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EL GUÍA
— ¿Estás seguro de que quieres hacer esto, Midoriya? Sé que eres uno de los mejores guías de Estados Unidos, pero esto es completamente diferente. — Comentó Shoto Todoroki mientras bajaban por las escaleras de piedra que daban acceso al nivel más bajo del complejo en donde se encontraban. — Y aunque eres un Guide puro y tus poderes superaron lo inimaginable, no es seguro que puedas tranquilizar a Bakugo.
Izuku suspiró con ligereza, llevando sus manos al interior de los bolsos de su pantalón. No respondió de inmediato, permitiéndose perder en sus pensamientos. Tenía apenas un par de semanas desde que había decidido regresar a Japón y todo gracias a la indescriptible angustia que carcomía a su corazón. Una angustia que no lo dejaba descansar y que incluso resultaba dolorosa. Cuando tuvo su despertar como un Guide de primer nivel, todos en Japón se interesaron en su poder. Lo ambicionaban tanto que incluso vigilaban cada uno de sus movimientos. Su madre había tenido que tomar la decisión de mudarse a Estados Unidos, en donde se encontraba su padrino Yagi Toshinori en busca de un refugio para él. Había tenido que dejar todo su pasado de un momento a otro y eso incluía a Katsuki Bakugo con él. Ambos habían sido amigos desde el jardín de infantes, pero desde que despertó como un Guide todo cambió entre ellos. Kacchan no paraba de insultarlo, incluso sostenía que se creía superior y que ahora que era alguien importante lo menospreciaba. Izuku se había tenido que ir sin ser capaz de explicarle las cosas una última vez, todo había sido tan complicado. Se abrazó a sí mismo, sintiendo un nudo en la garganta. Lo que menos había querido en aquel entonces era perder a Katsuki, pero al final eso era lo que había pasado. Y ahora que había regresado, luego de enterarse del problema en el que estaba metido Kacchan, a tal grado que la única solución plausible era “dormirlo”, lo único que quería era tener oportunidad de hablar con él una única vez si es que Kacchan aún lo odiaba. Eso y ayudarle en todo lo que pudiera, aunque el mismo rubio no se lo permitiera.
— ¿Hace cuanto que está en este lugar? — Preguntó el peliverde en lugar de responder la duda de Shoto. Una duda a la que ni el mismo tenía una respuesta, sobre todo porque ni siquiera sabía si Katsuki aún lo despreciaba.
Shoto suspiró con evidente cansancio al llegar al último nivel. Se detuvo un momento, dirigiendo su mirada hacia la celda al final del pasillo. Izuku se detuvo también, observando la espalda de su amigo con bastante curiosidad. — Seis meses. — Respondió finalmente. — No es algo que quisiéramos hacer en realidad, pero sus poderes se salieron de control y sin nadie que pueda ser su guía se ha convertido solamente en un Sentinele salvaje. Tenerlo aquí es la única manera de mantenerlo a salvo de él mismo y también, es un método de seguridad para nosotros. Fuel el mismo Bakugo el que nos rogó que lo encerráramos antes de que perdiera por completo el control de su raciocinio y se perdiera en la zone. Pero la verdad es que lo necesitamos, haberlo perdido debilitó nuestras defensas. Estamos desesperados, Midoriya, si el gobierno lo atrapa no dudará ni un segundo en matarlo. —Shoto dudó un momento antes de continuar. — En realidad no creímos que volverías después de cómo se dieron las cosas y aunque no estás obligado a ayudar, te agradezco que volvieras.
Izuku apretó con ligereza su propio abrazo y apartó la mirada. — Sin importar lo que Kacchan piense, nunca podría abandonarlo. El gobierno de este país es un peligro tanto para los guías como para los centinelas que superan las expectativas. — Suspiró con ligereza para después avanzar de nuevo hacia la última celda, evadiendo la mirada inquisidora del menor de la familia Todoroki. — A partir de aquí iré solo. Gracias, Shoto.
Sin detenerse a escuchar alguna posible queja por parte de su amigo, Izuku caminó tranquilo con el eco de sus botas como única compañía. Una tranquilidad contrastante con el latido frenético de su corazón. Una tranquilidad que era solo apariencia. Se detuvo justo enfrente de la puerta, ni siquiera tenía que abrir para poder sentir el poder que emanaba desde el interior. Cuando Izuku descubrió que era un Guide, Kacchan era un simple humano, común y corriente. Resultaba bastante extraño que tanto los Sentinele como los Guide se manifestaran tan tarde. Entendía por qué Kacchan no podía controlarse. Haberse manifestado de un momento a otro y sin la guía de algún Tower, estaba seguro de que había sido difícil mantenerse perdido en la Zone. Con un último suspiro abrió finalmente la puerta.
Izuku no estaba seguro de qué era lo que había esperado encontrar al entrar a la celda, pero definitivamente no se encontraba totalmente preparado para lo que lo recibió. Porque en el centro de la celda se encontraba Katsuki Bakugo sentado sobre una silla acolchada, vestía un chaleco de fuerza que le inmovilizaba los brazos a su espalda. Su cabello rubio cenizo que antes era corto, según sus recuerdos, ahora estaba más largo y le cubría el rostro al estar reclinado hacia el frente como si estuviera dormido. Quizás se encontraba sedado, pero la sola apariencia que tenía era suficiente para que el corazón de Izuku se rompiera en mil pedazos. Tuvo que reprimir las inmensas ganas de correr a su lado y soltarlo, pero sabía que no podía hacerlo, no sin saber si Katsuki iba a aceptar su presencia.
— K-Kacchan…
El susurro del peliverde fue el detonante suficiente para que el rubio alzara la cabeza y abriera los ojos de golpe. Unos ojos que resplandecían salvajes con un tono ámbar que se mezclaba con el tono rojizo habitual de su dueño. Cuando sus miradas se cruzaron, Izuku jadeó con sorpresa, retrocediendo un par de pasos hasta que su espalda topó contra la puerta de la celda.
— Izuku…
Atraído por la voz de quien había sido su amigo de la infancia en el pasado, Izuku comenzó a avanzar hasta donde se encontraba el rubio. Se detuvo apenas un par de pasos enfrente del chico y extendió su mano para posarla sobre la mejilla ajena. Katsuki cerró los ojos, sintiendo una calma que no había sentido en mucho tiempo, los latidos de su corazón al fin se tranquilizaron y sus pulmones fueron llenados de oxígeno limpio. Los ojos de Izuku resplandecieron de un tono dorado cuando su piel entró en contacto con la del rubio. Su corazón sincronizándose con el de su contraparte. Izuku había leído bastante sobre el vínculo que podía surgir entre un Guide y un Sentinele, pero hasta el momento no había sido capaz de experimentarlo con nadie. Hubo un momento en el que pensó que quizás era alguien defectuoso por no ser capaz de conseguir vincularse. Pero ahora se alegraba de que no le hubiera pasado nunca.
Cuando Katsuki abrió los ojos de nuevo, Izuku seguía observándole y en ese instante fue como si todo a su alrededor se hubiera detenido. El peliverde tomó con sus manos el rostro del cenizo y sonrío con ligereza al recargar con suavidad su frente contra la ajena. Desde que Izuku se había convertido en un Guide, había ayudado a muchos Sentineles que se salían de control y los guiaba hasta que podían usar sus poderes por cuenta propia. Sin embargo, nunca fue capaz de encontrar a su vinculado. De hecho, siempre había sentido que algo le faltaba para sentirse pleno y nunca había encontrado una explicación racional para ese vacío que sentía en el centro de su pecho. Ahora lo sabía. No podía vincularse con nadie porque ningún Sentinele era Kacchan.
— Volví. — El susurro de Izuku fue suave, aterciopelado, casi como si temiera algún tipo de represalia por parte del cenizo.
— No vuelvas a irte, maldito nerd. — Katsuki respondió con voz ronca, sintiendo que al fin sus pulmones pueden respirar con normalidad. Había sido un imbécil con Izuku en el pasado y cuando no supo más de él, entendió que lo había perdido quizás para siempre. Desde ese momento todo se había salido de control. Pero ahora que Izuku había vuelto, que su corazón al fin se había calmado y al fin podía volver a pensar con claridad, no iba a permitir que alguien los separara de nuevo.
Pero cualquier temor que pudiera haber albergado en su corazón quedó descartado en el momento en el que Izuku lo rodeó con sus brazos para proporcionarle el mejor de los abrazos. Sí, había sido un imbécil, pero ahora tenía una segunda oportunidad para remediar las cosas y convertirse en un vínculo digno para Izuku.
