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Language:
Español
Series:
Part 7 of Trabajos donde Sakura necesita ser abrazado hasta que entienda que todo estará bien 🌸💔
Stats:
Published:
2025-03-28
Updated:
2025-06-23
Words:
29,258
Chapters:
8/?
Comments:
49
Kudos:
273
Bookmarks:
32
Hits:
5,525

Inefable

Summary:

.

Sakura nació con la bendición de curar a los demás.
Como todos en este mundo, posee una habilidad que lo hace especial.

Sin embargo, en lugar de recibir elogios y aprecio por un don tan valioso, cada vez que intenta hacer una buena acción es rechazado y menospreciado.

Todo porque su apariencia extraña lo convierte en alguien de poca confianza, como si su cabello y sus ojos desiguales fueran un indicador de que era una mala persona.

Lo que a su vez, afecta aquella hermosa habilidad que el cielo mismo le había otorgado.

.

Notes:

Historia inspirada de una conversación del juego de Wind Breaker, dónde le preguntan a Sakura que tipo de habilidades mágicas le gustaría tener.

El juego nos está dando demasiado material y realmente lo amo por eso.

(See the end of the work for more notes.)

Chapter 1: Etéreo

Chapter Text

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— Espera, no te muevas… — dice un apresurado Sakura de apenas siete años, mientras se acerca a uno de sus compañeros, quien acaba de caer de la resbaladilla y se ha lastimado horriblemente las rodillas. — Yo puedo ayudarte. — le asegura, para que su compañero deje de llorar, al mismo tiempo que extiende las manos hacia la parte afectada.

 

Pero en lugar de sentirse agradecido, su compañero empieza a gritar con fuerza para que no se le acerque.

 

Sus gritos detienen cualquier intento de Sakura por ayudar y, al mismo tiempo, atraen la atención de algunos maestros, quienes corren de inmediato hacia ellos para ver qué sucede.

 

— ¿Pero qué es lo que está pasando? — pregunta uno de ellos.

 

Sakura se estremeció de pies a cabeza, consciente de lo que podría ocurrir.

 

El maestro se arrodilla junto al niño herido, observando con preocupación sus rodillas raspadas. Al ver a Sakura tan cerca, con las manos todavía extendidas, frunce el ceño con desconfianza.

 

— ¿Qué intentabas hacer? ¿Acaso querías lastimarlo? — pregunta con un tono severo.

 

Sakura negó rápidamente con la cabeza, pero antes de que pueda explicarse, su compañero empieza a sollozar más fuerte y lo señala de forma acusatoria. 

 

— ¡Quería tocarme! ¡Me iba a hacer algo raro! — grita, lo que provoca el murmullo general del resto de los presentes. 

 

La mayoría son compañeros de salón de ambos niños, quienes no dudan en retroceder ante la declaración, otros susurran entre ellos mismos, pero todos miran a Sakura con el mismo temor y desprecio de siempre.

 

El maestro suspira y no tarda en lanzarle una mirada  dura al bicolor, quien está haciendo todo lo posible para no empezar a llorar también.

 

— ¿Cuántas veces te hemos dicho que no incomodes a los demás?

 

Sakura aprieta los labios, sintiendo cómo sus ojos empiezan a arder más que antes por ser regañado. 

 

¿Porque lo tratan de está manera? Se pregunta. 

 

El solo quería ayudar. 

 

Solo quería que las rodillas de su compañero dejaran de sangrar. 

 

Pero como siempre, nadie lo veía así, solo lo veían como una mala persona que intenta hacerle daño a los demás. 

 

— Pero… — intentó protestar con voz temblorosa, aunque sabe que nada de lo que diga servirá para que todos a su alrededor dejen de verlo con desprecio. 

 

— Basta. — la voz del maestro suena firme, sin darle oportunidad de explicarse. — Ve a jugar a otro lado y no molestes a tus compañeros. 

 

Sakura obedeció en silencio mientras que el niño herido es llevado con cuidado a la enfermería, rodeado de algunos compañeros preocupados. 

 

Nadie más se fija en él. 

 

Nadie pregunta si está bien.

 

Se queda allí, solo, con el peso de una tristeza que no sabe cómo nombrar todavía.

 

Lo único que sabe es que, una vez más, ha sido menospreciado por su apariencia, lo cual parece ser lo único en que las demás personas se fijan, en lugar de lo útil y maravillosa que es su habilidad. 



.

.

.

.

 

Las cosas en casa no son muy diferentes de lo que sucede en la escuela. O quizás sean aún peores, porque, en lugar de ser menospreciado por personas a las que solo ve unas cuantas veces por semana, el bicolor es rechazado constantemente por quienes lo trajeron al mundo.

 

Aquellas dos personas, que deberían haberlo cuidado y amado como correspondía, solo le hacían sentir que no era deseado, como si fuera un estorbo en sus vidas en lugar de ser el hijo que ellos siempre habían querido tener. 

 

Desde que tiene memoria, Sakura se ha esforzado mucho por ganarse el amor de sus padres.  

 

Siempre intenta portarse bien en casa, no hace ruido y la mayoría del tiempo se la pasa encerrado en su habitación. Las pocas veces que salía con ellos a algún lugar, evitaba hacer berrinches y se mantenía en silencio mientras todos a su alrededor interactuaban entre sí. Cuando eso no le servía de nada, se entristecía enormemente, hasta el punto de casi perder la esperanza de ser amado y aceptado por sus padres. 

 

Sin embargo, cuando su habilidad se manifestó, volvió a recuperar la esperanza con fuerza, pues creía que, si demostraba lo valiosa que era, sus padres lo mirarían con el mismo amor con el que otras familias veían a sus hijos.

 

Pero cada intento solo traía más rechazo, y el rechazo a su vez le provocaba un inmenso dolor que apenas podía entender, pero que era más que suficiente para hacerlo sentir miserable. 



.



— ¿Otra vez intentando llamar la atención? — su madre lo miraba con fastidio cada vez que él se ofrecía a curarla, como en este momento, en el que se ha hecho un corte en uno de sus dedos mientras prepara la cena. — Déjame en paz, no necesito tu ayuda. — le dice, utilizando su propia habilidad para mandarlo lejos de ella. 

 

Sin embargo, el impacto provoca un daño mucho mayor en Sakura de lo que habría hecho si simplemente lo hubiera empujado con sus manos, pues parece ser tan desagradable que ni siquiera vale la pena ponerle una mano encima, aunque fuera para demostrarle desprecio. 



.



Con su padre es el mismo caso. 

Siempre que intenta ayudarlo cuando lo nota cansado por el trabajo, él le responde fríamente y de manera dolorosa, como si, en lugar de ser su hijo, fuera algún extraño al que desea mantener alejado de su vida.

 

— No te sientas tan especial por tener esa habilidad. — dice su padre, con su eterna expresión de disgusto, la cual el menor apenas puede ver fijamente. — Si de verdad quisieras ayudar, habrías nacido normal.

 

Normal .

 

Esa palabra siempre le pesaba en el pecho, haciéndolo sentir no deseado. Como si todo lo que era, su cabello desparejo, sus ojos de distintos colores, fueran errores que nunca debieron existir.

 

Y con cada ocasión en que era rechazado, terminó aprendiendo a guardar silencio. A dejar de extender las manos cuando veía a alguien herido.

 

A bajar la mirada cuando sentía el desprecio en los ojos de los demás por el simple hecho de existir.

 

Pero su don era parte de él.

 

Y cada vez que lo contenía, cada vez que reprimía el deseo de ayudar a otros, sentía un dolor inmenso en el pecho, como si su propia alma se estuviera marchitando.

 

Lo peor era que no podía utilizar su habilidad consigo mismo. Por más que intentaba curar alguna herida que resultaba obtener por meterse en peleas, sin importar lo pequeña que fuera, nunca lograba curarse. 

 

Hasta cierto punto, le parecía irónico que la única persona a la cual podía tocar sin recibir desprecio fuera también aquella a la que no podía sanar.

 

Y eso solo le provocaba aún más dolor y soledad de la que su pobre corazón podía soportar. 



.

.

.



Su vida siempre estuvo llena de grises. 

 

Nunca existió la posibilidad de sentir o admitir la belleza de los colores que lo rodeaban. Siempre que intentaba ver el lado bueno de la vida, esta misma se encargaba de recordarle que era un error viviente, que lo único que podía hacer era sentirse miserable, tanto consigo mismo como con todos a su alrededor.

 

Con el paso del tiempo, la rabia reemplazó su deseo de ayudar a los demás. Solo cuando llegó a Furin pudo empezar a comprender el verdadero significado y valor de todo a su alrededor. 

 

Aun así, le resultaba imposible sentirse parte del lugar. Las dudas sobre si era querido del todo, o al menos aceptado, siempre estaban presentes en su mente.

 

O eso creyó hasta que ocurrió el incidente con Keel.

 

Ver cómo sus compañeros de clase eran superados en fuerza y habilidad por aquella miserable pandilla lo hizo sentir impotente. Se sentía responsable de lo mal que todos habían terminado y pensaba que, de no haber sido por la ayuda de Kaji y el resto de los alumnos de segundo año, posiblemente… las cosas habrían acabado mucho peor para todos, siendo algo que él jamás iba a poder perdonarse tan fácilmente. 



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— Por Dios, Nire-chan… — Kiryu apenas puede contener su sorpresa al ver el estado tan lamentable en el que ha terminado Nirei, quien parece haberse sobrepuesto a la inconsciencia a pesar de lo lastimado que está.

 

Nirei no responde al comentario. 

 

Solo baja la mirada desde donde se encuentra sentado, sintiéndose inútil e incapaz de ver a la cara al resto de sus compañeros, quienes sí lucharon hasta el final hasta obtener la victoria.

 

— Sakura-kun… — Suo pronuncia el nombre de Sakura, quien se abre paso entre todos para ponerse enfrente de Nirei.

 

El rubio, al verlo de reojo, no puede evitar sentirse peor de lo que ya se encuentra, debido a que siente que en cualquier momento su amigo va a llamarle la atención por haber actuado imprudentemente al alejarse de Suo en medio de la pelea.

 

— ¿Te duele mucho? — pregunta Sakura, a pesar de lo evidente que es la respuesta que puede obtener. 

 

— No tanto… así que estoy bien. — Nirei intenta sonreír al decir aquello, pero la mueca de dolor en su rostro que se forma después de hablar, es suficiente para que los demás sepan que miente.

 

— Hay que llevarlo de inmediato a que lo atiendan… Todos necesitan ser atendidos. — Kaji habla con una voz   imponente, haciendo que algunos alumnos de primero se estremezcan.

 

Mientras unos están dispuestos a retomar el camino de regreso, Sakura se queda inmóvil, observando detenidamente las heridas de Nirei.

 

— ¿Sakura-san? — Nirei pregunta, al observar como el bicolor extiende sus manos hacia a el. 

 

A muchos la escena los llena de curiosidad al instante, debido a que no se esperan nada de lo que está por ocurrir. 

 

Las manos de Sakura brillan con una luz cálida mientras las acerca con delicadeza a las heridas de Nirei. Al instante, una sensación reconfortante envuelve de inmediato al rubio, como si una corriente suave recorriera su cuerpo, disipando el dolor poco a poco.

 

Los murmullos comienzan a intensificarse entre los presentes. 

 

Algunos observan con asombro, otros con incredulidad. Nadie había visto antes a Sakura usar su habilidad, y sinceramente, no esperaban que tuviera un don tan hermoso y maravilloso como este. 

 

— ¿Eso es…? — Suo entrecierra su único ojo, sin apartar la vista de la escena.

 

Nirei también lo nota, la punzada de dolor que lo atormentaba empieza a desvanecerse, siendo reemplazado por un cosquilleo cálido que recorre su cuerpo desde donde las manos de Sakura lo tocan. 

 

Lentamente, los moretones se difuminan y las heridas abiertas comienzan a cerrarse.

 

— No puede ser… — Tsugeura susurra con un tono lleno de sorpresa.

 

Pero Sakura no se detiene ahí, pues no solo está dispuesto a curar a Nirei. 

 

Sin esperar a que alguien diga algo, su poder se intensifica el doble que antes, lo que lo ayuda a curar también al resto de sus compañeros y superiores sin necesidad de tocarlos, el resto de los presentes no tardan en sentir una hermosa y reconfortante calidez que recorre sus cuerpos. 

 

Las heridas empiezan a desaparecen, la sangre se limpia, el dolor cede y los murmullos de asombro aumentan.

 

— Es increíble… — dice alguien del segundo año, manteniendo fija la mirada en Sakura, quien sigue curando sus heridas como si nada. 

 

— Nunca pensé que tuviera este nivel de poder… — comenta otro, sin poder apartar la vista de la escena.

 

— No es solo eso… — Kaji observa con seriedad la escena, al mismo tiempo que sus propias heridas desaparecen. 

 

Poco a poco, el brillo en las manos de Sakura se intensifica. Al mismo tiempo que su respiración comienza a entrecortarse, pero sigue adelante. 

 

El necesita curarlos a todos, no puede permitir que ellos regresen a casa tan mal heridos por su arrogancia, sin importar el costo que tendría que pagar a causa de eso. 

 

— Sakura-kun… — Suo da un paso adelante, notando como el cuerpo del bicolor empieza a temblar por el sobreesfuerzo que está haciendo. 

 

— No… — Sakura apenas puede responder, pero fuerza una sonrisa mientras continúa con la curación. — Casi… termino…  — dice con dificultad, para que después la luz de sus manos desaparezca repentinamente. 

 

— ¡Sakura-san! — Nirei, que ya ha recuperado fuerzas gracias a la curación, se apresura a atraparlo antes de que caiga por completo, ante el evidente cansancio que lo ha embargado. 

 

El cuerpo de Sakura está tenso, sus brazos tiemblan y su piel está helada al tacto. Su respiración es errática, y aunque intenta mantenerse despierto, es evidente que en cualquier momento va a quedarse dormido. 

 

— Se esforzó demasiado… — Enomoto murmura, mirando a su capitán con preocupación, quien solo asiente en respuesta. 

 

— Es un idiota, el sabia que no estaba preparado para hacer eso. — Kaji responde secamente, antes de hacerle una señal a Enomoto para que se encargue de llevar a Sakura en su espalda. 

 

Cuando el sublider del segundo año ordena a todos que lo dejen pasar, la multitud se hace aún lado de inmediato, lo que facilita el cumplimiento de la tarea que le han dado. 

 

Al cargar a Sakura en su espalda, Enomoto nota lo frío que se está volviendo el cuerpo del bicolor, como si lo hubieran sacado de una tina con agua helada.

 

— Kusumi. — Enomoto pronuncia con urgencia, pues si no hacen algo pronto se van a arrepentir mucho después. 

 

El segundo vicecapitán del segundo año asiente de inmediato, como si hubiera entendido el mensaje con solo escuchar su apellido. Sin decir una palabra, Kusumi guarda su teléfono en el bolsillo tras enviar un rápido mensaje y, con la mirada fija al frente, se aproxima sin dudar hacia donde están Enomoto y Sakura.

 

Con cuidado, coloca una de sus palmas sobre la espalda del capitán de primer año, segundos después, su mano comienza a brillar suavemente con una tenue luz amarilla. El cuerpo de Sakura deja de estremecerse y su piel, que había adquirido un tono azulado, recupera poco a poco su color natural.

 

— Hay que darnos prisa en irnos de aquí. — Kaji ordena, sacando de sus pensamientos a varios de los presentes. — No podemos hacer que Kusumi se sobreexija demasiado, además, la ayuda que le está dando a Sakura solo es provisional. — declara, siendo más que suficiente para que todos se pongan en marcha, pues el tiempo puede convertirse en un enemigo mortal si desean que Sakura se recupere del todo bien. 




 

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Chapter 2: Sempiterno

Notes:

Primeramente, muchas gracias por el apoyo, esta historia recibió un mayor recibimiento del que espera, así que muchas gracias por ello.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

 

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La luz del lugar en el que se encuentra le resulta demasiado molesta en cuanto abre los ojos. Un suave quejido escapa de sus labios mientras intenta moverse, pero esto solo provoca que un intenso dolor recorra todo su cuerpo.

 

Nada a su alrededor le resulta familiar. 

 

No está en su deteriorado departamento ni en su salón de clases, pero su mente es incapaz de identificar del todo bien dónde se encuentra, ya que apenas tiene energía suficiente para mantener los ojos abiertos.

 

Sus últimos recuerdos son borrosos, y el dolor que comienza a sentir solo lo desconcierta más de lo que ya se encuentra. 

 

— ¿Sakura? — escucha decir suavemente, pero su visión sigue siendo demasiado borrosa como para identificar a la persona que le habla. — ¿Cómo te sientes? — pregunta aquella persona otra vez, pero el bicolor apenas logra entender sus palabras. — Sakura, ¿sabes dónde estás? — quien le habla no parece querer rendirse en su intento de obtener una respuesta de su parte. 

 

Pero a diferencia de antes, el bicolor mueve suavemente la cabeza, como si aquella simple acción fuera suficiente para dar un mensaje claro y conciso. 

 

— De acuerdo, no tienes porqué preocuparte, todo estará bien. — aunque no sepa quién es, Sakura se siente un poco más tranquilo tras aquella declaración, lo cual es lo último que escucha antes de caer nuevamente en un profundo sueño. 



.

 

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— Su habilidad es bastante especial.

 

Aquellas son las primeras palabras que Sakura capta en toda la conversación. Sus padres han estado hablando con el doctor durante un buen rato, mientras él solo escucha en silencio. 

 

Le han realizado múltiples pruebas en este tiempo, y ahora, al fin, parece que obtendrán una respuesta.

 

Con la llegada de sus siete años, su habilidad está a punto de manifestarse. Sin embargo, él no espera obtener nada grandioso; debido a que sus expectativas son bajas, casi inexistentes si debía aclararlo de algún modo. 

 

Después de todo, sus propios padres se han encargado de hacerle creer que no hay nada bueno en él. Le han repetido tantas veces que sería mejor que nunca desarrollare una habilidad, que ha comenzado a creer que ellos tienen razón. 

 

Quizás, si eso ocurriera, ellos confirmarían lo que siempre han insinuado: que su existencia no es más que un error que jamás debieron cometer.

 

— Si la desarrolla adecuadamente, podrá ayudar a muchas personas.

 

Ese comentario lo llena de una inmensa felicidad al niño. 

Sus ojos brillan mientras observa sus pequeñas manos, y una sonrisa radiante se dibuja en su rostro.

 

— Lastimosamente… su apariencia no es del todo agradable, así que dudo mucho que alguien quiera ser ayudado por él.

 

Pero el bicolor ya no escucha esas últimas y dolorosas palabras. Haruka está demasiado absorto imaginando cómo su vida cambiará de ahora en adelante. 

 

Ya no tendrá que sentirse insuficiente ante sus padres.

 

Por fin van a quererlo, lo amarán como siempre ha soñado. 

 

Ya no estará solo en la escuela. 

Tendrá amigos con quienes jugar en los descansos.

 

Ya no será tratado como un bicho raro. 

Al fin encontrará su lugar en el mundo, ese que siempre ha anhelado desde que se dio cuenta a una temprana edad que todos a su alrededor parecen odiarlo. 



.



Pero su ingenua felicidad no dura demasiado.

 

Porque, como era de esperarse, nadie quiere la ayuda de alguien con su extraña apariencia.

 

Nadie parece ver nada bueno en él. 

 

Es como si solo se fijaran en su cabello y ojos de distintos colores, como si aquello fuera una mala señal, una advertencia silenciosa de que no deberían aceptar nada que viniera de su parte.

 

Sakura los ha escuchado hablar, ha oído susurros sobre lo desagradable que es, ha visto las miradas de molestia, el asco apenas disimulado en sus expresiones cada vez que está cerca de alguien. 

 

Todos lo tratan como si fuera un delincuente. 

Como alguien incapaz de formar parte de la sociedad, por más que lo intente. 

 

Como alguien que no merece una segunda oportunidad, aunque nunca ha hecho nada para merecer que lo traten de aquella manera tan espantosa, como si desear ser visto y tratado con amor fuera algo demasiado difícil de pedir para alguien que jamas pidió nacer diferente a los demás. 



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Cuando Sakura abre los ojos nuevamente, el cansancio que lo abrumaba antes ha disminuido y su cuerpo se siente un poco más ligero.

 

Ahora que su mente está más clara, comienza a examinar con cuidado el lugar en el que se encuentra. Lo primero que nota es que está recostado sobre una camilla; el colchón es suave y cómodo, y la manta que cubre su cuerpo le proporciona un calor bastante reconfortante.

 

Su mirada recorre la habitación de un extremo a otro. La ventana está abierta, dejando que el fresco aire matutino entre junto con el canto de las aves. 

 

En la habitación hay varios arreglos florales; sus colores vivos resaltan en el ambiente tranquilo y sereno. Sin embargo, algunas flores han comenzado a marchitarse, lo que hace que Sakura se pregunte cuánto tiempo llevan allí.

 

Su mirada se desliza hacia la máquina a su lado. No sabe cómo se llama, pero parece estar monitoreando su ritmo cardíaco, que, al menos a simple vista, parece normal y estable.

 

No tiene oportunidad de seguir explorando su entorno cuando la puerta de la habitación se abre de repente. Sakura se mantiene en silencio ante la visita inesperada, sorprendido de que alguien haya venido a verlo tan temprano.

 

Aunque, pensándolo bien, debió haberlo imaginado que sus visitantes no son otros que sus amigos.

 

Cada uno de ellos entra con un bonito arreglo floral en las manos, probablemente para reemplazar las flores que ya han comenzado a marchitarse.

 

— Hola. — Sakura se adelanta a hablar antes que ellos, pero su voz suena diferente a lo habitual siendo más ronca y cansada que de costumbre. 

 

Seguramente, aún no ha recuperado toda su energía.

 

Aun así, eso es suficiente para que Nirei y Suo se queden en silencio, observándolo fijamente. La forma en que lo miran lo hace sentir un poco inseguro; no sabe qué esperar de ellos.

 

El momento se alargar por  unos cuantos segundos más antes de que Nirei sea el primero en reaccionar. 

 

— ¡Sakura-saaaaaan! — el grito emocionado del rubio llena por completo la habitación. 

 

En su apuro, deja caer las flores que traía consigo, pero estas no tocan el suelo. En lugar de eso, permanecen suspendidas en el aire el tiempo justo para que Suo las tome con cuidado.

 

Pero  antes de que el castaño pueda hacerlo, las flores comienzan a moverse por sí solas, flotando suavemente alrededor de Nirei, quien parece haber  utilizado de forma inconsciente su habilidad. 

 

Sin embargo, Sakura apenas se da cuenta de ese detalle, porque en ese mismo instante Nirei se ha abalanzado sobre él, envolviéndolo en un fuerte abrazo.



— Nos preocupaste mucho, Sakura-san. — le dice sin apartarse. — ¡Pensamos que no despertarías nunca! — exclama, su voz temblorosa no es más que una mezcla de alegría y alivio por verlo despierto.

 

— Cálmate, Nirei-kun. — interviene Suo con una sonrisa suave, aunque su tono delata que él también ha estado preocupado y que ahora mismo se encuentra bastante aliviado. 

 

Con cuidado, deja las flores que trae consigo sobre la mesita de noche junto a la cama de Sakura, también toma las flotan alrededor de Nirei, quien sigue sin darse cuenta de lo que sucede a su alrededor. 

 

— Hay que tener mucho cuidado con Sakura-kun. — alega, colocando también las flores que Nirei traía sobre la mesa. Ante esas palabras, el rubio se separa de golpe, como si ahora el bicolor fuera un objeto frágil que puede romperse ante el más mínimo contacto. 

 

— ¡Lo siento mucho! ¿Te hice daño, Sakura-san? ¿Te duele algo? — pregunta siendo presa del pánico y del arrepentimiento por haber cometido una imprudencia, para después revisarlo con la mirada como si intentara asegurarse de que sigue entero.

 

Sakura parpadeó un par de veces antes de asentir levemente, sintiendose demasiado abrumado por aquellas muestra de cariño y preocupación que está recibiendo. 

 

— Estoy bien. — responde con la voz aún ronca. — Pero agradecería que no volvieras a lanzarte sobre mí con tanta fuerza.

 

El chico de cabello rubio asiente frenéticamente, pero la expresión de preocupación aún no desaparece por completo de su rostro. En cambio, Suo observa a Sakura con calma, como si intentara analizar algo más allá de sus palabras.

 

— Nos alegra verte despierto, Sakura-kun. — Suo habla con una pequeña sonrisa apareciendo en su rostro. — Aunque te ves mucho mejor que antes, tendrás que seguir descansando. 

 

— ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente? — pregunta Sakura de repente. No puede evitar sentir que ha perdido la noción del tiempo.

 

Nirei y Suo intercambian una mirada, dudando por un momento antes de responder.

 

— Dos semanas. — el tono  de Suo es sereno, pero Sakura no pasa el ligero peso que tienen sus palabras. — Cuando perdiste el conocimiento nos preocupaste a todos. 

 

Dos semanas. 

 

Aquella cifra lo deja en un profundo shock, del cual sale cuando siente como uno de sus amigos aprieta suavemente una de sus manos para que vuelva en sí. 

 

— ¿Qué pasó después de que desmaye? — su voz es apenas un susurro, pero sus amigos entienden la pregunta.

 

Nirei se muerde el labio, sin saber si debería responder, mientras que Suo suspira y decide tomar la iniciativa.

 

— Enomoto-san te llevó hasta el hospital, y Kusumi-san se encargó de regular tu temperatura corporal hasta que pudiste ser atendido por un médico. —explicó el castaño con cuidado.

 

Sus palabras dejaron momentáneamente desconcertada a Sakura, quien, como era de esperarse, no recordaba nada de lo sucedido. 

 

— Al parecer, cuando usas tu habilidad en exceso, la temperatura de tu cuerpo desciende drásticamente, hasta el punto de provocarte hipotermia. — aquel dato desconcertó bastante al bicolor, ya que se trataba de algo sobre sí mismo que desconocía por completo.

 

Sin embargo, considerando que nunca había logrado utilizar su habilidad de manera adecuada, le resultó lógico ignorar ciertos detalles sobre ella. 

 

— Sakura-san hizo un gran trabajo al ayudarnos a todos. — exclamó Nirei con entusiasmo, tomando repentinamente las manos del bicolor.

 

El contacto inesperado hizo que su rostro se tiñera de un rojo intenso y que el cuerpo entero le empezara a temblar. 

 

— Tienes una habilidad increíble, nunca antes había visto a alguien usar tanto poder. —afirmó con admiración, pero, de pronto, su expresión se ensombreció, llenándose de una profunda tristeza. — Pero… no quiero volver a verte sobreesforzarte tanto por nosotros. No quiero volver a sentir miedo por lo que pueda pasarte o a pensar que nunca vas a despertar. 

 

Sakura sintió como un nudo se le formaba en la garganta al escuchar esas palabras. La sinceridad en la voz de Nirei lo dejó indefenso por completo.  El bicolor quería decir algo, tranquilizarlo de alguna manera, pero no sabía cómo hacerlo sin que sonara como una simple excusa.

 

— Lo siento… — murmuró al final, bajando la mirada.

 

Era consciente de que su sobreesfuerzo había sido peligroso, pero en aquel momento pensó que no había otra opción. Si podía curarlos a todos, entonces valía la pena arriesgarse… ¿no?

 

— No quiero que te disculpes, Sakura-san. Solo quiero que te cuides más de ahora en adelante. — el tono del rubio era serio, pero en sus ojos aún se notaba el rastro de la angustia que había sentido en esos días en los que temió perder a uno de sus mejores amigos.

 

Suo, quien había permanecido en silencio mientras observaba la interacción entre sus amigos, decidió intervenir.

— Nirei tiene razón. Entendemos por qué lo hiciste, pero la próxima vez… — hizo una pausa, eligiendo con cuidado sus palabras, pues valoraba profundamente lo que Sakura había hecho por ellos. — La próxima vez… actúa con un poco más de cuidado, por favor. 

 

Sakura alzó la vista lentamente, sorprendido por la intensidad en la que Suo lo miraba. Era evidente que no estaba acostumbrado a que alguien se preocupara tanto por su bienestar, pero ahora sus amigos le estaban pidiendo que los dejara ser fuertes por él también.

 

Un silencio pesado se instaló en la habitación hasta que Nirei decidió romperlo con una sonrisa un poco forzada.

— Además… — dijo, intentando animar el ambiente. — Si vuelves a hacer algo así, Kaji-san dijo que nos dara una paliza a todos si permitimos que pase lo mismo otra vez. — hizo un pequeño gesto dramático, al llevarse las manos a la cabeza como si reviviera un trauma. — Nunca había visto a alguien tan furioso.

 

Sakura no pudo evitar soltar una pequeña risa ronca ante la imagen mental. Kaji siempre le había parecido ser alguien estricto y serio, que no podía imaginarlo preocupándose tanto por alguien más. 

 

— Lo tomaré en cuenta. — prometió en medio de un suspiro, dejando que su cuerpo se relajara un poco más sobre la cama. 

 

— Me parece que debemos informar que ya estás despierto. — Suo dijo, pareciendo más tranquilo y relajado. — Nirei-kun, ¿podrías quedarte con Sakura-kun mientras yo busco a alguien? — realmente no había una necesidad real de hacer de aquella pregunta, después de todo, la respuesta que el rubio iba a dar sería más que afirmativa. 

 

— Si, si puedo. — respondió, lo que hizo sonreír ampliamente al castaño, quien asintió en silencio antes de salir de la habitación. 

 

— Nirei… — pronunció Sakura después de que ambos permanecieran en silencio por algunos minutos.

 

— ¿Sí? ¿Qué sucede, Sakura-san? — preguntó el rubio, ansioso por ayudar de alguna manera a su amigo.

 

Sakura, en lugar de responder, simplemente señaló hacia arriba. El simple gesto hizo que Nirei alzara rápidamente la cabeza y, en cuestión de segundos, el color desapareciera ligeramente de su rostro.

 

— ¡Perdón, perdón! Soy un descuidado… — se disculpó al notar cómo varios objetos habían empezado a flotar, girando lentamente alrededor de la cama.

 

Sakura observó con cierto asombro los objetos flotantes, los cuales iban desde pequeños pétalos de las flores hasta la pluma que alguien parecía haber olvidado en algún lado, todo giraba con lentitud a alrededor del rubio, como si el aire los sostuviera con delicadeza. 

 

No era la primera vez que Sakura veía a Nirei perder el control de su habilidad cuando estaba emocionado o nervioso, pero eso no evitó que le siguiera resultando un espectáculo único de ver. 

 

— ¿Siempre haces esto sin darte cuenta? — le preguntó, su voz sigue sonando algo áspera y cansada, aunque también es evidente la diversión que siente por lo que sucede. 

 

— M-más de lo que me gustaría admitir… — respondió Nirei, frotándose la nuca con una sonrisa nerviosa en el rostro. Pero su expresión cambió rápidamente a una de concentración y, con un chasquido de dedos, los objetos comenzaron a descender lentamente hasta volver a sus posiciones originales.

 

Sakura arqueó una ceja, impresionado por lo ocurrido. A pesar de lo torpe que a veces era, Nirei tenía un control más preciso de su habilidad de lo que parecía, un control que él anhelaba mucho en el fondo obtener algún dia. 

 

— Eres impresionante. — el bicolor murmuró, lo que provocó que el rubio balbuceara nerviosamente un agradecimiento, aunque dijera de vez en cuando que no era la gran cosa. 

 

Aunque no estuviera del todo de acuerdo con lo que decía, dadas sus circunstancias, sentía que era el menos indicado para cuestionar la desconfianza de su amigo, especialmente cuando todo a su alrededor le resultaba difícil de comprender.

 

Sin embargo, en el fondo, algo le decía que, quizá, las cosas estaban empezando a cambiar y que, por fin, había dejado de estar solo.

 

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Notes:

La temática de los poderes ha empezado a gustarme, y siento que necesitamos un tercer capitulo para ver el desarrollo de Sakura, ¿ustedes no lo creen asi?

Me costo un poco de trabajo decidirme porque tipo de habilidad podría tener Nirei, pero considerando que es el sol de Sakura y Suo, merece tener su pequeño campo gravitacional a su alrededor. <3

Chapter 3: Ocaso

Summary:

— Aun así… — el peliblanco pronuncia con tranquilidad, como si no hubieran hecho nada malo. — Kaji, lo que dijiste fue bastante maduro, casi sonaste igual que Hiragi. — pronuncia aquellas palabras en medio de una risa, al mismo tiempo que se mueve lo suficientemente rápido como para estar al lado de Kaji, a quien le pasa uno de sus brazos por encima.

La reacción por parte de Kaji no se hace esperar demasiado, no cuando se empieza a estremecer como un gato asustado, solo para después golpear fuertemente al líder de Furin en el rostro. El golpe es más que suficiente para mandarlo a volar, y antes de que Hiragi o Sakura puedan decir algo, Kaji se coloca rápidamente los auriculares antes de salir huyendo a toda prisa.

— Te lo tenías bien ganado, Umemiya. — Hiragi dice aquello como si acabaran de quitarle varios años de vida.

Sakura sigue sin saber cómo reaccionar.
No sabe si huir como Kaji lo había hecho o si golpear a Umemiya también por haberlos estado escuchando a escondidas, o si hacer ambas para volver lo más rápido posible con su grupo.

Notes:

Muy bien, la tercer parte llego mucho mas antes de lo que espera, creo que esto es lo que me gusta de escribir cosas nuevas.

Además, no puedo mas con la emoción de la segunda temporada!
No puedo esperar mas a que salga el día de mañana.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

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— Muy bien, ya terminamos. — Sakura siente un inmenso alivio en cuanto el médico pronuncia aquellas palabras. — ¿Quieres que te diga los resultados a ti solo o prefieres que tus amigos estén presentes? — le pregunta, procurando que la situación sea lo más cómoda posible para el bicolor, quien no duda en aceptar la segunda opción.

 

No pasa mucho tiempo antes de que el médico invite a los vicecapitanes de la clase 1-1 a pasar. Sin embargo, no son los únicos que ingresan a la habitación, sino que también se hacen presente Hiragi y Umemiya, quienes, al enterarse de que Sakura había despertado, corrieron al hospital a toda prisa para poder verlo.

 

— ¿Cómo está Sakura, doctor? — Umemiya es el primero de los cuatro en hablar. Es evidente que todos están ansiosos por escuchar lo que el hombre de bata blanca tenga por decirles.

 

— Aún está un poco cansado por el desgaste de energía, pero con los cuidados adecuados, no tardará en recuperarse por completo. — recibir aquella noticia hace que los cuatro suspiren aliviados; Sakura también suspira, aunque la forma en que lo hace deja en evidencia la tensión que se ha instalado sobre sus hombros.

 

— ¿Y qué hay de su habilidad? ¿Es posible que el sobreesfuerzo la haya afectado de alguna manera? — quien hace aquella difícil pregunta es Hiragi, cuya mirada va del bicolor al médico, como si no supiera en quién concentrarse mientras espera una respuesta.

 

— Es posible que no pueda utilizarla bien por un tiempo, y lo más recomendable es evitar su uso para prevenir daños colaterales. — sus palabras hacen temblar a todos, especialmente a Sakura, quien hasta ahora es consciente de la verdadera gravedad de lo que hizo. — La energía que utilizó para curar a tantas personas le será difícil de recuperar; es posible que pase al menos una semana más antes de que Sakura se sienta como antes.

 

El silencio que se apodera de la habitación tras aquella declaración es casi insoportable.

 

Nadie se atreve a hablar, como si poner en palabras la posibilidad de que Sakura la pase mal fuera suficiente para dejarlos sin aliento.

 

— Sé que esto es difícil de procesar, pero si sigues las indicaciones que vamos a darte al pie de la letra, todo volverá a la normalidad, puedo asegurarlo. — el médico nota la tensión en la expresión de los rostros de los adolescentes.

 

Quienes aún permanecen en silencio, como si no encontraran la forma adecuada de continuar con la conversación. 

 

— Lo que hiciste fue bastante impresionante. Para alguien con tu habilidad, curar a cinco o siete personas a la vez es algo que requiere mucho esfuerzo, pero tú ayudaste a más de treinta al mismo tiempo. — un nuevo comentario de su parte hace que el ambiente se sienta un poco más ligero, pero no lo suficiente  para que todos se sientan realmente tranquilos. — Aun así, es importante que aprendas a reconocer las señales que tu cuerpo te da para que te detengas. Nunca es bueno sobrepasar los límites de nuestras propias capacidades. — le recomienda, centrando su mirada en Sakura, quien hace lo mejor que puede por mantener una mirada inexpresiva.  — Esta vez tuviste mucha suerte porque recibiste la ayuda adecuada en el momento preciso, pero la próxima las cosas podrían ser más graves. 

 

— Lo sé… — Sakura murmura entre dientes, sintiéndose avergonzado por todo lo que se le está diciendo.  — Pero no entiendo muy bien cómo funciona mi habilidad, así que no pensé que me pasaría algo así.  — confiesa, dejando en evidencia lo que la mayoría ya parece haber notado.

 

Su desconocimiento sobre la misma habilidad con la que lleva casi la mitad de su vida conviviendo.

 

El médico lo mira con pesar antes de mover ligeramente las manos, en las cuales se materializan de la nada unos cuantos papeles, los hojea rápidamente antes de hablar de nuevo.

 

— Bien... Tu habilidad es de tipo curativo. Hasta el día de hoy, se han registrado cuatro subclases en todo el mundo, las cuales son regeneración propia, sanación externa, transferencia de energía vital y catalización de la regeneración.

 

El médico hace una pausa prolongada para asegurarse de que tanto Sakura como los demás le presten atención y sepan de lo que está hablando. 

 

— En tu caso, posees una combinación de sanación externa y transferencia de energía vital. — continúa cuando considera que es el momento adecuado. — Eso significa que no solo puedes curar heridas en otras personas, sino que también puedes acelerar el proceso al usar parte de tu propia energía.

 

El bicolor parpadea con sorpresa al escuchar aquellas palabras. Nunca antes se había detenido a pensar en el funcionamiento exacto de su habilidad y, por alguna razón, descubrir ese detalle le provoca una extraña mezcla de emoción y desconcierto.

 

— Entonces… ¿siempre me sentiré cansado sin importar cuántas personas cure? — Sakura pregunta, con una pizca de incertidumbre en la voz, a lo que el médico asiente con firmeza.

 

— Así es. Cuantas más personas intentes sanar al mismo tiempo, mayor será el desgaste. La energía vital que transfieres no se regenera de inmediato, y tu cuerpo necesita tiempo para reponerse. — explica con seriedad, mientras los demás se mantienen en silencio. — Si excedes tus límites sin descanso, podrías alcanzar un punto en el que tu organismo ya no tenga la capacidad de recuperarse por sí solo… y eso sería peligroso.

 

Al escuchar esas palabras, un escalofrío recorrió el cuerpo de todos. Nirei y Suo se miraron, el terror reflejado en sus ojos al imaginar lo desastrosa que podría haber sido la situación sin la ayuda de los estudiantes de segundo año les heló por completo la sangre. 

 

— Y si vuelve a suceder lo mismo, ¿cuáles serían esas consecuencias? — Nirei intenta que su voz no tiemble en el momento que habla, pero todos sus esfuerzos son en vano.

 

El silencio que sigue es suficiente para que la tensión vuelva a sentirse por toda la habitación. Finalmente, el médico exhala con calma antes de responder.

 

— En primer lugar, le costaría mucho volver a despertar. Esta vez, solo fueron dos semanas las que estuvo inconsciente, pero si vuelve a ocurrir, podría permanecer dormido durante meses o incluso años. — les explica, intentando ser lo más sincero posible. — Además, si llega a despertar, es probable que enfrente otros problemas graves.

 

La mayoría de los presentes empieza a sentirse inquieta al escuchar sus palabras, y por dónde está yendo la conversación. 

 

— Podría perder la capacidad de hablar o moverse con normalidad, ya que su cuerpo priorizaría su propia recuperación antes de destinar energía a funciones básicas — advierte con seriedad.

 

Sus palabras provocan una reacción inmediata, los adolescentes intercambian miradas preocupadas, no siendo más que una sombra de inquietud reflejándose en sus rostros. 

 

— Y, en el peor de los casos… Si sigue usando su habilidad sin tener un buen control sobre ella, podría perderla por completo. — continúa, su voz se escucha más seria que antes. — No sería la primera vez que alguien pierde su don por un mal manejo. Ya han existido casos… y déjenme asegurarles que aquellos que han pasado por esto quedan en un estado tan lamentable que lo único que llegan a desear es poner fin a su propio sufrimiento. 

 

La voz del médico es grave, como si el solo hecho de mencionar esas posibilidades le pesara en la conciencia.

 

Sakura baja la mirada al instante en que siente un peso en su pecho, la idea de perder su habilidad empieza a resultar sumamente aterradora. 

 

— Pero, ¿hay alguna manera para que pueda usar su habilidad sin tanto riesgo? — ahora es Suo quien habla, y a diferencia de Nirei, su voz no tiembla en el momento de hablar.

 

— Por supuesto. — el hombre dice para consuelo de todos. — Hay ejercicios de control de energía y resistencia que podrían ayudarlo a optimizar el uso de su habilidad. También existen métodos para canalizar la energía de manera más eficiente. — agrega, relajando momentáneamente el ambiente con sus palabras. — Con la guía adecuada, podría aprender a utilizar su habilidad sin ponerse en peligro.

 

Sakura no tarda en levantar la vista y encontrarse con la expresión alentadora de sus amigos. El miedo aún pesa en su pecho, pero ahora se entrelaza con una fuerte determinación de hacer las cosas mejor. 

 

Pues no quiere perder su don, no ahora que ha comprendido lo hermoso y valioso que es. 

 

— ¿Y cuándo puedo empezar ese entrenamiento? — pregunta, sonando bastante ansioso y nervioso por comenzar. 

 

— Después de una semana de descanso. Primero, necesitas recuperar tu energía completamente. Luego, podremos hablar sobre los siguientes pasos que vas a dar. — el médico sonríe al notar la determinación de Sakura, y los demás también se sienten más tranquilos ante esto. 

 

Aunque es inevitable que el miedo de perder a Sakura para siempre siga aferrándose con fuerza a sus corazones.

 

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— ¡Sakuraaaaaaaaaaa!

 

Sakura es incapaz de evitar que varios de sus compañeros se le tiren encima en cuanto cruza la puerta del salón.

 

— Idiota, nos tenías muy preocupados. — dice Anzai con la voz temblorosa, como si en cualquier momento fuera a romper en llanto. Sus manos se aferran con fuerza a la camisa de Sakura, quien, aún aturdido, es incapaz de alejarlo de su espacio personal.  

 

— No vuelvas a asustarnos de esa manera, por favor. — Kakiuchi se une a las súplicas, y, en cuestión de segundos, el resto de la clase comienza a expresar su preocupación en un murmullo, que no es más que una inmensa carga de emociones.

 

Para Sakura, todo resulta extraño. 

 

No esperaba ser recibido con tanta calidez y preocupación cuando llegara el momento de volver a clases… No cuando aún pensaba que sus compañeros estarían molestos por la paliza que recibieron por parte de KEEL.

 

— Eres increíble, Sakura-chan.  — entre la multitud de voces, el bicolor distingue la de Kiryu, quien le sonríe dulcemente cuando sus miradas se cruzan. — Nunca imaginé que podrías tener una habilidad tan maravillosa.

 

— Tu habilidad es digna representante de tu filosofía. — Tsugeura dice con un tono animado, luciendo tan aliviado como todos por verlo bien. 

 

— Todos se preocuparon mucho por ti, Sakura-san. — Nirei dice con calma, a pesar de haber sufrido de un pequeño infarto cuando sus compañeros se lanzaron sobre su amigo. 

 

— Hasta Sugishita-kun se preocupó por ti. — el comentario de Suo, aunque cargado de cierta diversión, hace que Sakura busque de inmediato a Sugishita con la mirada. Lo encuentra sentado en su lugar habitual; ambos se miran fijamente, como si mantuvieran una conversación sin necesidad de pronunciar una sola palabra.

 

— Eres un idiota. — es lo que algunos alcanzan a escuchar en medio del gruñido que Sugishita emite antes de recostar la cabeza sobre el escritorio, como si nada estuviera sucediendo a su alrededor.

 

— Ustedes… — Sakura intenta hablar, pero la avalancha de emociones que lo atraviesa le dificulta la tarea. — Son realmente extraños.

 

Nadie toma su comentario como una ofensa, no cuando lo acompaña con una pequeña y tímida risa.

 

La mayoría queda en completo shock por lo sucedido. 

Algunos tratan de procesar rápidamente lo que han visto y escuchado, incapaces de creer que Sakura pueda tener una risa tan tierna y dulce. Otros sienten como si el mismo sol los iluminara con sus rayos más cálidos y suaves.

 

— ¡AAAAAAH! — la mayoría grita, y Sakura está seguro de que va a quedarse sordo en cualquier momento.

 

— Que alguien lo haga reír de nuevo. — escucha decir a uno de sus compañeros, lo que provoca que su rostro se encienda de un intenso color rojo.

 

— ¿Díganme que lo grabaron? — otra persona pregunta, y antes de que Sakura pueda quejarse o protestar, la puerta del salón se abre de golpe.

 

— ¿¡Por qué mierda están siendo tan escandalosos!? — la inesperada aparición de Kaji hace que el ambiente alegre se desvanezca al instante. — Se puede escuchar su escándalo desde lejos. — les recrimina, y nadie parece saber qué responder, pues no quieren hacerlo enojar más.

 

— Lo sentimos mucho, Kaji-san, pero estamos celebrando que Sakura-kun ya está con nosotros. — Suo parece ser el único con la suficiente determinación para hablar, debido a que nadie parece ser lo suficientemente valiente para hablar con el de segundo año. 

 

— ¿Sakura? — el escuchar aquel nombre, Kaji busca de inmediato al capitán de la clase 1-1, quien se reincorpora al instante, aprovechando que sus compañeros ya no están encima de él.

 

— Hola. — Sakura no sabe qué decirle a Kaji, quien lo observa con seriedad, como si lo estuviera analizando en algo en lo que el no se ha dado cuenta. 

 

— Ven conmigo de inmediato, y quiero que vengas solo. — el teñido ordena con voz firme antes de dar media vuelta y salir del salón sin decir nada más.

 

La mayoría mira con preocupación a Sakura, pues suponen que la conversación entre ambos capitanes no será para nada tranquila, sobre todo por la forma de actuar de Kaji.

 

— Estaré bien. — Sakura no sabe cómo es que pronuncia aquellas palabras, pero ver los rostros llenos de preocupación de sus compañeros y amigos parece motivarlo a hacerlo.

 

— Sakura-san… — Nirei intenta protestar, pero al notar la determinación del bicolor de seguir al pie de la letra la orden de Kaji, se queda en silencio rápidamente.

 

— Después de que hables con Kaji-san, podríamos tener una pequeña celebración en algún lugar por tu regreso. — las palabras de Suo animan un poco a algunos, aunque para otros no son suficientes para ignorar la clara señal de peligro que tienen frente a sus ojos.

 

— De acuerdo. — el bicolor acepta la propuesta, aunque la idea de celebrar que ha vuelto le parece un poco exagerada, pero no hay mucho en lo que pueda negarse por el momento. 

 

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Seguir a Kaji en silencio hace que Sakura se sienta nervioso, por lo que trata de no pensar demasiado en lo que puede suceder. No sabe si Kaji va a regañarlo por haberse sobreesforzado con su habilidad, si le recriminará que no es un buen líder de grupo o, en el caso más improbable, si quizás le expresará su alivio por verlo de regreso.

 

— ¿Y bien? ¿Por qué estamos aquí? — Sakura hace aquellas preguntas una vez que han llegado a la azotea, donde no parece haber nadie más que ellos.

 

Kaji le sostiene la mirada por unos instantes, como si no supiera cómo actuar a partir de ahora, a pesar de haber sido él quien lo llevó hasta ese lugar.

 

— Eres un imbécil. — el bicolor esperaba esas palabras por parte del capitán del segundo año, pero lo que realmente no esperaba era que intentara golpearlo. — ¿Podrías decirme en qué estabas pensando cuando hiciste eso? — le pregunta, mientras intenta golpearlo una segunda vez.

 

Sakura apenas logra esquivar el segundo golpe; sus reflejos y el movimiento general de su cuerpo siguen siendo deficientes, aunque no puede esperar más después de solo un día de haber sido dado de alta. Sin embargo, su instinto de lucha se enciende al instante, obligándolo a responder de alguna manera.



Con una rapidez que sorprende incluso a Kaji, Sakura levanta el brazo y detiene el tercer golpe con su antebrazo. El sonido del impacto resuena por todo el lugar, pero ninguno de los dos retrocede.

 

La mirada de Kaji se ensombrece un poco al ver cómo Sakura lo ha detenido de lleno, por lo que vuelve al ataque con un poco más de insistencia. Sakura parece más que dispuesto a empezar a atacar en lugar de seguir defendiéndose con simples bloqueos, pero se detiene al notar que los golpes de Kaji carecen de la fuerza necesaria para hacerle un daño significativo.

 

Ya había sentido la fuerza de sus golpes antes, en medio de la pelea con Keel, para que prestara atención a lo que sucedía a su alrededor y no se dejara dominar por la frustración que empezaba a nublar sus sentidos. 

 

— ¿Acaso solo querías pelear conmigo en lugar de hablar? — el bicolor pregunta, sintiendo el ardor en la piel donde Kaji lo alcanzó.

 

El de segundo año rechina los dientes con fuerza; su mirada es una mezcla de enojo y… algo más que Sakura no logra interpretar del todo.

 

— Te golpeo porque eres un maldito suicida. — su voz vibra con una emoción contenida, y su siguiente golpe no es más que un empujón en el pecho de Sakura, pero que es lo suficientemente fuerte como para tirarlo al suelo. — Usaste tu habilidad de una manera completamente imprudente. Era evidente que no tenías idea de lo que iba a pasarte cuando empezaste a curar a todos. — su voz es tensa y pesada, como si ni él mismo pudiera comprender lo que siente.

 

Sakura lo observa fijamente, Kaji le resulta alguien difícil de entender; por lo poco que lo conoce, no habría esperado una reacción como esta de su parte. Sin embargo, dadas las cosas que Nirei le contó a detalle sobre cómo no lucía nada contento cuando tuvieron que internarlo, cree que puede comprender parte de cómo se siente.

 

— Pero no morí por lo que hice. — responde con simpleza, aunque sabe que esa no es la respuesta que Kaji espera recibir de su parte. 

 

— Eres un imbécil. — el teñido repite nuevamente, pero esta vez su tono no es agresivo, sino exasperado, al mismo tiempo que se sienta en el suelo, quedando a la misma altura que el bicolor. — Parece que aún no tienes idea de lo que los demás sintieron al ver cómo te arriesgabas de esa manera. — le dice, sacando inmediatamente una piruleta de uno de sus bolsillos para desenvolverla y llevarla a su boca. — ¿Acaso crees que puedes cargar con todo tú solo? ¿Que tu vida vale menos que la de los demás? Porque si es así, entonces eres más estúpido de lo que pensé.

 

Sakura no responde de inmediato, no porque no tenga palabras, sino porque sabe que Kaji tiene razón. Una parte de él había esperado este tipo de reacción de los demás, había esperado que le gritaran por arriesgarse, por no tener en consideración los riesgos que estaba tomando en aquel momento, pero todos estaban tan contentos y felices que parecía no haber tomado en cuenta sus sentimientos. 

 

— Yo… no estoy acostumbrado a que alguien se preocupe tanto por mí. — admite, desviando la mirada debido a la inmensa vergüenza que siente tras haber dicho aquello en voz alta. — Pensé que, después de lo que pasó, todos estaban enojados conmigo y que curarlos sería lo mínimo que podía hacer. — agrega, solo para escuchar otra vez cómo el de segundo año lo llama idiota.

 

— ¿Aún si fuera a costa de tu propia vida? — la pregunta de Kaji pone contra la espada y la pared a Sakura, quien, sin saber qué responder, prefiere quedarse en silencio. Su falta de respuesta es más que suficiente para que el de segundo entienda lo necesario sin necesidad de una sola palabra. — Escucha, no sé qué te ha sucedido para que terminaras siendo así. Pero entiendo lo que sientes, por eso mismo te digo que descuidarte a ti mismo es lo peor que puedes hacer, porque si no estás bien, ¿cómo piensas corresponder a la confianza que los demás han depositado en ti?

 

Nuevamente, Sakura no encuentra una respuesta que darle a Kaji, quien no dice nada más por un par de minutos, como si lo estuviera dejando procesar todo lo que ha dicho.

 

Después de un rato más, el teñido se levanta, sacude su uniforme antes de extenderle una mano a Sakura, quien, con un poco de nerviosismo, la acepta, sintiendo lo cálida y reconfortante que es. 

 

— Es obvio que sientes miedo, y antes de que intentes negarlo… todos a tu alrededor lo saben ya. Y aunque lo sepan, parecen querer seguir a tu lado, por muy patético o por muy cuestionables que sean tus decisiones. — le dice, una vez que ambos se encuentran de pie. — Solo aprende a confiar más en ellos y a saber manejar mejor tu habilidad. — comenta, solo para darse cuenta segundos después de que ha hablado de más. 

 

Pero antes de que pueda arrepentirse de sus palabras, el sonido de unos aplausos lo desconcierta tanto a él como a Sakura.

 

— Lo hiciste muy bien, Kaji. — Umemiya dice aquello mientras aún sigue aplaudiendo, siendo a su vez inútilmente detenido por Hiragi, quien, a diferencia de él, parece un tanto avergonzado por la interrupción que han cometido.

 

— Lo siento. — el líder del escuadrón Tamon se disculpa una vez que ha conseguido que Umemiya deje de aplaudir. — No teníamos la intención de escuchar nada de lo que decían.

 

— Aun así… — el peliblanco pronuncia con tranquilidad, como si no hubieran hecho nada malo. — Kaji, lo que dijiste fue bastante maduro, casi sonaste igual que Hiragi. — pronuncia aquellas palabras en medio de una risa, al mismo tiempo que se mueve lo suficientemente rápido como para estar al lado de Kaji, a quien le pasa uno de sus brazos por encima.

 

La reacción por parte de Kaji no se hace esperar demasiado, no cuando se empieza a estremecer como un gato asustado, solo para después golpear fuertemente al líder de Furin en el rostro. El golpe es más que suficiente para mandarlo a volar, y antes de que Hiragi o Sakura puedan decir algo, Kaji se coloca rápidamente los auriculares antes de salir huyendo a toda prisa.

 

— Te lo tenías bien ganado, Umemiya. — Hiragi dice aquello como si acabaran de quitarle varios años de vida.

 

Sakura sigue sin saber cómo reaccionar. 

No sabe si huir como Kaji lo había hecho o si golpear a Umemiya también por haberlos estado escuchando a escondidas, o si hacer ambas para volver lo más rápido posible con su grupo. 

 

Aunque fuera lo que fuera, nada de lo que hiciera podría borrar este incidente de su mente. 


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Notes:

Como abran notado, esto aun no tiene su final.
Soy una mujer débil con las historias con temas de poderes, así que si a alguien todavía le esta gustando por donde van las cosas, vamos a tener un par de capítulos mas por delante.

Chapter 4: Alba

Notes:

De acuerdo, como la mujer débil que soy, tenemos una nueva actualización en menos de una semana.
Realmente debo de dar las gracias por todo el apoyo e interés que demuestran en este trabajo.

Espero de todo corazon que el capitulo sea de su total agrado.

(See the end of the chapter for more notes.)

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Los dedos de Sakura tamborilean rítmicamente sobre la mesa. 

Se siente incómodo en el lugar donde está sentado, pero no puede irse como si nada. No cuando está a la espera de dar un paso significativo e importante en su proceso de recuperación.

 

— Muy buenas tardes, Sakura. — una mujer alta vestida con una impecable bata blanca ingresa de pronto en la sala, saludando de inmediato al bicolor en cuanto sus miradas se cruzan. — ¿Estás listo para el entrenamiento de hoy? — le pregunta, tomando asiento enfrente del menor, dejando sobre la mesa una pequeña canasta que tiene un paño encima. 

 

— Si, estoy listo. — Sakura trata de sonar seguro, sintiendo a su vez una inmensa emoción apoderarse de su ser. 

 

Han pasado algunas semanas desde que se recuperó por completo. Desde entonces, ha estado aprendiendo técnicas para regular su energía y enfocarse en ayudar a los demás sin sucumbir en el intento.

 

Y hoy, por fin, parece ser el día en que podrá poner a prueba parte de lo que ha aprendido.

 

— De acuerdo, lo que intentaremos hacer ahora es que canalices un poco de tu energía para hacer florecer este capullo.  — le explica la instructora mientras saca de la canasta un pequeño capullo con el que deberá trabajar. — No te frustres si no lo consigues en el primer intento.

 

Escuchar aquello hiere, en cierto sentido, el orgullo del bicolor, quien no piensa fallar en esta prueba, no después de todo el esfuerzo que ha hecho para llegar a este punto. Sakura suspira profundamente antes de empezar, sus dedos rozan suavemente el capullo, como si buscara algo para concentrarse. La energía latente dentro de su pecho es sutil, casi imperceptible, pero está ahí, esperando ser utilizada tras mucho tiempo. 

 

Cierra los ojos por un instante, concentrándose en el flujo de su propio poder, mismo poder que durante años había ignorado, convencido de que no valía la pena hacer uso de ella.

 

Pero ahora, con cada respiración que realiza, se recuerda a sí mismo que ahora tiene un propósito que cumplir en este mundo. 

 

Proteger y cuidar a quienes le han demostrado que no está solo. 

 

Exhala lentamente y permite que la energía empiece a fluir desde lo más profundo de su pecho hasta la punta de sus dedos. Al principio, la sensación le resulta bastante extraña, pero pronto se vuelve como un leve cosquilleo que recorre con cuidado su piel. 

 

Sus manos comienzan a calentarse, y el capullo en su palma reacciona de inmediato. Un tenue resplandor dorado lo envuelve, como si respondiera a la calidez que le ofrece.

 

— Vas bien. — comenta la instructora con una voz serena. No busca distraerlo por completo, pero al mismo tiempo necesita que alguien le diga al bicolor cómo va. — Ahora intenta mantener ese flujo de manera constante.

 

Sakura asiente al escucharla y no aparta la vista del capullo, aunque sienta la mirada de la mujer sobre él. Se concentra en la imagen mental de una flor en plena apertura, en el sutil proceso de transformación que ocurre en la naturaleza, en cómo cada uno de sus pétalos se va extendiendo conforme florece.

 

La energía sigue fluyendo en su interior, pero pronto siente una punzada de agotamiento. El cansancio es mínimo, pero le recuerda lo frágil que sigue siendo.

 

Apretando los dientes, Sakura trata de ignorar aquella sensación para seguir adelante. Sin embargo, su concentración se rompe por un instante y el resplandor dorado titubea. La flor, que hace algunos momentos parecía querer abrirse, ahora ha vuelto a cerrar.

 

— No te fuerces demasiado, la energía debe fluir de manera natural. — la voz de la instructora es la guía que necesita antes de empezar a desesperarse por haber fallado. — Recuerda, no es solo cuestión de poder, sino de conexión. Siente la vida en el capullo y permítele responder a tus acciones. — es lo que le dice, antes de tomar otro capullo y extenderlo en la palma de su propia mano.

 

Sakura la observa atentamente mientras hace florecer el capullo con una facilidad que le parece envidiable.

 

— ¿Lo ves? Ahora inténtalo de nuevo, por favor. — pide amablemente, a lo que Sakura asiente antes de respirar profundamente una vez más.



“No se trata de demostrarle nada a nadie.” Se repite a sí mismo, mientras cierra los ojos, no sin antes tomar el capullo entre sus manos. 

 

“Esta no es una competencia que debe de ganar.” Afirma, antes de volver a sentir la calidez de antes surgir desde el interior de su pecho. 

 

Trata de recordar que lo que está haciendo es un acto de comprensión y equilibrio consigo mismo. Su mente termina por relajarse, lo que permite que su energía fluya con mayor naturalidad. 

 

Los minutos parecen eternos antes de que el capullo vibre levemente y se despliegue en una hermosa rosa de color blanco, deslumbrando a los presentes con su belleza. 

 

— Muy bien, Sakura. Hiciste un excelente trabajo, te felicito mucho. — le dice la mujer con una sonrisa resplandeciente. 

 

Sakura observa detenidamente la rosa en su palma, como si no pudiera creer lo que acaba de hacer. Su corazón empieza a latir con fuerza, y no es solo por la emoción de haberlo conseguido, sino por la certeza de que, por primera vez en mucho tiempo, está avanzando en el camino que realmente quiere recorrer.

 

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— ¡Wow, Sakura-san, esas rosas son hermosas! — aquellas palabras por parte de Nirei enciende de inmediato el rostro de Sakura, quien, incapaz de mirarlo a la cara, decide bajar la cabeza y concentrarse en las rosas que lleva consigo.

 

— Parece como si alguien hubiera querido darte un gran regalo adelantado de San Valentín. — el comentario de Suo está lleno de diversión, lo que aumenta considerablemente el sonrojo en el rostro del bicolor.

 

— Yo… — empieza a decir, sintiendo la necesidad de explicar el porqué tenía tantas flores consigo. — Hice florecer estas rosas a pesar de que eran unos simples capullos.

 

Al expresar aquellas palabras, alza ligeramente la mirada, como si sintiera curiosidad por ver qué tipo de reacciones provocará su revelación en sus amigos.

 

Nirei y Suo, quienes habían permanecido sentados en una de las salas de espera del hospital durante todo su entrenamiento, se levantan de inmediato. Sin decir una palabra, se acercan a Sakura y toman, cada uno, una de las muchas rosas que el capitán de su grado lleva en sus manos. 

— ¡Esto es increíble! — exclama Nirei, observando la flor que ha tomado con un asombro que es más que genuino. — Nunca imaginé que pudieras hacer algo tan hermoso, Sakura-san.

 

— Además, se sienten un poco cálidas. —lo que Suo dice capta la atención de sus amigos, quienes hasta ese momento no habían notado aquel detalle. — Parece que aún conservan parte de tu energía, Sakura-kun. — agrega, mientras los otros dos lo observan con atención. — Estoy bastante seguro de que estas rosas no son comunes… Se sienten como si estuvieran vivas de una manera bastante particular. 

 

— No digas tonterías ni tampoco exageres, siguen siendo solo unas rosas… — protesta Sakura, aunque en su interior no puede evitar sentir una emoción indescriptible, sin saber exactamente por qué.

 

¿Será orgullo? 

 

Quizás el hecho de haber logrado hacer florecer exactamente doce capullos en poco más de una hora y media, sin perder el conocimiento, lo llena de satisfacción sin que él lo note del todo.

 

¿O es de esta forma en que se siente el reconocimiento de alguien más? 

 

Sus pensamientos se interrumpen abruptamente cuando su teléfono comienza a vibrar insistentemente. Sin decir nada, lo saca con cierta dificultad de uno de sus bolsillos, aún sosteniendo las rosas entre sus manos.

 

— Pero qué… — murmura al abrir el chat de la clase, solo para encontrarse con una fotografía de la rosa que Suo sostenía, junto con otra en la que él aparece, su rostro sigue parcialmente sonrojado, su expresión es calmada aunque también es notable lo concentrado que estaba. Ambas imágenes van acompañadas de un mensaje que, en cuestión de segundos, lo convierte en una chimenea humana por la cantidad de “humo” que parece salir de su cabeza.

 

"Observen el grandioso trabajo de nuestro adorado capitán. Hizo florecer todas esas rosas en su primera sesión oficial de entrenamiento." Es lo que dice el texto y las reacciones del resto del grupo no tardan en llegar.

 

Sakura siente un escalofrío recorrer su espalda mientras observa cómo los mensajes en el chat se multiplican sin control. Los elogios y comentarios divertidos de sus compañeros llegan uno tras otro, cada uno agregando más leña al fuego que empieza a arder en su interior.

 

— ¡Tú...! ¡Borra eso ahora mismo, tuerto miserable! — exige con un tono que roza la vergüenza y la desesperación, soltando tanto las rosas como su teléfono, que se mantienen en el aire sin hacerse ningún tipo de daño gracias a Nirei, quien inútilmente intenta que se calme. 

 

— ¿Pero por qué? Ellos también merecen ver lo que hiciste, te aseguro que todos están orgullosos de ti. — responde el aludido con una amplia sonrisa, provocando que Sakura sienta unas inmensas ganas de golpearlo. 

 

Sin embargo, se contiene al recordar que están en un lugar poco adecuado para hacer un escándalo, a pesar de que desde hace rato varios de los presentes los miran fijamente. 

 

Por suerte, las miradas divertidas de ellos son completamente imperceptibles para Sakura, porque, de haberse dado cuenta, habría entrado en estado de shock, debatiéndose entre golpear a Suo o salir huyendo del lugar.

 

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Parte de las rosas son exhibidas con un inmenso orgullo en un bonito florero de porcelana en Pothos. Tras una negociación que duró menos de cinco minutos, Kotoha había logrado conseguir seis de las diez rosas que aún le quedaban a Sakura.

 

Nirei y Suo le habían pedido quedarse con una, y él aceptó, no sin antes sufrir un pequeño colapso al no entender por qué sus amigos querían una. El terminó quedándose con el resto, como no tenía dónde ponerlas, se vio en la necesidad de adquirir un florero para ponerlas cerca de su ventana. 

 

La mayoría de las rosas tardaron aproximadamente tres semanas en marchitarse. Curiosamente, aquellas fueron las que menos trabajo le costó hacer que florecieran. 

 

Las que dieron un poco más de problemas fueron las que se marchitaron primero, aunque su belleza se mantuvo hasta el último momento.

 

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— Ustedes… ¿quieren que les muestre cómo hago florecer una rosa? — la pregunta de Sakura hace que más de uno de sus compañeros asienta afirmativamente.

 

— Sí, por favor. —  es lo que le responde uno de sus compañeros con una mirada llena de expectación. 

 

— Queremos ver cómo lo haces, si no es un problema. — es lo que dice otro, y el bicolor no puede evitar verlo con asombro.

 

Después de todo, ¿qué encuentran fascinante en lo que hace?

 

Aunque, si les pregunta, seguramente recibirá un largo sermón sobre cómo su habilidad es más increíble de lo que él realmente cree. Sakura ya los había notado algo extraños desde aquel día en que Suo compartió lo que hizo, como si le estuvieran ocultando algo, pero no esperaba que tuvieran una petición como esta.

 

— Pero… ¿es seguro, verdad? — Kurita pregunta, lo que pone a varios a pensar.

 

— Por supuesto que lo es. No me crean tan débil, como para creer que voy hacerme daño. — responde Sakura al instante, sintiéndose levemente malhumorado de que los demás crean que una simple acción como hacer florecer una rosa pueda causarle algún daño significativo.

 

Aunque es verdad que aún sigue en entrenamiento y que no puede abusar demasiado de su habilidad, pero practicar un poco fuera de sus sesiones también puede serle de mucha ayuda, siempre y cuando sepa el momento adecuado para detenerse. 

 

— ¿Y bien? ¿Dónde está el capullo que quieren que haga florecer? — pregunta, poniendo en una nueva situación difícil a sus compañeros, quienes se miran entre sí sin saber de dónde van a sacar un capullo para que Sakura pueda hacerles una demostración en vivo y en directo. 

 

— ¿Creen que en el jardín de Umemiya-san pueda haber algo que nos sirva? — ante la mención del peliblanco y su apreciado jardín, Sugishita, que supuestamente dormía profundamente en su escritorio, emite un claro gruñido amenazante.

 

— Dejen el jardín de Umemiya-san en paz. — dice fríamente, como si ese sonido que había emitido no hubiera sido suficiente para dejar en claro que estaban proponiendo una pésima idea.

 

— Lo sentimos mucho, Sugishita-san.  — se disculpa Nirei, ante lo que parece ser una clara ofensa para el peliazul, aunque él no haya sido quien propuso meterse con el jardín del líder de Furin.

 

— Bien, parece que no... ¡¡¡¡¡¡¡¡Ouch!!!!! ¿¡Pero qué demonios te pasa, Sugishita!? — nadie se da cuenta del momento en que una pequeña bolsa con semillas cae directamente sobre el rostro de Sakura, quien amenaza con lanzársele encima a Sugishita, si no fuera porque Nirei y algunos de sus otros compañeros se lo impiden. — ¡Podrías haberme avisado para estar listo, idiota! — gruñe, mientras se frota la frente de forma insistente, recogiendo la bolsa de semillas que estaba cerca de sus pies.

 

A pesar de su queja, no puede evitar mirar con curiosidad el pequeño paquete que Sugishita le lanzó. La bolsa no tiene una etiqueta, pero al abrirla cuidadosamente se encuentra unas semillas pequeñas, estas son alargadas y pálidas. 

 

— ¿Qué tipo de flores son estas? — pregunta con escepticismo, sosteniendo un par entre los dedos.

 

— No son flores, son semillas de tomate. — murmura Sugishita desde su posición.

 

Sakura suspira, todavía dudando de lo que está por hacer, pero se deja vencer por la mezcla de curiosidad y la presión silenciosa de las miradas a su alrededor. 

 

Todos esperan algo de él. 

 

Algo asombroso y mágico de observar. 

 

— Está bien, como no tenemos otra cosa entonces voy a utilizar esto, pero no hagan ruido mientras lo hago. — advierte seriamente. 

 

— Si, lo prometemos. — tanto Nirei como parte de los presentes aceptan la petición, Suo simplemente asiente con una pequeña sonrisa en el rostro. 

 

Sakura no tarda en colocar un par de semillas sobre una de sus palmas, para después empezar a respirar profundamente, sus compañeros forman un círculo a su alrededor casi al instante en cuanto lo ven hacer aquello. Siente su energía moverse con más familiaridad, de cómo recorre su cuerpo como un río en el cual ya ha nadado antes. Con cuidado, canaliza el flujo, recordando los consejos de su instructora: no esforzarse más de lo que puede haber

 

No perderse ni desesperarse en el proceso.

 

Una suave luz emana de sus palmas mientras coloca su otra mano sobre las semillas. Durante unos minutos no parece ocurrir nada… pero después de retirar sus manos, las semillas vibran ligeramente, y un diminuto brote verde rompe la superficie de varias de ellas. 

 

Los murmullos de asombro se hacen presentes al instante, rompiendo con el silencio que se había mantenido hasta aquel momento.

 

En cuestión de segundos, los  brotes crecen enseguida. Se enrosca suavemente, como si estuvieran bailando, hasta formar un tallo delgado del que aparecen varias hojas, los brotes brillan débilmente, como si respiraran. 

 

— ¡Whoa…! — es el murmullo colectivo que obtiene por parte de la mayoría. 

 

Sakura abre los ojos lentamente, su frente se encuentra ligeramente sudorosa. Se le nota algo cansado tras el esfuerzo que había hecho, pero una sonrisa victoriosa no tarda en aparecer en su rostro. 

 

Mira los brotes con algo parecido al asombro, como si no creyera haberlo logrado.

 

— ¿Te sientes bien, Sakura-kun? — pregunta Suo, acercándose un poco.

 

El bicolor asiente débilmente, pero cuando intenta dar un paso hacia adelante, sus piernas parecen haberse quedado sin fuerza. Trastabilla un poco, como si fuera a caer, pero afortunadamente, varias manos lo sostienen con cuidado para evitar que eso suceda.

 

— Con cuidado, Sakura-chan. — escucha la calmada voz de Kiryu, quien logró sostenerlo por la espalda. 

 

— Deberías sentarte un momento. — Tsugeura le hace una rápida recomendación, estando a su costado derecho mientras es sostenido. 

 

— Estoy… bien… solo… necesito… un segundo… — dice Sakura entrecortadamente, mientras se deja guiar por sus compañeros hacia su asiento. 

 

A pesar del evidente agotamiento, sus ojos aún brillan por la emoción del logro recién obtenido.

 

— Te esforzaste más de lo que debías. — Anzai le reprende con una expresión seria, aunque se nota que está más preocupado que molesto. — Eres un desastre para medir tus propios límites.

 

— Pero lo que Sakura-san hizo fue bastante asombroso.  — dice Nirei emocionado, su mirada va del bicolor a los brotes, que ahora se enredan lentamente entre sí como si tuvieran voluntad propia.

 

— Sí… aunque me da miedo imaginar qué pasaría si Sakura-kun intentara hacer crecer una sandía. — bromea Suo, tratando de aligerar la tensión que aún se siente por el salon.  — Probablemente explote por exceso de energía. 

 

Las risas no se hacen esperar, y por mucho que Sakura quiere reclamarle a su amigo por la tontería que acaba de decir, termina uniéndose a ellos. Disfrutando ahora no solo del logro que ha conseguido, si no que también de aquella sensación de alegría que siente por estar rodeado de tantas personas cálidas quienes aprecian la persona que es y lo que es capaz de conseguir. 



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Notes:

Creo que el lanzamiento de la nueva temporada esta haciendo que vuelva a tener las mismas ganas de escribir de antes.
Si no fuera por la universidad y el trabajo, creo que ya habría terminado de finalizar las historias que tengo pendientes.

Aun así, doy gracias a la vida misma por permitirme vivir este momento.
Porque a pesar de lo mucho que sufrí con el primer capitulo (la manera en que inicio la nueva temporada no me la esperaba, y tanto el nuevo openig como ending hicieron pedazos mi estabilidad emocional, especialmente la escena de Sakura gritando) nunca me había sentido tan emocionada por el lanzamiento de una segunda temporada!

Realmente tengo muchos ánimos de todo lo que va a suceder por muy doloroso que sea, y espero aprovechar esta nueva inspiración para traerles contenido de calidad a todos ustedes. <3

Chapter 5: Aurora

Notes:

Hola!
Ha pasado algo de tiempo, ¿no?

Perdón por el retraso, pero tuve ciertas complicaciones para escribir este capítulo.

La primera parte fue la que menos se me complicó pero la segunda me costó demasiado, más de lo que yo misma quiero admitir.

Sin más que decir, por el momento, espero que esto sea de su agrado!

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

 

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Estar bajo la mirada de tantas personas sigue siendo una experiencia incómoda para Sakura.

 

 

Si bien ahora esas miradas no están cargadas de odio ni desprecio, todavía le resulta difícil aceptar que su simple presencia ya no incomoda a nadie. En el pasado, la gente no dudaba en alejarse o en hablar en voz alta, para dejar en claro lo molestos que se sentían con que tuvieran que estar en el mismo lugar que él. 

 

Pero ahora, todos parecían tan relajados y contentos con que él estuviera ahí junto a ellos, que le resultaba difícil comprender cómo habían cambiado tanto las cosas en tan poco tiempo.

 

Aunque, para empezar, ni siquiera entendía por qué demonios tenía que estar en la azotea, participando en lo que claramente era una extraña reunión con varios miembros de la escuela, la mayoría de los cuales nunca había visto antes, pero todos parecían saber perfectamente quién era él.

 

Lo cual lo ponía en situaciones incómodas que nunca antes había previsto atravesar, ni en la más alocada de sus fantasías. 

 

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— ¿Tú eres Sakura, verdad? — era la pregunta que más escuchaba cuando alguien se le acercaba. 

 

El bicolor solo asentía la mayoría de las veces, mientras su cuerpo se tensaba de forma automática, como si aquel instinto que lo había mantenido a salvo todo este tiempo esperara algún tipo de ataque sorpresa o un insulto por estar en el lugar equivocado.

 

— He escuchado mucho de ti. 

 

— Pareces ser un tipo genial; todos aseguran que tienes una habilidad increíble. — decían con una naturalidad desconcertante, lo que provocaba un cortocircuito en la mente de Sakura. En muchas de esas inesperadas conversaciones, quedaba completamente en blanco, siendo incapaz de continuar sin empezar a titubear o sonrojarse hasta un punto que parecía antinatural. 

 

Por suerte, Nirei y Suo, se mantenían a su lado como el soporte que necesita para mantenerse en este mundo. Ambos lo ayudaban a salir de su estupor, guiándolo para que al menos pudiera responder a algo de lo que se le decía por simple cortesía. 

 

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— Quiero irme de aquí. — se quejó en voz baja el bicolor, una vez que la persona con la que estaban hablando se marchó hace algunos minutos. 

 

— Parece que no eres muy bueno socializando. — comentó Suo, con la burla habitual en su voz. Sakura no se sentía con ánimos suficientes ni siquiera para insultarlo por decir algo que, a esas alturas, ya era más que evidente ante los ojos de todos.

 

— Tu mejor cállate… Pero aún sigo sin entender el porque nos mandaron a llamar. — murmuró, observando atentamente a quienes lo rodeaban. Según lo que Nirei le había dicho cuando llegaron, había varias personas de los tres años escolares, y todas pertenecían a diferentes escuadrones.

 

— Esto no es más que una política de Umemiya. — escucharon decir a alguien detrás de ellos. Al darse la vuelta de inmediato, se encontraron con Hiragi en compañía de sus dos vicecapitanes. — Él piensa que es bueno que nos reunamos con regularidad, para que podamos conocer a diferentes personas y relacionarnos entre nosotros.

 

— Por la manera en que estamos organizados, la mayoría solo convive con las personas de su mismo escuadrón. — agregó Matsumoto alegremente, solo para que Yanagida, que estaba del otro lado de Hiragi, asintiera en silencio dándole la razón. 

 

— De esa forma, se crean la mayor cantidad posible de lazos, sin importar el año o el escuadrón al que pertenezcan. — Hiragi retomó la palabra con cierta tranquilidad, aunque pronto su semblante cambió a uno un poco más decepcionado. — Además, así tiene la oportunidad de demostrarles a todos cómo van creciendo los vegetales. — dijo, para luego señalar discretamente hacia donde se encontraba el peliblanco, quien mostraba parte de los vegetales como el orgulloso padre de las plantas que era, junto con Sugishita, quien, de todos los presentes, parecía ser el que más atención le prestaba a lo que el líder de Furin estaba diciendo.

 

Aquel hecho no había sido una sorpresa para Sakura; después de todo, era bastante consciente del amor incondicional que Umemiya siente por las plantas de su jardín. Lo que realmente no esperaba era que el de tercer año tomará una bolsa de entre medio de la parcela para empezar a hablar con más emoción que antes. 

 

No hacía falta estar en medio del grupo para darse cuenta de que la planta que Umemiya sostenía ahora entre sus manos era uno de los brotes que él mismo había hecho crecer en el salón algunas semanas atrás y que por alguna extraña razón terminaron en poder del peliblanco. Lo sabía por la forma en que algunas de las personas del grupo comenzaron a mirarlo con sorpresa, mientras que el rostro de Sugishita mostraba una expresión de fastidio que solía dirigirle a él.

 

“Debí haberlo golpeado cuando pude”, se reprende a sí mismo por haber perdido la oportunidad de ponerle una mano encima a Umemiya, y tratando de sentirse un poco menos ansioso por el exceso de atención que le están prestando, decide desviar la mirada del frente hacia otro lugar. Mientras las personas a su alrededor empiezan a hablar tranquilamente, él ajeno a la conversación se termina fijando en alguien que destaca fácilmente entre todos.

 

Ya había visto a esa persona antes, afuera de Pothos, mientras él y su grupo tenían su pequeña fiesta de celebración por su regreso. La mirada de ambos se cruzó por unos segundos, solo para que ella luciera emocionada por verlo. Sakura, sintiéndose nervioso, intenta mirar hacia otro lado, pero se da cuenta de que ya es demasiado tarde cuando ella se ha acercado a donde están a una velocidad impresionante.

 

Lo primero que llama la atención de Sakura es lo alta que es, y está seguro de que, aunque se quite los tacones que lleva puestos, seguiría siendo mucho más alta que él.

 

— Qué gusto que al fin podamos conocernos. — ella dijo, mientras los pensamientos de Sakura se desordenaban una vez más. 

 

No era por estar tan cerca de una chica, sino por lo gruesa que resultaba su voz. Aquel pensamiento escapó de sus labios antes de que pudiera detenerlo, provocando que las personas a su alrededor se fijaran en la recién llegada.

 

— ¡Es…! ¡Es Tsubakino-san! — escuchó decir a Nirei, quien se movió de donde estaba para colocarse a su lado.

 

— ¿¡Es un hombre!? — aquella pregunta también se le escapó antes de poder pensar con claridad, lo que provocó que Nirei le llamara la atención por ello.

 

— Vamos, vamos, aunque me vea así, seguimos teniendo lo mismo entre las piernas. — bromea ella, sin tomarse a mal ninguno de los comentarios hechos por el bicolor, quien sigue procesando tan rápido como puede lo que está ocurriendo. — Pero a mí me gusta que me digan Tsubaki, eso me haría muy feliz. — declara con una resplandeciente sonrisa, y Sakura está casi seguro de que ve pequeñas luces flotando a su alrededor, lo que lo hace preguntarse si se trata de la habilidad de ella o si simplemente está alucinando por el calor que empieza a sentir. 

 

— Tsubaki-san, ¿ha escuchado hablar mucho de Sakura? — pregunta Nirei, ya con su pequeña libreta y bolígrafo en mano, listo para anotar cualquier tipo de información que la recién llegada pueda darle.

 

— Por supuesto, después de los escándalos que ha armado, es imposible no saber quién es. — ella comenta entre una risita, lo que provoca que el rostro de Sakura arda en un profundo sentimiento de vergüenza. — Pero Ume también se encargó de contarles a todos quién es, y las hermosas rosas que fueron exhibidas en Pothos lo hicieron aún más famoso. — dice Tsubaki alegremente, mientras el rostro de Sakura ya está encendido en un intenso color rojo.

 

Al mismo tiempo, un nuevo pensamiento lo asalta, la sensación de haber desaprovechado la oportunidad de golpear a Umemiya regresa rápidamente. Aunque también se reprocha por haber cedido tan fácilmente a la petición de Kotoha para dejarle parte de las rosas que había hecho florecer. 

 

Sin embargo, las galletas caseras que le dio a cambio valieron bastante la pena por lo deliciosas que habían sido. 

 

— Además, me encanta muchísimo. — ese nuevo comentario por parte de Tsubaki saca a Sakura de sus pensamientos, quien no está realmente preparado para la avalancha de elogios que empieza a recibir acerca de su apariencia.

 

Esta es la primera vez que alguien se expresa con tanto entusiasmo por la disparidad de sus ojos y su cabello. Nunca antes había recibido comentarios de ese tipo, porque la mayoría de las personas solían decir que se veía asqueroso, que estaba maldito o que era algún monstruo aparentando ser un humano. 

 

— Pero… ¿de qué estás hablando? — es lo único que logra decir luego de que Tsubaki termina su exposición sobre lo genial que se ve, halagando incluso la forma en que se viste, y eso que solo lleva una simple camisa blanca bajo la chaqueta del uniforme, unos pantalones algo ajustados y un par de zapatos que ya se ven bastante desgastados. 

 

— Por cierto, Sakura-kun. — escucha decir a Suo, quien tiene una de esas estúpidas sonrisas que no son más que una señal de advertencia de que está a punto de meterlo en apuros. — Tsubaki-san estuvo presente el día en que llamaron a los capitanes y vicecapitanes de todos los salones, ¿acaso no lo recuerdas? — pregunta con fingida inocencia, y Sakura se hace la nota mental de golpear a su amigo justo después de haberse encargado de Umemiya.

 

— ¿Y con eso qué? — pronuncia nerviosamente, intentando defenderse de algún modo. Pero no le ayuda en lo más mínimo que Hiragi diga que es demasiado distraído, lo cual le ofende muchísimo.

 

— Sé que no esperabas que un hombre se vistiera de esta manera, ¿verdad? Lo siento mucho, ojalá pronto te acostumbres a verme así. — hay algo en el comentario de Tsubaki que no le gusta. Y aunque ella intente aparentar desinterés por lo que acaba de decir, Sakura es lo suficientemente inteligente como para notar que está fingiendo.

 

— No importa, solo me sorprendí un poco. Además, no hay nada de malo en que te vistas así. — dice, antes de que la conversación se vuelva incómoda. — No tienes que pedir perdón. — murmura, pero la seguridad en su voz basta para que la tensión que comenzaba a sentirse desaparezca en un instante.

 

Solo para que la situación dé un nuevo paso… uno para el que Sakura no está realmente preparado.

 

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Las luces brillantes y el escándalo del barrio rojo eran lo último que Sakura hubiera esperado como escenario para una pelea. Aunque, a decir verdad, las cosas habían escalado tan rápidamente que el lugar resultaba ser lo menos importante frente a lo que sucedía ante sus ojos.

 

Mientras, en compañía de sus vicecapitanes, protegían a Shizuka, una chica que, horas antes, le había caído encima mientras escapaba de unos idiotas que intentaban llevársela. Frente a ellos, se desarrollaba una acalorada pelea entre los miembros de Roppo-Ichiza, los guardianes que hacen valer la calma y la justicia en el barrio rojo, y Gravel, un grupo que parecía más que dispuesto a realizar el trabajo sucio de alguien más con tal de ganar un poco de dinero. 

 

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— Increíble… — murmuró Nirei, mientras su vista se mantenía fija en cómo Seiryuu y Uryuu, los vicecapitanes de Tsubaki, quienes comenzaban a abrirle paso al rey celestial para que pudiera llegar hasta donde se encontraba el líder de Gravel.

 

— Están perfectamente sincronizados. — añadió Suo, sorprendido ante la demostración de técnica y habilidad de los gemelos.

 

Sakura no comentó nada al respecto, aunque le sorprendió profundamente el estilo de combate de los hermanos Sasaki. Los gemelos se movían como si compartieran un mismo pensamiento, un mismo instinto. Cada ataque, cada esquivamiento, parecía anticipado por el otro con una asombrosa precisión que resultaba ciertamente inquietante, como si fueran dos cuerpos guiados por una sola alma.

 

Aunque no eran los únicos que destacaban en medio del combate, la demostración de fuerza y poder de Tsubaki era prueba suficiente de que merecía con creces su título. Aun así, la persona a la que se enfrentaba también demostraba ser un rival digno de plantarle cara. 

 

— ¡Tsubaki-chan! — gritó Shizuka al ver cómo Tsubaki recibía un golpe directo en el rostro. La escena dejó perplejos  a muchos de los presentes, y la consternación creció aún más cuando Suzuri, el líder de Gravel, comenzó a imitar a la perfección cada uno de los movimientos y ataques del rey celestial.

 

Tsubaki retrocedió un par de pasos tras el impacto, limpiándose la sangre del rostro con el dorso de la mano. Su mirada, sin embargo, no reflejaba sorpresa ni temor ante lo ocurrido.

 

Siendo en ese instante, que comprendió que Suzuri no solo era capaz de imitar sus movimientos, sino que empezaba a comprenderlos, a adaptarlos como propios. Y si las cosas seguían así… podría incluso superarlos y ponerla en una difícil situación. 

 

— Eres muy interesante. — Tsubaki dijo, teniendo ya un plan en mente para no perder la batalla. — Pero no me impresiona demasiado alguien que simplemente copia lo que ve.

 

Suzuri frunció el ceño al escucharla, desconcertado por la declaración que ella acababa de hacer. Aunque cada vez que el rey celestial abría la boca, parecía incomodar, de algún modo, al líder de Gravel. Tsubaki dio un paso al frente, y sus tacones resonaron con firmeza sobre el asfalto ya manchado de sangre. 

 

— ¿Sabes qué me hace fuerte? — preguntó, su mirada se mantenía fija hacia el frente. — No es solo la técnica, no es la fuerza bruta ni la imitación. Es esto… — añadió, señalando su propio pecho — Lo que tengo aquí.

 

El silencio fue absoluto, nadie era capaz de mirar hacia otro lado sin sentir que podían perderse de algo interesante. 

 

— Me vuelvo más fuerte cuando me maquillo. — continuó, con una media sonrisa. — Porque cuando lo hago, no es solo vanidad. Si no que es reafirmar quién soy, lo que valgo y por qué nadie va a detenerme.

 

Suzuri, cansando de lo que decía, se lanzó hacia ella de nuevo, pero esta vez, Tsubaki no esperó. Lo interceptó con una patada precisa, rápida, que lo hizo caer dolorosamente al suelo con los ojos abiertos por la sorpresa y el dolor. 

 

— ¡Suzuri-san! — gritaron al unísono los miembros de Gravel, quienes hace apenas unos minutos sonreían y reían confiados en que su líder ganaría, ahora lucían bastante preocupados.

 

Algunos intentaron intervenir para ayudarlo, pero Suzuri no se los permitió. Se levantó temblorosamente del suelo mientras aseguraba a su grupo que se encontraba bien.

 

Esto llamó la atención de muchos de los presentes, aunque ninguno hizo comentario alguno al respecto. No cuando la batalla se reanudó con mucha más intensidad que antes; que ninguno de los presentes apenas podía seguir el ritmo del combate.

 

Era como ver dos espejos enfrentarse, cada uno reflejando al otro con una similitud precisa. 

 

La balanza de la victoria aún no se inclinaba hacia nadie, y muchas cosas podían cambiar en cuestión de segundos. 

 

— ¿Ves lo que haces? — dijo Tsubaki, sin apartar la vista de Suzuri mientras avanzaba con paso firme. — Te obsesionas con imitar lo que entiendes, pero no puedes replicar lo que no ves.

 

Suzuri no respondió a lo que Tsubaki dijo, solo apretó los dientes y cargó nuevamente contra ella. Esta vez, su velocidad fue mayor, y su rabia era más evidente que antes. 

 

Sin embargo, Tsubaki esquivó con elegancia el golpe, como si el movimiento del líder de Gravel hubiese sido anunciado segundos antes.

 

— Puedes copiar mis golpes, mis posturas, incluso los momentos en los que me detengo. — continuó ella, girando sobre su eje con una patada baja que obligó a su oponente a retroceder. — Pero no puedes imitar lo que siento cuando lucho.

 

Suzuri volvió a lanzarse hacia adelante, esta vez emitió un grito lleno de furia, como si intentara silenciar con pura fuerza todas las tonterías que él creía que estaba escuchando. Pero Tsubaki lo detuvo con el antebrazo, resistiendo el impacto como una poderosa muralla. 

 

— ¿Por qué crees que duele? — ella preguntó con fuerza, su voz se escuchó por toda la calle. — ¿Por qué sientes rabia, frustración? ¿Por qué estás temblando? ¿Acaso estás empezando a entender lo que yo cargo cuando peleo? 

 

Por un momento, Suzuri pareció titubear en todo lo que iba del combate. 

 

— Tú también estás sufriendo, ¿no es así? — preguntó ella, y por primera vez, su mirada se relajo y demostró algo más humano que solo furia. 

 

Un silencio tenso se apoderó del lugar. Incluso los gritos de los espectadores se disiparon, como si todos contuvieran el aliento al mismo tiempo. 

 

— Lo que me impulsa no es la técnica ni la victoria. — dijo Tsubaki, mientras extendía uno de sus brazos. — Es que decidí no dejar que mi dolor me rompiera, así que lo transformé en fuerza.

 

Suzuri, con la respiración agitada, bajó ligeramente los puños. Por un instante, pareció ver algo en los ojos de Tsubaki que no podía replicar ni entender por completo.

 

— Por eso... — dijo ella, como si se estuviera preparando para dar el siguiente golpe, aún con el brazo extendido. — Es por eso que te derrotaré.

 

En un solo movimiento, Tsubaki liberó una explosión breve, pero cegadora, de luz pura desde la palma de su mano. Suzuri, atrapado en el fulgor inesperado, retrocedió con un gruñido, cubriéndose los ojos por reflejo.

 

Su guardia bajó apenas un segundo, pero fue más que suficiente para costarle la victoria.

 

Tsubaki volvió a girar sobre su eje, usando el impulso para saltar y enganchar el cuello de Suzuri con las piernas. Con un movimiento preciso y letal, lo lanzó al suelo con un estruendoso golpe seco que sacudió los cimientos de la calle.

 

— ¡Suzuri-san! — volvieron a gritar los miembros de Gravel en un nuevo intento desesperado de auxiliar a su líder, pero este les gritó que retrocedan. 

 

Con el cuerpo tambaleante, Suzuri intento ponerse de pie, pero sus piernas no eran capaces de ayudarlo a sostenerse por si solo, así que volvió a caer al suelo por tercera vez en lo que iba de la noche. La rabia empezó a acumularse dentro del pecho de Suzuri, el suelo debajo de el empezó a moverse con fuerza, como si la rabia que estaba experimentando escapara atraves de sus poros. 

 

Tsubaki se acercó lentamente hacia él, algunos pensaron que estaba por darle el golpe de gracia, Suzuri fue el primero de ellos en pensarlo, así que cerró fuertemente los ojos mientras se quejaba entre dientes por no poder levantarse. 

 

— Lo siento. — fue lo que el rey celestial dijo tras arrodillarse enfrente de Suzuri. 

 

Su disculpa y sus acciones dejaron desconcertados a la mayoría, y lo que sucedió después no hizo más que aumentar dicha confusión. Sakura apenas logra entender algunas cosas que suceden, pero de lo que puede estar seguro es que todo parece terminado por fin, aunque hay ciertas cosas del como se desarrolló la batalla desde el principio que lo hacen sentir incómodo. 

 

— Sakura-kun, ¿te encuentras bien? — escucha decir a Suo, y antes de que pueda exponer lo que piensa, unos fuertes aplausos empiezan a escucharse por todo el lugar. 

 

— Vaya, eso fue bastante entretenido. — es lo que dice el extraño, quien se encuentra sentado desde lo alto de un local, y que se lanza sin pensar hacia el suelo. — Mierda, mierda, saltar desde un segundo piso es más difícil de lo que pensaba. — se queja, adolorido por la decisión que había tomado. 

 

Sakura está a punto de preguntar si esto algún tipo de broma, cuando siente un aura amenazante provenientes de Tsubaki y Kanji, quienes les ordenan tanto a él como a sus vicecapitanes que no se entrometan. 

 

— Hey, por favor, ¿pero que manera para reencontrarnos es esa? — el desconocido preguntó, levantando por fin la mirada para verlos a todos con una sonrisa retorcida. 

 

El cuerpo de Sakura se mueve por instinto, ya que se pone en una posición defensiva mientras protege a Nirei. Suo también reacciona de la misma manera, y no hay necesidad de hablar para saber que el recién llegado parece ser una persona peligrosa. 

 

— Basta, por favor, ellos no tienen nada que ver con esto. — Suzuri interviene, antes de que el intercambio de palabras entre Kanji y Tsubaki con el recién llegado escalen a una situación mucho peor. 

 

El bicolor escucha con atención como Tsubaki habla de su tiempo en primer año en Furin, y como a quien tienen delante, es conocido como una leyenda. La descripción no le hace ningún tipo de gracia a Sakura, no cuando lo único que puede pensar acerca del sujeto que se llama Endo, es que es un bastardo de mierda. 

 

Aquel comentario no fue capaz de quedarse dentro de su cabeza, porque termino exponiéndolo a viva voz delante de todos, a pesar de la insistencia de Tsubaki para que no lo hiciera. Endo no hace nada por su comentario, solo le  sonríe mientras lo mira de una manera que le resulta inquietante.

 

Aunque la rabia que siente es reemplazada rápidamente por la consternación al escuchar como Endo dice con total seguridad que no pertenece a Furin y que alguien como él le viene más estar solo. 

 

Antes de que pueda decir algo al respecto, Nirei le grita con voz temblorosa a Endo que se equivoca con lo que dice, y que lo mejor que puede hacer es que no diga cosas para su conveniencia. 

 

— Ths, te escuchas bastante desafinado, ¿acaso estás nervioso? — Endo no tarda en burlarse de Nirei, solo para que segundos después, sea atacado por Tsubaki y Kanji, quienes le exigen que retire lo que acaba de decir. 

 

Endo, por supuesto, no se toma en serio la petición, hasta le recrimina a Kanji que él no puede decir nada porque no forma parte de Furin. Y es en aquel momento, en que Suo también se lanza al combate, estando a unos escasos centímetros de golpear directamente al pelinegro en la cabeza. 

 

Sakura no tarda en unirseles, apoyándose en Suo para poder golpear al hablarlo de Endo, quien bloquea su golpe con una facilidad impresionante. Endo parece complacido con que haya decidido unirse a la lucha, y antes de que pueda hacer o decir algo más, Suzuri interviene nuevamente. 

 

Suzuri le suplica a Endo de rodillas para que se marche y los dejé en paz, o que si quiere descargar su furia en alguien que lo haga con él, después de todo, ha fallado con cumplir la parte de su trabajo. La tensión que se siente en el aire puede ser fácilmente cortada con un cuchillo, y no ayuda demasiado que Endo empiece a reírse, golpeando con fuerza desmedida la espalda de Suzuri, quien permanece inmóvil sin ni siquiera moverse. 

 

— He visto varias dogezas en mi vida, pero ninguna ha sido tan sentimental como está. — se burla, y antes de que los demás decidan lanzarse encima, declara que dejará las cosas pasar por ahora y que se encuentra con el humor suficiente como para jugar en otra ocasión. 

 

— ¿¡Pero de qué demonios hablas!? — Sakura se queja, tomando la imprudente decisión de ir tras Endo aunque los demás le adviertan que no lo haga. — ¿¡A dónde crees que vas maldito cobarde!? — le pregunta con la sangre hirviendo en furia, y antes de que pueda recapacitar en lo que hace, Endo se detiene repentinamente y voltea a mirarlo de una forma que le produce escalofríos. 

 

— ¿Tan impaciente estás por jugar? — Endo le pregunta y por el simple tono de su voz, todos los presentes saben que está a punto de suceder una catástrofe. — Bien, entonces juguemos un poco, mocoso… 

 

— ¡SAKURA/KUN/SAN! — el bicolor escucha decir, pero cuando voltea a mirar hacia atrás todos han desaparecido. 

 

Las intensas luces del barrio rojo parecen haberse apagado y lo único que lo rodea es una profunda oscuridad que le hace preguntarse: ¿Dónde demonios es que está? 

 

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Notes:

*suspira profundamente* ¡ENDO YA APARECIÓ! EL NOVIO DE TAKISHII POR FIN ESTÁ AQUÍ CON NOSOTROS. EL CUERPO NO ME DEJA DE TEMBLAR CADA VEZ QUE VEO EL MOMENTO DE SU APARICIÓN. AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH. ENDO, TE AMO MUCHO, CABRON DE MIERDA.

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Bien, pasando la emoción inicial, este capítulo me costó mucho trabajo escribirlo, a pesar de tener en mente como quería que finalizará, no podía escribir nada que realmente me llevará hasta el punto en que terminamos.

Espero haber escrito bien las personalidades de todos los nuevos involucrados en la historia. También dudé mucho con que tipo de pronombres utilizar con Tsubaki, pero al final me decidí con que fueran ella/el.

Le ruego al cielo que el siguiente capítulo no me cueste mucho escribirlo, aunque ya tengo una idea de lo que quiero traerles, lo cual ya es un punto de partida, sin más que decir, nos leemos próximamente!

Chapter 6: Sombra

Notes:

Hola!
Es un gusto estar nuevamente aquí con ustedes, muchas gracias por el apoyo que le dan a esta historia, realmente me impresiona mucho el recibimiento que está teniendo, es por eso, que quise que está fuera la primera historia en ser actualizada del mes.

Sin más que decir que disfruten del capitulo de hoy!

 

TW:
Abuso infantil pasado, maltrato físico y psicológico, autolesiones, sangre y angustia de forma considerable.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

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— ¿Nirei? ¿Suo? ¿Dónde están? — la oscuridad que rodea a Sakura no le permite ver nada. 

 

Aun así, su corazón late con fuerza, y todos sus sentidos se han agudizado, por si se ve en la necesidad de defenderse. 

 

Aunque nada puedo prepararlo para lo que está por venir. 

 

— ¿Volviste a pelear, verdad? — escucha decir de pronto, y la voz de aquella persona no hace más que congelarle la sangre. — Eres una vergüenza, Haruka. — al girarse hacia donde piensa que proviene aquella voz, termina recibiendo una fuerte bofetada que lo hace estremecerse de pies a cabeza.

 

De pronto, se ve a sí mismo cuando era un niño, con su padre enfrente, quien está de brazos cruzados y tiene una clara expresión de disgusto por lo que sea que ha hecho. Aunque quiere preguntar qué está pasando, sus labios permanecen firmemente apretados, pues sabe que si dice algo, le irá mucho peor de lo que ya le está yendo.

 

— Eres una maldita decepción como hijo. — vuelve a decir su padre, con un tono cansado. El golpe que recibe ahora es mucho más fuerte que el anterior y lo hace caer de rodillas al suelo.

 

El bicolor pierde rápidamente el control de sus emociones como cuando era un niño. Las lágrimas apenas pueden ser contenidas por sus ojos desiguales, pero esto solo provoca que su padre lo tome con fuerza del cabello, obligándolo a mirarlo. 

 

La forma en que lo observa lo hace temblar sin control; siente un miedo inmenso, como si el mayor pudiera ver más allá de lo que él mismo es capaz.

 

— Nunca debimos haberte tenido. — dice finalmente, soltándolo con brusquedad. El niño deja escapar un fuerte sollozo, sin poder hacer nada más que quedarse donde está, tratando de soportar el intenso dolor al que lo han sometido.

 

.

 

Todo vuelve a oscurecerse, y cuando Sakura cree que está solo de nuevo, empieza a escuchar voces que le dicen cosas desagradables. 

 

Escucha a su madre llamarlo un error.

 

Escucha a su padre maldecir el momento de su nacimiento.

 

Escucha a sus profesores hablar de lo desagradable que es, y a sus compañeros decir pestes de él, acusándolo de cosas por las que será castigado al llegar a casa.

 

— Basta. — Sakura pide desesperadamente, sin entender nada de lo que está sucediendo.

 

¡Aléjate de nosotros, monstruo!

 

— No sigan… — suplicó, sin ser capaz de soportar más aquella agonía a la que está siendo sometido. 

 

¡Por el amor de Dios, Sakura! ¿Por qué no puedes comportarte por primera vez en tu vida?

 

— Pero si lo hago… si me porto bien… — dice, cayendo cada vez más en aquella oscura ilusión que le está haciendo daño.

 

Las voces se detienen de pronto, y lo único que se escucha ahora son los sollozos de Sakura, quien apenas puede mantener la calma, cuando alguien vuelve a tomarlo del cabello con fuerza. Habría esperado encontrarse de nuevo con su padre, en otra situación de insultos y golpes, pero esta vez es su madre a quien tiene enfrente y con solo verla el miedo vuelve a apoderarse de él. 

 

— Nunca debí haberte tenido. — ella dice con seriedad. 

 

El menor ha escuchado tantas veces esa frase que ya se ha grabado en su subconsciente con más fuerza de la que él mismo considera. 

 

— Si hubiera sabido que serías así… — ella continúa, haciendo una ligera pausa para llevar sus manos al cuello del bicolor, quien, paralizado por el miedo, no puede hacer nada para impedirlo. — Habría preferido que nacieras muerto. — su madre empieza a ejercer presión sobre su cuello, mientras él suplica entre lágrimas que se detenga. 

 

Pero nada de lo que dice parece tener efecto.

 

Su voz se pierde entre el eco de todas las palabras dolorosas que alguna vez le han dicho. La mirada llena de odio de su madre no hace más que quemarle el alma. 

 

El deseo de no haber nacido se apodera rápidamente de su mente.

 

Olvidando por completo que nada de lo que está viviendo es real.

 

 

 

 

 

.

.

.

 

El cuerpo de Sakura se desploma de rodillas al suelo justo cuando Endo lo llama mocoso. Un grito colectivo estalla entre los presentes, cargado de pánico, incredulidad y un terror primitivo al ver cómo las manos del bicolor se cierran con fuerza enfermiza alrededor de su propio cuello.

 

— ¡Sakura-san! — exclama Nirei, su voz se quiebra por el pánico. 

 

Él y Suo se lanzan hacia él, desesperados, intentando separar sus manos, pero los dedos de Sakura se hunden con una fuerza aterradora. Las uñas se clavan en la carne con un chirrido húmedo, y la sangre comienza a brotar de las heridas que se hace a sí mismo.

 

Endo suelta una carcajada seca y cruel, disfrutando de la escena como un depredador que juega con su presa antes de devorarla. El sonido hace que a Tsubaki se le revuelva el estómago y que la furia en su interior crezca considerablemente. 

 

— ¡Endo, detente! — le exige, temblando de rabia contenida, la voz casi ahogada por la impotencia que siente. 

 

Pero los sollozos desgarradores de Nirei y las súplicas constantes de Suo, solo empeoran el caos.

 

— ¡Te lo estoy diciendo en serio, detente! ¡Ya fue suficiente! — grita Tsubaki, arremetiendo la misma técnica que había utilizado con Suzuri. Pero esta vez, el destello de luz apenas parece hacer efecto, debido a que Endo ni siquiera se inmuta lo suficiente para que rompa su control sobre Sakura. 

 

Kanji ruge y se lanza con todo su peso, intentando inmovilizarlo, pero Endo lo manda a volar con una patada brutal en el estómago. El golpe lanza a Kanji varios metros, su cuerpo rueda por el suelo como un muñeco sin control, arrancando gritos de horror de los demás.

 

— Es inútil. — susurra Endo, aún con aquella sonrisa torcida marcada en su rostro. — Si ese mocoso es tan débil como para dejarse romper, no es culpa mía.

 

— ¡Maldito, déjalo en paz! — brama Kanji, con los ojos inyectados en sangre, descargando un puñetazo demoledor, que bien podría hacer un enorme agujero en el concreto. La tierra tiembla, pero Endo lo esquiva como si no fuera más que una hoja siendo movida por el viento.

 

Uno a uno, más personas se unen, impulsados por rabia, por miedo, por no saber qué más hacer. El cuerpo de Sakura tiembla, su rostro se vuelve cada vez más grisáceo, sus labios van adquiriendo un tono azulado y la espuma empezaba a colarse entre sus dientes que están fuertemente apretados. 

 

Sus ojos están abiertos, pero vacíos, es como si el brillo en su mirada hubiera desaparecido. 

 

— ¡Sakura-san! ¡Por favor, lucha contra esto! ¡Tú puedes! — Nirei solloza, aferrándose con todas sus fuerzas a sus muñecas, sus dedos ya resbalando por la sangre caliente que se escurre entre ellos. Las uñas de Sakura siguen hundidas, como si quisiera rasgarse la garganta desde dentro.

 

Suo mira la batalla, dividido al no saber qué decisión tomar. 

 

Da un paso atrás... luego otro hacia adelante. 

 

Sus puños tiemblan, pero el grito de Nirei y su mirada desesperada, lo atrapa al instante. El rubio lo agarra con fuerza del brazo, implorándole que no lo deje solo. 

 

Suo lo entiende al instante, si se va, Nirei también va a quebrarse y ya tienen suficientes problemas con los cuales lidiar para que uno más de ellos pierda el control. 

 

Los integrantes de Gravel observan la escena sin saber qué hacer, debido a que están más preocupados por impedir que su líder intente involucrarse en la pelea cuando apenas puede mantenerse de pie por sí solo. 

 

Shizuka no puede dejar de temblar, el miedo la envuelve como una segunda piel, que se aferra de forma fría y pegajosa a ella. Sus manos tiemblan de forma incontrolable, y cada espasmo que atraviesa el cuerpo de Sakura la hace encogerse como si fuera ella quien estuviera sufriendo. 

 

La risa de Endo, que no es más que cruel, burlona e inhumana, se escucha por todo el lugar como una terrible canción.  

 

La impotencia le cala en los huesos. 

 

Siente que se ahoga, que no puede respirar más. 

 

Siente que empieza a romperse. 

 

Hasta que algo efectivamente se rompe dentro de ella. 

 

— ¡BASTA YA! — grita, pero no suena como un simple grito, su voz es como un rugido que se ha liberado desde lo más profundo de su ser.

 

La explosión sónica que emite revienta el aire a su alrededor. El suelo tiembla, las ventanas estallan en cuestión de segundos, las farolas de la calle chispean y se apagan como velas ante un vendaval. El estruendo es tan brutal que los presentes se ven en la necesidad de taparse los oídos. 

 

Endo es lanzado como una muñeca rota contra un muro de concreto. El impacto resuena seco, su cuerpo queda incrustado en el muro por un segundo, antes de desplomarse sin fuerza en el suelo. 

 

El silencio que sigue al estallido es sepulcral.

 

Sakura por fin afloja las manos de su cuello y no tarda mucho en empezar a toser violentamente, como si sus pulmones recordaran de golpe lo que significa respirar. 

 

Se dobla sobre sí mismo, temblando, empapado en sudor. La piel de su cuello está roja, con horribles marcas que han sido provocadas por sus propios dedos. 

 

Cada jadeo que emite es como si le costara la vida.

 

— ¡Sakura-san/kun! — Nirei y Suo lo atrapan justo a tiempo, sosteniéndolo entre ambos antes de que su cuerpo colapse nuevamente. 

 

Aunque no es el único que se encuentra en una situación crítica. 

 

— Shizuka... — murmura Kanji, antes de empezar a correr desesperadamente hacia donde ella se encuentra. 

 

El cuerpo de la rubia no deja de temblar, sus ojos están vidriosos, perdidos, como si no entendiera lo que acaba de hacer. Ella intenta dar un paso hacia adelante pero se tambalea… y entonces una bocanada de sangre le estalla en la boca. 

 

Instintivamente se lleva la mano a los labios y la retira empapada en rojo. Sus ojos se abren con horror. El miedo, el dolor, la culpa se mezclan en su rostro como una imagen distorsionada.

 

— Yo... sólo quería... — dice con una voz rasposa, solo para caer de rodillas segundos después. 

 

La sangre se escurre entre sus dedos, goteando al suelo con un grifo.

 

Una expresión de absoluto horror se dibuja en el rostro de Tsubaki. Su mirada oscila entre Shizuka y sus kohais, intentando decidir a quién correr primero. 

 

Todo en su cuerpo le grita que se mueva, que haga algo, pero el pánico la ha anclado al suelo.

 

«Tsubaki.» Una voz resuena en su cabeza, clara como un cristal roto. Se gira instintivamente, encontrándose con la mirada de sus vicecapitanes.

 

El rostro de los hermanos Sasaki deja en evidencia lo tensos y preocupados que se sienten. Ellos también tienen miedo, también están perdidos sin saber qué hacer. 

 

Y eso lo obliga a respirar, a recuperar el control aunque sea a la fuerza.

 

— Endo ya no está. — dice Seiryu, señalando el lugar donde el cuerpo de Endo había caído tras el estruendo del grito de Shizuka.

 

Tsubaki no dice nada al respecto, porque en el fondo sabe que ese monstruo no ha desaparecido para siempre. Que solo ha retrocedido… por ahora, y la certeza de que regresará le hace un nudo en el estómago. 

 

— ¡¡ALGUIEN, BUSQUE AYUDA DE INMEDIATO!! — el grito de Kanji retumba como un trueno, rasgando el aire y devolviéndola bruscamente a la realidad.

 

Tsubaki gira la cabeza hacia donde se encuentra Shizuka, quien tiembla en brazos del líder de Roppo-Ichiza, cuya cara es la viva imagen del terror. La sudadera de la chica está empapada en sangre, y cada vez que intenta taparse la boca, más líquido rojo se escurre entre sus dedos, tiñendo todo a su paso. 

 

Ella jadea, débil, ahogándose poco a poco en su propia sangre.

 

El miedo a perderla se clava en el pecho de Tsubaki como una daga. Así que mira instintivamente hacia Sakura, con la esperanza de que él pueda hacer algo. 

 

Pero lo ve temblar, apenas capaz de mantenerse consciente, respirando con dificultad… y siente una punzada de culpa. 

 

Sería imperdonable pedirle que hiciera algo en ese estado. 

 

Sería cruel. 

 

Egoísta.

 

Pero Sakura ya ha notado su mirada. Y no necesita palabras para entender lo que estaba por pedirle. 

 

— ¿Sakura-san? — Nirei lo llama, al notar el cambio en sus ojos.

 

El bicolor intenta levantarse. Las piernas le fallan, y cae de nuevo al suelo con un quejido ahogado.

 

— Deberías quedarte sentado — murmura Suo, con el ceño fruncido, ya intuyendo lo que se le pasa por la mente.

 

— Llévenme con ella. — dice Sakura en apenas un susurro, pero sus amigos lo escuchan con claridad. 

 

— Sakura-kun, no deberías… — empieza a decir Suo, pero la frase muere en sus labios ante el pobre intento de gritó que emite su compañero. 

 

La gente de Roppo-Ichiza no entiende lo que piensa hacer, pero Tsubaki les dice que lleven a Shizuka hacia donde están Sakura y los demás. Kanji cumple con la petición sin ni siquiera dudar, sus dedos se aferran al cuerpo de su amada con fuerza, como si tuviera miedo a dejarla caer mientras camina rápidamente. 

 

El cuerpo de Shizuka es depositado con sumo cuidado frente a Sakura, quien se obliga a mantenerse despierto a pesar de que su visión es un caos de luces y sombras. La sangre que empapa la ropa de la chica es demasiada, cada jadeo que emite es más débil que el anterior, lo cual no es una buena señal. 

 

— Lo siento… pero esto dolerá un poco. — Sakura susurra antes de extender sus temblorosas manos hacia la cantante. 

 

Un leve resplandor emerge de su cuerpo, al principio es apenas perceptible, como si la luz misma dudara en manifestarse. Sin embargo, con cada segundo que pasa, el aura se intensifica, pulsando como una llama viva que crece a partir de su pecho y se extiende hasta envolver a ambos.

 

El cuerpo de Shizuka se arquea con violencia, como si algo dentro de ella luchara por aferrarse a la vida. 

 

Jadea, grita, llora con las pocas fuerzas que le quedan... pero esto es algo no puede evitarse para que se mejore. 

 

— ¿La está... sanando? — susurra el líder de Roppo-Ichiza, incapaz de apartar la vista.

 

Las palmas de Sakura rozan ligeramente el pecho de Shizuka, su energía vital fluye a través de esa unión. El bicolor siente como si una parte de él fuera absorbida, drenada gota a gota, hasta llegar al cuerpo de la rubia con una calidez que contrasta violentamente con lo fría que está su piel. 

 

La sangre deja de fluir de los labios de Shizuka, su respiración se estabiliza y los temblores disminuyen de forma considerable. 

 

Pero Sakura no tarda en pagar el precio de la ayuda que está ofreciendo. 

 

Su rostro pierde color, sus labios se vuelven a ponerse azules, y su cuerpo empieza a encorvarse como si llevara el peso del mundo sobre los hombros. El resplandor que antes lo rodeaba ahora tiene destellos blanquecinos, como si estuvieran a punto de extinguirse en cualquier momento.

 

— Basta… por favor… — la voz de Nirei se rompe entre sollozos, sus palabras brotan inevitablemente como un quejido. 

 

Lo que pide no lo hace como no es una orden, ni una súplica razonada, si no como el lamento de su corazón que ya no puede soportar más de lo que está sucediendo. 

 

Lleva llorando desde que el caos comenzó. Las lágrimas le ciegan los ojos, y la angustia le quiebran la voz. A su alrededor, pequeñas piedras, trozos de cristal e incluso fragmentos del suelo comienzan a flotar, sacudidos por su descontrol emocional.

 

Pero sus palabras logran alcanzar de alguna manera a su amigo. 

 

Sakura se estremece, sus manos, que apenas había rozado el cuerpo empapado de sangre de Shizuka, se retiran de inmediato. Las aleja de golpe, como si se quemaran al mantenerlas cerca de la contraria. 

 

Su respiración se vuelve errática. 

 

Cada inhalación se vuelve un espasmo doloroso al igual que cada exhalación. Instintivamente, se apoya en el cuerpo más cercano, que resulta ser Suo, buscando calor, buscando algo que lo mantenga anclado a la realidad. 

 

No dice nada, por más que quiera no puede. Sus ojos se mantienen entreabiertos, negándose a cerrarse del todo. 

 

El aún lucha por permanecer ahí con ellos.

 

A través de su visión borrosa, alcanza a ver cómo Shizuka comienza a reaccionar débilmente pero se ve mucho mejor que antes. Kanji la envuelve en un abrazo desesperado, sollozando contra su cabello, murmurando gracias entre lágrimas mientras la sujeta como si el mundo entero pudiera arrebatársela de nuevo en cualquier momento.

 

Las voces a su alrededor no tardan en mezclarse. Apenas puede escuchar cómo alguien pide a gritos algunas mantas, cómo buscan desesperadamente a alguna persona con habilidades térmicas que pueda ayudarlo.

 

El aire huele a sangre, a humedad y a miedo.

 

Sakura solo percibe fragmentos, debido a que el latido en sus oídos es más fuerte que cualquier otra cosa.

 

Pero antes de dejarse vencer, siente algo.

 

Un calor.

 

Una presencia cálida, envolvente, que se posa sobre él como una manta invisible. No sabe si proviene de Suo, de alguien más o de sí mismo.

 

Pero, por el momento, le basta para no cruzar esa delgada línea que lo mantiene en el mundo de los vivos.

 

Y entonces, por fin, cierra los ojos.

 

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.

 

 

 

Notes:

El capítulo fue algo pesado, ¿no?

Lamento mucho si los hice sufrir un poco, pero el drama es necesario y es de mis cosas favoritas al momento de escribir.

Sakura es mi personaje favorito, así que, es inevitable que no sufra en la mayoría de mis escritos.

Amo mucho la relación que tienen Kanji y Shizuka, ambos se me hacen demasiados lindos juntos, y no puedo esperar más a verlos animados próximamente.

Endo es un psicópata y también es de mis personajes favoritos del manga, así que veamos como lo desarrollo en la historia, porque estoy segura de que su potencial para hacer sufrir a los demás puede ser mucho mayor.

Sin más que decir nos vemos próximamente! 💕💕🌸

Chapter 7: Pasado

Notes:

Muy bien, realmente esperaba publicar esto antes, pero cuando ya lo tenía terminado realice una revisión previa y me di cuenta que me faltaron muchas pero muchas cosas por agregar, así que empecé a escribirlas y ni siquiera me di cuenta de lo mucho que cambio la idea original.

Sin embargo, aquí estamos, y realmente debo de dar las gracias por el apoyo que le demuestran esto. La temática de superpoderes es realmente mi favorita y estoy disfrutando mucho escribir esto.

Ya tengo pensando lo que sucederá en los siguientes capítulos, así que esperemos que no me tarde demasiado en escribirlos. <3

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

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Un gruñido escapó de sus labios en el momento en que intentó moverse. 

 

Sakura se sentía terriblemente mal. 

 

No podía abrir mucho los ojos, ya que la luz a su alrededor se lo impedía. Tenía la garganta seca, como si hubiera pasado mucho tiempo desde la última vez que bebió agua.

 

Permaneció en ese estado lamentable durante varios minutos, o quizás horas; no sabía con certeza cuánto tiempo había pasado, pero  pareció ser suficiente como para que, finalmente, pudiera abrir por completo los ojos y darse cuenta del lugar en el que se encontraba.

 

Se sintió desanimado, pero sobre todo culpable, al descubrir que estaba nuevamente en la habitación de un hospital, con varias máquinas conectadas a su cuerpo, las cuales medían y monitoreaban sus signos vitales.

 

Todo parece ser casi igual a la habitación en la que despertó por primera vez. Lo único diferente son las flores en el florero que reposa en la esquina. Por lo demás, siente como si nunca hubiera salido del hospital antes, como si todo lo que ha vivido hasta ahora no fuera más que una ilusión.

 

Sin embargo, los recuerdos vívidos de la pelea en el barrio rojo son demasiado reales como para creer que está bajo el efecto de algún medicamento que le hayan administrado.

 

Con un enorme esfuerzo, extiende su brazo derecho para alcanzar un botón cercano a una de las máquinas. Cuando fue internado por primera vez, le explicaron que ese botón servía para llamar a alguien en caso de necesitar ayuda o atención.

 

Y no pasa mucho tiempo desde que lo presiona hasta que una enfermera aparece casi de inmediato. Al verlo consciente, ella le dedicó una sonrisa antes de dirigirle la palabra. 

 

— Hola, qué gusto verte despierto. — dijo la enfermera con voz suave, acercándose con rapidez para revisar las máquinas a su alrededor. — Nos tenías bastante preocupados, ¿sabes?

 

Sakura apenas pudo asentir. Aún siente los párpados pesados, el cuerpo entumecido y el pecho oprimido por una mezcla de agotamiento y ansiedad. 

 

Cuando intentó hablar, solo consiguió emitir un sonido ronco. La enfermera notó su intento de decir algo y le acercó un vaso con agua, el cual le sostuvo con cuidado para que pudiera beber sin mojarse o atragantarse. 

 

— Tranquilo, no te apresures. Has estado inconsciente por más de un mes. — explicó mientras volvía a dejar el vaso sobre la mesita. — Volviste a sobrepasar tus límites. 

 

Sakura cerró los ojos por un momento, intentando procesar lo que escuchaba. 

 

Más de un mes. 

 

Su mente fue invadida nuevamente por imágenes fugaces de la pelea, la tensión del ambiente, los gritos, la sangre, fueron más que suficientes para hacerlo sentir peor. 

 

— ¿Los demás…? — preguntó con voz apenas audible, incapaz de formular una pregunta completa por el momento. 

 

Pues quería saber si había alguien allá afuera, esperando alguna noticia de él.

 

— Tus amigos están bien, no te preocupes por ellos. — respondió la enfermera, con una calidez que a Sakura le pareció casi cruel en ese momento. — Pero tú… no puedes seguir haciendo esto, no puedes sobrepasar tus capacidades y creer que no sucederá nada malo. 

 

Sakura no respondió, simplemente apretó los dientes; sintiendo una punzada de dolor que le recorrió el cuerpo entero. La culpa volvió a envolverlo como una manta pesada que no lo dejaba moverse, al mismo tiempo, se preguntó: ¿cuántas veces más tendría que despertarse así?

 

¿Cuántas veces más terminaría en una cama, castigado por no saber ponerse en primer lugar?

 

— Voy a llamar al doctor y también vamos a comunicarnos con tus amigos, ¿de acuerdo? — propuso la mujer.

 

Sakura no pudo hacer otra cosa que asentir. No podía negarse a ver al médico, quien seguramente lo reprenderá hasta el cansancio por haber sido imprudente nuevamente.

 

Y aunque una parte de él sentía temor, no podía negar que necesitaba ver a los demás. Especialmente a Suo y a Nirei, a quienes les debía demasiadas disculpas por hacerlos pasar, una vez más, por el mismo calvario.

 

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Cuando la revisión del médico termina, luego de varios minutos dónde le dice que debe de ser más precavido y consciente de sus propios límites, los demás hacen acto de presencia. Se ve que han corrido a toda prisa para llegar, sus uniformes están desarreglados, en sus rostros es notable el cansancio y el alivio por verlo despierto. 

 

Tsubaki, incapaz de contener las lágrimas que arruinarían su maquillaje, se le acercó de inmediato. El rey celestial se hunde en su pecho, rodeándolo con los brazos mientras murmura entre sollozos lo feliz que se siente de verlo despierto.

 

Sakura intenta consolarlo, pero no es especialmente bueno ofreciendo ese tipo de apoyo, mucho menos ahora que no puede hablar correctamente, así que simplemente le permite llorar todo lo que necesite, hasta que finalmente pueda separarse de él.

 

Lo que no parece ser pronto para su desgracia. 

 

— Vamos, Tsubaki, déjalo respirar un poco. — dice Hiragi al final, viéndose en la obligación de apartar al rey celestial del capitán de la clase 1-1, quien tiene el rostro tan rojo como un tomate.

 

— Lo siento. — se disculpa Tsubaki, sacando un pañuelo para limpiarse las lágrimas y el maquillaje estropeado. — Pero de verdad me alegra que estés despierto. Yo… tuve mucho miedo de lo que pudiera haberte pasado después de que ayudaste a Shizuka. — confiesa, sin poder evitar que las lágrimas vuelvan a rodar por sus mejillas.

 

— Tu encuentro con Endo sí que fue un desastre. — comenta Hiragi con seriedad, aunque es evidente el alivio que siente al ver al miembro de su escuadrón consciente después de tanto tiempo. 

 

— Lo siento. — se disculpa el bicolor, sintiendo la necesidad de bajar la mirada, aunque se obliga a sí mismo a mantenerla al frente.

 

— Está bien… Lo importante es que sigas con nosotros. — dice Umemiya en un intento de calmarlo, aunque es evidente que él también quiere llamarle la atención por arriesgarse tanto que, seguramente, cuando no esté postrado en la cama de un hospital va a recibir una reprimenda de su parte. 

 

Pero sus palabras de consuelo no bastan para hacerlo sentir mejor. No cuando Suo y Nirei no han dicho nada hasta el momento, solo lo han observado fijamente. 

 

El corazón de Sakura se parte al ver sus expresiones. Algo dentro de él le grita que debe disculparse, que debería arrodillarse si es necesario y suplicar perdón por haberlos preocupado una vez más. 

 

Y justo cuando siente que está a punto de romperse y empezar a llorar como nunca antes lo ha hecho, Nirei se acerca en silencio, con la mirada aún cargada de dolor, pero también con un brillo contenido de alivio que Sakura logra identificar al instante. 

 

El rubio se sienta en el borde de la cama, y en lugar de llamarle la atención como como Sakura espera, le toma una mano con suavidad.

 

— No vuelvas a hacer eso otra vez. — murmura, casi en un susurro. — Sakura-san, por favor, no vuelvas a hacer algo así. Entendemos que quieras ayudar a los demás, pero si eso significa que tú estés al borde de la muerte, entonces… — intenta decir, pero su voz se quiebra, dificultándole continuar.

 

Sakura aprieta los labios al escucharlo. Quiere prometerle que no lo hará, que será más cuidadoso de ahora en adelante, pero sabe que no puede asegurarle algo como eso, menos si es alguno de ellos quien se encontrará en peligro. 

 

— Lo siento. — Sakura repite, con la voz aún rasposa, siendo lo único que ha logrado decir en todo el rato. 

 

Fue entonces cuando Suo, quien hasta ese momento había permanecido inmóvil y en silencio, finalmente se acercó. Se cruza de brazos, pero sus dedos tiemblan apenas, como si se esforzara por contener algo.

 

— Disculparte se está volviendo una costumbre para ti, ¿no es así, Sakura-kun? — dice, su voz es más afilada y cortante de lo habitual. 

 

Lo que tomó por sorpresa a los presentes, quienes no esperaban una reacción como está de su parte. 

 

— Pero luego vuelves a lanzarte al fuego por cualquiera, sin pensar en ti mismo. — el castaño continúa, y su tono sigue siendo igual de serio que antes, lo que provoca que algunos de los presentes tengan un mal presentimiento.  — ¿Y qué crees que pasará con los que quedamos atrás? 

 

Sakura no encuentra palabras para decir, se siente atrapado entre la culpa y la impotencia.

 

Tsubaki es el primero en interceder por el bicolor, culpándose por lo ocurrido y asegurando que nada de esto habría pasado si no hubiera pedido aquel favor a Sakura.

 

Umemiya y Hiragi también se unen a la conversación, aunque no justifican ni señalan del todo las decisiones que Sakura había tomado. Las voces se vuelven demasiado intensas, demasiado molestas para el castaño, a quien ahora le tiemblan más las manos, como si todo lo que está sintiendo buscará desesperadamente una vía por donde escapar.

 

— Basta… No sigan… — dice con seriedad, intentando silenciar a los demás sin generar conflicto, pues ya no quiere seguir escuchando lo que considera excusas.

 

Pero en ese momento, el aire se vuelve denso de golpe, un sonido seco irrumpe en la habitación cuando algo se rompe. 

 

El florero en la esquina vibra apenas por un segundo antes de estallar con un estruendo sordo. El agua se dispersa en todas direcciones, y los fragmentos de cristal caen al suelo haciendo un gran escándalo. 

 

Las flores, tan vivas y hermosas, se ennegrecen y marchitan al instante, como si hubieran envejecido semanas en un simple parpadeo.

 

— ¿Todo está bien aquí? — una enfermera entra apresuradamente en la habitación, alertada por el estruendo del cristal roto.

 

Antes de que alguien pueda reaccionar o volver la mirada hacia Suo en busca de una explicación, él se marcha a toda prisa, atravesando la puerta sin pronunciar una sola palabra. Su repentina salida deja tras de sí un silencio pesado y una confusión aún mayor, la cual se intensifica cuando todos vuelven la vista hacia el florero que, inexplicablemente, está intacto.

 

No hay agua derramada por ningún lado. 

 

No hay cristales en el suelo y las flores siguen siendo tan hermosas como antes.

 

Es como si… nada hubiera pasado.

 

— No… no pasa nada. — responde Umemiya, aunque sus palabras no suenan del todo convincentes.

 

La enfermera los observa con suspicacia, pero terminó por asentir con suavidad para luego retirarse, no sin antes advertirles que mantengan la calma y que no causen más escándalos.

 

— Voy a ver cómo está. — dice Hiragi, adelantándose antes de que el peliblanco tenga que pedírselo.

 

Cuando la puerta se abre y se cierra casi al instante, el silencio vuelve a instalarse por todo el lugar. Tsubaki permanece en su lugar, aún sujetando el pañuelo entre los dedos, aunque se le nota bastante tensa por lo ocurrido.

 

Nirei aún tiene su mano entrelazada con la de  Sakura, como si necesitara asegurarse de que sigue ahí y que no va a perderlo en cualquier momento. 

 

Sakura desvió la mirada hacia la esquina donde, segundos antes, había visto el florero hecho añicos. La imagen de las flores marchitas seguía grabada en su mente, como un recuerdo difícil de borrar. 

 

Ese instante lo dejó lleno de nuevas preguntas.

 

¿Se sentía Suo tan mal como para perder así el control de sus emociones?

 

Aunque, para empezar... ¿qué clase de don tenía su compañero para lograr algo así?

 

— Sakura. — escucha decir a Umemiya, a quien observa casi al instante. — Cuando te den de alta vamos a tener una reunión para hablar de lo sucedido, ¿de acuerdo? — comenta, y Sakura simplemente asiente en silencio, antes de tratar de concentrarse en lo cálida que se siente la mano de Nirei, quien de todos los presentes, tiene la expresión más preocupada y tensa, lo cual solo lo hace sentir culpable y miserable. 

 

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A Sakura le dieron de alta tres semanas después de haber recuperado el conocimiento. Por más que el bicolor argumentó y aseguró al personal médico que se sentía bien, ellos no parecían del todo convencidos de dejarlo marchar.  

 

Y, en realidad, tenían razón al suponer que enviarlo a casa tan pronto no sería una buena idea.

 

Durante su segunda noche tras despertar, cuando el hospital permanecía en silencio, interrumpido solo por el pitido de los monitores y el murmullo lejano del personal del turno nocturno, Sakura comenzó a sentirse extraño. El primer indicio fue una ligera opresión en el pecho, a la que intentó restarle importancia. 

 

Sin embargo, pronto empezó a sentir que se ahogaba.

 

Era como si sus pulmones hubieran olvidado cómo funcionar correctamente. Cada respiración se volvía más superficial, como si el aire se desvaneciera antes de llegar a su destino final dentro de su cuerpo.

 

Intentó hablar, pedir ayuda, pero su voz se perdió entre jadeos dolorosos y débiles quejidos.

 

El pánico no tardó en apoderarse de él. Los sensores conectados a su cuerpo detectaron el descenso en su saturación de oxígeno y el repentino aumento de su ritmo cardíaco. 

 

En cuestión de segundos, varias personas irrumpieron en la habitación. Una enfermera activó el código de emergencia mientras otra intentaba colocarle una mascarilla de oxígeno, aunque pronto quedó claro que eso no sería suficiente.

 

El cuerpo de Sakura se arqueaba de forma dolorosa, sus ojos disparejos estaban abiertos de par en par, reflejando miedo e incertidumbre. Sentir cómo sus pulmones luchaban desesperadamente por captar oxígeno fue una experiencia aterradora… tan aterradora como lo fue caer en la ilusión de Endo.

 

Los médicos actuaron con rapidez. Uno de ellos ordenó prepararlo para intubación, en segundos, lo sedaron y le colocaron un tubo conectado a un respirador.

 

Solo entonces su cuerpo comenzó a estabilizarse. Los niveles de oxígeno ascendieron lentamente y el monitor dejó de emitir alarmas constantes y estridentes.

 

Pero nadie en la habitación bajó la guardia. No cuando aún existía la posibilidad de que otra parte de su cuerpo decidiera fallar.

 

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Después de aquel desagradable y alarmante suceso, el equipo médico redobló la vigilancia y no permitió que Sakura permaneciera solo durante mucho tiempo. 

 

Cuando el bicolor despertó por segunda vez, lo hizo justo en el momento en que un médico conversaba con Umemiya y Kotoha.

 

Ambos se mostraban atentos y visiblemente preocupados ante las palabras del hombre de bata blanca. Sakura no comprendía del todo lo que decían, pero hizo el esfuerzo de llamar su atención, aunque lo único que pudo emitir fueron suaves balbuceos, impedido por el tubo que aún tenía insertado.

 

Umemiya fue el primero en notar que Sakura había abierto los ojos. Se acercó con rapidez, y aunque intentó esbozar una sonrisa tranquilizadora, la preocupación era evidente en su rostro, incluso más de lo que él mismo percibía.

 

— Tranquilo, Sakura, ya estás a salvo. — dijo en voz baja, inclinándose para que el menor pudiera escucharlo con claridad.

 

Kotoha se acercó poco después. Sus ojos estaban enrojecidos, a causa de las lágrimas que apenas lograba contener. Con delicadeza, acarició la frente de Sakura y apartó un mechón de cabello que caía sobre sus ojos.

 

— Tienes que dejar de darnos estos sustos... — susurró con una sonrisa forzada.

 

El médico les dio un momento a los adolescentes, revisando las constantes vitales en los monitores antes de volver a hablar.

 

— Sakura, ¿puedes escucharnos? — preguntó, observando con atención la respuesta en sus ojos, que no fue más que un parpadeo lento. — Bien… Sé que debes sentir mucha incomodidad en la garganta, pero necesitarás permanecer intubado un poco más. Tu cuerpo aún se está recuperando del esfuerzo que hizo durante la insuficiencia respiratoria, y no podemos arriesgarnos a una recaída.

 

Sakura volvió a parpadear en señal de comprensión, aunque por dentro sentía que una tormenta se desataba en su interior. La sensación del tubo en su garganta era asfixiante, y la impotencia de no poder comunicarse con claridad lo llenaba de frustración.

 

— Tu nivel de oxigenación ya se ha estabilizado. — añadió el médico, ahora dirigiéndose a Umemiya y Kotoha. — Sin embargo, aún no hemos identificado con certeza la causa del episodio. Puede estar relacionada con secuelas neurológicas derivadas del estado de coma prolongado, o incluso con una respuesta psicofisiológica al evento traumático reciente.

 

Ninguno de los hermanos respondió de inmediato, simplemente permanecieron en silencio, procesando la información con cierta dificultad, pues hasta ellos mismos creían que Sakura se encontraba oficialmente fuera de peligro. 

 

— ¿Hay algo que podamos hacer? — preguntó Umemiya con la mandíbula tensa.

 

— Por ahora, lo más importante es mantenerlo bajo observación continua y actuar con rapidez ante cualquier signo de alerta. — respondió el médico con franqueza. — Cuando tengamos más certeza de su estabilidad, podremos iniciar una etapa de fisioterapia. — señaló, a lo que Sakura hubiera respondido con un fuerte “¿¡Qué!?” si pudiera decir algo. — Estar inconsciente por tanto tiempo puede producir debilidad muscular y otras complicaciones que deben tratarse cuanto antes.

 

Sin nada más que decir por el momento, el médico se retiró, dejando a los adolescentes a solas. Antes de marcharse, pidió a Umemiya y Kotoha que avisaran ante cualquier cambio que pudiera presentarse en Sakura, quien no tuvo más opción que permanecer postrado en la cama y en silencio, sintiendo cómo el mundo a su alrededor se derrumbaba en consecuencia de sus propias acciones.

 

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Sakura comenzó fisioterapia en su segunda semana estando en el hospital. El bicolor realmente creyó que no podría experimentar un dolor o incomodidad mayor que el de depender de una máquina para poder respirar.

 

Pero estaba muy equivocado.

 

Volver a ponerse de pie fue una experiencia extremadamente dolorosa y difícil. Los músculos de sus piernas estaban rígidos, y apenas podía coordinarse para dar siquiera unos cuantos pasos.

 

De no haber sido por el apoyo constante del terapeuta y sus amigos, estaba casi seguro de que el camino para volver a caminar habría sido aún más largo y solitario.

 

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Nirei observaba con suma atención cómo Sakura caminaba con cuidado y evidente dificultad. Le resultaba difícil verlo en ese estado, sobre todo considerando la imagen fuerte que había construido de su amigo durante el tiempo que llevaban conociéndose.

 

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— Uno más, Sakura. Solo un paso más. — lo alentó el fisioterapeuta a seguir adelante.

 

El sudor corría por la frente del bicolor mientras se esforzaba por mover su pierna izquierda. Sentía como si cada paso lo arrastrara al borde de un enorme agujero negro.

 

La presión en su pecho, la quemazón en los músculos atrofiados y la humillación de no poder sostener su propio peso lo mantenían al límite.

 

Sin embargo, se negaba a rendirse.

 

Ya había pasado por demasiado como para tirar la toalla en un momento como ese.

 

Pero… él se seguía sintiendo débil, tanto física como mentalmente. 

 

— No... puedo... — murmuró, y sus piernas empezaron a temblar más que antes.

 

El terapeuta estiró un brazo en un intento de atraparlo, pero no fue lo suficientemente rápido como para evitar la caída. Fue entonces cuando Nirei reaccionó sin pensarlo dos veces, activando a voluntad su don.

 

Un leve cambio en la presión del aire lo delató.

 

De inmediato, la gravedad alrededor de Sakura disminuyó, haciendo que su cuerpo descendiera lentamente en lugar de caer con fuerza o que flotara en el aire. El impacto, que habría sido doloroso, se convirtió en un leve contacto con el suelo acolchado de la sala de rehabilitación.

 

— ¡Sakura-san! — gritó Nirei, corriendo hacia él con rapidez.

 

El bicolor temblaba de pies a cabeza, no de dolor, sino de humillación. Cerró los puños con fuerza hasta que sus nudillos se pusieron blancos, y sus ojos permanecieron fijos en el suelo más tiempo del que él mismo consideraba razonable.

 

— Ni siquiera puedo mantenerme en pie... — dijo entre dientes, con la furia acumulándose en su pecho. — En verdad soy patético.

 

El fisioterapeuta y Nirei se miraron de inmediato. Ambos sentían una profunda pena por él, pero sabían que demostrarle lástima no lo haría sentir mejor.

 

— No digas eso. — le dijo el hombre mayor, ayudándolo a incorporarse para llevarlo a una silla y que así estuviera más cómodo. — Hiciste un gran esfuerzo al salvar a alguien del borde de la muerte. Tu don se está volviendo cada vez más fuerte, solo necesitas seguir entrenando de forma constante para que no te vuelva a pasar lo mismo.

 

Sakura no respondió, solo permaneció en silencio, con la mirada aún fija en el suelo.

 

Su respiración era irregular y entrecortada al lograr sentarse. Dejó de prestarle atención al fisioterapeuta y no se dio cuenta del momento en que este se retiró, dejándolo a solas con Nirei, quien tomó sus manos para que finalmente alzara la mirada.

 

— Sakura-san, él tiene razón. — le dijo, observando fijamente sus ojos desiguales, en los que se reflejaban la decepción y la tristeza. — Solo necesitas seguir fortaleciéndote para que no vuelva a pasarte lo mismo. — le aseguró, aunque el temor de que Sakura volviera a actuar imprudentemente le estrujaba el corazón.

 

— ¿De verdad crees eso? — preguntó el bicolor, con la voz de un niño que necesita la afirmación de alguien para saber si está yendo por el buen camino.

 

— ¡Sí! En verdad creo que Sakura-san se volverá más fuerte con el tiempo. — afirma, seguro de que podrá lograrlo. — Pero por ahora, debemos concentrarnos en que te recuperes por completo.

 

La emoción en el rostro de Nirei hizo que algo dentro del pecho de Sakura se sintiera cálido, y la presión que comenzaba a agobiarlo desapareciera poco a poco.

 

— Gracias. — le dijo el capitán de primer año, provocando que Nirei le sonriera de forma resplandeciente, como lo haría el sol. — Por cierto, no sabía que ya podías controlar la gravedad de las personas.

 

Nirei rió con suavidad, algo avergonzado por el cumplido que acaba de recibir. Nerviosamente se rascó la nuca, aunque no podía ocultar el orgullo que sentía por su progreso.

 

— No es que pueda hacerlo del todo bien… — respondió, bajando un poco la voz. — Pero he mejorado mucho, ¿verdad?

 

Sakura asintió, genuinamente impresionado por el avance de su amigo. Recordaba cuando el don de Nirei apenas le permitía levantar algunos objetos pequeños, y ahora había logrado amortiguar una caída entera con una precisión que solo podía provenir de entrenamiento duro.

 

— ¿Cómo lograste ese avance? — preguntó Sakura, curioso por saber más de cómo su amigo había mejorado tanto. — La última vez que te vi usarlo, tu don apenas te permitía hacer flotar algunas  cosas a tu alrededor.

 

Nirei bajó las manos sobre su regazo y suspiró, esta vez con una sonrisa tranquila.

 

— He seguido entrenando todos los días con Suo-san. — respondió al instante. — Él me ha estado ayudando a entender mejor cómo manejar la gravedad. También me enseñó a como guardar la concentración incluso cuando estoy bajo presión. 

 

Al oír ese nombre, el rostro de Sakura se nubló un poco, y aunque intentó disimularlo, el gesto no pasó desapercibido para Nirei, quien se arrepintió al instante por haber dicho todo aquello. 

 

— Ah… Suo… — murmuró Sakura, apartando la mirada. — Hace tiempo que no sé nada de él. 

 

Un silencio incómodo se hizo presente entre ambos. Nirei apretó los labios, notando por primera vez la sombra de tristeza en los ojos de su amigo.

 

— Lo sé… — dijo con cautela, sintiéndose igual de triste por la situación actual en la que se encuentran. — Suo-san se siente responsable por lo que te pasó, Sakura-san. 

 

Sakura frunció el ceño al escuchar aquello. Su expresión de tristeza cambió, dando paso a una más cargada de dolor.

 

— Él no es responsable de nada. — replicó en voz baja. — Y yo solo quiero verlo… Quiero saber que está bien.

 

Nirei lo observó un instante más, luego tomó sus manos nuevamente, esta vez con más fuerza, como si intentara transmitirle algún tipo de mensaje silencioso. 

 

— Voy a hablar con él. — prometió, su voz siendo una pequeña luz en medio de la oscuridad en la que Sakura estaba sumido. — Estoy seguro de que también quiere verte… Solo necesita un pequeño empujón.

 

El bicolor no respondió, pero el leve temblor en sus labios y la humedad en sus ojos bastaban para que Nirei comprendiera cuánto lo necesitaba.

 

Y eso le hizo sentir algo extraño en el corazón, que no supo cómo definir o identificar. 

 

— Además… — añadió Nirei con una sonrisa más animada, intentando levantarle el ánimo. — Ahora tú también vas a tener que entrenar mucho. Si no te recuperas pronto, seré yo quien tenga que protegerte de ahora en adelante.

 

Sakura soltó una risa suave al escuchar aquella declaración. No subestima la idea que su compañero se siguiera fortaleciendo, simplemente, le provocaba cierto asombro y gracia lo mucho que las cosas podían cambiar en tan poco tiempo. 

 

Y por primera vez en semanas, ambos sonrieron al mismo tiempo, compartiendo un momento de esperanza en medio de tanto dolor, esperando profundamente en sus corazones que no volverían a pasar por lo mismo. 

 

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Sakura y Suo se reencontraron finalmente cuando el primero se reincorporó oficialmente a la preparatoria. A pesar de los múltiples intentos de Nirei por reunirlos antes, la tarea había resultado imposible de lograr.

 

Desde la perspectiva del heterocromático, Suo parecía ser el mismo de siempre. Sin embargo, había algo en él que se sentía distinto, aunque no supiera con certeza qué era lo que le provocaba ese presentimiento. 

 

— Buenos días, Nirei-kun, Sakura-kun. — Suo se les acercó con una expresión serena, aunque también era evidente el remordimiento que sentía. — Me alegra ver que ya estás de vuelta… Sakura-kun.

 

El bicolor tragó saliva, notando cómo su pecho se apretaba al oír su nombre en labios de Suo. Había esperado ese momento con demasiadas ansias; había pensado en gritarle a su amigo por no ir a verlo, o al menos intentar golpearlo. 

 

Pero ahora que lo tenía frente a él, se sentía demasiado pequeño para enfrentarlo de la manera en que lo había imaginado.

 

— Hola, Suo… — respondió con voz baja pero clara, en un intentó mantener la calma.

 

Suo lo observó unos segundos más, sin atreverse a acercarse demasiado. Su expresión, normalmente serena, estaba teñida de una culpa que no podía ocultar.

 

— Lamento no haber ido a visitarte antes, pero estaba un poco ocupado. — se disculpó Suo, manteniéndose concentrado en su amigo.

 

— Entiendo... — respondió Sakura, tratando de sostenerle la mirada. — Aunque yo pensé que tal vez… no querías verme.

 

— Por supuesto que esa no fue la razón. — replicó Suo con rapidez, dando finalmente un paso hacia él. — Fui un cobarde. Me costaba enfrentar lo que pasó… verte tan mal, sabiendo que estuve ahí y no hice lo suficiente por protegerte…

 

Nirei dio un paso hacia atrás, dándoles espacio en silencio. Era evidente que esa conversación debía ser solo entre ellos, aunque no se alejó demasiado, por si las cosas volvían a ponerse tensas.

 

Sakura lo miró con los ojos entrecerrados, intentando descifrar si la tristeza que veía en Suo era real o producto de su propio deseo de que volvieran a ser los mismos amigos de siempre.

 

Pero no encontró mentira alguna.

 

— No eres responsable de lo que ocurrió. — dijo, casi con severidad. — Todo fue culpa del bastardo de Endo… aunque también fue culpa mía por no haberte escuchado cuando me dijiste que no fuera tras él.

 

Suo no respondió de inmediato; solo asintió, aunque no parecía del todo convencido de las palabras de Sakura.

 

— Aun así, no pude protegerte. — replicó, y el aire se volvió tenso al instante, provocando que un escalofrío recorriera la espalda del bicolor.

 

— No tenías que hacerlo. — insistió Sakura. — No eres mi sombra, tampoco eres mi guardián. Lo que realmente eres… es mi amigo.

 

El silencio que siguió fue breve, pero algo denso. Luego, Suo bajó la cabeza y sus hombros se relajaron, como si por fin hubiese soltado un peso que llevaba demasiado tiempo cargando.

 

— ¿Todavía quieres seguir siendo mi amigo? — preguntó, casi en un susurro.

 

Sakura frunció el ceño, como si el simple hecho de hacer aquella pregunta fuera absurdo, y con un esfuerzo torpe alzó una mano para golpear ligeramente el pecho de Suo, siendo esta la primera vez que el castaño no esquivaba un golpe suyo.

 

— No pienses eso, que pareces un idiota  patético. — le dijo con seriedad y un tono burlesco a la vez.

 

Suo soltó una risa baja, más aliviada que alegre. Su único ojo visible estaba vidrioso, pero no permitió que ninguna lágrima cayera.

 

 

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Tras hacer las paces, los líderes de la clase 1-1 subieron a la azotea antes de pasar por su salón. Subir tantas escaleras fue una tortura para Sakura, quien se vio en la necesidad de aceptar la ayuda que sus amigos le ofrecían. 

 

Durante parte del trayecto, Nirei lo hizo flotar con bastante facilidad; ser elevado del suelo unos cuantos centímetros le causaba una sensación extraña en el estómago.

 

Pero pronto fue cargado en la espalda por Suo, luego de que este lo sugiriera. Nirei aceptó de inmediato el cambio, pues empezaba a sentirse un poco mareado y tenía un leve dolor de cabeza. 

 

Aunque no compartió directamente sus malestares, sus amigos lo notaron casi al instante.

 

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Suo dejó a Sakura en el suelo justo cuando estaban por abrir la puerta. La resplandeciente luz del sol los cegó por un momento, pero eso no fue tan abrumador como lo fue ver a Tsubaki lanzarse sobre ellos mientras los abrazaba fuertemente y decía lo mucho que le alegraba verlos juntos otra vez.

 

— Tsubaki-chan, recuerda que uno de ellos acaba de salir del hospital. — comentó Momose al notar cómo los alumnos de primero parecían un poco abrumados por la excesiva demostración de afecto del líder del escuadrón Jikoku.

 

— Lo lamento… — se disculpó ella nerviosamente, antes de guiar a los de primero hacia la mesa donde el resto de los Reyes Celestiales y sus asistentes se encontraban.

 

— Eres igual que Umemiya. Ninguno de los dos tiene remedio. — se quejó Hiragi, negando con desaprobación por un par de segundos antes de centrar su mirada en el trío de primer año.

 

La mirada de Hiragi era tensa y un poco cálida a la vez. Sakura fue capaz de notar que se detenía un poco más en Suo, quien se limitó a asentir suavemente, como si el líder del escuadrón Tamon le hubiera hecho alguna pregunta de manera telepática.

 

Eso tomó por sorpresa al bicolor, quien recordó que fue Hiragi quien salió detrás de Suo cuando este perdió el control en la habitación del hospital. La duda sobre lo que pudieron haber hablado empezó a carcomerlo por dentro, pero por el momento intentó dejar esos pensamientos de lado.

 

Especialmente ahora, que se encontraban a la espera de una importante reunión.

 

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Aunque lo que esperaba que fuera una conversación seria y tensa comenzó, para su sorpresa, como una reunión bastante relajada. Umemiya había traído comida para todos, y Sugishita, quien seguía siendo tan irritante como siempre, repartía vasos para que se sirvieran algo de tomar… a todos excepto a él.

 

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— Oye, ¿pero qué te pasa? — reclamó Sakura al ver que el más alto le pasaba de mala gana un vaso de plástico todo estropeado.

 

— Hey, Sugishita, no deberías desperdiciar los vasos de esa manera. — dijo Umemiya a modo de una ligera reprimenda.

 

El aludido, algo avergonzado, tomó de nuevo el vaso que momentos antes le había entregado a Sakura y se lo dió de nuevo, aunque esta vez en un estado más pasable, pero seguía viéndose desastroso. 

 

— ¡Muy bien! ¡No desperdiciaste el vaso! — lo felicitó el peliblanco con unas palmadas en la espalda.

 

— ¿¡Cómo que está bien!? — se quejó Sakura, visiblemente molesto, solo para que Sugishita le respondiera con una sonrisa de suficiencia que solo encendió más su irritación.

 

Sakura siguió quejándose y peleando con Sugishita hasta que Hiragi los interrumpió para devolverlos al tema que los había reunido.

 

— Dime, Sakura... ¿qué piensas sobre Endo? — la pregunta tomó completamente por sorpresa al capitán de la clase 1-1. Sus vicecapitanes se miraron entre sí con tensión, como si esperaran una bomba a punto de estallar.

 

— ¿Qué pienso de él? — repitió Sakura, mientras el peliblanco asentía con seriedad y los demás presentes esperaban su respuesta en silencio. — Que es un bastardo miserable. — confesó finalmente, conteniendo el impulso de llevar una mano a su cuello, donde aún quedaban cicatrices de lo que se hizo a sí mismo por culpa de ese miserable. 

 

— Escuché por Tsubaki y los demás que le agradaste bastante. — comentó Umemiya con una risita, como si no acabara de soltar una granada.

 

El ambiente se tensó de inmediato. A ninguno de los presentes le gustó el comentario.

 

— ¿Y eso qué? — replicó Sakura con más irritación e impaciencia que antes.

 

Ante su creciente malestar, Umemiya optó por hablar del pasado, de los días en que Furin aún no estaba del todo unificada. Aunque fue Nirei quien tomó la palabra y comenzó a contar la historia a pedido del líder de Furin. 

 

Su relato atrapó a todos los presentes, habló con emoción de cómo los actuales alumnos de tercer año lucharon entre distintas facciones hasta transformar la preparatoria en lo que era ahora.

 

Varios de ellos elogiaron su narración, pero Umemiya sintió la necesidad de corregir un par de errores importantes.

 

Primero, explicó que Endo y aquellos que abandonaron Furin no eran simples resentidos. Si bien los eventos recientes podrían haber encendido en ellos algo de rencor, no fue ese el motivo de su partida.

 

Segundo, aclaró que ellos jamás llegaron a enfrentarse a Endo y su grupo. Debido a que estos se marcharon mucho antes de que el primer año siquiera terminará, y por eso, la historia de Nirei estaba incompleta.

 

Aquella revelación cambió por completo la percepción de la situación. Lo que antes parecía un problema lejano, ahora tomaba un rumbo mucho más grave. 

 

Sin decirlo directamente, todos comprendieron que habían atraído la atención de la persona menos indicada.

 

Sakura, por su parte, restó importancia al asunto.

 

— Si esos tipos aparecen y vienen a causar problemas, no será un gran inconveniente enfrentarlos. — declaró con confianza, aunque sus palabras parecían esconder algo más.

 

Pero Umemiya sabía que aún quedaba algo por decir.

 

— Me alegra sinceramente que estés de regreso. — dijo con seriedad, admirando la determinación que Sakura conservaba a pesar de todo lo que había sufrido por culpa de Endo. — Porque, si ellos realmente vuelven... Es muy probable que Endo venga detrás de ti.

 

Suo y Nirei no pudieron evitar mostrar expresiones de absoluto desagrado y terror ante esa idea. Sakura, sin embargo, no se inmutó, pues había demasiadas cuentas pendientes entre él y esa supuesta "leyenda".

 

— Bien, pero después no vengas a reclamarme si te usurpo a tu presa. — dijo con una media sonrisa.

 

Nirei ya estaba por regañarlo cuando Umemiya intervino.

 

— No te preocupes. Para empezar, Endo jamás vendría por mí. — respondió tranquilamente, aunque por dentro se sentía ligeramente preocupado. — Nunca fui de su interés. Ni siquiera cuando él estaba en Furin llegamos a enfrentarnos directamente.

 

Los de primer año se sorprendieron con esa declaración, mientras los de tercero adoptaban una expresión más seria y sombría.

 

— Además, aún hay una persona de la que no hemos hablado... alguien mucho más fuerte que Endo. — su declaración volvió a tomar por sorpresa al trío de primer año, quienes no esperaban escuchar algo como eso. — De hecho, es la única persona a la que nunca he podido derrotar. 

 

Sus palabras provocaron un silencio prolongado e incómodo. La expresión de los reyes celestiales y sus vicecapitanes se ensombreció más de lo que ellos mismo esperaban. 

 

Aquello, sin duda, no era una buena señal.

 

Y como si se tratara de algún tipo de detonante, los teléfonos de los alumnos de tercer año comenzaron a sonar al unísono. La mayoría atendió de inmediato las llamadas entrantes, mientras otros deslizaban los dedos con rapidez sobre las pantallas, revisando los mensaje que les habian llegado. 

 

— Dicen que hay varios círculos de fuego rodeando algunos locales en la calle comercial, y por más que intentan pagarlos no pueden hacerlo. — informó Hiragi, aún con el teléfono en el oído.

 

— Hay algunos cuantos en los puentes, dificultando el tráfico… y en la zona del parque. — añadió Mizuki con voz tensa, sin apartar la vista de la pantalla de su teléfono. 

 

— También aparecieron cerca de la frontera con Shisitoren. — remató Momose con una expresión inusualmente seria.

 

— ¿Qué demonios significa esto? — preguntó Tsubaki, sin comprender nada de lo que estaba pasando.

 

— Círculos de fuego, en puntos estratégicos de la ciudad… — murmuró Umemiya, frunciendo el ceño mientras analizaba la información para empezar a dar órdenes. — Esto parece ser una advertencia.

 

— ¿Una advertencia? — repitió Sakura, sintiendo cómo todo se salía de control con una facilidad aterradora.

 

— O un anuncio. — respondió Hiragi con seriedad. 

 

Umemiya ya había empezado a dar algunas cuantas indicaciones cuando su teléfono comenzó a sonar con insistencia. La vibración retumbó contra el bolsillo de su pantalón, robando la atención de todos por un instante.

 

El peliblanco no dudó ni un segundo en contestar la llamada, con el corazón latiendo de forma acelerada contra su pecho.

 

Su expresión cambió casi de inmediato.

 

La seriedad que había mostrado dio paso a una preocupación desgarradora. Sus ojos se abrieron de par en par y sus labios se tensaron con un leve temblor.

 

— ¿Qué pasa? — preguntó Mitsuki con urgencia.

 

— ¿Umemiya? — repitió Tsubaki, al ver cómo el otro se ponía de pie bruscamente.

 

— El orfanato. — fue lo único que dijo antes de salir corriendo, dejando tras de sí un silencio tenso que heló la atmósfera al instante.

 

Hiragi fue el primero en reaccionar. Se puso de pie y dirigió una mirada severa a los de primer año.

 

— Ustedes se quedan aquí. No bajen de la azotea pase lo que pase. — les advirtió, antes de darle algunas órdenes más al resto de sus compañeros.

 

— ¡Pero…! — intentó protestar Sakura, a pesar de saber que no era el momento para cuestionar nada.

 

— Nada de peros, lo que les digo es una orden. — replicó Hiragi con tal firmeza que a ninguno se le ocurrió discutir, incluido Sugishita, que estaba tan impactado como los demás por lo que ocurría.

 

Los reyes celestiales y sus vicecapitanes se movieron con rapidez, bajando por las escaleras sin perder un segundo.

 

Pero fue entonces cuando algo más ocurrió.

 

Una vibración poderosa sacudió el suelo. Lo que ellos pensaron que era un temblor resultó ser una serie de llamas carmesí que comenzaron a elevarse desde el perímetro de la escuela, alzándose como columnas que se entrelazaban en el cielo hasta formar una inmensa barrera.

 

El calor se sintió de inmediato, pero no era lo que más inquietaba. Era la presión que empezó a sentir, una sensación asfixiante, como si un gigantesco monstruo hubiese despertado alrededor de ellos.

 

Los de primer año corrieron hacia la cerca de seguridad de la azotea, intentando ver con mayor claridad lo que sucedía.

 

— ¿Qué rayos…? — murmuró Nirei al ver cómo las llamas crecían hasta envolver todo el edificio.

 

A lo lejos vieron una figura corriendo a toda velocidad hacia el portón principal, siendo Umemiya quien se aproximaba al lugar..

 

— ¡Está loco! ¡Se va a quemar! — Nirei gritó escandalizado por lo que veía. 

 

Pero entonces, antes de que Sugishita pudiera decir algo, ocurrió lo impensable. 

 

Las llamas carmesí que rodeaban la entrada comenzaron a agitarse, como si respondieran a la presencia del peliblanco.

 

Luego, sin previo aviso, cambiaron de color, pues pasaron de un rojo intenso a un profundo azul.

 

El fuego, majestuoso y aterrador, se abrió ante Umemiya, formándole un camino para avanzar ileso, sin sufrir la menor quemadura, solo para extinguirse segundos después. 

 

— ¿Qué… fue eso? — preguntó Sakura, con la voz apenas audible.

 

— ¿El fuego… se apartó por él? — murmuró Nirei.

 

— Más bien, parece que se inclinó ante él. — corrigió Suo, con el rostro tenso.

 

Y mientras intentaban comprender lo que acababan de ver, Sugishita les hizo alzar la mirada con un comentario fugaz.

 

Desde la altura, más allá de los límites de Furin, podían verse múltiples círculos de fuego adornando la ciudad como marcas grabadas en la tierra.

 

Brillaban como faros en medio del caos que se había desatado.

 

Y era evidente que no estaban allí por casualidad.

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Notes:

La guerra de acerca!

Noroshi está a la vuelta de la esquina y realmente no vienen a jugar.

Después de pensarlo mucho, decidí que el don/habilidad de Umemiya estaría relacionado con el fuego. Puede que sea un poco cruel con Ume en el siguiente capítulo, pero Sakura no es el único que debe de sufrir por el bien de la trama.

Quise darles algunas pistas de lo que podría ser el don de Suo, aunque ya tengo pensando bien lo que será, quiero afinar ciertos detalles para lo que está por venir.

Sin más que decir, nos leemos próximamente. 🌸💕

Chapter 8: Combustión

Notes:

Hola!
Lamento mucho haber tardado en subir está actualización, pero mi vida ha estado cambiando demasiado últimamente. Deje mi trabajo anterior por aplicar a uno que me ofrece muchas mejores oportunidades, por fin he terminado mis estudios y estoy próxima a graduarme en diciembre.

Tuve una pequeña crisis mental hace dos semanas por causa de mi primera semana de trabajo, todo por creer que no servía para el puesto en que estoy intentando aplicar, lo que trajo consigo muchos problemas de autoestima y cosas dolorosas que pensé que ya había solucionado.

 

Pero aquí estoy de vuelta, intentando mantenerme de pie mientras intento seguir con las historias a las cuales les tengo un profundo cariño. Sin más que decir, espero que esto les guste. <3

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

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Umemiya seguía corriendo con todas sus fuerzas, exigiéndole a sus músculos más de lo que podían soportar. Sus pasos retumbaban contra el pavimento mientras la ciudad ardía a su alrededor, envuelta en un caos nunca antes visto.

 

Aunque era consciente de que no podía detenerse, su moral le impedía seguir avanzando sin al menos intentar ayudar. El fuego consumía vorazmente los locales del distrito comercial, borrando rápidamente el esfuerzo y sacrificios con los que habían sido establecidos por tantos años. 

 

El peliblanco extendía las manos cada vez que pasaba cerca de un lugar donde el fuego lo consumía todo, en un intento desesperado por sofocar las llamas que arrasaban con cuanto encontraban a su paso.  Las ventanas de los locales estallaban, provocando un estruendo horrendo que solo incrementaba  la tensión y el pánico que se respiraba en las calles.

 

El humo empieza a volverse asfixiante y pesado, Umemiya ve a varias personas tratando desesperadamente de respirar mientras intentan salvar lo poco que aún les queda. Su corazón se aprieta con fuerza contra su pecho, la rabia y el odio empiezan a consumirlo por dentro, mientras intenta seguir corriendo para llegar lo más pronto posible al orfanato.

 

Cada grito de auxilio que escucha se clava en su espalda como un cuchillo, obligándolo a decidir entre seguir adelante o detenerse, sabiendo que cualquiera de esas elecciones podría costarle caro.

 

Lo único que les es posible hacer es seguir extinguiendo el fuego el mismo, al mismo tiempo que corre rápidamente. Pero no lo estaba haciendo de la manera correcta, y su cuerpo empezaba a resentirse por causa de esto. 

 

El sudor le empapaba la frente y el uniforme; su respiración era cada vez más entrecortada, algo peligroso en su estado actual, debido a que necesitaba mantener una buena respiración si no quería perder el control de sus propias llamas. 

 

Cada vez que alzaba las manos para neutralizar una amenaza, una punzada de dolor lo atravesaba como si su propio poder empezara a negarse a cooperar con él. 

 

Su mente era un torbellino de pensamientos, no podía dejar de pensar en el orfanato, en la ciudad envuelta en llamas, en las voces aterradas de las personas que no entendían nada de lo que pasaba. 

 

Todo indicaba que estaban bajo ataque y no por fuerzas comunes, ni tampoco desconocidas. La presión de todo lo que está pasando empieza a  asfixiarlo, la sensación de que las cosas a su alrededor se desmoronaban más rápido de lo que podía contener era abrumadora.

 

Su fuego comenzó a reaccionar a sus emociones; se volvía más rebelde, más feroz, respondiendo al caos con una furia descontrolada cada vez que se enfrentaba a aquellas llamas carmesí.

 

“No... no puedo perder el control… No, ahora no…” pensó para sí mismo, tratando de reprimir aquellos sentimientos que amenazaban con consumir el poco autocontrol que aún le quedaba. 

 

Pero el fuego dentro de él rugía de manera salvaje, como una bestia que está a punto de liberarse tras mucho tiempo encerrada, solo para causar aún más destrucción de la que ya se extiende por toda la ciudad. 

 

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Finalmente, giró la última esquina para llegar a lo que consideraba su hogar, y su corazón se encogió al encontrarse con una escena aterradora. El costado derecho del edificio del orfanato estaba envuelto en llamas, al igual que la entrada y los alrededores del lugar

 

El humo negro se alzaba en columnas densas, ocultando parcialmente el sol y las nubes, mientras una lluvia de cenizas caía como nieve sobre el suelo.

 

Las plantas y los árboles del jardín, que antes daban sombra y vida al lugar, yacían ahora reducidos a cenizas. Las flores que Umemiya había plantado junto a sus pequeños hermanos ahora estaban marchitas, aplastadas y quemadas por la intensidad del fuego. 

 

El calor era tan sofocante que hacía vibrar el aire, distorsionando todo a su alrededor. Las llamas trepaban por las paredes como serpientes hambrientas que buscaban acabar con cualquier rastro de vida y felicidad, retorciéndose con una intención casi consciente, como si tuvieran voluntad propia y supieran de antemano lo que estaban haciendo. 

 

Las ventanas también explotan ante la intensidad del calor, los vidrios saltaron al exterior como fragmentos afilados, impulsados por la presión a la que habían sido expuestas. Entre aquella terrible atmósfera, distinguió desde el interior del edificio la voz de Shitara y la de las demás encargadas del orfanato. 

 

El pecho de Umemiya se contrajo ante la idea de perderlos, de perder por segunda vez a su familia.

 

— ¡No... no puede ser...! — gritó alarmado, con los ojos desorbitados y con la desesperación desbordando su pecho. 

 

Y sin pensarlo un segundo más, corrió hacia la entrada. 

 

El fuego se alzó ante él como una criatura viviente que quería impedirle el paso, un muro de llamas que rugió en respuesta a su acercamiento. Las llamaradas se curvaron como garras ardientes, deseosas de arrancarle la piel, de borrar por completo su existencia de la faz de la tierra. 

 

Rápidamente se dio cuenta de que el fuego aquí era distinto al que consumía el resto de la ciudad, era más agresivo, más vivo, siendo una señal clara de quien lo había provocado aún estaba cerca. Umemiya apretó los dientes con furia y alzó ambos brazos, su cuerpo temblaba, agotado, pero su determinación era más fuerte que el desgaste físico y mental con el que tendría que lidiar después. 

 

Convocó cada fibra de su energía, cada chispa de su ser, incluso aquellas que pensó que había perdido mientras corría a toda prisa por toda la ciudad hasta llegar aquí. 

 

— ¡¡¡Suficiente!!! — rugió con una voz que sacudió el aire mismo.

 

Un anillo de llamas azules estalló a su alrededor, girando como un torbellino. El fuego enemigo retrocedió de inmediato, siseando como si sufriera por lo que acaba de hacer. 

 

Las llamas azules no ardían como el fuego común; eran más intensas, más abrasadoras, y allí donde tocaban, el fuego carmesí se extinguió al instante, sofocado como si jamás hubiera existido.

 

Las llamas enemigas se retorcían, chillaban, y finalmente se extinguen con un silbido lamentable, como si algo vivo estuviera sufriendo mientras ellas perecen. El orfanato dejó de arder poco a poco, hasta que sólo quedaron las columnas de humo y el crujido doloroso de la madera chamuscada.

 

Umemiya cayó de rodillas tras cumplir su objetivo. 

 

Todo su cuerpo temblaba, y sus manos ardían como si también él hubiera sido devorado por el incendio. La visión se le tornaba cada vez más borrosa, respirar con normalidad empezaba a volverse como una agonía; con cada inhalación, sentía cómo sus entrañas se incendiaban, como si en su interior también estuviera ardiendo. 

 

Pero al menos había salvado el lugar que le dió un hogar y una familia cuando antes lo perdió todo, eso le traía un poco de consuelo en medio de todo lo que se perdió durante el camino. 

 

Intentó levantarse para asegurarse de que los adultos estuvieran bien. Sus hermanos estaban en la escuela, lo cual le daba algo menos por lo cual preocuparse, aunque aun no sabia que iban a decirles para justificar todo lo que ha pasado sin que entren en pánico. 

 

Sin embargo, por más que intento levantarse, sus piernas no responden como él quería. 

 

Todo su cuerpo se negaba a moverse, como si le reclamara por haberlo llevado más allá del límite, castigándolo con aquella parálisis, dejándolo vulnerable justo cuando menos podía permitírselo.

 

— ¡Hajime! — escuchó la voz ahogada de Shitara, quien salió a toda prisa del orfanato al ver el estado en el que se encontraba. 

 

Por un instante, Umemiya quiso rendirse ante el inmenso agotamiento que sentía. 

Quiso dejarse caer, cerrar los ojos y permitir que alguien más se encargará de todo mientras él volvía a recuperar las fuerzas que había desgastado. 

 

Y estuvo a punto de hacerlo, de dejarse vencer por el cansancio que intentaba llevarlo al mundo de los sueños para que pudiera descansar como era debido. 

 

Pero entonces, una presencia le heló la sangre.

 

Instintivamente, extendió el brazo y obligó a Shitara a retroceder con sus llamas que ahora se encontraban débiles. El encargado del orfanato, estuvo a punto de reclamarle por aquella acción, hasta que fijó la mirada hacia el frente. 

 

Allí, de pie como si el caos delante de ellos no los sorprendiera en lo más mínimo, había dos figuras. Parecían tener la misma edad que el peliblanco, pero algo en ellos estaba mal. 

 

No necesitaban hablar ni moverse, su sola presencia bastaba para hacer que el aire se volviera más denso de lo que ya estaba.

 

Y para su desgracia, Umemiya parecía conocerlos. 

 

Las llamas alrededor del peliblanco cobraron vida de nuevo, rugiendo con violencia mientras, temblando, se obligaba a levantarse del suelo. Su cuerpo protestaba, cada músculo ardía como si estuviera en contacto con un fierro caliente, pero aún así, se obligó a sí mismo a mantenerse de pie. 

 

No podía permitir que ellos siguieran causando más caos del que ya habían provocado, y si era necesario que los detuviera en las condiciones lamentables en las que se encontraba entonces tendría que hacerlo. 

 

— Endo… Takishii… — murmuró con la voz rasposa, como si decir sus nombres volviera real lo que estaba viendo. 

 

Pero ahí estaban, tan claros que no parecían ser una ilusión provocada por la falta de oxígeno de la que empezaba a sufrir.  Endo tenía una sonrisa torcida en el rostro, una que no transmitía alegría por su reencuentro, sino una cruel satisfacción. 

 

Umemiya sabía lo lo que eso significaba, el bastardo estaba disfrutando el espectáculo, esto le provocó el intenso deseo de consumirlo con sus llamas hasta que solo queden cenizas de lo que alguna vez fue. Junto a él, Takishii permanecía en silencio, como siempre, luciendo de lo más tranquilo y normal como si no hubiera utilizado en exceso su habilidad. 

 

Umemiya está seguro, de que si el fuego de Takiishi fuera como el suyo, la ciudad habría quedado en ruinas hace tiempo, sin que él pudiera hacer algo al respecto. 

 

Ahora, su peligroso  ex compañero tenía el cabello más largo que la última vez que lo vio; incluso el color, antes descolorido, había cambiado a una tonalidad rojiza como el color de sus llamas, y sus ojos dorados lo miraban fijamente.

 

A diferencia de Endo, él no necesitaba hablar ni gesticular. Su mera presencia era una amenaza. Y el peliblanco sabía, por experiencia propia, que su dominio sobre la piroquinesis supera con creces a la suya. 

 

— Cuánto tiempo ha pasado, ¿no te parece? — dijo Endo, dando un paso adelante. Su voz era suave, pero cargada de veneno, como la vil serpiente que era. — Y mírate, sigues jugando a ser el héroe, cuando por dentro estás igual de podrido que nosotros.

 

Umemiya apretó los puños ante aquel comentario; las llamas azules revoloteaban a su alrededor con mucha más fuerza que antes, lo que implicaba un esfuerzo mayor al que ya estaba haciendo por mantenerse de pie.

 

— Esto ha ido demasiado lejos. No sé qué están tramando exactamente, pero se han metido con mi hogar, con mi familia, y no voy a permitirles que destruyan nada más. — Umemiya declaró seriamente, preparándose para atacar a pesar de las pésimas condiciones en las que se encontraba.

 

Solo esperaba que los demás aparecieran pronto para  darle una mano, así podría tratar de concentrarse en quien era el más peligroso de sus excompañeros. 

 

Takiishi ladeó apenas la cabeza, como si evaluara algo. Luego habló, por primera vez desde que comenzó el encuentro, con una voz grave y serena, pero tan gélida como el mismo hielo.

 

— Entonces, luchemos.  — declaró con total tranquilidad, como si estuviera pidiendo cualquier cosa y no un enfrentamiento que podría arrasar con todo a su paso. Sus llamas lo rodearon al instante, listas para atacar ante la más mínima intención hostil por parte del peliblanco.

 

El fuego de Umemiya también reaccionó ante la amenaza que representaba Takiishi. Ambos usuarios de poderes piroquinéticos se miraron fijamente por un breve instante, evaluando cuál sería el mejor movimiento con el que iniciar el combate.

 

Takiishi fue quien tomó la iniciativa, porque en un segundo estaba al lado de Endo y, al siguiente, se había lanzado hecho una furia contra Umemiya, quien intentó utilizar sus llamas para repeler el ataque.

 

Lo cual no funcionó del todo bien, debido a que Takiishi fue capaz de hacerlo caer al suelo con bastante facilidad. 

 

— ¡Hajime! ¡Detente, por favor! — gritó Shitara alarmado, intentando abrirse paso entre las llamas azules, pero estas no se lo permitían.

 

Su corazón no dejaba de palpitar con fuerza, y el arrepentimiento de haber llamado al peliblanco empezó a carcomerlo por dentro. Realmente no soportaba ver a Hajime salir lastimado; no le gustaba en lo más mínimo verlo llegar al límite en un intento desesperado por proteger lo que más ama.

 

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Los ataques de Takiishi eran intensamente ofensivos, cada golpe iba acompañado de una explosión de calor que hacía temblar el suelo mismo. Umemiya apenas lograba esquivarlos, y cuando lo hacía, su cuerpo le reclamaba con punzadas dolorosas que lo hacían perder el equilibrio. 

 

Sus reflejos se veían  disminuidos conforme la pelea seguía, y cada segundo que pasaba sus fuerzas se veían considerablemente reducidas.

 

A pesar de esto, Takiishi no mostraba misericordia alguna. Sus movimientos eran precisos y elegantes, como si supiera exactamente dónde golpear para debilitar a su rival.

 

Cada llamarada, cada estocada ardiente, parecía ir dirigida no sólo al cuerpo de Umemiya, sino a quebrar su espíritu.

 

— Te estás conteniendo. — murmuró Takiishi con la vista fija en él, sin perder el ritmo de sus ataques. — Tus llamas pueden ser más fuertes que eso. — dijo, antes de mandar nuevamente al suelo al líder de Bofurin luego de golpearlo fuertemente. 

 

Umemiya jadeaba con dificultad, su pecho subía y bajaba como si el aire le faltara por completo. Sabía que Takiishi lo estaba provocando, que quería hacerlo perder el control, y parte de él estaba cayendo en esa trampa.

 

Pero cuando quiso contraatacar de nuevo no pudo hacerlo, sus piernas ya no eran capaces  de mantenerlo de pie, y su cuerpo no paraba de temblar. La dificultad para respirar empezó a volverse más agobiante, siendo la señal inicial para que se diera cuenta de que estaba a punto de perder el poco autocontrol que aún le quedaba. 

 

— Parece que ya no puede levantarse, pero que pena. — comentó Endo con sarcasmo, mientras una inmensa sonrisa de satisfacción se dibujaba en su rostro por ver a la persona que más despreciaba en tan mal estado. — ¿Qué tal si posponemos el combate para después? Así él tendrá tiempo de recuperarse y pelear en serio contigo. Y yo también tendría la oportunidad de buscar a cierto mocoso. 

 

Aunque no lo mencionó directamente, Umemiya supo al instante de quién estaba hablando Endo. El nombre y la imagen de Sakura resonaron en su mente haciéndolo sentir aún más preocupado y agobiado de lo que ya estaba. 

 

— Ni lo pienses. — gruñó, y un latido de su energía se hizo presente en el aire como una poderosa onda de presión. Las llamas azules que lo rodeaban titilaban al compás de su creciente ira, pero no podía hacer mucho con el colapso acercándose cada vez más. — Si te atreves a tocarlo, te juro que no dejaré nada de ti para enterrar. 

 

— ¿Tanto cariño le tienes? — inquirió Endo con falsa preocupación, como si hubiera dicho algo que no debía. — Aunque no te culpo, después de todo… Es un ser tan puro, tan frágil, que sería una completa pena que se quebrara entre mis manos. — sus palabras crueles son acompañadas de una sonrisa retorcinada. — Además, su don me parece tan interesante, que quisiera probar hasta donde es capaz de llegar. 

 

A Umemiya le hubiera encantando responderle a Endo, tenía tantos insultos por decirle al pelinegro que seguramente nunca acabaría de expresar el desprecio que siente por él. Pero cuando hace el intento de decir algo, la sangre brota rápidamente de entre sus labios, lo que dificulta aún más su pesada respiración. 

 

— Vamos a volver. — Takiishi declara seriamente, confirmando de aquella manera lo que se había supuesto de una declaración de guerra en la azotea. — Para entonces… Espero que estés en una mejor condición. — declara, mirando sin emoción alguna al peliblanco, a quien ya le es imposible no evitar sentir un odio profundo hacia sus ex compañeros. 

 

Lo cual es singularmente peligroso con Endo cerca. 

 

— Hasta pronto, Umemiya… — se despide Endo con una sonrisa que pretende ser amistosa.

 

 

El peliblanco lo mira con un odio silencioso, una mirada cargada de resentimiento que ya no se molesta en ocultar.

 

 

 — Que tengas dulces sueños.  —  añade con una cortesía tan fingida que resulta cruel.

 

Apenas unos segundos después, un golpe invisible y brutal lanza a Umemiya hacia atrás. El mundo a su alrededor se distorsiona, deformandose por completo solo para causarle mucho más dolor del que ya estaba sintiendo. 

 

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El bullicio que lo envuelve es ensordecedor, caótico, penetrante. 

 

Hay distintas voces que no conoce, pero todos ellos gritan y lloran por alguna extraña razón. 

 

Todo le resulta tan familiar que no puede evitar sentir un dolor profundo en el estómago y en el corazón. 

 

Personas desesperadas corren a su alrededor, piden ayuda sin que nadie haga realmente algo para solucionar lo que sea que esté pasando. Umemiya apenas puede pensar, apenas puede respirar cuando siente algo cálido correr por su frente. 

 

Al llevar los dedos hacia esa zona y retirarlos, los ve teñidos de rojo. Sus manos comienzan a temblar ante lo familiar que empieza a resultar todo, pero es al alzar la vista cuando el temblor que experimenta se transforma en puro pánico y terror que le recorre el cuerpo entero. 

 

— ¿M-mamá…? ¿P-papá? — balbucea, con la voz hecha trizas, sonando más pequeño de lo que realmente es. 

 

Como si volviera a ser ese niño de nueve años que lo perdió todo en cuestión de segundos. 

 

Porque allí están, justo frente a él, los cuerpos de sus padres, inmóviles bajo las ruedas de un camión. 

 

Todo es exactamente igual a lo que sucedió aquella vez. 

 

Todo regresa a él con una precisión escalofriante: el sonido del metal retorciéndose bajo sus padres, el frío de la muerte llevándose consigo a las personas que amó profundamente con todo su corazón.

 

El dolor empieza a volverlo loco. 

 

La ilusión es tan perfecta que tanto su mente como sus emociones se quiebran, haciéndolo revivir su mayor tragedia.

 

Y entonces, su cuerpo reacciona en contra de sus propios instintos.

 

El fuego brota desde lo más profundo de su ser sin contención alguna. Su energía se transforma en llamas abrasadoras que lo envuelven por completo; no para protegerlo de una amenaza, sino para liberar todo el sufrimiento que arrastró desde aquella época, consumiéndolo desde adentro como un incendio voraz que está a punto de causar mucho más estragos de lo que hay a su alrededor. 

 

 

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Hay algo en el ambiente que se siente mal, y no es el hecho de que la ciudad huela a humo y que el caos reine en cada lugar en que voltean a ver. 

 

Es como una sensación incómoda que se aferra al estómago de Hiragi, aunque no es el único que se siente así. El junto al resto de reyes celestiales le han ido siguiendo el paso a Umemiya, dejarlo ir solo había sido una gran equivocación de parte de ellos. 

 

Sobre todo teniendo en cuenta a los posibles enemigos que ahora se enfrentaban.

 

— Estará bien, Umemiya-shi podrá mantenerse a salvo por el tiempo suficiente. — Mizuki intenta tranquilizarlo, mientras los cuatro corren tan rápido como le es posible. 

 

Tsubaki se mantiene sería y preocupada, Momose intenta apoyar las palabras de Mizuki, aunque a él mismo le tiembla la voz ante la posibilidad de que algo malo suceda. 

 

Hiragi decide no responder, solo se mantiene concentrado en el camino, con aquella creciente sensación de incomodidad haciéndose cada vez más fuerte con cada segundo que pasa. 

 

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Y por desgracia, sus malos presagios terminan siendo ciertos. Porque al llegar al orfanato, la imagen de Umemiya siendo rodeado por sus propias llamas hasta el punto de que su cuerpo entero está siendo cubierto por ellas no tarda en revolverles el estómago a todos. 

 

A lo lejos, podían ver cómo Shitara y el resto de las cuidadoras del orfanato intentaban acercarse, buscando desesperadamente que Umemiya reaccionara, pero nada de lo que hacían parecía funcionar.

 

Los gritos  del peliblanco son agobiantes; se escuchan súplicas, frases entrecortadas que retumban en el aire con la misma intensidad con la que sus llamas crecen descontroladamente a su alrededor. 

 

— ¡Umemiya! — grita Tsubaki, intentando acercarse, pero el calor es tan intenso que se ve obligada a retroceder tan rápido como le es posible. Aun así, una ráfaga de fuego le toca la piel, dejándole un par de quemaduras leves pero dolorosas en el rostro. 

 

— ¡No podemos tocarlo! ¡Nos quemaremos vivos si lo intentamos! — exclama Momose, sintiendo cómo el aire alrededor se seca con rapidez. 

 

Las llamas azules que normalmente responden al control absoluto de Umemiya ahora estaban completamente desatadas, como si fueran un reflejo de todo lo que está sintiendo. 

 

— ¡Está atrapado en una ilusión! — deduce Mizuki, entrecerrando los ojos, tratando de ver más allá del fuego. — ¡Esto es obra de Endo! ¡Hay que tratar de ayudarlo rápido!

 

Hiragi no lo piensa dos veces al escucharlo, con el corazón golpeándole con fuerza el pecho, avanza hasta colocarse lo más cerca posible del fuego. El calor intenta hacerlo retroceder, como a Tsubaki, pero él se resiste tanto como le es posible haciendo uso de su habilidad, endureciendo su piel para soportar las altas temperaturas y seguir adelante.

 

— ¡¡Umemiya!! ¡¡Escúchame!! ¡¡Estás aquí!! ¡¡Con nosotros!! — grita con toda la fuerza de sus pulmones.

 

Pero no sucede nada.

 

Umemiya sigue atrapado en su visión del pasado, sollozando y  suplicando como aquel niño que lo perdió todo, envuelto en un fuego que no distingue entre enemigo o aliado.

 

La escena les resulta desgarradora a los cuatro reyes celestiales, porque ver a Umemiya completamente consumido por su propio poder y su dolor, es bastante diferente a la imagen del adolescente alegre e inquieto que están tan acostumbrados a ver. 

 

— ¡¡Maldición!! ¡¡No puedo dejarlo así!! — gritó Hiragi con desesperación, y en un acto de completa determinación, endureció aún más su piel, provocando que se agrietara en algunas partes por el intenso calor. 

 

Se abrió paso centímetro a centímetro, soportando el ardor y el peso de la atmósfera que apenas lo dejaba respirar. 

 

— ¡¡Hajime!! ¡¡Por favor  despierta!! ¡¡Tú ya no estás solo!! — gritó con todas sus fuerzas, la voz quebrándose al ver la expresión de dolor y desconcierto en el rostro de su amigo. 

 

Las llamas respondieron violentamente ante su intento de acercamiento, alzándose como una marea azul que parecía querer devorar vivo al líder del escuadrón Tamon. Hiragi sintió cómo el dolor calaba rápidamente en sus huesos, pero no estaba dispuesto a retroceder, no hasta traer de regreso a su molesto amigo. 

 

— ¡¡No lo dejes ganar!! — continuó, su rostro ahora estaba cubierto de ceniza, sus brazos se aferraron con fuerza a Umemiya, sin importarle en lo más mínimo el daño que se estaba causando a sí mismo. — ¡¡HAJIME!! ¡¡MIRA A TU ALREDEDOR!! ¡¡YA NO ESTÁS EN ESE DÍA MALDITO!! — grita, su voz quebrándose al final por el intenso dolor que empieza a sentir.  — ¡Tus padres ya no están aquí… pero NOSOTROS sí! ¡Tú tienes una familia nuevamente! 

 

A pesar de su esfuerzo, Umemiya seguía sollozando; su cuerpo no dejaba de temblar y consumirse cada vez más. Todo a su alrededor comenzaba a estremecerse, distorsionándose por culpa del intenso poder de las llamas del peliblanco

 

— No… no puedo… otra vez no… M-mamá… P-papá… — sollozó fuertemente, solo para que Hiragi lo tomara del rostro, obligándolo a qué lo viera por fin a la cara. 

 

Hiragi sostuvo su rostro con ambas manos, ignorando por completo el ardor que le quemaba la piel. El dolor también es evidente en su rostros, pero sigue resistiendo, sabiendo que no podría perdonarse nunca si algo terrible le sucediera a Umemiya. 

 

— ¡Mírame, Hajime! — exigió, con la voz ronca de tanto esforzarse. — ¡¡Estoy aquí!! ¡¡Somos nosotros, tus amigos, tu familia!! ¡¡No estás reviviendo ese momento, estás dejándote consumir por él!! 

 

Umemiya parpadeó, su mirada borrosa oscilando entre el rostro de Hiragi y la escena distorsionada que su mente seguía proyectando con brutal realismo. Aún veía la silueta de sus padres, aún escuchaba el crujido del metal y el escándalo que se formó en aquel día fatal.

 

Pero la voz de Hiragi, su esa voz era real lo único que real que escucha dentro de su cabeza. 

 

— Yo… no… — tartamudeó, sus labios agrietados dejando escapar un hilo de sangre, que se consumió casi al instante por causa del calor. — Yo no puedo perderlos a ustedes también…

 

— ¡Y si te dejas vencer ahora mismo, nos vas a perder de verdad! — gritó Hiragi, sacudiéndolo con la poca fuerza que le quedaba. — ¡¡Todo te necesitamos!! ¡¡Takiishi y Endo siguen ahí afuera dispuestos a causar más daño del que han provocado!! ¡¡No puedes rendirte!! ¡¡No después de todo lo que has construido!! 

 

Las llamas azuladas vacilaron, tambaleándose como una vela que empieza a ser azotada por   el viento. El rugido del fuego se suavizó levemente, lo justo para que Mizuki, Tsubaki y Momose pudieran respirar con cierto alivio. 

 

— ¡Está funcionando! — gritó Mizuki. — ¡¡Está reaccionando!! 

 

— ¡¡HAJIME!! — Tsubaki también gritó con todas sus fuerzas desde la distancia. — ¡¡Vuelve con nosotros, idiota!! ¡¡Si te pasa algo malo, Kotoha nos va a matar a todos por no haberte cuidado!! ¡¡Y yo también te mataré si nos dejas!! — aunque sus palabras no tenían coherencia alguna, la desesperación del momento le hizo decir todo aquello. 

 

— ¡¡Si aún puedes escucharnos, entonces regresa con nosostros!! — se unió Momose, con el rostro completamente desencajado por la angustia.

 

Umemiya los oyó atentamente a todos. 

 

Oyó sus gritos, sus súplicas, el cariño que ellos sienten por él. 

 

Y algo en su pecho, algo que le había estado impidiendo respirar con normalidad, finalmente comenzó a dejarlo en paz. 

 

Las siluetas de sus padres, aún proyectadas por su mente, comenzaron a desvanecerse lentamente, como niebla iluminada tras una intensa tormenta. La escena del accidente, el sonido del camión, la sangre, los gritos, todo empezó a desmoronarse lentamente dentro su mente. 

 

— Hajime… — escucho la voz de sus padres, siendo tan suave y tranquila como la última vez que los escucho. 

 

Cómo la última vez que los vió sonreír tras haberse sacrificado para que él tuviera una nueva oportunidad de seguir viviendo. 

 

Vivir.

 

Él debía seguir viendo por ellos y por todos aquellos que ahora forman parte de su familia. 

 

La realidad golpeó a Umemiya como una ola de agua fría. Todo su cuerpo se estremeció, y sus llamas, por fin, comenzaron a ceder, colapsando entre sí mismas  antes de disiparse en un vórtice de vapor. 

 

Umemiya no pudo mantenerse de rodillas por más tiempo; su cuerpo estaba exhausto, temblando sin control. La piel de Hiragi mostraba graves quemaduras, su ropa estaba chamuscada y sus brazos cubiertos de ampollas que lucían dolorosas. 

 

Aun así, ninguno de los dos se soltó del otro, y juntos cayeron al suelo con un golpe seco.

 

Ambos son cubiertos rápidamente por las chaquetas de sus compañeros, tienen especial cuidado en cubrir el cuerpo desnudo de Umemiya, quien apenas tiene fuerzas para mantener los ojos entreabiertos. 

 

Los escucha hablar y sollozar a todos, incluso a Shitara, que se ha acercado rápidamente a la escena. Todo se siente demasiado pesado para él, y lo único que quiere es dormir hasta que sus fuerzas regresen por completo o hasta que el fuego de su voluntad vuelva a arder en su interior. 

 

 

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Notes:

Amo a Endo, y la aparición de Takiishi en el último capítulo del manga casi me hizo gritar de emoción en el trabajo.

Quiero traer mucho contenido de esos dos, solo tengo que ordenar mis ideas y empezar a escribir como una mujer poseída.

Notes:

Estoy pasando por una leve crisis creativa, no puedo concentrarme como quisiera en las historias que tengo actualmente en proceso, así que, crear historias nuevas y cortas es mi forma de salir de este maldito bloqueo creativo en el que me encuentro.

En fin, espero que esto les guste. <3