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Boku no Hero Academia : The Desire To Continue Forward

Summary:

En la actualidad, el mundo ha cambiado. Los "Quirks", habilidades extraordinarias, se han vuelto parte natural de la humanidad. Hoy, casi toda la población nace con uno. Casi toda.

Izuku Midoriya y Siv son dos adolescentes que asisten a diferentes escuelas, pero que comparten un destino en común: haber nacido sin un Quirk.

Midoriya, sin embargo, se aferra con desesperación al sueño de convertirse en un héroe, aún si eso lo coloca al borde del ridículo y la humillación diaria. Por el contrario, Siv aceptó desde temprano que no sería parte de ese brillante mundo. Para él, ser "Quirkless" no es una herida que supura esperanza, si no su realidad que tomo desde muy pequeño como su metodo de vida.

Dos conceptos diferentes, el mismo dolor.

Boku No Hero Academia: The Desire to Continue Forward reinventa el universo de Boku no Hero Academia, explorando nuevos conflictos, personajes nuevos, arcos originales y arcos expandidos.
¿Has elegido definitivamente tu futuro? Y entonces. . .¿cuanto tiempo tendras hasta elegir de nuevo?

Notes:

Esta es una nueva historia ambientada en el universo de Boku no Hero Academia.
Izuku Midoriya, tras años de sueños rotos y lágrimas, finalmente obtiene la ayuda que siempre necesitó desde niño…
Pero mientras los focos se posan sobre él, una pregunta permanece en la sombra:

¿Y Siv?

Este primer arco se centra en la vida de Siv, un joven sin Quirk que, a diferencia de Izuku, aceptó su “anormalidad” como una verdad absoluta. A través de su mirada, descubriremos el otro lado de este mundo de héroes: el de aquellos que quedaron atrás.

Acompañá a Izuku y Siv mientras sus caminos se cruzan, se quiebran, y quizá… se reconstruyen.
Tal vez, en estos meses que vienen, Siv también encuentre un significado nuevo a ser Quirkless.

Chapter 1: Quirkless

Chapter Text

La ciudad despierta con el retumbar habitual de una mañana cualquiera. El sol, aún tímido detrás de las nubes, bañando con tonos dorados los edificios de concreto. Vehículos flotan lentamente por los carriles elevados, y drones de mensajería zumban entre semáforos como abejas trabajando sin pausa.

Las aceras están llenas de estudiantes con mochilas llenas de futuro, oficinistas apurados con café en mano, y transeúntes que no se detienen a mirar nada. Todos avanzan. Todos tienen un rumbo.

En una esquina del distrito de Musutafu, con una fachada modesta de madera y letras desgastadas que decían CAFÉ KURO ”, la vida va a un ritmo diferente. Adentro, el aire es espeso de café recién hecho, pan tostado y conversación matutina.

El barista, un hombre de espalda ancha, barba abundante y sonrisa perpetua, coloca con suavidad una taza sobre la mesa de la esquina, junto a la ventana.

—Capuchino con canela extra. Como siempre—dice, con tono amable.

—Gracias... —responde una voz monótona, apenas audible.

Una mano de dedos largos y algo pálidos rodeó la taza caliente. Da un sorbo pausado, sin apuro. Luego la deja a un lado, con un suspiro. Frente al cristal empañado por el vapor del café, el reflejo del chico es nítido.

Siv.

Cabello largo, liso, de un tono grisáceo que parece hecho de ceniza mojada. Ojos apagados, sin rabia ni ternura. 

Saca su teléfono y comienza a deslizar con el pulgar. Noticias. Héroes en portada. Rankings de popularidad. Otro arresto. Otro escándalo. Una adolescente con un nuevo quirk milagroso salvando a su escuela. El mismo ciclo de siempre.

Lo apaga. Aprieta la pantalla unos segundos antes de dejarlo sobre la mesa. Ni una pal abra.

Un cliente del fondo, con voz ronca y entusiasmo alza la voz.

—¡Eh, viejo, sube el volumen! ¡Está hablando uno de los grandes!

El barista obedece, y la televisión en la esquina izquierda aumenta el sonido. En la pantalla, un reportero habla exaltado mientras se repetía la imagen de un héroe deteniendo el colapso de un puente, rodeado de civiles rescatados.

—“...conocido como Tectonico, usó su quirk de detección sísmica para localizar los puntos de fractura y reforzar la estructura antes de que se viniera abajo. Ya son veintidós vidas salvadas en lo que va del mes...”*

Siv gira los ojos hacia el televisor, más por reflejo que por interés real. Observa al hombre enmascarado estrechando manos, dando declaraciones, sonriendo.

Su ceño se frunce.

Tira de la capucha de su sudadera para cubrirse un poco más la cara y gira la mirada hacia la ventana.

—"Patético..." —murmura, sin sonido real en los labios.

Y justo entonces, sin aviso ni lógica, una cara demasiado cerca aparece frente a la suya.

—¡¡¡BUENOS DÍAS, SIV!!!

—¡AGH! ¡¿Qué demo—?!

El chico dio un respingo que hizo tambalear su café. Frente a él, sonriente, con ojos como linternas encendidas, esta Izuku Midoriya. Su uniforme arreglado, la mochila llena hasta reventar, y una energía incontrolable a pesar de la hora.

—¡No llegas tarde hoy! ¡Increíble! ¡Oh, oh! ¡Mira la pantalla! ¡Ese es Tectonico, uno de los héroes con especialización en estructuras inestables! Tiene sensores sísmicos por todo el cuerpo, ¡y puede generar vibraciones para estabilizar materiales sueltos! ¿Sabías que antes era ingeniero civil? ¡Y cuando combina eso con sus puños...!

—Midoriya... —gruñe Siv—Baja el volumen... de tu fanatismo...

—¡Ah! Lo siento, lo siento—dice Izuku, bajando la voz, aunque no la emoción—Es que es Tectonico. ¡No aparece en televisión tan seguido! ¡Y hoy se rifó!

Izuku murmura emocionado, murmura tan rápido que parece un susurro demoníaco. Sus ojos se mueven como si analizara cada cuadro del noticiero. Siv estira una mano y le dio un golpecito con los nudillos en la frente.

—Bonk.

—¡Auch!—Izuku se soba la frente—Lo tenía merecido... jeje...

—Buenos días, Izuku—Siv bufa, y empuja una segunda taza hacia él—Te compre uno también. Con leche de avena, como siempre.

—¡¿En serio?! ¡Gracias, Siv! ¡No tenía tiempo de comprar uno!—Izuku toma la taza como si fuera un regalo divino y se deja caer en la silla frente a él.

—Ya me imagino... corriendo otra vez con la mochila abierta, ¿eh?

—¡No estaba tan abierta! Solo... un poquito.

—Sí, claro.

Izuku sonríe avergonzado. Siv baja la mirada al café, como si usara el líquido para escapar del momento.

El silencio cae durante un segundo. Izuku bebe con calma, mirando la televisión como si aprendiera algo nuevo con cada movimiento del héroe. Hay verdadera adoración en sus ojos. Casi como un niño mirando fuegos artificiales por primera vez.

Y Siv... lo mira de reojo. No al televisor. A Izuku. Con ese mismo gesto que uno usa al ver una estrella que se aleja del firmamento.

No dice nada. Pero una palabra aparece en su mente. La misma de siempre:

“Soñador.”

El café se sume en un silencio cómodo. El murmullo del noticiero sigue de fondo, amortiguado por el sonido de tazas siendo colocadas, platos recogidos y cucharillas removiendo azúcar. Nadie hablaba demasiado. Nadie necesitaba hacerlo.

Siv e Izuku están sentados frente a frente, como cada mañana. Cada uno sumergido en lo suyo.

Siv, con los codos sobre la mesa, hojea lentamente un libro de física. A su lado, Izuku saca de su mochila un revoltijo de carpetas, apuntes doblados y lápices sueltos, mientras murmura fórmulas entre dientes.

Unos segundos después, sin necesidad de decir nada, ambos comienzan a intercambiar hojas. Siv señala correcciones con el lápiz sin mirar demasiado a Izuku. Midoriya, por su parte, va explicando de forma atropellada cómo ha llegado a esa conclusión, aunque no estuviera del todo seguro. Comparten cuadernos, corregían errores, y entre fórmulas y dudas, el tiempo comienza a pasar.

Un timelapse sutil: el vapor del café se disipaba, los platos se vaciaban, las sillas alrededor comienzan a quedar vacías.

Finalmente, Siv cierra su libro con un suspiro leve. Izuku mira el reloj en su celular y saltó de la silla.

—¡Se nos va a hacer tarde!

—Lo dices todos los días, y siempre llegas corriendo con la lengua afuera—responde Siv con desgano, aunque ya guardaba sus cosas.

Ambos se pusieron de pie. Izuku inclinó el cuerpo en una reverencia torpe hacia el barista.

—¡Gracias por el desayuno!

—¡Que les vaya bien en clases!—responde el hombre, alzando la mano mientras los ve salir por la puerta.

El bullicio de la ciudad aumenta como un crescendo de orquesta urbana. Los estudiantes se agrupaban en grupos pequeños, algunos con uniformes de secundaria, otros con trajes más elegantes de institutos privados. Una mezcla de voces, risas, pasos apurados y el sonido de ruedas de mochilas rodando por la acera.

Izuku y Siv caminan por la misma calle que muchos otros, aunque mantienen cierta distancia del resto. Sin decirlo, parecía que ambos saben que no pertenecen del todo a esa multitud.

Sin embargo, basta una intersección para que los dos tomaran un desvío. Una calle angosta, bordeada de árboles.

El ambiente cambia.

El aire es más fresco. Las hojas secas crujen bajo sus pasos. Algunos se desprendían de los árboles y flotan como fragmentos de recuerdos viejos.

Siv camina con las manos en los bolsillos, cabeza recta. Izuku, en cambio, mira hacia arriba, como si el mundo entero fuera un cuaderno en blanco que aún puede llenarse.

Una serie de escenas cortas, como flashes de un diario íntimo:

—Izuku se detiene frente a una tienda de disfraces, con los ojos brillando. En el escaparate hay un traje completo de héroe pirata, con detalles dorados y un ancla como arma decorativa. Presiona su rostro contra el vidrio como un niño frente a una juguetería. Murmura: “Este diseño sería genial para héroes acuáticos…” mientras saca su cuaderno y comienza a dibujar algo frenéticamente.

—En la siguiente toma, Siv está agachado frente a un escaparate de panadería. Observa un montón de pastelitos de fresa como si estuviera viendo una pintura de museo. No se mueve. No parpadea. Solo... mira. A su lado, Izuku sigue escribiendo, apoyando el cuaderno sobre el borde de la ventana.

Una mujer mayor, de delantal rosado y sonrisa suave, se asoma desde la puerta.

—¿Quieren probar uno? Hoy sobró un poco del lote de la mañana.

Siv parpadea. Izuku asiente antes de que el otro pueda siquiera hablar. Unos segundos después, ambos salen caminando por la acera, compartiendo una bolsita con pastelitos.

No hay palabras. Solo el sonido de las hojas secas, el crujir bajo los pies, y el ocasional sorbo del jugo que les regalaron.

El cielo brilla con intensidad. Azul despejado. Tranquilo. Inocente.

La cámara sigue una hoja que cae, meciéndose en el aire. Baja lentamente, como si no quisiera tocar el suelo. Al hacerlo, el sonido ambiente se abre de golpe. El bullicio de la ciudad regresa, como una marea inevitable.

Ambos se detienen por un segundo. Izuku sigue garabateando algo en su cuaderno, murmurando sobre trajes, estadísticas de quirks y teorías absurdas. No se da cuenta de nada más.

Siv suspira con el mismo desgano de quien ha visto demasiadas mañanas iguales. Con un movimiento seco y sin avisar, da una pequeña patada al tobillo de su acompañante, empujándolo a seguir.

—¡Ah!—Izuku tropieza, pero mantiene el equilibrio—¿Era necesario eso?

—Estabas quieto. Te apagas si no te pateo cada tanto—responde Siv, sin siquiera mirarlo.

Izuku se ríe por lo bajo, acomodándose la mochila. Su cuaderno sobresale del bolsillo lateral.

El camino los lleva por una calle llena de árboles, cada paso cruje con los restos dorados del follaje. Por un momento, parece que caminan dentro de una postal.

—Oye, Siv… —dice Izuku, rompiendo el silencio—¿Vas a estar libre este domingo?

Siv no responde enseguida. Solo arquea una ceja con desinterés.

—Hay un festival en el centro. Puestos de comida, fuegos artificiales… creo que habrá una exposición de trajes de héroes también. De los antiguos—Izuku sonríe con emoción contenida—¿Quieres venir?

Siv entrecierra los ojos y mira al cielo como si buscara una excusa escrita entre las nubes. Su respuesta queda en pausa… interrumpida por un sonido extraño en la distancia.

Murmullo. Luego, gritos apagados.

Ambos bajan la mirada al mismo tiempo. Más adelante, una gran multitud comienza a reunirse cerca de una estación de tren. Personas se empujan, algunos graban con sus celulares, otros se quedan simplemente paralizados.

—¿Qué está pasando…? —pregunta Izuku, ya acelerando el paso.

Siv lo sigue, pero sin entusiasmo. Camina con las manos en los bolsillos, esquivando gente con la facilidad de quien ha hecho esto mil veces. Cuando logra ver el origen del alboroto, se detiene sin asombro.

Un villano.

De al menos tres metros de alto. Su cuerpo parece una amalgama de placas metálicas deformadas, con cables colgando como extremidades mecánicas. Una especie de zumbido emana de su pecho, y por momentos, partes de su cuerpo se inflaman con destellos eléctricos. El suelo a su alrededor está agrietado. El vagón de un tren se encuentra detenido bajo sus pies, como si hubiera sido golpeado por una fuerza brutal.

—¡Es enorme¡—dice Izuku, con los ojos como platos.

Siv observa con expresión neutral. Cruza los brazos y suelta una exhalación lenta.

—Pfft… he visto más grandes en videos de archivo.

—¡No es eso!—Izuku apenas puede contenerse—¡Mira el tren! ¡Está justo encima! ¿¡Cómo lo detuvieron sin causar más daño!?

—Sí, claro. Corre a preguntarle al villano si quiere una entrevista.

Siv ya comienza a retroceder. Mira alrededor y nota cómo la policía ha empezado a cerrar la zona. Vallas de contención, drones con cámaras sobrevolando, agentes organizando evacuaciones.

—Van a evacuar. Mejor nos vamos —dice Siv, girando sobre sus talones.

—¡No! ¡Quiero ver quién está peleando!—responde Izuku, sin escucharlo del todo.

Se lanza hacia adelante, entre la multitud, como un niño atraído por la luz de una feria. Siv extiende una mano para detenerlo, pero se le escapa entre los hombros y las espaldas del resto.

—…Sigh.

Siv se queda unos segundos de pie, resignado. Luego se da vuelta y camina hacia un puesto de hot dogs que ha improvisado una barricada con su carrito. El dueño, algo nervioso, igual sigue atendiendo a los que se arriman con cara de turistas.

—Uno, con todo—dice Siv, metiendo la mano en su bolsillo para sacar unas monedas.

Mientras tanto, Izuku logra colarse hasta la primera fila. Se sujeta de la valla de contención con fuerza, como si su cuerpo necesitara estar anclado a la realidad para no salir volando.

Y allí lo ve.

Sobre el tren, en medio del caos, un joven héroe se mantiene firme. Kamui Woods. Sus brazos se extienden en forma de ramas entre los vagones, sujetando a un grupo de civiles. Su respiración es rápida, su frente empapada en sudor. Varios cables del villano intentan envolverlo, pero él los esquiva con reflejos precisos, envolviendo su cuerpo en cortezas de madera que brotan desde su traje.

—¡Kamui Woods!—susurra Izuku, con el corazón en la garganta—Es… es su debut. ¡Lo están probando en una situación real!

La emoción le trepa por la garganta. Tiene el cuaderno apretado contra el pecho, y por un segundo, parece olvidar que hay peligro real.

Un hombre de unos cuarenta años, parado a su lado, lo escucha.

—¡Oye, conoces bastante de él! ¿¡Eres un fan?!—pregunta con interés.

Izuku parpadea, como despertando de un sueño.

—Ah, no.…Pero es uno de los nuevos. Su quirk es de tipo crecimiento lignificado, genera madera desde su cuerpo y puede controlarla como si fuera parte de él.

El hombre silba, impresionado.

—Vaya, sabes más que los noticieros.

Izuku baja la cabeza, ruborizado. Pero su mirada vuelve, inevitable, a la escena frente a él. Kamui Woods se lanza al ataque, sus ramas se expanden como una red viva. El villano se sacude, rugiendo con un sonido mecánico gutural.

Izuku observa, completamente absorto, como si cada movimiento se grabara en su mente para siempre.

Kamui Woods se mantiene erguido sobre el vagón, su silueta recortada contra el cielo despejado de la mañana. El villano se retuerce, cubierto de cables vibrantes, mientras varios pasajeros aún tiemblan dentro del tren detenido. Con la voz grave y firme, Kamui Woods extiende los brazos como ramas vivas, y su tono se eleva por encima del bullicio.

—¡Has causado suficiente estrago entre los civiles! No permitiré que esto continúe.

Las placas de madera comienzan a surgir de su cuerpo como raíces creciendo a toda velocidad, retorciéndose en espiral hacia el villano. El aire a su alrededor vibra. Cada fibra de su quirk se activa.

Izuku aprieta con fuerza el borde de la valla, sus ojos brillando.

—¡Ahí va! ¡Esa es su habilidad especial! —dice con emoción contenida—¡La Absoluta Prisión Preventiva! Es su técnica más famosa… ¡puede inmovilizar a enemigos de gran tamaño en segundos!

El hombre a su lado lo observa asombrado, pero no logra apartar la vista de lo que ocurre frente a ellos.

Kamui Woods lanza su ataque con un grito:

—¡Prisión de Cadenas Entrelazadas!

Las ramas se disparan hacia adelante, dividiéndose en múltiples hilos entrelazados como una telaraña de madera viviente.

Pero antes de que siquiera alcancen a rozar al villano… ¡una figura desciende del cielo!

Una pierna se extiende como una lanza. Un destello. Un impacto.

—¡¡¡BANG!!!
La patada conecta directamente contra el rostro del villano con una potencia brutal. El cuerpo de la criatura es lanzado por los aires, atravesando una muralla al otro lado de la estación como si fuera papel mojado. El polvo y los escombros se alzan en una nube densa.

El ataque es tan repentino, tan violento, tan preciso… que incluso Kamui Woods se queda en silencio, con las ramas aún extendidas, flotando en el aire.

Izuku se queda boquiabierto.

—¿Q… qué fue eso?

El hombre al lado de él no puede ni hablar. Todos los civiles, por unos segundos, se quedan congelados… hasta que un enjambre de flashes y clics se enciende como un enjambre de luciérnagas electrónicas.

—¡Lady Mount! ¡Lady Mount está aquí!—gritan los fotógrafos.

De entre la multitud, una figura femenina avanza caminando con elegancia y seguridad. Alta, curvilínea, su sonrisa deslumbrante, brillante, diseñada para las cámaras.

Da una vuelta sobre sí misma y posa, sacando la cadera hacia un lado y apoyando ambas manos sobre esta, enmarcando con teatralidad su figura.

—¡Uf! Qué movimiento tan brusco… —dice, guiñando un ojo mientras sopla una mecha de cabello del rostro—¡Hola a todos! Soy Lady Mount… ¡y hoy es mi primer día oficial como heroína profesional! Sean buenos conmigo, ¿sí~?

La multitud estalla. Algunos aplauden, otros sacan fotos sin parar. Los drones noticiosos giran en el aire, enfocando cada ángulo posible.

Izuku se queda de piedra.

—¿Su primer día…? —dice, con una mezcla de asombro y desconcierto—¡Pero… pero su entrada fue perfecta! ¿¡Cómo puede alguien hacer eso sin coordinarse!?

—¿Quién necesita coordinación cuando se roba toda la escena? —responde el hombre mayor con media sonrisa.

Kamui Woods, aún de pie sobre el tren, observa a Lady Mount con una mezcla de confusión y resignación. Las ramas se repliegan lentamente a su cuerpo.

Lady Mount se gira hacia él, sonriendo de oreja a oreja.

—¡Ups~! Lo siento, Woody. Iba a dejarte brillar, pero no podía permitir que arruinaran mi debut.

Kamui Woods suspira.

—Mi nombre es Kamui Woods…

—Claro, claro. Qué nombre tan... firme.

Izuku se inclina ligeramente hacia su cuaderno, apoyando el codo en la baranda mientras aún observa con atención el humo disipándose del impacto anterior. Saca su lápiz de la manga de su sudadera y, sin apartar la vista, comienza a escribir rápidamente, murmurando en voz baja para sí mismo:

—La transformación del titán, ¿eh...? Es verdad que es bastante popular y sin duda es un quirk poderoso, visualmente imponente… pero cuando se considera el daño colateral provocado a la ciudad… ¿acaso podemos asegurar que el costo-beneficio es positivo? No… eso depende. Depende de si la ciudad puede crecer en voluntad o no…

Su tono es susurrante, casi meditativo, como si se hablara a sí mismo más que a otra persona. El señor que sigue a su lado, hasta ahora impresionado por su entusiasmo, lo observa ahora con una mezcla de fascinación y... leve inquietud. Se le eriza un poco el vello de los brazos al escucharlo hablar como un analista veterano.

—¡Oye, oye, oye!—exclama, dando un pequeño brinco hacia atrás y levantando las manos en un gesto teatral—¿¡Tú también tomas notas?! ¿¡Tienes pensado convertirte en héroe, verdad!? ¡Eso es genial, chico! ¡Sigue así y da todo lo que tienes!

Izuku se detiene por un segundo, el lápiz suspendido en el aire. Parpadea, como si no esperara recibir palabras de aliento de un desconocido. Por un instante, todo el ruido de la multitud, las cámaras, los murmullos sobre Lady Mount… se diluyen en el fondo.

—Ah… gracias… —dice con una sonrisa nerviosa, llevándose la mano libre a la nuca—Lo haré. ¡Daré todo lo que tengo!

Sus ojos brillan por un momento. No importa cuántas veces le digan que no puede. Esas palabras, aunque vengan de alguien que no conoce, tienen peso. Lo empujan un poco más hacia adelante.

Pero entonces, una voz aparece justo detrás de él. Fría, directa, con su típico tono relajado.

—Entonces da lo mejor en no llegar tarde.

El señor da un respingo y se echa a un lado rápidamente, girando hacia la figura que aparece tras él. Siv está de pie, con una mano aún ocupada en sostener un hotdog que termina en un par de mordiscos. Su mirada está dirigida hacia Izuku, pero su presencia, como siempre, parece llegar sin previo aviso.

—¡¿Q-qué demonios…?!—masculla el señor, con el susto aún en la garganta.

Siv mastica en silencio, luego traga y se limpia con la manga con absoluta indiferencia. Mira a Izuku con una ceja en alto.

—Vámonos ya, Izuku.

Izuku asiente, todavía recuperándose de la sorpresa, mientras guarda rápidamente su cuaderno en la mochila.

Siv se gira hacia el hombre y le hace una leve reverencia de disculpa con una mano en el pecho, como si acabara de recordar que está en público.

—Disculpé si lo asusté —dice, con voz monótona.

Pero el hombre se ríe, sacudiendo la cabeza mientras le da una palmada amistosa en el hombro a Siv, quien apenas se inmuta.

—¡Bah, no te preocupes! A veces los héroes también tienen que saber cuándo aparecer sin aviso, ¿eh? —dice con una sonrisa cálida—¡Ustedes dos deben ir a estudiar! ¡Futuros héroes como ustedes no pueden llegar tarde!

Siv se queda en silencio por un instante. Su expresión no cambia, pero su mirada baja ligeramente al suelo como si hubiera algo ahí que necesita reflexionar. Luego vuelve a mirar al hombre y asiente una vez, en silencio.

Izuku, animado, toma a Siv del brazo.

—¡Vamos! ¡Gracias por el ánimo, señor!

—¡Cuídense, chicos! ¡Y recuerden, lo más importante es el corazón que pongan en lo que hacen!

Ambos muchachos se alejan, corriendo a paso apurado entre la multitud. Las voces del público se funden en un murmullo animado, pero entre todo ese ruido, se escucha con claridad la voz del hombre detrás de ellos.

—¡Luchen duro! ¡Sueñen fuerte! ¡No se rindan, jamás!

 


 

—¡Nos vemos, Siv!

Siv levanta la mano derecha, en señal de despedida

—No te olvides del festival. Me debes un algodón de azúcar.

Izuku se detiene, gira a ver a su amigo para levantar amabas manos en forma de pulgar.

—¡Claro!

 


—¡Muy bien, muy bien, clase!—dice con una sonrisa que se le escapa hasta las mejillas—¡Este es su último año! ¡Última recta! ¿Están listos para el siguiente paso?

Los estudiantes gritan y celebran, algunos levantan los brazos, otros golpean los pupitres con emoción contenida.

—Vamos a repartir estos documentos que les ayudarán a pensar en su carrera futura—anuncia, levantando un fajo de papeles desde su escritorio—¡Sus aspiraciones, sus metas, sus sueños!

Pero entonces, detiene su propia acción. Observa los documentos por un segundo… y luego, con una sonrisa maliciosa y teatral, los lanza por el aire como si fueran confeti.

—¡¿Y para qué molestarnos con esto, si todos aquí tienen una sola ambición verdadera?!—grita—¡Convertirse en héroes!

El aula estalla. Explosiones de energía, chispas, mutaciones físicas, luces brillantes y ráfagas de aire surgen por todas partes mientras los estudiantes activan sus quirks sin contenerse. Un chico con alas pequeñas aletea en su asiento, una chica lanza burbujas rosas desde los dedos, otro estudiante se enciende brevemente como un horno portátil.

—¡Oigan, tranquilos! ¡Recuerden que está prohibido usar quirks dentro del aula!—ríe el profesor, aunque no hace mucho por detenerlos—¡Pero qué puedo decir! Todos aquí tienen habilidades increíbles.

En medio de ese espectáculo caótico, Izuku Midoriya se mantiene en silencio. Sentado en su pupitre, con el cuerpo un poco encorvado.

La algarabía se va apagando de a poco, hasta que una voz la atraviesa como un cuchillo.

—No me metas en la misma caja que estos personajes secundarios.

El aula se silencia de golpe. Todos giran hacia el fondo del salón.

Katsuki Bakugou, brazos cruzados, recostado en su silla con una pierna sobre el escritorio, observa al profesor con una expresión de absoluto desprecio. Su tono es frío, arrogante, y cargado de superioridad.

—No vine aquí a hacerme amiguito de estos idiotas con quirks de feria. ¿Sabes?

—¿Eh…? —dice uno de los chicos del salón, frunciendo el ceño—¡¿Qué significa eso, Bakugou?!

Pero el rubio ni se molesta en mirarlo. Solo chasquea la lengua.

—¡Cállate, personaje secundario actúa como tal¡

El salón entero reacciona con enojo, algunos indignados, otros simplemente impactados. Nadie se atreve a responderle directamente.

El profesor se rasca la cabeza, incómodo pero entretenido.

—Bueno, bueno...es cierto….así que el señor Bakugou quiere ir a Yuuei, ¿eh?

Esa sola palabra hace que varios estudiantes giren bruscamente, como si no lo hubieran escuchado bien.

—¿Yuuei? ¿La secundaria nacional?

—¿La número uno del país?

—¿No necesitabas como… 70 puntos este año solo para calificar?

El profesor se agacha mientras recoge las hojas del suelo, sonriendo aún mientras las guarda en un montón algo torcido.

—Sí, sí. Este año la competencia está más dura que nunca. Pero supongo que, si alguien puede intentarlo, es Bakugou, ¿no? ¡Quirk explosivo, notas destacadas, y una personalidad... intensa!

 

—¡NO ME SORPRENDE QUE LOS PERSONAJES SECUNDARIOS COMO USTEDES ABORTEN! —grita Bakugou con una vehemencia rabiosa.

Todos se callan de golpe.

—¡YO soy el que consiguió una A en todos los exámenes! ¡YO soy el que irá a la Yuuei!—dice mientras se impulsa de su silla y aterriza con fuerza sobre su propio escritorio, los pies firmes, los brazos extendidos como un general en plena victoria—¡¡LOS SOBRE-PASARÉ A TODOS!!
—¡Y ENTONCES…!—continúa, con el pecho inflado y los ojos encendidos de furia y ambición—¡¡ME CONVERTIRÉ EN EL HÉROE MÁS COOL Y PODEROSO DE TODOS!!
¡¡DEJARÉ MI NOMBRE MARCADO PARA SIEMPRE EN LOS RANKINGS ANUALES DE LAS PERSONAS MÁS RICAS DEL MUNDO!!

Algunos chicos silban. Otros aplauden. Hay quienes lo ven como un loco… pero nadie se atreve a contradecirlo. Es Bakugou. Su presencia impone.

Y entonces, el silencio se hace otra vez.

Bakugou frunce el ceño, mirando hacia un punto específico en el aula. Una sonrisa torcida se forma en su boca.

—Oh… ahora que hablamos de eso…
es verdad que Midoriya también quiere entrar a la Yuuei…

El salón entero se voltea como si lo hubieran empujado con una ráfaga de viento. Las miradas apuntan al fondo del aula. Ahí, sentado encorvado en su asiento, Izuku Midoriya se encoge de hombros y se cubre el rostro con ambas manos, como si quisiera hacerse invisible.

La tensión es palpable.

Con su rostro aún escondido, Izuku tiembla. Apenas asoma los ojos por entre los dedos… y entonces

—¡¿EN SERIO?!—estalla uno de los estudiantes—¿¡Midoriya!?

—¡JAJAJAJA! —se ríe otro—¡¡Es imposible para ti!! ¡¡Alguien que solo estudia no puede entrar a la Yuuei!!

Izuku se obliga a levantarse, temblando. Su voz es apenas audible, pero firme.

—Tú… solo dices eso… porque nunca lo sabrás…

BOOOOOMM

Una explosión retumba a centímetros de su escritorio. Humo y chispas llenan el aire. Todos retroceden un paso.

—¡BUENO PARA NADA!—le grita con furia pura.

Izuku cae al suelo, jadeando, con la cara pálida. Se arrastra hacia atrás instintivamente, alejándose del escritorio mientras sus ojos brillan de miedo.

—¡NI SIQUIERA TIENES UN QUIRK!
¡NO TIENES NADA!
¿¡ASÍ QUE QUÉ HACES ENTRANDO A LA MISMA ARENA QUE YO, EH!?

Izuku levanta las manos en señal de rendición, su espalda ya contra la pared.

—¡Ka… Kacchan! ¡Te… te equivocas!
¡No intento competir contigo, lo juro!

Su respiración se acelera. Los compañeros observan el espectáculo entre la risa y la incomodidad.

—Es… es solo… —dice Izuku, mirando hacia el techo como si buscara aire—. …mi objetivo desde que era niño…

Izuku baja la cabeza, la sombra cubriendo su rostro… y luego la levanta un poco, con una chispa apenas perceptible en sus ojos.

—…Y entonces… quien no arriesga… no gana…

—¿¡QUÉ HAS DICHO!?—ruge Bakugou, sus palmas crepitando con más fuerza, listas para explotar—¡¡PREPARATE PARA MORIR!!

Los compañeros se alejan un poco, algunos riéndose

—¿De que eres capaz de todos modos?—Dice Bakugou bajando lentamente su intensidad.

 

 

 


 

 

 

 

 

El timbre del cambio de clase aún no había terminado de sonar cuando ya el aula se había convertido en una pequeña feria. Voces, risas y exclamaciones vuelan de pupitre en pupitre. Un alumno grita desde el centro del salón, agitando su hoja como si fuese una bandera:

—¡Yo voy a Ketsubutsu, chicos! ¡Me tomarán sí o sí, ya verán!

—¿En serio? ¡Yo también la puse como primera opción!—responde otro desde la ventana, levantando su hoja aún sin llenar.

El aire parece vibrar con electricidad, con el fervor de quienes están a punto de dar su primer gran salto. Un torbellino de sueños llena la habitación, todos luchando por ser escuchados, por destacar, por tener sentido.

Pero entre todo ese caos, uno solo permanece inmóvil.

Al fondo del aula, junto a la ventana empañada por la brisa del invierno tardío, Siv está sentado como si el tiempo no tuviera nada que ver con él. Los hombros ligeramente caídos, el mentón oculto entre su bufanda mal envuelta, la mirada baja. El formulario de selección de carreras reposaba entre sus manos, arrugado por los dedos que lo sujeta con creciente fuerza.

No habla con nadie.
No responde a los que pasan cerca.
Ni siquiera parpadea cuando los gritos son demasiado altos.

Mira hacia afuera.

A través del vidrio, se ven las ramas de los cerezos aún desnudos, resistiendo los últimos días fríos antes de florecer. Era un paisaje simple, común, pero para él, contenía algo que el aula no tenía: silencio. Libertad. Soledad sin juicio.

En su pupitre no hay risas.
No hay voces compartidas.
Solo una respiración lenta y un nudo invisible en el pecho
.

Por dentro, algo le duele. No es un dolor agudo, ni reciente. Es una punzada antigua, constante, que palpita con cada palabra de los demás, con cada "¡voy a ser héroe!" lanzado al aire como si fuera fácil, como si soñar no pesara tanto.

Y entonces, lo hace.

Se levanta de golpe.

La silla chirria con un sonido metálico que corta el aire como una cuchilla. Algunos se giran por instinto, otros dejan de reír solo por un momento.

Siv no mira a nadie. No dice palabra.
Solo
camina directo hacia la puerta corrediza.

La abre de un tirón seco, y sin mirar atrás, sale del aula como una sombra escurridiza entre el ruido y la euforia. La puerta se cierra tras él con un golpe seco.

—¿Y a este qué le pasa?—pregunta un chico del grupo más ruidoso, el que estaba bromeando desde antes.

—Tch. Seguro se rajó. Igual, nunca hablaba con nadie—comenta otro, riéndose entre dientes.

Pero antes de que las burlas se vuelvan más crueles, una figura se levanta lentamente entre los pupitres. Una chica delgada, de apariencia sobria, con el uniforme perfectamente planchado, una coleta alta y unos lentes rectangulares que enmarcan unos ojos serenos pero filosos.

Es Hurikime.

—Déjenlo—dice con calma.

El grupo se gira hacia ella, confundidos.

—¿Eh?

—Dije que lo dejen—repite ella, un poco más fuerte esta vez.

Se detuvo a medio paso frente a la puerta por la que Siv había salido, con la carpeta de deberes contra el pecho. La aprieta con suavidad, mirando por la ventana que aún deja ver una sombra alejarse por el pasillo.

—Él ya dejó claro su deseo… hace mucho tiempo—murmura, más para sí misma que para los demás—Pero eso no significa que no duela. Sé que en el fondo... todavía le duele.

Siv camina con pasos largos y rápidos, como si el suelo ardiera bajo sus pies. El crujido de sus zapatillas se repite como un tambor apresurado entre las paredes estrechas. Su mano sigue aferrada con fuerza al papel arrugado, los nudillos tensos, blancos por la presión. No aparta la mirada del frente, como si necesitara llegar a algún lugar, a cualquier lugar... lejos de todo.

Algunos estudiantes que pasan en dirección contraria se detenían a mirarlo, curiosos, pero no decían nada. Lo conocían de vista. Todos sabían que hablaba poco. Pero hoy, su expresión no es la habitual.

Hoy camina como si algo se le hubiera roto.

Y de repente… se detiene

Justo al llegar al cruce entre dos pasillos, Siv frenó en seco. Su cuerpo parece clavado al suelo, con los hombros tensos, respirando agitadamente. Su mirada no tiene un foco fijo. Solo... mira el vacío. Levanta la cabeza, cierra los ojos un momento, y luego suelta un suspiro fuerte, entrecortado, que se le escapa por los labios con una mezcla de frustración y cansancio.

Y entonces sigue.
Sin decir palabra.
Sin mirar a nadie.

Sube las escaleras con pasos más pesados, como si cada peldaño doliera un poco más que el anterior.

Azotea de la escuela.

El viento es distinto arriba.
Más frío, más claro
.
Como si se llevara las voces del mundo entero con solo rozar las hojas que decora las esquinas del lugar.

Siv está acostado sobre una banca circular de concreto, los brazos a los lados, la cabeza ligeramente ladeada. Su cabello gris se agita con el viento, que también empuja las hojas secas con un susurro leve pero constante.

Los ojos de Siv se abren. No ve el cielo. Lo atraviesa.
Tiene la mirada de alguien que busca respuestas en algo mucho más alto, mucho más lejos, y que no la encontraba.

Volteó la cabeza hacia un lado. Aún sujeta la hoja.

"Especialidad", es lo único que se ve escrito con claridad.
Junto a eso, había otra palabra empezada, manchada de lápiz.

Pero el resto está oculto bajo su mano.

Siv lo mira…
…y la deja a un lado sin más.

Cierra los ojos otra vez.

Molesto.
Con el mismo, con el mundo, con todos.
Pero, sobre todo, con lo que no podia cambiar
.

—Deja de estar molesto, idiota —dice de pronto una voz seca, vibrante y absolutamente sin filtro.

Antes de que pudiera reaccionar, alguien se deja caer sobre su estómago con todo el peso del cuerpo.

—¡Ghfh—!—Siv suelta todo el aire de golpe, doblándose ligeramente y frunciendo el ceño con fuerza—¡¡Habuko!! ¡Quítate de encima, maldita víbora!

Ella lo mira desde arriba, apoyando los codos sobre las rodillas mientras sonríe como si nada pasara.

—No—dice con burla—Me gustas como asiento. Puede que me quede aquí un rato. ¿O vas a usar tu "fuerza" para moverme?

Siv se sonroja de furia.

—¡Te juro que te voy a lanzar! ¡No me importa si eres una chica!

—Hazlo—le provoca Habuko, divertida.

Él no espera más. Con un gruñido, la toma de la cintura y la levanta de un solo movimiento, lanzándola a un lado. Habuko cae sentada sobre la banca sin perder el equilibrio, riéndose bajo.

—¡No puedo creer que aún actúes como si todo estuviera bien!—le grita Siv, con los dientes apretados y las manos cerradas en puños.

Habuko, en cambio, se arregla el flequillo con calma y lo mira de reojo.

—¿Y qué? ¿Preferirías que estuviera llorando como tú?

Siv aprieta los labios, pero no dijo nada.
Su cuerpo se tensa al instante.

Algo en esa frase le duele más de lo que quería admitir.

Habuko se gira hacia él, ya más seria, y se sienta a su lado. Sin pedir permiso, le quita la hoja que él había dejado a un costado. La desdobla con cuidado, la mira unos segundos en silencio.

—Así que… al final sí será esto—murmura.

Con un leve destello, sus pupilas brillan y se apagaron. Su habilidad, una que nunca le gustó usar con Siv, desactivándose tras confirmar lo que ya sospechaba.

Siv vuelve el rostro hacia el otro lado, sin mirarla. Sin decir nada.
Es como si el peso de ser descubierto le aplastara más que cualquier golpe.

Habuko no se burla.
No lo molesta esta vez.

Solo se queda ahí, sentada junto a él..

—Tú no eres débil, Siv. Solo estás… atrapado. Pero eso no te hace menos capaz.
—...
Siv sigue en silencio.

No aparta la mirada del horizonte, ni pestañea. La hoja descansa entre ellos, pero pesa como si fuera una piedra. Habuko lo observa de reojo. Su expresión se suaviza, pero su voz no pierde esa nota de irritación disfrazada de afecto.

—No deberías tragártelo todo así—dice, más suave—Al final, solo terminas...

—...usando tus palabras para dar discursos —la interrumpe Siv de pronto, alzando la cabeza con una mirada seca.

Se incorpora de golpe, la voz es cortante.

—¿Por qué no guardas todo eso para tu próximo ensayo de moral frente a la clase, Habuko?

La chica parpadea. Su ceño se frunce con rabia inmediata.

—¿Ah, sí?


Siv se congela en el sitio. Sus músculos se endurecen. No puede moverse.
El Quirk de Habuko lo paraliza por completo.

—¡Esto es trampa!—gruñe él, apenas moviendo los labios.

—No es trampa. Es justicia emocional—responde ella con un tono burlón mientras le saca la lengua.

Un segundo después, desactiva el Quirk. Siv respira hondo, molesto. Pero antes de que pueda decir nada, ella vuelve a hablar.

—¡Ahí está!—grita de pronto, con las manos en el aire—¡¡Eso es lo que me molesta de este nuevo tú!!

Siv la mira, desconcertado.
Habuko da un par de pasos con los brazos alzados, girando sobre sí misma como si estuviera en medio de un berrinche adolescente
.

—¿¡Dónde está el Siv de antes, ah!? ¿¡Dónde está el idiota que se emocionaba por todo, incluso por los estúpidos entrenamientos!?

—...

—¡Yo quería a ese Siv!—grita, señalándolo con rabia infantil—¡Quiero a ese enano gritón que saltaba por cada logro como si fuera una estrella profesional!

Siv baja la mirada.
Sus labios tiemblan.

—¿Para qué quieres a alguien que solo llevaba un vaso... lleno de algo falso?

El silencio cae como una bomba.

Habuko se detiene. Lo observa. Hay solo sorpresa.

Suspira. Fuerte.
Un suspiro de esos que nacen en el pecho y mueren en los ojos.

Da un paso.

Se acerca a Siv.
Y sin pedir permiso,
lo abraza.
Con fuerza. Con las dos manos.
Como si abrazarlo fuera la única forma de que no se deshiciera delante de ella.

Siv se queda rígido, los ojos muy abiertos. No se lo espera. No sabe cómo reaccionar.

La voz de Habuko le llega al oído, temblorosa.

—No quiero irme viéndote así, Siv.

Él parpadea.

—No quiero dejar esta escuela... y llevarme esa versión tuya rota y llena de mierda. No quiero que esa sea la última imagen de ti que tenga.

Siv hace un movimiento brusco y la aparta. No la empuja con violencia, pero sí con firmeza.

—Este es mi futuro—dice, con dureza...Su voz es fria—Ya lo decidí hace tiempo.

—¡Mentira!—grita ella al instante, alzando la voz con rabia—¡Eso no es lo que decidiste!

Corre hacia la hoja, la toma con fuerza, y la levanta frente a él, como si fuera una prueba irrefutable.

—¡Esto!—dice—¡Esto es una mentira!

—Cuida tus palabras—ruge Siv, dando un paso al frente.

Pero Habuko no se detiene. Sus ojos brillan de furia, de dolor.

—Esta profesión... —dice, dando un paso hacia él—Esto que escribiste...

—...

—...no va a salvarte, Siv.

El aire se espesa.
Siv cierra los puños con tanta fuerza que sus nudillos se vuelven blancos.

—No va a evitar que te caigas.
—...

—No va a impedir que te olviden.

Las palabras de Habuko caen como golpes, una tras otra.
Siv no contesta. Pero su mandíbula está tensa. El aire le tiembla en el pecho.

—Y lo peor de todo… —continúa ella, acercándose aún más—es que tú lo sabes. Siempre lo has sabido.

—¿¡¿SABER QUÉ?!? —grita Siv de golpe, rompiendo el silencio con una furia que sacude el aire de la azotea—¿¡¿¡QUE SOY UN MISERABLE QUIRKLESS?!? VAYA SORPRESA, HABUKO. ¡LO HE SABIDO DESDE NIÑO!

—Cuando el doctor me miró a los ojos, cuando se limpió la garganta y le dijo a mi madre… que no había esperanza, que yo era "uno de esos casos"... ¡LO SUPE! ¡¡LO SENTÍ GRABADO EN CADA MALDITO SEGUNDO DE MI VIDA DESDE ENTONCES!!

Patea el banco en el que estaba antes acostado. El estruendo resuena fuerte, metálico, rompiendo la calma de la terraza. Habuko da un paso atrás.

—Siv…

—¡Cada risa burlona, cada mirada que evitaba la mía, cada vez que me dejaban fuera de los ejercicios! ¡Cuando ustedes se activaban con fuerza, con fuego, con alas, con poder… y yo solo estaba ahí parado! ¡¿Tú sabes lo que es eso?!

—¡¡PERO ESO NO TE DA EL MALDITO DERECHO A SER UN CASCARÓN MUERTO, SIV!! —le grita Habuko con fuerza—¡¡MÍRATE, JODER!!

Ella avanza hacia él, con rabia mezclada con lágrimas.

—¡¡Eres tan negativo siempre!! ¡¡Tan solitario!! ¡¡Ignoras los mensajes, las llamadas, las salidas… la gente que te quiere, Siv!! ¿¡Por qué no puedes simplemente… simplemente… NO CAER ASÍ!?

Siv, con los dientes apretados, se abalanza con fuerza y le arranca la hoja de las manos. La mira con furia, respirando como si hubiera corrido kilómetros.

Habuko calla. Suspira. Sus hombros caen.

—Tú lo sabes perfectamente… —dice, en voz baja—Ese sueño que tuvieron juntos, de niños… ese futuro que dibuja—

—¡CÁLLATE! —ruge Siv, cortándola como un cuchillo.

Ella lo mira sorprendida.

—Guarda cada maldita palabra que ibas a decir—le escupe él, dando un paso hacia ella—Tú no entiendes nada. Para ti siempre ha sido fácil. Tú, con tus gritos, tus colores, tu Quirk perfecto, tu presencia fuerte…

Su voz se vuelve grave, venenosa.

—Tú solo quieres ser vista. Ser adorada. Ser la próxima gran heroína para las cámaras, ¿no? Que todos te miren, te aplaudan. ¡Qué inspirador! ¡La nueva promesa del heroísmo japonés! ¿Y sabes qué más eres? Una hipócrita.

Habuko entrecierra los ojos, herida.

—Eres buena cuando te conviene. Cuando no cuesta. Pero apenas las cosas se ensucian, cuando alguien empieza a desmoronarse, tú solo gritas. Te enojas. Te frustras. Porque no soportas que algo esté roto y no puedas arreglarlo.

Se acerca más. El dolor en su voz ya no está escondido. Es nítido, ardiente.

—¿Sabes qué odio más que no tener un Quirk? A la gente que dice que me entiende. Con eso solo se llenan su ego…

Habuko reacciona en un instante, como si le hubieran clavado algo en el pecho.

—¡…!

El golpe resuena. Seco, real.
Una bofetada.

La cabeza de Siv gira por el impacto. Un silencio absoluto se apodera del lugar.

Habuko se queda inmóvil, con la mano temblando en el aire. Sus ojos están abiertos, fijos en lo que acaba de hacer. El sonido aún flota en su mente, como un eco.

—Siv… —murmura.

Pero él no responde. Solo la mira.

Habuko, con lágrimas cayendo por las mejillas, da un paso atrás. Y otro.

Y luego sale corriendo.

Se va sin mirar atrás, bajando las escaleras. Su silueta desaparece al segundo.

Siv se queda solo en la azotea.

El viento sopla. Ya no parece cálido. Sopla frío, como si el cielo mismo se hubiera alejado.

Se agacha. Recoge la hoja que cayó al suelo. La mira.

“Especialidad”.

La palabra tiembla en el papel por la brisa.

Siv no dice nada. Solo aprieta el papel contra su pecho. Aprieta los dientes. Sus hombros tiemblan.


Siendo humano.

 


 

 

La clase ha terminado. Los pasillos comienzan a vaciarse mientras el sol proyecta largas sombras a través de las ventanas. El ambiente se relaja poco a poco, con algunos estudiantes ya hablando de sus planes para la tarde, mientras otros se apresuran para no perder el tren.

Izuku se queda unos segundos más en su asiento, revisando su celular.
En la pantalla, aparece la noticia del día
:

(¡El incidente de esta mañana está en la principal Yahooo! noticias....!)piensa—Debería llegar a casa y hacer un resumen.

Izuku esta listo para irse a su hogar, toma su cuaderno del borde para que se lo roben con rapidez.

—¡Eh!

Katsuki Bakugou lo sostiene, con una expresión de desdén puro.
Sus ojos arden con una rabia contenida.

—Todavía tengo cosas que arreglar contigo, bueno para nada —gruñe, su voz baja pero cargada de electricidad, como el aviso de una tormenta inminente.

Izuku se pone de pie de inmediato, nervioso, pero decidido.

—Kacchan… devuélvemelo. No te concierne.

Los compañeros de Katsuki comienzan a acercarse, Uno de ellos señala el cuaderno con una risita burlona.

—¿Qué es esto? ¿“Para el futuro”? ¿Qué es esto, una agenda de sueños infantiles?

—¡Déjame ver!—otro hojea una página—¡Wow! ¡Miren esto! ¡Tiene puras estadísticas y dibujos de héroes como si fuera un Pokémones!

Los dos se ríen.

—¡Ya dije que me lo devuelvas!

—¿Esto?—Bakugou levanta el cuaderno con una ceja alzada.
Una sonrisa torcida aparece en su rostro.

—¡Te lo devuelvo entonces!

Y sin previo aviso, sus palmas brillan con una luz anaranjada.

BOOM.

El estallido no es fuerte, solo lo suficiente para pulverizar el cuaderno entre chispas y humo.

El cuaderno termina negro y chamuscado.

Izuku se queda paralizado. Su cuerpo tiembla.

—E-esto…Esto es…muy cruel.

Katsuki solo suspira, lanza la basura por detrás de él, se puede escuchar el splash de un objeto caer contra el agua.

—Se dice que es posible a comienzos de año…se determine el héroe que será el mejor puntuado. Y aún más, ya que soy perfeccionista, quiero que esos que aclamen el título de “los que piden continuar sus estudios en Yuuei,” tengan cierta dignidad.

—Él en verdad está loco…—piensa el de pelos negros.

Por el momento—Su mano se pone contra el hombro de Izuku, debajo de su mano aún sale el caliente humo—¡Olvídate de lo del concurso de entrar a Yuuei, tonto nerd!

Le da unas palmadas en el mismo hombro, pasa de largo y el grupo comienza a irse de ahí.

—…Oye, por lo menos intenta responder algo.

—No puede. Es tan patético que ni siquiera en tercer año…no puede ver las cosas que tiene frente suyo. . .

—Ah… lo olvidé. Olvidé que existe un método que puede parecer efectivo si realmente quieres convertirte en un héroe…dar un salto de fe desde el techo. Creyendo, con todas tus fuerzas, que tendrás un quirk en la otra vida…

Izuku aprieta los puños con fuerza. La garganta se le cierra. Se gira con fuerza para mirar a Katsuki, pero el rubio anticipo eso y en su mano ya se comienza a notar varias explosiones con intenciones malas.

—¿Necesitas algo?—gruñó Katsuki, con desprecio.

Izuku se queda allí, temblando. No dijo nada. Solo vio cómo Katsuki y los demás se alejan, riéndose, perdiéndose entre los pasillos del edificio.

—Idiota… —murmura en voz baja, intentando alcanzar su cuaderno que flota entre el agua del pequeño estante.

(Idiota…si en verdad saltas del techo…eso significaría suicidio para mí, ¿no? ¿crees en lo de antes?)

Más tarde, Izuku llegó a la zona de encuentro, ese rincón apartado donde solía cruzarse con Siv. Allí estaba él, de pie, con la mirada baja. Cuando sus ojos se encontraron, ambos se detuvieron un instante. Un segundo cargado de sorpresa, de algo no dicho.

Ambos abrieron los ojos más de la cuenta.

—¿Qué te pasó en el cachete…? —pregunta Izuku, dando un paso hacia él—Esa forma… parece la de una…

—Estoy bien —lo interrumpe Siv, girando ligeramente el rostro como si no quisiera que lo viera demasiado—No es nada. Solo una marca.

Sus ojos bajan hacia el cuaderno que Izuku sostiene con fuerza contra su pecho.

—Veo que tú también tuviste un día complicado, ¿eh?

Izuku baja la mirada hacia su cuaderno.

Suspira con resignación.

—Sí… pero al menos aún puedo escribir en él.

Siv se queda en silencio.

El viento sopla suavemente, agitando su flequillo largo, mientras observa el rostro de su amigo.

Mira a Izuku. Mira luego el cuaderno maltratado que sujeta entre sus brazos. Las esquinas quemadas, las páginas dobladas con descuido.

Lentamente, abre la boca.
Está a punto de decir algo.
Pero su garganta se cierra.
No… no vale la pena, piensa.

Se gira en silencio y comienza a caminar, con las manos en los bolsillos y los pasos arrastrados sobre la acera.

Pero después de avanzar unos metros, se detiene. Mira hacia atrás, sin voltear completamente la cabeza, solo girando un poco el cuello.

—¿Te vas a quedar atrás, Izuku?

Su tono no es frío ni duro. Es… seco, pero familiar. Como quien sabe que su amigo siempre se queda atrás, pero lo espera de todos modos.

Izuku, algo perdido en sus pensamientos, parpadea.
Se da cuenta y reacciona rápidamente.

—¡Ah, lo siento!

Guarda el cuaderno lo mejor que puede y corre para alcanzar a Siv, ajustando la correa de su mochila al hombro con un poco de torpeza.

Camina a su lado. En silencio, durante varios segundos.

El cielo, arriba, se va tornando más anaranjado. Una hoja cae suavemente y cruza entre los dos. El bullicio de la ciudad ya comienza a decaer, dejando solo el sonido lejano de motores y pasos.

Siv rompe el silencio, sin mirar a Izuku.

—Cierto, me dieron más tarea por llegar tarde.

Izuku da un pequeño salto de sobresalto.

—¿Eh? ¡¿En serio?! ¿Fue por mi culpa? Me detuve a mirar el enfrentamiento esta mañana…

Siv sacude ligeramente la cabeza.

—No fue por eso. . .
—¿Entonces…?

—Fue más por mi culpa.
Me quedé demasiado tiempo comiendo esos hotdogs.

Se lleva una mano al estómago y lo soba como si aún saboreara la comida.

—Eran... muy buenos, la verdad. Tal vez vuelva mañana.

Izuku sonríe por primera vez en mucho rato. Se endereza bien, recuperando algo de ánimo.

—Si, oye tal vez podemos probarlos mañana cuando vayamos los dos por el camino ordinario que tomamos—dice suavemente.

—Ohhh…eso es una buena idea, voy a invitar yo.

—¡No hace falta! ¡Lo hare yo por hacer que te den tarea de más!

—Nah, me sobra el dinero, lo hare yo

—¡Lo hare yo!

—¡Yo te invitare!

Ambos se apuntan con sus dedos como si fuesen pistolas, siguen así por algunos segundos más. Sueltan unas pequeñas risas y continúan caminando…el ambiente de siempre vuelve.

Y entonces, Izuku frena en seco.

—¡Ah, me olvidaba! ¡El festival!

Rápidamente saca su teléfono con energía y busca algo con los dedos temblorosos de emoción.

—¡Aquí está! ¡Mira, mira! ¡All Might va a estar en el evento! ¡Va a dar un discurso, y también habrá una exhibición especial de sus batallas más grandes! ¡Y puede que firme cosas! ¡Y van a vender productos exclusivos y—

Izuku le extiende su telefono lo suficiente para que Siv lo tome y comience a leer la noticia.

Izuku sigue hablando.

—¡Quiero llegar temprano para tener un buen lugar! ¡Tal vez lo vea de cerca! Y si tengo suerte… ¡quizás incluso le hable!

Siv no dice nada.

Mira la pantalla por un momento.
Luego levanta lentamente los ojos hacia Izuku
.

Izuku tiene los ojos brillantes, el rostro lleno de vida. Está realmente emocionado, como un niño que va a ver a su héroe por primera vez. Sus manos se mueven al compás de sus palabras, como si pudiera darle forma a su emoción con gestos.

Siv no sonríe.

—Ah… perdona —dice Izuku, bajando un poco el tono—Me emocioné de más, ¿no?

Vuelve a la realidad, sus mejillas se tiñen levemente de rojo.

Siv no dice nada al principio. Solo le devuelve el móvil con un leve gesto, sin mirarlo directamente.

—Solo espero que haya comida buena ahí—dice finalmente, con ese tono apagado pero irónico que lo caracteriza—Porque conociéndote, vamos a estar horas atrapados entre stands, multitudes y gritos de niños con posters.

Izuku suelta una risa nerviosa.

—E-eh… ya te dije que no tienes que venir conmigo, Siv. No quiero obligarte. Sé que esto no es lo tuyo…

—Tengo que ir—responde Siv enseguida, con una naturalidad aplastante.

Izuku lo mira, confundido.

—¿Tienes?

Siv se encoge de hombros mientras vuelve a meter las manos en los bolsillos.

—Sí. Igual no quiero morir de aburrimiento en mi cuarto.
Además… ¿quién va a cuidar tu dinero?

Izuku se tensa al instante, como si le recordaran de golpe una gran catástrofe pendiente.

—¡Ah, es cierto! Mis ahorros… —dice con un suspiro largo y exagerado—Todo lo que guardé… va a desaparecer en un solo día.

Siv sonríe un poco, esa sonrisa casi imperceptible, que solo se nota por la forma en la que se le curva la comisura de los labios. Da media vuelta y comienza a caminar otra vez, con pasos lentos pero seguros.

Izuku se queda atrás un segundo, mirando su teléfono. La pantalla brilla mientras repasa nuevamente el anuncio del festival.

"All Might, presencia confirmada."

Vuelve a sonreír.

Camina rápido y se coloca al lado de Siv, recuperando su energía habitual.

—¡Ah, también van a vender mercancía oficial! Hay rumores de que va a haber una figura edición limitada del traje Silver Age, ¡y solo hacen cincuenta! ¿Te imaginas si la consigo? ¡Sería la joya de mi colección! Y además, si All Might está ahí… podría…

Izuku baja la voz.

—…Podría… decirle algo. Algo importante.

Siv se detiene por una fracción de segundo. Apenas lo suficiente para que Izuku lo note.

Vuelve a caminar. Pero su ceño se frunce muy levemente.

Izuku sigue hablando, con un brillo en los ojos.

Izuku continúa hablando con energía. Camina a paso rápido al lado de Siv, gesticulando con entusiasmo, describiendo lo que hará en el festival, todo lo que verá, todo lo que espera sentir.

—Y también van a estar los dobles de voz oficiales de All Might para el espectáculo... ¡y puede que incluso haya una zona de combate simulada donde puedas probar tácticas reales! ¿Te imaginas? ¡Podría anotar todo eso! ¡Y si tengo suerte, podr—

—Izuku —interrumpe Siv de repente, sin levantar la voz—Tú… ¿piensas preguntarle a ese rubio eso, verdad?

Izuku se detiene.

Siente cómo esas palabras cortan el aire.

Levanta lentamente la vista hacia Siv. Su expresión aún tiene esa sonrisa tonta y motivada... Algo profundo, que se oculta tras esa alegría desbordada.

Siv lo observa.

Observa esa sonrisa.

Observa ese brillo obstinado en sus ojos.

Y por un instante…

"Deja eso…"

parece escucharse una voz en su mente, flotando en un vacío.

Pero esa voz no viene de afuera. Viene de adentro. De lo más hondo.

Izuku asiente con firmeza.

—Sí. Debo mantener la cabeza en alto y seguir adelante sin importar qué. Ese es mi sueño. Debo ignorar lo que digan los demás…

Siv se detiene.

Su cuerpo se tensa.

Las hojas secas se remolinan brevemente entre ambos.

—Esa frase tuya… —murmura Siv.

No le gusta. Nunca le gustó.
Porque cada vez que Izuku la dice, cada vez que sonríe así…
…a él le arde algo adentro.
Una mezcla de impotencia, rabia y un poco de miedo.

—Izuku… —dice con más seriedad—¿Algo ocurrió, verdad?

Midoriya parpadea. Su sonrisa se desvanece un poco.
Sus manos aprietan el celular.
Una gota de sudor frío corre por su sien.

—¿Eh? N-no, claro que no. ¿Por qué preguntas eso, Siv?

—Mira, Izuku… ha pasado bastante desde que nos conocimos. Y aunque eres muy bueno ocultándolo, sé que pasa algo. Y no—

Izuku traga saliva. Ya sabe lo que viene.

Va a oírlo otra vez.

Pero justo cuando Siv va a decirlo…

—Invisibility CloakTamaño L —dice una voz grave y chirriante.

Ambos se giran.

Demasiado tarde.

Una enorme masa deforme, viscosa y verde como un charco de bilis surge detrás de Siv, como una ola viva. Un líquido espeso, con ojos pequeños flotando dentro de él, se alza como si fuera a arrojarse como una lanza.

—¿Eh? —alcanza a decir Siv.

Pero un impulso lo empuja violentamente hacia un lado.

Izuku.

El cuerpo de Izuku impacta contra el de Siv, apartándolo justo cuando la criatura ataca con una velocidad brutal. Siv cae al suelo, raspando sus codos y soltando un grito contenido por la sorpresa.

En cámara lenta, lo último que ve es a Izuku siendo tragado por aquella cosa asquerosa, envuelto en la masa gelatinosa que lo intenta invadir desde dentro, como si quisiera ponerse su cuerpo como un traje.

—No… no puede ser… —balbucea Siv, con los ojos abiertos de par en par.

Una imagen le cruza la mente.

“Abandona tu sueño. Simplemente es imposible para nosotros.”

Su propia voz.
Sus propias palabras.
Y sin embargo, ahí está Izuku.

El idiota que lo empujó para salvarlo.

Siv aprieta los dientes.
Siente el frío en sus piernas.
No puede moverse.

El contenido de la mochila de Izuku cae desparramado a su lado: el cuaderno maltratado, unos lápices, una botella de agua rota que gotea, un pequeño pin de All Might.

La criatura retuerce su forma sobre el cuerpo de Izuku, intentando entrar por su boca, sus oídos, su nariz.

—¡¡MIERDA!! —grita la cosa, frustrada—¡¡Mocoso idiota!! ¡¡Gracias a lo que hiciste me tardare un maldito minuto en controlarte!!

Izuku se revuelca, su cuerpo tiembla mientras intenta resistir, sus manos se aferran a su cuello como si tratara de arrancarse a la criatura él mismo.

Siv… no se mueve.

Solo está ahí

—¿Y tú qué, muchacho? —la voz del villano suena espesa, vibrante, goteando burla desde sus profundidades—¿No vas a salvar a tu queridísimo amiguito?

—Se supone que tardo cuarenta y seis segundos en tener la posesión completa… —continúa el villano, cada palabra burbujeando como una risa enfermiza—Pero gracias a la estupidez de tu amigo, va a sufrir unos minutitos más. Qué suerte la tuya. Tienes una vista privilegiada de su último momento

Siv no responde.
Ni siquiera puede mover un dedo.

¿Qué puede hacer?
¿Qué puede hacer él?

Es solo un Quirkless.
Un inútil.
El espectador.

—Ya que estamos… —dice el villano mientras sus ojos viscosos brillan—Ve despidiéndote de tu amigo. Vive con la culpa toda tu maldita vida.

El suelo…
Eso es lo único que Siv ve.

Un cuaderno abierto.

(¿Arrepentirme... toda la vida por esto?)

(¿Izuku...? ¿Sería mi culpa...? ¿Dejarlo morir... así? ¿Y no poder hacer nada?)
(¿Nada?)
(¿Nada... en absoluto?)

Siv traga saliva.
Las lágrimas quieren subir… pero ni siquiera pueden salir.
Todo su cuerpo tiembla.
Eso que siente. . .impotencia
. . .Pero no vale la pena sentir impotencia. . .¿por que sientes impotencia?...si sabes que no puedes hacer nada

(“Que alguien... que alguien salve a Izuku.”)

Su mirada baja más.
Comienza a imaginar… lo inevitable.
Contarle a la familia.
Ir al hospital.
Hablar de lo que pasó.

(“Qué patético...”)

Como eco en una cueva se repite.

Y entonces...

CLAAAANGGG!!!

La tapa de alcantarilla de donde salió el villano sale volando hacia el techo del puente, disparada como si fuera un proyectil de artillería.

Los ojos del villano se agrandan.

Siv gira lentamente.
Sus pupilas reflejan a la persona recien llegada.

Una figura emerge entre las sombras del túnel.

Primero se ven unas piernas musculosas.
Después, la forma de un torso imposible de esculpir por ninguna estatua.
Y entonces…

Una sonrisa.

—No se preocupen, niños…—dice con una voz retumbante, mientras alza su puño.

¡¡Por que yo…!!y da un paso hacia adelante, poniendo una potente presión en todo el ambiente.

¡¡YA ESTOY AQUÍ!!

El sol golpea su figura como si incluso la naturaleza lo respetara.
Una bolsa de compras cuelga de su brazo.
Su peinado icónico brilla.
Y su sola presencia hace temblar el aire.

—¡¡MIERDA!! —grita el villano, desesperado, intentando retroceder, intentando huir, pero… ya es tarde.

Demasiado tarde.

All Might ya está frente a él.

Nadie lo vio moverse.
Siv, que está a solo unos metros, ni siquiera sintió el paso.

Solo el viento tardío llega ahora, como si el mundo intentara alcanzarlo.

El cabello de Siv se levanta.

—¡¡¡TEXASGrita All Might, su voz carga con fuerza.

El villano intenta mirar por donde ir, pero es imposible, no hay ni un solo error en la postura del ataque.

SMAAAAAAAAAAAASHH !!!

El puñetazo impacta.

Pero no toca el cuerpo del villano.

No necesita hacerlo.

La presión del aire lo destruye todo.

(¿¡Con la presión del aire?!)

Una onda de choque barre el área como una tormenta comprimida.
El cuerpo viscoso explota por la mitad, partes de su forma se desintegran en el acto, salpicando las paredes del puente.

Siv, aún en el suelo, apenas puede creer lo que ve.

El cuerpo de Izuku yace sobre el pavimento todavía humeante, envuelto en el silencio que sigue al caos. Su pecho sube y baja con dificultad. En su rostro, gotas del líquido viscoso aún se aferran a su piel como cicatrices mal curadas. Tiene los labios entreabiertos, y de ellos escapa apenas un susurro.

—All… Might…

Su voz apenas es un murmullo.

—¡¡IZUKU!! —grita otra voz, esta vez mucho más cerca del rostro de Izuku, urgente—¡¡IZUKU, RESPONDE, MALDITA SEA!!

Izuku entreabre los ojos con lentitud. Su visión borrosa se va aclarando poco a poco. Lo primero que distingue son dos sombras: una agachada frente a él, otra de pie como una muralla dorada bajo el sol de la tarde.

Siv está arrodillado, moviendo el cuerpo de Izuku con nerviosismo, sus manos tiemblan sin saber exactamente qué hacer. El sudor corre por su frente, su voz es tensa, entrecortada. Mira a All Might, desesperado.

—¡Oye, tú! ¡¡Dame algo de agua o lo que sea!! ¡¡Si no hay, ve y cómpralo! ¡¡Tú eres un héroe, seguro puedes correr más rápido que una app de delivery!!

All Might, claramente desconcertado por la intensidad de Siv, apenas parpadea antes de responder con una sonrisa algo incómoda. Sin decir palabra, de entre su chaqueta… saca dos latas de bebidas frías. Las agita un poco y las extiende con ese gesto orgulloso de quien cree haber traído un tesoro.

—¿¡Sirven estas!? ¡Estaban de oferta en la tienda de la esquina! ¡Refrescantes y con un 20% menos de azúcar!

Siv lo observa en silencio por dos segundos... y estalla:

—¡¡¡ESTO NO ES UNA CAMPAÑA PUBLICITARIA DE BEBIDAS CON TU ROSTRO, VIEJO!!!—le grita, con una vena sobresaliendo de la sien.

All Might frunce el ceño.

—¿¡Viejo!?! —replica, indignado, aunque sin perder la compostura heroica. El aura detrás suyo sigue brillando, como si ignorara por completo el contexto.

En ese instante, un suave quejido escapa de los labios de Izuku. Ambos se congelan.

—¿Huh…? —musita Siv, volviendo su mirada hacia él.

Izuku se mueve levemente, frunciendo el ceño como si despertara de un mal sueño. Su cuerpo reacciona con un leve espasmo, y exhala un largo y molesto suspiro.

—Ngh… ¿Por qué me despiertan tan temprano? ¿Son las cinco de la mañana?

Siv y All Might intercambian miradas y se abalanzan, literalmente acercando sus rostros a centímetros del de Izuku con ojos abiertos como platos.

—¡¿¡Estás bien!?! —gritan casi al unísono.

Izuku abre lentamente los ojos, parpadeando con pereza, confundido por el cambio repentino de luces, temperatura y... ¿presencias? Su mirada va primero hacia la izquierda: Siv. Luego a la derecha: All Might. Y otra vez a la izquierda. Derecha. Izquierda. Derecha. Una, dos, tres veces.

Y de repente… su cerebro hace clic.

Los colores se le suben a la cara en un instante.

—¿¿¿¿¿AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH???!!!!!???

Su grito es tan potente que las palomas cercanas salen volando en masa desde los cables de luz.

—¡¡¡E-ES-ES-ES ALL MIGHT!!! —chilla Izuku, tratando de incorporarse de golpe, solo para terminar cayéndose de espaldas otra vez.

—¡Cálmate, cabeza de brócoli! —le suelta Siv, empujándolo ligeramente hacia abajo para que no se desmaye otra vez—Te acaba de tragar un moco asesino, ¿te parece buena idea ponerte a gritar como si estuvieras en un concierto?

—¡¡PERDÓN!! ¡¡PERDÓN!! ¡¡PERDOOOOOOOOOOOON!! —grita Izuku con la cara casi contra el suelo, como si hubiera cometido una ofensa internacional ante una cumbre de paz mundial. Su voz retumba con tanto dramatismo que algunas palomas cercanas vuelven a salir volando.

Mientras tanto, los tres —Izuku, Siv y All Might— se frotan las frentes, alejándose del centro del “impacto”

—¡B-bueno! ¡Tal parece que estás de maravilla, chico! ¡Eso está totalmente bien! —responde All Might con su sonrisa característica, intentando mantener su dignidad… mientras mantiene una mano firmemente presionada sobre el chichón que comienza a hinchársele.

—Amigo… Nadie nos está mirando. Deja de posar —comenta Siv, con tono seco y mirada fija, mientras recupera la compostura.

—¡¡¡No estoy posando!!! —protesta All Might… mientras claramente está en una pose heroica, con el brazo flexionado hacia arriba y una pierna estirada en ángulo perfecto.

—… —Siv lo observa, completamente sin palabras. Solo parpadea con incredulidad.

Izuku, aun recuperándose de la vergüenza y la emoción, se levanta del suelo como si acabara de ser tocado por un ángel. Está temblando, es pura adrenalina, reverencia, emoción contenida en carne viva.

—¡¡¡E-ES UN HONOR!!! ¡¡ALL MIGHT!! ¡¡EN SERIO, GRACIAS POR SALVARME!! —le dice con reverencia, inclinándose más y más hasta que parece un árbol a punto de caer.

—¡No tienes que agradecerme, joven! ¡Solo hice lo que debía! Aunque… —All Might se lleva una mano a la nuca, incómodo por primera vez—Quizás me dejé llevar un poco. Esto de estar en “tierras extranjeras”… Y bueno, la captura no fue precisamente... digna de portada.

Hace un gesto teatral, buscando algo invisible en el horizonte.

—¿¡Fuera de panorama?! —repite Siv con el ceño fruncido—¡¡Estuviste a punto de volarnos a los dos!! ¡Y tú dices que fue fuera de cuadro!

—¡Pero fue gracias a ti, chico gruñón! —responde All Might con una carcajada mientras mete la mano en su bolsillo. Saca una botella vacía de agua, ahora sellada con cinta gruesa. Dentro, el villano viscoso está completamente comprimido, atrapado, apenas moviéndose.

—Eso fue… asqueroso. —Siv frunce el rostro al recordar cómo esa sustancia babosa intentó meterse en él primero. Su expresión lo dice todo: preferiría mil hotdogs fríos que volver a ver eso.

All Might se ríe con entusiasmo, el sonido de sus risas son tan fuertes que hace que Siv cubra sus oídos, en cambio Izuku escucha cada detalle.

—(¡¡ES ALL MIGHT!!)piensa Izuku, su alma estallando en júbilo interno. Siente que su corazón va a salir disparado—¡¡EN SERIO, ESTO ES LO MEJOR QUE ME HA PASADO EN TODA MI VIDA!! ¡¡EN TODOS LOS AÑOS!! ¡¡NO PUEDO CREERLO!!

Entonces, como poseído por un rayo de energía pura, Izuku comienza a buscar sus apuntes.

—¡ME DAS TU AUTÓGRAFO, POR FAVOR! ¡MIS APUNTES! —Intenta buscar en todas las esquinas de su mochila abierta, hasta que Siv se lo pasa abierto justo en la página donde la firma de All Might ya está.

 —¡¡WHOOOOOOOOAAAA!! —Izuku grita de felicidad, mira la firma como si fuera oro líquido—¡¡MUCHAS GRACIAS!! ¡¡HARÉ DE ESTO UNA RELIQUIA FAMILIAR!! ¡¡UN TESORO FAMILIAR INCLUSO!! —comienza a hacer reverencias sin parar.

Siv suspira al fondo, cruzado de brazos, resignado ante la pasión del brócoli andante.

—¿No será un poco exagerado?

—¡Tú no entiendes, Siv! ¡Esto es como si un dios bajara y te diera una bendición con su puño!

All Might se ríe de nuevo, claramente encantado con el entusiasmo. Saca su teléfono —un modelo viejo, casi anticuado— y lo muestra con orgullo.

—¡Deberíamos tomarnos una foto para subirla al Insta, ¿no creen?! ¿Cuáles son sus arrobas?

—Paso.

Siv responde fríamente…All Might. . .se siente derrotado con este fan.

—¡¡PERDONE A ESTE MORTAL, ALL MIGHT!! —grita Izuku con vehemencia, inclinando su cuerpo en reverencia una vez más, como si su alma estuviera tratando de escapar para pedir perdón por él.

—¿“Mortal”…? —repite All Might arqueando una ceja. Luego ríe, contagiando alegría con esa carcajada. A pesar de sus diferencias, los dos chicos a su lado eran, a su manera, el mismo tipo de fans: uno más ruidoso, el otro demasiado silencioso. Una moneda de dos caras.

—¡Bueno! —exclama el héroe mientras guarda su teléfono con un giro exagerado de muñeca—¡No olviden checar mis hazañas en la ICD TV! ¡Esta semana repetimos el episodio en el que detuve el tren en Shibuya usando solo mis hombros!

Siv suspira. Finalmente, toda esta locura había llegado a su fin. Con suerte, podría regresar a casa, meterse en la cama y fingir que todo esto no había pasado jamás.

—¿Eh? ¿En serio ya? ¡Y-yo todavía…!—Izuku apenas logra pronunciar palabra, atónito al ver que All Might ya se preparaba para marcharse.

El rubio se detiene por un instante y estira una pierna, comenzando a flexionar como si estuviera a punto de lanzarse al espacio.

—Sabes… —dice mientras lo hace—Los profesionales deben luchar constantemente… contra el mal… y contra el tiempo.

(Espera... aún tengo muchas preguntas… muchas que solo él puede responder… en especial…)Izuku aprieta los puños con fuerza. Su mirada no parpadea.

—Cuento contigo, mi fan que me seguirás en el futuro—dice All Might, haciendo una última pose heroica antes de impulsarse al cielo con un estallido de aire.

—¡Apoyándomeeeeeeeeeee! —grita su voz mientras se aleja por los cielos, desapareciendo como un cometa.

Una ráfaga de viento levanta el cabello de Siv. Entrecierra los ojos por la fuerza del aire, y luego gira hacia su derecha para hablar con su amigo.

—Al fin se fue…Izuku, deberíamos ir al hospital para que te revi-

Pero al mirar… no hay nadie.

Un escalofrío le recorre la espalda.
—¿¡Eh?! ¡¿NO ME DIGAS QUE…?!

Levanta la vista al cielo.

—¡¡¡IZUKU!!! —grita con desesperación.

Allá arriba, a varios metros del suelo, el joven Midoriya cuelga… ¡del pie de All Might!
El héroe da vueltas en el aire con un adolescente desesperado aferrado con ambos brazos como si su vida dependiera de ello. Porque, bueno… literalmente, depende de ello.

—¡¿HUH?! ¡NO, NO! ¡¡SUELTA!! —grita All Might, sacudiendo la pierna—¡¡¿ESTÁS LOCO O QUÉ?!!

—"¡¡Déjame ir!! ¿¡Estás loco o qué?!" ¡¡Si te dejo ir ahora moriré!! —grita Izuku, apretando más fuerte, con las piernas temblando y el cabello agitándose como loco por el viento.

¡¡EN EFECTO!!All Might recien se da cuenta de ese detalle.

¡Yo tengo muchas preguntas que quiero hacerte directamente!Grita Midoriya, aferrándose aún más fuerte a la pierna de All Might.

—¡¡OK, OK, CIERRA LA BOCA Y LOS OJOS!!—ordena All Might, perdiendo el equilibrio por un instante, aún con la pierna sacudiéndose.

Izuku inmediatamente hace caso a la orden y cierra los ojos como su boca.

Es en ese momento…
En medio del esfuerzo por mantenerse en el aire y cargar a ese chico terco

All Might tose.

Mira su mano.

Sangre.

—…

 


—Don… de… —susurra una voz lejana, casi como un eco perdido en un sueño.
Lentamente, los párpados de alguien se abren.

—Pero… ¿ustedes no eran amigos de la infancia? —dice un compañero de clase, viste el mismo uniforme que el de Izuku.

El otro, un chico de cabello rubio oxigenado con auriculares colgados del cuello, le intenta sacar la caja con una expresión entre fastidio y resignación— ¡Tch! ¡Te dije que dejaras de fumar! ¡Si nos atrapan te va a caer un reporte disciplinario, idiota!

—¿Y? —contesta el primero sin preocuparse, encendiendo el cigarro con un gesto ya ensayado—No me importa. Esto ya está podrido desde antes.

En ese momento, la atención vuelve a centrarse en quien camina unos pasos por delante de ellos. Katsuki Bakugou, el centro natural del grupo, avanza con las manos en los bolsillos y una botella de jugo en la otra. Sus ojos están fijos hacia adelante.

—Es su culpa por entrometerse en mi camino —masculla, con una voz cargada de veneno—Ese estúpido… siendo quirkless y aun así atreviéndose a soñar con ser un héroe. ¡Un maldito héroe!

Da un trago seco al jugo. El envase cruje con sus dedos tensos.

—Cuando éramos niños—continúa, cada palabra más cargada de rabia— …¡incluso entonces seguía con esa idiotez!

Su frustración hierve, le sube al rostro. Y en un arrebato, ¡BOOM!, hace explotar la botella vacía en su mano. La ceniza cae lentamente al suelo, quemando el aire.

—Tch… —el chico del cigarro se sobresalta, pero intenta restarle importancia.

—¡Oye! —grita el de auriculares, retrocediendo un paso—¡Eso fue innecesario! ¡Te dije que dejaras de hacer eso! ¡Nos van a sancionar! ¡Vas a arruinar tu maldito historial si sigues explotando cosas frente a cámaras de seguridad!

Pero Bakugou no responde.

Los dos compañeros intentan recomponerse, aunque algo raro ocurre. De pronto, ambos empiezan a temblar ligeramente. Uno deja caer la caja de cigarrillos. El otro abre la boca, pero no logra articular palabra.

Sus dedos se alzan, lentamente, temblorosos. Señalan… algo detrás de Bakugou.

—Ka…tsuki —musita uno con la voz quebrada.

Bakugou frunce el ceño, irritado por la interrupción.

—¿Qué demonios les pasa? ¿Ahora qué? —se da la vuelta con brusquedad, como si esperara ver a algún idiota de primer año.

Pero entonces…

Una sombra los cubre.

Invisibility Cloak: Con buen quirkresuena la misma voz de aquella masa que All Might habia capturado.


Desde el techo de un edificio, el viento corta con violencia repentina. Una ráfaga de aire arrastra polvo, papeles sueltos y pequeños residuos que giran en espiral. Algo acaba de aterrizar. El ruido es seco, potente, como una fuerza imposible de ignorar que cae desde el cielo.

Una nube densa de humo se forma alrededor, difuminando la vista, y entonces, una figura alta y poderosa emerge desde el centro del humo sucio. Es All Might, camina hacia las barandas de la azotea.

—E-e...eso f-fue... te...tenebroso... —logra decir Izuku con dificultad, su voz entrecortada por el temblor que recorre cada centímetro de su cuerpo. Aún tiembla. Aún no puede creer lo que vivió.

Había volado. Literalmente. Volado en los cielos agarrado al tobillo de su héroe favorito…¿esto cuenta como tachar algo más de su lista de deseo?

—¡¡En serio!! ¡¡Fui obligado a aterrizar para hablar con un fan!!—exclama con una mezcla de teatralidad—¡¡Pero bueno!! No tengo tiempo para esto. ¡Te dejaré aquí!

Se flexiona con fuerza, pone un pie sobre la baranda listo para salir volando otra vez.

—¡¡E-espera!! —grita Izuku, logrando ponerse de rodillas.

All Might se gira levemente, impaciente.

—¡NO! ¡¡No puedo esperar más!!—grita All Might, se aferro con más fuerza de la baranda.

Izuku grita desesperado, en un intento de detener a su héroe, dice…lo que lleva años pensando
Lo que siempre quiso preguntar. . .especialmente a su héroe.

—¿¡Puedo... ser un héroe...?! ¿Aun así? ¡¡Si no tengo un Quirk!!

Su voz se alza por encima de la ciudad, Izuku está temblando
Las palabras resuenan como un eco a través del concreto.

All Might se queda quieto.

Izuku continúa, su rostro tenso, los ojos cerrados, como si temiera lo que vendrá. Como si no aguantaría una respuesta negativa.

—¿Es posible... incluso para alguien como yo...? ¿Convertirme en alguien como tú?

—¿Sin Quirk?

All Might gira apenas la cabeza. Su sombra cubre parte del rostro. Pero algo se quiebra dentro de él en ese instante. Justo cuando va a hablar, un fuerte espasmo le atraviesa el cuerpo como un rayo.

—Ngh... (¡Mierda!)—gruñe en voz baja, retrocediendo con torpeza.

Sus manos, normalmente tan firmes, tan inquebrantables, se mueven con urgencia hasta sus costados. Aprieta con fuerza sus costillas, jadeando. Una gota de sudor frío le cae por la frente.

—(No... no ahora… ¡¡¿Por qué justo ahora?!!)

Izuku ni siquiera se da cuenta de lo que está pasando frente a él. Está tan sumido en sus palabras, tan aferrado a la posibilidad de que exista una sola palabra de esperanza, que sigue hablando, casi sin detenerse a respirar.

—Debido a que no poseo un Quirk... —dice, con la voz temblorosa—No, quizá sea por culpa de eso, pero. . .Pero. . .Ellos se ríen de mi todo el tiempo, en realidad no sé por qué, pero. . .creo que es realmente genial poder salvar las vidas de las personas. 

Sus manos tiemblan al entrelazarse sobre su pecho. En su cabeza se mezclan imágenes: los gritos de sus compañeros, las miradas de lástima, las risas que le perforan la piel, las veces que cayó al suelo después de un empujón, y aquella vez… aquella en la que Siv, su amigo, le dijo con mirada dura que debía abandonar ese sueño. Que es imposible.

—Yo... yo quiero...

Vacila. Sus labios tiemblan. El miedo de ser ridiculizado está presente, latente, pero lo traga.

Levanta la cabeza.

Su expresión ya no es la de un chico inseguro. Es la expresión de alguien determinado.

—¡Yo quiero salvar personas con una sonrisa que no conozca el miedo! —exclama—¡Quiero convertirme en uno de los mejores héroes, al igual que usted, All Might!

Y entonces... lo ve.

Izuku se queda paralizado.

All Might... ya no está ahí.

Lo que tiene delante no es el símbolo de la paz, ni el coloso que volaba entre las nubes con puños que rasgan el cielo.

—¡T-t-te... te volviste chiquito! —balbucea Izuku con los ojos desorbitados—¿¡Huh!? ¡¿Eres falso, cierto?! ¡¿Eres un impostor?! ¡¡¡ERES DEMASIADO DELGADO!!!

Su voz retumba por la azotea, cargada de un pánico infantil y desconcierto absoluto. Da un paso hacia atrás, casi tropezando.

Delante de él, está esa figura huesuda, encorvada, con la piel tan pegada a los huesos que parece un esqueleto viviente. Su camiseta es varias tallas más grandes de lo que debería. Su pelo sigue siendo el mismo, pero el aura ha desaparecido por completo.

La figura alza la mano, lentamente, con torpeza.

—Soy All Might...

Pero antes de que termine, una bocanada de sangre le sale violentamente de la boca, tiñendo el suelo.

Izuku da un salto hacia atrás, aterrorizado.

—¡N-no te creo para nada! —grita, señalándolo con el dedo como si temiera que ese hombre se deshiciera frente a sus ojos

—Hay muchas personas que retienen abdominales en la piscina, ¿Cierto? bueno, no las hay—dice All Might en un intento de convencer a ese joven.

—¡¡DEJA DE MENTIR!! —grita Izuku con voz quebrada, los ojos abiertos de par en par, la garganta ardiente del esfuerzo. No quiere creer lo que tiene delante. No puede. Ese ser delgado, encorvado, ese... ese esqueleto humano... ¿es realmente el símbolo de la paz?

All Might, o al menos lo que queda de su imponente figura, lo observa con una mirada que refleja cansancio.

Sin emitir palabra, el hombre se deja caer al suelo, exhalando un largo suspiro que se siente como si llevara años guardándolo. Sus hombros se hunden, su silueta parece aún más pequeña bajo la luz del atardecer. El viento sopla débilmente, como si respetara el silencio que se forma entre los dos.

—Una sonrisa que no conoce el miedo, ¿eh? —dice al fin, mirando hacia el suelo, con voz ronca—Qué frase tan fuerte.

Lentamente levanta la vista hacia Izuku. No hay alegría.

—Bueno, como verás, chico... lo que está escrito en internet no es necesariamente cierto—Hace una pausa—Lo que mostramos en público tampoco lo es.

Izuku permanece quieto. No sabe qué decir.

Y entonces All Might se lleva una mano a la base de su remera blanca, y en un movimiento lento y cuidadoso, levanta la tela.

Izuku contiene el aliento. Sus ojos se agrandan, sus piernas flaquean.

Frente a él, lo que se revela es una herida grotesca. Un agujero profundo y deformado recorre el costado de All Might, una cicatriz que no solo es física, sino simbólica. Su piel parece haber sido desgarrada y vuelta a coser de forma apresurada. La carne muestra las marcas del tiempo, de múltiples cirugías.

—Esta es una herida que me hice hace cinco años —dice All Might con un tono casi indiferente, como si ya se hubiese acostumbrado a mostrar lo que nadie debe ver—Fue el resultado de un enfrentamiento... contra un villano verdaderamente peligroso.

Izuku no puede dejar de mirar. La herida... es horrible. Y aún más terrible es la calma con la que All Might la muestra.

—¿Cinco años atrás...? —balbucea Izuku—¿Cuándo luchaste contra... Venemous Chainsaw?

Pero All Might sacude la cabeza lentamente. Niega.

—No. Ese fue solo un insecto en comparación. Lo que realmente ocurrió... fue mucho peor.

El silencio que sigue es sofocante.

—Resultado: semi destrucción de mi sistema respiratorio... —continúa— Y la total extirpación de mi estómago. Mi rostro se ve tan demacrado porque pase por múltiples cirugías para estabilizar mi condición... y mis ojos... bueno, digamos que son efectos secundarios que nunca desaparecieron. Actualmente, solo puedo trabajar como héroe tres horas al día. Ese... es mi límite.

No puedo dejar que me atrapen así. . .lo que acabo de decirte es publicidad clasificada. . .Por lo tanto voy a pedirte que ocultes el secreto, "El símbolo de la paz" Quien salva personas con una sonrisa, absolutamente no puedo mentirles enfrente de los villanos.

—Si me río… es solamente para ocultar el miedo que cargo… —dice All Might, con una sonrisa apagada que ya no tiene fuerza ni brillo—La presión de ser un héroe… no es algo que cualquiera pueda soportar. Los profesionales… siempre deben poner sus vidas en riesgo. Día tras día. Sin excepción.

All Might desvía la mirada, como si le doliera tener que decir lo siguiente:

—Así que… no puedo decirte que es posible ser un héroe "sin un Quirk". Porque simplemente… no lo es.

Ese instante... es como un relámpago que parte en dos el alma de Izuku. Las palabras de su ídolo, su símbolo, su luz… se convierten en cuchillas afiladas. Su cuerpo entero tiembla. Sus ojos se agrandan mientras su boca queda entreabierta.

Sus manos, casi por instinto, se aferran a la prenda negra de su uniforme escolar. Sus dedos se clavan en la tela con tanta fuerza que sus nudillos se ponen blancos.

—"Abandona ese sueño... es simplemente imposible para nosotros…"resuena una voz en su cabeza, la de Siv. Palabras que nunca quiso aceptar.

—Y-ya veo... —murmura Izuku con una voz tan baja que parece que habla solo para sí. Intenta no quebrarse. No en este momento. Pero su garganta ya arde. Sus ojos se humedecen.

All Might se pone lentamente de pie.

—Si lo que te preocupa es salvar vidas —continúa, girando su espalda hacia él—Puedes convertirte en policía. Es un camino válido. De hecho… los policías tienen un papel esencial. Muchos héroes confían en ellos. Son los que recogen lo que queda cuando todo termina.

Camina hacia la puerta de salida del tejado, mientras sigue hablando, como quien entrega la última línea de un discurso que jamás quiso dar.

—Es un trabajo menospreciado. A menudo ignorado. A veces… incluso burlado. Pero eso no lo hace menos admirable.

Ya con la mano en la perilla, hace una pausa. Mira hacia adelante, sin voltear.

—No es algo malo tener sueños, chico… —dice con voz apagada—Pero ten cuidado. Algunos sueños… conducen a lugares muy oscuros.

Y con eso, abre la puerta. El viento del atardecer sopla suavemente. Y All Might… desaparece al otro lado.

Silencio.

Izuku se queda solo. Aferrando aún su uniforme con ambas manos. Sus dedos tiemblan. La presión en su pecho crece. Mira al suelo.

Las palabras... siguen ahí.

“No es posible.”
“Es imposible.”
“Abandona ese sueño.”

Las mismas que escuchó una y otra vez. De sus maestros. De sus compañeros. Desde Katsuki. Desde Siv. Y ahora... desde All Might.

Su cuerpo empieza a temblar más intensamente. Un movimiento casi imperceptible al principio, quiere contener un terremoto que nace desde dentro. Sus hombros se tensan. Aprieta los dientes.

Una gota cae.

La primera lágrima golpea el suelo con un pequeño sonido seco. Luego otra. Y otra.

Pronto, sus mejillas son un río. No quiere llorar. No ahora. ¡No llores, maldita sea!, se dice a sí mismo. ¡Aguanta!

Pero las lágrimas ganan. Lo vencen, como tantas otras veces. No puede evitarlas. No cuando su mundo se derrumba justo en el único lugar donde creía encontrar su respuesta

Se arrodilla lentamente. Se curva hacia adelante.

—¿En serio… no puedo…? —susurra con un hilo de voz.


 

En varias manzanas de distancia, el infierno ha descendido.

Las calles están en llamas. Las explosiones se escuchan como truenos descontrolados, resonando entre edificios que ya comienzan a ceder por el calor y el caos. La gente huye en todas direcciones. El pavimento está roto, las llamas suben por las paredes y los cristales vuelan por los aires. El humo se eleva hacia el cielo.

Y en medio de ese caos… esta él.

Una masa viscosa, deforme, verdosa y translúcida, se retuerce como una bestia salvaje, gritando de forma grotesca mientras envuelve a un joven prisionero entre sus fauces líquidas.

Pero ese joven... no es como el anterior.

(¡¡¡COMO SI DEJARA QUE UNA ESCORIA DE MIERDA ME ABSORBA!!!)grieta Katsuki Bakugou en sus pensamientos, con los ojos inyectados de furia mientras hace explosiones sin descanso en busca de su liberación.

Sus manos, incluso dentro del cuerpo del villano, siguen encendidas, soltando ráfagas de energía que hacen temblar los autos y las estructuras. El villano se ríe entre rugidos, sin poder contener la euforia de haber tomado a alguien como él.

—¡SÍ, SÍ! ¡Este cuerpo! ¡ESTO es lo que necesitaba! ¡Una maldita bomba andante! ¡ME SAQUE LA MALDITA LOTERÍA CON ESTE QUIRK!—grita la masa deformada, dos voces resuenan al mismo tiempo.

A lo lejos, héroes que no pueden avanzar miran en shock, sin poder tener justo los héroes correctos para este desastre.

Algunos intentan acercarse, pero retroceden al instante. Las explosiones son tan violentas que ni siquiera los trajes resistentes pueden aguantar el calor. Uno de ellos, con expresión de impotencia, se dirige al héroe que lidera el operativo.

—¡Mierda! ¡No podemos hacer nada! ¡Debemos esperar refuerzos con un Quirk más poderoso o esto va a terminar en tragedia!

El líder frunce el ceño. Mira la escena, las ondas de calor distorsionando el aire, las llamaradas azotando todo a su paso. Y dentro de ese torbellino de caos… Bakugou sigue gritando, resistiéndose con todo lo que tiene, pero cada vez más ahogado, más cansado.

Los ciudadanos miran con horror desde los límites acordonados. Algunos graban con sus teléfonos. Otros rezan por la salvación del chico atrapado.

A pocas cuadras de ahí, en una calle vacía, Izuku está caminando.

Sujeta contra su pecho su cuaderno maltratado. Lo abre lentamente, con manos temblorosas, como si se tratara del último fragmento de esperanza que le queda. Y ahí está. En casi las ultimas paginas el autógrafo de All Might, escrito con trazo fuerte y seguro.

Pero el peso de las palabras que vienen después lo aplasta como una losa de concreto:

“Ten cuidado con los sucesos oscuros, chico.”
“Abandona ese sueño… simplemente es imposible para nosotros.”
“No es posible ser un héroe sin un Quirk.”

También escucha las voces que siempre ha cargado en la espalda:

“Eres un inútil, Midoriya.”
“¿Quieres ser héroe? Qué risa.”
“Ni lo intentes.”
“Pero...eres un Quirkless.”

Y... la más punzante de todas:

“Abandona tu sueño… es imposible.” 

Sus labios tiemblan. Aprieta los dientes. Mira la página con el autógrafo.

—...No llores... —

Una lágrima cae sobre el cuaderno ya arrugado y manchado de tinta. Izuku baja la cabeza y la deja ahí, fija en esas páginas que alguna vez estuvieron llenas de esperanza.

—El ranking más alto de profesionales... yo lo conocí...

Sus manos tiemblan un poco mientras se limpia los ojos con la manga del uniforme. Sus pupilas, enrojecidas, reflejan el dolor contenido, ese que ha querido ahogar tantas veces.

—¡¡Izuku!! —Una voz interrumpe su silencio.

Él levanta la cabeza con lentitud, como si no estuviera seguro de si la escuchó realmente. Al girar, desde una curva de la vereda, emergiendo agotado, aparece Siv. Corre con torpeza, respirando con fuerza, mientras con las manos en forma de bocina grita el nombre de su amigo.

—Siv… —dice Izuku en voz baja, con una mezcla de alivio y culpa.

Siv lo ve desde lejos, sus ojos se clavan enseguida en su figura encorvada, en esa postura derrotada. No necesita preguntar mucho para saber que algo anda mal.

—¡Maldición, Izuku! —grita mientras atraviesa la calle casi tropezando.

Al llegar junto a él, deja caer todo su peso al suelo y, sin decir palabra, se aferra con fuerza a la pernera del pantalón de su amigo, como si tuviera miedo de que desaparezca si lo suelta.

—D-¡Dios...! ¡Pensé que ya te habías hecho puré en alguna parte de la calle, Izuku! ¿¡Estás loco?! ¡¿AGARRÁNDOTE ASÍ DE UN HÉROE QUE VA A SALIR VOLANDO!? —grita, medio furioso, medio aliviado.

Se levanta de rodillas, acomodándose un poco, dispuesto a seguir con el regaño... pero entonces se detiene.

Sus ojos caen en los de Izuku. . .los nota rojizos y vidriosos.

Siv se congela.

—¿Qué pasó, Izuku...? —pregunta con voz mucho más baja, su expresión cambia a una mezcla de preocupación y miedo.

Izuku baja la mirada. Trata de ocultarse detrás de su cuaderno como si este fuera un escudo que pudiera protegerlo. Y entonces, intentando disfrazar su herida, murmura con voz temblorosa:

—N-nada... s-solo... yo... había una tienda de... gatitos y perritos adorables y... y yo...

Pero no puede continuar. La excusa se rompe antes de nacer.

—Izuku... —dice Siv, más serio ahora. Su voz tiene peso. Deja claro que no es el momento para mentiras piadosas.

Y en ese instante, todo se rompe.

Izuku abraza con fuerza su cuaderno. Sus hombros tiemblan. Sus labios se aprietan, intenta contener lo que ya no se puede contener. Las lágrimas caen otra vez, esta vez más rápido, sin resistencia.

—T-ta... tal vez... d-deba... c-considerar... mi... f-futuro... —logra decir entre sollozos.

Siv se queda en shock. Su mandíbula se aprieta, sus ojos se abren un poco. No, no era esa frase. No de Izuku.

—I-Izuku… ¿A-acaso…? —pregunta, aunque ya sabe la respuesta.

El chico de cabello rizado no puede responder con palabras. Solo llora, se encoge. Sus manos se aferran al cuaderno como si fuera lo único que le queda. Sus sueños, sus esperanzas, todo se fue.

Siv entonces actúa por instinto.

Sin pensarlo más, se lanza hacia su amigo y lo rodea con ambos brazos. Fuerte. Como si quisiera contener todo el dolor del mundo entre ese abrazo. . .pero. . .¿de verdad escucho bien?. . .se siente. . .culpable, pero dentro de él. . .algo que no le gusta.

Izuku se aferra a Siv con fuerza, escondiendo su rostro en su pecho. Las lágrimas mojan su ropa, pero a Siv no le importa.

—P-perdón… perdón… perdón… —repite Izuku.

Siv cierra los ojos, su expresión se endurece mientras le acaricia la espalda con torpeza.

Soy un maldito imbécil.


—No…—Una voz cansada—(El…debió haberse caído. . .cuando…)

All Might está entre la multitud, observando al villano que juro haber atrapado. Se agarra con mucha fuerza del costado y se sujeta de un farol…Puede escuchar la desesperación de la gente, el grito de sus compañeros intentando llamar a otro héroe mucho mas fuerte. All Might aprieta con mucha más fuerza su herida.

(¡PATÉTICO! ¡QUÉ PATÉTICO!)—gruñe con los dientes apretados.

Vapor sale de su espalda, aprieta aún más fuerte el farol…una y otra vez solo repite la palabra.

Patético.


Siv y Izuku caminan juntos, justo por la zona del desastre. El cielo ya tiene colores cálidos de atardecer, pero no hay belleza en él hoy. Siv lleva ahora una camisa blanca de manga larga, después de que su remera original quedara empapada en las lágrimas, mocos y temblores.

—¿Vamos a comer las hamburguesas que abrieron hoy? Yo puedo pagar... no te preocupes por eso ahora, Izuku—dice Siv con voz tranquila…tal vez animar a su amigo con comida estaría bien.

Izuku, con su cuaderno apretado contra el pecho como si fuera un peluche, asiente con suavidad. Sus ojos siguen rojos, pero hay un tenue hilo de vida volviendo a ellos.

—S-sí... tal vez podríamos añadir papas fritas... —responde con una sonrisa temblorosa, apenas asomado, como si aún le costara recordarse a sí mismo.

El silencio se instala un momento entre los dos mientras caminan. Las palabras son difíciles cuando el alma aún se sacude por dentro. Siv, siempre observador, lo nota.

—Entonces... ugh... perdón. Ya no volvamos a tocar el tema si no te gusta. Si quieres... podemos buscarte otra cosa para el futuro —dice de pronto, con una sinceridad que no suele mostrar—Te ayudaré, Izuku. Pase lo que pase... vamos a estar del lado del otro si algo sale mal.

Izuku gira un poco la cabeza. Sus ojos lo miran como si acabara de recibir una cobija. Él asiente, con ese tipo de asentimiento que no dice solo “sí”, sino “gracias”.

—Gracias, Siv...

El sonido de las explosiones retumba a lo lejos, Siv y Izuku se detienen en seco, clavando la mirada hacia el otro extremo de la calle. Una multitud se ha congregado, agolpándose en un solo punto, murmurando con preocupación y miedo.

Siv frunce el ceño, sus ojos grises fijándose con seriedad.

—Seguro que hay un villano causando problemas —dice un poco incomodo, consciente de que nada bueno ocurre cuando tanta gente se reúne de golpe.

Izuku escucha, pero en su cabeza una batalla interna comienza. No mires, se dice una y otra vez, te digo que no mires. Pero sus ojos ya están fijos en la masa, ya comienza a avanzar con paso firme hacia el centro de la escena. Siv no duda y lo sigue, pensando para sí mismo que tal vez esa emoción intensa ayude a Izuku a salir un poco de su abatimiento.

A medida que se acercan, la imagen que se despliega ante ellos los hiela por completo.

Allí, entre la confusión y el humo, está el villano que han visto hace apenas unas horas: la masa horrible y viscosa, de color moco, que parece invulnerable, que ha sembrado el caos y la destrucción.

Siv siente un escalofrío recorrerle la espalda, como si el recuerdo de ese encuentro traumático se clavara en su mente de nuevo.

¿¡Qué hace este aquí?!se pregunta, aterrorizado, siente pánico otra vez…que feo sentimiento.

Un grito se escucha en medio del tumulto, desgarrador y lleno de agonía. Alguien está siendo absorbido, su cuerpo envuelto poco a poco por aquella sustancia viscosa que aprieta y consume.

(¡All Might! ¿¡El villano escapó o…se calló?! Pero entonces…)En ese momento Izuku recuerda como se ha aferrado con fuerza a All Might cuando salió volando….

—(¡Es... es mi culpa!) —se dice con una desesperación

—¿Por qué los héroes están de pie paralizados? —Un civil que ve el espectáculo pregunta al sujeto que está a su lado.

—Según entiendo un chico de escuela está atrapado.

Izuku se queda en total shock al escuchar eso, se tapo incluso la boca en desesperación.

—(Él fue atrapado…¿el esta experimentado el mismo dolor?)

—De todas formas, este villano…¿No es el que All Might perseguía antes…?

—¿¡All Might, enserio?! ¿¡Crees que vendrá?!

—Yo lo eh visto antes.

—¡¡Bien entonces!! ¿¡Qué hace tardar tanto a All Might?!

El público entero comenzó a llamar el nombre de All Might, Izuku se queda en silencio…el sabe que tal vez…All Might no vendrá. Justo del otro extremo el símbolo de la paz se pone aún más tenso con todo este publico preguntando por su nombre, se pone aún más frustrante.

—(Esto es mi culpa…¡y quien sea que esté atrapado no puede moverse!...¡ese fango es resbaloso! ¡¡todos están esperando a que un héroe con un Quirk ventajoso venga!!)

(¡Por favor aguanta…! ¡Lo siento tanto! ¡¡En verdad lo siento!! Alguien vendrá y te salvará…Algún héroe vendrá y te salvará de un momento a otro.)

Izuku está rezando, está pidiendo con todas sus fuerzas que esa persona sea salvada.

 

El eco de su miedo se vuelve insoportable cuando el rostro atrapado aparece nítido en su mente: es un rostro que conoce demasiado bien. Un rostro de su infancia.

Es Bakugou.

Su expresión es de pura agonía, sus ojos buscan ayuda en la multitud con un grito silencioso, pidiendo desesperadamente que alguien lo salve.

Sus facciones demacradas y débiles, tan alejadas del orgullo y la fuerza que siempre mostró.

La escena golpea a Izuku con la fuerza de un puñetazo. El aire parece faltar en sus pulmones, el mundo se hace pequeño y pesado.

Un movimiento automático.

Pero el agarre de Siv es mucho más rápido, Izuku se queda en silencio…Siv mira con sus ojos abiertos a Izuku…no cree que enserio Izuku acaba de…

—¡¿Estás totalmente loco?!—grita con angustia, sujetando con fuerza el brazo de Izuku para frenarlo.

—¡¡SIV!! ¿¡Qué estás haciendo?! ¡¡DÉJAME!!—grita Izuku, sus ojos se mueven desesperados entre Siv y Bakugou.

Tirando con toda la fuerza que su cuerpo podía reunir. Pero el agarre de Siv es firme, Por el miedo de perder a su amigo.

—¡¡Siv, por favor!! ¡¡Kacchan está ahí!! ¡¡VA A MORIR!! ¡¡ÉL… ÉL ES MI AMIGO!! —grita Izuku, con la garganta a punto de romperse.

Lágrimas se deslizaban por sus mejillas sin detenerse, mientras extendía los brazos hacia el caos, hacia el cuerpo envuelto por esa masa inmunda, hacia Bakugou, que todavía lucha con todas sus fuerzas, aun respira.

Siv no cede. Lo sujeta con fuerza, incluso clava sus dedos en el brazo.

—¡¡NO DEJARÉ QUE VAYAS A MORIR ASÍ, IZUKU!!—le grita—¿¡EN QUÉ CARAJO PODEMOS SERVIR NOSOTROS EN UN ESCENARIO ASÍ?!

Izuku forcejea más.

—¡¡SIV, ÉL VA A MORIR!! —solloza—¡¡MI AMIGO VA A MORIR AHÍ FRENTE A TODOS!! ¡¡NO PUEDO DEJARLO!!

—¡¡Y TÚ VAS A MORIR TAMBIÉN!!—vocifera Siv, ya sin control—¡¡NOSOTROS SOMOS UNOS DON NADIE AQUÍ, IZUKU!! ¡¡SOMOS INÚTILES!! ¡¡YO... YO INTENTÉ DECÍRTELO TANTAS VECES!! ¡¡MUCHÍSIMAS VECES!! ¡¡NOSOTROS NO SERVIMOS!!

Su voz se quiebra.

Izuku, por un instante, deja de moverse. Siv tiembla.

Por primera vez desde que se conocieron, Izuku vio algo en su amigo que nunca creyó ver.

Lágrimas.

Lentamente caen por el rostro de Siv. Su respiración entrecortada. Sus labios temblando. Sus ojos cargados de miedo y culpa. Es como si el mundo también se estuviera desmoronando dentro de él.

—¿Por qué...? —dice Siv, con la voz rota—¿¡Por qué quieres seguir ese sueño si sabes que no puedes alcanzarlo?! ¿¡Por qué te aferras a algo que... es imposible para nosotros?!

—Izuku…nosotros los Quirkless…¡¡NOSOTROS LOS QUIRKLESS SOMOS DESTINADOS A VIVIR UNA VIDA NORMAL!! ¡TÚ TANTAS VECES SE TOPASTE CONTRA ESE MALDITO MURO, UNA Y OTRA Y OTRA VEZ!

Siv finalmente deja escapar lo que siempre odio de Izuku lo suelta para agarrarlo del cuello de su uniforme escolar.

—¡¡PERO TÚ, PREFIERES IGNORAR EL MURO, BUSCAR OTROS LUGARES!! ¿¡POR QUÉ?! ¿¡POR QUE ESTÁS TAN OBSTINADO EN SEGUIR ALGO QUE DESDE QUE NACISTE NO ES PARA TI?!

No hay palabras en Izuku, solo el vacío.

Sólo baja la mirada. Aprieta con fuerza la prenda de su camisa. Luego levanta la cabeza, con sus ojos aún húmedos, pero brillando con una determinación tan pura que parece incompatible con su cuerpo débil y pequeño.

Agarra con fuerza los brazos de Siv, el chico se queda sorprendido.

Mira hacia adelante.

Mira hacia Bakugou.

—P-porque...—su voz tiembla, recordando las veces que el lloro cuando era niño—Porque...

Levanta el rostro por completo, y grita con toda su alma.

—¡¡PORQUE ALGUIEN NECESITA AYUDA CUANDO DEJA CAER SUS LÁGRIMAS!!

Siv se queda en total silencio, fue como un golpe final para sus palabras…tan shockeado lo dejo que su agarre se debilito y Izuku se liberó para comenzar a correr a toda velocidad hacia adelante.

Corre con toda la fuerza que tiene.

Atraviesa el espacio que lo separa del miedo. Lo atraviesa con sus piernas débiles y su corazón valiente.

La multitud contuvo el aliento.

Los héroes miraron confundidos.

Alguien gritó.
—¡¡¿QUÉ HACE ESE NIÑO?! ¡¡DETÉNGANLO!!

Pero nadie se mueve a tiempo.

Siv cayó al suelo cuando su mano ya no sujeta a nadie. Con los ojos abiertos de par en par. En shock. Mira cómo Izuku se lanza a lo imposible.

—¡¡IZUKU!! —grita, desesperado.

  se levanta de inmediato. Corre para intentar alcanzar a su amigo…un amigo que extrañamente…ahora esta muchísimo más lejano.

 Casi llegar al límite, fue agarrado inmediatamente con fuerza, un héroe lo agarra.

—¡Quieto, chico! 

—¡¡IZUKU SI SIGUES CORRIENDO HACIA ADELANTE...!!—grita Siv con toda su alma, luchando contra el agarre—¡¡SIMPLEMENTE VAS A MORIR POR ALGO PATÉTICO!!

Pero Midoriya ya no lo escucha.

Aún diciendo esas palabras, Siv mueve sus piernas, un intento inútil para ir junto a su compañero.

—¿Por qué...?—llora Siv, cayendo de rodillas, estrujando sus manos contra el asfalto—¿Por qué... alguien correría hacia la muerte solo porque alguien más está llorando...?

Y entonces grita una última vez, con un nudo imposible en la garganta.

—¡¡¿SOLO POR ESO...!!?

Izuku no se detiene.

El suelo tiembla. El aire es denso, cargado con el calor de las llamas que aún están impregnadas por el sintió.

—(ese chico..)All Might se queda en shock.

El villano, esa masa grotesca de lodo, exclama con una mueca burlona:

—Muerte por explosión... —gruñe—¡Cuando te acerques, mocoso, te haré volar en mil pedazos!

Pero Izuku no retrocede.

—(¿¡Por qué me estoy acercando así!? ¡¿Es por su rostro...!? ¿¡Porque Kacchan... pareciera que va a llorar!?...)piensa, con cada paso latiendo con fuerza en su pecho.

Apenas unos metros antes de llegar, Izuku se baja la mochila de los hombros, y en un impulso desesperado la lanza hacia adelante.

El impacto fue directo.

La mochila golpeó de lleno al rostro del villano, y de su interior volaron cuadernos, bolígrafos, papeles... y entre todo, una libreta medio quemada, manchada, carbonizada... que cae justo sobre uno de los ojos del monstruo.

—¡GRAAAAAAAAAH! —ruge con dolor, retrocediendo por un momento.

Ese instante fue todo lo que Izuku necesita.

—¡¡K-KACCHAN!! —grita, abalanzándose contra la masa para comenzar a cavar con sus propias manos, escarbaba entre ese líquido nauseabundo

Finalmente, libera la boca de Bakugou.

—¡¿P... por qué estás aquí, Deku?! —vocifera Katsuki, aún dentro del monstruo, pero con suficiente aliento para escupir su furia.

Izuku está jadeando, con los ojos desbordados en lágrimas.

—¡¡Mis piernas...!! ¡¡Mis piernas se movieron por sí solas!! ¡¡En verdad no entiendo por qué...!!

Un segundo de silencio.

Todo se apaga en su mente.

—(Creo que hay muchas razones...)piensa Izuku, como si de pronto el tiempo se detuviera—(Muchas distintas... la pregunta de Siv... pero creo que... creo que lose... porque...)

Y entonces lo dice.

Con una sonrisa temblorosa. Con las lágrimas corriendo sin cesar. Con la voz rota, pero segura.

—¡P-porque… tu rostro parecía estar pidiendo ayuda!

Aquella frase viaja como un disparo silencioso a través del humo.

“Por qué tu rostro parecía estar pidiendo ayuda”.

All Might, entre la multitud, aprieta el farol que tiene en su mano. Sus nudillos crujen. Un escalofrío le recorre el cuerpo.

—(Patético… soy… patético)— piensa, apretando los dientes.

Siv, desde el suelo, aún retenido, siente un escalofrío. Esa frase se queda clavada en su pecho como una daga. Lo mira todo en completo silencio.

—Ese idiota… —murmura, temblando—Ese maldito idiota…

El monstruo ruge. Suelta el cuerpo de Bakugou a un lado como si fuera un trapo y abre su boca al máximo, apuntando directamente a Izuku.

—¡¡IZUKU!!—grita Siv, tratando de zafarse.

—¡¡ESE NIÑO VA A MORIR INNECESARIAMENTE, COMO SI LO HUBIERA PEDIDO AL COMITÉ DE SUICIDAS!!—vocifera uno de los héroes presentes, desesperado.

El grupo de héroes enteros comienza a lanzarse hacia adelante.

Pero es tarde.

La boca del monstruo ya estaba bajando.

Hasta que…

Una mano se alza desde el humo.

Grande. Poderosa. Con una presión contenida. Sujeta el brazo de Izuku con fuerza, pero sin herirlo.

Izuku siente algo detrás de él. Algo que solo una persona en el mundo podía irradiar con tanta intensidad.

—¡¡Has logrado persuadirme...!! —dice una voz grave, renacida.

—¡¡Mi moral no solo está para escuchar… me dice que no encajo como ejemplo!!—dice el hombre con una sonrisa luminosa, mientras humo blanco sale de sus hombros. Se endereza.

All Might ha vuelto.

Con una sola mirada silenció a todos.

El villano lo supo.

—O-oh no...

—¡¡LOS PROFESIONALES ARRIESGAN SU VIDA TODO EL TIEMPO!!—ruge All Might.

Y entonces su puño se cierra con una fuerza inhumana.

—¡¡¡DETROIT...!!! SMASHHHHHHHHHHHHHHHH!!!

Una ola de aire ruge por las calles como un tifón. El fuego se extingue al instante. Los escombros vuelan, las ventanas de los edificios se rompen. El suelo tiembla. Algunos fueron derribados por la sola fuerza de la presión.

Siv, se cubre el rostro con los brazos, siente el viento empujarlo hacia atrás. Pero entre los dedos pudo ver algo.

El puño extendido de All Might.

La sombra del monstruo… desintegrado.

Y allí, en el centro de todo, como si el mundo hubiera guardado silencio por respeto, esta él.

Y Midoriya.

—…Izuku…de verdad…que odio ese tú.

El viento aún sacude los últimos escombros. El ambiente está suspendido en un segundo de paz rota. All Might ya ha bajado el puño, y lo que queda del monstruo son poco más que vapor en el aire.

Y en ese nuevo silencio... comienza a caer gotas.

Una, dos, tres... muchas más.

—¿E-Está lloviendo? —pregunta alguien en la multitud, mirando hacia arriba.

—No... —dice otra voz, entre asombro y asfixia—Él… creó una corriente con la presión del aire...

—¡¡EL TIEMPO NO HA CAMBIADO!! ¡QUE COOL, ASÍ QUE ESTE ES EL VERDADERO PODER DE ALL MIGHT!!

No es lluvia.

Son gotas formadas por la condensación de un golpe tan descomunal que el cielo mismo parece haberse abierto.

Y como si eso fuera el signo divino de que todo ha terminado, el lugar estalla en gritos de júbilo.

Los héroes se abrazan. Los civiles aplauden con fervor. Algunos lloran sin saber por qué. Se siente como si todos, por un segundo, hubieran estado a punto de morir… y regresaron.

Izuku esta siendo regañado ahora mismo.

Se lo llevaron aparte, le dieron una manta, lo revisaron y luego lo rodearon de advertencias y palabras duras.

—¡¿Qué estabas pensando?! —le dicen una y otra vez—¡¡Sin un Quirk no deberías haberte lanzado!!

Y al otro lado, Bakugou, el chico rescatado, recibe palmadas en la espalda, elogios, atención.

Izuku lo ve de reojo, un poco distante. No le molesta.

—¿Dónde está el otro mocoso? —pregunta un héroe refiriéndose a Siv—El de cabello plateado... no lo vimos después del incidente…

Izuku también lo nota.

—Siv… —murmura, buscando con la mirada entre la multitud.

Y ahí está. A lo lejos. Apenas visible entre el mar de personas, en una de las veredas más alejadas. Izuku logra verlo… por un segundo.

Siv no hace ningún gesto.

Solo dio media vuelta, en silencio, y se marcha.

Sin esperar.
Sin saludar.
Sin comprobar si Izuku estaba bien.

Solo se va…incluso tal vez para siempre de la vida de Izuku

Midoriya se queda quieto. El ruido alrededor comienza a volverse estático. El cielo se teñía de un naranja profundo, como si arrastrara toda la luz del día con él, anuncia la llegada de la noche. ha algo simbólicamente triste en ese color.

—Quería… disculparme con All Might —susurra Izuku para sí mismo—Supongo que tendré que hacerlo desde su página oficial cuando regrese a casa.

La brisa suave apenas roza su mejilla, pero es suficiente para recordarle que esta solo otra vez.

—Siv… 

Está a punto de perderse en ese silencio cuando, de pronto…

—¡¡¡OYE DEKU!!!

Un grito lo sobresalta como una alarma.

Izuku gira bruscamente.
Katsuki Bakugou está ahí, con los puños apretados, el ceño fruncido, los labios temblando.

—¡Jamás pedí que vinieras a ayudarme! ¡¡¿Lo entiendes?!! ¡No necesitaba ser salvado, ¿ok?! ¡¡Puedo cuidarme solo!!

Él está furioso. Pero su voz… tiembla...le cuesta.

Izuku no dice nada. Sabe que no debe hacerlo.

Bakugou avanza un paso más, como si cada palabra que dice fuera un castigo autoimpuesto.

—¡La última maldita cosa que me faltaba era… era deberle algo a un nerd como tú! ¡¡Un inútil sin Quirk!!—escupe, tragándose el orgullo con cada letra—¿Te lo debo? ¡Quizás! Pero no pienses que me voy a disculpar… ¡¡Nerd!!

Y sin esperar más, se da media vuelta.

Izuku lo ve marcharse, tan rígido como siempre, pero hay algo distinto esta vez. Su espalda, quizás. O la forma en que sus hombros parecen menos altivos. Como si algo en él también hubiera cambiado… solo un poco.

Izuku baja la mirada. Exhala despacio. Cierra los ojos por un momento.

—Bueno… todo está dicho.

—Mi ayuda fue inútil… —susurra—Pero, de todas formas, estoy feliz.

La brisa sopla otra vez.

—Luego de todo esto… seré capaz de renunciar a mi sueño.

Hace una pausa.

Cierra los ojos.

Sonríe

—Y tal vez… tal vez debería ir y disculparme con Siv.

Izuku observa la figura de Bakugou alejarse hasta que finalmente desaparece entre las luces del atardecer. Sus pasos se detienen. Sus hombros caen.

Iba a girar.
Va a volver a casa.
Va a cerrar el día como si fuera uno más de aquellos que duelen y se tragan en silencio
.

Pero justo cuando estaba a punto de dar el primer paso…

—¡¡Y ESTOY AQUÍ!! —

La voz retumba como un trueno.

Izuku pega un brinco y gira en seco. Ahí está.

All Might.

Grande, brillante, imponente… aunque por unos segundos.

—¡¿A-All Might?! —exclama, sorprendido—¡¡P-pero te rodearon los reporteros hace apenas unos minutos!!

—Puedo evitarlos si quiero… —responde el héroe con una sonrisa orgullosa—¡¡Después de todo, soy All MIGH—!! ¡COF! ¡¡GH…!!

Y, como una vela apagada por el viento, vuelve a su forma demacrada, escupe sangre mientras saca un pañuelo del bolsillo. Se limpia sin perder la compostura.

—Chico… —dice, esta vez con voz profunda y seria, mirándolo directo a los ojos—He venido a agradecerte… y a hacer unas correcciones. Y además…Tengo un propósito para ti.

Esas palabras hacen que Izuku parpadeara, confundido.

—¿P-propósito…?

All Might asiente con una leve sonrisa cansada.

—Si tú no hubieras estado allí… si yo no hubiese escuchado tu historia, tu determinación, y… ¡¡si no me hubieras dicho que tenía músculos falsos!! —dice señalándose con el dedo.

—(Músculos falsos…)

Izuku se sonroja un poco por el último comentario.

—No… No deberías agradecerme… —murmura bajando la cabeza—Para empezar… todo esto fue culpa mía. Yo interrumpí tu trabajo… Y al final, fui inútil. No tengo un Quirk…

En su mente, resuenan las palabras de Siv como cuchillas:

“¡Simplemente no servimos!”

Fue entonces que All Might se acerca un paso.

—Sobre eso… —dice, y su voz baja el tono.

Izuku levanta la cabeza, curioso.

—En ese momento… cuando nadie más pudo moverse. Cuando todos dudaron, todos temieron, todos midieron consecuencias… tú, un chico sin Quirk… ¡¡corriste hacia el peligro!! ¡¡Eso me conmovió de verdad!!

Midoriya abre los ojos con fuerza. Se lleva una mano al pecho. Su corazón late con fuerza. La voz de All Might no es una alabanza ligera. Es sincera.

—¿Y sabes cómo termina esa historia?—continua All Might, levantando la mirada hacia el cielo dorado—La mayoría de las personas lo resumen así:

“¡¡Mi cuerpo se movió solo!!”

Esas palabras golpean a Izuku como una descarga. Siente como si algo dentro suyo se encendiera. Un latido más fuerte, más vivo. Algo que no venía de afuera, sino desde lo más profundo.

—Se dice… —agrega All Might, cruzando los brazos y hablando con calma—Que, en la escuela, puedes identificar a los que llegarán a estar entre los mejores héroes del país…

Izuku ya no puede contener las lágrimas, comienzan a caer por sus mejillas. Pero no son de tristeza.

Son lágrimas necesarias.

Y entonces, como un eco del pasado, vino la memoria de su madre.

“¡Lo siento, Izuku…!”

All Might lo nota.

Se acerca despacio, mirándolo de frente.

—Esto… te pasó a ti, ¿cierto?

Izuku solo puede asentir con un “sí” tembloroso, tragándose emociones que ya no puede sostener.

“No digas eso, mamá…”

Piensa. . .ese día Izuku quería escuchar.

“En ese momento… quería que me dijeras…”

Y entonces ocurre.

El sol, desciende justo por la calle en la que se encuentran, se alinea con precisión casi poética. Un rayo dorado cae sobre ambos.

All Might lo mira directo a los ojos.

Su sombra es larga, poderosa y su voz no tiembla al momento de decir.

Puedes convertirte en un Héroe.


CAPÍTULO I

QUIRKLESS

Chapter 2: Siv.

Chapter Text

La alarma suena con fuerza.

Ese sonido agudo e insistente rasga el aire de la habitación como un cuchillo, reverberando contra las paredes decoradas con posters de películas clásicas, afiches de superhéroes que parecen ocultas y estantes repletos de cómics y mangas, apilados de forma caótica pero cuidadosamente seleccionada. La luz de la mañana apenas logra colarse por una persiana entreabierta, iluminando con un tono grisáceo el rostro de un joven que permanece inmóvil en su cama.

Un brazo asoma entre las sábanas, temblando ligeramente, hasta golpear a ciegas la mesa de noche en busca del despertador. No logra apagarlo. En lugar de eso, suspira con resignación y se incorpora lentamente, apoyándose en los codos. El cabello le cae sobre el rostro, y sus ojos, cansados, se clavan en la almohada.

Es Siv.

Pero no el Siv que algunos podrían imaginar como un adolescente normal. Hay algo en su postura…una especie de aura apagada, una pesadez intangible que no se puede describir fácilmente. 

El sonido de la alarma sigue taladrando en el fondo, hasta que finalmente la apaga con un manotazo. El silencio que sigue se siente demasiado corto.

Minutos después, ya en el pasillo, Siv camina hacia la sala principal. Su voz se escucha por primera vez ese día:

—Buenos días...

Su tono de voz vuelve a la normalidad.

Desde la cocina, su madre —Aishita— responde con un brillo distinto.

—¡Buenos días, Siv! El desayuno está listo, apúrate antes de que se enfríe —dice, mientras deja dos platos sobre la mesa.

La mujer parece siempre tener esa chispa vivaz en la mirada. Lleva un delantal con pequeñas flores bordadas y el cabello recogido en un moño descuidado pero encantador. Siv se sienta frente a ella sin mucho apetito, observando los alimentos que parecen más parte de un rito familiar que algo que realmente desea comer.

—¿Pasó algo bueno? —pregunta Siv, notando ese entusiasmo repentino.

Aishita gira levemente el rostro, como si estuviera escondiendo una sonrisa.

—Tal vez sí pasó algo bueno... ¿por qué? ¿Se me nota?

Antes de que Siv pudiera responder, una figura masculina entra en escena bostezando. Es su padre, con el cabello desordenado y en pijama. Camina con pasos pesados, arrastrando las pantuflas mientras se acerca a la cocina. Le da un beso breve a su esposa y se sienta a la mesa, aún medio dormido.

—Sabes cómo es Siv —dice el hombre con voz ronca, mientras se sirve café—No va a adivinar nada si no se lo das masticado.

—Grosero —responde Siv sin mirarlos, con una pequeña risa burlona.

Se levanta y va por su taza de café. En su rostro se dibuja una ligera sonrisa, esa clase de sonrisa que no dura demasiado.

Esta mañana se despliega tranquila, envuelta en el suave aroma del pan recién tostado y el sonido sutil de cubiertos chocando contra platos. La luz del sol se cuela a través de las cortinas entreabiertas, bañando la cocina con un tono cálido. La familia está reunida alrededor de la mesa, como cada día.

—Estaba pensando —dice de pronto el padre, mientras unta mantequilla en una tostada—Que quizás este año podríamos ir de vacaciones a esa montaña que siempre visitamos. ¿Recuerdan? La cabaña de madera, el lago helado por las mañanas…

Siv, que hasta ese momento ha estado masticando distraídamente, alza la mirada. Su expresión fue serena, incluso amable, pero hay una sutil rigidez en sus hombros.

—Sí... suena bien —responde con una sonrisa contenida.

Pero en su interior, algo no encaja. Como una cuerda ligeramente desafinada en una melodía familiar. No es tristeza exactamente… más bien incomodidad.

Aishita lo nota. Apenas un segundo de diferencia en la forma en que su hijo sonríe. Pero quien lo capta primero fue el padre. Y como si quisiera reparar al instante esa atmósfera, suelta con entusiasmo exagerado.

—¡O... mejor todavía! ¡Nos vamos a Las Vegas! ¡Luces, casinos y bufés gratis! ¿Qué dicen?

El silencio fue inmediato. Siv lo mira con una ceja alzada, sin saber si está bromeando. Aishita gira la cabeza lentamente hacia su esposo, parpadeando dos veces, completamente descolocada.

Esa expresión... es exactamente la misma que tiene su hijo. Una confusión natural. Como si madre e hijo compartieran el mismo circuito de incredulidad genética.

—¿Qué...? —musita Siv.

—¿Qué...? —repite Aishita al mismo tiempo.

El padre suelta una risa profunda, genuina, incapaz de seguir con la farsa.

—¡Estoy bromeando! —dice, agitando la mano como si espantara la idea—Solo quería ver sus caras. ¡Y valió la pena!

Aishita se echa a reír, meneando la cabeza mientras vuelve a su taza de café.

—Dios... siempre con tus bromas raras a la mañana...

Siv los observa a ambos, primero en silencio. Luego baja la mirada, sonríe de lado, y suelta una risa breve, pero honesta.

—Tal vez… podríamos ir a ese campamento del que hablé hace un tiempo.

Aishita alza la mirada de inmediato, con un brillo especial en los ojos.

—¡Sí! ¡Sí, me encanta la idea! Hace mucho que no conectamos con la naturaleza. Ya sabes… árboles, aire fresco, noches con estrellas.

—Y puede ser una buena oportunidad para que tú aprendas algunas cosas por allá —añade el padre, señalando a Siv con el tenedor, entre bocado y bocado—¡A hacer fogatas, a armar tiendas! Y quizás esta vez no termines atrapado en el saco de dormir, como la última vez...

Siv roda los ojos, pero sigue sonriendo. Incluso se le escapa una pequeña carcajada. La charla continua, cálida, rodeada de imágenes hermosas que aún no han ocurrido, pero que ya vivían en sus mentes: una fogata crepitando en medio del bosque, risas bajo la lluvia, una caminata al atardecer. Imágenes que parecen sacadas de una postal.

Finalmente, el reloj sobre la cocina marcó la hora exacta en que el mundo debe continuar. Siv se levanta, se sacude las migas del pantalón, y fue a buscar su mochila. Se la coloca con calma sobre los hombros. Junto a la puerta, toma su paraguas negro de siempre, ese con las costuras ya algo sueltas, pero que aún resiste.

—Voy saliendo —dice sin mirar hacia atrás.

—¡¡Cuídate, Siv!! —responde su madre.

—No te olvides de... —dice su padre, pero Siv ya está abriendo la puerta.

El sonido del viento matutino lo recibe. Una brisa ligera le mueve un poco el cabello. Por un instante se queda quieto en el umbral, con la mano aún en la manija, mirando al frente.

Allí está el camino que siempre toma.

El sendero recto entre las casas, los árboles que conoce de memoria, la verja oxidada donde alguna vez se queda atascado, los escalones partidos donde solía encontrarse con ciertas personas. Todo sigue ahí, intacto.

Siv observa.

Sus ojos se pierden en ese sendero por unos segundos más.

Y entonces, sin decir una palabra, gira hacia otro lado.

Sus pasos empiezan a marcar un nuevo rumbo. Uno que ha transitado antes en el pasado. El paraguas cuelga flojo en su mano. No llueve, pero el cielo esta gris, como si el mundo también dudara hacia dónde moverse.

es otro día.

Y él ha tomado otro camino.

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

CAPÍTULO II

Siv

 

 

 

 

 

 

 


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Siv ahora está en su salón de clases, sentado en su pupitre cerca de la ventana, con la cabeza apoyada en una mano mientras observa en silencio el cielo nublado del exterior. Las gotas de humedad se acumulan en el cristal, aunque aún no llueve. El sonido de fondo es la voz del profesor, que habla con energía frente al aula.

—Recuerden que este será un viaje muy importante para ustedes —dice el profesor, caminando entre los escritorios con una tablet en la mano—Van a visitar sus futuros recintos de estudio y trabajo, así que aprovechen la oportunidad para conversar con los encargados, hacer preguntas... y observar todo con mucha atención.

El entusiasmo general no se hace esperar. Algunos alumnos comienzan a comentar en voz baja con emoción, otros ríen nerviosos o comparten ideas sobre los lugares que les gustaría visitar. Algunos hablan incluso de lo que harán apenas bajen del transporte.

Siv, en cambio, no dice nada. Sigue con la vista baja, observa su hoja con los datos del recorrido. Su mirada es ausente. Los ojos no leen, simplemente... están fijos ahí. Como si su mente estuviera muy lejos de ese lugar.

Pasaron algunos segundos antes de que, lentamente, vuelva a levantar la vista hacia la ventana. El paisaje sigue igual, inmóvil. El cielo, las ramas quietas, el reflejo borroso de su propio rostro en el cristal.

Poco después, la clase entera fue liberada para ir a los puntos de encuentro. En el patio, los estudiantes se dividen por grupos según el destino asignado. Algunos conversan con entusiasmo, otros toman fotos o envian mensajes por sus celulares, y varios ya están subiendo a sus respectivos transportes.

Siv camina solo, repasando mentalmente si ha traído todo. Sopla levemente y el vapor de su aliento se vuelve visible, poco a poco se nota que el frio está volviendo.

—¿Lo traje? —se pregunta en voz baja mientras revisa su mochila, hurgando entre cuadernos y una pequeña botella de agua.

Fue en ese instante que escucha su nombre.

—¡Siv!

Alza la mirada con cierta sorpresa. Frente a él está la misma chica que lo ha “defendido” el día anterior. Tiene una expresión amable, aunque un poco tímida. Su cabello esta algo desordenado por el viento, y trae consigo una mochila decorada con varios llaveros de personajes de anime.

—Ah... hola Kiyiro —dice Siv, suavemente, sin saber muy bien qué más decir.

La chica sonríe con algo de nerviosismo.

—Pensé que te vería por aquí. ¿Ya sabes a cuál bus te toca?

Siv niega con la cabeza.

—Aún no... estaba revisando mis cosas.

Ella asiente y se queda a su lado, como si no quisiera que volviera a quedarse solo. El bullicio de los estudiantes es cada vez mayor. Un par de buses encendieron sus motores.

Kiyiro lo mira en silencio por unos segundos. Sus ojos, normalmente llenos de energía, esta vez parecen más tranquilos, apagados por una emoción difícil de definir. Luego, lentamente, desvía la mirada hacia otro lado. Observa a lo lejos a su grupo de amigos, quienes se ríen y charlan como si nada fuera a cambiar. Pero ella sabe que sí cambiaría. Sus labios se curvaron en una sonrisa melancólica antes de hablar con voz suave.

—El tiempo... pasa volando, ¿verdad?

Siv no responde, solo la mira con atención, notando la forma en que sus hombros se encogían levemente con cada palabra.

—Después de unos meses... —añade ella, tragando saliva—nunca más nos volveremos a ver.

La confesión cuelga en el aire como una nube densa. Es una verdad que ambos saben, pero que ninguno se ha atrevido a decir en voz alta hasta ahora. Kiyiro baja la mirada.

—Lo siento —dice entonces, en tono más bajo—Supongo que tú estás feliz de que esto se acabe, ¿no?

Siv parpadea, sorprendido por aquellas palabras. Negó con la cabeza.

—No…—responde con sinceridad—En realidad... sí me da un poco de tristeza. Que este año se esté acabando tan rápido... se siente extraño.

Kiyiro lo mira de reojo. Sus ojos parecen buscar algo. Solo encuentra la misma melancolía que ella siente.

—¿A qué escuela de héroes piensas ir? —pregunta, rompiendo el silencio.

Ella se sonroja un poco, insegura de responder. Se queda pensativa unos instantes, jugando con un mechón de su cabello.

—Voy a ir a Seika... —murmura al fin—Quería intentar entrar a U.A., a Yuuei... pero... está muy lejos para mí. Muy alto.

Siv asiente lentamente, casi sin pensar, y deja escapar un pequeño murmullo:

—Sí, sí... es muy lejano...

Pero en cuanto las palabras salieron de su boca, nota lo mal que suena. Se atraganta con su propio comentario y alza la mano de inmediato.

—¡No lo dije con mala intención! Me refería a que es difícil para todos, no solo para ti...

Kiyiro suelta una risa nerviosa.

—Lo sé. Lo entendí —dice, con un brillo tímido en los ojos mientras se acomoda el cabello detrás de la oreja.

Parece reunir valor para algo más, mordiéndose ligeramente el labio inferior antes de hablar otra vez.

—¿Y tú?...¿A dónde iras?

Siv se queda en silencio. . .abre ligeramente la boca.

Va decir algo, pero ninguna palabra sale. En su mente, una sola palabra lo atraviesa como una lanza: Quirkless.

Esa palabra quema.

Pero justo en ese momento, una voz fuerte rompe la tensión del momento.

—¡Kiyiro!

Ambos voltean. Desde el otro lado del patio, uno de los compañeros de ella la llama agitando la mano con prisa. El autobús escolar ya está estacionado, esperando.

—¡Voy! —grita Kiyiro de vuelta, antes de girarse hacia Siv una vez más.

Por un momento, parece dudar, con las mejillas sonrojadas por la emoción contenida. Luego, con una mezcla de nervios y dulzura en su tono, añade con una torpe sonrisa.

—Nos vemos más tarde... ¡o sea, no más tarde ahora, sino... más tarde en la escuela... o donde sea...!

Siv asiente, sin poder evitar una pequeña sonrisa ante la confusión adorable de sus palabras.

—Claro. Más tarde —responde simplemente.

Kiyiro se despide con la mano y sale corriendo hacia el autobús, sus pasos llenos de energía, pero con un dejo de tristeza en la espalda. Siv la observa alejarse, en silencio. Cuando sube al vehículo y este arranca, el joven baja la mirada al suelo, su mochila cuelga de un solo hombro.

El autobús de Siv finalmente llega. Es un vehículo de tamaño mediano, con la pintura un poco desgastada por los años y el logo de la escuela en un costado. Las puertas se abren con un chirrido metálico, y Siv fue de los primeros en subir. Solo unas pocas personas lo acompañan, sus rostros apagados, tal vez por el frío de la mañana o la tensión de lo que les espera.

El interior del autobús es modesto, con asientos acolchados, pero algo descoloridos. Siv elige uno cerca de la ventana, apoya la mochila a su lado mientras sus ojos vuelven al mundo exterior. No hay bullicio ni risas. El ambiente se siente espeso.

Cuando el último estudiante sube y nadie más aparece en la puerta, el chofer —un hombre de mediana edad, con el uniforme de la empresa ligeramente arrugado y un gorro tejido que apenas contenía su cabello despeinado— se levanta con energía.

—¡Buenos días a todos! —dice con un entusiasmo forzado, levantando una mano en señal de saludo—¡Qué gusto tenerlos a bordo! Yo soy Taga, y seré su conductor y cuidador en este pequeño viaje, ¿sí?

Su sonrisa se mantiene unos segundos mientras espera alguna respuesta. Sin embargo, lo único que recibe es el silencio, y un par de miradas perdidas. La mayoría apenas le presta atención, más interesados en sus teléfonos o simplemente desconectados.

El hombre se rasca la nuca, incómodo, y murmura para sí mismo con una pequeña risa:

—(Sí que son pocos...)

Luego, resignado, pero aun intentando mantener el ánimo, regresa al volante. Enciende el motor, el cual ruge brevemente antes de asentarse en un zumbido constante, y pronto el vehículo empieza a avanzar lentamente, alejándose del estacionamiento de la escuela.

Siv ni siquiera levanta la cabeza. Tiene el teléfono en sus manos, con la pantalla encendida. Hay una noticia destacada que lleva días repitiéndose en los medios: "All Might salvando la vida de un estudiante, con un poderoso golpe derrota al villano de fango".

Él deslizó lentamente el dedo sobre la pantalla, leyendo los mismos detalles de siempre.

Sin decir palabra, bloquea la pantalla y baja el teléfono con un suspiro largo.

Ha pasado una semana…desde que no veo más a Izuku…una semana…desde que decidí abandonarlo.

 

Lentamente, el autobús fue vaciándose a medida que avanza por la ruta. Uno a uno, los pocos estudiantes que quedaban fueron descendiendo en silencio, hasta que finalmente solo quedó Siv, sentado cerca de la parte trasera del vehículo, con la mirada fija en la ventana, pero sin ver realmente nada.

No ha dejado de pensar en una sola cosa en toda esa semana.

—¿Por qué...? —murmura apenas, apenas moviendo los labios—¿Por qué alguien está llorando?

En su mente, las imágenes regresan una y otra vez, como si su memoria.
Izuku corre con todas sus fuerzas hacia el caos, sin pensarlo dos veces.
Y él, Siv, quedándose atrás. Paralizado. Gritando su nombre mientras lo veía alejarse.

Siv aprieta los puños con fuerza.

¡¡PORQUE ALGUIEN NECESITA AYUDA CUANDO DEJA CAER SUS LÁGRIMAS!!

—¿Entonces... te vas a sacrificar solo porque alguien está llorando...? —pensó, sintiendo una punzada en el pecho—Qué... qué estupidez.

—¿Quién es el estúpido? —dice una voz repentina, justo frente a él.

Siv parpadea, sobresaltado.

En el asiento delante suyo, como aparecido de la nada, la cara de Taga lo observa con una mezcla de diversión y descaro. El corazón de Siv da un vuelco. Instintivamente, sin pensarlo dos veces, lanza un puñetazo directo al rostro que lo ha asustado.

—¡Agh! —Taga suelta un fuerte quejido, llevándose ambas manos a la nariz mientras se retuerce—¡¡Ay, maldición, mi cara!!

Siv se levanta de golpe, corre por el pasillo del autobús hasta llegar al asiento del frente.

—¿¡Pero qué demonios te pasa!? —grita.

Taga, aun sobándose la nariz con una mezcla de risa y dolor, levanta la vista hacia él.

—¡Perdón, perdón! Solo... pensé que te vendría bien una charla. Y... no sé. . .hacerte sentir un poco mejor al llegar a tu destino.

Siv se queda congelado un momento, mirándolo en silencio. Finalmente, suelta un largo suspiro, agotado. Lentamente, baja la cabeza y vuelve a sentarse, esta vez en el asiento al lado del suyo.

—Lo siento por el puñetazo —murmura sin mirarlo directamente.

Taga se encoge de hombros con una media sonrisa torcida.

—Bah, he recibido peores... Pero, hey, ¿no te sientes un poco mejor?

Siv levanta su mirada, se nota que esta enojado…pero al final de cuentas, mira otro lado con la misma expresión y aura depresiva.

El conductor nota esa aura apagada que rodea a Siv desde que subió al autobús. Lanza un suspiro tan fuerte que parece resonar por todo el vehículo vacío. Incluso hace un pequeño gruñido de fastidio, lo suficientemente alto como para que Siv saliera de su letargo y lo mirase, apenas girando la cabeza, con expresión neutral.

—...Estudiantes raros los de hoy —masculla, mirando de reojo a Siv por el espejo retrovisor, y luego girando la vista al camino de nuevo— Todos callados… todos tristes. ¿Qué demonios les pasa?

Siv solo baja la mirada. No responde. Pero eso no detuvo al conductor.

—¿Qué esperan? ¿Una vida sin tropiezos? Este autobús… —sigue hablando mientras gira con suavidad el volante—Este autobús ha llevado a tantos chicos como tú… con quirks que no sirven para una mierda, si me permiten decirlo.

Hubo un silencio incómodo, pesado. Siv no dice nada, pero algo en sus ojos titiló.

El conductor entonces golpea el borde del asiento con una mano abierta y levanta la voz con inesperada pasión.

—¡¿Y qué si tienen un quirk inútil, ah?! ¡¿Eso significa que se acabó todo?! ¡Pónganse tristes cuando de verdad no haya oportunidad, cuando no puedan ni respirar sin ayuda, carajo!

Siv abre un poco los ojos. No está acostumbrado a que alguien le hablara con tanta intensidad... y menos un extraño.

El hombre sigue, sin bajar el tono.

—¿Un quirk inútil? ¡¿Y qué importa?! ¿Le importaría eso a una empresa de contabilidad? ¿A un restaurante? ¿A una oficina de correos? ¿A un taxista como yo? ¡A NADIE LE IMPORTA ESO, MALDICIÓN! ¡TIENEN FUTUROS HERMOSOS AÚN!

El eco de su voz parece vibrar por los asientos vacíos.

Siv se queda helado. No sabe si sentirse atacado o conmovido.

El conductor resopla, cansado por su propia exaltación. Luego mira brevemente por el espejo, suavizando el tono, como si finalmente entendiera a quién tiene delante.

—Lo siento, chico… —dice con voz más tranquila, mientras baja la velocidad al acercarse a una intersección—No quería gritarte. Es solo que… entiendo cómo se sienten chicos como tú. Los que creen que no tienen nada porque no podrán ser héroes. Que piensan que todo se terminó.

El autobús gira con suavidad, el sol de la tarde filtrándose por las ventanas polvorientas.

—Pero, si me lo preguntas… —continua—A veces es más hermoso regar plantas… que recibir halagos.

Siv traga saliva. No dice nada, pero por primera vez en minutos levanta la mirada del todo y mira de verdad al conductor.

—Tu futuro no terminó, ¿me oyes? —agrega el hombre con convicción—Aún respiras. Aún estás aquí. Eso ya significa que tienes caminos, aunque no los veas ahora.

El vehículo se detiene. El sonido del freno de aire liberando presión llena el silencio.

—Llegamos —anuncia Taga, sonriendo de lado. Se levanta de su asiento, dando unos pasos hacia la salida.

Siv lo sigue con lentitud. Taga lo acompaña hasta la puerta abierta del autobús. Frente a ellos, una pequeña pero pintoresca pastelería reluce bajo la luz dorada de la tarde, llena de colores suaves, vitrinas con dulces y un cartel colgante que se mueve con el viento.

Taga silba, sinceramente impresionado.

—¿Pastelero, eh? —dice, mirando a Siv con curiosidad.

Siv tarda unos segundos en responder. Su voz sale baja, casi en duda.

—...Sí. Después de todo... creo que sí.

Taga sonríe ampliamente, y sin previo aviso le da una fuerte palmada en la espalda que lo empuja un paso adelante. Siv se gira, algo sorprendido, pero el conductor solo levanta una ceja y le dijo con fuerza:

—¡Ánimos! Tu futuro no acabó, chico.

Siv entreabrió los labios. Quiere decir algo, pero las palabras no salen. Solo logra soltar un leve.

—...Muchas gracias.

Y luego da el primer paso hacia la pastelería.

Al empujar la puerta de vidrio, una suave campanilla tintinea, anunciando su entrada.

Todo está en silencio.

La pastelería tiene ese aroma dulce, casi empalagoso, a masa recién horneada y crema batida. Las vitrinas brillan, aunque estuvieran medio vacías, mostrando pasteles, tartas y otros dulces que aún no han sido comprados. No hay ni un solo cliente, solo el murmullo leve de un refrigerador en la parte trasera.

Siv avanza un par de pasos, sintiéndose ligeramente fuera de lugar en un ambiente tan... tranquilo.

Fue entonces cuando una voz femenina, apagada y perezosa, como si le hablara desde el fondo de un abismo, lo interrumpe.

—...Ah, bien... finge que lo dije todo con entusiasmo...

Siv se gira con sobresalto, buscando la fuente de la voz. Sus ojos se abrieron al máximo al ver lo que parecía... ¿un fantasma?

Una figura flota levemente detrás del mostrador, recostada como si no pasara nada, con el rostro parcialmente cubierto por un flequillo oscuro. Su piel es pálida como la porcelana, sus ojos cargados de ojeras, y lleva una chaqueta negra con parches bordados y auriculares descansando en su cuello. Parece el cruce entre una chica emo y un espíritu sin rumbo.

Siv da un paso atrás por puro reflejo.

—Tranquilo, no estoy muerta ni nada... —dice ella, alzando una ceja con desgano, sin levantar la mirada de su teléfono—Es por mi quirk. Literalmente nací siendo así. Me llaman "Fantasma".

—¿Eres... intangible o algo...? —pregunta Siv con voz baja, todavía tenso.

—No, no... no puedo atravesar paredes ni nada así —explica ella, girando lentamente en el aire mientras flota sobre él como si fuera una nube sin peso—Solo floto. Bastante inútil, si me lo preguntas.

Siv traga saliva y se hace a un lado, incómodo por la forma en la que ella lo observa mientras gira a su alrededor como una luna inquieta.

—Bueno… ¿Quién eres, un cliente?

No… Solo vine a ver mi futuro lugar de trabajo... —dice, sin mirarla directamente.

Al escuchar eso, la chica-fantasma se detiene en el aire. Lo mira unos segundos, ladeando la cabeza como si analizara cada detalle de él.

—¿Vas a trabajar aquí? —pregunta finalmente.

—…Yo…creo —responde Siv.

Ella desciende levemente, hasta quedar flotando solo unos centímetros por encima del suelo.

—Pues... la dueña no está ahora —dice, encogiéndose de hombros—Así que, si vienes a que te dé órdenes o algo, tendrás que esperar. Yo solo ayudo con la caja cuando tengo energía... que no es muy seguido.

Siv asiente en silencio, observa cómo ella regresa a su lugar detrás del mostrador, recostándose como si fuera parte del mobiliario, con su teléfono iluminando su rostro.

—¿Y tú eres... empleada? —pregunta él, con cautela.

—Técnicamente. Pero soy más como una decoración con sueldo mínimo —responde con voz apagada, sin despegar la vista de su celular.

El ambiente, aunque raro, ya no es tan incómodo. A su manera, ella no parece mala persona. Solo… muy extraña. . . una fantasma flotante.

Siv suspira y se acerca un poco más al mostrador.

Aprovechando que está cerca del mostrador, Siv dirige su atención hacia los productos expuestos. Pastelitos, bizcochos, pequeñas tartas coloridas con decoraciones hechas a mano… los mira como si analizara la composición química de cada uno. Su ceño fruncido, sus ojos entornados y la forma en que cruza los brazos denotan una concentración absurda para tratarse de simples dulces.

La chica fantasma, aun flotando cerca, nota su expresión y se coloca a su lado, mirando con él los productos en vitrina.

—Oye… —dice, con voz perezosa—¿Quieres algo?

Siv parpadea, como si lo hubieran sacado de un trance, y duda por unos segundos antes de responder, con un hilo de voz.

—Eh… no. Solo estoy mirando.

—Vamos… nadie se va a dar cuenta —insiste la chica, haciendo un ademán con la mano que atraviesa levemente el aire como si flotara bajo el agua—Aquí siempre se prueban los productos. Si no te gusta o no pasas la prueba de sabor de la dueña… estás fuera. Literal.

Eso deja a Siv un tanto confundido y sorprendido.

—¿La dueña…? —empieza a preguntar.

—Ajá. Exigente, maniática y sin piedad —responde la fantasma como si leyera su mente—Y sí, prueba a los empleados con pastelitos. Si no los describís como si fueran arte celestial, te manda a volar. Así que, ¿vas a probar uno o qué?

La chica no espera respuesta. Toma dos pastelitos de la bandeja—uno para ella, otro para él—y se lo ofrece. Acto seguido, sin decir nada más, se lleva el suyo a la boca.

Siv abre mucho los ojos. Al ver cómo el pastelito toca los labios de la fantasma… simplemente desaparece.

No se deshizo. No cayó al suelo. No se desvaneció en partículas. Solo... puf, dejó de existir.

—Perdón si esperabas ver el pastelito flotando dentro de mi estómago o algo así —comenta ella con total naturalidad—Ya sé que eso sería más divertido.

Siv, rojo de vergüenza, agita la cabeza con nerviosismo.

—¡No, no! Nada de eso… yo solo... bueno...

Deja la frase inconclusa y opta por centrarse en el suyo. Le da un pequeño mordisco y… se detiene.

Los ojos se le abren aún más. Suelta un pequeño suspiro.

—Wow… esto está… muy bueno.

—¿Viste? —dice la fantasma, ahora sentada (flotando en pose de sentada, para ser exactos)—Aquí hacen los mejores pasteles de toda la ciudad. Pero… —baja un poco el tono, y su voz se vuelve más sombría— últimamente no hay muchos clientes. Desde que abrieron esa otra pastelería cerca, la temática de héroes nos está matando.

—¿Una de héroes?

—Sí… ya sabes, meseros vestidos como All Might, panecillos con forma de Endervor, promociones tipo “¡trae tu licencia provisional y consigue dos donuts gratis!”. Una pesadilla. Y la dueña, por cierto… no está ahora mismo. Se fue a discutir con el dueño de esa tienda. . .creo.

—¿Discutir?

—Ajá. Creo que le rompió el vidrio del frente. Por eso... también tuvo que ir a la comisaría. Tenía que quitarse el collar de rastreo y esas cosas. Ya sabes… lo normal.

Siv se queda completamente quieto. Una gota de sudor frio le resbala por la sien. La chica nota su expresión congelada y lo mira de reojo.

—¿Qué pasa? —pregunta con total calma.

—¿Acaso… estoy en una tienda manejada por una… criminal?

—¿Criminal? —repite la fantasma, llevándose una mano al pecho, como si eso le doliera—Qué feo suena eso… ex-convicta con pasión por la repostería, por favor.

Siv no sabe si reírse, salir corriendo, o quedarse comiendo pastelitos.

Fue en ese momento que la puerta del local se abre de golpe.

Un estruendo sacude el ambiente dulce de la pastelería, haciendo temblar las bandejas y que algunos azucareros vibraran al borde de las repisas. Una mujer entra como un torbellino, irradiando furia pura.

—¡Te juro que voy a encontrar la forma de DEMOLER esta tienda! —grita con voz aguda y clara, dejando un rastro de furia con cada paso que da.

Detrás de ella, un hombre alto, corpulento, de casi dos metros de altura, camina con calma, completamente ajeno al dramatismo de su compañera.

—No deberías decir eso tan alto... —murmura en voz baja mientras se encoge de hombros—Deberías estar feliz. Al menos te quitaron el collar...

—¡Pff! —resopla la mujer, cruzando los brazos con fastidio antes de esbozar una sonrisa traviesa—¡Pero se me veía bien! Y a ti te gustaba cuando te pedía que me pusieras un collar de perro, ¿recuerdas?

El hombre se atraganta con el aire y gira el rostro, visiblemente incómodo.

—¡No digas esas cosas frente de Obake...!

Ella solo bufa, claramente molesta, y entonces su mirada se desvía hacia el interior del local. Entrecierra los ojos, clavando la vista con atención.

—Espera un momento... ¿no estoy ciega, verdad? ¿Eso de ahí es un cliente?

El hombre mira hacia donde esta Siv y asiente con la cabeza sin mucho entusiasmo.

—Sí. Parece que sí lo es.

La chica fantasma, que hasta ahora se mantiene tranquilamente al lado de Siv, abre la boca para explicar la situación... pero no tiene oportunidad.

La mujer se acerca con rapidez, como si viera a una celebridad frente a ella.

—¡Oh, por todas las natillas del mundo! ¡Bienvenido, corazón! ¡Puedes pedir lo que quieras! ¡Sírvete, la casa invita!

Agarra con brusquedad el pastelito que Siv aún tiene entre manos.

—Esto no —dice en tono dramático—¡Esto sabe a basura reciclada con lágrimas de huérfanos tristes!

Y sin más, lo lanza hacia atrás con total desprecio.

—¡Ey! —exclama la chica fantasma, que atrapa el pastelito en el aire con una agilidad fantasmal, para luego darle un gran mordisco sin perder la compostura.

La mujer retrocede un par de pasos, aún sin quitarle los ojos de encima a Siv, y le extiende una carta de menú como si fuera un manuscrito sagrado.

—Aquí tienes todo lo que quieras saber: pastelitos de almendra, rollitos de crema, mousse encantada, eclairs con explosión de miel, ¡hasta galletas con poderes mágicos que no hacen nada mágico! —enumera velozmente—¡Todo lo que sueñes, lo tenemos!

Pero Siv, con un poco de tensión en la voz, interrumpe todo ese despliegue.

—Eh... en realidad no vine por eso... Vine porque... quería saber más sobre... mi futuro trabajo.

Hubo un silencio incómodo.

La mujer lo mira fijo. Parpadea una, dos veces. Gira lentamente la cabeza hacia la chica fantasma, quien levanta un dedo para hablar:

—Sí... eso iba a decirles.

La escena cambia.

Siv está ahora sentado en una pequeña sala del fondo del local, una salita sencilla con una mesita baja, cojines y una ventana con vista a los edificios viejos de la calle. El ambiente es cálido, con olor a té de jazmín y vainilla.

La puerta se abre suavemente.

Obake entra con pasos flotantes, sin hacer el menor ruido, cargando una bandeja con una taza humeante.

—Aquí tienes —dice con su voz suave y apagada, dejando el té frente a Siv.

—Gracias... —responde él, algo incómodo pero agradecido.

Ella no dice nada más. Se gira y sale flotando, cerrando la puerta tras de sí.

Siv se queda mirando el vapor que sube desde la taza. Lo único que se escucha en la habitación son los latidos de su corazón... y una muy seria y evidente pregunta en su cabeza.

¿En qué clase de lugar me estoy metiendo...?

En ese momento, la puerta se abre otra vez. Es la mujer de antes.

—Ah, hola otra vez —dice, soltando el aire con un suspiro mientras cierra la puerta tras de sí—Perdón por no estar. Tuve que salir por… cosas.

Sin ofrecer mayor explicación, camina tranquilamente hasta el otro lado de la mesa, se sirve una taza de té.

La mujer sopla el té para enfriarlo un poco antes de beberlo. Luego, sin siquiera mirar a Siv, murmura.

—No sabía que ya estábamos en esa época del año en la que los estudiantes salen a buscar sus futuros lugares de trabajo…

Siv se incorpora un poco, tratando de parecer más formal.

—Bueno, yo…

Pero la mujer lo interrumpe, levantando una mano.

—No, espera… —dice, ahora sí viéndolo directamente, sus ojos claros y agudos clavados en él—En realidad sí lo sabía. Llegó una carta. Tu carta. . .la primera en seis años

Siv parpadea, desconcertado.

—¿La primera en seis… años? ¿Nadie más envió una solicitud aquí?

La mujer se ríe suavemente, una risa seca y breve.

—Claro que no. ¿Quién vendría a una pastelería en ruinas, con una reputación empañada y una dueña problemática?

Bebe otro sorbo de su té. Lo hace con calma. Luego coloca la taza sobre la mesa, emitiendo un leve clink.

—Mi nombre es Kanoko Hisame. No me interesa ocultar las cosas, así que voy a ir al grano —dice, entrelazando los dedos y apoyando los codos sobre la mesa—No voy a aceptarte en este lugar.

Siv siente un pequeño sobresalto en el pecho. La declaración fue tan directa.

—¿¡Qué…?! ¡¿Por qué?! —pregunta, con los ojos bien abiertos—¡Quiero trabajar aquí. De verdad lo quiero. Desde que…!

Pero Kanoko lo interrumpe otra vez. Su tono es más afilado esta vez.

—Esas palabras… están vacías —dice con frialdad. Levanta un dedo y lo apunta directamente a él, como si intentara atravesarlo con la mirada— Tooooodas esas palabras…vacíos….

El mundo alrededor de Siv parece desacelerarse.

—No quiero estudiantes que solo eligen cualquier lugar para remendar su futuro de héroe roto. No quiero chicos que vienen aquí como último recurso.

Kanoko menciona, bebiendo una vez más el té.

Siv baja la mirada. Aprieta con fuerza la servilleta de papel que tiene en la mano, arrugándola hasta convertirla en una bola. Respira hondo.

—No soy un cascarón vacío —dice con voz firme, aunque baja—No estoy aquí para reemplazar un sueño roto ni nada de eso… Nunca quise ser un héroe.

Kanoko lo mira en silencio. Un largo segundo. Dos. Luego cruza los brazos.

—¿No querías ser un héroe, eh? ¿No eras como todos los demás niños que soñaban con salvar el mundo?

—Jamás quise ser un héroe, no siendo un quirkless —responde Siv, con una mezcla de rabia y resignación.

Kanoko se queda inmóvil. Por primera vez en toda la conversación, parece realmente sorprendida. Sus ojos se agrandan apenas, y sus labios se separan por un instante.

—¿Qué dijiste? —pregunta, con un tono casi imperceptible.

—Soy un quirkless —repite Siv, ya sin titubeos—No tengo un Quirk.

Kanoko entrecierra los ojos. Apoya el mentón sobre una mano, pensativa. Luego, su voz baja como una cuchilla deslizándose por una mesa de madera.

—Entonces… si no quieres ser un héroe, si aceptas tan fácilmente que no lo serás… ¿por qué hay conflicto en tu voz cuando lo decís?

Siv abre la boca. Pero no dice nada.

—¿Por qué te cuesta tanto terminar esa frase? —insiste ella, inclinándose levemente hacia adelante, como si quisiera escarbar dentro de su mente—Chico, tú… en realidad quieres ser un héroe, ¿verdad?

El silencio vuelve, esta vez más pesado que antes. El tic-tac de un viejo reloj de pared es lo único que se escucha. Siv aprieta los labios

 

Perdonen, es un quirkless.

 


CAPÍTULO II

SIV

Chapter 3: Un no quirkless

Chapter Text

—Lo siento mucho, es quirkless.

Esas palabras siguen retumbando dentro de él como una campana oxidada que nunca deja de sonar. Siv, sentado allí, aprieta con fuerza la tela de su pantalón. Sus labios se curvan en un temblor silencioso.

Un pequeño Siv. No mayor a los seis años. Sentado en una silla de plástico blanca, demasiado grande para su cuerpo. El consultorio está envuelto en luz artificial y una calma cruel. En la esquina, sus padres discutían acaloradamente con el doctor, la madre con la voz quebrada, el padre con las manos agitadas. "¡Tiene que haber algún error!", repiten una y otra vez. Pero el médico solo niega lentamente con la cabeza.

El pequeño Siv no gritó ni tampoco llora. Solo... aprieta los labios. Se muerde el interior de la mejilla. Sus ojos tiemblan, inundados, mientras las lágrimas le resbalan por las mejillas sin que hiciera esfuerzo alguno por detenerlas. Solo se dice a sí mismo en su cabeza.

Aguanta.

Una y otra vez.

Aguanta. Aguanta. Aguanta. Aguanta.

 Siv traga saliva con dificultad. Esta inmóvil en el asiento, sintiendo el silencio que ha quedado entre él y Kanoko. Sus labios entreabiertos tiemblan.

Sus ojos, en cambio, bajan lentamente hacia el papel sobre la mesa. La hoja de confirmación de interés. A un lado, escrito con trazo apresurado, tosco, está la palabra.

"Pastelería".

Ese ha sido su elección.

Siv abre la boca.

Pero Kanoko ya se ha anticipado. Levanta una mano con un gesto seco y elegante, sin siquiera mirarlo. Toma un último sorbo de té y deja la taza sobre la mesita baja con un clac. Su postura es firme, su tono frío y definitivo.

—Todo lo que intentes decir… cualquier cosa… —hace una breve pausa, y luego continua con un filo en la voz—están vacías.

Kanoko se pone de pie con una elegancia que contrasta con la dureza de sus palabras. Da unos pasos hacia la puerta sin volver la vista atrás. Su silueta se recorta contra la luz que se filtra por la ranura.

—No quiero a gente que utiliza “algo” —dice sin piedad—Como una cuerda para sostener sus fallas.

Puso la mano sobre la manija.

—No quiero... cascarones vacíos que buscan disfrazar sus rendiciones con algo más.

—¡NO QUIERO SER UN HÉROE! —grita Siv de repente, su voz se quiebra.

El silencio en la habitación se rompe….sus manos tiemblan.

—Acepté hace muchísimo tiempo que no tengo un quirk. ¡Hace tanto que ya no me importa una mierda ser quirkless! —Su voz retumba—¡Ese sueño estúpido de ser un héroe murió en mí cuando era un niño!

—Esto... —extiende con firmeza la hoja de inscripción, con la palabra “PASTELERÍA” escrita en una caligrafía desprolija, pero decidida—Esto es lo que quiero. Esto es lo que he elegido para mi vida. ¡Mi camino!

Kanoko, aún de pie junto a la puerta, lo mira en silencio. Su expresión es pétrea, fría como una estatua. Sin embargo, sus ojos vibran con una mezcla de rabia y algo más profundo... ¿asco?, ¿decepción? O tal vez, simplemente, una herida que no sabe cómo expresar.

En un movimiento seco, le arrebata la hoja de las manos.

—¿Qué haces...? —alcanza decir Siv, cuando ve cómo ella comienza a desgarrar el papel, línea por línea, con los dedos duros y despiadados. Los trozos de su futuro, de su decisión, caen como nieve sucia al suelo de madera.

—¡¿Qué demonios haces?! —Siv grita.

Se lanzó hacia ella.

El puñetazo fue torpe. ambos caen al otro lado de la puerta, Kanoko se cae de espalda contra el suelo, Siv está encima de ella.

Jadea y repite.

—¡Acepté que soy un quirkless! ¡Acepté que jamás seré un héroe! ¡Y no me importa! ¡No me importa más!

Pero Kanoko no se queda quieta.

Ella, con el rostro torcido en una rabia oscura, le devuelve el golpe. Y otro. Y otro. Golpeos totalmente vengativos.

—¡¿¡Y por qué demonios no lo aceptas!? —grita ella entre golpes— ¡¡¿Por qué dices que lo aceptas cuando no sientes eso?!

Los gritos atraen a Osake y al hombre, Osake sujeta a Kanoko con fuerza, temblando de la tensión del momento, mientras el hombre se arrodilla para sujetar a Siv, quien tiene el labio sangrando y el rostro con marcas rojas. Ambos están agitados.

—¡Basta! —grita Osake—¡¡Kanoko, detenganse, va irse a la cárcel otra vez!!

—¡¡Cálmate chico!!

Así estuvieron un buen rato…

—¡¡Realmente lo siento muchísimo, perdonen a este estúpido mocoso por haber causado tanto escandalo!!

Taga tiene su mano sobre la cabeza de Siv obligándolo a hacer una reverencia…aunque en realidad no necesitaba hacer eso, Siv ni siquiera ponía fuerzas para evitar hacer la reverencia.

—No, nosotros…realmente lo sentimos…

Dice Osake con un tono de incomoda.

—Tú también, Kanoko-sama —añade el hombre, casi con súplica en los ojos mientras ve cómo tiemblan las manos de la mujer—Te has sobrepasado...le prometemos que nuestra jefa va recibir una lección.

—Yo…yo tambien le daré una lección a este mocoso… —añade rápidamente el chofer, haciendo una leve reverencia.

Hacen reverencias una y otra vez.

Siv…

El no dice nada en absoluto.

Siv está sentado mucho más atrás en el autobús, casi escondido en el último asiento. Su mirada esta fija en el suelo, perdido, con los puños cerrados sobre sus rodillas. El murmullo de los demás estudiantes llena el vehículo, pero hay algo distinto: cada tanto, nota miradas rápidas dirigidas hacia él. Son ojos curiosos, algunos cargados de temor, otros de simple incomodidad. Nadie se atreve a decir nada en voz alta, pero se nota en el ambiente… todos lo han visto bajar con las vendas frescas en el rostro. El aire alrededor de Siv pesa.

Cuando por fin el autobús llega a la escuela, los demás chicos bajan de golpe, como buscando alejarse rápido de él. Siv desciende al último, camina bastante lento.

La sala de profesores huele a papel y café recién hecho. Al abrir la puerta, se encuentra con la figura de su profesor, sentado entre pilas de documentos y carpetas. El hombre levanta la vista con desgano, hasta que ve a Siv.

—¿Yo–… SIV??! —su voz se convierte en sorpresa. Se levanta de golpe, tiene los ojos muy abiertos al notar los moretones en su rostro y las vendas que apenas cubren los cortes.

Siv no dice nada. Solo abre la mochila, sacando con cuidado las pocas piezas arrugadas que quedan de su hoja de asignación, los pedazos rotos que ha rescatado. Los coloca sobre el escritorio sin mirar a los ojos al profesor.

—¿Qué demonios te pasó? —la voz del profesor se endurece, aunque no del enojo… sino más pegado a preocupación.

—…Me peleé —responde Siv sin emoción.

El profesor aprieta los labios. Está a punto de soltar un sermón, pero se detiene. En vez de eso, vuelve a sentarse lentamente, echando la cabeza hacia atrás.

—Eh, este…perdone señor, pero llame luego…ven vamos —cuelga la llamada y con un gesto cansado, guía a Siv hacia la mesa y los asientos que hay en la sala.

El hombre toma los restos de la hoja entre sus dedos. Los observa un instante y luego suspira, pesadamente.

—Mhmm… —murmura, arrugando un poco los papeles antes de dejarlos a un lado— Usualmente podríamos hacer otra, pero ahora… con tanto movimiento debido a ser los últimos meses…mínimo tardan hasta finales de año en abrir otra vez.

—…Pero sin esa hoja, no puedo entrar a una pastelería. —Su voz sale baja…ya ni siquiera con fuerza emotiva.

El profesor lo mira en silencio. hay algo en su alumno que lo golpea fuerte, Con otro suspiro, abre el cajón de su escritorio, rebusca un poco y finalmente saca un bolígrafo negro y un pequeño cuadernito de tapas gastadas. Los coloca sobre la mesa y los arrastra lentamente hasta dejarlo frente a Siv.

El chico levanta apenas la vista, confundido.

—¿…?

—Como no tendrás tu hoja en un buen tiempo… —dice el profesor con un tono bajo — Podrías usar esto. No para anotar tu futuro trabajo… sino… para escribir algo más. Algo que realmente te guste.

El silencio cae entre los dos.

El profesor se acomoda en la silla, carraspea la garganta, y al notar que sonaba ridículo, se lleva la mano a la cara con torpeza.

—Ya sé, suena estúpido. Tú ya tienes decidido lo de la pastelería, ¿no? Ugh… soy el peor consejero —Deja escapar una pequeña risa amarga.

Siv, no responde, solo bajó la mirada al bolígrafo y el cuaderno. Los observa en silencio, sin tocarlos.

Más tarde, en la penumbra de su cuarto, el cuaderno esta sobre su escritorio, cerrado, esperando…la lámpara de noche ilumina apenas el borde del bolígrafo. Siv se queda mirándolos un largo rato, sentado en la silla, sin mover un músculo.

“¿Entonces… por qué te duele tanto admitir que no tienes un quirk si ya lo aceptaste hace tanto?”

—…Cállate…

“Dices que no te importa… pero sientes impotencia cada vez que lo admites”

—¡Cállate! —repite Siv, más fuerte, girándose con brusquedad hacia la cama, tirándose de lado como si el simple acto de dormir pudiera callar a esa presencia interna.

El cuaderno, inmóvil en el escritorio, parece observarlo en silencio, esperando.


CAPÍTULO 3

Un no quirkless.

Chapter 4: Mucho gusto.

Chapter Text

—¡¡FELIZ GRADUACIÓN!!

El grito retumba por todo el salón alquilado, acompañado por una explosión de confeti de colores que cae como lluvia brillante sobre los estudiantes de tercer año. La música vibra por los parlantes, los focos se mueven pintando de luces azules y rojas las paredes, y en medio de todo eso, los chicos y chicas bailan, se abrazan y celebran el fin de una etapa. Algunos se ríen a carcajadas, otros se sacan fotos con lentes ridículos o sombreros de cotillón, y los más solitarios son empujados por sus amigos a la pista para no “arruinar la fiesta sentados como estatuas”.

Siv está en ese último grupo, sentado en una silla contra la pared, con un vaso de jugo en la mano. Su sonrisa es ligera, casi tímida, pero está ahí. Había pasado un mes desde el incidente de la pastelería… y aunque las vendas en su rostro son ahora solo un recuerdo, las burlas no han faltado. Se las ingenió para inventar una historia: “pandilleros que intentaron asaltar a una pobre anciana”.

—Siv —dice una voz cálida.

Levanta la vista, y allí esta Kiyiro, con su cabello perfectamente recogido para la ocasión y un vestido sencillo, pero que resalta con la luz de los focos.

—Ah… Kiyiro —responde él, saludando un poco nervioso.

—¿No vienes a bailar? —pregunta ella con energía— ¡¡Hay que demostrar esos pasos de baile!!

Siv suelta una pequeña risa, bajando la mirada al vaso.

—Yo… —empieza a decir, pero su frase fue interrumpida de golpe.

Unos brazos lo rodean desde atrás, cálidos y cargados de olor a perfume mezclado con alcohol.

—¡Hijooo! —canturrea Aishita, su madre, abrazándolo con entusiasmo. Luego gira hacia Kiyiro, con una sonrisa juguetona— Espero que no estés robándome a mi hijo para quedarte con él en la pista, ¿eh, Kiyiro-chan?

 

Kiyiro se queda paralizada, el rostro se le enciende como una fogata.

—¡N-no! ¡Yo solo quería…! —balbucea nerviosa, intentando justificarse.

Aishita suelta una carcajada divertida, disfrutando de la incomodidad de la chica. Justo en ese momento, el padre de Siv llega, peinándose rápido con la mano, algo sofocado por haber estado hablando con otros adultos.

—Perdón, perdón, jovencita. Mi esposa ya está… bueno… —hace un gesto con la mano, como si dijera “ya la conoces”.

—N-no, está bien —responde Kiyiro, sonriendo nerviosa. Esta tan roja que parece que se derretiría en cualquier instante.

Siv, en cambio, suspira con resignación, mirando a su madre. Ya está borracha, y como siempre, en cualquier momento sería el alma de la fiesta.

Pero Kiyiro no tuvo tiempo de recuperar el control de la situación.

—¡¡Ah, aquí estabas!! —exclama una voz fuerte.

Su grupo de amigas aparece como una marea: Hakehiro, Yuki, Asane y Kane. Todas con vestidos brillantes y sonrisas picarescas.

—¡Kiyiro, te pierdes de todo! —dice Yuki con un puchero exagerado.

—Buenas noches, chicas —las saluda Aishita con total naturalidad, como si fueran viejas amigas de toda la vida.

—¡Buenas noches, señora! —responden ellas, saludando con la misma energía.

—¿Y entonces? —pregunta Hakehiro con tono burlón, cruzándose de brazos— ¿Le vas a pedir a Siv que baile contigo o no?

—¡¿Q-qué?! —grita Kiyiro, totalmente ruborizada, agitando las manos para callar a su amiga.

—Oi, Siv —dice Asane entre risas— esta chiquilla quería invitarte a bailar. Acéptale, ¿sí?

La sangre le sube al rostro a Kiyiro, que prácticamente quiere desaparecer. Pero Siv, en lugar de encogerse o reírse, suelta una pequeña carcajada nerviosa… y se levanta de su asiento.

Todas quedan en silencio.

Siv mira a Kiyiro con una timidez honesta, y extiende su mano hacia ella.

—Vamos… ¿a bailar?

Los ojos de Kiyiro se abren como platos. Todo su rostro esta encendida, pero en lugar de apartarse, respira hondo… y lentamente pone su mano sobre la de Siv.

Las amigas gritan por dentro, conteniéndose para no arruinar el momento, y Aishita, emocionada, se seca una lágrima exagerada con el dorso de la mano.

—Crecieron tanto… —murmura con voz entrecortada.

—Sí… —añade una de las amigas, riéndose entre lágrimas—Crecieron demasiado rápido.

Entre risas, lágrimas y la música vibrando, se ve a Siv y Kiyiro caminar hacia la pista de baile, perdidos entre las luces de colores.

El DJ, con una sonrisa confiada, chasquea los dedos hacia su ayudante. Esta suspira, resignado, y se coloca los audífonos de monitor. De inmediato, la música cambia: las luces bajan un poco y empieza a sonar una melodía más lenta, suave, con el ritmo perfecto para un primer baile. Los murmullos del lugar bajan, y algunos estudiantes se apartan de la pista para dejar el espacio libre.

Siv traga saliva, esta inseguro. Kiyiro también se tensa, apretando ligeramente la mano de Siv. Ambos dan un paso hacia adelante, y entonces, como si fueran dos principiantes atrapados en un escenario demasiado grande, comienzan a moverse.

El problema es evidente: Siv no tiene ni idea de cómo bailar. Sus pies, rígidos, se mueven con torpeza, y apenas intenta coordinar un giro, termina pisando el zapato de Kiyiro.

—¡L-lo siento! —se apresura a disculparse, con un gesto apenado.

Kiyiro, que intenta mantener la calma, termina sonrojada. Da un paso al costado, pero en ese mismo instante fue ella quien pisa el pie de Siv.

—¡Ah! ¡Perdón! —suelta nerviosa, llevándose la mano a la boca.

Los dos se quedan viéndose por un segundo, serios… hasta que no pueden evitar soltar una carcajada.

Alrededor, la escena es mágica en su ridiculez. Aishita está en primera fila, llorando a mares mientras graba todo con su celular. Cada tanto solloza frases como:

—¡Ese es mi hijooo! ¡Mírenlo! ¡Está bailandooo!

El padre de Siv, un poco más discreto, solo niega con la cabeza, aunque en el fondo no puede ocultar su sonrisa orgullosa.

Las amigas de Kiyiro, en cambio, están completamente entregadas al espectáculo. Asane, usando su quirk, ha materializado un par de barras luminosas que agita como si estuviera en un concierto de idols, mientras las demás corean el nombre de Kiyiro como si fuera una estrella en ascenso.

—¡Kiyiro, Kiyiro, Kiyirooo! —cantan todas a coro, provocando que la chica quisiera hundirse en el suelo de la vergüenza.

Pese a los tropiezos y pisotones, el baile avanza. Y poco a poco, entre risas y disculpas, tanto Siv como Kiyiro se fueron relajando. Hubo un instante, en medio de un movimiento torpe, en que quedaron más cerca de lo normal. Kiyiro levanta la vista y se encuentra con los ojos grises de Siv.

—Siv… —murmura ella, con voz suave.

Él se tensa de inmediato, nervioso.

—¿Q-qué pasa? —balbucea, casi tartamudeando.

Kiyiro lo sostiene con la mirada. Sus labios tiemblan un poco, como si dudara en hablar… pero finalmente, con un suspiro, lo dice:

—Voy a extrañar mucho estos momentos.

Siv se queda inmóvil. Siente un nudo en la garganta y un cosquilleo extraño en el pecho. Por un momento, no sabe qué responder. Desvía la mirada y deja que sus ojos recorran el salón: sus compañeros bailando, riendo, algunos sacándose fotos grupales, otros simplemente abrazándose. Es una imagen cálida… y efímera.

—Sí… —dice al fin, con una sonrisa ligera — Yo también.

Más tarde, cuando la música seguía retumbando dentro de la casa de fiestas y las luces de colores bañan las paredes, Siv decide apartarse del bullicio. Con pasos tranquilos, casi pesados, abre la puerta trasera y sale al aire fresco de la noche.

Un suspiro escapa de sus labios. Camina despacio hasta una de las bancas de madera del jardín iluminado por faroles débiles, y se deja caer sobre ella. El silencio exterior es un contraste absoluto con el ruido de adentro. Cierra los ojos un momento, dejando que la brisa nocturna le acariciara el rostro.

Al abrirlos, lo primero que hace fue mirar hacia arriba. El cielo está despejado, cubierto de estrellas que parecen infinitas. Por primera vez en mucho tiempo, Siv se permite quedarse quieto.

—…Se acabó tan rápido —murmura en voz baja — Todo este momento en mi vida… terminó antes de que pudiera darme cuenta. ¿Qué debo hacer ahora?

Las palabras resuenan en el vacío. Y entonces, como un eco escondido en su mente, vuelve a escuchar esa voz que lo perseguía desde aquel día en la pastelería:

"Si dices que aceptaste que no tienes un quirk hace tanto tiempo… ¿por qué te duele admitirlo?"

 

 

—…Es verdad… —susurra, bajando la mirada hacia sus propias manos— ¿Por qué me duele tanto admitirlo?

Piensa. Una y otra vez piensa. Intenta hallar una respuesta lógica, un motivo claro, pero cada idea terminaba chocando contra un muro invisible…se hunde más en la banca, hasta que el peso de otra persona interrumpió su ensimismamiento.

La madera cruje suavemente bajo el nuevo peso.

—Siv… —su voz fue suave — ¿Podemos hablar?

Siv la observa en silencio.

—Claro… —responde simplemente.

Y ahí quedan, los dos, compartiendo el mismo cielo estrellado, mientras la fiesta continua a lo lejos como un murmullo lejano.

Podemos hablar.


Un mes después…

La madrugada aún reina sobre la ciudad. El aire esta helada, y cada respiración de Siv se transforma en un soplo blanco que desaparece al instante. Pedalea sobre su bicicleta con calma, los neumáticos crujen sobre el asfalto vacío. Apenas son las cinco de la mañana, y las calles aún están envueltas en ese silencio que solo existe antes de que despierte el mundo.

Con el tiempo, el cielo fue cambiando de color. A las siete, el amanecer se abre paso, tiñendo el horizonte con un naranja apagado. Fue entonces cuando Siv llega a un parque. O lo que alguna vez fue uno. Los árboles parecen descuidados, sus ramas largas y retorcidas daban un aire fantasmal al lugar; raíces gruesas se asoman entre las grietas del suelo resquebrajado.

Siv deja la bicicleta apoyada contra una cerca oxidada y avanza despacio, tronando los dedos con un gesto mecánico mientras observa el camino. Finalmente, llega hasta el centro del parque, donde un único árbol solitario se erguía en medio del terreno. Es alto, con raíces expuestas que se retuercen como cicatrices.

Se sienta en una banca desgastada y saca el bolígrafo y el cuaderno que le ha regalado su profesor aquel día. Pasa las páginas una tras otra. Están llenas de anotaciones, garabatos, pequeños dibujos que plasman sus pensamientos y recuerdos.

Al llegar a una hoja en blanco, se detiene. Respira hondo, y con calma empieza a dibujar el árbol frente a él. El tiempo parece suspenderse mientras la punta del bolígrafo recorre el papel. Cuando termina, se queda observando el dibujo en silencio, y luego levanta la vista hacia el árbol real.

—…Oye, ese es un lindo dibujo.

La voz lo saca de golpe de sus pensamientos. Siv gira la cabeza, sorprendido. A su lado, sentado en la misma banca, hay un hombre alto, de cabello alborotado y sonrisa tímida. Su presencia es tan natural que parece haber estado allí desde siempre.

Esa persona se pone de pie, colocándose frente a Siv con una pose torpe pero llena de energía.

—¿Y si me dibujas a mí? —dice con un entusiasmo — Mucho gusto… soy un héroe.


Dos Quirkless, dos significados a la palabra.

Fin del primer arco.

Chapter 5: Ha pasado un mes...

Notes:

Por lejos el mejor episodio que más me encanto hacer...¿una buena señal?

Chapter Text

Un mes completo ha transcurrido...

Siv junta las palmas de sus manos en el silencioso cementerio. Los primeros rayos del amanecer apenas rozan las lápidas, creando sombras alargadas entre los senderos de piedra. La quietud matutina envuelve el lugar como un manto.

Lentamente alza la mirada hacia la tumba frente a él.

"Un mes desde que dejé de hablarle a Izuku..."

"Un mes desde..."

El pensamiento flota en su mente como una confesión susurrada. No sabe nada de su antiguo compañero quirkless. ¿Habra abandonado finalmente sus sueños heroicos? ¿O continúa persiguiendo lo imposible?

Se agacha y acaricia la fría superficie de mármol.

"Y dos días desde que conocí a un héroe..."

El sol ya domina el cielo cuando Siv llega en bicicleta a la familiar pastelería. Presiona el rostro contra el cristal empañado, buscando señales de vida en el interior vacío.

Nada.

Un suspiro de irritación escapa de sus labios. Se baja de la bicicleta y comienza a vagar sin propósito: pateando las hojas caídas de los cerezos cercanos, sentándose en el bordillo, recibiendo algunas monedas de un transeúnte compasivo.

Saca su teléfono, luego ese pequeño cuaderno que lo acompaña a todas partes. Las páginas amarillentas contienen anotaciones dispersas de los últimos meses—fragmentos de una vida a la deriva.

Finalmente, se queda inmóvil, contemplando la calle desierta.

Ah, Siv...

La voz etérea flota hacia él. Osake Yukotame emergía del aire como una brisa materializada, su figura translúcida ondulando ligeramente.

—Buenos días, Osake —responde acercándose.


Osake Yukotame

Quirk: Fantasma


Sus manos se encuentran en su ritual secreto: un choque de palmas seguido de un gesto que solo ellos comprenden. La fantasma sonríe levemente antes de desbloquear la puerta de cristal.

—¿Aún piensas convencer a Kanoko-san de que te contrate? —pregunta mientras las luces fluorescentes cobraban vida una por una, despertando los colores pastel del local.

Siv deja caer su mochila junto al mostrador. El silencio se extiende como masa de pan, espeso y cálido.

—Sí —murmura finalmente.

Sigh...

El suspiro espectral de Osake flota por el aire, confundiendo a Siv y tensando sus músculos involuntariamente.

—No entiendo por qué continúas, Siv... —La fantasma comienza a trazar círculos lentos en el aire, su forma es translúcida ondulando— Llevas un mes completo intentándolo. Fue sorprendente verte plantado frente a la pastelería...

Sus ojos etéreos lo observan con una mezcla de curiosidad y desapego.

—Sinceramente pensé: "Oh, este chico ya perdió todo en la vida. Probablemente se va a rendir"menciona sin rastro de preocupación.

Siv le dirige una mirada irritada, pero Osake continua imperturbable.

—Pero ahí estabas, frente al local, con esa determinación férrea de ser contratado... ¿Acaso ocurrió algo que despertó esa actitud en ti?

La pregunta cuelga en el aire como polvo de harina suspendido.

Siv fija la vista en su mochila desgastada, evita los ojos interrogantes de la fantasma. Las palabras tardan en tomar una forma.

—No —responde con sequedad.

Luego alza la cabeza.

—Simplemente no pienso quedarme inmóvil mientras alguien que ni siquiera conozco me dice que no debo aferrarme a algo para ocultar mis sueños rotos…no cuando acepte hace mucho que era un quirkless.

Un silbido suave rompe la tensión. Osake flota en silencio, sus labios curvados en un gesto que puede haber sido comprensión... o diversión.

Cuando Siv se gira hacia ella, una dona vuela por el aire directo a sus manos.

—Hay que mantenerse desayunados... —murmura la fantasma, llevándose una taza de café humeante a los labios.

Siv observa el dulce glaseado en sus palmas. Una sonrisa, pequeña pero real, se dibuja en su rostro.

—Sí... hay que mantenerse desayunado.

Una hora después, la rutina familiar se desarrolla una vez más.

Kanoko se ha instalado en su cojín con los brazos cruzados, una fortaleza de determinación y café. Esta vez, sin embargo, Kororo y Osake flanquean el pequeño cuarto como guardianes silenciosos, listos para intervenir si la situación escalaba como en aquella ocasión.

—No te voy a aceptar. Sigues siendo un cascarón vacío —declara la dueña sin preámbulos.

—¡¡Pero—!!

El sonido metálico de una pistola de agua siendo amartillada corta su protesta. Siv alza ambas manos en rendición, dirigiendo una mirada exasperada a Osake.

—¡¡No voy a atacar...!!

La fantasma baja su "arma" con una sonrisa traviesa.

Ughhhhhhhhhhh... —Kanoko se masajea las sienes— Chico, ya déjame en paz. No te voy a contratar nunca. Eres un cascarón vacío. Este ya es el intento doscientos ocho... Anótalo, Kororo.

El gigante asiente y marca otra raya en la pequeña pizarra colgada en la pared.

—Pero... Kanoko-san... —Siv busca las palabras correctas— Yo acepté que soy quirkless. No entiendo por qué insiste en que me siento mal al admitirlo.

Kanoko toma un sorbo pausado de su café, saboreando tanto el líquido como el momento.

—Porque así te sientes cada vez que lo dices. Es obvio, duh...

—Pero no me siento mal.

El silencio se espesa como miel. Kanoko intercambia una mirada con Osake, quien nega sutilmente con la cabeza. La dueña vuelve a enfocar su atención en Siv.

—Entonces debes hacer algo para sentir ese dolor en tu pecho.

—¿Eh?

—Sí —Los ojos de Kanoko brillan con una mezcla de crueldad y sabiduría— Quiero verte llorar. Que digas entre sollozos: "¡Ohhhhh, no es justo! ¡Odio ser quirkless! ¡Lo odio! ¡Whuaaaaaaa!"

—¡¡Pero yo—!!

El familiar clic de la pistola de agua resuena nuevamente.

—¡Osake, deja de amenazarme! —estalla Siv, girándose hacia la fantasma con irritación genuina.

La risa malévola de Osake flota por el cuarto como campanillas siniestras.

—Y solo tal vez... —murmura Kanoko.

Siv dirige su mirada hacia la mujer, con genuina confusión nublando sus facciones.

—Solo tal vez te acepte aquí... —continua ella, saboreando cada palabra— si admites finalmente que odias no tener quirk. Diciéndolo de forma genuina. Solo así, tal vez, te dé una oportunidad en este lugar.

El silencio que sigue fue absoluto. Siv ya no tiene argumentos, quizás ni siquiera tiene palabras. Pero en su mente, una pregunta martillea persistente:

¿Cómo puedo sentir dolor por algo que acepté hace tanto tiempo?

—Ahora que estás aquí... ayúdanos con las cajas —anuncia Kanoko con un guiño travieso.

Siv la observa con expresión desganada, pero sus manos ya se mueven hacia las cajas apiladas.

Después de trabajar lo suficiente, Siv pedalea de regreso a casa, suspirando pesadamente mientras contemplaba el cielo teñido de celeste.

 

(Esto es absurdo...

¿Cómo diablos espera que haga eso si a mí no me molesta ser quirkless?)

 

 

Por un momento, el recuerdo de Izuku se filtra en sus pensamientos—esa voz apasionada hablando sobre sueños heroicos incluso siendo quirkless. Una expresión de irritación cruza el rostro de Siv.

¡¡OI, SIV!!

El grito lo sobresalta. Frena bruscamente su bicicleta y alza la vista hacia el cielo.

Una figura flota sobre él.

Ugh...suspira pesadamente.

Ahí está aquel héroe que ha conocido en el parque abandonado.

 

—Oye, ya te había dicho... deja de seguirme —murmura Siv con cansancio.

Ahora ambos se desplazan en una extraña procesión: Siv pedalea lentamente mientras el héroe lo sigue a pie, mantiene el ritmo sin esfuerzo.

—Pero, pero, pero... —El héroe puso cara de cachorro abandonado— Creí que éramos amiguitos...

Siv le dirigió una mirada cargada de hastío.

—¡¡Qué frío! ¡Ni siquiera con mi arma letal! —El héroe se agarra el pecho dramáticamente, pero enseguida recupera la compostura y continúa caminando— Anda, Siv, ¿por qué no quieres pasarte y trabajar conmigo? ¡Me dejaste plantado en el parque la vez pasada!

—Es obvio por qué —replica Siv sin voltear— Te apareciste de la nada y me dijiste que fuera al parque. Obviamente no iba a ir. Parecías un traficante de órganos.

—¡¡OYE!! —grita el héroe, genuinamente ofendido.

Suspira pesadamente y se lleva las manos a la nuca, adoptando una postura más relajada.

—Qué extraño eres... Se supone que a los jóvenes de hoy les encantan los héroes, pero a ti ni siquiera te gusta que mencione a All Might. Es como si tuvieras un pequeño destello de odio hacia él... ¿Acaso te hizo algo?

El héroe hace una pausa dramática.

—¡GASP! No, no me cuentes... —pausa— Bueno, sí cuéntame.

Siv suspira, una exhalación larga y cansada.

—No lo odio. Simplemente no me gustan los héroes.

El héroe se queda completamente en silencio.

—Bueno... —Una sonrisa radiante aparece en su rostro— ¡¡Entonces déjame ser tu primer héroe favorito!!

Se señala a sí mismo con orgullo desbordante.

—Ni en mis sueños —suelta Siv sin contemplaciones.

La respuesta atraviesa al héroe como una flecha al corazón. Colapsa dramáticamente en el suelo, completamente derrotado.

—Qué... qué chico tan... —murmuró mientras ve a Siv alejarse en su bicicleta.

¡¡ESSSSSSSSSSSPPPPPEEEEERAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!

Se desliza por el pavimento hasta quedar bloqueando el camino de Siv.

—¡OYE! —grita Siv, genuinamente enojado.

—¡Por favor, Siv! ¡Te lo suplico! ¡Al menos trabaja conmigo! —El héroe junta las manos en posición de súplica.

—¿Por qué necesitas tanto que trabaje contigo? ¡Consíguete otro ayudante y ya, diablos!

El héroe suelta un chillido desesperado y se lanza a abrazar a Siv.

—¡Por favor, por favor, por faaaa— ¡Ah! Me mordí la lengua...

—¡¡Oye, vas a hacer que me caiga!!

Después de aquella escena , ambos terminan sentados en un pequeño parque, observando a las familias jugar bajo el celeste día.

—Siv... la razón es...

—No te alejes —interrumpe el héroe al notar que Siv comienza a moverse.

Siv se detiene a medio levantarse. No quiere que nadie lo viera con este excéntrico.

—Como dije, la razón...

Siv ya se está alejando nuevamente.

Otra escena vergonzosa después, donde el héroe ha montado otro espectáculo público, ambos terminan sentados en un rincón apartado del parque, lejos de las familias y sus miradas curiosas.

El héroe suspira. Por primera vez, su expresión se torna seria.

—Necesito un fotógrafo.

Siv comienza a levantarse inmediatamente. El héroe se lanza y se aferra a su pierna como una lapa desesperada.

—¡¡POR FAVOR, SIV! ¡TE LO SUPLICO! ¡TE NECESITO A TI PARA SER MI FOTÓGRAFO!!

—¡¡Pero yo ni siquiera tengo cámara, maldita sea! ¡Y si tuviera, tampoco aceptaría!! —Siv intenta zafarse del agarre tenaz.

El héroe suelta otro chillido y se transforma en una reverencia de súplica completa, postrado en el suelo.

—¡Por favor, Siv! Te lo suplico... Los últimos fotógrafos que tuve simplemente me abandonaron cuando fueron elegidos por héroes más importantes. Estoy solo. No tengo a nadie y mi popularidad cayó demasiado en estos últimos años...

Siv se detiene en seco.

—¿Eh? —Una comprensión lenta comienza a filtrarse en su mente— Espera... no me digas que tú eres un... funinshina hīrō...

El silencio que sigue fue devastador.

Un aura depresiva envuelve al héroe mientras se acurruca en posición fetal.

—Sí... —responde con voz quebrada y lenta.

—Yo antes era conocido como el más grande héroe de los alrededores... —La voz del héroe cobra un matiz nostálgico— "Hammer", me decían. Era uno de los fuertes, uno de los que luchaba a la par de All Might y Endeavor.

(Probablemente está mintiendo…) piensa Siv con escepticismo.

—Pero el tiempo... nunca espera a alguien, Siv.

Algo en el tono hace que Siv guardara silencio.

—Apenas tienes una herida grave, un golpe duro o una caída profunda... el tiempo te deja atrás si no te recuperas lo suficientemente rápido.

Hammer se incorpora lentamente, su mirada se pierde en el horizonte del parque.

—Antes yo recibía todas esas sonrisas, todos esos halagos y esas risas... me hacían sentir completo. Ya no me hacían sentir solo.

Siv escucha. Escucha cada palabra que tiene que decir, y lentamente se sienta en el césped otra vez, esta vez por voluntad propia.

—Hace tres años recibí una herida fatal en el pecho. Casi muero ese día, pero logré sobrevivir —Su mano se mueve inconscientemente hacia su torso— Estuve muchísimo tiempo en recuperación, y apenas logré salir para continuar con mi heroísmo... All Might y Endeavor ya tenían totalmente la cima.

Sus hombros se encogen.

—Yo solo miraba sus espaldas. Intenté alcanzarlos y estar junto a ellos, pero simplemente me vi superado por muchos héroes jóvenes con potencial ilimitado. Y lentamente... terminé siendo olvidado.

Siv no dice nada. Solo mira hacia el frente, procesando las palabras.

De alguna manera... es extrañamente similar.

Hammer se sonó la nariz y comienza a secarse las lágrimas que amenazan con brotar. En ese momento, siente un toque suave en su hombro.

Al girar, ve que Siv le extiende una pequeña toallita de papel.

—Gracias... —murmura, tomándola para sonarse con fuerza.

—Yo... no tengo quirk.

Hammer se queda inmóvil. Gira lentamente la cabeza hacia Siv.

—Desde muy pequeño me dijeron que no poseía ningún quirk. Y yo lo acepté. Viví mi vida siendo quirkless... —La voz de Siv es monótona, como si recitara hechos simples— Me apartaban de las competencias de mi escuela, me descartaban en los deportes, y muchas veces comía solo porque mis compañeros me evitaban. Decían que tendrían la culpa si salía herido en alguna actividad.

Sus manos se mueven nerviosamente sobre el césped.

—Con el tiempo simplemente me alejé de mis compañeros. No les hablé más. Nunca acepté salir en viajes escolares y prefería quedarme solo... —Una pausa— Apenas hace un mes me gradué. Fui el único que no lloró cuando nos despedimos.

El silencio se extiende como una manta pesada.

—Estuve solo la mayor parte de mi vida escolar. Totalmente solo... por ser un quirkless…y no me duele…aunque debería.

Hammer le extiende la toallita de vuelta. Siv nota que tenía mocos.

—Quédatela —dice con amabilidad discreta.

—Es... la primera vez que hablo con alguien sin quirk... —Hammer reflexiona— Y no es tan diferente... a tener un quirk débil.

Siv suelta una pequeña risa sorpresiva.

—Sí... no es tan diferente —repite con una sonrisa apenas perceptible.

—Pero oye... —Hammer lo observa con nueva admiración— Aun siendo quirkless, aquí estás. No estás enojado con nadie, no culpas a nadie, no tienes furia ni resentimiento hacia nadie. Eres alguien de buen corazón, Siv.

Siv abre lentamente los ojos, como si despertara de algo.

Un recuerdo se filtra en su mente, nítido y doloroso: Habuko saliendo de la terraza de la escuela, lágrimas corriendo por sus mejillas.

 

 

"No es justo que tengas quirk y yo no."

 

 

Siv entrecierra los ojos.

—No... no creo tanto eso —responde con voz apagada.

Las voces del pasado resonaron como ecos:

 

 

"Eres quirkless, lárgate."

"¿Eh? ¿Un quirkless? No quiero tomar responsabilidad si le hacemos daño."

"Perdona, Siv... pero no queremos cargar con la culpa si te matamos tan fácilmente."

 

 

—Sí... —Su voz se vuelve más áspera— De hecho, yo debería estar enojado…debería.

—Pero no lo estás...y eso hace que tengas un buen corazón, Siv.

La voz de Hammer lo saca de esas de esas ideas oscuro. Siv gira su mirada hacia él y recibe unas pequeñas palmadas en el hombro.

—Tienes mejor corazón incluso que muchos que poseen quirks.

Siv se queda sin palabras.

—Bueno... —Hammer se incorpora con un suspiro— Aghhaaaaaa... tengo que irme.

El héroe se pone en pie, listo para hacer uno que otro recorrido por la ciudad. Tal vez pueda encontrarse con algún fan de esos tiempos antiguos, algún rostro que aún lo recordara.

Ya se prepara para despedirse cuando Siv habla:

—¿Cuánto... pagas?

¡¡LO QUE TÚ PIDAS!! grita Hammer, dejándose caer nuevamente en el césped con renovada esperanza.

Siv se queda en shock por la respuesta tan inmediata y desesperada.

El…igual lo acepto.

Un día después de todo aquello, Siv se encuentra en un punto de encuentro, vestido con su mejor ropa casual. Sus manos juguetean nerviosamente con el borde de su chaqueta.

 

(¿No me habré arrepentido?)

 

El pensamiento da vueltas en su mente como un disco rayado. Tal vez... solo tal vez... no ha sido un error. Eso esperaba, al menos.

Suspira pesadamente y saca su teléfono. Sus dedos se deslizan por la pantalla hasta llegar al contacto de Izuku. Se puso visiblemente nervioso, mira a su alrededor como si alguien pudiera leer sus pensamientos, y lentamente lleva el dedo hacia el chat...tal debería…

—¡¡SÍ VINISTE! ¡QUE ALEGRÍA!

El grito lo sobresalta tanto que casi se le escapa el teléfono de las manos. Alza la vista para ver a Hammer descendiendo del aire con una sonrisa radiante.

—¡¡OYE, NO ME ASUSTES ASÍ!! —grita enojado, con el corazón aún acelerado.

De inmediato, Hammer le lanza algo. Siv lo atrapa por reflejo, quedándose completamente desconcertado. Mira la caja en sus manos, luego a Hammer.

—¿Qué es esto?

—¿¡Cómo que qué es?! ¡Es tu herramienta de trabajo! ¡¡Ábrela, ábrela!!

Siv duda un momento, pero los gestos animados de Hammer lo convencen. Comienza a abrir la caja cuidadosamente.

Una cámara. Una de alta calidad, con acabados profesionales que brillaban bajo la luz solar.

—Es una Canon EOS R5 —murmura Siv, reconoce el modelo inmediatamente.

—¡Ohhhhh! ¿Sabes mucho de cámaras? ¡Muchísimo mejor entonces!

Siv toma el equipo con reverencia, sintiendo su peso y calidad.

—¡Mira, mira! Hasta tiene correa ajustable para ponértela en el cuello —señala Hammer emocionado.

Siv examinó la cámara por unos momentos y luego la apunta hacia Hammer experimentalmente.

—¡¡Wow, wow, wow, wow! ¡Alto!! —Hammer agita las manos frenéticamente.

—¿Qué pasa? ¿No que yo era el fotógrafo?

Siv baja la cámara, confundido.

—¡¡Sí, lo eres! ¡Pero en los momentos donde tengo acción!!

—...Qué.

Siv se queda en total silencio. Hammer solo sonríe con esa expresión que promete complicaciones.

—¡La mejor manera de captar la imagen perfecta no es que me quede parado posando! ¡Es tomándola en plena acción! Después de todo, las fotos más geniales de All Might son cuando está en pleno combate.

Siv se queda procesando la información.

—Sí... no creo que sea así de simple...

—¡Yo soy el jefe! —declara Hammer inmediatamente, cruzándose de brazos.

—...Pero si debo tomarte fotos en plena acción... ¿cómo diablos voy a estar ahí cuando luches?

Hammer suelta una carcajada y entonces, con fuerza desbordante, exclama:

—¡Te voy a cargar cuando escuche que hay problemas!

—Ni en mis sueños —responde Siv categóricamente, comenzando a alejarse.

Y nuevamente comienza la súplica desesperada de Hammer, persiguiéndolo hasta que Siv se detenga.

—¡¡Obviamente no te voy a poner en plena zona de combate, maldición!! —grita exasperado— ¡Tú me dirás dónde debo dejarte, y mientras yo voy a enfrentarme al villano de turno, tú vas a estar sacándome fotos desde una distancia segura!

Siv busca desesperadamente una manera de escapar de esta situación.

 

(Por Dios... ¿por qué acepté? ¿Por qué...?)

 

—No quiero ser visto... —murmura, más para sí mismo que para Hammer.

Los ojos de Hammer se iluminan como faros. Rápidamente mete la mano en una bolsa y grita con dramatismo teatral.

—¡¡ADMIRA MI SÚPER TRAJE OCULTO!!

Saca literalmente un cubrebocas negro y unos lentes de sol baratos.

Después de hurgar un poco más, extrae una sudadera gris con capucha, claramente usada.

—Pensé en todo... —declara con brillitos en los ojos, claramente orgulloso de su "genialidad".

—Voy a parecer un acosador con esto...

¡¡GHRAAAAAAAAAAAA! ¡NADA TE CONVENCE, MALDICIÓN!!Hammer grita al aire, completamente exasperado.

En ese momento, su comunicador comienza a emitir estática. Una voz urgente se filtra a través del ruido.

"Robo en progreso, Banco Central, calle..."

Hammer se concentra en escuchar la dirección mientras se ajusta el equipo.

—¡¡Rápido, Siv! ¡Debemos ir!!

—Yo...

Hammer alza una mano para silenciarlo, enfocándose en la transmisión.

"...confirmamos rehenes en el interior..."

—¿¡Rehenes?!

Hammer se comunica inmediatamente con el oficial que transmitía la información. Siv escucha con claridad esa palabra que le hiela la sangre.

Rehenes.

Mira la cámara en sus manos por un momento que se siente eterno.

"¡¡PORQUE ALGUIEN NECESITA AYUDA CUANDO DEJA CAER SUS LÁGRIMAS!!"

Su expresión se endurece…

¿Por qué yo...?

—Disculpa, Siv, tengo que irme. Hay rehe—

—¡¡Espera!!

Hammer se queda inmóvil, abre los ojos de par en par al ver cómo Siv comienza a ponerse el "disfraz" que ha traído.

—Iré.

A Hammer le explotan las lágrimas instantáneamente. Con su voz quebrada por la emoción, le grita a Siv que muchas gracias, pero Siv se sube inmediatamente a su espalda y le grita.

—¡Vamos ya!

Hammer se pone serio. Una sonrisa determinada cruza su rostro mientras sujeta con firmeza a Siv.

—¡¡Agárrate bien!!

Hammer flexiona las piernas. Siv observa cómo las hojas caídas de los árboles cercanos comienzan a moverse por la presión del aire.

Y entonces Hammer da un salto monumental hacia el cielo.

El mundo se convierte en un borrón de viento y velocidad. Hammer se impulsa hacia adelante con fuerza sobrehumana. Siv se aferra con todas sus fuerzas, sintiendo cómo el aire le golpea el rostro a través del cubrebocas.

Ha pasado un mes...

Un mes desde que ya no hablo con Izuku...

Un mes...desde que ese idiota me confundió...

Chapter 6: Confuso

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Capítulo 6

"¡¡PORQUE ALGUIEN NECESITA AYUDA CUANDO DEJA CAER SUS LÁGRIMAS!!"

Las palabras de Izuku se escuchan una vez más en la mente de Siv. Su expresión se endurece, aferrándose con más fuerza a Hammer. En el sitio del robo, varios héroes conocidos ya han arribado, pero no los necesarios para enfrentar la situación.

—¿¡Qué no puedo entrar?! —protesta un héroe mirando hacia la entrada bloqueada.

—Tch... —chasquea la lengua, frustrado.

Un oficial se acerca con información actualizado:

—Hay cuatro individuos con quirks peligrosos. El más letal es uno que expulsa veneno tóxico.

Dentro del banco, los atracadores esperan con paciencia calculada. El usuario del quirk de veneno permanece sentado tranquilamente, una sonrisa siniestra dibujada en su rostro.

—Si no cumplen el trato, ejecutamos a uno en quince minutos. ¿Entendido? —declara uno de los subordinados, los demás enseguida aceptan

En un edificio apartado, justo detrás de la calle principal, Hammer aterriza suavemente. Siv baja de su espalda y dirige la mirada hacia el edificio del banco.

—Ugh... —Hammer evalúa la situación— Uno tiene quirk de veneno. Es extremadamente peligroso si nos acercamos demasiado. Necesitarían a un usuario de quirk de velocidad, pero los que conozco no están en Japón ahora mismo…tambien escuché que All Might anda algo ocupado...

Se gira hacia su nuevo compañero.

—¿Tú qué opinas, Siv?

Siv lo mira con expresión neutral.

—A mí no me preguntes. Solo soy tu fotógrafo.

Hammer se queda callado por un momento, pero por dentro, una emoción cálida lo invade. “Siv aceptó ser mi fotógrafo”, piensa con gratitud.

—Ah... —La expresión de Hammer cambia—Sé que lo dije, pero la situación cambió un poco de más, Siv.

Siv lo mira con confusión.

—No voy a ponerte en peligro. Lo siento... tal vez pueda ser en otro momento.

Siv abre la boca para responder, pero antes de que pueda articular palabra, Hammer ya ha despegado, volando hacia la calle principal.

Siv se queda parado ahí.

Solo.

En la azotea de un edificio desconocido, con una cámara profesional en las manos y el viento moviendo ligeramente su ropa improvisada de "fotógrafo encubierto".

Mira la cámara por un momento largo, sintiendo su peso. Luego dirige la vista hacia el frente.

En la calle principal, la actividad heroica se intensificaba.

—Ya veo... toma de rehenes —murmura una voz autoritaria.

La Heroína Dragón, Ryuko, había llegado a la escena, analizando rápidamente los informes que le entregaban.

—Vamos a—

—¡Oi!

En ese momento, Hammer desciende del cielo. Los oficiales alzan la mirada mientras el héroe aterriza con un ligero trote hacia Ryuko.

—Hola, Ryuko-chan.

—Harakata-san —responde Ryuko con profesionalismo cortés.

—Hammer.

Un oficial se acerca inmediatamente a actualizar la situación.

—Ah, ya escuché la situación camino hacia aquí. Un villano con quirk de veneno... es extremadamente peligroso. ¿Sniper está en camino? —pregunta Hammer, dirigiéndose al oficial.

—¡Sí! El héroe Sniper está llegando. Solo necesitamos que mantengamos la visibilidad lo más despejada posible —responde el oficial con urgencia.

Hammer asiente, comprende la estrategia.

—Ryuko-chan, creo que tengo un plan por si esto llegase a fallar.

Lárgate, lárgate, lárgate, lárgate...

¿Por qué diablos no te estás largando?

QUE TE LARGUES.

Siv sale abruptamente de su trance y dirige la mirada una vez más hacia el banco. Sus ojos bajan a la cámara en sus manos, y lentamente comienza a aferrarla con fuerza.

—Soy un quirkless... —murmura— No, no debería estar pensando en...

Un recuerdo brota súbitamente: la risa contagiosa de Izuku y su emoción desbordante mientras le cuenta que quería ser un gran héroe.

"¿Y tú, Siv?"

Izuku lo mira mientras mastica su hamburguesa.

"¿Yo?" ha preguntado Siv, confundido.

"¿Tú no quieres ser un héroe?"

Siv ha guardado silencio, contemplando su comida.

"No. ¿Por qué desearía ser un héroe siendo quirkless? Me parece inútil.”

Izuku se ha quedado callado, riéndose nerviosamente.

"¿Por qué quieres ser un héroe, Izuku? No lo entiendo. Tú no tienes quirk, y aun así lo piensas. Deberías dejarlo. No es bueno llenar la imaginación con esos sueños."

Siv ha tomado su gaseosa, bebiendo mientras espera la respuesta.

Izuku ha comenzado entrecortado, pero luego encontró su voz.

"No quiero quedarme atrás. Todos tienen un gran sueño, incluso si no es ser un héroe. Yo no quiero quedarme atrás, no en un mundo lleno de sueños. El mío es un sueño más que se cumplirá."

Siv permanece en silencio.

"Igual no es como si..." ha comenzado a decir.

Una imagen dolorosa se forma: Siv e Izuku caminan juntos, pero Izuku avanza cada vez más, alejándose... "tú te quedases atrás."

Luego Izuku desaparece, solo queda Siv completamente la oscuridad del sito.

Siv sale bruscamente del recuerdo y de esa imagen torturante. Mira fijamente el edificio del banco por un momento…

Y simplemente se da la vuelta.

Chapter 7: Excéntricos

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¿Qué diablos... estoy haciendo?

Siv camina lentamente y en silencio por el callejón que conecta directamente con el banco. En cualquier momento, un villano puede emerger de las sombras.

¿Qué demonios trato de hacer?

Se cuestiona nuevamente. Dentro del edificio puede haber un villano con quirk auditivo—alguien con ecolocalización, tal vez incluso uno con quirk de murciélago.

Qué...

Iba a formularse la pregunta otra vez cuando una voz lo interrumpe.

—Oye, chico, ¿estás intentando volverte uno de esos jóvenes héroes?

Siv se tensa violentamente. La voz... viene de arriba. Lentamente alza la vista, sus ojos se abren gradualmente.

Una mujer se encuentra agachada sobre las escaleras metálicas de emergencia.

—Ah, supongo que sí intentas algo así —murmura ella, desplegando sus alas.

Ah... lo sabía…

 piensa Siv, y sale corriendo a máxima velocidad hacia la salida del callejón.

La chica no lo persigue. Solo se queda observando cómo Siv huye.

—Mhmmmm... —comienza a reflexionar— ¿Debería o no? Hmmmm... es mucho trabajo, pero me recompensarían bien... ¿Qué hago?

Lentamente deja de agacharse, permitiendo que su cuerpo comience a caer en picada.

—Ah... ah... aghhh... —jadea Siv, corre con toda su fuerza. Ya casi puede ver la salida del callejón.

—¡¡OI!!

Pero encima suyo, la chica ya está ahí.

—Ah, supongo que tengo que atraparte.

Siv se queda inmóvil. ¿En tan solo segundos le alcanzó?

—Qué injusto... —murmura.

Fue tomado por la nuca de su camisa. La mujer sale al frente, donde héroes y oficiales aguardan. Lentamente, todos dirigen la mirada hacia esa figura.

Hammer abre los ojos desmedidamente.

—¡¡TIENE A UN CHICO!! —grita un oficial.

Inmediatamente, un héroe se lanza a la acción.

—Upg... —La mujer murciélago gira hacia adelante, usando a Siv como escudo.

—¡¡GUHG!! —El héroe logra detenerse justo a tiempo, pero gracias a esa vacilación, recibe una patada en el rostro, después otra más, y finalmente un rodillazo que lo arrastra hacia atrás.

La mujer aterriza suavemente, sujetando a Siv firmemente en sus brazos.

—Escuchen, escuchen... tengo un chico. Parece que se intentó hacer el héroe o algo por el estilo —La mujer exhibe a Siv, quien intenta liberarse inútilmente— Hagan caso a los negocios del jefe, porque vamos a matar a alguien pronto si no cooperan.

Con lentitud, alza el cabello de Siv que cubre su cuello, acerca sus dientes.

—¡¡ESPERA!! —Hammer se lanza adelante, extendiendo la mano desesperadamente.

—Mi quirk es murciélago. Necesito alimentarme a veces, y eso significa sangre... Soy la Verduga aquí. Cooperen o este chico muere.

Siv mira hacia Hammer. Hammer se pone tenso, trata de procesar todas las opciones posibles.

—Ya regresa, Hamari... —Una voz autoritaria se inyecta en su cabeza…oh en sus oídos.

La mujer murciélago se queda callada y entrecierra los ojos.

—Voy.

Sale disparada hacia el cielo, luego hacia la terraza del banco. El techo está abierto. Se lanza hacia la apertura y aterriza sobre el suelo reluciente del interior.

—Traigo un nuevo rehén —menciona, empujando a Siv hacia adelante.

Mocoso.

Una voz cortante se adueña del espacio. Para Siv, el mundo circundante se desvanece, reducido únicamente a una hoja deforme y afilada aproximándose peligrosamente a su garganta. Gira bruscamente, pero solo encuentra a Hamari alzando una ceja con curiosidad.

—Lo percibiste... —murmura el con interés.

Siv dirige la mirada al frente. Un hombre permanece sentado, evidentemente de estatura imponente. La mitad derecha de su rostro se consume en humo negro; el lado restante conserva rasgos humanos normales.

—¿Intentaste hacerte el héroe? Los jóvenes que aspiran al heroísmo perecen de maneras estúpidas... tú lo intentaste.

Se incorpora y avanza hacia Siv hasta arrodillarse frente a él, posando una mano sobre su cabello.

—¿Cuál es tu quirk?

Silencio absoluto. Ni una sola palabra emerge de los labios del chico.

—¿No deseas revelármelo?

Siv intenta articular algo, pero las palabras se niegan a formarse.

—Oyeeeeee... creo que es tu atmósfera... —interviene Hamari, agachándose junto a Siv— Deberías dejarlo tranquilo.

Sonríe mientras observa a su superior. El hombre se irgue lentamente.

—Yuko.

—¿Mhm? —responde una voz desde el otro extremo.

Sentada en una silla, otra mujer termina de degustar un trozo de pastel.

—¿Ahora qué necesitas? —pregunta sin pudor alguno, depositando el plato a un costado.

—Acércate y analiza el quirk de este crío.

Yuko suspira, abrumada por la carga de trabajo. Se levanta de su cómodo sofá y se dirige hacia Siv.

—Te insisto, jefe: este negocio de venta de quirks fracasará en Japón. Es una molestia porque... ¿ah?

Aunque ha colocado su palma sobre la frente de Siv, no detecta reacción alguna.

—¿Eh? —La mujer frunce el ceño, concentrándose intensamente— Mhmfffffffff... oye, si posee un quirk que bloquea intrusiones, déjalo ya.

Yuko se irrita levemente.

—Y-yo... —Siv intenta balbucear.

—Oye... —Yuko ahora emplea ambas manos sobre la frente del muchacho. Ni así consigue penetrar.

—¿¡AH?! ¡Oye, deja de resistirte o te elimino!

—¡¡YO NO TENGO QUIRK!!

El recinto completo se sume en un silencio sepulcral.

—¿No... posees quirk? —Yuko contempla a Siv con asombro, retirando sus manos.

—Un... quirkless —Hamari observa a su jefe, quien exhibe una expresión estupefacta.

—Un quirkless... —repite el líder. Entonces, una sonrisa se dibuja en sus facciones— Es perfecto.

Hamari sonríe maliciosamente. Yuko siente una punzada de lástima por el chico, pero luego dirige su atención hacia su superior.

—¡¡HAMMER, DEBE DETENERSE!!

Los oficiales intentan contener con todas sus fuerzas al héroe, pero resulta imposible.

—¡Ese muchacho está en peligro mortal! ¡Debo rescatarlo inmediatamente!

Hammer aparta cuidadosamente a los oficiales, moviéndolos y sujetándolos como si fueran sacos de arena.

—¡Debe comprender que no estamos completamente seguros de sus quirks, señor! ¡No podemos actuar sin los héroes profesionales adecuados!

Hammer está a punto de liberarse cuando una garra dragonica lo sujeta firmemente.

—¡¡RYUKO-CHAN!!

Hammer ruge, intentando zafarse, pero es inútil. Ya no puede competir contra la fuerza descomunal de un dragón.

—Cálmate, Harakata-san.

Ryuko atrae al héroe hacia sí, clavándole una mirada severa que destila reproche.

—Estás actuando demasiado histérico nuevamente. Salvamos vidas por igual si esperamos el momento oportuno... eso debe quedar grabado en tu mente.

Harakata permanece inmóvil. “Aunque esperemos, nosotros salvamos las vidas igualmente...”  El eco de una voz femenina y anciana resuena brevemente en su memoria.

Harakata se muerde el labio con violencia y enfrenta la mirada de Ryuko.

—¡¡Pero ese chico se encuentra en aprietos críticos!! ¡No puedo simplemente aguardar! ¡¡Debemos actuar ahora mismo, Ryuko-chan!!

Harakata vocifera con desesperación, comienza a forcejear contra la sujeción.

—¡Contrólate ya, imbécil!

Ryuko estampa con brutalidad a Harakata contra el pavimento. El héroe queda semi-paralizado. La mano de Ryuko retorna a su forma humana, mientras una cola dragonica emerge por debajo de su qipao, enroscándose alrededor de Harakata.

—Conozco perfectamente lo que es la tensión, Harakata... Los dos... sabemos muy bien cómo se siente la presión en estos momentos... pero... sí actuamos precipitadamente... empeorará. Puede deteriorarse otra vez.

Harakata se enmudece, visiblemente tiembla por la impotencia. Sus párpados se cierran con violencia, luchando por contener la avalancha de emociones.

—¿Necesita...? —Un oficial se aproxima, preguntando si requería una silla.

Ryuko niega con un gesto.

Una puerta se abre bruscamente y Yuko empuja a Siv hacia el interior con el pie.

—¡Ah! ¡Dios! —Una mujer anciana y otros adultos reaccionan con alarma.

—¡Al menos tenga modales con los jóvenes! —protesta la anciana.

Yuko exhala con hastío.

—Cállese, señora. Solo cumplo órdenes, y eso ya resulta bastante agotador. Ustedes limítense a permanecer ahí como buena mercadería... es decir, en silencio.

Yuko cierra la puerta. Por última vez, dirige la mirada hacia Siv.

—¿Te encuentras bien, muchacho? —Un hombre se aproxima para ayudarlo a incorporarse.

—¿Qué...? ¿Por qué hay tantas personas aquí? —Siv examina los alrededores, observando numerosos individuos: adultos mayores, jóvenes adultos... incluso dos niños.

—Nos confinaron en este lugar —explicó la mujer anciana acercándose. Con su dedo índice congela una pequeña porción de la herida en la nuca de Siv.

—Ah... Gracias —responde, girándose para hacer una reverencia.

—Todos aquí... —Siv vuelve a contemplar el grupo.

—Así es. Todos poseemos quirks que ellos consideran valiosos. Yo manejo hielo como habilidad.

Un hombre alza la mano.

—Yo puedo crear vacíos dimensionales.

La niña que acaricia la cabeza de su hermano menor levanta su brazo.

—Yo genero llamas, pero llamas violáceas.

—(Llamas violáceas) — reflexionó Siv —(Eso alcanza temperaturas superiores al fuego común)

—Esperen... todos aquí entonces...

Todos asienten.

—Cada uno posee quirks de nivel urbano, o incluso nacional... En resumen, chico—

—¡¡NO VAN A VENDERNOS!! —Una voz femenina ruge desde atrás.

Todos se giran para ver a una mujer rubia avanzando rápidamente hacia el frente, posicionándose ante Siv y alzando la vista.

—¡Esos imbéciles nos encerraron porque pretenden comerciarnos! ¡¡Pero eso jamás sucederá!! —Inmediatamente adopta la pose característica de All Might— ¡Porque yo estoy aquí! ¡Así que dejen de hablar de venta como si ya se hubieran rendido!

Eleva su voz con determinación.

—Y-ya... ya comprendimos, KakuIdō. N-no es necesario vociferar —un hombre intenta apaciguar a la rubia.

Ella suspira pesadamente.

—¡Me llamo KakuIdō Shimashita! ¡Mi quirk es capaz de manufacturar...! ¡¡ARMAMENTO NUCLEAR!!

Señala hacia arriba. Todos se sobresaltan inmediatamente.

—¡O sea que soy nivel nacional! ... ¡NO, NIVEL PLANETARIO! —sonríe y enfoca su atención en Siv.

—(Está... demasiado entusiasmada con eso)piensa él.

—Tú debes poseer también un quirk fascinante para que te hayan seleccionado como mercancía.

Desde la retaguardia, otra voz se aproxima.

—Ah —Siv observa cómo un muchacho de cabello blanco puntiagudo se acerca. Es considerablemente alto.

—Naitte —KakuIdō mira inmediatamente al chico, irritada sin razón aparente.

—Disculpa mi aparición repentina. Me llamo Naitte. Mi quirk es... extraer el oxígeno...

Por algún motivo, Siv experimenta un frío putrefacto recorriendo su columna vertebral. KakuIdō siente lo mismo.

—Oye, pero no te espantes, que luego me da lástima —Naitte suelta una risa suave, pero inmediatamente recibe un puñetazo en el estómago cortesía de KakuIdō.

—¡Imbécil! —vocifera ella.

Naitte suspira agitadamente.

—¿Q-qué hice esta vez? —murmura, intentando recuperar el aliento.

—Este idiota resulta ser mi hermano... por cierto —KakuIdō se aproxima más a Siv, como tratando de recordar algo No te vi dentro del banco cuando esos desgraciados irrumpieron.

Los demás intercambian miradas. Es cierto: ninguno ha visto a este muchacho durante el momento del confinamiento masivo.

—Ah... bueno... este... —Siv se ruboriza inmediatamente, buscando palabras adecuadas. No desea revelar que ha intentado infiltrarse en el lugar.

Se queda mudo. No sabe exactamente por qué ha venido hacia aquí.

"¡¡PORQUE ALGUIEN NECESITA AYUDA CUANDO DEJA CAER SUS LÁGRIMAS!!"

Su expresión se ensombrece súbitamente.

—No... no... —murmura.

KakuIdō arquea una ceja, visiblemente desconcertada.

—Bah, da igual. Esto no habría ocurrido si este estúpido no me hubiera impedido actuar —dirige la mirada hacia su hermano.

Naitte se ríe y incorpora.

—Debía hacerlo. Tú eres la verdadera idiota aquí. Ibas a pulverizarnos a todos si empleabas tu quirk.

KakuIdō se enfurece y le propina una patada que lo obliga a arrodillarse.

—¡Puedo controlar la detonación, imbécil! ¡¡Incluso la intensidad!! —ruge, exasperada.

—Aun así... —Una voz anciana resuena.

Tanto KakuIdō como Naitte se tensan. Un anciano avanza hacia esos dos jóvenes.

—Es ilegal, KakuIdō. Además de la ilegalidad, ibas a destruir tu propio organismo. No eres capaz de resistir ni la más mínima explosión.

KakuIdō aprieta los puños con violencia, pero se contuvo y se cruza de brazos.

—Disculpa la actitud de mi nieta, jovencito. ¿No te causaron daño adicional?

Siv se muestra perplejo ante la pregunta.

—No... no me hicieron nada.

KakuIdō y Naitte examinan a Siv, inspeccionándolo por todos los ángulos.

—Ah, tiene razón. Nada... —KakuIdō observa al anciano.

—¿A-a qué se refieren con eso? ¿A ustedes les causaron daño?

Todos enmudecen. El anciano entonces se alza la camisa. En su pecho luce una marca: un círculo con diversos símbolos resplandecientes.

—Además de esos tres, hay dos villanos adicionales: uno que secreta veneno y otro... es quien nos implantó esta marca.

Siv permanece inmóvil. Una marca que todos poseen sin excepción, pero... ¿él no? ¿Tendría relación con su condición de quirkless?

Recuerda vívidamente la expresión de euforia de ese sujeto momentos antes—una expresión como si hubiese acertado la lotería. Eso... provoca que un escalofrío recorra todo su organismo.

Y nuevamente, otra vez esa sensación de hoja afilada. Siv lleva inmediatamente su mano hacia la garganta, sin palpar nada... pero sabe que algo ha rozado su cuello hace instantes.

Afuera, el villano contempla hacia aquella habitación.

—Qué fascinante... —murmura el hombre, reflexionando sobre la recompensa extraordinaria que podría obtener.

Chapter 8: ¿Inutilidad?

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—¡Entonces puedes convertirte en nuestro punto ciego! —KakuIdō señala con su índice directamente a Siv.

Siv permanece callado.

—¿Qué?

KakuIdō exhala con irritación.

—Estoy convencida de que esta marca que portamos todos nosotros... funciona como algún tipo de rastreador, por si alguien intenta fugarse.

Los demás concuerdan que esa hipótesis tiene sentido.

—O también podría tratarse de alguna clase de marca para teletransportación... —Naitte alza la mano para compartir su teoría.

—¡Es posible! —responde un hombre inmediatamente— Ah, disculpen —se excusa primero— He presenciado numerosas veces esta clase de quirk, ya que trabajo en la policía como parte de un grupo especializado. Esta marca que poseemos tal vez sea exactamente eso: una marca de teletransportación que el usuario coloca en alguna ubicación específica... tal vez la segunda marca ya esté establecida aquí en el banco.

KakuIdō y Naitte enmudecen. Eso... puede ser verídico.

—Si esa hipótesis es correcta, entonces no podemos hacer nada —habla el anciano de inmediato.

—¡Pero abuelo! —vocifera KakuIdō.

El mayor la silencia instantáneamente con un golpe en la cabeza.

—Dejen de elaborar estrategias. No tienen ni la más remota oportunidad contra esos villanos del exterior. Una es vampira, otra, aunque no posea un quirk poderoso, tiene experiencia en artes marciales. Uno incluso secreta humo tóxico... y el más peligroso, sin lugar a dudas, es el líder.

Siv se tensa. Es cierto... entre los tres que ha visto inicialmente, ese hombre perece ser el más letal de todos…aún puede percibir una hoja afilada cerca de su garganta. Por reflejo, lleva la mano hacia su cuello.

—¡Pero si no actuamos seremos vendidos! —KakuIdō confronta al anciano inmediatamente— ¡Si simplemente permitimos que hagan lo que desean, nos transportarán a quien sabe dónde! ¡Seguramente seremos torturados o algo peor! ¡¡YO NO PIENSO SER VENDIDA!! ¡¡NO CUANDO YA TENGO MI SUEÑO DE SER UNA HEROÍNA!!

Siv guarda silencio. El anhelo de esa chica es convertirse en heroína... bueno, tiene lógica. Ella posee un quirk suficientemente poderoso como para dedicarse al heroísmo.

—Es cuestión de aguardar, KakuIdō —declara el anciano.

La chica aprieta los puños con violencia.

—¡No pienso esperar hasta que los incompetentes del exterior nos rescaten! —Inmediatamente señala hacia Siv— ¡¡SIV ES NUESTRA CARTA DECISIVA!!

Siv se sobresalta. ¿Él, la carta clave ante toda esta situación?

—Es... verdad —murmura una mujer adulta.

—Sí... el muchacho podría ser una oportunidad.

Muchos comienzan a respaldar a KakuIdō. Siv permanece allí, contemplando a toda esa gente afirmar que la joven tiene razón respecto a él.

Se sume en silencio.

(Yo... ¿una carta decisiva?) reflexiona (¿Un quirkless siendo elemento clave?)

—No.

Instantáneamente todos se callan.

El anciano se incorpora del suelo.

—Deberían avergonzarse. ¿Cargarle el peso de ser alguien crucial a un menor?

Los adultos que han afirmado que Siv puede servir se callaron; algunos incluso se disculpan con el muchacho.

—¡¡PERO SÍ LO ES!! —KakuIdō ruge enfurecida.

Naitte inmediatamente trata de apaciguarla.

—¡Con ese quirk, Siv podría ser útil! —KakuIdō se zafa del agarre de Naitte, aproximándose a su abuelo.

—Siv, no posees un quirk, ¿verdad?

KakuIdō dirigió inmediatamente la mirada hacia Siv.

—¿Qué demonios estás diciendo, anciano? —le confronta.

—Sí... tiene razón. No poseo un quirk... yo no tengo habilidad alguna. Soy... un quirkless.

Todos excepto el anciano permanecen mudos…un quirkless...

—¿Cómo lo supo? —La mirada de Siv y su tono cambian. Parece sereno, pero internamente, el anciano sabe perfectamente que le duele afirmar.

—Se te notaba desde la distancia —responde el mayor— ¿Aún desean arriesgar a una persona común?

Siv se levanta del suelo, suspirando con cansancio ante esta situación.

(Maldición... espero que mamá y papá no se estén preocupando...)

Bueno, ya puede presenciar... qué nostálgico. Puede observar el rostro de todas esas personas volverse incómodas; algunos incluso evitan mirarlo.

Un quirkless.

Comienzan incluso murmuran entre sí.

—¿Realmente existe gente sin quirk hasta el día de hoy?

"¡Siv es un quirkless!"

"¡Chico sin don, chico sin don!"

"¡Oye, Siv, no juegues tan bruscamente con tus compañeros, pueden lastimarte!"

"No es mi culpa que hayas nacido siendo un quirkless, Siv"

Es exactamente igual que siempre. Siv sonríe incómodamente, sintiendo cómo toda esa gente se aparta. El anciano continúa reprendiendo a los presentes, pero esas palabras llevan un tono que marca la inutilidad en Siv.

—¡¡Y A MÍ QUÉ ME IMPORTA QUE SEA UN QUIRKLESS!!

Siv abre los ojos abruptamente. Los demás adultos y el abuelo de KakuIdō se quedan estupefactos. Mira hacia ella... esta furiosa.

—¡¡SIENDO QUIRKLESS O NO, SIGUE SIENDO NUESTRA MALDITA CARTA DECISIVA PARA ESCAPAR DE ESTO!! —KakuIdō se posiciona frente a Siv— ¡Si tiene o no un quirk, me importa una mierda! ¡¡Siv no tiene la marca y es una carta clave para que todos podamos salir de aquí, maldita sea!! ¿¡ACASO SE VUELVE INÚTIL SI NO POSEE UN QUIRK?!

Todos enmudecen.

Siv contempla fijamente a KakuIdō... su cuerpo tiembla ligeramente.

“¿¡ACASO SE VUELVE INÚTIL SI NO POSEE UN QUIRK?!”

Lentamente, su mano se dirige hacia su pecho, pero se detiene. Se detuvo a tiempo.

—La impetuosa tiene razón —Naitte toma a Siv por los hombros, sonriéndole y luego dirigiéndose a los presentes— Siv es nuestra clave para que todos escapemos de aquí.

—Ah —El oficial se adelanta— Ella tiene razón…Siv es nuestro elemento crucial para la fuga.

El oficial inmediatamente hace una reverencia hacia Siv.

—Disculpa que... tengamos que recurrir a ti.

Se irguió nuevamente.

—Perdóname —murmura una mujer, realizando la misma reverencia y posicionándose junto al oficial.

—S-sí, tiene razón. Siv-Ani es nuestro medio de escape —La niña junto a su hermano menor se aproxima a Siv y ambos se inclinan respetuosamente.

—O-oigan... —El muchacho se pone nervioso. De repente está recibiendo múltiples reverencias.

—¡¡N-no es necesario que hagan eso cada vez que se acercan a mí!!

—¿No es evidente por qué lo hacen? —Siv se calla. Un doctor realiza la reverencia— Se están disculpando por haberse comportado de manera incorrecta... KakuIdō nos abrió los ojos a base de sus gritos.

Le da una palmada a Siv en los hombros y luego se coloca al lado de Naitte. Así continúan durante varios minutos: la mitad de la gente se alinea del lado de Siv.

—Anciano, si deseas pudrirte aquí, adelante —KakuIdō observa al mayor del grupo que aún no acepta la situación.

Él simplemente cierra los ojos, camina hasta el extremo del lugar y se sienta.

—Mhm —KakuIdō entonces se gira hacia su equipo— Muy bien, incompetentes, vamos a comenzar a planificar algo... espero que al menos tengan alguna contribución que hacer.

 


 

—Estoy en posición.

Un revólver apunta hacia el frente, la luz solar ilumina el metal pulido.

—¡Sniper-san! —se comunica un oficial.

—Disculpen la demora. Los recompensaré con un único disparo hacia el jefe final.

Gira su revólver y apunta. Kilómetros de distancia del banco, pero puede ver perfectamente al villano.

—Un disparo limpio al cuello. No te matará, pero tampoco será agradable.

De repente, todo a su alrededor se torna... gélido. Miles de espadaso millones—acarician su piel. Las hojas desgarran su carne, pero con un frío asquerosamente intenso, sin rastro alguno de calidez.

—?!

Inmediatamente Sniper mira hacia atrás.

(¿Qué diablos fue eso?) se pregunta mentalmente.

Vuelve a enfocar hacia adelante, solo para contemplar... los muslos de una mujer.

Alza lentamente la vista.

—Oh, vaya. No creí que los héroes fueran tan pervertidos.

Una mujer que porta un uniforme característico de oficinista.

—¿A ti también te agradan los revólveres, Sniper-chan?

Esa mujer señala con su índice.

—Bang.

Un revólver colosal aparece en el cielo.

—?!

Desde la distancia, todos escuchan una explosión devastadora. Inmediatamente dirigen la mirada hacia atrás.

—¿¡AH?!

El edificio donde se supone que debe estar Sniper se encuentra completamente demolido, y aquel revólver gigantesco en el cielo se desvanece gradualmente.

—¿¡Sniper-san?! ¿¡Qué ocurrió, Sniper-san?!

Un oficial intenta establecer comunicación... no consigue escuchar nada.

—Tengo complicaciones aquí... —Sniper suspira agitadamente.

La mitad de su cuerpo ha quedado destrozado. Vomita sangre.

—Tenemos... otra villana...

Todo su organismo se tensa. Inmediatamente se lanza hacia atrás. Una bala poderosa sale disparada, derritiendo violentamente el suelo debido a la potencia y el calor. La terraza completa explota con fuerza, y Sniper sale propulsado por la onda expansiva.

—Tch...

Intenta equilibrarse de inmediato, cayendo sobre el techo de otro edificio.

—?!

Todo se oscurece. Mira hacia arriba y pudo distinguir el revólver nuevamente, pero solo el cañón...

—Es... ES EL DOBLE DE ENORME QUE EL ANTERIOR.

Sniper no puede esquivar semejante potencia. Además, eso puede arrasar la mitad de la cuadra.

La mujer sonríe maliciosamente, preparada para culminar su parte, pero fue interrumpida oportunamente por Hammer, quien llega volando y propina un puñetazo devastador al revólver, desviando el disparo. La potencia sale proyectada hacia el suelo. El poder destructivo fue tan monumental que aire condensado emerge, destrozando los cristales de los edificios circundantes. El revólver comienza a desaparecer de nuevo.

—Harakata... —murmura Sniper, mientras escupe más sangre.

—Tranquilo, llegué justo a tiempo.

Desde la ubicación del banco, Ryuko suspira aliviada ahora que Hammer ha arribado para auxiliar a Sniper.

—Esto está más allá de lo que podemos controlar... —Revierte su brazo a su forma humana— ¡Intenten llamar más refuerzos!

Ryuko despliega sus alas, se dispara al cielo y luego hacia adelante, preparada para el combate.

—Pues vaya desastre. ¿Fue acertado traer a Yahen? —Yuko observa cómo la heroína se aleja volando, luego a su jefe, quien ha terminado una llamada.

—Traigamos a la primera víctima.

Yuko obedece y comienza a avanzar hacia algún rehén.

Chapter 9: Revolución.

Chapter Text

Un hombre colapsa de rodillas frente a los oficiales. Llora desconsoladamente mientras lanza gemidos, contemplando a las fuerzas del orden.

—Ah... —Un oficial se aproxima inmediatamente hacia la persona.

—¡¡NO, DETÉNGANSE!! —ruge súbitamente el hombre.

Todos se tensan.

—¡¡Ninguno debe acercarse, se los suplico! ¡Por favor! ... Por favor... por favor...

Baja la cabeza mientras más lágrimas se estrellan contra el pavimento. Yuko suspira mientras cierra las puertas del banco detrás suyo.

—Bien. El primero fue despachado.

El líder observa la escena, luego dirige la mirada a los demás rehenes—rehenes que no están junto a quienes poseían quirks valiosos. Son personas con habilidades que él considera inútiles, o individuos con enfermedades que Yuko ha detectado mediante su quirk.

—¿Cuándo enviamos al siguiente rehén? —pregunta Yuko.

Faltan cinco minutos. En cinco minutos ya estará preparado y nos largaremos de aquí junto a la mercancía.

Yuko suspira, aliviada al menos de saber que finalmente se marchan del lugar.

—Qué alivio... ya me estaba hartando de este sitio.

—Oigan... —Tanto Yuko como el líder alzan la vista hacia el segundo piso.

La mujer murciélago permanece callada, luego enfoca la mirada hacia la puerta. Esa mirada claramente constituía una señal de algo.

—Yuko.

Yuko suspira y avanza hacia la puerta, extrayendo una pistola. Se acerca al marco, llevando su mano lentamente.

—¿Calor...?

Inmediatamente examina el aire acondicionado. Esta encendido y funciona correctamente. Luego dirige la mirada hacia la puerta... abre los ojos desmesuradamente e inmediatamente se propulsa hacia atrás.

La puerta vuela en fragmentos. Una multitud de personas sale corriendo.

—¡¡AHORA!! —vocifera el oficial, lanzando a la anciana con tremenda fuerza hacia arriba.

Ella apunta con su palma hacia una puerta y dispara un enorme glaciar que bloquea el segundo piso.

—¡PERO QUÉ- — Yuko grita retrocediendo.

—¡¡NAITTE!! —ruge KakuIdō.

—¡¡No necesitas recordármelo!! —responde él.

Inmediatamente corre a máxima velocidad hacia Yuko, iniciando con una patada seguida de golpes. Yuko esquiva los ataques con facilidad absoluta, identifica la oportunidad perfecta y con su palma golpea el puño del muchacho hacia abajo. Lo sujeta del brazo para girarlo y propinarle un codazo devastador en el rostro.

KakuIdō se acerca e intenta tocarlo, pero... pasa de largo. Aprieta con violencia el brazo derecho. Su extremidad completa comienza a resplandecer y emanar calor.

—BIGGUBAN...

El hombre ni se inmuta. No hace absolutamente nada. Observa y se prepara. KakuIdō, casi alcanzándolo, fue teletransportada.

—¡LO SABÍA! —ruge el oficial, examinando todos los ángulos.

No hay rastro de KakuIdō por ningún sitio.

—¡La marca que portamos es algo para teletransportación! —El oficial deja de reflexionar mentalmente e inmediatamente hace una señal a sus compañeros del exterior.

—O-oigan... ¿qué diablos está sucediendo? —murmura uno, confundido por qué ese sujeto ha hecho una señal de no entrar aun cuando... podían hacerlo.

—Sinceramente pensé que no tendrían la valentía de lograr algo así... No estoy enfurecido, y tampoco los eliminaré, pero eso sí... —El hombre comienza a acomodarse, apretando los puños con violencia— Los dejaré algo lastimados.

Inmediatamente se lanza hacia el oficial, ignorando completamente a quienes lo rodean.

Mierda…

Justo antes de alcanzarlo, una pared de acero se genera frente al líder. El hombre golpea la barrera, destrozándola de un solo puñetazo.

Mira hacia quien ha generado eso. Una mujer suspira aliviada.

—¡¡MUCHAS GRACIAS, YUKI!! —grita el oficial e incrusta un puñetazo poderoso al líder.

El oficial suspira aliviado. Su brazo ahora es de acero puro.

—¡¡AHORA SÍ QUE TE TENGO!! —KakuIdō aparece nuevamente, emanando aún más resplandor de su brazo derecho.

—¡¡EHHHHHHH!! ¡¡RECUERDA, KAKUIDŌ, NO SOBREPASES LA CARGA!!

KakuIdō... se desvanece otra vez.

De nuevo, piensa el oficial. Debido a su distracción, recibe un puñetazo que lo propulsa contra la pared, estrellándose brutalmente contra ella.

—¡¡No nos ignores!! —ruge un hombre, lanzando una ráfaga de proyectiles incandescentes hacia el villano.

Este pateó el acero para impulsarlo hacia arriba, lo sujeta para bloquear aquellas balas, y luego golpea ese metal contra el atacante. Después bloquea a otro que expulsa una descarga eléctrica masiva. Una vez que cesa la corriente, lo toma del cuello y le propina un golpe también con el metal, luego lo arroja hacia un hombre que está a punto de dispararle con su quirk de armamento. Muchos más se acercan al villano.

Vaya desperdicio —murmura, comenzando a combatir.

—¡Al suelo!

De una patada al rostro, Naitte fue estampado contra el pavimento. Inmediatamente se incorpora y evita una pisada de talón. Intenta dar una patada, pero Yuko, usando la tibia, logra bloquear el ataque.

—Qué lento eres —declara Yuko, propinándole inmediatamente una patada en el rostro.

Sujeta con fuerza del cuello a una persona invisible. Gradualmente la persona se materializa: una mujer.

—Muy visible —le dice, a punto de dejarla inconsciente de un solo golpe, pero su brazo fue sujetado por un látigo.

—No, no, no. ¿Así te gusta jugar? ¿Golpeando a mujeres mayores?

—¿¡AHH?! —La mujer anteriormente invisible se enfurece debido a ese comentario.

—¡Ven aquí!

La del látigo inmediatamente jala a Yuko hacia ella. Yuko salta para evitar un puñetazo.

—Oh, ya veo. Mhmm.

De su espalda salen disparados látigos con púas que sujetan su rostro y cintura. Con fuerza la estampa contra una mesa, la levanta y la estrella contra los cajeros automáticos.

—Qué terror —murmura Naitte.

—UGRRRRR, CARAJO —KakuIdō aparece nuevamente.

—¿Aún no puedes propinarle un solo golpe?

—No. Cada vez que estoy cerca me teletransportan.

—¿Y qué hay del usuario?

—Lo mismo. Cada vez que intento golpearlo, inmediatamente me teletransporta de vuelta al cuarto.

Naitte intenta reflexionar sobre algo, luego mira hacia el segundo piso.

—El usuario de la marca es el más complicado. Si tan solo pudiéramos derribarlo, estaríamos bien.

—¡¡CARAJO!! —Un hombre grita enfurecido, pateando la puerta repetidamente, pero resulta imposible abrirla.

—Deja ya de intentarlo, Murata. Nos encerraron aquí... pero fue muy estúpido.

Se ríe de forma endemoniada, continuando dibujando en un papel.

—¡Puedo escuchar todo el caos ahí afuera y quiero participar!

—Si lo hicieras, matarías a Yuko y a nuestro jefe, idiota.

—¡¡NO ME DIGAS IDIOTA, AFEMINADO!!

—¿¡PERDÓN?!

Los dos pegaron sus frentes con furia, a punto de golpearse mutuamente.

—Sería mejor si te apuraras en finalizar el ícono, Hiro.

De un conducto sale Hamari. La mujer suspira y vapor caliente emerge de su boca. Su cuerpo esta medio congelado.

—¡HAMARI-CHAN! —Murata se lanza hacia ella, pero recibe una patada y se estrella contra la puerta.

—Pensé que habías muerto, Hamari —comentó Hiro mientras continúa dibujando.

—Me agarró por sorpresa el escape de la mercancía... siendo bastante mayor y aún posee esa potencia.

Recuerda brevemente cómo la anciana se elevó por el lanzamiento de aquel oficial. Apenas pudo reaccionar cuando la anciana disparó ese hielo devastador. Milagrosamente logró escapar.

—Estamos encerrados aquí y—

Hamari fue interrumpida cuando la marca comienza a iluminarse. KakuIdō nuevamente está ahí.

—¡¡TE TENGO AHORA!! —grita, comenzando a iluminar con fuerza ambos brazos... pero desaparece al instante.

—¡¡MUÉRETEEEE!!

Le arrojan agua inmediatamente.

—¡¡MALDITA SEA!! —golpeó con tremenda fuerza una caja.

—Siv, no puedo acercarme. ¿Qué diablos hago?

KakuIdō inmediatamente mira a Siv. Siv está colocándole un casco a la niña.

—Listo. Todos están seguros ahora.

Luego de terminar, se incorpora para acercarse a KakuIdō.

—Al menos sabemos que sí es teletransportación... pero es uno muy rápido. Reacciona demasiado veloz.

KakuIdō chasquea la lengua, luego mira hacia el frente.

—Ya, voy a resolverlo. Carguen de nuevo agua en el balde.

Siv acata la orden y observa cómo KakuIdō sale disparada para intentarlo una vez más.

Siv permanece inmóvil ahí.

Chapter 10: Portales en show

Chapter Text

—Si se trata de un quirk para teletransportación, entonces deberíamos enfrentar al usuario y propinarle una paliza tan contundente que podría desactivar su habilidad.

El oficial deposita sobre el suelo una hoja con el boceto de alguien golpeando al usuario.

—El único problema —interviene Naitte— es que el usuario está en el segundo piso, subiendo las escaleras, junto a ese sujeto que secreta veneno. Si queremos tener oportunidad de lograr algo, deberíamos bloquear su salida con algo.

KakuIdō reflexiona sobre cómo podría conseguirlo.

—Yo lo haré.

—¿Abuelita?

KakuIdō abraza a la anciana de forma cariñosa. La mujer de edad avanzada sonríe.

—Por favor, no se preocupen si me fatigo. Voy a obstruir la salida de esos villanos de arriba para que no puedan escapar.

La mujer alza la mano y genera hielo sólido.

—Perfecto... la única manera de pensar en cómo alcanzar al usuario—

KakuIdō suelta una risa que puso atentos a los demás.

—Déjenmelo a mí.

—¿Cómo vas a hacerlo? —pregunta Naitte.

—Iré a golpear al líder final.

Silencio absoluto.

—Disculpen, ella se cayó de chiquita de la cuna.

Naitte inmediatamente recibe una patada en pleno rostro.

—Tal vez eso sí funcione —Siv termina respaldando a KakuIdō— Si ellos conocen cada quirk de ustedes, incluyendo el de KakuIdō... ella debe ser la más peligrosa entre todos aquí. Digo... no es tan cómodo tener de quirk poder nuclear.

KakuIdō se cruza de brazos orgullosamente.

—Así... si KakuIdō intenta golpear a ese hombre con su quirk, el usuario enseguida podría teletransportarla hacia aquí... o...


—Hacia el usuario —concluye KakuIdō.

Regresando al presente, KakuIdō corre a máxima velocidad, se lanza hacia arriba y cae en picada hacia el villano. Antes de tan siquiera impactar su puño, fue nuevamente teletransportada.

Desde su perspectiva, observa al villano alejarse—bueno, ella parece alejarse. Es como si estuviera viajando a velocidad luz por una extraña galaxia de estrellas resplandecientes, hasta que aparece donde el usuario.

Inmediatamente aumenta el porcentaje de su puño e intenta golpear al menos el techo para aturdir, pero fue instantáneamente teletransportada hacia el lugar donde la tenían cautiva a ella y otros más.

Enseguida le arrojan agua para enfriar su puño.

—Tengo un plan —declara.

Sale corriendo otra vez hacia el frente.

Chapter 11: Primeros pasos

Chapter Text

"Tengo un plan..."

rememora KakuIdō mientras acelera hacia el jefe. Sus dedos se contraen, el puño se aprieta con determinación.

—...¿Cuántas veces pretendes intentar esto? —murmura el villano en voz baja. Sin esfuerzo aparente, agarra a un civil que intentó atacarlo y lo arroja contra la pared como si fuese un saco vacío.

KakuIdō abre la palma y la cierra dos veces en rápida sucesión. Su brazo comienza a irradiar luz, intensificándose con cada latido. A pocos metros del objetivo, pivotea bruscamente—su pie izquierdo ancla el giro mientras su cuerpo se lanza hacia la derecha a velocidad explosiva.

El sujeto parpadea sorprendido.

(Es veloz...)

KakuIdō se materializa detrás de él, ya en el aire. Su pierna brilla con ese resplandor familiar que anuncia devastación inminente. La rodilla se flexiona, la cadera rota, todo su torso se comprime preparando una patada ascendente que podría atravesar concreto.

El villano gira lentamente—demasiado lento para ser natural.

Entonces sus miradas se encuentran.

Ese ojo vacío, desprovisto de vida. Sin preocupación alguna. Sin humanidad. La mirada de algo que dejó de ser persona hace mucho tiempo.

Un escalofrío recorre la espina de KakuIdō.

Todo se detiene.

Desde su perspectiva, la realidad comienza a distorsionarse. Las líneas se alargan, se curvan, se alejan como si alguien aplicara un zoom inverso al doscientos por ciento. Un segundo después, está nuevamente suspendida en aquella dimensión—esa galaxia imposible.

Estrellas infinitas la rodean. Giran. Pulsan. El lugar se mueve tan rápido que apenas puede captar detalles específicos antes de que cambien. Más vertiginoso que la vez anterior. La presión de la velocidad aplasta su pecho, comprime sus pulmones.

Y de repente... regresa junto al usuario.

Ella levanta su mano con parsimonia. Su dedo índice se extiende, apuntando hacia... el usuario.

Pero algo está mal.

KakuIdō siente un hormigueo extraño reptando bajo su piel. El costado derecho, justo entre la pelvis y las costillas—donde yace la marca—comienza a arder. No duele exactamente, pero pica…es intenso, muy molesto, como si miles de hormigas recorrieran ese punto específico.

Y entonces...

Desaparece.

En un parpadeo, solo existe esa galaxia extraña, ese vacío infinito repleto de estrellas.

Un instante después, está de vuelta donde algunos permanecen ahí.

Su brazo derecho erupciona en luz cegadora, brillando con intensidad triple.

—¡Hmp! —gruñe, preparando el impacto.

Justo a tiempo, la niña lanza el cubo de agua directo hacia ella. El líquido golpea su antebrazo y el resplandor se extingue como vela ahogada.

—¡¡Maldición!! ...Huh...

Fragmentos de memoria asaltan su mente…esa mirada. Ese ojo muerto clavándose en ella. La forma en que el villano la vio—realmente la vio—atravesando defensas que ni siquiera sabía que tenía.

Una revelación cristaliza su cerebro.

—¿Te sientes bien, Kakuidō-nesan?

La voz de la niña la arranca de sus pensamientos. KakuIdō exhala, componiendo una sonrisa genuina.

—¡Pues claro que estoy bien! ¡Tu hermana mayor siempre está al cien por ciento!

La niña sonríe también, la preocupación se evapora de su rostro.

—Abrazo mojado~ —canta KakuIdō con energía renovada, atrapando a la pequeña entre sus brazos empapados.

—¡JAJAJAJAJ NOOOO! —La niña se retuerce intentando escapar, pero los brazos de KakuIdō son una trampa cálida e inevitable.

—Vamos a salir de aquí. Te lo prometo —Las palabras salen con confianza pura.

La suelta con suavidad y echa a correr hacia la salida.

—Ughrr...

KakuIdō llega junto a Siv, completamente irritada de que ninguna estrategia esté funcionando.

—¿Ese era tu plan? —menciona Siv.

KakuIdō solo le lanza una mirada furiosa antes de volver a fijar su atención al frente.

—No entiendo cómo funciona esta maldita teletransportación. Me estoy perdiendo, carajo... —Comienza a trazar planes consecutivos en su mente. Necesita descifrar el mecanismo ya—Tal vez sea... la vista —murmura, rememorando el instante previo a ser arrastrada.

 

 

 

 

Naitte sale disparado contra la pared, pero justo antes del impacto, activa su quirk para redirigir el impulso hacia Yuko. Su brazo derecho se comprime, el codo bloqueado en ángulo perfecto para un gancho devastador. Yuko se desliza lateralmente con facilidad milimétrica, esquivando el golpe. Antes de que Naitte pueda reposicionarse, ella captura su pierna. Un giro fluido de cadera, rotación completa de torso, y lo estampa contra una de las sillas con fuerza brutal. La madera cruje.

Sin vacilar, Yuko avanza. Su puño desciende en trayectoria directa hacia la tráquea de Naitte—un golpe letal, técnicamente ejecutado.

Su mano se detiene.

La mujer de los látigos le envía un beso burlón a Yuko antes de tirar del brazo enredado, arrastrándola hacia ella con un jalón violento.

—¿Estás cómodo ahí? —pregunta KakuIdō, llegando junto a su hermano.

—Mucho más que intentando atacar de frente a un villano poderoso —responde Naitte.

KakuIdō le propina un trancazo.

—¡Estoy haciendo progreso! —Se cruza de brazos, observando al jefe final con diversión—Y creo que ya descubrí cómo lograrlo.

Eso capta la atención de Naitte. Gira la cabeza hacia atrás, mirando a su hermana.

—¿Ya lo descubriste?

KakuIdō sonríe con orgullo.

—Pues claro que sí. Ya descubrí cómo darle una paliza.

—Te recuerdo que el objetivo es el usuario de teletransportación —aclara Naitte.

KakuIdō chasquea la lengua y exhala irritada.

—Ya lo sé, tremendo tonto. Pero tengo una corazonada... de que el villano principal puede tener la clave de esta teletransportación...

Naitte enseguida dirige su mirada hacia ese hombre, que está masacrando a un grupo que cae sin resistencia.

—...¿Cuál es tu plan?

El oficial se desploma contra el suelo nuevamente. Tose. Su sangre salpica las baldosas. Suspira exhausto, observando a sus compañeros oficiales contactando refuerzos a toda marcha. Todo un escuadrón de fuerzas especiales ya estaba llegando... hasta que nota que algunos parecen señalar algo urgentemente.

Reacciona justo a tiempo.

Se gira, elevando ambos antebrazos en bloqueo alto. La pisada del villano impacta con fuerza descomunal, haciendo crujir sus huesos.

—...Me parece curioso esto... El niño, ¿no? —dice el villano.

El oficial se tensa inmediatamente.

Silencio.

Una sonrisa macabra se dibuja en el rostro del hombre.

—Entonces es él quien les dio su fuerza. Es una lástima que tengamos que eliminar a uno de buena calidad, pero si es para que se pongan como perros obedientes otra vez...

El oficial permanece fríamente callado…

 (¿Realmente puede existir alguien así en este mundo?)

—¡¡TANJIRO, DEJA DE SER UN ALFOMBRA DE BIENVENIDA!! —grita una voz.

El oficial mira hacia donde lo llaman. KakuIdō corre a velocidad explosiva hacia el villano.

—Ya me estoy cansando de esto... —murmura el hombre.

Lentamente alza su mano. Abre el puño, mostrando la palma.

(Eso es nuevo) piensa KakuIdō.

De inmediato, una ráfaga violenta de rayos púrpuras erupciona. Queman el piso y las paredes por su tensión eléctrica y calor infernal. Parece que está a punto de aniquilar a KakuIdō.

Pero en ese preciso instante, una ráfaga de aire comprimido desvía su brazo hacia la dirección contraria—como un golpe invisible y contundente. El ataque sale disparado, destrozando por completo la pared del recinto. El rayo emerge con tal intensidad que genera un vendaval poderoso.

El villano enseguida mira hacia KakuIdō.

Pero su vista queda obstruida por un periódico flotando.

Con un simple movimiento de mano, lo aparta. Mira hacia atrás.

KakuIdō no está ahí.

Está al frente suyo. Agachada. Postura baja, peso cargado en la pierna trasera. Aprieta el puño con fuerza, músculos se tensan.

Apenas activa su quirk.

Es teletransportada.

—Ah... —Naitte se queda ahí mirando, impotente.

—...Qué patético —escupe el hombre. Mira hacia la pared destruida. Luego a su mano.

Su mano tiembla con fuerza.

—...Esto es bastante inestable para ti, hermano —murmura para sí mismo.

KakuIdō aparece nuevamente en el archivero. Como siempre, le arrojan agua. Después de gritar y golpear algunas cajas, va con Siv.

—...Aun así fui teletransportada, vaya mierda. ¿Cómo demonios puedo acerca—?

Sus palabras son interrumpidas cuando Siv la toma de los brazos y la examina atentamente. KakuIdō se queda atónita, completamente sorprendida.

—¿¡No te hizo algún daño grave?! ¿¡Estás bien, verdad?!

KakuIdō permanece en silencio. Claro... recuerda ese ataque extraño. Enseguida se libera del agarre de Siv.

—Pfff, obviamente estoy bien, idiota. Gracias a Naitte fue que esa cosa no me alcanzó... Mierda... Creí que su quirk era algún tipo de habilidad extraña... No imaginé que fueran rayos...

—Eso... pudo haberte matado.

Ella mira hacia Siv. Su rostro refleja pura preocupación. Es la misma expresión que...

KakuIdō desvía la mirada rápidamente para acallar sus pensamientos.

—Estoy bien, Siv... —responde. Cierra el puño y lo abre varias veces, intentando enfocarse en otra cosa— Realmente lo estoy, maldita sea, estoy bien. ¡ESTOY BIEN, MALDITA SEA!

Golpea la pared repetidamente. Los impactos resuenan en el espacio cerrado. Siv se sobresalta, tensándose.

 (¿Dije algo incorrecto?)

KakuIdō baja la mirada.

—Estoy bien —repite.

Sus mejillas están ruborizadas.

—¡AHHHHHHHHHH! —Grita con todas sus fuerzas y sale disparada hacia el villano otra vez.

Siv se queda ahí, paralizado por la confusión de aquella situación. Solo observa cómo KakuIdō vocifera mientras corre hacia el villano.

Ella llega frente a frente del hombre.

Es teletransportada nuevamente.

Mira hacia atrás. KakuIdō se acerca con la vista clavada en el suelo, hasta detenerse a su lado.

—Perdón... bastardo me hiciste recordar a alguien —se cruza de brazos y levanta la mirada—...Plan B.

Chapter 12: La velocidad de un misil

Chapter Text

—No es por la visibilidad, tampoco es por el acercamiento... No es ninguno de esos.

KakuIdō rememora cada error cometido. Cada fracaso grabado a fuego en su memoria. La primera vez. Las siguientes. Descarta ideas. Elimina estrategias fallidas una por una.

—Debe ser por algo más... ¿Algo similar al sentido del peligro?

KakuIdō permanece sumida en sus pensamientos.

"El sentido del peligro"

Sus ojos se abren de golpe, brillando con determinación absoluta. Observa hacia el frente con una mirada que atraviesa el espacio mismo. Su hipótesis cristaliza en su mente como vidrio templado.

—Bien.

Golpea sus nudillos entre sí. Chispas naranjas de celsius aumentados estallan violentamente en el aire, crepitando como brasas vivas.

—Probemos eso.

Gira hacia Siv, sus ojos arden con emoción desenfrenada.

—¿Ya lo tienes?

Siv señala con su dedo índice en movimiento circular. La niña entiende de inmediato y corre a llenar el balde. Obediente como soldado en campo de batalla.

—Sí, lo tengo —responde ella.

Inhala profundamente. El aire llena sus pulmones. Exhala con control.

KakuIdō da un paso hacia adelante. El suelo bajo su pie cruje.

—¡¡ESTE ES EL PLAN B!!

Su voz retumba por todo el edifcio. Extiende los brazos hacia atrás, arqueando la espalda como arco tensado al máximo.

—Será mejor que te apartes, Siv.

Su tono no admite discusión. Siv retrocede inmediatamente, colocándose justo frente al anciano. El viejo apenas abre su ojo izquierdo—un centímetro diminuto—para observar a su nieta con expresión indescifrable.

—Impulso... impulso... Eso es lo que necesito.

Las palmas de KakuIdō comienzan a brillar. Primero suave. Luego más intenso. MÁS INTENSO. Un resplandor naranja-blanco que hace retroceder a los civiles detrás suyo, protegiéndose el rostro.

—Será mejor que cierren los ojos —recomienda el anciano con voz calmada pero firme.

—¿Ah? —escupe el hombre confundido a su lado.

—Al menos que no quieran quedar ciegos unas cuantas horas.

Todos cierran los ojos de inmediato.

KakuIdō puede sentir cada fibra de sus extremidades ARDER. No es metáfora. Es literal. El calor es insoportable, como sumergir las manos en magma fundido. La temperatura sube. Y sube. Y SUBE. Siente su piel tensarse, sus músculos contraerse, su carne desgarrarse desde las células mismas.

Abre la boca.

Vapor escapa. Tan caliente—tan imposiblemente caliente—que el marco metálico de la puerta comienza a derretirse, goteando como cera al suelo.

—Expulsión...

Sus manos tiemblan. Pequeñas detonaciones comienzan a emanar de sus palmas.

Chispas. Llamas. Ondas de calor visible distorsionando el aire.

Ella puede sentirlo. Todo su cuerpo grita. Cada nervio transmite agonía pura. El intenso poder acumulándose bajo su piel como reactor sobrecargado. El intenso calor quemando sus propias células. El intenso cáncer molecular que ella misma se autoimpone con cada segundo que pasa.

Pero su rostro...

Su rostro mantiene una sonrisa feroz al alzar la vista hacia el frente.

—Será mejor...

El brillo alcanza su punto crítico. El aire alrededor de ella ondula en calor agobiante.

Luego grita.

Grita con tanta fuerza que su garganta se desgarra. Sangre mezclada con luz brillante brota de su boca.

—¡¡QUE SALGAN DEL CAMINO!!

BOOOOOOOOM

Sale disparada como bala de cañón.

El suelo derretido explota bajo sus pies. La puerta se desintegra. Fragmentos de metal fundido vuelan en todas direcciones. Vuela—no, se catapulta—a velocidad que desafía la física. La distancia misma parece comprimirse ante ella. Va tan rápido que su visión comienza a distorsionarse. Entrecierra los ojos contra el viento ardiente que azota su rostro.

—Mierda, me sobrepasé. . .pero...te tengo.

Su voz sale tan quemada que esta distorsinado, incluso distorsionado.

En menos de un parpadeo está ahí. Frente a su objetivo.

Problema: va demasiado rápido para detenerse.

Siente el ardor. Ese maldito ardor que conoce tan bien. Sin pensarlo mucho y más en puro instinto genera una explosión lateral que la desvía noventa grados.

Su cuerpo impacta la pared a velocidad terminal. El concreto cruje bajo el impacto. Grietas se propagan como relámpagos congelados, viajando hacia los ventanales de salida antes de detenerse justo a tiempo.

—...Qué peligrosa.

El jefe extiende su mano hacia donde ella cayó.

Pero KakuIdō ya no está ahí.

 Sin un solo segundo de vacilación, se lanza nuevamente hacia él. Tan rápido que él apenas tiene tiempo de procesar el movimiento. Solo logra arquear su columna hacia atrás—cada músculo en tensión extrema—esquivando por centímetros el puño incandescente.

—¡¡DEMASIADO LENTO!!

KakuIdō grita con euforia salvaje.

Sus palmas apuntan a su querido objetivo, pequeñas explosiones comienzan a detonarse encima de sus cegadoras palmas.

Con cada pequeña detonacion ella se siente emocionada.

Animada a niveles extremos y adictivos.

ella como siemopre se siente viva.

Hasta que sus ojos se abren de golpe.

Ese ardor otra vez.

Se moviliza.

El jefe gira su cabeza frenéticamente. Izquierda. Derecha. Arriba. Abajo. En cada maldita esquina del espacio, KakuIdō está ahí—moviéndose a velocidad de misil supersónico. En cada rincón intenta conectar un golpe que no logra aterrizar.

Estelas de calor naranja marcan su trayectoria como pinceladas de fuego.

—...Por Dios —murmura uno de los guerreros, paralizado por el espectáculo.

Naitte observa asombrado. Su hermana se ha convertido en algo más. Algo imparable.

("¿Ya lo lograste?") piensa, sin poder apartar la mirada.

—Maldita mosca—exclama el jefe apretando los puños hasta que sus nudillos crujen.

—¡No es mi culpa, créeme!

KakuIdō aparece encima de él. Suspendida en el aire. Palmas apuntando hacia abajo. Lista para la detonación final.

Pero el ardor regresa.

Se mueve hacia el suelo. Mira fijamente al objetivo. Justo en el centro. Ahí es donde quiere generar la explosión definitiva.

—Tu subordinado... —jadea entre el estruendo del combate— ...me quiere llevar.

Otra vez a máxima potencia. Las paredes comienzan a derretirse. El techo gotea metal fundido. El suelo se convierte en lava viscosa. El aire mismo arde, distorsionándose en ondas de calor visible.

—¡Lo estás logrando, pero... NOS QUEMARÁS A TODOS, IDIOTA! —grita Naitte desesperado.

Corre hacia ellos, aplaudiendo frenéticamente para llamar su atención.

KakuIdō lo va a matar por interrumpir su plan gloriosamente estúpido.

—Bara —dice el jefe sin la menor preocupación, esquivando y esquivando lo mejor que puede— Teletranspórtala ya.

Con impaciencia escupe su orden.

—...Eso intento...pero esa mocosa...

Su voz se irrita al punto de volverse agria y gruesa.

—¡¡SE MUEVE DEMASIADO RÁPIDO!!

Desde el archivero de la segunda planta, el usuario está mirando el símbolo de KakuIdō moverse a una velocidad imposible en su mapa. En cada movimiento intenta tocar por completo el símbolo con su dedo. Es imposible. Se mueve demasiado rápido. 

Llegado al límite de su paciencia, golpea el suelo con fuerza, tantas veces que lo pinta de rojo con sus propios nudillos destrozados.

—¡¡DEJA DE MOVERTE!!

Se jala del cabello largo, tanto que deforma su propio rostro en una mueca grotesca.

("Voy demasiado rápido... ya no puedo ver bien") piensa KakuIdō en sus adentros.

Ya casi ni puede escuchar de forma correcta, solo puede sentir. El deseo intenso de expulsar. Su corazón está latiendo con tanta potencia que puede sentir cada válvula bombeando presión pura. Siente su fuego aumentar cada vez más de forma arriesgada—peligrosamente arriesgada.

—Pero... —Ella definitivamente— PERO... —Definitivamente—¡¡QUIERO SEGUIR!!

Kakuido está lista. Completamente lista para generar una de sus explosiones más devastadoras.

Debo ir más veloz.

Todo su fuego aumenta. Aumenta. AUMENTA a tal punto de consumirla con poderosidad absoluta. Todo alrededor del villano comienza a arder con ferocidad. La velocidad consecutiva, los círculos incesantes... comienzan lentamente a generar un pequeño tornado a los alrededores.

—¡¡DEBO SEGUIR!!

Grita perdida en sus propias emociones. Grita tan fuerte que sus músculos comienzan a desgarrarse—fibra por fibra.

—Mierda...

Naitte ya no puede acercarse. Ese tornado caliente de humo tóxico está comenzando a agrandarse.

—¡¡MIERDA!!

Bara grita repetidamente. El símbolo ya es incluso imposible de tocar. Se mueve tan rápido que incluso comienza a marearlo, a hacerlo vomitar de nauseas.

—¡¡Iré a ayudar al jefe!!

Hamari extiende sus brazos, manifestando sus alas de murciélago para volar y pasar por el conducto.

—¡¡SI NO DETENEMOS A ESA CHICA, EXPLOTARÁ TODA LA MALDITA CUADRA!!

Bara grita aterrado, con genuino pánico en su voz.

Pero el jefe...

Aunque ese tornado lleno de radiación tóxica y cancerígena esté rugiendo a su alrededor, no parece ni inmutarse ante este apocalipsis personal.

—Está... sobrepasándose —dice Siv, mirando aterrado hacia aquella imagen infernal.

Junta las manos como en oración. Puede sentirlo. Puede sentir cómo KakuIdō se está consumiendo desde dentro. Enseguida camina hacia adelante—

Un poderoso aire comprimido azota todo el sitio. Sillas vuelan. Macetas se hacen pedazos. Al instante, el sonido de algo siendo destrozado a su lado. Gira la cabeza hacia la derecha.

Un enorme cráter abierto en la pared. En el medio, totalmente derretido como si un láser hubiera atravesado concreto.

Siv entiende de inmediato qué va a pasar.

—¡¡KAKUIDŌ!!

Grita con desesperación.

Naitte intenta apuntar hacia donde sea, sus manos tiemblan. El líder lentamente extiende ambas manos, apuntando las palmas al suelo.

—Qué lástima...

Exclama con voz tranquila. Está listo para hacer pedazos este sitio también.

—BIG BANG.

KakuIdō extiende la mano. Encendida en un calor tan intenso—tan imposiblemente intenso—que derrite los alrededores en tiempo real. De un tajo, el villano disipa el humo, expulsando rayos púrpuras con tal intensidad que destruye el suelo y las paredes como papel mojado.

Levanta lentamente ambas manos. Listo para el choque titánico.

—¡¡CÚBRANSE TODOS!!

Grita Naitte con toda la fuerza de sus pulmones.

—¡Los tengo!

Grita la mujer de los latigazos, generando una capa que sirve como enorme pared protectora. Todos corren por detrás. Hamari vuela a toda prisa por los ductos. Bara intenta hacer todo lo posible—

¡Maldita sea, ven aquí!

Grita su compañero y enseguida lo atrae hacia él con fuerza.

—¡¡CÚBRANSE!!

Grita Ryuko, transformándose a su forma de dragón con escamas blindadas. Hammer toma posición y se pone al frente de todos.

A nada de que choquen sus ataques más fuertes...

En medio se coloca aquel anciano.

KakuIdō apenas logra notarlo en fracciones de segundo, pero de igual forma impacta el puñetazo.

Apenas chocar contra la piel.

Una enorme y poderosa presión de energía condensada explota.

El sonido es apocalíptico. Un terremoto se genera en kilómetros a la redonda. El edificio no se salva de recibir daño intenso—un daño que comienza a destrozar los vidrios y la estructura misma. Los oficiales y los dos héroes afuera aguantan la intensidad del viento. La onda expansiva. Algunos salen volando pero son rescatados por sus compañeros con quirks capaces de extender las extremidades. Otros son sujetados por Ryuko.

19 segundos.

19 segundos fue lo que tardó en calmarse la situación.

Los oficiales afuera tosen. Algunos lentamente se recomponen, sacudiéndose el polvo.

—¡¡Hammer-san!!

Grita uno preocupado.

Pero el héroe toma una pose de victoria, alzando el pulgar hacia ellos.

—Estoy bien...

Dice, mirando hacia ellos. Luego hacia el frente.

—...Siv.

Adentro, la situación también se calma. El escudo de latigazos puntiagudos se marchita lentamente, hasta hacerse pedazos y caer como pétalos muertos. Los que lograron ponerse a salvo miran aterrados al frente.

Naitte primero mira hacia Siv, el cual sale lentamente tosiendo. Lo mira. Con un movimiento de cabeza indica que todos están bien.

—...Anciano —dice mirando hacia el humo.

Humo que desaparece en un solo instante con una pequeña expulsión de rayos púrpuras.

KakuIdō está en el suelo, tosiendo como loca. Su brazo está totalmente destruido—piel carbonizada, músculo expuesto, hueso fracturado.

Al frente suyo... el cuerpo evaporizado de su abuelo.

El villano recibió daño, pero no tanto comparado a ese cadáver evaporizado que yace como advertencia.

No me equivoqué contigo, niña.

El tono se convierte en alegría macabra.

—Tu quirk será perfecto.

Levanta la palma. De esa misma temblorosa palma se expulsan rayos púrpuras crepitantes.

—¡¡KAKUIDO!!

Grita Naitte, intentando correr hacia ella.

Detenido al instante al recibir una poderosa patada en el estómago. Cae al suelo, apenas respirando. Levanta su mirada hacia Yuko.

—Jodida mierda...

Expulsa ella mirando hacia su jefe y la chica.

—Cambié de opinión sobre el plan. Con llevarnos a esta mocosa, al niño y al quirkless es más que suficiente.

Y sin más parloteo, chasquea el dedo. Yuko suspira pesadamente y saca un arma.

La desliza con profesionalismo, experta en asesinar a los rechazados.

—Supongo que ya se les pasó el efecto después de eso.

 Coloca un silenciador y apunta hacia Naitte.

—Disculpa, pero—

Su brazo es agarrado. La presión en el agarre es poderosa.

No apuntes a mi nieto con un arma.

Algunos quedan atónitos al ver al anciano... ¿vivo?

—Maldita sea...

Expulsa Kakuido, agotada y molesta.

—Ya cálmate, Kakuido.

La voz es exigente en esa recomendación.

—Una vez más, tu quirk puso en peligro a todos.

—¿¡E-e-está vivo?!

Grita el oficial.

Naitte se ríe con alivio genuino.

—Sí, esa era la copia... No perdiste tu velocidad, viejo.

Naitte mira hacia el almacén. Ahí adentro, el anciano está suspirando irritado.

—Ustedes, mocosos...

Se levanta con ayuda de la niña y el niño. Camina lentamente hacia la salida.

—Están totalmente desaprobados.

Finalmente hace acto de presencia el original. Truena el hueso de su cuello y brazos

aunque realmente lo hace con todo su cuerpo.

—Terminemos con esto. Ya quiero irme a casa.

Chapter 13: Clones de guerrilla.

Chapter Text

—Yuko.

Enseguida la mujer dispara a la copia del anciano.

Apunta hacia el verdadero y dispara otra vez.

Pero el viejo a tiempo logra crear una copia suya para que sirva de escudo. La bala atraviesa la réplica—se desintegra en humo. Apenas tiene la oportunidad, se lanza.

El jefe enseguida apunta hacia el real con su palma abierta—energía púrpura crepitando.

Pero la copia que tenía cerca le propina un puñetazo directo.

Kakuidō queda en silencio al ver aquello....El golpe Impacto perfecto.

Eso quiere decir que...

Enseguida su brazo sano comienza a brillar con intensidad. Aprieta con fuerza el puño, liberando aún más resplandor naranja-blanco. Aprieta los dientes, soportando el dolor lacerante que recorre cada nervio.

—¡¡TE TENGO!!

Grita, y envía su puño hacia adelante con toda su fuerza restante.

Pero Kakuidō es teletransportada nuevamente.

—Oh...

El viejo lanza eso mientras envía más copias hacia Yuko.

—...Kakuidō .

Siv enseguida mira hacia atrás. Kakuidō está de vuelta en el archivero. Pero apenas reacciona que volvió, cae de rodillas. Sus piernas ceden bajo el peso del agotamiento.

—¡Kakuidō !

Enseguida el chico corre hacia la rubia, arrodillándose frente a ella con urgencia.

—Déjame ver...

Con mucho cuidado toma el brazo de la chica, observando el estado deplorable en que lo tiene—piel carbonizada, ampollas reventadas, músculo expuesto en partes.

—No... importa lo que me digas, Siv... No voy a parar de intentar darle una paliza.

Siv mira el rostro de Kakuidō . Totalmente cansada. Empapada en sudor caliente que gotea por su barbilla. Está soportando el punzante dolor del brazo con todo lo que tiene.

—Kakuidō ... Creo que ya hiciste suficiente. Casi te matas... y nos matas a todos hace rato.

Ella enseguida golpea el suelo con su puño sano.

 Trata de no comenzar a lanzar insultos. Se calma un poco—respira—y mira hacia el frente.

Ese anciano...

El aferramiento de su puño es tan fuerte que las uñas clavan su propia carne. Sangre brota entre los dedos. Sin más preámbulo se levanta otra vez, tambaleándose ligeramente.

—Siv, estate listo. Eres la clave aquí.

Siv se queda callado en ese instante. Por un segundo mira a Kakuidō con preocupación. Por el otro... solo ve oscuridad.

Incertidumbre.

—Perdón que tenga que molestar a tu hermano.

La chica sonríe. A pesar de tener todo ese dolor y cansancio extremo, logra sonreír genuinamente. La niña mira a Kakuidō , va a decirle algo pero ella la detiene con un gesto suave.

—Soy demasiado terca... Perdona.

Kakuidō suelta una risa pequeña—casi triste—y luego mira al niño. El niño que está cansado también.

Incluso su nariz sangra.

—Nee...

Kakuidō enseguida le cierra los ojos con delicadeza. El niño entiende al instante qué debe hacer. Su pequeña mano se coloca sobre el brazo herido de Kakuidō.

Cálida y temblorosa.

—Gracias... Perdón por tenerte que hacer sobrepasar tus límites, pequeñín.

 

—¿Ya te cansaste?

Dice el mayor, observando a Yuko totalmente sujetada por todas esas copias suyas—brazos, piernas, torso, todo inmovilizado.

—Maldito dinosaurio...

Yuko está enfurecida. Ahora mismo sus deseos de masacrar y torturar a ese anciano son insoportables. 

—Yuko, te subiré el sueldo.

Dice su jefe de la nada.

Ella, confundida, mira hacia él. Y al enterarse de lo que hará, se aterra.

—¡¡EHHHH, JEFE, NO, ESPERE!!

Y sin compasión alguna, esos rayos púrpuras salen disparados hacia las copias.

Las hace pedazos al instante que los rayos hacen contacto con esas copias.

Cenizas. Humo y energía dispersándose.

Yuko... ella está viva aún, pero tosiendo humo negro que sale de su garganta.

—Ya veo cómo puedo hacerte caer al suelo, grandote.

El viejo dice con voz tranquila. Saca las manos de sus bolsillos con parsimonia.

—Sí, tus copias no tienen el efecto... Eres mi perfecta debilidad.

El anciano suelta una carcajada

Comienza a estirarse. Apenas bajar los brazos, genera más copias suyas. Enseguida generados unos veinte, se lanzan con todo hacia el jefe—una ola humana de réplicas idénticas.

—Me llamo Karera.

Las copias de Karera apenas alcanzan al villano cuando son evaporizadas de inmediato

una tras otra. El villano deja escapar vapor de su boca como dragón antiguo.

—Buen nombre. Korei... ese es mi nombre.

Levanta su palma y hace pedazos una barra de metal cercana como si fuera cartón.

—¿Ah?

Karera mira hacia atrás, viendo a Kakuidō acercándose.

—...Oye.

Pero ella enseguida lleva su índice a sus labios en señal de silencio.

—Estoy malditamente como nueva. Tanto que siento que puedo dominar el ranking número uno de héroes.

Golpea sus nudillos contra nudillos, generando chispas naranjas brillantes. Aparta sus puños dejando escapar humo negro de estos—como incienso tóxico.

—...Kakuidō ...

Karera camina hacia ella con intención clara. Pero Kakuidō enseguida se aparta con un salto lateral.

—¡¡NO ME VAS A GOLPEAR LA CABEZA AHORA, ANCIANO!!

Pero en vez de recibir eso, el anciano solo se queda parado frente a ella. Quieto. Mirándola con expresión indescifrable.

—...Ya no te voy a regañar. Después de esto, vas a tener que saber tú sola tus límites... Ya me cansé de lidiar contigo y tu hermano.

La chica se queda atónita al escuchar semejantes palabras. Su boca se abre ligeramente.

—¿Ya te vas a morir?

Karera mira hacia ella. Venas de furia marcan su rostro.

—¡Ya quisieras!

Karera hace aparecer más de sus clones

y como siempre, los envía enseguida hacia el villano en formación de ataque coordinado.

—Bien...

Kakuidō mira a cada una de las copias avanzando. Luego a su objetivo.

Está generando un camino.

—Ahí.

Se lanza a toda velocidad, pasando por detrás de las copias como bala. Zigzaguea entre ellas. Hasta llegar detrás de Korei, lista para propinar una patada giratoria.

Es teletransportada nuevamente.

El anciano chasquea la lengua, irritado.

—Tch...

 

—Creo que ya entraron todos

Naitte mira a todos los civiles. Entran uno por uno, tambaleándose, cojeando. Enseguida los más heridos son atendidos por manos temblorosas pero eficientes.

—El quirk del pequeñín es muy útil. Lograron luchar bastante mientras tenían suprimidos sus miedos.

El oficial suspira pesadamente.

—Es un quirk muy peligroso. . .y a la vez deseado —dice en voz baja, mirando hacia aquella pelea que se está desarrollando.

—¡¡Naitte!!

Kakuidō sale de entre la multitud como flecha. El hermano mayor mira a su hermana acercándose.

—¿Otra vez?

Kakuidō solo hace una expresión de frustración pura

Hasta llegar al frente y darle un golpe en el hombro.

—¿Ya no puede dar más energías?

Naitte pregunta con preocupación.

—No, lo uso todo para reprimir el dolor que siento. Mira, puedo mover este brazo inútil sin que me duela como el demonio.

Hace una demostración. Levanta el brazo destrozado—la piel carbonizada se estira. Incluso el hueso parece a punto de salirse, presionando contra la carne.

—Sí, sí, ya lo vi.

Naitte evita que Kakuidō siga haciendo eso. No quiere ver cómo el hueso literalmente se le sale.

—El anciano... parece que ya se cansó de nosotros dos.

Al escuchar eso, el chico se queda callado. Observa lentamente hacia la salida—hacia donde la batalla continúa rugiendo.

—Entonces esta es nuestra última lección...

Naitte comienza a caminar hacia adelante con pasos decididos.

—Oye.

Kakuidō lo sigue. Comienza a encender de calor sus brazos nuevamente—primero tibio, luego ardiente, luego incandescente.

—Si es así, quiero que sea la última vez así.

Naitte mira hacia Kakuidō.

Su hermana le responde con una sonrisa.

—Bien... ¡¡Como lo solíamos hacer!!

Y ambos salen disparados juntos.

Ahí adentro, el oficial enseguida le indica a los civiles qué deberían hacer a la próxima.

Siv, quien está cerca de la puerta, observa cómo el agua del hielo derretido comienza a caer al suelo.

Ahí arriba, si recuerda bien, está un villano con un quirk peligroso. Si ese hielo se derrite por completo...

Están acabados.

Siv se queda pensando un rato ahí. Su mano lentamente se coloca sobre su pecho. Sintiendo calor. Calor que no quiere sentir.

Chapter 14: El revolver y el francotirador.

Chapter Text

—Harakata...

Ryuko clava su mirada en su compañero de trabajo. Afila sus sentidos—olfato, oído, instinto—intentando predecir qué locura planea este tipo cuando finalmente lo libere de su agarre. Sus dedos permanecen firmemente envueltos alrededor de su brazo, sintiendo cada músculo tenso bajo la tela del uniforme.

—Ryuko-chan...

La heroína se tensa instantáneamente. Cada fibra de su cuerpo se pone en alerta máxima. ¿Ya se calmó lo suficiente? El tono de su voz incluso suena inusual.

—Necesito ir al baño.

Por consecuencia recibe un fuerte codazo directo en su estómago. El impacto es preciso—justo debajo de las costillas. A Harakata se le escapa todo el aire de los pulmones en un solo sonido ahogado. Se dobla ligeramente hacia adelante, boca abierta como pez fuera del agua. Lentamente, dolorosamente, se recupera.

Inhala con dificultad.

—¿Q-qué fue eso? —suelta entre toses violentas que sacuden su pecho.

Ryuko suelta al héroe sin delicadeza, dejando que se tambalee ligeramente. Mira hacia adelante con expresión seria, brazos cruzándose sobre su pecho.

—Debemos pensar en algo rápido si queremos entrar. No sabemos cuanto tiempo tenemos...

Su voz tiene un peso específico. Una gravedad que no suele mostrar. El tiempo se está agotando y ambos lo saben.

Harakata suspira profundamente—el aire sale de sus labios como humo invisible.

Mira hacia el banco. Las ventanas oscurecidas. Las puertas selladas. Recuerda brevemente un momento específico.

Siv. El rostro del chico aparece en su mente como fotografía nítida.

Parecía que Siv estaba mirándolo con esos ojos de decepcion.

—Oh... ¿Qué estabas planeando?

Murmura para sí mismo.

—Dragoon Heroine. Hammer.

El líder de los policías se acerca a los dos héroes con pasos medidos. Su uniforme está manchado de polvo y sudor. Las últimas horas han sido un infierno logístico.

—¿Algún informe? —pregunta Harakata, girando su cabeza hacia el oficial.

Lastimosamente, el oficial niega con la cabeza.

El movimiento es lento y pesado, cargado de frustración acumulada.

—Es imposible entrar de forma segura. El líder del grupo parece tener un quirk desconocido que ni siquiera pueden comprender mis hombres más especializados—

Hace una pausa.

Traga saliva.

Y continúa con voz más tensa.

—Además de que... el mayor riesgo es el sujeto con el quirk venenoso. Si entramos así sin más... estamos muertos. Estamos en desventaja total.

Cada palabra cae como piedra en agua quieta. La negatividad de la situación se expande en ondas concéntricas. Harakata siente cómo la preocupación crece en su pecho como planta venenosa. Mira enseguida hacia adelante—hacia ese banco que se ha convertido en fortaleza enemiga.

—Harakata.

Sus pensamientos son interrumpidos abruptamente por la voz de Ryuko. Firme y directa. Gira su cabeza. Su vista se clava en la mujer que permanece cruzada de brazos, postura defensiva pero lista para la acción. Ella lo tiene clavado otra vez con esa mirada que conoce tan bien. Esa mirada que dice "Ni se te ocurra".

Por consecuencia, Harakata lanza una risa—forzada, nerviosa—levantando una mano en gesto apaciguador.

—Tranquila, no haré ninguna locura.

Las palabras salen demasiado rápido.

Demasiado ensayadas.

Hammer suspira pesadamente, el aire escapa de su nariz como toro cansado.

Sus hombros caen ligeramente. Ahora la única esperanza real es Sniper. 

—Sniper, ¿él está llegando?

Pregunta con renovada energía en su tono.

—Tenemos clara su ubicación actual. Después de ser recogido por un helicóptero viene hacia acá... Creemos que—

El oficial saca un lápiz del bolsillo de su camisa. Lo sostiene entre sus dedos como director de orquesta. Apunta primero a Hammer—marcando su posición—y luego mueve el lápiz lentamente trazando una línea imaginaria en el aire hasta quedar apuntando hacia un edificio empresarial específico. Cuatro calles atrás. Estructura alta, moderna, con fachada de vidrio reflectante.

—Ese será su parada.

Harakata silba sorprendido. 

El sonido cómico rompe el ambiente tenso.

—Al parecer a Sniper nunca se le va a quitar su ego...

Una sonrisa se dibuja en su rostro—combinación extraña de admiración e irritación genuina.

Conoce demasiado bien esa mentalidad. Siempre el mejor ángulo. Siempre la posición más dramática. Siempre el espectáculo.

El oficial parpadea confundido, frunciendo ligeramente el ceño. No entiende el comentario ni el tono.

—Perdónalo. Él y Sniper son rivales —responde Ryuko con voz neutra y casi aburrida.

Como si explicara un hecho obvio que todos deberían conocer. Como si dijera "el cielo es azul" o "el agua moja". Sus ojos permanecen fijos en el banco, calculando distancias, analizando ángulos de entrada, evaluando riesgos.

El viento sopla suavemente entre ellos. Papeles dispersos por la calle ruedan en espirales perezosas. A lo lejos, sirenas continúan su canto interminable. El cerco policial se mantiene firme pero impotente.

Y dentro del banco, el reloj sigue corriendo.

—Oh...

Desde algún lugar desconocido—una terraza olvidada en lo alto de un edificio abandonado—una figura femenina mueve sus piernas de adelante hacia atrás con ritmo perezoso. Sentada en el borde del precipicio, sus pies cuelgan sobre el vacío como péndulos despreocupados. Intenta matar el tiempo mientras el viento juega con mechones sueltos de su cabello.

—Ohhhhhhh...

El sonido sale de su garganta como bostezo extendido. Usa su mano derecha para crear visera improvisada, bloqueando la luz solar que cae directamente sobre su rostro. Entrecierra los ojos. Desde la lejanía—quizás dos o tres kilómetros de distancia—un helicóptero se está acercando. El sonido distintivo de las aspas cortando el aire comienza a hacerse audible. Thup-thup-thup-thup.

—Ya veo, ya veo, ya veo... ¡¡Mhmf!!

Usando de soporte ambas palmas contra el concreto áspero de la terraza, se impulsa hacia arriba. Se levanta con movimiento fluido, estirando la espalda con satisfacción audible—vertebras tronando como palomitas. Saca de sus bolsillos traseros un celular gastado. La pantalla tiene grietas finas como telaraña. Marca un número específico de memoria. Presiona el botón de llamada. Solo espera tres segundos—cuatro como máximo—para que respondan del otro lado.

—oYEEEEEEEE, Korei...

Su voz atraviesa la línea con tono cantarín.

—Un pajarito metálico se acercaaaaaa.

La voz de la mujer suena muy calmada y serena—casi como si tuviera sueño profundo. Cada palabra se arrastra perezosamente fuera de sus labios. Contrasta brutalmente con la situación que está describiendo.

Una pausa.

Escucha la respuesta del otro lado.

—¿Qué debo hacer?... Ya, ya... Déjame ver.

Extiende su brazo derecho completo frente a ella. Lo sostiene perpendicular a su cuerpo, paralelo al horizonte. La palma abierta. Los dedos extendidos.

SPLORCH

Su brazo explota en pedazos.

No metafóricamente. Literalmente explota desde dentro. La carne se desgarra. Los huesos se fragmentan. Tendones se separan como cuerdas rotas. Su sangre no tarda ni un segundo en pintar el suelo gris de la terraza con patrón de salpicadura violenta. Gotas rojas caen en arcos perfectos. El olor metálico inunda el aire inmediatamente.

Después, la regeneración comienza.

Pero no es un brazo lo que crece.

Los tejidos se entrelazan de forma antinatural. Los músculos se reorganizan con propósito específico. Los huesos se alargan, se endurecen, se transforman en algo completamente diferente. En cuestión de cinco segundos—quizás seis—donde antes había un brazo humano ahora existe un francotirador McMillan Tac-50 de calibre .50 BMG perfectamente funcional. Creado de carne, hueso y voluntad retorcida.

El arma es parte de ella. Ella es parte del arma.

Desde la mirilla telescópica integrada en lo que solía ser su codo, puede observar con claridad cristalina. Primero enfoca a los pilotos del helicóptero—dos hombres concentrados en los controles. Luego ajusta ligeramente hacia atrás. Hacia el compartimento de pasajeros.

Un héroe.

Cabello rubio platinado. Traje táctico negro. Rifle personalizado descansando sobre sus rodillas.

—Es Sniper.

La chica sonríe con alegría genuina y motivación pura. Tanto que sus pómulos se tornan en un rojo caliente—como si la emoción misma quemara desde dentro. Sus ojos brillan con anticipación de depredador que finalmente encuentra presa digna.

Voz en el teléfono dice algo. Algo que la sorprende.

—...¿EHHHH?

Aparta el teléfono de su oreja como si le hubiera picado. Queda genuinamente sorprendida—boca abierta, cejas levantadas.

—Pero Korei... eso podría causar un gran problema...

Pausa. Escucha la explicación.

Procesa la información.

—Oh, ya veo. Bara ya está a punto de terminar entonces...

Otra pausa más corta.

—Bien entonces. Bye~

Dice con coqueteo juguetón en cada sílaba, y apaga el teléfono con un toque casual. Lo guarda de vuelta en su bolsillo sin mirarlo.

Apenas vuelve a mirar por la mirilla telescópica—

CRACK

Una bala impacta con precisión quirúrgica.

Destroza el objeto completamente.

Fragmentos de tejido-metal híbrido explotan hacia atrás. Pero no solo eso. La bala continúa su trayectoria. Atraviesa medio rostro de la chica.

El lado izquierdo de su cara simplemente desaparece. Ojo. Mejilla. Mandíbula. Dientes.

Todo convertido en niebla roja que se dispersa en el viento. El cráneo queda parcialmente expuesto—blanco y brillante bajo la luz solar.

La chica está a punto de caerse hacia atrás por el impacto. La física básica exige que caiga. Su centro de gravedad se desplaza violentamente.

Pero no cae.

Flexiona los músculos de las piernas con control absoluto—cuádriceps tensándose como cables de acero, pantorrillas bloqueándose en posición. Sus pies se aferran al borde del edificio como garras. Lentamente—muy lentamente—se pone recta otra vez.

La columna vertebral se endereza vértebra por vértebra.

Su rostro izquierdo está completamente destruido ahora. Un desastre de carne colgante y hueso expuesto. Pero se regenera. Lentamente. Tejido conectivo brotando como enredaderas aceleradas. Piel nueva creciendo sobre músculo fresco. El ojo se reconstruye capa por capa—córnea, iris, pupila.

Ya me vio.

Su sonrisa se extiende. Y se extiende.

Y se extiende a tal punto de no ser humanamente posible.

Las comisuras de sus labios se estiran más allá de donde deberían terminar. Los tejidos rojos—músculos faciales y encías sangrantes—incluso se pueden ver claramente mientras la regeneración continúa su trabajo grotesco.

Es la sonrisa de alguien que acaba de encontrar exactamente lo que buscaba.

La sonrisa de alguien que va a disfrutar cada segundo de lo que viene.

El viento sopla. El helicóptero se acerca. Y en esa terraza solitaria, una villana prepara su siguiente movimiento con entusiasmo perturbador.

—¡Sniper-san!

El héroe se sujeta firmemente de la barra de soporte metálica con su mano libre. Sus nudillos se tornan blancos por la presión del agarre. El cañón de su revólver customizado deja escapar humo gris que se dispersa inmediatamente con el viento generado por las aspas del helicóptero.

—Perdonen por el disparo repentino, pero hay un enemigo a la vista.

Su voz es profesional y calmado.

Mira nuevamente a través de la mira telescópica integrada en su arma. Su vista se afila como la de un águila cazadora—enfocando, ajustando, calculando distancia, velocidad del viento, ángulo de tiro. Viaja visualmente desde su posición hasta llegar al frente de la enemiga. Ella parecía haber estado creando algo. Algo que definitivamente no es humano. Su brazo está transformándose otra vez.

¡!

Los ojos de Sniper se abren de golpe.

Enseguida se oculta—arrojándose hacia el interior del helicóptero. Esquiva por centímetros una bala que atraviesa el espacio donde su cabeza estaba hace medio segundo. El proyectil pasa silbando. Pero el seguimiento de la bala es extraño. Antinatural.

La presión detrás de ese proyectil—la onda de choque, el desplazamiento del aire—hace acto de presencia violentamente. Comienza a sacudir el helicóptero entero como juguete en manos de niño furioso. El vehículo se inclina peligrosamente hacia la izquierda.

—¡¡Estamos perdiendo estabilidad!!

Anuncia el piloto con voz tensa, manos aferrándose a los controles con poderosa presion.

Comienza enseguida a intentar recuperar el control—compensando el ángulo, ajustando la potencia de las aspas, luchando contra la física misma.

—¡¡Informe, informe, informe!!

El copiloto intenta comunicarse frenéticamente con los héroes terrestres a través del radio. Presiona botones. Ajusta frecuencias. Pero no parecen estar atendiendo el llamado.

Solo estática. 

—¡¡AHÍ VIENE OTRO OBJETIVO!!

Sniper grita enseguida con urgencia genuina en su tono habitualmente controlado.

El piloto, como puede—con años de experiencia y puro instinto—mueve bruscamente la dirección del vehículo aéreo. El helicóptero se inclina casi noventa grados. La inestabilidad vuelve a hacer presencia, esta vez acompañada de una poderosa presión del aire que golpea el fuselaje como puño invisible.

—¡Mantén el control!

Ordena Sniper mientras se levanta. Corre hacia el borde del helicóptero con pasos medidos—cada uno calculado para mantener el equilibrio en la plataforma inestable. Al llegar al borde abierto, sin vacilar un solo segundo, salta.

Se arroja al vacío.

—¿AH?

Desde su posición elevada en la terraza, la chica se confunde genuinamente. Inclina la cabeza como perro curioso. ¿Qué está haciendo? ¿Suicidio heroico?

Pero Sniper ya está en caída libre. El viento azota su rostro. Su capa roja ondea violentamente detrás de él como llama viva. En medio de la caída—con control absoluto—levanta su revólver.

Apunta y calcula trayectorias imposibles en fracciones de segundo.

—...Puntos vitales. Dile adiós por un momento a tu habilidad de disparar.

Su voz es fría. 

Tres balas salen disparadas del cañón accionado con precisión.

Las balas vuelan a velocidad supersónica—cortando el aire y dejando estelas invisibles.

La mujer sonríe con emoción palpable y apunta enseguida hacia su objetivo en caída.

Pero...

Las tres balas llegan antes de tiempo.

Mucho antes.

—¿?

Ella se confunde.

Parpadea.

Esas balas llegaron demasiado rápido. Imposiblemente rápido.

No tuvo ni tiempo de calcular oh de anticipar.

La primera atraviesa su hombro derecho. La segunda perfora su codo. La tercera destruye su muñeca—exactamente donde el tejido orgánico se conecta con el metal del arma híbrida.

Pero no pudo pensar más debido a la llegada de más balas. Una lluvia metálica que atraviesa su carne como mantequilla. Brazos. Piernas. Torso. Cada disparo colocado con intención específica—deshabilitando, destrozando, inhabilitando.

Y finalmente, la última bala.

Destruye por completo el francotirador biomecánico. El arma explota en fragmentos.

Pedazos de metal-carne híbrida comienzan a esparcirse—volando en todas direcciones, cayendo al vacío, pintando el aire con sangre vaporizada.

—...Sí, eso es lo que esperaba de mi querido esposo.

Su tono es totalmente tétrico y juguetón. Una combinación perturbadora que no debería existir.

Ella cae hacia atrás—perdiendo el equilibrio finalmente.

Su cuerpo se desploma contra el suelo de concreto de la terraza con sonido sordo.

—¡¡Sniper-san!!

El copiloto enseguida se asoma por el borde del helicóptero, buscando desesperadamente al héroe. ¿Había caído? ¿Estaba muerto? Pero entonces ve algo. Una mano aferrándose al patín de aterrizaje.

Sniper comienza a subirse nuevamente con esfuerzo visible. Sus músculos se tensan. Su capa roja—esa capa distintiva—se había enredado en el soporte metálico durante su maniobra.

Eso lo salvó.

—¡Recuperamos el control!

Anuncia el piloto con alivio.

El helicóptero se estabiliza. Las aspas encuentran ritmo constante otra vez.

—Debemos hacer un llamado enseguida. Conseguir refuerzos es lo esencial ahora, mis—

BOOOOOOOOM

En ese momento una poderosa explosión suena por todos lados. El sonido es ensordecedor—haciendo vibrar el aire mismo.

Sniper mira enseguida hacia el origen.

—...El banco.

Menciona observando el humo negro expandirse como hongo atómico en miniatura.

Llamas naranjas lamen los bordes de las ventanas destrozadas.

—...¡Pidamos refuerzos de inmediato!

Sniper enseguida camina hacia el comunicador con pasos rápidos.

Necesitan apoyo inmediato.

Ahora. Pero al llegar a la zona de pilotos—al cruzar el umbral estrecho—en un breve segundo que parece extenderse por una eternidad, puede ver aquella mujer.

Frente a ellos.

Dentro del rango.

Apuntando.

Su brazo destrozado ya no es brazo.

Se ha convertido en un RPG-29 de origen ruso—lanzacohetes antitanque perfectamente funcional. La boca del arma está a metros de distancia.

—Chu~

Hace un sonido de beso juguetón.

Y acciona el gatillo.

Desde los cielos una poderosa segunda explosión se presenta.

La onda expansiva es apocalíptica.

Mueve los cables de las calles alrededor como cuerdas de guitarra tocadas por gigantes.

Algunos vidrios de edificios cercanos incluso tiemblan—grietas se forman en patrones confusos.

Alarmas de autos comienzan a sonar en cadena.

El helicóptero—destruido por delante, fuselaje completamente desintegrado—cae con velocidad terminal.

Gira en espiral descontrolada. Hasta estrellarse contra el techo de un edificio comercial con impacto que sacude toda la estructura.

Metal retorciéndose. Vidrios explotados.

Fuego expandiéndose inmediatamente.

—¿Habrán muerto?

Se pregunta la mujer en voz alta con genuina curiosidad.

Aterriza suavemente sobre el techo donde el helicóptero se estrelló—sus pies tocan concreto sin sonido.

Camina hacia los restos ardientes.

Mira muy fijamente las llamas que consumen el metal.

Hasta que en segundos es golpeada por una lluvia de balas.

Balas que clavan en zonas clave con precisión imposible. Hombros. Rodillas. Codos. Caderas. Cada articulación importante recibe impacto.

Hacen que caiga de rodillas contra el concreto áspero.

Su ojo derecho—el único funcional en ese momento—mira enseguida hacia el origen de las balas.

A través del humo y a través de las llamas.

Sniper sigue vivo.

De pie entre los restos.

Junto a esos dos civiles—los pilotos. Su capa roja ya no está sobre sus hombros. Eso quiere decir que usó esa capa icónica como escudo improvisado—envolviéndolos a los tres en el momento del impacto.

Apenas tocar el suelo de nuevo, recarga con precisión mecánica y velocidad sobrehumana su revólver.

Los casquillos vacíos caen tintineando.

Nuevas balas entran en los cilindros con clicks metálicos satisfactorios.

Los dos pilotos—tosiendo, chamuscados pero vivos—escapan apenas pueden hacia la escalera de emergencia.

—Tienes... un don extraño, villana.

Su voz es fría.

Evaluativa.

Está analizándola incluso ahora.

La mujer no puede evitar sonreír.

La regeneración ya está ocurriendo—tejidos crecen, huesos recomponiéndose.

Al finalizar su curación acelerada, camina hasta el borde del edificio donde está parada.

Se coloca en el precipicio.

El viento mueve su cabello.

—Sniper-chan~

Saluda con alegría desbordante.

Con risas tímidas e inocentes que contrastan brutalmente con la masacre que acaba de causar.

Luego su expresión cambia.

Los ojos se ensanchan.

La sonrisa se extiende.

—¡Vamos a matarnos!

Grita emocionada como niña invitando a jugar.

Como si propusiera ir al parque. 

Sniper se incomoda al instante. Un escalofrío recorre su columna.

Porque reconoce ese tono. Ese entusiasmo genuino por la violencia.

Esto va a ser peor de lo que pensaba.

Chapter 15: Batalla de jefe

Chapter Text

Hace unos momentos atrás, con Harakata, Ryuko y los oficiales.

Todos miran hacia aquel hombre arrodillado en frente del banco.

Llorando con fuerza desgarradora—sollozos que sacuden todo su cuerpo.

Mientras intenta desesperadamente que los demás no se acerquen. Sus manos están extendidas en gesto de advertencia.

Sus palmas están abiertas como barreras invisibles.

—No... no...

Repite una y otra vez. Su se escucha quebrada.

Ronca de tanto gritar.

Ryuko termina de analizar la situación con sus sentidos agudizados. Sus ojos de dragón escanean al hombre—detectando temperatura corporal, ritmo cardíaco, oh anomalías químicas en el aire. Ella queda atónita. Su expresión cambia drásticamente.

—¿Qué tiene, Ryuko-chan?

Hammer es el primero en preguntar, notando el cambio inmediato en su compañera.

—El rehén... tiene algo dentro suyo.

Ryuko habla lentamente.

Traga saliva antes de continuar.

—Ellos...le pusieron una bomba.

Silencio absoluto.

Enseguida todos los oficiales se hacen para atrás instintivamente. Pasos rápidos sobre el asfalto. Algunos incluso sacan sus armas—manos temblando, dedos sobre los gatillos.

El pánico comienza a expandirse como gas venenoso.

Pero el líder alza la mano en señal autoritaria hacia sus hombres.

El gesto es claro: no hagan nada estúpido.

Su rostro permanece serio, profesional, aunque sus ojos revelan la tensión que siente.

—Pásenme un megáfono.

Su voz es firme y controlada.

Enseguida un oficial joven le entrega uno—las manos del subordinado tiemblan visiblemente al pasar el dispositivo. El líder lo toma, lo configura con movimientos mecánicos, ajusta el volumen, y mira hacia el frente. Hacia ese hombre destrozado emocionalmente que podría explotar en cualquier momento.

—Chico, todo va a estar bien... pero necesito que cooperes.

Su voz amplificada viaja por la calle desierta.

Hace eco entre edificios abandonados.

El civil levanta lentamente la mirada hacia adelante.

Lágrimas corren por sus mejillas como ríos interminables.

Observa a aquel oficial con ojos rojos, hinchados, desesperados.

—Todo lo que pido... es que no se acerquen.

Su voz sale entrecortada.

—Si lo hacen, lo que tengo dentro va a hacer que explote. No se acerquen... por favor...

Entre sus llantos casi no se entiende nada.

Las palabras se mezclan con sollozos.

Con respiraciones irregulares.

—A ver, permíteme.

Harakata toma el micrófono enseguida—arrebatándolo suavemente de las manos del líder.

Su actitud ahora es diferente.

Más relajada y casual a pesar de la situación.

—Oye, ¿cómo te llamas?

Eso deja confundido a todos ahí.

Los oficiales intercambian miradas. ¿Qué está haciendo? ¿Ahora? ¿En medio de esta crisis?

El civil solo se queda mirando al héroe sin decir ni una palabra.

Paralizado. No entiende la pregunta. No entiende por qué importa.

—Anda, dime tu nombre, vamos...

Harakata continúa con voz cálida y amigable. Como si estuvieran tomando café y no enfrentando una bomba humana.

—Sabes, a mí me dicen que cuando nos damos el nombre el uno al otro, se convierten en conocidos confiables... Yo me llamo Harakata.

Aunque callado un momento—procesando y dudando—el hombre inhala con fuerza primero. Llena sus pulmones.

Se prepara.

—Rokutame. Ese es mi nombre.

Su voz sale apenas como susurro amplificado.

Hammer sonríe.

Una sonrisa genuina, cálida, que alcanza sus ojos.

Porque ahora no es solo "el rehén" o "la bomba humana".

Es Rokutame.

—Rokutame, ¿qué es lo que tienes dentro?

Hammer pregunta con delicadeza. Su tono es suave pero directo.

—Y si puedes, dinos qué tienen ahí adentro... por favor. Es necesario.

Rokutame intenta calmarse.

Respira unas tres veces

Lucha contra el pánico que amenaza con ahogarlo.

—No lo sé... ellos... ellos solo al inicio obligaron a alguien a abrir un portal.

Pausa. Traga saliva con dificultad.

—Afuera y dentro... de mis órganos.

Eso horrorizó a muchos oficiales ahí.

Algunos apartan la mirada. Otros se llevan las manos a la boca. Ryuko incluso se tensa del asco—sus músculos contrayéndose involuntariamente.

La imagen mental es demasiado grotesca.

—Ya veo... ¿Y cómo se ve el artefacto? Podríamos ayudarte incluso—

—¡¡NO!!

Rokutame grita con desesperación.

—¡APENAS SE ACERQUEN SE VA A ACTIVAR!

El tono aumentado drásticamente asusta a Hammer.

El héroe da un pequeño paso atrás instintivamente. Su sonrisa desaparece por un segundo.

—Ellos... ellos tienen a alguien que puede sentir cuando alguien se acerca.

Rokutame continúa, su voz se quiebra con cada palabra.

—Me pusieron... me pusieron una marca en el costado. Si tan solo uno se acerca... esta cosa dentro de mí se va a activar.

Levanta ligeramente su camisa con mano temblorosa. Revela su costado derecho. Ahí, grabada en la piel como tatuaje maldito, hay una marca extraña.

Símbolos que parecen pulsar con luz tenue.

Harakata se queda en silencio.

Procesa la información. Calcula opciones, evalúa riesgos, Luego abre la boca.

—Nos vamos a acercar de todos modos.

Silencio.

Eso tensa a Rokutame inmediatamente.

Sus ojos se abren de par en par.

Sacude la cabeza violentamente.

—No... no pueden... van a—

—No quiero escuchar que digas que no nos acerquemos.

Harakata lo interrumpe con voz firme pero no agresiva. Autoritaria pero compasiva.

Porque eso es una idiotez para héroes como nosotros... Te vamos a ayudar de todos modos. Aun si tienes un artefacto extraño dentro. Aun si hay riesgo. Aun si podríamos morir.

Hace una pausa. Deja que las palabras penetren.

—Para eso estamos aquí.

El rehén se quedó en silencio absoluto.

No tiene nada que decir. Porque sabe que es verdad. Porque en el fondo—muy en el fondo—quiere creerlo. 

—¿Tienes familia?

Harakata pregunta suavemente.

Cambiando el tono.

Rokutame, con lágrimas deslizándose continuamente por sus mejillas—dejando rastros brillantes—acata la pregunta con un movimiento de cabeza. Arriba y abajo. Sí. Tiene familia. Esposa. Hija. Hijo pequeño.

—Hombre... entonces no te rindas.

Harakata dice con convicción absoluta en cada sílaba.

—Van a ponerse muy tristes.

Esas palabras simples—tan directas y tan honestas—rompen algo dentro de Rokutame.

Las lágrimas fluyen con más fuerza. Pero esta vez no solo de miedo. También de alivio.

Una esperanza de ser salvado.

Harakata baja el megáfono.

Mira hacia Ryuko y los oficiales.

—Prepárense. Vamos a sacarlo de ahí.

—Estamos en una situación cada vez más complicada, jefe.

Hammer mira al oficial con expresión seria.

El oficial líder permanece en silencio por un momento. Observando la escena.

—...Comenzaremos a planear algo. Lo que sea necesario.

Su voz tiene ese tono de seguridad asegurada.

—Bien, entonces debemos prepararnos.

Harakata cruza sus brazos sobre el pecho.

Una sonrisa confiada aparece en su rostro—esa sonrisa que usa cuando está a punto de hacer algo increíblemente arriesgado.

—Espero que ese idiota también esté listo.

Harakata se refiere a Sniper.

Apunta el megáfono hacia adelante con entusiasmo renovado—como si estuviera por dar el discurso de su vida.

—¡Sé que apenas nos conocemos y el desarrollo fue nulo!... ¡pero te sacaremos de esa situación, Rokutame!

Su voz amplificada viaja con fuerza.

Con mucha convicción. 

El civil solo deja escapar más lágrimas de sus ojos—estas gotean hasta caer al asfalto caliente.

Agacha más su cuerpo en posición casi fetal. No puede evitar agarrar su pecho con ambas manos—apretando la tela de su camisa hasta que sus nudillos se tornan blancos. El peso emocional es abrumador.

—Ryuko-chan.

Harakata llama sin girar la cabeza. Sabe que ella está ahí. Siempre está ahí.

La heroína sonríe.

 Deja escapar aire de sus pulmones como preparación para batalla inminente.

Cualquier cosa. Protejo tu espalda.

Dice con simplicidad.

Porque para ella es así de simple.

Y desde adentro del banco...

Un fuerte revuelo se escucha.

Sonidos de combate.

Gritos y  explosiones amortiguadas por las paredes.

Enseguida Hammer se gira bruscamente para mirar qué demonios sucedió. 

—...Señor...

Un novato—apenas salido de la academia, rostro todavía sin las marcas del tiempo—hace que su jefe mire hacia donde él señala con dedo tembloroso.

El oficial a cargo se queda atónito.

Completamente paralizado por la incredulidad.

—...Oigan, ¿estoy mirando mal o...?

Pausa.

Niega con la cabeza como si quisiera borrar la imagen y volver a verla correctamente.

—...¿nuestros civiles están enfrentándose contra el villano?

Hammer, totalmente shockeado, se gira a ver a Ryuko con una expresión que grita "¿QUÉ DEMONIOS?". Ella también tiene la misma expresión exacta. 

Porque a través de las ventanas parcialmente destruidas del banco, pueden ver figuras moviéndose.

Civiles peleando.

—Este... Rokutame.

Hammer llama a su nuevo recién conocido amigo.

Su voz tiene confusión mezclada con asombro.

Rokutame levanta la mirada lentamente.

Está igual de anonadado.

Sus lágrimas se han detenido momentáneamente.

—¡Señor!

Un oficial canino apunta su índice hacia alguien específico.

Una persona que estaba parada cerca de una ventana lateral. Haciendo símbolos con las manos. 

—Esos son... símbolos que solo los oficiales conocen.

El oficial canino entrecierra los ojos, enfocando su vista mejorada.

—Hay un oficial entre los civiles.

Todos miran con atención.

El mensaje se va descifrando lentamente.

 Cada posición de su dedo comunica información vital.

No entren hasta que pase todo. Daremos una señal. Llamen refuerzos.

El oficial líder no pierde ni un segundo.

—¡Activen todos los protocolos de emergencia! ¡Contacten a cada héroe disponible en un radio de cincuenta kilómetros!

Y así, comenzaron a llamar a todos los refuerzos que Japón podría proporcionar ahora mismo. Las líneas de comunicación se encendieron como árbol de navidad.

Muchísimos héroes fueron llamados con urgencia máxima. Códigos rojos. Situación de rehenes. Villanos de alto nivel. Bomba humana. 

En toda la ciudad, teléfonos comenzaron a sonar.

—¡GRHHAAAAAA!

Entre los lugares contactados—una playa abandonada llena de basura industrial, desechos oxidados y contenedores apilados—estaba alguien observando desde lo alto de una grúa derruida.

Miraba hacia abajo con expresión orgullosa.

Un chico—apenas adolescente, músculos definidos brillando con sudor—movía una camioneta entera.

El observador sonrió con satisfacción.

Fue interrumpido cuando su teléfono sonó.

El ringtone corta el sonido de las olas y el viento salado.

Apenas escuchó el ritmo específico—ese tono que significa urgencia real—contestó inmediatamente.

Escucha.

Asiente aunque nadie puede verlo. 

—...Ya veo.

Pausa breve mientras recibe más detalles.

Las Coordenadas. La situación. Y nivel de amenaza.

—¡Estaré ahí enseguida!

Cuelga y guarda el teléfono.

Mira una última vez hacia el chico que continúa su entrenamiento—ajeno a la llamada, concentrado completamente en la camioneta.

—!Sigue entrenando! ¡¡Volveré en un santiamén!!

Dice hacia el muchacho.

Luego se lanza desde la grúa.

En todo Japón, escenas similares se repiten.

Héroes interrumpiendo patrullas.

Dejando entrenamientos.

Cancelando citas.

Porque la llamada llegó. Y cuando llega esa llamada específica—con ese código particular—no hay opción.


ACTUALIDAD:

Un clon de Karera se lanza con velocidad hacia adelante—puño preparado, trayectoria perfecta. Pero es inmediatamente pulverizado.

Se desintegra en humo y partículas de luz que se dispersan como polvo estelar.

Korei apunta hacia el viejo sin vacilar.

Pero su ataque es interrumpido por un disparo comprimido de aire por parte de Naitte.

La ráfaga invisible golpea el brazo de Korei, desviándolo varios grados hacia la izquierda justo a tiempo.

Kakuidō llega desde atrás en ese preciso instante—aprovechando la apertura creada.

Aprieta con fuerza su puño hasta que los nudillos crujen.

El brazo brilla naranja-blanco con calor intenso.

Korei lo vio en un solo instante—un flash en su visión periférica—pero ella como siempre es teletransportada.

Desaparece justo antes del impacto.

Al igual que ahora Naitte

también se desvanece del campo de batalla.

—...Idiotas.

Expulsa el anciano cansado de ver a sus nietos tratar de hacer algo.

Chasquea los dedos con fuerza.

Y manda un montón de clones como una ola humana—veinte, treinta, quizás cuarenta réplicas perfectas que emergen del suelo mismo.

Korei observa eso con expresión impasible.

Y sin pensarlo dos veces, aprieta su puño. De su palma se genera un torrente masivo de rayos púrpuras—electricidad crepitante que ilumina todo el espacio con luz violenta.

Levanta la mano lentamente y apenas hace el más mínimo contacto con el aire...

El rayo sale disparado.

Destroza a cada uno de los clones en secuencia.

 Como dominós cayendo.

El ataque no se detiene—pasa de largo con momentum devastador y impacta contra aquel glaciar helado que cubre la escalera hacia la segunda planta.

El hielo explota.

Fragmentos helados—algunos del tamaño de puños, otros del tamaño de cabezas humanas—salen volando en todas direcciones.

Giran en el aire.

Reflejan la luz púrpura.

Caen como granizo.

Karera mira asombrado el poder de destrucción absoluta que tiene esa cosa.

—No se suponía que... ¿tu quirk es algún tipo de trance?

Karera mira directamente a Korei.

Buscando respuestas en ese rostro inexpresivo.

El villano se queda en silencio por un momento.

Mira su palma extendida frente a él.

Está totalmente quemada—piel carbonizada, ampollas reventadas, carne roja expuesta. Un solo ataque y se destruyó así misma.

—Sí, tengo ese quirk... pero esto

Levanta la mano quemada como exhibición.

—Es algo totalmente aparte.

Karera suspira agitadamente.

El aire sale entrecortado de sus pulmones.

¿Otra sorpresa más? ¿Cuántas cartas tiene este tipo bajo la manga?

—Los dos estamos bastante cansados ya...

Karera admite con honestidad.

No tiene sentido mentir ahora.

—Mi cuerpo no puede soportar más generar clones. A ti... parece que solo te queda un solo ataque.

Korei no dice ni una palabra.

Solo permanece ahí. 

—Uno suficiente para destrozar todo alrededor si deseo.

Karera suspira nuevamente.

Más profundo esta vez. Luego chasquea los dedos y un montón de clones salen disparados como enjambre de abejas furiosas.

Como es de costumbre, son destruidos al instante por rayos púrpuras que los vaporizan.

Pero los clones siguen viniendo.

Y siguen. Y siguen.

Una táctica de desgaste. De distracción.

Pero de tiempo comprado.

—Háganlo bien, ¿quieren?

Karera dice hacia atrás sin girar la cabeza.

Detrás de él, sus dos nietos pasan de largo en velocidad máxima—sombras borrosas que aprovechan la cobertura de los clones sacrificados.

Ambos responden con voz sincronizada:

—¡SÍ!

Kakuidō mira hacia su hermano mientras corre.

Naitte sonríe

Comienza a deslizar sus manos juntas en posición específica—palmas planas, dedos entrelazados, formando plataforma sólida.

Kakuidō corre directamente hacia él.

Da un fuerte salto.

impulsándose con toda la fuerza de sus piernas.

Aterriza perfectamente sobre los puños cerrados de su hermano—equilibrio perfecto, peso distribuido.

Y así ella es lanzada.

Naitte extiende los brazos con explosión de fuerza.

Kakuidō sale disparada como proyectil.

Avanza hasta tocar el techo con ambos pies.

Apenas tocar—apenas sentir el contacto del concreto—ella se lanza como misil hacia abajo.

—¡¡Mocosos, ustedes de verdad que son lentos en—?!

Pero Kakuidō no fue teletransportada como de costumbre.

La mano de Korei sale disparada entre tanto clon alrededor suyo—emergiendo del caos como serpiente.

Su palma agarra el puño brillante de Kakuidō en pleno descenso.

Los dedos se envuelven alrededor de su mano con presión férrea.

—...¿Ah?

Ella misma se saca de onda.

Completamente confundida.

Esto nunca había pasado.

Y entonces es usada como garrote humano.

Korei la gira—rotación completa de brazo, usando el momentum de su propio ataque contra ella.

La arroja contra todos esos clones alrededor.

Los clones salen volando enseguida—destrozados por el impacto, dispersándose en humo.

—¡Kakuidō!

Naitte grita con pánico en su voz.

Se lanza inmediatamente en ayuda de su hermana aunque cada instinto le grita que no lo haga

tuvo que esquivar un clon que intentó interceptarlo.

Naitte llega frente al enemigo.

Aprieta con fuerza su puño

preparando el golpe más fuerte que puede dar. 

Pero...

Su pecho comienza a brillar.

Una luz violeta.

Pulsante y creciente.

Sus prendas negras se hacen cenizas enseguida.

Naitte es golpeado usando a Kakuidō como arma improvisada.

Los dos chicos salen volando hacia atrás.

A nada de recibir un ataque que los mataría al instante.

Korei levanta su palma.

Rayos púrpuras crepitan.

Listos para disparar.

Para finalizar esto.

Pero el anciano se pone en el medio.

De su espalda hace generar clones, docenas de ellos emergiendo simultáneamente.

Que intentan por lo menos disminuir el daño.

Y lo siguiente es una luz violeta que es expulsada con fuerza cataclísmica.

Un poderoso ruido pasa por todo el lugar.

haciendo temblar las paredes, agrietando el suelo, sacudiendo los cimientos mismos del edificio.

Cuando el humo lentamente se aparta.

dispersándose en volutas perezosas.

Korei solo ve el suelo completamente destruido.

Un cráter y fragmentos de los clones esparcidos como confeti.

Bara...

Dice mirando hacia el frente.

Su voz tiene tono específico.

No exactamente enojo...Más como... molestia contenida.

Nerviosamente, una voz le responde.

—Perdone, jefe... pero quiero evitarme regaños del mayor. Al menos vea el lado bueno... lo estoy salvando también.

Korei se queda disgustado.

Expresión torciéndose en mueca de frustración.

Mira por un momento sus manos

ambas quemadas ahora, humeando, temblando involuntariamente.

Su cuerpo entero deja escapar humo

vapor sale de cada poro.

Mira hacia el vidrio que tiene a su lado

usando el reflejo como espejo improvisado.

Observa aquella especie de armadura púrpura que cubre parcialmente su torso.

...Esto es... muy inestable para él...

 


En el almacén:

Karera, Kakuidō y Naitte aparecen simultáneamente. Materializándose de la nada.

¡Señor!

El oficial se acerca enseguida para ayudar al anciano a levantarse

tomándolo del brazo con cuidado.

Kakuidō se levanta sola

sacudiendo la cabeza, ignorando el dolor.

Naitte es ayudado por Siv

quien lo sostiene firmemente.

Bueno, nuestro plan no funcionó.

Kakuidō mira hacia su hermano con una expresión que dice "¿Y ahora qué?".

Naitte comienza a pensar en un nuevo plan

frunciendo el ceño, procesando todo lo que obtuvo de información anterior 

Karera se acerca a ellos.

Y les da una golpiza.

Golpes en la cabeza. Uno para cada uno. 

¿¡QUE DEMONIOS TE PASA?!

Grita Kakuidō, sobándose la cabeza con expresión indignada.

El anciano se muestra totalmente irritado

venas marcando su frente, mandíbula apretada.

Qué voy a hacer con ustedes, cabezas huecas...

Suspira profundamente.

Se frota el puente de la nariz con cansancio.

Escuchen... Esta será la última vez que les iluminaré la cabeza.

Chapter 16: Ultima ronda.

Chapter Text

—Ah...

Yuko finalmente despierta.

Sus párpados se abren lentamente, los siente pesados como una bola de cañon.

Su visión está borrosa al principio, pero se enfoca gradualmente. Enseguida lo primero que hace es darse palmadas enérgicas en la ropa—sacudiendo polvo, escombros y ceniza.

Mira los alrededores con ojos entrecerrados.

Todo está destruido.

Las paredes agrietadas. El suelo fracturado. Muebles destrozados. Vidrios pulverizados. El olor a quemado impregna cada molécula de aire.

—...Ya no hay nadie.

Yuko enseguida confunde eso con que la dejaron abandonada o algo similar.

Pánico momentáneo cruza su rostro. Pero... no, espera. Eso no tenía sentido. . . si no ya estaría en prisión.

—Al fin despiertas, Yuko.

Reconoce la voz de su jefe inmediatamente.

Esa voz ronca, calmada, y autoritaria.

Su mirada va hacia el hombre que está parado cerca de una columna destruida.

Se sorprende al instante—genuinamente shockeada—al ver el estado deplorable de su líder.

—Korei... te ves de la mierda. ¿Cuántas veces usaste eso?

Su voz tiene preocupación mezclada con incredulidad.

Korei se queda en silencio.

No responde la cantidad.

Pero solo con su mirada cansada—ojos inyectados en sangre y párpados caídos—y sangre saliendo de sus orificios nasales, de sus oídos, de las comisuras de sus labios, ella ya puede tener un número aproximado de veces que lo usó.

Mira las manos de su jefe.

Ambas manos están visiblemente afectadas—piel completamente carbonizada, negra como carbón en algunas zonas. Roja y sangrante en otras. Temblando involuntariamente con espasmos musculares que no puede controlar.

—Yuko, levántate. Ya es hora de irnos de aquí.

Su voz es firme a pesar del estado físico.

—Ya no tomaremos a toda la mercancía. Solo al chico, al quirkless y a esa chica bomba.

Yuko suspira pesadamente.

El aire sale de sus pulmones con resignación.

Mira hacia arriba, hacia ese techo donde el hielo lentamente se está derritiendo.

Una buena parte del material está completamente destrozado—agujeros enormes atravesando el glaciar.

Supone que fue por un ataque que pasó de largo durante su inconsciencia.

—...Bien. Al menos así se pondrá un poco feliz ese anciano.

Murmura con sarcasmo amargo.

Yuko se levanta del suelo a toda velocidad, esta emocionada de salir de aquí al fin.

Korei enseguida mira hacia la entrada del almacén.

Su mirada se afila.

Ya vienen otra vez. Esos malditos persistentes.

Yuko nota la dirección de su mirada y luego gira hacia donde él ve. Karera, Kakuidō y Naitte salían nuevamente del almacén

emergiendo como soldados.

Yuko enseguida toma posición de combate

Claramente va a ir directo al anciano. Esa es su prioridad táctica obvia.

Pero Korei la detiene con una simple mirada.

—Muy bien...

Karera levanta la mano en señal universal de tiempo fuera. 

—Todos nosotros estamos en nuestro límite. . .Ya no podemos hacer nada...

Su voz tiene honestidad.

No hay orgullo aquí. 

Kakuidō, aunque le cueste aceptarlo

siente cómo le duele su brazo destrozado como el demonio. Ya no puede aguantar toda esa irritación constante.

Esa picazón infernal que recorre cada nervio dañado.

—Sí, por eso es mejor rendirse y entregarse.

Korei dice con tono neutral.

Karera suelta una risa ante esa petición absurda.

Una risa que empieza baja y crece. 

—Estamos en nuestros límites... pero eso no quiere decir que vamos a dejarnos vender en un mercado negro.

Todo el ambiente se queda en silencio.

Las palabras cuelgan.

Porque todos saben qué significa eso.

Todos entienden las implicaciones. Pelear hasta morir o rendirse para algo peor que la muerte.

—Ya veo...

Korei levanta sus dos manos lentamente, de inmediato los rayos violetas regresan violentamente.

Crepitando y chisporroteando. Esta vez aún más poderosos que las anteriores veces—si eso es siquiera posible. Incluso se puede ver claramente que las palmas de Korei comienzan a quemarse en tiempo real. La piel se derrite. La carne se carboniza. El olor a quemado se intensifica.

—Pero está claro que...

Y desde atrás, clones de Karera salieron como fantasmas.

Sujetan a Korei con todo lo que tienen.

Brazos envueltos alrededor de sus brazos. Piernas trabadas alrededor de sus piernas. Peso multiplicado intentando inmovilizarlo.

—Este es el último round.

Karera apunta hacia Korei y Yuko con dedo acusador.

Da un chasquido fuerte y aparentemente infinitos clones salen disparados desde todas direcciones.

Una marea humana imparable.

Yuko reacciona instantáneamente.

Da un golpe brutal al clon de la derecha que sujeta a Korei

su codo impacta directo en las costillas del clon.

Aprovechando esa apertura momentánea, Korei lanza un ataque vertical devastador.

Destroza los clones inmediatos.

Destroza parte de la estructura del techo.

Toma del rostro al otro clon que lo sujeta y lo lanza contra varios más.

Luego carga otro ataque.

La energía púrpura se acumula en su palma destruida.

Pero...

Su mano es golpeada violentamente por Kakuidō

quien apareció de la nada, aprovechando el caos de los clones.

El impacto desvía el ataque completamente.

Ella lo mira.

Y sonríe de alegría pura.

Esa sonrisa feroz que usa cuando finalmente puede desatar todo.

—¡¡ESE GOLPE ES UNO DE LOS MILES QUE PLANEO DARTE!!

Grita con euforia desbordante.

Y envía un derechazo poderoso, rotación completa de cadera, todo su peso corporal detrás del puño brillante.

Pero... como los clones seguían llegando en oleadas interminables, terminan cayendo literalmente sobre ellos como avalancha.

Cuerpos y más cuerpos. Peso abrumador. Kakuidō y Korei quedan sepultados momentáneamente bajo la pila.

Yuko se hace a un lado.

y corre hacia el anciano con una velocidad explosiva.

Ese es el objetivo.

Eliminar al generador.

Pero Naitte se pone en medio.

Bloqueando el camino.

—Quítate, mocoso.

Yuko envía una patada giratoria hacia su cuello.

Pero Naitte bloquea a la perfección.

Antebrazo levantado en el ángulo exacto.

Absorbiendo el impacto.

Eso la saca completamente de onda.

Sus ojos se ensanchan con sorpresa genuina. ¿Este mocoso puede bloquear sus golpes?

Luego Naitte envía un puñetazo que conecta.

El nudillo impacta directamente en su mejilla izquierda.

Yuko se hace hacia atrás—tambaleando y perdiendo el equilibrio.

Se detiene. Recupera la compostura.

Y luego escupe.

Un diente cae al suelo.

 Seguido por sangre.

La expresión de Yuko cambia completamente.

Es pura ira.

Furia absoluta e indultada.

Sus venas se marcan por todo su rostro como ríos hinchados.

Los ojos se inyectan de sangre.

Los dientes restantes se aprietan hasta que la mandíbula tiembla.

—La hice enojar...

Suelta Naitte con voz que intenta sonar confiada pero tiene un toque de nerviosismo.

Y se lanza hacia ella nuevamente.

Los clones que aplastaron a Korei y Kakuidō salen volando violentamente—lanzados por explosiones y rayos púrpuras simultáneos.

Cuerpos giran en el aire. Dispersándose en humo. 

Por parte del villano y la chica trabajando sin coordinación pero con resultado efectivo.

Kakuidō mira a su abuelo enfurecida

venas marcando su frente y dientes apretados.

—No es mi culpa que no sepas recordar rápido.

Dice el anciano con tono seco.

Kakuidō se aguanta lanzarle un insulto completo.

En vez de eso, traga el comentario venenoso y mira hacia el villano.

Justo a tiempo para lograr agacharse—esquivando un puñetazo que pasa milímetros sobre su cabeza, desplazando su cabello con el viento del golpe.

Aprovechando su posición baja, Kakuidō le da un uppercut directo en su mentón.

. La cabeza de Korei se sacude hacia atrás. Ella se lanza para atrás inmediatamente

sacudiéndolo varias veces. Eso le dolió bastante. Los nudillos palpitan.

Korei iba a ir tras Kakuidō inmediatamente

 Pero enseguida tiene que destruir más clones que emergen desde todos lados.

Clones que no se terminan nunca.

Es como cortar cabezas de hidra.

Por cada uno destruido, tres más aparecen.

Karera sonríe con satisfacción evidente. Su estrategia está funcionando.

Korei por ende decide cambiar de objetivo táctico.

Se lanza a toda velocidad hacia Karera

La fuente del problema. Eliminar al generador. Pero es lanzado a volar por el quirk de Naitte

Una ráfaga de aire comprimido que lo golpea como puño invisible.

Claro, eso provoca que sea teletransportado instantáneamente. 

Kakuidō entonces ajusta su movimiento.

Corre hacia donde Korei

anticipando la ubicación por puro instinto desarrollado. Se lanza con su pierna extendida y le da una patada giratoria en su rostro. 

El impacto resuena. Luego, al aterrizar con ambos pies plantados firmemente, le da un puñetazo en el costado

y otro directo en el pecho. Justo donde estaba aquella extraña armadura púrpura.

Como golpear metal sólido.

—¡Mierda, duele!

Kakuidō se hace para atrás enseguida

sacude la mano adolorida.

Los nudillos están rojos y posiblemente fracturados.

Karera, en cambio, ahora tiene que lidiar con Yuko.

Esquiva los golpes de la artista marcial con movimientos mínimos pero efectivos

jabs rápidos, golpes de palma.

Tiene que lidiar solo un segundo ya que Naitte vuelve de su maniobra anterior.

Justo a tiempo para anclar una patada voladora perfecta en el costado de Yuko.

Eso hace que la mujer vaya hacia atrás perdiendo completamente el equilibrio.

Cae al suelo con fuerza.

Ella escupe saliva mezclada con sangre.

—Sí...

Korei piensa en sus adentros mientras procesa la situación cambiante.

De mientras, con una patada poderosa manda a volar a Kakuidō.

"Esta coordinación es claramente diferente. El mocoso del quirk del aire... usó de forma más inteligente su quirk. Y la mocosa, ella finalmente también usa la cabeza... Qué malditamente molesto."

Korei comienza a activar los rayos nuevamente.

La energía púrpura crepita alrededor de sus manos destruidas.

—Atrapado.

Dice un clon de Karera desde atrás.

Y otro más lo atrapa con rapidez imposible de esquivar.

Algunos incluso le agarran las manos aferrando los dedos individualmente para evitar que pueda apuntar.

Kakuidō aprovecha la situación perfectamente.

Enseguida al llegar al frente de Korei le impacta una lluvia de puñetazos.

Uno tras otro. Rostro. Costado. Pecho. Estómago.

Cada golpe conectando con satisfacción.

Hasta que se cansa.

De una vez, Korei aprieta con fuerza las manos de los clones que lo sujetan ahí.

Con tanta presión que se escucha claramente los huesos quebrarse. 

—¡ME HARTÉ!

Korei finalmente parece haber perdido completamente el control.

Esa fachada de calma profesional se desmorona.

Todo su cuerpo comienza a emanar rayos violentos y más densos que antes.

Los clones a su alrededor son destrozados al instante.

Todo el cuerpo de Korei comienza a brillar de forma intensa.

Tanto que es demasiado cegador.

La luz púrpura inunda todo el espacio. Obliga a todos a entrecerrar los ojos o apartar la mirada completamente.

—...Ahí.

Kakuidō identifica algo crucial.

Se va para atrás rápidamente.

—¡AHÍ ES, SIV!

Grita con toda la fuerza de sus pulmones.

Con su índice apuntando hacia adelante, señalando el punto específico en el pecho de Korei donde la armadura parece más débil.

Y del almacén, Siv sale corriendo a toda velocidad. Con una palanca de metal en sus manos, agarrada con fuerza desesperada.

Sus piernas bombean.

Su corazón late tan fuerte que puede escucharlo en sus oídos.

Yuko queda en shock.

Ojos quedan ensanchados.

 ¿Ese chico quirkless?

Korei, apenas escucha ese nombre diferente se distrae por fracciones de segundo cruciales. Su cabeza gira.

Y su concentración se rompe.

Yuko pierde interés inmediato en Naitte y el anciano.

Intenta atrapar al chico.

Pero Naitte se interpone bloqueando físicamente su camino.

Siv al principio guarda silencio

Sus labios están apretados, la respiración en control.

Pero luego grita debido al estrés abrumador del momento.

liberando toda esa tensión acumulada.

En un grito.

Apenas llegar frente a Korei

quien está completamente envuelto en energía púrpura cegadora

Siv lanza una estocada. Con tanta fuerza como puede reunir. Todo su peso corporal detrás del movimiento.

Y...

Atraviesa el pecho de aquella armadura.

El metal-energía solidificada se quiebra como vidrio.

La punta de la palanca penetra.

Los rayos violentos desaparecen enseguida.

Oscuridad repentina después de tanto brillo.

—...Mocoso.

La voz de Korei sale débil.

Ronca. Apenas audible.

La sangre de todo su cuerpo se desliza, brotando de heridas viejas y nuevas, corriendo por su piel como ríos carmesí.

Siv, aún sujetando la palanca clavada, inhala y exhala con fuerza extrema.

Se nota claramente que la cercanía al cuerpo energizado quemó un poco su piel—marcas rojas en sus manos y su rostro.

Korei envía su mano temblorosa hacia el chico, intento final de ataque. Pero un clon enseguida le da un puñetazo devastador.

Tan poderoso que lo envía directamente al suelo.

 El impacto crea grietas en el concreto.

Siv, por seguir sujetado a la palanca enterrada, termina cayendo también, arrastrado por el peso.

—¡Siv!

Kakuidō enseguida lo ayuda a levantarse.

—Mierda...

Suelta Korei desde el suelo.

Intenta levantar su palma para disparar.

Pero es pateado violentamente en el costado.

Muchos clones de Karera se comienzan a acercar desde todas direcciones, como manada convergiendo en presa herida. 

Yuko mira desde el suelo donde permanece tirada.

Ella quiere intentar hacer algo.

Pero... simplemente está muy cansada. Demasiado. No tiene nada más que dar.

—Mierda... ya no puedo más... Te lo dejo a ti, Hamari.

Y deja caer su rostro contra el suelo con resignación.

Detrás de ellos, la pared del segundo piso se destruye explosivamente, al nivel de los conductos. De ahí, volando a velocidad supersónica sale la mujer murciélago. Hamari. A toda velocidad se lanza contra los clones convergentes y destroza a estos mismos con garras extendidas.

Luego de poner a salvo a Korei, cierra suavemente los ojos del hombre inconsciente.

—...Muy bien. Se acabó, Yuko. Hiciste un buen trabajo.

Dice con gentilesa.

—De aquí en adelante... Yo y Maru nos encargamos.

Así mismo, el hielo que quedaba en el techo finalmente cae al suelo con estruendo masivo.

Bloques enormes impactan.

La puerta del archivero del segundo piso es destrozada—arrancada de sus bisagras—y mandada a volar.

—Al fin, libre.

Una voz nueva. Masculina.

Llena de entusiasmo psicótico.

Su pie se posa contra la baranda del segundo piso. Maru sonríe con sadismo puro

brazos sobre la cabeza, y espalda arqueándose.

Y luego se tira al vacío hasta aterrizar.

—¿A quién mato primero, Hamari?

Pregunta como un niño emocionado.

Chapter 17: Excéntricos

Chapter Text

—Tú eres el único sin quirk, entonces.

Korei mira fijamente a Siv. Los ojos del villano están clavados en el chico con intensidad analítica. Siv no dice ni una palabra. Solo está ahí arrodillado y callado

como cachorro asustado temblando en la esquina.

Sus manos tiemblan ligeramente sobre sus rodillas.

—Saqué la lotería.

Su felicidad es infinita en estos momentos.

Una sonrisa se extiende por su rostro normalmente serio.

—Esto te va a doler un poco, mocoso, pero tendrás un lindo tatuaje en el... uhm...

Bara se arrodilla frente a Siv, examinándolo con ojo profesional. Decidiendo dónde sería la marca óptima. ¿Costado? ¿Brazo? ¿Espalda?

—Bara, no le pongas la marca a este.

Eso sorprende completamente a sus subordinados. Todos giran sus cabezas bruscamente hacia Korei.

—¿Eh? ¿Por qué no?

Hamari y Yuko miran a Korei unos segundos

buscando explicación en su expresión. Hasta que Yuko simplemente pierde el interés y se encoge de hombros.

—Si es un quirkless, entonces prefiero que esté 100% virgen.

Korei se levanta lentamente de su posición.

—Cero cosas en su cuerpo.

A continuación, solo se acerca a su asiento

ese trono improvisado que ha reclamado como suyo. Bara mira a Siv y a su jefe alternadamente por un segundo. Hasta que suspira con resignación. Se levanta poniendo una mano sobre su cintura.

—¿Pero qué pasa si decide escapar? Mira que ahí yo no tomaré consecuencias y te venderé enseguida.

Apunta a su jefe descaradamente.

Da una sonrisa burlona.

—Tranquilo. Es un quirkless... ¿Qué es lo que puede hacer un humano ordinario?

Korei responde con confianza absoluta.

 imposible que esté equivocado.


Volvemos al presente.

Justo cuando el núcleo fue atravesado por aquella palanca de metal.

Su vista, borrosa y apagándose progresivamente.

mira a Siv. La vista de Siv es una de terror puro. Y tristeza.

¿Decepción?

—...Por qué pones esa cara... quirkless.

Y Korei queda fuera de combate completamente.

Sus ojos se cierran. 


CAPÍTULO 17:

—...Bien, esto es una situación complicada.

Exclama Karera con voz cansada. Observando a los dos recién llegados que acaban de entrar en escena como ángeles de muerte.

Kakuidō intenta levantarse desesperadamente.

Manos presionando contra el suelo.

Sus piernas tiemblan con el esfuerzo. Pero es imposible. Ya no puede dar más de sí misma.

El dolor la está llevando cada vez más al límite de su conciencia

Aquel borde oscuro que amenaza con tragarla. En cualquier momento puede caer inconsciente.

Naitte mira fijamente al hombre mayor con el don del veneno.

El hombre—Murata—sonríe con diversión perturbadora.

Se pone recto. Apunta hacia los intentos de rebelión.

—De tin... marin... de... do... pin... gue...

Todos se quedan callados.

Ni un solo movimiento mientras que el hombre seguía con su enfermiza decisión de selección.

Como juego infantil retorcido. ¿A quién matará primero?

—No vas a matar a nadie, Murata.

Desde la segunda planta, Bara sale con sus pertenencias empacadas, mochila al hombro, expresión neutral.

—¿Ah? ¿Me vas a detener, afeminado?

A Bara se le marca una vena prominente en la frente. La mandíbula se aprieta.

—Al fin que Korei ya está fuera de combate, puedo terminar esto. Nos los vamos a llevar a todos...

Su vista se clava específicamente en Siv.

—Incluso a ese quirkless... Agárralo.

Murata suspira enojado, hace un sonido exagerado de fastidio.

Encima de estar encerrado ahí sin diversión lo mandan a hacer cosas aún más aburridas. ¿Esto es lo que le espera? ¿Trabajo de carga?

—Acabemos con esto.

Murata se lanza a toda velocidad hacia Siv. Moviéndose como bala. Listo para agarrarlo del cuello y terminar su tarea rápidamente.

Pero Kakuidō se pone en su camino.

Empuja a Siv hacia atrás con su brazo sano, incluso lo protege con su propio cuerpo.

Kakuidō, aún con su brazo en ese estado deplorable decide intentar dar un golpe. Aprieta el puño. Lo lanza hacia adelante con toda su voluntad restante.

Pero de forma humillante, es sostenido.

De aquel brazo destruido.

Murata lo sujeta con tal presión que se puede escuchar claramente los huesos débiles quebrarse en una sinfonía golosa para el.

Como ramitas secas siendo aplastadas.

—¿Y ese intento de heroína?

Murata menciona con burla cruel.

Aprieta con más fuerza deliberadamente.

Kakuidō grita agonizante

El dolor es absoluto. Incluso piensa por un momento—seriamente considera—arrancarse el brazo completo. Sería mejor que esto.

—Ah, ¿viene otro?

Con velocidad que contradice su apariencia relajada, esquiva una patada de Naitte.

Murata mira hacia el segundo atacante. Naitte está enfurecido.

—Hazte a un lado.

Murata apunta su dedo índice hacia Naitte.

Y deja escapar veneno

gas púrpura que se expande rápidamente.

Naitte, con todo lo que puede, hace a un lado el veneno.

Usando su don de manipulación de aire, lo logra desviar.

Pero gracias a esa distracción, es agarrado del cuello.

Los dedos de Murata se envuelven alrededor de su garganta como tenaza.

—Par de debiluchos.

Exclama Murata con desprecio.

No tiene un momento de descanso.

Enseguida se teletransporta por asistencia de Bara, aparece varios metros a su lado.

Observa cómo clones de Karera llegan como ola.

Murata mira a Karera.

El anciano está dejando escapar sangre por todo el cuerpo.

Ya llegó a su límite absoluto. Está de pie solo por pura fuerza de voluntad.

—¿Qué te dije? Agarra al quirkless, idiota.

—No me andes mandando, idiota.

Murata toma posición de corredor profesional.

Y se lanza a toda velocidad hacia el frente. De forma excelente esquiva a los clones—zigzagueando, deslizándose y saltando.

Ahora se abalanza directamente hacia Siv.

Pero una vez más es detenido. Esta vez por varios clones que enseguida intentan hacer un ataque coordinado. Pero Murata los hace inhalar de su veneno—soplando directamente en sus rostros. Los efectos no tardan en salir. Enseguida presentan síntomas horribles. Comienzan a vomitar violentamente.

A dejar escapar sangre de cada orificio. Pronto sus cuerpos caen desplomados.

—Bueno, bueno, terminemos aquí.

Murata dice con aburrimiento evidente.

Camina hacia Siv con pasos medidos.

Pero nuevamente Kakuidō se interpone, lanzándose con su cuerpo destrozado. Murata la lanza hacia atrás sin esfuerzo. 

Luego sigue Naitte, lanza varias balas de aire condensadas como proyectiles invisibles.

Pero Murata las evita fácilmente.

Aprovechando la cercanía, le impacta un puñetazo brutal en el rostro de Naitte. 

La nariz se quiebra. 

Enseguida va hacia Siv otra vez.

Pero clones se amontonan cerca del villano formando una barrera humana.

Como es esperable, mueren al instante por el veneno que emana pasivamente.

Mira hacia Siv.

Ya no está ahí.

Mira cómo un clon lo carga sobre sus hombros para alejarlo lo mejor posible.

Pero el clon es fácilmente abatido por Hamari quien lo atraviesa con garra extendida desde el aire.

—Ven aquí.

Dice ella con voz cantarina.

Pero Naitte llega corriendo, ignorando su propia nariz rota.

Sujetándola con todo lo que tiene. 

Siv cae al suelo. Se arrastra hacia atrás con manos y pies, como cangrejo asustado.

Murata se acerca con sonrisa perezosa.

Kakuidō intenta darle un golpe, golpe que fácilmente es evitado.

Y de una patada es echada al suelo.

—...Qué...

En todo este tiempo... Siv se había dado cuenta de algo.

Por un breve momento, recordó a Izuku.

Recordó cómo Izuku lo hizo a un lado.

Cómo lo empujó para salvarlo de ser absorbido por aquel villano del lodo hace meses.

—Por qué...

Piensa en ese momento Siv.

Sus pensamientos son caóticos.

—¿Por qué?

Sus pensamientos se oscurecen.

Oscurecen cada vez más al recordar una y otra y otra vez aquella escena.

¿Por qué me están salvando? Por qué están salvando... a alguien inútil...

La oscuridad es intensa.

—¡¡SIV!!

Hasta que la oscuridad es destruida completamente por la voz de Kakuidō. La de Naitte. La de aquel anciano.

—Sálvate.

¿Por qué?

Por qué, Izuku...

Por qué... te tengo tantos celos...

Murata va a agarrar a Siv.

Kakuidō, Naitte y Karera no pueden más.

Están totalmente derrotados.

Es el final.

—Ven aquí, chico.

Murata, esta punto de sujetar a Siv—

Es golpeado con tal intensidad que sale volando hacia atrás.

Se estrella contra la pared con fuerza cataclísmica.

El concreto se agrieta en patrón de telaraña.

Hamari queda anonadada. ¿Qué fue eso?

El oficial—Tanjiro—nuevamente entró en el campo de batalla. 

—Soy verdaderamente un cobarde. Uno que tiene que depender solo de niños...

Hamari se va a lanzar hacia él inmediatamente.

Pero es rápidamente abatida por la mujer de los latigazos—quien la envuelve y la arroja hacia atrás.

La anciana se lanza.

Apunta con su palma y lanza una enorme intensidad de hielo, lanza térmica que se expande como avalancha.

Hamari como puede esquivarlo

vuela hacia arriba.

Lo logra por milímetros. Y el hielo pasa de largo, congelando el edificio entero y media ruta de escape como de entrada.

—¿Ya volvieron al efecto?

Hamari pudo ver cómo todo el grupo... no... todos los civiles salían del almacén.

No. Ya no están bajo ningún efecto. Ellos de verdad... están luchando sin nada puesto.

Por voluntad propia.

Murata logra pararse nuevamente.

Escupiendo tres dientes al suelo junto con sangre.

Observa la situación cambiada.

—Bara...

El hombre encargado de la salida... solo se queda callado.

Hasta que terminar de procesar la mejor química. 

—Neutralícenlos. Es hora de irnos.

Chapter 18: Orgullosos rebeldes

Chapter Text

—¿Por cuánta intensidad es?

Kakuidō se queda asombrada.

Procesando la información.

—Vaya, entonces... debo ser bastante genial para ser siempre la que esta en el ojo del diablo.

Ella está nuevamente con sus ánimos de orgullosa, esa confianza inquebrantable que la caracteriza.

Sonríe con satisfacción.

—Sí, es a base de cuánta intensidad pueda llegar a ser el quirk. Tú eras la más peligrosa por tu intensidad de carga. Incluso podría decir que si cargabas tu quirk desde aquí serías llevada inmediatamente...

—Entonces...

Naitte analiza en voz alta, conectando las piezas del rompecabezas.

—No es a base de la cercanía o la vista. Es a base de la intensidad de nuestros quirks. Mientras más intensa sea el quirk. . .y si es uno cargable, más prioridad tiene la marca... ¿Es correcto?

Karera da por correcto aquella respuesta con un asentimiento firme. Ahora levanta su camisa dejando ver su marca en el centro de su pecho. Una marca no tan grande. Mediana. Como un tatuaje pulsante.

Naitte hace lo mismo. Su marca es más grande, cubriendo más área de su costado.

Pero el de Kakuidō es una marca muy grande.

Casi del tamaño de su mano completa.

—Sí, apenas activemos nuestros quirks seremos llevados. Por ende... esta ronda será cero quirks. Solo los usaremos cuando uno sea atacado de gravedad. Una forma de escape...

Pausa.

Mira a todos con seriedad.

—Ahora que lo tienen claro... el objetivo principal es acabar con la energía de ese tipo. He visto algo interesante. Su centro tiene algo. Ese es el núcleo de su rayos violetas... Debemos acabar con eso.

Kakuidō y Naitte alzan sus manos simultáneamente, como estudiantes entusiastas.

—¡¡USTEDES SERÍAN LLEVADOS ENSEGUIDA SI PIENSAN ESO!!

Grita enojado el anciano, venas marcan su frente. Y entonces apunta con su dedo directamente a Siv.

—Él será el que ataque...

Siv queda en shock.

Los demás civiles se quedan callados, un silencio pesado cae sobre todos.

—Me parece bien.

Kakuidō dice como si nada. 

—¿¡Pero y si le ocurre algo al chico?!

Un hombre alza la voz con preocupación. Luego le siguen los demás

murmullos de protesta, voces superpuestas.

—¿Y qué?

Responde Kakuidō con frialdad brutal.

—En la vida nos hacemos siempre daño. Siv ya se hizo seguramente muchas veces daño.

—¿A qué te refieres?

Responde Siv, claramente enojado ante ese comentario insensible.

Su voz tiene borde afilado.

—Contamos contigo, Siv. Te dije que serías la pieza clave en esto, ¿eh?

Kakuidō le da un golpecito casual en el hombro, como compañero de equipo.

Luego se prepara para continuar con los planes.

Naitte se acerca a Siv.

—Con usted, su arma.

Le extiende una palanca de metal.

—¿De dónde sacaste esto?

Naitte sonríe misteriosamente y no responde.

Solo se gira y va con su hermana, dejando la pregunta flotando en el aire.

Karera entonces se acerca al chico.

Coloca una mano sobre su hombro.

—Mocoso, eres el único sin marca. Ser un quirkless sin duda te ayudó... y nos ayudó.

Karera sin más va con sus nietos.

Siv se queda ahí parado.

Solo.

Con la palanca en sus manos.

Su mano libre va hacia su pecho.

Queriendo tranquilizar aquella flama que ocultó desde su niñez.

Ese calor que nunca se apagó completamente.

—Hermano mayor...

Siv se gira a ver al niño, quien extiende sus pequeñas manos con esfuerzo visible.

—Déjame, por favor, darte un poco de valentía.

Aún en su estado agotado, el niño sonríe. 

Siv se queda ahí parado. Observando a todos. Todos ahora tienen la mirada en él. Expectantes. Confiando.

Ser un quirkless...

"¿Y qué importa si soy un quirkless? ¡Puedo aún así ver lo bueno en esto!"

Las manos de Siv se aferran con fuerza a la palanca. 

Izuku...


CAPÍTULO 18:

—¡¡ESO ES LO QUE QUERÍA ESCUCHAR!!

Grita Murata con entusiasmo.

—Pero no los mates, tarado...

Murmura Bara.

Murata, apenas llegar cerca de unos cinco civiles, es totalmente abatido.

Por esos cinco que atacaron al mismo tiempo

Murata se hace para atrás, observando todo el daño acumulado en su cuerpo. Cortes. Moretones. Quemaduras leves.

—...Dependimos demasiado de unos niños... Realmente nos sentimos humillados en este aspecto.

Uno pasa al frente. Después otro. Y otro.

Formando una línea de defensa.

—¡Bien, vengan!

Grita Murata con renovada motivación.

Se lanza nuevamente hacia ellos, esta vez esquivando ataques con movimientos fluidos.

—Puedo verlo...

Mientras esquiva, puede ver el miedo en los ojos de esos civiles.

Ese terror apenas contenido. 

—El manejo de sus quirks es patético...

Al final, cansado de solo esquivar, impacta una patada brutal en uno de los civiles. Todos se hacen para atrás enseguida. Para ellos, ese criminal es una horrible criatura.

Un monstruo que juega con ellos.

—No me estoy divirtiendo.

Hamari solo observa a Murata desde la distancia.

Ella sin más solo decide caminar hacia las escaleras, subiendo la segunda planta.

—Cuida de los cuerpos de Korei y Yuko, Bara... Debo buscar a esos mocosos.

Bara alza un pulgar hacia arriba en confirmación.

Hamari entra por un conducto de ventilación. A toda velocidad vuela

Esta vez con más facilidad que antes.

Pasa el hueco de aquel glaciar que hizo para llegar con Korei anteriormente.

Y finalmente cae en el almacén con aterrizaje perfecto.

—...Quirkless... Ya esto se acabó hace mucho.

Siv ha llegado al menos un segundo adelantado.

Estando delante de aquellos dos niños

Sus brazos extendidos como su único método de bloqueo.

—Hazte a un lado. Eres mercancía valiosa. No quiero hacerte daño.

Pero Siv no se mueve. 

Hamari exhala con fuerza.

Y sin más se lanza hacia Siv a velocidad explosiva.

Él, sin más, toma a los chicos bajo sus brazos y se lanza hacia adelante

esquivando por centímetros.

Hamari al tocar la pared del archivero con sus pies se impulsa.

Se lanza contra Siv nuevamente como bala orgánica.

Pero él, en un movimiento rápido

lanza agua de aquella cubeta que ya estaba cargada desde hace rato.

Eso hace que Hamari se desestabilice en el aire.

Sus alas se mojan. Pierde control. Y termina chocando contra el estante con fuerza.

Aprovechando eso, Siv sale corriendo hacia la salida con los niños en brazos.

Hamari sale de aquel desastre, sacudiéndose escombros. Suspira enojada. Y sale tranquila. Caminando incluso. Porque sabe que lo alcanzará.

—¡Deja a los niños en paz!

Grita una mujer civil.

Hace que su brazo crezca enormemente.

Envía un puñetazo pobre en técnica pero fuerte en intención.

Hamari sin más lo detiene con su palma abierta.

Como atrapar una pelota.

—Se te escapó uno, Maru.

Y el hombre enseguida llega, tacleando a la mujer con brutalidad.

Hamari desliza su pie hacia atrás, tomando posición de corredor.

Abre sus brazos. Despliega alas completamente. Y se lanza a toda velocidad hacia Siv.

Pero en medio camino, se genera una pared sólida.

Ella a duras penas logra detenerse, frena justo antes del impacto.

Mira hacia atrás.

Es aquella chica que puede crear estructuras con simplemente tocar las cosas.

Murata enseguida la deja fuera de combate con un golpe en la nuca.

Una vez más mira cómo Siv corre hacia la segunda planta.

Sin más se lanza hacia arriba, volando verticalmente.

Pero la anciana interrumpe su camino lanzando un poderoso glaciar que incluso atraviesa el techo completamente.

Afuera, los oficiales toman cubierta para no salir dañados.

Fragmentos de hielo caen como meteoritos.

El líder oficial se queda ahí aún parado

observando el caos con expresión impasible.

Siv junto a la niña y el chiquillo entran a una habitación de oficina.

Cierra la puerta y la traba con todo lo que encuentre.

—Estamos seguros aquí, al menos... unos momentos.

Jadea, intentando recuperar el aliento.

Hamari está cada vez más irritada.

Se lanza hacia la puerta con furia.

Pero es rápidamente sujetada por aquella mujer de los latigazos de hierba quien envuelve sus extremidades.

Ella es lanzada inmediatamente contra el suelo.

Murata enseguida impacta una patada brutal en la mujer, dejándola fuera de combate instantáneamente.

Hamari se levanta.

Pero es rápidamente encerrada en una caja sólida.

Un chico hace lo posible para encerrarla en el tiempo

manteniendo la estructura con esfuerzo visible.

Pero ella rápidamente sale, haciendo un hueco con un simple puñetazo.

La caja explota en fragmentos.

Al salir, sale volando hacia la segunda planta otra vez.

Pero es bloqueada por una telaraña gigante, una que la hace rebotar hacia el suelo como trampolín.

Con un solo golpe impacta el suelo.

Ya se deja claro cómo está el estado de Hamari. 

—...La hicieron enojar...

Expulsa Bara con tono que mezcla admiración y preocupación.

Hamari apenas se levanta.

Despliega sus alas completamente, extendiéndolas a máxima capacidad.

Y apenas girar todo el cuerpo se lanza a toda velocidad hacia el frente, pasando de largo de muchos civiles.

Los corta en distintos lados de su cuerpo con las puntas afiladas de sus alas.

Sangre salpica. 

Y gritos se escuchan repetidos.

Ella finalmente aterriza en la segunda planta.

Enseguida va a ir hacia la puerta de la oficina. Pero su camino es bloqueado por golems de tierra.

Uno de esos golems le da un puñetazo que la manda a volar directo al techo.

Atraviesa el material. Ella abre la boca mientras cae, emitiendo un gruñido tan ruidoso que hace temblar los vidrios que quedan del sitio.

Como murciélago gigante enfurecido.

Se lanza directo hacia el golem que la golpeó.

Y lo despedaza. 

Tierra y roca vuelan.

El siguiente golem ataca.

Hace un corte vertical con su brazo que destroza a este también.

Ese mismo corte pasa de largo

saliendo del edificio completamente.

Destroza el frente del banco. 

Los oficiales afuera intentan esquivar el corte de energía que viaja.

Algunos autos salen volando

volcándose, explotando. Otros oficiales por mala suerte no lo logran a tiempo.

Hamari finalmente destroza la puerta donde se ocultaban los dos niños.

La madera explota en astillas. 

Hamari deja ver su mirada irritada

ojos inyectados en ira, pupilas contraídas un 100%.

En toda la habitación parece haber algo invisible que está apretándolos, una presión atmosférica que dificulta respirar.

—Se acabó.

Hamari levanta la mano lentamente.

Lista para dejar inconsciente a los tres de un solo golpe.

Hasta que Siv levanta su brazo a toda velocidad y apunta hacia ella.

—¿?

Y sin aviso alguno, se abre un portal dimensional.

De ahí sale aquel hombre el usuario del quirk de portales dimensionales.

Hamari se queda absolutamente anonadada.

Reacciona. Pero es muy tarde para hacerlo.

Un puño entero se clava en su rostro con fuerza descomunal.

—¡FUERA!

Y Hamari... desaparece a través de otro portal que se abre detrás de ella.

Literalmente no hay nada más que puro césped alto.

Cielo azul. Silencio pastoral. Mira todos lados frenéticamente girando trescientos sesenta grados.

Sus puños se agarran con mucha fuerza

uñas se clavan en las palmas hasta sacar sangre.

Y luego lanza un grito desgarrador.

"¡AAAAAAAAAHHHHH!"

Después de todo, nadie la puede escuchar aquí.

Está completamente sola en medio de la nada.

—¡Mierda, mierda, mierda!

Bara corre a toda velocidad hacia arriba, subiendo escaleras de dos en dos.

Encerrándose en el archivero nuevamente.

Tira sus cosas al suelo sin cuidado. 

Y enseguida mira el mapa holográfico de sus compañeros.

Los símbolos pulsantes.

El símbolo de Hamari está... lejos. Muy lejos. En otra prefectura completamente.

—¡CARAJO!

Bara golpea el suelo varias veces con ambos puños.

Luego comienza a decirse a sí mismo que piense en algo.

Que haga algo. Que devuelva a Hamari inmediatamente.

—¡Esos bastardos! ¡¡NOS HICIERON UNA JUGADA!!

Se jala del cabello con tanta fuerza que parece que se arranca la carne del cráneo.

Mechones quedan en sus dedos. Hasta que... el símbolo de Korei suena.

 Peligro.

Enseguida, entrando en pánico absoluto, aprieta los tres símbolos que están cerca de Korei

intentando traerlos a todos de vuelta y que no dañen a Korei.

Y apenas hacer eso... nota que hizo un enorme error.

Los símbolos cambian.

Se mueven y aparecen dentro del archivero.

—Hola.

Dice Kakuidō con dulzura falsa, esa voz coqueta que usa antes de hacer algo violento.

Naitte enseguida hace volar todos esos papeles y mapas con una ráfaga de aire concentrado.

 Bara entra en pánico completo.

Enseguida va a aplaudir.

a teletransportarlos lejos.

Pero dos clones de Karera lo sujetan con todo lo que tienen.

—...Dale un buen golpe... nieta estúpida.

Y Karera cae finalmente derrotado por el cansancio extremo

desplomándose al suelo.

Los clones desaparecen.

—¿Te gustó nuestro plan?

Kakuidō aprieta con fuerza su puño sano.

De inmediato una poderosa luz naranja y blanca ilumina todo el lugar.

Es cegadora y intensa.

 —Espera...

Dice Bara. Todo su cuerpo comienza a temblar incontrolablemente. Sudor frío corre por su frente.

—Big...

La luz se ilumina incluso más. Como si el sol hubiera entrado en la habitación.

—¡Espera!

Bara aumenta la voz desesperadamente.

Su voz se quiebra con tanta fuerza que el tono cambia

volviéndose agudo, infantil.

—¡¡BANG!!

Kakuidō lanza su puñetazo con toda la fuerza restante de su ser.

Bara grita con desesperación absoluta que se detenga.

Apenas impacta el rostro de Bara—y viéndolo desde diferentes ángulos, en cámara lenta—la luz aumenta exponencialmente.

—¡¡AHORA, ICHI!!

El chico de la caja dimensional hace enseguida un escudo protector para todos ahí—concentrándose con todo lo que tiene.

La mujer de los latigazos aumenta esa defensa con su escudo de hierbas entrelazadas.

¡¡A CUBIERTO TODOS!!

Grita el oficial canino desde abajo.

Y todos lo hacen

tirándose al suelo, cubriéndose la cabeza.


—¿¡Nghn?!

Desde algún avión comercial volando a diez mil metros de altura, un pasajero se ciega.

Porque de la nada una extraña luz decidió emerger desde la ciudad abajo.

—¿Pero qué...?

El piloto se tensa inmediatamente. Esa luz. Ese hongo de humo. Es como una explosión nuclear... pero pequeña y shueco.

Todos en aquel avión lo ven.

En las calles cercanas de aquel banco, hay una potente ráfaga de viento que hace volar absolutamente todo. Postes de luz se arrancan de raíz. Carros salen volando. Vidrios de edificios enteros se destruyen simultáneamente.

Hasta que todo el desastre se calma lentamente.

Lentamente, los oficiales que no salieron volando miran la escena con ojos entrecerrados.

Todos se quedan atónitos al ver un hongo alzarse a los cielos—pequeño pero inconfundible. Esa forma característica.

—¡Los civiles!

Grita un oficial con pánico.

Ellos... están bien.

Lentamente aquella caja dimensional se deshace

disolviéndose en partículas de luz.

Todos los civiles están a salvo. Enseguida todos sienten un sentimiento extraño recorriendo sus cuerpos.

Todos se apresuran a revisar.

Y es exactamente como esperaban. Las marcas... ya no están. Desaparecidas completamente como si nunca hubieran existido.

Todos se miran entre sí. Y todos gritan de la emoción—"¡¡SÍÍÍÍ!!"—algunos incluso se abrazan, otros lloran abiertamente.

—Ah... ¡¡Siv!!

El oficial mira enseguida hacia allá con preocupación.

Hasta que un portal dimensional se abre.

De ahí salen Siv, la niña y el niño y el usuario.

—¡¡SÍ ESTÁN A SALVO, POR DIOS!!

Enseguida la abuela abraza a los cuatro con fuerza desesperada.

Ella llora de felicidad y emoción puras

sollozos sacuden todo su cuerpo. El oficial no puede evitar llorar también

lágrimas corren libremente por sus mejillas.

Y enseguida todos, por pura emoción contagiosa tal vez, los abrazan.

Siv queda totalmente confundido, rodeado de gente que apenas conoce.

Pero... se siente bien. Todo se siente bien ahora.

Hasta que el tierno momento es interrumpido porque alguien tose violentamente.

Todos miran hacia la segunda planta.

Kakuidō, Naitte y Karera... ellos están ilesos.

A pesar de que ahí fue el origen exacto de la explosión.

—¡JA, TE DIJE QUE PUEDO CONTROLAR LA EXPLOSIÓN!

Kakuidō grita emocionada.

Camina inclinada, hasta que se recarga contra las barandas.

Ella mira a todos ellos.

Y también a Siv específicamente.

—¡¡GANAMOS!!

Grita ella con todas sus fuerzas restantes.

Todos ellos enseguida gritan al mismo tiempo emocionados, un rugido colectivo de victoria.

Ella, en medio de la celebración, finalmente queda inconsciente.

 Pero siendo agarrada por Naitte antes de caer.

El chico sonríe

mira a su abuelo y a su hermana al mismo tiempo.

Mira el techo destruido que deja ver el gran celes cielo.

Ganaron.


—Bueno.

Con solo una palabra, el ambiente se oscurece.

Todo está oscuro de repente

como si alguien hubiera apagado el sol.

Y todos los civiles, incluso los inconscientes, se elevan lentamente en el aire.

En fila. Sus extremidades se estiran. Y todos están elevados en el cielo

como si todos estuviesen crucificados invisiblemente.

Siv logra mirar cómo Korei y Murata siguen ahí.

Usaron aquella pared que creó la chica para aguantar la presión del viento explosivo.

—¡¡MIERDA, SEÑOR, EL VILLANO SIGUE AHÍ!!

Grita un oficial desde afuera con pánico.

—¡¡DETÉNGANSE!!

Grita el líder intentando mantener control.

—Me harté... Estoy cansado... Me duele todo el cuerpo... Se acabó el juego... Pero si se acabó, entonces...

Korei enseguida vomita sangre, salpica el suelo.

Y con eso, su quirk se desactiva involuntariamente.

Haciendo que todos caigan al suelo simultáneamente. 

Murata lentamente arrodilla a su jefe, sosteniéndolo con cuidado.

—...No podemos llevarlos más... Esta es nuestra derrota...

Korei se quedó en silencio. Hasta que comienza a reírse. Al principio fue bajo.  Pero lentamente se fue convirtiendo en una risa inyectada en una rísa podrida.

—Jamás esperé... que pelearan así... Realmente me enoja que la mercancía pelee contra sus dueños... Y la mercancía que más odio... es definitivamente .

Con sus últimas fuerzas, hace levantar a Siv telekinéticamente. Lo atrae hacia él.

Y lo mira fijamente. Sus pupilas están completamente y exclusivamente clavadas en Siv.

—Te haré sufrir, mocoso.

Un montón de espadas negras aparecen detrás de Siv, materializándose del aire mismo. Murata levanta su mano preparando veneno. Siv no puede hacer nada. Ni un solo músculo puede mover. Todos los civiles ahí se levantan enseguida gritando.

—Muy tarde.

Dice Murata. Y...

...no ocurre nada.

—¡¿EH?!

Siv incluso cae al suelo nuevamente

liberado abruptamente.

Korei se queda anonadado. 

—Mi quirk...

—Sí, perdón por interrumpir tus sucios sueños, pero no dejaré que le hagas algo a ese civil.

Es una voz aburrida.

Monótona. Y realmente parece querer dormir ahí mismo.

—Ah... ah... ¡AH! ¡ES! ¡ES!

Un civil reconoce de inmediato a esa persona parada en la entrada.

—¡¡ERASERHEAD!!

Absolutamente todos los ahí comienzan a echar lágrimas. Porque saben que...

—¡¡Perdónenos por llegar tarde!!

Enseguida madera comienza a inundar el sitio—creciendo exponencialmente, obstruyendo absolutamente todo el edificio desde múltiples direcciones.

—¡Pero lo hicieron muy bien hasta ahora!

Kamui Woods llegó también. Todos los civiles finalmente pueden estar tranquilos. Más y más héroes están llegando

siluetas apareciendo en ventanas, en techos, en entradas.

—...Este definitivamente es el final...

Dice Korei con resignación.

Pero tomando a Murata del cuello bruscamente, lo jala hacia atrás

preparando una última jugada desesperada.

—?!

Eraserhead enseguida corre hacia adelante.

—Mierda... obstruyó mi vista del más peligroso.

—...Vamos a morir todos de una forma agonizante...

Murata comienza a emanar su veneno en cantidad masiva.

Gas verde llena el espacio.

Siv, que justo estaba al frente, mira cómo el gas lentamente sale hacia él.

Pero...

—Villano, ¿no te enseñaron a no echarte gases en público?

El gas venenoso ya no está.

Y Murata está agarrado de la nuca de su chaqueta

levantado en el aire como cachorro.

Mira hacia la voz.

Siv, también que estaba sujetado suavemente, observa hacia arriba.

—All...

La niña comienza a dejar caer sus lágrimas con mucha fuerza.

Todos comienzan a llorar.

—¡¡ALL MIGHT!!

All Might, el símbolo de la paz, finalmente llegó.

Parado ahí con esa sonrisa alegre.

—¡¡Me siento avergonzado por haber llegado tan tarde!!

All Might alza su cabeza y mira a todos con orgullo.

—¡¡PERO NO SE PREOCUPEN, YA ESTOY AQUÍ!!

Y para que todos se calmen, ríe con fuerza—"¡HAHAHAHA!"—esa risa que ha salvado a millones.

—Kamui.

Lanza al villano casualmente.

Pero no mide su fuerza.

—Ups.

Murata sale volando a velocidad supersónica.

Pero es atrapado por Mt. Lady quien apareció afuera.

—...All Might.

Dice Siv.

El rubio solo mira a Siv un momento, luego lo baja con cuidado.

—Ahora bien... Eres el único que queda del grupo.

El símbolo mira a Korei, el cual lentamente se levanta.

Observa a todos lados.

Ni una sola vía de escape.

Héroes por todas partes.

—All Might...

El rubio sonríe.

Korei comienza a caminar un poco sin intenciones aparentes de hacer algo violento.

—Realmente esto se vuelve aburrido... cuando llegas.

—¡Oh, perdona, pero no debo dejar hacer esta clase de cosas a los villanos!... No en especial...

All Might se cruza de brazos.

Una celeste luz brillante aparece en sus ojos.

—Cuando hacen este tipo de cosas.

Korei suelta una risa seca.

Luego sacude su cabeza. Y enseguida apunta su palma, sacando lo último que le queda de aquellos rayos violetas.

Pero no tiene ni una sola oportunidad cuando es mandado a volar a toda velocidad.

Con tal fuerza que atraviesa el muro del almacén, rebotando contra una pared, luego contra un bote de basura, y finalmente cae al suelo.

Todos quedan atónitos. Eso pasó en tan solo segundos.

—¡¡HAHAHAHAHAHAHAHAHAHA!!

All Might se ríe y luego mira a Siv con expresión cálida.

—Realmente me volví lento.

Enseguida All Might se lanza contra el villano tirado para capturarlo definitivamente.

Pero en medio camino un portal morado aparece debajo de Korei.

Él se detiene enseguida.

Reacciona. Intenta detenerlo extendiendo la mano. Pero ya es tarde.

—All Might...

Esas fueron sus últimas palabras antes de desaparecer por completo en la oscuridad del portal.

All Might se queda en silencio por un momento.

Mira el espacio vacío.

Hasta que es aplaudido. Se gira a ver a todos los civiles, oficiales incluso, aplaudiéndole con fuerza. 

All Might se ríe y lleva su mano hacia atrás de su cabeza, fingiendo estar avergonzado

—¡No fue nada!

Siv es el único que se quedó ahí parado.

Procesando todo. Simplemente se echa en el suelo—dejándose caer de espaldas.

—...Ahhhhhh... Qué cansado estoy.

Chapter 19: ¿Héroe?

Chapter Text

—Así es...

Su sonrisa se agranda progresivamente. Luego, de un salto entusiasta, se sienta derecha en su silla, casi rebotando por la energía.

—¡¡LA GODEXPLOSIONGIRL ESA SOY YO!! ¡YO SOY LA QUE PROVOCÓ ESA EXPLOSIÓN!! ¡LA EXPLOSIÓN QUE ACABÓ CON EL MALDITO Y MOLESTO SOPORTE DEL EQUIPO ENEMIGO!!

Kakuidō está totalmente orgullosa de su logro. Radiante. Los camarógrafos estaban mirando entre sí con expresiones de "¿esto está pasando realmente?" La mujer encargada de entrevistar a la chica mira un poco nerviosa—ajustándose el micrófono.

—Ya veo...

Un héroe aplaude lentamente desde el fondo.

—¿¡Verdad que sí?!

Kakuidō mira emocionada al mayor con ojos brillantes.

—Sí, sí... pero...

De la nada, el héroe tiene una expresión tensa. Completamente seria. La mira fijamente

claramente enfurecido por lo que Kakuidō hizo.

—No hagas nunca más algo así.

—...E-entendido...

Kakuidō está sentada como toda una dama en su silla

manos sobre el regazo, espalda recta, la imagen de contrición.

—Señor Death Arms.

No. 13 lo llamaba.

El héroe enseguida va a ayudar a su compañero

dejando a Kakuidō procesando la reprimenda.

—...Hehehe, bueno... en realidad esto... se convirtió en algo distinto.

Kakuidō mira a las cámaras. Sonríe con esa confianza recuperada. Y prosigue a contar la experiencia con lujo de detalles.


Las tres de la tarde.

Toda la zona estaba en cuarentena debido a la explosión de Kakuidō. Algunos civiles tendrían que pasar por una ducha de descontaminación y luego ser testeados para radiación residual.

Siv estaba sentado por ahí—en un bordillo, alejado del bullicio.

Por un momento mira sus manos.

Recordando cómo corrió hacia ese villano.

Cómo lo atacó con la palanca. Se siente... malditamente mal por haber hecho eso. 

—...Mierda.

Expulsa Siv con voz apenas audible.

—¡¡SIV!!

De la nada un grito lo saca violentamente de sus pensamientos.

El chico enseguida mira de quién fue ese grito.

Hammer viene corriendo, prácticamente galopando hacia él.

Enseguida se levanta.

Pero Hammer se lanza a toda velocidad y lo abraza con fuerza de oso.

—¡¡ME ALEGRA, ME ALEGRA QUE ESTÉS BIEN!!

Abraza con tanta fuerza a Siv que literalmente deja al chico sin aire.

Los pulmones se le comprimen.

—¡Me estás matando, anciano!

Golpea la cabeza de Hammer con su puño.

Y debido a eso... Hammer cae inconsciente al suelo como saco de papas.

—...¡¡¿EHHHHH?!!

Siv grita asustado. ¿Lo mató? ¿Acaba de matar a un héroe?

—¡Oye, ahora que veo, tienes heridas por todos lados!

Hammer enseguida despierta—como si nada hubiera pasado.

Y por alguna razón posa. Claramente quería impresionar a Siv con su resistencia.

—Es que luché contra una villana muy poderosa... Casi me matan.

Pero Siv no parecía prestarle mayor interés en realidad.

Mira hacia otro lado.

—Entonces, Siv.

El chico gira hacia donde lo llamaban. La heroína dragón, Ryuko, se acerca saludando con la mano.

—Preocupaste bastante a este idiota.

Con su pulgar apunta hacia Hammer de forma casual.

—¡Claro que no! O sea, sí también, ¡pero, pero!

Intentando inventar algo para salirse de esta situación, Ryuko solo se ríe.

—Debes de ser bastante importante para Harakata.

—¡Ryuko-chan, no digas mi nombre real!

Siv solo se quedó callado.

Procesando. Hammer estuvo preocupado por él todo este tiempo. Hizo pasar a alguien por mucho estrés...

—Ah, bueno... perdón en todo caso, yo...

Pero fue totalmente interrumpido.

—¡Pero al menos estás bien!

Harakata toma de los hombros a Siv con firmeza.

Sonriendo de la alegría.

Y luego abraza a Siv con mucha fuerza.

—...Siv... maldita sea... no hagas algo así otra vez...

Su voz tiene un tono que Siv nunca había escuchado antes. 

Ante aquel acto... Siv verdaderamente se sintió culpable.

Simplemente le dio unas palmadas a Hammer en la espalda.

—Lo siento... realmente... no sabía lo que hacía.

Ryuko vio aquella escena muy tierna.

Pero tosió un poco para tener la atención de los dos

rompiendo el momento.

—Fue muy peligroso lo que intentaste hace unas horas atrás, Siv. Eso fue demasiado peligroso. Tienes suerte que el líder de esa villa lo llamara.

—Sí...

—Igualmente, vas a tener que contarnos todo de qué fue lo que hiciste.

—Sí...

Y lentamente, Siv se arrodillaba en el suelo.

Así es. Siv estaba siendo regañado por una heroína profesional por haber intentado entrar en el banco él solo.

—¡R-Ryuko-chan!

Harakata intentó intervenir pero... termina arrodillado al lado de Siv. Siendo también regañado por sus sentimientos tan desconfigurados—destacando el momento en que él solo se iba a lanzar sin pensarlo.

—...Bueno... no creo que necesitemos regañarlo también...

Mt. Lady se ríe para aligerar el ambiente.

Comienza a caminar al lado de Kamui Woods. Pero el otro héroe, Death Arms, se queda mirando a Siv fijamente.

Sí. Definitivamente había visto a ese chico en algún lado.

—¿Death Arms?

No. 13 mira al héroe con curiosidad.

—Perdón, volveré enseguida.

Y el mayor volvió a ayudar a su compañero—dejando la pregunta sin responder.


Luego de que Siv se duchase para quitarse la radiación residual, y después de ponerse prendas de ropa dadas por el personal, sale de aquel camión de descontaminación. Observa a todos los héroes ayudando a quitar escombros. Doctores ayudaban a los heridos ahí mismo—montando clínicas improvisadas.

—¡Siv!

Kakuidō viene corriendo hacia Siv—energía recuperada a pesar de los yesos.

—Kakuidō...

Ver a Kakuidō con una energía tan alegre y... esos yesos en ambas manos. Por alguna razón le parecía gracioso. Casi adorable.

—¿Dónde demonios estabas, viejo? Nos están llamando.

—¿Eh? ¿más regañaron?...

—¡No! ¡Una entrevista de cómo luchamos ahí dentro! ¡Estaremos en televisión!

Kakuidō está orgullosa de eso. Siv definitivamente no tanto.

—Ah, yo sabes... debería regresar a mi casa. Mis padres me van a matar si se enteran que estoy aquí.

Kakuidō se queda mirando a Siv unos segundos. Luego sonríe.

—Je... Si mi suposición era correcta, eres uno de esos chicos. Por eso... ¡¡Naitte, Tanjiro!!

Los dos hombres se lanzaron hacia Siv. Lo sujetaron con fuerza—uno por cada brazo.

Lo levantaron y fueron corriendo hacia los entrevistadores como secuestradores profesionales.

—¡¡ESPEREN!!


Harekito Yuo - Don de creación de Golems: —¡Y lo mandé a volar con uno de mis golems! ¡Wow!

Tanaka Kurokame - Don de curación de zona: —Fue increíble... realmente fue muy duro curar en media batalla a todos tan seguidamente.

Anko Tarikame - Don de hielo: —Hoho... Todos fueron muy amables conmigo. Todos fueron valientes. En especial...

Nio Sosokame - Fuego violeta: —¡Todos fueron geniales! ¡Yo ayudé poco pero... pero todos hicimos algo juntos!

Saku Sosokame - Don de inyectar valentía: —Todos fueron valientes incluso si no les inyecté mi valentía... Todos decidieron luchar porque...

Y así seguidamente, hasta que llegaron con Siv.

—¡Aquí está el último que les falta!

Kakuidō sonríe con orgullo.

Le da un caderazo a Siv—quien justo lo bajaron—para que vaya hacia adelante.

—Oigan...

Siv mira hacia ellos con expresión de súplica.

—¡Que no te dé pena, Siv! ¡¡Tú puedes!!

—Hasta el anciano pudo lograr dar algo decente de apoyo.

Kakuidō mira hacia su abuelo, quien está comiendo un menú entero como si nada. Siv, por un momento, recuerda las palabras del anciano durante la batalla. Mira a los tres—Kakuidō, Naitte, Tanjiro—sonriendo hacia él con expectativa grandes.

Siv finalmente decide entrar a la carpa de entrevistas.

—¡Hola mucho, soy Natsuki Yio!

La reportera se lanza emocionada hacia él. Siv nota que ella bebió bastante café para este momento—sus manos tiemblan ligeramente.

—¡Siéntate por favor y comencemos con esto!

Siv hace caso. Se sienta. Listo para responder lo mínimo posible.

—¡Y dime! ¿¡Cuál fue tu increíble papel en esto?!

Siv se queda callado. Recuerda un poco. Abre la boca pero...

—Bueno, realmente no hice mucho. Solo fui un apoyo moral para todos mientras yo estaba oculto en el almacén.

La reportera... ella se sorprende bastante.

Incluso parece haber puesto un rostro un tanto decepcionado.

Su bolígrafo se detiene a media nota.

—Oh... pues eh... Te capturaron por tener un muy buen quirk... ¡Seguro es un quirk genial!

Siv se queda absolutamente callado.

—Ah, un quirk genial...

La reportera se ríe un poco nerviosa. Mira sus notas buscando otras preguntas.

—Pero... aquí muchos me dijeron que fuiste alguien clave en esto...

Siv enseguida se tensa.

Su postura se pone rígida.

No, se confunden con alguien... Realmente, ¿alguien como yo podría ser clave para algún plan? Solamente soy... un quirkless que tuvo la mala suerte de ir ahí. Que tuvo... una estúpida influencia...

—...Oh... ya veo.

Natsuki se pone un poco triste. Mira sus notas con desilusión. No quiere cortar a ninguno de estos guerreros. Tan centrada en su lista que se asusta al escuchar a Siv arrastrar la silla hacia atrás.

—Bien, supongo que eso era todo. Nos vemos.

—¡Oye, esper-... ¿Huh?

Justo cuando Siv abre las cortinas... ve a todos ahí parados. Todos lo miran un poco enojados. 

—¡Todo eso que dijo, señorita Natsuki... es falso!

Grita Tanjiro con convicción absoluta.

—¡¡Es verdad! ¡Este tipo literalmente dio un montón de consejos en la pelea!!

Kakuidō grita con todo.

—¡Mi hermano mayor se lanzó al villano y lo atravesó con una palanca! ¡¡Es un samurai, un samurai!!

—Ah... ah...

Natsuki enseguida comienza a escribir todo eso frenéticamente.

—Oye, no tienes que...

Siv lo iba a detener pero—

—¡No! ¡¡Tú no tienes que mentir que no hiciste nada cuando en realidad fuiste una pieza demasiado clave en esto! Siv, fuiste un consejero. Literalmente protegiste a esa niña y al niño de morir mientras evitabas a esa villana. ¡¡Siv, literalmente fuiste una parte fundamental como todos!!

Muchos de los civiles dijeron al unísono que sí—un coro de confirmación.

—¡¡Siéntate y cuéntales todo!!

Kakuidō hace que Siv se siente después de darle varias pataditas.

Sin otra opción más, lo hace.

Durante literalmente una hora entera, estuvieron contradiciendo las tonterías de Siv. Era regañado incluso a veces por mentir. La abuelita le estiró del cachete por querer hacerse ver como nada. Muchos de ellos dijeron que aunque Siv sea un quirkless, él fue el que más valentía tenía. El único que se lanzó sin una inyección. El único que no tuvo miedo a ver la muerte.

—Además... Siv creó el plan.

—¿El plan?

Todos sonrieron y dijeron que sí. Otros indican eso con un gesto de cabeza. Entonces todos miran a Siv.

El chico se queda callado.

—No me digan que quieren que yo...

"¡¡SÍ!!" gritan de emoción.

Siv, frustrado, no tiene otra opción.

—...Yo... ideé un plan. Era simple. Mientras Kakuidō, Naitte y el viejo Karera atacaban, nosotros nos preparábamos... Manako nos creó relojes para detectar la detonación de Kakuido. Nio y Saku se quedarían para llamar la atención de la villana. El villano del gas estaría muy ocupado con los compañeros que tenían quirks más de ataque, mientras curaban a Kakuidō, Naitte y Karera. Después efectuamos el plan... Mientras Koru creaba un portal de aparición en mi palma, él estaba creando un portal hacia afuera... Bueno... verás...

Siv sigue explicando. Mientras Murata se distrajera, atacarían a Bara para que no pudiera teletransportar a Koru. Y funcionó. Así hasta que el plan finalizó.

La reportera queda asombrada.

—¡Eso... ¡¡ES UN PLAN INGENIOSO!! ¡MALDITA SEA, CHICO! ¿¡Y te querías ocultar?!

Natsuki enseguida anota las cosas frenéticamente. Siv solo se queda callado. Suspira pesadamente.

—No suspires así, Siv... Como te dije, te sirvió ser quirkless. Nos sirvió a todos. Eso nos salvó... Prácticamente fuiste el héroe.

Eso deja en silencio a Siv. "Héroe". ¿Él podría considerarse héroe?

—¡Sí!

El niño enseguida responde con entusiasmo.

—¡El hermano mayor es literalmente nuestro héroe!

Siv lo mira.

Luego a los demás que aceptan aquel hecho.

Su mano está agarrando con fuerza su pecho.

sintiendo ese calor molesto otra vez.

—Sí... realmente fuiste un héroe para todos, Siv.

Contesta la reportera con una sonrisa genuina.

Mientras Siv se quedaba en silencio, escuchando a todos ellos decirle "héroe"... él no pensaba lo mismo.

¿Un héroe él?

No. Él nunca podría considerarse un héroe.

El que más tenía cara de eso era...

...Izuku.

Chapter 20: Héroe

Chapter Text

—¡Muy bien! ¡Todos están limpios!

Con su megáfono, el oficial anuncia los resultados finales.

Todos quedan aliviados—suspiros colectivos, hombros que se relajan.

Y en secreto, Kakuidō lo está más. Está más contenta por saber que no fue mortal para nadie.

Que su explosión no mató a ningún inocente.

Siv se estaba a punto de ir primero—dando pasos lentos hacia la salida del perímetro—hasta que la voz de la rubia lo detiene.

—¡Pasémonos números!

Dice ella con entusiasmo. Naitte ya tiene ambos celulares en sus manos—preparado para el intercambio.

—Si prometen no bombardearme con nada o meterme en grupos extraños, sí. Si hacen eso los voy a bloquear enseguida.

Aunque los dos hermanos tienen una sonrisa en sus rostros, en el fondo están asustados. Este chico adivinó casi todo lo que harían. Pero igual se los dio—intercambiando información de contacto.

Al final, Siv se despide de ellos dos. Sin darle chance a Kakuidō o Naitte de decir algo más. Se fue caminando antes de que pudieran reaccionar.


Más de las cinco de la tarde. El sol se estaba poniendo con fuerza—pintando el cielo en tonos naranjas y púrpuras. Siv revive una última vez más sus recuerdos.

Cada cosa en su mente pasó en segundos. Incluso los momentos más aterradores.

E incluso...

...el momento en donde él se consideraba un héroe.

—Ja... sí... ¿Un héroe yo?

Siv se burla incluso de eso. Continúa caminando por la calle vacía. Pero en un momento se detiene. Se queda parado ahí. Sin decir palabra. Mirando al horizonte.

—Yooooooooo~

—¿Uh?

Desde la lejanía puede escuchar algo venir corriendo.

Se gira para ver algo aproximándose a toda velocidad hacia él. Tuvo que achicar los ojos para ver mejor contra el sol poniente.

—¿¡EH?!

Hasta que se saca de onda al observar a All Might venir corriendo como locomotora humana.

—¡¡ESTOY AQUÍ!!

Siv creyó que lo iba a atropellar. Pero el grandote pasa de largo y usa sus piernas para frenar su avance—dejando marcas en el asfalto. 

—¡¡JAJAJA, QUÉ GRAN MARATÓN!! ¡Sí que te fuiste bastante rápido, shonen-Siv!

Lentamente Siv puede recuperarse del susto.

Aunque su sorpresa no se va al ver a All Might frente suyo.

—...¿Viniste a regañarme? No te preocupes, ya lo hizo la heroína dragona.

All Might enseguida soltó una carcajada

¡JAJAJA!

y con su índice niega eso.

—Nop, no soy bueno regañando a las personas.

All Might sonríe con fuerza.

—Ahí está la razón de por qué se medio aprovechan de ti.

All Might se queda en silencio con esa sonrisa suya.

Pero después suelta una pequeña tos para romper el ambiente.

—Solo venía a decirte: buen trabajo, shonen-Siv.

Siv se queda callado.

Pero luego suspira pesadamente—el aire sale como peso liberado.

Eso confunde a All Might.

—Nah, yo no hice nada ahí adentro... En primer lugar... no debía estar ahí adentro. Por mi culpa un montón de problemas se generaron... Así que no merezco un—

—Pero estuviste ahí.

Eso deja en silencio un pequeño rato a Siv.

—Sí, pero no debí.

—¡Pero aún así fuiste cuando no debías! ¡Decidiste aún cuando fue peligroso!

Apunta su índice directamente a Siv.

—Shonen-Siv... Tú entraste ahí, como tu amigo. Como Midoriya-shonen.

Midoriya.

Ese apellido le trae muchos recuerdos.

Muchos pensamientos retorcidos. ¿Así que entró al peligro como Midoriya?

"¡¡PORQUE ALGUIEN NECESITA AYUDA CUANDO DEJA CAER SUS LÁGRIMAS!!"

La voz de Izuku resuena en su cabeza otra vez más. . .

Siv aprieta con mucha fuerza sus puños—agarrando las prendas de su ropa.

Luego los suelta bruscamente.

—No. Yo no soy como Izuku.

Su voz es afilado.

—¡Izuku se lanzó como un maldito suicida esa vez!

Siv, por primera vez en mucho tiempo, alza la voz en este tema. 

—¡¡Y salvó a su amigo! ¡Salvó una vida!!

Responde All Might con igual intensidad.

—¡Eso fue exactamente lo que tú hiciste! ¡¡Es literalmente lo mismo! ¡Hasta es cómico!

All Might no puede evitar lanzar una risa sobre esta situación—porque para él es obvio. Tan obvio que duele.

Pero esto a Siv no le causa gracia alguna. 

—Izuku... Izuku esa vez...

Su voz comienza a quebrarse.

—¡¡IZUKU SOLO SE MOVIÓ POR UN MALDITO SUEÑO QUE NO TIENE SENTIDO! ¡¡NI PARA ÉL NI PARA MÍ!! ¡¡ÉL SE LANZÓ POR UN SUEÑO QUE JAMÁS LE CORRESPONDÍA!!

Dentro de Siv algo está rompiéndose. Como vidrio bajo presión extrema.

Las grietas se expanden.

—...Entonces tú también te moviste por la misma cosa, shonen-Siv.

Responde All Might.

Sin ningún añadido más.

Simple y directo.

Al oír algo así, Siv se queda callado.

Sus ojos se abren con mucha fuerza.

—No...

Lentamente... oscuridad lo apodera.

—No, no, no, no, NO.

Lentamente tomando control de Siv.

—¡¡YO NO TENGO UN SUEÑO RIDÍCULO! ¡UN SUEÑO ASÍ NO ES PARA MÍ! ¡SER UN HÉROE JAMÁS ESTUVO EN MIS DESEOS! ¡YO JAMÁS SERÉ UN HÉROE PORQUE SOY UN QUIRKLESS! ¡UN QUIRKLESS DEBE QUEDARSE DONDE CORRESPONDE! ¡DONDE DEBE ESTAR! ¡DONDE DEBE PERTENECER!

Grita con desesperación absoluta.

Con pánico.

All Might entonces aprieta con fuerza sus puños.

Sus nudillos crujen.

—¡¿EN DÓNDE PERTENECEN ENTONCES?!

Esa alzada de voz. Ese tono. Deja absolutamente sorprendido a Siv. Nunca había escuchado a All Might así

serio, casi enojado.

—¡Midoriya-shonen se lanzó hacia el frente sin saber por qué se movía! ¡¡SIN SABER POR QUÉ!! ¡Y TÚ HICISTE LO MISMO, SHONEN-SIV! ¡¡TÚ TE MOVISTE SIN SABER POR QUÉ! ¡DECIDISTE ENTRAR SIN SABER POR QUÉ! ¡PERFECTAMENTE PODÍAS RETROCEDER!

All Might extiende los brazos completamente—como abarcando todo el mundo.

—¡PERO NO LO HICISTE! ¡Seguiste aún con el peligro de ser herido! ¡¡AÚN ASÍ SEGUISTE!!

Y finalmente All Might baja los brazos.

Su voz se suaviza—pero no pierde intensidad.

—Eso... eso es lo que un héroe hace. Avanza sin importarle ser herido. Para salvar a las personas.

Pronto el mayor mira a Siv directamente.

Esa sonrisa se mantiene ahí.

Siv se queda absolutamente callado.

Ni una sola palabra sale de su boca.

No puede formar pensamientos coherentes.

—No...

Cada fragmento de aquella aventura pasa por su mente. Hasta el último momento donde le decían que él era un héroe.

—No, no... yo... yo no soy...

Las manos de Siv lentamente suben a su pecho.

Su agarre se intensifica más, conteniendolo.

—¿Dijiste que los quirkless pertenecen dónde?

Siv lentamente mira al héroe con ojos brillantes.

—Te lo responderé yo... Los quirkless... pertenecen al mundo de los sueños.

All Might enseguida alza el puño.

Apunta con su índice al cielo

hacia ese horizonte infinito.

—TÚ, MIDORIYA-SHONEN... USTEDES PERTENECEN AL MUNDO DE LOS SUEÑOS. USTEDES DOS PERTENECEN A ESTE LADO. AL LADO DONDE TODO EL MUNDO ESTÁ... ¡¡DONDE TODOS ESTAMOS!!

Lentamente su índice baja.

Hasta apuntar directamente a Siv

Como una flecha disparada.

—Shonen-Siv... Tú... perteneces a este lado... Este es tu lado.

El agarre de Siv se vuelve muchísimo más fuerte.

Dentro suyo algo comienza a crecer con mucha fuerza. Algo que había enterrado hace años.

Algo que intentó matar mil veces.

—Tú eres un héroe.

Siv lentamente comienza a rechazar eso mentalmente. No, él no es un héroe. Pero... mientras más lo rechaza, su pecho le duele aún más. Como si algo estuviera expandiéndose contra sus costillas.

Cada palabra de todos ellos. Cada "Eres un héroe, Siv". Cada maldita palabra llega a su maldito corazón. Incluso el maldito grito que Izuku le lanzó: "¡¡PORQUE ALGUIEN NECESITA AYUDA CUANDO DEJA CAER SUS LÁGRIMAS!!"

Siv lentamente y peligrosamente está dejando crecer lo que supuestamente odia.

Ese sueño.

Ese maldito sueño que enterró.

—Shonen-Siv.

Él mira lentamente hacia adelante.

All Might le extiende la mano, con la palma abierta.

Mientras que el sol de la tarde ilumina aquel lugar.

Los rayos dorados rodean al símbolo de la paz como halo divino.

 

Tú puedes convertirte en un héroe.

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