Work Text:
Severus trató de ignorar las miradas de Harry mientras le terminaba el desayuno, poniendo las al final las uvas cortadas en bordes picudos en el espacio vacío que quedaba en la derecha el platito con forma de snitch, los ottos dos espacio ya llenos con huevos revueltos con queso, tostadas de pan de semilla y tortitas de banana.
El niño llevaba mirándolo de reojo desde que se levantó, avocado más a papá Sirius quien por primera vez desde que era bebé fue el encargado de vestirlo y ayudarlo con su rutina de aseo. No que Sirius fuera negligente, solo que Harry nunca lo quería porque lo sacudía mucho para ponerle el pantalón, olvidando que debía avisarle para que el niño se sostuviera con fuerza, o le metía la cabeza con mucha fuerza lo que provocaba que se le enganchara en en las orejas o le rasguñara los ojos, ¡a veces incluso la pasaba mientras tenía los anteojos puesto! Papi usaba el oculus reparo más que cualquier otra cosa. Sin mencionar la vez que en el cepillo le puso la pasta de menta en vez de su dentífrico sabor manzanita, ¡le ardió la boca por horas! Claro, papi le dijo que fue porque trató de enjuagarse la sensación con agua fría, ¡pero no era el punto!
—Cuando baje papá abriremos tus regalos e iremos a visitar a tu amigo Ronald, ¿te gusta esa idea?
Harry, por su parte, no le respondió, volteando su rostro como hacía la tía Cissy cuando pasaba la chusma. Con el mentón alto y la vista corrida. Acción que claro sorprendió a Severus. Harry siempre había sido un niño velcro y ahora no solo pasó la mañana sin él, sino que no insistía en ser cargado, abrazado o que papi se acostara con él en el sillón viendo esa horrible caricatura del superhéroe de gran gorro azul y el amigo ricachón que tiraba tiros al aire. A Harry le gustaba sobre todo el acento del policia.
—¡ES NAVIDAD, POR FIN! NAVIDAD, NAVIDAD, DULCE NAVIDAD, NANANA como fuera el resto de la canción esa—la voz de su esposo hizo a Severus rodar los ojos sin una molestia real. Sirius después de todo le había dado una merecida media hora de sueño ocupándose de Harry, la noche había sido agitada.
Creciendo pobre y en una familia abusiva, la navidad jamas significó nada, incluso era una fecha de las más amargas en el calendario porque su adorada madre trabajaba hasta en cuatro oficios diferentes o aceptaba trabajos por unas pocas monedas para tratar de completar lo suficiente como para darle un regalo. La mayoría del tiempo Tobias acababa encontrando parte del dinero, quitándoselo para vicios y loterías. Ahora, como un hombre adulto—no completamente estable a nivel psicológico, pero haciendo su mejor esfuerzo por su hijo—era placentera la llegada de Papa Noel. Aprovechando que Harry durmió temprano la noche anterior, el traje rojo debajo de la cama y el lazo de regalo destrozado en la habitación fueron prueba de que Severus figuraba en la lista de niños buenos. Y sí que fue generoso el regalo.
—¡Quiero hablar a solas con papá!—exclamó Harry antes de que Sirius se inclinara para besar a Severus, tomando las uvas que le quedaban con prisa y metiéndoselas todas a la boca de una vez antes de agarrar la mano de su papá y arrastrarlo, con su fuerza de niño de cinco que come sus verduras sin asco, en dirección a las escaleras.
—¿Qué pasa, Harry? ¿No quieres abrir tus regalos pronto?—preguntó Sirius.
Podría ser cierto o no, depende a quien le preguntaras, el hecho de que Harry Severus Black era un niño algo mimado y su cosa favorita, además de pasar tiempo con papi y usar su escoba, era recibir cosas. Navidad, reyes, su cumpleaños, el día de las infancias, cualquier oportunidad era buena. Así que, tenerlo tan ajeno a las múltiples cajas envueltas de papeles encantados de patrones navideños era extraño.
—¡No vas a creer lo que hizo papi anoche!—exclamó una vez entraron a su cuarto. El más grande del piso con una cama enorme de dos plazas llena de almohades de snitch, bludgers, quaffles y algunas criaturas como escorbatos y bowtrucles.
—Harry, cariño, si es por lo del helado, ya te explicamos que-
—¡No eso no!—dijo en voz alta, dando un pisotón haciendo encender sus pantuflas de lucecitas—¡esto es serio!—reprochó, aunque si pensó que sería conveniente retomar esa discusión, si tenía cinco años era justo tener cinco bochas en lugar de una—¡Papa Noel besó a papi!
Cuando ante la declaración Sirius se puso pálido, Harry se sintió satisfecho, ¡al fin entendía la importancia de la situación! Papi tenía razón cuando decía que papá era listo, solo que muy lento...
—¿P-...dónd-...? Eh...—notando que sus balbuceos ponían aún más ansioso al niño, trató de brindar una respuesta completa—No, Harry, no creo que-...
—¡No si fue, sí lo vi, veo borroso pero no soy ciego!
Algo importante de Harry eran sus problemas para manejar la frustración, resultado de ir y venir entre un padre que lo consentía y le daba lo que quería en grandes cantidades y otro que trataba de enseñarle a ser paciente y no crecer siendo un mocoso.
>>—¡Yo baje de noche cuando escuché ruidos porque Ron, Neville y yo hicimos planes para cazar a ese viejo panzón y ahí los vi! Y Papá Noel lo abrazaba y-y le daba besos y papi le decía que merecía muchos regalos porque fui un niño bueno y-y, ¡no te rías, te digo que sí lo vi!—claramente, lo hilarante de la perspectiva de Sirius sobre la situación ponía molesto a Harry, quien tomo en su puño un poco de la tela de su gabardina, tirandola de izquierda a derecha—¡pasó en serio, de verdad, viriticicio!
—Verídico, Harry, es verídico la palabra que quieres—con cuidado lo cargo para llevarlo de nuevo a sala, queriendo conseguir apoyo de su esposo quien seguramente tendría una mejor solución.
—¿Sabes algo...?
—¿Qué?
—Ahora que lo pienso, ¡Papá Noel te robó cosas! Tenía tu collar y tu aro de espada. Si no fuera por la barba, lo viejo y panzón creería que eras vos...
Mientras Harry pensaba en como compartir lo sucedido y preguntarle a Neville y Ron si también vieron a Papá Noel besando a sus mamás como besó a su papi y cómo se arreglarían la próxima navidad para atrapar a ese sinvergüenza, Sirius estaba ofendido, terriblemente herido y se sentía personalmente atacado, el traje no llevaba ningún relleno y solo le cubría las mejillas y el bigote, ¡él no estaba ni viejo, ni mucho menos panzón!
