Chapter 1: Mi verdad
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El arrepentimiento de Aemon
Corría el año 78 cuando mi vida dio un giro de 180 grados.
Nos encontrábamos cenando como cada noche en compañía de los reyes cuando inesperadamente mi padre pronunció el más extraño alago.
- quiero felicitarte Daella por tu empeño y dedicación en tu aprendizaje, se me ha informado que recientemente has demostrado un significativo compromiso y me llena de orgullo tu nueva actitud.
Decir que me encontraba sorprendido es poco, apenas hace unas semanas mi pequeña y temerosa hermana había salido del salón abnegada en lágrimas después de escuchar los insultos en su contra de parte de Vaegon y el escuchar ahora que ella había cambiado el llanto por instruirse me causaba un extraño sentir.
Apartir de ese instante comenze a notar los cambio en ella, al inicio eran sólo algo que contribuía a su deseo por demostrar que nuestro hermano se equivocaba, pero con los días comenze a reconocer su esfuerzo y el día que se presentó al campo de entrenamiento y demostró agilidad me di cuenta que la niña pequeña comenzaba a crecer.
Su nueva forma de ser causó un cambio no solo en su persona si no también en aquellos que la rodeaban, los más notorios fueron Alissa y Saera.
Con Alissa no fui yo quien lo noto, si no Baelon quien encontró a su esposa con una actitud más relajada y feliz con ella misma, razón por la que este se decidió a conocer a su hermana pequeña y poco a poco se fue encariñando.
Con Saera el cambio fue abrupto, Daella se encargó de saturarle el tiempo con atención y actividades lo que obtuvo como resultado una Saera más susceptible cambiando de esa niña salvaje y desenfrenada.
Existían algunos momentos donde actuaba como una extraña y parecía no reconocer o incluso recordar, pero con el paso de las lunas la niña tierna regresó solo que más fuerte y decidida, lo admito adoraba observarla y aunque conocía mi situación obsesionarme con su presencia solo me resultó correcto.
Poco a poco comenze a considerarla, ella con su inocencia respondía a mis atenciones como una doncella emocionada y no se daba cuenta acerca de mis intenciones.
Solía escabullirme por los corredores de Maegor solamente para observarla, algunas veces la escuchaba murmurar en idiomas extraños pero lo que más anhelaba era esas ocasiones en que la veía danzar y cantar o bien lo que yo consideraba bailar y cantar pues lo hacía de forma extraña en idiomas que no comprendía.
Para cuando Daella cumplió sus quince días del nombre yo ya me había propuesto hacerla mía.
Conocía mis impedimentos y esperaba el momento indicado para proceder, sabía que no sería fácil e investigaba la mejor forma de presentar la solicitud a Jaehaerys, esperaba que la necesidad de un heredero bastara para que él accediera.
Y en caso de una negativa no estaba seguro de mi proceder.
Aunque no esperaba que los dioses me otorgaran tal oportunidad.
Ese día que Daella ingresó a las habitaciones de Vaegon cuál cervatillo espantado con esos enormes ojos hermosos que me atravesaban el alma me paralizó, ella lucía perfecta, la veía hablar sin escucharla realmente pero eso cambió cuando reconocí las palabras que lograron enfurecerme.
- y Jaehaerys dijo que me desposará con Lord Arryn.
Durante esos cuantos segundos pude sentir mi sangre convertirse en fuego, Pero Ella continuó su relato.
- pero yo no me quiero casar con un anciano decrépito, entonces cuando intente explicar esto, el padre se ha negado a escuchar y bueno uno pensaría que no puede ser peor pero…les dije que no podía casarme, porque… porque estoy embarazada.
Yo solo pude gritar de frustración, ella mi Daella había pertenecido a algún otro, pero me tranquilizó pronto.
- ¡No! aún soy una doncella, lo qué pasa es que entre en pánico y se me salió eso… eso y que… amm… este… yo.
- ¿Ella?
Para ese momento su carita desbordaba preocupación y desconsuelo y yo solamente podía pensar en estrecharla entre mis brazos.
- Perdóname por favor, te lo juro que no era mi intención molestarte es solo que tu, ¡tú siempre me cuidas y yo no sabia que más hacer y tenía miedo de que me enviaran lejos y entonces les dije que el bebé es tuyo!
Y en mi cabeza solo se repetía. El bebé es tuyo, le dijo a Jaehaerys que espera un bebé y que es tuyo, ahora ella me pertenece.
Sabia que debía aprovechar la oportunidad y por ello le confié a Baelon mi secreto, y durante los días siguientes ambos idéamos un plan que me ayudará a desposar a Daella.
Ya sabía que Jaehaerys no daría su aprobación fácilmente así que me preparé y use lo que más anhelaba a mi favor un heredero, sabía que si lo endulzaba el accedería cayendo en la manipulación ¡después de todo yo había aprendido bien de Alissane!
Pronto me vi comprometido con con Daella y aunque ella mostraba temor también podía ver esperanza en su mirada.
La boda pasó como un borrón, pero la noche en qué finalmente pude poseerla quedó grabada a fuego en mi memoria, su sabor el olor de su piel el recuerdo de su voz suplicando hermosamente, durante algunas lunas lo único en lo que podía pensar era en poseerla cada vez que la miraba.
El nacimiento de nuestra hija solamente reafirmaba lo que ya todo el reino conocía, Daella me pertenece.
Después de la llegada de Aemma el temperamento de Daella cambió ligeramente, se mostraba cautelosa pero firme y comenzó a involucrarse activamente en la organización del reino.
Fue exasperante para mi ¡yo solamente quería a mi esposa disponible para mi! pero ella tercamente se negaba a escuchar y cada vez obtenía lo que quería.
Por ello cuando Jaehaerys preciono por un heredero lo confronte, no necesitaba un hijo sólo necesitaba a Daella viva y mía.
Me importaba poco si Viserys se sentaba en el trono después de mi.
Baelon solía ser mi apoyo más firme a quien podía contarle todo sin necesidad de contenerme.
Solía pasar días solamente disfrutando de escuchar a mi Daella cantando para nuestra hija cuando creía que nadie la observaba.
Para cuando el segundo hijo de Baelon nació yo ya había ya había logrado convencer a Jocelyn de mantenerse alejada y sumisa.
Y por un tiempo las cosas simplemente fueron perfectas.
El segundo embarazo de Daella fue lo que lo cambió todo.
Cuando el maestre confirmó la noticia ella no parecía emocionada si no más bien asustada.
Y cuando poco después se perdió el niño su actuar no era de dolor, parecía simplemente dar por hecho que el embarazo terminaría.
Su forma de responder ante la pérdida me causó conflicto no porque yo deseara hijo alguno si no porque no lograba comprender el porque de su indiferencia.
El tiempo qué pasó recuperándose de la pérdida lo dediqué a Jocelyn mientras Daella podía recibirme en su cama.
Jocelyn era devota y me amaba profundamente fue esa la razón de que conservara su vida cuando insinuó por primera vez que Daella había faltado a sus votos.
Pero Jocelyn insistió y aunque inicialmente no quería escucharla, algunas de las cosas que decía comenzaban a tener sentido.
Ella aseguraba que Daella recibía en su cama a un hombre de baja cuna y que el embarazo perdido había sido el resultado de sus infidelidades, y poco a poco gracias al comportamiento de Daella comenze a creerlo.
Yo seguía dudando de las palabras de Jocelyn y me aferraba a mis deseos de que Daella fuera solamente mía pero con las lunas su actitud se enfrió y se negaba a recibirme alegando que seguía recuperándose.
Con el embarazo de Alissa todo el tiempo de Daella se volcó en ella y olvidó atenderme, su indiferencia me dolía y aunque lo intentaba nuestro matrimonio decaía.
La muerte de Alissa no hizo más que separarnos.
Daella se Refugio en su dolor y cuando creía que podíamos darnos una oportunidad de aclarar la situación, la verdad me golpeó con fuerza.
Fue mi madre quien con lágrimas de dolor y culpa me confesó todo.
Daella se veía con alguien más ¡se burlaba de mi!
Mi madre destrozada por la pérdida de su hija me confesó que aunque amaba a Daella era su obligación como madre y como reina advertirme sobre su comportamiento esperando que la ayudara a resarcirse, pero yo ya no tenía indulgencias para Daella.
Yo quería que ella sufriera y por esa razón busque una prostituta de buen ver a la que frecuente lo suficiente para que cargara a mi bastardo y una vez que asegure eso convencía a Jocelyn de fingir un embarazo.
A Alissane simplemente le dije que tomaría como mio el bastardo de Daella y cuando no protesto asumí que no sabía nada.
Esta vez fui mucho muy cauto y omití de contarle nada a mi fiel Baelon quien ultimamente comenzaba a fastidiarme con mi trato a Daella, que adecuada la pérdida de su esposa que lo volvió tranquilo y callado por un tiempo.
Pero para mi eso no era suficiente yo buscaba que Daella pagara por traicionarme y así, el siguiente paso fue quitarle lo que yo le había otorgado, hacerla a un lado y desplazarla fue sencillo, Alissane sintiéndose culpable conmigo accedía a firmar los decretos y para castigarla aún más intente apartarla de Aemma sin embargo cuando lo propuse Jaehaerys por primera vez se negó a mi pedir.
Entonces con ayuda de mi madre le restringimos la correspondencia.
No fue mi mejor idea lo admito, me gane el odio de Viserra y Saera quienes lograron voltear la situación y acusarme de traición.
Para cuando intente arreglar todo bueno, ya incluso Jaehaerys había ordenado restringirme, y aunque admitía que había cometido un error la realidad es que mi única intención era que Daella pagara por su traición sin embargo Jaehaerys se negaba a escuchar y me callaba recordándome que ya había manchado su nombre al inculpar a Saera y aunque intentaba hacerle entender que ella no era inocente Jaehaerys se encontraba solamente escuchando a Baelon quien simplemente se negaba a cooperar.
Pronto Daella arribó a la fortaleza y aunque intente no verla ella encontró la manera de acorralarme.
Yo estúpidamente creí que ella se disculparía y en mi bondadoso corazón sabía la perdonaría.
esperaba lo hiciera para finalmente recuperar lo que me pertenecía, pero ella no buscaba redimirse ella buscaba culparme, me enfurecí y dije todo lo que pensaba de ella, mi único error fue negar a nuestra hija.
Ambas partieron ese mismo día y durante los siguientes días me dediqué a reparar mis relaciones pronto obtuve la aprobación de Jaehaerys especialmente cuando me negué a la solicitud de Alissane de anular el matrimonio, no dejaría que mi hija cargara con el nombre de bastarda y mucho menos dejaría libre a Daella para que pudiera buscar hombre alguno.
Lastimosamente mi hermandad con Baelon comenzó a deteriorarse, el molesto por mi actuar con Daella me reprochaba a cada oportunidad.
El único alivio que obtenía llegaba en forma de cartas escritas por Maegelle quien me informaba sobre Daella y Aemma durante su estancia en antigua.
Pero nuevamente todo colapsó aunque esta vez a causa de Alissane, la tonta le confesó todo a Jaehaerys culpándome de todo y este ¡ciego a sus manipulaciones! le creyó sin dudar ¡aunque claro! también fue el momento en que decidió recordar que solía vigilarnos fuertemente y que ya anteriormente le habían informado sobre la incapacidad de Daella de cargar nuevamente así que se dedicó a buscar la verdad, pero esta vez por medios ajenos a nosotros y cuando se demostró la inexistencia de un nuevo embarazo premio a Daella con una gira real en compañía de Viserra con el pretexto de buscarle marido a esta.
Obviamente tuve que deshacerme de la mujer y el niño para evitar problemas con Jaehaerys.
El castigo llegó de forma inmediata y me vi obligado a soportar las demandas del rey durante la siguientes lunas bajo la amenaza de terminar mi matrimonio y desposar a Daella con con el imbesil de Velarion.
Durante todo el tiempo que duró su viaje me vi forzado a ser el príncipe perfecto que Jaehaerys quería y al no obtener forma de saber de ella comenze a planear nuevamente una forma de recuperarla solo que esta vez sería bajo mis propios términos.
Y cuando finalmente pude viajar donde se encontraba ya había logrado convencer a su padre de forzarla a recibirme.
Durante las celebraciones de la boda de Viserra, mi Daella fue mostrada como lo que siempre a sido, mía.
Pero ella era necia y tal parecía que contaba no solo con el apoyo de Baelon sino también con Vaegon quien relató, ella había logrado obtener una suma considerable de oró el cual usaría para construirse una vivienda.
Una sin lugar para mi.
Y aunque intente con fuerza acercarme a ella y mostrarle mi bondad, solamente recibí desprecio de su parte y aunque me molestaba bastante, una vez instalados en Soto gris mi perspectiva cambió un poco pues durante uno de los días en que la buscaba para brindarle una nueva oportunidad, la escuche llorar amargamente atravez de la puerta y su sufrimiento me dolió más de lo que imaginaba, durante el resto del viaje que se vio forzada a compartir conmigo me decidí a darle espacio y a ser el padre de mi hija a quien había extrañado.
Las lunas siguientes las pase lejos reflexionando si todo lo que yo creía era acaso cierto y comenzaba a dudar no solo de mi mismo si no también de las palabras de Alissane de quien sabía sería capaz de todo con tal de obtener lo que quería.
El revuelto que se armó cuando Rhaenys reclamó a Meleys lo admito no lo supe manejar y me avergonzaba el saber que por mi insensatez Daemon había resultado lastimado, no importaba que el niño luciera orgulloso era mi deber cuidarles y les había fallado.
Comenze a investigar, buscando pruebas que inculparan o demostraran su inocencia sabía que de estar equivocado las necesitaría para obtener su perdón.
Las siguientes lunas las use en interrogar a todo ser viviente en rocadragon.
Y conforme más indagaba más comprendía que las probabilidades de estar equivocado eran muy altas.
Cuando me llegó la noticia del compromiso de mi hija con el estupido Velarion no sabía que pasaba, se suponía que habíamos llegado al acuerdo de que mi hija se casaría con Viserys para que juntos gobernaran y cuando enfrente a Jaehaerys por ello su respuesta seca fue un “ tu hija así lo quiso”
No me encontraba de acuerdo con la decisión y como ya no confiaba en Jocelyn ni Alissane decidí preguntar directamente a Rhaenys.
Ella me aseguró entre lágrimas de dolor y desesperación que había sido Daella quien buscando poner a su propia hija como reina la había desplazado.
Ahora tenían sentido todas las clases extrañas que creo para los niños.
No pensé, simplemente actué.
Se que no había querido creer y que buscaba la forma de justificar a Daella pero esto ya era demasiado.
Deje que todo continuara puesto que Rhaenys encontraba consuelo en desposarse con el Velarion quen la tendrían como reina y así planee una vez más la caída de Daella pero esta vez haría que le doliera inimaginable mente.
Cuando descubrí que Viserys había reclamado a Balerion por solicitud de Daella entonces supe que ella no se detendría hasta obtener la corona.
Cuando Jaehaerys me informo sobre la decisión de comprometer a Viserys con Aemma fue entonces cuando me prepare para vengarme.
Para mi sorpresa Daella se negó al compromiso y llegó al extremo de enviar lejos a la niña, fue extraño el como siempre se adelantaba a las decisiones de Jaehaerys.
Se ordeno encerrarla y mantenerla en soledad hasta encontrar a mi hija pero al no hacerlo me cito para informarme que accedería a las demandas de Daella.
Esto solo me enfureció, saber que ella había logrado burlarnos y que seguía obteniendo lo que quería me causaba repulsión.
Si, me alegraba que mi pequeña hija tuviera su futuro asegurado pero no a costa de su hermana.
Mi furia no me dejó ver el mal que hacía y cuando ese mismo día Daella se presentó ante mi para suplicar por ayuda, no solo se la negué si no que además sin darme cuenta negué a nuestra hija.
No fue sino hasta días después cuando hecho una furia Baelon me confronto que realmente me di cuenta que tanto mal había hecho.
- “¡Te he solapado tus caprichos y he cubierto tus espaldas!
¡Te ayude a apoderarte de su vida y            cuando le fallaste, forcé mi vista hacia otra parte esperando recapacitaras!
¡He ignorado tus humillaciones y desplantes hacia Daella una y otra vez porque yo creía que mi hermano ocultaba una razón poderosa para su actuar!
No esperaba sin embargo que tu razón fuera solamente crueldad.
¡Felicidades Aemon! si lo que buscabas era destrozarla, te informo que lo has logrado le has golpeado donde más podías herirla y al arrojar a los perros a su hija ¡tu hija! has borrado cualquier sentimiento de amor que ella albergaba por ti.
No necesitas preocuparte nunca más por Aemma porque desde este momento ella es hija mía”
Ese día descubrí que no solo había perdido completamente a la mujer que amaba, también había perdido a mi hermano e hija.
Me resigne y acepte por una vez qué tal vez ella estaba mejor sin mi y decidí continuar mi vida sin enemistarnos más.
Y durante bastante tiempo todo fue tranquilo, hasta el anuncio de mi hija quien para mi desconcierto aprovechó descaradamente la celebración de Jaehaerys para anunciar ante los señores la llegada de un príncipe.
Algo que molestó tanto a Jaehaerys que no solo yo si no también ella y su madre fueron excluidas.
Y aunque esperaba que la situación mejorase todo se complicó cuando una noche Baelon descubrió las mentiras de Alissane lo que nos dejó en una situación difícil como miembros de la casa.
Jaehaerys tomó medidas desesperadas y cuando pensaba que simplemente todo volvería a la normalidad, me llegó la carta de Jocelyn ella quería verme quería darme las pruebas de la culpabilidad de Daella quería asegurarme que no mintió y que tanto ella como Rhaenys solo habían sido victimas de las circunstancias.
Solo pedía una cosa a cambio, ayuda para las casas que habían sido perjudicadas por Dorne.
Me costo, pero logré convencer a Jaehaerys de permitirme ir y ese día al partir pude observarla mirarme desde la fortaleza y me preguntaba “ ¿porque lloras Daella? ¿es porque sabes que pronto todas tus mentiras y todos tus trucos serán descubiertos?”
No pensé
Ese fue mi error
Cuando llege a Vado Ceniza esperaba encontrar finalmente un cierre a ese ciclo de intermedio lucha, y lo hice solo que no fue de la forma que yo esperaba.
Encontré a Jocelyn sola en la torre más alta donde me esperaba tranquilamente con la mesa servida para los dos.
Y yo como un idiota cai en la trampa sin darme cuenta.
Cuando mi cabeza comenzó a sentirse pesada y mi vista se nubló lo comprendí ¡todo era mentira!
Me mantuvo así, atrapado entre la inconsciencia durante no se cuanto tiempo y cada que lograba recuperar un poco la lucidez ella se aseguraba de asestar golpe tras golpe.
- te odie desde el momento en que descubrí que posaste tus ojos en ella.
- fui yo sabes ¡quien le administró el tónico que la hizo perder a su criatura! quería que ella jamás te diera el varón que tanto anhelaba Jaehaerys.
- aproveche su tristeza y la convertí a tus ojos en rechazo para convencerte de que el hijo no era tuyo.
- te use para deshacerme de ella ¡y tu! como un tonto no te diste cuenta.
- admito que me llegue a sentir culpable, especialmente cuando recordaba que ella intentó asegurar el lugar de mi hija pero después recordaba que fue ella quien en primer lugar se lo había quitado.
- Alissane se unió sola, ella nunca ha querido a sus hijos ya lo sabes pero con Daella especialmente tiene un odio inexplicable, admito que no sabía que ella no podía tener más hijos y me crei todo lo dicho por tu madre ¡ese fue mi único error!
- el atacar a Saera no fue idea mía, fue todo Alissane ¡te lo dije parece odiarles!
- cuando Jaehaerys descubrió todo Alissane se aseguró de culparnos ¡pero solo yo pague por ello!
- yo ya me había rendido ya había aceptado mi derrota, pero entonces tú madre me facilitó todo para atacar.
- no fue fácil y se necesitó de mucho tiempo pero finalmente lo logramos, aunque convencer a Rhaenys fue difícil.
- te escuche sabes, cuando buscabas reconciliarte con Daella ¡y yo no podía permitirlo! eso ponía en peligro los planes.
- fue idea de Alissane el presentarle a Jaehaerys a tu hija como consorte de Viserys para que cuando Rhaenys pidiera un matrimonio diferente este no le fuera negado.
- Daella me lo puso muy fácil molestando a Jaehaerys.
- y ahora con mi hija esperando al futuro rey ya no te necesito más, ¡hasta nunca Aemon!
Creí que no volvería a ver a mi familia mientras caía desde la torre desde donde Jocelyn me había arrojado.
La próxima vez que desperté lo hice en la fortaleza dentro de mis habitaciones.
Jaehaerys me observaba desde una esquina recostado en un sillón.
- ha pasado mucho en tu ausencia hijo mío, debes saber que he finalizado tu matrimonio con tu hermana, mi hija no necesita cargar contigo cuando tú no has sabido respetarle ni brindarle consuelo, apartir de este momento todo deber para contigo se considera nulo y aunque no será anunciado al reino pues me niego a repudiar a mi hija por tu accionar, debes saber que ya no eres quien para ordenarle nada.
- Ahora con respecto a tu pocision en mi casa espero que de buena voluntad le cedas el título que te pertenecía a tu hermano Baelon para que sea él quien en un futuro gobierne nuestra casa pues ya ha demostrado ser mucho más sabio que tu.
- Finalmente me veo en la obligación de informarte que poco después de tu partida con rumbo a Jocelyn tu hija Rhaenys tomo Rocadragon y se proclamó a sí misma como princesa heredera lo que la convierte en traidora a la corona, razón por la cual a la brevedad partiremos a su encuentro para despojarle de sus privilegios y te advierto ella será duramente castigada.
La siguiente visita que recibí fue de Vaegon quien trajo noticias.
Jocelyn no solo había confesado, ella también había presentado pruebas lo que conllevó a la muerte prematura de Jaehaerys.
La visita de Baelon solo me reafirmo lo estúpido que había sido.
- despues de tu partida comenze a sospechar, así que me asegure de poner a salvo a Daella y los niños antes de partir en tu búsqueda, me costo bastante encontrarte me dijeron que recuerdas fragmentos después de tu llegada a Vado Ceniza pero cuando te encontré estabas en bastión de tormentas, te habían ocultado y en un último intento por deshacerse de ti te arrojaron sin cuidado alguno solo sovreviviste gracias a que caíste sobre una enorme pila de paja. Me costo bastante sacarte de ahí pero ahora aquí estamos, ojalá pudiera culparte completamente pero sé que es Alissane quien debe cargar con la culpa, sin embargo debo decirte que lo sucedido se ha manejado como secreto y somos pocos los que conocemos la verdad y así deberá continuar, los Baratheon obtendrán su merecido de una forma u otra pero no serán acusados de traición.
- Baelon ¿Daella?
- Te lo dije recuerdas, que la habías perdido no esperes ahora que ella sienta lastima por ti, ya ha encontrado un buen hombre con quien comparte su vida y aunque solo pueden verse en secreto ambos encuentran apoyo y consuelo en el otro.
Saber que la había perdido me dolía y me enojaba en partes iguales me negaba a aceptar mi parte de culpa en la situación y obstinadamente arremetí contra todo aquel quien me lo permitiera.
Esa fue la única vez que Baelon me visitó.
Durante el funeral de Jaehaerys mientras todos lo observaban a él yo solo la miraba a ella rogando por que su mirada se desviara hacia mi.
Unos días después cuando se me dijo que Rhaenys deseaba verme me negué a ello pues temia en mi enojo arremeter en su contra pues era la única a quien podía culpar.
Todo ese primer año lo viví esperando la muerte pues esta sería mucho más amable que mis culpas y arrepentimientos.
Cuando llegó el día de la coronación de Baelon yo pedí se me permitiera jurar lealtad no quería que se me usara una vez más para sembrar discordia y aunque no era mucho lo que podía hacer yo podía hacer eso.
No solía recibir muchas visitas, comúnmente era el maestre y los sirvientes quienes me frecuentaban y quienes me contaban los sucesos de la fortaleza, fue así por medio de chismes que me enteré de los cambios hechos por Daella y un día simplemente ingresaron un montón de nuevos sirvientes quienes llegaban con órdenes de Daella para cuidarme y otorgarme lo necesitado, aquel día lloré cual infante pues en lo profundo yo sabía que no era merecedor de tal cuidado de su parte.
La vida encerrado entre esas paredes solía ser infinitamente aburrida y era solo la compañía constante de los sirvientes lo que me mantenía cuerdo
Se aseguraban de mantener mi cuerpo vivo y agradable aún si ya no me servía.
Solía perderme en mis pensamientos imaginando una vida donde mis decisiones fuesen diferentes, donde el tiempo usado para creer en las mentiras pudo haberse aprovechado de mejor forma.
La primera vez que mi pequeña hija me visitó no pude contener las lágrimas rogando una y otra vez un perdón que sabía yo no merecía pero mi niña en su infinita bondad seco mis lágrimas y me aseguro jamás me había culpado.
Desde ese momento ella solía pasar tiempo compartiendo conmigo con regularidad, donde me contaba sus ideas y esperanzas fue durante una de sus conversaciones sobre su próximas nupcias que le pedí me permitiera acompañarle a lo que ella con una sonrisa accedió.
Durante mi tiempo en soledad recordé la desvinculación de Viserys con su dragón y entonces pedí llamar a Baelon asegurándole que era importante, el no accedió a verme pero si envío a Vaegon a quien le expuse mi caso.
- hermano desde hace tiempo que no soy más que la cáscara de lo que antes fui y aunque me arrepienta no hay nada que pueda hacer ahora que repare los daños ya hechos, sin embargo hay alguien a quien aún puedo liberar de su condena y es Caraxes el a diferencia mía es inocente de toda culpa y merece algo mejor que vivir encadenado a un algo como yo, es por eso que pido me permitan intentarlo.
Creo que el pudo ver mi arrepentimiento y desesperación y esa fue la razón por la que se me permitió hacerlo y cuando se me dijo que sería Daella quien se encargaría de ello lo admito me ilusione,
bastante tonto de mi parte pues ella jamás se presento aunque si envío a alguien quien me ayudará con todo.
El primer día fue bastante difícil, por alguna extraña razón el viaje hasta el pozo me agotó realmente lo que confundió a los maestres y nos vimos en la forzosa necesidad de posponer todo por un tiempo, con los días descubrí que lo que sentía era mi vínculo que tiraba y dolía, Caraxes se encontraba confundido y asustado, la primera vez que pude alcanzarlo fue vergonzoso podía sentir su desesperación y cuando logró acercarse estuve a nada de ordenarle terminara con todo pero yo no merecía una muerte digna yo debía pagar mis deudas y si los dioses querían que viviera de esta forma entonces así lo haría.
Poco a poco fui trabajando con el, calmándolo ¡explicándole el porqué ya no volábamos juntos! diciéndole que debía ser fuerte y no temer pues me encontraba a salvo aún si ya no podía ser como antes.
Cada vez que lo visitaba me aseguraba de hablarle y calmarle, le cantaba en valirio y aunque no podía tocarlo podía transmitir mi amor por el vínculo lo que poco a poco lo fue tranquilizando.
Durante mis viajes fuera de la fortaleza el Septo Barth siempre me acompañaba y al finalizar cada día me preguntaba sobre mi avance y juntos meditábamos un poco sobre el siguiente paso a seguir.
Después de unas lunas el vínculo se calmó lo suficiente como para explicarle a Caraxes lo que sucedería a continuación.
Fue extraño sentir por el vínculo ¡como si fuera una ola que te empuja pero te regresa! y cada vez te da algo a cambio, podía sentir su tristeza y su dolor por la pérdida pero también su anhelo por volar y fue así que el acepto romper nuestro vínculo, cuando le expliqué esto al septo Barth se sorprendió con la información pues él pensaba que la decisión debía ser solo mía, más sin embargo descubrir que se necesitaba la aprobación del dragón ¡fue algo completamente inesperado!
Inesperadamente el proceso comenzó a doler, lo que me llevó a casi interrumpir el proceso ¡pero fue Caraxes quien me dio la fuerza y la voluntad de continuar! el solía enviarme ánimos y esta vez fue su turno de calmarme y enviarme amor.
Ciertamente el proceso fue más lento.
Cuando finalmente sentí como comenzaba a liberarse el vínculo, por un instante consideré aferrarme ¡pero sabía que ya era tiempo de soltar! y entonces todo comenzó a ir más fácilmente.
Caraxes comprendió rápidamente lo que sucedía y aunque temeroso al inicio pronto se mostró entusiasta.
Fue suave, casi como el soltar una trenza apretada del cabello la cual aún si no duele o molesta puede sentirse plenamente, y una vez suelta puede sentirse extrañamente durante un poco de tiempo.
Así se sintió soltar el vínculo con mi dragón.
Solo una luna después lo escuche rugiendo seguido de el sonido que provocaba su aleteo, tal parece que el pequeño Daemon ahora era su nuevo vínculo.
Y me habría dolido más de no ser porque ese chico había tenido la amabilidad de acercarce a preguntar si estaba bien el que intentara reclamarlo, tuve que reconocer ¡Daella lo había criado bien!
Y después, Daemon me visitaba de vez en cuando para relatarme sobre su tiempo con Caraxes y aunque inicialmente creí sería difícil escucharlo pronto descubrí que sus palabras traían alivio a mi alma.
Poco antes de la boda de mi hija recibí una visita extraña, una mujer que no conocía, ella solía sentarse a bordar y me relataba historias sobre las casas o sobre Valiria, me parecía singular pero ya que sus visitas no eran frecuentes y además me entretenían, lo dejé pasar.
Obtuve un traje nuevo para la boda que mi hija me presento, parecía extremadamente suave y me gustaba observar cada bordado en el, me gustaba creer que las manos de Daella trabajaron en el.
El día de la boda la mujer esta de la cual no recordaba el nombre ingreso a mis habitaciones y ordeno me ayudaran, ella personalmente superviso mi arreglo.
Encontré a mi hija en los escalones de la entrada.
Parecía una diosa, una reina.
Me ayudaron a subir al carruaje con ella y durante todo el camino sostuve su mano, o ella sostuvo mi mano mientras recordamos juntos todos esos bellos momentos que obtuvimos juntos, esperaba y rogaba a los dioses que mi hija encontrara en su primo un buen marido y feliz matrimonio y no terminara casada con un cobarde e inútil como lo fui yo.
Mientras acompañaba a mi pequeña hija por el pasillo hacia el atrio del septo, aún que no podía sentir si podía observar el ligero temblor de sus manos.
La ceremonia fue hermosa más sin embargo me llenaba de vergüenza al recordar lo poco que había cuidado a mi hija y el daño que aún sin querer le había causado.
Aquel día fue la primera vez en años que volví a ver a Daella al acomodarme a su costado.
¡Ella lucía tan hermosa como la recordaba! pero no lucía feliz.
Después de la boda mi hija enviaba a su doncella personal para hacerme compañía, y cuando le agradecí me confesó avergonzaba que le había molestado bastante encontrar a quien ella nombro Elena para hacerme compañía.
Las visitas de aquella mujer terminaron entonces.
Mi familia a quien había lastimado y defraudado no solía visitarme, quienes lo hacían solían ser Vaegon quien solo llegaba para informarme sobre los asuntos importantes, mi hija Aemma que me brindaba compañía y Daemon con quien compartía relatos sobre Caraxes, fue por ello que cuando el chico partió a cumplir con su deber lo extrañé tanto.
La muerte de Maegelle me lo esperaba, sabía que ella estaba encerrada y que sucedería en un momento u otro, aunque que no se me permitió asistir al funeral y yo esperaba que cuando llegara mi momento el cariño que alguna vez mi familia me aguardó resultará suficiente para tener aunque sea una pequeña despedida.
Cuando la mujer regresó a mis aposentos después de tantas lunas me preocupé, sabía que a mi hija no le agradaba y que ella había dispuesto que esta no volviera a mis habitaciones nunca así que verla nuevamente me hizo preguntarme ¿qué estaba pasando?
La respuesta llegó pronto.
Mi pequeña hija había perdido a su bebé
Y aunque anhelaba darle un abrazo para ayudar a sanar el dolor de su corazón sabía que no podía y por primera vez la impotencia de saberme inútil me peso.
Por primera vez comprendí la magnitud de mis errores, por primera ves vi mi estado como lo que es.
Un castigo por mis pecados.
Y así continúo pasando el tiempo.
El día que mi pequeña hija me presentó a su pequeña Rhaenyra no llego sola, ingreso a mis habitaciones acompañada de dos pequeños y dos bebes esa fue la vez que conocí a todos mis nietos.
Tres de Rhaenys y uno de Aemma.
Durante su siguiente visita me asegure de comentarle acerca de las visitas de la mujer que ella despreciaba a lo que ella con una chispa de enojo en su mirada solamente respondió “ lo pidió así mi esposo” y aunque esperaba que las visitas de aquella terminaran lo que sucedió fue diferente pues la mujer aquella aumentó sus visitas llegando a la desverguenza incluso de dar las órdenes para mis sirvientes.
Mi joven sobrino me visitó casi tan pronto como regreso del norte, llegó ansioso y lleno de energía la cual debía gastar de alguna forma, él tenía cientos de ideas para reforzar la seguridad y evalentonado por mi apoyo decidió presentarlas a su padre, me alegre bastante cuando después me informo le habían escuchado.
Había sin embargo olvidado la existencia de Alissane asi que su muerte me tomó completamente desprevenido, deber asistirle y fingir tristeza fue una de las cosas más difíciles que he hecho ¡cuando lo único que deseaba era gritar de felicidad! finalmente la bruja desaparecía.
El regreso de la mujer esa después de tanto tiempo me molestó bastante, porque simplemente no podía desaparecer.
Mi pequeña hija me había dicho que le resultaba difícil controlarla, razón por la cual comenze a cuidar lo que salía de la boca de esa mujer, entendí entonces que está buscaba apoyo mediante la manipulación sin embargo aunque anteriormente fui estupido yo había nacido de la reina de la manipulación y había aprendí a serlo desde nacido.
Cuando llegó el chiquillo hijo de la nueva mano, vi en el la astucia e inteligencia que necesitaba así que comenze a moldearlo para servir a Daella, cada vez que se unía a mi para las llamadas terapias me aseguraba de plantar la semilla de lealtad.
Pero la pérdida sufrida por mi pequeña hija trajo algo que me molestó bastante, susurros.
Y aunque nunca me gustaron los chismes pues sabía el mal que estos causaban si algún ingenuo como yo los escuchaba, esta vez presté atención a lo que se decía,   Y aunque no había mucho que pudiera hacer desde mi inexistencia, aún así prepare a mi hija para lo inevitable.
Afortunadamente la mujer esa murió y ya no me vi forzado a soportarla, y con su muerte llegó el decreto de Baelon el cual me fue informado como todo lo importante por Vaegon quien con paciencia me explico lo pactado.
- hemos encontrado deficiente a Viserys y se teme que si algún día llega a portar la corona este nos exilie dejando nuestra casa en la ruina, es por esa razón que con Baelon hemos decidido que de ser necesario se te entregue el manejo del reino pues aunque nos fallaste como hermano al caer en manipulaciones sigues siendo el mejor preparado para liderar a los targaryen.
- Se que Viserys ha demostrado no ser el mejor de nosotros ya que mi pequeña hija lo ha mencionado pero ¿Realmente crees que esto es lo mas sensato?
- Me temo que si, ese chico ha sido capaz de despreciar públicamente a Daella aún cuando ella ha sido quien le ha otorgado todo ¡así que imagínate! ¿que hará con nosotros si el tiene todo el poder?
- Bien, sin embargo rezo porque Baelon gobierne durante muchos años.
- Yo igual Aemon, yo igual.
Mi pequeña hija estaba feliz con la noticia, para ella esto le otorgaba libertad y poder y yo no podía hacer más que alegrarme de su felicidad.
La siguiente vez que Vaegon me visitó llegó con la noticia del regreso de Saera y todas las adversidades a las que se vio obligada, me sentí culpable yo sabía que mi negligencia la había lastimado pero guardaba en mi corazón la esperanza de que se encontrara feliz y segura en el exilio, pero como siempre me equivoqué y alguien más pagó por mis errores.
No es necesario decir que Saera no me visitó en su regreso.
Los días solían ser monótonos, lo único que alegraba mi existencia era el saber feliz a Daella con una vida plena llena de satisfacciones, ya había aceptado que estaba mejor sin mi.
Aquella madrugada me encontraba sin poder dormir como tantas otras antes, donde mi cabeza se deleitaba en recordarme todos y cada uno de mis errores ¡el como nunca aprecié a Daella y la traté como un objeto y no como el regalo precioso que ella era! él como la lastime y la rechaze al no comprender su dolor justificándome detrás de un “no puedo estar equivocado“ no lloraba, ya no mi familia se merecía algo mucho mejor que yo y finalmente lo tenían.
Fue así cuando escuché las campanas, un repique triple que anunciaba la muerte de un miembro de la familia real.
Sabia que no había nada que yo pudiera hacer así que solo me quedó esperar a las campanas que anunciarían cuál.
Y rogaba por todos los dioses que fuera Viserys.
Pero el repique que siguió anunciaba la muerte del rey.
Mi compañero de vida, mi amigo mi escudo mi segundo y primero, mi hermano había muerto y yo no pude despedirme yo no…
Yo no acepté que fue mi error
Yo no quise disculparme y arreglar nuestra relación.
Yo no fui un buen hermano y ahora el ya no estába.
Ya nunca podría volver a hablar con él y contarle más nada porque había tomado la decisión de escuchar a mi orgullo y no a mi corazón, no me bastó con perder a la mujer que aún amo también tuve que perder a mi otra mitad y fue solo mi soberbia lo que me mantuvo alejado de él y sin importar que ¡ya no existía forma alguna de solución!
Se me permitió asistir al funeral y despedirme de mi compañero de juegos y travesuras, de mi amigo inquebrantable de aquel con quien aprendí a crecer y despedirlo fue en demasía doloroso.
Lo siento Baelon, perdón por ignorar tus consejos y culparte por mis errores.
Perdón por convertirte en mi enemigo.
Perdón por negarme a soltar mi orgullo y dejarte creer que que no me importabas.
Perdón por no ser el hermano que merecías.
Y gracias
Aunque nunca pude decirlo
Te agradezco por cuidar de mis hijas por tomarlas bajo tu cuidado y brindarles la seguridad y protección que yo no les pude dar
Gracias por ser mejor que yo.
El viaje a Rocadragon fue duro, no por que mi cuerpo no lo tolerará si no porque sabía que ese sería el final.
Despedirme de mi hermano mientras sus cenizas eran depositadas junto a las de su amada fue difícil, aceptar que fui yo quien lo arruinó todo me hizo entender que no podía continuar de esta manera.
Practique el hablar con Daella para disculparme con ella antes de regresar a casa pero aunque yo creía que no, para ella ya era demasiado tarde.
Me dejó ahí acompañado de mi viejo orgullo y la constante culpa que me negaba a soltar.
Pude acercarme, pude hablarle pude observarla mientras se despedía de Baelon pero no pude discúlpame, continúo  como si no existiera y cuando se fue lo hizo sin mirarme, yo era simplemente un algo que no tenía importancia, Daella me había regresado con una sola acción todo el dolor que yo le había causado, sin necesidad de palabras desagradables ni de gritos e insultos, solo así demostrando que yo ya no le importaba.
Después de un poco de tiempo para calmar mi dolor, decidí que ya era tiempo de soltar ese orgullo y esa soberbia que tanto mal me hacían y entonces le pedí a Vaegon me visitara.
El no solía hacerlo, solo llegaba cuando se necesitaba decir algún asunto importante lo cual era la razón de solo haberle visto un par de veces en todos estos años.
Pero él llegó, preguntó por mi salud y se sentó junto a mi.
Yo sentía que me apretaba la garganta y temia pues sabía que en su lugar yo no perdonaría.
- descubrí que no tenía el resto de mi vida con ustedes como yo pensaba, creía que al encontrarme así debería ser yo quien primero abandonara este mundo y ahora se que simplemente ignoré que no somos nosotros quienes deciden y ya que Baelon no está me duele saber que se ha ido sin conocer lo mucho que le amo y que me arrepiento de todo.
- Algunas veces…
- Espera por favor, disculpa si soy grosero pero ahora siento que si no lo digo ya entonces no podré hacerlo nunca y no quiero eso, perdón Vaegon, lamento que mi arrogancia nos alejara ¡discúlpame por no ser el hermano que necesitabas! por dejarte a la deriva y por cargarte conmigo, perdóname por fallarte hermano.
- Gracias Aemon, no sabía que necesitaba una disculpa hasta ahora y lo aprecio, admito que tampoco he sido un buen hermano pues tome un bando y me aferre a este, discúlpame también por dejarte a la deriva.
- No te culpo, yo también la habría elegido.
La relación con Vaegon cambió significativamente y entonces solía frecuentarme más.
Intenté disculparme con Daella, Viserra, Saera, Gael y Rhaenys pero
Ninguna asisitio a mi llamado.
Había olvidado el edicto que me presento Vaegon cuando mi pequeña hija me lo recordó, me exigía que frenara a Viserys y que tomara el control del reino.
Así que con su ayuda y la de Vaegon me preparé y me presenté ante el consejo donde hice valer la última voluntad de Baelon y aunque Viserys intentó negarse, los miembros votaron a favor.
Mi hija tuvo la idea, poner a prueba a Viserys y obstaculizar su ascenso, ella quería que el reino viera lo incapaz que él era y yo simplemente le di gusto.
No tenía mucha gente que me fuera leal pero conocía maneras sencillas de sabotear su trabajo.
Enviar un recordatorio a los Baratheon de su traición para que no lo apoyaran ¡sencillo!
Falsificar el libro que debía aprender logrando que ofendiera a la fe.
¡Muy fácil!
Admito que no todo fue gracias a mi, el mismo fallo más pruebas sin necesidad de intervención.
El día que se le coronó, ya mi pequeña hija me había pedido no hiciera juramentó algo para apoyarle, no quería que los señores pensaran que contaba con el apoyo completo de nuestra casa.
Y al no jurarle yo, presté puerta para que ninguno otro Targaryen lo hiciera.
La vez que durante el consejo Viserys proclamó sus segundas nupcias siguiendo las enseñanzas de Jaehaerys calle, mi pequeña hija ya me había advertido que necesitaba mi aprobación para que esté la dejara de molestar.
Lo que si no me dijo fue lo despota que el desgraciado era.
Por ello cuando se pavoneó sobre sus celebraciones ridículas después de semejante traición hecha por su mano, no me contuve.
- me parece recordar sobrino que se te dio la oportunidad de obtener una buena unión aprobada por el consejo ¡más sin embargo has decidido despreciar las enseñanzas de mi padre y traicionar tus votos para tu reina al invitar a tu cama a una simple sirvienta! y después buscar recompensarla cuando su lugar en esta casa seguirá siendo únicamente el de concubina real, un título sin derecho otorgado solamente para el beneficio de los hijos que pueda darte ¡así que recuérdalo Viserys la próxima vez que pretendas regalar lo que a mi padre y a mi abuelo tanto les costó mantener! ten presente que sin importarle la corona que portes ¡tú sigues siendo un servidor para el reino! porque no es tu sangre de la cual proviene si no de la mía.
Usar mi manipulación con el fue tan sencillo, con solo una frase aseguré el legado de mi pequeña hija.
Comenze a asistir bastante a las sesiones del consejo y me aseguraba de mantener todo en orden pues aunque yo sabía que tanto Baelon como Daella se habían encargado de la educación de Viserys este tal parecía haberlo olvidado todo.
Me aseguraba de aprobar leyes y decretos que en un futuro cuidarán a mi familia, y por ello una vez nacido el niño el cual podría convertirse en verdadero peligro, di la orden de arrebatarlo de las garras de quienes buscaban hurtarnos y se lo entregue a la Reina para ser criado como suyo.
Aun si la idea de venia de mi pequeña hija quien se deleitaba con el sufrimiento ajeno.
Sabia también que con el nacimiento de Aegon mi tiempo de mandato se acercaba a su fin y por ello comenze a preparar a mi pequeña hija y aconsejarle para que no permitiera desplante alguno.
Por ello advertí cuando cambiaría a Daemon y se lo hize saber al chico para que no le tomara por sorpresa pero sobre todo le asegure a mi pequeña hija una forma de apoderarse de un poquito de poder.
Con paciencia comenze a instruir a mi pequeña hija para luchar en la guerra que se aproximaba, yo buscaba que ella liderará y obtuviera el reconocimiento por todo, me aseguraba que comprendiera la importancia de liderar y que aprendiera a guiar con palabras las acciones de otros.
Ella ya sabía luchar gracias a Daella y ahora era mi turno de entrenarla, trajo mapas y pergaminos que aprendió a leer y después sobre estos aprendió estrategia, fue casi como un juego donde se planteaban encuentros hipotéticos y ella buscaba la forma más adecuada de obtener la victoria.
Me aferraba a él poco control que aún tenía y buscaba defender aquello en lo que yo creía.
El inicio de la guerra trajo cambios buenos.
Ese fue el año en que se debía entregar el control total del reino a Viserys al haberse cumplido los cinco años de regencia pero debido a los preparativos para la guerra el reino entero pareció olvidarse y entonces me vi involucrado en absolutamente todo ¡pero no iba a arriesgarme! así que después del nombramiento de Daemon como regente de Rocadragon yo también arreglé que mi pequeña hija obtuviera la regencia del reino en ausencia de Viserys y cuando este partió lo hizo dejando a su esposa a cargo de poniente y a nuestra familia liberada de los votos de lealtad al no anunciar el finalizado de mi regencia.
Durante todo ese tiempo no noté cambio alguno en mi, al no sentir mi cuerpo los síntomas de enfermedad simplemente pasaron desapercibidos, y las dificultades pequeñas para respirar que llegaban de manera esporádica las atribuía a mi condición.
No solía enfermar y reconocer algo que no sentía fue algo que no logre.
Mi situación continuó igual, conmigo siguiendo la rutina establecida donde temprano por la mañana se me limpiaba el cuerpo bajándome a la bañera como sentado entre las sábanas usando un aparato que instaló Vaegon que giraban para que yo subiera y bajara, el lo llamaba poleas.
Después secaban meticulosamente mi cuerpo y me frotaban ungüentos para mantener la piel fresca, finalmente me vestían con ropas de telas especiales costuradas de una forma que las uniones no lastimaran mi piel.
Entonces una doncella traía mis alimentos lo cual solía consistir en fruta picada y leche con miel por la mañana seguido casi de inmediato por huevos con pan y queso
No siempre me daban eso aunque si era lo que más disfutaba.
Mi rutina comenzaba muy temprano casi siempre al alborear, por ello tenía bastante tiempo para todo.
Después de romper el ayuno se me dejaba descansar un poco de tiempo sobre el balcón para que mi cuerpo absorbiera los rayos del sol, según Vaegon eso era muy necesario.
Al terminar, se solía alternar entre masajes en partes de mi cuerpo y estiramientos que se hacían lentamente incluyendo también cada dedo.
Después se me recostaba sobre un sillón delgado e inclinado con soportes para mis pies manos y cabeza donde se me dejaba por un momento sobre el pecho para dar descanso diario a mi espalda.
Durante ese tiempo uno de los sirvientes solía leerme los libros de mi elección.
Después llegaba la hora de comer, siempre algún tipo de carné sin grasa acompañado de verduras y sopa, y entonces se me sentaba un tiempo y se masajeaban mis manos o mi cuello y el tiempo restante hasta la cena era el que se usaba para recibir visitas, no siempre las tenía pero la esperaba ansiosamente.
La cena llegaba puntual al oscurecer, un poco de pan, puré o sopas deliciosas y espesas de verduras.
Al finalizar se me limpiaba con paños húmedos el cuerpo entero y después de prepararme se me llevaba a la cama a descansar.
Esa era mi rutina desde que Daella se encargó de mi, eso fue lo que ella ordeno y Vaegon adecuo.
Por ello no noté nada cuando las comidas comenzaron a ser un poco más pesadas.
Creía que se debía a mi nueva rutina ya que el tiempo que usaba para masajes se cambió al lugar de visitas y así yo poder asistir a las sesiones del consejo, creyendo que la dieta cambió debido a las nuevas necesidades fue que no lo mencioné.
Se me daba carne de venado o jabalí al amanecer acompañada de pan.
Nuevamente carne de cerdo, jabalí o cabra para la comida.
Y así se repetía para la cena.
Y aunque inicialmente después de mi situación, rara vez se me permitía beber vino el cambio abrupto, al reintegrarlo a mi dieta de forma constante si me causó incomodidades fue por ello que exigí me sirvieran solo agua, aunque no escucharon y solo aguaron el vino.
Con todo eso al parecer mi cuerpo se fue deteriorando y cuando lo noté, bueno ya me encontraba bastante mal, admito que para mí todos los días eran iguales con pequeñas diferencias y si alguna vez llegaba aparecer algo de fiebre no era yo quien lo notaba y cuando lo noté supongo que debí haber estado hirviendo.
Por suerte del destino o quizá fueron los dioses mi pequeña hija me visitó ese día.
- me estoy quemando hija, me estoy quemando.
- Padre, oh por Dios.
Ya solo escuchaba a mi hija gritar las órdenes e intentar darme ánimos imagino que presente una imagen deplorable.
Ya no supe más de nada durante un tiempo, yo solía despertar y dormir repetitivamente.
Así hasta mejorar.
Lo primero que vi fue a Daella frente a mi cama, tan hermosa como la recordaba, lucia enfadada y gritaba pero yo solo podía mirarle, si es necesario morir para poder verla tan solo unos segundos entonces con gusto iré a la muerte.
Cuando se fue llegó mi hermosa hija, Rhaenys.
- hola hija, déjame verte has crecido tanto ¿te gustaría quedarte un momento conmigo?
- Hola papá, gracias por recibirme.
- Se que te lastime hija mía y que te entregue parte de mis culpas pero debes saber que no quise verte no por ti, temia que en mi dolor terminara hiriéndote y bueno cuando recapacite ya me avergonzaba profundamente.
- También me equivoqué papá, yo me equivoqué creí que estaba bien y no pensé en nada más que en mi, yo…
- Sin importar que fue lo que sucedió, mi deber como tu padre debía ser el de protegerte y te falle, me avergüenza terriblemente ser el causante de los problemas que tuviste y se que no soy merecedor tu cariño y aún que admito que ya es tarde espero que aceptes mis disculpas y tal vez algún día me perdones.
- Papá….. te quiero muchísimo y yo también me equivoqué yo también te dañe al mentirte y si me merecía el castigo
-  te quiero igual hija mía ¿me perdonas?
- No hay nada que perdonar
Mi hija primera comenzó a visitarme y junto con ella la pequeña Laenys quien decidida se convirtió en mi lectora de historias, y cada día llegaba puntual.
Comenze a mejorar o eso me dijeron ya que yo solo recuerdo dormir y dormir y entonces todos a quienes conocia se fueron y nuevos llegaron.
Mi pequeña hija me explico que Daella los cambio a todos por dañarme y que ahora los nuevos deberían de estar bien.
Aún así no comprendí que mi anterior servicio estaba comprado si no hasta que Vaegon comentó que le extrañaba que nunca me quejara o intentará comunicarme con ellos.
Porque yo si lo hacía, me queje por la comida me queje por el vino y solía llamarles pero nadie llegaba.
Después se me dijo que los llamados jamás salieron de mi alcoba.
Mi cuerpo comenzó a sanar y poco a poco mi rutina regreso, esta vez mis opiniones si eran escuchadas por los sirvientes y la comida regreso a ser lo que mejor me ayudara pero que también yo disfrutara.
Mis hijas me visitaban cada que se encontraban en la fortaleza, algunas veces juntas y aprovechábamos para discutir las estrategias de guerra.
Mis nietas Rhaenyra y Laena comenzaron a llegar con su alegria y entusiasmo por la vida y solían llenar mis días de color.
Ocasionalmente se me pedía asistir a las sesiones de consejo para discutir los asuntos más urgentes o importantes, fue por ello que me encontraba presente cuando se discutía las recompensas por luchar, Daella quería se recompensara a Daemon ampliamente y finalmente se accedió a otorgarle la propiedad de los peldaños para él y sus descendientes y con el reconocimiento a él se decidió otorgarle un título al joven Dahelio para que tanto él como su familia contara con una mayor protección.
Al finalizar la guerra, mi pequeña hija ya contaba con un enorme reconocimiento y el completo amor y lealtad del reino.
Durante una de sus visitas me contó cómo después de tanto tiempo su corazón anhelaba un hijo y que le gustaría mucho intentarlo y pedía mi consejo sobre ello.
- me aterra que al igual que antes mi hijo no sobreviva pero también quiero tanto intentarlo.
- No puedo decirte que hacer hija lo que si puedo es apoyarte y si tú deseo es intentar entonces podrías consultar a los maestres, buscar alguna forma para que suceda.
Mi hija regresaba con noticias cada vez, los maestres le habían confirmado que podría gestar pero decidieron antes someter su cuerpo a diferentes tratamientos para fortalecerle incluso cambiando su dieta para ayudarle.
Cuando lunas después mi pequeña hija consiguió embarazarse fui el primero en saberlo.
Lo que ninguno de los dos esperábamos fue la reacción de Daella.
- está muy molesta padre, ella cree que soy una tonta y que no debí hacerlo.
- Tal vez solo tiene miedo, por lo qué pasó antes y no quiere que sufras ¡si le explicarás ella entendería!
- ¡Ya lo hice! ya le expliqué pero sigue aferrada incluso ha hecho una especie de septo personal donde se arrodilla cada día según ella para orar por mi ¡no la entiendo padre! ¿porque no puede simplemente alegrarse por mi?
- Dale tiempo hija mía, solo está asustada.
Durante las siguientes lunas de su embarazo mi pequeña hija se encontraba molesta y frustrada con su madre y aunque ella intentaba comprenderla no podía.
Cuando la situación nos alcanzó nos encontrábamos en el jardín en compañía de mis hijas y mis nietas, practicábamos el Valirio para que el bebé de Laena lo aprendiera cuando llegó el sirviente.
- Su gracia, la princesa Daella colapsó durante su paseo y los maestres no logran despertarle.
- ¿Que dices?
- ¡Por los dioses! ¿que sucedió?
- ¿Donde está la abuela?
- ¡Llévenme con ella!
Todo se volvió en un instante un remolino de gritos y carreras, cuando finalmente llegue a sus habitaciones ya se encontraban todos los demás afuera esperando.
- ¿cómo está?
Pregunté a nadie en particular, aterrado de escuchar que la había perdido.
Viserra fue quien contestó
- Mal, ella…. Nosotros estábamos caminando para que se distrajera porque últimamente solo quiere orar pero entonces comenzó a temblar y no podía hablar y sus ojos, fue horrible creí que estaba muriendo.
- La salud de Daella ha decaído terriblemente desde hace un par de lunas, ha dejado de comer y de cuidarse, me temo que el miedo ha logrado dominarla por completo.
- ¿El miedo tío?
- Me temo Aemma que tú madre teme que mueras por tu nuevo embarazo.
- Pero tío ¡yo estoy bien!
- Y es agradable saberlo pero tú madre no lo comprende, para ella tú simplemente le has dado una cuenta regresiva en la que morirás pronto.
- ¿No hay nada que se pueda hacer Vaegon?
- Eso dependerá de ella, si logramos que Daella acepte la ayuda.
- Trabajaremos juntos, todos
- Saldremos de esta.
Después de esa primera vez, la salud de mi esposa decayó con rapidez y mi hija se culpaba en todo momento por la enfermedad de su madre.
- Fui egoísta padre, yo sabia que ella temia y aún así me burlé de su sentir ¡no quise explicarle sobre las precauciones ni intentar que se tranquilizara! solo fingi que su dolor no existía.
- No te culpes, no puedes culparte por cómo responden los demás, tú madre se recuperará ella siempre lo hace y cuando todo termine reirán juntas y tú hijo con ustedes.
Mi hija solía refugiarse cada día conmigo, ella solía abrazarse a mi y ambos fingíamos que todo estaría bien.
Poco a poco, mi familia fue buscando refugio en mi presencia.
Mi hija Rhaenys solía acercarse cuando nadie más lo hacía, temia por la vida de Daella pero con ayuda de los demás habían logrado que su salud mejorara poco a poco, ella después de unos días confesó que veía a Daella como una madre pero creía una falta de respeto a Jocelyn y la propia Daella el llamarla así, sin embargo la amaba y temia enormemente perderla.
Después de Rhaenys llegó Vaegon
“temo por Daella hermano, no la había visto tan mal nunca y aunque lo intenta puedo notar que ella simplemente está en espera de que algo malo suceda y yo no se como ayudarla”
Mis miedos aumentaban y aunque me negaba a perturbarla con mi presencia, yo pedía se me dejara cerca donde no pudiera verme y rogaba por su salud.
Viserra fue la siguiente
- me aterra perderla, ha estado presente durante toda mi vida, ha sido ella quien me ha ayudado en cada momento de mi vida y ahora que me necesita no encuentro como es que puedo ayudarle
- Ya lo haces al estar aquí para ella
- Sabes Aemon, solía pensar que eras un cretino y tal vez si lo eres pero cuando tú y Daella se separaron y aunque nadie me lo pidió yo decidí un bando y me aferré a él, lamento no haber recordado que también tú eres mi hermano.
- No te disculpes no es necesario además si se me permitiera elegir yo también la elegiría, no te equivocaste al hacerlo.
Viserra me visitaba desde entonces y siempre hablábamos sobre Daella y su estado.
Cuando apareció Saera, me costó reconocerla.
Desperté en medio de la noche un día con una mujer sobre mi pecho que dormía.
- ¿Daella?
- Me temo que no.
- ¡Saera!
- Hola hermano ¡cuánto tiempo!
- Has cambiado tanto, me había quedado con la imagen de la chiquilla rebelde que partió de la fortaleza hace tantos años que olvide que tú también cambiarías.
- Tu tampoco eres muy joven ahora.
- Ahh.. me alegra verte Saera ¿como has estado ?
- Ha sido difícil, pero logré salir adelante y ahora hasta hace poco todo iba bien ¡pero ahora!
- Todos nos sentimos asustados pero confío en que ella sanara y pronto volverá a traer alegria a esta familia
- No lo creo.
- No seas tan pesimista Saera ya verás que estará bien ¡tiene que estarlo!
- No lo hará ¡lo sé! ella tiene miedo y es por una razón y no mejorará.
- Nada le pasará a mi hija y Daella se recuperará pronto, ya está luchando y será ella misma ¡ya lo verás!
- Sabes algo, hace años cuando la dejaste y fue exiliada yo estaba confundida, ella solía llorar por ti pero ¡nunca! ¡ni una sola vez! la supe llorar por su bebé perdido, así que con la juventud llena de ignorancia que me cargaba la cuestioné por ello ¿sabes que me contesto?
- ¿De que hablas Saera?
- Ella dijo que una noche muchos años atrás cuando aún era una doncella soño con una niña, una hermosa niña que corría por los jardines de la fortaleza y que aún que podía vigilarla jamás pudo acercarse y entonces al despertar escuchó su propia voz llamándola Aemma…
- ¿Como un sueño de dragón?
- Ella cree que si, dijo que después del nacimiento de su hija cuando casi muere y Alissane eligió el nombre de su hija lo supo, los dioses le habían advertido que solo nacería de ella una hija, me confesó que se extrañó mucho con el embarazo ya que ella realmente creía que jamás tendría otro y que por ello no le sorprendió perderle, para ella era simplemente lo que los dioses ya le habían advertido.
- ¡Lo que dices Saera!
- Se que tus creencias eran diferentes y que después de todo lo pasado ya no dudas de ella pero quiero que sepas algo sobre aquella pérdida, esa vez tal vez para ella solo significó que lo que los dioses le habían advertido sucedería y cuando se recuperó lo hizo solamente porque no quería dejar a esa niña sola con el futuro que le aguardaba, se que no comprendes ¡pero hay algo Aemon algo en la forma en que ella mira a Aemma, en la manera que ha dejado de luchar y simplemente nos permite creer que está bien pero no es así, es como si ya se hubiese rendido.
- No digas eso, ella es fuerte no va a dejarnos.
- Me gustaría creer eso pero su hija es su ancla y ella siente que la esta perdiendo.
- Todo mejorará cuando el bebé llegue y Daella vea que todo está bien.
- Espero que sea así ¡realmente lo hago! porque si algo le pasara a Aemma ¡entonces ya no habrá nada que ate a Daella a este mundo!
La conversación con Saera me dejó muy intranquilo ¿y si ella tenía razón y Daella creía haber recibido un sueño de dragón? ¡entonces mi pequeña hija podía encontrarse en peligro!
No quise agobiarla y cuando me visito sencillamente le pedí se cuidara y preguntara por avances de su estado para mantener todo bajo control.
Pero mi pequeña hija no temia y me aseguraba que todo se encontraba como debía ser.
La última en llegar fue Gael quien criada por Daella se encontraba angustiada pero como todos intentaban ayudarla.
Cuando Saera volvió, lo hizo con la noticia de que habían logrado ayudar a Daella gracias a Daemon quien le rogaba que luchara si no por ella entonces por él quien también la necesitaba.
Y por un tiempo todo volvió a estar bien.
Hasta que mi hija inició su parto.
Envío a su doncella para informarme y durante un tiempo no tuve mas noticias, pero entonces estas llegaron de forma abrupta.
Mi pequeña había muerto.
Fue Vaegon quien con un rostro de profunda tristeza me informo lo sucedido, sus labores fueron complicándose y finalmente la mataron.
Había dado un hijo sano pero el costo fue demasiado alto.
El reino entero se lamentaba la pérdida de su amada reina pero yo lamentaba la de mi pequeña hija a quien pude haber detenido más sin embargo la había alentado y ayudado ¡yo había enviado a mi hija a la muerte!
Presenciar sus funerales fue una de las experiencias más desgarradoras que me he visto obligado a soportar.
Y aunque no era el único que se lamentaba si era el único que pudo haberlo impedido.
El cuerpo de mi pequeña hija inicialmente se debía dejar solo unos días en el septo para que quien así lo desease pudiera despedirse pero las personas de todo el reino continuaban llegando a despedirle y finalmente se le dejó durante un par de semanas más.
La discusión sobre la persona que sería quien ordenara el fuego para quemar el cuerpo tuvo lugar durante el tiempo de espera y aunque se pensaba que Viserys al ser el rey y esposo debía ser quien diera la orden este tuvo la grandiosa idea que fuese Rhaenyra quien lo hiciera, razón por lo cual nos reunimos para discutir ya que ninguno quería lastimar así a mi nieta pues sabíamos lo difícil que sería. Al final mi hija Rhaenys dijo que era su responsabilidad como hermana mayor el despedir a su hermanita.
El día final viajamos en carruajes al pozo, aquella vez por primera vez en años Daella viajo conmigo, pero ambos nos encontrábamos sumidos en el dolor y solamente permanecimos ahí en silencio, durante el resto del día mi esposa se quedó a mi lado pero ya no era mi esposa y Daella parecía haber muerto esa noche junto con mi pequeña hija.
El viaje a rocadragon lo hicimos en barco aquellos que no montábamos un dragón, un viaje sencillo y rápido.
Al llegar se realizó una pequeña ceremonia donde Rhaenyra cargaba las cenizas de su madre y finalmente las depositó en las catacumbas, ahí permaneci simplemente mirando su urna con la mente en blanco durante lo que pudieron ser horas.
El resto de los días que permanecimos en la isla, lo hice compartiendo habitación y cama con mi esposa, pero ella parecía no importarle o mejor dicho ni siquiera se enteró ¡parecía tal muñeca a la que pronto mis sirvientes cuidaban y trataban igual que a mi!
Ahora ambos éramos manejados por otros.
Daella fue dejada a mi cuidado y aunque solo podía verla eso era suficiente para dar aviso si esque algo sucedía, pero nunca sucedía nada. Ella seguía con la mirada perdida y quieta ¡tan terriblemente quieta! podía pasar horas sentada en cualquier lugar que la dejaran sin moverse.
Mirseia regreso un día carando al pequeño Jacaerys, el niño por el que mi pequeña hija dio su vida, él era perfecto y aún si no podía abrasarle me gustaba lo acercaran para hablarle de su madre.
Daella no parecía consciente de la presencia del niño y cuando un par de veces dejamos se escuchara por unos instantes sus llantos ella no se inmutó parecía ajena al mundo, por ello le pedí a Vaegon la reubicarán, yo creía firmemente que mi presencia la dañaba y lo mejor para su salud era alejarme y rodearle de quienes amaba, y funciono porque solo unos días después comenzó a responder con gestos o sonidos.
Que tanto daño le hice que incluso sin saberlo mi presencia la angustiaba.
Pero ahora solo podía cargar con mi culpa y mi dolor.
Solía vigilar a Jacaerys cada día y ya que venía acompañado de Aegon pronto nos hicimos cercanos, el niño extrañaba a su madre y no lograba encontrar consuelo en su padre al Viserys mostrarse desatendido de este.
Mi nieta Rhaenyra solía pasar tiempo conmigo, ella intentaba ser fuerte pero también necesitaba consuelo y así ella se unió a Jacaerys y Aegon para visitarme.
Entonces cuando creía que las cosas ya no podían empeorar mi nieto Laenor llegó hecho una furia despotricando sobre Viserys y lo inadecuado de sus decisiones, cuando finalmente pudo calmarse me contó entonces que este planeaba desposar a mis nietos Laenor y Rhaenyra para así unir según él mi sangre, supongo que mis palabras explotaron en mi rostro ¡pero de verdad yo no esperaba que este muchacho fuera tan estupido!
El último evento al que asistí fue la boda de mi nieto Laenor.
Mi hija Rhaenys se hizo cargo de todo y entonces se celebró una pequeña boda para mi nieto Laenor con mi sobrina Merida.
La boda se realizó en el septo de la fortaleza con solamente la familia de invitados ya que apenas se había cumplido el tiempo de luto para mi pequeña hija.
Daella estaba presente y aún si lucia frágil su rostro ya denotaba mejoría.
Durante la ceremonia Daella abrazó fuertemente a Laenor por un largo tiempo.
Esa fue la primera vez que ella se movió por su cuenta.
Y por primera vez todos tuvimos esperanza.
La vez que comprendí que la Daella con la que me había casado había regresado fue cuando en compañía de Daemon me encontraba en camino a los jardines para un tiempo en compañía de mis nietos.
Entonces lo escuche, alguien cantaba.
Al inicio estaba confundido, sonaba extraño ¡como si hablara en otro idioma! pero entonces lo reconocí ¡Daella solía cantar asi! Hace años en soledad y también para nuestra hija.
Le pedí a Daemon acercarme donde la voz se escuchaba y entonces la vimos, ella subía las escaleras cantando
“ así es la familia Targaryen
Si qué hay escaleras en casa Targaryen
Pensarías qué hay alguna forma de subir con tu dragón pero noo
No es poca cosa subir tanto
Esta es mi familia Targaryen
Hogar de mi gente Targaryen
En donde todos son fantásticos y mágico
Eres de la familia Targaryen “
Escucharla nuevamente cantando fue mágico, ella se aferraba a un pequeño bulto en el cual cargaba a lo pequeño Lucerys Velarion mi bisnieto y parecía que la llegada de ese niño había anclado a Daella de nueva cuenta a este mundo.
Y por un tiempo parecía que todo estaría bien.
Pero entonces el hijo de Viserra murió y el cambio de Daella fue abrupto.
Ella reclamó a Vhagar y regreso Del Valle montada en ella.
Fue interesante el nuevo cambio y el rumbo que se dio con todo lo sucedido pero yo ya no era quien para incluso mostrarme.
La muerte del rey ya era esperada pero a nadie en todo el reino le importó, solo asistí el día requerido y regrese a mis habitaciones donde mis nietos solían acompañarme, así continué con la rutina de tantos años hasta ese día.
Verla aparecer fue tan hermoso como extraño, aun seguía tan hermosa que al verle acercar causó en mi tal alegría, no importaba si ella solo buscaba venganza o lo que fuese que necesitara el simple hecho de poder verla con esa sonrisa que la caracterizaba ¡para mi lo era todo!.
Pero su historia no coincidía, los relatos las muertes la guerra por el trono nada era igual, ella contaba una historia diferente, y entonces comenzó de nuevo pero ahora ella no era ella y todo comenzó de nuevo y mi mente no lograba seguir nada.
Entonces comprendí el miedo de Daella y el porque de este.
Fue extraño descubrir que ella y Vaegon no existían pero también fue como si la última piedra fuese depositada ¡ahora todo cobraba sentido!
Ella nos había salvado
¡Gracias a ella nuestra casa se mantenía fuerte y mejor que nunca!
Ella seguía regresando y me contaba otro poco más.
Y Con cada llegada, mi corazón se llenaba de esperanza, tal vez no lograra recuperar su amor pero yo podría continuar viéndola y hablándole.
Pero todo era una prueba y cuando comprendió que aún la amo ella me cobró muy caro lo que hice.
Creí que se quedaba dormida ya que esa vez llegó con ropa de dormir pero no fue así.
Ella llegó para despedirse
Para castigarme con su partida.
Grite, grite como nunca ¡con la impotencia de no poder tocarla! ¡con el dolor de saberla perdida! con el suplicio de no poder hacer nada….
Grite hasta perder la voz
Y entonces no volvi a decir más nada.
Chapter 2: Epílogo
Chapter Text
Los gritos que salían de las habitaciones del príncipe Aemon despertaron a sirvientes y caballeros que custodiaban el lugar y pronto, toda la fortaleza fue sacudida por el dolor mostrado de manera tan potente.
Las habitaciones de su gracia el rey Jacaerys fueron abordadas por la servidumbre quien con prisa buscaban informar.
- ¡su gracia! De las habitaciones del príncipe Aemon se escuchaban sus gritos por ayuda, se ha llamado al maestre y ahora se espera por noticias.
- ¿Que sucedió? ¿cuál es el problema?
- Parece me temo que la princesa Daella se encontraba con el príncipe.
- ¿Cómo está mi abuela?
- Nadie lo sabe su gracia.
El rey se vestía mientras le informaban y al finalizar se dirigió con prontitud hacia donde sus abuelos, este se encontraba asustado ambos habían sido quienes le criaran y al ser mayores temia por sus vidas.
En otro lado de la fortaleza se encontraba la princesa Viserra quien fue fuertemente sacudida de su sueño por manos de su doncella.
- ¿qué pasa? ¿por que tanto alboroto?
- ¡Algo sucedió mi princesa! en los aposentos del príncipe Aemon y se rumorea que la princesa Daella está implicada.
- Ayúdame a vestirme rápido.
Al igual que su gracia el rey, la princesa se dirigió lo más pronto posible con dirección a las habitaciones de su hermano, con la insertidumbre de lo que sucedía.
La princesa Saera al igual que sus familiares fue sacada de su sueño con las mismas noticias.
- ¿estás segura?
- Solo se lo que se dice, Aemon despertó a todas gritando por ayuda mientras Daella se encuentra con el.
- ¡Cres que, lo ha matado!
- No lo sé, creo que si lo quisiera muerto lo habría hecho hace mucho tiempo.
- Eso y que Aemon se lo habría permitido solo para volver a tenerla cerca.
- ¿Entonces porque gritaría tanto?
- ¡A menos que…! ¡Noo! ¡Daella ella no!
- ¿Crees que ella!
- ¡Vamos no perdamos tiempo!
Desesperada, la princesa Saera corría por los pasillos mientras rogaba por que sus sospechas fueran simplemente eso
Sospechas.
En las habitaciones del príncipe Aemon los sirvientes intentaban sin éxito acercarse pero los gritos desgarradores de este les impedía hacerlo.
Quien primero llegó fue la reina Visenya, esta se detuvo abruptamente en tanto comprendió lo que sucedía y llevando sus manos a su boca intentó reprimir el llanto que ya subía por su garganta, pero su cuerpo comenzó a temblar por el dolor de saber perdida a su amada bisabuela.
Uno a uno todos los miembros de la familia real que se encontraban en ese momento en la fortaleza llegaron hasta donde aún se escuchaban los llantos del príncipe Aemon y, al igual que con la Reina se podía observar el como se desmoronaban sus rostros al comprender que los desgarradores gritos correspondían al dolor por la partida de la tan amada Daella.
Pronto el rey Jacaerys ordenó que separaran a sus abuelos y llamaran a las hermanas silenciosas sin embargo y contrario a todo lo que se sabía el príncipe Aemon logró mover su cuerpo cual gusano dificultando así el trabajo de sirvientes impidiéndoles llevarse a su esposa.
Esa mañana, cuervos fueron enviados a diversos lugares del reino anunciando la muerte de aquella a quien tanto amaban.
Cuando el príncipe Daemon arribó a Rocadragon donde su hijo Aemond y su esposo Floris se encontraban de visita, estos por un momento temieron haberle enfadado, apenas un día antes su hijo único el pequeño Aegon a quien su abuelo materno insistió en nombrar había hecho lo impensable al reclamar al temible canibal dando honor a su nombre al conquistar al más feroz de los dragones a la corta edad de tres onomásticos.
Fue por tal razón que Aemond targaryen en compañía de su esposa salieron a recibir a su padre buscando explicar lo sucedido ya que recordaban con claridad la ley que solo permitía dragones a la línea directa del rey.
Sin embargo el príncipe se lanzó directo a abrazar a su pequeño hijo y después de unos momentos anunció: “ mi madre ha muerto, viajaremos a la fortaleza “
Las reacciones de la familia variaron desde gritos de negación de la princesa Viserra hasta el inesperado “ finalmente “ de Vaegon
Cuando el Archimaestre Vaegon targaryen  o Nikolai para los que sabían el secreto escuchó la noticia su reacción fue un curioso “ finalmente, ahora hay que darnos prisa con su funeral, vamos no perdamos tiempo “
Y lo más importante una vez finalizados los rituales pedidos por la difunta Princesa, su hermano simplemente miró a su familia y dijo: “ bien ahora que ella se ha ido entonces ya me puedo morir agusto fue un placer haberles llamado familia y por favor asegúrense de que esté bien muerto antes de que me queme tessarion ahora hijo ven acompáñame me gustaría cenar juntos antes de irme.”
Al ver la seriedad con la que hablaba su familia inmediatamente lo cuestiono recibiendo entonces una interesante respuesta:” bueno ya estoy cansado de seguir en esta vida y llevaba tiempo esperando descansar, sin embargo Daella había amenazado con destruir absolutamente todo si los dioses se atrevían a quitarle a algún familiar más y por ello me vi en la forzosa necesidad de continuar con vida pero ahora que ella ya no está entonces ya me puedo morir tranquilamente y eso es justo lo que haré”.
La ceremonia de muerte de la princesa Daella fue completamente diferente a lo que se esperaba de la casa Targaryen, para empezar no hubo hermanas silenciosas ni tiempo para despedidas, si no que se dispuso una pequeña embarcación que ella anteriormente le había encargado a su nieto Laenor donde el cuerpo fue depositado y después rodeado de decenas de libros que ella había amado y flores cientos de flores con algunas figuras de madera en representación de sus amados familiares, la princesa fue depositada al centro usando el vestido en color arena y antes de enviar el barco uno a uno sus familiares se acercaron dejando una pequeña antorcha encendida para alimentar el fuego que haría arder todo.
Esa misma noche el Archimaestre Vaegon exhaló su último suspiro partiendo de ese mundo con una sonrisa en los labios.
Y cuando tiempo después le llegará el turno al príncipe Aemon Targaryen la ironía le haría contemplar el como en otra vida habría sido él quien antes partiera pero aquí fue él quien sepultó a todos sus hermanos.
Notes:
Aún queda más
Espero subir una nueva versión completamente diferente

Moons (Guest) on Chapter 1 Sat 04 Oct 2025 05:48AM UTC
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Bre25Gmz on Chapter 1 Sat 04 Oct 2025 05:59AM UTC
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Moons (Guest) on Chapter 2 Wed 08 Oct 2025 02:28PM UTC
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