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En algún lugar de su mente, donde solo albergaba nada más que racionalidad (y le gustaba creer que la mayoría de sus pensamientos y sentimientos eran racionales, pero últimamente empezaba a preguntarse cuán racional era esa idea), Misha siempre había sabido que las cosas sucederían así. Ella, como cualquier otra persona en el mundo, no podía aferrarse al pasado el resto de su vida. Había aprendido muchas cosas a lo largo de su viaje con Lyner y los demás, y aprender a madurar y pasar página era una de ellas.
Aun así, le dolía mucho saber que Lyner había elegido a alguien más que a ella. Desde muy joven, siempre lo había apreciado, creído --no, lo sabía con certeza-- que él era el único que la trataría como a una chica normal, no como un Reyvateil, no como el Cantante Estelar, no como una herramienta para sellar a Mir hasta que naciera la siguiente Lune, sino como Misha. Había albergado en su interior la más profunda fe en que Lyner, como siempre lo había sido con él, le permanecería fiel, la rescataría y le daría la libertad que siempre había deseado, permanecería a su lado y la ayudaría a forjar la vida que siempre había anhelado.
Y, sin embargo, no estaba destinado a ser. Él había elegido a Aurica, una Reyvateil de Tercera Generación de bajo rango, por definición inferior a ella; y, sin embargo, Aurica se había elevado por encima de su estatus y se había convertido en la verdaderamente superior. Ella, al igual que Misha, había crecido mucho con el paso de los años, y aun así, su crecimiento fue mucho más notable. Aurica había pasado de ser una chica pesimista que se odiaba a sí misma a una joven desinteresada y capaz, y si Misha sentía alguna emoción particular hacia Aurica, era envidia. Aurica tenía muchas cosas por las que vivir. Misha... bueno, Misha había experimentado tan poca vida real fuera de Em Pheyna que solo había visto a Lyner como su propósito, su respuesta.
Y ahora que se había quedado sola, sin un propósito verdadero, le quedaba muy poco por lo que vivir.
No fue hasta que recibió la visita de Krusche que Misha empezó a darse cuenta de que podía superarlo, y, en retrospectiva, era bastante patético que no pudiera superarlo sola. Aun así, saber que Krusche había podido seguir adelante con su vida, que había empezado a viajar felizmente con Harm— <<No, ahora era Jack>>, se recordó y le supuso un gran consuelo. Deprimirse no resolvería nada. De hecho, solo la haría parecer aún más a Aurica antes de madurar, y a Misha no le gustaba pensar en sí misma como la antigua Aurica.
Pero al final, fue el pequeño empujón que le dio la noticia de Krusche lo que finalmente la animó a hacer su propia introspección. Krusche había seguido adelante, Jack había seguido adelante, Radolf se esforzaba como nuevo líder de la Iglesia de El Elemia, Aurica se esforzaba por cumplir sus promesas al mundo, y Lyner... Lyner era feliz. Y Misha suponía que ella también debería alegrarse por Lyner.
Y tal vez, solo tal vez, a pesar de la incertidumbre de su futuro, Misha podría encontrar su propia felicidad.
