Chapter 1: No hay nadie
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Estaba sola.
Sola en el asiento.
Sola en el pasillo.
Sola en la morgue del hospital.
A lo lejos podía oír el ir y venir del personal médico que trabajaba sin parar a esas horas de la tarde. También era consciente de que su móvil vibraba, apoyado en el asiento de al lado. Pero no quería prestar atención a ninguno de los dos sonidos. No quería oír nada más. No quería sentir nada más. Así que mantuvo su cabeza enterrada entre las manos hasta que le dolió el cuello, y entonces no tuvo más remedio que incorporarse. En cuanto lo hizo escuchó una voz que la llamaba dulcemente:
━Tory…
Era una voz femenina. En medio de la extraña niebla que nublaba su mente reconoció a quien pertenecía. Era la doctora Judith. Pero no quería hacerle caso. No quería volverse hacia ella. Quería seguir mirando la horrenda pared verde hasta que despertase de aquella pesadilla.
━Tory ━insistió la voz, un poco más alto.
“Cállate”, pensó.
━¡Tory!
Sus ojos verde avellana se dispararon hacia la doctora. Sabía que en cualquier otro momento aquella habría sido una mirada asesina que hubiera hecho retroceder a esa mujer mentirosa. Pero ahora no tenía ni fuerzas para imprimir en su expresión todo el odio que sentía. Le giró la cara, recogió la bolsa que tenía en el suelo y agarró su teléfono. Luego se levantó.
━Lo siento mucho, cielo.
Tory se paró frente a ella. No podía mirarla a los ojos, no quería. Pero no podía irse sin más. Necesitaba respuestas. Necesitaba saber por qué aquella mujer le había mentido a la cara hacía solo un día. Ahora aquella zorra tendría que decirle la verdad quisiera o no.
━Me dijo que estaba mejorando ━su voz salió rasposa y grave, y una gruesa lágrima cayó rápidamente por su mejilla derecha, pero no se echó atrás.
━Tu madre tenía una embolia pulmonar ━comenzó a explicarle la doctora━. Mira, no sabíamos que tenía un coágulo de sangre. Y cuando se ha roto…
¡CLASH!
La caja de material médico prendida en la pared se abolló en el instante en el que la chica le metió un puñetazo y cayó como si estuviera hecha de papel en lugar de metal. La médica retrocedió un paso, cogida por sorpresa ante su ataque de ira, pero se mantuvo firme.
━¡NO LO HAN EVITADO! ━estalló Tory.
“Es todo culpa vuestra”
━¡Entiendo que estés enfadada! ━le aseguró la doctora, intentando contenerla, pero sin tocarla━ Estás de duelo. Pero recuerda que los últimos cinco años han sido un regalo. Tu madre estaba… Estaba…
━Me tengo que ir ━le interrumpió la chica. Su voz apenas un susurro derrotado. La hizo a un lado y se encaminó hacia la salida.
━¿Quieres que llamemos a alguien? ━escuchó que le preguntaba la mujer, sonaba muy preocupada.
“Falsa. Si te hubieras preocupado por ella de la misma manera, todavía seguiría aquí conmigo…”
━¡No hay nadie!
No había nadie.
Era ya de noche y no había nadie cuando abrió la puerta de su destartalado apartamento. Tantas veces había despreciado aquel lugar. En medio de ese barrio sucio y peligroso en el que se habían visto obligados a vivir desde que se habían mudado a la ciudad. Odiaba tener que lidiar con las facturas y los gastos de la casa. Odiaba tener que salir a trabajar en varios empleos a la vez para poder llegar a fin de mes, en lugar de salir a divertirse con la gente de su instituto los fines de semana. Odiaba tener que cocinar, limpiar y hacer todas las tareas de la casa ella sola. Tenía solo 17 años, joder.
Pero en ese momento, en medio de la oscuridad y del silencio que la recibió sin piedad nada más girar la llave, se sintió la persona más desagradecida del mundo.
Hubiera dado lo que fuera, lo que fuera , con tal de volver a encontrar la luz del salón encendida al llegar a casa. Con tal de escuchar la voz débil pero melodiosa de su madre, llamándola desde la cama de su habitación y pidiéndole que entrara rápido para que pudiera contarle su día y abrazarla. Con tal de regañar cariñosamente a su hermano pequeño por dejar sus juguetes tirados en el suelo…
“Oh no. Brandon”
Sintió como si alguien le hubiera pegado una patada directa al estómago. Se había olvidado completamente de él. ¿¡Qué clase de hermana mayor era!? Miró agitada el móvil que aún sostenía con fuerza. No, no podía decírselo. Ahora no. Y menos a través del teléfono.
El día anterior había dejado a Brandon en la casa de un amigo de la escuela con quien se suponía que iba a pasar dos noches, ya que en su colegio era festivo. Acababa de colgar la llamada con la Sra. Parton, la madre del niño, justo antes de ver… Una corriente fría le recorrió la espina dorsal desde la raíz del pelo y por un momento creyó que iba a vomitar. Pero aquello hubiera sido imposible: no había probado bocado en todo el día.
Como si hubiera obedecido a sus pensamientos, su estómago rugió. Pero Tory no le hizo ni caso. Podía olfatear en el aire los restos de la última comida que había intentado preparar su madre para la cena: pasta en salsa de tomate.
La chica apretó los ojos con fuerza varias veces, intentando contener las lágrimas que querían volver a cegarla. Cerró la puerta del apartamento, que todavía seguía abierta, y encendió la pobre luz amarillenta de la entrada. Evitando cuidadosamente la cocina, se adentró en el pasillo hacia su habitación, pero sus pies se paralizaron en cuanto llegó al umbral.
“¿Qué me pasa?”
Parecía que faltaba el aire de repente. Inspiró con más fuerza, pero sus pulmones pesaban como dos sacos de arena dentro de su pecho.
“Me duele”
Se llevó la mano al corazón, pero este no estaba allí. Qué extraño: ahora lo sentía en las orejas. Sus latidos las golpeaban como martillazos. No podía oír nada más alrededor.
“No”
Su cuarto empezaba a verse borroso y entonces sintió como si su cerebro se fundiese y se derramara dentro de su cráneo.
“¡No!”
Desesperada, abrió la boca buscando oxígeno, pero parecía que este no llegaba nunca. Todo le daba vueltas y se vio obligada a dejar que su móvil y la bolsa del hospital cayeran al suelo para poder sostenerse del marco de la puerta.
“Voy a morir”
Temblando, se dejó caer al suelo de rodillas. El dolor en su pecho no hacía más que crecer.
“¡Voy a morir!”
Y estaba segura de que lo haría. Iba a morir ahí mismo. Su madre lo había hecho justo en el otro extremo del pasillo. ¿Qué iba a impedir que ella no lo hiciera? ¿Quién? Estaba sola. Como su madre cuando la encontró. ¿Pero quién la encontraría a ella si moría ahí y ahora?
“¡Ah!”
Quiso gritar. Pero de su boca no salía ningún sonido más que jadeos entrecortados por la falta de aire.
En un solo segundo, todo el horror que había vivido en las últimas horas la aplastó con el peso de una roca. Se encontraba con la cara casi pegada al suelo, luchando solo por respirar. Sus uñas pintadas de negro se clavaban fuertemente a la moqueta del suelo, pues tenía la sensación de que caería a un abismo si se soltaba.
“¡No! No puedo morir”
Forzó a su mente a notar el aire que pasaba por su nariz y su garganta, a sentir cómo llenaba sus pulmones de él y lo expulsaba, tal y como hacía en las clases de karate.
“Piensa en Brandon. No puedes dejarlo solo. Te necesita”
Con esfuerzo, la presión que sentía en el pecho se fue aliviando.
“Piensa en Robby. En la promesa que hicisteis ayer. No puedes fallarle”
Sus pulmones se aligeraron. El aire parecía entrar ahora reviviendo cada espacio de su cuerpo.
“Piensa en todos los del dojo. Sam y tú acabáis de hacer las paces. Las cosas van a mejorar…”
“Sí, todo va a mejorar…”
Exhaló profundamente mientras se incorporaba del suelo.
Aún temblaba como un flan. Pero ahora sentía que volvía a estar en control de su cuerpo. Al menos en parte. Se arrastró fuera del marco de la puerta de su habitación y se sentó con la espalda apoyada en la pared del pasillo. Irónicamente, su frescura la reconfortó, aunque estaba helada después de aquel extraño ataque que le acababa de dar. Quizá porque su mente también podía pensar mejor en frío.
Después de hacer unos cuantos ejercicios de respiración más, decidió comenzar por lo más urgente: ¿qué iba a hacer con su hermano?
Parecía un milagro que justo antes del desastre hubiera pedido quedarse a dormir en casa de un amigo. No quería ni pensar en qué habría sucedido si hubiera sido Brandon quien hubiera estado solo con su madre cuando… Pero tenía que decírselo en algún momento. De seguro los servicios sociales no tardarían en enterarse y venir a su casa. No quería que fuera un agente desconocido quien le diera la noticia al pequeño, pero…
“Tampoco quiero hacerlo yo”
Pero debía hacerlo. Y lo sabía. Tendría que mirar fijamente a los ojos de su hermano de ocho años y decirle que su mamá, de quien tenía su misma sonrisa y su mismo carácter amable y generoso, se había ido.
“Y ya no volverá. Nunca más”
Gruesas lágrimas corrían de nuevo por sus mejillas. Esta vez les dio rienda suelta y no paró de llorar y sollozar hasta que sintió una sed tremenda y las sienes rígidas como madera. Luego todo pareció quedarse en el más absoluto silencio y quietud.
Su móvil vibró de nuevo. No sabía cuánto tiempo había pasado. Pero parecía que no demasiado. Observó la pantalla iluminada sin pensar en nada en concreto y lo levantó del suelo.
Era Robby. Recordaba vagamente haber quedado con él para entrenar aquella tarde… ¿en el parque? Ya no estaba segura. Sabía que mañana se decidiría quiénes serían los capitanes para liderar al equipo de Miyagi Do en el Sekai Taikai. Todos llevaban meses soñando con este torneo internacional. Era una oportunidad sin igual. Un viaje único a Barcelona para competir contra los mejores luchadores del mundo. A la vista de miles de telespectadores y de un montón de patrocinadores que sin duda observarían todo atentamente, con la esperanza de encontrar jóvenes promesas a quienes ofrecer sus contratos. Algo así podría cambiarle la vida a cualquiera. Hacer su futuro mucho más prometedor…
“¿Y a mí qué?”
¿Un futuro prometedor? Ya no lo quería. ¿Dinero y reconocimiento? Hubieran sido más útiles antes. ¿De qué le servía ahora luchar y ganar un estúpido trofeo? El día anterior hubiera hecho lo que fuera por ir. Pero ahora era como si todo se hubiera detenido y nada tuviera sentido… Que Sam se quedara el puesto de capitana. Un mundo en el que su madre ya no tenía cabida tampoco debería tener espacio para torneos de karate.
Pero estaba Robby. Y estaba el pacto que habían hecho. Miró fijamente su nombre en la pantalla y casi se sintió molesta de leerlo. Antes de ser consciente de lo que hacía, le colgó. De todos modos, ¿qué le habría dicho? ¿Que se rajaba? ¿Que ahora todo le parecía un juego de niños? ¿Que no había ido a su entrenamiento de aquella tarde porque había encontrado a su madre…?
El dolor agudo que había sentido en el pecho durante aquel ataque inesperado regresó repentinamente, como si le hubieran clavado una daga en el corazón. Contuvo la respiración y se obligó a apartar su mente de todo aquello. Había sentido verdaderamente que se moría. No quería volver a vivirlo.
Entonces su mirada se posó sobre la bolsa del hospital, que se había quedado semiabierta al caer. Esta contenía algunas pertenencias de su madre de las veces que habían tenido que internarla. Por fuera se leía: Nichols, G. Grace Nichols. Pero los ojos de Tory, hinchados y enrojecidos, se fijaron entonces en su interior, en algo que no había notado. Dentro de una pequeña bolsita transparente, junto con las llaves de su taquilla y su tarjeta sanitaria, había un pequeño tapón de botella. La parte de arriba había sido pintada completamente con un rotulador violeta.
Lo agarró y lo observó con el ceño fruncido. ¿Por qué le resultaba tan familiar? Entonces, como si un hechizo la transportara al pasado, regresó justo a aquel momento…
━¡Tory…! ━la llamaba una voz.
La cálida luz de aquella tarde de verano se filtraba a través de las cortinas de la casa. Sus rayos besaban la moqueta sobre la que estaba tendida boca abajo. Tenía unos cinco años y se encontraba pintando en el suelo, mientras movía sus piernecitas arriba y abajo. Se sentía más ligera, más segura, y tristemente… más contenta.
━¿Tory…?
Ahora la reconocía perfectamente. Era la voz de su madre. Dulce y cariñosa. Y ahí estaba ella, hermosa, con su pelo rubio rizado, igual al de su hija, recogido en un moño alto. Estaba sentada frente a ella en el suelo, doblando ropa con la espalda apoyada en el sofá. Sus ojos irradiaban todo el amor que le tenía, más luminosos y cálidos que la luz del sol que entraba por la ventana.
━¿Qué dibujas, mi niña?
Con el entusiasmo y la rapidez que solo puede tener una pequeña de esa edad, libre del peso del trabajo y de las preocupaciones adultas, Tory se levantó y le llevó el dibujo a su madre. Lo había hecho sobre el revés de una caja de comida para llevar. Ya desde entonces en su casa faltaban los materiales básicos para muchas cosas… Pero ellas se las ingeniaban. Siempre lo hacían.
━¡Hala! ━exclamó Grace, observando maravillada las tres figuras con corona dibujadas con ceras de colores━ ¿Son una reina y su princesa?
━Princesa sirena ━aclaró la niña, con gravedad.
━Ah, sí, claro, ¡aquí se ve la colita claramente! ━repuso su madre, señalándola━ ¿Y este quién es? ━preguntó, indicando ahora la tercera figura, representada con la piel un poco más oscura, un par de ojos negros y cabello mucho más corto, también negro.
━El príncipe ━contestó Tory━, y peleará con cualquiera que quiera hacerles daño.
━Eso está muy bien ━le sonrió Grace━. Pero, ¿tiene que luchar por ellas un príncipe?
La pequeña volvió su mirada hacia su madre, intrigada.
━¿Y si la reina y la princesa sirena aprenden a defenderse por sí solas?
━Es que no saben cómo.
━Aún no, pero… Quizá puedan aprender. Juntas.
Los dedos de Tory se crisparon sobre el pequeño tapón de plástico.
━¿Qué te parece? ━le preguntó Grace, y le hizo unas leves cosquillas con las que la niña empezó a reír.
Pero entonces sus ojos se clavaron en el antebrazo derecho de su madre y su rostro se ensombreció. Tres profundas cicatrices lo marcaban. Como las garras de un animal salvaje que la hubiera atacado… Aunque Tory sabía muy bien que aquello había sido causado por algo mucho peor que un animal…
━Oh, tranquila, mi amor ━la aseguró con ternura━. No lo hemos tenido fácil. Pero lo podemos cambiar… ¡Ahora somos luchadoras!
Madre e hija se sonrieron.
Entonces Tory se agachó y recogió del suelo un tapón de botella de plástico. Tomó también su rotulador favorito, el de color morado, y pintó por completo la parte de arriba. Luego se lo entregó a su mamá.
━Hasta que aprendamos a luchar, esta joya mágica te protegerá ━le explicó la niña.
Grace la observó un instante con ojos turbados. Pero después se recompuso:
━Eres una niñita impresionante.
Tory sonrió de oreja a oreja y abrazó a su madre con todas sus fuerzas.
━Y mamá te quiere muchísimo…
Jamás se había sentido tan feliz.
Jamás se había sentido tan miserable.
Si le hubieran quedado más lágrimas para llorar, lo habría hecho. Pero estaba vacía. O al menos así se sentía. Seguía sosteniendo el tapón violeta entre sus dedos. Una joya mágica… Un príncipe que las protegería… Nada de eso existía. Nada ni nadie había podido proteger a su madre. Y nada ni nadie la protegería a ella.
Pero había algo que sí había cambiado.
“Ahora soy una luchadora, mamá”
Jamás le había dado muchos detalles a su madre sobre sus entrenamientos de karate. El último año y medio en el Valle había sido una verdadera locura a causa de las peleas entre Miyagi Do y Cobra Kai. Y ella no había sido exactamente un personaje secundario en todo aquel drama… Desde luego no quería preocupar más a su madre enferma de lo que ya lo estaba. Así que había decidido guardarse todo para ella. Ya no era ninguna niña. Sabía cuidar de sí misma.
“Y ahora es el momento de demostrarlo”
Mientras tomaba esta decisión, apretó con fuerza el tapón dentro de su puño. Una marea de fuego se extendió por todo su cuerpo y entonces lo tuvo claro:
“Voy a ganar el Sekai Taikai”
~FIN DEL CAPÍTULO UNO~
Capítulo Dos ya disponible
Chapter 2: Eres mi campeona
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48 HORAS ANTES…
Tory caminaba por el aparcamiento del hospital sumida en sus pensamientos. Se sentía tan feliz que podría haber empezado a bailar allí mismo. La doctora Judith le había bajado la dosis de medicación a su madre, aunque en su opinión ya no la necesitaba. La había visto reír y caminar por toda la casa como no lo hacía desde tanto tiempo atrás. También les había hecho la cena a ella y a Brandon, y podía asegurar que no había probado nada tan rico en su vida.
━Estás cuidando muy bien de tu madre, Tory ━le había dicho la doctora━. Sigue así.
La chica sonrió para sí misma. Pero entonces escuchó unos pasos detrás de ella. No se volvió, pero supo enseguida que eran de un hombre y todo su cuerpo se puso alerta. Con los años en los que había tenido que defenderse sola por calles peligrosas, había aprendido a no bajar la guardia nunca. Tomó rápidamente las llaves de su bolso de entrenamiento y las agarró entre sus dedos, lista para rajar a quienquiera que la estuviera siguiendo cada vez más deprisa.
Cuando notó que estaba justo detrás de ella, se giró con un rápido movimiento y lanzó un puñetazo con la mano en la que llevaba el manojo de llaves. Sin embargo, el hombre fue más rápido y la esquivó. Tory no se amedrentó y casi al mismo tiempo lanzó una potente patada hacia la barriga de su agresor.
Una mano fuerte y firme detuvo su pie justo antes de que tocara su cuerpo. Y la chica se quedó petrificada cuando vio su rostro.
“No es posible”
━Qué bien que sigas entrenando ━le sonrió John Kreese.
Tory no lo podía creer. Su antiguo sensei estaba justo frente a ella. Con su mismo pelo gris, sus mismos ojos azules y su misma expresión astuta. Por un segundo, sintió un alivio inexplicable al ver que seguía sano y salvo, y su boca casi la traiciona con una leve sonrisa. Pero los recuerdos del último verano la devolvieron a la realidad.
Zafó su pie del agarre de Kreese de manera brusca y lo encaró.
━¿Qué hace aquí? ━le espetó, ahora un poco asustada━ ¿No le busca la policía?
No podía olvidar que aquel era el mismo hombre que estaba en búsqueda y captura por todo el estado de California por intento de homicidio y por escapar de la cárcel agrediendo a un montón de policías y sanitarios. Aunque ella supiera que lo primero era falso.
━¡Ah! Soy muy escurridizo ━contestó él, como si no tuviera ninguna importancia y aquello fuera un reencuentro normal━. Solo vengo a ver qué tal está mi campeona. ¿Cómo te va? ¿Cómo lo llevas?
━¿Ahora sí le importa? ━su descaro hizo que a Tory le hirviera la sangre en las venas━ La última vez que le vi necesitaba su ayuda y, ¿qué me dijo?
“Lo mejor que puedes hacer es cuidarte tú”
━Volví por usted ━le reprochó━, y me dejó tirada con Silver y la zorra pirada de su compinche.
De solo mencionarlos le dolía la mano derecha. La misma que esos imbéciles le habían obligado a romperse.
━Entiendo que estés enfadada. Pero no podía involucrarte en mi plan… Para liberarme ━el tono de Kreese era imperturbable━. Ya sé que te pareció cruel, pero solo quería protegerte. Y ahora que estoy fuera, tenemos la oportunidad de dominar…
━¡No! ━lo interrumpió ella━ De “tenemos” nada.
Vio cómo los ojos de su antiguo sensei se desviaban hacia su costado. Siguiendo su mirada, se dio cuenta de que se había dejado el bolso de karate abierto después de sacar las llaves, y ahora se entreveía su gi blanco del Miyagi Do. Su corazón dio un vuelco.
━Ah, ya lo entiendo ━repuso Kreese, intentando disimular su molestia con sorna━. Nunca imaginé que algún día vería a la Reina Cobra unirse al enemigo.
Reina Cobra. Ese había sido su apodo desde incluso antes de ganar… Bueno, de participar en el último torneo All Valley. Pero ahora ya no podía serlo. Ya no era una Cobra Kai. Ahora pertenecía al Miyagi Do, junto con Robby y los demás. También ella había considerado aquel dojo como “el enemigo” en el pasado, pero ya no.
━Son mis amigos ━su voz sonó rotunda y segura cuando lo dijo. Pero su corazón tembló por un momento cuando le oyó decir:
━Querida, no seas ingenua ━los ojos azules de Kresse estaban fijos en los suyos, apoyando sus palabras con la firmeza que los caracterizaba━. Te invitan a entrar, pero nunca serás uno de ellos. A la hora de la verdad, siempre encontrarán un motivo para que seas la segundona frente a la hija de LaRusso.
Tory se negó a escuchar ninguna mierda más que saliera de la boca de aquel manipulador. Ya le había creído una vez, no pensaba volver a cometer el mismo error.
━¡Váyase por donde ha venido! Yo no llamaré a la policía, pero mis senseis sí lo harán.
Esperaba que aquella amenaza sirviera de escarmiento para que la dejara en paz. Estaba más que segura de que Johnny Lawrence y Daniel LaRusso vendrían a prenderlo ellos mismos si se enteraban de que estaba cerca.
━Yo soy tu sensei… ━Kreese se acercó a ella todavía más. Su mirada penetrante clavada en su antigua alumna━ Y tú… Eres mi campeona.
Eso no. Ya estaba harta de que la utilizaran. No era una simple pieza más en su ajedrez de karate. No era un soldado más al que mandar a su frente de guerra imaginario.
━Tal vez sea una campeona… Pero no soy suya.
Con una última mirada de advertencia, se dio media vuelta y se marchó del aparcamiento.
A sus espaldas no escuchó ningún paso más.
EN EL PRESENTE…
Iba a ganar el Sekai Taikai.
Pero para ello necesitaba ganar primero su lugar como capitana del Miyagi Do. Samantha Larusso y ella tendrían que enfrentarse por enésima vez, mientras que Robby tendría que luchar contra Miguel por el mismo puesto. Así lo habían decidido los senseis, ya que al día siguiente se cumplía el plazo para enviar la lista final de los estudiantes que irían a Barcelona. Sabía que aunque perdiera aquella pelea, seguiría formando parte del equipo. Pero aquello no era suficiente, necesitaba ser capitana para poder llegar a la final y ganar.
Mientras se encaminaba deprisa hacia la parte trasera del dojo, donde se encontraba la plataforma de combate, solo podía pensar en eso. A lo lejos vio a Robby levantarse después de una caída. Mierda, así que su pelea ya había comenzado… Sintió mucho habérsela perdido, pero al menos aún no había terminado.
Aquella mañana había sido frenética. Habían llamado de nuevo del hospital y de la funeraria para preguntar los detalles sobre el funeral que se llevaría a cabo ese fin de semana. También había tenido que vérselas con el banco… Había tenido que correr a sacar los pocos fondos que le quedaban a su madre antes de que aquellos buitres le impidiesen utilizar su cuenta por no ser la titular. O peor… Antes de que la arpía de su tía Kandace se enterase y se aprovechase de la situación. Un escalofrío le recorrió la espalda. No, no era ese el momento para pensar en aquel problema. Ya lo solucionaría una vez se asegurase la capitanía en el Sekai Taikai.
Así que había tenido el tiempo justo para llegar al dojo. Se había puesto el gi a toda prisa, se había recogido sus rizos enmarañados como mejor había podido y allí estaba. No había pegado ojo aquella noche, pese a que al final había reunido el valor para tumbarse en su cama. Los recuerdos horribles amenazaban con convertirse en pesadillas si se quedaba dormida por más de cinco segundos y los recuerdos buenos con su madre también la asaltaban dolorosamente, como restregándole que ya nunca volvería a vivirlos.
Llegó donde el resto de estudiantes estaban observando la pelea sin perderse ni un detalle.
━¡Tory! ━exclamó alguien a su lado.
Se giró y vio el rostro sorprendido de Devon.
━Van dos a cero ━le informó su amiga━. Díaz va ganando.
Tory no respondió. Robby perdía…
━¡Oye! ━llamó de nuevo su atención la chica━ ¿Estás bien?
Ella evitó su mirada, fijando su atención en la plataforma de combate.
━Sí ━respondió, pero le pareció que respondía otra persona, una mucho más calmada y segura de lo que ella se sentía━. Lista para luchar.
Devon no dijo nada. Pero sus ojos marrones seguían clavados en su cara, escrutándola. Así que, incómoda, Tory se adelantó hasta la primera fila para presenciar la pelea.
━¡Punto: Keene! ━exclamó entonces el sensei LaRusso, que arbitraba el combate.
Robby había conseguido marcar a Miguel con un puñetazo en el pecho. Este último pareció perder la concentración porque en breve Robby ganó su segundo punto dándole una patada en la cara.
Cuando Miguel cayó al suelo, Tory tuvo tiempo de cruzar una mirada fugaz con su novio. No se dijeron nada, pero no hacía falta. Confiaba en Robby y en todas sus capacidades. Ganaría esta pelea. Ella lo sabía. Ambos asintieron y el chico volvió su atención a su rival.
━Dos a dos ━anunció el sensei━. El próximo punto gana. ¿Preparados? ¡Hajime!
Pasó lo que pareció una eternidad. Tanto Miguel como Robby estaban dando lo mejor de sí. Tory los conocía a ambos. Sabía que Miguel era el luchador más completo y fuerte del Valle. Pero Robby también, y tenía todo lo necesario para ganarle. Y lo haría. No tenía ninguna duda de que lo haría.
Entonces, en medio de tantos movimientos que nadie podía estar seguro de lo que ocurría, Robby consiguió levantar a Miguel por el aire y tumbarlo en el suelo boca arriba. Y con toda la velocidad de la que fue capaz…
¡PUM!
━¡PUNTO: GANADOR!
Lo había logrado. Un puñetazo final en el estómago había decantado la pelea hacia Robby. En medio de su angustia y del cansancio mortal que sentía, Tory vio brillar una luz de esperanza en la expresión eufórica de su novio. Todos los estudiantes del dojo aplaudieron fuertemente su victoria. Miyagi Do ya tenía a su capitán masculino.
Cuando los chicos bajaron de la plataforma, Robby se colocó a su lado con una sonrisa radiante de oreja a oreja.
━Perdón por llegar tarde ━se apresuró a decirle Tory.
━Has llegado justo a tiempo ━la tranquilizó él, sus preciosos ojos verdes brillando de emoción.
━¡LaRusso, Nichols! ━llamó el sensei Lawrence, que también era el padre de Robby, desde la plataforma.
Era su turno. La poca alegría que había sentido hacía unos instantes fue aplastada por una amarga piedra en su estómago vacío.
━Tú y yo en el podio, ¿eh? ━le susurró Robby, dándole un amistoso empujoncito en el hombro.
Tory intentó sonreírle, pero no podía ni mirarle.
━Exacto ━le respondió por ella la misma voz mecánica y extraña que le había hablado a Devon hacía un rato.
Sintió una mano posarse suavemente en su otro hombro. Era Amanda LaRusso, la madre de Sam.
━Mucha mierda ━le deseó sonriente, pero luego añadió nerviosa━: ¡No literalmente!
La señora LaRusso y ella no siempre se habían llevado bien. Y Tory no la culpaba, todo lo que había pasado entre ella y Sam, todo lo que ella había provocado… Pero ahora no tenía tiempo de demostrar que el pasado había sido enterrado. Tenía una pelea que ganar. Intentó devolverle una sonrisa, pero dudaba que lo hubiera conseguido. Luego sus piernas la subieron a la plataforma de combate.
━¡Venga, saludo! ━indicó el sensei Lawrence, quien sería su árbitro━ Saludo ━y ella y Sam se inclinaron una frente a la otra en señal de respeto.
━Que gane la mejor ━le deseó Sam, sonriente, y se acercó a ella con el puño levantado amistosamente para que lo chocaran.
Tory bajó la mirada hacia su mano y la chocó de manera automática con su propio puño, pero como un relámpago repentino, su mente fue asaltada por otras imágenes muy distintas.
Un puño cerrado con fuerza en mitad de la noche.
Su madre tirada en el suelo con los ojos muy abiertos, pero sin respirar.
Sus dedos crispados sujetando el tapón violeta.
El olor a pasta en salsa de tomate.
El ir y venir del personal médico en el hospital.
La horrenda pared verde.
“¡NO LO HAN EVITADO!”
El apartamento vacío al entrar.
El olor a desinfectante y el frío de la morgue.
La moqueta del suelo a milímetros de su cara, mientras daba bocanadas desesperadas para respirar.
Ese dolor insoportable en el pecho.
“¡Voy a morir!”
━¡Posición de combate! ━oyó a lo lejos la voz del sensei Lawrence. Y su cuerpo obedeció por inercia la orden.
Pero no adoptó la posición que tantas veces habían practicado en el Miyagi Do… Sus manos buscaron enseguida levantarse mucho más cerca de su rostro. Sus pies comenzaron a brincar, calentando todas sus articulaciones y llenándola de una energía mucho más agresiva.
“Tranquila, mi amor. No lo hemos tenido fácil. Pero lo podemos cambiar… ¡Ahora somos luchadoras!”
Y Tory finalmente despertó. Sus ojos verde avellana se clavaron en su rival. Iba a ganar esa pelea. Costara lo que costara. Por su madre.
━¿Listas? ¡Hajime!
━¡KYAAA! ━el grito salvaje de Tory fue acompañado por una patada súperpotente.
Había atacado primero, pero Sam la había esquivado con mucha agilidad. No importaba, eso era solo el principio.
La lucha continuó, pero Tory sentía que una fuerza superior a ella dominaba su cuerpo, empujándola a hacer movimientos más veloces y bruscos de lo que era capaz de controlar. Fue su error: una patada mal apoyada hizo que se cayera al suelo y Sam consiguió marcarle.
━¡Punto: LaRusso!
━¡Argh! ━frustrada y con el corazón a mil, Tory se puso de nuevo en pie.
Patada tras patada. Puñetazo tras puñetazo. La chica se movía como una leona luchando por su vida, y pronto Sam se vio obligada a pasar a la defensiva, bloqueando a duras penas sus embates. Sin saber bien cómo, logró marcarle.
━¡Punto: Nichols!
Pero su cuerpo se movía solo. En su mente se reproducían en bucle todos aquellos flashbacks que la habían acribillado antes.
Brandon, ella y su madre comiendo juntos por última vez.
Su cuarto borroso mientras su corazón se le salía del pecho.
Una niña feliz enseñándole su dibujo.
“Estás cuidando muy bien de tu madre, Tory. Sigue así”
Su madre tendida en el suelo, fría como un témpano.
“¡¡BASTA, MARCHAOS DE AQUÍ!!”, pensó aterrada en ese mismo momento.
Quería alejarlo todo. Quería olvidarlo todo. Quería protegerse. Quería que todo terminara de una vez.
━¡AH! ━el grito de dolor de Samantha la devolvió a la realidad por un instante. ¿Le había pegado una patada a traición sin darse cuenta?
━¡Eh, árbitro! ━se quejó el señor LaRusso━ Eso ha sido excesivo. No puede puntuar.
━Sí, sí, yo me encargo ━le aseguró el sensei Lawrence.
━Estoy bien. Estoy bien ━repuso Sam.
━¡Oye! ━le dijo el sensei a Tory━ Es una advertencia. La próxima penalizará.
Pero a Tory le parecía estar flotando en medio de un océano tormentoso de recuerdos que amenazaban con ahogarla de un momento a otro. Solo sabía que su cuerpo estaba lleno de ira y miedo. Brincaba sin parar, moviéndose alrededor de su rival como un depredador.
━Uno a uno. Posición de combate. ¿Listas? ¡Hajime!
Y la pelea continuó. Se había enfrentado a Sam tantas veces que había perdido la cuenta. En todas había sido por algo personal. Pero aquella vez era como si su rostro hubiera desaparecido. Sintió una fuerte patada en su pecho.
━¡Punto: LaRusso! Dos a uno.
“Mierda. No, no, no”
━¡Posición de combate! ¿Preparadas? ¡Hajime!
Un teléfono sonó a lo lejos, donde estaban todos los estudiantes. Pero Tory y Sam se movían tan deprisa que apenas podían oír algo más que el viento que provocaban al saltar por el aire.
Entonces Tory logró agarrar a su rival. Era ahora o nunca. Con toda la fuerza de la que fue capaz, tomó impulso para pegar el puñetazo que le daría su segundo punto. Un resquicio de su conciencia logró ver en el rostro de Samantha un miedo que ya había visto antes. ¿En un pasillo del instituto? No podía recordarlo. Pero era demasiado tarde para detenerse. Debía hacer esto. Debía luchar. Debía ganar.
¡PUM!
Una mano más grande y fuerte que la suya detuvo su puñetazo, instantes antes de que diera en su objetivo. La chica no entendió al principio que había ocurrido. Pero logró enfocar su vista en el rostro de la persona que la había parado: era el sensei LaRusso, el padre de Sam.
━¡Se acabó el combate! ━le dijo.
Tory regresó a la realidad. Las sangre hirviéndole en las venas.
━¡Eso es injusto! ━chilló━ ¡Podría haber sido un punto!
━¿Qué coño haces? ━se interpuso entre ellos el sensei Lawrence, mirando a Daniel LaRusso━ ¡El árbitro soy yo! ¡Yo decido cuándo se acaba!
━Luego te lo explico, hazme caso…
“No, esto no puede estar pasando…”, pensó Tory, aterrada.
Una sospecha se había instalado en su mente y estaba segura de que era cierta: ellos lo sabían. Y no la iban a dejar pelear. No la iban a dejar cumplir lo que su madre quería.
━¡No pare el combate, por favor! ━suplicó.
━No lo puedo contar delante de todos, ¿vale? ━oyó que le susurraba el señor LaRusso a Lawrence.
━Estoy bien, papá, en serio ━volvió a decir Sam.
━No, Sam, no es por eso. No, venga, por favor, chicas ━pero ellas habían adoptado de nuevo la posición de combate.
Tory sentía que le faltaba la respiración de nuevo. Su corazón taladrándole los oídos.
━Bajad de la plataforma, vamos ━ordenó el hombre.
━¡No les digas que bajen, yo también soy su sensei! ━rabió el otro.
━¡Pues pon fin al combate!
Estaba claro. Él lo sabía. Lo sabía. Sabía que su madre había…
━¿Por qué?
━¡¡PORQUE MI MADRE HA MUERTO!!
El alma de Tory se desgarró en cuanto gritó esas palabras. Fue como si le hubieran rajado las entrañas por la mitad con un solo golpe de katana. Era la primera vez que lo admitía y supo sin lugar a dudas que aquello había marcado un antes y un después en su vida. Lo había evitado porque tontamente pensaba que si no se lo decía a nadie entonces no sería una realidad. Pero lo era. La peor realidad que nadie debería vivir.
Su madre estaba muerta. Muerta. Y no volvería jamás.
En el dojo se había instalado el silencio más absoluto. Todo el mundo la miraba y no lo pudo soportar. Se dio la vuelta para contener las lágrimas.
━Tory, te… Te acompaño en el sentimiento ━era la voz de Daniel━, pero no podemos continuar el combate. No es el momento ━le explicó, acercándose a ella.
━¡Sí lo es! ━replicó Tory, aún gritando con toda la voz que le quedaba ━ ¡Sí lo es! ¡Tengo que pelear ahora!
━No, Tory ━ahora era Sam━, yo también quiero pelear. Pero no es el momento.
━Sensei Lawrence, ayúdame, por favor.
Pero Johnny Lawrence no respondió enseguida. Se había quedado mirando en silencio a Tory. Su expresión seria no dejaba entrever nada.
━No depende de nosotros ━dijo finalmente━. Si Nichols quiere pelear, que pelee.
━Johnny… ━el señor LaRusso pareció enfadarse de nuevo con él, pero decidió ignorarlo y volvió a girarse hacia Tory━ Encontraremos otra solución para nombrar a la capitana.
━¿Otra solución? No, ¡no! ━gritó ella━ ¡Usted no entiende nada! ¡Ninguno se entera de nada!
Gesticulaba con violencia. Odiaba que todos la estuvieran mirando como si hubiera perdido la cabeza. ¿Por qué nadie podía entenderla? ¿Por qué nadie se daba cuenta de que si no peleaba no le quedaría nada?
Entonces vio a Amanda observándola con los ojos vidriosos desde el borde de la plataforma de lucha. Decidió dirigirse a ella, quizá podría convencerlos. Se acercó:
━¡Mi madre lo hubiera querido así! ¡Si no peleo…! ━sus palabras murieron ahogadas, se había quedado sin respiración, pues el dolor en su pecho se sentía cada vez más fuerte━ ¡Lo tengo que hacer! ¡Lo tengo que hacer por ella! Tengo que pelear…
━Tory… ━Robby se había subido a la plataforma y la miraba fijamente━ Oye, haremos una pausa…
━¡No, Robby, no! ━su voz sonó esta vez como un sollozo. ¿Ni siquiera él la entendía? Sintió que su corazón sangraba.
━Tú respira… ━le dijo el chico, intentando calmarla.
━Tory, sé cómo te sientes, ¿vale? ━esta vez era Amanda, que también había subido para acercarse a ella━ Pero no estás en las mejores condiciones para decidir… ━le tomó las manos suavemente.
Tory se deshizo de ellas con brusquedad. Sentía como si un montón de agujas se clavaran en su cerebro. Una por cada palabra que salía de la boca de todos. Una voz se sobrepuso a las demás en el caos de su mente:
“No seas ingenua… Siempre encontrarán un motivo para que seas la segundona frente a la hija de LaRusso”
━¡Lo que no quiere es que gane a su hija! ━le gritó a la señora LaRusso.
━No… ━repuso Amanda.
━¡Porque a la hora de la verdad la eligirán a ella antes que a mí!
━No, no es por eso, Tory ━oyó a su espalda al señor LaRusso.
━No estamos del lado de nadie ━le apoyó su mujer.
━¿Estáis seguros?
Se dieron la vuelta. Era el sensei Lawrence quien había hablado.
━¡Johnny! ━exclamó Daniel, incrédulo.
Tory no lo soportó más. Siempre era igual en aquel dojo. Nadie podía fiarse de nadie. Ni siquiera sus senseis se llevaban bien. ¿A quién querían engañar? Defendiendo esa imagen de familia feliz y unida cuando en realidad eran como alimañas esperando la mínima debilidad para aprovechar la ocasión de brillar por encima de los demás. ¿Qué era lo que los diferenciaba de Cobra Kai? Nada en realidad. Tan solo su gi blanco y sus discursos de equilibrio y piedad.
Pero una vez más, la vida le había demostrado que no tenía ninguna piedad. ¿Por qué ella sí debería tenerla?
━¿Quiere interrumpir la pelea? ━le espetó al señor LaRusso━ Vale, ¡se acabó!
Bajó de la plataforma de combate y se marchó a paso apresurado. Ninguno de los estudiantes la detuvo. Todos se apartaron de su camino como si tuviera la peste.
━Tory, ¿adónde vas? ━escuchó que le preguntaba Robby.
Pero tampoco quería hablar con él. Ni siquiera su novio, en quien más confiaba, la había podido entender.
━¡ME LARGO!
Y lo hizo. Sin mirar atrás.
Nadie la siguió.
El sufrimiento y el dolor en su pecho eran su única compañía.
~FIN DEL CAPÍTULO DOS~
Capítulo Tres ya disponible
¡Os deseo una muy Feliz Navidad! <3 Gracias por leer!!
Chapter 3: Estaremos juntos
Chapter Text
Tory había tenido que fingir muchas sonrisas en su vida.
Cuando llegaba a casa cansada después de un largo día de clases y de trabajo, y su hermano le pedía que le contase un cuento.
Cuando después de pasar toda la noche llorando porque a su madre le habían detectado otra metástasis sus compañeros de karate le decían que era la tía más dura que habían conocido porque nunca lloraba.
Cuando tenía que actuar como la princesa sirena delante de los niños del cumpleaños infantil y tenía que soportar la mirada lasciva hacia su sujetador por parte de alguno de los padres.
Pero ninguna de esas situaciones la podría haber preparado para lo que debía hacer ahora. Brandon, su hermano de ocho años, la esperaba sentado en el umbral de la casa de los Parton, charlando alegremente con su amigo.
Y ella iba a decirle que su madre estaba muerta.
Tragó saliva. No debía hacerlo más difícil de lo que era. Ya lo había dicho en voz alta cuando lo había gritado ante todos en el Miyagi Do hacía solo un par de horas. Después de salir hecha una furia del dojo, no se había parado ni a cambiarse por miedo a que la detuvieran e intentaran convencerla de que no pelear era lo mejor. Así que todavía seguía con el gi blanco. Se había puesto la chaqueta encima para disimular un poco, pero obviamente la gente lo notaba y la miraba por la calle.
“Estupendo. Eres un genio, Tory”, pensó.
No quería ni ver cómo estaba su cara en esos momentos. Lo único que había hecho para aparecer presentable delante de los Parton y que no la invadiesen a preguntas había sido recogerse el pelo desgreñado y sucio en un moño alto.
En cuanto se acercó por el camino que llevaba hasta la puerta principal de la casa, los niños la vieron y Brandon le dedicó una de sus radiantes sonrisas. Ella se la devolvió, tal y como había practicado. El pequeño se levantó de inmediato y corrió a abrazarla. La rodeó fuertemente por la cintura y hundió su carita delgada en su barriga, como siempre hacía cuando la había extrañado mucho, y Tory casi pudo ver cómo el muro de compostura que había construido se derrumbaba de golpe.
Era el primer abrazo que recibía desde que su madre había muerto, y no se había dado cuenta de cuánto lo había necesitado. No fue capaz de decir ni una palabra. Se quedó allí parada, mirando la cabeza de su hermanito y sosteniéndolo en un abrazo sin fuerzas.
━¡Ah, Tory, ya has llegado! ━exclamó una mujer desde la casa.
La señora Parton llevaba un delantal y el cabello recogido en la nuca. Debía de estar cocinando algo en el horno porque desde la puerta abierta emanaba un aroma dulce y delicioso.
━¿Quieres pasar un rato? Estoy haciendo galletas.
Tory quiso hablar, pero en lugar de su voz salió una especie de graznido mocoso. Se aclaró la garganta agresivamente y lo intentó de nuevo.
━No, gracias, señora Parton ━y le dedicó su segunda sonrisa fingida━. Tenemos prisa.
━Oh, no pasa nada. Los chicos se lo han pasado de maravilla, ¿verdad? ━respondió ella, acariciando el pelo de su hijo.
━¿Ah, sí? ━susurró Tory.
Brandon levantó la cabeza y asintió, confirmando sus palabras.
━Brandon puede volver cuando quiera, es un ángel.
━Lo es ━murmuró de nuevo. Cada segundo que pasaba la destruía más saber que debía ser ella quien rompiese aquella escena perfecta. Pero ese no era el lugar━. Gracias, señora Parton… Por todo.
━¡No hay de qué, cariño! Tened mucho cuidado al volver, ¿de acuerdo?
━Sí…
━¡Ah, casi se me olvida! ¿Cómo está tu madre?
Aquello fue como un cubo de agua fría. Tenían que salir de ahí ya.
━Está… Descansando. Adiós, señora Parton.
━Bien, bien, me alegro. ¡Hasta otro día!
━¡Adiós, Brandon! ━saludó su hijo dando brincos desde el umbral.
Su hermano le devolvió el saludo enérgicamente.
━Vamos… ━Tory lo tomó de la mano y salieron a paso rápido.
Las calles por las que pasaban se iban haciendo más estrechas y sucias a medida que se adentraban en Reseda. Ya no se veían por ningún lado casas bonitas y con jardines cuidados como la de los Parton.
El bus iba pegando botes por los baches que llevaban años sin arreglar, y que hacían que les doliera la espalda cuando se golpeaban contra los maltrechos asientos de plástico. Pero Tory apenas sentía nada. Estaba absorta mirando por la ventana mientras veía cómo el sol comenzaba a ocultarse detrás de los edificios.
━¿Tory? ━la llamó Brandon, sentado a su lado, con su mochila entre los brazos.
━¿Hm? ━respondió ella, ausente, con la mirada aún en la ventana.
━¿Te sientes mejor ahora?
La chica se giró hacia su hermano, atónita.
━¿Cómo?
━Es que antes te veías triste y por eso quería distraerte contándote todo lo que hicimos Marcus y yo… Pero quizá te aburrí, ¿te sientes mal todavía?
Tory se quedó sin habla. Durante el trayecto de vuelta a casa, le había preguntado a Brandon qué había hecho con su amigo en aquellos dos días, más para retrasar el momento de contarle lo de su madre que por curiosidad. Pero ahora se daba cuenta de que no había sido la única en jugar con la conversación. Quizá su hermanito había visto demasiadas de sus sonrisas falsas y ahora podía diferenciarlas perfectamente de las verdaderas. Sintió un nudo en la garganta.
━¿Se han peleado contigo de nuevo? ━preguntó Brandon, mirando receloso el gi que aún llevaba puesto.
De nuevo, su hermana no supo cómo responder. Nunca se había parado a pensar demasiado en cómo había vivido él las consecuencias de sus luchas contra el Miyagi Do y luego contra Cobra Kai. Ahora que lo hacía, se sintió terriblemente culpable recordando las veces que la había visto limpiarse la sangre de su ropa, curarse las heridas con pomada y ponerse hielo en los golpes. Y nunca había dicho nada…
━Tranquilo ━fue lo único que le salió━. No. No tiene nada que ver con eso.
Sus ojos se cruzaron con la mirada de cervatillo de Brandon. Él no preguntó nada más y apoyó la cabeza cariñosamente en su hombro. Tory volvió a tragar saliva. Se mantuvieron así hasta que llegaron a su parada.
En cuanto se bajaron del bus, supo que no podía esperar más.
━¿Crees que mamá hará canelones de nuevo? ━preguntó su hermano, relamiéndose entusiasmado.
━Hey… ━le susurró, tirando de su mano.
Él la miró sin entender.
Tory aguardó a que se quedaran solos en la parada. Entonces lo agarró de ambas manos y se acuclilló para que su cabeza quedase por debajo de la del niño.
━Escucha… Cuando lleguemos a casa… Mamá no va a estar.
La sonrisa de Brandon se desvaneció, y Tory se sintió peor que en toda su vida, si eso era posible a esas alturas.
━¿Está en el hospital otra vez?
━Por ahora, sí…
━Bueno, no pasa nada ━respondió él, encogiéndose de hombros━, otro día los comeremos. ¿Podemos ir a visitarla mañana?
Silencio. Tan solo se oía el ruido que hacían las ruedas de los coches al pasar por el asfalto.
━Brandon… Mamá… No va a volver… Se estaba poniendo mejor, pero… No lo suficiente… Mamá se ha ido para siempre… Lo siento, ¡lo siento muchísimo!
Su voz se quebró en un llanto incontenible. Y también su corazón. Dejó caer su cabeza entre sus brazos, pues aún sostenía las manos de su hermano entre las suyas. Pero este, después de un momento de shock, se deshizo de su agarre y abrazó a Tory con tanto ímpetu que ambos se resbalaron hasta el suelo.
━¡No es tu culpa! ¡No es tu culpa, Tory! ¡No llores!
La chica envolvió a su hermanito en sus brazos, pidiéndole perdón una y otra vez, y rogando que aquel momento solo fuera un mal sueño. Se quedaron así, llorando y abrazándose en medio de la calle desierta, hasta que Tory se dio cuenta de que era peligroso quedarse en aquel barrio cuando ya estaba anocheciendo.
━Vamos ━hipó, con la nariz congestionada y poniéndose en pie torpemente, pues las piernas le temblaban.
Brandon también respiraba agitadamente, sus pestañas perladas de lágrimas diminutas. Con las últimas fuerzas que le quedaban, su hermana agarró también su mochila y, de la mano, se encaminaron hasta su apartamento.
Aquella noche no dijeron nada más. Tory calentó los restos de una pizza que habían congelado hacía unos días, pero el niño no quiso comer hasta que la vio a ella tragar algunos pedazos que le supieron a cartón.
Después lo obligó a bañarse. Pero como la expresión desolada de su cara hacía que su corazón se quebrase cada vez que lo miraba, decidió hacer algo que no habían hecho desde mucho tiempo atrás. Llenó la bañera hasta el tope con agua bien caliente y vació todo el bote de jabón para hacer un montón de espuma, que enseguida empezó a brotar por todos lados.
Ninguno de los dos tenía mucho ánimo de diversión. Eso era obvio. Pero por un segundo, después de ver cómo su hermana lanzaba al agua un patito de goma más viejo que ellos, y que estaba tuerto porque se le había salido la pintura de un ojo, Brandon esbozó algo parecido a una sonrisa. Y para Tory eso fue suficiente para no rendirse aquella noche tampoco. Para estar segura de que esa noche tampoco moriría, por mucho que le doliera el pecho y le costase respirar.
Se quedaron en la bañera hasta que los dedos de las manos y de los pies se les pusieron como pasas y el agua comenzó a enfriarse. Luego le secó el pelo a su hermano e hizo lo que pudo con sus propios rizos rebeldes y enmarañados.
Se acostaron pronto y decidieron dormir ambos en la habitación de Tory. Brandon abrazó a su hermana como un monito a su mamá. Siempre había sido cariñoso, bueno, tranquilo… Nunca había hecho nada para merecer un castigo. Y ahora la vida lo castigaba con lo peor que le podía pasar a un niño. La chica acariciaba su pelo en silencio para calmarlo y adormecerlo, pero también para consolarse a ella misma.
No debía ser tan tarde, pero ya estaba oscuro cuando vio su móvil iluminarse sobre la mesilla de noche. Estiró el brazo con cuidado de no despertar a su hermano. Había varios mensajes. Entró primero al chat de Robby.
Robby [6:37 pm]
Tory, estás bien? Adónde has ido?
Lo siento muchísimo…
Por favor, avísame cuando llegues a casa
Robby [8:12 pm]
Tory, estoy muy preocupado
Sé que no te apetece hablar ahora, pero, por favor, dime si estás bien
El último mensaje era de hacía solo 10 minutos atrás:
Robby [9:16 pm]
Tory, me estoy asustando
Por favor, háblame, estoy muy preocupado
Aunque un poco lenta, porque su otra mano estaba atrapada bajo el cuerpo del niño, escribió la respuesta lo más rápido que pudo:
Tory [9:26 pm]
Estoy en casa con Brandon, estamos bien
Eso era un eufemismo, pero no se le ocurría qué otra cosa poner. ¿Estoy destrozada? ¿Quiero que esta pesadilla acabe de una vez? ¿Necesito que vengas y que me abraces tú también? Ahora que se había calmado, se daba cuenta de lo mal que había reaccionado en el Miyagi Do… La vergüenza la incomodaba, pero todavía estaba enfadada con todos ellos por no haberla comprendido. El teléfono vibró en su mano, sacándola de sus pensamientos:
Robby [9:27 pm]
Menos mal!
Mañana por la mañana iré a verte, ok?
Sintió que el estómago se le llenaba de plomo en un instante. ¿Mañana por la mañana? Era un poco tarde, pero… ¿Tanto como para no venir ahora a verla? Su padre tenía coche. Robby tenía el carnet de conducir. Era imposible que estuvieran durmiendo a esas horas un viernes… ¿Qué ocurría?
Tory [9:28 pm]
Todo bien?
Robby [9:28 pm]
Sí, tranquila, todo está bien
Mañana hablamos, descansa
Le envió un emoticono de corazón, pero Tory no se lo devolvió. Estaba confundida. Tenía la impresión de que ocurría algo, pero, teniendo en cuenta el trote que llevaba, decidió no hacer caso a sus paranoias. Respiró profundamente y respondió:
Tory [9:29 pm]
Está bien, hasta mañana
Abrió entonces otro chat. Esta vez el de Amanda LaRusso:
Sra. LaRusso [7:24 pm]
Tory, siento muchísimo lo de tu madre. Quiero que sepas que estamos contigo para lo que necesites. Por favor, cuídate mucho. No hagas nada imprudente, cariño. Cuando estés mejor, hablaremos tranquilamente de todo esto. Te mando un abrazo, Amanda.
No supo muy bien cómo reaccionar a aquel mensaje. La verdad era que cada vez que escuchaba un “lo siento” no sentía nada. Quizá un poco de molestia: ¿de qué servía sentirlo? De nada, absolutamente de nada. Su madre no volvería por más que lo sintieran todos.
Su irritación se agravó cuando releyó el mensaje y notó el “No hagas nada imprudente, cariño”. ¿A qué venía eso? ¿Acaso creía que se pondría a romper las ventanas de todos los coches del vecindario solo por estar enfadada? Ganas no le habían faltado, desde luego. Pero no era una imbécil.
Por un momento volvió a ver las expresiones impactadas de todos cuando había comenzado a gritar sobre la plataforma de combate. Vio otra vez al señor LaRusso deteniendo su puño justo antes de poder marcar un punto sobre su hija. Sintió de nuevo que volvían a alzar las manos frente a ella, para contenerla. Pero ella no quería ser contenida. No quería dejar de pelear. Era una luchadora. Se lo había prometido a su madre.
Sintió sus mandíbulas tensarse de la rabia y decidió no contestarle a la Sra. LaRusso. No quería arrepentirse de lo que dijera. Cerró el chat y vio que también tenía mensajes de Devon, Red, Edwin e incluso Sam… Pero no llegó a abrirlos. Su hermano se había despertado y se removía inquieto.
━Lo siento, peque… ━le susurró Tory━ Ahora lo apago.
Bloqueó la pantalla y volvió a dejar el móvil sobre la mesilla de noche.
━Tory… ━murmuró Brandon con voz ronca.
━Dime.
━Tú no te irás, ¿verdad?
━Estoy justo aquí, peque.
El niño se quedó en silencio un rato y en la oscuridad Tory pensó que se había vuelto a dormir. En cambio, con un susurro apenas audible, dijo:
━No nos van a separar, ¿verdad?
La chica se quedó helada. Había evitado pensar en esa posibilidad porque había tenido que encargarse de demasiadas cosas en muy poco tiempo. Pero ahora, que un agente social llamara a su puerta a primera hora de la mañana no era una posibilidad, era la realidad. Y una realidad muy desalentadora. Tanto Brandon como ella eran menores. Ella cumpliría los dieciocho años en pocos meses, pero su hermano era muy pequeño todavía, estaba claro que lo enviarían a un orfanato o a una casa de acogida. O peor… Con su tía Kandace.
“¡No! Eso jamás. Por encima de mi cadáver”
━Te prometo que, pase lo que pase, estaremos juntos. ¿Ok?
No podía ver bien a Brandon, pero esperaba que su voz le transmitiese la fuerza de su promesa. El niño pareció relajarse y volvió a abrazarse a su hermana. Pasados unos minutos, su respiración volvía a ser estable. Estaba dormido.
Fuera, un perro callejero aulló a lo lejos.
Tory no concilió bien el sueño aquella noche tampoco, se despertaba y se dormía continuamente. Por algún motivo, un enorme lobo negro aparecía delante de ella cada vez que cerraba los ojos. Aullaba muy alto y eso la aterrorizaba. Pero cada vez que intentaba huir, el animal era más rápido y la atrapaba, abriendo sus fauces justo antes de que ella se despertara de nuevo, agitada y bañada en sudor frío.
~FIN DEL CAPÍTULO TRES~
Capítulo Cuatro disponible a continuación
Como siempre: gracias por leer!! :D Espero que terminéis muy bien el año <3
Chapter 4: Tic, Tac
Chapter Text
A PRINCIPIOS DE ESE AÑO…
Aquel día llegaba temprano al dojo de Cobra Kai. De seguro todavía no había nadie, pero no le importaba. Es más, a Tory le gustaba mucho entrenar sola, le permitía pensar sin distracciones, mientras descargaba todas sus emociones golpeando la bolsa de arena.
No es que soliera ser impuntual, pero a veces las obligaciones le dejaban muy poco espacio para dar abasto con todo. Ahora estaba más libre… Aunque no por un buen motivo: seguía expulsada del instituto, por lo que tenía que mantenerse al día ella sola con sus estudios.
A veces se arrepentía de haber iniciado aquella pelea… Pero otras veces le seguía pareciendo injusto que los demás implicados no hubieran sufrido apenas consecuencias.
Aunque, aparte de Miguel, el peor parado sin duda había sido Robby. Últimamente se habían vuelto cercanos… Un extraño cosquilleo le acarició el vientre cuando recordó cómo la había mirado en el coche de Kyler varias noches atrás, cuando habían ido todos al autocine.
Sus ojos verdes tenían algo que la cautivaba y que le impedían concentrarse bien cuando se cruzaba con su mirada en las clases de karate. Obviamente, después de ese momento especial, tuvieron que venir los del Miyagi Do a estropearlo todo otra vez…
━Sí que cuesta encontrarte ━una voz arrogante cortó de golpe el hilo de sus pensamientos.
Tory alzó la vista, sobresaltada, y se encontró cara a cara con una mujer de pelo castaño ralo, rostro anguloso y mirada desagradable
“La que faltaba”, pensó la chica.
Todo rastro de su buen humor se había esfumado en un instante.
━¿Estás evitando a tu tita Kandace? ━preguntó la mujer, sarcástica━ ¿Pasas de mis llamadas?
━Sí, ¿qué quieres? ━respondió cortante.
━Pues verte, ¡claro!... Y saber si la paga por discapacidad de mi hermana ya ha llegado.
Tory se lo veía venir. Aquella bruja nunca aparecía por una buena razón.
━¿Quieres pasta para otra estafa? ¡El dinero es para nosotros!
No era la primera vez que le habían prestado dinero, y esa zorra siempre se lo gastaba todo en algún “negocio” fraudulento que después metía en problemas a su familia. No iba a permitir que les ocurriese de nuevo.
━¡Venga ya! Mi hermana prometió cuidar siempre de mí, ¿no te enseñó eso?
━Me enseñó a reconocer a una sanguijuela.
Pudo ver un destello vengativo en la mirada impertinente de su tía.
━Vigila con lo que dices… ━la amenazó━ Cuando tu mami la palme, ¿quién crees que…?
Tory soltó la mochila con un movimiento tan rápido que sonó casi como si una piedra hubiera caído al suelo. Si sus ojos hubieran podido lanzar rayos láser, estaba segura de que Kandace estaría ya pulverizada. Ahora estaba a centímetros de su abominable cara y su corazón le iba a mil por hora.
━Uh… Qué mala leche ━se burló aquella arpía━ ¡Igual que tu viejo! ━añadió con desprecio.
La chica temblaba de ira, pero tras esas palabras no podía hacer nada más que mirarla con todo el odio del que era capaz. Si llegaba a levantar aunque fuera un dedo contra esa desgraciada le estaría dando la razón… Sería igual que su padre. Y además se metería en más problemas de los que actualmente era capaz de sobrellevar.
━Cuando tu madre… ━la mujer fingió buscar las palabras adecuadas con falsa consideración━ Descanse… En paz… ¿Qué pasará? ¿Crees que tu papá aparecerá de repente? ¡Solo me tenéis a mí! ━se tocó el pecho con jactancia.
━¡Nosotros no te importamos! ━estalló Tory━ Solo te interesa su pensión.
La bruja se hizo la ofendida:
━El año pasado cuando Bobby cumplió cuatro años yo estuve allí.
Tory quería pegarle un puñetazo, dejarla inconsciente y atarla al saco de boxeo. Quería agarrarla del poco pelo que tenía y arrastrarla por todo el centro comercial. Pero apretó los puños con fuerza y le contestó:
━Brandon… Tiene ocho. Y yo cumplo dieciocho el año que viene.
Dicho esto, recuperó bruscamente su mochila y la hizo a un lado para poder entrar al dojo. Pero su tía la agarró por un brazo y la giró con violencia:
━¡Oye! ¿Quién te crees que ganará el juicio por la custodia? Tú no estudias ni trabajas. Y eres una delincuente.
━¡Igual que tú!
━Sí… Pero yo sé montármelo. Cuando te vea el juez se partirá de risa, y te irás de la sala avergonzada.
El corazón de Tory se hundía más y más con cada palabra. No podía rebatir nada de lo que estaba diciendo: la habían expulsado del instituto, tan solo le quedaba un trabajo a medio tiempo como camarera con el que apenas ganaba suficiente para pagar todas las facturas y ni siquiera era mayor de edad todavía… ¿Cómo pretendía tener la custodia de su hermano si le llegaba a pasar algo a su madre?
Kandace pareció leer su angustia y se regodeó en la incertidumbre de su sobrina. Con una mirada de desdén se marchó de allí. No sin antes decirle:
━Nos vemos en el entierro, guapa. Tic, tac…
Aquel día Tory golpeó más fuerte que nunca el saco de arena del dojo.
EN EL PRESENTE…
Unos fuertes golpes la despertaron súbitamente. Al principio se desubicó. No tenía ni idea de dónde estaba ni de qué hora era. La última vez que había abierto los ojos, el sol del amanecer se filtraba ya entre las cortinas de su habitación. Ahora parecía algo más alto.
¡Pum, pum, pum! ¡Triiiiin!
Se despabiló al instante. No se lo había imaginado: estaban llamando a la puerta de su apartamento. ¿Sería Robby?
Con cuidado de no aplastar a su hermano, que seguía profundamente dormido en su cama, se levantó y salió corriendo descalza hasta la entrada. El corazón le latía deprisa, pero no sabía si era de emoción o si le había bajado la tensión.
Sin comprobar quién era, abrió la puerta.
━¿Familia Nichols?
No. No era Robby. Era un hombre mayor, calvo y feo que no tenía nada que ver con su guapo novio. Su enorme y espeso bigote, donde al parecer habían decidido salir todos los pelos de su cabeza, no alcanzaba para disimular la cara de bagre que le puso a Tory cuando abrió. Debía de haber estado llamando a la puerta bastante tiempo y ellos dos fritos de puro agotamiento…
━Sí… ━respondió ella, sin disimular tampoco su desilusión.
━Este es el segundo aviso que les dejamos. Tienen que pagar sus facturas pendientes dentro de una semana o se le cortarán los servicios energéticos hasta que pague el importe completo más la multa.
La mente de Tory aún estaba reiniciándose después de otra noche terrible sin dormir, por lo que le costó mucho comprender cada palabra. Solo cuando tuvo el sobre que le entregaba entre las manos y vio el logo de la empresa de luz y gas de su casa, entendió por qué la primera persona que había venido a verla era Don Bigote.
Joder, se había olvidado de que aún tenía algunas boletas pendientes en el cajón...
━Ya… Claro ━fue lo único que acertó a decir.
━Por favor, firme para dejar constancia de que lo ha recibido ━el hombre le tendió impaciente un documento y un bolígrafo.
Sus palabras eran educadas, pero su tono era completamente prepotente, como si pensara que no habían pagado para hacerle perder el tiempo a él aquella mañana.
Mientras pensaba en decirle si quería pasar a tomarse un vaso de agua con virutas de oro en su cocina de mármol, Tory firmó rápidamente la ficha. Finalizó su firma con un punto, tan fuerte que hizo un agujero en el papel, al mismo tiempo que no perdía contacto visual con el hombre. Este ni se inmutó. Guardó el documento en su cartera y se marchó con su bigote y su prepotencia.
Tory gruñó y cerró la puerta de un portazo. Tiró la carta de aviso sobre la mesa de la cocina y se masajeó las sienes.
Su madre acababa de morir, pero al resto del mundo le daba igual. No importaba si aún no había podido ni hacerle un funeral. Todos seguían sus rutinas como si nada: los niños se despertaban y jugaban, los padres trabajaban, los carteros repartían cartas… Era todo tan extraño. Se sintió… Insignificante.
Sus ojos volvieron a posarse en el sobre encima de la mesa.
Intentó no pensar en que solo tenía una semana para pagar cuatro cuotas atrasadas más la multa. Intentó no pensar que eso significaba tener que encontrar rápido otro trabajo a medio tiempo además del que ya tenía. Intentó no pensar en que su situación no pintaba nada bien para que un juez la considerase la candidata idónea para la custodia de su hermano… Pero tal vez eso era lo más irónico de la mente humana: en cuanto tratabas de no pensar en algo, era justamente lo que más te mostraba.
Sentía náuseas de nuevo. Fue al baño y se enjugó la cara varias veces con agua bien fría.
“Vamos, Tory”, se animó. “No puedes tirar la toalla todavía”
Aún tenía posibilidades de ir al Sekai Taikai. Tendría que aceptar las condiciones de los LaRusso para salir elegida capitana de otra forma que no fuera luchar contra Samantha. Pero en esas circunstancias estaba dispuesta a todo, así fuera ganando un juego de cartas.
Si conseguía llegar a la final del torneo internacional, el mundo entero lo vería. Un montón de patrocinadores podrían interesarse en ella y conseguir ser luchadora profesional, colaborar con marcas deportivas reconocidas… Saldría por fin de aquella pesadilla de vida.
Quizá Brandon y ella tuvieran que pasar un tiempo separados. Al menos hasta que cumpliera los dieciocho y regresara de Barcelona. Pero casualmente ambas fechas estaban cerca y tan solo quedaban unos cuatro meses….
“Eso es, no está todo perdido”
Se peinó, se cambió de ropa y se dispuso a prepararse algo para desayunar y recobrar las fuerzas. Antes de que pudiera poner el pan en la tostadora, sin embargo, otra persona llamó a la puerta.
Esta vez sí era quien tanto deseaba ver.
━Tory…
Pero Robby no pudo terminar de hablar. Su novia se había lanzado a su cuello y respiraba agitadamente mientras sollozaba en silencio. La abrazó con fuerza, pero sin hacerle daño. Se mantuvieron así hasta que perdieron la noción del tiempo… Luego, lentamente, se separaron. El chico acarició sus mejillas, bañadas en lágrimas, y de la mano la condujo al interior del apartamento.
Pasó un buen rato hasta que comenzaron a hablar. Se sentaron en el sofá y Tory se acurrucó en su hombro mientras lo abrazaba. Él le acariciaba el cabello rubio con ternura y de vez en cuando le daba besos en la cabeza. La chica absorbía cada gesto como si después de haber estado encerrada durante meses, pudiera respirar al fin aire puro. Robby era tan dulce, tan sereno, tan confiable… Incluso durante el tiempo en el que ambos habían sido parte de Cobra Kai, él siempre había sido quien se había mantenido más equilibrado.
Lo admiraba. Y en aquel momento se sentía afortunada y agradecida de tenerle consigo. Por lo que se incorporó y lo miró a la cara. Eran de la misma altura, por lo que encontró sus ojos verdes mirando directamente a los suyos. Una sensación de calidez invadió su cuerpo.
━Siento no haber respondido a tus llamadas, yo…
━No te preocupes por eso ━la cortó él━. Lo entiendo, de verdad.
Tory suspiró, aliviada.
━¿Estás mejor ahora?
━Sí…
━No puedo ni imaginar lo duro que debe haber sido…
Tory bajó los ojos. No se sentía preparada para hablar de todo lo que había pasado en los últimos dos días. Hablar significaba recordar. Y en ese momento lo que más quería hacer era olvidar.
━Oye, todos estamos contigo, ¿vale? Para lo que necesites. Siempre.
━Sí… ━gimió ella.
Bajó la cabeza y se limpió con la manga de su jersey las lágrimas que volvían a brotar.
━¿Cuándo será el funeral?
━Mañana… A las once. En la iglesia de al lado del hospital.
Robby asintió.
━Allí estaré… ¿Cómo está tu hermano?
━Es difícil… ━la voz de Tory sonaba ahogada cuando pasaba por el nudo que tenía en la garganta━ Se lo tomó mejor de lo que esperaba, pero… Yo sé que esto es solo el principio de nuestros problemas… ━respiró profundamente, pues se había quedado sin aire. Robby le tomó de la mano y comenzó a acariciarla━ La verdad es que… De no ser por el Sekai Taikai, no sé qué haría…
El chico detuvo de golpe sus caricias.
━Sé que debo disculparme con los LaRusso y con tu padre por lo de ayer ━se apresuró a decir ella━. Es que me sentí tan… Encerrada… Pero estoy dispuesta a hacer lo que propongan. Ahora mismo si hac…
Pero no alcanzó a terminar la frase. Se había dado cuenta de la expresión turbada de Robby. Todo su cuerpo se había puesto tenso.
━¿Qué?
Su novio apartó la mirada de sus ojos y la dirigió a la puerta de entrada. Abrió la boca, pero parecía no saber qué decir.
━Robby, ¿qué pasa?
━Nada, es que… ¿Estás segura de que eso es lo mejor para ti ahora mismo?
A Tory le dio un vuelco el estómago.
━¿Qué quieres decir?
━Tory… Tu madre acaba de fallecer… No creo que sea el momento…
━¡Esto no se trata del momento, Robby! ━exclamó ella, el corazón latiéndole con fuerza━ Necesito hacerlo, tú lo sabes…
Lo sabía. Lo sabía mejor que nadie. Se habían prometido ganar juntos el Sekai Taikai… Ella lo necesitaba para poder quedarse con su hermano y sacar adelante a su familia. Él necesitaba algo importante que le permitiese conseguir un futuro profesional mejor del que le esperaba ahora. Después de haber pasado por el reformatorio, era muy complicado que alguna universidad lo aceptase, incluso si conseguía algo grande.
Ambos compartían ese deseo de luchar por una vida mejor… ¿Por qué ahora quería disuadirla en lugar de animarla?
━¡Lo sé, pero…! ━el chico se pasó una mano por el pelo castaño. Sus ojos iban de un lado al otro del salón sin posarse en ningún sitio en concreto.
━¿Qué ocurre? ━lo apremió ella. Odiaba que le ocultaran cosas. Más aún si era Robby quien lo hacía.
Él respiró hondo y la miró a los ojos por fin.
━Sabes que hoy se cerraba el plazo para enviar el listado de los alumnos que irán al torneo, ¿verdad?
━Sí, a medianoche ━puntualizó ella.
Se le habían puesto los pelos de punta… No le gustaba nada por donde iba la conversación.
━Bueno, sí, pero…
━Pero, ¿qué? ━exigió Tory.
Robby se giró completamente hacia ella, mientras se rascaba levemente la pierna con la mano que tenía libre.
━Mira ━su tono parecía suplicar que ella no se alterase━, los senseis decidieron ayer que lo mejor era no demorar más la decisión del equipo final.
El cerebro de Tory pareció congelarse. Entendía sus palabras, pero al mismo tiempo no les veía ningún sentido.
━Como tú te fuiste… ━continuó Robby, al ver que ella no reaccionaba. No paraba de rascarse la pierna━ Sam será la capitana del Miyagi Do junto conmigo.
Silencio. Durante unos segundos interminables solo se escuchó el “tic, tac” del reloj de la entrada de la casa.
Si le hubiera pegado una bofetada, Tory se hubiera quedado un poco menos en shock.
Robby se acercó más a ella. Pero la chica se echó hacia atrás y le soltó la mano bruscamente, como si hubiera recibido una descarga eléctrica.
━Tory… ━comenzó él.
Pero ella alzó la mano, deteniéndolo en el acto. Se había quedado rígida, con la mandíbula apretada y los ojos como platos.
━¡No! ━le ordenó━ ¿ Quiénes componen el equipo final?
Robby se quejó y se volvió a pasar una mano por el pelo lacio.
━Tory, no…
━¡¿Quiénes, Robby?! ━su voz sonó como si la hubiera apuñalado. Y es que era así cómo se sentía de verdad…
El chico dudó unos segundos más. Su expresión era de sufrimiento intenso, pero ella no se ablandó.
━Los senseis escogieron a Halcón para ocupar tu lugar cuando te fuiste… ¡Tory! ━la llamó rápidamente, levantándose del sofá.
Ella se había levantado como un resorte en cuanto había escuchado la frase y le había dado la espalda.
━Tienes que entenderlo, Tory… Esto no es fácil para nosotros tampoco, pero… Es lo mejor.
La chica se había abrazado a sí misma, tan fuerte que sus uñas se clavaban en sus brazos. Le dolía. Pero no tanto como las palabras que escuchaba y que lo único que hacían era recordarle que todo estaba terminado para ella. Que no tenía escapatoria. Un abismo se abría entre ella y el día de mañana. No podía ver más que oscuridad. La habían echado fuera del único camino que podría salvarla.
━Tory, por favor…
La mano de Robby le tocó el hombro suavemente, pero ella se giró y la bloqueó como hacían tantas veces en el dojo, lanzándola fuera de su alcance.
━No te atrevas ━lo previno.
━¡Vamos, Tory! ━se exasperó él━ ¿De verdad crees que puedes luchar en este estado? ¡Siempre haces lo mismo y luego todo acaba como acaba para todos!
Si antes había sentido una bofetada, ahora sintió un puñetazo directo al estómago que la dejó sin respiración. Eso había sido un golpe muy, muy bajo. La imagen de su novio empezó a empañarse detrás de sus lágrimas, destruida de la misma manera en la que se había roto en su corazón.
━No debí decir eso… ━se arrepintió él, cuando ambos salieron del shock.
━Vete…
━¡No es lo que quería decir!
━¡VETE! ━las paredes del apartamento parecieron temblar, pero quizá era solo su cuerpo que no paraba de tiritar por algún extraño motivo.
Unos pasos apresurados irrumpieron en el salón. Robby miró detrás de ella y Tory se volvió. Era Brandon. Estaba despeinado, tenía los ojos entrecerrados y parecía asustado. Sus gritos debían de haberlo despertado. El niño miró a su hermana de arriba abajo, como comprobando que estuviera bien. Luego clavó sus ojos en Robby.
Tory no tenía ya fuerzas ni voz para asegurarle que estaba bien. Que Robby no le estaba haciendo daño… No físicamente. Nunca se había dado cuenta de que jamás los había presentado…
━Está bien… ━concedió Robby. Su voz sonaba atragantada━ Me voy… Nos vemos mañana… Pero, Tory, quiero que sepas que…
Ella no lo miraba. Su vista estaba fija en el suelo. Vio unas pequeñas manchas redondas justo al lado de su pie… Otra lágrima cayó de su rostro junto a ellas.
━Me voy…
Tory no levantó los ojos tampoco para verlo salir. La única señal que le demostró que efectivamente se había marchado fue el ruido de la puerta cerrándose y unos pasos alejándose.
Después de eso, el “tic, tac” del reloj de la pared siguió siendo lo único que se escuchaba en el apartamento.
━Lo siento mucho, peque… No quería tratarte así.
Tory le hablaba bajito a su hermano, quien estaba acostado en su propia cama, dándole la espalda.
Después de que Robby se hubiera marchado, había intentado obligarle a desayunar algo, pero el niño se había negado rotundamente. Sobrepasada ya por la situación, ella había perdido los nervios y le había gritado “¿¡Quieres hacer lo que te digo de una vez!?”. Y se había arrepentido en el acto.
Brandon no tenía la culpa de nada de lo que estaba pasando. Era a Robby a quien le hubiera gustado gritarle, o al cartero con cara de bagre, o a los vecinos del edificio que seguían sus vidas como si ella no se estuviera muriendo por dentro… Pero no a su hermanito.
“Ya no me reconozco…”, pensó angustiada, “¿Es así como seré a partir de ahora?”
El niño lloraba en silencio, con la cara pegada a su almohada. No se movió pese a escuchar la disculpa de Tory. Ella se sintió demasiado débil de repente y se dejó caer al suelo, al lado de la cama. Recogió sus piernas entre sus brazos y hundió la cabeza hasta que empezó a dolerle el trasero de estar en esa posición.
Ya no sabía qué más hacer… Era como si la hubieran empujado a una cueva y ahora no veía nada, ni salida ni camino que seguir. Inconscientemente sacó su móvil del bolsillo del pantalón. Casi rió, sombría, pensando en que incluso en los peores momentos el cerebro buscaba dopamina haciendo scroll en redes sociales.
Pero no lo hizo por mucho tiempo.
Poco después de abrir su Instagram, se topó con una foto que le heló la sangre en las venas. La había subido Halcón la tarde anterior, y en ella aparecían seis estudiantes del Miyagi Do, junto a los dos senseis, uno a cada lado del grupo. “Barcelona allá vamoooss!!!” se leía en la descripción. Eran los seis estudiantes que irían al Sekai Taikai.
Las manos de Tory temblaron cuando sus ojos se posaron en los dos alumnos que estaban en el centro de la foto: eran Robby y Samantha. Ambos lucían en la frente las bandanas blancas que los identificaban como los capitanes del equipo. Le pareció que con sus sonrisas se burlaban de ella y por un segundo le vino a la mente un recuerdo que no se esperaba, pero que le hizo tanto daño como si le hubieran lanzado una piedra al ojo.
Era Robby, la primera vez que lo había visto, en la pista de patinaje en la que ella había trabajado el verano del año pasado. Estaba muy guapo, con su pelo castaño un poco más largo y con una americana blanca. Sonreía, tal y como lo estaba haciendo ahora en la foto. Y tal y como en la foto, a su lado estaba Sam. Iban de la mano y hablaban de manera risueña mientras patinaban. En un momento, él la besó.
Notó que algo quería salir de su pecho a través de su garganta, pero se lo tragó. No, no lloraría, y mucho menos por ellos. Nadie la había entendido, ninguno había querido escucharla y al primer momento en el que se había ausentado, habían aprovechado para sustituirla.
No se dio cuenta de que estaba apretando muchísimo el teléfono hasta que alguien llamó de nuevo a la puerta.
“¿Y ahora qué?”, rabió en sus adentros.
Se levantó torpemente del suelo, pues las piernas se le habían entumecido, y de nuevo abrió sin comprobar quién era. Quizá debería haberlo hecho…
Amanda LaRusso apareció cargada con una pila de tuppers que casi le tapaban la cara.
━¡Hola…! ━la saludó nerviosa, con una voz tan patéticamente animada que a Tory casi le hizo gracia.
La chica estuvo tentada de cerrarle la puerta en las narices. No quería estar cerca de nadie que se apellidase LaRusso durante al menos veinte años más. Pero sabía que Amanda no tenía la culpa de que la hubieran dejado fuera del equipo. Eso había sido decisión de su marido y del padre de Robby… Por mucho que le jodiese, la señora LaRusso sí la estaba intentando ayudar.
━Os he traído un poco de comida preparada… ━un “poco” era decir poco, llevaba comida para una familia de siete━ Supuse que no tendrías tiempo de hacerlo… ━añadió, algo cortada, pues Tory no había abierto la boca aún.
━Sí… Gracias ━aunque algo incómoda, se hizo a un lado para dejarla entrar.
Después de apoyar todo encima de la mesa de la cocina, Amanda se giró y contempló a Tory. Aunque a la chica no se le escapó el rápido paneo que había hecho antes a toda la casa, como inspeccionando si faltaba algo. Sí, el apartamento estaba hecho un desorden, pero, ¿podía culparla? ¿Tendría acaso que haber pasado la aspiradora mientras lloraba a moco tendido? Decidió dejarlo pasar, serían cosas de madres…
━Tory… ━comenzó a decir la señora LaRusso, cuando al fin sus ojos se encontraron━ Lo siento muchísimo, de verdad… ━suspiró━ Y lamento mucho que las cosas se hayan dado así en el dojo…
━¿Cómo supieron lo de mi madre? ━la cortó la chica con vehemencia.
No quería tocar el tema del Sekai Taikai. Sentía que un monstruo endemoniado saldría de su boca si comenzaban a hablar de ello.
━Me llamaron del hospital. Me pusiste como tu contacto de emergencia hace unos meses, ¿lo recuerdas? Cuando viniste a casa ese día…
━Ah… Sí.
Era cierto. Se había olvidado por completo de aquel momento. Después de un encontronazo con su tía, no había visto otra salida que pedirle ayuda a la señora LaRusso, y esta había aceptado, no sin antes hacerle prometer que no volvería a lastimar a Sam y que buscaría ayuda psicológica. Bueno, había cumplido su trato, pero… Ninguna de las dos condiciones la había ayudado a evitar que su madre muriera o a que la dejasen pelear por ella. Si era completamente sincera, todo parecía haber ido a peor en realidad…
━También me han llamado hoy antes de venir… ¿El funeral es mañana entonces?
Tory asintió en silencio y se cruzó de brazos, sin saber qué más decir.
La señora LaRusso imitó su postura y se acercó a ella unos pasos.
━Oye, eh… También he estado hablando con los servicios sociales.
Tory se sobresaltó y clavó su mirada en los ojos azules de Amanda, aterrada. La mujer la atajó antes de que pudiera decirle nada:
━Sé que tu hermano y tú estáis solos ahora, lo mejor es que estéis con adultos que…
━¿¡Qué ha hecho!? ¿Qué les ha dicho? ━le recriminó Tory. Su cuerpo parecía haberse paralizado.
━Escucha, sé que ahora todo parece muy negro, pero conseguiremos encontrar la manera en la que puedas ver a tu hermano todo lo que quieras…
━Oh, Dios mío… ━fue lo único que le salió.
Los iban a separar.
Todo le salía mal. Casi se echó a reír de pura histeria.
━Entiendo que te sientas así, pero…
━¡NO! ━rugió Tory, rezando por que Brandon se hubiera dormido de nuevo y no las escuchase desde la cocina━ ¡Usted no entiende nada! ¡Jamás lo entenderá! ¡Deje de fingir de una puta vez! ¡No tiene ni la menor idea de nada!
Empezó a hiperventilar, y Amanda la agarró de los hombros para tranquilizarla.
━Tory, dime qué es lo que ocurre, ¡queremos ayudarte!
Después de unos minutos en los que solo se dedicó a inspirar y exhalar continuamente, se deshizo del abrazo de la señora LaRusso y le explicó lo más claro que pudo:
━Mi tía es la única persona que nos queda… Pero es mala. Es muy mala ━había empezado a llorar━. Por favor, no puede dejar que sea ella quien se quede con Brandon. Sería un infierno… Quiero hacerlo yo, quiero tener yo la custodia.
El rostro de Amanda se deshizo en compasión.
━Tory, cariño, solo tienes diecisiete años, ¿cómo…?
━¡Déjenme luchar! ━insistió por última vez━ Puedo conseguirlo, puedo ganar. Si lo hago podré tener un trabajo que nos mantenga a los dos…
━Eso no es seguro, Tory… Y además, Daniel y Johnny han enviado ya el listado. Lo mejor es dejar esto pasar…
━No… ━gimió ella desolada, cubriéndose el rostro con las manos.
━Mira, podéis quedaros con nosotros hasta que encontremos un buen hogar para tu hermano, lejos de vuestra tía, y tú podrás luchar por su custodia una vez seas más mayor y hayas superado…
━Antes muerta.
━… ¿Qué?
Tory levantó su cabeza y clavó su mirada en la de la señora LaRusso. Sus ojos no echaban chispas, echaban llamaradas.
━Antes muerta que vivir con cualquiera de ustedes ━declaró sin titubear.
Estaba harta. Harta de que todo el mundo decidiera que era lo mejor para ella sin preguntarle. Harta de que la acomodasen a su antojo en sus vidas, allí donde no podía molestarles, sin importarles sus deseos o los deseos de su difunta madre.
¿Esa era su única opción? ¿Irse a vivir de prestado en la casa de los LaRusso? ¿Los mismos que la habían sustituido y la habían despreciado tantas veces antes? De solo imaginarse a sí misma durmiendo en el suelo de la habitación de Sam mientras ella entrenaba con Robby para el Sekai Taikai le entraron ganas de romper todo lo que estaba a su alrededor.
━Tory, no…
━Váyase de mi casa ━ya no gritaba. No le hacía falta. Miraba a la señora LaRusso con toda la aversión que sentía hacia toda su familia y hacia todos los del Miyagi Do, que la habían dejado tirada como una basura.
━No puedes…
━Váyase-De-Mi-Casa… O llamaré a la policía ━la amenazó. Y su rostro debió de dar verdadero miedo, pues Amanda se apartó de su lado y comenzó a caminar hacia la entrada.
Antes de salir, sin embargo, se detuvo y le dijo:
━Mañana después del funeral os esperará un agente social… Es mejor si preparas las maletas hoy…
━¡VÁYASE!
Y la puerta se cerró.
Tory volvió a quedarse sola. Tan solo la acompañaba el “tic, tac” del reloj.
Tic, Tac
Tic, Tac
Tic, Tac
El apartamento se encontraba completamente a oscuras. La luz de la cocina era la única que se filtraba. Se había quedado encendida después de que su hermano hubiera cenado el contenido de uno de los tuppers que había traído la señora LaRusso.
Tory no había querido probar nada. El estómago se le retorcía de hambre, pero prefería quedarse así a tener que comerse primero su orgullo. Al fin y al cabo, era lo único que le quedaba.
No le había dicho a Brandon que mañana tendrían que abandonar su casa e irse a un centro de menores hasta Dios sabía cuándo. No tenía ni idea de si la había escuchado discutir con Amanda porque el niño se había mantenido en silencio todo el día. A Tory se le encogía el corazón cada vez que veía su mirada perdida y vacía, pero, ¿qué más podía hacer por él? ¿Por ellos?
Tic, Tac
Tic, Tac
Ahora se encontraba sentada en el suelo debajo del reloj de la entrada, muy cerca de la puerta, apoyada en la pared. De nuevo, el frío que le transmitía conseguía calmarla.
Había acostado a Brandon hacía casi una hora, pero ella no pensaba ir con él aquella noche. Ya no tenía ganas de nada… Ni de vivir.
━Mamá… ━susurró, y la voz se le quebró━ Ayúdame ━suplicó mirando al techo.
Nunca se había parado a pensar demasiado en qué ocurría después de la muerte. Lo que era irónico, pues desde hacía años esta había estado siempre amenazante detrás de la puerta del cuarto de su madre… En el fondo, Tory sabía que había preferido ignorarlo. Le producía demasiado terror pensar en ello. Pero ahora la muerte había entrado por fin en su vida, y había cerrado la puerta tras ella, sin aviso ni contemplaciones. Quería pensar que su madre estaba en algún lugar mejor, lejos de aquella oscuridad que la rodeaba a ella tanto fuera como en su interior. De verdad quería creerlo…
¡Pum! ¡Pum! ¡Pum!
Unos golpes secos en la puerta la hicieron saltar sobrecogida. No podía ser… Otra vez no.
━¡Marchaos! ━exclamó, la voz áspera de haber llorado y gritado tanto━ ¡Me da igual quién seas! ¡Márchate!
━No es una muy buena manera de fingir que no hay nadie en casa ━respondió la persona tras la puerta.
Tory se quedó de piedra.
Era Kreese. Casi se había olvidado de él y de su encuentro. ¿Qué hacía allí? ¿Qué hacía aún en la zona? Desde luego que era escurridizo si la policía no lo había encontrado todavía.
━Nichols… ━la llamó su antiguo sensei━ Vengo a ofrecerte la mano una última vez. De verdad pienso que el Miyagi Do no es el sitio para ti. No me gustaría que sufrieras una decepción.
Tory resopló, ya era tarde para eso… Pero entonces, como un rayo repentino, el significado de las palabras de Kreese se abrió paso en su mente embotada: ¿qué le estaba ofreciendo en realidad? ¿La oportunidad de luchar? No podía ser que… Escuchó atentamente cualquier sonido de fuera. Parecía que el hombre seguía ahí plantado.
Tic, Tac
Tic, Tac
━He retrasado todo lo que he podido este momento, pero… Si no hay manera de hacerte cambiar de opinión… Al menos quiero que sepas que siempre serás mi campeona. Pase lo que pase.
Los ojos de la chica se llenaron de lágrimas y contuvo un gemido de dolor. Había deseado tanto escuchar esas palabras… Y sin embargo venían de la persona que menos se esperaba.
Oyó cómo los pies de Kreese empezaron a alejarse de la puerta, y se alzó desesperadamente para abrirla antes de que se fuera.
El hombre se dio la vuelta en cuanto escuchó el pestillo. Estaba igual que cuando lo había encontrado en el aparcamiento del hospital.
━Nichols… ━comenzó, pero se detuvo en seco en cuanto vio su expresión━ ¿Qué ha pasado? ━preguntó muy serio.
Una sombra de sospecha cruzó sus ojos azules y los oscureció.
Eran las once de la noche y Tory llevaba casi una hora entera desahogándose en un mar de lágrimas encima de la mesa de la cocina.
Sentado frente a ella, Kreese la escuchaba con atención y sin decir una palabra. Había apoyado sus codos sobre la mesa, cruzando los dedos delante de su boca, como siempre hacía cuando pensaba profundamente una estrategia para vencer un combate de karate.
━Y es que ya no sé qué más hacer… Todo cuanto había pensado se ha desmoronado ━terminó Tory, afónica.
Después de asegurarse de que la chica no quería añadir nada más. Kreese carraspeó y se acomodó mejor en el asiento. Tory nunca lo había visto tan sombrío, pero, como buen veterano de guerra que era, no había perdido la compostura y se había mantenido firme para que ella pudiera descargar toda su rabia y frustración.
En un momento de lucidez, casi se arrepintió de haber hablado tanto sobre Miyagi Do… No podía olvidar que tenía delante al fundador de Cobra Kai, quien desde el minuto uno había dejado claro su objetivo de destruir el dojo de los LaRusso. Y sin embargo… Se sentía más segura cuando hablaba con él que con cualquier otro adulto.
El hombre que tenía delante era un fugitivo, una mente violenta y astuta que veía el mundo a través de la ley del más fuerte. Pero también había sido el primero que se había interesado por su penosa situación económica y la enfermedad de su madre. El único que la había buscado y animado cuando la habían expulsado. El único que la había defendido frente al guarro de su casero cuando este le había propuesto pagar el alquiler atrasado con su cuerpo. El único que había confiado en ella en el último torneo All Valley, mientras Silver se había dedicado a sobornar al árbitro a sus espaldas.
Lo observó expectante, esperando a que hablara y deseando no haber cometido un error al dejarle pasar.
━Te voy a hacer solo dos preguntas ━le dijo, sosteniendo su mirada con determinación. Levantó el dedo índice━: ¿Quieres seguir peleando o te vas a rendir?
A Tory se le secó la boca. Claro que quería seguir peleando, pero, ¿cómo?
━Quiero luchar ━declaró con fuerza━. Es lo único que he estado pidiendo todo este tiempo… Tengo que luchar ━su voz desafinó, tenía la garganta como un rayador después de hablar tanto. Tragó la poca saliva que le quedaba━. Tengo que hacerlo por Brandon, por mi madre… Y por mí.
━Muy bien ━intervino el sensei, y levantó el segundo dedo━. ¿Estás dispuesta a dejar todo atrás si consigo que seas la capitana de Cobra Kai para el Sekai Taikai?
Tic, Tac
Tic, Tac
Tic, Tac
Tory se había quedado muda. Sabía que Cobra Kai había ganado su plaza para participar en el torneo mundial al igual que Miyagi Do, pero que ella supiera, después del arresto de Silver, esa plaza había sido anulada.
━¿De qué está hablando? ━pudo decir al fin━ Cobra Kai no participará en el Sekai Taikai.
━Claro que lo hará ━repuso Kreese, y esbozó una de sus mordaces sonrisas━ ¿O es que ya lo has olvidado? ━se inclinó levemente sobre la mesa. Bajo la pobre luz de la cocina, su rostro se había vuelto siniestro de repente━ Cobra Kai nunca muere.
━No… No lo entiendo ━murmuró Tory.
El hombre volvió a reclinarse en su asiento y su expresión se relajó. Con calma, comenzó a explicarle:
━La plaza para el Sekai Taikai no se anuló. Es verdad que el dojo de Cobra Kai de California se quedó sin representación después de que su sensei fuera… Desgraciadamente reducido ━hizo hincapié burlonamente en esas palabras, sonriendo con un placer malvado━. Y todo gracias a ti.
Tory apartó la mirada, incómoda. Sí, ella había sido el detonante de que pillaran los trapos sucios de Silver y lo arrestaran. Pero quien había movido los hilos desde las sombras siempre había sido Kreese… Y después estaba el hecho de que sus amigos… O antiguos amigos del Miyagi Do la habían apoyado en el peor momento… Un enorme peso se instaló de nuevo en su pecho.
“¿En qué te estás metiendo, Tory?”, se preguntó a sí misma.
━Sin embargo ━Kreese elevó el tono para llamar su atención━, la plaza para participar en el Sekai Taikai sigue perteneciendo a Cobra Kai… Donde sea que esté su dojo ━precisó misteriosamente.
La chica se sentía demasiado agotada para seguir el hilo de las maquinaciones del viejo sensei. Así que se limitó a esperar a que prosiguiera su discurso.
━Creo que recordarás que su otra sensei sigue disponible para liderarlo ━finalizó, mirándola fijamente.
La mente de Tory al fin hizo clic… Y al momento se arrepintió de haber sido tan estúpida de haberlo dejado entrar.
━No… ━se levantó de golpe de la silla de la cocina, haciendo un desagradable sonido al arrastrarla━ ¿Está loco? ¡Ni de coña pienso volver con esa zorra! ¿¡Cómo se le ocurre trabajar ahora con ella!?
Kim Da Eun. Ese era el nombre de la pirada que había llamado Silver desde Corea para que les diera clases en Cobra Kai la última vez que había pertenecido al dojo. Y por clases quería decir entrenamiento militar con maltrato incluido.
━¡Me obligó a romperme la mano golpeando una roca sólida! ¡Usted está más loco que ella si piensa que voy a aceptar estar en su equipo!
La expresión de Kreese se puso más seria.
━Estoy al tanto de tus… Altercados con la maestra Kim. Pero te prometo que si aceptas ser nuestra capitana, no permitiré que nadie llegue a esos extremos contigo.
━¡Sí, claro, porque sus promesas son tan confiables!
El hombre permaneció un rato en silencio, observándola inmóvil. Tory le sostuvo la mirada, desafiante. Pero lo cierto era que sentía la mitad de la confianza que fingía tener. Era consciente de que lo que le ofrecía Kreese era la única salida que tenía en ese momento a la mierda de situación en la que se encontraba. La otra opción era bajar la cabeza y aceptar vivir de caridad con los LaRusso durante meses, mientras ellos se preparaban para su emocionante viaje a Barcelona. Obligada a ver cada día cómo Robby y los demás se entrenaban para el siguiente capítulo de su vida mientras ella continuaba lavando platos y soportando pervertidos.
Enfurecida y con los ojos llenos de lágrimas de impotencia, se dejó caer de nuevo en la silla, cubriéndose la cara con las manos y apoyándose en sus rodillas.
━Yo no voy a decirte qué debes hacer… ━le dejó claro su antiguo sensei━ Es tu vida y es tu lucha. Tú decides… Pero te lo voy a repetir una vez más: tengo el poder de hacerte la capitana de Cobra Kai con solo una llamada telefónica. ¿Estás dispuesta a dejarlo todo atrás hasta ganar el Sekai Taikai?
Tory lo miró entre los dedos de sus manos. El corazón le iba a mil por hora.
Tic, Tac
Tic, Tac
Las agujas del reloj de la entrada se acercaban cada vez más a la medianoche. El plazo para enviar los listados finales de los equipos se terminaba.
Tic, Tac
Tic, Tac
Kreese le tendió la mano por encima de la mesa. Ella la observó: era una mano grande, callosa y fuerte; fruto de demasiados años de luchas y dificultades… Solo tenía que aceptarla y su vida cambiaría por completo. Pero… ¿De verdad sería para mejor? Irse a Corea de la noche a la mañana… No podría decir nada a nadie, eso seguro…
Tic, Tac
Tic, Tac
Tic… Tac…
El corazón de Tory pareció acompasarse al ritmo del reloj.
~FIN DEL CAPÍTULO CUATRO~
Capítulo Cinco disponible a continuación (agárrense, se vienen curvas...)
Que este nuevo año os traiga un montón de experiencias maravillosas <3 Gracias por leer!!
Chapter Text
━¿Parece que está dormida, verdad?
━Sí…
━Tory, ¿crees que ahora en el cielo ya no se pondrá mala nunca más?
━No tengo ninguna duda, peque…
━Tory…
━Dime.
━La voy a echar mucho de menos.
━Yo también, peque… Yo también.
Apretó la mano de su hermano, y él apoyó la cabeza en su barriga. Ninguno de los dos lloraba. Observaban a su madre dentro del simple ataúd de madera en el que descansaba su cuerpo.
Al principio, cuando le habían dicho que debía hacer el reconocimiento del cadáver antes de poder cerrar la caja fúnebre, había sentido verdadero terror. Por un momento vio de nuevo a su madre tirada en el suelo del pasillo de su casa, pálida y fría como un témpano, los ojos desenfocados… Y quiso salir corriendo de allí.
Pero entonces Brandon le había suplicado entrar con ella, pues él “no se había podido despedir de mamá”.
Tory había dudado seriamente si dejarle o no. Solo tenía ocho años… Pero la valentía y el amor que encontró en la mirada del pequeño la convencieron. Es más, le infundieron el coraje que le faltaba en aquellos instantes. Todavía sentía miedo, pero sabía que si no decía aquel último adiós se arrepentiría el resto de su vida.
Aunque parte de ella sufría porque no hubiera ningún otro familiar más adulto que pudiera hacer el reconocimiento, otra parte era consciente de la suerte que habían tenido de que su tía no se hubiera presentado todavía en el funeral. Prefería mil veces enfrentar aquello que dejar que esa bruja fuera la última persona que viera a su madre.
Y ahora sabía que había tomado la decisión correcta. De pie, a solo dos metros de distancia, Tory vio cómo retiraban la parte de arriba del ataúd, descubriendo el rostro de Grace Nichols.
Estaba preciosa como nunca antes. La chica exhaló el aire que había estado conteniendo hasta ese momento, aliviada.
Sabía que el buen aspecto de su cuerpo se debía a los tratamientos que le habían proporcionado en la funeraria después de sacarla de la morgue del hospital… Pero prefirió pensar solo en las facciones de su madre, que en parte había heredado ella y en parte su hermano. Recorrió con la mirada su cabello rubio rizado, ahora suelto y bien peinado encima de su pecho. Su frente alta, y su nariz recta y delgada. Sus ojos estaban cerrados obviamente, pero Tory volvió a recordar su mirada cálida…
━Señorita… ━la voz del trabajador de la funeraria la sacó de su ensimismamiento━ Si todo está correcto, le pido que firme este documento… Así más tarde procederemos a la cremación ━le informó con mucha delicadeza.
Lentamente, la chica le pasó a Brandon el pequeño ramo de flores que sostenía en su mano libre. Firmó el documento que le tendía sin decir una palabra… Se sentía como si estuviese fuera de su cuerpo y su mano se moviese con voluntad propia.
━Gracias ━respondió el amable trabajador━, le doy mi más sentido pésame… Por favor, siéntense. El sacerdote no tardará en llegar.
Los hermanos Nichols obedecieron y, sentados en primera fila en aquella pequeña capilla, vieron como otros empleados volvían a cerrar el ataúd, tapando por última vez el rostro que más querían en el mundo.
Tory contuvo sus ganas de llorar. Todo había sido mucho más rápido de lo que había imaginado… Como tenía el dinero justo, solo había podido pagarle a su madre una cremación estándar en lugar de un velorio y un entierro.
Las cenizas de Grace descansarían en la misma iglesia que estaba al lado de la funeraria del hospital. Sin lápida y sin más reconocimiento que su nombre y fechas grabados en una pequeña placa. Quizá algún día podría trasladarla a un lugar mejor, más cerca de ella, pero ahora…
Una mano la agarró súbitamente del brazo. Tory reaccionó como aletargada. Al levantar la vista lentamente descubrió unos ojos almendrados que la miraban llenos de compasión. Era Devon.
━Hey… ━le habló bajo y suavemente━ ¿Cómo te encuentras?
Ella no contestó. Una cabeza pelirroja por encima del hombro de su amiga había llamado su atención. Se sorprendió al reconocer a Big Red y a su lado a Edwin, ambos embutidos en camisas y chaquetas negras.
━¿Qué hacéis aquí? ━logró preguntar, su voz salió gutural y rasposa━ ¿Cómo sabíais…? ━volvió la cabeza hacia el fondo de la capilla y encontró a Amanda LaRusso.
Llevaba un vestido negro entubado y largo, con una rebeca del mismo color. En sus manos sostenía una enorme corona fúnebre hecha con flores blancas. Parecía indecisa sobre si acercarse o no…
━Robby nos lo dijo ━le respondió Devon, y los ojos de Tory se dispararon de vuelta hacia ella.
━… ¿Y dónde está él?
Su amiga se sentó a su lado. Edwin y Red pasaron frente a ellas, tocando el hombro de Tory en señal de cariño y consuelo, y se sentaron del lado de Brandon.
━Esta mañana temprano nos llamó el sensei LaRusso… ━explicó Devon en voz baja, cuando se hubieron acomodado━ Un amigo suyo del comité del All Valley quería hacernos un reportaje para anunciar… Bueno, para anunciar quiénes somos los del equipo que irá al Sekai Taikai para representar a Estados Unidos ━soltó por fin, hablando muy deprisa. Sus ojos estudiaban ansiosamente la expresión de Tory.
Ella casi había olvidado que Devon también formaba parte del equipo. Para sorpresa de todos, había vencido a Kenny en la última prueba de selección, luego de que el chico hubiera sufrido ese… Accidente.
Su amiga seguía mirándola muy preocupada, como si esperara que se pusiera a gritar y a empujarla en mitad de la capilla. Tory se sentía todavía traicionada y dolida por lo que le habían hecho, eso era cierto, pero en aquel momento solo pudo pensar en una cosa: si Devon estaba allí aún perteneciendo al equipo, ¿por qué Robby no?
Frunció el ceño.
━¿Y cómo es que estás aquí entonces?
La chica apartó la mirada enseguida y la clavó en sus pies. Su pelo castaño cayó levemente sobre su rostro, resbalando por su hombro como una cortina.
━No iba a dejarte sola… ━susurró.
A Tory se le hizo un nudo en la garganta. Recordó que la madre de Devon había muerto de cáncer cuando ella era pequeña. Si alguien podía entender su dolor y su vacío, esa era su amiga… Dejó el ramo de flores en su regazo y le agarró la mano. La chica alzó los ojos, conmovida.
━¡Pero no te preocupes! ━reaccionó después de unos segundos━ Estoy segura de que habrán terminado ya las entrevistas… Robby y los demás llegarán de un momento a otro ━le aseguró. Aunque ni ella parecía muy convencida.
Tory habría preferido que no le hubiera dado falsas esperanzas. Porque desde que vio entrar al sacerdote por una puerta lateral para comenzar la celebración, cada segundo que pasaba sentía que una parte de ella moría.
No fue capaz de prestar atención a ninguna de las palabras que pronunció. Apenas era consciente de que Brandon lloraba a su lado, aferrándose desconsoladamente a su brazo. En un momento, cuando el cura bajó hasta el ataúd para salpicarlo con agua bendita, giró su cabeza levemente hacia atrás… Pero solo vio a la señora LaRusso, sentada unas cuantas filas más allá, con la cabeza gacha.
Cuando todo acabó, apenas sintió los abrazos de despedida de sus amigos. Era como si su cuerpo fuera una simple cáscara que envolviera los restos de quien había sido. Antes de salir de la capilla, se volvió una última vez para ver cómo se llevaban el ataúd de su madre para cremarlo.
━Tory…
Era la voz de Amanda, que se había acercado finalmente.
Ella no la miró, sino que continuó con la vista fija en la puerta por la que acababan de desaparecer los empleados de la funeraria.
━He comprado esto… Para la tumba ━le tendió la enorme y olorosa corona de flores.
Tory alzó los ojos lentamente. Estos le pesaban como si se hubiera tomado un somnífero.
━No hay tumba ━contestó seca━. Es una cremación. Se quedará en la iglesia.
La mujer abrió la boca con sorpresa y tartamudeó avergonzada:
━A-ah… Pensaba que…
“Que todos tenemos la posibilidad de elegir lo que deseamos. Que todos nos podemos permitir una corona fúnebre y un vestido de marca para enterrar a nuestros muertos…”, maquinó Tory para sus adentros.
Antes no hubiera tenido ningún reparo en decirle todo aquello a la cara a la señora LaRusso, o a cualquiera. Pero ahora de verdad no quedaba nada en ella. Era como si se hubiera convertido en una sombra… La Tory real se había quedado sentada en el primer banco de la capilla, aullando de dolor ante la pérdida de su madre.
━La dejaré luego en la iglesia, entonces… ━resolvió Amanda, pasando la corona por su antebrazo para sostenerla mejor.
Tory se mantuvo en silencio y sin moverse. Brandon seguía prendido a su brazo, miraba el suelo y apoyaba todo el peso de su menudo cuerpo en su hermana. No era la única vencida por el cansancio, al parecer.
━Tory, cielo… La agente social de la que te hablé está esperando fuera. Os llevará en coche hasta casa para que recojáis vuestras maletas y luego os acompañará hasta el centro de menores… Pero si quieres, esta misma semana podéis mudaros con nosotros, ¡al menos temporalmente! ━agregó con ansiedad.
La chica apartó los ojos de ella. Con un empujón suave, llamó la atención de su hermano y le tendió el ramo de flores.
━Lleva esto hasta el altar ━le ordenó━. Asegúrate de meterlas en un jarrón con agua limpia, para que duren.
Aunque desganado, el niño obedeció. Una vez se hubo alejado un poco de ellas, Tory clavó su mirada en la señora LaRusso.
━¿Qué piensan hacer con mi tía? ━la interrogó━ No crea que se va a quedar de brazos cruzados… Aunque todavía no haya aparecido ━añadió, echando un rápido vistazo a la explanada que se abría más allá de las puertas de la capilla.
Su voz no delataba ninguna emoción… Quizá porque no era capaz de sentir nada ya.
━He hablado del tema con Daniel y con el servicio de protección de menores ━le explicó Amanda━. Están avisados de que tu tía es… Complicada.
Tory se la quedó mirando, inexpresiva. Eso no le aseguraba nada. Seguía siendo su único familiar vivo. Y los servicios de protección de menores de aquella zona brillaban por su ineficacia… Ella lo sabía muy bien.
━¿Y qué pasará con mi hermano? Yo tendré que esperar años incluso para poder tener su custodia. No tengo ninguna posibilidad de conseguir algo estable, ni ahora mismo ni en unos meses ━trató de que esta última frase le transmitiese todo el rencor que tenía acumulado. Al fin y al cabo, era culpa de su familia si se había quedado fuera de una oportunidad tan grande como el Sekai Taikai.
La señora LaRusso comprendió al vuelo a qué se refería y bajó la mirada, incómoda.
━Lo sé… Pero, por favor, tienes que confiar en nosotros ━le suplicó.
Tory resopló. No podía creer que tuvieran la cara tan dura… A quién iba a engañar: claro que lo podía creer.
━También hemos pensado en tu situación. Mira, conocemos a una familia que ya ha adoptado a varios niños y que tienen muy buenos antecedentes. Anoche logré contactarme con ellos y estarían dispuestos a acoger a tu hermano y a que tú pudieras visitarlo cuando quisieras. Tienen una casa muy grande, en un buen vecindario, con jardín y…
Los ojos avellana de Tory analizaban cada gesto de la señora LaRusso, buscando cualquier atisbo de mentira o engaño. ¿De verdad se había tomado tanto trabajo por ellos?
Entonces fue consciente por primera vez de que Amanda no llevaba maquillaje. Profundas ojeras marcaban sus ojos adormilados y su cabello castaño, normalmente peinado de peluquería, estaba recogido en una coleta sencilla.
━Solo llevaría un par de semanas conseguir todo lo necesario para la acogida. Ella es una reconocida zoóloga y él perteneció a las Fuerzas Aéreas durante muchos años…
━¿Dónde viven? ━la interrumpió la chica.
Si aquello era verdad… Entonces todavía estaba a tiempo de…
━En Boston… Massachusetts.
La aclaración fue innecesaria. Tory sabía perfectamente dónde estaba Boston. Estaba literalmente… en el otro puto extremo del país.
Por un segundo, estuvo tentada de ahorcar a la mujer con la corona de flores. Su cuerpo se calentó con la única emoción capaz de sacudirla en aquellos momentos: la ira.
━¿¡Boston!? ¿¡Cómo pretende que vaya a verlo allí!?
━Escúchame: si tu hermano se va de California con una familia de esta reputación será prácticamente imposible para tu tía obtener la custodia. Y cuando seas más mayor podrás acceder a ella sin proble…
Pero la chica ya no escuchaba nada.
━¿Sabe qué? Mejor déjenos en paz… ━el corazón le latía a mil por hora y salió finalmente de la capilla.
━Tory, por favor… Estamos haciendo todo lo que podemos por ti ━le suplicó Amanda, intentando retenerla por el brazo.
━¡No! ¡Solo quieren que les deje de incordiar para que puedan concentrarse en su estúpido torneo! ━explotó━ ¡Suélteme!
Con un violento ademán, se liberó del agarre de la señora LaRusso y salió corriendo por la calle antes de que intentara detenerla otra vez.
━¡Tory!
El corazón se le paró de golpe y casi se tropezó al frenar en seco.
No había sido Amanda quien la había llamado.
Era Robby. Había aparecido corriendo por la misma acera en sentido contrario y ahora estaban a solo dos pasos el uno del otro.
Sus ojos se encontraron y ella sintió que todo su mundo se desmoronaba. El chico se acercó deprisa y quiso abrazarla, pero ella se apartó, con la mirada desorbitada.
━No… No me toques ━dijo con el poco aliento que tenía.
¿Cómo era posible que haber corrido una sola calle la hubiera dejado sin respiración? Y estaba empapada de sudor…
━¡Tory, lo siento…! ━empezó Robby, que insistía en acercarse y tomarla en sus brazos.
Pero ella retrocedió todavía más, casi con terror. No podía dejar que la abrazara. Si lo hacía, sabía que se rendiría ante él, que permitiría que la consolase de la tristeza que le oprimía el pecho, que él le limpiaría las lágrimas que ahora no paraban de caerle de los ojos, que ella le perdonaría todo…
━¡Por favor, perdóname…! Creí que llegaría a tiempo…
━¡PERO NO LO HICISTE! ━creyó que se le habían roto las cuerdas vocales del semejante grito que pegó━ ¡No lo hiciste! ¡No llegaste! ¡No estabas ahí!
Gesticulaba violentamente para mantenerle alejado mientras sentía que le estrujaban el corazón como si fuera una fregona.
Las lágrimas no parecían tener fin. Tenía la boca seca y rasposa como un cubo de arena. Su cerebro parecía a punto de estallar y un pitido fortísimo le taladraba los oídos.
━¡Tory, escúchame, por favor…!
━¡NO! ━vociferó.
Algunas palomas que estaban posadas en el tejado de la capilla salieron volando asustadas.
━¡No quiero escucharte! ¡No quiero saber nada de ti! ¡NO QUIERO VERTE NUNCA MÁS! ━su voz se quebró como un cristal━: Lo nuestro se acabó…
Vio como el corazón de Robby se rompía después de escucharla pronunciar las últimas palabras. Pero no quería sentir pena por él. No cuando él le había roto el suyo primero.
Ahora, después de todo lo que había ocurrido, pretendía que corriera a sus brazos. Esos brazos que le hacían creer que todo iba a estar bien cuando en realidad todo cuanto podía ver se oscurecía… ¿Por qué estaba oscureciendo si era mediodía?
━¡TORY…!
━¡Oh, Dios mío…!
Fue lo último que alcanzó a escuchar. Notó que un brazo fuerte la sostenía por la cintura antes de caer en el vacío y de que todo se volviera oscuridad.
P…
Pi…
Piip…
Piip Piip Piip
“Que alguien pare ese ruido, por favor…”
Fue lo primero que pudo pensar cuando despertó. Sentía que la parte superior de su cabeza era el doble de grande y sus oídos estaban tan sensibles que cada pitido era como un pinchazo que recorría desagradablemente todo su sistema nervioso, de la raíz del pelo hasta los pies.
Apenas lograba abrir los ojos. Parecía como si se los hubieran pegado con cola y al principio vio todo borroso.
La habitación en la que se encontraba estaba en penumbra y eso la asustó: no quería volver a la oscuridad… Pero lo peor fue sentir que no podía mover el cuerpo. Le pesaba demasiado.
Notaba la aspereza de unas sábanas debajo de su pecho, pero sus piernas no le obedecieron cuando quiso retirarlas e incorporarse. Lo único que consiguió fue mover las manos apenas lo suficiente para quitarse un objeto que le estaba apretando con fuerza un dedo.
No debió haberlo hecho.
Piiiiiiiiiiii
El pitido le taladró los tímpanos y se retorció del dolor.
━¡Eh, eh, quieta, quieta! No toques eso…
Alguien se había levantado de una silla cercana y se había inclinado sobre la camilla en la que estaba tendida.
Con un poco de esfuerzo, Tory reconoció el pelo rubio y los ojos claros de Johnny Lawrence.
━Tranquila, Nichols. Estás en el hospital ━le informó mientras le volvía a colocar en el dedo la extraña pinza que ella se había sacado━ Estás bien ahora.
La chica respiró profundamente con dificultad. Todo le daba vueltas, pero al menos ya podía ver de forma más nítida. Se encontraba en una pequeña habitación que ella reconoció por la pintura verde de las paredes: era el mismo hospital en el que habían internado tantas veces a su madre.
A su derecha estaba la puerta, la silla de la que se había levantado Johnny y una papelera. A su izquierda, un aparato medía su pulso emitiendo ese insoportable pitido, y un suero metido en una bolsa de plástico bajaba por un tubito hasta la vía que tenía clavada en una de sus venas. En ese mismo lado, la luz del sol entraba tímidamente por la única ventana del cuarto… Tory abrió los ojos como platos cuando se dio cuenta de que estaba amaneciendo.
━¿Qué día es? ━preguntó, su voz tan destrozada que le salió un gallo.
━¿Eso es lo primero que te preocupa? ━la regañó el hombre━ ¡Joder, niña! ¿¡Qué pretendías!? ¿¡Morir de deshidratación!? Nos asustaste como la mierda… Es lunes. Has dormido casi un día entero, y no me extraña con lo débil que estabas.
Tory quiso gritarle que hablase más bajo, pero apenas tenía fuerzas y además sabía que era una batalla perdida. Lawrence tenía un único tono de voz: el de sensei.
━No te muevas… Robby llega ahora. Justo ha ido al baño un momento. Yo voy a buscar al médico.
Pip-Pip-Pip
El pulso de Tory se aceleró en cuanto le oyó pronunciar el nombre del chico. Pero Johnny ya había desaparecido por la puerta y no lo notó.
Si hubiera tenido energía para levantarse, habría escapado de allí. Pero solo consiguió sentarse en la camilla arrastrándose hacia arriba con los brazos.
A los pocos segundos, Robby entró a la carrera en la habitación.
Tory tan solo lo miró un instante antes de volver la vista hacia la ventana. Estaba pálido y ojeroso, y su cabello, casi siempre liso y bien peinado, lucía ahora revuelto y sin brillo.
━¿Estás bien? ━le preguntó compungido.
Ella no respondió. En parte fue por orgullo. En parte porque creía de verdad que se había quedado sin voz.
━Tory, yo… Lo siento, de verdad ━la voz de Robby también se quebró.
La chica tuvo que hacer acopio de toda su voluntad para no volver la mirada hacia él. No quería ver sus ojos verdes llenos de lágrimas, sus cejas fruncidas en una expresión de agonía… O también ella volvería a caer en aquel bucle de tristeza sin fin.
La había abandonado cuando más lo necesitaba. Había escogido a su perfecto Miyagi Do antes que a ella. Había tomado su decisión… Bien, Tory también había tomado la suya.
━Cuando te desmayaste frente a la iglesia… ━continuó él, atragantado━ Creí que me moría.
“Pues imagínate yo. Al menos estábamos al lado de la funeraria”, pensó Tory, macabra.
━Luego te trajimos al hospital y te reanimaron, ¿te acuerdas?
La chica lo miró fugazmente. No, no recordaba eso. Para ella parecía haber pasado una eternidad desde que había salido corriendo de la capilla.
━No… ━graznó en voz muy baja.
━Ah… Pues… Te despertaste y… ━el chico pareció avergonzarse y calló de repente━ Pero luego te dormiste casi enseguida, es normal que no lo recuerdes… ¿Te sientes más descansada?
Tory volvió a quedarse en silencio. Sí, se sentía más descansada después de haber dormido lo que no había podido en días, pero al mismo tiempo seguía agotada. La presencia de Robby no la estaba ayudando a tranquilizarse precisamente…
━Tory…
Pero el chico no llegó a tocarla. Su padre había entrado de nuevo en la habitación. Esta vez acompañado por el médico, quien revisó a Tory y le preguntó si se sentía con fuerzas para volver a casa. Ella asintió, no era del todo cierto, pero quería salir de allí… Había dejado solo a Brandon al desmayarse. Suponía que la agente social, a quien había visto de refilón cuando había salido corriendo, estaba cuidando ahora de él. Pero aún así se sintió culpable.
━Ayúdala a levantarse ━ordenó Johnny a su hijo, en cuanto el médico le quitó la vía a Tory y salió de la habitación━. La llevaremos a nuestra casa.
━No ━se negó Tory con la poca voz que tenía.
Ya la perturbaba tener que estar al lado de Robby en el coche hasta llegar a su apartamento. No quería saber nada de pasar tiempo juntos bajo el mismo techo.
━Tengo que ir con mi hermano. Está solo en el centro de menores. Tendría que haber recogido nuestras maletas ayer. Tengo que ir a mi casa.
━La señora LaRusso se encargó de eso luego de dejarte en el hospital. No tienes que preocuparte ━le informó el chico.
Tory permaneció callada un rato, mientras se debatía en su interior.
━Entonces llevadme directamente al centro ━pidió finalmente, mirando al señor Lawrence y evitando por todos los medios aquellos ojos verdes y lastimeros.
El hombre suspiró, algo exasperado, pero Tory sabía que no le sería difícil convencerlo. Johnny Lawrence no era alguien al que le gustase darle muchas vueltas a las cosas. Era una persona de acción, no de palabras.
━Levántala ━le repitió a su hijo━. Voy a comprarte algo de comer antes de llevarte allí ━le dijo a ella━. Tienes la cara más pálida que un guitarrista de black metal.
Un gorrión se posó en el alféizar de la ventana del despacho de la agente social. Tory y Brandon lo observaron aburridos. Estaban allí sentados desde hacía un buen rato, esperando a que la mujer volviera. Pero parecía haberse olvidado de ellos.
De repente, la puerta se abrió. Los hermanos volvieron la cabeza al mismo tiempo, como sincronizados.
━Entren, por favor.
La trabajadora dejó pasar a los señores LaRusso, quienes tomaron asiento en unas sillas situadas al lado de Tory. Ella les devolvió la mirada con una expresión extenuada.
Era martes por la tarde. Aunque en el hospital había logrado recuperarse un poco, la noche anterior había sido horrible. En el centro de menores le habían dado una litera dura y enana, en un cuartucho compartido con otras dos adolescentes malhumoradas que la miraron de arriba abajo en cuanto entró. Tragó saliva al recordar las lágrimas de su hermano aquella mañana, cuando había corrido a abrazarla, tampoco él lo había pasado nada bien en las habitaciones de los niños. Y Tory tuvo claro que no podían quedarse ahí.
━Tory, ¿cómo te encuentras? ━le preguntó enseguida Amanda.
━Señora LaRusso, yo… Le pido disculpas por mi reacción en el funeral de mi madre. Estoy de acuerdo en que Brandon vaya a vivir con ustedes hasta que puedan tramitar lo necesario con esa familia de Boston.
Los tres adultos se quedaron de piedra. La agente social aguardó a que siguieran hablando, mientras ponía en orden los papeles que había ido a buscar.
Por la expresión desorientada de su cara, Tory supo que Daniel LaRusso se había preparado todo un discurso persuasivo para convencerla de lo que ya le había intentado explicar su mujer. Pero contra todo pronóstico, la chica se le había adelantado.
━Eso es genial ━le contestó el hombre. Todavía iba de traje, por lo que Tory supuso que ambos venían directamente de trabajar en su concesionario━. Te puedo asegurar que estará perfectamente. Los McGowen ya han adoptado a tres niños antes y son realmente confiables.
━Sí… ━bajó la mirada, apartándola de los grandes ojos marrones del señor LaRusso. A su lado podía sentir a Brandon moviéndose nervioso en su asiento━ En cuanto a mí… No voy a quedarme con ustedes.
Oyó un resoplido de frustración.
━Tory, ¿por qué haces tan difícil…?
━Cielo, solo queremos ayudarte…
━Tory, los señores LaRusso han estado moviéndose todo este tiempo para acogeros tanto a ti como a tu hermano hasta que vuestra situación se normalice, aquí tengo los papeles que…
━¡Esperen! ━los interrumpió Tory con determinación━ Señores LaRusso, tienen razón… ━ellos la observaron sin comprender. Y ella explicó━: Necesito ayuda, pero… Creo que más de la que ustedes pueden darme.
━Qué… ¿Qué quieres decir? ━preguntó Amanda, cruzando una rápida mirada con su marido.
Tory suspiró. Las lágrimas se estaban comenzando a acumular en sus ojos, amenazando con derramarse de un momento a otro.
━Necesito ayuda profesional. Yo… ━se atragantó━ Esto de verdad es demasiado para mí… No estoy bien, yo… ━se cubrió la cara con las manos, respirando agitadamente.
━Eh, tranquila… ━la señora LaRusso se inclinó sobre su silla y le puso una mano sobre el hombro para calmarla.
━Tory, esa… Es una decisión muy valiente ━exclamó Daniel━. Te apoyamos completamente.
━¡Por supuesto! ━se unió su mujer━ ¿Quieres que miremos juntas algún sitio o…?
Tory se enjugó las lágrimas y se limpió la nariz con el jersey para asegurarse de no estar moqueando.
━Ya he averiguado sobre algunos centros… ━dijo━ Y sé dónde me gustaría quedarme… Al menos una temporada.
━Oh, eso es genial. ¿Dónde?
DOS NOCHES ANTES…
━Residencia Oaks. Programa Integral para la Rehabilitación y el Bienestar Juvenil… ¿Quiere que finja tener depresión o que he empezado a drogarme? ━levantó una ceja, mirando a Kreese por encima del folleto que le acababa de dar.
━Nah, no hace falta llegar a esos extremos ━respondió el sensei, tranquilamente━. La gente como los LaRusso se cree cualquier cosa que vaya acorde a sus discursos de felicidad y de paz. Si les dices que necesitas un tiempo para… Reflexionar y sanar ━se le escapó un deje de humor cuando dijo esas palabras━ no te pondrán ninguna pega. Es un programa gratuito y del estado, hasta la gente como nosotros puede entrar con solo solicitarlo.
Tory observó mejor el folleto. Habían elegido una imagen de archivo con un grupo de adolescentes riendo mientras corrían por un jardín lleno de flores…
“Ok, esto es ridículo”, pensó.
Debajo se podía leer algunos de los servicios que incluía el programa de internos, pero no les prestó atención.
━¿Y qué pasará cuando vengan a verme a la residencia y yo no esté?
━Nichols… ━Kreese ladeó la cabeza y a Tory le molestó su tono, como si pensase que fuera una pobre inocente. Notó que se le acaloraban las mejillas━ ¿De verdad crees que se tomarán el trabajo de viajar tan al norte para comprobar tu estado? ¿Cuando están tan ocupados con su estimado torneo? ¿Cuando no se han dignado siquiera a venir a verte hasta hoy?
La chica sintió como si alguien hubiera derramado un cubo lleno de cubitos de hielo por su espalda. Los recuerdos de todo lo vivido, de cada decepción que había sufrido cada vez que había abierto la puerta de su casa… Y de su corazón… Robby, la señora LaRusso, las sonrisas en aquella maldita foto de Instagram… Apartó todo eso de su mente. No quería pensar más.
━Aún si llegasen a hacerlo ━repuso Kreese, todavía inmóvil frente a ella━, tenemos un plan de respaldo. ¿O es que ya has olvidado cómo nos movemos en Cobra Kai? ━preguntó, entrecerrando los ojos━ No tienes que preocuparte por eso. Ahora ya no tienes que preocuparte por nada más que por ti misma.
Eso sonaba muy bien… Pero al mismo tiempo muy mal. No había nada que desease más que descansar mientras se ocupaban de ella y de todos sus problemas. Pero en la vida real, las cosas no funcionaban así. A fin de cuentas, cada uno miraba por sus intereses… Aquel día había podido comprobarlo dolorosamente.
Después de un buen rato de silencio. Tory respiró profundamente, dobló el folleto por la mitad y clavó sus ojos en los del veterano que había aparecido por sorpresa en su apartamento en plena noche.
━¿Qué tengo que hacer?
Bajo la pobre luz de la cocina, el sensei esbozó una sonrisa complacida.
EN EL PRESENTE…
━Cuídate mucho, ¿vale? Sé bueno, como siempre.
Brandon no le contestó. Estaba empecinado en no apartar sus ojos del suelo del aeropuerto. Permanecía tieso como una estatua mientras su hermana lo abrazaba para despedirse.
━¡Eh! ━lo sacudió suavemente por los hombros, y luego le puso una mano en la mejilla para levantarle la cabeza y obligarlo a mirarla━ Hago esto para que podamos estar juntos pronto, ¿lo entiendes? Pasará rápido. Te lo prometo.
Pero el niño se zafó de su mano y la rodeó tan fuerte con sus brazos que Tory por poco se cae.
“Hay que ver…”, se conmovió la chica.
Brandon no aguantaba más de dos minutos enfadado con ella. Ni con nadie en realidad. De verdad era un ángel…
“Igualito que su hermana”, pensó, irónica.
Se mantuvieron así un buen rato, hasta que Tory supo que no podía retrasar más la separación. Su avión partía en menos de una hora. Haciendo de tripas corazón, le susurró al oído:
━Te quiero mucho, peque…
━Te quiero… ━murmuró el niño a su vez, sin despegar el rostro de su barriga.
Aguantando el llanto que rabiaba por brotar de su pecho, Tory lo apartó con suavidad. Pestañeó rápido para secarse los ojos y miró por última vez a la señora LaRusso, que le había hecho el favor de llevarla en coche hasta el aeropuerto de Los Ángeles. Desde allí iría hasta San Francisco, la ciudad donde se encontraba la Residencia Oaks, a una hora y media en avión.
O eso era lo que le había contado.
━Tory, cielo, si necesitas algo…
━Lo sé ━la cortó━. No se preocupen por mí… Por favor, cuiden de Brandon hasta que pueda trasladarse a Boston.
━Por supuesto… ━Amanda colocó cariñosamente sus manos sobre los hombros del niño, que sollozaba en silencio.
━Adiós.
Fue lo único que dijo antes de darse la vuelta, encaminándose hacia los controles de seguridad.
No miró atrás en ningún momento.
Robby [9:37 am]
Siento no estar allí para despedirte. Por favor, cuídate. Yo también daré lo mejor de mí. Te lo prometo
Promesas y más promesas. Últimamente era lo que más escuchaba. Y Tory estaba cansada, porque ninguna de ellas se cumplía al final.
Aquel chico le había prometido muchas cosas: ganar juntos un torneo de karate que les cambiaría la vida, acompañarla durante el funeral de su madre, estar siempre para ella… Ahora ya no podía creer en ninguna.
Todavía le parecía irreal haber roto su relación con él. En el camino en coche hasta el centro de menores, Robby había intentado que conversaran sobre el tema, pero no había obtenido ninguna reacción por parte de ella y había desistido.
Su corazón tampoco había saltado de emoción después de recibir aquel mensaje, como había hecho tantas veces antes. Las mariposas en su estómago cada vez que pensaba en él habían muerto, quizá ahogadas por todas las lágrimas que se había tragado… Por eso, no sintió el menor remordimiento cuando pulsó el botón de bloquear contacto.
Inmediatamente después se levantó del asiento de la terminal en la que se había sentado a dejar pasar las horas. El reloj marcaba las 12:30 del mediodía. Había pasado el tiempo suficiente para que todos creyeran que ya había llegado al centro de salud mental en San Francisco. Ya había cumplido su parte enviándole a la señora LaRusso una foto de una habitación de la residencia que había encontrado por internet. Le había dicho que estaba bien y que esperaba encontrar un espacio de desconexión en aquel lugar tan bonito.
“Si este plan no funciona, siempre puedo ser actriz”, pensó, pero ni a ella le hizo gracia.
Guardó el teléfono en el bolsillo de su chaqueta de cuero, agarró su maleta y comenzó a caminar.
No paró de andar hasta que llegó a la última puerta del aeropuerto, la 161… Pero tampoco se detuvo allí. Al fondo, justo antes del gran ventanal por el que se veían despegar y aterrizar los aviones, había una delgada puerta de servicio en la que se podía leer:
Prohibido el paso. Solo personal autorizado
Tory se acercó disimuladamente, y solo después de asegurarse de que nadie la miraba, entró.
Después de bajar por un montón de escaleras -a duras penas, porque tenía que cargar con su pesada maleta-, se encontró cara a cara con un grupo de hombres. En un primer momento, se sobresaltó. Pensó que eran trabajadores del aeropuerto y que la habían pillado. Pero entonces se fijó en sus uniformes completamente negros y sus rasgos asiáticos…
Era el grupo que Kreese le había dicho que la esperaría.
Sin decir una palabra -Tory dudaba que hablasen el mismo idioma-, le indicaron que se subiera a una furgoneta con los cristales blindados.
“Para nada turbio”, pensó.
Pero a esas alturas no tenía más remedio que subir.
El vehículo rodeó rápidamente toda la parte externa del aeropuerto. La chica notó cómo dejaban atrás la pista de aterrizaje donde circulaban los aviones comerciales y se adentraban en otra zona más pequeña y oculta.
Era la pista de los aviones privados.
━Hija de…
Pero de la incredulidad que sentía no alcanzó a terminar la frase. La furgoneta se había detenido frente a un enorme y lujoso jet. Sabía que el sensei Kreese jamás podría permitirse algo así. Debía pertenecer sí o sí a la maldita Kim Da Eun.
Por supuesto que estaba forrada. Nadie podía salirse de rositas después de cometer sus crímenes si no estaba bañado en dinero.
Le abrieron la puerta y entonces se dio cuenta de que alguien la esperaba junto a las escaleras que subían hasta la parte delantera del avión.
Era Kreese.
Los hombres que la habían llevado hasta allí se encargaron de su maleta, así que ella solo tuvo que bajarse del coche. Cuando finalmente estuvo frente a quien la había metido en todo aquello, ninguno de los dos habló durante un minuto.
Se miraban a los ojos. Ambos como un reflejo inexpresivo del otro. Tan solo se oían los motores de los aviones que circulaban por la pista principal, muy cerca de ellos.
Fue Tory la que rompió el silencio:
━Podría haberle delatado, ¿sabe?... Podría haberle dicho a todos que estaba aquí… Podría haberle entregado a la policía…
━Eso es verdad… ━concedió Kreese, después de un rato. Pero un brillo se encendió en la profundidad del azul de sus ojos cuando añadió━: Y yo podría haberme marchado sin ti… Pero aquí estamos.
Sí, ahí estaban. Ahí estaba ella. A solo un paso de cambiar su vida para siempre. Había decidido ser la capitana de un equipo desconocido al otro lado del océano Pacífico. Había decidido dejar todo atrás. Había decidido volver a Cobra Kai.
Y, por extraño que fuera, eso le producía paz.
El sensei le ofreció la mano para ayudarla a subir los primeros escalones.
Esta vez, Tory la tomó sin dudar.
~FIN DEL CAPÍTULO CINCO~
Capítulo Seis disponible a continuación
Notes:
Holi! Muchísimas gracias por leer 😊
Espero que todo el mundo esté bien después de este capítulo jeje. Es uno de los más desgarradores que he escrito hasta ahora con diferencia 💔 Pero estoy muy contenta porque al fin vais a poder leer el arco de Corea de esta historia y acompañar a Tory en su viaje para sanar su corazón y convertirse en su versión más auténtica ❤️🩹
Sé que muchos de vosotros estáis esperando la aparición del señor Aura en persona 😏, así que solo diré... ¡Abróchense los cinturones, este avión despega pronto! 🛩️😉
~un abrazo, miriadalia 🌻
Chapter Text
UN AÑO Y MEDIO ATRÁS…
━A ver, ¿quién tiene huevos de enfrentarse al campeón?
Las palabras de Johnny Lawrence fueron recibidas por el más absoluto silencio. Tanto los alumnos del dojo como los nuevos aspirantes intercambiaron miradas incómodas y temerosas, evitando los ojos escrutadores del sensei. Al parecer, ninguno se sentía capaz de pelear contra el estudiante estrella de Cobra Kai.
El hombre rechoncho con el que Johnny había discutido hacía solo un minuto, tartamudeó, e hizo ademán de levantar la mano.
“Por Dios, lo que me faltaba por ver. ¡Tú no!” pensó Kreese, parado al lado de su antiguo alumno.
Aquel tipo era demasiado mayor para estar en una clase de karate para adolescentes. Tendría al menos 30 tacos, barba de varios días y una cara de blandengue que daban ganas de golpearlo solo con mirarla. El único motivo por el que Johnny le había permitido quedarse había sido porque podía pagarles bien. Su madre era muy rica, al parecer.
Al verle, Kreese casi se arrepintió de haberse presentado aquel día en el dojo… Ya era demasiado humillante el bajo nivel que tenían todos los alumnos, a excepción del campeón. No hacía falta conseguir nuevos luchadores si todos iban a ser así de penosos.
Por un momento, rememoró los días dorados de Cobra Kai, más de 30 años atrás, en los que todos sus chicos, especialmente Johnny, eran luchadores invencibles, sin miedo, sin piedad…
━Yo misma.
Una voz femenina sonó fuerte y decidida desde el fondo de la clase. Al oírla, aquel tonto rollizo bajó enseguida su mano, con visible alivio.
Todos los jóvenes se giraron hacia la persona que había hablado.
Fue entonces que Kreese la vio por primera vez: era una chica de unos 16 años, alta y esbelta, pero de figura atlética. Tenía el pelo de un castaño raro, bastante seco y quemado. Llevaba ropa deportiva de calle, por lo que debía de ser una de las nuevas aspirantes.
Sus ojos color avellana no vacilaron cuando todo el mundo se volvió a mirarla. Al contrario, mantuvo la cabeza alta incluso cuando el sensei Lawrence se acercó a ella lentamente entre las filas de alumnos, examinándola.
━Conque tú, ¿eh? ━le dijo.
Ella asintió, sin vergüenza ninguna. Incluso con un toque de arrogancia, según le pareció notar al viejo veterano.
━Vi vuestra pequeña exhibición en el Valley Fest… ━explicó la chica━ Sabéis hacer numeritos. Pero, ¿sabéis luchar de verdad? ━dirigió una rápida mirada desafiante a los estudiantes de Cobra Kai.
━Eso me suena a reto ━replicó Johnny, que ahora estaba cara a cara con la muchacha.
━Me gustan los retos ━dijo ella, levantando el mentón para mirarlo directamente a los ojos.
Silencio. Ninguno de los dos cortó el contacto visual durante unos segundos. Luego Johnny asintió, regresando lentamente al frente de la clase.
━¡Señor Díaz! ━exclamó━ Demuéstrale a la señorita Sobrada de qué va Cobra Kai.
Kreese vio a Miguel Díaz, el alumno preferido de Lawrence y el que había ganado el último torneo All Valley, inclinarse ante ellos en señal de respeto y obediencia. Salió de su fila y se acercó a la chica nueva. El resto de jóvenes se colocaron alrededor del tatami para observar la pelea.
El viejo sensei miró a su antiguo estudiante con algo de incredulidad. ¿De verdad Johnny iba a dejar que una niña se enfrentase a su chaval? En Cobra Kai no existía la debilidad, eso era cierto. Quien quisiera entrar, tendría que pasar esa prueba. Pero en sus tiempos las mujeres apenas peleaban en el frente, y mucho menos contra un hombre.
Miguel parecía tener el mismo dilema:
━Oye, ¿seguro que quieres…? ¡Urgh!
Pero el chico no llegó a terminar la frase. Sin previo aviso, la muchacha le había pegado una fuerte patada en el pecho que lo hizo retroceder.
━¡Ouuhh! ━exclamó la multitud a su alrededor.
Tras un momento de desconcierto, Miguel sonrió y se puso en posición de combate:
━Está bien. ¡Vamos!
De nuevo, la chica misteriosa fue la primera en atacar. Intentó pegarle un puñetazo, pero el chico moreno fue más rápido esta vez y la bloqueó con facilidad.
Ella no se rindió. Lanzó otro puño, y después otro más. Pero en cualquiera de sus intentos Miguel conseguía evitarla, agachándose o aventando fuera de su alcance las manos de ella. Entonces probó otra patada, pero el muchacho se le escapó echándose hacia atrás.
━Ven aquí ━la retó, ahora más concentrado.
Ella arremetió con más violencia que antes. Kreese observaba todos sus movimientos sin perderse un solo detalle, y sabía que a su lado Johnny estaba haciendo lo mismo.
Era muy buena. Y contaba con el arrojo y la determinación indispensables para ser un Cobra Kai. Pero no parecía tener demasiada experiencia en el combate cuerpo a cuerpo. En efecto, un segundo después Miguel la había tirado de espaldas al suelo agarrándole la pierna fácilmente.
━¡Uff! ━volvieron a exclamar los alumnos, que los miraban entre entretenidos y temerosos.
Ella pareció irritarse un poco, pero se levantó enseguida dando una voltereta hacia atrás en el suelo. Parecía que era incapaz de sentir cansancio porque volvió a cargar contra el chico con toda su energía. Ahora incluyó codos y rodillas. Pero Miguel la superaba no solo en fuerza, sino también en movimientos.
━¡Eres previsible! ━le dijo, con la respiración agitada y sin parar de pelear━ Te veo venir.
Le dio una patada en el muslo y ella volvió a caer al suelo, esta vez de rodillas. Pero aprovechando una minúscula distracción mientras él se apartaba el pelo transpirado de sus ojos marrones, se abalanzó y lo tumbó con un placaje de cuerpo entero.
━¡Iiiaaahh!
¡PUM!
“Vaya con la niña…”, pensó Kreese, entre divertido y estupefacto.
Aquello ya no era una pelea de karate, eso seguro. Pero no podía negar que le había dado resultado.
La muchacha se puso en pie de un salto e hizo una mueca.
━¿Lo has visto venir? ━se burló.
━Puede… ━respondió Miguel desde el suelo. Pero entonces formó una pinza con sus largas piernas y atrapó dentro las de la chica, de manera que al girar sobre sí mismo, ella también cayó.
Rápido como un lince, el chico volvió a ponerse en pie. Con la respiración entrecortada, le tendió la mano para ayudarla a levantarse:
━ Me llamo Miguel.
━Tory ━contestó ella, también sin aliento.
Le tomó la mano. Pero en ese mismo instante tiró bruscamente de su brazo, giró sobre sí misma y con gran agilidad hizo rodar a Miguel por su propia espalda para luego estamparlo en el tatami con una llave que claramente le impediría levantarse de nuevo.
━Con “y” griega ━puntualizó, mientras con una mano tenía bloqueado uno de los brazos del muchacho y con la otra le apretaba la cara contra el suelo.
La clase entera se había quedado muda de asombro.
━Aaghh… ━se quejaba y gruñía Miguel en voz baja.
Aquella llave parecía haber dolido bastante, pero es que además Tory lo tenía bien sujeto en una posición súper incómoda, y su cuello parecía tirante.
Kreese cruzó una mirada con Johnny. Este levantó las cejas en una cómica expresión, como si no supiera si estar contento por haber encontrado una nueva luchadora o preocupado por el que supuestamente era el mejor alumno de su dojo.
Pero el viejo sensei sonrió misteriosamente. No había visto nada igual en mucho tiempo… Sus movimientos fluidos y certeros. El fuego en su mirada. El arrojo para no rendirse jamás ante ningún adversario. Aquella chica era un verdadero diamante en bruto.
Y él estaba dispuesto a pulirla hasta llevarla a lo más alto.
EN EL PRESENTE…
Tory se despertó sobresaltada por una fuerte sacudida. Estaba muy oscuro, pero la leve luz en el techo le permitió ver que aún se encontraba en el interior del avión. Había perdido la noción del tiempo y ya no sabía cuánto habían estado volando, ni qué hora era en ese momento.
Estuvo a punto de mirarla en el móvil, pero cayó en la cuenta de que no serviría de nada. Volaban en sentido contrario al fuso horario, pero al mismo tiempo viajaban al futuro, pues llegarían al día siguiente de haber despegado.
“Qué lío…”, resopló la chica, restregándose los ojos con una mano para limpiarse las lagañas.
━Estás despierta ━oyó la voz de Kreese. Venía caminando por el pasillo. Debía de haber ido al baño━ Bien. Ya casi hemos llegado ━le informó, acomodándose de nuevo en el asiento frente a ella, más allá de la mesa doble que los separaba━. Es mejor si te abrochas el cinturón, puede que haya más turbulencias ahora que estamos descendiendo.
Tory obedeció enseguida. Nunca antes había volado en avión. Mucho menos en un jet privado. Pero le había bastado aquella primera experiencia para saber que odiaba las turbulencias. Se había imaginado que no podían ser peores que los botes que pegaban los viejos autobuses de su barrio. Y en cambio lo eran. Eran muchísimo peores porque en este caso no había un suelo firme que sostuviera el avión. Bajo ellos solo había kilómetros y kilómetros del vacío más absoluto.
Tan solo la adrenalina del despegue y la hermosa vista de la costa de Los Ángeles permitió a Tory mantener la compostura mientras ascendían. Fue entonces que se percató de que pasaría mucho tiempo antes de volver a ver aquellas mismas playas… Y un vacío que no tenía nada que ver con la altura se instaló en su estómago.
Jamás había salido de California. Sus únicos viajes habían sido las excursiones del colegio o las muchas mudanzas de su familia por la inestabilidad laboral de su madre… Y después por su enfermedad. El corazón se le hundió en el pecho y apartó esos pensamientos forzándose a dormir durante todo el trayecto.
De vez en cuando se despertaba, sobre todo por las dichosas turbulencias que le hacían clavar sus uñas negras en el asiento blanco y mullido. Pero como su único entretenimiento era mirar el océano de nubes que se extendía infinito hasta donde alcanzaba la vista, volvía a adormilarse.
Ahora, después de haber descansado tanto, sentía las extremidades entumecidas y una urgencia cada vez mayor de salir de aquella lata voladora.
Se asomó de nuevo por la ventanilla, casi pegándose al cristal mientras hacía sombra con sus manos alrededor de sus ojos. Pero en la oscuridad de la noche solo pudo divisar algunos grupos de luces a lo lejos, que supuso serían ciudades.
━Es una lástima que te hayas perdido el atardecer mientras sobrevolábamos Japón ━comentó entonces Kreese, mirando a su vez por la ventanilla a su lado.
━Lo veré en las próximas vacaciones ━murmuró ella, sarcástica, sin despegarse del cristal.
Un suave bufido le indicó que al sensei le había hecho gracia su comentario.
Tory bajó las manos y lo observó disimuladamente de soslayo. Tenía el mentón apoyado sobre su enorme puño y parecía contemplar la noche, pero por su mirada perdida la chica comprendió que su mente estaba en realidad muy lejos de allí.
Se preguntó en qué estaría pensando. Sabía algo sobre la vida pasada de Kreese. Quizá no tanto como para decir que lo conocía perfectamente, pero sí más que cualquiera de sus alumnos.
Era un capitán veterano. Había sido un rastreador de las Fuerzas Especiales en la guerra de Vietnam cuando era joven. Unos años después de regresar a los Estados Unidos, había decidido fundar Cobra Kai, aunque lo había hecho junto al idiota de Silver, cuando todavía eran amigos… Y había conseguido que sus estudiantes ganaran muchísimos torneos.
Según le había contado, antes de todo aquello, cuando era solo un adolescente, había vivido en un sitio incluso peor que el barrio del que ella venía, junto a su madre… Que también había fallecido por una enfermedad. No le había dado muchas explicaciones sobre la causa de su muerte, pero sí le había dicho que su enfermedad había sido… Diferente.
Tory cayó en la cuenta de que el sensei podía comprender exactamente su pérdida, sus problemas y toda la desolación que arrastraba. Se preguntó entonces si su predilección por ella estaría relacionada con el parecido de sus vidas, y de ahí su insistencia en ayudarla a conseguir un futuro mucho mejor del que él había tenido. O si por el contrario solo la veía como una luchadora más que llevar a la cima para proyectarse en sus logros.
Apartó sus ojos de él. Después de todo lo que había pasado, era difícil descifrar sus verdaderas intenciones… Pero fuera como fuese, obtendría la respuesta en los siguientes cuatro meses que la esperaban bajo sus entrenamientos. Por el momento se dedicaría a seguirle la corriente. Kreese parecía contento por haberla convencido de ser la capitana de Cobra Kai y la trataba con tanta normalidad como si aquello fuera un viaje de intercambio estudiantil.
Habían comido juntos en el avión. Al parecer Kim Da-Eun se podía permitir hasta chefs privados dentro de su jet.
“Cómo no”, pensó ácidamente. Aunque debía admitir que la comida estaba muy rica.
Comieron en silencio, pero no uno incómodo como al que se enfrentaba Tory cuando entrenaba en el Miyagi Do y los senseis la veían hacer inconscientemente algún movimiento aprendido en Cobra Kai. Era un silencio reconfortante, lleno, en el que cada uno se sumía en sus pensamientos sin molestar al otro. Un silencio como en el que estaban sumergidos en ese mismo instante. Hasta que Kreese habló de nuevo:
━Hemos llegado.
Nada más escucharlo, Tory notó cómo el avión inclinó su morro levemente hacia delante. Le produjo un poco de vértigo, por lo que se agarró disimuladamente al asiento otra vez.
Fueron descendiendo progresivamente, como si bajasen por unos escalones invisibles. Hasta que al fin la chica divisó la pista de aterrizaje. Era lo único plenamente iluminado en medio de un enorme y espeso bosque, sumido en la más pura oscuridad. Qué extraño… Aquello no le parecía en absoluto el aeropuerto de una gran ciudad.
Entonces el avión tocó tierra y la fuerza de reacción la empujó hacia delante.
Habían llegado a Corea del Sur.
━Vuelve a ponerte la chaqueta ━le aconsejó Kreese en cuanto el avión se detuvo━. Aquí hace un poco más de frío que en California.
“Un poco más, una mierda”
Estaba muerta de frío. Nada más salir del jet, una corriente helada la había envestido, dejándola paralizada en el sitio. Afortunadamente, una furgoneta negra, muy parecida a la que la había recogido en el aeropuerto de Los Ángeles, los esperaba al pie del avión. Pero incluso en el interior del vehículo Tory sentía que se estaba congelando.
━¿Dónde estamos? ━preguntó al sensei, que estaba sentado a su lado, mientras metía las manos debajo de sus piernas para hacerlas entrar en calor.
━Gangwon-do. La provincia más al norte de Corea del Sur, famosa por sus hermosas montañas, sus festivales y sus templos budistas ━explicó él con voz grandilocuente.
━Me refiero a este lugar ━aclaró Tory, irritada.
No le importaba la geografía coreana, no había venido a hacer turismo y la actitud despreocupada de Kreese empezaba a cabrearla.
“Mira que le gusta presumir de los países que conoce”, pensó, recordando las veces que había hecho alarde de ello en las clases de karate.
━Ahora lo verás ━fue lo único que le dijo, sonriendo misteriosamente.
Tory hizo acopio de toda su fuerza de voluntad para no poner los ojos en blanco.
Después de un buen rato en el que solo se veían árboles y más árboles a ambos lados de la carretera de montaña, el paisaje por fin cambió.
Un muro de piedra bastante alto apareció y la furgoneta lo rodeó hasta llegar a una enorme y gruesa puerta de hierro forjado. Cuando las luces delanteras la iluminaron, la chica notó que había grandes símbolos del mismo material incrustados en ella.
No le dio tiempo a examinar qué eran porque la puerta se abrió automáticamente y el vehículo entró rápido al recinto. Aparcaron ahí mismo, en la entrada, cerca de otras furgonetas parecidas.
━Ahora nos toca caminar un poco ━le dijo Kreese en cuanto se bajaron━, pero nos vendrá bien después de tantas horas sentados.
━Sí… ━respondió Tory, cerrándose un poco más la chaqueta en un intento inútil por alejar aquel frío horroroso.
El chófer que había conducido hasta allí sacó su maleta del maletero y luego se inclinó ante ellos como única despedida antes de marcharse de nuevo.
━Deja, la llevo yo ━exclamó el sensei, levantándola con una sola mano por la manija lateral.
━Gracias.
Comenzaron a caminar por el terreno de gravilla, que crujía bajo sus pies en mitad del silencio de la noche. No había ni un alma alrededor. Solo árboles altísimos y un sendero que se adentraba en la oscuridad de aquella extraña villa, iluminado tan solo por unas antorchas sostenidas en palos de bambú, que habían clavado firmemente en el suelo.
━Sí que llevas cosas aquí ━comentó Kreese, su rostro iluminado por las llamas.
La chica arrugó la frente y se volvió hacia él.
━Bueno, voy a estar aquí meses, ¿no?
━Sí, pero no tienes que preocuparte. La familia Kim te proporcionará todo lo necesario y más.
Tory intentó ocultar su suspiro de resignación, pero el vaho que salió de su boca la delató. No quería pensar en Kim ni en la familia ricachona que tuviera. Se había sentido aliviada al ver que no había acudido a recibirlos, pero sabía que tarde o temprano tendría que encontrarse con ella.
━¿Tienen su dojo aquí?
El sensei vaciló.
━Más bien… Este es su dojo.
━¿Quiere decir… la montaña?
Kreese asintió con la vista fija en las piedrecitas que pisaba.
━Pero, ¿dónde…?
━No te impacientes. Mañana podrás verlo todo mejor. Aquí las cosas no son para nada como en el Valle… ━explicó. Su rostro se había vuelto mucho más serio de repente━ Muchos de sus alumnos se quedan aquí entrenando día y noche. Algunos han crecido entre estos mismos árboles. Para ellos, el karate no es un hobby o un deporte más. Es su estilo de vida… Uno que tú pronto tendrás que adoptar también ━añadió, mirando de reojo a Tory.
Ella no dijo nada. Continuó caminando sin inmutarse. Sabía que las cosas iban a ser distintas a partir de ahora. Pero no tenía miedo. Siempre le habían gustado los retos, sobre todo si los elegía ella misma. Cuando tomaba una decisión, la aceptaba con todas sus consecuencias.
━Sin embargo, no estoy para nada preocupado. Conozco tus capacidades ━le sonrió el sensei━. Si yo pude adaptarme, tú también lo harás.
Tory frenó en seco, sorprendida.
━¿Usted aprendió aquí?
El hombre también se detuvo y giró la cabeza para mirarla.
━Así es. Hace mucho tiempo, claro… ━sus ojos parecieron desenfocarse y volver por un segundo al pasado━ Pero al final, cuando uno no tiene dónde ir, uno siempre vuelve a sus raíces, ¿verdad?
La muchacha captó al vuelo el sentido de sus palabras. Ella también estaba volviendo a sus raíces en cierta manera. Cobra Kai había sido el primer lugar en el que había entrenado, donde había aprendido y practicado cada uno de los movimientos que ahora dominaba con facilidad.
Su relación con el dojo había terminado de una forma brutal y repentina, y enseguida se había refugiado en Miyagi Do. Sin embargo, allí tampoco había encontrado la comprensión y la acogida que esperaba…
Tragó saliva y apartó la mirada de los ojos azules del sensei.
Este se volvió y comenzó a caminar de nuevo. Después de un momento de duda, en el que ella empezó a sentir que se helaría si no se movía pronto, lo siguió.
Por fin salieron de entre aquella arboleda asfixiante, bajando por una especie de valle. Siguieron el sendero de grava iluminado por las antorchas que descendía poco a poco en zig zag, y Tory divisó algunos grupos de construcciones a lo lejos.
Cuando se acercaron más, notó que eran cabañas y pequeñas casas de una sola planta. En cada grupo, rodeadas por muros de piedra de unos dos metros de alto, había cuatro o cinco de ellas, dispuestas más arriba o más abajo dependiendo del terreno. Algunas tenían tejado de paja, mientras que otras estaban cubiertas por tejas de un material oscuro. Estos últimos tejados estaban curvados hacia arriba en sus extremos, como en las aldeas típicas que había visto a veces en las películas.
Llegaron al punto en el que el sendero se dividía y Kreese escogió sin vacilar uno de los caminos. Tory lo siguió hasta que se detuvieron frente a uno de los grupos de cabañas. Un alto portón de madera entreabierto permitía el paso al interior de los muros que las resguardaban.
━Estos son los dormitorios de las alumnas ━le informó el sensei━ Y ese de ahí es el tuyo ━señaló una de las pequeñas casas de tejado de paja━. Los dormitorios de los senseis se encuentran más abajo, siguiendo todo este camino hasta el final del sendero. Si necesitas algo, estaré allí.
Dejó su maleta en el suelo y Tory murmuró un breve agradecimiento.
━Nos vemos mañana por la mañana, Nichols. Descansa ━se inclinó, como hacía en las clases de karate.
Ella le devolvió el gesto. Kreese se dio la vuelta y retomó el sendero cuesta abajo hasta desaparecer por uno de los caminos secundarios.
Tory permaneció todavía unos segundos más parada donde estaba, con la mente revolucionada de pensamientos y preguntas que aún no tenían respuesta.
¿El sensei había estudiado allí mismo cuando era joven? ¿Entonces Kim Da-Eun y él se conocían desde antes? Eso era extraño. Ella era bastante menor que él, o al menos eso parecía. Además, creía que Kreese había aprendido todo lo que sabía de karate durante su servicio militar. Era tan extraño imaginarlo allí en mitad de la nada…
No se había parado a pensar mucho en cómo sería el dojo de Kim en Corea, más que nada porque evitaba cualquier cosa que le recordara a esa perra. Pero desde luego jamás se habría imaginado un lugar así. Era como si estuviera dentro de un sueño vívido en el que hubiera viajado atrás en el tiempo y en el espacio hasta llegar a una antigua aldea oriental.
Otra fuerte ráfaga de viento helado interrumpió violentamente sus cavilaciones y la obligó a reaccionar. Levantando su maleta para que las ruedas no hicieran ruido al pasar sobre la grava, Tory se acercó sigilosamente a la cabaña que le había señalado el sensei. Era la más cercana al muro y -la chica no pudo evitar notarlo- la más pequeña y descuidada de todas.
“Un detalle de bienvenida de esa pirada, seguro”
El dormitorio no estaba construido al ras del suelo, sino encima de una meseta de piedra y de un montón de leña amontonada debajo de la casa. Para acceder a ella había que subirse a una estrecha plataforma de madera. Tory aupó primero su pesada maleta y luego abrió la puerta corrediza. Esta era también de madera, con grandes paneles de un papel muy resistente y opaco, que impedían la vista al interior.
Subió a la plataforma de una sola zancada, desesperada por escapar del frío de la noche y alumbrarse con alguna luz artificial… Pero fue en vano, no consiguió notar ni un solo interruptor en las paredes que fue tanteando a ciegas. Irritada, encendió la linterna del móvil, pero descubrió que efectivamente no había rastro de ninguna luz.
“Genial. Estupendo”
¿Era así cómo vivían todos los alumnos del dojo? ¿O era solo un plan de Kim para hacerla rabiar y obligarla a marcharse de allí? Su familia era millonaria, era imposible que vivieran de esa forma tan precaria y anticuada.
“La tipa tiene un puto jet privado, por favor”, pensó iracunda, mientras entraba su maleta y cerraba la puerta con un solo movimiento brusco.
Con la linterna aún encendida, dejó el móvil a modo de lámpara encima del primer mueble que encontró y observó a su alrededor.
La pequeña habitación estaba completamente vacía, a excepción de un armario con puertas deslizantes y la cómoda de madera antigua sobre la que había apoyado el teléfono. No había ni rastro de ninguna cama ni mesilla de noche, tampoco de un baño privado. Ni siquiera había una ventana en la pared contraria.
Tory suspiró resignada.
En aquellas condiciones no podía hacer mucho más que esperar a que se hiciera de día. Se acercó al armario y deslizó una de las puertas. Como imaginaba, dentro encontró una pila de mantas y sábanas sobre lo que parecía un colchón plegado.
Era un futón.
Nunca había dormido en uno, pero esperaba que fuera cómodo. Lo sacó del armario con un poco de esfuerzo, lo extendió en el centro de la estancia y, sin molestarse en cambiarse de ropa o descalzarse, se tiró sobre él boca abajo. No era incómodo, pero le dio la impresión de que le iba a costar acostumbrarse a dormir en el suelo.
Se quedó un buen rato tumbada de esa forma, apoyando la frente en sus manos. La luz de la linterna del móvil provocaba un efecto fantasmal en las paredes peladas de la habitación. No le dio miedo, pero sí que sintió una nostalgia inesperada de las fotografías y pósters que había tenido pegados en las paredes de su cuarto en California.
Tory cerró los ojos. No podía pensar en eso ahora. Si quería habituarse pronto a aquel dojo y ganar el Sekai Taikai debía concentrarse en lo que tenía que hacer. Perderse en los recuerdos no la convertiría en campeona.
Pensó en desabrocharse el sujetador y dormir tal cual estaba. Total, con aquella oscuridad sería complicado deshacer su maleta.
En el interior del dormitorio no hacía tanto frío como fuera, es más, el suelo parecía emanar un calorcito que no se esperaba. Pero aún así supo que no podría dormirse. Había gastado todo su sueño en las largas horas de vuelo y ahora se sentía demasiado despabilada.
Se dio la vuelta y se quedó mirando el techo. Durante unos segundos le pareció que su mente se había quedado en blanco, pero entonces la cruda realidad se le vino encima como una avalancha de nieve repentina.
Estaba en Corea del Sur. Dónde exactamente, eso no tenía ni idea. Pero estaba a miles y miles de kilómetros de su casa. Lejos de su hermano, quien en poco tiempo se iría a vivir a Boston, todavía más lejos de ella. Aunque eso él no lo sabía. Brandon creía que su hermana estaba en un centro de salud mental. Al igual que los señores LaRusso y todos a los que había tenido que mentir para poder estar ahí ahora mismo.
Entre los rostros de ese “todos” apareció uno que se negó a abandonar su mente por mucho que lo intentara: Robby… Tory no pudo evitar repasar todos y cada uno de sus rasgos: su sedoso cabello castaño peinado hacia atrás, sus ojos verdes que tanto le gustaba mirar, su sonrisa amplia y encantadora, sus labios…
No. Basta. Tenía que parar aquello. Esos mismos labios que tan dulcemente la habían besado antes no le habían hecho más que daño en los últimos días. Él había preferido su capitanía a su relación, a sus amigos de Miyagi Do antes que acompañarla a ella en el peor momento de su vida. No podía culparla si ella había escogido volver a Cobra Kai…
“¡Siempre haces lo mismo y luego todo acaba como acaba para todos!”
La voz del chico retumbó dolorosamente como un petardo entre los recuerdos de aquella última discusión que habían mantenido. Su corazón se hundió en su pecho y Tory se hizo un ovillo en el futón, respirando con dificultad.
¿Por qué? ¿Por qué tenía que sentirse culpable de su decisión de estar allí ahora mismo? ¿Por qué si en realidad apenas había tenido elección?
“¿Por qué ha tenido que acabar todo así?”, pensó con un nudo en la garganta. Los ojos se le estaban empañando…
Se incorporó súbitamente del futón, como si la hubieran pinchado. Le faltaba el aire y la chica tuvo miedo de perder el control sobre sí misma otra vez. Se puso en pie y abrió de nuevo la puerta del dormitorio.
La recibió la noche cerrada y gélida. Tory inspiró y exhaló profundamente varias veces hasta que la diferencia de temperatura le produjo un escalofrío.
Se debatió entonces sobre si volver a acostarse. Pero era una causa perdida: no tenía nada de sueño y lo único que conseguiría sería agotarse dándole vueltas a la cabeza.
Así que, en contra de lo que hubiera imaginado, decidió salir a caminar. Antes, sin embargo, sacó una de las mantas más gruesas que encontró en el armario y se envolvió en ella. Era un edredón blanco que le llegó casi a los tobillos cuando se lo echó sobre los hombros.
No sabía si estaba permitido salir a aquellas horas. Pero no le importó mucho. No se habían cruzado con nadie en su camino hasta los dormitorios y Tory estaba segura de que era tan tarde que estarían todos durmiendo.
Salió de la pequeña cabaña de la forma más silenciosa que pudo. Al llegar al portón, se soltó la goma del pelo, que se había recogido en una coleta para el viaje, y la ató a una de las maderas. No quería perderse cuando volviera, pues todos los recintos de cabañas le parecían idénticos. Lo único que le faltaba era tener que dormir a la intemperie y que Kreese la encontrase criogenizada a la mañana siguiente, antes de poder tener siquiera su primera clase de karate.
Decidió volver sobre el mismo camino que habían recorrido con el sensei. Pero esta vez, cuando llegó a la división del sendero, tomó la dirección contraria, bajando por el otro lado del valle. También allí había casas y construcciones parecidas, pero no estaban rodeadas por muros y eran bastante más grandes.
Tory vio que en las paredes y plataformas de madera habían apoyado algunos materiales de entrenamiento y supuso que serían almacenes o cobertizos. Continuó bajando a paso lento, fijándose en detalles al azar en todo lo que veía bajo la luz de las antorchas. Intentaba mantener su mente alejada de cualquier cosa y persona que se hubiera quedado en California… Pero a duras penas lo conseguía.
Sin darse cuenta, se apartó de la zona construida y se fue adentrando más y más en lo profundo del valle. Allí el sendero se estrechaba y se dividía en distintos caminitos laberínticos. La arboleda también había vuelto a hacerse espesa e impenetrable y estaba mucho más oscuro, por lo que la chica estuvo tentada de volver, sobre todo después de que una corriente de aire helado la sorprendiera en una curva. Pero fue ese mismo viento el que le trajo un intenso olor a humo que llamó su atención.
Avanzó un poco más y entonces percibió el sonido de las llamas crepitando. Un leve brillo rojizo se filtraba entre los troncos de los árboles, y al girar por el último tramo del sendero pudo comprobar que era una hoguera.
Quizá fue por el calor agradable que emanaba o quizá por la imagen casi mágica que aquellas llamas altas y ondulantes generaban al contrastar con el bosque oscuro y misterioso. Fuera como fuese, Tory se acercó como hipnotizada, como si algo la estuviera llamando más allá de la hoguera.
Se detuvo cuando el fuego empezó a sentirse como un horno en su rostro y alzó la mirada al cielo… Sus ojos se abrieron como platos.
“Es precioso”, pensó, deslumbrada.
Nunca había visto tantas estrellas. Tan solo en las fotografías de la NASA que ilustraban sus libros de ciencias. Pero hasta entonces no había creído que fuera posible observar un cielo así a simple vista. Era como cuando de niña salpicaba un montón de purpurina sobre una cartulina oscura para hacerle una tarjeta de Navidad a su madre… Tory contuvo la respiración. De repente aquel hermoso cielo nocturno parecía haber perdido brillo.
Aquella noche hacía justo una semana que su madre había fallecido, pero todavía se sentía irreal. Sabía que ya no estaba. Lo había admitido en voz alta. La había visto en su ataúd… Pero al mismo tiempo era como si aún esperase reencontrarse con ella al volver a California.
“¿Así es cómo pasaré mis días a partir de ahora?”, pensó amargamente, “¿Uno tras otro, contando desde que te fuiste, mamá?”
Ni siquiera el calor de la hoguera fue capaz de evaporar las lágrimas que acudieron a sus ojos. Las estrellas en el cielo parecieron volverse fugaces cuando su vista se empañó…
Crack
El crujido de una rama rompiéndose la devolvió a la realidad de manera abrupta. Pestañeando rápidamente para ver con nitidez, bajó la mirada del cielo. Y sus ojos fueron atrapados casi inmediatamente por dos trozos de carbón ardientes, que la observaban fijamente desde el otro lado de la hoguera.
Era un chico joven, de rasgos asiáticos y unos ojos oscuros y profundos que la miraban sin apenas pestañear. Era alto, vestía una especie de gi blanco y negro, y su piel absorbía los tonos rojizos de las llamas como si él mismo fuera una.
Tory sintió como si un leve sismo pasara bajo sus pies y le impidiera mantenerse firme sobre sus piernas. En cuanto fue capaz de reaccionar, se arropó todavía más en el edredón que llevaba sobre los hombros y, sin perder ni un segundo, se dio la vuelta y se alejó de la hoguera velozmente.
Tenía que volver rápido al dormitorio. Si aquel chico era un alumno, no podía estar segura de que no la delataría. Ni siquiera sabía si podía estar allí o no a esas horas de la noche. Pero conociendo los métodos de castigo de Kim, no estaba dispuesta a arriesgarse más.
En un primer momento, creyó oír que él se apresuraba a seguirla y su corazón se aceleró. Pero consiguió perderlo corriendo entre el laberinto de caminos del bosque.
Cuando llegó a su habitación, tenía la respiración agitada y la espalda empapada en sudor. No había caído antes en que todo lo que había descendido en su paseo nocturno lo tendría que recorrer de vuelta, pero subiendo por las pendientes del valle. En cuanto consiguió recuperar el aliento, se descalzó y se preparó para intentar dormir algo.
La mañana llegaría pronto y necesitaría mucha energía.
Solo esperaba que el chico de la hoguera no le diera problemas.
~FIN DEL CAPÍTULO SEIS~
Capítulo Siete disponible a continuación :D!!!! Gracias por leer <3
Notes:
Quién será, quién será ese chico misterioso... 👀👀
Jajaja muchas gracias por leer hasta aquí de nuevo!!Tengo que deciros que puede que tenga que aplazar la publicación del capítulo 7 un poco. He estado unos días enferma y me he atrasado con las ediciones y las traducciones. Quizá en esta semana que viene pueda adelantar cosas (esperemos🙏), pero no quiero establecer una fecha porque prefiero tardar unos días más antes que subir algo sin la calidad que me gustaría. Sobre todo ahora que la cosa se pone interesante... 🤭
~un abrazo enorme, miriadalia 🌻
Chapter 7: Peleamos hasta el final
Notes:
Mini Diccionario
Dobok = nombre que recibe el uniforme de artes marciales en coreano. Normalmente se aplica al de taekwondo, pero es el que llevan también en la serie de Cobra Kai los estudiantes coreanos.
¡Sabum-nim! = es el nombre honorífico que reciben los instructores de artes marciales coreanos, sería como decir “¡Sensei!”
¡GEUMANHAE! = ¡Basta! / ¡Detente! / ¡Ya es suficiente!
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
AQUEL VERANO…
━En Corea, nuestros alumnos escalaban la Jirisan, la montaña más alta de la zona continental. Con mochilas pesadas, llenas solamente de agua.
La nueva sensei caminaba en círculos por el tatami mientras hablaba, mirando a los ojos de cada uno de los alumnos y aspirantes de Cobra Kai, que estaban sentados a su alrededor. Se llamaba Kim Da-Eun y al parecer era coreana.
Tory la observaba atentamente, intentando disimular el recelo que sentía cuando su mirada se cruzaba con la de la mujer. Había algo en ella que la inquietaba.
No era solo el hecho de que fuera socia de Silver, y que cualquier persona relacionada con aquel imbécil tramposo no fuera de fiar. Había algo desagradable en su manera arrogante de hablar, en su mirada exacerbada y su expresión tensa, que parecía todavía más tirante por la ajustada trenza alta en la que había recogido su abundante pelo negro.
Le molestaba también el desprecio con el que le había hablado antes, cuando había exigido que ella, como campeona del All Valley, tenía que quedarse a ayudarla a escoger a los nuevos alumnos entre los aspirantes.
Y después estaba esa extraña manera en la que acariciaba una fina vara de madera que llevaba en sus manos…
━Entrenábamos en la cima hasta mucho después de ponerse el sol y con el frío de la noche ━continuaba en esos momentos Kim, sin detener su caminata━. Yo entrenaba con ellos y llevaba dos mochilas ━precisó, haciendo hincapié en el “dos” mientras se giraba y clavaba sus ojos oscuros en Tory, y después en la chica a su lado.
Tory cruzó una mirada confundida con Devon, quien todavía vestía el gi azul de su anterior dojo. Ella había sido la única aspirante que no se había cambiado al gi negro de Cobra Kai que les había regalado Terry Silver.
“Me estoy pensando si vuestro dojo es digno de una alumna como yo”, le había explicado. Tory no había sabido si sonreír u ofenderse. La niña tenía carácter, pero también era orgullosa: aún no le había perdonado haberla vencido en el torneo. Debía de tener unos dos años menos que ella, y creía haberla visto en el club de debate de su mismo instituto…
━Mis alumnos son resueltos ━la voz firme de Kim seguía resonando en el silencio de la clase━. Ahora veré lo resueltos que sois vosotros ━se giró de nuevo y esta vez señaló con la vara de madera a Tory y a Devon━. Vosotras dos, ¡arriba!
Ambas chicas se levantaron y se colocaron en el centro del tatami. Pero se encontraron con algo que las desubicó.
Una pequeña mesa ratona de madera les impedía ponerse en posición como normalmente hacían. Entonces, uno de los senseis coreanos que había venido como parte del equipo de Kim Da-Eun se acercó y colocó una vara de madera idéntica a la de ella encima de la mesita.
━Coge esto ━le dijo a Devon de manera cortante━. Detenla ━le ordenó en cambio a Tory━. Haced lo que haga falta. Tenéis un minuto.
Tory solo tuvo un segundo para cruzar otra mirada desconcertada con Devon. ¿Qué clase de ejercicio era ese? Pero ante la expresión inquisitiva de Kim se pusieron en posición de combate.
━¡Shijak! ━exclamó el hombre en coreano, “¡Comenzad!”.
Devon alargó su mano precipitadamente para agarrar el palo, pero Tory fue más veloz y la bloqueó. La chica le lanzó una patada giratoria, pero de nuevo la campeona fue más rápida y la esquivó.
“¿Pero qué coño estamos haciendo?”
Aquel pensamiento distrajo a Tory los segundos suficientes para que Devon pudiese coger la vara de la mesilla.
━¡Toma ya! ¡En tu cara! ━celebró la niña dando unos botecitos, con una sonrisa de oreja a oreja.
Pero la fiesta le duró poco. Kim subió al tatami y le quitó el palo de mala manera. Luego se volvió enfadada hacia Tory:
━El Camino del Puño significa no refrenarse, ser implacable. ¿Esto es lo que significa ser campeona en Norteamérica? ━la miró de arriba abajo, casi con repulsión, y volvió a colocar el objeto violentamente.
¡Plam!, sonó la madera al chocar contra la mesa.
━¡Otra vez! ━ordenó la sensei con los dientes apretados.
Tory la miró con el ceño fruncido y la mandíbula tensa.
“¿Pero esta de qué va?”, pensó, furibunda.
En esta ocasión no perdió la concentración. Bloqueó como un rayo todos los intentos de Devon hasta hacerla retroceder de una patada en el abdomen. Pero ni siquiera esto dejó satisfecha a Kim:
━¡Más fuerte! ━le exigió.
Tory dudó.
¿Cómo que más fuerte? Le había impedido alcanzar la vara, ¿no había cumplido ya el objetivo del ejercicio? Pero Devon se movió y no tuvo más remedio que contraatacar.
Pelearon sobre la mesa ratona hasta que la chica consiguió tocar el bastón y Tory evitó que se lo llevara pisando firmemente su mano.
━¡Ay! ━se quejó Devon, alzando temerosa sus ojos marrones hacia ella.
“Tiene que marcharse de aquí”, pensó Tory en cuanto sus miradas se cruzaron.
En Cobra Kai no existía la piedad ni el miedo. Devon no tenía ni la experiencia ni la rudeza suficientes para entrar en ese dojo y hacerse respetar para que no la machacaran. Por mucho carácter que tuviera, la destrozarían viva si al final se unía a ellos… Así que tendría que ser ella quien la alejase con un golpe de realidad.
¡Pum!
━¡Ah! ━la chica se cubrió el lado de la cara que Tory había golpeado con una fuerte patada y luego la miró con incredulidad.
“Por favor, vete”, le quiso transmitir Tory.
Pero al parecer era tarde. Kim Da Eun agarró firmemente su vara y con un solo movimiento golpeó con rabia la pantorrilla de Tory. Ella se quedó tan en shock que incluso tardó unos segundos en percibir el dolor y el ardor en su piel bajo el pantalón del gi.
“¿Pero qué…?”
━¡He dicho más fuerte! ━gritó la sensei, taladrándola con sus ojos iracundos.
Tanto Tory como Devon se pusieron a pelear al instante. Pero esta vez ambas se movían por una misma emoción: la conmoción. Nunca antes habían visto que un sensei pegase a un alumno si no le estaba mostrando una técnica o practicando con él. ¿Qué estaba pasando?
━¡No aceptamos la derrota! ¡No aceptamos la perdición! ¡Peleamos hasta el final! ━la voz contundente de Kim tronaba por encima de sus bufidos y respiraciones agitadas en medio de la lucha.
A Tory el corazón le iba cada vez más rápido.
El combate se enardeció tanto que Devon gritó, precipitándose sobre ella con una patada voladora, y saltando por encima de la mesa. Cuando Tory se apartó, la chica aprovechó para agarrar la vara. Pero de una sola patada, la campeona se la arrebató de las manos, y luego giró rápidamente para rematarla con su otra pierna.
Por la fuerza del impacto, el cuerpo de Devon cayó de espaldas al tatami con un ruido seco.
━¡Ough! ━se quejó la niña poniéndose una mano en el pecho, allí donde la había golpeado.
Tory se la quedó mirando con los ojos desorbitados y casi sin aliento. Algunos de sus mechones rubios se habían desprendido de su coleta y subían y bajaban, movidos por su respiración entrecortada. Sus pensamientos eran un completo caos en aquel momento…
━Bien… Fuerza. Determinación ━escuchó el tono de aprobación en la voz de Kim, quien se había acercado a ellas para dar por finalizada la pelea━. ¡Ese es el Camino del Puño! Nada menos. Recuérdalo ━acompañó su entusiasmo golpeando su vara contra su propia mano.
El sonido sobresaltó a Tory como si le hubiese pegado otra vez a ella, y fue incapaz de sostener la intensa mirada de la mujer.
Se volvió hacia Devon, quien la observaba como si estuviera a punto de echarse a llorar. A Tory se le hundió el corazón en el pecho.
━Podéis retiraros ━anunció Kim a la clase.
━¡Charyeot! ━exclamó el otro sensei, “¡Atención!”.
Los alumnos y aspirantes comenzaron a alzarse. En medio de la confusión, Devon se levantó también a duras penas y salió corriendo del tatami, con sus ojos fijos en el suelo y las orejas rojas. Cuando pasó por su lado, Tory creyó escuchar un sollozo.
“¡Gyeongrye!” ━“¡Saludo!”, y los jóvenes se inclinaron.
Tory los imitó por inercia, pero su mirada seguía fija en la puerta por la que acababa de salir Devon.
En el fondo de su corazón deseaba que no la odiase por lo que había hecho. Pero si para que la chica no volviera jamás a ese dojo tenía que odiarla… Entonces deseaba que la odiase con todo su ser.
EN EL PRESENTE…
Tory había sentido odio hacia algunas personas en muchas ocasiones: su tía Kandace, la mayoría de sus caseros, los LaRusso, el profesor de Matemáticas que la ponía en evidencia cuando salía a la pizarra y no tenía ni idea de cómo resolver un problema... Pero cuando aquella mañana volvió a ver el rostro de Kim Da-Eun, sintió que todo lo anterior habían sido simples berrinches.
Había abierto la puerta corrediza de su cabaña, esperando encontrarse con el sensei Kreese. Y sin embargo… Allí estaba ella. El mismo pelo negro atado en una coleta altísima y demasiado tirante. La misma expresión endurecida y de disgusto, como si oliera a mierda todo el tiempo. Los mismos aires de superioridad… La chica estuvo segura de que no podía existir un ser sobre la Tierra a quien odiase más que a aquella psicópata estirada.
━Levántate ━le ordenó la mujer con voz cortante━. Tus clases comienzan en una hora.
Y sin más preámbulos le tendió una especie de mochila militar negra. Tenía muchos bolsillos y parecía estar llena hasta los topes. Tory la agarró sin decir una palabra.
Intercambió una sola mirada de pura aversión con su antigua sensei, mordiendo su lengua y controlando sus nervios todo lo que le era posible.
Hacía ya un rato que estaba levantada, lo cual era obvio porque estaba completamente cambiada y peinada. En realidad, no había podido dormir casi nada y se había despertado sobresaltada por una alarma que había sonado al amanecer por todo el recinto de los dormitorios.
Ya se había preparado mentalmente para recibir un trato frío e indiferente, e imaginaba que no la iban a dejar superar el jetlag antes de empezar con los entrenamientos de karate. Pero aún así le fastidió que no fuera Kreese quien se lo dijera, ¿dónde se habría metido? ¿No habían quedado aquella mañana? ¿Por qué tenía que ser aquella arpía quien viniera a verla tan temprano?
Le dio la espalda para dejar la mochila en el suelo, pues pesaba bastante, y comenzó a sacar las cosas de su interior intentando ignorar su presencia todo lo que podía.
Pero fue imposible, la tipa siguió hablándole, rígida y de brazos cruzados, desde la puerta abierta:
━El desayuno ya se ha servido, y para tu información aquí no tenemos un buffet libre. O estás a la hora, o no comes nada… Solo por hoy te dejaremos comer algo antes de las lecciones. Así que date prisa.
Tory respiró hondo.
“No te alteres, no te alteres…”, se repetía internamente.
━No tengo hambre ━dijo sin darse la vuelta.
Y era verdad: haber visto de nuevo a Kim le había cerrado el estómago.
Nada más decir eso, vio cómo la mujer entraba a grandes zancadas en el dormitorio hasta quedar justo frente a ella. De un rápido y brusco movimiento le cerró la mochila en las narices para forzarla a que la mirase a la cara.
Tory alzó los ojos lentamente, con el corazón a mil por hora.
━Que te quede claro ━le espetó Kim, con tono amenazante━: ¡Yo no te quería en el equipo! Ni antes ni ahora.
Tory se puso de pie rápidamente. Era más alta que la sensei, lo que ayudó a que su contacto visual no la intimidara tanto.
━Pues aquí me tiene ━exclamó con voz firme━. No tenían otra opción mejor.
Kim Da-Eun bufó como si aquello fuera un chiste.
━Tú piensa lo que quieras. Tu selección fue plenamente decisión del sensei Kreese, y por respeto a su experiencia y a sus servicios en este dojang se te aceptó incluso cuando el plazo se estaba terminando…
La miró de arriba abajo despectivamente.
━Me encantará ver cómo mis alumnas te enseñan lo que es el karate de verdad. Yo que tú empezaría a preocuparme.
Tory sentía que su sangre recorría sus venas como una carrera de fórmula 1. Apretó los puños. No permitiría que la afectasen sus palabras.
━Si el sensei Kreese me eligió por encima de sus alumnas quizá sea usted la que deba preocuparse.
La sonrisa de suficiencia desapareció del rostro de la mujer y sus ojos almendrados se achicaron. Se acercó un paso más, quedando a centímetros del rostro de la chica.
━Enseguida vi tu potencial… Pero también vi que eres una rajada: lloriqueando, distraída por intereses encontrados, el novio…
━¡Y porque usted me rompió la mano! ━la interrumpió Tory, rabiando.
━Te la rompiste tú solita ━respondió Kim, como si aquello fuera una trivialidad, y negó con la cabeza━. Ya sabía que no eras una líder.
━Ni pretendo serlo. Acepté ser capitana para estar en el último combate.
━Y serás la última en perder ━sentenció la sensei.
Sin dejarle tiempo para replicar, se alejó de la chica y salió de la cabaña pisando fuerte.
━Ah, casi se me olvida ━dijo, en cambio, volviendo sobre sus pasos.
Tory se giró y se encontró con una mano extendida hacia ella.
━Dame tu teléfono móvil. Mientras vivas aquí, te concentrarás plenamente en tus entrenamientos. Nada de distracciones.
La muchacha se la quedó mirando, incrédula. Eso ya era demasiado. Había aceptado dejar todo atrás. Pero de esa manera la estaban aislando completamente del mundo.
━¿Algún problema? ━Kim levantó las cejas, con una expresión de fingida inocencia. Su voz, sin embargo, delataba lo mucho que estaba disfrutando poniéndola en un aprieto tras otro.
A Tory le temblaban las manos. De rabia o de miedo, de eso no estaba segura. Tras fulminar con la mirada a la sensei, agarró su móvil de la cómoda donde lo había dejado la noche anterior y se lo puso agresivamente en la mano. Kim Da-Eun sonrió satisfecha.
━No te aflijas… ━le dijo, mientras se guardaba el dispositivo en uno de los bolsillos de su largo abrigo negro━. El sensei Kreese ya me ha contado sobre tus… Diferencias con ese dojang de blandengues. No creo que te echen mucho de menos hasta que os veáis en el torneo…
Tory no fue capaz de sostenerle la mirada. Bajó sus ojos y se observó los pies, sintiéndose más impotente que nunca. Oyó como los pasos decididos de la mujer se bajaban de nuevo de la cabaña y comenzaban a caminar sobre la grava. De repente se detuvieron.
━Y Mamá ya no te llamará, ¿verdad?
Los ojos avellana de Tory se dispararon de nuevo hacia la figura esbelta de Kim. Estaba de espaldas, pero la chica pudo imaginar exactamente su expresión malévola, como un demonio venido del subsuelo para torturarla. Eso es lo que era aquella mujer. Su corazón, que se había olvidado de latir cuando escuchó aquellas últimas palabras, martillaba su pecho dolorosamente ahora.
Dos termos de agua.
“Como tú te fuiste… Sam será la capitana del Miyagi Do junto conmigo”
Un par de botas de montaña.
“Daniel y Johnny han enviado ya el listado. Lo mejor es dejar esto pasar…”
Calcetines, zapatillas y ropa deportiva de calidad.
“¡Por favor, perdóname…! Creí que llegaría a tiempo…”
Guantes, gorra y una camiseta térmica.
“¿Quién te crees que ganará el juicio por la custodia? Tú no estudias ni trabajas. Y eres una delincuente”
Una mochila más pequeña y ligera.
“Siento no estar allí para despedirte…”
Un juego de toallas y productos de higiene.
“Y serás la última en perder”
Un pequeño kit para emergencias.
“Y Mamá ya no te llamará, ¿verdad?”
Tory no pudo más.
Sus pensamientos la acribillaban hasta tal punto que creyó que iba a estallarle la cabeza. Cayó de rodillas y se derrumbó sobre el uniforme que acababa de sacar del fondo de la mochila, jadeando entre sollozos y gemidos. Gruesas lágrimas resbalaron de su rostro hasta la tela blanca de la chaqueta de su nuevo gi, dejando grandes manchas húmedas. Pero no le importó. No le importaba nada ya.
En los últimos años de su vida había hecho muchas cosas malas y herido a bastante gente. Eso lo admitía. Pero también había tenido la mala suerte de cruzarse con personas horribles que parecían perseguirla dondequiera que fuera. ¿De verdad se lo merecía? ¿Estaba pagando todo el mal que había hecho? ¿Lo había pagado su madre por su culpa…? No. No quería entrar ahí.
Sentía ganas de vomitar y eso que tenía el estómago vacío.
Por encima de todas las palabras que la habían herido a tal punto de no poder olvidarlas todavía, aquella última frase de Kim la torturaba como si le estuvieran sacando la piel a tiras. La odiaba. La odiaba con toda su alma.
Aunque tenía la visión empañada, observó el gi perfectamente planchado y doblado que sostenía entre las manos y…
━¡¡ARRGHH!! ━gritó, manipulándolo violentamente hasta arrugarlo en una bola que lanzó con toda su rabia hasta el otro extremo de la habitación.
No quería ponérselo. No quería ponerse algo que le recordase que estaba bajo las órdenes de esa zorra, que ella ya no tenía nada ni a nadie en quien confiar, que estaba completamente sola…
Estaba harta de verse necesitada, débil, vulnerable, humillada…
Temblando y con la respiración entrecortada, se incorporó del suelo y se limpió las lágrimas. Parada allí, en medio de la habitación con todas las cosas desparramadas por el suelo, tuvo claro lo que tenía que hacer.
“Se acabó”
No más abusos. No más insultos. No más desprecios. No más juegos mentales. Y para conseguirlo estaba dispuesta a poner a prueba la promesa que le había hecho Kreese…
━ ¡Kiap! ¡Kiap! ¡Kiap!
Los gritos sincronizados de los alumnos mientras calentaban lanzando puños al aire hacían eco por toda la explanada. A Tory le había costado un poco encontrarla, ya que después de la zona de los dormitorios y cobertizos, los caminos de grava se dividían más allá del valle en sendas prácticamente idénticas y sin señalizar. Pero allí estaba finalmente.
Sus ojos divisaron enseguida la figura esbelta y atlética de Kim Da-Eun, ataviada con su uniforme negro de sensei. Supervisaba cada una de las filas de estudiantes como si fuera un robot de vigilancia.
Tory apretó el paso y su cabello rubio ondeó furiosamente con el viento frío que golpeaba su cara. Cerró fuerte los puños para resistirlo. No iba a echarse atrás. Su pulso acelerado, sus fosas nasales abiertas y sus mandíbulas tensas… La impotencia y el dolor que la habían desbordado hacía un rato en su habitación la propulsaban ahora como dos motores.
Antes de lo que pensaba, estuvo cara a cara con la sensei.
El chico que dirigía el calentamiento calló de repente cuando la vio, y la clase entera se detuvo confundida.
━Llegas tarde ━le recriminó Kim, mirándola irritada━. ¿Por qué no llevas puesto el dobok ? Estaba en tu mochila.
Tory comprendió que se refería al extraño gi que había arrugado durante su crisis. Con su mano derecha se tocó imperceptiblemente la barriga.
━No lo necesito para pelear.
La chica iba vestida con los mismos jeans y chaqueta de cuero ajustada que se había puesto para viajar el día anterior.
━¿Ah, no? ━se burló Kim, pero con un tinte de cólera en su voz. Odiaba no ser obedecida a la primera━. Puede que en Norteamérica te sirva tu ropa callejera para pelear en vuestro pequeño patio, pero aquí… ¿A quién esperas enfrentarte vestida así?
Tory sintió que una ola de fuego colmaba todo su cuerpo de la cabeza a los pies. El frío de la mañana había desaparecido, dejando paso al ardor de la ira más absoluta. Tembló solo un segundo, y luego se acercó a la mujer hasta quedar a centímetros de su cara. Con toda la repugnancia de la que fue capaz, respondió:
━La estoy mirando… Sensei .
Y con una velocidad bestial, lanzó un puñetazo directo a la cara de Kim Da-Eun. Como era de esperar, esta la bloqueó rápidamente y sin problemas, pero la chica ya había previsto eso. Lanzó otro ataque. Otro. Y otro más. Los brazos de ambas se enzarzaban y se separaban como látigos que jamás llegaban a alcanzar su objetivo.
━¡QUIETA! ━bramó la mujer.
Pero Tory hizo oído sordos a su orden. Acababa de confirmar lo que quería: Kim se mantenía a la defensiva, lo que significaba que había aceptado la condición de Kreese de no herirla físicamente. Esta certeza llenó a la chica de una extraña euforia siniestra.
Su visión se volvió roja y le pareció que todo a su alrededor se movía a cámara lenta en comparación con la velocidad que adquirieron sus movimientos. Nunca antes se había sentido tan liberada. Pero al mismo tiempo, notaba como esta cólera la carcomía y debilitaba. Era como si hubieran soltado a un animal salvaje en su interior. Uno que había estado encadenado en una jaula sin agua y sin comida durante una semana entera.
━¡NICHOLS, BASTA! ━tronó Kim Da-Eun, por encima de sus gritos y gruñidos, deteniendo sus continuos y feroces ataques.
En un atisbo de lucidez, Tory vio la furia contenida en su cara. Se notaba de lejos que la mujer deseaba dejarla K.O de una patada, pero no podía.
“Tienes que parar… ¿Qué estás haciendo? Solo lo vas a empeorar”, susurró una voz en el fondo de su conciencia.
Pero fue incapaz de detenerse. El miedo y una tristeza desgarradora la dominaban y la empujaban a seguir y seguir golpeando hasta casi perder la conciencia de sí misma.
━¡¡IAHH!! ━gritó Kim, y de un solo movimiento la agarró con firmeza por debajo de un brazo y la estampó boca arriba sobre la grava, junto a sus pies━ ¡HE DICHO BASTA!
Tory apretó los dientes, intentando no gritar de dolor mientras las piedrecitas se clavaban como agujas en su espalda y en su cabeza.
Pero no se rindió. No podía hacerlo. No aceptaría la derrota. No aceptaría la perdición. Pelearía hasta el final si hacía falta. ¿No era eso lo que enseñaban en aquel dojo? ¿No era eso el karate de verdad? Lágrimas que no tenían nada que ver con el dolor físico empañaron su vista… Era hora de que Kim probase de su misma medicina.
Así que cuando esta se incorporó, agitada, y se secó el sudor de la frente, Tory aprovechó para sacar del interior de su chaqueta de cuero lo que había traído escondido.
Era la parte de arriba del dobok.
Ágil como un gato, metió la mano por debajo de su barriga y sacó la arrugada chaqueta de tela blanca. Agarró una de sus mangas y atrapó con ella los pies de la sensei. Antes de que Kim pudiera zafarse, la chica había girado sobre sí misma.
La tela se enrolló y provocó que la mujer perdiera el equilibrio y cayese de bruces, extendida sobre la grava como un árbol recién talado.
¡BUM!
Tory oyó el quejido de dolor de Kim Da-Eun y los gritos ahogados de algunos de los alumnos, que habían contemplado todo sin intervenir… Hasta ahora.
━ ¡Sabum-nim! ━exclamó uno de los chicos de la primera fila, y se acercó corriendo a socorrer a su maestra.
Pero Tory fue más rápida. No había terminado todavía con aquella bruja y no iba a permitir que interrumpiesen su pelea. No hasta que Kim le suplicase perdón. No hasta que sintiera el mismo dolor que se sentía cuando partías una roca sólida con tus propios nudillos.
De un salto, se abalanzó sobre la mujer, presionando su espalda contra el suelo e inmovilizando sus brazos para que no se pudiera levantar. El chico llegó hasta ellas y empujó a Tory con fuerza. Pero ella se mantuvo firme. Con las manos ocupadas, la única manera que tuvo de librarse de él fue lanzándole una patada a traición, pegándole en plena cara.
━¡ARGH! ━gritó el coreano, cayendo al suelo a su lado.
Tory lo vio tocarse el rostro con dolor. Tenía un ojo muy hinchado y morado, además de otras heridas cicatrizadas en la cara. ¿Eso lo había hecho ella? No era posible, acababa de pegarle.
El grupo de estudiantes se revolucionó más aún. Tory los escuchó intercambiar un montón de frases incomprensibles para ella, pero un sonido superó a todas las demás voces. Alguien se estaba… ¿Riendo? No, riendo no, se estaba partiendo de risa.
La chica pagó cara esa pequeña distracción. Kim Da-Eun se removió en el suelo y logró zafarse de su agarre con una veloz combinación de movimientos. En menos de lo que tardó en darse cuenta, Tory yacía de nuevo con su espalda contra el afilado suelo, mientras la mujer la agarraba fuertemente del cuello, cortándole la respiración.
━¿Te ha parecido divertido? ━siseó, sus ojos desencajados de pura ira━. ¿Qué querías demostrar? ¿¡EH!? ¿Que no tienes miedo? ¡Mírate! ¡Eres tan débil! ¡Tan ilusa!
Tory tembló. Intentó clavar sus uñas negras en la mano que le oprimía la garganta y le impedía coger aire, pero fue en vano. Era como si una boa constrictor la estuviera estrangulando. Una gruesa lágrima cayó por su mejilla.
Pero de repente hubo un gran revuelo en el grupo de alumnos. La chica no se podía girar, pero escuchó un montón de gritos y golpes.
Kim no tuvo más remedio que aflojar la presión en su cuello y levantarse.
━¡Aishh! ━rabió, poniéndose en pie━. Pagarás las consecuencias de esto ━amenazó a Tory, señalándola con el dedo antes de dirigirse hacia los estudiantes coreanos.
━¡KWON JAE SUNG! ¡GEUMANHAE!
Fue lo único que alcanzó a escuchar Tory. Se levantó jadeando en cuanto la mujer le dio la espalda para ir a separar a los alumnos que habían comenzado a pelear.
Temblando como un flan y con la respiración entrecortada, volvió por el mismo camino que la había llevado hasta la explanada. La cabeza le daba vueltas y el corazón parecía querer salir por su boca. No sabía qué consecuencias tendría lo que acababa de hacer, pero no quería quedarse a averigüarlo.
“Estúpida, estúpida, ¡estúpida!”, se recriminó, “¿Por qué no podías dejarlo pasar? ¿¡Por qué!?”
Tosió y se masajeó la garganta. Esa zorra la había apretado con ganas.
Giró por uno de los senderos que se adentraba en la arboleda para buscar el camino de vuelta hacia los dormitorios. Esperaría allí hasta que Kreese…
Crick-crack-crick-crack-crick-crack
Unos pasos apresurados sobre la grava hicieron que la chica se pusiera alerta otra vez.
~FIN DEL CAPÍTULO SIETE~
Capítulo Ocho disponible a continuación <3
Notes:
Heyy! Qué tal? Estoy muy feliz de volver a actualizar este fanfic 🥰 Cómo estáis después del teaser de la parte 3? Y después de ese leak de los primeros 8 minutos... 😭😭
A partir de ahora y durante todo el arco de Tory en Corea encontraréis un mini diccionario de palabras coreanas que uso en el capítulo y que obviamente Tory aún no sabe qué significan.
Yo estudio coreano desde hace poco, pero intentaré no equivocarme 🩷
¡Gracias por leer una semana más! Me gustaría leer qué opináis de la historia hasta ahora.
Y mirad quién viene el próximo viernes... 👀
Chapter 8: Barbie Karate
Notes:
Mini Diccionario
¡Iah! (야!) = expresión informal (y, a veces, incluso grosera), que se utiliza para llamar la atención de alguien de manera brusca o impaciente.
Aigo, jinjja… (아이구, 진짜…): = se puede usar con muchas emociones, pero en este caso expresa sorpresa e incredulidad, como decir “Ay, de verdad…”.
Geumbaeji (금배지) = insignia de oro.
Geumbal-ui (금발의) = de cabello rubio. Algo así como “rubita”.
Chowa… (좋아) = Me gusta…
¡Jalga! (잘가!) = expresión informal que se usa para despedirse de alguien que se va. Es el equivalente a decir "¡Adiós!" o "¡Que te vaya bien!" en español.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Alguien había llegado corriendo detrás de ella. Tory se giró y lo vio: era uno de los alumnos de Kim, pero no el que había golpeado en la cara.
Tendría su misma edad y lo primero que llamaba la atención de su aspecto era su pelo. Este era negro cuervo, espeso y brillante, pero parecía que ninguno de sus mechones se hubiera puesto de acuerdo sobre en qué dirección caer aquella mañana.
El chico se paró en seco en cuanto sus miradas se cruzaron. Pero ella se volvió de nuevo y comenzó a caminar a paso rápido. No quería más problemas. Y no quería saber nada de que la llevasen de vuelta a la explanada. Estaba demasiado agotada y no podría pelear ni defenderse en caso de que aquella bruja hubiera decidido castigarla ahora.
━ ¡Iah! ¡Espera! ━oyó que la llamaba él.
Lo escuchó acelerar hasta alcanzarla, pero el muchacho no se puso a su lado, sino que se mantuvo detrás de ella todo el tiempo, siguiéndola a solo dos metros de distancia por el estrecho camino. Esto la irritó y la puso más nerviosa todavía.
━¿Eres la americana, verdad? La estudiante del sensei Keureese .
Hablaba inglés con un marcado acento coreano, modificando algunas sílabas difíciles de pronunciar.
━¿Cuál es tu nombre?
Tory se mantuvo en silencio. Intentaba recordar exactamente qué dirección era la que la llevaría a los dormitorios de las chicas. Pero todos los senderos le parecían iguales.
━¿Hooola…? ¡Hey! Sé que tú me entiendes, te escuché hablar antes, ¿recuerdas?
Su voz era grave, pero por su manera de expresarse parecía estar recitando una canción o algo por el estilo. Subía y bajaba su tono dramáticamente.
Tory continuó ignorándolo, con la esperanza de que pillara el mensaje y la dejase en paz… Pero él hizo todo menos pillar el mensaje.
━Solo quiero decir… Si quieres pelear hasta la muerte otro día, ella nos da clase los miérucoles también ━se rió despreocupadamente de su propio chiste y suspiró con satisfacción━. Aigo, jinjja… ¡Oh! ━exclamó, como si hubiera recordado algo de repente━ Eso que hiciste era kickboxing, ¿verdad? ¿Dónde aprendiste? ¿Te enseñó el sensei Keureese ? ¿Por qué has venido a Corea? ━la interrogó.
Crick, crack, crick, crack
El ruido de las pequeñas piedras hundiéndose bajo sus pies fue la única respuesta en el silencio del bosque.
El chico no aguantó más. Gruñó, y con dos zancadas de sus largas piernas adelantó a Tory y le cortó el paso, quedando justo enfrente de ella. Alargó un brazo y lo apoyó firmemente sobre uno de los palos de bambú que sostenía una antorcha, ahora apagada. Era bastante alto, Tory le llegaba a la altura de la nariz, por lo que casi chocó contra el hombro de él cuando se le interpuso molesto.
━ ¡Iah! ¿Vas a ignorarme para siempre? ¿Cuántos años tienes, huh? ━la encaró, con el ceño fruncido.
Tory intentó pasar por debajo de su brazo para seguir con su camino, pero el muchacho fue más rápido y deslizó su mano por el bambú hasta crear una barrera. La chica no tuvo más opción que levantar la cabeza, exasperada, y mirarlo por fin a los ojos.
La recibió una mirada rasgada, oscura y con una chispa de perspicacia brillando en el fondo. El muchacho levantó las cejas y recorrió su rostro lentamente, como analizando cada detalle. Sus caras habían quedado muy cerca, por lo que Tory retrocedió un paso para poner distancia y hablarle claramente:
━Mira, no voy a volver con tu sensei ni con tu clase, ¿vale? Así que vete y dile eso.
━¿Qué? No estoy aquí para llevart…
Tory aprovechó su confusión para hacerlo a un lado y pasar a la fuerza por el costado que no tenía bloqueado. Él se giró de un salto, como movido por un resorte, y la acusó:
━¡Hey, yo te ayudé! ¡Yo distraje a la sensei! Si no fuera por mí estarías suplicando por tu vida ahora mismo. ¡Deberías agradecerme!
━Ya, sigue soñando.
No tenía nada que agradecerle a nadie de aquel dojo. Mucho menos a un alumno de Kim Da-Eun. Uno que la estaba irritando enormemente además. ¿Era mucho pedir que la ignorase? No había venido a hacer amigos ni a convertirse en el nuevo mono de circo americano… Aunque tenía que reconocer que no debía de haber causado una muy buena primera impresión a su nueva clase.
“Esto te pasa por hacer caso a tus estúpidos impulsos”, se recriminó.
Una mano fuerte y cálida le atrapó la muñeca izquierda y la obligó a darse la vuelta con un hábil movimiento. No le hizo daño, pero el hecho de que aquel chico se empeñase en retenerla cuando solo quería estar sola la cabreó mucho.
━¡Oye, Barbie Karate! ¿No sabes con quién estás hablando? ━se envalentonó él, señalando su pecho con un dedo y dando unos suaves toquecitos a una pequeña insignia dorada y negra cosida sobre la tela blanca de su dobok .
El dibujo bordado de un puño cerrado destacaba en medio de una corona de laurel, y debajo había una palabra en letras coreanas.
━ Geumbaeji ━pronunció el muchacho con arrogancia━. Significa que soy el mejor aquí. Y tú eres la recién llegada. Así que debes mostrarme respeto.
━Si quieres mi respeto, ¡gánatelo! ━se enfureció Tory, soltándose bruscamente de su agarre━. Empezando por dejarme mi espacio.
Él bufó y esbozó una sonrisa ladeada que más parecía una mueca.
━¿Tu espacio? Geumbal-ui … ━le dijo, torciendo la cabeza con condescendencia y colocando las manos en las caderas, como si le pareciese adorable su ignorancia.
Tory apretó los puños de rabia. ¿Quién coño se creía que era? ¿Y por qué justo ella tenía que toparse con todos los idiotas con delirios de grandeza? Lo suyo tenía que ser ya un récord.
Mientras tanto, el tipo de pelo raro continuó con su cháchara:
━En el momento que pisaste este sitio, perdiste “tu espacio” ━imitó unas comillas imaginarias con sus dedos━. Ahora todo lo que haces, todo lo que dices, todas partes donde vas, todo lo que piensas… Pertenece a este dojang ━le aclaró, pronunciando cada frase lentamente y acercándose un paso cada vez que añadía algo a la lista.
Al final se inclinó, quedando de nuevo a centímetros de la cara de la chica.
━¡Bienvenida a Corea! ━le dedicó una amplia sonrisa sarcástica.
A Tory le recordó al gato de Alicia en el País de las Maravillas. Sintió que echaba chispas por las orejas y al final explotó:
━¡Déjame en paz, ¿vale?! ¡Me importa una mierda estar en Corea, en Egipto o en el lago Titicaca! Estoy aquí y voy a hacer lo que sea necesario y más para ganar. ¡Pero lo que no voy a permitir es que me traten como basura! ¿Todos esos rollos que defendéis de ser implacables y pegar fuerte y sin piedad? “¡Miradnos, somos los más duros, no tenemos ningún sentimiento!”... ¡Sois unos hipócritas! Porque cuando alguien de verdad lo hace y ataca primero, ¡oh, “ahora vas a pagar las consecuencias”! ━imitó con retintín la manera de hablar de Kim Da-Eun, arrastrando las palabras━ ¡Solo les interesa que seamos agresivos cuando les beneficia a ellos! ¡Y ESTOY HAR-TA! Lucharé con lo mejor que tengo, me esforzaré más que nadie, ¡pero lo haré por mí misma!
Cuando terminó de despotricar, respiraba entrecortadamente. Había dicho todo aquello del tirón sin apenas tomar aire pero, irónicamente, ahora que había soltado todo lo que pensaba, se sentía mejor.
Lanzó una mirada desafiante al chico, esperando que empezase a defender a su dojo, pero para su sorpresa este se había quedado mirándola fijamente en silencio, con la boca semiabierta. Pasados unos segundos, bufó y se cruzó de brazos con cierto humor:
━¿Estás muy enfadada, huh?
━¡SÍ!
Él cerró la boca, esbozando otra sonrisa felina, y la miró de arriba abajo.
━ Chowa … ━dijo simplemente.
Luego suspiró de forma exagerada, fingiendo calmarse, aunque en realidad era como si todo aquello no lo afectara en absoluto. Al contrario, parecía divertirlo sobremanera:
━Escúchame ━levantó el dedo índice en el aire, como si fuera un maestro a punto de explicar algo importante━, solo por hoy voy a olvidar tus malos modales y voy a ser amable contigo.
Antes de que la chica pudiera reaccionar, la agarró de nuevo por la muñeca y tiró de ella para que lo siguiera por uno de los caminos.
━¿Qué haces?
━Llevarte a las habitaciones de las chicas ━respondió él, mirándola de reojo sobre su hombro━ ¿Qué? ¿No era eso lo que estabas buscando? ━se burló, enarcando una ceja y sonriéndole con suficiencia.
Tory enrojeció, ¿cómo se había dado cuenta? ¿Era tan obvio lo perdida que estaba?
━No muy buen escondite si me preguntas, pero de todas formas te van a castigar encerrándote allí de por vida, así que… ¡Vamos, Barbie!
━¡Deja de llamarme así! ━rabió ella, soltándose de nuevo y frenando su caminata━ ¡Y no necesito tu ayuda! Las encontraré yo sola.
Él pareció mosquearse por su rechazo, pero solo sus ojos delataban su molestia; su rostro siguió sonriendo, cínico, mientras le contestaba con un asombro sobreactuado:
━¡Uohh! ¿En serio? ¡Ok! Me sentaré aquí y esperaré, entonces.
Se sentó sobre una pequeña roca al borde del camino, con los codos sobre las rodillas y la cara entre las manos, como un niño pequeño esperando su programa de televisión favorito.
La cara de Tory parecía incandescente de lo mucho que le ardían las mejillas. Era tan obvio que se estaba mofando de ella…
“Capullo”, pensó.
Le dirigió una mirada asesina y luego se marchó a paso rápido por el sendero por el que la había redirigido él.
━ ¡Jalga! ━oyó que le decía a sus espaldas con voz cantarina, todavía sentado sobre la roca.
Tory trastabilló y casi tropezó con una piedra.
¡GGRRRR!
Rugió el estómago de Tory, como un oso que acabara de salir de la hibernación. Reclamaba el desayuno que jamás había llegado, pero lo único que consiguió fue que la chica se pusiera de peor humor todavía. Llevaba como quince minutos intentando salir de aquel laberinto de árboles y cañas de bambú sin llegar a ninguna parte.
Al principio había pensado que el camino que había tomado el muchacho era el que llevaba directamente a los dormitorios. Pero tan solo era un atajo a otro cruce de senderos prácticamente idénticos. Ninguno de ellos le parecía el que había elegido para llegar a la explanada de entrenamiento. ¿La habría llevado por otra parte a propósito? ¿O era su memoria la que estaba fallando?
¡GGRRRR!
Mierda. Se moría de hambre. En un momento había pasado cerca de un recinto de casas tradicionales desde las que salía un aroma delicioso. Probablemente las cocinas y el comedor. Pero había visto a un montón de gente entrando y saliendo, algunos con uniformes parecidos al de Kim, por lo que había decidido alejarse de allí a toda prisa.
Luego de mucho caminar y maldecir para sus adentros a quien fuera que hubiera diseñado aquel lugar sin poner ni una sola señal para ubicarse, encontró un sendero que reconoció. Y finalmente divisó a lo lejos el recinto de los cuartos de las chicas.
Estaba tan deseosa de derrumbarse al fin en su habitación que hasta que llegó al portón no se dio cuenta de que había alguien esperándola.
━ ¡Beura-voooo! ¡Diez puntos para Miss USA! ¡Lo conseguiste! ━celebró la misma voz que la había molestado antes.
“Tienes que estar de coña”, se crispó Tory, apretando las mandíbulas y respirando profundamente mientras cerraba los ojos.
Era otra vez el chico de pelo extraño.
━¡Hey, y solo has tardado…! Déjame ver… ━se arremangó un poco la chaqueta de su dobok y fingió mirar un reloj invisible en su muñeca.
Estaba subido al muro de piedra que rodeaba los dormitorios. Estirado perezosamente boca arriba, como un gato tomando el sol de la mañana. Tory lo fulminó con la mirada, preguntándose cuánto más empeoraría el castigo que le impondría Kim Da-Eun si tiraba al que supuestamente era su mejor alumno de una altura de dos metros con una pedrada.
━¿Es que no tienes nada mejor que hacer? ━le dijo entre dientes.
━Mmm… ¡Ah! Mañana tengo ginecológo . ¡Gracias por recordármelo! ━sonrió, juntando las manos como en señal de agradecimiento.
La chica puso los ojos en blanco. Ya estaba de un humor de perros, no quería seguir siendo víctima de sus jueguecitos. Así que empujó el pesado portón de madera… Pero este no se abrió.
Volvió a intentarlo con más fuerza, pero estaba cerrado a cal y canto. Alguien debía haberlo trabado cuando se había ido en busca de Kim. Furiosa, pegó una fuerte patada a la madera, que vibró pero no se movió ni un ápice.
━Chssst… ━chistó el chico━ Eso no está bien, Barbie. “Los dormitorios son para dormir, no para pasar el rato” ━recitó levantando de nuevo su dedo índice, como si imitase las palabras de alguien más.
━¿¡Has sido tú!? ━ladró la chica, sacada ya de sus casillas.
Él se llevó la mano al pecho, fingiendo estar muy ofendido.
━¿¡Yyyoo!? ━y luego, con un tono completamente relajado, añadió━: No. Yo tengo cosas mejores que hacer.
“¿Dónde hay una piedra? Que lo tiro”, pensó ella, buscando con la mirada el guijarro más grande posible.
━Aishh… ¿Te has olvidado ya de lo que te he dicho? “Tu espacio”, ¡se terminó! ━hizo una cruz con sus brazos━ No van a abrirte la puerta mientras haya entrenamientos. ¡ Bye , bye , América! ¡ Bye , bye , libertad! ¡PERO…! ━exclamó dramáticamente.
Con un ágil movimiento se giró por completo encima del muro, quedando en apenas un segundo sentado a horcajadas.
━Si lo pides poru favor , te enseño cómo pasar ━se inclinó y le tendió la mano de manera teatral.
La expresión en su rostro se había puesto solemne, pero cuando sus ojos oscuros se encontraron con los verdes de ella, se le escapó una pequeña sonrisa descarada.
Tory sintió una extraña descarga eléctrica atravesándole el cuerpo entero. Exhaló tan fuerte el aire por la nariz que sus fosas nasales se abrieron al máximo. La cara le ardía de nuevo y sus mandíbulas estaban tan apretadas como una trampa de caza.
Sin apartar la mirada de la del chico, se sacó su chaqueta de cuero, se la ató fuertemente a la cintura y luego dio marcha atrás hasta chocar con el muro del recinto contrario a los dormitorios. Solo entonces apartó sus ojos del muchacho, que había bajado su mano extendida y ahora la observaba con curiosidad.
Tory se concentró en el muro que tenía enfrente. Era alto, pero no tanto como para no poder saltarlo cogiendo algo de impulso.
“¿Enseñarme tú? Ahora verás, payaso”
Y con este pensamiento dándole las fuerzas que le faltaban a causa del ayuno, corrió a grandes zancadas. Un segundo antes de darse de bruces contra la pared rocosa, saltó. Sus dedos se aferraron firmemente al borde del muro antes de caer. Clavando un pie en una hendidura de la roca, impulsó todo el peso de su cuerpo hacia arriba y con la otra pierna rodeó la pared hasta quedarse sentada a caballito, tal y como se encontraba ahora el chico.
Habían quedado uno enfrente de la otra, separados tan solo por el espacio que ocupaba el portón de madera, como un espejo. Sus miradas volvieron a cruzarse y esta vez fue Tory la que le dirigió un gesto descarado, imitando la boba expresión que había puesto él antes.
El pelinegro alzó el mentón y entornó los ojos, pero no pareció demasiado molesto. Al contrario, las comisuras de sus labios estaban imperceptiblemente alzadas.
Pero la chica no quería saber nada más de su tonta sonrisa. Ni de su estúpido pelo. Así que pasó la pierna que tenía fuera hacia el interior del recinto y de un salto se bajó del muro. Cuando ya se había girado para encaminarse hacia su cabaña, escuchó a sus espaldas:
━¡Eh, Barbie!
Colérica, se dio la vuelta a la velocidad de un rayo:
━¡No me llam…!
Pero algo blanco le tapó la cara de golpe, dejándola con las palabras en la boca. Sobresaltada, se lo quitó de encima rápidamente. Entonces se dio cuenta de que era una tela. La tela blanca de la chaqueta de su dobok , que había quedado sucia y más arrugada todavía después de la pelea con Kim. Alzó la mirada. El chico volvía a sonreír de aquella manera gatuna desde encima del muro.
━Te veo mañana ━dijo simplemente, y se volvió a recostar boca arriba bajo los rayos del sol, con las manos detrás de su cabeza.
Tory gruñó y se marchó hecha una furia. Cuando entró en su cabaña, cerrando la puerta corrediza de un portazo, sus orejas todavía ardían como dos llamas encendidas.
El agua salió fría como el hielo cuando abrió el grifo. Tanto que le extrañó que no saliese en forma de cubitos. Estuvo a punto de arrepentirse al meter las manos bajo el chorro para lavarse la cara, pero lo hizo de todas formas. Había acabado hecha un desastre después de la pelea con Kim Da-Eun y necesitaba asearse un poco.
Se enjuagó bien todo el rostro y luego bajó hasta su cuello, mientras se estudiaba en el espejo del lavabo. No le habían quedado moretones, pero se podían ver algunas marcas leves allí donde la habían apretado los dedos de esa psicópata.
“Es tu culpa. Por cabrearla”, la reprendió esa molesta vocecilla en el fondo de su mente.
Pero esta vez, Tory se rebeló:
“¿Y qué debería haber hecho? ¿Dejar que me humillase y hablase así de mi madre?”
La garganta se le anudó y sus ojos se humedecieron. Respiró profundamente para calmarse y después agarró el termo que había traído de su cabaña, uno de los dos que habían venido en la mochila. Lo acercó al chorro de agua y empezó a llenarlo.
No le apetecía nada beber agua fría, pero era su única opción, pues no había descubierto la forma de calentarla desde que había entrado al baño de las chicas. Los pocos carteles que había en las paredes estaban completamente en coreano, sin ninguna traducción al inglés.
Mientras la botella se llenaba poco a poco, Tory observó otra vez su reflejo en el espejo. Era la primera vez que se miraba de verdad desde que había muerto su madre. Sus ojos estaban hundidos y marcados por profundas ojeras moradas, y sus párpados caían sobre ellos pesadamente, sin fuerzas para levantarse más de lo necesario. Su piel estaba más pálida de lo normal y su cabello rubio parecía una maraña de alambres enredados y resecos… Estaba horrible. No había otra forma de describirse.
Bajó la mirada. Se sentía un poco mareada y le estaba empezando a doler el estómago, pero dudaba que fuera solo por el hambre…
¡Clang!
La puerta del baño se abrió y dos chicas entraron de repente, charlando animadamente en coreano. Estaban vestidas con el mismo dobok que le habían dado a ella y parecía que hubieran vuelto de entrenar porque estaban algo sudorosas y despeinadas. Una de ellas llevaba el pelo castaño oscuro atado en una coleta alta, tan tirante que Tory sintió un escalofrío al pensar en quién le recordaba. La otra, un poco más alta y corpulenta, tenía el cabello corto y negro atado en su nuca.
Ambas se callaron de golpe en cuanto la vieron y la chica comprobó desde el espejo cómo la acuchillaban con la mirada. Se quedaron inmóviles al lado de la puerta, sin quitarle los ojos de encima y con los rostros inexpresivos como un par de estatuas.
Tory captó al vuelo que debía marcharse de allí lo antes posible. No les tenía miedo, pero ni estaba en condiciones para pelear ni tenía los ánimos de hacerlo.
Entendía que la despreciasen por cómo había atacado a su sensei. Pero no tenían ni idea de lo que había pasado anteriormente. Para ellas sería solo una estadounidense loca y violenta que había decidido rebelarse contra su maestra. Pero tras aquel único intercambio de miradas tuvo la certeza de que aunque intentara explicárselo, ellas no la escucharían.
Así que cerró el grifo, tapó de nuevo el termo y salió a paso rápido del baño. Cuando pasó por su lado, la más alta de ellas le chocó el hombro a propósito. Tory respiró profundamente y decidió ignorarla.
“Bastantes problemas para solo el primer día…”
¡GRRROOAAARRR!
Tory no podía más del hambre. Ya casi se había bebido el termo entero para poder llenar su estómago con la esperanza de engañarlo hasta el día siguiente. Pero era demasiado. Para colmo sentía que sus ojos se le cerraban sin poder controlarlo y un sopor repentino tiraba de su cuerpo hacia abajo. La chica imaginó que en California debía de estar anocheciendo.
No tenía ni idea de qué hora era en Corea, ya que aquella arpía le había confiscado su teléfono. Pero de lo que sí estaba segura es que cada vez hacía más frío. Incluso envuelta en el edredón con el que se había cubierto la noche anterior, estaba tiritando.
Decidió que lo mejor era moverse. Todavía no había deshecho la maleta y tenía todas las cosas que había sacado de la mochila esparcidas por el suelo de su dormitorio. Así que después de recogerlas y acomodarlas como mejor pudo dentro de la cómoda, abrió su equipaje.
“Sí que llevas cosas aquí” , le había dicho Kreese la noche anterior.
“No puede ni imaginarse cuántas”, pensó Tory en el momento en el que desplegó la maleta en el suelo.
Allí había metido su vida entera. Literalmente.
Cuando apenas tenías una noche para dejarlo todo atrás y marcharte a la otra punta del mundo con un bulto de 25 kilos, tenías que priorizar. Y Tory había tenido clara su prioridad número uno: los recuerdos. Por supuesto, había traído consigo algunas prendas, sobre todo deportivas, que era lo que más usaría, y ropa interior. Pero aparte de eso, el resto de su armario había ido a parar a los contenedores para la caridad de Reseda.
No le había dolido nada deshacerse de su ropa. Aunque le gustaba vestirse bien y con personalidad, nunca se había apegado demasiado. Estaba acostumbrada a deshacerse de ella por todas sus mudanzas y, además, en ese momento había cosas mucho más importantes que no podía dejar atrás.
Así que en cuanto abrió su equipaje… Los álbumes de fotos que con tanto amor había creado su madre fueron los primeros en recibirla. Gruesos y pesados, ocupaban casi la mitad de la maleta.
Tory acarició el dorso del primero, el de color morado, casi con veneración. Era el que Grace había hecho para ella. Con solo sentir bajo las yemas de sus dedos la textura rugosa de la flor que había prensado sobre la cubierta, se estremeció.
Se trataba en realidad de varios ramilletes de lavanda, perfectamente conservados incluso después de tantos años. La chica los contempló, entre conmovida y fascinada. Su madre conocía un método con el cual conseguía que las flores casi no perdieran su color original después de aplastarlas y secarlas.
Pero no era solo eso… Quizá fuera solo su imaginación, avivada por su deseo de conservar todavía más la esencia de Grace, pero Tory podía jurar que su lavanda aún despedía un leve aroma.
Se acercó el voluminoso álbum a la nariz, ¿cómo lo habría conseguido? Era casi mágico, como todo lo que hacía su madre… O lo que había hecho.
La burbuja de ilusión explotó con la misma rapidez con la que se había creado a su alrededor. Ya no importaba saber cómo había conseguido que una simple flor pareciese todavía viva después de tanto tiempo… No cuando ella ya no lo estaba, y ahora jamás podría revelarle su secreto.
“¿Por qué no se lo preguntaste antes? Estabas muy ocupada siendo egoísta y pensando solo en ti… ¿Verdad?”, dijo aquella vocecilla que le ponía la piel de gallina cada vez que le susurraba desde la oscuridad de su mente.
Ploc, Ploc
Dos grandes gotas cayeron desde las mejillas de Tory, estrellándose repentinamente contra la tapa dura del álbum. La chica las limpió rápido antes de que su humedad lo estropeara. Luego se restregó los ojos con fuerza y, tomando aire entrecortadamente por la boca, se levantó para guardarlo.
Decidió meter todos los álbumes en el fondo del armario, junto con una bolsa de plástico bastante llena. Esta contenía un montón de fotos sueltas que jamás habían alcanzado a organizar. Tapó todo debajo de varias sábanas extra que le habían dejado.
La noche anterior se había dado cuenta de que el cuarto no tenía cerradura, sino un pestillo de madera que permitía cerrar la puerta corrediza, pero solo desde el interior. Así que cuando salía no tenía forma de asegurarse de que nadie entrase y tocara sus cosas. No quería arriesgarse…
Continuó guardando el resto de su equipaje hasta vaciar por completo la maleta. Aunque con una punzada de dolor, no pudo evitar sonreír cuando colocó el T-Rex de juguete como adorno sobre la cómoda. Se lo había prestado Brandon para que “le hiciese compañía” mientras estuvieran separados.
Lo último que sacó fue un libro que había traído, Mujercitas , y un par de vestidos de fiesta. Eran los únicos que había conservado su madre de su juventud.
Uno era rojo carmesí, corto y de una tela vaporosa y primaveral. El otro era más de gala, largo y ajustado al cuerpo en un corte sirena que se abría desde las rodillas como si fuera una cola de verdad. Su tela era una seda muy especial, blanda y tan suave al tacto que parecía derretirse entre los dedos de Tory cuando lo sacó con cuidado.
Incluso en la penumbra del dormitorio, podía contemplar perfectamente su color azul, hermoso e iridiscente. Cuando le daba la luz, lanzaba destellos como las ondas del mar al amanecer…
¡Pum, pum, pum!
Unos golpes secos en la puerta de la cabaña hicieron que pegase un respingo. Con el corazón en la mano, se apresuró a colgar el vestido en el armario mientras preguntaba:
━¿Quién es?
━John Kreese ━respondió la voz grave de su sensei desde el otro lado.
Tory soltó el aire que había estado conteniendo y se calmó un poco.
━Un segundo ━pidió.
Cerró el armario y luego la maleta, arrastrándola hacia un lado de la habitación para poder pasar y destrabar el pestillo de la puerta. Una vez abierta, se encontró con los ojos azules del hombre. Estaba serio, y en cuanto se vieron su boca se torció en una mueca que Tory identificó como de reproche.
“Lo sabe todo”, pensó.
━No tengo nada que decirle ━lo atajó, antes de que él pudiera empezar a regañarla por atacar a Kim.
Se cruzó de brazos y dio media vuelta, pero no pudo alejarse mucho porque el cuarto era demasiado pequeño y sin otro lugar para sentarse que el suelo. Sin nada más que hacer, se envolvió de nuevo en el edredón y se sentó en el centro.
Kreese se sacó los zapatos antes de subir a la plataforma sobre la que estaba construida la cabaña. Y una vez dentro, le tendió a Tory la bolsa de plástico que había traído consigo.
━Al menos cómete esto antes de que se enfríe.
Ella alzó la mirada y la tomó. Antes incluso de poder sacar el tupper de su interior, ya había olido el sabroso aroma de la comida.
GRRROOAARRR
Tronó su estómago, clamando desesperado, y Tory casi se puso a gritar de emoción cuando destapó el contenedor. Un precioso huevo frito sobre una montaña de arroz, junto con unas patatas en salsa picante y un montón de verduras variadas. Se le hizo la boca agua y antes de darse cuenta ya lo estaba devorando todo.
━No hay muchos tenedores por aquí, tendrás que conformarte con eso ━le explicó Kreese, señalando la pequeña cuchara que la chica sostenía en la mano.
Tory ni se había percatado. Le hizo un gesto para asegurarle que no tenía importancia. Y es que había llegado a un extremo en el que hubiera comido con las manos si hubiera hecho falta.
Intentó disimular su ansia, un poco cortada al ver que el sensei la observaba divertido, pero fracasó enormemente porque la salsa de las patatas empezó a picarle demasiado.
━¡Uh! Qué fuerte… ━fue lo único que pudo comentar, mientras sacaba desesperadamente una botella de agua del interior de la bolsa.
━Ah, sí… Los coreanos aman el picante ━comentó Kreese, y luego, tendiéndole una lata roja, añadió━: También te he conseguido esto. Disfrútalo ahora mientras puedas, no creo que puedas tomarte otra hasta que lleguemos a España.
Después de beberse la mitad de la botella de un trago, Tory se inclinó para coger la lata. Al darle la vuelta, descubrió que era una Coca-Cola. Pero solo su logo estaba en inglés, el resto estaba todo en coreano, y tenía pintado a un chico joven y guapo que le sonreía.
━Gracias… ━murmuró.
Y no lo decía solo por aquel detalle. Se sentía agradecida con Kreese por no ser como otros adultos, que la hubieran tomado con ella a gritos después de enterarse de lo que había hecho. Sin dejarle espacio para que se calmase y les explicara sus motivos.
El viejo veterano se limitó a inclinar la cabeza y luego se medio sentó sobre la cómoda del dormitorio, el único lugar que tenía para apoyarse. No dijo nada más, sino que esperó con calma a que la chica terminara de comer.
De vez en cuando observaba el cielo, cada vez más oscurecido, que se extendía por encima del muro de piedra, con expresión taciturna. En un momento se cansó y, desconcertado, agarró el dinosaurio de Brandon, que también estaba sobre el mueble, interrogando a Tory con la mirada.
Ella no pudo evitar que se le escapase una leve sonrisa.
Poco a poco y con su estómago mucho más lleno y feliz, la chica se sintió mejor. Kreese también pareció notarlo porque en cuanto ella terminó de comer, se abrió el abrigo y sacó de su costado una carpeta.
━Tenemos que hablar primero de algunos asuntos importantes ━le explicó━. Ven aquí.
Tory se levantó y se acercó.
El hombre sacó primero un pequeño librito de color azul marino. Era un pasaporte. Cuando ella lo abrió pudo comprobar con sorpresa que era suyo. Todos sus datos actualizados estaban allí. Incluida su foto, seguramente sacada de su ficha de estudiante de cuando estaba en Cobra Kai.
Había pasado los controles del aeropuerto de Los Ángeles con su tarjeta de identidad y un billete a San Francisco que nunca había utilizado en realidad. Pero ahora que se paraba a pensarlo, había entrado en Corea casi ilegalmente. Haber viajado en un jet privado y lujoso era algo tan surrealista que le había hecho olvidar que necesitaba papeles reales para moverse en aquel país.
Mientras pensaba en esto, Kreese le mostró un par de folios de aspecto oficial.
━A partir de hoy y hasta que seas mayor de edad, soy tu tutor legal ━le informó, mirándola a los ojos de forma enigmática.
Tory tragó saliva y pestañeó varias veces. Así que era eso lo que había estado haciendo el sensei aquella mañana. Por eso no había venido a verla… Era realmente impresionante la velocidad con la que había conseguido todo. Aunque era consciente de que eso había sido posible gracias a sus contactos militares… Y especialmente gracias a la familia de Kim.
Justo en ese instante, los ojos de Tory leyeron ese mismo apellido sobre el documento que le estaba enseñando Kreese… Y palideció.
El nombre de Kim Da-Eun figuraba como su otra tutora legal.
━¿Qué significa esto? ━señaló━ ¿¡Kim!? ¿¡Ha puesto a esa zorra como mi tutora!?
Kreese gruñó con desaprobación.
━Sí, Nichols. Eres una estudiante interna en el dojo de su familia, al fin y al cabo.
━¡Tiene que estar de coña! ━se rebeló Tory.
━¡No, no lo estoy! ━el tono severo y casi militar que empleó el sensei la calló de golpe━ Como tampoco lo estaba cuando te prometí que nadie llegaría a hacerte daño de nuevo mientras entrenases aquí… Pero ya he comprobado que mi palabra no significa nada para ti. Vas a hacer lo que te dé la gana igualmente.
━¡Eso es injusto! Usted no sabe cómo es ella conmigo, las cosas que me dijo mientras estuvo fuera.
━¡Y tú estás dejando que te coma la cabeza! Te he enseñado mejor que eso…
Tory sintió que el estómago lleno se le vaciaba de repente. Apretó los puños con impotencia. Todo era tan injusto… Apartó la mirada de los ojos penetrantes del sensei y suspiró indignada. La vista se le había puesto borrosa, pero no iba a llorar. Estaba harta de hacerlo.
Se quedaron un rato envueltos en un silencio tenso, hasta que finalmente fue Kreese quien lo rompió:
━Sé que lo estás pasando mal… Pero has tomado la decisión correcta. Harás que tu madre se sienta orgullosa.
Tory volvió sus ojos hacia él, turbada. Su enfado se disolvió como una neblina, dejando paso a la tristeza y a la incertidumbre.
━Eso espero ━susurró.
━Estoy seguro.
De nuevo, reinó el silencio durante un momento. Luego Tory suspiró, resignada:
━¿Cuál va a ser mi castigo?
El hombre enderezó la espalda y le contestó con la dureza propia del capitán que era:
━Cada semana te encargarás de la colada de toda tu clase. Y todas las noches, después de los entrenamientos, tendrás que limpiar los baños de tu dormitorio durante un mes.
“Qué hija de puta…”, pensó Tory.
No tenía que esforzarse demasiado para imaginar la expresión maliciosa de Kim mientras pensaba en cómo hacerle pagar lo que había hecho.
━Está bien.
¿Qué otra opción tenía? Ya la había cagado, ahora no podía sino obedecer lo que le mandasen.
━Hay otra cosa de la que tenemos que hablar…
El sensei volvió a abrir la carpeta y esta vez le entregó lo que parecía un correo electrónico impreso. Tory lo tomó, y nada más leer la primera línea, se le heló la sangre en las venas.
Era de la señora LaRusso. Estaba dirigido al centro de rehabilitación de San Francisco en el que supuestamente se encontraba ahora. En él les explicaba que no había podido comunicarse con Tory y les pedía que le hicieran llegar la información que les proporcionaba a continuación.
Eric y Julie McGowen.
Boston, Massachusetts.
Teléfono: (617) 5XX-1XX
Era el matrimonio con el que se habían puesto en contacto Daniel y Amanda. Habían aceptado a su hermano y el papeleo para la acogida estaba ya en marcha. Le mandaba sus datos para que Tory pudiera hablar con Brandon en cuanto todo estuviera solucionado.
Las manos de la chica se pusieron tan frías y sudorosas que pensó que sus dedos se habían pegado al papel.
━No te preocupes. Lo interceptamos antes de que alguien del centro lo leyera y le respondiese. Ya se han encargado de decirle a la mujer de LaRusso que tu incomunicación es parte de la terapia por ahora. Si sigue insistiendo, tenemos un plan para que…
━No podré hacerlo.
━¿Perdón?
━Hablar con mi hermano. No podré hacerlo. Me ha quitado el teléfono.
Kreese se quedó un momento procesando lo que le acababa de decir hasta que lo comprendió y la tranquilizó:
━Llegado el momento, podrás. No te preocupes por eso ahora.
Tory no respondió. No era lo que hubiera deseado oír. Pero dudaba que pudiera hacer algo al respecto. Especialmente ahora que tenía por delante un montón de lavadoras que poner y retretes que limpiar. Así que se mantuvo en silencio, releyendo una y otra vez el correo electrónico impreso, lo único que por ahora la conectaba con la única familia que le quedaba.
El sensei pareció notar su desasosiego, ya que se limitó a guardar todos los documentos de nuevo en la carpeta y a dejarla luego sobre la cómoda.
━Has tenido demasiados disgustos en muy poco tiempo… Por ahora deberías dejar de lado todo lo que te provoque angustia y arrepentimiento. Todas esas emociones que te confunden… Y centrarte en mejorar para la competición. Usa todo lo que esté a tu alcance para ganar.
Tory levantó sus ojos hacia él, aprensiva. Y él le explicó con suavidad:
━No hace falta que te guste tu equipo… A veces hay que portarse… Bien ━pronunció con sorna━ para conseguir lo que uno quiere.
~FIN DEL CAPÍTULO OCHO~
Capítulo Nueve disponible a continuación
Notes:
No me puedo creer que estemos a menos de una semana del final de Cobra Kai 😭🩷🩷 Siento tantas emociones distintas ahora mismo... Intentaré ver los capítulos el mismo jueves 13, pero aún así no diré nada por aquí para no hacer spoiler a nadie el viernes 14.
Si alguien quiere comentar conmigo la parte 3 me puede hablar sin problema por Tumblr (me llamo igual que aquí). Allí publicaré todas mis opiniones y análisis (...cuando me recupere de la crisis existencial de que se haya terminado una de las series que más me han marcado jeje...😭)
No dejemos que el fandom muera y apoyemos también al elenco en sus próximos proyectos 🥰 Sobre todo a Brandon H. Lee, que nos regaló a un personaje tan carismático como Kwon.
¿Qué os ha parecido Kwon en este capítulo, por cierto?
¡Gracias por leer! Nos vemos la semana que viene😊
~un abrazo enorme, miriadalia 🌻
Chapter 9: Estorbo
Notes:
Mini Diccionario
¡Jjajeungna! (짜증나) = ¡Qué molesto! / ¡Estoy harto!
Dobok (도복) = Es el nombre coreano del uniforme de artes marciales. Se aplica generalmente al uniforme de taekwondo, pero también es el que usan los estudiantes coreanos en la serie Cobra Kai.
¡Shijak! / ¡Charyeot! / ¡Gyeongrye! = Todos son términos coreanos de artes marciales, se refieren a ¡Comienza! / ¡Atención! / ¡Reverencia! respectivamente.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
A veces, Tory creía que el sensei Kreese tenía toda la razón del mundo. Pero otras… No le quedaba más remedio que pensar que solo hablaba porque le gustaba oír su propia voz.
Portarse “bien” en aquel dojo era simplemente imposible.
Para empezar, por mucha disciplina que hubiera adquirido en el Cobra Kai de California, casi nada de lo que había aprendido le servía allí. Le había bastado la primera clase para darse cuenta.
Había sido el mismo sábado por la mañana. Kreese la había despertado temprano al amanecer, antes incluso de que sonara la alarma en los dormitorios, y la había acompañado hasta más allá de la explanada de entrenamientos. En el camino, Tory no permitió que se le notara, pero no pudo evitar asombrarse de lo grande que era aquel dojo en realidad.
Atravesaron el valle y pasaron por otros senderos más escondidos entre la arboleda. Para alivio de la chica, allí no hacía tanto frío, sino que se sentía una humedad muy pesada en el aire. Comprendió por qué en cuanto alcanzaron un pequeño manantial entre la roca de la montaña. En esa zona, las piedras y los troncos estaban repletos de musgo y líquenes. Era todo tan distinto a los valles áridos y yermos de Los Ángeles que a Tory le dio la impresión de estar penetrando un bosque mitológico.
━Presta mucha atención a tu alrededor ━le encomendó en ese momento el sensei━, entre estos árboles han entrenado muchos de los mejores luchadores del mundo en los últimos siglos.
━También usted.
El hombre se volvió hacia ella con una sonrisa.
━También yo.
━¿Cómo terminó estudiando aquí?
━Algunos soldados de mi escuadrón se acercaron a perfeccionar sus artes marciales después de la guerra en Vietnam. Aunque… No todos soportaron el nivel de exigencia y terminaron abandonando poco a poco. Al final, solo quedamos yo y…
Calló de manera abrupta. Pero Tory ya sospechaba quién era la persona a la que había estado a punto de nombrar. Terry Silver también era un veterano de guerra, y él y Kreese se conocían desde hacía muchos años, sus estilos de karate eran muy parecidos… Era dos más dos.
━De eso hace mucho tiempo ━se retractó el sensei casi inmediatamente, con una expresión algo amarga en su cara━. Sin embargo, todavía hoy vienen muchos altos mandos militares a entrenarse en este dojo. Y de varios países… Siempre ha sido un sitio codiciado y selectivo. Aprovéchalo.
De nuevo, Tory fue consciente de lo distinta que veían su situación ella y Kreese. Él parecía muy entusiasmado de que aquello fuera un viaje de formación inolvidable. Pero la chica todavía se sentía flotando en una nube de confusión. Estar allí era tan irreal. Estaba segura de que la experiencia sería inolvidable… Pero no por buenas razones. Sin saber qué decirle, decidió cambiar de tema:
━Me dijo que muchos alumnos han crecido aquí… ¿Hay niños en este lugar?
━Solo algunos. En general, la mayoría se entrena en otros dojos secundarios que la familia Kim posee por todo el país, más cerca de las ciudades. Tan solo los mejores llegan a entrenar bajo el maestro Kim en persona, y los más mayores se quedan como internos. A algunos de ellos los habrás visto ayer.
Ella recordó a los adolescentes que había visto de refilón cuando se había acercado a la clase de Kim Da-Eun. Eran apenas una quincena, en su mayoría chicos.
El hecho de estar yendo en ese momento a reunirse con todos ellos para una lección la puso nerviosa. No era la primera vez que era la chica nueva… Pero su presentación del día anterior había sido de todo menos agradable a la vista.
Sacudió levemente la cabeza para apartar esos recuerdos de su mente, y se concentró en seguir a Kreese por el camino irregular y semioculto entre los arbustos.
Cuanto más se adentraban en lo profundo del bosque, más atrás parecían volver en el tiempo.
La chica se sentía muy adormilada, pues aún no había recuperado el ritmo del sueño. Pero cuando al fin llegaron, después de agacharse para pasar por debajo de las ramas de un roble demasiado crecido, se despertó del todo.
Ante sus ojos había un patio de piedra semicircular, rodeado por amplias y empinadas escaleras rocosas que ascendían por el monte. En la cima, imponente y silencioso, había un gong. Parecía una especie de anfiteatro antiguo en miniatura.
Reinaba la penumbra, pero la débil luz del sol de invierno se filtraba ya entre las copas de los árboles, bajando en rayos paralelos hasta la pista donde se encontraban.
A Tory se le puso la piel de gallina, pero no fue el aspecto de aquel lugar lo que la impresionó, sino algo inquietante que flotaba en el ambiente y que pesaba mil veces más que la humedad en el aire.
Mientras seguía a Kreese, miró a su alrededor, pero allí no había nada más que algunos jarrones grandes y un par de leones de Fu que la observaban ceñudos. En cuanto el sensei se apartó, sin embargo, se dio cuenta de que no eran los únicos en mirarla de esa manera.
Cuatro estudiantes se encontraban sentados en el suelo de piedra, calentando con las piernas extendidas. Tory no pudo decir quién fue el que la miró con más hostilidad.
Reconoció enseguida al chico al que había pegado en la cara el día anterior. Tenía el ojo hinchado y morado como una ciruela. Pero su expresión de furia contenida le dejó claro que no estaba dispuesto ni a escuchar una disculpa. Tan solo cruzaron una mirada, luego él la ignoró fríamente y se concentró en su estiramiento. Los otros dos chicos a su lado le imitaron.
La única que continuó lanzándole dagas con los ojos fue la chica. Tory no logró sostener su mirada oscura por más de unos segundos.
“¿Y a esa qué le pasa?”, pensó.
Pero tras mirarla de soslayo una vez más, reconoció su alta coleta negra. Era una de las chicas que había encontrado en el baño.
“Estupendo…”
━¿Dónde está el señor Kwon? ━preguntó entonces Kreese, cortando el momento tenso.
Todos volvieron su atención hacia él.
━No lo sabemos, sensei ━respondió diligente el chico del ojo morado.
El hombre suspiró imperceptiblemente.
━¡No temáis! ¡Ya estoy aquí!
A Tory se le erizaron los pelos de la nuca en cuanto escuchó su voz.
El mismo tipo de pelo extraño que se había burlado de ella había aparecido caminando con aires de superioridad.
Por el bien de su sistema nervioso, decidió ignorarlo.
━Bueno, ya podemos empezar ━exclamó Kreese, mientras miraba con un poco de reproche al muchacho que se acercaba a ellos desde la espesura━. Comienza a calentar ━le indicó a Tory.
Ella frunció el ceño.
━¿Y el resto de la clase?
━Ellos entrenan de lunes a viernes. Los sábados por la mañana tendrás un entrenamiento especial junto con tu equipo.
Tory cerró los labios y se limitó a sentarse a bastante distancia del grupo coreano. Se puso al lado de los leones de Fu que, en comparación, ahora parecían simpáticos. Mientras empezaba a calentar, evitando pensar en el suelo congelado, contó disimuladamente: dos, cuatro… Seis alumnos en total. Ahora se daba cuenta: eran los seis miembros de Cobra Kai que irían al Sekai Taikai.
“Y a ninguno les caigo bien…”
Bueno. Le daba igual. No era nada nuevo en realidad. No era como que en el Miyagi Do hubiera tenido su propio club de fans. Estaba segura de que la mayoría de ellos la habían aceptado a regañadientes después de unirse a su dojo en el último verano.
“Ya no me importa…”
Pero sabía que se estaba mintiendo a sí misma. Varios rostros se sucedieron en su mente mientras se estiraba hasta alcanzar su pie derecho. Robby, Devon, Edwin, Big Red… Incluso Kenny, que se había unido a ellos hacía pocas semanas. ¿Qué estarían haciendo ahora? ¿Se acordarían de ella? ¿Pensaría él en ella…?
Una ramita caída de a saber dónde le golpeó el hombro.
Se estiró para alcanzar el otro pie.
¿Qué pensarían cuando se enterasen de que se había unido a Cobra Kai de nuevo? ¿Qué dirían cuando se dieran cuenta de que ahora tendrían que enfrentarse en el mismo torneo con el que antes habían soñado juntos? ¿Qué pasaría si…?
Otra ramita le golpeó el hombro y esta vez se le enganchó en el pelo.
Cuando se la quitó, tuvo la impresión de que alguien se la había tirado. Pero decidió no hacer caso.
Mientras estiraba sus brazos, haciendo presión desde los codos, se le vino a la mente un pensamiento que le atenazó la garganta. ¿Qué pasaría si todo aquello no sirviera de nada? Si al final no llegaba siquiera a la final del Sekai Taikai…
Otra cosa le volvió a golpear el hombro. En esta ocasión fue algo más duro, como una piedrecita.
Si no conseguía ganar… ¿Qué pasaría con su hermano? ¿Dónde iría ella después de haber mentido a todas las personas a su alrededor? ¿Y si…?
Otro guijarro pasó volando en su dirección, pero falló y no le pegó en el hombro, sino que cayó más adelante.
Tory ya no logró seguir el tren de sus pensamientos y se giró lentamente, fulminando con la mirada al que, como ella ya se imaginaba, era el culpable de su distracción.
El chico al que Kreese había llamado Kwon se encontraba estirando a unos tres metros de ella. Cuando sus ojos se cruzaron, le dirigió una de sus sonrisas insolentes.
━Tu dobok está sucio ━señaló.
━No me había dado cuenta ━respondió Tory, sarcástica.
A duras penas había conseguido quitarle las arrugas a la chaqueta blanca de su uniforme, pero después de revolcarla por la grava de la explanada había quedado manchada de tierra. Todavía no sabía dónde estaban las lavadoras, aunque con el castigo que le había impuesto Kim ahora no tenía ganas de descubrirlo.
━Ya, no prestas mucha atención ━dijo él, condescendiente, como si no hubiera entendido la ironía.
Tory exhaló, irritada, y su aliento salió en una nube de vaho a causa del frío de la mañana.
━Llevas un jereusey debajo.
━Sí, ¿y?
━Te van a regañar.
━Que lo hagan.
━Uohh… Sí que estás muy enfadada… ━ya estaba otra vez con ese tono de asombro burlón.
Ella frunció el ceño y apretó la mandíbula. Kwon chistó con desaprobación.
━ Iah , si sigues poniendo esa cara, te van a salir arugas .
La chica le dio la espalda de nuevo e intentó volver a concentrarse en su calentamiento. Pero entonces notó que él se acercaba hasta quedar a centímetros de su cara, poniéndose en cuclillas a su lado. Como un cachorro curioso, la observó ladeando su cabeza. Luego se señaló el rostro haciendo círculos con el dedo y le preguntó en tono confidencial:
━Hey… ¿Estás operada?
Fue el colmo. Tory hizo ademán de arremangarse. Estaba por decirle si quería que fuera ella la que lo mandase al quirófano ahora mismo, pero justo entonces alguien más entró en la pista de piedra y los otros cuatro alumnos detrás de ellos se revolucionaron.
Antes de que Tory pudiera pestañear, estaban todos alineados en el centro y firmes como soldados.
Sintió que Kwon se levantaba de un salto, le aferraba el brazo y tiraba de ella hacia arriba.
━Levántate ━le ordenó.
En cuanto oyó su voz grave, sin rastro de ese tono socarrón que la caracterizaba, la chica comprendió que algo serio estaba por ocurrir.
El muchacho la arrastró deprisa hasta que ambos estuvieron alineados con el resto del equipo. Entonces Tory reconoció a una de las siluetas que se acercaban a ellos desde el bosque. Era Kim Da-Eun.
Venía a paso lento, acompañada de un anciano vestido con ropas tradicionales negras. Este caminaba cojeando ligeramente mientras se apoyaba en un grueso bastón fabricado con una caña de bambú.
Quizá fue el carácter autoritario y dominante que transmitían cada uno de sus movimientos, pues aferraba el bastón más como un arma que como un sostén. O quizá fue la expresión en su viejo rostro, tensa y altiva, como si ninguno de ellos mereciera su presencia allí. Fuera como fuese, a Tory le dio mala espina y sintió que el ambiente en el patio se volvía incluso más pesado.
Cuando estuvieron a solo unos metros del grupo de estudiantes, Kwon exclamó con voz potente:
━ ¡Charyeot! ¡Gyeongrye! ━“¡Atención! ¡Saludo!”, y todos los alumnos hicieron una profunda reverencia de manera sincronizada, doblando sus cuerpos noventa grados.
A Tory la pilló por sorpresa y fue la única que se agachó a destiempo. Se inclinó tanto como los demás, pero cuando fue a incorporarse de nuevo, sintió como Kwon volvía a empujarle la cabeza hacia abajo con un rápido movimiento, sosteniéndola con firmeza por la nuca para que no se levantara.
Lo miró cabreada entre las hebras de su pelo que caían por su rostro. Pero el chico, inclinado aún, le devolvió un gesto de advertencia, abriendo intensamente sus ojos oscuros, como ordenándole que se quedara quieta.
Como ninguno de los otros alumnos se había levantado tampoco, Tory no se rebeló y le hizo caso. No entendía qué estaban esperando, pero empezaban a dolerle las lumbares de estar en esa posición.
Aguantaron así hasta que Kim y el anciano estuvieron de pie justo delante de ellos. Solo entonces, después de que el hombre diera un fuerte golpe con su bastón en el suelo de piedra, se incorporaron todos, de nuevo de manera sincronizada. Y de nuevo, Tory fue la única en hacerlo a destiempo.
Tal vez por eso, o tal vez porque jamás la había visto, los pequeños y suspicaces ojos del anciano se posaron enseguida sobre ella. La chica le sostuvo la mirada durante unos segundos, cosa que no pareció agradar al hombre en absoluto.
━Maestro Kim Sun-Yung ━intervino Kreese en ese mismo instante. Se adelantó unos pasos y le hizo una profunda reverencia también.
“Ah, así que este es el maestro Kim”, pensó Tory.
No se había imaginado a nadie en concreto cuando su sensei lo había mencionado. Pero desde luego no se esperaba a un anciano de pelo y barba largos y blancos, que parecía tener más años que los árboles a su alrededor. ¿Había sido él quien había entrenado a Kreese de joven? ¿Así era como Kreese había conocido a Kim Da-Eun?
Tory lanzó una mirada fugaz a la mujer, que permanecía inmóvil y sin pronunciar palabra al lado del viejo. ¿Era su hija? ¿O su nieta? Algún parentesco tenían que tener… Pero apartó enseguida sus ojos de ella. Observarla hacía que volviera a hervirle la sangre en las venas. Y pensar que ahora era su tutora legal…
Kim también parecía decidida a no mirarla en ningún momento, y por primera vez, Tory estaba completamente de acuerdo con ella.
━Permítame presentarle a mi alumna ━continuó hablando Kreese, luego de incorporarse. Con un gesto de la mano la señaló━: Tory Nichols. Campeona del último torneo All Valley y la capitana de nuestro equipo para el Sekai Taikai.
Los ojos avellana de Tory se dispararon como un dardo hacia el sensei. El corazón se le subió de un salto a la garganta. ¿A qué había venido eso? Kreese sabía que ella no había ganado ningún torneo. Silver había hecho trampas. El título no podía ser suyo.
Pero todos la miraban, esperando a que dijera algo al maestro Kim, así que reaccionó con lo primero que le salió:
━Hola…
El anciano entrecerró sus ojos y su cara se arrugó más todavía en una desagradable mueca. Uno de los chicos del grupo, el de cabello más largo, soltó un grito ahogado, pero volvió a ponerse firme e indiferente casi inmediatamente. Por el rabillo del ojo, Tory notó que Kwon se mordía imperceptiblemente los labios, como conteniendo la risa.
Miró rápidamente a Kreese, buscando ayuda. Él le hizo un gesto disimulado, indicándole que volviera a inclinarse.
━Ah ━se le escapó.
Le hizo una rápida reverencia.
El viejo maestro la observó de arriba abajo despectivamente en cuando se enderezó. Puso un gesto tan parecido al de Kim Da-Eun, que Tory sintió un escalofrío. Desde luego, no necesitaban el mismo apellido para confirmar su consanguinidad.
Hablando de Kim, parecía ahora muy nerviosa y tensa, y la chica no tuvo ninguna duda de que la causa era ella. Tragó saliva.
Entonces el anciano exclamó algo en coreano, con una voz áspera que transmitió de todo menos delicadeza. Y al toque, la sensei alzó una pequeña caja plana que había traído consigo y se acercó a Kreese.
Cuando pasó por su lado y vio lo que era, el corazón de Tory se saltó un latido.
El logo oficial del Sekai Taikai resplandeció a la luz del sol invernal. Una veintena de diferentes banderas del mundo brillaron con sus variados colores sobre la tapa.
Clac
Sonó la cajita en cuanto Kreese soltó la hebilla que la mantenía cerrada. La abrió de par en par, pero su interior quedó oculto a los ojos de los alumnos, ya que Kim estaba de espaldas y lo tapaba con su cuerpo.
En toda la pista se había instalado un silencio expectante y tan solo se oía el viento entre las hojas de los árboles y el leve murmullo del agua del manantial a lo lejos.
━Capitanes ━anunció el sensei con voz solemne━, un paso adelante, por favor.
Tory avanzó, y dar ese paso le envió una extraña descarga desde la planta del pie, que le sacudió el cuerpo entero. Era una emoción que desde hacía muchos días no sentía: esperanza.
Pero su entusiasmo se esfumó tan rápido como las burbujas de una gaseosa en cuanto se dio cuenta de quién se había adelantado junto con ella.
Kwon la miró de reojo y le dedicó su media sonrisa más petulante hasta ese momento.
“Cómo no, tenías que ser tú”
Él pareció leer sus pensamientos, porque su sonrisa se ensanchó y Tory casi pudo ver sus ínfulas bailando la conga a su alrededor. Conteniendo las ganas de poner los ojos en blanco, volvió su atención a los adultos.
Kreese sacó una cinta blanca de la caja del Sekai Taikai y se acercó al chico. Este era prácticamente de la misma altura que el sensei por lo que tuvo que ladear un poco su cabeza para que le atara la banda que lo identificaba como capitán.
━Esperemos que esto le recuerde que tiene que llegar a tiempo a sus clases, señor Kwon.
━Sí, sensei ━respondió solemne el pelinegro, inclinándose con respeto.
Pero a Tory no la engañó, la leve sonrisa en las comisuras de sus labios delataba que no se tomaba demasiado en serio aquel reproche.
El sensei le correspondió con una inclinación de cabeza y luego se giró hacia ella. El corazón de Tory se aceleró ligeramente. Pero para su sorpresa y disgusto, en lugar de ponerse delante de ella para colocarle su bandana, Kreese tomó la caja de las manos de Kim y fue esta quien agarró la segunda cinta.
La chica no tuvo más remedio que evitar el contacto visual e inclinar su cabeza para que Kim pudiera atársela fácilmente. Reprimió un gesto de fastidio cuando se la ajustó más fuerte de lo que seguramente era necesario. Pero lo que verdaderamente la sacó de sus casillas fue la voz iracunda de la mujer en su oído, mientras hacía el nudo en su nuca.
━¿Es que no te cansas de faltar el respeto a nuestro dojang ?
━… ¿Qué?
━¡Quítate ese ridículo jersey ahora mismo! ━le ordenó, susurrando violentamente.
Parecía no querer que el anciano maestro la escuchara. Este había ido a sentarse en la escalinata de piedra. Serio e impasible, con las piernas abiertas y el bastón en el medio, firmemente clavado con ambas manos. Desde allí vigilaba la escena con atención.
Kim Da-Eun acabó de atarle la banda blanca y se apartó un paso para mirarla a los ojos. Su mirada oscura la fulminó sin piedad. Continuó regañándola moviendo apenas los labios, en un murmullo audible solo para ellas, Kwon y Kreese:
━Si te dimos un uniforme es para que lo respetaras, no para expresar tu personalidad… De eso ya hemos visto más que suficiente.
━¡No me lo he puesto por…! ━intentó defenderse Tory.
Se había puesto el jersey porque le era imposible tolerar aquel frío que casi la traspasaba hasta los huesos.
Pero no pudo explicarse.
━¡No me repliques! Si deseas quedarte con esa cinta vas a tener que acatar las normas y cerrar la boca, ¿te queda claro?
━Sí…
━¡Sí, sensei ! ━la corrigió arrastrando las palabras con furia━ Y quítate esa estúpida cosa de las uñas… Parecen sucias ━añadió, mirando con repulsión el esmalte negro que había empezado a descascararse en las uñas de Tory.
La chica se las miró, un poco avergonzada. Pero tras ese instante de debilidad, le sobrevino un sentimiento de rebeldía. Nadie le había explicado nada sobre las normas de aquel lugar. Kreese tan solo le había dicho cosas básicas. ¿Cómo pretendían que adivinara las reglas?
Esta vez, sin embargo, reprimió sus impulsos y no rebatió más a Kim. No podía permitirse más castigos de los que ya tenía.
Apretando los dientes y con las fosas nasales ensanchadas, la mujer se dio la vuelta bruscamente y fue a sentarse cerca del maestro Kim. Su larga trenza negra siguió sus movimientos, oscilando peligrosamente como un látigo.
Tory la observó cerrando con fuerza sus puños, mientras una desagradable sensación de ardor subía desde su estómago hasta su boca. Escuchó un suspiro exagerado a su lado y al girarse descubrió que Kwon la miraba como diciendo “Te lo advertí”.
━Está bien, no perdamos la concentración ━interrumpió Kreese, cortando la tensión que se había quedado en el aire━. Hoy es vuestro primer día como capitanes de Cobra Kai, espero muchas cosas de vosotros dos ━dijo, escrutando los ojos de ambos con intensidad━. Especialmente hoy que tenemos compañía … ━añadió.
Tory entendió al vuelo que la presencia del maestro Kim no era un simple protocolo. Lo bien o lo mal que lo hicieran en aquella clase estaría probando también su valía como sensei.
Se sentía agradecida por todo lo que había hecho Kreese por ella en esos últimos días, por lo que se propuso dar lo mejor de sí.
Al menos esa había sido la intención…
━ ¡Shijak!
La mano derecha de Kim Da-Eun cortó el aire, cayendo desde lo alto como un hacha, y la pelea comenzó.
En el centro del patio de piedra, Kwon empezó a brincar y a rodear lentamente al chico que había ahogado una exclamación antes. La sensei lo había elegido como su contrincante después de que el maestro Kim hubiera decidido que quería ver a los capitanes en acción.
En un inglés escueto, pero severo y demandante, había parado el calentamiento grupal y había exigido que tanto Tory como Kwon se enfrentasen a uno de sus compañeros de equipo.
Aunque la chica sospechaba que el motivo oculto de su impaciencia era que deseaba marcharse de allí cuanto antes para calentarse el trasero. También el suyo estaba congelado, por mucho que intentara sentarse en el borde del escalón de piedra.
Mientras la sensei daba comienzo a la pelea, Tory miró de soslayo a los otros tres alumnos, quienes se habían sentado a propósito a unos cuantos metros de ella.
Reprimió un gruñido. ¿Les estorbaba tanto como para hacerle el vacío de esa manera tan infantil? Decidió pasar del tema y concentrarse en la pelea. Era la primera vez que vería a los estudiantes de aquel dojo luchar.
Ambos chicos dieron un par de vueltas en círculos, evaluándose mutuamente y esperando a que el otro atacara primero. Al final, fue el muchacho de pelo más largo quien cedió, arremetiendo con toda su fuerza contra Kwon. Le lanzó un potente puñetazo, pero este lo esquivó con tal facilidad que no llegó ni a rozarle.
El otro chico trastabilló por la inercia y casi resultó cómico. Kwon también pareció pensarlo porque sonrió altivo y fingió disimuladamente que se sacudía el polvo de la manga del dobok . Tory pensó que solo le faltaba meter las manos en unos bolsillos y ponerse a silbar para terminar de sacar de quicio a cualquiera.
En efecto, el otro chico pareció sentirse avergonzado y expuesto, porque enseguida empezó a arremeter contra él con todo lo que tenía. Kwon solo lo esquivaba, girando a su alrededor como un saltamontes juguetón.
━¿Sois guerreros o niñitas? ¡Pelead! ━gritó de repente el maestro Kim.
Tory era la que estaba sentada más cerca de él y se sobresaltó. Lo miró de reojo intensamente, sin disimular su molestia por su comentario algo sexista. Pero, como si tuviera sensores para detectar protestas silenciosas, el viejo viró de pronto la mirada hacia ella, y la chica no tuvo más remedio que volverse hacia la pista de piedra antes de que la pillara.
Después de la orden del maestro, Kwon había dejado de hacer el tonto y había empezado a atacar a su contrincante de verdad.
Aunque en el fondo se lo veía venir, Tory se dio cuenta enseguida de que el chico tenía un marcado estilo personal. Distinguió algunos ataques y bloqueos que también les había enseñado Kreese en California, pero muchos de sus movimientos eran nuevos para ella. Algunos incluso parecían improvisados.
Era muy rápido, de eso no cabía duda. Pero lo que más llamó su atención fue la facilidad que tenía para girar y patear justo en los puntos más débiles, a veces sin siquiera mirar a su contrincante. También parecía importarle un comino si la fuerza que empleaba para atacar hacía daño de verdad a su rival. Aunque eso no la sorprendió tanto.
“Aquí es de dónde viene el karate de Cobra Kai, al fin y al cabo…”, pensó.
Kwon marcó dos puntos al otro alumno en cuestión de segundos. Y entonces, antes incluso de que el chico pudiera recuperarse del puñetazo anterior, saltó sobre sí mismo, mucho más alto de lo que Tory había visto jamás saltar a alguien… Girando en el aire como un patinador artístico, dio tantas vueltas y tan veloz que fue imposible contarlas a simple vista.
El pobre muchacho de pelo largo siguió su movimiento casi frenéticamente, intentando prever desde donde le lanzaría la patada. Pero fue imposible adivinarlo. Antes de que pudiera levantar sus brazos para bloquearla, la pierna izquierda de Kwon se separó y se desquitó contra el rostro de su contrincante con tanta fuerza que el chico casi voló al caer de culo contra el suelo de piedra.
━¡URGH! ━exclamó de dolor, tocándose en seguida la mejilla magullada por el golpe.
━¡Punto: ganador! ━anunció entonces Kim, quien arbitraba el combate.
Kwon se incorporó, pues había acabado en el suelo por la inercia de la patada. No había llegado a caer porque se había apoyado de manera elegante sobre los dedos de sus manos, manteniendo el equilibrio flexionando una pierna y extendiendo la otra. De nuevo, a Tory le recordó a un felino. Uno bastante traicionero.
El pelinegro se acercó a ellos y se inclinó frente al maestro Kim y al sensei Kreese. Este último asintió satisfecho, mientras que el anciano se limitó a gruñir por lo bajo y golpear otra vez el suelo con su bastón, como dando por zanjada la pelea.
Cuando Kwon alzó la cabeza, ajustándose su banda recién estrenada, Tory vio cómo sus ojos se dirigían hacia ella fugazmente con disimulo. No hicieron falta las palabras, captó de inmediato lo que quería decirle su expresión presuntuosa:
“¿Has visto de lo que soy capaz? Ahora veamos lo que tienes tú”
Una oleada de calor invadió el cuerpo de la chica.
Bien. Ahora lo verían.
Antes de que Kim Da-Eun pudiera llamarla, ya se había puesto en pie, ajustándose su propia cinta.
Andó con paso firme y decidido hasta el centro de la pista. En el camino se cruzó con el muchacho que había sido derrotado. Este se había levantado tambaleándose, mareado y desorientado, y ahora se dirigía casi en zig zag hasta las gradas de piedra. La confianza de Tory flaqueó en cuanto vio la marca que se le había quedado en la cara. No había duda de que la patada de Kwon había estado a punto de dejarlo K.O.
━¡Choi Ryu-Seung!
Llamó entonces la sensei, y la otra chica del equipo se puso en pie de un salto. Mientras se acercaba a Tory, sus miradas se cruzaron y de nuevo la rubia sintió que intentaba tirarle cuchillas con los ojos. La coleta que llevaba aquella alumna oscilaba violentamente a su espalda mientras caminaba, tal y como había hecho la de Kim antes.
De repente, Tory fue consciente del frío que tenía en realidad. Se había visto obligada a sacarse el jersey por orden de Kim y el calentamiento grupal había sido mucho más breve de lo que le hubiera gustado. Ahora, después de haber contemplado toda la pelea de los chicos sentada en la piedra fría, había vuelto a quedarse completamente helada.
Tragó saliva. No quería lesionarse, pero dudaba que aquella chica fuera a ser compasiva con ella.
Buscó con la mirada a Kreese, quien le devolvió una leve sonrisa confiada y expectante. Aquello no la tranquilizó.
━ ¡Gyeongrye! ━exclamó Kim, “¡Saludo!”
Notó que la chica llamada Ryu-Seung apenas se inclinaba ante ella. Seguía empecinada en lanzarle la mirada de la muerte, por lo que Tory se puso en posición de combate y se preparó para lo peor.
━ ¡Shijak!
━¡¡IAAH!! ━gritó la muchacha, arremetiendo contra Tory como un guepardo rabioso.
Ella la bloqueó justo a tiempo, pero su fuerza había sido tal que casi pierde el equilibrio. Ryu-Seung empezó a embestirla una y otra vez, buscando desesperada sus puntos débiles. Pero Tory era bastante más alta y le era fácil prever sus movimientos.
La coreana parecía cegada por la furia por algún motivo que no llegaba a entender. Por lo que, aprovechándose de un descuido, logró marcarle un punto pegándole en el costado.
━¡Punto: Nichols!
Los ojos de Ryu-Seung se entrecerraron hasta formar dos finas líneas en su rostro pálido. Sin darle tiempo a recuperarse, atacó de nuevo a Tory con todo lo que tenía. Esta vez, sin embargo, pareció concentrarse mucho más y, sin ninguna contemplación, le golpeó fuertemente el rostro.
La sensei anunció el punto, pero antes de que Tory pudiera retomar su posición de combate, su rival se había colocado detrás de ella y le estaba tirando fuertemente del pelo.
━¡Ah! ━gritó de dolor Tory, su espalda arqueada hacia atrás.
Se zafó del agarre de Ryu-Seung con un codazo y, agarrándole rápidamente la mano que sujetaba su cabello, le hizo una llave para inmovilizarla. Mientras tenía el cuello de la chica sujeto entre sus brazos, le espetó:
━Pero, ¿¡qué te pasa!?
La coreana luchó ferozmente para deshacerse de ella. Aunque era más pequeña en proporciones, Tory notó que tenía mucho músculo y era ágil. Al final, cansada de forcejear, decidió aflojar su agarre y entonces la pelinegra se giró con furia hacia ella.
━Tú no perteneces aquí ━siseó entre dientes, en un inglés con marcado acento.
Tory sintió un pinchazo en el pecho, pero trató de ignorar sus palabras y no demostró ninguna emoción en su cara.
La respiración de ambas se había vuelto tan agitada que parecían envueltas en una nube de vaho.
Tras ese parón, la pelea continuó con la misma intensidad. Tory consiguió marcar otro punto, pero le dolían mucho las articulaciones. El frío le atenazaba el cuerpo entero, y le parecía que por mucho que se moviese sus brazos y piernas seguían rígidos como témpanos. Tenía mucho miedo de lesionarse gravemente si seguía así.
Fue ese mismo temor el que le hizo fallar.
Sus ataques se volvieron débiles y su defensa inconstante. Su contrincante pareció notarlo y esto la motivó a pegarle más duro y sin piedad. Logró marcar su segundo punto también, pero Tory había previsto su movimiento y, girándose lo más veloz que pudo, lanzó una potente patada hacia su rostro.
En una milésima de segundo pudo ver la sorpresa en el rostro de Ryu-Seung y…
¡PUM!
El cuerpo de Tory calló con un ruido sordo sobre la piedra. Su espalda golpeó de lleno contra el suelo frío y sólido, cortándole la respiración. Tras el estallido de dolor, un flash traspasó sus ojos y apretó los dientes. Antes de ser consciente de qué era lo que había ocurrido, sintió un fuerte puñetazo en el estómago que volvió a dejarla sin aire.
━¡IAH! ━gritó Ryu-Seung, triunfante.
━¡Punto: ganadora!
Después de un momento en el que se incorporó a duras penas, buscando desesperadamente aliento, la chica fue al fin consciente de por qué había perdido. Antes de haber podido dar la patada, su contrincante la había agarrado por el pie y había tirado con fuerza, haciéndole perder el equilibrio.
━¡Esto es injusto! ━protestó, con la voz entrecortada━ ¡Me agarró la…!
━Choi Ryu-Seung ha marcado tres puntos. Ha ganado el combate ━zanjó Kim, impasible.
Sus ojos se cruzaron con los de Tory, y ella tuvo claro lo mucho que aquella arpía estaba disfrutando decir aquellas palabras. Quería verla perder, y daba igual si su rival había hecho trampas o no. La fulminó con la mirada, pero no tuvo valor de decirle nada más.
“Ya no estás en Miyagi Do, Tory”, se recordó.
Tenía que volver a habituarse a las formas de Cobra Kai, o de lo contrario…
━¡Maestro Kim…!
Kreese se había acercado al centro de la pista de piedra, y seguía al anciano que en algún momento se había levantado y ahora se estaba marchando de allí malhumorado.
¿Era porque la había visto perder?
El sensei parecía preocupado por lo mismo:
━Nichols llegó hace solo un día. Todavía tiene que acostumbrarse a…
━Chsst… ¡Jajeungna! ━le gritó el otro, alzando amenazadoramente su bastón.
━¡Pero aún no la ha visto…! ¡Ugh!
El anciano le había pegado en el costado con el bambú.
Tory abrió los ojos como platos, no solo por la sorpresa de que alguien se atreviera a tratar a Kreese de aquel modo, sino por la insólita agilidad que parecía conservar el viejo.
━Vi todo lo que tengo que ver… ━respondió en ese momento, mientras su antiguo alumno se doblaba de dolor━ Si no hacer mejor pronto, ella está fuera de mi dojang… Y tú también,...
Llamó algo más a Kreese que la chica no pudo entender, pues habló en coreano. Aunque por su tono estaba claro que era un insulto.
El sensei se puso firme y no dijo nada más mientras observaba como el maestro se marchaba, ahora sí, por el sendero entre los árboles. Kim y el resto de alumnos se inclinaron en señal de respeto mientras se iba. Tan solo Tory permanecía inmóvil y congelada en el suelo. Observaba a Kreese con una piedra atravesada en su garganta.
Cuando sus ojos se cruzaron y vio la inquietud en su mirada, tuvo claro que las cosas solo se iban a poner más difíciles para ella.
A PRINCIPIOS DE AQUEL AÑO…
El detector de metales emitió una extraña frecuencia al pasar por el cuerpo de Tory. Aunque sabía que no llevaba nada raro, no pudo evitar ponerse algo nerviosa. Solo cuando el segurata terminó de examinarla y le devolvió la mochila, se sintió más tranquila.
Pero no por mucho tiempo.
Al entrar al fin en el instituto West Valley, comprobó que todos los ojos se posaban sobre ella. Su estómago dio un vuelco, como si se hubiera saltado un escalón al bajar unas escaleras, y contuvo la respiración. El corazón se le aceleró y sintió que sus mejillas se acaloraban.
Nadie se esforzaba por disimular que la observaban. Algunos la miraron ceñudos y con expresiones de verdadero asco al pasar de camino a sus clases. Otros incluso la señalaron con el dedo o se rieron con sus grupitos, mirándola de arriba abajo.
Tory intentó mantenerse firme y segura de sí misma, pero su voluntad casi se rompió cuando divisó a Moon en medio de un grupo de chicas que la contemplaban con temor.
━¡Es ella…! ━susurró una de ellas a su amiga.
Genial, ahora era la chunga del instituto. La loca celosa que arrastraba de los pelos a las que se liaban con su novio…
“Ahora no llores. Es todo por tu culpa…”, se recriminó, parpadeando rápidamente.
Y pensar que pocos meses atrás ella y Moon casi se habían hecho amigas… Pero era obvio que ya ni le dirigiría la palabra. No después de lo que le había hecho a…
Samantha LaRusso.
Estaba allí. A menos de cuatro pasos de Tory. Su aparición repentina y la mirada fulminante que le clavó hicieron que se sobresaltara. Bajó los ojos un momento, azorada, pero en cuanto se recompuso la miró de nuevo y se apresuró a decir:
━Sé que has aceptado que volviera. O sea que creo que deb…
━¡No sé de qué palo vas! ━la interrumpió Sam, su voz desafiante y tensa━ Pero no me das miedo.
Tory enmudeció.
Iba a darle las gracias por haberle permitido volver a estudiar. Después de que la hubieran expulsado, solo había podido volver porque los LaRusso habían aceptado que regresara. Todavía seguía con libertad condicional, pero lo que le había ofrecido Amanda era mucho mejor que nada. Ambas habían hablado hacía unos días, y habían llegado a un acuerdo de paz. Pero su hija no parecía pensar lo mismo:
━Tú no llevas las riendas, las llevo yo ━le aclaró la chica. Sus grandes ojos azules destilaban verdadero odio━. Mis padres se habrán tragado tu rollo. Pero ni tan solo que me mires mal… Te daré una paliza por tercera vez.
Tory apretó los puños y se mordió la lengua, reprimiendo el impulso de devolverle la pulla. Todavía odiaba a Sam, era un sentimiento que no se iría fácilmente por mucho que estuviera agradecida con su madre. Pero al menos había tenido esperanzas de que las cosas se calmaran entre ellas. La odiaba, pero estaba cansada de hacerlo. Eso debía de ser un buen comienzo.
Pero Tory comprendió entonces que había guerras que no terminaban nunca. Tan solo tenían treguas.
Con una última mirada de aversión, Samantha le espetó:
━Voy a por ti, perra.
Se dio la vuelta de manera altiva y se encaminó hacia su aula, dejando a Tory sola y perdida en medio de una marea de estudiantes para quienes solo era un estorbo más interrumpiendo el paso.
~FIN DEL CAPÍTULO NUEVE~
Capítulo Diez disponible a continuación
Notes:
Amigos, no puedo creer que ya haya terminado Cobra Kai T-T
Sigo un poco en shock. Aunque es verdad que esta tercera parte no me hacía tanta ilusión después de lo que hicieron en la parte 2, sí que me dolió un poco que se acabara. Muchos años viendo esta serie y, pese a algunos desastres en su escritura, sigue teniendo un lugar especial en mi corazón ❤️
Sin spoilers, ¿cómo vivieron la final de ayer?
Yo voy a intentar publicar mis opiniones durante esta semana que viene en mi Tumblr. Todavía necesito un poco de tiempo para expresar todo lo que noté. Si queréis, me podéis hablar por allí también 🥰
¡Gracias de nuevo por leer hasta aquí! ¿Qué os ha parecido este capítulo? 👀
He decidido publicar el próximo el domingo, en lugar del viernes que viene. El capítulo diez es incluso más largo que este y quiero editarlo y traducirlo con conciencia porque es uno de mis favoritos.
~un abrazo enorme, miriadalia 🌻
Chapter 10: Tipo B
Notes:
Mini Diccionario
Billeomeokkeul geumsujeo (빌어먹을 금수저) = “Maldita cuchara de oro” en el sentido de “P*tos niñitos de papá”.
Gotaek (고택) = se usa para referirse a las casas tradicionales coreanas antiguas, muchas de las cuales fueron habitadas por familias nobles o adineradas.
Sunbae (선배) = persona que tiene más experiencia o antigüedad en un determinado campo, ya sea en la escuela, el trabajo o cualquier otro ámbito.
Appa, Eomma (아빠, 엄마) = Papá, Mamá.
Jjajeungna! (자증나 !) = ¡Qué molesto! / ¡Estoy harto!
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Ti-Ti Ti-Ti-Ti Taa 🎶
Ti-ri-ri-ri-ri-ri Ti-Ti-Ti Taaaa 🎶
Tory estaba a punto de empezar a darse cabezazos contra la puerta de cristal de la lavadora. Llevaba casi una hora en la lavandería del dojo, seleccionando prendas y cargando el bombo de cada una de las cinco enormes máquinas.
Los cestos de la ropa sucia que le habían dejado eran como agujeros negros: las chaquetas, pantalones y calcetines de los alumnos parecían multiplicarse como bacterias dentro de ellos. Pero justo cuando creía que estaba terminando, las lavadoras habían decidido ponerse a cantar.
Sí, a cantar.
Al parecer a los de Samsung les había parecido buena idea sustituir el clásico pitido que indicaba el fin del lavado por una musiquita pegadiza e interminable, que estaba empezando a sacarla de quicio.
Tii Ti-Tu-Ti-Tu-Tuuu 🎶
Con una sintonía final, la tercera lavadora por fin se abrió. Tory resopló mientras volcaba la pesada ropa mojada en otro cesto. Cuando acabó lo llevó hasta las secadoras, levantándose del suelo con un quejido.
Le dolía todo el cuerpo de las agujetas. Había pasado ya una semana desde que había llegado a Corea, pero se sentía como si hubiera pasado un mes. Los entrenamientos no habían sido tan duros como había esperado… Habían sido infinitamente peores.
Se ejercitaban desde el amanecer, aprendiendo y practicando técnicas; o trabajando individualmente en su condición física con ejercicios de fuerza, flexibilidad y equilibrio.
Después del mediodía entrenaban otras dos horas de interminables combates de 3 minutos. Y luego, en la tarde noche, volvían a la explanada para practicar hapkido y estiramientos hasta incluso después de que se pusiera el sol. Aunque a veces este no hacía acto de presencia y se veían obligados a entrenar casi en la oscuridad de unos días nublados y terriblemente fríos.
Para Tory eso era lo peor.
Al no estar permitida otra ropa que no fuera el uniforme, se había tenido que conformar con ponerse la única camiseta térmica que le habían dado debajo de la chaqueta del dobok . Pero el viento helado la traspasaba igualmente como una ráfaga de cuchillos y le impedía rendir todo lo que ella sabía que era capaz.
Por supuesto, para los senseis aquello no era excusa.
Además de Kreese y de Kim Da-Eun, tenían clase con otros tres profesores a lo largo de la semana. Y estaba claro que ninguno de ellos sentía la menor simpatía por su nueva alumna.
Todas las lecciones eran exclusivamente en coreano, y nadie se molestaba en explicarle nada en inglés. La chica conocía tan solo tres o cuatro palabras básicas, así que se había limitado a imitar lo que veía… Con resultados mediocres en el mejor de los casos.
Tory intuía que la actitud rancia y despectiva de los senseis no se debía solo a que hubiera atacado a Kim el primer día. Era algo social… Por no decir otra cosa. Sabía que el hecho de que todo su aspecto gritase que era norteamericana no la ayudaba en absoluto a hacer buenas migas en aquel dojo.
Lo que más le pesaba, sin embargo, eran las tareas domésticas que le habían impuesto. Desde muy pequeña había tenido que ocuparse de ellas a la vez que de sus estudios y su trabajo. Así que, por ese lado, estaba dispuesta a demostrarle a aquella bruja de Kim que podía con eso y más. Pero por otra parte, notaba como todo le costaba el doble de esfuerzo al acabar exhausta después de los entrenamientos.
Si tenía tanta prisa por terminar con la colada en ese momento, era precisamente porque todavía tenía más trabajo.
Cada noche estaba obligada a limpiar los baños de su dormitorio y sus compañeras parecían decididas a hacerle la vida imposible…
Ti-Ti Ti-Ti-Ti Taa 🎶
La cuarta lavadora empezó a cantar y Tory suspiró mientras se acuclillaba de nuevo. Tan solo le quedaba una más… Y luego solo tendría que repetir el proceso con las secadoras, planchar todas las prendas y doblarlas para que se las llevaran a sus dueños.
━Hmp… ━lloriqueó, apretando los ojos y haciendo un puchero como una niña pequeña.
“Estoy hecha mierda”, se lamentó.
La lavadora paró de sonar y la chica tiró de la puerta para abrirla. Pero esta se resistió y no se movió ni un milímetro, cerrada a cal y canto. Lo intentó de nuevo, pero entonces la dichosa cancioncita sonó otra vez. No había terminado.
Ti-Ti Ti-Ti-Ti Taa 🎶
━¡Arggh…! ━se desesperó Tory, revolviéndose el pelo con los dedos.
Quiso golpearla, pero se contuvo. En su lugar hundió la cabeza entre sus piernas dobladas, estiró los brazos y le hizo el corte de manga con ambas manos.
Entonces oyó que alguien reía por lo bajo y se sobresaltó.
Al mirar hacia la puerta, descubrió al chico llamado Kwon apoyado de lado contra el marco. Tenía los brazos y las piernas cruzados, en una postura despreocupada y segura de sí misma. Le sonreía de manera pícara, como si supiera algún secreto vergonzoso suyo, mientras la observaba con la cabeza ladeada.
¿¡Desde cuándo estaba ahí!?
━¿Qué quieres? ━le dijo cortante, evitando sus ojos oscuros y esperando que su pelo cubriese bien sus orejas. Por algún motivo las sentía arder.
El hecho de que no lo hubiera oído entrar la incomodaba. ¿Tan cansada estaba que ni había notado su presencia?
Él se separó del marco de la puerta perezosamente y, con toda la parsimonia del mundo, se fue a sentar encima del mueble donde se apoyaban los cestos de la ropa sucia. Una vez allí, sus dedos empezaron a tamborilear sin parar sobre la superficie de la mesa.
━Vengo a decirte que no me gusta que mi ropa huela al perfume de aquí.
Tory lo miró un segundo sin entender. Luego comprendió que quería decir que no le gustaba el aroma del suavizante. Rodó los ojos y se limitó a abrir la lavadora que por fin había dejado de sonar.
━Y también que… Si me limpias los zapatos, a cambio te conseguiré un tenedor. ¡Pero solo si me los dejas bien beurillantes !
Levantó uno de sus pies como demostración, lo que fue estúpido porque ninguno de los dos llevaba zapatos en el interior de la lavandería, solo las pantuflas que los coreanos dejaban en la entrada de cada casa.
Pero la chica sabía que solo quería chincharla.
Ya había tardado en hacerlo, en realidad. No le había vuelto a hablar desde la desastrosa clase del sábado con el resto del equipo. Y Tory había creído que el chico se había sumado a la opinión de la mayoría de que no era digna de estar allí y que no merecía que le dirigieran la palabra. Pero se había equivocado… Y, la verdad, no estaba segura de qué era peor.
Había entendido su indirecta. Kwon se había dado cuenta de lo mala que era con los palillos durante las comidas. Ella misma había deseado tener un tenedor la tercera vez que se le habían escapado de los dedos.
En aquel dojo tenía que practicar hasta para comer.
Nunca había utilizado palillos, pues incluso cuando pedía comida china o tailandesa para la cena se le hacía más fácil emplear los cubiertos. Ahora se arrepentía de no haber aprendido antes.
Los alimentos pequeños como el maíz o las judías se le escapaban y hacía un enchastre por toda la mesa. Se sentía como una niña de un año aprendiendo a comer sola.
Pero es que hubiera sido más fácil concentrarse en agarrarlos bien si la mitad del comedor no la mirase como si fuera un experimento de laboratorio fallido.
Durante toda la semana se había sentado sola en una de las mesas del fondo, pero incluso allí llamaba la atención… Y no era como que los coreanos fueran muy disimulados cuando la observaban.
━Qué generoso ━respondió, sarcástica.
━Lo sé.
Tory lo ignoró y continuó con su tarea. Fue hacia otra secadora y comenzó a tirar desganada y sin muchas contemplaciones la ropa mojada en su interior. Kwon la siguió con la mirada y continuó:
━Esto debe ser duro para ti… En América os lo hacen todo.
━¿Qué quieres decir? ━inquirió ella, todavía guardando las prendas, de espaldas a él.
━Debe ser fácil hacer karate si solo tienes que ocuparte de comer e ir a fiestas.
La chica bufó.
━De verdad que no sabes nada de mí.
━Ah, ¿no? ━Tory no necesitó darse la vuelta para imaginarlo alzando una ceja de manera desafiante.
━No ━dijo secamente.
━Veamos entonces… Victory-ah Nichols. Nacida el seis de abril de 2002. Los Ángeles, California. Sexo: Femenino. Altura… Espera, déjame mirarlo ━Tory se había girado bruscamente al oír todo aquello y justo pudo ver cómo sacaba un pequeño librito azul del interior de su chaqueta y lo abría━. ¡Ajá! ¡Cinco…! ¿Cinco? Hey, ¿cuánto es esto en centimétros ?
━¡DAME ESO!
La chica se abalanzó sobre él en un intento desesperado por recuperar su pasaporte. Pero Kwon fue más rápido y bajó de un salto del mueble. Mientras se desplazaba ágilmente por toda la lavandería, esquivando los manotazos de Tory, levantó el documento. Al ser más alto que ella, le hacía imposible alcanzarlo.
━¡No importa! Altura: no… la suficiente… para… quitarme… esto… ━canturreaba con una sonrisa de oreja a oreja, mientras se estiraba y cambiaba de mano el pasaporte varias veces para evitar que lo agarrara.
Roja de rabia, Tory cambió de estrategia y dejó de saltar. Entonces le pegó un codazo en todo el estómago con la esperanza de que de esa forma bajara el documento. Pero Kwon se echó hacia atrás justo a tiempo de evitar el golpe. La rodeó con su brazo libre y la inmovilizó, reteniéndole las manos y apretándola fuerte contra su pecho.
El corazón de Tory, agitado por el enojo y el ejercicio, pareció latir aún más fuerte cuando su espalda chocó contra el cuerpo del chico y se unió al pulso acelerado de él.
Kwon no la soltó y siguió en sus trece. Bajó el pasaporte a la altura de sus ojos para que ambos pudieran mirar la página que mantenía abierta. Una Tory de quince años, con el cabello recién destrozado por el tinte marrón y la permanente que se había hecho ella misma, los observaba desde una foto que bien podía servir para un cartel de “Se busca”.
━¡Awww! ¡Mírate…! ━exclamó él, impostando una voz melosa que crispó los nervios de ella━ ¿Qué te pasó en el pelo?
La chica no aguantó más. Roja como un tomate, se zafó de su agarre y le arrebató el documento de un manotazo. Kwon no peleó por recuperarlo, sino que se la quedó mirando con su sonrisa de gato travieso.
━¿¡Por qué lo tenías tú!? ━le exigió.
━Lo robé a la policía ━contestó él con toda naturalidad.
Tory lo fulminó con la mirada y él gruñó, rodando los ojos en un gesto exasperado, como si no creyese que tuviera que explicar algo tan obvio.
━El sensei Keuresse me pidió que te lo devuelva.
La chica recordó entonces que efectivamente el hombre se lo había pedido aquella mañana para solucionar unos trámites como su tutor legal. Con tanto que hacer, se le había olvidado. Avergonzada, no dijo nada más, y se limitó a recoger el cesto vacío, que había dejado caer al suelo, para sacar la ropa de la última lavadora que seguía funcionando.
━Aishh… De nada, ¿eh? ¿Nunca dices gracias? ━le echó en cara Kwon, y murmuró━: Seguro eres tipo B… ¿O te estás haciendo la difícil? ━repuso, con una sonrisa ladeada, tirando suavemente del cesto que llevaba en las manos para acercarle a él.
━¡Déjame en paz! ━se enfureció Tory, tirando también, pero de mala manera para que lo soltase.
━¿Qué? ¡Intento ser amable!
━¡No! ¡Solo quieres reírte de mí y hacerme perder el tiempo!
Él quiso seguir haciéndose el ofendido, pero las comisuras de sus labios terminaron delatándolo en una sonrisa placentera, y admitió:
━Sí, eso también.
Tory dejó caer el cesto al suelo de forma repentina y lo encaró:
━Oye, ¿a qué has venido en realidad? ¿Te ha enviado Kim a vigilarme? ¿Eres su perro guardián o qué?
La sonrisa de Kwon se borró de un plumazo en su rostro, tan rápido como si le hubiera dado una bofetada. Sus cejas definidas se juntaron en una expresión molesta.
━No soy el perro de nadie. Hago lo que yo quiero ━su voz ya no era juguetona, sino tensa.
━¡Sí, claro! Porque esa zorra te hizo el delegado de la clase mientras hacías lo que te daba la gana.
Señaló con un gesto despectivo la insignia dorada que llevaba en su chaqueta.
━¡Esto me lo he ganado yo! ━se defendió él, vehemente━. Tu sensei me apoyó a hacerlo.
━Oh… Ahora lo entiendo.
Por fin cuadraba algo en aquel chico tan excéntrico. Se había estado preguntando por qué en un dojo tan autoritario y rígido habían escogido al tipo más ruidoso e incendiario que había conocido en su vida como capitán, por muy bueno que fuera peleando… Ahora lo comprendía.
━¿Qué? ━inquirió Kwon bruscamente.
━No eres el favorito de Kim. Solo eres el siguiente peón de Kreese.
━¿Qué es un pé-on ?
━Significa que él solo tuvo que subirte un poquito más tu enorme ego para tenerte en la palma de su mano y que siguieras todas sus órdenes.
Lo había visto tantas veces. Miguel, Halcón, Robby… Y también ella. A todos les habían cegado en mayor o menor medida las ansias de ganar, de ser los mejores, de vencer a todos sus enemigos, de venganza… Cobra Kai había llegado en el momento oportuno para satisfacer todos esos deseos. Y Kreese había estado ahí para enseñarles cómo hacerlos realidad… Pero con eso solo había conseguido que todos se perdieran en una espiral de violencia y confusión.
Ella lo sabía muy bien…
━¡Yo no sigo órdenes! ¡Hago lo que quiero hacer! ━se sublevó él, cada vez de peor humor.
Tory suspiró. No tenía ganas de seguir con aquello. Debía reservar las pocas energías que le quedaban para cumplir su castigo. Levantó las manos y sacudió levemente la cabeza.
━Vale, lo que tú digas… ━zanjó. Y volvió a recoger el cesto del suelo para continuar con su tarea.
Pero Kwon no se vio satisfecho. Se había picado y no parecía dispuesto a dejar morir la discusión.
━Si yo soy un pé-on , entonces tú también.
La chica bufó, apática, mientras miraba fijamente el bombo de la lavadora, aguardando a que terminase de rodar.
━Oh, no, créeme, no lo soy.
Ya no. No después de todo lo que había vivido. Estaba agradecida con Kreese por ayudarla en sus peores momentos. Pero ya no era ninguna ilusa para creer en sus discursos. Quería pensar que para el sensei significaba más que un apellido que llevar a la final de un torneo. Pero si no era así y la estaba utilizando todavía… Bien, ella también lo utilizaría para ser la campeona que sabía que podía ser.
Para ser la luchadora que su madre querría que fuera.
━¿Por qué? ¿Eres su nieta o algo?
━Solo los martes. Era el día de visita en la cárcel.
A Tory casi se le escapa una sonrisa al comprobar por el rabillo del ojo la confusión de Kwon, que no entendía si le estaba tomando el pelo o no. Esto pareció cabrearlo más todavía.
━ Billeomeokkeul geumsujeo ━siseó entre dientes, y luego la señaló con el mentón, levantando la cabeza con soberbia━: Ahora entiendo por qué eres capitana aunque eres la peor.
Un pinchazo de ira atravesó el estómago de la chica y clavó sus ojos en él.
━Perdona, ¿qué?
━Te he estado viendo. Tus puñetazos son lentos, dudas demasiado al saltar, te apoyas mal al caer y no eres nada flexible.
Mientras enumeraba todo eso, Kwon se cruzó de brazos y señaló a Tory con una mano, como si fuera un juez decepcionado de Factor X.
━¿Ah, sí? Bueno, sería más fácil ser la mejor si tú y tu dojo no fuerais unos tramposos narcisistas y pudiera entender las clases ━repuso Tory con enojo.
━Ja… La vida no es tan fácil cuando tienes que aprender un idioma tan diferente al tuyo, ¿no, princesa? ━sonrió con sorna.
━… ¿Cómo me has llamado? ━preguntó ella peligrosamente.
Él puso cara de niño inocente.
━Ah, es verdad, perdón… Barbie ━su expresión ingenua cayó en cuanto pronunció esta palabra.
Tory estalló:
━¿Eso es lo que pensáis todos de mí? ¿Que soy una niña mimada de Hollywood?
Él puso una mueca como única respuesta. Ella se acercó un paso más, quedando a centímetros de su rostro. Alzó la cabeza y lo miró directamente a los ojos.
━Pues déjame decirte lo que pienso de vosotros.
Kwon alzó las cejas, pero permaneció serio e inmóvil mirándola.
━Creo que la única razón por la que entrenáis tanto es para cubrir la verdad. Y es que no tenéis ni la mitad del talento y mentalidad necesarios para estar en el Sekai Taikai. Por eso jugáis sucio. Estáis cagados de miedo por la posibilidad de perder… Y tú puedes saltar y hacer piruetas todo lo que quieras, pero te patearán el trasero en cuanto pises el tatami.
No era lo que realmente pensaba. La verdad era que lo que había visto de sus habilidades en el combate sí la había impresionado mucho. Pero no iba a negar que se había sentido muy bien devolverle la pulla.
La expresión de Kwon se congeló. Sus fosas nasales se ensancharon y sus labios se fruncieron hasta enseñar los dientes.
━¿Qué… has dicho? ━preguntó muy despacio, en un tono bajo y amenazador.
Tory no se amilanó en absoluto.
━Ya me has oído.
En la corta distancia que separaba sus rostros, pudo sentir la respiración agitada de él. Los ojos de Kwon eran de un marrón tan oscuro como el ébano, casi negros, y en aquel instante eran como dos huracanes encerrados que destilaban rencor.
Pero Tory no bajó la vista ni un milímetro, sino que la mantuvo clavada en él sin pestañear. Si pretendía intimidarla, quería que supiera que no sería ella quien rompiera el contacto visual.
Se mantuvieron así hasta que el tiempo pareció un concepto muy lejano, en una pelea invisible, interminable y silenciosa, pero sumidos en una tensión que parecía a punto de estallar en mil pedazos con el mínimo suspiro…
TI-TI TI-TI-TI TAAAA 🎶
Fue como si un rayo cayera en medio de los dos. La última lavadora empezó a cantar el fin del lavado, pero los sobresaltó tanto que les pareció que sonaba amplificada.
TI-RI-RI-RI-RI-RI TI-TI…🎶
PLAM!!!
Kwon le pegó una patada tan fuerte a la máquina que esta se quedó muda al instante. Sus mejillas se habían puesto rojas de ira y Tory imaginó que aquella interrupción solo había aumentado su enfado.
━¡Me gané mi lugar derrotando al más fuerte de aquí! ━rabió, hablando con los dientes apretados━ ¡Tú ni siquiera puedes con tu sustituta!
La chica sintió como si un chorro de agua fría le recorriera la espalda.
━… ¿Qué quieres decir? ━musitó, confundida.
Los pulmones de Kwon se hinchaban y deshinchaban con violencia, y el chico, visiblemente agitado, había empezado a pasearse en el sitio con los puños apretados y las mandíbulas tensas.
Entonces miró de nuevo a Tory, y durante un breve instante pareció que pensaba marcharse sin darle ninguna explicación. En cambio, con paso decidido, se acercó a ella otra vez y le dijo con voz grave:
━¿Quién crees que iba a ser la capitana antes de que Keuresse te regalara su lugar?
Tory se quedó helada. Apenas fue consciente de que Kwon se marchaba a grandes zancadas de la lavandería. Su cuerpo no reaccionaba, pero su mente iba cada vez más rápido conforme comprendía el sentido de las palabras que acababa de escuchar.
A la única alumna a la que se había enfrentado aquella semana era Ryu-Seung, la otra chica del equipo. La misma que le lanzaba dagas con los ojos y que parecía querer ahogarla en el manantial cada vez que se cruzaban en el dojo. ¿Era posible que…?
Iba a matar a Kreese.
Ti-Ti Ti-Ti-Ti Taa 🎶
PUM!
Con toda su furia, Tory le pegó otra patada a la lavadora para que parara. Pero, como si quisiera sumarse a sus desgracias, esta vez no se calló.
━¡Indisciplinada, arrogante y descuidada!
Se desquitaba en ese mismo momento Kim Da-Eun, paseándose nerviosa de un lado al otro del despacho de Kreese. Este era un cuarto pequeño y oscuro, ubicado en el extremo menos importante del gotaek , una antigua casa señorial donde ahora se ejercían todas las tareas administrativas del dojo.
Al sensei no le había hecho mucha gracia ver que le daban la habitación más vieja y aislada de todas. Pero sabía perfectamente por qué lo habían hecho. Por muy amistosas que fueran sobre el papel las relaciones diplomáticas entre el ejército estadounidense y el surcoreano… Estos no se fiaban ni de sus propios compatriotas, así que mucho menos de los extranjeros.
John Kreese había trabajado y vivido en condiciones mil veces más penosas que aquellas y no iba a ponerse a lloriquear como un maricón. Aunque en aquel instante, sentado detrás de su escritorio -que era demasiado bajo para él-, sí que le hubiera gustado decirle a Kim que estaba muy cansado para seguir escuchando sus quejas.
Pero la mujer parecía empecinada en decir todo lo que había venido a decir, andando de aquí para allá como una fiera encerrada en una jaula.
━Tarda demasiado en aprender los ejercicios y retrasa a toda la clase. Si esto sigue así no solo traeremos la vergüenza a nuestro dojang sino a todo el país. ¡Te recuerdo que vamos como representantes a un torneo televisado mundialmente!
Al fin calló, pero solo para mirarlo de manera inquisitiva, como esperando la misma reacción por parte del hombre. Él lanzó un corto suspiro mientras se masajeaba la muñeca derecha. Sentía que el frío de aquel lugar le atenazaba los huesos…
━Es solo la primera semana… ━dijo finalmente━ Démosle algo de tiempo para que se adapte. Confío en Nichols y sé…
━¡Pues yo no lo hago! ¿Te olvidas del motivo por el que aceptó luchar de nuestro lado? ¡Fuimos su última opción! De no ser porque esos Don Nadie le dieron la espalda jamás habría aceptado volver ━resopló exasperada, mientras levantaba la cabeza hacia el techo y se estiraba la frente con ambas manos━. Respeto tu decisión, pero… Aún no logro entender qué has visto en ella. ¡Sí, tiene el potencial de una campeona! Pero jamás lo logrará con esa actitud.
━Acaba de perder a su madre… ━repuso Kreese, conciliador━ Creo que de todos, tú y yo podemos entender el momento por el que está pasando.
Clavó una mirada significativa en los ojos de Kim. Pero tras un instante de turbación, ella los apartó, pestañeando rápidamente, y se aclaró la garganta para que su voz no vacilara al decir:
━Esto no es un centro de beneficencia. Ha venido a luchar y a ser una ganadora. Esa es la única razón por la que come, se viste y tiene un techo bajo el que dormir.
Kreese gruñó por lo bajo.
━Sí… Ya somos dos.
Ella abrió la boca, pero no le salió ni una palabra. Se había quedado sin respuesta… Ambos sabían que el maestro Kim no bromeaba cuando amenazaba. No bromeaba nunca, a decir verdad.
Después de un rato, la mujer habló por fin en voz baja:
━Mi abuelo es difícil de impresionar. Eso ya lo sabemos… Pero no imposible. Solo debemos dejarle claro a tu alumna que debe esforzarse de verdad y entrenar más… Y mejor.
Kreese la contempló un segundo pensativo, mientras seguía masajeándose la muñeca que le dolía como el infierno.
━Y quién mejor que otra mujer que ya ha pasado por eso para enseñarle el camino.
Kim Da-Eun abrió los ojos como platos y lo miró como si estuviera loco. Luego lanzó una risotada incrédula.
━Estás de broma, supongo.
El veterano no dijo nada. Continuó mirándola, serio y firme.
La sonrisa sarcástica de Kim cayó en su rostro, convirtiéndose en una mueca de absoluto disgusto.
━No… Ni hablar. ¡Es una insubordinada y una irrespetuosa! ━se rebeló, volviendo a alzar la voz.
━Solo cuando se la lleva mal… Y no es que tú hayas sido muy amable con ella ━el hombre levantó una ceja en un gesto de desaprobación━. Tienes que admitir que fue un error obligarla a herirse de esa manera.
━Te prometí que no volvería a hacerlo y lo cumplí ━y bufó, indignada━: ¡Por favor, tú y yo pasamos por castigos diez veces peores!
━Pero eso no va a funcionar con un espíritu indomable como el suyo… Como tampoco funcionó con el tuyo.
Kim apretó los labios y se inclinó hacia él para mirarlo fijamente a los ojos, apoyando una mano en el escritorio.
━Lo diré solo una vez más: no voy a entrenarla personalmente. Fue tu elección… Así que ahora es tu responsabilidad. No la mía.
Se apartó y se irguió todo lo alta que era -que no era mucho-, como para demostrarle que no había margen de discusión sobre aquel asunto.
El viejo sensei volvió a suspirar resignado e inclinó la cabeza, fijando su mirada en los papeles que tenía sobre la mesa.
━… Está bien.
Kim pareció dudar, como si no entendiera por qué no estaba insistiendo. Pero lo cierto era que Kreese la conocía lo suficiente como para saber que jamás cedería. Y a aquellas horas de la noche no tenía ganas de seguir discutiendo.
Mientras se concentraba de nuevo en el trabajo que tenía pendiente en su escritorio, escuchó los pasos firmes y apresurados de la mujer, que se marchó cerrando la puerta tras ella.
No habían pasado ni diez minutos cuando unos fuertes golpes distrajeron otra vez a Kreese.
¡PUM, PUM, PUM!
━Adelante.
Pensó que Kim había olvidado algo, pero fue un cabello rubio despeinado el que se asomó por la puerta, dejándola abierta de par en par.
━¡Nichols! Qué sorpre…
━¿Pensaba ocultármelo siempre o solo hasta asegurarse de que mi trofeo llevase el nombre de su dojo? ━lo interrumpió Tory.
Estaba inmóvil en la entrada. Sus músculos temblaban levemente, pero no estaba claro si de frío o de tensión. Sus mejillas encendidas, sus fosas nasales abiertas y su respiración agitada dejaron claro a Kreese que no venía por una visita de cortesía.
“Oh, no…” pensó el hombre.
━Me temo que no comprendo… ━dijo cautamente.
━Está bien. Seré clara, ya que veo que usted no va a serlo jamás. ¿Por qué no me dijo que Cobra Kai ya tenía una capitana para el Sekai Taikai antes de ofrecerme el puesto?
El sensei se quedó de piedra.
━¿Quién te ha…? ━se le escapó, y se mordió la lengua al instante.
━O sea que es cierto.
Kreese apretó los ojos, maldiciendo para sus adentros. Su mente recorrió veloz sus recuerdos hasta encontrar al posible chivato. No tardó mucho en visualizar a Kwon. Recordaba haberle pedido aquella tarde que le llevase el pasaporte a Tory tras haberse cruzado con él de camino al gotaek .
Debía haberse imaginado que pasaría algo así… El chico no tenía mucho filtro a la hora de hablar y era demasiado impulsivo. Por ese motivo, le había pedido que aquella semana dejase tranquila a la chica y no se acercase a ella… Ahora se arrepentía de haberle retirado esa orden.
Suspiró. Buscando las palabras adecuadas para calmar ahora a su alumna, que lo acusaba lanzándole llamaradas con los ojos.
━Teníamos que tener una reserva en caso de que tú decidieras rechazar mi invitación.
━¿Y ella sabía que era solo una reserva?
Kreese abrió la boca, atrapado, y no supo responder. Esto enervó más todavía a la muchacha, que empezó a gritar:
━¡No, claro que no! Todos ustedes son iguales: solo piensan en ganar y nos colocan a su antojo según les convengamos.
━Mi elección siempre has sido tú, Nichols ━le aseguró él con fuerza.
━Ya, pues a su elección le hubiera encantado que la avisaran de que nada más llegar tendría a una pandilla de chicas deseando rajarle el cuello mientras duerme… Y también que para que me aceptaran en este dojo tendría que mentir con que soy campeona del All Valley.
Parecía decidida a sacar todos los trapos sobre la mesa ahora que estaban cara a cara.
━ Eres la campeona ━replicó Kreese.
━¡No, no lo soy! Silver amañó los resultados sobornando al árbitro porque, de nuevo, solo somos peones en su juego de tronos.
━Tory…
Hizo ademán de levantarse del escritorio, pero ella lo detuvo alzando sus brazos con expresión hastiada.
━¡No, déjelo! Déjeme de una vez. ¡Ya escuché lo que le dijo ese Gandalf malvado! Sé que si no lo hago lo suficientemente bien nos echará de patitas a la calle a los dos. Así que yo me dedicaré a mejorar por mi cuenta y usted dedíquese a hacerle la pelota. Al menos alguno de los dos tendrá éxito…
Dicho esto, se marchó a grandes zancadas del despacho, olvidándose la puerta abierta y despotricando por todo el pasillo.
Una vez la vio salir de la casa señorial, el hombre se dejó caer de nuevo en la silla, exhalando todo el aire que tenía en los pulmones para ver si así liberaba algo de la tensión que se había quedado en el aire.
Se masajeó las sienes con una mano, exhausto. Y en mitad del silencio que parecía amplificado después de tantas voces… Kreese tuvo claro por qué no había ningún ejército en el mundo formado completamente por mujeres.
Juntas destruirían a cualquiera que se interpusiera en su camino.
La luna estaba llena y brillaba rodeada de un halo de luz que hipnotizaba si te lo quedabas mirando mucho tiempo.
La mujer no sabía cuánto había estado contemplándola. Pero por el dolor de sus dedos entumecidos de frío, aún dentro de los bolsillos de su grueso abrigo negro, supuso que bastante. Era extraño que todavía no hubiera nevado. En aquellas fechas, la montaña estaba normalmente cubierta de nieve hasta los topes.
Pero aquel año nada en su vida parecía seguir sus planes. Incluido el tiempo.
Después de salir apresuradamente del gotaek , Kim Da-Eun había pensado en volver directamente a su dormitorio. Aquella noche le tocaba a otro sensei revisar y cerrar los dormitorios de los alumnos antes del toque de queda, por lo que podría darse un baño y relajarse.
Pero después de su conversación con John Kreese, su mente había quedado tan embotada que había decidido permanecer allí un poco más.
Detrás de la enorme casa, había un jardín que pocos conocían y nadie utilizaba. Estaba muy bien cuidado y tenía una pequeña fuente en el suelo. El murmullo del agua tranquilizaba a Kim cuando estaba estresada por la cantidad excesiva de trabajo.
No era la primera vez que acudía a ese lugar para despejarse. Pero aquella noche parecía que ni siquiera su escondite especial podía calmarla.
Siempre había admirado a Kreese, y era uno de los pocos sunbaes que consideraba como un amigo de verdad. Se había sentido más que feliz al saber que había logrado salir de la cárcel después de enterarse de la injusticia de su condena. Sin embargo, desde que había regresado a Corea, el hombre había tomado decisiones que no lograba comprender…
Empezando por aquella chica.
Kim sacudió la cabeza, molesta, y se envolvió más en su abrigo. Tenía los pies helados, así que por fin se decantó por volver a su dormitorio. Si permanecía allí por más tiempo, solo conseguiría un resfriado.
Dio la vuelta a la casa de nuevo. Pero justo cuando iba a girar el muro, una figura se cruzó en su camino, veloz como un pájaro. La mujer se echó hacia atrás por instinto, quedando escondida en la sombra que proyectaba la pared de piedra.
Cuando observó mejor, pudo distinguir perfectamente con quien había estado a punto de chocarse.
Incluso en la oscuridad de la noche, el pelo rubio de Tory Nichols se veía claramente. La chica subía ahora a paso rápido por la cuesta que llevaba a los recintos de los dormitorios. Sus movimientos torpes y pesados delataban el dolor que le producían las agujetas que seguramente tenía.
La sensei se preguntó qué haría allí a esas horas. Y entonces recordó que era el día de la colada y una extraña sensación en el fondo de su corazón la pinchó.
Apartó esa emoción enseguida, recordándose por qué le había impuesto aquel castigo. Aquella niñata la había humillado delante de sus alumnos. Y, por supuesto, ahora todo el dojang sabía que una estudiante extranjera y maleducada la había ninguneado. Incluido su abuelo…
Apretó la mandíbula y apartó los ojos del lugar donde Tory había desaparecido entre los senderos de grava.
Quizá fue porque la había vuelto a ver que no durmió nada bien aquella noche. O quizá porque no dejaba de darle vueltas a lo que le había dicho Kreese.
O tal vez fuera porque… Aquella época del año siempre le traía malos recuerdos.
10 DE DICIEMBRE DE 1979…
━¡Señor, se lo suplico! ¡Tenga piedad! ¡Es su nieta y es solo una niña!
La niñera se afanaba por detener la mano del hombre, que sostenía una vara de madera que amenazaba con golpear en cualquier momento el pequeño cuerpo de Kim Da-Eun. La niña lloraba desesperadamente en el suelo, cubriéndose la cabeza con ambos brazos.
━¡Es una insubordinada! ━tronó Kim Sun-Yung, deshaciéndose violentamente del agarre de la mujer, quien cayó al suelo por la fuerza━ ¡Le dije que no saliera de la casa! ¡Tú, sabandija! ━señaló con la vara a su nieta.
Ella, que ya estaba temblando como una hoja, se encogió más todavía de puro terror. La niñera se colocó a su lado y la cubrió de forma protectora con su propio cuerpo.
━¡Mira lo que has causado! ¡Por tu culpa ahora vamos retrasados! ¡Vergüenza debería darte!
Aunque estaba muerta de miedo, la pequeña no osó desobedecer otra vez a su abuelo y bajó apenas los brazos para observar el desastre que tenía delante. Dos enormes tanques habían chocado en el sendero de grava y un montón de militares corrían de un lado a otro intentando arreglarlos lo antes posible.
No había sido su intención salir. Y mucho menos había querido causar aquel revuelo. Pero su niñera había desaparecido de su habitación justo cuando había escuchado un montón de estruendos que le taladraron los oídos y había salido despavorida de allí.
Había sido un gran error, porque en cuanto salió de la casa vio a un montón de hombres que apuntaban a unas dianas con largos instrumentos negros y que no la notaron por el ruido descomunal que hacían al disparar.
La pequeña Da-Eun había huido con el corazón en la boca del terror que le producían aquellos estallidos. Era como si se repitiese mil veces el estruendo que había oído la última vez que había visto a Appa y Eomma en el coche en el que viajaban los tres…
Y entonces, cuando había girado la esquina para alejarse de la casa, un monstruoso tanque casi se la lleva por delante.
━¡Por favor, señor! ¡Aún está muy desorientada! ¡Hace tan solo una semana que ha perdido a sus padres! ━suplicaba ahora su niñera.
━¡Cierra la boca! ━gritó el hombre, sus pequeños ojos oscuros se iban a salir de sus órbitas de pura ira.
━Lo… Lo siento… ━balbuceó la niña, hipando mientras se sentaba en el suelo━ No quería…
━¡Deja de llorar, estúpida!
━Tesoro, vamos dentro otra vez… ━le susurró la mujer, abrazándola━ ¿Qué quieres? ¿Un poco de agua? ¿Quieres que nos demos un baño?
━Quiero a mi mamá… ━y comenzó a sollozar tan fuerte que algunos militares se giraron a observarla.
Fue entonces que su abuelo se acercó a ella. Su rostro era una máscara de odio y la niña calló de golpe, sin atreverse siquiera a respirar mientras él le decía en un susurro tenso:
━¡Tu madre ya no volverá! ¡Está muerta!
Fue como si el mundo se detuviera en ese instante. Tan solo los martillazos y gritos de los soldados rompían el silencio helado que había quedado en el ambiente.
Fue un joven vestido con traje de oficinista quien interrumpió aquel horrible momento:
━¡Señor…! ¡El general Chun al teléfono! Los miembros del Hanahoe quieren saber cuándo llegarán los refuerzos para el golpe…
Kim Sun-Yung lo mandó callar con un solo gesto de su vara, para darle a entender que lo había escuchado. Antes de ir dentro de la casa con su subordinado, les ordenó a la niña y a su niñera:
━¡Largaos de aquí las dos! Chsst… Jjajeungna!
Da-Eun sintió que la niñera la agarraba del brazo suavemente.
━Parece mentira… ━murmuraba angustiada━ Era su propio hijo y parece no importarle nada…
La nieve había empapado los pantalones de la niña al caer… Pero ella estaba segura de que el frío que sentía venía del vacío donde antes había estado su corazón.
EN EL PRESENTE…
“Esto es un infierno”, pensó Tory entre lágrimas de impotencia y cansancio.
Llevaba tanto tiempo frotando el váter con la escobilla que tuvo que cambiar de mano porque pensaba que se le iba a caer el hombro.
Era ya noche cerrada, pero ella continuaba en los fríos baños de las chicas. Alguien había tenido la grandiosa idea de tirar pintura de pared dentro de los retretes y no había manera humana de quitarla. Tory había tirado de la cadena una y otra vez, pero al final solo lo había empeorado. Lo único que había logrado, para su horror, era extender la pintura por toda la parte interna del váter.
No había que ser un genio para adivinar quién, o quiénes, eran las causantes de aquel acoso. Ryu-Seung y las otras tres chicas habían intentado dejarla mal en todas las clases de aquella semana. Y ahora estaba claro que lo que estaban haciendo era presionarla y sabotearla para que fuera ella misma quien renunciase al puesto de capitana.
Tory las entendía. Ella mejor que nadie sabía lo que se sentía cuando te quitaban la oportunidad de tu vida frente a tus narices. No mucho tiempo atrás, ella hubiera reaccionado de la misma manera o peor.
Pero era muy injusto porque en realidad no era su culpa. Ni sabía de su existencia cuando le habían ofrecido volver a Cobra Kai. Y, sin embargo, era ella quien estaba pagando las consecuencias.
Cuando al fin terminó, sentía como si su columna se fuera a partir en dos de un momento a otro. No tuvo fuerzas ni para ponerse el pijama cuando regresó a su cabaña.
Se tiró encima del futón, envolviéndose completamente en las mantas. Había tenido que sacarlas todas del armario, pues era increíble el frío que hacía por la noche. Desde hacía algunos días que el suelo no emitía ese calorcito que había notado cuando había llegado al dojo, y Tory comenzaba a creer que se lo había imaginado.
Estaba tan exhausta que pensó que se dormiría al instante. Pero su cuerpo temblaba de pies a cabeza, tanto del frío helador como del esfuerzo. Si hubiera tenido su móvil consigo, seguramente lo hubiera usado para distraerse hasta caer rendida. Pero se lo habían quitado.
Aunque eso no era del todo malo. Al menos no tenía que resistir la tentación de stalkear a Robby y a los demás en redes sociales. Lastimándose a sí misma al ver lo felices que eran sin ella…
Su corazón se contrajo dolorosamente en su pecho y se hizo una bolita debajo de las mantas. Cubrió sus ojos con las palmas de sus manos para ocultar las lágrimas, como si de esa manera pudiera esconderse también de sí misma. Pero la realidad era que aunque quisiera huir de todo en su vida, había una cosa de la que no podía escapar: sus sentimientos.
Durante toda aquella semana había intentado mantenerse ocupada incluso en las horas muertas que le quedaban entre los entrenamientos de la mañana y de la tarde. Se encerraba sola en uno de los cobertizos donde tenían varios sacos de boxeo y otros materiales. Y allí permanecía, puñetazo tras patada, hasta que no podía más. Era la única manera de mantener su mente en blanco.
Pero en las noches no tenía escapatoria posible.
La única opción que le quedaba en ese momento era cerrar los ojos hasta que el sueño acudiera a ella. El sueño o… Las pesadillas. Últimamente siempre se repetía la misma: una manada de lobos la perseguía entre gruesas cañas de bambú, que se juntaban más y más hasta que no le quedaba espacio para pasar… Y caía de cara en un duro sendero de grava justo antes de despertarse gritando y cubierta de un sudor frío.
Sin la distracción de su teléfono, ahora se quedaba ella sola con sus pensamientos… Y su mente podía volverse el lugar más aterrador del mundo.
~FIN DEL CAPÍTULO DIEZ~
¡Gracias por leer!
Capítulo Once disponible a continuación
Notes:
La lavadora: Qué fue el mal que yo hice?? 😭 Qué fue el mal??? Esta es la canción: https://www.youtube.com/watch?v=sY9o4Ap1WCo
Ay ay ay estos dos… Jaja
Pequeña anotación sobre la cultura coreana y el sentido del título de este capítulo:
En Corea del Sur (y en muchos otros países de Asia), existe la creencia popular de que el tipo de sangre de cada persona (A, B, AB o 0) determina su personalidad. Algo así como los signos zodiacales. En el caso de los que tienen el tipo B, existe un estereotipo que dice que suelen ser personas egoístas, presumidas e individualistas. Por eso, a veces se puede escuchar esa expresión “Seguro tal persona es de tipo B…” de manera despectiva.Otra anotación:
El 12 de diciembre de 1979 hubo un golpe de estado militar en Corea del Sur, y es para el que se preparaban el maestro Kim y los militares en el flashback. No es importante para la trama, pero podéis buscarlo si os da curiosidad jaja.¡Gracias por leer una semana más! Por motivos de trabajo no voy a poder subir el siguiente capítulo la semana que viene, pero la pausa será breve, lo prometo!!
~un abrazo grande, miriadalia 🌻
Chapter 11: Sea lo que sea, puedo hacerlo
Notes:
Mini Diccionario
¡Ppalli hae! (빨리 해!) = ¡Daos prisa! o ¡Apúrense!
Keokpa (격파) = en las artes marciales coreanas, especialmente en Taekwondo, se refieren a las técnicas de rotura de tablas, ladrillos u otros materiales.
Sabum-nim (사범님) = Es el nombre honorífico que reciben los instructores de artes marciales coreanos, sería como decir “¡Sensei!”.
Dobok (도복) = Es el nombre coreano del uniforme de artes marciales. Se aplica generalmente al uniforme de taekwondo, pero también es el que usan los estudiantes coreanos en la serie Cobra Kai.
Geumbaeji (금배지) = insignia de oro.
Shibal (시발) = Mierda.
Ani (아니) = No.
Andwae (안돼) = “No puede ser” o “De ninguna manera” (en este caso).
Gotaek (고택) = Se usa para referirse a las casas tradicionales coreanas antiguas, muchas de las cuales fueron habitadas por familias nobles o adineradas.
¡Bul-iya! ¡Bul-iya! (불이야! 불이야!) = ¡Fuego! ¡Fuego!
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
UNAS SEMANAS ATRÁS…
Su mente podía volverse el lugar más caótico del mundo.
Eso era seguro.
Pero es que los entrenamientos matutinos siempre eran una mierda.
Era imposible mantener la concentración cuando todavía te estabas despertando. Más si tenías delante a una panda de inútiles que parecían moverse a cámara lenta.
Kwon Jae-Sung estaba en uno de los laterales de la formación triangular en la que se había dispuesto su clase, en mitad de la explanada de entrenamientos. No recordaba cuál era el ejercicio que les habían mandado practicar aquella mañana después del calentamiento. Pero le importaba un bledo. Total, solo eran un montón de movimientos sin sentido para una pelea real.
Se inclinó al mismo tiempo que los demás para dar comienzo a la lección, pero no pudo evitar ser el primero en incorporarse.
“Ppalli hae! Empezad de una vez”, pensó, impaciente.
Pero justo entonces otra cosa robó su atención.
Kim Sabum-nim bajaba por uno de los laterales del valle, siguiendo el sendero semioculto entre la grava. Pero no iba sola. A su lado, vestido con el uniforme negro de los senseis, caminaba un hombre occidental.
“¿Y ese viejo quién es?”
No recordaba haberlo visto nunca en el dojang. Pero, si bien recordar caras y nombres no era su mayor talento, estaba seguro de que se acordaría de haber visto a un hombre blanco. No había muchos allí, tan solo algunos mandos militares con los que se relacionaba el maestro Kim. ¿Sería uno de ellos?
Llegaron hasta donde estaba teniendo lugar el entrenamiento, hablando en voz baja mientras observaban con mucha atención a los alumnos. El chico los siguió disimuladamente con la mirada hasta que se detuvieron frente a ellos, separados solo por uno de los pequeños estanques que había en el suelo.
“¿Y si los empujas al agua?”
Jae-Sung apretó rápidamente los ojos con fuerza, en un intento desesperado de apartar aquel pensamiento que casi lo hizo reír. Hubiera querido sacudir la cabeza, pero se suponía que debía “mantener la compostura” mientras estuviera en clase.
Qué demonios había sido eso. No podía explicarlo. Pero no era la primera vez que le ocurría. En realidad, pensamientos repentinos como aquel eran su pan de cada día.
De todos modos, el agua de los estanques no era tan profunda y…
━¡IASH!
El grito de ataque de uno de sus compañeros lo devolvió a la realidad.
Kwon volvió sus ojos hacia él. Era aquel lerdo de Lee Min-Seok. Ese día era el primero en la fila de los ejercicios de keokpa, mientras que el llorica de Park Chung-Hee sostenía la tabla que debía romper.
Ah. Ahora recordaba. Se suponía que tenían que practicar el doksa gong-gyeok, el ataque de la víbora.
Min-Seok embistió con todas sus fuerzas la madera, realizando el combo que les habían enseñado. Pero Jae-Sung notó que su pierna estaba tan tensa cuando fue a lanzar la patada final que supo al instante que no conseguiría romperla.
En efecto, el chico pateó con la punta de su pie la tabla y no le hizo ni una quebradura.
“Pf… Patético”
A Min-Seok se le escapó un gesto de fastidio, pero enseguida se recompuso y se colocó en el lateral contrario, con el resto de sus compañeros. Los alumnos de esa fila se inclinaron sincronizados y retrocedieron un paso para dejar un lugar libre.
Entonces, del lado en el que estaba Kwon, avanzó el siguiente estudiante que debía realizar el ejercicio.
“Ugh… El que faltaba”
Yoon Do-Jin se plantó sereno y seguro de sí mismo delante de su compañero que le extendía la tabla. Y Jae-Sung volvió los ojos al frente para evitar una mueca de puro asco.
Era demasiado temprano para ver cómo Don Perfecto demostraba sus habilidades mediocres.
━¡IAH! ━exclamó el chico, y pegó con gran precisión dos puñetazos a la madera.
Luego lanzó otro par, junto a una patada frontal baja antes de girar sobre sí mismo dos veces, levantando levemente los pies del suelo, y rematar el combo con una patada circular tan potente que partió al instante la tabla en dos mitades perfectas.
Jae-Sung reprimió un gruñido cuando vio a la sensei Kim sonreír complacida mientras hablaba de nuevo con el extranjero, seguramente alabando el ejercicio de su alumno favorito. Ambos se acercaron todavía más al grupo, quedando apenas a unos metros de ellos.
El chico tenía un oído muy agudo. A veces incluso demasiado para su gusto. En ese mismo momento podía oír los trinos de los pájaros que estaban a lo lejos, en las copas de los árboles, como si los tuviera al lado de su oreja.
También escuchaba con el mismo volumen la gravilla hundirse bajo los pies de Kim y del hombre. Y desde hacía ya un buen rato sentía el frufrú de la tela del dobok de alguno de los alumnos que estaban detrás de él. Seguramente algún inútil estaría rascándola para calmar sus nervios por tener que realizar el nuevo ejercicio delante de toda la clase.
Kwon apretó la mandíbula, tenso.
La mayor parte del tiempo odiaba esa sensación. Le impedía concentrarse en lo que estaba haciendo y a veces incluso le daba dolores de cabeza. Pero en aquella ocasión fue capaz de usarlo en ventaja propia. Enfocándose un poco, alcanzó a escuchar la última parte de la conversación que mantenían los recién llegados en inglés:
━… Yoon Do-Jin. Su familia ha entrenado en nuestro dojang durante generaciones ━explicaba entonces Kim Da-Eun a su acompañante━. Lleva el baeji dorado porque es nuestro mejor alumno. Le pidas lo que le pidas, lo va a ejecutar a la perfección.
━Impresionante ━respondió el viejo de pelo claro, estudiando atentamente a Yoon.
Este se inclinó con respeto al finalizar su ejercicio y se incorporó al otro lateral de la formación. Perfectamente alineado. Perfectamente firme. Perfectamente obediente. Con su cabello corto perfectamente peinado y su uniforme perfectamente planchado.
Algo en el interior de las vísceras de Kwon saltó.
Y antes de darse cuenta de lo que hacía, agarró del hombro al alumno que estaba delante de él en la fila, y que en ese momento se disponía a colocarse en el centro de la explanada para demostrar lo que había aprendido.
Empujó al chico hacia atrás con brusquedad, frenándolo y adelantándose para ir primero. No recordaba ni quién era ese pringado, pero ni lo miró ni se arrepintió de haberse colado.
“Ya he esperado demasiado. Ahora veréis lo que de verdad es impresionante”
Caminó inexpresivo y sin prisa hasta colocarse delante de Chung-Hee. Aunque este lo miró confundido, Jae-Sung sabía que no tendría huevos de decirle nada. En efecto, el muchacho se limitó a tenderle la tabla con firmeza y se preparó para recibir su ataque.
Pero Kwon pasó de él y, acercándose, le giró las manos hasta colocar la madera en un ángulo diferente.
En el ángulo correcto para lo que iba a hacer.
Como el atontado de Chung-Hee no entendió lo que pretendía, tuvo que indicarle con el dedo que retirase su mano izquierda. Luego caminó marcha atrás muy despacio, y le hizo un gesto impaciente con el brazo para que subiese la tabla todo lo que le fuera posible.
Basta de protocolos y técnicas aburridas. Ahora les demostraría lo que era un ataque de verdad.
Toda la clase parecía haberse sumido en un silencio aún más profundo. Tanto Kim como el hombre lo observaban fijamente sin abrir la boca. Incluso los pájaros parecieron bajar la voz cuando el chico se colocó al fin en posición, después de calcular la distancia perfecta.
Kwon Jae-Sung se golpeó fuerte el pecho con el puño y rugió con garra:
━¡IAHHH!
Su grito hizo eco por toda la explanada y liberó un maremoto de energía que se extendió por todo su cuerpo.
Con la vista fija en la madera, el chico notó que su mente se enfocaba en ella como si no existiese nada más alrededor en ese instante. Sus piernas y brazos se pusieron en guardia instintivamente y su pie de apoyo se clavó en el suelo con firmeza.
No le hizo falta pensar en nada más. Todo ocurrió muy rápido.
En un abrir y cerrar de ojos, giró completamente su cuerpo para impulsarse y luego saltó en el aire, rotando 360 grados con la facilidad de un ave en pleno vuelo. Antes de que pudiera siquiera empezar a caer al suelo por la fuerza de la gravedad, dio otro giro, más potente incluso que el anterior, liberando al fin todo el poder y la furia de su ataque.
Fue su pierna izquierda la que dio el remate final con una patada circular. Jae-Sung no perdió detalle, se aseguró de que su pie estuviese flexionado para maximizar el impacto y…
CRACK!!
La mitad superior de la tabla salió despedida por el aire como un proyectil y fue a parar a uno de los estanques más lejanos. Chung-Hee casi pierde el equilibrio de la impresión, pero se mantuvo todo lo firme que pudo, sosteniendo la otra mitad de la madera.
Una increíble y gratificante explosión de triunfo se expandió por el pecho de Kwon.
━¡Ireohge haeyaji! ¡Ireohge! ━“¡Así es como se hace! ¡Así!”, gritó a todos los de su clase, pero deteniéndose sobre todo en Yoon mientras lo taladraba con los ojos.
Este le devolvió la mirada, serio.
━¡KWON JAE-SUNG!
La voz de Kim Da-Eun resonó potente y enojada.
━¡No has puesto en práctica la lección! ━le recriminó.
━Aish… ━Kwon se contuvo para no maldecir en alto y sonrió, cínico, mientras le respondía también en inglés━: Es una pérdida de tiempo. Ve directo a la cabeza. Sin cabeza, no hay pelea.
Ladeó la suya y alzó las cejas con descaro.
━¡No quiero atajos! ━respondió la sensei, sus brazos cruzados estaban tan rígidos que parecían dos tablones de madera.
Las cejas del chico cayeron en su rostro.
“Ugh… Ya estamos otra vez”
━Y por tu rebeldía… Se te va a asignar otra labor.
Otra sonrisa de suficiencia cruzó su cara, y Jae-Sung abrió los brazos ampliamente para demostrar que no tenía ningún miedo. Los castigos físicos ya no le imponían respeto. Total, hiciera lo que hiciera, siempre estaba mal si lo hacía él.
━Sea lo que sea, puedo hacerlo.
━Estoy segura de que sí… ━replicó Kim y, pronunciando fuerte y claro, le ordenó━: ¡Ve a limpiar el inodoro de mi abuelo!
La sonrisa de Kwon se desintegró y todos los alumnos de la clase comenzaron a reírse de él. La concentración que había mantenido hasta ese momento se quebró con la misma facilidad que la tabla ante la fuerza de su patada. Ahora oía cada una de sus risitas y burlas como si las tuviera dentro de su cabeza.
Dirigió una mirada de odio a su alrededor, pero especialmente a Yoon, quien reía por lo bajo frunciendo los labios mientras miraba al frente para disimular.
Jae-Sung apretó los puños y la mandíbula hasta que sus huesos fueron claramente visibles bajo su piel. Su pulso y su respiración se volvieron agitados cuando por un segundo se vio a sí mismo de pie delante de un aula llena de niños que lo señalaban y se reían a carcajadas.
“¡No!”, rabió, huyendo por todos los medios de aquel recuerdo.
Quería gritar. Quería rebelarse y negarse a cumplir su castigo, escupiendo delante de los pies de Kim. Quería volver a hacer una patada 540, pero con las caras de cada uno de sus compañeros como objetivo... Pero lo único que era capaz de hacer era quedarse allí plantado como un imbécil, pestañeando rápidamente, mareado por un enjambre de pensamientos que lo atormentaban y no lo dejaban actuar.
Entonces aquella arpía de coleta apretada mandó callar a la clase y ordenó que se pusieran de nuevo a practicar el ejercicio. Y el chico no tuvo más remedio que salir del centro de la formación triangular, más avergonzado de lo que se había sentido en su vida.
En su camino hacia las escaleras de piedra, que llevaban hasta la colina donde estaba el baño del viejo maestro, chocó el hombro de un estudiante para abrirse paso. Fue su único escape emocional.
Subió con lentos y pesados pisotones todos los peldaños. Y, con cada paso que daba, parecía que más y más pensamientos turbulentos se le amarraban a la espalda, clavándole las uñas como demonios que quisieran arrastrarlo con ellos a la oscuridad.
EN EL PRESENTE…
Estaba ya completamente oscuro cuando Kwon subió hasta los dormitorios de los chicos, dando pesados pisotones que casi dejaban huella de la rabia con la que caminaba.
Al llegar al enorme portón de madera, se cruzó con el sensei encargado de cerrar las habitaciones aquella noche. Lo oyó gritarle algo, seguramente lo estaba regañando por haber llegado después del toque de queda. Pero no le prestó atención y pasó de largo a toda prisa hacia su cabaña. Esta era la más aislada de todas, situada cerca del muro posterior que daba hacia el bosque.
Jae-Sung entró hecho una fiera y cerró la puerta corrediza de un solo movimiento brusco. Una vez dentro, se quedó de pie en la entrada, respirando muy alterado y sin saber qué hacer.
Después de haber salido escopetado de la lavandería del dojang , había pasado un buen rato en uno de los cobertizos, desahogándose con uno de los sacos de boxeo. Pero incluso aquello no le había servido de mucho para calmarse.
Ahora estaba obligado a permanecer dentro de los dormitorios toda la noche y se sentía como un perro enjaulado.
“¿Eres su perro guardián o qué?”
Kwon apretó los puños y se mordió el interior de las mejillas. No debió haber pensado en esa palabra. No quería recordar su discusión con aquella rubia americana. Esa chica era rara de narices. Rara y creída. Pero cuanto más intentaba sacársela de la cabeza, más se encontraba a sí mismo rumiando su discusión en la lavandería. Repasando una y otra vez cada gesto y cada frase.
Odiaba que le ocurriera eso. Cuando algo se fijaba en su mente era incapaz de dejarlo ir. Es más, se obsesionaba hasta el punto de que nada más podía interesarle, para bien o para mal.
De mala gana, sacó el futón de su armario y se tiró sobre él boca arriba. Cerró los ojos con fuerza y se quedó todo lo quieto que pudo.
No sirvió de nada. Tenía tanta energía que empezó a dar vueltas y más vueltas. Jamás lograba estarse quieto del todo, como cada día se encargaban de recordarle los senseis.
“No eres el favorito de Kim. Solo eres el siguiente peón de Kreese.”
Kwon sacudió la cabeza. Tenía que haber alguna manera de librarse de esos pensamientos que se superponían en su cerebro sin darle descanso.
“Te patearán el trasero en cuanto pises el tatami.”
“¡Cállate!”
Inconscientemente se llevó los dedos a la boca y comenzó a despellejarse la piel alrededor de sus uñas.
“¡Ve a limpiar el inodoro de mi abuelo!”
“ Shibal… ¡Basta ya!”
Se giró violentamente en la cama. ¿Por qué tenía que recordar ahora aquel momento? Había sido suficientemente humillante vivirlo una vez en persona y revivirlo mil veces más en su cabeza toda la semana después de su mortificante castigo.
Se mordió la uña tan fuerte que la partió. Casi podía oler de nuevo el hedor nauseabundo del baño del viejo.
“Tienen que dejar de servirle kimchi para comer”, pensó, reprimiendo una arcada.
Pero en el fondo, Jae-Sung sabía por qué había recordado aquel momento. Esa chica había hecho que volvieran a asaltarlo las mismas dudas que lo torturaban luego de convertirse en capitán pocas semanas atrás.
¿Lo habían elegido por conveniencia? Él sabía que era el mejor de todos en el dojang . Siempre lo había creído y había podido demostrarlo dándoles una buena paliza a esos tres gilipollas. Pero, ¿sería suficiente fuera de Corea?
El sensei Kreese había parecido sincero cuando lo había apoyado. El hombre se había ganado su respeto de verdad, y no como los otros profesores a los que obedecía por obligación. A Kwon le gustaban sus lecciones y eran las únicas que recordaba de memoria:
“Solo hay una forma de derrotar a un oponente que lucha con pasión: evitando ser compasivo. La habilidad servirá hasta cierto punto. Para acabar con el alma del enemigo, hay que aprovechar todo ese odio que albergáis dentro.”
La gente no mostraba piedad nunca. Él lo sabía muy bien. Cuando eran amables era solo para sacar provecho de la otra persona, o para simular ser mejores ante la sociedad. Pero a la mínima de cambio, te dejaban solo.
Malditos hipócritas.
Tendido de nuevo boca a arriba en el futón, empezó a tranquilizarse cuando recordó la resolución que había tomado al ganar su posición como capitán del dojo del sensei Kreese. No mostraría piedad ante ningún rival. No…
“Solo tuvo que subirte un poquito más tu enorme ego para tenerte en la palma de su mano y que siguieras todas sus órdenes.”
Joder. Ahí estaba otra vez. Victoria Nichols. No se le daba nada bien recordar nombres, menos si eran extranjeros. Pero el suyo parecía habérsele grabado a fuego.
Tenían la misma edad, había comprobado en su pasaporte que habían nacido el mismo año. Sin embargo, estaba seguro de que si él fuera mayor, a ella le importaría una mierda, seguiría tratándolo con el mismo descaro igualmente.
Le había gustado su actitud desafiante con Kim Da-Eun. Y vaya que había hecho sus sueños realidad cuando la había tirado a la grava como una muñeca de trapo mientras le metía una patada en toda la cara al niño pijo de Do-Jin.
Pero la chica parecía dispuesta a ponerse en guerra con cualquiera que cruzase más de dos palabras con ella. Y Jae-Sung se había hartado de hacer todo el esfuerzo por llevarse bien.
¿Sería de verdad nieta del sensei Kreese?
“Me da igual”, se rebeló, intentando eliminarla de nuevo de su mente.
“¿En serio te da igual?”, susurró, sin embargo, una vocecilla en el fondo.
Kwon rechinó los dientes. Sí, sería más complicado trabajar en equipo con ella si era su nieta. Sobre todo porque no pensaba quedarse callado si volvía a faltarle el respeto. Pero era capaz de controlarse unas cuantas horas al día si ella cerraba la boca también. Cada uno iría por su lado y ya. No era como que necesitaran estar todo el tiempo juntos…
Y de la nada volvió a ver su rostro a centímetros del suyo.
Incluso siendo la furia personificada, sus rasgos seguían siendo simétricos. Sus enormes ojos claros eran de un color que jamás había visto. No eran ni verdes ni marrones, sino una mezcla perfecta de ambos. La chica no había bajado la mirada ni un segundo, increíblemente desafiante, por lo que había podido verlos claramente.
Su piel clara había resplandecido incluso bajo la luz cadavérica de la lavandería. Y, pese a la ira con la que se abrían sus fosas nasales, su nariz seguía siendo fina, perfectamente recta y alta.
Kwon frunció el ceño, escéptico.
No le había respondido si estaba operada o no cuando se lo había preguntado. Pero la respuesta era clara.
“Nadie tiene una cara así de forma natural. Es imposible”
Es decir, incluso secos y partidos como estaban por el frío, sus labios lucían rosados y carnosos.
Jae-Sung no pudo evitar detener su fotografía mental en ellos. La verdad es que sí eran muy carnosos…
Un cosquilleo inesperado, rápido como una descarga eléctrica, le atravesó el vientre. Y el chico se sentó de golpe en el futón, alarmado y con el corazón latiéndole aceleradamente.
“Ani, ani, ani, ani, ani, ani… ¡Andwae!”, pensó frenético, sacudiendo su cabeza con violencia como un perro mojado.
━¡AISH! ━exclamó con frustración mientras se rascaba el pelo con ambas manos, como si esa fuera la manera de sacudir la imagen de la chica de su cerebro.
¡No! No iba a entrar ahí.
Las mujeres eran más peligrosas de lo que aparentaban. Y las mujeres hermosas eran simplemente letales. Podían volver débil a cualquier hombre, incluso a uno tan fuerte como él.
Lo sabía bien. Los doramas estaban llenos de ellas.
Tenía que librarse de esos pensamientos pero ya.
Y en momentos desesperados como aquel solo había un lugar que lograba distraerlo.
Se puso en pie de un salto y, sin detenerse siquiera a ponerse un abrigo, abrió la puerta de par en par y salió al exterior. La noche era helada y su aliento agitado dejó un rastro de vaho mientras se dirigía hacia el muro detrás de su cabaña.
Sin dudar ni un segundo, se aupó a la pared de piedra de un solo salto y se dejó caer con destreza entre la maleza del denso bosque.
La oscuridad se lo tragó por completo en cuanto se adentró entre los árboles.
Las montañas de Gangwon-do podían ser un paraje rural, pacífico y ancestral para los turistas y los coreanos de otras zonas del país. Ellos llegaban, se hacían fotos y vídeos paseando por sus senderos, y las subían a sus redes con frases ridículas como “Reconectando con la naturaleza y el pasado”.
Pero para Jae-Sung todo eso era solo un engañabobos. Él, que había nacido y pasado allí prácticamente su vida entera, sabía que lo único que guardaban de los ancestros eran sus cachivaches en los trasteros. Y, al menos en aquel dojang , el cuidado de la naturaleza era más una decisión estratégica que ecológica. Unos árboles frondosos pueden esconder mucho más de lo que parece a los satélites espías del espacio y los drones enemigos.
La fachada de armonía y majestuosidad que tanto detestaba, sin embargo, se caía en cuanto llegaba la noche.
Quizá por eso le gustaba tanto salir a aquellas horas.
Por eso y porque era una de las pocas ocasiones en las que podía hacer algo prohibido sin consecuencias.
Los senseis que hacían guardia durante un rato después del toque de queda se hartaban muy rápido por el frío o el sueño, y volvían a sus habitaciones casi enseguida. Lo había comprobado desde hacía bastantes años atrás, y desde entonces aprovechaba aquellas horas de madrugada para escaparse saltando el muro posterior.
El bosque siempre lo recibía de la misma manera. Misterioso y tupido. A cualquier otro, aquella oscuridad total y asfixiante le hubiera dado ganas de dar media vuelta y refugiarse en la calidez de su cabaña. Pero Kwon no sentía temor alguno, veía bastante bien en la noche y había atravesado tantas veces aquel camino que ya ningún ruido podía alarmarlo.
Bueno quizá uno sí. El de los pasos humanos.
Pero al lugar al que se dirigía no solía ir nadie.
O al menos no solía ir nadie hasta… Ella.
Allí era donde el chico la había visto por primera vez. Pero entonces no se había dado cuenta de que sería la nueva alumna americana de la que les había hablado Kreese. Y mucho menos se imaginaba que sería alguien tan molesto… La primera vez que sus ojos se habían encontrado, de hecho, había pensado algo muy diferente, y ahora le daba vergüenza recordarlo.
Negó con la cabeza con brusquedad. No quería volver a ver a esa chica. Pero aunque a partir de ahora hubiera decidido evitarla en el dojang , era realmente difícil sacarla de sus pensamientos.
Exasperado, Kwon soltó de golpe por la nariz todo el aire que tenía en los pulmones y aceleró el paso. Dejó atrás el monte y se adentró de lleno en el valle, metiéndose ahora entre caminos de gruesos bambús.
Los palos eran tan altos que parecía estar andando entre las paredes de un verdadero laberinto. Cada vez que doblaba una curva lo embestían bocanadas de aire helado. Pero aunque solo llevase su dobok de repuesto, no sufría el frío. Solía tener la temperatura corporal más alta de lo normal y, además, estaba acostumbrado a ese tiempo.
Cuando al fin llegó al claro, la luna llena lo iluminaba por completo con una luz espectral. Kwon miró hacia el cielo unos instantes. Aquella noche las estrellas quedaban camufladas por el brillo del astro, pero aún así era una vista muy bonita. Su quietud le permitió desacelerar un poco su mente y relajar su cuerpo. Cuando lo hizo, el ambiente gélido empezó a molestarlo, por lo que se puso manos a la obra para hacer una fogata que lo iluminara mejor y lo mantuviera en calor.
Se le daba bien hacer fuego... Aunque era otra cosa que tenía prohibida. Ni a Kim Sabum-nim ni al maestro les había gustado mucho que incendiara el baño externo del gotaek cuando tenía diez años. Pero en su opinión era bastante exagerado que todavía no se le permitiera estar ni a menos de dos metros de una antorcha por algo que había sucedido solo dos veces.
Recordó cómo la primera vez uno de los senseis se encontraba en el baño cuando este había empezado a prenderse fuego por accidente. Y se le escapó una sonrisa al acordarse del modo en el que había salido disparado hacia la mansión, saltando con los calzoncillos bajados mientras gritaba “¡Bul-iya! ¡Bul-iya!” .
Riendo por lo bajo, el chico se agachó y recogió de detrás de un árbol una de las piedras afiladas que siempre usaba para producir chispas. Solo tardó unos minutos en conseguir una pequeña llama, que comenzó a soplar suavemente y a alimentar con un montón de ramitas secas. En muy poco tiempo tuvo una perfecta fogata que espantaba el frío que le atenazaba los músculos.
Su calidez lo reconfortó. Ya casi se había librado por completo de su mal humor. Pero no quería marcharse todavía.
La noche era ideal para practicar lo que desde hacía tanto tiempo deseaba lograr.
En el extremo opuesto a la hoguera, un viejo árbol resaltaba sobre los demás bajo la luz de la luna. Sus largas y raquíticas ramas se recortaban como brazos espectrales que quisieran alcanzar a quien pasase por debajo de ellas. Pero no era su aspecto lo que interesaba a Jae-Sung, sino su altura.
Estaban a la altura perfecta para él, alineadas una sobre otra con una separación prácticamente idéntica. Ni las torres humanas que creaban los alumnos de taekwondo podían colocar las maderas con esa precisión.
Nunca había visto una conífera con aquella forma. Pero desde que la había descubierto en una de sus escapadas nocturnas, Kwon no la había dejado tranquila.
Sus saltos y patadas habían mejorado muchísimo gracias a ella. Era como su coach personal: el pobre árbol aguantaba todos sus golpes sin quejarse y no lo regañaba si se caía o intentaba algo más arriesgado de lo que solían practicar en clase.
Le debía más que a sus senseis, eso estaba claro.
Desde hacía varios meses estaba obsesionado con practicar una patada en específico. Una que muchos considerarían imposible, y más con su edad. Pero si había algo que se le daba mejor que patear el trasero de los demás era hacer oídos sordos a la gente molesta.
Al fin y al cabo, todo era imposible hasta que alguien lo conseguía.
Y entonces los estándares cambiaban, y la exigencia aumentaba para el resto de mortales fracasados que aún no habían llegado hasta ese logro… Y seguramente jamás lo lograrían. Era un patrón que siempre se repetía, no solo en los deportes, sino también en la ciencia, la tecnología y el arte. Siempre estaba el “más joven en…”, o el “más premiado por…”, o la “más bella de…”.
Hasta que aparecía otro más joven, otro más premiado y otra más hermosa.
Solo había una manera de asegurarse de que eso no pasara. Al menos mientras uno siguiera con vida. Y era conseguir algo tan complicado que nadie más se arriesgaría a hacerlo, o no tendría el tiempo o la capacidad necesarios para superarlo pronto.
La gloria de haber sido el mejor antes que nadie jamás se iría. Y para Jae-Sung esa gloria valía cualquier riesgo y sacrificio. Una vez en la cima, nadie podía pisotearte…
Aunque para llegar a la cima, primero tendría que volar. Y si no dejaba de darle vueltas a la cabeza como un filósofo fumado, nunca lo haría.
Así que se puso a calentar y estirar un poco mientras repasaba mentalmente cada uno de los pasos de su patada imposible. Sería una 780, con tres giros completos de 360 grados cada uno, tres patadas, una en cada vuelta… Y otra más de regalo final.
Cómo se hacía eso. No tenía ni idea. Las 780 eran tan avanzadas que los senseis del dojang a menudo ni siquiera las enseñaban. Kwon dudaba incluso que muchos de ellos supieran hacerlas. Pero es que además se le había metido en la cabeza probar a patear en cada giro.
Cuando consiguiera eso, ya se las ingeniaría para meter la patada final. Aún no tenía claro cómo sería, pero lo que sí sabía era que quería que esa fuera su marca. El punto clave que impediría que cualquier “más joven en…” le quitara la gloria de haber logrado una técnica imposible.
Su corazón se aceleró, motivado al imaginarse esa escena, y Jae-Sung dejó de estirar para ponerse en posición frente al viejo árbol.
“Sea lo que sea, puedo hacerlo”
Aquello era como un mantra para él. Sabía que podía. Aunque le hubieran dicho un millón de veces que no. Aunque hubieran intentado callarlo o hacerle sentir menos desde que tenía memoria… Le dio una especie de déjà vu desagradable recordar la última vez que había dicho esas palabras en voz alta. Tan solo había recibido un castigo nauseabundo y un montón de burlas por pensar así.
“Que sigan riéndose todo lo que quieran”, pensó, macabro. “Ya veremos quién se ríe al final”.
Y con este pensamiento impulsándolo a dar todo de sí. Se lanzó con toda su agresividad hacia el árbol.
Sus pies se levantaron del suelo como dos propulsores de aire comprimido.
Kwon cerró los ojos y se dejó llevar por su instinto.
No había sensación en el mundo que le gustase más que quedarse suspendido en el vacío. Con el viento cosquilleando sus oídos y sintiendo su cuerpo tan ligero como una pluma. Era lo más parecido a volar que podía hacer un ser humano.
Con la velocidad de un relámpago y antes de caer por su propio peso, dio un giro completo.
“Uno…”
PLAS!
La rama más baja de la conífera se apartó bruscamente cuando pegó la primera patada.
El chico no perdió el foco y siguió girando.
“Dos…”
PLAS!
La rama que estaba justo encima de la anterior se dobló un poco al tocarla con el pie.
Kwon sentía que sus extremidades se iban a desprender si no se colocaba pronto para aterrizar. Pero no quería saber nada de detenerse justo ahora.
“¡No!”, se rebeló.
Siempre se quedaba atascado en la tercera vuelta. Aquella vez, en cambio, le pareció que podría estirar la pierna a tiempo para la tercera patada… Pero en cuanto se quedó boca arriba perdió altura tan rápido que su pie ni llegó a rozar la tercera rama.
“Shibal”, fue lo único que alcanzó a pensar antes de desplomarse en el suelo de espaldas como un saco de patatas.
BUM!
Fue un señor batacazo. Pero le habían enseñado a caer para evitar lesiones y no se lastimó apenas.
Con la espalda aún sobre la tierra húmeda del claro, Kwon resopló molesto y dejó caer sus brazos sobre su frente transpirada.
No iba a rendirse tan fácilmente. No lo había hecho en todos aquellos meses y no lo haría ahora. Pero desde la discusión con esa chica se sentía mucho más irascible que de costumbre. Cualquier fallo lo aplastaba como un fracaso absoluto.
Se planteó volver a la cabaña, pero no tenía nada de sueño y siempre que le daba el insomnio era como si su energía fuera infinita. Así que se levantó para intentarlo de nuevo.
Esta vez, sin embargo, se fijó el objetivo de mejorar las dos primeras patadas giratorias. No quería más porrazos o al día siguiente no podría ni moverse.
Porque lo único malo de volar demasiado alto… Era que caer podría ser mortal.
~FIN DEL CAPÍTULO ONCE~
Capítulo Doce disponible a continuación
Notes:
Heeey! Cómo estáis? Ha pasado algún tiempo ;)
Yo estoy muy feliz de estar de vuelta!! Y más aún de volver con Kwon como narrador en esta ocasión. ¿Qué os ha parecido? Yo sentía que era hora de que Tory descansase un poco de sus pensamientos jaja, y si alguien tiene ganas de decir lo que piensa ese es nuestro capitán favorito.
En este primer capítulo desde su perspectiva preferí centrarme solo en él y en su forma de ver el mundo que le rodea. Tranquilos que Tory y él tendrán ocasiones de sobra para seguir peleando… Ejem, dialogando.
Quería agradecer en este capítulo especialmente a @Tardigrade666 por todos sus consejos y explicaciones como cinturón negro de Tang Soo Do. Sin su paciencia y dedicación para responder todas mis preguntas no sé cómo hubiera hecho para escribir este capítulo y algunos de los que se vienen jaja <3
El mundo de las artes marciales está complicado, amigos :’)
Gracias si habéis leído hasta aquí! Se vienen muchas sorpresas en los próximos capítulos, espero que los disfrutéis tanto como yo los he disfrutado escribiendo!!
~besos, miriadalia 🌻
Chapter 12: Sin anchoas, ¿vale?
Notes:
Mini Diccionario
¡Neoneun malhajima! (너는 말하지마!) = ¡Cállate! / ¡No hables!
Shibal (시발) = Mierda.
¡Ah, jinjja! (아, 진짜! ) = ¡Ay, en serio! / ¡Qué fastidio! / ¡Qué frustrante!
Hongsam (홍삼) = Es el ginseng rojo, un ingrediente muy apreciado en Corea. Tiene un sabor ligeramente amargo y terroso que es común en caramelos y otros dulces.
“Quien quiera cachorros de tigre, tiene que entrar en la cueva” = Es un dicho coreano, semejante a “Quien tenga miedo a morir, que no nazca”.
Myeolchi bokkeum (멸치볶음) = plato popular en las mesas coreanas, compuesto por anchoas salteadas con diversas verduras como zanahorias, cebolla y pimiento, aderezadas con salsa de soja, azúcar y semillas de sésamo.
¡Geumanhae! (그만해!) = ¡Basta! / ¡Detente! / ¡Ya es suficiente!
¡Iah! (야!) = expresión informal (y, a veces, incluso grosera), que se utiliza para llamar la atención de alguien de manera brusca o impaciente.
Uri ije jugeotta (우리 이제 죽었다) = Estamos muertos (sentido figurado y dramático).
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
UNAS SEMANAS ATRÁS…
━Seguro que os intriga saber quién nos ha venido a visitar.
La voz de Kim resonó fuerte y clara en la explanada de entrenamientos. A su lado, vestido también con el uniforme negro de sensei, John Kreese observaba detenidamente a los quince alumnos frente a ellos. Los adolescentes estaban dispuestos en tres filas perfectamente alineadas, firmes y solemnes como soldados.
En su mayoría eran chicos. Varones fuertes, nutridos y a simple vista bien entrenados. Nada que ver con las clases llenas de niños enclenques a los que el hombre había tenido que soportar cuando había llegado al dojo de Johnny… Aún no podía creer que su viejo alumno estrella hubiera caído tan bajo. Y después, aún por encima, se hubiera aliado con LaRusso… Nada menos que Daniel LaRusso.
Kreese dejó escapar un suspiro disimulado y acomodó mejor sus manos en su cinturón negro de tela.
Por supuesto, ante aquel panorama, él no había tenido más remedio que tomar las riendas de ese dojo y hacer… Limpieza. Ni debiluchos ni traidores. Solo verdaderos Cobra Kais. Luchadores en su máximo esplendor, como cuando él mismo se había convertido en sensei.
Ahora estaba en el mismo lugar en el que había aprendido todo lo necesario para serlo, y eso le producía una extraña sensación de nostalgia y orgullo.
Aquella mañana estaba soleada y apenas hacía viento. Esto reconfortó a Kreese, pues había llegado de California a Corea hacía apenas un par de días y sentía que el frío le apretaba los huesos como si tuviera un montón de torniquetes cortándole la circulación.
━El sensei Kreese es uno de los senseis más fuertes que han entrenado en este dojang ━explicaba entonces Kim Da-Eun a los estudiantes━. Ha venido a invitarnos a poner a prueba nuestra fuerza contra los mejores luchadores del mundo. Le ofreceréis todo el respeto y toda la atención, ¿os ha quedado claro? ━inquirió de manera áspera y casi militar.
━¡Sí, sensei! ━respondieron los jóvenes, al unísono y sin titubear.
Se hizo el silencio. Chicos y chicas miraban al nuevo profesor inexpresivos, pero en sus ojos Kreese podía leer la curiosidad en algunos, y cierto recelo en otros.
Avanzó hasta ponerse justo delante de la primera fila.
Después de conseguir el visto bueno del maestro Kim, lo cual no había sido tarea sencilla, al fin era libre de formar el equipo que llevaría a Cobra Kai al éxito mundial. Con Silver fuera de juego, tan solo le faltaba tomar venganza de LaRusso… Y de Johnny.
Algo pareció pinzar su garganta cuando pensó en él y en que volverían a encontrarse en Barcelona. Pero se lo tragó enseguida, concentrándose en la clase que aguardaba sus palabras.
Su objetivo era formar un equipo con los mejores. Pero para saber con certeza quiénes eran, primero debía sondear sus mentes. Cualquiera podía adquirir habilidades para la lucha si, como aquellos chicos, entrenaban desde que aprendían a caminar. Pero la mentalidad de un campeón era mucho más difícil de sacar a la luz. Eso era algo que había aprendido con la experiencia…
━Hace mucho tiempo, tuve un alumno ━comenzó a narrar mientras se paseaba lentamente delante del grupo━. Le entrené para ser el mejor de entre los mejores. Vencía a todos los oponentes a los que se enfrentaba. Estaba destinado a ser un campeón mundial. Y un día… ━se frenó lentamente, y miró con seriedad los rostros de los alumnos━ Todo cambió.
Los jóvenes se mantuvieron en silencio, aguardando educadamente a que continuase.
“Agradable cambio”, pensó Kreese, a quien las interrupciones y preguntas inoportunas de los alumnos estadounidenses solían ponerle de los nervios.
━Perdió frente a un tirillas escuálido e insignificante que llevaba entrenando un mes y medio ━siguió explicando mientras retomaba su caminata━ ¿Y por qué perdió? Porque su oponente tenía más corazón… ━concluyó de forma despectiva.
Todos lo miraban desconcertados y el viejo capitán decidió exponer por fin el punto de aquella narración:
━Bueno, clase… ¿Vosotros qué diríais? ¿Cómo se derrota a un oponente que tiene más corazón?
━¡Practicando más, sensei! ━contestó casi al momento el primer chico de la fila izquierda.
━No ━repuso seco el hombre.
━¡Atacando más, sensei! ━probó su compañero, el de la fila del medio.
━Incorrecto.
Kreese gruñó para sus adentros. Si aquel era el nivel… No tenían mucha esperanza.
Pero entonces el primer chico de la fila derecha habló:
━¡Teniendo también corazón, sensei!
Era el muchacho al que Kim había elogiado en la clase que habían presenciado tras su llegada a Corea. El mejor alumno del dojo. El heredero de los Yoon, un linaje de verdaderos artistas marciales. Kreese había visto cómo había ejecutado el ejercicio a la perfección. Era realmente bueno. Además, su aspecto pulcro, erguido y resuelto transmitía una imagen respetada, coherente con la alta educación que seguramente le habían dado. Kreese lo había fichado mentalmente para el equipo casi al instante. Necesitaban a alguien así.
El hombre lo observó con aprecio y el chico le devolvió una leve sonrisa.
━O matándole el corazón con una patada en las costillas ━interrumpió con sorna una voz desde la segunda fila.
La sonrisa de Yoon se esfumó y Kreese se volvió hacia la persona que había hablado. Era el mismo chaval que se había rebelado en la clase anterior, haciendo lo que le daba la gana en lugar del combo que les habían marcado.
━¡ Neoneun malhajima! ━lo mandó callar Kim, enojada.
Pero Kreese levantó dos dedos rápidamente para detenerla.
Todos se quedaron sumidos en un silencio tenso y sepulcral.
Entonces el sensei se abrió paso entre Yoon y el otro estudiante a su lado. Ambos se apartaron enseguida sincronizados, quedando de frente a él para no darle la espalda. Kreese se acercó hasta quedar cara a cara con el chico de pelo negro y revuelto.
━Kwon, ¿verdad?
Tenía claro que se llamaba así. Kim Da-Eun se lo había dicho.
“Kwon siempre ha sido problemático. Su rebeldía es una distracción”, le había comentado dos días atrás.
Pero ahora deseaba ver la reacción del muchacho.
Este le sostuvo la mirada sin temor alguno, y asintió con una media sonrisa insolente. Su actitud arrogante le recordó por un instante a la primera vez que había visto a una alumna muy querida suya. Quién sabe dónde estaría ahora la chica… Pensaba averiguarlo pronto. Pero ahora quería centrarse en encontrar al capitán masculino de su equipo.
La elección fácil sería Yoon. El chico era confiable, talentoso y trabajador. Sin embargo, Kreese sabía que no siempre lo más evidente era lo mejor.
Había visto a Kwon en acción y a duras penas había conseguido mantener su boca cerrada del asombro. Que un chaval de solo 17 años hiciera esa patada tan compleja, y con aquella precisión, ponía los pelos de punta a cualquiera. Lo había hecho con tanta facilidad como quien salta a la cuerda.
Pero no era su precisión lo que más lo había impresionado, sino lo letal que podía llegar a ser. Y ese fuego en su mirada cuando había gritado para concentrarse… Era un luchador nato. Un alma indomable. Un verdadero diamante en bruto.
Había un solo problema: su actitud.
━Me parece que no me tomas en serio ━le dijo con gravedad.
Kwon no respondió. Achicó sus ojos oscuros con desconfianza y lo miró de arriba abajo.
El sensei se acercó entonces a su oreja y le susurró con voz tranquila, pero no por ello menos amenazadora:
━Puede que tenga que demostrarte lo en serio que voy.
Se apartó y volvió a observarlo fijamente. Todo rastro de impertinencia había desaparecido del rostro del chico. Aunque intentó disimularlo, sus ojos estudiaron la expresión del sensei con cierta ansiedad, incapaces de sostenerle la mirada de nuevo.
Kreese mantuvo su postura intimidante. Sus ojos azules clavados en el adolescente como dos estacas de hielo. No le interesaba meterle miedo, pero sí saber hasta qué punto el muchacho estaba dispuesto a luchar por su lugar. Deseaba comprobar si sus aires de superioridad eran solo una tapadera para cubrir su debilidad, o si por el contrario había en su interior un campeón rugiendo por salir y arrasar.
“Un equipo solo puede ser tan fuerte como su mejor luchador”, le había dicho a Kim.
Le había prometido que él mismo se ocuparía de su “distracción” y eso haría.
Pero algunos diamantes necesitaban golpes más duros que otros para empezar a brillar de verdad.
EN EL PRESENTE…
━ ¡¡¡AISSH… SHIBAL!!!
Kwon apartó su futón con tanta furia que este se dio la vuelta y cayó sobre el armario, que estaba abierto de par en par. Las pocas mantas que habían quedado dentro del mueble resbalaron con el golpe, y se mezclaron con el resto de cosas desparramadas por el suelo.
Como si hubiera pasado un ciclón, en el interior de la cabaña del chico estaba todo patas arriba.
Los pantalones y camisetas estaban esparcidos por el cuarto como arbustos arrugados. Un montón de libretas y viejos libros de texto yacían desparramados aleatoriamente, como en una obra de arte contemporáneo. Los cajones de la cómoda estaban tan abiertos que se habían salido de sus rieles, y ahora estaban torcidos y vaciados como si alguien hubiera entrado a robar.
Y Jae-Sung estaba comenzando a pensar de verdad que allí había entrado un ladrón.
Su cinta de capitán no estaba por ninguna parte.
Había buscado por todos lados, escudriñado hasta el último rincón de su condenada habitación… Pero no había ni rastro de ella.
Nunca había tenido miedo de que alguien entrase en su cabaña. Al fin y al cabo, no era como que tuviera nada de valor… Hasta entonces.
Chistó y negó con la cabeza.
“No seas imbécil”, se recriminó a sí mismo.
Por muy reventados que estuvieran el niño bien de Do-Jin y sus dos perritos falderos, no se atreverían a hacer algo así. Y menos después de la paliza que les había dado.
Pero Kwon casi hubiera preferido creer que habían sido ellos. Porque la única otra opción era que su memoria se estaba yendo realmente a pique. ¿¡Cómo mierda era posible que no se acordara de dónde había dejado su bandana del Sekai Taikai!?
Solía olvidarse de dónde dejaba muchas cosas: su abrigo, los bolígrafos que luego reaparecían cuando ya estaban secos, las llaves de los cobertizos (que ya no le dejaban por esta razón), su abrigo otra vez... Y odiaba cuando eso ocurría. Lo odiaba con todo su ser. Pero era sencillamente incapaz de hacer algo al respecto. Y ni siquiera las cosas a las que más daba importancia permanecían en su mente.
De pie, inmóvil en medio de la habitación, apretó las mandíbulas y comenzó a morderse la piel alrededor de sus uñas. Miraba hacia todos lados frenéticamente, como si en lugar de ojos tuviera un sensor infrarrojos que se activara solo al identificar una tela blanca con el símbolo del torneo.
Durante unos segundos solo se escuchó el sonido agitado de su respiración y de los pájaros que empezaban a cantar con el sol del amanecer.
“Shibal…”
Empezaba a sentir la desesperación. Hacía solo una semana que se la habían dado. ¿Qué les diría ahora a los senseis cuando se dieran cuenta de que había perdido la cinta? ¿Que se la había comido una polilla? ¿Un ácaro del futón?
━ ¡AH, JINJJA! ━gritó, revolviéndose el pelo tan fuerte que casi se arranca uno.
No le quedaba otra opción. Era ridículo lo que estaba por hacer. Pero una vez había leído que los seres humanos tendían a buscar lo que habían perdido en un lugar, aunque ya supieran que ahí no iba a estar. Se llamaba búsqueda por esperanza irracional o una mierda por el estilo.
Bueno, definitivamente lo que iba a hacer no era racional. No estaba tan loco como para dejar algo tan importante en un sitio así… ¿O sí?
Se arrodilló en el suelo al lado de la cómoda de madera y apartó a manotazos las cosas que había alrededor. Luego empujó el pesado mueble hasta que quedaron al descubierto los tablones de debajo.
A la vista de un extraño, aquellas tablas lucían como todas las demás. Quizá un poco más sucias por el polvo y las pelusas acumuladas bajo la cómoda. Pero nada fuera de lo normal.
Y por eso eran el escondite perfecto.
Con manos expertas, el chico tanteó uno de los tablones para después hacer presión en un punto concreto. La madera saltó de su sitio como por arte de magia y Kwon la retiró con cuidado para que no se quedase trabada en el compartimento secreto que había creado él mismo bajo su cabaña.
Un olor extraño a humedad y madera quemada se escapó por el agujero en el suelo y llegó hasta su nariz. Pero al chico no le preocupó el estado de las cosas que guardaba allí debajo. Las había aislado bien de las inclemencias del frío y del moho, metiéndolas en una pequeña caja hermética.
Al abrirla, lo recibió un aroma muy distinto, entre dulce y herbal. Kwon se sentó en el suelo y contempló satisfecho su tesoro.
Entre algunas baratijas que había ido acumulando, en el centro de la caja destacaba una bolsita de plástico llena de caramelos de diferentes tipos. Con mucho cuidado de que no lo pillasen, de vez en cuando los cogía uno a uno de las cocinas y se los comía a escondidas en su cuarto.
Mientras estuvieran en el dojang no les estaba permitido consumir ese tipo de azúcar. Pero era injusto porque, a diferencia de todos los demás, él casi nunca salía de allí…
Sus dedos se crisparon alrededor de la pequeña caja y una piedra pareció atravesar su garganta, cayendo pesada y lentamente hasta su estómago como si hubiera caído en un estanque pantanoso.
Ceñudo, alargó la mano y la metió dentro de la bolsita. Sacó uno de los caramelos al azar, lo desenvolvió y se lo llevó a la boca sin pensarlo siquiera.
Mientras le daba vueltas con la lengua, disfrutando el sabor terroso del hongsam , se calmó un poco.
Entonces se quedó mirando la caja que todavía sostenía.
“¿Y por qué he abierto yo esto?”, pensó, contrariado.
“Ah, ya, la cinta de capitán”, recordó al instante, sintiéndose de nuevo inquieto.
Como ya se esperaba, la banda blanca no estaba allí. Los débiles rayos del sol entraban ahora completamente por la ventana de su cabaña, iluminando el interior de su tesoro secreto… Y no había ni rastro de ella.
Un momento…
¿¡EL SOL!?
Del sobresalto, casi se tragó el caramelo entero.
Hacía una semana que le habían entregado la cinta del Sekai Taikai. Aquel día era sábado. Hoy era sábado. ¡Tenía clase con el sensei Kreese y llegaba tarde otra vez!
━ ¡¡AISH, SHIBAL!! ━exclamó, poniéndose en pie de un salto.
Rápido como un rayo, cerró la caja y la guardó de nuevo en el compartimento. Volvió a colocar el tablón de madera en el agujero del suelo y, con una fuerza desmesurada, arrastró otra vez la cómoda hasta ponerla encima. Pero por la prisa no se molestó en cerrar los cajones y terminó estrellándose el dedo pequeño del pie contra una esquina.
━¡...!
Si alguien lo hubiera escuchado soltar todos los insultos que soltó, seguramente lo hubieran desterrado del país.
Su dedo meñique parecía un segundo corazón en su pie izquierdo. Como el de su pecho, latía enloquecido mientras Kwon bajaba corriendo por el sendero hacia el valle.
Joder. No tendría que haber pasado tanto tiempo buscando su cinta de capitán. Pero no se había dado cuenta de que ya no la tenía hasta aquella mañana, después de que sonase la alarma en los dormitorios.
Ahora no solo tenía que ir al entrenamiento del equipo del Sekai Taikai sin ella, sino que también llegaba tarde.
Ya había recibido un aviso del sensei Kreese, no quería…
¡GRRCH!
Jae-Sung frenó su carrera tan de repente que por poco se cae de bruces al suelo.
Acababa de girar la curva que pasaba por el gotaek hacia la explanada de entrenamientos, cuando el mismísimo sensei Kreese apareció a solo unos pocos metros de él. Por suerte estaba de espaldas y no lo vio.
En cuestión de segundos, el chico sopesó en su mente las opciones que tenía: o daba marcha atrás y se apresuraba por otro camino, arriesgándose a llegar más tarde todavía; o pasaba sigilosamente ahora por allí, arriesgándose a que el hombre lo pillara y lo castigara por llegar tarde igualmente.
“Quien quiera cachorros de tigre, tiene que entrar en la cueva”, pensó.
Y, conteniendo su respiración agitada, se pegó al muro contrario tanto como pudo para evitar pisar la grava y hacer ruido. Con zancadas largas y sigilosas, fue pasando por detrás del sensei.
“Eres una salamandra… Una salamandra ninja”, se animaba a sí mismo.
Pero justo cuando creyó que se había librado…
━¡Ah, señor Kwon!
El chico se detuvo de golpe, sobresaltado, y apretó los ojos con fuerza por reflejo.
Mierda. Casi lo había conseguido.
Pero ya no tenía escapatoria. Así que se resignó, soltó rápido todo el aire que había estado guardando en sus pulmones y se dio la vuelta con la expresión de quien no había roto jamás un plato.
Cuando se giró, sin embargo, sus ojos se cruzaron con otros verde avellana y su cara se transformó como si al que le hubieran roto un plato en la jeta fuera a él.
Una corriente eléctrica atravesó su cuerpo entero y lo dejó de nuevo sin respiración cuando Victoria Nichols apareció de la nada detrás de la espalda del sensei Kreese. Vestida también con su dobok , que ya no estaba arrugado ni sucio, y con los brazos cruzados.
━Justo en el momento oportuno ━exclamó el hombre, haciéndole un gesto para que se acercara.
Kwon obedeció a regañadientes, evitando por todos los medios el contacto visual con la chica. Ella también parecía estar esforzándose por ignorarlo. Ambos sabían que iban a volver a verse después de su pelea en la lavandería. Pero no habían pasado ni veinticuatro horas de aquello, y parecía que él no era el único al que le costaba hacer borrón y cuenta nueva.
Cuando estuvieron frente a frente, sintió que su cuerpo se ponía tenso y escuchó la voz de Kreese disipada como detrás de una cascada.
━Tengo que dejar unas cosas en administración antes de nuestro entrenamiento. Haz el favor y acompaña a Nichols a la clase, aún no conoce bien el camino.
El chico se espabiló de repente ante esas palabras. ¿¡Que acompañase a quién!?
Sus ojos se cruzaron de nuevo con los de ella, pero esta vez se miraron fijamente, intercambiando la misma expresión de sorpresa y asco.
Lo que faltaba.
¿Por qué tenía que ser él quien la ayudase?
¿Ella lo insultaba y él tenía que hacerle de niñera?
Si no le hubiera faltado el respeto de aquella manera en la lavandería, él no se habría puesto así la noche anterior, y no habría salido a practicar en el bosque tanto tiempo. No habría vuelto tan tarde a su habitación y hubiera ido a desayunar con los demás, en lugar de hacerse el remolón en la cama. Y no habría perdido el tiempo después buscando su cinta. No estaría llegando tarde a la clase de Kreese y no se habría reventado el dedo meñique contra el cajón de su cómoda.
No, señor. Kwon Jae-Sung y su dedo meñique del pie izquierdo merecían más que eso.
━Lo siento, sensei. Pero hoy estoy a cargo de buscar las tablas para los ejercicios de keokpa ━mintió rápidamente.
Para demostrar su excusa, señaló un punto aleatorio detrás de él, que seguramente no fuera la dirección hacia el cobertizo donde se guardaban las tablas. Pero daba lo mismo. El hombre abrió la boca para responder, pero la chica se le adelantó:
━No pasa nada, sensei. Soy capaz de encontrarlo sola ━dijo, pero sin mirar a Kreese.
Kwon notó cómo sus ojos claros estaban clavados en él, ácidos y acusadores. Ella lo sabía. Sabía que estaba mintiendo y lo estaba retando. El corazón del chico se aceleró. Devolviéndole una intensa mirada, contraatacó:
━¡Ohh, sí! Como aquella vez que encontraste las habitaciones de las chicas, ¿no? ━exclamó sarcástico━ Tiene un sentido de la orientición fantástico, sensei ━comentó señalándola, mientras sonreía inocentemente a Kreese.
━¿Estás seguro de que no quieres ir a buscar rápido tus tablas? ━saltó la rubia, con un deje de burla que Jae-Sung no pudo pasar por alto━ Quiero decir: así tendrás más tiempo para echarte a tomar el sol en algún muro, ¿sabe que le encanta hacer eso durante los entrenamientos, sensei?
Los ojos oscuros de Kwon se abrieron escandalizados.
“¡Será chivata…!”
━¡AHORA ME ACUERDO, SENSEI! ━la interrumpió con voz potente━ Hoy le toca a Chung-Hee buscar las tablas. ¿Nos vamos?
Alargó un brazo exageradamente, indicándole el camino en un parodiado gesto galante, y forzó tanto su sonrisa que le dolieron las comisuras de los labios.
Ella lo miró como si fuera un chicle pegado en su zapatilla.
━… Vámonos ━respondió seca.
Y sin esperarlo siquiera, comenzó a descender por el sendero con paso rápido y decidido.
El sensei Kreese, que hasta entonces había contemplado muy confuso el breve enfrentamiento, mirando a uno y a otro como en un partido de tenis, parecía no saber qué decir.
━Ehm… Está bien entonces ━musitó al fin, y se volvió hacia la casa señorial todavía desconcertado.
Cuando estuvo seguro de que no podía verle, Jae-Sung arrugó la cara en una mueca y revoleó los ojos. Se había librado de la reprimenda por llegar tarde, pero a qué costo.
Se giró hacia la chica, que ya casi había llegado al final del sendero y no parecía tener intención de esperarlo aunque no supiera dónde demonios estaba yendo.
━ Asshi, jinjja… ━se quejó entre dientes, y corrió tras ella para alcanzarla.
Al llegar a su lado, Tory ni se inmutó ni le miró. Siguió andando a paso rápido como una autómata. Su rostro no desvelaba ninguna emoción más que un humor de perros.
━¿Tantas ganas tienes de verume que te chivas? ━le espetó Kwon cuando doblaron por el camino hacia el campo de entrenamientos.
━No me hables ━replicó ella, fría.
━Con mucho gusto ━respondió él con retintín.
“Rubita creída”
Le lanzó una mirada fulminante por el rabillo del ojo. Pero la chica siguió sumida en sus pensamientos y no volvió a abrir la boca. Por la forma en la que caminaba, con la espalda encorvada y los brazos cruzados y apretados contra su pecho, estaba claro que estaba muerta de frío.
Su pelo dorado estaba enmarañado y recogido a duras penas en un moño en su nuca. Algunos rizos se le habían escapado y golpeaban suavemente su cara, movidos por la brisa de la mañana. Sus extraños ojos verdes y marrones estaban clavados en el suelo, concentrados en sus pies, que marchaban uno tras otro por la grava. Se veían hinchados y enrojecidos… ¿Había llorado aquella noche?
De repente, esos mismos ojos se levantaron y se clavaron intensamente en los suyos.
Jae-Sung sintió como si alguien le pellizcara el estómago por fuera y una sensibilidad extraña le recorrió la columna.
Mierda. Se había quedado mirándola sin darse cuenta y ella lo había notado.
━¿Qué? ━le soltó de mala manera.
El chico improvisó tan rápido que su cerebro por poco saltó de su cráneo:
━Te ves tan angelical por las mañanas como tu carácter ━se mofó con sarcasmo.
━¡Cállate y camina!
Su voz sonó rasposa y gutural cuando la alzó, enfadada. Sí… Estaba claro que había estado llorando. ¿Echaría de menos su hogar?
“¿Y a ti qué te importa?”, se reprochó Kwon, sacudiendo de su mente cualquier atisbo de empatía. “¡Te acaba de mandar que cierres el pico, la muy…!”
Caminaron en un silencio cargado de irritación. La tensión entre ambos casi se podía romper de una patada.
El muchacho era el único que conocía el camino, pero ella parecía no querer saber nada de dejarle tomar la delantera. Así que, como en una competición tácita, andaron casi a la par tan rápido que prácticamente se teletransportaron al antiguo patio de piedra.
La rubia solo se quedó atrás cuando llegaron al manantial entre la roca y tuvieron que meterse por los estrechos senderos entre los árboles. Pero en cuanto se agacharon para pasar por debajo de las ramas del roble que daba lugar a la parte más vieja del dojang, Tory se adelantó. Al pasar, rozó apenas el hombro de Jae-Sung y este la siguió con la mirada.
El resto del equipo estaba ya allí, estirando todos juntos en uno de los extremos del patio. Kwon notó que los miraron de reojo en cuanto pasaron bajo el árbol y bajaron sus voces, cuchicheando entre ellos. Los ignoró y se fijó en que la chica americana se había puesto a calentar por su cuenta en el extremo opuesto.
Compartía ese sentimiento de aversión hacia los estudiantes de aquel infierno de dojang. Eran unos hipócritas y niñitos de papá. Pero no entendía por qué había venido desde tan lejos para pelear en su equipo si iba a ignorarlos a todos.
Si solo pensaba huir y esconderse como una cobarde, no tendría mucho futuro como líder allí. Si iba a seguir en la defensiva, aquel no era su dojo.
Se cruzó de brazos y ladeó la cabeza con desaprobación.
━ Ah, jinjja tto sijaghae… Jujang-eun gaeppul ━murmuró.
Ahí va de nuevo… Capitana, una mierda.
━Hoy es vuestra primera lección como equipo. La semana pasada testeamos vuestras fuerzas y no nos decepcionasteis. Sois los mejores de entre los mejores. Tanto la sensei Kim como yo estamos muy satisfechos por haberos elegido a todos. Pero os advierto… De que no os pondré las cosas fáciles por ello.
El sensei Kreese sondeó con la mirada a todos los alumnos. Los seis adolescentes, vestidos con sus uniformes blancos y negros, lo escuchaban firmes y solemnes en mitad del patio de piedra.
Erguido en toda su altura en el primer puesto de la formación, Kwon reprimió una sonrisa. Se sentía aliviado de que al final no hubiera llegado tarde a aquella clase. Si tan solo el resto de profesores fueran la mitad de interesantes que ese estadounidense, no tendría tantos problemas para ser puntual.
Se prometió a sí mismo hacer un esfuerzo por levantarse a tiempo la próxima semana. Al fin algo en aquella maldita montaña merecía su esmero y sus legañas.
━Quiero que estéis muy atentos ━continuó el hombre, paseándose de un lado a otro como de costumbre━, esta será una clase muy importante. Por no decir vital para vuestra supervivencia en un torneo como el Sekai Taikai. Y esa lección es… La debilidad.
La manera en la que lo dijo hizo que al chico se le pusiera la piel de gallina. Y el silencio expectante de sus compañeros le confirmó que ellos también sentían la misma intriga.
Aquel día no había sol. Gruesas nubes grises cubrían el cielo por completo, creando un ambiente denso y todavía más sombrío en el patio de piedra oscura.
“Va a nevar pronto”, pensó Jae-Sung tras un solo vistazo.
Pero se dio cuenta de que estaba divagando y volvió su atención rápidamente al sensei Kreese.
━… La debilidad del oponente ha de aprovecharse siempre que se pueda ━estaba explicando━. Durante el campeonato mundial buscaréis el punto débil de vuestros contrincantes… Y no os equivoquéis: todos tenemos alguno.
Al decir esto, clavó sus ojos azules de manera significativa en Kwon. El chico levantó imperceptiblemente una ceja.
¿Él? ¿Un punto débil?
“Bueno, eso habrá que verlo”
No era que se creyera invencible. No era estúpido. Había luchadores adultos mucho más experimentados que él. Pero conocía bien sus puntos fuertes y tenía claro que no había nadie en su rango de edad que pudiera ganarle.
Le devolvió a Kreese una mirada confiada. El hombre no dijo nada. Tan solo giró su cuerpo para dirigirse ahora a la clase entera.
━Hoy tendréis que descubrir el punto débil de vuestro oponente y atacarlo. ¡Sin puntos! El que toque el suelo con su espalda, pierde. Pero para motivaros un poco más, como hoy estamos solos y es un sábado por la mañana…
Hizo una pausa algo dramática para aumentar la expectación. Bajo la penumbra de aquel día gris, su sonrisa se volvió un enigma y finalmente anunció:
━El primero de todo el equipo en lograr la victoria sobre su rival podrá irse a hacer lo que quiera y no tendrá que quedarse el resto del entrenamiento.
Jae-Sung jamás había visto a sus compañeros interrumpir cuando un sensei estaba hablando. Normalmente eso era algo que solo él se atrevía a hacer. Pero en ese momento, no le extrañó nada que se pusieran a susurrar entusiasmados entre ellos.
“Ahora sí. Eso sí es un incentivo…”, pensó alborozado.
¿Un solo combate y tendría el resto del día libre? ¿Por qué no había nacido en Norteamérica?
“Si todas las clases son así allí, más me vale cambiarme el nombre a Jason”
━¡Poneos por parejas y empezad! ━ordenó Kreese.
Como era de esperar, Chung-Hee y Min-Seok se agruparon. Una media sonrisa traviesa se formó lentamente en el rostro de Kwon cuando sus ojos se cruzaron con los de Yoon. Este le devolvió una mirada fría, pero le fue imposible esconder cierto nerviosismo.
Jae-Sung se regocijó ante la idea de volver a demostrarle que era mejor que él. Mucho más ahora que había comprobado que el chico se sentía intimidado. No se habían peleado cara a cara desde que le había dado su merecido la noche en la que se había ganado su puesto de capitán. Pero estaba deseando dejar claro ante todos quién era el más fuerte.
Conocía a Do-Jin desde hacía más años de los que quería recordar. Lo había visto pelear y entrenar tantas veces que, aunque no se hubiera fijado, sabría perfectamente cuáles eran sus debilidades físicas y mentales. Pero aquel día su punto más débil saltaba a la vista: su ojo izquierdo aún seguía morado e inflamado en su fea cara.
Sin apartar la vista de ese ojo, para dejarle claro a su rival que iba a por donde más le dolería, se acercó con paso seguro. Yoon se giró por completo hacia él y se puso más derecho todavía, levantando la cabeza desafiante. Cuando estuvieron a solo un metro de distancia, Kwon abrió la boca para burlarse, pero…
Una mano lo tomó de repente del cuello de la chaqueta del dobok y tiró de él con fuerza.
Antes de ser consciente de lo que estaba pasando, Tory Nichols lo condujo hasta el centro del patio.
━¿Qué haces? ━le espetó irritado, apartando bruscamente la mano de ella que todavía aferraba su uniforme.
La chica se alejó un par de metros de él, levantó los puños y flexionó las rodillas.
━Ganar al mejor de aquí, ¿no es así como se gana uno su puesto en este sitio?
Kwon alzó las cejas y se quedó con la boca medio abierta unos segundos, sin comprender. Definitivamente, aquella rubia no estaba muy bien de la cabeza. Pero entonces se dio cuenta de que se había puesto en posición de combate y entendió. Se le escapó una risa cínica y la miró divertido.
━Lo siento, Barbie ━dijo, poniendo sus manos en sus caderas y negando con la cabeza━. No voy a pelear contigo. Tengo que peuracticar de verdad para ganar el torneo.
Hizo ademán de dar media vuelta para regresar con Do-Jin, que en ese momento los miraba perplejo al lado de Ryu-Seung…
━¿Qué pasa? ¿Tienes miedo?
Las comisuras de los labios del chico cayeron en su rostro. Se volvió hacia Tory lentamente, mirándola de manera peligrosa. Ella no vaciló ni un instante, clavándole sus grandes ojos con determinación y levantando de nuevo sus puños.
Él apretó la mandíbula. Muy bien. Si tantas ganas tenía de buscarlo, lo iba a encontrar.
“Hoy será el día libre más fácil de mi vida”, pensó.
Le hubiera gustado darle otra paliza a Do-Jin, pero eso tendría que esperar. Separó sus pies y se colocó decidido en posición de combate. Aunque una sensación muy desagradable lo hizo dudar un momento, al caer en la cuenta de que la chica podía salir herida por algún golpe suyo. La imagen de su piel clara llena de moretones lo asaltó de repente, produciéndole un escalofrío, y por poco bajó los brazos.
Parpadeó violentamente y se sacó de encima esos pensamientos. ¿Qué demonios le pasaba? No era como si fuera a atacarla con todo lo que tenía. No sería necesario. Pero si por accidente se lastimaba, habría sido ella la que se lo habría buscado.
━No llores si te haces daño ━le soltó.
━No te preocupes por eso ━respondió Tory, en un tono extrañamente tranquilo.
El combate no iba por puntos. Por lo que no hizo falta que nadie arbitrase la pelea. Sin apartar la mirada el uno de la otra, ambos se movieron en círculos durante unos segundos.
Jae-Sung siempre prefería que su contrincante fuera el primero en atacar. No porque a él le diera miedo. Sino porque los primeros movimientos que elegía una persona revelaban mucho acerca de cómo pensaba y peleaba. Era una ventaja que nunca desaprovechaba… También porque era divertido ver cómo su rival se enfurecía ante sus provocaciones.
Así que siguió rondando a la chica durante unos instantes más, sonriendo con suficiencia y haciéndole señas con los dedos para que se acercara. Pero Tory continuó sin inmutarse, moviéndose con cautela al mismo tiempo que él.
Kwon frunció el ceño. ¿Qué mierda le pasaba? ¿Ella lo retaba y ahora no quería atacarle? ¿Se había cagado de repente?
No lo parecía. Solo se veía muy concentrada.
En ese momento podía oír al resto del equipo peleando cerca de ellos en el patio. Si no se daba prisa, tarde o temprano alguien conseguiría el premio de Kreese antes que él.
Sin poder aguantar más la espera, decidió atacar él primero. Saltando en el aire, lanzó una simple patada frontal. Solo necesitaba que ella cayera de espaldas, pero…
FLUSH!
Rápida como el viento, Tory se apartó justo antes de que su pie la rozara. Y con un ágil movimiento de su brazo, bloqueó su pierna echándola fuera de su alcance.
El muchacho giró sobre sí mismo. Inmediatamente después volvió a arremeter contra ella. Esta vez probó diferentes combinaciones de patadas. Pero la rubia esquivó cada uno de sus movimientos con facilidad.
Su actitud calmada comenzó a cabrear a Kwon, al darse cuenta con frustración de que si quería vencerla tenía que empezar a pelear en serio. Acortando la distancia con Tory, aumentó la velocidad de sus embistes, lanzando un puñetazo tras otro.
Consiguió golpearla en algunos puntos y hacer que retrocediera hasta las gradas de piedra. Pero ella lograba bloquear la mayoría de sus ataques de una forma que el chico jamás había visto.
Aunque sin dejar de luchar, Jae-Sung abrió los ojos con estupefacción.
No entendía nada. ¿Por qué su defensa era tan sólida? No tenía nada que ver a la forma en la que había peleado con Ryu-Seung el sábado anterior. Parecía que por más que intentara pillarla por sorpresa, Tory sabía exactamente cómo frenar sus movimientos.
Los brazos de ambos se entrelazaban sin cesar como en un baile violento, luchando en círculos por ver quién era el que dirigía aquella danza feroz, mientras ninguno de los dos rompía el contacto visual.
Continuaron así un buen rato hasta que sus respiraciones se volvieron agitadas y Kwon empezó a sentirse cansado de tanto atacar sin resultado. No podía ni siquiera hacerle perder el equilibrio. Y ella todavía no había intentado contraatacar.
━¿¡VAS A PELEAR EN SERIO O NO!? ━se enfureció.
━¿Vas a hacerlo tú? ━lo provocó ella, con la voz entrecortada, sin parar de defenderse.
El chico gritó con rabia y, dando un potente salto, intentó tirarla al suelo con una patada giratoria.
Pero la rubia se escabulló y subió rápidamente por los escalones de piedra para tomar distancia.
━ ¡IAH! ━la llamó él.
Sin perder un segundo, se lanzó gradas arriba en su búsqueda.
━¡Vosotros dos, bajad de ahí! ━oyó que les mandaba el sensei Kreese━ Lo único que me falta es que os rompáis algo ahora.
Pero ni Jae-Sung ni Tory hicieron el menor caso a su orden.
Él la alcanzó cuando estaba a punto de llegar al enorme gong clavado sobre la roca. Agarrándola hábilmente del brazo, la giró e intentó hacerle una llave con su pierna para tumbarla en el suelo boca arriba.
Pero entonces la chica enredó su propia pierna alrededor de su espalda y, con una fuerza que Kwon jamás habría imaginado que tendría, lo empujó hacia delante.
━¡IARGH!
El muchacho por poco se cae de morros sobre el escalón, pero se atajó a tiempo con las manos. Girándose violentamente y hecho una furia, se levantó y volvió a arremeter contra Tory.
La agarró por la espalda y la inmovilizó. Sus caras quedaron tan cerca que pudo notar cómo los ojos de ella se habían vuelto de un marrón grisáceo con la nubosidad de aquel día.
Pero esta vez, ella ya no se mantuvo a la defensiva, sino que contraatacó con todo lo que tenía. Tras librarse de su agarre, empezó a acorralarlo por todos los ángulos.
Y entonces se desató el caos.
Fue como perder la noción del tiempo. Hubo momentos en los que ambos estuvieron a punto de caer con sus espaldas contra el suelo, o de salir rodando por las escaleras de piedra. Pero finalmente, Jae-Sung quedó atrapado entre los puños de Tory y el enorme instrumento de metal. Quiso deshacerse de su ataque, pero había perdido completamente la concentración y le fue imposible bloquearla. Hasta que…
GONNNGGG!
La chica lo empujó fuertemente contra el gong y su potente sonido hizo eco por todo el bosque. Kwon quedó tan aturdido que antes de que pudiera levantarse, la rubia lo agarró de nuevo por la chaqueta del dobok , lo tumbó boca arriba, y le asestó un puñetazo en pleno esternón.
BAM!
━¡Ugh…!
Cuando por fin abrió los ojos, Jae-Sung estaba tan atónito que no pudo ni moverse. Con la espalda todavía en el suelo, vio una imagen que lo dejó sin palabras.
Transpirada por el esfuerzo y con el moño completamente deshecho, Tory Nichols estaba todavía inclinada sobre él, recuperando aliento.
━Tenías razón… ━le dijo con voz entrecortada━ Mis puñetazos son lentos.
Uno de sus mechones rubios resbaló hasta su boca y ella lo apartó de en medio soplándolo con su labio inferior. Tras esto, se incorporó y bajó ágilmente las gradas hasta la pista donde estaban todos los demás, quietos como estatuas ante lo que acababan de presenciar.
Tanto el sensei como los alumnos se habían quedado sin habla. Y nadie dijo nada, ni siquiera cuando la chica pasó por su lado y se fue sin más del entrenamiento, empezando así su día libre.
Los caldos despedían un leve humo cuando los alumnos destapaban sus cuencos en las mesas del comedor. Sentados en pequeños grupos aislados, los pocos estudiantes que se quedaban los sábados en el dojang se relamían de gusto al poder tomar algo caliente con aquel tiempo tan gélido.
Pero había un lugar del que salía todavía más humo. Y eran las orejas de Kwon Jae-Sung.
Cuando entró por la puerta, todo el mundo se giró a mirarlo. Y él no tuvo la menor duda de que ya se había corrido la voz de que lo había derrotado la chica nueva.
Apretando los puños y con las fosas nasales abiertas de la tensión, atravesó la zona de servicio donde estaba expuesto el menú de aquel día. Aunque pasó por su lado como una bala, pudo oler el aroma dulzón del arroz cocido, junto a un toque marino y salado proveniente de los caldos y las raciones de acompañamiento.
Reprimiendo su hambre y echando chispas del enfado, dejó atrás esa zona y cruzó entre las mesas de alumnos, comprobando de paso que no había ningún sensei a la vista. Tan solo los cuatro miembros del equipo, que estaban sentados en un grupo aparte, lo siguieron con la mirada.
Finalmente, Kwon se detuvo delante de la mesa del fondo del comedor. La misma que desde hacía una semana solo tenía una huésped.
Victoria Nichols.
Aunque habían pasado ya unas horas desde su enfrentamiento, el chico sintió que volvía a llenarse de todo el rencor que había sentido hacia ella en el patio de piedra.
━¿Te divertiste mientras engañabas? ━le soltó a bocajarro, taladrándola con su mirada rabiosa.
Ella levantó los ojos tan solo un segundo, desinteresada, y luego volvió su atención a su plato.
━Más bien es a mí a la que suelen engañar, así que… ━se encogió levemente de hombros.
Jae-Sung frunció el ceño y sacudió la cabeza.
━La mitad del tiempo, no entiendo nada de lo que dices.
━Pues al fin tenemos algo en común ━replicó la chica, lacónica, mientras luchaba con sus palillos como de costumbre.
━ ¡Iah! ━Kwon alzó la voz, su corazón golpeaba como un martillo en su pecho━ Hablé con el sensei Keureese después de clase . Me contó que ya tuviste la lección de hoy en Estados Unidos. Eres una tramposa con suerute y una engañadora.
Tory pareció perder la paciencia porque estampó los palillos contra la mesa. Pero en lugar de empezar a gritarle, agarró su plato y se levantó de su asiento.
━¡Dos cosas en común! ━exclamó sarcástica, mientras le daba la vuelta al mueble━ Recuerda comprar la lotería hoy.
Hizo ademán de dirigirse hacia la zona de limpieza donde se dejaban los platos sucios, pero el chico le cortó el paso con su cuerpo de forma brusca.
━¿Crees que estoy de broma? ━su voz salió más grave y peligrosa que nunca.
Ella alzó la cabeza y lo fulminó con la mirada.
━¡No! ¡Creo que eres más molesto que un grano en el culo! Sí, ya había tenido esa lección antes, pero eso no cambia el hecho de que te haya vencido. Acéptalo: encontré tu punto débil ━zanjó de manera firme mientras lo hacía a un lado para pasar━. Y ni siquiera fue tan difícil ━añadió con aspereza, dándole la espalda.
Jae-Sung sintió que temblaba de la ira.
━Mis bloqueos no son mi punto débil ━dijo, arrastrando las palabras por la tensión con la que hablaba━ ¡Fallé porque me acorralaste contra el gong!
━¿Crees que hablo de tus bloqueos? ━preguntó ella, girándose y alzando una ceja, incrédula.
El chico se quedó sin palabras. ¿Qué quería decir? Claro que se refería a sus bloqueos. ¿Qué debilidad podría haber encontrado en él sino?
La rubia negó con la cabeza y suspiró con cansancio, dándose la vuelta de nuevo.
━¿Qué? ━le espetó él, siguiéndola rápidamente━ ¿Piensas que por tumbarme una vez ya eres la mejor de aquí? ¡Solo lo tienes más fácil porque eres la peurotegida de tu abuelito!
Tory bufó algo parecido a un “¿Eh?”. Pero no se giró hacia él, limitándose a dejar su plato en el lavadero y a enjuagarlo.
━¿Qué crees que harán si se enteran de que saliste de tu habitación y te paseaste por el dojang en plena noche? ━la amenazó entonces Kwon, susurrando en su oreja.
El rostro de la chica pasó de molesto a temeroso en un segundo. Y él sonrió triunfante a su lado cuando se giró a mirarlo.
Pero entonces Tory se recompuso y negó con la cabeza, rodando los ojos.
━Por supuesto que eras tú… ━resopló━ No lo sé, ¿qué dirán si se enteran de que tú también lo hiciste? ━contraatacó sin muchas ganas.
━¿Qué te hace pensar que yo no puedo hacerlo? ━mintió el otro, manteniendo una calma natural.
Señaló con el dedo la insignia dorada que lucía en su dobok, como recordándole que él tenía un estatus diferente.
Tory lo vio, pero en lugar de verse intimidada, soltó un bufido parecido a una risa irónica:
━¿Es que crees que esa insignia de campamento scout te hace inmune o algo así?
La sonrisa de Kwon desapareció de un plumazo en su cara.
━¿Sabes qué? ¡Haz lo que quieras! ━exclamó ella, levantando las manos con hastío━ A mí no me engañas: eres tan insignificante como yo en este infierno de sitio. Nadie te va a hacer caso. Si ni siquiera le gustas a nadie de tu equipo…
━¡Cállate!
━¿Y qué si no? ¿Qué vas a hacer? ━lo desafió.
━Yo…
A Jae-Sung se le secó la boca y se vio obligado a callar. Sus pensamientos iban a toda prisa, pero no conseguía encontrar ninguno lo suficientemente coherente para cerrarle la boca a aquella presumida.
━Me lo imaginaba ━cortó Tory, volviéndose para marcharse del comedor.
━¡Llamaré a Pizza Etang y les pediré que te traigan 48 pizzas a media noche! ━soltó entonces él a la desesperada.
“¿¡Pero qué mierda estás diciendo!?”, se reprochó, mortificado, y notó que sus orejas se ponían coloradas.
━¡Estupendo! ━contestó ella, irónica, sin detenerse━ Me encantan las pizzas. Sin anchoas, ¿vale?
━¡Escribiré tu nombre en los baños de los senseis! ━atacó de nuevo el chico mientras la seguía entre las mesas de los alumnos, quienes los observaban atónitos━ ¡Le diré a todo el mundo que tienes una extraña enfermedad venérea!
━Pues me voy a hacer más famosa todavía.
━¿Has traído ropa de Estados Unidos?
━Sí.
━¿Te gustaría que echara medio kilo de azúcar en tus vestidos?
Solo entonces la actitud de Tory cambió. Sin previo aviso y como movida por un resorte, se dio la vuelta violentamente, casi provocando que se chocaran, y clavó en él una mirada asesina que por poco hizo que le diera un escalofrío.
━Acércate un solo paso a mi armario y te arrancaré los dedos uno a uno ━lo amenazó en un murmullo apenas audible para él.
Kwon alzó las cejas, jubiloso por su descubrimiento.
━Uohh… Así que este es el punto débil de Barbie Karate. ¡Su armario! ¿Cómo se dice en tu idioma? ¿“Fashion is my passion”? ━rió, cínico━ Iah… ¿Qué pasa si vendo el maquillaje que le quitaste a mami, huh?
La expresión iracunda de Tory se congeló, y lo que pareció un destello de dolor atravesó sus ojos claros una décima de segundo. Pero entonces se acercó otro paso a él, quedando a centímetros de su rostro.
━Repítelo ━lo retó, su voz tan gélida e insensible que asustaba.
Pero el chico no se echó atrás. Se la debía por la vergüenza que lo había hecho pasar:
━Ya me has oído.
Pensó por un instante que iba a pegarle o a darle un empujón, y se preparó. Pero, en cambio, ella se volvió hacia la mesa que tenían detrás, que justo era la de los otros miembros del equipo, y, de un solo manotazo, aferró el tazón de caldo que Min-Seok se estaba bebiendo en ese momento y se lo quitó.
SPLASH!
Antes de que pudiera cubrirse o apartarse, Jae-Sung se vio obligado a cerrar los ojos para que no le entrase la sopa que Tory le había lanzado a la cara. Sintió que su piel ardía, pero no por el calor del caldo, sino por la furia que lo llenó de pies a cabeza.
━¡Serás…!
Con una velocidad que no usaba ni en las lecciones de karate, aferró dos cuencos de arroz que estaban sobre otra mesa cercana y se los tiró a Tory por el pelo en venganza. Ella se hizo a un lado justo a tiempo, logrando que no le cayera demasiado.
Los alumnos de alrededor se apartaron arrastrando sus sillas, temerosos de ser víctimas de aquella guerra de comida imprevista. El idiota de Chung-Hee tomó su tazón de caldo y lo escondió debajo de la mesa, como protegiéndolo.
━¡Vosotros dos, parad! ━exigió Do-Jin, levantándose de su asiento.
Pero ninguno de los dos le hizo caso. Lanzándose todo lo comestible que encontraban a su paso, protagonizaron una persecución digna de la televisión por todo el comedor.
Habían llegado casi a la puerta de entrada, ambos manchados de más ingredientes que un salteado, cuando Kwon vio un plato de myeolchi bokkeum todavía intacto en la zona de servicio. Lanzó a Tory una mirada maliciosa. ¿Con que no le gustaban las anchoas? Ahora se iba a enterar.
Agarró el platillo y con la otra mano cogió un puñado de pececillos rebozados. Tomándolos por la cola con las yemas de los dedos, los acercó a la cara de la rubia. Ella paró su brazo justo antes de que le tocaran la piel y arrugó la nariz en una expresión de puro asco.
━ ¡IAH! ¡Kwon Jae Sung, geumanhae! ━gritó Yoon de nuevo.
Pero esta vez, ya harto, se acercó a ellos.
En cuanto llegó, aferró el brazo de Jae-Sung e intentó empujarlo hacia atrás. Pero este lo esquivó con facilidad, volviendo a la carga sin apartar los ojos de la chica.
━¡Tú no te metas! ━le espetó en coreano.
━¡Me meto porque no hacéis otra cosa que molestar! ━respondió Do-Jin.
Kwon mantenía el brazo con el cuenco en alto para que no se lo quitasen. Tory tiraba de su manga para arrebatárselo, seguramente con la idea de lanzárselo a la cara cuando lo obtuviera. Y Yoon luchaba en medio de ambos, intentando separarlos.
Quizá por eso no se dieron cuenta de que tres personas estaban entrando en el comedor en aquel mismo instante.
Ocurrió todo muy rápido.
La chica jaló la manga de Jae-Sung tan fuerte que a este se le resbaló el plato de anchoas. Él intentó agarrarlo con la otra mano. Y Yoon estiró su brazo para impedírselo.
Fue imposible saber quién tuvo la culpa realmente.
Todas las manos se chocaron y el platillo se dio vuelta en el aire. Todos los pececillos salieron volando…
Y terminaron en la cara del maestro Kim.
…
Un silencio sepulcral se instaló en el comedor. La temperatura pareció bajar unos veinte grados de golpe. Nadie se atrevió ni a respirar en lo que pareció una eternidad. Incluso Kim Da-Eun y el sensei Kreese, que acompañaban al maestro, lucían pálidos y sin saber qué hacer.
El anciano no dijo nada. Con la mano en la que no llevaba el bastón se limpió el rostro de un solo movimiento tenso.
Y entonces clavó sus pequeños ojos iracundos en los tres alumnos que tenía delante.
━ Uri ije jugeotta… ━murmuró Kwon.
Sí, estaban definitivamente muertos.
~FIN DEL CAPÍTULO DOCE~
Capítulo Trece disponible a continuación
Notes:
Holi, lamento no haber podido subir el capítulo ayer. Tuve un imprevisto en casa y no terminé de solucionarlo hasta que ya era muy tarde ;-;
Como recompensa, este es el capítulo más largo que he escrito hasta la fecha jaja. Espero que os haya gustado mucho. Me lo he pasado muy bien escribiéndolo :D
Gracias por vuestro apoyo y vuestra paciencia!!
~un abrazo enorme, miriadalia 🌻
Chapter 13: Dohksa
Notes:
Mini Diccionario
Andwae (안돼) = “No puede ser” (en este caso) o “De ninguna manera”.
¿¡Eeotteokhae!? (어떡해!?) = “¿¡Qué vamos/voy a hacer!?” (denota ansiedad ante una situación muy difícil).
Sseuregi (쓰레기) = Basura (insulto a una persona).
¡Geureom! (그럼!) = ¡Claro que sí! / ¡Por supuesto! (pero de manera muy informal, y grosera cuando se usa con alguien mayor que tú).
Mworae (뭐래) = ¿Qué dices?
Ondol (온돌) = Es un sistema de calefacción por suelo radiante que se ha utilizado en Corea durante siglos.
Toegeohashipsio (퇴거하십시오) = “Retírese” o “Desaloje” (orden militar de un alto mando a su subordinado).
Gongbu beolle (공부벌레) = “Empollón” o “Gusano de biblioteca”.
Shibal (시발) = Mierda.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Jae-Sung había tenido que pasar por muchos castigos.
Algunos merecidos. Otros, completamente injustos.
Había limpiado baños, lavado platos, encerado suelos, y echado más sal a los caminos llenos de nieve de la que tenía permitida en sus comidas. Le habían pegado varazos; obligado a correr en círculos durante horas por la explanada, a pleno rayo de sol y sin agua… La lista continuaba por muchos renglones más.
Pero desde el momento en el que las anchoas muertas resbalaron sobre el rostro del maestro Kim, habría puesto la mano en el fuego al decir que el peor castigo de su vida solo estaba por llegar.
Pronto los tres estarían más secos que los pequeños peces.
Se había imaginado algo bastante más gore de lo que había sufrido antes. Con sangre y huesos a la vista, por ejemplo. Sin embargo, el plan de los senseis para hacerles pagar lo que habían hecho era matarlos cruel y lentamente…
Dejándolos morir de aburrimiento.
━¡AISHH! ¡Es imposible que acabemos de limpiar esto antes del torneo! ━gritó Kwon en cuanto Kim Da-Eun estuvo lo suficientemente lejos de ellos.
Los había levantado temprano aquel domingo y, tras un brevísimo desayuno, los había conducido al interior de la montaña. Nunca les permitían ir allí, aunque jamás les habían explicado por qué. Así que el chico se había preparado ya para encontrar unas cuántas máquinas de tortura, esperándoles en alguna cueva donde sus gritos quedasen sofocados.
Pero en su lugar, la mujer se había limitado a subir y subir por lo que parecían viejos caminos y escaleras cubiertas casi al completo por el musgo y la crecida vegetación. Solo Dios sabía cuánto tiempo hacía que no se usaban.
No fue hasta que toparon con una inmensa construcción que Jae-Sung comprendió por qué de pequeño lo habían puesto a pelar kilos y kilos de patatas tras haberlo pillado intentando acercarse a esa zona prohibida.
Detrás de un gran estanque cuadrado, cuya superficie estaba completamente cubierta de escarcha, apareció un enorme e imponente edificio antiguo de tres plantas. Pero como estaba construido en lo alto de una plataforma de piedra parecía el doble de alto. Había que subir más de cincuenta escalones solo para llegar a la puerta principal.
Pese a que todos estaban adormilados y de mal humor, Kwon notó que no fue el único en quedarse pasmado ante aquella vista. Do-Jin y Tory se detuvieron también unos segundos para intentar comprender qué hacían en un lugar como ese. Pero Kim Da-Eun no frenó en ningún momento su paso rápido y militar, dirigiéndose ahora hacia el estrecho puente que permitía el paso por encima del estanque. Y los tres convictos no tuvieron más remedio que seguirla.
Al acercarse más, el chico vio que unos gruesos muros semiderruidos rodeaban aquella mansión en ruinas, que parecía sacada de la época del Imperio Joseon. Su tejado al estilo giwa , con sus tejas oscuras curvadas hacia arriba, estaba lleno de líquen y nidos de pájaros abandonados. La pintura granate de sus columnas y balcones exteriores se había vuelto de un color caca con las inclemencias de la lluvia, la nieve y el sol. Y el papel de los paneles en sus puertas y ventanas estaba picado y manchado por todos lados.
Jae-Sung silbó para sus adentros.
“¿Así es como ve Min-Jun Sabum-nim mi habitación cuando me grita que está hecha una pocilga?”, pensó, alzando una ceja.
El sitio se caía a pedazos ya desde su iljumun, la pequeña puerta hueca de dos pilares que marcaba la entrada a los terrenos del edificio. Apenas le quedaban tejas y estaba algo torcida. Ni siquiera se había salvado la placa de madera que colgaba de ella por un solo clavo. El último valiente soldado que sostenía el nombre del lugar.
“Dohksa Girokgwan”, leyó Kwon mentalmente, inclinando un poco la cabeza.
“El archivo de Dohksa”, que era como se conocía al dojang de la familia Kim.
Entonces su mente hizo clic y todo cobró sentido. Su estómago se llenó de plomo cuando comprendió cuál iba a ser su castigo.
“Andwae, andwae… Por favor, ¡todo menos esto!”
Pero en cuanto subieron los cincuenta escalones y estuvieron justo frente a la roída puerta principal, Kim Da-Eun confirmó sus peores temores. Más tensa y harta de lo que Jae-Sung la había visto jamás, se giró hacia ellos con los brazos cruzados y les ordenó:
━Limpiaréis cada rincón de este edificio. Desde el tejado hasta sus cimientos. Pondréis orden a todos los estantes, todos los cajones y todos los armarios que hay aquí dentro. Antes de que vayamos a Barcelona esto tendrá que estar impoluto, ¿queda claro?
━¡Sí, sensei! ━respondió Yoon, serio.
Kwon rodó los ojos.
━¡Y ay de vosotros si rompéis o estropeáis algo de lo que se guarda en estos archivos! ━amenazó la mujer, clavando sus ojos oscuros específicamente en él━ Espero que seáis conscientes de que el único motivo por el que no se os ha mandado un castigo más severo es porque desafortunadamente sois los luchadores más fuertes para competir en el Sekai Taikai, y os necesitamos al cien por cien.
“¿¡Quéee!? ¡No me digas!”, quiso exclamar el chico, pero se mordió la lengua a tiempo.
━¡Pero eso no significa que seáis insustituibles!
Kwon vio como la sensei lanzaba una mirada significativa a la chica estadounidense. Esta no se inmutó. Permaneció quieta e inexpresiva como una estatua.
━Podéis organizar vuestro tiempo como queráis fuera de los entrenamientos, ¡pero si no avanzáis pronto en esta tarea, habrá consecuencias! ¿Entendido?
━Sí, sensei… ━de nuevo, solo respondió Yoon, ahora en un murmullo apesadumbrado.
━He dicho: ¿¡Entendido!? ━Kim Da-Eun alzó la voz, furiosa.
━¡Sí, sensei! ━contestaron los tres al unísono.
Do-Jin con decisión, Tory Nichols con cansancio y Jae-Sung alargando tanto las palabras que fue el último en terminar de gritar.
La mujer le clavó una mirada asesina. Si hubiera podido lanzar dardos venenosos con los ojos, el chico estaba seguro de que él estaría ya en el suelo agonizando.
━Me avergüenzo solo de veros las caras... ━fue lo último que murmuró antes de pasar entre ellos y bajar los escalones de piedra como una flecha.
Cuando cruzó el puente sobre el estanque y se perdió de nuevo entre la espesura de la montaña, Kwon se giró y aulló exasperado en coreano:
━¡AISHH! ¡Es imposible que acabemos de limpiar esto antes del torneo! ¡Seguro que lleva así desde que el viejo era un crío! ¡Y eso fue hace milenios!
Escaneó de arriba abajo el antiguo archivo. Cuanto más lo observaba, más destartalado le parecía.
━Lo hubieras pensado antes de empezar con tus tonterías ━masculló Do-Jin, también en su lengua materna.
Jae-Sung giró la cabeza con violencia y lo fulminó con la mirada.
━¡Empezó ella! ¡Y tú lo empeoraste! ━lo acusó.
Las fosas nasales y los ojos de Yoon se inflaron de tal manera que pareció un globo a punto de estallar.
━ ¡Iah! ━le gritó━ ¡Lo único que hice fue intentar detenerte! Y por tu culpa ahora también estoy castigado ━señaló con un brazo la enorme casa en ruinas.
━¡Ahh! ¿¡Eotteokhae?! ━exclamó Kwon con voz exageradamente dramática━ ¡El santo de Do-Jin está castigado! ¡¡EL CIELO SE CAEEE!!
Se tiró al suelo de rodillas y alzó los brazos de manera teatral.
━¡Esto es un ultraje! ¡Una injusticia! ━chilló, poniéndose de nuevo en pie de un salto y gesticulando indignado━ ¡Todo el mundo sabe que el príncipe Yoon Do-Jin jamás haría nada malo! Porque, de todos modos, siempre le echará la culpa a los plebeyos, ¿verdad?
Su expresión se transformó en otra mucho más torva y clavó una mirada vengativa en Do-Jin.
━Eres un payaso ━dijo este, con desprecio.
━Querrá decir “bufón”, su Alteza ━lo corrigió Kwon, levantando el dedo como un profesor━ ¿Qué pasa? ━lo encaró━ ¿Tu papá el emperador se va a enojar porque su bebé se ha metido en líos? ━hizo un puchero con su labio inferior mientras ladeaba la cabeza.
Yoon al fin reaccionó a sus provocaciones. En un arrebato de indignación, avanzó hasta quedar a centímetros de él. Eran de la misma altura, por lo que sus ojos colisionaron, casi echando chispas de la rabia.
━Ahora dímelo a la cara, sseuregi… ━lo desafió.
━ ¡Geureom! ━asintió Kwon━ ¿Y a qué ojo miro? ¿Al morado o al otro que estoy por hundirte de un puñetazo?
━¡HEY! ━intervino entonces una voz femenina.
Ambos se volvieron hacia la chica rubia, que los miraba con el ceño fruncido.
━Cuando acabéis con vuestra batalla de gallos, ¿podemos empezar con esto? No es el único castigo que tengo que cumplir en este maldito lugar.
Apartándose de Do-Jin con una última mirada de odio, Jae-Sung se acercó a ella.
━¿Qué pasa? ━le preguntó en inglés━ ¿Te sientes mal cuando no das tu opinión en cada segundo del día? ¿Quieres teuraducción ?
━No es necesario ━contestó ella, mirándolo como si fuera una babosa espachurrada━. Reconozco una pelea de egos masculinos cuando la veo.
━Y, por supuesto, tú no necesitas lo masculino para tener ego, ¿eh?
━Dice el que se picó como un crío por haber perdido una pelea.
━Dice la que me tiró una sopa encima porque no sabe devolver una amenaza.
━Dice el que piensa que pedir pizza a domicilio es una amenaza.
━Dice…
━¡OK, OK! ¡BASTA! ━interrumpió Yoon, harto, también en inglés━ Ella tiene razón. Si no empezamos ya, no acabaremos nunca. Así que cierra el pico de una vez ━le ordenó a Kwon.
Y sin más, se acercó resuelto a la pesada puerta del archivo y destrabó con esfuerzo el gran poste de madera que la mantenía cerrada. Cuando quiso deslizarla, la puerta se trabó varias veces en sus rieles por lo oxidados que estaban. Pero finalmente logró abrirla lo suficiente como para que pudieran entrar.
Un intenso y desagradable olor a encerrado emanó desde el interior de la primera planta.
━Ugh, genial… ━murmuró Tory, arrugando la nariz.
Los tres adolescentes asomaron sus cabezas para ver mejor la sala, que estaba completamente a oscuras. Al hacerlo, Kwon pudo reconocer también el olor de la tinta y el papel viejo, mezclado con la humedad de la madera antigua.
Cuando sus ojos se habituaron a la oscuridad, pudieron ver al fin las pilas altísimas de libros, informes y más documentos. No había superficie plana libre de papel u objetos de otras épocas. Las mesas, sillas, estantes y armarios estaban tan abarrotados que apenas se distinguían.
Casi fue posible escuchar cómo las almas de los tres chicos se caían a sus pies.
Y aquel era solo el primer piso…
Yoon suspiró con pesar, resignado, y entró con cuidado en el edificio, buscando la forma de abrir las ventanas para ventilar aquel ambiente tan cargado.
Todavía asomados desde la puerta, Jae-Sung y Tory cruzaron una mirada.
El labio superior de él se levantó con disgusto. Aún tenía muy presente su pelea en el comedor.
━Las damas primero ━recitó con retintín, invitándola a pasar con un gesto de la mano.
Ella rodó los ojos y entró arrastrando los pies.
El chico no quería pasar. Con solo ver todas aquellas columnas de papel desordenadas y polvorientas le daban ganas de arrancarse los pelos a tirones.
Ante aquel panorama, casi habría preferido cincuenta varazos en las pantorrillas.
Hubiera sido doloroso, sí. Pero rápido.
En cambio, ahora debía pasarse meses allí encerrado con las dos personas que menos soportaba… Aquello era definitivamente el peor castigo del mundo.
UNAS SEMANAS ATRÁS…
━Este es el peor castigo del mundo… ━oyó lloriquear en voz baja a un alumno detrás de él.
A Kwon también le molestaban los hombros. Hacía casi media hora que él y sus compañeros subían y bajaban las gradas del viejo patio de piedra del dojang. Cada uno cargaba dos pesados sacos de arena a sus espaldas, y como además caminaban unos detrás de otros en círculo, muchos estaban mareados y sin respiración.
━¿Ya os van a estallar los pulmones? ━exclamó entonces el nuevo sensei estadounidense.
Jae-Sung no recordaba bien su nombre. Chris o Kit…
━¡Sí, sensei! ━respondieron los alumnos en un tono casi desesperado.
━Bien, pues agradecérselo al señor Kwon ━replicó el hombre, ácidamente.
El chico justo pasaba muy cerca de él, levantando los sacos por encima de su cabeza para descansar sus doloridos hombros.
“Viejo resentido”, pensó, entreabriendo la boca con incredulidad.
Se detuvo apenas unos segundos y le clavó una mirada desafiante. Con que ese era su castigo por no haberse tomado en serio su clase, ¿eh? ¿Poner a todos los estudiantes en su contra?
“¡Ja! Llega un poco tarde para eso…”
Si aquella montaña hubiera sido un juego de supervivencia de vida o muerte, Jae-Sung estaba seguro de que todos los del dojang habrían hecho un complot para eliminarlo el primero.
Ninguno de aquellos debiluchos era su amigo.
Pero le daba igual. No los necesitaba.
No necesitaba tener a su lado a una pandilla de doble caras que un día se reían con él y al otro le clavaban un puñal por la espalda…
Una sensación de pesantez invadió su cuerpo de repente, mientras subía por enésima vez las amplias gradas de piedra. Bajó los brazos y se colocó de nuevo los sacos a la espalda. Sus ojos se clavaron en el suelo, sombríos y perdidos en sus pensamientos.
“Las amistades son solo relaciones de conveniencia”
Se aupó al último escalón haciendo fuerza con su pierna derecha, deseando, en medio de su atropelladas ideas, que aquella estupidez de castigo terminase ya.
“No… No necesito a nadie…”
━Ttokbaro hae, geonbangjin nyeoseok… ━“Compórtate, mocoso insolente”, le ordenó en ese instante una voz grave y cortante.
Kwon alzó los ojos y frenó de golpe para no chocarse con Yoon Do-Jin. El chico, que hasta entonces había desfilado delante de él en el círculo, se había girado y lo estaba encarando, visiblemente malhumorado.
━Estamos hartos de tus faltas de respeto ━le advirtió, frío como el hielo.
━¿Mworae? ━contestó Jae-Sung, haciéndose el ignorante━ Si quieres mi respeto, ¡gánatelo! ━añadió, mirándolo despectivamente de arriba abajo.
El rostro de Yoon se contrajo en una expresión extraña.
━Todos estamos aquí solo para entrenar, así que… Yo te enseñaré a mantener la boca cerrada.
Kwon río, cínico.
━Iah… Yo no tengo nada que aprender de ti ━le dijo, achicando los ojos y negando con la cabeza como si le estuviera hablando a un niño tonto.
━Ohh… ━asintió Do-Jin, imitando su tono burlón.
Pero entonces se acercó dos pasos más a él, quedando a menos de treinta centímetros de su rostro, y su voz se tornó gélida y peligrosa cuando agregó:
━Tú lo has querido así.
Con un veloz movimiento, hizo ademán de pegar a Kwon con uno de sus sacos. Por reflejo, el chico apartó la cara, preparándose para recibir el golpe. Pero este nunca llegó. En su lugar, sintió que Yoon empujaba su cuerpo con uno de sus codos y entonces comprendió su verdadera intención: tirarle escaleras abajo.
Jae-Sung era el más rápido a la hora de caer y levantarse en los combates. No le asustaban maniobras como aquella. Pero en ese instante, justo cuando iba a posicionarse para mantener el equilibrio, algo en sus pies le puso la zancadilla y lo desestabilizó.
━¡...!
Prácticamente voló por los aires.
PUM!
Por mucho que intentó protegerse, su cabeza se golpeó contra la fría grada de piedra y un destello de luz atravesó sus ojos dejándole ciego durante un segundo. De la inercia, todo su cuerpo rebotó, haciéndolo saltar hasta desplomarse otros dos escalones más abajo.
PLOF!
━¡UGH…!
Cayó como un peso muerto, extendido boca abajo cuan largo era. El batacazo le cortó la respiración.
Apretando los ojos y los dientes del dolor, se llevó una mano allí donde se había golpeado la cabeza. Le pareció que la tenía partida a la mitad y se sorprendió de no encontrar rastro de sangre.
━¡Bien, se acabó por hoy! ━oyó de forma lejana y confusa, pues le pitaban los oídos━ ¡Volved mañana al amanecer!
Cuando al fin logró abrir los ojos y volver a respirar con normalidad, fue consciente de lo que acababa de pasar y se giró hecho una furia.
Detrás de él, unos cuantos escalones más arriba, Do-Jin lo miraba con expresión satisfecha al lado de Chung-Hee… Jae-Sung comprendió que había sido ese otro gilipollas quien había colocado sus propios sacos de arena al lado de sus pies para que se cayera.
Humillado, les dio la espalda de nuevo. Los músculos de su cara saltaban sin control de la rabia que tenía dentro. Con toda la fuerza de la que fue capaz, golpeó con el puño el duro suelo de piedra.
PUM!
Los odiaba. Los odiaba a todos.
Pero se odiaba más a sí mismo por no haberse dado cuenta de su jugarreta. Por no haber tenido los sentidos lo suficientemente alerta para escuchar cómo Chung-Hee le tendía esa trampa.
¿Por qué perdía la consciencia de lo que ocurría a su alrededor cuando se enfocaba en una cosa?
Algún día les daría su merecido a todos. Algún día les haría tragarse sus sonrisitas.
Algún día machacaría la cara de patata podrida de Do-Jin.
EN EL PRESENTE…
━Mirad lo que he encontrado.
Kwon salió de entre unas estanterías atestadas de papeles amarillentos y repletos de polvo. Llevaba un montón de viejas fotografías que había descubierto sueltas dentro de una enorme carpeta. Algunas estaban onduladas y sus colores se veían desvanecidos. Pero la que el chico sacó para enseñar a sus compañeros todavía se conservaba nítida.
━El maestro Kim se ve igual desde los años 80… ¿Creéis que nació enfadado o la aruga de su frente es una cicatriz?
Tory, que se encontraba vaciando los cajones de un escritorio cercano, alzó una ceja y se acercó a mirar.
Jae-Sung la observó de manera furtiva mientras caminaba. Aquel día vestía un fino abrigo sobre su uniforme y llevaba el cabello suelto, que le caía largo y ondulado hasta por debajo de los hombros. Sin decir nada, giró la foto entre sus dedos y se la pasó para que la viese mejor.
El anciano salía en medio de un grupo de hombres jóvenes, dispuestos en varias filas en las gradas del patio de piedra en el que solían entrenar. En su mayoría eran coreanos, pero también había algunos occidentales. Todos vestían exactamente el mismo dobok que llevaban ellos. Posaban serios y -como el muchacho notó con humor- sacando músculo con disimulo.
━¿Son promociones de alumnos? ━preguntó la chica, echando un vistazo por encima al resto de imágenes.
━Seguro… Así que básicamente le estamos limpiando el trastero al viejo ━se quejó él.
Pero cuando revolvió un poco el interior de la carpeta, se dio cuenta de que también había fotografías de épocas anteriores. Un grupo de desconocidos oficiales del ejército alrededor de un tanque. Lo que parecían los recintos de las cabañas donde vivían los estudiantes, que se veían incluso en mejor estado que en la actualidad. Una larga panorámica de la montaña cubierta de nieve… Todos recuerdos inmortalizados en blanco y negro.
La rubia pareció perder interés y, con un suspiro cansado, se puso de nuevo manos a la obra en el escritorio.
Jae-Sung continuó un rato más absorto en su reciente descubrimiento. Fue pasando las fotografías una a una, despegando con cuidado aquellas que se habían adherido entre sí por el paso del tiempo. Todas eran más o menos parecidas: grupos de alumnos, inauguraciones de diferentes instalaciones del dojang, paisajes… Hasta que llegó a una que llamó su atención.
Su papel era diferente al del resto. Se había quedado pegado detrás de una foto de la entonces recién construida pista de aterrizaje de los Kim. Y cuando pudo despegarlas por fin, pudo ver que su contenido también era distinto.
Había dos hombres mirando a la cámara. El más alto de ellos era un oficial occidental. Aunque la imagen estaba en blanco y negro, Kwon se fijó en el águila de su kepis y en las divisas que adornaban su uniforme, y supo enseguida que se trataba de un teniente estadounidense.
Posando a su lado, había otro soldado. Probablemente su subordinado. La imagen estaba como quemada justo en su cara, por lo que no se veían bien sus rasgos. Pero por su altura, más baja que la del americano, y por su complexión más enjuta, seguramente fuera un asiático del Este. La única parte visible era su uniforme, que parecía normal a excepción de una pequeña medalla condecorativa colgada alrededor de su cuello.
¿Sería un surcoreano? Quizá la habían sacado durante la Guerra de Corea, cuando el ejército de Estados Unidos había venido con refuerzos a la frontera…
El chico frunció el ceño y observó la quemadura con mayor intensidad.
Podría haber sido un accidente y que se hubiera estropeado por las malas condiciones en las que estaba todo allí dentro. Pero la forma circular tan perfecta de la mancha que tapaba el rostro del desconocido hacía pensar que había sido causada a propósito.
“A alguien de aquí no le caías muy bien…”
━ ¡Iah! ━la voz de Yoon lo sacó de golpe de sus pensamientos━ ¿Quieres centrarte de una vez? ¡Deja eso donde lo encontraste! ¡No estamos en una caza del tesoro!
Kwon le clavó una mirada aburrida y, alzando las cejas en señal de desafío, cerró la carpeta con un solo movimiento de su mano.
━¿Entonces por qué no paras de darnos órdenes como un capitán pirata?
Le dio un poco de vergüenza ajena discutir con Do-Jin en inglés. Parecía que estaban recitando una obra de teatro cutre para el colegio. Pero se le pasó enseguida cuando el otro le contestó de mala manera:
━Porque alguien tiene que organizar todo este trabajo, y está claro que no vas a ser tú.
Jae-Sung bufó.
La idea de Yoon de “organizar el trabajo” había sido transportar todos los libros y papeles a un solo lado de la habitación para limpiar el otro de todo el polvo, moho y el resto de mierdas desconocidas que hubiera. Luego fregarían los suelos y volverían a colocar todo de nuevo, pero ordenado.
¿O primero era ordenar y después fregar?
Bueno. Lo mismo daba. Total, no pensaba hacerlo. Aquella idea era para dormirse de pie. Pero aunque no fuera un aburrimiento mortal, tampoco lo hubiera hecho. Solo porque Yoon parecía haberse olvidado de cuál era ahora su lugar.
━Ohh… Alguien está enfadado porque no pudo ser el capitán del equipo ━se burló, y levantó las manos fingiendo inocencia━: ¡Está bien! Te dejaré jugar al líder mientras estemos aquí.
“O eso te dejaré pensar…”
El otro se reviró y lo miró con frialdad:
━¡El único que está jugando al líder eres tú! No eres el capitán de nada aquí. Estás castigado como nosotros. Así que será mejor que dejes de perder el tiempo con bobadas.
Jae-Sung apretó los dientes con rabia. Quería estampar esa cara de mazorca malformada que tenía contra el armario que estaba vaciando en ese momento. Pero no se permitió ceder ante su provocación. En cambio, lanzó la carpeta con las fotografías sobre una montaña de papeles sueltos y se acercó a Do-Jin con pasos lentos y amenazantes.
━¿Dices que estoy jugando? No tienes ni idea de lo que estás haciendo. ¿Quieres que te enseñe lo que haría un capitán de verdad ahora?
Yoon lo fulminó con los ojos, dejando de trabajar en el armario cuando estuvieron cara a cara.
━¡Un capitán de verdad no estaría ordenando papelitos! ━le espetó con desprecio Kwon━ Si no conseguimos algo de leña para encender el ondol, pronto nos vamos a congelar.
En muy pocas horas se haría de noche. Por el aspecto de las nubes y de las plantas estaba claro que empezaría a nevar si no aquel día, en los siguientes. Y ellos estaban allí con las ventanas abiertas como si fuera pleno julio… Pero a aquel chupamedias solo le interesaba quedar bien con su querida profe.
━No sé bien lo que ha dicho, pero yo voto por no congelarnos.
Ambos chicos se volvieron hacia la voz que había roto su silencioso duelo de miradas. Jae-Sung, atónito porque fuera ella la que se pusiera de su parte. Do-Jin, irritado.
━Te llamas Tory, ¿verdad? ━le dijo a la chica con un suspiro, ignorando la expresión de triunfo que le dirigía Kwon.
Ella asintió.
━Mira, no podemos encender la calefacción sin asegurarnos de que las instalaciones funcionan bien ━le explicó con calma, pero con un deje impaciente━. Es posible que nadie haya usado este lugar desde el siglo pasado y sería muy arriesgado. Tendríamos que esperar a que venga un especialista a revisarlo todo.
━Genial…
━Si tan solo alguien supiera si la madera está en buenas condiciones o no para hacer fuego… ━intervino Jae-Sung con sarcasmo━ ¡Oh, espera! Yo lo sé.
━¡No, no sabes! ¿Te recuerdo qué pasó la última vez? ━lo atajó Yoon con enojo, y luego se volvió hacia Tory otra vez━ Hablaré con la sensei Kim y le preguntaré si puede darnos una estufa de gas, pero… De nuevo, estamos castigados. Dudo que nos la dé…
━Lo hará si se lo pide el favorito de la profe.
━¡Por eso…! ━Yoon alzó la voz, tenso, pero no lo miró de nuevo━ Tenemos que darnos prisa en limpiar todo el polvo y el moho. Cuanto antes lo hagamos, antes podremos cerrar las ventanas.
━¡Oh! ¡Ya sé qué hacer! ━exclamó Kwon sospechosamente, alejándose de él y yendo hacia las escaleras que conducían al segundo piso━ ¡Dividámonos! Tú puedes quedarte aquí con tus libros. Ella puede ir a la segunda planta y yo iré a ver la última. ¡Bye-Bye!
━ ¡Kkumdo kkuji ma! ━gritó Do-Jin, “¡Ni siquiera lo sueñes!”.
━¿Qué? ━se colgó perezosamente del pasamanos, haciéndose el confundido━ ¡Así nos daríamos más prisa!
━¡Tú te quedas aquí! ¡Los tres nos quedamos aquí! ¡No pienso quitaros el ojo de encima a ninguno de los dos! ━rabió el otro, señalando con el brazo extendido y tembloroso tanto a Jae-Sung como a la chica━ ¡Bastantes problemas habéis causado ya!
━Si yo no he dicho nada ━masculló Tory.
Desde el ventanal se podía observar a lo lejos la punta de la montaña. Era la única fuente de claridad en el enorme y oscuro despacho, ubicado en el piso más alto del gotaek. Detrás de un escritorio de madera maciza, el maestro Kim había clavado una mirada aguileña en la cima, como si pudiera ver exactamente qué estaba pasando allí en aquel instante.
No se había movido ni una vez desde que Kreese había entrado en la sala.
De pie al otro lado de la mesa, el sensei lanzaba disimulados vistazos al anciano, esperando a que hablara.
Era tan extraño que lo hubiera llamado a su despacho… Que él supiera, Kim Sun-Yung se pasaba los días en su rudimentaria cabaña, cerca de la zona de entrenamientos. Allí donde podía controlar todo y a todos.
En cambio, lo había citado en su estudio. Kreese no recordaba haberlo pisado desde sus años de estudiante en Dohksa . Por lo que no pudo evitar sentirse un poco intimidado de estar ahí, como si fuera de nuevo un joven alumno al que el director estuviera a punto de expulsar.
Se dio cuenta entonces de que estaba conteniendo la respiración y comenzó a exhalar el aire despacio, mientras fijaba su mirada en las manos pequeñas, pero fibrosas del maestro Kim. Estas estaban apoyadas sobre el escritorio, encima de una fina carpeta de un color verdoso muy característico.
Le resultó extrañamente familiar. Y al poco comprendió por qué: era el mismo tipo de carpeta oficial que le habían dado a él cuando había hecho el papeleo para convertirse en el tutor legal de Tory Nichols.
━Kwon ahora es tu alumno…
Kreese no se esperaba que el anciano le fuera a hablar de verdad aquel día y estuvo a punto de soltar un taco, sobresaltado por el susto.
━Lo escogiste por ser especial… ¿Cierto?
El hombre asintió, luchando por concentrarse en lo que le decía. El maestro Kim lo observó con sus ojillos negros y astutos, que parecían sondear los pensamientos de los que se cruzaban con ellos.
━Ahora está castigado… Igual que alumna que traer de tu país.
Kreese tragó saliva.
━Quiero disculparme, maestro Kim ━se apresuró a decir━. Debí estar más atento a su comportamiento. No me imaginé que…
¡PAM!
La mano derecha del anciano golpeó con rabia el escritorio.
━¡SHUSH! ━lo mandó callar.
El sensei bajó la cabeza y juntó los pies. Sin darse cuenta, había reaccionado como en su época de soldado raso.
━Tantos años en América… Ahora eres blando de nuevo ━escupió el anciano, con la voz cargada de desprecio━. Pienso que deberías ser tú quien cumplir castigo. ¡Te has convertido en vergüenza de este dojang! ━volvió a golpear la mesa━ ¡Vergüenza de soldado! Vergüenza de hombre… Ni tus alumnos te respetan.
Kreese apretó los puños imperceptiblemente. En su pecho algo se enroscaba y rugía por protestar y refutar todas aquellas palabras, pero…
━Pero castigo que yo mandé ellos… Será bueno.
Alzó los ojos. ¿De qué estaba hablando ahora?
La cara del coreano no revelaba nada. Había vuelto sus ojos a la montaña que se veía a través de su ventanal.
━Yoon Do-Jin despertar su ira por fin. Tu alumna americana aprender a obedecer órdenes. Y Kwon Jae-Sung…
Su voz se apagó de repente.
Pasaron unos minutos de angustioso silencio en el que Kreese ya se imaginaba despedido y haciendo su mochila para marcharse de allí a la mañana siguiente.
Pero los pensamientos de Kim Sun-Yung parecían haber tomado un rumbo completamente distinto e inesperado:
━Yo entrenar… Alumno especial una vez. Se llamaba… Turner.
Tu-dum!
El corazón de John pareció detenerse por una milésima de segundo, antes de empezar a latir como loco, y su estómago se revolvió.
“¡Kreese, súbeme!”
Siseos de serpientes…
El calor sofocante de aquella noche…
“Sin piedad…”
El desagradable sonido de unos dedos rompiéndose…
“NOOO…!”
Un sudor frío le bajaba por la espalda. Quieto como si lo estuvieran apuntando con un arma de fuego, no se atrevió ni a levantar la mirada de sus pies.
━Se fue a vuestra guerra norteamericana. Ya no regresó…
━Lo lamento, maestro ━consiguió decir sin que le temblara la voz, pero tenía la boca seca como un papel de lija.
El anciano lo analizó con sus ojos escrutadores. Pero Kreese se sentía como anestesiado, y no se asustó de lo que pudiera encontrar en él.
━ Toegeohashipsio ━le ordenó después de un rato.
El sensei se inclinó levemente ante su maestro y se fue a paso rápido de aquel angustiante despacho. Necesitaba aire cuanto antes.
En realidad no lo lamentaba. Hacía años que no lo lamentaba. Y tenía la impresión de que el maestro Kim lo sospechaba. Pero no le daba miedo que averiguase lo que había pasado entonces. Ya no podían hacer nada para solucionar lo que había ocurrido. Los muertos jamás regresaban a la vida. Kreese lo sabía demasiado bien…
Aunque no iba a mentir y decir… Que el fantasma de aquel hombre no lo había atormentado durante mucho, mucho tiempo.
“Puaj”
Incluso después de haberse lavado los dientes, Kwon todavía podía sentir el sabor asqueroso de lo que fuera que les habían puesto para comer.
Por supuesto, su castigo por haber protagonizado una pelea de comida incluía un almuerzo y una cena especiales que debían tomar durante una semana entera. Su nuevo banquete estaba compuesto por un extraño puré blanquecino en el que no se querían posar ni las moscas, y un vaso de agua para que se tragasen los suplementos de vitaminas y minerales que necesitaban como deportistas.
Ah… Para otra cosa no. Pero para castigar sí que tenían imaginación los adultos.
Nada más terminar, los habían mandado de vuelta al archivo. Y Jae-Sung creía que se iba a volver loco en medio de tanto desorden. Apenas habían acabado de despejar el lado derecho de la primera planta.
Presa de un aburrimiento soporífero, el chico se había puesto a hojear algunos de los libros.
━Creo que Confucio escribió aquí el borrador de Anacleto ━comentó en voz alta, sosteniendo un documento amarillento tan viejo que las puntas de sus folios se habían enroscado hacia arriba.
━…
…
━¡...! ¡No lo escribas! ━chilló Yoon, con una exclamación ahogada.
Kwon había agarrado un pequeño lápiz de uno de los escritorios.
━¿Qué? ━se encogió de hombros y señaló la hoja por la que había abierto el tomo━ Hay una falta de ortografía.
━Es un informe en coreano antiguo, zoquete. Y el libro de Confucio se llama Analectas.
━“Il libri si llimi Inilictis” ━lo imitó Jae-Sung, arrugando su cara en una mueca━. Gongbu beolle… ━murmuró asqueado.
Siempre tenía que corregirlo en todo. Era insoportable.
Con un humor de perros, lanzó el lápiz por los aires como si fuera un dardo. Pero en lugar de caer y perderse medio de la monstruosa amalgama de papel y trastos viejos que habían apartado… Salió disparado con la fuerza de un proyectil y chocó contra una inmensa columna de libros peligrosamente mal colocada.
Y en efecto…
CATAPLÁN! PIM! PUFF! PLAS!
La pila se derrumbó con gran estruendo, y los papeles sueltos se desparramaron de nuevo por el lado que estaban limpiando, empujados por el viento que produjeron los libros al caer a la vez.
“Shibal…”
━¡AISH! ¡Neo ttaemune deo isang mot chamgesseo! ━“¡No puedo aguantarte más!”, estalló Do-Jin, estampando con un furioso golpe los libros que sostenía en sus manos.
━¡No lo hice a propósito! ━se defendió Kwon, también en coreano━ ¡No es mi culpa tener tan buena puntería!
━¡CÁLLATE! ¡Ahora mismo voy a decirle a Kim Sabum-nim que no haces más que molestar mientras nosotros intentamos cumplir el castigo! ¡Un castigo que debería ser solo para ti en primer lugar!
Dicho esto, el chico se dirigió hacia la puerta principal con grandes zancadas. Kwon lo siguió con los ojos desorbitados y los puños apretados. Su respiración se había vuelto agitada, y un fuego que subía desde su estómago le había hecho perder el frío que había comenzado a tener tras la puesta de sol.
Antes de que Do-Jin saliese por la puerta. Le gritó:
━¡TE HE DADO LA EXCUSA PERFECTA, ¿VERDAD?!
El otro se detuvo y se giró hacia él, mirándolo como si hubiera perdido la cabeza.
━¿De qué hablas, mocoso?
Kwon sintió que su cuerpo temblaba de ira.
━ ¡IAH! ¡Quítate ya esa asquerosa máscara de niño bueno! ¡Llevas desde esta mañana esperando el momento perfecto para echarme toda la culpa a mí! ¡COMO SIEMPRE!
━¡Es que toda la culpa es tuya! ━replicó Yoon, volviendo a entrar y acercándose a él━ ¡Mira lo que acabas de hacer! ━abrió los brazos señalando la lluvia de papeles que habían caído por doquier.
━¡HE DICHO QUE FUE SIN QUERER! ¡PERO, POR SUPUESTO, TODAVÍA NO ME CREES!
Su grito quebró su voz de una forma peligrosa y Jae-Sung se mordió el interior de las mejillas hasta hacerse sangre para obligarse a no decir nada más.
Sus ojos se cruzaron con los de Do-Jin y por un segundo le pareció que una sombra de comprensión cruzaba su rostro.
━Oye, ¿sois hermanos?
Silencio…
Ambos se volvieron hacia Tory al mismo tiempo, levantando sus cejas y mirándola como si estuviera loca.
━Vale, vale, yo qué sé… ━se encogió de hombros la chica, y se puso a recoger los libros del suelo.
Jae-Sung cayó en la cuenta de que ella no había entendido ni papa de todo lo que acababan de decirse. Cruzó otra mirada con Yoon. La interrupción había hecho que la tensión en el ambiente se calmara un poco. Pero ahora se había vuelto todo muy incómodo.
Ninguno dijo nada más. Do-Jin pareció desistir de su idea de denunciarle ante Kim Da-Eun, ya que se apartó de él y comenzó a ayudar a Tory a recoger los libros caídos.
Sumido en sus pensamientos, Kwon empezó a patear los papeles que iba encontrando por el suelo, barriéndolos con su pie hasta reunirlos de nuevo en el montón en el que estaban antes.
No. No eran hermanos.
Y si en algún momento se habían considerado como tal… Eso pertenecía al pasado.
~FIN DEL CAPÍTULO TRECE~
(leer notas abajo)
Capítulo Catorce disponible...
Hola, chicos... Sé que dije que publicaría el capítulo este sábado, pero terminé atrapada con demasiado trabajo... De verdad lo siento porque quiero publicar pero no encuentro el tiempo para traducir el capítulo completo y editarlo (y sabéis que quiero mantener la calidad por encima de todo, vosotros de verdad os lo merecéis por vuestro apoyo a esta historia y a mí 💔). Para ser completamente honesta, creo que últimamente me he echado demasiadas cosas encima, realmente no encuentro un equilibrio entre el trabajo y el tiempo personal, y mucho menos tiempo para escribir :'( Y también está afectando mi salud mental... Y no quiero eso, porque realmente amo escribir esta historia.
¡ASÍ QUE! Me voy a tomar un descanso, pero será corto, lo prometo 💖 Antes de que termine mayo tendrán el Capítulo Catorce, pero no quiero establecer una fecha porque no sé cuándo estará realmente listo.
De nuevo, gracias por vuestro apoyo y espero leeros a todos cuando vuelva con todas mis fuerzas 💪🏼
~con amor, Miri 💖🤗
Notes:
Holii, ¡gracias por leer de nuevo hasta el final!
Me gustaría saber cuál ha sido la pelea entre Yoon y Kwon que más os ha gustado de este capítulo jajaja
A partir de ahora voy a publicar los capítulos cada dos semanas. Estoy hasta arriba de trabajo en estas fechas y me es más difícil encontrar espacio para escribir y traducir capítulos tan largos. Pero no os preocupéis que esta historia sigue ;) Aún faltan muchas aventuras más.
Por cierto, el domingo 6 y el lunes 7 son los cumpleaños de Peyton List (Tory) y de Brandon H. Lee (Kwon) respectivamente, ¡recordad felicitarlos por sus redes sociales! <333 Nuestros Aries preferidos, sí son.
~besos, miriadalia 🌻
Chapter 14: Capítulo Catorce Avance & Petición
Chapter Text
Hola, queridos míos, cómo vais? Soy Miri, la autora de Llama Gemela ❤️🔥🤗
Finalmente os puedo traer algo de esta historia que me está costando la vida misma jaja. A continuación encontraréis un adelanto del capítulo 14. El resto lo publicaré completo el viernes 30 de mayo. Al fin!
Antes de dejaros con el avance, os quiero pedir una cosita. No sé si sabéis que existen unos premios para fanfics de Cobra Kai . Este año, como terminó la serie, son los últimos. Me haría muchísima ilusión que Twin Flame (Llama Gemela) ganase alguna categoría.
Pero para poder participar tenéis que nominarme vosotros a través de distintos enlaces de Google Form. Tenéis que ingresar el correo electrónico, pero es completamente anónimo.
Las categorías a las que creo que puede optar Twin Flame son las que os pongo abajo.
Podéis nominarme en todas escribiendo:
"Twin Flame (author: miriadalia)" o “Twin Flame (miriadalia)” o “Twin Flame, miriadalia”
ESCRIBIR EL TÍTULO EN INGLÉS ES MUY IMPORTANTE, PUES LOS PREMIOS SON EN INGLÉS.
Categorías y enlaces de cada una:
- Best New Writer (Mejor Nuevo Escritor, la que más posibilidades veo de ganar jeje) y Best AU (Mejor Mundo Alternativo)
https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLScmwk_nzXmsxoF1N5Syw999QPxSKWn2z5P5dIyUpTTdeUgaHA/viewform
- Best Character Study (Mejor Estudio de Personaje), Best Whump (Mejor historia que destroza los sentimientos jaja) y Best Platonic Dynamic (Mejor dinámica platónica):
https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSfDzIpMcJAlAqL2lMR-V0XhvSmUhIh4ZAKN7WxJmLobDKLSlg/viewform
- Best Tory Nichols (Mejor Tory Nichols):
https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSe4mB0QhNSiQtVGvOgEO93qKgjnIKsfSft8Yr5Xym2GUD_c5w/viewform
- Best multi chapter (Mejor fic con múltiples capítulos):
https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSd4N9vNx_pGwppDS9u6F8OGGJlpENCFqv54yuwyT_G1x3NBpg/viewform
- Best Romance (Mejor Romance):
https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSc5Sg6ha6XgWjhdNgLVhqBCU0rF9E4JhSu5ADFjiuaQjRKm2A/viewform
- Best Action (Mejor Acción):
https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSf2nJBPsdqZ7zh8iomZitAtWJJ8KztCCa4VUI4Ny1yPDDtlbw/viewform
Sé que lleva algo de tiempo meterse en los enlaces y nominar. Pero os agradezco de corazón que, si disfrutáis esta historia, me votéis. Al menos en las categorías que sentís de verdad que merezco ganar.
No gano dinero ni premios con esto, pero sí sería un buen subidón de autoestima ganar alguna categoría como muestra de que lo que escribo gusta a la gente.
RECORDAD QUE TENÉIS TIEMPO PARA VOTAR SOLO HASTA ESTE DOMINGO 25 DE MAYO A LAS 8 PM (HORARIO EUROPA CENTRAL)
GRACIAS, OS QUIERO!!
Dicho todo esto, que disfrutéis del avance del capítulo 14!
besos, miriadalia 🌻
VERANO DE 2009
━¡Hyung!
━¡Hyung!
━¡Do-Yun Hyung!
El niño se detuvo a mitad del pasillo, suspiró resignado y se dio la vuelta.
━Mi nombre es Do-Jin ━lo corrigió por quinta vez.
El día anterior Min-Jun Sabum-nim le había presentado a ese otro niño, que ahora venía corriendo a su encuentro. Se llamaba Kwon Jae-Sung y había nacido el mismo año que él, aunque Yoon era mayor. Pero eso al chico no parecía importarle.
Había empezado a hablarle de manera informal, con un marcado acento de Gangwon, y solo había comenzado a usar honoríficos cuando el sensei lo había regañado… Pero luego se había olvidado y había vuelto a parlotear a su manera, mezclando frases y palabras de un cerrado dialecto de montaña que, Do-Jin estaba seguro, escandalizaría a su madre y a su abuela.
Al principio se había sentido entusiasmado ante la idea de conocer a otro niño de su edad. Aquel dojang le había parecido asombroso desde que se había mudado allí con su familia varias semanas atrás. Pero enseguida había empezado a aburrirse como una ostra, como siempre le pasaba cada vez que destinaban a su padre a una base militar lejana en la que no había niños. Él no tenía hermanos, y allí los más jóvenes eran unos adolescentes que ni lo miraban y que, obviamente, jamás lo incluirían en sus juegos.
Así que Do-Jin se había pasado los días estudiando, leyendo y practicando las técnicas que sus senseis le enseñaban. Y aunque le encantaba el Tang-Soo-Do, hasta eso había dejado de ser divertido. No era muy emocionante luchar solo contra un monigote de madera.
La aparición de Kwon había sido una alegre sorpresa… Pero muy pronto Yoon se había dado cuenta de que iba a ser difícil ser amigos.
El crío era nervioso y hablaba hasta por los codos. No sabía caminar, solo correr, trepar y saltar sobre cualquier superficie. Do-Jin no había podido averiguar si tenían cosas en común o no, porque cuando le intentaba contar algo, este lo interrumpía o empezaba a hablar sobre otro tema completamente distinto.
━¡Hyung! ¡Mira! ¡Tiene la cola azul! ━exclamó Jae-Sung en ese momento, ignorando su corrección, y llegando a todo correr hasta su lado con las manos firmemente cerradas, una sobre otra.
Cuando aflojó su presión y abrió un pequeño hueco entre sus palmas, una cabeza de reptil se asomó de repente, sacando su lengua bífida. Era un lagarto.
A Do-Jin le dio un vuelco el corazón.
━¿Qué haces? ¡Tienes que devolverlo al bosque! Si te ve alguien… ━echó un nervioso vistazo a su alrededor.
Estaban en la escuela del dojang, el recinto de edificios donde estudiaban los niños mayores que entrenaban con la familia Kim. A Yoon le dejaban pasar para utilizar la biblioteca y sus ordenadores, y tuvo miedo de que los vieran y no le permitieran entrar de nuevo por llevar un animal. Pero su compañero no le hizo ni caso.
━¿Sabías que solo los bebés tienen la cola azul? Cuando se hacen viejos se les pone marrón como el resto del cuerpo ━explicó, acariciando la cabeza del bicho━. Pero creo que le pasa más a los chicos, las chicas…
━ ¡Iah! ¿Me has oído?
Jae-Sung alzó sus ojos oscuros y pestañeó confundido.
━ ¿Mworakano?
Do-Jin gruñó.
━Te he dicho que lo devuelvas al bosque. Si se te escapa…
━No se escapa. Es bueno… O buena. ¿Tú qué crees que es? ━levantó al pequeño lagarto de cola azul con una sola mano y se lo acercó.
━ ¡Haji ma! ━exclamó Yoon, dando un paso atrás sin apartar la vista de su piel viscosa.
No le tenía miedo a los reptiles, pero tampoco eran su animal favorito precisamente.
━Si te ve un profesor o uno de los niños mayores, nos van a castigar.
━Pero si es verano. No hay cole.
━Ya, pero la biblioteca está abierta.
Cruzó otra mirada con Kwon. La cara del niño no transmitía nada. Era como si de repente se hubiera quedado en trance. Sus ojos estaban fijos en los de Yoon, pero al mismo tiempo parecía que no lo veían.
Y de la nada los abrió como platos y empezó a gritar:
━¡Hyung! ¡Eso es! ¡Vamos a la biblioteca!
Echó a correr por el pasillo como si lo persiguiera un tigre, adentrándose en el edificio mientras el pobre lagarto se zarandeaba entre sus manos como un muñeco de goma.
Do-Jin se quedó petrificado unos segundos antes de poder reaccionar y salir corriendo detrás de él. ¡¿Qué era lo que había dicho?!
━¡Espera! ¡Kwon Jae-Sung! ¿Qué estás haciendo? ━intentaba gritar en susurros para que nadie los escuchara, mientras perseguía al niño por los corredores de la vieja escuela.
━¡La biblioteca! ¡La biblioteca! ━chillaba el otro, fuera de sí.
━¡Por ahí no está la biblioteca!
Yoon consiguió adelantarlo y cortarle el paso justo antes de la catástrofe: Jae-Sung había estado a punto de abrir una enorme puerta de la que colgaba un cartel que, obviamente, no leyó.
━¡Esta es la sala de profesores! ━le dijo con la respiración agitada, abriendo los brazos en cruz para impedirle entrar━ ¿Qué intentas hacer?
Desorientado y sin poder contener toda la energía que lo había poseído de repente, el otro niño empezó a dar brincos en el sitio.
━¡Hyung! ¡En la biblioteca podemos encontrar libros sobre lagartos! ¡Y… Y… Y saber si es chico o chica!
━¡Podemos hacer eso sin que lo lleves dentro de la biblioteca! ━contestó Do-Jin, tomándolo de un brazo y medio arrastrándolo por el pasillo en dirección contraria.
━¡Pero si no lo llevo no lo podremos ver bien!
━Ya lo hemos visto. ¡Tiene la cola azul!
━¡Pero… Pero… Pero…! ¿¡Y si nos olvidamos!?
━¿¡Cómo nos vamos a olvidar en tan poco tiempo!? ━le dirigió una mirada incrédula.
Kwon se quedó en silencio. Parecía haberse distraído observando el interior de una de las aulas por las ventanas del pasillo, porque cuando vio que Yoon lo miraba, frunció el ceño:
━… ¿Qué?
Do-Jin no podía creer que existiera alguien tan despistado. Pero aquel niño era la prueba viviente de que sí existía.
━Aish… Está bien ━concedió para calmarlo, aunque no estaba nada convencido━ ¡Pero agárralo fuerte! Y solo un rato, ¿vale? Miramos, y si no hay libros de lagartos, ¡nos vamos y lo sueltas en el bosque!
Jae-Sung asintió con una amplia sonrisa.
Pero su pacto se rompió en cuanto pisaron la biblioteca y el niño vio las mesas llenas de ordenadores Samsung.
━¡...! ¡Hyung, mira! ━gritó con los ojos brillantes━ ¡Computidoras!
Yoon se sintió aliviado de que no hubiera allí ningún adulto ni estudiante. Los berridos de Kwon los hubieran delatado enseguida.
━Se dice “computadoras” ━lo corrigió mientras pasaba de largo y se dirigía hacia las estanterías que contenían los libros sobre fauna y flora.
Pero se frenó en seco en cuanto notó que el otro no lo seguía.
━Bo-tón, bo-tón, bo-tón-de-en-cen-deeer🎶 ━canturreaba en ese instante Jae-Sung, agachándose bajo las largas mesas para apretar el botón de uno de los ordenadores.
━ ¡Haji ma! ¡No puedes usarlas sin el permiso de un profesor!
Los cabellos negros y puntiagudos de Kwon asomaron por la superficie del escritorio y miró a Do-Jin con los ojos entrecerrados.
━¿Tú tienes permiso, hyung? ━le preguntó con voz sospechosa.
━… S-sí ━respondió el otro, desconfiado.
━¡Entonces puedes usarlas! ━zanjó, y volvió a adentrarse en búsqueda del botón.
━¡Sí, pero…!
━Pero, ¿qué? ━de nuevo, los desordenados pelos brotaron como un arbusto oscuro desde debajo de la mesa.
Yoon se debatió un momento, pero luego decidió:
━Vale, pero solo para buscar información sobre el lagarto. ¡Y nos vamos!
Cuando lograron encender el ordenador e iniciar sesión, sin embargo, otra cosa impidió que Jae-Sung se sacara las dudas sobre su reptil.
━¿Qué es eso? ━preguntó, señalando con un dedo un icono del escritorio muy distinto al resto.
Do-Jin se fijó con atención… Y su corazón se aceleró.
No era posible. ¿Cómo podía estar eso ahí?
━No lo sé ━mintió enseguida, apartando su mirada.
━Sí lo sabes.
Volvió sus ojos a Kwon. El niño lo observaba con una expresión seria y convencida que no le había visto poner hasta ahora. Yoon se puso nervioso. Para ser alguien tan despistado, no se le pasaba nada cuando quería…
Se removió en su asiento, indeciso sobre si contárselo o no.
Claro que sabía lo que era aquello. Todos los niños que conocía lo sabían. Era Mortal Kombat. Un juego de peleas que sus padres no lo dejaban tener. No exactamente porque fuera demasiado joven o por la violencia, sino…
“No puedes perder tiempo con esas tonterías. Si quieres ser el mejor como tu abuelo y como yo, debes concentrarte en tus estudios y en tus entrenamientos, Do-Jin”, le había dicho su padre.
Y después le había regalado unos libros de Historia de Corea.
━Es un juego de mayores ━admitió al fin, esquivo.
“El mejor juego de todos los que han salido nuevos… Según dicen”
━¡JUGUEMOS!
Yoon se lo veía venir.
━¡No! ━atajó a Kwon, antes de que este pudiera arrebatarle el ratón y clicar en el icono del juego━ ¡No sé por qué está aquí! Algún niño mayor se lo habrá descargado sin que lo vean los profesores.
━¡Qué guay!
━No es guay…
Bueno… Quizá sí fuera un poco guay. Pero Do-Jin no quería admitirlo. ¿Qué pensaría su padre si lo viera perdiendo el tiempo de esa forma? Su abuelo fijo que no lo aprobaría.
Había ido a la biblioteca para leer un poco en inglés y no perder su nivel para cuando retomase las clases particulares… Aunque… Era cierto que estaban en verano… ¿No se suponía que los niños podían divertirse un poco cuando no tenían colegio?
Cruzó otra mirada con Jae-Sung, quien lo esperaba con una media sonrisa, como si estuviera leyendo sus dudas…
Así que con un extraño pinchazo en el estómago y con las manos sudorosas, tragó saliva y…
━… Lo abrimos para verlo un poco, ¿vale? ¡Y después nos vamos! ━se apresuró a añadir cuando Kwon casi salta de la silla del entusiasmo.
━¡SON NINJAS! ━gritó este al cabo de un rato, mientras veían la cinemática del videojuego en la pantalla del ordenador.
━¡SHHHH…!
━Perdón… ¡Son ninjas! ━susurró.
Yoon estaba tan eufórico como él, pero se esforzaba por controlarse. Su madre siempre le decía que debía mantener la compostura en todo momento y no gritar ni saltar como un “salvaje”. En aquel momento, sin embargo, estaba teniendo muchas dificultades para mantenerse “compuesto”. El juego era mucho mejor de lo que había imaginado al ver los anuncios en la televisión.
━¡Hyung, dale a Start! ━exclamó Jae-Sung, en cuanto la historia introductoria terminó y en la pantalla salió el menú para elegir al personaje con el que querías luchar.
Do-Jin casi le hizo caso, contagiado por su entusiasmo. Pero se detuvo justo a tiempo:
━Solo íbamos a verlo un poco… ━replicó, sin sonar muy convencido.
La verdad era que también se moría de ganas de jugar…
━Do-Jin Hyung… ━le dijo entonces el otro niño, con una cara tan seria que casi era cómica━: ¿Sacas una pelota del armario para verla un poco o para jugar?
━… Para jugar.
━Do-Jin Hyung… ¿Vas al parque para ver un poco los columpios o para jugar?
━Para… Jugar.
━Dale a Start, hyung…
Clic
━¡Me pido el de fuego! ━gritó Jae-Sung enseguida, comiéndose con los ojos la ropa y las armas del personaje llamado Scorpion.
━Vale, yo seré el de hielo ━concedió Do-Jin. Desde el principio le habían atraído los poderes del otro ninja llamado Sub-Zero.
Comenzaron a jugar de inmediato y, por primera vez, Yoon perdió la conciencia de lo que “debería estar haciendo”. Estaba como raptado por una sensación de libertad que no había sentido nunca antes. El frenético tip-tap de las teclas que los niños pulsaban para hacer pelear a sus personajes le llenaba el cuerpo de una agradable adrenalina.
En la pantalla iban y venían potentes patadas y puñetazos, giros en el aire y saltos impresionantes, hechizos de fuego y hielo… Una lucha épica en mitad de un bosque oscuro y mágico, que le hacía contener la respiración y desear que fueran ellos los que estuvieran allí en ese momento.
Entre partida y partida, la mañana se pasó volando. Solo cuando el sol del mediodía entró por las ventanas abiertas de la biblioteca, acompañado de una brisa cálida, Do-Jin se dio cuenta de la hora que era.
Fuera, las chicharras cantaban entre la hierba del patio, como si fuera el último día de su vida, aplastadas bajo el calor del verano. Los niños también transpiraban sobre el teclado, con las mejillas enrojecidas por la ambición de ganar y por el sofoco, pero ninguno quería rendirse en aquel combate digital. Hasta que…
━¡GANÉ OTRA VEZ! ━gritó Jae-Sung a todo pulmón, levantando sus brazos y saltando del asiento.
Do-Jin resopló, un poco fastidiado, dejando caer su espalda pesadamente sobre el respaldo de la silla.
━Oye, ¿has jugado antes? ━le preguntó, alzando una ceja y mirándolo de reojo.
Le había costado muchísimo vencer a Kwon las únicas dos veces que lo había conseguido.
El otro negó con la cabeza mientras daba vueltas y más vueltas en la silla giratoria para celebrar.
━No. Pero es fácil ━dijo━ Y Hyung siempre pelea igual.
Yoon sintió un pinchazo en su estómago y no pudo evitar contestarle:
━No me ganarías en una pelea de verdad.
Cuando Kwon lo escuchó estaba de espaldas, justo a mitad de un giro de su silla, y por poco no se cayó de ella al darse la vuelta y trepar por su respaldo para mirarle.
━¿¡Tú sabes pelear así!? ━le preguntó, con los ojos desencajados de admiración.
━Sí… Más o menos ━respondió Do-Jin.
Le fue imposible no hacerse un poco el interesante. Si antes se había sentido herido en su orgullo, la reacción de Kwon definitivamente le subió el ego. Aunque casi al instante sintió un poco de vergüenza…
La verdad era que para lo joven que era sabía bastante sobre lucha. Había sido campeón en la mayoría de los torneos infantiles a los que lo apuntaba su familia. Pero, si tenía que ser sincero, estaba bastante lejos todavía de pelear como los personajes del videojuego… Aunque Jae-Sung no tenía por qué saber eso.
━¡YO QUIERO! ¡YO QUIERO, HYUNG, YO QUIERO! ━empezó a chillar el niño.
Su silla se tambaleó peligrosamente cuando comenzó a brincar sobre ella de rodillas. Yoon sostuvo con una mano el respaldo, por temor a que se cayera sobre él.
━Los senseis te enseñarán también cuando empiece el curso ━le contestó para calmarlo━ Tus padres te han dejado aquí por eso, ¿no?
Pero Jae-Sung no contestó. Su amplia sonrisa se contrajo en su rostro y se limitó a encogerse de hombros mientras esquivaba su mirada.
Antes de que Do-Jin pudiera preguntarle qué ocurría, el niño se volvió a sentar bien en la silla y se inclinó sobre la mesa. Como si de repente su conversación no le interesara en absoluto, empezó a raspar y pelar con los dedos la almohadilla del ratón, que estaba algo descascarada.
Yoon iba a pedirle que se detuviera. Pero justo entonces, al mirarle las manos, se dio cuenta con horror de que le faltaba algo…
━ Iah… ¿Dónde está el lagarto?
Jae-Sung lo miró como si le acabara de hablar en tailandés.
No tuvo tiempo de repetírselo. De repente, por el pasillo que llevaba a la entrada de la biblioteca, se escuchó un quejido:
━¡AISH! ¡SHIBAL! ¡FUERA, FUERA! ¡AH! ¡FUERA!
Do-Jin reconoció al instante la voz de uno de los profesores .
¡Oh, no! ¡Se había encontrado el lagarto y ahora iba a descubrirlos allí! ¡Y jugando a un juego que, para empezar, ni tendría que estar en esos ordenadores!
Nada de eso había sido idea suya… Pero él había consentido a todo. ¿¡Qué diría su padre al enterarse de que lo iban a castigar por llevar dentro a un animal salvaje y jugar a un videojuego que él desaprobaba!?
Yoon estaba paralizado, con mucho miedo y no se podía mover.
Pero entonces vio cómo Jae-Sung se ponía en acción. Rápido como un rayo, cerró el juego, apagó el ordenador pulsando el botón bajo la mesa y lo agarró del brazo. Antes de que Do-Jin fuera consciente de lo que ocurría, fue arrastrado hasta una de las ventanas abiertas.
━¡Hyung, vamos! ¡Por aquí! ━le indicó Kwon, saltando con agilidad por encima del alféizar y cayendo entre las altas hierbas del patio.
Yoon dudó un momento, pero el chirrido de las bisagras de la puerta de la biblioteca lo devolvió a la realidad y, con el corazón en la boca, saltó también.
¡PUM!
Nada más caer, el otro niño lo agarró de la camiseta y tiró de él para que se quedara agachado bajo la ventana. También en cuclillas, Jae-Sung le hizo una seña para que guardara silencio y luego señaló hacia arriba.
Controlando su respiración agitada y los temblores de sus manos, Do-Jin agudizó el oído y pudo sentir los pasos apresurados del maestro que había entrado en la sala. Casi se le para el corazón cuando escuchó que venía hacia el lugar por donde acababan de saltar ellos.
Pero en lugar de asomarse y agarrarlos de los pelos, como Yoon imaginaba ya angustiado, sacó solo un brazo para lanzar fuera con toda su fuerza al pequeño lagarto de cola azul. El pobre animal cayó entre los hierbajos delante de ellos, y luego corrió aterrorizado para esconderse entre unas rocas.
Conteniendo el aliento y sin atreverse siquiera a pestañear, los dos niños esperaron a que el hombre se alejase de la ventana. Mientras lo hacía, lo oyeron despotricar:
━¡Aish…! No me pagan lo suficiente, de verdad. Tendría que haber aceptado el puesto en Incheon. Pero, ¡no! Yo quería desconexión y naturaleza… Y ahora, ¡bichos y más bichos por todas partes! ¡Argh…! ¡Shibal!
De haber sido otra la ocasión, Yoon seguramente se hubiera quedado de piedra al escuchar a un profesor decir tantas palabrotas. Pero tras aquel instante crítico, ni podía ni quería pensar en los buenos modales.
Cuando, momentos después, oyó que la puerta de la biblioteca se cerraba, y que todo volvía a quedarse vacío y en silencio, intercambió una mirada con Kwon. Este estaba tan serio y asustado como él. Pero en cuanto sus ojos se encontraron, sus cejas se alzaron y…
━¡¡PFFFFTT!! ¡AJAJAJAJAJAJA! ━el niño rompió a reír con una risa ronca y contagiosa.
El primer instinto de Do-Jin fue decirle que parase, que quizá podían escucharlos, que no era divertido. Pero…
━¡Pf! ━resopló sin poder evitarlo, y supo que ya estaba perdido━: Ja,ja… ¡Jajajajaja!
Se rieron tanto que tuvieron que sentarse en la hierba y apoyarse contra la pared exterior para no caerse de culo al suelo.
━¡Tendrías… que haberte visto… la cara! ━decía Jae-Sung, señalándole entre carcajadas, estirando las piernas y pegando patadas a la tierra━ ¡Estabas cagadoajajaja!
━¡¿Yo?! ¿Y tú, qué? ━replicó Yoon.
No sabía si era por el nerviosismo o por la adrenalina que lo recorría de pies a cabeza todavía, pero aquella situación había sido la más graciosa que había vivido en su vida.
Y también había sido rara.
Nunca había hecho algo distinto a lo que sus padres o sus profesores habían preparado para él o le habían ordenado. Y se sentía extraño.
Pero también había sido muy divertido. Más que cualquier cosa que hubiera hecho antes. Por primera vez había jugado a algo que le apetecía, en lugar de ocuparse de sus clases extraescolares de Inglés, Chino, Japonés, Matemáticas, Ciencias y Tang-Soo-Do. Y lo había hecho con un amigo…
¿Amigo?
El niño paró de reír y observó disimuladamente a Jae-Sung mientras este se limpiaba las lágrimas de la risa rascándose un ojo.
Sonrió.
Sí… Quizá no fuera tan difícil ser amigos, después de todo.
Capítulo Catorce completo disponible a continuación
Mini Diccionario
Hyung (형) = “Hermano mayor”. Lo usan los varones para referirse a otros varones mayores que ellos, sean o no familia. Es una manera amistosa de referirse a ellos, pero sin dejar de ser respetuosa.
Mworakano? (뭐라카노?) = ¿Qué has dicho? / ¿Qué dijiste? (en algunos dialectos como en el de Gangwon se dice así. En coreano estándar es “Mworagoyo?”)
¡Haji ma! (하지 마!) = ¡No hagas eso!
Shibal (시발) = Mierda.
Chapter 15: (Completo) Capítulo Catorce: Hyung
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Holaaa :’)
Espero que estéis todos bien. Yo… Jeje, más o menos. Han sido unas semanas muy duras. Resumiendo: me van a tener que operar y pues no me hace mucha gracia, estoy bastante asustada T-T. Espero que entendáis por qué me está siendo tan difícil mantenerme al día con este fanfic. Pero bueno, mi deseo es continuarlo y hacerlo lo mejor que pueda.
Aquí os dejo el capítulo 14 completo, como prometí. Al final ha salido como un one shot de Yoon y Kwon jajajaj, pero no creo que haya quejas al respecto, son nuestros chicos favoritos <3
Algunos me habéis preguntado por la reina Tory. Tranquilidaaaad, que en el siguiente capítulo vuelve con todas!
Antes de dejaros con el capítulo, os quiero agradecer porque al final Twin Flame (Llama Gemela) ha sido nominado en muchas categorías de los Cobra Kai Awards de los que os hablaba antes. ¡¡GRACIAS!!
Os agradecería un montón que votarais ahora por mí. Os dejo aquí los enlaces. De nuevo, aunque pide un correo electrónico, es completamente anónimo. Se tardan segundos en hacerlo, así que gracias de antemano a los que me votéis :3
TENÉIS HASTA ESTE DOMINGO 22 A LAS 8 PM (CET)
VOTACIÓN 1 (Categorías: Best Sekai Taikai arc character y Best Action)
VOTACIÓN 2 (Categoría: Best Romance)
https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSeI8suKAC1kFtwx1QHubu9tqQiALrTrUasu__BOctMpueUR0g/viewform
VOTACIÓN 3 (Categoría: Best Multichapter)
VOTACIÓN 4 (Categoría: Best Tory Nichols)
https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSfJgs2sTLgRlwY0Il2T_mx0zP8dLz8MGO5WJ-7xQ3lnZxTyzw/viewform
VOTACIÓN 5 (Categorías: Best Johnny / Best Miguel / Best Character Study (Tory - Twin Flame) / Best Whump / Best Platonic Dynamic (Yoon & Kwon, al final de toda la lista)
https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSdaP3THQqcL1A_knDwpIOFfu89JIrCQDxgDlv-iN4A6_eV6KA/viewform
VOTACIÓN 6 (Best Daniel / Best John Kreese / Best Robby Keene / Best New Writer (BUSQUEN miriadalia)
MIL GRACIAS! Disfrutad del capítulo <33
~miriadalia 🌻
CAPÍTULO CATORCE: Hyung
VERANO DE 2009
━¡Hyung!
━¡Hyung!
━¡Do-Yun Hyung!
El niño se detuvo a mitad del pasillo, suspiró resignado y se dio la vuelta.
━Mi nombre es Do-Jin ━lo corrigió por quinta vez.
El día anterior Min-Jun Sabum-nim le había presentado a ese otro niño, que ahora venía corriendo a su encuentro. Se llamaba Kwon Jae-Sung y había nacido el mismo año que él, aunque Yoon era mayor. Pero eso al chico no parecía importarle.
Había empezado a hablarle de manera informal, con un marcado acento de Gangwon, y solo había comenzado a usar honoríficos cuando el sensei lo había regañado… Pero luego se había olvidado y había vuelto a parlotear a su manera, mezclando frases y palabras de un cerrado dialecto de montaña que, Do-Jin estaba seguro, escandalizaría a su madre y a su abuela.
Al principio se había sentido entusiasmado ante la idea de conocer a otro niño de su edad. Aquel dojang le había parecido asombroso desde que se había mudado allí con su familia varias semanas atrás. Pero enseguida había empezado a aburrirse como una ostra, como siempre le pasaba cada vez que destinaban a su padre a una base militar lejana en la que no había niños. Él no tenía hermanos, y allí los más jóvenes eran unos adolescentes que ni lo miraban y que, obviamente, jamás lo incluirían en sus juegos.
Así que Do-Jin se había pasado los días estudiando, leyendo y practicando las técnicas que sus senseis le enseñaban. Y aunque le encantaba el Tang-Soo-Do, hasta eso había dejado de ser divertido. No era muy emocionante luchar solo contra un monigote de madera.
La aparición de Kwon había sido una alegre sorpresa… Pero muy pronto Yoon se había dado cuenta de que iba a ser difícil ser amigos.
El crío era nervioso y hablaba hasta por los codos. No sabía caminar, solo correr, trepar y saltar sobre cualquier superficie. Do-Jin no había podido averiguar si tenían cosas en común o no, porque cuando le intentaba contar algo, este lo interrumpía o empezaba a hablar sobre otro tema completamente distinto.
━¡Hyung! ¡Mira! ¡Tiene la cola azul! ━exclamó Jae-Sung en ese momento, ignorando su corrección, y llegando a todo correr hasta su lado con las manos firmemente cerradas, una sobre otra.
Cuando aflojó su presión y abrió un pequeño hueco entre sus palmas, una cabeza de reptil se asomó de repente, sacando su lengua bífida. Era un lagarto.
A Do-Jin le dio un vuelco el corazón.
━¿Qué haces? ¡Tienes que devolverlo al bosque! Si te ve alguien… ━echó un nervioso vistazo a su alrededor.
Estaban en la escuela del dojang, el recinto de edificios donde estudiaban los niños mayores que entrenaban con la familia Kim. A Yoon le dejaban pasar para utilizar la biblioteca y sus ordenadores, y tuvo miedo de que los vieran y no le permitieran entrar de nuevo por llevar un animal. Pero su compañero no le hizo ni caso.
━¿Sabías que solo los bebés tienen la cola azul? Cuando se hacen viejos se les pone marrón como el resto del cuerpo ━explicó, acariciando la cabeza del bicho━. Pero creo que le pasa más a los chicos, las chicas…
━ ¡Iah! ¿Me has oído?
Jae-Sung alzó sus ojos oscuros y pestañeó confundido.
━ ¿Mworakano?
Do-Jin gruñó.
━Te he dicho que lo devuelvas al bosque. Si se te escapa…
━No se escapa. Es bueno… O buena. ¿Tú qué crees que es? ━levantó al pequeño lagarto de cola azul con una sola mano y se lo acercó.
━ ¡Haji ma! ━exclamó Yoon, dando un paso atrás sin apartar la vista de su piel viscosa.
No le tenía miedo a los reptiles, pero tampoco eran su animal favorito precisamente.
━Si te ve un profesor o uno de los niños mayores, nos van a castigar.
━Pero si es verano. No hay cole.
━Ya, pero la biblioteca está abierta.
Cruzó otra mirada con Kwon. La cara del niño no transmitía nada. Era como si de repente se hubiera quedado en trance. Sus ojos estaban fijos en los de Yoon, pero al mismo tiempo parecía que no lo veían.
Y de la nada los abrió como platos y empezó a gritar:
━¡Hyung! ¡Eso es! ¡Vamos a la biblioteca!
Echó a correr por el pasillo como si lo persiguiera un tigre, adentrándose en el edificio mientras el pobre lagarto se zarandeaba entre sus manos como un muñeco de goma.
Do-Jin se quedó petrificado unos segundos antes de poder reaccionar y salir corriendo detrás de él. ¡¿Qué era lo que había dicho?!
━¡Espera! ¡Kwon Jae-Sung! ¿Qué estás haciendo? ━intentaba gritar en susurros para que nadie los escuchara, mientras perseguía al niño por los corredores de la vieja escuela.
━¡La biblioteca! ¡La biblioteca! ━chillaba el otro, fuera de sí.
━¡Por ahí no está la biblioteca!
Yoon consiguió adelantarlo y cortarle el paso justo antes de la catástrofe: Jae-Sung había estado a punto de abrir una enorme puerta de la que colgaba un cartel que, obviamente, no leyó.
━¡Esta es la sala de profesores! ━le dijo con la respiración agitada, abriendo los brazos en cruz para impedirle entrar━ ¿Qué intentas hacer?
Desorientado y sin poder contener toda la energía que lo había poseído de repente, el otro niño empezó a dar brincos en el sitio.
━¡Hyung! ¡En la biblioteca podemos encontrar libros sobre lagartos! ¡Y… Y… Y saber si es chico o chica!
━¡Podemos hacer eso sin que lo lleves dentro de la biblioteca! ━contestó Do-Jin, tomándolo de un brazo y medio arrastrándolo por el pasillo en dirección contraria.
━¡Pero si no lo llevo no lo podremos ver bien!
━Ya lo hemos visto. ¡Tiene la cola azul!
━¡Pero… Pero… Pero…! ¿¡Y si nos olvidamos!?
━¿¡Cómo nos vamos a olvidar en tan poco tiempo!? ━le dirigió una mirada incrédula.
Kwon se quedó en silencio. Parecía haberse distraído observando el interior de una de las aulas por las ventanas del pasillo, porque cuando vio que Yoon lo miraba, frunció el ceño:
━… ¿Qué?
Do-Jin no podía creer que existiera alguien tan despistado. Pero aquel niño era la prueba viviente de que sí existía.
━Aish… Está bien ━concedió para calmarlo, aunque no estaba nada convencido━ ¡Pero agárralo fuerte! Y solo un rato, ¿vale? Miramos, y si no hay libros de lagartos, ¡nos vamos y lo sueltas en el bosque!
Jae-Sung asintió con una amplia sonrisa.
Pero su pacto se rompió en cuanto pisaron la biblioteca y el niño vio las mesas llenas de ordenadores Samsung.
━¡...! ¡Hyung, mira! ━gritó con los ojos brillantes━ ¡Computidoras!
Yoon se sintió aliviado de que no hubiera allí ningún adulto ni estudiante. Los berridos de Kwon los hubieran delatado enseguida.
━Se dice “computadoras” ━lo corrigió mientras pasaba de largo y se dirigía hacia las estanterías que contenían los libros sobre fauna y flora.
Pero se frenó en seco en cuanto notó que el otro no lo seguía.
━Bo-tón, bo-tón, bo-tón-de-en-cen-deeer🎶 ━canturreaba en ese instante Jae-Sung, agachándose bajo las largas mesas para apretar el botón de uno de los ordenadores.
━ ¡Haji ma! ¡No puedes usarlas sin el permiso de un profesor!
Los cabellos negros y puntiagudos de Kwon asomaron por la superficie del escritorio y miró a Do-Jin con los ojos entrecerrados.
━¿Tú tienes permiso, hyung? ━le preguntó con voz sospechosa.
━… S-sí ━respondió el otro, desconfiado.
━¡Entonces puedes usarlas! ━zanjó, y volvió a adentrarse en búsqueda del botón.
━¡Sí, pero…!
━Pero, ¿qué? ━de nuevo, los desordenados pelos brotaron como un arbusto oscuro desde debajo de la mesa.
Yoon se debatió un momento, pero luego decidió:
━Vale, pero solo para buscar información sobre el lagarto. ¡Y nos vamos!
Cuando lograron encender el ordenador e iniciar sesión, sin embargo, otra cosa impidió que Jae-Sung se sacara las dudas sobre su reptil.
━¿Qué es eso? ━preguntó, señalando con un dedo un icono del escritorio muy distinto al resto.
Do-Jin se fijó con atención… Y su corazón se aceleró.
No era posible. ¿Cómo podía estar eso ahí?
━No lo sé ━mintió enseguida, apartando su mirada.
━Sí lo sabes.
Volvió sus ojos a Kwon. El niño lo observaba con una expresión seria y convencida que no le había visto poner hasta ahora. Yoon se puso nervioso. Para ser alguien tan despistado, no se le pasaba nada cuando quería…
Se removió en su asiento, indeciso sobre si contárselo o no.
Claro que sabía lo que era aquello. Todos los niños que conocía lo sabían. Era Mortal Kombat. Un juego de peleas que sus padres no lo dejaban tener. No exactamente porque fuera demasiado joven o por la violencia, sino…
“No puedes perder tiempo con esas tonterías. Si quieres ser el mejor como tu abuelo y como yo, debes concentrarte en tus estudios y en tus entrenamientos, Do-Jin”, le había dicho su padre.
Y después le había regalado unos libros de Historia de Corea.
━Es un juego de mayores ━admitió al fin, esquivo.
“El mejor juego de todos los que han salido nuevos… Según dicen”
━¡JUGUEMOS!
Yoon se lo veía venir.
━¡No! ━atajó a Kwon, antes de que este pudiera arrebatarle el ratón y clicar en el icono del juego━ ¡No sé por qué está aquí! Algún niño mayor se lo habrá descargado sin que lo vean los profesores.
━¡Qué guay!
━No es guay…
Bueno… Quizá sí fuera un poco guay. Pero Do-Jin no quería admitirlo. ¿Qué pensaría su padre si lo viera perdiendo el tiempo de esa forma? Su abuelo fijo que no lo aprobaría.
Había ido a la biblioteca para leer un poco en inglés y no perder su nivel para cuando retomase las clases particulares… Aunque… Era cierto que estaban en verano… ¿No se suponía que los niños podían divertirse un poco cuando no tenían colegio?
Cruzó otra mirada con Jae-Sung, quien lo esperaba con una media sonrisa, como si estuviera leyendo sus dudas…
Así que con un extraño pinchazo en el estómago y con las manos sudorosas, tragó saliva y…
━… Lo abrimos para verlo un poco, ¿vale? ¡Y después nos vamos! ━se apresuró a añadir cuando Kwon casi salta de la silla del entusiasmo.
━¡SON NINJAS! ━gritó este al cabo de un rato, mientras veían la cinemática del videojuego en la pantalla del ordenador.
━¡SHHHH…!
━Perdón… ¡Son ninjas! ━susurró.
Yoon estaba tan eufórico como él, pero se esforzaba por controlarse. Su madre siempre le decía que debía mantener la compostura en todo momento y no gritar ni saltar como un “salvaje”. En aquel momento, sin embargo, estaba teniendo muchas dificultades para mantenerse “compuesto”. El juego era mucho mejor de lo que había imaginado al ver los anuncios en la televisión.
━¡Hyung, dale a Start! ━exclamó Jae-Sung, en cuanto la historia introductoria terminó y en la pantalla salió el menú para elegir al personaje con el que querías luchar.
Do-Jin casi le hizo caso, contagiado por su entusiasmo. Pero se detuvo justo a tiempo:
━Solo íbamos a verlo un poco… ━replicó, sin sonar muy convencido.
La verdad era que también se moría de ganas de jugar…
━Do-Jin Hyung… ━le dijo entonces el otro niño, con una cara tan seria que casi era cómica━: ¿Sacas una pelota del armario para verla un poco o para jugar?
━… Para jugar.
━Do-Jin Hyung… ¿Vas al parque para ver un poco los columpios o para jugar?
━Para… Jugar.
━Dale a Start, hyung…
Clic
━¡Me pido el de fuego! ━gritó Jae-Sung enseguida, comiéndose con los ojos la ropa y las armas del personaje llamado Scorpion.
━Vale, yo seré el de hielo ━concedió Do-Jin. Desde el principio le habían atraído los poderes del otro ninja llamado Sub-Zero.
Comenzaron a jugar de inmediato y, por primera vez, Yoon perdió la conciencia de lo que “debería estar haciendo”. Estaba como raptado por una sensación de libertad que no había sentido nunca antes. El frenético tip-tap de las teclas que los niños pulsaban para hacer pelear a sus personajes le llenaba el cuerpo de una agradable adrenalina.
En la pantalla iban y venían potentes patadas y puñetazos, giros en el aire y saltos impresionantes, hechizos de fuego y hielo… Una lucha épica en mitad de un bosque oscuro y mágico, que le hacía contener la respiración y desear que fueran ellos los que estuvieran allí en ese momento.
Entre partida y partida, la mañana se pasó volando. Solo cuando el sol del mediodía entró por las ventanas abiertas de la biblioteca, acompañado de una brisa cálida, Do-Jin se dio cuenta de la hora que era.
Fuera, las chicharras cantaban entre la hierba del patio, como si fuera el último día de su vida, aplastadas bajo el calor del verano. Los niños también transpiraban sobre el teclado, con las mejillas enrojecidas por la ambición de ganar y por el sofoco, pero ninguno quería rendirse en aquel combate digital. Hasta que…
━¡GANÉ OTRA VEZ! ━gritó Jae-Sung a todo pulmón, levantando sus brazos y saltando del asiento.
Do-Jin resopló, un poco fastidiado, dejando caer su espalda pesadamente sobre el respaldo de la silla.
━Oye, ¿has jugado antes? ━le preguntó, alzando una ceja y mirándolo de reojo.
Le había costado muchísimo vencer a Kwon las únicas dos veces que lo había conseguido.
El otro negó con la cabeza mientras daba vueltas y más vueltas en la silla giratoria para celebrar.
━No. Pero es fácil ━dijo━ Y Hyung siempre pelea igual.
Yoon sintió un pinchazo en su estómago y no pudo evitar contestarle:
━No me ganarías en una pelea de verdad.
Cuando Kwon lo escuchó estaba de espaldas, justo a mitad de un giro de su silla, y por poco no se cayó de ella al darse la vuelta y trepar por su respaldo para mirarle.
━¿¡Tú sabes pelear así!? ━le preguntó, con los ojos desencajados de admiración.
━Sí… Más o menos ━respondió Do-Jin.
Le fue imposible no hacerse un poco el interesante. Si antes se había sentido herido en su orgullo, la reacción de Kwon definitivamente le subió el ego. Aunque casi al instante sintió un poco de vergüenza…
La verdad era que para lo joven que era sabía bastante sobre lucha. Había sido campeón en la mayoría de los torneos infantiles a los que lo apuntaba su familia. Pero, si tenía que ser sincero, estaba bastante lejos todavía de pelear como los personajes del videojuego… Aunque Jae-Sung no tenía por qué saber eso.
━¡YO QUIERO! ¡YO QUIERO, HYUNG, YO QUIERO! ━empezó a chillar el niño.
Su silla se tambaleó peligrosamente cuando comenzó a brincar sobre ella de rodillas. Yoon sostuvo con una mano el respaldo, por temor a que se cayera sobre él.
━Los senseis te enseñarán también cuando empiece el curso ━le contestó para calmarlo━ Tus padres te han dejado aquí por eso, ¿no?
Pero Jae-Sung no contestó. Su amplia sonrisa se contrajo en su rostro y se limitó a encogerse de hombros mientras esquivaba su mirada.
Antes de que Do-Jin pudiera preguntarle qué ocurría, el niño se volvió a sentar bien en la silla y se inclinó sobre la mesa. Como si de repente su conversación no le interesara en absoluto, empezó a raspar y pelar con los dedos la almohadilla del ratón, que estaba algo descascarada.
Yoon iba a pedirle que se detuviera. Pero justo entonces, al mirarle las manos, se dio cuenta con horror de que le faltaba algo…
━ Iah… ¿Dónde está el lagarto?
Jae-Sung lo miró como si le acabara de hablar en tailandés.
No tuvo tiempo de repetírselo. De repente, por el pasillo que llevaba a la entrada de la biblioteca, se escuchó un quejido:
━¡AISH! ¡SHIBAL! ¡FUERA, FUERA! ¡AH! ¡FUERA!
Do-Jin reconoció al instante la voz de uno de los profesores .
¡Oh, no! ¡Se había encontrado el lagarto y ahora iba a descubrirlos allí! ¡Y jugando a un juego que, para empezar, ni tendría que estar en esos ordenadores!
Nada de eso había sido idea suya… Pero él había consentido a todo. ¿¡Qué diría su padre al enterarse de que lo iban a castigar por llevar dentro a un animal salvaje y jugar a un videojuego que él desaprobaba!?
Yoon estaba paralizado, con mucho miedo y no se podía mover.
Pero entonces vio cómo Jae-Sung se ponía en acción. Rápido como un rayo, cerró el juego, apagó el ordenador pulsando el botón bajo la mesa y lo agarró del brazo. Antes de que Do-Jin fuera consciente de lo que ocurría, fue arrastrado hasta una de las ventanas abiertas.
━¡Hyung, vamos! ¡Por aquí! ━le indicó Kwon, saltando con agilidad por encima del alféizar y cayendo entre las altas hierbas del patio.
Yoon dudó un momento, pero el chirrido de las bisagras de la puerta de la biblioteca lo devolvió a la realidad y, con el corazón en la boca, saltó también.
¡PUM!
Nada más caer, el otro niño lo agarró de la camiseta y tiró de él para que se quedara agachado bajo la ventana. También en cuclillas, Jae-Sung le hizo una seña para que guardara silencio y luego señaló hacia arriba.
Controlando su respiración agitada y los temblores de sus manos, Do-Jin agudizó el oído y pudo sentir los pasos apresurados del maestro que había entrado en la sala. Casi se le para el corazón cuando escuchó que venía hacia el lugar por donde acababan de saltar ellos.
Pero en lugar de asomarse y agarrarlos de los pelos, como Yoon imaginaba ya angustiado, sacó solo un brazo para lanzar fuera con toda su fuerza al pequeño lagarto de cola azul. El pobre animal cayó entre los hierbajos delante de ellos, y luego corrió aterrorizado para esconderse entre unas rocas.
Conteniendo el aliento y sin atreverse siquiera a pestañear, los dos niños esperaron a que el hombre se alejase de la ventana. Mientras lo hacía, lo oyeron despotricar:
━¡Aish…! No me pagan lo suficiente, de verdad. Tendría que haber aceptado el puesto en Incheon. Pero, ¡no! Yo quería desconexión y naturaleza… Y ahora, ¡bichos y más bichos por todas partes! ¡Argh…! ¡Shibal!
De haber sido otra la ocasión, Yoon seguramente se hubiera quedado de piedra al escuchar a un profesor decir tantas palabrotas. Pero tras aquel instante crítico, ni podía ni quería pensar en los buenos modales.
Cuando, momentos después, oyó que la puerta de la biblioteca se cerraba, y que todo volvía a quedarse vacío y en silencio, intercambió una mirada con Kwon. Este estaba tan serio y asustado como él. Pero en cuanto sus ojos se encontraron, sus cejas se alzaron y…
━¡¡PFFFFTT!! ¡AJAJAJAJAJAJA! ━el niño rompió a reír con una risa ronca y contagiosa.
El primer instinto de Do-Jin fue decirle que parase, que quizá podían escucharlos, que no era divertido. Pero…
━¡Pf! ━resopló sin poder evitarlo, y supo que ya estaba perdido━: Ja,ja… ¡Jajajajaja!
Se rieron tanto que tuvieron que sentarse en la hierba y apoyarse contra la pared exterior para no caerse de culo al suelo.
━¡Tendrías… que haberte visto… la cara! ━decía Jae-Sung, señalándole entre carcajadas, estirando las piernas y pegando patadas a la tierra━ ¡Estabas cagadoajajaja!
━¡¿Yo?! ¿Y tú, qué? ━replicó Yoon.
No sabía si era por el nerviosismo o por la adrenalina que lo recorría de pies a cabeza todavía, pero aquella situación había sido la más graciosa que había vivido en su vida.
Y también había sido rara.
Nunca había hecho algo distinto a lo que sus padres o sus profesores habían preparado para él o le habían ordenado. Y se sentía extraño.
Pero también había sido muy divertido. Más que cualquier cosa que hubiera hecho antes. Por primera vez había jugado a algo que le apetecía, en lugar de ocuparse de sus clases extraescolares de Inglés, Chino, Japonés, Matemáticas, Ciencias y Tang-Soo-Do. Y lo había hecho con un amigo…
¿Amigo?
El niño paró de reír y observó disimuladamente a Jae-Sung mientras este se limpiaba las lágrimas de la risa rascándose un ojo.
Sonrió.
Sí… Quizá no fuera tan difícil ser amigos, después de todo.
OTOÑO DE 2009
━Te lo digo en serio. No me gusta que ese niño sea su única compañía.
Yoon bajó los ojos a su plato y se mantuvo en silencio. La larguísima mesa del comedor estaba vacía, a excepción de la esquina donde se había sentado con sus padres a almorzar aquel domingo.
No le gustaba comer allí. Le recordaba a las frías salas de reuniones en las que su padre pasaba horas y horas antes de poder estar un rato juntos. En realidad, no le gustaba ni siquiera vivir en aquel chalé que les habían dado. Sí, tenía piscina, una decoración muy bonita al estilo tradicional coreano, y su habitación era enorme… Pero siempre estaba vacía.
Al otro lado de la mesa, sentada frente a él, su madre se había cruzado de brazos.
Había llegado de la ciudad temprano en la mañana, y Do-Jin se lo había pasado muy bien abriendo los regalos que le había traído. Pero al empezar a comer había cometido el error de hablar de ellos a su padre.
Estaba expresando lo mucho que deseaba volver al dojang al día siguiente para jugar con su nuevo helicóptero teledirigido con Jae-Sung… Cuando la actitud de su madre cambió por completo de repente.
━Tampoco exageres, mujer ━repuso su marido, agarrando con sus palillos y sin perder de vista la deliciosa carne de su Galbijjim━ Do-Jin tiene otros amigos en la capital. Vamos a Seúl cada semana.
━¡Vamos cada dos semanas! ━lo contradijo ella, observándolo ceñuda━ ¡A veces cada tres! Porque tú te empeñas en quedarte aquí, en medio de la nada, mientras tu hijo se cría alejado de la civilización de verdad.
Sin moverse apenas, Yoon observó de soslayo a su padre. Este se había puesto firme, sentado a la cabeza de la mesa, como cuando presidía las reuniones de la base. Cuando habló, de hecho, lo hizo con aquel tono militar que a menudo se le escapaba en casa.
━Fue un honor que me destinaran a esta base. Del dojang de la familia Kim han salido los mejores luchadores del país, incluidos mi padre y yo ━miró a su hijo, y su expresión se volvió solemne━: Y Do-Jin será incluso mejor, un verdadero campeón mundial.
El niño sintió que su pecho se hinchaba como un globo y no pudo evitar que se le escapara una leve sonrisa. Luego, sin saber bien por qué, lo invadió una vergüenza repentina y, para disimular, se concentró de nuevo en comer.
━También podría serlo viviendo en una ciudad ━intervino entonces su madre━. Estudiando en una escuela nacional de prestigio y relacionándose con hijos de buenas familias.
━¿Y no será que eres tú la que desea relacionarse con buenas familias? ━soltó su marido, con un poco de sorna.
Tanto Yoon como su padre supieron que había cometido un error nada más ver la expresión avinagrada de la mujer, con las cejas tan tensas y alzadas en su frente que parecían enganchadas con pinzas de la ropa.
━Ejem… ━se aclaró la garganta el hombre, y volvió a remover la carne en su plato como si no hubiera pasado nada.
━No quiero que mi único hijo se críe con pueblerinos ━insistió ella━ ¿Has oído lo que se dice de ese niño con el que se junta? Anda solo por el monte como un salvaje. ¡Ni siquiera tiene padres! Unos drogadictos, seguro…
━Se-Ryeon.
Oír a su padre llamar a su madre por su nombre de pila fue muy extraño. Pero por la forma en la que la mujer se calló en el acto y ambos adultos se sumieron en un silencio incómodo, Do-Jin entendió enseguida que lo que acababa de decir era muy malo.
Sintió como si un perro le estuviera mordiendo el estómago y se removió en su asiento. Quería saber qué era aquello tan terrible que habían hecho los padres de su amigo. Quería comprender por qué a su madre no le agradaba Jae-Sung… Pero no se atrevía a preguntar.
Durante un rato, que al niño le pareció eterno, solo se escuchó el sonido de los palillos al golpear contra los cuencos. Fuera, unas nubes taparon el sol y la sala se quedó en una desagradable penumbra que hacía que los rostros de los tres se vieran oscuros y sin emoción. Se mantuvieron así hasta que su padre decidió zanjar la conversación:
━La educación de Do-Jin está en buenas manos. Tiene los mejores maestros de Tang-Soo-Do y…
━¡Ah, tu familia y ese dichoso Tang-Soo-Do! ━murmuró su madre, alzando los ojos al techo.
━ ¡Y…! ━se impuso el hombre, molesto por la interrupción━ Un currículum académico que nada tiene que envidiar a las escuelas nacionales. Y si ese niño se vuelve una distracción para él, yo me aseguraré de que no lo sea.
Do-Jin tragó, pero no la comida.
Quiso tragarse la tristeza que le atenazó la garganta en cuanto oyó esas palabras… Pero esta no desapareció. Se mantuvo ahí hasta el día siguiente. Todavía la notaba clavada en su pecho mientras a duras penas se concentraba en la aburridísima lección de Cálculo.
Trataba por todos los medios de focalizarse en la pizarra llena de números y en las explicaciones del profesor. Pero en cuanto este se daba la vuelta para seguir escribiendo, la mente de Yoon volaba lejos de allí.
Al final no había tenido el valor de llevarse al dojang su nuevo helicóptero teledirigido. El juguete se había quedado sin estrenar en su caja. Do-Jin casi lo odiaba ahora y no entendía por qué.
La hora de clase se hizo pesada e interminable. El niño empezó a ponerse ansioso y a mirar sin parar por la ventana del aula, con terror a que el maestro se girase sin previo aviso y lo descubriera distraído. Era el único alumno allí y era obvio que lo notaría.
A la vuelta de las vacaciones de verano, los profesores habían puesto a Jae-Sung en sus mismas clases, para gran alegría de ambos amigos. Pero a los pocos días los habían separado diciendo que Kwon “afectaba negativamente al desarrollo y avance académico de Do-Jin”.
Tanto sus padres como sus maestros pensaban que su amigo era… ¿Malo?
La misma tristeza que lo había acompañado desde el día anterior se le subió a la espalda de nuevo, pesada como una mochila repleta de libros de texto. Sin darse cuenta, mientras el profesor de Cálculo se daba la vuelta para borrar la pizarra, se encorvó en su asiento y giró la cabeza distraídamente hacia la ventana de nuevo…
━¡...!
El corazón casi se le sale del susto.
Kwon estaba allí. Más bien, la cara de Kwon estaba allí, tan pegada al cristal que su nariz se parecía ahora a la de un cerdito.
━¡PFFT! ━a Do-Jin casi se le escapa una carcajada y tuvo que morderse la lengua para no empezar a reír.
El maestro se giró y lo miró extrañado, pero el niño fingió que le daba un ataque de tos. Por el rabillo del ojo notó que Jae-Sung ya no estaba en la ventana. Yoon se tapó la boca mientras seguía tosiendo para disimular su sonrisa: sabía muy bien que su amigo estaba escondido bajo el cristal.
Por fin, la clase terminó y pudo salir. Su alivio, sin embargo, se turbó de nuevo en cuanto se cruzó con Kwon en el pasillo.
━¡Hyung! ¡Hyung! ¡Mira! ━lo abordó el niño alegremente nada más toparse con él.
Levantó la cabeza y abrió la boca retirando sus labios superiores hacia atrás, mientras con la lengua daba golpecitos a uno de sus colmillos. Este se levantaba con tanta facilidad que parecía a punto de desprenderse de su encía.
━Ah, ya… ━comentó Do-Jin huidizo, bajando los ojos al suelo y asiendo su mochila con ambas manos.
No entendía por qué. Pero la conversación de sus padres el día anterior se repetía ahora en su cabeza.
Era cierto que al principio él también había pensado que Jae-Sung era… Extraño. Pero, tras pasar todo aquel verano con él, había descubierto lo lleno de energía, optimismo y ganas de aprender que estaba. A veces se enojaba con facilidad mientras jugaban, sobre todo si perdía. Pero se le pasaba enseguida, y hacía un montón de payasadas que siempre le hacían reír.
Las palabras de su madre, sin embargo, habían creado un pozo de dudas en su corazón. Se había dado cuenta de que no conocía del todo a su amigo… ¿Por qué estaba allí y nunca se iba, ni siquiera los fines de semana? ¿Por qué nunca hablaba de su familia? Siempre que sacaba el tema, el niño lo ignoraba o se iba a jugar a otra cosa… ¿Habían hecho algo tan malo sus padres?
━¿Qué te pasa, hyung?
Sobresaltado, Yoon volvió a la realidad.
━No, nada… ━mintió, sintiéndose muy culpable de repente━ ¿Por qué no estabas en tu clase?
Jae-Sung se encogió de hombros despreocupadamente.
━El profe de Coreano me castigó. Cuando terminé me dijo que me largara.
Do-Jin frunció el ceño.
━¿Otra vez? ¿Por qué?
━Porque es tonto.
━… ¿Has olvidado hacer los deberes de nuevo?
━¡Sí los hice! …Pero eran de otra página.
Yoon no pudo evitar soltar un leve suspiro de resignación y sonreír. Kwon se rascó la nuca, incómodo, y luego sacudió la cabeza:
━¡Da igual! ¡Es tonto! ¡Y me corrige cada vez que hablo!
Do-Jin no comentó nada. Pensó que tenía sentido que los profesores corrigieran a su amigo, pues este seguía hablando en su dialecto de Gangwon de vez en cuando. Pero prefirió no enfadarlo. Ya lo conocía y sabía que se pondría como una furia si… Se detuvo y se le anudó la garganta… ¿De verdad lo conocía?
Le pareció que la mochila estaba incluso más pesada que antes y se la acomodó de nuevo sobre los hombros.
━¡Aish! ¡Salgamos de aquí, hyung! ━resolvió entonces el otro niño, saliendo a grandes zancadas de la escuela.
Como todavía faltaban varias horas para las lecciones de Tang-Soo-Do de la tarde, decidieron dar un paseo por el bosque. Yoon se mantenía callado. No conseguía encontrar tema de conversación. Su mente seguía dándole vueltas a la verdadera identidad de Jae-Sung.
Este, por otro lado, se había tomado su silencio como una invitación a hablar sin parar de todo lo que le pasase por la cabeza. Do-Jin había perdido el hilo de su monólogo hacía un buen rato, pero su estómago dio un vuelco en cuanto escuchó:
━¡Ah, hyung! ¡El helicóptero!
━¿Q-qué? ━preguntó, tragando la poca saliva que le quedaba.
¿Cómo sabía él que le habían regalado un…
━¡Hoy he visto un helicóptero! ¡Antes de que llegaras a la escuela!
Yoon respiró aliviado en cuanto se dio cuenta de que no se refería a su nuevo juguete teledirigido. Ese mismo que no había traído porque sabía que sus padres desaprobaban que jugara con Jae-Sung.
━¿Dices… Uno de verdad?
━No, uno de cartón… ¡Pues claro que de verdad! ¡Hacía así: TUD-TUD-TUD-TUD-TUD…! ━el niño imitó con precisión la hélice del helicóptero, dando vueltas sobre sí mismo con los brazos en cruz━ Y se fue volando hacia allá ━se paró y señaló un punto disperso en el bosque.
━Sí, es que por ahí está la pista de aterrizaje ━confirmó Do-Jin, sin mucho interés ahora que se había tranquilizado.
━¡¿Hay una pista de aterrizaje?! ━tronó Kwon, frenando en seco su caminata, como si lo hubiera traspasado un rayo.
━Claro, ¿dónde creías que aterrizaba el avión de Kim Sabum-nim?
“Oh, no…”
Do-Jin se dio cuenta de su error demasiado tarde. Acababa de ver ese brillo particular que iluminaba los ojos de Jae-Sung cada vez que se le ocurría una de sus ideas.
━¡¡VAMOS!!
━¿Qué? ¡NO! ¡No podemos! ━lo atajó, frenándolo por un brazo justo en el momento en el que echaba a correr.
━¿Por queeeé? ━se quejó él.
━Primero, porque está muy lejos, hay que ir en coche. Y segundo, porque no podemos ━declaró Yoon, con firmeza.
━¿Por qué?
━Porque no.
━Eso no es una respuesta.
━Sí lo es. No nos van a dejar salir del dojang.
━Pero eso no quiere decir que no podamos.
━¡Eso es exactamente lo que quiere decir!
━Bueno, pero solo si nos ven.
━No…
Do-Jin se interrumpió, gruñó exasperado y se pasó una mano por la cara, cansado de discutir. No debía haber abierto la boca… Pagó cara su distracción cuando Jae-Sung aprovechó para zafarse de su agarre y salir corriendo cuesta abajo por el camino de vuelta.
━¡...! ¡ESPERA! ¡JAE-SUNG-AH! ¿DÓNDE VAS?
━¡SÍGUEME, HYUNG! ¡YA SÉ CÓMO IR ALLÍ! ━chilló el otro sin mirar atrás ni detener su carrera.
━¡NO! ¡VUELVE AQUÍ!
Yoon no tuvo más remedio que seguirlo. Pasaron velozmente la escuela, los dormitorios y demás instalaciones del dojang. Cuando al fin lo alcanzó, este se había escondido ya entre los vehículos de la entrada.
━¿QUÉ ESTÁS HAC…? ━lo reprendió en cuanto se agachó a su lado.
Pero Kwon le tapó la boca con su palma inmediatamente.
━¡SHHHHH! ¡Mira! ━exclamó por lo bajo y señaló a un hombre con traje que venía por uno de los senderos de grava en su dirección━: Ese es el conductor que lleva y trae a Kim Sabum-nim… ¡Y mira! ¡Viene con dos soldados! ¿Serán los del helicóptero?
━¡No lo sé, pero da igual! ━contestó Do-Jin, susurrando y con el corazón palpitándole en la garganta por el miedo a que los descubrieran allí agazapados━ Jae-Sung-ah, ¡tenemos que volver!
━¡Se están subiendo a aquella furgoneta! ¡Vamos!
━¡¡...!!
Yoon no tuvo tiempo de decirle nada más. Si gritaba ahora, los identificarían seguro. Así que lo siguió, moviéndose sigilosamente entre los coches, hasta llegar al vehículo en el que habían subido los tres hombres. Antes de que pudiera detener a Kwon, este se colocó detrás de la furgoneta, abrió apenas la puerta trasera de la zona de carga y se coló dentro. Con un quejido de temor, Do-Jin se metió también detrás de su amigo.
“Vamos a morir”, fue lo último que pensó nada más cerró la puerta tras él.
El vehículo tembló de repente y en solo unos segundos se puso en marcha a gran velocidad.
Una vez dentro, el niño comprobó que el compartimento donde se encontraban ahora estaba separado de los asientos por una pared y un montón de aparatos electrónicos y cables. Así que, sentado y apretado en el suelo al lado de Jae-Sung, se atrevió a alzar un poco la voz:
━¿¡Por qué has hecho esto!? ¡Ahora no llegaremos a la clase de hapkido! ¿Cómo vamos a volver? Kim Sabum-nim nos va a castigar…
━Hyung, ¡es posible que el helicóptero vaya a Corea del Norte!
━¿¡Quieres escucharme!? ━Yoon se sentía realmente molesto en aquel punto, empezaba a entender la actitud de sus padres y profesores hacia Kwon━ ¿De qué hablas ahora?
━¡La familia de mis abuelos vive allí!
━… ¿Qué?
Su enfado se desvaneció, descolocado ante aquella revelación.
━Se lo escuché a una vecina el otro día. Si subimos al helicóptero, ¡a lo mejor podemos ir a verlos! ━explicó Jae-Sung, con una voz ilusionada que Do-Jin jamás le había escuchado.
━Pero… ━dudó.
Había oído hablar de Corea del Norte, pero en casa le habían enseñado a no mencionarlo, especialmente en presencia de sus abuelos. Sabía que antes había sido un solo país junto con su Corea, pero luego había habido una guerra… Aunque no entendía mucho más, lo que sí tenía claro era que nadie podía entrar allí.
Ni salir.
Apartó su mirada de los ojos brillosos de su amigo. Era la primera vez que lo oía abrirse acerca de su familia. No sabía si creer o no en lo que le acababa de decir, pero tampoco se atrevía a romper su entusiasmo. Por algún motivo que desconocía, los padres de Kwon no estaban con él. ¿Sería huérfano? Quizá ni él mismo lo sabía.
Suspiró. De repente, se sentía mucho más aliviado. Al fin comprendía por qué Jae-Sung no hablaba de sí mismo. No era porque no confiase en él o por maldad. El peso de su espalda desapareció, dejando espacio a un sentimiento agradable y cálido hacia su amigo.
━Está bien, vamos. Ya nos van a castigar de todos modos ━accedió.
━¡SÍ! ━celebró Jae-Sung, abrazándolo inesperadamente.
━¡Shhhh! ¡Nos van a oír!
━Hyung, me pido delante ━le dijo el otro en un susurro cuando se separó de él.
━Ninguno puede ir delante, tonto, no nos pueden ver.
━Ah, es verdad.
¿Consiguieron subirse al helicóptero? Sí. Yoon ya no tenía ninguna duda de que Kwon podría colarse hasta en una base espacial.
Mientras los soldados se subían a los asientos delanteros, ambos niños se escabulleron sigilosos a la parte de atrás, y se quedaron sentados detrás de todos los aparatos y cajas que transportaban.
¿Llegaron a Corea del Norte? Bueno, Do-Jin sabía ya que jamás irían allí, pero lo que no se esperaba fue que casi no llegaron a ninguna parte…
Durante el despegue, el ruido tan tremendo de las hélices hizo que se tuvieran que poner los protectores auditivos del helicóptero. Tuvieron mucho cuidado de tapar los micrófonos con sus manos para que nadie les oyera… Pero nada más abandonar la pista de aterrizaje e introducirse entre las montañas de Gangwon, Jae-Sung vio algo por la ventanilla y, pegando su dedo al cristal, gritó extasiado:
“¡HYUNG, MIRA: VACAS!”
Por poco no la cuentan.
Yoon lo escuchó a la perfección. Pero también lo hizo el piloto.
La mano que había utilizado Kwon para señalar había sido la que tapaba su micrófono, ya que con la otra no paraba de moverse el colmillo de leche. Del susto que le pegó a los soldados, casi vuelcan el helicóptero.
Los cinco segundos que tardaron en recuperar el control fueron los más angustiosos de la vida de Do-Jin. Al menos hasta que los hombres llamaron a la base del dojang y la que contestó fue Kim Da-Eun.
Fue ahí que tanto él como Jae-Sung sintieron el verdadero terror.
La sensei parecía estar envuelta en llamas cuando regresaron a la pista de aterrizaje y la vieron dirigirse a la carrera hacia el helicóptero en marcha.
Los soldados no podían permitirse aterrizar de nuevo, ya se habían retrasado demasiado en su misión por culpa de los dos niños. Así que fue la mujer quien subió por la escalera que le lanzaron para recogerlos.
Do-Jin habría pensado que era imposible que un ser humano trepase por esa escalerita a la deriva del viento. Pero Kim Sabum-nim no solo subió con la facilidad de un gato, sino que bajó cargando con ellos dos mientras se deslizaba con un solo brazo hasta tierra firme de nuevo.
━ ¡Noona, eso ha sido alucinante! ━gritó Kwon en cuanto los dejó en el suelo, por encima del estruendo que producían las hélices sobre sus cabezas.
━ ¡ Neoneun malhajima! ━lo mandó callar ella, echando chispas por los ojos.
Su larga coleta se revolvía tanto con la potencia del viento que por poco parecía que llevase un helicóptero en la cabeza. Los agarró a ambos por las muñecas, uno a cada lado, y se los llevó de allí tan rápido que los niños trastabillaban en el asfalto una y otra vez.
━Sabum-nim… ¿Se lo va a decir a mis padres? ━se atrevió a preguntar Yoon en cuanto estuvieron lo suficientemente lejos de la pista de aterrizaje.
━¡No! ¡Y por tu bien, más vale que tú tampoco se lo digas! ━amenazó la mujer━ ¡Nadie tiene que saber esto, ¿entendido?! ¡Nadie!
━Sí, sensei ━intentó que su voz no sonara demasiado aliviada.
Casi se había arrepentido de ceder a la idea de Kwon en cuanto el helicóptero se había tambaleado en el aire y se habían visto muertos. Pero ahora sentía que había merecido la pena el susto. Había sido la experiencia más increíble de su vida.
━¿El qué? ━dijo Jae-Sung, que se había distraído mirando cómo el helicóptero se marchaba en la distancia.
━¡A ti más te vale prepararte para tu castigo!
━¿Voy a tener que copiar otra vez cien veces que tengo que anotar bien mis deberes?
━¡No! ¡Tendrás que…!
El niño se detuvo de golpe, tirando tanto de Kim Da-Eun como de Yoon, quienes casi pierden el equilibrio.
━¡MI DIENTE! ¡HE PERDIDO MI DIENTE! ¡¡NOONA, TENEMOS QUE VOLVER!! ━comenzó a gritar, mientras intentaba por todos los medios zafarse del agarre de la maestra y salir corriendo.
━¡Te he dicho mil veces que no me llames noona! ━rabió ella━ ¡Soy tu sensei! ¡Debes llamarme Kim Sabum-nim!
━¡QUIERO VOLVER A RECUPERARLOOOO!
━¡VAMOS A VOLVER, PERO PARA QUE TE SUELTEN EN PARACAÍDAS BIEN LEJOS DE AQUÍ!
━¡...! ¡MOLA!
AVISO: Las dos partes siguientes contienen menciones a maltrato infantil y animal. Si quieres evitar este contenido, avanza hasta que veas el siguiente separador de escena que dice “VERANO DE 2012”.
INVIERNO DE 2010
La sangre resbalaba por la piel en gruesas gotas que salpicaban la tierra al caer. Cuando Do-Jin entró en la choza, fue lo primero que vio. No se asustó, ni sintió asco. Nunca había sido impresionable ante las heridas abiertas... Aunque en ese momento no pudo evitar que un escalofrío le recorriese la espalda al mirar las pantorrillas de Kwon, repletas de cortes.
Su amigo estaba acostado boca abajo, apenas protegido del frío del suelo por un par de amplias hojas sobre las que se había tumbado. Tenía el rostro escondido y no parecía dispuesto a mirarle, pero Yoon sabía que lo había oído entrar. No había nadie más allí. Tan solo habían dejado un cuenco con medicina y unas cuantas gasas sobre una mesa de madera. Aunque el niño se fijó en que estaban intactos.
De repente, una corriente de aire helado se coló por la puerta entreabierta y Do-Jin la cerró para que no entrase la nieve. Aquel invierno estaba siendo el más frío que había vivido en su vida. Se frotó las manos, en parte para entrar en calor, pero también porque no se le ocurría qué más hacer. Aún seguía en shock por lo que acababa de presenciar…
Pero viendo a Kwon en aquel estado, sintió un poco de valor para hablarle:
━Jae-Sung-ah…
━¡VETE! ━explotó él, con tanta ira que Yoon se sobresaltó. El niño siguió gritando con la cabeza aún enterrada entre sus brazos━: ¡No quiero ver a nadie! ¡No quiero ver ni a Hyung!
Su voz se quebró y escondió su llanto girando su cara hacia la oscuridad de la choza.
Do-Jin sintió un pinchazo en su pecho y estuvo a punto de responderle mal. Había ido allí para consolarlo y ahora la tomaba con él… Pero se contuvo. Entendía que su amigo reaccionaba así por su dolor.
━Iah… ¿Por qué no hiciste caso?
No pretendía que sonara como una acusación, pero su voz salió seca. Incómodo, se frotó de nuevo las manos. En realidad, lo que le molestaba era no poder quitarse de la cabeza la imagen de Hyan-Woo Sabum-nim golpeando una y otra vez las pantorrillas de Kwon con su varilla de madera… Y los gritos del niño.
Intentaba buscarle un sentido. Pero no lo encontraba.
Las palmas de las manos empezaban a sudarle si recordaba esa escena en el gimnasio. El sensei les estaba explicando una nueva técnica, pero Jae-Sung se había distraído y no había hecho lo que se suponía que debían practicar.
Yoon tragó saliva y huyó del recuerdo de lo que vino después.
A veces, su padre (para disgusto de su madre) le contaba historias sobre los castigos a los que se sometía a los soldados y alumnos rebeldes. Pero Yoon siempre había pensado que eso ocurría por cosas graves como robos o traición.
Aquel día había aprendido algo que se le quedaría grabado a fuego en la mente: la indisciplina y los errores merecían el mismo castigo.
Jae-Sung no parecía haberlo comprendido todavía. Incluso mientras Hyan-Woo Sabum-nim le pegaba, él seguía defendiéndose e insultando. Hasta que ya no pudo más.
━¿Por qué tuviste que responderle así a un profesor? ━insistió Yoon, apartando la vista de sus heridas y frunciendo el ceño.
Tenía el corazón algo acelerado y seguía alerta. Como si el sensei fuera a aparecer de un momento a otro de nuevo.
Pero su amigo seguía sin hablarle. Tan solo se escuchaba su respiración entrecortada por el llanto que seguramente intentaba contener.
Do-Jin exhaló profundamente. ¿Qué podía hacer? ¿Qué más podía decir?
Al final, repitió lo que supuso que diría su padre en esas circunstancias:
━Tienes que prestar más atención en clase. Si no lo haces, no mejorarás nunca. Y los senseis tendrán que castigarte de nuevo.
━Nolmnp… ━masculló Kwon desde el suelo.
Entre su congestión y que todavía tenía la cabeza metida entre sus brazos, fue imposible entenderle.
━¿Qué? ━preguntó Yoon, volviéndose hacia él.
━¡Que no lo hice a propósito! ━rabió Jae-Sung, dándose la vuelta por fin y clavando en su amigo unos ojos enrojecidos e hinchados━ ¡Fue sin querer!
Do-Jin recorrió su rostro surcado de lágrimas, su nariz goteante y sus dientes apretados del enojo.
━… ¿Y ayer también fue sin querer? ━se atrevió a decir.
━¡Sí!
El niño bajó los ojos. Creía en su amigo. Kwon nunca le había mentido. Pero el problema era que no solo le había pasado aquel día y el anterior… Sino desde que habían comenzado a entrenar juntos.
Sus distracciones e interrupciones eran constantes incluso en las clases de la escuela. Y Yoon había entendido por qué los maestros habían decidido separarlos.
¿Estaría diciendo toda la verdad Jae-Sung?
Intentó que sus dudas no se reflejaran en su cara. Pero, como siempre, Kwon era demasiado rápido para leer las expresiones:
━¡VETE! ¡FUERA! ━tronó, con la voz ronca━ ¡VETE DE AQUÍ! ¡TÚ TAMPOCO ME CREES! ¿¡POR QUÉ TE QUEDAS SI ESTÁS DE SU PARTE!?
━¡No estoy de ninguna parte! ¡Solo te lo digo para que no te castiguen! ━se impuso Do-Jin━ Y me quedo… Porque eres mi chingu.
Al escuchar eso, Jae-Sung enmudeció de repente. Se lo quedó mirando, desconcertado, con sus dedos todavía clavados en la tierra por la rabia.
Yoon le sostuvo la mirada, sincero.
Sí, era su chingu, su amigo, su compañero de aventuras. Aunque se relacionara con los hijos de los altos mandos militares o con otros estudiantes de Tang-Soo-Do cuando viajaba a Seúl con sus padres, con ninguno había llegado a forjar una relación tan estrecha como con Kwon.
Y si algo había aprendido en aquel dojang era la lealtad.
Ninguno dijo nada más.
Jae-Sung bajó la cabeza y la descansó en sus brazos, pero ya no escondió su rostro. Fue como si le hubiera entrado un cansancio agotador y, más calmado, cerró sus ojos llorosos.
Yoon fue hacia la mesilla y agarró lo que habían dejado encima. Luego, sentándose a su lado en el frío suelo de tierra, comenzó a colocarle las gasas empapadas de medicina sobre las heridas de sus pantorrillas.
Nunca había curado a nadie, pero descubrió que le era muy fácil. Y que mientras lo hacía, sentía que él también se sanaba por dentro.
PRIMAVERA DE 2011
Estaba roto. Algo es su corazón se había partido en mil pedazos y no sabía si podía arreglarlo. Seguramente no.
Tokki ya no estaba. Y no volvería a verlo nunca más.
Temblando y con el rostro empapado de lágrimas, Yoon se había hecho un ovillo en el suelo, oculto detrás del mismo arbusto donde le habían arrebatado a su conejo. El recuerdo de la última vez que había sentido la suavidad de su pelaje blanco lo atormentaba.
Había encontrado a Tokki unos meses atrás a los pies de un tronco caído. Una cría de conejito pigmeo abandonada, indefensa y herida en sus patitas. Do-Jin la había llevado a su cabaña en el dojang, y la había curado y alimentado como a su propia mascota. Sus padres nunca le habían permitido tener animales en casa, así que se había esmerado muchísimo en cuidar de él. A cambio, el conejo le había correspondido con cariño y docilidad. Do-Jin no se imaginaba mejor regalo.
Con el paso de las semanas, Tokki se había recuperado y de vez en cuando lo sacaba para que saltase por el bosque y se fortaleciera. Jae-Sung y él se pasaban los días intentando enseñarle a hacer trucos, e incluso “competían” (aunque esto era una clara fantasía) por ver quién de los dos podía adiestrarlo para que hiciera karate.
Los senseis lo sabían, pues los habían visto a veces jugando con él. Pero jamás les habían dicho nada… Hasta aquel día.
Después de su entrenamiento de hapkido, ambos niños habían corrido a buscar a Tokki a la cabaña y lo habían sacado, sentándose con él detrás de unos arbustos cercanos.
Era ya tarde. El sol se estaba poniendo en la montaña. Ellos se estaban riendo de una voltereta mal hecha que había dejado al conejito panza arriba sin poder incorporarse, cuando unas sombras oscurecieron la poca luz que quedaba.
Al mirar hacia arriba, tanto él como Kwon dejaron de reír de inmediato.
Era el maestro Kim.
Rara vez se cruzaban con él, ya que el hombre se centraba en supervisar los entrenamientos de los niños mayores. Pero solo su mirada fue capaz de hacer que Do-Jin fuera consciente del frío que empezaba a hacer al caer la tarde.
No iba solo. Detrás de él venían Kim Da-Eun y Hyan-Woo Sabum-nim. Ella estaba seria e inexpresiva. En el rostro de él se veía una leve sonrisa que produjo un escalofrío en los niños. Sostenía una especie de caja rectangular tapada con una tela opaca que impedía ver el interior.
Al intentar recordar lo que había pasado después, la mente de Yoon se nublaba. Sabía que el maestro Kim había preguntado de quién era ese conejo. Con la boca seca, había respondido que era suyo. En el silencio que siguió solo escuchaba su propio corazón acelerado, y un extraño siseo cerca de ellos que no supo distinguir…
━¿Te gusta dar de comer a los animales? ━había preguntado el anciano entonces.
Con un sudor frío, el niño había asentido.
━¿Por qué no le das de comer entonces… a él? ━con una expresión más gélida que un témpano, el maestro señaló con su bastón la caja que Hyan-Woo Sabum-nim llevaba en las manos.
El sensei obedeció y retiró la tela.
━¡...!
Do-Jin ahogó un grito cuando vio la enorme serpiente que se enroscaba enfurecida dentro de aquella caja de cristal.
Le llevó un segundo comprender la insinuación del maestro… Sabía muy bien qué comían las serpientes de esa clase. Temblando, Yoon quiso negarse y salir corriendo. Pero le faltaba la respiración y su cerebro no le respondía.
━Levántate y ven ━le ordenaron entonces.
Y como un autómata, el niño se alzó y agarró a Tokki, que en ese momento le pareció frágil como un peluche de algodón. Empezó a caminar detrás de los senseis como si fuera a él a quien estaban por lanzar dentro de aquella caja de cristal…
“No, ¡no, por favor! ¡Que alguien haga algo!”, quería chillar. Pero lo único que le salió fue un par de gruesas lágrimas que atravesaron su aterrorizada cara.
━¡NO!
Justo entonces Jae-Sung había saltado y había empezado a gritar que era mentira, que Tokki era suyo y que Do-Jin solo había mentido para que no lo castigaran de nuevo.
Se armó un buen escándalo. Su amigo comenzó a golpear las piernas de Hyan-Woo Sabum-nim para que se alejase de Yoon y de Tokki. Pero el maestro le pegó un bastonazo tan fuerte que lo hizo caer de espaldas al suelo.
Do-Jin no recordaba mucho más. En algún momento le habían arrebatado a su conejito de las manos y los tres adultos se habían marchado con Kwon hasta un punto cercano del bosque. Así que, solo y mareado, había vuelto a refugiarse detrás de los arbustos donde los habían encontrado.
El chillido del animal cuando fue atacado sonó como unas uñas arañando con desesperación una pizarra. Fue la cosa más horrible que el niño hubiera experimentado jamás. Las tripas se le revolvieron y sintió ganas de vomitar. Llorando, se tapó los oídos todo lo que pudo para no escuchar más.
Por suerte, no duró mucho… ¿Por suerte? Tragó saliva, sintiéndose más culpable por pensar así.
Después de un rato en el que no se había oído nada más, todavía seguía paralizado en el mismo lugar. Se abrazaba las rodillas en un intento por consolarse. Pero al mismo tiempo no quería ningún consuelo. Sentía que si volvía a sentirse feliz estaría traicionando a Tokki.
No fue hasta que unos pies rompieron unas ramitas cercanas que Do-Jin se sobresaltó y miró hacia arriba.
Respiró cuando se dio cuenta de que era Jae-Sung.
━Hyung, ya está… ━le dijo, sonando tan cansado como si acabara de subir y bajar la montaña━. Ahora te dejarán tranquilo.
Esbozó una sonrisa. Pero esta no tenía ni la mitad del brillo de las que normalmente ponía.
Yoon se restregó los ojos que no lo dejaban ver bien por las lágrimas.
━¿P-por qué lo has hecho? ━musitó, todavía mareado━ Tokki no era tuyo… Has… Mentido.
No lo entendía. Simplemente no lo podía comprender.
Tendría que haber sido él el que sufriera aquel castigo. Tendría que haber preguntado antes de llevarse un animalito a su cabaña. Había pensado que no pasaba nada al ser un simple conejito… Pero se había equivocado. Aquel había sido su error. ¿Por qué lo había pagado Kwon en su lugar?
━Porque eres mi chingu.
Y en medio de la oscuridad del anochecer, Do-Jin se dio cuenta por primera vez que los ojos entrecerrados de su amigo, que seguía sonriéndole, estaban tan empapados de lágrimas como los suyos.
VERANO DE 2012
━¡PUNTO: GANADOR!
Una marea de aplausos y vítores llenó el pabellón deportivo. Los ecos de las ovaciones del público hicieron vibrar sus paredes y los tímpanos de Do-Jin, quien apenas fue consciente de que el árbitro alzaba su mano derecha para declarar su victoria.
Acababa de convertirse en el campeón infantil de Corea del Sur. Había logrado su primer título nacional.
Su cerebro lo sabía. Había marcado el punto final contra su contrincante, tenía sentido que hubiera ganado. Pero aún así no se lo creyó del todo hasta que no vio a sus padres aplaudiendo con todas sus fuerzas en la primera fila, de pie y comentando con orgullo que aquel era su hijo.
Entonces su corazón se aceleró y una sonrisa triunfante iluminó su rostro. El árbitro apenas pudo soltar su mano antes de que Yoon fuera asediado por un montón de compañeros que le palmeaban la espalda, le revolvían el pelo y alaban lo bien que había peleado.
━¡Do-Jin-ah, eres el mejor!
━¡Sabía que ibas a ganar tú! ¡Yo lo sabía!
━¡El próximo año intentaré entrar en tu dojang! ¡Es el mejor!
━¡Ahora tienes que invitarnos a tu casa a celebrar!
━¡Los Yoon sois una familia de campeones, increíble!
El niño creía que su pecho iba a explotar de felicidad de un momento a otro. El instante en el que levantó su trofeo y toda la multitud le aclamó fue sin duda el mejor de su vida.
Estuvo un rato largo atendiendo a todos los que querían hablar y hacerse fotos con él. Todavía estaba mareado por tantas felicitaciones, tantas reverencias y tantos apretones de manos. Pero de algún modo consiguió abrirse paso hacia el vestuario de chicos.
Cuando fue a abrir su taquilla para cambiarse, sin embargo, una silueta oscura lo asustó.
━¡...!
Pero enseguida reconoció el cabello negro desaliñado de su amigo. Estaba sentado en un banquillo con las piernas estiradas y la espalda encorvada, apoyado en la pared como desganado y con los brazos cruzados.
━Jae-Sung… No te había visto.
El otro niño lo miró de arriba abajo, impasible, deteniéndose especialmente en el trofeo que llevaba en las manos. Luego volvió sus ojos hacia una de las columnas del vestuario.
━Me he dado cuenta ━dijo escuetamente.
Yoon sintió que su euforia se desinflaba lentamente como un globo pinchado. En medio de la celebración y el gentío, había olvidado por completo que Kwon también había venido al torneo. Solo que él… No había podido participar.
━¿Gwaenchanha? ━“¿Estás bien?”, le preguntó, sinceramente preocupado.
Jae-Sung se encogió de hombros, visiblemente molesto, y no pudo evitar un deje de rencor en su voz:
━¿Por qué no iba a estarlo?
Do-Jin no supo qué contestar. Ambos habían entrenado mucho para aquel campeonato. Sin embargo, cuando habían llegado a Seúl, su amigo se había emocionado tanto que no se estaba quieto, y los senseis tuvieron que llamarle la atención muchas veces.
Un contrincante de uno de los equipos contrarios que se sentaban cerca de ellos hizo un comentario, Yoon no supo cuál porque estaba un poco lejos, calentando para su primer combate, pero supuso que había sido hiriente. Ya que Kwon reaccionó con violencia y de una patada lo tiró de la silla.
La gente se asustó y empezó a levantarse de las primeras filas, y los árbitros tuvieron que separarlos cuando empezaron a pegarse en el borde de las gradas. Al final decidieron expulsar a Jae-Sung del torneo como medida disciplinaria.
Incómodo, a Do-Jin solo se le ocurrió cambiar de tema con lo obvio:
━He ganado el torneo ━levantó levemente el trofeo, aunque era tan grande que era imposible no verlo.
━Lo sé. Te vi… ━Kwon seguía con los ojos fijos en la columna, pero los despegó lo suficiente para añadir━: Enhorabuena. Has peleado muy bien.
Su tono era sincero, aunque su cara siguiera tensa. Do-Jin apoyó el premio en el suelo y se acercó para sentarse a su lado.
━Siento que no te hayan dejado participar al final… Sé que te esforzaste muc…
━¿No te están esperando tus amigos? ━lo interrumpió inmediatamente Jae-Sung, clavando una mirada tan hostil y amenazante que Yoon enmudeció.
━Y-yo…
━¡Do-Jin-ah! ¿Vienes o qué? ━exclamó de repente una voz desde el pasillo del vestuario.
Reconoció a uno de sus compañeros de Gangnam, el distrito donde vivía antes de mudarse a la base militar con sus padres y al cual volvían de vez en cuando.
━¡Sí, un minuto! ━respondió.
Se volvió hacia Kwon, que seguía de brazos cruzados.
━Hey ━le susurró━, mi padre ha dicho que va a invitar a todos a un helado… ¿Por qué no vienes y así te animas un poco?
La expresión de su amigo se suavizó y lo miró de soslayo, como comprobando que no se lo decía por quedar bien.
━¡Do-Jin-ah, tu padre te está buscand…! ━el chico que le había llamado antes apareció riéndose junto a otro más bajito por la puerta del vestuario. Al verle junto a Kwon, sin embargo, ambos se detuvieron y sus sonrisas se cayeron en su rostro━ Oh…
━Decidle que ahora voy ━atajó Do-Jin, con una mirada significativa.
Los recién llegados intercambiaron una mirada confusa. El más alto se encogió de hombros e hizo un gesto a su amigo para que se fueran.
━¿Quién es ese? ━se escuchó decir al otro mientras salían.
━Es el crío al que echaron por montar un escándalo.
━Rarito…
━Ya.
Yoon miró de nuevo a Jae-Sung. El niño había vuelto a encerrarse en sí mismo, apretando sus brazos cruzados y mirando ceñudo de nuevo a la columna.
━No les hagas caso. No te conocen todavía. No saben que es tu primer torneo.
Silencio. Pero Do-Jin notó que los ojos de su amigo se humedecían imperceptiblemente, así que no se rindió.
━Iah… Estoy seguro de que en el próximo ya no tendrás problemas. Y podrás participar como querías. ¡Eh! ━lo empujó amistosamente con su codo y consiguió que Kwon lo mirara━ Quizá incluso te deje ganarme ━bromeó.
Esta vez a Jae-Sung se le escapó una leve sonrisa. Más animado, Yoon se puso en pie de un salto y exclamó:
━¡Vamos!
Aunque un poco a regañadientes, el otro niño se levantó también. Después de cambiarse, salieron del vestuario mientras Do-Jin le enseñaba el trofeo. Pero justo cuando llegaban a la puerta del pabellón, un hombre les impidió el paso.
━Abeoji… ━murmuró Yoon.
Hizo ademán de sonreír a su padre, pero el rostro de este estaba serio, y se puso más sombrío todavía cuando miró a Kwon.
━Un momento, Do-Jin ━le dijo, firme━ Este niño no puede venir. Ve con tus amigos.
Su hijo pestañeó, perplejo, y preguntó por reflejo:
━¿Por qué?
La reacción de su padre casi lo hizo retroceder. Sus ojos dispararon chispas por un segundo cuando lo miró ceñudo:
━¿Desde cuando me cuestionas? ━le espetó.
Yoon bajó la vista a sus pies, avergonzado y con el corazón latiendo con fuerza.
━Tus senseis se encargarán de él ━declaró el hombre, quitándole el trofeo de las manos como para impedir que Kwon se acercase más━ Ya bastantes problemas y vergüenza nos ha hecho pasar a todos. Vamos.
Y sin más, agarró a Do-Jin con su otra mano y se lo llevó velozmente hasta el coche estacionado al otro lado de la calle, donde los esperaba el resto de su familia.
El niño apenas pudo girar su cabeza por la ventanilla el tiempo suficiente antes de que arrancaran y se alejaran del pabellón.
Jae-Sung seguía allí. Solo en mitad de la puerta.
Cuando se convirtió en un punto en la distancia, Yoon se volvió hacia adelante, hundiéndose en su asiento y sintiéndose perdido.
━Chsst, de verdad… ━oyó mascullar a su padre al volante━ De un árbol podrido solo pueden salir frutos podridos.
OTOÑO DE 2013
Yoon cerró su maleta con un poco de esfuerzo. Con los abultados abrigos parecía que llevaba cinco veces más de lo que en realidad había metido dentro. Pero el aire se había puesto muy frío y, aunque estaba seguro de que le regalarían un montón de ropa nueva en cuanto llegase a Seúl, no quería arriesgarse.
Sacó su nuevo Samsung del bolsillo y lo desbloqueó. Eran apenas las diez y media de la mañana. El chófer familiar no vendría a recogerle hasta dentro de una hora.
Era la primera vez que viajaría solo en avión, pero no tenía miedo. Cada vez se acostumbraba más a valerse por sí mismo. Aquel verano su madre había vuelto definitivamente a la gran ciudad, harta de “vivir atascada en un valle de montaña”. Había querido que Do-Jin la acompañase, pero él había preferido quedarse en el dojang. Se había acostumbrado a estar allí y le gustaba mucho entrenar en la naturaleza. Se sentía mucho más libre que en la capital, pese a que no había tantas cosas para hacer. Además, su padre seguía yendo y viniendo a la base militar de Gangwon, por lo que no se sentía solo.
Y… Aunque esto no lo admitiría a nadie, también se sentía aliviado de estar un poco alejado de sus padres. Desde que había ganado su primer título nacional no solo notaba la presión de sus maestros, sino de su familia.
Nada más volver a los entrenamientos después del último torneo, las felicitaciones habían terminado y habían sido sustituídas rápidamente por frases como: “No te descentres, ahora tienes que pensar en el Campeonato Junior”, “Nada de celebraciones. Todavía queda mucho trabajo por delante”, “Podrías haberlo hecho mejor, así que ahora debes esforzarte más”, “Tu abuelo y yo ganamos todos nuestros campeonatos nacionales a la primera”...
El niño suspiró y se pasó una mano por su cabello lacio. De solo pensar que tendría que aguantar toda esa charla en bucle durante la fiesta de Chuseok en la casa de sus abuelos, le entraban ganas de escaparse a la montaña y no bajar hasta Navidad.
Empezaba a sentir que le faltaba el aire dentro de su cabaña, así que decidió dar un paseo antes de que vinieran a buscarlo.
El verde de los árboles había desaparecido por completo, dando lugar a un manto amarillo y marrón. Muchas de sus hojas se habían desprendido y bailaban por el aire, movidas por las corrientes. Do-Jin cerró los ojos mientras pasaba por uno de los senderos y tiró la cabeza hacia atrás, intentando relajarse con el viento fresco que le acarició la cara.
Cuando volvió a mirar, le llamó la atención una figura acostada boca arriba perezosamente sobre la rama de un enorme roble, unos pasos más allá.
━¡Jae-Sung-ah! ━lo llamó, acercándose mientras las ramitas y la grava crujían a sus pies.
El otro niño, que tenía las manos en la nuca y observaba las copas de los árboles, se giró levemente.
━Ohhh… Campeón nacional, cuánto tiempo ━comentó, con un claro deje irónico.
Yoon ignoró el pinchazo de molestia que sintió cuando lo escuchó llamarlo así. Era cierto que desde que había ganado el torneo todos los profesores lo nombraban de esa manera… Y con el tiempo había empezado a ser insoportable incluso para él.
Observó disimuladamente a su amigo. Sí, hacía bastante tiempo que no hablaban fuera de los entrenamientos. E incluso entonces se mantenían a bastante distancia el uno del otro. Jae-Sung al fin se había puesto al día con la escuela, y compartían las mismas clases; pero ahora que iban a empezar la secundaria, los padres de Do-Jin le habían puesto un montón de profesores particulares para hacerlo avanzar todavía más. Apenas recordaba lo que era tener una tarde libre.
Kwon, por su parte, se dedicaba a… Yoon no tenía ni idea. No sabía explicar por qué ni desde cuándo estaban así. Pero lo cierto era que ya nada tenían que ver con aquellos niños inseparables que corrían por el monte, a los que regañaban después por volver sucios o con las rodillas raspadas, a los que no les preocupaban ni las notas ni los títulos…
Do-Jin tragó saliva.
━¿Qué haces ahí arriba? ━le preguntó, para que no se le notase la tristeza que lo había invadido de repente.
Jae-Sung se rascó la barriga despreocupadamente y empezó a recorrer con la mirada el bosque detrás de él, como si no le interesara su conversación.
━Los senseis estaban haciendo inventario, y Kim Sabum-nim me dijo que dejara de pasearme por ahí tocándolo todo y buscara algo útil que hacer con mi tiempo ━explicó, sin muchas ganas.
━Y…
━Y estoy contando las hojas que se caen de los árboles… ¡Oh! ━señaló de repente un punto sobre sus cabezas━ Trescientas cincuenta y siete.
Yoon miró y vio caer lentamente una pequeña hoja amarilla del roble.
━Ja… ━rió débilmente━ ¿Eso es útil? Suena aburrido.
Kwon se encogió de hombros y volvió su mirada al cielo.
━No más que hacer inventario.
Se quedaron un rato en silencio, hasta que Do-Jin se decidió a preguntar, un poco incómodo:
━¿No… No vas a volver a tu pueblo por Chuseok?
Temió que la reacción de Jae-Sung fuera negativa, que se enojara por mencionar aquel tema del que nunca hablaban, o que empezara a insultarlo. Pero el niño permaneció inexpresivo, mirando hacia arriba con sus manos en la nuca.
━Nah… También será aburrido ━fue lo único que dijo antes de cerrar los ojos.
Do-Jin se sintió entonces fuera de lugar. Le hubiera gustado invitarlo a pasar aquellas fiestas con su familia. Y no era solo por lástima hacia su amigo, sino porque él mismo necesitaría un apoyo para enfrentar todas aquellas comidas en las que solo se hablaría de su futuro… Pero ambos sabían que sus padres jamás accederían, así que Yoon se lo calló todo.
━Ya… Bueno… Yo… Me voy ya.
El susurro del viento que pasó entre las hojas secas fue la única respuesta.
El niño bajó la cabeza y se encaminó de nuevo hacia su cabaña para recoger su maleta.
━Nos vemos a la vuelta ━se despidió.
━Bye-bye, hyung… ━le pareció escuchar en un murmullo triste a sus espaldas.
Yoon no se dio cuenta hasta años más tarde. Pero aquella fue la última vez que su amigo lo llamó de esa manera.
OTOÑO DE 2019
Kwon no lo soportaba más. Notaba el cansancio en su cuerpo, que pesaba como si estuviera cubierto de fango. Pero al mismo tiempo era como si un fuego abrasador lo recorriera de pies a cabeza, y era incapaz de quedarse quieto. Incluso después de haber estado todo el día entrenando, creía que explotaría si se sentaba.
Era ya de noche cuando las clases terminaron. Después de inclinarse en el saludo de la última lección, el chico se apartó a grandes zancadas del grupo de estudiantes. No quería saber nada más de ellos. No después de aquella mañana tan desastrosa.
Demonios. Todavía notaba sus miradas burlonas en la nuca. El castigo que les había impuesto aquel sensei americano los había llenado de rencor hacia él. Y Jae-Sung aún sentía pequeñas descargas eléctricas en la cabeza del golpazo que se había pegado cuando lo habían tirado de esa forma tan humillante por las gradas de piedra.
Apretó los puños y rechinó los dientes.
“Me las pagarán. Algún día me las pagarán”, pensó, sintiendo un sabor envenenado en la garganta.
Pero, ¿cómo?
Mientras seguía andando sin rumbo fijo, se llevó los dedos a la boca y empezó a despellejarse nerviosamente la piel alrededor de sus uñas.
Si llegaba a hacerles algo, los maestros se pondrían de parte de Yoon Do-Jin y sus perritos falderos. Eso seguro. Aquel niñito de papá tenía a todo el mundo comiendo de su mano. Siempre había sido así. Kwon había tardado demasiado tiempo en darse cuenta, pero finalmente lo había comprendido.
Él era el hijo ideal, el alumno perfecto, el campeón nacional, el único digno de llevar el Geumbaeji… Mientras Jae-Sung solo había podido conformarse con mirar aquella estúpida insignia dorada durante años y años, desde la segunda línea de la clase… Allí donde ponían a los mediocres.
Aceleró el paso. Su corazón había empezado a latirle con furia en el pecho. La grava a sus pies crujía dolorosamente, de la misma manera en la que le hubiera gustado romper la cara a todos esos gilipollas.
Él no era mediocre. Nunca lo había sido, por mucho que los senseis se esforzaran en menospreciarlo. Tenía más habilidades incluso que muchos de los luchadores adultos de aquel dojang… Pero obviamente nadie se lo iba a reconocer.
━¡...! Shibal…
Se había mordido tan fuerte la uña que sin querer arrancó la cutícula entera de su dedo corazón. Con toda la rabia que llevaba dentro, la escupió al borde del sendero.
Fue entonces que sintió un olor extraño, como de un fuerte tabaco mezclado entre leña que ardía. Al levantar los ojos, entrevió tras las llamas una figura robusta vestida con un dobok completamente negro.
Sentado al borde de una de las hogueras que solían encender de noche en el dojang, el sensei Kreese había encendido un puro.
Nada más reconocerlo, Kwon notó como si una avispa le hubiera clavado su aguijón en el estómago. Sin siquiera pensarlo, apretó los puños y avanzó a paso rápido para encararlo:
━¡Eh! ¿Quiere que los demás alumnos se enfaden conmigo? ¿Cree que les tengo miedo? ━le preguntó con desprecio.
Los ojos azules del hombre se habían clavado en él, observándolo misteriosamente detrás de la nube de humo que se desprendió cuando dio una calada a su cigarro.
━No, no lo creo ━repuso, serio.
Jae-Sung enmudeció y lo miró desconcertado.
━No creo que le tengas miedo a nadie. Creo que eres engreído e irrespetuoso ━continuó con calma el sensei, gesticulando con la mano en la que sostenía el puro━. Pero si combinas eso con tus habilidades y tu fuerza, creo que puedes ser uno de los luchadores más aterradores del Sekai Taikai.
El chico no sabía qué pensar. ¿Se estaba burlando de él? Los maestros coreanos a menudo disfrutaban poniéndolo en evidencia delante de toda la clase. Pero allí estaban solos… Aquel americano era muy extraño.
Apretó los ojos, confundido, y negó con la cabeza.
━No lo acabo de entender ━dijo.
Kreese lo miró con intensidad. Las llamas rojizas dibujaban en su rostro sombras inquietantes. Pero era ese brillo peligroso en el fondo de sus ojos lo que hacía que se viera más imponente todavía.
━Solo toma toda esa ira dentro de ti… Y dale un propósito.
La lentitud y la convicción con la que dijo aquellas palabras le pusieron la carne de gallina. Y algo en la mente de Kwon hizo clic.
Bajó la mirada al suelo y una serie de imágenes de su pasado lo acribilló sin piedad. Volvió a ver a Do-Jin y a Chung-Hee empujándolo sin contemplaciones desde las escaleras de piedra y burlándose después. A Kim Sabum-nim gritándole que se callara y despreciando todos sus intentos de ser el mejor de la clase. A sus compañeros cuchicheando y riéndose a sus espaldas. A un árbitro apartándolo de un crío que lo había insultado y echándolo fuera del único campeonato en el que le habían dejado participar. A los padres de Yoon mirándolo como si fuera un chicle mugriento en el suelo. A Hyan-Woo Sabum-nim pegándole en las pantorrillas aunque le suplicara que se detuviese…
“Rarito…”
“Ya…”
Apretó las mandíbulas y, con las sienes latiendo con fuerza, miró de nuevo al sensei que tenía enfrente. Kreese lo miraba impasible, pero sonó completamente sincero cuando le explicó:
━Demuéstrales a todos que eres el mejor luchador de la clase… Y solo hay una forma de hacerlo.
Jae-Sung no necesitó nada más. Entendió a la perfección lo que quería decirle. Sí, solo había una forma de hacerlo. Solo había una manera de demostrar de una vez por todas que ya no iba a dejarse pisotear. De dejarle claro a todo el mundo que no iba a aguantar más tonterías. De probar quién era el mejor en realidad.
No más abusos. No más insultos. No más desprecios.
Sin apenas darse cuenta de lo que hacía, se alejó a paso rápido de la hoguera donde estaba el hombre y se adentró en el bosque. Un instinto depredador lo había poseído. Y sabía muy bien quiénes iban a ser sus primeras presas…
Ahí estaban. Yoon Do-Jin. Park Chung-Hee. Lee Min-Seok.
Apenas se habían movido del lugar donde habían tenido su última lección, y se encontraban en medio de las chozas que servían como área de descanso y de primeros auxilios.
“Bien…”, pensó Kwon, siniestro, “los van a necesitar”
Se acercó a ellos veloz como una flecha. Los tres estaban de espaldas, charlando animadamente bajo la luz de las antorchas.
Con solo ver sus estúpidas sonrisas, su deseo de machacarlos se incrementó por mil.
La hierba y el ruido de las llamas al crepitar amortiguaron el sonido de sus pasos. Y a Yoon no le dio tiempo de reaccionar cuando, con todas sus fuerzas, Kwon lo empujó por la espalda.
Los tres chicos se dieron la vuelta y las expresiones de sus caras se transformaron en disgusto cuando comprobaron que era él.
━I saekkiga… ━masculló Do-Jin.
Cruzaron una mirada de fuego. Min-Seok y Chung-Hee lo contemplaban con el ceño fruncido, entre incrédulos y desdeñosos.
━¿Qué pasa, Kwon? ¿¡Aún no has tenido suficiente!? ━bramó Yoon.
━Pues claro que he tenido suficiente. ¡De ti! ━siseó él, sonriendo con rabia.
El otro chico lo fulminó con la mirada y se puso en posición de combate.
━¡Iash!
Se lanzó sobre él con una patada frontal. Pero Jae-Sung lo apartó fácilmente de un manotazo. Do-Jin continuó con sus embistes, pero en cada uno Kwon se alejaba, caminando hacia atrás y bloqueándolo con una destreza insultante.
Harto, Yoon saltó en el aire para pegarle una patada voladora, pero esta vez Jae-Sung no solo lo apartó, sino que le propinó un fuerte puñetazo en la espinilla.
━¡Eagh!
Impactado por aquel movimiento, Do-Jin se sostuvo dolorido allí donde le había pegado y levantó los ojos hacia él, completamente descolocado. Sin quererlo, retrocedió un paso tambaleándose.
━Solo sabéis lo que os han enseñado ━le explicó Kwon fingiendo consideración, como si le hablara a un niño pequeño━. No pensáis por vosotros mismos. Eso os hace formidables… Pero también predecibles.
Su sonrisa se hizo más amplia todavía, sentía que la ira que lo consumía por dentro tiraba de las comisuras de sus labios hacia sus orejas.
━¡Aish! ━gritó Do-Jin, ofendido, e hizo ademán de abalanzarse contra él.
Pero Jae-Sung necesitó tan solo un segundo para girar sobre sí mismo y pegarle una patada giratoria en plena cara, tan veloz y certera que dejó al otro chico desorientado y tendido sobre la hierba.
━¡AYASH! ¡Argh…! ━exclamó, con la respiración agitada, más por las ganas devoradoras que tenía de desahogarse a golpes que del movimiento.
Miró por un segundo a Yoon, que se retorcía de dolor en el suelo. No sintió nada. Solo el deseo de dar por terminados todos esos años viviendo a la sombra de alguien a quien no le importaba… Y entonces notó por el rabillo del ojo que sus dos amigos hacían ademán de ir a salvarlo.
Dio una rapidísima zancada hacia un lado y extendió un brazo para impedirles el paso.
━¿Eodiga? ━“¿Adónde vais?”, les preguntó Kwon con burla, sus ojos desorbitadamente abiertos.
Empezaron a caminar en círculos amenazadoramente, pero ninguno de aquellos caguetas se atrevió a atacarlo primero.
━¡Wabwa! ¡Ppalli, wabwaash! ━“¡Vamos! ¡De prisa, venid!”, los retó mientras les hacía señas impacientes con una mano para que se acercaran.
Su provocación funcionó. Casi a la vez, Min-Seok y Chung-Hee se abalanzaron sobre él.
━¡KYAA!
━¡ARRSH!
Jae-Sung estaba preparado. No tenía miedo de luchar con dos a la vez. Y mucho menos si eran esos peleles… Por favor, si tan solo eran el número dos y tres de la clase gracias a la reputación de sus familias.
“Qué asco me dan todos…”
Bloqueó patada tras patada de la misma forma que había hecho con Do-Jin. Luego, Min-Seok le dio la razón cuando intentó atacarlo de la misma manera predecible que les habían enseñado en clase. Obviamente, él lo venció.
Inútiles.
¿Es que no se daban cuenta? Eran todos los soldaditos perfectos del dojang de los Kim. ¿No pensaban nunca en moverse por su cuenta? ¿En que seguramente los maestros solo les enseñaban lo que les interesaba a ellos?
Kwon era capaz de pensar en todo esto mientras se enfocaba en sus propios movimientos. Él sí luchaba por sí mismo, por su vida, por el puesto que sabía que merecía desde hacía mucho tiempo.
Atajó otro ataque de Chung-Hee agachándose y girando sobre sí mismo justo a tiempo. Y antes de que el otro pudiera terminar de lanzar su patada, Jae-Sung ya había deslizado su pierna y lo había derribado de una rápida barrida.
¡PUM!
━¡Ugh…!
El chico de pelo largo cayó sobre su costado con un fuerte batacazo que lo dejó aturdido en el suelo.
Pero Kwon no se distrajo mirándole, su agudo oído le advirtió que Min-Seok se había recuperado y volvía a la carga hacia él. Se dio la vuelta con los dientes apretados y vio cómo el muchacho intentaba aprovechar su posición agachada para pegarle una patada en la cabeza. Pero Jae-Sung no solo lo bloqueó, sino que agarró con su mano la tela del pantalón de su dobok, aferrándola con fuerza mientras se ponía de pie.
Vio el miedo en los ojos del chico mientras le levantaba la pierna, impidiéndole moverse correctamente. Asustado, Min-Seok intentó pegarle un puñetazo, pero Kwon lo detuvo con facilidad y barrió también la pierna con la que se sostenía.
El otro resbaló al suelo, pero cuando intentó incorporarse, Jae-Sung le pegó un puñetazo en plena cara para rematarlo. Tan fuerte que él mismo se quedó inclinado sobre la hierba.
━¡¡EASSHH!! ━bramó.
Se puso en pie lentamente de nuevo. Su respiración estaba tan agitada que podía ver claramente su aliento en forma de vaho por el frío de la noche.
━¡Agh… Agh…! ━boqueaba, mientras se alejaba de aquellos dos cuerpos que intentaban alzarse doloridos.
━¡Ugh…! ━se quejaban ellos, tambaleantes.
En medio de la bruma de la noche y del rocío de la hierba, a Kwon le pareció que eran zombies que volvían a la vida desde sus tumbas. Eran los espectros que se levantaban día tras día para atormentarle y humillarle. Para recordarle que nunca estaría a la misma altura que ellos, que jamás sería otra cosa que ese niño rarito y salvaje que nadie quería a su lado… Que estaba solo.
Su visión se volvió roja. Su corazón golpeaba como una escopeta en sus oídos. Sus puños se cerraron como trampas de cazador. Sus músculos se tensaron al máximo y, como impulsado por un resorte, comprobó de repente que estaba corriendo hacia ellos.
Apenas fue consciente de lo que hizo. Fue como si volase.
En solo tres zancadas se acercó a Min-Seok y Chung-Hee. Y, antes de que estos pudieran reaccionar, saltó en el aire justo en medio de ellos.
Sus piernas se abrieron a la vez, con tanta flexibilidad y precisión que las puntas de sus pies se clavaron en los pechos de los dos chicos como estacas.
━¡AGGH…! ━con gritos ahogados de puro dolor, ambos cayeron de espaldas como pesos muertos.
Jae-Sung cayó de pie, apenas retrocediendo unos pasos por la inercia del salto. Nada más frenar, tiró su cabeza hacia atrás, apretando con toda su furia todos los músculos de su garganta:
━¡¡¡AAAARRRSSSSHHHH!!!
Su grito hizo eco por toda la montaña. La noche pareció quedarse muda de repente. Ni los animales ni los árboles movidos por la brisa fresca se atrevieron a hacer ningún ruido más. Hasta que…
━¡IAAGH!
¡PUM!
Una fortísima patada se le clavó en el centro de la columna, doblándole el cuerpo y empujándolo hacia delante. Pero Kwon estaba tan tenso que no perdió el equilibrio.
Sonriendo como un zorro, no necesitó ni darse la vuelta para saber quién había vuelto al ataque.
━¡Anda! El favorito de la profe ha vuelto… ━rió, en tono jocoso.
Se giró y miró a Do-Jin a los ojos. El chico se había recuperado de la paliza que le había dado, y al parecer venía a por más.
Bien. Él aún tenía energía para rato.
━Deo malhaebwa, gaesaekki… ━“Tú sigue hablando… Capullo”, le espetó el otro con odio, abriendo y cerrando sus dedos mientras imitaba una boca parloteando.
Empezaron a caminar en círculos. Fue Yoon quien cedió de nuevo primero, y Kwon respondió casi al mismo instante.
━¡ARGHS!
━¡IAASH!
Se elevaron en el aire a la vez, los ojos de uno clavados en los del otro, y por una décima de segundo a ambos les pareció que ya habían vivido esa escena antes, hacía muchos años… Una lucha épica en mitad de un bosque oscuro, fuego y aire helado, dos combatientes que empezaron como hermanos, pero que ahora eran prácticamente desconocidos…
“Hyung…”
Una vocecilla pareció gritar desde el fondo de la mente de Jae-Sung. Pero enseguida fue ahogada por un bullicio de insultos y críticas, por una avalancha de otros recuerdos, todos tan crueles y desagradables que solo le permitieron centrarse en una cosa… Su mirada bajó hacia la chaqueta del dobok de Do-Jin.
Geumbaeji… Ahí estaba. Bordada con sus hilos dorados y reluciente bajo las llamas de las antorchas. El símbolo del número uno. La insignia del mejor.
La vio claramente en cuanto Yoon se acercó a él para empujarlo. Sin apartar la vista de ella, bloqueó sus brazos lanzándolos fuera de su alcance. Y, sin sentir ningún tipo de remordimiento…
¡PLUG!
Sus manos golpearon la garganta de Do-Jin extendidas como dos cuchillas.
━¡...! ━la boca del chico se abrió inmediatamente en una enorme “O”.
Su rostro se volvió la personificación del horror. El impacto en su tráquea seguramente lo había dejado sin respiración, ya que ahora se sostenía el cuello desesperado, mientras caía de rodillas al suelo, temblando como una hoja.
Kwon aprovechó esto para agarrarlo de los hombros y pegarle una potente patada en el estómago.
El chico se dobló de dolor, completamente debilitado. Se había vuelto un muñeco de trapo a merced de Jae-Sung, pues este lo incorporó tirando del cuello de su uniforme y lo dobló hacia atrás sin ningún esfuerzo.
Se miraron a la cara. Yoon con terror, sus brazos caídos y sin fuerza. Kwon con fría determinación, su mandíbula tiesa y sus ojos echando llamaradas.
Veía claramente la piel pálida, el sudor frío y los músculos temblorosos de aquel que había considerado su amigo. Pero eso ya no importaba. Hacía mucho tiempo que no importaba.
Pues él no le había importado nunca a nadie. Y jamás les importaría.
La ira lo consumía más rápido que el fuego la punta de las antorchas.
“Solo toma toda esa ira dentro de ti… Y dale un propósito”
━¡¡DEAARGH!!
¡PUM! Crac
El puñetazo tan fuerte que le pegó en el principio del esternón, dejó a Yoon casi morado de la falta de aire, y el chico puso los ojos en blanco.
Pero Kwon no quería dejarlo así. Quería… No. Necesitaba acabar con todo aquel sufrimiento que lo exprimía por dentro.
Crrraack
━¡AHH! ━el poco aire que quedaba en los pulmones de Do-Jin salió en forma de alarido cuando Jae-Sung torció su muñeca al levantarle el brazo izquierdo.
Su otro brazo, que protegía su garganta y pecho maltratados, fue apartado bruscamente por una patada del chico.
Y entonces Kwon tuvo vía libre para lo que tanto deseaba.
Tirando firmemente de la tela del dobok de Yoon, arrancó la Geumbaeji de cuajo.
Cuaashh
Ambos se quedaron como hipnotizados. Jae-Sung, con la respiración entrecortada y sosteniendo todavía el brazo inerte de Do-Jin, observó la pequeña insignia casi con incredulidad.
Luego sonrió, levantándola entre sus dedos para contemplarla mejor.
Con una última mirada, que se vio completamente inhumana, recorrió el rostro confundido y despavorido de Yoon.
Y al fin se decidió a acabar lo que había empezado.
¡FUUSH! ¡BAM!
Barrió la única rodilla que mantenía a Do-Jin incorporado y, cuando el chico estuvo completamente tendido sobre el suelo, derrotado y sin aliento para hacer nada más que resignarse a su destino, Jae-Sung retrocedió unos pasos.
━¡DEAARGH! ━gritó monstruosamente.
Y, haciendo un mortal hacia delante, aplastó con su pie la cara del mejor alumno de aquel maldito lugar, con todo el peso de los años en los que él mismo había sido pisoteado por todos y cada uno de ellos…
¡¡PAM!!
━¡AAHH…! ━el quejido de dolor de Yoon se fue apagando hasta quedarse mudo.
Silencio.
Acostado boca arriba después de caer sobre la hierba húmeda, Jae-Sung fue recuperando poco a poco la respiración.
Se sentía un poco mareado. Pero una corriente de excitación y esperanza lo recorría de arriba abajo. Era una sensación que jamás había probado… Y le encantaba.
Se incorporó y vio el cuerpo de Do-Jin extendido en el suelo, completamente inconsciente. Sus ojos estaban cerrados, el izquierdo levemente enrojecido e hinchado.
Kwon sonrió y se puso en pie con algo de esfuerzo. La tensión en sus músculos se había ido, dando paso a un cansancio terminal. Pero le dio igual. Se sacudió la tierra de encima y lo mismo hizo con la Geumbaeji, que había quedado manchada tras su caída.
Volvió a sostenerla entre sus dedos, contemplándola tras el vaho de su aliento acelerado. Escupió a un lado y asintió satisfecho:
━Nae kkeoyashh ━declaró con placer, aunque no había nadie consciente que pudiera escucharlo.
Sí. Era toda suya. Él era el mejor alumno ahora. Nadie podría negarlo. El sensei Kreese se encargaría de ello. Estaba seguro.
Al fin había encontrado un apoyo y no iba a desaprovecharlo.
Desde ese momento todo iba a mejorar para él. No solo sería el mejor de la clase. Sería el capitán en el Sekai Taikai y sería el campeón del mundo.
Y nadie podría apartarlo de ese destino.
Nadie.
Le pareció notar que alguien lo observaba desde las sombras del bosque, pero decidió no hacer caso. Estaba demasiado ensimismado con su nueva insignia.
En mitad de la noche, las letras bordadas debajo del puño brillaban de manera inquietante.
Decían… Dohksa .
Serpiente venenosa.
~FIN DEL CAPÍTULO CATORCE~
Capítulo Quince disponible a continuación
Notes:
Mini Diccionario
Hyung (형) = “Hermano mayor”. Lo usan los varones para referirse a otros varones mayores que ellos, sean o no familia. Es una manera amistosa de referirse a ellos, pero sin dejar de ser respetuosa.
Mworakano? (뭐라카노?) = ¿Qué has dicho? / ¿Qué dijiste? (en algunos dialectos como en el de Gangwon se dice así. En coreano estándar es “Mworagoyo?”)
¡Haji ma! (하지 마!) = ¡No hagas eso!
Shibal (시발) = Mierda.
Noona (누나) = “Hermana mayor”. Es un término de respeto y afecto que un hombre más joven usa para referirse a una mujer mayor que él, sean o no familia.
Chingu (친구) = “Amigo”. En Corea se usa estrictamente con personas de la misma edad y en relación de igualdad y mucha familiaridad. Que Yoon dijera eso a Kwon fue muy impactante porque verbalizaba lo cercanos que se habían vuelto para ese punto.
¿Gwaenchanha? (괜찮아?) = ¿Estás bien?
Abeoji (아버지) = “Padre”. Es la forma formal de decirlo. En un contexto familiar, se puede decir “Appa”, pero en la familia de Do-Jin el “respeto” prima sobre el cariño.
Chuseok (추석) = Es una de las festividades tradicionales más importantes de Corea del Sur, comparable al Día de Acción de Gracias en otros países.
“Vivir en un lugar atascado en un valle de montaña” o 산골짜기에 박혀 살다 (Sanggoljjagi-e bakyeo salda) = Es una expresión que se utiliza para decir que se vive en un lugar remoto, aislado y de difícil acceso, a menudo en una zona rural o montañosa.
Geumbaeji (금배지) = insignia de oro
I saekkiga (이새끼가) = ¡Este mocoso / bastardo / hijo de p…! (ya me entienden xd)
¿Eodiga? (어디가) = ¿Adónde vais?
¡Wabwa! ¡Ppalli, wabwaash! (와봐! 빨리와봐!) = ¡Vamos! ¡De prisa, venid! (con tono enojado)
Deo malhaebwa, gaesaekki (더 말해봐 개새끼) = Sigue hablando, perra / bastardo / capullo
Nae kkeoya (내 꺼야) = Esto es mío.
Chapter 16: Capítulo Quince: Primera Nevada
Notes:
Mini Diccionario
Jeong-mal-lo? (정말로?) = ¿En serio? / ¿De verdad?
Eol-eum-i eol-get-sseu-no (얼음이 얼겠으노) = “Se va a congelar el hielo”. Una expresión irónica y exagerada que se usa para referirse a que la persona está fría, distante y hostil. Está expresado en el dialecto de Gangwon.
Ne, Eomma (네, 엄마) = Sí, mamá (forma educada de responder, pero en este caso es sarcástica).
Jam-kkan-man! (잠깐만!) = ¡Un momento! / ¡Espera!
Wae? (왜?) = ¿Por qué? / ¿Por qué hiciste eso? / ¿Qué te pasa? / ¿Qué quieres?
Georeum (거름) = estiércol.
Gwishin (귀신) = espíritu con forma de mujer en las leyendas coreanas. Suelen ser almas de personas fallecidas que no pudieron encontrar paz en el más allá, a menudo debido a una muerte injusta, un resentimiento profundo o un deseo incumplido.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Hola, queridos míos, cómo váis?
Tengo buenísimas noticias, Twin Flame ha pasado a la última ronda de votaciones de los Cobra Kai Fanfic Awards en muchas categorías. ¡¡GRACIAS INFINITAS!! Os como la cara <33
Incluso si no gano, me hace muy feliz que hayáis votado por mí. Pero, por supuesto, me encantaría ganar alguna jeje. Así que os dejo por aquí los últimos enlaces de votación. ¡Hay tiempo hasta el DOMINGO 20 DE JULIO A LAS 8 PM (CET)! Como siempre, es anónimo aunque os pida el correo electrónico.
Best Sekai Taikai arc character ( Kwon in "Twin Flame" by miriadalia)
https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSeBvcURRXP6KTf5Eetva5SA8yVEYRgaISXiMCv0hvyIErKvNQ/viewform
Best Romance ( TWIN FLAME by miriadalia)
https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLScluRpH8qKHGtb8WCo-C2E_h0qDOxrK4MR3X-mwr0PdEbFbMA/viewform
Best Multichapter ( Twin Flame by miriadalia)
https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLScyAgni_lXSbwDDxeE3h3UwEFmjIT2liix0SsmvS8yzH2u22A/viewform
Best Tory Nichols ( TWIN FLAME ❤️🔥 by miriadalia)
https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSfiBxzBsTohDeu9ABrCIS2gbProojD5_bqTx0jJTVJohZJA1g/viewform
Best Character Study (Tory - Twin Flame by miriadalia) & Best Whump (Twin Flame by miriadalia)
https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSfZ5RofeT7iZredunOAdi40AnDOd10gkdC5arqjNedCndenHQ/viewform
Best John Kreese (Twin Flame by miriadalia) & Best New Writer (miriadalia)
https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLScXrCeyAv5EoF230THj6gUDBiIQDYZTtcopy6rNQ19sSBiIyg/viewform
Sin más, aquí os traigo el Capítulo 15. AMÉ escribirlo, espero que lo disfrutéis tanto como yo! :D
~ abrazos, miriadalia 🌻
Is that true? Yes! Okey dokey yo! 🎶
Is that true? Yes! Okey dokey yo! 🎶
Jeong-mal-lo? Yes! Okey dokey yo! 🎶
Say la-la-la-la… 🎶
La cancioncita se reproducía en bucle en su cabeza desde que se había levantado aquella mañana. Aunque a Kwon no le molestaba. No recordaba dónde la había escuchado, pero estaba agradecido porque de no ser tan pegadiza, ahora estaría muriéndose de aburrimiento.
Acuclillado en el suelo de madera del archivo del dojang, rascaba sin ganas una enorme y profunda mancha de moho en la parte baja de la pared. El hombro le molestaba. Llevaban más de una hora metidos allí, limpiando como Cenicientas, pero es que además los entrenamientos de aquel día habían sido brutales.
En un momento tuvo que detenerse para masajearse la escápula, y mientras se puso a contemplar la esponja llena de mugre en su mano. Arrugó la nariz y el labio superior con disgusto.
“¿Cómo se formará el moho?”, pensó.
Y, más interesante todavía, ¿por qué la lejía lo mataba?
“¿Y qué es la lejía…?”
Se quedó un rato ensimismado, todavía en cuclillas, con la mente llena de pensamientos simultáneos… Y luego se encogió de hombros, volviendo a rascar la pared mientras hacía un bailecito con el tema aún sonando en su mente.
Is that true? Yes! Okey dokey yo! 🎶
Is that tr…? 🎶
━¡Oye! ¿Me estás escuchando?
Jae-Sung se sobresaltó y se giró con los reflejos de un gato hacia la voz que acababa de hablarle. Al levantar la cabeza vio un ceño fruncido sobre un par de ojos verde avellana.
Victoria Nichols lo miraba irritada. Su nariz y su boca estaban cubiertas por un pasamontañas rosa con florecitas blancas que le tapaba hasta el cuello. Kwon también llevaba uno, pero era completamente rojo. Entre eso y los gruesos guantes de goma negros, parecían bandidos. Solo que en lugar de asaltar un banco armados hasta los dientes, lo único que podían disparar allí dentro eran sus pulverizadores.
Se habían puesto todo eso para protegerse de los químicos de los productos de limpieza. Y menos mal, porque casi los habían gastado todos. La humedad era especialmente difícil de quitar tras esos muebles que no se habían movido en siglos.
━¿Eh? ━dijo por reflejo.
━No has terminado con esa mancha de ahí ━repitió la chica con impaciencia, señalando un punto más lejano en la pared.
Kwon miró y reconoció la mancha en la que había estado trabajando hacía un rato. Se le había olvidado por completo y tampoco recordaba por qué había cambiado y empezado a limpiar aquella otra. La rubia tenía razón, pero, obviamente, no se lo iba a admitir.
━Sí que terminé con ella… ━respondió, con voz dramática━ Para siempure . Es que esta me quiere por quién soy de verdad.
Se tocó el pecho con aire afligido y solemne, su expresión exageradamente lastimera. Pero incluso debajo de toda su armadura floral pudo ver que la expresión de Tory no se ablandaba ni un poco. Al contrario, sus ojos lo miraron con tanta frialdad que los -2ºC de aquel día le parecieron ridículos.
━Okay, okay, ya lo haré… ━masculló, rascando de nuevo la mancha sobre la que trabajaba ahora━ Aish, jinjja, eol-eum-i eol-get-sseu-no…
Pero ella no se quedó satisfecha:
━Si saltas de una a otra, después no podremos estar seguros de que hayamos limpiado todo.
Kwon sintió una puntada en el estómago, apretó los ojos un segundo y estrujó con fuerza la esponja que sostenía en su puño. Uf… Cómo odiaba que le dijeran lo que tenía que hacer. Solo conseguían que perdiera todas las ganas de hacerlo, incluso si antes estaba dispuesto. Respirando profundamente, se puso en pie y retiró el pasamontañas que no lo dejaba hablar bien.
━He dicho que ya lo haré, ¿hoy eres Barbie Dictadora o qué?
Tory lo imitó y bajó el suyo hasta su mentón.
━Solo quiero acabar con esto de una maldita vez.
━¿No me digas? Y yo que quería quedarme aquí para siempure contigo… ━respondió burlón, haciendo un puchero y pestañeando rápidamente.
━¡Callaos ya y limpiad! ━los interrumpió entonces Yoon, que retorcía su esponja sobre un cubo de agua unos metros más allá━ No sois los únicos que quieren irse, ¿sabéis? Vosotros solo tenéis que entrenar, pero yo además estoy con los exámenes finales.
Jae-Sung se volvió hacia él y lo miró molesto. Por supuesto que el niño perfecto tenía más problemas que nadie. Por supuesto que ellos dos eran solo los inútiles que se interponían en su brillante futuro.
Pero su rabia duró muy poco.
Su expresión se relajó y casi se le escapa una sonrisa al ver a Do-Jin con aquellas pintas otra vez. El chico llevaba un pasamontañas casi idéntico al de Tory, rosa y con flores, pero estas eran azules.
Obviamente, aquel día Yoon se había encargado de traer los productos para eliminar el moho… Y Kwon de buscar las prendas protectoras.
La verdad era que bien podría haber cogido las mascarillas que había en todos los armarios escoberos. Pero por casualidades del destino se había cruzado antes con algunas empleadas de la limpieza del dojang. Las señoras arrastraban sus carritos bajo la resolana invernal, protegiendo su piel de los rayos dañinos con simpáticos sombreros y pasamontañas anti-UV… Jae-Sung había sentido una inspiración y solo se había dejado llevar por ella. Con la suerte de que las mujeres habían sido amabilísimas con él después de que las ayudase a transportar los carros por una cuesta especialmente inclinada.
Sí, sus dos compañeros iban a estar “divinos” con aquellas prendas…
Do-Jin pareció leer sus pensamientos porque entrecerró los ojos (el morado casi se le cerró por completo) y lo miró con rencor. Entonces tiró de mala manera la esponja dentro del cubo de agua sucia y se descubrió también la cara para decirle:
━¡Iah! Ayúdame a mover ese mueble. Esa pared es la última que nos queda de esta zona.
Señaló con la cabeza el muro más oscuro y alejado de la primera planta. Una enorme cómoda de madera maciza los esperaba desvencijada.
Kwon podría haber discutido, pero sabía que se le escaparía la risa antes de poder hablar. Así que se limitó a canturrear:
━Ne, Eomma…
Yoon le clavó una mirada vengativa y no apartó los ojos de él hasta que se colocaron uno en cada extremo del pesado mueble.
Con un poco de esfuerzo, lograron levantarlo. Pero justo cuando empezaron a moverlo, Jae-Sung oyó un ruido muy extraño al pisar sobre la madera que hasta entonces había permanecido oculta bajo la cómoda.
Pum, pum, ¡Poc! ¡Poc!
Dio un breve paso atrás para comprobar que no se lo había imaginado.
¡Poc!, sonó en cuanto dejó caer el peso de su cuerpo sobre el pie.
De la sorpresa, sus ojos oscuros se abrieron como platos y sus labios se separaron levemente.
“No me digas que…”
━¡Jam-kkan-man! ━exclamó, soltando su extremo del mueble tan de imprevisto que las patas casi se astillan al caer violentamente al suelo.
Yoon no se lo esperaba, y por poco no se aplasta sus propios pies por el peso que tuvo que sostener él solo de repente.
━¡Ah! ¿Wae? ━protestó, irritado, apoyando con esfuerzo su lado de la descomunal cómoda━ ¿Qué demonios haces? ━exigió, levantando la cabeza para poder mirar a Kwon.
Este se había arrodillado y se encontraba ahora inclinado sobre el suelo.
━Solo quiero ver… ━murmuró.
Pero no llegó a terminar la frase porque estaba muy concentrado tanteando los tablones que había pisado antes. Parecía que estuviera leyendo braille.
Do-Jin cruzó una mirada con Tory, que los observaba entre confusa y alarmada desde la pared que había estado limpiando.
━Ha respirado demasiada lejía hoy ━le explicó él, señalando a Jae-Sung con la mano mientras se cruzaba de brazos.
━Shhhh… ━chistó el otro desde el piso.
Odiaba cuando le decían lo que tenía que hacer, pero detestaba más aún que lo interrumpieran cuando conseguía concentrarse.
Después de tan solo unos segundos, por fin encontró lo que había estado buscando.
“No me lo puedo creer… Quién lo iba a decir”, pensó con un entusiasmo que hizo que se le erizaran hasta los pelos de la cabeza.
Rápidamente hizo presión con sus dedos en la esquina izquierda de uno de los tablones, que a simple vista parecía igual a todos los demás, y sin embargo…
¡PLOC!
La vieja madera saltó en sus manos, y al tirar de ella Jae-Sung descubrió que las cinco siguientes estaban unidas y eran en realidad una antigua trampilla.
Con el corazón acelerado y una corriente de emoción recorriéndole todo el cuerpo, levantó la cabeza para mirar triunfante a los otros dos.
━¡Ja! Lo sabía. ¡Un compartimento secreto! ━exclamó, relamiéndose de gusto ante sus expresiones atónitas.
Tanto Yoon como Victoria se acercaron rápidamente para ver mejor, como si no se creyeran del todo que no fueran fantasías suyas.
La trampilla emitió un desagradable chirrido cuando Kwon la abrió por completo. Sus bisagras ocultas debían estar más oxidadas que el candado de una mansión embrujada. El compartimento quedó al descubierto, y los tres adolescentes se inclinaron al mismo tiempo sobre él.
Apenas lograban ver nada, pues unas gruesas nubes habían tapado el sol hacía bastante y no tenían luz eléctrica en el archivo todavía. Pero parecía que hubiera un bulto debajo de las espesas telarañas abandonadas bajo el suelo de madera.
Entonces Do-Jin se quitó los gruesos guantes, hurgó en el bolsillo de su abrigo y sacó el último modelo de Samsung.
━Ohh… ¡Móvil nuevo! ━intervino Jae-Sung a su lado, mirándolo de reojo y olvidándose por un momento de su hallazgo━ Ya no saben qué más regalarte, ¿eh? Quizá en tu cumpleaños te regalen tu primer viaje al espacio.
Su voz era juguetona, pero Yoon comprendió su pulla al instante. Sin siquiera mirarle, le respondió impasible:
━Quizá. Pero te lo daré a ti, a ver si te quedas allí una buena temporada.
La sonrisa de Kwon se endureció y clavó la punta de su lengua en el interior de su mejilla izquierda. Se planteó seriamente empujar al chico para que se cayera dentro del sucio agujero, pero entonces este desbloqueó su teléfono y encendió la linterna.
Los tres volvieron su atención al compartimento ahora alumbrado, casi con avidez.
━Es como… ━murmuró Kwon, entrecerrando los ojos.
━Un maletín de viaje ━completó Tory desde el otro lado de la trampilla.
━Chst… Sabía que el viejo guardaba más que wones debajo del colchón. Típico. No sé por qué, pero me imaginaba que tendría algo as…
━Y sabías que era un compartimento secreto porque… ━inquirió entonces Yoon, mirándolo con suspicacia.
“Shibal”
Había hablado demasiado. Su mente voló sin quererlo a su propio compartimento secreto. Ese que había construido en su propia cabaña sin el permiso y sin el conocimiento de nadie. Ese en el que guardaba sus queridos tesoros… Sus manos empezaron a sudar frío, pero Jae-Sung no permitió que su rostro revelase nada.
En lugar de evitar los ojos acusadores del chico, lo miró de arriba abajo con toda la confianza y le soltó en coreano:
━El rosa definitivamente no es tu color.
Do-Jin apretó los labios, que se curvaron en una fina línea, y su nariz se ensanchó de rabia.
Kwon aprovechó su distracción para empezar a apartar con brusquedad todas las telas de araña.
━¡Para! ¡No lo toques! ━Yoon le aferró el brazo con fuerza para detenerle.
Jae-Sung se libró de su agarre con impaciencia.
━Cálmate, las minas de la guerra están perdidas bajo tierra en los campos, no bajo archivos llenos de moho.
━¡Eso no importa! ━exclamó el otro, exasperado━ Sea lo que sea, no debemos abrirlo. Debe ser algo muy importante y privado para la familia Kim si lo han dejado ahí.
━Tan privado que hasta ellos se han olvidado de que estaba.
Do-Jin quiso replicar, pero de su boca no salió ninguna palabra. Kwon sonrió con suficiencia y siguió rompiendo las telas que le impedían llegar hasta la extraña maleta.
━¡Iah! ━exclamó Yoon, enfadado.
━¿Qué? Solo sigo órdenes ━respondió él, ceñudo, inclinándose todavía más sobre el profundo agujero para llegar hasta el bulto.
━¿Qué dices, mocoso? ¿De quién?
Apoyado con su otra mano en el borde de la trampilla, Jae-Sung exhaló todo el aire de sus pulmones de golpe y se incorporó rápidamente para fulminarlo con la mirada.
━”Limpiaréis cada rincón de este edificio. Desde el tejado hasta sus cimientos. Pondréis orden a todos los estantes, todos los cajones y todos los armarios que hay aquí dentro” ━recitó, levantando el dedo índice e imitando como mejor pudo la voz de Kim Da-Eun━ ¡Ding-dong! Esto son los cimientos ━señaló con desdén el agujero bajo el suelo del archivo.
━… Cómo te acuerdas de las cosas cuando te conviene ━masculló Do-Jin entre dientes.
━Otro de mis talentos.
El muchacho resopló, negó con la cabeza y se levantó del suelo muy contrariado.
━Yo no me hago responsable de lo que pase ━aclaró, levantando sus dos manos en el aire y alejándose de ellos.
━Obviamente ━comentó Kwon, rodando los ojos.
Estos cayeron sobre Tory, quien se había mantenido al margen hasta entonces, y le dijo, señalándola con su barbilla:
━¿Y tú qué? ¿Te atreves?
Sobresaltada, la chica alzó la mirada de golpe, como sorprendida de oír su voz. Parecía que hubiera estado encerrada en su mente hasta ese momento.
Jae-Sung era consciente de que la mitad de su discusión con Do-Jin había sido en coreano, pero tenía la impresión de que ella se mantenía ausente en sus conversaciones por más motivos que por la barrera del idioma. Apenas había abierto la boca durante las interminables horas de su castigo aquella semana, y en los entrenamientos era tan silenciosa y solitaria que parecía una sombra humana.
Observándola ahora con más atención, le pareció mucho más frágil que cuando la había conocido. Se mantenía en cuclillas sobre la trampilla, como con miedo de tocar demasiado el suelo congelado, encogida sobre sí misma y abrazando su barriga.
A Kwon no le extrañó que estuviera muerta de frío. La tela del abrigo que repetía todos los días era del mismo grosor que las servilletas del comedor. Alzó una ceja.
“Supongo que en Los Ángeles eso será la última moda de invierno”
Pero una extraña sensación en su estómago borró cualquier gracia que pudiera hacerle ese pensamiento. No entendía por qué, pero verla en ese estado le producía molestia… ¿Consigo mismo? ¿Por qué demonios se sentía irritado consigo mismo?
Eso no tenía ningún sentido.
Tory pareció comprender al fin lo que acababa de decirle porque su expresión se relajó, y con una mueca desinteresada contestó:
━Ya no quedan más horas en el día para que me sigan castigando, así que… ━se encogió de hombros━ No pierdo nada.
Se levantó y se arrodilló a su lado.
Después de quitarse los guantes de limpieza, ambos se inclinaron sobre el oscuro agujero y entre los dos sacaron el grueso maletín. No pesaba tanto como habían imaginado, pero el cuero del que estaba hecho había perdido calidad y resistencia después de tanto tiempo ahí abajo, y ahora se sentía frío, humedecido y blando. Tocarlo le provocó a Jae-Sung un poco de grima.
Lo apoyaron en medio de los dos. Pero cuando intentaron abrirlo se dieron cuenta de que, a falta de una, el maletín tenía dos cerraduras, una a cada lado del asa. Estaban muy oxidadas ya, por lo que Kwon intentó forzarlas. Tan solo consiguió que crujieran un poco, pues la maleta siguió tan hermética como una madreperla.
Impaciente, el chico recorrió sus alrededores rápidamente con la mirada, buscando algo con lo que golpear las cerraduras para romperlas. Pero en aquel estúpido archivo solo habían dejado papeles y libros apolillados. Quizá si atizaba la maleta contra la esquina afilada de una de las cómodas… No, se arriesgaría a romper lo que fuera que hubiera dentro.
Entonces sus ojos se cruzaron con el cabello rubio de Tory. La chica llevaba unas horquillas negras a ambos lados de su cabeza, que impedían que sus rizos cayesen por su rostro.
━Dame dos… ━Jae-Sung se señaló su propio cabello, no sabía cómo se llamaban en inglés.
Tory entendió y se sacó ambos accesorios. Algunos mechones resbalaron por sus mejillas hasta sus labios y Kwon los siguió con la mirada disimuladamente. Solo cuando sintió que ella dejaba las horquillas en su palma extendida, volvió su atención a las cerraduras.
No es que tuviera mucha experiencia forzando cerrojos, pero se había visto obligado a aprender después de olvidarse varias veces las llaves de los cobertizos.
Estiró con fuerza uno de los pasadores hasta convertirlo en una pieza lisa que le sirviera de ganzúa. Después dobló el otro en un ángulo recto y lo introdujo en la primera cerradura como palanca.
Pese a estar tan vieja y oxidada, o quizá por esa misma razón, la condenada opuso resistencia al principio.
━Aish… ━rabió Jae-Sung por lo bajo, haciendo toda la fuerza que podía.
━Prueba a inclinar esta un poco hacia el otro lado ━intervino Tory en ese momento.
Él obedeció y, sorprendentemente, la ganzúa pasó tan fácil como si la cerradura estuviera hecha de mantequilla. Nada más levantar la horquilla, las agujas del interior se abrieron al unísono.
Crick
━¿Cómo sabes de estas cosas? ━le preguntó Kwon, alzando ambas cejas y observando a la rubia con un nuevo interés.
━Invasión de propiedad privada ━respondió ella inexpresiva, su mirada concentrada todavía en la maleta.
━Okay, no me lo digas…
Hizo como que no le importaba, pero había sentido un pinchazo de molestia en el pecho. Repitió el mismo proceso con la otra cerradura, y en nada de tiempo el maletín estuvo completamente abierto.
Crick
¡Choc!, sonó el borde del equipaje al despegarse después de solo Dios sabía cuánto tiempo. El polvo y la mugre resecos que lo habían mantenido sellado se esparcieron por el suelo. Tanto Jae-Sung como Tory se inclinaron más todavía, comidos por la curiosidad de descubrir al fin lo que escondía aquella inesperada cápsula del tiempo.
Un olor terroso y ligeramente dulce los invadió al abrir de par en par el maletín. Kwon también notó un profundo hedor a humedad, pero tras haber pasado tantas horas limpiando manchas de moho, sus fosas nasales ya se habían acostumbrado.
Apenas veía algo en aquella penumbra. Pero lo que distinguió dentro lo dejó…
Completamente decepcionado.
━Bah… No hay dinero ━soltó después de apartar con brusquedad todos los papeles de periódico que encontraron recubriendo el interior.
━¿De verdad esperabas encontrar eso? ━preguntó Tory, alzando una ceja.
━Soñar es gratis.
La chica suspiró con cansancio y se incorporó un poco, masajeándose la zona lumbar de la espalda.
━Aunque hubiera habido dinero, ya no tendría el mismo valor que cuando lo escondieron aquí. Si al menos hubiera alguna reliquia…
Jae-Sung volvió sus ojos hacia ella.
Eso había sido muy inteligente… Aquella estadounidense tenía más calle de la que aparentaba. ¿La había juzgado demasiado rápido? Al fin y al cabo, si era nieta del sensei Kreese, algo de astucia debía de haber heredado… Además, no había tenido ni una pizca de vergüenza al presentarse delante del maestro e incluso se la había jugado a Kim Da-Eun el primer día.
Bajó su rostro hacia la maleta para evitar que se le escapara una sonrisa ante ese recuerdo.
Todavía estaba algo molesto por haber perdido ante ella en el patio de piedra y por su riña en el comedor. Y notaba que Tory tampoco lo había olvidado del todo. Pero en aquellos últimos días habían conseguido trazar una especie de tregua… O quizá era solo que ambos estaban demasiado exhaustos para seguir discutiendo con el mismo ímpetu.
Todavía arrodillados en el suelo, se quedaron en silencio, observando sin mucho interés los pocos objetos que habían aparecido bajo los diarios.
Ninguno parecía tan especial como para ser considerado una reliquia. Kwon y Tory fueron agarrando una a una todas las cosas para examinarlas de cerca. Pero todo apuntaba a que aquello había sido solo un simple maletín de viaje más.
Un estuche de lata con productos de higiene personal, un peine y una brocha de afeitar. Unas cuantas plumas estilográficas resecas. Una toalla cuya tela se había endurecido y degradado tanto que ya no se podía desdoblar… Lo único mínimamente interesante fue un viejo juego de Janggi, pequeño y plegable. Las líneas trazadas en la madera del ajedrez coreano apenas se distinguían ya.
━Okay, esto es muy raro… Y asqueroso ━comentó la chica, apartando con repugnancia la toalla enmohecida━. ¿Por qué habrá guardado vuestro maestro toda esta basura aquí?
━Esto no es nada. Deberías ver todo lo que guarda en baño… ━masculló distraídamente Jae-Sung, haciendo fuerza para abrir el pequeño cajón del Janggi donde estaban guardadas las fichas y que estaba atascado.
━¿Qué? ━preguntó ella, mirándolo sin entender.
“Ups”
━¿Qué? ━se hizo el tonto.
━Si habéis acabado, ¿podríamos terminar de limpiar esa pared antes de que anochezca? ━intervino la voz cansina de Yoon en ese momento.
Kwon se giró y le lanzó una mirada burlona de reojo, sin dejar de intentar abrir el Janggi.
━Podríamos ━respondió, fingiendo que lo consideraba━. Pero también podríamos jugar una partida ━levantó por un segundo el pequeño tablero y su sonrisa se hizo más amplia━. Hagamos apuesta: quien pierda se encarga de limpiar tooooda esta planta.
━¡Déjate ya de tonterías!
━¿Wae? ¿Tienes miedo de perder en esto también?
Do-Jin apretó los puños. Incluso debajo del ridículo pasamontañas floral se podía ver que estaba furioso. Jae-Sung rió entre dientes, mientras seguía haciendo fuerza. El compartimento parecía trabado por una tela metida en su interior. Los dedos del chico rozaban su borde deshilachado, pero por mucho que intentase tirar de ella no había manera de abrirlo…
━Aish… ━siseó, perdiendo la paciencia.
Se estiró todo lo largo que era hacia atrás, mientras tironeaba de la tela con toda su fuerza.
━¡Iah! ¡Kwon Jae-Sung!
¡PLAS! ¡Tip-tip-tip-tip-tip-tap-tap-tip-tap-tip…!
El cajón se abrió de golpe y las pequeñas fichas salieron despedidas en todas las direcciones, repiqueteando y rodando por el suelo con gran estruendo. Algunas incluso cayeron en el agujero de la trampilla.
━Shibal…
Jae-Sung soltó todo rápidamente y se inclinó a buscarlas.
━Argh… ━gruñó Yoon, pasándose una mano por la frente━ Es que lo sabía, siempre igual. ¡Recoge todo eso!
━¡Deja de mandarme, imbécil! Eres más pesado que un kilo de georeum en una pestaña.
━¡¿Yo…?!
━Ehm… Chicos…
La voz de Victoria sonó tan perturbada que no fue necesario que la alzase por encima de sus gritos. Ambos muchachos se volvieron hacia ella y la interrogaron con la mirada.
Pero no fue necesario que dijera nada.
La chica había levantado con la punta de sus dedos la tela que hasta entonces había mantenido cerrado el compartimento de las fichas de ajedrez.
Solo que no era una simple tela.
Era una cinta.
Una cinta de capitán, con el símbolo del Sekai Taikai.
Y estaba completamente cubierta de sangre.
━¡Me la quedo! ━exclamó Kwon alargando la mano velozmente y tomándola de un solo movimiento.
Tory no puso ninguna resistencia, bajó el brazo y se quedó contemplando un poco consternada el trozo de tela que, en lugar de blanco, era ahora de color terracota por la sangre seca.
━¡Ni hablar! ━replicó Yoon, yendo rápido hacia ellos━ En todo caso, debemos entregársela a Kim Sabum-nim.
Intentó sacarle la cinta de las manos, pero Jae-Sung la aferró con fuerza y la escondió a su espalda, justo encima de la trampilla.
━¡Nah-ah! ━lo encaró, manteniéndolo lejos con su otro brazo estirado━ Dijiste que no querías tener nada que ver con lo que pase, así que ahora esto es mío. ¡Te jodes!
━¡No lo es! Además, ¿¡para qué mierda quieres una cinta con sangre!?
━La sangre se lava.
━¡No después de tanto tiempo! ━se exasperó Do-Jin, incrédulo.
Pero entonces miró a Jae-Sung a los ojos. Sus cejas descendieron en su cara y pareció comprender:
━… Has perdido la tuya, ¿verdad? ━sonó más como una afirmación resignada que como una pregunta.
━No ━contestó Kwon con retintín, haciendo una mueca.
Claro que había perdido la suya. La había buscado infinidad de veces por todas partes… Bueno, la había buscado una vez por toda su cabaña. Y no había aparecido.
━¿Podéis centraros? ━interrumpió entonces Tory, impaciente━ Creía que este dojo nunca había participado en el Sekai Taikai, ¿por qué narices hay una cinta de capitán llena de sangre?
Sus ojos avellana fueron de uno a otro nerviosamente, pero ninguno de los chicos supo qué responder.
━¿Esto es una broma pesada? ━preguntó al final, frunciendo el entrecejo.
Jae-Sung bufó.
━Ojalá. Hubiera sido una pasada.
━No es una broma ━aclaró Do-Jin, clavándole una mirada asesina de reojo━. Nosotros tampoco lo sabemos ━admitió, dirigiéndose a la chica y negando levemente con la cabeza━. Nuestro dojang nunca ha participado en el Sekai Taikai. Solo en campeonatos nacionales y de Asia. Y creo que dos exalumnos fueron a las Olimpiadas…
━Aburido ━bostezó Kwon sonoramente━. Según yo, en sus tiempos el viejo hizo su fortuna a base de palizas, y esta fue una de sus víctimas ━sacó la vieja bandana de detrás de su espalda y se la apretó alrededor del cuello━: Cruuiick ━escenificó, echándose hacia atrás y poniéndose bizco como si lo estuvieran ahorcando.
Pero ni Yoon ni Victoria pillaron su chiste.
━Cuidado con lo que dices, mocoso ━lo regañó en cambio el chico, muy ceñudo━. Muestra más respeto. La familia Kim se ha ganado lo que tiene gracias a sus servicios a la nación, a sus dojangs y a sus empresas de telecomunicaciones.
━Déjame adivinar, ¿eso es lo que dice Papá? ━la voz de Kwon sonó cándida, mientras jugaba revoleando la tela como la hélice de un helicóptero.
━¡Cállate! Además, podría no ser del maestro. Podría ser de alguien que haya vivido aquí en ese momento y lo haya escondido.
Jae-Sung pospuso la otra pulla que se le acababa de ocurrir y se quedó reflexionando un poco en el sentido de sus palabras.
━Como un secario… ━murmuró pensativo.
━Sicario… ¡Y no! Deja de decir estupideces.
El muchacho hizo ademán de arrebatarle la cinta aprovechando su distracción, pero Jae-Sung fue más rápido y volvió a esconderla a su espalda con una mirada de advertencia.
━Aquí no se entrenan asesinos a sueldo. Y en un campeonato no muere gente ━continuó sermoneando Do-Jin, cansino como siempre.
━En el Sekai Taikai sí…
Silencio.
Ambos chicos se volvieron hacia Tory lentamente. La rubia parecía haber hablado sin querer porque su mirada estaba perdida en la trampilla, sombría y sumida en sus pensamientos. Entonces levantó la cabeza y los vio observándola como si hubiera perdido un tornillo. Y es que Kwon se preguntaba de verdad si bajo aquel pasamontañas no le habría faltado oxígeno.
Ella pestañeó rápidamente y se explicó, algo cortada:
━Nos lo dijo un sensei en California, pero creía que era solo una exageración. Como para que nos pusiéramos las pilas entrenando y eso…
Su voz fue muriendo hasta convertirse en un murmullo inseguro.
━Bueno… ━resolvió Jae-Sung, después de otro rato de incómodo silencio entre los tres━ Esto se pone cada vez más interesante.
Sonrió ampliamente con indiferencia. Quería deshacerse de esa absurda incertidumbre que se respiraba ahora en la oscuridad del archivo. Bah… Ni que hubieran encontrado un cadáver.
Él sabía que en aquel dojang se ocultaba mucho más de lo que se contaba de puertas para fuera. No le extrañaría nada enterarse de que en el pasado se hubieran librado de alguien en algún torneo, solo porque no les beneficiaba que se supieran ciertas cosas. Tampoco había que ser muy inteligente para darse cuenta de que la riqueza y el poder de las familias como los Kim provenía en gran parte de la sangre y el sudor de pobres desgraciados.
Pero, observando el rostro de Do-Jin, quizá sí hubiera que ser un poco inteligente. El muy imbécil lucía ahora tan consternado como si se acabara de enterar de que era adoptado.
Kwon rodó los ojos y negó con la cabeza.
━Supongo que antes estas competiciones sí que iban en serio… ━dijo en ese momento Tory━ Porque esa cinta será bastante vieja… ¿No?
Aunque intentó disimularlo, se veía también ansiosa. Lo miró primero a él, pero Jae-Sung no tenía ni idea ni ganas de ponerse a averiguar datos históricos, así que se encogió de hombros.
Ambos se volvieron hacia Yoon. El chico estaba serio y no dijo nada tampoco, pero Kwon supo enseguida por su actitud evasiva que conocía la respuesta.
━Tú sabes algo, suéltalo ━le espetó con brusquedad.
Presionado por sus miradas inquisitivas, Do-Jin se resignó y señaló de mala gana el maltrecho maletín que seguía abierto en medio de ellos.
━Es una maleta Mädler. Europea. Fueron populares hasta los años 50. Mi abuelo tenía varias, siempre se queja de que ya no hacen equipajes tan buenos como ese.
━Conclusión: es del viejo ━declaró Kwon con seguridad, descansando el peso de su cuerpo en la mano en la que no llevaba la cinta.
━¿Por qué? ━Yoon le clavó una mirada fría como un témpano.
━Porque, por si el Principito aún no lo ha notado, tu familia y la suya son las únicas que podían perumitirse algo de lujo en esa época. ¿O vas a decir que tu abuelo mató a un tipo?
━No sabemos si alguien murió ━replicó el chico, que parecía muy saturado de repente━ ¡Por favor! Es solo una cinta…
━Con sangre ━intervino Tory.
━Escondida en un tablero de Janggi ━completó Jae-Sung.
━En un compartimento secreto.
━Bajo tierra.
━¡Basta! ¡Todo eso da igual! ¡Nada de esto es asunto nuestro! Tenemos que guardar todo donde estaba ━Do-Jin estalló y aferró a Kwon por la manga de su chaqueta para conseguir la cinta.
━¡Una mierda! ━se rebeló él, empujándolo.
━¡Apártate!
━¿O qué?
━Sí, deberíamos guardarlo.
Ambos se giraron de nuevo hacia Tory, quien se había puesto de pie con los brazos cruzados sobre su pecho.
━¡¿Huh?! ━chilló Jae-Sung.
━Gracias ━comentó Do-Jin, aprovechando su distracción para sacarle al fin la deshilachada tira de tela a su espalda.
El chico pasó un segundo de dilema, pero finalmente se decidió por levantarse del suelo y confrontar a aquella traidora:
━¿Ahora qué pasa contigo? ━la encaró, pasando con una gran zancada por encima del maletín hasta quedar cara a cara con ella━ ¿No decías que no perudías nada?
━Sí, pero eso era antes de saber que íbamos a encontrarnos algo así. Esto es demasiado ━Tory bajó los ojos y se apretó todo lo que pudo en su finísimo abrigo.
━Lo es ━concedió Yoon desde el suelo, mientras guardaba velozmente todo lo que encontraba dentro de la maleta.
Kwon sintió que su pulso se aceleraba y apretó los puños.
━¿Demasiado por qué? ¿Por qué sois unos cobardes? ━les exigió a ambos━ Ah, espera, ya sé… ¡Demasiado porque arruinaría vuestras perufectas familias!
━¿Qué? ━susurró la chica, cansada.
━Tenéis miedo de que encontrar esto ensucie la relación entre vuestras familias y los Kim. No queréis que corten vuestros previlegios ━los acusó con desprecio.
━Vives en un mundo paralelo… ━oyó que mascullaba Do-Jin mientras cerraba el maletín y lo levantaba para devolverlo al compartimento secreto.
━¡Sí! Se llama: mundo real. Es el lugar donde la muerte de la gente no importa si no es rica.
Le daba igual poder usar la cinta de capitán o no. Ya encontraría la suya en algún momento. No era por eso que se sentía cada vez más enfadado. Ahora aquello era personal. ¿Ellos descubrían lo que seguramente era el mayor secreto de aquel maldito sitio y preferían esconderlo por si destapaban los trapos sucios de los Kim? Una vez más, solo encontraba hipócritas a su alrededor.
━Mira, no he venido aquí para jugar a los detectives ━zanjó en ese instante Tory━. Yo solo quiero no meterme en más problemas, ¿vale? No puedo permitírmelo.
━¡Pues claro! No podemos enfadar al abuelito, o no serás capitana.
Ella levantó la mirada de golpe y se arrebató:
━¿Pero de qué coño estás hablando?
━¿Hola? ¿Sensei Keuresse?
Tory puso los ojos en blanco y dejó escapar un rugido ahogado.
━Argh… ¡Otra vez con eso! No es mi abuelo, ¿vale? Te estaba tomando el pelo para que me dejaras en paz.
Ah.
Jae-Sung se quedó sin palabras y solo pudo mirarla con el ceño fruncido.
━Pft… ━oyó que Do-Jin bufaba detrás de él con humor.
“Maldito imbécil”
Quiso girarse para clavarle una mirada asesina, pero entonces la rubia levantó la voz, enfurecida:
━Y para que os quede claro a todos de una vez: yo no sabía que ya había otra chica como capitana. Pero ahora estoy aquí y, os guste o no, voy a ir con vosotros al Sekai Taikai.
Había hablado para los dos, con tanta fiereza que sus palabras hicieron eco en el archivo medio vaciado. Yoon no comentó nada y disimuló su incomodidad cerrando la chirriante trampilla. Pero Kwon no logró contenerse.
━Eso suena muy justo… ━murmuró sarcástico.
Lo dijo mientras se ponía a observar las paredes despreocupadamente, pero incluso de soslayo notó cómo Victoria Nichols lo acribillaba con sus grandes y redondos ojos. Al devolverle la mirada de frente, casi sintió un escalofrío al ver su expresión airada. En medio de la oscuridad de aquella casa abandonada, su piel destacaba pálida, y sus cabellos rizados parecían haberse electrizado con la humedad del ambiente… Era como ver el espíritu vengativo de una gwishin rubia. Hermosa y terrorífica a partes iguales.
━¿Quieres saber lo que no es justo? ━musitó, su voz un fino hilo de ira contenida que parecía a punto de romperse━ Injusto es que tengas que irte a otro puto país para poder competir porque tu propio equipo te ha dado la espalda. Injusto es querer dar lo mejor de ti y que no puedas porque ¡nadie en este páramo helado te explica nada!
Había alzado la voz, pero esta se quebró en cuanto continuó:
━Injusto es no poder estar cerca de tu hermanito porque no tienes suficiente dinero ni para comer. Injusto… Es cuidar de tu madre por años y aún así verla morir… Tú no tienes ni idea… ━terminó en un susurro rasposo━ De lo que es injusto.
Parecía que le faltaba el aire porque, en cuanto acabó de soltar todo aquello, exhaló, se dio la vuelta y se alejó a paso rápido hasta el otro extremo de la habitación.
Jae-Sung la siguió con una intensa mirada, serio, y se quedó observándola mientras volvía a ponerse un par de guantes para continuar limpiando las paredes, como si nada acabara de pasar. Pero él había visto que sus ojos se habían puesto llorosos y comprendía por qué les había dado la espalda.
Un silencio ensordecedor se había instalado en el archivo. Pero el chico seguía escuchando en su mente todas y cada una de las frases que Tory había pronunciado. Analizando cada palabra, se dio cuenta para su sorpresa de que las había entendido tan bien como si hubieran salido de su propia boca.
Toda la rabia que había sentido hacía solo un momento se había evaporado como la espuma. Ya ni se acordaba de qué habían encontrado. Ahora solo podía concentrarse en los movimientos agresivos pero exhaustos con los que aquella desconcertante chica pretendía sacar una mancha de moho más grande y fea que aquel mundo de mierda en el que vivían.
“Esto es ridículo”
Kwon detuvo su mano justo antes de empezar a limpiar una de las últimas manchas de la pared. Hastiado, dejó caer el brazo de golpe y tiró la esponja al cubo de agua sucia a su lado. Esta cayó como un pequeño meteorito y salpicó el suelo.
El chico se quedó observando cómo se iba hundiendo poco a poco hasta el turbio fondo. Luego alzó los ojos disimuladamente hacia una esquina oscura del archivo, aquella que inconscientemente no había perdido de vista desde hacía un buen rato.
Tory Nichols continuaba luchando con la humedad como si su vida dependiera de ello. Ya no se veía llorosa, pero sí pálida y agotada.
Cerca de allí, Do-Jin seguía limpiando su zona como si nada hubiera pasado aquella tarde.
Jae-Sung maldijo para sus adentros.
Era tan estúpido aquel ambiente de incomodidad que habían creado… ¿Qué solucionaban con mantenerse callados y sin mirarse entre ellos? ¿Iban a irse a dormir aquella noche sin más? ¿Sin volver a tocar el tema en toda su vida solo porque era “delicado”?
Suspiró con fastidio. Bueno, él desde luego no era alguien delicado. Ningún problema ni incertidumbre se solucionaba dejándolo pasar, debían atacarse de frente. Así que se acercó con paso decidido a la chica y le preguntó sin titubear, mirándola fijamente:
━¿Tienes un hermano pequeño?
Tory, que se había dado cuenta de que se había colocado a su lado pero había escogido ignorarlo, lo miró un instante con algo de recelo. Finalmente asintió, y siguió rascando el moho.
━¿Cómo se llama?
━Brandon.
━¿Cuántos años?
━Ocho.
━¿Dónde está ahora? ━Kwon se dio cuenta con un poco de sorpresa de que su voz salía calmada y en un tono grave, casi confidencial.
La rubia pareció notarlo también porque sus hombros se relajaron y paró de frotar el muro por un momento.
━Boston. En otro estado ━aclaró, sus ojos fijos y concentrados en la esponja que sostenía.
━¿Está con familia?
El chico analizaba con cautela su expresión, pero Victoria parecía hablar como ausente.
━Sí, una de acogida.
Una desagradable sensación de ahogo lo asaltó en cuanto escuchó esas palabras. Sintió que los músculos de su mandíbula se tensaban y saltaban por reflejo. Su mente pareció querer irse muy lejos del momento presente y llevarlo a un lugar mucho más oscuro que aquel archivo abandonado. Entonces el corazón se le aceleró y tuvo miedo de que la chica notara su reacción, así que apretó los puños con fuerza para conservar la compostura y el control de sus pensamientos.
━¿Buena gente? ━indagó, muy serio.
Ella negó levemente con la cabeza.
━No lo sé.
━¿Qué pasó a tu madre? ━preguntó entonces para cambiar de tema.
Pero en ese instante sintió que algo le golpeaba la espalda. Se giró rápidamente y comprobó que Yoon le había lanzado un trapo sucio. Cuando alzó los ojos, ceñudo, vio que el chico le clavaba una mirada elocuente y negaba con la cabeza con los labios apretados, como diciendo: “Cierra el pico y no saques ese tema”.
“Metiche”, pensó Jae-Sung con una mueca de irritación.
Aún así se volvió hacia Tory y la interrogó con sinceridad:
━¿Te molesta?
Ella pareció sopesarlo un segundo, incómoda, pero luego murmuró:
━No, es que… Es muy reciente. Estaba enferma.
Kwon la miró intensamente y levantó la cabeza, comprendiéndolo todo en aquel momento.
Ah… Así que así eran las cosas en realidad. Estaba tan acostumbrado a vivir rodeado de estudiantes enchufados, casi todos hijos de familias de bien o con conexiones importantes en el mundo del deporte, que no se le había pasado por la cabeza una situación así.
Cuando el sensei Kreese había informado que traería a una alumna suya desde Estados Unidos, en seguida se había imaginado a una de esas niñas snob que tenían las paredes rosa chicle de su cuarto hasta arriba de medallas y trofeos. Esas a las que sus choferes llevaban en limusina a sus clases de hípica privadas.
Pero tendría que haber sabido que aquella mujer era todo lo contrario. En el fondo, lo había intuido nada más intercambiar las primeras palabras con Tory. Todo en ella desprendía esa resiliencia que solo se adquiere cuando vienes de abajo del todo. De allí donde cada día es una frustración tras otra porque, por mucho que te esfuerces, nunca serás suficiente, nunca harás suficiente, nunca ganarás suficiente… De allí donde ni la gente común puede entenderte.
Sin embargo, él la entendía.
Joder. Nadie mejor que él para entender esa frustración que te hacía explotar…
━Lo siento.
Hasta él mismo se sorprendió de la honestidad con la que esas palabras brotaron de su boca.
Intercambiaron una mirada. La expresión de la chica era indescifrable y Jae-Sung se sintió muy violento de repente. ¿Cuándo había sido la última vez que se había disculpado con alguien? Apartó sus ojos de los de ella, aparentando indiferencia y fingiendo no haber notado que su corazón se saltaba un latido.
Tory no dijo nada, y tan solo se apartó de la pared para recoger su cubo de agua sucia. Cuando se incorporó, sin embargo, se le escapó un gesto de dolor.
━Ah… ━exhaló, apretándose de golpe su vientre y encogiéndose sobre sí misma.
Jae-Sung la miró alarmado e inconscientemente hizo ademán de sostenerla. Pero la muchacha se enderezó sola y no llegó a tocarla.
━¿Estás bien? ━oyó que preguntaba Do-Jin, acercándose.
━Sí… ━respondió ella, aunque con la respiración agitada━ Supongo que aquí no hay baño ━dijo, echando un vistazo rápido a la primera planta del archivo.
━No que funcione ━contestó Kwon.
Había visto el pequeño cobertizo semiderruido de las letrinas fuera del edificio, varios días atrás.
━Pero un poco más allá del estanque hay arbustos altos ━comentó señalando hacia la puerta principal━. Yo fui antes ahí, se estaba bien. Pero cuidado con ortigas . Una vez en el campo no las vi y me salió un sarpullido que… ¿Qué? ━se interrumpió, con la mano con la que estaba señalando su culo suspendida en el aire, cuando notó las miradas de disgusto e incredulidad de Yoon y Tory.
━Aunque me encantaría helarme el culo en la intemperie... No es esa la razón por la que necesito ir ━aclaró la chica━. Tengo que cambiarme la compresa.
━Ah. Ehhh… ━pensó él en voz alta.
Pero se había quedado en blanco. ¿Cómo se solucionaba eso? No era como si fuera una herida que pudieras tratar para detener la hemorragia… ¿No? Intercambió una mirada con Do-Jin. Parecía igual de perdido que él.
Victoria suspiró.
━Pero, por supuesto, todo en este sitio está como a 488 kilómetros de ida y de vuelta. Así que, si no os importa, creo que me desangraré en esta esquina durante un rato.
Dejó el cubo en el suelo, y fue a sentarse un poco malhumorada en una de las viejas sillas.
Sin dejar de mirarla, Jae-Sung se rascó la nuca, confuso. No solía pasarle que se quedaba sin ideas. Pero aquello no era algo con lo que acostumbraba a lidiar, la verdad.
━Iah ━oyó entonces a su lado. Era Yoon que se le había acercado━. Acompáñala ━le dijo, señalando con la cabeza a Tory━. En cuanto termine con esto, cerraré. Total, con tan poca luz no se puede hacer mucho más.
Se acomodó mejor los guantes de goma y se dispuso a recoger los productos de limpieza.
━Mejor seguimos mañana ━anunció en inglés para que la chica también comprendiera.
Kwon se volvió hacia ella. Y fue entonces, mientras la veía envolverse todo lo que podía en su finísimo abrigo, que al fin se le encendió la bombilla.
El hecho de tener antorchas en lugar de luz eléctrica iluminando los senderos del dojang podía ser un rollo la mayor parte del tiempo. Los encargados de encender el fuego se tiraban casi una hora vigilando que todo estuviera bien asegurado. Pero cuando llegaba el invierno, entendías que valía totalmente la pena. Las llamas te reconfortaban, aunque fuera mínimamente, en aquel frío que te calaba hasta la médula.
Mientras regresaba corriendo cuesta arriba hasta el baño que había detrás del comedor, Jae-Sung sentía el viento gélido cortando sus mejillas. Era casi como un aguanieve. Al llegar a la entrada, se quedó esperando fuera, y su aliento agitado se transformaba en vaho nada más entrar en contacto con la humedad del aire. Levantó la cabeza y observó el cielo nocturno por encima de él. Nubes muy bajas y densas lo cubrían por completo.
Crriick
La puerta del lavabo de las mujeres se abrió y Tory Nichols avanzó unos pasos con la cabeza gacha hasta que se dio cuenta de su presencia. Al verlo, se detuvo contrariada.
━¿Pasa algo?
Con las manos en los bolsillos del grueso abrigo de nieve que acababa de ponerse, y la mirada todavía en sus alrededores, Kwon se hizo el tonto.
━¿Por qué?
━Porque has vuelto… ¿Tu dormitorio no está por ahí? ━preguntó ella, frunciendo el ceño y señalando el camino que bajaba hasta las cabañas de los chicos.
El muchacho se giró hacia esa dirección como si necesitara verlo para comprender a lo que se refería. Luego mordió levemente sus mejillas para aguantar la risa y, manteniendo una expresión seria, se volvió hacia Tory.
━Seh… Pero temo que si no te acompaño te pierudas ━explicó, suspirando como si no tuviera más opción, y añadió, ladeando la cabeza━: Otra vez.
Las cejas de la chica descendieron en su rostro y lo miró como si fuera un moco pegado bajo su pupitre. Kwon se mordió la lengua, pero en esta ocasión no consiguió disimular su sonrisa. Ella gruñó, negó con la cabeza y, sin decir una palabra, se dirigió hacia el sendero que conducía a los dormitorios de las chicas.
Al pasar por su lado, el pelinegro la miró de reojo y, unos segundos después, se volvió también por el mismo camino.
Habían bajado juntos desde el archivo hasta las instalaciones modernas del dojang. Pero llegados al comedor, Jae-Sung había seguido andando hacia su dormitorio, mientras que Tory había entrado rápidamente al baño para cambiarse.
Crick, crack, crick, crack
Sonaban ahora los pasos de ambos al pisar la grava. Pero Kwon notó que se sentían como amortiguados en el silencio inusual que reinaba en el ambiente.
Caminaban despacio y sin decir una palabra. Uno al lado de la otra, separados por un metro de distancia. No había nadie más allí. Seguramente estarían todos escondiéndose del frío, entrenando en el gimnasio o estudiando en sus cuartos. Sin castigos que cumplir y muy a gusto con la calefacción a tope.
Pero, por algún extraño motivo, el chico no sentía ni pizca de envidia en aquel momento.
Sin girar la cabeza, clavó sus ojos en Tory disimuladamente. Esta parecía caminar en piloto automático. De no ser por el vaho que salía de su nariz, habría jurado que ni respiraba. Se miraba los pies y se abrazaba a sí misma a la altura de la barriga. Y entonces Kwon recordó lo que había ido a buscar a su cabaña.
Se metió la mano en uno de los bolsillos de su abrigo y sacó una pequeña bolsa de plástico. Sin previo aviso, se la lanzó a la chica.
Incluso con su mente vagando vete a saber dónde, los reflejos de la rubia fueron lo suficientemente rápidos para atraparla en cuanto alcanzó su pecho.
━¿Qué…? ━soltó, deteniéndose y mirando desconcertada el saquito de caramelos que tenía ahora entre las manos.
Alzó la vista hacia Jae-Sung, y él se encogió de hombros sin parar de caminar.
━Tienes el período, ¿no? ━exclamó, dándose la vuelta hasta andar de espaldas━ No te los comas todos a la vez, ¿ok? ━le dijo, volviendo a darle la espalda.
Tras un instante de dudoso silencio, escuchó unos pasos apresurados y escondió una sonrisa de nuevo.
¿Por qué demonios tenía tantas ganas de sonreír de repente?
━¿De dónde los has sacado? ━oyó que le preguntaba Tory de nuevo a su lado, clavándole una mirada inquisitiva.
━Chst, no te lo voy a decir ━respondió él━. Eso es… ehm.. ¿Cómo decís vosotros…? ¡Confidencial!
Esta vez no pudo contenerse y bufó en cuanto vio la expresión pasmada de la chica, que iba de los caramelos a él como si estuviera insegura de cuál de los dos era real y cuál no.
Por un momento llegó a pensar que protestaría o que no querría aceptarlos. Pero después de un buen rato caminando en silencio, escuchó que le decía con voz queda:
━… Gracias.
━Hm ━respondió él, quitándole importancia. Al parecer no era el único al que le incomodaban las muestras de cortesía.
Al poco llegaron al recinto de los dormitorios de las chicas. Tory estaba a punto de atravesar el alto portón de madera, pero Kwon se interpuso alargando su brazo y apoyándose en el marco.
━Ah-ah. Jam-kkan-man… ━le dijo, levantando las cejas y mirándola de arriba abajo.
Ella dio un paso atrás y frunció el entrecejo.
━¿Qué estás haciendo?
Él había comenzado a desabrocharse el grueso abrigo de nieve.
━Evitar que te congeles, Señorita Servilleta ━le contestó, con retintín━. Y para de arugarte, te quedarás así para siempure ━añadió, tocándole la frente con su dedo índice y empujando su piel hacia arriba para aliviar la tensión.
Tory apartó la cabeza con un movimiento brusco y lo miró de nuevo confundida.
━Jamás podrás mejorar tus puñetazos si tus manos tiemblan como una abuelita ━le explicó Jae-Sung, quitándose el abrigo y colocándoselo por encima de los hombros━. Y ya que vas a venir con nosotros al Sekai Taikai “nos guste o no” ━imitó con sorna su tono de voz y la chica revoleó los ojos━, tendré que cuidar de ti.
La rubia se removió incómoda sobre la grava y esquivó su mirada. Su abrigo le quedaba algo grande y le llegaba casi a las rodillas.
━No es mi culpa que hayan puesto este estúpido dojo en mitad del Everest ━masculló.
Kwon sonrió.
━Chst, chst, chst… ¡No excusas en este dojang!
Con una última mirada, se apartó finalmente del portón e hizo ademán de volver sobre sus pasos por el sendero. Pero entonces ella habló:
━¿Y tú?
Él se giró, y esta vez de la sorpresa sus cejas se dispararon espontáneamente en su frente.
━Oohh… ¿Preocupada por mí? ━inquirió en tono burlón.
━No ━lo atajó Tory de inmediato, con voz cortante y ruda━. No quiero que me echen la culpa si el otro capitán se resfría.
Jae-Sung se deleitó todavía un poco más en su actitud socarrona, disfrutando como ella se ponía cada vez más a la defensiva. Pero finalmente respondió, abriendo los brazos:
━Estoy bien. Soy fuerte y estoy acostumbrado… Y tengo otro en armario ━agregó como si nada.
Cruzó otra mirada con Tory. Pero ella no rió ni dio muestras de ceder en ningún momento. Se dio cuenta entonces de que a la chica no solo le incomodaba recibir regalos, sino también aceptar ayuda… Y, con el pulso ligeramente acelerado, no pudo evitar jugar un poco más, cada vez más divertido.
━Oh. Pero no te enamores de mí ━le dijo con voz inocente, inclinándose hasta quedar muy cerca de su rostro━. En cuanto gane el Sekai Taikai, planeo irme a vivir con Hwasa a la isla de Jeju.
━Eres un flipado ━respondió Victoria, sin retroceder ni un milímetro y sosteniéndole la mirada indiferente.
Pero a Kwon no se le escapó que sus manos habían apretado el borde del abrigo con fuerza. Sonrió de nuevo con la boca cerrada y se apartó un poco, aunque sin ceder al desafío de romper el contacto visual.
Al final, fue la chica la que apartó la mirada primero, pero no por timidez. Algo se había cruzado entre ellos, cayendo a cámara lenta desde el cielo nocturno.
Jae-Sung también lo vio, y tras enfocar sus ojos lo identificó: era un copo de nieve. Tan blanco y diminuto como un foco microscópico.
Ambos alzaron la cabeza, y en nada de tiempo estuvieron rodeados de minúsculos cristales de agua congelada que caían sobre su rostro y cabello, mojándolos muy discretamente.
No se había equivocado en su predicción. Aunque más tarde que cualquier año que Kwon recordase, al fin había empezado a nevar.
El muchacho bajó la mirada sin mucho interés. Había visto aquel fenómeno desde que tenía memoria. Pero en cuanto vio la expresión de Tory, comprendió la maravilla que causaba en aquellos que habían vivido toda su vida en climas cálidos.
━¿Primera nevada? ━preguntó, alzando una ceja.
Ella asintió distraídamente, su vista fija todavía en el espectáculo blanco que descendía del cielo.
Jae-Sung bufó con humor. Qué lejos parecía estar en aquel momento la chica tajante que lo miraba ceñuda o como si le hablase en vienamita. Ahora su rostro lucía relajado, sus ojos claros más luminosos y atentos, y sus labios ligeramente abiertos del asombro. Del frío, a sus mejillas se le habían subido los colores. Su sangre las había teñido de un color rojizo, como las de una muñeca de porcelana… Sin darse cuenta, se quedó contemplándola, y perdió la noción del tiempo.
Solo cuando Tory bajó de nuevo su cabeza y sus miradas se cruzaron, volvió a la realidad.
“Shibal”
Rápidamente, se aclaró la garganta, que de repente parecía más seca que un arenero.
━En… En el cierre interno he metido una… ━tartamudeó, ¿¡cómo mierda era la palabra en inglés!?━ Camiseta de calor de… De cuando era más crío. Póntela. Y… ¡Deja de arugarte!
Dicho esto, le dio la espalda inmediatamente y casi salió corriendo cuesta arriba para volver a su dormitorio.
El viento helado cortaba su piel, pero sus mejillas estaban ardiendo. Qué raro… ¿Se le habría subido también la sangre por el frío?
~FIN DEL CAPÍTULO QUINCE~
Capítulo Dieciséis disponible próximamente
Notes:
¡Gracias por leer!
Si os gustó, comentadme aunque sea un emoji jaja, que tuve que escribir sobre la nieve y el frío en plena ola de calor en Europa… F 🥵😫
Dato curioso sobre el significado que tiene en algunos países como Corea que dos personas vean la primera nevada del año juntas: si son pareja, su amor será verdadero y duradero ❤️🔥❄️
Ups, ¿quién ha dicho eso? 🤫
isa191001 on Chapter 1 Mon 16 Dec 2024 04:43AM UTC
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miriadalia on Chapter 1 Mon 16 Dec 2024 12:32PM UTC
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RaionFy on Chapter 12 Sun 23 Mar 2025 05:53AM UTC
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miriadalia on Chapter 12 Sun 23 Mar 2025 07:57AM UTC
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