Chapter Text
Desde la noche que Sullivan lo llevó al inframundo, Iruma observó que entre ese mundo y el suyo hay múltiples diferencias, y conforme pasaron los meses, solo hubo un par de cosas similares que podía contar con los dedos de su mano, pero antes de que su primer año concluyera, en febrero vio a muchos alumnos e incluso profesores realizando los preparativos de algo.
Cuando les pregunto al respecto a Clara y Azz, se llevó la gran sorpresa de saber que también se celebra San Valentín en el inframundo, ¿lo más sorprendente para él? Es igual el 14 de febrero.
Ese primer 14 en Babyls, toda la clase anormal —con excepción de Purson— se llevaron una gran sorpresa, pero no por algo emocionante o agradable, la realidad fue que se quedaron incrédulos ante lo que sus ojos veían.
Desde que Purson empezó a convivir más con la clase, estuvo expresando su decepción sobre la aparente popularidad que tiene Kalego con las mujeres y algunos hombres —aunque estos últimos tienen sin cuidado a Purson—. Nadie le tomó verdadera importancia a sus palabras al no considerarlo un tema realmente relevante o creíble, solo lo tomaban como invenciones suyas, una especie de envidia hacia todos los hombres que tienen al menos a una mujer interesada en ellos o tal vez, y solo tal vez a Purson le gustaba Momonoki y no soportaba ver lo enamorada que ella esta de Kalego, por lo que para no admitir su enamoramiento, prefería incluir a muchas personas interesadas en su profesor.
Ese día, mientras Kalego le explica a la clase un nuevo tema, ellos se encuentran increíblemente callados, algunos escuchando con atención las palabras de su profesor, otros fingiendo anotar lo que dice y los demás perdidos en sus pensamientos. Iruma por su parte, esta en el grupo de los que ponen atención, quiere aprender lo suficiente del inframundo y si le surge una duda, puede preguntarle más tarde a Balam quien le explicaría con gran paciencia o le haría un libro para que quede mucho más claro el tema.
—¡Buenos días! —gritó con gran entusiasmo Robin al abrir la puerta.
Todos se emocionaron al verlo entrar, saben lo que significa su llegada: Robin les dará las cartas y tal vez obsequios que alumnos de otros salones —o incluso del mismo— les mandaron.
—¡Te dije que no quería que entrarás así a mi clase! —exclamó Kalego con gran molestia.
—El director Sullivan dijo que no había problema en entrar a los salones.
Ante su respuesta, Kalego maldijo por lo bajo y se sentó a esperar a que Robin terminé de entregar las cartas. Una vez más el director encontró una forma de fastidiarlo.
Iruma miro con curiosidad como Robin saca de un costal —similar a los de navidad, solo que este tiene corazones— paquetes de cartas que entrega a cada uno de los alumnos, soltando diversos comentarios al respecto y ante los cuales, la clase no duda en responder, creando un ambiente alegre, diferente al de hace unos minutos.
—¡Son el salón que recibió más cartas!
—Por supuesto, ¡somos los mejores, ¿verdad, Kalego-sensei?! —grito Lied.
—Silencio —solo quiere que el nuevo profesor salga lo más rápido posible de su clase, detesta cuando lo interrumpen.
En lugar de ver como Robin les entrega sus cartas y ellos ponen sonrisas presumidas en sus rostros, decidió continuar escribiendo un par de cosas en su libreta.
—¡Eso no es justo! —gritaron Purson y Lied cuando vieron todas las cartas y obsequios que recibió Iruma.
—No esperaba menos de mi rival.
—Es obvio que la popularidad de Iruma-sama es enorme —habló Azz al ver que el mencionado recibió más cartas que los demás.
—¿Verdad qué nos vas a dar de tus chocolates, Irumachi?
—S-sí.
—Seguramente el siguiente año recibirás muchas más cartas, Iruma —los ojos de Robin se iluminaron tras sus palabras.
—Largo —interrumpió la voz de Kalego, harto de su voz chillona.
—No sea así, Kalego-sensei, ¡Hay que estar felices por nuestros queridos alumnos!
—No me importan las estúpidas cartas.
—Pero es una manera linda de acercarse a los demás.
—Tonterías.
—Pensé que las cartas restantes eran nuestras —al estar hablando Kalego y Robin, no escucharon las palabras de Elizabetta.
—Le han de faltar algunos salones.
—Pero estamos más alejados qué el resto.
—Sí, lo obvio es dejarnos al final.
—Tal vez son las cartas de alumnos que faltaron.
—De acuerdo, de acuerdo, pero antes de irme, Kalego-sensei —se acercó al escritorio.
Robin metió su mano al costal y de este saco otro paquete, un poco más grande que el de Iruma y lo dejo en el escritorio de Kalego, donde también puso algunos obsequios, dejando completamente vacío el costal.
Kalego puso los ojos en blanco al ver la enorme sonrisa de Robin.
—¿No podías tirarlas o dejarlas en mi oficina? —preguntó molesto.
—El director me pidió entregárselos a todos en persona, sin excepción alguna —respondió con inocencia— ¡¡Arriba ese espíritu amoroso, Kalego-sensei!! —exclamó al ver su mirada más seria que de costumbre.
—¡¿Qué?! —grito todo el salón tras asimilar que realmente eran cartas dirigidas a Kalego y no que Robin le estuviera pidiendo que él las entregue después.
—Largo —ordenó estrellando la palma de su mano contra el rostro del contrario y empujándolo a la salida.
Todos se sorprendieron al darse cuenta que Purson siempre tuvo razón y no eran invenciones suyas. Los alumnos estaban por hacer varios comentarios al respecto e intentar obtener más respuestas, pero se detuvieron al sentir el ambiente muy pesado cuando Kalego regreso.
El resto de la clase transcurrió sin ningún otro inconveniente para Kalego, lo que le permitió tranquilizarse.
—Kalego-sensei —llamó cuando el mayor empezó a acomodar sus cosas.
—¿Qué quieres, Purson? —vio al mencionado dudar, hasta que Lied le dio un leve golpe en el brazo.
—Nos preguntábamos si… se va a quedar con eso —al señalar los dulces, Kalego puso los ojos en blanco.
—Tómenlos, no me importa —dijo quitando 2 obsequios.
—¿Quiénes le dieron esos? —se escucho la voz de Elizabetta.
—¿No tienen que irse a comer? —su molestia surgía nuevamente.
—¿A caso esas dos personas sí le interesan? —fue el turno de Lied.
—No puedo imaginar a familiar-sensei enamorado.
—¡Largo!
Como era de esperar, toda la clase termino de recoger sus cosas y salieron corriendo, o al menos eso pensó Kalego, hasta que levanto la mirada y lo vio de pie en su lugar, era raro que él se quedará y no le hicieran compañía sus amigos.
Un resoplido escapó de sus labios, ya había tenido una mañana espantosa con la presencia de Opera y hace poco con la genial ideal del director de que Robin entregue las cartas en persona, definitivamente eso fue con la única intención de molestarlo, Sullivan sabe cuanto detesta recibir todas esas cartas y obsequios, y peor aun, con la presencia de otros.
También tendría que hablar con Shichiro y Momonoki, si le van a dar regalos, deberían de dárselos en persona y no haciendo a que Robin u otros se los entreguen junto con los obsequios y cartas.
—¿No irás a comer?
—S-sí, Azz y Clara quisieron adelantarse antes de que se acabe el especial de hoy.
Típico de alguien que pertenece a la familia de Sullivan, esperar a que los demás consigan lo que ellos quieren. Por supuesto que esos dos conseguirían la comida para Iruma y sería una gran cantidad, por el absurdo apetito qué tiene. Aun así, eso no aclara su duda de porque él no se fue.
Tomó sus cosas y se detuvo cerca de la puerta cuando Iruma se acercó, aunque con pasos inseguros.
—¿Qué sucede, Iruma? ¿Tienes duda en algo?
—N-no —en realidad sí, pero no se lo diría, ya se ve lo suficiente fastidiado, además, su idea es ir con Balam.
—¿Entonces?
—Opera me dijo… —guardo silencio al ver a Kalego alejarse un poco, tal vez esa mañana Opera sí fue a molestarlo.
—¿Qué quiere Opera?
—Nada, solo me dijo que hoy es el cumpleaños de usted.
Kalego arqueo su ceja ¿solo por eso se quedó? No piensa que sea algo tan importante como para que Iruma no salga junto con sus amigos. Tampoco es que odie su cumpleaños, solamente le es indiferente, a diferencia de su hermano, Shichiro y Momonoki, que sin falta, cada año le dan un obsequio.
—Sí, lo es —no sabe que más decir, parecía que el chico solo buscaba dicha confirmación.
—Perdón por retenerlo mucho aquí —se acercó un poco más— solo quería desearle un feliz cumpleaños —sonrió dándole un rápido abrazo que tomo desprevenido a Kalego.
—Gracias…
No es común que los demonios feliciten por los cumpleaños y menos que haya un abrazo de por medio, pero Shichiro una vez mencionó que Iruma viene de un lugar lejano, por lo tanto no sabe sobre varias costumbres y tradiciones de aquí.
El primero en salir del Royal One fue Iruma, bastante nervioso a decir verdad, estuvo un poco inseguro de si debía abrazarlo o no, especialmente desde que Kalego se molesto, pero por suerte no pareció tomarlo a mal.
Por su parte, Kalego solo lo vio alejarse.
°°♡°°
El resto de las clases pasaron con tranquilidad, dentro de lo que cabe, porque sus amigos no dejaron de hablar sobre la absurda cantidad de cartas que recibió Kalego.
En cuanto llegó a su casa, subió corriendo a su habitación. Recientemente compró un videojuego y quería jugarlo con su abuelito y con Opera.
Cuando estaba por salir, paso junto a un estante donde se encuentra una rosa que atrapó de inmediato su atención. Hace casi 4 meses Kalego se la dio cuando su abuelito decidió hacerle un rito por su cumpleaños. Le parece sorprendente que a pesar del tiempo, la rosa sigue intacta.
—Tal vez debería darle algo —susurró viéndola con atención.
—Es hora de comer, Iruma-sama —Opera entró a la habitación.
—Opera —volteo a verlo— ¿sabes que podría regalarle a Kalego-sensei?
—Mmmm ¿Por qué?
—Bueno, él me regalo algo cuando fue mi rito demoníaco, así que…
—Es una tradición dar obsequios en el rito, pero Kalego no tendrá uno.
—Lo sé, pero quisiera darle algo.
—Podría darle un gato.
—¿Un gato? —miro hacia el techo pensativo, ajeno a la sonrisa maliciosa que puso Opera— ¿De verdad le gustan?
—Por supuesto, ama a esas lindas criaturas —recordó las incontables veces en las que Kalego se quejaba de dichos animales.
—Opera.
—¿Sí, Iruma-sama?
—¿Estás seguro? Por favor, quiero darle algo que él realmente aprecie.
Opera soltó un suspiro de derrota.
—Le gustan los cactus, podría comprarle uno.
—¿Un cactus? —el pelirrojo asintió— ¿s-significa algo regalar un cactus aquí?
—No, no significa nada, ¿Por qué?
—Bueno, en uno de los trabajos que tuve, tenía que leer mucho, demasiado diría yo, y en un libro leí que anteriormente regalar un cactus era como una carta de amor, expresar atracción romántica. Aquí no significará nada, pero sería raro para mi regalar un cactus sabiendo eso.
—Oh… —miro su rostro sonrojado— podemos pensar en otra cosa.
—Sí, mejor.
Permanecieron en silencio, pensando en un regalo apropiado, Iruma incluso llego a considerar mandarle un mensaje a Balam para pedir un consejo.
—A Kalego le gustan las orquestas.
—¿En serio?
—Sí, Balam me ha contado que Kalego disfruta ir o verlos en televisión —respondió— después de comer, puedo ayudarle a buscar un evento próximo.
—¡Gracias, Opera! —ante el agradecimiento, un muy tenue sonrojo apareció en sus mejillas, mientras sus orejas se mueven un poco.
°°♡°°
Al día siguiente, Iruma llegó muy feliz a la escuela, aunque también nervioso. Se supone que es un regalo de cumpleaños, pero se lo está dando un día después ¿Los demonios lo tomarían mal? No lo cree, porque de ser así, Opera se lo hubiera hecho saber.
De cualquier forma, considera que podría ser mejor así; es un nuevo día, Kalego no esta molesto y no esta recibiendo un sinfín de cartas y obsequios de desconocidos. Es un día más tranquilo.
—Iruma-sama, le decía a la tonta Clara que el fin de semana podrían ir a mi casa.
—¡¿De verdad?! —le encanta ir a las casas de Azz y Clara, siempre es divertido.
—Por supuesto —su afirmación fue acompañada de una gran sonrisa al ver su entusiasmo.
—¡Llevaré muchos juguetes! —gritó entusiasmada Clara— y antes de dormir Irumachi y Azz Azz podrán dormir en mis piernas.
—S-silencio, tonta Clara —le avergüenza recordar como se quedo dormido en cuanto su cabeza fue puesta sobre las piernas de su amiga, además, no quiere que los demás la escuchen y piensen cosas que no, especialmente Kamui.
—¿Por qué? Es muy cómodo, ¿Verdad, Irumachi?
Iruma no tuvo tiempo de responder porque Asmodeus volvió a llamarle la atención a Clara y después de esto siguió una divertida pelea entre ambos. De igual forma, no paso mucho cuando Kalego entro al salón y los obligó a separarse de una forma no tan amable.
Después de eso, la clase transcurrió con la normalidad habitual, Kalego explicando y de vez en cuando regañando a algunos alumnos por no poner atención.
Al final, les terminó dejando más tarea de la cual nadie se contuvo en reclamar.
—¡Es muy malo, Flufflego-sensei!
—Silencio.
—Azz, Clara, me quedaré un poco más aquí —les dijo en voz baja.
—¿Eggie-sensei te dijo que te quedes?
—No puede obligar a Iruma-sama, sí usted quiere lo puedo atacar y…
—No es nada de eso.
—¿Entonces? ¿Tienes duda en algo, Irumachi? Azz Azz y yo te podemos ayudar.
—Será un placer aclarar sus dudas, la tonta Clara solo lo confundiría más.
—No es cierto —infló sus cachetes con indignación.
—Tampoco es eso… es otro asunto.
—Podemos esperarlo aquí.
—No es necesario —ayer presenció qué Kalego detesta que le entreguen regalos en público, así que lo mejor sería dárselo solo— pero pueden esperarme en la entrada, no tardaré.
—Bien.
Cuando terminó de hablar con ellos, notó que la discusión entre sus amigos y Kalego acabo, y ahora estaban terminando de guardar sus cosas para salir.
Iruma se tomo su tiempo guardando sus cosas y despidiéndose de los demás, hasta que por fin quedó solo con Kalego.
Nervioso agarró su mochila y la coloco en su hombro, mientras en su mano lleva el boleto que consiguió con ayuda de Opera.
—No tendrán menos tarea, Iruma —dejo en claro al verlo acercarse.
—No me quedé por eso —aclaró rápidamente, sintiendo su corazón latir rápido.
—¿Qué quieres? —cuestionó, tiene prisa de irse, pero la educación de sus alumnos siempre es más importante.
—Yo… mmmmmmm —se detuvo frente a él— ¿debería dárselo y ya o… dárselo como lo hicieron en mi cumpleaños? —se preguntó— y-yo…
—Habla claro —no le gusta que los demonios tartamudeen, y menos sí se trata de unos de sus alumnos y si es el nieto del director, uno de los 3 grandes.
—Ayer fue su cumpleaños y… bueno, quise darle algo aunque sea tarde.
—No es necesario, Iru… —guardo silencio al verlo hincarse en una rodilla, mientras muestra el boleto que tiene en sus manos.
—G-gracias por haber nacido y ser un increíble sensei para nosotros —siente sus mejillas arder y su pulso acelerado, pero se tranquilizó un poco al sentir la mano de Kalego tomando el regalo— disculpe por no extender mis alas, pero… —no sabe como terminar su mentira.
—No importa, Robin mencionó que… son pequeñas —dijo inseguro, puede suponer que es un tema delicado para Iruma.
—S-sí —se sentía aliviado y avergonzado en parte iguales, por un momento olvidó el momento de angustia que le hizo pasar Balam cuando se conocieron— no sabía que tipo de orquesta le gusta más —se puso de pie— pero leí sobre ellos y hay muchos comentarios positivos.
—Está bien —vio al chico mostrar una amplia sonrisa— gracias por esto.
—Hasta mañana, sensei —se alejó sonriendo y dejando a un Kalego más confundido que el día anterior.
Iruma nunca a dejado de sorprenderlo, aunque en esta ocasión no se trato de algo académico. Permaneció de pie viendo el boleto con detenimiento, antes de mostrar una pequeña sonrisa, definitivamente le agrada más él que Sullivan y Opera.