiado en que cada quien tuviera su propio espacio para recuperarse, así que ambos niños pudieron permanecer juntos sin que nadie se los impidiera. 

 

El mayor tenía muchas preguntas que hacerle al pequeño bicolor, sobre cómo había llegado a este lugar y si fueron buenos con él, pero decidió que lo mejor era guardarlas para después, ya que, apenas unos minutos después de que Shitara saliera de la habitación para darles privacidad, se quedó profundamente dormido mientras abrazaba con fuerza al peliblanco.

 

El mayor, enternecido por la escena, decidió imitar la acción de su hermano, a quien se aferró con demasiada fuerza, como si temiera que, en medio de su descanso, alguien intentara separarlos otra vez. Durmieron aproximadamente cuatro horas seguidas, y habrían podido seguir descansando más tiempo de no ser porque sus estómagos los despertaron, exigiendo un poco de alimento.

 

Pero sin sus mochilas a la mano no tenían nada con qué saciar sus estómagos. El hambre se reflejaba en el aún sonrojado rostro de Sakura a causa de la fiebre, aunque el niño no pidió que lo alimentaran, consciente de que no tenían nada para comer. 

 

Hajime, en ese mismo instante, se debatía entre tragarse el orgullo y pedirle a Shitara un poco de comida, aunque fuera solo para Sakura. Y justo cuando estaba decidió a ir a buscarlo, la puerta de la habitación fue tocada suavemente, como si la persona del otro lado quisiera el permiso de ambos antes de poder entrar. 

 

— ¿Están despiertos? ¿Puedo pasar?  — escucharon decir a Shitara, a lo que ambos niños dudaron por un momento si debían de responder o no. 

 

— Si. — respondió Hajime al final, con la voz algo insegura sobre lo que podría pasar a continuación.

 

La puerta se abrió despacio y Shitara entró cargando una bandeja que tenía un par de patas como para colocarla en cualquier superficie. El dulce aroma de la avena caliente llenó la habitación al instante, haciendo que los estómagos de ambos niños se quejaran al mismo tiempo. 

 

El hombre se acercó hasta la cama y colocó con cuidado la bandeja frente a ellos. Sobre ella había dos platos humeantes y un poco de pan suave a un lado, para cualquiera habría sido un desayuno común, pero para ellos aquello parecía un festín después de no haber comido nada decente en mucho tiempo. 

 

— Les traje algo ligero, para que no les caiga pesado en el estómago. — dijo Shitara con tono suave, acomodando las cucharas junto a cada plato.

 

Hajime lo observaba con cierta duda, sin saber si esto se trataba de algún truco o no, pero el hambre era tanta que tragó una gran cantidad de saliva al percibir el olor. Sakura, en cambio, fue el primero en reaccionar, llevando una mano temblorosa hacia la cuchara, sus movimientos seguían siendo bastante torpes, pero ahora parecían serlo más a causa de la fiebre que aún lo hacía sentir mal.  

 

El bicolor intentó tomar un poco de la avena, pero la inclinó demasiado pronto la cuchara, provocando que la avena se derramara sobre la sábana que los cubría a ambos.

 

— Espera un momento. — dijo Hajime, estirando la mano de inmediato para ayudarlo, temiendo en el fondo que Shitara le gritara a Sakura por ser descuidado. 

 

Pero antes de que pudiera hacer algo, Shitara lo detuvo con suavidad.

 

— Tranquilo, déjame a mí. — propuso con una sonrisa paciente, tomando la cuchara delicadamente de la mano del niño más pequeño. 

 

Aquello los tomó desprevenidos a ambos. 

 

Sakura lo miró con sus ojos desiguales muy abiertos, como si no comprendiera por qué un adulto quería ayudarlo. Después de todo, nadie había tenido esa clase de gestos hacia él; recibiendo mayormente gritos e insultos por sus acciones. 

 

Pero ahora, aquel hombre extraño había decidido darle de comer el mismo, soplando incluso la avena que iba a darle. 

 

— Vamos, es necesario que comas para que puedas reponer tus fuerzas. — le indicó con voz suave.

 

Sakura obedeció al instante, con la misma docilidad que un niño mucho más pequeño, abriendo la boca y aceptando la cucharada. Su carita se iluminó de inmediato, como si el calor de aquella comida fuera un regalo inesperado pero muy agradable  a la vez. 

 

Hajime los miraba en silencio, apretando los puños con cierta fuerza. No sabía si sentirse aliviado o sorprendido, o si debía seguir desconfiando de ese sujeto, porque no le parecía normal que alguien fuera tan bueno con su hermano. 

 

— Muy bien, lo estás haciendo excelente. — las palabras de ánimo de Shitara no se escuchaban forzadas, sino que verdaderamente genuinas. — Si aún tienes hambre después de haberte acabado lo del plato, puedo servirte más. — le dijo, recibiendo una suave respuesta por parte de Sakura, quien en verdad parecía estar disfrutando de la comida. 

 

Hajime observó de reojo su plato, aún sin atreverse a comer. 

Su atención estaba más concentrada en Sakura y el sujeto ese, como si temiera que en el menor descuido de su parte, el mayor fuera a tratar de hacerle daño al bicolor, pero en todo el tiempo que se les quedo viendo, Shitara seguía actuando tan dulce y tranquilo como antes. 

 

— ¿Qué pasa? ¿Acaso no te gusta la avena? — le pregunto a Hajime, sacando a éste de sus pensamientos. — ¿Quieres algo diferente  para comer? — dice, y como antes, no hay nada en su voz que le confirme a Hajime si está mintiendo. 

 

— No, la avena está bien. — responde el peliblanco, tomando la cuchara que aun seguía quieta en su plato. La avena ya no estaba tan caliente como antes, así que solo tuvo que soplar un poco antes de llevarse la primera cucharada a la boca. 

 

En el momento en que lo hizo, sus ojos se iluminaron al instante y su estómago dio un brinco a lo delicioso que le resultaba probar comida de verdad. 

 

— Si quieren comer algo más pueden pedírmelo. — Shitara comentó, al ver como ambos niños disfrutaban de la comida, lo cual lo hizo sentir feliz y triste al mismo tiempo. 

 

Feliz porque así los dos podrían recuperarse más rápido al tener el estómago lleno, y triste porque no quería imaginarse cuando había sido la última vez que los menores comieron hasta quedar realmente satisfechos. 

 

Por la expresión de sus rostros era evidente que habían pasado por situaciones que niños como ellos no deberían atravesar. Sin embargo, con sus años de experiencia viendo este tipo de casos, no le parecía nada improbable que ambos hubieran atravesado el mismo infierno en más de una ocasión.

 

Bastaba con prestar un poco de atención al comportamiento sobreprotector del mayor para comprender todo lo que habían vivido, y que si actuaba imprudentemente podría hacerlos desconfiar de él para siempre. 

 

Así que, por el momento solo se limitó a seguir alimentando a Sakura, quien lo miraba de una forma tan dulce y cariñosa, que casi no podía comprender cómo es que el mundo había decidido ser cruel con alguien como él. 

 

Notes:

Aun sigo sin saber que tan extenso sera esto, pero probablemente, lo termine en dos o tres capítulos mas.
En la siguiente actualización creo que les daré mi decisión, así que muchas gracias a todos los que me leen y apoyan.

Eso siempre significa mucho para mi.

Chapter 7: 🌸🍅 Arcoíris al final del puente

Notes:

Hola!
Es un gusto poder estar nuevamente con ustedes, aunque no ha pasado mucho tiempo desde la ultima actualización de esta historia es algo que me hace muy feliz.

Así que espero que puedan disfrutar mucho de este capitulo. <3

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

 

.

.

.

 

— Cuando hayan terminado pueden llamarme, aunque también pueden hacerlo por si necesitan algo más. — con aquellas palabras, Shitara cierra suavemente la puerta detrás de sí, dejando que Umemiya y Sakura tengan algo de privacidad mientras toman su primer baño decente en meses. 

 

El agua de la tina se encuentra a la temperatura perfecta.

 

No está demasiado fría ni demasiado caliente, lo que resulta ser bastante agradable para ambos niños. 

 

Sakura fue el primero en relajarse, la tensión en sus músculos comenzó a desvanecerse poco a poco, hasta hacerlo olvidar lentamente lo mal que había estado sintiéndose en las últimas horas. 

 

Umemiya, en cambio, no puede dejar de pensar que toda está bondad y amabilidad por parte de Shitara no es más que una trampa, porque cuando menos se lo esperen, ese hombre va a traicionar la poca confianza que empiezan a tenerle. 

 

Aún así, tampoco puede ignorar la manera en la que el que trata a su pequeño hermano. Tras conocer a muchas personas que ven al bicolor como una peste andate, que un adulto por fin demuestre algo más que desprecio hacia Sakura ya es algo que le hace reflexionar si Shitara puede ser diferente a las demás personas que han tenido la desgracia de conocer. 

 

A pesar de no conocerlos bien y de haberlo estado evitando durante mucho tiempo, lo que habría hecho que alguien más perdiera el interés en ayudarlos. Shitara les había demostrado a ambos más comprensión y afecto de la que nunca antes pudieron haber recibido desde que decidieron escapar del orfanato. 

 

— H-hajime… — Sakura pronuncia, tocando suavemente la frente de su hermano con uno de sus dedos para llamar su atención. — ¿T-te encuentr-ras b-bien? — logra decir, luciendo bastante preocupado por el comportamiento silencioso de su hermano mayor. 

 

— Sí, no te preocupes, solo estaba pensando en algo. — responde Umemiya al instante, intentando no inquietar de más al menor. — Haruka, ¿qué opinas de él? ¿Crees que podamos confiar en él? — le pregunta, esperando una respuesta sincera del pequeño, quien se toma un momento antes de contestar.

 

— Es-s b-bueno. — Sakura responde, tras haber pensado detenidamente las palabras que estaba por decir. — C-como tú. —  agrega, señalando al peliblanco, quien no puede evitar sonreír. 

 

Que Sakura lo siga considerando una buena persona; a pesar de lo que tuvieron que pasar por su culpa, es algo de lo que siempre va a hacerle estremecer el corazón. 

 

Umemiya deja escapar un leve suspiro, mientras se hunde un poco en el agua que huele bastante bien por el jabón. La enorme carga que había estado llevando sobre sus hombros  por fin empieza a ceder lentamente, por un momento, piensa que si Shitara no los traiciona, ya no tendrá que preocuparse por si van a comer o no al día siguiente.

 

Ya no tendrá que mantenerse alerta por si alguien intenta hacerles algún tipo de daño por el simple hecho de existir o si serán capaces de encontrar algún lugar seguro donde pasar la noche. 

 

— B-burbujas. — pronuncia Sakura, sacando a Umemiya de sus pensamientos, mientras lo observa jugar alegremente con las burbujas que se forman al frotar sus dedos. 

 

El mayor no puede evitar sonreír nuevamente, todo porque la inocencia y felicidad de su hermano, le hacen creer que por fin han encontrado un lugar seguro. 

 

Un lugar al cual podrían llegar a considerar como un hogar

 

.



Tras algunos minutos más en el agua, Umemiya cree que es momento de que ambos salgan de la tina. Sakura había empezado a cabecear, como si fuera a quedarse dormido en cualquier momento, lo cual le preocupaba enormemente, porque lo último que desea es que su hermano tenga un grave accidente. 

 

Pero cuando está a punto de salir por su propia cuenta, el sonido de la puerta siendo tocada un par de veces lo detiene al instante. 

 

— ¿Terminaron ya? — escucha decir a Shitara, quien aún no ha entrado a la habitación, como si esperara que los niños le dieran algún tipo de autorización. —  Les traje algo de ropa para que puedan cambiarse. — dice, aún desde el otro lado de la puerta. 

 

— Está bien… Ya terminamos. — Umemiya responde aparentando seguridad, como si la presencia de Shitara aún no le provocará nervios y desconfianza a la vez. 

 

Shitara entra al baño tranquilamente, con varias prendas dobladas entre sus manos y un par más de toallas. Lo primero que  el mayor hace es dejar la ropa sobre un lugar donde pueda mantenerse seca y al alcance de los niños, quienes siguen cada uno de sus movimientos con mucha atención.

 

Aunque Sakura parece estar luchando más con el hecho de no quedarse dormido ahí mismo. 

 

— Esperen un momento, los voy a ayudar a salir. — el mayor anuncia su próximo movimiento, debido a que no quiere tomar por sorpresa a los niños, quienes aceptan en silencio su ayuda. 

 

El primero en ser envuelto por una toalla es Umemiya, quien tiene que mantener una expresión indiferente ante lo atento que está siendo Shitara con él. Aunque, su expresión se torna peligrosa, y hasta cierto punto amenazante, cuando ve cómo el hombre mayor empieza a ayudar a Sakura. 

 

— Parece que aún estás demasiado cansado. — Shitara señala, observando como Sakura lucha por mantenerse despierto. — ¿Quieres que te ayude un poco? — le consulta, lo que toma por sorpresa al menor, quien en medio de su ensoñación busca algún tipo de respuesta en Umemiya. 

 

El mayor de ambos niños evalúa la propuesta con una enorme seriedad, como si Shitara en lugar de ofrecerse a ayudar con algo básico, les estuviera pidiendo a ambos que no volvieran a verse nunca más. 

 

Sin embargo, el peliblanco decide darle el beneficio de la duda, y mueve ligeramente la cabeza, aceptando que el hombre ayude al bicolor. 

 

— Está bien. — murmura el de cabello claro, mientras toma otra toalla para empezar  con su tarea. 

 

Los movimientos de Shitara sobre la cabeza y el cuerpo del más pequeño son suaves y medidos, como si él entendiera lo cuidadoso que debería de ser con el bicolor. Sakura parece relajarse aún más con el suave tacto, sus ojos luchan por cerrarse y en más de una vez parece que está a punto de quedarse dormido ahí mismo dónde está parado. 

 

Cuando el proceso de secado termina, Shitara toma una muda de la ropa que había traído para empezar a vestir a Sakura, quien permite que lo cambie mientras empieza a bostezar. 

 

— Puede que te quede un poco grande, porque eres el más pequeño del orfanato, pero después vamos a conseguir ropa que sea de tu talla. — el comentario casual de Shitara hace que la desconfianza de Umemiya aumente, a pesar de no haber dicho nada realmente malo o grave.  — Ya quedó, ¿ahora te sientes más limpio, verdad? — le pregunta al más pequeño, quien asiente apenas, balanceándose de un lado a otro como si fuera una pequeña hoja de un árbol. — ¿Tú también necesitas ayuda? — ahora se dirige a Umemiya, quien por mantenerse concentrado en lo que hacía, se había olvidado por completo de ocuparse de sí mismo. 

 

— No… yo puedo vestirme solo. — declara, dejando bastante en claro que no necesita de la ayuda de nadie más. 

 

Así que empieza a secarse para luego vestirse a una velocidad impresionante, terminando mucho más rápido del tiempo que le había tomado a Shitara ayudar a Sakura. 

 

— Ya estoy listo. — anuncia, antes de observar al hombre mayor, solo para que su corazón sufriera de un fuerte estremecimiento, todo por ver a Sakura dormido entre los brazos de Shitara, quien no parece incómodo o molesto por tener que cargar al más pequeño. 

 

— Creo que ha sido demasiado para él por el día de hoy. — el mayor dice suavemente, como si tuviera miedo de despertar al bicolor. — Voy a llevarlo a la habitación, tú también debes seguir descansando, o puedes conocer a los demás si así lo deseas, cualquier de las opciones que elijas está bien. 

 

Umemiya le mantiene la mirada fija a Shitara, quien parece esperar a que él tome una decisión para después actuar. Al final, decide seguir descansando junto a su hermano, a quien debe de seguir cuidando hasta que pueda estar seguro de que no les va a pasar nada a ninguno de los dos. 

 

.

 

El trayecto hacia la habitación es rápido y silencioso, Shitara camina con cuidado mientras carga a Sakura, quien sigue tan profundamente dormido como antes. Umemiya se mantiene cerca, observando tanto el camino que toman como a Shitara, como si aún tuviera miedo de que esté pueda hacerle daño a Sakura. 

 

No obstante, al ver como Shitara recuesta suavemente a Sakura en la cama, que ahora está limpia y con sábanas nuevas, le hace empezar a creer que puede empezar a bajar la guardia. 

 

— Me imagino que vas a dormir junto con tu hermano. — Shitara dice, apartándose para que Umemiya pueda acomodarse en la cama, lo cual sucede casi al instante, aunque el peliblanco tenga que moverse lentamente para no despertar al bicolor. — Bien, si necesitan algo puedes irme a buscar. Normalmente, estoy con los demás niños, así que podrás encontrarme fácilmente. — dice, mientras se acerca hacia la puerta para irse, esperando un par de segundos por si Umemiya tiene algo que decirle. 

 

— Yo… — intenta decir el menor, sintiendo que al menos debe de decir algo, aunque no sabe qué exactamente. — Gracias por todo. — termina diciendo, sonando lo más sincero que le es posible. 

 

— No te preocupes, es lo mínimo que puedo hacer por ustedes. — con aquellas palabras, Shitara se despide, dejando solo nuevamente a ambos niños. 

 

Umemiya, desconcertado por todo lo que ha pasado, le cuesta un poco de trabajo conciliar el sueño. Pero al final, termina riéndose ante lo mullida y suave que es la cama, al igual de lo tranquilo que se siente teniendo a Sakura a su lado. 



.

.

.

 

— Ellos son Hajime y Haruka. Espero que puedan llevarse bien con ellos. 

 

Tuvieron que pasar un par de días más antes de que Shitara pudiera presentarlos formalmente al resto de los habitantes del orfanato. Para sorpresa de Umemiya, el lugar que recientemente descubrió que se llamaba “Jardín Furin”, era el hogar de siete niños más.

 

La cantidad de niños bajo el cuidado de Shitara y de otra encargada era mucho menor que en el antiguo orfanato, aunque eso no parecía molestarle demasiado. Después de todo, aquello haría su tarea de proteger a Sakura mucho más fácil, pero si debía ser sincero, ninguno de los niños parecía lo suficientemente peligroso como para representar una amenaza para su pequeño hermano, quien se aferra con fuerza a su ropa, como si él tampoco pudiera confiar tan fácilmente en el resto de los niños. 

 

— Es un gusto poder conocerlos. El sensei no nos dejaba verlos porque decía que estaban enfermos y necesitaban descansar. — un niño de mejillas regordetas y cabello negro fue el primero en romper el hielo.

 

— ¿Son hermanos, verdad? — preguntó una niña que no les quitaba la mirada de encima.

 

— Por supuesto que sí lo son. — respondió otro niño antes de que Umemiya o Sakura pudieran hacerlo. — Ambos tienen el cabello blanco, por supuesto que son hermanos. — aquel comentario hizo que la tensión que el peliblanco sentía se aligerara un poco en su estómago.

 

Aún mantenía en secreto que Sakura y él no son hermanos de verdad, esto por miedo de ser separado del más pequeño. Así que, si los demás creen que lo son solo por verlos, no tiene porqué preocuparse en afirmar lo que todos ya dan por hecho.

 

— ¿Quieren jugar con nosotros? Hay que ir a fuera a jugar. — propone otro niño, quien tiene el cabello claro y es un poco más bajo que Umemiya. 

 

— ¡Si! ¡Si! ¡Hay que salir! — rápidamente, el resto de los niños parecen estar de acuerdo, motivando enérgicamente a los hermanos a seguirlos. 

 

— Un momento. — Shitara habla suavemente, pero parece ser más que suficiente para que los niños guarden silencio y le presten atención.  — ¿Qué tal si mejor nos quedamos adentro? — propone, lo cual no parece ser muy bien recibido por los menores. 

 

— ¿Por qué? Ayer tampoco salimos. — empiezan a quejarse, poniendo en una situación un tanto complicada al mayor, algo que no pasa por desapercibido para Umemiya, quien tiene una ligera idea del porque Shitara no quiere que salgan. 

 

— Es que hace mucho calor afuera, además, Hajime y Sakura acaban de recuperarse, no queremos que se enfermen de nuevo. — tras decir aquello, los niños que hace minutos parecían poco conformes con quedarse adentro parecen reflexionar mejor las cosas. 

 

— Está bien — terminan aceptando, redirigiendo su energía en guiar a los hermanos hacia donde piensan pasar el rato jugando. 

 

De manera forzada y tensa; Hajime los sigue junto con Sakura, el mayor intenta mantenerse concentrado en cada movimiento o gesto que el resto de los niños hacían. 

 

En el viejo orfanato, era más que suficiente un pequeño descuido para que alguien lastimara a su hermano, algo que él no iba a permitir que sucediera otra vez. Pero estos niños son tan diferentes a todos sus viejos compañeros, que le parece realmente sorprendente que nadie haya intentado lastimar o hacer sentir mal a Sakura por como es. 

 

.

 

El grupo de infantes, que son un par de años más pequeños que Hajime, pero del mismo modo, son más mayores que Sakura, guían a los recién llegados a una sala espaciosa donde hay varias cosas con las que pueden divertirse. El suelo está cubierto por una bonita alfombra de colores, en una esquina hay una librera con muchos libros infantiles y lo que parecen ser libros para colorear, mientras que aún lado se encuentran algunas cuantas canastas repletas de juguetes, y hay otra más con algunos cuantos peluches. 

 

Todo en la habitación se siente demasiado cálido, como si fuera la sala de juegos de cualquier familia normal. 

 

— Ven, Haruka, vamos a armar un castillo con los bloques. — le dice una niña al bicolor, tomando a este de la mano para que la acompañe. 

 

Sakura no puede evitar verla con timidez, como si no estuviera realmente seguro de lo que debe o no hacer. Umemiya, en cambio, se nota bastante rígido y preocupado por las intenciones de la niña, quien luce genuinamente interesada en jugar con su hermano. 

 

— E-esta b-bien… — responde Sakura, sin buscar algún tipo de respuesta en Umemiya, de quién se aleja lentamente para seguir a la niña, quien luce bastante emocionado por jugar con él. 

 

La escena deja desconcertado en más de un sentido a Umemiya, quien no puede comprender cómo es que tantas cosas impensables estén sucediendo una tras otra enfrente de sus propios ojos. 

 

— ¿Por qué no te unes a ellos? — escuchar repentinamente la voz de Shitara hace que Umemiya de un brinco hacia adelante, para después observar seriamente al mayor.  — Lo lamento, no quise asustarte. — se disculpa, al notar como el más pequeño luce bastante inquieto por su inesperada presencia. 

 

— No me asusto. — responde Hajime, fingiendo indiferencia sobre lo que acaba de suceder. 

 

Shitara no respondió de inmediato, solo emitió un suave tarareo antes de centrar su mirada en cómo los niños jugaban alegremente entre sí. 

 

— Aquí no debes estar tan tenso o en alerta, porque nadie va a hacerles ningún tipo de daño. — el mayor dice tranquilamente, aunque es consciente de que aquellas palabras no son más que suficientes para que el peliblanco confíe plenamente en ellas.  — Ya no tienes que seguir huyendo todo el tiempo, aquí los dos pueden vivir tranquilamente. — continúa, ahora observando de reojo al menor, quien luce mucho más tenso que antes, como si se estuviera debatiendo en si creer o no en lo que acaba de decirle. 

 

Pero Umemiya, al ver a Sakura jugando tan tranquilamente con los demás niños, cae en cuenta de que Shitara le está diciendo la verdad. 

 

Todos a su alrededor tratan con cuidado y cariño a su hermano, a nadie parece importarle su apariencia o que se comporte de forma diferente a la de un niño de su edad. 

 

Verlo sonreír y divertirse despierta un nuevo deseo en Hajime, un deseo que había esperado cumplir en el momento que se escaparon del orfanato, pero que hasta podría hacerse realidad si decidía confiar en lo que Shitara le decía. 

 

Aunque eso signifique revelar todo lo que había detrás de su fuerte relación con Sakura. 

 

.

.

 

La verdad llega varios días después, en los que Umemiya se pasó día y noche pensando si debía dar aquel paso que podría significar un antes y un después tanto para Sakura como para él. 

 

Porque siempre que creía que estaba listo para tener esa importante conversación, se retractaba a último momento, pensando que aún era demasiado pronto para ser lo suficientemente sincero con Shitara, quien no dejó de realizar distintos actos y gestos para ganarse la confianza de ambos hermanos. 

 

Pero Umemiya era consciente que esperar demasiado era riesgoso, que su vida perfecta junto a Sakura podría desmoronarse en cualquier momento si no se atrevía a dar un paso hacia adelante. Por lo cual, se armó con el valor suficiente como para pedirle a Shitara el poder hablar con él un momento a solas. 

 

Su iniciativa tomó por sorpresa al mayor, quien aceptó sin ni siquiera pensarlo dos veces. Así que ambos aprovecharon que tanto Sakura como el resto de los niños estaban entretenidos viendo caricaturas para tener una conversación. 

 

.

 

— Por favor, toma asiento. — le pidió el mayor, una vez que ambos entraron a lo que era el despacho de Shitara.  — Entonces, ¿de qué quieres hablar? — pregunta, sin querer presionar demasiado al más pequeño, quien luce tan nervioso y tenso como si fuera a explotar en cualquier momento. 

 

— Yo quería decirle… — la frase no sale por completo de los labios de Umemiya, quien siente cómo su corazón está a punto de salirse de su pecho. — Haruka y yo… Que él y yo… 

 

— ¿Qué ambos no son hermanos? — la pregunta de Shitara toma por sorpresa al menor, quien piensa por un momento que el otro tiene la capacidad de leer sus pensamientos. 

 

— Cómo… ¿Cómo lo supo? — Hajime preguntó desconcertado, pues había tenido bastante cuidado de no decir ni su apellido ni el de Sakura para que nadie pudiera sospechar que no estaban relacionados por sangre. 

 

— Creo que siempre lo supuse. — admite el hombre mayor, sin sonar engreído, sino más bien comprensivo por los posibles motivos que habían llevado al peliblanco a ocultar dicha información. — Pero no importa que Haruka y tú no compartan la misma sangre o el mismo apellido. Para mí y los demás, ambos son hermanos, y eso se nota en la forma en que lo cuidas y te preocupas por él, eso es algo que solo un buen hermano mayor haría.

 

La frase hermano mayor hace que Hajime comience a temblar violentamente en su asiento. Las lágrimas, junto con todo lo que había estado conteniendo durante tanto tiempo, amenazan con salir sin control, por más que intenta mantenerse tranquilo para continuar con la conversación.

 

— Está bien, no hay necesidad de que te contengas. — Shitara se apresuró a consolar al peliblanco, quien recibió de su parte un cálido y protector abrazo. — Puedes llorar todo lo que necesitas y después seguir hablando. — le sugiere, acariciando suavemente la espalda del menor, quien no parece que va a calmarse pronto. 

 

Lo cual no resulta un problema para el mayor, quien está dispuesto a darle todo el tiempo que el niño crea necesario. 



.

.

.

 

Tras lo que parecieron ser horas, aunque en realidad fueron unos cuarenta y cinco minutos de quejas y llanto incontrolable,  Umemiya por fin logró recuperar el control de sus emociones y pensamientos para empezar a hablar.

 

El peliblanco comenzó desde el punto en que su vida cambió para siempre, con un nudo aun en el corazón contó cómo se sintió al perder a toda su familia al mismo tiempo, cómo el odio que sentía hacia sí mismo lo hacía creer que era un asesino, alguien que no merecía nada bueno, y que lo mejor que podía hacer era morir.

 

Hablar de sus estancias en los otros orfanatos también le dolió profundamente, porque nunca fue capaz de sentir que le importaba lo suficiente a alguien como para recibir la ayuda que tanto necesitaba. No se guardó nada sobre lo que sentía en aquel entonces, de cómo la oscuridad lo envolvía y cómo deseaba, con todas sus fuerzas, morir para pagar cada uno de sus pecados.

 

Sin embargo, conocer a Sakura cambió por completo su mundo, dándole un nuevo sentido a su vida. Porque Sakura, a pesar de haber sido rechazado desde el momento de su nacimiento y maltratado injustamente por todos a su alrededor, le hizo ver que aún tenía un propósito en este mundo. 

 

Si moría iba a dejar solo a alguien inocente, cuyo único deseo era ser feliz al lado de alguien que pudiera demostrarle, aunque fuera un poco de afecto y amor. Pero con la llegada del tío de Sakura, que lo odiaba por el simple hecho de compartir la misma sangre, y la inminente separación entre ambos, Umemiya confesó que había entrado en pánico. 

 

Le confesó a Shitara cómo fue que le propuso al más pequeño escapar del orfanato juntos, convencido de que estarían mejor en la calle que separados y viviendo miserablemente. Sin embargo, no todo salió como esperaba: admitió que siempre creyó estar haciendo lo correcto, pero no encontrar un lugar adecuado donde vivir lo hacía sentirse cada vez más miserable. 

 

Y cuando Sakura enfermó repentinamente, justo cuando estaban por irse de Makochi, todo el resto de sus planes se vino abajo.

 

Tras terminar de hablar, Umemiya esperó que el mayor lo reprendiera duramente por haberse expuesto a tantos peligros a causa de sus propias decisiones, convencido de que aquello era lo correcto si con eso podía proteger a Sakura.


Pero en lugar de recibir un regaño o una mirada llena de descontento, Shitara volvió a abrazarlo con fuerza. 

 

Aunque aquel abrazo se sintió aún más cálido y reconfortante que el primero.

 

— Han sido demasiado fuertes y valientes durante mucho tiempo. — empezó a decirle con voz suave, mientras el pequeño temblaba entre sus brazos. — Protegiste a tu hermano sin importar nada, y que hayas sido capaz de contarme todo esto, aun con el miedo que sientes es realmente admirable.

Los ojos azules de Umemiya se llenaron de lágrimas de nuevo, pero hizo lo mejor que pudo para no llorar otra vez, aunque eso pareciera imposible. 

 

— Entonces… ¿no nos van a separar? ¿Puedo quedarme con mi hermano? ¿Podemos quedarnos los dos aquí? — preguntó, sonando por primera vez como un niño de su edad, y no como alguien que se había visto obligado a madurar demasiado pronto tanto por su propio bien como por el de alguien más.

— Por supuesto que pueden quedarse aquí. Este puede ser su nuevo hogar de ahora en adelante,  si ustedes están de acuerdo.  — Shitara le dedicó una suave sonrisa, la cual fue correspondida tímidamente por el peliblanco. — Y por lo demás… no tienes porqué preocuparte. Yo me encargaré de que nadie intente separarlos de nuevo.

 

— ¿Lo promete? — preguntó el niño de nuevo, con un hilo de voz que apenas le permitía hablar. 

 

— Sí. — respondió Shitara con firmeza, apretando un poco más contra su pecho, tal como lo haría un buen padre con su hijo asustado. — Te lo prometo.

 

Notes:

Tras pensarlo detenidamente, he llegado a la conclusión de que esta historia termine en el siguiente capitulo.
Siento que ya toque los temas que quería, y que es momento de darle un final feliz a Sakura y Umemiya de una vez por todas.

Prometo que el capitulo final sea largo y entretenido para ustedes, porque es lo que se merecen por haberme acompañado hasta aquí.

Nos vemos pronto.

Chapter 8

Notes:

Hola!
Es un gusto poder estar de nuevo con ustedes, realmente me emociona este capitulo ya que lo considero como la "culminación" de la historia, aunque tengo una pequeña sorpresa para ustedes.

Pero mientras tanto, que disfruten del capitulo, y muchas gracias por siempre leerme y apoyarme.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

.

.

.

 

— Muy bien, Haruka. ¿Puedes señalar dónde se encuentra el triángulo amarillo? 

 

El bicolor ladeo un poco la cabeza, tomándose su tiempo para responder a la pregunta que se le fue hecha, evaluando detenidamente cada una de las figuras que estaban impresas por toda la hoja que la terapeuta sostenía.  Desde el fondo de la habitación, Umemiya parecía ansioso por cada una de las pruebas que le hacían a su pequeño hermano, temiendo que este se sienta mal al no saber cómo responder correctamente. 

 

A pesar de ser consciente de que todo esto sería de mucha ayuda para su hermano. 

 

Sakura siguió examinando un momento más la hoja sin pronunciar palabra alguna, hasta que uno de sus dedos se dirigió lentamente hacia el triángulo amarillo que estaba en una de las esquinas superiores.

 

— E-este… — pronunció el bicolor, mirando de reojo a la terapeuta con cierta ansias, pues quería saber si había dicho la respuesta correcta o no. 

 

— Perfecto, lo hiciste excelente. — ante sus palabras, el rostro del niño se iluminó al instante, luciendo mucho más relajado y confiado que antes. 

 

Hajime también se sintió orgulloso del logro de Sakura, tanto que quiso acercarse para celebrar el buen trabajo que estaba haciendo. Pero Shitara, que estaba sentado a su lado, no iba a permitírselo; no cuando las pruebas buscaban determinar el tipo de apoyo que Sakura necesitaba para mejorar, porque era bastante evidente que presentaba ciertas limitaciones y dificultades poco comunes para alguien de su edad.

 

Tras un par de días tras haber confesado la verdad, Shitara había decidido llevarlos a ambos al médico, pues le preocupaba que, al pasar tanto tiempo en la calle, la salud de los dos pudiera haberse complicado de alguna manera. Por suerte, las pruebas médicas que les realizaron no arrojaron nada extremadamente preocupante; solo que tanto Hajime como Haruka estaban por debajo de su peso normal.

 

Lo que sí resultaba un poco alarmante era la forma en que Sakura reacciona a ciertas ciertas situaciones, y lo difícil que le resultaba comprender hasta las más simples instrucciones.

 

— Estará bien, no tienes que preocuparte por él. — escucho decir a Shitara, quien al igual que él mantenía la mirada al frente, concentrado en cada una de las acciones de Sakura. 

 

No sé suponía que ellos deberían estar en la habitación mientras Sakura era evaluado, pero cada vez que el bicolor veía que ambos estaban por dejarlo solo con alguien que no conocía, las lágrimas aparecían de inmediato en el borde de sus bonitos ojos, al igual que una intensa sensación de pánico que resultaría contraproducente con lo que la terapeuta quería conseguir. 

 

— De acuerdo, ahora quiero que hagas una torre con estos cubos. Pero necesito que pongas el cubo de color rojo abajo, después debes poner el que es de color azul, luego el verde y por último el amarillo. —  a pesar de hablar de forma clara para que el niño la entendiera, Sakura no pudo evitar mirarla con confusión, como si acabará de pedirle una tarea imposible de lograr.

 

El cubo de color rojo estaba enfrente de el, pero no sé atrevió a tomarlo de inmediato, ya que primero lo observo atentamente, luego hizo lo mismo con los demás para después observar a la terapeuta, quien no parecía molesta con que se estuviera tomando su tiempo. 

 

Sakura respiró de forma temblorosa cuando una de sus manos tomó el cubo rojo y lo separó un poco de los demás, no sin antes tocarlo y moverlo apenas unos cuantos centímetros. 

 

— Correcto, ese debe de ser el primero. — lo ánimo la mujer, y Sakura solo asintió, tratando de recordar lo que debería de hacer ahora. 

 

Tomo sin pensar el cubo de color verde, pero justo cuando estaba por colocarlo encima del rojo, pareció darse cuenta de que estaba haciendo mal las cosas, así que intento ponerlo de inmediato en la mesa, aunque al hacerlo de manera apresurada termino tirandolo sin querer al suelo.  El cubo hizo un terrible ruido para Sakura al momento de caer, el pánico lo invadió de inmediato al igual que la desesperación por haber cometido un error, que para él hubiera sido evitable si prestaba la suficiente atención. 

 

El cuerpo del más pequeño empezó a temblar de miedo, mientras cerraba los ojos sin querer, como si se estuviera preparando para recibir algún tipo de golpe o regaño por lo que hizo. 

 

— Oye, está bien, todos podemos cometer errores. — le dijo la mujer con calma, quien se había levantado de su asiento para ir por el cubo.  — Lo que hiciste no está mal, puedes intentarlo de nuevo, ¿de acuerdo?

 

Sakura abrió los ojos con demasiada cautela, como si aún no pudiera creer que no había recibido ningún tipo de consecuencia por su error. Sus dedos temblaban como si tuviera frío, tanto que parecía indeciso si debía continuar con la actividad o quedarse completamente quieto. 

 

Hajime, sin ser del todo consciente de sus acciones, ya se había levantado de su asiento, dispuesto a consolar a su hermano para que volviera a tener un poco más de confianza en sí mismo, pero Shitara se lo impidió, tocándole uno de sus hombros de forma suave y negando con la cabeza cuando lo volteo a ver. 

 

— Haruka, ¿recuerdas cuál va después del rojo? — preguntó la terapeuta, señalando el resto de los cubos que estaban esparcidos por toda la mesa. 

 

Sakura tardó varios minutos en reaccionar, su mirada iba del cubo verde al azul, también observo fijamente el amarillo, para después centrar su mirada en la terapeuta, quien seguía sin demostrarse descontenta por su falta de respuesta.  

 

— Es-s el az-zul… — dijo finalmente, luciendo aún más nervioso e inseguro que antes. 

 

— Si, así es. —  ella respondió con calma, sonriendo cálidamente en el momento que el menor volteo a mirarla, para saber si estaba diciendo la verdad o no. — Dijiste la respuesta correcta, eres muy atento. — lo siguió animando, lo que provocó que Sakura se relaje lo suficiente para tratar de seguir con el resto de la prueba. 

 

.

.

 

Al final de la sesión, Sakura terminó completamente exhausto. 

Se equivocó más veces de las que él mismo hubiera querido, pero no se rindió y eso significaba mucho para él. 

 

— Toma, hiciste un excelente trabajo el día de hoy.  — antes de que Sakura se dirigiera hacia donde se encontraba sentado Hajime, la terapeuta le dió  dos paletas de caramelo, las cuales no fueron aceptadas de inmediato por el menor, quien aún no parecía confiar demasiado en ella. — Puedes darle una a tu hermano si quieres. — le dijo, sabiendo de antemano la decisión que el más pequeño iba a tomar. 

 

Porque después de que Sakura murmuró un suave gracias, sus pies lo llevaron de inmediato hacia donde se encontraba Hajime, quien lo recibió con los brazos abiertos sin ni siquiera dudarlo dos veces. 

 

— ¡Muy bien! ¡Lo hiciste excelente, Haruka! — el mayor lo felicitó, mirando de reojo cómo Shitara también se levantaba de su asiento para dirigirse hacia la terapeuta, quien parecía querer hablar con él, pero intentó no darle mucha importancia a ese hecho en ese momento, no cuando quería concentrar toda su atención en felicitar a su hermano.

 

— H-hajime tom-ma… — Sakura pronunció suavemente, ofreciendole sin pensar uno de los dulces al mayor. 

 

— Muchas gracias, eres muy amable. — al peliblanco le resultó casi imposible no abrazar suavemente al más pequeño, quien se relajó en sus brazos al instante.

 

Ambos eran el lugar seguro del otro, la tranquilidad y paz que sentían al estar juntos era simplemente indescriptible como algo fuera de este mundo. 

 

— E-stoy c-cansado. — Sakura murmuró de pronto, luego de que hubieran pasado varios minutos abrazando fuertemente a su hermano mayor, aún sin haber disfrutado de su premio que sostenía fuertemente en una de sus manos. 

 

— Entonces hay que irnos. — Shitara habló de pronto, habiéndose acercado hacia donde estaban los niños. — Pero vamos a pasar por la panadería antes, ¿les parece bien? —  les pregunta, y ambos niños aceptan de inmediato. 

 

Shitara les dedicó a ambos una dulce sonrisa cargada de mucho afecto, aunque cuando sus ojos se encontraron con los de Hajime, no pudo evitar mirarlo de una forma que le hizo sentir cierta preocupación al peliblanco.

 

Pero no era el lugar ni el momento para preguntarle lo que la terapeuta le había dicho, menos con Sakura presente entre ellos. 

 

.

 

El viaje a la panadería fue bastante silencioso, Sakura dormía tranquilamente con la cabeza recostada sobre el hombro derecho de Umemiya. Ambos niños iban sentados en los asientos traseros del auto; Hajime mantenía uno de sus brazos alrededor del más pequeño para evitar que se moviera demasiado.

 

El mayor miraba atentamente a su hermano, su respiración relajada lo hizo sentir una calma absoluta, aunque aún había algo que le preocupaba mucho. 

 

— ¿Tú también estás cansado? — Shitara le preguntó de pronto a Hajime, quien no dudó en responderle. 

 

— No, no estoy cansado. —  le dijo, mientras su mirada seguía centrada en Sakura. — Se esforzó mucho. — murmuró, apartando la vista del más pequeño para observar atentamente a Shitara, quien se mantenía atento al camino mientras conducía. 

 

— Si, ha sido muy valiente y fuerte. — escuchar como un adulto se refería a Sakura con aquellas palabras, hizo que Hajime sintiera una felicidad casi absoluta.  — Y que se haya esforzado tanto ayudó a la terapeuta a entender el tipo de  ayuda que necesita. 

 

El peliblanco frunció un poco el ceño al escuchar a Shitara decir todo aquello, pues lo último que quería oír era que Sakura tenía problemas y que no era capaz de seguirle el ritmo a los demás niños de su edad, a pesar de ser consciente de que todo eso era cierto. 

 

— No te preocupes, la terapeuta no me dijo cosas malas sobre él. — Shitara pareció notar el cambio en el estado de ánimo de Hajime, quien no tardó en verlo con sumo interés. 

 

— ¿Qué fue lo que le dijo? — preguntó, sin poder evitar hacerlo, debido a que estaban a punto de tener una conversación que parecía ser bastante delicada. 

 

Pero antes de que Shitara pudiera decir algo más, Sakura emitió un suave quejido, mientras se removía un poco aún con los ojos cerrados. 

 

— Cuando lleguemos al orfanato hablaremos con calma, ¿de acuerdo? — el mayor hizo aquella propuesta esperando que Hajime la aceptará, y no tardó en recibir un suave “está bien” como respuesta, lo que sumió el resto del camino en un nuevo silencio. 

 

.

.



— Sean bienvenidos. — fue el cálido saludo con el que los tres fueron recibidos en la panadería por parte de la dueña del local. — ¿En qué podemos ayudarlos? — preguntó, antes de fijar su mirada en Shitara y en los niños que lo acompañaban, siendo Hajime quien más llamó su atención de inmediato. — ¿Hajime? — preguntó, y el niño de cabello blanco no hizo más que saludarla con un tímido gesto. — ¿Dónde habías estado? Teníamos mucho tiempo de no verte. — comentó, luciendo realmente aliviada de ver nuevamente al menor.

 

— Buenas tardes, señora. — Hajime lucía bastante sorprendido y tímido a la vez, pues realmente no esperaba que la señora de la panadería se preocupara tanto por él.

 

Aunque, considerando lo amable que solía ser con él cada vez que llegaba a la panadería a preguntar si tenían algún trabajo para él, llegando incluso a darle más de lo que prometían al principio y pan recién horneado para que se llevará, tenía sentido que se preocupara por él. 

 

— Ella nos ayudó mucho mientras aún vivíamos en la calle. — Hajime tuvo que confesar por qué parecía conocer a la dueña de la panadería. Aunque Shitara no le exigió una explicación, solo lo miró con comprensión antes de darle las gracias a la señora por toda la ayuda que le había dado a Hajime en su momento.

 

— ¿Y ese pequeño quién es? — preguntó ella de pronto, luego de que los agradecimientos de Shitara terminaran.

 

Sakura, al convertirse en el nuevo punto de atención, no pudo evitar esconderse detrás de Shitara, luciendo demasiado tímido y nervioso por conocer a alguien nuevo.

 

— Es mi hermano menor. — respondió Hajime de inmediato, luciendo evidentemente orgulloso de llamar a Sakura como shermano. — Vamos, Haruka, no tienes por qué tener miedo.

 

Al escuchar las palabras de su hermano mayor, Sakura salió ligeramente de su escondite, encontrándose con la mirada fija de la dueña de la panadería. Por un momento, el bicolor pensó que la mujer pondría una expresión de asco y desconcierto por su apariencia, que volvería a ser rechazado otra vez, aun cuando había encontrado un lugar seguro donde todos parecían quererlo por quien era.

 

— Pero qué niño más hermoso. — dijo la señora, tomando por sorpresa al más pequeño, quien no podía entender cómo la palabra hermoso podía relacionarse con él. — ¿Cuántos años tienes, cariño? — se dirigió a Sakura con total calma y dulzura, aunque él parecía demasiado desconcertado para responder.

 

— Tiene seis años. — respondió Hajime en lugar de su hermano, quien aún no encontraba su propia voz para hablar.

 

— Vaya, ya eres bastante mayor. — comentó ella con dulzura, sin sonar falsa en ningún momento o desinteresada por Sakura.  — ¿Quieres probar un pan de curry? Acabamos de sacar unos cuantos del horno.  — antes de que Sakura pueda decir algo, la dueña de la panadería ya se está acercando a uno de los mostradores, de dónde saca una gran bandeja de pan de curry que luce demasiado delicioso como para poder rechazarlo. 

 

Ambos niños reciben un pan gratis por parte de la dueña, quien luce bastante satisfecha cuando los menores parecen disfrutar del regalo que acaba de darles. 

 

— ¿Y en qué puedo ayudarles? — pregunta, aunque se dirige únicamente a Shitara, mientras que los niños comen felizmente. 

 

— Quisiéramos llevar un pastel. — la respuesta de Shitara desconcierta en cierto sentido a Umemiya, quien traga rápidamente lo que tiene en la boca para poder decir algo. 

 

— ¿Un pastel? ¿Acaso alguien está cumpliendo años? — consulta, sin tener idea del porque el mayor compraría un pastel. 

 

— No, nadie está cumpliendo años. — la respuesta de Shitara solo aumenta la confusión de Hajime, quien no parece comprender realmente lo que está sucediendo. 

 

— ¿Entonces? — Hajime vuelve a preguntar, recibiendo una sonrisa cálida por parte del mayor. 

 

— Ya lo verán. — fue lo único que el de cabello rubio dijo, dejando aún más desconcertado a Umemiya, mientras que Sakura seguía degustando de su pan de curry sin entender muy bien lo que ahora sucedía. 

 

.

 

.



Al llegar al orfanato, Shitara hizo que los hermanos fueran los primeros en pasar. Miles de alarmas se encendieron de inmediato en la cabeza de Hajime, pero antes de que alguna de ellas lo hiciera actuar imprudentemente, un gritó colectivo y serpentinas volando por los aires. 

 

— ¡Sorpresa! — es lo que el resto de los habitantes del orfanato gritan, mientras que Hajime y Sakura se quedan completamente paralizados sin entender aún lo que sucede. 

 

— ¿Por qué? — es lo único que Hajime puede decir, al mismo tiempo que siente como una enorme emoción lo golpea con fuerza. 

 

— No tuvieron una fiesta formal de bienvenida. — Shitara dice con total tranquilidad, entregando el pastel que compró a la otra encargada del orfanato, lo que provoca que el resto de los niños la sigan de cerca con las ansias de poder ver el pastel. — Todos tienen una fiesta de bienvenida cuando llegan aquí, así que quisimos hacerles una a ustedes. — su explicación, aunque sencilla y fácil de entender, resulta sumamente complicada para ambos niños, quienes parecen haberse quedado completamente em blanco por un par de minutos. 

 

— Eso significa..  — dice Hajime, con la emoción ganándole por un momento, tanto que tiene que sostener una de las manos de Sakura para estar seguro de que todo esto es real. — ¿Nosotros nos quedaremos oficialmente aquí? ¿Ya está todo solucionado? — pregunta, temiendo por un momento que la respuesta que vaya a recibir sea una negativa. 

 

A pesar de ser consciente de que Shitara ha salido a no sé dónde varias veces en estos días atrás, argumentando cuando el resto de los niños le preguntaba, que tenía asuntos importantes que resolver y que no tardaría en volver.

 

—  Así es,  ambos van a vivir legalmente aquí de ahora en adelante. — Shitara comenta con evidente orgullo, y no hay señales de que esté mintiendo, lo que provoca que las lágrimas llenen al instante los ojos de Hajime, pues este es el mejor regalo que podrían darle a ambos. — Solo estoy esperando que se formalicen un par de cosas, pero no tienen por qué preocuparse, porque es más que seguro que van a aprobarlas. 

 

Hajime tiene tantas preguntas por hacer pero lo único que hace es abrazar con fuerza a Sakura, quién corresponde al abrazo sin ni siquiera dudarlo, a pesar de no comprender mucho de lo que pasa.

 

— ¿Oíste, Haruka? — Hajime le pregunta al más pequeño, sin poder ocultar su emoción por la noticia. — Nos quedaremos aquí para siempre, no tendremos que irnos a otro lado. — trata de explicarle lo que pasa al más pequeño, quien se toma su momento antes de poder decir algo. 

 

— ¿N-no nos ire-emos?  — pregunta, observando fijamente a su hermano para después observar a Shitara, quien solo asiente y sonríe a la vez. 

 

— Por supuesto que no, esté será el hogar oficial y legal de ambos de ahora en adelante. —  Shitara dice con calma, agachándose lo suficiente para quedar a la altura de ambos niños, quienes sin pensarlo dos veces lo abrazan rápidamente. 

 

— G-gracias, gracias, gracias, g-gracias. —  Hajime dice con la voz entrecortada, mientras que su hermano hace lo mismo, comprendiendo por fin la emoción que estaba embargando al peliblanco. 

 

— No hay nada que agradecer, y espero que sean muy felices en nuestra familia. — la palabra familia resulta totalmente extraña para Sakura, mientras que Hajime no puede creer que por fin volverá a tener una. 

 

Aunque ya había empezado a tener una familia desde el momento que decidió arriesgarlo todo por su hermanito menor.

 

.

.

 

Por primera vez en mucho tiempo, Hajime se siente con la libertad y plena seguridad de actuar como un niño de su edad nuevamente. Ya no carga aquella presión sobre si van a quedarse en el jardín Furin o si tiene que prepararse para salir huyendo con Haruka si las cosas no salen como él espera. 

 

Ríe y juega con el resto de los niños como nunca antes lo había hecho, lo cual emociona mucho a los más pequeños, quienes parecen encantados por su cambio tan repentino de comportamiento, tanto que empiezan a competir por ver quien es capaz de captar más su atención. 

 

— Hajime ven a jugar conmigo. 

 

— No, juega conmigo. 

 

— Hajime jugará con nosotras.

 

Decían todos al mismo tiempo, a lo que Hajime tenía que calmarlos porque lo único que quería era provocar una pelea en un momento tan especial. 

 

— Hajime. — dijo un niño quien era apenas un año mayor que Haruka. — ¿Ahora eres nuestro hermano mayor? — preguntó con voz suave, dejando totalmente desconcertado al peliblanco, quien no puede responder a la pregunta ya que el resto de los niños también han empezado a preguntarle lo mismo. 

 

— ¿En verdad serás nuestro hermano mayor? — preguntaron a coro, volviendo a colmar de atención a Hajime.

 

Sakura observa la escena en silencio, disfrutando de su segunda rebanada de pastel mientras sonríe. El bicolor no sé siente celoso o triste porque los demás quieran que Hajime sea su hermano mayor, después de todo, Hajime es alguien increíble, amable y muy fuerte. 

 

Y que todos lo quieran como él lo hace muy feliz. 

 

— Si Hajime es nuestro hermano, entonces Haruka también lo es. — dice alguien de pronto, provocando que varias miradas infantiles se concentrarán de inmediato en Sakura, quien no hacía más que llevarse un nuevo trozo de pastel a la boca.

 

De pronto, Sakura es rodeado por algunos de los niños, esto lo hizo sentirse nervioso de inmediato, debido a que tenía miedo de que alguno de ellos fuera a lastimarlo. Pero cuando el primero de ellos lo abrazó tan cálidamente, toda aquella inseguridad desapareció al instante, lo cual lo hizo sonreír y corresponder de inmediato a las muestras de cariño que estaba recibiendo. 

 

— Se ven muy felices. — comentó la otra encargada del orfanato, quien se había acercado hacia donde Shitara estaba observando lo que sucedía. — Me alegra mucho que Hajime y Haruka se sientan cómodos con nosotros. 

 

— Ambos merecen tener una buena vida. — comenta Shitara, mientras observa atentamente cómo los niños ríen y juegan entre sí. — Han pasado por muchas cosas, todo por culpa de personas irresponsables que nunca consideraron los sentimientos de ambos. — dijo seriamente, y la mujer de cabello negro no hizo más que asentir en manera de respuesta, estando totalmente de acuerdo con lo que decía. 

 

.

.

.



Shitara terminaba de limpiar un poco la sala luego de que la fiesta terminara, la mayoría de los niños ya se encontraban dormidos, y él también ansiaba poder descansar después de un largo día. Sin embargo, ese deseo no pudo cumplirse de inmediato, no cuando Hajime lo estaba esperando fuera de su oficina.

 

Ambos se vieron sin pronunciar palabra alguna, aunque no fuese realmente necesario ya que comprendía perfectamente lo que querían decirse entre si. 

 

—  ¿Quieres que hablemos ahora? — pregunta el mayor, y Hajime asiente lentamente, mientras aprieta con fuerza la parte inferior de su camisa. — Muy bien, entonces pasa a mi oficina. — le dice con total calma, abriendo la puerta para que el niño entrara primero.  

 

Cuando ambos se sientan el ambiente dentro del lugar se vuelve un poco tenso, pero no lo suficiente para que Hajime se sienta incómodo o demasiado nervioso. 

 

— Yo… quisiera saber cómo es que logró que nos quedáramos aquí. — tras un breve momento de reflexión, la primera pregunta sale de los labios del peliblanco. 

 

Shitara se toma un momento antes de responder, no luce molesto o incómodo por tener está conversación a esta hora de la noche, sino más bien, parece estar eligiendo las palabras adecuadas para confesarle la verdad al menor. 

 

— No fue algo sencillo, hubo mucho papeleo e investigaciones de por medio. — admitió sin querer sonar demasiado dramático, a pesar de no lograrlo tal como quería.  — Que desaparecieran de la noche a la mañana puso en muchos problemas a la directora como a las encargadas del orfanato en que estaban. — continuó, sin sentir ni un poco de pena por aquellas personas que decidieron pasar por alto lo que era mejor para un par de niños inocentes.  — Aunque eso facilitó mucho los trámites para que el traslado de ambos fuera aprobado. Hubo demasiadas irregularidades y, como el tío de Haruka no parecía ser la mejor opción para él, la decisión final fue bastante fácil de tomar por parte de las autoridades. — continuó, notando como Hajime parecía relajarse por completo, como si ya pudiera sacarse de encima lo último que quedaba de aquella carga que aún sostenía sobre sus hombros. 

 

—Yo siempre creí que todo sería más difícil, que alguien vendría a llevarse a Haruka mientras yo me quedaría aquí, esperando a que las cosas se resolvieran. — el peliblanco confesó con pesar, sin poder sostenerle la mirada al mayor.

 

— Por suerte eso no sucedió, así que no tienes por qué pensar más en ello, porque ya nadie puede separarlos. — tras decir eso, Shitara noto como el cuerpo de Hajime tembló de pies a cabeza, como si fuera a llorar en cualquier momento.  — Ahora, no solo tendrán un cálido y buen hogar, sino que también Haruka podrá recibir la ayuda que tanto necesita.  — al decir aquello último, Hajime no puede evitar observar a Shitara con cierta intriga, como si quisiera pasar a otro tema importante, ahora que tiene la completa seguridad de que su hermano y él están van a quedarse permanente en el jardín. 

 

— ¿Recibir ayuda? ¿Acaso la terapeuta le dijo que hay algo con Haruka? — pregunta, temiendo que la respuesta que va a recibir. 

 

Y que el mayor volviera a guardar un momento de silencio lo hizo pensar lo peor, pero no expresó abiertamente sus preocupaciones, no hasta estar completamente seguro de que no había porqué debería de preocuparse. 

 

— Yo no diría que hay algo “malo” con Haruka, pero las evaluaciones de ahora dejaron en claro que él necesita un poco más de ayuda que los niños de su edad. — la expresión en el rostro de Hajime no es más que confusión y disgusto, algo que Shitara no hubiera querido presenciar pero que resultaba algo casi inevitable.  — Verás Hajime, para que un niño crezca sano y fuerte, tiene que recibir  cuidados adecuados desde muy pequeño.  — dijo con un tono suave, utilizando palabras que resulten fáciles de comprender para el menor.  — Desgraciadamente, los padres de Haruka no le prestaron la suficiente atención cuando apenas era un bebé, y eso terminó siendo perjudicial para él en muchos sentidos.  

 

El silencio que sigue a sus palabras es incómodo y pesado, tanto que Shitara teme haber sido demasiado franco con el menor, pero antes de que intente enmendar un poco las cosas, Hajime suspira profundamente, como si estuviera tomando un poco de fuerza antes de seguir con la conversación. 

 

— Eso significa… ¿que el nunca va a mejorar?  — pregunta con la voz rota, aunque también se nota un poco molesto y triste. 

 

— Por supuesto que puede mejorar, es por eso que Haruka empezará a ir a terapia un par de veces a la semana para desenvolverse cada vez mejor. Puede que al principio le cueste adaptarse o aprender cosas nuevas, pero con nuestro apoyo, es casi seguro de que va a lograrlo. — le asegura, notando como la esperanza vuelve a los ojos del menor casi al instante. 

 

— Está bien, entiendo. — afirma el peliblanco, antes de levantarse de su asiento, ya que no hay nada más que hablar por el momento, y no quiere seguir siendo una molestia para Shitara, aunque el mayor no lo vea como una. — Muchas gracias por todo, prometo que me esforzaré mucho para ayudar a Haruka. — promete, para que Shitara niegue suavemente con  la cabeza. 

 

— Valoro mucho que quieras ayudar, pero no debes cargar con esa responsabilidad solo, ¿de acuerdo? Permítenos a nosotros los adultos cuidar de los dos como es debido. — dice con calma, sin querer menospreciar las buenas intenciones de Hajime, quien simplemente asiente en silencio, dando nuevamente las gracias y las buenas noches antes de marcharse. 

 

.

 

No le toma demasiado tiempo llegar a la habitación que comparte con su hermano, quien ya duerme tranquilamente. Por un momento, Hajime considera la posibilidad de dormir en la otra cama para no despertar a su hermano, pero termina tomando la decisión de dormir junto al más pequeño. 

 

Sus movimientos son lentos y medidos, y le toma más tiempo de lo normal el acomodarse al lado de Haruka, quien sigue manteniendo los ojos cerrados a pesar de los movimientos del colchón. 

 

Cuando por fin logra su objetivo y está por cerrar los ojos, Hajime nota como los ojos desiguales de su pequeño hermano se abren lentamente, lo cual lo hace sentir un poco culpable por haberlo despertado. 

 

— Lo siento, no era mi intención despertarte. — se disculpa suavemente, acariciando con cuidado el rostro del bicolor, quien no luce molesto por haber sido despertado. 

 

En cambio, se acerca un poco más al mayor, siendo una distancia mínima la que ahora los separa. 

 

— Te quiero mucho, Haruka. — dice suavemente, sin dejar de acariciar con cuidado el rostro del menor, quien lucha por mantenerse despierto, aunque sus intentos terminan siendo un total fracaso. 

 

— Y-yo también-n te q-quiero, H-hajime. — Sakura pronuncia débilmente a causa del sueño, pero eso no le impide expresar su afecto por el mayor. 

 

Quien lo besa con cariño en la frente para después envolver su cuerpo con sus brazos, quedando ambos profundamente dormidos al poco tiempo, sintiéndose tan seguros con la compañía del otro,   que ni siquiera la mayor tormenta del invierno podría perturbar el descanso de ambos. 

 

 

.

.

.

.

 

 

 



Notes:

Realmente me gusta escribir cosas dulces, aunque sea mas del sufrimiento y tragedias.
En fin, la sorpresa que iba a darles, es que este no es el final oficial de la historia.
Después de haberlo estado considerando un poco, he decidido escribir un par de capítulos mas de esta historia.
Sobre todo por el hecho de que la historia canon de Wind Breaker cambiaria mucho ante el hecho de que Sakura y Umemiya se hubieran conocido antes, y que mejor forma para explorar ese posible universo a través de esta historia a la cual le he tomado mucho cariño.

Así que espero que ustedes también estén felices con esta decisión, espero poder volver pronto con una nueva actualización.