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¿ᴘᴏʀ ᴀᴍᴏʀ ᴏ ᴘᴏʀ ᴅɪɴᴇʀᴏ?~ᶜʰᵉˢᵗᵃᵖᵖᵉⁿ

Summary:

Sergio necesita casarse para acceder a una gran herencia familiar, Max necesita dinero para la operación de su madre.

Ambos deciden ayudarse el uno al otro en un matrimonio... ¿Sin amor?

Bueno, al menos eso pensaban.

 

HISTORIA ORIGINAL. NO SE ACEPTAN ADAPTACIONES.

Chapter Text

En los enredos de los juegos del destino, se dice que existe un hilo rojo que une a dos almas para la eternidad, haciéndolas perseguirse la una a la otra hasta poder encontrarse. Enamorándose en cada universo existente.

Para algunos resulta difícil poder encontrar el camino hasta su otra mitad, e incluso cuando la encuentran no pueden estar juntos por la intromisión de terceros o sus propios miedos.

Pero para otros, es este hilo irrompible lo que los lleva a encontrarse en situaciones tan complicadas como divertidas. Donde el único impedimento para estar juntos es el orgullo mismo.

Y no hay nadie más orgulloso de sí mismo que Sergio Pérez, un Alfa de 25 años con aroma licor de café atalcado. Cuyo éxito en la vida se basa en probarle a su abuelo que no lo necesita para ser reconocido.

Es fácil sacar conclusiones de él con tan solo verlo. Usando trajes hechos a su medida, con un calzado de cuero bien pulido, viajando en los mejores autos.

Claro que su éxito económico no se comparaba con el de su abuelo, pero le había probado lo mucho que lo subestimó en su vida.

Esa mañana de octubre había sido muy atareada para él, yendo de junta en junta, la rutina de todos los días.

Estaba demasiado ocupado como para atender una llamada familiar que decidió ignorar, pues pensaba que se trataba de la misma cantaleta de siempre.

Para el medio día decidió ir a almorzar a uno de sus restaurantes favoritos, donde siempre conversaba con uno de sus amigos y dueño del lugar.

—Que sorpresa verte por aquí —Kamui lo recibe alegremente, y ambos se abrazan en un saludo cálido —Te llevare a tu mesa favorita.

Ambos caminan hasta la mesa del alfa y conversan un poco antes de que el omega de de 35 años se marche.

Hay mucho movimiento en el restaurante y su atención se ve dividida en sus obligaciones.

Esto no molesta a Checo, lo entiende perfectamente.

Su círculo de amigos es bastante reducido debido a su falta de tiempo y espacio para mantener vínculos cercanos durante mucho tiempo.

Son pocos los que entienden su estilo de vida, y todos ellos no son muy diferentes en ese aspecto. Sumergidos en el trabajo, ignorando el amor.

Mira su teléfono mientras espera a que el mesero le lleve la carta, algo que se complica cuando un joven rubio golpea por accidente la mesa y llama la atención del alfa.

—Disculpe, señor — Max Verstappen, un Omega de 22 años con aroma a durazno y algodón de azúcar, no lleva ni tres días como mesero del lugar y ya se ha metido en más de un problema con los clientes.

Es conocido por ser bastante torpe, pero se esfuerza en mejorar.

Sergio intenta no molestarse con él, pues está visiblemente nervioso.

Así que comienza a revisar el menú, pero nota como el rubio mueve su pie impaciente y eso lo hace sentir como si lo estuviera presionando para apurarse en decidir.

Esto hace que se moleste un poco, notándose en su aroma que se vuelve un poco picante y molesto para el joven omega a su lado.

Max se pone tan nervioso por el enojo de su cliente, que termina apuntando mal su orden y esto causa un disgusto mayor en Checo, el cual solo es calmado con la intervención de Kamui.

—¿Es tonto o qué? —Pregunta visiblemente frustrado, ya le ha arruinado el almuerzo y retrasado su agenda del día.

—Es nuevo, ten un poco de paciencia —Kamui se sienta a su lado mientras observa que nadie esté cerca y baja la voz —Él de verdad necesita este trabajo.

El alfa no quiere parecer inoportuno, y mucho menos invasivo. Observando al joven rubio de mejillas coloradas atendiendo otra mesa, decide no ahondar en el tema.

—Han sido días demasiado tensos —Se excusa — Parece que hasta la mínima cosa me molesta.

Kamui sonríe ante esto.

—Es porque pasas todo el día pensando en el trabajo —Le señala casi como un regaño —Vamos, acompáñame a ir por Yuki. Te extraña, eres su tio favorito.

Checo asintió sin ningún problema. Adoraba a ese niño como si fuera su hijo.

Kamui, a diferencia de los demás amigos del alfa, si había caído en los juegos del amor y se casó hacia ya unos cuantos años.

Fue en un viaje de imprevisto a Inglaterra donde conoció al amor de su vida y padre de su hijo, Jason Statham.

El esposo de Kamui viaja constantemente por sus negocios, pero eso no hace que el amor por su familia disminuya. Por el contrario, disfruta cada dia que esta en casa a su lado.

Sergio sabía bien esto porque convive de cerca con la familia Statham-Kobayashi, y por esa razón el pequeño Yuki lo veía como su tío.

Cuando termino de almorzar y pidió la cuenta, se percató de que el joven rubio le había dejado algo para él.

Era una galleta decorada de un amigable león.

El alfa sabía bien que no había pedido ningún postre, y no tardó en conectar los puntos de que se trataba de aquel omega que lo veía de reojo mientras atendía otra mesa.

Suspira pesadamente, toma la galleta y le deja una buena propina al rubio.

Sabe que no debe ser tan duro con él, principalmente después de ver como su amigo parecía preocuparse por aquel omega.

Toma sus cosas y se marcha, pero en la visita a Yuki no dejaba de pensar en que nunca se planteó la idea de tener una familia.

Porque la vida de Kamui parecía ser tan perfecta que se sentía como una pintura que estaba muy alejada de su realidad.

Porque sentía que él no podía tener algo así.

El compromiso era algo que no podía manejar, no porque le gustara estar detrás de cada omega. Sino porque sabía que no podía ofrecerles el cuento de hadas que vivía su amigo.

Su vida era su trabajo, sin tiempo para el amor... o eso pensó hasta ese dia.

Por su parte, Max no dejaba de trabajar.

El omega siempre mostraba una sonrisa cada vez que atendía a un cliente, siendo muy amable con estos a pesar de los malos tratos que solía recibir.

Su realidad era muy diferente a la del alfa.

No le gustaba la sensación de tener que contar cada centavo hasta que llegara su próximo pago.

Hacía poco tiempo había perdido un buen empleo por faltar una semana, y aunque su jefe directo entendia la situacion, el dueño del lugar no y fue despedido.

Siempre sintió que toda su vida había sido muy injusta para él.

Teniendo que ser "El hombre de la casa" desde muy joven, el omega sabía que no tenía tiempo para nada más que en conseguir dinero que llevar a casa.

Rechazaba salidas con amigos y cualquier cortejo, lo que terminó casi aislandolo de manera involuntaria.

Y quizá alguna vez soño con el amor, pero ahora no estaba en sus planes.

Sin embargo, su triste pasado no logró borrar su linda sonrisa.

Sabía que si se esforzaba lo suficiente, el destino lo recompensará.

Pero no esperaba que esa recompensa llegara tan rápido.

Se había quedado hipnotizado por el aura dominante de aquel alfa de cabellos oscuros y rizados, expresión seria y unas lindas pecas en el puente de su nariz.

Claro que le pareció atractivo, pero sabía que estaba fuera de su alcance.

Y todo fue peor cuando tropezó al llegar a su mesa y eso provocó que las cosas sobre esta se tambalearán.

Se avergonzó de sí mismo cuando confundió su pedido y decidió regalarle una de las galletas caseras que vendía para poder conseguir ingresos extras.

Cuando recogió su propina, se sintió un poco triste al pensar que aquel alfa creyó  que le estaba vendiendo la galleta.

Continuó su dia con normalidad, girando hacia el reloj de vez en cuando, deseando que el tiempo pasara más rápido.

Para cuando finalmente pudo irse, tomó el primer bus que lo llevaba al hospital, donde se encontraba su mamá.

—Adelante —La enfermera lo dejo pasar y el rubio rápidamente se acercó a su cama, donde Geri se encontraba durmiendo —Hoy ha estado algo cansada.

La mujer se va y deja a madre e hijo solos.

Max se había esforzado para que su mamá estuviera lo más cómoda posible en el hospital.

Toma una silla y se sienta al lado de su cama, apoyando su rostro en su brazo y acariciando su mano con delicadeza.

Ella era lo único que tenía en el mundo y no quería perderla.

El rubio comienza a tararear una canción de cuna familiar, una que su madre le cantaba cada noche antes de irse a  dormir.

Geri siempre lo llamó su pequeño león y señalaba la nobleza de su corazón.

A Max le gustaría volver a ser un niño y estar en los brazos de mamá, y así no tener que verla en esa cama cada dia como los últimos años cuando su salud se deterioró.

Y desearía poder tener una vida mejor... para poder dárselo todo a mamá.

Se acomoda mejor para estar más cerca de ella, y lleva su mano al bolsillo de su pantalón para buscar su teléfono.

No estaba.

Asustado, se levanta con cuidado y comienza a buscar en el suelo en dado caso de que se le hubiera caído y no lo escucho.

Toma su vieja mochila y saca sus cosas para buscarlo a profundidad.

Nada.

—Ya soy pobre, ¿Por qué me tratas así? —Pregunta en voz baja mirando hacia el techo de la habitación.

Como si con eso su teléfono iba a aparecer por obra divina.

¿Se le cayó en el pasillo? O peor... ¿Y si lo dejo en el bus?

Sale casi corriendo de la habitación y detiene a una enfermera en el pasillo, pidiendo un teléfono prestado para hacer una llamada.

Para su buena suerte, el suyo lo había dejado en el trabajo.

Ya era bastante tarde y sabía que debía darse prisa si no queria irse caminando a casa.

Regresa a la habitación, coloca sus cosas dentro de su desgastada mochila y se despide de mamá con un beso en la frente.

No sabe lo que el destino tiene preparado para él.

Cuando Sergio finalmente decidió hacer caso a aquella llamada que estuvo ignorando todo el día, no pareció conmoverse ante la noticia del fallecimiento de su abuelo.

No era como si no le doliera, pero sus recuerdos juntos eran tan escasos y estos en su mayoría eran discusiones. Resultaba difícil reaccionar.

“Eres el heredero de toda su fortuna y propiedades” Recordó lo que le dijo el abogado esa noche.

Jamas pensó que eso pasaría.

La tensión entre ambos era tan fuerte que afectó su relación, y llegó a creer que el abuelo Pedro le dejaria todo a un extraño antes que a él.

Quizá ese era el fin de toda esa guerra extraña entre ambos, ¿No?

El hombre que lo crío después de perder a sus padres finalmente había dejado de retarlo.

Ya no tenía que probarle nada, ¿Verdad?

“Para poder acceder a esto, debes cumplir con una serie de condiciones...” Le continuo explicando por telefono, ya que la lejanía hacia que ese fuera el mejor medio “Matrimonio”.

Checo casi se cae de su silla cuando escucho esto.

Podía parecer una tontería pero estaba seguro de que era el último reto que tenía para él.

El señor Pedro sabía bien que su nieto no se había enlazado a algún omega ni tenía cachorros de los cuales presumir.

Era su victoria final, a sabiendas de que no podría conseguir eso de la noche a la mañana.

Pero olvidó un pequeño detalle: Checo nunca se rinde.

Y se le ocurrió la brillante idea de mentir para asegurar algo que no tenía.

Termino la llamada pero el tema no abandonó su mente.

—¿De donde vas a sacar a alguien que quiera casarse contigo? —Pregunta su amigo Carlos al otro lado de la línea —Eso no solo es complicado, sino peligroso. Hay muchos estafadores que buscarán sacar provecho.

—Pero sería absurdo no obtener nada a cambio —Afirma el pecoso mientras se detiene en un semáforo en rojo.

Había salido de su oficina y ahora estaba dando vueltas por la ciudad intentando pensar.

—De nuestros amigos no creo que alguno quiera hacer eso, principalmente si luego buscaras el divorcio —Señala el castaño —Ningún omega querrá ser tachado como alguien insuficiente para un alfa.

—Lo sé —El semáforo se pone en verde pero él no avanza, pues está cerca del restaurante de Kamui.

“El Kamui-kaze”

Puede ver cómo el turno de noche está terminando de cerrar todo, marcando el final de la noche.

Y piensa que quizá ya debería ir se a casa.

—Tiene que ser alguien muy desesperado por dinero —La voz de su amigo lo saca de sus pensamientos y su mirada se posa sobre el omega que apenas está saliendo del lugar con una sonrisa boba en sus labios.

—Debo colgar —Sergio termina la llamada antes de que su amigo pueda decir algo.

Estaciona su vehículo cerca del restaurante y baja a toda prisa cuando ve cómo el grupo de personas se va separando para marcharse.

Pero, por suerte, Max todavia sigue ahi.

—Señor, disculpe, pero ya hemos cerrado —El rubio piensa que desea algo del restaurante, sin saber que está ahí por él.

Con la respiración algo agitada, el alfa traga en seco antes de hablar.

—Cásate conmigo.

No sabe que ha tomado una decisión que cambiará su vida para siempre, pero no de la manera que esperaba.

Chapter 2: Cuestión moral

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Max se quedo sin palabras ante tal pregunta. Incluso se pellizcó el brazo con discreción, intentando despertar de un posible sueño, o alguna fantasia que su mente estaba desarrollando a falta de un buen descanso.

—¿Y-yo? —Balbucea un poco al hablar.

No le hace sentido que un alfa tan exitoso como Sergio haya posado sus ojos en él al punto de pedirle matrimonio al instante.

—Necesitas dinero, ¿No? —Pero su respuesta solo lo hace reaccionar mal, dándole una bofetada ante tal insinuación.

¿Qué clase de omega creía que era?

—¡Atrevido! —Grita el rubio para después comenzar a caminar lejos de él.

Sergio no supo bien que paso como para obtener tal reacción.

Para parecer un omega tan delicado, la mano de Max era bastante pesada y lo hizo tropezar con sus propios pies.

Levantándose rápidamente del suelo, logra darle alcance en medio de su desesperación.

—Espera, al menos escúchame —El alfa lo toma del brazo intentando que no agarre no sea tan brusco.

—No porque necesite dinero significa que puedes comprarme —El rubio se muestra bastante molesto ante la idea de pensara que podía aprovecharse de su situación —No soy un omega fácil.

Entonces Checo comprendió que quizá no fue la manera correcta de abordar el tema.

—Disculpa mi falta de tacto, no quise ofenderte —Comenzó el pecoso para después soltarlo —No quiero que pienses que creo eso de ti. Es solo que necesito tu ayuda.

Max lo observa con curiosidad, ¿Qué podría querer de él? Si parecía que lo tenía todo

—¿Mi ayuda? —Repitió para estar seguro de que había escuchado bien —¿Por qué yo?

El rubio no se consideraba a sí mismo alguien brillante o indispensable, su vida ni siquiera era tan interesante y carecía de una familia con renombre o poder.

¿Qué podría querer de él? Era un simple omega como cualquiera.

—Necesito a alguien que finja ser mi pareja, mi omega —Su explicación solo lo confundió aún más —Un matrimonio falso donde ambos somos beneficiados.

Pero Max solo lo miro con confusión.

—Eres un alfa exitoso, ¿Por qué mentir así? —Terminó haciendo la pregunta correcta.

El pecoso se muestra avergonzado ante esto.

Si bien estaba orgulloso de su éxito profesional, sabía que había descuidado por demás su vida personal y no sabía si eso lo hacía ver como un mal alfa.

—Si puedo ser sincero, no he encontrado un omega que sea capaz de sobrellevar el estilo de vida que tengo —Afirmó sin entrar en muchos detalles —Y necesito desposar a uno para poder acceder a mi herencia. Te prometo que mi oferta no es para nada desconsiderada, si aceptas la propuesta, entonces tendrás una buena parte de esta.

El omega lo dudo muchísimo. Porque aunque Sergio le explicara las cosas, este seguía creyendo que no era muy diferente a venderse.

—Es cierto que necesito el dinero —Confesó el rubio —Pero no creo que sea correcto conseguirlo de esa manera. Además, ya tengo un empleo y...

—Eres muy malo... —Soltó el pelinegro de la nada —Perdón, pero ¿Cuántas oportunidades crees que te de Kamui antes de despedirte? No puedes pedirle paciencia a todos los clientes.

Max bajo la mirada avergonzado y de su bolsillo sacó una última galleta que le quedaba.

Ese dia regalo varias al haberse equivocado tanto.

—No quiero que haya más confusiones —El alfa continuó hablando —No estoy pidiendo que te enamores de mí, ni siquiera te daré mi marca. Solo debemos fingir que somos un matrimonio normal.

—Un omega casado pero sin una marca, eso es raro... —Susurro el rubio pero rápidamente negó con la cabeza.

—También quiero que sepas que, de aceptar, no te obligare a nada —Sergio comenzó a acortar la distancia entre ambos —Claro que viviríamos juntos, pero solo seriamos como una especie de compañeros de casa. Solo debemos parecer un matrimonio ante la sociedad.

No parecía ser tan malo. Incluso los límites estaban bien marcados sobre cómo sería su dinámica.

Pero ese alfa todavía era un completo extraño.

—¿Puedo pensarlo? Al menos por esta noche —El alfa asintió rápidamente —Es algo que no es fácil de decidir.

—Claro, tampoco quiero que te sientas presionado a aceptar —El pelinegro mete la mano en su saco y le extiende una tarjeta de presentación —Es mi numero. Llamame cuando tomes una decisión.

Max tome la tarjeta y por un momento sus manos se tocan, algo que lo pone nervioso pero decide ignorar.

—Está bien —Responde el omega casi en un susurro —Hasta luego.

El rubio se giró dispuesto a seguir su camino, pero Sergio sabe que es bastante tarde como para dejarlo ir solo.

—Te llevo a casa —Ofrece mientras camina a su lado —No encontrarás un autobús a esta hora.

—Me gusta caminar —El omega miente algo nervioso.

—Vamos, tambien te invito a cenar —Insiste pero esto solo provoca que Max aumente la velocidad en su caminar.

—Le llamaré si tengo una respuesta —Es lo último que dice el rubio antes de que el alfa deje de seguirlo.

Checo no quería parecer demasiado insistente, así que se decide por regresar a su auto.

Apenas entra, se recuesta en su asiento y el sonido de su teléfono lo hace levantar la vista.

“Salgamos, Charles está conmigo.

—Carlos”

Suspira algo cansado.

No le gusta la idea de salir tan tarde, pero sabe que necesita hablar con sus amigos sobre lo que había hecho minutos atrás.

Por su parte, Max no tardó en llegar al departamento de uno de sus mejores amigos. Tocando la puerta con desesperación.

—Oye, puedes llamar al timbre ¿Sabes? —Dijo Daniel apenas abrió la puerta.

—¿Quién es, cariño? —La voz de su omega hablándole desde la cocina lo hace retomar la compostura.

—Es Max —Le responde en el mismo tono.

—Ay, dile que pase.

Daniel, como el alfa obediente que era, se hace aun lado para dejar pasar a su amigo.

—Perdón por molestar tan tarde —Max no duda en disculparse tomando en cuenta la hora.

—No es molestia —Lando aparece saliendo de la cocina y luciendo una pequeña barriga —Hace tiempo que no nos visitas.

—Bueno amor, entiendelo —Comenzó Daniel llegando a su lado —Esta muy ocupado con el trabajo y su mamá, no tiene tiempo para perder con nosotros.

La pareja le da una sonrisa cálida y lo invitan a cenar.

Aunque Max se niega al inicio, termina cediendo ante la insistencia de sus amigos.

Lando y Daniel se habían casado hace unos meses, y al poco tiempo lograron quedar en cinta.

El rubio se mostraba muy feliz por ellos, y aunque antes le hubiera gustado mucho tener una pareja con quién formar una familia, ahora no estaba en sus planes.

Excepto que la propuesta de esa noche podría cambiarlo todo.

—Quisiera su opinión sobre algo —Comenzo Max captando la atención de la pareja —Me han propuesto matrimonio esta noche.

En ese momento Lando pegó un grito que levantaría a medio edificio si su esposo no se hubiera apresurado en tranquilizarlo

—¿Y que le dijiste? —Fue lo primero que pregunto el castaño una vez que dejó de brincar —Le diste el sí, ¿Verdad?

—Eh... Yo... —El rubio ni siquiera había terminado de explicarse cuando fue golpeado con tantas preguntas.

“¿Dónde fue? ¿Cómo te lo pidió? ¿Puedo ver el anillo?”

Todas esas preguntas llenas de emoción, desconociendo la mentira.

—Espera, ¿Tienes pareja? —Y Daniel simplemente aterrizó todo a su realidad —Porque no me contaste sobre eso, eh.

El omega comienza a jugar con sus dedos, está demasiado nervioso pero sabe que debe ser honesto si quiere su opinión sobre el tema.

—Es un hombre que hoy conocí en el trabajo —Comenzó y pudo ver la confusión en sus rostros —Regreso por la noche y me pidió que me casara con él.

—Oye, soy fiel creyente del amor a primera vista, pero eso es demasiado extraño —Señalo Lando mientras se acariciaba la barriga —¿Y como se llama?

Fue muy obvio para la pareja el notar que su amigo se quedó en blanco.

—Oh... —Max reviso sus bolsillos y saco una pequeña tarjeta negra —Me dio su contacto. Aquí dice Sergio Pérez.

—¿Ni siquiera sabes su nombre? —Ahora Daniel sonaba preocupado.

—Ya lo sé, Sergio Pérez —Respondió el rubio como si fuera lo más obvio.

—¿Te vas a casar con un completo extraño? —Lando mira a su esposo pidiéndole apoyo.

—Max, ¿Qué le dijiste exactamente?

El rubio se siente acorralado, pero confiesa la verdad.

—Es falso, todo el tema de la boda no es real —Continuó el omega —Es solo por una herencia. Me dará parte del dinero y eso me podría ayudar con mamá.

La pareja se miró entre ellos sumamente preocupados.

—¿Y como sabes que es real? —Daniel realmente estaba interesado en su bienestar —¿Cómo puedes confiar en alguien que apenas conoces?

—¿Qué pasará después de que obtengan el dinero y dividan sus partes? —A Lando le preocupaba de diferente manera —¿Se van a divorciar? Sabes bien lo que se dice de los omegas después de un divorcio y, por lo que veo, no parece que ese sujeto sea alguien de bajo perfil.

Max vuelve a sostener la tarjeta mirándola con atención.

Entiende perfectamente las preocupaciones de sus amigos, porque son las mismas que las suyas.

Lo ha pensado un poco en el trayecto a la casa de la pareja, analizando si valía o no la pena.

Pero sabía quién si lo valía.

Entonces tomo una decisión.

Por otro lado, en un tranquilo bar se encontraba un trío de amigos platicando de su día.

—¿Solo llegaste y le pediste matrimonio? —Pregunto Carlos intentando ocultar una sonrisa y su amigo asintió —Dios, que locura.

—Me sentí empujado a hacerlo, sabes bien que necesito encontrar una pareja pronto —Señalo el alfa para después darle un trago a su bebida —Y ambos nos beneficiamos de esto.

—Si, pero fue muy brusco hacerlo así —Señalo Charles, un joven Omega de cabellos castaños y ojos verdes —Entiendo muy bien porque te abofeteó, yo hubiera hecho lo mismo.

—Además, nadie te está presionando para que te cases mañana —Carlos, su mejor amigo y un alfa a toda regla, le gustaba mucho dar su opinión —Esta peleando con tu abuelo, y él está muerto.

—Con todo respeto —Le recordó Charles.

—Con todo respeto, pero me parece una tontería por no decir otra cosa —Insistió su amigo.

—Como sea, ya le pedí matrimonio y le dejé mi tarjeta para que me llame —Respondió Sergio mientras jugaba con su bajo, mirándolo como si tuviera algo especial —Ni siquiera quiso que lo llevará a casa. Lo seguí para ver si quería que lo llevará en mi auto y me dijo que prefiere caminar.

—Sergio, cada cosa que ha salido de tu boca los últimos quince minutos me ha asustado más que la otra —Dijo el omega mirándolo fijamente —Si me empiezas a seguir en medio de la noche, salgo corriendo lo más lejos posible.

En ese momento Sergio comprendió como se malinterpretó su actuar.

—Dios, ¿Acaso parecía un acosador? —Pregunto algo abrumado y sus amigos sintieron —Ahora ya no querrá casarse conmigo —El alcohol estaba haciendo efecto —Charles, cásate conmigo.

Carlos volteo a ver al omega, muy atento a su respuesta pero sin siquiera ser consiente de esto.

—Eh... No —La respuesta de Charles fue rápida —No eres tú, soy yo... Ya te sabes lo demás.

—No puedes ir por la vida proponiéndole matrimonio a cada omega que se cruce en tu camino —Carlos se burló de su amigo y luego le dio una palmada en el hombro —No tienes que seguir peleando con tu abuelo. Solo dejalo ir.

Dejarlo ir significaría rendirse, y Checo no hacía eso.

Pero sería inútil seguir peleando con alguien que ahora era un fantasma.

Y aunque dejarse vencer no era opción, tampoco parecía posible ganar.

—Quizá tengas... —Justo cuando el pecoso estaba hablando, su teléfono no dejaba de sonar con la entrada de una llamada.

Era un número desconocido.

—¿Qué pasa? —Pregunta Charles con curiosidad al ver a su amigo tan quieto.

—Ibas a decir algo... —Carlos quiso recordarle que casi le da la razón.

Pero Checo no tenía tiempo para eso en ese momento.

—Debo atender esta llamada —El alfa se levanta de su asiento y camina algo lejos para poder tener algo de privacidad —¿Hola?

—Soy yo, Max, el chico del restaurante —La voz del rubio lo pone nervioso —Ya tengo una respuesta.

No pensó que fuera tan pronto para recibir su decisión, pero parecía que esa era la manera en que el destino quería que pasaran las cosas.

Notes:

Nota: buenas noches jaja disculpen la tardanza pero se fue la luz en mi rancho 😔

Chapter 3: Orgullo

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Estaban tan lejos del otro pero la tensión se sentía en el aire.

—¿Y cual es tu decisión? —Pregunta el alfa tan curioso como nervioso.

Un pequeño silencio se hizo presente acompañado de un suspiro.

—No puedo, lo siento —Responde el rubio con firmeza —Es una oferta tentadora, pero usted sigue siendo un extraño y nada me asegura que cumplirá su palabra.

Esto ultimo molesto al pelinegro.

—¿Qué insinúas? ¿Qué soy un mentiroso y no tengo palabra? —Su voz se vuelve dura y las pocas personas a su alrededor se alejan debido a que su aroma se había vuelto picoso para los presentes.

—No, yo no quería decir... —Max se da cuenta de su molestia e intenta remediarlo, pero ya es tarde para eso.

—Creí que hablaba con alguien serio respecto a este tema, pero me alegra que te hayas negado porque claramente no podías con esto —Molesto, no mide sus palabras —Suerte mendigando empleo.

Cuelga la llamada sin esperar respuesta y regresa a su lugar con un semblante que hace que sus amigos se tensen.

Ninguno de los tres dice palabra y eso hace que todo se sienta más extraño.

—¿Todo bien? —Charles se anima a hablar al notar el picor en su aroma.

—Se negó a casarse conmigo —Soltó casi en un susurro.

Pronto pasó de la molestia a la vergüenza.

Nunca pensó que sería tan difícil encontrar a un Omega dispuesto a casarse con él.

Tenía todo lo necesario para ser un buen Alfa ¿No?

Era guapo y exitoso, ofrecía una vida bastante cómoda y lujosa, ¿Por qué se negarian a él?

O quizá estaba viendo para el lado equivocado, y su respuesta estaba enfrente.

—Lo lamento mucho, ¿Cuánto tiempo tienes para poder conseguir que alguien se case contigo y hacer válido el testamento? —El omega apoyar su mano en su hombro para intentar tranquilizarlo.

No espera la respuesta que está por recibir.

—Charles, ¿Por qué no quieres casarte conmigo? —Su pregunta lo aturde por un momento, dejándolo sin habla —Somos muy buenos amigos. Nos conocemos desde hace años y estoy seguro de que nos iría muy bien juntos.

No sabía si era la mezcla de alcohol con sus malas decisiones lo que lo habían orillado a decir eso.

Carlos los observa sin decir nada, pero no puede evitar incomodarse respecto al tema.

—Y-yo... —Balbucea el omega —Ya te había dicho que no —Le recordó al anotar cómo lo quería convencer —Somos buenos amigos, pero... No creo que se pueda ser más que eso.

Sin embargo, Checo no parecía rendirse.

—Es justamente eso —Insistió —No seremos más que amigos, solo fingiremos ser una pareja. Por favor, es lo único que necesito.

La idea era tentadora para cualquiera que quisiera acceder a ese estilo de vida a cambio de apariencias.

Pero Charles no era alguien que necesitara eso.

—No me parece buena idea —Confiesa bajando un poco la mirada —Para ti es fácil decirlo porque eres un Alfa, pero si nos divorciamos yo sere quién quedará marcado para todos.

—Puedes decir que fui un pésimo alfa y que por eso me dejaste, no me importa, de todas formas nunca me casare de verdad —Suelta esto último con algo de amargura.

Sergio no lo admitiría abiertamente, ni siquiera para él mismo. Pero creía que nadie podía amarlo como una pareja.

No con lo ocupado y distante que era.

—¿Por qué dices eso? —Y Charles se siente un poco mal al escucharlo —Ya verás que encontrarás a alguien que te haga cambiar de idea sobre las relaciones y te enamoraras de esa persona.

—Así es, ya deja ese tema —Carlos finalmente dice algo cuando ve la oportunidad de terminar ese asunto —Ya bebiste demasiado, es hora de irse.

—Charlie... —Sergio lo llama, se le ve desesperado —Por favor...

Esto hace que el otro alfa se ponga nervioso, sabe que el Omega es muy débil ante alguien llorando, más si es cercano a él.

—Checo yo... —No sabe que más decir y se decide por abrazarlo. Se siente mal por verlo en ese estado, y toma una decisión —Tranquilo, lo haré.

—¿Qué? —Pregunta el pelinegro separandose un poco.

Una pregunta parecida se escapa de los labios de Carlos, pero fue más un murmullo que ninguno de los dos alcanzó a escuchar.

Ambos alfas lo observan expectante.

—Me casare contigo.

Sergio lo abraza alegremente, ya había encontrado la solución a todos sus problemas.

—No —La voz dura de Carlos se alzó un poco y su aroma, canela con vainilla, se amargo un poco —Déjate de tonterías. No te vas a casar con él.

Su tono era más a un reclamo mezclado con incredulidad. No sabía porque estaba tan molesto.

—Carlos, ni siquiera es real —Dice Charles, pero lo que su amigo no sabe es que solo lo ha dicho para que ya dejé de llorar.

Sabe que podrán hablar al día siguiente y aclarar el asunto de que no habría boda.

Pero Carlos no lo ve así.

—¿Y como se supone que vas a fingir? Te conozco, eres enamoradizo... —En ese momento se muerde la lengua y niega con la cabeza —No podrías fingir una relación con él, ni siquiera un beso.

Charles se sonroja al sentirse exhibido.

Claro que era enamoradizo, le gustaba la idea de amar y ser amado, ¿Qué tenía de malo?

—¿Y qué...? —No pudo terminar de hablar cuando sintió el peso de los labios de su amigo sobre los suyos.

Checo se aventuró a robarle un beso para probar que su amigo estaba equivocado.

Ni siquiera fue un contacto profundo, apenas pegaron su boca al otro pero eso fue suficiente para que el otro alfa se mostrará molesto.

—¿Ves? No significo nada —Dice el pecoso separandose del Omega —No es tan difícil.

Charles no dice nada debido al impacto.

Jamás pensó en besar a Checo, nunca lo vio de esa manera.

—¿Y bien? —Carlos no puede evitar sentirse celoso, pero se niega a reconocerlo —¿En serio no significó nada?

—Pues no sentí nada —Responde el pelinegro, aunque la pregunta no era para él.

—¿Y tú? —Reclama hacia el Omega.

—¿Qué acaba de pasar exactamente? —Charles se muestra muy confundido al respecto.

—Le diste cuerda a su tontería, eso paso —El alfa toma su saco y comienza a ponérselo —Hagan lo que quieran, estoy harto.

Sin esperar respuesta alguna, Carlos se marcha del lugar con un huracán de emociones en su interior.

Al día siguiente, Max estaba en el restaurante cuando vio llegar a un Omega castaño y muy bien arreglado.

Le era inevitable observarlo de arriba a abajo.

Se notaba que llevaba un estilo de vida muy superior al suyo.

—Buen día, ¿Está listo para ordenar? —Pregunta el rubio acercándose a él.

—De momento solo un café, estoy esperando a alguien —Responde Charles con una sonrisa amable.

Max se aleja para llevarle su pedido cuando se da cuenta que alguien más ha entrado esa mañana.

Sergio, el alfa que rechazo la noche anterior, llegó con una pequeña bolsa de compras muy llamativa.

Puedo reconocer el logo de una famosa joyería especializada en anillos de compromiso.

—Ay no... —Susurró el Omega.

“¿Acaso no había sido claro en su decisión?” Pensó mientras lo veía caminar entre las mesas.

Le había dicho que no, ¿Por qué...?

Entonces casi se tropieza al verlo detenerse en la mesa de aquel muy bien parecido Omega.

Siente sus mejillas arder y sonríe nerviosamente.

¿Cómo pudo pensar que se trataba sobre él?

Uno de sus compañeros le recuerda que tiene que ir a atender la mesa y dejarle el café al castaño.

Suspira profundamente y comienza a caminar hacia ellos.

Sin decir nada, deja el café frente a Charles y este le agradece.

Por un momento voltea a ver al alfa, quién lo mira fijamente y después desvía la mirada.

El rubio se aleja y mira como el pelinegro saca un pequeño cajita de terciopelo azul de aquella bolsa.

Sabe bien lo que es y lo confirma cuando la abre, revelando un hermoso y llamativo anillo.

No puede evitar sentirse triste al respecto. Nunca quiso ofenderlo ni que se molestará con él.

Y quizá debió hacerle caso a su instinto y aceptar la propuesta.

Pero siguió el consejo de sus amigos y ahora veía como ese alfa, quizá el mejor prospecto que alguna vez pudo tener, se comprometía con alguien de su mismo nivel.

Porque lo podía notar con solo ver sus manos.

Tan finas y bien cuidadas, a diferencia de las suyas, quizá nunca había tenido que lavar pisos para poder vivir.

Sergio no solo se consiguió a otro omega, sino a alguien mucho mejor que él.

Así que camino de regreso a la cocina para no seguir presenciando eso.

—Checo, no puedo casarme contigo —Charles puso su mano sobre la caja y la cerro —Lo siento, solo acepte para que dejaras de sollozar.

—No me digas eso... —Susurra el pelinegro todavía observando aquella caja —Creí que ya había solucionado todo.

—Carlos tiene razón, soy enamoradizo —Comenzó el castaño —Me gusta amar y ser amado. No puedo casarme si no tengo la seguridad de que mi alfa me ama y no separara de mi lado.

—No es mi intención hacerte daño —Insiste el alfa pero está vez no logrará nada.

—No puedo ser marcado por un divorcio —El Omega está muy seguro de su decisión —Lo lamento.

Charles se prepara para irse y hace una señal a otro mesero para que le lleve la cuenta.

—¿Crees que debería rendirme sobre esto? —Sergio no puede evitar preguntar.

—Como omega, no me parece buena idea —El castaño suspira antes de continuar —Y como tu amigo, te aconsejos que rompas ese círculo que te tiene así.

El Omega se levanta de su asiento y se marcha del lugar.

Sabe que si se queda más tiempo su amigo buscará la manera de persuadirlo para cambiar de opinión.

Checo toma la caja y la mete en la bolsa de compras, dispuesto a regresarlo esa tarde.

Quizá debería dejar ir esa idea loca, pero se sentía incapaz.

Y para cuando Max salió de la cocina, la pareja de amigos ya no estaba.

Entonces asumió que se marcharon juntos y felices por su compromiso.

Pasaron un par de horas donde el rubio no era capaz de concentrarse en el trabajo.

¿Había hecho mal al rechazarlo?

A este punto ya era muy obvio que se había arrepentido de su decisión.

—¿Era un diamante? —Escucho a su compañero Esteban susurrando mientras arreglaban todo para cerrar —¿Y le dijo que no?

Max no pudo evitar voltear hacia su dirección.

—Si, yo mismo les entregué la cuenta y el alfa estaba pálido —Afirma George mientras negaba con la cabeza —Hermoso anillo, una lástima que hayan omegas que desperdician tal oportunidad.

El rubio supo muy bien de quienes hablaba y una pequeña sonrisa se dibujo en sus labios.

Pero rápidamente negó con la cabeza.

—No seas tonto Max, él no te buscará —Susurró para sí mismo.

Claro que él podría llamarlo y decirle que cambio de opinión.

Que lo pensó mejor y siempre sí.

Pero había un problema con ambos: Su enorme orgullo.

Y ninguno de los dos daría el paso para poder solucionar ese embrollo.

—Max, tienes una llamada —La voz de Esteban lo saca de sus pensamientos —Es del hospital.

En ese momento sintió que se le heló la sangre. Sabía bien que solo le llamarían si era una emergencia.

No tardo en atender, poniéndose muy nervioso al escuchar a la persona del otro lado de la línea.

Angustiado, le ceden el permiso para salir más temprano y se marcha de inmediato.

No dejaba de llamarse a si mismo “tonto” por haber dejado ir una oportunidad que pudiera ayudar a sanar a su mamá.

—Por suerte logramos estabilizarla... —La doctora le explica la situación y él asiente en automático.

Observa a su madre en aquella cama y una lágrima escapa hasta deslizarse por su mejilla.

—Es un tratamiento muy costoso, y no lo cubre el seguro —Es lo último que escucha que la doctora le dice.

Ya lo sabe, lo ha escuchado varias veces.

Sale del hospital y toma su teléfono, ya no puede seguir así y lo sabe.

—¿Hola? —Pregunta del otro lado de la línea.

—Soy Max, si todavía está disponible la oferta, la acepto —Soltó sin dar más rodeos.

Sergio se sorprendió no solo por su llamada, sino también por su cambio de decisión.

Le gustaría recriminarle por haberlo rechazado la noche anterior o por sus insinuaciones de ser un estafador.

Pero se resistió a eso porque sabía que solo lo arruinaría.

—Bien, debemos reunirnos para discutir a fondo el acuerdo... —Ni siquiera pudo terminar de hablar.

—Me parece perfecto, me gustaría discutirlo inmediatamente —El Omega se apuro en interrumpirlo —Pero tiene que venir a hablar conmigo en persona ahora.

El pelinegro nota la desesperación en su voz y sabe que algo debe estar pasando para que su tono dulce desaparezca.

Porque había notado lo lindo y amable que era al momento de expresarse, incluso si estaba incómodo.

No dudo en aceptar y al poco tiempo llegó al lugar, sorprendiéndose al ver qué era un hospital.

Camino entre los pasillos hasta donde lo ve recargado en la pared.

—Si haremos esto, primero debe que no lo hago por mi —Comenzó Max sin siquiera saludarlo —Lo hago por ella.

El alfa se acerca y mira a través de la ventana a una mujer recostada en una cama dentro de la habitación.

—¿Es tu...?

—Es mamá, está enferma y necesita un tratamiento muy costoso —Afirmo el rubio con una voz temblorosa —No me interesa nada más que ella se cure.

Sergio se sintió un idiota.

Pensó en esas veces que le echó en cara su situación económica sin saber porque el joven se la pasaba tan mal.

—Lo lamento mucho —Susurra el alfa volteandolo a ver, notando la sorpresa en su rostro —No sabía nada de esto. Por favor, perdoname por como te trate.

El Omega se conmueve un poco y siente como sus mejillas arden de lo sonrojadas que están.

Sergio se miraba tan vulnerable en ese momento, como si hubiera tocado una fibra en su interior que lo había puesto emocional.

—Deberíamos empezar de nuevo —Rapidamente encuentra una solución a su incomodidad —Soy Max.

Le extiende la malo y el alfa rápidamente acepta el saludo.

—Sergio.

Se sonríen el uno al otro con amabilidad, esperando que ahora hagan todo bien.

—¿Maxie? —La voz de Geri los alerta.

Ella no sabía que está acompañado y no puede hacer el esfuerzo por levantarse.

—Por eso lo llame aquí hoy, tiene que pedirle mi mano a mamá —Afirma el rubio algo tímido —La hará feliz pensar que es real.

El alfa se conmueve un poco y asiente.

Ambos entran a la habitación para dar el primer paso en su falsa relación.

Geri al principio se confunde con todo lo dicho, pero Max sabía cómo responderle sin dar tantos detalles y finalmente la mujer sonríe.

—Mi niño, podrás ser feliz —Acaricia la mejilla de su hijo, quien le sonríe con ternura —Tendrás tu propia familia.

—Pero usted necesita recuperarse, por nuestra familia —Sergio entra bien en su papel y la hace sonreír.

Al final todo fue más fácil de lo que parecía y se despiden sabiendo que los siguientes días eran pesados en la organización de su boda.

Pero al menos ya estaba más claro el asunto.

Sin embargo, a la mañana siguiente una llamada en el teléfono del alfa hace que despierte abruptamente.

—¿Hola? Son como las cuatro de la mañana —Se queja el pelinegro todavía acostado en su cama —¿Qué pasó, Carlos?

—Lo arruine.

Su voz mostraba su visible preocupación y desesperación. Y repitió esa frase una y otra vez.

Nota: perdón por la tardanza jaja wenas noches

Chapter 4: Un problema inesperado

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TW NSFW ESTE CAPÍTULO TIENE CONTENIDO ADULTO.

Horas antes.

Carlos estaba sentado en su asiento favorito de la barra del lugar.

Desde la noche anterior no había dejado de sentirse afligido y su lobo se sentía inquieto.

¿Por qué tenía esa sensación tan extraña en su pecho?

Su cabeza dolía con solo recordar lo que había pasado.

Ese estúpido beso.

"¿En serio no significó nada?"

Esa pregunta no abandona su mente, pero lo tortura la falta de respuesta.

—Carlos —Una voz familiar lo hace levantar la mirada y rápidamente se encuentra con esos ojos verdes que lo observan con curiosidad —¿Estás bien? No me respondiste las llamadas en todo el día.

El alfa no puede evitar soltar una pequeña risa que parece más producto del cansancio que de otra cosa.

—Pensé que estarías organizando tu boda —Se burló y esto solo provocó que su amigo desviara la mirada —¿Por qué te pones así? Ustedes insisten que no significa nada.

Charles suspira pesadamente y niega con la cabeza ante la idea que tiene de dicha situación.

No es que no quiera pensar en eso, solo que sentía que ya lo habia superado y no se ilusionaria más con él.

Porque hace algunos años se sintió muy atraído hacia el alfa, pero rápidamente se bajó de esa nube cuando se dio cuenta de que quizá nunca lo miraría de esa manera.

Esto porque hacía unos años comenzó una relación con Roberto Merhi, la cual duró varios años hasta que el omega lo dejo al no poder seguir soportando el estilo de vida tan ocupado que llevaba.

O al menos esa era la versión que el alfa contaba.

Sin embargo, durante esos años Charles se enfocó en olvidar sus sentimientos hacia él, creyendo que al ignorarlos estos desaparecerían.

Y pensó que eso había pasado, que lo había superado, hasta que se encontró a si mismo creyendo que quizá Carlos estaba celoso por su cercanía con Checo.

—¿Por qué te molesta tanto? —Y cedió ante su curiosidad, ya que su actitud se había vuelto muy errática y su aroma delataba su estado de animo —Ni siquiera me casaré con él, pero parece que te importa demasiado.

—Es porque le sigues ese estúpido juego de casarse por dinero —El alfa levanta un poco la voz, completamente hastiado por la situación —Ya estaba a punto de renunciar a esa idea absurda y luego aceptaste la propuesta, y ustedes se...

No puede terminar esto último, se niega a aceptar que ese beso lo afectó sólo a él.

Pero esto solo hace que una idea no deje de dar vueltas en la cabeza del omega, quien comienza a pensar que su amigo esta celoso porque quiza gustaba de checo y no de él, como lo creyó al principio.

—¿Acaso te gusta él? —Suelta una pregunta que solo lo confunde y se apresura a ser más específico —¿Te gusta Checo?

Carlos casi se ahoga con su bebida y tose un poco antes de comenzar a reírse.

—¿De donde sacas eso? Dios, ¿Checo y yo? Debe ser el mejor chiste que he escuchado —El alfa continúa riéndose un poco más hasta que se detiene al ver lo avergonzado que está su amigo —Ya Charles, si vas a estar aquí, al menos toma algo conmigo.

Parece que Carlos quiere cerrar ese tema al sentir que esa conversación podía tomar un rumbo diferente con el omega, y tendría que tocar un tema para el que quizá no estaba listo.

Charles quiere hacer otra pregunta, pero se decide por hacerle caso y pedir una bebida para él.

Y ese es el último recuerdo claro que tenían sobre esa noche.

Desde ese punto todo comienza  ser fragmentos de momentos juntos: Bebiendo, bailando, riendo, acercándose y besándose.

No sabe en que momento ambos perdieron la cuenta de cuanto tomaron, o cuando se fueron de ese lugar.

Solo una memoria fugaz queda, donde Carlos entra torpemente al departamento y toma de la cintura a Charles.

El Omega parece desesperarse con los botones de un camisa y esa estorbosa corbata que no deja el camino libre en la zona de su bien trabajado pecho.

—Uhm... —Balbucea cuando la traviesa mano del alfa se posa su miembro erecto, acariciándolo sobre la tela de sus pantalones —Si, tócame.

No era consiente de cuánto tiempo había deseado eso, no hasta que se encontró a si mismo de rodillas en el suelo de la sala de Carlos.

Charles toca el duro miembro del alfa y no tarda en deshacerse de sus pantalones y boxers, encontrándose con aquel pedazo de carne que lleva a la boca sin dudarlo ni por un segundo.

Mueve la cabeza en un vaivén que solo excita a su amante, con su boca saboreando su húmeda y caliente piel, y sus manos recorriendo el tronco de su falo.

Carlos se siente atrapado en una fantasía que no pensaba tener, pero ver a su amigo, convertido en amante, dándole placer con la boca, era algo que deseaba guardar en su memoria.

Observa como Charles pasea su longitud en sus labios rosados por el esfuerzo, y esto solo aumenta más su deseo.

Lo toma de la mano para levantarlo del suelo y llevárselo hasta su habitación donde ambos terminan de despojarse de sus ropas.

Acostado en la cama, el Omega gimotea al sentir la lengua del alfa saboreando su entrada.

Carlos sabe que esta listo cuando nota lo mojado que está, más que preparado para recibirlo.

Y se muere por hacerlo, porque había reprimido demasiado tiempo ese deseo.

Sin embargo, se toma el tiempo para estimularlo con su lengua, haciendo uso de sus manos para separar aquellas dos suaves nalgas y tener una mejor vista de su agujero.

Hunde su rostro entre sus piernas, ahogándose en su cálida piel y sin dejar de saborear cada parte de esta.

Charles muerde la almohada que se encuentra bajo suyo, aferrandose a esta cuando siente como el alfa comienza a posicionar su longitud en su entrada.

Puede sentir ese pedazo de carne abriéndose paso dentro suyo, gimoteando al finalmente haber cumplido su deseo.

El Omega no es más que un desastre de gemidos y lloriqueos, pidiendo cada vez más.

Con sus manos en la cintura del joven, Carlos embiste su delicado cuerpo y sus caderas chocan llenando la habitación con el sonido de sus pieles rozandose.

—Eres mío —Susurra el alfa casi clavando sus uñas en la piel blanquecina su amante —Dilo.

Espera que el de ojos verdes le responda lo que quiere escuchar, pero le dice algo mucho mejor.

—Dame tu nudo —Más que una exigencia, era una súplica.

Excitado, Carlos no duda en salir de él y acercó acomodarse para que lo vea fijamente a los ojos.

Su pecho está colorado y sus mejillas sonrojadas, es un Omega tan bonito que se toma el tiempo para apreciarlo.

Pero Charles se abre de piernas y comienza a tocarse el miembro en espera de que el Alfa lo vuelva a llenar con su presencia.

Se agacha entre sus piernas y saborea la punta de la polla del más joven, haciendo que el Omega ponga sus manos en el espeso cabello del alfa, quien termina metiéndolo en su boca.

Mueve su cabeza y su lengua se resbala por todo el falo, haciendo que al de ojos verdes sollozar de placer y robar por más.

No tarda mucho en esa posición, quería darle lo que tanto le había pedido.

—Di que eres mío —Repite mientras se reincorpora, acomodándose entre sus piernas con su polla apuntando a su entrada —Dilo, Charlie.

El Omega apenas puede pensar debido al calor del momento, pero termina cediendo ante la insistencia del alfa.

—S-si, lo soy... —Balbucea cuando finalmente Carlos deja ir toda su carne en su interior —Soy tuyo, Carlos, cógeme.

El alfa no tarda en mover sus caderas y se inclina hacia adelante, colocando su cabeza junto al cuello del Omega, gimiendo en su oído.

Sus caderas llevan un vaivén descontrolado que solo lleva a que el Omega se abrace a su cuerpo con sus piernas, buscando profundizar el contacto.

—Yo soy tu alfa, nadie más —Susurro a su oído y Charles asintió rápidamente —Te vas a correr solo por mí... Y llenaré mi vientre con mis cachorros.

Decía esto como si fuera un mantra a cumplir, algo que parecía ser bien aceptado por el Omega.

Continúa embistiendolo hasta que siente como su miembro se hincha dentro de su amante, llegando al climax de su excitación y anudandolo en el proceso.

—Soy tuyo, de nadie más —Charles susurra sin saber que esto llevará a que el Alfa se acerque a su cuello y lo muerda, dándole su marca.

Carlos, por instinto, busco completar la tarea de dejarle en claro que él era su alfa y nadie más.

Pero en el estado en el que estaban, ninguno de los dos era lo suficientemente consciente de esto.

A la mañana siguiente, el despertador no dejaba de sonar y Carlos siente su cabeza arder debido al desenfreno de la noche anterior.

Mira el techo de su habitación y se confunde al no tener muy en claro cómo llegó ahí.

Entonces siente como alguien se remueve en las sabanas, como si buscara más espacio para acomodarse y esto lo hace maldecir por lo bajo al creer que ha hecho una tontería con un extraño.

—Uhm... —La otra persona se queja al dormir, algo que hace que su voz le parezca conocida.

—¿Qué? —El alfa susurra pensando que quizá está equivocado en su suposición.

Sin embargo, el aroma a fresas con miel del alfa es bastante familiar y no puede dejarlo pasar por alto.

Esta casi seguro que es él, y lo confirma cuando voltea a verlo y lo encuentra dándole la espalda, completamente desnudo.

Carlos se quita la sábana solo para confirmar lo que hicieron la noche anterior.

Cierra los ojos con fuerza y se tapa el rostro con la manos.

—Ay no, soy un idiota —Dice para si mismo y decide que no se puede quedar así.

Se levanta con cuidado de no despertarlo y recoge sus boxers del suelo para después ponérselos.

—Tuve sexo con Charles —Susurra recordando vagamente la noche anterior —Pero solo fue eso, no fue nada más.

Gira para ver al joven todavía acostado en la cama, durmiendo plácidamente y ajeno al problema.

Camina hacia él y observa la marca en su cuello, haciendo que maldiga por lo bajo.

Siente que va a entrar en pánico en cualquier momento, así que toma su teléfono y marca un número conocido.

—¿Hola? Son como las cuatro de la mañana —Se queja el pelinegro con una voz somnolienta —¿Qué pasó, Carlos?

—Lo arruine —Confiesa —Checo, hice algo muy estúpido.

—¿De que hablas? ¿Esta todo bien? —Claro que lo hizo preocuparse, pues su voz era una mezcla de desesperación y pánico —¿En donde estas?

—En mi departamento, por favor, ven —Es lo último que logra decir antes que el pecoso cuelgue la llamada.

Deja su teléfono en la mesita de noche y busca su bata para ponerse algo encima.

El lugar está hecho un desastre.

Ropa por todos lados, una mezcla de sus aromas que por más que le cautivaba, era un recuerdo de la tontería que había hecho.

Charles no solo era uno de sus mejores amigos, sino también alguien a quien no podía tocar.

Sebastián, la madre Omega del joven, le advirtió en más de una ocasión que no quería que viera a su hijo con otros ojos y Mark, el padre de este, también le dio a entender que no lo quería cerca.

Y podría pensar que era unos exagerados, pero también tenía culpa en esto al haber sido un irresponsable cuando era más joven.

Porque había disfrutado mucho su soltería, siendo muy cotizado por diversos omegas que no solo lo encontraban atractivo, sino también un buen partido económicamente.

Charles venía de una familia muy tradicional y que lo haya anudado y marcado sin estar en una relación, solo hacia más jodida la situación.

Al poco tiempo escucha el timbre de la puerta y corre a abrir.

—¿Qué paso? —Es lo primero que dice Checo apenas abre, pero el castaño lo jala de su abrigo para hacerlo entrar y lo lleva hasta su habitación —Oye, sueltame.

Sergio no comprende lo que sucede, hasta que Carlos abre la puerta y mira la desastrosa escena frente a él.

—Te dije que lo había arruinado —Le recuerda.

El pecoso camina con cuidado de no despertar al omega en la cama y se asombra al ver la marca en su cuello.

—Y me hiciste sentir que yo era el pendejo —Susurró para después acercar su mano a la marca y en ese momento el otro alfa lo toma de la muñeca para alejaron —Pinche territorial, ya sueltame.

El pelinegro se libra de su agarre y lo observa poniendo sus manos en la cintura, juzgando a su mejor amigo.

—¿Qué hago? —Carlos se nota desesperado ante la situación.

—Podemos celebrar una boda doble —Bromea el pecoso para después recibir un ligero golpe en el hombro —Estas demasiado agresivo está mañana. Ya sabes lo que tienes que hacer si no quieres que Mark te mate.

El castaño traga en seco.

Claro que le gusta Charles, ahora lo tiene muy en claro, pero teme que su unión sea más por obligación que por otra cosa.

Además, no quería hacerlo sufrir. No a él.

Nota: siempre pensé que mi primera puercada de un Charlos sería en Red Velvet, pero al final fue en este jaja nos leemos el otro lunes.

Chapter 5: La propuesta

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Era una mañana por demás tranquila y fría.

Max se encontraba parado afuera del restaurante donde trabajaba, vacilando sobre lo que se supone debería hacer.

—Es importante que nuestro compromiso se vea real, así que debes inventarle a tus compañeros una historia detrás de tu renuncia —Expresó el alfa la última vez que se vieron.

El rubio tenía que renunciar a su empleo para poder acceder a una vida llena de lujos, pero también de falsedades.

Esta decisión, aunque parecia fácil, no le sentaba nada bien.

Kamui había confiado en él como para darle no solo un empleo, sino también dejar pasar sus constantes errores con los clientes.

Sentía que estaba haciendo mal, pero al entrar ahí y explicarle que el motivo de su renuncia era por estar a punto de contraer matrimonio, la reacción de su ahora ex-jefe fue completamente distinta a la que se esperaba.

—¿En serio te vas a casar? Felicidades, son excelentes noticias —Kamui era un omega muy afectivo y se acercó a abrazarlo para felicitarlo —Me alegro mucho por ti, eres un joven muy amable y mereces toda la felicidad en esta nueva etapa de tu vida.

No estaba fingiendo, su aroma a margaritas con lima se hizo más dulce al escuchar la noticia y, bromeando, le dijo que no olvidará invitarlo a la boda.

Claro que el omega mayor desconocía que su ex empleado se casaría con su amigo, aunque eso pronto dejaría de ser un secreto.

Charlaron un poco antes de que Kamui tuviera que volver a sus actividades en el negocio y se despidió amablemente el joven.

Max pronto termino de despedirse de todos sus compañeros cuando recibió un mensaje que lo confundió.

“Necesito que vengas a esta dirección”

El mensaje de Checo era simple y seguido envío la ubicación del lugar, pero no daba ni una explicación por la cual debía ir a ese sitio.

Sin embargo, aunque el Omega dudo demasiado si ir o no, al final creyó que era mejor darle el gusto de confianza y asistir.

Además, parecía que se trataba de una emergencia.

Y vaya que lo era.

Si bien esa mañana fue tranquila para el rubio, no lo había sido para otro omega.

Mientras Checo y Carlos conversaban sobre el error que cometió el alfa castaño, Charles se removía en las sábanas despertando de su pesado sueño.

El aroma algo picoso molestó a su nariz e hizo abriera los ojos ante la duda de estar acompañado.

Lo primero que ve es el techo de un habitación que claramente no es suya, y un dolor de cabeza se hace presente.

Pero este no se compara con aquel que sentía en el cuello, acompañado de un ligero ardor, toca con sus dedos aquella marca que recibió la noche anterior.

En ese instante suelta un quejido que alerta a los dos alfas, los cuales corren hacia él para ver si se encuentra bien.

—Charles —Sergio toma su mano sumamente preocupado por la expresión de dolor en el rostro de su amigo.

Pero el Omega se asusta al pensar que este ha sido quien lo marcó la noche anterior y rápidamente rechaza su tacto.

—Hey, tranquilo —Entonces se percata de la presencia del segundo alfa.

Carlos se siente muy culpable al verlo actuar de esa manera, notando su desesperación y confusión, siendo incapaz de encontrar las palabras correctas para consolarlo.

—¡No me toquen! —Charles grita con todas sus fuerzas y se enrrolla en las sábanas para ocultarse de ellos.

—Charlie —Carlos insiste, pero pronto es detenido por Checo.

—No lo presiones —Le advirtió tomándolo del brazo para llevárselo con él y saliendo de la habitación —Debe de estar confundido por la marca.

Esto afecta al castaño, quién se apoya en la pared y pasa su mano por su espesa cabellera, como si buscará calmarse de esa manera.

Pero no puede evitar preguntar algo que le molesta, lo incómoda.

—¿Lo lastime? —Pregunta casi en un susurro, como si la voz le temblara de solo pensarlo.

El pelinegro se ha dado cuenta de que sus palabras se podían malinterpretar y rápidamente se apresura en corregirse.

—No, no, es natural que la marca duela —Afirmo el alfa posando sus manos en los brazos de su amigo —No lo lastimaste, es solo que ambos están pasando por mucho.

Carlos asiente como si quisiera convencerse de eso.

Aún se siente culpable pero sabe que es un proceso natural y que poco a poco su Omega aceptara esta nueva fase en su relación.

Porque una marca es para siempre, y pedir distancia solo pondrá en riesgo la salud del Omega.

—Checo, ¿Qué hago? Dime, ni siquiera deja que me acerque —El alfa se ve muy afectado por esto, era como si tuviera miedo de ser rechazado con una marca en medio de todo esto.

Sergio intentaba ser de ayuda, pero no era muy bueno expresándose.

Llegaba a ser grosero sin darse cuenta, a soltar comentarios que se podían malinterpretar y lastimar. No era un trabajo para él.

—Creo que alguien podría ayudarnos —Afirmó sacando su teléfono.

Es entonces que manda un mensaje a Max para hacerlo ir a ese lugar.

Sabe bien que el rubil es amigable y atento, lo ha notado y cree que es capaz de lidiar con esto.

Además, al ser Omega quizá no sufriría un rechazo por parte de Charles, quién parecía seguir confundido por todo lo que ha pasado.

No pasa mucho tiempo hasta que escuchan a alguien tocando la puerta y el pecoso decide ser quien lo reciba, pues la presencia de Carlos crearía confusión.

—Max, adelante, pasa —Dijo el pelinegro después de abrir la puerta y encontrarse con el rubio —Este es el departamento de mi amigo, Carlos.

—Un placer conocerte —El alfa saluda al joven que acepta su saludo cordial con su mano —Me hubiera gustado que nos conociéramos en otras circunstancias.

—¿Qué circunstancias? —El omega estaba más que confundido, sentía un aroma amargo en su nariz que resultaba por demás molesto.

—Es Charles, un amigo —Comenzó Sergio buscando las palabras adecuadas para explicarle todo —Oh bueno, mi amigo y el ahora Omega de Carlos.

El castaño desvía la mirada con esto último, algo que nota el omega.

—¿Y que pasa con él? —El rubio no es tonto y puede ver la preocupación en el rostro de ambos alfas.

—Ese es el problema, Charles no era mi Omega hasta anoche —Señaló —No se como paso, no creo que alguno lo tenga en claro. Estábamos conversando y bebimos un poco, pero...

—Pero le ha afectado lo suficiente como para no dejarnos estar cerca —Sergio lo interrumpe cuando nota como su amigo se iba desviando del tema —¿Podrías entrar ahí y hablar con él? Por favor, solo queremos saber si está bien.

Max no estaba muy seguro de esto, principalmente porque no lo conocía.

Eran extraños el uno con el otro y eso parecía ser un tema demasiado íntimo como para trataelo con un desconocido.

—Por favor —La voz de Carlos lo sacó de sus pensamientos —Solo quiero que me diga si está bien, no quiero ser quien le cause dolor.

Al rubio no le parecía muy buena idea, pero los notaba demasiado desesperados como para negarse.

Entonces termina accediendo, entrando en aquella habitación donde no hay más que silencio.

Camina lentamente hacia la cama, donde ve a un joven escondiéndose entre las sábanas, ocultando su rostro ante la vergüenza.

—Hola —Dice el rubio casi en un susurro, algo que llama la atención del castaño.

Charles se voltea y se asusta un poco al no reconocerlo por completo, se le figura a alguien familiar pero no recuerda exactamente de dónde.

—¿Quién eres? —El Omega mantiene la distancia con el desconocido.

Claramente no confiaba en él.

—Soy Max, el prometido del señor... De Sergio.

Rápidamente se corrige al notar que casi arruina la idea de su matrimonio falso.

En ese momento el castaño lo mira con asombro, y pronto lo reconoce.

—Eres el joven del restaurante, te conozco —Señaló algo emocionado por recordar aquello —¿Eres su prometido? Vaya que Sergio tiene suerte, creí que nadie se casaría con él.

—Si, me lo pidió hace muy poco, fue muy romántico —Max quería mantener la fachada, pero el castaño ya lo sabía todo.

—Oye, no tienes que mentirme, Checo es mi amigo y casi le hago el favor de casarme con él —Soltó una pequeña risa ante esto.

Se le notaba más relajado.

En ese momento el rubio observo sus manos, tan finas y bien cuidadas, nada comparado con sus maltratadas manos.

—Si, los vi —Susurró sin darse cuenta.

—¿Disculpa? —Pero Charles no alcanzo a escucharlo.

Esto hizo que Max se pusiera nervioso, así que busco cambiar el tema.

—¿Te duele? —Preguntó señalando la visibile marca en su cuello.

—Un poco —El castaño toca ligeramente con sus dedos y da un pequeño brinco de dolor —Creo que necesito acostumbrarme.

Charles intentaba sonreír como si nada de eso tuviera tanta importancia, pero muy dentro de él tenía un pensamiento que lo llenaba de dudas.

—¿Estás bien? —Y está pregunta casi lo hace romperse frente al rubio, pero se contiene —Mira, para ti.

En ese momento Max saca una galleta con forma de león, había hecho algunas para sus ex compañeros de trabajo.

Estaban bien contadas, haciendo una extra por si le daba hambre en el camino ya que no tenía mucho dinero.

Sin embargo, decidió dársela a aquel Omega que todavía se sentía algo extraño por la marca en su cuello.

—Oh, es muy lindo, ¿Dónde la compraste? —Al no obtener respuesta, rápidamente llegó a una conclusión —¿Tú la hiciste? Eres muy bueno.

El rubio no puede evitar sonreír ante esto, era la primera vez que le decían que era bueno en algo.

—Doy mi mayor esfuerzo —Afirmó con una sonrisa, que fácilmente se la contagio al castaño —¿Ya te sientes mejor?

Charles asintió.

No mentía, se había relajado fácilmente con aquel joven de corazón noble.

Lo distrajo lo suficiente para que se calmara, y ahora había salido del shock inicial.

—¿Puedes decirle a Carlos que entre?

Max asiente y sale de la habitación en busca del alfa.

Carlos, nervioso, accede a entrar.

Llega hasta la cama y ninguno parece querer hablar, hasta que el Omega da el primer paso.

—Es tu marca, ¿Verdad? —Su pregunta está cargada de mucho miedo.

—Me haré responsable —Afirma el alfa sentándose a su lado —Hablare con tus padres está tarde o cuando estés listo, y nos casaremos para reafirmar el lazo.

Charles no dice nada.

En otra circunstancias sería el omega más feliz por casarse con el alfa que amaba, pero esa no era la realidad que le tocó.

Sentía que estaba obligando a Carlos a permanecer a su lado, incluso si no lo amaba, pues solo lo hacía por la marca.

En todos esos años nunca se animó a invitarlo a salir más allá de solo amigos, y ahora debían casarse para evitar un escándalo.

Pero, principalmente, porque él era el más afectado ante algún abandono de un alfa.

No le gustaba la idea de obligarlo a estar a su lado, y se odiaba un poco por eso.

Y no sabía que en realidad Carlos si lo amaba, pero era muy tonto para admitirlo.

Porque ni siquiera él lo sabía, no hasta que lo vió besando a Checo. Entonces entendió sus sentimientos.

Pero ante el miedo, ninguno diría nada.

Un par de horas después cuando los ánimos se calmaron, Max y Sergio Iván saliendo del edificio donde vivía el amigo de este.

El alfa le abrió la puerta de su auto, invitándolo a subir.

Max se sintió algo nervioso al estar junto a él en ese vehículo tan lujoso.

—Eso salió muy bien, te lo agradezco —Dijo el pelinegro apenas entró en el asiento de piloto —Creo que le agradaste a Charles.

El rubio sonrió mientras alzaba ligeramente sus hombros.

—No creo haber hecho algo extraordinario —Afirmo sin despegar la vista del camino.

Pero por un momento se giro a ver a Sergio, quién se miraba muy bien al volante.

Esto lo pensó apenas lo vio con una mano al volante y la otra colocada en su pierna, muy cerca de la suya.

Claro que Checo era guapo, pero ahora le parecía muy atractivo y eso llevo a que sus mejillas ardieran de lo sonrojadas que estaban.

—¿Estás bien? Te ves algo colorado —El alfa acercó su mano con cuidado y rozó ligeramente su mejilla con sus dedos.

—E-es que camine —Balbuceó al dar su explicación —El autobús no pasaba por ese lugar, así que me baje lo más cercano posible y camine un par de cuadras.

No estaba mintiendo, pero era la excusa perfecta.

—¿Caminaste? Me hubieras avisado para ir por ti o pagar un taxi, aunque también es mi culpa —Ahora Sergio se sentía un idiota.

Por su culpa se había puesto así por el sol, ya que fue tan desconsiderado al pedirle cruzar media ciudad por él.

—No te preocupes por eso, a mi me gusta caminar —Pero el rubio era muy amable, así que se apresuró en tranquilizarlo.

En ese momento el pecoso buscó una manera de alegrar su día y agradecerle por la ayuda.

—¿Qué te parece si vamos a comer algo y luego pasamos por tu anillo? —El pelinegro se sintió muy seguro cuando soltó su pregunta.

Claro que era un excelente idea, pero había un problema.

—¿Ir por mi anillo a dónde? —La pregunta de Max lo desconcierta, no entiende el sentido de esta.

—A la tienda, claro está —Checo responde como si fuera lo más obvio del mundo, pero se está equivocando al creer que es algo tan simple.

—¿O sea que tengo que ir a escoger mi anillo de compromiso? —El rubio pregunta para reafirmar esto y el alfa asiente —No romántica, ni sorpresas.

Esto solo pone a Sergio entre la espada y la pared.

—Espera, ¿Qué estás queriendo decir con eso? —El alfa se ve algo nervioso ante la idea de que Max se retracte.

La realidad era que el rubio no había olvidado como llegó al restaurante con el anillo listo para Charles.

¿Por qué con él era diferente? ¿Por qué tenían que ir a buscar el anillo como si fuera a comprar ropa?

—¿Quieres que esto se vea real, no? —Max pregunta y el pecoso asiente —No puedes solamente decir “Estoy comprometido” y ya. Debes de preparar el escenario, las fotos, flores y el anillo. Porque yo no aceptaré casarme contigo si no me das el paquete completo.

En ese momento Sergio supo que Max lo decía en serio cuando le dijo que no era un Omega fácil, y si quería que todo eso se viera creíble, tenía que esforzarse más.

Nota; perdón por la hora jaja recuerden que tenemos grupo de WhatsApp xd

Chapter 6: Un vistazo de nosotros

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Carlos podía escuchar el agua cayendo de la regadera.

Después de que su mejor amigo se marchó con el rubio, él mantuvo la distancia con Charles.

No quería presionarlo ni llegar a incomodarlo con su presencia, pues sabía que todo fue demasiado para ambos.

Asi que espero un poco a que las cosas se dieran de manera más natural.

Toma su teléfono y marca un número conocido; una vez que tiene luz verde, deja una nota para el omega.

Cuando Charles sale del baño y comienza a vestirse, se percata de un papel sobre la mesita de noche.

“No tardo, por favor, no te vayas”

El castaño se queda observando aquel pedazo de papel por un rato, todavía deprimido por como su mente lo atacaba.

Camino hacia el espejo y observo la marca en su cuello. Le dolía un poco pero no tanto como la culpa.

Se sentía pésimo por haberse enredado en esta situación con Carlos, pero ya era muy tarde para poder hacer algo.

Así que terminó de vestirse antes de escuchar como alguien cerraba la puerta principal.

—Charles, ¿Podemos hablar? —Escucha la voz de Carlos al otro lado de la puerta —Por favor.

El Omega se acerca y abre un poco nervioso.

—Ya termine de cambiarme, debo irme a casa —Charles se mueve con impaciencia, esa situación era bastante incómoda.

—Espera, hablemos —Carlos extiende su mano como si fuera a tocarlo pero mantieme la distancia probado terreno —No quiero que las cosas cambien entre nosotros, pero es inevitable que eso pase.

—Carlos... —El Omega sospechaba que podrían tocar un tema que lo ponía muy mal —No es el momento.

—Lo es, porque no quiero que pienses que no me importas —Y esas palabras fueron suficiente para detenerse a escucharlo —No puedo dejarte ir así sin más, no sin hablar sobre lo que ocurrió.

—Estabamos ebrios —Señaló desviando la mirada.

—Lo sé, y te di mi marca —Le recordó el alfa acercándose a él —Eres mi Omega, Charles, no puedo separarme de ti.

El Omega parpadea un par de veces al escuchar esto.

Sentía que lo estaba obligando.

—Claro que puedes —Charles se cruza de brazos intentando consolarse a si mismo —Ni siquiera querías esto, así que no hay que ir por ese camino.

Carlos frunce el ceño al escucharlo hablar así como si fuera un desobligado como alfa.

—Eres mi Omega, Charles —Insistió —Y seré responsable de ti, así que te daré todo de mi.

Charles estuvo a punto de protestar, pero un suspiro escapa de sus labios cuando observa lo que está haciendo el alfa.

Carlos se encuentra de rodillas frente a él y en sus manos sostiene una cajita aterciopelada con un enorme anillo dentro.

—¿Qué? —Es lo único que alcanza a murmurar.

—Charles, ¿Te casarías conmigo? —El alfa está bastante nervioso debido a lo apresurado de la propuesta.

Pero Carlos era un hombre de palabra, hecho y derecho que se haría cargo de su Omega.

Así que no dudo en comprar un anillo para él y entregárselo lo antes posible.

Charles se queda en silencio observando todo esto. No sabe qué decir.

—Charlie... —Lo llama cariñosamente esperando su respuesta —Di algo, por favor.

Claro que su silencio lo preocupo, porque el joven era todo menos callado y más en un situación así.

—Carlos, ¿Por qué? —Pregunta el Omega con los ojos llenos de lágrimas —¿Por qué haces esto?

El alfa se levanta del suelo apenas nota que está llorando, y lo envuelve en un cálido abrazo..

—No llores, no tienes por qué llorar —Dice mientras acaricia sus castaños cabellos —Si no quieres, solo tienes que decirlo.

—Pero si quiero —Confesó entre sollozos.

Carlos sonrió ante esto, al menos no salió tan mal. Quizá era lágrimas de felicidad.

Pero no era así.

Charles lloraba porque si bien él siempre quiso casarse con Carlos, sabía que este solo lo hacía por obligación.

La diferencia entre “poder” y “querer” era bastante obvia.

—No te preocupes por tus padres, organizaré una cena para darles la noticia —Continuó Carlos mientras se separaba un poco para colocar el anillo en su dedo —Podremos inventar algo para que no se molesten por como se dieron las cosas.

El Omega asentía sin mucho ánimo.

Miraba el brillante en sus dedo, tan bonito como lujoso. Un recordatorio constante de un matrimonio por obligación.

Por otro lado, Checo movía su pie con nerviosismo.

Todo el camino en el auto fue un absoluto silencio desde que Max se negó a ir por el anillo y le pidió ser más romántico respecto a su propuesta.

El problema era que el alfa no sabia como hacerlo, hacía años que no se permitía ser sentimental y detallista. Esto solo lo dejo en una encrucijada.

Pronto se detuvo frente a un edificio, confundiendo al omega sentado junto a él.

—¿Donde estamos? —El rubio observa por la ventana aquel lugar, dándose cuenta de que se encontraba en una de las zonas más lujosas de la ciudad.

—A comer —Respondió Checo bajando del auto para después caminar hacia la puerta del copiloto y abrirle —Los vecinos deben vernos, así no habrá dudas de nuestra relación.

Max toma su mano cuando lo invita a salir del vehículo y se siente algo nervioso por el simple contacto.

—¿Vives aquí? —Le daba mucha vergüenza hacer esa pregunta.

Pero está se respondió sola cuando el valet toma las llaves del auto y saluda al señor Pérez.

—Vivimos aquí, porque tendrás que mudarte —Afirmó el alfa para después tomar su mano y hacerlo caminar hacia adentro del edificio.

Max se asombra ante esta respuesta, pero no puede evitar sentirse emocionado.

Observa cada parte del lobby hasta llegar al elevador.

Es bastante curioso, principalmente cuando llegan al penthouse de Sergio y se asombra por lo grande que es.

Camina torpemente, soltando su mano en el proceso, y mira las decoraciones con mucha atención.

El lugar está muy bien decorado con colores neutrales y el piso de madera combinaba bastante bien con estos.

—Vaya, tienes una hermosa vista a la ciudad —Señaló deteniéndose en el enorme ventanal que era la atracción principal del living.

—Bienvenido, señor Pérez —Un hombre mayor y bien vestido se acerca a ellos con una actitud bastante amable.

—Otmar, él es Max, mi pareja —Dice Sergio de golpe, tomando por sorpresa al hombre —Por favor, dale todo lo que necesite.

—Por supuesto, señor —Otmar se apresura en responder y después voltea a ver al rubio —Un gusto, señor Max.

El Omega aguanta una risa que estuvo apunto de escapar de sus labios.

“¿Señor Max?” se repitió en su cabeza.

Nadie nunca se había referido a él con tanta formalidad y respeto.

Casi siempre era “el tonto ese” o “el mesero inútil”. Aunque en el colegio era más como “el ratito” o “el llorón” por estar más preocupado por su familia que por sus estudios.

—¿Podrías servir el almuerzo? Mi cuerpo necesita energía —Afirma el pecoso antes de caminar hacia la mesa y le hace una señal a su 'pareja' para que lo siga.

—En seguida, señor —Responde Otmar antes de girar a ver al omega —Señor Max, ¿Hay algo a lo que sea alérgico?

El rubio niega con la cabeza.

—No, a nada señor, pero le agradezco su preocupación —Dijo con una sonrisa amable y después se sentó junto a su futuro prometido.

Otmar se marchó hacia la cocina con más preguntas que respuestas.

Jamás le había conocido una pareja a su jefe, y le parecía curioso que llegara con alguien de la nada.

Era un beta muy curioso, así que no podía evitar pensar en eso.

Pero sonrió al pensar en lo amable que era aquel joven, y ante la idea de que su jefe no fuera alguien tan distante gracias a él.

Sin embargo, en la mesa se estaba planificando el actuar de la falsa pareja.

—Trae todas tus cosas está tarde, entre más rápido mejor —Comenzó el alfa —Tambien debemos ir pensando en la historia de como nos conocimos y el cortejo.

Max baja la mirada, no sabe qué decir ante esto.

¿Qué tenía de malo la forma en cómo se conocieron? ¿Era porque trabajaba de mesero? ¿Acaso le avergonzaba?

—Cómo decidas que eso sea, yo te seguiré la corriente —Afirmó sin siquiera levantar la mirada —Solo dime que decir y lo repetiré.

Sergio no era tonto y noto como su actitud cambio al hablar de eso.

—Max, ¿Qué te pasa? —Temía que se hubiera arrepentido.

En ese momento Otmar apareció para servir el almuerzo y ambos se quedaron en silencio.

Pero una vez que se fue, Sergio repitió su pregunta.

—Nada, estaba pensando en la mudanza —Mintió —¿Es necesario?

—Claro que lo es, ¿Qué clase de matrimonio vive separado? —Señaló sin darse cuenta lo mucho que le afecto la pregunta —No te preocupes, tendrás tu propia habitación. No te obligaré a dormir conmigo ni te forzaré a nada, lo prometo.

Max asintió y regreso la vista a su plato.

La comida se miraba deliciosa, pero el rubio no era muy bueno con los cubiertos y no le gustaba la idea de que el Alfa se diera cuenta.

Así que comió moderadamente, aunque eso significará quedarse con hambre.

—¿No te gusto la comida?

Sin embargo, Sergio si cuestionó.

—Estaba deliciosa, pero ya había comido un poco antes de ir con tus amigos —Mintió algo nervioso.

—¿Seguro? Porque Otmar puede prepararte algo diferente si así lo deseas —Ofreció pero el Omega rápidamente negó con la cabeza.

—Estoy bien, gracias —Insistió —Ya debería irme a casa para comenzar a empacar.

El rubio se levantó de su asiento y Sergio lo imitó.

—Te llevo.

—No es necesario, puedo tomar un autobús —Max caminaba hacia el ascensor siendo seguido por el alfa.

—Déjeme compensar lo de esta mañana —El pelinegro no aceptaría un “no” por respuesta, y eso el Omega lo sabía.

Así fue como los dos volvieron al auto y el alfa lo dejo en su departamento para poder empacar sus cosas.

Le hubiera gustado quedarse a ayudarlo, pero la realidad era que estaba preocupado por otra cosa.

Apenas Max se bajó del auto y entro al edificio, Sergio piso el acelerador para encaminarse hacia un lugar tan familiar como lejano.

Por su parte, Max comenzó a hacer su maleta pero se sentía bastante triste al respecto.

Amaba mucho el departamento familiar.

Quizá no era tan grande y lujoso como el de Sergio, o una vista espectacular a la ciudad.

Pero en sus paredes estaban enmarcados recuerdos de toda una vida.

Cada fotografía de su familia.

El retrato de boda de sus padres, fotografías viejas de sus abuelos que fallecieron cuando era niño o incluso las marcas en la pared que marcaban su altura con los años.

¿Cómo se empaca un recuerdo? ¿Una memoria de algo que se fue hace tiempo?

No se sentía capaz de deshacerse de alguno de esos objetos.

Sabía bien que Sergio no querría un sofá viejo y gastado en su sala, pero era el lugar donde se acurrucaba en los brazos de mamá.

Tampoco le gustaría aquella máquina de cocer cubierta en polvo, pero gracias a esta a Max nunca le faltó ropa.

No podría tirar los dibujos que estaban pegados en el refrigerador, porque en muchos había escrito lo mucho que amaba a su madre.

Y le aterraba que esas paredes fueran pintadas, y que la próxima vez que viera ese lugar, no fuera ni la sombra de lo que tendría en sus recuerdos.

¿Cómo podía un espacio tan pequeño estar lleno de momentos tan especiales?

—No puedo dejarme ir —Susurró para sí mismo.

En ese momento toma su teléfono y marca el número de aquel desconocido que ocupaba un rol importante en su vida.

Uno, dos timbres. Nada.

Entonces llama a aquel alfa que había visto esa mañana y responde casi al instante.

—¿Max? ¿Paso algo? —Checo se preocupa cuando solo escucha silencio —Dime, ¿Qué pasa?

—No puedo irme —Confiesa con un nudo en la garganta —Es mi casa, es mi familia. Perdón.

En ese momento cuelga la llamada sin esperar respuesta alguna.

¿Acaso se había arrepentido?

Nota: disculpen la ausencia pero he pasado unos días complicados :c espero que está semana volvamos a la normalidad.

Chapter 7: El hombre

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Sergio se quedó inmóvil en donde estaba.

No podía creer lo que había escuchado.

Termina de cerrar la caja de seguridad y guarda el objeto en su bolsillo antes de salir de ahí a toda prisa.

—Vamos Max, contesta —Decía mientras manejaba su vehículo hasta llegar al departamento del omega.

El teléfono sonaba una y otra vez pero no respondía.

No supo cómo logró llegar tan rápido al lugar sin tener un percance en el camino, pero finalmente entró en el edificio ignorando los gritos de la casera.

—Departamento 33, departamento... —Susurraba mientras subía por las escaleras al descubrir que el ascensor estaba estropeado —Dios, que calor.

Sentía como su traje lo aprisionaba con cada escalón que pisaba

Así que cuando llegó al departamento del Omega y este le abrió la puerta, sintió su corazón latir al mil por hora cuando vio al alfa con la camisa desabotonada y su corbata a medio quitar.

—Max... —Su voz denotaba el cansancio por haber subido corriendo por las escaleras y logra sacarlo de su estado embobado —¿Qué paso? ¿Qué fue ese mensaje? ¿Por qué te arrepentiste?

El rubio parpadea un par de veces antes de que pueda decir algo.

—¿Arrepentirme? —Murmura algo confundido —¿De qué?

Sergio no entiende su pregunta, y empieza a cuestionarse si todo había sido un malentendido.

—Me llamaste diciéndome que no podías —Le recordó —¿Por qué te arrepentiste de nuestro trato?

El Omega rápidamente niega con la cabeza ante esta pregunta.

—No, no, no me arrepentí de eso —Aclaró algo nervioso —Solo que no puedo irme de mi casa, me resulta imposible.

El alfa suspira aliviado al darse cuenta que, en efecto, había sido un malentendido.

—¿Y por qué no puedes irte? —Pregunta mientras hace una señal con su mano, pidiendo entrar.

Max se hace a un lado y el pelinegro entra al pequeño departamento adornado con mueble viejos y fotografías de sus familiares.

—Es que es mi casa —Comienza el rubio después de cerrar la puerta —Toda mi vida la pasé en este lugar y mi corazón se aflige al solo pensar en que alguien más lo ocupará cuando me vaya, entonces ya no quedarán recuerdos.

Sergio entiende bien lo que el Omega expresa, pues también le costó mucho dejar ir el recuerdo de sus padres.

Y es que él no recordaba mucho de su casa familiar, pero sabía que había sido feliz allí.

—Déjame arreglarlo —Dice el alfa acercándose a Max, tomando su mano con delicadeza en un intento de generar confianza y cercanía —No tiene que ser de esa manera.

El Omega titubea un poco, es claro que está algo nervioso ante el contacto físico y esto lo lleva a retroceder en sus pasos.

—No es necesario, yo puedo vivir aquí y fingir que estamos juntos en su departamento —Insiste ante el temor de perder el lugar.

—Guarda lo que quieras llevar a mi departamento, vuelvo en un momento —Pero Sergio era demasiado terco.

El alfa sale del departamento y comienza a bajar la escaleras, hasta que encuentra a la persona que estaba buscando.

—¿Eres la casera? —Pregunto el pelinegro apenas se topo con una mujer pelirroja, quién recién había terminado de cobrar la renta en un departamento.

—Así es, ¿Quién es usted? —Alice se acerca con cautela, nunca había visto a ese hombre en su edificio y su pinta era demasiada llamativa.

—Soy Sergio Pérez, el prometido de Max Verstappen —Dijo con una firmeza que no dio cabida a dudas —Quisiera hacer un trato con usted.

La pelirroja se sorprende al escuchar que el tierno Omega del departamento 33 tenía pareja, y que este sea alfa de un rango elevado.

Podía notar que era esa clase de persona que no contaba el dinero antes de comprar algo, y estaba apunto de confirmar este pensamiento.

—¿Un trato? —Repite llena de curiosidad —¿De qué exactamente?

Y su respuesta no la toma por sorpresa.

—Vendame el departamento 33, le haré la compra inmediata —El alfa no iba a flaquear en su decisión —Deme el precio que sea, y se lo daré.

Alice sonríe ante esto.

—¿En serio? —Su incredulidad respecto al tema solo hizo que el pecoso se mantuviera firme en su propuesta.

—Es importante para mí prometido, así que confío en que usted entienda que necesito comprar el departamento —Insiste y puede ver que ella realmente está fascinada con su actuar.

—Bien, hablaremos para llegar a un acuerdo —Y Alice no se negó —Si es tan importante, podemos hacer un trato.

El alfa sonríe orgulloso de haber resuelto un problema tan rápidamente.

—Vaya que Maxie es suertudo —La voz de la pelirroja lo saca de sus pensamientos —Ese joven es muy amable incluso con la situación que ha estado pasando. Lo llegué a encontrar sentando en la escaleras, llorando desconsoladamente. Me alegra que ahora tenga a alguien que lo ame tanto como para comprar ese viejo departamento.

Las palabras de la mujer hicieron que la sonrisa de Checo se desvanecerá.

Saber que su situación era tan complicada que quizá lloraba por la desesperación hizo que se conmoviera por él.

—Usted parece conocerlo bastante bien —Murmura el alfa.

—Si, crecimos juntos —Comenzó —Mi padre fue quien les arrendó el departamento. A su retiro comencé a encargarme del negocio. Maxie es muy dulce, y ha pasado por momentos muy complicados, pero estoy tranquila al saber que está avanzando después de tanto dolor.

Alice desvía la mirada, no puede creer lo conmovida que está al hablar de Max.

Lo conoce desde niño y sabe que sufrió mucho con los maltratos de su padre. Y ella, por compasión, dejo de cobrarle la renta por unos meses.

El rubio siempre le dijo que se lo pagaría, pero ella se sentía más tranquila al saber que él estaba bien.

En ese momento el teléfono de Sergio comienza a sonar. Era Max.

—Debo volver arriba, pero pronto arreglaremos todo para la compra —Dijo el pelinegro como si fuera una promesa.

Alice asiente y lo ve marcharse escaleras arriba. Sonríe de nuevo ante tal acto de amor.

Cuando Sergio regresa al departamento, ve que Max ya ha terminado de hacer su maleta.

—Sigue siendo difícil irse, solo espero que Alice no me pida que lo vacíe tan pronto —Dijo el rubio todavía entristecido por la situación.

—Eso no va a pasar —Afirmó el alfa caminando hacia él y posando suavemente sus manos en sus brazos —Ya me encargue de eso.

Max lo observa con confusión, pero puede notar un atisbo de confianza en su actuar.

—¿Cómo? —Incluso teme preguntar.

Todavía no conoce bien a Sergio ni sus tácticas de resolución.

Desde su punto de vista, era un hombre rico que posiblemente se salía con la suya en todo lo que quería, como su compromiso.

Y sabía que muchas veces con el dinero viene el poder y la falta de límites. Eso lo llevo a preguntarse que clase de hombre era.

¿Habría amenazado para que nadie toque ese departamento? ¿O que lo lleva actuar con tanta confianza?

—Compre el departamento para ti —Y su respuesta le deja en claro que clase de persona es —Así ya no tendrás que preocuparte por tus recuerdos familiares.

Max parpadea un par de veces antes de poder decir algo.

—¿M-me compraste el departamento? —Pregunta todavía incrédulo —¿En serio?

Sergio asiente pero pronto se aflige al notar como el rubio se sienta en el sofá y sus mejillas se vuelven coloradas.

Entonces una lágrima se desliza por su sonrojada mejilla y el llanto no se hace esperar.

—¿Max? ¿Qué pasa? —Checo no entiende su reacción y se sienta a su lado para intentar consolarlo al poner una mano sobre su hombro. No sabe cómo actuar.

—N-no... —Balbucea el Omega siendo incapaz de responder.

—¿Estuvo mal? —Pregunta el alfa pero no obtiene ninguna respuesta más que su llanto —¿Debería haber comprado el edificio completo en su lugar?

En ese momento Max levanta la vista y niega con la cabeza.

—Señor Pérez, no puede comprarme un edificio —Le dice el Omega un poco más calmado, aunque su llanto seguía presente.

—Claro que puedo, y lo haré si eso hace que estés más tranquilo con todo esto —Insistió el pelinegro levantándose del sofá dispuesto a hacer otro trato con Alice.

—No —Responde Max tomándolo del brazo para evitar que se marche —No me refiero a que no puedas, sino a que no debes. No es correcto.

Sergio vuelve a sentarse a su lado ante tal señalamiento.

—¿Por qué no es correcto? —Cuestiona sin entender cuál es el problema.

—Porque es la herencia de Alice, sus propios recuerdos —Explicó —Con mi departamento es más que suficiente, te lo juro.

La voz del rubio se quiebra al decir esto último, algo que llama la curiosidad del alfa.

—¿Y por qué lloras? —Pregunta tomando su mano con delicadeza.

No sabe si eso es suficiente para consolarlo.

—Porque yo nunca... —El Omega se detiene un momento antes de continuar —Jamás hubiera podido pagar algo así. Apenas podía pagar las cuentas y el tratamiento de mamá.

Sergio se sintió algo tonto al respecto.

Para él era común adquirir cosas que deseara, pero Max venía de una realidad muy diferente y esas acciones golpeaban de otra manera.

—Perdón —Dice el pelinegro, sorprendiendo a su prometido —No quise hacerte llorar con mis acciones, y por eso quiero pedirte una disculpa.

El Omega sonríe ligeramente ante su respuesta.

—No tienes nada porque disculparte, no hiciste algo malo —Señaló el rubio para después limpiarse las lágrimas —Lloré porque estaba muy feliz.

Sergio asiente y no puede evitar sentirse más tranquilo al escucharlo decir esto.

Así que después de que Max se recuperará de su llanto, ambos se marcharon del edificio con maleta en mano.

El alfa cargo la maleta del rubio a pesar de las protestas de este. No iba a dejar que cargará todo ese peso y menos bajando las escaleras.

Y desde su ventana Alice los observó marchándose en el lujoso auto del alfa, sabiendo que el joven Omega se había sacado la lotería en el amor.

Una vez en el departamento de Sergio, Max comienza a desempacar toda su ropa y la acomoda en una cajonera en la habitación de invitados.

Era un poco extraño estar en ese lugar que ahora debería llamar hogar.

Admira su nueva habitación con sumo cuidado, le encanta los amplia y fresca que es, pero detesta lo fría y vacía que se siente.

No le gustaba pensar que su matrimonio sería así.

—Toc, toc —Escucha la voz de Sergio al otro lado de la puerta —¿Puedo pasar?

—C-claro —Responde algo nervioso.

No había dejado de sentirse así desde que llegaron. Y quizá era porque el alfa parecía volverse cada vez más cercano.

El pelinegro abre la puerta y cierra tras de si observando todo.

—Parece que ya desempaste todas tus cosas —Señaló y el rubio asintió —Oh, ¿Qué es esto?

El alfa se agacha para recoger un peluche en forma en pescado que movió su cola apenas lo tocó.

Max sonrió y tomo de sus manos con cierta nostalgia.

—Era de Sass —Comienza y en su rostro se podía notar un atisbo de tristeza, a la par que su aroma agrio un poco —Lo único que me queda.

—¿Sass? —Pregunta el pelinegro pero rápidamente se arrepiente —Disculpa, no quiero ser entrometido.

 

—No lo eres —Max rápidamente lo tranquiliza —Es un bello recuerdo que quería traer conmigo.

—¿Sass era tu mascota? —Se arriesga a preguntar teniendo luz verde y el rubio asiente —¿Y cómo era?

—Era un gato de color blanco con manchas naranjas, con sus orejas y nariz rosadas, junto a unos profundos y muy hermosos ojos azules  —El omega sonrió al decir esto —Su pelaje era esponjoso, le gustaba meter su cara en mi café con leche, pero yo nunca lo dejaba.

Una pequeña risa escapó de sus labios.

—¿Y qué pasó con él? —A Sergio le daba pena preguntar, porque podía notar mucha tristeza detrás de sus palabras.

—Era una gatita, pero ella ya no está conmigo —Comenzó y no puedo evitar desviar la mirada —La di en adopción con una familia que podía darle todo lo que yo no. Pero hace tiempo se mudaron y ya no supe mas de ella.

Su respuesta denotaba demasiado arrepentimiento y Checo no le gustaba verlo así.

—Pero está en buenas manos, ¿No? —Pregunta el alfa intentando animarlo —Seguramente te recuerda con cariño.

—Espero que no me odie —Y su respuesta lo sorprende —No quiero que piense que la abandone.

—No la abandonaste, hiciste lo que creíste mejor para ella —Sus palabras son bien recibidas y el Omega vuelve a sonreír.

—Tienes razón, no sé por qué me torturo con estas cosas —Max guarda el juguete en una de las cajas y rápidamente busca cambiar de tema —¿Deberíamos hablar sobre el compromiso?

Sergio asiente pero sabe bien que ese tema no puede quedar así.

El rubio está intentando suprimir sus pensamientos y dolor, ocultando lo de atrás de esa felicidad radiante que contagia a todos.

Sin embargo, el Alfa está dispuesto a encontrar la manera de que sus días de infelicidad queden en el pasado.

Y para eso debe encontrar a un gato, pero no cualquiera, debe dar con Sass.

Nota; perdón por la tardanza y los días de ausencia, me pusieron a chambear :c así que intentaré retomar esto lo antes posible, los Tkm ♥️

Chapter 8: Propósito

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Pasaron dos días desde que Max comenzó a vivir en el departamento de su prometido y todavía no se acostumbraba a su nuevo entorno.

Era extraño porque Sergio le había dicho que se sintiera como en casa, pero eso era lo ultimo que sentía al estar ahí.

Todo le parecía muy costoso, lejano, ajeno.

Casi no salía de su habitación porque sentía que debía preguntar si podía tomar esto o aquello, ya que no consideraba que esos objetos le pertenecieran.

Otmar era amable y muy servicial, pero el rubio no estaba acostumbrado a que alguien más le preparara de comer o incluso se lo llevara hasta su lugar.

Intentaba no tocar nada de la casa, asi que mantenía una distancia extraña para el alfa.

—Max, ¿Está todo bien? —La pregunta de Sergio lo sacó de sus pensamientos —Estás muy callado.

El omega sonríe algo nervioso, pero sabe que debe ser honesto sobre cómo se siente.

—Para ser sincero, me siento un poco extraño en este lugar —Confiesa mientras baja la mirada —No se que hacer, este departamento me resulta poco familiar y mis amigos no viven en esta zona.

El alfa suspiro pesadamente, no había pensado en eso.

Claro que Max estara extraño cuando practicamente lo arranco de su hogar para llevarlo a vivir a su departamento, en una zona muy alejada de donde vivía, con vecinos que eran unos completos desconocidos y sin algún propósito que llevar a cabo.

—Perdóname, Max, otra vez fui desconsiderado —Comenzó el pecoso para después tomar su mano con suavidad —¿Qué puedo hacer para que te sientas más cómodo?

 

—Bueno, es que siento que no me acoplo bien a este sitio, es precioso pero no lo siento como mi hogar —Afirma el rubio con algo de vergüenza.

Sentía que se quejaba por cosas sin sentido, y quizá eso molestaría a su prometido.

—Max, recuerda que este departamento ahora es tuyo, puedes cambiar lo que quieras —En ese momento el alfa sacó su billetera de su saco y de este tomo una tarjeta —Mira, puedes comprar las decoraciones que quieras. Solo deseo que te sientas cómodo.

El rubio rápidamente negó con la cabeza ante esto.

—No, claro que no —Repite al ver cómo el hombre le extiende la tarjeta negra.

Sergio podía ver que Max era alguien terco, pero igual insistió y recordó algo que podría serle de ayuda.

—Vamos, ve con Charles —Ofreció —Él irá de compras esta tarde, pero yo no puedo acompañarlo. Sabes que esta organizando su boda con Carlos, asi que seria bueno que se hicieran compañía y quizá se lleven bien.

Max lo dudo un poco, pero ambos eran igual de tercos y no tuvo más opción que ceder.

Así que tomó aquella tarjeta de crédito con mucho cuidado, sabía que le estaba dando una tremenda confianza al proporcionarle algo así.

Continuaron desayunando tranquilamente, aunque Sergio todavia seguia en la busqueda de aquel minino que ocupaba el corazón del omega.

Esa tarde Max salió del departamento cuando se le informó que Charles lo estaba esperando abajo.

Para el castaño habían sido dos días difíciles de procesar.

Cuando fueron a hablar con sus padres sobre la propuesta de matrimonio, Mark se mostró reacio a la idea y Sebastian tuvo que intervenir para que no comenzará una discusión.

Sin embargo, ante la negativa de sus padres al matrimonio, Charles no tuvo más opción que revelar la marca que tenía en el cuello y, molestos, estos terminaron accediendo.

Aun así, el omega sentía que había decepcionado a sus padres.

“Sera un escandalo si no se casan” Escuchó a su madre aunque este intentaba hablar bajo para evitar ser escuchado “Debemos darle nuestra bendición”.

Sebastian sabía bien que su hijo estaba en una posición difícil, así que intento darle todo su apoyo para convencer a su esposo de que no había otra opción.

Así fue como se afianzó el compromiso, y aunque había fantaseado muchas veces con ser desposado por un alfa como Carlos, toda su situación era por demás lamentable.

Claro que Carlos estaba obligado a hacerse cargo, y eso era lo que más le dolía.

—Disculpa la tardanza —La voz de Max lo sacó de sus pensamientos —Espero que mi presencia no te moleste.

Al estar tan distraído en su mente, Charles no se percató de la expresión de melancolía que se había apoderado de su rostro, además de que su aroma se agrió un poco.

Esto llevó a que el rubio pensara que su estado se debía a su culpa, ya que su presencia era más por consejo de Sergio que por una invitación hacia su persona.

—¿Qué? No, para nada. No es ninguna molestia —El castaño se apresuró en responder —Me alegra que seas tú quien me acompañe, Sergio siempre se la pasa en el teléfono atendiendo asuntos de trabajo.

Charles se levanta de donde esta, ya que se encontraba en el living del edificio departamental tomando una taza de café en lo que bajaba el prometido de su amigo.

—¿Ya te sientes mejor? —Max intenta conservar la conversación que están teniendo.

Quería relacionarse más con el Omega porque sabía que era cercano a su prometido, y se supone que su relación debe verse creíble.

—La marca ha dejado de doler —Responde el castaño mientras ambos caminan hacia la salida del edificio —Solo espero que no se vea tan mal como el primer día, ya que no quiero que sea tema de conversación en mi boda.

El rubio lo observa con atención y niega con la cabeza.

—No se nota para nada, el collar que llevas puesto ayuda mucho —Señaló el Omega hacia aquel precioso regalo que le había hecho el alfa de su amigo.

Carlos era muy detallista, así que compró un collar de esmeraldas que hacian resaltar los ojos de su ahora Omega.

Claro que este lo recibió con ánimo, pero no sabía cómo actuar con él.

Eran alfa y Omega unidos por una marca, pero bloqueados ante el miedo de lastimar al otro.

—Me alegro que no se note demasiado, no quiero que sepan que me casó solo por eso —Dice Charles un poco aliviado.

Cuando salen del edificio se encuentran con un rolls royce ghost negro estacionado en la entrada y un hombre les abre la puerta para que ambos entren.

Max titubea un poco pero al ver como Charles entra sin ningún problema, opta por seguirlo.

—¿A dónde iremos? —El rubio observa las calles con suma curiosidad, jamás había estado en una zona de tan alta exclusiva de la ciudad.

—A ver mi vestido —Soltó el castaño sin mucho ánimo —Me alegra no ir solo, todos siempre están tan ocupados.

Es en ese momento que Max toma su mano para intentar darle ánimos.

—Creo que te verás muy bien con tu vestido, será un gran día —Dijo con una cálida sonrisa.

Charles le correspondió la sonrisa y el resto del camino continuaron en silencio.

Pronto llegaron a una tienda especializada en vestidos de novia, donde ambos entraron para poder escoger uno que le siente bien al Omega.

—Este de aquí podría gustarte —Mia, una de las vendedoras, comenzó a llevarle distintos vestidos de acuerdo a sus necesidades —Es un poco más suelto pero el detalle del encaje es hermoso.

Charles acepto cada propuesta y se probó cada uno de los vestidos sin estar del todo convencido.

El rubio disfrutaba de un poco de pastel mientras veía al Omega desfilando cada modelo como si lo estuvieran torturando.

—Ese te queda muy lindo —Dijo Max cuando lo vio salir por cuarta vez.

—Llevas diciendo lo mismo de todos —Señaló el castaño —Simplemente no lo estoy disfrutando.

Charles camina hacia donde se encuentra el rubio y se sienta a su lado.

Era muy obvio para cualquiera que el Omega la estaba pasando mal y en su aspecto se notaba algo pálido.

—¿Estás bien? —Pregunta Max colocando una mano en la frente del Omega —Estas algo frío.

—Creo que me estoy enfermando —Responde mientras cierra los ojos —Esta mañana regrese la comida, quizá tenga alguna infección.

—Deberías ir al doctor en lugar de probarte vestidos —La respuesta del rubio los hizo sonreír.

Pero ese momento de tranquilidad se vio interrumpido por la vendedora.

—Encontre esta pieza única, realmente especial —Dijo la joven mostrando un hermoso vestido color champagne cuyo corpiño estaba precisamente bordado con perlas —Ademas, la falda suelta ayuda a disimular su vientre.

Está última parte alerta a ambos Omegas que se ven confundidos por su comentario.

—¿Mi vientre? —Charles coloca una mano en su abdomen de manera instintiva —¿De que habla?

—Disculpe, pero he visto a muchas novias en cinta que me resulta fácil ver el brillo en sus miradas —Explica la joven pero pronto nota que quizá no debió soltar la lengua —Le ofrezco una disculpa. Buscaré otro vestido para usted.

La rubia se marcha rápidamente, pero deja a ambos Omegas con más preguntas que respuestas.

—Quizá solo es una broma —Max intenta relajar la situación ante la mirada de pánico del castaño —No le hagas caso.

Charles se levanta de su asiento y se acerca al espejo para observar su cuerpo con atención.

—¿Crees que estoy embarazado? —Pregunta sin voltear a verlo —Porque yo no veo nada.

El rubio también se levanta y lo toma del brazo con delicadeza.

—No lo creo, así que tranquilo —Respondió mientras volvía a tomar su mano —No la escuches.

Claro que el castaño estaba lo suficiente nervioso como para casi entrar en pánico.

Habían sido días agotadores para él y la idea de estar en cinta solo empeoraría las cosas.

Ni siquiera recordaba bien si Carlos le dio su nudo o no, lo cual probablemente era así.

Pero si ya estaba haciendo infeliz a su alfa al obligarlo a casarse con él, involucrar a un pequeño solo hizo que casi soltara en llanto.

Sin embargo, tenía mucha suerte de que Max estuviera con él y lo tranquilizara.

—Tienes razón, solo es una chica imprudente —Respondió Charles tomando el otro vestido que trajo —Si no me gusta, nos vamos. Hay mejores tiendas que está.

Y claramente no termino de gustarle.

Así que ambos Omegas se marcharon a otra tienda. Una donde la joven Alex les ayudo a encontrar el vestido especial para Charles.

Le quedaba tan bien que se sentía como en un cuento de hadas.

Un vestido blanco de corte princesa con cuello y mangas de encaje y un decorado de botones que marcaban su espalda.

—Te queda perfecto —Dijo Max cuando lo vio salir.

—Siempre dices eso —Volvió a quejarse el castaño, pero está vez con una sonrisa.

Realmente le había gustado el vestido.

—Es que eres hermoso, por eso todo te queda perfecto —Respondió la joven haciéndolo ponerse colorado —Si gusta, tengo algunas opciones de velos que le quedarían muy bien.

Charles asintió y la joven se marchó, dejando al Omega admirando una y otra vez su imagen en el espejo.

—Carlos es un alfa afortunado, porque consiguió un Omega no solo amable sino también bonito —Soltó Max con una sinceridad que conmovió al castaño.

El joven Leclerc siempre pensó en lo afortunado que era al casarse con Carlos, pero en lo desdichado que lo estaba haciendo al pobre alfa.

Un matrimonio arreglado, por obligación.

Pero ahí estaba el rubio diciéndole algo que quizá necesitaba escuchar, y era que él era tan valioso como Carlos.

Y se percató de cuánto había estado despreciandose.

—Gracias por venir conmigo —Dijo volteando a verlo.

Una vez hecha la compra del vestido y todos los accesorios que ultilizaria el Omega, ambos se dispusieron a ir de compras para redecorar el departamento de Sergio.

Pero había una cosa que no dejaba de rondar en la cabeza de Max.

¿Cuál era su propósito aparte de decir “sí” en el altar?

—Deberías hacer algo que te guste —Dijo Charles cuando le confesó sus preocupaciones —Algo que siempre quisiste pero no podías por tus ocupaciones.

—Pero no sé hacer nada bien —Susurró el rubio.

En ese momento el castaño soltó una pequeña risa.

—No digas esas tonterías, todos somos buenos en algo. Por ejemplo, me encantó la galleta que me regalaste.

Entonces lo entendió.

Y en un repisa había vio el libro que lo ayudaría a desarrollar una parte de él que creía dormida.

Esa tarde solo compro una cosa, un libro de recetas de diversos platillos franceses, incluidos postres.

Para cuando Charles lo dejo en casa y subió por el elevador, su entusiasmo era más que evidente.

Pero cuando cruzó la puerta se topo con un escenario poco deseado en ese momento.

Sergio había preparado una cena romántica para ellos dos, una que tenía un solo propósito.

Nota: perdón la hora jaja los tkm ❤️

Chapter 9: Nada personal

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Momentos antes.

Sergio se miraba al espejo una y otra vez para revisar que su imagen fuera tan impecable como siempre.

No sabía porque estaba tan nervioso cuando ni siquiera era real.

Max diría que si, ese era el acuerdo.

—¿A qué le tienes tanto miedo? —Pregunta mientras observa su reflejo —No es como que vaya a decir que no.

Intenta relajarse antes de tomar aquel pequeño artefacto que había sacado de una caja de seguridad hace unos días.

Acaricia la pequeña caja con sus dedos y suspira profundamente.

No es que esté inseguro por lo que va a hacer, sino que está nervioso porque ha hecho algo que pensaba nunca haría.

Pero rápidamente niega con la cabeza ante cualquier idea de duda que se pudiera asomar.

Está convencido de que era lo correcto.

Max compartió con él algo muy personal, y quería ser recíproco.

Si bien su relación era falsa, eso no significaba que no podrían generar un lazo de amistad.

¿Por qué complicar las cosas cuando simplemente pueden llevarse bien?

Además, el rubio le dijo que debía verse real y con eso estaba dando su máximo esfuerzo para darle veracidad a las cosas.

—¿Todo listo? —Pregunto el alfa llegando a la sala.

—Perfectamente listo —Afirmo Otmar.

Claro que le pareció extraño esa cena romántica imprevista que lo hizo trabajar durante horas para poder tenerla lista antes de que llegara el omega.

—¿Crees que le guste? —Pregunta el pecoso admirando la decoración.

Habían pétalos de rosas en el suelo, luces cálidas y algunas velas. La mesa estaba perfectamente puesta y todo daba un ambiente romántico.

—Me tiraré del balcón si no es así —Respondió el mayordomo antes de marcharse.

Otmar se había esforzado en sacar adelante algo que para otros resultaría imposible.

Nunca le había gustado los eventos de último momento y por eso disfrutaba trabajar con el señor Pérez, ya que era bastante organizado y poco social.

Sin embargo, en esa ocasión sí lo tomó desprevenido y tuvo que hacer malabares para cumplir con la tarea.

—Ya debe estar por venir —Dijo el alfa observando su reloj y entonces el sonido del ascensor lo puso nervioso una vez más.

Sergio trago en seco cuando lo vio frente a frente con un libro en la mano.

Max sabía exactamente lo que estaba a punto de ocurrir, era demasiado obvio con solo verlo.

Y nunca pensó sentirse tan agobiado al respecto.

Volteo a ver por todos lados y se dio cuenta de que estaban solos, algo que lo relajo.

—Bienvenido —Dijo el alfa intentando sonreírle —Pasa, siéntate a mi lado.

El pecoso toma su mano con delicadeza, algo que desconcentra al rubio.

Observa sus manos juntas, con sus dedos tocándose con tanta naturalidad que lo hizo negar con la cabeza ante cualquier absurda idea que se le pudiera venir a la mente.

Llegan a la mesa y el pelinegro se apresura en ayudarlo a sentarse, mostrándose como todo un caballero.

—Espero que todo sea de tu agrado, Otmar se esforzó mucho por esta noche —Sergio se sentó frente a él y le hizo una señal al mayordomo para que se acercara —¿Quieres un poco de vino?

El Omega asiente todavía muy atento a todo lo que pasaba.

Otmar se acerca a ellos y comienza a atenderlos.

—Todo es muy bello, gracias —Murmura el rubio hacia el mayordomo, quién asiente satisfecho.

—¿Y como estuvo tu día? —Pregunta el alfa llamando su atención.

Tuvo suerte que el Omega no se haya percatado del pequeño papel que escondía en la manga de su saco donde enumeró cada tema de conversación que podían tener esa noche.

No era muy bueno socializando, y había decidido cuidar más la forma en cómo trataba a su prometido.

Todavía recordaba la bofetada que este le dio cuando le propuso matrimonio la primera vez afuera del restaurante de Kamui.

Incluso podía sentir su mejilla arder ante el recuerdo. Ese Omega podría parecer tierno, pero tenía una mano muy pesada.

—Charles es muy amable, y todos los vestidos eran muy hermosos —Dijo el rubio antes de beber de su copa —Realmente tiene buen gusto.

—¿Puedo llevarme esto, señor? —Pregunto Otmar señalando el libro que tenía el omega en sus piernas.

—Por favor —Respondió con una sonrisa amable.

El mayordomo tomo aquel libro y se retiró para dejarlos de nuevo solos.

Sergio aprovecho ese momento para echarle otro vistazo al papel.

—El clima es agradable el día hoy, ¿No? —Justo cuando el alfa soltó esa pregunta, el estruendo de un rayo lleno la habitación alertandolos a los tres.

Se había desatado la lluvia.

—Dios mio, que suerte tuve de llegar antes de empezará a llover —Murmuro el Omega mirando hacia la ventana.

El pecoso suspiró pesadamente antes de volver a revisar aquel papel.

“Preguntar por intereses”

—Uhm... Oh, Max, el libro que trajiste —Comenzó un poco torpe por la fallida pregunta anterior —¿De qué es? Quiero decir, ¿Es de política? ¿O historia?

—De cocina —Respondió el rubio algo apenado por no tratarse de temas intelectuales como los que propuso el alfa.

Comenzó a cuestionarse si había sido buena idea comprarlo. Quizá debió consultarlo antes.

¿Qué tal si eso no era algo que Sergio quisiera para su Omega?

No creía que tuviera algo de malo cuando lo compro en la tienda, pero se dio cuenta de que no era la clase de contenido que le gustaba al alfa.

Por su parte, Sergio se sintió un tonto e internamente maldijo la página Conquistaatucrush.com por lo mal que le había salido todo con sus temas de conversación.

—Tu tarjeta —Max extendió el objeto al pecoso, sacándolo de sus pensamientos —No quisiera olvidar devolverla.

Checo tomó el plástico y lo guardo en su billetera. Y pronto una idea paso por su mente.

—Te daré una propia, para que compres todo lo que necesites —Afirmó el pecoso orgulloso de sí mismo.

Un buen alfa debe proveer.

—No es necesario, creo que aquí tengo todo lo que necesito —El Omega niega rápidamente con la cabeza ante la loca idea de su prometido.

Ni siquiera había recibido la herencia como para querer darle más de lo que ya le había dado.

—Es lo correcto, y no acepto un no por respuesta —Insistió sabiendo que tenía las de ganar.

Max terminó cediendo, aunque no le gustará del todo. E internamente se prometió a si mismo no usarla hasta que fuera necesario.

—Eres muy terco —Murmuro el rubio haciéndolo reír.

—Y tú definitivamente no eres un Omega fácil —Le recordó sus palabras del día en que se conocieron y pronto saco aquella cajita que tenía oculta en su bolsillo —Por lo tanto, no podía darte un anillo cualquiera.

Max observo aquel precioso anillo coronado con un enorme diamante rosa que captaba la atención de cualquiera.

Tenía pequeños brillantes a su alrededor, pero nada podía opacar la piedra central.

—Es hermoso —Susurró haciendo sonreír al alfa.

—Lo es, y también muy especial porque es el anillo de mi madre —Su respuesta conmovió al Omega y sabía que era el momento perfecto para hacer la pregunta —Max, ¿Te casarías conmigo?

El rubio estaba tan hipnotizado por aquel anillo. Jamás había visto uno tan hermoso.

Además, saber que era una joya familiar lo hizo sentir especial. Pero pronto su sonrisa se esfumó al recordar la falsedad de su compromiso.

—No, Sergio, no está bien —Su respuesta es como un balde de agua fría cayendo sobre el alfa —No es correcto.

Sergio se quedó estupefacto ante esto.

¿Cómo era posible que aunque su compromiso ya estaba pactado, aún así había sido rechazado?

¿Tan malo era para no querer casarse con él?

—P-pero... —Balbuceo —Me dijiste que me esforzará.

El rubio toma su mano notando lo frustrado que estaba.

—Si, pero esto es muy personal como para usarlo en una mentira como esta —Afirmó el Omega tocandolo con delicadeza —No quiero que hagas algo que no te guste solamente para complacerme.

Checo se sentía burlado, pero también algo molesto. Pero con él mismo.

¿Por qué parecía que nunca podía hacerlo bien?

Siempre un torpe en sus relaciones, incluso en las ficticias.

Pero quizás se le explicaba su situación, entonces el omega entendería porque había escogido ese anillo.

—Quiero que se vea real —Señaló —Nadie creerá que es cierto si te entrego un anillo cualquiera. Te prometo que estoy bien con esto. No me siento obligado a hacerlo.

Max suspira pesadamente.

Sigue creyendo que no es una buena idea.

—Te entiendo, y agradezco tu esfuerzo, de verdad —El rubio se levanta de su asiento y vuelve a tomar sus manos —Pero era de tu madre. No creo que a ella le hubiera gustado que esta joya sea usada en una mentira como esta, y que la porte alguien que no la merezca.

En ese momento el pecoso se molestó.

—No es cierto, ella no hubiera pensado eso —Afirmó el alfa también levantándose —Le agradarías, porque eres amable y lindo con todos. Así que ya deja de despreciarte.

Max sonrió sus mejillas arder ante esta declaración.

¿Acaso Sergio había dicho que era lindo?

—Yo... —Ni siquiera pudo terminar de hablar.

—Tienes una facilidad para entablar amistades con personas que apenas conoces —Recalco con cierto pesar —Charles confío en ti rápidamente, y yo también. Me gustaría tener ese talento.

Parecía que algo había explotado dentro del alfa. Quizá un cúmulo de días llenos de frustración por la situación en la que estaban.

—Señor Pérez, no creo que... —Otra vez fue interrumpido.

—Ya te dije que no me llames señor Pérez, dime Sergio o Checo —Reclamó el pelinegro —Pero como seremos esposos, deberás de referirte a mi como tu amor.

Está declaración tomo por sorpresa al Omega, cuyas mejillas se volvieron más coloradas.

—¿Mi amor? —Murmuró con timidez, algo que puso nervioso al alfa.

—S-si... Uhm, yo... —Las palabras se escapaban de su boca, siendo un completo desastre incapaz de formular oraciones —Eso.

Hacía años que alguien lo había llamado de esa manera.

Pero la forma en cómo Max lo dijo, con esa dulzura en su voz y sus hermosos ojos azules, lo cuales resaltaban con el rubor natural de su rostro, removió algo dentro del alfa.

—¿Entonces yo también seré tu amor? —Y su pregunta termino de matarlo.

Sergio desvío la mirada y cerro los ojos con fuerza mientras sentía sus mejillas arder.

Se sentía como un adolescente hormonal que apenas tenía contacto con un Omega.

—¿Por qué me hago esto a mi mismo? —Susurró el pecoso.

—Sergio, mi amor, ¿Estás bien? —El rubio ensaya sus líneas totalmente inconsciente de lo que sus palabras provocan —¿Y cuando nos casemos serás mi esposo o esposito? No entiendo que tan cariñosos debemos ser con el otro.

El Omega intenta centrar su mente imaginando que es un rol que debe interpretar.

Porque sabe bien que si deja que su cerebro se deje ir con la imaginación, terminará confundiendo sus sentimientos en esa mentira.

Sin embargo, se sorprende cuando ve al alfa de rodillas en suelo.

Checo no podía soportar la dulzura de su voz.

¿Por qué sentía tan bonito al escuchar la forma en cómo se refería a él?

No debería sentirse tan bien, ¿No?

Y su cerebro pronto le recordó que había sido rechazado por segunda vez en su propuesta de matrimonio, incluso cuando este ya estaba pactado.

—No me puedes decir así si no aceptas mi anillo —Le respondió casi en un reclamo —Y si te mandé con Charles era para que también vieras un vestido. Te di mi tarjeta y regresaste con un libro.

Al parecer Sergio tenía mucho que reclamar en menos de un minuto. Pero Max ya estaba cansado del tema, y no cedería en esa parte de la mentira.

—Pues así menos acepto tu anillo —Dijo el rubio antes de comenzar a caminar lejos hacia su habitación.

—Max, no hemos terminado —Checo comenzó a seguirlo, pero el Omega le cerró la puerta en la cara.

El alfa suspiro pesadamente antes de regresar al livin. Tomo el anillo de la mesa y se retiró a su habitación.

Cuando Otmar se percató de lo que había ocurrido, negó con la cabeza.

—Si a él le dicen que no, ¿Qué será de nosotros los mortales? —Murmura para sí mismo antes de comenzar a limpiar.

Esa noche ambos no cedieron ante el otro, pero pronto tendrían que entender que en un matrimonio no puede haber guerra si este quiere durar, al menos, hasta donde puedan sostener la mentira.

Nota; no estoy muy segura de como me quedo jaja

Chapter 10: ¿Cómo podría negarse?

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Las luces del flash cegaron por un segundo al Omega, quién apenas podía concentrarse mientras su alfa lo tomaba de la cintura.

—Eso es, se ven preciosos —Afirma la mujer antes de tomar otra foto —Una sonrisa, por favor.

Charles sonríe forzadamente antes de tragar en seco por la cercanía a su prometido.

No podía evitarlo, se sentía incómodo.

Nunca pensó que no disfrutaría el procesos de sus propias fotos nupciales.

La familia del Omega era muy tradicional, y quería que hicieran todo bien, o que hicieran el intento.

Así que decidieron llevar acabo una sesión de fotos con diversos trajes, en donde ambos se vieron adorables y así poder usarlas en la recepción de la boda.

—Díganme la verdad, ¿Soy un idiota? ¿O por qué él lo hace tan difícil? —Sergio, quién los estaba acompañando, se encontraba sentado en un sofá observando todo —Esto es un desastre.

Les había contado todo lo que sucedió con Max para obtener un punto de vista distinto al suyo, pues se sentía desesperado.

—Si puedo ser honesto, a veces eres un idiota —Afirmó Carlos mientras se acomodaba en la pose que le dio la fotógrafa —Pero no entiendo que más quiere si preparaste todo una cena para él.

Una foto más y el Omega creería que perdería la paciencia. No podía creer que ese par de alfas fueran tan tontos.

—Lo siento, pero en esta ocasión estoy del lado de Max —Dijo Charles captando la atención de ambos —¿En serio? ¿El anillo de tu madre para un matrimonio... como ese?

El Omega rápidamente disimulo para no delatar a su amigo. Sabía que los chismes corrían rápido y no podía exponerlo así.

—Pero él se quejó por el anillo, entonces decidí hacerlo más especial y me dijo que no, ¿Cuál es el punto medio de todo esto? ¿Por qué los omegas son tan complicados? —Checo no tardó en bombardearlo con sus preguntas.

—Tomemos un descanso —Dijo la fotógrafa sabiendo que debía darle su espacio al grupo de amigos.

—Quiero decir, soy un buen prospecto ¿No? —Pregunto el pelinegro una vez estuvieron solos.

En ese instante los prometidos volvieron a verse el uno al otro, ambos se percataban de cómo el aroma del otro alfa se volvía un poco amargo.

Se le no estaba estresado por todo el tema de la herencia y la boda.

—Claro que lo eres —Se apresuró a responder el Omega para intentar tranquilizarlo —Pero ustedes dos apenas están conociéndose. Y aunque su unión no sea precisamente genuina, creo que deben ir poco a poco, y no presionarse el uno al otro.

Carlos observaba con atención a su prometido. No había dejado de pensar lo lindo que se veía en aquel traje blanco de dos piezas.

Pero también una parte suya se sintió un poco celoso al haber afirmado que Sergio era un buen prospecto.

Y entendía bien por qué lo había hecho, pero no podía evitar sentirse así.

—Quizá una propuesta diferente, con un anillo diferente —Así que Carlos intento darle una solución rápida para terminar con el tema

Ya de por sí se había sentido un poco extraño desde que se reunió con su prometido.

Como si algo le hiciera percibir un pesar en su pecho que se hacía cada vez más grande.

No se había percatado de que su nuevo lazo formado con Charles, a base de haberle dado su marca, también le hacía sentir con más intensidad sus emociones.

Pero al ser algo tan reciente, solo causaba confusión en el alfa.

—¿Y si me vuelve a decir que no? —Cuestiona el pelinegro sacándolo de sus pensamientos —Incluso aunque este obligó a decir que si por nuestro acuerdo, él igual me rechaza. ¿Acaso es algo tan feo el casarse conmigo?

El Omega suspira pesadamente ante el actuar de su amigo.

—Checo, ya basta —La paciencia de Charles se estaba agotando —Solo disculpate con Max y verás cómo todo se arregla.

—Sé que no debí hablarle de esa manera, dime la verdad, ¿Crees que en lugar de comprarle el departamento, mejor hubiera adquirido el edificio? —Su pregunta solo molesta más al omega —Bien, ya me voy a callar

—Sergio, solo has lo que Charles te dice —Carlos apoyo a su prometido, algo que pareció gustarle a ambos.

—Bien, ya me voy a disculparme —Respondió el pecoso levantándose del sofá —Los llamaré luego.

—Con cuidado —Dijo el Omega despidiéndose.

—Perfecto —Soltó Carlos antes de ver cómo se acercaba de nuevo la fotógrafa.

Todo parecía haberse solucionado, así que podrían continuar con aquella sesión de fotos sin las interrupciones del pecoso.

Sin embargo, aquella pesadez no dejaba en paz al alfa ajeno del efecto de su nuevo lazo.

“¿Acaso es algo tan feo el casarse conmigo?”

Para Carlos, aquella pregunta le despertó muchas dudas. Y también inseguridades.

¿Acaso Charles se sentía de esa manera respecto a él? ¿Consideraba su matrimonio alguna especie de castigo o imposición? No quería pensarlo así.

Esa sensación de tristeza, sumado al aroma agrio de su Omega, le hacía sentir que no era bienvenido.

Como si estuviera haciendo algo malo.

Como si lo estuviera lastimando.

Y sabía que no podían continuar así.

Por otro lado.

—No puedo creer que le dijeras que si, creí haberte criado mejor —Se quejó Lando mientras terminaba de preparar la comida.

—Pero si eres menor que yo... —Murmuro el rubio.

—Amor, no te alteres —Daniel rápidamente intervino —No quiero que afecte al bebé.

El alfa se acerca a su esposo y acaricia su barriga delicadamente.

—Tienes razón —Respondió el castaño con una sonrisa que rápidamente desapareció —Pero es que Max no se comporta. ¿Cómo va a aceptar casarse con un extraño? Incluso yo lo dude contigo.

—¿Qué tú qué? —La respuesta de su esposo shockeo a Daniel.

—Es que estábamos muy jovencitos, amor —Afirmó antes de darle un beso —Pero aquí el que me decepciona es Max.

—Pero Sergio es una buena persona, solo es medio tonto —Señaló el rubio algo indignado por sus cuestionamientos —Además, sabes que no tengo muchas opciones.

—Bueno, si te divorcias no tendrás ni una sola —Lando se se sentó a su lado y tomo su mano con cuidado —Sabes que nadie quiere un Omega así.

—Sé bien lo que pasa con los omegas abandonados —Max se mostró algo afectado al respecto —Pero eso no me pasara a mi, principalmente porque nunca tendré su marca. Te prometo que saldré bien de todo eso.

Lando lo dudo un poco pero le dio el beneficio de la duda.

Eran amigos de prácticamente toda la vida y se preocupaba genuinamente por él.

—¿Y como está tu mamá? Hemos querido ir a visitarla pero sabes que Lando no debe hacer muchos esfuerzos —Daniel rápidamente cambio el tema para dejar atrás la discusión.

—Ha estado bien estos días, pero no quiero ir a visitarla hasta que Sergio me de el anillo —Confesó el omega —Ella no sabe la verdad, y no quiero que se entere. Debe creer que soy feliz, y con eso estaré contento.

La pareja de esposos intercambiaron miradas ante esto.

—¿Y como harán que crea en su matrimonio falso? ¿Si sabes que estar casado es más que solo llevar un anillo? —Señaló Daniel cuidando bien sus palabras para no ponerse en una situación difícil con su esposo —Deberan tomarse las manos, abrazarse, besarse.

Max se puso algo nervioso al pensar en esto. Jamás había besado a nadie en su vida.

Era algo que lo avergonzaba al sentirse que se quedaba atras comparado con sus amigos.

No quería parecer inexperto, pero tampoco quería sentir que su primer beso sería una mentira.

—Tienes que pensarlo bien, Max —La voz de Lando lo saco de sus pensamientos —El matrimonio es un tema serio.

Con estas palabras en mente, Max se retiró de la residencia de sus amigos y comenzó a caminar sin rumbo fijo.

Nunca se había detenido a pensar en todas las complicaciones que traía el estar en un matrimonio.

Ahora bien, se notaba que Sergio era un empresario de alto perfil e inevitablemente su boda causaría curiosidad.

Y él no sabía si deseaba esa clase de exposición.

En ese momento su teléfono vibró ante la llegada de un mensaje.

El rubio rápidamente lo leyó al percatarse de quién era.

“¿Podemos hablar?

—Sergio”.

El Omega se alegro al haber recibido ese mensaje porque las palabras de su amigo lo ayudaron a entender una cosa.

Necesitaban reglas.

Tenían que definir aquello que estaba permitido de lo que no lo estaba.

Hasta el momento habían estado caminando a ciegas, dando vueltas entre ellos, sin llegar a un fin en común.

Ambos debían ser honestos si querían que eso funcionara.

Es así como se puso de acuerdo junto a su prometido para verse en un parque conocido de la ciudad.

Y si bien parecía el momento perfecto para una resolución, la realidad es que ambos iban con ideas muy distintas sobre la reunión.

Cuando Max llegó al lugar, se percató que el punto de encuentro sería en una pequeña plataforma que servía como un teatro hundido, rodeado de bancas donde otras personas se encontraban sentadas.

Por alguna razón se sentía nervioso al estar rodeado de desconocidos.

Era como si su instinto le dijera algo, y si le hubiera hecho caso quizá las cosas hubieran desarrollado de manera diferente.

Por su parte, el pecoso había hecho una parada antes de llegar a aquel parque.

Sergio no había decidido solo hacerle caso a los consejos de Charles, si no también a los de su amigo Carlos.

Ambos tenían razón respecto a sus acciones.

Charles era muy considerado y empático, sabía ponerse en el lugar de los demás, y su petición para disculparse con más era bastante acertada.

Checo reconocía que se había equivocado en la forma en cómo le había hablado la noche anterior.

El reclamo del libro había sido no solo excesivo sino también ridículo.

Y sabía que también había hecho mal al hacer una cena tan privada para algo que debería ser espectacular, en su altura.

Se repetía una y otra vez en su cabeza aquella frase que Max le había dicho: Se tiene que ver real.

Aunque no pudiera usar el anillo de su madre, el cuál fue el causante del conflicto la noche anterior también habían otros anillos muy preciosos que podía usar.

Carlos tenía razón, debía volver a intentarlo con un plan diferente y un anillo que no causará conflicto.

Ellos habían hecho un trato y Max aceptaría.

Así que cuando llegó al lugar y lo vio parado completamente solo en aquella plataforma, supo que era el momento indicado.

—Pensé que no vendrías —Afirmó el rubio cuando lo vio llegar.

Sin duda alguna representó una especie de alivio el hecho de que estuviera presente y así no se quedaba solo más tiempo.

—Había un poco de tráfico y tuve que detenerme en el camino —Respondió el peli negro un poco nervioso.

Su actitud extraño al Omega, alertándose un poco al notarlo diferente.

Sin embargo, Max decidió seguir adelante con todo eso

—Bueno, ¿De qué querías hablar? —Pregunto algo tímido —Es que yo también tengo algo que decirte.

En ese momento el Alfa toma a su mano con delicadeza. Este actuar resulta una sorpresa para el rubio, quien inevitablemente se sonroja ante sus acciones.

—Quería disculparme por mi comportamiento contigo. Sé que fui impertinente y reclame cosas que no debía —Comenzo el pecoso —Lo último que deseo es que discutamos. Y me gustaría saber si nuestro acuerdo sigue en pie.

Max sonríe al recibir esta disculpa que parecía sincera.

No entiende el cuestionamiento al acuerdo que tenían ambos, pues no había motivos para echar marcha atrás.

—Acepto tus disculpas, y reconozco que tampoco reaccioné de la mejor manera —Afirmo el rubio tan vivaz como siempre —Y sobre el acuerdo, claro que sigue en pie.

Esto fue una señal de luz verde para el pecoso, quién ya tenía una de sus manos dentro de su bolsillo.

—En el camino pensaba en los escenarios perfectos para poder hacer esto, pero luego comprendí que la espontaneidad también podría ser interesante —En ese instante el alfa se arrodilla frente a Max, quién siente como el color se le va del cuerpo —Mi apreciado omega, ¿Te casarías conmigo?

El rubio voltea a ver para todos lados y se da cuenta de que están siendo observados.

La situación se torna complicada para él, pues aunque no pretende negarse, tampoco le agrada la presión que siente con tanto público.

Y, sin más opciones, asiente.

Esto es acompañado por una serie de aplausos de varios desconocidos que observaban la escena.

Además, por si fuera poco, el vitoreo por presenciar un compromiso público provocó que las palomas se dispersaran y volaran hacia ellos. Dando todo un espectáculo digno de un cuento de hadas.

Claro, si este no hubiera sido acompañado por un repentino beso que fue robado.

Uno que dejó al Omega sin palabras.

Nota: Perdón la hora jaja

Chapter 11: Entre besos robados y malentendidos

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Sergio nunca se había aventurado a hacer algo tan imprudente, pero necesitaba que se viera real. Nadie creería que estaban comprometidos si no se daban un beso.

Para él, ese beso fue la oportunidad perfecta para darle más realismo a su compromiso.

Seguramente muchos de los presentes hablarían sobre la propuesta y notó que algunos tomaron fotografías del suceso.

Esto solo alentó a acercarse al rubio y juntar sus labios solo por unos segundos, sin saber que esto afectaría al Omega.

Pero no notaría nada extraño mientras se alejaban del lugar, buscando su auto que había dejado muy cerca de ahí.

—Bueno, ya solo nos queda organizar la boda civil y finalmente acceder a la herencia —Afirmó el alfa abriéndole la puerta del copiloto para que pudiera entrar, pero Max camino de largo —¿A dónde vas?

El Omega era una montaña rusa de emociones.

Por un lado, la propuesta puso una enorme presión en él para dar el sí.

Por otro lado, ese beso no estaba acordado en lo que harían.

Era demasiado personal.

—Me iré en autobús a casa —Afirmó sin detenerse.

—¿Autobús? No, Max, vamos para el mismo lugar y te llevaré conmigo —Dijo Sergio mientras lo seguía por aquella avenida —No tiene sentido irnos separados.

En ese momento el rubio se detuvo y se giró a verlo con una expresión seria en el rostro.

—Claro que lo tiene, porque yo me voy a mi casa —Su respuesta lo golpea y llena de confusión al alfa —No a la tuya.

Esto le cayó como un balde de agua fría al pelinegro, no esperaba esa reacción.

—¿Podemos hablarlo? —Pregunto bastante nervioso.

Le había costado mucho realizar aquella propuesta y conseguir el "Sí", pero ahora parecía que todo se iría por la borda.

Y tuvo suerte de que el omega accediera.

—Me besaste y sin mi permiso —Señaló el rubio cruzado de brazos.

Sergio suspiro pesadamente al saber que de eso se trataba.

Realmente no pensó que fuera gran cosa, y más porque no fue prolongado ni tan intenso. Pero si Max no estaba contento al respecto, entonces se disculparía por su falta de consideración.

—Perdón, quería que se viera realista y actúe por impulso.

El alfa intenta tomar su mano para generar una sensación de cercanía, pero el omega no lo permite.

—No podemos hacer que esto funcione si no hay reglas establecidas —El rubio era firme al respecto, y considerando las circunstancias, Checo no tuvo más opción que acceder.

—Esta bien, dime cuales son tus reglas y las respetare —Dijo como una promesa, algo que tranquilizó un poco al omega cuyo aroma se había vuelto algo picoso y molesto para la nariz del alfa.

—Podemos tomarnos de las manos, pero no besarnos. También debemos ser honestos el uno con el otro, y evitar otra situación incómoda como la de tu propuesta... —Esto claramente llamó la atención del pecoso.

—¿Qué tiene de malo mi propuesta? —Preguntó indignado —Creí que había sido romantica.

Esta última frase fue en un tono más bajo, siempre le había costado mucho generar ese ambiente de romance y cercanía, y creyó que esta vez lo había conseguido.

—Me presionaste públicamente —Señalo Max alzando un poco la voz —Claro que no podía decirte que no cuando habían muchas personas presentes. Y luego me besaste, atrevido.

Sergio se sonrojo cuando escucho como se refirió a él.

Nunca se había considerado alguien atrevido, sino precavido y distante. Pero con Max se sintió seguro para besarlo, aunque ahora se arrepentía de haber cruzado ese límite.

—Lo lamento mucho, he sido muy desconsiderado contigo todo este tiempo. Te prometo cumplir cada una de tus reglas, te juro que nunca ha sido mi intención ponerte en una mala situación —Afirmó con una sinceridad que se veía reflejada en su rostro, pero su conversación estaba llamando la atención de terceros —Vamos a casa y hablemos, ¿Si?

Incluso el alfa se desconcertó al escucharse hablando así.

No entendía bien porque sentía esa necesidad de complacer al omega, pero termino abriendole la puerta del copiloto para que entrara al vehículo.

Como si su cuerpo actuara en automático ante esa situación.

Max sube al auto un poco más calmado, y en todo el camino ninguno de los dos dice palabras hasta llegar al penthouse.

Otmar los ve llegar y nota la actitud extraña de ambos, hasta que estos desaparecen en una de las habitaciones.

—En verdad lamento lo que pasó, nunca debí hacerlo y estás en todo tu derecho si quieres terminar con este acuerdo —Soltó el pelinegro algo desanimado.

El Omega estaba molesto, pero no lo suficiente como para romper el compromiso. Necesitaba el dinero.

—No, debemos continuar el compromiso —Respondió el rubio antes de soltar un pesado suspiro —Me enoje porque... Burlarte de mi si quieres, pero nunca había besado a nadie.

Sergio no tardo en entender porque le había afectado tanto, cuando le robo un momento que debería ser especial para el Omega y no algo ensuciado con su mentira.

—Lo entiendo, y lo siento —Comenzó el alfa —Soy un idiota, intentaré actuar mejor de ahora en adelante. Y no temas decir si me equivoco.

Max sonrió ligeramente al escuchar esto.

Era raro para él convivir con un alfa tan amable que no fuera su amigo Daniel.

Creció viendo a su padre ser un alfa distante y frío. Alguien que nunca reconocía sus errores.

Y claro que creyó que todos serían así, y que quizá Daniel era la excepción a la regla.

Sabía que los alfas podían llegar a actuar como unos idiotas, pero Sergio no solo era capaz de reconocer sus errores, sino también demostraba intenciones de mejorar y no volver a repetirlos.

Con él no sentía una necesidad de complacencia para agradarle, sino alguien en quien confiar sin miedo.

Y después de aclarar el tema, Max decidió tomar un respiro y visitar a su madre.

Esta había mejorado bastante y siempre se mostraba muy contenta cuando lo veía.

—Unos amigos se casaran pronto —Comenzó el rubio cuando su madre le pregunto sobre la boda —Queremos respetar su espacio.

—¿Unos amigos? Pero si Daniel ya se casó con ese niño gritón —Respondio su madre haciéndole reír.

Era cierto, ella no conocía más amigos de su hijo. Y quizá se debía a que no tenía a otros más que a ellos.

—No, mami, otros amigos —Afirmo algo dudoso.

¿Carlos y Charles también eran sus amigos? ¿O solo lo eran de Sergio?

—Es la temporada de bodas, pero me alegra que no se apresuren demasiado —La Omega acaricia sus dorados cabellos —Luego se dan malentendidos sobre las bodas apresuradas.

Max trago en seco ante esto.

Recordó las circunstancias del compromiso de Charles con Carlos, y se sintió algo afligido por el Omega que se encontraba en una situación complicada.

—Bueno, tampoco queremos esperar demasiado, solo lo necesario —Dijo el rubio acercándose a ella para darle un beso en la frente —Y queremos que estés presente, así que toma tus medicamentos para que estés a mi lado ese día. Por favor, mami.

Ella lo atrae hacia sus brazos, envolviendolo en un cálido abrazo que hace sonreír al joven Omega.

En el fondo se siente mal por mentirle a su madre, pero incluso si la cirugía no curaba su dañado corazón, al menos tendría un hermoso recuerdo y la tranquilidad de que su cachorro estaba en buenas manos.

Lo que su madre siempre había querido era que Max también formará una familia, porque no quería que su bebé se quedara solo en ese mundo.

Cómo todas la veces en la que la iba a visitar, ella se queda dormida mientras lo abraza y esto hace que la despedida sea más sencilla.

A veces Max se recrimina la mentira, pero sabe que parte de la mejora de su madre proviene de eso.

Por lo que decide callar sobre el acuerdo, toma un taxi y llega al penthouse donde sabe que Sergio lo está esperando.

Antes de entrar su teléfono vibra ante la llegada de un mensaje y se sorprende al ver su contenido.

“Hola Max, soy Charles. Me estoy volviendo loco por la cena de compromiso, y no he encontrado a nadie que prepare unas galletas tan buenas como las tuyas. Si haces más postres, ¿Podrías hacerte cargo de ellas? Te pagaré lo que gustes, pero estoy muriendo por comer más de esas galletas en forma de león”

Max sonrió al leer esto.

No era un experto en postres, pero conocía diversas recetas de su madre y había comprado ese libro de cocina.

Lo intentaría porque realmente amaba cocinar, pero también porque Charles mercería esas galletas después de todo el caos que estaba atravesando en su vida.

Continúa su camino, está vez más animado, y llega al departamento.

—Llegaste a tiempo para la cena —Dijo el pecoso cuando lo vio.

El rubio se detiene por un instante, puede intuir que algo está pasando.

Checo tiene esa expresión tonta en el rostro, una que denota lo nervioso y emocionado que está por algo.

Ya la ha visto antes, en esa ocasión cuando le compro el departamento y ahora teme que haya gastado más dinero en otro regalo.

—Espero que no me hayas esperado —Respondió el Omega todavía muy sospechoso por la actitud del pelinegro.

—No te preocupes por eso, ven, siéntate a mi lado —El alfa separa la silla para invitarlo a sentarse y el rubio accede todavía alerta —¿Cómo está tu mamá? Si no es indiscreción.

Esto calma un poco al Omega, era como si el pecoso supiera como calmarlo desde la tarde después de la propuesta.

—Esta bien, la veo más animada y no deja de preguntarme sobre la boda —Dijo el rubio tomando su servilleta para desenvolverla cuando algo salto de esta —¿Qué?

Un brazalete de hermosas perlas cayó en sus piernas.

—Es mi manera de pedir disculpas —Afirmo el alfa llamando su atención —Y también quería darte mi regalo por el compromiso.

Max toma el brazalete y observa cada detalle de este, incluido el pequeño zafiro central que tenía como su mayor atractivo.

—Sergio no puedo, es demasiado —Rapidamente respondió intentando poner un límite que nunca hablaron: los regalos.

—Por favor, no me rechaces —Dijo Checo mostrándole una caja de terciopelo rojo, la cual abrió revelando un collar de perlas con un enorme zafiro en medio —Un Omega de alta sociedad siempre debe portar uno.

Esto deja sin palabras al rubio, quién se siente muy cautivado pero también nervioso con los regalos de su falso prometido.

Sin embargo, por más bellas que sean las joyas, rápidamente se baja de su nube y pone los pies en la tierra.

—Yo no uso joyas, es una inversión innecesaria —Sus palabras solo provocaron una pequeña risa en el pelinegro.

—Max, todos los alfas de mi clase debemos regalar un collar a nuestros omegas para hacerles saber que está siendo cortejado —Comenzó Checo tomando el collar y levantándose de su asiento para colocarse detrás del rubio —Quiero que todos sepan que eres mío.

El Omega sintió sus mejillas arder ante esto. Y se notaba muy nervioso cuando el pecoso coloco aquel collar en su cuello.

Niega rápidamente con la cabeza cuando siente que puede llegar a confundir las cosas y olvidarse de la falsedad de su relación.

—¿Es tan necesario? —Insiste cuando lo ve sentarse de nuevo frente a él —Es muy llamativo.

—Ese es el punto —Afirmó el alfa —El collar se usa para ocultar la marca, exponerla se considera de mal gusto. Y como no tienes ninguna, nadie se dará cuenta.

—Brillante —Soltó el Omega cuando escuchó esto.

Jamás lo había pensado porque su amigo Lando no ocultaba su marca y tampoco lo hacia su madre.

Quizá era una costumbre en la alta sociedad, y tenía suerte de que le sirviera para sostener su mentira y no dañar su reputación.

Por su parte, Sergio sonreía orgulloso.

Esa vez no se equivocó y Max se miraba muy feliz con su obsequio.

Una linda sonrisa se marco en sus labios, algo que llamo la atención del pecoso y creyó que quizá nunca había visto un Omega más radiante y lindo.

Si había hecho algo bien todo ese tiempo, fue haber escogido a Max como su Omega.

Nota; perdón por la ausencia 🥺 me bloquee un poco.

Pd: Referencia a Samantha Jones y su joven de 72.

Chapter 12: El amor en los tiempos del pan quemado

Chapter Text

Faltaba muy poco para la cena de compromiso de Carlos y Charles, y Max no sabia si habia sido buena idea aventurarse a probar nuevas recetas con el tiempo encima.

Tenía que darle uso a ese libro que había comprado cuando acompañó al castaño a comprar su vestido, y realmente estaba emocionado por dedicar su tiempo a eso.

Siempre había querido aprender más sobre repostería, pero la ausencia de su padre lo llevó a tomar responsabilidades muy grandes a una edad tan temprana; algo que no sólo limitó su tiempo, sino también sus sueños.

Pero ahora tenía una nueva oportunidad para poder hacer todo lo que siempre quiso.

—Si necesitas ayuda, Otmar podrá auxiliarte —Dijo Sergio mientras se ponía su saco —Volveré un poco más tarde, saldre un rato con Carlos. Nos vemos.

El alfa se acercó a él y le dio un beso en la frente, algo que acordaron la tarde anterior.

Tenían que trabajar más en el contacto físico y no actuar incómodos con el otro, o las personas sospecharian de la veracidad de su relación.

El rubio asiente mientras continúa mezclando los ingredientes tal y como decía la receta.

Otmar estaba bastante atento a lo que sea que estuviera haciendo en la cocina, con un extintor a la mano en caso de necesitarlo.

Max solo esperaba poder aprender al menos tres postres nuevos para la cena de compromiso, pues unas simples galletas no serían suficiente para los invitados.

Terminó de verter la mezcla en los moldes de panecillos y los metió al horno.

Entonces se propuso a limpiar un poco todo el desastre que había comenzado, y olvido poner el temporizador del horno.

Ni siquiera el beta que lo acompañaba se dio cuenta de esto al estar ocupado limpiando, y como lo vio muy tranquilo, salió de la cocina para comenzar a arreglar la sala de estar.

Ninguno de los dos pareció percatarse del tiempo que paso.

Otmar había terminado de aspirar y se encontraba acomodando los cojines del sofá cuando escucho como alguien llegaba al penthouse.

—Señor, regresó muy rápido —Afirmó mientras sostenía uno de los cojines —¿Necesita que lo ayude en algo?

—No te preocupes, solo olvide algo en la cocina —Dijo el pecoso caminando hacia aquella habitación.

No se percató de la falta de su teléfono hasta que estaba cerca de su oficina, así que decidió regresar por este ya que todavía tenía algo de tiempo antes de la junta de esa mañana.

Apenas entro a la cocina y aroma invadió sus fosas nasales, arrugando un poco la nariz y volteando a ver al horno.

Max se encontraba muy entretenido en la alacena que estaba en una pequeña habitación que más bien parecía un armario. Parecía estar buscando algo entre los jarrones de conservas.

—Uhm, ¿Max? —La voz del alfa llama la atención del rubio, quien rápidamente voltea a verlo —¿No sientes ese aroma?

 

El omega lo mira con confusión porque se suponía que no debía estar ahí y no entendía a qué aroma se refería.

Así que sale de la alacena y comienza a caminar hacia él, con cada paso percibiendo un olor molesto.

Entonces su cerebro hace clic y al salir lo único que atina a pensar es en sus panecillos.

—¡No, no, no! —Grita corriendo hacia el horno para apagarlo y cuando lo abre sale el humo que casi golpea su cara, de no ser porque el pelinegro lo jalo del brazo para atraerlo hacia él y cubrirlo de este.

—Tranquilo, no corras —Murmura mientras lo abraza —Ahora checáremos que tal esta, pero ten cuidado. No quiero que termines quemándote.

Max se pone nervioso por la cercanía entre ambos, y siente sus mejillas arder, pero no sabe si adjudicarle esto al calor del horno.

—No me queme —Respondió en el mismo tono y en ese momento el pecoso se separo un poco de él y tomo sus manos con las suyas para inspeccionarlo —Te prometo que no me lastime.

—Solo tienes que tener más cuidado —Sergio acaricia sus dedos con delicadeza, siempre ha intentado generar esa cercanía entre ambos pero se detiene al pensar que quizá lo está llevando muy lejos —Veamos lo que hay en el horno.

Los dos se separan y observan aquello que hay ahí dentro.

En los molde se puede apreciar una corteza casi completamente oscura de lo que parecía ser un intento de panecillo.

El aroma del Omega se amargo un poco, algo que sintió el pelinegro y volvió a tomar su mano.

—Max... —Le habla intentaba llamar su atención, pues nota un atisbo de tristeza en su rostro y pocas veces lo he visto así.

—Soy muy torpe, en verdad siento que no puedo hacer nada bien —El rubio aparta la mirada y suelta su mano para comenzar a buscar algo para limpiar el desastre.

Checo se siente afligido al verlo así, y no planea quedarse de brazos cruzados.

—No digas eso, eres muy bueno con tus galletas y por eso Charles confía en ti para hacerlas —Intenta animarlo, pero es interrumpido.

—Soy un desastre y es probable que solo me lo haya pedido por ti —Comenzó Max mientras tomaba un trapo para mojarlo con agua —Son tus amigos, claro que va a decirme cosas lindas para agradarme.

El alfa se frustra al escucharlo hablar así, conocía a Charles y él no haría algo por el estilo.

Sabía que detestaba las mentiras y falsedades, que jamás se juntaba con alguien que no le agradara y era muy obvio que disfrutaba de la compañía de Max.

—Eso no es así... —Sin embargo, no pudo continuar al ser interrumpido otra vez.

—Es muy obvio que no soy bueno en esto y que solo me pidió hacerlo porque me tiene lástima. Soy un tonto, nunca debí aceptar —El rubio estaba a punto de tomar uno de los moldes con panecillos, pero el pecoso se interpuso en su camino.

—No me gusta cuando te refieres a ti de esa manera —Levantó un poco la voz al sentirse tan molesto al respecto —Nunca pienses que alguien siente lástima por ti. Si Charles te pidió hacer esto es porque te tiene aprecio y confianza.

—Y voy a decepcionarlo, tan solo mira esa bandeja de panecillos quemados —Señaló el Omega visiblemente frustrado —Déjame tomarlo, voy a limpiar todo esto.

Sergio no va a dejar las cosas así, y aunque podría intentar decir algo más,  sabe que no es muy bueno con las palabras y se decide por actuar.

—No está tan mal, te lo probaré —Dijo para después voltearse hacia la charola con panecillos y tomar un pedazo con sus dedos, sintiendo un ardor en el proceso de lo calientes que estaban y rápido llevándolo a su boca —Q-que rico.

Su lengua quema y hace todo lo posible por masticar lo duro del pan, es como si masticara un pedazo de carbón encendido.

Por más que se esfuerza, en su rostro no solamente se puede notar lo mucho que le quema la boca sino también el asco que le da el sabor a quemado.

Traga en seco y Max solo puede verlo algo horrorizado por lo que presenció.

Claro que entendía su punto, solo quería hacerlo sentir bien. Incluso si eso significaba comer pan casi hecho cenizas y quemarse en el proceso.

—¿Estás bien? —Dijo el rubio tomando su mano y viendo como está a algo rojiza —¿Te duele?

El alfa mueve ligeramente los dedos y una mueca de dolor se refleja en su rostro.

—¿Ya ves que yo soy el tonto? —Responde con una sonrisa que rápidamente contagia al Omega —Olvide tomar los guantes.

Toda esta situación le trajo un recuerdo a Max, algo que lo hace sonreír aún más y sostiene la mano del pecoso con cierta nostalgia.

—¿Sabes? Cuando era pequeño me lastimaba, mamá siempre hacia esto —En ese momento acercó su mano a sus labios y le dio un beso en la zona dañada —Así curará más rápido.

Sergio siente sus mejillas arder ante esto, y desvía la mirada al sentirse extraño por la situación.

Sin embargo, había empezado una táctica personal para acercarse más a Max y así poder conocerse mejor.

Y eso era intercambiar un recuerdo por otro.

—Cuando era pequeño y tenés algún accidente en donde me hacía daño, mi abuelo solo me decía que dejara de llorar —Su respuesta llama la atención del Omega, quién no comprende la frialdad del desconocido —Porque los alfas no lloran. Ni siquiera había hecho mi presentación como uno, pero él ya estaba seguro de eso.

Esta nueva información resulta bastante deprimente para el rubio, y comienza a creer que muchas cosas en Checo tienen sentido si le cuesta expresar lo que siente.

Muy contrario a él, que a veces pareciera que siente demasiado y teme que eso incomode a las personas a su alrededor.

Y quizá eso era algo en lo que ambos podían trabajar juntos.

Así que el rubio no suelta su mano, y se acerca más a él, pero manteniendo cierta distancia para no ser invasivo.

—¿Puedo darte un abrazo? —Su pregunta lo confunde —Te puede ayudar a sentirte mejor, a soltarlo todo.

El alfa duda un poco, si bien buscaba cercanía con el omega, también era consciente de que debían tener cuidado con sus dinámicas.

Ambos eran conscientes de la falsedad de su relación, pero eso no significaba hacer fríos el uno con el otro.

Así que acepta, envolviéndolo en un abrazo que, contrario el primero, era más íntimo.

Y cuando el pelinegro posó su cabeza en el hombro de Max, se sintió un poco relajado.

Muchas veces se sentía algo tonto por la manera en Cómo se le dificultaba relacionarse con otros, principalmente omegas, pero con el rubio era muy diferente.

Se sentía tranquilo, como si pudiera soltarse y ser él mismo.

No puede evitar abrazarlo por la cintura, pegándose más a él y respirando su delicioso aroma que lo hacía sentir en casa.

—Gracias —Dice separandose de él —Creo que me ayudó, y ya no me duele tanto la mano.

Max sonríe ante esa respuesta y se aleja para continuar limpiando la cocina, pero Sergio comienza a quitarse el saco y lo arroja a una silla.

—¿Qué haces? —Pregunta el Omega visiblemente confundido en tu actuar.

—Voy a limpiar todo esto, y luego ambos cocinaremos esos panecillos —Afirmó el alfa tomando el trapo de su mano.

—Pero me habías dicho que tenías una junta esta mañana —Le recordó —Y ya te ha robado bastante tiempo.

En ese momento el pecoso deja el trapo a un lado y lo mira con atención.

—Cierto, la junta —Dijo el pelinegro tomando su teléfono y marcando unos números —Cancela todas mis citas, incluyendo la reunión, hoy estare muy ocupado en casa.

Max asombra ante esto y sonríe nervioso.

—N-no puedes hacer eso, ¿O sí? —Balbucea al hablar.

No puede negar que está impresionado.

—Claro que puedo, soy el jefe —Sergio sonríe al responder esto, había algo coqueto en su actuar.

—Pero no es necesario... —Y esta vez es el Omega quien resulta interrumpido.

—¿Piensas que voy a abandonar a mi Omega cuando me necesita? —Su voz es algo juguetona, algo que provoca que las mejillas del rubio se sonrojen —Puede que nuestra relación sea falsa, pero no sería irresponsable contigo. Eres mi prioridad.

Max no sabe por qué razón escapó un suspiro de sus labios. Pero rápidamente niega con la cabeza y se apresura a ayudarlo a limpiar.

Sonríe discretamente, nunca nadie lo había puesto primero, solo su mamá.

¿Cómo era posible que un hombre tan ocupado y exitoso como Sergio, se preocupara más por su bien que por sus negocios?

No podía creer lo afortunado que era, aunque está relación fuera una mentira.

Y aunque negara que algo más podría pasar, no podía luchar contra sus instintos al sentir su corazón acelerándose cada vez que estaba cerca de ese alfa.

La forma en cómo lo ayudó a preparar la mezcla, hornear los panecillos e incluso decorarlos.

Había mucha dedicación para ser algo falso.

¿Era solo su percepción o realmente se podría dar algo?

Nota; hoy si me puse a chambear desde temprano jaja

Chapter 13: Practicas privadas

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Los días previos a la cena de compromiso se la habían pasado horneando y perfeccionando cada detalle para que Max pudiera entregar un trabajo no solo visualmente hermoso, sino también delicioso.

Dejaron todo listo para poder llevarlo al dia siguiente y esa mañana estaban desayunando tranquilamente cuando Max casi escupe su café al leer el periódico.

Comienza a toser al sentirse algo ahogado, y Sergio le da unas palmaditas en la espalda algo preocupado.

—¿Estás bien? —Pregunta cuando se calma un poco —¿Qué te pasó?

El omega solo atina a señalar el periódico, haciendo que el pelinegro preste atención a lo que este decía:

"El amor está en el aire: Sergio Pérez y Max Verstappen anuncian su compromiso"

—Lo había olvidado —Murmuró el alfa y luego se giró a verlo visiblemente nervioso por su imprudencia —Tenía que anunciarlo antes de la cena de compromiso de Charles y Carlos, así será más fácil que te reconozcan en esta.

A Max no le hace mucha gracia tanta exposicion, pero sabia que se debia a la condicion social de su futuro esposo y él acepto todo lo que conllevaba la mentira.

—¿Y de donde sacaron esta foto? —Preguntó el rubio señalando la fotografía donde el alfa le pedía matrimonio frente a un montón de desconocidos.

—Me costó mucho encontrar a alguien que haya tomado foto de ese día —Explicó el pecoso escogiendo sus palabras con cuidado al verlo y sentirlo algo enojado—Pero lo conseguí, ¿Te molesta?

El omega suspira pesadamente, pero entiende que no llegaran a nada si decide iniciar una discusión. Así que opta por marcar un límite.

—Me gustaría que decisiones así primero las consultes conmigo —Señaló y el alfa asintió.

No le dieron más vueltas al asunto, pues ya había pasado y no había nada que pudieran hacer para evitarlo.

Pero esto ayudó a Max a entender su nueva posición y lo que implicaba ser el prometido de alguien conocido dentro de la sociedad.

Y le causó gracia que su amigo Daniel le llamara por teléfono para comentarle que leyó la nota en el periódico y le mencionó que guardaría el recorte.

Al menos quedaría como una anécdota para el grupo de amigos.

Esa misma tarde decidieron visitar a Charles.

Este había organizado una pequeña cena para los tres, donde conversarían sobre los próximos eventos que cambiarían sus vidas para siempre.

—¿Y Carlos no vendrá? —Pregunta Sergio a la primera oportunidad.

El castaño levanta la visa y niega con la cabeza.

—Está ocupado en el trabajo y le pedí un poco de espacio antes de la boda, sabes que mis padres son muy tradicionales y no quiere que tengamos otro incidente antes del matrimonio —Afirmó mientras picaba la comida sin intenciones de probar bocado —¿Y ustedes como van con su mentira?

Alfa y omega se miraron el uno al otro, y fue el rubio quien decidió responder.

Era complicado hablar del tema como lo que era en realidad: una mentira.

Pero a veces necesitaban bajarse de su nube para entender que lo era, y no confundir los límites de su falsa relación.

—Estamos mejorando, hemos puesto reglas para no incomodar al otro —Max comenzó a explicar cada una de ellas, y la expresión divertida en el rostro de Charles lo confundió —¿Qué pasa?

—Lo siento, pero... —Dijo intentando contener su sonrisa —¿Como van a creer que son un matrimonio real si no se besan?

—Bueno,  no es necesario que nos besemos —El rubio no tardó en responder, pero se notaba algo nervioso ante tal cuestionamiento.

—¿Y cuando sea la boda? Si saben que se tienen que besar, ¿No? —Charles pregunta sumamente divertido al verlos tan nerviosos.

Y cuando max iba a decir algo, Sergio supo que era el momento de intervenir.

—Ya nos hemos besado, y solo tenemos que hacerlo una vez cuando nos casemos —Señaló el alfa —Fuera de eso no estamos obligados a hacerlo más veces.

El castaño sonrió ante esto, le había parecido imprudente por parte del pecoso el cuestionar la ausencia de Carlos y ahora se lo cobraría.

—A ver, besense frente a mí —Dijo tomándolos por sorpresa —Quiero ver que tan natural se ve.

Alfa y omega volvieron a cruzar miradas, esta vez como si estuvieran pidiendo permiso al otro respecto a la propuesta.

Max no está muy seguro al respecto, pero siente que necesitan una opinión honesta sobre su falsa relación, y también parte de su curiosidad lo llama a asentir al hombre frente a él.

El pelinegro no tiene problema alguno al respecto, solo quiere su consentimiento.

Y una vez obtenida, cierra el espacio entre ambos tan rápido como se separa de él. No busca incomodarlo con su cercanía en tal acto.

Pero el corto tiempo que duró el contacto hizo que el rubio se sonrojara de la vergüenza.

Max aparta la mirada, pero es Sergio quien tiene que contener una sonrisa al pensar en lo adorable de su reacción. Resulta muy obvio que no está acostumbrado, y que posiblemente tenga otro efecto en él.

Uno que ninguno de los dos parece querer admitir.

—¿Y ya? ¿Eso fue todo? —La voz de Charles los saca de sus pensamientos —¿Un piquito?

—¿Eso es malo? —Pregunta el rubio todavía sonrojado.

No quería creer que lo estuviera haciendo mal cuando tampoco sabía cómo debía hacerse.

—Bueno, solo que quieran que todos vean que ni siquiera soportan besarse —Señaló el castaño —Max, te quedas estático. No eres una estatua, ¿O si?

—Oye, no lo molestes —El alfa se mostró molesto ante tal señalamiento —Solo es un beso, no tiene que ser tan explicito. Ni que fuéramos exhibicionistas.

Sergio tomó la mano del omega por debajo de la mesa, mostrándole apoyo por la situación tan incómoda que estaban atravesando.

Pero esto solo puso más colorado al joven.

—No digo que se metan la lengua frente a mi, solo que no se vea tan frío —Explicó Charles entre risas —Yo sé que su relación es falsa, pero ustedes tienen que trabajar en hacerla ver real. Necesitan practicarlo más ahora que su compromiso es público.

—Estamos intentándolo —Señala el alfa algo molesto al ver como Max se miraba apenado ante la situación.

—Se los digo como su amigo —Comenzó el castaño en un tono más serio —¿De verdad piensan que será tan fácil como solo decir “si, acepto” frente al altar? No creo que ese abogado se quede de brazos cruzados con la idea de que anuncies tu compromiso justo después de saberse lo de la herencia. No es idiota, cualquiera sospecharía.

Alfa y omega volvieron a mirarse, pero esta vez ambos entendían que Charles tenía razón al cuestionar la forma en cómo llevaban esa relación falsa.

Todo era apresurado, y poco natural.

Sergio parecía besarlo como si no le importara en lo más mínimo, mientras que Max se quedaba parado como si fuera una estatua.

El no querer incomodar y la falta de experiencia se notaba a kilómetros.

Si alguien comenzaba a hacer preguntas sobre el otro, seguramente no sabrían como responder y eso sembraria dudas sobre ellos.

Y eso era lo último que querían.

Así que cuando terminó la cena y era momento de regresar a casa, ninguno de los dos sabía que decir al respecto.

Llegaron al departamento y cada uno fue a sus respectivas habitaciones.

Sergio miraba al techo mientras intentaba dormir, no dejaba de pensar en aquel sonrojado omega avergonzado por un pequeño beso.

¿Insignificante beso? No lo sabía.

Lo había querido ver como una tarea a realizar, pero no podía dejar de pensar en lo lindo que se veía con sus mejillas rojitas.

¿Por qué no dejaba de pensar en lo lindo que era? Bueno, todo alfa se daría cuenta de la belleza de Max.

Aunque le daba algo de pena ser él quien fuera su primera experiencia en esto, principalmente por aquel beso robado. Si lo hubiera sabido antes, no lo habría hecho.

Pero un golpeteo en la puerta lo saca de sus pensamientos.

—¿Estás despierto? —Pregunta Max en un tono algo bajo.

—Adelante —Dijo el alfa acomodándose en la cama y lo ve entrar con sumo cuidado —¿Paso algo?

El Omega se acerca lentamente y señala con la mano la cama, como si pidiera permiso para sentarse.

Sergio asiente sumamente preocupado de que algo lo este afligiendo.

—Estuve pensando en lo que dijo Charles, sobre los besos —Comenzó visiblemente nervioso —Creo que tiene razón. Se honesto conmigo, ¿Soy como una estatua?

El pecoso sonrió ante esto.

—No diría exactamente eso, solo que se nota que no estás acostumbrado —El alfa no sabía cómo explicarlo sin asustarlo, pero necesitaba demostrárselo —¿Puedo acercarme a ti y besarte?

Max se sorprende al escuchar esto y siente sus mejillas arder. Odia ser tan blanco y que sus mejillas coloradas delaten su sentir.

Pero no podía negar que le gustaba mucho tener cerca a ese alfa, aunque lo pusiera muy nervioso.

Y no podía contra sus propios deseos, por algo había caminado a su habitación esa noche, ¿No?

—Quiero aprender, y evitar que sospechen algo —Afirmó el Omega.

En ese momento Sergio se acercó a él, rozando sus labios ligeramente sin dejar de mirarlo.

La punta de su nariz choca con la suya y la esquiva para que sus labios se encuentren en un corto contacto.

Sintió que se quedaba sin aliento al solo haberlo tenido así de cerca.

Se aleja un poco pero no lo suficiente para mala o buena fortuna del Omega.

—No te mueves, tienes que participar —Señala el pelinegro —Te quedas en una expresión en blanco, debes superarlo.

En ese momento Max cierra el espacio entre ambos y atrapa sus labios con los suyos.

Sergio no se lo esperaba, pero instintivamente termina poniendo sus manos en la cintura del rubio.

No era un beso perfecto, pero al menos se dio un avance al tener iniciativa.

—¿Y como lo hice? —Max parece entusiasmado ante la idea de haber mejorado.

Fue otro beso de piquito corto del que tanto se burlaba Charles, pero el pecoso sabe que el rubio se comprometió con la tarea de manera voluntaria.

—Ya no tienes esa expresión tan confusa —El alfa se asombra por como manejo el ligero problema —Solo que debería durar un poco más.

Esto solo impulsa al más joven.

—¿Cómo besas a tus parejas? —Su pregunta se metía en un terreno más personal, desdibujando los límites impuestos por ambos.

Y aunque Sergio podría hacerse negado, decidió acceder a esta petición.

—Solo acomodate de esta manera —Dijo mientras lo tomaba de la barbilla para moverlo a su gusto —Y repite lo que yo haga.

Max asiente y el hombre se acerca de nuevo a su rostro.

Besa sus labios con delicadeza, no se despega de él mientras le da pequeños besos que solo lo sonrojan aún más.

Ya no son encuentros breves, pero tampoco tan aventureros.

Ninguno de los dos se percata de la forma en cómo casi han juntado sus cuerpos, y las manos del Omega buscan agarrarse del alfa. Pero se contiene.

Sergio no puede negar que le gusta mucho todo eso, principalmente porque ha pasado un tiempo desde que besaba de esa manera a alguien.

Sin embargo, se contiene al no querer rebasar un límite.

Se separa un poco y sonríe al verlo más relajado a comparación de la primera vez.

—Ese fue un beso más amoroso, aunque si lo prefieres podemos continuar con encuentros más precioso —Señaló intentando recuperar la conversación.

Pero Max tiene una duda muy interesante y no la puede dejar ir, principalmente después de como había avanzado en eso.

—¿Que quizá decir Charles con meternos la lengua? —Su pregunta lo toma desprevenido.

Sergio entiende que no tiene experiencia en el terreno del amor, y que está muy interesado en aprender, pero no sabía si estaba bien.

—No quiero espantarte, apenas estás aprendiendo y es algo más íntimo —Respondió con una sonrisa nerviosa.

Pero verlo así de rojito y nervioso por él, hacían que resistirse fuera más difícil.

—Quiero que me enseñes —Max estaba imparable con sus lecciones a media noche.

El alfa no podía decirle que no porque también deseaba hacerlo.

—Bien, pero dime si quieres que pare —Dijo para ver cómo el rubio asentía —Al principio será extraño, pero solo tienes que hacer lo que yo.

Dicho esto, se acercó a él y le plantó un beso un poco más atrevido, tomándolo de la barbilla para hacerlo abrir la boca e introducir su lengua en busca de la suya.

Max titubea un poco, le resulta invasivo pero se decide por completar la experiencia.

Sin embargo, su cuerpo reacciona a tal estímulo, posando sus manos en sus hombros y buscando acercarse más, si es que eso era posible.

Sergio comienza un baile sensual con sus lenguas, algo que solo emociona al más joven que apenas le puede seguir el paso.

Pero de un momento a otro parece que han olvidado que era una simple práctica, y ahora el alfa lo toma de la cintura para atraerlo hacia él.

Max nunca se había sentido tan deseado, y aunque disfruta mucho esa clase de encuentro, pronto el pecoso lo hace alejarse de él.

El pelinegro se muerde el labio después de romper el beso, no puede continuar con eso.

Sabe que es quien más experiencia tiene en el amor, y de continuar así podrían terminar enredándose de otra forma.

No desea aprovecharse de su inexperiencia.

—Es todo lo que debes de aprender hoy —Murmuró algo atontado.

El Omega no parece estar muy de acuerdo con eso, le ha gustado como lo ha tomado pero sabe que debe respetar los límites.

Aunque estos poco a poco se van desdibujando.

Pd: pido perdón por el retraso, está semana me está agarrando como su saco de boxeo 😤

Chapter 14: Relaciones escandalosas

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Al dia siguiente todo fue tranquilidad a lo largo del día, Sergio y Max casi no se vieron debido a que el alfa estaba algo ocupado en el trabajo.

Mientras que el rubio se intentaba encontrar algo que ponerse para esa noche.

El pecoso le había comprado muchas cosas para que pudiera escoger lo que más le gustara, pero todo era tan bonito que le resultaba muy complicado.

Para los omegas había un código de vestimenta específico, el cual eran los colores pastel; así que termino eligiendo un traje de satin azul cielo que combinaba perfectamente con la joyeria que el alfa le había regalado.

Otmar le ayudó en su elección, además de repasar el uso de los cubiertos y los buenos modales en la mesa. Estaría frente al círculo social de Sergio y no quería avergonzarle.

—El señor Pérez es un alfa muy cotizado entre los omegas, muchos intentaron acercarse pero él siempre se negaba a cortejarlos —Comenzó Otmar instruyéndolo sobre cómo actuar —Con el anuncio de su compromiso deberá cuidarse de aquellos que fueron rechazados, porque le tendrán mucha envidia.

Max asintió ante esto.

Era algo que ya temía y esperaba, porque nadie podía ser tan ciego para no ver su atractivo, no solo fisico sino tambien social. Y Charles ya le había comentado sobre las falsas apariencias dentro de su círculo, y como debía cuidarse de las personas así.

No había duda de que estaba nervioso.

Así que Otmar le preparó un delicioso baño para que se relajara, y ahora el omega se encontraba en la bañera intentando alejar cualquier mal pensamiento de su cabeza.

Podía recordar perfectamente la noche anterior. La forma en cómo se aventuró a besar a Sergio y hasta donde habían llegado con sus lecciones.

Facilmente podria decir que eran con la finalidad de aprender, pero sabía que era una mezcla de curiosidad y deseo. Algo que no podía evitar y quería que se volviera a repetir.

Lleva una de sus manos a sus labios y cierra los ojos recordando aquel beso que le arrancó más de un suspiro.

Le gustaría que sergio volviera a besarlo de esa manera, pero que no se tratara de alguna práctica. No, él deseaba que lo tomara más en serio.

Se había regañado a si mismo por ese pensamiento, pero no podía evitarlo. Se sentia atraido por él, pero sabía que debía recordarse una y otra vez que esta relación era falsa.

Sin embargo, era muy difícil no imaginar las posibilidades de que el pecoso se fijara en él de otra manera, y no tener que fingirle cariño. Que lo quisiera de verdad, y no bajo un acuerdo monetario.

A Max realmente le emociona esta idea, pero sabe que es imposible. Porque los recuerdos y el dolor le impedían aventurarse a esto, no quería lastimar su corazón de omega.

Termina de bañarse y se apresura a vestirse cuando escucha que Sergio ya ha llegado a casa.

Otmar le seca el cabello mientras lo peina para que quede presentable. Sabe que el omega está nervioso y quiere ser de ayuda para tranquilizarlo.

Al final se coloca la hermosa joyería que su prometido le ha regalado, aunque le parecía demasiado, el beta le hizo saber que en esos eventos los omegas gustan de lucir esa clase de accesorios.

Para ellos más es más, y tiene que acoplarse para encajar.

Cuando terminó de arreglarse bajo a la sala para esperar al alfa, quien ya estaba saliendo de su habitación para encontrarlo.

—¿Listo? —Preguntó mientras bajaba las escaleras y arreglaba sus mangas —Tendremos que pasar por Charles ya que... —Se detiene un momento al ver a tan hermoso omega en aquel traje azul que combina perfectamente con sus ojos —Carlos tuvo un problema... Te ves precioso.

Max sentía como sus mejillas ardían ante ese comentario, y el pelinegro parpadeara un par de veces para después sonreír nerviosamente.

—Gracias, Otmar me ayudó —Respondió el omega casi en un susurro  —Tú... te ves muy guapo.

El rubio sintió la necesidad de devolver el cumplido, aunque no era mentira.

Sergio se veía realmente atractivo en aquel traje negro hecho a la medida que lo mostraban no solo elegante, sino también denotaba su posicion social.

Con su cabello perfectamente peinado y un rizo rebelde que permanecía en su frente. Su expresión seria desaparecía cuando miraba al omega, sonriendo bobamente sin saber cómo reaccionar ante él.

—G-gracias —Balbucea y pronto se aclara la garganta para continuar —Deberíamos darnos prisa o llegaremos tarde.

Max asiente y titubea un poco cuando el alfa le extiende la mano para que la tome, pero no tarda en reaccionar y la toma algo nervioso. Era su primer evento social como pareja y debería salir bien si querían que creyeran su mentira.

Salen del edificio y suben al auto de Sergio, quien conduce hasta el departamento de Charles, pero al abrir no es él quien atiende.

—Hasta que llegaste —Dice el hombre abriendo la puerta sin fijarse de quien se trataba —Mi hijo lleva esperándote media hora...

—Señor Mark —El pelinegro se asombra al encontrarlo de frente y más por lo molesto que se veía.

El alfa mayor pensaba que era alguien más y claramente se avergonzó por la forma en la que le hablo.

—Sergio, ha pasado mucho tiempo desde que te vi —Comenzó Mark moviéndose a un lado para que entrara, ni siquiera se fijó en el omega que venía detrás de él —Mira que alto y guapo te has puesto, escuche que te graduaste con honores —En ese momento el joven alfa se dio cuenta hacia dónde se dirigía esa conversación y lo reafirmó cuando el mayor lo tomó del brazo —Con él deberías estarte casando, no con el tonto de Carlos. Pero sabía que te gustaba desde ese dia que te fue a recoger a la casa cuando llegó en motocicleta.

—¡Papá! —Gritó Charles al ver como zarandeaba a su amigo, además de ponerlo en evidencia de aquella ocasión donde le temblaron las piernas cuando su ahora prometido llegó a verlo —Me estas avergonzando.

—Pero miralo, ¿Como me vas a decir que no te casaras con él pero si con el irresponsable de Carlos? Te dijo que venía hace media hora y no lo veo por ningun lado —Continuó reclamando el padre alfa —Teniendo tantos buenos prospectos y te vas a casar con ese tonto.

—Él ya viene en camino, y por favor ya no hables asi de mi prometido —Insistió el castaño, al cual ya le resultaba difícil la idea de casarse con alguien que no lo amaba como para que su padre no dejara de insultar a su futuro esposo —Me dijo que no tardaba.

—De hecho, Carlos no vendrá —Sergio no solo fue imprudente, sino que sin querer terminó incitando a mark a que se molestara aún más con su yerno —Me pidió que viniera por ti, se quedó varado en su auto y la grúa tardara un poco en llegar. Pero me dijo que sí estará a tiempo para la cena.

La expresión en el rostro de Mark era todo un poema.

—Es un tonto, ni siquiera es capaz de llevarte a la cena de compromiso ¿Y espera que le entregue a mi hijo en el altar? —Su aroma se volvió picante para los presentes, alejándose un poco de él —Si no fuera por esa marca, esto no estaría pasando.

—Papá... —Murmura Charles algo desanimado.

Ya era suficiente que él pensara eso como para que se lo dijeran en la cara.

Sabia bien que sin esa marca Carlos jamás se casaría con él, y esto lo hacía sentir demasiado triste como para siquiera poder disfrutar un poco de todo el proceso de su boda.

—Bien, solo creo que deberías haberte casado con Sergio —Insistió cruzándose de brazos.

 

Max se ha mostrado incómodo todo ese tiempo, parece que el alfa mayor no lo considera en ningún sentido.

Y Charles se da cuenta de esto, así que decide callar de una vez a su padre con información que solo lo hará avergonzarse.

—Papá, él es Max Verstappen, el prometido de Sergio —Señaló el castaño y todos pudieron ser testigos de cómo el color abandonó el rostro del hombre.

—Un gusto, señor —Respondio el rubio extendiendo su mano como un saludo.

Mark le corresponde, pero se mantiene callado mientras lo observa de arriba a abajo.

No le resultaba familiar, y su apellido tampoco sonaba como de alguna importante de su círculo.

—¿No le agrada conocer a mi prometido? —La voz de Sergio lo saco de sus pensamientos y asintió sin decir palabra —Yo estoy más que feliz por casarme con él.

El joven alfa se había percatado de la forma en cómo lo miro, y conocía muy bien a la familia Webber-Vettel como para saber lo que pensaba.

Y rápidamente el ambiente se tensó.

—Creo que ya es hora de irnos —Charles termino interviniendo para finalizar la conversación entre ambos alfas.

Así que, un poco incómodos, terminaron saliendo de aquel departamento para emprender el camino hacia la cena de compromiso.

Y esperaban que todo saliera bien.

Cuando arribaron vieron que ya habían llegado varios invitados, así que Charles se apresuró en saludarlos.

Max se quedó a su lado en lo que llegaba Carlos, y en este tiempo el castaño aprovechó para presentarle a algunas personas.

—Muchas felicidades —Fernando Alonso, un alfa agradable pero de carácter fuerte, saludo al futuro novio mientras llevaba del brazo a su esposo.

—Que sean muy felices, como mi Nano y yo —Comentó Lance con una amable sonrisa.

—Les agradezco, Carlos vendrá pronto para que pueda saludarlos —Afirmo el de ojos verdes para después verlos marcharse hacia una de las mesas —Apenas se le nota.

El rubio volteo a verlo confundido.

—¿Qué cosa? —Pregunta mientras con la mirada cualquier cosa que se la haya pasado.

No es muy discreto, así que el castaño le da un ligero toque con su codo para que deje de hacerlo.

—Lance está en cinta —Murmuró —Su padre es socio de Fernando desde hace años, pero como el Omega estaba en el extranjero lo conoció hace pocos meses. Fue todo un escándalo, se veían a escondidas por la diferencia de edad. Lawrence casi lo mata, pero terminó aceptando el matrimonio.

Max se sorprendió al conocer esta información.

No sabía que casos así se daba en ese círculo sociales, pero pudo notar cómo los demás omegas buscaban mantener distancia de Lance.

Entonces Charles le explicó que aparte de ese escándalo muchos de sus amigos se alejaron de él, principalmente porque comenzó a considerársele como un Omega manchado.

Se espera que un Omega sea dócil, sumiso, y no atrevido y desafiante.

Lance iba en contra de todo lo que se espera de un Omega, pero poco le importaba mientras tuviera a su alfa a su lado.

Al poco tiempo llegó Carlos y se disculpo por la tardanza, pero Charles se mostró algo decaído.

Sebastián era el único de sus padres que se miraba contento con todo esto, mientras que los padres del alfa se mostraban ausentes por estar de viaje de negocios.

Sin embargo, Carlos se mostró contento en intento sobrellevar todo lo que estaba pasando.

Vieron algunas fotografías de la pareja cuando eran niños y luego adolescentes.

Habían compartido gran parte de su vida en su juventud, y ahora se casaban como si fueran dos extraños.

Dieron pequeños discursos de agradecimiento, y al final se dieron un beso tan fugaz como frío.

—Oye, ¿No es ese la clase de beso que Charles tanto señalaba? —Max murmuró esa pregunta al alfa —Eso quiere decir que no se aman, ¿Verdad?

Sergio no dijo nada respecto a su pregunta, pero el silencio también era una respuesta.

Sabía que había sido complicado para ambos el tener que aceptar que ahora compartiría la vida juntos con una pareja.

Y, por estar en su mundo, quizás no presto demasiada atención al sufrimiento de sus amigos.

El evento continuo sin ninguna situación escandalosa, al menos no públicamente.

—Mira quien vino —Dijo Charles cuando se sentó junto al rubio y señaló a un alfa alto y moreno —Es Lewis Hamilton, hacia años que no sabía nada de él. Pensé que mi invitación no le llegaría.

El de ojos azules observa con atención a ese desconocido cuyo porte era formidable.

Bien vestido y con modales impecables, tenía el don de la conversación y parecía siempre estar rodeado de personas que disfrutaban su compañía.

Pero entonces ve a Sergio caminando hacia él y lo saluda cálidamente.

Conversan con una familiaridad que pone un poco nervioso al Omega, ¿Por qué se senria así?

—¿Él y Sergio son muy amigos? —No puede evitar preguntar cuando ve como toma su brazo y buscan la cercanía del otro.

—Peor —Fue la respuesta que recibió de Charles, pero es que rápidamente se dio cuenta que soltó la lengua un poco —Olvidalo, mejor disfruta del champagne mientras voy al baño.

El castaño se alejo rápidamente, se había sentido algo mal de un momento a otro.

Quizá algo le había caído mal.

El rubio observa un poco más pero no quería darle más vueltas en su cabeza.

Se sentía algo... ¿Celoso?

“Peor” ¿Qué podía significar eso? Nada bueno, eso es verdad.

Al final Max decidió caminar en el jardín del lugar para tomar un poco de aire fresco, lo necesitaba.

Pero entre los arbustos escucho un sonido que llamo su atención.

—Uhm... —Soltó aquella voz que le resultó un tanto conocida —Estas tan duro...

El rubio se puso colorado al darse cuenta de lo que ocurria en la oscuridad de la noche.

Lance y Fernando estaban siendo muy cariñosos el uno con el otro, con sus manos tocando aquellas zonas que a ojos del joven le parecían prohibidas.

Pero se notaba que eso era lo que hacían las personas enamoradas.

Sale de ahí ante la invasión a la intimidad de la pareja, pero no puede dejar de pensar en que quizá tenga nuevo material para sus prácticas privadas.

Nota: Feliz cumpleaños aguacate317 (Wattpad) ♥️♥️♥️♥️ tkm amix.

Chapter 15: Recuerdos de juventud

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Entre copa y copa Sergio sintió su cuerpo relajándose.

Había estado algo nervioso debido a la presencia del Moreno. Hacía años que no sabía nada de él.

Sin embargo, sabía que no podía ignorarlo en un evento tan importante para sus amigos.

Y es que resultaba algo extraño interactuar con alguien que alguna vez significó mucho en su vida, pero ahora parecían desconocidos.

—Escuché que tu abuelo falleció, lo lamento —Dijo Lewis sacando lo de sus pensamientos por un momento —Recuerdo que solía enojarse mucho por nuestras travesuras.

El pecoso sonrió ante las memorias de su juventud.

—Sí, decía que eras una muy mala influencia para mí —Respondió haciéndolo reír.

—Supongo que fue el más feliz cuando me marché —Señaló el moreno y el ambiente se tensó un poco —Ha pasado mucho tiempo desde ese día.

Ambos dieron un trago a sus respectivas copas, hablar sobre ello era más difícil de lo que pensaban.

Pero incluso los dos sabían que el abuelo tenía razón al respecto.

Dos alfas no pueden estar juntos.

—Al menos dime que te fue bien en Inglaterra —Sergio se aventuró a romper el hielo que poco a poco se formaban en esa conversación —Y que hayas traído algún recuerdo.

Lewis sonríe ante esto y hace una señal con su mano a alguien que está entre las personas.

—Más que un recuerdo, me robe a alguien para poder crearlos —Bromeó y pronto un rubio se acercó a ellos —Te presento a Nico, mi esposo.

El alfa sonríe nerviosamente, pero le estrecha la mano al Omega.

—Un gusto en conocerte, mi esposo me contó mucho sobre ti, su mejor amigo —Dijo Nico con una sonrisa amable —Ahora puedo ponerle un rostro a esas historias.

El pecoso sonríe y suspira ligeramente.

Había escuchado el rumor de que su ex pareja había conocido a alguien en el extranjero y comenzado una relación.

Charles era el que más contacto tenía con él, pero hacía unos años le había pedido que dejara de contarle lo que hacía.

Nunca iba a poder superar a Lewis si sentía que su fantasma lo perseguía.

Y con el tiempo poco a poco se fue olvidando de él y lo que vivieron juntos.

Tomándolo como una experiencia grata de su vida, y dejando atrás aquellos sentimientos que algún día los unieron.

Pero no podía negar que se había sorprendido al escuchar las noticias de su matrimonio.

Nunca pensó que Lewis fuera un tipo que se comprometiera de verdad en una relación, principalmente después de lo que pasó entre ellos.

Sin embargo, estaba feliz por él.

Al menos uno de los dos había encontrado el amor a pesar de todo.

—Me alegra mucho ver que esos dos finalmente están juntos —La voz de Lewis volvió a sacarlo de sus pensamientos —Pensé que se pasarían toda la vida girando el uno alrededor del otro.

Checo lo miro visiblemente confundido, y de pronto recordó que estaban haciendo ahí.

Claro que el moreno no sabía nada de la situación detrás del compromiso de sus amigos.

Y se supone que no podrían hablar de eso con nadie, aunque era algo que se estaba murmurando.

Que Charles y Carlos se casaban obligados por los padres del primero.

Pero era bastante común que los matrimonios sin amor se dieran en las familias bastante bien posicionadas

—Sí y espero que sean muy felices —Fue lo único que atinó a decir en respuesta.

—¿Y qué hay de ti? Escuché que te comprometiste —Lewis lo miraba expectante, ansiaba conocer al Omega de su expareja.

—Oh... —Escapó de los labios del pelinegro y con su mirada comenzó a buscar a Max hasta que lo vio entrar del jardín —Ahí esta, disculpen.

Sergio no le hace un ademan para que venga hacia él, por el contrario, es él quien comienza a caminar para ir hasta donde se encontraba.

El rubio tenía las mejillas coloradas y parecía un poco confundido.

—¿Qué pasa? —Pregunta en voz baja cuando lo ve llegar.

—Tengo que presentarte a unos amigos, solo recuerda lo que hemos ensayado —Murmuró el pelinegro tomando su mano —No estés nervioso, solo será una pequeña conversación y luego nos marcharemos a casa.

Max asiente y juntos comienzan a caminar hacia donde se encontraba Lewis.

El rubio siente como si sus pies pesaran con cada paso, porque no puede evitar sentirse un poco intimidado ante aquel moreno.

Sentía que significaba algo importante para su prometido y con solo verlo podía notar lo elegante y distinguido que era.

Y pensaba que no estaba a la altura.

Soltó un suspiro antes de llegar hasta ellos, estaba visiblemente nervioso.

—Lewis, Nico, él es mi prometido Max —El pecoso los presentó y el Omega no tardó en estrechar sus manos.

—Un placer —Dijo Max mientras sonreía algo sonrojado.

Una imagen que el alfa amaba ver.

—Vaya que eres alto —Señalo Lewis —Y además lindo.

El rubio sonríe algo incómodo y desvía la mirada.

Lewis y Nico comienzan a platicar sobre el evento y lo lindos que se miraban los prometidos.

Pero Sergio se da cuenta de lo incómodo que está Max, principalmente cuando el moreno le toca el brazo y esto hace que el rubio lo vea fijamente.

El alfa sabe que es una costumbre de Lewis tocarle el brazo a alguien para qué le presta atención, pero se intrigó con la reacción de su prometido.

—Ya es algo tarde, debemos marcharnos a casa —Comenzó el pelinegro tomando la mano de su Omega —Fue un gusto conversar con ustedes, supongo que podemos repetir en la boda.

Sergio realmente no quería eso, le resultaba incómodo tratar con ambos cuando sentía que no los conocía del todo.

Lewis se miraba muy diferente a como lo recordaba, pero no tenía intenciones de conocerla más.

No quería reavivar una chispa que ya estaba apagada.

Finalmente la pareja se despide y se marcha del lugar, al menos esa noche esquivaron una bala sobre su compromiso.

Sabían que tenían que trabajar mejor al momento de conversar con otros y no delatarse en el proceso.

Al poco tiempo llegan a casa, y no hay nadie en el departamento.

Sergio le había dado la noche a Otmar, pues pensó que regresarían más tarde.

—No nos fue mal —Dijo el alfa sentadose en el sofá —Pero necesito relajarme, mi espalda me está matando.

Max se acerca a él y se sienta a su lado, no sabe que decir con exactitud.

Quiere llamar su atención, que lo vea de otra manera. Pero para eso tiene que ser un poco más atrevido.

Y parecia que el alcohol le había dado algo de valor para hacerlo.

—Puedo ayudarte en eso —Comienza algo nervioso y el solo pensarlo hacer ver sus mejillas —Podemos practicar de nuevo.

Sergio sonríe ante esta la propuesta, y pronto el rubio termina de cerrar el espacio que hay entre ambos.

Siente sus suaves labios sobre los suyos, un poco tímidos, pero poco a poco más atrevidos.

No duda en poner su manos en sus mejillas para atraerlo más hacia él.

Hay algo extraño en su piel, se siente muy calida.

Sin embargo, Max aplica sus conocimientos aprendidos e introduce su lengua en su boca.

Le corresponde al instante, comenzando un baile sensual con sus lenguas y arrancadose uno que otro suspiro.

El Omega está casi encima suyo, respirando contra su piel y gimiendo en sus labios.

Esos pequeños quejidos calientan algo en el alfa, quién posa sus manos en su cintura y lo hace sentarse encima suyo.

Max se deja llevar y baja una de sus manos por el abdomen del pelinegro, recorriendolo lentamente hasta llegar a su entrepierna, donde se detiene.

—Quiero tocarte —Confiesa casi en un susurro.

Sergio se relame los labios y sonríe.

Puede sentir su aroma penetrando en su nariz, y su respiración caliente chocando contra su rostro.

No puede negarse a algo que también desea.

—Hazlo —Le da luz verde —Pero déjame tocarte como yo quiero.

El rubio asiente y no tarda en descender su mano hasta su entrepierna, tocando el duro miembro de alfa que se oculta en esos pantalones.

Checo suspira pesadamente, hacia tiempo que no se dejaba llevar de esa manera y que alguien lo tocaba de esa forma.

Max no parece sabe muy bien qué más hacer, solo repite aquello que vio en el jardín.

Lo recorre con su mano sobre la tela y siente como una humedad se hace presente entre sus propias piernas.

Se muerde el labio mientras continúa tocandolo y pronto el pecoso lo hace inclinarse hacia él para besarlo.

Y mientras sus lenguas se encontraban, Max no dejaba de presionar con su mano para sentir ese pedazo de carne.

Sergio siente que perderá el control si no hace algo para detener su travesura, pero el hecho de que lo este tocando puede más que otra cosa en ese momento.

El tacto con su mano no es suficiente.

—¿Te gusta eso? —Pregunta el alfa con una voz más ronca y el Omega asiente sumamente sonrojado —¿No quieres sentir rico?

Max asiente mientras se muerde el labio, no puede con la humedad que siente entre sus piernas.

Checo lo hace sentarse completamente sobre él y pone sus manos en su cintura para guiarlo.

Mueve sus caderas sobre el alfa y siente su miembro duro en su trasero.

Suspira pesadamente sin dejar de moverse y pronto el pelinegro baja sus manos hasta sus nalgas y las toca con poca vergüenza.

Continúa ayudándolo a moverse, y pronto un par de quejidos escapan de la boca del rubio.

—S-sergio... —Balbucea un poco cuando el alfa desabotona el traje del Omega y acaricia uno de sus pezones con sus dedos —A-ah...

El pelinegro sonríe y se inclina un poco para poder pasar su lengua sobre este, haciendo temblar al rubio.

—Jalame de la corbata —Le da indicaciones de que hacer, y el Omega obedece.

Tira de su corbata para pegarlo más hacia él, y el alfa se lleva aquel pezón a la boca, algo que provoca que Max mueva con más fiereza sus caderas.

Se siente tan mojado que no puede soportar ese juego.

Gimotea sobre él y esto lo llena de orgullo.

Entonces Sergio aprovecha para llevar una de sus manos hasta la zona más sensible del rubio, y con sus dedos presiona sobre la tela húmeda en su entrada.

Max gime sin vergüenza ante tal sensación y no deja de mover sus caderas buscando más contacto.

La lengua del alfa sube hasta su cuello y recorre la glándula aromática del Omega.

El rubio siente como si en cualquier momento le fuera a dar su marca, y se pega más a él.

Sergio continúa tocandolo, pero el movimiento de caderas poco a poco se vuelve más lento, casi deteniéndose.

Inhala su delicioso aroma, se siente tan cautivado por él.

Pero sabe que debe parar eso, porque el recuerdo de su conversación en la cena le llega a su mente.

La idea de marcarlo aún sabiendo que su matrimonio será falso, lo asusta porque no quiere meterlo en una situación como en la que están sus amigos.

Así que, queriéndolo o no, termina deteniéndose.

Es como se Checo hubiera reaccionado al último momento, y lo hace quitarse de encima suyo.

Max lo mira confundido, sabe que han cruzado más de un límite en ese instante.

Y tiene miedo de qué todo haya sido en vano.

—Sergio... —Lo llama todavía aturdido por su calor interior.

Sin embargo, y pecoso cree que es lo mejor para los dos.

—Creo que ya sabemos cómo besarnos —Afirma el alfa acomodándose la corbata —Ya no necesitamos más lecciones así.

Al Omega esto no le gusta, pero no puede hacer nada más al respecto.

Solo sabe que su actuar fue correspondido. Aunque los dos estaban algo adormecidos por la champaña.

Abotona de nuevo su traje y se levanta del sofá para irse a su habitación.

Incluso con las lecciones terminadas, todavía podía sentir esa húmedad en sus piernas.

Sabía lo que significaba, no era nada tonto.

Ambos fueron a sus habitaciones con la idea de olvidar lo que sucedió esa noche.

Pero sus acciones pronto tendrían consecuencias.

Nota: disculpen que no actualicé anoche
: c pero me sentía muy cansada.

Chapter 16: ¿Cuántos alfas se necesitan para cambiar un bombillo?

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A la mañana siguiente, Sergio termino de prepararse para salir a correr como cada mañana.

Lo hacia bastante temprano para poder estar lo mas apartado posible en aquel parque cerca de su departamento y también para regresar justo a tiempo para desayunar con su prometido.

En su mente repasaba los pendientes que había dejado en la oficina, mientras que se adentraba entre los arboles para seguir su ruta favorita.

Pero parecia que su propio cerebro quería traicionarlo esa mañana, ya que por mas que quisiera no pensar en Max, más lo hacia.

Lo recordaba frente a él, con esos ojitos azules que tanto le gustaban y sus mejillas sonrojadas por el alcohol.

Sus labios sobre los suyos, y la forma en cómo se pegaba a su cuerpo.

¿Por qué pensaba tanto en eso?

Sentado sobre él, moviendo sus caderas sin ningún tipo de pudor y jalandolo de la corbata.

No podía dejar de pensar en el sabor de su piel, el dulce aroma que se intensificaba con cada beso.

Estaba embriagado por él.

Sin embargo, sabía que no debía continuar, ¿Pero por qué no dejaba su mente?

El pecoso se detiene junto a un árbol, el sudor empapa su cuerpo pero es su cabeza la que duele.

Respira profundamente y niega varias veces con la cabeza.

—No, no, no... —Murmura en voz baja mientras se apoya en el árbol —¿Qué estás haciendo, Sergio? Dijimos que ya nunca nos volveríamos a sentir así por alguien.

Mira a su alrededor, cualquiera pensaría que está loco.

Pero incluso él cuestiona su propia cordura, ¿Cómo podía ser víctima de su propio juego?

Ambos decidieron que toda su relación sería una mentira para obtener un beneficio, y ahora él parecía querer cruzar la línea.

Todas sus reglas, todos los límites.

Y por unos besos que parecieron hacer cortocircuito en su cerebro.

Lo sabe bien, no puede dejar de pensar en Max por una razón.

Revive el recuerdo en su mente una y otra vez por una razón.

—Lo quiero... —Susurró para después tomar su teléfono y hacer una llamada importante.

Sabía que era muy temprano , pero esa de verdad era una emergencia.

Por su parte, Max se había despertado algo atareado.

—Uhm... —Soltó mientras ponía una mano en su cabeza, la cual ardía —¿Qué me pasó anoche?

Mira el techo de su habitación y los recuerdos pronto se hacen presentes.

Sus mejillas se vuelven coloradas al recordar el suave pero firme agarre del alfa en su cintura.

Un suspiro escapa de sus labios de manera inconsciente.

Todavía puede percibir su aroma que descuidadamente impregnó en su ropa de manera descarada.

No puede creer lo lejos que llegó en su comportamiento con tal de llamar la atención de Sergio.

Torpemente se levanta de la cama y comienza a desvestirse para aliviar un poco esa calidez.

Con cuidado se quita el anillo de compromiso y lo deja en la mesita de noche.

Puede ver el collar que su prometido le regaló mal colocado en su caja.

Era problable que fuera lo único se quitó la noche anterior además de los zapatos, ya que este collar era demasiado pesado.

Se siente un poco mareado y caluroso, asi que decide darse una ducha para despejar su mente.

El agua fría cubre su cuerpo, pero no puede dejar de pensar en Sergio.

Sus fuertes manos recorriendo su cuerpo, su dulce pero autoritaria voz.

La forma en cómo su lengua resbaladiza se adueñaba de su boca y danzaba con la suya.

Cómo lo tuvo casi semi desnudo sobre él, sientiendo su miembro erecto debajo suyo y deseando poder entregarse a él.

¡BAMM!

El estruendoso sonido de una cachetada llena el baño y el rubio se queja por haber sido muy brusco consigo mismo.

—¿Qué estás pensando? —Murmuro para si —Concentrate.

Max no podía creer que comenzó a fantasear con la idea de ser llevado a la cama por el alfa.

Sabía bien las complicaciones que podría sufrir un Omega si todo eso salía muy mal.

Tenía que concentrarse o sino perdería el control.

Se suponía que todo era falso, ¿Por qué le da tantas vueltas?

Muy en el fondo siente que Sergio jamás lo tomara en serio, solo lo necesita para obtener el dinero.

Y pensar en esto lo deprime un poco.

Sale de la ducha y se acerca al espejo, observándose detenidamente.

—No soy como ellos... —Murmuró con cierta tristeza.

En sus manos se reflejaban todos sus años de trabajo desde su juventud.

Sus facciones no eran tan delicadas como la de otros omegas, y tampoco tenía esa delgada y envidiada figura como ellos.

No sentía que Sergio pudiera escogerlo solo por ser él mismo, nunca podría.

A sus ojos el alfa solo se había acercado en su desesperación para encontrar a un Omega dispuesto a ceder a su tonta mentira.

Pero jamás se fijaría en él de manera genuina, y quizá esos besos de mentira no significaban algo para él.

Niega con la cabeza, no necesita esos pensamientos.

Toma su bata y envuelve su cuerpo húmedo para salir del baño.

Es algo tarde, así que se apresura a cambiarse para bajar a desayunar con su prometido.

Pero cuando llega, este ni siquiera está.

—¿Y Sergio? —Pregunto deteniéndose abruptamente —¿Ya se fue? ¿Llegué muy tarde?

El rubio se regaño en su menta al sentirse inútil por no ser más puntual.

—Salio a correr como todas las mañanas, pero me pidió que solo le sirviera el desayuno a usted —Explicó Otmar invitándolo a sentarse —Buen provecho.

Max se sienta en aquella mesa vacía, llena de comida pero ausente de compañía.

El beta se marcha y no le da las respuestas que necesita.

¿Acaso Checo estaba molesto con él por lo ocurrido la noche anterior? ¿Lo estaba evitando?

La preocupación provocó que casi no tocara la comida.

No quería creer que lo había arruinado todo.

Y quizá el alfa por eso se alejo de él esa noche.

Se arrepentio de haber llevado tan lejos el juego de los besos, pues ahora temía que todo fuera en vano.

Por otro lado, Sergio tocaba la puerta con desesperación hasta que esta Finalmente se abrió.

—Dios, al menos bañate antes de venir —Se quejó Carlos haciéndose a un lado para que pudiera entrar —Es muy temprano para esta peste.

—No seas exagerado —Se defendió el pecoso.

—Vas a dejar apestando mi casa, ve a ducharte si tanto quieres hablar —Condicionó el castaño mientras cerraba la puerta —Te daré algo de mi ropa.

Sergio acepto a regañadientes y pronto se metió a duchar.

Usando la ropa de su mejor amigo, se sentaron en la sala para poder atender el tema que tanto lo aflige.

—No se que hacer, siento que no puedo pensar —Comenzó el pelinegro —Pero siempre está en mi mente, todo el tiempo.

Carlos lo mira con confusión.

—¿Y que es eso que no abandona tu mente?

—Max —Confesó para su sorpresa —No dejo de pensar en sus lindos ojos y como pareciera que sonríe con ellos. O en sus lindas mejillas cuando se sonroja. Me siento como un tonto.

El castaño pronto entiende la complicada situación.

—Pensé que todo era fingido entre ambos.

—Lo era hasta que nos besamos —Continuó el pecoso —Y si bien solo era para ensayar, anoche casi me lo llevo a la cama.

Carlos se ahoga con su café al escuchar esto y voltea a verlo sumamente impactado.

—¿Qué tú qué? —Preguntó y pronto un sonrisa traviesa se asomó en sus labios —¿Tener sexo con él también es parte de tu teatro? ¿Te darán más rápido la herencia?

El pelinegro le da un golpe en el brazo que lo hace callar.

—Hablo en serio, nunca ha sido mi intención cruzar el límite de nuestra falsa relación —Insistió —Pero él de verdad estaba comprometido con la tarea...

No pudo continuar al verse interrumpido por la risa de su mejor amigo.

—¿Así le dicen ahora? ¿Comprometerse con la tarea? —Se burla una vez más y otro golpe lo hace callar.

—Lo digo en serio, yo no planeaba llegar más lejos —Se podía notar la desesperación en su voz —Pero ya no se que hacer.

—Entonces no vayas más lejos y listo, detén el problema antes de que se haga más tarde —Carlos intentó darle una solución.

—Pero ese es el problema, quiero más —Y su confesión lo deja sin palabras —Por un momento creí que casi le daba mi marca.

—¡¿Qué?! —Grita el castaño levantándose de su asiento —Dios, dime qué no lo hiciste.

—Pues claro que no lo hice, tonto —Checo se apresuró en responder —¿Qué parte de 'casi' no entendiste? Por eso yo te pasaba las respuestas en los exámenes, no se puede confiar en tu capacidad para pensar.

—Oye, controla tus palabras —A Carlos no le cayó en gracia su respuesta.

—Mejor ayudame y dime —El pecoso regreso al tema anterior —¿Por qué no puedo dejar de pensar en él? ¿O nunca te has sentido así? Que tu corazón se acelera cuando piensas en un Omega.

El castaño desvío la mirada.

Claro que sabía lo que eso se sentía.

No había dejado de pensar en Charles y en todo lo ocurrió después de esa noche cuando sus vidas cambiaron.

Desearía que lo mirara de nuevo a los ojos, pero el Omega se había vuelto distante.

Quería que su matrimonio funcionará, pero parecía que el de ojos verdes estaba en una página distinta.

Y anhelaba que volteara a verlo, que supiera que no había abandono su mente y... Su corazón.

—¿Eso es estar enamorado, no? —Soltó el castaño sin pensarlo demasiado.

Incluso él analizo su situación después de escuchar a su amigo.

Pero fue Sergio quién trago en seco al confirmar sus sospechas.

Ya habían cruzado muchos límites, y eso podría resultar un dolor de cabeza para otros.

Sin embargo, con él era diferente.

—Haré las cosas bien —Afirmó levantándose del sofá bastante decidido—Deseame suerte.

Lo había analizado bien de camino al departamento de su amigo y sabía lo que tenía que hacer si llegaban a la misma conclusión.

—Oye, espera —Dijo Carlos tomándolo del brazo —Ven.

El castaño se acercó a él y comenzó a olarlo detenidamente.

—Hey, ¿Qué te pasa? —Se quejó el pecoso alejándose.

Sin embargo, Carlos se había dado cuenta de algo.

—Apestas.

—Ya me duche, ¿Qué más quieres? —Se quejó.

—No, tonto, lo digo en serio —Continuó Carlos —Estas apestando, es muy fuerte. Parece que necesitas un supresor.

Sergio se sintió avergonzado cuando escuchó, ni siquiera se había dado cuenta.

El castaño pronto busco en su habitación algún supresor que lo pudiera ayudar a sobrellevar el celo de una manera más tranquila.

Si bien le resultaba algo vergonzoso toda esa situación, al menos su amigo logró darse cuenta antes de que se desarrollase más.

No tardo en hacer uso de este y, después de agradecerle, se marchó rumbo a su casa.

Sin embargo, al llegar no lo encuentro por ningún lado.

—Salió a visitar a su madre, señor —Fue la respuesta que le dio Otmar.

Y así fue como el alfa tuvo que quedarse varias horas esperando su regreso.

No quería ser intrusivo, sabía que era un momento personal que no debía interrumpir.

Respetaba y admiraba mucho esa parte de Max, su resiliencia y lucha por sacar adelante a su madre enferma.

Pero principalmente ese amor inquebrantable que sentían por el otro.

Y así fue como cayó la noche, cuando finalmente el rubio se hizo presente en el departamento.

Se había quedado junto a su madre casi todo el día, principalmente porque no se sentía muy bien.

Desde que se levantó se había sentido algo extraño.

Sergio decidió darle su espacio, sabía que debía ser más organizado con su plan si no quería otra bofetada como la primera vez.

Aunque podría decirse que fue esta misma lo que lo llevo a insistir en su idea de casarse con él.

Y mientras el alfa se encontraba durmiendo en su habitación, una sombra se arrastraba por el suelo al sentirse embriagado por su aroma.

No pudo soportarlo más.

Nota; perdón la hora :c

Chapter 17: Menú degustación

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Max se sentía demasiado caliente.

Cuando regresaba de ver a su madre comenzó a sentirse mal.

Al principio creyó que era fiebre, pero para cuando se percató de lo que estaba pasando, ya era muy tarde.

Se encontraba en su cama dando vueltas sin poder conciliar el sueño.

Y en su mente no dejaba de repetirse aquella imagen de ellos dos en el sofá la noche anterior.

Una y otra vez, recordando sus besos, caricias y quejidos.

Su dulce aroma, uno que incluso todavía podía sentir en la punta de su nariz.

Inconscientemente abre las piernas y levanta las caderas como si buscará algo... O alguien.

No puede evitar brincar al sentir una punzada en su entrada y percatarse de que ha estado lubricando la última media hora.

Cierra los ojos con fuerza intentando contenerse, pero poco a poco el calor se va apoderando de su cabeza.

Solo puede pensar en una cosa, y entonces pierde el poco control que le quedaba.

Al estar tan ocupado trabajando e intentando pagar las cuentas del hospital de su mamá, Max nunca había experimentado un celo tan intenso.

Normalmente duraban poco tiempo y no eran tan fuertes, más por sus inexistentes relaciones.

Esto lo volvió irregular, pero al estar en constante contacto con las feromonas de un alfa dominante como Sergio, esto provocó que su instinto Omega se intensificara al creer haber encontrado una pareja.

Pero este celo era especialmente fuerte.

Baja de la cama y gatea por el frío suelo, recorriendo los pasillos hasta llegar a la habitación de su objetivo.

Sergio se encontraba profundamente dormido, desconociendo aquel Omega que acechaba en la oscuridad en busca de su nudo.

Pronto el rubio llega hasta su cama y con cuidado se sube a esta, posicionandose sobre el alfa.

—Uhm... —Gime despacio mientras se sienta sobre sus caderas y comienza a moverse para generar una fricción conocida —S-sergio...

Lleva sus manos al pecho del alfa para sostenerse mejor sin dejar de moverse, ahora se siento un poco mejor.

Y el pecoso abre poco a poco los ojos.

Algo adormilado, observa al Omega restregando su cuerpo contra el suyo.

Su dulce aroma a durazno y algodón de azúcar se intensifica en la punta de su nariz.

El Alfa duda si lo que está viviendo es un sueño extraño, porque no cree que sea real.

—Max, ¿Qué haces? —Murmura cuando ve como el rubio se acomoda dándole la espalda para poner su enorme trasero sobre su miembro erecto en sus pantalones de dormir —Uhm...

No puede evitar gemir ante el contacto, observando aquellas carnosas piernas pálidas pegándose a él.

El Omega solo lleva puesto un shorts que hacen que el pecoso se muerda el labio al ver lo apretados que le quedaban.

Y es que parecía que se los iba a quitar en cualquier momento.

Meneando el culo mientras busca la atención del alfa, Max está desesperado.

Bajo la idea de que sea una fantasía dentro de un sueño, el pelinegro lleva ambas manos al trasero del Omega y masajea sus nalgas sin ninguna vergüenza.

—Alfa, por favor... —Ruega el rubio sin dejar de moverse —Te necesito...

Sergio suspira pesadamente para después darle una nalgada que lo hace brincar.

—Mi lindo Omega, rogando por un poco de polla —Murmura y en ese momento Max se levanta para después colocarse entre las piernas del alfa.

—Si, dámelo, lo quiero... —Dice el Omega colocando una mano en el miembro del pecoso —Lo quiero dentro de mí.

Lo aprieta ligeramente, lo suficiente como para despertar al alfa y que este se de cuenta de que no se trata de ninguna fantasía.

Es algo muy real.

—¿Max? —Pregunta en un susurro y puede ver la intensidad del celo en su mirada penetrante —Ay no...

—¿Qué pasa? Alfa, dámelo ¿O quieres que lo meta a mi boca? —Su pregunta lo desconcierta.

En ese momento Max le baja los pantalones de dormir y lo deja solo con sus boxers con los cuales se podía notar con claridad su duro miembro, uno al que el Omega le pasa la lengua por encima de la tela.

Y en ese momento Sergio cierra lo empuja con su pie y cierra las piernas.

Resultaba obvio que todas esas caricias provocaron que el alfa se excitara, pero gracias al supresor que había tomado las feromonas del Omega no lograron afectar su juicio.

—Max, necesitas calmarte —Afirmó el pelinegro sentándose en la cama y viéndolo en el suelo —¿Estás bien?

Sergio se levantó para ir hasta donde se encontraba, quizá había sido muy brusco cuando lo alejo de él.

El rubio se pone de rodillas frente a él y se agarra a su cintura, colocando una mano en su entrepierna.

—Yo lo quiero ahora... —Murmura intentando bajarle el boxer, pero el alfa se lo impide —Por favor, dame tu nudo...

Checo traga en seco, pero se mantiene firme en su decisión.

Sabe que el rubio no está actuando en sus cinco sentidos y no se aprovechará de su condición.

Entiende que eso está mal, por más que le este rogando en el suelo.

—No, Max, no tendremos sexo —Respondió con firmeza alejándose de él.

Y en ese momento el Omega se levantó del suelo para ir tras suyo, empujándolo contra la cama.

—Dije que me des tu nudo, alfa tonto —Max no solo alza la voz, sino que también se coloca encima suyo, aprisionandolo contra el colchón —Te necesito dentro de mi.

Sergio estaba en shock, lo había tomado desprevenido y ahora el Omega, que era visiblemente más alto que él, lo tenía en desventaja.

—Max, detente —El alfa intenta mostrarse autoritario, quizá hablándole firme lo hará reaccionar —Bajate y déjame.

Sin embargo, esto no funciona.

—¿No quieres estar dentro de mi? —Pregunta en un susurro que roza sus labios.

El pelinegro los observa con atención, labios rosados y gruesos, se muere por besarlos de nuevo.

Y es como si el Omega le leyera la mente, porque no tarda en acortar el espacio entre ambos y juntar sus labios en un encuentro caliente.

Sus lenguas bailan entre ellas y su respiración se mezclan junto con sus aromas.

El olor a licor de café atalcado de Sergio no es tan fuerte al de Max debido a sus feromonas que llenan la habitación.

Lo toma de la cintura para acercarlo más a él, le encanta el dulce sabor de sus labios y la forma en cómo se entrega a él en cada beso.

Pero pronto recuerda lo mal que está todo esto, y se separa de él con cuidado.

Sin embargo, sabe que tiene que ser más listo por el tamaño del Omega.

Obviamente él es más fuerte, pero no quería utilizar su fuerza para controlarlo.

—¿Quieres mi nudo? —Pregunta un poco nervioso, no sabe si funcionará. Pero el Omega asiente —Te lo daré, solo déjame ir por algo que te ayudará a sentir más rico.

Max duda un poco, pero esas eran las palabras que uso la noche anterior antes de comenzar a tocarse.

—¿Me lo darás? —El Omega se nota impaciente, pero más flexible al diálogo y el alfa asiente.

—¿Me dejas levantarme? —Al ver la duda en su mirada, Sergio se decide por ser más convincente y coloca una mano en el trasero del rubio para darle un pequeño apretón —Te prometo que cuando vuelva te follare tantas veces como quieras.

El celo dominaba al Omega, y este asintió rápidamente antes de hacerse a un lado.

Sergio se levanta de la cama y con cuidado camina hacia el pasillo y jala de la puerta de la habitación para encerrar al rubio bajo llave.

Corre hacia el teléfono de la casa y marca al número de la única persona que lo podría ayudar en ese momento.

Al poco tiempo Carlos ya estaba en el departamento más que listo para afrontar la emergencia.

—¿Qué traes puesto? —Pregunta el pelinegro cuando lo ve de arriba a abajo.

—Mi equipo de protección contra omegas en celo —Respondió mientras daba una vueltecita para mostrarle todo su conjunto.

Llevaba puesto una bolsa negra para cubrir su cuerpo, unos guantes para no tener contactos directo y un cubre bocas con lentes protectores.

—Es un celo, no un virus —Le recordó su amigo.

—Mira, ya lo arruine una vez con un Omega, no lo haré dos veces —Su respuesta solo provoca la risa de su amigo —¿Qué? Seguramente Max se sienta atraído por mi aroma, no tardará en querer arrojarse a mis brazos.

Esta respuesta no le agradó al pecoso, y lo miro con cierto recelo.

—¿Trajiste los supresores? —Pregunto cambiando el tema.

Había buscado de arriba a abajo algún supresor y no tenía ninguno, por eso le encargó la tarea de traerle al menos uno.

—¿Pastilla o inyección? —Respondió mostrando ambos objetos —Estoy más que listo para tranquilizar a ese Omega.

Sin embargo, por más animado que se mirara, todavía parecía ponerse algo celoso.

—Ya vamos —Dijo sin siquiera voltear a verlo —Solo ten cuidado.

Caminan juntos de regreso a la habitación y, apenas abren la puerta, Max se avalanza a los brazos del pecoso.

—Sergio, tu nudo, dámelo —El rubio no tarda en rogarle por su atención, sin siquiera ver al otro alfa en la habitación —Lo prometiste.

Restriega su cuerpo contra el suyo y Carlos se muestra algo incómodo al verlo tan desesperado por su mejor amigo.

—Así ha estado toda la noche, no deja de pedir mi nudo —Dice el pecoso algo avergonzado por la situación —Ayudame.

—Oye, Max, ¿Podemos hablar un momento? —Pregunta el castaño pero el Omega niega con la cabeza.

—No, quiero montar a mi alfa —Confiesa haciendo que los dos amigos sientan sus mejillas arder de la vergüenza.

—Max, por favor, solo toma está pastilla y te sentirás mejor —Sergio le acercó el supresor pero el Omega se negó a tomarlo —Es para que no te duela cuando te de mi nudo.

Las mentiras sobre el nudo habían funcionado antes, así que valía la pena intentarlo.

—No es estúpido, sabe que con eso se le pasara el celo —Señaló Carlos y esto provocó que el rechazo del rubio fuera mayor.

Él necesitaba ser llenado.

—Sergio, por favor... —Suplicó el Omega tomándolo de la mano para llevarlo hasta la cama y así abriéndose de piernas frente a él —Solo mételo.

—Ay, esto se puso explícito —Dijo Carlos observando a dónde se dirigía todo esto.

—Max, yo no... —El pelinegro no pudo terminar de hablar porque las piernas del rubio rodearon sus caderas para pegarlo a él —No hagas esto, por favor.

—Dámelo... —Insistió comenzando a mover sus caderas.

En ese momento a Sergio se le ocurrió una idea.

—Te lo voy a dar, solo abre bien tus piernas —Respondió el pecoso moviendo sus caderas contra las suyas, fingiendo pequeñas embestidas contra el Omega.

—Mejor los dejo solos —Dijo Carlos dispuesto a irse.

Pero Sergio le hizo una señal con la mano y sin decir palabra le pidió el supresor.

Quería aprovechar los quejidos del rubio para meterle la pastilla a la boca.

—Uhm... Si... —Se queja el Omega mientras los dos alfas se pasan el supresor —Quitate esto, y dámelo.

En ese momento el rubio baja ligeramente el boxer del pelinegro y expone su miembro para tomarlo con su mano.

—Ay... —Suelta el pecoso al sentir el contacto y ambos alfas voltean a ver al Omega.

—Ugh, que asco —Dice Carlos apenas se percata de la situación —Max, guarda esa porquería, tú no quieres tocar eso. Ni siquiera sabes dónde estuvo antes.

—¡Oye! —Sergio alzó la voz visiblemente indignado.

—Ahora te toca darle el supresor y además lavarle las manos, cochino —Y el castaño continuo quejándose.

Esto molesto a Sergio, quién se alejo del Omega y se acomodo la ropa para guardar su hombría.

—Al menos yo sí sé cuándo lo debo ocupar y cuando no —Respondió refiriéndose al asunto con Charles.

Carlos, molesto, decidió ponerle en tela de juicio.

—Ni sierve esa cosa —Lo acuso olvidándose de cuál era el problema principal esa noche.

—Lewis no piensa lo mismo —Y Sergio también.

Pero en ese momento el orgullo de un Omega se vio afectado.

Y de golpe una almohada fue lanzada contra el pecoso.

Checo y Carlos voltean a ver a Max, quién se miraba molesto por lo que escucho.

—Alfa, ¿No soy suficiente para ti? —La pregunta del rubio los desconcertó —No me quieres ni aunque me arrastre en el suelo por ti.

Sergio se impacto al escuchar esto, y culpo a su amigo de todo esto.

Cuando el castaño volteo a ver a su amigo, este le da un almohadazo en la cara.

—Idiota, mira lo que provocaste —Se quejó el pecoso dispuesto a ir hacia el Omega para consolarlo, pero Carlos le pego con otra almohada que había cerca.

—¿Idiota? Solo intento ayudarte, tonto —Responde el alfa visiblemente molesto.

Los dos alfas comienzan a pelear usando las almohadas como armas, pero cuando el pelinegro está ahogando a su amigo con una de estas, escucha algo que lo hace detenerse.

—Nunca seré lo suficientemente atractivo para conseguir a un alfa.

Max estaba acostando en la cama, mirando fijamente al techo de la habitación.

Deja a su amigo medio desmayado en el suelo y corre hacia donde se encontraba el Omega.

—Max, no es eso... —Comienza pero es interrumpido por este.

—No mientas, no me quieres tocar porque te doy asco —Reclamó el Omega para después darle la espalda.

Sergio se sentía desesperado.

—Eso no es así, Max, tú nunca me darías asco —Aclaró buscando su mirada —Me gusta como eres, me encanta tu sonrisa y la forma en cómo te sonrojas cuando te pones nervioso. ¿Cómo podría sentir asco por un Omega tan bonito?

Max lo voltea a ver esperanzado y en ese momento el pecoso se coloca encima suyo, muy cerca de sus labios.

—Entonces demuestralo —Y el rubio lo reta.

En ese momento Sergio acorta la distancia entre ambos y junta sus labios en un dulce beso.

Carlos se levanta del suelo solo para verlos como se comían las bocas en aquella cama.

Pero pronto observa como su amigo logra meter la pastilla en la boca del Omega en medio del acto.

Max siente que algo toca su garganta y termina tragando de manera instintiva.

El pecoso continúa besándolo hasta que finalmente el Omega se queda dormido.

—Vaya tarea, eh —Se burlo el castaño cuando lo vio levantándose.

—Vaya idiota que eres, casi lo arruinas —Sergio todavía estaba molesto.

—Se puso celoso con Lewis —Soltó Carlos con una sonrisa —Creo que es muy obvio que tienes oportunidad con él.

El pecoso sonrió ante esto.

Acomodo a Max en aquella cama para que pudiera dormir más cómodo, y le dio un beso en la frente.

Se despidió de su amigo, quién lo ayudo a qué todo se solucionará y se fue a dormir.

Carlos se marchó pensando en como deshacerse de ese pestilente aroma a Omega en celo antes de desayunar con su sus suegros y prometido.

Mientras que Otmar, quién tomaba pastillas para dormir, tuvo que aromatizar el departamento a la mañana siguiente.

Nota: perdón la hora, es que sino luego se me olvida jaja

Chapter 18: Ese Omega no se toca

Chapter Text

Carlos siempre había sido un alfa muy coqueto.

Sabia que nunca le había agradado a la familia Webber-Vettel, principalmente por su comportamiento rebelde en su juventud.

Le gustaba salir con diversos omegas, pero siempre hubo uno que nunca podía tocar.

Charles era perfecto a los ojos de todos.

Un omega amable, bello, y de una bien posicionada familia.

Era uno de sus mejores amigos, y el omega que tenia prohibido por no querer arruinar lo que tenían.

Pues Carlos así como era de coqueto, también rompía muchos corazones.

Fue así como decidió nunca intentar cortejarlo o confundirlo, pero inevitablemente sus celos lo llevaron a ceder ante sus deseos y ahora ambos estaban a unos cuantos días de su boda.

Lamentablemente no era como lo hubieran deseado.

—Dios, esta peste no se va —Dijo el alfa intentando disimular el aroma a omega que se le había quedado impregnado la noche anterior.

Al haber dejado que el celo de Max se desarrollara tanto, su aroma se volvió tan intenso que podía ahogar a cualquiera.

Y no había peor momento para apestar a omega ajeno que en pleno desayuno con sus suegros.

—Carlos, pensé que no llegarías nunca —Charles abre la puerta del penthouse de sus padres para recibirlo, pero no tarda en reconocer tan peculiar aroma —¿Qué es esto?

Resulta bastante obvio que el omega se ha molestado al pensar en como ese aroma llego ahí.

—Charles, déjame explicarte... —Comenzó el alfa pero estaba nervioso y tampoco quería llamar la atención —De hecho es muy gracioso...

En ese momento el omega lo empuja para que no entre a su casa.

—No vas a ver a mis padres apestando al celo de otro omega —Dice sumamente molesto —Y todavía tienes el cinismo de decir que es algo gracioso...

El de ojos verdes recuerda claramente como su padre le pedía que se alejara de Carlos cuando era joven, porque solía no solo ser problemático, sino tener fama de promiscuo.

Pero creyó que con el compromiso podría madurar y dejar atrás su vida de soltero.

Quizá tuvo demasiada fe en él.

—Te lo juro, Charles, no es lo que crees —Insistió el español, pero fue interrumpido por su prometido.

—Sé que nuestro matrimonio es arreglado debido a las circunstancias en las que estamos —Comenzó Charles algo entristecido al reconocer esto en voz alta —Pero al menos ten algo de respeto por mí.

El de ojos verdes estuvo a punto de cerrar la puerta en su cara, pues no quería que sus padres se dieran cuenta de lo que había pasado y exponerse a la vergüenza, pero Carlos se lo impidió.

—Escúchame, por favor —Fue tan sincero y se notaba desesperado, asique el omega le dio una oportunidad —Max estaba en celo...

Justo en ese momento el omega le suelta una bofetada que lo hace tambalear.

Charles no da crédito a lo que acababa de escuchar.

¿Acaso Carlos no tenia respeto por nadie?

—¡¿Como pudiste?! —Reclamo alzando la voz lo suficiente como para que sus padres lo escucharan.

El alfa comienza a desesperarse.

—No es lo que crees, estaba tan desesperado y tenia que ayudarlo... —Otra bofetada lo hace callar.

—¿Y todavía tienes el descaro de decirlo? Es el omega de nuestro amigo —Le recordó con lágrimas en los ojos —Verdadero o falso, no tienes vergüenza.

Carlos niega con la cabeza una y otra vez.

Y como si las cosas no estuvieran lo suficientemente mal, Mark se acerco junto a su esposo para ver lo que estaba pasando.

—¿Qué son esos gritos? ¿Qué sucedió? —Pregunto el alfa mayor apenas llego y reconocido el pestilente aroma de celo de omega —Desgraciado...

En ese momento Carlos vio su vida pasar en sus ojos.

—¡Mark, no! —Dijo Sebastian abrazándolo para evitar que se le aventara encima al joven alfa y pronto entiende porque se puso así —Ugh...

No puede evitar mirar con recelo a su yerno.

Mientras que Charles solloza abrumado por la situación.

—No es lo que creen —Aseguro Carlos alzando la voz de lo desesperado que estaba —Charles, por favor, escúchame. Yo jamás haría algo así.

—Ya basta de tus tontas excusas, siempre fuiste un irresponsable desde joven —Esta vez fue Mark quien hablo todavía siendo detenido por su esposo —Seguramente ya le fuiste a arruinar la vida a otro omega.

—¡Mark! —Sebastian no duda en llamarle la atención y su hijo no puede evitar llorar al saber que esta hablando de él —Ya basta, controla tu lengua.

—No es así, si quieren puedo marcarle a Checo para que les explique todo —Afirmo el alfa mientras sacaba su teléfono para llamar a su amigo.

Timbra una vez, luego dos. Nada.

—¿Y bien? —Mark lo presiona y eso lo pone nervioso.

—Debe estar ocupado, déjeme intentarlo otra vez —Carlos siente que en cualquier momento su suegro lo matara y no puede con la situación.

Incluso el ambiente no solo es pesado, sino también los aromas de los alfas y omegas se han vuelto una mezcla entre lo picoso y amargo.

Era insoportable.

—Carlos, ¿No te aprovechaste del celo de Max, verdad? —Charles suelta esta pregunta con miedo.

No lo cree capaz de algo así, pero esta tan alterado que no puede pensar con claridad.

—Seguramente hizo lo mismo contigo —Soltó Mark molestando a Carlos.

—Jamás —Respondió con una seguridad que hizo a Charles confiar de nuevo en él.

—¿Max? —Pregunto Sebastian y pronto recordó a ese joven rubio que acompaño a Checo a la cena de compromiso de su hijo —¿El omega de Checo?

Voltea a ver a su esposo, el alfa mayor no podía creer que ese omega fuera el eje central de esa discusión.

Nunca lo considero en ningún sentido.

—No me metí con él —Insistió Carlos mientras sonaba el teléfono llamado a Checo.

El pecoso estaba corriendo cuando regresaba a su casa agotado para darse una ducha.

Y es entonces que su teléfono suena y finalmente atiende.

—¿Qué paso, Carlos? —Pregunto apenas respondió —¿Te volviste a meter en problemas con Charles?

Mark miraba fijamente a su yerno al escuchar esto, ya que tenia el teléfono el altavoz.

—Oye, Checo, ¿Recuerdas lo que paso anoche? —Se apresuro en preguntar.

—Ah, si, todavía me sorprende lo bien preparado que venias —Comenzó y este comentario no ayudo para nada a su amigo —Estabas listo para que mi omega te saltara encima, eres un tonto.

El pecoso soltó una risa al recordar como su amigo quedo en ridículo al ser ignorado por Max.

Ahora toda la familia Webber-Vettel lo miraban asombrados, y decepcionados.

—E-espera, Checo, explica por favor como te ayude anoche —Insistió balbuceando un poco de lo desesperado que estaba.

—¿Qué quieres que te diga? Tú lo viste, estaba tan desesperado que no tuvimos de otra —Continuó el alfa inconsciente de como perjudicaba a su amigo —Aunque Max lloro un poco, al menos logramos calmarlo.

Esto solo empeoró las cosas, y parecía que nada podría salvar a Carlos.

—Ya se notan las mañas —Dijo Mark sin quitarle la mirada de encima —Contigo mientras estás ebrio, con él mientras está en celo. No tiene límites.

—Checo, por favor, pásame a Max —Rogó el joven alfa con temor a su futuro.

—No puedo, sigue en la cama —Afirmó el pelinegro del otro lado de la línea —No lo quiero despertar, está muy agotado por lo de anoche. Pero te agradezco toda tu ayuda, sin ti no lo habría logrado.

—Ya cuelga ese teléfono —Dijo Charles agotado.

—Joder, Checo di la verdad, ¡Yo no me acosté con Max! —Grito Carlos sumamente molesto.

—¿Y yo cuando dije lo contrario, idiota? —Reclamó el pecoso —Uno ya no puede ser amable contigo porque te pones de intenso. Ya te agradecí por el supresor para Max, no tienes porque hablarme así.

Con eso finalmente todo se había aclarado.

Y aunque Mark se calmo al igual que su hijo, definitivamente el alfa mayor no le pediría una disculpa.

No podía entender que había hecho mal en la vida como para tener a un tonto como yerno.

Por otro lado, en el penthouse del pecoso las cosas se ponían interesantes.

Checo regreso de correr y se dispuso a darse un baño, caminando rápidamente hacia su habitación mientras escuchaba música en sus auriculares.

Al estar tan distraído olvidó que cierto Omega continuaba durmiendo en su cama.

Llega al baño, se quita la ropa y abre la ducha.

Se quita los auriculares y se mete a bañar, concentrando sus pensamientos en su agenda del día.

Y mientras él se duchaba, el rubio despertaba.

Max se sintió un poco mareado apenas abrió los ojos, y pronto se dio cuenta de que esa no era su habitación.

—Ay, mi cabeza —Murmuro mientras se sentaba e intentaba recordar lo que había sucedido.

Pequeños fragmentos llegan a su mente.

Él en el suelo, gateando hasta la cama del pecoso y sentándose sobre él.

—Dios mío... —Susurró todavía confundido —¿Qué paso anoche?

Entonces otro recuerdo se hace presente.

“—Alfa, por favor... —Ruega el rubio sin dejar de moverse —Te necesito...”

“—Mi lindo Omega, rogando por un poco de polla”

Max se asusta al recordar eso, él no es así.

Nunca le había pasado un celo tan fuerte y descontrolado.

Baja la mirada y observa su cuerpo casi desnudo, usando solo sus boxers.

Y por un momento duda de qué tan lejos fue la noche anterior.

—Esto no puede estar pasando, no a mi —Dijo levantándose de la cama para comenzar a caminar en círculos —Nunca he estado con alguien, no puede ser que ocurra así.

Intenta buscar su teléfono, pero esa habitación está hecha un desastre.

Sin embargo, es el sonido de una puerta cerrándose lo que lo hace voltear para encontrarse de frente a aquel alfa que lo manoseo la noche anterior.

Checo había terminado de ducharse y su cuerpo estaba cubierto solo con una toalla a la cintura.

El Alfa había olvidado que Max se encontraba ahí, y se detuvo en seco cuando sus ojos se encontraron.

Pero este contacto no duró mucho.

La mirada del Omega descendió por ese bien formado pecho hasta llegar a su trabajado abdomen.

Suelta un suspiro de manera inconsciente y sus mejillas se ponen coloradas.

—Oh, ya despertaste —La voz varonil del pelinegro lo pone a temblar y Max termina por salir corriendo de la habitación.

No tarda en llegar a la suya y encerrarse con llave.

—¿Me acosté con él? —Pregunta en un susurro y pronto encuentra su teléfono en la mesita de noche.

Llama a sus amigos, pues necesita sus consejos.

Lando al principio se confunde un poco, pero pronto entiende hacia donde se dirige todo esto.

—Espera, ¿Entraste en celo y él se acostó contigo? —Pregunto alzando un poco la voz, y así llamando la atención de su esposo.

—¿Qué paso? —Daniel cuestiona mientras se acerca a él —¿Quién se acostó con quién?

—No lo sé, no puedo recordar con claridad —Dijo Max intentando no entrar en pánico —Solo sé que desperté en su cama semi desnudo y él saliendo de la ducha.

—Al parecer Max entro en celo y el alfa raro se metió con él —Resumió el castaño a su esposo.

La expresión en el rostro de Daniel se volvió seria.

¿Cómo podía un alfa aprovecharse así de un Omega?

Sabían que no era una buena idea que su amigo aceptará ese trato. Pero nunca pensaron que una situación así ocurriría.

Entonces el alfa toma el teléfono y el picor de su aroma altera a su Omega.

—Max, dame tu dirección —Dijo con una voz firme —Dime donde estas.

El rubio se puso nervioso, sabía que su amigo estaba molesto.

—Estoy bien, puede ser un simple malentendido —E intento calmar las aguas.

—¿Cómo vas a estar bien? No puedes ni recordar si ese hombre se aprovechó de tu celo —Recalco el alfa —Dime donde estas, iremos por ti.

—¿Iremos? Claro que no, Lando en cualquier momento se pondrá a dar a luz —Le recordó el Omega —No quiero que hagan nada.

—Max, dime dónde estás... —Insistió Daniel y sabía que su amigo lo odiaría por decir lo siguiente —O le diré a tu mamá toda la verdad.

En ese momento Max se sintió entre la espada y la pared.

No podía entender cómo todo se había descontrolado de la noche a la mañana.

O si de verdad paso algo que no debía.

Nota: decidí hacer un canal de difusión por si se quieren unir jeje

Chapter 19: Alfas al borde de un ataque de celos

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Max debía actuar rápido antes de que todo se saliera de control.

No tarda en darse una ducha para intentar despejar su mente y relajar su cuerpo ante la tensión que estaba soportando.

Pero en ese momento pequeños fragmentos de los eventos de la noche anterior se agolpan en su mente.

Se recuerda a si mismo en el suelo, observando a Sergio sobre la cama con el rostro asustado y poniendo sus manos como si estuviera marcando distancia.

—No, Max, no tendremos sexo.

El alfa no se aprovechó de él.

Sin embargo, podía recordar lo mucho que le insistió para hacerlo y esto lo lleno de vergüenza.

Termina de ducharse y corre a vestirse para salir rumdo a la casa de sus amigos.

—Señor, ¿Gusta tomar el desayuno? —Pregunta Otmar cuando lo ve llegar pero Max solo atina a tomar su chaqueta para irse.

—No, gracias —Suelta antes de salir del penthouse.

Se apresura en caminar lo mas rápido posible, siente como si lo estuvieran persiguiendo aunque esto no es verdad.

Pero así lo siente, y termina corriendo hasta encontrar alguna estación de autobús que lo lleve al otro lado de la ciudad.

Y mientras se sienta en espera de que llegue alguno, su corazón late al mil por hora.

En parte por el cansancio al haber corrido tanto, y también por los recuerdos que le llegaron.

Sin duda todo esto lo estaba sobre pasando.

—Que tonto eres Max —Murmuró para si mismo.

Podía recordar con cierta claridad la forma en cómo se le restregaba al Omega, o todas esas frases donde se le insinuaba una y otra vez.

—Debe pensar que soy un Omega fácil, lo arruine por completo —Dijo en el mismo tono mientras cerraba los ojos y se apoyaba en el asiento de la banca —Ahora nunca podrá tomarme en serio.

Suspiro pesadamente y pronto el autobús se detuvo frente a él.

Max sube y pasa su tarjeta del transporte para después tomar asiento.

Recarga su cabeza en la ventana mientras observa a las personas en su día a día.

Imagina que sus vidas deben ser más fáciles, sin tantas complicaciones o enredados como él.

Alguien que no lo arruinó la noche anterior cuando no pudo preveer su celo y termino suplicando por un nudo de un alfa que jamás lo miraría de esa manera.

Que estaba acostumbrado a omegas con comportamientos mucho más aceptables que el suyo.

Seguramente se arrepintió del trato.

Perdido en sus pensamientos, llega al departamento de su amigo y toca la puerta con pocos ánimos.

—Max... —Dijo Lando casi en un susurro —¡Amor, Max llegó! Vamos, entra.

El rubio pasa y pronto se sienta en el sofá cuando ve a su amigo alfa llegando hasta ellos.

—¿Qué paso? —Pregunta Daniel tomándolo del brazo para acercarlo a él y comenzar a examinarlo —¿Te hizo algo que no querías? ¿Se aprovecho de tu celo?

El Omega niega con la cabeza y su amigo observa la falta de una marca que le da tranquilidad.

—Sergio no me hizo nada, creo que hasta me empujó al suelo —Afirmó mientras se tocaba la cabeza con ese recuerdo algo confuso —Él y yo no tuvimos... Eso.

Puede sentir sus mejillas arder al hablar de esa incómoda situación que vivio, pero al menos está más tranquilo de aclara al menos un poco su mente.

—Nos asusto mucho pensar que ese sujeto se había aprovechado de ti —Lando acaricia su brazo con sumo cuidado, y le sonríe con amabilidad —Daniel ya estaba listo para ir a golpearlo.

—¿Estás seguro de que no hizo algo inapropiado contigo en esa situación? —Insistió el alfa —Dime la verdad.

Max se siente más avergonzado que antes, hablar de eso hacia que sus mejillas ardieran de lo colorado que estaba.

—No paso nada.

Lando se percata de la incomodidad de su amigo, y decide ir por su rescate.

—No seas así, amor, ya déjalo en paz —El castaño acompaña a su amigo en el sofá —Maxie, tranquilo. Si dices que nada paso, nada paso.

—Max, ¿Te sientes cómodo con ese alfa? —Pregunto Daniel todavía preocupado por su amigo —Yo sé que ustedes tienen ese trato extraño, pero no me gustaría que él crea que puede aprovecharse de tu situación.

—Sergio no haría eso, él es amable y me respeta —Comenzó el rubio —Es un alfa muy bueno, te lo juro.

El Omega castaño pudo divisar algo en su amigo al momento de decir eso.

Lo podía ver en sus ojos, y en el rubor de sus mejillas cada vez que mencionaba su nombre.

Era como si “Sergio” provocará algo mágico en el rubio, algo que lo tenía sonriendo inconscientemente cuando lo pronunciaba.

Lando lo sabe y rápidamente oculta una sonrisa que se asomaba en sus labios.

No es tonto, lo sabe bien porque eso mismo le pasa con su esposo.

—Bueno, Max ya aclaro todo y debemos apoyarlo en su decisión —Afirmo el castaño tomando por sorpresa a su alfa.

—¿Así nada más? Yo creo que lo correcto seria que Max se quede unos días con nosotros y reconsidere su decisión —Daniel, quién siempre había visto en Max a un hermano, no dudo en dar otra propuesta.

—No creo que sea correcto presionarlo de esa manera —Y Lando intervino —Mejor desayunemos algo juntos, como en los viejos tiempos.

Daniel lo dudo un poco, no por el desayuno, sino por dejar el tema atrás.

No confiaba en ese tal Sergio y en las intenciones para con su amigo.

Sin embargo, no era capaz de llevarle la contraria a su esposo y mucho menos sabiendo que después sería castigado con su silencio.

Asi que todos juntos se fueron al comedor, y aunque no podía estar tranquilo, haría el esfuerzo por su pareja y por su amigo.

Pero eso sí, le dejaría muy en claro a Sergio que Max no estaba solo y que afrontaria las consecuencias si le hacía daño.

Por otro lado, después del desayuno con sus suegros, Carlos sentía que todavía no le circulaba la sangre por todo el cuerpo.

El desayuno había sido tensó, pues su suegro alfa no había dejado de mirarlo como si en cualquier momento le fuera a dar un golpe.

Charles había estado callado y Sebastian fue el único que intento crear una conversación.

¿Así sería el resto de su vida?

Definitivamente tenía muy mala suerte.

Quería hablar con su Omega sobre sus sentimientos, ya que la conversación que tuvo con Sergio le ayudo a darse cuenta de lo mucho que quería al de ojos verdes.

Pero su estupidez arruinó todo, y ahora su prometido no quería dirigirle la palabra.

Y mientras él se encontraba en la sala, podía ver a dos figuras conocidas observándolo desde el pasillo.

 

—Necesita ser un poco más cuidadoso, principalmente en presencia de tu padre —Murmuró Sebastian a su hijo mientras veía de reojo a su yerno —Un día de estos lo va a matar.

—Papá, no digas eso —Respondió Charles en el mismo tono —Yo se que a papá no le agrada Carlos, pero no tiene porqué comportarse así.

El Omega mayor voltea a ver al joven alfa con poca discreción y se acerca más a su hijo.

—Sabes que tu papá no ha superado eso...

Fue en ese momento que el joven Omega niega rápidamente con la cabeza y jala a su padre lejos de ahí.

Esto llama la atención de Carlos, quién ya sabía que estaban chismoseando sobre él.

Con cuidado se levanta del sofá y se acerca sin hacer ruido, pudiendo escuchar su conversación.

—No hables de eso, él no lo sabe y no quiero que se entere —Comenzó Charles —Si lo llega a saber, todo será mucho peor.

—¿Nunca le contaste a él o a Sergio? —Cuestionó el mayor —Creí que eran tus mejores amigos.

—Y lo son, precisamente por eso no pueden enterarse —Insistió —Los perderé a ambos, no puedo permitir eso.

En ese instante un par de pasos alertan al joven alfa, quién no tiene más opción que regresar al sofá.

—Carlos, necesitamos hablar de alfa a alfa —Comenzó su querido suegro —Ven conmigo.

El español traga en seco pero igual lo sigue hasta su estudio, sentándose con mucho cuidado y observando cada uno de sus movimientos.

—Dígame, señor.

Traga en seco después de decir esto, sabe que no vendrá nada bueno.

—No me agradas —Su inicio no fue una sorpresa —Desde joven siempre fuiste muy rebelde y metías a mi hijo en problemas. Créeme que no eres el prospecto de yerno que esperaba. Pero mi Charles siempre hablaba de ti, y tenía que este momento llegaría.

Carlos frunce el seño al escuchar esto.

—Señor, yo... —Ni siquiera puede terminar de hablar.

—Escúchame, todavía no he terminado —Y esto provoca que vuelva a tragar en seco —Mi hijo, Carlos, mi amado Charles es lo más preciado que tengo. Hoy hiciste una escenita...

—Un malentendido... —Atina a decir antes de quedarse callado al ver la expresión seria en su rostro.

—No me importa —Continuó con una voz más dura —Mi hijo es lo único que me interesa. Lamentablemente rechazo propuestas importantes y termino atado a ti, aunque eso parece darle gusto. No quiero que se repita de nuevo.

“Propuestas importantes” eso resonó en su mente.

¿Quién más había estado interesado en su Omega?

—N,-no... —Carlos balbucea, definitivamente el alfa frente a él no se iba con juegos.

Mark desvía la mirada y toma un poco de agua antes de continuar, sin despejar la vista de su yerno.

—Cómo te dije, solo me importa la felicidad de mi hijo —Dijo para después acomodarse en su silla e inclinarse ligeramente hacia adelante —Y quiero que sepas que si le haces daño, si le provocas el llanto, yo mismo iré y te mataré, ¿Entendiste?

Carlos podía verlo claramente en sus ojos: no era una amenaza vacía, realmente lo haría.

Siempre sintió el rechazo de Mark, desde el primer momento en que le hablo y este simplemente lo miro de arriba a abajo con desaprobación.

Y está situación tan complicada y tensa lo llevo a prometerse a nunca ceder ante los encantos de su ahora Omega.

Aunque ahora ya había cruzado el límite, no era de la manera en que deseaba.

Tenía a Charles, pero este era diferente al que siempre le había gustado.

Distante, misterioso.

No sabía por qué.

—Le prometo no fallarle —Dijo el joven alfa con una seriedad que por un momento le agradó al mayor.

Sin embargo, ahora Carlos no podía quitarse esa duda de la cabeza.

¿Qué es lo que oculta Charles Leclerc?

Y por su parte, Sergio estaba comenzando a perder la cabeza.

—¿Y que te dijo? —Pregunta por enésima vez.

—No, gracias —Responde Otmar imitando al rubio.

—¿Y que hizo después? —Ya sabía la respuesta, pero parecía querer encontrar una diferente cada vez que preguntaba.

—Se fue, señor —Y Otmar ya estaba cansado de repetirlo —Corrió como si lo estuvieran persiguiendo.

El Alfa vuelve a llamar al rubio mientras camina de un lado a otro.

—¿Pero por qué hizo eso? —Preguntó casi en un susurro —Max, ¿En donde estas?

Se le nota nervioso, un poco desesperado.

Max recién acaba de pasar su celo y ahora se le escapó de las manos.

Parecía estar bien y de la nada simplemente se va.

—Max, por favor —Murmuró.

¿Acaso está vez fue definitivo y lo dejo?

Otmar lo observa e intenta ayudarlo a pensar, pero no conoce lo suficiente al rubio como para saber que haría.

Así que opta por lo que mejor sabe hacer.

—Señor, ¿Gusta que le prepare un té para relajarlo? ¿Quizá un café y algunas galletas? —Pregunta intentando distraerlo de sus malos pensamientos.

Conoce bien al alfa y sabe cuándo no está pensando con claridad.

Pero no tiene conocimiento de la palabra clave que ha salido de sus labios.

—Ya sé dónde está —Dijo el pelinegro antes de tomar sus llaves y salir del departamento.

Otmar se rinde al no poder entender a esos dos y sus repentinas huidas.

Sin embargo, Sergio sabe bien cuál es el lugar seguro del rubio y maneja peligrosamente rápido para poder llegar hasta él.

Y, una vez más, un semáforo en rojo lo hace detenerse y observar al omega abrazando a un hombre alto y de cabellos oscuros.

El Alfa se queda estático por un momento, controlando sus impulsos de querer salir corriendo y encarar a aquel tipo que se ha sentido con la confianza de acercarse así a su Omega.

Por un momento parece tomar la decisión de irse.

Sin embargo, no puede y baja del auto cerrando de un portazo el vehículo.

Él está dispuesto a todo por Max.

Nota: perdón por la falta de actualización :c intentaré que no vuelva a pasar. Los tkm ❤️

Chapter 20: El sabor de nosotros

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Cuando terminaron de almorzar, Max finalmente decidió enfrentar su destino regresando al penthouse.

Pero sus amigos insistieron en acompañarlo para ver que regresará con bien.

—¿Estás seguro de esto? —Pregunta Daniel mientras camina a su lado —Quiero que seas sincero y no te sientas presionado a quedarte solo por el dinero.

El alfa no estaba muy convencido de que ese trato fuera algo bueno para su amigo,  no le gustaba la idea de que esté aceptará algo en contra de su voluntad.

—Lo estoy, te prometo que estare bien —Comenzó el rubio mientras hacia una señal para detener un taxi —Sergio es una muy buena persona, solo necesitas conocerlo para saberlo.

—Entonces y hablaré con él —Daniel resultaba muy sobreprotector las personas que le importaban y Max lo sabía muy bien.

Y por la forma en que hablo, realmente no seria una amigable conversación.

—No, mejor déjame organizar algo para que nos reunamos los cuatro —El Omega se apuro en querer abrir la puerta del taxi, pero su amigo se le adelantó —Gracias. Ya debo irme.

—Espera, dijimos que te acompañariamos —Le recordó y pronto vio esa expresión familiar en su rostro —¿Por qué no quieres que vayamos contigo?

En ese momento el rubio suspiro pesadamente.

—Porque primero necesito hablar con él sobre lo wue paso, seremos esposos y tú dijiste que un matrimonio no se sustenta de mentiras, por eso no le puedes mentir a Lando —Señaló usando algo que le había dicho hace tiempo —Quizá esto inicio como un trato, pero quiero hacer las cosas bien.

Daniel no tiene más opción que darle la razón en eso, aunque todavía le diera mala espina ese tal Sergio.

—Entonces prométeme que si alguna vez te hace daño, llamaras a mi esposo o a mi, y nosotros iremos por ti —Condicionó el pelinegro y el Omega asintió —Eres como un hermano para mí, lo sabes.

Max sonrió y no dudo en darle un abrazo para agradecerle su apoyo incondicional.

Sabía que su amigo estaba preocupado por él, pero esperaba que con el tiempo se sintiera más tranquilo y se pudiera llevar con su futuro esposo.

—Tambien para mí —Afirmó el rubio mientras se separaban.

No es consciente de que un alfa se acerca a ellos peligrosamente.

—Max... —Y la voz de Sergio hace que voltee hacia donde está —Amor, ¿Dónde habías estado?

El Omega se queda estático al escuchar esto. Claro que el alfa estaba en su papel.

Voltea a ver a su amigo sin saber que decir, pero sabe que no será capaz de actuar de la manera en que Checo espera.

—Oh... —Es lo único que escapa de sus labios.

—Maxie, no respondías las llamadas y me preocupe demasiado —Comenzó el pecoso deteniéndose frente a ellos —Saliste de casa sin avisar, así que te busque por todos lados. Qué bueno que al fin te encontré.

—¿Me buscaste por todos lados? —Murmuró el rubio todavía sorprendido por verlo ahí.

Jamas lo había llevado a la casa de sus amigos, o siquiera contado algo de ellos.

—Claro, eres mi prometido, no iba a dejarte solo —Respondió al alfa sin siquiera voltear a ver al otro hombre en escena —Te extrañe.

Sergio, quién no sale de su papel, junta sus labios en un beso algo atrevido y tomando desprevenido al Omega.

No titubea, introduce su lengua en busca de la del rubio. Y este en un principio no reacciona, pero pronto le corresponde.

Y es Daniel quien se incomoda al ver como ese alfa desconocido le está comiendo la boca a su amigo.

Estuvo a punto de decirle que para, que ya sabía que todo era mentira. Pero los dos se miraban demasiados comprometidos con sus papeles y solo se giro para darles algo de privacidad.

Al poco tiempo se separan, pero Max se queda colorado de las mejillas al sentir por primera vez un beso tan posesivo como ese.

Y es que Sergio no dudo ni un segundo en marcar territorio, incluso cuando su aroma desprendía un picor molesto debido al enojo combinado con los celos, no se detuvo.

Se sintió orgulloso al ver a su Omega tan tímido debido a ese breve encuentro, y se giro hacia donde estaba ese atrevido alfa que lo hizo enojar.

—¿Y tú quien eres? —Pregunta con una voz algo dura, y esto hace que Daniel voltee a verlo.

—¿Disculpa? —Ahors es el otro alfa quién se muestra molesto por su actitud.

Y el rubio pronto se percata de como la tensión creció rápidamente entre ambos.

—Eh, Sergio, déjame presentarte a mi... —Ni siquiera puede terminar de hablar.

—¿Por qué estabas abrazando a mi prometido? —Cuestiona acercándose peligrosamente hacia él —¿No viste ese anillo en su dedo?

Max baja la mirada a su mano y se percata de que no lo lleva puesto.

—En realidad yo... —Y de nuevo es interrumpido.

—No me hables de esa manera —Advirtio Daniel mirándolo fijamente y llenando el ambiente de un picor insoportable.

—Entonces aprende a comportarte —Respondio Sergio encarandolo como si estuvieran a punto de irse a los golpes —Él es mi Omega, no te quiero cerca suyo.

—¿Y quién me va a obligar? ¿Tú? —Y Daniel parecía seguro de querer aceptar el reto.

—¡Traje jugo! —Dijo Lando llegando muy animado y pronto se detiene en seco al ver a su esposo en una especie de confrontación con un desconocido.

Por un momento los tres voltearon a verlo, pero como Sergio no sabía quién era, no le dio importancia.

—¡Aléjate de mí Omega! —Alzó la voz mientras empujaba al otro alfa hacia el suelo.

—¡Sergio, no! —Gritó Max corriendo hacia donde se encontraba su amigo, quién intentaba levantarse del suelo para regresársela al pecoso —¡Ya basta! ¡Ambos detenganse!

—¡Entonces dile a ese idiota que se calme! —Respondió Daniel en el mismo tono.

Lando, quién observaba todo lleno de confusión y pánico al ver como un alfa atacaba a su esposo, no se le ocurre una mejor idea que derramar el jugo y fingir entrar en labor de parto.

—¡El bebé, el bebé! —Grita haciendo que todos se detengan y volteen a verlo.

—¡¿Cómo?! —Suelta Daniel alejándose del otro alfa —¡Dios mio, el bebé! Necesitamos un taxi.

En ese momento voltea a ver hacia donde estaba el taxi que había parado el rubio, pero este ya se había marchado al ver todo el escándalo de la pelea.

—Debemos llevarlo al hospital —Dijo Max llegando hacia Checo, sabía bien que este venía en su auto —¡Rápido, vamos!

El alfa titubea un poco pero termina reaccionando a tiempo para salir corriendo en busca de su vehículo.

—Tengo que ir por la maleta —Recordó Daniel mientras sostenía la mano de su esposo.

—No, tú te quedas con él —Respondió el rubio señalandolo con el dedo como si fuera un niño pequeño —Yo subiré por la maleta, y ustedes esperen aquí a que venga Sergio para que suban al auto.

—¿Con él? —Suelta el alfa y hace una mueca cuando siente el picor en el aroma de su amigo Omega.

—¿Y todavía preguntas? —Max estaba bastante molesto por la absurda pelea que habían tenido ambos alfas —Mejor preocúpate por Lando.

—¡Si, preocúpate por mi! —Dijo el castaño sin salir de su papel.

Ahora no sabía cómo salir de su mentira.

Mientras que Max corrió para buscar la maleta, Daniel le pedía que respirara hondo y un auto se estacionó bruscamente frente a ellos.

Había ido demasiado lejos para detener la pelea.

Respira profundo mientras observa a su esposo en pánico, y este lo hace caminar hacia el auto.

—Tranquilo, amor, pronto estaremos en el hospital —Daniel acaricia su mano con delicadeza y pronto ven regresar al rubio —Ya, vamos, vamos.

Max sube como copiloto mientras que los esposo se encuentran en la parte trasera del auto.

El pecoso comienza a conducir mientras busca como evitar el tráfico.

—¿A dónde vamos? —Pregunta Lando todavía sin saber cómo detener todo esto.

—Iremos al hospital más cercano —Dijo Max volteando a verlo.

—Te llevaré al mejor hospital de la ciudad —Afirma Sergio sin quitar la vista del camino.

—No, tenemos que ir con el doctor de mi esposo, él ha llevado todo el embarazo —Señala Daniel sumamente preocupado —Por favor.

—Esta bien, dime hacia donde ir —Finalmente parecía que ambos se habían puesto de acuerdo en algo.

Entonces Daniel le da la dirección para que comience a manejar hacia el lugar.

—Le llamare al doctor para que sepa que vamos en camino —Afirma el alfa mientras saca su teléfono, pero en ese momento su esposo lo tira de un manotazo —¡¿Amor?!

—Lando está muy callado como para estar en labor de parto —Murmura el rubio mientras voltea a verlo —¿Lando?

—¿Otro semáforo en rojo? —Se queja el pecoso sin prestar mucha atención a lo que pasa con el matrimonio en su auto.

Lando baja la mirada y deja de fingir que está respirando profundamente.

—¡Es que ustedes no dejaban de pelear! —Gritó cansado de sus miradas juzgonas —Derrame el jugo para que me creyeran, ¿Okay?

Daniel suspira pesadamente mientras se recarga en el asiento del auto.

—¿Es en serio? —Murmura Sergio deteniendo el auto —¿Todo fue mentira?

—¡Lando! ¿Cómo pudiste hacer eso? —Reclamó el rubio —Todos nos preocupamos por ti.

—Perdón, en verdad lo siento —Comenzó el castaño —Pero es que ustedes estaban enfocados en pelear que no se me ocurrió otra cosa. Además, él empujó a mi esposo.

Rápidamente señala al pecoso, quién se indigna ante tal reclamo.

—Tu esposo estaba de cariñoso con mi Omega —Intento defenderse.

—Porque es mi amigo y me preocupo por él —Afirmó Daniel algo molesto por la acusación —Yo, a diferencia de otros, no me propasaria con él.

En ese instante Sergio se quitó el cinturón de seguridad más que listo para defenderse.

—¿Qué estás insinuando? —Comenzó el pecoso —Yo jamás me he propasado con él.

—Daniel, ya hablamos de eso, Sergio no se propaso conmigo —Insistió el rubio intentando detener la discusión.

—No estás seguro de eso, y no confío en que te quedes con él, no sabemos que mañitas tiene —Afirmó Daniel mirando con cierto desprecio al pecoso.

La discusión ya se había vuelto confusa para el empresario, quién sintió que había una parte de la conversación que no conocía.

¿De qué habían hablado? ¿Y por qué él estaba involucrado? ¿Acaso tenía que ver con el celo del Omega?

—Max no está obligado a estar conmigo —Afirmó el alfa acomodándose de nuevo en su asiento —Si él quiere irse está en todo su derecho. Yo jamás lo forzaria a algo que no quiere.

Lando observa como la discusión regresa y esta vez se decide por dejarlos hablar.

Solo son dos alfas tontos que no saben escuchar.

Pero entre tantos dimes y diretes, el castaño comienza a sentirse algo extraño y mira hacia abajo para comprobar lo que ya se temía.

—Debe ser una broma —Murmura mientras observa como esos dos siguen peleando —Necesitamos ir al hospital.

—¡Ya callense los dos! —Grita el rubio bastante cansado de todo esto.

—¡Vamos al hospital! —Y Lando también levanta la voz —El bebé ya viene.

—Ya no voy a caer en ese juego —Afirma el pecoso —Y tú, entiende que yo no me aprovecharía de Max.

—No te creo —Insistió Daniel —Y amor, ya no juegues con eso.

—Esta vez no es juego —El castaño se toca su vientre mientras intenta acomodarse para no sentirse tan incómodo como lo está.

—¿Pueden dejar de discutir al menos cinco minutos? —Y Max está muy cansado.

—Bien, ya dejémoslo así —Dice Daniel para luego voltear a ver a su esposo —Ya amor, deja de fingir. Te prometo no discutir más.

En ese momento el Omega lo jala de su playera mientras gime de dolor por una contracción que termino jugando con sus nervios.

—¿Lando? —El rubio se percata de esto y no puede evitar preocuparse.

—¿Quién está fingiendo, alfa idiota? —Pregunta el Omega volviendo a jalarlo de su playera, pero en esta ocasión también lo agarra de sus vellos en el pecho, arrancando más de uno.

Daniel grita de dolor y le da unas palmadas al brazo de Checo.

—¡Maneja ya, maneja! —Su desesperación es evidente.

El pecoso no duda en comenzar a conducir rumbo al hospital más cercano.

Ya no hay tiempo de llamar al doctor o llevarlo al mejor hospital de la ciudad, esta vez necesitaban llegar lo antes posible.

Cuando llegan, la pareja de esposos se apresura para obtener ayuda y en ese momento los dos prometidos ya no pueden hacer nada.

—Buscaré la maleta, está en el auto y la necesitaran —Dice Max para después alejarse de él.

Es bastante obvio que está molesto.

¿Y cómo no estarlo? Si desde que apareció en su vida solo le ha traído problemas tras problemas.

Nota: perdón por el cambio de día, nos leemos el otro lunes ♥️

Chapter 21: El alfa y yo

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El alfa suspira pesadamente mientras mira el suelo del hospital.

—Checo, que tonto eres —Susurra para si mismo.

Mientras intentaba pensar como solucionar todo ese desastre, su teléfono comenzó a sonar.

Sin pensarlo atiende.

Necesita despejar su mente y no encuentra mejor manera que hablando con un amigo.

—Hola, Checo, ¿Estás ocupado? —La voz de Charles se escucha algo apagada del otro lado de la línea.

—No, dime, ¿Necesitas algo? —Claramente se preocupa al escucharlo así.

—Solo quería saber si Max se encuentra contigo, porque he intentado llamarle pero no responde —Explica el Omega.

—Bueno, es que Max tiene un problema con su teléfono —Comenzó el pecoso —Nunca lo responde.

Esto provoca una pequeña risa en su amigo, quien pareció relajarse un poco.

—Necesito hablar con él —Continuó el castaño —¿O puedes decirle que me gustaría que salgamos de compras?

—Claro que le puedo decir, ¿Cuando saldrían? —Pregunta mientras observa como el rubio regresa con una maleta en la mano —Para avisarle por si tiene planes.

Se levanta de su asiento para alejarse un poco de él, necesitaba privacidad para lo que quería decir.

—Mañana por la tarde, igual puedo llamarle más en media hora para decirle que haremos —Explica el Omega —Es algo privado, solo puedo hablarlo con él.

El pecoso no busca inmiscuirse en los asuntos personales de su amigo, pero él necesita una opinión de un Omega.

—Charles, creo que me gusta Max —Confiesa algo nervioso por el temor de ser escuchado —Pero no sé si estoy cruzando el límite. Tenemos un trato y realmente no sé si él se siente de la misma manera, pero cuando lo beso siento que no quiero estar en otro lado. Y no puedo sacarlo de mi cabeza, esto me está torturando.

Su amigo sonríe al escuchar esto, le gustaría que Carlos se sintiera de la misma manera con él.

Pero rápidamente niega con la cabeza buscando alejar esos pensamientos.

—¿Estás seguro de lo que dices? —Es lo primero que pregunta —Max y tú han compartido tiempo juntos, es natural que se pueda dar algo. ¿Pero de verdad es serio?

Y su cuestionamiento causa conflicto en el alfa.

—¿A qué te refieres? —Su confusión es evidente, creía tenerlo en claro.

—Sergio, tú eres un alfa y ustedes tienen las vida más fácil que nosotros los omegas —Comenzó su amigo intentando buscar las palabras adecuadas —Él es realmente un joven de buen corazón, solo te pido que pienses bien las cosas antes de tomar una decisión.

No puede evitar pensar en su propia situación.

—Pero realmente no dejo de pensar en él, no es ningún juego —Afirmó el alfa bastante seguro al respecto —Quiero cortejarlo.

Charles sonríe amargamente al respecto.

Teme que su amigo se esté apresurando en algo que puede salir mal. Y no quiere que pase por lo mismo que él con Carlos.

Y principalmente por Max, ya que era un joven muy dulce que se vería bastante afectado si de pronto al alfa se le acaba el amor.

Lo sabía porque eso fue lo que Lewis le dijo cuando terminaron su relación, que a Sergio se le acabó el amor.

Pero no podía hacer nada cuando esté se escuchaba muy decidido, así que solo le dio su consejo.

—Si de verdad sientes algo así por él, entonces díselo y cortejalo bien —Comenzó el Omega del otro lado de la línea —Pero primero sé honesto contigo mismo. Porque es muy difícil cuando un alfa solo quiere acostarse con un Omega, y luego se quedan atrapados en una relación sin amor.

Esto hace que el alfa se desanime un poco.

Nunca lo había pensado de esa manera, y es que para él amar resultaba algo confuso.

Le costaba demasiado aceptar la idea del amor, pero no sabía si ese era el caso con el rubio.

¿A él le gustaba Max? Si, pero no creía estar enamorado ¿O si?

Niega con la cabeza un par de veces intentando aclarar su mente.

—Te agradezco por escucharme, tomaré tu consejo en cuenta —Fue lo último que dijo antes de colgar.

En su mente se repetían todos esos momentos íntimos con el rubio y la duda crecía.

¿Y si en verdad su amigo tenía razón y solo se quería acostar con Max?

Camina de nuevo hacia el pasillo donde sabía que encontraría a Max, pero lo ve hablando con Daniel.

—Asi que entraré con él, le prometí estar a su lado —Murmura el alfa visiblemente preocupado —Debo irme, me está esperando.

Sergio se acerca a la vez que lo ve alejarse.

—Esta nervioso, su pequeño nacerá hoy —Explica el rubio con una sonrisa que no puede ocultar —Estoy tan feliz por ellos.

Checo se siente contagiado de su alegría, le gusta verlo así.

Entonces se decide por hacer algo que solo desatará una reacción en cadena.

Solos en el pasillo, el pelinegro se acerca lentamente a su rostro y, hipnotizado por esos ojos azules, termina cerrando el espacio en busca de sus labios.

El Omega lo observa sumamente cautivado, dejándose llevar cuando siente sus labios sobre los suyos y su respiración chocando en sus coloradas mejillas.

Las manos del alfa en su cintura, tomándolo con firmeza pero sin ser rudo, solo hacen que se derrita como el helado en pleno sol de primavera.

Cierra los ojos y apoya sus manos en su pecho, subiendo lentamente hasta su cuello.

Podría permanecer así para siempre, pero la magia tarde un temprano termina.

El pecoso se separa de él, observándolo con una devoción que lo hace casi preguntar si lo que hizo era algo real o actuado.

Quisiera saber en qué situación están.

Pero pronto el teléfono del Omega comienza a sonar y por más que quiera ignorarlo, pronto ve que se trata de su madre.

—Es mamá... —Murmura algo tímido mientras retrocede torpemente y casi cae en sus pies, pero el alfa lo sostiene para evitarlo —G-gracias, ahora vuelvo.

Se aleja mientras responde su teléfono con sus manos temblorosas.

—¿Si, mami? —Es lo primero que dice al atender —No te preocupes, yo te iré a ver pronto. Claro que te mostraré todo lo que he escogido para la boda.

Sonríe nervioso al pensar en eso, porque quizá cuando suceda no será una mentira.

Pasan un par de horas donde ninguno de los dos dice nada, y es como si estuvieran esperando a que el otro diera el primer paso.

Sin embargo, esa conversación no se daría en ese momento.

Y esto era porque en ese instante se trataba de alguien más.

Lando, con todos sus juegos, actuación magnífica e ingenio para desviar la atención de un problema, termino dando a luz a un pequeño bebé al que nombró...

—Mi lindo Oscar —Dijo mientras lo tenía en sus brazos —¿No es precioso?

El Omega lo mostraba con orgullo, su cachorro había nacido sano y sorprendió al doctor al notarlo como un pequeño muy tranquilo.

Por otro lado, su padre era un alfa muy contento sobre su bebé y no dejaba de tomarle fotos.

—Es el cachorro más lindo del mundo —Afirmó Daniel para después darle un beso en la frente a su esposo.

—Me alegra tanto que todo haya salido muy bien, estoy tan feliz por ustedes —Dijo Max acercándose al pequeño Oscar para mirarlo con atención —Es realmente bonito.

Sergio observa toda la escena algo conmovido pero apenado por lo que había pasado.

—Me gustaría disculparme con ambos por mi actitud —Comenzó el pecoso —Se que no tengo excusa...

Daniel lo mira algo molesto pero la mirada sería de su esposo lo hace ceder.

—Creo que malinterpretaste mi actuar hacia Max, él es mi amigo, yo ya tengo mi Omega —Explica el más alto con una animosidad forzada —Dejémoslo en el pasado, ¿Esta bien?

El alfa voltea a ver a su Omega buscando su aprobación, y Lando asiente con orgullo.

Habían hablado antes de que su amigo entrara a la habitación junto a su prometido, y le juro ya no pelear más con Sergio.

Así que ahora los dos habían hecho las paces.

—Bueno, parece que ya todo está bien entre ustedes —Señaló el rubio con una sonrisa —Y todo gracias al pequeño Oscar

En ese momento el castaño vio una oportunidad que no podía dejar ir.

—Ay, ¿No sería lindo que los dos fueran los padrinos de Oscar? —Soltó Lando haciendo que su esposo se quede estático.

—¿Los dos? —Pregunta para asegurarse de que escucho bien —¿Max y Sergio?

—Claro, pronto serán esposos y creo que está situación solo nos unió a todos —Afirmó el Omega sumamente feliz.

Sergio volteo a ver al rubio, pero rápidamente asintió. Sentía que no podía negarse.

Por su parte, Max sabía que tarde o temprano se lo pedirían, pero no esperaba a que fuera con su prometido.

Así que termina aceptando.

En ese momento el teléfono de Sergio suena y no puede evitar retirarse debido a una situación en la oficina.

Mientras que Daniel debe hablar con el médico de su esposo, quedando los dos omegas completamente solos.

—Oscar es muy lindo —Max rompe el hielo, pero su amigo no quiere hablar de eso en es preciso momento.

—Sergio estaba celoso de mi esposo, ¿No? —Su pregunta pone colorado al rubio —Demasiado esfuerzo por una mentira.

—Es muy comprometido... —Ni siquiera puedo terminar de hablar.

—¿Con su papel o contigo? —Lando suelta una pequeña risa después de decir esto —Vamos, Max, ¿Me vas a decir que no te has dado cuenta de como te mira?

El rubio siente sus mejillas arder y niega con la cabeza.

—Me ve igual que a todos los demás —Comienza algo nervioso —Y ya déjate de tonterías. Él jamás se fijaría en mi de otra forma.

—Pero quieres que lo haga —Señaló su amigo con una sonrisa en los labios —¿Te gusta Sergio?

Max estaba a punto de decir que no, que era una tontería pensar eso y que se detuviera.

Pero no quería mentir más.

—¿Puedes culparme? —Suelta haciéndolo reír —Es muy lindo conmigo, atento y me escucha. Pero solo está junto a mi por el trato, nada más.

Lando sonríe mientras mece a su bebé en brazos.

—Creo que está muy interesado en ti, te juro que no te quita la mirada de encima —Esto hace sonreír al rubio —Pero no puedes esperar a que él haga todo.

Y esto lo confunde.

—¿De qué hablas?

—Que no quiero que des todo por sentado —Continuó —Atrevete más. Intenta ser tú quien lo seduzca a él.

—¿Seducirlo? —Max se puso nervioso al pensar en eso.

Él solo sabía imitar lo que veía.

—Coquetea con él, hazle saber que tiene una oportunidad real —Explicó —No lo dejes ir.

—Pero no quiero que creo que soy fácil —Señaló el rubio.

—Y tampoco que eres un especie de monja —No pudo evitar soltar una pequeña risa —Practica, busca videos que ayuden a tu imaginación.

Su consejo resultó confuso, pero Max estuvo dispuesto a escucharlo.

Y es que realmente nevesitaba ayuda.

Al día siguiente y después de ir de compras con Charles, Max regreso a casa con una bolsa de compras.

—¿Por qué te dejaste convencer? —Dice para si mismo.

Su amigo le había pedido acompañarlo a una tienda muy especial donde debería comprar algo que usaría en su noche de bodas.

Pero en medio del lugar su imaginación voló, y más con cada prenda que le mostraba el castaño.

—Como si lo fuera a usar... —Se quejó Charles mientras seleccionaba un conjunto rojo.

Y Max no se quedó atrás.

Había seguido bien el consejo de su amigo, aunque quizá malinterpreto el mensaje.

Pero ya era tarde para dar marcha atrás.

Le había pedido a Otmar que desapareciera por unas horas y este gustosamente acepto.

Mientras que Sergio llegaba a casa para poder hablar con él como le había dicho por mensaje.

Toca dos veces a la puerta de su habitación antes de escuchar un “adelante”.

Gira el pomo de la puerta y su respiración se entrecorta al presenciar aquella divina imagen frente a él.

Sentado en la cama, con sus mejillas coloradas, Max se mostraba deliciosamente adornado con lencería de encaje blanco.

Estaba jugando al todo o nada.

Nota: que mala soy por dejarlos así jaja

Chapter 22: Omega mío

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TW ESTE CAPÍTULO TIENE CONTENIDO ADULTO.

Sergio se queda sin palabras al observarlo de esa manera.

Muchas preguntas se agolparon en su mente, pero era como si su mejor fantasía se hubiera hecho realidad.

Incluso llega a pellizarse para asegurarse de que no estuviera confundiendo la realidad con un sueño.

Pero cuando comprueba de que esto no es así, entonces algo se remueve en sus pantalones.

—¿Max? —Pregunta algo nervioso —¿Qué estás haciendo?

El rubio, quién se había mentalizado todo este tiempo, termino levantandose lentamente de la cama para comenzar a caminar hacia él.

Se encuentra muy nervioso al temer ser rechazado, pero la mirada del alfa recorriendo su cuerpo de pies a cabeza le dan algo de seguridad.

—Quiero que me toques —Confiesa casi en un susurro.

Entonces lleva la mano del alfa hasta su cintura y termina de cerrar el espacio entre ambos con un candente beso.

Sergio titubea un poco al inicio, pero pronto comienza a dejarse llevar.

Con su lengua invade la boca del Omega y lo invita a un baile sensual que solo aumenta el calor entre ambos.

Pronto siente las manos del rubio sobre sus pantalones y traviesamente acaricia la polla del alfa hasta ponerla dura.

El pecoso le sigue comiendo la boca como a él le gusta, y toca delicadamente la lencería que lleva puesta.

No sabe cómo o por qué se ha decidido por hacer eso, pero no puede negar que se siente sumamente excitado al verlo así.

—Seré un buen Omega para ti —Murmurs el rubio para después deslizarse hasta quedar de rodillas frente a él.

Comienza a desabrochar su cinturón para después bajar el cierre de los pantalones del alfa, exponiendo su hombría solo cubierta por sus boxers.

El Omega siente que se le hace agua la boca y se relame los labios antes de acercar su lengua a esa delgada tela para comenzar a lamer aquel falo todavia oculto.

Sergio suelta un pesado suspiro mientras posa una de sus manos en la cabellera rubia del Omega.

Cree que en cualquier momento lo tomara del brazo y lo llevará a la cama para hacerlo suyo.

Y en ese momento un recuerdo viene a su cabeza.

“Primero sé honesto contigo mismo. Porque es muy difícil cuando un alfa solo quiere acostarse con un Omega, y luego se quedan atrapados en una relación sin amor”

Las palabras de Charles resuenan en su cabeza.

Él no quería arriesgarse de esa manera si todavía no había un cortejo de por medio.

No solo era cruzar la línea, sino superarla por completo.

Cualquier regla, cualquier trato.

Todo se iría a la basura si sobrepasaba ese límite.

Pero lo que más le preocupaba era lastimar a Max en el proceso, porque él no sabía si era capaz de sentir esa clase de amor por alguien.

Cuando él nunca creció con algún tipo de cariño.

—No, Max, basta —Dice el alfa tomándolo del brazo para hacerlo levantarse del suelo —No podemos hacer eso, lo siento. No está bien.

Max sonrió un vuelco en el estómago al escuchar esto. Realmente creyó que Sergio quería lo mismo.

Ese beso en el hospital.

Los celos que sintió hacia Daniel.

¿Acaso confundió su actuación con cariño?

Traga en seco pensado en lo tonto que ha sido.

Lo escucha hablar solo mucho que lamenta esto, pero a ese punto ya es más ruido blanco.

Era como si las palabras no llegarán a sus oídos de lo aturdido que estaba.

—¿Puedes irte, por favor? —Es lo único que sale de sus labios.

Sergio se siente como un idiota, pero piensa que es lo mejor para ambos y solo se limita a asentir mientras sale de la habitación.

Apenas el alfa se marcha, Max se regresa a la cama y se cubre con las sábanas.

No sabe cómo reaccionar ante su rechazo.

Intenta analizar que hizo mal, pero todo lleva a una misma respuesta.

Él no es Lewis.

Y por más que intente ignorar aquel recuerdo en su mente, todavía tiene memorias difusas de la noche de su celo y como Sergio mencionó al moreno.

No solo era diferente la historia entre ambos, sino que Lewis tenía una educación y buen familia, algo de lo que él carecía.

Creía que quizá por una vez alguien lo escogería, pero parecía que no era la ocasión.

Por su parte, Sergio se encerró en su habitación mientras repetía por lo bajo:

“idiota, idiota, idiota...”

Sabía bien que, por más buenas intenciones que tuviera, lo había arruinado.

Quizá fue muy brusco y se dejó llevar por el impulso de querer evitar un error.

O tal vez nunca debió tocar esa puerta en primer lugar.

No quería lastimarlo.

Le gustaba tanto y se sentía tan tonto.

Se sienta en la cama y lleva sus manos a su rostro.

—¿Por qué no puedo dejar de pensar en ti? —Murmura mientras se recuesta en la cama.

Todos esos momentos juntos, la tensión, los besos.

Recordaba perfectamente esa mañana cuando hablo con Carlos sobre lo que estaba sintiendo.

Pensarlo todo el tiempo no podría significar solo atracción sexual ¿O si?

Max ocupaba su mente como si allí viviera.

Su riza, sus ojos azules y sus dorados cabellos.

Incluso recordaba la primera vez que lo vio y se arrepentía de lo grosero que había sido.

Y su dulce voz, tan amable y tierno. Con ese delicioso aroma a durazno y algodón de azúcar.

Podría vivir toda su vida solo mirándolo.

“¿Eso es estar enamorado, no?”

Recordando la conversación con Carlos, esa pregunta comenzó a repetirse en su mente.

¿Acaso él estaba enamorado de Max?

En ese entonces solo pensó en la posibilidad de sentirse atraído, pero amar a alguien nunca lo había experimentado.

O al menos eso creía.

Lo más cerca que estuvo fue con Lewis, pero no funcionó.

Y nunca lo iba a hacer.

Las ideas de un futuro juntos nunca llegaron a buen puerto y siempre había algo que los separaba.

Pero Max no era Lewis y él lo sabía.

Entonces su mente comienza a pensar en la estúpida condición del testamento de su abuelo.

Tantos líos por culpa de ese viejo.

¿Cuál era la obsesión que tenía para que consiguiera una pareja que llegó al punto de ponerlo en su testamento?

Si él no había podido aventurarse en los terrenos del amor era por culpa de la mala crianza que recibió.

Nunca llorar, nunca sentir demasiado.

Desde que fallecerion sus padres el color y amor desaparecieron de su vida.

Y creyó que nunca lo volvería a encontrar, hasta que una noche un Omega le dio una bofetada que cambiaría el rumbo de las cosas.

Desde entonces todo había tomado un tono distinto.

Tenía miedo de arruinarlo, pero pronto pensó que eso era algo que su abuelo le echaría en cara.

Y si de algo iba a servir en su vida, era en darle el valor de llevarle la contraria.

No tendría miedo de sentir.

Ya no más.

Por su parte, Max se levanta de la cama algo desanimado, sabiendo que ahora Sergio ya no lo miraría de la misma manera después de intentar llevar su relación a otro nivel y quizá eso signifique el fin de  su acuerdo.

Se sentía como un tonto, y ya quería quitarse esa lencería para ponerse algo más cómodo.

Pero en ese momento escucho unos pasos apresurados acercándose y de pronto la puerta se abrió de golpe.

El alfa lo observa de la cabeza a los pies, y el rubio piensa que le va a decir que se vaya, que no quiere nada con él.

Porque él no es Lewis.

Sin embargo, pasa todo lo contrario y podría decirse que lo tomó desprevenido.

Así que siente sus piernas temblar cuando sus ojos se encuentran y está a punto de decir algo, pero las palabras no salen de su boca.

Sergio camina hacia él con paso firme y, cuando está a tan corta distancia, se quita la camisa de un jalón, haciendo que los botones caigan al suelo.

Max se queda atónito observando su pecho desnudo y ve como sus manos bajan hasta la hebilla de su pantalón para comenzar a quitarse el cinturón.

Tira el objeto a un lado y luego toma al Omega de la cintura para pegarlo a su cuerpo.

Un suspiro escapa de los labios del rubio, jamás lo había visto actuar de esa manera.

Tan decidido, tan dominante, tan territorial.

El alfa no tarda en buscar sus labios, siendo posesivo al momento de reclamar su lengua.

Max al principio titubea un poco, pero después no duda en llevar sus manos al pecho de su prometido, con su calida piel rozando la suya.

Y pronto siente las manos de este en su trasero, soltando un pequeño quejido cuando masajea sus suaves nalgas, como si hubiera estado deseando hacer eso todo el tiempo.

En ese momento el pelinegro se separa un poco y murmura:

—¿Seguro que quieres hacer esto?

El rubio siente que le falta el aire y no puede con la opresión en su pecho.

Nunca se había sentido más excitado.

Y como respuesta baja su mano hasta la el pantalon del alfa y  lo desabrocha como lo había hecho antes, tocando su hombría mientras se muestra una sonrisa pícara.

Sergio no necesita saber más y vuelve a comerle la boca tal como al Omega le gusta.

Comienza a orillarlo hasta la cama, donde lo recuesta con cuidado y se coloca a su lado.

Max lo mira con atención y observa como la mano del alfa se posa sobre su pecho, en aquel delicado sostén de encaje blanco.

—Es tu primera vez, ¿Verdad? —Pregunta el pelinegro y el rubio asiente —Puedo ser muy bueno contigo —Baja lentamente su mano hasta el trasero del Omega —Puedo ser muy malo —Acaricia una de sus nalgas sin ningún tipo de vergüenza —O puedo ser ambos.

Su mano aprieta su pálida piel y le arranca un suspiro al más joven.

—Q-quiero que seas ambos... —Balbucea un poco al responder y esto le gusta al alfa.

—Te diré que hacer, pero también podemos detenernos cuando tú quieras —Afirma y esto le da la confianza para continuar.

Pronto el pelinegro lleva su mano de nuevo al pecho del rubio y jala hacia abajo parte de la lencería que lo cubría.

Con sus dedos toca la punta del pezón rosado del Omega y esto lo hace soltar un pequeño quejido.

—Maxie, eres tan bonito... —Susurra el alfa —¿Por qué no mueves tu lindo trasero mostrando lo que quieres?

El rubio siente y comienza a mover sus caderas haciendo que sus nalgas se presionen contra el miembro erecto del alfa que se asfixia dentro de sus boxers.

—Alfa, tómame —Dice casi en una súplica.

Puede ver ese deseo en sus ojos, como un fuego en su interior que necesita ser atendido.

Deja en paz aquel pezón para centrarse en aquello que tanto desea.

Toca de nuevo aquel sonrosado trasero perfectamente decorado por una tanga de lencería blanca.

Renueve la tela un poco y hace que el Omega lo tome para poder abriese paso entre sus nalgas, separandolas con su mano y así observando su colorada entrada.

Siente como su miembro se renueve en su ropa interior y se relame los labios ante tal imagen.

—Oh Max... —Murmura a su oído —Me pones tan duro.

Max siente sus mejillas arder de la vergüenza al escuchar esto, nunca se había expuesto tanto a alguien más.

Pronto el pelinegro lleva su mano a la boca del joven e introduce dos dedos, haciendo que con su lengua los llene de su saliva.

Los saca con cuidado y, bajo la atenta mirada del Omega, lleva estos dos dedos hasta su entrada y comienza a tocarlo muy lentamente.

Max suelta un quejido que solo hace incrementar el sonrojo en sus mejillas.

Nunca había experimentado tal sensación, invasiva pero placentera.

Con el alfa tocando su zona más sensible y su respiración pesada prácticamente chocando en su nuca.

—Oh... —Suelta un gemido que llena la silenciosa habitación —Uhm...

Lo que empezó con un toqueteo lento comenzó a tomar un ritmo que hacía casi imposible que se concentrará.

Y pronto lo sintio introduciendose poco a poco en él, tan lento como placentero, Max jamas pensó vivir algo así.

—¿Te gusta? —Pregunta y el rubio asiente, pero en ese momento un chorro de lubricante natural moja la mano del alfa, quién no puede pensar en otra cosa —Me muero por probarte.

El Omega no deja de mover sus caderas sobre sus dedos, buscando más contacto y dejando escapar pequeños gemidos con  cada toque.

Pero en ese momento el  alfa ha tomado una decisión.

Saca sus dedos y lo hace acostarse boca abajo, abriendo sus nalgas con sus manos y hundiendo su rostro entre estas.

—¿C-checo?... Ahh... —Por un momento siente que pierde la cabeza cuando su calida y húmeda lengua se posa sobre su entrada, saboreando cada parte de él.

El pelinegro se siente en el paraíso.

Mueve su habilidosa lengua sobre aquel colorado botón que lo está volviendo loco, logrando introducirse dentro de él y haciéndolo gimotear.

El Omega muerde una almohada que tenía bajo suyo e instintivamente intenta cerrar sus piernas, pero no puede porque aquel hombre se lo está comiendo como si estuviera hambriento.

—Oh... C-checo... —Gimotea contra la almohada y siente una presión en su vientre que lo lleva abrir la boca y soltae un pesado quejido.

Sus piernas tiemblan un poco y para cuando se da cuenta ya ha bañado la boca del hombre con su excitación.

Puede sentir su cuerpo sensible ante esto, y como el aire se vuelve pesado.

El alfa sale de entre sus piernas con una expresión nunca antes vista

Max lo observa embriagado de placer, y puede notar lo que ha provocando en él con todo esto.

—Uhm... —Sergio se relame los labios mientras lo voltea a ver —Si así fue con mi lengua, me preguntó cómo será con...

Baja la mirada hacia sus boxers y se puede notar muy claramente como su polla se marca en este.

El rubio se reincorpora lentamente y se da la vuelta para gatear hacia él.

—Quiero... —Murmura el Omega mientras posa su mano en el miembro de su prometido —Lo quiero aquí.

Max saca su lengua frente al alfa y este sonríe mientras se baja los boxers lentamente.

El más joven observa ese pedazo de carne frente a él, y lo toma con cuidado en sus manos teniendo una especie de deja vu.

Bajo la atenta mirada del alfa, el rubio posa su lengua sobre el falo y lo saborea lentamente.

Sergio nunca pensó que ve al Omega así sería una imagen tan erotica que le gustaría retratar.

Con su lengua paseándose sobre su polla, por momentos torpe por su inexperiencia, el alfa lo toma de sus rubios cabellos y lo ayuda a introducirselo en la boca.

Guiandolo en el ritmo de su tarea, Checo se calienta al estar follando la boca del joven.

Sabe que no puede resistir ni un solo segundo más.

—Max, déjame follarte —Pide rápidamente antes de que su mente se pierda en aquella fantasía erótica frente a él.

El Omega lo saca de su boca algo nervioso pero también lleno de deseo, viendo como el alfa toma una almohada y la coloca debajo de su espalda.

Y en ese momento Sergio lo acomoda bien frente suyo, abriendo sus piernas para poner su miembro en su entrada.

—Alfa, tómame —Insiste el rubio algo desesperado.

Ha estado esperando mucho por eso.

Es entonces que puede sentir la cabeza de la polla del alfa presionando contra su sensible piel, abriéndose paso poco a poco.

—Relajate —Murmura el pecoso —Sabes que me detendré si así lo deseas.

Max asiente ante esto y observa como el pelinegro lo sostiene de ambas piernas para tenerlo tan abierto para él.

Su polla de alfa invade lentamente su interior, arrancándole un suspiro pesado mientras ese pedazo de carne lo hacía suyo.

—Uhm... —Gimotea cuando el pecoso se lo toma de la cintura con una expresión de satisfacción en el rostro.

—¿Estás bien? —Se apresura en preguntar antes de hacer cualquier otra cosa.

El rubio parpadea un par de veces antes de asentir y suspira pesadamente cuando el alfa comienza a mover con cuidado sus caderas contra las suyas.

Un calor abrazador se apodera de su interior con cada embestida, que no busca ser brusca pero que poco a poco comienza a notarse una dominancia del alfa.

Pronto el pelinegro lleva una de sus manos hacia el miembro del Omega y comienza a acariciarlo mientras que con la otra lo sostiene firmemente de su cintura.

Max ya no puede controlar más lo que está sintiendo. Siendo una experiencia nueva para él, se vuelve bastante sonoro con cada movimiento del alfa.

Observa como Sergio esta muy concentrado en su tarea, con un par de gotas de sudor cayendo de su frente y entre sus labios mira como presiona su lengua.

Y sonríe cuando ve al Omega completamente sonrojado, con sus labios entreabiertos y con pequeños gemidos escapando de estos.

—Dime si te gusta —Murmura y el rubio asiente —Quiero que lo digas.

—S-si... —Responde con dificultad y pronto acerca su mano hacia el abdomen del alfa, acariciándolo lentamente con sus dedos —D-dame tu nudo... Quiero que seas el primero.

El pelinegro sonríe ante esto, pero sabe muy bien que eso sería demasiado.

Tiene que tener cuidado, no nudo, no marca.

Así que no le responde, solo continúa moviendo su cuerpo contra el suyo.

Incluso es difícil para él poder controlarse, mucho más después de bastante tiempo sin esa clase de acción.

Por lo que termina tomándolo con más fuerza, incrementando la intensidad de sus embestidas y ensartando sus uñas en su pálida piel, dejando hilos rojos como marcas que delataban su presencia.

—C-checo... —El rubio apenas puede decir palabra.

No encuentra manera de describir el calor interno que se apodera de su cuerpo y deja su mente volando fuera de si, perdido en el placer.

Sergio gruñe con cada estocada, se adueña del cuerpo del Omega sin temor alguno. Es todo suyo.

Y todavía no puede creerlo por completo.

Lo observa de arriba a abajo, intentando registrar cada detalle de ese hermoso cuerpo desnudo frente a él.

Hace el esfuerzo para llevar una de sus manos hacia la lencería que cubre los pechos de su lindo Omega y lo arranca de un tirón.

El calor es abrazador y puede sentir como el rubio aprieta su miembro con su cálido interior, sabe que está cerca.

Y solo es cuestión de tiempo para que esté termine deshaciéndose con una fuerte embestida del alfa.

—Oh... —El rubio abre bien la boca dejando escapar un gemido que lo lleva a echar la cabeza hacia atrás y siente como su abdomen se mancha con su excitación.

—Maxie —La voz del alfa lo regresa un poco a la realidad y lo ve poniendo un dedo sobre este para después llevárselo a la boca, sonriendo al probar el resultado de un buen trabajo —Que travieso eres.

Y aunque pareciera que eso había terminado ahí, apenas estaba comenzando.

Sergio procura salir con cuidado del Omega y hace que este se de la vuelta boca abajo.

El rubio se abraza a la almohada que hay bajo suyo y puede notar cómo en el espejo en su pared se refleja lo que está haciendo el alfa.

Apenas ha recuperado el aliento cuando el mayor vuelve a acomodarse entre sus piernas y lo toma de la cintura para comenzar a follarlo.

Nadie podía negar lo cautivado que estaba el pecoso al observar ese enorme trasero de Omega solo para él, además de deleitarse con aquella húmeda entrada que lo recibía tan bien.

Max rápidamente se adapta a su ritmo, moviendo su cuerpo hacia él en cada embestida y excitandose ante tal vision en el espejo.

Ver a Sergio completamente entregado al placer mientras lo sostenía con fuerza de la cintura solo hicieron que la excitación del rubio fuera mayor.

—A-ah... —Se queja cuando siente su pesada mano golpeando su trasero.

—P-erdon, no pude evitarlo —El pecoso rápidamente se disculpa, pues se había dejado llevar por sus pensamientos calientes respecto al Omega.

—Hazlo —Pidió el rubio —Dijiste que también podías ser malo.

Esto causa una pequeña risa en el alfa, quién no tarda en hacerle caso y darle otra nalgada.

—¿Quieres que sea malo? —Pregunta en un tono de voz que el Omega desconocía.

Era diferente, fuerte, profundo, demandante.

—S-si... —Balbucea un poco al responder, no puede concentrarse debido al calor que lo está consumiendo por dentro.

—¿Así? —Pregunta el alfa dándole otra nalgada que lo hace temblar y el Omega asiente.

Entonces el rubio baja sus manos hacia su trasero y se abre para que lo vea en todo su esplendor.

—Tómame, alfa.

Sergio no necesita más y esta vez lo toma con más fuerzas, moviendo sus caderas en un ritmo constante que enloquece al Omega.

Lo tiene tan dispuesto para él.

Observa su trasero rebotando en su polla  y ni siquiera él puede acallar sus propios gemidos de placer.

Nunca se había sentido tan bien.

Su dulce aroma a durazno llenaban los pulmones del alfa, quién se sentía embriagado por él.

Acariciaba su cuerpo y se abrazaba él como si en cualquier momento se le fuera a escapar.

Deseaba tanto tenerlo a su lado que creía que en cualquier momento pondría una marca en su cuello, pero no era tan egoísta para permitírselo.

Aprieta su trasero con sus grandes manos, y el Omega suelta un quejido ahora familiar.

—Joder... —Gimotea el alfa cuando siente como las paredes del rubio se contraen hacia él, sabe que ha vuelto a deshacerse por él y tampoco está tan lejos de lograrlo.

Pero no estaba en sus planes hacerlo, solo buscaba satisfacer al Omega.

Y cuando sale de él para alejarse, Max se gira y lo abraza con sus piernas sobre sus caderas.

—Más... —Ek rubio no se detendrá hasta conseguir lo que tanto quiere.

Sergio lo analiza por un segundo, sabe que de continuar podría terminar dándole su nudo.

Y debería darse la vuelta y marcharse.

Pero no lo hace.

Se acomoda de nuevo entre las piernas del más joven y esta vez lleva una de las piernas de este a su hombro.

Ahora sus embestidas son más lentas a comparación de hace unos momentos, con su cuerpo cansado y bañado en sudor, apunto de tocar el cielo.

Debería detenerse.

No puede hacerlo, no porque realmente desea tenerlo.

Max simplemente se mantiene abierto para él, pero atento a lo que le ha pedido.

Quiere su nudo, se lo ha dicho desde el momento en que lo llevo a la cama.

Checo continúa moviendo sus caderas, está vez obteniendo un poco más de ritmo y su respiración pesada llama la atención del Omega.

El rubio lo observa con atención y mira como sus ojos se han vuelto de un café más profundo que lo que recordaba.

Mira como abre la boca y su lengua se pasea por sus colmillos como si fuera un lobo a punto de atrapar a su presa.

Y de un momento a otro el alfa baja su pierna y se inclina hacia adelante, tomándolo de la cintura mientras poco a poco va bajando el ritmo de sus estocadas.

Es entonces que Max experimenta algo de lo que solo había escuchado hablar un par de veces.

Nunca antes había sentido como el pene de un alfa se ensanchaba en su interior.

Como un calor abrazador que lo llenaba al punto de arrancarle la respiración.

Grande, caliente, pesado.

Lo sentía apoderándose de su cuerpo, derramando descaradamente una espesa carga de esperma de alfa.

Y ese momento finalmente perdió la poca coherencia que le quedaba.

—Tranquilo, no te muevas —La voz de Sergio sonaba muy autoritaria en ese momento.

Max solo se limito a asentir mientras dejaba que lo llenara por completo, doliendo un poco al principio y con justa razón, pues el alfa estaba muy bien dotado.

Y el pecoso hacia todo lo posible por no acercarse más a él.

Había cedido a sus deseos de darle su nudo, pero no le daría su marca.

Levanta ligeramente la vista y ve los ojos del omega completamente dilatados, la  mirada de un Omega dispuesto a cargar con sus cachorros.

Entregado y devoto a él, dispuesto a seguir cada una de sus palabras al pie de la letra.

—Sergio... —Lo llama y sus miradas se encuentran.

El alfa lucha para no dejarse guiar por sus instintos y no morderlo, y esto el rubio lo aprecia muy en el fondo.

Se había entregado a él, pero el miedo a la marca seguía ahí.

Checo se recuesta sobre el Omega mientras el nudo se mantiene uniendolos a ambos.

Era claro que todavía tenían que hablar después de todo lo que había pasado.

Al menos había dado un paso, pero ahora era momento de definir lo que todo esto significaba para ambos.

Nota: No soy mala 🫵

Chapter 23: Embriagador

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Sentía su cuerpo relajado, todavía aturdido.

Abre los ojos lentamente y su mirada se encuentra con la de aquellos ojos cafés con un poco de verde que lo cautivaban.

—Finalmente despertaste —Murmura el alfa con una voz tan suave que se siente como si estuviera tocando una nube —Te quedaste profundamente dormido.

Max lo mira tan embobado que le saca una sonrisa algo nervioso.

—¿Qué pasa? ¿Tengo algo en la cara? —Sergio pregunta algo temeroso de que quizá el Omega se haya arrepentido de lo que hicieron.

Pero eso no es así.

—¿Dormí en tus brazos? —El rubio murmura al soltar su pregunta.

Todavía no puede creer lo que hicieron y sentía que era como un sueño del que no quería despertar.

—Claro, ¿De que otra forma sería? —Y el alfa parecía maravillado con él —Te quedaste agotado. Dime la verdad, ¿Acaso fui muy brusco contigo?

Max sonrió apenado y sintió sus mejillas arder de la vergüenza.

Rápidamente niega con la cabeza, todavía no puede creer lo que ha pasado.

En ese momento el pelinegro se acerca a su rostro y atrapa sus labios en un dulce beso.

Le arrebata suspiros que escapan de sus labios y el rubio posa sus manos en la cintura del alfa para atraerlo hacia él.

Sergio no duda en saborear los labios del Omega, y se inclina un poco hacia él para continuar besándolo.

—Max, me encantas... —Dice en un susurro.

Entonces el rubio suelta un pequeño gemido y sus manos buscan tocar más del mayor.

Sin embargo, rápidamente es detenido.

—No seas travieso —Murmura el pecoso tomando su mano —Ya me tendrás otras veces. Por ahora descansa, duerme tranquilo en mis brazos.

Max asiente algo derrotado, pero se confirma en recostarse en su pecho y escuchar su corazón latiendo en su oído, mientras se deleita con su delicioso aroma de alfa que poco a poco se mezcla con el suyo.

Pronto cae víctima del cansancio y sus ojos se sienten pesados, dejándose llevar por profundo sueño.

Sergio sabe que los omegas se cansan demasiado después de tener su primer encuentro, pues su cuerpo no está acostumbrado a esa clase de actividades.

Así que lo deja durmiendo junto a él, acariciando sus dorados cabellos y sonriendo por lo afortunado que se sentía al saberlo su Omega.

Claro que no le había dado su marca, pero realmente sentí que era suyo.

Se había entregado a él por una razón, y esa quizá era que Max también sentía algo por el alfa.

Tendrían que aclararlo pronto, pero de momento lo dejaría descansar. Pues podía notar el cansancio en su rostro y no quería perturbarlo.

Estaba tan relajado que lo dejó durmiendo durante un rato mientras pedía algo a domicilio y se levantó a atender la puerta para recibir el paquete.

Resultaba un poco vergonzoso, pero era necesario.

Y cuando Max despertó en medio de la noche, supo que era momento de dárselo.

—¿Qué hora es? —Pregunta el rubio algo somnoliento.

—Las once de la noche con treinta y tres minutos —Responde el pecoso tomando un vaso con agua que ya tenía preparado para él..

—Dios, he dormido prácticamente todo el día —Su respuesta hace sonreír al alfa.

—Mira, ¿Sabes lo que es está pastilla? Es para que no tengamos algún accidente por nuestra travesura —El pelinegro rápidamente llama su atención.

Max toma la pastilla en su mano y la observa bien.

Sabe lo que significa, no es ningún idiota.

—Si la tomo, no tendremos ningún cachorro —Señala y el alfa asiente.

—Max, nos acostamos y debemos ser responsables con nuestro cuidado —Comenzó el pelinegro —Ni siquiera hemos hablado bien entre nosotros.

—No nos acostamos —Y la respuesta del Omega lo confunde —Hicimos el amor.

Sergio sonríe ante esto.

—Claro que lo hicimos, y te di mi nudo —Le recordó —Pero espero que estemos iniciando algo lindo, y quiero hacerlo bien. No pienso atarte a mí con mi marca o de alguna otra manera. Quiero que estés a mi lado porque eso es lo que deseas.

Max lo sabe bien, porque también le da miedo tener un cachorro sin un padre que este a su lado.

Le encanta Sergio, pero tiene que ser realista sobre los riesgos, así que toma la pastilla.

Sabe que es lo mejor para ambos, aunque no descarta la idea de que en un futuro puedan iniciar una familia juntos.

Aunque quizá todavía sea muy pronto para soñar.

Al día siguiente los prometidos desayunaron con normalidad, a excepción de que Max estaba muy hambriento.

—Esta será mi vida a partir de ahora —Dijo Otmar cuando vio el desastre en la habitación del rubio.

Tenía que limpiarlo todo.

—Visitare a Lando, quiero ver al pequeño Oscar —Comentó Max mientras arreglaba la corbata del pecoso antes de que esté se marche al trabajo.

—Saldre a almorzar con Carlos, pero si quieres podemos vernos en la tarde, claro, si no tienes nada más que hacer —Señalo el alfa y su Omega negó con la cabeza —Pasare por ti cuando estés listo.

No duda en acercarse a su rostro y darle un dulce beso de despedida.

Y mientras el alfa se va al trabajo, Max se encamina hacia el hospital donde todavía se encuentra su amigo.

Cuando llega a su habitación, este se encuentra con su bebé en su pecho.

—Perdón, debí tocar —El rubio rápidamente se disculpa dispuesto a irse.

—Tranquilo, como si tú no tuvieras lo mismo —Se burla el castaño —Uhg, oye, ¿Por qué hueles así?

Max comienza a oler su ropa y revisar su calzado por su piso algo que no debía.

—¿Huelo mal? —Pregunta algo tímido y avergonzado al respecto.

—Apestas a alfa —Señaló su amigo —¿Acaso te pusiste la ropa de tu millonario prometido o por qué hueles como él?

El rubio sonríe ante esto, le gustaba saber que todavía se percibía así.

—No me puse su ropa —Respondio mientras se apoyaba en la orilla de la cama.

—¿Entonces te quedaste dormido junto a él? —Lando lo mira confundido, es claro que algo ha pasado.

—Podria decirse que si —Admite el rubio con sus mejillas coloradas ardiendo de la vergüenza en admitir algo así.

—¿En serio? —Su amigo rápidamente pregunta mientras acomoda al bebé que estaba bastante dormido —¿Qué hablaron? ¿Acaso tuvieron una cita y después...

—Lo hicimos... —Max lo interrumpe confesando lo que hicieron.

—Se quedaron durmiendo después de ver una película... —Pero Lando completa la frase quedándose en shock por lo que ha escuchado —¿Qué?

En ese momento el rubio traga en seco pero decide continuar.

—Seguí tú consejo de seducirlo —Comenzó Max y el castaño no daba crédito a lo que estaba escuchando —Pero sabía cómo hacerlo, sabes que nunca lo había hecho. Así que me puse a ver algunos vídeos y me entregué a él.

Lando se queda en silencio por un segundo y llama a la enfermera para que se lleve a su bebé.

Una vez solos, finalmente se suelta.

—¡¿TE ACOSTASTE CON SERGIO?! —Grita con una mezcla de emoción y desconcierto.

—E-es lo que me dijiste que hiciera —Max rápidamente se excusa.

No sabe porque su amigo se sorprende si solo siguió su consejo.

—Yo hablaba de conquistarlo, llevarlo a un cortejo real —Señaló el castaño —No puedo creer que te acostarás con él.

Max pronto comenzó a sentirse avergonzado.

Había entendido mal el consejo de su amigo y se dedicó a ver una serie de videos que le dio una idea de lo que debía hacer en la cama con el alfa.

Aunque al final le había dado el resultado que tanto deseaba.

—Creo que malentendi tu mensaje —Dijo el rubio sentándose junto a él.

—Más bien entendiste lo que quisiste —Se burló su amigo, quién no duda en darle una palmada en el hombro —¿Y como fue? ¿Lindo o rudo?

Lando logra sacarle una sonrisa, haciendo que así se relajara un poco.

—Maravilloso —Afirma todavía nervioso —Y luego me abrazo toda la noche. Nunca me había sentido tan feliz.

—Te entiendo —Dice Lando tomando su mano —Me paso lo mismo ahora tengo un bebé al cual cuidar.

Los dos amigos ríen ante esto.

Un mensaje malinterpretado lo llevo a arriesgar el todo por el todo, y parecía haber ganado.

Quizá era el momento más maravilloso de su vida, pero también sabía que debía hablar con él sobre lo que eso significaba para ambos.

Porque para él lo era todo.

Sin embargo, necesitaba saber si eso era real y lo que pasaría con su acuerdo.

El alfa le había dado a entender que buscaba algo serio, pero necesitaba que fuera claro y lo demostrará.

Ya que Max no se andaba con juegos.

Por su parte, el día paso rápido para el alfa, quién pronto se encontró con su amigo para almorzar en el restaurante de Kamui.

El luegar donde conoció a su adorable Omega.

—Te lo juro, Mark me va a matar en cuanto tenga la oportunidad —Afirma Carlos para después soltar un pesado suspiro.

—Entonces no le des tantas oportunidades —Señaló su amigo —Porque créeme que le has dado varias, y si no te hace algo es por misericordioso.

El castaño pronto le da un ligero golpe en el brazo y el pecoso se echa a reír.

—¿Y que me dices de ti? ¿Cómo te va con ese omeguita tuyo? —Comienza Carlos sumamente atento a su reacción, viendo como se molesta ligeramente por la forma en cómo se refería al rubio —¿Max ya está más tranquilo? ¿O sigue pidiendo que te lo lleves a la cama?

No es nada tonto, lo ha estado observando desde que llegó.

Había algo diferente en su amigo y solo esperaba la oportunidad que lo confesara o que pudiera hacerlo decirlo.

—Max está bien.

Checo responde secamente.

En el fondo se había molestado por el “omeguita”, no le gustó como lo llamo.

—Bien de bien o, ya sabes, bien —Esta última palabra la arrastró de más, con una expresión cómplice en el rostro.

—Bien de bien —Comienza Sergio y pronto busca cambiar el camino de la conversación —Voy a pedirle un cortejo está noche.

—Creí que su relación era falsa.

—Lo era, pero ya no quiero que lo sea —Afirma el pecoso.

Y pronto el silencio gobierna en su mesa, pero Carlos ya no puede con eso.

—Te acostaste con él —Afirma Carlos con una expresión burlona y toma por sorpresa al pelinegro —No lo niegues.

—No es así, no nos acostamos —Sergio rápidamente negó las acusaciones.

Le resulta complicado entender cómo llego a su conclusión.

Además, el alfa no estaba dispuesto a ventilar sus intimidades y mucho menos las de su Omega.

—No intentes negarlo, apestas a él —Señaló el castaño —Ese aroma tan dulce es agobiante.

El pecoso inhaló profundamente, le encantaba como su aroma se mezclaba con el de su Omega.

Pero rápidamente retomo la compostura.

—No es así, y ya no hablemos de eso —Pidió con una voz firme, algo que me hizo saber a su amigo de que ya no soportaría alguna bromita de su parte —¿Cómo vas con la boda? Ya está a la vuelta de la esquina.

—No me cambies el tema —Insistió Carlos, pero la paciencia de su amigo se agotaba.

—Ya hasta, no te diré nada de mi situación con Max —Sergio se mostró firme con su respuesta —Tú deberías enfocarte en la tuya con Charles, ya de por sí tienes a tu suegro queriendo deshacerse de ti. Estás a punto de casarte, aclara tus prioridades.

El pecoso no se molestó a esperarlo a que terminara de comer y simplemente pidió la cuenta.

No tardo en irse, ya no quería ser bombardeado con sus preguntas.

Y Carlos se sintió un poco agobiado por sus palabras.

Era cierto, estaba apunto de casarse y no podía seguir soportando la frialdad de Charles.

Si su amigo podía avanzar, en secreto, con Max. Él también podría hacerlo con su Omega.

Así que compra una botella de vino y unos chocolates para ir a la casa del Charles y así poder hablar tranquilamente.

Se confesara incluso si recibe una negativa, igual se casarían.

Pero podrían ponerse de acuerdo en cómo quieren vivir su matrimonio.

Y cuando llegó vio que no se encontraba solo.

Nota: disculpen la ausencia 😭 ♥️

Chapter 24: Mirada de Omega

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Sergio estaba muy nervioso, de eso no había duda.

Ansiaba demasiado ver a su lindo Omega para poder charlar sobre lo que sucedió entre ambos.

—Muchas gracias —Dijo el alfa mientras tomaba un ramo de tulipanes que había comprado para la ocasión.

Suspira pesadamente mientras se dirige hacia su auto y una vez dentro toma su teléfono para comenzar a llamarle.

El timbre suena una y otra vez, hasta aquel finalmente el rubio responde.

—¿Checo? —Pregunta el Omega del otro lado de la línea —¿Paso algo?

Sergio sonríe al darse cuenta de su confusión. Pocas veces le había llamado por teléfono y era lógico que se lo preguntara.

—No, lindo, solo quería saber si podía pasar por ti o si seguías ocupado con tu amigo —Explicó el pecoso mientras acomodaba las flores en el asiento de copiloto.

—Oh, lo siento, es que vine a ver a mi mamá —Comenzo el rubio mientras caminaba a la recepción del lugar —Quizá deberíamos vernos en casa.

—¿Vernos en casa? —Pregunta con cierta mofa —No digas tonterías, voy en camino.

—¿Qué? No tienes que venir, sé que tienes muchas cosas que hacer en el trabajo —El Omega se pone nervioso.

No quería acaparar al alfa cuando apenas están comentando su relación.

—Te recuerdo que es mi suegra, no quiero que piense que soy un maleducado —Responde Checo con una sonrisa —Te veré en unos quince minutos.

Cuelga la llamada y comienza a conducir hacia el hospital donde sabe que está internada Geri.

Ahora estaba más nervioso que antes.

Ya no era como la primera vez que vio a su suegra, pues era consciente de su mentira.

No, está vez era en serio.

Porque ya no se trataba de algún acuerdo donde ambos saldrían beneficiados económicamente.

Ahora Sergio estaba dispuesto a hacer realidad todos los sueños de Max, y no quería que su matrimonio fuera un juego más.

Mientras que por su parte, el rubio entra al hospital y se detiene en la recepción para poder obtener información que necesita.

—Se que me he atrasado un poco, y lo lamento, pero ya tengo el dinero su estancia este último mes —Dijo el Omega mientras buscaba su billetera.

Charles había sido muy generoso con el pago de los postres que el rubio había hecho para su cena de compromiso y usaría ese dinero en quién más le importaba.

—Disculpe, joven, pero la estancia de la señora Verstappen ya está siendo cubierta —Explico la chica quien lo atendía.

Max se mostró confuso ante esto, pero pronto recibió una respuesta que lo dejo en claro todo.

Camina algo apenado rumbo a la habitación de su madre, quien se ve más animada que la última vez.

—Mi niño —Dice Geri con una sonrisa que rápidamente contagia a su hijo —Ven aquí.

Max camina hacia ella y se deja envolver en un cálido abrazo.

Pero la mujer se detiene a apreciar su aroma.

—Estas distinto —Murmura mientras se separan.

El rubio se encoje de hombros porque no quiere delatar más lo que ha pasado.

—Sigo siendo yo —Responde con una sonrisa.

—No, me refiero a que hueles distinto —Explica ella —Si te estás bañando, ¿Verdad?

—¿Insinuas que apesto? —Pregunta en un susurro.

Geri pronto niega con la cabeza.

—Olvidalo, cariño, mejor dime cómo te ha ido —Y rápidamente cambia el tema.

Sospecha que algo ha sucedido con su hijo, porque su ahora es más dulce de lo común.

Y quizá se deba al enamoramiento, lo que la hace más feliz.

—Bien, Sergio y yo estamos bastante bien —Max no pudo evitar delatarse con una sonrisa embobada que adornaban su rostro con sus mejillas coloradas —Y no puedo esperar a que sea tu cirugía y puedas venir a casa.

En ese momento la mujer suspiro pesadamente.

—Yo también deseo irme a casa, a la mía —Aclaro confundiendo a su hijo —¿No pensaras que iré con ustedes o si?

El Omega no comprende esa decisión.

—Claro que es lo que espero, mamá —Confesó —Quiero verte bien, recuperada...

—No me iré a vivir con ustedes después de la cirugía —Sentenció —No lo haré porque ustedes tienen que hacer su propia vida.

Max niega repetidamente con la cabeza.

—No, mamá, yo quiero que vayas —Comenzó con una voz suave, no quería molestarse —Ambos queremos eso.

—Ustedes están próximos a casarse, y no pienso vivir con una pareja que está construyendo su futuro —Respondió mientras acariciaba su mejilla con delicadeza —Quiero que seas un Omega fuerte, responsable y centrado en tu futuro.

—Pero mamá...

—Espero no estar interrumpiendo algo —La voz se Sergio los alerta a ambos, quienes estaban en medio de una pequeña discusión.

—Oh, no, no era nada —Dice Max intentando disimular su frustración.

Sabía que cuando su mamá tomaba una decisión, difícilmente la harían cambiar de opinión.

Pero el alfa se da cuenta de que los ánimos no son muy buenos entre madre e hijo en ese momento.

Así que intenta suavizar el ambiente.

—Traje estás flores —Comenta mientras muestra un pequeño ramo que consiguió cerca del hospital, pues no quería llegar con las manos vacías —Espero que se sienta mejor.

—Ay, Sergio, eres tan lindo —Responde la mujer tomando el ramo —¿Como van con los preparativos de la boda?

Los dos se miran el uno al otro sin saber que responder. Han estado tan ocupados que no habían tocado ese tema.

—Bueno, todavía estamos disfrutando de nuestro compromiso —Comienza el pecoso —Como unos amigos están próximos a casarse, no nos parece oportuno apresurarse. Nos estamos dando espacio entre un evento y otro.

—Ademas, yo quiero que estés presente —Murmuro el rubio observando con atención la reacción de su madre.

Geri asiente comprendiendo la situación, y realmente desea encontrarse bien para la ocasión.

—Eso espero, cariño —Afirma con una sonrisa cálida.

Pero en ese momento alguien más entra en la habitación y es una enfermera quien les indica que llegó la hora del baño para su paciente.

Así que se despiden con animosidad de ella y comienzan a caminar rumbo a la salida del hospital mientras eran observados por algunas jóvenes que conocían al rubio de vista.

Sabían su historia y la de su madre, así que siemore le tuvieron consideración.

Pero el rumor de su compromiso con alfa adinerado corrió tan fuerte como el viento.

Así que le resultaba algo incómodo sentir las miradas sobre él.

Y parecía que Sergio se había dado cuenta de esto, porque no tardo en tomar su mano en señal de apoyo.

—Vamos a casa —Murmuro el alfa con una sonrisa que lo calmó un poco.

Pronto llegaron a la salida y Sergio lo llevo hasta el auto, donde abrió la puerta de copiloto para que pueda ver lo que había comprado para él.

—Eh... —Max se había quedado atontado.

—Son para ti, bonito —Afirma el pecoso acercándose para tomarlas y después dárselas —No sé cuáles son tus flores favoritas, así que compre unas que me recordaban a ti.

El rubio sonrió algo nervioso mientras tomaba el ramo, no estaba acostumbrado a esta clase obsequios.

—Son preciosas —El Omega no tarda el apreciar su delicioso aroma —Muchas gracias, nadie nunca me había regalado flores.

Sergio se afligio un poco ante esto, ¿Cómo es que nadie había hecho algo así por ese lindo Omega?

Pronto saca esas ideas en su cabeza, necesita mentalizarse para esa tarde.

Lo ayuda entrar al auto mientras él se apresura para ir a su asiento, siente que le sudan las manos de lo nervioso que está.

Pronto comienza a manejar mientras pone música relajada y observa de reojo al Omega quién no deja de apreciar su obsequio.

Y el camino a casa se vuelve un intercambio de mirada furtivas sobre el otro.

Cuando llegan, Max se sorprende al ver que se encaminan hacia la terraza donde los espera una mesa bien preparada para ellos dos.

—Gracias Otmar, puedes irte —Le indica el alfa a su mayordomo —Yo me encargo desde aquí.

—Checo... Esto es hermoso —Suelta el rubio observando como el cielo comienza a pintarse de dorado cuando el sol comienza a ocultarse.

—Por favor, toma asiento —Pide mientras mueve la silla para que el Omega se siente.

Max lo hace bastante nervioso porque se notaba el esfuerzo en esa romántica cena.

Y resultaba obvio el motivo detrás de esta.

—Supongo que quieres hablar sobre lo que pasó, ¿Verdad? —Es Max quien da el primer paso en la conversación, sorprendiendo al alfa.

—Así es —Comenzó Sergio mientras tomaba asiento frente a él —Hemos dado un gran pasó entre nosotros, pero quiero saber si eso es realmente lo que quieres.

—Si no lo hubiera querido, no lo habría hecho —Afirmo el rubio, quien jugaba con sus manos por debajo de la mesa para intentar calmarse.

Checo sonríe ante su respuesta, recordando que eso se dio por iniciativa del Omega.

—Tienes razón —Continuó —Pero me refiero a que si tú quieres que esto definitivamente deje de ser un simple trato... —Hace una pequeña para tomar valor —Porque yo... Yo deseo cortejarte.

Max siente sus mejillas arder ante esto, nunca nadie le había confesado querer cortejarlo.

—Y-yo... —Balbucea un poco poniendo más nervioso al alfa —Yo deseo que lo hagas.

Sergio traga en seco.

—¿En verdad tengo tu consentimiento para cortejarte? —Pregunta para asegurarse de que esto es así.

Y el rubio asiente en respuesta.

—Me haría muy feliz.

El alfa sonríe levantándose de su asiento y saca de su bolsillo una pequeña caja de terciopelo azul.

—Compre esto para ti —Continua el pecoso mientras se arrodilla frente a él —¿Me dejarías ser tu alfa?

Abre la caja y muestra un anillo de oro trenzado con unos pequeños diamantes decorandolo.

—Sergio... —Murmura el rubio anonadado y dejando que tome su mano para que lo coloque en el dedo de en medio de su mano izquierda, junto a su anillo de compromiso.

—Un anillo de cortejo en el dedo del corazón —Responde el alfa en un susurro.

Max sonríe ante esto, nunca se había sentido más preciado por alguien.

Todo era perfecto.

Y el resto de la tarde fue maravillosa.

Sergio se había empeñado en hacerle pasar una buena comida a su lado, conversando tranquilamente sobre los temas banales del día a día.

Cuando todo termino, se despidieron del otro para cada uno ir a sus habitaciones.

El Omega se acostó en su cama y observo aquel anillo en su dedo, tan bonito y delicado.

—Mi alfa... —Susurró para después cerrar los ojos sin dejar de pensar en él.

Pronto se quedó dormido, pero fue despertado por el estruendo de un rayo en medio de la noche.

Los ruidos fuertes lo estresaban.

“¡Cállate, ya deja de llorar!” podía recordar la voz de su padre gritándole en medio de la lluvia

Niega un par de veces con la cabeza para alejar esos malos recuerdos.

Se levanta de la cama y camina hacia la habitación del alfa, tocando la puerta un par de veces antes de que este abra.

—Perdón... —Murmura el Omega —¿Puedo dormir aquí está noche?

Checo nota lo apagado que se ve, y se pregunta si la lluvia le dará miedo. Pero no lo cuestiona, solo lo deja entrar.

Juntos se acomodan en la cama, pero con cada rayo parecía que omega temblaba.

Así que el alfa decide distraerlo.

—Sobre la boda, puede ser después de que tu mamá se recupere de la operación —Comienza el pecoso acomodándose para abrazarlo por la espalda —Le podemos pedir a Charles que no recomiende a su organizador.

Entonces Max recuerda que había algo de lo que quería hablar.

—Checo... —Lo llama mientras se voltea para mirarlo de frente —¿Por qué pagaste el hospital de mi mamá? Eso no estaba en el trato.

El alfa suspira pesadamente ante esto.

—Max, solo me interesa que seas feliz —Responde para después darle un corto beso en los labios —Y ya no hay ningún trato, no te preocupes por eso. Déjame cuidarte.

El rubio siente sus mejillas arder ante esto y sonríe mientras se acomoda en su cuello.

—Gracias.

Sergio pronto lo vuelve a abrazar para atraerlo hacia él y Max levanta la mirada para buscar sus labios.

De pronto lo que era una noche lluviosa que le recordaba los malos momentos de su vida, se convirtió en una calida estadía llena de mimos y besos.

El alfa comienza a dejar una serie de besos en su cuello, algo que al principio le causa cosquillas pero que pronto toma otro tono.

Max no tarda en ser colocado sobre las piernas del pecoso y toma la iniciativa de quitarse la parte superior del pijama.

Checo continúa dejando un camino de besos en su pecho y el Omega comienza a moverse sobre sus caderas, agitando la respiración de su pareja.

—Que travieso eres —Murmura el alfa con una sonrisa y pronto hace que su Omega quede debajo suyo.

Mientras Max se va quitando los shorts del pijama, el pecoso comienza a desnudarse de la parte de arriba.

Y en ese instante la puerta se abre de golpe.

—¡Sergio! —Grita el invitado no deseado apenas los ve —Ay, carajo...

El humor de Checo cambia en un instante al sentir que su Omega se ha visto expuesto por un intruso.

Lo observa tapándose con las sábanas al sentirse avergonzado por como los encontraron.

De pronto el alfa se levanta de la cama de manera brusca y toma del cuello a su amigo obligándolo a salir de la habitación junto a él.

—¿Qué haces aquí, Carlos? —Reclama sumamente molesto.

—Perdóname, señor, no pude detenerlo —Dice Otmar llegando hasta ellos.

—Lo siento, Sergio, perdón —Repite el castaño sabiendo que había invadido su privacidad —Pero tenía que hablar contigo porque creo que se cuál es el secreto de Charles, y tiene que ver contigo.

Nota: perdón el retraso con el capítulo, es que se me juntaron muchas cosas :,c

Chapter 25: Pacto entre los dos

Chapter Text

Carlos se había propuesto a hablar sobre su relación con Charles.

Quería dejar las cosas en claro, ya no soportaba la incertidumbre y la falta de confianza que se había generado entre ambos.

Esta dispuesto a hacer todo lo posible para arreglarlo, pero se queda estático por un momento cuando se abrió el elevador y lo vio.

—Espero que mi padre ya dejé en paz ese tema —Dice Charles con una sonrisa incómoda.

El alfa observa con atención todo de él.

Cada movimiento, pestañeo, cada cosa que lo alertara en su comportamiento.

Sus instintos lo llevaban a actuar de manera celosa, territorial.

—¿Cómo está llevando lo tuyo con Carlos? —Lewis se apoya en la pared mientras lo escucha hablar de lo complicado que era —Siempre lo detesto por ser un chico malo.

Esto último lo dice en tono de broma, algo que no le sienta bien al alfa quién los está espiando.

Sin embargo, Charles siente un escalofrío repentino.

Algo en él lo hizo girarse hacia donde su mirada se encontró con la de su prometido.

—C-carlos... —Balbucea nervioso y el moreno rápidamente se quita de dónde se encontraba, marcando algo de distancia —¿Cuando llegaste?

El alfa español camina hacia ellos con una mirada seria.

Muy en el fondo sus instintos le dicen que algo no está bien.

—Hace poco —Responde con una voz dura, no es capaz de controlar su molestia.

—Estaba cerca de aquí y quise pasar a saludar —Lewis comenzó dando explicaciones que nadie pidió y pronto ve los objetos en sus manos —Pero creo que interrumpo algo.

Resultaba obvio que el vino y los chocolates que llevaba Carlos eran en un tono más romantico, algo que lo hizo sentir como el tercero en discordia.

—Si, yo también —Responde el castaño sin quitarle la vista de encima.

Era una mirada asesina.

—Mejor me voy —Dice el moreno sintiendo como el aroma del prometido de su amigo se volvía amargo, insoportable —Nos vemos en la boda.

El alfa se marcha sin decir más palabra, sabe perfectamente que Carlos está siendo muy territorial en ese momento y no quiere que las cosas se pongan mal.

Después de que Lewis se fue, Charles se vio en la necesidad se invitar a su amigo a pasar al departamento.

—No me dijiste que ibas a venir.

—Queria darte una sorpresa, pero yo fui el sorprendido —Dijo Carlos dejando la botella de vino en la mesita de café de la sala —¿Qué hacía aquí?

—¿De que hablas? —Charles puede sentir lo molesto que está su prometido.

Sabe que de dar más vueltas con preguntas las cosas se podrían poner más tensas.

—Lewis, ¿Qué hacía aquí? —Repitió.

—Es mi amigo —El de ojos verdes se sienta en el sofá mientras lo observa con atención hacer lo mismo —Sabes que yo fui el intermediario entre Sergio y él cuando se separaron.

Carlos lo mira un momento en silencio.

Siente que hay algo más, confía en su instinto.

Pero también sabe que no debería cuestionar tanto a su prometido, porque de por sí su situación es muy inestable.

Necesita ceder, porque sino no avanzarán.

—Te traje esto —Cambia la conversación acercándole los chocolates que compro para él —Sé que te gustan mucho.

Charles observa la caja de Love Inc y la toma rápidamente.

Son unos chocolates que una vez Carlos le había regalado hace unos años.

Resultaban muy especiales porque estos se los dio un 14 de febrero, después de que ningún alfa se quisiera acercar a él debido a su intimidante padre.

Y si algo hacia bien Carlos, eso era enfadar a Mark.

“Esos chocolates apestan a él” todavía podía escuchar la voz de su padre quejándose al respecto.

—Muchas gracias —Dijo el de ojos verdes antes de destaparlo y llevarse uno a la boca.

Últimamente había querido comer cosas dulces.

—Charles —El alfa habla después de un largo silencio, quiere enfocarse en lo que llegó en primer lugar —Quiero que sepas que para mí no fue solo sexo.

El Omega se queda en silencio por un segundo. No sabe en qué momento la conversación tomo ese rumbo.

—Carlos, no hablemos de esto. Es muy incómodo —El de ojos verdes desvía la mirada.

Ya era bastante vergonzoso lo que había pasado entre ambos y como sus padres los estaban forzando a casarse.

Incluso los chismes que iban y venían en su círculo cercano le resultaban difíciles de manejar.

Pensaba que si ignoraba todo, así como lo hizo con sus sentimientos durante muchos años, quizá las cosas se arreglarían por si solas.

Sin embargo, ese no era el caso y no podía controlar lo que su prometido tenía que decir.

—Tenemos que hablarlo, vamos a casarnos —Le recordó —Yo no quiero que sigamos así. Es raro, hemos sido amigos toda la vida...

Esa última parte lastimó al Omega.

—En eso tienes razón —Y Charles rápidamente lo interrumpió —¿Quizá esa es la solución, no? Un matrimonio que vive como si fueran simples amigos.

Carlos baja la mirada cuando se da cuenta de que no escogió las palabras adecuadas.

—No es eso a lo que me refiero —Continuó mientras se levantaba de su asiento —No quiero que lo nuestro resulte ambiguo. Eso no es lo que deseo para ambos.

El alfa no sabía bien como expresar lo que sentía y esto rápidamente fastidio a su Omega.

—¿Y que deseas exactamente? —Vuelve a interrumpirlo también levantándose del sofá.

En ese momento Carlos se acerca a él y lo toma de los brazos.

—A ti —Confiesa mirándolo fijamente y esto toma por sorpresa a Charles —Muy en el fondo siempre lo supe, pero sabía que tus padres me matarían. Lo que pasó entre nosotros no fue un error de borrachera.

El Omega no sabe cómo reaccionar ante esto. Era una confesión inesperada pero también muy deseada.

—¿Es en serio? —Murmura mirándolo con esos ojos cansados que lo hipnotizan hasta en sus sueños.

—Lo es.

Carlos toma la mano izquierda de su prometido y le da un beso en el dorso de está.

Sin embargo, sus ojos son testigos de la ausencia de su anillo de compromiso.

Por instinto, su mirada comienza a buscar por toda la habitación hasta que se detiene en la mesa del comedor donde hay dos copas casi vacías y el anillo en medio de estás.

Cómo si no valiera nada.

—¿Carlos? —Pregunta el de ojos verdes confundido por el cambio de actitud —¿Qué pasa?

Los celos del alfa hacen que su mente divague en una serie de escenarios donde los protagonistas son su prometido y el moreno.

Sin embargo, no quiere dejarse llevar por estos y, en busca de probar su punto, se acerca al Omega y respira muy cerca de su marca, sintiendo la presencia de otro alfa.

—Lewis... —Susurra en su oído, tensando al Omega.

Retrocede un paso y observa esos ojos verdes que ahora lo miraban con una inseguridad que parecían confirmar sus sospechas.

—Me dio un abrazo —Y rápidamente se excusa —Hace tiempo que no nos veíamos y sabe que estos dias no me he sentido bien...

Carlos está demasiado molesto que siente que en cualquier dejara de pensar con claridad, así que comienza a caminar hasta la puerta.

—Hablaremos mañana, necesito calmarme —Admite mientas coloca su mano en el pomo.

Pero Charles se apresura en detenerno.

Habían tenido un gran avance, uno real entre ambos y no quería perderlo.

—No es lo que piensas —Podia sentirlo por su aroma y su lazo con su marca.

Aunque algo débil debido a la falta de conexión entre ambos, era capaz de percibir sus celos.

—¿Y que es lo que pienso exactamente? —Pregunto el alfa con una voz dura.

Esto deja sin palabras al Omega, quién suelta su brazo para dejarlo ir.

Y esa noche fue un punto de inflexión en su relación.

Momentos más tarde, después de que el alfa español diera vueltas en su auto intentando calmarse de lo molesto que estaba.

Pronto aterrizó en la realidad de que habían más de 3 involucrados en ese enredo amoroso.

Se apresura en conducir hacia el penthouse de su amigo, llegando tan rápido como pudo y entrando sin permiso alguno.

Necesita sacar con alguien aquello que lo atormentan y pronto llega a su habitación, abriendo la puerta sin tocar.

—¡Sergio! —Grita apenas abre, pero pronto se siente avergonzado por la situación en la que encontro a su mejor amigo —Ay, carajo...

Puede ver el fuego en los ojos del pelinegro, principalmente después de ver por un milisegundo al Omega en la cama.

Era hombre muerto.

Y en un par de segundos el pecoso lo toma del cuello de su camisa para sacarlo de su habitación, haciendo que la vida de Carlos pasará por sus ojos.

—¿Qué haces aquí, Carlos? —Reclama Sergio sumamente molesto para después soltarlo bruscamente.

—Perdóname, señor, no pude detenerlo —Dice Otmar llegando hasta ellos.

—Lo siento, Sergio, perdón —Repite el castaño sabiendo que había invadido su privacidad —Pero tenía que hablar contigo porque creo que se cuál es el secreto de Charles, y tiene que ver contigo.

—No te preocupes Otmar, puedes retirarte —Dijo el pecoso sin quitarle la mirada de encima a su amigo.

—Le agradezco, señor —Responde su mayordomo —Que tenga buenas noches.

El beta se aleja pero voltea a ver un par de veces para no perderse los detalles.

Sin embargo, su jefe es muy precavido y espera a que este se marche por completo para poder hablar.

—¿De que estás hablando? —Pregunta el pelinegro —¿Acaso no has visto la hora? ¿O realmente está tontería no podía esperar para mañana?

Checo estaba muy molesto porque ya estaba más que dispuesto a dejarse llevar por las mieles del amor y el deseo, hasta que su tonto amigo llegó a arruinar todo.

—Es que creo que Lewis y Charles son amantes —Confiesa dejando sin palabras a su amigo —Fui a casa de Charles, quería hablar con él sobre lo nuestro y los encontré juntos.

—¿Besándose? —El pecoso murmura esto último.

Era extraño que su amigo llegara a una conclusión tan rebuscada, así que pronto se hace la idea de que está equivocado.

Jamás se le cruzaría por la mente algo así, porque ambos habían terminado bien.

Y Charles era un gran amigo.

Incluso si su relación con Lewis había llegado a su fin, él jamás le haría eso.

Porque sabe lo significativa que fue esa relación en su momento.

—No, pero... —Sergio sonríe ante esto —Lo digo en serio. Los dos excusaban su presencia y Charles no llevaba su anillo, habían venido algo y, lo peor, olía a él.

El pelinegro pasa ambas manos por su rostro, todavía no puede creer como una posible noche de pasión termino con él como mediador de sus amigos.

—Son amigos, quizá hablaron de algo sobre la boda y Charles le mostró su anillo y se le olvidó ponérselo, acuérdate que es muy olvidadizo —Señalo el pecoso y esto hacia un poco de sentido, después de tantos años se conocían muy bien —Es el efecto de la marca.

Carlos lo miro con confusión.

—¿Efecto?

—Marcaste a Charles, así que te has vuelto muy territorial con él. ¿O no te acuerdas cuando me diste un manotazo solo por querer ver su marca? —Le recordó y esto rápidamente avergonzó a su amigo —Lewis es un alfa con mucha presencia, quizá por eso te sentiste así.

Sergio había estado leyendo mucho sobre el efecto de la marca tanto en alfas como en omegas.

Cómo la creación del lazo los hacia sentir débiles ante el otro, e incluso agresivos hacia otros.

Lo había estado investigando desde que conoció la historia de Max y la razón por la cual su madre estaba en el hospital.

Una marca que de a poco iba desapareciendo y matándola en el proceso.

Y por eso era muy precavido.

Por su parte, el castaño baja la mirada intentando analizar sus palabras.

Quizá era cierto y lo había llevado muy lejos.

—Estupida marca —Susurra haciendo reir a su amigo —Tienes razón, soy un idiota.

—Si, lo eres —Dijo Checo recordando como los interrumpió —Ya vete.

Carlos asiente sin decir más palabra.

Sabe que de darle más vueltas al asunto solo hará que la paciencia del otro alfa se agote y recuerde que miro a su Omega en un estado vulnerable.

Y estaba dispuesto a morir esa noche.

Finalmente, Sergio regresa a la habitación junto a su lindo Omega que sigue cubierto por las sábanas.

Se acomoda a su lado en la cama y remueve una de estas para poder verlo.

—¿Ya se fue? —Pregunta el rubio sumamente colorado.

—Asi es bonito, ese idiota ya se fue —Responde el pecoso para después darle un beso en la nariz.

—¿Podemos solo dormir? —Max se muestra muy avergonzado por lo ocurrido y teme que el alfa se moleste por el cambio de planes.

Sin embargo, Sergio jamás podría enojarse con él por eso.

—Claro que si, ven aquí —El alfa abre sus brazos para que el Omega se acomode junto a él, recostandose en su pecho.

Acaricia sus cabellos dorados mientras no deja de pensar en la estupidez que dijo su amigo.

Ya no sentia nada por Lewis, de eso estaba seguro.

También sabía que era bastante probable que el moreno y su amigo hubieran creado una amistad debido a que Charles fue quien facilito la comunicación entre ambos cuando su abuelo los separó.

Sin embargo, lo que más le resultaba preocupante era que tanto su pasado podria afectar su presente, e incluso su futuro.

Nota; bonita noche, que descansen ♥️

Chapter 26: Una boda y casi un funeral pt. 1

Chapter Text

Era día previo a la boda y Sergio ya se había ido a trabajar.

Max había quedado en casa preparando un postre especial para Charles.

Aunque no se habían visto en los últimos días, este le había comentado su deseo por comer un pastel de Red Velvet.

El rubio repasa cada parte de la receta, quiere que le quede perfecto porque le ha tomado cariño al monegasco.

Además, también quería llevarle el almuerzo a su prometido y le daría una sorpresa en la oficina.

—Espero que le guste —Dice el rubio mientras termina de empacar las cosas.

—Señor, el taxi ha llegado —Anuncia Otmar llegando hasta la cocina.

Max le pide ayuda para llevar el pastel y este accede gustosamente, pues el rubio también había hecho sus clásicas galletas de león para él.

El Omega sube al vehículo y este lo lleva al departamento de Charles, quién abre la puerta al escuchar el timbre.

—Max, que bueno verte —El de ojos verdes se hace a un lado para dejarlo pasar —He estado tan ocupado con la boda que ya no hemos vuelto a salir.

—Al menos ya te estás casando, yo ni siquiera he hablado de eso con Sergio —Se queja el rubio para después entregarle la caja con un mini pastel —Lo hice para ti.

Charles lo toma con cuidado y sonríe al ver de qué se trata.

—Oh Max, que lindo de tu parte —el castaño no tarda en sacar el pequeño pastel de su empaque y toma un cuchillo para partirlo en dos.

Lo traza un pedazo a su amigo, y después no tardo en devorar el pastel.

Max sonríe al verlo tan feliz, desde que lo conoció no había dejado de observar esa mirada triste que lo seguía como una sombra.

—Es la primera vez que lo hago, espero que te haya gustado —Comenta tomando un bocado.

—¿De verdad es la primera vez que lo haces? Te quedó delicioso, deberías tener tu propio negocio de postres —El comentario de Charles lo hizo sonreír.

Ya lo había pensado con anterioridad.

Le gustaba mucho hacer postres, sentía que hacía feliz a las personas por medio de su comida.

Pero antes no tenía las herramientas para poder alcanzar el sueño de tener su propio negocio.

Y aunque ahora estaba en una posición bastante acomodada, todavía se sentía un poco extraño en el penthouse donde vivía.

Porque a pesar de todo, eso no era como tal suyo.

Además le daba algo de pena hablar de esto con su pareja.

No quería que pensara que era alguien interesado por su dinero, cuando ya había sido difícil aceptar el trato de fingir el matrimonio.

Solo lo había hecho por su madre, no porque fuera avaricioso.

Y no quería generar esa idea en su prometido.

—¿Cómo te va con Carlos? —Se apresuró a cambiar el tema —El otro día llegó a casa, creo que sigue nervioso por la boda.

Max no se había dado cuenta de que este tema causó gran interés en su amigo omega.

—¿Qué día con exactitud? —Charles había puesto un poco nervioso ante la idea de que se relacionara con lo ocurrido la otra noche.

—Fue la semana pasada, ya era bastante tarde y me sorprendió que estuviera ahí en medio de una tormenta —Respondió el rubio sin prestarle tanto interés —Parecía muy agitado, pero no pude ver tanto de lo ocurrido porque se fue con Sergio.

El castaño deja su café en la mesita de noche.

Siente que no puede seguir ocultando esa información que causaría estragos en su relación con sus amigos.

Pero necesitaba sacarlo.

—Max, ¿Puedo contarte algo? —Pregunta el de ojos verdes y el otro asiente —Hace unos años pasó algo y nunca le pude contar a mis amigos.

El rubio rápidamente se dio cuenta de que era un tema muy serio.

—¿Acaso te paso algo malo? —Pregunta con preocupación.

—No es exactamente eso —Charles se apresuró en aclarar —Este no es mi primer compromiso.

Max se miraba visiblemente confundido.

No conocía a profundidad la relación entre los tres hombres y por qué esta información parecía haber estado oculta.

Pero notaba que el Omega estaba muy afligido y necesitaba hablarlo.

—No sé si debería estarte contando esto —Continuó el castaño —Pero cuando Lewis se fue al extranjero, el abuelo Pedro no permitió que Sergio y él mantuvieran contacto. Así que yo fui su intermediario secreto.

—Oh... —Escapó de los labios de Max

Esta conversación solo confirmaba lo que ya sabía:

Que Lewis era muy importante en la vida de su prometido. Tanto como para desafiar a su abuelo y mantener contacto con él.

—Aún así su relación no se pudo recuperar —Charles siguió hablando sin haber notado su reacción —Y mi padre descubrió que yo hablaba mucho con él. Entonces decidió acordar un compromiso con su familia.

—¿Entonces tú...? —Max ni siquiera puede acabar la pregunta cuando ve a su amigo asentir.

—Lewis y yo estuvimos comprometidos.

Fue entonces que el rubio entendió por qué había mantenido oculta esa información.

Resultaba bastante claro que se podía malinterpretar y causar una fractura en la amistad de los tres.

—¿Y nunca les contaste a ellos, no? —Pregunta el rubio reafirmando la información cuando el castaño asiente —¿Acaso crees que Checo se molestará contigo?

Max temía la respuesta.

Sabía que Charles conocía muy bien a su prometido y que, de ser una respuesta positiva, podía significar que quizá el alfa todavía tenía sentimientos por el moreno.

—Si —Charles desvia la mirada después de decir esto —Sé que estuvo mal y no debí haber aceptado. Pero estaba muy triste y sentía que nunca tendría una oportunidad con Carlos, él está muy feliz con Roberto y yo no tenía cabida en su vida.

El rubio parpadea un par de veces después de escuchar esto.

Pronto se siente algo afligido ante la idea de que su Alfa quizá no está con él exactamente porque quiera.

Sino porque no tenía otra opción.

—¿Por qué? —Es lo único que sale de sus labios.

Ni siquiera era una pregunta para Charles, sino hacia la vida misma.

Sentía que ya todo se estaba acomodando y de repente se volvió a sentir inseguro.

—Todos sabíamos que el estilo de vida que llevamos es muy complicado, y sentía que un matrimonio arregladora la única forma en que yo pudiera conseguir una pareja —Respondió el castaño —Y quién sabe, quizá con el tiempo me enamoraría de esa persona. Pero al final no pasó.

Analiza las palabras de su amigo. Le resulta una situación bastante familiar.

Su prometido también llevaba un estilo de vida bastante enfocado a su trabajo.

Por lo que entendía no había tenido pareja desde hacía un buen tiempo.

Y recurrió a un matrimonio por conveniencia para poder acceder a la fortuna de su abuelo.

Para que al final resultará que quería cortejarlo...

¿Realmente eso quería?

Niega un par de veces con la cabeza, no quiere hacerse esas ideas.

—¿Y qué hay de Carlos? —Pregunta el rubio intentando desviar el tema.

—Parece que no tiene otra opción que casarse conmigo —Responde Charles observando el anillo en su dedo —Una tarea más que está dispuesto a cumplir. Pero no algo que desea, porque no pudo casarse con el verdadero amor de su vida, Roberto.

En ese momento el Omega suelta en llanto, y rápidamente se disculpa.

—Perdón, he estado muy emocional estos días —Dice mientras Max le pasa un pañuelo para limpiar sus lágrimas —Mi madre omega me dijo que quizá eran los nervios de la boda.

—Así estuvo mi amigo Lando, luego resultó que estaba en cinta —Soltó el rubio haciendo que su amigo tragara en seco —No estoy diciendo que tú...

Pero Charles ya lo había pensado.

Había llegado a sospechar que posiblemente la aventura de esa noche estaba teniendo otra consecuencia.

Sin embargo, no se hizo ninguna prueba por temor a que esto fuera verdad.

—Lo sé, pero puede ser así —Afirmó —Esa noche no usamos protección y me he sentido muy mal estos días.

—¿Quieres que compre una prueba de embarazo? —Max se ofrece a ir por él, algo que su amigo agradece.

—No,naquel día entre en pánico y compré varias, pero no las he usado —Confesó —Tengo miedo de que sea así. Porque no quiero tener cachorros en un matrimonio sin amor.

El rubio asiente ante esto.

—¿Quieres que hablemos de otra cosa?
—Está dispuesto a cambiar el tema de conversación para que se sienta mejor.

Pero el castaño niega con la cabeza.

—Carlos llegó el otro día y me vio hablando con Lewis —Continúa con su relato —Creo que piensa qué pasó algo pero no es así. Y no sé cómo decírselo sin mentirle. Estoy cansado de las mentiras.

—¿Por eso llegó a casa esa noche, no? —Preguntó Max haciéndole sentido lo que estaba pasando esa noche de tormenta.

—Es probable —Respondió Charles —Y tengo que hacerme la prueba. Porque si lo estoy, no puedo seguir en esta situación con Carlos. Ya que no solo seremos él y yo.

Max asiente, comprende bien la situación y por un momento deja de lado aquello que lo atormenta.

Charles está demasiado deprimido para darse cuenta de que su amigo también se ha entristecido y lo ha dejado ver por su aroma.

Era un momento de tensión para ambos.

Con sumo cuidado toma varias pruebas y decide utilizarlas.

Ninguno de los dos dice nada en lo que esperan el resultado

Y es como si las palabras desaparecieran del mundo cuando Charles se percata de que efectivamente se encuentra en cinta.

—Tendrás que hablarlo con él —Le dice el rubio —Están a punto de casarse y tener una familia. No creo que eso les debería afectar si es un capítulo cerrado, ¿No?

Incluso esta última pregunta es para él mismo.

Quisiera creer que no los afectará.

Y Charles acepta que deberá hablar con él después de la boda. Porque deben ser claros al respecto, y hacerlo antes solo causaría más tensión.

Además, se supone que los Hamilton se regresarán a Inglaterra después del matrimonio.

O al menos eso es lo que le habían dicho.

Después de una reflexiva plática con Charles, Max continúa su camino rumbo a la oficina de su prometido.

Otmar le había facilitado la dirección, así que tomo un taxi que lo dejo frente un enorme edificio que ya imponía bastante con su altura y fachada.

Entra al lugar y rápidamente pide subir a la oficina de su prometido, quién le da luz verde para que lo dejen ir.

Se sube al elevador y los segundos de hacen eternos mientras mueve su pie impaciente por llegar hasta donde él.

Puertas finalmente se abren y lo dejan en un piso prácticamente solitario.

Solo puede ver el espacio de quien parecía ser su asistente, pero la silla estaba vacía.

Escucha unas risas que lo ponen en alerta y se acerca lenta y silenciosamente hacia donde estás provienen.

Se detiene cuando observa de reojo a Sergio, su prometido, riéndose de alguna tontería con un rubio bastante atractivo.

—Ya dejé libre su agenda para el fin de semana, solo tiene un par de reuniones esta tarde —Afirma el hombre mientras le mostraba algo en una tablet, inclinándose peligrosamente hacia donde estaba su jefe.

Max se siente sumamente celoso al ver la cercanía que este estaba teniendo con su prometido.

Incluso su aroma llegó hasta ellos, picándoles la nariz.

—Ay... —Dice el tipo tapando su nariz ante el aroma picosito que lo atacaba.

Y el pelinegro pudo reconocer a su Omega.

El color escapó de su rostro cuando sus miradas se encontraron.

—Le agradezco Hülkenberg, si quieres puedes tomarte el resto de la tarde —Sergio rápidamente se levanta y lo toma del brazo para sacarlo de su oficina.

—Pero señor, la reunión de las 4, y a las 6 llega... —Nico ni siquiera puede terminar de hablar cuando se topa de frente al Omega que lo mira como si lo odiara.

—Cancela todo —Dice el pelinegro con una voz tan seria que simplemente lo hace alejarse y marcharse de ahí —Mi amor...

El Alfa trabaja en seco cuando se encuentra de frente con su prometido.

Podía reconocer el aroma de un Omega celoso, porque recordaba lo picoso que se volvió al aroma de Roberto cuando Charles estaba cerca de Carlos.

—Te traje tu comida... —Dijo el rubio acercándole una canasta cuidadosamente preparada —Pero si interrumpo algo, me voy.

No estaba pasando nada con su asistente, simplemente eran dos alfas que se llevaban muy bien.

Pero Max ya sabía de sus relaciones con alfas, y esto no lo hacía sentir más seguro.

—No, amor, quédate —Sergio toma la canasta con una mano y con la otra agarra de la mano a su prometido.

—Tienes una junta a las 4...

Max no puede terminar de hablar cuando el alfa lo jala hacia él y le roba un beso en los labios.

—Al diablo con la junta, te tengo aquí conmigo —Murmura en sus labios y sus respiraciones se mezclan aumentando el calor en la habitación.

Sergio deja la canasta a un lado y logra llevar a su Omega hasta su escritorio.

—Escuche a ese tipo, dijo que estás muy ocupado —Le recuerda el rubio buscando una excusa para irse en medio de su molestia.

—Mi amor, nunca te había visto celoso —Pero Sergio tiene otros planes mientras comienza a desabotonar la camisa de su prometido —Te hace ver tan sexy.

Max termina sentándose en el escritorio del alfa, y este le hace abrir las piernas para comenzar a bajar su pantalón.

—Sergio, ¿Qué haces? —Pregunta cuando el alfa remueve aquel hermoso collar de su cuello y besa su glándula de Omega, incluso pasando su lengua de manera descarada sobre esta —Solo venía a dejar tu comida.

El rubio todavía está molesto y desea castigarlo, pero no podía luchar contra sus propios deseos.

—Si, mi comida —Murmuro el pelinegro mientras que con una de sus manos le tocaba el trasero —Tengo tanta hambre de ti.

Max suspira pesadamente, no le gusta la idea de premiarlo después de verlo tan feliz con su asistente.

—Alguien puede venir en cualquier momento —Y rápidamente busca una excusa.

—Nadie puede venir sin mi permiso, yo soy el jefe —Responde antes de reclamar sus labios una vez más.

Teniéndolo contra su escritorio, Sergio disfrutaría de un gran festín para su paladar.

Y le iba a recordar lo mucho que le gustaba.

Nota: Hola, les recuerdo que siguen invitados a mi GC de whats jeje

Chapter 27: Una boda y casi un funeral pt. 2

Chapter Text

TW YA LO SABEN

Max todavía seguía molesto, pero su prometido ya le había dado la vuelta, dejando su trasero al aire.

—Apuesto que te gustaría seguir hablando con tu tonto asistente —Se queja cuando un escalofríos recorre su espalda al sentir los dedos del alfa recorriendo sus nalgas.

—¿Por qué me gustaría estar haciendo eso cuando te tengo así frente a mi? —Sergio saborea cada palabra que sale de su boca —Maxie, para estar tan molesto te encuentras bastante mojado.

Sus dedos invaden la intimidad del rubio, cuya respiración se vuelve pesada al sentir ese tacto tan familiar.

Y el alfa se deleita con esa exquisita vista de su bonito Omega abierto para él sobre su escritorio.

Con sus dedos deteniéndose en ese delicado y rosado botón que tanto le gustaba.

—A-ah... —Balbucea el rubio y rápidamente toma aire antes de hablar —Despidelo.

Esto provoca una pequeña risa en el pelinegro.

No podía creer que en medio de ese momento candente entre ellos todavía siguiera pensando en su asistente.

—¿A quien? —Y le gusta jugar con su paciencia.

—Al rubio ese, correlo —Exige haciéndolo reír —Hablo en serio.

—No lo puedo despedir, ha sido el único asistente que a soportado mi ritmo de trabajo —Explica el pecoso deteniéndose para sorpresa del Omega —Pero si estás tan enojado como para no querer hacerlo, entonces te dejaré en paz.

Max lo mira con molestia, no le gusta la forma en cómo lo esta tratando.

Primero lo toca, lo provoca y le dice que le hará el amor, solo para que se niegue a despedir al rubio desabrido que le andaba dando sonrisitas antes de que él llegara.

Así que, más decidido que nunca, se inclina un poco más sobre el escritorio y levanta una pierna para apoyarlo en este, abriendose frente al alfa que casi babea ante tal imagen.

—¿De verdad tu asistente es más importante que yo? —El Omega ahora está jugando con él.

No necesita arrinconarlo contra algún objeto para tenerlo contra las cuerdas.

Sergio acaricia su miembro sobre sus pantalones y el recuerdo de aquella calida tarde invade su mente.

Nunca nadie había tenido un poder tan grande sobre él.

—Le daré dos cartas de recomendación —Responde el alfa desabrochando el cinturón de su pantalón —Y a ti te llenaré con mi esperma.

El Alfa libera su miembro de su ropa interior y comienza a estimularse frente al Omega, acercandose peligrosamente hacia él.

Max, quién lo mira de reojo, sonríe ante esto y regresa su mirada al frente.

Pronto siente las manos del pelinegro posandose en su cintura, tomándolo con firmeza y su cálida respiración chocando contra su cuello.

—Alfa, tómame —Susurra el rubio antes de sentir como la mano de este sube hasta su cuello y lo jala ligeramente hacia atrás.

Sergio pasea su lengua de manera descara en su glándula de olor, donde debería ir una marca.

Es como si jugará con su instinto Omega, haciéndolo vulnerable frente a él y por un segundo puede sentir sus colmillos rozando esa zona.

Y el rubio se sorprende al no sentirse tan temeroso al respecto.

¿Por qué parece como si su cuerpo estuviera cediendo ante la idea de ser marcado por él?

¿Acaso era un efecto provocado por el nudo que le había dado hace días?

Max no tenía mucho tiempo para pensar en eso cuando sintió como se posicionaba en su entrada.

—Mi lindo y sexy Omega —Murmura el pecoso antes de obligarlo a girar la cabeza hacia él y reclamar sus labios con los suyos.

El rubio gimotea al sentir su lengua abriéndose paso en su boca a la par que comienza a mover sus caderas contra las suyas.

La posición le resulta un poco incómoda, pero no le importa demasiado cuando lo hace sentir tan bien.

Y las manos traviesas del pelinegro pronto se detienen en la entrepierna de su Omega, acariciando aquel falo con cada embestida.

Max termina por romper aquellos desastrosos besos para poder sostenerse del escritorio del cual comienzan a caerse cosas debido al movimiento.

Sus quejidos son descontrolados, siendo bastante audibles para cualquiera que estuviera cerca.

El pecoso se deleita al observar como esas montañas blancas, que ahora estaban algo coloradas, hacían desaparecer su hombría como si fuera un truco de magia.

¿Había algo que no le gustará de él?

Quizá el hecho de que todavía no tuviera su marca en el cuello.

Pero no podía permitirse tal privilegio cuando su relación apenas estaba lo suficientemente cimentada para estar en plena intimidad.

El rubio gimotea llamando su atención, haciendo que el alfa sienta aquel líquido caliente en su mano, sabiendo lo bien que lo hacía sentir.

Se decide por llevar ambas manos a su redondo trasero, masajeando sus glúteos mientras el Omega de reclinaba hacia adelante en el mueble.

En su cabeza daba vueltas sumergido en el placer y el deseo de tener cerca a su pareja, pero sabía que había una sensación que era mucho mejor que esa.

—Nudo... —Balbucea —Dame...

Sergio sonríe al escuchar eso, sabe bien lo que le gusta a su Omega y no iba a dejar pasar la oportunidad de consentirlo.

Lo acomoda bien delante de él, acariciando sus suaves piernas en el proceso y soltandole un par de nalgadas que ponían las colorada su piel.

Continúa embistiendolo, está vez siendo un poco más brusco con él, pero lo bastante controlado como para saber que no le está haciendo daño.

—Maxie... —Lo llama y este apenas puede balbucear algo —¿Quieres que tu alfa te deje bien llenito? —El rubio asiente —Muestrame donde...

En ese momento Max puso ambas manos en sus nalgas y las abrió de par en par, haciendo que el alfa pierda el control.

Sergio lo toma de ambos brazos y comienza a dar estocadas más descontroladas, él mismo provocó todo esto.

El Omega siente sus mejillas arder y el sudor se resbala por su frente, no puede procesar ni un solo pensamiento.

Se encuentra muy entregado a su alfa y el deseo de volver a experimentar su nudo.

Y el pecoso no es capaz de callarse la boca.

No controla sus quejidos, solo quiere dejarlo tan lleno que se desborde de su esperma.

Max gimotea una vez más y ahora su excitación se derrama sobre aquel escritorio de madera que había sido víctima de su travesura.

Pero ensarta sus uñas en la madera cuando siente como el miembro del alfa comienza a ensancharse dentro de él, acompañado de un pesado gemido de este.

—Omega, no te muevas —Dice el pecoso, y el rubio obedece sin dudarlo.

Con su respiración pesada y esa sensación llenadora, Max estaba ahogado en el placer y su cuerpo se sentía sensible ante ello.

Había un hormigueo en sus manos y sus ojos se dilataron propio de un Omega tomado.

Su aroma se volvió más dulce y no tardo en mezclarse con el del alfa.

Era como si danzaran entre ellos.

Cuando la hinchazón finalmente bajo, el pecoso le dio un beso en la nuca antes de salir con cuidado de él.

Dl rubio ni siquiera podía recordar el momento en que volvieron a casa, simplemente despertó en los brazos de su alfa.

Con su cabeza acurrucada en su pecho y los dedos de sus manos enredados en sus dorados cabellos.

Le encantaba estar así con él y se preguntaba si su matrimonio estaría lleno de momentos así.

Al día siguiente, faltaban solo un par de horas antes de la boda y Max ya se estaba arreglando.

Llevaba puesto un traje de satín color rosa que resaltaba con sus mejillas coloradas.

Se miro al espejo con atención y se sintió realmente bonito, algo que pocas veces sentía.

Pero había algo en su relación con Sergio que cambio internamente en él, y es que lo hacía sentir muy especial.

—Amor, te ves precioso —La voz del alfa lo hizo voltear hacia su dirección y lo vio acercándose con una caja de terciopelo en las manos —Tengo un regalo para ti.

El rubio se sorprendió al escuchar esto.

—N-no, no es necesario —Balbuceo.

Sus regalos, eso era algo a lo que no terminaba de acostumbrarse.

Quizá porque casi nunca recibió uno mientras crecía y ahora le resultaba difícil creer que alguien gastaría tanto dinero en él.

—Lo vi y no pude evitar pensar en ti —Continuó el pecoso abriendo la caja frente a él —Creo que te quedará perfecto para esta noche.

Max se quedó sin palabras al ver una gargantilla de tres filas de perlas muy parecidas al que ya le había obsequiado, pero la diferencia radicaba en un Rubí en forma de corazón que colgaba justo en medio.

—¿No es demasiado? —Pregunta el rubio buscando una excusa para no aceptarlo.

Pero ya debería saber que su Alfa nunca aceptaba un 'no' por respuesta.

Así que toma el collar y lo hace girarse para poder abrocharlo.

Miran hacia el espejo admirando la belleza del Omega, y el pelinegro le da un beso en el hombro.

—No quiero que pienses que algo es demasiado para ti —Sergio le habla en un tono tan suave que con solo su voz provoca que sus aromas se mezclen —Te mereces esto y mucho más, mi hermoso Omega.

El Alfa había descubrierto una faceta nueva en él, amaba regalarle cosas a su pareja.

Le gustaba ver ese brillo en sus ojos cuando recibía un obsequio y la timidez con el que lo aceptaba.

Además, en la alta sociedad los omegas eran muy observados y su imagen debía ser muy cuidada.

Regarle joyería a un Omega era algo que los alfas hacían comúnmente, como parte de su cortejo o para demostrar su afecto.

Más es más, y en un evento de tan alto perfil los ojos estaran posados no solo en el matrimonio, sino también en aquellos que estaban próximos al altar.

Y quizá Max no terminaba de entender a que mundo se estaba metiendo, pero pronto tendría que aceptar que ser amable no era suficiente.

Pasado un rato llegaron al lugar donde se daría la ceremonia.

Estaban justo en la segunda final, solo por detrás de los padres de Charles.

Y los de Carlos, bueno, ellos casi siempre estaban ausentes y esa ocasión no fue la excepción.

Sus ajetreadas vidas los llevaron a desentenderse de su hijo, y esa actitud rebelde de su juventud, que tanto odiaba su ahora suegro, había sido resultado de esto.

Mark estaba junto a su hijo cuando la música del novio comenzó a sonar.

Podía ver en su rostro una mezcla de tristeza y melancolía, incluso su aroma se había hecho algo agrio.

No era capaz de soportar verlo de esa manera, porque frente a él no estaba un Omega adulto que había tomado malas decisiones, estaba su cachorro que tenía miedo y estaba asustado.

Ya no podía ser tan mano dura cuando su corazón dolía al verlo así.

—Si quieres podemos irnos —Le dice para sorpresa del Omega —Charles, me niño, tú no quieres casarte.

El castaño voltea a verlo y niega con la cabeza.

—Si quiero, papá, es él quien no quiere —Afirma para su pesar —¿No estoy haciendo algo malo?

En ese momento Mark lo toma de los hombros para obligarlo a verlo.

—Hacerse responsable no es un mal acto, y él no quisiera, no estaría aquí —Señala —Ya hice de todo para asustarlo y no se va.

Charles sonríe ante este último comentario, sabe que su padre está haciendo lo posible por alegrarlo.

—¿Y si me caigo? —Busca una excusa algo tonta, pero la respuesta de su padre alfa lo conmueve.

—Nos caemos los dos, pero siempre estaré ahí para ayudarte a levantarte.

Estas dulces palabras le dieron el valor para caminar hacia el altar, incluso cuando sentía que en cualquier momento se iba a desmayar.

Las náuseas habían sido horribles esa mañana, quizá una mezcla de los nervios y el malestar del embarazo.

No podía dejar de pensar en eso.

Y por un momento creyó que Carlos se arrepentiría y se iría, pero no fue así.

Incluso en su molestia respecto a Lewis, el Alfa no era ningún cobarde ni desobligado.

Mark también lo andaba amenazando con la mirada, y le temía mucho a su suegro.

Pero tenía más miedo de perder a Charles, principalmente porque no sabía lo que estaba a punto de suceder.

Nota: disculpen la hora jaja

Chapter 28: Una boda y casi un funeral pt. 3

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

El sonido de los aplausos ensordecían los oídos del Omega castaño.

Charles se sentía muy nervioso por la boda, y aunque ya había pasado la parte más difícil, las náuseas del embarazo todavía lo tenían mal.

Sabía que tenía que abordar ese tema con su ahora esposo, pero también recordaba que había otro asunto que tenían que atender.

Y esa era la parte más difícil.

¿Sería capaz de afrontar la verdad y contarle sobre su primer compromiso?

Lo sentía correcto, tarde, por supuesto, pero así habría sido todo.

O era algo muy apresurado o se le había ido el tiempo para abordar ciertos temas

Sabía que no fue un buen amigo en su momento, ¿Cómo les podría explicar que estaba tan deprimido que había aceptado por desesperación?

Y aunque sus padres habían prometido no decirle nada a Carlos, sabía que la constante presencia de Lewis ya comenzaba a hacer estragos en su vida matrimonial.

Su entonces prometido se había puesto muy celoso cuando los encontró solos, y no quería imaginar cómo se iba a poner cuando le contara lo que había pasado entre los dos hace varios años.

Niega con la cabeza cuando una luz cegadora se posa rápidamente en sus ojos y desvía la mirada.

Ha llegado el momento del primer baile juntos, y siente que en cualquier momento va a vomitar.

Carlos es atento con él, lo toma de la cintura con una naturalidad que lo hace imaginar por un segundo como las cosas serían más fáciles si hubieran sido sincero desde el principio.

Si tan solo le hubiera dicho que le gustaba desde la primera vez que lo vio.

O si le hubiera confesado sus sentimientos antes de que este empezara su relación con Roberto.

Entonces, quizás solo entonces, la situación de su matrimonio sería mucho más favorable y no se sentiría culpable por haberse casado con él.

—Respira —Murmura el alfa sacándolo de sus pensamientos —Estás muy tenso. No te preocupes, no te vas a caer, yo te sostengo.

Carlos lo pega más a él, haciéndolo sentir su respiración en su cuello y muy cerca de su marca.

El aroma del Omega es un poco más dulce desde que descubrió su embarazo, pero también por momentos es algo amargo debido a la tristeza de su situación.

Y el alfa no lo dirá, pero ya le ha pisado al menos tres veces durante el baile y esto lo hace sostenerlo con más fuerza pensando que los nervios le están jugando en contra.

Quieres ser un buen Alfa para él, uno que lo pueda cuidar y protegerlo cada vez que lo necesite.

No se quiere dejar guiar por los estúpidos celos que lo llevaron a pensar que este podía tener algo con el ex de su mejor amigo.

Planea portarse bien y cambiar por él, porque quiere probar que se lo merece

Que él puede ser un buen esposo y Alfa proveedor para su Omega, y hacer que su suegro se trague sus palabras.

—¿Cuando dejaremos de bailar? —Pregunta el de ojos verdes en el mismo tono.

Carlos sonríe al escuchar su pregunta, siempre ha sido así de impaciente.

—Te haré girar y te atraparé en mis brazos, entonces podremos parar —Responde para después hacerle una señal y finalmente hacerlo girar y atraerlo hacia él.

Cuando sus rostros se encuentran, el alfa le da un dulce beso en los labios antes de terminar el baile.

Todos aplauden cuando ven a la pareja sonriendo en la pista de baile, pero rápidamente el Omega se retira cuando encuentra la oportunidad de hacerlo.

Ya que los invitados comenzaron a invadir la pista para bailar con sus respectivas parejas, así que salió corriendo rumbo al baño.

La última vuelta en su baile lo había mareado más, y si no corría para desechar el malestar, lo terminaría haciendo sobre su esposo.

Y mientras Charles batallaba con su embarazo secreto, había un alfa que no dejaba de sonreírle a su Omega.

—Realmente te ves muy bonito —Sergio toca disimuladamente la mano del rubio —Ese color te queda bien.

Max sentía como sus mejillas ardía con este comentario.

Así había estado el Alfa toda la noche, diciéndole cosas bonitas y devorándolo con la mirada.

Le gustaba la atención que recibía de él porque jamás habría creído que eso fuera posible.

Sergio había sido frío y algo distante al inicio de su relación, y ahora parecía no querer despegarse de él y presumirle a todos lo bonito que era su Omega.

—La boda fue hermosa —Comienza el rubio —Charles se miraba muy feliz, y el baile fue precioso.

Checo lo mira con atención, puede ver esa ilusión en sus ojos que tanto le encantaban.

—¿Te gustaría que nuestra boda fuera así? —Pregunta el pecoso llamando su atención —Tenemos que hablar de eso. Quiero que tengas todo lo que deseas, así que no te preocupes por el precio.

El Omega desvía la mirada y niega con la cabeza.

—Ya me has dado mucho... —Comienza pero no es capaz de terminar

—Amor, nuestra boda es importante y tu mamá estará ahí —Le recuerda —No quiero que piense que soy un tacaño.

Max sonríe ante esto.

Todavía no se acostumbraba a la forma tan amorosa en la que Sergio le hablaba.

En ese momento mira a uno de los invitados que se le hacía familiar.

Lance Stroll caminaba discretamente hacia el baño, y podía notar su barriga algo abultada.

Parecía querer pasar desapercibido, pero era bastante obvio que su embarazo estaba algo avanzado.

Y mientras seguía con la mirada al Omega pelinegro, pronto se detuvo ante una mesa frente a ellos.

Se sintió muy nervioso cuando vio a Lewis y Nico una grata conversación en medio de la fiesta.

No quiere pensar mucho en ellos.

Pero no puedo evitar recordar el pasado de Sergio con el moreno, y todo lo que es te pasó con Charles.

Deseaba decirle la verdad al Alfa, pero no podía porque Charles le había dado su confianza y no estaba dispuesto a quebrarla.

Quería ser un buen amigo, pero no le gustaba mentir y ocultar cosas.

Pasado un rato Charles finalmente salió del baño y le hicieron saber que era el momento de arrojar su ramo.

Carlos toma su mano y lo ayuda a subirse a una silla para tener un poco más de altura.

El Omega no había podido disfrutar bien de su boda debido a todas las náuseas y malestares que estaba presentando por su embarazo.

La repentina ausencia de eso ahora esposo había llevado a que Carlos se cuestionara sus desapariciones constantes.

Pero intentó no darle más vueltas al asunto, estaba dispuesto a hacer todo lo posible para que su matrimonio funcionara.

Así que lo sostiene fuerte de la cintura a pesar de que la falda de su pesado vestido le dificultara la visión.

Claro que el alfa no era ciego y le parecía tan hermoso desde cualquier ángulo, aún si no pudiera ver su rostro.

Estaba tan enamorado de él que ya ni siquiera se molestaban en ocultarlo.

Ahora era su esposo, y deseaba hacerlo feliz.

—No tengas miedo, te tengo —Le dice cuando siente como su pareja tiembla al subir a la silla.

—Por favor no me sueltes —Responde Charles.

Pronto todos los omegas solteros se agolparon en la pista esperando atrapar el ramo.

Max observaba con atención porque le parecía la parte más divertida de la noche, pero su pareja le hizo señales para que se uniera a los demás omegas.

—No, no voy a ir —Dijo el rubio —De todas formas tú y yo nos vamos a casar.

Sergio sonríe antes de este comentario.

—Vamos, solo intenta atraparlo por mí ¿Sí? —Insistió el Alfa con una sonrisa coqueta qué tanto le encantaba.

El Omega termina cediendo y se acerca a la pista para acomodarse con el resto de los que esperaban atrapar el ramo.

No lo iba a decir en voz alta, pero muy en el fondo le gustaría ser él quien lo agarrara.

Quisiera vivir ese momento tan especial, aunque no necesitaba hacerlo para saber que se iba a casar.

Charles juguetea un poco con el ramo.

Fingía soltarlo, lanzarlo y por un momento casi se cae, provocando un susto en su alfa.

Esto ayudó a despejar un poco su mente, pero esto no duró mucho cuando sintió como las náuseas se volvieron a apoderar de su cuerpo.

Finalmente lanza el ramo, y aunque varios omegas batallaron para poder atraparlos, el destino volvió a hacer de las suyas y este terminó en las manos del rubio.

Max no pudo ver quién, pero alguien intentó arrebatárselo de las manos.

Sin embargo, siendo un joven adulto que vivió toda su vida luchando por sacar adelante a su familia y trabajo desde una edad temprana, la fuerza en sus manos y sus buenos reflejos ayudaron a evitar que le quitaran el premio.

No peleaba el ramo por estar desesperado, lo hizo porque él sabía que merecía atraparlo.

Pero grande fue su sorpresa cuando sintió como alguien lo tomaba en brazos y lo cargaba haciendo reír a todos.

Sergio estaba más que orgulloso de su Omega y no pudo evitar cargarlo para después dar vueltas de felicidad mientras lo tenía recostado en su pecho.

Los invitados aplaudieron felices de presenciar esto.

Pero no todos estaban contentos.

Lewis miraba con atención la escena, no había mala intención en él.

Simplemente no pudo evitar mirarlos demasiado, porque podía notar lo felices que eran.

Jamás en su vida creyó estar en tal escenario y eso lo fastidiaba un poco.

Estaba bastante contento con su vida pero nunca imaginó lo que el destino tenía preparado para ambos.

Se habían enamorado muy jóvenes y vivieron una relación bastante tormentosa en medio de prohibiciones y secretos.

Una pasión desmedida que terminó separándolos y alejándolos de las vidas del otro.

Ahora, varios años después, ese capítulo en su vida que parecía cerrado volvía alcanzarlo.

Pero ya no era lo mismo.

Todavía le tenía cariño a Sergio pero ya no era romántico y, sin embargo, a ojos de otra persona parecía ser así.

Porque para Nico resultaba bastante interesante cómo su esposo no podía quitarle la vista a su expareja.

Y ese fue el punto de inflexión de una serie de dudas que venía arrastrando desde que llegaron a ese lugar.

Desde aquella noche de la cena de compromiso cuando notó algo diferente en su esposo.

Y le hizo preguntarse si todo lo que tenían estaba construido a base de amor, o de conformismo.

Mientras que ellos batallaban con sus propias inseguridades, Charles se apuró en bajar de la silla a sentir que el vómito se asomaba.

Esta vez Carlos no pudo dejarlo pasar desapercibido, y lo siguió hasta el baño.

No entro, quiso darle su espacio.

Pero cuando este salió no le dio ninguna explicación sobre alguna enfermedad, y se limitó a decirle que se cambiaría de vestido porque se sentía algo asfixiado.

Carlos no se lo trago, y al poco tiempo se metió a la habitación que el Omega tenia para poder tener algo de privacidad.

Lo encontró medio desnudo, llevando solo aquella lencería roja que había escogido hacia unas semanas para su noche de bodas.

—Carlos —Dice el Omega cubriendo su cuerpo —En un momento voy.

Sin embargo, el alfa ya había ido muy lejos como para retroceder.

—Eres mi esposo, no tienes porque esconderte —Responde Carlos acercándose a él para quitarle la manta con la que se cubría.

Recorrio su cuerpo con la mirada, le parecía tan bonito.

—No me estoy escondiendo —Afirmo el Omega —Solo me he sentido un poco mal.

Charles sabía que tenía que confesar todo, y no creía que fuera el momento adecuado.

Pero una parte de él sentía que tanto malestar no solamente era parte de su embarazo, sino también de la culpa.

Por más que se cepillara sus dientes para intentar quitarse ese mal sabor de boca, este no se iba al estar tan incrustado en su mente.

Y ahora no quería regresar la comida, deseaba vomitar sus palabras.

No podía soportarlo más, tenía que decirle la verdad.

—Tenías razón al estar celoso el otro día —Comenzó el de ojos verdes —O al menos la hubieras tenido hace unos años.

—¿De qué estás hablando? —Carlos estaba visiblemente confundido.

Sabía que se refería a lo de Lewis, pero la forma en como comenzó la conversación lo hizo desear estar equivocado.

—Esa noche que nos encontraste hablando, él solo quería saludar y recordar viejos tiempos —Continúa el Omega —Pero no quiero que lo malentiendas.

Y ya era muy tarde para eso.

—¿Si no debo mal entenderlo por qué das tantas vueltas? —Cuestiona el Alfa.

Su aroma se vuelve un poco picoso, esos celos se vuelven a hacer presentes.

—Porque hay un secreto que ha estado ocultando desde hace muchos años —Charles estaba a punto de soltar las palabras que condenarían sus siguientes semanas —Sé que fui muy traicionero al haber aceptado eso, pero me sentía tan solo que creí que la única forma en la que me casaría sería si hiciera caso a mis padres y los dejara escoger a mi pareja —Esto fue la pista necesaria para saber a dónde se dirigía —Lewis y yo estuvimos comprometidos.

Carlos se queda sin palabras al escuchar esto.

Pero no ha sido el único que se ha enterado esa noche.

Notes:

Feliz cumpleaños Maxie

Chapter 29: Cuando la verdad te alcanza

Chapter Text

Max admiraba el ramo de rosas que había atrapado hacia un rato.

Sentía que era una señal que el destino le ponía en su camino para hacerle saber que su romance con Sergio era algo real.

—Que hermoso te ves, amor —Checo le da un beso en la mejilla para llamar su atención.

No podía negar que le encantaba ver su sonrisa mientras veía el ramo, pero deseaba ser él quien provocará esa alegría en su rostro.

¿Era válido sentirse celoso por un ramo de rosas?

Le importaba tan poco parecer un ridículo, solo quería demostrarle a su Omega lo mucho que le gustaba.

—Me siento un poco mal por la otra persona, sé que también quería el ramo —Soltó el rubio volteando a verlo.

—Tú ganaste limpiamente, y no es una mentira el que seas el próximo a casarse —El alfa aprovecha ese momento para juntar sus labios en un dulce beso —Ya quiero verte de blanco.

Max no puede evitar sonreír tontamente ante esa respuesta y acorta el espacio entre ambos, saboreando el dulce néctar de sus labios.

Le encantaba su aroma a alfa y el como este parecía complementarse con el suyo.

En ese momento parecía ser solo de ellos dos, sin importar el resto de invitados en la habitación.

Sin embargo, todo se vería interrumpido cuando la wedding planner llegó preguntando por los novios, ya que no los encontraba por ningún lado.

—¿Puedo dejarte un momento solo? Creo que ya se donde pueden estar —Dijo el pecoso y el Omega asintió sin problemas.

Checo ya sospechaba donde estarían sus dos amigos porque había visto para dónde se habían ido después de que lanzaron el ramo.

Era común en las bodas de la alta sociedad que el Omega tuviera más de un cambio de ropa, uno más llamativo que el otro y sabía que Charles no dejaría pasar esa oportunidad.

Pero lamentablemente llegó en el momento indicado para escuchar algo que lo dejaría sin palabras.

—Lewis y yo estuvimos comprometidos —Dice el Omega y la habitación se queda en silencio —Queria decírtelo hace tiempo pero no sabía cómo.

—¿Y decidiste que la noche de nuestra boda era el momento perfecto? —Fue lo único que pudo escuchar de su amigo.

—No, no quería que fuera así —Continuó el castaño —Pero ya no podía mentirte más porque mientras más se acercaba la boda, más presionado me sentía para ser honesto contigo.

—Pudiste decírmelo esa noche que te cuestione —El aroma de Carlos se había vuelto tan picoso que llegó hasta la nariz de su amigo —¿Entonces te quitaste el anillo por él?

Charles rápidamente negó con la cabeza, sabía que su comportamiento se podía malentender tan fácilmente.

—Solo estábamos conversando y el tema de nuestro compromiso salió a flote, así que le mostré mi anillo a petición suya porque nunca me dio uno —Explicó —Fue solo un acuerdo entre nuestros padres, algo de palabra. Ellos querían saber si funcionaria pero ninguno de los dos lo quiso.

Aunque las respuestas de Charles eran convincentes, parecía siempre dejar fuera a alguien importante para ambos.

—¿Y que hay de Sergio? —Le recordó el alfa —Es nuestro amigo, tu amigo.

La sola mención de Checo hizo que el Omega se sintiera más culpable de lo que ya se sentía.

Sabía que sería más difícil afrontarlo a él, y que quizá podría perder su amistad.

No quería eso, pero tenía que ser sincero al menos por una vez en su vida.

—Le diré tan pronto como pueda, pero no quiero que esto cause problemas entre él y Max. Ambos son grandes amigos para mí, y Max me escucho cuando me sentía mal por esto —Charles se acerca a su ahora esposo e intenta tomar su mano pero él mismo se detiene —Tampoco quería que hubiera problemas entre nosotros. Y entiendo si estás tan furioso conmigo, sé que lo merezco.

En ese momento el silencio gobernó en la habitación y el agrio aroma del Omega contrataba con el picor del alfa.

Checo se mantenía en su sitio del otro lado de la puerta, una que estaba entreabierta, y dudaba si debía interferir o no.

Era una discusión de pareja, pero su nombre también se había dicho.

Y es que le resultaba increíble el saber que su amigo se habia comprometido con el alfa que alguna vez considero el amor de su vida.

No podía describir lo que sentía en ese momento.

Era una mezcla de decepción, sorpresa y enojo.

Se sentía decepcionado porque Charles era su amigo, y no podía entender cómo había accedido a eso.

También estaba un poco confundido y sorprendido, porque las fechas le resultaban confusas al no tener el contexto completo en cómo se desarrollo todo el compromiso de su ex con su amigo.

Y su enojo iba más a la traición de su amistad, pero sobre todo a la mentira que fue sostenía posiblemente por muchos años.

Mientras él sufría por la ausencia de Lewis, este se comprometía con su amigo a escondidas de todos.

Además, la mención de que Max se enteró le puso los pelos de punta.

¿Qué hace Charles hablando sobre su pasado con su actual pareja? Si Max se llegaba a sentir mal por esto, lo haría pagar.

—No estoy furioso contigo —Comenzó Carlos rompiendo el hielo —Solo me hace daño el saber que no tuviste la confianza para decirlo en su momento.

—Te habrías alejado de mi —Afirmó Charles con una seguridad que decepcionó a su pareja.

—Claro que no —Y el alfa se apresuró a negarlo —No podría ni querría hacerlo porque te amo.

El Omega parpadea un par de veces e inconscientemente se pellizca para asegurarse de que no es un sueño.

—Te habría ayudado, entendido —Continuó —Y se que me llevo mucho tiempo aceptar lo que siento por ti, pero quizá hubiéramos tropezado menos veces de haber sido más sinceros con el otro.

—Carlos... —Charles no sabía que decir ante eso.

El Alfa español se sentía decepcionado, pero sabía que eso no significaba el fin del mundo.

Al menos habían mostrado intenciones de ser honestos entre los dos y quizá era buen momento para empezar de nuevo.

—Es la noche de nuestra boda, el inicio de una vida juntos —Comenzó el español —Ya no podemos hacer nada por el pasado, pero podemos luchar por nuestro futuro.

Carlos se acerca a su esposo y coloca sus manos en sus mejillas, acariciandolo suavemente.

Ha tomado una decisión.

—¿De verdad me amas? —Charles tiene miedo a preguntar, pero necesita escucharlo de nuevo.

—Estoy contigo porque te amo, y eso es lo único que me importa en este momento —Afirmo el alfa antes de cerrar el espacio entre ambos.

El Omega se abraza a su esposo y deja que este saboree sus labios con delicadeza.

Para ese punto Checo ya se había marchado de regreso a la fiesta, con más preguntas que respuestas y una conversación pendiente con sus amigos.

Por otro lado, Max se encontraba sentado solo en aquella mesa mientras los demás invitados se divertían en la pista de baile.

—Fuiste muy hábil al atrapar el ramo —Una voz poco conocida hace que levante la vista de aquellas rosas —Te vi solo y quise hacerte compañía.

Nico se sentó junto a él y sonrió con amabilidad.

—Bueno, resultó algo sencillo al ser alto —Respondió Max haciéndolo reír aunque no sentía que hubiera sido tan gracioso.

—¿Y tu esposo? —Esa pregunta lo incómoda un poco.

—Sergio no es mi esposo, todavía estamos comprometidos —Explicó el más alto —Esta buscando a los novios.

—No conozco mucho a Charles y Carlos, pero mi esposo me ha hablado maravillas de ambos —Comenzó Nico acercándose más a él —Pero supongo que los conoces bien. Son muy cercanos a tu prometido.

—Más o menos —Max no entendía hacia donde se dirigía esa conversación.

—¿Por qué más o menos? Creí que llevaban tiempo tratándose —Continuó —¿No son amigos de la infancia como lo es mi esposo de ellos? ¿O al menos una amistad con tu familia? Nunca escuché sobre el apellido Verstappen, así que deben ser muy privados con sus vidas.

Entonces el más alto comprendió que estaba cuestionando su origen.

—No son mis amigos de la infancia y no conozco a sus padres, solo al padre de Charles —Afirmó Max algo incómodo —Y mi familia no es para nada conocida.

Nico sonríe ante esto.

El Omega europeo se siente confiado frente al desconocido Omega de clase baja.

Lo había sospechado desde el primer momento en que lo vio, y con su comportamiento muchas veces torpe le hizo saber que no estaba del todo equivocado.

Nico provenía de una familia bastante acaudalada, con diversas conexiones en Europa y grandes amistades en las altas esferas de la sociedad.

Sus padres lo habían criado como un buen Omega, bastante social y educado.

Muchos habían dado sus propuestas de matrimonio hacia él, pues todos querían estar ligados a los Rosberg.

Pero él se había encaprichado de Lewis desde que lo vio el primer día en la universidad y lo persiguió hasta que sus padres le dieron el visto bueno.

El moreno era un alfa atento y amoroso, le daba todo lo que quería y más.

Siempre se mostró muy leal y atento, hasta que fueron invitados a la boda de Charles y todo pareció cambiar.

Lewis se sumergía en los recuerdos de su mente, paseando por lugares donde vivió grandes aventuras en su juventud.

Y lo llevo a cada uno de estos sitios, pero él siempre sospecho que eran lugares donde había compartido con su primer amor.

Uno con el que sentía que no podía competir.

Y es que desde que su esposo le contó sobre su pasado con Sergio Pérez, y sobre la trágica historia de amor que compartieron, todo comenzó a ir de mal en peor en su mente.

Constantemente se cuestionaba si Lewis había superado o no lo que vivieron juntos.

Así que cuando lo conoció en persona se puso muy celoso, pero supo disimularlo y casi lo supera cuando vio que este tenía pareja.

Pero sus inseguridades no lo dejaban en paz.

Si lo habían criado para ser el Omega perfecto, ¿Por qué se sentía insuficiente para su esposo?

Esa falsa competencia con el alfa, creada en su mente donde se torturaba comparandose una y otra vez con él, lo llevaron a poner sus energías en otra persona.

¿Por qué Max se veía más feliz que él?

Quería ser el Omega perfecto y tener no solo un matrimonio estable, sino feliz.

Pero Lewis ya no le prestaba tanta atención, y pronto se encontró con la sensación de la perdida del control.

En Inglaterra él tenía un grupo de amigos seleccionados, todos de las mejores familias y siempre buscaban por su opinión.

Cuando llegaron al país de origen de su esposo fue bastante bien recibido por la sociedad, pero no le gustaba como las clases se mezclaban.

Y podía haberlo ignorado por el corto tiempo en el que se quedarían, pero su esposo pronto le dio la noticia de que prefería vivir ahí que regresarse a Inglaterra.

Fue entonces que decidió que amoldaria la sociedad a su conveniencia.

—¿Has jugado pádel? —Pregunta Nico tomando por sorpresa a Max —Este miércoles nos reuniremos en el club para unas partidas, pero como Charles se va de luna de miel nos queda un espacio disponible.

Max intento ocultar una sonrisa cuando escucho esto. Era la primera vez que alguien aparte de Charles lo invitaba a alguna reunión.

—Claro, me gustaría ir —Y no duda en aceptar.

—Hay que mantenernos en contacto para ponernos de acuerdo —Dijo Nico entregándole una tarjeta con sus datos —Nos vemos el miércoles.

No espera una respuesta del más alto, simplemente se levanta de la mesa y se marcha.

Había sido más fácil de lo que creía.

No sabía si Max era muy ingenuo, o muy idiota, pero había decidido confiar en la persona equivocada.

Si no podía contra el fantasma de Sergio, al menos intentaría quitarlo de su camino socialmente por medio de su futuro esposo.

Nota: las inseguridades es el verdadero villano de este fic.