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Capitán Britt Log & Teniente Spring Sigmund

Summary:

En dos ocasiones, mientras Lotus y Helios paseaban en los alrededores de su nuevo hogar, encontraron en su camino al famoso Capitán Britt Log.
Tanto él como su fiel teniente parecían unos chicos interesantes... aunque las circunstancias en las que se conocieron no fueran las mejores.

[Secuela de "Regalo de cumpleaños"]

Chapter 1: Capitán Britt Log [Parte 1]

Notes:

Qué tal :D Sé que me tardé en subir esto, pero es que estuve ocupada con otras cosas. Aún así, sabía que había quienes querían verlo, aunque fueran pocos, porque aman a Log... y quién soy yo para negarles su presencia~

Esta parte está dividida en 2 para que no quede muy larga. La parte donde aparece Ziggy y tiene una escena medio picante es la tercera.

Los que leen "Jardín de lotos" deben saber que esto es del post-final, o sea, está ubicado al final del fanfic. Y sí, el fanfic principal no fue terminado, así que muchas cosas que se comentan aquí pueden contar como spoilers. Sin embargo, por la falta de contexto quizá no cuente tanto, no sé, depende de ustedes(?) No es como que yo me esforzara mucho en mantener el misterio con lo que sucedería en capítulos posteriores, así que no me haré la misteriosa xD

Gracias a Misa por escribir esto conmigo~

Chapter Text

El sol todavía estaba en el cielo y la tarde algo fresca. Los primeros indicios del otoño acercándose a Francia podían sentirse en el ambiente, creando un día ideal para poder salir a pasear.

Helios así lo había supuesto cuando se quedó observando por la ventana esa mañana, aunque no había esperado que su novio insistiera en que se pusiera algo bonito para poder salir un rato, decisión que todavía seguía cuestionando aun cuando estaban afuera dando sus primeros pasos lejos de la mansión.

—Oye, Lotus. No es que no agradezca que me saques un rato a pasear, es solo que... ¿Y qué si la tal Juniper me ve? ¿No pensaste en eso?

Hasta donde él recordaba, se supone que la gracia de seguir escondido era seguir así hasta después del cumpleaños de Juniper. Para eso ya no quedaban más de un par de días, pero de todos modos a Helios se le hacía sorprendente que apenas hace poco la bruja comenzara a pasársela en cama.

Sin duda era una mujer muy resistente... o todas las brujas solo sentían el peso de su edad en la última semana, quién sabe.

—Ella nunca sale de su cuarto ahora que mamá y mi viejo la atienden, no te preocupes. No te hará mal salir un rato, respirar aire fresco... Y es bueno para tus flores. No puedes pasártela encerrado.

Incluso él podía reconocer eso fácilmente, aún si no era el fan número 1 del mundo exterior. Con sólo recordar la frecuencia con la que solían recorrer Mundo Eterno a pesar de su deplorable estado y las demás complicaciones pasadas de por medio, le era fácil saber que el floricultor sí que apreciaba salir a tomar algo de aire ocasionalmente, algo que apenas ahora podían permitirse dada el decadente estado actual de la bruja de madera.

—Me hablas como si yo fuera el ermitaño aquí.

—Tómalo como un gesto de un lapel preocupado. Y lo digo en serio. No me gusta que te la pases encerrado. En Umbriel lo puedo entender, porque no había diferencia entre estar afuera y adentro, pero... Aquí hay sol, viento, un cielo azul, lluvia... Todo lo que te ha estado haciendo falta.

Todo lo que podía ver que el humano había estado anhelando y solo ahora podía concederle completamente. Todavía podía recordar ese brillo ilusionado en sus ojos apenas pusieron sus primeros pies en aquel mundo.

Helios necesitaba esto más de lo que nunca admitiría en voz alta.

—Hm, es verdad.

Helios nunca pensó que Lotus sería quien le aconsejara y hablara sobre las maravillas de pasar tiempo afuera, en contacto con el sol y la naturaleza, aunque no iba a quejarse por ello. Al final, sabía que solo era otro de sus dulces gestos. Como lapel, no dejaba de ser alguien atento y que tomaba en cuenta todo, y si se había tomado las molestias de sacarlo de la casa a pesar del riesgo que Juniper implicaba, lo mínimo que podía hacer era aceptar el gesto ya que había funcionado.

—Prefiero arriesgarme a sacarte un rato que tratarte como a una mascota que un niño esconde de sus padres —incluso le ofreció su brazo en pos de intentar guiar su paseo, daba igual si en el fondo sabía que no era el mejor para la tarea.

Al menos con el humano presente las posibilidades de perderse o volver a ser molestado por algún lustrabotas disminuían considerablemente.

—Bueno, si es así... —Helios sonrió, tomando su brazo para seguir caminando—. Llévame a conocer la ciudad. Se veía magnífica desde el primer día y no tuve tiempo de verla mejor. Seguramente es preciosa.

Se había tomado un recorrido el primer día que estuvieron allí, pero uno muy corto y superficial que no le permitió curiosear por completo su nuevo hogar y todo lo que tenía para ofrecer. Aprovechar este día para hacerlo los beneficiaría mucho a ambos, a Lotus más que a nadie.

—Te gustará. Incluso... eso me ayudaría un poco —y, por si acaso, traía aquel mapa que Juniper le regaló en su bolsillo.

Aun así, nunca estaba de más intentar poner a prueba su propia memoria y sentido de orientación. Se trataba de la ciudad donde viviría a partir de ahora, no debería estar dependiendo de otros o de un trozo de papel para siempre.

—¿Lo dices por eso que te pasó el otro día: cuando te perdiste y la policía te tuvo que salvar? —incluso después de meses de esa experiencia, era imposible olvidarlo si siempre veía a Lotus repasando el mapa antes de salir de la casa.

—No te rías. ¡Sí que me asusté esa vez! —y todas las veces siguientes que continuó perdiéndose por intentar llevar a cabo algún mandado para ayudar en casa.

—Tú te asustas por todo.

—No es verdad. ¡Y tengo una buena excusa! ¿Ves esos árboles de ahí?

Lotus los señaló. Esos árboles estaban a tan solo unos metros de distancia, con troncos tan oscuros como la noche y unas hojas completamente anaranjadas a pesar de ser apenas inicios de otoño. Sin embargo, eso no era lo más destacable de los mismos, sino ciertos papeles que adornaban parte de sus troncos y alrededor de las pequeñas vallas que los rodeaban.

—¿Estos? —Helios alzó una ceja una vez se acercaron a uno de los dichosos árboles—. ¿Qué sucede con ellos?

Ni viéndolos de cerca notaba algo particular más allá de su color, cosa no muy impresionante si tomaba en cuenta que en otros mundos existían tantas variedades preciosas de árboles, en forma, color y tamaño, habiendo tantos que superaban a estos en ser llamativos a la vista.

Por supuesto, estaba la posibilidad de que lo raro de aquellos árboles no fuera precisamente su apariencia, sin embargo las suposiciones de Helios no estaban ni cerca del verdadero motivo de Lotus para sentirse incómodo alrededor de ellos.

—¿Ves los talismanes pegados a los troncos? No sé bien para qué son, pero... Deben estar sellando algo dentro. A veces escucho susurros provenir de ahí.

Helios miró el talismán con escepticismo, y luego devolvió la mirada a su novio. Personalmente, no podía escuchar nada de lo que Lotus decía, al menos no cerca de ese árbol. Sí admitía que el aura alrededor de este era un poco pesada, pero... nada más. ¿Bastaba eso para creerle a su lapel? Sí, pero la idea de molestarlo seguía siendo muy atractiva.

—¿De nuevo tu esquizofrenia, Lotus?

Lotus hizo una mueca de molestia. No se lo estaba imaginando ni inventando, genuinamente había escuchado algo cada vez que caminaba cerca de esas cosas. Era algo tan aterrador como enigmático, a diferencia de la directa alusión de su poca cordura como el humano intentaba señalar.

—¡Oye!

Helios no contuvo una risa descarada por ello. Las oportunidades para fastidiar a Lotus eran tan escasas que debía aprovecharlas siempre que estuvieran a su alcance.

—Qué rápido te alteras —tras haberse mofado lo suficiente, decidió acercarse otro poco al árbol, intrigado por el sello y los símbolos dibujados. Por lo que creía reconocer, eran kanjis antiguos como los que Lotus usaba para sus talismanes, aunque... diferente. A simple vista no podía reconocer su significado o utilidad—. Me recuerda al talismán que hiciste para mí, pero... Es un poco diferente. ¿Crees que...?

Toda suposición o pregunta quedó en la nada en ese instante, cuando una voz más joven los detuvo.

—¡No toquen eso!

—¿Uh? —en ese momento, la pareja se giró en dirección de donde la voz provino. Helios no pudo evitar casi hacer una mueca de sorpresa ante lo que veía.

Rubio... ¿Y ojos rojos? Se trataba de un niño, un adolescente quizá, cosa que asumía gracias a su estatura cercana a la suya y a esa combinación de rostro y voz infantiles a más no poder.

Aun así, lo que más llamaba la atención aparte de su cabellera rubia y uniforme, era ese par de ojos de color rubí, tan místicos y particulares como solo los seres mágicos podían tenerlos. Y ya que esta ciudad tenía a varios de ellos viviendo tranquilamente... ¿Debía suponer que estaban ante un hechicero?

Puede que lo supieran más adelante, porque, ajeno a la curiosidad que estaba despertando en la boutonniere, el recién llegado estaba más preocupado por aquello que lo hizo llamarlos en primer lugar.

—Por favor no toquen eso. Podrían salir lastimados —advirtió amablemente, cerciorándose con una mirada rápida que el sello siguiese intacto y en su sitio. Una vez lo confirmó, suspiró aliviado—. Menos mal que precisamente estaba terminando de hacer el recorrido por la zona.

Ya le parecía que tenía que ignorar todos los consejos de su amigo por tomarse un descanso. Hizo bien en seguir su instinto y asistir al trabajo como siempre, incluso si no tenía nada importante que atender, porque al fin y al cabo puede que haya evitado una tragedia. ¡Otro día donde Britt Log tenía razón en algo!

Trataría de recordar comentárselo a cierto compañero gruñón solo para jactarse de haber elegido sabiamente, por el momento... sentía más curiosidad por el par de adultos jóvenes frente a él.

¿Dos hechiceros? Dos y de una sola sentada. Este no era un hallazgo muy común, al menos no que él pudiera recordar.

—Uh... ¿Los he visto antes?

¿Un niño? Sus ojos... ¿Un hechicero come flores? Hijo de... ¿Él no es ese chico del cual tanto hablan? Miles de preguntas golpearon la mente de Lotus tan solo de ver al recién llegado, así como rápidas conclusiones y teorías alrededor de la verdadera identidad del adolescente, quién continuaba hablando con ellos.

—Lo siento, me temo que no.

Mejor si no se entera de lo que pasó con la policía. No quiero parecer un idiota delante de un niño. Por no mencionar que cabía la posibilidad de haber olvidado cualquier mención o encuentro previo, algo que esperaba no hubiese sucedido mientras cruzaba los dedos por detrás de la espalda de su butonia.

Log ladeó ligeramente la cabeza. Con todo y su pésima memoria, quería creer que recordaría haber visto a dos hechiceros nuevos en el pueblo. Todo lo que necesitaba para aferrarse a esa teoría era tomar en cuenta la dirección de su paseo y el origen de este mismo.

—Oh, ustedes salieron de la mansión de la señorita Juniper, ¿verdad? —no los había visto salir directamente de allí, pero tenía esa corazonada.

Lotus asintió. —Sí, de ahí venimos.

¡Ahhh, qué suerte tengo!~ Confirmarlo solo lo hizo asentir. Desde ahora necesitaba controlarse o delataría demasiado su interés al respecto.

—Escuché que contrajo matrimonio con tal de no ceder su propiedad al gobierno una vez fallezca.

Por supuesto, esos solo eran chismes. La señora Juniper era muy popular por variados motivos, pero más que nada por esa mansión vacía que se negaba a aceptar visitas o inquilinos. Era pan de cada día que hubiese historias poco fiables respecto a ella y su vida personal, pero desde hace meses no se dejaba de comentar que ciertas personas habían ingresado a la mansión con su permiso, y luego estaba el típico "un amigo de un pariente de un vecino me dijo que..." que se resumía en que alguien del registro civil había presenciado la unión de aquella bruja y alguien.

Personalmente, no quería asumir que era por eso. Se decía que Juniper era una mujer complicada, y sus motivos debía tener para dejar que ciertas personas convivieran con ella. ¿Y si eran familia? ¿O conocidos?

Para su sorpresa, las palabras de Helios solo confirmaron aquel rumor que tan dramático parecía.

—Los chismes sí que vuelan por aquí —aunque, a juzgar por el tamaño del pueblo, Helios no estaba sorprendido por ello.

—Entonces es verdad.

—Ah, sí... Es verdad —reafirmó Lotus.

Decir que Log estaba asombrado era quedarse corto, especialmente cuando veía nuevamente a esos dos chicos, sin ni un solo rastro de acercarse ni de lejos a la edad de la bruja de madera. Eh, pero eso no les restaba mérito en su hazaña.

—¡Felicidades!

Se merecían esas palabras. Con lo gruñona, amargada y distante que decían que era esa bruja, todos sostenían que solo un milagro le traería al hombre de sus sueños... o mujer, no sabían.

—¿Qué? —la confusión de Lotus no tardó en salir a la luz.

—Es un clásico. Pescar a alguien tan joven~

Log solo podía chasquear la lengua con diversión y negar con la cabeza, suponiendo que este era el descubrimiento del siglo: a la señora Juniper le gustaban más jóvenes que ella.

Decían que eso era común cuando se tiene mucho dinero, y, en lo que a Juniper respectaba, sí que le sobraba. ¡Quién lo hubiese esperado de un afortunado hechicero!

—¿Quién de los dos fue? —le intrigaba mucho descubrirlo, casi tanto como a la joven pareja les espantaba la idea.

Espera ¿Acaba de sugerir que...? La sola suposición era tan escandalosa como errónea, provocando un escalofrío involuntario en el mago antes de aclarar el error de inmediato.

—¡¿Qué?! ¡Nosotros no! Fue mi viejo.

Por su parte, Helios se quedó callado. No había visto a Juniper de cerca, ni siquiera de lejos como para conocer su aspecto, pero la sola idea de terminar casándose con una mujer mayor adinerada... No necesitaba ni aclarar por qué le repugnaba y traía malos recuerdos, ¿no? Claro, no es algo que fuera a comentarle a aquel chiquillo curioso, que solo estaba adivinando en base a lo poco que sabía.

—Oh, eso explica todo. Ustedes se ven muy jóvenes como para casarse con una mujer de 129 años. ¡Claro! Haha... —en parte, el rubio no podía evitar pensar que era una lástima que no fuera así. ¡Habría tenido un buen chisme para llevarle a sus amigos! Ziggy últimamente estaba harto de enterarse de chismorreos aburridos en la oficina policial, así que esto podría haberlo interesado al menos un poco—. Entonces... son sus hijastros. Más sentido. Buena táctica.

Dichoso el giga que había pescado a esa bruja, entonces. Mas, si bien acertaba con eso, hubo otro error del cual no se había dado cuenta hasta que notó la confusión en el rostro del floricultor.

—¿Hijastros?

—Pues claro. Si su padre se casó con la señorita Juniper, ustedes vienen a ser sus hijastros —era lógico, pero no era el caso.

Helios se quedó un momento en silencio, mirando a su novio de reojo solo para intentar buscar algún parecido con él. —¿Parezco hermano de este bobo? —esta era la primera vez que alguien suponía algo como eso, y ni siquiera se había presentado con su nuevo apellido.

—¿No lo eres? Perdona. Es que como veo que los dos son hechiceros... supuse que eran familia —solo era una teoría, pero a lo mejor no todos los hechiceros que iban juntos eran hermanos, ¡él y su amigo eran el ejemplo de ello!

Oh, sin embargo ahí no se terminaban sus errores.

Esta vez, el humano parpadeó como procesando esas palabras. —¿Hechicero yo?

¿Cómo es que este chiquillo llegaba a la misma teoría que tantos otros? Es que esta no era la primera vez que algún habitante del pueblo asumía que era un hechicero. Su primer día y único recorrido en la ciudad terminó con muchos dándole a entender que interactuaban con un mago o hechicero, y si bien las dos primeras veces fueron divertidas, que más gente lo hiciera era extraño.

Que sí, era floricultor, pero eso no significaba necesariamente que era de las razas mágicas, ¿verdad? ¿Será que muchos del poblado no lo sabían? Le extrañaba que viéndose tan informados del tema pensaran eso, sin embargo se equivocaba.

Era algo más lo que parecía confundir a otros. Lotus miró a su butonia con una extraña mezcla de diversión y ternura debido a la evidente causa detrás de ello.

Oh, podría perdonar al niño por sus garrafales errores deductivos solo por el halago indirecto a la mágica mirada de su butonia.

—Hahaha, no, no... Él es humano —explicó, tras esconder una leve risa tras su mano.

—¿Ehhh...? ¿En serio? ¡Vaya! ¡Con esos ojos que tiene nunca lo hubiese imaginado! Juraba que era un hechicero —Log estaba genuinamente sorprendido. Tantas personas que había conocido y ni una sola que fuese de la raza humana y tuviera ojos que solo alguien de su raza podría aspirar a tener.

¿Sería hijo de algún mago y hechicero con una humana? Qué intriga.

Helios suspiró. No negaba que se sentía algo halagado, solo seguía un poco abrumado. —¿Por qué todos siempre dicen eso?

—Te lo dije —Lotus respondió, dedicándole una sonrisa—. Tienes dos gemas por ojos~

Que más personas hubiesen caído en la misma conclusión solo era prueba de la veracidad de sus palabras, así como otro punto para aquella teoría donde imaginaba que su prometido pudo haber sido un hechicero, solo que Dios lo había robado antes de ello.

Una lástima, a decir verdad.

—Bueno, entonces tú debes ser su amigo, hahaha~

—Me temo que tampoco eso —sin más, Lotus pasó su brazo por la cintura de Helios para traerlo un poco más cerca, sin ocultar su orgullo y diversión en tanto corregía una vez más al joven—. Él es mi novio, mi butonia.

No había razón para ocultarlo, especialmente en un mundo donde la gente ya había probado ser lo suficientemente madura y educada como para no llevar a los demás a la hoguera porque sí, lo cual ya era bastante superior a lo que podría haberse esperado de Umbriel en su mejor momento.

—¡Oh! ¿En serio?

Si Log no lo había notado antes no era realmente porque se trataran de dos chicos, sino porque el patrón floral que veía en los ojos del azabache lo delataban como un come flores, y de ser una boutonniere... ¿No llevaría una bouquet? Era lo más común de ver en parejas así, mas a veces olvidaba que no todos cumplían esas tradiciones al pie de la letra.

Helios, no obstante, solo podía esperar que ese descubrimiento no fuera la gran cosa, al menos no para el niño. —¿Algún problema?

—Para nada, es que... Hahaha, me recuerdas a un amigo mío~

Quizá por eso también decidió creer que eran amigos. Ese rostro serio, la condición floricultora... no podía evitar que de alguna manera la imagen de su fiel compañero llegara a su mente.

Curioso cuanto menos, más que nada para Helios, quien no sabía cómo interpretar ese comentario.

—Bien, bien... —Log decidió retomar el tema de antes—. Entonces tú eres el único afortunado de heredar esa mansión, haha.

Bueno, eso hacía que el blanco se volviera todavía más pequeño y requiriera una mayor precisión, aunque eso no le molestaba en lo absoluto.

Lotus asintió, alzando una ceja con curiosidad. —¿Por qué tengo la sensación de que este lugar te interesa mucho?

Incluso, ante el la duda ajena, el chico no se mostró para nada nervioso, tomándoselo con total naturalidad. —Oh, lo notaste a la primera.

—No disimulas mucho, tampoco —rero, siendo sincero, Helios lo prefería así. Puede que no tuviera mucha experiencia tratando con los más jóvenes, pero estaba seguro que ni así se consideraba muy paciente.

—¿No? Qué vergüenza~ Pero sí, más o menos me interesa —y explicar el por qué no le molestaba. No sería la primera vez que hablaba de este tema con otras personas, y de todos modos no era secreto que el gobierno tenía en mente llevar a cabo un proyecto más o menos similar—. Verán, ese lugar está en los posibles lugares de preferencia para mi puesto que lentamente voy formando. Yo lo llamo 'cuartel'. De momento comparto oficinas con la policía.

No negaba que era un buen lugar para hacerlo... si solo fuera más grande y hubiese oficinas disponibles. Compartir el edificio con otro grupo los obligaba a manejarse por horarios muy estrictos que a veces no funcionaban para todos, llevándolos a malentendidos y situaciones incómodas que dificultaban la jornada laboral para absolutamente todos, con la policía incluida en esto.

Eran problemas que no existirían si él y los demás empleados tuviesen su propio lugar de trabajo, cosa que estaba en proceso de resolverse... para dentro de más tiempo del cual podía esperar.

Aquella explicación resultaba, sin lugar a dudas, en un objetivo entendible para el joven visionario que se preparaba para ejecutar uno de sus más ambiciosos planes a futuro... Aunque la atención del Lotus se detuvo en un detalle en particular que arraigó el pánico desde lo más profundo de su ser.

O SEA QUE SÍ ME PUDO HABER VISTO ESA VEZ. ¡QUE NO SE DÉ CUENTA! Rezó por lo bajo porque de ser el caso, el niño lo recordara ni nada por el estilo. No necesitaba volver este encuentro en algo vergonzoso.

—H-Hahaha... Ya veo... ¿Y tú te llamas...?

Eso, Lotus. Cambia el rumbo de la conversación sin ser demasiado obvio.

Para su suerte, tal estrategia dio frutos de inmediato, a juzgar por la expresión asombrada del adolescente.

Siendo el caso, no era raro que no supieran su nombre, no obstante, Helios tenía una teoría más plausible en mente.

—Dudo que ese sea el problema. Seguro él escuchó tu nombre y se le olvidó —viniendo de Lotus, raro sería que recordara los nombres de gente que ni conocía.

—Tal vez. Y-Yo solo conozco a la policía por el momento, igualmente. No he salido mucho —todos esos factores combinados de todos modos le daban excusas suficientes por sí mismas para explicar su desconocimiento total sobre este chico, aunque al menos eso le daría la oportunidad de presentarse.

—Oh, entiendo. Bueno, me gusta presentarme —el joven rubio se encogió de hombros antes de carraspear la garganta y adoptar unos aires más solemnes—. Soy un capitán de un futuro cuartel de protección y detención de criaturas no humanas. Me llamo Britt Log.

—¿No es un poco extenso ese título? —el nombre resultaría sencillo de recordar para Lotus, aunque no creía poder decir lo mismo del peculiar título presente previamente.

Log hizo un gesto con la mano para no mostrar importancia a ello. Siempre se mostraría orgulloso de presentarse de esa manera. Ni siquiera el comentario del otro mago podía desanimarlo, y menos cuando Helios se sintió obligado de intervenir para decir lo obvio.

—Oye, si yo fuera capitán de algo tan genial, también lo presumiría —vamos, que era un desperdicio tener semejante título y no mencionarlo cada dos por tres. Posiblemente él haría lo mismo si solo tuviese una carrera o trabajo del cual enorgullecerse.

Siempre podía presentarse como Kuru Helios a secas y con eso sería suficiente. Presumir lapel ya le parecía una manera efectiva de inflarse el ego.

—¡Así es! De todos modos le dije a mí mej- digo... a mi teniente, que pensara en algo mejor —por poco la patinaba. Estaba seguro de que a Ziggy no le habría importado, pero desde que trabajaban para el gobierno estaba acostumbrándose a ser más formal cuando estuviese en horario laboral—. Me dijo 'luego de consultarlo con la almohada', y eso no ha sucedido. Luego, si lo recuerdo, debería recordárselo.

Posiblemente no sucedería. Aquel dormilón hechicero preferiría dedicar todo su tiempo a echarse siestas eternas antes que pensar en cómo resumir sus presentaciones. Conociéndolo, soltaría algo como que se presentara con su nombre y ya está.

Ah, el encanto de ese floricultor era su simpleza, sin duda.

No te distraigas, Log. Este no era el momento ideal para ponerse a pensar en su floricultor, tenía que prestar atención a los recién llegados, cosa que no era muy difícil cuando solo tenía que hablar un poco sobre su trabajo.

—Pero te ves tan joven... —Lotus murmuró, mirándolo de pies a cabeza—. ¿Qué edad tienes? Debes tener grandes méritos si ya eres capitán.

Una parte de sí se preguntó si quizás el tal Britt Log simplemente no lucía joven cuando en realidad no lo era tanto. Podría suceder, el caso de los habitantes de Umbriel a veces era un ejemplo al compararlo con aquellos de mundos ajenos

—Nada fuera de lo normal —dijo el más joven con naturalidad—. Matar demonios a más no poder, ser capaz de sanar a otros y a mí mismo, ser mago... Eso último creo que logró interesar a mis superiores junto con el hecho de que poseo una envidiable capacidad y talento para cumplir a la perfección lo que me ordenan, me propongo, y debo hacer para asegurar que este mundo... No, esta ciudad, sea un lugar completamente pacífico. ¡Ah! Y ayudar a todas aquellas personas víctimas de demonios y las brujas hijas de estos. Los ayudo y los rescato desde hace... unos tres meses.

Sí, nada fuera de lo normal para Britt Log, porque la boutonniere no pensaba como él.

Válgame... Helios no sabía si sentirse fascinado o preocupado. Con lo peligrosos que eran los demonios y el terror que le daban después de esa horrible experiencia en Mundo Eterno, ¿cómo podría considerar estar cerca de uno tan siquiera? Y este chico que seguramente ni a los 18 años llegaba ya se había enfrentado a varios de ellos y estaba en pie.

Si era algo bueno o malo... No podría opinar con seguridad. Britt se veía de lo más tranquilo mientras hablaba del tema, como quien hablaba de su vocación.

—Y no querrán escuchar las historias detrás de ello —aseguró—. Me ha cambiado mucho, realmente. Y ni les digo cómo he llorado con sus relatos, pero eran más bien lágrimas de soldado, quieto y firme.

Bien decían que más ayudaba moviéndose para hacer valer los derechos de las víctimas que llorando con ellas. Lo psicológico ya no era su labor, aunque eso no quisiera decir que no se sentía tocado por cada  triste historia que se contaba en la comisaría.

Lotus se tuvo que contener de no mostrar su consternación.

Log realmente había pasado y enfrentado mucho, por lo que su edad era solo un adorno detrás de todas las experiencias que iba arrastrando, mismas que suponía solo debían ser la punta de iceberg, por la manera ligera en las que las mencionaba. Su determinación era tan palpable como su perseverancia; de aquella digna de niños hablando de sus sueños para el futuro; combinándose al mismo tiempo con la seguridad propia de las palabras de un adulto.

Nada de lo que Lotus haya conocido antes y que dudaba haber podido aspirar alguna vez.

Y yo que a su edad seguramente estaba tragando libros a más no poder.

—Vaya... Entonces eres... ¿Alguien pacificador? —lo dudaba, pero nunca estaba de más preguntar. El tipo de lucha a las que, adivinaba, el pequeño capitán se enfrentó y enfrentaría, no eran algo tan sencillo para que la paz fuese la respuesta, y ciertamente, Lotus no veía nada discordante en ello.

—Hm, no lo creo. A veces. Pero más que nada, hago justicia —si irse por el camino pacifista fuese tan común, no necesitarían reclutar a tantos como él. Enfrentarse a brujas o demonios no era una tarea que pudiese dejarse en manos de otros humanos tan a la ligera, por variadas razones.

Razones que no valía la pena explicar.

—Ohhh —soltó Lotus, en un tono bajo.

Bien, ahora mínimamente sabían de qué trabajaba el supuestamente famoso chiquillo que daba vueltas por la estación de policía. Si no lo olvidaba, intentaría preguntar al policía del Mundo animal la próxima vez que lo viese.

 

—Ese es mi trabajo. ¿Cuál era tu otra pregunta? —Log olvidaba fácilmente cuando le tocaba explayarse demasiado para dar una sola respuesta, así que necesitaría que le refrescaran un poco la memoria.

Lotus no cuestionaba eso. Era el último digno de señalar al otro con el dedo por ello, aunque reveló más de Log de lo que parecía a simple vista.

Definitivamente era un mago, no un simple hechicero.

—Eh... Qué edad tienes y hace cuánto haces esto.

—Desde mis 14 años. Pero... ¿Te refieres a manera profesional?

¡¿ESTE CRÍO TIENE 14 AÑOS?! Bien, si antes a Helios le preocupaba notar que el chico era algo joven en comparación a ellos, ahora más lo estaba. Con sus diecinueve años ya encima, le costaba no verlo como algo más que un niño, daba igual cuantos títulos y hazañas pudiese tener de evidencia.

Pero eso no era lo más impresionante de todo, sino cierto detalle que no se le había pasado por alto sobre todo lo que ya habían hablado.

—Qué... Momento, ¿dices que antes también hacías esto?

—Así es —Log asintió con una sonrisa calma, solo logrando que el humano se quedara más abrumado.

A su lado yo me quedo pequeño... Lotus tragó grueso, sintiendo una extraña mezcla de admiración e incomodidad. No por celos ni nada por el estilo, solo... Que le fue imposible para su mente el preguntarse cuántos problemas pudieron haber arrastrado a alguien aún más joven del chico que ahora les hablaba a una tarea evidentemente riesgosa y llena de experiencias nada agradables.

Su cabeza nunca decepcionaba a la hora de sobrepensar escenarios así de deprimentes... Aunque hizo un esfuerzo por ignorarlo.

—Increíble... ¿Y qué haces ahora?

—Oh, simplemente estaba sellando algunos demonios dentro de estos árboles.

—...E- Espera. ¿Dices que estos árboles son...? Oh... Ooohhh.

Cada pieza encajó en su cabeza de inmediato, desde la existencia de los talismanes hasta aquellos susurros aterradores.

Eso explicaba todo… al menos para él.

¿Sellar demonios dentro de árboles...? El humano solo se sentía cada vez más confundido en medio de esto. No sabía si se debía a que ambos presentes eran magos y todos compartían pensamiento por una red telepática mágica, pero se sentía demasiado fuera de la conversación cuando no comprendía el gran dilema alrededor de los árboles.

—¿'Oh'? ¡¿'Oh', qué?! ¡Yo me quiero enterar!

Que Helios no lo entendiera no resultó en una sorpresa para Lotus, siendo que la verdad y naturaleza detrás de todo no podría considerarse un bien común que cualquiera pudiese manejar, pero a él no le molestaría explicar más tarde a detalle.

—Después te explico bien, butonia. Pero, en resumen, estos árboles se llaman Deceltz Orange.

Helios torció una mueca. Sí, merecía saber el misterio detrás de esos jodidos árboles si pretendían mantenerlo bien alejado de ellos, aunque solo con escuchar su nombre ya sentía que ni quería mencionarlos. —Decel... De... ¡¿Qué?!

Lotus sonrió, encontrando encantador la torpeza ajena al tratar de repetir el nombre. —Hahaha, mejor solo llámalos 'Oranges'  O mejor no. Adoro cuando no puedes pronunciar algo nuevo.

Helios gruñó por lo bajo. Su siguiente objetivo en la vida sería maldecir al idiota que se le había ocurrido nombrar a los árboles así, y a su lapel si seguía divirtiéndose con sus torpezas lingüísticas. —No te burles de mí delante del niño.

Solo eso le faltaba para volver de su primera interacción con los vecinos algo memorable, en el mal sentido: quedar como un idiota delante de los mocosos.

—No me burlo~ —simplemente creía que era simplemente demasiado adorable para dejarlo pasar, y de seguro Britt lo entendería, aunque no fuera de eso de lo que deseara conversar con él—. Aunque... Eh... Oye, ¿No crees que los demonios podrían escapar o algo? —decidió indagar antes de olvidar la mencionada preocupación antes que nada.

—Es solo que todavía no tengo la fuerza o destreza para enviar muchos a otro mundo. No poseo habilidad alguna para hacerlos desaparecer de la faz de la tierra —si existía un hechizo que fuera capaz de semejante hazaña, ya se habría dedicado casi obsesivamente a aprenderlo, pero como no era el caso... Tenía opciones muy limitadas mientras no tuviera en su poder el comodín ideal

Lotus asintió. No es que cuestionara a Log el cómo hacía su trabajo, es solo que no era indiferente a la realidad donde los dichosos sellos y talismanes a la larga no terminaban de resolver el problema, en especial tomando en cuenta la extensa zona que comprendían todos los árboles, así como la habilidad latente de continuar murmurando a pesar de todas las precauciones.

De cualquier modo, al final del día no culpaba a Log por dichos inconvenientes, siendo de las únicas maneras factibles de lidiar con aquellos demonios de manera definitiva no estaban al alcance de todos, ni siquiera para un mago aparentemente experto como él.

—Ah, claro... Se necesitan armas especiales para eso —muy difíciles de conseguir y crear, dicho sea de paso.

—¡Exacto! ¿Cómo sabes?

—Estudio mucho.

Lotus dudaba que el rubio para este punto no sospechara de lo que realmente era, pero decidió dejarlo a su imaginación.

Si Britt Log era un mago, de seguro disfrutaría más averiguando por su cuenta lo necesario que solo soltándole toda la información en una bandeja. Él mismo también admitía disfrutar un poco de eso a veces, más allá de sus intentos por dejar atrás dichos hábitos.

Log lo pensó un momento. Averiguar el tipo de cosas que Lotus sabía no era tan sencillo. Si este hombre lo había hecho... solo podía pensar en un par de escenarios para explicarlo.

—Hm... Supe que tu padre es de otro mundo. ¿De qué mundo vienes? Porque si sabes del tema, claramente no eres de este mundo, ya que es inusual encontrar información al respecto a menos que la obtengas de gente de otro mundo.

—Si lo sabes, entonces debes conocer a alguien de otro mundo, ¿no? —Lotus esquivó de nuevo la pregunta, sin ocultar su propia curiosidad.

No creía de todos modos que la verdad estuviese muy alejada del hecho de haberse percatado del número visiblemente alto de extranjeros dando vueltas por la ciudad, lo cual dada la existencia de las numerosas puertas mágicas por los alrededores, suponía que no sólo se limitaría a rincones alrededor de este mundo.

—Algo así —respondió el rubio—. Kumo-Kami me visitó accidentalmente cuando mandé un demonio a su mundo, así que me dio el conocimiento para hacerlo sin molestarlo a él.

Recordar lo molesto que estaba era aterrador y gracioso a la vez. En su momento casi le infartaba comprobar que, efectivamente, la deidad caída estaba frente a sus ojos quejándose de sus actividades, pero ahora veía al pasado con algo de diversión.

En el momento estuvo tan nervioso que no había reparado en que Kumo-Kami actuaba más como un señor agotado de sus vecinos que como una deidad. Estaba seguro de que si otros pudiesen conocerlo, entenderían de lo que estaba hablando y no se sorprenderían tanto como era el caso de Helios.

—...A poco conoce a Kumo-Kami —no sabía si eso era genial o espeluznante.

Lo poco que había visto de aquel dios era gracias a la biblia de Souma, que... sí, era casi como tenerlo en frente, pero no debía compararse en lo absoluto a su verdadera e imponente presencia.

Personalmente, no sabía cómo podría sentirse si alguna vez pudiese verlo. Su lado racional y muy prendido de su religión le decía que sería un gran honor, pero el otro lado que le recordaba lo mucho que Kumo-Kami odiaba a los humanos le hacía re considerarlo.

Lotus disimuló su interés lo mejor que pudo, aunque en el fondo se sentía intrigado y tentado por preguntar más sobre uno de sus más grandes intereses de los últimos meses: la deidad de las Maldiciones, Kumo-Kami, el único que podría ayudarlo para... Cierto proyecto que había estado presente en su mente desde hacía algún tiempo, tras su visita fugaz a Mundo Mixto.

Uh, entonces no es raro que pueda aparecer. Significa que mi idea no es tan descabellada después de todo. Cada engrane en su cabeza comenzó a moverse tan pronto dicha posibilidad fue confirmada, más allá de los riesgos que implicaba desde los métodos hasta la reunión con el dichoso guardián.

Todo en sí mismo comprendía una apuesta donde podría salir tan bien librado como sucedió con Log como en un escenario menos alentador. Esto último debería ser su mayor preocupación, por supuesto. Sin embargo, de todos modos no dejaba de resultar en una oportunidad imposible de ignorar. No cuando sus ojos regresaban al humano que supuestamente arrastraba una maldición, con los susurrantes Deceltz Orange advirtiendo de fondo de un peligro todavía latente.

La vida era un riesgo... Uno cuyo filo estaba siempre a nada de separarlos para toda la eternidad si no hacía su movimiento primero.

—Bien, entonces... —Log volvió a hablar—. ¿De qué mundo decías que eras? —Lotus todavía no le respondía eso, así que ya le picaba la curiosidad.

—Mundo eterno.

Retomar aquel tema no fue algo difícil, aunque Lotus debía admitir que recordar su hogar natal, aunque sólo fue fugazmente, resultó en un extraño regusto en su garganta. Se sentía como si hubiesen pasado siglos desde entonces... Lo que resultó irónico tras las siguientes palabras de Log.

—¿Mundo eterno...? ¿No es ese que hace más de 200 años colapsó ante la ausencia de su dragón protector?

—...¿Doscientos años? —el mago murmuró para sí mismo, confundido.

—¡¿Doscientos años?! —Helios tampoco disimuló el impacto que le supusieron esas palabras, casi espantado—. ¡Llegamos aquí hace meses!

Log asintió. Era, genuinamente, la primera vez que se encontraba con habitantes de aquel mundo perdido que Natsu había dejado a su suerte. Experiencias como estas no le sucedían todo el tiempo. Era algo interesante cuanto menos, sobre todo cuando se volvían conscientes de cómo el tiempo avanzaba fuera de su mundo donde el pasar de los segundos era, redundantemente, eterno.

—Oh, es que si se compara el tiempo de ambos mundos, han sido más de 200 años.

Era una explicación bastante simple, pero el humano sentía que le dolía el cerebro solo de intentar calcular y comparar la velocidad del tiempo de un mundo a otro.

—...No entiendo nada.

Esto era muy complicado. ¿Quién era el idiota que diseñó el universo? El desfasaje de tiempos entre algunos mundos debería ser ilegal. Una cosa era que el enano del corbatín creciera un poco más de lo estipulado entre una visita y la otra, porque pasaban más días en comparación, y otra era que unos meses fueran 200 años.

Sí, aquí el día tenía 18 horas, pero esto no era justificativo. ¡Era algo bestial, cuanto menos!

Incluso Lotus por un segundo casi creyó que solo había escuchado mal y que todo era cosa de un malentendido, pero no, esto era más que real, aludiendo de manera bastante clara el porqué de referían a su antiguo hogar como "Mundo Eterno", aunque ello no ayudaba demasiado a recalcular la diferencia de velocidad entre el tiempo de un mundo y otro. Solo lo llevaba a concluir que fue afortunado que el cambio no hubiese sido tan brutal cuando fue a estudiar a ese internado ni cuando estuvieron brevemente viviendo con Frederik o probablemente hubiesen conocido a sus bisnietos o algo peor en su lugar.

La sola idea de ello era aterradora y bastante confusa, incluso para la mente del joven mago.

—Creo que yo entiendo menos, butonia.

Tenía una mente hambrienta de saber, pero por este día daría por terminado ese asunto. No tenía ganas de reforzar más neuronas con otro sinsentido del universo.

Mejor para otro momento.

Log no se detuvo mucho en comentar más respecto al tema. La boutonniere frente a él no sería el primer grupo de personas que demostraba su estupor ante los caóticos e impensables saltos temporales de un mundo a otro, y no serían los últimos.

Como mucho, le sorprendía justamente encontrarse a dos que provenían de un mundo tan jodido como ese. Nunca había estado ahí, pero imaginarse la experiencia no era nada bonito.

—Entonces naciste allá, ¿eh? Cielos... Debió ser difícil vivir algo como eso.

—Eh... Fue aterrador... Pero no lo llamaría 'difícil'. Es extraño pensar que ese mundo ya no existe más, pero... Cosas que pasan, creo —explicó el come flores, encogiendo sus hombros al final.

No es como si haya sido indiferente al asunto; se trataba de su tierra natal y el susto de aquel día abrumándolo fue la mayor pesadilla viviente que pudo haber experimentado; pero tampoco mentiría diciendo que fue un suceso que le impedía vivir cada día con tranquilidad. Ya había hecho las paces con lo ocurrido puesto que entendía todos y cada uno de los desencadenantes finales de ello.

Diría incluso que Mundo Eterno duró más de lo esperado bajo el tiempo prestado que Natsu les concedió, por lo que era de esperarse que un día todo llegara a su fin. La única sorpresa real fue que su generación fue testigo de ello y vivió para estar contándolo en un día como este. Eso ya debería bastar para sentirse tranquilo y afortunado, ¿cierto?

Log asintió. El mismísimo fin del mundo debía ser traumatizante para muchos, aunque era un alivio ver que ambos adultos estaban en paz con lo sucedido. Mejor eso que sufrirlo, ¿no? De todos modos no estaba ansioso de que semejante catástrofe sucediera en su ciudad.

—Hm, es por eso que trato de mantenerlos controlados para que eso no suceda aquí.

Se los decía como una cuestión de deber y porque no estaba de más intentar hacerles sentir más tranquilos ahora que había salido a la luz el origen de los árboles y su uso. Ambos estaban en derecho de preocuparse por el tema, especialmente quienes venían de vivir una experiencia tan aterradora con demonios. Si se sentían incómodos o ansiosos en un ambiente lleno de árboles como esos, no podría culparlos.

Lotus no podía evitar mirar de soslayo aquellos árboles coloridos que adornaban parte de la ciudad.

Las intenciones de Britt Log parecían genuinas y no dudaba que estaban siendo de gran ayuda para evitar que esos seres repugnantes siguieran ganando terreno; su mera existencia era tan nociva como una plaga en el universo; aunque su lado racional le recordaba que acabar con un hormiguero superficial no significaba que todas las hormigas desaparecerían por siempre

Seguirían allí, quizás regresando de otra forma o dirección.

Entonces aquí también hay demonios, uh... Y yo que di por hecho que Helios estaría a salvo de su maldición. Suspiró con pesadez, luchando por no dirigir su mirada a su novio.

No había olvidado la maldición, así como tampoco olvidaría este riesgo latente.

Chapter 2: Capitán Britt Log [Parte 2]

Notes:

Holi, bienvenidos a la parte 2~ Solo quiero decir que trataré de subir pronto la siguiente parte con Ziggy. Ese capítulo ni lo empecé a editar, así que me voy a tardar un poco.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

—¿Aun así no es peligroso?

Al menos podía admitir que ya la iniciativa del rubio era un gran salto para disminuir los peligros exponencialmente, lo cual era entrañable tomando en cuenta que, al menos por ahora, solo él parecía el responsable de ello.

Esta ciudad le debía una estatua a un chico así.

—Algún día voy a deshacerme de ellos, si es lo que te preocupa —Log se alzó de hombros sin añadir mucho más. Los métodos todavía no los descubría y eso ya era un asunto más laboral. No convenía hablarlo a la ligera con nuevos residentes, en su lugar, quería hacer de esta conversación un poco más amena. Desviarlo por asuntos más personales le parecía la oportunidad perfecta para indagar un poco más sobre ambos, empezando con el humano, a quien no había podido hacer muchas preguntas—. ¿Y qué hay de ti? ¿Vienes de Mundo Eterno o te prendiste de este chico por su herencia? Hahaha~

Lo decía más como una broma que otra cosa, aunque si resultaba acertar, tendría un chisme interesante que llevarle a Ziggy.

—Para que sepas, yo ni siquiera nací allá —Helios aclaró, cruzándose de brazos como gesto de seriedad—. Soy... algo así como viajero de mundos, supongo. Sepa Dios en cuál nací. Pero sí, vengo de allá —vamos, que no era nativo, pero nadie podía decirle que había pescado a Lotus cuando era un heredero multimillonario—. No estoy prendiéndome de un heredero ni nada.

Ni en sus tiempos más desesperados se le cruzó la loca idea de comprometerse con alguien adinerado solo por los bienes materiales, y si cabía la posibilidad de que lo considerara, su experiencia al casi ser vendido a unos ricachones jodidos de la cabeza ya le parecía suficiente lección de vida: el dinero no podía comprar un esposo. Oh, no, lo último que lo había anclado al lado de ese mago despistado era el dinero.

Aunque fuera pobre, enfermo o más feo que un ogro, estaba dicho que se habría enamorado mil veces más de él, pues aquello que sentaba las bases de sus sentimientos se encontraba en el interior, en ese corazón de caballero en armadura.

Lotus no pudo contener una ligera risa. Y pensar que solía creer que solo Frederik lograría conseguir ese tipo de reacciones en su novio.

—Ya, butonia. Yo sé que me amarías aunque fuera pobre.

—Ya te amo así de tonto como estás, imagínate —no todos podían decir que le despertaban una paciencia infinita como Lotus lograba, a pesar de tener la mecha muy corta y un carácter de mierda. A su parecer, eso ya era un logro.

—Tu tonto, que eso no se te olvide~

Ah, se lo comería a besos justo ahora, pero no. Tenían un niño presente, no debían dar un mal ejemplo.

Log también se rio. Era refrescante tratar con una pareja tan particular. —Oigan, enamorados, no les he preguntado sus nombres, ¿verdad? —con lo mucho que fueron cambiando de pregunta a otra, no tuvo oportunidad de saber sus nombres. Llegados a este punto, donde hasta le divertía escucharlos, ya necesitaba saberlo.

—Oh, cierto. Yo me llamo Kuru Lotus.

Log sin dudas no salió decepcionado, de hecho juraría que el come flores tenía cara de tener un nombre como ese. —Kuru Lotus... Buen nombre. Eres el primer 'Lotus' que conozco.

Era poco común encontrarse a alguien con el apellido de los Kuru si no se trataba de un noble, mismos que no salían del mundo giga a menos que los invocaran. Sumando a eso el nombre de flor, era un combo para crear el nombre más poco común que se le venía a la mente para uno de su clase.

Con aquella presentación algo tardía, Lotus podía darse por satisfecho a pesar del descuido, además de estar seguro de que conservar el nombre del mago rubio en su memoria contaría como una información valiosa para un futuro.

—Y tú eres el primer Britt Log.

Podía reconocer a alguien que tenía algún potencial para marcar sus encuentros de manera única en la vida. Después de todo, tenía a su lado al primero de todos.

—Honestamente, para ti todos los nombres serán siempre los primeros porque no socializas —Helios sabía que decirlo era cruel, aunque no dejaba de ser verdad. Solo si el destino era tan desgraciado se atrevería a hacer a tocayos cruzar caminos con Lotus. Si de por sí se le dificultaba recordar nombres, no quería imaginarse cómo sería no confundir a una persona con la otra en un caso semejante.

—No es verdad —contrarió con la misma sonrisa—. Si conozco a otro 'Helios' no será el primero, siempre serás tú, el único e inigualable~ —esa era una garantía total, más allá de cualquier problema de memoria o cuanta homonimias de nombres pudieran existir.

Su corazón ya le había demostrado innumerables veces la huella que su adorado floricultor marcó permanentemente en su ser.

El don de su Helios siendo simplemente Helios.

El aludido suspiró. Ponerlo de ejemplo no cambiaba su punto, aunque admitía que se sentía algo elogiado por ello. Lástima que no era el momento ideal para responder a ese afecto, ¡tenían a un niño frente a ellos, por Souma!

—¿Así te llamas? ¿Helios?

Y encima un niño avispado. Mejor así. Lotus le había ahorrado palabras de presentación.

—Hm, Galanis de soltero, pero supongo que ahora soy un Kuru.

Técnicamente lo era desde que se mudó con la familia de Lotus, pero realmente no se sentía correcto usar el apellido sino hasta oficializar la boutonniere. Después de todo, eso significaba que estaban 'casados', ¿no?

—Galanis... ¿Galanis...? —Log murmuró para sí mismo. ¿De dónde le era familiar ese apellido? Estaba seguro de haberlo escuchado antes—. Espera... ¡Oh, ya sé quién eres! ¿Eres hijo de ese orador que estaba en el pueblo Iroiro hace un tiempo?

Pero se supone que fue hace menos de un año... Mejor evitaba mencionar ese detalle. No quería que se espantaran más al no comprender los desfasajes temporales. Además, las reacciones de ambos advertían que ya tenían suficiente por lo cual sentirse agobiados como para agregar más.

—QUE ÉL QUÉ- ¡¿Es este mundo?! ¡Maldita sea!

Espantado es lo mínimo que Helios estaba ahora mismo. ¿Tanta mala suerte tenía que vino a parar a otro de los mundos que su padre había jodido? No, lo del mundo era lo de menos, lo increíblemente desafortunado era que justamente hubiese vuelto a una zona cercana. Eso ya era puntería de cazador y él se había llevado el disparo.

—O-Ohhh cielos... —hasta Lotus murmuró con incomodidad.

—Vaya coincidencia... Y ahora no sé cómo interpretar esto —añadió Log.

—Olvídalo. Estoy completamente desligado de mi familia. No tengo nada que ver con ese infeliz —de por sí nunca estuvo involucrado en sus discursos de mierda o sus medidas para exiliar razas mágicas, hoy en día mucho menos.

Le daba igual en qué sitio del universo estuviese ahora mientras fuese tan jodidamente lejos que no volvieran a cruzar caminos.

De todos los mundos existentes, justo este también... Lotus no pudo evitar suspirar.

El universo era un pañuelo, sin duda. Aunque no por ello estaba dispuesto a dejar que relacionaran a su butonia solo a ese repugnante hombre.

—Sí... Es agua pasada ya.

Por suerte, Log no lucía escandalizado ni nada, solo un poco curioso.

—Comprendo, comprendo... —él más que nadie entendía que los hijos no necesitaban cargar con los crímenes de sus padres. De verdad les creía, y cómo no hacerlo si tomaba en cuenta la elección de lapel del hijo del clérigo radical—. Aun así es curioso. Justo con un hechicero.

Ahora más que nunca le intrigaba saber la historia detrás de esa boutonniere. Esto prometía.

Pero, primero, Lotus se sintió en la necesidad de hacer una corrección a las palabras del más joven. —Mago.

—¿También tú? ¡Con razón tan culto!

Encontrar magos por ahí era muy raro. Hasta donde Log sabía, no había muchos otros en la ciudad, no que ellos supieran. Los pocos de los cuales sabía solo era por nombres y porque trabajaban asistiendo al gobierno con él.

Log lo veía como un descubrimiento impresionante, Helios solo podía verle lo divertido.

—Genial, un primo tuyo, Lotus... ¿O es tu sobrino? ¿Tu tío...? —podría morir y volver a nacer y ni siquiera así entendería la enredadera familiar de las razas mágicas.

—Solo Sora-Kami lo sabe, butonia.

Quizás lo más cercano que podría teorizar es que el chiquillo era algún tipo de sobrino lejano, tomando en cuenta todas las veces que su padre aseguró que probablemente eran los últimos descendientes directos de la rama consanguínea de Katagiri Kuru. De igual modo, Lotus no creía que tales lazos sangre fuesen lo que definiesen a una persona, sino todo lo que implicaba la experiencia y tiempo de conocerlas.

—Pfff, es igual —Helios se alzó de hombros. Si ni siquiera Lotus podía dar una respuesta, no tenía que romperse la cabeza tratando de adivinarlo. En su lugar, era otro detalle respecto al mago más joven lo que capturaba su atención desde el primer momento en que se apareció ante ellos—. Pero debo decir que es la primera vez que veo a un mago de ojos roj-

Tan pronto como lo dijo, llegó a él ese recuerdo fugaz pero certero de aquel demonio que lo había retenido en Mundo Eterno.

Ojos rojos... ¡Los ojos de un demonio!

MIERDA, SE ME OLVIDÓ. ¡¿Cómo pudo decir algo como eso tan descuidadamente?! Fue casi un reflejo que su mano cubriera su boca de golpe, como para detenerse de seguir hablando. No obstante, aquello fue en vano.

Con una sonrisa casi divertida, Log respondió con naturalidad. —Ooohh, así que te diste cuenta, haha.

Lotus no sabía ni dónde meterse. De todos los deslices, justo aquel que iba del detalle más fácil de percibir, pero al mismo tiempo el más delicado para solo comentarlo como si estuviesen hablando de algún rasgo étnico tan común como podría ser el tono de cabello de los extranjeros o la estatura de otro tipo de visitantes. Los ojos rojos, en cuanto a razas mágicas implicaba, solo podían tener un significado, incluso si no era condición para todos los casos.

Los ojos rojos eran propios de los hijos de demonios, aunque ciertamente no todos ellos llegaban a heredarlos. Sólo era una marca que evidenciaba aquel complicado parentesco, razón por la cual casi podría considerarse un tabú o advertencia visual dependiendo de las circunstancias. Tras conocer a Britt Log era fácil asumir que no se trataba de eso último, por lo que... ciertamente dicho error era un tanto incómodo.

Espero que no se moleste...

—H-Helios...

—¡L-Lo dije sin pensar!

—¡Haha! Descuiden —Log hizo un gesto de restar importancia. Si no le cayeran tan bien, había sido divertido jugar un poco con ese detalle y seguir viendo cuánto podían entrar en pánico, pero hoy estaba siendo un buen vecino y trabajador—. Para este punto debería ser parte de mi protocolo aclarar eso. Sí, soy hijo de un demonio.

—Lo siento. No lo dije de metiche ni de mala intención, es porque me gusta mucho ese color. Se me había olvidado que... bueno, eso —de verdad no lo había señalado por burlarse o recriminarle nada al chiquillo. Simplemente era la primera vez que veía a un mago así, con ojos tan rojos como los rubíes y ese patrón floral.

Su especie era algo mágico de observar, ya lo sabía desde que conocía a Lotus, pero cada vez solo podía fascinarse más si conocía a otros de su especie.

—Entiendo. De todos modos no lo mencionen, y tampoco lo de los árboles —no iba a matarlos por saber demasiado, sin embargo apreciaría que se guardaran esa información que podía hacer que la ciudad entera entrara en crisis—. Es algo que solo mis cercanos saben... Así que creo que los obligaré a ser amigos míos para que no sea sospechoso que sepan tanto de mí~

Se amigaba con los dueños de la mansión y disipaba cualquier sospecha: era matar dos pájaros de un tiro, ¿cómo no se le ocurrió antes?

—...¿Bien? —Lotus respondió, sin saber cómo tomarse esa declaración.

Bueno... No soy un experto en el tema. Si a Log no le molestaba y todos estaban bien con ello, entonces no había problema. De cualquier modo el chiquillo les había caído bien y parecía alguien agradable, una opinión bastante buena proviniendo de un ermitaño como sí mismo.

Debería volver al trabajo. Por mucho que toda la conversación le divirtiera, el joven capitán no olvidaba que seguía en jornada laboral. Ya tendría tiempo más adelante para ver de nuevo a la boutonniere si se paseaba por ahí en uno de estos días.

Sin embargo, antes quería confirmar algo.

—Será mejor que me regrese, pero... Antes... ¿Puedo?

—¿Eh...? —Helios al principio no entendió, hasta que notó que el chico estaba señalando aquel papel colgando de su cuello—. Bueno... —se alzó de hombros y entonces dejó al joven mago acercarse.

En sí, Log no hizo mucho, solo extraer el talismán para poder verlo mejor. Desde hace un buen rato había notado las esquinas del papel asomándose por el cuello de la ropa del humano, junto al primer kanji escrito, pero no estaba seguro de para qué era.

Uno nunca sabía qué tipo de talismanes se usaban, solo quería confirmar que no era nada peligroso y, efectivamente, la funcionalidad del mismo era fácil de reconocer y hasta enternecedora.

—Uh... Para repeler demonios... Está muy bien hecho, y seguro toma bastante magia —muy pocos daban con esa información y todavía más pocos le daban uso de forma efectiva. La fabricación de talismanes era inútil sin kotoba lo suficientemente fuerte en intencionalidad, y este en particular estaba bastante bien fabricado. Seguro sería más que eficiente el tiempo en que Lotus viviera—. Tienes un lapel muy bueno.

Uno dedicado en todos los sentidos a la protección de su butonia, como todos los lapeles debían hacer. Pero seguro que el humano ya sabía, no por nada había elegido a ese mago, ¿verdad? La confirmación de ello llega tan pronto Helios solo mira de soslayo a su lapel, apoyando ligeramente su cabeza en su hombro.

—Sí, lo sé.

Era un regalo algo viejo, pero no olvidaba con cuánto esfuerzo y dedicación había sido hecho para él. Eran una de esas muchas demostraciones de cuánto Lotus se preocupaba por él, incluso desde mucho antes de siquiera poderlo llamar su novio.

Era, sin dudas, el mejor come flores que pudo haber conocido.

—Ahora sí, los dejo —el mago les hizo un gesto de despedida mientras iba alejándose—. Traten de salir más, así memorizo sus caras.

Sabía por qué lo decía. De solo verlos una vez solo Souma-Kami sabía si su memoria de teflón borraría esa información dentro de unos días. Helios ya podía presentir que por ahí iba el problema, aunque no comenzó nada al respecto.

—Trataremos... —Lotus no podía prometer mucho dadas sus circunstancias, aunque sí cruzaría los dedos por tener algo de suerte para volver a ver a su... ¿Nuevo amigo? De nuevo.

Será difícil con Jun todavía aquí. Pero no imposible.

Sin más, devolvió el gesto de despedida a Log con una tímida sonrisa, solo para verlo desaparecer en una esquina cercana.

—...Catorce años y ya es capitán. ¡¿Y yo qué hice con mi vida?! —no había podido dejar de preguntarse eso desde que escuchó todo lo que el aludido había estado haciendo, con una mezcla leve de asombro y consternación en igual medida.

No, estaba lejos de poder decir que envidiaba la suerte del niño; lo poco que había escuchado ya le advertía de la cruda vida que debió tener para haber llegado tan lejos a tan corta edad; pero no por ello era ajeno a la cantidad de logros útiles a relucir a cambio.

Vamos, tenía hasta un título tan importante como el de "Capitán", eso no dejaría de ser increíble sin importar qué.

—Ay, olvídalo. En un mundo como el tuyo nunca ibas a conseguir que valoraran tu inteligencia y capacidades, tampoco te eches tierra.

A ojos de Helios: no era su culpa estar rodeado de idiotas y precariedad. Podía apostarlo todo a que, de haber estado en este mundo desde un comienzo, Lotus ya estaría trabajando desde niño de lo que sea que quisiera ejercer, con más títulos que años de vida y un futuro brillante. No era una conclusión muy difícil de hacer.

Lotus lo admitía, Helios tenía razón en eso. El mayor de los obstáculos siempre fue, tanto para sí mismo como a la población general de su mundo natal, la precariedad que rodeaba a Umbriel. No por nada se suponía que intentó aprovechar su única oportunidad de estudiar fuera... Lo que también fue un desastre, pero ese no era el punto.

—Siempre sabes cómo animarme —sonrió levemente gracias a ello.

—Soy sincero. Si no te hubiesen jodido en ese instituto, no me cabe duda que habrías llegado más lejos que nadie.

A una edad temprana. Nadie decía que ahora no pudiese retomar sus ambiciones y pasar por cada universidad que hubiese en el país. Con solo unas semanas estaba seguro de que su lapel regresaría con todos los títulos disponibles.

Quizá deberían hablarlo más tarde, cuando no se sintiera repentinamente incómodo en cercanía de aquellos extraños árboles, mismos a los cuales Lotus también dirigió una mirada de desconfianza.

Con qué Deceltz Orange, ¿eh? Lo admitía, fue una sorpresa gigantesca descubrir su identidad y función, sin mencionar la confirmación indirecta de la existencia de demonios en aquel mundo que solo su existencia ya revelaba, aunque al mismo tiempo se abrían posibilidades ante sus ojos que ni siquiera llegó a considerar hasta ahora.

—¿Entonces estas cosas tienen demonios adentro?

—Ah, sí... Estos árboles son del mundo de Kumo-Kami. Es raro que crezcan en otros mundos, pero... —no imposible. El cómo era la pregunta del millón, más decidió dejarlo pasar por esta vez. Suponía que Helios no estaba de humor para escuchar sobre la facilidad con la cual plantas del infierno lograban prosperar en mundos humanos.

Helios miró los árboles con curiosidad. No tenía idea de que existían árboles capaces de hacer tal cosa. Hasta donde sabía, los demonios podían estar dentro de cuerpos, pero árboles... Lo único que lo explicaba era su peculiar origen y el hecho de que esta era su funcionalidad. Aun así, eso no dejaba de volver su presencia algo extraña.

—Qué tétrico...

No sabía cómo sentirse al respecto. Es decir... No le parecía muy diferente a como era en Mundo Eterno. Allá estaban a salvo de esas horrendas criaturas solo gracias a que las islas flotaban sobre el vacío donde moraban, y aquí estaban rodeados de ellos a una capa de corteza de un encuentro desagradable.

Suspiró. Ya le parecía que algún defecto debía tener este mundo.

—Sí... —secundó el mago—. Le quita algo del encanto a este lugar.

No es como si su aspecto fuese poco estético y de la nada la ciudad se volviese más fea, pero... saber la verdad cambiaba un poco las perspectivas.

—No todo es perfecto.

—Difiero completamente —Lotus lo abrazó al instante, buscando reafirmar sus palabras mientras los colores comenzaban a subir al rostro ajeno—. Tú eres perfecto~

—L-Lotus, en público no —estaba bien con el afecto de su lapel, pero todavía se estaba acostumbrado a recibirlo en público, aunque se trataran de besos cortos y abrazos efusivos.

—Solo te abrazo~ No planeo hacer nada más.

—Bien, haz lo que quieras —Helios entornó los ojos con una media sonrisa, retomando la caminata con el mago. En medio de ello, no pudo evitar recordar las últimas palabras dichas por el joven capitán antes de despedirse —. Hm, así que le pusiste mucho empeño a este talismán.

Nunca le hizo muchas preguntas sobre él porque no estaba muy interesado en crearlos si no podía usarlos de todos modos, pero ahora le intrigaba cómo se había esforzado Lotus para su fabricación. Se supone que el kotoba era lo importante, pero no recordaba haberlo visto sufrir o agotarse cuando puso del suyo en el talismán. Puede que eso tuviese una explicación lógica detrás, pero él prefería seguir pensando que el poder del amor se llevaba el mérito de todo.

—¿Uh? No pensé que fuera tan efectivo como él dijo —mas no negaba sentirse orgulloso cuando recordaba eso—. Me sorprendió que lo dijera, pero ahora me alivia saber que si uno de esos bichos se escapa, estarás bien cuidado.

Cuando lo creó, lo hizo deseando porque ningún mal pudiese acercarse al humano de ninguna forma existente. Nunca de detuvo a pensar demasiado en los detalles ni nada parecido, estaba satisfecho con saber que funcionaba. ¿Quién diría que su efectividad fuese tal para recibir hasta el reconocimiento de otro mago como él?

No podría estar más feliz por ello, significaba que su corazón encaminó su magia desde un principio para proteger a quién más amaba en todo el universo.

Helios sonrió, seguro de sus siguientes palabras. —Sin dudas, tú debes ser el lapel más precavido y dulce del universo.

Y ahora tenía más motivos para no quitarse nunca aquel regalo, ese que había salvado su vida hace casi un año.

Lotus reaccionó al instante, apretando un poco más su agarre en su cintura, sin detener sus pasos. —¡Butonia!~

A medida que continuaban su paseo fue imposible para Lotus no pensar en su peculiar y reciente encuentro con el joven capitán, cuya expresión solemne y radiante esperaba no olvidar con demasiada facilidad, especialmente ahora que era consciente de uno de los tantos rumbos que éste frecuentaba y que parecían haber dado inicio a una inesperada amistad de un momento a otro.

—Me pregunto si nos lo volveremos a encontrar, a mí me cayó bien.

Britt Log... Parece un niño interesante. Tal vez la próxima vez intentaría volver a entablar conversación con él, resultó ser un encuentro bastante agradable para ser solo el primero. Y estaba seguro que Helios había opinado lo mismo... Hasta que se detuvo para notar una expresión bastante complicada en su rostro.

Helios tenía sus motivos, pues en esos momentos estaba terminando de procesar algo.

Espera... Ese cabello rubio, esos ojos, esa cara... No me digas... Se le hacían muy familiares, Britt Log le era muy familiar de algún lado, solo que no estaba seguro de dónde todavía. Es decir... No había conocido muchos otros hechiceros o magos a lo largo de su vida, no de cerca al menos, pero aun así ese rostro no le parecía el de un extraño.

Fue hurgando en sus memorias que dos de ellas resaltaron para que su cuerpo entero se congelara y sus pies trastabillaran siguiéndole el paso a Lotus.

Ya se acordaba de dónde conocía a Britt Log.

—¿Butonia? ¿Sucede algo?

—...Creo que se me reventó el cerebro —más que eso, se había derretido, no quedaban ni los restos de eso que alguna vez usó para razonar.

Lotus no podía describir la expresión de Helios de ninguna forma más allá de una palpable confusión, misma que poco a poco se le fue contagiada a medida que iba escuchando sus preocupaciones.

—¿Eh? ¿A qué te refieres?

¿Qué podría ser tan impactante o complicado para haberlo dejado de ese modo? Dudaba que pudiese tratarse de un asunto tan grave, todo tenía una explicación y razón de ser lógico.

Oh, cuanto se equivocaba al asumir algo como eso.

—M-Me acabo de dar cuenta de que conozco a ese niño.

Lo que no sería algo tan raro y preocupante de no ser porque tenía dos recuerdos de él, uno directo y otro que... era indirecto, en realidad, pero que estropeaba toda la lógica del universo tal cual lo conocía.

—¿Qué? ¿A Britt? ¿Lo conoces de dónde? —Lotus ladeó la cabeza con cierta sorpresa.

—Eh... Cuando yo me mudé al pueblo Iroiro a los trece años... Una que otra vez veía pasar por delante de la casa a un niño rubio que llevaba libros con él. Era uno de mis crushes de la pre adolescencia.

Ante esa información, Lotus solo pudo responder de forma automática. —Ah... No me digas...

Helios frunció el ceño. Necesitaba Lotus le prestara atención y se centrara en los detalles importantes, ¡pero en vez de eso, el maldito imbécil estaba centrándose en lo que no debía!

No, Helios no era ningún idiota, conocía esa expresión de su novio.

—¡Oye, no te puedes poner celoso de un niño!

Lotus no podía mentir, dicha revelación cayó como un yunque desde su cabeza hasta su estómago. De repente, la amable sonrisa del chiquillo ya no le resultaba tan agradable como hacía medio minuto, algo que debió ser evidente puesto que Helios no perdió el tiempo en señalarlo bajo una acusación que el come flores se negaba a reconocer.

—¡Yo no estoy celoso! ¡Continúa tu historia! —bufó por lo bajo, todavía intentando mantener la calma sobre aquella amargura en su garganta y prestando atención a lo que oía.

Por suerte para Lotus, Helios iba a ignorarlo solamente porque necesitaba llegar al punto de su conversación lo más pronto posible, antes de que sintiera que estaba enloqueciendo.

—Ah, y... Eso, creo que es él.

—Hm... Ya veo, lo reconociste... —asintió Lotus—. Bueno, el tiempo pasa diferente aquí.

Ya habían confirmado eso cuando descubrieron hace nada que para este mundo Umbriel lleva 200 años destruidos, mientras para ellos que huyeron de allí no habían pasado más que unos meses.

Intentar calcular eso... Era agotador y desgastante en muchos aspecto. Ni siquiera alguien como el joven mago tenía interés en tratar armar una línea de tiempo acorde para hacerse una idea más clara y concisa de la diferencia existente, ese era un asunto que hacía mucho dejó de lado.

Y la siguiente revelación del floricultor le recordó claramente el porqué de tal decisión.

—E-Eso no es lo que me parece raro, Lotus.

Era... otra cosa todavía más jodida y complicada de explicar. Puede que hasta Lotus lo creyera un demente si entendía lo que intentaba decir.

—¿Entonces? —lo miró todavía sin entender. ¿Podía haber algo más raro que la diferencia de años entre el Helios que vio a Britt Log por primera vez y el actual? Aparentemente sí, solo le faltaba saber qué.

—¿Recuerdas lo que te conté cuando nos quedamos en casa del pigmeo? Que un demonio en el cuerpo de un giga intentó retenerme... Y que con él estaba una bruja embarazada.

—Sí, me acuerdo, pero no entiendo qué tiene que ver eso con- ...Oh.

En cuanto la conclusión golpeó su cabeza, Lotus sintió como si un viento helado congelara su cerebro de un segundo a otro, captando de inmediato cuál era el problema aquí.

Aquel suceso mencionado por el joven Galanis tenía pocos meses de haber sucedido... Lo que no tendría sentido puesto que conoció al mismo mago ya nacido ANTES en OTRO MUNDO.

Incluso a él comenzaba darle jaqueca intentar hacer todas las ecuaciones para explicar dicho suceso, terminando por fracasar penosamente mientras su cabeza empezaba a echar humo por sus orejas.

Helios no sabía si sería necesario terminar de dar los detalles para que Lotus entendiera, aunque su reacción fue bastante aclaratoria al respecto. —Sí.

Era impactante, ya lo sabía. Era mucho para digerir tan repentinamente.

—...O-Ooooh.

—Ajá —volvió a asentir el humano.

Normalmente no asumiría una locura como esa tan a la ligera, pero motivos le sobraban para creer que aquel chiquillo que ya se había topado dos veces era el retoño no nacido de aquella bruja que le suplicó ayuda hace casi un año.

—C-Creo que ahora a mí también se me acalambró el cerebro. ¿No te estarás confundiendo? —su lado racional le decía que convencerse de ello y olvidar el asunto era lo mejor para su salud mental, pero su parte de mago lo regañaba por intentar solapar dicha locura con una explicación tan vaga como esa.

Es decir, ya sabía que el universo se estaba torciendo de distintas formas desde hacía tiempo, más este detalle de las incongruencias temporales entre mundos parecía que solo empeoraba con el paso de los años.

Supongo que ni Shiro-Kami se salva de toda esta locura... Por algo era el fiel compañero de Dios al final de todo.

—Lotus, es su viva imagen —insistió el floricultor—. Es igualito a esa mujer: el cabello rubio, l-la cara... ¡Y con los ojos rojos de ese demonio! ¡Si no es hijo suyo, me cambio de nombre!

Y por si fuera poco: el jodido enfermo que lo había engendrado había usado el cuerpo de un giga para eso. ¡Probablemente era un noble Kuru, los únicos capaces de crear magos! Todo lo llevaba a la misma conclusión de una manera u otra, no porque quisiera. Si fuera su decisión, prefería pensar que era una coincidencia y no había vivido un embrollo temporal inentendible.

Lotus suspiró, agotado. —Me rindo en intentar entender la forma en la que funciona el tiempo de un mundo a otro.

—Yo también.

Por el bien de sus cerebros, quizá era mejor si desistían de buscarle explicaciones lógicas al funcionamiento del tiempo. Si a él le preguntaban, solo podía pensar en viajes en el tiempo o algo así, pero las implicancias de ello eran demasiado riesgosas y complejas como para permitirse sobre analizarlo.

En su lugar, era más saludable preocuparse por estupideces sin sentido, aunque Helios no quisiera admitirlo luego de que Lotus se pronunciara con molestia.

—¡En vez de eso prefiero indignarme de que admitieras que Log te parece lindo! —la idea todavía le indignada casi tanto como le horrorizaba, en vista de que el dichoso niño ya había vuelto a cruzar sus caminos con el floricultor, como si de algún tipo de señal del destino se tratara. Esa era una señal de peligro, a los ojos de Lotus.

Helios estaba que lo cacheteaba ahí mismo. ¡¿Cómo es que a su novio se le ocurría decir semejante idiotez con tanta naturalidad?! ¡No podía estar celoso, y mucho menos de un chiquillo!

—¡Lotus, por Souma-Kami, tiene 14 años!

—¡Eso no te impidió enamorarte de él!

—¡Porque en ese momento tenía 13 años! ¡No puedes estar hablando en serio!

Daba igual cuán lindo le pareciera el mago rubio, su interés fue superficial e infantil, y aparte de ello había sucedido hace muchos años, cuando tenía una edad cercana a la de Britt. ¡Para colmo, ni siquiera era un enamoramiento real, por todos los cielos! No era tan enamoradizo como para fantasear con caras bonitas que apenas había visto un par de veces, ni siquiera cuando todavía le quedaba algo de esperanza e inocencia.

El punto es que ahora tenía casi veinte años y Britt Log seguía siendo un mocoso puberto, ¿en qué mundo Lotus lo veía capaz de sentir la más mínima pizca de interés por un niño? Estaba traumado y todo eso, pero no tanto como para seguir los pasos del cerdo asqueroso que lo había lastimado, y si Lotus dudaba de eso, con mucho gusto le reacomodaba las ideas con unos buenos golpes.

Siempre evitaba ser violento con él, pero por esta vez podía hacer una excepción.

Lotus protestó por lo bajo. Ni siquiera la insistencia del humano ayudó a que ese camino de pensamientos se disipara en él, tercamente sus preocupaciones estaban dentro de aquel asunto y nada lograba sacarlo de allí. 

—Solo pensé que yo era tu primer y único amor —lamentó por lo bajo, con un claro corazón roto.

Esto le pasaba por soñar como en esos cuentos que tanto le gustaban a su novio. Si siguiese sin conocer la inocencia adorable de compartir el primer amor de las princesas y sus príncipes, nada de esto le estaría molestando tanto.

—¡Y lo eres! ¡¿Qué acaso no entiendes que solo tuve puros crushes superficiales antes de clavarme contigo?! —no había punto de comparación, ¿sí? Encontrar atractivos a otros no se parecía en nada al amor desinteresado y desesperado que sentía por su lapel.

—Igualmente has mirado a otros hombres y a otras mujeres... Yo nunca hice eso —en eso ambos eran diferentes.

Tal cosa como amores infantiles o a primera vista no eran algo que el joven mago hubiese experimentado anteriormente, de por sí le había costado por lo mismo darse cuenta de sus propios sentimientos por el humano.

Helios entrecerró los ojos, mirándolo de forma intensa. Si tanto quería Lotus subirse al tren del drama y continuar con sus reclamos, entonces así sería, y así ambos podían jugar al mismo juego.

—Que nosotros sepamos.

—¡Oye! ¡Podré tener memoria de teflón pero sé con certeza que nunca me atrajo nadie antes de ti!

—¡Pues lo mismo conmigo, zopenco! ¡¿Crees que yo me babeaba por esos extraños o qué?!

La verdad, con todo y la mala memoria de Lotus, no creía que fuese capaz de hacerlo. Más que por creer en algún ridículo deber de fidelidad previa, porque Frederik había confirmado lo despistado que era Lotus para notar los coqueteos de otras chicas, y porque en sí era como si Cupido lo repeliera.

Solo lo mencionaba como una posibilidad para que dejara de decir estupideces, lástima que pronto comprobaría que ni eso serviría para evitarlo.

—Y-Ya lo sé. Pero para evitar que eso suceda... ¿Q-Quieres que me tiña de rubio o algo así? ¿Debería hacer eso para gustarte más? —no, no era su lado lógico hablando, evidentemente. De lo contrario, tal idea jamás se le cruzaría por la cabeza al come flores.

Lotus rubio... ¡NI MUERTO! De solo imaginándoselo, Helios sentía que un escalofrío lo recorría de pies a cabeza, y no era de esos que nacían de su corazón temblando encantado ni nada remotamente similar. Por alguna razón, tratar de imaginar el cambio drástico entre el cabello negro tinta de Lotus a un tono dorado le causaba repelús inmediato.

—¡¿Qué?! ¡Ni hablar! ¡Eso sería tétrico!

No podía explicarlo, pero dicha imagen le parecía adecuadamente ideal para el título de 'el doppelganger malvado'. Era algo extraño, si tomaba en cuenta que siempre le había gustado el cabello rubio en hombres, pero Lotus... algo así simplemente no encajaba, y no necesariamente porque pensara que le fuese a quedar mal un cambio de peinado. Lotus siempre sería atractivo bajo su mirada, pero... ¿Podría ser que ya estaba tan encantado con su yo actual que no pudiese imaginarse un cambio radical como ese? A lo mejor era por eso. Sonaba más lógico que cualquier suposición dramática que su lapel pudiera hacer.

—¿No te gustaría verme rubio? —tenía entendido que ese rasgo en particular solía llamar la atención de Helios, aunque comenzaba a sospechar que se equivocó con eso… o que estaba apuntando a donde no debía con todo esto—. ¡¿C-Crees que me quedaría mal?!

No le sorprendería si el problema fuese ese. Nació para llevar sobre sus hombros todo lo que conllevaba ser un nerd ermitaño ¡Obviamente ningún rasgo llamativo sería para él! Por algo no cargaba con nada como eso de por sí en su aspecto natural, no era su destino tener algo como eso.

Lo cual era bastante trágico considerando las siguientes palabras del humano.

—Lotus, deja de decir pendejadas, ¿quieres? A mí me gusta todo lo que sea llamativo, no hay más razón para que me guste el cabello rubio.

Era como ese gusto particular suyo por los rasgos asiáticos... O el de Konpeki por los ojos verdes. Las personas a veces tenían ese tipo de gustos estéticos en otros, pero eso no tenía nada que ver con los sentimientos. El cabello rubio le suponía lo mismo que ver flores en colores que su especie rara vez tenía, como el amarillo o negro de las rosas, nada más. Era agradable de mirar... y eso era todo.

De todos modos, si al caso iban, el mago no estaba en posición de declararse falto de una característica particular como esa… e igualmente lo hacía con toda la seguridad del mundo.

—¡Yo no soy llamativo! ¡Soy más simple que una bola de estambre gris! —lamentó por lo bajo, listo para buscar la esquina más cercana para ponerse a llorar. Esto no podía ser peor.

—Con unos ojos como los que tienes no puedes llamarte "simple".

Incluso podía argumentar que esa característica superaba por mucho al cabello rubio. Este último podía verse en muchas personas, pero unos ojos de verde vivaz y patrón como esos no existían en el universo si no eran los de Lotus. Él era único en su clase, pero no por su atractivo físico, eso no era lo que lo volvía tan especial.

Que Lotus no pudiera darse cuenta de eso por sí mismo solo indicaba otra vez lo inexperimentado que era todavía en esto de las relaciones.

—¡Eso no cuenta porque viene de mi herencia mágica!

De no tenerla... ¿Sus ojos siquiera serían de color verde? Tal vez sí, tal vez no. No tenía cabeza para imaginarse un escenario tan extraño como ese, él mismo como un humano simple y desabrido como un huevo sin sal. Uno sin la más remota posibilidad de tan siquiera obtener una mirada de su butonia... Bien, eso sí le daba ganas de llorar.

—Por todos los- Agh. Lotus, ya —le palmeó el hombro apenas pudo acercarse al rincón donde lo vio irse—. Vamos, mírame. Deja de lloriquear por tonterías. Sabes que para mí no existe un hombre más apuesto que tú en todo el universo.

Se lo había dicho y demostrado de muchas maneras, pero se lo volvería a decir de forma más clara si era necesario. Lo que sea con tal de que dejara de llorar por tonterías tan inverosímiles, como él dejándolo solo por una tontería como la falta de cabello rubio.

Eso no borraba para nada que su lapel ya fuese condenadamente guapo, no obstante esa nunca fue la razón por la cual su corazón terminó cayendo irremediablemente en sus manos.

Lotus llevó su llorosa mirada hacia el floricultor a la par que cada palabra que llegaba a sus oídos volvía a encandilar su corazón.

—¿E-En serio?

—Y si existe, me vale tres hectáreas de verga su existencia, porque yo te quiero a ti, así de llorica y torpe —nadie más había llegado tan lejos con él, nadie más tuvo el privilegio de derretir su corazón y volverse su vida entera.

Helios nunca le mentiría, Lotus lo sabía perfectamente, pero aun así todavía le era difícil creer que podría llegar a merecerse todos esos halagos.

Tampoco era gran cosa. No dudaba que existían mejores especímenes que él, solo... Que al floricultor eso no parecía importarle mucho. Por algo lo había escogido a pesar de sus ya mencionados defectos.

—¿Aunque sea mejor que yo?

—Dudo que exista alguien así. No hay nadie mejor para mí que mi lapel —respondió, logrando al fin alejarlo de aquel rincón—. Eres apuesto, Lotus, pero... Vamos, no crees realmente que es por eso que me enamoré de ti, ¿o sí? Cualquier idiota puede verse bien, pero muy pocos tener lo de guapos lo que tienen de encantadores, y mucho menos ser la mitad de buenos que tú.

Aquella respuesta fue todo lo que Lotus necesitó antes de abalanzarse una vez más a los brazos del humano, feliz de poder fundirse en aquel cálido confort que solo su amado podía ofrecerle.

—¡Butonia! —lo abrazó fuerte, casi temiendo que algo o alguien pudiese apartarlo, aun si era un temor sin fundamentos. Ya no quedaba peligro alguno de ello en su nuevo hogar, no por nada podía permitirse gritar al cielo su creciente amor—. ¡Tú eres el chico más hermoso para mí!

—L-Lo sé, lo sé... Pero no grites, seguimos afuera —Helios adoraba recibir sus abrazos y demostraciones de afecto, pero todavía se sentía cohibido de hacerlo cuando se encontraban en público. En Umbriel nunca pudo acostumbrarse a ello porque no hubo ocasión en la que no estuviesen encerrados en casa, y las calles de Mundo Mixto estaban desiertas gracias a la lluvia torrencial, así que esto todavía era nuevo para él.

—No importa, que me escuche todo el mundo~ Que sepan que eres floricultor con dueño.

Helios se quedó mudo. Podía controlar sus reacciones verbales, pero no la forma en que su rostro rápidamente se teñía de rojo y sus lotos brotaban de golpe.

Lotus siempre sabía qué decir para estremecerlo y bajar todas sus defensas. Puede que hubiese elogios más cursis o subidos de tono que ya había escuchado de él, pero ninguno se comparaba a esas mismas palabras que lo mantenían cerca igual que los brazos rodeándolo.

Lo único que detuvo a Lotus de continuar destilando su afecto con tales palabras fue el repentino silencio que recibió en consecuencia, lo que lo llevó a cuestionarse si acaso usó alguna expresión desagradable sin darse cuenta. A veces les sucedía.

—¿Eso sonó mal?

—No, no... Continúa.

La respuesta de Helios terminó despertando un deje de curiosidad en Lotus apenas se percató de su fuerte sonrojo, dibujando una sonrisa juguetona en sus labios mientras se ponía creativo con los posibles significados detrás de ello.

—¿Te gustó que dijera eso?... Ay, Helios, no te conocía así~

Helios soltó un bufido indignado. Todavía era abierto a recibir ciertos cumplidos o comentarios llenos de amor si venían de Lotus... pero no a admitir lo mucho que los disfrutaba. No iba a dejar que lo compararan con un perro batiendo la cola. —¡Cállate!

Ni siquiera estaba viéndolo con doble sentido, ¿bien? Tenía sus razones para sentirse curiosamente atraído por ese tipo de palabras. No necesitaban hacer un espectáculo sobre ello.

...Aunque le era imposible negar que escuchar a Lotus decir ese tipo de cosas siempre le hacía sentir extrañamente reconfortado.

Lotus se limitó a reír por lo bajo, decidiendo guardarse esa información en su cabeza por ahora. No dudaba que podría volverse muy valiosa para otro futuro momento juntos.

Notes:

🌹Canónicamente no se sabe quién era el chico rubio que Helios veía, tampoco a qué edad fue, solo sé en base a un dibujo de Commo que fue en un mundo moderno. No obstante, en el AU pusimos que fue cuando Helios tenía 13 y estuvo en el pueblo Iroiro, porque nos parecía chistoso que ese niño fuese Log(?

🌹En el juego, Helios se topa a la madre de Log mucho antes del fin del mundo, pero en el fanfic sucede momentos antes de eso.

🌹Este desfasaje temporal no me lo inventé yo, puesto que, aunque Helios no conoció ni se topó con Log en su estadía en el mundo de Polka, sí hay bases para decir que esta paradoja ocurrió.
Cuando Helios estuvo ahí, conoció a Ann-Mari, que estaba embarazada de Polka. Polka es menor que Log por unos 12 años más o menos y ambos nacieron en el mismo mundo, así que es canon que Log ya existía para cuando Helios estuvo en el pueblo Iroiro.

🌹Dato random: Damian/Ómalos es un poco parecido a Lotus. Esto es un HC que surgió porque al dibujarlos me salen parecidos, y me pareció algo chistoso. Por eso Helios se siente incómodo al imaginar a Lotus rubio (?

En fin, he de decir que me divertí con esta parte. Adoro ver a Lotus celoso, es simplemente adorable e hilarante xD

Trataré de subir la siguiente parte pronto. Besitos en la colacha~

Chapter 3: Infraganti

Notes:

Volví más pronto de lo que esperaba :D Deben saber que estoy subiendo esto a minutos de prepararme para ir a la facultad, a las apuradas, así que sepan perdonar si se me pasó un error de edición. Más tarde lo corrijo si lo veo.

Esta es la parte con la escena indecente, vana con cuidado (?)

El siguiente oneshot/twoshot, o lo que sea que salga dependiendo de qué tan largo sea, se subirá más adelante, sepa Dios cuándo. Tendría que dejarme de huevadas ya y seguir con el hilo en twitter, porque lo dejé pausado mucho tiempo. Eso sí, aviso que en el siguiente oneshot del post final ya pienso ponerme un poco más sentimental. Ya verán por qué lo digo.

Sin más, espero que les guste esta parte, quizá se rían o sientan pena por Ziggy xD

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

Las estrellas ya adornaban el cielo para la próxima vez que el joven mago se permitió a abandonar la mansión en compañía de su amada butonia, aprovechando la privacidad de la noche para disfrutar del aire fresco nocturno en medio de un tranquilo y corto paseo. Sí, el horario no era el mejor y ciertamente fue un mal movimiento haber olvidado traer una linterna consigo, pero era imposible negar que había cierto encanto en observar el manto de estrellas que los cubría.

No era algo que hubiesen probado antes después de todo.

—Dios... Solo a ti se te ocurre salir en plena noche —el floricultor murmuró por lo bajo—. No veo un carajo y siento que me llevaré algo por delante en cualquier momento.

Sin importar hacia dónde girara la cabeza o cuánto entrecerrara los ojos, no lograba ver más allá de su mano. De pura suerte se había acostumbrado tanto a la oscuridad que creía ver tenuemente la silueta de Lotus, pero aparte de eso iba a ciegas tratando de no llevarse nada por delante.

—Lo siento. Es solo que pensé que sería bonito ver las estrellas, ya que en Umbriel nunca pudimos. Si no puedes ver... ¿Quieres que use algo de fuego? —Era una opción, no la más recomendable, pero lo era.

Helios negó con la cabeza. El peligro de llevarse algo por delante no le parecía merecedor de correr tantos riesgos como los que implicaban aceptar esa propuesta.

—¿Y provocar un incendio? No gracias. Mejor una linterna para la próxima vez.

Y quejarse con el gobierno y los funcionarios públicos por no haber puesto lámparas en la calle. ¿Qué clase de pueblo no tenía algo tan simple? Hasta Mundo Eterno con todo y su precariedad iluminaba las calles... de Centralia, la zona baja era otro cuento.

—Tienes razón. Conseguiré una muy pronto.

—No mañana, recuerda, el cumpleaños de Juniper.

Sentía necesidad de recordárselo. Él ya lo había anotado desde hace mucho tiempo en el calendario que habían colgado en la habitación, pero Lotus podía ser tan despistado que se olvidaba hasta de mirar los recordatorios, por eso ahí estaba él para traer de regreso la información a su memoria algo percudida.

—Ah... sí.

Cierto. Eso... Lotus no pudo evitar bajar la voz al pensar en ello: el cumpleaños de Juniper, el último de su larga vida.

—¿Cómo te sientes respecto a eso?

No habían tenido oportunidad de hablar mucho sobre Juniper este tiempo. Lo poco que Helios sabía era a través de lo que los Kuru le contaban, y si bien intuía que no era una mala mujer, podía reconocer cuando Lotus se sentía ligeramente intimidado por alguien, así no sintiera ningún tipo de desprecio por dicha persona. En base a ello, ya estaba esperando cierto tipo de respuesta de parte de Lotus.

Lotus suspiró. Había estado evitando pensar demasiado sobre ello, al punto de que ni siquiera poseía una respuesta completa a la pregunta recibida. Era tan extraño como incómodo.

—¿Crees que está mal si no me duele? Quiero decir, no es que le desee morir ni nada, tampoco es como si me caiga mal, pero... —no sentía tristeza ni alegría.

No sentía nada y eso era lo que más lo mantenía desconcertado al respecto, incluso cuando mes tras mes había llegado a ver a la bruja todos los días al menos cuando compartían las comidas diarias o si le tocaba recibir algún encargo o regaño suyo. Incluso aún conservaba ese mapa que ella le dio en su cumpleaños.

¿De verdad estaba bien no experimentar ni la más mínima pizca de angustia cuando su muerte estaba tan cerca? Sus dudas nunca lo dejaban ignorar aquello.

—Apenas la conoces y ni se hablan, no creo que esté mal. Es una extraña para ti.

Él mismo sentía algo de lástima por la bruja, pero... No la conocía, y de todos modos no es como si fuese a tener una muerte temprana, Juniper había vivido su vida. Si Lotus no sufría por ello, no necesariamente era una persona insensible, simple y llanamente no tuvo oportunidad de estrechar sus lazos con ella.

Había que mirar el lado amable: Juniper tendría un lugar de descanso digno y ellos se lo prepararían con gusto. No muchas personas despreciadas hasta la muerte podían decir que otros se tomaron tantas molestias por ellos.

Lotus sonrió. El aliento que Helios le daba disolvía gran parte de aquella incomodidad. Él siempre lo ayudaba a ampliar su perspectiva en momentos como este.

—Lo sé... Aun así prepararemos algo digno para su lugar de descanso. ¿Contaré con tu buen gusto para darnos ideas? —incluso si lamentablemente fue imposible presentarla a Juniper durante todo este tiempo y bajo el posible riesgo a despertar a su alma desde su tumba apenas el humano pusiese de su parte para el dichoso proyecto, Lotus no creía poder recibir una mejor ayuda que la del floricultor para este tipo de asuntos.

Él se caracterizaba por ese gusto exquisito y único al fin y al cabo, algo que nunca lo decepcionaba sin importar el ámbito utilizado.

—Sabes que puedes contar con mi buen gusto para todo —respondió el humano con seguridad—. Tengo la vara muy en alto.

Quizá no era arquitecto ni tenía el don de Konpeki para construir, pero podía aportar algunas ideas para la decoración. Puede que no pudiese preguntarle a Juniper sobre sus gusto o acertar al 100%, pero si de algo estaba muy seguro era de su buen gusto. Si no lo tuviera, no tendría al come flores más dulce de todos a su lado.

—¿Es así?

—Sí, por eso estoy en una boutonniere con alguien especial —Helios no pierde el tiempo de arrojar ese no tan sutil elogio, el resultado de ello era incierto y no esperaba que alargara demasiado su coqueteo, pero si sucedía... No podría quejarse nunca.

—¿Sí?~ ¿Qué tan especial? —Lotus canturreó en cuanto su jugueteo fue percibido, inspirado entre la oscuridad de las calles y esa sensación de peligro que siempre cosquilleaba en su estómago cuando salía de incógnito con su amado. Eso dentro de un día, para ser exactos, no tardaría de dejar de suceder así que ¿Por qué no aprovecharlo por última vez un poco?—. ¿Quién es ese hombre suertudo? ¿Lo conozco?

Quizás sí, quizás no.

Quizás era a quién veía cada día en el espejo, quizás nunca lo había visto. No sería extraño, sus ojos solo podían descansar sobre el atractivo floricultor de lotos que tanto adoraba, aquel a quién deseaba seducir sin importar las consecuencias.

—Puede ser.

—Ahora estoy muy celoso. Y yo que quería ser quien fuera tu lapel —murmuró en un tono lastimero, todavía buscando acortar distancias. Hace un momento solo se estaban tomando de la mano, ahora sus brazos habían logrado subir hasta su cintura.

Helios entornó los ojos con cierta diversión. Sin dudas, su amado solo podría ser alguien que apenas veía en la oscuridad, pero cuyo bello rostro había memorizado tan detalladamente que nada le costaba distinguir cada pequeño gesto cubierto por el manto oscuro de la noche.

Alguien tan peculiar como solo él podía serlo, porque nadie más clamaría estar celoso de sí mismo. Alguien tan magnético que ni siquiera él se resistía a aquellos brazos acercándolo de forma casi atrevida.

—Bueno, si a él le parece, siempre tendrás disponible el papel del amante.

Lotus ladeó la cabeza, claramente interesado en el nuevo papel ofrecido. Como si ese encajara consigo mismo como anillo al dedo. —¿Ah? ¿Y eso no le va a molestar?

Helios podía apostar su vida sin dudarlo a que no sería así, solo con escuchar ese tono sugerente y esos dedos tamborileando el contorno de su cintura, pero si eso no bastaba, todavía tenía otras formas de probarlo.

—No sé, tú dime.

Y, sin pensarlo dos veces, sus manos se aferraron al cuello de la camiseta del mago y tiraron de ella. Incluso en la oscuridad, la práctica le dio la perfecta precisión para atrapar sus labios en el acto.

Lotus correspondió con entusiasmo, apenas riéndose para sus adentros. Pobre lapel ajeno, no sabía nada de que era a él a quién arrastraba el floricultor a un callejón cercano bajo la dulce seducción de sus labios. Si Helios le suplicara ir al fin del mundo entre esos besos, no dudaría en ir sin siquiera pensarlo.

Haría todo lo que este chico quisiera, incluso ignorar que acababa de buscar un amante imaginario.

Una vez se separaron, no fue mucho lo que tuvo para decirle. —Creo... que no me molestaría.

—Perfecto, eso quería escuchar.

Y, dicho esto, las palabras dejaron de importar. Todo dejaba de importar cuando su corazón lo empujaba sin previo aviso a los brazos del mago, absolutamente todo lo ajeno a ellos se esfumaba en el acto.

El come flores dejó cualquier pensamiento atrás, volviéndose un adicto completo hacia todo lo que le provee el calor del humano, desde aquellos besos cálidos que lo instaban a robar su aire hasta la suavidad tentadora que se escondía bajo todas aquellas prendas de vestir.

Todo bien envuelto, igual que un perfecto regalo que ya no podía esperar para abrir. Ni siquiera la realidad del exterior llegaba a significar mucho junto a esa euforia susurrante drenando sus sentidos, para solo dar paso al sediento deseo que seguía elevando su temperatura.

Nada importaba excepto la hambrienta necesidad de sentirse más cerca el uno al otro. Pronto, Helios no solo se conformaba con sujetarse a su amado con sus brazos, pensamiento compartido que no tardó en hacer su efecto cuando sintió aquellas manos bajar más para permitirle tomar el impulso que necesitaba para ser cargado mientras sus piernas rodeaban su cadera.

La fuerza de un solo brazo habría podido mantenerlo allí sin ningún problema, pero al floricultor no podía importarle menos. Solo quería sentir más de cerca aquella dulce calidez presionándolo contra la pared más cercana mientras sus labios todavía recibían de su tierno afecto.

Tierno, sí, hasta que se dio cuenta de algo que lo rozaba y extinguía por completo cualquier indicio de inocencia del momento.

—Qué demonios… —por un segundo pensó que estaba imaginándolo, pero no. Realmente lo que sentía contra su vientre era lo que creía que era—. ¿En serio? ¡¿Ahora?! ¡Estamos en zona pública, idiota!

—Está muy oscuro, no creo que nos vean. Además no pasa gente por aquí a estas horas. Solo deberás quedarte muy, muy callado, ¿o no?

¿Qué más daba estar en la calle? Apenas podían verse el uno al otro a pesar de su extrema cercanía, dudaba que alguien más alejado pudiese verlos de algún modo.

Era una oportunidad única y conveniente. ¿Por qué decirle que "no" a tal golpe de suerte?  Para el joven mago era solo cuestión de lógica, así como también de su tambaleante resistencia luego de los meses pasados desde la última vez que sintió a su amado.

Helios iba a decirlo, estaba genuinamente impresionado por la capacidad de Lotus de ponerse caliente en los lugares más inoportunos. Pensó que lo había visto todo después de haberlo experimentado en la sala principal de su antigua casa en Umbriel, pero hoy su lapel se había superado a sí mismo.

—No puedes estar hablando en serio.

Definitivamente no podía. Lotus tenía un lado desvergonzado que solo él conocía y con el cual ya se había familiarizado, aunque nunca se le ocurrió que hasta ese punto podía llegar. Esto ya no era atrevimiento, era completa falta de razonamiento de parte de un calenturiento.

Por si fuera poco, el mismo Lotus lo admitiría con, lo que Helios consideraba, el intento de excusa más vago que jamás había escuchado.

—Butonia, con todo el afán de excusarme: llevó meses en abstinencia y creo que me voy a volver loco. Ten piedad de mí.

Estaba seguro que no solo sus palabras suplicantes eran prueba de su desesperación, la cercanía compartida ya debía haber ofrecido una pista más palpable al humano a estas alturas. Estar perdiendo gran parte de su sentido común solo era una parte más de ello, aunque en estos momentos no creía que Helios negase que había cierta diversión detrás de una travesura tan descarada como la que estaban por cometer.

—Me doy cuenta de que estás loco, considerando que estás sugiriendo que quieres cogerme en vía pública.

Su problema ya ni siquiera era que fuera un espacio abierto como un jardín, sino la acera, donde muchas personas caminaban. Si acaso algo los protegía de alguna mirada, a lo mejor se trataba de una banca o un cesto de basura, lo que, en su opinión más sincera, no bastaba para que considerara su silueta lo bastante escondida.

Por no mencionar que con todo y el silencio que intentaran hacer, si alguien pasaba a menos de un metro de ellos, algo terminaría escuchando que no fueran sus voces.

—No puedo evitarlo. Eres tan lindo cuando usas esos vestidos —¿de verdad podían culparlo? Tenía un novio absolutamente atractivo a su lado día con día, sin poder hacer mucho más que besarlo durante ya varios meses—. Quiero llenarte de todo mi amor~

—...Y de otra cosa, por lo que estoy sintiendo —cosa que, por mucho que admitirlo le hiriera el ego, desde hace tiempo había comenzado a tener un efecto inmediato en su persona solo con sentir su presencia, incluso si era a través de la ropa.

Sin lugar a dudas, la abstinencia también podría volver loco a un traga-libros como Lotus... Aunque claro, no por ello cruzaría la línea de forzar nada si acaso su butonia realmente no quería.

—L-Lo siento, me estoy pasando, ¿no? M-Me detendré.

Helios calló, indeciso. De un modo u otro, se había acostumbrado tanto a esto que ya no podía estar otro segundo más sin que su mente terminara bombardeada de recuerdo tras otro, destruyendo en cuestión de segundos el autocontrol que se supone debía tener.

—...Ah, qué demonios —masculló furioso, consigo mismo y su voluntad de gelatina más que con Lotus—. Igual nadie nos verá. Pero que sea rápido, ¿sí?

Lotus no podría haber pedido un escenario más entusiasta y tentador que este, en donde su juguetona sonrisa fue la única advertencia de sus intenciones antes de volver a besar a su amado.

—¡Está bien!

Solo se vivía una vez, tenían derecho a buscar divertirse un poco de vez en cuando, ¿no? Helios quería tener fe en que si algo sucedía, aquella larga falda cubriría los rastros del delito. En ese momento no lo pensó demasiado, pero más adelante agradecería estar en lo cierto.

Completamente ajenos a lo que acontecía en aquel rincón oscuro del callejón, otro par de pasos se iban abriendo camino a varios metros de la espesa oscuridad. El entusiasmo que cargaba uno de ellos era casi que inexistente, encontrando un enorme fastidio detrás de la tarea a cumplir junto al conocido capitán de rubia cabellera, sin mencionar los inconvenientes latentes que les generaban no poder ver bien por dónde iban.

—¿Por qué no pones las jodidas luces? —resopló con molestia, todavía exasperado por la actitud de su compañero.

Sin duda Ziggy ya comenzaba a arrepentirse de haberse molestado de dejar su cómoda y cálida cama atrás solo para esto, el gobierno no les pagaba lo suficiente para soportar todo esto.

—Ese era trabajo de Kai —le parecía extraño que el humano se tardara tanto en ello, tomando en cuenta que su responsabilidad rozaba el trabajoholismo, y los motivos de ellos y su ausencia no eran otros más que aquellos que a veces se le olvidaban.

El joven teniente no duda en bufar con fastidio, preguntándose si hizo bien en acompañar a este bob solo para escuchar sus tonterías y olvidos bajo la prioridad de asegurarse de que no se metiera en algún otro lío dejándolo solo.

Es decir, la última vez fue capturado por el gobierno... Ziggy tenía razones de sobra para estar preocupado. Así como razones para querer golpear su cabeza de chorlito.

—¡Kai está agotado porque le aumentaron los ejercicios para sus brazos y está estresado por la nueva cirugía de Usagi! —gruñó, maldiciendo por lo bajo la memoria de corto plazo de los magos mientras niega con la cabeza. Esto no los llevaría a nada, ese tonto siempre fue así, un tiro al aire.

—Oh, por eso no los vemos. Haha —el pobre no era más viejo que ellos y ya cargaba con suficiente estrés para una vida y la responsabilidad de tener que cuidar de una niña. Analizándolo con más detenimiento, era un milagro que haya decidido tomarse un descanso en lugar de arrastrarse a estas horas a hacer el trabajo que le habían asignado—. Además vive estresado.

—Te pasas.

Log se rio por lo bajo. A decir verdad, ni siquiera era imperativo que se hicieran cargo de esto justo ahora. Sus superiores solo dijeron que lo hicieran lo más pronto posible, pero el aburrimiento del joven capitán hacía desastres de su horario cuando superaba los límites, y este era uno de esos casos.

Más tarde ya se arrepentiría de haberle hecho caso a su ansiedad de hacer algo de provecho, aunque cierta pareja a varios pasos de distancia no estaba enterada de ello, especialmente el floricultor; cuyos últimos rastros de voz apenas lograban sofocarse en la presión de una de sus manos y sentido de la realidad ya se había esfumado por completo en medio de aquellos últimos empujones arrimándolo hasta la bruma en el callejón.

Podrían hacer esto un millón de veces más y el resultado no hubiese cambiado nunca, una mente dispersa y perdida, el placer enceguecedor alcanzando el punto culminante que se llevaba toda la energía de golpe. Lo único que habría sostenido su cuerpo tembloroso y agotado era aquel con el cual continuaba placenteramente acoplado, perdiendo el resto de su aliento y cediendo cada temblor en un mecimiento, con sus piernas inútiles colgando a los costados del mago. Lágrimas y pequeños sollozos ahogados entre sus labios, pétalos de rosa pálido creando un desastre pastoso y resbaloso bajo sus pies, un escenario tragado por la oscuridad como la calidez del come flores por el cuerpo que se aferraba con sus fuerzas restantes.

Era mejor así. Había ciertas maravillas que solo eran apreciadas por quienes las vivían, recordarlo no era algo que saliera gratis, por supuesto.

—No veo nada, pero distingo una silueta... ¿Eres tú, Ziggy?

De pura suerte, los ojos del aludido lograron acostumbrarse lo suficiente para distinguir siluetas cuando estaban extremadamente cerca, pero ello no iba más allá de la distancia de su mano.

Ello lo limitaba a básicamente al menos distinguir a su compañero, cosa que al parecer Log volvió a olvidar para confundirlo con algún árbol o hidrante a pocos metros... De nuevo.

Solo eso explicaría su ridícula pregunta.

—¡Estoy en frente de ti, idiota! ¡Y deja de hacer ese sonido, que me pones nervioso!

Llevaba un rato escuchándolo, a cada paso aumentando en volumen. Un sonido húmedo y extraño mezclado con una especie de sollozo, que por algún motivo le daba escalofríos, casi familiar aunque no lograba concebir de qué se trataba. Lo único seguro era que él no era la causa.

Ante la respuesta de su compañero, el mago no pudo hacer más que asimilar la confusión del momento. —¿Qué? ¿No eres tú?

—¿Por qué carajos yo estaría llorando? ¡No intentes asustarme, tonto!

—Te juro que no soy yo.

Log tenía contemplada la posibilidad de que sus ojos no fueran del todo útiles o confiables en estos momentos, por lo cual no discutía respecto a si lo que veía próximo a él era un poste o el floricultor de ásteres; pero tomando en cuenta que no debía haber nadie rondando por ahí a esas horas... le costaba creer que ese extraño sonido provenía de algo más que no fuese él.

No me digas que se soltó un demonio o algo así... La posibilidad nunca era lo suficientemente baja como para descartarla. Si alguien había tenido un accidente con alguno de los árboles y ahora uno de esos bichos andaba suelto, no le extrañaría que fuese la fuente de ese raro ruido que llevaban un rato escuchando. Quizá una atrocidad con una sollozante víctima incluida estaba sucediendo a poca distancia de ellos y no se percataban de ello gracias a la oscuridad.

Nerviosamente se mordió el labio al considerar aquel escenario, evitando mencionarlo solo para no asustar más de la cuenta a Ziggy. Si algo así estaba sucediendo, se haría cargo de ello sin dudarlo un segundo, aunque tuviese que retener al contenedor poseído mientras mandaba al hechicero a usar uno de sus talismanes.

La realidad era que mientras ambos discutían sobre en quién recaía la culpa, a unos pocos metros se encontraban ya los verdaderos responsables de todo sonido extraño, tan jadeante y agotados ante la última gota de éxtasis que les permitía sostenerse en medio de la oscuridad de aquel callejón.

Tan ensimismados de sí mismos que ni siquiera se habían percatado de la cercana presencia del otro par, en donde el más bajo ya se había hartado de no ver ni sus propias manos y ese sonido infernal que seguía sin reconocer en origen.

—No me pagas lo suficiente para esto, Log —no acostumbraba a utilizar su magia, tanto por su bajo control como por las consecuencias que a veces provocaba, pero decide hacer una excepción por esta vez en un intento de enciende un poco luz—. Al fin, ya está.

Log y Ziggy estaban preparados para cualquier cosa, sin embargo ninguno de los escenarios hipotéticos que tenían en mente se asemejaban en lo absoluto a lo que vieron cuando se hizo la luz, y entonces distinguieron las dos siluetas del callejón, ahora iluminadas y reconocibles como la boutonniere que Log había conocido el otro día.

—¡Oh, vaya, son ustedes de nuevo–! ¡POR TODOS LOS CIELOS! —su alivio duró lo mismo que tardó en darse cuenta de lo que estaban viendo sus ojos, reaccionando rápidamente para cubrir los de Ziggy antes de que profanara todavía más su pobre visión.

Él mismo no tardó en darse la vuelta junto con su compañero, todo fuera con tal de evitar seguir viendo más de ese espectáculo de indecencias que no estaba esperando presenciar, y mucho menos en una noche de trabajo como esa.

—¡¿...?! ¡¿De dónde...?! —Lotus, por su parte, apenas pudo con el susto de verse deslumbrado repentinamente, teniendo que hacer mil malabares para evitar dejar caer al humano y exponerlos aún más de lo que ya habían sido. Solo la larga falda del floricultor escondía lo que estaban haciendo, así que dejarlo en el suelo no era la mejor opción.

Lo único bueno es que al menos la luz en sus caras no duró demasiado gracias a la decencia mínima del hechicero de dejar de apuntarlos tras voltearse, aunque no podría decir lo mismo de su nada amistosa boca.

—¡¿Qué carajo?!

Ziggy no daba crédito por lo que acababa de ver y nadie más que él mismo sabía lo mucho que se arrepentía de haber encendido esa luz.

Ya tenía menos vista de un lado, pero luego de esto comenzaba a debatirse de que tan malo sería perderla por completo tras arrancarse ambos ojos.

—Woah. No sabía que ustedes dos eran así de intensos.

Quizá no era el momento ideal para decirlo, pero es lo primero que Log pensó y no podía quedarse sin decirlo. Cuando conoció a esos dos le dieron la impresión de ser un matrimonio maduro, sensato y sobre todo muy reservado. Nunca se imaginó que los encontraría en esta situación... en el exterior.

El universo siempre tenía sorpresas para todos, ¿eh? Al menos eran ellos dos y no un demonio vicioso y su víctima.

Claro, eso no borraba ni por asomo el bochorno que Helios estaba experimentando.

—¡Te dije que era mala idea hacer esto aquí! ¡Bájame ya! —vociferó enfurecido, y nadie podía culparlo por estar en ese estado. Había pasado de la completa bruma a la vergüenza más grande de su vida en solo un par de segundos, y por si fuera poco no podía dignarse en correr, porque apenas podía mantenerse de pie si no era agarrándose del brazo libre de Lotus.

Creía haber conocido la verdadera vergüenza cada vez que escuchaba a su lapel lanzarle cumplidos subidos de tono, pero esto era un nuevo nivel de humillación y ante los ojos de otro come flores y un floricultor desconocido.

Ese era un excelente momento para que la tierra se abriera y los tragara a ambos, pero, como siempre, la vida era una perra y ellos tenían que afrontarlo.

—¡P-Perdón...! ¡Estaba seguro de que nadie vendría por aquí! —el mago mayor todavía tratando de arreglar su ropa a su vez que tomaba un poco de distancia del humano. Al menos la suficiente para no dar más ideas de lo que ya habían dado.

Y justo ahora... Qué mala suerte. Suspiró por lo bajo. Lo más lamentable seguía siendo que hasta hace nada consideró ir por una segunda ronda, pero ahora veía claramente que eso sería imposible.

Esto me pasa por hacerle caso a este pendejo... Helios lo admitiría: había fallado y este era su castigo por ello. Aunque, lamentarse ya no lo llevaría a ningún lado, no con esos dos chicos todavía presentes y esperando a que terminaran de arreglarse la ropa.

Obviando, por supuesto, que ese solo era el problema de Lotus. Él por otro lado lidiaba con otros problemas incómodos, como la debilidad de sus piernas y la sensación inoportuna de aquello que se deslizaba todavía entre ellas.

Bueno, con todo y esa luz, estaba demasiado oscuro para que lo notaran, podía estar tranquilo por ahora.

—¿Ya están presentables? Bien —finalmente, el joven mago se dio la vuelta, saludando a ambos hombres como si nunca los hubiese visto en tan comprometedora situación. Y es que, en su defensa, en realidad no habían visto nada que pudiera calificar como explícito o cercano a ello, pero su reacción se debía más al evidente escenario más que otra cosa—. Hola~

Dentro de todo, estaba dispuesto a fingir por un rato que nada pasó... Incluso si Ziggy no estaba dispuesto a ayudar mucho con eso.

Ciertamente, Ziggy desearía olvidar lo que acababa de suceder, aunque las palabras del capitán así como su tono casi jocoso al respecto no ayudaban en lo absoluto. ¿Por qué era tan familiar? ¡¿Conocía a estos exhibicionistas?!

¡Maldita sea, Log! Su amigo tenía algo con rodearse de bichos raros cuando lo descuidaba.

—Eh... Tú... ¿conoces a estos... vouyeristas?

Lotus casi sentía un paro cardíaco ante ese adjetivo arrojado en su dirección. —¡¿Qué?! —estaba bien que quizás no debieron hacer lo que hicieron el plena calle, podía aceptar ese peso de culpa ahora que la cabeza se le había enfriado, pero tampoco veía la necesidad ajena por fastidiarlos tanto... ¡Y menos llamarlos de ese modo!

—¡¿Vouyeristas?! —Helios estaba a nada de un desmayo o que le reventara una arteria de la rabia. No podía creer que solo por un desliz de una noche ahora pasaría a ser parte de "la pareja de vouyeristas de la mansión de Juniper", así que como diera lugar se defendería aunque supiera que era batalla perdida—. ¡Pero si aquí no se ve un carajo!

Ergo, la idea no era para nada que alguien llegara a verlos. El día en que desarrollara un fetiche por el exhibicionismo se lo comentaría a Lotus, pero ese día aún no llegaba.

—Tirar en la calle sigue siendo ilegal —contrarió el hechicero. Solo por ese hecho tenía todo el derecho del mundo a llamarlos a ambos como se le diera la regalada gana.

Helios frunció el ceño, todavía agarrándose del brazo de Lotus para no perder compostura. —Ilegal será la paliza que les daré.

A ver si eso reparaba parte de su orgullo destrozado, porque muy en el fondo, y tras todo su enojo, sabía que eran los únicos responsables de este penoso momento.

Y, con todo y ese hecho, Britt Log no podía evitar sentirse un poco apenado por ello, como si hubiese interrumpido algo.

—Lo sentimos, solo pasábamos por aquí y- ...Lo siento, sigo sorprendido —era, genuinamente, la primera vez que le sucedía algo así. Souma-Kami sabía si podría olvidar este suceso después de unos meses, mas por ahora tendría esperanza de que eso podría pasar y nunca más tendrían que mencionar esta experiencia.

Ojalá Ziggy pudiera decir lo mismo, en lugar de maldecir a la jodida bruja que lo tenía prisionero por no haberle arrancado los dos ojos.

Lotus suspiró, resignado ya a esta suerte de vida. —También es un placer verte de nuevo, capitán —si su tono expresaba lo suficiente sus sentimientos opuestos o no, lo desconocía.

Tampoco es que le importara, aquí el punto era manejar lo que les quedaba de decencia en vista que era imposible evitar la incómoda conversación después de todo. Mientras se enfocara en el rubio en lugar de su compañero sería casi sencillo.

—No estamos de servicio, puedes olvidar la formalidad.

—Del mismo modo que olvidaron la decencia pública.

Log se rio para sí mismo. Algo le decía que, después de hoy, difícilmente podrían decir que eran desconocidos o que no habían visto suficiente del otro. Él prefería verlo de ese modo, concentrarse solamente en lo positivo de todo esto, puesto que Ziggy no estaba dispuesto a hacerlo.

De algún modo había que llegar a un equilibrio, ¿no?

—Mírale el lado amable. Al menos sé que no estaban tocando los árboles, aunque sí a ellos.

Que Log no señalara lo evidente por compasión o amistad le daba igual al floricultor de ásteres, en su opinión eso no haría que pudiera limpiar sus ojos ni mente ahora. ¡A la mierda Log y su intento de ver lo positivo en esta locura!

¡Dile eso a mis pesadillas de las próximas semanas! No lo golpeaba nada más porque no iba a desacreditarlo frente a otros. Oh, pero en casa... ya vería.

Log, por supuesto, ignoraba este hecho y seguía intentando ver lo positivo en la situación. Se había llevado un trauma esta noche, pero lo prefería a los otros escenarios trágicos y abominables que había imaginado anteriormente.

Quizá estaba siendo muy permisivo, quizá su trabajo lo había insensibilizado bastante, ¿qué importaba? Nadie murió y nadie más los vio. A él, eso ya le parecía motivo de celebración. A él excepto a Helios, quien seguía con su mirada homicida clavada en su lapel, como si estuviese considerando la loca idea de castrarlo después de esta experiencia.

Eso ya era problema de pareja, Britt no iba a meter más su cuchara de lo que había hecho esta noche.

Lotus decidió fingir que no percibía las hierbas de ambos floricultores brotar más y más a medida que el Capitán "excusaba" lo sucedido, así como también ignoraba la mirada asesina dirigida a su  dirección.

Un problema a la vez.

—¿Puedo saber qué hacen aquí?

—Inspección de luces —respondió Log.

—¿Y por qué no hacen eso de día?

Sonaba extraño, pero Log tenía buenas razones para elegir encargarse de ello a estas horas y cuando no iluminaba ni el punto más alto de la ciudad.

—Porque de noche se puede marcar cuando es necesario, ¿no te parece?

Era simple lógica. No había mejor forma de probar en dónde era mejor ubicar los postes de luz si no era en medio de la oscuridad. Defendería hasta la muerte y de quien sea su idea revolucionaria.

Para Lotus, eso sonaba absurdo. No porque la idea careciera de sentido en el momento de la verdad, sino porque aun con eso estaba seguro que cualquiera diría que era mejor hacerlo a otras horas.

—...Por mucho que eso tenga sentido, habría preferido que fuera de día.

—Lo mismo digo, así no habría tenido que presenciar esto.

Esto era lo único en lo que probablemente Ziggy y Lotus estarían de acuerdo por esta noche.

—No te pedí acompañarme, tú detestas el frío —Log señaló con una sonrisa.

No es que no supiera de los verdaderos motivos de su teniente para acompañarlo en esta tarea, sin embargo no estaba de más recordarle que fue su elección venir, y él incluso le insisto para que se quedara. Al final, no podían responsabilizarlo de nada de esto, y eso era lo mejor de todo, aparte de que podía reírse con gusto de ello, sabiendo que nada de lo que hiciera en otras circunstancias podría superar lo visto hoy.

—Conociéndote, habrías ido de payaso cantando y fastidiando el silencio de la noche. ¿No sabes que eso no se hace de noche? Así atraes demonios.

Ah no. Ziggy no iba a permitirle al tarado que tenía por come flores que intentara hacer de menos su presencia. Lo conocía perfectamente para asegurar que las cosas serían tal cual describía de dejarlo solo, razón principal de todas y cada una de sus preocupaciones como para verse obligado a abandonar su cálida cama para venir hasta aquí, cosa que hasta hace unos minutos no representaba mayor pérdida que la de sus horas de sueño.

Pero ahora... Argh, tendría suerte si alguna vez recuperaba la poca pureza mental y visual que le quedaba ¡Maldita pareja calenturienta y vouyeristas! Todo esto era su culpa en primer lugar.

—Qué valiente, regañarme delante de los vouyeristas, amigo~

—¡Que no somos vouyeristas! —Lotus exclamó con exasperación.

—Tsk, eso díselo a- —pero justo cuando Ziggy iba a responder, la luz en su mano terminó por extinguirse de golpe— Oh... Me quedé sin energía —y pensar que tuvo que gastar su poca magia de luz para presenciar algo horrible… La vida sin dudas era una perra.

Habría sido divertido para el joven mago de metal alargar esto un poco más, sin embargo el repentino apagón le pareció la señal de que debían volver a lo que estaban haciendo. Ya habían avergonzado lo suficiente a la joven boutonniere.

—Sigamos en lo nuestro, entonces —anunció sin más—. Y ustedes... eh... No le diremos nada a nadie, pero eviten hacer esto en vía pública, o el siguiente que los vea no será tan amable.

Se los decía con buena fe. La policía no iba a reaccionar mejor que ellos y, como mínimo, les iban a imponer una multa de una suma considerable o podrían ponerlos tras las rejas unas pocas horas. No sabía, nunca se puso a leer las leyes relacionadas a la decencia pública, aunque no estaba de más evitar que otros desafortunados pasaran por lo mismo que ellos.

Ziggy bufó con molestia. No le pagaban lo suficiente para esta locura. Al menos agradecía que la falta de luz bastó para que su compañero finalmente decidiera que debían volver a lo suyo, para lo cual el hechicero ni siquiera se molestó en fingir interés en despedir al otro par, adelantándose mucho antes que el joven mago.

Ya había tenido suficiente de esa boutonniere y sus cuestionables costumbres indecorosas. En lo que a él respectaba, ojalá que la próxima vez fuesen atrapados por la policía o algo peor. Se lo merecían por marcar sus pesadillas por las próximas semanas.

—En fin —Log se alzó de hombros, agitando la mano en señal de despedida—, nos vemos~

Y así como llegaron, se fueron por el camino de antes, dejando solos en la oscuridad a la parejita.

Una vez solos y en la oscuridad de nuevo, Lotus mantuvo su escueto silencio hasta que la tensión restante ascendió lo suficiente mientras daba una profunda respiración. Bien, a mal paso darle prisa.

—Si me vas a golpear, hazlo —no se molestó en voltear en dirección a su novio a pesar de seguir siendo su sostén, percibía sus intenciones aun en medio de esa frondosa oscuridad recién devuelve.  Y lo que era peor, no tenía argumento alguno en su defensa para usar en esa ocasión, así que sería un blanco fácil y sumiso ante su inminente destino.

—Oh, ganas no me faltan... —masculló Helios con enojo—. Pero me tengo que sujetar de ti o me vengo abajo, así que estás salvado por ahora.

Por ahora. Nadie decía que cuando estuviesen solos no iba a darle un buen escarmiento a ese idiota calenturiento, aunque fuera un golpe en el hombro o jalarle del cabello. Ya pensaría en algo en otro momento, cuando no sintiera las piernas como gelatina derritiéndose.

Lotus no sabría decir si la pospuesta de su merecido golpe lo aliviaba o asombraba, pero se abstuvo de cuestionarlo. Valoraba la extensión de su piedad, así como también comprendía la practicidad detrás de ello. Y de todos modos, sabía que en su posición era el último que merecía decir algo más que una disculpa, siendo que no olvidaba que todo comenzó en base a su propia insistencia.

—Ugh... Perdón —suspiró.

Con el calor del momento habiendo mermado en su totalidad y la claridad de sus sentidos, era innegable la precipitación y estupidez que lo llevó a tomar tan malas decisiones. Sí, Helios no lo detuvo y ello debería volverlo un cómplice, pero al final la mente maestra de la idea seguía siendo una sola.

—Tsk, da igual. Mejor vamos adentro. Si el cumpleaños de Juniper será mañana, tampoco es como si corriéramos tantos riesgos.

Tendrían que haber hecho eso desde el principio, pero Lotus estaba aferrado a la idea de que vieran un rato el espectáculo nocturno. Bah, excusas. Si lo que quería ese idiota era hacerle ver las estrellas, lo habría conseguido sin tener que sacarlo de su habitación.

Habría sido mejor así, porque si Juniper los descubría... Todavía podían remarla y liberarse de las consecuencias al día siguiente, pero esos dos... Estaba seguro de que difícilmente olvidarían esto.

Lo único bueno es que lo peor que podía suceder ya les había pasado, así que no les quedaba más que regresar a casa de una vez por todas. Los riesgos de verse atrapados eran prácticamente nulos desde que Juniper dejó de poder pasearse por su cuenta alrededor de la mansión, con Mór y Konpeki casi siempre manteniéndose cerca como una sombra a medida que la fe ha límite de acercaba tal cuenta regresiva.

—Uh... Es verdad —sin más, Lotus lo cargó con cuidado, listo para para regresar sus pasos lentamente. Suficientes aventuras por una noche, mañana tendrían un día importante para atender. Lo mejor era olvidar esto para enfrentarlo... Aunque la mente del mago insistiera que todavía debía de quedar algo rescatable tras tan penosa experiencia—. Igualmente, fue emocionante hacerlo afuera- ¡Ay!

Helios no tardó un solo segundo en reaccionar, tirándole de la oreja, a ver si con ese gesto le hacía entender que solo empeoraba todo con cada cosa que decía. —¡Cállate!

Él también tomaría nota de esta experiencia: esta era la última vez que le permitía a Lotus hacérselo en zona pública.

El mago no dijo más. Lo admitía, ¿bien? Eso último se lo había buscado por impertinente. Debió esperar a que regresaran al cuarto para conversarlo mejor. Y quién sabe, terminar esa segunda ronda que llegó a considerar.

Vaya manera de conocernos… Sin dudas, este no era exactamente el escenario que se había planteado para volver a hablar con el capitán Britt Log y su teniente.

Notes:

Les agradezco a los que pasaron a leer esto, besitos en la colacha y nos vemos a la siguiente~