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Gracias por elegirme.

Summary:

Yami era alergico a la atmosfera romantica del día de los enamorados, hasta que recibe un regalo inesperadamente esperado.

Notes:

Inspirado en el prompts "Gracias por elegirme"

(See the end of the work for more notes.)

Work Text:

"Gracias por elegirme."
Yami suspiro mientras observaba a sus chicos moverse de un sitio a otro intentando decorar la base para el día de los enamorados, globos rojo y blancos estaban sueltos por el piso, algunas figuras de corazones en papel de diferentes colores estaban siendo recortados por los chicos y Charmy estaba preparando postres de chocolate en la cocina, en el reino usualmente se trataba de una festividad que celebraban de forma sencilla, parejas teniendo citas, regalos entre amigos, pero después de todo lo sucedido con los elfos Julius insistió en hacer un festival para animar a la gente.
Debido a que su base se encontraba tan lejos de la capital, el ajetreo no había llegado hasta ellos, al menos no al mismo nivel.
Finral era el único que visiblemente intentaba planificar algo para la muchacha de la que estaba enamorado, o encaprichado.
¿No era ella la prometida de su hermano?
Vanessa estaría activamente ocupada con todos los regalos e invitaciones que recibiría al llegar al mercado así que estaba recostada en el sofá.
Grey y Noelle estaban murmurando en una esquina con papel, escarcha y tijeras.
Aww. Niñas enamoradas.
- ¿Por qué estas afilando ese cuchillo, Gauche? – Pregunto con advertencia al ver como el hombre se mantenía concentrado.
- Asesinare a cualquiera que se acerque a Marie.
- ¿No tiene diez años?
- Marie es un hermoso ángel, cualquier imbécil que trate de acercársele será enterrado.
- ¿Qué dices? No puedes hacer eso.
- ¿Y usted, Capitán? – Pregunto Asta con curiosidad mientras terminaba su propia carta.
- ¿Yo qué?
- ¿Tiene a alguien a quien regalarle algo? – Yami exhalo el humo del cigarrillo antes de sentir la mirada de todos en su persona.
- Claro que no.
- ¿Esta seguro? – Cuestiono Finral.
- Sí. – Yami se sintió inquieto al ver las miradas de varios de sus chicos.
- ¿Ni siquiera para mí, Capitán? – Pregunto Vanessa acercándose para abrazarlo.
- No, tú recibirás demasiadas cosas.
- Compartiré contigo.
- No, gracias. Finral, llévame a la capital.
Yami decidió que pasaría un rato en su bar favorito, quizás podría ganar en las apuestas algo de dinero extra y mantenerse alejado de toda la atmosfera empalagosa, no había celebrado esta festividad desde que era un adolescente, escapándose con alguna que otra muchacha por estas mismas calles, antes de que lo abandonaran alegando problemas familiares, padres que obviamente no querían a sus hijas con un rebelde como él.
- Es tan afortunado.
- ¿Verdad que sí?
- La capitana ha estado intentando encontrar el regalo perfecto para confesarse.
- Sería tan romántico que lo hiciera en San Valentín.
Reconoció a las muchachas que formaban parte de las Rosas Azules que estaban hablando, la mención de Charlotte llamó su atención ¿Por qué estaría eligiendo un regalo para confesarse? ¿No odiaba a los hombres? Quizás había escuchado mal, pero estaba casi seguro de que se refirieron en masculino, la tentación de seguirlas para escuchar fue poderosa, pero finalmente no tenía por qué involucrarse en este tema.
Si Charlotte pensaba declararse a un hombre esperaba que fuera reciproco.
Sería el hombre más afortunado del reino.
Ella era excepcional.
En todos los aspectos, belleza, determinación, inteligencia, lealtad.
Excepto en su capacidad de comunicación.
Tendría que mejorar eso.
Yami sacudió su cabeza, no tendría ninguna oportunidad con la reina espinosa incluso si resultaba que era capaz de amar a un hombre, renunció a ella desde su adolescencia, cuando una de sus compañeras de escuadrón de mayor rango lo hizo ver lo obvio.
- Ella está fuera de tu alcance, extranjero. Si una rata como tu conoce su lugar, quitaras tus desagradables ojos de Charlotte, solo por que seas la mascota de Julius no te da lo que no tienes.
Odiaba a esa mujer, lo mejor que había sucedido fue su retiro de los Caballeros Mágicos.
- Bienvenido, Yami. Ha pasado un tiempo desde que viniste. – Lo saludo la cantinera de su bar favorito, una mujer de treinta años de cabello castaño y ojos verdes destellantes.
- Había estado ocupado, pero ya estoy aquí, solo que esto parece estar bastante desierto. – Comento viendo las pocas mesas ocupadas.
- Es normal, dado que ahora se realizará un festival por el día de los enamorados, los clientes están más preocupados por encontrar algo que regalarles a sus esposas. Estoy segura que si llegan con las manos vacías serán echados.
- ¿Y tú? ¿Esperas regalo de alguien?
- ¿Estas coqueteando conmigo? – Pregunto con una sonrisa.
- No. – Yami negó rápidamente con su cabeza – Solo curiosidad.
- Que aburrido eres. – Refunfuño con un puchero antes de volver a sonreír – ¿Tienes alguien en mente?
- Nadie.
- ¿Seguro? Eres un hombre apuesto. – Señalo con suavidad alejándose para buscar una cerveza y dejarla en la mesa.
- Te aseguro que eres la única que piensa eso.
- No creo que sea la única.
Yami se permitió tener una conversación amena con ella mientras la taberna se iba llenando poco a poco, dando paso a que la mesa de apuestas se fuera poco a poco nutriendo de apostadores, tuvo suerte esa tarde y consiguió reunir una buena cantidad de ganancias, mientras salía tambaleándose escucho a dos hombres charlando.
- ¿Qué? ¿Quieres darle un regalo a una rosa azul? ¿Estás loco?
- No estoy loco, mi hermana es amiga de una compañera de Lucía, y me dijo que es una fachada, que ellas tienen su pareja y que no hay ningún problema.
- ¿Entonces podemos regalarles? ¿Qué crees que le gustaría a la capitana?
- Estamos totalmente fuera de la liga de la capitana…
Dos días después se encontraba caminando por el mercado tranquilamente cuando dos chicas de las rosas azules lo interceptaron para secuestrarlo hasta un parque, podía sentir lo emocionada que estaban y empezaba a preocuparlo un poco.
- Siga derecho, Capitán. – Ordeno la de cabello rubio antes de que se despidieran para marcharse.
Se rasco la cabeza con un poco de confusión mientras seguía la indicación, el parque estaba bastante concurrido de parejas por lo que se sentía fuera de lugar, era alérgico a felicidad empalagosa que flotaba en el ambiente, se detuvo cuando una visión celestial apareció frente a él, Charlotte estaba de pie vestida con su traje sin la armadura, con el sol a su espalda permitiendo que los rayos rebotaran en su cabello rubio, dándole un halo dorado.
- ¿Charlotte?
- ¿Yami? ¿Qué estás haciendo aquí? – Pregunto con nerviosismo.
- Tus chicas me trajeron aquí. – Respondió para no ser culpado de arruinar sus planes – Me iré para no interrumpir…
- Espera…
- ¿Sí?
- Te trajeron aquí porque se los pedí. – Habló atropelladamente, su rostro ruborizándose intensamente mientras se cambiaba algo de mano en mano.
- ¿Por qué?
- Yo… quería entregarte esto. – Respondió extendiendo lo que parecía un sobre hacia él, no podía negar que se sentía impresionado, su mi parecía un remolino de emociones sin control que lo estaba mareando.
- ¿Y los chocolates? – Cuestionó con diversión al mismo tiempo que tomaba la carta, no necesitaba leer su contenido para entender lo que quería comunicarle.
- ¿Qué?
- Me siento estafado ¿Dónde están mis chocolates por San Valentín? – Rompió el sello del sobre para sacar la carta.
- ¿Qué haces?
- La voy a leer.
- No, no puedes leerla todavía, tienes que hacerlo en casa. – Chilló intentando quitarse el papel, aunque él la esquivo fácilmente – No se supone que funcione así.
- Si le das una carta a alguien en San Valentín es evidente lo que quieres decirle, lo que me ofende es que no venga acompañado con chocolates, flores y una serenata. – Yami sonrió al dar una mirada veloz al contenido de la carta antes de adelantar los pasos que los separaba – ¿Algo que quieras decirme, Reina Espinosa? – Ella se atraganto con las palabras hasta que sus labios fueron sellados por un beso juguetón – Acepto ser tu San Valentín.
Charlotte regreso a la tierra al escuchar sus palabras, su mente y su corazón sufrieron un pequeño infarto tratando de procesar todo lo sucedido, sus chicas habían insistido demasiado para que hiciera esto, con la intención de que pudiera confesarse y seguir adelante, esperaba que la rechazara y se burlara de ella para poder darle un cierre a estos sentimientos, en cambio, él parecía totalmente dispuesto a devolver sus sentimientos, bajo la mirada para centrarse en recuperar la compostura, luego de unas cuantas respiraciones levanto la mirada para encontrarse con sus ojos oscuros mirarla con paciencia y felicidad.
- Gracias por elegirme, Charlotte. Incluso si no tengo nada que ofrecerte, puedo darte mis sentimientos, también me gustas.
Sus ojos se llenaron de lágrimas de felicidad al escucharlo, oculto su rostro avergonzada cuando sus brazos la rodearon en un intento de consolarla, sin poder entender su llanto, entonces la valentía volvió a llenarla cuando se separó un poco de su cuerpo y se colocó sobre las puntas de sus pies para besarlo de forma más prolongada, luego uso su magia para crear una rosa azul y colocársela frente al rostro.
- Faltarían solo los chocolates. – Murmuro nerviosa.
- Solo la serenata. – Busco en su bolsa hasta que saco una caja de tamaño mediano para colocarlo en sus manos – Yo traigo los chocolates.
Un chillido femenino se escuchó desde detrás de uno de los arboles seguido de varios susurros de regaño luego pasos rápidos que se alejaban en la distancia.
- Y yo que pensaba darles una buena demostración.
- Yami. Realmente me gustas.
- Y tú a mí.
Tomo su mano entre la suya para llevarla a sus labios y besarla en el dorso, Charlotte parpadeo sintiendo que se desmayaría en cualquier momento por la emoción, así que antes de que eso pasara Yami aprovecho de besarla intensamente.

Notes:

Yami es un hombre preparado.

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