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A sus 30 años, Tatsumi Oga recibe una invitación por correo, la primera reunión de ex estudiantes en una década. Su vida ha cambiado mucho desde la escuela secundaria, no solo por el obvio crecimiento de Beel y Nico, o el hecho de que tiene un trabajo gracias a que puede alejarse más. Sino que también ha conseguido lo que para a algunos podría ser un milagro: un tercer hijo.
Debe admitir, que cuando su hijo nació casi se desmaya, honestamente aún le baja la presión al recordarlo y eso no es muy digno. ¿No es demasiado pobre como para tener tres hijos? Aun así se las arregla, no está solo en esto y lo agradece, bueno, nunca lo estuvo en realidad.
Cuando entra al salón escucha gritos, evidente emoción de quienes alguna vez fueron sus compañeros de clase. Les preguntan de todo, cosas que no sabe responder, o más bien no alcanza a escuchar por la cantidad de ruido.
—¡Es igual a ti! —exclama Aoi, más sorprendida que cualquiera y honestamente feliz por él.
Miran a Hilda quién permanece seria, diciendo algo sobre que mamá está en el baño. Oga no aclara nada, no lo cree necesario hasta que Furuichi llega y el niño se vuelve loco, saltando directo a sus brazos.
Aun así nadie cuestiona el hecho que estando su madre, el bebé prefiere los brazos de Furuichi. Suponían que era un buen tío, ¿por qué no lo sería? Cuando Beel era un bebé estuvo junto a Oga en todo momento.
—¿No se asustó? —pregunta Furuichi, viendo como el niño se acurrucaba en su pecho.
Oga niega con la cabeza, aoi dice algo sobre la edad y nombre del bebé.
—Tetsu —dice Furuichi.
—Él lo eligió —dice Oga, mientras toma el bolso de Furuichi para que tenga menos peso en su espalda. Un gesto increíblemente caballeroso que sorprende a algunos.
Hilda no parece interesada en el niño, va detrás de Beel y Nico, ofreciéndoles un poco de comida de la mesa. Eso también es curioso, la supuesta madre parece desligada y al niño ni siquiera le importa. La reunión es divertida, nostálgica, recordando los momentos más hilarantes en sus vidas. Cada tanto Oga desliza un brazo por la espalda de Furuichi, ambos sentados juntos mientras Tetsu duerme. Beel y Nico corren para hablar con Oga de vez en cuando, se divierten también pero quieren jugar con Tetsu.
—Tal vez más tarde, si lo despierto ahora va a llorar —dice Furuichi, sonriendo de forma cálida.
Nene se acerca a ellos, no cree ser la única que ve a Furuichi más maduro y responsable. ¿Es este el mismo pervertido que deseaba estar rodeado de mujeres? No le parece.
—Así que Furuichi, ¿estás saliendo con alguien o tus habilidades de don juan te han sumergido en la soltería? —dice Nene.
Oga levanta una ceja, no entiende la pregunta repentina en medio de la obviedad.
—Es cierto, ¿alguna chica especial? —dice Aoi—, ¿o tal vez ayudas tanto a Oga con su hijo que no tienes tiempo? Eso es muy devoto.
Furuichi levanta la vista y mira a Oga.
—¿No les dijiste, verdad? —dice Furuichi, frunciendo el ceño.
—¿Decir qué? —dice Oga.
—Sobre esto —responde Furuichi, al límite de su paciencia.
—¿Sobre qué? ¿Tetsu? Bueno, ya saben que es mi hijo y...
Oga se rasca la cara y mira hacia el techo, buscando entre lagunas mentales. Se supone que algo diría hace un año cuando Tetsu nació, ¿tenía que mandar un correo para que nadie se sorprendiera después? ¡Tal vez! No es que no escuche a Furuichi, pero a veces le habla cuando está haciendo ejercicio y no es muy bueno haciendo dos cosas al mismo tiempo.
—Hmm...
—Oga —dice Furuichi, llevando su mano a la cara de Oga para pellizcarla con fuerza, hay muchas gotas de sudor en su rostro.
—Puede que no lo hiciera porque no tenía los correos ni números de nadie, ahora están todos aquí, es mucho más practico si me preguntas —dice Oga, mientras Beel está a su lado y opina lo mismo que él, ambos con los brazos cruzados.
—¡Se supone que evitaríamos esta situación! ¡Recuerdo haberte dicho esto durante meses! —dice Furuichi, exaltado, mientras empiezan a llamar la atención de algunos.
Nene y Aoi no comprenden esto, miran a Oga quién sigue discutiendo con Furuichi de algo sin sentido, no muy distinto a cuando eran adolescentes.
—¿Qué situación? —dice Nene, sorprendida de que el niño seguía dormido a pesar del ruido.
—Nada, solo que fuimos padres y todo eso.
—Pero eso es obvio, Hilda y tú, ¿no? —dice Aoi, viendo el rostro nervioso de Furuichi—. ¿Es de Hilda, verdad?
Oga mira a Furuichi buscando una solución y él parece hacer lo mismo. Oga no piensa, él actúa, improvisa y aprende a golpes. Furuichi sabe esto, pero Oga es más rápido que él y responde.
—¿No somos todos hijos de alguien? —dice Oga, con los brazos cruzados.
Hay un silencio colectivo, Furuichi quiere matarlo aunque para este punto Tetsu ya despertó y lo pasa bien, cada vez que Oga dice algo estúpido el pequeño niño sonríe.
—¿Si no es de Hilda, entonces de quién? —pregunta Paako, con cierto entusiasmo que es más bien insistencia—. Vamos, ¿no estamos en confianza?
—Sí, ¿con cuántas mujeres te has estado acostado? Casanova —dice Kanzaki.
—La persona que es la madre de este hijo… —dice Oga, como si estuviese leyendo un guion—, ya no está con nosotros.
Furuichi detecta nuevamente la pausa, la ausencia de voces irritantes. Va a corregir a Oga pero escucha a Nene dar el pésame, al igual que la mayoría. Furuichi se siente mal, ¿qué había hecho Oga? Incluso vio a Kanzaki tirar licor al suelo.
—Vive en Idaho —dice Oga, con los ojos cerrados y nuevamente ya nadie le cree. ¿Qué era todo esto de tomarse respiros para inventar sobre la marcha?
Pero la reunión avanza, el tema es cambiado innumerables veces para el alivio de Furuichi, honestamente ya no sabe qué decir con respecto a esto, no quiere burlas y las ha obtenido gran parte de la noche. Es culpa del pasado, era raro y obsesivo con las mujeres, pero tenía dieciséis, le da vergüenza pensar en ello y cambió, ¿no es suficiente? No, tal vez no lo era. Por eso prefería decir todo sobre su relación con Oga un año antes, porque si debe soportar que lo ridiculicen o miren raro, prefiere que sea por una o dos cosas, no por absolutamente todo. Honestamente no sabe qué esperar, pero lleva diez años limpiando su imagen como para obtener más de lo mismo.
—¿Estás bien? —susurra Oga, mientras nadie les presta atención.
Furuichi no había notado su propio silencio, se mantuvo distanciado en su propia mente mientras el resto se divertía.
—Tienes esa cara otra vez —dice Oga.
—Sé más específico, no sé de qué hablas —dice Furuichi, haciéndose el tonto.
—La cara de cuando estás triste pero te quedas callado y me veo obligado a hacer algo al respecto.
—No tienes que hacer nada, no es como que te lo esté pidiendo —dice Furuichi, meciendo en sus brazos a Tetsu.
—¿Quieres que vayamos a casa? —pregunta Oga.
La pregunta es legítima, llevan poco tiempo allí y no es que Furuichi se sienta incómodo con sus amigos, pero su mente lo está atormentando. Él no es precisamente reservado en cómo se siente, pero hoy es un mal día. Así que simplemente niega con la cabeza y sigue adelante, Oga admira esa actitud, molesta mucho a Furuichi sobre lo débil que es, pero en el fondo sabe que no es así.
—Furuichi y yo estamos saliendo —dice Oga de forma repentina, sonriendo como si se estuviese jactando—. Solo creí que debía aclararlo, ya que ahora tiene sentido que Tetsu sea hijo de él, ¿no es así? Bueno, ¡ahí tienen su respuesta!
Entonces Oga mira a Furuichi en señal de aprobación, como si mereciera un premio. Pero Furuichi luce sorprendido y su rostro está rojo, quiere escapar pero su cuerpo no responde. ¡Esto era exactamente lo que evitaba!
—¡No escuchen a Oga, está bromeando! —exclama Furuichi—. ¡Se ha vuelto un tipo muy bromista desde que nos conocemos!
Pero sus amigos muestran confusión, algunas cosas tenían sentido ahora.
—Oga, ¿estás hablando en serio? —dijo Nene, levantando una ceja—, ¿me vas a decir que el mujeriego dejó su obsesión, por ti? Suena poco realista, incluso estoy dispuesta a creer lo de tu ex novia en Idaho.
—Hmm… ustedes siempre han tenido una relación cercana, ¿no solías llevar a Furuichi a todas partes? —dice Aoi, uniendo cabos sueltos en su memoria, ¡claro que Oga era gay!
—Es jodidamente raro —dice Kanzaki—, pero explicaría por qué pasaban tanto tiempo juntos, seguro aprovechaban los descansos para-
Un biberón es arrojado directamente a la frente de Kanzaki, está lleno así que el dolor es real. El tiempo no ha hecho otra cosa que darle agallas.
—¡¿QUÉ MIERDA TE PASA?! ¡¿QUIERES PELEAR AHORA?! —exclama el pelirrojo.
—¡OGA Y YO NO HICIMOS NADA EN LA ESCUELA! —grita Furuichi, intentando defenderse a sí mismo—. ¡Así que borra esa idea de tu mente!
La mayoría cree lo contrario ahora que Furuichi luce alterado, es como si cada instancia en la que él y Oga se apartaron del grupo, estaban siendo llenadas con los escenarios más románticos.
—Eso explica su falta de interés en Aoi —dice Paako, susurrando con las demás chicas, aunque Furuichi escuchara.
—Pervertidos —dice Chiaki, mirando a Furuichi con asco.
—¡NO NO NO! —dice alterado, levantándose de la silla con Tetsu en sus brazos—. Ustedes conocen a Oga, en la escuela estaba obsesionado con pelear, ¡no había una sola gota de romance o pasión en sus venas!
—¿Entonces cómo pasó? —pregunta Himekawa, manteniendo su viejo copete como en su juventud.
Furuichi es un tomate, casi no puede o desea hablar de esto. Se pregunta si ahora es capaz de escapar sin quedar en ridículo, ¿qué importa? ¡Se van a burlar de él de todas formas!
—Pasó hace cinco años —dice Oga, contando todo como si fuese una actividad normal de fin de semana—. Me acuerdo porque tenían las croquetas en descuento, así que compré algunas y fui a ver a Furuchin al trabajo. Hilda cuidó a Beel y a Nico esa tarde, luego simplemente pasó.
—¿Ohh…? ¿Y qué pasó exactamente? —dijo Paako, curiosa por el chisme completo.
—Sexo —dice Oga, haciendo un gesto de victoria con dos dedos.
—¡¿EN SU TRABAJO?! —exclamaron algunos.
Hay otro objeto volando por el cielo, esta vez es una silla y cae justo en la cabeza de Oga. Algunos comentan sobre violencia doméstica, pero Oga apenas y siente el golpe, Furuichi nunca lo dañó antes, no de verdad y sin pañuelos.
—¡No fue así! —grita Furuichi, está muy nervioso e inquieto—. Miren, todo esto está fuera de contexto.
—Ok, ¿y cuál es el contexto? ¿Cómo es que se convirtieron en padres? —pregunta Nene.
La pregunta es válida pero no quiere responderla, es algo relacionado a tecnología in vitro y poderes demoniacos, medio difícil de creer hasta para ellos. Así que responde sobre la marcha y con mucha seriedad, terminando la noche anticipadamente para ellos.
—Suponía que sería un espectáculo —dice Hilda, mientras Beel y Nico asienten, ambos corriendo, unos cuantos pasos frente a ellos.
—¿No crees que es mejor así? —pregunta Oga, mirando a Furuichi mientras ahora es él quien sostiene a Tetsu—. La siguiente reunión nadie recordará esto.
Furuichi solo suspira, mientras mira el cielo estrellado intentando calmar su vergüenza.
—Peores cosas he pasado —admite Furuichi, viendo a Oga sonreír con malicia—, no cantes victoria, sigo enojado contigo, nos hubiésemos ahorrado esto si mandabas el anuncio hace un año.
—Dices eso como si no fuese tu culpa por darme una obligación que claramente iba a olvidar.
Furuichi frunce el ceño y Oga pasa su mano por su espalda baja.
—De todas formas, ¿por qué mentiste con respecto a lo que pasó esa vez en mi trabajo?
—¿No se involucraron carnalmente como dijo Oga? —pregunta Hilda, lo que hace ruborizar a Furuichi.
—¡No! Te diré exactamente cómo fue —aclara Furuichi.
Hace cinco años.
Oga llevaba una bolsa de croquetas compradas recientemente en su tienda favorita, era una sorpresa. Ha estado muy ocupado estos años, desde misiones de ámbito demoniaco hasta el cuidado de los niños. Casi no ha tenido tiempo para trabajar y mucho menos para visitar a Furuichi, quién tenía un aburrido trabajo de oficina. No fue sorpresa para nadie que la segunda palabra de Beel fuese Furuchin, considerando que Oga no dejó de hablar de él cuando estuvo seis meses en el inframundo.
—¡Furuichi! —exclamó Oga, corriendo hacia su oficina y notando en el último momento que estaba acompañado.
Oga no pudo elegir un peor momento para llegar, estaba su jefe gritándole severamente, cosas que sonaban personales y totalmente innecesarias. Por su parte Furuichi aguantaba, peores cosas le habían pasado como para que unos simples gritos lo asustaran, sin embargo su jefe tuvo la osadía de tocar su rostro, una forma de amenaza, de decir “¿me estás escuchando?”.
—¡Y más te vale que todo el registro esté hecho para mañana! —dijo el hombre de mediana edad.
—¿O qué? —dijo Oga desde la puerta, causando que el jefe se volteara.
La apariencia de Oga fue suficiente para ahuyentarlo, incluso si el viejo no lo admitió. El jefe de Furuichi dijo algo sobre unos documentos y finalmente se fue.
—¿Día largo? —dijo Oga, escuchando el suspiro más agotador proveniente de su amigo.
—Hubieses llegado cinco minutos antes —dijo, sonriendo con cansancio.
Oga conocía a Furuichi y aunque no lo hiciera, Furuichi rara vez se guardaba algo. No era como él, que las emociones complejas y el agotamiento mental rara vez las expresaba con palabras. Furuichi lo decía en voz alta, jamás conoció a un hombre más emocional.
—¿Por qué no renuncias a esto? —dijo Oga, dándole la bolsa de croquetas a Furuichi.
—Porque planeo tener una casa y una esposa el próximo año —dijo Furuichi, como si fuesen reglas impuestas por él mismo—. Estoy cansado de la falta de oportunidades.
—Vive conmigo, desde que recibo la pensión demoniaca por Beel y Nico la vida es más fácil. En realidad no, creen que la vida humana es barata, pero podríamos hacer que funcione.
Furuichi rió de forma sarcástica, mientras robaba croquetas de la bolsa. Lucía amargado, tal vez podría llorar en los siguientes minutos.
—Creí que hacía bien mi trabajo, solo me retrasé un día porque la plataforma que ocupan dejó de funcionar —dijo Furuichi, sintiendo las lágrimas en su rostro—, pero está bien, a fin de mes tengo mi recompensa.
—¡Vamos Furuichi! ¡Esto no lo vale! —exclamó Oga—. Cualquiera te querría en su trabajo, eres el tipo más inteligente que conozco.
—Eso es porque casi todos los que conoces son estúpidos, pero existe gente mejor que yo en todo.
Oga dio unos pasos cerca de él, hubo una mezcla de seriedad y amabilidad en su rostro, algo no tan frecuente en él.
—Nadie en este lugar sobreviviría a la mitad de cosas que tú pasaste y eso te hace más digno que cualquiera de estos tipos.
Para Furuichi era raro recibir un halago por parte de Oga, el tipo no era así con nadie. Sus sentimientos estaban en el interior de una caja fuerte, resguardados bajo una clave que ni él recordaba.
—¿Me estás haciendo una broma, no? —dijo Furuichi, limpiando la grasa de sus manos con unas servilletas.
—Claro que no, este lugar está lleno de fracasados y tú eres el único que vale la pena. Si yo tuviese una empresa te contrataría todos los días…. Bueno, técnicamente así funciona un contrato, bien, supongo que te contrataría una vez y ya, pero no te dejaría ir.
Furuichi se le quedó mirando, Oga tenía los brazos cruzados y un poco de rubor en su cara. ¡Eso sí era raro!
—¿Por qué te pusiste rojo de repente? —dijo Furuichi, intentando ver el termostato, hacía frío, era imposible que fuese por el clima—. ¿Viniste enfermo?
—Intento ser amistoso, creo que deberías estar más atento.
Furuichi levantó una ceja, colocando su mano en la frente de Oga.
—¿Tienes fiebre? —dijo Furuichi.
El rubor aumentó cuando Furuichi se le quedó mirando en silencio.
—Deberías considerar renunciar y vivir conmigo —dijo Oga—, ya casi no nos vemos.
—Es parte de la vida adulta, ver menos a tus amigos y todo eso, además técnicamente eres papá e Hilda es prácticamente tu esposa, ¿qué hago en esa familia ya hecha?
Estaba demasiado cerca de él y no sabía muy bien cómo hacer o decir lo que sentía. Oga no era bueno en estas cosas, pero según Misaki, si él era capaz de hacer las cosas más osadas, ¿por qué algo tan simple como una confesión debería asustarlo?
—Cuando me di cuenta de lo mucho que te he extrañado, asumí que no podía tenerte lejos por más tiempo, o comenzaría a aburrirme. Lo que intento decir con esto es que podrías ser mi mejor amigo con el que tengo sexo y todas esas cosas íntimas que a ti te gustaría hacer con una mujer.
Furuichi no respondió inmediatamente, en su lugar tiró las croquetas al suelo. Hubo un silencio largo y aunque Oga esperaba lo más cercano a un “acepto”, quedó atento al más mínimo comentario.
—¿Qué…? —es lo único que Furuichi pudo decir.
Actualidad.
—Y luego lo hicimos —dice Oga, con los ojos cerrados y mucha convicción de que su versión es la real.
—¿Crees que soy tan fácil como para acostarme con el primer tipo que se me confiesa? ¡Apenas te acuerdas de lo que pasa a tu alrededor!
—Estamos juntos, ¿no? Dijiste acepto, lo recuerdo bien —dice Oga.
—¡Pero no fue así! ¡No de esa forma ni con esa facilidad!
El resto del camino a casa son peleas, nada grave, en realidad es más juguetón que otra cosa, pero Hilda no puede asegurar nada porque dejó de escuchar hace al menos veinte minutos.
Fin.
