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Elusive Love

Summary:

Magnus Bane es un famoso cantante pop internacional, reconocido por sus canciones de amor, aunque en su vida, sabe muy poco sobre el. Desesperado por huir de un momento dramático con la prensa, Magnus termina en un pequeño pueblo de surf en la costa oeste. Donde conocerá a cierto chico hermoso de ojos azules.

Historia Malec, es un UA, donde todos son mundanos (:

Es una traducción de JelloDVDs

Notes:

Nueva traducción.

La historia original es de JelloDVDs y la pueden encontrar en aquí:https://archiveofourown.org/works/8367502/chapters/19167067
En ingles

Espero que les guste (:

(See the end of the work for more notes.)

Chapter 1: Ojos de gato

Chapter Text

Las luces del escenario eran visibles incluso a través de la pesada cortina. Los gritos de la multitud le decían que pronto iban a comenzar a gritar su nombre. Siempre era en ese momento en el que se ponía nervioso. Tan pronto como pusiera un pie en el escenario el mundo simplemente desaparecía, y el estaría elevado en vida, y una sinfonía de energía por parte de las porras de la multitud.

La música comenzó y Magnus camino a través de la cortina que lo separaba de los tumultuosos aplausos.

Vestido por su estilista, Magnus usaba unos pantalones negros de cuero pegados con una pequeña playera pegada, debajo de una chamarra de cuero negra, con rayas amarillas y clavos de metal decorándola. Arriba de eso, usaba un abrigo de peludo medio abrigado de amarillo intenso, que combinaba con el amarillo de su chaqueta. Su cabello negro estaba salpicado con colores como arcoíris, pero su parte favorita era su maquillaje. Magnus siempre se sentía más cómodo debajo de una capa de brillo. No solo lo hacia para que su piel de caramelo brillara, sino que también acentuaba sus ojos de un verde brilloso. Además sus ojos también estaban rodeados por delineado negro que los hacia más visibles para la multitud. Sus uñas estaban cubiertas de esmalte brilloso que brillaba con la luz. Mientras parpadeaba, podía sentir los lentes de contacto en sus ojos. No necesitaba lentes, pero estos eran su marca personal: ojos de gato.

Aunque Magnus era la obra maestra esa noche, el escenario también era espectacular. El suelo estaba cubierto por niebla espesa creada por una maquina que estaba del lado derecho del escenario. Luces brillantes alumbraban el escenario desde todos los ángulos.

– ¡Hola Londres– Magnus gritó y la multitud lo animó. – ¿Cómo están esta noche? –. El grito de la multitud amenazaba con romper los tímpanos. Magnus no podía ver con cuanta gente estaba hablando pero sabia que el Albert Concert Hall podía llegar a alojar hasta cinco mil personas, y que los tickets se habían agotado. Las luces lo estaban cegando, y como era usual, Magnus pensó que era extraño sentirse tan desolado al estar hablando con tanta gente.

– No escuche bien – Magnus dijo sonriendo. Apuntó hacia el lado izquierdo del estadio – ¿Cómo se la está pasando esta mitad de la sala? – Las palabras “bien” e “increíble” se distinguían mientras la multitud gritaba a todo volumen. – Es bueno escucharlo –. Magnus volteó al otro lado y repitió la misma pregunta, recibiendo respuestas similares.

– Pero no vinieron solo a escucharme hablar ¿verdad? – Preguntó y escuchó un colectivo “no”. – Eso es lo que pensé– Y con una sonrisa malvada, señalo a la banda que estaba detrás de el, y la música comenzó a sonar. Magnus golpeó su pie al ritmo de la música y espero.

Cuando la señal en la melodía llegó, comenzó a cantar la letra de su mayor hit, fluyendo fácilmente por su garganta hacia los oídos de los fans. Cuando el cantaba esa canción había cierto baile. Durante el coro Magnus siempre se volteaba contrario a la multitud y movía las caderas al ritmo de la música, luego brincaba y giraba para cantar el siguiente verso.

La canción rápida terminó y las luces disminuyeron mientras comenzaba a tatarear las primeras notas. A la mitad de la canción, el ritmo subió. Su outfit había sido designado para esa parte. El baile para el resto de la canción fue rápido y a Magnus se le estaba yendo un poco el aire. Él nunca grababa su voz, el creía que un concierto en vivo debía ser completamente en vivo. Además de que no quería decepcionar al público.

Para las siguientes canciones, dos bailarines se le unieron en el escenario. Ambos vestidos con el mismo amarillo que el. También tenían micrófonos con los que hacían las armonías en el coro.

– ¡Hey chicos! – Magnus llamó cuando la canción terminó. – ¿Se están divirtiendo? – más aplausos – ¿Qué tal una favorita antigua? – más aplausos. Hasta ahorita todas las canciones habían sido de su nuevo álbum, pero siempre cantaba una canción en particular en cada concierto. Era la canción con la que inició su carrera, su primer hit.

– “Our love lifts me high” – cantó – High into the sky. Leaving the problems of the world far behind, It’s true… true love”. –

La letra era un cliché, y Magnus lo sabia, pero tenia que agradecer a esta canción su vida actual. Estaba agradecido con esta canción, incluso si el mismo no la había escrito. Intentaba escribir sus propias canciones, pero a veces le pedían que cantara canciones que el no había escrito. A veces le molestaba, pero el sabia que conocía muy poco sobre el amor, entonces ¿Cómo podría escribir una canción decente de amor? Al menos era bueno cantándolas.

Cuando completo su clásico, caminó hacia la multitud, bajando por uno de los lados. Las luces lo siguieron mientras la música cambiaba a una más rápida, se movió más rápido para poder alcanzar su cambio de vestuario.

– Se lo que todos ustedes quieren escuchar – Magnus dijo. Se la había estado guardando, la canción de su nuevo álbum. Le gustaba verlas lado a lado, su hit más viejo frente al más nuevo.

– “Don’t you wanna, oh don’t you wanna” – Magnus cantó. – “Go out to-night” – golpeó su pie al ritmo y esperó la señal. – “Hit the town and get down” – brincó y susurro al micrófono – “On me”–

La luz que lo alumbraba desapareció y gente vestida de negro lo rodeó. Cuando la luz volvió, ya se había transformado. Los gritos de la multitud inundaron las siguientes líneas de la canción, mientras la gente observaba los nuevos colores de su nuevo outfit.

Magnus terminó la canción mientras caminaba hacia atrás del escenario donde sus bailarines lo esperaban. El escenario cambió otra vez, mostrando un estado de melancolía. Las luces azules eran suaves, justo como la melodía. Magnus amaba el color azul. Había intentado convencer a su estilista de que su outfit debía ser azul con negro, pero el se negó. Magnus creía que el blanco y negro eran la mejor combinación.

– Gracias a todos por venir esta noche– Magnus gritó a la multitud. – Una última canción antes de irnos. Hubo un silencio antes de que la canción comenzara. Magnus cantó y el concierto terminó. La cortina cayó y las luces se apagaron

– Eso estuvo fantástico – Dijo el manager de Magnus, Ragnor Fell. – El escenario se lleno de gente felicitándose unos a otros por su buena actuación.

– Gracias – Magnus sonrió con alegría. Aun tenía la adrenalina que el escenario le daba. Sentía que podía volar. Para el no había sensación mejor que pararse frente a miles de personas que lo amaban. Nada excepto pararte frente a la persona que tu amas… pero Magnus descartó ese pensamiento. Sus fans eran maravillosos, habían hecho sus sueños realidad, y se los debía.

– ¡Magnus! – una voz femenina grito. Camille tenia una voz aguda que a veces le recordaba a Magnus algo dulce. Ella era su novia, tanto si le gustaba como si no. Era guapa, como una figura de porcelana rubia y de ojos verdes. Compartían el amor por la música pero cuando estaban en público ella hablaba más con las cámaras que con él. Magnus intentaba no pensar lo peor pero a veces no lo podía evitar.

– ¡Eres maravilloso cariño! – dijo, mientras se lanzaba a sus brazos, un abrazo que solo duro un segundo antes de que lo arrastrara ale escenario. – Vamos – ronroneo. Magnus le permitió que lo llevara por la multitud. Escuchar su voz simplemente arruinaba sus notas. Ya no se sentía volando, si no parado firmemente en el suelo.

Un océano de gente le agradeció. Suprimió un suspiro cuando se dio cuenta de que Camille lo había arrastrado hacia las fans gritando. Claro que amaba interactuar con ellos. Se movía entre ellos mientras intentaba cantar y hablar para los que se lo pedían. Todos tenían cosas que decirle pero nada le sorprendía.

– Somos tu más grandes fans– le gritaban un grupo de chicas. Una de ellas le dio la última edición de Pop Music Weekly con su cara en la portada.

– Gracias– Contestó mientras firmaba la revista.

– Tu música cambió mi vida– fue la siguiente frase que escucho. Volteó y vio a un niño como de 12 años usando una playera con la cara de Magnus.

– Es bueno escucharlo– Dijo mientras le firmaba la playera. El chico se veía feliz así que Magnus siguió.

– ¡Te amo! – la voz pertenecía a una chica que no parecía mayor de 15 años, que usaba demasiada base. Sus labios cubiertos de rojo, mientras intentaba lanzársele a Magnus. Tambaleó y Magnus puso su mano en su hombro para estabilizarla, causando chillidos.

– Wow– dijo la chica como idiota. Magnus le sonrió mientras ella intentaba recuperar el balance. Después de eso, la chica perdió las palabras de la boca.

– ¿Cásate conmigo? – dijo una mujer que le agarró la mano. Magnus no sabia que responder. Eso ya no había pasado en un buen tiempo. Camille estaba bastante lejos por lo cual no la podía usar para salir de la situación.

– Lo siento– murmuró Magnus mientras se iba rápidamente. Estaba agradecido, pero la ausencia de Camille y sus inseguridades lo estaban haciendo sentir superficial y falso. Haciéndole sentir que sus fans no le conocían lo suficiente como para amarlo. Se regocijaban de escucharlo y amaban sus chismes sobre su vida amorosa, pero eso era todo.

Magnus trató de no mostrar sus pensamientos, mientras continuaba agradeciendo a los fans y firmando autógrafos. Se apresuró a llegar a su camión y vio a Ragnor seguirlo.

–¿Qué estás haciendo? – preguntó Ragnor antes de llegar al tráiler. – Todos los tickets se han vendido desde aquí hasta Toronto. –

– Solo necesito un minuto- dijo Magnus mientras entraba al tráiler y colapsaba en el sofá. Ragnor lo siguió.

– ¿Qué está mal? – Ragnor preguntó con un tono que dejaba en claro que estaba más preocupado por sus futuras presentaciones que por su bienestar.

– Canto acerca de amor– dijo Magnus – Es por lo que soy conocido, pero no se nada acerca del amor. Ni siquiera escribo mis propias canciones. –

– ¿Qué tal esto? – Dijo Ragnor – Para tu siguiente álbum puedes contribuir con la letra ¿Qué te parece? – Magnus suspiró. Usualmente disfrutaba su adrenalina después del concierto al menos algunas horas, pero hoy no era esa clase de día.

– Tienes a Camille – Ragnor trato de consolarlo.

– Si ¿Y dónde está ahora? – Magnus preguntó – ¡Firmando autógrafos por mi! – Sabia que no debía estar enojado, pero no podía evitarlo.

– ¡Magnus! – la voz de Camille entró por la puerta de su tráiler, invalidando su última frase.

– ¿Sí? – Magnus dijo cansado, sin levantarse del colchón.

– Los fans están esperando por ti– dijo con una risilla.

– Dime algo que no sepa– Dijo Magnus.

– Oh, vamos, sal – Su voz ahora sonaba como que estaba haciendo un puchero. – Ellos te quieren demasiado – Magnus se paró y abrió la puerta del tráiler, mirándola con una expresión seria, haciéndole una pregunta y esperando una respuesta honesta.

– ¿Tu me quieres? – Preguntó franco.

– Claro que si, cariño – Dijo Camille automáticamente, sin siquiera mirarlo – Ahora vamos, no podemos hacerlos esperar.–

– Si, si podemos – Magnus dijo firmemente mientras cerraba la puerta en su cara y volvía a su sillón. A veces Magnus se preguntaba si algo de lo que ella decía era verdad.

– Pero aun quieren verte – Intentó de nuevo, golpeando la puerta. – Por favor, prometí que te llevaría de vuelta.–

– No hagas promesas que no puedes mantener – Le gritó a través de la puerta.

– ¿Pero Magnus! – ella gimoteó.

– ¿Te quieres ir antes de que bloqueé la puerta? – Magnus le preguntó a Ragnor, quien suspiró, pero se fue. Magnus se volteó y se miró al espejo. Los ojos de gato le miraron de vuelta; todo lo que veía era su vestuario, sus lentes y su maquillaje. A pesar de su amor por el brillo, de repente sintió una necesidad de quitárselo. Empezó quitándose la ropa y la pintura. Luego sus lentes de contacto, revelando sus ojos color avellana con machas verdes. Después se quitó todo el brillo y el delineador. Se miró otra vez al espejo y vio su cara limpia, dejando escapar un gran suspiro.

Hubo un golpe en la puerta y Magnus estaba apunto de gritar que se fuera hasta que reconoció la voz de su maquilladora. La dejo entrar.

– Todo el trabajo duro se fue al desagüe– dijo Clary sacudiendo su cabeza.

– Bueno, te aseguro que me harás lucir incluso mejor para el próximo concierto– dijo Magnus, sonriéndole.

– Si pero usualmente no te lo quitas tan rápido– dijo Clary. – No olvides cuantas veces te he tenido que recordar que no duermas con él. –

– Buen punto– Dijo Magnus sonriendo mientras cerraba la puerta. Ambos se sentaron en el sillón.

– ¿Qué está mal? – pregunto Clary, poniendo su mano en su rodilla. Con Clary, si podía decir que se preocupaba por él y no por sus presentaciones.

– Oh, simplemente estoy teniendo uno de esos días, supongo– Magnus dijo. – Me paré frente al escenario, observe a millones, pero no veía a nadie. –

Clary no dijo nada, solo lo abrazó. Magnus no se había dado cuenta de cuanto lo necesitaba hasta que ella lo rodeó con sus brazos. El la abrazó de vuelta.

– Gracias – susurro mientras se separaban.

– Creo que cuando este tour haya acabado, necesitas tomar unas vacaciones– Clary dijo.

– ¿Sabes qué? Creo que tienes razón. Eres muy sabia Clary Fray. – ella le lanzó un beso antes de levantarse e irse del tráiler. Magnus cerró la puerta. Usualmente no lo hacia, pero esta noche quería paz y silencio.

Se quedó dormido fervientemente esa noche. No podía recordar los días antes de ser famoso. Cuando trabajaba en una tienda y podía salir con quien quisiera sin preguntarse si lo que querían era la fama y su dinero. El nunca había amado. Los chismes decían que tenía un romance nuevo cada semana.

Lo que los tabloides no sabían es que Magnus no solo estaba interesado en mujeres. Pero ya que nunca había conocido un hombre que valiera la pena, nunca se había declarado bisexual. Su única experiencia fue con un amigo suyo, Woosley Scott, pero no había amor, más bien fue curiosidad.

Magnus despertó a la siguiente mañana sintiendo que no había descansado, el el show debía seguir. Repitió el mismo concierto cada noche por las siguientes dos semanas. Sus días libres los pasaba viajando. El sentimiento de soledad solo aumentaba cada vez más, cuando Camille lo ignoraba por las cámaras.

Finalmente Magnus llegó a Toronto, la última parada del tour. Cuando las luces se apagaron, Magnus dejó salir un gran suspiro que llevaba guardado desde Londres. Recibió abrazos y aplausos y le anunció a Ragnor que se iba a ir de vacaciones, cuando de repente escucho a Camille hablando con algunos reporteros. Rápidamente se puso a escuchar y lo que escuchó lo disgustó.

– Bueno, saben que Magnus y yo somos muy románticos– Camille ronroneó – El ama adorarme y esas cosas – Su voz rosaba un nivel de dulzura molesto, y agregó. – Lo caché mirando anillos justo el mes pasado.–

– ¿Crees que va a haber una propuesta en el futuro? – el reportero preguntó.

– Puede que si – Camille sonrió – Trabajo muy duro en este tour para poder estar para mi. Pero a mi me gusta pensar que soy parte de su equipo.–

– Estoy seguro de que el valora tu apoyo–. El reportero contestó.

Esa fue la última gota; Magnus estaba furioso. El nunca había dicho que la amaba ni viceversa. Cada palabra era una mentira. Todas sus sospechas fueron confirmadas. Magnus llegó a donde estaba el reportero.

– Camille – Magnus dijo alto. Ella volteó sorprendida. – ¿Porqué le estás diciendo mentiras a la prensa?

– Yo…– Ella comenzó pero parecía incapaz de hablar. El reportero y otras personas estaba filmando a ambos. – Ellos… querían escuchar…–

– Oh así que ¿solo les estas diciendo lo que crees que ellos quieren escuchar? Bueno pues déjenme decirles lo que no quieren escuchar – Pauso para darle efecto y gritó – Hemos terminado. Separados. Hemos roto. ¡No quiero volver a verte otra vez! – Se volteó y caminó rápidamente lo bien que se sintió hacer eso.

¡A la mierda pedir las vacaciones! A la mierda pasar las vacaciones rodeado de guardaespaldas y evitando a la prensa.

Magnus se encerró en su tráiler otra ve, rápidamente se quito su maquillaje y ropa del concierto y comenzó a meter cosas en una maleta. Dudó que sus fans lo reconocieran sin sus lentes de contacto, maquillaje y roma brillante. Sus fans no le conocían. Camille no lo amaba. Su vida no tenia sentido y necesitaba irse lejos. Con maleta en mano Magnus se movió rápidamente, aun guiado por su enojo. Antes de que Ragnor y su gente le detuvieran.

Magnus sabia que no podía quedarse en Toronto. Lo buscaría ahí por ser la última parada de su tour. Subirse a un avión era la mejor idea, pero su nombre quedaría en un registro. Así que tomó un taxi al aeropuerto, sin saber como le iba a hacer para no ser descubierto. Llegó al aeropuerto, pago, tomó un suspiro y habló con la señorita detrás del mostrador.

– Estoy buscando un destino de último minuto – Dijo – Algo muy al oeste de aquí.–

– Está Winnipeg– dijo la mujer con voz aburrida – Edmonton, popular por su mal. Vancouver es muy al oeste. He oído buenas cosas–
.
– Un lugar remoto – Dijo Magnus, sospechando que todas esas eran ciudades grandes. – Estoy buscando salir de ciudad.–

– ¿Quiere playa? – la mujer con nombre de Lori preguntó. Aun no había levantado la cara de la computadora – Vancouver Island es un lugar popular para escapar de las grandes ciudades.–

– Claro– Dijo Magnus – suena bien. –

– Hay 5 aeropuertos en la isla a, ¿cuál le gustaría llegar? –

– Al menos poblado – Contestó.

– Un ticket para Toronto, BC, – dijo Lori mientras apretaba los botones de su computadora. – Identificación y como va a pagar? –

– Tengo mi ID– Magnus susurró – pero esperaba que inventaras un nombre para el registro, no quiero que mi fans me sigan.– La mujer miro hacia arriba, su boca se abrió un poco mientras pestañeaba hacia el. Magnus sonrió. Reconoció, esa mirada, ella sabia quien era él. Su boca era un perfecta O.

– ¡Oh Wow! ¿Acabo de ayudar a Magnus Bane a elegir su lugar de vacaciones? –ella dijo.

– Si, lo has hecho– Magnus murmuro – Y ¿podrías mantener tu voz baja?

– ¿Puedes firmar … todo lo que tengo? – ella chilló

– Si puedes encontrar una forma de que suba al avión sin que nadie se entere, firmaré lo que sea. –

– ¡Hecho!

 

Chapter 2: Desvergonzado

Summary:

Malec se conoce (;

Chapter Text

Para el momento en que Magnus bajó del avión, se sentía rígido por estar sentado por tanto tiempo. La mujer que trabajaba en la aerolínea le puso en un vuelo privado, que de acuerdo con ella, era la única forma de mantener su nombre fuera de los registros oficiales. Sabía que hubiera sido peor si hubiera tomado un vuelo comercial, ya que había menos espacio para sus piernas. Estaba cansado, y estar confinado en un avión no ayudaba su salud emocional ni física. En retrospectiva, Magnus hubiera firmado felizmente todo lo que esa mujer traía solo por un poco más de espacio para las piernas. A veces ser extremadamente alto era un inconveniente, especialmente al viajar.

Magnus alquiló un taxi en el aeropuerto. Nunca había estado en un aeropuerto tan pequeño antes. Solo había una puerta de salida y ningún pase de seguridad. Dado que parecía la opción más sabia, Magnus le pidió al taxista que le recomendara un hotel.

– Si no tiene presupuesto – el conductor dijo – le recomiendo el Schooner Motel o el Campbell street–

– ¿Y si sí tengo recursos? – Magnus inquirió.

– El Wickaninnish Inn – el conductor dijo – ¡pero está a más de $300 dólares la noche! – la simple idea parecía ofenderle.

– Entonces será el Wickaninnish – Magnus dijo con una sonrisa. El conductor le dio una mirada como diciéndole que estaba loco, pero Magnus la ignoró. Aun no le habían pagado por este tour, pero sus anteriores le habían dejado demasiado. Magnus estaba ahí para escapar de la prensa por un rato, pero ¿porqué no disfrutar de cosas lujosas?

Sonrió como un idiota mientras veía la vista por la ventada. Veía pequeños flashes de tiendas pequeñas y el océano asomándose a través de los edificios. El cielo estaba azul con pequeñas manchas rosas, una indicación de que ya estaba llegando el atardece, y Magnus podía ver nubes de lluvia en el horizonte. Y había algunas personas. Nunca había estado en un lugar con tan pocas personas.

– ¿Cuánta gente vive aquí? –

– Alrededor de dos mil personas – el conductor dijo. ¿A quien se le ocurriría buscar a Magnus Bane en una pequeña y poco poblado pueblo del oeste de Canadá? El lugar era perfecto.

Magnus llegó al hotel y se registró, dándole su tarjeta de crédito enmascarada, con nombre falso. Subió a su habitación y colapso en su cama King sized, en el hotel de cinco estrellas. Había una ventana larga que dejaba entrar luz a la habitación, junto con una sala con un sofá y una televisión larga. Aun no miraba el baño pero si era como los de otros caros hoteles en los que había estado, debía ser increíble.

Estaba exhausto. El sentimiento de libertad aun estaba ahí. La diferencia de tiempo entre ese lugar y Toronto era de tres horas, y aunque había estado en diferentes zonas horarias por la última semana, ahora sentía mucho más la descompensación horaria.

Cuando despertó a la mañana siguiente, con una mirada al reloj supo que aun era de mañana. Bueno, ¿qué mejor forma de iniciar vacaciones? Magnus se dio una ducha y estaba mentalmente eligiendo maquillaje cuando recordó que no iba a usarlo. No había traído ni una sola paleta de ojos. Estas iban a ser unas muy extrañas vacaciones. Mirándose en el espejo, Magnus tomo su cara desnuda. Era, de hecho, demasiado raro.

Magnus trato de dejar su cabello natural, sin gel, picudo y sin colores, pero a los cinco minutos Magnus no pudo resistirlo. Decidió peinarlo, aunque no en su estilo. Su ropa casual no sentía que le quedara correctamente, pero estaba determinado a destacar lo menos posible, a parte de su lujoso hotel.

Ordenó servicio a la habitación y vio películas buena parte del día. ¡Era glorioso! Eventualmente dejó el hotel para deambular por las calles con tiendas de vidrio. Notó que casi todas las tiendas tenían algo que ver con el océano. Tiendas de surf, tantas que no las podía contar, incluso la tienda de chocolate tenia una estrella de mar de logo. Magnus dejó el hotel demasiado tarde como para ir de compras apropiadamente, ya que, las tiendas ya estaban casi cerrando. Estaba acostumbrado a que todo estuviera abierto a todas horas como en la ciudad.

Así que Magnus decidió levantarse más temprano a la mañana siguiente para ir de compras correctamente. No había tiendas muy grandes pero aun así amó las tiendas familiares que encontró. Casi podía sentí la dedicación de las generaciones que habían administrado las tiendas en esa atmosfera familiar. Disfrutaba los lugares. Todos eran tan educados y nadie se preocupaba de que su vecino estuviera tratando de asesinarlos como en las grandes ciudades. Además de el hecho de que todos eran amigables y les gustaba ayudar.

Magnus aprendió rápidamente que el buen clima que había experimentado hasta ahora solo había sido un golpe de suerte. Esas nubes de lluvia llegaron sobre todo el pueblo, como una sabana gris, y parecía que no se irían en un buen rato. Magnus preguntó a el jefe de un local que cosas turísticas podía hacer durante la lluvia, a lo que le sugirió la galería de arte. Cuando Magnus llegó, miró las hermosas pinturas y las esculturas de exhibición y se encontró a si mismo pasando toda la tarde deambulando a través del museo. Esta tierra tenia una gran conexión con el mar y su gente indígena, y eso se mostraba claramente en el arte. Se compró algunos recuerditos y dejó la galería cuando la estaban cerrando.

Se repetía una y otra vez desde que llegó, que lo mejor acerca de Tofino eran sus playas. Parecía que aun en la lluvia, la gente se encontraba en la playa, pero Magnus no había llevado un traje de baño. Seleccionó una de las tiendas que vendían trajes de baño y entró. La tienda se llamaba “Lightwood Boards”.

Magnus instantáneamente noto a la belleza detrás del mostrador, o mejor dicho, dos bellezas, pero fue el hombre quien realmente captó su atención. Esos claros ojos azules eran fácilmente el azul más brillante que Magnus había visto nunca, y su cabello negro era tan negro como la noche. Su piel pálida completaba el atractivo. La mujer a su lado tenia el mismo color de cabello y piel, pero con ojos oscuros. Ella era similar al hombre, basado en la apariencia, y en la abundancia de familias que manejan los negocios, sospechó que eran hermanos.

Magnus caminó hacia el mostrador y ambos voltearon a verle. Magnus se encontró temporalmente asombrado por la sonrisa del hombre de ojos azules.

– ¿Te puedo ayudar? – preguntó el hombre.

– ¿Cuál es tu nombre? – Magnus respondió con un tono sedoso. De repente ya no le molestaba la idea de comprar un traje de baño.

– Alec – contestó.

– Bueno Alec – Magnus replicó, aun con un tono meloso – Creo que hay muchas cosas maravillosas con las que podrías ayudarme. –

– ¿Estás buscando algo en especial? – Alec no captó la insinuación.

– Estaba buscando un traje de baño – Magnus dijo sonriendo – pero ahora creo que preferiría tú número –. Alec giró los ojos y se movió fuera del mostrador. Magnus decidió que era un buen indicio ya que Alec no había dicho algo como “Soy hetero” o “tengo novio”.

Magnus pensó por un momento que Alec iría hacia él, pero no, Alec se dirigió hacia la sección de trajes de baño. Pudo notar que Alec era más alto de lo que había pensado, quizá solo unos centímetros más bajo que él. Magnus estudió a Alec mientras caminaba a través de la tienda. Le gustó la forma en que Alec caminaba y no pudo evitar admirar su retaguardia antes de seguirlo. Este chico era maravilloso y Magnus no se iba a rendir tan fácilmente. Después de todo, estas eran sus mal aconsejadas y espontáneas vacaciones y que si quería ligar con ese chico caliente, no se iba a negar ese placer, especialmente cuando la prensa no estaba alrededor de él para grabar y voltear todo lo que hacia.

– Todo lo que tenemos es esto – Alec dijo mientras señalaba el mostrador de trajes de baño – si tiene alguna pregunta nos la puede hacer saber. –

Magnus tenia un montón de preguntas pero ninguna era acerca de los trajes de baño, los cuales, tristemente, era a lo que se refería Alec. Mirando los trajes de baño Magnus tuvo una idea. Selecciono algunos y se dirigió hacia los probadores.

Cuando salió vestido solo con unos shorts de baño, regresó hacia el frente del mostrador. Magnus no era tímido, y nunca le habían acusado de serlo, sin embargo, desde que inició a ser vestido por su equipo de estilistas, se volvió mucho más atrevido.

– ¿Qué les parece? – Magnus les preguntó mientras giraba en frente del mostrador.

– ¡Ooh! – la chica dijo – abdominales de lavadero. Lindo – ella le estaba mirando como la mayoría de mujeres lo hacia, pero Magnus solo miraba a Alec, quien desafortunadamente no tuvo la misma reacción. Se preguntó si quizá se había equivocado con Alec.

– Basta Izzy – Alec regañó a su hermana mientras se sonrojaba ligeramente. Ese sonrojo le dijo a Magnus todo lo que necesitaba saber. Magnus sonrió.

– No me molesta – dijo Magnus – ¿Crees que estaría parado medio desnudo enfrente de ustedes si me molestara? – el sonrojo de Alec se intensificó mientras se daba la vuelta.

– No le hagas caso a mi hermano – dijo Izzy, confirmando sus sospechas – Le hace falta sexo. –

– ¿De verdad? – Magnus rio – bueno, ¿me puedo ofrecer voluntario? – Izzy se carcajeó pero Alec no reaccionó. Decepcionado, Magnus se acercó al mostrador a platicar con la chica.

– Eres Izzy ¿verdad? – preguntó mientras ella asentía – ¿De qué tipo es tu hermano? ¿De flores o chocolates? –

– Ni idea – contestó Izzy – Nunca le he visto recibir ninguna de las dos –.

– ¡Enserio! – Magnus dijo sorprendido. Una belleza así debería ser apreciada apropiadamente. – ¿Cómo es eso posible? –

– Es que no sale mucho – explicó Izzy.

– Que lástima – Magnus suspiro.

– ¡Dejen de hablar de mi como si no estuviera presente! – exclamó Alec de repente.

– ¡Oh! Así que si habla – Magnus ronroneó mientras volteaba su atención hacia Alec.

– Solo compra el traje de baño y vete – gruñó Alec, luciendo harto de la actitud de su hermana y Magnus.

– Oh no, creo que no me gusta este – Magnus dijo mientras señalaba el short de baño que estaba usando. – Pero vi unos bañadores encantadores que me gustaría probarme –.

– Oh fantástico – dijo Alec sarcásticamente mientras desaparecía por una habitación de atrás.

– Podría considerarte mi nueva persona favorita – le dijo Izzy a Magnus mientras Alec cerraba la puerta detrás de el – Nunca había visto a nadie ligando con Alec así. – Era obvio que estaba tratando y fallando de contener la risa.

– ¿Crees que vuelva si me pruebo uno de esos bañadores en calzoncillos? – Magnus preguntó con mucha más seriedad de lo que la pregunta requería.

– Honestamente – Izzy dijo– Creo que se quedará escondido hasta que cerremos. – Perdió el control y comenzó a carcajearse.

– Bueno entonces – Magnus sonrió – Creo que simplemente volveré mañana –.

– ¡Por favor! – Izzy dejo de reírse un poco – el turno de Alec comienza a las diez. –

– Te veo mañana entonces – dijo Magnus. Regreso a los probadores y una vez vestido con su ropa se fue de la tienda con una gran sonrisa en su rostro. Eso había sido lo más interesante de su viaje hasta ahora.

*
A la mañana siguiente, Magnus llegó a la tienda antes de las diez. Esta vez, había un aburrido chico rubio detrás del mostrador. Pero Izzy le había asegurado que Alec iba a estar ahí, así que decidió esperar. Se puso a admirar la tienda por fuera para perder el tiempo. Le gustó mucho el arte de la pequeña tienda con su colorido nombre en una tabla de surf.

– Oh no – dijo una vez detrás de él – ¿Porqué has vuelto? –

Magnus reconoció esa voz y volteó a verlo con una sonrisa en su rostro. Alec estaba llegando a su turno.

– Para verte, por supuesto– dijo Magnus sonriendo.

– Debí haberme reportado como enfermo – murmuró Alec mientras pasaba de Magnus y caminaba dentro de la tienda. Magnus le siguió y vio como Alec se unía con el rubio atrás del mostrador.

– ¿Ese chico te está molestando? – le preguntó el rubio preocupado.

– Hay por favor – dijo Magnus, agitando su mano como para eliminar tal insulto a su persona – Más como que ayer ligué con él. –

– ¿De verdad? – el rubio preguntó intrigado. Magnus esperó conseguir otro aliado en este rubio, como lo había hecho con Izzy.

– No tiene vergüenza – Alec dijo.

– Un turista desvergonzado ligando con Alec – exclamó el rubio – ¡Esto lo tengo que ver! – Cruzó sus brazos y se paró tras como si estuviera viendo un show. Magnus sonrió de felicidad ¡otro aliado! Estuvo apunto de replicar por ser llamado “un turista” cuando recordó que estaba de encubierto

Decidiendo que era hora de ponerse a probar trajes de baño de nuevo, Magnus seleccionó algunos y regresó al probador. Algunos minutos después salió, esta vez con el bañador de calzoncillos que se quería probar ayer.

– Así que, Alec – Magnus dijo tranquilamente mientras se paraba en un lugar visible frente al mostrador – quiero tu honesta opinión ¿Este bañador resalta mis ojos? –

– No – contestó Alec irritado. Magnus soltó una risita. El hecho de que este hombre le siguiera rechazando era interesante.

– Te haces el difícil – dijo Magnus – Amo los desafíos. –

– Un desafío implica una oportunidad – dijo Alec – y tu no tienes ninguna. –

– Oh vamos – Magnus puso mala cara – ¿Qué tienes en mi contra? Ni siquiera me conoces. –

– Pero conozco a los de tu tipo – dijo severamente – Ostentosos, que buscan llamar la atención y que nunca han trabajado ni un solo día en sus vidas. –

Magnus quería reír. La ironía de la declaración de Alec, solo la conocía Magnus, lo que de alguna manera hacia todo más interesante. Al estar ahí, Magnus estaba evadiendo toda clase de atención, intentando no resaltar ni ser ostentoso. Ni siquiera estaba usando maquillaje ¡por dios! Y de hecho, Magnus si había trabajado mucho durante su vida, no solo haciendo giras, si no que también antes de ser famoso y tener fortuna, Magnus trabajo en una farmacia ganando el salario mínimo. Eso no era algo muy conocido sobre el y ni siquiera estaba en su página de Wikipedia.

– ¿Qué es tan gracioso? – preguntó Alec, más irritado que antes. Claramente Magnus no había ocultado muy bien su diversión.

– Estas algo equivocado acerca de mi ¿lo sabias? –

– ¿De verdad? – Alec preguntó.

– De verdad – Magnus contestó. – ¿Qué tal si me dejas probártelo en una cena? –

– Que tal si no – dijo Alec

– Eso fue una evidente y simple forma de pedirte una cita Alec – el rubio agregó – ¿Porqué no?

– Porque Jace – Alec se quejó – dije que no. –

– ¿Esa es la única palabra que conoce? – preguntó Magnus al rubio, quien inquirió, era Jace.

– De hecho, Alec no es la clase de persona que dice que no. – dijo Jace – al menos cuando la gente necesita algo. La cantidad de veces que ha cubierto mi turno es de tamaño astronómico. –

– Ya veo – dijo Magnus – Así que solo me dice no a mi… interesante. –

– ¿Qué necesitas para darte cuenta que no estoy interesado? – preguntó Alec.

– Tu mirándome sin sonrojarte – Magnus dijo mientras veía los ojos de Alec viajar por todo su cuerpo semidesnudo. Alec se sonrojo intensamente y se giró.

– ¡Oh buen punto! – Jace dijo – No lo había notado. Tienes un buen ojo. –

– Gracias – respondió. Dándose por vencido con Alec por el momento, se volteó hacia Jace. Magnus se inclino hacia el mostrador, cruzando sus piernas y sobresaliendo sus caderas. Su mirada regresó a Alec, y Magnus sabia exactamente donde tenia fija su mirada.

– Así que, por tu cabello voy a suponer que no eres su hermano – Magnus dijo – conocí a su hermana ayer. –

– Nah, soy un amigo – dijo Jace.

– Un buen amigo supongo – dijo Magnus – Quizá tu si puedas contestar mi pregunta ¿Alec prefiere rosas o chocolates? –

– Ni idea – dijo Jace – nunca le he visto recibir ninguna de las dos. –

– Es lo mismo que me dijo Izzy – Magnus suspiró.

– De hecho, esto es la máxima atención que le he visto obtener – dijo Jace – regularmente la gente va por mi o por Izzy. –

– ¿De verdad? – Magnus replicó. Genuinamente sorprendido. Claro, Izzy era guapa y escandalosamente sexy y Jace no era para nada feo, pero Alec era por mucho, el más guapo de todos ellos.

– No te sorprendas tanto – dijo Jace.

– Oh pero lo estoy – dijo Magnus – Alec es demasiado guapo como para no recibir atención. –

– ¡Dejen de hablar de mi como si no estuviera aquí! – Alec gritó mientras se iba a la habitación de atrás azotando la puerta.

– Nunca le había visto con la cara tan roja – Jace se rio. Parecía que tanto Jace como Izzy eran incapaces de contener su risa. Pero, no es como si Magnus si pudiera hacerlo.

– ¿Trabaja mañana? – preguntó Magnus.

– Nop – dijo Jace,

– ¿Puedo preguntar donde vive? – preguntó Magnus.

– Me encantaría decirte, amigo – dijo Jace – pero podría matarme. –

– Muy bien – dijo Magnus – entonces creo que ya es hora de que me compre un bañador –.

Chapter 3: Cambio de planes

Summary:

Ese Magnus no se rinde tan fácil (;

Chapter Text

Al final, Magnus había elegido unos muy simples bañadores, Alec había permanecido escondido todo el tiempo, y que decidió pasar su siguiente día en la playa.

Era un día lindamente raro así que se la pasó caminando ociosamente por toda la orilla de la playa, coleccionando pequeñas cochas de mar y piedras interesantes. El océano olía a sal y pescado. Todo este pueblo tenia un cierto olor a pescado, pero a Magnus no le disgustaba. Era un refrescante cambio, desde el olor a orines de Nueva York hasta el rancio aire de Londres. Magnus tenia casas en ambos lugares pero usualmente pasaba la mayor parte de su tiempo en Londres, en las casas de sus amigos Will y Tessa, quienes vivían con sus dos hijos James y Lucie. Magnus siempre se proponía llevar exóticos regalos a sus ahijados cuando les visitaba. Tessa era originalmente de Estados Unidos, pero se mudó después de casarse. William, que era conocido como Will, nació y creció en Wales. Se mudó a Londres por trabajo y después conoció a Tessa, quien había ido a Londres a visitar a su hermano. En Nueva York, Magnus tenia a su mejor amiga Caterina, quien era una cirujana traumatóloga, así que siempre estaba muy ocupada. Magnus también tenia un pequeño departamento en Paris, pero casi nunca lo usaba y lo rentaba la mayor parte del tiempo.

Meneó sus pies in la suave área y sonrió, viendo hacia el horizonte. Estaba agradecido de haber hecho esto. Con cada ola que llegaba a sus pies, como el latido de un corazón, Magnus podía sentir como desaparecía el estrés de su vida. No tenia ninguna prisa por irse; después de todo, solo habían pasado cuatro días. Eso era por poco unas vacaciones largas.

La playa era tan pacifica y el horizonte parecía extenderse por siempre. Era tan refrescante estar solo. Sin managers, guardaespaldas checando cada uno de sus movimientos y cámaras o prensa. Magnus deseó tener al menos a una persona con él ahí, para poder hablar, pero sabia que Catarina estaba muy ocupada y definitivamente no podría volar de Nueva York a Tofino solo para verle. Si no fuera porque se estaba escondiendo de su manager, Magnus consideraría a Ragnor una buena opción. El determinado soltero vivía en Londres, pero siempre iba a cada gira con Magnus. Eso era en parte la razón por la que habían sido amigos por tanto tiempo, incluso antes de que se convirtiera en manager de Magnus. Antes de que la música de Magnus se volviera popular, Ragnor fue uno de los que siempre creyó en él. Sabía que Tessa y Will hubieran dejado todo para unírsele, pero tenían a sus hijos. Ahora estaban muy ocupados. Quizá Clary, pensó Magnus. Su maquilladora siempre le agradaba pasar tiempo con él, aunque estaba seguro que si la invitaba, Ragnor y la compañía se terminarían enterando de donde estaba. No valía la pena el riesgo. Finalmente decidió volver al hotel.

Pensó acerca de encender su celular y checar sus mensajes. Magnus había mantenido su teléfono apagado desde que abordo en avión, desde hace cuatro días, y temía del montón de llamadas y mensajes que podría tener. Si era honesto, probablemente ya era hora de volver a casa, pero si volvía ahora, no tendría oportunidad de llegar a conocer a Alec. Magnus quería conocerle y no era solo porque el chico estaba como para caerse muerto de lo guapo. Sino porque el tímido sonrojo de Alec había tocado algo en su corazón.

Magnus vio un puesto y se dio cuenta de lo hambriento que estaba, pero de repente, cuando se aproximó, tuvo una gran idea.

– Disculpe – dijo Magnus – ¿Sabrá de casualidad donde vive Alec,? ¿El chico que trabaja en Lightwood Boards? – después de todo era un pueblo pequeño, y en las películas, la gente siempre parecía conocerse entre si. Valía la pena intentarlo.

– ¿Te refieres a Alec Lightwood? – el vendedor preguntó.

– Si – dijo mientras se golpeaba a si mismo por no darse cuenta antes que el nombre de la tienda era también el apellido de Alec.

– Creo que él y su amigo de la tienda rentan una casa – contestó el vendedor – pero no podría decirte donde es. –

– Bueno gracias de todas formas – dijo antes de ordenar su comida y pagar. Así que eso no había funcionado, pero al menos ahora sabia el apellido de Alec. Se pregunto si Alec era una abreviación de algo.

Magnus paso toda la tarde solo con sus pensamientos mientras lentamente comía su comida y caminaba por la playa. Regresó a su hotel y se sorprendió de lo mucho que había disfrutado de la playa. Mientras entraba al hotel, una señorita que estaba frente al escritorio le agitó la mano urgentemente.

– Señor – dijo ella – su tarjeta de crédito ha sido cancelada. ¿tendrá otra? –

Magnus pensó acerca de eso. Tenia otras tarjetas con él pero todas ellas tenían su nombre. Apostó que esto era obra de Ragnor. Él debió de haber averiguado que Magnus había estado usando su tarjeta de crédito con otro nombre y la canceló con la esperanza de que usara otra de sus tarjetas que le permitiera a Ragnor rastrearlo. Magnus aun tenia un poco de dinero del que había traído de Toronto pero si trataba de retirar más terminaría dándole su localización. Estúpidas cuentas vinculadas al trabajo. Si hubiera planeado esto mejor, hubiera transferido dinero a su cuenta privada antes de irse. Oh bueno, debió, tuvo, pudo, pero no lo hizo.

Magnus checó la salida del hotel, guardo sus pocas cosas que había traído y se cambió al Schooner Motel, que cobraba 80 dólares la noche. La recamara no era bonita aunque no había nada realmente malo con ella.

Magnus se paseo por toda su nueva habitación mientras intentaba trazar un plan. Necesitaba una excusa para ver a Alec y necesitaba una pequeña fuente de dinero para seguirse manteniendo mientras estuviera aquí.

La respuesta le llego como un resplandor.

Se felicitó a si mismo por su excelente idea y rápidamente dejo el motel. Como sospechaba, en la tienda había una nueva cara detrás del mostrador. La mujer era más pequeña pero en igual apariencia que Izzy, lo que le decía que era la madre de Alec.

Justo como antes, tan pronto como abrió la puerta, fue bienvenido con una sonrisa, la cual Magnus devolvió mientras caminaba en frente de ella.

– Amo su tienda – dijo Magnus.

– Gracias – respondió.

– Creo que conocí a sus hijos el otro día – dijo Magnus – cuando vine a comprar mi traje de baño. Alec e Izzy. –

– Alexander e Isabelle. – la mujer le corrigió. – La razón por la que no les gusta sus nombres completos la desconozco – sonrió amablemente y Magnus intentó mantener su sonrisa malvada fuera de su cara. Alexander era un nombre mucho más sexy que Alec.

– Son encantadores de igual manera – dijo Magnus.

– Pueden serlo cuando quieren – dijo la mujer.

– Soy Magnus. – se presentó

– Maryse – contestó la mujer – Mi esposo y yo somos los dueños de esta tienda. –

– ¿Y les va bien? – preguntó casualmente – Hace poco llegue al pueblo y he notado que hay bastantes tiendas de surf alrededor, ¿cómo es que se mantienen a flote con tanta competencia? –

– Hacemos lo mejor que podemos – respondió – pero se vuelve duro durante los meses que hay pocos turistas. –

– ¿A considerado mejorar sus ventas cambiando su estrategia? –

– ¿Qué tienes en mente?

– No voy a estar aquí por mucho tiempo – dijo Magnus – pero por el tiempo que esté me encantaría ayudar a una tienda familiar como esta. –

– ¿Cómo ayudarías? – preguntó Maryse amablemente y Magnus se encontró aliviado de que su primer pregunta no fuera algo como ¿Y tu que ganarías? Como seria el caso si se le hubiera hecho la misma propuesta a alguien en la gran ciudad. Magnus nunca había pasado tanto tiempo en un lugar tan pequeño antes, pero tenia que aceptar que tenia sus ventajas.

– Enseñando a su staff, o sea sus adorables hijos más acerca de las ventas y el marketing –

– ¿Sabe mucho del tema? – inquirió

– Se lo suficiente – dijo Magnus con una sonrisa. Había pasado suficiente tiempo en personas de publicidad y de marketing como para creer que sabia lo suficiente como para ayudar a un pequeño outlet como este.

– No seriamos capaces de pagarle demasiado – dijo Maryse – de hecho al menos de que traiga muchas ventas, no seriamos capaces de pagarle nada. –

– Que tal si trabajo por comisión – sugirió – de esa forma si no mejoramos las ventas, usted no perderá nada. –

– Eso podría funcionar – dijo Maryse – Gracias. –

– ¡Fantástico! – dijo Magnus emocionado.

– Oh, no escuche su nombre completo – dijo Maryse sonriendo. Magnus tuvo que pensar demasiado rápido, ya que no podía no decirle su apellido. Después de todo, ahora era su jefa y necesitaría su nombre para escribirle sus cheques. Magnus le dio el primer nombre apellido que se le vino a la mente.

– Es un placer tenerte a bordo Magnus – Maryse le dijo. – ¿Qué tal si empiezas el lunes? Isabelle estará abriendo y ella te puede dejar pasar. Alexander la remplazará cuando llegue a las diez.

– Eso suena perfecto – contestó. Izzy le agradaba y seria bueno tener la oportunidad de hablar con ella antes de ver de nuevo a Alec. Magnus salió de la tienda sintiendo que su plan era perfecto.

Cuando llegó el lunes, Magnus llegó a la tienda temprano, vestido sencillo pero formal. Había tomado nota de lo que Jace, Alec e Izzy usaban y trato de imitarlos, con el pequeño porcentaje de ropa que había traído.

– Hola otra vez – dijo Izzy radiante mientras se aproximaba a él. Estaba sosteniendo la llave. – Mamá dijo que te nos unirás esta mañana ¿verdad? –

– Isabelle ¿cierto? – Magnus le dijo y ella rodeó los ojos.

– Fue mamá – contestó Izzy mientras abría la puerta.

– Es un hermoso nombre – Magnus replicó mientras ambos entraban a la tienda e Izzy prendía las luces.

– Si quieres quedar bien con Alec lo mejor es que le llames Alec – dijo Izzy con una sonrisa – A él no le gusta su nombre completo. –

– Que lastima – Magnus suspiró – amo la forma en que el nombre Alexander se enrolla en mi lengua – Magnus enrollo su lengua mientras hablaba e Izzy alzó una ceja.

– Realmente no eres de por aquí ¿verdad? – Izzy dijo con una sonrisa – ¿Mamá dice que quieres ayudarnos a aumentar las ventas? –

– Ese es el plan – Magnus chirrió – pero primero, háblame más de Alec. –

– ¿Conseguiste este trabajo solo para ligar con mi hermano? – le acusó Izzy.

Magnus no pudo contener una sonrisa mientras contestaba, para nada sutilmente – Oh, no tengo idea de lo que estas hablando. –

– Eres implacable – se rio.

– Y estás bastante agradecida por ello – Magnus le guió – si no me equivoco. –

– Para pasar a través de la actitud súper obstinada de mi hermano vas necesitar toda la determinación del mundo. – Magnus rió pero tomó nota de la observación. Podría probar una táctica diferente la próxima vez que viera a Alec.

 

 

Chapter 4: Rendirse

Summary:

Por fin!!
Alec no puede resistirse a Magnus <3

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Alec Pov

 

Alec disfrutó de cada momento de su fin de semana, pero su parte favorita fue la ausencia de humillaciones. Ese chico, okey, aceptaba era súper sexy, ¡había estado demasiado determinado en coquetear con él! Era desconcertante y embarazoso e, incluso peor aun, su hermana y Jace no habían hecho nada más que alentar al idiota.

Alec intentó pensar en cualquier cosa menos en esos abdominales de el Sr. Súper coqueto. Alec nunca había conocido a alguien que estuviera tan dispuesto a exhibirse de esa manera. Temía ir al trabajo el lunes porque se imaginó que ese loco turista estaría ahí otra vez. Y, por supuesto, cuando Alec entró, él ya estaba ahí. Alec bufó, preguntándose si podría simplemente irse y pedirle a Jace que cubriera su turno -después de todo se lo debía- cuando de repente Alec notó que el chico estaba parado detrás del mostrador. ¡Oh genial! Ahora estaba intentando nuevas formas de jugar con sus nervios. Pasearse medio desnudo no fue suficiente; no para este chico, ahora quería pretender que trabajaba ahí.

– Alec – el hombre le llamó, sonriendo. Hoy estaba vestido con ropas simples, pero para Alec, simplemente estaba agradecido de que estuviera vestido.

– ¡Tu otra vez! – gruñó Alec – ¡Quítate detrás del mostrador! –

– No puedo – el chico dijo – Ahora trabajo aquí. –

– ¡¿Qué tu qué?! –

– Tu mamá es una mujer encantadora – el chico continuó. Alec deseó no haberse levantado de la cama hoy.

– Oh dios! – Alec gruñó – mi madre te contrató. –

– Sip – él hombre estaba sonriendo de oreja a orea como si hoy fuera el día más feliz de su vida. Y Alec no tenia idea de que hacer.

– ¡Ni siquiera estábamos contratando! – Alec se quejó – Jace, Izzy y yo lo teníamos controlado. –

– Ah pero yo puedo vender lo que sea a quien sea – el chico replicó – te lo prometo. –

– Te referirás, venderte a ti mismo – Alec murmuró sin que nadie pudiera escucharlo. Era algo realmente ofensivo ¡pero es que este chico simplemente había superado sus limites!

– ¡Es verdad! – dijo Izzy, apareciendo de la habitación de atrás repentinamente. – Vamos, dale una oportunidad. Hemos tenido una mañana maravillosa. Él es fabuloso. –

– ¡Y tu hermana es encantadora! – exclamó, lanzándole un beso.

– Mamá dice que tienes que entrenarle, – dijo Izzy mientras salía de la tienda. – Que se diviertan – les guiñó un ojo y Alec bufó.

– Deberíamos comenzar, – el hombre ronroneó. Alec no tenía idea de cómo hizo eso pero deseó que no hubiera sonado tan sexy. De hecho, Alec deseó poder ser alguien más en ese momento. Realmente no podía haber nada genuino acerca de este chico, así que, ¿Cómo diablos había convencido a todos de que era real?

– Voy a enseñarte como funciona la caja registradora, pero solo si prometes mantener tu ropa puesta, – dijo Alec intencionadamente.

– ¿Tanto te molesta verme sin ropa? – preguntó con todo sedoso. Alec sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral. ¿Porqué siempre le atraían los chicos incorrectos?

– Si, – Alec dijo obstinadamente.

– Bien, – el chico suspiró – Si tanto te molesta ya no lo haré. –

Alec lució sorprendido – ¿Qué?¿En serio? –

– Es bastante divertido molestarte – el chico dijo – no lo puedo resistir, pero me comportaré mejor si eso te hace sentir más cómodo. –

– Gracias, – dijo Alec.

– Soy Magnus, por cierto, – dijo Magnus – Y te lo tenías bien guardado. –

– ¿Huh?

– Que Alec es una abreviatura de Alexander – Magnus dijo su nombre completo en una forma que hizo que el corazón de Alec se acelerara un poco. Usualmente odiaba su nombre completo, pero escucharlo decir por este hombre fue definitivamente algo más.

– Oh, – dijo Alec tratando de controlar sus reacciones antes de que Magnus notara algo. – Mamá te dijo. –

– Sip, – Magnus dijo, sonriendo. Su sonrisa le dijo a Alec que no había logrado aparentar lo suficiente como para engañarlo. ¿Porqué tenia que ser un libro abierto?

– ¿Así que habías trabajado en una tienda antes? – preguntó Alec.

– Trabajé en una farmacia, – contestó Magnus.

– Okey, concepto similar pero diferentes productos – Alec dijo mientras comenzaba a enseñarle a Magnus lo básico. Magnus aprendía rápido y pronto supo manejar la caja registradora. Después, Alec le enseñó la tienda para asegurarse de que pudiera ayudar a los clientes a encontrar lo que fuera que necesitaran. Magnus no sabia mucho sobre el surf, así que Alec le dio un curso rápido.

Cuando entró una cliente Magnus insistió en atenderle. Alec lo observó; él sabia que ese cliente no necesitaba nada, por lo que no había forma de que Magnus consiguiera una venta. Esa señora iba cada semana y nunca compraba nada; Magnus fallando con esa clienta probaría que ellos no necesitaban ayuda. Luego, quizá su mamá entraría en razón y mantendría a la familia solo como los trabajadores. Alec observó a Magnus interactuar con ella. Le hizo una pequeña platica y le mostró algunas cosas en exhibición. Alec no le dio importancia hasta que la clienta escogió algo como si hubiera decidido comprarlo. Alec realmente no creía lo que veían sus ojos hasta que se acerco al mostrador y pagó.

– ¿Cómo hiciste eso? – Alec preguntó una vez que la señora se fue.

– Las ventas son realmente fáciles – dijo Magnus acercándose a Alec – Todo es acerca de crear una necesidad y luego llenarla. Oh y ser encantador ayuda. – Le lanzó una sonrisa a Alec se le aceleró la respiración. ¡Necesitaba controlarse!

– ¡Tienes que enseñarme a hacer eso! – Alec dijo tratando de ocultar su reacción inicial.

– Te enseñaría cualquier cosa que quisieras, Alexander, – susurró Magnus. Escuchar su nombre completo de esa forma hizo que su cuerpo reaccionara involuntariamente. Sin darse cuenta Magnus estaba parado demasiado cerca de Alec, tomándolo completamente con la guardia baja, sintiendo como sus rodillas casi caen por ese tono seductor de Magnus

– Claro… okey… gracias entonces, – Alec tartamudeó.

Alec perdió el rumbo de sus pensamiento rápidamente. Su mirada estaba enfocada en esos rellenos labios de Magnus. Agitó su cabeza en un intento de aclararla. Magnus no era su tipo… no era como si hubiera tenido muchas citas como para saber cual era su tipo, pero definitivamente Magnus no era su tipo.

– Yo… – Alec comenzó pero no tenia idea de cómo terminar la frase. Su mente no funcionaba y sus ojos estaban fijos en la boca de Magnus, casi contra su voluntad.

– ¿Puedo besarte? – Magnus susurró en la oreja de Alec. Alec sintió el calor subir a su rostro. Nunca había besado realmente a alguien antes. Magnus ni siquiera estaba tocándole, pero el cuerpo de Alec ya estaba reaccionando a su cercanía, su corazón estaba acelerado y sus oídos zumbaban.

– Si, – Alec masculló. Estaban solos en la tienda, Alec simplemente no podía decir no. Esos nuevos sentimientos que estaba experimentado eran demasiado maravillosos como para ignorarlos. La mano de Magnus se movió hacia la nuca de Alec. Podía sentir el aliento de Magnus sobre su cuello cuando de repente sus labios se unieron. La boca de Magnus se movía hábilmente sobre la suya, y los brazos de Alec sostuvieron automáticamente a Magnus. Alec jadeó mientras la lengua de Magnus se deslizaba por sus labios, abriéndose paso y comenzando explorar la boca de Alec. Alec sintió como su estómago daba vueltas mientras se acostumbraba a esa nueva sensación. Las manos de Alec estaban en el cabello de Magnus y sintió como sus manos se bajaban por su espalda. Alec no estaba seguro de cuanto tiempo llevaban besándose, pero cuando se separaron Alec estaba sin aliento.

– Alec, – Magnus dijo deslizando su dedo lentamente sobre el rostro de Alec – ¿Te gustaría ir a cenar conmigo? –

– Okey, – susurró Alec. ¿Cómo podría decir no? una cena no le haría daño a nadie.

– Ves Alexander, – Magnus ronroneó – las ventas son sencillas. –

– ¿Me estas comparando con una venta? – Alec susurró. En ese momento estaba demasiado encantado como para ofenderse, aunque había una voz en su cabeza que le decía que eso era algo que tenia que objetar.

– Quizá, – Magnus rió.

– Debería estar muy molesto contigo ahora mismo, – dijo Alec,

– Por favor no, – Magnus susurró – Se que eres mucho más importante que cualquier venta. –

¿Qué es lo que le estaba haciendo este hombre? Alec no tenia idea. Sentía como si estuviera en una de esas películas que su hermana siempre intenta que vea, donde la chica se enamoraba a primera vista del un chico extraño alto y guapo. Pero las chicas en esas películas eran débiles y molestas. Alec odiaba la comparación.

– No soy una chica, – Alec dijo firmemente.

– Lo se, – dijo Magnus, obviamente confundido pero siguiendo el juego – No serias la mitad de hermoso si lo fueras –

– Lo siento, – Alec balbuceó, – mi mente se fue a otra parte –

– Oh por favor cuéntame, – Magnus no había quitado sus manos de Alec desde el beso y Alec de repente se sintió tonto parado ahí con los brazos de Magnus alrededor de él. Alec dio un paso atrás y afortunadamente Magnus no intentó retenerlo.

– Estaba pensado en una película estúpida, – dijo Alec. – Olvídalo. –

– Así que, ¿a dónde te gustaría ir a cenar esta noche, Alexander? – Magnus ronroneó. Alec intentó no dejar que Magnus notara el efecto que tenia en él mientras contestaba.

– No recuerdo haber dicho que saldría esta noche contigo, – Alec le recordó.

– Oh lo sé, – dijo Magnus – Solo estoy siendo positivo – dijo mientras pasaba gentilmente uno de sus dedos sobre la mejilla de Alec, haciéndole temblar de nuevo. Mientras que el calor en su rostro también aumentaba.

– Sabes Alexander, eres mucho más hermoso cuando te sonrojas – Magnus susurró. Luego la puerta chirrió y Magnus se volteó a atender al cliente, dejando a Alec atrás, aun fascinado.

Alec trató de verdad en no pensar acerca del beso de Magnus o su amable forma de tocarlo mientras terminaba su turno. Magnus hizo la mayor parte del trabajo, de todas formas. Alec quedo maravillado por su forma de tratar a los clientes. Era como simplemente supiera como satisfacer a la multitud.

La campana sonó mientras el último cliente salía. Alec suspiró aliviado y se sentó en una silla detrás del mostrador.

– Oh vamos, – Magnus dijo sonriendo. – Eso no fue nada. Solo fueron algunos clientes. –

– Esos fueron más clientes que todos los que tuvimos la semana pasada, – argumentó Alec. – ¿Acaso eres mágico? –

Magnus se rió mientras tomaba una pose que pertenecía más a una puesta en escena que a un vendedor.

– Estas loco,– dijo Alec. – Lo sabes, cierto. –

– Loco por ti – Magnus replicó rápidamente.

– Y cursi, – agregó Alec – loco y cursi – Magnus estaba lejos de sentirse insultado por eso, mas bien parecía encantado.

– Y tu cariño, eres demasiado serio, – le dijo mientras le extendía su mano. Alec miró la mano, inseguro de que hacer. Magnus le hiso señas a Alec otra vez y esta vez Alec tomó su mano. Lo siguiente que Alec supo fue que una de las manos de Magnus estaba en su cintura y la otra la entrelazó con la suya. Magnus comenzó guiar a Alec en un baile.

– ¡Magnus! – Alec exclamó – ¿Qué haces? –

– Bailar, – respondió sencillamente.

– Ni siquiera hay música, – Alec le recordó. Usualmente había música pero por el momento la radio estaba rota. De repente Magnus estaba tarareando y Alec se quedó sin palabras. La voz de Magnus, incluso solo tarareando, era hermosa. Proyectaba el sonido demasiado bien y Alec se encontró ya no pudiendo reclamar por la falta de música.

Alec no estuvo seguro de cuanto tiempo estuvieron bailando. Magnus era bastante bueno en el baile y Alec estaba feliz de estar en sus brazos. Nunca había conocido a nadie como Magnus antes. Magnus parecía exótico, tan inalcanzable y aun así se encontraba bailando con un don nadie de un pequeño pueblo. Alec se dio cuenta de que tenia que ser cuidadoso. Después de todo, no sabia nada acerca de Magnus. Este chico podría estar guiándolo a una trampa o algo así. Además, si era un turista, probablemente se estaría yendo pronto.

– ¿Hay algún problema Alexander? – Magnus le preguntó, sacándole de sus pensamientos.

– Alec, – le corrigió.

– Si insistes, – Magnus dijo. Estaba viendo la expresión de Alec intensamente, pero Alec no quería decirle sus pensamientos en voz alta.

– Es la hora del almuerzo, – dijo Alec, aunque ya era bastante tarde para eso. Los clientes los habían mantenido ocupados, haciendo que se les pasara la hora de almuerzo. – ¿Trajiste algo de comer? –

– No, – Magnus contestó mientras continuaba estudiando la expresión de Alec. Alec se volteó y se dirigió a la zona de comida pero al sentir la mano de Magnus en su hombro, se giró hacia él.

– Dime que te esta molestando Alec, por favor, – intentó de nuevo. Alec no estaba seguro de que decir. Decir en voz alta sus miedos le inquietaba, pero permanecer en silencio parecía mala idea, ya que Magnus era muy observador.

– Nos acabamos de conocer, – Alec dijo tratando de mostrar la menor preocupación posible. – No se absolutamente nada de ti. –

– ¿Qué te gustaría saber? – le preguntó Magnus.

– Cualquier cosa, – dijo Alec – ¿Porqué estas aquí en Tofino? Ni siquiera surfeas. –

– Estoy de vacaciones, – le contestó.

– ¿Porqué conseguir un trabajo si estas de vacaciones? – Alec preguntó – ¿Y porque, de todos los lugares, aquí? –

– Bueno, esa es una historia graciosa, de hecho, – dijo Magnus – ¿Qué tal si te la cuento mientras comemos? ¿Trato? –

– No podemos dejar la tienda, – dijo Alec.

– No podemos dejarla al mismo tiempo, – Magnus le corrigió – ¿Qué tal si me dices a donde ir y yo voy a comprar algo? –

– Yo traje mi comida, – dijo Alec obstinadamente.

– ¿No te gusta se consentido? – Magnus observó. – Anotado. –

– Creo que mamá tiene suficiente comida atrás, – dijo Alec. Esta vez se giró y Magnus le dejo ir a traer la comida. Alec encontró otra comida al lado de la suya con el nombre de Magnus. La nota era de su mamá y también había una nota agradeciéndole a Alec por enseñarle. Alec regresó y le entregó la comida a Magnus.

– ¿Para mí? – pregunto Magnus, sorprendido.

– De mi mamá, – dijo Alec.

– Que amable, – dijo Magnus viendo su comida como si fuera un diamante o algo parecido.

– Solo es un sándwich. – dijo Alec

– Es un muy considerado sándwich. – Magnus contrarrestó.

– Así es mamá siempre, – Alec dijo con un suspiro mientras comenzaba a comer su carne asada con grano integral y lechuga. Magnus comenzó a comer también.

– Eres muy afortunado de tener una mamá así – dijo Magnus lo cual hizo que Alec se preguntara sobre la familia de Magnus, pero no estaba seguro si podía preguntar. Después de un momento de silencia, la curiosidad ganó.

– ¿Qué hay de tu madre? – preguntó Alec.

– Oh, nunca fue del tipo que cocina, – Magnus dijo. – Aunque regularmente ordenaba comida china para llevar, – se rió pero había dolor en su risa que hizo preguntarse a Alec si quizá ese no era un buen tema para la comida.

– Así que,– Alec comenzó – Me dijiste que me contarías el porqué Tofino. –

– Nunca había estado en un lugar pequeño, – Magnus dijo. – Y decidí que por estas vacaciones quería ir a un lugar hogareño. Le pregunté a la señorita del aeropuerto y me sugirió este lugar. –

– ¿De verdad? – Alec dijo – Solo así. –

– Dije que era una historia graciosa, no una larga, – replicó.

– Okey, pero ¿porqué conseguir un trabajo si estás de vacaciones? –Alec preguntó.

– ¿Porqué no? – Magnus replicó.

– ¿No el punto de las vacaciones es no trabajar? – Alec preguntó.

– Depende de la razón de las vacaciones y el tipo de trabajo, – Magnus replicó – Mi trabajo es muy diferente a este. ¡Este es divertido! –

– Pero si no surfeas, realmente no hay mucho que hacer aquí, – dijo Alec. Aun no le quedaba claro porque Magnus estaba ahí.

– Estoy en desacuerdo, – Magnus argumentó – Su galería de arte es hermosa. –

– ¿Cuánto tiempo has estado aquí? – preguntó Alec.

– Como una semana, – Magnus respondió.

– ¿Las vacaciones no son como de una semana? – dijo Alec. Estaba sorprendido de lo mucho que le molestó la idea – ¿No te tendrás que irte pronto? Por lo que obtener un trabajo no tiene sentido. –

– La duración de mis vacaciones aun esta por determinarse, – respondió Magnus.

– ¿Cómo rayos haces eso? – Alec preguntó riendo. Magnus soltó una risa antes de contestarle.

– Oh, soy irremplazable en mi trabajo, – Magnus dijo con una sonrisa. – Así que puedo salirme con la mía. –

– No inventes. – Alec dijo sacudiendo su cabeza. Realmente este chico era extraño.

– Así que háblame de ti. – Magnus dijo.

– No hay mucho que decir, la verdad. – respondió Alec.

– Oh vamos, debe haber algo, – Magnus intentó de nuevo.

– Bueno, ya sabes donde trabajo, – dijo Alec – Y vivo con Jace, pero no lo suficientemente lejos como para que mis padres no se aparezcan a cada rato solo para molestarme, – Alec se encogió de hombros – No tengo nada especial. –

– No estoy de acuerdo, – Magnus ronroneó y otra vez, Alec se preguntó como Magnus podía ronronear al hablar. – Para mi, eres especial. –

– ¡Oh vamos! – dijo Alec – Debes de ser de una gran ciudad ¿verdad? Un lugar con mucha más gente que aquí. Pareces alguien que ha visto el mundo. Yo nunca he salido de este lugar. –

– He vivido en Londres, Nueva York y Paris, – Magnus dijo suavemente – y como tu dices, he visto el mundo, pero nunca he conocido a alguien como tu. –

Alec no sabia que pensar o sentir. ¿De verdad esto estaba pasando? ¿Un chico alto y guapo apareciendo de lanada para hacer sentir a Alec especial después de haberse sentido un mediocre toda su vida? Cosas como esas, simplemente no pasan.

– No soy especial, – Alec repitió, incapaz de creer lo que Magnus decía.

– ¿Debería decirte el porque te equivocas? – Magnus susurró. Alec trago fuerte, incapaz de no encenderse con la suave voz de Magnus. – Tienes la más honesta expresión que he visto. Te preocupas por las personas en tú vida, cubriendo turnos de tus flojos amigos. Te sonrojas a la más mínima provocación. Me has hechizado completamente. – Magnus estaba tan cerca de Alec, y se inclinó hacia él como si lo fuera a besar otra vez. El corazón de Alec latía tan fuerte en su pecho mientras le observaba con los ojos bien abiertos.

Magnus rió entre dientes mientras se inclinaba hacia atrás. – Ves a lo que me refiero, – le susurró – No tienes idea de lo refrescante que es conocer a alguien sin malicia. No hay ningún rastro de mentira en tu rostro Alexander. –

– Si no ser un mentiroso compulsivo es todo lo que necesitas – Alec ser rió, tratando de no mostrar su nerviosismo por las palabras de Magnus, y fallando miserablemente. – Entonces no te puedo creer que no hubieras conocido a alguien así antes. –

– Oh, te sorprenderías de cuantas mentiras hay ahí afuera, – dijo Magnus.

– ¿Lo estaría? – Alec replicó sin prestar real atención a lo que decía. Magnus se estaba acercando de nuevo a él y esta vez Alec estaba determinado a besarle. Claro, Magnus podría estar guiándolo, y Alec no sabia prácticamente nada de él, pero Alec no podía pelear los sentimientos que Magnus creaba en él.

– ¿Debo pedir permiso cada vez que quiera besarte? – Magnus susurró. Alec giró sus ojos y cerro el espacio entre ellos, presionando sus labios con los de Magnus. Esta vez, Magnus apresó a Alec en el mostrador, estimulado por el aparente entusiasmo de Alec. Alec se olvidó que estaba en el trabajo. Se olvidó de todo, excepto del alto cuerpo de Magnus presionado contra él. Magnus se movió de los labios de Alec a su cuello y Alec lo tomó como una oportunidad de tomar aire. Sus manos estaban recorriendo el cuerpo de Magnus, mientras que Magnus hacia lo mismo con las suyas. Justo cuando Alec sintió la mano de Magnus adentrarse debajo de su playera, la campana de puerta sonó, haciendo volver a Alec a sus sentidos.

Alec y Magnus se separaron rápidamente como si de repente una fuerza repelente hubiera actuado sobre ellos. Una vez separados, voltearon a ver a la persona que había llegado.

– Cuando dije que le dieras una oportunidad, – dijo Izzy parada en la puerta de entrada – No tenia esto en mente. – Alec se sonrojó tan fuerte que estaba seguro, lucia igual que una cereza.

– ¡Izzy! – Alec exclamó – ¿Porqué volviste? –

– Tu turno a terminado tontito, – le dijo Izzy – Hoy dividimos los turnos ¿recuerdas? –

– Oh, cierto, – dijo Alec – ¿Porqué dejaste que mamá te diera un turno tan horrible? –

– Para tener la mañana libre para poder arreglar mi cabello, – dijo Izzy con una sonrisa. Entonces Alec notó su cabello.

– Se ve bien, – le dijo Alec.

– Como si lo hubieras notado antes que lo mencionara, – Izzy se mofó.

– Esas iluminaciones se ven increíbles cuando les da el sol, – Magnus le dijo. – Y me gusta el corte. Se ve lindo. –

– Gracias Magnus, – Izzy dijo mirando a Magnus en lugar de a Alec.

– Magnus simplemente es demasiado observador, – Alec dijo.

– Y tu demasiado desalineado y pasado de moda para un hombre gay, – Izzy señaló. – ¿Porqué sigues usando esos suéteres con hoyos? –

– ¿Usa suéteres con hoyos? – Magnus preguntó, con obvia diversión. Alec no le gustó el rumbo de esa conversación.

– ¡Claro! Tu solo has visto a Alec en su linda ropa de trabajo, – dijo Izzy. – Después del trabajo parece un vago. –

– ¡Claro que no! – replicó Alec – Solo porque uso solo ropa negra no significa que sea un vago. –

– Oh, como sea Alec, – dijo Izzy, ignorándolo como siempre lo hacia. – ¡Shoo, váyanse ambos! Esta es mi tienda hasta que cierre. –

– ¡Excelente! – dijo Magnus antes de voltearse hacia Alec – ¿Cena? –

– ¡Ohhh! – Izzy chilló – ¡Tienen una cita! –

Alec bufó pero agarró su impermeable y se preparó para irse. En ese momento no le importó mucho si Magnus le seguía o no. Alec dejó la tienda y se paró en la lluvia, sintiendo como reflejaba su humos a la perfección. Se sorprendió cuando Magnus apareció detrás de el, también con un impermeable.

– ¿Dónde te gustaría cenar? – le preguntó Magnus.

– Disculpa por lo de mi hermana, – murmuró mientras miraba hacia el suelo. La burbuja del trabajo parecía el único lugar donde Magnus podía estar. Era extraño que Magnus siguiera ahí ahora que el trabajo había finalizado.

– Me agrada tu hermana, – Magnus dijo – Y ahora sé más de ti. –

– Oh genial, – dijo Alec sarcásticamente – Justo lo que quería que supieras. Mi horrible sentido de la moda. –

– Querido, – Magnus replicó poniendo su mano debajo de la barbilla de Alec, haciendo que este le mirara, en lugar de al suelo. – Tengo suficiente y hasta de más sentido de la moda para ambos. Te lo prometo. – Alec no puedo evitar sonreír. – Así que, ¿a dónde te gustaría ir a cenar? –

 

 

Notes:

¿Les gustó?

Chapter 5: Encantado

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Ese día fue mejor de lo que Magnus había soñado. Resultó que todo lo que Magnus tenía que hacer era para superar las barreras era bajarle al coqueteo y ser un poco mas genuino, lo que le pareció perfecto a Magnus. Besar a Alec fue mucho mejor que coquetear con el, aunque definitivamente también lo había disfrutado.

Magnus estaba enfrente de Alec. Estaban sentados cerca de la ventada, dándoles una hermosa vista del océano, con el sol reflejándose en las olas del mar. La atmosfera del restaurante era acogedora. El olor a sal del mar in el aire era menor adentro, pero aun así, cada vez que se abría la puerta, se colaba un poco de la brisa. Además del eso, el olor de la comida que llenaba el aire era delicioso. Magnus no estaba sorprendido de que este fuera uno de los lugares favoritos de Alec.

– Esto es muy bonito, – dijo Magnus. Ambos estaban sentados siendo alumbrados por una lámpara azul con verde. Magnus sospechó que el color de esa paleta fue elegido para similar el color del océano. Había un ramo de flores blancas con rosa en la mesa. Los largos tallos le impedían una mejor vista de Alec.

– Es solo el océano, – le restó importancia Alec, mientras se encogía de hombros.

– Eso lo dices porque lo ves todos los días, – argumentó Magnus mientras movía las flores hacia la ventada para tener una mejor vista de Alexander. La luz del sol que entraba por la ventana le daba justa en la cara a Alec, haciendo que sus ojos fueran aun mas hermosos por los rayos de sol que causaban que el azul brillara.

– Todo por aquí es acerca del océano, – Alec se quejó mientras apuntaba a las decoraciones como el pez espada que colgaban sobre nuestras cabezas.

– Cierto, – rió – incluso el puesto parece de pescados. –

– Si recibiera un dólar cada vez que alguien dice eso, podría dejar mi trabajo, – Alec se burló.

– ¿No te gustan los juegos de palabras? – le preguntó Magnus.

– Cuando digas algo que no haya escuchado ya, hablamos. – Alec replicó. Magnus no pudo evitar más que reír. Aparte de la suave risa, solo unas pocas conversaciones de otras personas y el sonido de los platos, se escuchaban. A pesar de estar en un restaurante público, Magnus tenia cierta privacidad con Alexander. Ambos estaban sentados en una esquina, apartados de los otros clientes. La parte de atrás del restaurante no hacia menor la conversación, al contrario, la animaba. Magnus estaba feliz de eso; el quería poder conversar con Alexander.

– Alexander, – Magnus habló suavemente. – ¿Qué te gusta hacer cuando no estás trabajando? –

– No mucho, – dijo Alec, encogiéndose de hombros. Magnus no se rendía fácilmente, pero la mesera apareció para llevarles sus bebidas. Parecía estar en sus veintes, y tenia un cabello café natural con rayos rojos. Usaba lentes que enmarcaban su cara en forma de corazón. Tenia cabello largo amarrado en una coleta que le llegaba a los hombros. Era guapa, pero no se podía comparar con Alec. Ojos verdes no eran tan gloriosos como los azules, en la opinión de Magnus.

– Okey, entonces, – la mesera dijo. – Agua para Alec, pero ¿tu que deseas? – Magnus buscó su nombre en su gafete del uniforme pero no lo pudo encontrar. Sospechó que todos en el pequeño nombre lo conocían. Los pueblos pequeños eran extraños.

– ¿Qué tal si Alec no quiere agua? – replicó Magnus. – Ni siquiera le preguntaste, – Alec rió mientras miraba al menú. La mesera sonrió también y Magnus se sintió el centro de una broma.

– No es de por aquí ¿verdad? – la mesera le preguntó a Alec.

– Nop, – respondió Alec – Karla, creo que él es de otro mundo. –

– Alexander– Magnus gimoteó – Vive un poco, ¡Tienen malteadas! –

– ¡Espera un minuto! ¿Le dejas llamarte Alexander? – la mesera, cuyo nombre parecía ser Karla, preguntó a Alec con asombro.

– No se podría decir que le deje, – Replicó Alec.

– ¿Conoces tan bien a todo el pueblo? – preguntó Magnus.

– Nah, – dijo Alec. – Karla solía salir con Jace. –

– Los pueblos pequeños son raros, – comentó Magnus mientras leía su menú. – ¿Ya decidiste lo que quieres comer? – dijo intentando cambiar el tema.

– Oh, cierto, – dijo Alec, tomando rápidamente el menú.

– ¿O Karla también sabe tu orden? – bromeó Magnus.

– Alec nunca repite comida, – explicó Karla.

– Este restaurant esta a la vuelta de tu trabajo, – dijo Magnus sin poder creerlo –¿Y no vienes lo suficientemente seguido como para haber ordenado lo mismo dos veces?

– Nop, – Alec dijo con una sonrisa.

– Que loco, – replicó Magnus, sacudiendo su cabeza.

– Cargo mi propia comida, – dijo Alec. – Comer fuera siempre es de locos. –

– Si tuviera que alimentarme a mi mismo, me moriría de hambre. – dijo Magnus riendo. –

– Comer fuera es caro, – argumentó Alec.

– Cierto, – dijo Magnus – Pero sabe mucho mejor. – Alec rió, viendo imposible replicar a su perfecto argumento.

– Ustedes son adorables, – Karla soltó una risita. Alec giró los ojos.

– No, no lo somos, – dijo Alec rápidamente.

– Gracias Karla, – Magnus intervino. – Pescado con papas por favor.

– Oh que diablos, – dijo Alec con un suspiro. – Lo mismo para mi.

– Pero ya has comido eso antes, – Karla le molestó.

– Siempre hay una primera vez para todo, – dijo Alec con una respuesta cliché. Karla se rió de él mientras recogía los menús y se iba.

– Al fin solos, – Magnus suspiró.

– Karla es fantástica, – Alec sonrió. – Era buena para Jace. Fue la relación más larga que ha tenido. –

– Suficiente de todos los demás, – dijo Magnus. – Quiero saber de ti, Alec. ¿Qué haces para divertirte? –

– No mucho, – repitió Alec, causando que Magnus le diera una mirada de incredibilidad. –¿Surfear? – añadió cautelosamente. Por su tono de voz y su incómodo lenguaje corporal, Magnus decidió entre que Alec realmente creía que su vida era aburrida o que no era bueno compartiendo sus hobbies.

– Eso explica tu explica tu excelente físico, – Magnus ronroneó y fue feliz de ver el sonrojo de Alec. – Pero lo quiero saber es lo que te apasiona. –

– Bueno, ¿Y a ti que te apasiona? – Alec le lanzó la pregunta de vuelta.

– Música, – contestó Magnus rápidamente.

– ¿Tocas algún instrumento? – preguntó Alec.

– Canto, – dijo Magnus. – Aunque también se un poco de piano y guitarra. –

– Me imaginé que cantabas, – confesó Alec.

– ¿Por? – Magnus preguntó. No recordaba haber dicho mucho. Había sido cuidadoso hoy; nunca le dijo una mentira, pero tampoco le soltó toda la verdad. No era que quisiera mentirle a Alec, más bien lo contrario. Se sentía mal no decirle la verdad sobre su fama y su actual estado de esconderse, pero quería que este nuevo comienzo con Alec fuera sin prejuicios. Estaba determinado a no mentirle en nada, pero decidió que esperaría un poco más para explicarle las cosas. Magnus sentía que la fama y su fortuna habían arruinado todas sus relaciones anteriores incluso antes de que empezaran, y quería tratar y explorar sus sentimientos con Alexander sin millones de fans de por medio. Magnus quería que Alec lo quisiera sin saber cuantos hits tenia.

– Cuando estabas tatareando antes, – explicó Alec. – Sonabas muy bien. Me imaginé que… que tu eras… ya sabes, músico. –

– Eres muy observador Alexander, – Magnus replicó con una sonrisa. – Tu turno. –

Alec parecía renuente a la idea de compartir su pasión. Su mirada se movió hacia la ventada, y luego se enfocó en sus manos. Magnus estaba a punto de recordarle amablemente que le tenia esperando por una respuesta, cuando Karla regreso a servir sus bebidas.

No dijo mucho esta vez, pero por un momento se le quedó viendo a Magnus con una extraña expresión de su rostro. Magnus no pudo evitar preocuparse de que le hubiera reconocido a pesar de su falta de maquillaje y su ropa común.

– Eso fue raro, – lo remarcó Alec casualmente mientras Karla se iba. – Se te quedó viendo, creo. –

– Para nada, – Magnus dijo – Solo intentas distraerme para no tener que decirme tu pasión secreta. – Aunque él sabía que Alec estaba en lo correcto, esperaba que Karla no lo fuera a delatar.

– No, definitivamente te estaba viendo, – Alec volteó para poder mirar detrás de él. – Y si, aun te sigue viendo. –

Y Magnus supo que Karla le había reconocido. Debía de conocer su música y videos. Al menos Karla había tenido el tacto de no ponerse a gritar como la mujer del aeropuerto.

– Pero yo te estoy mirando a ti, – le dijo Magnus a Alexander suavemente, añadiendo un ronroneo a su voz. Alec volteó hacia el, sonrojándose levemente. – ¿Me lo dirás? –

– No creo que ella intente algo contigo, – Alec murmuró ignorando la pregunta de Magnus. – No lo creo. –

Magnus se relajó. Alec celoso era adorable y mientras Karla no le dijera a nadie, realmente no importaba. Además, ni siquiera estaba seguro de que Karla realmente no lo hubiera reconocido.

– Por favor, Alec, – Magnus dijo gentilmente. Alec lentamente se volteó hacia el. Miró por un segundo a Magnus antes de que su visa se fuera a sus manos.

– A veces… escribo… pero no bien, – la voz de Alec era tan bajita que Magnus apenas fue capaz de escucharle.

– ¡Oh, eso es emocionante! – Magnus dijo con mucho entusiasmo, haciendo brincar a Alec. Cuando expresión de sorpresa desapareció de su rostro, Alec sonrió.

– La mayoría de la gente piensa que no es importante, un hobbie sin importancia, – murmuró Alec.

– ¡Cielos no! – Magnus exclamó – desearía poder escribir, – Alec inclinó su cabeza, como preguntándole a Magnus que quería decir. – Letras de canciones, – explicó Magnus. – Cada vez que intento escribir, nunca termina de la forma que yo quisiera. – Magnus pausó, y cuando vio que Alec no decía nada, agregó. – Así que ¿puedo leer algo de lo que has escrito? –

– No, – dijo Alec rápidamente sacudiendo su cabeza.

– ¿Porqué no? –

– Demasiado vergonzoso, – murmuró Alec.

– ¿Al menos me dirás que escribes? –

– Poesía, – murmuró Alec viendo hacia sus manos, claramente nervioso. Magnus se inclino y alcanzando sus manos y tomando la barbilla de Alec, amablemente, haciendo que le mirara.

– Si yo pudiera escribir poesía, – le murmuró Magnus. – Escribiría sobre tus ojos. – Alec volvió a mirar hacia abajo, escondiendo su sonrojo. Magnus no le forzó a verle, en su lugar, levanto su mano y sobó su mejilla. Magnus amaba la sensación de la piel de Alec, suave y cálida. Alec se inclino hacia la mano de Magnus, cerrando los ojos.

– ¿Cómo haces eso? – masculló Alec.

– ¿Hacer qué, cariño? – Magnus ronroneó. Alec abrió sus ojos y le miro fijamente, en silencio. La cara de Alexander era tan inexpresiva. Alec estaba nervioso y halagado, aunque incomodo con la forma en que el tono de Magnus y sus palabras le afectaban. Era una hermosa vista. Alec se inclinó hacia la mano de Magnus y la besó. El pequeño movimiento derritió su corazón. Realmente quería conocer a Alexander, pero nunca se esperó todo esto.

– Hacerme olvidar como hablar. – murmuró Alec.

– Oh Alexander. – Magnus ronroneo, acariciando suavemente su rostro con sus pulgares. – Si tu quisieras, te podría hacer olvidar hasta tu propio nombre. – No pudo resistirse a decirlo, aunque no se sorprendió cuando el sonrojo reapareció en las mejillas de Alexander, en toda su gloria. Era tan hermosamente honesto, y Magnus solo quería cerrar el espacio entre ellos y besarle. Sin embargo, Magnus presintió que besar a Alec ahora, no era la mejor idea, así que simplemente se recargó en su silla, intentando controlar sus latidos.

– Así que, ¿Cuándo no estas de vacaciones ligando son chicos al azar que conoces en tiendas… – Alec comenzó pero fue interrumpido.

– ¡Al azar! – objetó Magnus por las palabras que escogió Alec. Alec le lanzó una mirada como recordándole la su accidental forma de conocerse. – Okey, – concordó Magnus. – Pero fue solo al azar que entrara en tu tienda, no que te haya elegido. –

– Si tu lo dices, – Alec dijo en desacuerdo.

– Yo lo digo, – replicó Magnus obstinado. – Tus simples ojos me hubieran atraído. –

– ¿Dónde vives cuando no estás de vacaciones? – Alec preguntó claramente tratando de cambiar el tema de lo guapo que era.

– Paso la mayor parte de mi tiempo en Londres con mis amigos Will y Tessa, – contestó Magnus. – Y a veces voy a Nueva York. Ahí trabaja mi amiga Catarina. –

– Debes viajar mucho, – replicó Alec.

– Si – dijo Magnus – pero a veces me pregunto como sería vivir solo en un lugar. –

En ese momento llegó Karla con un plato de pescado con papas en cada mano. Los puso en la mesa y les dijo que lo disfrutaran. Esta vez, no se le quedó viendo a Magnus, pero se fue rápidamente con una gran sonrisa. Magnus, se dio cuenta de lo hambriento que estaba, por lo que comenzó a comer, siendo seguido por Alec.

Magnus sabia que sus vacaciones ya habían durado demasiado – Ragnor probablemente iba a matarle cuando lo encontrara – pero entre más tiempo pasaba con Alec, más tiempo quería pasar con él. Quizá ayer un hubiera sido capaz de hacer su maleta e irse a casa, pero ahora ya no. De alguna forma, durante el día, Alec lo había cautivado. ¿Quizá había una forma? ¿Podría llamar a Ragnor y explicarle que simplemente necesitaba quedarse un poco tiempo más? ¿Podría explicarle a Alec el porqué había huido y quizá querría viajar por el mundo con él? Quizá podrían tener un futuro juntos en lugar de solo un momento.

– ¿Magnus? – preguntó Alec. Magnus sacudió su cabeza, saliendo de sus pensamientos. – ¿Estas ahí? –

– ¿Qué me dijiste? – le preguntó.

– ¿Te fuiste? – le molestó Alec.

– Lo siento, – murmuró. – Solo estaba pensado. –

– ¿En qué pensabas? –

– En ti, – dijo Magnus. De nuevo, no era una mentira pero no solo había estado pensando ene so. Magnus se preguntó si quizá su plan era estúpido. Quizá simplemente podría sacar su teléfono, buscarse a si mismo y dejar que Alec decidiera si quedarse o huir, antes de que ambos se involucraran más. Magnus sabía que era lo que debería hacer, pero estaba asustado. Alec no parecía del tipo que le gustara estar bajo la vista de las cámaras, y ahora, Magnus sabia que si le decía quien era, lo más seguro era que Alec huyera de él.

– Ignorarme para pensar en mi, – se burló Alec. – Nunca había escuchado eso. –

– Nunca dije que fuera perfecto, – le recordó Magnus.

– Esa es la cosa más humilde que te he escuchado decir, – dijo Alec con una sonrisa.

– Hay una diferencia entre estar lo suficientemente cómodo con mi cuerpo como para coquetear contigo medio desnudo a creer que soy perfecto, – argumentó Magnus. Alec se rió, un agradable sonido que hizo sonreír a Magnus. – Así que ¿qué estabas diciendo antes de que me fuera mi mundo? –

– ¿Porqué viajas tanto? – le preguntó Alec.

– Principalmente por trabajo, – dijo Magnus. – Pero también porque me gusta viajar. –

– No puedo imaginarme viajando tanto. – dijo Alec – ¿Nunca has querido establecerte? –

– A veces, – dijo Magnus. – Pero nunca he conocido a alguien por quien valga la pena hacerlo. –

– ¿Haría mucha diferencia? – preguntó Alec.

– Lo haría, – replicó Magnus. Alec se le quedo viendo y Magnus se encontró perdido entre el profundo azul de sus ojos. La luz de la ventana se reflejaba ahora de una forma diferente, mientras el sol bajaba. Magnus sintió que podría mirar las motas de oscuros colores bailando in los iris de Alec, por toda la puesta del sol.

– ¿Puedo traerles algún postre, chicos? – Karla preguntó, reapareciendo. – ¿O Alec es el postre? – bromeó mientras Alec se volvía a poner rojo intenso.

– ¡Karla! – bufó Alec.

– ¿Qué? – replicó Karla. – ¡Oh vamos! ¿Si notas la forma en que te mira, verdad? – Era verdad, Magnus no había movido su mirada de Alec, no desde que Karla había aparecido.

– ¿Te gustaría algo Alexander? – Magnus preguntó. La mirada de Alec iba y volvía entre Magnus y Karla.

– No, estoy bien, – murmuró Alec, luciendo incómodo.

– ¿Estás seguro? – inquirió Magnus. Sin quitar su mirada de Alec, Magnus ordenó una pieza de chocolate y dos tenedores.

– ¿Y eso sería todo? – checó Karla. Magnus asintió, aun perdido en los ojos de Alec.

– ¿Dos tenedores? – preguntó Alec cuando Karla ya se había retirado.

– En caso de que cambies de opinión, – replicó Magnus. Alec no le contestó y Magnus estiró su mano para tomar la de Alec, que estaba descansado sobre la mesa. Alec se lo permitió. Se sentaron así, con las manos entrelazadas, sin hablar, hasta que el postre llegó. A pesar de que era algo simple, Magnus amaba sentir la piel de Alec.

El pastel de chocolate rociado con más chocolate lucia demasiado divino, mientras era depositado en la mesa. Tenía una pequeña decoración de con obleas en forma de diamante en la cima, con algunas cerezas.

Magnus soltó la mano de Alec. Tomó su tenedor, y lentamente corto un pedazo del pastel y lo puso en su boca, sacando el tenedor lentamente, asegurándose de que no quedara nada de chocolate en el tenedor. Alec se lamió los labios. Magnus lentamente llevó otro pedazo de pastel, seductoramente a su boca, mientras sus ojos permanecían fijos en los de Alec. Cuando Alec lamió por segunda vez sus labios, su boca quedó un poco abierta, y Magnus aprovechó esa oportunidad para posicionar el tercer pedazo de pastel en frente de la boca de Alec. Alec se acercó y tomó el tenedor de Magnus en su boca, causando que Magnus gimiera bajito. Lentamente, Alec retrocedió, dejando el tenedor limpio.

– Mmm. – Alec suspiró mientras comía el pastel.

– Está bueno, ¿Verdad? – Magnus sonrió. Tomó el segundo tenedor y se lo dio a su cita. Alec lo tomó, y lo dirigió hacia el postre. Magnus no pudo evitar sonreír, mientras hacía lo mismo. Sobra decir que el postre no duró mucho.

– ¿Deberíamos pedir otra pieza? – preguntó Magnus a Alec mientras dejaban sus tenedores en el plato vacío. No quedó ni una migaja; hacía mucho desde que Magnus se había consentido con un pastel de chocolate, o cualquier tipo de pastel.

– ¡Oh, no! – respondió Alec rápidamente.

– Uno nunca puede tener suficiente de un pastel de chocolate, – apeló Magnus.

– Si, definitivamente se puede, – argumentó Alec y Magnus se rindió. Él realmente ya no quería otra rebanada.

– ¿Qué te gustaría hacer ahora? – Magnus agregó, no queriendo que esa tarde con Alec terminara.

– Bueno, acepté una cena, – dijo Alec– Y la cena a terminado. –

– ¿Eso es una indirecta? – replicó Magnus. – ¿Estás harto de mi compañía? –

– Simplemente no se que es esto, – dijo Alec seriamente. Todo el juego y coqueteo de la tarde, desapareció de repente con el tono solemne de Alec. – Técnicamente estamos trabajando juntos, pero tengo el presentimiento de que no vas a estar aquí por mucho tiempo. –

– No se cuanto tiempo voy a estar aquí, – dijo Magnus. – Pero eso no quiere decir que esto no importe. Como tu dijiste, viajo mucho, así que fácilmente podría volver algún día. ¿No podemos simplemente seguir disfrutando el momento sin preocuparnos del futuro? –

– No estoy seguro de poder hacer eso, – Dijo Alex suavemente. – Me gustas Magnus, realmente. Pero no se prácticamente nada de ti. –

– No intento mantener secretos Alexander, – dijo Magnus – ¿Qué quieres saber? –

– Tu mamá, – dijo Alec lentamente. – Parecías no querer hablar de ella antes. –

– Mi mamá era maravillosa, – comenzó Magnus. – Me crió a su manera, mi papá nos abandonó antes de que yo naciera. Ella se enfermó cuando iba en la secundaria pero nunca me dijo que estaba enferma hasta que me gradué. Murió un poco después de eso. –

– Lo siento – dijo Alec, mientras movía su mano para sostener la de Magnus. Magnus tomó la mano apretándola, disfrutando el consuelo que le daba. Magnus le tocó la obvia preocupación de Alec. En los años que estuvo con Camille, ella nunca había mostrado ni la mitad de afecto que Alec le había mostrado en ese día. Magnus no estaba seguro de que clase de sentimientos estaban creciendo en su pecho, pero estaba seguro de que eran causados solo por Alexander.

– Es solo que la mayoría de personas no le interesa saber esa clase de cosas. – explicó Magnus, – Pero si las quieres saber, entonces te las diré. –

– Gracias, – replicó Alec, dando un apretón en la mano de Magnus.

– ¿Puedo volverte a ver? – preguntó Magnus.

– Si vas a estar aquí por un tiempo, – dijo Alec con una sonrisa. – ¿Tal vez deberías aprender a surfear? –

– Contigo como mi maestro, – dijo Magnus – me encantaría. –

– Bien, entonces, ¿Mañana en la mañana? – dijo Alec.

– ¿No tienes que trabajar? –preguntó Magnus.

– Nah, – sonrió Alec. – Haré que Jace cubra mi turno. – Magnus no pudo evitar reír.

– Parece justo, – Magnus le sonrió a Alec – pero ¿y ahora qué? – Alec inclinó su cabeza como preguntando a que se refería. – ¿Qué vamos a hacer ahora? –

– No hay mucho que hacer por aquí, – le recordó Alec.

– ¿Puedo al menos acompañarte a casa? – le preguntó Magnus.

– Bueno, dado que mi coche esta en la tienda, puedes acompañarme al trabajo, – replicó Alec. Magnus accedió rápidamente y se volteó para pedirle a Karla la cuenta.

Cuando les entrego la cuenta había un pedazo de papel incluido. Magnus lo leyó mientras pretendía calcular la cuenta.

“ Me costó reconocerte con sin todo el maquillaje puesto, Magnus Bane. Por favor se amable con Alec o celebridad o no te encontraré y te golpearé. Saludos, Karla.”

Magnus no pudo evitar sonreír. Quizá los pueblos pequeños no fueran tan malos. Si una mesera en Nueva York lo hubiera reconocido en una cita, hubiera tomado millón de fotos y vendido a el mejor postor y después se hubiera puesto a rogarle por un montón de autógrafos, a pesar de haber violado su privacidad.

Magnus le dejó una generosa propina, se levantó y le ofreció su brazo a Alec, quien lo tomó. Juntos caminaron fuera del restaurante, pasando fotos de hombres cargando peces, que eran records de peso. Estaba, obviamente, lloviendo cuando salieron, pero a Alec parecía no importarle. Después de pasar tanto tiempo en Inglaterra, a Magnus nunca le importó mucho la lluvia, pero ahí con Alec, incluso la lluvia parecía maravillosa. Caminaron brazo con brazo por la calle, viendo las mismas tiendas que pasaron mientras iban hacia en restaurant. Fue una caminata corta y pronto llegaron al la tienda donde se leía “Lightwood Boards”.

– Buenas noches Magnus, – dijo Alec, soltando el brazo de Magnus y volteando a verle. – Gracias por la cena. –

– Cuando gustes, – Le respondió Magnus. Se inclinó hacia el, todo el tiempo viendo a Alec, buscando signos de que fuera una mala idea; pero no vio ninguna. De hecho, Alec se inclinó y le besó primero. Magnus enrolló sus brazos alrededor de Alec, profundizando el beso. Cuando se separaron, la mano de Magnus acarició la mejilla de Alec. Alec cerró los ojos y beso la palma de Magnus; mientras que Magnus, emitió una sonrisa genuina.

– ¿Cuándo te veré para nuestras lecciones de surf? – le preguntó Magnus, acariciando la mejilla de Alec.

– Eso depende, – susurró Alec, abriendo los ojos con una sonrisa. – ¿Al final si compraste un traje de baño? –

– Lo hice, – Magnus se defendió, volviendo sus manos a sus costados. – Un par de aburridos shorts, ya que los calzoncillos fueron muy ofensivos para ti. –

– En ese caso te veré a las seis, – Alec replicó. Magnus accedió, a pesar de el hecho de que no se había levantado tan temprano en años. Alec regresó a la tienda, señalando el fin de la primera cita con Magnus.

Sintiéndose en los cielos, Magnus camino su motel. Todo parecía mas brillante, los signos de las calles eran más vibrantes, el aire era más ligero. ¿El mundo siempre había estado lleno de esperanza? Magnus saltó sobre la lluvia, recordando a el personaje de su musical favorito mientras caminaba.

– Singin’ in the rain. – Magnus cantaba en las calles desiertas. – Just singing in the rain. What a glorious feelin. I’m happy again! I¡m laughing at the clouds so dark above. The sun’s in my heart and I’m ready for love. Let the storm clouds chase everyone from the place. Come on with the rain, I’ve smile on my face. I’ll walk down the lane with happy refrain. And singin’ just singin’ in the rain. –

Era arriesgado cantar pero Magnus no pudo evitarlo. La cálida lluvia cayendo en su cara y el sentimiento en su corazón les estaban rogando que cantara. Y esa canción, que nunca le había dado sentido, ahora podía endentarla a la perfección.

Tarareó el resto de la letra mientras se dirigía hacia su motel. En su alegría debió haber girado de vuelta, ya que se encontraba de nuevo frente al letrero de la tienda donde conoció a Alec. Se detuvo a mirar el letrero, mientras imágenes de Alec pasaban por su mente. La expresión nerviosa de Alec mientras Magnus ligaba con el, pasaron como flashes en su mente. La honesta mirada en la cara de Alec cuando miraba a Magnus durante su cita. Magnus se prometió a si mismo que le diría la verdad pronto. Tan pronto como considerara que Alec le quería lo suficiente como para no salir huyendo.

– Tienes la misma mirada que tenía Alec, – Magnus sonrió mientras vislumbraba a Izzy. Ella estaba sosteniendo en sus manos unas llaves, y Magnus sospechó que acababa de cerrar la tienda.

– Lo tomaré como una buena señal, – Magnus lucía radiante. – Buenas noches Isabelle. –

Magnus se giró de vuelta, esta vez prestando atención hacia donde se dirigía. Si se iba a levantar a las seis de la mañana para ver a Alec, ya era hora de ir a dormir.

Chapter 6: Surfeando

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Magnus se levantó por su alarma de reloj, sabiendo completamente el porque la había puesto; nada como Alexander para motivarle a levantarse temprano. Después de ponerse su traje de baño y una camisa, Magnus lentamente salió de hotel con un rostro somnoliento. ¿Quién en sus cinco sentidos se levantaría tan temprano?

Magnus se detuvo en una cafetería y compró dos cafés, antes de continuar su camino hacia la tienda de surf. Era extraño, un día sin nubes y a pesar de estar medio dormido, Magnus estaba agradecido de que saliera el sol.

Cuando Magnus llegó a la tienda Jace estaba abriendo la puerta. Jace volteó a ver a un Magnus que se veía igual de cansado.

– Más vale que esa cita sea malditamente fantástica, – Jace refunfuñó mientras tomaba uno de los cafés que traía en sus manos.

– Eso era para Alec, – objetó Magnus pero Jace volteó a verle con una mirada más molesta de lo que creía merecer.

– Voy a cubrir el turno de Alec, – se quejó Jace. – Así que me quedaré con el café. Acéptalo. –

A pesar del intento de Jace por abrir la puerta, esta seguía cerrada. Parpadeando somnoliento, Jace intentó abrir de nuevo. Mientras entraban a la tienda, lo primero que notó fue a Alexander usando un bañador negro y una camisa pegada a su pecho. Magnus admiró por un momento los músculos del pecho de Alec, con la boca un poco abierta. El color negro combinaba hermosamente con la pálida piel. Después de un momento Magnus salió de sus pensamientos.

– Ah, por eso la puerta ya estaba abierta, – Magnus dijo al rubio gruñón que le había robado el café de Alec. Jace solo le mandó una mirada enojada.

– Te había traído café, – dijo Magnus. – Pero Jace lo robó. –

– Un pequeño precio a pagar por robarme mi hermoso sueño, – Jace se quejó mientras desaparecía por la puerta de atrás.

– Gracias supongo, – dijo Alec con una pequeña risa, ignorando a Jace. Alec estaba mirando a Magnus de pies a cabeza, pero justo cuando Magnus comenzaba a disfrutar el hecho de que Alec le comiera con la mirada, Alec contradijo sus acciones con sus palabras.

– Esa playera podría no funcionar, – dijo Alec. – Necesitas una rashguard, una playera para el agua. –

– Oh – replicó Magnus, más decepcionado de lo que admitiría al darse cuenta de los motivos por los que Alec lo había checado.

– Vamos, – dijo Alec. – Traje una playera extra para ti. Está en mi coche. –

Justo cuando Alec comenzó a caminar hacía la puerta de atrás para salir, Jace reapareció arrastrando una pequeña silla. La puso detrás del mostrador y se sentó, recargando la cabeza en el escritorio.

– ¡Enserio! – Alec exclamó sacudiendo la cabeza. – ¡No puedes estar tan cansado Jace! –

– Oh, si puedo, – masculló Jace. – Yo abrí ayer. Nunca había abierto dos días seguidos. –

– ¡Oh por favor! – Alec se quejó. Jace solo murmuró algo inentendible. Alec dejó a Jace en su miseria pero Magnus no pudo evitar no simpatizar con él. Era demasiado temprano, después de todo. Magnus siguió a Alec por la puerta trasera.

– Perdón por lo de Jace, – dijo Alec mientras cerraba la puerta. – No es una persona madrugadora. –

– Tampoco yo, – respondió Magnus. – Creo que nunca me había despertado tan temprano en mi vida. –

– ¿De verdad? – preguntó Alec escéptico.

– No me malinterpretes, – replicó Magnus sonriendo. – Me he quedado despierto hasta las seis de la mañana innumerables veces, pero despertarme a las seis, no mucho. –

Alec rió entre dientes mientras abría el auto, o mejor dicho, camioneta; era suficientemente grande como para traer dos tablas de surf en la parte trasera.

– Yo nunca me he quedado despierto hasta las seis de la mañana, – Replicó Alec mientras entrabamos al auto.

– El búho de la noche y el pajarito mañanero, – dijo Magnus con una sonrisa. – No complementamos perfectamente. –

– Más como que nunca estamos despiertos al mismo tiempo, – Alec me llevó la contraria mientras conducía.

– Me gusta más mi versión, – dijo Magnus radiante.

– Claro que si, – Alec sonrió. – Porque eres cursi ¿recuerdas? –

– ¿Y ser cursi es algo malo? – preguntó Magnus. Prefirió ver a Alec manejar que ver por la ventana.

– No tanto como algo malo, – dijo Alec mirando hacia el camino. – Más bien es como mentirse a si mismo. –

– A veces la verdad es cursi, – dijo Magnus contradiciéndole. – Por ejemplo, el como nos conocimos. –

– Eso no fue cursi, – replicó Alec. – Fue más como una casualidad del universo. –

– Prefiero creer que fue el destino. – dijo Magnus.

– Ves, eso si es cursi, – argumentó Alec.

– Si una cosa en un millón hubiera pasado diferente, quizá no nos hubiéramos conocido, – Dijo Magnus dulcemente.

– Si, pero eso no lo hace destino, – argumentó Alec de vuelta.

– Tendremos que aceptar que estamos en desacuerdo en ese punto, – concedió Magnus. Alec se rió mientras se estacionaba. – ¿Ya llegamos? – agregó Magnus con sorpresa.

– No olvides que desde la tienda podemos ver el océano, – dijo Alec. – No es justo. Si no fuera por las tablas de surf, te hubiera hecho caminar. –

– ¡Que el cielo no lo permita! – Magnus bromeó mientras abría la puerta y salía. Cuando Magnus caminaba hacia el otro lado del auto fue asaltado por algo suave. Alec le había lanzado la camisa a la cara.

– Ya que sabemos que no te molesta desvestirte en público, por lo que no te importará cambiarte en el estacionamiento, – bromeó Alec.

– Solo si tú estás viendo, – Magnus sonrió de vuelta mientras se quitaba rápidamente su playera, y se la aventaba a Alec, quien tristemente la cachó. Antes de que Magnus se pusiera la playera ajustada, hecha de algún material de plástico, se aseguró de voltear a ver a Alec. No pudo evitar sonreír cuando vio que Alec tenía la vista fija e su pecho. Magnus se puso la camisa nueva antes de quitarle la tabla a Alec.

– Sígueme, – dijo Alec y Magnus le siguió. Bajaron por un camino que guiaba hacia la playa. Magnus escuchó las olas y tomó una bocanada de aire, inspirando sal del aire. Esperó que Alec siguiera caminado hasta el agua pero para su sorpresa, se detuvo al inicio de la playa, donde terminaba la acera y comenzaba la arena que se extendía hasta el mar.

– No soy un experto – Magnus bromeó. – Pero estoy bastante seguro de que el surfeo es un deporte acuático. No de arena. –

– No habrá agua para ti aun, – dijo Alec. – Los principiantes deben probar que se pueden levantarse en la tabla sin caerse sobre la tierra. Después nos movemos al agua. –

– ¿Levantarse? –

Alec se colocó en la tabla sobre la arena y se acostó sobre ella. Con un movimiento rápido Alec colocó sus piernas debajo de él y se paró, tomando la postura de surfeo.

– Eso es un levantamiento, – explicó Alec. – Y antes de que te mojes, necesitaras poder realizar eso. –

– Okey, okey, – Magnus sonrió.

– Es más difícil de lo que parece, – dijo Alec. Magnus no contestó, simplemente se colocó en la tabla al lado de Alec y se acostó en ella.

Magnus siguió las instrucciones de Alec, tratando de levantarse como él, y fallando.

– Te dije que era difícil, – dijo Alec sonriendo. Pero en el segundo intento de Magnus, Alec ya no sonreía tanto. – Eso estuvo bastante bien para un segundo intento, – Alec le reclamó. – Ya has surfeado antes ¿verdad? –

– Nop, nunca había surfeado, pero se bailar, – replicó Magnus. – Mismos principios básicamente. Gracia y balance. –

– Bailas, cantas, – dijo mientras contaba con sus dedos. – Viajas alrededor del mundo, incluso eres alto, moreno y guapo. Además apareciste de la nada para agitar completamente mi mundo. – Alec puntualizó, mientras abría los ojos. – ¿Dónde está la trampa? –

– No se cocinar, – Magnus se carcajeó.

– Pff, – Alec agitó su mano, restándole importancia. – Tampoco mi hermana. –

Magnus se rió y atrajo a Alec para darle un beso rápido antes de volver a acostarse en la tabla y practicar el levantamiento, otra vez. Alec continuó enseñándole y en solo una hora, ya estaba dispuesto a dejarle intentarlo en el agua. Alec hiso que se atara una correa en el pie, por seguridad, antes de dirigirse al agua juntos. Después, Alec le enseñó a Magnus la forma correcta de posicionar su peso en la tabla y como atrapar una ola.

– Antes de que te deje ir ahí, – comenzó Alec. – Recuerda que si estás a punto de caerte, no peles contra eso, solo deja que pase y asegúrate de caer lo suficientemente lejos de la tabla y caer sobre la espalda. Cuando vayas a salir del agua, pon una mano sobre tu cabeza. –

– Seguridad primero, – Magnus asintió. – Lo tengo. –

– Además…– comenzó Alec de nuevo.

– ¡Relájate! – Magnus le interrumpió sonriendo. Alec abrió la boca para continuar hablando pero Magnus le silenció con un beso. Alec se sonrojó, murmurando algo sobre que la seguridad era importante, y se volteó, dirigiéndose hacia el agua. Ambos se acostaron en sus tablas, pero Magnus se quedó atrás para observar a Alec. Alec remó hacia una ola, se levantó y se deslizo elegantemente sobre la superficie del agua antes de voltear su tabla por el aire y caer en el agua de nuevo. Era algo surreal de ver.

– Es bueno ¿verdad? – Karla dijo mientras se sentaba de nuevo en su tabla. – Que sorpresa, – dijo mientras añadía en un tono más serio. – ¿Recibiste mi nota? –

– Lo hice, – contestó Magnus. – Y leyendo entre líneas de la nota ¿supongo que no me vas a echar de cabeza?

– A pesar de el hecho de que tu manager probablemente me premie nombrándome de la realeza por hacerlo, no, no lo hare, – dijo Karla.

– Ragnor no tiene el poder para nombrarte de la realeza, – Le dijo Magnus.

– No has estado al pendiente de las noticias tuyas desde que huiste. ¿verdad? – Karla asumió.

– Apagué mi teléfono, – confesó Magnus.

– Oh volverás a un mundo lleno de daños cuando prendas ese teléfono, – Karla rió entre dientes. Después puso cara seria mientras me decía. – No dejes que esos daños caigan sobre Alec. Es una buena persona. –

– Te aseguro que lastimar a Alec es la última cosa que quiero hacer, – Magnus replicó dulcemente.

– ¿De verdad te gusta eh? – Karla me sonrió. – Es divertido, nunca pensé que fueras gay. Aunque supongo que Camille puede hacer que cualquier hombre se deje de interesar en las mujeres, – ella se carcajeó.

– Soy un poco más de lo que las revistas dicen de mi, – replicó Magnus.

– Bueno mientras no estés solo jugando con Alec o experimentando con él, me guardaré el secreto de tu presencia aquí. Lo prometo. –

– Gracias, – contestó Magnus con una sonrisa.

– Pero tengo que preguntar, – dijo Karla. – ¿Porqué diablos decidiste venir a este pequeño lugar en medio de la nada cuando dejaste Toronto? –

– Dejé que el destino decidiera, – Magnus sonrió mientras miraba a Alec que seguía atrapando olas. Karla giró los ojos.

– Oh, para ser dos personas demasiado diferentes, suenas igual que Alec, – ella se rió. – ¿Porqué no le has dicho quien eres? –

– La fama y la fortuna han arruinado la mayoría de mis relaciones, – confesó Magnus, no muy seguro de el porqué le contaba a una completa extraña sus cosas personales. Aunque supuso que estaba acostumbrado a que su vida fuera divulgada por todos lados, decirle a Karla no era la gran cosa. Además, ella ya sabia quien era.

– Lo entiendo, – Karla le sonrió y Magnus agradeció que el no tener que explicarse más. – Bueno, no esperes mucho para decírselo. Él valora mucho la honestidad. –

– Esa es una de las cosas que me gustan de él. – dijo Magnus. Justo en ese momento Alec notó que Magnus no se había adentrado completamente al agua. Dio vuelta a su tabla mientras se dirigía a su dirección.

– ¿Los dejo solos entonces? – Karla me sonrió antes de acostarse en la tabla y remar hacía un grupo de chicas que había dejado para hablar con Magnus.

– ¿Esa era Karla? – preguntó Alec mientras se aproximaba.

– Si, – contestó Magnus.

– ¿Qué quería? – preguntó Alec.

– Solo hablar, – contestó Magnus.

– ¿De qué? – preguntó Alec cautelosamente.

– De ti, por supuesto, – Magnus le sonrió. – Estaba de acuerdo conmigo de lo bien que te ves surfeando. –

– ¿Y porque tú no estás surfeando? – le preguntó Alec. – ¿Todas esas lecciones fueron una pérdida de tiempo? –

– Solo me quedé atrás para poder admirar a mi maravilloso profesor, – Magnus bromeó. Alec se sonrojó pero trato de ignorarlo, mientras le indicaba a Magnus que le siguiera hacia las olas. El agua estaba cálida, sin estar demasiado fría ni caliente. Ya que era verano, Magnus sospecho que el surfeo durante el invierno era imposible sin un buen traje de surf para mantenerte caliente en las frías aguas del invierno. Magnus remó hacia una ola y espero a sentir la señal de la ola sobre su tabla, justo como Alec le había dicho que tenia que hacer, antes de levantarse. Y de repente ya estaba surfeando.

– ¡Woo! – exclamó Magnus mientras intentaba mantener el equilibrio, aunque nadie podía escucharle sobre el sonido de las olas. Las olas no eran tan altas y aunque no lo hacia de forma tan experta como Alec, estaba surfeando.

Magnus no eraba seguro de cuanto tiempo estuvo surfeando, pero el hambre lo llevó de vuelta a la arena. Magnus no había desayunado desde que se despertó, ya que su hora favorita para desayunar era cerca del mediodía. Con sus estomago rugiendo, ambos caminaron fuera de la playa.

– Para ser tu primera vez surfeando, – dijo Alec mientras llegaban al auto. – Estuviste bastante bien. Te sale natural. –

– Bailarín. – Le recordó Magnus con una voz animada. Alec rió mientras sacaba dos toallas del maletero y le lanzaba una a Magnus. Se secaron lo mejor que pudieron y se metieron al auto. La conversación sobre el día de surf fluyó fácilmente hasta que Alec se estacionó. Magnus miró por la ventana. En frente de ellos había una pequeña casa pintoresca hecha de madera natural con verde sobre la puerta y la ventana.

– ¿Esa es tú casa? – preguntó Magnus.

– Sip, – dijo Alec. – Solo necesito cambiarme y después podemos ir a desayunar. –

– ¿Puedo entrar? – preguntó Magnus. – Me encantaría ver donde vives. –

– Supongo, – dijo Alec. – Pero no tardaré mucho. – Magnus le confirmó que aun así quería entrar y siguió a Alec por las escaleras. Jace por supuesto estaba en la tienda y no en casa, así que Alec abrió y Magnus le siguió dentro.

– Espera aquí, – le dijo Alec. – Ahora vuelvo. –

Magnus miró alrededor de la pequeña y ordenada casa. Había una televisión en la esquina y un desgastado sofá de cuero la rodeaba. La cocina era pequeña ero cómoda, de color blando y con una ventana. No había ninguna mesa de café entre la televisión y el sofá, pero había una mesa situada al lado del sillón. El suelo o era de madera dura o era lamina realmente parecida.

– Tu casa es hermosa, – le dijo Magnus cuando Alec reapareció usando unos pantalones oscuros y una playera con un logo de surf en ella. Magnus aun usaba su playera de surf y su traje de baño, pero no tenia prisa por ir al hotel a cambiarse.

– ¿Esto? – preguntó señalando la habitación con un encogimiento de hombros.

– Si, – replicó Magnus. – Se siente como un hogar. –

– Gracias, – dijo Alec inseguro.

– Eres maravilloso, – comenzó Magnus. – Surfeas como un dios. Eres honesto, amable y cariñoso. Además, tienes una casa limpia. Soy muy afortunado de que estuvieras soltero. – dijo Magnus medio bromeando pero al mismo tiempo mirándole con seriedad. Para su sorpresa, Alec no compartía su entusiasmo.

– Ha, – rió casualmente Alec. – Yo estando soltero es como mi status quo. La suerte no tiene nada que ver con ello, créeme. –

La sorpresa de Magnus debió mostrarse en su cara ya que la risa de Alec murió cuando se miraron. La luz del sol entrando por la ventana iluminaba el rostro de Alec perfectamente y Magnus se encontró cruzando la habitación. Se acercó a Alec, mientras gentilmente tomaba el rostro de Alec con ambas manos y miraba intensamente esos perfectos ojos azules.

– No hay nada de común en ti. – Magnus susurró. – Por mi salud mental, estoy agradecido de que estuvieras soltero, pero incluso aunque no te des cuenta de ello, yo noto como atraes miradas cada vez que entras a una habitación, Alexander. – Alec se sonrojó intensamente, pero no rompió el contacto visual con Magnus. Alec mordió su labio inferior y lo jaló un poco. Magnus gimió un poco antes de acercar el rostro de Alec. Sus labios se juntaron en un intenso beso, parados en la sala de Alec. Alec se entregó completamente al beso, pasando sus manos por el cabello de Magnus. Las manos de Magnus estaban en su cintura, sosteniendo a Alec pegado a él. Alec presionó su cuerpo con el de Magnus y antes de que Magnus lo supiera, Alec saltó y enrolló sus piernas alrededor de la cintura de Magnus. Retrocedieron hasta que la espalda de Alec golpeó la pared, nunca dejando de besarse. El cuerpo de Alec se movía al ritmo del beso, sus piernas enrolladas en Magnus, y de repente toda la sangre de Magnus, fue redirigida a su cerebro.

– Alexander, – Magnus gimió mientras liberaba sus labios para depositar besos en su cuello. – Si no me detienes ahora, voy a lanzarte sobre el sofá y voy a hacer de todo contigo. – Alec se congeló, mientras alejaba su rostro para mirar a Magnus. Ambos estaban jadeando.

– Lo siento. – murmuró Alec mientras liberaba sus piernas de la cintura de Magnus. Alec intentó separarse, bajando su rostro avergonzado, pero Magnus lo sostuvo ahí, levantándole la mejilla gentilmente, haciendo que le mirara.

– Oh, no te disculpes, – susurró Magnus. – Solo no quiero abrumarte. – Pausó y luego añadió. – Aunque tu ya me has abrumado completamente. –

– ¿De verdad? – preguntó Alec.

– ¿No lo acabo de confesar? – preguntó Magnus, sacudiendo su cabeza. – ¿Qué tengo que hacer para que te des cuenta de lo irresistible que eres? –

– Nunca me había sentido así antes, – dijo Alec. – Nunca había querido así a alguien antes. Me gustas más de lo que debería. –

– Tu también me gustas más de lo que debería, – Magnus repitió. – Esto es nuevo para mi también. –

– Oh por favor, – Alec se mofó alejándose de Magnus. Esta vez Magnus se lo permitió. – No me creo eso. –

– He salido, – Magnus aceptó. – De hecho hace poco termine con alguien, antes de venir para acá. – Magnus acarició el rostro de Alec. – Se siente diferente. –

– Nos acabamos de conocer. – Alec se rió, pero Magnus sintió la ansiedad y la inseguridad en esa risa. – Solo estás despechado y buscando recuperarte. –

– ¡No! – Magnus dijo rápidamente. – ¡Oh dios no Alec! Una de las razones por las que vine a esta pequeña isla fue porque no sentí nada cuando nos separamos. Bueno, nada más que alivio, y todas mis anteriores relaciones habían sido así, Alec. Hasta llegué a pensar que quizá había algo malo en mi, pero tu me mostraste que estaba equivocado.

– Magnus yo… – Alec comenzó. – No se que decir. –

– No tienes que decir nada. – Magnus ronroneó. – Solo créeme, por favor. – Alec le sonrió, sus mejillas rojas mientras su gran sonrisa iluminaba sus ojos azules. Magnus no pudo resistir el tocar de nuevo a Alec. Levantó su mano para acariciar la mejilla de Alec, y Alec giró su rostro para besar la mano de Magnus.

– ¿Podemos desayunar aquí? – preguntó Magnus.

– Claro, – Alec se encogió de hombros. – Si tu quieres. –

– ¿Cocinas? – le preguntó Magnus. – O podemos ordenar algo. Ya hemos establecido que yo no puedo cocinar. –

– Por supuesto. – Alec rió mientras guiaba a Magnus a la cocina. Resultó que Alec era un excelente cocinero, lo cual, Magnus agregó a la lista de las razones por las que Alec era perfecto.

Chapter 7: Confesiones

Chapter Text

Magnus había disfrutado el observar a Alec cocinar casi tanto como había disfrutado su comida.

– Eso estuvo delicioso, – dijo Magnus con entusiasmo.

– Solo fue un desayuno, – Alec se encogió de hombros, pero Magnus sacudió la cabeza en desacuerdo y continuó elogiando la comida de Alec. – Mamá me enseño, – contestó Alec cuando Magnus le preguntó quien le había enseñado.

– Oh cierto, la excelente cocinera de sándwiches, – Magnus rió. – Debí haberlo adivinado. –

– Así que, – Magnus agregó después de que Alec terminara de poner los platos en el lavadero. – ¿Dónde están todos esos suéteres con hoyos que me prometió tu hermana? –

– Izzy exagera, – Alec suspiró.

– ¿No tienes ropa con hoyos? – Magnus se burló.

– No, – dijo Alec firmemente, pero rápidamente se resignó y agregó. – Okey, quizá uno o dos suéteres viejos pero no son hoyos tan grandes. –

– Ni mentir sobre el estad de tu ropa puedes ¿eh? – Magnus se burló mientras se acercaba a Alec y le besa ligeramente en los labios. – Estoy seguro de que te vez asombroso incluso en suéteres con hoyos. – Magnus ronroneó. Estiró su mano y tomó la de Alec. Alec le permitió ser llevado al sofá.

– ¿Quieres ver televisión? – le preguntó Alec cuando se sentaron.

– No, – respondió Magnus suavemente mientras ponía a Alec entre sus brazos. – Solo quiero abrazarte. – Los brazos de Magnus estaban alrededor de Alec, y lo apachurró gentilmente mientras hablaba, para ilustrar su punto. Alec recargó su cabeza feliz en el hombro de Magnus. Sus respiraciones se sincronizaron y Magnus no pudo recordad alguna vez haber estado tan cómodo. Había algo demasiado acogedor en estar acostado en el sillón con Alec, y su estómago lleno de su maravillosa comida. Magnus acarició el suave cabello de Alec gentilmente y Alec cerró los ojos.

– Así que, – Magnus comenzó cuando sintió que Alec estaba completamente relajado. – ¿Cuándo podré leer tu poesía? –

– Nunca, – dijo Alec rápidamente, abriendo sus ojos. Claramente Alec no había estado lo suficientemente relajado.

– ¿Porqué no? – Magnus se quejó pero Alec negó con la cabeza.

– Son demasiado malos, – contestó Alec rápidamente. – Ni siquiera se porqué te lo dije. ¡No se lo he contado ni a Jace! –

– ¿Y que hay de tu hermana? –

– Ella sabe, – dijo Alec. – O al menos sabía que solía escribir poesía. –

– Realmente me encantaría leer un poco de ello, – Magnus habló suavemente. Alec se hundió en el sofá, o en este caso, en el pecho de Magnus. Pero no contestó. – ¿Qué tal si te cantó una de mis canciones? – Magnus intentó. – ¿Una canción por un poema? –

– ¿Tienes canciones? – le preguntó Alec.

– La música es algo así como mi trabajo. – dijo Magnus sonriendo.

– Pero dijiste que no escribías canciones. – inquirió Alec.

– Si, – Magnus suspiro. – Alguien más escribió la letra pero yo escribí la música. –

– ¿Ese es entonces tu trabajo? – Alec preguntó. – ¿Escribir música? –

– Si, y cantarla, – respondió Magnus.

– Yo no podría actuar en frente de personas, – dijo Alec estremeciéndose. – Nunca le he leído mis poemas a nadie. –

– ¿Ni siquiera a tu hermana o tus padres? – Magnus preguntó. Dado que Alec estaba acostado con su cabeza recargada en su hombro, Magnus se tuvo que negar el placer de ver la cara de Alec desde ese ángulo.

– Izzy ha leído algunos de mis poemas, – dijo Alec bajito. – Pero nunca he tenido el valor de leer mis poemas a alguien. –

– ¿No te gusta interpretar en público eh? –

– Nope, – dijo Alec. – Una vez tuve un ataque de pánico durante una obra escolar. – Había un poco de risa en la voz de Alec, pero también un poco de ansiedad, mientras recordaba la humillación del evento.

– Quizá yo pueda leer uno de tus poemas, – intentó Magnus de nuevo. – ¿Si te canto una de mis canciones? No tienes que leérmelo ni nada. – Alec se quedó en silencio por un momento, y Magnus estuvo tentado a girar la cara de Alec para poder verle. No poder verle el rostro lo hacia aun más enloquecedor.

– Tu cantas, – dijo Alec finalmente. – Y entonces quizá yo te muestre uno de mis poemas. –

– Eso no suena justo, – Magnus señaló, pero sonrió y añadió. – Bien. – Comenzó a cantar una suave melodía de una de sus nuevas canciones. –

– All my life, quite the strife, – Magnus cantaba suavemente, – An emptiness in me. A hole where love was meant to be. – Magnus comenzó a marcar el ritmo con su pie. – Taken from me forever more. My heart. Taken from me forever more by you. – Magnus pausó para tomar una rápida respiración, resistiendo la urgencia de besar a Alec. – The sun rises and sets with your smile. My stolen heart the best thing toe ver happen to me. – Magnus dejó la la última nota desapareciera lentamente. Después hubo un silencio.

– ¿Eso me ganó un poema? – le preguntó Magnus. Con un suspiro Alec se levantó y desapareció por su habitación, regresando un momento después con una libreta en sus manos. La abrió en una página en particular y se la dio a Magnus.

– No tienes permitido cambiar de pagina, – dijo Alec firmemente antes de soltar la libreta. – ¿Entendido? – Magnus asintió, y Alec libero la libreta. Magnus comenzó a leer los poemas que se le presentaba. El primero se llamaba “Acrostic” y el segundo “Haiku”.

All for those I
Love shall I
Ever be for them
Xacktly what they need
And what they
Need will always be
Dear to me for
Everyone of them
Requieres me

Little brother had
Always wanted to dream big
Shooting for the stars

– ¡Oh, tienes un hermano pequeño! – Magnus exclamó mientras leía el segundo poema.

– Bueno al menos no te estás riendo. – Alec suspiro.

– Lo siento, – dijo Magnus sonriendo radiante a Alec. Le hiso señas a Alec para que regresara a sus brazos y Alec lo hiso. Magnus enrolló sus brazos alrededor de Alec y besó su mejilla mientras decía. – Me encantan. –

– Escribí esos hace varios años. Se que son malos. –

– No son malos para nada, – Magnus replicó. – ¿Podría ponerles música? –

– Claro, – Alec contestó con un encogimiento de hombros. Magnus estudió las letras. Tatareó algunas melodías antes de seleccionar una que sintió, quedaba con ellas, y comenzó a cantar el poema de Alec. Seguía el ritmo golpeando sus dedos sobre la mesa. Cuando terminó, Magnus no estaba completamente satisfecho con su creación, ya que tenía muy pocas letras con que trabajar.

– Lo siento, eso no salió muy bien. – ¿Tienes poemas más largos? –

– ¿Si digo que no podemos cambiar de tema? – preguntó Alec esperanzado.

– Tomaré eso como un si, – replicó Magnus sonriendo. – Y por ahora vamos a cambiar de tema, pero no me daré por vencido contigo Alexander. –

– Lo se, – suspiró Alec.

– ¿Cómo se llama tu hermano pequeño? – Magnus preguntó, cambiando de tema como había pedido.

– Max, – contestó Alec. – Tiene diez años. –

– Mi ahijado es de esa edad, – replicó Magnus casual, tratando de hacer conversación, aunque igual hubiera estado bastante cómodo solo abrazando a Alec, con o si conversación. Magnus pensó que podría quedarse en ese sofá con Alec por siempre.

– ¿Tienes ahijados? – preguntó Alec sorprendido.

– Mis amigos, Tessa y Will, de los que te hablé, – explicó Magnus. – Tienes dos hijos, James y Lucie. James es el mayor. –

– ¿Es por eso que pasas más tiempo en Londres que en otros lugares? – preguntó Alec.

– Supongo, – Magnus dijo como si nada. – Pero no nací ahí. –

– ¿Dónde naciste? – preguntó Alec.

– En Netherlands, – replicó Magnus. – Pero mi mamá y yo nos mudamos a Londres poco después de mi nacimiento. Ella era holandesa pero mi padre era de Indonesia… o al menos eso me dijo. –

– ¿Nunca le conociste? – preguntó Alec.

– Nop, – Magnus se encogió de hombros.

– No tienes un acento ingles como para haber crecido en Londres. – observó Alec.

– Antes de que cumpliera dieciocho, – Magnus contestó. – También viví en Paris, Netherlands de nuevo y me gradué en la secundaria de Nueva York, así que mi acento se perdió durante el camino. – Magnus rió.

– Wow, que loco, – Alec se rió. ¿En que trabajaba tu mamá? –

– Era una azafata, – explicó Magnus. – Pero también era bailarina y por ello también viajaba mucho. –

– No puedo imaginarme como sería crecer así, – dijo Alec asombrado. – Mi infancia fue completamente diferente. –

– ¿La historia de mi niñez me ha ganado otro poema? – Magnus preguntó animado.

– No, – contestó Alec rápidamente.

– ¿Y qué tal el poder mirar tu colección de suéteres con hoyos? – Magnus sonrió. Alec sacudió la cabeza. Mientras una idea aparecía en su mente, Magnus decidió probar una nueva técnica. – ¿Qué tal si te digo la verdadera razón por la que conseguí un trabajo en tu tienda? ¿Eso me ganaría otro poema? –

– Quizá, – concordó Alec.

– Conseguí el trabajo para poder pasar más tiempo contigo, – susurró Magnus. – Ya que coquetear contigo no me estaba llevando a ningún lado. –

– Conseguiste un trabajo, – Alec repitió como para asegurarse de que había escuchado bien. Ahora mismo, Magnus deseaba poder ver el rostro de Alec, a pesar de que eso significaría no tenerlo más en sus brazos. – ¿Para hacerme aceptar tener una cita contigo? –

– Si, – Magnus replicó, no muy seguro de lo que Alec estaba pensando.

– ¡Eres implacable! – exclamó Alec.

– Es gracioso, – Magnus rió. – Izzy dijo lo mismo. – Alec se giró en los brazos de Magnus y observó sus ojos. Magnus tomó la oportunidad de mirar de vuelta, tratando de descubrir los pensamientos detrás de esas gentiles piscinas azules.

– ¿Entraste a mi tienda… – comenzó Alec. – …me viste y luego decidiste hacer todo lo que estaba en tu poder para conseguirme? –

– Algo así, – Magnus sonrió, con una de sus manos descansando sobre la cintura de Alec y la otra sobre su mejilla.

– Es una locura, – replicó Alec. – Yo no lo valgo. – Magnus odió escuchar a Alec decir eso. Él sabía que Alec eso y mucho más de lo que otra persona había valido antes.

– Hubiera hecho eso y más, – susurró Magnus. – Porque lo vales. –

Alec parecía no tener las palabras para responder; millones de emociones pasaron por su rostro. Magnus no tuvo tiempo de descifrarlas ya que de repente Alec se estaba inclinando y besándole. Magnus sostuvo la cadera de Alec con ambas manos mientras le besaba de vuelta apasionadamente. Mientras se besaban, Alec se sentó sobre el regazo de Magnus, mientras se presionaba contra él, a horcadas.

– Alec, – Magnus susurró, pero la única respuesta que obtuvo fue un Alec profundizando más el beso. La lengua de Magnus exploró codiciosamente la boca de Alec mientras una voz en su cabeza le decía que esto era una mala idea. Alejo la idea mientras encontraba el dobladillo de la playera de Alec y deslizaba sus manos por dentro, sobre su suave piel de la espalda. Había pasado mucho tiempo desde que Magnus había estado con un hombre y nunca antes había sido en modo romántico. Su corazón latía desenfrenado y sus pantalones se apretaban mientras las acciones de Alec le mostraban claramente lo que quería. La pequeña voz en su cabeza se fue haciendo más alta, recordándole que hace apenas unas horas se habían detenido en ese punto.

– ¿Estás seguro? – Magnus susurró, acariciando el rostro de Alec dulcemente.

– No, – respondió Alec, pero otra vez, sus palabras y sus acciones se contradecían, mientras Alec encontraban el borde del bañador de Magnus. Magnus se apoyo en la espalda del sofá, Alec estaba a horcadas e intentando desvestirlo, pero había dicho no. ¿Qué se supone que debería hacer?

– Alec, – Magnus intentó de nuevo, gentilmente descansando sus manos en las de Alec, sobre su short de baño. – Si no estás seguro. –

– ¿No me deseas? – preguntó de repente Alec, congelándose y con ansiedad en la voz.

– Te he deseado desde el primer momento que te vi. – Magnus contestó honesto. – Pero no tienes que hacer nada que no quieras hacer. –

– Quiero hacerlo, – susurró Alec. – Pero podrías irte pronto, ¿y entonces qué? –

– No te perderé por una cosa tan tonta como la distancia, – Magnus bufó. – Viajo demasiado ¿recuerdas? –

– Nos acabamos de conocer, – la voz de Alec se rompió, mostrando más ansiedad de la que aparentaba.

– He conectado contigo en estos dos días más de lo que lo he hecho con alguien antes. – Magnus confesó. Quería asegurarle a Alec, remover el miedo de su voz, pero lo que estaba diciendo sonaba más como una persuasión, así que agregó. – Y eso permanecerá aun si nos detenemos ahora. –

– Pero yo… – comenzó Alec, sonrojándose tan intensamente que Magnus no pudo evitar acariciar suavemente la mejilla rosada de Alec, – Yo nunca… no he… antes…–

Cuando Magnus se dio cuenta de lo que Alec intentaba decir, sintió algo crecer en su pecho, que no pudo identificar. Alec era completamente bueno, tan perfecto.

– Esta bien, Alec, – Magnus le susurró, sosteniendo el rostro de Alec con ambas manos.

– Yo no he estado fuera del closet mucho tiempo, – se explicó Alec con un murmuro, como si se avergonzara de su virginidad.

– Alexander, – Magnus susurró suavemente, desesperado por quitar la ansiedad en la voz de Alec. – Técnicamente yo estoy aun en el closet. –

– ¿Qué? – Alec preguntó en shock. Se separó para mirar a Magnus, asombrado. La idea obviamente no se le había pasado por la mente.

– Soy bisexual, – explicó Magnus. – Pero nadie lo sabe realmente, excepto por algunos amigos y ahora tu. –

– ¿De verdad? – preguntó Alec, sorprendido mientras se volvía a acomodar en los brazos de Magnus. Magnus se relajó mientras Alec se acostaba en el. De alguna forma y a pesar por la conversación y el momento anterior, Magnus estaba agradecido de que Alec aun se sintiera cómodo con él-

– Se lo dije a mi mamá antes de que muriera, – le explicó Magnus. – Mi amigo Woolsey lo sabe. Se lo dije a Will y Tessa recientemente. Es algo fácil de pretender ya que nunca había conocido un hombre por el que valiera la pena salir… hasta ahora. –

Alec sonrió con tanto alivio y afecto a Magnus, que le cortó la respiración. Después sin advertencia, Alec se inclinó hacia un lado del sofá y tomó la libreta que había terminado en el suelo. Le dio vuelta a la pagina, y la sostuvo para Magnus. El poema se llamaba “Sonnet”.

When you know who you are
But the world doesnt undestand your way
Best to hide in your Shell and not scar
The ones you love by telling them you are gay
No, I don’t want to be set up with a girl
But please don’t call me sexless
Jus because I won’t give her a whirl
Note ven for a grand duchess
Woul I get down on a her
Please stop asking me when I will date
It is you foult I am amateur
Hiding as a straight
How much longer can I conceal
Myself before I have to deal

– Oh wow Alec, – Magnus susurró mientras terminaba de leerlo. – ¿Cuándo escribiste esto? –

– Unos meses antes de que les dijera la verdad a mis padres, – explicó Alec. – ¿Te gusta? –

– ¡Me encanta! – exclamó Magnus mientras lo volvía a leer. – Lo amo, – Magnus levantó la mirada hacia Alec con temor, pero Alec parecía brillar de felicidad.

– Gracias, – masculló. Magnus puso la libreta a un lado y se abrazó más a Alexander. Terminaron viendo una película después de eso, pero Magnus no le prestó atención. En su lugar, enfocó toda su atención en los cálidos brazos de Alec.

Cuando Alec anuncio que tenía que prepararse para su turno de cierre que había intercambiado con Jace para poder ir a surfear esta mañana, Magnus instantáneamente decidió que le acompañaría para ayudarle.

– ¿Si quiera tienes un horario? – preguntó Alec.

– Define horario, – Magnus rió. Alec giró los ojos pero no agregó nada más. Se fueron juntos en el auto de Alec, y pronto llegaron a la tienda “Lightwood Boards”. Cuando entraron, Jace estaba sentado en la silla detrás del mostrador, con su cabeza recargada en sus brazos. Lucía medio dormido.

– Jace, – le llamo Alec gentilmente, pero Jace no reaccionó. Riéndose suavemente, Alec se volteó hacia Magnus. – ¿Debería dejarle dormir? –

– Nah, – Magnus sonrió. Magnus caminó hacia Jace, se le acercó por un lado de su cabeza y dijo “boo” bastante alto.

– ¡Qué demonios! – gritó Jace. Magnus se las arregló para mantener su risa, pero Alec no pudo lograr tal cosa.

– ¡La mirada en tu rostro! – Alec se las arregló para decir mientras tomaba aire entre las carcajadas.

– Ambos váyanse a la mierda, – Jace se enfurruño. – Me voy a casa. – Y con eso, se levantó y se fue por la habitación de atrás. Alec se limpió una lagrima de su ojo antes de mirar culpable a Magnus.

– No tuve que haberme reído, – dijo Alec, arrepentido.

– Bueno, yo no tuve que haber gritado boo en su oreja, – Magnus concordó. – Pero fue demasiado divertido. –

– Estas loco, – dijo Alec, pero veía a Magnus con una gran sonrisa en el rostro.

– Lo estoy, – Magnus estuvo de acuerdo. Se acercó a Alec y le besó ligeramente en los labios.

Cuando los clientes comenzaron a llegar, Magnus hiso lo mejor que pudo para vender el equipo de surf, pero su corazón no estaba realmente en ello. De hecho, su corazón estaba del otro lado de la habitación con Alexander. Magnus a menudo se sorprendía a si mismo mirando en dirección a Alec, mientras intentaba ayudar a los clientes. Amaba que el pueblo fuera tan pequeño, amaba no ser reconocido por cada persona en la calle. Aunque Karla le había reconocido, al parecer nadie más lo había hecho. Una población de dos mil habitantes significaba que había una pequeña posibilidad de personas conociéndole, después de todo.

Cuando Alec cerró las puertas y terminó el día haciendo el balance de las ganancias, Magnus se sentó en la misma silla que Jace usó detrás del mostrador. Observaba a Alec con una sonrisa en el rostro.

– Deja de mirarme, – Alec se quejó, sin dejar de ver su trabajo. – Intento hacer las cuentas. –

– Y estas haciendo un trabajo maravilloso, debo agregar. – Magnus exclamó.

– ¿Estás seguro de que mi mamá realmente te contrató? – Alec se quejó. – ¿O solo la engañaste para que te dejara quedarte detrás del mostrador? –

– Estoy trabajando bajo comisión, gracias. – Magnus replicó, sonriendo.

– Oh, así que eso es por lo que mamá accedió. – Alec comprendió, aun sin mirar hacía Magnus. – Me lo preguntaba, ya que no nos podemos permitir pagar otro sueldo. –

– Solo me pagará si las ventas aumentan, – Magnus replicó. – Pero tu sabes que esa no fue la razón por la que quería trabajar aquí. –

– Si, – Alec se rió. – Querías trabajar aquí porque tienes una enfermiza obsesión conmigo. –

– ¡Enfermiza! – Magnus objetó por la elección de palabras de Alec.

– ¡Oh vamos! – exclamó Alec finalmente rindiéndose con el la caja registradora y volteando a ver a Magnus mientras hablaba.

– Esta bien, – Magnus ronroneó mientras se paraba de la silla y se acercaba a Alec, enrollando sus brazos alrededor de Alexander por detrás. Alec inclinó su cabeza hacia atrás y la descanso sobre el hombro de Magnus. – Admitiré que estoy un poco obsesionado. –

– ¡Tu crees! – Alec exclamó. Era extraño, Magnus pensó, como las palabras de Alec nunca parecían coincidir con sus acciones. Era como si Alec estuviera teniendo una lucha interna.

– ¿Quieres que deje de tener una obsesión contigo? – Magnus preguntó serio.

– Yo… – Alec comenzó. Magnus giró a Alec gentilmente mientras le veía a los ojos.

– He notado que algunas de tus acciones dicen si mientras tus palabras dicen no. – dijo Magnus. – Si algo te molesta, por favor, dímelo. –

– No lo se, – dijo Alec finalmente. – Esto no se siente real. – Dejo salir el aire lentamente mientras continuaba. – Quiero decir, eras molesto cuando te conocí. Después repentinamente rompiste todas mis murallas y ahora estoy aquí, entre tus brazos. Haces que mi piel se estremezca cada vez que te acercas a mi. – Alec murmuró, luego agregó con más convicción. – Cosas como estas simplemente no pasan. –

– A veces mi vida tampoco se siente real para mi, – dijo Magnus suavemente. – A veces doy un paso atrás y me pregunto como diablos terminé ahí, pero a lo largo de los años he aprendido a no pensar demasiado en ello. El momento es lo que importa. Ahora mismo, es todo lo que tenemos. –

– Eso suena como un comercial motivacional, – Alec se rió entre dientes, pero Magnus sintió que ya había un poco menos de duda en sus ojos.

– Que tal esto, – dijo Magnus sosteniendo el rostro de Alec en sus manos. – Vamos a olvidarnos de las preocupaciones esta noche. – Alec asintió, inseguro. – ¿Te gustaría dormir en mis brazos esta noche? – Alec alzó una ceja en su dirección. – No me mires así, – Magnus dijo en tono burlón. – Acabamos de pasar la tarde abrazados en el sofá. –

Alec se sonrojó hermosamente mientras se acercaba más a mi y se abrazaba a mi pecho. – Eso me gustaría. – murmuró Alec.

Chapter 8: Abrumado

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Alec POV

Un cálido y asombroso sentimiento estaba creciendo dentro de su pecho. Se sentía flotando en ese momento, y todo lo demás olvidado exceptuando al alto y guapo extraño que era, por ahora, su por siempre. El mundo seguía girando, y todo lo demás tenía un aspecto borroso, solo enfocando a Magnus. Era sólido y estaba presente sus brazos. Las gentiles manos de Magnus acariciaban su cabello, y Alec se sintió importante, querido y completo. De repente el toque de Magnus se detuvo. Magnus se desvaneció de repente. Alec gritó su nombre pero Magnus no respondió. Alec seguía viendo todo borroso, pero ya no podía enfocar a Magnus, no lo podía traer de vuelta. ¡Se estaba yendo! ¿Qué había hecho mal?

Alec se levantó jadeando, con su mente girando. Antes de abrir los ojos, alcanzó a Magnus. Instantáneamente se sintió aliviado mientras su mano hacia contacto con la forma dormida de Magnus. Se volvió a acostar, tratando de controlar su respiración.

¿Qué demonios estaba mal con él?

Alec trató de pensar en una razón lógica de porqué se había asustado mientras ponía sus brazos alrededor de Magnus. Ninguna razón lógica le llegó a la mente. Simplemente estaba perdiendo toda la lógica y esa era la única explicación. Incluso el subconsciente de Alec se estaba volviendo loco, al darle un sueño así.

Aun estaba oscuro, y la alarma del reloj le confirmó que era demasiado temprano como para despertarse. Trató de volver a dormir, pero su mente parecía querer lo contrario. Eventualmente, se las arregló para dormir, enfocándose en la suave respiración de Magnus.

– Buenos días, dormilón, – era la voz de Magnus pero Alec aun no estaba completamente despierto. Balbuceó y se giró. – Y yo aquí pensando que eras una persona madrugadora. –

– No dormí muy bien, – murmuró, aun con los ojos cerrados.

– ¿Porqué no? – preguntó Magnus. Sonó realmente preocupado y eso le llegó. Abrió los ojos. Magnus estaba acostado a su lado, recargado en su hombro, mirándole.

– Tuve sueños extraños, – masculló Alec, – Y no estoy acostumbrado a dormir… bueno, no en mi cama. –

– Fue tu idea venir a mi motel, – replicó Magnus. – Yo sugerí tu casa. –

– Si, pero Jace está en mi casa. – Alec gimoteó.

– ¿Y? – inquirió Magnus.

– Y si nos hubiéramos quedado ahí, tendría que haber soportado las interminables burlas de el porque éramos tan silencioso. – Alec explicó. Eso era un hecho, Jace se burlaría de el por el resto de sus años. Jace no era la clase de persona que compartía una cama con alguien, en su caso, una chica, y no hacían nada. Alec lo sabía, ya que las paredes de su apartamento que compartía con Jace no eran tan gruesas como le gustaría que lo fueran.

– Ya veo, – dijo Magnus comprendiendo.

– El motel es mejor, – Alec suspiró mientras se acurrucaba más a Magnus. – Más privado. – No lo iba a decir en voz alta, pero estaba feliz de que Magnus estuviera ahí. Estaba agradecido del interés de Magnus por él no se hubiera desvanecido aun. Magnus puso sus abrazos alrededor suyo, y Alec se permitió dejarse hacer por un momento. Su sueño había sido después de todo, solo un sueño; no significaba nada. Magnus estaba ahí y simplemente iba continuar disfrutando de su presencia.

– ¿No te gusta ser el centro de atención? – preguntó Magnus. Alec no percibió la nota de ansiedad en la voz de Magnus, al estar demasiado enfocado en su propia burbuja de felicidad.

– Nope, – concordó con tono casual, mientras se acomodaba más en el abrazo de Magnus. Hubo un silencio por un momento; solo el sonido de sus narices al respirar, y el suave sonido del reloj de pared. La mente de Alec permanecía en blanco mientras Magnus le abrazaba.

– Our love lifts me high, – Magnus cantó suavemente, cortando el silencio con su perfecta voz. – High into the sky. Leaving the problems of the world behind. –
(Nuestro amor me eleva. Me eleva hasta el cielo. Haciéndome dejar los problemas del mundo atrás)

– Wow, – Alec suspiró, mientras Magnus terminaba de cantar. – Suenas increíble y puedo sentir las vibraciones de tu voz dentro de tu pecho. – Era verdad, la cabeza de Alec yacía justo en el esculpido pecho de Magnus. Eso hiso sonreír a Magnus.

– Gracias, – Magnus suspiró mientras comenzaba a acariciar el cabello de Alec. Alec cerró los ojos. No podía evitar relajarse cuando Magnus hacía eso. Era como si el pequeño y repetido movimiento mandara olas de calma a través de él. Era como el principio de su sueño, sin el horrible final.

– Alec, – Magnus dijo suavemente después de un momento. – Tengo que decirte algo. –

– Hmmm…– dijo Alec con un suspiro. Se hubiera preocupado, pero Magnus seguía acariciando su cabello y su presencia lograba disipar su mayor preocupación, Magnus yéndose.

– La música me hada dado bastante éxito. –

– ¿Oh? – replicó Alec adormilado. Trataba de escuchar pero en ese momento nada parecía entrar en su cabeza. Su mente estaba brumosa por el toque de Magnus.

– Si, – dijo Magnus.

– Que bueno, – dijo Alec con una sonrisa en su rostro. – Y esto es bueno. – añadió, enrollando aun más fuerte sus brazos alrededor de Magnus, acurrucándose a él.

– Es mucho más que solo bueno Alexander, – dijo Magnus mientras acariciaba el cabello de Alec, – Es maravilloso. –

– Concuerdo, – murmuró Alec. Magnus aun estaba ahí y Alec solo dejo el dato correr. No iba a pensar mucho en el futuro, cuando Magnus inevitablemente perdiera interés en él. No iba a pensar en le hecho de que las vacaciones de Magnus podrían terminar en cualquier minuto, alejándose de la vida de Alec por siempre. Alec no se iba a preocupar por el espacio de esos dos días en los que se había permitido volverse vulnerable. No se iba a preocupar de cómo iba terminar ese sueño.

– ¿Trabajas hoy? – Preguntó Magnus.

– Nope, – dijo Alec. – Izzy abre y Jace cierra.

– ¿Qué te gustaría hacer hoy? – le preguntó Magnus dulcemente, mientras besaba su cabeza. De repente Alec pensó en lo mucho que necesitaba un baño y se estremeció un poco. – ¿Qué pasa? – preguntó Magnus rápidamente, sintiendo el movimiento incómodo de Alec.

– Pelo de recién levantado, – masculló Alec, escondiendo su rostro. El gentil toque de Magnus convenció Alec de mirarle. Cuando lo hiso, vio a Magnus sonriendo.

– Tu pelo de recién levantado es sexy, – Magnus ronroneó. Se acercó a besar a Aec, lo que causo que este se diera cuenta de que tenia aliento mañanero y cabello sucio. Se separó, removiéndose de nuevo. Alec se había quedado dormido anoche con su camisa y sus bóxer, al igual que Magnus. Había estado tan cansado por el día pasado que no pensó siquiera acerca del hecho de que se acostaron juntos toda la noche, ¡Medio desnudos! Se sonrojó intensamente.

– ¿Alec? – Magnus preguntó. Alec estaba ya completamente despierto, más consiente e incomodo.

Ayer, casi había tenido sexo. Había estado demasiado determinado a pesar del miedo paralizante, y sus alocados pensamientos. ¿El sexo mantendría a Magnus aquí a su lado? ¿O sería tan malo que Magnus huiría sin mirar atrás? El sexo nunca pareció ayudar a su hermana o Jace a mantener a sus parejas, pero él se sentía completamente fuera de esa liga. La cálida burbuja de despertarse al lado de Magnus, había sido reventada cruelmente por sus inseguridades y su apariencia mañanera, exponiéndose a si mismo a sus crudos miedos.

Alec casi salto de la cama, siendo asaltado por el aire frio. A pesar de que la habitación no estaba fría, no se comparaba con la calidez que estar entre los brazos de Magnus, le había proporcionado. Alec se quedó parado con su playera y sus bóxer lo suficiente como para sentirse incomodo y correr hacia el baño del motel. Cerró la puerta y miró hacia su reflejo por un momento mientras la piel de gallina desaparecía lentamente.

– Alec, – Magnus llamó a través de la puerta, con una nota de preocupación en su voz. – ¿Alec? ¿Estás bien? –

– Estoy bien, – contestó Alec a través de la puerta. – Voy a tomar un baño. –

Ahora con una excelente excusa para esconderse en el baño, le abrió al agua pero no se metió. Con el sonido de la regadera corriendo, miró a su reflejo. ¿Porqué se estaba escondiendo en el baño? ¿Porqué estaba teniendo un ataque de pánico ahora cuando hace unos momentos estaba listo para dejarse llevar? Tomó unas respiraciones, entro a la bañera, y comenzó a lavar su cabello. Su mente iba y venía en círculos hasta que se centró en los hermosos ojos de Magnus, y su perfecto cuerpo. Ya había tenido toda una vista de él el día que lo conoció. El traje de baño había dejado poco a la imaginación. El solo pensar en Magnus hacia girar a su cabeza… ¿o era el agua caliente? De todas maneras, no se podía esconder en la regadera por siempre. Alec salió y se enrolló una toalla en la cintura antes de darse cuenta que no tenia nada con que cambiarse. Podía pedirle ropa a Magnus, o quizá simplemente podría ponerse la misma ropa de ayer.

Golpearon la puerta.

Alec brincó. – ¿Quién es? – llamó. Escuchó una risita detrás de la puerta.

– ¿Quién más podría ser? – preguntó Magnus. – ¿Puedo pasar? –

– Yo umm… – Alec comenzó. Aun no había averiguado que iba a usar.

– Por favor, – Magnus dijo gentilmente a través de la puerta. – Me estás preocupando Alexander. –

– Esta bien, – dijo Alec. Él sabía que estaba siendo estúpido. Magnus había estado maravilloso ayer. Incluso le habían gustado sus horribles poemas. La puerta se abrió, y Magnus se detuvo en la entrada. Mientras le veía a su boca se abrió ligeramente. Los ojos de Magnus devoraron el pecho desnudo de Alec, mientras este sentía como su sonrojo crecía en contra de su voluntad, expandiéndose por toda su cara, hasta su pecho. Se volteó y escondió su rostro, pero dos gentiles brazos lo rodearon desde atrás. Magnus besó gentilmente su cuello y este dejó salir el aire que había estado reteniendo sin darse cuenta.

– ¿Estás seguro de que eres real? – Alec jadeó, recargándose en Magnus mientras Magnus le besaba el cuello.

– ¿Es por eso que te estás escondiendo en el baño? – Magnus susurró contra la piel de Alec. – ¿Porqué piensas que podría ser imaginario? –

– Quizá, – susurró Alec.

– Bueno déjame asegurarte que soy real, – Magnus habló suavemente en su oreja. – Alec, entre más tiempo paso contigo, más tiempo quiero seguir a tu lado. Estoy aquí y no me voy a ir a ninguna parte. – Alec gimió suavemente mientras se inclinaba completamente sobre Magnus, sintiendo como se derretía.

– Te ves estupendo en toalla, por cierto, – Magnus ronroneó. Alec se sonrojó de nuevo, pero esta vez también sonrió.

– ¿Quieres conocer a mis padres? – le preguntó Alec, su corazón estaba latiendo fuertemente, tanto por su osada pregunta como por el rastro de besos que Magnus estaba dejando sobre su cuello. Alec nunca había sido osado, pero con Magnus era como si fuera capaz de todo. Cuando estaba al lado de Magnus se sentía fuerte, valiente. Solo lo podía comparar con el sentimiento de fuerza que tenia cuando atacaba a las olas. Cuando surfeaba sus instintos nunca le fallaban. Podía brincar y deslizarse por el agua valientemente, pero nunca se había sido valiente en tierra.

– Depende… ¿Cómo me presentarías? – Magnus preguntó. El primer pensamiento de Alec fue “como mío”. Sorprendido por su primera reacción, supo que esa definición era solo un reflejo de sus deseos. Pero dudaba que Magnus pensara lo mismo que él. Y ciertamente no seria apropiado presentarle así con sus padres.

– Como mi cita. – respondió.

– En ese caso, – Magnus murmuró, girandolo sobre sus brazos. Alec alzó su mirada hacia sus ojos mientras Magnus añadía. – Me encantaría, Alexander. – Alec acercó a Magnus para besarlo. Magnus usaba una camiseta y unos bóxer mientras el estaba ahí parado solo con una toalla. Las manos de Magnus estaban en la espalda desnuda de Alec, mandando escalofríos por toda su columna. ¿Cómo es que Magnus le afectaba de una forma que nunca antes nadie lo había hecho? Ni siquiera su según enamoramiento de Jace durante la escuela primaria o ningún otro chico que él había considerado atractivo o que había salido en sus incomodas citas, se acercaba a lo que Magnus le hacia sentir. Magnus había encendido una chisma dentro de el, una chisma que se volvía más brillante cada vez que Magnus estaba cerca.

– Alexander, – Magnus jadeo en el beso. Para ese momento su beso se había vuelto más caliente, con las manos de Alec debajo de la playera de Magnus y las manos de Magnus explorando ávidamente el pecho expuesto de Alec. – Mi autocontrol tiene limites y tu toalla me está tentando. – Los dedos de Magnus estaban donde la toalla de Alec se juntaba con su piel. Alec sabía que si continuaba besando a Magnus su toalla eventualmente encontraría su camino hacia el piso. Y quería continuar besando a Magnus. Quería que ese sentimiento siguiera y siguiera por siempre, pero entonces sus miedos volvieron a surgir en su cabeza y Alec se alejó, jadeando.

– Por un momento pensé que habías cambiado de opinión. – Magnus le sonrió, acariciándole la mejilla.

– Por un momento yo también lo pensé, – replicó cerrando los ojos.

– Dejaré que te vistas, – dijo Magnus con un guiño, antes de volverse y dejar el baño, cerrando la puerta tras de él.

Chapter 9: Escritura

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Alec POV

Alec pasó su tiempo restante en el baño preguntándose el porque ser presentado como mi cita cambiaría el deseo de Magnus de conocer a mis padres. Aun seguía confundido con el asunto mientras salía del baño, vestido con la misma ropa de ayer. Con un beso en la mejilla, Magnus entró en el baño después de él. Se sentó en la cama intentando no pensar en el hermoso hombre que actualmente estaba completamente desnudo a solo unos metros de donde él estaba sentado. Cuando Magnus salió, tenía una toalla enrollada en su cintura y estaba secando su cabello con otra.

– Sabes, – dijo Magnus sonriendo. – Técnicamente ya conocí a tu madre. –

– Lo se, – dijo manteniendo sus ojos en la cara de Magnus. – Y papá estará fuera del pueblo hasta el viernes así que realmente solo estarás conociendo a mi hermanito Max. –

– Eso es encantador, pero ¿Alexander? – Magnus dijo mirándolo de arriba abajo. –¿Vas a usar la misma ropa de ayer? Creí que habías traído ropa extra.

– Del restaurante nos venimos directo al motel, –se defendió. Después del trabajo, había ido a cenar antes de terminar en el motel de Magnus. A pesar de su extraño sueño y su pequeño ataque de pánico, estaba feliz de haber dormido ahí. Se habían acostado en la cama besándose lentamente por horas ayer, antes de caer dormidos en los brazos del otro.

– ¿Y no tienes una muda de ropa en el trabajo? – inquirió Magnus.

– No, – bufó. – ¿Tu? – Magnus solo se rió como si en su trabajo tuviera todo un departamento de ropa a su disposición. Alec no pudo evitar que sus ojos vagaran por todo el pecho de Magnus mientras su cuerpo se movía por la risa.

– ¿Te gustaría usar algo mío? – Magnus preguntó. – ¿O te sentirías más cómodo si fuéramos a tu casa primero para que te cambies? –

– Casa, – dijo rápidamente. La idea de llegar con la ropa de Magnus a la casa de su madre era demasiado para él. Alec aun estaba sorprendido de que Magnus hubiera accedido a conocer a sus padres en primer lugar. Ellos tenían, después de todo, técnicamente 3 días de estar saliendo. Sabía que era una locura pedirle a Magnus tal cosa, pero no pudo evitarlo. Él quería a Magnus en su vida, incluso aunque Magnus pudiera irse en cualquier minuto. Alec tenía la costumbre de meter a la gente que quería en su vida, en su familia. Cuando Izzy hacía un amigo, se quedaba ese amigo para ella, pero cuando Alec hacía un amigo quería que ese amigo conociera a su hermana, sus padres y sus otros amigos. Amaba que todos se conocieran y se llevaran bien. Así es como Jace había pasado de ser un simple amigo en segundo año a un muy cercano amigo de su familia que hasta trabaja permanentemente con ellos en el negocio familiar. Como Izzy decía, Alec tenia la costumbre de tratar y lograr que todos los imanes en el refrigerador unieran fuerzas incluso aunque fueran de los mismos polos y su naturaleza fuera repelerse.

– Supongo que tiene sentido, – Magnus suspiró mientras veía toda la ropa en su maleta. Sonaba decepcionado, y Alec supuso que era porque a Magnus no le gustaban sus propias opciones de ropa, ya que no podía entender el porque no usar la ropa de Magnus podría llegar a decepcionarle. – ¿Ya hablaste con tu mamá? –

– Oh cierto, –dijo mientras tomaba el teléfono rápidamente.

“¿Estás libre esta tarde? Creo que iré a casa después de que Max salga del colegio. “ Alec le mandó mensaje a su madre.

– Ya está, – dijo guardando su teléfono. – Listo. –

– ¿Qué hacías mientras yo estaba en la ducha si no le estabas mandando el mensaje a tú madre? – preguntó Magnus con una sonrisa.

– Estaba sentado, – se encogió de hombros y Magnus rió de nuevo mientras seleccionaba ropa y desaparecía en el baño de nuevo. Cuando salió, estaba vestido con unos pantalones oscuros y una playera negra. A pesar de la ropa casual, se veía increíble.

– ¿Ya respondió tu madre? – preguntó Magnus. Alec sacudió la cabeza tanto para negar como para alejar a su mente del físico de Magnus.

– No, – dijo. – Pero si no lee el mensaje, simplemente las sorprenderemos. –

– Enserio, – Magnus rió, – ¿Y cuándo estaremos forzando a tu madre con nuestra compañía? –

– En la tarde, – respondió. Magnus sonrió como el gato de Alicia, mientras se aproximaba a él, enrollando sus brazos alrededor de su cuello y besándole dulcemente.

– ¿Y que vamos a hacer hasta entonces, Alexander? – Magnus ronroneó. Aunque no sabia que iban a hacer, agradeció que Magnus le incluyera en el “vamos” de su pregunta. Desde la primera vez que Magnus le había besado apenas y habían estado separados y Alec no quería romper la racha. Casi se sentía como que el hechizo se rompería si se separaban.

– ¿Qué te gustaría hacer? – le preguntó, descansando su cabeza en el pecho de Magnus.

– Tu, – Magnus ronroneó. Alec estaba confundido hasta que de repente entendió a lo que se refería Magnus y se sonrojó intensamente. Intentó alejarse de Magnus, más por vergüenza que por otra cosa, pero Magnus gentilmente le alentó a permanecer rodeado de sus brazos. – Solo bromeo, cariño. – se sonrojó quedando tan rojo que estaba seguro que parecía un tomate. Quería decirle a Magnus que no le llamara cariño, pero estaba asustado de que Magnus se lo pudiera tomar a mal. Él no quería alejar a Magnus ya que, después de todo, era un milagro que Magnus estuviera ahí con él.

– Tu sonrojo es hermoso, – Magnus suspiró, con una sonrisa en su rostro, mientras acariciaba sus mejillas rojas de con sus pulgares. Eso, sin lugar a dudas, logró que su sonrojo se intensificara. Magnus se inclinó y besó a Alec lentamente. El beso estaba lleno de tiernas emociones y de repente le dejo de importar su sonrojo. Enredó sus dedos en su cabello mientras correspondía el beso con entusiasmo. Un bajo, y desesperado jadeo salió de la garganta de Magnus y se sintió brillar por ser capaz de producir esas reacciones en Magnus.

– Aparte de mi, – preguntó sonriendo mientras se separaba. – ¿Qué más te gustaría hacer? –

– Hmm, – Magnus suspiró. – Bueno si no puedo tenerte entonces me gustaría leer más de tus poemas. – dijo batiendo las pestañas hacia Alec y haciendo un pequeño puchero en modo de súplica. No pudo evitar girar los ojos.

– Claro que quieres, – dijo suspirando mientras se sentaba en la cama, colapsando hacia atrás. Puso su brazo sobre sus ojos para bloquear la luz. Ya se había sentido lo suficientemente vulnerable mostrándole algunos poemas.

Alec sintió como Magnus sentaba en la cama a su lado, y un gentil toque de unos dedos moviéndose por toda la piel de su brazo. Era un muy agradable sentimiento.

– ¿Qué tal si hacemos un arreglo? – Magnus habló después de un momento. – ¿Te gustaría enseñarme a escribir poemas? –

– ¿De verdad? – preguntó, removiendo su brazo de sus ojos y mirando a Magnus.

– La poesía y la música tienen mucho en común, – dijo Magnus. – Y siempre he querido ser capaz de escribir canciones. Quizá aprendiendo lo básico de la poesía me ayude. –

– Esta bien, – dijo sentándose y sonriendo. – Pero necesitamos papel y plumas. –

– ¡Lo tengo! – dijo Magnus, sonriéndole mientras se levantaba e iba al escritorio. – Este motel está muy pobremente surtido, – se quejó mientras checaba el inventario en el escritorio. Magnus le entregó a Alec una hoja de papel, que claramente esta hecha para mensajes telefónicos, y una pluma antes de tomar el teléfono y ordenar más hojas para el escritorio.

Alec miró hacía la hoja blanca y comenzó a escribir algunas estructuras del poema, escogiendo las que tenían patrones sencillos para principiantes. Pausó unos minutos después, mordiendo su labio inferior mientras intentaba recordar el sistema de rimas y los patrones de silabas.

Haiku: sílabas por línea 5,7,5. Usualmente acerca de la naturaleza o paisajes
Soneto; patrón de ritmo de ABAB CDCD EFEF GG. Referencia Shakespeare y cuenta una historia.
Limerick: patrón de ritmo AABBA pero también tiene un ritmo de silabas. Siempre humorísticos, nunca serios.
Poema acróstico: la primera letra década línea debe formar una palabra

Cuando terminó, le entregó la nota a Magnus y le pidió que eligiera uno para comenzar.

– ¡Wow! – dijo Magnus sorprendido. – ¿Te sabes todo esto de memoria? –

Alec se encogió de hombros. – ¿No te sabes de memoria un montón de cosas de música? – le preguntó. Magnus pareció pensarlo por un momento antes responder.

– Supongo que tienes razón, – dijo Magnus sonriendo. – Aun así, estoy impresionado. –

– ¿Con cuál quieres iniciar? – le preguntó.

– Bueno, Haiku suena fácil, – dijo Magnus. – Pero la Limerick parece divertida. –

– Comencemos por el Haiku, – le sonrió.

El tiempo pasó mientras el y Magnus contaban silabas juntos. Magnus seguía intentando agregar palabras largas en su Haiku como cascadas, y aunque técnicamente era posible, esas palabras solo hacían la escritura del poema más difícil.

– Jun-gle, – dijo Magnus contando las silabas con sus dedos. – ri-ver flows. – Pausó y contó de nuevo antes de decir triunfal, – ¡Ahí está, son cinco! –

– Si, – dijo incapaz de quitar la sonrisa de su cara. Magnus era un estudiante muy entusiasta. – Ahora ¿Qué quieres para tu próxima línea? –

– Oh bien, – la felicidad de Magnus cayó mientras comenzaba a morder su pluma, pensando. Alec observaba a Magnus mirar por la ventana, perdido en sus pensamientos con una sonrisa en su rostro.

– Through the…– dijo Magnus, luego repitió la frase de nuevo, tratando de encontrar las palabras que quería escribir.

– Through the wild, – sugirió Alec.

– Si bien, – dijo Magnus rápidamente. – Through the wild… – pausó pronunciando “wild” (salvaje) como una si tuviera silaba y luego como si tuviera dos. – ¿Cuántas silabas tiene “wild”? –

– Técnicamente dos, – Alec rió – Pero podemos tomarlo como una si quieres. –

– No haremos fraude, – Magnus le regañó. – Si son dos sílabas, entonces son dos silabas. –

– Bueno depende de cómo lo pronuncies realmente. – le explicó Alec.

– “Wild” es demasiado complicado para mi poema, – Magnus decidió, tachando la ofensiva palabra de su libreta. Alec miró afectuosamente a Magnus. El sol de la ventana le iluminaba perfectamente y Alec pensó que si fuera un pintor o un fotógrafo, hubiera querido capturar ese momento, pero era un poeta. Las palabras se formaron en su mente y comenzó a garabatearlas en su bloc de notas.

Maddeningly attractive he entered my life (Enloquecedoramente atractivo entró a mi vida)
And flipped it upside down (Y la volteó de cabeza)
Glowing feelings inside of me (Encendiendo sentimientos dentro de mi)
Never before felt, rise up and (Que nunca antes había sentido, me levanto y)
Unlocke me for he has (abrió todos mis candados y me ha)
Swept me off my feet (Hecho perder la cabeza)

Sonrió a el poema acróstico antes de arrancar la vergonzosa pieza de papel y hacerla bolita en su mano.

– ¡Alec! – Magnus exclamó – Nada de lo que tu escribas puede ser malo. – Alec soltó una risita. La verdad es que si le había gustado el poema, lo que pasaba era que no quería que Magnus lo viera. Lo desdobló y luego lo dobló en cuadrados y lo guardó en su bolsillo.

– Eso está mejor, – Magnus dijo mientras volvía a su propio poema. – ¡Oh, “undergrowth” tiene tres silabas! – gritó triunfal antes e garabatearlo en su bloc. Alec rió de la aleatoriedad de todo el lo escrito. Alec trato de iniciar sonetos o versos de poemas pero todo lo que lograba eran oraciones inconexas. La presencia de Magnus estimulaba su creatividad pero al mismo tiempo le distraía.

– ¡Terminé! – dijo Magnus, después de su gritó de emoción, le entregó el bloc de notas a Alec. – ¿Dime si apesta okey? –

Y Alec lo leyó

Jungle river flows (el rio corre por la jungla)
Through the undergrowth it goes (A través de la maleza)
Toward the open ocean (hacía el mar abierto)

– ¡Me gusta! – dijo, y era verdad, era mejor que su primer Haiku. Había escrito su primer poema Haiku cuando tenia como diez años y había sido horrible.

– ¿De verdad? – preguntó Magnus animado. Sonreía de una forma que el brillo llegaba a sus ojos. Magnus tenia hermosos ojos. Eran una hermosa combinación de verde con destellos dorados en ellos.

– Si, – dijo Alec, sonrojándose un poco por la mirada impresionada que Magnus le estaba dando mientras le regresaba el bloc. – Ya has escrito antes, ¿verdad? –

– He fallado en escribir, más bien, – Magnus suspiró. – Nunca podía encontrar la inspiración. Siempre terminaban siendo un tanto malas. –

– Esto no es malo, – le dijo Alec.

– Tengo un patrón que seguir, – dijo Magnus. – Lo hace más sencillo. –

– Ya habíamos aclarado que bailas, cantas, viajas, eres alto moreno y guapo, – dijo contando con sus dedos. – Ahora tengo que agregar surfista natural que aprende rápidamente la poesía Haiku. ¿Hay algo que no puedas hacer? –

– Ya te había dicho que no se cocinar, – dijo Magnus, mientras agregaba con un ronroneo. – Pero también encuentro bastante difícil mantener mis manos alejadas de ti. – Alec se sonrojó y murmuró bajo su aliento que eso no contaba como no ser bueno en algo. Magnus rió mientras dejaba sus cosas de escritura y se inclinaba a través de la cama para besarle. La pluma voló de sus manos mientras enrollaba sus brazos alrededor de Magnus y respondía al beso. Alec se inclinó hasta que termino acostado sobre el colchón con Magnus besándole. Sabía que Magnus fácilmente podía moverse de su lado y ponerse encima de él, pero no lo hiso, a pesar de asegurar que no era capaz de mantener sus manos alejadas de él, tenía un buen autocontrol. Las manos de Magnus estaban ocupadas manteniendo su peso, pero las de Alec si eran libres para explorar el pecho de Magnus.

– Hmmm, – gimió Magnus dentro del beso, mientras se acomodaba mejor al lado de Alec, liberando sus manos. Este sintió las manos de Magnus seguir su ejemplo. Se quedaron acostados enredados y besándose por un minuto o una hora, no estaba seguro.

– ¿No tenemos un lugar al que ir? – Magnus susurró contra la piel de su cuello. Alec hiso un sonido evasivo. Su mente estaba nublada por todos esos besos, pero cuando las palabras llegaron correctamente a su mente, se sentó de golpe.

– ¿Qué hora es? – preguntó a nadie en particular antes de tomar su teléfono y checar, – Oh dios, – dijo relajándose. – Aun no es tan tarde. – Magnus rió mientras Alec se levantaba de la cama y tomaba su abrigo.

– ¿Llevamos prisa? – sonrió Magnus mientras se levantaban.

– Yo… – dijo. – No, ¿pero tengo que cambiarme? –

– ¿Tu mamá contestó? – preguntó Magnus. No podía creer lo atolondrado que se encontraba en ese momento. Volvió a checar el celular.

– No, – dijo.

– ¿Y estás seguro de querer sorprenderla? – Magnus se aseguró y él asintió. – Bien. –

Magnus le siguió mientras caminaban hacia el coche. Hicieron una parada rápida a su casa. Y Magnus se quedó en el coche mientras entraba y salía rápidamente de la casa, con diferentes ropas.

Los eventos de los últimos días eran el tema de conversación en el camino a la casa de sus padres. Recordaron sus aventuras surfeado, luego sus poemas, disfrutaba escuchar a Magnus hablar de sus anteriores intentos de escribir, notando siempre un mismo tema.

– ¿Porqué siempre intentas escribir canciones de amor? – preguntó mientras giraba en la esquina de la calle de sus padres.

– Es por lo que soy más conocido, – Magnus se encogió de hombros. – Dudo que cambiar mi estilo mejore mis ventas. –

– Suena como que tienes muchos seguidores, – dijo Alec. Tenia un extraño sentimiento en su estómago que no le agradó mucho.

– Supongo, – Magnus se volvió a encoger de hombros. Se estacionó en la entrada de la casa de sus padres y apagó el coche, de repente siendo consiente de lo pequeña que era la casa. Aunque era pequeña, era bastante linda. La cochera estaba del lado izquierdo de la casa. Los adornos de las ventanas eran de madera justo como la puerta de la entrada. La pintura verde- aunque su madre insistía en que era azul- cubría toda la casa. Sus dos hermanos vivían ahí, aunque su hermana ya se hubiera graduado de la secundaria ese año.

Salió del auto y escuchó a Magnus hacer lo mismo. Magnus le siguió por detrás mientras se aproximaban a la puerta principal. Tocar a la puerta era extraño para él, por lo que simplemente entró como siempre.

– ¿Alguien en casa? – llamó. Escuchó a su hermana gritar desde su habitación que ella estaba ahí.

– Izzy está en casa, – le dijo a Magnus mientras checaba la hora. – Probablemente acaba de llegar, lo que significa que Jace esta a cargo de la tienda. – Pausó un momento y agregó. – Apuesto a que Max está afuera. –

Sin decir palabra, Magnus le siguió a través del vestíbulo y salieron por la puerta de atrás. Por supuesto, ahí estaba Max jugando basquetbol en la pequeña cancha que su papá le había instalado en su cumpleaños número doce.

– Max desea que haya un equipo de basquetbol en su escuela, – le explicó en un susurro mientras se acercaban. – Pero solo tenemos tenis y lacrosse. –

– Hola Max, – dijo Alec en alto mientras se acercaban. Su hermano pequeño terminó de jugar y se giró para saludarle.

– Hey, Alec, – dijo Max. – ¿Quién es él? –

– Max, te presento a Magnus, – dijo. – Magnus, el es Max. –

– Creo recordar, – dijo Magnus. – Que me ibas a presentar como tu… – Dejó la frase colgando, recordándole a Alec de su acuerdo anterior.

– Magnus y yo hemos estado saliendo, – le dijo Alec incómodo.

– Genial, – dijo Max con un encogimiento de hombros. – ¿Hey, sabes jugar básquet? –

– Puedo intentarlo, – le sonrió Magnus de vuelta. La cara de Max se iluminó mientras prácticamente secuestraba a su cita para sus propios propósitos. Se fue a sentar a unas sillas mientras veía a Magnus intentando jugar basquetbol. Alec sabia que Magnus no era muy deportista, a parte de el baile, así que apreciaba el esfuerzo que hacia para jugar con Max.

Unos momentos después escuchó la puerta abrirse y cerrarse, y luego la voz de su mamá.

– Alexander, – dijo Maryse. – Que linda sorpresa. –

– Te mandé un mensaje. – le aclaró.

– Ah bueno, como toda una típica madre deje mi celular en algún lugar y no lo chequé en todo el día. – dijo Maryse mientras se sentaba a su lado. – ¿Ese es Magnus? –

– Si, – masculló, incapaz evitar sonrojarse. Su madre le miró y luego miró a Magnus y sonrió.

– Ah, así que ese era el motivo por el que quería trabajar para mi, – se rió. – Parecía un muy buen gesto y no pude negarme, ya que iba a ganar tan poco. – Alec se sonrojó pero no dijo nada. – ¡Mírate! – se volvió hacia él, mientras sus ojos azules oscuros le estudiaban. – Te gusta, – concluyó con una sonrisa. Alec murmuró un “si”, mientras volteaba su mirada hacia el piso. – Te gusta demasiado. –

– Es como mágico. – masculló.

– Tu padre amaría estar aquí, – dijo Maryse sonriendo. – ¿Porqué no traes a Magnus el viernes a una cena para que Robert le conozca? –

– Okey, – accedió Alec.

Chapter 10: Amor

Chapter Text

Magnus disfrutó de su tarde con Max, Maryse e Izzy. Nunca se había sentido tan bien recibido. Alexander se sonrojaba en los momentos justos, cada vez que Izzy le molestaba, y Max había querido que Magnus jugará todo el rato basquetbol con él. Maryse le había invitado a quedarse a cenar, y finalmente todos se sentaron en la sala a tomar té frente al fuego. Todo era demasiado bueno. A Maryse no pareció importarle escuchar las verdaderas razones por las que consiguió el trabajo en su tienda.

– Las ventas aumentaron y Alec es feliz, – simplemente dijo Maryse con una sonrisa. – ¿De qué tendría que quejarme? –

Izzy debió avisarle a Jace, ya que llegó después de el cierre de la tienda para ayudar a Izzy a molestar a su hermano. Alec pasó la mayor parte de la tarde cambiando a diferentes tipos de rojo y escondiendo el rostro en el hombro de Magnus. Ese simple gesto hacia a Magnus demasiado feliz. Después de todo, era por Magnus por lo que le molestaban y aun así buscaba refugio en él. Las horas pasaron y se hiso tarde, y Maryse les invitó a comer el viernes cuando Robert volviera. Después de aceptar felizmente la invitación, Magnus y Alec dejaron la casa. Con una gran sonrisa en el rostro, Alec miraba radiante a Magnus en lugar de mirar a donde iba. Por ello, en el camino al coche, tropezó y cayó en los brazos de Magnus.

– ¡Eso fue bastante bien! – exclamó Alec, después de que Magnus le había ayudado a estabilizarse.

– Concuerdo, – dijo sonriendo. – Tu familia es encantadora. – Alec le sostuvo de sus mejillas y se inclinó para darle un beso rápido.

– ¿A dónde vamos? – preguntó Alec. Magnus sabía lo que quería, pero ser capaz de dormir al lado de Alec por dos noches seguidas parecía ser algo demasiado bueno. No quería presionar a su suerte.

– Bueno, eso depende, – dijo, poniendo su mano en la de Alec, que seguía acariciando su mejilla, y se inclinó al contacto. – ¿Dónde te gustaría dormir esta noche? –

– ¿Podemos volver al motel? – preguntó Alec tímidamente. Una gran sonrisa apareció en su rostro mientras contestaba un “nada me haría más feliz”. Subieron al auto y manejaron de vuelta al hotel, parando primero en la casa de Alec para que pudiera agarrar ropa limpia. Parecía ser que Alec no quería usar la ropa de Magnus a pesar de su oferta, ¡Incluso aunque no había traído ni una sola cosa con brillos!

– Yo… – Alec bostezó, interrumpiéndose a si mismo. Sacudió su cabeza mientras apagaba el coche.

– ¿Cansado?, – preguntó. Alec asintió y se acercó a Magnus para recargar su cabeza en su hombro. – ¿Qué tal suena acurrucarnos en la cama y ver una película? –

– Perfecto, – suspiró Alec. Bajaron del auto y subieron hacía la habitación de Magnus. Alec fue directo al baño y salió unos minutos después, listo para acostarse, Magnus se lavó rápidamente por igual, y cuando salió del baño Alec ya estaba acostado en la cama, haciéndole señas a Magnus para que se le uniera.

– Tengo frio, – le dijo Alec sonriendo. – Ven a calentarme. –

– ¿Cómo podría rechazar esa petición? – Magnus rió, subiendo a la cama al lado de Alec. No llegaron ni a la mitad de la película cuando Alec ya estaba dormido. Magnus apagó la televisión y se acostó a su lado y con la respiración de Alec para calmar su mente, cayó dormido tranquilamente.

Magnus no recordaba haber soñado, mientras se estiraba. Abriendo los ojos, vio a Alec apoyarse en su hombro y mirarle.

– ¿Cómo dormiste? – preguntó sonriendo.

– Demasiado bien, gracias. – replicó Alec, besándole. Alec se acurrucó más cerca de Magnus y le rodeó con los brazos. Se quedaron ahí, abrazándose y hablando vanamente hasta que sus estómagos rugieron, desafiando su plan de quedarse en cama. Magnus sugirió que se levantaran a desayunar y Alec estuvo de acuerdo.

Para su buena suerte, no hubo viejos amigos de Alec que le reconocieran. Magnus molestaba a Alec con sus poemas mientras esperaban la comida y Alec le preguntaba a Magnus sobre su música. Como siempre que estaban juntos, el tiempo pasó demasiado rápido, y pronto estaban dejando el restaurante.

– ¡Quede muy llenó! – Magnus rió.

– Yo también, – concordó Alec. Alec checó su reloj y suspiró. Cuando Magnus le preguntó que estaba mal, le explicó que le tocaba a el cerrar turno hoy. Magnus animadamente anunció que el también iba a cerrar turno hoy y Alec giró los ojos feliz.

Magnus intentó enfocarse en las ventas y en los estantes de la tienda pero Alec era mucha distracción. Cada que la tienda se vaciaba, aprovechaba para robarle besos rápidos a Alec, lo que le mantenía sonriendo, hasta que Maryse apareció después del almuerzo.

– Izzy me dijo que estabas aquí Magnus, – les dijo después de saludarlos. Izzy había abierto en la mañana y se veía demasiado agradecida cuando Magnus y Alec aparecieron para cubrir su turno. – Así que ¿cómo les va a mis hijos? –

– Son excelentes estudiantes, – contestó Magnus rápidamente. Maryse se rió mientras se les unía en el mostrador.

– ¿Por qué no se van a divertir mejor? – dijo ella, sonriéndole a Alec. – Yo cerraré. –

– Esta bien mamá, – dijo Alec rápidamente. – Podemos terminar el turno. –

– Oh pero estoy segura de que hay otras mejores cosas que preferirían hacer, – les sonrió con picardía. Alec se sonrojó.

– Estamos bien, de verdad, – masculló Alec. – Ya tuvimos una mañana libre esta semana cuando Jace cubrió mi turno. –

– Trabajas mucho Alec. No creas que no lo he notado, – Maryse replicó. – Siempre cubriendo los turnos de Jace e Izzy cuando ellos te lo piden. Nunca pidiéndoles lo mismo, a excepción de esta semana. Ve a divertirte. El trabajo seguirá aquí cuando vuelvas. – Alec ya le había dicho que sus padres usualmente trabajaban en la tienda durante los fines de semana y hacían la mayoría de la administración y el inventario entre semana. Alec abrió la boca para protestar más, y mencionar esos datos, pero su madre no se lo permitió, señalándole la puerta. Magnus agarró a Alec de la mano y le guió fuera de la tienda mientras pensaba en lo maravillosa que era Maryse Lightwood.

Pasaron toda la tarde en la playa, ya que salió el sol. Magnus practicó un poco más de surf y se encontraron con Karla, la cual, al darse cuenta de que Magnus aun no le decía la verdad a Alec, le lanzó una mirada acusadora la cual decidió ignorar. Estuvo a punto de decirle todo a Alec ayer, cuando se despertaron juntos, pero se acobardo al darse cuenta de lo poco que a Alec le gustaba llamar la atención. Y salir con Magnus Bane era con seguridad, llamar la atención. Por ello, Magnus ya no guardaba su secreto porque le preocupara que Alec le pudiera interesar más su fama y fortuna. No, ahora a Magnus le preocupaba que su fama y fortuna fueran a arruinar su relación, pero por diferentes razones. Toda esa situación lo tenia intranquilo, y el miedo, siempre le evitaba el decirle la verdad.

Ordenaron la cena en el motel de Magnus mientras Alec le ayudaba un poco más en sus clases de poesía. Amaba la forma en que Alec enseñaba. Era amable y paciente, y por primera vez, creyó que si había la oportunidad de que algún día pudiera escribir sus propias letras de canciones y que no apestaran. Durmieron juntos en el hotel de nuevo, abrazados. Incluso aunque solo hubieran sido tres noches, Magnus ya se estaba acostumbrando a dormir con Alec a su lado, lo cual le hizo comenzar a sentir que nunca más podría dormir bien sin Alec con él. Eventualmente despertaron por un mensaje de texto de la mamá de Alec, en el cual le anunciaba que su turno de entrada en la mañana había sido cancelado.

– Creo que amo a esa mujer, – le dijo Magnus mientras le sonreía. Alec parecía un poco confuso, pero Magnus fue capaz de convencerle con un montón de besos, que no trabajar hoy no era algo para nada malo. Para el momento en que los labios de Alec estaban hinchados y su cabello despeinado, Alec ya se encontraba más dispuesto a aceptar el día libre. Fueron a surfear de nuevo, pero no pudieron hacerlo por mucho tiempo por el mal tiempo, por lo que fueron a desayunar y luego a caminar por la playa. Alec le habló de su papá, al cual iba a conocer esa noche.

– Izzy sabe de tus poemas, pero ¿por qué tus papás no? – preguntó Magnus cuando la conversación se lo permitió.

Alec se encogió de hombros. – Se siente extraño el decirles. –

– ¿Así que no tengo permitido alardear sobre lo maravillosos que son tus poemas en la cena? – preguntó. Alec se sonrojó, como Magnus lo supuso.

– No, – dijo Alec. Magnus suspiró. Era bueno saberlo, más no podía entender su necesidad de esconderlo. Sus papás obviamente lo amaban y lo apoyaban sin importar que.

Para el momento en que terminamos nuestro camino por la playa, ya era tiempo de preparase para la comida. Magnus se lavó la tierra de sus pies y se cambio en algo más lindo y formal antes de dejar el motel. Llegaron a la casa de los Lightwood justo a tiempo. Como la primera vez que estuvo ahí, Alec no tocó, simplemente entró, llamando para ver quien estaba. Maryse los recibió y los guió hacia la sala. Sentado en una silla junto al fuego estaba un hombre, que tenía que ser el padre de Alec. Era alto, como Alec, con cabello café oscuro, y ojos amables.

– Hola, – dijo Robert, saludando sin apartar la mirada de su Tablet. Estaba leyendo con unos lentes al final de su nariz y se veía demasiado absorto con lo que Magnus imaginó era un ebook. Él y Alec se sentaron en el sillón al lado de él. La risa de Izzy se escuchó mientras bajaba las escaleras y se les unía.

– ¡Magnus! – Izzy chilló. Robert alzó la mirada, y si los ojos de Magnus no lee engañaban, le dio una doble mirada.

– Magnus, – dijo Robert, pero pronunció el final de su nombre abruptamente, como deteniéndose a si mismo de pronunciar su apellido. Magnus intentaba no entrar en pánico. ¿Cómo por qué Robert Lightwood de entre todas las personas conocería su música? – Mi esposa olvidó mencionar tu nombre. –

– ¡Lo siento! – gritó Maryse desde la cocina.

– Magnus hiso su primer turno conmigo, – dijo Izzy feliz. – Sabe un montón de cosas maravillosas sobre la moda. – Robert miró a su hija con confusión, antes de que su mirada regresara a Magnus.

– Ah bueno, – Robert se rió. – Alec podría tomar algunos de esos consejos a consideración. –

– ¡Papá! – Alec se quejó, mientras se ponía un poco rosa. Robert no le prestó atención a las quejas de su hijo, si no se enfocó en Magnus de nuevo.

– ¿Y, qué te trajo al pueblo? – le preguntó Robert.

– Vacaciones, – replicó un poco cauto.

– ¿De dónde? – preguntó Robert más serio de lo que, creyó, la pregunta requería. Tenia el presentimiento de que Robert sabía que la respuesta a esa pregunta era su concierto en Toronto, y solo intentaba que lo admitiera. ¡Esto no era bueno!

– Magnus canta, – dijo Alec.

– Exactamente, – contestó, aliviado de que Alec hablara.

– ¿Y dónde cantas? – preguntó Robert. En todos los teatros de Europa, pasó por su mente, pero antes de que pudiera pensar en algo que pudiera decir y que no lo delatara, fue salvado por Maryse.

– Alec, – llamó Maryse. – ¿Podrías venir a ayudarme a la cocina un momento, por favor? – Alec le miró un poco preocupado por dejarle solo, pero Magnus le alentó con una sonrisa, haciendo que Alec se levantara y se fuera a ayudar.

– Mamá nunca quiere que yo le ayude. – se quejó Izzy.

– Izzy querida, – dijo Robert aguantando una carcajada que arruinó el sentimiento paternal de sus palabras, pero aun había calidez y afecto en su voz. – Eres maravillosa en muchas cosas. Solo que la cocina no es una de ellas. –

– Hmmm, – refunfuñó Izzy.

– Yo también soy un horrible cocinero, – Magnus la apoyó.

– Quizá deberíamos formar un grupo, – dijo Izzy feliz. Parecía que su mala habilidad para la concina no era suficiente para mantenerla triste por mucho tiempo. Era eso, o esto era una broma familiar de la que Magnus no era parte.

– Claro, – Magnus rió.

– Te gusta la música, – dijo Robert de repente. – Yo tengo una extensa colección de CD. – ¿A qué estaba jugando?

– ¡Es cierto!, – agregó Izzy. – Prácticamente abarca desde el suelo hasta el techo. –

– ¿Por qué no te la muestro? – dijo Robert. Se levantó sin esperar respuesta, y se dirigió hacia el pasillo, sin siquiera mirar sobre su hombro para asegurarse de que le seguía. Después de un segundo de indecisión, Magnus lo siguió, mirando a sus pies y con la boca seca. Robert de verdad tenia una pared llena de discos que abarcaba casi desde el suelo al techo, pero al momento de entrar en la oficina, los discos fueron olvidados.

– Casi me das un infarto, – Robert rió. – Creí que estaba viendo visiones. ¿Cómo por qué Magnus Bane estaría en mi casa? – dijo Robert sacudiendo su cabeza, exasperado. – ¿Porqué parece que ni Alec, Izzy o mi esposa no supieran quien eres? –

– Yo… –comenzó pero su cara cayó. – No tengo una respuesta. – Robert le miró de una forma que, estaba seguro, era más de un abogado que de un vendedor. Magnus tragó pero aun así parecía que sus palabras estaban atoradas en su garganta.

– ¿Debería ir a allá fuera y decirles? – preguntó Robert. – Estas mintiéndoles a ellos. A Alexander. –

– ¡No lo hago! – exclamó un poco más fuerte de lo que pretendía.

– ¿Oh así que tu no eres Magnus Bane, el famoso cantante internacional que huyó ya por casi dos semanas y del cuál no se ha sabido nada desde entonces? – inquirió Robert.

– ¿Me googleaste? – preguntó perplejo. Para su sorpresa, Robert se sonrojó un poco, en una forma que casi le recordó a Alec. Con una pequeña risita Magnus adivinó. – Eres un fan. –

– ¡No le digas a Izzy!, – dijo Robert rápidamente. – Se burlaría de esto de por vida. –

Magnus no pudo evitar reír ligeramente. – Puedo imaginármelo, – dijo sonriendo. – Dado que su padre es fan de música catalogada para chicas. –

– O cállate, – Robert bufó. – ¡Tu eres el que canta esas canciones! –

– Si pero es mi trabajo, –se defendió. – No mi placer culposo que escondo de mis hijos. –

– Pero tu estás, de hecho, escondiéndote de mi hijo, – dijo Robert, serio de repente. – Con quien mi esposa me dice, te has vuelto bastante cercano, debo añadir. –

Con un suspiro de derrota Magnus dijo, – Conocí a Alec hace como una semana, pero durante los últimos cinco días… – las palabras le fallaron. ¿Qué debería decir? ¿Estaba bien decirle al padre de Alec que creía que se estaba enamorando de su hijo, antes de decírselo a Alec? Robert pareció captar la nota de afecto en la voz de Magnus y su postura se relajó un poco mientras hablaba.

– Te preocupas por él, – Robert completó. Magnus no supo como responder, pero Robert pareció tomar eso como una afirmación a su comentario. – Es gracioso, – añadió. – Pensé que eras heterosexual. –

– Soy un poco más libre pensador de lo que los medios saben. – contestó.

– Claramente, – Robert rió. – Aunque no puedo decir que esté sorprendido. Quiero decir, usas delineador. – Robert rió de su propia broma mientras Magnus sentía el deseo de golpearle. – La verdad saldrá al final, – dijo Robert una vez que se puso serio de nuevo.

– Lo se, – dijo Magnus. – Pero le prometo que no le he mentido a Alec. –

– Si tu lo dices, – Robert replicó. – Pero él no sabe en lo que se está metiendo, lo cual es lo mismo. –

– A el no le gusta la atención, – se defendió.

– Si twitteara que estas en mi casa y trabajas en mi tienda, – dijo Robert. – Llamaría la atención. No puedo ni imaginar el tipo de atención que conlleva salir contigo. –

– Eso es lo que me preocupa. – replicó Magnus.

– Alec tiene que tomar su propia decisión, – dijo Robert. – Y lo siento pero si no le dices la verdad pronto, se la diré yo. – Con eso, Robert se dio la vuelta y caminó de vuelta a la sala, dejándolo para que le siguiera, con una ansiedad creciendo en su pecho.

Magnus quería desesperadamente proteger a Alec, pero Robert tenía razón. Sabia que no podía proteger a Alec de los rumores o los reposteros. Nunca fue capaz de proteger a Etta de ellos, y eso que nunca salió con ella. Decidió que le diria la verdad a Alec esa noche.

La cena con la familia de Alec fue maravillosa. Tan maravillosa que Magnus casi olvidó que podría llegar a perder eso si Alec decidía terminar con él y huir. Sin embargo entre más tiempo pasaba con la familia de Alec, menos entendía los poemas de Alec acerca de esconder quien realmente era por tanto tiempo. El tema salió durante la comida, cuando sus padres se burlaron de Alec por siempre preocuparse mucho por nada. Nunca había estado en la compañía de una familia tan amorosa y cálida. Robert no dijo su secreto, aunque si hiso que Magnus firmara sus discos antes de que la comida terminara.

– Le voy a decir esta noche, – dijo Magnus un poco triste mientras le regresaba a Robert el disco firmado.

Robert le sonrió. – Gracias. – dijo aunque no estaba seguro si era por el autógrafo o por la promesa.

La familia Lightwood les desearon buenas noches y él y Alec se dirigieron al coche de Alec. Magnus estaba tan nervioso por las posibles reacciones de Alec que difícilmente notó a donde iban hasta que se estacionaron en el motel. Le sonrió a Alec por su decisión de dormir otra vez juntos. El motel te cobraba por la habitación y número de camas, por lo que Alec durmiendo ahí no era un problema. Sin decir nada, Alec tomó su mano y juntos se dirigieron a la habitación.

– ¿Qué película te gustaría ver antes de dormir? – le preguntó Magnus, tratando de iniciar su confesión.

– Estaba pensando en hacer algo más esta noche, – dijo Alec sonriéndole. Había una nueva valentía en su sonrisa que Magnus nunca había visto. La tarde con su familia parecía haber afectado a Alec. Cerró el pequeño espacio entre ellos y le besó. Los brazos de Magnus se enrollaron alrededor de Alec mientras profundizaba el beso. Un gemido escapó de Alec mientras brincaba, y enrollaba sus piernas alrededor de su cintura. Magnus gimió de nuevo, inclinando su cabeza para poder continuar besando a Alec. Se olvidó de todo, excepto de ese hermoso hombre en sus brazos.

Caminó, cargando a Alec, hacía la cama. Colapsaron juntos en ella. Magnus puso a Alec más cerca, con sus manos debajo de la playera de Alec y su lengua dentro de la boca de Alec. Pero, no esperen, necesitaba explicarle algo, había planeado hablar con él esta noche, no esto. Magnus rompió el beso y acarició la mejilla de Alec antes de hablar.

– Alec yo… – ¿Qué debería decir? ¿Debería hablar sobre cuantos discos había vendido, o de cuantos seguidores en twitter tenia? ¿Por qué siquiera importaba? ¿No podían se simplemente dos personas juntas ahí y ahora?

– Magnus, – dijo Alec suavemente. – ¿Me deseas? – Magnus gimió. ¡Este hombre intentaba volverle loco! ¿A propósito intentaba evitar que le dijera lo que necesitaba decirle? Cada vez que lo intentaba, de alguna forma Alec le detenía.

– Desde el momento en que te vi, – Magnus no pudo evitar responder.

– No se cuanto tiempo tenemos, – susurró Alec. – No se cuanto tiempo te quedarás conmigo. –

Las preocupaciones de Alec eran ridículas. La pregunta real era cuanto tiempo se quedaría Alec una vez que aprendiera de los peligros de salir con alguien al que todos seguían.

Magnus tocó la mejilla de Alec y dijo, – Por siempre. – La sonrisa que se expandió sobre la cara de Alec era milagrosa de ver. Tanta inocencia y felicidad combinadas con lujuria y anhelo.

– Te deseo, – susurró Alec con claridad. – Mientras tu me desees también. – Este hermoso hombre de ojos azules ya había empujado su autocontrol hasta el límite, más de una vez. Magnus se rindió con un sonido primitivo saliendo se su garganta.

La emoción de esta nueva experiencia, combinada con la emoción de estar con Alec era algo más. Magnus solo lo podía compararlo con la emoción de estar en el escenario, animado por miles, pero aun así no se le comparaba completamente. Esta emoción era algo más.

Y en ese momento supo, que se estaba enamorando de Alexander.

Chapter 11: Paparazzi

Chapter Text

Alec POV

Alec nunca había sentido que quería algo como en ese momento. Aun estaba asustado, pero sabia que si no tenía esa experiencia con Magnus antes de que se fuera, se arrepentiría. Antes de conocer a Magnus, Alec no sabía que su cuerpo era capaz de sentirse así.

Estaba acostado sobre el colchón con Magnus encima de él. Sus manos estaban bajo la playera de Magnus y Alec sentía las manos de Magnus bajo la suya. Alec se levantó un poco para poder quitarse las playeras que les separaban.

Sus pechos desnudos se presionaban mientras Alec se volvía a acostar, con Magnus siguiendo sus movimientos, sin dejar de besarse. El contacto de piel se sentía demasiado bien. La noche anterior sus besos habían sido intensos y lentos, pero ahora eran apasionados, urgentes. Alec sentía menos miedo ahí que la vez que estuvieron en su sala, la primera vez que se habían besado así. Ahí, en la habitación de Magnus, lejos de su vida, era más fácil creer la fantasía de que ese maravilloso y exótico hombre era suyo.

– No se lo que estoy haciendo, – confesó Alec. – Pero no quiero parar. –

Magnus se alejó un poco para mirar a Alec a los ojos. – No voy a pretender que se lo que estoy haciendo, – Magnus le susurró sonriéndole. – Pero estoy demasiado seguro de que quiero continuar haciéndolo. – Las últimas dudas de Alec se desvanecieron al escuchar que Magnus y él estaban en mismas condiciones. Seguro, Magnus tenía más experiencia que él en cuanto al sexo en general, pero al menos en el sexo entre hombres estaban casi en mismas condiciones.

– ¿Entonces que hacemos? – preguntó Alec.

– Tienes buenos instintos, Alexander, – Magnus ronroneó. – Solo síguelos. –

Alec acercó a Magnus y lo besó con necesidad, tratando de mostrarle a Magnus lo mucho que le necesitaba. Paso sus manos por todo el pecho expuesto de Magnus y su espalda. Cuando rompieron el beso para tomar aire, Magnus puso su atención en la piel de su cuello. Alec gimió cuando Magnus chupó en su punto; dolió, pero fue un dolor bastante bueno.

Las animadas manos de Alec llegaron al cinturón de Magnus. Alec no podía quitarle completamente los pantalones en esa posición, pero si podía bajarlos lo suficiente como para sentir cuanto le deseaba Magnus. Alec sonrió mientras sus manos tocaban el excitado miembro de Magnus sobre la tela del bóxer. Magnus gimió, buscando sus labios de para darle un caliente beso. Ambas manos trabajaron juntas para remover los restos de ropa que aun les separaban. Alec se sonrojó nervioso cuando las manos de Magnus llegaron al elástico de su bóxer. Magnus lo miró a los ojos y él asintió, antes de quitarle el bóxer.

Hasta ahora, cada sesión de besos que había tenido con Magnus le había hecho darse cuenta de la poca cantidad de sangre que era dirigida a su cerebro, pero esta vez era diferente. Esta vez sabía que iba a hacer algo con ello. Toda la ropa había desaparecido y se encontraban presionados piel contra piel, y Alec dejó salir un sonido entre gemido y suspiro. El miembro de Magnus se frotó contra el suyo mientras continuaban besándose. Magnus comenzó a menear su cadera contra la de Alec, poniéndoles aun más duros. Alec no sabía que hacer, solo sabia que quería más. Su respiración era errática, su corazón latía como loco. Y decidió seguir sus instintos. Le giró, quedando encima de Magnus. Y comenzó a dejar un camino de besos desde el cuello de Magnus hasta su ombligo. Luego llevó su boca al miembro de Magnus, chupándolo.

– Alexander, – Magnus susurró, lascivamente. Alec decidió tomarse eso como buena señal. Con sus manos en las caderas de Magnus, Alec usó su lengua y dientes para intentar crear fricción. Las manos de Alec mantenían a Magnus en su lugar mientras Magnus trataba de mover sus caderas al ritmo de la boca de Magnus. Cuando Alec sintió los músculos debajo de sus manos apretarse, se separó. El cuerpo de Magnus se relajó, pero no terminó.

– ¿Magnus? – preguntó Alec inseguro. Los ojos de Magnus seguían cerrados, pero los abrió al escuchar el tono confundido de Alec. – ¿Hice algo mal? –

Magnus rió suavemente, sentándose y poniendo a Alec en sus brazos. – Te detuviste, – dijo sonriendo. Alec se había detenido por miedo a ahogarse, pero mientras Magnus le besaba, sus preocupaciones desaparecieron. Besar a Magnus sin ninguna capa de ropa que les separara, se sentía a gloria. Cuidadosamente, y sin romper el beso, Magnus les giró de nuevo.

Y ahora Magnus estaba en todos lados. Sus manos quemaban sobre su piel. Alec gimió mientras los dedos de Magnus probaban sus tetillas, mientras Magnus dejaba un camino de besos por su pecho, pasando su ombligo y llegando a su miembro. Alec gimió.

– Paciencia, cariño. – Magnus ronroneó mientras besaba su pierna, continuando con la lenta tortura. Alec no quería jugar, pero no sabia como transmitirlo. De repente la boca caliente de Magnus rodeó su miembro y su espalda de se arqueó, más aun por la sorpresa. Magnus bajaba y subía, lamiendo y chupando. Alec no pudo detener a sus caderas, de seguir su ritmo. Su respiración se detuvo, mientras su cuerpo se tensaba.

– Magnus, – dijo como advertencia, mientras se liberaba. No era su primer orgasmo: después de todo, que chico no lo había hecho en la ducha, siendo gay o no, pero eso fue sintió muchísimas veces mejor. El toque de Magnus hacia toda la diferencia. Alec permaneció acostado con los ojos cerrados, disfrutando el momento, hasta que los labios de Magnus se presionaron con los suyos.

– Mmmm, – suspiró Alec. – Magnus. –

– Estoy aquí, – susurró Magnus mientras besaba su cuello. Alec sonrió, devolviéndole el beso a Magnus, mientras sus manos se deslizaban por abajo para evaluar el nivel de satisfacción de Magnus, el cual seguía esperando. Enrolló sus dedos alrededor del miembro de Magnus, moviéndolos de arriba abajo. Giraron, quedando Magnus acostado y él arriba, bajó al miembro de Magnus y comenzó a lamerlo. No se detuvo hasta que sintió como Magnus terminó en su boca. Magnus arqueó la espalda, y finalmente se enderezó, relajándose. Alec se levantó y fue a lavarse al baño, regresando después para acurrucarse con Magnus.

Alec se enfocó en la cálida presencia de Magnus a su lado. El contacto piel con piel y estar acurrucados al lado del otro era confortante. Su cabeza descansaba sobre el hombro de Magnus mientras este tenia su brazo alrededor de él.

– Antes de que te duermas… – dijo Magnus pero Alec ya no lo escuchó, ya se había dormido. Magnus estaba a su lado; su cuerpo estaba cansado y se quedó dormido.

Alec se levantó en los brazos de Magnus, con un cálido y maravilloso sentimiento en su pecho. Se sentó, con cuidado para no despertar a Magnus. Estaba a punto de bañarse cuando escuchó un golpe y se volteó. El sonido parecía venir a fuera de la ventana. Rápidamente, se puso la ropa que encontró, ya que había dormido desnudo al lado de Magnus, y se asomó por la ventana. Había un árbol cerca de la ventana y una de las ramas se había roto, y ahora colgaba del árbol. Alec miró hacia abajo, intentando averiguar que haba causado que la rotura de la rama, y vio a una mujer, tirada en el piso, como si se hubiera caído del árbol. Estaba a punto de llamarla y ver si se había herido cuando ella alzó la vista. Tenia una cámara en su mano y rápidamente lo enfocó a él y un flash oscureció su visión. Cuando las lucecitas de sus ojos desaparecieron, la mujer ya no estaba.

Confuso, pero sin darle importancia, se dirigió a la ducha. Cuando estaba vestido y se había lavado los dientes, Alec salió a checar si Magnus seguía en la cama, aunque ya se encontraba estirándose.

– Buenos días, – dijo, besando a un adormilado Magnus.

– Hmm, – Magnus suspiró dentro del beso. – Me podría acostumbrar a esto. –

– ¿De verdad? – preguntó Alec.

– De verdad, – contestó Magnus. Magnus lo acercó y lo besó más intensamente antes de hablar. – Alec, hay algo que debo decirte. –

– ¿Oh? – preguntó. El tono de voz de Magnus lo hiso sentirse ansioso.

– Te lo he intentado decir antes, – dijo Magnus, incómodo. – Solo que… quiero decir… – ahora Alec estaba asustado y ansioso. – Espero que no cambie nada. –

– Me estás asustando, – confesó, alejándose de Magnus.

Antes de que continuara, alguien golpeó la puerta. Alec estaba seguro de que Magnus se iba a ir; se iba a desvanecer tan rápido como había entrado a su vida. O le iba a decir lo terrible que era en la cama. De todas formas, no quería escucharlo. Así que fue hacia la puerta, tratando de retrasar lo inevitable. Podía escuchar a más de una persona hablando del otro lado, pero la de limpieza nunca aparecía tan temprano. Alec abrió la puerta y vio a un hombre que nunca había visto en su vida. Lo primero que notó de este hombre es que usaba un traje verde limón.

– ¡Lo siento! – dijo el hombre de traje verde mientras entraba rápidamente, cerrando la puerta tras de él. – Vine tan rápido como escuché los rumores, pero parece que no le gané a la prensa. – Alec solo se le quedó viendo al extraño con la boca abierta. El hombre que parecía estar en sus treintas, cabello café y una cabeza ovalada, entró como en su casa a la habitación. – Ah, – dijo mirando a Magnus que seguía en la cama. – Ahora entiendo porque no contestabas tu teléfono. – El hombre suspiró como si el hecho de que Magnus ignorara su teléfono le ofendiera a un nivel personal.

– Alec, – dijo Magnus, ignorando al hombre de verde y mirándole. – Lo siento. –

– ¿Qué diablos está pasando? – preguntó Alec.

– Dado que claramente Magnus no va a hacer las presentaciones, – dijo el hombre tomando la mano de Alec. – Hola, soy Ragnor Fell, el manager de Magnus. –

– ¿Su manager? – preguntó sorprendido. Ragnor miraba de Alec a Magnus con una mirada confundida.

– ¿En que te has metido estas últimas dos semanas, mi amigo? – preguntó Ragnor.

– ¿Por qué Magnus necesitaría un manager? – preguntó Alec.

– Te dije que cantaba, – dijo Magnus, pero Alec le dio una mirada dudosa. – Bueno, me va bien. –

– ¿Qué tan bien? – preguntó Alec.

– Su último álbum vendió cuatro millones de copias por todo el mundo. – dijo Ragnor orgulloso.

– ¡Millones! – exclamó Alec, obviamente sorprendido.

– Y ese ni siquiera fue su mejor álbum, – alardeó Ragnor. – ¡Lo que me recuerda! – Ragnor volteó a ver a Magnus. – ¡Tu, horrible y pequeño malagradecido….– Un montón de insultos salieron de la boca de Ragnor mientras le apuntaba a Magnus con el dedo.

– ¡Lo siento! – Magnus dijo rápidamente, aunque no parecía verdad.

– ¡Las ventas deberían subir!, – se quejó Ragnor, – Y tu huyendo al segundo que termina el tour ¡no ayuda! –

– ¿Tour? – preguntó Alec, aun sorprendido, pero nadie contestó.

– Necesitaba un descanso, – se defendió Magnus, – Ragnor, por favor, vete. Necesito un momento con Alec. –

– Oh ¿ese es el que me abrió la puerta? – preguntó Ragnor, aun viendo a Magnus.

– ¡Si! – dijo Magnus, casi gritando. – ¡Vete! – Ragnor no se fue, pero si fijó su atención en otra cosa al otro lado de la habitación.

– Alexander, – dijo Magnus, suavemente. Ya se había parado, con la sabana enrollada en su cintura. Alec no pudo evitar notar lo bien que se veía. Luego su mente volvió al millón de ventas que habían mencionado, y lo sacó de su ensueño. – Esto era lo que estaba a punto de decirte. –

Alec no tenía palabras para lo que estaba sintiendo en ese momento. Solo sabia que no quería seguir ahí. Tenia una extraña sensación, como si se estuviera ahogando.

– Debí habértelo dicho antes, – dijo Magnus. – Pero me preocupaba que fueras a reaccionar mal. –

– ¿Qué exactamente… – comenzó Alec, – Quiero decir, ¿quién…– no sabia ni como formular la pregunta. “¿Quién eres?” sonaba tonto, y “¿A qué me arrastraste?” sonaba egoísta.

– ¡Oh, santo cielo!, – gritó Ragnor. – ¡No tenemos tiempo para esto, Magnus! ¡Hay toda una línea de fotógrafos esperándote desde tu pasillo hasta la recepción! –

– ¿Qué? – preguntó Magnus, volviendo su atención a Ragnor, quien parecía, ya no podía fingir desinterés. – ¿Cómo me encontraron? –

– Nadie se ha dado el crédito por ello, si es a lo que te refieres, – dijo Ragnor enojado. – ¡Aunque incluso ofrecí una recompensa y todo! – suspiró.

Alec estaba tan abrumado, que ya no estaba seguro de lo que sentía. Su deseo de huir era cada segundo, más fuerte. La burbuja de felicidad había reventado, no en la forma que esperaba, pero igual lo había hecho. Se movió rápidamente, sin siquiera tomar su chaqueta u otras cosas de la habitación, antes de cerrar la puerta tras él. Escuchó a Magnus gritar su nombre mientras corría sin detenerse. Una vez en el pasillo, los flashes le asaltaron. Se movió entre ellos tan rápido como pudo, ignorando las cámaras y las preguntas. La gente le ponía micrófonos en su cara pero él no habló para nada, mientras se empujaba por la multitud.

Alec no estaba seguro de cómo logro salir del hotel. Entró a su coche y condujo a su casa, con un remolino en su mente. Pensó, mientras se estacionaba, que probablemente no debió manejar en ese estado, pero ya era demasiado tarde. Salió del coche y entró a su casa. Jace estaba o trabajando o fuera, aunque por el momento a Alec no le importó. Se movió rápidamente a su habitación y cerró la puerta. Se quedó parado en medio de la habitación, esperando que su corazón se tranquilizara. Cuando su respiración ya no parecía estar hiperventilando, comenzó a ir y venir, como si intentara hacer un hoyo en el suelo.

El caminar no le estaba ayudando a aliviar su ansiedad y su curiosidad crecía a cada segundo. Ahora estaba sentado frente a su laptop, tecleando. Rara vez la usaba y tardó siglos en prender. Pero ¿realmente quería saber? Tomando una profunda respiración, tecleó la palabra “Magnus” en google y automáticamente la completo con la palabra “Bane”. Alec le dio enter, seguro de que era el Magnus del cual acababa de huir. Los resultados mostraron una cuenta de twitter, también tenia una página de Wikipedia, con toda una sección dedicada a su vida amorosa con mujeres; y un canal de vevo en youtube.

La canción que Magnus le había cantado la primer mañana que despertaron juntos tenia unas doscientas millones de visitas. Alec bajó y leyó los comentarios. El más votado era de “Banegirl193” y decía algo como “OMG Magnus me excita tanto. Es como si me mirara directamente 2:15”. Cuando Alec le dio clic al link del número, el video brincó a el momento en que Magnus miraba directo a la cámara. Reconoció la mirada, a pesar de el maquillaje. Sus pupilas eran como las de un gato, pero era Magnus. Vio y repitió el video y, ¡Vaya que Magnus bailaba! Movía sus caderas en una forma en que ni él podía cuando surfeaba. Magnus miraba a la cámara mientras cantaba el coro. De repente, Alec imaginó a doscientas millones de personas viendo esto, deseando a Magnus, y una ola de celos creció en el, atrapándolo con la guardia baja.

Magnus era más famoso de lo que podía imagina, pero no podía quitar los ojos de la pantalla. Volvió a bajar a los comentarios, la mayoría de ellos de mujeres, sobre lo sexy que era Magnus. Algunos comentarios mencionaban lo bien que cantaba, pero solo algunos. Los nombres de los usuarios eran más que suficiente para que el estomago de Alec se revolviera: “MrsMagnus832”, “Hot4bane”, Magcam921” y muchos más.

Alec siguió leyendo los comentarios y rápidamente entendió que “Magcam” era algo que ellos llamaban un “ship” y era para representar a Magnus y Camille como pareja. Había un link uno de los comentarios y de repente Alec se encontró en un sitio de historias escritas por fans. Sus ojos se abrían más y más mientras leía. Se impresionaba de las habilidades de escritura que tenían, pero el contenido le hacia sentir enfermo. En una historia Camille y Magnus eran una pareja de casados con hijos. En otra, estaban en un momento romántico, seguido por la escena de sexo más descriptiva que había tenido la desdicha de leer, cosa que no ayudaba a disminuir sus celos. Nunca había escuchado de la tal Camille, pero de repente sintió la necesidad de herirla un poco.

Todo era demasiado. Alec no podía procesarlo. Ya sabia que el apellido de Camille era Belcourt, por leer las historias y pronto se encontró, buscándola en google. Encontró un video y múltiples artículos de su ruptura con Magnus. El video le hiso enojar. Era enfermizamente dulce, diciendo lo mucho que Magnus la amaba. Muchos de los artículos eran solo de comentarios enojados por la ruptura, en vez de informar el porque.

¿Cómo había pasado esto, y por qué sus ojos seguían pegados a la pantalla? Él solo había conocido a un loco turista y comenzó a pasar tiempo con él. ¿Por qué ahora eso hacia que el mundo no tuviera sentido? Su Magnus no usaba maquillaje. Este si lo hacia.

Cuando intentó buscar su nombre con el de Magnus, no encontró nada. Suspiró aliviado pero entonces pensó en algo mas. Cuando busco “Magnus Bane gay” aparecieron un montón de artículos, con títulos como:

“Finalmente se encuentra a Magnus Bane… ¡Con un hombre en la cama”
“La ruptura con Camille explicada: ¡Magnus es gay!”
“Después de la pública ruptura con su novia de años, Magnus encuentra consuelo en un hombre. Más información en la página.”
“¿Quién es el hombre misterioso con el que Magnus se besa? ¿Qué significa esto para Magcam?”
¿Quién es el misterioso hombre en la cama de Magnus? ¿Un viejo amorío? ¿Cuánto tiempo ha estado Magnus en el closet?”

Los artículos también contaban con fotos. Algunas tomadas mientras huía de la prensa, escapando del motel. Pero la foto principal de todos los artículos era la de Alec y Magnus esa mañana, acostados abrazados. Supuso que la foto fue tomada por la mujer que había caído del árbol. Todo había pasado demasiado rápido. Su estómago gruñó por lo que volteó a ver la hora, era hora del desayuno. Su perfecta mañana de repente parecía haber pasado años atrás y no solo unas horas.

Chapter 12: Inspiración

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Magnus POV

– Su último álbum vendió cuatro millones de copias por todo el mundo. – dijo Ragnor orgulloso y Magnus deseó con todas sus fuerzas que Ragnor no estuviera ahí. La mirada de shock de Alec mientras repetía “millones” le asustó. – Y ese ni siquiera fue su mejor álbum. ¡Lo que me recuerda! – Ragnor le volteó a ver y procedió a lanzarle un montón de insultos poco creativos

– ¡Lo siento! –dijo rápidamente, sin realmente sentirlo. Debería estar arrepentido de su comportamiento con su amigo, pero no podía preocuparse por ello mientras la cara de Alec lucía de esa manera. Había algo en su expresión que le decía que debía ser cauteloso.

– ¡Las ventas deberían subir!, – se quejó Ragnor, – Y tu huyendo al segundo que termina el tour ¡no ayuda! –

– ¿Tour? – preguntó Alec, aun con incredulidad. No podía descifrar su mirada, pero algo le decía que Alec estaba a punto de huir, lo cual lo tenía ansioso.

– Necesitaba un descanso, Ragnor, por favor, vete. – dijo Magnus a su amigo, sabiendo que era un mal momento. – Necesito un momento con Alec. –

– Oh ¿ese es el que me abrió la puerta? – preguntó Ragnor, viendo a Magnus.

– ¡Si! – dijo, casi gritando. – ¡Vete! – Magnus rara vez gritaba, y eso, pareció suficiente para que al menos Ragnor se volteara y se callara. – Alexander, – dijo, suavemente. Se había enrollado la sabana en su cintura y se paró, acercándose lentamente a Alec, asustado de que se alejara. Por un momento, vio como los ojos de Alec vagaban por su pecho, pero luego su mirada volvió a su rostro. – Esto era lo que estaba a punto de decirte. – Alec no dijo nada y Magnus sintió que se ahogaba en su ansiedad. – Debí habértelo dicho antes, – dijo, tratando de no alejarlo. – Pero me preocupaba que fueras a reaccionar mal. –

– ¿Qué exactamente… – Alec balbuceó, – Quiero decir, ¿quién…–

Antes de que Magnus pudiera contestar Ragnor le interrumpió. – ¡Oh, santo cielo!, ¡No tenemos tiempo para esto, Magnus! ¡Hay toda una línea de fotógrafos esperándote desde tu pasillo hasta la recepción! –

– ¿Qué? – preguntó, siendo distraído por eso. ¿Porqué Ragnor no había comenzado por ahí? – ¿Cómo me encontraron? –

– Nadie se ha dado el crédito por ello, si es a lo que te refieres, – dijo Ragnor enojado. – ¡Aunque incluso ofrecí una recompensa y todo! –

Magnus estaba aliviado de escuchar que ni Karla o Robert le habían traicionado, pero eso también significaba que no había sido tan cauteloso como creyó. Volvió su atención a Alec, determinado a contestar sus preguntas, pero solo volvió justo a tiempo para ver a Alec desaparecer.

– ¡Alec! – le llamó, pero Alec no regresó ni le volteó a ver.

Magnus estaba bastante seguro de que Ragnor le estaba hablando, pero no podía escucharle. Se quedó congelado a lado de la cama, usando nada más que una sabana, mientras veía la puerta por la que Alec había desaparecido, dejando una expresión herida y sorprendida de su rostro en su mente. ¿Cuál era exactamente la razón por la que Alec había huido? ¿No le gustaban las sorpresas? ¿Esta sorpresa fue demasiado para él? ¿Alec hubiera huido aun si Magnus le hubiera dicho la verdad antes? Si fuera detrás de él a explicarle ¿le escucharía? ¿O no había forma de que Alec aceptara esto? La idea de no volver a ver a Alec de nuevo le hiso querer colapsar sobre la cama y llorar hasta que ya no pudiera más, pero él seguía ahí parado, como si fuera incapaz de moverse.

– ¿Me estás escuchando? – la voz de Ragnor lo sacó de sus pensamientos.

– ¿Huh? – dijo aun ausente, sin apartar la vista de la puerta. Ragnor le puso su teléfono en la cara. Magnus se las arregló para leer un desagradable titular antes de que Ragnor le sacudiera por los hombros. Esperó que Alec no tuviera al alcance una computadora.

– Necesito encontrar a Alec, – dijo interrumpiendo lo que sea que estuviera diciendo Ragnor.

– ¡No tenemos tiempo para eso! – se quejó Ragnor y Magnus finalmente se movió, volteando a ver a Ragnor con una expresión determinada.

– Le amo, – dijo Magnus, como un hecho. Ragnor dio un paso atrás, sorprendido. Uso el espacio para ir rápidamente al baño a cambiarse. Pero ¿cómo iba a pasar a la prensa? ¿Había una puerta trasera? ¿Podía haber una salida de emergencia? De repente se dio cuenta que la prensa no importaba, solo importaba Alec.

– Si, vestirse es bueno, – masculló Ragnor mientras Magnus entraba al baño. – Empacar es bueno. Vamos. Clary nos esta esperando en el avión. – supuso que debía prestar atención a lo que Ragnor decía, pero decidió dejar ese problema para luego. Caminó hacia la puerta por la que Alec se había ido.

– ¿A dónde vas? – preguntó Ragnor. – Hay un ejercito de paparazzi allá afuera. –

– Necesito hablar con Alec, – le explicó sin esperar a escuchar las razones que Ragnor le daría para no salir por esa puerta. Magnus salió, enfrentándose con la multitud que le esperaba fuera.

– ¿Por qué te estás escondiendo en Tofino? –

– ¿Ese hombre es con el que pasaste la noche? –

– ¿Qué explicación le darías a los fans de Magcam por lo que paso en Toronto? –

– ¿Sabías que tu manager estaba ofreciendo una recompensa si alguien sabia algo de ti? –

– ¿Es verdad que obtuviste un empleo aquí? –

– La foto tuya de esta mañana sugiere una relación sexual con este hombre. ¿Algún comentario? –

No contestó a ninguna pregunta, simplemente se movió a través de la masa lo más rápido que pudo. Estaba seguro que habían conseguido algunas fotos suyas a pesar de tratar de evitarlo. Cuando finalmente llegó a la calle, casi se detiene por un taxi, antes de recordar que no había taxis en cada esquina como en Nueva York, así que decidió correr. La adrenalina que corría en él, aumentada por su miedo de perder a Alec, le hicieron correr como nunca. Dado que el trabajo de Alec estaba cerca, decidió intentar ahí primero, pero cuando llego a la tienda, vio a la prensa y un montón de cámaras esperando por él. Siguió y tomó la ruta a la casa de Alec. Magnus llegó a la puerta de Alec y golpeó apresuradamente. Cuando se abrió la puerta, creía que vería el rostro de Alec, pero lo que vio un cabello rubio.

– Magnus, – dijo Jace animadamente, recargándose en la puerta de forma casual.

– Necesito hablar con Alec, por favor. – rogó Magnus.

– Esta encerrado en su habitación, – replicó Jace dramáticamente. – No quiere hablar con Magnus Bane. – dijo Jace, diciendo la última palabra lentamente, dándole énfasis.

– ¡Solo quiero explicarle las cosas! – suplicó.

– Hey, son sus palabras no las mías, – dijo Jace, con voz ligera y casual mientras subía sus manos en señal de derrota. – Si yo descubriera que he salido accidentalmente con una celebridad estaría emocionado. –

– ¡No me importa como estarías! – exclamó Magnus. – ¿Cómo está Alec? –

– Lo siento, – Jace se encogió de hombros. Parecía que el rubio idiota no comprendía lo importante que era todo esto.

– ¡Alec! – Magnus gritó sobre Jace, – ¡Por favor, habla conmigo Alexander! –

– ¿Qué quieres, Magnus Bane? –dijo Alec amargamente. Al parecer Jace había estado imitando a Alec al decirlo, pero la voz de Jace había sido arcoíris y felicidad comparado con la forma en que Alec lo dijo. A Magnus lo tomó con la guardia baja. No dijo nada por lo que Alec agregó. – ¿Entonces? –

– Alec, – dijo Magnus suavemente. Se acercó tratando de tomar la mano de Alec. Sentía que todo estaría bien si tomaba la mano de Alec, pero este dio un paso atrás y Magnus dejó caer su brazo. – Por favor, no te enojes. –

– ¿Algo de lo que dijiste fue verdad? – preguntó Alec.

– Nunca te mentí, Alexander, – replicó rápidamente. – Cada palabra que te dije fue verdad, te lo prometo. –

– Ya no se quien eres realmente. – dijo Alec, sacudiendo su cabeza.

– Soy la misma persona de siempre. –

– No, no lo eres, – contrarrestó Alec, – Ahora eres una celebridad. Ahora yo soy el chico que fue cachado en la cama con Magnus Bane. Ya no soy yo, no más. No soy nadie. – Alec no le dio la oportunidad de replicar a Magnus. Solo se giró y volvió a entrar a la casa.

– Siempre has sido alguien para mi, Alexander, – Magnus llamó, pero Alec no volteó.

– Así que, – dijo Jace desde donde estaba parado casualmente, – ¿Conocer alguna celebridad sexy y soltera para mi? –

– Mi artista de maquillaje podría ser capaz de curar todo ese narcisismo, – Magnus lanzó de vuelta. – Sabe limpiar la mierda de todos. – Sin embargo Jace no se tomo eso de la forma que pretendía. Sonrió y le preguntó cuando podría tener una cita con ella. Magnus giró los ojos, dándose cuenta de lo poco que le agradaba el mejor amigo de Alec.

¿Qué diablos se supone que haría ahora? Se había prometido que la distancia física no le mantendría alejado de Alexander, pero ahí estaban, solo unos metros separados y se sentía a kilómetros del hombre que amaba. Magnus ya llevaba un tiempo enamorado de él pero a penas se daba cuenta de ello. Quizá decírselo ayudaría, pero, gritar “te amo” por toda la casa de Alec no parecía la mejor idea. Alec probablemente no le creería.

Como siempre, la prensa tenia la horrible forma cualidad de aparecer en el momento. Una mujer con un micrófono y dos hombre detrás de ella con dos cámaras estaban caminado por la banqueta hacia él. Magnus sospechó que le habían seguido de la tienda de Alec. Decidiendo que lo mejor era alejarles de Alec, Magnus comenzó a caminar lentamente hacia ellos. Finalmente decidido a enfrentar sus preguntas.

– ¿Este era el plan cuando dejaste Toronto? – preguntó una reportera.

– No, – respondió Magnus.

– ¿Eres gay? – preguntó otro.

– No. –

– ¿Puedes contestar con más de una palabra, por favor? –

– No, – replicó Magnus.

Estaba demasiado cansado y emocionalmente agotado como para preocuparse de lo que la gente pensara. Camino lentamente hacia su motel, de vuelta con Ragnor. La prensa le siguió, pero el no contestó nada más. Ni siquiera le interesaba contradecirles cuando ellos hacían estrafalarias acusaciones. Sabia que hacían eso para conseguir que respondiera, pero la verdad es que ni el tenia las respuestas. Mientras volvía, se dio cuenta de lo mucho que había corrido. El camino de vuelta parecía diez veces más largo, o quizá era por el nuevo trio de reporteros siguiéndole detrás. Magnus tomo nota de el hermoso océano y la hermosa vista de todas las tiendas, preguntándose si alguna vez las volvería a ver. A pesar de que era un pueblo pequeño y siempre llovía, había comenzado a gustarle estar ahí.

Cuando finalmente vio el motel, vislumbró una cabellera roja, reconociéndola enseguida. Se sintió feliz de verla y de abrazadla. Los estúpidos reporteros comenzaron a lanzar flashes como locos por ello, lo que Magnus ignoró.

– Cuando sugerí que te tomaras unas vacaciones, – dijo Clary suavemente en su oído para que los reporteros no escucharan, – No me refería a unas secretas. – Magnus se rió. Claro, que la estúpida prensa fotografió eso también.

– Vamos adentro, – dijo Ragnor, mirando a los reporteros, mientras empujaba a Clary y a Magnus hacia el motel. La prensa se detuvo en las puertas.

Magnus siguió a su amigo al elevador, luego por el pasillo. Ni siquiera se molestó por levantar la mirada de la alfombra. Cuando Ragnor abrió la puerta, colapsó en la cama; la cama en la que había despertado con Alec esa mañana. Cubrió su rostro con la almohada mientras sentía pasar el entumecimiento y comenzaba en su lugar un dolor en el corazón. Esto era muy diferente a otras veces en las que había perdido a alguien. Esta ves se sentía herido tanto física como emocionalmente. Y supo en ese momento, que nunca antes de Alexander, nunca había estado enamorado.

– Había planeado sacarte de aquí discretamente, ver a Clary en el avión, y volar lejos de aquí, pero TU…– dijo Ragnor molesto. – ¡Has arruinado completamente el plan! –

– No seas tan duro, – Clary le defendió. Como Ragnor, Clary le había conocido antes de toda su fama y fortuna. Ella y Ragnor eran las únicas personas con las que seguía trabajando desde que inició su carrera.

– Lo siento, – suspiró Magnus. Debió sonar tan miserable como se sentía, porque Ragnor le bajo a su enojo.

– De verdad le amas ¿verdad? – preguntó Ragnor con cariño. Magnus escucho el chirrido de una silla y supuso que Ragnor se había sentado. – Wow, Magnus ¡Solo fueron dos semanas! –

– De hecho, – corrigió a su amigo, levantando su mano al aire, pero sin remover la almohada de su cara. – Fueron más o menos cinco días. Si no hubiera conocido a Alec, me hubiera regresado a casa hace una semana. –

– Te das cuenta de lo loco que suena eso ¿verdad? – Ragnor le preguntó.

– Oh créeme, lo se, – Magnus gruñó.

– Bueno entonces, – dijo Ragnor. – Debemos irnos. –

– ¿Me intentas decir que no puedo simplemente quedarme en esta cama por siempre? – se quejó Magnus.

– ¡No, no puedes! – dijo Ragnor firmemente.

– Magnus, – dijo Clary, con un tono más amable y paciente. – Me parece que Alec a decidido terminar las cosas. No hay nada aquí para ti. – La visión de Magnus se volvió oscura; sus ojos estaban cerrados y la almohada bloqueaba la luz. La oscuridad y la almohada casi se sentían como un escudo y deseó que le pudieran proteger de su pérdida.

– El amigo de Alec le gustaría tener una cita contigo, – dijo Magnus, tratando de evadirlos. Podía sentir como las lagrimas se acumulaban en sus ojos. – Pero no tengo su número de teléfono. –

– Oh estoy seguro que podemos conseguirlo, – dijo Ragnor firmemente, aunque Magnus sabia que él diría lo que sea con tal de dar por finalizadas las vacaciones. – Pero una vez que estemos de vuelta en Nueva York, ¿ok? –

– Nueva York, Paris, Londres, – Magnus farfulló. – Realmente no pertenezco a ningún lado, ¿cierto? – de repente la almohada fue retirada de su rostro y una cabeza pelirroja, enojada le miró.

– ¡Para! – Clary demandó. Sorprendido, Magnus se sentó y la miró. – Okey, así que te rompieron el corazón. ¿Y que vas a hacer al respecto? –

– Yo, – Magnus no sabía que decir. En ese momento lo único que quería hacer era esconderse en la cama, triste, y nunca salir de ahí. Pero Clary tenia razón. – Voy a…– Magnus comenzó de nuevo y de repente lo estaba pensando. Pensando en todas las cosas que Alec le había enseñado. En todas las formas en las que Alec le había cambiado. ¡Era tanto! Como el surf, la poesía, como era sentirse aceptado por una familia. Alec le había enseñado sobre el amor y la honestidad. ¿Qué no le había enseñado Alexander Lightwood? Su mente era un torbellino. Tantas palabras que Alec había inspirado en el, corriendo por su mente. Su pajarito madrugador. Sus penetrantes ojos azules. La forma en la que Alec lo había presentado con su familia, haciéndolo sentir en casa. La hermosa forma en la que Alec se sonrojaba. La forma en la que Alec se había metido en el como nadie más. Si, Magnus iba a celebrar el tiempo que habían pasado juntos en vez de llorar por la pérdida, porque a pesar del dolor que ahora sentía, Magnus no se arrepentía de un solo momento compartido con Alec.

Cooperó con Ragnor en sus planes de escape. Mientras seguía Ragnor y a Clary al avión, las palabras en su cabeza se comenzaron a convertir en música. Notas que expresaban los sentimientos que Alec había inspirado en él, como nadie más lo había hecho. Antes de aterrizar en Nueva York, Magnus había comenzado a escribir notas en una servilleta. Mientras bajaban del avión, tatareaba sus nuevas canciones.

– Creo que esta roto, – Ragnor le susurró a Clary, mientras entraban al coche.

– ¿Mejor que derrotado? – dijo Clary. Magnus se rió, luego siguió donde lo había dejado, pero tan pronto como llegó a casa, se encerró en el cuarto de música. Su departamento en Nueva York era grande y muy colorido, pero en ese momento solo quería llegar al cuarto de música. Tenia un gran piano en la esquina y una cabina de sonido para grabar en la otra esquina. Un escritorio de roble en el lugar donde podía ver por la ventana el cielo de Nueva York, mientras escribía las ideas que corrían por su mente. El tiempo pasó mientras Magnus trabajaba. Se quedó despierto hasta horas altas de la noche, solo durmiendo cuando su mente estaba demasiado cansada como para seguir trabajando. Los días pasaban como un borrón.

– ¿En qué estás trabajando? – le preguntó Ragnor un día que salió. Si tenia que adivinar, diría que habían pasado cuatro días desde que volvieron a casa.

– Un álbum, – explicó Magnus.

– Acabas de sacar un álbum, – dijo Ragnor. – Tu gira acaba de terminar, ¿recuerdas? Es la prensa de la que deberíamos estar preocupándonos ahora. –

– No puedo detenerme, – dijo Magnus. – Tengo que terminar. – No estaba seguro de la última vez que se había duchado, aunque había sido reciente. Si no fuera por su genética Asiática, probablemente ya tendría una gran barba. Usaba la misma ropa con la que dormía y tenia un lápiz detrás de la oreja.

– ¿Has comido hoy? – preguntó Ragnor.

Pausó por un momento, dejando de ver su trabajo por primera vez desde que Ragnor había llegado. – ¿Qué hora es? –

– Las dos de la tarde, – replicó Ragnor.

– Oh, – dijo Magnus. – ¿El café cuenta como comida? –

– ¡No, definitivamente! – exclamó Ragnor.

– Entonces no he comido, – contestó, volviendo la vista al escritorio. Ragnor murmuró algo bajo y luego se fue. Magnus no le dio importancia y volvió a trabajar, pero Ragnor volvió media hora después con comida.

Los días se convirtieron en semanas y luego en meses, pero Magnus no les prestaba atención. A penas y dejaba su departamento. Sus amigos le visitaban casi a diario y todos parecían determinados en alimentarle. Magnus no se quejaba, ya que eso significaba que no tenia que dejar de trabajar para buscar que comer. Era algo bueno que tuviera servicio de limpieza, si no, estaba seguro que su departamento luciría tan mal como él, pero no le importaba, iba a explotar esa inspiración hasta no poder más.

Para la suerte de Magnus, su inspiración duró hasta que terminó de escribir el álbum. Nunca había tenido tanta inspiración. Usualmente cuando escribía música, alguien mas escribía la letra antes, o escribía la música y alguien le ponía letra, pero esto era algo completamente diferente. Esta vez será capaz de decir “Letra y música de Magnus Bane”.

Chapter 13: Secuelas

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Alec POV

Hubo un golpe en la puerta, bastante apresurado, pero no se levantó. Se quedó sentado viendo su computadora. Estaba leyendo un artículo comparando cuanto tiempo Magnus había salido con sus anteriores novias, siendo Camille la más larga y reciente. Sabía que no debería estar leyendo eso, pero sus ojos no podían despegarse de la pantalla. Escuchó a Jace hablar con alguien en la puerta, pero trató de no escuchar. Aunque no tardó mucho, en reconocer la voz de Magnus.

– ¡Alec! – se escuchó la voz de Magnus a través del pasillo. – ¡Por favor, habla conmigo Alexander! –

Alec consideró ignorar el llamado. Consideró quedarse ahí sentado y leyendo más sobre el hombre que creyó conocer. Todas esas palabras haciéndole sentir celoso, furioso y miserable. ¿Cómo ver a Magnus podría empeorar las cosas? Era difícil ignorar a alguien gritando tu nombre así. Así que se levantó y lentamente camino por el pasillo. Cuando se detuvo, un poco detrás de Jace, usándolo como escudo, vislumbro a Magnus. Alec definitivamente sintió que necesitaba un escudo.

– ¿Qué quieres, Magnus Bane? –dijo amargamente, pero Magnus solo se le quedó viendo. Si no tenía nada que decir entonces ¿para que había venido? – ¿Entonces? –

– Alec, – dijo Magnus suavemente. Se acercó tratando de tomarle la mano, pero este dio un paso atrás automáticamente y Magnus dejó caer su brazo. – Por favor, no te enojes. –

– ¿Algo de lo que dijiste fue verdad? – preguntó Alec sin poderse resistir. Él había sido sincero durante sus días juntos, y ahora se sentía abierto y expuesto. Agradecía que Jace estuviera ahí.

– Nunca te mentí, Alexander, – Magnus replicó rápidamente. – Cada palabra que te dije fue verdad, te lo prometo. – Pero eso no tenía sentido, pensó. ¿Cómo podía haber sido sincero si le mantuvo escondido un secreto tan grande? Una mentira por omisión, era una mentira.

– Ya no se quien eres realmente. – dijo Alec, sacudiendo su cabeza.

– Soy la misma persona de siempre. – dijo Magnus suavemente

– No, no lo eres, – contrarrestó, – Ahora eres una celebridad. Ahora yo soy el chico que fue cachado en la cama con Magnus Bane. Ya no soy yo, no más. No soy nadie. – sin darle la oportunidad de replicar a Magnus, se giró y volvió a entrar a la casa rápidamente. Nada de lo que habían vivido había sido real. No había otra explicación. Desde el principio, el interés de Magnus por él no había tenido sentido, casi había sido cómico, e incluso si Alec se quedara con Magnus, nunca volvería a ser el mismo. ¡Sería el quien sabe que de Magnus Bane! ¿Su experimento? ¿Su amor de verano? Su trabajo ya se había convertido en el trabajo de verano de Magnus, su mamá le había llamado hace rato para decirle que ella y Robert habían sido invadidos por un montón de paparazis.

Cuando finalmente escuchó a Jace cerrar la puerta, supo que Magnus había salido de su vida para siempre. Y le sorprendió lo mucho que le dolió. Quizá sería una buena historia algún día, o en el futuro, le inspiraría para crear un poema que fuera por fin decente, pero por ahora, Alec simplemente se derrumbó. Se dirigió a su computadora para seguir hundiéndose en google. Se sentó con las piernas cruzadas en la silla del escritorio. Nunca había usado su computadora por tanto tiempo, y cada vez estaba más molesto, pero aun así continuaba con su búsqueda. Leyó más sobre Camille, la cual tenía su propia opinión del romance vacacional de Magnus. Alec vio un video de ella llorando frente a las cámaras sobre como Magnus nunca la amó realmente por ser mujer. Sollozaba histéricamente diciendo que debió haber adivinado que era gay, dado que usaba demasiado maquillaje.

Encontró un video en youtube donde Magnus estaba sosteniendo su cámara y usando sus ojos de gato y maquillaje. Estaba contestando preguntas que las personas le hacían por twitter. Reconoció el maquillaje como uno de los que había usado en uno de sus videos, dándose cuenta de lo mucho que los había visto. La cara sonriente de Magnus hablaba por la cámara mientras introducía a su equipo, ya que alguien se lo había pedido por twitter. Alec reconoció al hombre del motel, quien otra vez estaba usando un traje verde, solo que en diferente tono. También había una chica de cabello rojo intenso, y en su gafete decía “Clary Fairchild: maquillista”. Aunque probablemente nunca la iba a conocer, decidió que no le agradaba, ya que su trabajo era convertir a su Magnus en el famoso Magnus Bane.

Alec despertó, levantando su cara del teclado solo para ver que con su mejilla había tecleado la misma letra como un millón de veces en la barra de búsqueda. Con un gruñido, se levantó y se acostó en su cama.

Trató de ir al trabajo al día siguiente, pero seguía lleno de reporteros. Sus padres estaban tan ocupados con la tienda que no habían tenido la oportunidad de hablar desde que la prensa había aparecido. Estaba seguro de que Magnus ya se había ido, ya que solo la tienda estaba rodeada de paparazis. La prensa que rodeaba el hotel parecía haber desaparecido en una noche, justo como Magnus. Alec no iba a ir a trabajar mientras su trabajo estuviera rodeado de personas que lo único que querían era preguntarle sobre los detalles de su más intima semana de su vida. Jace estuvo sorprendentemente animado por tomar sus turnos, lo que Alec supuso era porque le gustaba llamar la atención.

No fue hasta una semana después que la prensa que rodeaba su tienda desapareció lo suficiente como para que se sintiera cómodo de volver a su trabajo. No le iba a admitir a nadie que se la paso la mayor parte de esa semana en su computadora leyendo todo lo que pudiera encontrar sobre Magnus Bane. Una vez que volvió al trabajo, la diversión no terminó del todo, oh no. Aun tenía que lidiar con algunas molestas fans que iban a la tienda a mirarle en vez de comprar. Parecían estar en todos lados. Tofino de repente era el lugar turístico favorito de las locas fans de Magnus, y su tienda parecía ser su lugar turístico número uno. Aunque agradeció que la mayoría de la prensa ya no estuviera ahí.

– ¡Oh por dios! – exclamó Izzy mientras veía su teléfono. Ambos estaban de turno, pero Alec estaba sentado con su cabeza apoyada en el mostrador mientras Izzy estaba parada mirando su teléfono. – ¡Eres el mejor hermano del mundo! – Alec estaba seguro que tenía que ver con todo lo que había pasado con Magnus Bane, por lo que no dijo nada. Las secuelas de pasar cinco días con Magnus parecían estar infectando su vida como un virus maligno. Odiaba que su vida privada se hubiera vuelto tan pública.

– ¡Entertainment quiere entrevistarme esta noche! – volvió a gritar, brincando. Alec no tenía idea de cómo podía hacerlo con esos tacones. Había recibido tantas invitaciones para tantas entrevistas, pero él no había respondido a ninguna. Lo último que quería era aparecer en televisión. Todos parecían estar haciéndolo bastante bien sin él dando entrevistas.

– Me alegro que mi miseria te haga tan feliz, Iz, – le dijo a su hermana con tanto sarcasmo como pudo, mientras rechinaba los dientes.

– Tu solito te haces miserable, lo sabes, – replicó Izzy, apuntándome con el dedo. – Dejaste que Magnus se fuera. –

– ¡¿Le dejé?! – gritó Alec, volviéndose a su hermana, de repente furioso. – ¡Él me mintió! –

– Pff, – Izzy no le dio importancia. – No sobre nada importante, me parece. Además, Jace dice que te persiguió cuando saliste huyendo. –

– ¿Y? – preguntó Alec, molesto.

– Obviamente quería arreglar las cosas, pero tu le gritaste y le dejaste solo. Así que solo te puedes culpar a ti mismo, – dijo Izzy. – Estas demasiado determinado en hundirte en tu miseria. –

– Como digas, Iz, – Alec no le hizo caso. – ¡Como si tu supieras mucho! –

– Les vi juntos varias veces, – dijo Izzy. – Y solo con eso puedo decir que Magnus te veía a través de un lente de cristal rosa. –

– Ese es el problema con los lentes de colores, – dijo Alec miserablemente. – cuando te los quitas, logras ver la realidad. –

– No entendiste mi punto, – dijo Izzy con un suspiro. Entonces Alec decidió que lo mejor era ignorarla. Izzy no lo entendía, pero finalmente se rindió.

El resto del turno paso rápido, como un borrón. Así parecía ser su vida últimamente, un borrón. Sus padres estaban emocionados por la nueva clientela en su tienda. Magnus había enviado una carta respecto a su corto tiempo como empleado y por la atención que la tienda estaba teniendo por su tiempo ahí. Alec ni siquiera se había molestado en preguntar el contenido de la carta, pero sabía que había hecho a sus papás bastante felices. Había estado al pendiente del medio por alguna señal de Magnus, pero a parte de la carta mandada a sus padres, casi no hubo nada más. Gracias a su investigación, sabía que alguien más llevaba la cuenta de twitter de Magnus, por ello fue que de acuerdo a esta, Magnus estuvo twiteando todo el tiempo que estuvo en Tofino. Alec supuso que había más de una persona ayudando a Magnus a llevar sus redes sociales. Además de eso, no había nada nuevo sobre Magnus. El chico en traje verde, cuyo nombre había olvidado, aparecía algunas veces diciendo que Magnus no estaba disponible para comentarios. Alec no podía evitarse preguntar donde estaba Magnus. ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué no había sido visto en público desde que se fue?

Camille era otra historia. Alec podía darse cuenta que se estaba aprovechando de la ausencia de Magnus en el medio para tratar de llenar sus zapatos. Al parecer cantaba, un poco, aunque no se acercaba para nada a Magnus. En todas las entrevistas, ella hablaba sobre hacer un álbum de covers de sus canciones favoritas. Alec aun la encontraba como la persona más falsa que había visto en su vida y recordó a Magnus diciéndole sobre como había tantas mentiras allá afuera. ¿Magnus se refería a ella? no estaba seguro, pero comenzaba a ver como Magnus técnicamente no le había mentido del todo. Había algunas cosas que Magnus le había dicho las cuales confirmó en búsquedas de google.

Karla se apareció un una semana después de la entrevista de Izzy en la tienda. Jace también estaba trabajando, así que supuso que ella estaba ahí para ver a Jace o algo así. Quizá ellos habían tenido algún momento y habían reconsiderado el volver o quizá ella había ido a devolverle algo que encontró mientras limpiaba su casa. Lo importante, es que Alec asumió que Karla estaba ahí para ver a Jace, aunque se dio cuenta, que se había equivocado.

– Alec, – dijo Karla una vez que entró. – Hey Jace, – añadió rápidamente antes e volver su atención a él quien se veía un poco sorprendido. – Escuché lo que pasó con Magnus. – Alec se volteó hacia Jace molesto. ¡Por que Jace le había dicho a Karla! Jace solo se encogió de hombros. ¿O acaso el pueblo entero ya conocía su historia?

– Gracias, – dijo Alec cautelosamente.

– ¿Cómo te enteraste que el era “el Magnus Bane”? – preguntó Karla de la nada.

– Con flashes de cámaras en mi cara, – dijo Alec. – ¿Por qué? –

Karla suspiró. – ¡Le dije que te dijera! – dije ella. – Me preocupaba que algo así pasara. –

– ¡Tu lo sabías! – gritó Alec. Por suerte, la tienda estaba casi vacía y solo había una chica usando una playera de Magnus Bane al otro lado del mostrador.

– Le reconocí el día en que fueron a cenar al restaurante, – se explicó. – Aunque me tomó un momento. Se ve diferente sin todo su maquillaje. –

– ¡¿Y por qué no me lo dijiste?! – le acusó.

– Le dejé una nota, – dijo Karla. – Y después hablamos. Parecía que realmente se preocupaba por ti y sentí que eventualmente el te diría la verdad. –

– Bueno no lo hace y no lo hiso. – Alec gruñó. Se volteó dándole la espalda y se encerró en el cuarto de atrás. Se escondió ahí hasta que escucho la campaña de la muerta demasiadas veces y salió a ayudar a Jace con los clientes. Karla ya se había ido. Unas horas después de estar evadiendo las preguntas personales de los molestos turistas y vendiendo un poco de equipo de surf. Alec y Jace fueron dejados solos en la tienda.

– Sabes, – dijo Jace. – Concuerdo con Karla. –

– Genial, – bufó Alec.

– Tu no viste lo desesperado que se veía cuando abrí la puerta, – continuó Jace.

– Si le vi. – argumentó Alec.

– No al momento, – dijo Jace. – Además, estás haciendo una tormenta en un vaso de agua. Que importa si es rico. Yo le llamaría una ganancia. –

Alec decidió que no tenía punto argumentar. ¡Por todo lo que sabía Magnus también era un buen actor! Eso no cambiaba nada.

días después alguien llegó a arreglar la radio después del desayuno. En el, Alec reconoció la voz de Magnus y le gritó a Jace que cambiara la estación. ¿Porqué la estúpida radio tenía que funcionar ahora? ¿Por qué no funcionó antes para que Alec pudiera sumar dos más dos y haberse dado cuenta antes? ¿Cómo no había notado la similitud de la voz que a veces escuchaba en el fondo de su trabajo, con la voz que escuchaba en las mañanas cuando despertaba en brazos de Magnus? ¿Nunca había puesto atención al radio o era más su poca percepción? Nunca hubiera imaginado ni en un millón de años que él Magnus con el que se despertaba cada mañana era Magnus Bane. Simplemente no podía imaginarlo. El Magnus de la radio y su Magnus no parecían el mismo, no engranaban. Era como si Magnus fuera dos personas. La persona que Alec pensó estar conociendo y la persona que había googleado en internet.

La entrevista de Izzy salió en televisión, e Izzy insistió en que fuera a verla con ella. Alec se negó, por supuesto, pero su hermana de alguna forma se las arregló para hacerle cambiar de opinión, aunque aun no tenía idea de cómo lo había logrado. Y por ello era que ahora se encontraba sentado en el sillón de sus padres con Izzy brincando de felicidad como un conejo, a su lado. La introducción terminó luego el entrevistador presentó a Izzy. Alec estaba agradecido de que Izzy no supiera mucho sobre lo que había pasado entre Magnus y él, aunque sabía lo suficiente como para hacerlo sonrojar durante toda la entrevista.

– Debería poner más atención a la cultura actual, – dijo Maryse con un suspiro mientras entraba a la habitación. Gracias al cielo, la entrevista ya casi terminaba y su madre se había perdido la parte donde Izzy describía como entró en la tienda y encontró a Magnus y Alec besándose en el mostrador. – No puedo creerlo. –

– Únete al grupo, – dijo mientras se inclinaba hacía atrás del sillón, cubriendo sus ojos con su brazo.

– ¿Por qué se fue? – preguntó Maryse.

– Porque al final se iba a ir mamá, – dijo Alec sin moverse. – Alguien como él no se iba a quedar en un lugar así. –

– Nunca pidió ninguno de los cheques que le correspondían, – dijo Maryse con un suspiro. – Pero nos ayudó demasiado. –

– Créeme, – dijo Alec. – No necesita el dinero. – Alec había mirado en su fortuna mientras hacía su búsqueda y no podía comenzar a entender como podía manejar tanto dinero.

– Aun así, – dijo Maryse. – Me gustaría poderle agradecer de alguna forma. –

– Y de todas formas ¿qué decía la carta que te envió? – preguntó Alec, sentándose y descubriendo sus ojos. Maryse estaba sentada en una silla del otro lado de él.

– Agradeciéndonos y diciendo que no iba a cobrar su comisión, – dijo. – Y sugerencias de para mejorar. –

– Huh, – dijo. No estaba seguro de que pensar de eso. A pesar de todo, Alec se encontró deseando que Magnus le mandara una carta a él. Sabía que era estúpido. Probablemente Magnus ya ni había pensado en él desde que se fue, pero no podía evitarlo.

– Isabelle, – el entrevistador le preguntó a su hermana. – ¿Qué puedes decirnos sobre la forma en que Magnus contestó a las preguntas sobre ser gay? Nos has hablado sobre lo que viste con tu hermano, pero los fans quieren saber si es verdad, porque Magnus no ha admitido el haber estado interesado en los hombres. –

– ¿Qué le preguntaron exactamente? – dijo Izzy respondiendo. – Por que a mi me suena como que le preguntaron un simple “¿eres gay?” a lo que es normal que Magnus respondiera que no. Antes de conocer a mi hermano el había salido con mujeres en público, pero eso no significa que no haya salido con hombros. Probablemente es bi, si me preguntan a mi.

– ¿Eso te dijo él? – preguntó el entrevistador. Alec comenzaba a desear no haber dejado que Izzy hiciera esa entrevista, aunque haberle pedido amablemente probablemente no hubiera funcionado.

– No, – dijo Izzy, – Pero es lo que me imagino. Quizá deberían preguntarle a él. –

– Magnus Bane no ha sido visto desde que aterrizó en Nueva York dejando tu pueblo, – dijo el entrevistador. – Todas las peticiones a su manager por entrevistas no han recibido respuesta. ¿Sabes algo sobre esto, Isabelle? –

– Nope, – replicó Izzy, – ¡Pero me da curiosidad el saber por que! –

La cámara volvió al entrevistador mientras terminaba la entrevista y Alec intentaba calmar su respiración.

– ¡Estuve increíble! – exclamó Izzy feliz.

– Estuviste maravillosa, cariño, – dijo Maryse a su hija. Alec necesitaba aire, así que decidió salir a caminar. Repetir todo una y otra vez en su mente no le ayudaba, ni tampoco googlarlo. Alec estaba seguro que en este punto, ya había leído cada artículo y noticia que había de Magnus Bane.

Tomó varias respiraciones profundas y decidió dejarlo ir. Apagó su computadora y decidió superarlo.

Chapter 14: 14. Elusive Love

Summary:

Capítulo triste ):

Chapter Text

Alec POV

Después de unos meses, la noticia de las extrañas vacaciones de Magnus Bane fue perdiendo importancia. Los turistas dejaron de aparecer en su trabajo y la gente finalmente dejó de intentar contactar con Alec para entrevistas. Su familia dejó de hostigarlo con Magnus y finalmente parecía que todo iba bien.

Su vida estaba volviendo a la normalidad. Iba a surfear en sus días libres, solo o con Jace. Aun estaba un poco enfadado con Karla por no decirle quien era Magnus, aunque ya lo estaba superando. Alec trabajaba cuando le tocaba y cuando le necesitaban, volvía a cubrir los turnos de Jace o Izzy, lo usual.

Alec quería hacer más por la tienda. Había estado pensando en aplicar para la escuela de negocios pero aun no tomaba una decisión. Se preguntó si la escuela de negocios realmente le ayudaría a llevar su propio negocio o si era mejor aprender de sus padres, por su experiencia.

Con el tiempo, su vida volvió a ser lo que era antes, pero al mismo tiempo parecía que no. Alec pasaba sus días tratando de apartar cualquier cosa que le recordara a Magnus. Si una de las canciones de Magnus salía en la radio, cambiaba de canal. Ya había dejado de buscar en internet sobre Magnus, incluso no había vuelto a prender su computadora. aunque eso no le afectaba, ya que de por si casi nunca la usaba. La había comprado de segunda mano solo como un capricho. No googlear a Magnus todos los días iba mejorando su humor poco a poco, pero incluso así, de vez en cuando, Alec se encontraba a si mismo recordando los momentos vividos con Magnus, su Magnus. No podía comprender al Magnus que aparecía en internet. Tanta fama y dinero iba más allá de su comprensión, pero el Magnus que no usaba maquillaje y que había aprendido a surfear como algo natural, estaba constantemente en sus pensamientos, más de lo que se permitía admitir.

Alec estaba sentado en su cama con un montón de papeles dispersos en frente de él. Aplicar para una universidad era más difícil de lo que pensaba. ¿Por qué necesitaba tanto papeleo solo para poder aprender como llevar un negocio? seguía en su dilema de si debía seguir con eso o no, y todo el papeleo no ayudaba. Estaba comenzando a examinar cada uno, cuando un toque en la puerta lo distrajo.

– Adelante, – dijo ausentemente. Volteó cuando escuchó como se abría la puerta y vio entrar a su padre.

– Hola, – dijo Robert. – Alec, ¿podemos hablar? –

– Claro, – contestó Alec con un encogimiento de hombros. Su padre era el único miembro de su familia que no le había dado ninguna opinión sobre su situación con Magnus. De hecho, Robert no había sacado el tema ni una vez durante los cuatro meses que habían pasado desde su partida. Y estaba agradecido por ello, aunque realmente no esperaba que su papá sacara el tema. Robert era increíble en muchas cosas, pero no era la clase de papá con el que Alec hablara de chicos. No era muy romántico que digamos.

Robert sacó la silla del escritorio y se sentó a unos pasos su la cama. Parecía nervioso, o al menos incómodo. Alec se preguntó si se había dejado algo en la silla y su papá sin querer se había sentado en ello.

– Escucha Alec, yo, – Robert comenzó. – Tengo que hacerte una confesión. – Tomó una respiración profunda y continuó tímidamente. – Yo reconocí a Magnus al momento que lo vi. –

– ¡¿QUÉ?! ¡¿Cómo?! – exclamó Alec, con los ojos bien abiertos.

– Yo escucho su música, – dijo Robert muy rápido, como si decirlo así no fuera a tener el mismo impacto. – Y he visto sus videos, – Alec solo lo observaba sorprendido, con su boca un poco abierta. Al menos que hubiera escuchado mal, su papá secretamente le gustaba escuchar canciones románticas dirigidas para chicas adolescentes. – No te dije antes porque no quería hacer de conocimiento público que me gusta escuchar música catalogada para chicas de catorce años. – se rió nerviosamente.

– Y me lo estás diciendo ahora ¿por qué? – preguntó Alec, aun sin procesar completamente toda la información, pero estaba realmente curioso del porqué de la confesión de su padre.

– Hablamos sobre ti, – dijo Robert. – Cuando le reconocí. A Magnus. –

– Oh si, – dijo Alec, tratando de sonar como que no le importaba. Así es como había pasado los últimos meses, fingiendo. Ahora su padre confesaba que lo sabía y que no le había dicho nada, igual que Karla. Aunque con él, podía simpatizar más fácilmente que con Karla, ya que era algo vergonzoso.

– ¿Por qué le dejaste ir? – preguntó Robert.

– Tiene más de 15 millones de seguidores en twitter, – explicó Alec simplemente.

– ¿Y qué? – preguntó Robert. Alec le dio una mirada dudosa. – Escucha Alec, yo amo a tu madre. –

– ¿Y esto se relaciona con el tema por qué? – preguntó Alec. En este punto, estaba seguro que esta era la más extraña conversación que había tenido con su padre, o con alguien más.

– ¡Déjame terminar! – dijo Robert. Alec suspiró pero no dijo nada. – Seguía, amo a tu madre y si nunca la hubiera conocido, nosotros nunca hubiéramos tenido a tu hermana, tu hermano y a ti, y yo no cambiaria eso por nada del mundo, – continuó Robert afectuosamente. – Pero antes de conocerla, yo estaba con alguien más. – Eso era nuevo para Alec. Sus padres no hablaban mucho del tiempo antes de que se casaran. – Era un loco amor adolescente sin ritmo o razón. Nos adorábamos pero yo me rendí porque tenía miedo. –

– Aun no entiendo que tiene que ver esto con que te guste la música de Magnus, – replico Alec.

– No quiero que cometas mis mismos errores, – replicó Robert.

– ¡Oh, vamos! – dijo Alec. – Esto es totalmente diferente. ¿De verdad crees que alguien como el se preocupa realmente por alguien como yo? –

– Si, lo creo, – dijo Robert. Extendió su mano y le entregó un disco. Alec lo tomó automáticamente. Tenía una imagen de Magnus en su portada, sin un solo rastro de maquillaje. De hecho, ese Magnus lucía como el que Alec conoció. La misma expresión vulnerable y con su piel limpia. El álbum se llamaba “Elusive Love”

– Escúchalo, – dijo su padre. – Y luego dime si realmente Magnus no se preocupó por ti. – Robert se levantó y se fue, pero antes se volteó y me dijo. – Y por favor, te lo ruego, no le digas a tu hermana que tengo todos los discos pre-ordenados de Magnus Bane. –

Alec rió y prometió no decirle nada a Izzy, y después su padre se fue, cerrando la puerta tras él.

Alec miró el CD en sus manos. La imagen de Magnus era tan llamativa y tan vívida. Cuando ganó su curiosidad, Alec giró el disco y miró el nombre de las canciones. El título “Elusive Love” estaba escrito en letras elegantes en la cima de la lista de canciones, y debajo de el, igualmente con letra hermosa, los títulos:

1) Elusive Love (Amor fugaz)
2) Bush (Sonrojo)
3) Five days (Cinco días)
4) Ripped away (Arrancado)
5) Piercing blue (Penetrante azul)
6) You’re my home (Eres mi hogar)
7) Grounded by you (Atado a ti)
8) Falling for you now (Enamorándome de ti)
9) Everything that you taught me (Todo lo que me enseñaste)
10) Night Owl and his Early bird (El búho de la noche y el pajarito madrugador)
11) Emty (once you were gone) (Vacío, ahora que te fuiste)
12) Soaring High (while in your arms) (Volando mientras estoy en tus brazos)

Alec abrió la caja y sacó el folleto. Ahí estaba de nuevo la lista de canciones y una corta nota del manager de Magnus. Debajo de ella decía “Música y letra por Magnus Bane”. Del otro lado, en una página en blanco, había una dedicatoria: para Alexander.

Y de repente Alec quería llorar. Nunca le dio una oportunidad. Desde el momento en que Magnus había entrado a su vida, Alec había mantenido su guardia levantada, siempre teniendo en cuenta que eso iba a terminar. Nunca se abrió realmente a la idea de una relación real, ni con ese loco turista, ¡mucho menos con un cantante pop internacional! Había disfrutado el momento, pero manteniendo su corazón guardado para el futuro. Le dejó entrar, pero nunca se permitió abrirse a la idea de enamorarse de Magnus. Había luchado contra eso, desesperadamente tratando de nunca caer del todo. Sus acciones habían sido egoístas e injustas. Se había estado protegiendo a si mismo, sin darse cuenta de que Magnus si lo quería dar todo. Y de repente, Alec veía su tiempo juntos de forma diferente. Alec era igual de culpable por dar mentiras por omisión como Magnus. La ola de emociones que le llegó pasó destruyendo las barreras que había construido para mantenerse a si mismo. Ahora se encontraba llorando desesperadamente. Extrañaba a Magnus, le extrañaba tanto que le dolía el pecho.

De repente prendió su computadora de nuevo, casi con desesperación. Golpeaba sus uñas sobre el escritorio mientras esperaba que prendiera la vieja computadora. Una vez que prendió, rápidamente abrió una página de internet, pero mirarla parecía no hacer que la máquina fuera más rápida. Cuando finalmente abrió, googleo el nombre del álbum y salieron docenas de noticias. Parecía que finalmente Magnus había salido al público. Había unos videos de él siendo entrevistado por su nuevo disco. Alec seleccionó uno y le dio reproducir.

– Después de sacar un álbum hace menos de un año, – dijo la entrevistadora. – ¡Tenemos otro tuyo! –

– Si, – contestó Magnus. Estaba usando menos maquillaje del que Alec le había visto usar frente a las cámaras. – Me llegó la inspiración y simplemente no pude parar hasta el final. –

– ¿Así que eso fue lo que estuviste haciendo durante estos meses que estuviste desaparecido? –

– Si, – respondió Magnus. – Raramente dejaba el estudio. –

– Y este Alexander, a quien le dedicas el álbum, – inquirió la reportera. – ¿Es el mismo hombre que conociste cuando huiste de Toronto? –

– Si, – dijo Magnus. – Conocí a Alexander en Tofino. –

– Y si no me equivoco, este es el primer álbum del cual escribes las letras de las canciones, ¿cierto? –

– Es cierto, – replicó Magnus.

– ¿Y por qué no habías escrito letras de canciones antes? – preguntó la mujer.

– Antes nunca tuve… podría decirse, que nunca tuve la correcta musa, – dijo Magnus. Se rió nerviosamente antes de añadir, – Este álbum es algo realmente personal. Probablemente no lo hubiera sacado al público si mi manager no lo hubiera escuchado. –

– Bueno, ¡tus fans están agradecidas de que lo hicieras! – la reportera replico. – Como ya sabrás, en los pocos días que tu álbum fue sacado, logró más que cualquiera de tus otros álbum. –

– Ragnor estará feliz, – Magnus rió. Notó que se veía un poco nervioso. Había algo en la forma en que se sostenía a si mismo, que le recordó la vulnerabilidad que Alec había presenciado en Magnus durante sus más emocionales momentos.

– Puedo preguntar, – continuó la entrevistadora, – ¿Por qué no estás usando maquillaje en la portada de tu nuevo disco, e incluso ahora? Eres conocido por tus increíbles looks, y todos tus anteriores álbum incluían tus ojos de gato. –

– Se sintió correcto mantenerme natural para este álbum, – explicó Magnus.

– ¿Puedes explicarte? –

– Alec me conoció sin maquillaje, – explicó. – Pero además, este álbum… es más abierto y honesto que todos los anteriores. El maquillaje es normalmente en escudo y yo no quise esconderme para la portada de este álbum. Se sentía incorrecto. Aunque tuve que pelear para lograrlo, Ragnor no estaba muy feliz cuando lo sugerí. –

– ¡Puedo imaginarlo! – dijo la reportera, riendo. – Así que ¿qué te gustaría decirle a Alec si te estuviera viendo ahora mismo?

– Le diría lo mucho que lo extraño, – dijo Magnus sonriendo. – Y que espero que no se enoje conmigo por haberle dedica el álbum. A él no le gusta estar en la mira. –

– ¿Entonces por qué le dedicaste el álbum? – preguntó la reportera.

– Oh, como una esperanza, – masculló Magnus. Antes de que la reportera pudiera preguntarle más, anunció que el tiempo de la entrevista había terminado.

Alec miró al menos media docena más de entrevistas de principio a final, y nunca conseguía una mejor respuesta para la última pregunta. Finalmente Alec puso el disco en el reproductor, conectó sus audífonos y le dio reproducir.

La primera canción del álbum se llamaba como el, “Elusive Love”. Trataba de la naturaleza fugaz del amor y de cómo puede perderse tan fácil como es encontrado. El sonido no era triste, era más optimista, como tratando de decir que el amor lo valía, sin importar lo fugaz que pudiera ser.

“Blush” era la segunda canción del álbum y describía el hermoso color en una piel pálida. Alec no pudo evitar recordar todas las veces que Magnus le decía lo mucho que le gustaba su sonrojo.

En la canción “Cinco días” una de las frases decía “Cinco días contigo valieron más que una vida entera con alguien más”. Y Alec recordó esos cinco días juntos, sintiendo como esa letra los describía a la perfección.

La siguiente canción era “Ripped away” y el tono de la canción le hiso recordar a Alec la mirada de Magnus mientras estaba parado en la puerta de Alec, rogándole que le dejara explicarse.

La canción “Piercing blue” resultó tratar de unos penetrantes ojos azules. La letra decía “Esos penetrantes ojos azules ven a través de mi corazón”, le hicieron pensar en la expresión de Magnus cuando veía sus ojos.

La canción “You’re my home” le hiso pensar a Alec en todas las veces que se había dormido en los brazos de Magnus. Capturaba perfectamente el sentimiento de seguridad en que sentía durante esos perfectos momentos.

La siguiente canción se llamaba “Grounded by you” y trataba de cómo era viajar por el mundo para luego ser anclado por el amor, atado a alguien.

La canción “Falling for you now” era de ritmo rápido y casi hiso que Alec quisiera levantarse a bailar. “Oh, me estoy enamorando de ti ahora. Con cada paso que damos, me llevas más cerca del límite”.

La siguiente canción era la de “Everything that you taught me”, y hablaba de la importancia de la honestidad, la familia y de cuando encuentras a alguien que vale la pena. Magnus no había sido tan específico como para mencionar el surf, o su poesía, pero se sentía que la canción si hablaba de ello.

La siguiente canción del álbum se llamaba “Night Owl and his Early Bird” y de alguna manera tomaba una situación en la que parecía difícil pasar tiempo con una persona, y la convertía en la canción más romántica que Alec había escuchado. La letra que más se le quedó fue “ Solo por ti, mi pajarito madrugador, me despertaría antes del amanecer”. Recordó el primer día que Magnus se había levantado antes del amanecer solo para ir a surfear con él, y ahora sabía que eso había sido un gran gesto que Magnus había hecho por él.

La canción titulada “Empty once you are gone” le hiso sentirse avergonzado. Él había estado escondiendo su dolor dentro, pero Magnus lo había enfrentado y usado como inspiración para escribir increíbles y emocionales letras. Alec no había estado en contacto con sus emociones como para escribir un poema. Sintió las lágrimas caer mientras la canción terminaba.

La última canción del álbum se llamaba “Soaring High while in your Arms” y Alec la escuchó con su corazón latiendo a mil, sin poder evitar sentirse mejor. El ritmo feliz y las letras cariñosas le hicieron recordar el sentimiento de estar entre los brazos de Magnus. Ya había olvidado lo que se sentía elevarse por un sentimiento.

Una vez que la última canción terminó, Alec lo escuchó todo de nuevo, y de nuevo, llorando y riendo de igual medida.

Chapter 15: Llamada a la acción

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

Alec POV

Alec se encontraba de nuevo consumido buscando información de Magnus, pero esta vez lo que encontró le hizo sonreír, los fans de Magnus se dividían entre los que apoyaban a MagCam y los que apoyaban a Malec. Primero, leyó varias veces la palabra “Malec”, no muy seguro de lo que significaba. Su primer pensamiento fue que alguien había escrito mal su nombre pero mientras más leía y lo repetían, entendió lo que quería decir. Cuando vio que #Malec era trending topic en twitter, Alec admitió que sentía gusto y al mismo tiempo miedo.

Justo como la última vez, Alec se encontró a si mismo en un sitio de fans, pero esta vez no eran historias sobre MagCam, esta vez eran sobre Malec. Los escritores parecían haber tomado la letra de las canciones de Magnus e interpretado, tratando de recrear su semana con Magnus. Las actividades que hicieron parecían haber sido sacadas de la canción “Everything that you taught me”, aunque Alec no encontró ninguna historia que incluyera el surf y la poesía. Y de nuevo, las habilidades de escritura le impresionaron, pero otras estaban tan mal escritas que Alec se preguntó si estaban en otro idioma.

Vio cada entrevista que Magnus hacia por su nuevo disco, pero ninguna le daba mucha información. De nuevo, escuchaba sobre como Magnus casi no publica el disco y como era muy personal para él. De nuevo, explicaba por que no usaba maquillaje, pero nunca daba muchos detalles de Alec, ni respondía preguntas de su tiempo juntos. Era como si Magnus intentara preservar la poca privacidad que le quedaba a Alec, lo que era realmente dulce, incluso si su curiosidad quedaba insatisfecha.

Ver de nuevo a Magnus, aunque fuera solo por su computadora, le hizo extrañarlo más. El afecto que vio en los ojos de Magnus y la obvia devoción que había puesto en el disco, le hizo arrepentirse de haber lorechazado. Sentía arrepentimiento en cada fibra de su ser. Pero ¿qué podía hacer ahora? Incluso aunque la prensa ahora estuviera del lado de Malec, no parecía importar mucho. Magnus siempre lo quiso. Había sido él el que con sus estúpidas inseguridades y desconfianza había arruinado todo, no los reporteros. Los paparazis, solo habían sido solo una excusa. La excusa que había estado esperando desde el inicio: una forma de salir a la superficie, antes de que fuera demasiado profundo. Alec ahora podía ver con claridad que si esperas a que algo salga mal, saldrá mal, aunque sea solo en tu mente. Como auto-cumplir una profecía.

Si solo pudiera volver el tiempo y dejar entrar a Magnus cuando estaba parado en su puerta pidiéndole que le dejara explicarse. Si solo hubiera escuchado a su corazón y no a sus miedos. ¿Era demasiado tarde? Había herido demasiado a Magnus así que ¿por qué le querría volver a ver? Y más aun ¿volver con él de nuevo?

Alec estaba leyendo un artículo sobre Magnus cuando vio su oportunidad, su única oportunidad de volverle a ver. Y eso no lo iba a dejar pasar. Se paró de su silla y corrió por la puerta.

– ¡Papá! – gritó por el pasillo. Sin esperar una respuesta, entró a la oficina de su papá.

– ¿Alec? – dijo Robert, sorprendido por la repentina aparición de su hijo.

– Me voy a tomar los próximos días libres, – dijo Alec con una gran sonrisa en su rostro.

– ¿De verdad? – dijo Robert, pretendiendo estar sorprendido, pero sin lograr engañarlo. – ¿Y a donde vas? –

– Vancouver, – dijo firmemente. Besó a su padre en la mejilla, rojo de entusiasmo, y luego corrió de vuelta a su cuarto para empacar. Por coche y un ferri le tomaría unas seis horas llegar a Vancouver. Guardo algunas ropas en la maleta, junto con objetos básicos de baño y se colgó la mochila en su hombro. Empacó el disco de Magnus y su teléfono y en pocos minutos, ya estaba en camino a la puerta principal.

– ¿Alexander? – preguntó su mamá mientras pasaba por la concina.

– Lo siento mamá, – dijo rápidamente. – Tengo prisa. Pregúntale a papá. – Y con eso, Alec salió de la casa y comenzó su recorrido en auto. Si quería llegar al próximo ferri, no podía perder nada de tiempo. Tofino estaba en el lado este de la isla y los ferris estaban en el lado oeste. Era una pequeña isla, sin embargo, y además, Alec estaba confiado de que si llegaría.

Durante el viaje, escuchó el disco una y otra vez, pensando en la letra y en como Magnus se debió haber sentido al escribirlas. Trató en no pensar en que realmente no tenía un plan y que ni siquiera estaba seguro de que Magnus quisiera verle. Después de todo, todo lo que había visto podría haber sido publicidad hecha por su manager. Pero había sido la respuesta a la pregunta del porqué Magnus le había dedicado el álbum a Alec que le hizo creer que esto era lo que debía hacer. Magnus solo había contestado: “una esperanza.”

Esperar en la línea del ferri fue una tortura. Ya había conducido por tres horas desde Tofino hasta Nanaimo, pero ahora estaba sentado en su carro, con carros tanto detrás como en frente de él, en línea para el ferri, y eso lo ponía ansioso. El movimiento del auto le había ayudado a dispersas sus nervios, la acción siempre era más sencilla que la inacción. Alec comenzó a leer tweets con el #Malec en su teléfono para entretenerse, mientras escuchaba el disco de nuevo. En el transcurso del día ya se lo había memorizado. Cuando la línea de coches finalmente avanzó, lanzó su teléfono al asiento de alado y siguió el carro en frente de él hacia el ferri.

Conducir hacia los túneles del ferri, dejando el sol atrás y entrando el en confinado barco de metal, puso a Alec en el límite. ¿Qué diablos estaba haciendo? Ahora estaba a millas de su casa persiguiendo a un hombre que había rechazado meses atrás. Esto probablemente iba a terminar con él haciendo una estupidez en público y dejando su imagen capturada por siempre en el medio. Habría un nuevo hashtag en twitter con diciendo “Alec hace el ridículo porque asumió que el álbum era sobre él y luego apareció de la nada como un completo idiota”.

Pero ya era tarde. Los coches se habían alineado detrás de él y ya no podía bajar del barco, aunque técnicamente si podía. Podía bajar del ferri en Nanaimo y tomar el siguiente ferri de regreso, volver a casa y escribir todo en un momento emocional. Checó la hora. El ferri se había retrasado por lo que ya iba tarde al concierto, para el cual, tampoco tenía una entrada. Después de esta noche, Magnus no solo estaría dejando la ciudad para dar otro concierto, si no que también estaría dejando el continente.

Durante todo el viaje en barco estuvo nervioso. Fue a la cubierta y consiguió algo de comer, pero estaba demasiado ansioso como para apreciar la vista. La hermosa costa, con sus montañas cubierta de árboles y un claro cielo azul, no le llamaba la atención. Caminaba dando vueltas, checando su teléfono compulsivamente hasta que finalmente volvió al auto a esperar. Cuando el ferri tocó puerto, aun no estaba seguro de que planeaba hacer. Se sentó en el auto, con sus manos en volante mientras las puertas del desembarco se abrían. Alec condujo hasta que estuvo fuera del barco, estacionándose a un lado del camino.

Tomó varias respiraciones. Sabía que tenía que hacer esto, lo supo desde que vio la locación del concierto. Era solo que nunca había hecho algo como esto, él no era una persona espontanea, era un planeador. Sus días eran planeados antes de levantarse, y el día de hoy no había sido diferente. Había planeado despertarse, ir a la casa de sus padres a terminar las preparaciones para la universidad, ir a la tienda, fallar algunos tiros con Max, ir al trabajo a cerrar el turno, ir a casa, ver un poco de televisión y finalmente ir a dormir. Había cambiado el turno con Izzy, ya que quería la mañana libre, para algo que Alec ya ni podía recordar. Pero entonces Robert entró, modificando su día y ahora se encontraba a 200 kilómetros lejos de su casa, solo en su coche persiguiendo un sueño.

Su teléfono comenzó a sonar. Pensó en no responderlo, pero finalmente decidió que era una buena distracción.

– Hola, – dijo Alec.

– Tu eres un maldito loco, amigo. – La voz era la de Jace y Alec nunca estuvo más feliz de escuchar a su mejor amigo. Dejó salir un suspiro antes de reír y volver a suspirar.

– Lo se, – contestó Alec aun riendo un poco.

– Cuando Robert me lo dijo, confieso que no le creí, – dijo Jace. – Estaba como, no hay forma de que Alec hiciera algo tan loco. ¡Y además, ahora yo tendría que cerrar la tienda! –

– Lo siento, – respondió Alec.

– Está bien, – dijo Jace y Alec estaba seguro que por su tono, se había encogido de hombros. – Ahora cuelga y ve por el chico… si, eso no suena igual que un “ve por la chica”, – dijo haciendo un refunfuñando. – Solo consigue a la estrella pop para que me pueda presentar a su maquillista ¿vale? Ella es sexy, la busqué en internet. ¡Una pelirroja! –

Alec rió con ganas, antes de que Jace se despidiera y colgara el teléfono. Le agradeció a Jace por la plática, la cual le dio energía. Alec puso “Rogers Arena” en su GPS. Ya estaba en Horseshoe Bay, y de acuerdo con el GPS le tomaría un tiempo estimado de cuarenta minutos llegara ahí, sin tráfico. Checó la hora. El show iniciaba en una hora. Sin desperdiciar más tiempo, comenzó a conducir, volviendo al camino.

Le tomó cinco minutos darse cuenta que conducir en Vancouver era su actividad menos favorita en el mundo. Parecía que cada persona ahí quería llegar a algún lugar rápido, y al mismo tiempo, el montón de coches no lo hacía posible. Una vez que sobrevivió al tortuoso viaje, estacionarse en el Rogers Arena fue otro nuevo problema. Alec veía a la gente bajarse del tren y pensó lo tonto que había sido por traer el auto, aunque ir de la casa de sus padres al ferri hubiera sido imposible sin el. Al final, se vio forzado a estacionarse a unos quince minutos caminando, aunque una vez fuera, comenzó a correr. Pasó tiendas desconocidas y gente que le daba miradas extrañas, pero no le importó. Alec llegó a su destino, jadeando. Paró para tomar aire y miró la arena. Incluso desde afuera, era obvio que el Rogers Arena estaba hecho para juegos de hockey y no para conciertos. La forma oval del la construcción y el logo del equipo de hockey en la pared se lo dejaba en claro, pero sabía que estaba en el lugar correcto.

– Necesito un boleto, por favor, – dijo Alec a la única persona con uniforme que pudo encontrar. Estaba sentada en una mesa junto a las puertas principales, las cuales estaban cerradas.

– Lo siento, pero el concierto ya ha iniciado. – dijo ella.

– Está bien, – dijo, negándose a ser desalentado. – Solo necesito hablar con Magnus. –

– ¿Magnus Bane? –preguntó la mujer. Se veía como una mujer amable con cabello y ojos cafés. Su rostro era de forma oval y le miraba con una mezcla de confusión y pena.

– Si. – contestó Alec.

– Los boletos se acabaron hace semanas, – dijo la mujer. – He incluso si hubieras alcanzado un boleto antes de que las puertas se cerraran, eso no significa que pudieras conocer a la estrella. –

– Pero le conozco, – dijo Alec. Ella entrecerró los ojos por un momento. Luego los abrió grandemente y jadeó.

– ¿Eres Alexander? – preguntó. Alec asintió. Ella le sonrió y Alec tuvo el presentimiento de que ella no estaba sorprendida de verlo.

– Sígueme, – dijo. En vez de cuestionarla, la siguió, mientras usaba una de sus llaves para abrir la puerta del staff.

Una vez dentro de la gran estructura, Alec no pudo evitar echar un vistazo. El escenario estaba puesto en un lado, probablemente en lo que era la pista de hielo. Los asientos frente al escenario estaban llenos. Durante su tiempo en el ferri, había leído un poco sobre el Rogers Arena en internet y supo que ahí cabían más de dieciocho mil personas. Supuso que dado que prácticamente casi todos los asientos estaban ocupados, esa era la cantidad de personas que había esa noche, y eran más personas juntas de las que Alec había visto en su vida entera, al nunca haber dejado su pueblo, en el cual había menos de doscientas mil personas.

– Por aquí, – le dijo la mujer. Estaban detrás del escenario en un ángulo en el que no podía ver a Magnus en el escenario, pero si podía escucharle cantar. El sonido trajo las lágrimas a sus ojos. Magnus estaba ahí, tan cerca y al mismo tiempo tan lejos.

Mientras Alec seguía a la multitud alrededor del escenario, logró vislumbrar a Magnus. Alec estaba de nuevo sorprendido de ver a Magnus en un outfit más casual. Aunque estaba usando más maquillaje del que usó en sus entrevistas, aun mantenía el espíritu del álbum. Quería correr al escenario y tomar a Magnus en sus brazos, pero algo le detuvo. No estaba seguro si era el miedo escénico o el miedo al rechazo.

Alec sintió como sus pies se movían acercándose lentamente, sin prisa, hacía el escenario, pero aun así caminando, como si Magnus le estuviera jalando hacía él con una cuerda invisible. Para su sorpresa la emocionada multitud pareció reconocerle, y se apartaron para dejarle pasar. No pasó mucho para que Magnus notara el cambio en la gente desde su perspectiva en el escenario, y un segundo después sus ojos localizaron a los de él. Alec sintió como el aire quedaba atrapado en su pecho; Magnus le estaba mirando directamente.

Notes:

Ya se reencontraron!!!

Chapter 16: Concierto

Chapter Text

Magnus POV

Magnus estaba detrás del escenario del Rogers Arena en Vancouver, Canadá, lo que significaba que Alexander estaba a menos de trescientos kilómetros de él. Era lo más cerca que había estado de Alec desde que había dejado Tofino y por ello, y muchas razones más, Alexander no salía de su mente.

Desde el momento en que había comenzado a escribir “Elusive Love”, se le había metido a la cabeza que el álbum traería a Alec de vuelta a él. Sabía que eso no tenía sentido, y que era algo poco racional. Después de todo, ¿por qué su álbum cambiaria algo? Era la fama lo que le había separado de Alec, los reporteros y la prensa. Si Alec ya le había rechazado por eso, probablemente estaría molesto por el álbum. Se admitía a si mismo, que si un día de estos aparecía un abogado diciéndole que Alec le estaba demandando la mitad de los derechos de Elusive Love, estaría muchas cosas, pero no sorprendido. Ya que Magnus nunca hubiera sido capaz de escribirlo sin Alexander, y de alguna forma, si creía que Alec merecía algunos de los derechos.

Pero Magnus no había sido honesto durante su tiempo juntos y por primera vez su fama había arruinado la oportunidad de amar, en vez de que fuera al revés. Pensó que era irónico, de hecho. Sabía que no debió haberle dedicado el álbum a Alexander, pero no pudo evitarlo. No había nadie más en quien pudiera pensar cuando pensaba en la dedicatoria. Magnus sabía que estaba siendo iluso por tener la esperanza que tenía, pero esa esperanza también le había llevado a darle instrucciones a todo su personal de dejar entrar a Alec si se mostraba, con o sin boleto, tarde o temprano. Con esa misma vana esperanza, le había dado a todo su personal una foto de Alec, para que le reconocieran y le dejaran pasar. Claro, las únicas fotos que tenía de Alexander eran las que habían tomado los paparazi y no eran demasiado buenas. Dudó que la foto realmente les ayudara a identificarle si es que llegaba a ir.

Ahora, mientras escuchaba la llamada de inicio, supo que Alec no vendría. Había sido un tonto al pensar que ambos por fin estarían juntos. Si Alec fuera a venir al concierto, probablemente ya debería haber llegado. Magnus era un solo un tonto enamorado. Había elegido Vancouver como su concierto de apertura del tour solo por su proximidad a Alec. Si Ragnor le hubiera dejado, hubiera hecho el concierto en Tofino, pero Ragnor siendo racional le había señalado que el pueblo era demasiado pequeño para valer la pena. Londres era el lugar donde usualmente iniciaba con su primer concierto del tour, pero Magnus había insistido en que fuera en Vancouver, ya que era la ciudad más cercana a Alexander.

¿Por qué había siquiera pensado que poner su corazón y su alma en su música traería a Alexander de vuelta a él? ¿Dónde estaba la lógica? Pero la respuesta era simple: no había lógica en el amor.

Magnus se tomó un momento para su tristeza y después puso su mejor sonrisa y avanzó hacía el escenario. Estaba usando un simple blazer color rojo con una camisa azul debajo de el. Sus pantalones eran de un similar azul oscuro como su playera, siendo un look mucho menos elaborado que el de sus anteriores conciertos. Agradeció a sus fans, hablando por el micrófono con tanta energía que podía mostrar en su actual estado miserable. Después de todo, el show debía seguir.

– Oh Elusive, Elusive Looove, – cantaba Magnus la primer canción de su álbum. La letra de la canción era simple, pero el ritmo rápido de la canción era lo que más le gustaba. Mientras cantaba, trataba de no pensar en Alec, si no en todas las personas que disfrutaban de su concierto. Trato de enfocarse en la multitud y de lo afortunado que era de tener todo su apoyo.

– Colors against pale skin (Los colores reflejados en tu pálida piel), – cantaba suavemente. – Oh, your beautiful blush (Oh tu hermoso sonrojo), – Era imposible no imaginarse a Alexander con el rostro sonrojado mientras cantaba la canción. Imaginase a Alec coloreado cuando estaba incómodo o avergonzado.

– Only for you (Solo por ti), – Cantaba Magnus su siguiente canción suavemente. – Mi early bird would I awake before the dawn (Mi pajarito madrugador me levantaría antes del amanecer), – recordaba el sonido de su alarma despertándole el día en que se quedó de ver con Alec para surfear. – Only for you I slept with the sun. To be with you, I will shift my time. My early bird, I am your night owl reformed (Solo por ti me dormiría con el sol. Para poder estar contigo, cambiaría mi horario. Por mi pajarito madrugador, sería tu búho reformado. – Magnus pausó antes de comenzar a brincar con el coro. – El búho de noche y su pájaro madrugador. –

– Once you were gone, (una vez que te fuiste) – decía Magnus y golpeaba su pie al ritmo. – ¡I was empty! (Me quede vacío) – el inicio rápido cambio a un lento ritmo. Mientras la letra le recordaba todas las emociones que sintió al escribir esa canción, Magnus se preguntó si realmente podría realizar ese tour. Tendría que cantar esas canciones una y otra vez y recordar una y otra vez su dolor. Esta noche era la primera vez que las cantaba y ya se sentía destrozado. Mientras la melodía disminuía sintió una lágrima correr por su mejilla. Sabía que no sería visible para la audiencia, pero él lo podía sentir. ¡¿Por qué había accedido a hacer este tour?! O cierto, por esperanza. Aunque su infructuosa esperanza ahora le había condenado a revivir su dolor cada noche.

La siguiente canción era fácil de cantar. Hablaba de los tiempos felices que vivió con Alec. – Soaring high (Volando alto), – cantaba Magnus. Mientras sostenía una nota, y pausando para luego continuar, – While in your arms (Mientras estoy en tus brazos). –

– You see me (Tu me ves) – cantaba la siguiente canción. – With those pools of clear wáter. You see me like no other (Con esas piscinas de agua clara. Me ves como nadie más lo ha hecho). – Magnus sabía que había exagerado con un poco con esa letra, dado que Alexander no había visto todo de él. Magnus se había guardado una parte importante de si mismo. Aunque a pesar de eso, la siguiente parte de la canción era real. – Those piercing blue eyes see through to my heart. The depths of your kind soul shines in those clear blue pools. (Esos penetrantes ojos azules ven a través de mi corazón. La profundidad de tu amable alma brilla a través de esas piscinas azules). –

Y como una ilusión de esos penetrantes ojos azules que llegaba a su mente, Magnus creyó haber visto esos mismos ojos en la multitud. Así que quitó la vista, seguro de que lo había imaginado, y continuó contando. Pero luego vio a Anna, un miembro de su personal que se había ofrecido voluntaria para esperar afuera por si Alec se presentaba. Estaba parada fuera de la multitud y por un segundo Magnus se olvidó de que parte de la canción estaba cantando. Si ella estaba ahí, significaba que Alec estaba también ahí. Olvidándose de la canción por un momento, Magnus buscó entre la multitud por Alexander. No fue hasta que las personas del frente comenzaron a moverse que Magnus por fin pudo verle.

Alexander, cuyos fans se estaban apartando para él, ahora estaba parado enfrente del escenario mirando a Magnus, con una ligera mirada de asombro. Alec no se veía enojado o molesto. Se veía jadeante, y quizá nervioso. Sus mejillas estaban, como era de esperarse, con el más hermoso rosa que Magnus había visto en su vida. Magnus no pudo evitar que una genuina sonrisa llenara su rostro mientras veía a Alexander sonrojándose fuertemente al notar que Magnus le veía. Se sentía como un milagro. Alec estaba ahí. Alec había venido.

La multitud no podía dejar de verles, sin embargo, sus miradas se cortaron cuando Alec fue elevado por la gente y lanzado hacía el escenario. Magnus estaba preocupado. A Alec no le gustaba la atención, pero de nuevo, la expresión de Alec tranquilizó. Alexander le estaba sonriendo tímidamente, ahora parado en el escenario a unos pocos metros de Magnus. Magnus apagó el micrófono que colgaba de su camisa y puso en el piso el micrófono que tenía en su mano antes de caminar los pasos que lo separaban de Alec.

– Viniste, – susurró Magnus, con ojos cristalinos.

– ¿Me estabas esperando? – dijo Alexander, nerviosamente. Magnus solo pudo reír de la confusa expresión de Alec. – Por que estaba bajo la impresión de que me colé a la fiesta. –

Magnus estaba en un remolino de emociones por el hecho de que Alec estuviera ahí. Se sintió mareado de la emoción. Quería dejarlo todo y lanzarse a los brazos de Alexander, pero era consiente de cuantas cámaras había sobre ellos en ese momento. Todo el concierto estaba siendo profesionalmente grabado al igual que casi toda la multitud sostenía teléfonos y cámaras. E incluso sin las cámaras, había miles de personas viéndolos en ese momento. Magnus no quería que Alec se sintiera incómodo. Incluso si Alexander le estuviera sonriendo, no significaba que quisiera ser grabado.

– Ve detrás del escenario, – susurró Magnus, apuntando la entrada. – Se que no te gustan las cámaras. Estaré ahí lo más pronto que pueda. –

– Okey, – dijo Alec, pero su mirada no coincidía con sus palabras. En su mirada, había determinación. – Pero primero hay algo que tengo que hacer. –

– ¿Qué? – Magnus preguntó en un susurro, confundido. Entre más tiempo Alec estaba en el escenario, más preocupado se ponía. La multitud había forzado a Alec a subir y en su experiencia, cuando la gente sorprendía a Alec en público, no terminaba bien.

– Esto, – susurró Alec tan suavemente que casi no lo escuchó. Y luego Alec lo acercó y le tomó de su chaqueta. Le plantó un beso en los labios con pasión y Magnus se derritió. Sintió como la opresión de su pecho, que le había estado aplastando el corazón, desaparecía. Y ahora estaba, efectivamente volando alto mientras Alexander le besaba, perdido en el toque del hombre que amaba, y no solo por su toque, si no también por el hecho de que lo estuviera besando y tocando, ahí, de entre todos los lugares. Magnus sintió los labios cálidos de Alec en los suyos y supo que todo estaría bien. Cuando Alec se separó unos momentos después, Magnus no estaba listo para que el beso terminara. Se acercó de nuevo, unos milímetros, con los ojos cerrados, antes de volver a la realidad.

Alec estaba de color rojo brillante, sonrojado más de lo que le había visto nunca, pero también había una gran sonrisa en su rostro. Esa sonrisa iluminaba sus hermosos ojos azules y todo su ser parecía irradiar felicidad.

En el fondo de su mente, Magnus podía escuchar a la multitud gritar pero no podía concentrarse en lo que decían. Vio a Alexander caminar a través del escenario y cruzar la puerta que lo llevaba a la parte trasera.

El cuerpo de Magnus zumbaba. ¿De verdad eso acababa de pasar? Giró su rostro hacía la multitud y finalmente registro la palabra que estaban gritando: Malec. Ragnor le había dicho lo que significaba la palabra cuando se hiso público, pero hasta esa noche, Magnus no le había dado importancia. Volviendo a encender su micrófono, Magnus le habló a la multitud.

– Gracias por la ayuda, – dijo Magnus, incapaz de dejar de sonreír. La multitud seguía gritando. Pero logró escuchar a algunos gritar “De nada”.

– Solo quedan algunas canciones más por esta noche, – les dijo Magnus. Sentía el aire más ligero, y que si lo intentaba, hasta podría volar. Magnus cantó con una energía renovada mientras terminaba las canciones de su álbum.

– Five days with you, worth more than a life time with somebody else, – cantaba Magnus, con sus pensamientos ahora llenos sabiendo que Alexander estaba solo a unos metros de él. Magnus no podía de sonreír mientras pensaba en lo que sería pasar una vida entera con Alexander si con solo cinco días le había hecho sentir así. – Five days I wll remember for the rest of my life. Five days with you. –

– Lo siento si canto cortado, – dijo Magnus bromeando entre las canciones. – Pero tuve una gran sorpresa esta noche, – se rió.

– You’re my home (eres mi hogar), – Magnus cantaba su siguiente canción. Estaba teniendo un momento difícil intentando no sonreír y arruinar el significado de la canción.

Magnus no pudo evitar preguntarse si Alec le estaría escuchando desde detrás del escenario. Tenía tantas preguntas y pensó que nunca había experimentado un sentimiento así en toda su vida, y lo único que quería era que el concierto terminara para poder estar con él.

– I’ve travelled all around the world, (he viajado alrededor del mundo) – la voz de Magnus cantaba. – Seen every grand wonder this planet has to offer. Setting nowhere I suddenly find myself anchored, anchored tolove. Grounded by you. (he visto cada maravilla que este planeta tiene que ofrecer. He estado en todas partes y de repente me encuentro anclado, anclado por el amor. Atado a ti). –

– Por favor no exijan mucho con esta, – dijo Magnus a la multitud mientras cambiaba la canción. – Va a ser difícil de cantar esta canción mientras camino en las nubes. – se rió y la multitud le animó.

– Don’t push me away, (no me apartes) – cantó Magnus la canción triste, con una gran sonrisa en su rostro, de repente agradecido de haber cantado las otras canciones tristes antes de que Alec llegara. – Don’t close the door. Let me explain. I don’t want to lose you. Don’t walk away, Ripped away from you. (No cierres la puerta. Déjame explicarte. No quiero perderte. No te vayas. Arrancado lejos de ti). –

Magnus marcó el nuevo ritmo con su pie, mientras iniciaba la nueva canción. – Everything you taught me. Family and honesty are lessons of no small importance. Lesson you taught me. Thing I will take wherever I go. For everything you taugh me, I know, I owe you, love. (Todo lo que me enseñaste. Familia y honestidad son lecciones de gran importancia. Lecciones que tu me enseñaste. Lecciones que llevaré a donde sea que vaya. Por todo lo que me enseñaste, lose, te lo debo, amor.) –

– Each moment moves me closer (Cada momento me acerca más), – cantaba Magnus, – Brings me to the edge of a Cliff. Because I’m falling, falling, falling for you now (Me acerca más al precipicio. Por que me estoy enamorando, enamorando de ti, ahora), – un tambor fue agregado a la música mientras continuaba. – Oh, I’m falling for you now, – Magnus le agradaba mucho esta canción, tanto por la letra como por el ritmo, que siempre le hacía querer bailar.

Magnus estaba jadeando al final, más por la coreografía que había acompañado a la canción final. Agradeció a la multitud, disfrutó del sentimiento de euforia que lo rodeaba, y salió del escenario. Esa noche había comenzado sintiéndose como el peor concierto de su vida, pero ahora se sentía como el mejor y sabía exactamente quien era la causa de ello. Magnus corrió detrás del escenario con demasiado entusiasmo. Encontró a Alec sentado tímidamente en una esquina en una silla de metal. Se levantó al momento que vio a Magnus aproximarse.

– Magnus, – Alec susurró, – Tu música…–

– Es para ti, – dijo Magnus suavemente. Puso su mano la de Alec y la otra en su mejilla y Alexander se inclinó ante su toque, como antes. Eso le dio aun más calidad a su corazón.

– Lo siento Magnus, – dijo Alec. – Nunca supe, quiero decir, yo no entendía…–

– Te debí haber dicho quien era, – replicó Magnus, aun sosteniendo la mano. – Solo estaba asustado de que al decírtelo te fuera a perder. –

– Que fue lo que paso, – masculló Alec. – Así que supongo que no te puedo culpar por ello. –

– Pero viniste esta noche, – replicó Magnus, sin querer pensar en los errores del pasado.

– Si, – masculló Alec mirando a sus pies. – Pero yo nunca hago cosas así. Simplemente me subí al coche y…– Magnus gentilmente levantó su rostro con un dedo bajo su barbilla.

– ¿Qué te hiso subirte al auto? – preguntó cuando pudo ver sus hermosos ojos azules.

– Tu álbum, – replicó Alec, con las miradas entrelazadas. – Te extrañé demasiado cuando te fuiste, pero me convencí a mi mismo que tu no me extrañabas, no había forma. Traté de no pensar en ello pero cuando mi papá me mostró tu álbum, me di cuenta que había captado todo mal. –

– Recuérdame agradecerle a Robert, – se rió Magnus. Acarició el rostro de Alec con su dedo, comenzado desde su frente hasta sus labios. Los quería besar de nuevo, y cuando Alec se inclinó con su toqué, Magnus lo tomó como una señal y presionó sus labios con los de Alexander. Sus manos estaban en ambas mejillas de Alec mientras le besaba. Sintió como Alec enrollaba sus brazos alrededor de él, profundizando el beso.

– Te amo, Alexander Lightwood, – susurró Magnus en su oído mientras rompían el beso. Escuchó como Alec jadeaba y añadió. – Solo pensé que deberías saberlo. – Besó la mejilla de Alec antes de apartarse para poder mirarle a los ojos. Magnus no pudo leer la expresión en su rostro, pero tampoco tuvo mucho tiempo ya que Alec inmediatamente lo jaló para darle otro profundo beso.

– No tengo idea de que fue lo que hiciste conmigo, – dijo suavemente Alexander al terminar el beso. – Pero no quiero estar lejos de mi. No quiero dejarte ir nunca más. –

– Oh, en eso estamos de acuerdo, – dijo Magnus mientras enrollaba sus brazos alrededor de Alexander, sosteniéndolo fuertemente. Alec no lo había dicho de vuelta, pero no importaba. Ya había dicho suficiente y con sus acciones había hablado más fuerte de lo que las palabras podían expresar. ¡Le besó en el escenario! Alec, después de todo, era nuevo en todo esto, y aunque ya amara a Magnus, aun no era capaz de reconocer el sentimiento. Magnus tenía esperanza de que algún día Alec le dijera “Te amo” de vuelta. Pero ahora lo que importaba era que Alec estaba ahí. Alec le quería y le aceptaba, con fama y todo.

Chapter 17: Gira

Summary:

Últimos capítulos de esta hermosa historia (:

Chapter Text

Alec POV

Alec estaba sentado detrás del escenario mientras escuchaba a Magnus cantar. La diferencia entre la forma que cantaba ahora y como cantaba cuando entró a la arena, era increíble. Antes había habido un dolor escondido en las notas que salían de su voz, pero ahora, se escuchaba su voz fuerte. No podía creer que no lo hubiera notado antes. Magnus estaba exaltado por su presencia y Alec no podía haber estado más equivocado al pensar que alguien como Magnus no podía llegar a querer a alguien como él. Simplemente había sido estúpido, despistado y miedoso.

Hoy, sin embargo, estaba orgulloso de si mismo, por venir hasta aquí y seguir a su corazón cuando la multitud le había alzado al escenario. Besar a Magnus en frente de tanta gente, y probablemente tantas cámaras, había sido lo más valiente que había hecho hasta ahora. Sin importar que pasara cuando Magnus se reuniera con él, no se arrepentía de nada de lo que había hecho. No era que estuviera esperando malas noticias cuando Magnus regresara, solo que no podía asumir que el hecho de que Magnus aceptara el beso en el escenario fuera a significar que todo estaba bien. Realmente herido a Magnus y ahora vivían en mundos completamente distintos. Aun había muchas cosas de las cuales hablar.

La música continuó y pude evitar deleitarse con ella. Escuchar el álbum grabado había sido demasiado emocional, pero escuchar a Magnus cantarlo con tanta energía era otra cosa. Alec se encontró en un hechizo, con los ojos cerrados, dejando que la música llenara sus sentidos. Rió cuando Magnus le habló a la gente disculpándose por cantar una canción triste con tan buen humor.

Cuando Alec escuchó que el concierto había terminado, supo que Magnus ya venía, y no pudo evitar ponerse nervioso. ¿Qué debería decir? ¿Por qué las palabras siempre le fallaban? Magnus vino hacía el corriendo con una gran sonrisa en su rostro y Alec sintió como esa sonrisa desvanecía sus nervios. Incluso aunque aun no supiera que le iba a decir, la expresión de felicidad de Magnus disminuyó su ansiedad.

– Magnus, – susurró Alec, levantándose de la silla. – Tu música… – quería decir tantas cosas. No tenía las palabras para explicarle a Magnus lo magnífica que era su música, y como le llegó al alma. Quizá era porque las canciones hablaban de su amor o quizá era el como Magnus capturaba su romance perfectamente en esas líneas. Aun así, en ese momento, todo lo que Alec quería hacer era decirle a Magnus lo exquisita que era su música. El sentimiento de jubilo que sentía en su pecho era difícil de describir y Magnus habló antes de que Alec pudiera decidir que decir después.

– Es para ti, – dijo Magnus suavemente, mientras ponía su mano en la de Alec y la otra en su mejilla. Alec ya lo había asumido, basándose en la letra, pero el escuchar que Magnus lo confirmaba le hizo sonreír. Cada movimiento que Magnus hacía le mostraba que no estaba enojado con él. Su lenguaje corporal era abierto y acogedor, pero aun así, necesitaba aclarar las cosas.

– Lo siento Magnus, – dijo Alec. – Nunca supe, quiero decir, yo no entendía…– De nuevo estaba frustrado de no poder encontrar las palabras. Magnus había escrito un álbum entero lleno de palabras significativas y Alec no podía formular una simple oración para explicar lo cobarde que había sido. ¿Por qué es más fácil escribir un poema que decirle a alguien de frente lo que sientes?

– Te debí haber dicho quien era, – replicó Magnus, claramente no entendiendo lo que Alec quería decir, pero estaba bien. – Solo estaba asustado de que al decírtelo te fuera a perder. –

– Que fue lo que paso, – masculló Alec. – Así que supongo que no te puedo culpar por ello, –

– Pero viniste esta noche, – replicó Magnus, Alec asintió, con el cambió de tema, supo que Magnus no quería hablar del pasado, así que lo dejo ir

– Si, – masculló Alec mirando a sus pies automáticamente. – Pero yo nunca hago cosas así. Simplemente me subí al coche y…– Magnus gentilmente levantó su rostro con un dedo bajo su barbilla e hizo que le mirara

– ¿Qué te hizo subirte al auto? – preguntó Magnus.

– Tu álbum, – replicó Alec, mirándole directamente a los ojos. – Te extrañé demasiado cuando te fuiste, pero me convencí a mi mismo que tu no me extrañabas, no había forma. Traté de no pensar en ello pero cuando mi papá me mostró tu álbum, me di cuenta que había captado todo mal. – Bien, finalmente había podido decir algo.

– Recuérdame agradecerle a Robert, – se rió Magnus. No estaba seguro de que debía decir ahora, pero antes de que pudiera pensar en algo, el dedo de Magnus pasó por sus labios. Alec estaba mirando la boca de Magnus y lo siguiente que supo es que se estaban besando de nuevo. Alec cerró los ojos y enrolló sus brazos alrededor de Magnus, respondiendo el beso.

– Te amo, Alexander Lightwood, – susurró Magnus en su oído mientras rompían el beso. Alec jadeó de pura sorpresa. A penas había comprendido que Magnus encontraba su tiempo juntos igual de significativo que él, pero escuchar eso, dicho con tanta convicción, hizo girar su cabeza. Sintió un ligero beso en su mejilla antes de escuchar la gentil voz de Magnus agregar. – Solo pensé que deberías saberlo. –

Ahora Alec estaba viendo directamente a los ojos de Magnus, sus naturales ojos color avellana con puntos verdes. La expresión de su rostro le hizo creerle completamente, sobre las palabras antes dichas. Abrumado por el agradecimiento de que no solo le había perdonado tan fácilmente, si no también por amarle aun después de tantos meses separados, le llegó, e hizo que le jalara y le besara más profundamente. Moviendo sus labios con los de Magnus y sosteniéndolo cerca, traje alegría a su corazón, pero sabía que le debía a Magnus más que un simple beso en respuesta.

– No tengo idea de que fue lo que hiciste conmigo, – dijo suavemente al terminar el beso. – Pero no quiero estar lejos de mi. No quiero dejarte ir nunca más. –

– Oh, en eso estamos de acuerdo, – dijo Magnus mientras enrollaba sus brazos alrededor de Alexander, sosteniéndolo fuertemente. Alec se relajó en sus brazos. Incluso sino lo había dicho de vuelta en ese momento, Magnus seguía ahí. Alec sabía que ahí era a donde pertenecía, tener a Magnus en sus brazos le hacía sentir completo, pero era demasiado en tan poco tiempo. Quería detener un poco las cosas. Solo justo esta mañana, se había levantado de su cama soltero y tratando de olvidar al hombre que había puesto de cabeza su vida, y ahora estaba ahí, en los brazos de ese mismo hombre a varios cientos de kilómetros de casa.

– Con el puro interés de no dejarte ir, – habló Magnus después de un momento. – Tengo una idea, – Alec esperó a que Magnus continuara. – Mira, mañana me tengo que ir a Londres. –

– Lo se, – dijo Alec. – Es por eso que me apresuré a venir hasta aa. Sabía que si me perdía este concierto, no te abría podido encontrar tan fácilmente. –

– Me preguntaste si yo te estaba esperando esta noche, – dijo Magnus. – Y tengo que confesar que en cierta forma si. La proximidad de Vancouver contigo es la razón por la que escogí esta ciudad para mi primer concierto. –

– Esperanza, – replicó Alec con un tono de entendimiento.

– Si, tenía esperanza, es verdad. – Magnus sonrió. Besó suavemente a Alec y luego agregó. – Lo que resulto no ser en vano, pero Alexander, ¿te gustaría venir al conmigo al tour? –

Alec solo pestañó varias veces como si Magnus le hubiera hablado en griego. Alec no había pensado mucho en lo que pasaría después. Magnus pareció tomar su silencio como algo malo porque agregó.

– No tendrías que estar en el escenario, al menos que quieras, el beso fue realmente un muy bonito momento pero de todas formas…– Magnus ahora estaba balbuceando. – Solo tendrías que viajar con el personal y conmigo. Podrás ver un montón de lugares interesantes y no tendríamos que despedirnos, – Magnus pausó de nuevo pero continuó al ver que Alec no decía nada. – Invita a Jace y a Izzy a que vengan también si quieres. Incluso a Robert. Quizá tu mamá pueda contratar a gente fuera de la familia para que se haga cargo del negocio, – se rió nerviosamente asustado por la falta de respuesta.

Alec sabía que debía decir algo, pero por el momento, no podía.

– Solo no quiero estar lejos de ti y no puedo cancelar mi gira en tan poco tiempo, – y Alec pudo ver que el cancelar el tour realmente había pasado por la mente de Magnus. Sonrió. ¿Cómo no había podido ver la forma en que este hombre le amaba? Luego pensó sobre realmente viajar a Europa. Ir a Inglaterra mañana. Sus ojos se abrieron. Eso sería una aventura completamente diferente que el solo subirse a su auto y tomar un ferri. Nunca se había subido a un avión. De hecho, hoy era lo más lejos que había viajado de su hogar. Pero, de nuevo, ¿qué había esperado cuando había decidido venir? Ya sabía que Magnus se iría mañana. Había estado tan enfocado en ver de nuevo a Magnus y reparar lo que había arruinado, que la idea de un mañana no se le había pasado por la mente ni una vez. Este plan era tan maravilloso y tan loco al mismo tiempo. – Se que te estoy pidiendo demasiado, – susurró Magnus. – Y que puede que estés ocupado, pero por favor di algo. –

– Oh, – dijo Alec, cuando se dio cuenta del tiempo que se había quedado en silencio. – N-no recuerdo si renové mi pasaporte. –

– Oh, – dijo Magnus tristemente y Alec se dio cuenta que eso sonó como si estuviera poniendo escusas.

– ¿Puedo ir aun si mi pasaporte ha expirado? – preguntó Alec. Okey, eso estaba un poco mejor.

Magnus tomó una profunda respiración antes de decir. – Alexander, antes de que me vuelva loco, por favor, solo dime ¿si quieres venir conmigo o no? – Había un ruego en la mirada de Magnus. Alec ya había decidido ir y había brincado al siguiente problema sin siquiera decirle su decisión.

– Lo siento, – masculló Alec, tratando de redimirse. Alec puso una de sus manos en la mejilla de Magnus, acariciándola suavemente antes de decir. – Me encantaría ir a la gira contigo, – La expresión ansiosa de Magnus desapareció, siendo remplazada por una sonrisa de alegría. Cargó a Alec en sus brazos y dio vueltas con el antes de besarle de nuevo. Magnus estaba riendo, casi gritando de emoción. – Tengo que avisar a casa, – dijo Alec rápidamente cuando Magnus le bajo. Buscó en su bolsillo su teléfono con Magnus siendo incapaz de soltarlo.

– Claro, – dijo Magnus, aun sonriendo. – Invítales si quieres. – se detuvo cuando Alec desbloqueó el teléfono. – Pero antes de que llames ¿deberíamos movernos de lugar? – dijo señalando un lugar y la personal que parecía entrar listos para comenzar a limpiar.

– Okey, – dijo Alec, pero antes de guardar su teléfono y seguir a Magnus, le mando un mensaje a Jace.

“Jace, gracias por la charla, la necesitaba. Magnus me invitó a su gira y también a Izzy y a ti si quieren. Voy a llamar a mamá y papá”.

Alec cerró su teléfono y miró a Magnus que esperaba por el con su mano extendida, la cual tomó y le siguió. Caminaron tomados de las manos, pasando a su personal, equipo de sonido, y un montón de luces; Alec estaba seguro de que necesitaba otro par de ojos para poder ver todo. Magnus se detuvo en frente de un tráiler con su nombre escrito con brillo en la puerta.

– ¿Te gusta mucho el brillo, verdad? – dijo Alec, mirando al brillante nombre. Ya lo había leído en la página de Wikipedia de Magnus, pero aun no había sido capaz de verlo con sus propios ojos.

– Me encanta, – dijo Magnus sonriendo. Entraron a través de la pequeña puerta, que Magnus cerró tras él. Dentro había un sillón para dos personas con brillo, también un tocador, lo que supuso que era para quitarse el maquillaje, ya que tenía un pequeño lavabo. Había una puerta junto el baño, lo que Magnus le dijo, llevaba al baño.

– Es aun difícil para mi el pensar así de ti, – dijo Alec sacudiendo la cabeza. – Pero tu sillón parece darte la razón. –

– Me conociste sin una gota de maquillaje o brillo, así que tiene sentido. – dijo sonriendo. – Pero mi tiempo en Tofino fue el más largo de mi vida sin usar brillo. –

– Me acostumbraré, – replicó Alec, sin querer que Magnus pensara que algo tan superficial le importara. La idea de que Magnus con y sin brillo eran dos personas distintas había sido ridículo. Alec sabía ahora que solo había sido otro pretexto para sus sentimientos en conflicto. No quería unir al Magnus que conoció con el Magnus que googleo en una misma persona así que los dividió en dos.

Magnus se sentó en su sillón con brillos y gentilmente jaló a Alec con él. – Es aun un sillón para dos aunque tenga brillo, – dijo besándole dulcemente como agradeciéndole por aceptar su obsesión. Cuando se separaron había una extraña admiración en los ojos de Magnus. Estaba mirándole, pero claramente su mente estaba en otra parte.

– ¿Por qué me estás viendo así? – preguntó Alec.

– Oh, por nada, – dijo Magnus. – Solo pensado en las maravillas del universo, – Alec alzó una ceja y Magnus le dio su mejor mirada escéptica. – Oh, bien, – continuo Magnus. – Solo estaba recordando el inicio de mi último tour. En Londres me senté en mi tráiler y hablé con Ragnor sobre lo poco que sabía del tema del que tanto cantaba. Y ahora estoy aquí, sentado contigo, la persona que me enseñó de lo que estaba cantando. –

– Aun me cuesta creerlo, – dijo Alec. La idea de que Magnus le amara aun no la procesaba del todo su cerebro. Magnus supuso de lo que hablaba y le dejó terminar. – Que yo sea el que te haya enseñado eso. –

– Es verdad, – dijo Magnus. – He tenido más parejas, pero Alexander, lo que me haces sentir es nuevo. – Magnus pausó y continuo. – Por la forma en la que nos conocimos, se que estás aquí solo por mi, y no por nada más. – Y Alec tenía que admitir que entendía que salir con alguien mientras la prensa te sigue por todos lados debía ser algo difícil y encontrar a alguien que te viera, y no solo a la fama y lo que representabas, debía ser algo difícil.

– ¿Pero que hay de antes de que fueras famoso? – preguntó Alec. – Me dijiste que habías trabajado en una farmacia. –

Magnus chasqueó la lengua. – ¿Qué tan viejo crees que soy? –

– Yo… – Alec se detuvo. Con toda su búsqueda ese pedacito de información no lo había leído, o quizá no le había dado importancia.

– Trabajé en una farmacia cuando estaba en la secundaria, – explicó Magnus.

– Oh, – dijo Alec, riéndose de si mismo. – Bueno, mi hermana salió con varios chicos en la secundaria. –

– Bueno si, Izzy es un poco más fabulosa que yo, – dijo Magnus. – Yo era el chico pobre sin un papá y que no tenía amigos. Tener citas realmente no era algo a lo que le diera importancia. –

– Y tu mamá, – dijo suavemente. – Dijiste que estuvo enferma mientras estuviste en la secundaria. –

– Lo recuerdas, – susurró Magnus. Alec asintió. Claro que lo recordaba. Se quedaron viéndose a los ojos por un momento. Alec amaba los ojos naturales de Magnus y su piel. Aun tenía un poco de maquillaje en el rostro, pero no el suficiente como para que Alec no pudiera ver la perfecta piel. Magnus le veía de vuelta con la misma expresión de adoración que Alec estaba seguro también tenia. De repente, el sonido del teléfono les hizo brincar.

– Hola, – dijo Alec un poco frenético, al contestar tan rápido que ni vio quien llamaba.

– ¡¿Qué clase de mensaje es ese?! – le gritó Jace por el teléfono.

– Lo siento Jace, – dijo Alec.

– Y no has llamado a Maryse, – dijo Jace.

– Estaba a punto de hacerlo, – dijo Alec, bajando la voz. Se había olvidado completamente de llamar a sus padres.

– ¡A punto! – dijo Jace. – Entonces ¿cuándo podemos Izzy y yo unirnos a la gira? –

– Pronto, – contestó Alec. – Nos vamos mañana a Londres. – Luego cubrió el micrófono con su mano y le susurró a Magnus. – Jace está demasiado animado en unírsenos. –

– Le diré a Clary, – Magnus rió. Alec quitó la mano y trató de captar lo que Jace le estaba diciendo.

– … Al momento que recibí el mensaje. – continuó Jace. – ¡Fui directamente a decirle a todos! Izzy está realmente emocionada. Hizo un sonido que no estoy del todo seguro que una persona normal pueda hacer. –

– Wow, – suspiró Alec.

– ¡Lo se!, Oh y después de que terminara de romper mis tímpanos dijo que quería saber ¡todo! – dijo Jace riendo. – Dijo que te iba torturar por los detalles. –

– Genial, – gruñó Alec, preguntándose si quizá debería desinvitarlos, pero ya era muy tarde.

–¡Vamos a rentar un auto! – dijo Jace. – ¡Izzy y yo vamos a llegar tan pronto como podamos! –

– Oh, pero ¿quién se va a quedar a manejar la tienda? – preguntó Alec, de repente dándose cuenta de que se estaba robando a todos los trabajadores de sus papás.

– Tus padres dijeron que fuéramos y que no nos preocupáramos, – contestó Jace. – Dijeron que las oportunidades como esas no pasaban siempre y que ellos se las arreglarían. –

– Entonces parece que iremos a Londres, – dijo Alec aun sorprendido.

– ¡Diablos si! – dijo Jace. – Me tengo que ir, – y después colgó.

– Ya están preparándose, – dijo Alec lentamente. – ¿Estás seguro que pueden venir? –

– Si, – dijo Magnus. – Agregar dos personas a la tripulación de nuestro tamaño no es un problema y más importante aun, tu estarás más cómodo con ellos ahí. – Alec le miró y vio en su rostro una sonrisa amable.

– Lo estaré, – confirmó Alec. Quería preguntarle como lo sabía, pero no lo hizo ya que se dio cuenta que la respuesta era simplemente que Magnus le conocía. Alec dejó salir un suspiro y se acurrucó cerca de Magnus, quien lo rodeó con un brazo.

– Estoy tan feliz de que estés aquí, – dijo Magnus besando su cabeza.

– Yo también, – replicó, y de verdad lo estaba.

A pesar de el hecho de que ahora estaba demasiado lejos de su zona de confort, estaba feliz de estar ahí. Era como si la presencia de Magnus le hiciera valiente, capaz de tratar nuevas cosas y expandir sus horizontes. Alec ya no había mandado sus papeles para la universidad e incluso si lo hubiera hecho, los hubiera cancelado, por que sabía que este era el lugar donde debía estar. Pasaron el resto de la tarde juntos en el tráiler de Magnus y por primera vez en mucho tiempo, Alec se quedó dormido en los brazos de Magnus.

Cuando despertó, parecía que había perdido el sentido de la realidad. Debía ser por el increíble sueño que tuvo en la noche. Mantuvo sus ojos cerrados intentando regresar a su sueño.

– Bueno días, – Era la voz de Magnus la cual significaba que seguía soñando. Sonrió pero no abrió los ojos. – Extrañaba esto, – susurró Magnus. – Duermo mucho mejor contigo a mi lado. –

Alec pensó que para ser un sueño, era demasiado real. Sacudió su cabeza y abrió los ojos, esperando que el sueño se desvaneciera, pero no lo hizo. Alec se encontró viendo el techo que estaba demasiado cerca como para ser el suyo. Mientras comenzaba a despertar apropiadamente, recordó que su sueño realmente había pasado ayer. Sonrió y jaló a Magnus para plantarle un beso en los labios.

– Mmm. – dijo Magnus radiante. – Estás muy feliz esta mañana. –

– ¡No fue un sueño! – dijo Alec triunfalmente mientras se sentaba y besaba de nuevo a Magnus.

– Tu eres mi sueño, – respondió Magnus dulcemente.

– Y tu sigues siendo cursi, – dijo Alec de vuelta. Magnus sonrió y enrolló sus brazos alrededor de Alec acostándose de nuevo en la cama. Magnus comenzó a besar su cuello y Alec no pudo evitar jadear.

– Te extrañé, – susurró Magnus contra su piel. – Te extrañé, te extrañé, te extrañé. – dijo acompañando cada palabra con un beso.

No pasó demasiado para que Alec se frustrara de que Magnus no fuera más allá, por lo que apresuró las cosas, haciendo que sus ropas rápidamente terminaran el en suelo. A diferencia de la vez anterior, Alec no se contuvo. Sabía que Magnus le amaba, con cada acción se lo había probado, y sabía que Magnus no se iba a desvanecer en la mañana. Alec no podía tener suficiente de Magnus y sabía que nadie más nunca sería capaz de hacerle sentir esos sentimientos.

Chapter 18: 18. Gira (parte 2)

Summary:

Solo falta un capítulo (:

Chapter Text

Alec POV

– Alexander, – ronroneó Magnus mientras trazaba líneas con su dedo en el brazo de Alec.

– Mmm, – replicó Alec jadeando. Estaba demasiado cómodo desnudo en los brazos de Magnus que no quería enfocarse en nada más.

– Te amo, – dijo Magnus, rápidamente besando su cabeza.

– ¿Acabas de besar mi cabello? – preguntó Alec un poco confundido y Magnus rió. Parecía irradiar felicidad y Alec se bañaba con su brillo, sabiendo que él era la causa.

– Quizá, – se burló Magnus. Alec se acurrucó más en Magnus. – Te lo había querido decir hace tiempo, – continuó Magnus. – Y me gusta decírtelo ahora. –

– Es lindo escucharlo, – replicó Alec acercándose más a Magnus, si es que era posible.

Eventualmente tuvieron que dejar su privacidad que les daba el tráiler y volver al mundo. Alec ayudó al personal a recoger pero le dijeron que ya casi terminaban y que se fuera a relajar. Estaba a punto de protestar, pero Jace e Izzy llegaron unos minutos después. Al parecer viajaron de noche.

– ¡Alec! – dijo Izzy, lanzándole la maleta que estaba cargando a sus brazos. Alec le había mandado un mensaje anoche, diciéndole que le trajera algunas cosas. – ¡Ahora los detalles! – demandó Izzy. Alec giró los ojos mientras se colgaba la maleta en los hombros. Contenía más ropa y su pasaporte, el cual al parecer si había sido renovado pero ya no lo recordaba.

– Oh vamos, – dijo Jace. – Incluso yo quiero saber lo que pasó. –

– Magnus no estaba enfadado conmigo, – les dijo Alec. – Nos reconciliamos y luego nos invitó a que nos uniéramos a su gira. –

– Eso es lo opuesto a detalles, – se quejó Izzy, pero Alec se encogió de hombros. Por suerte, ya era hora de ir a abordar el avión por lo que tuvo la oportunidad de evadir las preguntas por un rato. Y con suerte, cuando tuvieran tiempo, ya se les hubiera pasado la curiosidad, aunque no tenía mucha esperanza en ello.

Los aviones que sus padres le habían descrito cuando volaban por viajes de negocio siempre eran estrechos y llenos de líneas de asientos, pero este, solo tenía sofás y mesas. Alec tuvo suerte de que el avión fuera tan interesante para Izzy, dado que tenía pequeñas televisiones y un mini bar, y le dio paz a él. Ya llevaban en el aire algunas horas y Alec estaba sentado al lado de Magnus, con apoyabrazos levantado para que Alec pudiera descansar su cabeza en el hombro de Magnus.

– Magnus, ¡Este avión es fantástico! – exclamó Izzy y Alec gruñó. Bueno la paz fue buena mientras duró.

– Gracias, – dijo Magnus. – Es muy útil para los tours pero es más de mi discográfica que mío. –

– De todas formas, es genial, – dijo Izzy, y luego se giró hacía Alec. – Así que ¿me vas a contar ahora? –

– Nope, – dijo Alec cruzándose de brazos.

– ¿Qué te está negando Alexander? – preguntó Magnus a su hermana.

– Oh solo los detalles de su épica aventura de encontrarte, – dijo Izzy. – Magnus, ¿puedes decírmelos? –

– Sabes que todo fue grabado ¿cierto? – dijo Magnus. – En vivo desde el escenario. Y ya está en internet, pero puedo conseguirte una copia. –

– ¡Oh por dios! – gritó Izzy brincando de emoción. – ¡Necesito verlo! – Magnus se rió y Alec le miró feo. Era más como broma pero también un poco molesto de que Magnus le estuviera consintiendo a Izzy.

– Vamos cariño, – le dijo Magnus. – Es un largo viaje. Tenemos que entretener a nuestros invitados de alguna forma. –

– No me llames cariño, – replicó Alec. Magnus le sonrió mientras le besaba la mejilla antes de pararse e ir, probablemente a buscar la cinta.

Magnus regresó y puso el disco en el reproductor mientras Alec estaba impresionado de que este lugar tuviera una televisión tan grande. Izzy estaba en el borde del sofá mientras veía el concierto. Magnus lo vio con ella y pronto ambos e pusieron a platicar sobre el vestuario, el maquillaje, el escenario, las luces y otras cosas que Alec no podía entender. Cuando Alec apareció en la pantalla Izzy chilló de emoción. Cuando Alec besó a Magnus, Izzy brincó y le felicitó por su valiente acción.

– Ya está, lo has visto, – dijo Alec con un suspiro y agradecido de que hubiera terminado.

– Una vez, – le dijo Izzy mientras regresaba el video y gritaba como fanática de futbol cuando Alec besaba a Magnus en el escenario de nuevo. – ¡Una vez más! – gritó Izzy animada mientras lo reproducía de nuevo.

– Por favor no, – se quejó Alec. – Ya lo viví y ahora tengo que volverlo a ver. No necesito experimentar ese momento por cuarta vez. –

– ¡Pero el beso fue épico! – gritaba Izzy. – La forma en la que te separaste de Magnus y él se acercó a ti por más. ¡Tengo que verlo de nuevo, y de nuevo! –

– ¡Cambio de tema por favor!, – exclamó Alec, con las manos en el aire como si le estuviera pidiendo ayuda al universo. – ¡Alguien! –

– Lo siento, – susurró Magnus en su oído. – Solo está feliz. No me atrevo a quitarle esa felicidad. –

– Está bien, – dijo Alec. – No es como si no lo fuera a ver eventualmente, de todas formas, – Alec gruñó y se cubrió los ojos con su brazo. – Todo el mundo lo va a ver, ¿cierto? –

– Si, algo así, – dijo Magnus. – Pero no te inquietes, amor. Fue un gran beso, – Alec sintió como se sonrojaba, lo cual llevaba pasando varias veces durante esa hora de humillación.

– ¿Qué está pasando aquí? – Alec se volteó a ver a una mujer de cabello rojo a quien reconoció como la maquillista de Magnus, pero que no había conocido en persona.

– ¡Mi hermano es famoso! – dijo Izzy, sonriendo.

– Hola, – dijo Jace apareciendo de la nada.

– Ah cierto, – dijo Magnus. – Clary, este es Jace. El amigo de Alec que quería conocerte. –

– ¿Enserio? – preguntó Clary, viendo a Jace como un pedazo de comida. Alec no escuchó las palabras que intercambiaban ambos mientras continuaban hablando. Estaba agradecido de que Clary no iba ser un objetivo fácil para Jace.

Descansó su cabeza en el hombro de Magnus y cerró los ojos. Podía escuchar el latido de Magnus y a Izzy viendo de nuevo el concierto. Jace y Clary dejaron de platicar y se escuchó como se alejaban del lugar. Asumió que iban a un lugar más privado a platicar. También podía escuchar el bullicio de los otros miembros del personal. Cachó algunos nombres como Ana y David, pero más fue bullicio. Era extraño, pensó, mientras abría los ojos para observar a las personas a su alrededor. Cuando Alec y Magnus se habían conocido, habían tenido tanta privacidad. Siempre habían estado juntos y solos, pero desde que se había reencontrado con Magnus, solo habían tenido algunos momentos solos. Wow, ¿y solo había pasado un día? Se sentía como más tiempo. Alec cerró los ojos de nuevo y se durmió.

Uno de los beneficios de los aviones privados era los vuelos directos. Aterrizaron en Londres sin ninguna escala. Una vez en tierra Alec intentó de nuevo ayudar al personal. Esta vez no fue rechazado. Ayudó a desempacar en los coches rentados antes de entrar. Condujeron juntos a la arena donde seria el concierto para dejar el equipo. Después se dirigirían al hotel para dormir y descansar antes del concierto.

– Me gusta Clary, – le susurró Jace al oído. Estaban sentados en la parte trasera de uno de los coches. Magnus estaba enfrente al lado del conductor. Clary estaba en otro coche con Izzy.

– Que bueno, – dijo Alec ausente. A Jace le gustaba una nueva chica cada semana, después de todo, por lo que no era noticia.

– Tienes que portarte bien con ella, – le dijo Magnus desde el frente.

– O me harás cosas horribles, lo entiendo, – dijo Jace restándole importancia.

– No, – respondió Magnus seriamente. – Ella lo hará, – Jace pestañeó varias veces y Alec no pudo evitar reír por su expresión. – Esa chica es más dura de lo que parece. –

– Anotado, – dijo Jace serio. Cuando se estacionaron, Alec salió del auto y arrastró a Jace con él.

– Mira, si tu ayudas y yo no, eso me hace ver mal, – se quejó Magnus, estaba parado en un lado mientras Jace y Alec sacaban cajas del maletero.

– No, no lo hace, – dijo Alec. – Tu eres el que tiene que cantar en frente de miles de personas. Así que esto es fácil. –

– No realmente, – argumentó Magnus. – Pero que bueno que lo veas así. –

– Lo hago, – dijo Alec. – Yo no sería capaz de hacer tu trabajo, – y luego señaló lo que hacía. – Pero esto, si lo puedo hacer. –

– ¡Gracias! – dijo un hombre con una gruesa barba que estaba usando una playera negra del staff mientras tomaba una de las cajas. – Y nunca había visto a Magnus sentirse culpable por no ayudar, así que esto es un progreso. –

– Haha, – bufó Magnus. – Que gracioso David. –

– Deberíamos traer a Alec a los demás conciertos, – dijo David sonriendo. – Parece ser un buen motivante para ti Magnus, – David rió mientras caminaba con las cajas y Alec le seguía para saber donde se supone que iban las cajas. Jace caminó detrás de él. Para el momento en que David le dijo a Alec donde dejar las cajas, seguían fuera del campo de audición de Magnus.

– ¿De verdad Magnus nunca ayuda a armar? – preguntó Alec sorprendido.

– No, – dijo David. – Pero el es la estrella así que no es inusual. Ninguno de nosotros tendría trabajo si no fuera por él. –

– Supongo, – dijo Alec. – Aunque el no tendría un concierto sin ustedes. –

– Ah, pero aun podría cantar, – replicó David. – Aun sin micrófono o la maquina de humo. – Alec rió. Era fácil llevarse con David y de hablar.

– He trabajado con famosos muchísimo más egoístas que Magnus, – continuó David después de un momento. – Magnus no es demasiado molesto para trabajar, – le dijo, y Alec sintió que era más un cumplido de lo que parecía.

– Magnus parece alguien bastante agradable, – dijo Jace saliendo de donde estaba guardando las cajas. Los tres regresaron por más cajas y pronto terminaron. Una vez que bajaron todas las cosas se dirigieron al hotel. Alec no ponía mucha atención ya que apenas era capaz de mantener los ojos abiertos. La descompensación de horario era algo nuevo para él, y por el momento, no algo bueno. Durmió en los brazos de Magnus esa noche, y en la mañana, todos se marcharon al lugar del concierto.

– Esto se siente más usual, – dijo David mientras trabajaban. Ya llevaban algunas horas acomodando todo. – Usualmente hacemos el primer concierto aquí en Londres ya que es el lugar donde Magnus vive la mayor parte del año. –

– Oh, cierto, – dijo Alec, tratando de esconder su sorpresa. Se había olvidado de la distancia que le separaba de Magnus. ¿Cómo iban a funcionar después de la gira? Sabía que Magnus querría hacer que las cosas funcionaran, pero aun así iba a ser complicado. Alec trató de enfocarse en la tarea mientras le ayudaba a David a desempacar.

– Tu amigo rubio casi no a dejado a Clary desde que llegamos, – dijo David haciendo conversación mientras trabajaban. – Apuesto a que le está ayudando a desempacar sus cosméticos mientras hablamos. –

– ¡Oh, espero que le deje maquillarle! – rió Alec.

– Tu amigo no parece el tipo de chico que llegaría a esos extremos, – replicó David.

– Jace puede ser bastante determinado cuando quiere algo, – dijo Alec.

– Oh Clary probablemente se lo comería como desayuno, – se rió David.

– Magnus también dijo algo así, – replicó Alec. Terminó la tarea y se giró hacia David. – Listo, ¿ahora qué? –

– Gracias, – dijo David. – Pero creo que ya estás libre. Ve a buscar a Magnus. Estoy seguro de que debe estar molesto porque he estado monopolizando tu tiempo. –

– ¿Estás seguro? – preguntó Alec. David asintió.

Alec quería ver a Magnus, ya que no podía ignorar sus nuevas preocupaciones, así que se despidió de David y se fue. Pasó a varias personas trabajando en el sonido mientras iba hacía el tráiler de Magnus. Vio a Jace y a Clary sentados juntos en una habitación que supuso era el cuarto de maquillaje. David tenía razón. Jace le estaba pasando cosas de maquillaje de algunas cajas. Alec hizo una nota mental de persuadir a Clary de hacer que Jace se maquillara, antes de que el tour terminara. Cuando llegó a la puerta de Magnus, vio el mismo brillo que antes. Sospechó que las letras habían sido removidas y traídas con el resto del equipo del show.

– Pase, – dijo Magnus. Alec entró y vio el mismo sillón de brillos. se preguntó si eso también había viajado o Magnus simplemente cubría todo con brillo cuando llegaba a un lugar, como una clase de ritual.

– ¡Alexander! – exclamó Magnus.

– Hola, – dijo Alec. Magnus le jaló y le beso. Los brazos de Alec fueron automáticamente al cuello de Magnus. Este era uno de los raros momentos en los que podían estar solos y no lo desperdició, al profundizar el beso. Pasó su lengua por el labio de Magnus, abriendo su boca. Sus manos encontraron su camino por debajo de la playera de Magnus mientras caían al colchón. Besar a Magnus era una emoción de la que Alec no podía tener suficiente. Cuando ambos les faltaba el aliento se separaron.

– ¿Te escapaste del trabajo, Alec? – se burló Magnus.

– David no me dejó seguir ayudando, – contestó. – Dijo que probablemente debías estar molesto por que estaba monopolizando todo mi tiempo. –

– David es más listo de lo que parece, – Magnus rió. – Estaba a punto de ir a buscarte. –

– ¿Y ayudar al personal? – preguntó Alec.

– Mmm…– replicó Magnus. Alec solo rió. No sabía como sacar el tema del que quería hablar, pero tampoco estaba apresurado en querer sacarlo. De alguna forma estaba seguro de que todo estaría bien, a pesar de los obstáculos que venían.

– Magnus, – dijo Alec después de un momento. – Estaba preguntándome si podíamos hablar de lo que va a pasar cuando acabe la gira. –

– Claro, – respondió Magnus. – Puedes preguntarme lo que sea Alexander. –

– Bueno, me dijiste que normalmente vives en Londres, – comenzó Alec no muy seguro de cómo explicar su punto. – Y eso está demasiado lejos de…–

– ¿Estás preocupado que esto no vaya a funcionar a largo término? – dijo Magnus terminando su oración. Alec solo asintió, agradecido de que Magnus entendiera sin que él tuviera que decir algo más. – Bueno, estoy feliz de que si pienses que hay algo a largo termino para preocuparse. Alexander, cuando pienso en el futuro solo te veo a ti, – Alec jadeó, pero Magnus continuó sin perturbarse. – No te perderé por algo tan tonto como la distancia física, amor. – Magnus se inclinó y besó a Alec dulcemente en los labios antes de separarse.

– Ya habías dicho eso antes, – replicó Alec. – ¿Pero qué significa? –

– Significa, – hablo lentamente Magnus. – Que yo estaré donde tu estés, si tu quieres. –

– Lo quiero, – dijo Alec. – Quiero decir, te quiero. –

– ¿En qué forma me quieres? – preguntó Magnus. – ¿Cómo tu novio? –

– Creo, – replicó Alec. – Pero honestamente, te sientes como más que eso. No se que palabra nos definiría a nosotros. –

– La parte de “nosotros” es la que importa, – susurró Magnus. – Pero soy bastante posesivo y me gustaría poder decir que eres mío. –

– Okey, – dijo Alec sonriendo.

– En ese caso, – Magnus comenzó con una sonrisa y Alec se preguntó cuanto tiempo Magnus había estado esperando para sacar el tema. – Insisto en mostrarle a mi novio lo mejor de Londres antes de que inicie el concierto. –

– Se justo donde quiero iniciar. – sonrió Alec.

A pesar de la larga lista de lugares turísticos de Magnus, Alec se salió con la suya. El elevador que subía al departamento de Magnus era bastante impresionante, pero cuando vio el lugar, pensó que nunca había visto una sala tan grandiosa en toda su vida. No que hubiera tenido muchas oportunidades de ver casas lujosas en su pequeño pueblo, pero de alguna forma, esa sala se veía incluso mejor que las que luego aparecían en la televisión. El suelo era de madera dura, los muebles y las paredes eran de colores alegres. Había una luz natural entrando de una gran ventana y las cortinas que tenían su toque de brillo. El espacio se sentía tan abierto y acogedor al igual que limpio y fresco. Podía ver un poco de la cocina que estaba al lado de la entrada la cual tenía una gran mesa de mármol en medio.

– Esto es increíble, – dijo Alec. – ¡Vives aquí! –

– Bueno a veces, – dijo Magnus. – Pero también tengo casas en Nueva York y Paris. –

– ¿Qué? – exclamó Alec, volteando a ver a Magnus sorprendido. Saber que su novio -a lo que aun no se acostumbraba a decirlo- tenía no solo una casa súper lujosa si no tres, era demasiado.

Magnus se encogió de hombros. – Rento una en París, pero no he estado ahí en un buen rato. Una señora de servicio mantiene el ojo en las otras mientras yo no estoy. –

– Tu vida es tan loca, – exclamó Alec.

– Puede que tengas razón en eso, – dijo Magnus riendo.

Después de que dejaran el lujoso departamento, tuvieron que volver al lugar del concierto para el gran show. Mientras Magnus cantaba las canciones dedicadas a Alec, él se sentó detrás del escenario a escuchar. La música le llegaba con demasiado sentimiento como la primera vez que la escuchó, y no podía creer lo feliz que era. Claro, que Magnus tuviera un montón de dinero era abrumador, pero trataba de no pensar demasiado en ello. Después de todo, ¿cómo podía ser eso algo malo? Solo significaba que una persona tenía más oportunidad y libertades.

La riqueza y la fama no importaban demasiado, realmente. Aunque fuera rico y famoso, o pobre y desconocido, Alec sabía que Magnus Bane era para él.

Chapter 19: Capítulo 19

Summary:

Último Capítulo, espero que les haya gustado la historia (:

Chapter Text

Magnus POV

Estar de gira con Alexander era maravilloso, pero como todas las cosas, eventualmente terminó. Magnus decidió que dado que Alec pasó las últimas semanas en su mundo, era su turno el volver al mundo de Alec de nuevo. Así que volvieron a Tofino y Magnus fue reintroducido a su familia en una cena, esta vez como el cantante pop internacional que era.

– Mucho gusto, Magnus Bane, – dijo Maryse, haciendo énfasis en su apellido mientras sacudía su mano.

– Ah si, lo siento, – replicó Magnus tímidamente.

– Yo pienso que fue algo divertido, – dijo Robert mientras les guiaba a la sala. – Quiero decir cuantas veces resulta que una estrella pop esta en tu sala. –

– ¡Al cual tu reconociste y no le dijiste a nadie! – gritó Izzy detrás de Alec.

– Okey, ¿quién te dijo? – demandó Robert.

– ¡No importa! – exclamó Izzy. El tema había salido durante el tour, pero estaba seguro que había sido Alec en que le había dicho a Izzy, aunque no tenía planes de infórmale eso a Robert. Robert suspiro.

– ¡Me burlaré de ello hasta el final! – declaró Izzy. Robert gruño, poniendo sus manos en su rostro.

– Lo hará papá, – dijo Alec interviniendo. – Ah estado burlándose de mi desde que llegó a Vancouver. Sin mencionar que ¡ha estado viendo como mil veces el estúpido beso! –

– ¡No fue estúpido! – dijo Magnus con un puchero. Alexander no sabía, pero a veces durante la gira, se escabullía para ver el “estúpido” beso con Izzy.

– ¡Está en youtube! – gritó Izzy. – El momento más loco de mi hermano y lo tengo en video. – Izzy suspiró feliz.

– Eso fue bastante valiente, tengo que confesar, – dijo Maryse sonriendo.

– ¡Tu no! – Alec gruñó, volteando para esconder su cara en el hombro de Magnus.

– Alexander, – dijo Maryse. – Fue un gesto bastante romántico, además, ¿qué pensabas que iba a pasar con tantas cámaras alrededor? –

– No estaba realmente pensando en ese momento, – masculló Alec contra su hombro. Robert rió y todos se le unieron, pero había un claro afecto en esa risa. Aun no se acostumbraba al sentimiento de calidez creado cuando una familia estaba junta. Amaba la forma tan unida que era la familia de Alec y como todos estaban dispuestos a incluirle. Lo que más quería era llegar a acostumbrarse a ese sentimiento.

– ¡La cena se servirá en diez minutos! – dijo Maryse mientras volvía a la cocina. – Hablen mientras tanto.

La conversación casual siguió, consistiendo principalmente en Izzy hablando de las cosas maravillosas que vio durante la gira, hasta que se sentaron a cenar la maravillosa comida de Maryse. Luego comenzaron las burlas hacía Izzy y su poca habilidad para la cocina. Después hablaron sobre la tienda de surf y como lo que llamaron “la fama de Magnus” estaba finalmente terminando.

– Tuvimos que contratar a gente que nos ayudara cuando se fueron, – explicó Maryse. – Y se están adaptando bastante bien. –

– ¿Eso significa que ya puedo tener mi vida? – preguntó Izzy bromeando. – ¿No más medios turnos? –

– Nunca te asigné un medio turno que tu no pidieras, – le dijo Maryse.

– ¿Es mi culpa que el salón de belleza no tuviera otro horario? – se quejó Izzy. Todos rieron y la conversación siguió. Paso otro cuarto de hora hasta que Robert habló.

– ¿Y dónde está Jace? – preguntó Robert. – Usualmente aparece cuando hay comida. –

– Nuestro Jace se encuentra en una relación a distancia, – explicó Alec. – Y ahora esta en skype con Clary. –

– ¿Quién es Clary? –preguntó Maryse.

– Mi maquillista, – explicó Magnus. – Se conocieron en la gira. –

– Oh, que lindo, – dijo Maryse. – Aunque con Jace, siempre pierdo la pista, lo siento. –

– Parece más determinado de lo normal mamá. – dijo Alec. – Tengo el presentimiento de que esta vez será diferente. –

La conversación fluyó fácilmente mientras comían. Hubo un momento en que se burlaron de Jace, dado que no estaba ahí para defenderse. Mientras todos terminaban de comer, se encontraron demasiado llenos para seguir hablando.

– ¡Estoy tan llena! – dijo Izzy, apartando su plato.

– ¿Demasiado llena para el postre? – preguntó su madre.

– ¡Nunca para el postre! – dijo ella.

– Lo suponía, – replicó Maryse antes de levantarse y dirigirse a la cocina. Regresó con un pay casero. Nadie habló mientras se inhalaba el delicioso olor del postre. Cuando terminaron, todos le dieron cumplidos a Maryse y se dirigieron a la sala. Magnus se sentó con Alec en el sillón, con su novio descansando su cabeza en su hombro.

– Comí demasiado, – masculló Alec mientras se acurrucaba más cerca de él.

– Yo también, – concordó Magnus. Hubo una ligera conversación mientras la comida hacía digestión. El cielo se oscureció y ya era bastante tarde cuando Alec y Magnus se dieron cuenta de la hora.

– ¿Te quedarás en la casa de Alec? – preguntó Maryse mientras se preparaban para marcharse.

– Si, – respondió Magnus.

– ¿Por cuánto tiempo? – preguntó Maryse.

– ¿Preocupada de que secuestre a tu hijo de nuevo? – preguntó Magnus.

Maryse se rió. – Quizá. –

Magnus se acercó a Maryse y le susurró para que Alec no escuchara. – Por el tiempo que Alec me quiera. – Ella le sonrió y le besó en la mejilla.

– Gracias, – le dijo ella.

– ¿Por qué? – susurró Magnus de vuelta.

– ¿Quieres una lista? – le dijo sonriendo. – Has enriquecido la vida de mis hijos. –

– Cualquier cosa por Alexander, – susurró Magnus de vuelta volteándose rápidamente antes de que ella pudiera responder. Estaba un poco avergonzado de tener su corazón en la mano con los padres de Alec, pero no se arrepentía de nada.

Después de muchos abrazos y promesas de regresar a cenar pronto, se fueron, caminando de la mano al auto de Alec. El camino de regreso fue corto. Magnus encontró extraño el vivir en un lugar donde tomara tan poco tiempo viajar de un lado a otro, pero en una buena forma. ¿Quién quiere gastar el tiempo en tránsito de todas formas?

Cuando entraron a la casa de Alec, vieron a Jace sentado con su computadora en sus rodillas. Magnus le dijo hola a Clary en la pantalla y caminó hacía la habitación de Alec. Ambos estaban cansados y después de cambiarse rápidamente se fueron a la cama, con Alec a su lado.

– Magnus, – susurró Alec en la oscuridad.

– Si, – susurró Magnus de vuelta.

– Yo…– Alec inició pero se detuvo. Magnus podía sentir el latido de su novio y su sonrojo y se preguntó que sería lo que Alec le intentaba decir.

– ¿Si Alec? – Magnus le animó. – Sabes que me puedes decir cualquier cosa. –

– Lo se, – dijo Alec. – Es solo que es algo que tuve que haberte dicho hace mucho tiempo. –

– Oh, – inquirió Magnus. – ¿Y que es, amor? –

– Bueno es eso, – replicó Alec. – Es… amor. Te amo Magnus. Creo ya lo hago desde hace un tiempo. – Magnus sintió una calidez en su corazón y apretó al hombre en sus brazos.

– Lo se, – susurró Magnus de vuelta. – Tus acciones hablan más fuerte que tus palabras, cariño. Supe que me amabas en el momento en que me besaste en ese escenario. –

– ¿De verdad? – preguntó Alec. Magnus podía sentir la sonrisa en su voz.

– Si, – dijo Magnus dulcemente, besándole la cabeza a Alec. – Y yo también te amo. –

Alec rió. – Lo supiste primero que yo, entonces. – Magnus chasqueó. No había nada más que decir mientras se acurrucaban y dormían en brazos del otro.

Magnus se quedó en Tofino después de todo. Vivía con un malhumorado Jace que extrañaba a cierta pelirroja, y su perfecto novio que compensaba por el molesto compañero. Despertar con Alec cada mañana era como un sueño hecho realidad. Había hecho dos giras en menos de un año, así que se merecía un descanso. Ragnor tendría que lidiar con ello.

Después de todo, Magnus era feliz viviendo con Alec, o bueno, eso fue hasta que Jace anunció que el y Clary estaban hartos de la distancia y que ella vendría a quedarse con él. Eso se sintió como una señal. Magnus y Alec habían estado viviendo en Tofino por casi siete meses cuando Clary apareció en la puerta con su sombra, Simon Lewis. Eso fue algo que aparentemente Jace no esperó. Para su buena suerte, Izzy estaba más que feliz distrayendo a Simon cuando Jace quería tiempo con Clary.

La casa de Alec de repente se sentía demasiado llena y Magnus se dio cuenta que no podía ignorar sus responsabilidades por siempre.

Alec accedió a que era tiempo de un cambio y se fueron a vivir juntos a Londres. La primera impresión de Alec sobre su departamento fue que era demasiado lujoso y caro. Magnus podía sentir que Alec estaba menos cómodo ahí que en Tofino. A pesar de que Alec se veía determinado a acostumbrarse a ello, lo cual encontró demasiado dulce. Le tomó un tiempo pero al final Alec se acostumbro a la vida lujosa.

Ragnor estaba más que feliz de que hubiera vuelto a casa e inmediatamente comenzó a planear apariciones públicas para hablar sobre nuevas ideas para el álbum. Aunque Magnus no tenía prisa. Disfrutaba de ver Londres a través de los ojos de Alexander. Le presentó a Will y a Tessa y se ganó inmediatamente a los sobrinos de Magnus, James y Lucie.

Eventualmente, Ragnor logró que se pusiera a trabajar en otro álbum, así que él y Alec pasaban varias horas juntas en el cuarto de música. Alec era bueno tanto para darle inspiración como para aportar ideas. También le ayudaba con las letras o a escribirlas. Magnus amaba trabajar con Alec en su música y se tomaron su tiempo para crear el álbum perfecto. Magnus no tenía prisa por terminarlo. Compartir su pasión con el hombre que amaba era su idea de paraiso.

En vez de dedicarle el nuevo álbum a Alexander, el álbum fue escrito en parte por él. Dado que el hashtag “Malec on stage” se volvió trending topic en twitter, Alec sucumbió a la presión e hizo su aparición en el escenario durante el nuevo tour. Para su sorpresa, lo encontró realmente divertido aunque ya no volvió a besarle de nuevo en el escenario.

Clary invitó a su novio a ir con ella al tour. Las cosas con Alec habían sido nuevas y extrañas durante la primer gira, por eso fue que invito a Izzy y a Jace, pero ahora Alec se sentía más cómodo, confesaba que ahora hubiera preferido que el rubio se quedara en casa. Solo agradecía que el mejor amigo de Clary, Simon, no tuviera un trabajo en su personal o de otra manera probablemente Izzy también estaría aquí. Lo que nunca sabría es que rayos hizo un nerd como Simon para enamorar a una mujer como Izzy.

Después de su último concierto de la gira, Magnus y Alec se retiraron al tráiler. Alec se veía aliviado y cansado, algo que él también sentía, pero había algo más en la expresión de Alec.

– ¿Qué pasa, Alexander? –preguntó Magnus.

– Es solo que, – dijo Alec mordiendo su labio. – Extraño un poco casa. –

– ¿Por qué no volvemos mañana a Tofino? – sugirió Magnus.

– Si, pero Clary y Jace también estarán de camino, – se quejó Alec. – No quiero volver a vivir con ellos. –

– Yo tampoco, – bufó Magnus. – ¿Por qué no buscamos un lugar para nosotros? –

– ¿Juntos? – preguntó Alec y Magnus asintió. – Pero no he trabajado en mucho tiempo, – argumentó Alec. – Quiero decir, ha pasado casi un año desde que vivimos en Londres, escribiendo el álbum y la gira. ¡Ni siquiera estoy seguro de que tenga un trabajo volviendo a casa! –

– Tu mamá es la jefa, – le recordó Magnus. –Créeme, tu trabajo estará ahí cuando lo quieras. –

– Si pero mamá no se puede permitir contratarme a por delante de su nuevo personal, – dijo Alec. – Y necesitaría más de un trabajo para poder permitirme uno de los lugares que tu rentas. –

– Alec, – le susurró Magnus, sonriéndole a su novio por su bonita ignorancia. – Tu has estado trabajando estos últimos meses. Eres coescritor del álbum y fuiste parte del tour. –

– Pero eso fue por diversión, – dijo Alec. – Eso no cuenta. –

– Al menos que tu mamá te pague con monedas de oro, – le explicó Magnus. – Estoy seguro que tu diversión te hará ganar mucho más dinero del que tu trabajo alguna vez te dio. –

– ¿Qué? – preguntó Alec sorprendido.

– ¿No te diste cuenta que trabajar en el álbum te iba a dar regalías? – Alec negó con la cabeza, con la boca un poco abierta. – ¿Creíste que aceptaría tu ayuda sin darte nada a cambio? –

– Yo solo nunca pensé en eso, – dijo Alec.

– Y esa es una de las muchas razones por las que te amo, – dijo Magnus riendo. Desde que su relación había comenzado, sabía que Alec no estaba con él por su dinero, pero cada vez que Alec hacía algo como eso, se lo recordaba aun más. Alec había estado ayudándole y no había pensado en el valor monetario que eso pudiera tener.

– Yo también te amo, – respondió Magnus. – Y no estaba pensando en rentar un lugar en Tofino, – continuó. – Estaba pensando más en comprar uno, contigo. –

– ¿Comprar una casa juntos? – preguntó Alec.

– Si es lo que tu quieres, – replicó, asustado de haber ido demasiado lejos.

– Lo es, – respondió Alec rápidamente. Magnus sonrió y beso a su novio apasionadamente en el sofá de brillos.

Al siguiente día volaron hacía Tofino y fueron recibidos por los felices Lightwoods. Robert y Maryse había extrañado a su hijo y querían escuchar todo sobre su viaje. Magnus caminó detrás de ellos mientras los brazos de su novio eran ocupados por sus padres. Magnus decidió que era lo justo ya que él había tenido a Alec para el solito por casi un año.

Condujeron a la casa de los padres de Alec, aun con sus padres en modo interrogatorio. Alec no paró de hablar desde que se subieron ya que no paraban de hacerle preguntas. Cuando llegaron, Max estaba emocionado de ver a Alec. La felicidad de Alec al ver a su hermano pequeño le hizo darse cuenta que no debería mantener alejado a Alec de su hogar por tanto tiempo. Se prometió a si mismo no volverlo a hacer. Alexander era su hogar ahora; y no le preocupaba donde vivieran, mientras estuvieran juntos.

Durmieron en la casa de los padres de Alec esa noche, después de que Alec les dijera a sus padres sus planes de comprar una casa. Magnus le había mensajeado a una agente de vienes el día anterior que llegaran a Tofino, y se iban a reunir con ella mañana en la mañana.

Buscar casa con Alexander fue una experiencia bastante extraña. Primero, porque Alexander estaba impresionado por los presupuestos, aun sabiendo que gran parte de ello era de Alec por las regalías del disco. Luego, porque todas las casas hacían que Alec abriera los ojos en shock. En Tofino se podía conseguir mucho más con un millón de dólares que en Londres. Las casas que Magnus quería ver tenían albercas y patios y las casas que Alec quería ver solo tenían dos baños.

Dándose cuenta de que la búsqueda tomaría más de lo que había planeado, consiguieron una habitación de hotel para quedarse mientras seguían buscando. Era la compra más complicada de propiedades que había hecho Magnus, pero finalmente consiguieron una casa lo suficientemente lujosa para él y hogareña para Alec. Magnus sugirió poner la casa a nombre de Alec, pero este no estuvo de acuerdo, diciendo que los beneficios para los primeros compradores realmente no importaban dado que la casa no era tan cara como las otras.

– Quiero que tenga nuestros nombres, – Alec sentenció.

– Si insistes, – replicó Magnus. – Pero solo intentaba pensar en formas que la casa saliera más barata, dado que el precio te preocupa demasiado, – Alec le enseñó la lengua y Magnus aprovecho la oportunidad para jalar a Alec a un beso, explorando su boca y su linda lengua. – Tengo que admitir que me gusta la idea de nuestros nombres en una casa, – Magnus ronroneó en la oreja de Alec.

Eso había terminado con ambos perdiendo la ropa y olvidando llamar a la agente de vienes raíces para comunicarle lo que habían decidido.

Cuando finalmente se mudaron, ahora tocaba decorar la casa. Este era el primer lugar que les pertenecía ambos. Técnicamente habían pasado toda su relación viviendo juntos, pero uno siempre había sido el invitado o ambos habían sido invitados, cuando se quedaban en hoteles. Aquí, ambos podían agregar elementos de su propio gusto al hogar. Magnus amaba el brillo y Alec amaba el océano. Magnus tenía un cuarto de música y Alec tenía un cuarto que aun tenía que darle nombre. Por el momento, Magnus le llamaba oficina de Alec, pero la única decoración que tenía era su tabla de surfear y un montón de cajas, la cual ninguna contenía muebles. Había una cancha de basquetbol detrás y Max venía seguido a jugar. Sospechó que esa era la principal razón por la que Alec había querido esa casa.

Magnus había vivido en tantos lugares pero su hogar en Tofino rápidamente se volvió su favorito en todo el mundo.

– Sabes, – le dijo Magnus a Alec una mañana durante el desayuno. – Esto podría sonar bastante radical, pero creo que necesitamos una mascota. –

– Pero nunca has tenido una mascota, – le recordó Alec.

– Eso era solo porque siempre estaba viajando y no era capaz de cuidar a una, – le explicó Magnus. – Pero ahora ya me siento con ganas de echar raíces. –

– Oh así que comprar una casa no es echar raíces, – Alec se rió. – ¿Pero comprar una mascota si? –

– Exactamente, – confirmó Magnus. Se levantó de su silla y jaló a su novio para besarle. – Creo que un gato nos vendría bastante bien. ¡Podríamos llamarle Presidente Miau! ¡Oh el Gran Catsby! –

– Idiota, – dijo Alec riendo.

– Tu idiota, – le corrigió Magnus.

Ya habían pasado tres años desde que Magnus Bane había sido besado en el escenario públicamente por Alexander Lightwood y esos tres años, habían sido los mejores de sus vidas.

Fin.

Notes:

Gracias por leer... pronto subiré el otro capítulo (:
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