Chapter 1: Boom Clap
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Astrid no es como las otras chicas.
No, espera, yo no pienso eso. Eso es lo que piensa ella, no es que lo haga siempre, claro, no lo hace cuando ve Heather maquillarse o cuando Ruffnut habla y habla sobre chicos. No lo hace cuando debe elegir su atuendo, ni lo hace porque lea libros (no es que lo haga muy seguido de todos modos), no usa gafas, detesta el café, y en lo personal, odiaba los días lluviosos, es alérgica a los gatos, le gustaban los deportes, es la capitana del equipo de animadoras y es rubia. La total antítesis de la chica que siempre dice que "no es como las otras chicas". Astrid nunca se ha considerado fuera del molde ni mejor que nadie...
Salvo por una cosa.
Ella no estaba enamorada de Hiccup Haddock.
Hablar de Hiccup no es algo que le agrade. De hecho, busca evitarlo siempre que puede. La razón es sencilla: lo odia. Lo odia demasiado, jamás pensó que podía llegar a odiar a alguien, pero en serio que detestaba al sujeto. Bueno, no es un odio tan fuerte, es decir, Snotlout Jorgenson es mucho mas desagradable y a él también lo odiaba, pero el odio que sentía hacía Hiccup era distinto.
Era un odio que le calentaba las arterias, le hacia sentirse extraña, la rabia ocasionaba que su corazón fuera mas rápido. Cada que lo escuchaba hablar, le era insoportable, tanto que solo quería levantarse a darle un puñetazo o algo así, peor cuando veía su cara... Hiccup es insoportable.
Siempre lo había detestado. Casi desde que lo conocía. Sin embargo, su odio se fue incrementando con el tiempo; Hiccup siempre fue el nerd flacucho, asmático, con lentes gruesos y el rostro salpicado de pecas. Los dientes no lo ayudaban, eran un poco grandes, con un diastema importante entre los dos incisivos superiores, ni lo ayudaba su dermatitis nerviosa, ni su estatura pequeña, ni su gusto por La Guerra de las Galaxias, o por Marvel, o por el Hombre Araña...
Hasta que la pubertad lo golpeó. Duro.
Para Astrid era casi imposible que eso hubiera pasado. Díganme, ¿quién hubiera pensado en que a alguien tan patético como Hiccup le hubiese golpeado la pubertad tan fuerte? Lo primero que pasó, fue lo mismo que les pasó a todos los chicos en secundaria: dio un estirón. Hiccup lo dio en serio, pasó de medir uno sesenta y cinco a medir uno setenta, luego uno setenta y cinco; llegó rápidamente al uno ochenta y finalmente, se quedó en un solido uno ochenta y siete. Es tal vez el chico mas alto de la escuela de no ser por Fishlegs y Eret, que sobrepasan ligeramente el uno noventa. Se conservaba flacucho, claro, y su forma de caminar era la misma que cualquier larguirucho con suerte: encorvado, como si no supiera que hacer con tanta altura. Aunque lo fue corrigiendo, ahora ya no camina tan mal.
Lo siguiente que le golpeó fue el ensanchamiento de su espalda, nadie estaba seguro si la razón era su padre, que poseía un rancho a las afueras de Berk y que probablemente le obligaba a pasar tiempo ahí haciendo pesadas tareas, o si había sido su nuevo trabajo de mecánico con Gobber. El punto es que, aunque seguía siendo delgado, ya no se veía raquítico como antes. Al contrario, muchas chicas empezaron a fijar su mirada en él. Fue peor cuando el acné que se formaba a veces en sus mejillas desapareció de un día al otro, junto con sus enormes lentes de fondo de botella y armazón de pasta, siendo reemplazadas por blanca y lisa piel, unicamente marcada por las pecas y una barba creciente, así como de unos lentes de contacto que permitían ver sus bonitos ojos verdes, y cada que miraba hacia arriba, o cada que hacía literalmente cualquier gesto (porque ella no sabía porque, pero siempre se movía de forma insoportable cada que hablaba) podías apreciar sus largas pestañas.
Se le engrosó la voz, aunque seguía siendo nasal y la de un completo nerd. Sus dientes se conservaron igual de torcidos, el diastema lo ves cada que sonríe, cada que se ríe, cada que habla...
Y quien sabe como, pero el chico había adquirido una seguridad bastante... abrumante. Aunque esto podría deberse al... accidente.
Una de las cosas que cambio, fue su pierna izquierda. Accidente de coche. No fue culpa de nadie, en realidad, Hiccup volvía a casa en la pick up vieja del rancho en el que vivía, venía de la biblioteca, era invierno, por lo que, aunque eran las seis de la tarde, ya estaba oscurecido. Él estaba respetando todas las señales de transito, en serio, ¿cómo iba a saber que el enorme trailer no vió el alto? El golpe le dió de lleno a la puerta del conductor; un brazo roto, puntos en la barbilla, en el hombro y en la espalda, dos coronas de cerámica y metal en los dos últimos dientes del lado derecho de la mandíbula, fractura de clavícula, dos costillas rotas y... fractura expuesta en la tibia de su pierna izquierda, la cual había quedado prensada entre la puerta y la caja de velocidades. Insalvable.
Así que, sí. Cicatrices, un accidente de coche y parte de su pierna perdida. Hiccup faltó un año a la escuela, presentó los exámenes al final del semestre, con notas excelentes, caminaba un poco extraño al principio, se le veía triste los únicos días en los que iba a la escuela. Se formó una regla de oro en la escuela después de eso: Nadie se burlaría de la pierna de Hiccup. Nadie comentaría nada acerca del accidente, ni haría preguntas tontas.
Hasta que llegó el siguiente año, un poco mas animado, hablando varias octavas mas alto, con una seguridad que brillaba como el sol y un humor bastante optimista. Hacía bromas él mismo sobre su pierna, aunque, claro, nadie que no fueran los gemelos Thorston se atrevían a hacerlas. Hiccup había adquirido un carisma que nadie sabía que tenía. Sí, se seguía abrumando con algunas cosas, se seguía poniendo nervioso en otras, seguía teniendo ese habito del balbucear cuando estaba nervioso, a veces seguía con su sarcasmo ácido, pero en general, ya no era el mismo nerd tímido y asocial que era antes.
La terapia debía hacer maravillas.
Al poco tiempo, se volvió el presidente de la clase. Y lo crean o no: popular. Popular. Se llevaba bien con todos, con los del equipo de baloncesto, con los de ajedrez, con los nerds, con los rockeros, con los miembros del equipo de fútbol... ¡Hasta Snotlout se volvió su amigo! Eret también, especialmente porque Hiccup daba asesorías a quienes lo necesitaran y Eret era demasiado cabezota con la trigonometría y con la hidráulica.
¿Eso le afectó a ella de alguna forma? No en un principio. Incluso acompañó a Heather y a Ruffnut a dejarle unas flores al hospital (ella no es un monstruo), realmente esperaba que se mejorara, que todo saliera bien. Y fue sorpresivo verlo su "nuevo yo" en la escuela. Hasta que empezó a desplazarla, hasta que le robó el puesto como presidenta de la clase, hasta que se volvió el mejor promedio de la generación, hasta que empezó a acaparar la atención. Hasta que Heather y Ruffnut no podían dejar de hablar de él ni de lo lindo que era.
"¿Ya lo viste? ¡Ay! Es tan lindo..."
No solo eran ellas. Eran todas las chicas de su equipo, todas creían que Hiccup era lindo, todas las chicas de la preparatoria de Berk creían que Hiccup era "un bombón".
Todas, excepto Astrid. Por eso cree que ella no es como las demás, porque no puede creer todo eso.
Algo debió pasar, Hiccup no pudo despertar un día y volverse atractivo de golpe, tuvo que haber una razón, quizá tomaba suplementos para crecer, tal vez hace ejercicio a escondidas, tal vez hace trampa en los exámenes, tal vez usó crema para el acné, tal vez la elección de cambiar sus gafas por lentes de contacto no fue una causalidad, tal vez su nuevo corte de cabello fue completamente al propósito, seguro que ese estilo todo desalineado lo logra pasándose horas frente al espejo, quizá siempre planea lo que hará, quizá es un total mentiroso. Lo del accidente sí pasó, claro que ocurrió, pero tal vez se aprovecha de eso (sí, ya sabe que pensar eso esta mal, muy mal), tal vez en ese tiempo en el que estuvo en rehabilitación, Hiccup había aprendido a encontrar su carisma, tal vez tomó cursos de oratoria, tal vez no se la pasó dibujando como siempre dice.
Hiccup debía ser un fraude. Nadie se vuelve tan bueno en tan poco tiempo, en especial él.
Estaba harta de que nadie lo notara, de que nadie se diera cuenta que él estaba mintiéndoles a todos. Porque eso debía ser, una mentira, un elaborado plan, algo distinto...Hiccup debía tener algo entre manos. Sin embargo, tal parecía que ella era la única que creía esto en toda la escuela... bueno ella y Viggo Grimborn, el profesor de física, pero él odiaba a todo el mundo. Además, su odio hacía Hiccup se debía a la vez que el chico le ganó en mazas y garras frente a la clase.
Pero eso no es lo importante aquí. Si Hiccup tiene un enemigo o no, no importa demasiado. No le sorprendía de todas formas y no hacía que Viggo le cayera mejor.
Lo detestaba. En serio. Sabía que era un odio absurdo, Heather y Ruffnut se lo habían dicho, ella misma lo había pensado varias veces. Es ridículo, no tiene ni un poco de sentido, era irracional, Hiccup jamás le había hecho nada personal... a no ser que esté haciendo todo esto para molestarla.
No había nada de malo con que se volviera atractivo, en serio. Sí eso lo hacía mas insoportable, pero ese no es el problema en sí. El problema era que Hiccup parecía querer hacerla quedar en segundo plano a propósito; siempre lo hacía, y lo peor es que siempre lo lograba. ¿Ella se postula para ser presidenta de la clase? Hiccup también y le gana, ¿quiere organizar el evento de beneficencia de este año? Oh, espere, Hiccup acaba de tener una idea "mejor", ¿es el examen mas importante de la escuela? No importa cuanto estudiara, no importa cuantos créditos extra tuviera, no importaba nada de eso, quien sabe como, Hiccup logra pasarle por encima con facilidad, sin ningún esfuerzo, casi casi burlándose de ella. Hasta parecía que se reía de ella.
Y eso no lo iba a permitir.
En lo único que ella era mejor que él era en los deportes. Bueno, siendo animadora. Hiccup no era parte de su escuadrón, por suerte. El único hombre que tenía que soportar en su equipo era Tuffnut, eso y a los chicos que las miraban babeantes del equipo de fútbol. Nadie podía perturbar eso, Astrid era buena dando ordenes, era buena en las acrobacias, sus mortales hacia atrás, buena gritando, con las cintas de colores, con los pompones... Hiccup no podía ser mejor que ella en ese caso.
A menos, claro, que un día se le ocurriera ser animador. Esperaba que no, cielos, nadie podría cargarlo con esa pierna.
Uy, no, ella se ha prometido que le lanzaría insultos, improperios, cualquier cosa siempre y cuando no esté relacionada con su pierna. Eso era bajo. Y Astrid no era una persona baja. Ella era mejor que eso. Era mejor que él. Y no era una segundona.
E Hiccup no era atractivo para ella en absoluto. Punto.
Justo ahora se encontraba ahí, en el campo de fútbol. En su sección frente a las gradas, con su escuadrón. El uniforme era de color azul marino, era de dos partes: la parte superior consistía en una blusa ceñida de manga larga, de cuello alto, debajo de un top azul cielo, de tirantes blancos y con enormes letras blancas y bordes azul marino que rezaban el nombre de la preparatoria. La falda era del mismo color que la blusa, cuyos tablones eran a juego con el top azul cielo, no era muy estorbosa a pesar de que era un poco larga, le llegaba dos dedos arriba de las rodillas. Debajo de ella, llevaban puesto un short de lycra azul marino. En Berk hace frio, y que el uniforme fuera térmico ayudaba mucho en invierno, pero era fresco en verano.
Los pompones eran esponjosos, de los dos colores del uniforme. Los tenis eran blancos y las calcetas azul marino que les llegaban hasta las rodillas. Astrid llevaba su largo cabello en una trenza que le caía sobre el hombro, unos cuantos mechones rebeldes se habían deslizado a su cara, no eran un problema a este punto, ya estaba acostumbrada a ellos. Había sol el día de hoy, pero era el mismo sol de febrero que no calentaba nada. Ni un poco. Hacía frío, pero ya no nevaba, al contrario, el pasto empezaba a crecer de nuevo, perdiendo el color amarillo y enverdeciendo cada vez mas. De fondo, se escuchaba al entrenador de fútbol, su silbato y al mariscal de campo dando indicaciones.
Que bueno que Hiccup no podía jugar fútbol. No por la pierna, sino por lo torpe que era.
— ¡Muy bien!— se giró a las chicas y a Tuffnut. La variación de su uniforme estaba en que llevaba pantalón, y que no usaba top, el membrete de la escuela lo llevaba en una franja horizontal azul cielo. Usaba sus rastas en una coleta por encima de su gorro, su hermana gemela Ruffnut, tenía el largo cabello en dos coletas bajas detrás de su cabeza, Heather usaba el cabello a los hombros en una media coleta.— ¡Hagamoslo una vez mas! Ruffnut deja de mascar chicle, te ahogarás, Tuffnut, ya te dije que tu punto de apoyo son tus rodillas... Gerda, trata de seguir el ritmo, son dos pasos atrás, tres a un lado, y un salto al frente... ¿Están listas? ¡Esta vez lo vamos a hacer bien!
Tenían que. Astrid tenía un objetivo en mente para obtener mas créditos para la universidad: ganar el campeonato de animadoras. Este año, Berk pasaría de las regionales, llegaría a las estatales, eso era seguro, de eso se iba a encargar.
Hizo una seña, con eso, Tuffnut corrió hasta las bocinas en el suelo y apretó el botón para que la música se reprodujera. Tenían un margen de tres segundos, para que luego...
Soundtrack: Boom Clap, Charli XCX
Boom, boom, boom...! Clap!
Astrid había descubierto a Charli XCX en las vacaciones de invierno. Terminaron gustándole sus canciones y ahora era de sus artistas favoritas. Decidió usar su canción mas comercial para armar una rutina y esperaba usar varias de las canciones en el campeonato. Todas las chicas estaban de acuerdo. Puede que parezca que Astrid es una líder inflexible, y la mayoría de las veces de verdad lo era, no obstante, era muy considerada con su equipo, atendía sus inquietudes y siempre pedía las opiniones de todas en las nuevas rutinas. Aunque sí, era muy dura.
First kiss just like a drug
Under your influence
You take me over, you're the magic in my veins
This must be love
Giros, vueltas, volteretas, sonrisas, Tuffnut, Heather y Ruffnut la rodearon, Tuffnut y Ruffnut la tomaron de la planta de los pies, Heather la tomó de las caderas, y la ayudó a subir. Astrid, por su parte, usaba los hombros de los gemelos como apoyo. Una vez lograron subirla y dejarla completamente de pie sobre las manos de los gemelos, con triunfo Astrid alzó las manos al cielo, sonriendo como si los jueces ya se encontraran ahí.
Boom clap, you make me feel good
Come on to me, come on to me now
Dos tirones, avisándole que iban a elevarla un poco mas, asintió y los gemelos, junto con Heather la elevaron extendiendo sus brazos por completo. Astrid se mantuvo ahí, triunfal...
Boom clap, the sound of my heart
The beat goes on and on and on and on and
Boom clap, you make me feel good
Come on to me, come on to me now...!
Hasta que lo vió, Hiccup estaba ahí, llegando al campo. Se le veía desubicado y algo nervioso. Dioses, no podía ser, ¿qué rayos quería...? ¿Le estaba saludando?
Desgraciadamente, no fue la única que lo vio.
— ¡Miren, es Hiccup!— chilló una de las chicas, la cual se encontraba en la cima , inmediatamente todas las chicas se giraron, hasta el propio Tuffnut lo hizo. Hiccup reparó en el gesto, hizo una mueca, apenado y abochornado.
— ¡Hola, Hiccup!— saludaron varias chicas, siendo una de ellas Ruffnut y otra, Gerda. Las dos chicas que se encontraban en la cima de las otras pirámides se dejaron caer y fueron atrapadas por sus compañeras; como hormigas a la miel, fueron hasta él, riendo, listas para abrumarlo todavía más. Y es que si algo adoraba el cuerpo estudiantil femenino, era poner nervioso al nerd larguirucho.
Astrid se cruzó de brazos. Puso mala cara, apretó los puños, enfadada, se dejó caer, y aterrizó en los brazos de los gemelos, o bueno, mayormente en los brazos de Tuffnut, porque Ruffnut ni bien la recibió, la soltó para ir tras Hiccup. Astrid rodó los ojos, era ridículo, era un cliché andando, era horrible. Lo odiaba tanto...
Estaba distrayendo a sus chicas. Estaba arruinando el único momento que Hiccup no podía arruinar. O al menos eso creía, porque ahora...
Bajó de los brazos de Tuffnut con brusquedad, con paso decidido, caminó hasta él, molesta.
— ¿¡Qué haces aquí!?— exclamó, los demás se volvieron. Hiccup sonrió inmediatamente al verla, tenía las manos en su cadera, el ceño fruncido, los ojos repletos de hielo... De tanto estarla admirando, no notó qué no había respondido la pregunta que Astrid le había hecho y que, de hecho, Astrid lo estaba mirando así porque esperaba su respuesta.
Frunció los labios, camino un par de pasos al frente y rascando su nuca, habló.
— Uh, hola, Astrid, hola, Astrid, hola...— Hiccup no era ningún tonto. Sabía que Astrid lo detestaba, no sabía bien porque, pero lo tenía en cuenta. Ella entrecerró los ojos, hecha una furia.— Eh... Yo... Te estaba buscando.
Astrid abrió los ojos con sorpresa, muchas chicas hicieron el mismo gesto, otras saltaron, y otras, refunfuñaron en protesta. Ush, claro que quería hablar con Astrid, era la capitana de animadoras, la segunda en la clase y según varios, la chica más linda de la escuela.
No era de extrañar.
Pero para Astrid sí. Creía que con su indiferencia, sus malos tratos re incluso su manera tan grosera de tratarlo eran suficientes para hacerlo entender que ni en mil años quería hablar con él. Sin embargo, ahora él parecía estar muy decidido a hablarle, reacio a hacerle caso a esos malos tratos.
— ¿A mí?— fue una pregunta que sonó un poco más dura de lo que todos esperaban. Fue sarcástica, al parecer. Hiccup asintió rápidamente. Sí, justo a ella la estaba buscando.— ¿Y que es lo que quieres?
A todas las chicas les frustraba esto. Astrid podría ser un poco linda con él, podría por lo menos ser amable, sin embargo, la chica prefería odiarlo y no resolver nada.
Hiccup tragó saliva.— Es...— ¿Por qué, en nombre de Thor estaba tan nervioso? ¿Qué nunca había visto a una animadora con su uniforme? Pensaba Astrid, creyendo que esa era la razón por la que Hiccup se veía tan atontado.— Uh, bueno, es que al director Oswald le gustaría vernos a los dos y...
— ¿A los dos?— sus palabras, duras como el hielo, parecían no hacerlo trastabillar en absoluto. Astrid se lo pensó un segundo.— ¿Qué fue lo que hiciste?— olvidé mencionarlo: Hiccup suele ser un imán de problemas, a veces él llega a meterse en problemas sin pedirlo. Esto a Astrid le parecía aún más irritante. Seguro que la había metido en un problema.
Hiccup negó con las manos.— ¡No, no he hecho nada!— su voz sonaba tranquilizadora, jovial como siempre.— Es sobre la beneficencia de este año. Él quiere...
— Tú estás a cargo de eso.— refutó la rubia, enviándole más hielo en su voz. Duro y frío. Afilado.
Pero Hiccup parecía contrarrestarlo con calidez.— No... Del todo. Huh.— se rió y como tic nervioso, movió los hombros de forma cómica. Siempre lo hacía, eso y revolverse el pelo, desalineandolo cada vez más.— De eso quiere hablar contigo... Con nosotros. Sí, eso.
Astrid lo miró por un segundo. Playera gris de cuello redondo, sobre esta una camisa de cuadros color verde, arremangada hasta los codos, una muñequera de cuero marrón en la mano derecha, adornada con pinchos grises y brillantes, delante de este, un reloj digital, jeans rectos, que le llegaban hasta los tobillos, converse negros... La prótesis oculta con uno de ellos. Diablos, está chico parecía que se había quedado en los años 2000.
Pero, al parecer, no estaba mintiendo. Tenía cara de ser un idiota, aunque uno que decía la verdad. Suspiró y rodó los ojos.
— Más te vale que sea algo importante.— le amenazó, fue hasta sus cosas junto a la bocina. Se colocó la mochila al hombro con gracia y fue hasta él, quien en todo ese tiempo, no había dejado de mirar a la chica, en completo silencio; las demás chicas seguían a su alrededor, murmurándole cosas, diciéndole cosas que él contestaba con la cabeza. Una vez regresó a su lado, lo miró otra vez, de arriba a abajo.— ¿Qué?— preguntó grosera, haciéndolo parpadear. Entre más pronto fueran mejor, ¿No es verdad?— ¿Esperas que te dé permiso de caminar?
Heather negó con la cabeza. Astrid era todo un caso perdido. Las mejillas de Hiccup se encendieron un poco, dándole un aspecto de, por si fuera poco, más idiota de lo que era antes. Felicidades.
— No, no, lo siento.— se disculpó antes de girarse y dirigirse a la oficina del director, con ella a su lado, a una buena distancia. Ew, no quería tocarlo por error, no quería ni siquiera estar cerca.
Los que se habían quedado, miraron a Heather, quien es la segunda al mando. La pelinegra solo se encogió de hombros y negó con la cabeza.— Supongo que la práctica terminó, chicas. Pueden ir a casa.— les dió permiso, todas hicieron lo mismo de tomar sus mochilas mientras hablaban entre ellas, muchas comentando la extraña escena que acababa de pasar.
Ruffnut, con el ceño fruncido, se acercó a su amiga, Tuffnut sonriendo también.
— No puedo creer que a él le guste Astrid.— comentó Ruffnut con cierto reproche.— Quiero decir, ¿Vieron como la miró? Ojalá me mirara así.— comentó. A Heather no le gustaba mucho Hiccup, solo creía que era lindo y ya, pero de todas formas, asintió.
— Pobre, seguro que estar enamorado de alguien que te odia es horrible.— comentó Heather con cierta pena. Tuffnut soltó una carcajada y Ruffnut rodó los ojos con fastidio.
— Heather, Heather...— negó con la cabeza Tuffnut, tomándola de los hombros.— Astrid no odia a Hiccup.— le aseguró. Heather alzó las cejas, fingiendo que le creía.
— ¿Ah, no?
— ¡No! Claro que no.— chilló Ruffnut.— Se hace la interesante nada más. Se muere por Hiccup Haddock de la misma forma en la que yo me muero por él y por Eret.— desvío la mirada al campo, dónde Eret, el mariscal de campo, seguía dando instrucciones.— Los dos son unos bombones...
— Siempre pasa en las películas. La chica que odia al chico lo hace solo porque lo ama y no quiere expresar sus sentimientos.— relató Tuffnut, con los ojos brillantes. Heather se permitió soltar una risa.
— Chicos, esto no es una película. A Astrid no le gusta Hiccup. Lo detesta por haberle quitado el puesto.
— ¡Le gusta porque Hiccup es un reto!— Apuntó Ruffnut, Tuffnut asintió y Heather se quedó un poco confundida. Uh, ¿A qué se referían con eso?— Hiccup es todo lo contrario que ella busca. No es un atleta, es torpe...
— Bueno con las matemáticas, con la física...
— Bueno con los dibujos...
— Es malo en los deportes, es un debilucho a sus ojos...
— Un nerd que casi no va a fiestas...
— Lo capto, gracias.— les cortó Heather. Sí, era todo lo contrario a las personas con las que Astrid ha tenido romances, ¿Y eso qué?— Precisamente por eso no puede quererlo, chicos...
— ¡Exacto! Es un reto estar con él. Algo nuevo.— atajó Tuffnut, sonriendo.— A ella le gusta, pero le causa conflicto que se salga del molde de hombres que le gustan.
— Eso y que se robó la presidencia de la clase.
— También.
— Ustedes dos deben dejar de ver tantas películas.
— ¡Es en serio, Heather! ¡Hiccup y Astrid terminarán juntos! ¡Son una bomba de tiempo!
— Claro que no.
— ¿Quieres apostar?— preguntó Ruffnut con picardía. Heather, muy segura de sí, aún tomando en cuenta de que apostar con la vida amorosa de su mejor amiga estaba mal, rodó los ojos y asintió.
— De acuerdo. Veinte dólares si ellos no terminan besándose en el evento de beneficencia.
Oswald es el padrastro de Heather. Y es la persona más amigable de todas, un buen director, bastante respetado, sin embargo Astrid lo estaba odiando de sobremanera por haberla llamado en medio de su práctica, peor aún, por haberla llamado para estar en una oficina con Hiccup Haddock.
— Hiccup, Astrid, ustedes saben que son mis dos mejores estudiantes.— los adulo, Astrid rodó los ojos, Hiccup no dijo nada, miraba a la rubia de reojo de vez en vez.— Y que el evento de beneficencia de este año es muy importante. Es el último antes de que se vayan a la universidad...
Ella quería que fuera al punto.— Yo no estoy a cargo este año. —lo cortó, no estaba en su mejor momento. Estaba a punto de perder los estribos, el director, sumado a Hiccup eran una tortura.
Oswald asintió.— Tiene toda la razón, señorita Hofferson. Sin embargo, Hiccup me dijo que usted podía ayudarlo con las actividades, creo que su experiencia en el tema podría ayudarlo a orientarse...
— ¿¡Hiciste qué!?— la rubia se giró hacia el castaño, hecha una furia. Hiccup dió un paso atrás, alejándose de ella.
— Es que... Son muchas cosas, ese día estabas tan molesta que creí que no sería justo que solo yo... Organizara esto.— se excusó, sabía que no sería suficiente. Lo veía en los ojos de la rubia.— Creí que sería una buena idea que tú y yo...
— ¡No pienso ayudarte!— chilló Astrid, luego, se volvió a Oswald.— No voy a ayudarlo. ¿Quería estar a cargo? ¡Pues tendrá que hacerse cargo de todo esto solo!
Dió media vuelta y empezó a andar cuando Oswald la detuvo.— Eh, no es solo eso, señorita Astrid... También queríamos... Tomar algunas de sus ideas.
Oh, no debió decirlo así. Astrid se volvió, su trenza voló por la rapidez con la que lo hizo y aterrizó en su hombro limpiamente. El movimiento fue casi hipnótico para Hiccup.
— ¿Quieres tomar mis ideas?— el hilo de voz fue afilado, frío como el Ártico. Como un látigo helado, directo al corazón. Vio la manzana de Adán de Hiccup moverse de arriba a abajo, asustado.— Tú, cabeza de carnero...
Antes de Astrid que pudiera lanzarsele a Hiccup encima y arrancarle los ojos con las uñas, Oswald interfirió:— No exactamente, Astrid. Hiccup quiere que la ayudes. Con tu experiencia y las buenas ideas de Hiccup, ¡estoy seguro que esta beneficencia será la mejor de todas!
Bueno, por ahí debió de haber empezado. No era mejor, ni era lo más óptimo, ni mejoraba para nada las cosas, sin embargo sonaba mucho mejor eso o solo usar sus ideas.
— Él quiere...— Hiccup tragó saliva, las uñas de la chica se veían filosas, y sus ojos estaban muy expuestos.— ... Quiere que trabajemos juntos.— terminó la oración con un hilo de voz.
Astrid dirigió sus ojos de Hiccup a Oswald, fruncía el ceño, las mejillas ligeramente encendidas.— No.— insistió. El director parpadeó confundido, no esperaba esa respuesta, bueno, no la esperaba tan rápido, tal vez su alumna no lo había entendido.
— Astrid, quiero que Hiccup y tú se encarguen...
— Lo sé.— lo interrumpió, cortando su frase de golpe.— No quiero.— repitió, dejando muy en claro su punto. No trabajaría con este sujeto ni aunque fuera por todos los créditos extra del mundo. No soportaría estar cerca de él ni un poco. Ni un poco.
Ni siquiera habían pasado diez minutos y ya no aguantaba estar en la misma habitación.
Astrid no esperaba que el siguiente en hablar fuera Hiccup.— Ni siquiera lo has pensado.— murmuró, se seguía viendo asustado, ambas manos frente a su cara, en un vano intento de defenderse en caso de que ella quisiera lanzarsele encima; había temor en sus ojos, claro que lo había, eso le causaba satisfacción verlo, sin embargo, notó algo distinto en los ojos verdes del chico: desilusión.
¿Qué acaso él estaba... decepcionado? ¿Él quería... trabajar con ella? ¿En serio?
Debía ser un truco, no podía ser verdad. En serio. Podían llamar a Heather, ella sabía mucho de esto también, a cualquiera, cualquier persona en esa escuela podía ayudar a Hiccup de mejor y de forma mucho mas amable que ella. ¿Por qué ella?
¿Y por qué, por todos los dioses, la estaba mirando así? Dioses, no es como si fuera el fin del mundo. Lo peor: ¿por qué su mirada le estaba afectando tanto? Era incomodo, no le gustaba esa mirada, ¡quería que dejara de hacerlo!
Apretó los puños, tomó aire por un segundo, no iba a ceder. quizá otras chicas como Ruffnut cederían, pero ella no, porque...
— Por favor, Astrid.— susurró Hiccup. Desvió por un momento la mirada y agregó.— Hazlo por los gatitos...
Gatitos. Este año serían gatitos. Perfecto. Gatos.
Gatos.
¿¡POR QUÉ RAYOS ESTABA PONIENDO OJOS DE GATO TRISTE!? ¡Diablos! ¿¡Qué es lo que estaba planeando!? Esto la estaba sobrepasando, incluso podía sentir sus mejillas un poco mas cálidas por el coraje.
— ¡AGH!— Astrid alzó la palma de su mano, Hiccup se tensó. Aunque, no, no lo golpeó, solo tomó aire profundamente, soltó el aire con lentitud, tratando de calmarse. Hiccup se relajó un poco al ver ese gesto, pero no bajó la guardia.— De acuerdo.— los gatos son lindos, independientemente de si era alérgica o no, no soportaría ver a gatitos en las calles y sin hogar.
Confirmó que la había tomado del pelo cuando vió que su expresión cambiaba a una mas iluminada.
Esa sonrisa se podía ver a kilómetros.
— ¡Maravilloso! Ya lo verás, Astrid, será una beneficencia...
— Sí, sí.— Astrid no paraba de cortar todo lo que decía el director. No necesitaba saber más de eso.— Lo que sea, ¿me puedo ir ya?
Ambos hombres asintieron. Astrid volvió a girarse con gracia y se salió del lugar, Hiccup fue mas educado y se despidió por los dos, también prometió hacer su mejor esfuerzo, igualmente, por los dos. Salió detrás de ella, medio corriendo.— ¡Astrid!— fue tras ella, tratando de alcanzarla, Astrid rodó los ojos y apretó la correa de su mochila.— ¡Espérame!— le pidió, su pierna sonaba de forma metálica a cada paso.
No iba a girarse. Es mas, apretó el paso...
Hasta que la alcanzó y, para su desgracia, le tocó el hombro. Ella se volvió, como si solo su toque la hubiera ofendido, Hiccup quitó la mano del sitio, captando el mensaje.
— Lo siento...— mustio, colocando su mano dentro del bolsillo de su pantalón. Astrid entrecerró los ojos, aceptaba su disculpa, de todos modos.— Yo... bueno, gracias por aceptar ayudarme...
— No te estoy ayudando a tí.— contradijo Astrid. Estaba ayudando a los gatitos de la calle, no a Hiccup. Definitivamente no.
Hiccup se aclaró la garganta.— Uh, sí.— asintió, tenía que decir algo o esto se volvería incomodo.—... Ah... tenía... uh, no, quería ver si podías... quedarte... un rato más... a planear lo que haremos...
— Escucha.— era mejor dejar las cosas en claro ahora y no tener que soportar a Hiccup tratando de ser su amigo o lo que sea.— NO me agradas. NO quiero ser tu amiga. NO pienso pasar más de dos horas contigo, NO pienso llegar a casa tan tarde, NO voy a ayudarte a hacer las decoraciones, nos veremos siempre a las tres de la tarde, después de mis prácticas, si llegas tarde, me largo y JAMÁS pienso volver a ayudarte en algo, ¿entendiste?— lo tomó del cuello de la camisa, lo hizo encorvarse a su altura, que no era mucho. Él se sorprendió mucho de tenerla tan cerca, incluso asintió lentamente, con los ojos muy abiertos.
— Ajá.— murmuró. Astrid lo arrojó lejos y retomó la marcha.— Pero... ¿entonces no puedes quedarte...?
Astrid soltó un quejido.— Ugh.— quería volver a su casa. En serio. Ya estaba harta de él.— No. No me quedaré. Haz la planeación y luego...— cuando tenga mas paciencia y este mentalmente preparada para esto.— Veremos.
Chapter Text
Soundtrack: Unlock it, Charli XCX, Kim Petras y Jay Park
Lock it, lock it, lock-lock it, lock it, lock it
Unlock it
Lock it, lock it, lock-lock it
(Beautiful)
Una cosa buena de Hiccup Haddock: no era un imbécil, sabía cómo hacer planeaciones.
Miró sus planos, bastante bien dibujados, pero eso solo la hizo hacer un mohín, ugh, ¿qué acaso había algo que no pudiera hacer? Hiccup estaba mirando otros planos, los de la tarima, los dos en silencio, aunque Hiccup cada cierto tiempo la miraba de reojo, probablemente esperando a que ella dijera algo o esperando ver su expresión...
— Deja de mirarme.— advirtió Astrid. Hiccup bajó la mirada.— ¿Quieres construir esto tú solo?
— ¡Sí! Los chicos de carpintería van a ayudarme a construirla.— sonrió de forma cálida, como si esperara una respuesta similar o por lo menos diferente.— Y eh, Fishlegs va a ayudarme a hacer la pagina web... nosotros solo debemos encargarnos de la venta de boletos, las fotos, ¡oh, tenemos que hacer las fotos de los gatos...!
Astrid sabía tomar fotos, su padre era fotógrafo.
— No.— intervino Astrid, cortándolo en el acto. Esto lo hizo fruncir el ceño confundido, ¿y ahora qué había hecho mal? ¿qué le había molestado?
— ¿Por qué no?— no pudo evitar preguntar. Astrid se cruzó de brazos.
— Soy alérgica a los gatos.— lo dijo como algo normal, estaba molesta, pero mas sorprendida. Lo miraba desde el otro lado del salón de música, donde se estaban reuniendo para planear el evento de beneficencia.
Hiccup inmediatamente se dio cuenta de su error.— Oh, lo siento.— se disculpó. Astrid rodó los ojos.— Es que yo...
Su única respuesta fue negar con la cabeza, volvió la vista a sus cosas, él haría las cosas laboriosas, como las construcciones, las cosas tecnológicas, Astrid haría todo lo demás, ahora, él también se encargaría con las fotos de los gatos.
Fue hasta que necesitó su resaltador, apenas mirando a donde iba. Fue por eso que resbaló con quien sabe que cosa, no supo ni como reaccionar, incluso soltó un grito de sorpresa...
Dos brazos la atraparon antes de que su cabeza pudiera impactar contra uno de los bancos. Hiccup la pescó de la cintura y la espalda, sus caras quedaron muy cerca una de otra, las narices casi tocándose. Se miraron fijamente por un par de segundos.
— Cuidado.— murmuró Hiccup en voz baja, profunda, extrañamente mas varonil que la de costumbre. Astrid sentía el pulso en sus oídos, la voz del castaño hizo efecto en sus mejillas, que se sintieron mas cálidas, su cuerpo se sentía extraño y el tacto de sus manos le quemaba por encima del uniforme de animadoras; el aire se sentía pesado, extrañamente pesado, húmedo... él estaba demasiado cerca.
Demasiado.
Rollercoaster ride in the fast lane
Got the roof down
Kiss me hard in the pourin' rain
Yeah, I can see it in your eyes
Know you feel the same
Million dollar babe
Trippin' on it, like propane
(Beautiful)
— ¡No hay forma de que pase!— negaba Fishlegs, Heather estaba de acuerdo, mientras que los gemelos se miraron entre sí.— Sí, a Hiccup le gusta Astrid, pero dudo mucho que él llegue a lograr algo. Astrid no lo soporta...
— ¿Lo ven?— se pavoneó Heather.
— ¡Ustedes dos están subestimando el poder del amor y los clichés!— los acusó Ruffnut, Tuffnut asintió.
— Hiccup y Astrid van a estar juntos, ¿quieres apostar?— le preguntó Tuffnut a Fishlegs.
— No me gusta apostar...
— ¡Vamos, Fishy!— lo animó Ruffnut, agitando el brazo del rubio.
— Es una apuesta ganada.— murmuró Heather cerca de su oído.— No hay forma en la que Astrid ceda ante Hiccup.
Fishlegs suspiró.— De acuerdo, veinte dolares si ellos dos terminan juntos en el evento de san valentin.
.
Lock it, lock it, lock-lock it, lock it, lock it
Unlock it
Lock it, lock it, lock-lock it
Got the key can you unlock it?
Lock it, lock it, lock-lock it, lock it, lock it
Unlock it
Lock it, lock it, lock-lock it
Got the key can you unlock it?
Se levantó y lo empujó lejos. No lo quería cerca.
— No. Me. Toques.— le advirtió furiosa. Hiccup no entendió, ¿Ni siquiera un "gracias por evitar que mi cabeza se parta en dos"? ¿Nada de nada? Bueno, tampoco era que lo esperara mucho, no esperaba demasiado en realidad, pero mínimo un seco y duro...— Gracias.
Astrid no era un monstruo, agradecía seguir con vida y no salir en los periódicos como "animadora muere por tropezar con un marcador en el suelo", aunque no le daría más que eso. Hizo una mueca, hacia calor, no había notado lo mucho que había aumentado la temperatura, su corazón iba como loco, ¿Qué rayos?
— De nada.— ¿Por qué en nombre de Thor su voz seguía sonando aterciopelada? ¿No podía simplemente cambiarla? ¿Por qué seguía hablando así? No estaba logrando nada si lo que quería era ser amigable.— ¿Estás bien, cierto?— la mirada que le dirigió Astrid lo hizo fruncir los labios y decidir, mejor, no hacer más preguntas.
Claro que estaba bien, había sido un accidente estúpido, por supuesto que estaba bien. Tarado.
Hizo una mueca y ahora sí, caminó por sus cosas. Se seguía sintiendo agitada, y el estómago le molestaba de sobremanera, como si un montón de dragones estuvieran dentro de su vientre y quisieran comerla por dentro.
Hiccup buscó algo más que decir. Sentía que debía decir algo, a pesar de que ella le había dado señas de no hacerlo.
— ¿Y... Están prácticando para el campeonato de animadoras?— sí, eso sonaba bien. Bastante casual, tal vez a ella le gustaría hablar de eso, por lo menos un poco. Astrid no le respondió, siguió remarcando cosas con sus resaltadores.— Tuffnut me dijo que están trabajando duro para las regionales. Los ví ayer y... Creo que son bastante buenos.— agregó Hiccup, tratando en serio, de que mínimo ella le regresara algún gesto.— Yo no podría hacer todo eso, se debe tener mucha fuerza para... Hacer todo lo que haces.— masculló, Astrid suspiró, la adulación no era algo que esperaba, ni mucho menos, ni funcionaba tal y como Hiccup esperaba, sin embargo, la incomodidad que le generaba verlo hablar solo, la hizo apretar los labios y finalmente, contestar.
— Sí, necesitas fuerza. Disciplina.— no se molestó en mirarlo, ¿Tenía que hacerlo? Hiccup se sintió bien de que, por lo menos ella le había contestado.
— ¿Y prácticas otro deporte?— preguntó, abusando de su suerte. La vio apretar el resaltador, así como tomar aire, ¿Mala señal? Tal vez. Iba a agregar que no tenía que responder si no quería, cuando ella contestó.
— Soy cinta negra en kickboxing.
Hiccup abrió los labios en forma de "o".— ¡Vaya! Eso suena genial. Mi padre quería que aprendiera a boxear, pero después del choque, tuve que ser más suave con eso.— de forma casi inconsciente miró su pierna, Astrid también lo hizo, no pudo evitarlo, fue como si mencionar la palabra "choque" toda la atención se la llevara su prótesis. Genial, ahora la rubia no sabía que decir.— También tuve que entrar al club de natación, por mi...
Tenía que cortar eso ahora.— Bien.— no quería hablar sobre su pierna. No sería hablar con él en absoluto. Club de natación, vaya, vaya, no sabía eso.
Hiccup sintió que su sonrisa caía solo un poco. No demasiado, claro, supuso que Astrid y ninguna chica en general, quería saber algo sobre su muñón. Lo entendía y lo comprendía perfectamente, no había hecho bien en guiar la conversación por ahí de todos modos.
No hablaron más en toda esa hora. Y aunque fue breve, Hiccup sintió que estaban avanzando.
If you want my heart then don't you drop it
(Want my heart then don't you drop it)
I'm right here, right in your pocket
(I'm right here, right in your pocket)
Don't you drop it, never stop it
(Never stop it)
If you want my love (my love), try to unlock it
La práctica había terminado, todo estaba bien salvo que Hiccup no estaba esperándola en las gradas.
Ya se le había hecho costumbre esperarla ahí, sentado en la primera fila, a veces mirando su teléfono, pero la mayoría de las veces estaba mirando al frente, mirando la rutina de animadoras, a veces con una mano en el mentón, atentamente, como si tomara nota de cada cosa que las chicas (y Tuffnut) estaban haciendo. Con su pierna buena marcaba el compás de las canciones y sonreía cada tanto, o por lo menos Astrid lo veía sonreír cada que la elevaban por los aires.
Le parecía verlo sonreír aún más cada que ella le regresaba la mirada. Huh, debía ser su imaginación.
Llevaban una semana planeando, la convocatoria sería al día siguiente, ya tenían diseñados los carteles, las fotos de los tiernos gatitos estaban hechas. Faltaba decorar el gimnasio, y encargarse de la comida.
Todavía no habían decidido que van a vender, ¿Postres o galletas? Hiccup había sugerido vender comidas saladas, o recuerdos, o hacer una exposición de arte, sin embargo, Astrid estaba reacia a cambiar la fórmula del baile de caridad en San Valentín.
"— ¡Un puesto de besos!— saltaron los gemelos cuando los vieron discutir por ello. Bueno, a Hiccup tratando de razonar con ella y a Astrid ignorándolo y solo soltando un "no" bastante frío de vez en vez.
— ¿Y tener un brote de herpes en la escuela?— contradijo Astrid, alzando una ceja, había desagrado en su voz. Hiccup también hizo una mueca, con desagrado menos evidente.— Claro que no.
— ¡Con Hiccup se puede ganar mucho dinero!— saltó Ruffnut con voz pícara. Hiccup tragó saliva, visiblemente incómodo, Astrid puso mala cara y soltó un "Agh" con asco, mirando a Hiccup.
Ew, un puesto de besos no."
No obstante, Hiccup no estaba ahí, esperándola para ir juntos al salón de música. Ni sus luces.
Todas notaron esto e inevitablemente miraron a Astrid en busca de respuestas, ¿Finalmente se había rendido? ¿Hiccup ya no iba a insistir en llevarse a Astrid a regañadientes a hacer la tarea más aburrida que era organizar un evento de caridad hacia los gatos en San Valentín?
— ¿Y tu Hiccup?— le preguntó Heather, sonriendo. Le gustaba bromear con esto, era bastante gracioso verla enojarse por la pregunta y su cara enfadada era todo un poema.— ¿Lo perdiste?
— Muy graciosa.— le golpeó con los dedos en la cabeza, mientras guardaba sus cosas.— No lo sé, ojalá ya no vuelva jamás.— de todas formas, revisó su teléfono, en caso de cualquier cosa...
Oh, no se equivocaba. Hiccup había enviado un mensaje, Astrid maldijo en voz baja haberle dado su teléfono, se liberaría más rápido de él si no tuviera su teléfono.
"Hola, hoy tengo práctica, ¿Podríamos vernos en la piscina?"
No. Quiso teclear que no. Quiso teclear que no quería tener que verlo nuevamente y que no quería ir a buscarlo. Eso iba a hacer, cuando Heather leyó su mensaje por encima del hombro.
— Uhhh la piscina.— exclamó.— ¿Lo vas a dejar esperando?
Quería.
Gatos, Astrid. Gatitos buscando un hogar. Esto no es por Hiccup.
— Idiota.— masculló. Guardó su teléfono y se encaminó hasta el interior de la escuela, en dirección a la piscina de la escuela. Era una piscina semiolímpica, techada, con los vidrios siempre mojados y ligeramente empañados, entrar ahí era entrar a una atmósfera húmeda con olor a cloro y sales para agua. Astrid, caminó en ella, cuidando no resbalarse con la mojada superficie.
Había una persona ahí, nadando con estilo libre, Astrid no le prestó mucha atención, tenía que encontrar a Hiccup, llevárselo a rastras hasta el salón de música y acabar con esto de una vez por todas.
Sin perder más el tiempo, y sin querer ir a los vestidores a buscarlo (eso era un rotundo no, no, no. No. NO), se acercó al entrenador de natación.— Estoy buscando a Hiccup Haddock.— ni siquiera se molestó en saludar. No tenía tiempo para eso.
El hombre apenas y la miró, pitó su silbato una vez quien estaba nadando llegó a la orilla, avisando su llegada con un manotazo al suelo. El entrenador señaló a la piscina.
— Ahí está.
Y sí, el joven que estaba nadando alzó la cabeza por encima del agua, quitándose el gorro y los goggles, revelando a un Hiccup sonriente, mojado, con las mejillas enrojecidas por el esfuerzo, por la falta de oxígeno, quien sabe...
Tampoco no llevaba playera. Bien, bien.
Astrid intentaba no bajar mas la vista, primeramente porque no quería ver el muñón, y en segunda, sin querer admitirlo jamás, para no verlo en su traje de baño. No quería ver su complexión delgada, no quería ver sus músculos torneados, que no eran de un tamaño desorbitado, sino bastante proporcionado, sus hombros eran fuertes, la espalda ancha...
Y su cara sonriente, de oreja a oreja, su cabello desordenado, mojado, goteando agua, resbalando por su fuerte cuello, por su pecho lleno de pecas...
Quiso patearle la cara y arrojarlo hasta el fondo de la piscina. Presumido.
— ¡Hola!— la saludó.— Viniste.— le dijo. Astrid resistió el impulso de darle un pisotón en las manos.
— Sí, lo hice.— Astrid rodó los ojos, se cruzó de brazos, evitando seguir mirándolo. Su corazón latía como loco, desbocado, como si hubiese corrido dos kilómetros.— Tienes cinco minutos o me largo.
— Pero...— ella ya se había ido, dando a entender que sus cinco minutos habían empezado a correr. Miró a su entrenador y luego se impulsó para salir de la piscina; tenía que ducharse y vestirse en tiempo récord.
Snotlout soltó una carcajada, lo que los gemelos le estaba contando era demasiado risible para ser verdad.
— ¿Enamorada del nerd de Hiccup?— se mofó, los gemelos asintieron.— No están hablando en serio.— le dijo esta vez a Heather y Fishlegs, quienes asintieron.— No, imposible. Hiccup es un arrastrado a veces, y le gusta desde siempre, pero Astrid JAMÁS aceptaría salir en una cita con él, ni en sueños, en serio.
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Los vestidores estaban extrañamente vacíos, silenciosos. Ella misma no sabía porque estaba ahí, este no era el vestidor de chicas, lo sabía por el tan ajeno de los casilleros y por el color en las paredes. Este es el vestidor de los hombres, y en serio que no sabía que hacía ahí.
Antes de que pudiera seguir preguntándose el cómo había terminado ahí, o el como es que había entrado al vestidor de los hombres, dio la vuelta, notando que llevaba en sus manos sus esponjados pompones, no solo eso, sino que su playera estaba un poco mas corta, revelando un poco de su ombligo y parte de su vientre, ¿alguien había cortado su falda?
— ¿Hola?— llamó al aire.— ¿Hay alguien...?
Una puerta se abrió, sonó como un chasquido , luego pasos, pasos extraños, sonaban con una extraña variación, un poco metálicos, un poco...
Unos brazos la rodearon por detrás, la persona que la estaba abrazando estaba mojada, tanto que le estaba mojando el uniforme y la piel expuesta. Se quejó de inmediato, intentó separarse, sin embargo, los brazos la tenían tan bien sujeta del torso, tan bien afianzada... Con tanta fuerza que en vez de asustarse, le gustó el gesto. Su espalda dió contra un pecho férreo, igualmente, mojado, las manos se posaron en sus caderas, sentía una nariz recorrerle la nuca olfateando y unos labios que rozaban la piel suavemente.
Le hacían cosquillas, la hacían retorcerse un poco, su cuello era sensible, en especial por el poco tiempo que le había dado para reaccionar. Intentó escapar, nuevamente.
— Oye.— le reclamó suavemente, sus palabras hacían eco en el vestidor vacío. No quería que alguien llegase a notar que ella se encontraba ahí. Escuchó una risa en su oído.— Estás mojándome toda.— rió, tratando, no con muchas ganas, separarse de él. La risa incrementó, así como la intensidad de sus caricias y sus besos, le tomaba por la ropa como si quisiera romperla, y estaba pegando demasiado su cuerpo contra el de ella, con fuerza.
Abrió aún más los ojos cuando sintió algo duro sobre su trasero, su pulso se disparó aún más cuando una mano levantó su falda y, buscó entre sus muslos para llegar a sus bragas. Se giró, lista para encarar a quien sea que estaba ahí, tocándola, antes de poder verlo bien siquiera, le besó profundamente.
Sin poder evitarlo, Astrid llevó sus manos a al cuello del sujeto y luego a su cabello, revuelto, suave, mojado, desordenado. Olía estupendo, las manos de él se habían mudado a su trasero, de lleno, sin parar de apretar y acariciar incluso por debajo de la falda. Gimió al sentirlo de forma más directa, quien sea que era este sujeto, solo llevaba puesto un...
Un...
Un traje de baño...
Se separó lentamente del beso, abrió los ojos para observar frente a su cara a Hiccup Haddock.
— Quiero mojarte toda.— murmuró con su voz profunda, grave, que la hizo temblar. La miraba con los ojos oscuros y entrecerrados entre sus largas pestañas.
Despertó de golpe, abriendo los ojos sudando, temblando (no de frio y no de miedo), pateó las sabanas y se sentó en su cama, jadeando. Sus mejillas estaban sonrojadas, como dos pequeñas manzanas. Se tocó el pecho, tenía la piel de gallina a pesar de que en su cuarto no hacía frio, ni mucho menos.
— ¿Q-q-qué?— farfulló Astrid, sin saber como reaccionar a eso. Se abrazó a sí misma, tratando de no pensar en el sueño o en tratar de encontrarle lógica a la pesadilla que había sufrido. Dioses, ¿qué había pasado? Por todos los dioses...
Sin embargo, no, su cuerpo no se sentía asustado, todo lo contrario. Se sentía cálido, ansioso, el pulso le iba a reventar las venas, de eso estaba segura. Apretó los puños, ¿por qué rayos...?
Esto era culpa unicamente de Hiccup Haddock y de su visión sin camisa, de sus músculos fuertes y bien torneados, de sus manos callosas que alguna que otra vez había tocado por accidente y que la habían sostenido con tanta firmeza cuando ella casi cae al suelo; era culpa de sus ojos verdes profundos, de su sonrisa socarrona, de su altanería cuando ella le decía que no a algo que él le tenía tanta fe, de las muecas que hacía cuando él creía que ella no estaba mirando...
Sintió una punzada, no necesariamente de dolor, en la parte baja de su vientre, como si le dijera "no te olvides de sus pecas, ¿las viste? Le recorren todo el pecho... Y su espalda, apuesto que puede cargarme como un saco de patatas, cielos, es tan fuerte..."
Astrid, tomó una almohada y enterró su cabeza en ella para ahogar un grito de frustración, horror...
— ¡Oh, vamos!— chilló Ruffnut, rodando los ojos.— ¿Nadie aquí cree en la magia del amor?
— Esto no es una película romántica, nena.— la contradijo Snotlout, pasando un brazo por sus hombros, Ruffnut se quitó de su lado para seguir hablando.
— ¿Cómo están tan seguros de que Astrid no lo quiere?— reclamó la gemela, agitando los brazos.— Tiene todas las señales, finge que todo lo que le dice Hiccup no le interesa, finge que no le importa que él no vaya por ella, y se ve que le afecta que él la contradiga o no pelee con ella.
— Dije que no, serán postres y punto..— negaba Astrid, cargando la caja de decoraciones. Hiccup se colocó frente a ella, para ayudarla con el peso de la caja. Ella trató de jalarla hacia sí, no necesitaba su ayuda en nada, ni siquiera con una boba caja.
— De acuerdo.— sonrió el castaño, viéndose extrañamente tranquilo, como si la idea con la que había insistido tanto fuera nada. Astrid apretó los labios.
— ¿De acuerdo?— repitió Astrid un poco confusa por su respuesta.— ¿Qué no te importa tu idea?— soltó sin siquiera procesar lo que había dicho. Hiccup se encogió de hombros.
— Entiendo si no te gusta.— respondió de la misma manera, como si diera el tema por terminado.
Pero Astrid no quería dar el tema por terminado, ¿por qué no luchaba por esto?— Has insistido en esto toda la semana.
— Lo sé.
— ¡No puede simplemente no importarte!— le regañó apretando los labios, lo vió alzar las cejas, impresionado.— ¿Qué acaso estás mal de la cabeza?
— No.— lo dijo, sonriente.— Será lo que tú digas.
¿Sin pelear? ¿sin nada de nada? Astrid frunció el ceño.— ¿Qué es lo que tramas?
— Nada.
— ¡No puedes simplemente decirme que está bien!
— ¿Entonces sí quieres aceptar mi idea?
Astrid abrió la boca, enojada, ¡claro! ¡claro que sí! ¡claro que estaba intentando algo! Le arrojó las cosas antes de volver a las otras cajas.
— Nah, están locos.— terminó negando Snotlout.
— ¿Quieres apostar?
Snotlout alzó las cejas.— ¿Diez dólares?
Los gemelos negaron con la cabeza.— Aceptamos aportaciones de más de veinte dólares.
— ¿Necesitas ayuda?— Hiccup se le había acercado (lastimosamente) por detrás, fue un gesto inocente, sin embargo suficiente para hacerla recordar el sueño que había tenido hace unas noches. Astrid estaba intentando colgar uno de los letreros del baile, estaba teniendo problemas con la altura, no encontraba la escalera por ningún lado, y no había espacio a esta altura para poder colocarlo.
— No.— negó rotundamente, poniéndose de puntitas de nuevo.
— Puedo hacerlo yo.— él, por su parte, estaba acomodando los cables de la consola, las luces, la música, todo dependería de eso. Astrid prefería que sus manos, callosas, hábiles y fuertes (eugh) se las guardara para eso.
— Lo haré yo.— respondió duramente la rubia. No supo cómo, lo siguiente que sintió fueron unas manos sobre su cintura y luego las plantas de sus pies despegadas del suelo. Los dedos del joven clavándose en su vientre, en su uniforme...
Y su cabeza sobresaliendo entre sus muslos, mismos que estaban reposando sobre los hombros del castaño.
— ¿Mejor?
No, no, no, no, no.
Se apresuró a colgar el letrero, sin apenas mirarle. Pensó en asfixiarlo con los muslos (Aunque eso no sería una tortura para Hiccup, claro, aunque él no lo diría en voz alta tampoco, tampoco diría que esa era su muerte soñada), pero no sonaba viable, lo único era darle un zape que le generara un jaqueca horrible. Sí, las jaquecas eran terribles, molestas, indeseables, tal y como era Hiccup.
— Eh...— habló Hiccup, Astrid frunció los labios con sorpresa. La vibración en sus nuca pudo sentirla directamente en su... No, no, no, no.— Ayer por la mañana mi mamá... Encontró un perrito sin hogar.— ¿Por qué se estaba moviendo tanto? Es más, ¿Por qué esto estaba pasando?— Ella quería saber si no era muy tarde para que entrara en el evento.
Su voz sonó bastante bien como para el problema que estaba sintiendo.— Es un perro.— masculló, engrapando el letrero contra la pared.
— Sí, lo sé.— aceptó Hiccup. Tenía sus manos cerca de las piernas de la rubia, solo en caso de que ella llegase a caerse, Astrid ese sentía cada vez más extraña, su piel parecía pedir el tacto del castaño, mínimo por encima de sus calcetas.— Es solo que... No sé, tal vez podría entrar, tal vez sea bueno darle difusión a su caso, es un perrito muy lindo y necesita un hogar... ¡Auch!— exclamó cuando ella le dió un zape en la cabeza, firme y que, sí, le causaría una jaqueca.
— Bájame.— ordenó. Hiccup la bajó con la misma facilidad que cuando la cargó.
Que brazos tan fuertes...
El pensamiento le dió náuseas y también le hizo sentir una punzada en su bajo vientre.
Hiccup continuó tratando de convencerla.— Uh, eso.— soltó, rascando su nunca.— ¿Podemos hacerle unas fotos? No habrá gatos en casa, lo prometo.
¿Ir a su casa? Eso no sonaba bien, para nada...
Ir a su casa significaba ir al rancho a las afueras de Berk. Eso significaba conocer a su muy extraña madre, a su severo padre y a todos esos caballos...
— Pude tomarle está foto, mira.
Entrecerró los ojos. Tenía suerte de que el perrito fuera lindo.
Hiccup siempre tiene suerte.
Notes:
Nos acercamos a la parte M. Es más rápido de lo que pensé xd
Feliz cumpleaños, Hipo. Bueno, en sí eso no es hoy, sería el 29, pero bueh, no se puede tener el 29 todos los años uwu
Una vez mas, mil gracias a unsuccesbassit por revisar este capitulo, tqm uwu
Les quiero, un abrazo, cuidense uwu
Chapter Text
¿Saben? Tienen razón, no hemos hablado de Hiccup. Supongo que tiene mucho que decir, ¿no? Y otro tipo de música a escuchar. Así, que, sí, que suene la música.
Fior di latte, Phoenix.
The picture on your phone
Could do so much wrong
But we'll take it don't worry
And I know it already
Para empezar, es cierto. No es culpa de Hiccup meterse en tantos problemas. En serio, puede que parezca que sí lo es, y puede que para Astrid todo esto sea su culpa, que es un engreído, un sujeto egoísta, pero nada mas lejos de la realidad. Solo era un chico que trataba, por todos los medios, que el accidente no le afectara tanto como lo había hecho antes. Y es que nadie lo sabía (bueno, solo su perro pitbull, Toothless) pero el perder su pierna fue...
Fue un golpe demasiado duro.
Lo fue desde que vio por primera vez su muñón en la cama del hospital, después despertar de un coma de una semana, adolorido, apenas pudiendo hablar. Incluso cuando le dieron el alta y volvió a su casa, no quiso probarse la pierna nueva, es mas, no salía de entre las cobijas, no quería hablar ni pasar tiempo con nadie mas que con Toothless. Él también había estado en la camioneta esa noche, aunque afortunadamente no hubo secuelas más que una patita rota, aunque dicha patita no había curado adecuadamente (no ver a Hiccup hizo que Toothless se estresara un poco mas, la ultima vez que lo había visto estaba medio muerto) por lo que su pata izquierda trasera cojeaba un poco a cada paso.
Sin embargo algo bueno había pasado de todo esto: sus padres dejaron de pelear. Su madre dejó de hacerle la ley del hielo a su padre y su padre empezó a dejar de llegar tan tarde, el verlos convivir mas, como antes, le había ayudado un poco. Eso y dibujar, dibujar le había ayudado bastante a distraerse, a sentirse lo suficientemente listo como para tomar el consejo de Gobber (y de su doctor) de ir a terapia. Al principio fue difícil, dolió bastante, hubo algunas lagrimas de por medio... Pero todo había valido la pena.
Claro, la gente empezó a tratarlo un poco distinto. Algunos con condescendencia, otros con miedo, pero después de un tiempo, todo volvió a una extraña normalidad, una bastante interesante, en la que se había vuelto... popular. Al principio él mismo no lo notó, tampoco es como que le importara demasiado, vamos, que no era tan malo, las chicas ya eran un poco así cuando se reemplazó las gafas de pasta por lentes de contacto, y cuando cambió su corte de cabello a uno que hacía que su cabello se viera un poco mas desalineado que de costumbre (cosa que, al parecer le gustaba a las chicas, no tanto así a su madre, que insistía en peinarle el cabello, que era una causa perdida), o cuando se volvió mas alto que la media, (lo notó en el momento en el que sus pies empezaron a sobresalir de su cama, o en el momento en el que su ropa empezó a dejar de quedarle, sus pantalones que antes eran demasiado largos para él, ahora le quedaban como pantalones pesqueros)... sí, estaba al tanto de que la pubertad le había golpeado fuerte, un día simplemente despertó y ya estaba así.
En serio, no se dio cuenta, nunca lo notó hasta que un buen día, giró su cabeza unos treinta grados, muy poco en realidad, solo desvió ligeramente la mirada, cuando lo notó.
On
We're meant to get it on
We're meant to get it on
We're meant to get it on
Astrid estaba molesta. Desvió los ojos otro poco, y con ello, observó como Ruffnut lo veía como esos pastelitos que daban en la cafetería los viernes, y del como Heather se reía de la expresión de la rubia, al verlo rodeado de chicas. Notó esa misma mirada cuando la gente empezó a felicitarlo de sobre manera al ganar el torneo de ajedrez, y cuando se volvió el mejor promedio de la escuela. Notó que estaba siendo popular y eso la estaba molestando...
El problema es que no entendía porqué.
Fior di latte, fior di latte
Throw your weight around behind me
Fior di latte, fior di latte
Don't think about it, trigger me happy
Al contrario de Astrid, a Hiccup le gustaba hablar de Astrid. No lo hacía mucho, claro, no era un obsesivo, sin embargo, le gustaba hablar de ella, busca hablarle siempre que puede. La razón es sencilla: la quiere. La quiere desde que estaban en preescolar, bueno, desde preescolar le agrada, Astrid siempre ha sido bonita, bonita y mil veces lo opuesto a lo que él era. De carácter fuerte, muy fuerte incluso para ser una niña, una líder nata y bastante enfocada en lo que quería; era obvio que ella iba a estar mil veces por encima de él. Antes incluso él dudaba que ella supiera de su existencia, seguro que, aunque Berk era un pueblo un poco pequeño, y que su tío y su padre eran parte del mismo club de pesca, no sabía ni su nombre. Ella jamás había posado sus ojos en él mas de treinta segundos, ella jamás había notado su presencia en las gradas en cada partido, ni su verde mirada al verla en los pasillos, o en las clases que tenían juntos...
All other acts are for idiots
Come on come on come and provide it
Let's be quiet and wrap it up
Give me your fior di latte
Hasta que ella empezó a notarlo prácticamente a la fuerza. Cuando él le quitó cosas que ella había logrado por años en unos cuantos días, hasta que sus amigas no pararon de hablar al respecto, hasta que todo el mundo empezó a, repentinamente, quererlo.
Él no era ningún tonto, sabía que ella lo odiaba, sabía que lo evitaba, lo notaba en los huesos. Le dolía un poco, y le molestaba a él también, ¡no tenía la culpa de todo esto! En serio que no, esto no era su culpa; con el tiempo se fue dando cuenta de eso, que no soportaba simplemente no agradarle, ¿cómo era posible que le agradara a todos, incluso a Snotlout (bueno, no, no tanto, pero por lo menos el sujeto ya no lo golpeaba como en la primaria) y a ella no? Tenía que haber una mejor razón que la de haberle robado la popularidad de golpe, ¿cierto? Ella no podía ser tan superficial. Ella no era como esas animadoras de las películas, aunque, de hecho, se veía como una.
Las has visto cientos de veces, en todas las películas para adolescentes de ayer y hoy. Seguro que la semana pasada ha salido una de esas películas, y en dicha película, la villana es la rubia, la rubia y engreída capitana de animadoras. La que buscaba hacerle la vida imposible a la chica protagonista, la misma chica fría e inalcanzable, orgullosa, irritante a veces, con un estatus quo marcado, con complejo de villana; chica material a veces, con una insana obsesión por el color rosa, con el maquillaje, con el mariscal de campo y con ser cruel con literalmente cualquier forma humana que estuviera en la escuela. Bueno, Astrid no es así.
Es decir, sí, es fría, calculadora, orgullosa y agresiva la mayoría de las veces. Pero no era una chica material y vestía de otros colores que no eran rosa. Hasta donde sabía, Eret no le atraía en lo mas mínimo, no odiaba a ninguna chica, es mas, la había observado defender a mas de una de algún abusivo. Sí, se maquillaba, pero su vida no giraba en torno a lo que estaba usando, tenía amigas y a pesar de que se notaba que Ruffnut la sacaba de sus casillas, nunca la trataba como si fuera menos o boba. Sí, era severa, estricta, pero solo con su equipo, en especial ahora que quería ganar el campeonato regional de animadoras. Según lo que le contaba su padre, a ella le gustaba pasar tiempo con su tío, era el tipo de chica que no le molestaba romperse las uñas. Ser popular no significaba que ella descuidara sus estudios o algo similar, era muy estudiosa, se veía que le importaba su promedio, el entrar a la universidad. Su mal genio no era siempre, era algo que le aseguraba Tuffnut después de sus practicas.
Solo lo expresaba con él, al parecer. Con él y su continua reacción al estrés.
De hecho, su mal genio era lo que a él le gustaba. Por muy increíble que pareciera. A muchos les espantaba que ella fuera tan directa, tan dura y tan irritable; a él no. Le parecía incluso mas atractivo que su físico, su temple ante los problemas era algo que admiraba, admiraba lo extrañamente fuerte que era a pesar de su complexión, adoraba su inflexibilidad y su capacidad de decir "no", porque, vamos, a él le costaba trabajo decirlo incluso después de tanto tiempo. Él era bueno dirigiendo, sí, pero era demasiado permisivo, ella, por su parte, lograba que todo se hiciera a su modo, bien y a tiempo. Seguro que a ella no le habría costado tanto trabajo procesar lo de la pierna. Ella siempre encontraba la solución para todo, siempre.
My story's too long
Not that exciting, a mourning city
But there's no seasons in LA
Oh no! No you're not on your own
Just a minute alone would do
Su ambición lo cautivaba todo el tiempo, eso y forma de aterrizar cuando la lanzaban por los aires. Su terapeuta le había aconsejado dibujar todo lo que le gustara, y en cuanto se lo dijo, él empezó a dibujar a Toothless y a Astrid. Cuando se aburría en las clases, la miraba discretamente (lo mas discretamente que podía) y la dibujaba, trazaba su perfil en la ventana, admirando como la luz a través de esta acariciaba la piel de la chica, volvía el color de sus ojos un poco mas claro, y como su cabello rubio se volvía mas platinado y brillante. Copiaba la perfección su gesto aburrido o concentrado, la forma en la que sus pestañas rodeaban sus ojos, rizadas, enarcando su mirada, el ligero sonrojo por la piel expuesta a la luz solar, su piel perfecta, sus uñas perfectamente cuidadas y filosas al mismo tiempo cuando ella recargaba la mejilla en una de sus manos. Sus labios eran todo un tema aparte, era una de las cosas que no podía evitar mirar y prestarle mas atención de la que debería. Siempre hidratados, nunca secos, sin piel muerta, rosas, carnosos, pero no demasiado; a veces los entreabría y dejaba ver sus dientes blancos, otras los fruncía momentáneamente... cielos, adoraba cuando el profesor Viggo (Su némesis jurado), ponía problemas difíciles, porque ella mordía su labio inferior y entrecerraba los ojos, completamente concentrada. Cuando tenía el cabello suelto, lo peinaba con los dedos y lo acomodaba todo de un lado, cuando estaba sostenido por una trenza, apartaba los mechones rebeldes de su rostro y los colocaba detrás de su oreja, a veces solo soplaba para quitarlos fuera del camino...
Cuando menos se daba cuenta, ya estaba completamente girado en su pupitre admirándola. A veces ella lo notaba de reojo y cuando estaba a punto de girarse él disimulaba y volvía la atención a sus libros, ella fruncía momentáneamente el ceño y volvía a la clase. Hiccup tardaba un poco en volver a admirarla, trazaba en ese tiempo, todo lo que había visto y cuando no estaba seguro de cualquier detalle, volvía su atención a ella.
A little bit of disrespect could be
Another way to break the ordinary
It's all too fancy, no it's not for me
No more bragging already
Till you got something to say
De acuerdo, estaría mintiendo si dijera que su cuerpo no le llamaba la atención. Claro que lo hacía. Le gustaba en especial con su uniforme de animadora, le gustaba que fuera ajustado y que ella se viera tan cómoda con él, le gustaba como ese tono de azul le beneficiaba en la piel, le gustaba que resaltara su cintura pequeña, le gustaban sus largas piernas debajo de su falda, siempre ha querido comprobar lo suaves que eran, recorrerlas con sus manos callosas; era un pervertido, sí, lo sabía, se regañaba a sí mismo por el hecho, especialmente cuando ella se agachaba y...
Su trasero parecía un corazón al revés. En serio, lo había visto tantas veces que la forma se le había quedado en su memoria, grabado con fuego. Era inevitable verlo, inevitable no notarlo...
Lamentaba las veces en las que, cuando la dibujaba a cuerpo completo, prestaba mas atención a esa parte y a sus caderas. Se sentía como un sucio pervertido, seguro que si ella se enteraba no dudaría en colgarlo de los tobillos de la portería de fútbol.
Recordaba haber pensado adormilado, con calor, mientras la veía marchar: podría poner mi cara ahí. Ni bien lo pensó, sacudió la cabeza, alarmado, esperando no haberlo dicho en voz alta. Se alivió al ver que no y se dispuso a guardar sus cosas, recordando la visión que había tenido.
Podría enterrar mi cara y hacer "brr"...
¡No! ¡¿QUÉ?!
Pero creánle, la decisión de haberla escogido para ayudarlo en el evento de la beneficiencia no tiene nada que ver con lo cautivado que lo tenía. Para nada. En realidad lo hizo porque, una vez que empezó con la planeación, se dio cuenta de que no tenía ni idea de qué hacer, ni si lo que estaba haciendo estaba bien, ni los números de los proveedores, ni nada de nada. No solo eso, sino su ceño fruncido, la forma en la que apretaba los puños, y su frustración...
Quizá esto era importante para ella. Y para él también. La clínica veterinaria de su madre había recibido bastantes reportes de gatos sin hogar, y empataba con el evento; era la oportunidad perfecta para ayudarlos, el problema era, claro está, que no sabía como empezar. Eso y quería ser justo con ella, Astrid había planeado los eventos todos los años, era obvio que ella debía saber mas de esto. Mucho mas.
Además, esta era una oportunidad para limar asperezas. Seguro que sí, bueno, quizá no saldrían en una cita o algo similar, pero, vamos, seguro que se podía ser amigo de ella, ¿qué no? Debía haber algo que tuvieran en común, lo que sea. Algo. Por lo menos la música o... algo.
"NO me agradas. NO quiero ser tu amiga. NO pienso pasar más de dos horas contigo, NO pienso llegar a casa tan tarde, NO voy a ayudarte a hacer las decoraciones, nos veremos siempre a las tres de la tarde, después de mis prácticas, si llegas tarde, me largo y JAMÁS pienso volver a ayudarte en algo, ¿entendiste?"
¿De qué se habla con Astrid Hofferson? Bueno, si eres Hiccup Haddock todo es mas difícil. Como unas cien veces mas difícil que si fueras un ser humano normal, Astrid lo evitaba en serio, a veces de forma demasiado cortante e infantil que lo sacaba de sus casillas. Intentaba ser lo mas amable que podía, ser paciente, sin embargo no sabía como, pero ella siempre lograba derribar todo eso, Hiccup se consideraba una persona razonable, bastante tolerante...
Y eso lo estaba volviendo loco.
Sabía que estaba mal, que era incorrecto, él no era así. No era una persona de retos, ni mucho menos estaba para rogarle a una muy arrogante animadora, Gobber mismo se lo había dicho, tal vez lo mejor era no prenderse de ella. No obstante, él notaba algo distinto, ella le rechazaba demasiado rápido, debía haber algo...
Estaba pensando como Snotlout. Sí, lo sabía. Aunque esto no eran las fantasías de Snotlout, no. Esto era real, lo había visto cuando la atrapó, antes de que se desnucara con una de las sillas del salón de música. No pudo ser el único en verlo, en ver sus mejillas sonrojadas, que no pudieron ser producto del calor, en sus ojos brillantes, que le observaban de la misma forma en la que él la estaba mirando, con intensidad, su respiración entrecortada... tenía que haber algo. Claro que esto podía ser una imaginación suya, lo tenía en cuenta, sin embargo, tenía la esperanza de que esto fuera real.
Si fuera una imaginación suya, esto hubiera sido mucho mas fácil. Como diez veces mas fácil.
.
— Hey.
Se removió entre las cobijas, soñoliento, siendo despertado por el sonido. La voz volvió a llamarle, de la misma manera seductora en la que le había hablado antes (y como nunca antes le había hablado), un poco mas alto esta vez. Abrió los ojos, lentamente, alzando muy poco su cabeza, estaba en su habitación, era sábado por la mañana (creo), nadie mas que Toothless debía estar en su cuarto. Además la voz sonaba demasiado suave y tersa como para ser de su padre, y su tono no era uno que se asemejara al cariño de su madre...
Oh, Dioses, ella estaba ahí.
Astrid estaba ahí, recargada en su escritorio. Las manos apoyadas en la superficie de este, el torso ligeramente hacía adelante, le daba la cara, llevaba el cabello en una coleta baja; él bajó la mirada, tomando nota de los pompones en sus manos y en su uniforme de animadora, el cual se conservaba igual que antes, salvo que la falda era un poco mas corta, le permitía ver la mitad de sus muslos ahora, las calcetas, sin embargo, eran un poco mas largas, que le llegaba al muslo y apretaba un poco, haciendo que la piel sobresaliera un poco. Ella se veía relajada, muy relajada, jamás la había visto así, por lo menos no creyó que algo así fuera posible con él cerca.
Hasta la luz de la mañana se veía diferente, muy brillante, todo estaba silencioso, ni siquiera los gallos lo habían despertado. No despegó su mirada de ella, no buscó inconsistencias y no se preguntó qué es lo que ella estaba haciendo ahí, ni como había entrado, ni porque se veía tan bella en ese momento... bueno, Astrid siempre era bella, pero en este caso, ella se veía radiante.
— Hola.— lo saludó, cruzando ligeramente las piernas, el movimiento no pasó desapercibido por sus ojos verdes.— Buenos días.— canturreó, alegre, notó que iba descalza. Antes de que él pudiera hablar, ella continuó.— Quería sorprenderte y por eso llegué un poco mas temprano.— dijo meneando un poco las caderas, él no podía despegar su mirada de ellas.— Espero no te moleste.— agregó, fingiendo preocupación.
Hiccup negó con la cabeza. — N-no,claro que... — la vio sentarse en su escritorio, con un movimiento rápido y ágil. — No. — repitió, haciéndola sonreír.
— También... estoy usando esto porque te gusta mucho verme con él.— señaló su uniforme. Hiccup sintió que las mejillas empezaban a picarle como si alguien le enterrara alfileres en las mejillas, eso y la acumulación de sangre en un lugar en donde no debería acumularse la sangre en este momento.— Apuesto que quieres quitármelo tu mismo, ¿cierto?
— ¿Qué?
— ¿O quieres que lo lleve puesto?— abrió ligeramente sus piernas. Ah, no, no, no, no.— Puedo montarte llevándolo puesto. — esto no podía ser real, era demasiado perfecto para ser cierto.— ¿Quieres arruinarlo cuando termines?
— Ah...
— Ven.— le pidió, balanceando un poco sus piernas. Hiccup lo hizo, no sabía como pero ya tenía la pierna de metal puesta, y eso que él jamás dormía con ella. Se acercó con cuidado, temiendo que ella se desvaneciera en sus manos. La escuchó gemir, por extraño que parezca; permitió que ella le tocara, que recorriera con sus pequeñas manos su torso, bajando lentamente hasta sus pantalones. Tragó saliva.— Vas a llegar tarde...
¿Eh?
Ella lo tocó por encima de la tela.
— Levántate, vas a llegar tarde...
— ¿A dónde?— jadeó, disfrutando de su toque.
— Hiccup, arriba, ya es tarde...
— ¿Qué...?
Algo húmedo, con aliento a comida de perro lo hizo abrir los ojos de verdad. Su madre tocaba la puerta con insistencia.
— ¡Hiccup! ¡Arriba! ¡Vas a llegar tarde! ¡Astrid debe estar esperándote!
Fior di latte, fior di latte
Throw your weight around behind me
Fior di latte, fior di latte
Don't think about it, trigger me happy
Asustado, en medio de las lamidas de Toothless, observó el escritorio. Todo estaba normal, tal y como lo había dejado en la noche; suspiró, apartó a Toothless y se llevó las manos a la cara, rayos, había sido un sueño. Un muy buen sueño, de hecho. Eso explicaba la luz en su cuarto, explicaba bastante bien que nada en él se veía tan borroso como siempre y explicaba la forma tan normal con la que le había hablado, explicaba su falda corta, explicaba el verla tan ansiosa, su modo seductor tan irreal que daba miedo. Explicaba también porque nada de ese sueño tenía sentido.
Diablos, casi.
Se sentía sucio, él no debería siquiera pensar en ella de esa manera, no debería tener fantasías de ese tipo con ella. Era irrespetuoso, sumamente grosero, ¿cómo ella le miraría después de todo eso? Cielos, seguro que ella sentiría asco de tenerlo cerca si ella se llegaba a enterar de que a él lo volvía loco su uniforme...
Ella no tiene que saber que quiero hacer un desastre en su uniforme...
— ¡Hiccup! ¿¡Ya estás despierto!?
Ni sentir sus muslos en mi cara otra vez...
— Sí, mamá.— ah, casi olvidaba a su mamá que seguía tocando la puerta en un intento de despertarlo.— Estoy despierto...— muy despierto al parecer, lo notaba por el bulto entre las sabanas. Agh. Bien, la ducha de hoy será con agua fría.
Estaría mintiendo si no dijera que estaba molesto por no saber como terminaba el sueño. Pero también estaba aliviado de no saberlo. Era mejor no saberlo, era mil veces mejor no saberlo, si lo supiera seguro que hoy no podría ni mirarla a la cara.
Hoy irían al almacén del pueblo vecino. Van a comprar las cosas que faltan para el siguiente sábado, vasos, algunas decoraciones... pasarían gran parte del día juntos. Esperaba. Realmente esperaba eso, por lo menos esperaba que ella fuera un poco mas amable esta vez, es decir, ya no estaban en la escuela, no había porque seguir el estatus que la escuela le había asignado.
Soltó el aire. A por esa ducha.
Fuera de todo lo aparatoso que fue el accidente, lograron salvar la pick up vieja. Fue un proyecto personal para Gobber y para él, él mismo buscó las piezas y la recuperó, su un aspecto importante para su terapia junto con dibujar. Si la pick up negra estaba bien, él podía estar bien.
Recordaba haber pensado eso entre lagrimas, viendo el cárter del motor estando abajo del auto, manchado de grasa y apretando los dientes.
Claro, la camioneta era ruidosa, pero siempre lo había sido. Fuera del ruido fuerte del motor, todo funcionaba bien, hasta la radio y la calefacción. Manejar lo tranquilizaba bastante, le gustaba concentrarse en cambiar las velocidades conforme al terreno, sentir la velocidad, el rugido del motor.
Astrid no vivía muy lejos, era de las primeras casas que se encontraban en la carretera que llevaba al rancho de los Haddock. La casa de la rubia, a diferencia de su enorme granja, era pequeña, de tipo americano con porche al frente y una vieja mecedora, de un color azul suave y con las protecciones de blanco. No había necesidad de que fuera mas grande, solo vivían ella y su tío.
Se estacionó frente a la casa, tomó aire y apagó el auto. Salió de la camioneta, hacía frio, como todas las mañanas en Berk, así el sol estuviera dándolo todo con sus rayos cálidos, Berk era un pedazo de tierra frio y húmedo. Tocó la puerta y se preparó, seguro que ella lo miraría como poca cosa aunque había llegado un poco mas temprano, seguro que le reclamaría por llegar temprano.
No pasó, porque el que le abrió fue Finn Hofferson. El tío de Astrid.
— ¡Hiccup!— lo saludó con alegría. Finn era un sujeto alegre, pero igual de poco tolerante como su sobrina.— ¡Hola, muchacho! Pasa, pasa...— lo invitó a pasar, Hiccup todavía sin haber tenido la oportunidad de decir nada.— Astrid me dijo que vendrías.— cerró la puerta tras de sí. Finn era un hombre alto, le sacaba unos centímetros a Hiccup. Todos en Berk tenían la altura de auténticos vikingos, en serio.
— Oh, sí, nosotros vamos a...
— No le agradas mucho.— apuntó el hombre, Hiccup asintió. Sí, él también sabía eso.— Ella está arriba, ¿por qué no subes a verla?
— ¿Subir?— ¿estaba hablando completamente en serio? Seguro que sí, por la forma en la que lo miraba, sabía por parte de Snotlout que Finn Hofferson era el hombre mas sobre-protector del planeta. Enterró una de sus uñas en el dorso de una de sus manos, solo para asegurarse de que no estaba soñando.— ¿A su habitación?
— Claro. No hay riesgo. Ella te detesta y yo tengo la lasagna en el horno. — no solo eso, Hiccup era el chico mas decente de todos los chicos de Berk. No solo eso, era todo lo opuesto que le gustaba a su sobrina.— Ve, ya debe estar lista.
Aún dudando, subió las estrechas escaleras, lleno de fotos de Astrid, el preescolar, la primaria, la secundaria, la preparatoria... un espejo. El nuevo ami-enemigo de Hiccup, el espejo en el pasillo de la casa de Astrid. Enemigo porque este espejo daba justamente a la habitación de Astrid, era un espejo recto, un rectángulo alargado con un marco lleno de adornos, inocente en un principio. Sin embargo, mientras mas subía, mejor podía ver el reflejo en este. Uno que le hizo detenerse en el ultimo escalón, congelado. Amigo, por la vista que le estaba dando.
El cuarto de Astrid era como el de cualquier adolescente, posters de artistas, un color neutro, un poco desordenado (no tanto como su habitación), la cama hecha, tonos morados en todo el lugar, un tocador de madera oscuro y... Astrid maquillándose recargada sobre él. Hasta ahí bien, ¿no?
El problema estaba en que ella no llevaba mas que una blusa blanca y bragas... rojas. Claro. Tenían que ser rojas. Y claro, ella tenía que estar en esta posición. Por supuesto que este espejo le iba dar una vista clara de su trasero...
Cielos, es verdad, incluso así parece un corazón al revés.
All other acts are for idiots
Come on come on come and provide it
Let's be quiet and wrap it up
Give me your fior di latte
Ella estaba totalmente concentrada en que las lineas en el rabillo de sus ojos quedaran simétricas y en que resaltaran sus hermosos ojos, tal vez por eso no lo había visto. Eso o los dioses finalmente lo estaban ayudando a no ser brutalmente golpeado. No sabía si eso era algo bueno o si era una especie de castigo,pero por todos los dioses...
Se estremeció cuando ella terminó y colocó el lápiz de color en el tocador, para luego posar sus manos en las caderas. Sabía que estaba mal, muy mal, que estaba dando asco con esto, pero...
A ella le pareció ver algo en el espejo del pasillo. Hiccup inmediatamente se pegó a la pared frente a él, tratando de aprovechar el lado ciego de esa pared. Hiperventiló, la con los ojos fijos en el espejo mientras ella escudriñaba con la mirada el reflejo.
Por favor, por favor, no camines hasta aquí...
Volvió a girarse, encogiéndose de hombros. Hiccup respiró hondo, antes de, despacio, sin hacer ruido, caminar escaleras abajo. El corazón en un puño, cielos santo... una vez estuvo en la planta baja, entró en pánico al ver al tío de Astrid en el sofá, leyendo el periódico, muy tranquilo; cuando el hombre lo escuchó volver, alzó la vista y quiso preguntar:
— ¿Ella está...?
— ¿Puedo usar su baño? ¿Sí? ¡Gracias!— agradeció antes de correr como rayo al baño, cerrando la puerta detrás de sí. Recargó su espalda en la puerta, el corazón le taladraba los oídos, temblaba, las mejillas estaban rojas. Relajate, Haddock, relajate... calma, calma... No pienses en eso, no... No...
Que bien le queda el color rojo, dioses, podría dibujar... No, no, no. Corrió hasta el lavabo y arrojó agua fría en la cara, sentía sus pantalones ligeramente mas ajustados, así que arrojó aún mas agua. Tan blancas, suaves... ¿cómo se verían después de unas buenas nal...? ¡QUÉ NO!
Iba a abofetearse, iba a hacerlo si su libido no se callaba de una buena vez. Respiró hondo, pensando en cualquier cosa que no fuera lo que había visto. Repasó la lista de las compras, repasó en su mente las fotos de los gatitos a adoptar...
Astrid bajó las escaleras, ahora con unos jeans y una chamarra de mezclilla, así como un bolso en el hombro, su tío la miró con una ceja levantada.
— ¿Hiccup no ha llegado?— preguntó la rubia, mirando la hora en su teléfono. Si no había llegado, entonces el muy idiota iba tarde.
— Sí, ¿no lo viste? Subió a tu habitación.— respondió su tío. La rubia hizo una cara de confusión antes de escuchar que la puerta del baño se abría, dando paso a Hiccup Haddock, sonriente.— Ahí está, ¿todo bien, muchacho?
Astrid lo miró: desalineado, encorvado, nervioso... un pensamiento la abordó: ¿hace cuanto que subió?
La sombra.
Mirón pervertido...— ¿Hace cuanto llegaste?— lo tomó del cuello de la chaqueta, para sorpresa de su tío, quien, a pesar de eso, no hizo para para apaciguar a su sobrina. Momento de pánico, Hiccup, momento de pánico...— ¡Responde! ¿¡Subiste a mi habitación!?
Hiccup negó con la cabeza. Rápido, piensa algo, piensa, piensa...— No, no, solo subí... las escaleras.— dijo, nervioso, tratando de conservar la calma, de no quebrarse y de quitarse la hermosa imagen de su trasero de su mente.— Me quedé respondiendo mensajes, luego bajé... al baño...
Astrid entrecerró los ojos, le miró por un par de segundos, no le parecía que mintiera, cuando ella era agresiva, Hiccup solía temerle.— Jamás vuelvas a subir a mi habitación, ¿¡oíste!?
— Astrid, preciosa, fui yo el que le pidió subir.— intervino Finn. Astrid se giró ahora para posar su mirada asesina sobre su tío.— Tenía que sacar la lasagna del horno, ¡esta vez no se me iba a quemar, corazón!
Bien, bien...— Lo siento.— murmuró Hiccup, una vez el agarre de la rubia se aflojó un poco.
Astrid rodó los ojos.— Cállate.— lo soltó, antes de ir a una de las mesitas de café donde se encontraban las llaves.— Iremos a Caldera Clay, compraremos unas cosas... Vuelvo pronto.— agregó para su tío, sonriendo, él asintió, antes de mirar a Hiccup.
— Cuídala bien muchacho... y no lo asustes demasiado, Astrid.
La rubia chasqueó la lengua. — Trataré.
We're meant to get it on
Notes:
Asi es, dos fics actualizados el mismo día. No es que esté de racha, es que me atrasé con las fechas.
Esto se está volviendo mas clichoso, y se pondrá más, lo prometo.
Chapter Text
Su día se había basado en empujar el carrito de compras, mantener la cabeza gacha y asentir. Astrid, por su parte, se encargaba de colocar las compras en el carrito, escoger y preguntar solo para obtener una respuesta alternativa.
Apenas y ella lo miraba, casi siempre estaba de espaldas a él, y eso no ayudaba en nada. Tampoco ayudaban sus jeans ajustados ni el incidente de esta mañana.
— Vasos, faltan vasos...— murmuraba la rubia, caminando, su casual meneo en sus caderas causaba que fuera demasiado difícil mirar al frente. Tenía que calmarse, por los dioses, decidió buscar por sí mismo los vasos típicos rojos. Eso lo ayudaría un poco.
Eso o... buscar un tema de conversación. Pasaron por el área de dulces, con la esperanza de toparse con los desechables en ese pasillo. Hiccup se fijo en la cantidad de dulces y en lo mucho que quería comprar una bolsa de caramelos de mantequilla.
O de chocolates. Lo que sea.
— ¿Te gustan los dulces?— que pregunta tan estúpida, ¿verdad? A todo el mundo le gustan los dulces. Puede que no lo parezca, pero Astrid es parte de este mundo. Por supuesto que le deben gustar los dulces.
La pregunta debió ser "¿qué dulces te gustan?", sin embargo, había preguntado sin pensar. Pensó que ella le iba a ignorar otra vez, debido a la pregunta tan estúpida, pero no,al contrario, Astrid se giró y le miro como si se tratara de un idiota.
O sea, su mirada habitual al mirarlo.
— ...Me refiero...— intentó repararlo, como siempre. A Hiccup le gusta reparar y diseñar cosas.— A qué tipo de dulces te gustan, porque, bueno, ya sabes, los dulces le gustan a todo el mundo y...
— ¿Por qué te importa?— ese tono ácido que siempre usaba solo con él hizo aparición. La pregunta fue justa, él mismo hubiera preguntado algo similar, o bueno, no a ella directamente, quizá esa pregunta se la hubiera guardado para sí mismo. Tragó saliva.
Porque estoy nervioso, no puedo dejar de pensar en que sé que llevas bragas de color rojo y eso está muy mal, porque no debería saberlo. Lo que es peor es que lo sé, pero tú no sabes que lo sé, pero lo sé de todas formas y eso me está carcomiendo por dentro. Ni siquiera fue mi intención verte en ese estado y quiero disculparme, aunque no halló como hacerlo, porque si me disculpo tú me golpearás y dejarás de ayudarme, y realmente necesito que me ayudes. Así que estoy nervioso, y cuando estoy nervioso no puedo dejar de hacer preguntas y de usar la letra "y" como única conjunción para unir mis pensamientos.
Y dioses, tu trasero es encantador.
Se mordió la lengua antes de contestar.— Ah, no lo sé, ¿para... saber mas del otro?— dudó, era lo primero que se le había venido a la mente.
No desvíes los ojos, no desvíes los ojos...
Astrid no apartaba su mirada de él, esperando que se quebrara. Algo le decía que esa sombra no se había tratado de su imaginación. No señor, para nada.
Tampoco había sido Stormfly, ella estaba en el consultorio de la madre de Hiccup. Se había deprimido otra vez y tal y como había pasado antes, no quería probar bocado. Así que, o había un fantasma en su casa, o Hiccup Haddock la había espiado durante quien sabe cuanto tiempo.
El pensamiento hizo que su espina dorsal se estremeciera.
— ¿Por qué querría saber más de tí?
¡Ah! ¡Estoy entrando en crisis!
— Porque... no lo sé, estamos pasando demasiado tiempo juntos, y... eso.— se encogió de hombros, mejor mira al suelo, sí, mira, es ese típico suelo de vinilo de color blanco, ¿por qué seguían comprando de ese suelo? Esta todo manchado y...
— Te dije que no quería ser tu amiga.
— ¿Por qué no?
Ups, error suyo. Fue una pregunta en automático, lo hizo saltar al instante, y es que, ¿por qué no? ¿Por qué no ser amigos? Es mas, no entendía porque lo odiaba, vamos, que él no era una mala persona, ¿alguna vez le había hecho algo?
— Porque no.
— Tiene que haber una razón...
— ¡No la hay! No me agradas y punto. Lidia con eso.— no, Hiccup no le agradaba, sin embargo esa no era una razón, de hecho. Era una un poco mas profunda, pero esperaba haberlo herido lo suficiente como para que él dejara de insistir de una buena vez.— ¿Feliz?
No, no en realidad.— Si tú lo dices.
Sus dulces favoritos son, de hecho, los chupachups de cereza. Todos han visto a las animadoras y a las villanas de las películas cliché comerlos, sí, ya sabe que si consume uno usando su traje de animadoras ella se convertiría en un autentico cliché, lo tenía en cuenta, por eso casi no lo hacía.
No iba a decirle eso de todas formas. Al final, los vasos estaban en el pasillo contiguo.
La casa de Hiccup parecía una casa vikinga. Fue lo primero que pensó cuando vio la chimenea y las armas vikingas que colgaban como decoración en las paredes, los escudos, las esculturas sobre las mesitas de café,y todas esas cosas. Las paredes estaban cubiertas por madera, dándole un toque todavía mas rustico al interior. La cocina era rustica, de un sólido color blanco, con un ventanal en una de las paredes que filtraba toda la luz del patio, la estufa se veía antigua, así como la mesa que servía como isla en medio de la cocina. En ella se encontraba la madre de Hiccup, que, mascullando cosas por lo bajo, mientras amasaba una enorme bola de masa pegajosa.
Hiccup sonrió al verla.
— Hola, mamá.— la saludó, Astrid se quedó estática, tratando de no mirar demasiado a cualquier cosa en particular. Sintiéndose tan fuera de lugar con su uniforme de animadora, su mochila y sus pompones a su espalda, todo tan moderno en esa casa tan rustica, era como si hubiese viajado en el tiempo y ahora se encontrara en Berk, una isla perdida en el mar llena de vikingos.
También eran inquietantes los dragones que estaban en los escudos colgados en la cocina, los adornos con esa misma forma e incluso en la vajilla expuesta. La gente en Berk creía que la madre de Hiccup era una lunática, Astrid creía que solo era un poco excéntrica, tampoco era para tanto, ¿qué tiene que le gusten unos seres mitológicos con alas y que escupen fuego?
— Oh, ¡hola, bebé!— lo saludó con alegría, alzando la vista. Su frente empezaba a llenarse de sudor, seguro que había estado amasando eso por un buen tiempo y con mucha fuerza. Hiccup hizo una mueca, un poco abochornado por el sobrenombre que usaba su madre cuando le veía, la mujer desvió la mirada a Astrid, la linda animadora con el cabello sujeto en una media coleta y un moño a juego con su uniforme, relacionó rápidamente sus facciones con todas las veces que su hijo le había hablado de ella, también la comparó con la chica a la que Hiccup dibujaba a veces y que había colgado en su cuarto. Oh.— ¿Tu eres Astrid?
Claro que era Astrid, tenía que ser Astrid, encajaba perfectamente con toda esa descripción...— Sí, soy yo.— vaya, sí, hasta su voz era tal y como su hijo la había descrito: severa, mandona, pero suave.— Buenas tar...
— ¡Bienvenida!— la interrumpió Valka, emocionada. Estuvo a punto de correr a abrazarla o algo, aunque hubo un problema, sus manos estaban atrapadas en la masa pegajosa. Uh, que mal.— Es un placer conocerte al fin, Hiccup nos ha hablado mucho de tí.— agregó, Hiccup saltó y avergonzado empezó a negar con la cabeza.— Tiene tantos dibujos...
— Creo que ella no quiere saber de eso.— la cortó Hiccup. Astrid alzó una ceja, ¿dibujos? ¿a qué se refería con eso? Valka, frunció el ceño, confundida.— Ella vino a ver a Garff.— le recordó, señalando el patio con la cabeza. La mujer asintió.
— Cierto, Garff...— asintió Valka, recordando ahora, la razón por la que Astrid había venido: venía a tomarle fotos a Garff, el perrito nuevo, Hiccup no la había traído como su novia, sino como una compañera que le iba a tomar fotos a un perrito sin hogar.— ¿Irán a las caballerizas entonces?— Hiccup asintió, Astrid sostenía la cámara que su padre le había prestado, él llevaba el triple, ya que había insistido en ayudarla.— Bien, bien... ¿necesitan algo mas?
— No, no lo creo.— sonrió Hiccup antes de abrir la puerta de la cocina, que daba al patio. Astrid no parecía ser de muchas palabras, aunque Hiccup ya le había dicho que todo estaba bien, que a ella no le agradaba él.— Y, ah, mamá, tal vez deberías... ponerle un poco mas de harina a eso.
— Sí, estaba pensando algo similar.— asintió la mujer antes de tratar de separar sus manos de la masa. Resopló cuando notó que la harina estaba algo lejos.
Afuera había una piscina, no era olímpica como la escuela, y se escuchaban sonidos de animales a lo lejos. La casa estaba rodeada por bosque, y el ambiente se sentía fresco. Ambos se dirigieron hasta una estructura de madera, de donde se escuchaba a un perro aullar de forma aguda, Astrid frunció el ceño, Hiccup notó el gesto y se apresuró a aclarar:
— Garff es... un poco ruidoso.— abrió la puerta y los sonidos se escucharon un poco mas fuerte.— No es porque esté nervioso, bueno, tampoco es porque extrañe su hogar, sino que parece que así se se comunica con los demás.
Ni bien abrió la puerta, se escuchó el tintineo de una cadena, así como unas pesadas pisadas corriendo a toda velocidad hacia la puerta, Astrid lo único que vió fue un manchón negro enorme, con la lengua de fuera, los ojos verdes, jadeando...
Y que la tacleó.
— ¡Toothless!— exclamó Hiccup, entre preocupado y un poco divertido. Astrid no gritó, pero no podía evitar verse un poco sorprendida por el acto. El perro empezó a lamerle las mejillas y a pisar su torso, dolorosamente. Era un pitbull color azabache, muy feliz de verla, a pesar de que, de hecho, nunca la había visto.— No hagas eso, perro travieso.— Hiccup lo tomó del collar que llevaba puesto.— Lo siento, él es muy efusivo con las visitas...
— La... cámara.— jadeó Astrid. Hiccup saltó, el maletín había volado no muy lejos. Corrió hasta ella y verificó que todo estaba en orden.
— De verdad lo siento, ¿necesitas ayuda con...?— le tendió la mano, Astrid le dio un manotazo a esta, dando a entender que ella sola se podía levantar. Toothless esperó a que ella se levantara para alzarse en dos patas y apoyarse en ella de nuevo. Astrid suspiró, antes de acariciar la cabeza del efusivo perro.— Le agradas mucho.
Astrid le dirigió una mirada nada agradable, no dijo nada mas, solo caminó dentro del sitio, con Toothless a su espalda, moviendo la cola.
La rubia cambió su expresión al ver al cachorro gimoteante, que saltaba por todos lados, era un perrito bicolor, de color blanco y café casi naranja. Le regresó la mirada y en vez de ladrarle, le aulló, moviendo la cola.
— Pareciera que no le gusta ladrar.— agregó Hiccup.
— ¿Le pusiste Garff?
— Tuff lo hizo. Su nombre completo es Garffiljorg.
Tuffnut era un idiota poniendo nombres. Sin embargo, el nombre Garff le quedaba bien.
— Acabemos con esto.
Garff era un poco inquieto, bastante, sin embargo, Hiccup sabía como, lidiar con él. Astrid le hizo algunas fotos, sonriendo débilmente de vez en cuando ante lo tierno que se veía el pequeño Garff. Una vez todas las fotos estuvieron listas, Hiccup decidió tomarse un descanso e ir por premios para el perrito y tal vez algo de comer para Astrid. Aunque sabía de primera mano, que la chica no aceptaría nada de él.
Ella era demasiado orgullosa para eso. Sin embargo, Hiccup estaba seguro que debajo de esa coraza, había alguien bueno...
La vio en la caballeriza, hincada, jugando con Garff, este aullaba y Astrid, en voz baja, imitaba el sonido, como si le respondiera, riendo. Hiccup se quedó justo donde estaba, sin hacer mas ruido, incluso calmó a Toothless para que no delatara su presencia.
Jamás la había visto así. Es decir, ella siempre actuaba sin sentimientos, o molesta, o incomoda cuando él estaba cerca. Pero verla así, tan relajada, con una actitud tan tierna y dulce, era... cautivador. Incluso mas de lo que cualquier gesto suyo lo había sido antes. Hiccup sintió una punzada en su corazón, ¿por qué ella lo odiaba tanto?
Lo único que no contempló fue que Garff lo viera. Aulló y corrió en su dirección, sólo para morder su zapato prótesico, a quien a partir de ahora, consideraría el villano número uno de su vida. Astrid endureció su expresión con sólo verlo, y la punzada en su corazón dolió un poco mas.
— Mamá sigue teniendo problemas con el pan.— saludó, notó que la chica chica estaba ligeramente sonrojada.— Pero traje fruta, porque no sé si te gustan las... galletas, o si puedes comerlas porque seguro que...— oh no, no digas eso, no digas que ella tal vez estaba en una dieta, ¿qué clase de sujeto diría eso?— Seguro que te gusta mas, quiero decir, seguro que te gusta mas la fruta, porque haces mucho ejercicio...
— Hiccup, callate.— lo silenció bruscamente. Lo vio encogerse y eso le hizo sentirse un poco mal, aunque no entendía porque.— No tengo hambre.
— Uh, bien.— hizo la fruta a un lado, viendo como Astrid recogía sus cosas.— ¿Ya te vas?
— Ya terminamos.
Tenía razón.— ¿Quieres que te lleve a casa?— ofreció, abajo, Garff estaba muy entretenido destrozando sus agujetas, Toothless pensó en interferir. Astrid rodó los ojos.
— No, le diré a mi tio que venga por mí.— dijo con su celular en la mano caminando fuera del lugar, Hiccup la siguió, bandeja en mano, con un cachorro mordiendo sus agujetas y con Toothless alerta, listo para alejarlo de su dueño.
Ah, sí, el señor Finn Hofferson era el jefe de policías de Berk. Muy amigo de su padre.
— Oh, bien, bien... Auch, Garff.— lo regañó cuando el pequeño perrito comenzó a mordisquear la pierna buena, mas exactamente en el tobillo. Toothless tuvo la maravillosa idea de taclear a Garff, solo para liberar a Hiccup.
Lo que no contempló fue el efecto colateral de su empuje, el cual hizo que Astrid trastabillara y sin que nadie pudiera evitarlo cayera de lleno a la piscina.
— Uy.
Soundtrack: Femmebot, Charly XCX, Dorian Electra y Mykki Blanco.
Go fuck your prototype
I'm an upgrade of your stereotype
Don't come with a guarantee
I'll use you up like you're my battery
Sólo se escuchaba el sonido del motor de la pick up de Hiccup. Él no se había atrevido siquiera a encender la radio, sin embargo, la miraba de reojo de vez en vez. Ella tenía los brazos cruzados, así como las piernas, el cuerpo ligeramente girado hacia la puerta, mirando a la ventana, mojada hasta los huesos, todavía su cabello goteaba agua y el maquillaje estaba ligeramente corrido. Su expresión era dura, arisca y titiritaba de frío cada cierto tiempo, cuando Hiccup lo notó, encendió la calefacción, obteniendo como respuesta, que Astrid no apretara tanto su cuerpo en busca de calor y un poco de relajación, de todas formas, estaba molesta, furiosa.
Y él se sentía culpable, así como Toothless, que gimoteaba ligeramente en el asiento trasero. Astrid no estaba molesta con el perro, para nada, estaba molesta con Hiccup y con su estúpida casa. Estaba molesta porque la convenció para ir.
Hiccup también observó la guantera. Había un bolso de arroz en ella, y dentro de esta, el teléfono de Astrid. Le rogaba a los dioses que funcionara, es decir, siempre funcionaba el truco del arroz, pero...
— Lo siento.— se disculpó por enésima vez en el día. Astrid torció los labios.— En serio lo siento, pagaré la tintorería de tu uniforme y...
— Hiccup, cállate.
— No era la intención de Toothless, en serio, él suele ser brusco pero no es malicioso...
— Hiccup, ya basta...
— No, ¿Por qué nunca aceptas mis disculpas?
— ¡Porque siempre te disculpas por todo!— espetó Astrid, Hiccup le regresó la mirada hasta que tuvo que volver a mirar al frente para verificar que estaba en el camino correcto.— ¡Es irritante!
— Bueno, es que siempre me miras como si mi existencia te ofendiera o algo...
— Detén el auto.
— ¿¡Qué!?
— ¡Que detengas el maldito auto!— chilló Astrid. Hiccup frenó de golpe y ella, con furia se deshizo del cinturón de seguridad. Tomó sus cosas con el mismo frenesí de la furia que estaba sintiendo y abrió la puerta. Olvidó la cámara, y al verla, Hiccup supo que no podía dejarla marchar así como así.
Astrid caminaba por la sola carretera que llevaba de vuelta al pueblo. Estaba hirviendo de ira, incluso sentía un incómodo nudo en la garganta, sentía un poco de humillación al tener que caminar totalmente mojada, con sus cosas al hombro, aunque era mejor que estar en una camioneta vieja con Hiccup Haddock, quien era raro, quién tenía una familia rara y que tenía mucha suerte al no tener la mandíbula rota.
— ¡Astrid!— Astrid apretó la mano que estaba sobre la correa de su mochila, al escuchar su voz llamarla. Gruñó y siguió caminando. Una de sus rodillas, de hecho, seguía sangrando por el impacto en el piso de la piscina, y ardía, aumentando su irritación.— Astrid, por todos los dioses, ¿Quieres dejar de ignorarme?
— Déjame en paz, Hiccup.— le advirtió sin mirarlo, tratando de ignorar el chapoteo que hacían sus tenis a cada paso y el dolor en la rodilla.
— ¡Oye!— insistió, corriendo detrás de ella, tratando de pescarla de algún lugar.— Astrid, por favor, tienes que dejarme que...
— No quiero oír nada de lo que tengas que decir, es más, no quiero seguir ayudándote.— habló. Hiccup no se rindió ante esto.— No quiero verte nunca más, así que déjame en paz.
— ¿¡Por qué!?— insistió, enojándose él también. Esto era ridículo, ella simplemente no podía renunciar ahora, no por esto.— ¿¡Porque mi perro te lanzó a una piscina!? Eso es ridículo...
— ¡Es porque no te soporto!— estalló Astrid, girando unicamente su cabeza, Hiccup alzó las cejas, pero inmediatamente frunció el ceño.— Creo que no te has dado cuenta de que NO te soporto. Ahora, alejate de mí.
— ¿Alguna vez te hice algo para que me odiaras?— le preguntó, recordando todas las noches de esta semana, en las que había forzado su memoria para saber si alguna vez le había ofendido, o si alguna vez había sido grosero o desagradable con ella, sin respuesta. Incluso le preguntó a los gemelos, a Fishlegs, pero nadie supo darle una respuesta.
— Hiccup...
— No, en serio.— movió una de sus manos, enfatizando su punto. Estaba serio, muy serio.— No entiendo porqué simplemente no te agrado, tiene que haber una razón. Es como si de toda la escuela tú fueras la única que me detesta y ni siquiera sé porque...
— Porque sí y ya.— cortó Astrid, retomando la marcha. Ella no iba a hablar de esto con él, ni con nadie. No tenía que seguir soportándolo, no ahora que se estaba muriendo de frio y que su camioneta estaba en medio de la carretera, con ambas puertas abiertas y con un enorme perro pitbull adentro.
¿Así que a Hiccup le molestaba no caerle bien a todos? Vaya, que idiota.
— No, tiene que haber un razón.
— Solo no me agradas y ya, lidia con eso.— si él tenía un problema de autoestima o de atención, sinceramente no le importaba. Que se fuera al demonio.— Y ya. déjame en paz.
— ¿Esto es por la presidencia de la clase?— adivinó Hiccup, aun quería saber porqué, no estaba dispuesto a irse de su lado si no se lo decía.— ¿Es eso? Sabía que te habías enfadado, pero no fue mi culpa, ¿es por el evento de beneficencia? Tampoco fue mi culpa, es sólo que...
— Claro, nunca es culpa tuya.— masculló Astrid entre dientes.— Nunca es tu culpa, siempre te metes en problemas por causalidad, ¿no?
I feel the sparks between us
Electric shock
Hot-wired, if you F it up (five, four, three)
I'll self-destruct (two, one)
— Si es por eso...
— Hiccup...
— ¡No! Escucha, si quieres la presidencia, te la doy, es mas, tú tienes el control de todo esto...
— ¡Yo no quiero eso!
— ¿¡Entonces qué es lo que quieres de mí!?— espetó Hiccup, tomándola del brazo, Astrid se frenó en seco ante su tacto, ante la forma en la que le había tomado de la muñeca, reteniéndola.— ¡Dime qué es lo que quieres de mi!
Se giró bruscamente, ahora sí lista para encararlo, para darle la bofetada de su vida, para descargar toda la ira contenida en un golpe hacia sus mejillas.
Sin embargo, eso no paso.
The way you look at me
I-I-I short circuit
You make me lose control
It's automatic
En su lugar, apartó la mano de Hiccup de un manotazo, antes, de con brusquedad, tomarlo de las mejillas y orejas, y unir su boca a la suya. De golpe, zas, apenas y dándole tiempo al pobre joven de reaccionar.
Era de esperarse para el lector, ¿no es cierto? Bueno, para Hiccup no, parpadeó un par de veces, se quedó estático al principio, mientras ella le devoraba los labios, con los ojos fuertemente cerrados. Por su mente pasó el brevísimo pensamiento de apartarse, de cuestionarle que rayos estaba pasando, si esto era una broma o algo parecido. Sin embargo, otro pensamiento llegó, atropellando violentamente al anterior, ordenándole que mejor se callara y que rodeara su cintura con sus manos, que no fuera un idiota y que devolviera el beso o se arrepentiría.
Y eso hizo.
Una vez ella sintió que él lo estaba aceptando, mudó sus manos a su cuello, donde jugó con los mechones de su cabello que caían por su nuca, relajó un poco la presión de su parpados y lo atrajo mas contra sí, lo quería cerca, muy cerca, tan cerca como para perderse en él. No quería separarse, dioses, no quería estar lejos de él nunca mas; dejó caer su mochila y con ello, él le rodeó por completo con sus brazos, arqueando la espalda de la rubia hacia atrás.
Recordó por un momento que estaban en medio de la carretera, eso y el hecho de que ella intentaba guiarlo hacia atrás fue lo que los hizo retroceder hasta la camioneta, todavía besándose con agresividad, como si la discusión continuara de esa forma. La espalda de Hiccup topó contra la puerta y Astrid lo empujó aun mas contra esta, colocando sus manos ahora en su pecho, mordiéndole los labios.
Él no se quedó atrás, pegó su cadera con la de ella, tratando de inmovilizarla con la falta de espacio, haciéndola jadear, quería girarla, que fuera ella la que se encontrara con la espalda pegada en la puerta, reflejar dominancia. Con este movimiento la hizo trastabillar un poco y abrir un poco sus piernas, lo suficiente como para que cada una quedara a sus costados, sin pensarlo mucho, la tomó de los muslos y la cargó. Astrid lejos de alejarse, jadeo y cruzó ambas piernas a su espalda.
Así era mas fácil girarla.
Ahora la espalda de ella estaba contra la puerta. Él aprovechó la estabilidad para posar su mano contra su mandíbula y cuello, mientras que con la otra mano, acariciaba su cintura. Astrid tanteó el terreno, buscando el borde de la camisa de él, quería sentir su piel, era una necesidad que le quemaba las manos. Lo escuchó gruñir por el frio tacto de sus manos gélidas contra la cálida piel de su vientre. Él hizo lo mismo, haciéndola temblar debido a su cálido tacto contra la helada piel, su ropa era ceñida, y estaba pesada por la humedad, pero eso no lo haría desistir.
Ella soltó un gemido agudo cuando sintió su enorme mano abarcando uno de sus pechos. El sonido lo hizo sonreír en medio del beso, con su pulgar, acarició por encima de su endurecido pezón, tentándola. Sabía que debían detenerse, por lo menos entrar al auto, no podían hacer esto en medio de la carretera, de todas formas, su mente estaba tan nublada a este punto, que no le parecía tan mala idea hacerlo contra su camioneta.
O en el asfalto de la carretera.
No era una carretera transitada, después de todo.
Hasta que volvió a jugar con su pezón y Astrid reaccionó. Entreabrió los ojos.
Oh.
Se separó, jadeando pesadamente, mirándolo de arriba a abajo. Él volvió a besarla, con un poco mas de caballerosidad y sin tanta necesidad, lento, como si buscara convencerla, lidiar con ella, calmarla... ahora fue él el que se separó, solo para besarle la frente, después se apartó, admirándola sonrojada, con los ojos vidriosos, las pupilas dilatadas, mojada y ahora acalorada. Se veía como una obra de arte. Una muy muy bella obra de arte.
You push my buttons
See-e-e-e how I work it
I-I-I-I get what I want
Like it or not
I'll be your femmebot
I'll be your femmebot
I'll be your femmebot
I-I get what I want
Like it or not
Le sostuvo la mirada azul, recuperando el aliento...
¿Era buen momento para sugerirle continuar esto en el asiento trasero? Podían terminarlo en la caja de atrás, el problema es que no encontraba como decírselo con de forma caballerosa. "Hey, ¿quieres hacerlo en mi camioneta?"
No, claro que no.
Eso estaba pensando hasta que ella le abofeteó.
La bofetada le hizo girar su cabeza, incluso le sacó el aire y lo hizo ver estrellas. Victima de la bofetada, mordió su labio inferior y terminó abriéndolo. Auch, ella tenía la mano pesada.
— AUCH.— exclamó tomándose la mejilla herida, la cual enrojecía tomando la forma de la mano de la chica.— ¿Y eso por..?
¡PLAF!
Volvió a darle otra, con menos fuerza, gracias a los dioses. Ella se bajó de su cuerpo, jadeando, los ojos un poco mas cristalizados, como si la hubiera herido. Lo empujó con fuerza, solo para ir por sus cosas, llorosa.
— ¿Hice algo mal?
— ¡No vuelvas a tocarme!— le espetó antes de correr carretera abajo. Dejándolo confundido.
Notes:
Este es tal vez el mas corto hasta ahora. Igual estuvo bueno, que no?
Encontré mi memoria USB, la vida es autentica felicidad. No solo eso, Charli XCX sacó un albúm nuevo y la vida es aún mas felicidad, aunque, lo sería un poco mas si tuviera un paciente para endodoncia :C
En fin, disfruten este cap. Esto estuvo medio intenso... UFF, y lo que se viene.
Jajaj
Una vez más gracias a UnsuccesBassist, que es mi beta, que quiero mucho y que me regaña pq pongo mal los puntos en los dialogos. Ah y que le hace memes a mis fics. Mil gracias.
Bai por el momento, les quiero, un abrazo.
Chapter Text
No se detuvo hasta que llegó a su casa, ni siquiera hizo una pausa cuando llegó a su casa. Ignoró por completo a su tío, quien la llamó desde el comedor; apenas y viéndola mojada; Astrid llegó hasta su cuarto, cerró la puerta de un portazo que retumbó por toda la casa. Una vez se encontró en la intimidad de su cuarto, con los ojos muy abiertos y reclinada en la puerta de su habitación, llevó las manos a su cabeza, los ojos llenos de lagrimas.
I can't escape all the voices and so I turn it up
I go to parties with strangers so I can figure it out
Run through a city at midnight to feel like a star
I want it all, even if it's fake..
Vale, tenía una confesión que hacer. Tal vez Astrid sí era como las otras chicas. Tal vez sí se moría por Hiccup. Tal vez sí le gustaba. Y mucho. No sabía cuándo había empezado, ni siquiera sabía como es que había pasado, en algún punto todo ese odio se torció de alguna forma. Una forma irritante, una forma que empezaba a odiar, odiaba sentirse así. Se sentía tan débil...
I know I'm wrong, what a mistake
I'll never change (I'll never change)
I can't escape all the voices and so I turn it up
Jamás le había pasado, es decir, sí, había salido con otros chicos antes, vamos, pero jamás... había sentido nada igual. Era como si él la hubiera atrapado en sus garras, la atrapó, y hoy mismo había logrado doblegarla. La había tomado en un momento de debilidad, la había derretido con su confusión, con su hambre de respuestas, con su lindura...
I'm wide awake, lyin' next to him and feel it all
I got a thirst for distraction that I can't take back
My fingers run through his hair...
Con su cabello esponjado, su sonrojo debajo de sus pecas, en su mirada a través de sus pestañas, con la forma tan firme en la que la había sostenido... todo eso logró destruir sus barreras, logró doblegar su orgullo... y no podía estar mas enfadada.
Bueno, no, no estaba enfadada, estaba... ¿feliz? No, tampoco, ¿se sentía ultrajada? Tal vez, un poco, aunque ella había contribuido en todo esto. Ella misma fue la que se lanzó a sus brazos, la misma que le robó el beso.
Entonces, ¿cómo se sentía?
In the backseat
Your song, so loud
Drivin' so fast
I'm better off alone
Respiró hondo. Sus rodillas temblaban, todavía parecían de gelatina, ni siquiera le importaba el raspón en su rodilla derecha; sus labios quemaban, ella misma anhelaba un poco mas, todo su cuerpo pedía salir de casa e irlo a buscar, repetir todo lo que había pasado. Sabía que no podía, sabía que Hiccup era un aprovechado, ¿por qué no le cuestionó nada? ¡se había aprovechado de la situación! Dioses la había tocado...
No obstante, el hecho no le parecía desagradable, porque también anhelaba su tacto. Sus manos callosas sobre su piel, la ternura con la que la besó después...
'Wake lyin' next
I'm wide awake lyin' next...
I'm wide awake lyin' next...
I'm wide awake lyin' next...
Su rostro desesperado, sus ganas de agradarle. El cómo le había dicho que le daría lo que sea, él quería saber qué era lo que ella quería de él. Astrid tampoco sabía que era lo que quería. Y eso era lo peor de todo esto, no sabía si esto de verdad era amor, odio... o quizá ambos. Eso o tenía una extraña e insana obsesión con él.
My fingers run through his hair (In the)
My fingers run through his hair
My fingers run through his hair (You're so)
My fingers run through his hair
(Drivin' in the) In the
I gotta take back, I gotta...
Tenía que suprimir esto. Tenía que olvidar esto. Después del evento todo esto acabaría, ¿cierto?
All alone, all alone, all alone, all alone...
Solo tenía que aguantar dos días mas. Podía hacer eso. Una vez haya pasado, no tendría que verle la cara mas que en sueños o en los pasillos. Sí, podía con eso. Entraría a la universidad y ahora sí que jamás lo vería. Jamas. Tal y como ella siempre quiso.
All alone, all alone, all alone, all alone...
Astrid no había dicho nada en todo el día. No es como que ambos hablaran mucho en las reuniones, claro, ella siempre lo ignoraba. Pero esta vez lo sentía peor, lo resentía de peor manera, se sentía culpable, quizá se había pasado, tal vez la tocó demasiado, tal vez se aceleró demasiado...
Su madre le aconsejó darle su espacio (le dijo del beso, aunque solo le dijo que había sido un beso casto, no la extraña guerra de lenguas y mordidas que en realidad fue), su padre le aconsejó írsele a la yugular. Ser el hombre en la relación y cuestionarle sus sentimientos, de lleno, de tajo, tener pantalones.
— Con eso sólo logrará asustarla, Stoick.
Gobber le había dado como consejo una extraña mezcla entre las dos cosas. Darle su espacio, pero también dejarle en claro que esto no era un juego. Con él se hablaba en serio, si Astrid quería experimentar con el nerd, o si quería algo serio, por lo menos él tenía que saberlo, ¿no?
— Tú quieres a esa chica desde preescolar, Hiccup. El que sale perdiendo en todo esto eres tú.
Y sí, tenía razón.
Pero no esperaba esto. No esperaba que ella apenas y le mirara, no esperaba que ella fingiera que no existía. No esperaba tanta frialdad. Casi podía escuchar a Gobber diciendo "a ver, ¿a qué estamos jugando?"
You gotta tell me the reason
Why we can't fall in love
You gotta tell me the reason (no, no)
En especial ahora, que le había permitido tanto. En especial ahora que la había besado y ahora estaba tan prendido de ella. Sus sentimientos se habían incrementado por mil, más, por millones, ahora cada que la veía estallaban los vidrios de su corazón, todos al unísono, todos fragmentándose hasta hacerse polvo.
Su corazón dijo basta cuando ella tomó sus cosas y se dispuso a salir, orgullosa como nadie. De acuerdo, se acabó.
— Astrid.— la llamó con suavidad. Nope, ella no se detuvo.— ¿Podemos hablar de lo que pasó?
Astrid aminoró la marcha. Eh, no. Preferiría que no.— No hay nada de qué hablar.
¿¡Cómo no!? ¿¡Cómo es que ella podía decir eso!? ¿Había estado mal? ¿Había sido horrible? ¿Había sido todo un experimento?
Oh, dioses, ¿lo había utilizado? El pensamiento le dolió.
— ¡Claro que lo hay!— contradijo, sonando mas herido de lo que a él le hubiera gustado. Astrid se giró, desconcertada, cielos, ¿por qué le importaba esto? Espera, ¿a él le importaba lo que había pasado?— Tu me...
— No.
— ¡Me besaste!
— ¡No lo digas!
— ¿¡Por qué!?— hoy apenas y se había mirado al espejo, aunque sabía que tenía ojeras debajo de sus ojos, porque estuvo toda la noche pensando en esto, tratando de encontrarle sentido, ¿ella no sabía todo lo que le había causado? Seguro que no.— ¿¡Te avergüenza o algo!?
Why, why, why
Don't you lie
What do you want?
Fall in love, risk it all...
— No seas ridículo.
— ¡Estoy tratando de entenderlo!
— ¡Pues deja de intentar!— quería herirlo. Necesitaba que se alejara. Ella tampoco quería pensar en ello, en serio. Ella tampoco había dormido por esto.
— Es que en serio no entiendo el problema.— la quería tomar de las manos, asegurarse de que ella no se escapara, no lo sabía tampoco.— ¿Yo... te gusto o algo así?— le preguntó, mirándola a los ojos.
Tembló. No. No esa mirada.— Deja de mirarme así.— advirtió, implorando por eso.— Yo... de verdad, no quiero hablar de esto.— le dijo, sonando seria.— Sólo, finge que no pasó y ya.
— No puedes simplemente...
— Sí puedo, Hiccup, ya lo hice.— dio la media vuelta, abrió la puerta, revelando lo desierta que estaba la escuela.
Lo único que la detuvo fue el sonido de su voz.— Tú... me gustas.— confesó sin mas, con la esperanza de que eso fuera a cambiar algo. Sí lo hizo, porque ella se quedó estática en su lugar.— Me gustas mucho. — se sentía abochornado, muy pudoroso. Frágil. Ella podía sentir su fragilidad...— Estoy enamorado de tí desde que eramos niños. Iba a los partidos de fútbol solo a verte, ni siquiera le entiendo al juego, solo... Quería verte.— admitió, impresionado a la rubia, quien dudaba si dejarlo ahí con sus palabras o quedarse a escucharlas.— No sabes lo que significó para mí verte en el hospital después del accidente. .— no, eso no, eso era jugar sucio.— Siempre estuviste fuera de mi alcance, jamás creí que algo así pudiera pasar... y ahora que pasó, necesito saber porque... es decir, entiendo que ahora varias chicas crean que soy lindo de alguna forma, pero...— se rascó la nuca, negando con la cabeza.— No sé que decir... tiene que haber una explicación...
— Pues ahora no.
— ¿Por qué no? Tienes que darme una razón, Astrid...
So you gotta tell me the reason
Why we can't fall in love
You gotta tell me the reason
Why you won't open up
— No sé lo que es.— respondió con suavidad, por primera vez usando ese tono con él.— No puedo darte una razón. Solo olvídalo y ya...
— ¿Y si no quiero hacerlo?
— Entonces es tu problema.— volvió a su brusquedad, girándose, vaya, ¿cómo había llegado tan rápido hasta ahí? Una de las manos de él le sostuvo la barbilla con suavidad.— Te dije que no...— estuvo a punto de recordarle que no la tocara, sin embargo se quedó estática, las mejillas encendidas, el pulso taladrándole los oídos.
Make me wanna fall in love
Baby, make mistakes
Hit me with a champagne kiss
And now I'm not thinking straight
Look at the skyline high
I look up, I wish I saw your face
I wanna fall in love
Estaba cerca, muy cerca, a diferencia de la ultima vez, esto era mas lento. Y su lentitud la estaba rompiendo...
— No, te dije que...
No pudo continuar, las palabras se quedaron atoradas en su garganta. La había reducido a polvo otra vez, ¿Cómo había descubierto cómo hacerlo? O quizá no, quizá siempre lo había sabido...
Igual ella no se movió, ni hizo algún movimiento evasivo. Al contrario, alzó la cabeza para recibir sus labios contra los de ella.
Jump in the deep end
'Cause deep down, you're d-dying
Tell me you're kind of nervous
Tell me you feel the same
Este beso fue suave, bastante mas casto, con hambre, pero menos ansioso. Confuso también, podía sentir las manos de él sobre sus muñecas, sosteniéndolas para no dejarla ir, para mantenerla ahí, para obtener una explicación. Una buena razón por la que no debían estar juntos.
I wish it was more than surface
I wish I could feel nothing
Come give me everything
Burn down and go again
So you gotta tell me the reason
Why we can't fall in love
You gotta tell me the reason
Why you won't open up
Se separó. Había algo que la seguía molestando, y ese algo era el hecho de perder por esto.— No.— y huyó, otra vez.
Tell me the reason, tell me, tell me the reason...
Glitter in my sheets
Dancing on no sleep
I don't learn, wanna burn, wanna turn all the way up, yeah
I don't learn, wanna burn in the dirt 'til I'm out of luck, yeah
Eret bebió del ponche.— ¿apostaron cuánto?
— Veinte dólares cada uno.— informó Ruffnut, sonriente. Listo, hoy es el día de la beneficencia y el día para que la apuesta se cumpliera. Hoy Hiccup y Astrid tenían que juntarse o ellos perderían la exorbitante suma de sesenta dólares.
Ochenta si es que Eret entraba.
Eret silbó, miró a Heather con una mueca.— ¿Saben que perderán su dinero?— le preguntó a la pelinegra, ella enarcó una ceja, se señaló a si misma, y Eret asintió. Ella pensaba que se estaba dirigiendo a los gemelos.— Sí, vas a perder.
— ¿¡Tú también!?— chilló la chica, los gemelos más que halagados por el apoyo miraron con impresión a Eret, quien, con su habitual tranquilidad, se encogió de hombros.
— ¿Nunca han notado la tensión sexual que tiene esos dos?— preguntó el mariscal de campo, viéndose en serio confundido por el hecho de que la mejor amiga de la capitana de animadoras y el mejor amigo del campeón de ajedrez no se dieran cuenta de eso antes.— Ella lo come con los ojos, un día se le va a lanzar encima.
Bueno, eso ya había pasado
" Y él la mira como si viera a Dios a los ojos. Es cuestión de tiempo para que terminen juntos.
La mandíbula de Heather estaba hasta el suelo.— Estamos hablando de Astrid, no de Ruffnut.
— ¡Oye!
— Sin ofender, Ruff.
— También estaba hablando de Astrid.— aseguró Eret asintiendo, divertido.— ¿No notan que siempre que ella lo ve trata de disimular? Es demasiado obvio, incluso es divertido.
— De acuerdo, eres mi nuevo crush.— Ruffnut se lanzó a los brazos de Eret, quien recibió el abrazo un poco hostigado. Suspiró y terminó aceptándolo.
— No puedes hablar en serio.— se metió en la conversación Fishlegs.
— Lo hago. Esos dos tienen algo. No me sorprendería que se besaran hoy.
— ¿¡Lo ven!?
— ¿Qué pasa?— preguntó Snotlout llegando dónde sus amigos.
— Eret está de acuerdo con los gemelos...
— ¿¡Qué!?
Pills and potions and terrible things
Heart on the floor when the telephone rings
All of the lies I just wanna believe
Drop all my morals, I just wanna sin
Volviendo al tema, Astrid estaba ahí, todo marchaba como tenía que marchar, estaban juntando dinero, los pastelitos se acababan, los gatitos estaban siendo adoptados, gente venía a verlos, la madre de Hiccup estaba feliz, todo estaba saliendo bien.
Salvo por su alergia. La cual trataba por todos los medios con medicamento. Por lo menos su nariz no escurría, aunque no se podía salvar de los ojos llorosos y del sonrojo. Se había alejado de los gatos, sin embargo, quería saber cómo le iba al pequeño Garff.
También se había encariñado con él.
Hiccup estaba en el área de animales, presentando a los gatos, Toothless estaba ahí, moviendo la cola. Hiccup sonreía, presentaba a cada gato con un carisma increíble, con una ternura que contagiaba a todos. El verlo así la hizo enfadar, él dijo que esto lo estaba afectando, ¿¡Por qué no se veía afectado!?
I'm out of my, out of my head
Out of my head
Please, get out of my, out of my, out of my
Out of my head!
Cielos santo, ella se estaba volviendo demasiado tóxica con el tema. Deja al chico en paz, Astrid. Esto es lo mejor para todos.
Lo que más odiaba de Hiccup: la hacía sentir cosas que ella no debía sentir. Cómo celos, ella no era celosa, pero verlo ahí, rodeado de chicas, todas más interesadas en él que en los malditos gatos... Antes pudo haberlo atribuido a su odio, pero ahora...
Please, get out of my, out of my, out of my head
Out of my head
Please, get out of my, out of my, out of my head
Out of my head, out of my head!
Sentía que iba a explotar. Necesitaba decirle a alguien sobre esto. Necesitaba hablar de esto. No, con Heather no, Ruffnut era un rotundo no, Eret era demasiado despreocupado y Tuffnut...
Tuffnut, bingo.
— ¡Oye, Tuffnut!— lo llamó con su voz demandante. Este dejó de reírse y se puso recto, con las manos en los costados, como un cadete esperando órdenes.
— ¡A la orden, general Hoff!— exclamó en automático. A él le gustaba decirle general, porque estar en el equipo Astrid era como estar en un pelotón de guerra a veces. La rubia rodó los ojos, antes de pescarlo de las rastas y tirar de él fuera del gimnasio.— Ay, ay, ay, ay, ay, ay...— una vez se detuvo, Tuffnut volvió a enderezarse.— Y ay, ¿Por qué tanta brusquedad, H?
— ¿Quieres saber lo que me molesta?— espetó Astrid con fuerza, Tuffnut de inmediato cambió su semblante a uno defensivo. Dió un paso atrás, cuidando no hacer movimientos bruscos; la general se veía molesta.
— Eh...
— ¡Todo esto me molesta!— la chica dió una patada en el piso.— ¡Me molesta el maldito día de San Valentín! ¡Eso me molesta!— señaló los corazones en la entrada, así como las decoraciones de la escuela, alusivas a la empalagosa celebración.— ¡Me molestan toda esa hipocresía! ¡El amor es un asco! ¡Lo es! ¡Los sentimientos lo son!
— No creo que sean un asco, la risa es un sentimiento.
— ¡La risa es una acción! ¡Maldita sea, Tuffnut!— le gritó Astrid, Tuffnut puso los brazos frente a él, a la defensiva. Astrid suspiró, vamos, no podía seguir exaltándose tan rápido, respiró hondo.— Lo siento, no ha sido mi mejor semana.— se disculpó, tomándose la frente, su voz sonaba más tranquila ahora, Tuffnut asintió.
— No hay problema, ¿Necesitas un tampón?
Astrid le golpeó ahora sí.— ¡No! ¡¿Por qué rayos preguntas eso?!
Pills and potions and terrible things
Heart on the floor when the telephone rings
All of the lies I just wanna believe
Drop all my morals, I just wanna sin
— Es que dijiste que no había sido una buena semana, Ruffnut también se pone muy gruñona cuando pasa eso, por eso siempre cargo dulces y esas cosas en mi mochila...
— ¿¡Quieres dejar de hablar de eso!?— lo tomó del cuello de la camisa, para luego lanzarlo lejos.— ¡No! ¡No necesito nada!
— De acuerdo.
Astrid se quejó audiblemente otra vez, resistió las ganas de golpear el cubo de basura de lado.— Escucha, todo esto no es culpa mía.— continuó, tratando de poner orden en sus ideas. Tuffnut la miró confundido.— Necesito sacar esto de mi sistema. Porque Hiccup está arruinándome. Es su culpa, es solo culpa suya, ¿Entiendes?— confesó cruzándose de brazos. Tuffnut saltó al escuchar el nombre del nerd extrañamente popular, pero no dijo nada.— ¡Él es mi maldito problema! ¡Él y mi alergia a los gatos!— sorbió por la nariz. El efecto de su medicina estaba pasando, sacó un pañuelo de su bolso.
You got me doin' all this stupid shit
Se sonó la nariz antes de continuar. — Lo odio, ¿Entiendes? Es un imán de problemas que dice que no provoca. Disfruta ser el centro de atención.— hizo bolita el pañuelo desechable.— Lo disfruta, es un engreído idiota que cree que es el rey de la escuela, cuando sólo es un nerd larguirucho poca cosa...— apretó los dientes. Tuffnut no se movía, preocupado.— Y es tan... Tan...— de pronto, Astrid empezó a temblar, cerrando los ojos, ¿Ah?— Odioso.— sollozó de la nada. Tuffnut miró a su alrededor, luego miro a la rubia con atención, acercándose un poco.— Es un idiota, y no lo soporto.— agregó con voz pastosa, soltando lágrimas, que rápidamente enjugaba, se abrazaba a sí misma, evitando la mirada del gemelo.
You fuck me up like this
Tuffnut la tomó del hombro, aún sin saber que hacer. Lo mejor que podía hacer era dejarla hablar, desahogarse. El sentirse escuchada por él la hizo derrumbarse poco a poco, Astrid se sentó en el pasillo contra los casilleros, Tuffnut la siguió.
— Es que no lo entiendo.— sollozó, sintiéndose derrotada, negando con la cabeza.— Se supone que lo odio, me quitó todo lo que tenía, la presidencia de la clase, la organización de esta cosa... ¡Me volví la número dos gracias a él!— se señaló a si misma, Tuffnut asintió, motivándola a hablar.— Nadie se vuelve tan bueno, ¡Nadie! Mucho menos él. Dime, ¿En qué planeta esto pudo ser posible? ¿¡Cómo es que volvió tan sexy y ardiente!? ¿¡Cuándo pasó eso!?— Tuffnut le dió un par de palmadas en la espalda, todavía sin saber que decir. Estaba cerca de algo importante al parecer.— ¡Se supone que...!— sollozó con fuerza, Tuffnut buscó en el bolsillo de su chamarra, él también tenía pañuelos. Le tendió uno.— Gracias... ¡Se supone que él debería estar rogando por mí! ¿Entiendes? Yo debería mirarlo desde abajo, darle órdenes, tratarlo como... No lo sé. Pero siempre ha sido diferente con él, no sé porqué, incluso antes de este glow up extraño que tuvo...— hipó, limpiando sus lágrimas, que caían sin control.— Diablos, yo no soy así, yo no lloro por un chico, YO no lloro. Soy Astrid Hofferson, maldita sea, ni siquiera debería importarme todo esto. Soy mejor que esto, pero cada que lo veo...— desvío la mirada, tragando saliva.
Secretly I'm into it though
"Cada que lo veo es como... Como si yo no fuera yo, ¿Entiendes? Es como si no tuviera que... No lo sé, siempre soy dura, siempre, no tengo que ser débil con nadie, y cada que él me ve o cada que dice mi nombre yo... Siento que no tengo que serlo. Siento que él no quiere lastimarme, y ese es el problema, ¿Cómo sé que no quiere hacerlo? Sé que le gusto, incluso antes de que lo dijera lo sabía, ¿Cómo no? A todos les gusto.— añadió con cierta arrogancia, Tuffnut, sin embargo, no sentía que ella estuviera mintiendo.— Sé lo que quiere, sé lo que todos quieren... Y yo no voy a darle ese gusto, no quiero darle ese gusto, porque... Porque...— no encontró palabras.
Got me doin' all this stupid shit
You fuck me up like this
Secretly I'm kind of into it!
Más bien no quería decirlas.
— Estás enamorada de él.— confesó el gemelo por ella, dudando un poco el decirlo en voz alta, esperó un golpe, pero no.— No quieres que te lastime.
— Sí, lo estoy.— asintió Astrid con la voz entrecortada.— Estoy enamorada de él. Muy enamorada. Y lo odio.— ocultó su cabeza entre sus brazos, sollozando con fuerza.— Lo odio, lo odio...— continuó, Tuffnut la abrazó un poco, empático.— ¿Por qué él? De todas las personas... ¿Él? ¿En serio?— volvió a sonarse la nariz, su cabeza de sentía hinchada, esto derivaría en una jaqueca de campeonato.— ¿Y si me lastima qué? ¿Un nerd me va romper el corazón? ¡No quiero eso! Lo quiero fuera de mi cabeza...
Tuffnut decidió interrumpirla.— Uh, ¿quién dice que te va a lastimar?— preguntó, cavilando un poco más la situación, Astrid alzó la cabeza, llorosa, las mejillas rojas y con el maquillaje un poco corrido.— Digo, le gustas desde hace mucho, ¿no? No creo que quiera lastimarte. Creo... espero.
— ¿Por qué no lo haría?— balbuceó Astrid. Necesitaba otro pañuelo, Tuffnut se lo pasó.— He sido una persona horrible con él. Esta sería una buena forma de vengarse.
— Hiccup no se venga de nadie. Si fuera así, ya se hubiera vengado por lo del incidente del lavabo...— dudó, recordando el incidente del lavabo, que tenía que ver con Snotlout, Eret y él mismo. Astrid frunció el entrecejo, era mejor no preguntar. No estaba de humor.— Y eso que se enojó bastante esa vez... Pero hey, a él le gustas, a tí te gusta él... ¿cuál es el problema? Puedes empezar a ser buena ahora. Aunque no lo sé, tal vez a él le gusta es que seas mala o algo así... ¿Por qué es tan complicado?
— ¿Ah?
— Escucha, general Hoff.— Tuffnut se levantó, con las manos en jarras, como si estuviera a punto de decir algo importante. Huh, probablemente sí.— ¿Quieres a ese chico?
— Pues yo...
— ¿¡Lo quieres!?
— Sí, ya te dije que...
— ¡Entonces ve por él!— dijo con la mano derecha en un puño. Astrid desvió la mirada, procesando las palabras de Tuffnut.— ¡Dile lo que sientes! ¡Eres Astrid Hofferson! ¡Eres la capitana de animadoras! ¡La chica mas linda de la escuela según el 95% de los hombres hetero de esta escuela! ¿Vas a dejar que te venza esto?
— No...— Tuffnut tenía, sorprendentemente toda la razón, sí, ella era más fuerte que esto. Esto la iba a derrumbar, ¿cierto?— No, claro que no.
— Ahora ve al baño, le diré a Ruff que te preste de su maquillaje, luego irás al centro de la pista de baile, ¡Y lo besarás frente a todos...! Pero asegúrate de que Heather, Fishlegs y Snotlout estén ahí... No tiene que ver con un fin monetario o algo así, sólo para que ellos lo vean...
Astrid no le prestó atención a lo último. Corrió hacia el baño, no sin antes ordenarle a Tuffnut traer el maquillaje de Ruffnut y a la gemela. Mientras tanto, encontraría una forma de arreglar todo esto. Tenía que hablar con él... aunque eso significara tener que abusar de sus pastillas de Singulair *.
Masticó los comprimidos, mirando al espejo.
Hey, listen! (hahaha)
I blame it on you, I blame it on you...
Yee!
Esto se acababa hoy.
— ¡Tuffnut me dijo que hubo un incidente con lagrimas y delineador negro!— Ruffnut pateó la puerta del baño. Vio la obra de arte que había hecho en los ojos de Astrid esta tarde destruida por las lagrimas de la chica. Ladeó la cabeza, no estaba del todo perdido, pero sí tendría que usar toallitas desmaquillantes y corrector. Ah y desinflamar la cara de la chica... usar un delineador mas potente...— Dioses, que desastre. Ya lo arreglo.
So many things I shouldn't do
I hate myself for hurting you
Honestly, I'm reckless
I'm sorry if I'm selfish
Hiccup había decidido no usar un traje o cualquier cosa que requiriera el llevar la prenda a la tintorería. El pelo de gato era una pesadilla en sus pantalones de vestir, no valía la pena la camisa blanca de botones, por lo que solo optó por su vieja playera de Spiderman de los sesentas, con su tipica camisa de franela a cuadros verdes y café, jeans oscuros y sus habituales converse. Claro que desentonaba con el resto de las personas que venían vestidas de forma medianamente formal, vamos, hasta Tuffnut había optado por prendas mas formales (tal vez por exigencia de su hermana), sin embargo él no. Tal vez no era tanto por los gatos, no había tanto pelo de ellos en sus ropas, sino mas bien estaba tan deprimido que sólo quería terminar con esto rápido.
No quería saber nada de rubias despampanantes ni animadoras. No quería saber nada de corazones, ni canciones cursis de amor, nada de eso. Sí, lo sabía, lo pedía justo en el peor día en el que pudo haberlo pedido. Varias chicas le habían ofrecido bailar, muchas le miraban de la forma en la que le hubiera gustado que Astrid lo mirara por lo menos una vez. Por lo menos por un segundo.
Sin embargo no se sentía igual. La miraba de vez en vez, sabiendo que era patético, que no debía hacerlo, que tenía que tener orgullo, pero ella estaba ahí, usando ese vestido azul ceñido y de tirantes, exponiendo sus largas piernas. Seguía sus botas de tacón, y su cabello aun largo le caía por la espalda...
Y estaba ahí, sin querer admitir que se ha enamorado.
Ninguna de las chicas lindas de ese sábado por la noche se le podía comparar. Ese era un enorme problema. Uno muy, muy gordo.**
En eso estaba pensando cuando vio a Garff, solo en su caja, aullando un poco junto a Toothless, solo, a veces una que otra persona le daba caricias en su cabeza, pero nada más. Bueno, él y Garff estaban en el mismo barco. Nadie los adoptaría esta noche.
Suspiró, sentado junto a Garff y Toothless, ¿cuánto faltaba para que el día de San Valentín terminara? No ayudaba para nada ver a Viggo Grimborn merodeando por ahí, mirándolo con burla o quien sabe como cada cierto tiempo. Viejo loco.
Cerró los ojos por un momento, sintiendo los lentes de contacto en sus parpados, recordó que su doctor le había aconsejado usarlos para que nadie notara sus bioptrías, así como la promesa de ser operado con láser apenas y cumpliera los dieciocho este veintinueve de febrero. Estaba esperando con ansias...
Garff aulló de forma distinta, eso le llamó la atención, así como un cambio en la iluminación. Raro. Le hizo abrir los ojos despacio. Lo primero que vio fueron unas botas café de tacón, luego unas largas piernas, torneadas y blancas, el dobladillo de una falda en A y finalmente, a Astrid con los brazos cruzados mirándolo desde abajo.
Severa, un poco sonrojada por el pelo de gato en el ambiente. Hiccup no esperaba eso, era una sorpresa agridulce, porque no quería verla, a pesar de que anhelaba verla.
Viendo que él no se animaba a hablar (eso o ella estaba demasiado cerca), se decidió a ser ella la que hablara. Sentía el corazón desbocado, no sabía si era por el efecto de sus pastillas o el efecto de tenerlo cerca. Tal vez ambos.
I blame it on your love
Every time I fuck it up
I blame it on your love, I do
— Tengo que hablar contigo.— pidió entre dientes. Hiccup alzó las cejas, ¿con que sí, eh? Pues no, él era lo suficientemente orgulloso también como para decirle que no...
— ¿Sobre qué?— bueno, no tanto. Primero que nada tenía que cortar sus ilusiones, ¿qué tal si ella quería hablar de otra cosa? Él no iba a a ser grosero...
Astrid rodó los ojos.— Sabes perfectamente sobre qué.— respondió malhumorada. Hiccup suspiró, ah, eso.
— Dijiste que lo olvidara.— ahora él se cruzó de brazos. No iba a ceder tan fácil.
Ajá, y ya lo había olvidado, ¿no? Mentiroso...— Sé lo que dije.— cortó ella con severidad, Hiccup frunció el ceño.— Me...— vamos, dilo, dilo...— Me equivoqué.— admitió en un tono tan bajo que a Hiccup le costó genuinamente escucharlo.
— ¿Perdona?
Astrid apretó los puños. Era un...— Me equivoqué, ¿de acuerdo?— espetó, inclinándose un poco. Hiccup alzó las cejas, de verdad impresionado.—Por eso quiero hablarte... por todos los dioses, ¿quieres levantarte de ahí?— exigió, con las mejillas encendidas. Hiccup le hizo caso, cosa que hizo que la rubia se sintiera un poco mejor. Bien, bien, estaba teniendo el control ante todo esto.
— No hay nada de que hablar.— No. Planeaba vengarse, sólo un poco, no demasiado. Le gustaba verla un poco molesta.
— Sí lo hay, deja de hacerte el interesante.
— Sólo digo lo mismo que tu me dijiste cuando quería respuestas...
— ¿Y vas a vengarte con eso? ¿Ves? Eres insoportable.
— ¿Eso es lo que crees?
— ¡No voy a discutir contigo aquí!— apretó los puños, no quería llamar la atención de nadie, y sin embargo, ya había llamado la atención de sus amigos.
— Pues yo no me pienso mover de aquí a menos que... ¡Ah!— Astrid le tomó del brazo, y con fuerza tiró de él para guiarlo fuera del gimnasio, ignorando sus suplicas y sus quejidos para que lo soltara. Astrid era muy fuerte para su complexión, y no se detuvo incluso cuando salieron del gimnasio, ni caminando por los pasillos de la vacía y oscura escuela.
Una vez encontró un lugar lo suficientemente recóndito, en los cubículos de los profesores, escogió uno al azar y cerró la puerta, bajó las persianas de las ventanas que daban al pasillo de la escuela y no se molestó en encender la luz, unicamente encendió la pequeña lampara para lectura en el escritorio, y dejó que la estancia fuera iluminada por la luz del alumbrado exterior.
— ¿Quieres soltar mi mano? Empieza a dolerme...— Astrid lo soltó con brusquedad y arrojándolo con un poco de fuerza contra el escritorio.— Auch, gracias, supongo.— masculló, frotando su muñeca. Su piel era sensible...
Astrid hizo una mueca. Hiccup era un bebé llorón. Se colocó frente a la puerta, así que ahora él no podría escapar.
— Quiero que me escuches, porque no pienso repetir nada de lo que voy a decirte, ¿bien?— le amenazó, apuntándolo con el dedo, temblando un poco. Uh, demasiada medicina. Hiccup, resignado pero también con ganas de escucharla, asintió.— Bien.— sentenció, antes de desviar la mirada y jugar con su cabello para tratar de calmarse.— No me agradas...
— Eso ya lo sé.
— ¡No me interrumpas!— ordenó, Hiccup en vez de verse asustado, rodó los ojos.— Hiciste que me volviera una segundona, ¿sabes lo que es eso? Yo jamás, JAMÁS había sido la segunda en nada.— ya, pero eso no era su culpa. Vamos, por el amor de dios...— De pronto entramos a séptimo grado y cambiaste, todo el mundo quería ser tu amigo, te volviste bueno en cosas... Y nadie se vuelve tan bueno en nada en tan poco tiempo, especialmente, tú.
— Ah, entonces lamento estar tan perturbado por haber perdido mi pierna y por haber ido a terapia...
— ¡Esto no es respecto a eso!
— ¿Entonces respecto a qué? ¿Es sobre que cambié? ¿Eso te molesta de mí...? ¿Y qué tiene qué ver con que me besaras?— se estaba perdiendo de algo, eso era seguro.
Every time you get too close I run, I run away
And every time you say the words I don't know what to say
Back, back to the beginning
Really wish that I could change
I do, I do, I do
— ¡No lo sé! Porque siempre que te veo es algo horrible, mi corazón se acelera mucho, siento que me quiero lanzar sobre ti... No puedo dejar de hablarles de ti a todos, es enfermizo, y lo odio... Y lo haces, lo haces siempre, actúas como si no te importara en lo más mínino todo lo que haces, siempre te sales con la tuya, eres tan... ¡Debe haber algo malo en tí! No puedes ser así de perfecto todo el tiempo, tiene que haber algo que no sepas hacer...
— No sé cantar.— la interrumpió un poco tímido. Astrid le miró con los ojos muy abiertos, ¿eso había sido una especie de broma?— Ni bailar... Ni andar en bicicleta.— agregó, con un poco de vergüenza.— Hay muchas cosas que no sé hacer...
— Eso.— señaló Astrid, acercándose a él, Hiccup la vio tan inestable que creyó que ella iba a golpearlo.— Eso es lo que más odio de ti. Nunca lo aceptas, nunca aceptas que eres un mentiroso, un adulador...
— ¿Mentiroso?
— ¡No puedes ser tan bueno!
— Bueno, no puedo cambiar eso, y tampoco explica...
— ¡Callate! Yo...— tomó aire, su pulso seguía corriendo, la adrenalina cosquilleando sus venas no era normal. Sí sentía algo similar cada que estaba cerca, pero se comparaba con esto, no solo eso, se empezaba a sentir adormilada. Oh, no, las pastillas.
— ¿Estás bien?— él también lo notó, la tomó de la muñeca, ella se apartó con un movimiento brusco.
— No... hables.— advirtió, antes de volver a tomar aire.— Yo estaba muy convencida de que te odiaba, de que habías arruinado mi racha de ser la número uno.— agregó, ¿por qué no trataba de tocarla de nuevo? Estaba temblando.— Jamás me lo cuestioné, todas esas veces en las que te veía con otras chicas, me molestaba porque... No lo sé, sólo me molestaba.— negó con la cabeza.— Y estaba segura de que tú lo sabías, debías saberlo, vamos, estás ciego, pero no tanto...— continuó, Sintiéndose extrañamente más ansiosa que de costumbre.— Debes saberlo. Sabía que te gustaba, ¿cómo no gustarte? Soy todo lo que a los nerds como tú les gusta...Soy un cliché y tu también.— señaló, arrastrando un poco las palabras.— Yo soy la rubia animadora que es grosera contigo y tu el nerd extrañamente atractivo que babea por mí.
Oh, I don't know what's wrong with this girl, Charli, she crazy
— ¿Segura que no necesitas...?
— Exacto.— le interrumpió.— Ese es el problema. Te necesito.— confesó con voz mas suave, Hiccup abrió los ojos como platos.— Nunca supe en qué momento todo este odio lo convertí en... esto.— señaló el espacio entre ambos.— Traté de suprimirlo, traté de ignorarlo, pero crece cada vez más. No lo soporto, porque... no soy de esas chicas que babean por tí, yo no babeo por nadie...
— Lo sé.— repuso Hiccup, atrapando una de las manos de la chica, ya que Astrid le estaba golpeando con su dedo indice. Ella seguía temblando, y seguía queriendo hablar, hablar y hablar.— Es por eso que creí que estabas tan fuera de mi alcance... ¿Eso es lo que te molesta?
— Me molesta que seas tú. Me molesta que me haya equivocado.— disfrutaba su tacto, disfrutaba estar cerca de él, aunque le costara admitirlo y aunque fuera tan pequeño.— No sé cómo reaccionar ante esto. Me siento diferente cuando estás tú, me siento... extraña.— y no se estaba refiriendo al efecto secundario de tantas pastillas para su alergia.
— Entiendo.— asintió Hiccup, ahora tomando sus dos manos entre las suyas.
— ¿Crees que enloquecí?
— No, solo creo que estas un poco confundida.— repuso Hiccup con ternura. — ¿Tomaste algo?
— Estoy bien, solo tomé pastillas para mi alergia.— ah, sí, eso explicaba mucho. Fue acercándose a él, ya no tenía que ponerse de puntitas para alcanzarlo, soltó sus manos para posarlas sobre las mejillas de él, con ternura, sintiendo su suave piel en contraste con la barba creciente.
No sabía si era la medicina o la euforia, o sus sentimientos bullendo en su estomago... O la combinación de todo eso, pero ya no le parecía tan malo besarlo.
— Huh, tienes razón...— Hiccup posó sus manos en la cintura de ella, acercándose también.— Somos un cliché...
— Uno gastado... de los años dos mil...— continuó ella.
— Sí, uno viejo.— aceptó él, atrapándola aun mas contra sí.
— Todavía no lo entiendo...
— Yo te ayudo a entenderlo...
Volvieron a besarse, suave al principio, lento, aunque subiendo la intensidad poco a poco, al grado que el beso se volvió mas violento, ella enterrando sus dedos en el cabello de Hiccup, y él subiendo y bajando sus manos por la espalda de ella, prestando atención especial al escote del vestido en ella. Tal y como había pasado antes, ella dió un salto y enredó sus piernas en la cintura de él. Hiperactiva, empezó a buscar cómo colar sus manos dentro de las ropas de él, en un principio eso lo asustó, pero no hizo nada para detenerla.
Ella se bajó de sus caderas, dejándolo un poco confundido y listo para recibir un golpe. En su lugar, Astrid se sentó en el borde del escritorio y lo tomó del cuello de la camisa, llevándolo hacía atrás.
— Pero... estamos en la escuela...
— No me importa.— jadeó ella, no quería perderlo justo ahora...
Siendo honesto, a él tampoco.
Todo estaba yendo bastante bien, él estaba siendo menos tímido que la vez de la camioneta, ganando suspiros en respuesta, risas porque la barba le causaba cosquillas...
Hasta que se escuchó la puerta abrirse de golpe. Ambos jóvenes se giraron hacía la puerta, asustados, la presión se les bajo en el instante en el que vieron a Viggo Grimborn en la entrada de la puerta, con una expresión que paso de asombro, a un rostro serio, cuyos ojos vagaron desde Hiccup a Astrid (quien tenía los tirantes abajo, y el escote un poco mas abajo de lo que debería de estar), al escritorio y las cosas tiradas de este.
Hiccup volvió la vista a la placa en el escritorio. Claro. Por supuesto que este era el cubículo de Viggo Grimborn y por supuesto que él estaba aquí.
Viggo soltó el aire.— Vaya, señor Haddock, se ha superado a sí mismo.— habló, los dos seguían congelados en el lugar.— Supongo que era cuestión de tiempo, señorita Hofferson.— agregó para ella.— Bien, tienen exactamente siete segundos para salir de aquí.
— Profesor...
— Uno...
Astrid lo empujó, y tomándolo de las muñecas, sin dejarlo razonar con el molesto profesor Viggo, lo llevó lejos de ahí. Corrieron hasta llegar de vuelta al gimnasio, con el corazón en un puño.
Jadeando, llegaron a las puertas del evento. Se miraron por un segundo antes de echarse a reír, volvieron a besarse, esta vez frente a las puertas abiertas y con un poco mas de control. Vamos, estaban frente a varias personas.
— No es cierto...— los vio Heather. Fishlegs tuvo que limpiarse las gafas y Snotlout se llevó una mano a la cara. Eret soltó una carcajada.
— ¡POR TODOS LOS DIOSES, ACABAMOS DE GANAR SESENTA DOLARES!
Notes:
¿Qué? Creyeron que no había notas, ¿verdad? Pues sí hay.
*El montelukast sódico es un medicamento usado en el tratamiento de alergias y asma, se le llama "Singulair" en algunos países. Sus efectos secundarios pueden ser, sí, hiperactividad y falta de sueño. No abusen de sus medicamentos, en serio >:v
**En este párrafo cito un poco "All The Pretty Girls" de Fun, que habla de un chico que está rodeado de chicas lindas, pero que, la que quiere, no le da bola. Ya haré un cap con esa canción, ustedes tranquilos.
Aquí se acababa originalmente one shot que escribí, pero como ya dije, lo volví un long fic para nada planeado. Er, sí, todo parece estar resuelto, ¿no? se supondría que ahora todo va cuesta arriba...
Pues no.
En fin, espero les guste este cap. A mi me gustó escribir todo este cap JAJAJA.
Tiene un buen de canciones, pero no servía irlo cortando.
Chapter 6: Naive
Notes:
Antes de empezar, quiero dedicar este capitulo a UnsuccesBassist, que quiero mucho y que me dijo que este capitulo le gustó mucho.
No, no era mi intención que eso sonara tan gracioso JAJJA.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Del reproductor mp3 de Hiccup: Naïve, The Kooks
I'm not saying it was your fault
Although you could have done more
Oh, you're so naïve, yet so
El estado de euforia de Astrid empezó a preocuparle. Eso y el hecho de que, cada cierto tiempo, ella masticaba más y más pastillas; prácticamente cada que estornudaba. Es que tenerlo cerca no era una buena idea, especialmente con todo ese pelo de gato en su ropa, pensó en llamar a su tío...
Hasta que recordó que era noche de bar. Su padre y el tío de Astrid seguro que estaban de juerga en el bar, pensó en su pickup y en qué por lo menos él se encontraba en condiciones de manejar. Seguro que a ella no le molestaría que él la llevara a su casa, era lo mejor antes de que alguien más lo notará.
No solo eso, también Viggo había regresado a la fiesta. Eh, lo mejor era evitarlo... Permanentemente. Bueno, no, lo mejor era solo evitarlo esta noche y, tratar de mantener un perfil bajo, sí, eso era lo mejor... De momento. Ya el lunes vería que hacer.
— ¿Segura que quieres llevarla tú?— preguntó Heather, con Astrid adormilada en su hombro, con una sonrisa boba y los ojos brillantes. Hiccup asintió, antes de tomar la mano de la rubia y tirar de ella para levantarla de la silla, lo bueno es que la fiesta estaba terminando... Eso y que todos estaban al tanto que era una sobredosis de medicamento y no una borrachera.
— Yo la llevo.— aseguró Hiccup con una sonrisa. Astrid se levantó perezosamente, le apretó la mano con tanta fuerza que hizo que Hiccup se quejara de dolor. Ella se rió por su respuesta.
— ... Eres tan lindo.— suspiró ella, recargando su mentón en el hombro de él. Hiccup la ignoró.
— Si su tío pregunta...
— Sí, la diremos que está en buenas manos.— sonrió de forma pícara Heather. Hiccup hizo una mueca, incómodo. Tenía que acostumbrarse a esto...
How could this be done
By such a smiling sweetheart?
Oh, and your sweet and pretty face
In such an ugly way
Something so beautiful
Oh, that every time I look inside
Si es que esto tenía una continuación... Porque puede que no la tenga. Hasta ahora nadie le había garantizado que esto pudiese funcionar; es decir, sí, había obtenido una confesión, había obtenido un beso y casi lo terminan haciendo en la oficina de Viggo Grimborn pero eso no significaba nada. No estaban saliendo, por el momento, y no estaban en una relación. Esto solo era... Un periodo incierto, sí, eso.
Territorio virgen. Estaban en territorio virgen. Uno extraño en el que Astrid Hofferson se le había declarado y que justo ahora estaba tambaleante junto a él, tonteando de vez en vez con Toothless, quien agradecía el afecto y las atenciones. La chica rubia nunca había sido tan tierna y atenta con él. Una vez frente a la pickup, Hiccup abrió la puerta trasera, para Toothless y la puerta del copiloto para Astrid.
— ¿Puedes subir?— le preguntó a la chica, Astrid lo intentó. Se sentía demasiado mareada como para usar su habitual agilidad; tropezó de forma torpe, y ante eso soltó una carcajada nasal, se sostuvo del cuerpo del castaño, riendo como una niña pequeña.
— Creo que no.— respondió entre risas.— Cárgame.— pidió. Hiccup la tomó en brazos antes de sentarla en el asiento del copiloto, buscó a tientas el cinturón de seguridad y lo abrochó sobre el cuerpo de la rubia.— ¿A dónde vamos?
— A tu casa.— contestó de forma paciente, antes de cerrar la puerta. Rodeó la camioneta y repitió todo el proceso de su lado, buscó las llaves en su bolsillo y volvió el motor a la vida cuando las giró dentro de la ranura del auto. Astrid se quejó.
— Tu camioneta es muy ruidosa.— seguro que le dolía la cabeza. Astrid se reclinó en el asiento.— ¿Me llevas a casa? No quiero ir...
— ¿Ah no?— puso la palanca de velocidades en primera, fue avanzando a esta velocidad por el estacionamiento de la escuela.— ¿A dónde quieres ir entonces?— le siguió el juego, para distraerla del ruido del motor.
— A tu casa.— lo dijo de forma alegre, juguetona. Sintió la mano de la rubia en su muslo derecho, subir y bajar. Ignóralo, Hiccup, ignóralo...— Me gustaría conocer tu cama.— agregó en voz un poco más baja, cambiando el tono de su voz a uno más seductor, pero seguía sonando adormilado, las palabras se arrastraban un poco.
I know she knows that I'm not fond of asking
True or false, it may be
Well, she's still out to get me
— No podemos hacer eso.— se negó, segunda, tercera, los ojos en el camino Haddock, ella no está en un buen momento.— Necesitas descansar un poco, trabajaste muy duro hoy.
— Puedes darme duro para que descanse mejor.
Sus mejillas se volvieron de un tono escarlata al escucharla decir eso. Empezó a hacer un poco más de calor en la camioneta, en automático negó con la cabeza. Esto no podía ser hoy, sería un aprovechado si lo hacía, por mucho que quisiera, no tomaría ventaja de Astrid, quien, seguro que no estaba en sus cinco sentidos.
— No, no.— carraspeó, la acción no pasó desapercibida por la rubia, quien volvió a reírse. Avanzó por el muslo, jugueteo con el cinturón del chico, mordiendo su labio inferior, avanzaría un poco más de no ser por el estúpido cinturón de seguridad.— No es una buena idea hacerlo hoy.
— ¿Por qué? ¿Tu madre está en casa?
Sí, bueno, en parte. Si Astrid estuviera completamente consciente y todo esto estuviera mucho más claro, seguro que el hecho de que su madre estuviera en casa sería un problema.— Sí, pero no es eso.— volvió a negar con la cabeza, Astrid estaba intentando (y fallando) desabrochar su cinturón.— Tienes que ir a casa... A descansar...— dándose por vencida, decidió acariciar su entrepierna por encima de la mezclilla del pantalón.— No, no hagas eso.— le advirtió, sintiendo la presión de su toque.— En serio, Astrid, no.— soltó una mano del volante para apartar la de la chica.— Hablo en serio.— dijo, aunque no sonaba tan convencido. Astrid lo dejó en paz.
Cierto, ¿Qué tal si se estrellaban o algo? No dijo nada al respecto, pero lo pensó bastante.
Una vez llegaron a su casa, Hiccup estacionó el auto frente a la casa Hofferson. Apagó el motor y justo en el momento en el que guardó las llaves, escuchó un chasquido y de pronto, sintió como alguien lo tomaba de la camisa para darle un beso. Se quejó en un principio, incluso intentó apartar sus manos (está camisa le gustaba, en serio, no quería que se arruinara el cuello) que se sostenían con fuerza a la prenda. Fue un beso fiero, lleno de necesidad, Astrid exploraba con su lengua toda su cavidad oral; empezó a disfrutarlo, aunque no demasiado, porque en su mente seguía el pensamiento permanente que decía: ella no está en sus cinco sentidos.
Probablemente ella no quiera esto.
And I know she knows that I'm not fond of asking
True or false, it may be
She's still out to get me
Luchó por separarse, jadeando, ella intentó volver a atacarlo, está vez trepándose sobre él, colocándose en su regazo. Su pasividad le gustaba, pero le gustaba más luchar por el dominio con él, uhm, bien, esto estaba bien de todas formas; tomó sus manos y de lleno las coloco sobre sus pechos, Hiccup apretó de forma automática, como acto de reflejo, el movimiento la hizo gemir por lo bajo, sonriendo.
— Astrid...
— Podemos hacerlo aquí, ¿Sí?— propuso, el aire infantil de su insistencia le hacía gracia a Hiccup, era tierno.— Te necesito tanto...— acto seguido dió un pequeño brinco, ocasionando que su propia pelvis chocará contra la de él, volvió a gemir cuando sintió que él no estaba del todo negado a esto.— Por favor, por favor...— con cada palabra repetía la acción de brincar.
Hiccup estaba dando todo de sí para no soltar ningún sonido que afirmara que le estaba gustando. Genial, las pastillas seguro que no solo le causaban euforia.— No, tengo que dejarte en tu casa. No, no... ¡No!— ante sus negativas ella volvió sus manos a su cinturón, Hiccup volvió a tomar sus muñecas. Ella se reía de él, encantada con el juego.— Hablo en serio. No estás del todo consciente.
— Claro que sí.— arrastró un poco más las palabras en esa oración.— Estoy consciente de que quiero tu pi...
— No.— la interrumpió un poco más demandante está vez. Ella se quejó, luego miró a su derecha, por la ventana: su casa. Su casa y en ella su habitación. Es sábado.
— De acuerdo.— aceptó sin más, cambiando repentinamente de estado de ánimo. Hiccup suspiró, bien, eso había costado trabajo.— Llévame a mi casa.— se sentó de nuevo en el asiento del copiloto, vio a Toothless echado en el asiento trasero y decidió hablarle mientras Hiccup salía del auto para abrirle la puerta. Primero abrió la de Toothless (no iba a dejarlo en el auto) y luego la de Astrid, quien negó con la cabeza.— No puedo bajar, Hiccup, Cárgame de nuevo.— pidió agitando las piernas. El castaño volvió a suspirar y la tomó en brazos, ella soltó un grito de alegría.— ¡Que brazos! Apuesto a que puedes cargarme como un costal de papas sin esfuerzo.— con uno de sus dedos fue acariciando su barbilla.— Aw, tienes barba aquí, te verías muy sexy con una barba, ¿Por qué no te dejas la barba?
— No me gusta.— le respondió, caminando por el jardín hasta la puerta de la casa. Uh, cierto, necesitaban una llave.— ¿Tienes la llave?
— ¡Sip!— se bajó de sus brazos y una vez de pie, la buscó en su bolso, se tambaleaba un poco y sus rodillas temblaban. Se quejó.— Estoy harta de estas botas.— dijo en voz alta, una vez encontró las llaves agregó.— ¿Te gustan mis piernas con ellas?— preguntó sonriendo. Hiccup tomó aire.— No abriré hasta que contestes.
¿Qué más da?— Sí, las hace ver aún más lindas que antes.— No estaba mintiendo de todas formas. Astrid asintió, decidió concentrarse en buscar del llavero, la llave indicada para la puerta.
How could this be done
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Oh, and your sweet and pretty face
In such an ugly way something so beautiful
Will die every time I look inside
— Se verían mejor en tus hombros.— le coqueteó abriendo la puerta. A este punto, a Hiccup le hacía un poco más de gracia. Seguro que la chica no pensaba eso, por lo menos no todo el tiempo. Astrid entró a su propia casa, encendiendo la luz.— Bienvenido a mi humilde morada.— lo invitó a pasar, Hiccup dudó si entrar o no.— Alto, ¿Ya habías venido aquí, verdad? Huh, lo olvidé.— soltó otra risa nasal.— Ven, ven, pasa.— Lo tomó del brazo y lo hizo entrar, Hiccup se dejó hacer — Ven tú también, Toothless, eres bienvenido a mi casa.
El perro le hizo caso, Astrid le ofreció sentarse en su sofá, Toothless no buscó la aprobación de Hiccup y obedeció a la rubia.
— No es necesario que se siente ahí, nosotros ya debemos irnos...
— ¿Por qué?— Astrid hizo un puchero.— Si yo adoro estar contigo.— confesó, Hiccup enarcó una ceja, recordando todas las veces en las que Astrid buscaba evitar pasar tiempo con él.— ¿Quieres algo? Tenemos jugo, agua, café... Yo odio el café, ¿Sabes? Me hace actuar raro.— canturreo la última palabra mientras lo guiaba a la cocina, Hiccup no pudo evitar reír por lo bajo.— Mi tío debe tener cerveza por ahí... Creo que me vendría bien...
Oh no, alcohol y medicamentos no.— Te vendría bien un poco de agua.— la frenó, evitando que ella pudiera ocasionarse una visita a urgencias. Buscó un vaso y lo llenó de agua del grifo.— Ten, bebe esto.
— Eres tan atento...— lo adulo, antes de tomar el vaso.— Muy atento, tanto que haces que quiera comerte a besos...— bebió todo el vaso de un trago. Ahora que lo mencionaba, sí, estaba demasiado sedienta, aunque esperaba calmar su sed de otra manera. Uh, de todas formas no era tarde para eso. — Ya.— avisó cuando terminó, devolviéndole el vaso.— Soy una chica obediente.— le aseguró con voz profunda.
— Es debatible.— respondió Hiccup, ella se rió con ganas.— Vamos, tienes que ir a tu habitación, necesitas recostarte...
— No puedo subir las escaleras. Estoy mareada.— sí, todo le daba vueltas, pero tampoco estaba tan mal, solo quería llevar a Hiccup a su habitación. Seguro que una vez ahí podría retenerlo de una forma u otra.— Llévame.— pidió de la forma más tierna que pudo, pestañeando repetidas veces, buscando regalarle la mirada más dulce que se sabía.
Aunque sabía que se estaba metiendo en un problema muy gordo, él accedió.— Solo te llevaré a tu habitación. Nada más.
— Sí, sí.— volvió a cargarla, la subió por la estrecha escalera con cuidado, escuchándola reír y sintiendo como se acurrucaba en su pecho. No iba a mentir, le gustaba demasiado está Astrid tan sedienta de amor, era divertida, aunque quisiera arrancarle los pantalones cada tanto. Afortunadamente la puerta estaba abierta, tal vez Astrid no acostumbraba cerrarla.— Oh, llegamos.— avisó. Hiccup la llevó hasta su cama y la recostó con cuidado en ella, como si no buscara incomodarla.— ¿Puedes quitarme las botas? Las odio.
Hiccup se sentó en la cama y empezó a deshacer los nudos de los cordones, no desviaba la mirada de estos, no quería ver más de lo necesario. Le dejó los calcetines y las botas al pie de la cama. Estuvo a punto de irse de la habitación cuando ella lo llamó de nuevo.
— Hiccup.— volvió la vista a ella que se apoyaba de los codos para elevar su torso.— ¿Puedes... Darme un beso? — pidió, sonando un poco vulnerable. La petición le dió un vuelco en el corazón.— Siempre te beso yo a ti, bueno, más o menos... Solo... ¿Puedes empezar tú?
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Well, she's still out to get me
— Bien, de acuerdo.— se acercó un poco a ella. Astrid se sentó en su cama para que él no tuviera que batallar tanto. Hiccup la tomó de la barbilla y sin más le plantó un beso casto sobre sus labios, lento y sin prisas; en medio del su mente llena de nubes, Astrid pensó que sus besos eran lo mejor del mundo, que podría volverse adicta a ellos sin pensarlo. Le rodeó el cuello con los brazos y fue acercándose un poco más, él abrazó su cintura, no muy posesivo, tranquilo, disfrutando el momento.
Se separaron momentáneamente, ella le miró entre sus pestañas, sonriendo como una niña boba, contagiándolo. Volvió a atacarlo, también con ternura, con una mano acariciando las pecas de su mejilla, recargando un poco más su cuerpo con el de él, subiéndose nuevamente a su regazo.
El beso fue escalando y escalando. Astrid ya le mordía los labios y Hiccup podía saborear las pastillas que ella había masticado. Eran de un artificial sabor uva, polvoso, sabía genial. Tuvo que parar cuando ella volvió a dirigir su mano a sus pechos.
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She's still out to get me
— Dije que solo te llevaría a tu habitación.— susurró, oponiéndose a la acción que ella le obligaba realizar. Astrid se quejó, obligándolo de todos modos, a colocar su mano contra su suave seno izquierdo.— No puedo hacerte esto, Astrid. No estás consciente.
Otra vez con eso.— Estoy consciente. Estoy perfectamente.— aseguró, sonando un poco más despierta, de todos modos, eso no cambiaba nada.— ¿Qué no te gusto?— lo retó, llevando la otra mano de él al otro pecho, Hiccup negó con la cabeza.
— No es eso, Astrid...
— ¿Te gusto o no?
— Claro que sí. Y claro me gustaría hacer esto contigo.— la consoló, llevando su mano izquierda (la dominante) a la mejilla de la rubia. Su rostro, que se había mantenido animado en todo ese rato, cambio a uno desencajado, que trataba de procesar el rechazo.— Pero está noche no. Ya habrá otra noche en la que sí.
— Quiero que sea está.— insistió, sus modos infantiles habían vuelto.— Por favor, ¿Sí? En serio, estoy bien.
Hiccup besó su frente.— Tienes que dormir un poco, tomaste demasiado medicamento, por la mañana te sentirás mejor...
— ¡No te entiendo!— lo empujó lejos, cruzándose de brazos e inflando las mejillas.— ¡Se supone que soy lo mejor que puede pasarte en tu vida! ¡Me tienes aquí... Rogándote!— espetó, Hiccup se levantó de la cama, dejando que ella hiciera su berrinche.— Yo no le ruego a nadie, tomo lo que quiero y ya. Y te quiero a ti.— se colocó de rodillas en la cama, tratando de verse un poco más alta, Hiccup sonrió de lado.— Soy la chica de tus sueños, soy la chica más popular de la escuela, eres un nerd campeón de ajedrez... Te estoy rogando para que me folles, ¡Fóllame! ¡Este debe ser tu maldito mejor sueño!
Hiccup soltó una carcajada. Vale sí, ella tenía razón, había soñado con esto varias veces, pero en todos sus sueños, ella estaba completamente consiente de todo, ella no estaba adormilada con pastillas ni tan artificialmente deseosa de él.
— ¡Deja de reírte! ¡No es gracioso!— tomó una de sus almohadas y empezó a golpearlo con ella. Hiccup se cubrió con los brazos.— ¡No te rías de mi!
— No me río de tí.— tomó la almohada y la dejó a un lado.— Me rió de lo irónico que es esto. Es todo.— aseguró, ella resopló molesta aún.— Escucha, Astrid, si lo hago ahora, no sería justo. Me estaría aprovechando...
— ¡No me importa!
— Tal vez no te importe ahora, pero lo hará después.— continuó, paciente, sin alterarse, tomándola de las manos, tratando de infundirle esa misma calma.— Si vamos a hacerlo, me gustaría que no te arrepintieras, que te guste porque tú lo quieras y no por un medicamento. No voy a aprovecharme de tí, ¿Está claro?
Bien, Hiccup era tal vez, el hombre más difícil de convencer. Cosa rara, cualquiera hubiera aceptado sin pensarlo. Lejos de enojarse, el hecho le hizo sentir mariposas en su estómago, oh...
— De acuerdo.— aceptó, antes de soltarse y de recostarse nuevamente en la cama. Hiccup la respetaba lo suficiente como para no hacer nada está noche, eso era tierno, pero no la dejaba satisfecha en lo absoluto. Lanzó un suspiro, bien, ¿Qué iba a hacer ahora con el conjunto que llevaba puesto? ¿Con su ropa interior a juego? Bueno, tal vez tenía que esperar, diablos.— Eres un fastidio.— soltó, escuchó su risa de nuevo. Astrid, solo para asegurarse, y quién sabe, provocarlo de nuevo, tomó el dobladillo de su vestido y lo levantó lo suficiente como para enseñarle las bragas que llevaba puestas.— Me puse esto para ti. Bueno, no. Lo hice pensando en ti, ¿Te gustan?
— Eh..— lo cierto es que no podía dejar de mirarlas.
— Seguro que las conoces, son las que estaba usando cuando me espiaste con el espejo de ahí.— señaló el pasillo. Hiccup se quedó helado, ¿¡Pero qué...!?— Claro que te ví, bueno, no... Lo supe después. No dije nada porque... No me molestó que me vieras.— aclaró, balanceando las piernas, todavía exponiéndose ante él.— Es como... Algo que siempre hago. Trato que siempre mi ropa interior combine cuando salgo contigo, es ridículo, pero no lo puedo evitar... ¿Quieres ver mi sostén?
Hiccup tragó saliva.— No, no, está bien así.— estaba más que bien, a decir verdad. Astrid asintió, soltó su falda para extender sus brazos.— ¿Qué...?
— ¿Mínimo puedes dormir conmigo? Prometo portarme bien. Nada de trucos.— le aseguró, sonando sincera.
— Nada de trucos.
— Que no. Ven aquí.
Se recostó junto a ella, Astrid le rodeó con sus brazos el torso, y con mimo se acurrucó en su pecho, sonriendo complacida, Hiccup la abrazó, acariciando su cabello e inhalando el olor de este.
Podía acostumbrarse a esto.
So how could this be done
By such a smiling sweetheart?
Oh, you're so naïve, yet so
Suspiró, se quedó quieto mientras esperaba a que ella se quedara dormida, estuvo atento al ritmo de su respiración, a su peso en sus brazos, con el tiempo a él también le empezó a dar sueño. Su sopor empezó a hacer que sus ojos se sintieran pesados, y la cama de la chica a pesar de ser un poco pequeña para él, y que sus piernas sobresalían un poco del borde de la cama, le resultaba bastante cómoda, y el silencio era perfecto como para dormir un poco.
Empezó a dormitar junto a ella, tal vez podría avisar más tarde que llegaría después. Ni siquiera se dió cuenta que Finn Hofferson había llegado a su casa, lo único que escuchó fueron pasos (que no lo preocuparon para nada), y al final, una voz fuerte preguntando.
— ¿Quién está...?— Hiccup se levantó en ese mismo momento, despeinado y claramente vestido. Finn entornó los ojos, también su sobrina estaba vestida, completamente dormida.— ¿Hiccup?— lo nombró.
— Hola, eh...— le regresó la mirada.— Uh... Yo... Traje a Astrid a casa.— avisó, señalando a la chica dormida.— Es que ella estaba... Ella...— toma aire, Hiccup, no hiciste nada malo. Él lo sabe, lo intuye.— Ella tomó demasiadas pastillas para su alergia, como habían muchos gatos en la fiesta...— explicó, logrando hilar las palabras para formar una oración.— Ella se mareó y decidí traerla a casa.
— ¿Es tu perro el que está abajo?
— Sí.
— Ya veo.— Finn se veía no muy contento, pero tampoco se veía muy molesto. Eso no lo hacía sentirse más tranquilo.— ¿Qué pretendes con mi niña?
— ¿Disculpe?
— Sí, ¿Qué es lo que pretendes?— reformuló la pregunta, sonando serio. Hiccup no supo a qué se refería aún.— Has visto demasiado a Astrid estos días. No es solo la organización de esa fiesta.— hizo una pausa, el tono de su voz no era tan estridente como antes, de hecho, era algo suave, no quería despertar a su sobrina.— Escucha, Hiccup, Stoick y yo somos buenos amigos, y de verdad creo que eres un buen muchacho.— continuó, Hiccup entonces supo a qué se estaba refiriendo.— Y comparado a todos los chicos que han intentando algo con ella...— rascó su nuca.— Eres el mejor de todos ellos. En serio, le rogué a los dioses que ella se fijará en alguien como tú, alguien estudioso, de buena familia, claro con un poco de músculo, pero...— se estaba desviando, Hiccup lo sabía.
— Señor Hofferson...
— Hiccup, no hagas que deje de creer que eres bueno para mi sobrina.— advirtió el hombre, señalándolo con uno de sus dedos.— Astrid... ha pasado por bastante.— agregó, Hiccup volvió su vista a Astrid, quien seguía durmiendo plácidamente, seguro que seguía creyendo que dormía junto a ella y siendo honesto, él también quería quedarse junto a ella, cuidar su sueño y dormir arrullado por su tranquila respiración. Lo entendía, lo entendía bien.
— Lo sé.— decir esto era complicado. Él no estaba en una relación con Astrid, bueno, no de momento, tampoco creía que ella estuviera jugando con sus sentimientos, pero si ella solo buscaba sexo (quizá, tal vez), entonces, ¿cómo quedaría ante su tío que, estaba desesperado por hacerle saber que no quería que él fuera un patán? Como un patán seguro.
No es que le importara mucho la opinión de Finn Hofferson, aunque, ahora que lo tenía justo frente a él, empezaba a importarle un poco, ¿en serio lo veía como la mejor opción? Sabía que Finn era un hombre difícil de convencer, sobre-protector con su sobrina...
Cielos, él ya tenía su aprobación, solo le faltaba ser novio de Astrid.
It's such an ugly thing
For someone so beautiful
Will die every time you're on his side
— Si le rompes el corazón, yo te romperé el cuello.— amenazó Finn. Luego le llamó la atención su reloj en su pulsera, era muy tarde ya, bastante. Y que un hombre estuviera tan tarde en la cama de su sobrina no le sabía para nada bien.— Es tarde, ve a casa. Tu padre se preocupará.— refunfuñó, tomando el picaporte de la puerta.— Gracias por... traer a mi niña a casa.
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True or false, it may be
Well, she's still out to get me
Entrecerró la puerta, seguro que se quedaría en el pasillo agudizando el oído.
Hiccup intentó levantarse de la cama, fue ahí cuando notó que la rubia lo tenía pescado del brazo, él trató de apartarla de sí mismo con suavidad, para no despertarla. No había nada mas lindo que ella, en serio, nada mas bello que verla completamente en paz, dormida, muy cómoda y tan a gusto con él. Astrid se había equivocado, sí, uno de sus sueños era ver a Astrid tan ansiosa por él, verla sin ese vestido seguro que se volvería uno recurrente, pero este no era su mas grande sueño con ella. Era este, verla feliz junto a él.
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True or false, it may be
She's still out to get me
Era cursi. Lo sabía. Y seguro que si se lo llegaba a decir, Astrid se reiría... O quien sabe.
— No...— su voz lo asustó, Astrid hablaba entre sueños. Eso o sí logró despertarla.— No... te vayas.— suplicó entre sueños. No, que no haga eso, ella no tenía ni idea de lo tierna que se veía, ella no tenía ni idea de lo que le estaba haciendo, o quizá sí, quizá lo sabía, y lo sabía tan bien que se aprovechaba de eso, de lo cautivadora y extraña que era su dulzura.
Just don't let me down
So just don't let me down
Hold on to your kite
Viendo que, ella necesitaba abrazar algo que oliera similar a él, se quitó la chaqueta que llevaba puesta y la colocó sobre el cuerpo de ella, Astrid la acomodó entre sueños, solo para abrazarla y acurrucarse con ella, olfateaba de vez en cuando, de forma cómica. Uh, ya la tendría de vuelta, algún día, aunque la verdad no le importaba no recuperarla jamás; antes de irse se inclinó para besarle la frente.
Hold on to this kite
Just don't let me down
Just don't let me down
Los rayos del sol, como siempre en estas historias, despertó a Astrid. Le daba directamente en los ojos, la rubia se quejó de forma audible, había olvidado cerrar las malditas cortinas, era un horror despertar así en domingo. Bostezó antes de abrazar un poco mas sus sabanas, tratando de volver a dormir, uh, había un olor distinto al que estaba acostumbrada, no era el típico olor a suavizante de telas y a su aroma habitual, sino un poco mas masculino, bastante mas; era espuma de afeitar, con canela, amaderado, tal vez un poco de suavizante de tela... era fantástico, enterró su cara aún mas en él, adicta a ese olor.
El olor de Hiccup era lo mejor del mundo. Dioses, ella adoraba...
¿Hiccup?
Abrió los ojos de golpe, oh no. Oh no. Observó a su lado, asustada, oh no, no, no, no recordaba mucho de la noche anterior, ella no quería ver a Hiccup ahí...
Salvo que no estaba. Solo había dejado su chaqueta. El alma le volvió al cuerpo cuando se vio vestida con la misma ropa de anoche, lo único que el faltaba eran sus zapatos, los cuales estaban al pie de su cama. Suspiró con alivio, le dolía un poco la cabeza, no demasiado, no se comparaba para nada con una resaca; de todas formas, no quería volverlo a hacer, pudo haber vomitado en la pickup de Hiccup o algo peor. De pronto empezó a recordar cosas, como sus asaltos hacia él o todas las cosas que le había dicho.
Mierda.
Ella no había querido decir todo eso. Bueno sí, pero no era su plan decirlo... ¡No así! Apretó la mandíbula. Seguro que había quedado en ridículo frente a...buscó su teléfono, tuvo que levantarse por su bolso donde era casi seguro que estuviera. Revisó sus notificaciones, alarmada, Heather era una fanática por tomar fotos y Ruffnut era conocida por las imprudentes descripciones que les ponía o lo que llegaba a comentar. Había fotos, sí, pero no demasiadas, solo de ella con Ruffnut, ella con Heather, gatitos, la fiesta en general...
Se detuvo en una de ellas, era la única en donde estaba con Hiccup. Recordaba esa foto a pesar de haber estado mareada y alterada; todo le parecía gracioso, pero justo en ese momento le parecía una excelente idea tomarse una foto con él, besando su mejilla y apuntando la cámara hacia arriba. Él arrugaba la nariz por el cariño recibido, la luz en la foto era morada, producto de las luces artificiales del baile escolar, llevaba a Garff en su mano, el pequeño perro beagle era el único que miraba a la cámara.
Lo recordaba riendo."— No, no... basta, me haces cosquillas.—" le dijo después de que ella tomó la foto, recordaba haberle tomado de la barbilla antes de darle otro beso, y reírse, reírse de su cara que decía claramente "no puedo creer que esto de verdad esté pasando". Aun estando completamente sobria le parecía graciosa, especialmente cuando ella se separaba de forma abrupta y él seguía manteniendo sus labios fruncidos y los ojos cerrados, como si quisiera continuar el beso.
Era un tonto. Un tarado, uno demasiado lindo. Que hacía que su corazón se hinchara al punto de querer reventar, que le llenaba de azúcar las venas...
La foto tenía muchos "me gusta", había comentarios preguntándole si Hiccup era su novio, lo bonita pareja que eran, desgraciadamente nadie preguntaba sobre el perrito en la foto, ni quería informes para adoptarlo. No quería seguir leyendo, no porque estuviera molesta (un poco avergonzada, sí, pero no estaba tan enojada como ella pensaba), sino porque no quería preguntarse tampoco si Hiccup era su novio. No lo era, no en sí, es decir, ellos no habían hablado de eso, ella se había declarado, él mismo había dejado muy en claro sus sentimientos, dioses, casi lo habían hecho en la oficina de Viggo...
¿Eso tendría una consecuencia? Diablos, esperaba que no.
Suspiró, abrazó un poco mas la chaqueta del chico, no tenía que controlarse aquí, no había nadie que estuviese ahí para juzgarla. Recordó sus palabras cuando la contuvo, estando ahí, en su habitación, diciéndole que no quería que ella se arrepintiera después... Hiccup era el sujeto mas tierno de toda la vida.
Nadie más hubiera hecho eso. Seguro que cualquiera se hubiera aprovechado en la mas mínima oportunidad. Sabía que no debía valorarlo mas solo por ser educado, por no ser un abusador, pero las endorfinas en su cerebro no le permitían no emocionarse por ello. Dioses, estaba siendo como una niña pequeña...
Solo tenía que esperar su llamada. Solo eso.
Si es que llegaba, claro.
Notes:
Cada día mas cerca del lemon. Ay ese Hiccup, todo cursi y caballeroso. Idealizarlo es mi pasión.
Bueno, también verlo sufrir. Me encanta.
¿Cómo andamos? Yo sigo en la cruzada dolorosa que es obtener pacientes. Pero siempre hay una luz de esperanza xd
No, la verdad es que vengo a promocionarme descaradamente.
¡Estoy haciendo comisiones de fics! ¡Así es, tal y como usted lo leyó! Después de pensarmelo un poco, pensé que sería una buena idea empezar a customizar mis escritos. Principalmente para sustentar mi carrera, el instrumental es un poco caro. PERO OIGAN, no se me espanten, que las comisiones no son muy caras y su precio varia dependiendo del numero de palabras que tenga uwu
Así que si tienes esa idea loca de HTTYD atorada en tu cabeza, quizá yo pueda ayudarte a que se haga realidad... en un fic, por lo menos uwu
Si quieres saber más, puedes ir a mi pagina de facebook, y la publicación se encuentra justo aquí
TAMBIEN, me temó que dejaré este y el fic de Hipo brujo en pausa durante estas vacaciones de primavera. Estoy empezando a escribir en inglés (practicando mas bien) y no solo eso, sino que me estoy atrasando con el otro fic. Mis capitulos de colchón empiezan a disminuir. Se vienen cosas grandes )?
Entonces, salvo por las comisiones y los fics en inglés, no subiré mucho. A menos que me ataque la inspiración y haga un fic relampago. Están divertidos.
¡Les quiero! Cuidense, bai.
Chapter 7: Detonate
Notes:
Este capitulo es traido a ustedes gracias a... LA PRESION SOCIAAAAAAL.
Vale, no. Disfruten este cap.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
— ¡Muchas felicidades, chicos! ¡Fue el mejor evento en años!— celebró Oswald alzando los brazos, con una enorme sonrisa. Siempre tan entusiasta.
Era lunes, el lunes siguiente a la fiesta. Los dos estaban de vuelta en la oficina del director, Astrid con los brazos cruzados, su traje de animadora, tan pulcro como siempre, y con su usual cara seria, sin mucha emoción más que el desagrado de estar ahí y no en clases. Hiccup sonreía de forma cordial, y asentía de vez en cuando, tratando de que esto pasara lo más rápido posible. Oswald parecía ser el único que realmente quería estar ahí.
— ¡En serio! Debieron ver a todos esos gatitos adoptados...
— Sí, el único que faltó fue Garff. — masculló Hiccup. Sí, Garff por el momento se quedaba en su casa, al cuidado y mando de Toothless, que lo trataba como si se tratara de su pequeño lacayo, era tierno, sin embargo, quizá no podrían conservarlo. Ya había demasiados animales en su casa.
— Eso es una pena, Hiccup. — lamentó Oswald bajando un poco la mirada. Hiccup asintió, ya vería que hacer, su madre era buena convenciendo a la gente de adoptar, no solo eso, seguro que alguien en Caldera Clay estaría interesado en el pequeño Garff. — Estoy seguro de que sabrás encontrarle una solución.
Sí, él siempre sabía cómo resolver los problemas.
— ¿Podemos irnos...?— empezó Astrid.
— No, aún hay cosas que quiero decirles. — apuntó Oswald, Astrid rodó los ojos. No era que quisiera ir a clases, al contrario, tenía que hacer otra cosa. Una un poco más importante que la boba clase de cálculo. — Tendrán créditos extra por esto, solo tienen que añadirlos...— explicó el engorroso procedimiento para registrar los créditos, el cual Astrid y Hiccup se habían al derecho y al revés. No aporta nada a todo esto, entonces nos lo vamos a saltar. — Eso, sí, ¿saben cómo se hace todo eso?— recibió un asentimiento por parte de los dos adolescentes. — Bien, bien, nuevamente, muchas gracias, chicos. Pueden irse.
Estuvieron a punto de dar la media vuelta, cuando de pronto, Oswald recordó algo.
— Oh, cierto, el profesor Viggo me comentó algo...
Esa frase los dejó helados. Santa madre de Dios, Hiccup y Astrid se miraron entre sí, los ojos muy abiertos, a ambos se les había bajado el azúcar, se veían pálidos. Viggo, claro que los había acusado, cualquiera lo habría hecho, claro...
Hiccup se adelantó, sintiendo que tenía que repararlo. — Antes de que continué quiero decirle de parte de ambos que lo sentimos mucho, no sabíamos que era su oficina...
Astrid, más astuta que él, se detuvo a mirar la cara de Oswald, él no se veía enfadado ni incomodo, solo un poco confundido. — Hiccup...
— Y sabemos que no es excusa, en serio, pudo haber sido en cualquier...
— Hiccup...
—... oficina. Fue una actitud reprobable, lo sabemos...
— ¡Hiccup, cállate!— lo jaló del pelo, haciéndolo callar. Hiccup se quejó de dolor, la miró molesto, ¿qué? ¿Por qué rayos lo estaba tomando (literalmente) del pelo? Ella necesitaba ser más sutil, eso o dejar de maltratarlo físicamente...— Continúe. — le ordenó a Oswald, todavía con el cabello de Hiccup entre sus dedos.
Con lo que me gusta que me toquen el cabello.
— Oh, sí. — Oswald volvió a sonreír, esta vez un poco incómodo y confundido. No sabía cómo decirle a Astrid que soltara a Hiccup. — Viggo dice que fue una velada agradable, hasta adoptó un gatito... ¡Jamás lo había visto tan animado! Bueno, en lo que cabe.
De modo que, no había mencionado nada sobre el incidente en su oficina, ¿bien, no? Para Astrid estaba bien, supuso. Para Hiccup, por su parte, era una señal de alarma que lo hizo entrecerrar sus ojos.
— Está planeando algo. — murmuró, Viggo nunca pasaba la oportunidad de hacerle la vida imposible. Era algo obvio que estaba planeando algo. — Algo grande.
Astrid rodó los ojos. Que molesto era el conflicto infantil entre Hiccup y Viggo. Solo esperaba que ese conflicto no terminara manchándola a ella.
— Bien, gracias. — sonrió Astrid.
— Uh, Astrid, ¿podrías dejar de... lastimar a Hiccup?— preguntó Oswald, sin saber exactamente como ser firme con ella. Astrid abrió la palma de su mano, liberando a Hiccup, quien se sobó esa zona adolorida del cuero cabelludo, ¿cómo alguien de su complexión podía ser tan fuerte? Cielos. — No lo hagas... de nuevo. — recibió una mirada asesina por parte de la rubia, ¿cómo es que una adolescente le daba tanto miedo? Más que miedo era un poco difícil tratarla. — ¿De qué estabas hablando, Hiccup?
Hiccup iba a decir algo, sin embargo, Astrid se le adelantó. — De nada importante. Hiccup solo está confundido. Si no hay más que decir, nos iremos ahora. — cortó de forma tajante. Oswald decidió dejarlo por la paz, sí, seguro que no era algo tan importante.
Dejó a los jóvenes marchar, Hiccup seguía sobando el lateral de su cabeza. Ni bien estuvieron fuera, en el pasillo solitario (ya que, todos estaban en medio de sus clases), Astrid lo pescó del antebrazo con fuerza, como si su mano fuese una pinza hidráulica, Hiccup volvió a quejarse. La rubia no se detuvo ahí, lo arrastró por el pasillo, la mirada fija hacia el frente, desviando los ojos de vez en cuando, buscando algo con la mirada, Hiccup se quejaba en voz baja, tratando de apartar su mano. Él podía caminar solo, no necesitaba esto.
Bingo, Astrid lo encontró. El armario del conserje; abrió la puerta de golpe, y con un agresivo movimiento, lo hizo entrar a la fuerza, cerrando la puerta tras de ella. Ugh, estaba oscuro, Astrid buscó el cordón para encender el foco por encima de sus cabezas. La tenue luz amarilla no ayudaba mucho de todas formas.
— ¿Quieres soltar mi brazo de una vez?— preguntó Hiccup fastidiado. Si había algo que él odiaba de Astrid (que no era mucho de todas formas), era que fuera tan agresiva, ¿qué rayos le pasaba? Astrid lo soltó. — Gracias. — Hiccup sostuvo su antebrazo, auch, la presión de su mano causaría estragos después.
— Tengo que hablar contigo.
— Ah, pudiste mencionarlo antes, y no arrastrarme hasta aquí sin decirme nada. — le reclamó, en serio molesto. Astrid le miró como si él estuviera exagerando, vamos, ni siquiera le apretó tan fuerte.
— No seas un llorón.
— ¡No soy un llorón! No tienes derecho a hacer eso, ¿crees que puedes lastimar a quien tú quieras y no recibir consecuencias de eso?— le respondió, desafiándola. Astrid abrió los ojos, ¿estaba reclamándole esto? ¿Le estaba llevando la contraria? Nadie hacia eso. — Las personas no son tus lacayos. — Ajá, claro. La vio rodar los ojos, fastidiada, ¿ah, en serio?— Y yo tampoco. Tal vez... tal vez yo no quiera hablar contigo. — aventuró, tratando de causar una reacción en ella.
Lo logró, Astrid se cruzó de brazos, sonriendo de forma sarcástica. — Claro que quieres hablar conmigo.
— No. No quiero si sigues tomándome así del brazo o jalándome el cabello. — aclaró, si esto iba a avanzar, si es que ese era el plan, entonces era mejor dejar eso claro. No iba a tolerar abusos físicos... o de ningún tipo. Astrid cambió su expresión a una un poco más desencajada, similar a la que hizo el sábado. Seguro que nadie la había puesto en su lugar antes, y el hecho de que Hiccup, el nerd, lo hiciera no parecía agradarle nada.
Se sentía un poco avergonzada, desencajada, mas no molesta, era un sentimiento extraño. No iba a dejar que él se diera cuenta, por lo que solo le regresó la mirada, cruzada de brazos. Si Hiccup no fuera él, si hubiese sido cualquier otra persona, la que fuese, Astrid lo hubiera dejado ahí, o peor, le enseñaría que todo se hacía de acuerdo a lo que ella dijera. Todo. No hay excepciones.
Bueno, quizá sí: Hiccup.
— De acuerdo. — masculló, entre dientes. — Lo siento. — se disculpó, para sorpresa de Hiccup, quién no esperaba que Astrid llegase a disculparse por esto. La disculpa parecía sincera de todas formas, aunque la chica se viera disgustada por decirlo. — Quería hablar en serio contigo. No sabía cómo decírtelo.
Hubo muchas maneras de decírselo, de todos modos. No quiso pelear, lo que había pasado había sido... un avance importante.
— Uh... de acuerdo. — asintió Hiccup, solo esperaba que ella no volviese a golpearlo. — ¿De qué querías hablar?
— Bueno, para empezar, no llamaste. — habló la chica, entrecerrando los ojos, viéndose molesta, Hiccup enarcó una ceja, ¿ah?— Ayer. Ni hoy. No llamaste después del sábado.
Ah, ¿llamar? ¿Él tenía que llamarla? ¿Por qué?— ¿Llamarte?
— Sí, no llamaste. — Astrid apretó sus puños, para ser tan listo Hiccup era demasiado bobo. — No me llamaste para saber cómo estaba, ni para saber cuándo te devolvería tu chaqueta o algo.
— Bueno... yo no sabía que tenía que hacerlo. — Hiccup empezó a sentirse incomodo, tanto que se rascó la nuca, también desvió la mirada. — Tú tampoco llamaste. — atajó, atacándola con sus mismas armas.
— Yo no tenía que llamarte. Tú eres el que debe hacerlo. Fuiste tú el que me llevaste a casa.
— Bueno, con más razón debiste llamarme, pude no haber llegado a casa...
— No seas ridículo. — siseó ella, acercándose a él de forma amenazante. Sabía que cabía la posibilidad, él una vez no llegó a casa. Podía pasar de nuevo. — Tan siquiera una llamada. Algo. Pude haber terminado en el hospital, no sé...— Hiccup notó que en parte, ella tenía razón, una sobredosis no era algo a tomar a juego. Astrid se dio cuenta de que lo que estaba reclamando era demasiado ridículo. — No importa. — Cortó, para después resoplar, Hiccup hizo una mueca. — Quería hablar contigo para...— cerró los ojos, seguía siendo un poco raro. De hecho demasiado raro aún.— Gracias.— su voz fue un poco más baja cuando dijo eso.— Ya sabes, por llevarme a casa y cuidarme... después de eso.— le costaba trabajo, en serio, no sabía cómo manejar eso, en serio. Odiaba no tener control sobre sus emociones. — Y lamento... lamento si dije cosas bobas mientras estaba mareada.
Hiccup sonrió un poco, ella estaba tratando de ser linda con él. Por lo menos un poco amable, tratando de hacer de lado su orgullo.
— No te preocupes, no hay problema. — le respondió con simpleza. En realidad no fue nada malo, fue un poco extraño, y ella estaba casi incontrolable, pero no malo.
— Uhm. — Astrid no quería mirarlo. El verde de sus ojos la haría derretirse.— Y también... quería decirte que...— inhaló profundo, esto era un poco más difícil estando sobria, debió doparse de nuevo con sus pastillas para alergia.— Nada de lo que te dije... fue mentira. Aunque es difícil de creer tú me gustas...— admitió en serio. Sus mejillas se habían teñido de rojo, y lo odiaba. — Eso. Nada más.
— Oh. — Hiccup no sabía que decir en realidad. — Bueno, tú también me gustas. — respondió de vuelta. Astrid entrecerró los ojos, con furia. — Bastante de hecho. — agregó.
— Eso... ya lo sé. — Astrid quería sonreír, de hecho lo hizo un poco, elevó un poco una de sus comisuras. Finalmente, le regresó la mirada, sus ojos verdes hicieron estragos en sus rodillas, llenaron de dulce azúcar sus venas.
— ¿Eso nos hace... novios?— preguntó Hiccup no muy seguro de sí. Astrid abrió los ojos con sorpresa, ¿qué se había creído? Ellos ni siquiera habían pasado tanto tiempo juntos.
— ¡No, claro que no!— lo dijo de una forma bastante hiriente, más de lo que le hubiera gustado, vio que el rostro del joven se deformaba un poco por el dolor y la sorpresa. El gesto le dolió terriblemente, agrió el azúcar en sus venas, le hizo un nudo en el estómago y sentía que eso le atravesaba el pecho. No, ella no quería eso, no quería hacerle daño, no debió decir eso de esa manera. — Es decir, no, porque... eso sería muy rápido. — trató de enmendarlo. Ella nunca intentaba enmendar algo. — No es que no quiera... — por favor, deja de mirarme así...— Solo...— ¿por qué en nombre de Thor estaba balbuceando?— Estamos saliendo.
Saliendo. — ¿Saliendo?— ¿a qué se estaba refiriendo?
Por favor, quita esa cara. — Sí, es como... salimos a citas, nos conocemos un poco. — necesitaba que Hiccup dejara de estar triste, no podía soportar que él siguiera triste. Quería tocar su mejilla, quería llenarle el rostro de besos, lo que sea. — Antes de... ser novios o algo así.
Bueno, eso era un alivio. Hiccup de todos modos, no se confió del todo. — ¿Cómo una... versión de prueba?— sonaba extraño. Bastante mal, también.
— Si quieres verlo así...— suspiró Astrid, sin saber qué hacer, con su dedo índice le tocó el pecho, como un extraño gesto de cariño. Hiccup miró su dedo, atrapó este con su propio índice, uniendo sus manos de esa forma tan extraña.
— Bien, ¿entonces... saldremos en citas?
— Si eso quieres...
— De acuerdo, entonces... ¿Quieres salir esta tarde después de clases?
— Supongo. — Astrid extendió su palma, conectándola con la de él. — ¿A dónde iremos?
Uh, no había pensado en eso. — Eh, yo... no lo sé. — admitió encogiéndose de hombros, había recobrado su buen humor. Eso la hizo sentirse mucho más tranquila.
— Tienes hasta después de mi práctica para pensarlo. — condicionó, tratando de sonar dura. Hiccup volvió a sonreír, entrelazando sus dedos con los de ella. — Si no lo sabes me iré.
— Me parece justo. — Aceptó Hiccup, miró los labios de ella, iluminados por la tenue luz amarilla, se veía bellísima con la poca luz, su corazón empezó a latir un poco más fuerte. — Entonces...— vaciló, a punto de tomarla de la barbilla y plantarle un beso.
— Entonces...
— ¿Nos... besamos?— se sintió bobo al preguntarlo, la pregunta la tomó por sorpresa, tanto que se le escapó una sonrisa pequeña. Necesitaba ver esa sonrisa de nuevo.
— Claro...— aceptó.
Al principio fue un poco incómodo, ya que ambos no sabían que hacer. Astrid no sabía si esperar a que él la besara o besarlo ella directamente, torpemente él la tomó de la barbilla y pegó sus labios a los de ella; como siempre, con ambos, el beso fue escalando, profundizándose, con ella colgándose de su cuello y él recorriendo con sus manos la cintura de ella.
Se quejó cuando sintió las manos de Astrid recorrer su cabello, con suavidad, jugando con él, enroscando los suaves mechones en sus dedos. A pesar de que le no le gustaba demasiado que le tocaran el cabello, no le molestaba mucho que ella lo hiciera.
Ella deseaba que él la tocara un poco más, que moviera sus manos a otro lugar, a un lugar más privado. Su piel le gritaba que lo hiciera, sin importarle en donde estaban, a ella no le interesaba ser descubierta, de momento. Llevó una de sus manos a las de él y las fue bajando poco a poco.
Abrió los ojos al sentir la nueva superficie. De acuerdo, esto era genial, apretó un poco por encima de la tela, gruñó al escucharla gemir por lo bajo. Movió la otra mano hacia abajo, apretando también. Necesitaba más. Un poco más.
Estuvo a punto de alzar su falda cuando escucharon la puerta abrirse, así como una nueva intromisión de luz. Lo primero que hizo él en un acto de reflejo, fue levantar sus manos, Astrid se separó de él, y ambos miraron a la puerta, asustados. No vaya a ser que Viggo...
Pues no, era Dagur, el conserje (e hijo de Oswald y hermano de Heather), quien les miraba un poco sorprendido. Tenía su carrito de limpieza a lado y una escoba en una de sus manos. No esperaba ver a dos jóvenes enrollándose en su closet. Aunque eso era un poco de esperarse, ¿no? Su clóset nunca tenía llave y era un poco predecible...
Reconoció a Hiccup de inmediato, lo que lo hizo sonreír con malicia. Así que el hijo de Stoick sí que podía romper las reglas... y nada más ni nada menos que con la sobrina de Finn Hofferson.
Qué cliché.
— ¡Dagur!— exclamó Hiccup, viendo al chico pelirrojo desalineado con sorpresa. — ¿Q-qué haces aquí?— tartamudeó.
— Este es mi clóset. — Le recordó sonriendo Dagur, alzando las cejas. — ¿Quieren que se los preste o algo, chicos?
No, ya lo había arruinado.
La miró desde las gradas, sonriendo. Saliendo. Estaban saliendo. No eran una pareja oficialmente, solo se estaban conociendo. Le parecía prudente, era algo razonable, ¿y si no funcionaba? Ellos lo sabrían antes. Suspiró, ella se veía un poco más relajada que antes, y le devolvía la mirada cada tanto; su mirada era mucho más cálida que antes, menos hostil. Eso era mucho mejor que antes, un poco menos confuso.
Podría dibujar algo como esto. Suspiró, antes de alzar buscar su cuaderno de dibujo, con uno de sus lápices empezó a trazar líneas guía y trató de conectarlas para que se viera natural. Siguió dibujando hasta que la música terminó y por ende, la práctica de animadoras.
— No puede ser, es cierto. — exclamó una de las chicas al ver a Hiccup sentado en las gradas. Las otras jadearon con sorpresa, algunas se quejaron de forma audible. Astrid alzó una ceja, Hiccup estaba en lo más alto de las gradas, un poco difícil de ver, y a la vista al mismo tiempo, entornó los ojos, pero no dijo nada.
Heather sí tenía mucho que decir. — Oye. — Llegó hasta Astrid, quien le regresó la mirada como si todo esto no tuviera tanta importancia. — ¿Cuándo ibas a decírmelo?— le preguntó con un tono ofendido, Astrid rodó los ojos. — ¿Desde hace cuánto que esto está pasando? ¡Se supone que lo odiabas!
— Nunca lo odió, Heather. — Se burló Ruffnut, apoyándose en el hombro de Astrid, quien le regresó la mirada. — ¿No es así, Astrid?
La rubia era demasiado orgullosa como para admitir que se había equivocado (de nuevo), demasiado como para no soportar que se burlaran de ella.
— No tengo nada que explicar. — cortó, apartándose un poco de Ruffnut. Tuffnut también llegó al lugar. Bien, eso no estaba mejor.
— ¡Claro que tienes que explicar esto!— por supuesto que tenía que explicárselo a su mejor amiga, no solo eso, perdió veinte dólares por su culpa. Mínimo tenía que saber por qué.— Todos los días decías que Hiccup Haddock te causaba repulsión, tanta que incluso podrías vomitar.— la siguió mientras Astrid iba guardando sus cosas.— Y yo te creí, quiero decir, sonaba en serio... ¡Y de pronto, en el baile, tú... lo besaste!— Astrid resopló molesta, tratando de guardar la calma.— No solo eso, te dopaste y lo tratabas como si fuera tu novio; así que sí, algo está pasando y yo lo tengo que saber.— la rubia le devolvió la mirada con fastidio. Sí, esperaba algo como esto.
Astrid tomó aire, luego volvió la vista a Hiccup, quien ya se había dado cuenta de la intervención que había hecho Heather, dudaba si bajar o algo así, sin embargo, la rubia se veía que, aunque fastidiada, sabía qué hacer.
— Tampoco lo sé. — su tono no fue... malo. Es decir, fue tranquilo, pero no había demasiadas emociones en él. Heather quedó boquiabierta. — Solo pasó y ya. — Tuffnut carraspeó y Astrid le dirigió una mirada de advertencia. — Pero te lo contaré luego, lo prometo. — colgó su mochila al hombro, dando por terminada la conversación.
— ¿A dónde vas?— bueno, tal vez para Heather la conversación no se había acabado. Oh no, ¿ahora él la iba a llevar a casa? ¡¿En serio?!
Pero qué fastidio. — Tengo una cita.
Escuchó la carcajada de los gemelos al ver la cara de Heather, su cara desencajada y los ojos muy, muy abiertos, casi saliéndose de sus orbitas.
¡¿Una cita?!
Astrid llegó hasta él, no avisó su llegada, solo esperó a que él se diera cuenta que estaba enfrente por el cambio de luz. Hiccup alzó la vista y en cuanto sus ojos se encontraron, la rubia sintió que el aliento empezaba a faltarle, a su vez, sus ganas de lanzarse sobre él aumentaron bastante. Esto no era normal, esto no debía pasar, ella nunca estaba tan hambrienta de amor, ella nunca...
Detestaba esto... un poco.
— Hola. — la saludó, cerrando su cuaderno. Esperaba que ella no hubiese visto su dibujo sin terminar. Ella se cruzó de brazos, para evitar correr a sus brazos. Ugh.
— Hola. — Le devolvió el saludo, mirándolo desde arriba, como si intentara convencerse que él era poca cosa. — ¿Ya decidiste a dónde iremos?— exigió saber. La pregunta lo tomó por sorpresa, tanto así, que rascó su nuca, nervioso.
— Eh, no. No exactamente...— eso la sorprendió, ¿qué había hecho en todo ese tiempo entonces?
— ¡¿No?!— apretó los puños. Hiccup se encogió de hombros. — ¿A dónde iremos entonces?
— Pensaba que tal vez podríamos pasar tiempo en el centro comercial de Caldera Cay, no sé, tal vez ver una película. — Hiccup se encogió de hombros.
La vio fruncir el ceño. — No. — películas no. Principalmente porque ponerse de acuerdo para ver una película era engorroso, tomando en cuenta que Hiccup y ella no tenían gustos similares. Eso y que no confiaba en él... O más bien en ambos estando en un cuarto oscuro con probablemente (debido al día) poca gente, con ella usando falda.
No sonaba mal, y su libido le pedía aceptar, pero ella no iba a ceder. No quería ser vetada del cine. Además, vaya idiota, en Berk había un cine, pequeño pero...
— ¿Por qué?
— Por que no. Películas no.
Bueno, tenía razón. Tal vez ambos no hablarían mucho si veían una película. Él no había pensado en el cuarto oscuro hasta ahora. Ah, sí, eso.
— Uh... entonces tal vez...
— ¡Hey!— Tuffnut. Claro que era Tuffnut quien se había colgado de sus hombros, sonriendo ampliamente, como si no estuviera interrumpiendo algo importante. — No pude evitar escuchar que irían a Caldera Cay...
— ¿Qué estás haciendo aquí?— momento de mal humor, Hiccup tragó saliva. A él no le importaba tanto que Tuffnut haya decidido ir hasta ellos. Lo había salvado.
— Espiar. No importa, el punto es...— lo admitió con tanta naturalidad que Astrid no podía creer que él estuviera hablando en serio, lo estaba haciendo, de todas formas. — También tengo que ir, Ruffnut va a hacer no sé qué y no puede llevarme, ¿creen que puedan llevarme, chicos?— pidió Tuffnut con cara de perrito abandonado.
— No.
— Sí. — respondió Hiccup al mismo tiempo que Astrid. Ella miró a Hiccup con sorpresa, él se encogió de hombros, él no tenía problema con darle un aventón a Tuffnut, ella de verdad no quería pasar tiempo con Tuffnut.
— ¿Eso es un sí?
— Sí.
— No. — repitió Astrid un poco más insistente. Miró al castaño con cara de pocos amigos, Hiccup la retó con una mirada tranquila, estaba segura que él contratacaría, seguro que diría que era su auto...
Y ella le diría que esto era una cita y que las citas no se llevaba a nadie más.
Tuvieron una batalla de miradas, por un tiempo, en la cual Tuffnut estaba atrapado. Atrapado en medio del fuego cruzado. Solo esperaba que no se besaran o hicieran algo raro frente a ellos.
— Er...
Astrid fue la primera en rendirse, estaban perdiendo tiempo. — Está bien. Que vaya.
— ¡Yay! ¡Gracias! Ustedes no notarán que estoy ahí, en serio.
Tuffnut chasqueaba la lengua con un sonoro "poc" cada tanto, ya que el silencio en la camioneta lo incomodaba bastante. Astrid estaba a punto de echarlo de la camioneta, incluso con ella andando, sin embargo, se contenía, si Tuffnut se lastimaba, faltaría alguien en el equipo. Ella no quería buscar a nadie más, no tenía tiempo para eso.
Llegaron al lugar, Hiccup se estacionó en el centro comercial y Tuffnut soltó un grito de alegría, ¡finalmente! Tomó sus cosas, sabía que si se quedaba ahí, Astrid lo haría papilla.
— ¡Gracias!— les agradeció, metiendo su cabeza entre ambos asientos. — ¿Qué es lo que van a hacer ustedes?— preguntó de forma cordial y con curiosidad.
— Ah...— Hiccup no lo había pensado aún. No sabía si alguna de sus ideas fuera a funcionar. — Bueno...
— ¡Uh! Si es una cita pueden ir al laser tag. — Sugirió el gemelo, Astrid le miró como si hubiese dado una pésima idea. — O... también pueden ir al arcade o... al cine.
— Ella no quiere. — se rió Hiccup, estaba de buen humor en contraste con Astrid, que estaba a punto de ahorcar a Tuffnut.
— ¿No? Bueno... ¿qué tal helado? Los helados saben bien, ¡compren un pastel de helado!— exclamó, emocionado. Astrid estuvo a punto de decirle que era una ridiculez, hasta que, se lo pensó mejor. Uh, de hecho estaba bien, bastante, así podrían... hablar o algo así.
Y eso era lo mejor que podían hacer. Hablar. No atacarse para luego terminar enrollándose en espacios públicos en dónde... No sé debían enrollar. Bien, finalmente Tuffnut tuvo una buena idea.
Hiccup sonreía como siempre. A él también le había parecido una buena idea.
— Supongo que está bien. — Astrid se encogió de hombros y desvío un poco la mirada, estirando los brazos y colocando una de sus manos en el reposabrazos. Tuffnut tomó aire, triunfante, bien, por lo menos Astrid no lo asesinaría o algo peor.
— ¡Genial! Ahora tengo que irme... ¡Los veo luego!— abrió la puerta de la camioneta y se desvaneció después de que la cerró, dejando, finalmente, el auto en silencio.
Un poco de paz.
Astrid esperó a que él hiciera algo, pero lo único que obtuvo fue el toque tímido de su mano sobre la suya, sin saber exactamente si debía tocarla o no. La rubia se volvió, un poco sorprendida por el toque, se tenía que acostumbrar a qué él hiciera eso. Las parejas se tomaban de las manos, ¿No?
Hiccup estaba dudoso, ah, ¿Esto lo tendrían que hacer siempre o solo a veces? Es que sería extraño... Ir a todos lados tomados de la mano, ¿Qué no?
—... ¿Quieres ir a la heladería entonces?
¿Por qué todo se estaba poniendo tan incómodo? ¿Así son siempre las primeras citas? Qué horror.
— De acuerdo.
Caminaron en silencio hasta la heladería. Astrid trataba por todos los medios no mirarlo, sentía que le estallaba el corazón con solo mirarlo, no sabía qué hacer. Está no era la primera vez en la que iba a una cita, esto... Esto se sentía demasiado nuevo, demasiado extraño, demasiado fuera de su zona de confort.
No había nada que no estuviera en su zona de confort, sin embargo, tomar la mano de Hiccup y sentirlo tan cerca de ella, se salía un poco de ella. El castaño sí externaba su nerviosismo, trazaba círculos en el dorso de la mano de ella con su pulgar y de vez en cuando se rascaba la nuca, muy, muy nervioso.
Finalmente, helado.
Entraron al local, miraron la tabla de sabores un rato, aprovechando que había más personas en la fila, Hiccup empezó a sentir la ansiedad de no saber que pedir y Astrid lo miran de reojo, ya sabiendo que pedir.
— Yo... Ahm...— tic de hombros. Astrid lo notó de inmediato, a veces él lo hacía, movía los hombros de forma rara cuando él estaba nervioso. El gesto que antes creía que le irritaba en realidad le parecía cómico. — ¿Cuál es tu helado favorito?
No tuvo que pensarlo mucho tiempo. — Chocolate con menta. — él le regresó la mirada, alzando una ceja y sonriendo de lado.
— ¿De verdad?
¿Tenía algo de raro?— Sí.
Hiccup contuvo una risa. Astrid seguía sin verle lo gracioso. — Sabe a pasta de dientes. — soltó, riendo entre dientes. Astrid entornó los ojos.
— No es verdad. — contradijo Astrid, claro que no sabía a pasta de dientes. El helado de menta con chocolate era el mejor de todos.
— Sí, lo es. Es como... Cuando comes chocolate después de lavarte los dientes. A eso sabe.
— Claro que no.— lo encaró, apretando un poco su mano, Hiccup notó el cambio de fuerza, era una advertencia; igual, la idea de que a Astrid le gustara un helado tan raro como el de menta con chocolate le parecía un poco risible.— Sabe bien. Apuesto a que sabe mejor que tu helado favorito.
— ¿Sabe mejor que el café?
— El café es asqueroso. — vale, NO podía creer que a Astrid Hofferson no le gustara el café, ¿Qué tomaba entonces por las mañanas? ¿O a media tarde? ¿Té?
— ¿No te gusta el café?— o tal vez le estaba llevando la contraria. Si eso. — ¿De verdad?
Astrid rodó los ojos. — No. Lo detesto. Es amargo y te mancha los dientes. — wow, sí era de verdad. Creía que había sido producto de la confusión que había tenido el sábado. A Hiccup le encantaba el café, podía beber como un litro al día... Aunque claro, no hacía eso. Bueno, no lo haría de nuevo.
En parte, Astrid tampoco admitiría que era porque su cuerpo no soportaba la cafeína y que a veces le alteraba demasiado el pulso. Como tener a Hiccup cerca, claro, aunque esto era un poco más placentero que la cafeína.
— Vaya... Nunca había conocido a alguien que no le gustara. Todo el mundo ama el café. — aunque ella había dicho las razones por las que lo odiaba, Hiccup no se veía ofendido, es más, sonreía ampliamente. El sujeto no podía ser más tierno. Maldita sea. — Bueno, entonces... Te comparé un helado de chocolate con menta, que sabe horrible, por cierto...
— ¿Quién dijo que tenías que comprarlo tú?
¿Eh?— ¿Qué eso no lo hacen en las citas? El chico paga. — igual, no tenía problema con pagar. Estaba bien, de hecho, quería hacerlo, no sabía exactamente porqué, pero quería hacerlo.
Ella no necesitaba que el pagará nada. Ella misma podía pagar su helado. — No conmigo. Puedo pagar mi helado...
— No es necesario, tengo suficiente...
Además, él ya tenía su corazón (o lo que sea), ella necesitaba sentir el control en algo. — Pagaré lo mío, Hiccup.
— Pero no tienes qué.
— Hiccup...
— No, ya sé, ¿Qué tal si yo pago esto y tú pagas la siguiente vez?— sugirió, tratando de desviar todo lo que estaba pasando, aplazarlo un poco. Astrid lo pensó un momento, ¿Volverían a la heladería? Esperaba que sí, así que esto... Podía aceptarlo — ¿Qué dices?
— Bien. — Astrid posó sus ojos en el lugar, si el sitio se llenaba tendrían un problema a la hora de escoger una mesa. — Buscaré donde sentarnos. — soltó su mano y de inmediato sintió que algo faltaba. Sintió el vacío, ya se había acostumbrado al calor de la mano pecosa de él.
Agh.
Encontró una mesa relativamente alejada de las familias y grupos de amigos en el sitio. Lejos del barullo y de las posibles interrupciones; se sentó en él y extendió las piernas en el suelo, miró su teléfono, en un afán de dejar de sentirse tan fuera de lugar. Varios chicos la habían llevado ahí, varios habían intentado sacarle plática, unos lo habían logrado y otros se habían rendido. Y luego estaba Hiccup Haddock, que se burló de su sabor favorito de helado y que insistió en pagarlo.
Y que la había convencido.
Viendo que no había nada interesante en el internet, dejó el teléfono a un lado, buscando al castaño con la mirada, lo encontró hablando con la dependienta, haciendo ademanes con las manos, como siempre. No pudo evitar sonreír al ver que todavía le costaba trabajo hablar y envolverse con otras personas, a pesar de eso, seguía teniendo un carisma extraño, que hacía que nadie pudiera tratarlo mal.
Era encantador a su modo. Ayudaba que fuera atractivo. El pensamiento no le gustó y al darse cuenta de eso, quiso levantarse para saber si la encargada le estaba coqueteando (y él en medio de su inexperiencia combinada con timidez, no se había dado cuenta) o saber porque rayos se estaba demorando tanto en...
Alto, ella no es celosa.
Astrid no era celosa. Ella no sentía celos de nadie. Vamos, Astrid, la mujer debe tener más de treinta, seguro que no le interesa un chico tímido que había venido con su novia. A pesar de saber eso, no paraba de preguntarse si Hiccup realmente era capaz de diferenciar un coqueteo de un acto amable. Dioses, esperaba que sí.
Desvío la vista cuando lo vio venir, con los helados en ambas manos, sonriente. La localizó de inmediato y se sentó en la silla frente a ella, no sin antes dejarle su helado en la mesa.
— Un helado de pasta de dientes para ti, y otro de una sustancia que deja los dientes amarillos y altera el sueño para mí.— bien, puntos por tirarle más tierra a su propio helado que al de ella. Y por saber manejar el sarcasmo.
— Gracias. — tomó la cuchara de bambú y empezó a picar el helado de color turquesa con pequeñas chispas de chocolate. Hiccup la miró por un tiempo, tomando en cuenta su forma de tomar la cuchara y lo linda que se veía justamente el día de hoy. Astrid se fijó en su mirada en el momento en el que iba a darle el primer bocado a su helado, con la cuchara a centímetros de su boca. — ¿Qué?
¿Tenía algo en la cara o algo? Tuvo esa urgencia de verse en un espejo, de mirarse los dientes o de arreglarse el cabello.
Lo vio negar con la cabeza. — Nada. Es solo que creí... Que nunca pasaría. — La vio todavía dubitativa. — Esto. Una cita. Contigo.
Ah. Astrid asintió antes de meter la cuchara en su boca, sintiendo el frescor de la menta y la calidez del chocolate. Era lo mejor del mundo, Hiccup no sabía nada sobre helados.
Hiccup arrugó la nariz. Astrid hizo una mueca. — ¿Es tan repugnante para ti?
— No, nada de eso, es solo que... Jamás lo había pedido, no es una combinación que yo crea que funcione. — admitió, con la vista en la cuchara y en sus labios, los cuales habían adquirido un tono un poco más rosa debido al contacto frío con el helado.
Astrid tuvo un impulso. El impulso de darle una porción de su helado en la boca. Un impulso cursi, desenfadado y ridículo. Un impulso que, a pesar de todo eso, no pudo contener.
Hiccup vio confundido como ella dirigía su cuchara a él. — Abre. — ordenó ella, él no quiso contrariarla. Obediente, abrió la boca y permitió que ella le alimentara.
Ella tenía razón. No estaba tan mal.
Astrid se apartó, no soportando más ser tan cursi ni tan vulnerable. Hiccup masticó las chispas de chocolate y asintió.
— Bueno, me retracto. — luego tomó una cucharada de su helado, la dirigió hasta el rostro de la rubia, siguiéndole el juego. — Abre. — la imitó, pero su voz no sonó igual de demandante, sino un poco más dulce. Astrid sintió que los colores le subían al rostro, se sintió atrapada, y con una timidez muy impropia de ella, abrió los labios.
A pesar de que los helados son dulces, este seguía siendo amargo, tanto así que la hizo arrugar la nariz. Hiccup soltó una carcajada.
— Vamos, no es tan amargo en esta forma.
— No sé cómo puedes comer eso, es horrible y...— la detuvo un beso en la mejilla. Fue inesperado, tanto que la frenó totalmente en seco. Sus labios estaban fríos, eran suaves...
Y hizo que el café supiera un poco mejor.
Astrid reproduce en el esteréo de su cuarto: Detonate, de Charli XCX
Notes:
UnsuccesBassist tiene razón, a la banda le gustan los clichés.
¿Cómo están? Yo hundiendome en la desesperanza y miseria, pero ahí andamos. Me pasa lo mismo que a Astrid con el café, para mi es demasiado amargo y a veces provoca que me den subidones, lo cual deriva en mi persona tomando decisiones extremas en los fanfics. Y luego bajones xd
Y sí, no tomen demasiado café o se les mancharan los dientes.
AHORA SI, EL CAPITULO QUE VIENE ES EL CAPITULO MAS ESPERADO POR TODOS AQUI. SI, SEÑORAS Y SEÑORES, ESTA AQUI, LO TENGO JUSTO AQUI ESCRITO EN MIS DOCUMENTOS...
Pero no sé cuando lo suba, estoy super atrasada con este fic.
Asi que se esperan. Pero tranquilos, no espero demorar demasiado. He estado muy estresada estos días con los examenes, practicas y trabajos. Prometo ponerme al dia, pero necesito tiempo.
Muchas gracias por sus comentarios. De verdad, me hicieron tomarle cariño a este fic uwu
Les quiero, un abrazo, cuidense!
Chapter 8: Love Me Harder
Notes:
Me cansé, este es el cap del lemon.
Ya que cojan, maldita sea.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Hay pocas canciones que les gustan tanto a Hiccup como a Astrid, una de ellas, es esta: Love Me Harder, de Ariana Grande con The Weeknd.
Recogerla de la práctica se volvió un hábito. Así como llevarla a casa en la pickup, hablar con ella un momento, sobre el día, sobre las tareas, sobre las regionales que estaban a la vuelta de la esquina y en planear una siguiente cita. Él le habló de su cirugía láser para los ojos y ella se vio genuinamente interesada por el tema, preguntó el día, la hora...
Y si podía ir.
— No lo creo... Pero puedes verme después. Tendré dos parches en los ojos y estaré momentáneamente ciego. — Le había dicho. — Bueno, más ciego que ahora.
— Bien. — aceptó. Le gustaría verlo después de eso, no sabía porque, pero tenía que verlo después de su operación. Hoy cuando llegara a casa investigaría todo al respecto, y compraría comida (sí, porque ella sabía que no sabía cocinar), aprendería todo lo importante que se debía saber y le ayudaría lo más que pudiera.
Si es que él quería.
Una vez llegaban a su casa, Hiccup se estacionaba frente a ella, desabrochaba su cinturón y ella hacia lo mismo, se inclinaba un poco hacia él y esperaba a qué le besara los labios. Se sentía extraño porque, parecía que hablaba con él como si fueran amigos (no mejores amigos, pero, ya era algo que no terminarán peleando después de decirse tres palabras) para después besarse como si fueran una pareja. No se encontraban mucho entre las clases, y todavía no daban ese paso de besarse en público (había pasado semana y media, por favor), lo harían en el almuerzo, de no ser por la mirada inquisitiva de Heather y las curiosas miradas de los demás, así que el único momento en el cual ambos se sentían cómodos besándose era en el solitario vecindario de Astrid, dentro de la camioneta de Hiccup, en medio de la quietud de Berk.
Trataban que se tratara de un beso de despedida, uno normal, salvó que ella a veces quería más de él. Había días en los que lo veía muy poco, había días en los que él se veía mejor que otros días, o días en los que él tenía práctica de natación y ella era la que tenía que esperarlo. En esos días en los que lo veía en traje de baño, ella solía querer un poco más de él.
Si no hubiera entrenado su auto-control, ella ya se hubiera lanzado al asiento del conductor y estaría tratando de deshacerse de su ropa. En cambio, se conformaba con acariciar su mejilla, con acariciarle el cabello y escucharlo gruñir cada que mordía su labio inferior. Una vez se separaban, él le daba un tierno beso en la nariz, en la frente o en las mejillas. A veces ella volvía a atacarlo, reacia a irse, o mejor aún, con planes de llevarlo a su casa, de atraparlo otra vez en su habitación y está vez, estando completamente sobria, no dejarlo marchar hasta tenerlo sobre su cama.
El problema era que no habían hablado de eso. Ni ella sabía cómo empezar una conversación sobre ello; esperaba que él lo sugiriera, pero a decir verdad, Hiccup tampoco sabía cómo sacar a relucir el tema. Ni siquiera ahora que no sabía cómo pero la tenía sobre su regazo, él apretando su trasero con sus manos, ya con mucha más confianza, a la vista de todo su vecindario y seguramente infartando a una vecina chismosa que los miraba desde su ventana. Con la lengua de él peleando con la de ella, buscando dominancia, volviendo el beso un poco más obsceno de ver ya que las pelea no se estaba desarrollando en sus bocas precisamente...
Hasta que sonaba su reloj de pulsera marcando la hora. Eso la traía de vuelta a la realidad, jadeando, preguntaba por la hora mientras trataba de ordenar su cabello, alisar sus ropas y se separaba un poco, manteniéndose sobre sus piernas. Dándole un beso en la mejilla, un "te veré mañana" y bajando del auto desde (para su descaro) la puerta del conductor. Lo dejaba hecho polvo, lo dejaba con un calentón de los mil demonios, ella no tenía idea de lo que le estaba haciendo.
No ayudaba verla marchar. Verla andar hasta su casa, con ese hipnótico caminar, en el que meneaba un poco las caderas... Seguro que lo estaba haciendo al propósito.
Esto tenía que parar porque sus sueños indecentes se habían incrementado. Eso y que ahora tenía un extraño fetiche de hacerlo en la pickup, con ella sobre él, marcando el ritmo mientras él la tomaba del cuello, la mirada fija en su expresión de saciedad y satisfacción.
Astrid no estaba mejor, ya eran demasiados sueños. Ya era demasiado esperar. Tenía que armar un plan, incluso si él no era parte del plan; estudió los horarios de su tío, los horarios de hasta sus vecinos, planeando excusas. Llegó a la conclusión de que, si quería que fuera en su casa, tendría que ser en el horario de clase.
Vomitar no era una buena idea, lo mejor que podía hacer, era... Una caída. Las lesiones no muy graves eran buenas para eso; por eso mismo, movió la práctica de esa semana a las mañanas. Odiaba tener que pedirle favores a los gemelos, pero pagándoles bien, nadie se enteraría de nada.
— ¿Un tobillo?— preguntó Heather, viendo cómo Astrid se sostenía su tobillo. — Astrid, tienes que...
— Ir a la enfermería. Ya sé. — Tuffnut la ayudó a ir. Y una vez ahí, efectuaría su plan. La enfermera le revisó el tobillo, un poco inflamado pero estaría bien después de un tiempo de reposo.
— Es mejor si vas a tu casa. — Recomendó la enfermera con una sonrisa amable. — Llamaré a tu tío. — avisó antes de caminar hasta el teléfono.
— No, no, él debe estar muy ocupado. — La frenó Astrid, todavía en la camilla. — Hiccup puede llevarme. — su corazón latía con fuerza, no sabía porque estaba tan nerviosa. La enfermera se volvió, entornando los ojos. — No hay problema, él siempre tiene permiso de faltar. — se encogió de hombros, todavía con la compensa de hielo sobre su tobillo.
— ¿Estás segura?— preguntó la enfermera. — No quisiera meterlo en problemas...
— No, estará bien. — negó Astrid, sonriendo de forma tranquila.
— Lo llamaré. — aseguró la mujer, saliendo de la enfermería. Esto estaba bien, íbamos bien. Tomó aire, esperando.
Esperando.
— Pero yo no soy su...— Hiccup se detuvo cuando la vio, sentada en la camilla, con una compensa en su tobillo. — Oh, hola. — La saludó, llegó hasta ella, un tanto preocupaba. — ¿Estás bien? ¿Te caíste?
— Estoy bien, solo es un tobillo torcido.
— ¿Tobillo?
— Estoy bien.
— Hiccup, cariño, ¿Crees que puedas llevar a Astrid a su casa?— preguntó la enfermera. Claro que conocía a Hiccup, y claro que lo trataba lindo, todo el mundo era amable con él. — Se torció el tobillo y tiene que descansar.
Sospechoso. Sin embargo, a juzgar por la compensa fría y por la forma en la que estaba sentada, esto parecía una coincidencia bastante extraña. Bastante conveniente.
— Claro, claro. — aceptó casi de inmediato. La tomó en brazos, sin siquiera preguntarle si podía caminar, mejor prevenir que lamentar, ¿Sabes? Mejor eso a que ella se lastimara aún más el tobillo, especialmente ahora, que no faltaba mucho para las regionales.
— ¡Gracias! Uh, Astrid, ¿Estás segura de que no quieres que le diga a tu tío que Hiccup te está llevando a tu casa?
Hiccup se lo pensó un momento. Alto, ¿Ella había rechazado que su tío la recogiera? ¿Por qué? ¿Qué no preferiría...?
— Nop, estoy bien. — Astrid asintió, colgándose al cuello del joven. — Yo lo llamo. — aseguró. La enfermera parpadeó un par de veces, tratando de convencerse de que esto no era algo un poco irresponsable y poco ético.
— Con mucho cuidado.
Hiccup la llevó en volandas por los pasillos vacíos, con Astrid recargada entre su pecho y el cuello, muy tranquila porque había pasado el filtro de la enfermera y que ahora estaba yendo en los brazos de su nerd larguirucho favorito. Justo como quería.
— ¿Cómo pasó esto?— preguntó Hiccup, la voz un poco entrecortada por el tiempo en el que la estaba cargando. Astrid negó con la cabeza.
— Tuffnut es un idiota. Me dejó caer antes de tiempo.— respondió de forma distraída, no sonando enojada, ni siquiera se veía un poco molesta.— No es nada serio, Hiccup.— llegaron a la pickup estacionada frente a la escuela. Astrid extendió la mano para ayudarlo a abrir la puerta; la ayudó a sentarse en el asiento.
Lo esperó hasta que él llegó al asiento del conductor. Una vez ahí, arrancó el auto, listo para llevarla a casa.
— ¿Estás segura? La práctica...
— Muy segura. — De hecho sí, el dolor iba disminuyendo. — ¿Te estoy causando problemas?— le preguntó, girándose lo más que le permitía el cinturón de seguridad.
— No en realidad. Me estaba durmiendo en química. — sonrió el castaño. No sabía si eran los nervios, o el deseo bullir en su vientre, pero no pudo evitar mirar sus manos sobre el volante. Manos grandes, de dedos largos, las venas se marcaban muy poco debajo de la piel, ¿Era su imaginación o había pecas en el dorso de la mano? Seguro que sí. Había sentido su tacto antes, suave pero rasposo en algunas partes, notó también algunos manchones de tinta y lo que parecía ser grafito.
— Estabas dibujando. — no fue una pregunta ni nada similar. Fue una contundente afirmación, Hiccup sonrió, atrapado.
— Tal vez. — a veces era extraño como es que ella notaba algunas cosas que nadie notaba a primera vista. A la chica le gustaba mucho observarlo, en especial ahora que se lo permitía ya que había admitido sus sentimientos y no era tan extraño. — ¿Cómo fue la caída?
Una cosa controlada. — Nada grave en realidad. Solo quería escaparme de la escuela. — admitió, viendo que ya estaban lejos del territorio escolar. Hiccup saltó preocupado, ¿¡Ella había hecho qué!?
— ¿¡Qué!?
— ¿Uh?
— ¿¡Por qué querías escaparte de la escuela!?— se frenó en un muy oportuno alto. Astrid casi sonríe por su ataque nervioso. — Es decir, yo no sabía que tú querías... Sí creí que era sospechoso, un poco, pero no esperaba que...
— Para ser tan listo eres muy tonto. — estaba de buen humor, Hiccup notaba que eso era algo peligroso, no en plan malo, sino en un plan un poco... Era un peligro que le gustaba y al mismo tiempo le alteraba el pulso de sobremanera. — Quería pasar tiempo contigo, es todo.
—Espera, ¿¡Te hiciste daño solo para salir conmigo!?—
Esta vez sí soltó esa carcajada. — No me hice daño. Solo caí mal, estaré bien. Siempre pasa. — no mentía, ya no le dolía el tobillo debido a la compresa que le habían dado en la enfermería. Hiccup seguía viéndose un poco preocupado. — Estoy bien. En serio. Puedes cargarme de nuevo si quieres.
Diablos, ella sí quería eso.
Hiccup seguía tratando de entenderlo, porque seguía pareciéndole irreal. — ¿Querías saltarte las clases solo para pasar tiempo conmigo?— ¿Ella quería ir a algún sitio?
— Sí. — Respondió de forma lenta, tratando de dejárselo en claro. — ¿Qué? ¿Tienes miedo de meterte en problemas?
Claro que sí. — No, bueno... Un poco. — No solo eso, faltar a la clase de Viggo Grimborn no siempre era una buena idea. Todavía el hombre no había jugado su carta con lo que había visto antes, lo que significaba que estaba esperando a la menor oportunidad para arruinarle la vida. Astrid frunció el ceño. — Er, es que, bueno, pueden llamar a nuestros padres y...
— No creo que les importe demasiado. — y a ella tampoco. Una falta al semestre no hacía daño. — Eres el mejor promedio, dudo mucho que llamen a tus padres.
— Oh... Entonces...— dudó, no sabiendo si sí dirigirse a su casa o no. De todas formas, Astrid no le había indicado lo contrario. — ¿Quieres que te lleve a tu casa?
— Sí. — bien, bien, él iba directo a su vacía casa. Todo iba conforme ella quería, como siempre; Astrid miró por la ventana: su cuadra estaba ahí, las casas pasando a moderada velocidad. — A menos que quieras que vayamos a la tuya.
No había mentido cuando había dicho que quería conocer su cama. Su cuarto, más bien, y es que, ¿cómo era su cuarto? ¿Tendría cientos de figuras de acción en repisas? ¿A Hiccup le gustaban los funkos? Seguro que estaba lleno de posters nerds de películas que a ella no le interesaba ver para nada. Era un rancho, seguro que las paredes eran de madera como el resto de la casa.
El auto se detuvo, él se había estacionado nuevamente frente a su casa. Tomó nota del espacio vacío que dejaba la patrulla del tío de Astrid y lo sola que se veía la casa, no quería hacerse ideas equivocadas, pero esto se veía como una trampa. Una parte de él esperaba que sí, y otra parte, la más inocente, esperaba de todo corazón que no, que ella solo le ofreciera ver una película, o lo que sea, porque pensar en eso le estaba alterando los nervios.
Igual, no quería volver a la escuela. Entre Astrid y Viggo, prefería pasar tiempo mil veces con la animadora. Se aseguró de que ella pudiera bajar (le reclamó, todo este tiempo ella pudo caminar perfectamente y no dijo nada), lo que sí hizo, fue cargar la mochila de Astrid, solo por si acaso. Ella abrió la puerta y con solo entrar al lugar, lo invadió una inquietud terrible. Si esto iba a pasar en serio (y si no había nada que pudiera detenerlos en este momento) tenía que asegurarse de que... ¿de qué? Se había duchado antes de salir de casa, todo estaba en orden, el único problema que veía es que no venía...
Graznido, ¿por qué había graznidos en la casa de Astrid?
— ¡Hola, nena!— saludó Astrid antes de caminar hasta la cocina con familiaridad y cojeando todavía un poco. Hiccup se preocupó un poco, tal vez esto no era tan grave, pero no podía dejar de preocuparse; la siguió hasta llegar a la cocina.
La vio frente de una jaula, ahí dentro, un pájaro azul con plumas amarillas, se le había acercado a la rubia, desde los delgados barrotes sobre un columpio para pájaros de alambre. La chica sonreía con cariño a su mascota, diciéndole cariños por lo bajo, el pájaro le respondía con graznidos; era la misma expresión que Astrid había tenido con Garff, la misma que adoraba bastante.
Astrid recordó que Hiccup estaba ahí, se giró y todavía con una sonrisa dulce (que alteró su pulso aún mas), le devolvió la vista.— Apenas volvió, tu madre la estuvo cuidando estos días.— informó con una voz suave, regresando la vista a su pájaro. Hiccup de inmediato recordó eso, su madre le había hablado de un ave que llegó muy deprimido y deshidratado. No sabía que fuera de Astrid.
— Oh, sí... mi mamá estaba algo preocupada. — explicaba porque no la había visto el sábado. — ¿Ya se siente mejor?
— Le gusta estar aquí. Le recuerda a papá, supongo. — soltó ella de forma distraída. Hiccup alzó un poco el rostro, un poco impresionado por la oración que ella acababa de decir. Astrid frunció el ceño, no quería hablar de eso, no por lo menos ahora. Quizá después. Admiraba que él fuera tan bueno escuchando, no le había hecho ninguna pregunta incomoda, es más, parecía que quería escucharla más. — Uh, ¿quieres algo?— desvió el tema, él no se vio tan mal por el hecho, Astrid hablaría de eso cuando se sintiera lista para eso. — Tenemos jugo, agua... café. — era muy temprano para beber, ¿no es cierto? Miró la cafetera antes de que él pudiera responder, él soltó una risa.
— Café está bien. — eso lo relajaba un poco. Solo un poco. Astrid encendió la cafetera, al momento de hacerlo, la cocina se llenó del amargo olor del café, la vio arrugar la nariz. — No puede disgustarte hasta el olor. — ella se encogió de hombros, sonriendo todavía de forma suave, cómoda.
— Se me queda en la nariz todo el día. — esperó a que el chorro de líquido cayera. — Es molesto. — en lo que su taza estaba lista, ella tomó un vaso de plástico de la alacena. Fue hasta el refrigerador y buscó la botella de jugo de arándano que tenían guardada. A Hiccup le gustaba la luz de la mañana colándose en las ventanas, le daba un ambiente más cálido a todo esto, resaltaba sus movimientos controlados y al mismo tiempo desinteresados en un acto tan simple como servir un vaso con jugo. Lo bebió frente a él, para luego recargarse en la barra de la cocina, la vista enfocada en el frutero sobre esta.
Naranjas. Fascinante.
— No es tan malo, exageras. — Hiccup se acercó de forma cautelosa, no quería que ella se le fuera encima como hacía siempre que estaba de buen humor. Bueno, eso no siempre estaba mal.
— Lo es. — se separó de su lado después de escuchar que el chorro había dejado de caer. Sirvió el contenido en una taza, y la dejó en la barra. — ¿Quieres azúcar?
— No, está bien así.
— Ew, eso lo hace más asqueroso que antes. — exclamó con una mueca de asco. Le respondió con una risita, bebió el contenido de la taza a sorbos largos, sin hacer siquiera una mueca para impresión de la rubia. — Debe doler el estómago después de eso.
— Nah.
Lo espero a que terminara su taza de café, mientras tanto, ella bebía de su vaso con jugo. Una vez terminó el suyo, llevó su vaso al fregadero, a paso demasiado despreocupado como para no ver que había algo en su camino. Por accidente pateó una de las patas de la mesa, con el tobillo lastimado, casi deja caer el vaso de sus manos y se queja en voz alta. Hiccup se levantó de un salto.
— ¿Estás bien?
No, ciertamente no. No iba a demostrarlo de todos modos. — Estoy... bien...— intentó dar un paso, su tobillo se negó rotundamente. Hiccup le tomó de los brazos, por detrás. Bien, ella no había planeado esto, ella no había planeado lastimarse en serio.
— ¿Segura?— le preguntó muy cerca de su oído, cosa que la hizo estremecerse. Vale, tal vez esto no estaba tan mal.
— Tal vez no. — antes de que pudiera siquiera aceptarlo en su mente, él volvió a tomarla en sus brazos, sabiendo muy bien que ella jamás admitiría que se había lastimado. — No, no, puedo caminar... ¡Hiccup!— le llamó la atención un poco fastidiada, la estaba tratando como una niña pequeña, una niña a la que estaban llevando a la fuerza a su habitación. — Oye, esto no es...— la dejó en su cama. Agh, no, no otra vez. Ahora él se negaría por miedo a "lastimarle el tobillo", vaya idiota.
Infló las mejillas cuando lo vio salir del cuarto, casi le da una patada al suelo, sintiendo la ira crecer en su vientre. Estaba harta de todo esto y de lo caprichoso que era el destino... Tal vez esto era una señal, tal vez algo le estaba gritando que todo esto era demasiado rápido... o que estaba demasiado mal.
O que los clichés no se cumplían en la realidad.
Estúpida mesa, estúpido tobillo...
Ni siquiera quiso alzar la vista cuando lo escuchó volver, con una bolsa de vegetales congelados en la mano y un trapo de tela en la otra. Tomó aire, tratando de calmarse, de no hacer un berrinche ridículo. La verdad es que no rechazó que le quitara su zapato y su calcetín, ni el frescor de la bolsa de vegetales sobre su inflamado tobillo.
Ella no era así de torpe, en serio. Era mejor que esto.
No solo eso, Hiccup palpaba la articulación, solo para asegurarse de que no se tratara de algo grave. Ella estuvo a punto de patearlo. Se contuvo.
— Bueno, no es grave, solo la inflamación volvió. — la consoló el castaño, su sonrisa era incluso mejor que el hielo... Bueno, no tanto, pero sonaba romántico, ¿no?— No te enojes. — lo dijo en un tono tan meloso que ahora sí quiso patearlo en serio. Y lo hubiera logrado si él no estuviese reteniendo su pie con ambas manos. — Dije que nada de golpes.
— Lo pones difícil. — rezongó, Hiccup siguió apoyando la compresa contra la piel de la animadora. Para calmarla, se decidió a besarle su rodilla. Recibió el sonido de ella soltando el aire de golpe, molesta, dispuesto a derretir todo el hielo en la actitud de la joven, repitió la acción, con cariño. Fue subiendo muy poco, a veces encimando los besos unos con otros.
Su respiración empezó a entrecortarse un poco, en el momento en el que la pierna de la chica ya no se sentía igual de tensa que antes, al contrario, estaba a su disposición. Alzó la vista, sintiendo tibias las mejillas, topándose con la mirada oscurecida de la rubia, que, aunque se veía sorprendida, tampoco se veía incomoda con el trato que estaba recibiendo.
Esto va a pasar en serio, nadie va a interrumpir esto. Por lo menos no de momento, esto era real... estaba pasando de verdad.
Le acarició el cabello, Hiccup hizo una mueca, lo cual la hizo reír. — ¿No te gusta que te toquen el cabello?— preguntó ella en un susurro. Esta vez mudando sus dedos a la oreja de Hiccup, jugando con el pabellón, sonriendo, divertida. Lo vio negar con la cabeza. — ¿Por qué no?
— No lo sé, es extraño. Me siento raro cuando lo hacen. — explicó en el mismo volumen de voz, tratando de enfocarse en sus rodillas y no en la zona más arriba de estas.
— ¿No quieres que lo haga?— mudó sus caricias nuevamente a su cabello. Tenía reflejos rojos, le encantaba la gama de colores de su cabellera, podría mirarla durante horas. — Puedo no hacerlo...— abrió un poco sus piernas, no demasiado, pero sí lo suficiente para hacer que él la mirara por el rabillo del ojo. —... Si no quieres.— eso sonó demasiado seductor para su salud, demasiado. Mucho. Tembló, tomando valor para dejar la bolsa de vegetales en el suelo y posó ambas manos en los muslos de ella, acariciando y trazando círculos invisibles con sus dedos; el movimiento le causaba piel de gallina.
Tenía el corazón en un puño, sí, pero no le impidió seguir besando ambas piernas, alternando sus besos en cada una y subiendo a un ritmo deliberadamente lento. Recibía caricias en su cabello como respuesta, mismas que lo alentaban a seguir avanzando, a abandonar su timidez. Llegó al dobladillo de la falda, fue lo único que lo detuvo, dudó, ¿debía continuar ahí o quizá ella quería que él le diera un beso? ¿Qué era lo mejor que podía hacer?
Reformuló la pregunta para sí mismo, de forma oscura, ¿qué quería él?
Esperó una negativa de su parte en cuanto alzó la falda, ella le miraba expectante, ansiosa por saber qué es lo que tenía planeado. Él siguió besándola, sin importarle que la falda estaba cubriendo su cabeza y que eso lo privaría de saber su expresión, contaba con su oído entonces.
Él era tierno, sin duda alguna. Astrid sentía sus labios contra su piel, humectados y suaves, la sensación de su respiración contra ella, sentía que la quemaba, sin embargo, al mismo tiempo, deseaba que ese fuego se extendiera. Brincó cuando sintió una nueva textura contra su piel, una más dura y afilada, ¿La estaba... Mordiendo?
No eran mordidas agresivas, solo un cauteloso roce. Nada más. Le pareció nuevo, un poco extraño, pero no malo. Le gustaba, le alteraba la respiración, la hacía abrir de forma inconsciente sus piernas, solo un poco más, un poco...
Dio otro salto en el momento en el que él fue bajando el short de licra de su uniforme, no dijo nada, se dejó hacer, incluso le ayudó a arrojarlo lejos. Le pareció bastante gracioso cuando él gruñó con frustración al ver que había una prenda más, por lo que se rio por lo bajo y retomó sus caricias. No tuvo que esperar mucho para que él volviera a besar su piel, primero rodeando el elástico de sus bragas, y luego, besando directamente la tela azul. Abrió los ojos de par en par sorprendida. No esperaba esto, no esperaba que él se atreviera...
Besos húmedos por encima de la tela, ella estaba conteniendo hacer sonidos muy fuertes o vergonzosos. Eso no bastaba para Hiccup, necesitaba escuchar que le gustara, no le parecía bueno que ella se contuviera, por lo que, sintiéndose con más suerte de la que creía en un principio, posó sus manos en el elástico de la sencilla prenda.
Auch, jalón de cabello.
—Hey. — le llamó la atención. — Tranquilo, nerd. — lo frenó sonriendo, a él le pareció gracioso que Astrid lo llamara así. Salió de entre su falda, y para ella, su mirada le perturbo, la hizo flaquear un poco, congeló un poco su sonrisa.
La estaba mirando de una forma en la que no la había mirado antes. Sus ojos verdes, siempre chispeantes y vivos, estaban oscurecidos, nublados, le quitaba el aliento por lo hambriento que se veía. Lejos de asustarla, le gustó, ella misma lo había cambiado, aunque, también encendió un foco de advertencia. Ella no podía perder el control sobre esto.
No iba a permitirlo.
Hiccup, por su parte, empezaba a sentirse más seguro. El color azul es su nuevo color favorito, definitivamente; la mano sobre su cabello ya no le parecía un toque incómodo, todo lo contrario, ella lo había transformado en una sensación mucho más placentera. Con los ojos fijos en la boca entreabierta de ella, subió rápidamente por su cuerpo para darle un feroz beso en los labios. Ella le recibió yendo un poco hacia atrás, las manos en sus mejillas, luego su cuello y finalmente en su pecho.
Sentía sus manos pequeñas recorrerle el pecho y los brazos por encima de la tela, lamentando que tuviera la ropa puesta. Algo que ella adoraba era el cómo ambos peleaban por quién quería dominar en el beso, o en todo en general. Era divertido pelear de esa forma.
Ahora que lo pensaba, sí, él tenía mucha ropa puesta, decidió empezar por la molesta camisa de franela a cuadros verdes. La deslizó sobre sus hombros, sintiendo su complexión sobre la ropa, suspiró al sentir los músculos tan firmes bajó su tacto; él por su parte, fue reclinándola poco a poco, si ambos iban a recostarse en la cama, no necesitaba seguir apoyándose en ella, ¿Cierto?
Dejó que le quitara la camisa, no la iba a extrañar después de todo. El calor de sus manos delicadas fue mucho más intenso, Astrid se sentía realizada, finalmente estaba tocando el pecho con el que había soñado tantas veces en estas semanas. Él se separó lentamente, solo para repartir más besos en su mandíbula y luego mudarlos de lleno a su delgado cuello. Lo besó en su totalidad, embriagándose con su olor, la notó cooperativa, tanto así que hizo a un lado su cabello para darle mejor acceso.
El cuello alto de su uniforme lo molestó. Impedía que siguiera deleitándose con su tierna piel. Humedeció los besos en su garganta mientras buscaba como deshacerse de esa parte del uniforme; con las manos temblando, encontró el borde de su camiseta, y con la misma cautela que antes, fue alzándola, no solo temblaba por los nervios, al contrario, estaba sumamente ansioso, tanto así que tenía que contenerse para no ser brusco o verse demasiado desesperado.
— Alza los brazos. — ordenó una vez sus brazos se volvieron un problema. Astrid le miró divertida y algo sorprendida, ¿Él dando órdenes? Vaya, ¿Qué tenemos aquí?
Le dio un manotazo a sus manos sobre el dobladillo de la ropa, las reemplazó por las suyas, con un movimiento rápido y ágil se deshizo de la prenda y la arrojó lejos. La acción no pasó desapercibida por los ojos verdes, primero, por su terquedad y por haberlo desobedecido, y segunda, mucho más importante, porque jamás la había visto solo con su sostén.
A pesar de tener ropa interior mucho más adecuada para todo esto, a pesar del plan, Astrid no estaba usando nada que se saliera de la norma habitual. Esto lo estaría usando incluso si Hiccup se negaba a hacerlo con ella hoy; era un cómodo sostén deportivo en tonos azules y bordes negros, no varillas ni metales, solo tela deportiva que impedía que ella pudiera sentir la gravedad (por completo) en sus pechos, igual, no eran muchos. Ella no tenía una talla muy extravagante, ni llamativa, nunca le había molestado.
A él tampoco.
Lo distrajo una risa, la de ella, precisamente. — ¿Qué miras?— le preguntó como si fuera ajena a lo que estaba pasando. Su expresión era interesante, parecía estar estudiándola con la mirada.
Hiccup sacudió la cabeza, antes de posar su mano sobre el costado expuesto de Astrid, subiéndola poco a poco. Volvió a atacar su cuello, las mordidas volvieron con un poco más de potencia, cosa que la hizo abrir los ojos con alarma, eso y el cómo succionaba la piel.
— No, no...— susurró, tratando de apartarse, sin quererlo. Le gustaba bastante la sensación, pero le preocupaba que fueran marcas visibles...— Un poco más abajo, mi tío...— ahogó un gemido, el hecho de recordarle a su tío, en vez de hacerlo detenerse, lo hizo succionar un poco más fuerte.— ... Va a... Hacer preguntas. — preguntas que no quería responder, preguntas un poco incómodas.
Eso aumentó su morbo, ¿Cómo reaccionaría Astrid cuando alguien le preguntara acerca de ellas? Sería demasiado bueno escucharla decir que él se las había hecho. Que toda la escuela, todo el pueblo sepa que...
Empeoró un poco cuando empezó a bajar lentamente, mordiendo con suavidad, lamiendo. Viendo que, esto estaba yendo deliberadamente lento, Astrid decidió tomar las riendas de todo esto; como pudo, lo giró sobre la cama, quedando ella sobre él, antes de que Hiccup pudiera regresarla a la posición inicial, le tomó de las muñecas, inmovilizándolo.
Jadeante, lo miraba fijamente: tenía el pecho repleto de pecas, el cabello aún más revuelto, con el pulso visible en la vena yugular. Vulnerable a sus ojos ahora, justo como le gustaba.
— Hey. — su voz sonaba un poco más tranquila ahora, un poco más controlada. A pesar de que ella le había llamado, sus ojos únicamente de encontraban en su top. Divertida, llevo sus manos al mismo y acunó las copas con sus manos, recibió una sonrisa torcida en respuesta. — Vas a hacer que tenga que usar suéteres toda la semana. — le reclamó.
— No tienes que usarlos. — su voz ronca hizo efecto en su bajo vientre, la punzada explotó de forma placentera. — No los uses. — con las manos libres, no fue a su torso, al contrario, fueron directo a sus muslos, levantando un poco su falda, diablos, desearía que fuera un poco más corta.
— ¿Ah no? ¿Y qué les diré a todos los que me pregunten?— mientras las manos de él avanzaban con decisión hasta su trasero, ella también fue bajando las manos hasta quedarse en la hebilla de su cinturón, notando que había un bulto en el pantalón.
— Diles quien lo hizo. — volvió la vista a él cuando escuchó su respuesta, un poco sorprendida. Su tono no era el de alguien qué había dudado si sugerirlo, no, era más bien una orden. Vaya, vaya, Hiccup no se sentía listo para darle órdenes a sus equipos de trabajo, pero sí a ella.
Interesante.
Igual le pareció gracioso, se rio en su cara, lo hizo fruncir el ceño, ¿Hiccup dándole órdenes a ella? Eso estaba por verse. — ¿Nada te haría más feliz, no es verdad?— lo retó, quería ver hasta dónde podía llegar.
Sí, por eso las había hecho. — No le veo lo malo. — susurró, tentando el elástico de sus bragas. Pensó que todavía no era tiempo de eso, que ella tenía razón y que quería intentar ir por partes. Conservó una mano en su trasero y la otra la llevo de lleno a su seno derecho, todavía cubierto. Ella no mentía, de verdad combinaba su ropa interior. Coló sus largos dedos por debajo de la prenda, como respuesta, ella dejó salir un gemido silencioso, mordió su labio inferior, sonriendo.
No bastaba.
Sin dejarla caer se incorporó en la cama hasta quedar sentado con Astrid sobre su regazo, frente a él. Antes de que ella pudiera empujarlo de vuelta, y viendo que no sabía cómo retirar la prenda (¿Tenía broches esto?) solo la levantó lo suficiente para liberar ambos senos del sostén deportivo.
— Oye...— le reclamó antes de sentir los labios del chico sobre su sensible piel. Contuvo la respiración, mientras sentía como dos manos firmes la tomaban por las muñecas, impidiéndole escapar o defenderse. Abrió su boca, forcejeando débilmente.
Sorprendida y con la guardia baja, dejó salir un gemido un poco más sonoro que los anteriores en el momento en el que él llevo sus labios a su pezón, succionando, ¿Cómo sabía que era muy sensible en esa zona? Dejó de forcejear, porque, a pesar de lo extraño que era, adoraba esto y quería sentirlo más cerca. Hiccup le permitió llevar sus manos nuevamente a su cabeza, para que pudiera enredar sus dedos con su cabello; de forma inconsciente fue meneando las caderas un movimiento leve pero lleno de anhelo. Trató de controlarse también, no quería ser tan ruidosa, vamos...
Eso y que, la presión sobre su pecho causada por su sostén, la estaba molestando. Alzó los brazos, para poder retirar la prenda, eso aumentó la comodidad. No entendía porque le gustaban tanto, ni siquiera eran su mayor atractivo, pero a él parecían gustarle demasiado. Mucho, tanto así que encajaba sus dientes con delicadeza en su piel.
Le gustaba morder. Cielos, era como si se la estuviera comiendo, el pensamiento le encantó, le hizo estremecerse y soltar aún más sonidos. Sintió un nudo crecer en su bajo vientre, él la estaba llevando cerca de forma sumamente rápida para lo que estaban haciendo. No entendía si era su deseo por él el que la tenía así de sensible o sí él era realmente bueno en lo que estaba haciendo. Seguro que ambas cosas.
Con brusquedad, le tomó de la barbilla, alejándolo de su pecho para plantarle un beso, el pecho desnudo de él impactó con el de ella y eso la hizo gemir de gusto. Sentía los dedos largos de él clavándose en su piel, con posesividad, como si no quisiera separarse de ella jamás.
Se separó tratando de inhalar un poco de aire. Este se sentía extrañamente húmedo, agradable en su nariz; bajó hasta que posó sus dos pies sobre el piso, el tobillo dolía pero no demasiado, o bueno, tal vez las endorfinas altas aminoraban el dolor. Él la miró expectante, ¿Mencionó lo de la luz, no?
El cuarto de Astrid estaba repleto de luz entre amarilla y de colores lilas, debido a las cortinas. Si no sintiera los lentes de contacto sobre sus córneas, diría que seguía en su sueño dónde todo tenía luz dorada y Astrid actuaba realmente deseosa por él, sin embargo no, ella estaba ahí, y él estaba frente a ella. La luz de la mañana iluminaba su cuerpo de forma delicada, suave... Casi irreal.
— Ven, siéntate ahí. — le indicó en voz baja, soltando su cabello y peinándolo con los dedos para alisarlo. Hiccup la obedeció, maravillado por la vista, el cabello salpicándole el torso desnudo, la luz creando sombras y dando luz, aclarando el cabello con la luz directa.
Dioses.
Una vez él quedó sentado en el borde de la cama, ella se hincó entre las piernas abiertas de Hiccup. Verla en esa posición lo hizo contener la respiración, a la expectativa, sabía lo que venía. Lo confirmó cuando ella volvió las manos a la hebilla de su cinturón; a diferencia de él, Astrid tenía las manos firmes, decididas a quitarle el cinturón.
Esta vez no la detendría.
Desabotonó el pantalón, luego encontró el cierre y lo bajo a una velocidad sumamente lenta. Astrid sonrió al sentir su respiración entrecortada, viendo por el rabillo del ojo como iba enterrando poco a poco sus dedos en la tela. Era casi doloroso en sentir las manos de la chica sobre su ropa interior, acariciando con curiosidad y al mismo tiempo seguridad por toda su longitud.
Primero, lo hizo por encima de la tela, tentándolo y demorándose un poco más, solo para ver su reacción, verlo contenerse era divertido, muy satisfactorio. Pero no podía durar para siempre. Por lo que, para deleite del castaño, bajo la prenda y fue a por todas, provocando un fuerte estremecimiento por todo el cuerpo de Hiccup; bombeó con moderación.
Estaba muy sensible, tanto que podía sentir su fresca respiración en la punta de la cabeza, gemía por lo bajo. No sintiéndose satisfecha, Astrid aumentó la velocidad con la que subía y bajaba su mano, causando que el volumen de sus sonidos también aumentara.
— ¿A-Astrid?— la llamó, jadeante, ¡Dioses! No ayudaba verla tan concentrada en su acción. Astrid solo alzó los ojos en su dirección, sin dejar de mover su mano; al verlo sonrió de forma angelical, inocente, como si no tuviera idea de qué estaba haciendo.
— Sí, dime. — dijo con un tono inocente. Ella lo estaba matando. En serio.
Tenía la cabeza repleta de nubes, le costaba pensar o enfocarse en una cosa que no fueran sus validas manos sobre su piel febril. — Usa...— tragó saliva, tratando de controlar su voz. Inhaló profundo, sintiendo que podía no sonar tan débil. — Usa tu boca. — ordenó. La vio alzar las cejas, impresionada, desafiante.
— ¿Ni siquiera "por favor"?— respondió, actuando como si la pregunta le hubiera ofendido. Hiccup gruñó. — ¿Me lo estás ordenando?
La tomó de la mandíbula con firmeza, apoyando su pulgar contra los labios de ella. Astrid entreabrió los labios, permitiendo que Hiccup pudiera introducir su pulgar en su boca.
— Sí. — respondió. El aspecto de Astrid, lamiendo su pulgar, de rodillas, le parecía demasiado. Claro que le estaba ordenando. Ella, que le daba órdenes a todo el mundo, iba a obedecer las suyas de una vez por todas, era lo más oscuro con lo que había fantaseado: verla obedecer sus órdenes sin rechistar.
A pesar de lo atrevido y dominante que había sido ese gesto, Astrid no se molestó. Al contrario, nadie la había tratado así, esto era nuevo... Y la excitó de sobremanera.
Empezó a succionar y lamer el dedo en su boca, con los ojos entrecerrados, la mirada fija en los ojos de él. Las pupilas dilatadas, moviendo ligeramente la cabeza de atrás a adelante, se veía hermosa, más de lo que lo había estado antes, no podía concebir una imagen todavía más hermosa que...
Ella tomó su mano para apartarla de sí, el sonido de la separación sonó como un chasquido. De acuerdo, le daría esto, tenía que reconocer que un poco de dominancia de su parte era bastante interesante y nada de lo que había esperado.
Mentía, de hecho, sí había una visión más hermosa de ella. La estaba viendo justo ahora, lo podía sentir, mierda, por supuesto que lo podía sentir.
— Dioses...— soltó sin pensar. Su boca era demasiado caliente, demasiado estrecha y su lengua se movía sobre su eje, estimulándolo aún más. Ni siquiera podía concentrarse en el sonido, este estaba lleno de sonidos húmedos, de succión, uno que otro chasquido, sus propios gemidos, incluso los de ella, incluso cuando ella intentaba tomarlo por completo la escuchaba atragantarse un poco.
La tomó de la nuca, Astrid sabía lo que intentaba hacer. Relajó la garganta, y lo dejo hacer. Supo también que estaba cerca por el aumento en la brusquedad, así como en las palpitaciones de él sobre su lengua, oh, ¿Acaso quería...?
— Me voy a...— su voz ronca fue el último indicio de lo que estaba a punto de pasar. Intentó alejarse, pero él no se lo permitió, no por lo menos por completo, ¿Esto también iba a permitirlo?
Lo sintió llegar, fuerte, él soltando sonidos ahogados y agudos, llenando su boca. Tragó la mayor parte del líquido como pudo, aunque no pudo hacerlo por completo, seguro que algo de él se quedó atrapado en su piso de boca. Su mandíbula quedó floja una vez que él salió de ella, más del líquido blanquecino se resbaló por la barbilla y algunas gotas cayeron sobre su pecho y clavículas.
Que buena chica, pensó de forma oscura cada vez más convencido de que estaba viendo la imagen más bella de Astrid.
La vio tragar y limpiarse con el dorso de la mano, con gracia, respirando de forma entrecortada. Astrid se levantó, las piernas un poco tambaleantes, apreciaría mucho recibir algo a cambio, eso y que, la falda se volvió demasiado molesta, la dejo caer revelando sus bragas. Hizo un gesto de dolor, y ante eso, Hiccup la tomó en sus brazos para traerla hacia sí, ambos echándose en la cama, con él besándole la mejilla.
— No deberías estar tanto tiempo de pie. — le susurró en el oído, de pronto, Hiccup había usado su voz habitual, la misma voz melosa y tierna que usaba siempre. Le siguió besando el rostro, recorriendo el contorno del rostro con pequeños besos.
Contrastaba un poco con el hecho de que la mano de Hiccup estaba bajando por su vientre y colándose por su braga. No lo detuvo, esa parte estaba clamando por su toque, lo había estado clamando desde hace mucho, demasiado. Ni siquiera había avanzado mucho y ya la tenía temblando sin control. Hiccup fue explorando la zona, buscando el bendito manojo de nervios.
La volvió a tomar con sorpresa, arqueó la espalda, sintiendo la fricción en la zona sensible, siendo aumentada por sus callosos dedos. Primero en círculos, luego frotando de arriba a abajo, presionando un poco; él se sentía orgulloso por generar esas sensaciones en ella, por verla así.
Encontró la entrada, sin dudarlo introdujo uno de sus dedos en ella, haciéndola saltar, lanzar un grito, y balbucear sobre lo mucho que le gustaba, sobre lo bien que lo estaba haciendo y también, sobre el tamaño y grosor de sus dedos. Se retorcía un poco, se quejaba y movía las caderas de adelante hacia atrás; no supo ni en qué momento había pasado, pero ahora lo tenía besando su vientre con dulzura, bajando y bajando...
— ¡Oh!— jadeó, aferrando sus dedos a las sábanas debajo de ella. Él finalmente había bajado sus bragas y finalmente, había reemplazado sus dedos por sus labios. Sonó casi como un grito, respiraba con dificultad, y soltando aún más sonidos que ella consideraría vergonzosos después de que esto haya acabado.
Le sostuvo de la cabeza, le jaló del cabello acercándolo un poco más a ella, reacia a soltarlo, lo quería cerca, no quería que su boca se alejara de su sexo nunca.
Ahí, justo ahí.
Cada vez sentía el nudo en su bajo vientre crecer y crecer. Había algo irreal al respecto de todo esto, ella no podía estar tan excitada en este momento, era demasiado. Sí, bueno, lo había deseado por algo de tiempo, y tiene mucho que ver qué ella se haya encaprichado por él, pero vamos, ella no podía sentirse tan vulnerable en este momento. Le aprisionó la cabeza con los muslos, seguro que en algún momento él tendría que apartarse para poder respirar, pero no podía simplemente dejarlo marchar.
Esperaba que su tío no estuviera cerca de su casa, y de hecho de arrepintió de no haber puesto música o alguna otra cosa que pudiese ayudarle a disimular sus gritos. Seguro que los vecinos la mirarían extraño o algo así, o habría bastantes mirones cuando todo esto haya acabado... De todas formas no le importaba, lo único que importaba era lo deseosa que estaba por él y lo cerca...
Tan cerca...
— ¡Hiccup!— lo llamó con el poco rescoldo de cordura que le quedaba en la cabeza. Sentía que el cerebro se le estaba derritiendo, eso o que estaba explotando por todas las endorfinas; fue como si estuviera reventando, descargas eléctricas le recorrieron el cuerpo, incluso sintió que estaba bizqueando.
Espasmos descontrolados y por último un gemido ahogado prolongado, seguido de unos más pequeños. Hiccup alzó la vista, estaba hecha un lío: sonrojada hasta el cuello, dando bocanadas de aire tratando de regular su respiración, revelando sus dientes blancos y la punta de su lengua, los ojos entrecerrados y el cabello revuelto.
Astrid sintió como la miraba, incorporó la cabeza, tratando de recuperar la dura coraza habitual que tenía. Él volvió a acariciarla, solo para saber su reacción.
Ella dio un brinco, se quejó. — ¡No, no!— balbuceó, no, sentía que no podía recuperar ni la cordura ni reflejar dominancia, era muy difícil a este punto. — No, es demasiado...
Ya no quería sus manos. Necesitaba otra cosa. Lo necesitaba a él.
— Eres hermosa. — le escuchó decir. Astrid abrió los ojos, sintió que sus mejillas aumentaban su picor y que su corazón volvía a alertarse, así como, aunque no lo crean, mariposas en el estómago. Hiccup colocó sus manos sobre la cintura desnuda de la chica, moviendo las manos de arriba a abajo. — No tienes idea de cuánto. — le besó la mandíbula, el cuello, inhalando su aroma.
Astrid se sentía halagada, sin armas para defenderse del comentario, solo sonriendo, regresándole el afecto acariciando su cabello con la misma dulzura con la que Hiccup la estaba besando.
— Tú... Cállate...— fue lo único que pudo decir. Lo escuchó reír contra su piel. Si seguía con sus comentarios cursis ella terminaría derritiéndose en sus brazos, rogando, seguramente. — Hazlo. — le ordenó.
Hiccup volvió a sonreír. — ¿Qué quieres que haga?— preguntó en su oído. Su voz ronca había vuelto, Astrid se dio cuenta de que eso también la reduciría a nada en poco tiempo. — Dime. — ordenó.
— Sabes lo que quiero. — ¿Qué no era obvio?
— Puede que lo sepa, puede que no. — Para irritarla, frotó su miembro entre los labios del sexo de ella, cosa que la hizo estremecerse. — Quiero que lo digas.
Un sádico, eso era lo que era. Quién lo diría. Ella hubiese pensando que Hiccup era la persona más tierna y sumisa en el sexo y no... No alguien que buscara dominarla.
— Fóllame. — le pidió, sintiendo que sus mejillas picaban todavía más, de forma casi insoportable. Se estremeció cuando él aumentó la velocidad con la que estaba frotando.
— ¿Cómo se dice?
La escuchó resoplar. Debía estar bromeando. — Fóllame... Por favor. — apretó los puños.
Ella no decía por favor en estas situaciones. Jamás, de hecho, tomaba lo que quería y ya, pero esto...
— Bien, de acuerdo. — aceptó antes de incorporarse, apretar sus manos en la suave piel de su cintura, a la altura de sus riñones, estuvo a punto de empezar a empujar, cuando lo recordó de golpe. — Alto.
Astrid se quejó audiblemente, molesta. — ¿Ahora qué?— refunfuñó, apoyándose de sus codos.
— Uh, es que...— vale, esto era algo vergonzoso. Se recriminó por eso, por no tener condones en su mochila y por no haberse anticipado a todo esto. — Yo no... No tengo protección y...
Hiccup, tan lindo y considerado como nadie. — Oh. — no podía enfadarse por el gesto ni la preocupación. Incluso la hizo sonreír sin poder evitarlo. — No hay problema con eso. — lo decía en serio.
— Pero... Puedes...— podía quedar embarazada. Tragó saliva al pensar en la posibilidad. — Tampoco quiero que tú tengas que tomar algo después, he escuchado que es un poco molesto y...
¡Basta! Demasiada dulzura. — No. No tendré que tomar nada. Estoy usando implante así que...— vaciló, Hiccup asintió, comprendiendo. Aun así, la siguiente vez sería un poco más precavido. — No habrá problema, créeme.
— ¿Segura?
— Claro. — lo tranquilizó. Hiccup volvió a acariciar su cintura. Habiendo aclarado eso, podía dejarse ir, ¿No?— Solo ve un poco despa... ¡Oh!
¿Por qué ir despacio? Lo hizo de golpe, no había razón, solo quería sentirla cerca, a su alrededor. Ahora él tuvo que morderse el labio para no soltar ningún sonido vergonzoso, ella estaba muy caliente, muy húmeda y por todos los dioses, era demasiado estrecha, demasiado para su salud, sus paredes le apretaban con fuerza. La imagen frente a él no le ayudaba para nada, su aspecto de sorpresa y vulnerabilidad lo estaban volviendo loco. Gruñó y empezó a moverse con suavidad, para ayudarla a acostumbrarse, aumentando poco a poco sus estocadas.
Astrid se aferró a sus sábanas de nuevo, está vez porque los empujes la hacían moverse de adelante hacia atrás de forma rítmica, sintiéndose llena. Lo hacía con fuerza desde un principio, como si intentara... Romperla, partirla en dos. No podía dejar de balbucear, de tratar de sentirlo mucho más, abría sus piernas e incluso intentaba levantarlas un poco; Hiccup lo notó y tomó una de sus piernas para colocarla sobre su hombro, agradecido por su flexibilidad.
Su voz la sacó del estado tan rosa en el que se encontraba.— ¿Puedo?— Astrid miró su que la mano de él estaba sobre su cuello, extendida, él sin parar de empujar, con fuerza, el rostro tenso, las venas del cuello un poco saltadas y sudor formándose en su frente, humedeciendo un poco su cabello, cielos, de verdad era guapo. Demasiado.
Pensando en eso, ella no entendió a qué se refería. — ¿Q-Qué?— suspiró. Volvió la vista a la mano del joven. Mano. Cuello. Oh. ¿Quería... Ahorcarla? Nunca había sentido eso, eso era un poco extraño, bastante... Pero quería intentarlo. — Claro, cla... ¡Ah! — sintió su mano sobre su delicado cuello, apretando con suavidad, no demasiado en un principio, no quería asustarla ni cortarle la circulación de golpe.
Con el tiempo fue aumentándolo, viendo cómo su rostro se sonrojaba por la falta de aire y los ojos se le nublaban un poco. Ella no se encontraba mejor, el estrangulamiento le daba latigazos de adrenalina que estaba segura que le reventarían las venas, la presión a veces ahogaba sus sonidos y la hacía poner los ojos en blanco. Era demasiado a este punto, la mitad de su cabeza estaba fuera de su cama, en cualquier momento esta se colgaría... La estaba tratando como a una muñeca, y lejos de molestarle, de repudiarlo, le encantaba.
— ¡Hiccup yo...!— estaba cerca, lo sentía demasiado cerca. Hiccup podía sentirlo, ella lo estaba apretando con fuerza. — ¡Dame más... Más rápido!— balbuceó, apenas pudiendo pronunciar palabra. Hiccup apretó su cuello, aminorando la marcha. Astrid gimió frustrada, recordó entonces lo anterior, cuando le obligó a pedir las cosas "por favor". Suspiró, moviendo las caderas con anhelo. —... por favor. — pidió con la respiración limitada.
— A sus órdenes, Mi lady.— ¿¡Y ese apodo!? Dioses, él lo había dicho con esa voz tan ronca, jadeante al mismo tiempo, en la última sílaba su voz se había quebrado, sonando extrañamente erótica, mucho más que antes. Hiccup aumentó la velocidad tomándola de las caderas, clavando sus dedos sobre la suave piel, eso también dejaría marcas seguro.
La escuchó gritar, la vio arquear la espalda. — ¡Mierda! ¡No pares! ¡Voy a...!— soltó un sonido agudo, ahogado. Empezó a desmoronarse lentamente, estremeciéndose y con espasmos que la hacían alejar sus caderas de él. La dejó hacer, él no había terminado con ella aún. Contuvo el aliento mientras la veía consumirse, podía acostumbrarse a esto, en serio.
Astrid vio estrellas de colores, clavadas en sus pupilas, sonreía. Sintió los labios de él besarle la frente, antes de tomarle la mano, invitándola a levantarse.
El problema era que ella no sentía las piernas. Tendría suerte si es que llegaba quedarse más de cinco segundos de pie, aun así, él le ayudó a incorporarse, estando justo detrás de ella, tomándola de los brazos y una vez en sus dos pies, abrazándola por la cintura, besando sus hombros, podía sentir algo duro clavarse en su trasero. A este punto a ella no le importaba nada, si él quería tomarla de la manera en la que quisiera, lo dejaría hacer. Quería que volviera a hacerla correr de la forma anterior.
— ¿Astrid?— la llamó en su oído. Hasta su nombre sonaba irrealmente hermoso y provocador en este momento.
— ¿Hmm?
Hiccup sonrió con gracia al verla en ese estado, halagador sin duda. — ¿Crees que puedas apoyarte sobre tus codos?— definitivamente ella no podría con sus manos, porque eso significaría apoyarse también con los pies, y Hiccup podía estar dispuesto a romperla, pero no a lastimarle el tobillo aún más. Su plan era apoyarla contra la cama y que su peso se distribuyera en ambos brazos. La vio asentir. — ¿Puedes hacer eso por mí, Mi lady?— le besó el pabellón de la oreja justo después de decir el apodo, ella se estremeció en sus brazos.
Anotado, a Astrid le gusta que la llamen así.
Como pudo, se flexionó hasta que quedó recostada boca abajo sobre su propia y deshecha cama, quedando con el trasero en popa, a su merced. Sus codos y antebrazos evitaban que cayera de cara en la cama, también se ayudaba de las puntas de sus pies; respiró hondo, tratando de ignorar lo sensible que se sentía ahora. Las manos callosas le recorrieron la espalda, marcando su figura, hasta posarse en sus caderas.
¿Cuántas veces había soñado con esto? Ahora era real, ella estaba ahí, en esa posición tan comprometedora, frente a él, deseosa, a su disposición y gozándolo tanto como él, ¿Quién hubiera pensado que esto se volvería realidad? Amasó sus glúteos disfrutando lo firmes y suaves que eran al mismo tiempo, notando cómo la respiración de la chica volvía a entrecortarse; no se contuvo y con la palma abierta le dio una sonora nalgada.
¡Plaff!
Saltó, la escuchó jadear con sorpresa y un poco de dolor. Observó maravillado que su mano quedó marcada sobre la blanca y perfecta piel, contrastando con su color rojo. Gruñó con satisfacción, antes de arremeter de nuevo contra ella, golpeando está vez, del otro lado, con la misma fuerza y dejando una nueva marca. Astrid intentó decir algo, nunca le había gustado eso, los que lo habían intentado habían terminado fuera de su habitación y con una bofetada en el rostro, sin embargo, había algo en el hecho de que Hiccup lo hiciera que no le molestaba en absoluto, al contrario, la hacía morder su labio inferior con fuerza, sintiendo como el dolor se desvanecía con un hormigueo que le cosquilleaba el sexo y mandaba oleadas de placer por todo su cuerpo. Ya se lo cobraría después, lo haría, eso era seguro.
Pero por ahora, quería disfrutar esto. Solo por ahora.
Una vez logró que todo su trasero quedara rojo, decidió que era hora de terminar con esto. Con delicadeza, tomó la rodilla derecha de Astrid, reconociéndola como la pierna del tobillo lastimado (ayudaba también a identificarla que en la izquierda seguía llevando la calceta, le dio algo de morbo verla solo con esa prenda puesta), y la colocó sobre el borde de la cama, solo para estar seguros de que no se lastimaría.
En contraste a como había empezado todo esto, se introdujo en ella despacio. A ritmo lento primero, sintiéndola aún más caliente y húmeda que antes; a pesar de su cautela, Astrid no paraba de hacer sonidos un poco altos, producto de lo altamente sensible que estaba ahora, no era para menos, después de dos orgasmos y pronto uno más en camino.
Se quejó, ¿¡Por qué tan lento ahora!?— Haddock, te juro que si no vas más rápido voy a... ¡Woah!— sintió el agarre nuevamente de su cuello, con más fuerza y seguridad, él la hizo incorporarse un poco.
— ¿Qué vas a hacerme?— le mordió su oreja con suavidad. La rubia tragó saliva. Lo sintió empujar más fuerte, llegando aún más profundo dentro de ella, gimoteo por lo bajo. — ¿Vas a golpearme o algo así? ¿Vas a gritarme?
Santa mierda, ¿A dónde se había ido el idiota que no paraba de observarla con anhelo, inseguro y torpe?
— Dime. — Empujó con fuerza nuevamente, llevando la otra mano a uno de sus senos, apretando con fuerza, usándolo como punto de apoyo. — ¿Qué vas a hacerme?
Volvió a tragar saliva. — Voy a... ¡Uh!— los golpes de cadera, pausados, pero potentes desviaban su atención al hecho de que le encantaba está nueva posición. Céntrate, vamos. — Voy... Te golpeare tan fuerte que tú...— soltó un gemido prolongado, sintiendo ahora su respiración sobre su hombro, quemando y enfriando su piel al mismo tiempo. — Yo...— ¿Qué iba a hacerle? No podía pensar en nada más que en él llenándola de golpe a ese ritmo deliberadamente lento, que la estaba volviendo loca. — Por favor...— soltó sin pensar, su cerebro dándose por vencido, cediendo, sumiso.
Hiccup besó su nuca. — Buena chica. — Dicho esto, ahora sí aumentó la velocidad. — Dioses, eres tan estrecha...— soltó también, sin pensar, extasiado.
No duró mucho, ella podía sentirlo todo, en serio, todo, incluso el sentirlo palpitar dentro, avisando lo cerca que estaba. Imaginar y esperar lo que pasaría después la perturbo tanto que no pudo evitar correrse de nuevo, soltando un grito que seguro que se escuchó por toda la casa y que ahora sí, haría que todas las miradas se centrarán en ella y en la camioneta aparcada delante de su casa. No le importaba, es más, quería ser escuchada, quería que todo el mundo supiera lo bien que esto se estaba sintiendo, su mejor orgasmo desde que podía recordar ahora.
Viendo de nuevo los movimientos evasivos de su cadera, Hiccup la tomó de sus caderas, fuera de sí, arremetió con fuerza un par de veces más, antes de correrse dentro de ella, procurando hacerlo lo más dentro posible. Astrid sintió que volvía a correrse, un poco menos aparatoso que antes, solo sintiendo el líquido impactarse con fuerza en sus paredes; completamente sumisa dejó que le girara la cabeza para besarle. No fue un beso muy intenso, contrario a lo que estaba pasando, al contrario, fue bastante tierno, con gratitud incluso. Astrid se separó porque empezaba a sentirse con menos fuerzas, Hiccup la atrapó, sintiendo su cuerpo laxo y satisfecho contra el suyo.
Ella estaba muy ocupada viendo las estrellas de colores en ahora en el techo, tanto que no notó que Hiccup la había acostado entre sus sábanas, arropándola con cariño, recostándose él también junto a ella. Cuando lo hizo, de inmediato se abrazó a su pecho, no podía dejar de sonreír.
— ¿Dónde has estado toda mi vida? — susurró sin pensarlo. El comentario lo hizo reír y como respuesta, le dio un beso en la frente de nuevo, estrechándola más contra sí.
Notes:
Así es. El capítulo del lemon es el más largo.
Así es. Hice un Dom!Hiccup.
Así es... Escribí parte de esto estando ebria, perdón xd
Escribí esto hace MESES, mas concretamente, al final del primer parcial de mi semestre, por eso estaba medio ebria cuando lo terminé, ya que había salido a hacer mi examen y pues me fui a una peda (fiesta, acá en los Méxicos), todavía estaba medio mareada cuando hice algunos fragmentos del capitulo.
Pero bueh, ya está aquí. Recuerden que, si les gusta como escribo los lemons, tengo mis comisiones abiertas. Los precios son muy accesibles, por si les interesa uwu
La verdad no tengo mucho que decir en este momento. Espero no dejen de leer después de este punto, porque se vienen cosas grandes, más clichés bien chidos que den cringe así bien como a todos nos gusta.
Es todo, les quiero, bai uwu
Chapter Text
— Sigo sin entender. — Heather insistía con el tema, en la pijamada que Ruffnut había organizado. Astrid rodó los ojos, no había pasado mucho tiempo, pronto serían las regionales, y al día siguiente serían las últimas eliminatorias. Se enfrentan tres equipos, dos pasan a las regionales y uno se va a casa con las manos vacías. — ¿Te gustaba desde hace mucho y solo fingiste que lo odiabas?
— Podría decirse. — Astrid se acomodó en el lugar en el que estaba recostada. Los azotes que Hiccup le había hecho a veces seguían doliendo un poco más, no ayudaba que a él se le había vuelto un hábito darle un pequeño azote cuando nadie más estaba mirando. No esperaba que eso fuera a afectarle en su performance.
— ¿Y son novios ahora? — Heather enarcó una ceja, no se imaginaba a la chica siendo novia de alguien como Hiccup, en especial después de tanto tiempo de ella despotricando contra él.
— No, estamos saliendo. — lo dijo con una sonrisa fugaz que Heather supo detectar antes de que su amiga pudiera ocultarla. Ruffnut jadeó con emoción al escuchar sus palabras.
— Eso es ser novios.
— ¡Claro que no!— saltó esta vez, Ruffnut, con un bol de palomitas en su regazo. — Salir con alguien es solo tener citas, es antes de una relación. — explicó la gemela, como si fuera lo más obvio del mundo. Astrid odiaba admitirlo, pero ella tenía razón. Justamente esa era la relación entre Hiccup y ella.
— ¿Solo citas? — Heather no se veía muy convencida de esto. Reparó en el suéter que llevaba Astrid, de cuello largo y de colores azules variados; recordó entonces lo que había pasado hace dos días, la torcedura de tobillo que la envió a su casa y el no ver a Hiccup en la clase de física con el profesor Viggo.
"Tal parece que el señor Haddock tuvo que llevar a la señorita Hofferson a su casa... Muy interesante" había dicho Viggo con cierto sarcasmo. Heather no había unido los puntos hasta ahora.
— ¿Qué?— preguntó Astrid, sintiendo la mirada fija de su amiga sobre su suéter.
— ¡Ustedes dos...! — exclamó Heather apuntándolo con un dedo. De golpe, Heather recordó que en la pijamada no solo estaba Ruffnut, sino también Tuffnut, que, aunque estaba en su cuarto, el buen oído del gemelo siempre era peligroso. Se acercó a la rubia y agregó en un tono mucho más bajo, Ruffnut también se acercó a escuchar. — ¿Se acostaron?— preguntó al fin.
— ¡Heather!— le regañó Astrid sintiendo las mejillas un poco más tibias de lo normal. Heather confirmó sus sospechas, cuando Astrid desvió un poco la mirada.
— ¡¿Es cierto?!— A pesar de lo alterado de su voz, siguió hablando en UN tono bajo de voz. Astrid resopló, avergonzada.
— ¡Por Thor! — Saltó Ruffnut. Astrid sentía su sonrojo extenderse al cuello. — ¿De verdad pasó? Tienes que contárnoslo, Astrid, ¿fue en tu casa?— la asaltó con preguntas. — ¿O en la suya? ¡Oh, no! No me digas que lo hicieron en el rancho de sus padres, ¿te imaginas hacerlo en medio de tanta paja? ¿Eso sería incomodo?
— ¡Ruffnut! — Chilló esta vez Astrid. Ella no había pensado en esa posibilidad, y de hecho esa era una buena pregunta. Quién sabe, tal vez Hiccup sabría cómo hacer para que fuera más cómodo, eso o seguro que solo la apoyaría contra una de las vigas del establo y...
¡Agh! ¡No!
— Ruffnut, eso es demasiado raro. — Astrid no pensaba que fuese malo. Al contrario, la idea de eso, hacía que su vientre bajo cosquilleaba, aunque no iba a admitirlo en voz alta, claro que no. Heather creía por su parte, que era en serio demasiado extraño. — Bueno, responde. — insistió la pelinegra, mirando con advertencia a su amiga rubia.
— ¿Follaron o no?
Ruffnut recibió una mirada de advertencia de Astrid. — Bueno. Ya que tanto quieren saberlo. Sí. — aceptó finalmente la rubia, tratando de no verse muy apenada por el hecho. — Pasó.
— ¡Tienes que darnos detalles! — Ruffnut la tomó de los hombros y la agitó de adelante hacia atrás. Astrid se quejó y le apartó las manos con brusquedad. — ¿Cómo fue? Hiccup tiene cara de ser un romántico, ¿lo es?
Astrid ladeó la cabeza, teniendo un recuerdo fugaz en su mente:
De verdad esperaba que su tocador no se reventara en mil pedazos después de eso. Ugh, cielos, que desastre, todas las cosas que habían estado en él ahora estaban desordenadas en el suelo, y seguían cayendo, rodando fuera de la madera. No solo eso, el espejo junto con el marco de madera le preocupaba, porque gracias a los golpeteos rítmicos y fuertes, este chocaba contra la pared, amenazando con romperse.
Igual, no es como que le importase tanto.
Él se siente tan bien...
— ¿Te gusta que te ahorquen, verdad, pequeña?— le preguntó, la mano en su cuello, bombeando con fuerza. — Voy a partirte a la mitad... ¿Eso quieres, huh?— cuando preguntó, dio una estocada más fuerte, haciéndola gritar. — Di mi nombre, di quien te está partiendo a la mitad...
Tragó saliva. Er, no. — Es... un poco... brusco. — decir que Hiccup era un poco brusco era como decir que ella solo era un poco agresiva. Sus amigas le miraban con confusión.
— ¿Brusco?— preguntó Heather, no esperaba eso, de hecho. Esperaba que Astrid dijera que sí, que Hiccup era el sujeto más dulce de todos y que seguro que le había llenado el cuerpo de besos. Sin embargo, dada su expresión, Astrid parecía estar ocultando algo. — ¿A qué te refieres con "brusco"?
— Dame... mas fuerte... por favor... — ¡Plaff! Dioses, seguro que le costaría sentarse mañana. — ¡Hiccup, auch!
— A... que es brusco. — ¿cómo se podría explicar? No tenía ninguna forma de explicarlo sin ponerse o en ridículo o que sonase demasiado increíble para ser verdad.
— Ohhh, ¿es ese tipo de brusco que da órdenes?— que Ruffnut le haya entendido le dio cierto alivio y al mismo tiempo la hizo sonrojarse. La gemela no espero a que Astrid respondiera, su expresión lo decía todo. — ¿¡De verdad!?— Saltó sin poder creerlo. A Astrid nadie le daba órdenes, nadie, en ningún momento, eso era demasiado antinatural. — Pero, ¿cómo lo hizo?
— No voy a decirles como lo hizo. — eso era demasiado privado. También sería revelar la extraña adicción que había desarrollado a él, después de eso, la necesidad de tocarlo y de estar cerca de él había aumentado con creces. Como si su cuerpo le pidiera físicamente estar a su lado. Ruffnut se quejó decepcionada, Heather lo agradeció. — Solo pasó y ya...
— ¿Es por eso que te lastimaste el tobillo?— sonó como una pregunta y como una acusación. Astrid también asintió. — ¡Pudo haber sido grave!
— No lo fue.
— ¡Pudo haberlo sido!— Heather observó cómo Astrid rodaba los ojos, sin darle mucha importancia. — ¿Y qué? ¿Mínimo a él le importó que tenías tu tobillo lastimado?
— No, no, no, solo levanta esta pierna. — le susurró con ternura en su oído. El cambio tan repentino de actitud la abrumaba un poco. Era un poco inesperada y contrastaba con el garre de su mano en la parte trasera de su muslo, que era posesiva y firme. — No quiero que te lastimes.
— Sí, fue bastante considerado en ese aspecto. — no era mentira, después de todo lo que había pasado, estando ella cansada y en un estado tan soñoliento pero satisfecho, todavía alerta, agradeció bastante que él siguiera atendiendo su tobillo (esta vez con una nueva bolsa de vegetales congelados, ya que la otra... bueno, ya no era tan útil), ese había sido un gesto muy tierno, gracias a él al día siguiente todo el cuerpo le dolía, pero no el tobillo.
Recordar todo esto hacía que su bajo vientre tuviera punzadas más dolorosas que antes, que hiciera un poco más de calor, eso y que, empezó a sentir mariposas en su estómago. Eso era algo que no solía pasar, de hecho, ella solo sentía mariposas en su estómago cuando estaba muy emocionada por sus rutinas. Nunca por nadie.
Hiccup la estaba rompiendo. No de una forma física. Bueno, sí, Hiccup la estaba rompiendo en todos los sentidos.
— ¿Es una especie de experimento, cierto?— Heather sonaba muy en serio, a Astrid le pareció una pregunta sumamente tonta. — Porque si lo es, tienes que parar esto, lo he visto muchas veces, tal vez tú no lo sientas, pero Hiccup está enamorado de ti.
— Eso ya lo sé.
— Sí, y eso es lo peor. — continuó Heather con su sermón, Astrid suspiró. — Si estás jugando con él...
— ¿Quién dice que estoy jugando con él?— saltó Astrid, ofendida, ¿Jugar con Hiccup? ¿Pero qué? Heather le miró con reproche. — ¿Crees que solo quiero acostarme con él o algo así?
—Drama. — susurró Ruffnut antes de llevarse un puñado de palomitas a la boca.
— Astrid, jamás te has enamorado de nadie. Siempre pierdes el interés. — le recordó Heather, Astrid sintió una punzada en el corazón, no podía negar eso, jamás había admitido estar enamorada de alguien...
Hasta ahora, claro.
— No estoy jugando con él. Creo que es...— ¿Cómo describirlo? Apenas y ella podía procesarlo. — Hiccup no es como los otros chicos... Y ya sé, suena cliché, un poco elitista, tal vez lo sea un poco, pero, no lo sé, me gusta pasar tiempo con él. — Empezó a jugar con sus dedos. — Hoy fuimos al museo...
— ¿Museo?— Ruffnut arrugó la nariz con cierto desagrado. Astrid asintió, Heather seguía escéptica. — Tú odias los museos. Yo los odio también, son aburridos, ¿Por qué fuiste en una cita al museo?
— No lo sé, solo acepté y... No lo odié. — aseguró, para sorpresa de las chicas frente a ella y de Tuffnut, que se encontraba escuchando detrás de la puerta, con un vaso pegado a la madera y con el otro extremo en su oreja. En su otra mano, hablaba con Fishlegs, Snotlout y Eret, quienes estaban al pendiente del chisme.
Bueno, solo Fishlegs y Snotlout. Eret solo miraba los mensajes adormilado.
— Fue lindo, él... Me explicaba las cosas del museo, debieron verlo, no hace las cosas aburridas, como Fishlegs. — Todos tenían que darle un punto en eso. — Las hace entretenidas, realmente le gusta enseñar, adora a los reptiles, sus ojos brillan cada que...— hey, hey, detén tu dragón, Astrid, estás hablando como una quinceañera enamorada del mariscal de campo. Es que aún no podía creer que Hiccup fuese tan atractivo, incluso sin la intención de serlo, en serio. Tal vez era su mirada, verde y perspicaz, que chispeaba interés, enmarcada por sus rizadas y largas pestañas; quizá eran sus pecas, o sus cálidas mejillas, o incluso su voz, que era nasal y extraña, al mismo tiempo sonaba demasiado atrayente cuando hablaba de algo que le gustaba. O quizá era una mezcla de todas esas cosas.
Ruffnut soltó un "aww", Heather alzó las cejas. Bueno, sí, tal vez se había enamorado... Un poco, le parecía demasiado extraño, en serio, demasiado. No creía que Astrid fuera a enamorarse desde...
Bueno, desde nunca.
— El punto es, que no estoy jugando. No sé si esto vaya en serio, pero... Supongo que quiero averiguarlo. — terminó Astrid, sintiendo que de verdad estaba haciendo calor. — Y... Me preocupa un poco que él... Es muy...
— ¿Da nalgadas muy fuertes?— adivinó Ruffnut. Tuffnut estuvo de acuerdo con la pregunta, a él le parecía muy prudente preguntarlo.
— ¿¡Qué!? ¿¡Por qué...!?— ahm, de hecho sí. Igual no estaba tan mal, vamos, se sentía muy bien. Sin embargo, no era a lo que se estaba refiriendo. — ¿¡Por qué diría eso!?— la regañó, dándole un zape, Ruffnut se encogió de hombros sobando su cabeza. — No, me preocupa que... A él le he gustado desde hace mucho...
— ¿No quieres lastimarlo?
Astrid respondió con una mueca. — No soy buena siendo una novia. — se recostó en la cama de Ruffnut, mirando al techo.— Nunca he sido una novia mucho tiempo.— odiaba admitir que no estaba en su zona de confort, lo detestaba, detestaba no entender ni tener control sobre algo.— Tal vez lo que él quiere, yo no lo tenga, ¿Y si me ha idealizado todo este tiempo? No quiero esa presión.
— ¿Él ha dicho algo así?
— No. Pero lo sé.
— No tiene que preocuparte, Astrid.— Ruffnut se sentó a su lado, sin el bol de palomitas y sin resentimientos.— No está tan mal, mira, solo tienes que... Ser menos agresiva. Ya sabes, esas cosas de escucharlo, er... Reírte de sus chistes de nerd, verte bonita, pero no para él, solo para ti, pero estoy segura que a él le gusta eso, a los chicos les gustan las chicas seguras. Y tú eres todo eso.
— Hiccup sería un idiota si no ve eso en ti. — le aseguró Heather sentándose a su lado. Astrid seguía sin convencerse mucho.
No es como que Astrid haya tenido muchos novios. Claro, había salido con chicos, pero como dijo antes, eso no había durado demasiado. No es que se aburra de ellos, al contrario, nunca le interesaban lo suficiente; Astrid no se caracteriza por ser muy romántica, o expresiva con sus sentimientos, al contrario, le costaba mucho trabajo expresarlos, no solo eso, le daba pereza. No tenía caso, nunca escogía a los chicos buenos después de todo.
I wish you gave me a reason
That you were better at leavin'
That you got your kicks from seein' me low
I always let the good ones go...
Sin embargo, el chico la había convencido, por lo menos un poco. Astrid jamás se había visto como una novia en serio, Hiccup sería el primero en derretir todo el hielo de su corazón (si es que no lo había hecho ya), en no ser del montón.
And baby, you couldn't have loved me any better
But doin' this is all that I've known ever
I want the bad ones, 'cause they're all I know
I always let the good ones go
Pero a Hiccup no. No quería dejarlo marchar. No quería dejar marchar así único chico bueno que al parecer su corazón estaba admitiendo. Sí, por el momento lo tenía comiendo de la palma de su mano (y él a ella), pero eso no era seguro, no podía dejar que él se sintiera por sentado. Podría dar su mejor esfuerzo en tratar de ser amable...
Si es que podía.
Afortunadamente, todo su cuerpo ya no dolía tanto y todo estaba listo para las eliminatorias. Ruffnut se había encargado de maquillarla, incluso le había colocado de esas piedras brillantes en los ojos. Ella le había dicho que no era necesario, sin embargo, la gemela había insistido.
Sentía los nervios a flor de piel a pesar de que no los estaba expresando. Se veía demasiado tranquila por fuera, ni siquiera el pulso le temblaba, daba las últimas indicaciones, esperando. Veía a la competencia con respeto, pero también sin querer enfocarse mucho en eso, vamos, no había nadie mejor que ellas.
Excepto las chicas de Bog Blurgar. Esas sí que eran el que enemigo a vencer.
Siempre ganaban. Siempre. Justo en el momento en el que Astrid estaba a punto de ganar las regionales, algo hacían ellas que las superaba un poco, algo que impresionaba un poco más a los jueces y que, irremediablemente, hacía que ellas obtuvieran el triunfo. No sabía si era algo bueno, si se debía al maldito destino o qué, pero Astrid siempre quedaba en último lugar.
Este año, ella se aseguraría de que no fuera así.
Estaba pensando eso cuando sintió unos brazos abrazarla por la espalda. El nuevo tacto la hizo reaccionar y de forma automática, dio un codazo fuerte contra las costillas de su captor. Se giró solo para ver a Hiccup quejarse de dolor y doblarse con lágrimas en los ojos. Uy.
— ¡Hiccup!— lo llamó molesta, trató de ayudarlo a incorporarse, ¿Qué rayos le pasaba? ¿Quién hace eso de acercarse sin avisar? Solo los psicópatas hacen eso. — ¡Me asustaste! ¿Qué demonios te sucede?
— ¿¡Qué demonios te sucede a ti!?— le regresó la pregunta, la voz entrecortada por el dolor. Los golpes de la chica eran duros, demasiado. — ¡Auch!
Ella seguía creyendo que Hiccup era un llorón. — Ni siquiera te golpee tan fuerte. No vuelvas a acercarte así, ¿Qué tratabas de hacer?
— ¡Sorprenderte!— bramó molesto, con el ceño fruncido. — Ser un no... Una persona atenta. — se corrigió justo en el momento en el que iba a decir "novio", recordando que de hecho, aún no lo era. No de forma oficial. La vio soltar el aire por la boca, rodando los ojos.
— De acuerdo, lamento eso. — Se disculpó, aunque seguía creyendo que no era tan grave. — Detesto las sorpresas.
— Sí, me quedó claro. — respondió sarcásticamente, ya completamente incorporado. Hiccup se pasó una mano por el pelo de forma inconsciente y extendió ligeramente los brazos. — Hola.
Astrid no se preguntó cómo es que había llegado hasta ahí. No debía tener permiso, tampoco le importó demasiado. Lo que le importaba ahora es que Hiccup le estaba ofreciendo un abrazo, y a ella no le gustaban mucho. No es nada personal, solo que cuando estaba con los nervios tan de punta...
— Hola. — en su lugar, solo le estrecho ambas manos, entrelazando los dedos de él con los de ella. Hiccup no se quejó, es decir, esto no estaba planeado, pero igual se sentía bien. Se acercó para darle un beso en la frente.
Aw. Basta.
— ¿Estás nerviosa?— le preguntó, todavía estando muy cerca, tanto que sus narices estaban próximas a tocarse.
— Pff, claro que no. — disimuló. Sí, estaba un poquito nerviosa. — Las eliminatorias son pan comido. Ya pasamos la etapa reglamentaria, así que sigue el estilo libre, y somos muy buenas en eso. En todo, más bien.
Hiccup no sabía porque su arrogancia le parecía tan atractiva, en serio. A cualquiera le parecería desagradable a veces, pero había algo en ella que hacía que se viera cautivador. Seductor, incluso.
— Bueno, en ese caso, supongo que no es necesario que les desee suerte. — dicho esto, frotó de un lado a otro su nariz con la de ella. La acción la tomó desprevenida, e hizo que un sonrojo se extendiera por su nariz hasta sus mejillas, tenue y cálido.
¿Por qué?
— ¿Viniste a desearme suerte?— se sintió estúpida después de hacer esa pregunta, ¿Qué no era obvio? ¿Qué rayos le pasaba cuando él estaba cerca? Era aterrador que le nublara tanto la mente.
— Claro. — no, por favor, no sonrías de esa... Manera. — Ustedes son asombrosas, estoy seguro que ganarán el primer premio.
— No se gana en esta parte de la competencia. — Astrid no pudo evitar reírse, ¿Por qué de repente le parecía tan... Gracioso? ¿Por qué se estaba riendo?— Solo pasamos a la siguiente ronda.
— En todo caso, serán las primeras en pasar. — culminó dándole un beso en los labios. Heather que estaba cerca, lo notó y creyó que era lo más extraño que había visto. En serio, de todas las parejas...
Seguro que eran sus besos lo que la hacían actuar así, eso o sus manos ahora en su cintura, en el hecho de que fuera tan alto y que la obligara a ponerse de puntitas para alcanzarlo. Ella tuvo que separarse, o ese tierno beso terminaría en algo un poco más rudo, y no muy apto para esta parte de la historia. Le pareció divertido que él se acercará hacia ella, con los ojos entreabiertos buscando seguir el beso.
Le dio un coscorrón, para nada fuerte. En serio. Ella no buscaba hacerle daño.
— Deja de golpearme. — le tomó de la muñeca con suavidad. Astrid hizo mala cara. — En serio.
— Ya veré. — apartó la mano, desafiante.
Hiccup la vio alejarse, sonriendo como un tarado. Decidió volver a su lugar en el público para ver el espectáculo de su "casi" novia. Si se le podía llamar así.
Let you down easy, I'm tryin'
'Cause you're everything I've spent my whole life fightin'
So when I walk away, it's not your fault
I always let the good ones go
Una cosa era verla en los ensayos, otra completamente distinta verla en las pruebas eliminatorias. Se le veía mucho más concentrada y con una sonrisa, le gustaba lo que estaba haciendo. Lo sabía por su expresión al ser lanzada por los aires, el movimiento de su cabello, de sus caderas...
Él realmente esperaba que esto fuera a funcionar. En serio.
And baby, you couldn't have loved me any better
But doin' this is all that I've known ever
I want the bad ones 'cause they're all I know
I always let the good ones go
Ellas eran las últimas, así que el evento no duraría mucho más. Saltemos entonces, de forma cliché a la parte donde hay una eliminatoria, ¿De acuerdo?
El presentador es alguien carismático y amable, que poco o nada tiene de conocimiento de campeonatos de animadoras, sin embargo, con mucho entusiasmo lee las tarjetas que le pasan los jueces y trata de mantener al público atento, informándoles siempre que equipo era cada uno, y diciendo el nombre de los equipos que estaban compitiendo. Astrid podía ver a Hiccup en la multitud, mirando únicamente al equipo de ella, sonriendo, de vez en cuando, cuando él notaba la mirada azul de la chica sobre él, alzaba el pulgar a modo de apoyo. A su lado también se encontraban Snotlout, Fishlegs y Eret, Fishlegs siendo el menos interesado y Snotlout el más interesado en las diversas chicas presentes en el lugar. Eret, más bien, seguramente fue traído a la fuerza por Ruffnut, quien se esmeraba por conquistar al enorme muchacho, sin mucho éxito, aparentemente.
Astrid le había aconsejado que termine con eso, Eret no tenía ni el más mínimo interés en ella, Ruffnut se tenía que meter eso en la cabeza, pero no, ella seguía insistiendo y Eret la seguía rechazando. El chico era lo suficientemente amable como para no rechazarla de forma cruel, y trataba de rechazarla con suavidad, o de verdad trataba de decir que no.
Ruffnut seguía terca. Eret algún día caería por ella, lo sabía, lo sentía en los huesos.
Mientras tanto, Eret se quedaría aquí, visiblemente incómodo, esperando junto a Hiccup, el resultado de las eliminatorias.
Eliminaron a los de siempre, dos escuelas cuya presentación fue olvidable, en fin, siempre hay de esas en las películas. Son tan importantes que solamente las colocan en el montaje de la película, para avanzar rápido, como si la película estuviese haciendo tiempo y no fuera directamente al conmovedor momento principal.
Como justo ahora estoy haciendo.
El punto aquí, es que solo pueden pasar dos escuelas, y la mira esta entre Berk, otra escuela de por ahí, y la escuela de Bog Blurgar. Hubo un momento de tensión, uno muy grande, en el cual, Astrid se veía tranquila, bastante impasible, no confiada, claro. De la nada, se fijó por primera vez en la nueva capitana de animadoras de Bog Blurgar.
Se sorprendió un poco.
Podría ser... su hermana. En serio. Jamás había visto a la nueva chica, pero eso no era lo que le llamaba la atención, no, lo que realmente le llamaba la atención era lo parecidas que eran ambas. Cabello rubio, el de ella con un poco más de volumen, se veía un poco más enmarañado debido al ejercicio, los ojos eran del mismo color que el de ella, resaltaba la cantidad de collares (por lo menos tres) y brazaletes que llevaba tanto en el cuello con las muñecas, seguro que acababa de ponérselos, así como los bonitos aretes que le colgaban hasta el cuello. Sus complexiones eran similares, y sus expresiones eran igual de feroces.
— Heather. — llamó a su amiga, que se encontraba a su lado. Heather se volvió, un poco nerviosa. — ¿Quién es la chica nueva de Bog?
Heather se fijó en ella, alzó las cejas al notar el parecido. — Uh, ni idea, debe ser nueva. Seguro que Ruffnut sabe de ella, ¡Ruff!— llamó a Ruffnut, quien también volvió la cabeza, estaba jugando con sus trenzas, jugaba con ellas como si fueran dos dragones pequeños, hasta tenían caritas el final de sus trenzas.— ¿Conoces a la nueva chica de Bog?
Ruffnut frunció el ceño, miró a la capitana del equipo contrario y abrió los labios sorprendida, tal vez por el parecido, le dio un codazo a su hermano quien en un principio se preguntó porque rayos su hermana no había golpeado, hasta que se fijó en la chica que Ruffnut le estaba señalando.
— ¿Saben quién es o no?— preguntó Heather, insistiendo por Astrid, quien seguía a la expectativa.
— Er...— ambos gemelos se miraron entre sí, dudosos en si debían contestar o no, ¿era buen momento para hablar de esto? Con el hecho de que Astrid y Hiccup estaban empezando a salir, justo ahora estaban construyendo algo, y ese algo pintaba para bien, hablar de esa chica era algo apresurado.
Y peligroso.
Antes de que pudieran encontrar una forma de decirlo, el presentador los interrumpió:
— ¡Y ahora, en primer lugar...!
De pronto a Astrid ya no le importó el haberse encontrado a su gemela, ahora toda su atención se enfocó en lo verdaderamente importante: No quedar en segundo...
— ¡Bog Blurgar!
Claro, claro que sí. Astrid apretó los puños, estaba molesta, demasiado molesta. Aun así, disimuló lo mejor que pudo, por lo menos debía alegrarse por su equipo. Todos habían hecho su mejor esfuerzo, y la verdad es que nadie se había equivocado, todos eran demasiado buenos en lo que habían hecho. Hasta Tuffnut. De todas formas no pudo evitar mirar a la capitana de animadoras de la otra escuela, quienes nuevamente habían ganado el primer lugar, ellas celebraban felices. Muy felices.
Bien, esto no era todo, vamos que podían ganar en la siguiente. En las regionales ellas verían lo superiores que era su escuadrón. Astrid se aseguraría de hacer una coreografía lo suficientemente buena como para patearles el trasero.
Los gemelos volvieron a mirarse entre sí, tampoco era una buena idea decir que conocían a la chica. Astrid la terminaría destazando en el escenario. Aun así, no podían librarse de esto tan fácil, su general no se olvidaba de las cosas tan fácil, al contrario, Astrid querría saber aún más de la chica ahora que le había quitado su preciado primer puesto.
Bajaron del escenario, se apretujaron unos con otros, para escuchar lo que Astrid tenía para decirles. Al encontrarse cara a cara con su equipo, todo el enojo se vaporizó en un instante.
Suspiró antes de hablarle a su equipo. — Todos estuvieron fabulosos. — dijo con seguridad, su equipo, que se encontraba temeroso por la expresión de su líder, les calmaba bastante que la chica estuviera siendo considerada, por lo menos un poco. — Estamos en las regionales, es lo único que importa ahora. Nos enfocaremos en ser mejores la siguiente vez, no quiero caras largas ahora.
"Lo que sí quiero es que todos se comprometan para lograr ese primer lugar. No aceptaré a nadie que no esté dispuesto a comprometerse con esto, ¿de acuerdo? — hubo un asentimiento por parte de todo el equipo, Tuffnut viéndose más emocionado que los demás. — Bien, los quiero a todos puntuales el lunes. Descansen.
El equipo se disolvió, y una vez lo hizo, Astrid volvió a su estado de enfado. Seguía demasiado molesta, bastante, se cruzó de brazos y en la compañía de Heather y los gemelos fue caminando fuera del interior del escenario para llegar al patio donde estaba el público. Sonaba extrañamente cursi, pero le vendría bien que Hiccup estuviera cerca, tal vez estar en sus brazos la ayudaría a sentirse más tranquila, porque eso siempre pasaba. Siempre. No importaba que tan alterada estuviera, estar rodeada por él le gustaba mucho.
Estaba pensando en eso, por lo que no recordó lo mucho que quería saber quién rayos era la nueva capitana de animadoras, para alivio de los gemelos. Porque eso le daría más tiempo para pensar en cómo darle la noticia.
Aunque no podía ser demasiado malo, ¿cierto? A Astrid no le importaría demasiado que Hiccup...
Oh, hablando de él, ahí estaba.
— Hola. — la saludó con calidez, a pesar de que la rubia quería lanzarse a sus brazos y no soltarlo nunca más, se contuvo. No iba a hacer una cosa tan ridícula en frente de tanta gente, en especial porque seguía siendo un poco incómodo mostrar su afecto. La haría ver débil y eso no le gustaba. — Les dije que irían a las eliminatorias. — le recordó con dulzura, inclinándose un poco hacía ella.
— No era parte del plan quedar en segundo lugar. — dijo la chica entre dientes, Hiccup ladeó la cabeza.
— Eso no es nada, pueden hacerlo mejor la siguiente vez, ¿no es así? Están muy cerca de vencer a las otras chicas. — La consoló, tocándole la mejilla, Astrid no quería quebrarse ante su toque, aun así se dejó hacer. — No tienes qué preocuparte.
— De hecho, tengo que preocuparme más. — Respondió Astrid. — ¿Cómo es que tienen una nueva capitana? Debiste verla, es... extrañamente parecida a mí. Es muy extraño, en serio...
— ¿Nueva capitana? ¿De dónde?
— Bog Blurgar.
Hiccup sintió que el nombre se le hacía familiar. Trató de pensar en que...
— ¡Hiccup!— alguien lo llamó a la distancia. Hiccup giró su cabeza por inercia, Astrid también la giró, intrigada porque no conocía la voz que lo había llamado. Abrió los ojos con sorpresa al ver a la capitana del equipo contrario, la misma que había obtenido el primer lugar, y la misma que se parecía demasiado a Astrid.
Las cuentas de sus collares tintineaban debido a que estaba corriendo en su dirección. Hiccup la reconoció al instante, ¿cómo es que no la había visto antes? Estaba ciego, sí, pero no tanto. Los gemelos se alteraron en ese momento, porque, oh por dios, ella estaba corriendo justo en dirección al castaño, con una sonrisa enorme, riendo casi casi, y el hecho de que estuviera corriendo era un poco preocupante, en serio, bastante, porque únicamente corres hacia una persona con esa expresión si vas a lanzarte a sus brazos...
La chica saltó y por acto re reflejo Hiccup la atrapó, la rubia pasó sus brazos por el cuello del castaño y para sorpresa de todos los presentes, le estampó un beso en los labios.
Astrid ahogó una expresión y se quedó boquiabierta, miró al castaño, sin saber que decir, ni como sentirse, ¿debería estar molesta? ¿Estaba sorprendida? No lo sabía. Él se encontraba en una posición similar, mantenía los ojos abiertos y trataba de no tocar demasiado a la chica, mientras intentaba no dejarla caer al suelo porque eso no sería demasiado educado de su parte.
La capitana, extrañamente parecida a Astrid, se veía demasiado cómoda y confiada.
Tuffnut se llevó las manos a la cabeza, Ruffnut tapó su boca con sorpresa. Eso había venido de la nada.
— ¡Oh, no! ¡Alerta de ex novia!
Notes:
Sí, es Camicazi.
Sí, ya llegamos a la parte del triángulo amoroso.
Por ahí, alguien había comentado algo sobre triangulos amorosos. Así que paré mi caballo y dije: por dios es verdad, no hay nada más cliché que un triangulo amoroso.
Y es verdad, no lo hay.
Así que bienvenidos a este arco lleno de más clichés, en los cuales introducimos a Camicazi, la ex de Hiccup, que, por cierto, le hará la vida imposible a estos dos... o tal vez no, tal vez haga que estos dos finalmente formalicen su realción uwu.
Eso, sí, lindo, muy bello, bla bla.Como nota adicional, como amo esta canción, te amo mucho Charli XCX.
Cuidense mucho, les quiero, bai uwu
Chapter 10: Yuck
Notes:
Hola. Regresaron las notas de autor JAJAJA
Inserte algún chiste sarcástico e ingenioso acerca de este fic.
Actually, we have one. But this one is in English, because I released that there's people who doesn't speak Spanish reading this fanfic. Hi! And welcome!
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
No había hablado con Astrid en todo ese tiempo. Cosa rara, porque estaba dispuesto a explicarle todo lo que había pasado, en serio, Hiccup no dejó de llamarla, sin embargo, ella solo ignoraba sus llamadas, lo cual lo desesperaba más. Estuvo tan distraído que derramó todo el aceite sobre el suelo del taller, en medio de su torpeza.
— Tal vez deba ir a su casa. — saltó cuando ni bien terminó de limpiar el piso. Gobber salió debajo de un auto, hizo una mueca y se rascó la mejilla, sin estar muy de acuerdo. — Ella no contesta mis llamadas, debe estar sumamente molesta conmigo. — se lamentó, antes de pasar las manos y engrasadas en su cabello. — Ya vuelvo, yo...
— Hiccup, no creo que sea buena idea que vayas con ella. — lo frenó el mecánico. — Primero que nada, estás hecho un asco, necesitas un baño, quitarte toda esa grasa. Y segundo, Hiccup, si haces eso, quedarás como un intenso, ¿Cuántas veces le has llamado?
— ¡Es que de verdad necesito explicarle!
— Lo sé, pero primero tienes que darle tiempo... Quizá lo está procesando. — Gobber se levantó, apoyó su mano en el hombro del afligido muchacho. — Así son las mujeres, Hiccup, necesitan tiempo, ¿Ya hablaste con Cami?
— Ya. Está arrepentida, quiere disculparse. — Hiccup se recargó en el auto que estaba reparando. — No tuvo esa intención, ella no sabía que... Ya estaba en otra relación. No habíamos hablado en bastante tiempo, y ella no creyó que de verdad fuera a pasar...
— Nadie creía que fuera a pasar de hecho. — Admitió Gobber, Hiccup le regresó la mirada con los ojos entornados. — ¿Qué? Es verdad, ella de verdad parecía odiarte. Aunque bueno, ya sabes lo que dicen.
— ¿Qué dicen?
— Las chicas que molestan a los chicos quieren llamar su atención porque están enamoradas de ellos. — Reveló Gobber con una sonrisa pícara, Hiccup negó con la cabeza. — Vamos, Astrid seguro que no está enojada contigo. Ella vio todo, seguro que tiene una buena excusa para no responder.
No. En realidad no la hay. Astrid estaba molesta, era como si todo se le viniera encima. Primero, pierde el primer puesto y segundo, la chica que le había quitado el primer lugar besó a Hiccup...
¡Frente a su cara!
No había llorado. Esto no era para tanto, sin embargo, sí había apretado los dientes y ahogado varios gritos de furia en su almohada. Sin embargo, evadió el tema todo el fin de semana.
Bueno, Heather no. Interrogó a los gemelos, y ellos, aterrados, le dieron la poca información que tenían:
Camicazi era... La ex novia de Hiccup. La había conocido hace tiempo ya, los gemelos no sabían exactamente cuándo (más bien, no querían decirle, porque... bueno, no querían que Astrid siguiera demasiado enfadada), al parecer se había mudado al pueblo cercano hace poco y quien sabe cómo, se había hecho con el puesto de animadoras del equipo rival de forma sencilla. Astrid pensó en stalkearla, sin embargo, cuando estuvo a punto de hacerlo, se contuvo, respiró hondo y dejó su teléfono lejos. Heather, por el contrario sí que la espió e incluso encontró fotos de ella con Hiccup, claro, no había nada malo, Camicazi parecía ser una chica normal, le gustaban los collares, no le gustaba cepillarse mucho el cabello... Lo que sí le gustaba eran los reptiles.
Sin embargo, Heather no podía dejar de pensar en que se parecía demasiado a Astrid y en que era capitana del equipo de animadoras.
— No puede ser, Hiccup tiene un "tipo". — susurró Heather, frente a su laptop, a las tres de la mañana, con una taza de chocolate caliente. Después de ver todas las fotos y publicaciones había llegado a la conclusión de que Hiccup tenía cierta debilidad por las animadoras rubias de ojos azules, con fuerte carácter y líderes natas.
En realidad... no. Bueno, sí. Es complicado. Tal vez había sido inconsciente, o es lo que a Hiccup le gustaba pensar; no había sido con mala intención, en serio, en lo último que había pensado cuando estuvo en esa relación era en Astrid. Él y Camicazi habían terminado por la distancia y porque sentían que ya no estaban funcionando, no fue una ruptura demasiado dolorosa, incluso pensó en lo anormal que fue eso, ya saben, usualmente el termino de las primeras relaciones es un desastre. Todo lo contrario pasó aquí, ella entendió perfectamente sus razones, y él las de ella, así que continuaron siendo amigos. No habían perdido demasiado el contacto. Cuando pasó lo de la pierna, ella fue de las primeras en dejar todo e ir a verlo.
Supo que se había mudado cerca, pero justamente ese día se dio cuenta exactamente de a donde se había mudado, ni había recordado que había audicionado para ser parte del equipo y que, había sido tan buena que quedó como capitana cuando la capitana de verdad se lesionó la cadera.
Así que todo esto había sido una serie de conveniencias dignas de una película. Aunque Hiccup no había esperado que su ex novia lo abordara de esa manera, es decir, había sido un saludo muy efusivo, e innecesario. Hubo un punto en el que Astrid no pudo seguir soportándolo y se fue rápidamente, apenas dándole tiempo de reaccionar, cuando intentó ir tras ella ya se había ido, dejándolo con las palabras en la boca y sumamente preocupado.
Por lo que esperó todo el fin de semana, apenas y pudo dormir. Corrió hasta ella cuando la vio en su casillero, guardando sus libros, no sabía si estaba molesta, porque su rostro carecía de expresión. Se colocó detrás de la puerta de este, para que ella al cerrarla lo viera y no pudiera evadirlo. Estaba siendo intenso, lo sabía, pero de verdad tenía que explicarle todo.
Astrid cerró su casillero y suspiró en cuanto vio al castaño detrás de este. Lo miró por un par de segundos, antes de que Hiccup pudiera hablar.
— Astrid, tengo que hablar con... ¡Oye!— ni siquiera lo dejó terminar, al igual que la última vez, lo tomó con fuerza del brazo (está vez con un poco más de fuerza que antes, Hiccup sentía que se le estaba cortando la circulación en el brazo) esta vez todo el mundo se giró a verlos, debido a que el castaño se estaba quejando en voz alta por el dolor. Astrid negaba con la cabeza y rodaba los ojos, Hiccup era un auténtico bebé. — ¡Ya suéltame!— se quejó, la rubia no se detuvo hasta dar con el closet del conserje, abrió la puerta de un portazo, dando con Dagur sentado en el suelo, comiendo un sándwich.
— Oh, ho...
— ¡Sal de aquí!— ordenó la rubia de forma demandante. Dagur se levantó de inmediato y salió del pequeño cuarto. Reaccionó una vez estuvo un paso afuera de su closet.
— Espera, este es mi closet...
— ¡Largo!— Astrid le cerró la puerta en la nariz. Acto seguido, soltó a Hiccup de golpe. Ahora sí que había expresión en su rostro: estaba molesta. Muy molesta.
Para Hiccup eso no le daba derecho que lo tratara así. — ¡Te dije que no quería que hicieras eso!— le reclamó, sintiendo la ira concentrarse en su vientre, siendo alimentada con el dolor en su brazo, el cual se sobó con la mano izquierda. — ¡Sé que estás molesta, pero no te da derecho de lastimarme!
La escuchó chasquear la lengua. — ¡Me mentiste!
— ¡¿Qué?!— ¡¿en qué le había mentido?! ¡Él no le había dicho ninguna mentira!
Astrid apretó los puños. — ¡Escúchame bien, Haddock!— lo amenazó, tomándolo del cuello de la camisa. — No soy plato de segunda mesa, ni pienso ser una aventura. Tal vez te guste mentirle a esa chica, no lo sé, ¡sea lo que sea, no pienso seguir con esto!— Hiccup alzó las cejas, oh, ¿ella creía que Camicazi y él seguían juntos? Bueno, no la culpaba. — ¡Así que olvídame o...!
— Cami no es mi novia. — la voz calmada de él la hizo frenarse, parpadear un poco, confundida.
— ¿Qué?
— Que Camicazi no es mi novia. Bueno, lo fue, pero ya no lo es. — Hiccup se encogió de hombros. Sonaba sincero, pero a Astrid todavía no le convencía del todo.
— ¿Ah sí? ¡¿Y por qué te besó?!— exigió saber, Hiccup se vio un poco más nervioso que antes, incluso se rascó la nuca.
— Sí, bueno, hace mucho que no nos veíamos... ella suele... emocionarse mucho. — confesó, Astrid no le creyó para nada.
— ¡¿Crees que te voy a creer esa mentira?!
— ¡No estoy mintiendo!— se defendió en automático. — ¿Por qué te mentiría? Ella y yo ya no estamos juntos. Incluso ella quiere disculparse contigo. — wow, ¿en serio?
— ¿Por qué?— chilló la rubia. No le parecía nada lógico todo lo que estaba pasando en realidad, ¿Por qué rayos la chica querría...? Alto, ¿Cuál había dicho que era su nombre?
Camicazi, vaya nombre tan extraño. Bueno, no es como que los nombres de todos sean comunes. El más normal es el de Astrid o Heather, los demás tenían nombres bastante cuestionables a decir verdad.
Hiccup volvió a encogerse de hombros. — Uh, le conté que estamos saliendo. Ella lo entendió y de verdad está arrepentida. — Explicó el castaño. — Ya te lo dije, hace mucho que no nos vemos. Ella pensó que estaba bien...
— ¿Y por qué se besan sin ser novios?— Astrid realmente sentía curiosidad al respecto. Es decir, un abrazo está bien, no está tan mal después de todo, es algo que da todo el mundo. Un beso, sin embargo... Era demasiado. Hiccup torció los labios.
— No es como que lo haga cada que me ve. Tampoco lo sé. — Desvío la mirada. — Entonces, ¿Me sueltas?— señaló los nudillos de la chica, ya blancos, que sujetaban su camisa con fuerza. Astrid lo soltó de golpe. — Tenemos que hablar sobre los golpes y los jaloneos...
— ¿Te molesta?
— ¡Mucho!— soltó Hiccup, acomodándose la camiseta. Astrid se cruzó de brazos. Él no tenía derecho de enojarse en estos momentos, de hecho. Eso aumentó un poco su enfado, todavía dudaba en creerle o no. — No puedes seguir haciéndolo.
— ¿O qué?
— ¿¡En serio no ves lo mal que está!? Eres muy agresiva, no deberías hacer eso. — retomó la pregunta infantil que le había hecho la chica, inhalando profundo. — No me gusta. Y yo... Te respeto. — Balbuceó, no se estaba dando a entender y lo sabía por la expresión de triunfo en el rostro de la chica. — Quiero decir. Te respeto y por eso mismo no hago cosas que no te gusten ni te trato como si fueras una cosa... Me gustaría que por lo menos no hagas esto de jalonearme.
Astrid no quería admitir que tal vez tenía razón, por lo que suspiró y rodó los ojos. — De acuerdo.
— Tienes que decirlo de verdad. Porque siempre que te enojas lo haces...
— Ah, ¿Acaso crees que no estoy diciendo la verdad? Aquí el que está mintiendo eres tú.
— ¡No te estoy mintiendo! ¡Ella no es mi novia!— alzó la voz, apretando los puños. — Escucha, solo quería explicártelo. No me importa si me crees o no. — en realidad sí. No sabía porque trataba de convencerla con tanto ímpetu, bueno, sí tenía una idea de porqué.
— Eso diría un mentiroso, ¿Sabes?
— ¡Pero yo no!
— Bien, supongamos que te creo. — Que Hiccup se encontrará así era el estado mínimo en el que quería verlo, ¿Acaso él sabía lo mal que la había pasado? ¿O lo mal que se encontraba ahora? Porque aunque quería creerle (y una parte de ella le creía fervientemente, en serio, no dudaba de ninguna de sus palabras), no quería ceder tan fácil. Sonaba demasiado conveniente. — Quiero hablar con ella.
— De acuerdo, la llamaré ahora y...— Hiccup, harto de la situación sacó su teléfono, dispuesto a llamarla. Astrid, anticipando la acción, negó con la cabeza, antes de decir:
— En persona. — Hiccup alzó la vista, el ceño fruncido y los labios apretados. Mal momento para pensarlo: Hiccup es guapo incluso cuando se enfada. Vamos, que es más atractivo verlo así, le recordaba a cuando...
Nope. No es tiempo de recordar eso. Si lo hacía, cedería más pronto, no solo eso, se sonrojaría. Y definitivamente no quería eso.
— Bien, le diré que venga después de clases. — mandó un mensaje justo frente a ella. Astrid no necesitaba eso, él estaba siendo un dramático, aunque, de todas formas no despreció el gesto, hacer eso significaba que tal vez estaba diciendo la verdad. — ¿Contenta?
Astrid le miró fijamente, antes de asentir. Hiccup jamás había conocido a nadie tan... Tan... ¡Tan terco! ¡Lo estaba sacando de sus casillas y...!
La tomó de los delgados hombros para plantarle un beso. Astrid abrió los ojos con sorpresa e instintivamente trató de separarse empujándolo del pecho. Él jamás la había besado así de improviso, bueno, no lo había hecho de esa manera. Casi siempre lo hacía para molestarla, nunca de la manera tan hambrienta en la que lo hacía ahora.
Además, él no se merecía este beso, ¿Y si de verdad tenía novia y...?
Enredó sus dedos en el cabello de él y le correspondió. Él, a al verla más cooperativa, mudó sus manos de los hombros a la estrecha cintura, la cual recorrió de arriba a abajo. Astrid saltó a su torso, enredando sus piernas en él, sabiendo que Hiccup la atraparía. Este no pudo evitar dar dos pasos atrás, chocando contra la repisa detrás de él, algunos objetos se cayeron, lo que lo hizo reír, a ella también.
La había extrañado bastante. Era verdad que no estaba en una relación con Camicazi. En este momento, solo quería a Astrid, a nadie más que a ella. A pesar de su mal genio y su terquedad. Podía estar mal, pero nada lo haría cambiar de parecer.
— ¿Por qué crees que te miento?— le preguntó en un susurro, mirándola a los ojos, vulnerable, todavía con sus manos sobre las caderas de la rubia.
Astrid suspiró. — No serías el primero en tratar de engañarme. — ella usó un tono más alto que el de Hiccup. Él recargó la cabeza en el espacio entre el cuello y el hombro de ella. Vale, nadie podía ser tan tierno. — Llamaste muchas veces.
— De verdad quería explicarte todo. Lo siento.
Astrid suspiró, antes de acariciarle el cabello con mimo. Lo sintió estremecerse. — ¿Aún odias que toque tu cabello?— no apartó la mano, él negó con la cabeza.
— No cuando lo haces tú. — ¡Eso fue demasiado cursi! ¡Demasiado! Casi le derrite el corazón, Dioses, el comentario ni siquiera es tan cursi, pero el tono en el que lo había dicho y lo que significaba... No ayudaba que justo ahora, sus labios estaban contra su piel, haciéndole cosquillas.
Lo que perturbo la momentánea paz fueron unos toques en la puerta. Ambos se giraron, pálidos.
— Er, ¿Chicos? No los escucho discutir, ¿Uno de ustedes está muerto o están...?
— ¡Largo de aquí, Dagur!
— ¡Este es mi closet!
— Entonces... ¿vas a hablar con ella?— Heather no se sentía del todo cómoda con el hecho de que Astrid haya aceptado a hablar con Camicazi, la ex novia de Hiccup.
— Ella quiere hablar conmigo. Puede que esté diciendo la verdad. — Astrid se encogió de hombros. Los gemelos trataron de escapar del sitio antes de que la rubia se diera cuenta. No tuvieron tanta suerte. — Ustedes dos lo sabían, ¿no es así?
— Er...
— Bueno, Tuff lo sabía, y después me lo dijo, así que ahora yo también lo sé. — Explicó Ruffnut jugando con sus trenzas. — ¿No es divertido? Hiccup tiene un "tipo", le gustan las chicas rubias de ojos azules... Alto, ¿entonces por qué no le gusto yo?— le preguntó a su hermano, quien se encogió de hombros.
— Tal vez porque eres fea. — respondió su hermano con simpleza. Ruffnut le dio un coscorrón. — Bueno, quizá porque cada que te ve, se acuerda de mí, y sería extraño besar a una versión femenina de mí, ¿sabes?
— Agh, sí, tiene sentido. — Los dos nuevamente se habían desconectado de la conversación, y Ruffnut se dio cuenta de esto. — ¿De qué hablábamos?
— Hiccup tiene un "tipo" y la ex novia de él quiere hablar con Astrid para...— Heather intentó recapitular todo lo que había pasado, antes de darse cuenta de que a ese punto no habían llegado aún. — ¿Por qué quiere hablar contigo?
— Quiere disculparse, al parecer. — Astrid tampoco sabía exactamente de qué querría hablar la animadora. — Entonces, ¿ustedes la conocen?
— Er...
— No es que no la conozcamos— vaciló Tuffnut, jugando con sus rastas, Astrid entornó los ojos. — Bueno, sí, la vimos una vez...
— ¡Pero ella no se parece a tí!— repuso Ruffnut, para confusión de la capitana de animadoras. — Bueno, sí, físicamente sí, pero fuera de eso no se parecen mucho. Bueno, un poco. Es más relajada... ¡no estoy diciendo que no lo seas! No es...
— Lo que mi tonta hermana quiere decir, es que sus personalidades no se parecen. — reparó el gemelo, en ayuda de su hermana. Ruffnut asintió a su vez y Astrid se cruzó de brazos. — Son distintas... mucho. Ella es divertida, hace buenos chistes.
— Seh, y cocina genial, ¿recuerdas sus galletas?
Astrid no iba a admitirlo, pero escuchar eso hizo que sintiera una punzada en el estómago. Una desagradable y prolongada punzada, la reconoció al instante como esas punzadas que sentía cada que lo veía rodeada de chicas que buscaban desesperadamente su atención. Eso no estaba bien, no era extraño que sintiera celos (un poco, sí, ella no debía sentir celos de nadie, por los dioses), sino que su enfado había sido mucho más afilado, mucho más fuerte.
Puede que se deba a que a ella nunca le salían las galletas. Ha horneado, claro, pero siempre se derretían, quedaban demasiado blandas y más bien parecían una masa caliente y grasosa...
— ¿Qué tiene que ver con esto?
— Solo resaltamos que Camicazi no se parece a Astrid. No demasiado. Solo físicamente... Oh oh. — Tuffnut señaló detrás de Astrid, todos siguieron la trayectoria de su dedo, viendo cómo se aproximaba una chica extrañamente parecida a Astrid.
Se diferenciaba porque usaba ropa más oscura y cómoda, sus pantalones eran holgados, de un color verde oscuro, el cinturón que usaba hacía que se ciñiera un poco más a sus caderas. Llevaba una blusa corta con rayas de colores, que dejaba ver parte de su ombligo. Al igual que el primer día en el que la había conocido, usaba varios collares de distintos tamaños, desde una gargantilla a un collar que le llegaba a las costillas, aros en las orejas, así como brazaletes en ambas muñecas, que tintineaban cada que avanzaba.
Su cabello lo tenía amarrado en una coleta media, alta que resaltaba su cabello esponjado y enmarañado. Vaya que eran distintas.
Lo que más llamaba la atención era una bandeja en sus manos, parecía repleto de algo cubierto con una servilleta de tela. Se acercaba a ellos, cuidando que no se cayera el contenido.
Astrid se cruzó de brazos, no podía permitirse verse nerviosa por una simple plática. La chica sonrío una vez los vio, se veía bastante animada de verlos, y también notó, cierta sorpresa por su parecido con Astrid.
Cielos, podría ser mi hermana.
— ¡Hola!— saludó con voz jovial, sacudiendo su mano, las cuentas de los brazaletes se sacudieron, creando un sonido de cascabel. Raro. Una vez llegó a ellos, se plantó frente a los gemelos. — ¡Hola, chicos!— fue directo a saludar a los gemelos con un beso en la mejilla, primero a Tuffnut y después a Ruffnut. — ¡Ha pasado tanto tiempo!— se giró para ver a la rubia extrañamente parecida a ella, Astrid no se inmutó. — Oh, hola, ¿Astrid, cierto?— un poco obvia la pregunta, ¿no? Astrid asintió de todas maneras. — Bueno, ni siquiera sé porque lo pregunto... diablos, siento que podríamos ser hermanas. — apuntó ella viéndose divertida por la situación.
— No lo creo. — respondió Astrid secamente. Ella suele ser así con las personas que no conoce.
— ¿Segura? ¿No tienes familiares en Bog-Bulgar?— preguntó la chica, como si intentara hacerle plática, Astrid negó con la cabeza. — Oh, bueno, entonces es una coincidencia.
Ni tanto, Hiccup tiene un "tipo".
— Supongo que sí. — Camicazi entrecerró los ojos. Hiccup le había hablado de ella, claro que lo había hecho. Sabía cómo era y sabía que debía estar molesta. Huh.
— Hiccup me dijo que no le crees que él y yo ya no estamos juntos. Y que por eso querías...— Camicazi rodó los ojos, luego reparó en que Heather y los gemelos seguían ahí, escuchando la conversación atentamente. No solo eso, la práctica no había terminado, por lo que el equipo de animadoras se encontraba observando la singular escena. Astrid también reparó en el hecho, por lo que rodó los ojos. —... verme.
Astrid miró a Heather y le hizo un gesto para que se volvieran a sus asuntos sin ella. Heather entendió el mensaje, por lo que empezó a caminar para tomar el mando.
— ¡Oh, no! Antes de que se vayan, Tuff, ¿quieres ayudarme con esto?— le pasó la bandeja al gemelo.— Escucha, Astrid, estoy muy apenada por lo que pasó y no solo eso, de parte de la escuela de Bog, queríamos enviarles pastelitos.— expuso la bandeja, quitando la servilleta de encima, revelando muffins de chocolate y chispas del mismo. Astrid alzó las cejas, uh, no esperaba eso. — Sé que nuestro equipo y el suyo ha tenido una relación hostil desde hace mucho, pero ahora que yo soy la capitana del equipo, creí que sería buena idea empezar de cero, ¿qué te parece?
La cara de sorpresa de todo el equipo se concentró en Astrid, quien no supo cómo reaccionar. Vaya, eso era... extraño. Demasiado, ¿por qué estaba siendo tan amable? ¿Eso es un comportamiento normal en ella o solo estaba, ya saben, fingiendo por convivir? Quien sabe, pero dada la cara de los gemelos, quienes se veían suplicantes por probar los muffins, Astrid suspiró, y asintió.
— De acuerdo...— Astrid puso sus manos en jarras, seguía siendo un poco sospechoso. — ¿Cuál es el truco?— le preguntó firmemente. Camicazi la miró confundida sin entender.
— ¿Truco?
— ¿Dices que viniste hasta aquí, compraste muffins antes de llegar, solo para hacer las paces?
— No son comprados, yo misma los hornee. — el tono frio que Astrid había usado no hizo que el gesto de Camicazi flaqueara. Debía ser una reacción natural en ella. — ¿Crees que los envenené o algo así?
— Creo que es extraño. — mustio. — ¿Cómo es que los horneaste tan rápido?
— Astrid...— se quejó Ruffnut.
— Bueno, yo iba a venir de todas formas. — Se encogió de hombros. — Realmente queremos hacer las paces con tu equipo.
Astrid entornó los ojos, los pastelitos se veían deliciosos, bastante apetitosos, inofensivos. — ¿Ah sí?— pero Astrid es muy obsesiva y protectora con su equipo. No solo podrían estar envenenadas, también podía haber agujas, navajas, tornillos...— Come uno entonces. — la retó tomando ella misma un muffin e insistiendo para que la chica lo comiera. Camicazi rodó los ojos, y lo mordió.
Nada, estaban limpios. Eso o la chica tenía bastante suerte.
— ¿Ves?— preguntó Camicazi con la boca todavía llena. No había jabón, ni destapacaños, ni cloro, ni ninguna cosa punzocortante o asquerosa en ellos. Solo el dulce sabor de la mantequilla, cocoa y chocolate.
De acuerdo, la chica tenía un punto. Y tal vez ella de verdad venía en son de paz. — Bien, pueden comerlos. — concedió al fin. El equipo se repartió el botín ante los ojos de la rubia, quien no se veía todavía muy feliz al respecto, aun así, viendo el lado bueno, esto era... distinto. Sí, Camicazi tenía razón, tal vez era tiempo de hacer las paces con Bog-Bulgar...
Y de paso saber que rayos había pasado con Hiccup.
Una vez cada uno tuvo un pastelillo y la bandeja estuvo considerablemente vacía, llegó el momento para hablar, Astrid le hizo una seña para dirigirse al estacionamiento frente al campo, ambas se dirigieron ahí en silencio, las dos fueron hasta el auto de Camicazi, donde ella guardó la bandeja en su cajuela, Astrid la esperó pacientemente, esperando a que fuera ella la que hablara.
— Hiccup me ha hablado de tí.— empezó Camicazi, hablando de forma distraída.— Es decir, nos conocemos desde hace tiempo y él siempre ha sentido algo por tí, supongo.— acomodó las cosas y se giró finalmente, Astrid no supo a donde mirar, bueno, sí, Hiccup había mencionado algo al respecto. Bastante al respecto. — La verdad es que nunca creí que fuera a suceder. Era más como un amor platónico, ¿sabes?
— Sí, me di cuenta. — Astrid lo sabía, fueron unas semanas bastante abrumadoras, en las que ella no quería aceptar sus sentimientos. Al final, todo esto había resultado bien, hasta ahora claro. — ¿Te dijo que estamos saliendo, verdad?
Camicazi asintió. — Sí, lo mencionó después de que me le fui encima. — sonrió la rubia. — Muy sospechoso, ¿no? Un trabajo escolar, ustedes dos conviven un poco más, y tú le haces caso después de que la pubertad lo golpeó, raro.
Su tono insinuante no le gustó para nada, mezclado con un tono algo pasivo agresivo. — ¿Uh?
— Escucha, Astrid, he conocido a chicas como tú. — su tono animado cambió a uno más serio. Astrid abrió los ojos con sorpresa. — Y por lo que Hiccup me ha contado, eres de esas chicas que adoran el control, ¿no es verdad?
Esto no era una explicación, parecía más bien un ataque. — ¿Qué tiene que ver con que besaste a...?
Mi novio. Estuvo a punto de decir esas dos palabras. Hiccup no era su novio, no todavía, aunque debería serlo, ¿no es cierto? Sí, debería, es decir, estaban saliendo, y ya se habían acostado, debía ser su novio, es decir...
¿Por qué estaba tan empeñada en demostrar que Hiccup era su novio?
— ¿Novio?— ella pareció adivinar sus pensamientos. — Hiccup dijo que estaban saliendo, es como un juego para tí, ¿no?— Es lo mismo que había dicho Heather, y tal como en esa ocasión se enfadó. Apretó los puños. No le había molestado tanto que Heather se lo dijera, pero que Camicazi lo hiciera era aún peor. — Puede que no estemos juntos, pero lo quiero. Y no pienso permitir que le hagas daño. Sé lo que buscas, las chicas como tú siempre creen que pueden jugar con quién sea sin ninguna consecuencia. ¿Por qué no mejor tratas de ser la novia del capitán del equipo de fútbol? Ya sé, ¿Por qué no organizas una fiesta en tu casa o un baile de graduación y dejas a Hiccup en paz?
Era como un bombardeo de palabras, tantas que Astrid no podía ni tenía palabras para responder. De repente, se sintió extraña, una sensación de inferioridad a la que no estaba tan acostumbrada a sentir. Una chica, aparentemente perfecta para Hiccup, la estaba haciendo sentir como una rubia tonta, con su traje de animadora y sus pompones en las manos.
— ¿Cómo...?— o puede que esté escuchando mal. O que sea una broma. De cualquier forma, esto está horrible.
— Astrid, Hiccup ha pasado por mucho. Sus padres casi se divorcian, perdió una pierna...— wow, esperen. Sabía lo de la pierna pero no lo de sus padres... Vaya, ¿En serio?— Creo que lo menos que puedes hacer es dejar de jugar con sus sentimientos.
¿¡Por qué todo el mundo no le creía que estaba enamorada de él!? ¡Deberían! Es decir, sí, bueno, ella no solía demostrarlo tanto, y todavía no estaba acostumbrada al afecto que él le brindaba, pero vamos, lo quiere en serio. Esto no es un juego.
¡Y ella no es una rubia tonta! Ni el estúpido cliché de la animadora antagonista que lo único que quiere es poder y ser la reina del baile.
— No estoy jugando con Hiccup. — siseó, ¿Cómo es que había permitido torcer la conversación así? No se podía hacer eso. Tenía que remediarlo. — ¿Viniste a eso? ¿A hacerme una escena de celos?
No había sido su mejor respuesta, sin embargo, Astrid logró que sonara contundente y a la defensiva, para nada una respuesta engreída ni típica de una chica hueca. Camicazi se cruzó de brazos, sus brazaletes tintinearon.
— Esto no es una escena de celos.
— Da igual. No pienso pelear por un chico de todas formas. — continuó Astrid. Eh, no, no pensaba hacerlo, sin embargo, dejar a Hiccup era un poco doloroso, tanto esfuerzo para nada.
— ¿Lo ves?— algo en lo que se parecen ellas dos: son muy buenas defendiéndose entre ellas. — ¿Piensas deshacerte de él así como así? ¿Me dirás qué "me lo quedé"?— alto, no, ella no había dicho eso. Solo dijo que no iba a pelear por él, porque eso era estúpido y...— ¿O pensabas botarlo después del baile? Es demasiado bueno para ti, Astrid. Crees que todo el mundo te adora pero no es verdad, ¿Es qué no te das cuenta? Mira a tu equipo, los tratas como su fueran tus sirvientes, ¿Así tratas a todo el mundo? Hiccup me ha contado como lo tratas, ¿Quién rayos hace eso de jalar a la gente? ¿No te importa hacerle daño?
Golpe.
Cayó en cuenta. A veces pasa que cuando uno se da cuenta de algo que, es obvio para todos, pero para ti no lo es, se siente como caer de cara al suelo. Sin colocar las manos. Recibes todo el impacto en la nariz y los dientes. Es doloroso, pero más que eso, es vergonzoso, porque todo el mundo te mira caer de la forma más tonta en la que pusiste haber caído.
Bueno, no siempre es así, pero para alguien como Astrid, tan controladora, tan perfeccionista, era tan dramático como eso. Rompió algo del hielo que la había mantenido tan tranquila hasta entonces. Como si Camicazi tuviera un mazo de goma y con él hubiese destruido todas sus defensas.
— ¡Le dejaste moretones! Y, cielos, ¿En serio le reclamaste por llamar demasiadas veces?
¡Él no tuvo por qué llamarle tanto! Vale, sí, estaba molesta, no respondió ninguna, pero aquí ella era la víctima, ¿No?
— Él se preocupa por ti, ha hecho cosas por tí, y nunca le agradeces, ¿Quién te crees que eres? En serio.
De golpe, vinieron todas las veces en las que él hizo algo por ella, desde llevarla a su casa completamente mojada, ofrecerle una bolsa de arroz para su teléfono, pagar su tintorería, apresurarse para verla y no perderse que le ayudara. No terminaba ahí, la lista iba aumentando conforme iba pasando el tiempo, soportar como apretaba su brazo, sus malos modos, lo hiriente de sus palabras, llevarla a casa estando dopada, caliente o lo que sea, su sarcasmo, y... Y...
A él no parece importarle.
— Quería que lo supieras. Porque parece que nunca nadie te lo dijo. Así que déjalo en paz.
Dio media vuelta y se fue. Dejando a Astrid en shock, los ojos cristalizados y los labios temblando.
A él.
Parece.
No.
Importarle.
Parece.
¿Y si sí le importaba?
No se supone que deba sentirse así. Astrid no es tan hipócrita, todas estas cosas, todas esas mariposas la estaban enfermando, era como una caída hacia un abismo al que no quería llegar, porque estar con Hiccup estaba volviéndose demasiado complicado de sentir. Como si estuviera embrujada o algo.
Deja de llamar, vas a romper mi teléfono, había pensado enojada. Pero se puso un poco triste cuando dejó de hacerlo el domingo por la noche. Pensó en su caballerosidad, en los gestos que hacía para ella, en el suéter que tenía en su cuarto, el cual no había devuelto y que de vez en cuando le gustaba olfatear. O la vez del museo en el que le peino el cabello hacia un lado, repentinamente dejando de hacerle caso a los reptiles y solo mirándola a ella.
— ¿Qué?— si seguía mirándola así, podían pasar dos cosas: o recibiría un golpe, o ella terminaría sonrojándose. O ambas.
— Eres muy bonita. — le sonrió.
¿¡Por qué le hacía esto a ella!? La tenía sonrojándose por lo más mínimo, como si fuera una puberta. Solo le faltaba enviarle flores cosa que, cielos santo, esperaba que no pasara. Él era tan sensible y ella tan malvada con él. Actuando como un cachorrito, tan acaramelado y...
¡Asco!
Está no era Astrid Hofferson. Por lo menos a la que ella estaba acostumbrada. Siempre decía que Hiccup iba a quebrarla, ¿Verdad? Tal vez ahora sí que lo hizo.
Soltó un grito de frustración y camino de vuelta al campo, las mejillas encendidas y con un ataque de ira terrorífico. Tanto así que todo su equipo la miró con terror.
— ¡EL QUE SE ATREVA A COMER UN TROZO DE ESOS ESTUPIDOS PASTELILLOS ESTARÁ FUERA DEL EQUIPO!— vociferó antes de dirigirse a paso rápido a los vestidores.
Ruffnut le dio un manotazo al pastelillo de Tuffnut, quien estaba a punto de, de todas formas, darle un mordisco. Luego, ella y Heather se miraron entre sí. Algo había salido muy mal.
Una vez llegó ahí y se colocó los audífonos. Porque el sonido de sus sollozos no le gusta:
Now you got me blushin'
Cheeks so red when the blood starts rushing
Yuck! that boy's so mushy
Sending me flowers, I'm just tryna get lucky
Yuck! lookin' at me all sucky
Yuck! quit acting like a puppy
Fuck! going all lovey-dovey on me
All lovey-dovey on (Yuck)
All lovey-dovey on me (Why you do this to me?...)
Yuck!
Why you do this to me?...
Notes:
Yuck is, actually, my favorite song of CRASH. And, yeah, I'm talking in English because there are people reading me from other countries! I'm very excited to read that, but, yeah, you know, my English is still pretty bad though.
Volviendo al español, ¿adivinen qué? ¡Somos famosos! Vale, no, pero por lo menos este fic lo es. Lo digo porque una de nuestras lectoras le pasó un fragmento del fic a unos amigos suyos que tienen un stream en twich... ¡Y lo han leído en vivo! Debo admitir que es un poco extraño leer los lemons que escribo con otras voces... incluso con gemidos en vivo. Igual fue muy divertido, y lo agradezco mucho. Les mando un saludo desde acá.
Volviendo al fic, ¡qué cosas! Parece ser que alguien se ha dado de cara contra el suelo, ¿cómo va a solucionarse todo esto? ¿Creen que Hiccup se entere? ¿Qué va a pasar con los pastelitos? En mi mente se veían ricos...
Los pastelitos de la discordía.
Eso. Sí. Los quiero mucho, mucho. Espero que todos se sigan cuidando mucho.
Chapter 11: Honey, Honey
Notes:
El nombre de este cap, no es ninguna canción que Hiccup o Astrid escuchen. Bueno, tal vez sí, pero tampoco es como que la escuchen todo el rato o que entre en sus canciones favoritas.
Igual pega.
Notarán que puede haber agujeros de trama. Puede que se deba a qué no planee esto (JAJAJA) y a qué así son los fanfics con clichés.
Así que no importa.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Mas que estar, ya saben, llorando dramáticamente, Astrid solo se sentó en una de las butacas y lloró en silencio, ni siquiera ella lo consideraba como llorar, solo soltaba lágrimas y sorbía ocasionalmente por la nariz, mirando a la nada con furia, pero por dentro, sintiéndose como una basura.
El sonido de la puerta abrirse cautelosamente la hizo automáticamente limpiar sus lágrimas. Ah. Sí, eso. Ahora tenía que disculparse con su equipo, con Hiccup, con básicamente cualquier persona, por, ya saben, ser horrible y eso.
— ¿Astrid?— la llamó Heather. Sonaba preocupada, también escuchó más pasos.
— ¿Estás bien, rubia?— esa era Ruffnut.
— ¡Yo también quiero saber si está bien! Pero ya saben, es el vestidor de chicas...— y ese era Tuffnut desde la entrada de los vestidores.
Aunque había sido gracioso, no se rió.
— No quiero ver a nadie.— afortunadamente su voz sonó tranquila, para nada como la de una persona que estaba llorando. Por eso sostenía que no estaba llorando de verdad.
Igual, no quería llorar de verdad. No de nuevo.
— Astrid, si ella te dijo algo...
— ¡Le arrancaré el cuero cabelludo!— exclamó Ruffnut. Heather la miró confundida. Claro que no harían eso, arrancarle el cuero cabelludo era demasiado gráfico y grave, ¿No?
Además, no es ese tipo de historia. Quiero, decir, podría ser, pero no lo es, porque esto es sobre los clichés románticos, los adolescentes, no de los de terror. No es mala idea, huh, animadoras asesinas.
En fin, no es ese tipo de historia. Nadie pierde el cuero cabelludo aquí.
— Chicas, en serio. No quiero ver a nadie.
Eso ya no sonó bien. La última palabra se había quebrado, lo que la hizo hacer una mueca y enfadarse un poco más consigo misma.
Las dos amigas se miraron entre sí. Ay no. Heather está vez tuvo que reconocer que Ruffnut había tenido una buena idea. Ya no le parecía tan malo arrancarle el cuero cabelludo a Camicazi (pero eso no va a pasar... Creo). La convenció un poco más encontrarse a su amiga y ver su estado, se veía pálida, los ojos rojos, el delineador un poco corrido, las mejillas enrojecidas y su rostro lleno de vergüenza, ira y tristeza. Astrid rodó los ojos, no servía de nada ya encubrir todo esto, suspiró y regresó a su posición inicial, tratando de, como siempre, evadir todas las preguntas.
Ruffnut por su parte, chocó la palma de su mano con su puño.— Rápido, Heather, todavía podemos alcanzarla.— y empezó a andar de regreso a la puerta. Heather la detuvo, tomándola del brazo.
— No podemos arrancarle el cuero cabelludo, Ruffnut.— no es ese tipo de historia, ya lo dije como tres veces. Heather lo sabe, Ruffnut rodó los ojos y Tuffnut también se sintió limitado, porque, bueno, Heather era igual de severa que Astrid. Bueno, no, ella es un poco menos, pero en un nivel similar.— Astrid, ¿Qué pasó?— devolvió la atención a Astrid, sin soltar, claro, el brazo de Ruffnut.— Ustedes estaban hablando y...
— Ya les dije que no quiero hablar de eso.
— Siempre que no quiere hablar de eso es porque es algo terrible, Heather.— atacó Ruffnut, tratando de liberarse.— Seguro que ahora está con Hiccup...
Auch, Astrid sintió una punzada en el corazón, ¿Recuerdan que Astrid cree que Hiccup no sabe diferenciar entre un coqueteo y ser amable? Ahora tenía más sospechas de esto, porque, seguro que está hablando de lo más campante del mundo con Camicazi, su ex novia, la misma que le había llamado rubia estereotipada, la que la había mandando a organizar una fiesta o el baile de graduación. La misma que no creía que Astrid fuera el tipo de chica para Hiccup.
¡Pero claro que lo era! Ella es la chica de los sueños de Hiccup. Él lo dice y demuestra siempre que puede, eso no puede...
A Hiccup no parece importarle que lo trates como basura.
Bien, suficiente.
— ¿¡Lo está!?— Astrid se levantó de un salto, Heather se sorprendió, pero inmediatamente puso una cara de fastidio, dioses, ahora tenía que detener a dos animadoras con mal genio y poca estabilidad. Si somos justos, Astrid tiene más razones que Ruffnut.— ¿¡Ella sigue aquí!?
¿¡Con su novio!? No, esperen, no lo es. Recordarlo hizo que la ira burbujeara con un poco más de intensidad.
— Woah, tranquila, no lo sé.— Heather empezaba a preocuparse en serio.— ¿qué fue lo que te dijo?
— ¡Ja! ¡Qué no me dijo!— exclamó con amargura Astrid, levantando los brazos y empezando a dar vueltas en la habitación, como un animal enjaulado, echaba chispas.— ¡Todo es una fachada! ¡Es una mustia! "Yo misma hornee estos pastelitos", "es una ofrenda de paz", ¡Ella y maldita su ofrenda de paz se pueden ir directo a la...!*
¡Beep! ¡No malas palabras! Tengo una cuota de malas palabras, y no pienso romperla.
Heather abrió los ojos, Ruffnut la boca al escuchar la palabrota. Astrid tenía mal carácter, sí, era un poco grosera, pero nunca usaba malas palabras. Esto en serio debía ser grave.
— ¡Dijo una grosería!— atacó Tuffnut.
— ¡Ya lo sé!— Astrid estaba tan molesta que podría patear los malditos casilleros, que justo ahora podían canalizar su ira. Pero no lo iba a hacer, porque ahora sí podría lastimarse el tobillo en serio, y eso significaría una baja. Y ella no iba a ser esa baja.— Primero, empezó diciéndome que Hiccup estaba enamorado de mi, pero no lo dijo, ya sabes cómo todo el mundo, ¡Lo dijo como si tuviera la culpa! ¡Yo no tengo la culpa de que le guste!
— ¡Oh por los dioses! ¿¡Y si terminaron porque él siempre estuvo enamorado de ti!?— saltó Ruffnut, con una enorme sonrisa. Heather la volvió a mirar como si se tratara de un bicho raro.— ¡Cómo en una...!
— ¡No lo digas!— amenazó Astrid, apuntándola con el dedo. Ruffnut se tapó la boca con la mano. Ah sí, no era buen momento.— Y no, claro que no, debieron terminar por otra cosa.— aunque no había parado de pensar en ello desde que llegó a los vestidores, ¿Y si esto sí había sido una escena de celos? Seguro que lo era, seguro que Camicazi creía que Astrid había sido el detonante de su ruptura.
Pero eso sería demasiado inmaduro, ¿Verdad?
— ¿Vino a hacerte una escena de celos?— sonaba igual de extraño para Heather como para Astrid.— ¿Qué más dijo?
Bueno, para atacar, uno debe saber los detalles, ¿Cierto?
Astrid negó con la cabeza.— Cree que yo... — tomó aire—. Ella, al igual que todo el mundo, no me cree que me gusta Hiccup.— decir "estar enamorada" seguía siendo demasiado pronto, ¿Verdad?— Y créanme, no me interesa si ella lo cree o no, ¡No me interesa si alguien...!— ¿De verdad que no? ¿En serio lo estaba diciendo ahora? ¿Después de llorar como una niña mimada? Carraspeó.— El punto es, ella cree que juego con él, cree que soy una rubia estúpida, ¡Cómo las de las estúpidas películas de Disney! ¡Cree que soy la capitana de animadoras obsesionada con ser la reina del baile! ¡Una plástica! ¡Ella cree que yo...!— eso volvió a quebrarla, Heather y Ruffnut la observaron atentamente, preocupándose un poco más. Astrid tuvo un tic en el ojo.— ¿Yo no soy eso, verdad?— reparó en el gesto de sus amigas y en el silencio de Tuffnut, temiendo lo peor. Sintió las mejillas arder, el como picaban con vergüenza, expuesta como estaba, se llevó las manos a la boca.— Por los dioses, tiene razón...— jadeó.— Soy la villana de una película de Disney.— reveló con horror, llevándose las manos a las mejillas. Por los dioses, era verdad, Astrid era una villana hueca de una película adolescente.
— ¡Claro que no lo eres!— chilló Ruffnut. Eso era ridículo, bastante, porque, fuera de toda la coraza que Astrid llevaba, Astrid era una buena persona.
— Soy igual de egoísta que una de ellas.— continuó Astrid, se abrazó a su misma, recargando su espalda contra la pared cercana, mirando a la nada.— Lo he estado lastimando todo este tiempo.— revelarlo en voz alta era difícil. Complicado. Demasiado.— Él ha hecho tanto y yo solo... ¡Dioses, soy horrible!— sollozó antes de romperse de nuevo y cubrirse la cara con las manos, sus amigas corrieron hacia ella, sin embargo, viendo que no era una buena idea acercarse demasiado, solo quedaron frente a ella, dejándola desahogarse.— Él es tan considerado y yo lo trato como basura.— dijo con voz pastosa, soltando más lagrimas.— Ella dice que...— hipó antes de terminar la oración.— ¡Sabe que lo jaloneo! ¡Él le dijo eso! Siempre que quiero hablar con él, lo tomo del brazo y creo que... Bueno, yo lo agarro muy fuerte porque no quiero que se vaya, porque... ¡No lo sé! ¡Pero no lo hago con la intención de lastimarlo! ¡Lo hago con todo el mundo!— sus amigas se miraron entre sí, aunque no tenían mucho contexto de eso, entendían que Astrid solía hacer eso. Mucho. Muchas veces.— Y sí, él me dijo que lo odiaba, pero nunca me dijo que le había hecho moretones... ¡Moretones! ¡Le hice daño!— sollozó con fuerza, Ruffnut sacó de su mochila un pañuelo, y se lo pasó, porque Astrid estaba empezando a sorber demasiado por la nariz, la rubia agradeció y se sonó la nariz.— ¿¡Por qué no me lo dijo!? ¡Yo podría...!— es que no era algo de decir. Ella misma lo sabía, jalar a la gente era grosero—. Dice que trato a todos como si fueran mis lacayos, y yo... ¡No lo hago! Quiero decir, sí, doy órdenes, soy dura, pero no creo que ninguno de ustedes sea inferior, solo que no sé cómo... Yo no sé...
— Oye, oye, tranquila.— Heather fue la primera en tener un acercamiento, le tomó por los hombros y la obligó a enderezarse un poco.— Vamos por partes, ¿Dijo que tratas a todos como tus lacayos?
— ¿Qué es lacayos?— preguntó Ruffnut al aire.
— ¡Significa sirvientes! ¡Viene en mi calendario de palabras!— respondió Tuffnut. Ruffnut asintió y comprendió un poco más el mensaje.
— Es que... Siempre lo he sabido.— terminó admitiendo.— Todos creen que no sé lo que dicen de mi. Claro que lo sé, sé que doy miedo, puedo ser agresiva a veces, pero... Yo jamás vería a mi equipo así, y les he dicho cientos de veces que me hagan saber cuándo yo sea demasiado severa. Sé que creen que soy una perra. Lo sé. Me he acostumbrado a eso, pero... Que Hiccup lo crea... Hace que yo...— cerró los ojos y está vez sintió como Heather y Ruffnut la rodeaban con sus brazos.
Hace que su corazón se rompa a la mitad. Hace que se sienta el doble de humillante. No podía imaginarse a Hiccup llamándola así. Sí, parecía no importarle, pero algún día sería demasiado, un día el enamoramiento no sería suficiente, ni su deseo por ella. Un día todo eso se iría al caño.
— Ella tiene razón, Hiccup es demasiado para mí.— soltó Astrid, apartándose del abrazo. Ambas chicas la miraron confundidas.— No debería estar en una relación con él cuando ni siquiera tengo... Ni siquiera... Sé cómo es estar en una. Él es demasiado maravilloso como para estar con alguien como yo, merece más que... ¡Auch!— exclamó cuando Ruffnut le jaló con fuerza un mechón de cabello—. ¿¡Qué demonios te sucede!?
— ¡No puedes decir eso!— chilló Ruffnut, Astrid la miró sorprendida.— ¡Escucha, Astrid! Esa tipa no tiene idea de quién eres, ¿Sabes? Se cree muy superior viniendo aquí a darnos pastelitos y a insultarte, ¿Quién rayos se cree? Estoy segura que Hiccup jamás le pediría que lo defienda, en serio, Astrid, ¡Tú no eres menos que nadie! ¡Jamás vuelvas a decirlo!
— Ruff tiene razón. No tienes que ser tan dura contigo misma.— Heather fue un poco menos contundente.— Escucha, aún no es tarde para remediar todo esto. Créeme, sé que sientes miedo, todos hemos sentido miedo respecto a esto. Y puede que esa chica haya dicho algunas cosas... Que son en parte verdad, pero como dijo Ruff, ella no tiene ni la menor idea de quién eres.
— ¡Ya sé!— Tuffnut entró al vestidor con los ojos cerrados, tropezando con las cosas. Astrid se sintió aún más avergonzada que antes.— Creo que ya sé en qué está fallando todo esto.
— ¿Ah sí?
— ¡Claro! Es muy simple.— Tuffnut casi cae al suelo gracias a qué una banca le hizo trastabillar.— Sigues tratando a Hiccup como esos sujetos que tratan de enamorarte, ya sabes, los que tratan de convencerte... ¡Pero tú ya estás enamorada de él! No tiene que convencerte de nada, ¿No? Entonces solo deja de tratarlo como un sujeto cualquiera.
Heather y Astrid lo miraron como si hubiera dicho una estupidez.— Tuffnut...— empezó Astrid.
— No, en serio, tal vez, ya que él se está esforzando tanto, tu deberías... Esforzarte también... Ya sabes, devolverle el favor, porque, bueno, te interesa, ¿No?
Astrid parpadeó un poco. Ah, ahora tenía más sentido. Se limpio las lágrimas y arrugó la frente, parpadeó varias veces. Luego, con voz un poco más tranquila, pero en un tono grave, severo, un poco fuera de su personalidad habitual, dijo—: Creo que... Puedo hacer eso.
Todo el escuadrón se encontraba recogiendo lo que habían sido pastelitos de chocolate del suelo y colocándolos en una bolsa para basura, cuchicheando entre ellas. Todas con la misma idea:
La capitana de Bog Blurgar debía ser una arpía. Una arpía de las buenas. Si logró romper la paciencia de Astrid, debía serlo...
— Seguro es una de esas que están obsesionadas con sus ex.
— Siendo honestas, ¿Quién no estaría obsesionada con Hiccup Haddock?
Las animadoras se miraron entre sí, uh, bueno, ese era un buen punto. Hiccup Haddock era el sueño de todas.
— Ya, pero no es como para venir y decirle cosas a Astrid, ¿Ella que culpa tiene de que hayan terminado?
— ¡Uh! ¿Y si terminaron por...?
— ¡Shhh! ¡Ahí viene!
Finalmente, Astrid salió del vestidor. Se había lavado la cara y Ruffnut se encargó (nuevamente) de arreglarle el maquillaje, así que no se veía tan terrible. De hecho, se veía bastante bien, sin ningún rastro de maquillaje corrido o de rojeces por el llanto. Cuando vio al equipo hacer lo que estaba haciendo, suspiró y, llamó la atención de todas apenas llegó.
— Chicas, no... No hablaba en serio.— dijo, el tono de voz fue tan... Extraño, impropio de ella, que todas entraron en un estado de confusión, ¿Eh? Pero ella había dicho...— Sé lo que dije, pero no estaba... Pensando bien. Yo... Lo siento.— se disculpó, inmediatamente el instinto femenino de todas hizo "clic", ah, claro, había sido culpa de la capitana del otro equipo.— No debí gritar de esa forma.
— Astrid, si esa chica solo vino a amenazarte o a molestarte con eso de ser la novia de Hiccup, entonces no queremos sus pastelitos.— respondió Gerda, las demás chicas corearon un "sí". Astrid casi vuelve a quebrarse ahí mismo.— Y descuida, sabemos que no lo decías en serio.
— ¿No lo era?— preguntó una chica a otra, en voz baja y con algo de alivio.
— Gracias.— la culpa seguía ahí, aún así.— De todas formas quiero compensar esto. No sé hornear pero, podríamos... No sé, ir a almorzar... Todas juntas. Las he presionado bastante con esto de las regionales, creo que merecen un descanso.
— ¡¿En serio?!
— Sí, en serio.— Astrid sonrió, todas de veían sorprendidas, hasta Heather.— Puede ser el día que quieran, y en el lugar que sea, ¿Les parece bien?
— ¡Es genial!— chilló una de ellas.
En medio de todo el barullo de los planes, Astrid escuchó el tono de llamada de Hiccup (eh sí, es solo para diferenciarlo. Durante el fin de semana no quiso atender ninguna de sus llamadas ni por error, aunque, bueno, nunca iba a admitir que le puso ese tono especial desde el primer día de su extraña relación). Sintió un agujero en el estómago, verlo, como siempre, era lindo, pero ahora, significaba algo un poco más incómodo, significaba preguntas que no quería responder y significaba imágenes de moretones clavadas en su cabeza.
Cielos, moretones.
Suspiró, y las demás chicas, al notar que ella estaba a punto de responder la llamada, guardaron silencio, de forma unánime. Astrid agradeció el gesto.
— ¿Hola?
— Hola.— respondió Hiccup desde el otro lado de la línea, Astrid se preguntó por un segundo porque no estaba esperándola como siempre hasta que recordó que hoy también él tenía práctica de natación. Ah sí.— ¿Pasó algo? ¿Hablaste con Cami?
Astrid asintió.— Sí. Hablamos.
¿Y bien?— Oh, eso es... Genial.— la incomodidad de ella empezaba a contagiarlo, incluso a través de la línea telefónica—. ¿Y te dijo lo que pasó?
Ah, de hecho, ahora que lo mencionaba, no.— Ah, sí, ella me explicó todo. Fue la ... Emoción del momento.— suponía eso. Aunque no descartaba que Camicazi siguiera enamorada de él.
Sus respuestas estaban siendo vacilantes y cortantes. Eso no estaba bien.— ¿Está todo bien?
¿Por qué tantas preguntas?— Sí, ¿Por qué?
¿Por qué ella contesta así?— Bueno, es que...— vaciló, ah, esto era extraño, ¿Qué se hace en este caso? Él no podía ir hasta allá, seguía mojado y en traje de baño—. Suenas un poco... Bueno, no es... Es que...— estás balbuceando, Haddock.
— ¿A qué te refieres?— frunció el ceño.
— ¿Segura que todo bien?— se aseguró. Astrid dijo "mjm" como respuesta—. ¿Ella no dijo nada más?
¿Qué no dijo?— Estoy bien.
Pero él no sentía eso, había algo mal, no sabía qué, pero había algo mal.— Astrid, uh, Cami puede ser algo...
— Hiccup, ya está, ella habló conmigo, me explicó todo, está bien. Estamos bien.— ¿Lo estaban? ¿En serio podía decir eso después de haberle hecho moretones?
Las chicas empezaron a preocuparse, ¿Iban a pelear sin ser pareja siquiera?
Hiccup se mordió la lengua, tal vez ella seguía molesta. Él creía que no, porque, bueno, ella no estaba molesta cuando lo hablaron por primera vez—. Uh, de acuerdo.— sintió el deseo repentino de plantarle un beso. No supo porque—. Llamé porque, recién termine de nadar y... Huh, ¿Tienes algo que hacer está tarde?
Astrid arrugó la frente.— ¿Por qué preguntas?
¿¡...!?
— Bueno, quería que fuéramos en una cita... De nuevo.— Hiccup se escuchó animado de nuevo.— Solo me doy una ducha y puedo verte en la pickup.
Astrid se fijó en sus amigas y equipo, que observaban y escuchaban atentas a la conversación. Todas adivinaban que Hiccup la había invitado a una cita, probablemente seguía sintiéndose culpable, y todas, en respuesta, la animaron a aceptar usando gestos. Astrid quiso reír.
— Estoy libre.— para él, siempre. No lo diría en voz alta, claro.— ¿A dónde vamos?
Oh, no tan rápido. — Es una sorpresa.
Ah, con lo mucho que a Astrid le gustan las sorpresas.
— Te veré en las puertas de los vestidores.
— Oh, de acuerdo.
Colgó, y ni bien lo hizo, todas las chicas y Tuffnut se pusieron de acuerdo.
— Bien, dado que la capitana tiene una cita, nosotras vamos a deshacernos de estos pastelitos.— dijo Ruffnut, sonriendo.— Diviértete con tu nerd.
No había tardado mucho en llegar a los vestidores, como había prometido, lo esperó recargada en los casilleros contiguos a los vestidores, con los brazos cruzados y el ceño fruncido, ¿Era idea suya o estaba tardando demasiado? El sonido de un mensaje la sacó de sus pensamientos.
"¿Puedes entrar? Tuve problemas con la pierna. No hay nadie."
Astrid revisó el pasillo, esperando a que Dagur apareciera con su carrito de limpieza, silbando, sin embargo, la escuela parecía estar ya desierta. Bien, no era de esas escuelas con cámaras en los pasillos, además, si el vestidor de chicos estaba vacío, no le hacía ni ningún daño a nadie. No solo eso, ¿Y si Hiccup se había caído o algo...?
Bien, momento de entrar, ni bien lo hizo, preguntó por él en voz alta.— ¿Hiccup?
— Por aquí.— la voz indicaba que estaba al fondo, sonaba adolorido. El tono la hizo ir más rápido, cuidándose, claro, del suelo resbaladizo. Lo encontró sentado en el suelo, únicamente con un pantalón y el cabello escurriendo. Le sonrió a pesar de eso.— Hola. Ponerme el zapato estando de pie no ha sido una de mis mejores ideas.
— ¿Estás bien?
— Sí, solo que uno de los tornillos de esta cosa se aflojó un poco, ¿Puedes pasarme mi mochila? No me puedo levantar.— a pesar de que lo dijo con cotidianidad, como si se tratara de nada, Astrid no pudo evitar preocuparse. Cielos santo, ¿Y si ella no hubiera estado? ¿Quién lo hubiera ayudado? Le pasó la mochila y él empezó a buscar en ella, encontró una especie de neceser y de él extrajo un desarmador pequeño.— Esto pasa todo el tiempo.— dijo, notando su rostro preocupado. Le sonrió antes de ajustar lo que tenía que ajustar.— ¿Cami ya se fue?
Y ojalá esté lejos.— Sí.
Hiccup asintió. Ah, bien, ya hablaría con ella también.— Solo tengo que ponerlo en su sitio de nuevo y... Ya está.— dijo cuando terminó, guardó sus cosas, y trató de levantarse. Astrid le ayudó, tomándolo del brazo, tratando de, primeramente, no mirar que tuviera moretones y tratando de tocarlo con suavidad—. Gracias.— le agradeció una vez estuvo estable. Ya que la tenía cerca, reparó en que no solo estaba preocupada, sino que su gesto revelaba que algo iba mal. Eso y que su agarre no era como él estaba acostumbrado. No dijo nada y simplemente le dió un beso, tomándola por sorpresa.
Quiso corresponder, de verdad que sí, pero se sentía extraño, las palabras de Camicazi seguían haciendo eco en su mente. Esto no estaba bien.
Se apartó, Hiccup notaba que ella estaba visiblemente incómoda. Inmediatamente borró su sonrisa, huh, ¿Había pasado algo?
— Lo siento.— se disculpó, tomando un poco de distancia.— ¿Estás segura que todo bien?
— Está bien, solo me asusté.— vale, tampoco esperaba esa respuesta. Ahora él era el que estaba preocupado.— Además, estás todo mojado.— ¿Qué acaso no se había secado antes de vestirse? Hiccup sintió que el alma le regresaba al cuerpo. Ella se dirigió hasta el tocador en medio de los vestidores, se sentó en ellos, sus piernas colgaron debido a la altura.
Aunque la respuesta fue relativamente "normal", Hiccup, mientras caminaba hacia ella, pensó en lo buena idea que sería apretar su muslo, mínimo para que ella le diera un manotazo o algo. Era extraño que Astrid se comportara de esta manera.
Astrid sintió el contacto y saltó, le regresó la mirada, sorprendida. Hiccup le regresó la mirada un poco preocupado, uh, sí esto... Ella la atrapó antes de que pudiera volver. La colocó de nuevo sobre su muslo.
— Sabes que... Puedes contarme lo que sea.— aseguró, dejando ver un poco de su preocupación—. Puedo hablar...
— Estoy bien.
Él no iba a solucionar esto. Ella era demasiado orgullosa como para permitirle hacerlo, además, Camicazi no tenía la culpa, ella era la que tenía la culpa, ella y sus malos modos, la forma tan horrible en la que lo trataba, en el hecho de que ni siquiera podía permitirle estar en una relación...
— No creo que lo estés.— pero Hiccup no iba a ceder. Claro que no. Él era igual o peor de terco que ella.— No me dejaste terminar. Cami puede ser un poco dura con la gente, puede que algo que haya dicho no haya querido decirlo en serio...
¡Ja! ¡Claro!
— Hiccup, ya te dije que está bien, todo está bien. No entiendo porque te enfocas en que...
— Es que estás rara.
— No estoy rara.
— Sí lo estás. Llevamos aquí como diez minutos y no me has golpeado, o insultado, o dicho algún comentario sarcástico.
Ouch.
— Bueno, tal vez ya no quiera hacer ninguna de esas cosas.— Astrid empezó a enfadarse, porque esto estaba doliendo más de lo que debería doler.— Escucha, he estado pensando en lo que dijiste, sobre... Que te lastimo.— pero, no iba a desquitarse con él, así que usó una voz un poco más suave para esa última frase.— ¿Te he dejado moretones alguna vez?
Hiccup abrió los ojos con sorpresa. Uh, no esperaba eso.— Bueno, mi piel es sensible, con cualquier cosa puede que...— ¡Ahí está! ¡Lo estaba viendo! ¡Ella estaba triste por eso! Bueno, ahora que ya lo sabía podía remediarlo.— Pero no te preocupes, sanan rápido.
— De todas formas, lo siento.— no pudo evitar bajar la mirada, desviándola.— No quiero lastimarte, nunca lo hago con esa intención. Es solo que... No tiene excusa, ya lo sé, lo siento.
Hiccup colocó sus manos a cada lado de ella, acorralándola y obligándola a mirarlo a los ojos. Astrid intentó inclinarse hacia atrás para evitar estar tan cerca.
— Hey, está bien.— la consoló.— Solo, si quieres hablar conmigo, podrías, no sé, decirlo.— le apartó el pelo de la cara. El gesto fue tierno y bastante agradable, así como su sugerencia tan cómica.— Ven.— dijo antes de tomarla de la barbilla con suavidad y darle otro beso, tranquilo, sin prisas, pero profundo. Está vez ella se dejó hacer con más facilidad, incluso se dió el lujo de llevar sus manos al cabello de él, que seguía mojado y soltando gotitas a sus hombros. El hecho le pareció extrañamente gracioso, tanto que empezó a reír en medio del beso.
Su risa lo contagió, lo animó también a hacerle cosquillas, porque adoraba el sonido de su risa, en especial ahora que ella se encontraba tan seria. Ella se quejó en medio de las risas y buscó defenderse sin hacerle daño como rasguñarlo o golpearle. Él no hizo solo eso, también empezó a llenarle el cuello de besos.
— ¡Basta, basta!— reía la rubia, retorciéndose.— Ya, ya entendí, ¡Hiccup!
— ¿Sabes? Tengo la teoría de que no es solo eso por lo que estás así.— le dijo al oído, parando un poco. La escuchó resoplar.— Tú y yo no nos iremos de aquí hasta que me digas que sucede.
Debe estar bromeando.
— Hiccup...— intentó frenarlo, pero se congeló en el momento en el que él coló sus manos por debajo de la blusa del uniforme, empezando a acariciar directamente su piel. Oh, entendía lo que trataba de hacer.— No creo que sea...— claro que no creía que fuese correcto, ni mucho menos, pero no estaba mal, es decir, lo había echado de menos y...
— ¿Qué tengo que hacer para que me digas que sucede?— preguntó con voz aterciopelada. Astrid negó con la cabeza, sonriendo.— Dime qué es lo que pasa, por favor.— sus manos fueron subiendo, se sentía frías debido a la humedad, poniéndole la piel de gallina. Astrid frunció los labios, en un intento de mantenerse callada porque... Bueno...
Seguían en la escuela. Y Dagur podía entrar en cualquier momento.
— Oye...— susurró, sintiendo la piel expuesta, los besos se mudaron hasta su vientre, aprovechando que ella se había inclinado un poco.— Para, estás... Mojado...— tuvo que volver a contenerse, tragando saliva.
— ¿Me dirás qué es lo que pasa?— preguntó, su aliento cálido chocando contra su piel sensible, su blusa ya por encima de sus pechos y la cabeza de él entre ellos. Esperaba que él no pudiese escuchar lo rápido que iba su corazón, aunque era imposible a este punto.
— Te dije que estoy...— soltó un suspiro, aunque su método no era tan malo, Astrid en serio no quería decirle lo que en realidad estaba pasando. Eso y que, era complicado hablar estando él husmeando entre su falda para poder quitarle el short. Se sonrojó aún mas, al punto de que sus mejillas picaron —. Estoy bien.
En realidad, sí estaba bien, en este momento lo estaba, aunque todavía se encontraba por ahí algo de culpabilidad, como si ella no mereciera esto. Puede ser, de todas formas.
¡Wup! Ahora se encontraba con la cabeza entre sus piernas, ¿cómo había llegado hasta ahí? Puede que no se haya dado cuenta debido a que no puede parar de pensar en otras cosas, como que Hiccup tiene una ex novia que ha venido a decirle que era una rubia tonta, y que no merecía estar con alguien tan maravilloso, porque, sí, tal vez tenga razón pero... Hiccup estaba ahí, tratando de hacerla sentir mejor, no la había culpado en absoluto por todo lo que había pasado, y tal vez debían hablarlo, pero ella no se sentía muy cómoda hablándolo justo ahora, porque, primero, tenía que pensarlo un poco más...
Soltó un sonoro jadeo en el momento en el que su lengua hizo el primer contacto. Lo escuchó reír por su reacción; en respuesta, Astrid apretó la cabeza de él con sus muslos, también llevó una de sus manos a su cabello, cerrando sus dedos como si fueran garras, jalando y atrapando el cabello castaño. Se mordió el labio inferior, la mirada tratando de enfocarla en la puerta, el corazón latiendo demasiado rápido, ¿qué diría si alguien entraba? Todo su equipo sabía que ella había ido a verle, seguro que con lo vacío que se encontraba el vestidor todo aquel que entrara podría escuchar su respiración agitada, verla con la blusa del uniforme por encima del pecho, sentada en el tocador, las piernas abiertas y con Hiccup Haddock entre ellas.
Que imagen.
Estaba mal, lo sabía, estaban en un espacio publico, y seguramente la escuela no estaba tan vacía como ambos pensaban. El pensamiento hacía que fuese mas difícil mantenerse callada, era muy ruidosa, tenía ese mal hábito, eso, juntado con la adrenalina de ser atrapados...
Hiccup ahora sentía las dos manos de la rubia sobre su cabeza, jalándole el cabello, tirando un poco fuerte. Lejos de molestarlo, le pareció una buena señal, es decir, ella estaba dando todo de sí para no delatar a ambos, por lo que continuo, disfrutando de los gemidos ahogados y de los chillidos que se le escapaban de vez en vez. A pesar de todo, quería escucharla en todo su esplendor, porque... Dioses, era el mejor sonido del mundo.
Lo notó cerca, lo intuía por la forma en la que le estaba jalando el cabello, cada vez mas fuerte, así como el aumento de volumen en su voz. Bien, perfecto.
— No tan rápido.— se separó justo a tiempo. Astrid, quien ya tenía los ojos entrecerrados, los volvió a abrir para dirigir su mirada a él. Hiccup tenia una sonrisa socarrona en los labios. Hijo de la gran...— Si lo quieres, tienes que decirme qué es lo que pasa.
No voy a escribir la grosería que ella pensó, igual, ustedes pueden imaginársela. Ella apretó los puños, molesta, muy molesta, se contuvo mucho para no darle un buen rodillazo en los dientes. Recordó los moretones, los jaloneos y la expresión adolorida de Hiccup.
"Oye, oye, ¡Oye! ¡Duele!"
No. No iba a soportar verlo sangrar, eso sí que no.
Tragó saliva, esto no estaba bien. Y no lo decía por el hecho de que estaban haciendo algo indebido en la escuela, a la vista de todo el mundo, arriesgando sus reputaciones, quizás incluso su lugar en la universidad...
Esto no era así, era una culpabilidad tan terrible que sentía que se ahogaba dentro de ella. Tan fuerte que la hizo hacer una mueca que lo alertó, Hiccup arrugó la frente, empezando a sospechar que algo en serio malo había pasado.
— ¿Astrid?— oh no, ¿La lastimó? Seguro que sí, ella se veía a punto de llorar. Seguro que ella no estaba de humor y él...— ¿Hice algo mal?— la vió negar con la cabeza enérgicamente, cerrando los ojos. Hiccup se levantó de inmediato, notando lágrimas y a Astrid tratando con todas sus fuerzas disimularlo.— Oh, yo...— ¿Qué debía hacer? Ella se alejaba un poco cada que él trataba de acercarse, y desviaba mucho la mirada. Sollozos suaves pero presentes—. Lo siento mucho, en serio, yo no...
— ¿Por qué te estás disculpando?— preguntó Astrid con la voz pastosa. Él no debía disculparse, él era el que estaba haciendo las cosas bien desde un inicio.
Hiccup dudó.— Bueno, estás... Llorando y yo... Tal vez no era el momento, lo siento mucho...
— No tienes que disculparte.— lamentó que su voz sonara tan mal en este momento, Hiccup fue hasta su mochila y le tendió un pañuelo desechable, Astrid lo aceptó, aunque en un principio no quería hacerlo—. Está bien.
El pañuelo estaba cubierto, y él mismo se sentía arrepentido, se lo había hecho saber y se lo demostraría cuántas veces fueran necesarias, ¿Qué más podría hacer?
Astrid subió la mirada, reparando en que la mirada verde del castaño se fijaba en ella. La rubia se aclaró la garganta y tomó aire, tratando de recuperar la compostura.
— Cielos, estoy hecha un desastre.— fue lo único que se le ocurrió decir. Hiccup se acercó de nuevo, solo para acomodarle el cabello del rostro, colocando el mechón rebelde detrás de su oreja. Hacía más calor tanto por el llanto como por la humedad atrapada en los vestidores.
Su mano fue al cabello rubio, todavía trenzado, acariciando con mimo. Pensó en insistir, pero no lo hizo, era obvio que Astrid no quería hablar de eso.
— ¿Quieres que te lleve a casa? — en cambio, se ofreció a llevarla a casa. Tal vez era lo mejor.
Astrid negó con la cabeza.— No. Es solo...— ¿Por qué tenía que ser tan lindo? Era molesto. Bueno, no es como que lo sea, sino que odiaba un poco que el hecho de que él siguiera siendo tan considerado fuese tan odioso.
— ¿Necesitas algo?— le preguntó de la forma más tierna en la que pudo haberlo hecho.
Tenía dos opciones. Ir a casa y lamentarse toda la tarde, tal vez comer helado hasta que su tío llegue a casa, ignorar las llamadas, los mensajes, actuar de una forma egoísta y odiar a todo el mundo. Hacer que Hiccup se preocupe otra vez, creyendo que se trataba de su culpa...
Darle la razón a Camicazi.
O podría... Quedarse aquí y demostrarle a Hiccup que esto no era una broma. Que lo quería de verdad, sí, quizá no sabía cómo hacer pastelitos para demostrarlo, pero podría encontrar una manera para hacerlo. Mientras tanto podría... Ya saben, terminar esto.
— A tí.— respondió antes de tomarlo por los hombros y besarlo de forma feroz, apenas dándole tiempo para pensar en qué estaba pasando. Hiccup no podía estar más confundido, la única respuesta que podía tener en su cabeza era que Astrid estaba triste por algo que quizá no tenía nada que ver con él.
O tal vez sí. Uh, quién sabe.
Le mordía los labios, poniendo todo su esfuerzo en demostrar que lo necesitaba. Él se dejaba hacer, cauteloso aún, todavía preocupado, porque... No sabía si esto era algo bueno o algo malo.
Sus delicadas manos le recorrían el pecho y la espalda, rasguñando un poco, bajando sus besos al cuello del castaño, haciéndolo suspirar, acariciarle el cabello, desenredando su trenza. Le gustaba verla con el cabello suelto, era lindo, le daba un aspecto relajado.
Dió un salto cuando su mano se dirigió a sus pantalones, acariciando la parte necesitada con un poco de fuerza y necesidad. Ella, curiosa, coló su mano dentro de este.
Bien, suficiente.
— Tranquila...— susurró, la mano de Astrid subía y bajaba por su longitud, la petición solo hizo que ella aumentara un poco la velocidad.— Oye, oye...— hizo que ella lo mirara, sus ojos oscuros lo desconcertaron de sobremanera, eso y el como mordió su labio inferior, los ojos ligeramente entrecerrados, los brazos apretando un poco el torso para resaltar sus pechos. Sí, todavía estaba la rojez de sus mejillas por el llanto, pero...
— ... Te necesito tanto...— gimió, inclinándose hacia él. Lo vio tensarse. Le gustó pensar que era tan fácil siendo ella.— ¿Puedes? Por favor...— pidió.
Un día de estos le preguntaría si le gustaba que le llamara de alguna forma especial, algún apodo raro como "señor" o una cosa así. Aunque si le pedía que le llamara "papi" la cosa se podía ir al caño.
O no, depende.
Bien, de acuerdo.
— Levántate.— ordenó, ella lo hizo sin rechistar, sonriendo un poco. Hiccup la giró para que ella le diera la espalda. Antes de cualquier cosa, la abrazó por la cintura, y le dió un beso en la mejilla—. Si algo te molesta, dime y me detengo.— le dijo al oído, recorriendo con sus manos sus pechos, apretando un poco.— Puedes escoger una palabra o hacer un gesto.— continuó. Ella asintió.
— Solo si te digo que te detengas.— en realidad, no se le ocurría ninguna palabra en especial en este momento. Lo escuchó reír, antes de que con sus manos en la espalda, la empujara con suavidad contra el tocador, inclinándola sobre este. Astrid, para no irse de cara, puso sus manos sobre la superficie. Hiccup no solo hizo eso, sino que le levantó la falda. La chica tomó aire, abriendo un poco sus piernas, esto siempre la hacía preguntarse si esto estaba pasando en realidad, porque, ya ha soñado con este escenario, puede pasar que esto sea un sueño...
Él se separó un poco, solo un momento, lo escuchó buscar algo entre sus cosas, después, regresó. Un sonido delator de una envoltura abrirse la hizo saber que está vez, sí venía preparado.
Fue lento, ella contuvo la respiración, lo escuchó gruñir en voz baja cuando él estuvo por completo dentro de ella. Las siguientes embestidas fueron igual de lentas, pero fuertes, Astrid se mordió los labios, buscando regular el volumen de sus sonidos.
Pero cada vez era más difícil, porque aumentaba la velocidad, posando sus manos sobre las caderas de la chica, marcando el ritmo deleitándose con la sensación de tenerla a su alrededor, apretando su longitud.
Ya estaba sensible, solo que el llanto lo apagó un poco, pero a Hiccup no le tomó mucho tiempo el arrojarla al borde. No ayudaba la imagen frente a ella, puesto que, se trataba de ella misma en el espejo, inclinada hacia adelante, con ambas manos aferrándose al borde del tocador, las mejillas sonrojadas, subiendo y bajando, rebotando al ritmo de las embestidas fuertes a las que estaba siendo sometida, con Hiccup detrás de ella, su cabello aún mojado, y mirándola también por el espejo. Le sonrió de tan forma en la que ella tembló, y la hizo flaquear, lanzando un gemido sonoro.
¡Plaff! Ahora ella pudo verlo, ver su satisfacción, lo maravillado que se veía al ver su reacción, el como su piel temblaba un poco después del golpe, verla enrojecer, y como, después de todo esto, él apretaba el sitio con ansia.
Nadie podía ser tan provocador. En serio.
Él reparó en su mirada.— ¿Te gusta que lo haga, verdad?— le preguntó al oído. Esto la hizo reír un poco, mezclando el sonido con sus jadeos.— No me detendría hasta que quedara completamente rojo.— otro golpe, está vez del lado contrario, haciéndola gemir de nuevo.— ¿Eso te gustaría, Mi lady?— ah, ese apodo de nuevo, le encantaba demasiado, la hacía derretirse. Asintió, pero no era suficiente.— Responde, ¿Te gustaría?
No ayudaba que lo estaba haciendo más fuerte ahora, complicando un poco las cosas.
— S-sí.— respondió de forma entrecortada.
— ¿Sí qué?
¿¡Por qué le gusta hacer esto!?
Tú puedes, puedes hacerlo.— Sí me... Me gustaría.— listo. Ya. Lo había admitido.
Podría, sin embargo, Hiccup quería que a ella no le doliera caminar después. Además, era algo ruidoso y él también estaba teniendo en cuenta el hecho de que a Dagur le faltaba revisar los vestidores. De todos modos, se permitió una más. Estaba bien después de todo.
Eso último la hizo desmoronarse, tanto que estuvo a punto de gritar, una suerte que su mano fue lo suficientemente rápida como para posarse sobre su boca a tiempo.
— Shhh, tranquila.— el mismo comentario lo hizo reír, a ella también.
— No es... No es tan fácil cuando...— bueno, no iba a admitirlo aún, era vergonzoso todavía. Negó con la cabeza —... No te... No te detengas, por favor.
— Huh, de acuerdo.— más besos en las mejillas, no solo eso, a él le pareció buena idea hacerle cosquillas en la cintura. Ella se retorció por la acción.
— ¡Oye! Eso no... ¡Ah!— intentó defenderse, pero se convirtió en un caso perdido, ya que, Hiccup atrapó sus brazos y los colocó a su espalda, dejándola completamente desprotegida.— Tramposo...— le dijo antes de que arremetiera con fuerza dentro de ella y lanzara un gemido vergonzoso.
Sí, sabía que estaba haciendo trampa.
Empezó a sentirlo cerca, lo sabía por la brutalidad adquirida, no solo eso, sino porque ahora estaba sosteniendo sus muñecas con una mano y con la otra, le tomaba del cuello, apretando de forma ligera, ¿También tenían que hablar de eso? Seguro que sí, o no, o dejarlo pasar...
En realidad tenía curiosidad de como...— ¿Por qué te gusta ahorcarme?
Le pregunta vino de la nada, en serio.
Hiccup creyó que era extraño, especialmente ahora, pero no le hacía mal a nadie responder.— No lo sé... Es casi inconsciente...— casi, solo casi. Apretó un poco más fuerte, haciéndola sonrojarse por la falta de aire.— Me gusta... Verte sonrojada, y me gusta sostenerte así.
Le encantaba verla sonrojada, su gesto ante la falta de aire y como después, cuando trataba de recuperar el aire, se veía más vulnerable que antes. Verla así, siendo que siempre se encontraba en una posición de poder, era algo que lo volvía loco.
A Astrid le gustaba como se marcaban las venas de sus manos cuando hacía eso.
Sentía que debía decir algo más.— Yo... En serio lamento si... — una de sus piernas empezó a levantarse de forma casi automática, lo quería más profundo.— Lamento si te lastimé... Antes.
Tal vez no debió ser tan duro. Ahora que lo pensaba mejor, no era la gran cosa.— No es...
— ¡Lo es!— gritó de forma inconsciente.— Si alguna vez... ¡Uh! Te lastimo y esas... ¡Esas cosas! Tienes que de... De...— cerca, estaba cerca, él también. Lamentó no poder sentirlo completamente.— ¡Decirme!— está vez lo miró a la cara, girando un poco la cabeza.— Dime... Y no lo haré... Lo prometo.
Hiccup asintió.— De acuerdo, mi lady.— le besó en la nuca. La sintió estremecerse.— ¿Es... Eso? ¿Estás completamente... Segura?
— ¡Muy segura!— su voz sonaba tan irregular ahora, no podía evitar gritar.
Aunque aún no estaba muy convencido, la dejo hacer, porque estaba cerca y ella también. Tuvo que mudar su mano del cuello de la chica a sus labios, porque ella estaba haciendo demasiado ruido, no quería en un principio, porque amaba escucharla, sin embargo, ¿Qué tal si alguien aparecía por las puertas? Imaginarlo lo hizo gruñir.
Ella no se opuso al agarre, había sido oportuno, ya que ni bien lo hizo se corrió, gritando contra su mano, con espasmos recorriendo su cuerpo, temblando. Hiccup no permitió que ella pudiera separarse de él, fue más brutal está vez hasta correrse también, apretando la mandíbula para no emitir muchos sonidos. Se relajó, pero no tanto como ella, por lo que la sostuvo por la cintura, besando su hombro aún cubierto.
Quedaron en esa posición hasta que de golpe, las puertas de abrieron, dejándolos congelados. Peor aún al ver a Dagur entrar con el carrito... Y unos audífonos con música pop a todo volumen:
Honey honey, how you thrill me, a-ha, honey honey!
Honey honey, nearly kill me, a-ha, honey honey!
Y a Dagur cantando, distraído, sin mirar mas allá en donde estaba la comprometedora escena que cualquiera vería si no estuviera tan distraído escuchando a ABBA.
— I’d heard about you BEFOOOOOREEEEEE!
El pelirrojo bailaba alegremente, tomando la bolsa del bote basura, le hizo un nudo,
I wanted to know some more...
— AND NOW I WHAT THEY MEEEEAN, YOU’RE A LOVE MACHIIIIIIIINEEEEEE! OH YOU MAKE ME DIZZY!— canturreó apuntando al techo, para luego poner la bolsa dentro del carrito, reemplazarla con una nueva todavía meneando las caderas, y SIN NOTAR NADA EXTRAÑO, siguió bailando mientras salía de los vestidores, silbando y cantando.
Hiccup y Astrid, quien no se habían movido ni un milímetro, lo observaron alejarse hasta que desapareció por la puerta. No se permitieron volver a respirar hasta después de diez segundos, en los que ambos no sabían si Odin o Jesucristo les habían dado otra oportunidad, ni si había sido en serio, o si esto duraría mas tiempo. El caso es, que no quisieron averiguarlo, y lentamente, se fueron separando, acomodándose sus ropas y tratando de calmar el pulso rápido de sus corazones.
Qué susto.
Se miraron entre ellos, se habían librado por los pelos. De pronto, la situación se volvió risible. Muy graciosa, sus risas sonaron aliviadas, un poco tensas aún, transformándose cada vez en mas relajadas. Ella estuvo a punto de golpearle en en brazo, sin embargo, se detuvo antes de hacerlo. Hiccup la miró con curiosidad, ¿qué había sido eso?
— Tal vez deberíamos irnos.— dijo Astrid antes de que él pudiera decir algo. Hiccup asintió.
— Es una gran idea.— le sonrió antes de darle un beso en la frente e ir por su camiseta. Notó que su sonrojo se hizo más intenso con ese beso. Le pareció un descubrimiento lindo.
— ¿Era esto lo que querías mostrarme?— le preguntó con burla en la voz. Hiccup soltó una risa suave.
— No, no.— se colgó la mochila en el brazo.— En realidad, quería llevarte a un sitio.
— ¿Y dónde...?
— No puedo decirte, es una sorpresa.
Se ganó que ella rodara los ojos. Tampoco le gustaban las sorpresas al parecer.
Da igual, ¿qué puede ser?
Caminaron hasta la salida.
— No sabía que a Dagur le gustara ABBA.— comentó Hiccup, de forma distraída, caminando por los pasillos. Parecía que hablaba para sí, porque Astrid solo tenía la mirada fija en la mano izquierda de él, tan cerca de la diestra de ella.— Creí que... oh.— reparó al sentir que los dedos de la chica se entrelazaban con los suyos, estrechando su mano, ella le regresó la mirada por un segundo, solo un segundo.
— Yo pensaría que escuchaba rock pesado o heavy metal.— comentó Astrid para aligerar el ambiente.
Hiccup sin salir de su sorpresa (porque, este gesto había sido espontaneo y él no lo había empezado) respondió.— Ajá.
Buscándola, después, al llegar a casa, porque se le había quedado en la cabeza todo el día, Astrid se dio cuenta de lo relacionada que estaba esta canción con sus sentimientos. Lo cual era extraño, porque era como si esto se tratase de esas películas cliché con un un soundtrack muy inestable.
I'd heard about you before
I wanted to know some more
And now I'm about to see
What you mean to me**
Notes:
* Chingada. Ella quiso decir: "chingada". Muy mexicano (suenan mariachis de fondo)
** Este verso es de la versión del musical “Mamma mía”, con Amanda Seyfried. La versión de ABBA me gusta, pero esta versión la considero un poco mejor, especialmente por este ultimo verso, creo que es linda, supongo.
Como nota adicional, siempre he querido hacer un fic con esta canción xd
Hey, Hiccup y Astrid no son los únicos que escuchan música. A Dagur le gusta ABBA, y dado que los ha interrumpido tantas veces, supongo que le toca poner las canciones a veces.
¿Ustedes qué música creen que escuche cada uno? Desde que conocí a Doja Cat, creo fielmente que Ruffnut la escucharía, pero aun no tengo muy claro que es lo que Viggo podría escuchar, no sé, tal vez Caifanes o música clásica con lo mamador que es.
Chapter 12: The Only Exception
Notes:
Spoiler: este capitulo no se llama pumpkin, pero como las notas de autor las hago antes de escribir el capitulo, pues ustedes van a ver una idea primaria que al final no usé.
Este, está vez, sí se llamará "pumpkin". El pasado también se llamaba así, pero le metí lemon y pues ya no XD
Prometo ya no meter canciones de ABBA, la gente creyó que era fan o algo JAJAJAJ
Así que si alguien es fan, pues nimodo.
Les mando un saludo desde la litera de arriba, que es muy alta y me da miedo. Este cap, viene con fluff, porque no todo en esta vida es coger.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Se sentía extraña, ¿Cuánto tiempo se habían tardado dentro de la escuela? Seguro bastante, puesto que se acercaba el atardecer y el sol empezaba a golpearles de lleno a ambos dentro de la camioneta.
El cabello de Hiccup tiene reflejos rojos.
Head over my shoes like woah
Know you like an inside joke
Running 'cause you're just my speed
'Less you want it in slo-mo (in slo-mo)
Y no podía dejar de verlos. Se sentía extraña, ya lo dije. De pronto no podía dejar de mirarlo, tan concentrado en manejar, con la vista fija en el camino, a veces desviando un poco la mirada hacia ella, sonriendo un poco cohibido, porque, bueno era un poco extraño que ella lo mirara por tanto tiempo. Astrid seguía analizándolo, si mirabas bien en sus ojos, podías ver los lentes de contacto sobre sus córneas, pero solo cuando él movía los ojos hacía algunas direcciones.
I'm not what you had before ('fore)
Your ex-girlfriend don't want no smoke (smoke)
I ain't tryna sign no lease
I'm just gon' make you my home*
De tanto verlo, no prestaba demasiada atención al camino. Hiccup pudo llevarla hasta, no sé, el aeropuerto y ella pudo no darse cuenta. De hecho, no reparó en dónde estaban hasta que Hiccup se estacionó y apagó la camioneta. Miró por la ventana encontrándose con copas de árboles, el cielo, el sol cada vez más abajo y claro el telescopio.
Huh, el mirador de Berk.
En realidad, Berk no destaca mucho. No es el destino turístico predilecto para cualquiera que un día decida visitar el Este de Estados Unidos. No tiene mucho de especial, hace demasiado frío en invierno y el equipo de fútbol no está tan mal, hay comida interesante también. Pero, siendo honestos, y si alguien quisiera hacer una parada momentánea aquí, entonces se toparía con el hecho que lo que más resalta de Berk son sus bosques y sus paisajes. Es bonito, un buen lugar para acampar y hacer excursiones. Ella ya había estado en el mirador antes, esto no era nada nuevo, sin embargo, le gustaba la idea.
Era extraño, también, que no hubiera nadie a esta hora. El mirador al amanecer y al atardecer era el punto clave de turistas. Tal vez se debía al día.
Salió del auto, estirando un poco las piernas, el viento golpeando en la cara y alborotándole los cabellos. Se había dejado el cabello suelto y ahora lo lamentaba un poco, buscó en su muñeca una liga para recogerlo un poco, por lo menos, hacer algo respecto a los mechones rebeldes que le molestaban en los ojos.
— ¿Y? ¿Qué tal?— preguntó él, detrás de ella.
Astrid se encogió de hombros—. ¿El mirador?— respondió de vuelta, enarcando una ceja. Hiccup asintió.
— Sí, bueno...— ahora estaba nervioso, quizá alguien ya la había llevado antes, oh no. Por supuesto que alguien la trajo aquí antes, es el primer lugar en el que piensas cuando vas a llevar a alguien a una cita, por los dioses...
— Uh, es lindo—. se giró para verlo de lleno. Sip, era bonito, el gustaba como el cielo empezaba a cambiar de color a uno más oscuro, sin dejar de ser brillante. Eso lo hizo sentirse un poco mejor—. No había venido aquí desde..—. huh, sí, desde que su padre le hizo una sesión de fotos al mirador. Si algo Hiccup debía estar tranquilo era que Astrid no aceptaba citas al mirador desde que su padre hizo esa sesión de fotos—. Hace como un año, más o menos.
Ahí estaba el tema de su padre. Hiccup sabe un poco respecto al tema por cosas que comenta su padre, mismas que Finn Hofferson le comenta a Stoick en sus idas de pesca. Sabe que es un fotógrafo cotizado, toma fotos preciosas, él es quien tomó las fotos del almanaque y las mismas que se encontraban en los folletos turísticos en las tiendas cercanas a la entrada de Berk. Las fotos del sitio web también eran de su autoría, así como todas y cada una de las fotos de Astrid en las paredes de su casa; su hija siempre posaba delante de un fondo natural igual de hermoso que ella, siempre sonriendo, a veces con la mirada perdida...
La cosa es, que casi nunca se encontraba en Berk. Siempre se encontraba fotografiando en otros sitios. No siempre fue así, pero ahora no frecuentaba tanto Berk desde... Bueno, desde su divorcio con la madre de Astrid.
— ¿No te gusta?— preguntó Hiccup. Por lo que sabía, el tema seguía siendo delicado, a pesar de que ya había pasado tiempo del hecho, y hacer esto...
— ¿Por qué no me gustaría?— Astrid volvió su mirada a él, confundida. Hiccup sintió un hueco en el estómago, ¿Qué debía responder?
— Tal vez ya has venido aquí cientos de veces—. se encogió de hombros, disimulando. Stoick había dicho que fue una ruptura dolorosa... Seguro que no era un tema del que ella gustase hablar.
Astrid soltó una risa entre dientes—. Todo el mundo ha venido aquí cientos de veces—. se acomodó un mechón rebelde e cabello tras su oreja, volviendo a vista al frente. Reparó en que esa no había sido la respuesta que él esperaba, ni sonó tan tranquilizadora como a ella le hubiera gustado—. Lo único que cambia son los atardeceres. Mi papá cree que ninguno es igual—. habló, creyendo que necesitaba contexto para lo que iba a decir. Sonaba romántico para ella, esperaba que para él también—. Así que siempre es como si vieras el atardecer por primera vez aquí—.le sonrió, y fue bastante sorpresivo verlo sonrojarse.
Astrid dejó de sonreír cuando recordó algo importante: los padres de Hiccup estuvieron a punto de divorciarse. Eso la molestaba, le molestaba no haberlo sabido, le molestaba no haber estado ahí antes. Había pasado todo ese tiempo odiándolo tanto que no estuvo para él.
Bueno, tampoco es como que Hiccup hubiese estado cuando sus padres lo hicieron. Pero ella sabía cómo se sentía.
Le hubiera gustado tenerlo cerca cuando pasó.
— Bueno, es un alivio—. Hiccup se encogió de hombros—. Me partí la cabeza tratando de averiguar qué lugar te gustaría.
Hiccup, no voy a ser una buena novia.
— No tienes que hacerlo—. Lo repetiría cuántas veces fuera necesario—. Me refiero a que, si alguna vez... No lo sabes, puedes preguntarme—. a ella no le gustaría, él ya debería saberlo, ¿No?
No, claro que no. Hiccup no es adivino.
— ¿De verdad?
— De verdad—. asintió. No estaba mal que él preguntara cada cierto tiempo por eso. Fijó la mirada en su mano, la había apoyado sobre el metal del barandal del mirador, con ansias de tocarla.
— Ayudaría a conocernos.
Hiccup, no voy a ser una buena novia.
No dejaba de pensar en esa frase. Era horrible, no dejaba de tener esa sensación desde que Camicazi se lo dijo, era como un mosquito que no dejaba de acecharla. Lo peor es que era verdad, y no sabía cómo hacer para que Hiccup se diera cuenta a tiempo.
De hecho, no quería que él se diera cuenta. Sabía que sonaba egoísta, por eso mismo tenía que decirlo, también sabía que, si lo decía, esto terminaría, toda paciencia tiene un límite. No se puede estar tan loco de amor tanto tiempo.
— ¿Tú vienes seguido?— le preguntó a Hiccup, tratando de despejar esas ideas de su cabeza.
— Cuando quiero dibujar paisajes—. respondió—. Solía venir aquí casi diario antes del accidente—. reveló, captando la atención total de la rubia. Ella evitaba ese tema porque creía que a él no le gustaba hablar demasiado de eso. También por la regla general que se había hecho en su escuela—. No me gustaba estar en casa en ese entonces. Así que o estaba en la cafetería con Tuff o estaba aquí, con Toothless, dibujando.
— ¿Por qué?— lamentaba ya saber porque.
Hiccup se encogió de hombros—. Mis padres tenían problemas—. era un poco difícil admitirlo. Con Astrid no tanto—. Peleaban todo el tiempo. Mamá creía que papá tenía una aventura—. Auch. Ella sabía de primera mano que eso nunca conducía a nada bueno—. Se volvió demasiado incómodo...— desvío la vista, ¿Era buena idea decirlo?— La noche del accidente ellos pelearon... Peor que otras veces. Me harté y pensé que sería bueno venir aquí—. recordarlo siempre era... Extraño. Hablarlo en voz alta un poco más—. Creo que les dije que iba a ir a la biblioteca. No creí les importara mucho, es decir, no se dieron cuenta que me lleve a Toothless. La verdad es que no recuerdo mucho de ese día, solo que estaba molesto, me dijeron que di vueltas por todo Berk, me detuve en una luz roja y..—. Astrid está vez sí lo tomó de la mano, ¿Por qué le estaba contando todo esto? ¿Qué había hecho ella para ganarse eso?— Es lo que más recuerdo. El choque. Recuerdo... Recuerdo que en lo primero que pensé fue en Toothless. Me quité el cinturón (no sé ni cómo lo hice tan rápido) y lo protegí con mi cuerpo. También recuerdo qué canción estaba sonando en ese momento, era una versión en vivo de Cocaine de Eric Clapton, estaba a medio solo cuando el camión chocó. De hecho, fue extraño porque, parecía que lo único que seguía funcionando era la radio.
She don't lie, she don't lie, she don't lie...
Cocaine...
— ¿Recuerdas... Cómo se sintió?
— Ah... No es como... No sentía dolor. Creo que no podía sentir nada. Me desmayé después de que la canción terminó, fue como si mi cerebro se desconectara. Tenía sueños, claro, y a veces podía pensar con un poco de claridad durante el coma... Creía que estaba muerto y que estaba flotando en la nada—. la miró, sonriendo nostálgico—. Entre las cosas de las que me arrepentía no haber hecho estaba el no haberte hablado. O haberte invitado a salir.
Si Astrid fuera... Si Astrid fuera mucho más afecta a dar abrazos, seguro lo habría hecho. Le habría dado el abrazo más reconfortante del mundo; salvo que no sabía cómo hacerlo, ¿Era buen momento? ¿Él lo necesitaba? No sabía cómo hacer para que sus brazos no fueran igual de rígidos que siempre. En su lugar, recargó su cabeza en el hombro de él, y solo le abrazo el brazo derecho, trazando figuras imaginarias sobre la tela de su camisa.
Era lo mejor que podía darle en ese momento. Su mejor esfuerzo.
— Creí que se divorciarían de verdad después de eso. Me sorprendí mucho cuando los vi juntos de nuevo—. Hiccup, por su parte, le acarició el cabello rubio—. Ni siquiera me sorprendí tanto cuando me di cuenta de que parte de mi pierna había desaparecido—. bromeó, aligerando un tanto el ambiente.
— Me alegra que se hayan reconciliado.— dijo Astrid, mirando al horizonte—. No siempre pasa eso.— bueno, ya que él se había abierto con ella, se puede hacer esto, ¿No?— Mis padres se separaron cuando tenía diez, fue... Muy extraño. Yo creía que todo estaba bien, jamás los vi pelear, aunque, bueno jamás los vi juntos exactamente. No eran como los demás padres, que se abrazan y eso. Casi no hablaban entre ellos. Fuera de eso, no recuerdo verlos pelear. Lo que sí recuerdo es que mi mamá fumaba. Mucho—. recordó con nostalgia, sonriendo—. Demasiado. A veces encontrabas ceniza en el puré de papas.** Recuerdo que papá solo suspiraba y los apartaba despacio, luego me miraba y sacaba la lengua con asco, guiñándome un ojo. Creo que heredé eso de ella, cocino terrible—. comentó de forma cómica.
— No creo que cocines tan mal.
— No quieres probar nada que yo cocine. En serio—. Respondió, luego volvió a suspirar—. Papá solía llevarme a sus sesiones de fotos cuando estaba en el pueblo. Siempre me recogía de la escuela e íbamos a cualquier lugar del bosque, me tomaba fotos por montones... Creo que tengo más de tres álbumes de fotos en el ático, ¿Has visto las paredes de mi casa? En todas estoy yo.
— Es muy tierno.
— Es muy extraño. Excesivo, diría yo—. Astrid sonaba más relajada que de costumbre, a Hiccup le gustaba verla así, era una faceta de ella que le gustaba. Podía oírla hablar así por horas y horas—. Creo que un día, mi mamá ya no pudo soportarlo, eso y... Conoció a alguien. Y creo que estar con ese alguien era mejor que estar en esa aburrida casa conmigo—. recordó las palabras que había escuchado en el teléfono, mientras espiaba en el teléfono de la sala la conversación que habían tenido sus padres. "Cualquier cosa, Einar, cualquiera, es mejor que estar en esa aburrida casa con esa niña. En serio."— El día que se fue, mi papá no estaba en la ciudad. Fue por mí a la escuela, yo no noté que sus maletas y sus cosas ya estaban en la cajuela.
"Me llevó al parque, me compró un helado... Era raro, pero... No lo sé. No me importó demasiado. No me explicó nada. No hablamos. Solo me dijo que tenía que hacer las compras, que me quedara sentada en el banco. Dijo que vendría por mí en un rato.
"Creo que... A veces me gusta pensar que realmente iba a ir por mí. No lo hizo, claro. Me di cuenta que no vendría cuando vi el atardecer. Así que me levanté, y caminé directo a la estación de policía. Le dije a mi tío que mi mamá me había olvidado en el parque, que seguro había vuelto a casa con las compras y que se había quedado dormida. Ella... Creo que olvidó decirle a mi tío que fuera por mí. Aún no sé porque lo hizo... Tampoco quiero saberlo—. su tono... Se agrió. Lo hizo de forma tan gradual que Hiccup no se dio cuenta. Su mirada pasó de mirarla con dulzura a una de preocupación. Eso no lo sabía. Dioses—. No volvió en la noche. Ni al día siguiente. De pronto... Me quedé sola. Mi tío tuvo que mudarse a mi casa en lo que papá regresaba. Y cuando lo hizo... Fuimos a comer hamburguesas, fue ahí cuando me lo dijo. Mamá no iba a volver.
"Las hamburguesas me parecen la comida más triste por eso—. le dijo, mirándolo a los ojos. Se había acostumbrado a la mirada con la que él la estaba mirando, recordaba esa misma mirada en la trabajadora social que solía visitarlos—. Es tonto, pero no he comido una desde entonces.
When I was younger, I saw my daddy cry
And curse at the wind
He broke his own heart and I watched
As he tried to reassemble it
"Eh... Creo que vi a mi papá llorar un par de veces—. recordó, sus ojos moviéndose de un lado a otro, visualizándolo. Era de madrugada, ella se había levantado a ir al baño, se había preocupado por sonidos extraños en la oficina de su padre. Recordaba papeles, fotografías sin revelar, líquidos de revelado, y a su padre con la cara roja, roja, soltando sollozos y lágrimas, como si fuera un niño pequeño—. A mamá la veo a veces. Me llama en mi cumpleaños... Tarde. A veces un día después. Últimamente me ha invitado a su casa a pasar las vacaciones... Pero... No sé si quiera verla. Creo que no quiero—. le miró, sus ojos se estaban poniendo vidriosos de nuevo, se soltó de Hiccup, sintiendo que el contacto era demasiado. Incluso de viniendo de él, era insoportable. Si seguía tocándolo, se desmoronaría—. Tal vez es porque nunca se ha disculpado. Aunque... No necesito eso. De verdad—. Aseguró.
And that was the day that I promised
I'd never sing of love if it does not exist
No necesitaba sus disculpas. Ni necesitaba su compasión, ni pasar un verano en California. No necesitaba nada de eso. No la necesitaba para nada.
Maybe I know somewhere deep in my soul
That love never lasts
"Astrid, necesito que seas fuerte, ¿Puedes serlo? ¿Puedes serlo por mí?"
Lo que dijo Tuffnut... No era tan fácil como parecía. No ahora que tenía tanto miedo de lo que sentía, porque, si su padre había sentido algo similar con su madre, y después tuvo que contemplar como eso se desmoronaba en mil pedazos poco a poco hasta desaparecer...
Ella no quería eso.
And up until now I had sworn to myself
That I'm content with loneliness
Because none of it was ever worth the risk
— Hiccup, yo...— iba a decirle que no iba a ser una buena novia. Que no estaba lista. Que no creía estar lista jamás. Que Camicazi tenía razón, que él merecía algo mejor que una animadora que seguro le iba a romper el corazón. Estuvo a punto de decirlo cuando Hiccup la abrazó, la rodeó con sus brazos, no era un abrazo como los que le había dado antes, este era más... Protector, más amable. Más reconfortante.
But you are the only exception
You are the only exception
Ni siquiera se había dado cuenta que estaba temblando. Y cuando se vio de cara en su pecho, soltó un sollozo que inmediatamente trató de reprimir. No otra vez.
La última persona que le abrazó así fue su padre antes de irse.
— No tienes que estar sola. No lo estás, ¿De acuerdo? Nos tienes a nosotros, y... Me tienes a mi.
You are the only exception
You are the only exception
¿Mencioné que los gemelos tienen trabajo? Los Thorston tienen una cafetería en medio del pueblo, que después de las seis de la tarde, se convertía, convenientemente, en un bar.
Bar, visiten nuestro bar.
Sí, eso.
Era un negocio familiar, los abuelos de los gemelos lo habían iniciado y se quedó así porque es de las pocas cafeterías que se encontraban en Berk. Aunque está es más frecuentada por gente joven. Los gemelos trabajan aquí todas las tardes, después de las prácticas; Tuffnut es el barista y atiende la caja, Ruffnut es mesera, se encarga también de los postres y, cuando Tuff se distrae, también la cajera.
Sí, Tuffnut es un poco mejor con las cuentas que ella.
También es muy creativo, ha hecho un menú de bebidas bastante atractivo. Y siempre crea nuevos tragos o bebidas, casi siempre invitando a su hermana o a Hiccup a probarlos, o a cualquier cliente que acepte jugar la ruleta rusa que es probar las bebidas de Tuffnut.
A veces... No salen muy bien.
Con Ruffnut sucedía algo similar, aunque sus errores eran un poco más tolerables. El azúcar con azúcar nunca sabe del todo mal.
Heather, por su parte, no le entusiasmaba demasiado la idea de beber cosas nuevas. Sin embargo, para sorpresa de Ruffnut, Heather se ofreció con mucho entusiasmo a probar la nueva bebida de Tuffnut, la cuál era de un extraño color rosa pastel.
— ¡Es mi versión de la limonada rosa!— presentó Tuffnut, colocando un vaso de dicho líquido rosa, hecho de hielo picado y que soltaba un poco de escarcha en su superficie—. Es para la temporada de calor.
— ¿Un frappé? Tuff, ni siquiera hace tanto calor aquí.— se metió Ruffnut a la conversación. Tuffnut le respondió con una mueca.
— El caso es, que aunque le puse jarabe de fresa, no quiero que sepa demasiado a dulce. Porque, es una limonada, las limonadas son ácidas, saben a limón.— colocó un popote de papel en bebida, mientras reclinaba en el mostrador, sonriendo y guiñándole el ojo. Heather en respuesta sonrió sin poder evitarlo, con un sonrojo débil en las mejillas.
Ruffnut se quejó forma audible. Asco, sin embargo, se detuvo justo donde estaba, alto, alto, ¿De qué se trata todo esto?
Tuffnut tuvo que ir a revisar la cafetera que hizo un sonido extraño, por lo que Ruffnut lo vio cómo su oportunidad. Tomó el lugar de su hermano y en susurros atacó a su amiga.
— ¡Te vi!— la señaló, Heather alzó la vista, sin entender—. Tú nunca quieres probar mis pays—. acusó.
— No, porque siempre se los ofreces a Eret... O a Hiccup—.llevó el popote a su boca, Ruffnut tuvo que admitirlo, Heather tenía un poco razón.
— Sabes bien porque lo hago—. Continuó, ignorando la respuesta—. ¿Qué te traes con mi hermano?— preguntó, haciendo que Heather alzara las cejas con sorpresa.
— No sé de qué estás hablando—. ahora sí, sorbió del popote, de forma desenfadada e inocente. Probó el líquido e inmediatamente hizo una mueca. Tal vez demasiado ácido.
— Por supuesto que lo sabes—. Contradijo Ruffnut, Heather sacó la lengua, con el tiempo, el sabor en su boca parecía hacerse un poco peor—. Te acabas de sonrojar, tú nunca haces eso... ¡No lo hacías antes!
— No entiendo qué tiene de malo.
— ¡Que es mi tonto hermano!— respondió Ruffnut con desagrado, Heather rodó los ojos—. Tuffnut no es el chico indicado, créeme. Es... Es el espanta viejas modelo dos mil. ***
— Tuffnut no es un espanta viejas.
— ¡Porque no lo conoces!— apretó los puños la rubia. Heather sabía que Tuffnut a veces era protector con Ruffnut, pero no tenía ni idea de que Ruffnut lo fuera con Tuffnut. O quizá buscaba protegerla de Tuffnut—. Además, ¿Qué no lo has visto? Es horrendo.
— Ruff, son hermanos gemelos...
— ¡Yo soy la bonita de los dos! Él es el poca cosa a lado de mi.— alardeó Ruffnut, también ignorando que ambos eran hermanos gemelos y que, salvó por algunas obvias diferencias, los dos eran casi idénticos. Heather no pudo evitar reír—. ¿Qué tiene él que no tengan los otros chicos? Estamos hablando de Tuffnut. Mi hermano. El que mojó la cama hasta los doce años.
— Ew, Ruffnut.
— ¡Exacto! ¡Ew!— ahora sí lo dijo en voz alta, llamando la atención de Tuffnut, quien logró descubrir y arreglar el problema de la cafetera y ahora miraba curioso a su hermana y Heather. Le llamó la atención que el vaso estuviera medio lleno aún, oh, ¿No le había gustado? Había hecho esa bebida solo para ella. Heather a veces era acida y fría como un granizado de limón, pero con él, al hablar de Ariana Grande, ella era tan dulce como el jarabe de fresa.
Ah, sí, ¿No he contado eso, verdad? Bueno, no es como que nos hayamos enfocado en los personajes secundarios. Bien, a Tuffnut le gusta Ariana Grande.
No hay mucho contexto, salvo que es un secreto. A Tuffnut siempre le ha gustado el hard rock, todo aquello con guitarras eléctricas y baterías estruendosas le gusta, música ruda, varonil... Hasta que un día, en el lejano 2014, Ruffnut, su fastidiosa hermana, puso a Ariana Grande a todo volumen.
Y en serio, jamás le había gustado tanto una canción.
Se escuchó todas sus canciones, siguió el lanzamiento de todos sus álbumes, la sigue en todas sus redes, lloró con su concierto en Manchester, se sabe sus coreografías y es el fondo de pantalla de su computadora. Incluso se puso un poco triste cuando se enteró que iba a casarse.
"¿Por qué yo no puedo ser tu esposo, Ariana?", había preguntado al póster que tenía de ella, escondido debajo de un póster de Duff Mckagan.
Tiene todos sus discos en físico. Todos. Las versiones regulares y deluxe. Los guarda en una caja con llave debajo de su cama, y la llave la tiene anudada al cuello para que Ruffnut jamás lo descubra, ¿Qué tiene que ver todo esto con Heather? Bueno, que a ella también le gusta Ariana Grande, y que ambos querían la última copia de la versión deluxe de su último álbum.
Tuffnut fue lo más precavido que pudo. Si alguien preguntaba, diría lo mismo que siempre, que era un álbum para su hermana, además, ya nadie iba a la tienda de discos de Berk. Su plan iba saliendo bien, incluso se tomó la libertad de tomar un álbum de Guns n' Roses solo para disimular...
Hasta que una mano se interpuso en su camino, chocando con la suya. Tuffnut miró con horror que la que se había interpuesto había sido Heather, la mejor amiga de su hermana.
— ¿Tuffnut?— lo reconoció de inmediato, ¿Cómo no hacerlo? Tuffnut era la que la sostenía cuando Astrid no estaba, ambos sostenían a Astrid cuando debían hacerlo. Claro que iba a reconocerlo.
— Ah...
— ¿Qué haces aquí?
— Compro un... Disco—. respondió en automático. Heather volvió la vista a sus manos y miró los discos a lado del que ambos querían. Ninguno se asemejaba a algo que Tuffnut escuchara.
— Este es de Ariana Grande.
— Ya... Lo sé...— dijo de forma entrecortada. Los ojos verdes de su compañera lo analizaban, incluso parecía que podía leer sus pensamientos desesperados—. Es... Para Ruff.
— Creí que a Ruffnut le gustaba más Doja Cat o...
— ¡De acuerdo! ¡Es para mí! ¡Me descubriste!
— ¿Eres... Fan de Ariana Grande?— preguntó Heather curiosa, incrédula. Tuffnut asintió, rojo como un tomate—. Oh... Vaya. No tenía ni idea, ¿Cuál es tu canción favorita?
¿¡Cuál NO era su canción favorita!?— Tal vez... Tal vez "No Tears Left to Cry" o... Bueno, es que todas me gustan...— reparó en que Heather no lo miraba con desagrado, al contrario, la veía interesada en que un tipo como él, escuchara música pop—. Pero "God is a Woman" hace que sienta cosas.
La sonrisa de la pelinegra se ensanchó—. "God is a Woman" hace que todos sintamos cosas—. coincidió con los ojos brillantes. Tuffnut jamás los había visto tan verdes
Hablaron un rato, dándose cuenta que ambos tenían algo muy en común. Sin embargo, Tuffnut tuvo que pedirle una cosa.
— ¿Puedes...? ¿Puedes no decirle a nadie que me gusta Ariana Grande?— al escucharlo, Heather se vio sorprendida—. Es que... Arruina mi imagen de rockero— dijo y Heather creyó que era una tontería, aunque, después, Tuffnut añadió algo en un tono más preocupado y tímido—. Y... No quiero que Ruff o Snotlout se rían de mí.
Eso le derritió el corazón. Le pareció tierno, así que, cómo acto de compasión, se lo prometió—. Tu secreto está a salvó conmigo.
Tal vez fue ahí cuando empezó a sentir algo por Heather. Claro, siempre le había parecido bonita, pero... Después de eso, Heather le pareció aún más bonita.
Podría hablar de Heather horas y horas, pero ahora... El sonido de la campanita en la entrada lo distrajo, eso y el ver a Fishlegs, Snotlout y Eret entrar. No, pero lo que más llamó su atención, fue ver a Fishlegs con una bolsa de basura en la mano, muy parecida a la que el equipo había usado para tirar los pastelitos que Camicazi había preparado. Fue hasta Ruffnut, quien seguía hablando pestes de él y le dio un codazo. La rubia se volvió enfadada y reparó en dos cosas:
Eret se veía ardiente el día de hoy.
Y esa bolsa era demasiado familiar.
—... Es que todavía no entiendo porque alguien tiraría estos pastelitos a la basura—. Decía Fishlegs—. Ni siquiera los tocaron.
Heather también se giró. Los gemelos soltaron un jadeo de sorpresa y con ello, la pelinegra les dirigió una mirada de advertencia.
— Yo creo que es tonto que te enfoques tanto en eso, Carapez—. respondió Snotlout, los tres acercándose a la barra.
— ¡Pero soy el vicepresidente del comité de alumnos! Ya oíste al director Oswald, tengo que averiguar quién desperdició tanta comida.
— ¿Por qué el director no llamó a Hiccup?— preguntó Eret, siendo el primero en llegar al mostrador—. Hola, chicos, no los vi practicar mucho hoy—. saludó a los gemelos y a Heather.
— Porque se desapareció después de su práctica de natación—. respondió Fishlegs.
— ¿Ah sí?— Eret no se veía muy convencido—. Vi su pick up cuando salíamos. Seguro que seguía en la escuela.
Los gemelos se miraron entre sí, luego a Heather. Heather no tuvo que pensarlo mucho.
Sí, tal vez Hiccup estaba muy distraído con Astrid cómo para no contestar el teléfono. No tenía ni idea.
— Solo dile a Oswald que fue un error y ya.
— ¿Puedes darme un...?
— ¡Ya sé que es lo que quieres!— saltó Ruffnut, inclinándose sobre el mostrador de forma coqueta, intentando disimular sus nervios—. Sé perfectamente lo que quieres — añadió en un tono más seductor que hizo que Eret frunciera el ceño—. ¡Tuff, haz un café helado con canela sin azúcar!— gritoneo a su hermano, quien asintió y fue directamente a prepararlo—. Y te daré una galleta de limón, fortachón.
— No me gustan las galletas de limón.
— ¡Pero a mí sí!— saltó Snotlout detrás de Eret, Ruffnut borró su sonrisa a una mueca de desagrado—. Si él no la quiere, puedes ofrecérmela a mí, dulzura.
— Agh—. la rubia arrugó la nariz y se alejó del mostrador. Fishlegs tuvo una gran idea entonces.
— Eh, chicas y Tuffnut...— les llamó, Heather y Ruffnut dirigieron su mirada a él, y Tuffnut se detuvo en lo que estaba haciendo para devolverle la mirada—. Eh... Dagur encontró en la basura esto—. mostró el interior de la bolsa, revelando los infames pastelitos. Tuffnut no pudo evitar tragar saliva, gesto que no pasó desapercibido por Eret. Raro—. Es demasiada comida, toda en buen estado, ¿Tienen alguna idea de quién pudo tirarlo sin más?
Heather era la mejor actuando—. ¿Son pastelitos?
— Sí.
— Vaya, ¿Quién podría hacer algo así?— secundó Ruffnut, viéndose menos nerviosa que Tuffnut.
— Seguro que quien lo hizo tenía una buena razón—. opinó Tuffnut, las dos chicas lo miraron con advertencia. Oh no. Eret por su parte, entornó los ojos, al igual que Snotlout—. Ya saben... Tal vez...— se dio cuenta de que el vaso se había rebasado y que estaba derramando café—. ¡Oh! Será mejor que lo limpie.
— Tuffnut—. lo llamó Eret, dejándolo helado dónde estaba—. ¿Qué es lo que sabes?
Ay no.
— ¿Sobre qué?
Snotlout y Eret se miraron entre sí. Tuffnut, con un trapo entre las manos, desviaba la mirada a Heather, en busca de salvación, y ella, trató de salvarlo.
— Seguro que fue alguien de la cafetería...
— Tuffnut sabe algo—. señaló Snotlout. Tuffnut negó efusivamente con la cabeza.
— No, yo no sé nada.
— Es Tuffnut, ya saben cómo es—.Heather lo intentó de nuevo.
— Tuffnut, ¿Sabes lo que le pasó a estos pastelitos?
— Mi papá es un exagerado, en serio, seguro que no es nada...
— Tuffnut...— advirtió Eret, dando un paso al frente.
El labio del gemelo empezó a temblar, dio un paso atrás en respuesta. Estaba acabado.
Así que pensó que lo mejor sería echar a correr.
— ¡A él!— Ordenó Snotlout, corriendo detrás de él, seguido de Eret. Fishlegs solo se quedó ahí, admirando la escena. Heather se levantó, preocupada.
— ¡No! ¡Oigan, déjenlo en paz!— exclamó molesta, mientras veía como Tuffnut era perseguido a toda velocidad por los dos futbolistas de americano. No tardaron mucho en dar con él.
Eret lo sostuvo y lo cargó en sus brazos, sin darle la oportunidad de escapar. Tuffnut se retorció y pataleó.
— ¡Di lo que sabes sobre los pastelitos!— le apuntó Snotlout con el dedo, Tuffnut se retorció con más fuerza.
— ¡No! ¡Jamás!— declaró Tuffnut de forma teatral.
— ¡Dilo!
— ¡No, no puedo! ¡Astrid me mataría!— respondió, Ruffnut se llevó una mano a la frente. Idiota—. ¡Además ella es mi amiga! ¡Y la quiero mucho! ¡Respeto su privacidad!
— ¿Astrid?— Eret, a pesar del agarre y de haber perseguido al gemelo por un fugaz momento, parecía tener la cabeza fría—. ¿Qué tiene que ver Astrid con los pastelitos?
— ¿Ella los arrojó a la basura?— Fishlegs sentía que eso no cuadraba, ¿Por qué razón Astrid haría algo como eso? Astrid era la chica que manejaba todas las colectas de comida, se ofrecía de voluntaria en los refugios... ¿Por qué alguien como ella tiraría comida en buen estado?
— ¡No! Bueno, no directamente...— vaciló Tuffnut. Heather rodó los ojos, ya está. Quebraron a Tuffnut—. ¡Igual no pueden saberlo! ¡Es secreto! ¡Completamente secreto! ¡Muy secreto!
— Por los dioses, ¿Qué tan secreto puede ser?— rodó los ojos Snotlout, más bien, ¿Qué tan importante era guardar el secreto—. A no ser que...— miró la bolsa de basura como si se tratara de un elemento tóxico— ¡Ella los preparó! ¡¿No es cierto?!
— ¡¿Qué?! ¡No! No sé verían tan deliciosos si ella los hubiera preparado—. chilló Tuffnut.
— ¿Entonces quién los preparó?
Tuffnut miró a Heather y luego a su hermana, buscando ayuda. Ambas negaron con la cabeza.
— No puedo decirles.
— En realidad no tiene por qué si no quiere...— Fishlegs empezaba a sentirse mal por todo esto.
— Tuff, Astrid no se meterá en problemas—. mintió Eret. Bueno, tal vez no—. Solo dinos de dónde provienen los pastelitos, ¿Puedes?
— Nadie aquí le dirá a Astrid. Tu trasero está a salvó con nosotros.
— Tuff—. advirtió Heather con un tono dulce. El gemelo empezó a sentir la presión en su cerebro.
— ¡No lo digas!
— Dilo, Tuffnut...
— ¡Ya! ¡Está bien, está bien! Camicazi los trajo—. explotó, ganándose una mirada de decepción por parte de Heather y un suspiro de frustración por parte de Ruffnut. Fishlegs y Snotlout saltaron al escuchar ese nombre, Eret quedó igual, ¿Camicazi?— ¿Recuerdan que ella besó a Hiccup el día de las eliminatorias?
— ¿Así se llama?— preguntó Eret confundido—. Creí que era una prima de Astrid. Cielos, son muy parecidas.
— Hiccup tiene cierta debilidad con las animadoras rubias y con carácter fuerte—. para Snotlout no era tan grave, es decir, comprendía perfectamente a Hiccup, aunque, claro, es extraño que eso haya pasado dos veces, ¿No?
— ¿Ya se conocían?
— Es su ex—. respondió Heather, cruzándose de brazos.
— ¡¿Su ex?!— Eret estaba que no lo podía creer. Esa era una serie de coincidencias muy... Muy...— Vaya, Hiccup tiene un problema.
— ¡¿Apenas te das cuenta, Eret?!
— Ya, pero, ¿Cuándo pasó?
— Antes del accidente. Se conocieron en un campamento...
— Bueno, no en realidad, empieza desde que Hiccup y ella tenían como ocho años, ambos...— empezó a relatar Fishlegs, para sorpresa de Heather.
— ¿Se conocen desde hace tanto?
— Oigan, oigan. Creo que esto se está desvirtuando—. Los frenó Snotlout—. Aquí el que está contando la historia es Tuffnut, y tiene que contarla bien—. se volvió al gemelo—. Habla, ¿Camicazi vino hasta aquí?
Tuffnut asintió y luego negó con la cabeza—. Todavía no llego a esa parte. Vale, el punto es, que Astrid y Hiccup pelearon, él le explicó que ya habían terminado y ella no le creía...
— Tiene razón al no creerle—. opinó Eret, Heather y Ruffnut asintieron.
— ¡Claro que la tenía!
— Sí, sí, sí, la tiene, ¿Qué más?
— Entonces... Ya saben cómo es Hiccup, suele ser muy impulsivo. Llamó a Camicazi para que ella misma le dijera a Astrid lo que había pasado en realidad. Que ya no estaban juntos y que todo se trataba de un enorme malentendido—. Continuó Tuffnut, para interés de todos, incluyendo de las dos chicas—. Ella vino y llegó con todos esos pastelitos. Dijo que eran para el equipo porque quería hacer las paces con nosotros, porque, ya sabes, Bog Blurgar siempre nos gana... Y nos los dio, en lo que ella hablaba con Astrid—. Las cosas se ponen un poco más duras aquí—. Realmente creímos que ella venía en son de paz, pero no.
— ¿No?
— ¡No! ¡Es una arpía!— saltó Ruffnut, enojada, para sorpresa de todos—. Una mustia, ¿Entienden? Solo vino a decirle a Astrid que se alejara de Hiccup.
— ¡No!— exclamó Eret, ahora de verdad intrigado por la historia.
Fishlegs negó con la cabeza—. No, eso no puede ser. Conozco a Cami, ella sería incapaz de decirle eso a Astrid.
— ¡Pues créelo! Hasta la hizo llorar—. respondió Ruffnut de forma impulsiva, en el momento en el que lo dijo se tapó los labios con la mano. Heather se volvió a su amiga enojada.
— ¡Ruffnut!— chilló.
— ¡Perdón!— se disculpó la gemela, la voz ahogada por su mano. Los tres recién llegados quedaron con la boca abierta.
Llorar y Astrid Hofferson no van en la misma oración.
Esto era grave.
— Le dijo que era una villana hueca de Disney—. agregó Tuffnut en voz baja.
— Y también le dijo que mejor fuera a hacer cosas de animadora rubia frívola estereotipada—. añadió Ruffnut y volvió a tapar su boca, encogiéndose en su lugar.
Heather suspiró antes de continuar—. Camicazi cree que Astrid no quiere a Hiccup en serio, cree que solo lo quiere para un rato y ya. Y Astrid está harta de que todo el mundo lo crea.
— Es que ella tampoco pone de su parte, a veces aún actúa como si lo odiara—. se cruzó de brazos Snotlout.
— Bueno, tal vez Astrid también tenga problemas—. intervino Ruffnut a la defensiva.
— Por lo menos no tiene un problema con las animadoras rubias y bonitas—. coincidió Tuffnut encogiéndose de hombros.
— Los dos están igual de dañados—. opinó Eret.
— No, no, no, Hiccup ha sido muy amable con ella desde el principio.
— Bueno, Tuff, aun no entiendo cómo los pastelitos terminaron en la basura—. intervino Fishlegs un poco tímido.
— ¡A eso voy!— respondió Tuffnut, luego se aclaró la garganta y siguió—. Después de eso, Astrid vino con nosotros y nos dijo "QUIEN SE ATREVA A COMER UN TROZO DE ESOS ESTUPIDOS PASTELILLOS ESTARÁ FUERA DEL EQUIPO"— Imitó tan bien a Astrid que desconcertó a todos los presentes—. Y pues, no sabíamos que hacer, hasta que hablamos con ella. Al enterarnos, nadie quiso probarlos...
— No aceptamos caridades de una arpía—. habló Ruffnut.
— Los pusimos en esa bolsa. Seguro que una de las chicas debió olvidarla o tirarla en la basura—. Terminó Heather, rodando los ojos—. ¿Contentos?
— Me cuesta trabajo creer que Camicazi pudo decir eso—. Opinó Fishlegs—. Ella siempre es amable.
— ¿Y ahora Astrid está con Hiccup, no es así?— preguntó Eret, los tres asintieron—. ¿Y Hiccup lo sabe?
— ¡Cielos no!— saltó Ruffnut—. Dudo mucho que se lo diga, ya conocen a Astrid. Ella jamás va a decírselo.
— Pero tiene que saberlo—. Eret, siempre tan empático y conservando siempre la cabeza fría—. Debe hablar con Camicazi y dejarle las cosas en claro. Estoy seguro que Hiccup no necesita que alguien lo defienda.
— Ay, por favor, Hiccup es demasiado blando, seguro que necesita a alguien para que lo defienda—. Dijo Snotlout—. Si le traen la pizza incorrecta él no reclamaría, lo haría Astrid.
Todos tenían que darle un punto a eso.
— Ya, pero seguro que algo puede hacer él al respecto, ¿No?— no obtuvo respuesta—. Deberíamos decírselo.
— ¡¿Qué?!
— ¡¿Te volviste loco?!
— Eret, hasta yo sé que esa es una pésima idea—. le aseguró el gemelo que aún tenía en sus brazos.
— ¿Por qué?
— ¿Cómo que por qué?— preguntó Snotlout cómo si la pregunta de Eret fuese una tontería—. En cuánto se entere, va a hablar con Astrid...
— Y ella sabrá que fuimos nosotros los que te dijeron.
— Y asesinara a los gemelos. — Completó Heather, con los brazos en jarras—. Puede que también se enoje conmigo.
— Exacto.
— Se va a armar. — Añadió Fishlegs—. No es una buena idea.
— No se puede quedar así. Alguien tiene que hacer algo—. claro que alguien tenía que hacer algo, Eret. Los personajes secundarios son para eso, para ayudar a los protagonistas a cumplir sus objetivos mientras ellos superan sus propios arcos de personaje.
Por eso, los gemelos tuvieron la misma gran idea—. El capítulo de la fiesta.
— ¿Eh?— fue la pregunta general.
— En las películas...
— O series...
— O animes Shoujo— completó Tuffnut—. Hay siempre un episodio o escena de la fiesta. Siempre. Y en esa fiesta, pasan cosas. Son esas escenas que te saltas porque solo hay momentos aburridos o las parejas... Ya saben.
— Puedo vivir el resto de mi vida sin la imagen en mi mente de ellos dos teniendo sexo, gracias Tuff.
— Ajá eso.
— Pero ya deben estar reconciliados.
— No es suficiente—. Susurró Ruffnut negando con la cabeza—. Necesitan un buen empujón... ¡Necesitan ser novios! De forma oficial. Y nosotros podemos ayudar.
— ¿Cómo?
— ¡Con una fiesta! El cumpleaños de Hiccup es pronto.
— Lo van a operar ese día. Por fin dejara de ser ciego—. intervino Snotlout.
— Bueno, se le puede hacer una fiesta después, tampoco es para tanto—. Heather no se veía muy molesta con la idea, de hecho, no era tan malo celebrar el cumpleaños de Hiccup—. No nos garantiza que ambos empiecen una relación después.
— Puede que sí.
— ¿Y qué hay de Camicazi?
— Hay que vigilarla—. Respondió Ruffnut en un tono grave, decidido—. Hay que vigilarla muy de cerca.
Notes:
N/A: * Fragmento de la canción "Love Language" de Ariana Grande. Es el outro de la canción. El fandom lo ha apodado como "My Home".
** Referencia a "El libro Salvaje" de Juan Villoro. No fumen.
*** Espantaviejas. No veo la necesidad de explicar el meme, pero ahí va. Espantaviejas: Dícese persona (hombre en su mayoría) que dados sus gustos, forma de actuar, de pensar, de hablar, e incluso hábitos de higiene suele ser el menos indicado como para establecer una relación con el sexo opuesto.
Cuál pinche fluff. Que pedo, hice un hurt confort. Nuevamente los engañé y me engañé yo también :c
Este es el capitulo que mas me ha gustado escribir de esta historia. Es todo.
Me atrasé horrible con todo, usualmente tengo un par de capitulos de colchón, pero esta vez me había quedado sin ninguno. Ya escribí el siguiente cap, así que espero recuperar el ritmo pronto.
Espero.
Ultimamente siento que no tengo tiempo para nada. Sigo tratando de adaptarme y eso. Bueno, eso, siganme en mis redes. Cuidense, bai uwu.
Pd: ¿han notado un patrón extraño en la relación de Hiccup y Astrid en este fic?
Chapter 13: If You're Too Shy (Let Me Know)
Notes:
Este capítulo es traído a ustedes gracias a qué el consultorio en el que ayudo está encima de una panadería.
El consultorio en vez de oler a clavo, cómo usualmente huelen los consultorios dentales, huele a pan.
Pan. Eso.
Puedes escuchar la playlist aquí
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
I gotta lotta cash
I don't mind spendin' it
I'm a smoke this joint then I'm a brake you off
I be lying if I said you ain't the one
All these tattoos in my skin they turn you on
Lotta smokin' drinkin' that's the shit I'm on
El taller de Gobber se encuentra en el centro del pueblo. En Berk, los autos viejos abundan, los nuevos escasean, así que, siendo el único buen mecánico de Berk, usualmente el hombre tiene mucho trabajo.
Cuando Hiccup le pidió ser su aprendiz, él no se negó; primero que nada, porque no le vendría mal una mano extra (ya saben, porque Gobber tampoco tiene mano derecha... Eso), y en segundo, porque conocía a Hiccup desde que era un bebé. No le costó mucho trabajo aprender el oficio, y salvo por a veces ser un poco distraído, el muchacho era el mejor ayudante que pudo haber conseguido.
Hasta el accidente.
Bueno, basta de cosas tristes. Ya todos sabemos que l accidente fue devastador, causó estragos en todos. Sabemos que Hiccup arregló esa camioneta vieja como terapia, sabemos que Gobber le ayudó, sin embargo, nos vendría bien saber, que Hiccup sugirió tener a un ayudante extra. Es ahí donde entra Eret a la ecuación.
Fishlegs era bueno en teoría automotriz y en todo lo que le preguntes, pero su coordinación dejaba mucho que desear, Snotlout era demasiado imprudente, y aunque Tuffnut no hubiese tenido trabajo, seguro que hubiera volado el taller junto con Ruffnut (ya saben, los dos vienen por paquete), además, Eret es fornido y alto, podía cargar con todas esas herramientas sin el esfuerzo inicial que le costó a Hiccup.
Heard you not the type that you take home to mom
Is we fucking when we leave the club or nah?
I ain't spending cash for nothing I wanna see you take it off
I'm a pop this bottle you gon' give me brain or nah?
Ya saben, porque era muy delgado y menudo. Pero ya no. Tiene un físico engañoso, no se crean que porque es delgado no puede cargar peso.
Era otra tarde arreglando un auto (ya saben, uno de esos tsurus que no le gustan a nadie... A menos que estén tuneados*, claro), Hiccup se encontraba emocionado, mañana era su cumpleaños y por consiguiente, su operación de los ojos. A pesar de que este auto estaba mal diseñado y que era un dolor de cabeza reparar, nada podía desanimarlo. Nada.
Oh, na, na, na, na...
Ni siquiera el ceño fruncido de Gobber al escucharlo cantar canciones que eran demasiado sugerentes cómo para estar en público. Era divertido, de todas formas.
— Do you like the way I flick my tongue or nah?— no mentía, Hiccup no sabe cantar. El tono nasal de su voz no era un benevolente en ese aspecto. Gobber saltó de dónde estaba. A pesar de que la canción sonaba explícita desde antes, no esperaba que fuese tan gráfica—. You can ride my face until you're drippin' cum...
Can you lick the tip then throat the dick or nah?
— Can you let me stretch that pussy out or nah?
I'm not the type to call you back tomorrow
— But the way you wrappin 'round me is a proOOob...
— Hiccup...
A Eret solo le parecía gracioso. Él también conocía la canción y cantaba algunos pedazos de forma distraída.
— Ain't nobody tryna save ya!— lo ignoró, estaba mucho más concentrado en lo que estaba haciendo, no solo eso, el volumen del estéreo era tan alto que era difícil—. Baby, get that paper!
Probably got a lot of other bitches owe you favors
— Pussy so good! I had to save that shit for later...
— ¡Hiccup!
— Took hEr to the kitchEn, fucked her right there oN the table...
— ¡Hiccup! ¡Quita eso!
She repping xo to the death, I'm tryna make these bitches sweat
—I'm tryna keep that pussy wet, I'm tryna fuck her and her friends! Or nAAAaah...
You gonna run it for these hundreds girl or nah?
Gobber apagó el estéreo de un manotazo—. Ya saben que no tolero canciones indecentes aquí—. Los apuntó con la prótesis especial para mecánico, la cual cambiaba según la herramienta a requerir. Hiccup solo respondió saliendo de debajo del auto con el ceño fruncido, ¿Qué tenía de malo? Bueno, pensándolo mejor, quizá sí tenía cosas algo reprochables, pero tampoco no era para tanto—. Ni música de rap o esas cosas.
— The Weeknd no hace rap—. Lo defendió Eret.
— Ese no es el tema, muchacho. El tema es que deberían escuchar canciones más saludables, cómo, no sé...—. A Gobber le gustaban las canciones de antes, las baladas lindas y las canciones tranquilas. El pasar tanto tiempo estando en el taller, hizo que los gustos musicales de Hiccup fuesen cambiando con el tiempo, mezclándose un poco. Él puede escuchar esto y aquello, excepto tal vez por...—. Los temerarios.
Hiccup rezongó en voz alta, Eret soltó una carcajada sonora—. Gobber, a nadie le gustan Los Temerarios.
— Pues deberían—. Atajó Gobber, levantando la prótesis, sus bigotes se agitaron un poco—. Son canciones bonitas, muy románticas... las canciones que deberías dedicarle a tu chica.
Hiccup tuvo que volver debajo del auto para evitar que vieran su sonrojo. Huh, "su chica" sonaba bien, bastante bien, pero no podía aceptarlo. No todavía, es decir, Astrid y él no eran novios aún, no de forma oficial; él no le había dicho a ella explícitamente que lo fueran, ni siquiera en la vez en la que Astrid le contó más acerca de su familia. Pudo hacerlo, sí, aunque le pareció un mal momento, ella necesitaba apoyo, y ahora que se había abierto con él, lo entendía un poco más...
— Ella no es mi novia todavía—.masculló distraídamente, esperando que Gobber no notara mucho eso y dejara el tema por la paz. Pero conociendo a Gobber...
— ¿No lo es?—... No iba a dejar el tema por la paz—. Ah, ya recordé porqué, ¿No resolviste tu problema con ella?— preguntó el mecánico, acercándose al auto, el cual Hiccup trataba de revivir.
— Lo resolvimos. Cami habló con ella—. Respondió Hiccup, cómo si no importara. Eret, por su parte, paró oreja, intrigado por cuánto sabía Hiccup acerca de la plática entre ambas rubias—. No estuvo tan mal, ella lo entendió—. Incluso se había disculpado con él. Sí, disculpado... Cómo unas treinta veces...
Alto, eso era raro.
Hiccup es muy observador, pero no siempre solía hilar unas cosas con otras. Ya sabía que la actitud de Astrid había sido rara, pero... Había cambiado de golpe. Fue rápido. Demasiado para alguien como Astrid, ¿No? No solo eso, algo de su actitud había cambiado un poco.
— ¿Tan fácil?
— Hablamos mucho, en realidad—. Le restó importancia ahora porque, estaba empezando a carburar lo que había pasado—. Astrid no suele... Bueno, tampoco es como que ella... Es difícil de explicar—. Tal vez las cosas estaban mal, ¿Cuándo fue la última vez que ella habló con su padre? Tal vez el tema la tenía sensible.
Tal vez era eso.
— ¿Difícil en el sentido de que no quieres decirme o en el que es en serio difícil de explicar?— adivinó Gobber.
— No es eso. Creo que sirvió para que ella y yo nos acercáramos un poco más—. Contestó. Tenía razón, ambos se habían acercado mucho más después de eso, la había visto de una forma diferente, tan franca y sincera—. Sonará extraño, pero, me ayudó a conocerla de una forma distinta, ¿Sabes? Puede ser que...
— ¡Hola!
Reconocería esa voz en cualquier parte. Tanto así, que salió debajo del auto para confirmarlo.
— ¡Camille!— la saludó Gobber.
— ¡Hola, Gobber!— Camicazi ya está acostumbrada a que Gobber le cambie el nombre cada que la ve. Hoy es Camille, mañana será Carina, Carola o qué se yo.
Igual, no entendía porque, Camicazi no es un nombre difícil de olvidar.
Eret, por su parte, pudo comparar, ahora así, que Astrid y Camicazi se parecen; sin embargo, a sus ojos, no tanto. Ya viéndolas bien, son un poco distintas, el tono de rubio de Astrid es ligeramente más platinado, el cabello de Camicazi es más espeso, los ojos azules son de diferente tono de azul, la forma de vestir es diferente... En realidad, no son tan parecidas. Solo son dos rubias de ojos azules.
— ¿Camí?— Hiccup se limpió las manos con un trapo, aunque las manos seguían un poco oscuras y resbalosas por la grasa. Camicazi se volvió, sonriendo—. ¿Qué... Qué haces aquí? No dijiste que vendrías...—. Se fijó en el refractario que llevaba en las manos. Camicazi de sonrió, ¿He mencionado que Hiccup tiene una dentadura peculiar, no? Sus dientes son un poco grandes, tiene un diastema... Bueno, Camicazi tiene algunos dientes girados, no de forma muy escandalosa. Eso y el incisivo derecho superior está ligeramente roto, partido en diagonal. Nada que requiera de una endodoncia, se los aseguro; había perdido el ángulo derecho de su diente después de una caída en patineta.
— Vine a saludar. Mi mamá te hizo brownies... Y envía saludos—. Reparó en Eret, quien, silencioso y discreto, seguía comparando a Camicazi con Astrid. Camicazi es más... Astrid es fría, muy fría, en cambio Camicazi es más cálida con la gente—. Oh... Lo siento, no te vi, ¿Tú eres...?
— Eret. Hijo de Eret—. Se presentó. Camicazi enarcó una ceja—. Mi padre también se llama Eret, y...
— ¡Es el hijo de Eret Eretdottir!— exclamó Gobber detrás de ellos—. Su padre hacía pases increíbles en los juegos de fútbol. Gracias a ellos llegamos a las nacionales.
— Mi padre es una leyenda aquí—. Se encogió de hombros. Sí, más o menos. Le pesaría el que su padre fuese una leyenda de no ser porque él también es bueno con los pases. No por nada es el mariscal de campo y el jugador estrella de esta temporada.
— Eret es nuevo aquí, por eso no lo conoces—. Después de ganar una beca en la universidad, Eret Padre se fue de Berk e hizo una vida fuera de este, Eret llegó aquí hace un año, justo después del accidente—. Está trabajando conmigo y con Gobber en el taller—. Teniendo esa explicación en mente, Camicazi asintió y lo saludó de mejor forma.
— Oh, ¿Entonces juegas fútbol? Eso explica porque eres tan... Enorme—. Exclamó Camicazi, Eret soltó una risa. Sí, su padre le había heredado algunos genes que lo hacían un mastodonte de casi dos metros.
— Oye—. La regañó Hiccup, dándole un suave codazo. Camicazi se rio y le devolvió el golpe.
— Por lo menos él está proporcionado. Tú pareces un fideo larguirucho—. Se burló la rubia, Hiccup se tocó el pecho, fingiendo que el comentario le había herido, incluso jadeó de forma teatral—. Ya come algo, por los dioses.
— No puedes decirme eso, enana.**— le regresó la jugada. Ahora ella actuó ofendida. Torció el gesto y empezó a picotearle los costados, haciéndolo retorcerse—. ¡Oye, no! ¡Cosquillas no!
— ¡Arrepiéntete de llamarme enana! ¡Larguirucho!
— ¡Jamás!
Eret no les quitó la vista de encima, preocupándose un poco. Desde que llegó a la escuela y conoció a Hiccup y Astrid (así como a su extraña relación), no ha parado de pensar que ambos son la pareja perfecta. Para él, ambos pertenecían al otro, era extraño que Hiccup actuara tan acaramelado con alguien más.
Especialmente ahora que Hiccup estaba cargando a la rubia por la cintura y la alzaba por los aires, obligándola a disculparse. La imagen no le gustó.
¿Han visto por error contenido de la pareja que no les gusta? Ese sentimiento de repulsión y de "Ew, no debería estar viendo esto", que te hace arrugar la nariz y negar con la cabeza. Bueno, a Eret le está pasando.
— ¡Espera, voy a tirar esto!— se refería al refractario con los brownies. Hiccup la soltó, riendo—. Eres un inmaduro—. Dijo colocando los brownies sobre la mesa—. Por cierto, ¿Estás libre mañana? Hace mucho que no celebramos tu cumpleaños... Bueno, tampoco es como que podamos hacerlo, ¿A quién se le ocurre nacer en año bisiesto?
— Es que quería ser un bebé especial, ¿Vale?— bromeó Hiccup—. Por eso decidí nacer antes, porque quería ser el primer bebé en Berk que nace en año bisiesto—. Recibió una carcajada por parte de Camicazi, y una risa débil por parte de Gobber. Sí, la historia de su nacimiento fue todo un suceso—. Y eh, no. Mañana no puedo, ya tengo un compromiso.
Camicazi frunció el ceño—. Ah, ya veo—. Su tono sonó acusador, Hiccup lo notó enseguida.
— Mañana van a operarme—. Informó, cruzándose de brazos, en ese mismo instante, la rubia cambió su semblante a uno de verdad feliz.
— ¿¡De verdad!? ¿¡Ya pueden operarte!?— Saltó en su dirección, envolviéndolo en un fuerte abrazo—. ¿Por qué no me lo dijiste? ¡Eres un desconsiderado!
— Quería que fuera sorpresa—. Respondió el castaño, correspondiendo el abrazo—. Así que a menos que quieras salir con un larguirucho momentáneamente ciego, no estaré disponible.
— Bueno, no tenemos por qué salir—. Camicazi se separó, con una enorme sonrisa—. Yo puedo ir a cuidarte mañana. Trataré esos pastelitos de mora azul que le gustan al señor Stoick, además hace mucho que no veo a Valka... ¡Ni a Toothless!
Eret, entonces, tuvo el impulso de decir algo. Porque Hiccup nunca sabe decir que no, y a veces, alguien tenía que hacerlo por él—. Astrid va a cuidarlo mañana—. Hubo un silencio hasta que Eret agregó—. Y también va a hacer pastelitos.
Eso cortó el ambiente. Fue como si una ráfaga de viento helado se hubiese metido en el taller. Para Camicazi fue como toparse contra un vidrio muy limpio y pulido, casi transparente, llamado Astrid.
Agh, Astrid.
— ¿Ah sí?— se volvió a Hiccup, quien lo recordó de golpe también. Sí, Astrid se había ofrecido a ir y pasarle los deberes, así como ayudar en lo que pudiera. Aunque, bueno, él no veía el problema de que ambas fueran a verlo, ¿No se llevaban bien ahora?— ¿Astrid?— se cruzó de brazos, sonando un poco disgustada. Gobber miró a Eret confundido, ¿De qué se estaba perdiendo?— ¿En serio?
— Sí, ella... Me lo pidió. Y yo le dije que sí...
— Huh, ¿Hace cuánto?
— No lo sé, hace una semana... Creo—. Las líneas de tiempo son extrañas en este tipo de historias—. ¿Por qué haces esa cara?
— ¿Ella sigue hablando contigo?
— ¿Por qué no lo haría?— ahora él se cruzó de brazos, Hiccup sentía que él también se estaba perdiendo de algo.
Camicazi iba a decirle algo, sin embargo, se fijó en que Eret y Gobber no quitaban los ojos encima de la pareja. Ambos hombres disimularon cómo pudieron y volvieron a sus asuntos. La rubia rodó los ojos.
— Tengo que hablar contigo—. Le dijo al castaño. Hiccup asintió, sin embargo, Camicazi negó con la cabeza—. A solas—. Y con la cabeza, señaló detrás de ellos. Mensaje recibido.
Hiccup la condujo fuera del taller. Una vez estuvieron lejos, Eret tomó su teléfono y caminó rápidamente hacia el baño, ya ahí, cerró la puerta y marcó el número de Astrid.
— Vamos, Astrid, contesta—. Susurró, al tercer timbrazo, Astrid atendió la llamada.
— ¿Eret?— sonaba confundida. De fondo, escuchó a Ruffnut gritar "¿¡Eret!?" Así como el sonido de vasos rompiéndose.
— Eh sí, hola, Astrid—. La saludó, sintiéndose ahora como un idiota, ¿Exactamente por qué había llamado?— Escucha, ¿Sabes hornear?
— ¿Qué?
— Es que... Lo voy a decir como es, ¿Vale? Eh, Camicazi está aquí en el taller...
— ¡¿Qué?!— la que chilló fue Ruffnut. Seguro que Astrid lo tenía en altavoz—. Tuffnut, enciende la camioneta.
— Tuff, quédate justo donde estás—. Advirtió Astrid, su voz sonaba tranquila. Algo dura, de hecho, tal vez y el comentario la había molestado. Y tenía todo el sentido del mundo que lo hiciera—. Eret...
— No, espera. Ella está aquí, y se ofreció a cuidar a Hiccup mañana...
— ¡Esa maldita!
— Ruffnut—. La reprendió Astrid—. Eret... Alto, espera—. Astrid unió las piezas—. YO voy a cuidarlo mañana—. Ahora su llamada cobraba sentido—. Hiccup lo sabe, ¿Se lo dijo?
— Eh... Sí—. Había pasado algo parecido. Nadie tenía que mencionar que él se metió en la conversación y salvó a Hiccup de milagro—. El caso es... Puede que Hiccup haya mencionado que vas a hacer pastelitos...
— Pero Astrid cocina horrible—. Opinó Tuffnut.
— Eugh, cierto, ¿Por qué Hiccup diría eso?
— Bueno, quizá Hiccup lo dijo sin pensar—. Se defendió Eret—. Esto no es por lo que haya dicho Hiccup, el caso es que...
— ¿Acabas de decirle a Camicazi que voy a hacer pastelitos?— adivinó Astrid, ahora sí sonando molesta. El silencio del otro lado se la línea lo delató—. ¡Eret! ¡Yo no sé cocinar!
— Entre en pánico, ¿De acuerdo? Ella ya estaba haciendo planes y ya conocen a Hiccup...—. Esto se estaba desviando... De nuevo—. Pero no se trata de mí. Por eso llamé.
— Yo te puedo ayudar a hacerlos—. Dijo Ruffnut. Astrid suspiró pesadamente.
— Hay algo más. Al padre de Hiccup le gustan los pastelitos de mora azul.
— Pastelitos de mora azul, anotado.
— Lo siento, Astrid—. Se disculpó Eret.
— No importa... Gracias, Eret. Te debo una.
Eret colgó y resopló, creyendo que había hecho una buena acción. Probablemente hizo bien... No lo sabía en realidad. Había sido algo impulsivo, sí, pero igual no le parecía una buena idea que Hiccup pasara toda la tarde con otra chica que no fuese con la que estaba saliendo. No le parecía tan apropiado.
Además no era justo para Astrid.
Mientras Eret salvaba la trama por un momento (solo un momento), Hiccup y Camicazi habían caminado fuera del taller, ella no parecía tener buena cara, algo no le gustaba y Hiccup trataba de armar el complicado rompecabezas que tenía en la mente. La única pieza que parecía faltarle, y probablemente siendo la más importante, seguro que era la plática que ambas rubias habían tenido previamente. Eso era algo importante, seguro que todo detonó ahí.
Una vez estuvieron lo suficientemente lejos como para que Gobber no pudiese escuchar. O por lo menos no iba a ser tan sencillo que lo hiciera.
— ¿De qué querías hablar?— preguntó el castaño, deteniéndose—. ¿Por qué pensaste que Astrid ya no hablaría conmigo?
Camicazi rodó los ojos—. Porque yo le pedí que no lo hiciera—. Confesó de golpe, así, nada más, con los brazos cruzados y muy, muy seria. Hiccup incluso la notaba un poco molesta.
Aunque justo ahora, Hiccup estaba demasiado confundido—. ¡¿Qué?!— Chilló al instante—. ¡¿Por qué le pediste eso?! Creí que solo te disculparías por lo que pasó...
— Y yo creí que eras mucho más listo—. Le acusó, señalándole con el dedo, confundiéndolo todavía más—. Hiccup, esa chica no te conviene—. Él parpadeó, aún más sorprendido—. Me parece increíble que no lo veas, o que nadie más lo vea.
— ¿D-de qué...?— intentó responder, aunque seguía un poco pasmado. Intentó volver a responder, y esta vez sonó mucho mejor, porque logró terminar la pregunta—. ¿De qué estás hablando?
— ¿Me lo estás preguntando en serio?
— Es que no lo entiendo. Dijiste que ibas a disculparte, ¿qué hay de los pastelitos que le horneaste al equipo?— cuestionó. Luego, se dio cuenta del hecho, recordó a Astrid, su nueva actitud y el verla tan apagada, incluso un poco triste, dioses, incluso había llorado—. ¿Qué le dijiste?— empezó a enfadarse, recordando los sollozos de Astrid, su forma desesperada de ocultarlo y el cómo buscaba alejarlo de ella.
— ¿Qué no le dije?— respondió—. Sé lo que está pasando. Lo sé perfectamente. Y no me agrada—. Ella decidió continuar, porque él se veía de verdad confundido—. Sabes que detesto cuando se aprovechan de tí, ¿no lo ves? Ella se está aprovechando de tí, es demasiado obvio. Demasiado cliché, ¿la capitana de animadoras que un día hace el trabajo escolar con el nerd y se enamora de él? ¿No te parece demasiado conveniente?
¿Conveniente? ¿Conveniente por qué? ¿Qué podría ganar Astrid a cambio? No le cerraba por ningún lado.
— ¿Qué?
— Astrid es ese tipo de chica, la misma que he visto desde que entre al equipo de animadoras. Y no creas que no he escuchado lo que dicen de tí desde hace años—. Dijo, molesta, cruzada de brazos y torciendo los labios—. Eres el nerd que se volvió guapo de golpe, el chico más deseado por todas. Por lo menos por la mayoría, de la nada te hiciste popular. Eres el blanco perfecto para chicas como ella. Eres como... como un coleccionable, ¿entiendes? Te usa, sabe que estás enamorado de ella y le parece divertido...
— Wow, wow—. La frenó cuando captó hacía donde estaba yendo—. Astrid no me está usando—. Replicó, frunciendo el ceño—. Sí, empezó muy rápido, pero... hablamos ayer, ella parece que no sabe cómo expresar sus sentimientos...
— ¿Ves? No me digas, lloró, ¿no es verdad?
— Cami, esto no es...
— No, lo es. Supongamos que ella siente lo mismo, ¿por qué entonces no establecen una relación?
— Bueno, es que es muy rápido—.justificó Hiccup, ganándose una mueca de incredulidad por parte de la rubia frente a él—. Tenemos que conocernos, apenas y hablábamos...
— ¿Ella te dijo eso?
—Cami, Astrid no es quien crees que eres. Sí, puede que sea un poco hostil a veces, y ella es...
— Agresiva—. Completó la rubia, cruzándose de brazos—. Te hace hacer y decir lo que quiere que digas o hagas, y si no, ¿qué hace?
— Cami...
— Te golpea—. Espetó de forma acusadora, entrecerrando los ojos. Golpe bajo, uh, cierto, él mismo le había dicho eso, sobre los moretones, sobre lo mucho que solían doler a pesar de que ella no parecía aplicar demasiada fuerza. Sí, en parte era su piel sensible, pero también estaba las veces que solía tomarlo del brazo cada que quería hablar con él, o solo el hecho de llamar su atención—. Te jalonea, te grita, actúa como si a veces no le importaras, es demasiado fría... ¿Atendió alguna de las veces que la llamaste? Ella te exigió que me hablaras, y tú solo le diste lo que quería. No puedes ser tan ciego...
— Bueno, estaba molesta, me besaste de la nada—.la cortó, porque en realidad todo iba muy bien hasta ese tropiezo. Y claro que era comprensible, ella misma le había explicado porque, por supuesto, a gritos, pero lo había hecho. No solo eso, no es como si él no hubiese gritado también, ¿Qué esperaba?— Además, no la conoces. Ella...—. Sin embargo, no podía decir todo lo que ella le había dicho, nada sobre el abandono de su madre y el caso de sus padres, porque ella se lo había contado a él y solo a él. Ella se había sentido lo suficientemente segura de contárselo, y le gustaba eso, valía demasiado...—. Ha pasado por mucho. — finalizó, mirando hacia abajo.
— ¿Y eso ya es excusa?— contraatacó la rubia, alzando las cejas. Hiccup volvió a apretar los labios, molesto—. ¿Ella puede tratarte como basura solo porque ha pasado por mucho?— se acercó tanto que tuvo que ponerse de puntitas para alcanzarle—. ¿Y todo lo que has pasado tú qué? ¿No importa?
— No dije eso, puede que yo haya exagerado...
— ¡Te sacó un cardenal, por los dioses, Hiccup!
— Hablas cómo si me hubiera dado una paliza...
— ¡Ah! Solamente falta que ella haga eso y tú creas que eso es un acto de amor.
— Y tú estás exagerando...
— ¿Exagerando yo? Tú no...—. Camicazi iba a decirle algo, hasta que reparó en una cosa. Una cosa importante que seguro que era la clave. Por lo que, con un tono de voz más bajo, sin nada de pudor, preguntó —: ¿Ya sé acostaron, cierto?
Supo la respuesta en cuanto vio las mejillas del chico encenderse—. Eso no es importante aquí, yo...
— Huh, ahora todo tiene sentido—. Comentó ella, mirándole de pies a cabeza. Sí, tenía un poco más de sentido.
Hiccup adivinó a qué se refería—. Sabes que no es eso.
— ¿No lo es?
— ¡No! ¡No la quiero solo por eso!— le parecía incluso sucio pensarlo. Claro, no le molestaba, pero de verdad, no la quería solo por sexo—. He estado enamorado de ella por años y nunca conseguía hacerlo bien, pero...
— Créeme, lo sé—. El tono que usó Camicazi fue un poco más bajo y profundo de lo que a ella le hubiera gustado que fuera. Por supuesto que lo sabía. Hiccup sintió una punzada de culpabilidad. No debió decir eso—. Eso es lo que me preocupa... ¿Cómo sabes que ella no solo te quiere por eso?
— Ella no...—. Cierto, oye Hiccup, ¿Cómo lo sabes? ¿Te consta que no? Hiccup titubeó solo por cinco segundos hasta que regresó a lo que iba a decir—. No creo—. Cortó, luego, continuó—. Cami, Astrid y yo estamos... Estamos tratando de hacer esto bien. Creo que necesita de alguien que la escuche, de alguien que esté con ella. Sé lo que se siente estar solo—. Explicó, bajando un poco la mirada. No pudo evitar mirar la pierna de metal. Hoy su muñón había dolido debido al frío de la mañana, y ese dolor le seguiría todas las mañanas heladas de febrero del resto de su vida—. Quiero ayudar. Ayudarla. Hacerla sentir que por una vez, no tiene que hacerlo todo sola. Es... Más complicado de lo que parece.
Camicazi soltó un suspiro, relajó los brazos hasta que ambas manos se quedaron entrelazadas en su vientre. Ella también se había relajado un poco, pero no demasiado, porque seguía molesta, y Astrid Hofferson no tenía ninguna excusa para ser una mala persona solo por tener un pasado difícil.
— Escucha, Hiccup—. Su voz sonó mucho más tranquila, ya no había tanta agresión por su parte, aun así, Hiccup podía seguir detectando que ella seguía sin estar de acuerdo—. Puede que ella tenga un problema, y está bien, todos tenemos problemas. Pero lo que le esté pasando no es tu problema—. Camicazi estaba tratando de calmarse también, porque una persona que estaba tan aferrada a otra necesitaba un poco de sensatez y no demasiada efusividad—. Si ella te trata mal, porque no sabe cómo tratarte bien, tú no tienes porqué soportarlo. No eres un centro de rehabilitación, ni un saco de boxeo, ¿entiendes?
"Mereces algo mejor que eso. Eres un gran chico y entiendo que la quieras ayudar. Pero no eres un superhéroe. Un día será demasiado, un día empezará a afectarte a ti también, y te conozco. Piensas más en los demás que en tí mismo, crees que puedes con todo y a veces...—. Colocó ambas manos sobre sus hombros. Hiccup frunció el ceño—. Solo... No quiero que te lastime—. Le dijo, mirándolo a los ojos. Hiccup sabía que ella no intentaba persuadirlo, ella buscaba ayudarlo de alguna forma. Pero era difícil, ella no conocía a Astrid como él—. Prométeme que en cuanto ella te lastime te alejaras.
— Cami...
— Hiccup—. Le tomó de las mejillas, obligándolo a mirarla a los ojos también—. Promételo.
Él asintió—. Está bien, te prometo que tendré cuidado con eso.
Ella sonrió con cierta resignación. No, él no lo haría, obviamente. Pero no podía hacer más.
— Bueno—. Se separó—. Tengo qué regresar a casa. Suerte en tu operación... Llámame en cuanto, ya sabes, puedas ver.
Hiccup sonrió débilmente—. Lo haré—. Luego borró su sonrisa—. Y Cami.
— Dime.
Vaciló antes de responder—. Antes de que... Ya sabes, me defiendas, podrías... Decirme primero. O no hacerlo... Ya no tengo quince... Ya no hay tanta necesidad para... Eso.
Auch. Camicazi abrió los ojos con sorpresa, pero supo manejarlo. Igual, él la conocía tan bien que sabía que eso le había tomado con la guardia baja—. De acuerdo. Lo siento—. No le dejó responder. Dio la media vuelta y caminó hasta el auto.
Hiccup hizo una mueca, resopló y se revolvió el cabello. Vio a Toothless observando la escena.
— No tienes que mirarme así. Ya lo sé.
Centro de rehabilitación. Vaya.
Mientras estaba mirando el motor, debajo del auto, a través de sus lentes de contacto, sin realmente muchas ganas de continuar el trabajo. Tenía una mala sensación por todo el cuerpo, como si alguien le estuviera sosteniendo las manos contra el suelo, no era un agarre muy agresivo, sino solamente le sostenía con firmeza, casi con suavidad.
¿Estás... triste, verdad Hiccup?
No, estaba... pensando. Hizo una mueca, incómodo, ¿alguna vez han visto algo que no quería ver? O pensado algo que no quería. Era un poco más la incomodidad que la sensación de tristeza, si es que se le puede llamar así. Tenía repelús hacia algo, pero no podía descifrar exactamente a qué.
¿Hasta dónde se le puede ayudar a una persona? ¿En qué momento ya no se considera bueno? Tal vez si Astrid no mostraba mejoría, tal vez si su estado diferente no duraba demasiado...
¿Cuánto más?
¿Sería capaz de detectar cuando alguien se aprovecha de él?
¿Cómo ella se aprovecharía de él?
¿Cuándo terminaría por afectarle a él? ¿De qué manera lo haría?
Cuando dejó de escuchar el intro extraño de la canción y este fue reemplazado por un una melodía mucho menos extraña, movió la cabeza a su teléfono, junto a él.
I see her online all the time...
Frunció el ceño ante el cambio de luz cuando la pantalla volvió a la vida se fijó en todos los mensajes que tenía pendiente de leer, notificaciones, correos, Tuffnut...
Astrid no había dejado mensajes.
Pero estaba en línea. Ni siquiera había leído el último mensaje que él había enviado. Y realmente nunca le había importado, él a veces lo hace porque olvida contestar o porque estaba hablando con alguien más (Tuffnut por ejemplo), en realidad, nunca le había interesado esto, pero justamente ahora, parecía que le estaba importando.
Y lo estaba molestando.
I'm trying not to stare down there
while she talks about her tough time
Pero no demasiado, solo era una molestia pasajera (esperaba), estaba siendo víctima de sus pensamientos contaminados.
Girl of your dreams, you know what I mean
There's something about her stare
that makes you nervous
and you say things that you don't mean
Suspiró, quería enviar otra cosa, forzarla a contestar, pero eso no sería muy apropiado, ¿por qué insistir? ¿Qué sentido tendría? ¿Había pasado algo importante? Bueno, tal vez, sin embargo él no consideraba prudente decirle que Camicazi creía que ella lo estaba usando como un saco de boxeo o como un coleccionable.
¿Un coleccionable de qué?
Maybe I would like you better
if you took off your clothes
Esperen.
I'm not playing with you, baby
I think that you should give it a go
Oh, ya estaba empezando a captarlo. Bajó el teléfono, se apoyó en el auto para deslizarse fuera de este, estaba teniendo una epifanía, bueno, más o menos. Era lento, pero parte de la letra de la canción que estaba sonando en ese momento le hizo carburar algo que él mismo no había tomado en cuenta.
Lo pregunté antes, ¿Cómo lo sabe? ¿Cómo puede asegurarlo?
She said
Maybe I would like you better
If you took off your clothes.
Todas las cosas importantes que habían pasado y que les habían conectado, tenían que ver con sexo. Huh, raro, ¿no? En un principio botó la idea hasta que esta empezó a cobrar fuerza conforme iba recordando cosas. Su primer beso con ella no fue para nada inocente, la vez que ella se confesó no había terminado nada bien (en cuestión de que Viggo los atrapó a punto de acostarse en su oficina), el tema de acostarse en la casa de ella, el cómo había sabido algo sobre su padre justo antes y como después de eso todo se había vuelto bueno, bastante a decir verdad.
Pero, ¿y si no hubiese pasado? ¿Y si hubieran ido más lento? ¿Ella sería igual de amable? ¿Por qué de repente ella había agarrado gusto hacía él? Sí, ella le dijo porque, y tal vez lo estaba sobre pensando. Aunque...
I want to see and stop thinking
if you're too shy then let me...
Too shy then let me know...
— ¡Hiccup! ¡Cámbiale a una canción más decente!
Y aunque quiso dejar de sobre pensarlo más, cada que lo analizaba, mas conclusiones encontraba. Sus padres confundieron su estado pensativo con nerviosismo por su operación. Al final Astrid respondió y le llenó la bandeja de mensajes con cientos de palabras de aliento.
I've been wearing nothing every time
I call you
Le respondió, únicamente con el pantalón de pijama, cosa que le pareció sumamente extraña, una coincidencia bastante mala.
And I'm starting to feel weird about it
¿Y si lo que sentían ambos no era cariño sino otra cosa? Bueno, él la quería, la quería bastante, pero... no estaba seguro si ella le quería de la misma manera. Puede ser, es decir, ella se había visto muy preocupada por todo lo que había pasado, los golpes y eso, aunque no garantizaba nada, Astrid podía solo... quererlo como un amigo con derechos, porque eso eran, ¿No?
No, esto es diferente.
Pero era parecido, ¿No es así?
Ese pensamiento le dolió.
And I see her online...
(Don ' t think that I should be calling)
All the time
(I just wanted a happy ending...)
En algún punto, en la sala de espera, pensó en llamarla, decirle que aparte de pensar en su extraña relación con ella, también estaba nervioso. Pero después de llamarla tantas veces sin tener respuesta (Aunque fue completamente justificado), ya no se encontraba tan entusiasmado por hacerlo.
And I'm pretending I don't care about her stare
while she's giving me a tough time
¿Y si era verdad? ¿Y si su relación solo estaba basado en eso? ¿Y si de verdad era un coleccionable?
¿Qué iba a hacer entonces?
Es decir, ¿Que iba a hacer con sus sentimientos? ¿Con todo lo que sentía? Estaba mal pensarlo, pero era como un desperdicio, ¿Entienden? ¿Por qué sentir tanto si de todas formas esto va a fracasar? Alto, alto, ¿Esto iba a fracasar?
Dioses, ¿Y si fracasaba qué?
Ella no era una chica cualquiera.
I'm not playing with you, baby
I think that you should give it a go
She said, "Maybe I would like you better if you took off your clothes
I wanna see, and stop thinking
If you're too shy, then let me ...
Estamos hablando de la chica con la que Hiccup ha soñado desde hacía tiempo. Ha estado imaginando cómo sería el estar a su lado desde que entró en la adolescencia o algo así, porque genuinamente no recuerda cuando fue que empezó a sentir algo tan fuerte con ella. Y tal vez lo ha estado imaginando tanto que...
If you're too shy, let me go...
Puede que la haya idealizado un poco. Puede que se haya imaginado todo de forma distinta. No tenía quejas, bueno, no las tenía antes, pero ahora las tenía. Ahora que lo pensaba un poco mejor, las tenía.
¿Por qué ella nunca le llamaba?
Era un asunto ridículo, ¿Vale? Cualquiera diría que era ridículo, él mismo lo había pensado, pero, ¿Por qué no le llamaba? ¿Por qué ella nunca empezaba la conversación? ¿Por qué demoraba horas y horas en contestar? ¿Es que habían cosas más importantes? ¿En qué se distraía tanto?
¿Si fuera una foto de su torso ella le respondería rápido, no es verdad?
¿¡Por qué!?
Est á s sonando como un obsesivo.
Sí, es cierto. Estaba sonando como un completo lunático. Pero ella no había contestado el "gracias, Astrid" que él había enviado. Y estaba molesto, aunque no debía sentirse así, ni mucho menos, vamos, ella tiene una vida aparte, ella no podía estar pegada al maldito teléfono...
¿¡Entonces por qué él sí!? ¿¡Por qué él sí podía y ella no!? ¿¡Qué ella no podía hacer sus problemas a un lado y fijarse un poco en el...!?
"Tranquilo, todo saldr á bien, ¿ Te veo en cuanto salgas?"
And I see her online all the time...
Ah í estaba.
Vale, definitivamente estaba actuando como un loco posesivo. Cerró los ojos, inhaló profundamente. Estaba nervioso, estaba... Estaba...
Estaba ansioso por verla. Ah, ya entendía a lo que se refería Camicazi.
Bueno, quizá se había encaprichado con ella. No, no quizá. Era un hecho. Tenía que trabajar en eso antes de que se transformara en un problema, porque tenía toda la pinta de convertirse en un problema. Podía ser posesivo únicamente cuando ella y él estaban...
¡Ahí va otra vez!
Es que iba muy ligado, es como... ¿¡Cómo qué!?
Cómo...
Bueno...
Tal vez ella le gusta más cuando no está usando ropa. No está jugando, le gustaría verla así todo el tiempo. Sin embargo, eso no significaba nada, claro que le gustaba verla desnuda, gimiendo su nombre y esas cosas, pero eso no era todo de ella, adoraba otras de sus facetas, todas, incluso el verla enojada, el cómo inflaba las mejillas y adquiría un carácter mucho más dominante, le daba curiosidad como...
Se estaba desviando, de nuevo, a verla sin nada de ropa.
And she said
Maybe I would like you better
If you took off your clothes
I want to see and stop thinking
If you ' re too shy then let me...
Too shy then let me know
— ¡Hiccup Haddock! ¡El doctor está listo para atenderte!
¡Cielos! ¿¡Tan pronto!?
¡Ni siquiera tuvo tiempo de descifrar qué diablos era lo que sentía!
Notes:
*Los tsurus son unos carros bien chistosos acá en México, usualmente son taxis y son bastante inseguros y mal hechos. Usualmente las personas le hacen modificaciones para que estos queden más impresionantes o sean distintos. Googleen "tsurus tuneados" y tendrán una mejor idea de eso xd.
** Canónicamente, Camicazi es más pequeña que Hiccup en los libros. Tomando en cuenta que el Hiccup de los libros es chaparro (igual, ténganle paciencia, tiene 14 el niño), Camicazi es mucho más pequeña que él. Me gusta pensar que Camicazi en este fic mide 1.60, Astrid 1.65 y el Hipo 1.88
¿Por qué? Porque me gustan los morros altos, ¿Quién me va a detener? ¿Ustedes? Tienen mucha suerte de que me gusten los batos.
Para los que no sepan, soy bi. Me gustan morros y morras.
Cómo me gusta esta canción de los The 1975, he estado escuchando varias de sus canciones y creo que encontré una banda con la que Hiccup puede identificarse casi por completo, siiiii
Y con The Weeknd también.
Sé cómo se siente el Hipotecas, también sé cómo se siente que alguien no te de la misma atención que tú le das. Tu cabeza se vuelve un lío y no sabes qué hacer, ni qué pensar, no lo quieres aceptar, pero tampoco lo quieres negar.
Espero haber logrado eso.
Ya, me pongo al corriente. Ya.
Chapter 14: I Wanna Be Yours / Mine
Notes:
Ah, aún recuerdo cuando existía "Canciones del Antiguo Berk". Para los que sean nuevos o no sepan, acá en esta página se pueden crear foros, en estos foros se pueden hacer publicaciones para que la gente comente o para hacer retos de escritura. "Canciones del Antiguo Berk" era el más famoso de httyd en español, pero quedó inactivo hace años. Participé un buen de veces en sus concursos JAJAJA, pero nunca gané nada xd
Bueno, sí gané, uno de mis fics ganó mención honorífica uwu
De repente me acordé ya que, tenían una publicación donde te explicaban los nombres de los topics de los fanfics (¿Se llaman así? ) Ya saben, te decían que es un fluff, que es un lime, que es un lemon... Que es un trash fic, etc. Gracias a eso sabía en dónde colocar mi fanfic.
Y es que estaba pensando en eso. Y en qué me gustaría volver al 2014, pero no quiero volver a tener 14, ¿Entienden?
Puedes escuchar la playlist en: Spotify , o si lo prefieres en Youtube
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Una cesta era mejor que una bandeja, ¿Saben por qué? Porque es mucho más cómoda de llevar, más hogareña y te aseguraba una buena impresión. Era más amable. Indicaba que te habías tomado la molestia de ir a la tienda, escoger entre muchas canastas, con diferentes tamaños y estilos, para luego pasar al área de servilletas y buscar una linda para colocarla de base. Luego regresas a casa y te tomas la molestia de colocar todo lo que horneaste ahí....
Me estoy desviando.
Astrid se había cambiado, usaba unos shorts de mezclilla que la tendrían temblando de frío de no ser por los mallones azules que usaba debajo de ellos, una blusa roja que parecía un poco más a un top con tirantes finos, todo debajo de un abrigo de color café que le llegaba hasta las rodillas. No muy formal, no muy informal.
Ella no suele vestirse para alguien. Bueno, a excepción de su ropa interior, pero ese es otro tema. El caso es, que ella no suele hacerlo para que la otra persona tenga una buena impresión de ella, ¿Captan? Además, conoce a Stoick Haddock desde hace mucho, prácticamente desde que era pequeña, le ha visto varias veces, pero...
Ahora era distinto, ella estaba saliendo con su hijo.
Además, también estaba la señora Valka.
¿Ellos sabían de esto? ¿Pueden imaginarse que ya lo sepa? El solo pensamiento la hacía estremecerse. No sabía si quería conocer a sus padres tan pronto, ni siquiera eran en sí, una pareja oficial, aunque, bueno, tampoco es como si no les conociera. Tampoco era como si ella fuera como su amiga (no se consideraba su amiga, porque... Bueno...) era extraño. Y no paraba de estar nerviosa, había pasado varios minutos frente a su closet tratando de forzar a su mente en idear un buen outfit, algo decente o parecido. Incluso llegó a meditar el ponerse un saco o un traje sastre.
Antes de que pudiera tocarlo, y como si se hubiese tratado de magia, Ruffnut irrumpió en su habitación, junto con Heather.
— ¡Ni siquiera lo pienses!
No, ella tampoco preguntó cómo es que habían entrado, tampoco es como que importe demasiado.
Heather y Ruffnut le habían ayudado a escoger qué ponerse y ahora mismo estaba en el asiento trasero del auto de Heather, sentada justo en el centro, mirando por la ventana cada tanto, con una cesta repleta de panquecitos de mora azul sobre el regazo y tratando, por todos los dioses, no estar tan nerviosa. Ruffnut cantaba todas las canciones en la radio, mientras enviaba mensajes de texto por el teléfono de forma distraída.
Ruffnut se sabe todas las canciones que pasaban en la radio.
Heather encontró la carretera que llevaba al rancho de los Haddock y Astrid respiró hondo. Que auténtico fastidio esto de estar nerviosa, la taquicardia era insoportable, sentía que el corazón le retumbaba contra las costillas y golpeaba cada tanto sus pulmones, alterando también su respiración.
— ¿Nerviosa?— preguntó Heather mirándola por el retrovisor. Ruffnut se giró de lleno, prácticamente girando todo su cuerpo.
Astrid se encogió de hombros. Ruffnut sonrió de forma malvada.
— Apuesto a qué sí.— comentó divertida, la rubia rodó los ojos.— Yo lo estaría, ¿Te imaginas? Nunca es fácil conocer a los suegros.
— Todavía no soy su novia.
— ¡Porque tú no quieres! — chilló Ruffnut abrazando el respaldo del asiento.— Astrid, por todos los dioses, ya eres básicamente su novia...
— Siéntate bien, Ruff.— ordenó Heather dándole golpecitos en el brazo para que le hiciera caso.— Y ponte el cinturón.
— Ya les dije que...
— ¡Ya sé! Pero tú lo quieres.— Ruffnut se sentó correctamente en su sitio.— Y él te quiere a ti, ¿No?
— Supongo.
— ¿¡Cuál es el maldito problema entonces!?— atacó Ruffnut girándose otra vez.— Alto, ¿Dijiste "supongo"?
— Creo que está enojado conmigo.— sí, en parte también por eso se encuentra tan nerviosa en este momento. Lo había notado desde esta mañana, vio a Heather abrir los ojos con sorpresa por el retrovisor, Ruffnut se sentó otra vez de espaldas al parabrisas.
— ¿¡Qué!? ¿¡Cómo lo sabes!?
Nuevamente, Astrid se encogió de hombros.— Está muy cortante desde ayer en la tarde.— se cruzó de brazos y se fijó en que el rancho cada vez quedaba más y más cerca. Ruffnut miró a Heather, quien le devolvió la mirada por dos segundos antes de volverla a la carretera.— No creo que esté del todo molesto, tal vez solo está nervioso, pero...
— Fue ella... ¡Ella los está separando!
— Ruffnut, eso es ridículo.
— Claro que no, ¿No lo ves? Quien sabe que tantas cosas dijo de ti ayer.— Astrid ya había pensado en eso. Bastante. Más veces de lo que le hubiera gustado.
— ¿Le preguntaste si estaba molesto?
— No.
— ¿Entonces como lo sabes?
— Ya lo dije, contesta muy cortante.
— ¿Qué pudo haberle dicho esa arpía?
— Ruffnut...
— Llegamos.— Anunció Heather estacionándose frente a la entrada del rancho. Luego se giró hacia Astrid, la rubia de repente se sintió como un bicho raro teniendo a sus dos amigas mirándola con atención, como si esperaran que ella misma se delatara.
¿Delatarse de qué? ¿Qué había hecho ella mal? ¿Había hecho algo mal? Ella misma había leído sus mensajes, analizándolos más tiempo del que a ella le hubiera gustado, buscando qué estaba mal, ¿Había dicho alguna imprudencia? ¿Es que no había hecho algo que ella hubiese prometido?
— ¿Saben qué? Tal vez es idea mía...— dijo antes de tratar de salir del auto, Heather le frenó.
— Astrid, aunque odie admitirlo, puede que Ruffnut tenga algo de razón.— habló, Ruffnut dio un salto, incrédula, Astrid enarcó una ceja, ¿Ruffnut con algo de razón?— Ya sé que suena mal, y bastante ridículo, pero es demasiada coincidencia.
— Quiere recuperarlo.— susurró Ruffnut.
— No, no creo que sea eso.— atajó Heather, tratando de mantener la cabeza fría. Aunque era inevitable pensar en esa opción, Heather quería creer que no se encontraban en esas películas románticas y que no estaban en ese arco del triángulo amoroso innecesario para la trama.— Lo único que sabemos es que no le agradas.— le dijo a Astrid. Huh, decir que solo "no le agradaba" era poco.— Y que tiene una idea errónea de ti, tal vez sea eso.
— Por eso debemos partirle la cara.
— Nadie le va a partir la cara a nadie.— dijo Astrid antes de tomar la cesta.— No sé si Hiccup esté molesto de verdad, ¿Vale? Es solo una suposición. Sea lo que sea, lo hablaremos y ya está.— razonó, relajándose un poco en medio de su enfado. No quería estar enojada al momento de entrar a la casa de su no novio.
Las dos chicas se miraron entre ellas. Sí, esa había sido una respuesta lógica.
— Bien.— Heather asintió.— Tienes razón, puede ser.
Ruffnut hizo un puchero e infló las mejillas. Puede ser que ella no sea tan amiga de Hiccup Haddock, ¿Pero saben quién sí? Exacto, su bobo hermano gemelo.
— Bueno, tengo que irme, ¿Algún consejo?— Astrid no supo porque preguntó eso. Sus nervios empezaban a hablar por ella.
— Solo sé tú misma. El señor Haddock ya te adora.— respondió Heather.— Pero sé amable.
— ¿Ruffnut?
— Evita hablar de botes.— contestó, todavía pensativa. Astrid y Heather no entendieron a qué se refería.— También evita a los vikingos. O el fútbol americano.
— ¿Por qué?
— Ya lo sabrás.
Trató de que eso no la inquietara demasiado, por lo que se despidió y salió del auto. Analizó el camino, y mientras caminaba en dirección a la puerta de los Haddock cayó en la cuenta de que no sabía si la estaban esperando o algo.
Tenía excusas para ir además de el ser la "novia" de Hiccup (que, por cierto, aún no lo es), además de los pastelitos llevaba los deberes que habían dejado ese mismo día. En realidad no hay un motivo por el cual no la dejen verlo, ¿O lo hay?
Tocó el timbre y no pudo evitar sentir el estómago pesado, así como el pulso alocado de nuevo, ¿Ellos conocían a Camicazi, verdad? Debían conocerla desde hace tiempo, ¿No? ¿Y si ellos preferían tener a Camicazi...?
Agh, no. No quería pensar en eso. Ella no suele pensar así. A estas alturas era un poco difícil dado todo lo que había pasado, vamos, no podía seguir pensando de esta manera. Ella y Camicazi eran distintas, y Astrid era mucho mejor que ella. Astrid podía hacerlo mucho mejor, mejor que ir y decirle chica hueca a tu rival en la competencia de animadoras. Mucho mejor que hacer unos panecillos para engatusar al equipo rival.
Ella no iba a jugar a su juego de pelear por un chico. Ni loca. Sin embargo, no por eso iba a tratar a Hiccup cómo basura, él no merecía eso. Iba a demostrar que podía ser una buena novia (aunque aún no lo es) porque quería que esto funcionara. No porque necesite demostrarle algo a alguien.
En eso estaba pensando cuando vio la puerta abrirse de golpe y a Stoick Haddock detrás de la puerta. Tuvo que alzar la vista para encontrar la cara del hombre, porque, vamos, el señor es enorme, intimidante, pero nada que no pudiese manejar.
— ¡Astrid!— la nombró en cuanto la reconoció. Astrid le regaló una sonrisa sincera.— ¡Qué sorpresa!— admitió, un poco desairado. Esperaba ver a Tuffnut Thorston, a Fishlegs, a Camicazi incluso, no a Astrid Hofferson, la misma chica que juraba odiar a su único hijo. Sí, Hiccup había mencionado que ella vendría, y había mencionado que ambos ya se llevaban mucho mejor...
No tiene ni idea.— Hola señor Haddock.— saludó Astrid, conservando su educada sonrisa.— ¿Cómo va todo?
— Bastante bien, ¿Cómo está tu tío?
— Le va bien. Ya sabe, en Berk nunca pasa nada.— respondió Astrid. No miente, Berk, siendo un pueblo tan pequeño y mundano, no tiene altos índices de delincuencia. Por lo tanto, a no ser que Finn Hofferson encuentre a un tétrico asesino serial escondiéndose en el pueblo o a jóvenes emborrachándose en el bosque, no había nada muy interesante.
Tranquilos, no hay asesinos seriales en esta historia. Solo clichés adolescentes.
— Me alegra escuchar eso. Finn es...— volvió la vista adentro, dónde Valka, su esposa, le hacía señas para invitar a pasar a la chica. Stoick se aclaró la garganta.— Oh, claro, pasa, Astrid.— se hizo a un lado para dejarla pasar, la rubia hizo esto y se sintió mejor al estar dentro de la casa. Casi de forma inconsciente, escudriñó con la mirada toda la sala de estar, buscando a Hiccup y a Toothless, solo encontrando a Valka con una bandeja de comida en las manos.— ¿A qué se debe tu...? Eh...— Valka carraspeó, negando con la cabeza, le dijo algo con los ojos. Astrid hizo una mueca, ¿Se estaba perdiendo de algo?— Oh...— no fue hasta que Valka señaló con la cabeza la bandeja que tenía en las manos.— ¡Oh! ¡Es verdad! Hiccup mencionó que vendrías...
— Hola, Astrid.— saludó Valka, reparando en la cesta que llevaba en las manos.
— Hola. Uh, traje estos.— se sintió un poco tonta con la idea de los panecillos. Estúpido Eret.— Son de mora azul, escuché por ahí que les gustaban y yo...
— ¡Aye! ¿Los preparaste tú?
Astrid se forzó a seguir sonriendo, ¿Dónde estaba Hiccup?— Ah, sí.— no. Pero técnicamente ella había ayudado a encender el horno y a colocar las bandejas dentro de este. Aunque no iba a decir eso.
— ¿Cómo supiste que eran mis favoritos?
Buena pregunta.— Hiccup me lo dijo.— buena salvada. Y nos lleva también, al tema principal.— De hecho, le traje también los deberes de hoy y me preguntaba si podía ayudar un poco.
Se estaba ruborizando. Por todos los dioses, se estaba ruborizando. Estaba ruborizándose y empezaba a sudar. Hacía calor, calor, y las paredes de madera no ayudaban. Calor, calor...
— ¡Oh, Astrid! Eso es muy dulce de tu parte.— agradeció Valka, viéndose emocionada por el hecho.— Claro. Es más, llegas en buen momento, justo iba a subir a darle su almuerzo.— Astrid se fijó en la comida: sopa de pollo y fideos, un poco de pan, un vaso de jugo...— ¿Por qué no subes y se lo das? Él estará muy feliz de verte, ha estado nervioso toda la mañana...
— Oh, claro.— ¿Ven? Hiccup no está molesto, solo estaba nervioso. Tal y como ella pensaba.— Solo espere a que ponga esto en...
— Yo los pondré en la cocina.— Stoick tomó la cesta, dejándole las manos libres. Astrid le agradeció para luego ir a por la bandeja, tomarla y posteriormente encontrar su camino hasta las escaleras.
— Su habitación está a la izquierda.
— Dónde escuches música.— añadió Stoick mientras Astrid asentía y subía por las escaleras.— Siempre está escuchando música.— comentó en voz un poco más baja. Valka le miraba con cierto reproche.— ¿Qué?
Una vez se encontró en el piso de arriba se topó con un pasillo nuevo, lleno de puertas cerradas, con paredes de madera y cuadros. Al poco tiempo supo a qué se refería Stoick con la música, aunque tenue, podía escuchar la melodía de rock alternativo muy por lo bajo.
Provenía de la puerta del fondo, a la izquierda, la cual estaba cerrada. Astrid respiró hondo antes de tocar la puerta, sin obtener respuesta. Volvió a intentar y nada. Regresó la vista al pasillo, en dirección a las escaleras, tampoco había nada ahí.
Trató de girar el picaporte, y se sorprendió al ver que este lo hacía sin problemas. Astrid tomó aire antes de abrir lentamente la puerta.
I wanna be your vacuum cleaner
Breathing in your dust...
Lo encontró sobre su cama, con Toothless a su lado. No sé movió de su sitio y a juzgar por la respiración rítmica, puede ser que se encontrase durmiendo.
Toothless alzó la vista y sacó la lengua, amistoso y feliz de verla. No solo eso, sino que se levantó de golpe para saludarla mejor, Astrid se colocó en guardia.
— Alto.— le dijo al perro antes de que esté pudiese llegar a ella. Toothless se detuvo en seco, esperando a que ella se acercara.— Hola, Toothless.— Astrid dejó la bandeja sobre un muy desordenado escritorio y acarició al perro con ternura. Él se regocijo de gusto.— ¿Cómo estás, bonito? ¿Estás cuidando a tu dueño?— le preguntó con dulzura, el perro disfrutó más de los cariños de la rubia hasta que ella se levantó y volvió a caminar en dirección a Hiccup.— ¿Hiccup?— preguntó en un susurró, por encima de la música a volumen moderado.— Hiccup...— estuvo lo suficientemente cerca como para escucharlo roncar. El corazón de la rubia se hinchó un poco. Aw.
Le apartó el pelo con cuidado de no despertarlo. Vio los parches en sus ojos, tembló de forma inconsciente. No sabía porque estaba nerviosa, tal vez era la imagen tan tierna frente a ella, o quien sabe, sin embargo tenía unas tremendas ganas de plantarle un beso.
No lo hizo, solo le acarició el cabello con mimo.
You call the shots, babe
I just wanna be yours
Hiccup arrugó la nariz, su sopor fue interrumpido por los Arctic Monkeys y sus extrañas ganas de ser una aspiradora o algo así. El tacto también ayudó, esos dedos eran familiares y el olor...
Estaba o soñando o Astrid le estaba haciendo piojito.*
— ¿Astrid?— preguntó al aire, esperando que fuese real y no le haya llamado así a su madre, porque eso sería raro.
— Hola.— le escuchó responder. A pesar de que tenía los ojos abiertos, no podía ver nada. Deseó poder verla, debía ser algo único.— ¿Te desperté?
— No, no.— en realidad sí. Se giró en dirección a la voz.— Viniste.
La escuchó reírse por lo bajo.— Pues claro, te dije que vendría.— ella no había parado de acariciarle el cabello con mimo. No mentía, solo era placentero cuando Astrid le acariciaba el cabello.— ¿Cómo te sientes?
Definitivamente no se veía molesto.— Bien. Algo aburrido.— se veía feliz de verla.— Y todo está oscuro.
— Bueno, eso es normal.
Hiccup sonrió, podía notar lo desorientado que estaba, tanto así que no sabía a dónde dirigir su cabeza o a dónde dirigir sus palabras. A pesar de esto, no dejaba de verse igual de adorable que siempre. Incluso más.
Tenía que usar gran parte de su autocontrol para no comerle las mejillas a besos. Era más tentador en este momento porque él no tendría ni idea de dónde vendría el ataque.
— Me temo que sí.— suspiró, todavía tratando de adivinar a qué dirección hablarle. Era cómico porque no sabía si le estaba hablando al aire o algo así, sin embargo, podía sentir que Astrid estaba sonriendo, burlona, junto a él.— ¿Me veo gracioso?
Más que gracioso adorable y vulnerable. Ya sé, está mal que ella piense que se veía "vulnerable", pero por alguna extraña razón encontraba esto irresistible.
Raro.
— Un poco.— terminó por responder. No iba a torcer las cosas tan rápido, no le parecía correcto. Hiccup hizo una mueca e intentó incorporarse, logrando sentarse en la cama, estaba aún más despeinado que siempre.— ¿Cuando terminó?— estuvo a punto de, con un poco de reproche, decirle que él no avisó cuando la operación terminó, hasta que recordó que eso sería estúpido, ¿Cómo podría?
— ¿Qué hora es?— era un poco difícil saberlo a este punto. Esperó a que Astrid respondiera e hizo cuentas.— ¿Tres horas? Creo que sí.— rascó su cabeza, alborotando su cabeza aún más.
— ¿Has estado dormido desde entonces?
Hiccup se encogió de hombros.— No es como que haya mucho qué hacer.— admitió. No se podía dibujar estando ciego (no estaba acostumbrado al menos), ni nada más que escuchar música o podcasts. Tal vez películas, pero solo las que ya había visto.— Apenas y dormí.— soltó sin pensar. Y se arrepintió al instante.— Oh, es que yo...
— ¿No dormiste? ¿Estabas nervioso?
No precisamente, en realidad se encontraba pensando. La incomodidad volvió y le hizo molestarse un poco, porque había estado muy cómodo hasta que pensó en ello.
— Algo.— hizo un movimiento con ambas manos, como si la idea de seguir hablando de esto fuese un molesto mosquito. Astrid frunció los labios, había algo más, ¿Pero qué?
¿Debía insistir? Diablos, no lo sabía.— Entiendo, debe asustar un poco que te vayan a operar.
En parte.— Sí, ni siquiera sé si funcionó. Lo sabré cuando me quite estás cosas.— señaló los parches sobre sus ojos.
— Estoy segura de que funcionó.— sintió su cálido tacto sobre su mejilla. Le calentó el corazón.— ¿Seguro que no es nada más?— dudó un poco en preguntar, Hiccup, al estar más atento ahora con los sonidos pudo detectarlo.
Diablos, lo sabe.— Sí, no es nada...— estás a tiempo, Haddock. Di algo convincente... .— Ayer hablé con Cami.— ...o la verdad, la verdad siempre está bien decirla. Astrid sintió un agujero en su estómago a pesar de que ya lo sabía.— ¿Por qué no me dijiste que ella te pidió que dejaras de hablarme?
El agujero fue llenado con rabia, ¿Ella lo había admitido?— Ah, eso.— dijo entre dientes.— Fue algo tonto...
— No es algo tonto.— repuso Hiccup sonando más comprensivo que enojado. De hecho no sonaba enojado en absoluto.
— Me refiero a que no importa. Es normal, ella no me conoce y cree que voy a... Hacer algo estúpido.
Quiso preguntarle si eso había sido la razón de su llanto. Necesitaba saberlo, sin embargo, Hiccup no preguntó.
— Lo sé.— aseguró, antes de tratar de tomar su mano, tanteó el terreno, buscándola. Astrid lo miró con curiosidad.
— ¿Qué buscas?— preguntó, el enojo cuando él estaba cerca era momentáneo, tanto que con solo mirarlo se disipaba cómo vapor, incluso no pudo evitar sonreír.
Hiccup gruñó por lo bajo antes de responder.— Tu mano, es que no la...— una mano, más pequeña que la de él, con dedos delgados y uñas cuidadas se entrelazó con la de él con facilidad. Astrid llevó los nudillos de él a sus labios.
— Estoy aquí.— a la izquierda. Le vio sonrojarse y está vez estuvo a punto de arrojarse a sus brazos. Hiccup sintió como ella llevaba sus nudillos a sus labios, la piel del muchacho se erizó al sentir la delicada piel de ella impactarse contra la áspera piel de su mano.
Extendió los dedos, gracias a ese tacto, ahora sabía que Astrid estaba cerca, podía encontrar su mejilla de forma rápida y mucho mas fácil. Así que la tomó en su mano y con lentitud se acercó para darle un beso. Extrañaba eso, lo había extrañado muchísimo.
Astrid le respondió al beso, tuvo suficiente cuidado como para no corromperlo, para mantenerlo muy tranquilo. Un beso suave a modo de saludo, nada más. Aun con todos sus cuidados, él insistía en profundizar el beso, acariciaba los labios de la rubia con su lengua, incluso llegaba a morder su labio inferior...
Esperen, ella había venido por algo... Y no era esto, aunque le estuviera gustando.
— Hey...— Astrid se separó, en medio de un suspiro, antes de que él quisiera continuar, ella alcanzó a decir.— Espera, espera... Tienes que almorzar.— Aprovechó su ceguera y logró tomarlo de las mejillas para frenarlo. Hiccup soltó una risa queda.
— Cierto, cierto...— murmuró, asintiendo. Astrid fue a por la bandeja, por suerte no se había enfriado demasiado. Tomó el cuenco de sopa y, viendo que él no podía ver nada más allá de su nariz, decidió ayudarlo.
— Siéntate derecho.— le ordenó, Hiccup obedeció y se sentó en su sitio de una mejor forma. Sintió que Astrid se sentaba muy cerca de él. No supo que estaba sonriendo hasta que sus mejillas se quejaron de dolor, seguro se veía como un autentico idiota, con esos enormes parches y su sonrisa boba, sin siquiera ser capaz de sostener una cuchara por sí mismo.— Ahora abre.— le pidió, Hiccup obedeció la orden, descubriendo que, el hecho de que te alimenten siendo un adulto era extraño. Demasiado extraño si preguntas, porque te hace sentir pequeño, pero en tu cuerpo normal...
Astrid limpiaba las comisuras de sus labios con una servilleta, le permitía masticar y de vez en vez le pasaba un pedazo de pan. Él se quedaba quieto, aunque sí hablaba una vez terminaba de masticar. Preguntaba por la escuela, por las cosas relevantes que sucedieron en el día, en si Viggo Grimborn había hecho algún comentario tonto respecto a su estado...
— ¿Tú y el equipo terminaron antes?— preguntó. También quería saber cómo le había ido en la práctica de animadoras.
Astrid hizo una pausa, la sopa se había terminado. Se levantó para dejar el plato sobre su escritorio.— No hubo práctica hoy. Les di el día a todas.— la cama volvió a sumirse a lado de él.— ¿Quieres jugo?
—Gracias.— Hiccup sintió como ella dejaba el vaso sobre su mano. Hiccup tuvo miedo de no atinarle, y al parecer eso hubiera pasado de no ser porque Astrid le corrigió la postura.— ¿Por qué no hubo practica hoy?
Astrid se encogió de hombros.— Quería venir antes, además siempre es bueno tener un descanso.— le ayudó a colocar el vaso de nuevo sobre su mesa de noche. Estaba casi vacío.— Además, Ruffnut necesita tiempo para planear tu fiesta.
— ¿Mi qué?
Astrid soltó una risa suave, Hiccup casi se la imagina negando con la cabeza.— Ah, sí, Ruff quiere hacerte una fiesta sorpresa. Por tu cumpleaños, ya sabes.— en realidad, Astrid tampoco sabía el porqué de repente Ruffnut tenía tanto interés en hacer una fiesta sorpresa para Hiccup, es decir, aunque era amigo de su hermano gemelo y su interés por él y su atractivo físico, Ruffnut jamás había organizado una fiesta para él.
Es mas, ¿cómo había festejado su cumpleaños antes? Eso era interesante. La hizo pensar en lo poco que conocía a Hiccup, ¿cómo pudo vivir tanto sin saber apenas nada de él?
— ¿Mi cumpleaños? Vaya, eso es...— no supo qué decir tampoco.— Bastante considerado.— concluyó, luego volvió la cabeza a donde estaba (o suponía) Astrid.— No irán a tirarme una cubeta llena de sangre en la cabeza, ¿cierto?— bromeó.
— ¿De qué hablas?— Astrid sonó preocupada, sin entender a lo que se estaba refiriendo.
— Como en “Carrie”. — respondió el castaño. Viendo que no obtenía respuesta por parte de la rubia, continuó—. Ya sabes, el libro de Stephen King...— aún nada, lo cual le pareció sumamente extraño—. Como la película, ¿no has visto “Carrie”?
— No sé de qué me estás hablando.— Astrid no sabía si reír o extrañarse.
— ¡¿Qué?!— chilló Hiccup, frunciendo el ceño.— Es un clásico, la ponen en la tele en cada Halloween, es imposible que no la hayas visto.
— No me gusta ver películas.—Astrid recibió como respuesta otro chillido, está vez sí se rio.— Es que siempre me quedo dormida. No me gusta sentarme y quedarme quieta demasiado tiempo.
— Eso es imposible, tiene que gustarte una película, ¿qué no veías de niña?
— Claro, pero ahora ya no...
— Bueno, podemos verla justo ahora.
— Tú no puedes verla.
— No, pero la he visto tantas veces que con escucharla basta.— sonaba a como un plan, sin embargo, y a pesar de que Astrid había dicho que no le gustaba estar estática en un mismo lugar mucho tiempo, a ella le hubiera gustado quedarse ahí, recostada junto a él. No lo dijo de todas formas.
— ¿Estás seguro que quieres hacer eso?—preguntó, solo para asegurarse. Hiccup asintió.
— Sí, podría decirle a papá que te ayude a buscar su vhs y luego él podría... No, es una mala idea.—recordó que solo la tenían en vhs, que la videocasetera estaba desconectada, que tal vez necesitaban ayuda con eso y que por lo menos tardarían dos horas en eso. Astrid le acarició el cabello, casi a modo de consuelo.— Papá puede llegar a ser muy terco y no siempre deja que lo ayuden.
— Podemos verla otro día.— otra vez estaba ahí, la misma canción de Arctic Monkeys. Le gustaba el ritmo.— ¿Escuchas música todo el tiempo?— recordaba que su padre había dicho algo de eso cuando llegó, Hiccup ató cabos rápidamente.
— Gran parte del día Me ayuda a concentrarme.—admitió, recargándose en el espacio entre el cuello y el hombro de Astrid.— Así que... una fiesta.— le gustaba estar tan cerca, le gustaba poder escuchar la respiración y los latidos de la chica, estar momentáneamente ciego tenía cierta ventaja.
— No debí decirte, Ruffnut me matará. Así que el viernes en la noche trata de actuar lo mas sorprendido posible.
— Lo haré... espera, ¿el viernes? ¿dónde va a ser?— Hiccup salió de su ensoñación.
— Seguro que será en la casa de los gemelos.
Se quedaron en silencio durante un momento en el que Astrid incluso pensó que Hiccup se había dormido, hasta que lo escuchó hablar.— ¿Cuál es tu película favorita, entonces? ¿No vas a al cine?— preguntó de pronto, aunque sí se escuchaba adormilado.
— Se nota que te encanta ver películas.— respondió, sin de hecho, responder la pregunta que él le había hecho.
— Es divertido.— con su dedo fue recorriendo parte del cuerpo de la chica, de forma distraída, Astrid no pensaba que fuese demasiado distraída, es decir, estaba peligrosamente del sitio de su cintura que mas le causaba cosquillas.— No me respondiste, ¿cuál es tu película favorita?
— Uhm... ¿cuál es la tuya?— evadió de nuevo.
— No sé, son demasiadas.— lo pensó bien, ¿cuál podría ser su película favorita?— Creo que mi favorita es Spiderman 2.— hablaban en voz baja, aunque la música era un poco fuerte, Astrid podía escucharlo con perfecta claridad. Astrid frunció el ceño, aunque Hiccup no podía verla, podía sentir la incredulidad de la rubia.— Me gusta mucho, es como... es la mejor película de todo el mundo.— agregó, sin tomárselo tan enserio, porque al parecer a Astrid no le gustaban tanto las películas.— ¿No tienes algo así? Una cosa que te guste hacer cuando estás triste, que te haga sentir mejor.
Astrid lo pensó por un minuto, aunque no fue tan difícil.— Entrenar. Hacer ejercicio, patear cosas...— escuchó a Hiccup reírse, le apretó mas la cintura para acercarla mas contra sí—. Funciona aunque no lo creas.
— Supongo que sí.— respondió Hiccup.— ¿No ves ninguna película cuando estás triste?
— No, me parece que no.— tal vez cuando era niña, pero justo ahora no.
Hiccup lo entendió, aun así, le parecía imposible que a alguien no le gusten las películas. Quizá Astrid no había encontrado el genero perfecto, ¿no?— ¿Te gustaría ver películas conmigo? —preguntó, jugando con su dedo índice en lo que él sentía que eran las clavículas de la chica—. Me refiero a cuando pueda ver y esas cosas.
— Claro.— aceptó Astrid, volviendo a acariciar su cabello.— Aunque no prometo no dormirme.—añadió, pero se sintió horrible al hacerlo, porque estaba sonando como una hueca villana de Disney. Y definitivamente ella no era eso—. Pero voy a hacer mi mejor esfuerzo.
— Trataré de no aburrirte.—prometió.
Basta, basta, basta. Hiccup notaba que su corazón iba cada vez mas rápido. Extrañamente mas rápido.
— ¿Cuándo?— había tragado saliva antes de eso. Le pareció lindo, le gustaba ver a Astrid sonrojada, por supuesto que era consciente del efecto que él provocaba en ella usando ese tipo de tonos de voz.
Pensó en la pregunta después, como un minuto o algo así.— ¿Puedes el sábado?— preguntó de forma casual.
— Se supone que el sábado es tu fiesta..— confesó Astrid, encontrando la situación divertida. Hiccup soltó una risa nasal.
— ¿Lo es? Vaya...— negó con la cabeza, todavía escuchando el latir de su corazón—. ¿Tengo que ir?
Eso la hizo reír con mas ganas—. Bueno, sí.— le jaló el cabello ligeramente. Y fue el acto agresivo mas suave que ella ha hecho, tanto para ella, como para él. Aunque fuese difícil de creer—. Es tu fiesta de cumpleaños.
— ¿Ruffnut hará el pastel?
— No, la madre de Fishlegs va a hacerlo.
— Ese es un golpe bajo.
— ¿No te gustan las fiestas?
— No demasiado. En realidad no es como que haya ido a muchas, ¿a ti te gustan?
— No es como que ame ir.
— Entonces quedémonos aquí.
— Ruffnut nos asesinaría si no vamos.
Hiccup frunció el ceño por un momento, pensando en una buena solución a ese problema, ¿Esto cuánto tiempo llevaba planeándose?— ¿Crees que... Pueda moverlo al siguiente sábado?
— No puedes pedir que se retrase tu fiesta sorpresa de cumpleaños, Hiccup. Se supone que no lo sabes.— le recordó. Cierto, se había olvidado de ese detalle.
— Cierto.— aceptó, se separó de ella, se acomodo boca arriba. Cruzó los brazos sobre el pecho, puso una pierna sobre otra, de fondo sonaba ahora una extraña canción de Jazz, Astrid se preguntó cómo rayos Hiccup escuchaba tantos géneros musicales. Ya habían pasado a de Bad Bunny a canciones alternativas, le parecía haber escuchado rock ochentero, y ahora esto. Ninguna de las canciones le había disgustado, de hecho.— Supongamos que, por órdenes del doctor, yo no puedo hacer muchas cosas, ya sabes, en lo que mis ojos se acostumbran.— se giró en dirección a Astrid, ella, a pesar de que él no podía notarlo, le regresó la mirada.— Eh, imagina que estoy guiñándote un ojo.— agregó, sonriendo ampliamente.
There comes a time in a young man's life
He should settle down and find himself a wife
But I'm just fine 'cause I know that you are mine
— ¿El doctor dijo eso?— le siguió el juego.
Hiccup se encogió de hombros.— Digamos que dijo algo similar.
— ¿Ah sí? ¿Y cuánto durará eso?
— Una semana.— ahora sonrió con todos los dientes, cosa que la contagio.
Astrid buscó su teléfono.— Veamos que dice sobre eso.—Mientras buscaba, le llamó la atención la canción, era linda, relajante, la voz le parecía familiar. Usó la aplicación para encontrar canciones, solo tuvo que esperar un segundo.— ¿Esos son los the 1975?
A Hiccup le sorprendió que supiera la banda. Vamos, que los the 1975 no eran unos desconocidos, pero no esperaba eso.— Sí, son muy raros, eh, hacen canciones así y luego otras completamente diferentes.
Astrid tecleó el inicio de un mensaje de tamaño considerable.— Me gusta.
Notes:
*Expresión coloquial, es como un masaje en el pelo, jajaj, así le decimos, pensé que sería chido explicarlo.
¿Esto es el relleno?
Heeeeeeeee vueeeeeltooooooo.
¿Cómo están? HAN SIDO TRES AÑOS QUE LOS DEJE ABANDONADOS. TRES. TREEEEEES.
Pero ya estoy de vuelta, la verdad es que han sido unos meses bastante ocupados, principalmente por mi carrera y por algunos motivos personales. He estado intentando escribir en estos meses, pero la verdad es que la inspiración nomás no me daba para tanto, ni siquiera para un buen one shot o algo para poderlos entretener. De verdad me disculpo y entiendo si ya no hay tanta gente leyendo como antes.
Pero no se apuren, tengan por seguro que este fic sí lo acabo. De verdad, me seco como plantita si no.
Nótese que en la playlist de spotify, la historia está terminada (las canciónes adquieren sentido después, ese es el punto) así que ignorenla y usen la de youtube que iré actualizando poco a poco. Perdón, uso mas spotify para escribir.
La verdad es que estoy emocionada por esta parte de la historia, he estado trabajando mucho en ella (no tanto, pero vamos, es una avance) he hecho notas… COMPRÉ UNA LIBRETA ESPECIAL PARA ESTRUCTURAR ESTA HISTORIA, realmente quiero volver a escribir porque es un hobbie que me gusta mucho y de verdad, muy muy en serio no quiero dejar.
Aparte, ustedes saben que me voy por mucho tiempo, pero eventualmente regreso. Esta es una de esas veces, amistades.
Que larga está siendo esta carta de disculpa para ustedes. En fin, espero les haya gustado el capitulo de hoy, nos vemos hasta otra, baaai uwu
Por cierto, mi bb Charli XCX está siendo muy reconocida (AL FIN) por su album “brat”, ME ALEGRO, ¿habrá capítulos con canciones de ese album? Ya veremos dijo el ciego.
Chapter 15: I Really Like You
Notes:
Ah, invierno. Lo odio, ya van como 3 veces que me enfermo. Creo que en una de esas me dio covid JAJAJAJ. Es gracioso que lo cuente porque cuando publique esto seguro que estaremos a finales de invierno y sería un despropósito entonces, lol.
Este capítulo lo escribí hace ya dos años. DOS AÑOS. Fue de los capítulos que terminé antes de entrar en hiatus. De hecho, tengo algunos capítulos de colchón guardados por ahí, pero no los publico porque me deprimo de que me que me voy quedando sin capítulos.
No importa, el caso es, que ando un poco en racha, más o menos. Y quería escribir esta parte del fanfic para avanzar hasta la parte triste. Tal vez cuando llegue a esa parte pueda escribir un poco mas rápido.
Calma antes de la tormenta, o algo así.Puedes escuchar la playlist completa en: Spotify o también en Youtube pero ahí está un poco a cuenta gotas eh. Cuidado.
Una nota más: si van a escucharla en spotify, ni se crean que está terminada. Diario le quito y le pongo canciones, muajaja
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Tuffnut, entonces, bajó dos dedos de su mano derecha y tres en la mano izquierda.
— ¿Y ahora? ¿Cuántos dedos tengo aquí?
Hiccup miró el gesto y luego subió sus ojos a la cara del gemelo, quien tenía una cara de completa concentración, atento a cualquier respuesta que fuese a darle. Snotlout estaba a su lado, con una mano sobre el mentón, tal vez pensando en una buena e ingeniosa forma en la cual hacer que Tuffnut dejara de hacer estas cosas en el almuerzo, Fishlegs estaba leyendo un libro y Eret comía un sándwich, divertido con la situación.
— Cinco.— de todas formas, y aunque esto ya haya durado lo suficiente como para hartar a todos los presentes, Hiccup todavía tenía la paciencia para responder.
— ¡Jum! ¿Y qué pasa si me pongo por aquí?—Tuffnut corrió unos cuantos metros mas atrás. Volvió a hacer lo mismo con los dedos.— ¿¡Y ahora!?— gritó desde prácticamente el otro lado de la cafetería. Hiccup respiró hondo—. ¿¡Cuántos dedos tengo!?
Snotlout sostuvo su frente con la mano que antes usaba para sostener su mentón, harto. Hiccup negó con la cabeza.
— ¡Tuffnut, ya te lo dije!— se levantó un poco para enfatizar la respuesta, llamó la atención de los demás estudiantes que se encontraban en las mesas cercanas, Eret se giró para saber a qué distancia se encontraba el rubio, le seguía pareciendo divertido.— ¡No tengo visión de superhéroe!
— ¿Por qué cree que la tienes?— preguntó Fishlegs a Hiccup, en un volumen mas bajo. Hiccup hizo lo mismo al responderle.
— Le conté como fue la operación, ya sabes, con el laser y eso. —Tuffnut entornaba los ojos, e hizo un gesto de no haber escuchado bien lo que dijo por el bullicio de la gente a su alrededor.
— ¿¡Qué!?
Snotlout fue el que respondió esta vez.— Cree que el laser le dio a Hiccup poderes.
— ¿Y estás seguro de que no la tienes?— se burló Eret, riendo. Hiccup negó con la cabeza, sin verse muy divertido por el chiste.
— No, agh...— respondió y luego volvió a alzar la voz.— ¡Dije que no tengo visión de superhéroe! ¡Solo me operé los ojos con un laser!
— ¡Eso es lo que diría un superhéroe con una súper vista de dragón!— exclamó Tuffnut de vuelta, Hiccup ahora sí lanzó un suspiro rodando los ojos.
— Águila.— dijo Eret de repente, aparentemente fuera de contexto, todos los presentes en la mesa del almuerzo se volvieron a él, sin saber porque dijo esa palabra de forma tan aleatoria—. Debió decir “vista de águila”— aclaró, los restantes soltaron un “ahhh” asintiendo.
— De hecho, los dragones pueden tener una vista excelente, como los halcones.— intervino Fishlegs, sonriendo emocionado. Hiccup asintió nuevamente, a él también le gustaban los dragones.
Snotlout, con su usual tono acido, le contestó a Fishlegs.— Los dragones no existen.
— No, pero en Calabozos y Dragones...
— ¡Nadie juega esa basura, Fishlegs! Solo tú, Hiccup y el descerebrado de allá.
— ¡No, no tengo una súper vista de dragón!— Hiccup, a pesar de la intromisión a su asunto, volvió a hablar con Tuffnut a gritos.
— ¿¡Qué dijis...!?— no podía escucharlo bien, y la verdad ya se estaba cansando de las risas de los mate-atletas que se encontraban detrás suyo, usando bromas que Tuffnut o cualquier otra persona normal no podrían entender—. Eh, muchachos, ¿podrían callarse? Estoy tratando de gritarle a mi amigo.— pidió, haciéndolos callar en el acto. Mucho mejor.— Gracias, ahora sí, ¿¡qué dijiste!?
— De hecho, me gusta Calabozos y Dragones.— se encogió de hombros Eret, Snotlout bufó.
— ¿Y qué con eso?
— ¡Dije que...! Agh.— aunque no lo crean, Hiccup puede aguantar esto por mas tiempo, en serio. No por nada Tuffnut es su mejor amigo, aunque tenía hambre y estaba molestando a la gente a su alrededor—. ¡Seis! ¡La respuesta es seis!— dijo el primer numero que se le vino a la mente, esperando terminar con esto ya.
Tuffnut contó los dedos.— ¡Eres un superhéroe!— alzó los brazos en señal de triunfo. Hiccup negó con la cabeza, rodando los ojos y soltando un “ah” ya harto, Tuffnut corrió de vuelta a la mesa, emocionado—. Tienes que entrenar tus poderes, usarlos para el bien, ¡uhhhh! Necesitas un buen nombre, uno que sea cool, uno que defina tu personalidad...
Una voz femenina fue la que interrumpió a Tuffnut.— Trata con Drago Dragón.— Astrid estaba detrás de ellos, sosteniendo la bandeja con su almuerzo usando ambas manos y sonriendo. De acuerdo, como en todas las cafeterías de preparatoria, hay un status quo, ¿vale? Aunque, bueno, aquí no está tan marcado, es decir, Eret es el mariscal del campo y se encontraba sentado con ellos. No solo eso, sino que Hiccup era el chico mas popular de la escuela, pero es un nerd, por lo que debería...
Vale, digamos que el grupo de Hiccup es como la amalgama de otros. Como cuando no encajas en los otros grupos y te vuelves un raro o un perdedor... como en “Eso”, de Stephen King, donde todos los chicos eran distintos, pero se llevaban bien y no necesitaban pertenecer a un grupo donde todos tuvieran los mismos gustos, ¿lo entiendes ahora?
Bueno, pues, era raro que una animadora, que sí que tenía el status quo marcado, se acercara a los raros. Ya lo rompía con estar con Hiccup, y muchos lo consideraban como un hecho histórico en la escuela, pero esto... Esto era distinto.
Mucho, porque era Astrid Hofferson, dispuesta a almorzar con ellos, con el uniforme de animadora puesto, con el mismo porte de abeja reina de siempre, mas relajado, sí, pero con la guardia alta todavía, después de haber dicho “Drago Dragón”. Nombre con el que se le conoce a Daredevil en España o algo así, porque las traducciones de los años sesenta eran horribles y bastante literales, en especial las del castellano, a veces son mas literales de lo necesario, vamos, Drago Dragón es un nombre horrible y...
Me estoy desviando mucho, para decir que todo en esa escena era extraño. Astrid diciendo un dato nerd era raro. No porque fuera una chica o porque no pudiera, sino porque ella jamás había mostrado interés en ese tipo de temas, no por lo menos que Hiccup o Tuffnut (enterado por su hermana o por su talento de escuchar a hurtadillas las conversaciones de la misma con sus amigas o porque a Heather se le ha pasado contarle, porque sí, a veces pasa, y no, no tiene nada de malo), supieran.
¿Astrid si quiera conoce a Daredevil? La verdad es que no, no le ha interesado jamás, ni siquiera la serie de Netflix. Nada, cero. Pero hoy ha visto un video gracioso donde lo mencionaban y le reconoció porque a su tío Finn sí que le gustaba esa serie.
Se arrepintió al verle las caras a los presentes. Bueno, solo la de Fishlegs, porque la de Hiccup mostraba cierta confusión y curiosidad, Tuffnut se preguntaba porque Astrid, la General Hofferson, siendo tan buena con los nombres había mencionado uno tan horrible, Fishlegs se moría por preguntarle el como sabía ese nombre, Snotlout creía que Astrid lo había inventado y que Eret era un presumido y Eret...
Bueno, Eret era el único que se preguntaba cuando es que Astrid había llegado, porque él estaba mirando en su dirección, él debió verla desde antes, ¿no? Además, ¿cuánto tiempo lleva ahí parada? Es como si ella tuviera el contexto necesario para entender de que estaban hablando, ¿no? ¿Cómo lo hizo?
Aparte es raro, desde que ella lo dijo es como si todo se hubiera quedado congelado hasta que Fishlegs rompió con toda el aura rara.
— ¿Conoces a Daredevil?
El que respondió con desagrado fue Snotlout.— Babas, todo el mundo lo conoce a este punto, ¿por qué le preguntas eso?
— Es que dijiste el nombre que le daban hace tiempo.— Explico Hiccup rápidamente, levantándose en ese mismo proceso. Astrid pensaba que sí, que tenía sentido.— Hola, ¿qué... qué haces aquí? Pensé que nos veríamos después de tu práctica.— como siempre, quiso añadir, no lo hizo, de todas formas. Añadirlo sonaría como un reproche, y esa no era su intención. Es más, se alegraba de verla, pero eso no quitaba que fuese raro.
Astrid parpadeó un par de veces, ¿eh?— Vine a almorzar.—respondió, con un tono mas ácido del que le hubiera gustado. Reconoció que Hiccup no lo había dicho de mala manera, por lo que retomo el tema usando un tono menos a la defensiva—. Vine a almorzar contigo, me di cuenta de que nunca lo hacemos y...— ahora se sentía ridícula.
No sabía como, pero Hiccup siempre lograba llevarse la sensación de ridiculez.— Ah, claro, claro.— sonrió con los dientes, iluminando toda la cafetería, se movió, dándole espacio, Tuffnut corrió hasta su sitio (siempre a lado de Hiccup, también), para recorrer su bandeja a otro sitio. Astrid no supo como reaccionar a eso.
Hoy había despertado con una idea en la mente; después de la conversación que habían tenido el día anterior, sobre las películas y eso, bueno, sería bueno pasar mas tiempo juntos, ¿no? Tan siquiera almorzar juntos un día a la semana o algo similar... Aunque tal vez no debió sentarse aquí, quizá debió hablarlo antes con Hiccup, así tal vez esto no resulte tan raro.
Se sentó en el sitio en el que Tuffnut había estado antes, lo bueno es que Eret estaba ahí, era con el único con el que podía mantener una conversación. Se encontraba entre Hiccup y Tuffnut, y trataba de no tener una cara de espanto o de arrepentimiento.
Esto es ridículo, es una mala idea, es una mala idea... ¿por qué todos están tan callados? Todos parecen mirarla, incluso los que se encuentran en las otras mesas... Mierda esto no...
Sintió un par de labios presionando cálidamente sobre su mejilla, no giró inmediatamente la cabeza, en un principio solo movió los ojos en su dirección, era Hiccup, y el gesto la hizo encogerse en su sitio. El contacto físico inesperado le hizo cosquillas y la calidez que transfería se le extendió por todo el cuerpo, sin poder evitarlo la hizo sonreír y sonrojarse. No solo fue el beso, también la había rodeado por la cintura. El beso fue prolongado, tanto que de pronto tuvo ganas de echarse a reír bobamente o apartarlo, o las dos cosas. No ayudó que de pronto decidiera atacarle las mejillas con mas besos, un poco mas cortos.
Por los dioses, Hiccup, estamos rodeados de gente, deja de ser tan cursi...
— Basta, basta.— masculló, Astrid pensó en empujarlo con fuerza o empezar a darle manotazos. Casi lo hace, casi, en serio, hasta que recordó los moretones y Hiccup pidiéndole que dejara de golpearlo. No gracias, no iba a hacer eso.
Solo… no lo hagas tanto.
Hiccup la obedeció, apartándose, sonriendo riendo por lo bajo. Ambos contemplaron las caras de los presentes en la mesa: Snotlout tenía una expresión de asco y fastidio, Fishlegs desviaba la mirada de la forma menos disimulada que se le pudo ocurrir, mientras que Tuffnut y Eret no se veían para nada incomodos, aunque el mas entusiasmado parecía ser Tuffnut. Eret solo se veía enternecido.
Se sentía satisfecho, tenía el pensamiento arrogante de que había salvado esto, ellos no habían peleado gracias a que a él le había salvó el pellejo a Hiccup.
Ahí estaba su lindo sonrojo que adoraba ver, Hiccup no apartó la mano de la cintura de la chica. Astrid negó con la cabeza, aunque la piel le estaba picando y sudando, le gustaba la sensación. Casi hace desaparecer la incomodidad. El que rompió el momento fue Tuffnut, porque volvió al tema del superhéroe.
— Pero Drago Dragón es Daredevil, ¿no?— lo preguntó como si fuera una pregunta demasiado importante o seria—. ¿No es irónico? Digo, lo que hace especial a Daredevil es que es ciego... Y abogado.—añadió, los demás parecieron volver a la normalidad.
— También es religioso, ¿no?
— Alto, si es religioso, ¿por qué se viste de diablo? ¿No debería vestirse de Jesús?
— Tuffnut, ¿de qué diablos estás hablando?— intervino Snotlout, sonando demasiado cómico para los presentes. Astrid se acercó un poco más a Hiccup para susurrarle una pregunta.
— ¿Por qué cree que eres un superhéroe?
Hiccup hizo un breve gesto de desagrado.— Le expliqué todo lo que pasó en la operación, pero solo pareció escuchar la palabra “laser”.—respondió, haciendo sus gestos típicos, moviendo la mano izquierda, la única libre y haciendo muecas y muecas—. Así que se armó toda una historia de origen de superhéroe, ya lo conoces.
Uh, sí, tenía sentido. Iba a decir algo, cuando la intervención de otra voz femenina (y un chillido por parte de Tuffnut, que casi es inaudible, casi, pero para Astrid no) la interrumpió.
— ¿¡Qué!? ¿¡Eres un superhéroe!?— chilló Ruffnut, Heather estaba a su lado todavía con la bandeja en las manos, Ruffnut ya la había colocado en la mesa de la cafetería. Hiccup se giró a Astrid, buscando una explicación, sin embargo, ella tenía la misma cara. No esperaba eso.
— ¡Preciosa!— exclamó Snotlout, cambiando de golpe su expresión—. ¿Qué están haciendo aquí, linduras?
Ruffnut bufó, y a Heather realmente no le importó para nada, en su lugar le sonrió a forma de saludo a Tuffnut, quien lo regresó sacudiendo los dedos de la mano derecha.
Las otras mesas seguían observándolos con curiosidad. Ya era raro que Astrid Hofferson se sentara en esta mesa, pero era mucho mas raro que mas animadoras la siguieran... bueno, no, no tan raro, era algo de suponerse, a lo que me refiero es que es raro, porque Astrid parecía que tampoco se lo esperaba.
— Fungimos como apoyo moral.— respondió Ruffnut, sentándose junto a Eret, demasiado cerca para su gusto. El único que se veía un tanto feliz de verlas (feliz y no tan sorprendido como todos los demás) era Tuffnut, porque tenía a Heather justo enfrente.
Curioso, y es que, lo era de verdad. Aunque ahora era mas fácil relacionarse, se sentía un poco mas en confianza. Aunque veía venir un reproche en los vestidores por parte de Ruffnut, aunque no estaba tan mal, es decir estaba junto a Eret y Eret le gustaba mucho, ¿No?
— Chicas, creo que Eret ya no me gusta tanto.— Ruffnut cerró la puerta de su casillero de golpe, la única que pareció tomarle importancia fue Heather, Astrid se encontraba mas bien pensando, sentada, luciendo extrañamente distraída.
— ¿Por qué?— preguntó Heather atando sus agujetas.
Ruffnut se recargó contra su casillero, cruzándose de brazos, fijándose en Astrid. Esta noticia mínimo debió hacerla voltearse. Igual, eso no era la verdadera razón por la que lo había dicho, es decir, estaba diciendo la verdad, e iba a explicarlo a continuación.
— Todo empezó esta mañana.— relató Ruffnut—. Me levanté a la misma hora, a las 5 am, me duché e inicie mi rutina de 15 pasos...
— ¿Cinco de la mañana?
— ¿Quince pasos?— Astrid se volvió, Ruffnut había mencionado demasiados pasos.
— ¿Crees que este rostro se mantiene solo con un limpiador facial, un hidratante y un bloqueador solar?— señaló su cara, Heather frunció el ceño, ¿Ruffnut había despreciado su propia rutina de cuidado? Ruffnut por su parte, se encontraba un poco mas contenta de que Astrid le esté poniendo un poco de atención—. En fin, terminé y bajé a desayunar.— todavía ninguna de las dos captaba el punto a donde Ruffnut quería llegar, sin embargo la dejaron seguir—. Mamá compró pop tarts y un nuevo cereal que es genial, así que mientras observaba a Tuffnut ser un ser completamente salvaje comiendo ambas cosas, lo entendí.
— No lo entiendo, ¿Qué tiene que ver esto con Eret?— preguntó Heather, a Astrid le alivió no ser la única que al parecer se había perdido. Ruffnut rodó los ojos.
— Mientras veía a mi hermano, trataba de descifrar qué era lo que quería desayunar.—continuó, ella sonaba como si no hiciera falta terminar la historia, como si fuera muy obvio—. Me gustan ambas cosas, las adoro, podría comer pop tarts todo el día, pero el cereal de frutas es maravilloso. Tuve que decidir, ¿Qué es lo que más me aportaría a la vida? ¿Qué es lo que tiene menos azúcar?— se balanceó, haciendo todas esas preguntas, ambas chicas habían captado que no solo tenían un significado orientado a la comida, era algo más profundo—. Luego pensé que estaba pensándolo demasiado, que podría comer ambas cosas. Pero, ¿Saben? Estaba harta de comer ambas cosas siempre. No puedo permitirme más ese tipo de libertad.*
"Entonces, lo entendí. No puedo seguir perdiendo el tiempo aferrándome al mismo desayuno. Ni a Eret, aunque él se muera por mi, si él no me invita a salir, no puedo seguir insistiendo, estoy harta.
— Vaya, Ruff.— comentó Heather después de todo eso, sorprendida. Astrid también se había sorprendido demasiado.— ¿Todo eso lo pensaste tratando de decidir qué desayunar?
— Sí, ¿por qué?— respondió Ruffnut con simpleza, luego de eso, fijó su mirada de nuevo en Astrid y ahora que tenía toda su atención, decidió preguntar—. Oye, Astrid, ¿por qué hoy almorzamos con el grupo de Hiccup?
Astrid casi da un salto, confusa.— ¿Qué?
— Sí, ya sabes.— Ruffnut intentó explicarlo—. Veo a mi hermano todo el tiempo, tal vez el único momento del día en el que no lo veo es en el almuerzo.— explicó, rodando los ojos al final, haciendo énfasis en la palabra "almuerzo", que es de hecho, muy importante para Ruffnut—. Y hoy he tenido que verlo y no solo eso, sino que se la pasó parloteando sobre que Hiccup tiene súper poderes, ¿Qué no sabe que no puede decirlo en voz alta entre tanta gente? Es peligroso.
— ¿Tú también crees que Hiccup tiene poderes?— preguntó Heather, ignorando el resto del párrafo anterior.
— Ese no es el tema, el tema es: ¿Por qué?— insistió Ruffnut. Si Hiccup tenía poderes o no era irrelevante, lo que importaba era porque ese cambio de actitud.
Astrid hizo una mueca, apretó los labios con desagrado y respondió—: Quería pasar tiempo con Hiccup. Ya sabes, demostrar que puedo ser una buena novia y eso.
— ¿Ya son novios?
— No, pero... Puedo llegar a serlo.— el tema seguía siendo incómodo. Bastante incómodo a decir verdad—. La verdadera pregunta es, ¿porque ustedes almorzaron con nosotros?
Ruffnut titubeó.— Bueno, porque....— buscó a Heather para apoyo, sin embargo, la chica viajaba sus ojos de Ruffnut a Astrid sin decir ni una sola palabra y viéndose un tanto confundida. En realidad ella no tenía tanto problema en almorzar en la mesa de Hiccup si Tuffnut estaba ahí, porque, bueno, Tuffnut siempre mejora las cosas—. Buenoooo... No lo sé…
—Solo te vimos ahí y no queríamos dejarte sola. — agregó Heather, manejando la situación mejor que Ruffnut, quién solo asintió energéticamente.
Astrid alzó las cejas, alternó la mirada entre ambas. Aunque Ruffnut y Heather son sus mejores amigas, no esperaba esa respuesta. Vale, sí esperaba algo similar, pero... bueno, la sensación... era cálida, algo similar a lo que sentía cada que Hiccup hacía algo por ella, tal vez no al grado de hacerla sonrojar, pero sí al grado de hacerla sonreír y desviar ligeramente la mirada. Apoyo moral, vaya.
Antes de que Ruffnut pudiera señalar lo obvio, Astrid se le adelanto.— Gracias, supongo.— no sonó ni un poco condescendiente. Ni tantito. Astrid se levantó y relajando los músculos se adelantó a la salida—. Hora de entrenar, chicas.
Una vez desapareció por la puerta, Ruffnut le dio un codazo a Heather en las costillas, seguramente mucho mas fuerte de lo que Ruffnut hubiese querido que fuera, o que esperaba que fuera, porque la vio trastabillar y dejarse del dolor de forma aguda y audible.
— Creo que ya sé lo que está pasando.— dijo Ruffnut, en un tono que se podría decir que era un susurro. Uno un tanto emocionado.
— Pudiste romperme una costilla, Ruffnut.
— Hiccup la está ablandando.— reveló Ruffnut como si fuera una niña pequeña que se haya enterado del mejor secreto del mundo. Heather arrugó la frente, sobando su costado.
— ¿Ablandar?— le parecía un término ridículo para el hecho de que Astrid se encontrase un poco distraída—. Ruff, solo porque Astrid está algo dispersa...
— Ella nunca está dispersa, ese es el punto.— Ruffnut tomó sus pompones de la banca. Heather le imitó, ahora que lo pensaba...— ¿Cuándo la has visto dispersa por algo? Lo que sea. Astrid nunca está dispersa.
Y es que, aunque Heather odie admitirlo, era verdad, ¿no es así, Astrid? Eso de estar disperso es algo nuevo en ella. Incluso Astrid lo sabe, lo intuye por las miradas que le lanzaban las chicas de su equipo, hasta Tuffnut lo notaba, y eso que es Tuffnut.
Intentaba ignorarlo de todas formas, buscando la canción de su rutina, bajando en la lista de reproducción, necesitaba una canción para calentar. Sin embargo, descubrió que estaba demasiado abrumada como para hacerlo. Resopló y cerró su spotify, desconectando el telefono también. Se alejó de la bocina y caminó hacia sus compañeras mientras Ruffnut les hablaba de la fiesta que iba a dar lugar el sábado.
—¿Y dónde planean hacer la fiesta?
Ruffnut iba a responder, hasta que parpadeó confundida, luego se dirigió a su gemelo, quién parecía estar en la luna o algo así, porque no paraba de sonreír bobamente cada que miraba a Heather, incluso por equivocación. Le dio un zape para hacerlo despertar.
—Oye, sesos de carnero. — le dijo, Tuffnut se sobó la cabeza y con el ceño fruncido ahora sí regresó a la tierra—. ¿Ya le preguntaste al señor Stoick sobre la fiesta del sábado?
—¿Qué fiesta?
Ruffnut volvió la cabeza hacia atrás, ahí estaba Hiccup Haddock en las gradas; era difícil saber a donde estaba mirando, especialmente por los lentes oscuros que su doctor le obligaba a usar en exteriores. Daba algo de miedo verlo ahí con la mirada aparentemente fija, ella tuvo el presentimiento de que podía oírles.
—La. Fiesta. — respondió entre dientes, señalando con la cabeza a Hiccup, Tuffnut seguía sin comprender—. Del. Sábado. — completó, pero aun nada—. La sorpresa. — nop, en Tuffnut sonaba música de Van Halen a todo volumen (Daaaaaanceeeee the night awaaaaaay), Ruffnut gruñó—. ¡La fiesta sorpresa! ¡La que es para ya-sabes-quién! — volvió a señalar con la cabeza a Hiccup quien estaba cómicamente sentado justo detrás de Ruffnut. Tuffnut lo saludó desde lejos, el castaño le devolvió el saludo.
—¡Ahhh…! La fiesta…— ahora sí la captó—. El permiso de la fiesta, ese… eh, no. — Ruffnut lo iba a matar, gruñó mas fuerte y casi se le lanza encima—. Oye, cálmate, lo conseguiré. Y si no la haremos en casa de Astrid. No creo que diga que no.
Heather se preocupó por medio segundo, hasta que Astrid le tocó el hombro.
—Heather.— la pobre Heather se sentía como una muñeca. Una a la que le cuentan cosas y llevan a todos lados. Mi muñeca me habló, me dijo cosas...— ¿Quieres poner la canción para calentar hoy?
Heather suspiró y colocó cualquier canción al azar. En un principio, la canción sonó como un extraño ringtone de telefono dosmilero, el cual fue cambiando, transformándose en una melodía mas conocida para todos. Ah, adoro ese video, aunque es algo inquietante que Tom Hanks haga lip sync en una canción altamente pop, como que es algo un poco fuera de lugar.
Aunque Astrid tuvo en mente este video, también recordaba la letra y lo mucho que había pasado desde la ultima vez que había escuchado esta canción.
Y es que esta canción es perfecta para hacer un montaje.
Uh...
I really wanna stop, but I just got the taste for it
Notó que está vez Hiccup estaba en las gradas frente a ella, y que se encontraba mucho mas temprano de lo que siempre estaba usualmente. Él siempre llega a la mitad de la práctica, o la menos, ella lo nota siempre en ese momento.
I feel like I could fly with the boy on the moon
¿Cuántas cosas no ha notado?
So, honey, hold my hand, you like making me wait for it
Tal vez era eso lo que la molestaba. Siempre lo ha sido, en realidad, pero no sabía como manejarlo, Hiccup es siempre tan atento con ella que el hecho siempre le generaba una angustia extraña, rara de verdad. Justo en el pecho, siempre reclamándose a sí misma el porque ella no había hecho algunas cosas mejor.
I feel like I could die walking up to the room, oh yeah
Entendía que era algo normal, ya se lo habían dicho cientos de veces. El mismo Hiccup parece entenderlo, sin embargo, es verdad, en algún momento las cosas ya no serian suficientes y entonces... como funcionaria la cosa?
Late night, watching television
But how'd we get in this position?
Había descubierto una cosa que definitivamente no quería confesarle ni a sus mejores amigas: Astrid ya estaba casi segura que tenia un trauma con el abandono. Seguro que era por su madre, vamos, no necesitas ser un profesional para saberlo, era algo mas que obvio. Eso juntado con la obsesión con la perfección...
It's way too soon, I know this isn't love
En definitiva necesitaba trabajar en eso. Necesitaba hacerlo, porque por alguna razón quería ser la mejor novia para Hiccup porque...
But I need to tell you something
Porque...
I really, really, really, really, really, really like you
And I want you, do you want me, do you want me, too?
¿Es malo aterrizar limpiamente en los brazos de Heather y Tuffnut estando completamente distraída? Es que le estaba pasando justo ahora, le asustaba eso, el súper poder que tenía (y que recién descubría) de poder ponerse en modo automático y lograr pensar en tantas cosas sin romperse una pierna.
Astrid ya había admitido varias veces (VARIAS) que Hiccup Haddock le gustaba. Pero ahora parecía ser distinto, extraño, menos como algo dicho al aire y algo mucho mas real, mas tangible. Sólido, algo que si se decía, de verdad se iba a considerar en serio. Tal vez esa era la razón de porque ahora estaba notando todos estos traumas, todas estas emociones.
Oh, did I say too much?
I'm so in my head
When we're out of touch.
Rara. Fuera de personaje. Como si la persona que la estuviese escribiendo de forma oxidada. Ese sentimiento de "yo no sé por que estoy así" y mientras mas lo pensaba peor era la cosa...
Y mientras mas pensaba en Hiccup la cosa empeoraba mas. Mas, mas, mas...
I really, really, really, really, really, really like you
And I want you, do you want me, do you want me, too?
Y puedes pensar que Astrid solo quiere hacerlo por Hiccup, puede ser que sea así, pero también quiere demostrarse que puede ser mejor persona. Tal vez sea solo la epifanía de darse cuenta de que no estaba siendo la mejor versión de si misma.
It's like everything you say is a sweet revelation
All I wanna do is get into your head
Puede ser que su mejor versión sea mejor que la de Camicazi. Y es que eso también la molestaba demasiado, había palabras que le molestaban cada que Camicazi llegaba su mente.
Novia. Ex novia. Hospital. Panquecitos...
Yeah, we could stay alone, you and me in this temptation
Sipping on your lips, hanging on by thread, baby
Dioses, Astrid, ¿podrías calmarte por un momento? Basta de sentirte así, realmente no necesitas nada mas. Piensa en la cita que tuvieron antes, en la que Hiccup seguía ciego y lo único que hicieron fue ver películas (escuchar, en el caso de Hiccup) todo el día hasta que se hizo de noche. Lo habían pasado bien y aunque no sabía como habían llegado a esa situación, que los sentimientos en su pecho sentía que habían llegado no sé, demasiado rápido.
No podía ser amor, o sea, no de ese amor, ya saben cual. No puede ser, o sea, es... es...
But I need to tell you something
Bueno, puede ser que para Camicazi no sea tan complicado.
Vale, todos estos pensamientos les causaban nauseas. Nauseas que llegaban a doler en la boca del estomago, tal vez se debía a la rabia que le causaba, los celos... celos. Celos.
Todo esto la abrumaba demasiado. Hiccup la abrumaba demasiado.
Oh, did I say too much?
I'm so in my head, when we're out of touch
Solo mírenlo (ella siempre quería gritar eso), mírenlo ahí, ajeno a todo. La estaba viendo caerse a pedazos, ¿entienden? A PEDAZOS, y solo estaba ahí, mirándola hacer piruetas, con esos ojos que tanto le gustaban.
Who gave you eyes like that?
Said you could keep them
I don't know how to act
Or if I should be leaving
I'm running out of time
Going out of my mind
I need to tell you something
Yeah, I need to tell you something
Es mas justo ahora sentía esas nauseas, sentía esa patada en el estomago, ese dolor subiendo como si fueran ondas expandiéndose por desde el centro de su vientre, tibio, pero quemaba un poco. Y las nauseas incrementaban hasta transformarse en asco, un asco incontrolable que le cortaba la respiración.
YEAH!
Le causaba calor, ocasionaba que todo se pusiera brillante y un zumbido a sus oídos.
Astrid, me parece que estos no son solo celos.
— Astrid?
No, esperen, es vomito real.
No fue un chorro muy grande, nada aparatoso ni muy asqueroso. Nada que valga la pena describir.
— ¡Oh!
— ¡Ewwwww! — chilló alguien detrás de ella. Tuffnut le rodeo y creía haber visto que Heather le quitó el pelo de la cara. Jadeó, tragó saliva, que le supo terriblemente amarga.
La canción terminó, inhaló de nuevo, esta vez tranquilizando un poco el gesto. Al alzar la vista, se fijo en el que el rostro de Hiccup se descomponía en preocupación. No solo eso, ya se había levantado de golpe y caminaba apresuradamente hacia ella.
— Ruff...— jadeó Astrid antes de hipear. Respiró hondo, quería hablar, aunque el ardor de la garganta por la quemazón de jugo gástrico se lo ponía difícil.
— ¿Que pasa? — inquirió la gemela, confundida. Más de lo usual.
Heather se adelantó a la respuesta, después de pedirle a alguien que trajera una botella de agua. Astrid no se había dado cuenta de que ya la habían movido lejos del sol del campo. Algunos le habían hecho espacio para dejarle respirar. — ¿Estás bien? ¿Quieres que te llevemos a la enfermería?
Inhala. Exhala. Astrid todavía tenía la respuesta en la punta de la lengua y no iba a dejar que la misma se escapara tan fácil.— Ruffnut… Quiero ayudarte a hacer el pastel... bugh... para la fiesta.
Ruffnut y Heather se miraron entre sí, los demás compartieron expresiones de confusión. Alguien, de hecho, comentó lo lento que parecía ser Hiccup.
—Claro que puedes, Astrid. — respondió Ruffnut sin saber muy bien qué hacer.
—Chica, ¿eso es todo? — preguntó una de las otras animadoras. — ¿Un pastel?
—Es un pastel de cumpleaños. — corrigió Tuffnut, alzando su dedo índice e indicando el error de la pobre animadora qué seguía en un estado de confusión como todos.
—¡Astrid! ¿estás bien? —finalmente, Hiccup.
—¡Para él! Para él es el pastel.
—¿Qué?
—Pues espero tenga el estomago fuerte. —opinó la misma chica, las demás asintieron con aprobación. — De verdad.
Notes:
*Mi verso favorito de: "Pretty in Possible" de Caroline Polachek. Pensé que sería bueno añadirla, la quiero mucho.
Como dije antes, este capítulo esta hecho desde hace DOS AÑOS, pero lo modifiqué hace un tiempo, hace como un mes, mientras me lamentaba de estar haciendo mi servicio social en un hospital. En realidad, mi servicio no es tan malo, pero ya saben, lamentarme es mi especialidad.
Por cierto, publico esto en la noche antes de mi cumpleaños, deséenme feliz cumpleaños. Los invito a mi casa, habrá birria y pastel.
Quiero dedicar este capítulo a mi querida Luzvel, que siempre que escuchaba esta canción pensaba en el hiccstrid. Extraño tus streams, chula.
¿¡Vieron que Charli XCX ganó TRES grammys!? Miren yo no soy tan partidaria de los premios y así, de hecho casi no los sigo, pero me pareció lindo saber que Charli se esta volviendo cada vez mas mainstream. Se lo merece mi niña.
Hasta otra
Chapter 16: Teenage Dream
Notes:
Así que, vuelve arrastrandose.
No mentira, es que pasaron muchas cosas, amigos, de verdad, pero al menos ya tengo avanzados algunos capítulos de colchón. wup wup wuuuup.Puedes escuchar la playlist completa en: Spotify o también en Youtube pero ahí está un poco a cuenta gotas eh. Cuidado.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
La verdad es que la razón por la que Astrid no es buena cocinando es por su escasa paciencia. Eso y que a veces, no sabe combinar bien ingredientes… y que no sabe cuándo se debe pedir ayuda. Ya se lo han dicho, tal vez cientos de veces, y había mejorado bastante con el paso de los años, pero tampoco ha sido tanto. De hecho, justo ahora, mirando el horno, preguntándose por qué su ego había sido tan grande y molesto como para no haber comprado un pastel en una buena pastelería.
O pedirle a la madre de Fishlegs que lo hiciera. Tal y como le había prometido a Hiccup.
A pesar de eso, estaba ansiosa por probarlo, temía haberlo echado a perder. Como el tic tac del temporizador la desquiciaba , llevaba puestos los audífonos, también le servía para sumirse en sus pensamientos y no escuchar el ruido de fondo: la campanilla, el sonido tintineante de las tazas, incluso el café cayendo a ellas lentamente, el vapor del agua caliente, hielos chocando contra otros... definitivamente era mejor escuchar canciones tranquilas, tratar de no pensar que eran las diez de la mañana y que no había pensado en ningún outfit para la fiesta de mañana por la noche, de hecho, no sabía que eso podría estresarle tanto, ¿cómo vas a arreglarte el cabello? No me digas que vas a usar una trenza.
Por supuesto que no.
Bueno, puedes usar el mismo que usaste la noche del baile, creo que no describí que te hiciste una cola de caballo baja, podrías ondularte el cabello...
No quiero usar la tenaza.
Tienes razón, no hay más protector de calor, bien, puedes...
¿Dejarme el cabello suelto?
Ni que Hiccup tuviera tanta suerte. Suspiró y posó su mentón sobre su mano, todavía con la mirada perdida hacía el horno. Ruffnut y Heather habían supervisado todos los ingredientes, Tuffnut le había ayudado a pesarlos, el relleno de queso crema estaba ya hecho, en el refrigerador, así como el betún de mantequilla con azúcar. No había forma en fallar con esta receta, no había hecho nada mal, hasta midió la temperatura del horno con uno de esos termómetros especiales; estaba usando un maldito temporizador en forma de gatito…
No había forma de fallar, sin embargo, si ese estúpido pastel sabía demasiado a polvo para hornear o se quemaba, Astrid tendría un ataque nervioso.
Es solo un maldito pastel.
Ya, pero ella no sabe hacer pasteles. Pero no iba a admitirlo, no iba a admitir que Camicazi era mejor que ella, no, no era tanto por eso, bueno sí un poco, aunque no le iba a dar es gusto. Esto no es una competencia, Astrid no estaba compitiendo de una forma patética contra Camicazi. Sin embargo, no podía perder, necesitaba demostrarles a todos que ella podía mejorar, que esto no era un maldito amor simple de verano. O primavera.
La primavera está llegando. La temperatura está subiendo. Todo estaba cambiando de alguna manera, se estaba sintiendo rara, demasiado rara para su gusto, es decir, ¿Por qué le estaba tomando tanta importancia a su outfit? Y dioses, en serio, este es un pastel y...
Basta, necesitas dejar de mirarlo. Se giró e inhaló hondo, echó un vistazo (mejor) a la cocina de la cafetería, tratando de buscar algo en qué entretenerse. Tal vez podría ir con las chicas a buscar un vestido, sí, eso le gustaría, pasar un tiempo de calidad con sus amigas, buscar un vestido azul, cualquier tipo de azul, es decir, cualquiera podría combinarle a la perfección. No compraría unos nuevos zapatos, definitivamente no...
Igual tenía la tarde completamente libre. Podría pasársela en el centro comercial todo el día, es temprano, claro que se puede...
Miró su teléfono al sentirlo vibrar, o tal vez no tenía la tarde tan libre. Es un día antes de la fiesta, quizá Hiccup quería verla, seguirle interrogando sobre algunos detalles para sentirse listo de sobrevivir a una fiesta sorpresa. Le parecía lindo que no supiera cómo reaccionar ante las fiestas, era natural, no es como si Astrid recordara haberlo visto en varias fiestas, tuvo suerte de verlo en el baile de beneficencia. No le parecía un terrible cambio de planes, al contrario, le gusta esa nueva opción.
Comprar un nuevo vestido suena demasiado innecesario, ¿no? Es decir, sí él no la había visto en las fiestas anteriores, no importaría demasiado reciclar alguno de ellos. Le haría un favor al mundo al no alimentar más ríos con ropa fast fashion, y no iba a mentir, ella también quería verlo.
Sonrió al ver su mensaje, curiosamente solo era un saludo y no una invitación de verse, bueno, tal vez se había adelantado a cancelar sus planes demasiado rápido, pero no todo estaba perdido.
Ya ni siquiera estoy pensando en vestidos.
— Finalmente.— dijo Ruffnut, mirándole desde lejos. Heather, quién se encontraba en la barra, alzó la vista.— Ya dejó de mirar ese pastel. Dioses, temía que fuera a abrir el horno antes de los cuarenta y cinco minutos o que le fuera a dar mal de ojo.
— El Mal de Ojo solo les da a los bebés, Ruff.
— Nope, les da también a los pasteles, por eso no se esponjan.— Ruffnut negó con la cabeza. Ella tiene razón, además, a diferencia de los bebés, no se puede curar un pastel con mal de ojo—. Al menos ya dejó de mirarlo.
— Me preocupa un poco todo esto.
— Nah, el pastel estará bien, digo, solo lo ha visto por veinte minutos, tampoco es tanto como para hacerle un mal de ojo.
— No me refiero al pastel.— Heather frunció el ceño, basta de hablar de pasteles con mal de ojo—. Me refiero a toda la situación.
Ruffnut ató los hilos con rapidez—. Tal vez un poco, pero ya sabes lo obsesiva que es Astrid cuando quiere conseguir algo. Es capaz de hornear un pastel de zanahoria, casi sin ayuda... ¡recibió nuestra ayuda!
— De verdad quiere que todo salga bien mañana.—Opino Eret, entrometiéndose en la escena de una forma casi espeluznante, porque ninguna de las dos chicas lo había visto. Para ser alguien tan grandote, era algo silencioso. Recibió, por lo tanto, miradas confundidas—. Oh, lo siento, ¿Cómo están, chicas?— saludó, con su típica sonrisa que en otro capítulo hubiera derretido a Ruffnut, sin embargo y para su sorpresa, en esta ocasión no tuvo ninguna respuesta por parte de ella.
Es más, no hizo ningún gesto, ni le preguntó que quería o algo así, solo se colocó en posición de cobrarle y esperar qué era lo que quería. Eret no pudo evitar sentirse confundido, vaya, no es como que se haya sentido herido por eso, pero era extraño. Ya se había acostumbrado a esa efusividad de sus saludos, ¿Que había cambiado?
— Hola, Eret.—saludó únicamente Heather, también alternando la mirada entre el muchacho y Ruffnut. Estaba de acuerdo con que era extraño.
Igual quería su café.— Ruff, ¿podrías darme un café helado con canela sin azúcar?— pidió con suavidad, Ruffnut (quien ya sabía de memoria su pedido), anotó el pedido en un papel y se lo pasó a Tuffnut sin decir ni una palabra. Tuffnut sí que le saludó, al hacerlo, vio de fondo a Astrid, quien estaba tecleando algo en su telefono—. ¿Por qué Astrid está aquí?— preguntó, con genuina curiosidad.
Hora de su novela favorita. La de todos, a decir verdad.
Heather tomó aire—. Vino a hornear el pastel para Hiccup, ya sabes, para la fiesta de mañana.— respondió con simpleza, ahora los dos mirando a Astrid—. Es de zanahoria, a él le encanta el pastel de zanahoria.
— ¿Cómo lo sabes?— además, era extraño. El pastel de zanahoria es mas de invierno, ¿no?
— Hiccup le dijo que quería ese pastel ese año. — Eret la miró extrañado, ella tuvo que ampliar la explicación—. Hiccup ya sabe sobre la fiesta, Astrid se lo dijo. Pero no le digas a los gemelos o a los demás, eso arruinaría la emoción.
Ruffnut le pasó su café, bueno, algo así, porque antes de dárselo, ella esperó a recibir el dinero. Cosa rara, también, usualmente no tenía que pagarlo, y usualmente ella le daba un pastelito, o una galleta, o un trozo de pastel.
Vamos, no es como si realmente lo extrañara, pero era raro.
— Gracias.— ni siquiera esperó el cambio. Ella tampoco se lo dio de todos modos.— ¿Así que... dejaron que Astrid hiciera el pastel?
— No, lo salvamos, la supervisamos todos nosotros.— Heather señaló a su alrededor. Eret asintió dándole un sorbo a su café, el cual al menos, seguía exactamente como lo recordaba. — Ella lo está vigilando, ya sabes, se tomó muy en serio todo esto.
Eret se encogió de hombros. — Huh, eso es bueno, ¿no? — preguntó, Astrid le sonreía al telefono mientras respondía. Realmente no veía el problema, sin embargo, Heather no estaba tan convencida. — ¿cuál es el problema? ¿qué les preocupa tanto?
Heather suspiró. — No hay ninguno, es algo raro, no sé, nunca la había visto así. — admitió, recargándose en el mostrador, ambas manos unidas. — Todo estaba muy bien, hasta que llegó la ex de Hiccup, la cual es inquietantemente parecida a Astrid. — entendible, eso confundiría a cualquiera. De verdad. Eret hizo un sonido de aprobación. — No lo sé, ¿no tienes el presentimiento de que algo malo está a punto de suceder?
Ella ya se había visto suficientes películas como para detectar este momento de relleno, Eret, a pesar de que también, no creía que estuvieran en alguna película de esas.
—Creo que están exagerando, todo va a salir bien, ya lo verán. —Eret sonrió con confianza, Heather esperaba que no estuviera equivocado. — ¿Ya tienen todo listo para mañana?
—Por supuesto, mientras Astrid usaba la batidora no paró de dar órdenes. — esta vez, el que respondió fue Tuffnut, quien llegó de improviso, secando sus manos en el mandil. —Oh, cierto, estás invitado a la fiesta. Te toca traer refrescos. Nada de alcohol.
Ruffnut saltó de su sitio, asintiendo. — ¡Nada de alcohol! Es en casa de Hiccup, y el señor Haddock tiene una amplia ley anti-alcohol…
—No pensaba traer…
—Así que no piensen ni en siquiera olerlo. — terminó Ruffnut, Eret se encogió de hombros y siguió bebiendo. — Literalmente ese hombre puede olerlo a metros de distancia.
Mientras Eret pensaba en lo divertido que esto sonaba, y sabiendo que, al haber tanta gente era algo imposible mantener una fiesta completamente limpia de alcohol, vio que Astrid tomaba sus cosas y se levantaba. Ella apenas se dio cuenta de que él estaba ahí y se quitó un audífono.
—Hola, Eret. — ¿por qué en este momento de la historia todos estaban apareciendo de la nada? ¿es acaso un recurso literario del autor del que ya ha abusado mucho? Probablemente. — ¿Cuándo llegaste? — le preguntó mientras caminaba hacia él.
—Hace unos minutos, vine por un café y para ayudarles con la fiesta. — explicó de forma casual, Astrid asintió y antes de que pudiera darle la lista de refrescos que Eret debía llevar (que detallaba marcas, cantidad en mililitros y en botellas), él se le adelantó. — ¿Ya te vas?
—¿Eh? —eso la sacó de cuadro, no esperaba esa pregunta tan repentina. — Ah, sí. Hiccup y yo saldremos… y alguien debe mantenerlo ocupado. — ajá claro, mentirosa, como si ellos no lo supieran. Bueno, quizá los gemelos no lo sabían, pero igual no eran tontos. Tan tontos. — Además antes de poder decorar el… — según ella, Eret no sabe lo del pastel, ¿o sí? — Estoy… estamos haciendo un pastel para Hiccup.
—Y no puede sacarlo del horno hasta dentro de veinte minutos—. Agregó Ruffnut, siendo más una advertencia para Astrid que una indicación, la cual solo respondió rodando los ojos. Vale, vale, ya, lo había entendido las primeras cinco veces. No iba a abrir el horno.
— Tal parece que no lo puedo decorar hasta que este frio—. Ella se encogió de hombros. — O eso es lo que estos sujetos dicen.
Ruffnut lo tomó personal. — ¡No es lo que yo digo! ¡Ese pastel se romperá en mil migajas si lo desmoldas caliente!
—Es por eso que esperaré a que este frio. — Astrid le respondió a la defensiva, harta ya de todo el tema del pastel. Un tonto pan con azúcar y zanahoria no debería ser tan difícil. — Vendré en la noche, antes de cerrar y lo decoraré. — o bueno, lo cubrirá de crema y luego le pedirá a su amiga que realice los detalles. Mientras ella supervisa, claro, pero eso Ruffnut no tiene que saberlo justo ahora. Sacó la lista, la cual era una hoja de bloc con su letra—. Y tú, consigue refrescos. La fiesta va a ser en la casa de Hiccup, y tienes que estar dos horas antes, necesitamos manos. ¡No se te ocurra traer alcohol! —agregó rápidamente, antes de encaminarse a la salida.
—¿A dónde vas? —preguntó Heather, mientras Astrid se acercaba rápidamente a la puerta, esperando que Hiccup ya estuviera a punto de llegar.
—A mi casa—. Respondió desde la entrada, ¿cómo? ¿tanta prisa para ir a casa? —. Necesito mi traje de baño.
You think I'm pretty
Without any make-up on
You think I'm funny
When I tell the punch line wrong
I know you get me
So I'll let my walls come down, down
Berk en sí no tiene nada de atractivo. Ya lo he dicho antes, es un pueblucho sin nada de especial a pesar de que tenía bosques preciosos y una playa linda, aunque insípida. En primavera, después del deshielo, no era lo suficientemente cálida como para albergar jóvenes universitarios, ni tenía olas asombrosas o buena vida nocturna. Sin embargo, tampoco era tan impresionante como para transformarla en una playa familiar, no había tantos comercios ni actividades interesantes.
Solo era una playa plana. Pero al menos lo intentaba. Había algunos restaurantes familiares que eran buenos, un árcade que parecía congelado en los años noventa, algunos puestos de baratijas, una fuente de sodas con comida rápida congelada que no era tan mala… vamos, para una cita estaba bien.
Hoy era de esos raros días en los que Berk está soleado. Casi. No estaba despejado, sin embargo, las espesas nubes grises que solían cubrir el pueblo no estaban; en su lugar unas esponjosas, blancas e inofensivas ocupaban el cielo, algunas tan translucidas que más bien parecían vapor cubriendo parte del cielo. La temperatura daba unos aceptables 25 grados centígrados, sin embargo, la brisa se encontraba todavía gélida, como un recordatorio de que, aunque febrero esté llegando a su fin, seguía siendo febrero.
La nieve ya se había derretido, la arena gris ya se encontraba un poco seca, algo de pasto emergía de la misma. La hierba era tan alta que le llegaba a la cintura en algunas zonas de la playa. El agua debía estar helada, y la playa vacía. Solo se llenaba los días de la Regata, para ver los barcos de los pescadores, fuera de eso, la playa solo era visitada por pescadores y turistas que iban de paso, en camino al siguiente pueblo.
Era lindo de todas formas, le gustaba sentir la brisa fresca en su rostro aunque le alborotara los cabellos sueltos de su trenza floja. Miraba por la ventana a través de sus lentes oscuros, escuchando la radio de la pick up.
Este es el episodio de la playa.
Before you met me
I was a wreck
But things were kind of heavy
You brought me to life
Now every February
You'll be my valentine, valentine.
Hiccup movía la cabeza al ritmo de la canción, tarareando desafinadamente, Astrid reparó en él con gracia.
—¿Qué? —preguntó Hiccup con un humor excelente, con su sonrisa torcida.
Astrid sonrió con más amplitud. — Eres un ridículo. — dijo, Hiccup solo arrugo la nariz, sin darle importancia, ella continuó hablando. —¿por qué la playa? ¿qué tramas?
Él se encogió de hombros. — Me gusta la playa, pensé que sería divertido. — de vez en cuando apartaba la vista del camino solo para verla, si se demoraba más de un segundo, ella le empujaba la mejilla, regresando su mirada al camino. No es como si hubiera demasiado tráfico o una ruta muy transitada. Aun así, no sean como Hiccup al manejar. — ¿No te gusta? Todavía podemos dar la vuelta.
—Hace años que no voy a la playa.
—¿Ni siquiera con Ruffnut y Heather? — preguntó Hiccup con genuina curiosidad. Para él, los populares, los que se encontraban en la cima de status quo, debían pasársela aquí—. ¿qué no es un lugar cool?
Astrid se rio con ganas, negando con la cabeza—. ¿La playa de Berk es un lugar cool para ti?
—Es divertida, tiene todo lo que un adolescente podría desear.
—Oh sí, hamburguesas, papás fritas y maquinas tragamonedas. Todo lo que un adolescente de los ochentas podría desear.
—Oye, suena a una buena cita. — se encogió de hombros, pensando por una fracción de segundo que tal vez a ella no le gustaría hacer este tipo de cosas con él. Sin embargo su corazón pareció repararse cuando la vio encogerse de hombros igual, de forma aprobatoria.
—Suena a algo divertido, igual el día está estupendo—. Comentó desinteresadamente—. Es raro que en Berk haya tanto sol.
—Es por mi cumpleaños—. Alardeó él, Astrid graznó una risa—. ¿no lo sabías? Mi cumpleaños es tan importante que hace que el invierno se transforme en primavera el doble de rápido—. Encontró el estacionamiento público de la playa, no le fue difícil encontrar un espacio donde meterse, a pesar de ser un buen día para, ahora sí, visitar la playa de Berk, nadie más qué él pareció haber tenido la misma idea. Más diversión para ambos.
—Ah, claro, supongo que la naturaleza se puede poner de gala solo porque es año bisiesto—. Atajó ella, antes de darle un puñetazo amistoso. Cuando Hiccup lo vio venir, se preparó para el dolor que le ocasionaría, y se sorprendió bastante cuando sintió el puño de forma suave contra su hombro. No dolió para nada, ni un poco, es más, lo hizo sonrojarse. Las cosas se congelaron por un momento, le regresó la mirada, Katy Perry seguía sonando en la radio, diciendo más cosas empalagosas, adornando como ella le miraba, ahora con los lentes oscuros sobre su coronilla—. ¿Qué?
—¿De qué? — preguntó él, todavía extrañamente cautivado, mientras ella arrugaba la frente y trataba de no reírse por verlo así.
—Deja de mirarme así—. Sonrió, se estaba riendo bobamente, y si ella fuera la espectadora de este momento, sentiría vergüenza ajena. La misma que sentía cuando veía a otras parejas actuar así.
—¿Cómo te miro?
—Ya sabes cómo—. Ahora ella se estaba ruborizando. Oh, vamos, ella se prometió que no iba a hacer cosas como estas, apartó la mirada un momento para intentar no seguir sintiendo el picor de miles de alfileres en toda la cara, que la forzaban a sonreír y enrojecerse mas y mas—. Andando, tenemos…— ni siquiera supo en que momento la tomó de la mejilla y le plantó un beso suave, tal como había sido su golpe amistoso. Solo presionó sus labios, estático.
You make me
Feel like I'm livin' a teenage dream
The way you turn me on, I can't sleep
Let's run away and don't ever look back, don't ever look back
My heart stops
When you look at me, just one touch
Now, baby, I believe this is real
So take a chance and don't ever look back, don't ever look back
Duró unos segundos, como tres, la miró con intensidad después de eso, sin separarse mucho. Ella seguía confundida, pero no se quejaba por esto, al contrario, le había gustado bastante, quería besarlo ella también, e iba a hacerlo, hasta que escuchó el ladrido de Toothless desde el asiento trasero, así como un sonido agudo proveniente de Garff.
Ambos se rieron con suavidad. — Creo que piensa que lo estás avergonzando. — murmuró Astrid, como si no quisiera que alguien más le escuchara. Él le acarició el cabello con mimo.
—¿Ah sí? — alzó las cejas como si fuera algo serio—. Es que cree que me estoy adelantando. No estoy siguiendo lo que planeamos, ¿verdad, amigo?
Toothless volvió a ladrar, como si estuviera afirmando.
—De acuerdo, de acuerdo. — Hiccup se separó y le quitó el cinturón a Astrid, después a él mismo—. Vamos a seguir el plan en orden.
Primero, dieron una vuelta por el pasaje turístico, deteniéndose para ver las baratijas que se ofertaban por ahí, Hiccup siempre sugiriéndole a ella llevarse algo, cosa que ella negaba. Aun así, él tomaba notas de lo que parecía gustarle a la rubia, trataba de escapársele para comprarle algo, aunque ella siempre parecía saber todos sus movimientos.
Prefería jugar con él en el árcade, vamos, ¿a quién no? Astrid compró suficientes fichas para los dos (me lo debes, Hiccup, por lo del helado, ¿recuerdas?), para empezar, decidieron irse por ese juego viejo donde derribas patos (Duck Hunt), el cual parecía más una pantalla gigante con dos pistolas típicas de videojuegos.
¿Sabían que Astrid tiene una excelente puntería? Bueno, seguro que ya lo saben, pero es algo que Hiccup descubrió hoy recién. Casi nadie le había vencido en puntería, así que curioso, la llevo a otro juego parecido, pero con un poco más de dificultad: el juego de la casa embrujada, en el que vas en un carrito y le apuntas a los zombis, mientras sientes la vibración y la música, te vas aturdiendo. Contra todo pronostico, Astrid le ganó y con suma ventaja.
—¿Ya has jugado estos juegos antes? — preguntó él, impresionado y extrañamente sonrojado. Ella le sonrió, negando con la cabeza.
—No. — rio con algo de sorna y como si fingiera desagrado al juego. Los videojuegos no eran su fuerte, o al menos eso pensaba al ver a la gente jugándolos, la verdad era que jamás había tocado un control en su vida. Astrid estaba tan sorprendida como él—. Mi tío me enseñó a disparar.
La sonrisa de Hiccup se borró automáticamente al escuchar eso—. ¿Sabes disparar? — titubeó, primero que nada, estaba sorprendido por como lo dijo, se lo confesó como si le hubiera contado que cenó ayer.
—Claro que sé, mi tío es policía. —Astrid está acostumbrada al shock que produce que sepan que ella sabe disparar, la palidez se incrementa cuando ella añade que ha disparado desde un revolver hasta una escopeta. Pero no le gusta, así como su tío le dijo: era solo para defensa personal—. ¿Ese es guitar Hero?
Hiccup cayó en su trampa para distraerlo, se giró y observó el juego—. ¡Ese es buenisimo!
Ninguno de los dos es bueno en guitar Hero, creanme, aunque los dos se la viven escuchando musica, ¿saben quién sí es bueno en ese juego? Tuffnut, él se sabe todas las canciones de rock ochentero y noventero que abunda en el guitar Hero. Respecto al juego de las canastas, Hiccup tiene la ventaja por la altura y los brazos largos, sin embargo, no la llevó solo para alardear que es bueno en un juego que no tenga que ver con pantallas, sino para abrazarle por detrás y ayudarle a anotar una canasta.
Y ganarse un beso.
Bueno, dos.
Los juegos de carreras de autos fue uno en el que también tuvo que dejarse perder (por muy poco), verla reír con triunfo es una de las cosas que no sabía que amaba tanto de ella, escucharle gritar por la adrenalina inducida, incluso volvió a darle algunas palmaditas en el hombro. Astrid golpeaba con furia a los topos con ese mazo innecesariamente grande, y él le explicaba qué se tenía que hacer en Street Fighter, ambos gruñían desesperados en el donkey Kong y Astrid buscaba desconcentrar a Hiccup mientras él intentaba alcanzar la mayor puntuación.
—Ah, mira—. Señaló Hiccup, mirando la maquina de golpe. Esa que tiene una pera de boxeo y te dice que tanta fuerza tienes—. Creí que la habían quitado desde que Snotlout se rompió la muñeca.
—¿Cuántas veces Snotlout se ha roto algo? — preguntó ella, divertida por la anécdota.
—Te sorprendería. — Hiccup se arremangó la camisa de cuadros verde que traía encima de una playera gris, mostrando sus pulseras, colocó una ficha para activarla. Es una buena oportunidad para demostrarle a Astrid que de vez en cuando hace pesas y que carga veinte kilos con los ejercicios de tríceps y cincuenta en barras (bueno, casi muere, y Snotlout estuvo atento a que su primo no se estrangulara con una pesa gigante), que no era ningún pelele, ¿eso es atractivo para las chicas, no?
—¿Qué haces?
—Mira esto. — se preparó para dar su mejor puñetazo con la mano izquierda, Astrid, cruzada de brazos, miraba sin ocultar lo absurdo que le parecía la situación. Le vio apuntar, cerrar bien el puño, mover su pie hacia atrás, y pegarle con fuerza.
¡PUM!
Hiccup esquivó la pera (por poco se rompe la nariz, que susto), y vio la puntuación, ¡ochocientos puntos! ¡era más de lo que recordaba que había ganado antes! ¡cielos!
La miró con toda la ilusión del mundo, ella le beso en su mejilla y le revolvió el cabello colocándose de puntitas—. Vaya, que fuerte. — le aduló medio seductora, medio bromeando. Viendo que quedaba una oportunidad más, ella tuvo una idea. — ¿puedo intentarlo? — dijo antes de prepararse para golpear sin esperar su respuesta. Hiccup asintió de todos modos.
—Claro, ¿necesitas ayuda? —le preguntó, Astrid negó con la cabeza—. Cuidado, puede que esté un poco…
¡PUUUUM!
La máquina tembló de forma preocupante, incluso el señor encargado del árcade volvió la vista, Hiccup no pudo evitar quedarse boquiabierto mientras miraba como la maquina se volvía loca al indicar por primera vez la puntuación de mil puntos, lanzando tickets por doquier.
—Creo que con eso nos alcanzará para un buen premio. — le dijo, orgullosa. Hiccup, cautivado y todavía sorprendido, asintió.
Ya en la playa, con la temperatura más alta posible en el día (plan con maña), y habiendo ganado un peluche mediano de un dragón (¡diez mil tickets para el maldito peluche mas grande! ¿¡quién tiene tanto tiempo!?) decidieron jugar con ambos perros y dejarles darse un chapuzón, hablando de todo y nada a la vez, ella recordándole que practicaba kickboxing, que por eso sabe cómo golpear, él relatando cómicamente cuando Snotlout se rompió la muñeca.
En un punto se metieron al mar, ella usando un bikini azul que él no podía para de mirar hasta que ella le robó sus lentes de sol, o cuando le empujaba al agua, jugando, ni cuando él en venganza corría (con cuidado, con cuidado arena mojada y una pierna ortopédica no se llevan), y la atrapaba para sumergirla con él. Ni siquiera importaba que la playa estuviera vacía, o que en cierto momento ambos perros se cansaron y solo los veían desde la manta con sombrilla que se suponía que era para los humanos enamorados en el mar.
Hiccup usó la misma excusa que Astrid con las fichas para pagar la comida, es de esas comidas rápidas que venden en la playa, con hamburguesas y papas congeladas, o Nuggets congelados, o comida congelada en sí. Igual tenían tanta hambre que no les importó demasiado.
—¿Ha habido alguna vez en la que tuviste mucho miedo de caerte de la pirámide? — preguntó Hiccup con genuina curiosidad, Astrid negó con la cabeza.
—No, la verdad es que no. — estaba diciendo la verdad—. Confió mucho en mis chicas… y en Tuff, sé que ninguno me dejaría caer.
—Debe haber algo que te ponga nerviosa.
Astrid se lo pensó, colocando un mechón por detrás de su oreja, tenía que volver a hacer su trenza o terminaría con cabello por todas partes. Que él la mirara así la ponía nerviosa, pero no se lo iba a decir porque eso sería demasiado ridículo.
—Sí, ¿has escuchado de los básquets? — esta es una confesión importante, Hiccup rotó la muñeca, indicando que sabía un poco, aunque en realidad, no sabía nada—. Es cuando las chicas y Tuff me hacen volar en el aire. —le recordó, ¿acaso cree que ella se va a tragar eso de que sabe como se llaman las acrobacias?
—Ahhh, es el mega salto. — recordó Hiccup las veces en las que la hacían volar impulsándola en el aire.
—Algo así, usualmente me lanzan Ruffnut y Heather, Tuffnut se pone atrás para darme mas impulso.
—¿Cómo te lanzan?
Astrid tragó antes de responder—. Las chicas se ponen en cuclillas, ponen sus brazos frente a la otra y forman una base, que se llama canasta. —explicó lo más resumido que pudo—. Yo debo de poner un pie en la base, y mantenerme firme para no caer, luego, Tuffnut me toma de los tobillos o de mi cadera y los tres me lanzan hacia arriba.
“Una vez arriba, todo es muy rápido, sumamente rápido, tengo menos de tres segundos para realizar algún giro, o dar vueltas… o solo posar y después caer de espaldas hacia ellos, lo más derecha y controlada posible o lastimaré a alguno de ellos.
—Vaya, suena… difícil.
—Es de esos trucos que la gente piensa que son fáciles, pero no lo son. —dio un sorbo a su té helado—. Hace unos años, una chica de la escuela, la antigua capitana de hace como tres generaciones, intento hacer un Básquet con patada completa… y perdió el control. Cayó a un lado del Back Spot*, le rompió el brazo y ella, la columna.
Hiccup contuvo un sonido de dolor.
—Ya sé, no pudo caminar después. Las chicas dicen que esa caída nos dio una maldición. No hemos ganado un torneo, Huh, ni siquiera ido a las regionales desde entonces… bueno, hasta ahora.
—¿Crees en maldiciones?
—Obvio no. —Astrid rodó los ojos—. Pero las chicas sí, y siempre intento convencerlas que lo que le sucedió a Torrance fue un error de concentración…
Hiccup volvió entonces a su pregunta. —¿Eso es lo que te da miedo?
Astrid dejó la papa frita que estaba a punto de morder—. Además de quedar paralitica, me pone nerviosa defraudar a mi equipo. —ahora sí la mordió, un poco más reflexiva añadió—: En especial, haciendo un básquet, el que sea, de giro, giro doble, dando patadas, en equis… todas dependen de mí, y yo de ellas, es lo que nos hace un equipo.
Hizo una pausa, era algo que jamás le había dicho a nadie. Ni siquiera las chicas del escuadrón, ni los gemelos, ni Heather lo sabían ni le tenían cuidado al momento de elevarla en los aires. Puede que le haya contado esto a Hiccup, pero faltaba una parte: no es solo con los básquets, es con los stunts, es con los giros, con los mortales hacia atrás, tanto sencillos como dobles. Estar en el aire no es el problema, es fallar.
Fallar y romperse la columna. Y ella no lo revelaría jamás, pero había una pequeña parte de ella, muy pequeña y escondida en una parte de su cabeza que le tenía algo de respeto a esa maldición.
—Yo podría ayudar, si quieres—. Hiccup interrumpió sus pensamientos cortándolos de tajo, rompiéndolos a la mitad. Se volvió confundida, por un segundo pensó que lo que quería era formar parte del equipo, se lo imaginó cargándola y atrapando la parte superior de su cuerpo, hasta que él continuó—. Soy bueno en física, puede que Viggo siempre se la pase ridiculizándome y siendo un viejo cascarrabias conmigo, pero de verdad me gusta… la física. —él notó rápidamente como ella fruncía el ceño, confundida, ¿en qué ayudarían las aburridas clases de física con esto? — Me refiero a que, bueno, hay varias ecuaciones y formulas que pueden ayudarles a que tengan menos errores. Tal vez si calculamos la fuerza de momentum que adquieres…
Astrid lo dejó hablar, ah eso. Claro que sabía sobre las formulas que la mantenían con vida todavía; no se si tú lo recuerdes, pero Astrid es la segunda de la clase (mierda, que mal suena eso), y a ella Viggo no le odiaba tanto. Sabía de las fórmulas que él decía y explicaba, pero le dejó hacer, porque le parecía lindo verle hablar de estas cosas, como si describiera algo totalmente nuevo a ella, algo sumamente raro que estaba súper contento de explicarle.
Si no fuera Hiccup, se hubiera levantado de inmediato.
Cuando terminó, Astrid asintió—. Bueno, siempre aceptamos nuevos miembros en el equipo.
—¿Eh? Oh, no, no. Yo soy un desastre bailando, tengo poca coordinación y podría golpear a alguien…
Astrid se rio—. Tu único trabajo sería verte lindo y atrapar chicas. —resumió, dejando en claro que era una broma. Miró la hora en su telefono, el invierno se está acabando, y con él, los anocheceres tempranos, en diciembre, siendo las cinco de la tarde, en el cielo parecería que eran pasadas las diez de la noche, sin embargo, ahora, a finales de febrero, el sol se había escondido un poco y se preparaba para caer sobre el agua en una hora.
No había mensajes.
—Creo que me quedo con la física teórica. — respondió Hiccup, sin poderse aún sacarse de la cabeza la idea de una porrista en el suelo del campo de futbol, agonizando sobre su columna partida en tres partes. Aterrador, hasta que recordó la siguiente cosa en el itinerario de su cita—. ¿Te gustaría ir a mi casa a ver una película?
—¿Qué tipo de película?
Se encogió de hombros—. La que tú quieras, mi padre tiene una enorme colección de blue-rays y DVD’s, hay desde películas de terror hasta dramas.
—¿Comedias románticas?
—Oh sí, desde los ochentas, pasando por todas las de Julia Roberts…
—¿De Jennifer López también?
—Hay una de ella que odio, es en la que su suegra le hace la vida imposible y casi la mata con mariscos…
—¡Esa es buenísima!
—Toda su filmografía es horrible…
—La veremos, y te convenceré que esa película es divertida. —Astrid se levantó, lista para ir a la camioneta, Hiccup le siguió—. Después de eso, debes mostrarme tu comedia romántica favorita.
—¿Me estas diciendo que “Si te casas te mato” es tu comedia favorita?
—Claro que no, solo digo que es buena. — volvió a acomodarse el cabello, dándose cuenta con pesar que tendría que re hacer su trenza, pero no iba a hacerlo mientras Hiccup le siguiera mirando de esa misma manera—. Te diré qué, veremos tu película romántica favorita y después la mía.
—Déjate el pelo suelto. —no respondió a su trato, lo cual la hizo nuevamente fruncir el ceño, luego la hizo bufar y picarle las costillas.
—Ya te gustaría.
Notes:
Que chasco, este cap me tomó como tres meses terminarlo. Ya andamos saliendo el bloqueo del escritor, yupi.
Me estoy yendo lento, porque quisiera darles más profundidad a este par, la verdad es que quisiera darles más contexto de lo que está sucediendo, que ustedes sepan más sobre los sueños de los personajes que se encuentran aquí y como se van relacionando poco a poco con la historia, hasta de los más secundarios (vale, no tan secundarios). Estoy emocionada por lo que se viene.
Agárrense, se viene lemon en el siguiente capitulo. Creo. No sé.
Entre otras noticias...
ADIVINEN QUIEN VIO A CHARLI XCX EN VIVOOOOOOOOOOOOOOOOOO AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
Esta nena, mi sueño desde adolescente, no puede ser, la vi a unos metros en el festival "pal norte" Y ME FIRMÓ UNA FOTOOOOOOO AAAAAAAAAAAAAAA
Bueno, no fue en una barricada, pero conseguí su autografo, me siento la mujer mas soñada de todas, te quiero mucho Charli uwu
Chapter 17: Diet Pepsi
Notes:
Puede que esté oxidada, puede que este lemon quede horrible. Oh, cierto, no quería que ustedes lo supieran tan pronto.
En realidad sí, porque sobre aviso no hay engaño, si o no.
Ya se la saben, los capítulos con lemon siempre son más largos. No se asusten.
Puedes escuchar la playlist completa en: Spotify o también en Youtube pero ahí está un poco a cuenta gotas eh. Cuidado
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Algo que olvidé mencionar es que la casa de Hiccup es tal vez la casa más alejada del pequeño pueblo de Berk. La más lejana y la más grande. Era una granja en la cima de una pequeña colina, rodeada de bosque y pastos verdes, toda de madera (como ya había dicho) y solitaria, bastante. Los vecinos mas cercanos estaban a tres kilómetros; para alimentar más la leyenda, el padre de Hiccup, Stoick Haddock era tal vez el hombre más rico de todo el estado, su recreativo negocio de renta de botes y equipo de pesca creció tan rápido que en un abrir y cerrar de ojos, ya era dueño de casi todos los negocios de Berk y algunos de Caldera Cay (un monopolio, lo cual es algo ilegal si me lo preguntas), y posteriormente el mismísimo alcalde de Berk.
De miedo, ¿no?
Su estilo de vida permitía que su esposa Valka pudiera tener una granja que después acomodó como una pensión para perros, gatos y cualquier animal en el condado que requiriera cuidado. Su “Santuario” como ella le llamaba, también servía como refugio para animales sin hogar; durante años, Hiccup ha ayudado a Valka a que estos animales encuentren un hogar con campañas, redes sociales, ventas de pasteles…
El estar siempre preocupada por los animales, incluso estando más pendiente que ellos que de su propio hijo (cosas que se dicen en el pueblo, mira que no me consta), el que le gusten las leyendas de vikingos, en especial las que hablen de dragones, y que haya decorado toda la casa con pinturas y demás antigüedades de ese estilo, hizo que todo el pueblo la considerara una lunática. La esposa loca del rico del pueblo, posteriormente la esposa del alcalde que estaba desquiciada.
Claro, que aunque era lo que se decía, igual las personas de Berk tenían que tragarse sus palabras cuando alguna de sus mascotas tenía algún problema o se encontraba enfermo. Ella siempre sabía que tenía cada animal, era como si pudiera leerles la mente, incluso hablaba con ellos. En serio, no es raro encontrarla hablando con las jaulas, ni en las caballerizas…
Incluso Hiccup se pregunta si ella realmente puede entenderles. Nunca se lo ha preguntado de frente y en voz alta, claro, le parecía grosero hacerlo, pero vamos, es imposible no hacerse esa pregunta. Él y Stoick no creían que estuviese loca, tal vez algo distraída, y a veces era un poquito rara, pero vamos, eso de ser la loca del pueblo era algo exagerado.
Es decir, miren al anciano Mildew, ese sujeto sí que es un lunático y además un ermitaño. Vamos, hablar con los animales es mejor que ser un viejo nazi, por favor.
Bueno, Mildew es una cosa aparte, no viene al caso.
Astrid apreciaba a Valka, al menos un poco más de lo que apreciaba a Hiccup antes (casi nada… bueno, no exactamente), ella había logrado atender a Stormfly cuando la encontró y supo exactamente cómo tratarla. Siempre estaría en deuda con ella por eso.
El camino a la casa de Hiccup es bonito, es tranquilo, y pareciera siempre que vas a salir de Berk. Hiccup otra vez había puesto musica, sin embargo, esta vez le pasó su telefono a Astrid para que ella colocara algo.
Es que se dio cuenta de algo importante, que de hecho no había notado antes.
—Es que todavía no sé qué música escuchas.
¿¡Cómo pudo pasarle!? Es prácticamente la primer pregunta que le haces a una persona cuando la conoces, ¿¡qué demonios te pasa, Hiccup!?
Astrid no le tomó importancia, solo le pareció divertido y rebuscó en el Spotify del muchacho, buscando encontrar canciones en ella que a ambos les gusten. Al verla, Hiccup insistió: — No, me refiero, puedes poner lo que quieras, no lo que yo escucho nada más.
—No quisiera alterar tu algoritmo. — se burló Astrid, ya en el buscador. Momento serio, dime, ¿cuál es la mejor canción con la que puedes presentar a Charli XCX?
—Vamos, no es como que no me vaya a gustar lo que escuches. — En realidad también estaba movido por la curiosidad, ¿qué musca podría gustarle? Imaginaba lo básico, como pop o algo así…
Algo como Taylor Swift, a las chicas les gusta, ¿no?
—A Heather no le gusta —. No es mentira, las canciones más experimentales de Charli le daban dolor de cabeza a su amiga. Hiccup insistió —. Vale, vale, ya pongo algo.
Nadie se había quejado de Vroom Vroom, decidió probar suerte.
Let's ride!
Se arrepintió en ese segundo, en especial al ver la ceja levantada de Hiccup.
Let's ride!
Vale, esto suena interesante.
Let's ride!
No suena para nada a lo que estaba esperando, de verdad.
Let's ride!
Uy y eso que no escuchaste la versión en vivo, Hiccup, Charli se desgarra la garganta.
Sí, no iba a admitir que se asustó en un principio, principalmente porque nunca había escuchado algo similar, estaba demasiado acostumbrado a las guitarras, a los típicos sonidos de distorsión de las mismas, todo muy tradicional y nada fuera del rock alternativo que escuchaba o el ocasional pop que de vez en cuando le gustaba… o lo que sea que haga The Weeknd. Esto lo tomó un poco por sorpresa.
La mujer que cantaba lo hacía de manera agresiva, como si escupiera las palabras, sonaba casi masculina (la percepción de un hombre hetero, ya saben), el bajo sonaba interesante, potente, todo el beat sonaba industrial, medio futurista, todo artificial. No podía identificar ningún instrumento musical convencional en toda la melodía, la cual iba rápido, mientras te narraba como, después de un día en la playa, las chicas querían dar un paseo en un Lamborghini lavanda…
O algo así, ¿no?
Want to take it to the highway, come on, let's go for a drive, uh
—¿Lo odias? — preguntó Astrid, gracias a los lentes oscuros era más difícil interpretar su expresión.
De hecho, Hiccup no se había decidido todavía—. Suena bastante interesante… ah, nunca había escuchado nada similar, ¿es electrónica?
—No exactamente. —Astrid, lejos de sentirse avergonzada, le parecía divertida toda la situación. Ya sabía que su música no era para todo el mundo, pero siempre es gracioso ver las reacciones de la gente con estas cosas—. Se llama hyperpop, es como el pop normal, pero más rápido, con más sintetizadores… Es complicado, pero me gusta mucho, suena liberador de vez en cuando. Y les da libertad a los artistas a expresarse, no es como el pop convencional.
Vroom, vroom!
Bitches know they can't catch me
Vroom, vroom!
Cute, sexy and my ride's sporty
Vroom, vroom!
Beep, beep, so let's ride!
—¿Así se llama la banda?
—No, tonto, el género musical se llama hyperpop. —se rio ella, Hiccup lo entendió un poco, ya, ¿y quién es la chica? — ella es Charli XCX. Creo que debí ponerte su canción más conocida, estuvo en todos lados, salió en esa película de los chicos con cáncer…
Ah, ya recordaba, su cerebro hizo clic, claro que le recordaba. Como olvidarla, Camicazi estuvo vuelta loca por esa película por casi todo un mes.
—¡Sí! ¡”Bajo la misma estrella”! — recordaba perfectamente ese nombre. Lo recordaba más de lo que le gustaría, ahora fue Astrid quien enarcó la ceja—. Vi la película, hace ya tiempo…— y se leyó el libro, pero eso no lo iba a decir, tampoco quien le obligó a leerlo. Arruinaría el momento lindo que estaban teniendo—. Oh, creo que ya sé, es la canción del avión.
—Sí, lo es, es de cuando van a Ámsterdam. — ella no iba a fingir que no la vio. Claro que la vio, Heather la arrastró al cine junto con Ruffnut. Y claro que lloró con el final—. Fue gracias a esa película que la conocí, ¿te gusta?
Le gustaba más de lo que la odiaba. Pero no iba a decirle eso. —Suena bastante bien, me gusta. Digo, no es lo que usualmente escucharía, pero es bueno para manejar. — para ahí, Haddock, no hables más. Lo vas a echar a perder.
—Tiene una afición por los carros. — respondió la rubia. Hiccup no estaba mintiendo, al menos no del todo, porque lo veía menear la cabeza, o tal vez estaba intentándolo demasiado, puede ser. Aunque eso no le molestó en lo más mínimo, por ejemplo, a ella no le gusta el rock ni los ritmos tan lentos y pretenciosos que escuchaba Hiccup, ya saben, los Strokes, Radiohead, the 1975… esas cosas no van con ella—. Me alegra que te guste. — o que al menos lo tolere.
Es parte de querer a alguien.
Hey, detente ahí. Detente justo ahí, ¿Qué acababa de pensar? ¿por qué había pensado eso? ¿por qué se había ruborizado?
No lo sabía pero Hiccup había pensado lo mismo, justo ahora tenía una imagen de sus padres clavada en la mente: Stoick comiendo uno de los desastres culinarios que Valka había preparado para su aniversario, masticando lentamente, y a él mismo, pensando “es parte de amar a alguien”.
La palabra es distinta, pero ojo, se refieren a lo mismo.
Igual esto no es tan drástico. Había canciones que ambos disfrutaban mucho, es cuestión de buscar algunas, Astrid sintió como la mano de él se apartaba por un momento de la palanca de cambios para posarse sobre su muslo izquierdo y apretar ligeramente. Un achuchón nada más y luego volvió a donde estaba antes.
La canción de pronto acabo, tan abrupta como empezó, ahora seguía una que no es de Charli, lo notaba por la convencionalidad y por el tono de voz distinto, mucho más dulce, mucho menos agresivo.
My boy's a winner, he loves the game
My lips reflect off his cross-gold chain
I like the way he's telling me
My ass looks good in these ripped blue jeans
Ella apoyó su codo contra la puerta del lado del copiloto, para mirarle directamente. Había sido especialmente dulce el día de hoy, se veía bastante lindo con esas gafas de sol, incluso ignorando el tema en el que el hecho de que esté manejando a unos escasos días de haber sido operado era sumamente peligroso; el aspecto despeinado que le había dado el viento y la sal de mar… todo eso le daba un aire diferente.
My cheeks are red like cherries in the spring
Body's a work of art you'd die to see
Untouched, XO
Young lust, let's- (ah)
Vamos, que se ve más guapo que otros días. Se ve mucho más atractivo que siempre, si eso es posible; hoy se había dejado la barba crecida muy poco, no tenía camiseta encima de su playera blanca y simple, sin estampados raros o nerds, dejando los brazos al descubierto, ahora mismo mostrándole la cicatriz de su brazo roto, la cual se mostraba como una línea larga atravesada por otras, de un tono mas claro que su piel, los músculos y los nudillos sobre la palanca de mando, el otro brazo sosteniendo con decisión el volante…
When we drive in your car, I'm your baby (so sweet)
Losing all my innocence in the back seat
Había algo en él que no era normal, ¿cómo podía ser así de atractivo? Era extraño, casi magnético. No ayudaba el sol de la tarde y su repentino cambio a amarillo, anunciando que dentro de poco iba a anochecer, iluminando su piel. Raro.
Say you love, say you love, say you love me (love me)
Losing all my innocence in the back seat
Notaba todo, notaba que él ya sabía que ella lo estaba mirando, notaba también que estaba dando todo de sí para no apartar la mirada del camino, que lo estaba poniendo nervioso sin haberle dicho ni una sola palabra. Solo mirándole ahí, conduciendo por las afueras de Berk, subiendo la colina que llevaba a su casa, intentando mirar a otro sitio, buscando algo más en que fijar su atención. No estaba el auto de su padre, lo cual no es raro, puede que su madre siga en la veterinaria, porque la Van de la misma no estaba enfrente de la casa, muy conveniente, puede que ellos vuelvan cuando ya haya anochecido, quizá antes de las ocho, quizá después.
Break all the rules 'til we get caught
Fog up the windows in the parking lot
Summer love (ah, ah), sexy
Sitting on his lap, sippin' Diet Pepsi
Tragó saliva. Giró el volante, buscando su cobertizo, mismo donde solía dejar la pick up una vez el día acaba, en realidad no era muy grande, solo una vieja casucha con la capacidad suficiente para albergar la pick up y algunas de sus herramientas de trabajo cuando necesitaba repararla en casa y no con Gobber, un escritorio para tallar cosas o para dibujar cosas, o para lo que se necesite y ya.
You don't have to leave
Don't (leave me) have to leave (XO)
—Espera un segundo. — dijo antes de abrir su puerta y bajar de un salto de la camioneta, acto seguido, abrió la puerta de atrás, liberando a ambos perros, Toothless y Garff salieron de la misma de un salto; mientras el pitbull se sacudía, el Beagle aulló moviendo la cola y esperando indicaciones del perro mayor, algo ansioso. Ambos corrieron en dirección a las caballerizas.
It's fine, you'll never leave
Mine (baby), don't ever leave (XO, ah)
Hiccup negó con la cabeza y ahora caminó al cobertizo, abrió ambas puertas de metal, las atoró para que no se cerraran contra la pickup (ya ha pasado, ha tenido que re pintarla un par de veces… y pulir la pintura), una vez todo estuvo bien, volvió a la camioneta y se sobresaltó al ver que Astrid seguía adentro de la misma.
When we drive in your car, I'm your baby (so sweet)
—Ah, yo… je, perdona, puedes salir de la camioneta si quieres, solo voy a estacionarla. — le dijo, sintiéndose estúpido por no habérselo dicho antes.
Losing all my innocence in the back seat (ah)
—¿Quieres que me vaya? — no usó el mismo tono de voz divertido de hace rato. Esta vez era un tono más profundo, mas bajo, y combinado con su cara, era algo seductor.
Estaría loco si le insistía en que se fuera.
— N-no. — tartamudeó debido a que el cambio de voz le tomó por sorpresa. Usualmente siempre estaba alerta a estas cosas, pero hoy estaba con la guardia baja, quizá se debía a que su cabeza seguía en las nubes. — Puedes quedarte es solo que…— ¿qué? No encontró ninguna excusa para seguir su punto, su cerebro estaba en blanco, decidió dejarlo por la paz—. No importa. — arrancó la camioneta de nuevo y con cautela avanzó.
Era un proceso que hacía cada tarde, lo hacía siempre, pero justo hoy, no recordaba nada de como estacionar su propio auto en su propia cochera, por lo que prestaba especial atención a los espejos, al espacio… ¿es idea suya o hace calor?
Se supone que ya debería haber aminorado, ¿Qué demonios? Está atardeciendo. Cuando por fin pudo terminar de acomodar el armatoste en la cochera, apagó el motor, finalmente. El coche dio una sacudida y él escuchó el sonido del clic del motor; estaba a punto de retirar la llave, pensando que probablemente no iban a ver ninguna película, y justo estaba trazando un plan para eso mismo cuando ella le robó un beso.
Le había obligado a girar su cabeza tomándolo de la cabeza y acercándola a ella, el beso era distinto a los anteriores que se habían dado en el día. Esos habían sido castos, normales, aptos para estar en un sitio con mucha gente, pero ahora, que estaban completamente solos, este beso fue a más. Más húmedo, más largo y definitivamente más apasionado.
Hiccup podía sentir como los pulgares de ella le acariciaban las mejillas, para continuar el camino poco a poco hasta su cabello. En cuestión de segundos, notó el cuerpo de Astrid acercándose al de él, hasta quedar casi sentada en su regazo sin dejarlo moverse de su asiento. Lo tenía atrapado.
La lengua de ella se abría paso entre los labios de él haciéndolo suspirar y profundizar todavía más. El calor le estaba dejando de importar tanto como para hallarle sentido.
Era como una especie de dejà vú. Ya ha vivido esto antes.
Astrid, por su parte, encontró lo que estaba buscando, efectivamente los labios de Hiccup sabían tan bien como recordaba, con un poco de sal. La mano de él sobre su espalda fue la señal que esperaba, misma que ya conocía bien, por lo que se separó unos segundos primero, para agarrar aire.
Y segundo, para subirse sobre él. Lo habían hecho tantas veces que ella ya sabía perfectamente donde colocar sus piernas, cuanta fuerza necesitaba para impulsarse y como esquivar el estorboso volante. Sabía que el hacerlo en un solo movimiento, tal y como había hecho ahora, lo impresionaba siempre de sobremanera, y también sabía que una vez aterrizando en su regazo, él iba a posar sus manos sobre su cintura.
—¿Por esto no querías salir? — preguntó Hiccup, Astrid le sonrió, nuevamente llevando sus manos a las mejillas del muchacho, esta vez recorriendo con la punta de los dedos los labios y parte del ángulo de la mandíbula. No le estaba prestando mucha atención a lo que decía, le gustaba estar así sobre él, no solo eso, este era el único momento en el que ella podía verlo desde arriba—. Espera a que apague…
Le volvió a interrumpir con un beso, Hiccup pensó en que tenía que apagar la camioneta o la batería sufriría las consecuencias, sin embargo, cuando ella le mordió el labio inferior, lo olvidó. Subió una de sus manos a la nuca de la chica y la acercó aún más contra sí, la otra mano, la fue llevando de arriba abajo, rozando la espalda, apretando la cintura de vez en vez, coincidiendo siempre con cuando ella se presionaba contra su pelvis.
Su vestido era demasiado delgado, pero aún así le molestaba. Ansiaba sentir su piel, no la burda tela que la cubría, nuevamente, ella fue un paso más rápida que él, y coló sus manos debajo de la tela de su playera, recorriendo la piel todavía algo rugosa por los restos de sal y arena del mar. No fue suficiente, ella fue la primera en abandonar su boca y bajar desde la barbilla al cuello, siguiendo el rumbo de su garganta, sintiéndola vibrar con un gemido quedo de él al sentir los labios suaves de Astrid sobre la delicada piel.
No le quedaba nada más que seguir tocando, bajando por la espalda hasta sus muslos, finalmente, piel. Subió las manos de poco, extasiándose con la sensación de la piel de su compañera: se encontraba todavía algo húmeda debido al tiempo pasado en el agua, y al igual que él, aún había algunos granos de sal y arena que eran perceptibles en la punta de los dedos. Poco a poco repasaba el camino recorrido ya antes, recordando también las fantasías que ambos habían sembrado en este coche.
El mismo que hace unos años casi lo mata.
Se dio cuenta de que ella no llevaba bragas justo en el momento en el que ella encontró su yugular depositando un beso sobre ella. Se sobresalto por ambas cosas, primero que nada, porque esperaba encontrar la parte inferior de un bikini azul que lo había tenido vuelto loco desde que la vio en la playa, mismo que no podía dejar de ver mientras comían, porque la humedad de este mismo, hizo que el vestido de ella se transparentara; y segundo, porque la yugular era el punto más sensible de su cuello. No pudo evitar abrir los ojos con sorpresa mientras soltaba un gemido mucho más largo que el anterior, mismo que si no hubiera estado confundido, le hubiera avergonzado un poco.
—¿Dónde…?— le preguntó, sin aliento, ella alzó la cabeza, sonriéndole, traviesa, con la manos en el borde de su camiseta.
¿Cuándo? ¿En qué momento? ¿Cómo?
Astrid casi suelta una carcajada al verlo tan confundido, pero en especial tan vulnerable. Supuso que así se sentía Hiccup cada que él decidía mandar en esto, esta sensación de poder, aunque momentáneo, le gustaba.
—¿Por qué quieres saber dónde están? — cuestionó ella, juguetona— ¿quieres que me las vuelva a poner?
—¡No! — respondió él de inmediato. Sin embargo, avergonzado, de nuevo, por haber sido demasiado ruidoso con su respuesta, añadió en voz más baja—. No, claro que no. — leyó de inmediato las intenciones de ella, por lo que recordó la petición que le había hecho—. Espera, si vas a quitarme esto, yo…—negocia, Hiccup, sé el mandón que fuiste hace poco, vamos, no debe ser complicado para ti—. Me gustaría verte con el cabello suelto.
Otra vez eso, Astrid apartó las manos del borde de la playera y la llevó a su trenza, ya bastante floja y que pedía un retoque, el cabello brilló con la luz naranja del atardecer que se colaba por las ventanas del cobertizo, dándole un aire etéreo. Verla en ese ángulo iba a hacer que su corazón estallara.
—¿Ah sí? ¿Por qué?
Hiccup se encogió de hombros, sus manos seguían por debajo del vestido, ahora en las caderas, subió otro poco, justo donde se formaba la curva que lo volvía loco, esa que conecta a la cintura con su generosa cadera. Apretó.
— Jamás te he visto con el cabello suelto. Siempre es en trenzas y yo…— era más que simple curiosidad, más que morbo, que era lo que en un principio ella había pensado, desechó contraatacar con ese argumento cuando escuchó su tono de voz—. Apuesto a que te ves hermosa con el cabello suelto.
Eso la hizo ruborizarse, así que no había motivos. O puede que sí, puede que sea un grado nuevo de intimidad. Bajo las manos de donde las tenía, la verdad es que no le gustaba tanto llevar el cabello suelto por varias razones.
La primera, es que siempre estorbaba, en especial en las practicas de animadoras, ¿han visto los peinados que se hacían esas mujeres? Bueno, es para no tener nada que estorbe en la cara, para que nada se enganche a nada ni para perder mechones de pelo. La segunda es por el mismo estado de su cabello, es la parte que más le gusta de su cuerpo, le gustaba cuidarlo, le gustaba peinarlo y mantenerlo en orden. Suelto, su cabello le llegaba a la cintura, era grueso, pero eso no evitaba que se enredara…
Trenzarlo evitaba problemas en el día y lo mantenía a raya. Y sí siempre lo tenía bien sujeto porque no le gustaba que la gente lo tocara, de hecho se identificaba con Hiccup por eso.
Se sentía desnuda sin su trenza, vale, no en cuestión física. Sino una mas profunda, es como parte de su personalidad, ¿no? es algo que la define. Todo eso estaba pensando mientras usaba sus dedos para deshacer el tejido de la trenza, sintiendo poco a poco como la tensión, ya muy baja de por si de su cabello, se iba aminorando, como los mechones mas rebeldes se acomodaban detrás de su cabeza, tomando poco a poco su lugar, ondulados por el tiempo conservando la forma. Estaba ligeramente mojado, y un poco enmarañado, algunos de los cabellos con friz brillaban con la luz naranja del atardecer, se volvían casi blancos y formaban una especie de halo alrededor de su cabeza que la hacía verse mucho más angelical que antes.
Ella intentó peinarlo con los dedos un poco, para que no se viera tan desordenado, sabiendo que aún así sería inútil. Terminó sonriendo triunfal, porque había superado la extraña prueba que Hiccup le había puesto, ahora estaba su turno.
—Ahí lo tienes. — volvió sus manos a donde estaban previamente, Hiccup parecía estar en un trance extraño, tanto que la hizo reírse incomoda—. ¿qué? ¿tan mal me veo?
Todo lo contrario, Hiccup estaba dando todo de sí para creerse que estaba experimentando esto en verdad. Soltó una exclamación que sonó como un “guau”, al momento que abusaba de su suerte y pasaba los dedos entre los mechones rubios, comprobando la suavidad del mismo a pesar de haber estado en agua de mar hacía unos momentos. Llegó a la parte superior de la cabeza y después le besó profundamente, mientras con la mano izquierda, le acomodaba un mechón sobre la oreja.
Nuevamente se reanudó el ritmo anterior, ella finalmente pudo quitarle la playera, arrojándola después de hacerla bolita hacia los asientos traseros; Hiccup, por su parte, con la mano derecha, la no dominante, buscó en los costados de su asiento la palanca para poder reclinarlo y darles más espacio (si Astrid salta así, desde esta altura, va a darse tremendo golpazo en la espalda con el volante o peor, un tremendo golpazo contra el techo de la camioneta), torpemente, encontró una de las palancas, la cual hizo que, contrario a lo que quería, el asiento se deslizara contra el volante.
—Ay. — susurró Astrid, sintiendo la presión repentina, la erección de él encajándose contra su vientre. Para, Hiccup, al contrario, no fue nada placentero, se encontraba siseando de dolor porque la mano derecha que la sostenía por la espalda había recibido gran parte del impacto. El volante soltó un “honk” bastante ruidoso—. ¿Estás bien?— le preguntó riendo, recargandose un poco más en su cuerpo para que él pudiera liberar la mano y el claxon dejara de sonar.
—Sí, ya lo arreglo, perdona. — le aseguró con voz ahogada, antes de enviarlos hacía atrás impulsándose con su pierna derecha y parte de la izquierda—. El asiento está un poco flojo—. mustió. La fuerza fue suficiente para enviarlos lo más atrás que permitía el riel. Hiccup hizo fuerza para mantenerlos en ese sitio, mientras atoraba la palanca.
Mucho mejor, ahora tocaba encontrar una nueva, no recordaba la configuración para enviar el asiento más abajo y el respaldo...
—¡WOAH!— exclamó Astrid al sentir como el asiento temblaba y baja de golpe, ahora fue su pelvis la que golpeó su erección hacia abajo, tan fuerte que lo hizo bizquear (no es tan placentero como piensan, Hiccup casi siente que Astrid le partía la cadera a la mitad), e iba a decir algo hasta el asiento volvió a temblar, quedando como resultado que el respaldo se inclinara unos cuarenta y cinco grados. Ambos se quedaron callados unos buenos diez segundos, sin mover o siquiera pestañear.
—. Esto… se atasca todo el tiempo. — se excusó Hiccup, una vez no hubo ahora, ninguna agresión por parte de la cadera de Astrid y su camioneta hacia su pene. Ella soltó una carcajada, misma que él siguió por lo absurda que hacía sido la situación para ambos.
— Lo siento, lo siento—. se disculpó entre risas, Astrid le acarició el pecho, a modo de consuelo.
— No, no, está bien, a veces mi propia camioneta me odia—. Riendo le pescó la mano, para depositar un beso rápido en uno de sus nudillos. Astrid negó con la cabeza, tratando de tranquilizarse y volver al momento anterior, agradecía ahora tener más espacio y se acomodó mejor. Sin cuidado, le arrebató su mano pasó las manos por el dorso del muchacho, empezando por las clavículas, haciéndole cosquillas, bajó un poco más, a su pecho, notando una diferencia con otras veces.
— Te sale pelo en pecho.— susurró, sonando más maravillada que otra cosa, Hiccup casi le parta las manos de golpe, un tanto avergonzado, y hubiera resultado efectivo si ella no tuviera los reflejos de un gato al atraparle las manos—. ¿Por qué te lo quitas?
— Suelo quitármelo a veces... cuando nado y va a haber competencia o... algo así.— ella seguía jugueteando con los mismos y en vez de aumentar su vergüenza, lo hizo sentirse más tranquilo—. ¿No... no te molesta?
—Claro que no, ¿por qué me molestaría?— le aseguró, antes de seguir bajando, ahora zigzagueando por la línea de vello que se formaba de su ombligo hacía su bóxer. Se detuvo ahí, arañando con suavidad mientras de deslizaba con demasiada lentitud hacia el borde su pantalón.
Lo escuchó tragar duro.
Puede que esté nervioso porque en realidad, ella nunca había estado sobre él y por ende, nunca le había reflejado dominancia. Jamás, bueno, en el sexo al menos no, ya lo entienden. Y puede que este hecho lo tenga con la guardia tan abajo, tan a la expectativa, no era que le desagradara, al contrario…
Tembló violentamente cuando ella desabrochó su pantalón, volvió a hacerlo cuando ella liberó su miembro. No se había dado cuenta que había cerrado sus ojos hasta que parpadeó para mirarla sostenerlo con una de sus manos, Astrid le devolvía la mirada mientras su brazo subía y bajaba lentamente, el cabello cayendo sedoso de sus hombros, desde este ángulo también podía ver su escote pronunciado debido a la inclinación de su cuerpo, su sonrisa traviesa, su pulgar ocasionalmente acariciando la punta…
La musica de la radio, que no paraba de sonar. Lenta.
Era como si todo estuviera en cámara lenta, Astrid misma parecía seguir el ritmo, pero no estaba seguro de eso. No estaba seguro de nada, en realidad, salvo de lo bien que estaba sintiéndose y de lo difícil que se había tornado respirar; el aire es demasiado denso, estaba haciendo calor y se estaba aferrando con las palancas del asiento, con los nudillos casi blancos.
Astrid por su parte, le gustaban los sonidos, hacían que algo bullera en su interior, muy cerca de su bajo vientre y le animaban a continuar, siempre con la promesa de que escuchará más, más fuerte y puede que con suerte su nombre. Animada por su ambición, decidió darle lo que quería, por lo que se irguió y se impulsó un poco hacía arriba. Hiccup abrió los ojos con curiosidad al sentir que se había detenido, la imagen que tuvo fue shockeante.
La rubia usó su mano para guiarlo a la entrada, respiró hondo y fue bajando poco a poco, relajando los músculos para dejarle entrar. No pudo evitar abrir los labios, al sentirlo rozar sus paredes, apartó su mano una vez que buena parte de su miembro se encontró dentro de ella y continuó bajando apoyándose en los hombros de Hiccup. Esta posición es nueva para ambos, Astrid gimió al sentirlo mucho mas profundo de lo que lo había sentido antes, una vez fue suficiente, poco a poco empezó a subir y bajar, saltando primero conservando un ritmo lento, suave, acostumbrándose a la intromisión, tanteando el terreno.
Él por su parte, sentía algo similar, nunca había estado tan dentro de ella como ahora, a pesar de que la sujetaba de las caderas, por debajo del vestido que todavía llevaba, él no alteraba el ritmo que ella había decidido, al menos no todavía, le prestaba mayor atención a sus senos rebotando todavía atrapados por la parte superior mojada del bikini, en su lengua sonrosada entre los dientes, en el dulce sonido de sus gemidos y suspiros, en el latido de su corazón, el cual parecía acompasarse con el propio.
El ritmo de los saltos llevaba un orden: saltos cortos y rápidos para finalizar con uno lento y profundo que le hacían gruñir. El gusto por no alterar el ritmo no duró mucho, sin embargo, tuvo una mejor idea y movió la mano izquierda por las caderas, buscando algo importante, muy, muy importante.
—¡Ah! — esta vez, Astrid saltó ligeramente más alto, sin sacarlo todavía. Lo encontró, frotó con su pulgar el clítoris con la misma suavidad que ella empleó en un principio con él. Mordiendo uno de sus labios, ella retomó sus saltos, desordenándolos cada tanto, volviéndolos profundos y rápidos, o haciéndola brincar por los espasmos.
Hasta que de repente, ella hizo algo que nunca había hecho antes: besarlo. Bueno, besarlo mientras cogían. Fue otra de las cosas que le desconcertó, aunque no rechazó el beso, al contrario, lo correspondió con creces, jugó con la lengua de ella creando ese beso tan obsceno que le gustaba tanto, ahogando sus gemidos, bebiéndoselos…
Alto, el aire ya es muy denso.
Alto, no puedo respirar.
Se separó, asustado, sintiendo como ella le apretaba el cuello, con algo de fuerza (ya está, me voy a morir), le gustaba, pero empezaba a dolerle porque le estaba aplastando la tráquea. Le reacomodó la mano como pudo, liberándola.
—Usa menos fuerza — dijo entre jadeos. No le recriminó que no le hubiera preguntado antes, ya se lo cobraría después, además él no le iba a decir que no, a pesar de que de hecho, él nunca lo había intentado—. Aquí —. le indicó en una zona más abajo, al inicio de su cuello, en donde había mas músculos para cubrir la tráquea—. Me vas a matar si lo haces más arriba.
Ya me estás matando..
Ella le obedeció, se sintió mejor. La ausencia de aire aumentaba las demás sensaciones, Astrid por su parte disfrutaba el control, verlo sonrojado, sus pupilas dilatarse y la mandíbula tensarse, sus jadeos en busca de aire. Le pareció tan sexy que volvió a besarle, mientras que él ahora posó ambas manos en su trasero, ayudándola ahora sí a marcar el ritmo.
Rápido, rápido…
Le dio una nalgada, ella volvió a apretarle el cuello, como si se vengara de esa manera. Poco a poco lo arrojó al borde.
—Astrid… yo…
—¡Espera! Quiero seguir saltando…— le pidió, jadeando, con la voz grave. No le ayudó en nada, es más, empeoró la situación—. Dame, clávame toda.
En su mente, Hiccup empezó a decir el nombre de todos los dragones que conocía. Una vez nombro todos, a toda velocidad repasó los ataques especiales de su juego de cartas, sus debilidades. Estuvo a punto de relatarse a si mismo las leyendas vikingas con los dragones, las más aterradoras, de cuando los dragones se comían y desmembraban a las personas, hasta que la sintió llegar poco a poco, el ritmo ya había aumentado de ritmo, se sentía tan profundo y apretado que le estaba clavando las uñas contra la suave piel, estaba gruñendo, gimiendo, todo en voz alta, casi no se reconoce, ni siquiera la primera vez que lo habían hecho se había sentido así.
Escucharla en el mismo estado no ayudaba para nada, estaba perdiendo el juicio.
—¡Hiccup!— fue como música para sus oídos, la manera tan sensual de pronunciar su nombre, la forma en las que las sílabas se deslizaban lentamente en su voz, su lengua, contra sus dientes, los ojos moviéndose a toda velocidad, las pupilas dilatadas, el aviso...— ¡Voy a…!
La atrapó con un beso, no supo porqué, pero la sostuvo fuerte contra sí, ambos dieron un movimiento de cadera casi coordinado, permitiéndole liberarse más dentro de lo que había hecho antes y que de no tener cerrados los ojos, los hubiera puesto en blanco.
No supo cuanto tiempo pasó, ni cuando ella se separó de sus labios, solo supo que cuando recuperó un poco de su respiración, con los ojos entrecerrados, lo soltó sin pensar, en un hilo de voz casi inaudible:
—Te amo…
No se dio cuenta de que lo había dicho hasta que ella preguntó: —¿Dijiste algo? —preguntó, acariciándole el cabello, antes de besar su nariz.
Hiccup sonrió, negando con la cabeza y exponiendo sus dientes. — No…—no vuelvas a decírselo, no por lo menos de momento, lo vas a arruinar— ¿Quieres entrar ahora sí?
El frio la hizo despertar, luego un rayo de luz filtrándose por la rendija entre las cortinas la hizo abrir los ojos. Hubo un momento muy rápido en el que una sensación de desconcierto la inundó al desconocer la habitación en la que se encontraba.
Era un sitio curioso, las paredes estaban cubiertas de tablas de madera, así como el piso. La habitación era oscura debido a las gruesas cortinas que cubrían las ventanas, pero eso no evitaba que la luz rebelde del sol se colara en ellas, ni la luz amarilla de la lámpara de escritorio, quien tenuemente iluminaba la zona al fondo del cuarto.
Estaba lleno de posters, de planos y de otras cosas que Astrid en medio de su sopor, no podía identificar bien. Se levantó lentamente, una de sus piernas se había salido de la sabana, eso explicaba como es que el frío de la mañana la había despertado. No llevaba nada puesto, de verdad nada, lo único que cubría la mayor parte de su cuerpo era la sabana de la cama de Hiccup.
A su lado estaba él, roncando suavemente, de hecho no había reparado en él ni le había escuchado. Dormía boca abajo, con el cabello sobre la cara, y la boca ligeramente abierta, observó su silueta debajo de la sábana, después el como se marcaba su espalda, y como el contorno se perdía al momento de llegar a la pantorrilla izquierda. Alargó un poco su cuello para ver a un costado de la cama, encontró ropa (del castaño) y la pierna arrojada descuidadamente; eso la hizo recordar su ropa, ¿Dónde estaba? La buscó con la mirada. En realidad no había mucho que buscar, solo un bikini y su vaporoso vestido, que seguramente debían seguir húmedos.
Se levantó con cuidado de no despertar a Hiccup. Caminó de puntitas, en busca de su bolso que se encontraba sobre la silla del escritorio, había colocado unas bragas en el mismo (o al menos eso recordaba), su ropa también estaba ahí, secándose en el respaldo. Con lo delgado del vestido este ya se había secado, empezó a idear un plan de como vestirse con sus cosas... Hasta que sus ojos se posaron en los dibujos en el escritorio.
El primer dibujo que vio fue uno de Toothless hecho a lápiz. Se encontraba recostado con los ojos cerrados, probablemente durmiendo sobre una alfombra, por la forma reconoció la alfombra de la entrada de la casa; a lado de dicha hoja, había un cuaderno con más dibujos de perritos y de dragones. Observó los lápices, los borradores, los tonos pastel y los carboncillos, por ahí había un estuche con acuarelas, un vaso con pinceles por ahí y libros.
Era un completo desastre. Le pareció hasta risible la cantidad de desorden, alzó la vista al muro pegado al escritorio, en el Hiccup había colgado un pizarrón de corcho, dónde había todavía más dibujos junto con fotografías. Vio a su familia, junto con un Hiccup mucho más joven con el cabello más largo (puede que con las dos piernas todavía), una foto de Toothless cachorro y más dibujos de él. Tuvo un ligero sobresalto cuando vio una chica en los dibujos, y su corazón dio un vuelco mucho más grande al reconocerse como la chica en los dibujos.
Hiccup le había dibujado con varias técnicas, con acuarelas, con carboncillo, con lápices, lápices de colores... Le dibujaba de distintas maneras, con la luz iluminándole el rostro, ella misma en una posición de animadora, reconoció sus propios ojos perfectamente dibujados, replicando cada una de sus pestañas con detalle. Puso los brazos en jarras, observando aún más. Junto al pizarrón Hiccup pegó a la pared algunos planos de sus inventos, le pareció que había uno de su pierna (¿Para qué?), otros más de varias otras cosas que medio podía identificar debido a los títulos en ellos o por lo poco que daban a la imaginación de una persona que no tiene idea de planos.
Comederos automáticos para perros, camas con calefacción para los mismos, una especie de muñeco extraño ¿Robot? Quién sabe, una caja rara...
Otro dibujo de ella. Hiccup al parecer le había dibujado con lo que se imaginaba él que era su cabello suelto. Sonrió débilmente, no sabía que era tan importante.
— ¿Te gustan?
Otro sobresalto, Astrid está vez se giró para devolverle la mirada a Hiccup, sonrojada, como si le hubieran atrapado haciendo algo malo. Él estaba sentado en la cama, con la espalda sobre la cabecera, su sonrisa torcida y su cabello despeinado, los ojos chispeantes, tomando nota de su desnudez. El cabello rubio caía como una suave cortina, contra su espalda, había un par de mechones que le caían sobre el pecho.
Cada que la veía así, su corazón quería reventar contra sus costillas.
— ¿¡Qué te pasa!? ¡Me asustaste!— exclamó, todavía con el pulso acelerado. Lo escuchó reír y quiso arrojarle algo, buscó rápidamente en la habitación y al encontrar el peluche de un dragón negro de ojos verdes se lo arrojó directo a la cabeza.
— Lo siento, lo siento.— se carcajeó, negando con la cabeza y aguantando un poco la risa, Astrid negó con la cabeza, ahora girándose a su bolso y buscando las bragas limpias—. Es que te vi tan concentrada que no pude evitarlo.— la escuchó bufar en respuesta, de todas formas, tentando la suerte, continuó — ¿Te gustan los dibujos?
— Son lindos.— le respondió como si no tuviera importancia y como si no solo le hubiera impresionado la cantidad de ellos sino la calidad y el detalle de cada uno. Después de haberla asustado ya no se le antojaba decírselo.
Hiccup por su parte tuvo un sobresalto.— ¿Y ya?
—¿Cómo que y ya?
La verdad, es que esperaba una respuesta mucho más entusiasta. Esperaba que Astrid comentara algo sobre los dibujos que tenía de ella, quien sabe, esperaba que ella se sintiera halagada por ellos. Sacudió un poco su cabeza, pensando que estaba siendo un narcisista.
— No, nada, es...
— ¿Esa soy yo, verdad?— preguntó señalando uno de los dibujos. En realidad, no quiso decir el "verdad", sin embargo se le resbaló de la boca antes de que pudiera evitarlo; trató de disimular, como si no le importara la respuesta en caso de que está fuese negativa.
Sin embargo, Hiccup no notó la connotación que llevaba esa palabra.— Eh, sí.— de repente, como si fuera vapor, su narcisismo se esfumó al decirlo. Una cosa es sentirse orgulloso y otra decirle a la chica de tus sueños en su cara que la has estado dibujando y colocando en tu pared de dibujos por mucho tiempo. Se rascó la nuca—. Tengo varios dibujos... Bueno, no son tantos. O sea, no son muchísimos, creo. Son unos cuantos que...
Estaba hablando demasiado, su lengua se estaba enredando.
— Me gustan.— le interrumpió antes de revelar que tenía un cuaderno de dibujo casi lleno de ella. Salvado, de nada Hiccup—. Me gustan de verdad.— le aseguró con un tono menos despreocupado que el anterior y con un deje de alivio que él no notó por supuesto—. ¿Desde cuándo me estás dibujando?
Que mala pregunta.— Eh, bueno, desde hace algo de tiempo.— se encogió de hombros, sin querer decir exactamente cuánto—. Pero ha sido un poco más ahora que estamos saliendo...
— ¿Ah sí?— Astrid se giró a las hojas otra vez, la verdad es que era difícil adivinar cuánto tiempo, sin embargo no imposible. Notaba ligeros cambios en los trazos, mejoras que parecían ocultas y algunos detalles en el dibujo, como su peinado, que le indicaban que eran de hace tiempo— ¿Y cuándo los haces? ¿Mientras estamos en física?
También esa es una mala pregunta, pero no tanto.— Huh, bueno, sí... Pero no todos, algunos los hago mientras te espero en el campo... Mientras prácticas.— soltó, Astrid le regresó la mirada, genuinamente sorprendida, Hiccup pensó que su expresión era mejor que la que esperaba, esperaba algo de desagrado, pero no.
El alivio lo inundó está vez a él cuando la vio esbozar una sonrisa lentamente.— ¿En serio? ¿Eso haces mientras me esperas?— una extraña calidez le recorrió el cuerpo, le aceleró el pulso y le provocó un extraño cosquilleo en el vientre.
— Ajá yo...— jugó nerviosamente con sus dedos.— ¿No crees que es raro? ¿O que soy un pervertido?
— Ya pensaba que eras raro.— bromeó, acercándose a él. Se sentó junto a él en la cama, Hiccup hizo una mueca, eso le constaba—. Me parece muy dulce que lo hagas, no creo que seas un pervertido.
Astrid volvió a desviar la vista al escritorio, balanceando las piernas. Aunque el frío había sido la que la había despertado, ahora que su cuerpo se había acostumbrado a la temperatura del cuarto (quizá porque se estaba haciendo tarde y el sol estaba calentando la casa de madera con mucho más intensidad) y no le resultaba ya incómodo estar desnuda. Ni siquiera el cabello le molestaba a pesar de que se encontraba ligeramente enmarañado y por todas partes. No tardó mucho en darse cuenta de que Hiccup la estaba mirando, no de una mala manera, ni de una manera morbosa.
— ¿Qué miras?— le preguntó inclinándose hacia atrás, apoyándose en sus brazos, y tirando un poco la cabeza en la misma dirección.
Hiccup parpadeo, cómo si despertara de un sueño.— No, nada...— se sonrojó ligeramente, bajando la mirada.
Astrid sonrió, mordiéndose el labio inferior.— ¿Cómo lo haces? Lo de dibujarme, ¿Es de memoria o algo así?
Otra vez el tema de los dibujos—. Parecido. Ahm, no siempre es de memoria, a veces solo te veo y me dan ganas de dibujarte.
— ¿Cada cuanto pasa eso?
Sentía que el sonrojo iba aumentando en intensidad, casi podía seguir los aguijones de la vergüenza enterrándose en sus mejillas—. Cada que... Bueno, cada que...— volvió a rascarse la nuca, agitó la cabeza. Se le había colado una idea que no sabía si era buena o no—. Cada que te ves más hermosa que de costumbre.— más incomodidad, ahora lo sentía en el cuello. Ya que estaba así, podía mínimo sugerirlo, ¿No? Lo máximo que podía pasar era que le golpeara de nuevo. No tenía problema con eso.— ¿Puedo preguntarte algo?
Astrid quien ya se había sonrojado por el comentario tan dulce Hiccup le dijo, asintió, intrigada.
— Yo, ehm... Tuve un curso de dibujo, bueno, no importa, he practicado...— ¿Cómo empezar? Tomó aire, vamos, Hiccup, no es tan complicado, ella está empezando a fruncir el ceño—. Yo... De verdad me gustaría dibujar...— ya, habla bien. Es en serio.— Vale ya, ¿Me dejas dibujarte... Justo ahora?
Astrid alzó las cejas.— ¿Cómo?— oh no, Hiccup sintió un vacío en el estómago, casi se pone a temblar, ¿La confusión pasaría a enojo? Esperaba que no—. ¿Quieres dibujarme desnuda?
Bueno, que si lo dices así y en voz alta, pues de hecho suena bastante mal.
— ¡No tenemos que hacerlo si no quieres!— exclamó, sumamente preocupado. A Astrid le pareció cómico el acto, pero no se rio porque quería ver hasta donde podía llegar—. Porque bueno, puede ser vergonzoso, y... No sé porque lo dije, es algo estúpido, seguramente crees que yo...
— Hiccup...
— ¡Mierda! ¡Seguramente crees que soy un raro!
— ¡Hiccup!
Hiccup cerró la boca de manera automática. Oh, oh.
Sin embargo, Astrid no se veía enojada.
— Yo... Lo siento.— volvió a agachar la mirada—. De verdad...
— Me gusta la idea.— le interrumpió, sin esperar a que él terminara su disculpa. Daba igual, ¿No? Hiccup abrió los ojos con asombro.
— ¿D-de verdad?
— Claro, dibujas muy bien.— Astrid se enderezó y se encogió de hombros—. Suena divertido, ¿Qué tengo que hacer?
— ¿Es en serio?
— Sí, Hiccup. Es en serio.— rodó los ojos.
Hiccup entonces se levantó antes de que ella pudiera responder se levantó y casi se cae. Se volvió a sentar a tiempo y se colocó rápidamente la prótesis, ahora sí, se vistió, bueno, al menos se puso los calzoncillos. Fue a uno de sus muebles y encontró unos pantalones.
— ¿Te refieres a ahora?— Claro, no hay tiempo que perder, ¿Verdad?
— ¿Quieres que sea otro día?
— No, para nada.— sonrió. Le vio atentamente mientras se apresuraba entonces a buscar todos sus materiales de dibujo. Le pareció también dulce que dejaba un desastre cada que cambiaba algo de lugar o que las cosas se caían inesperadamente.
Una vez estuvo listo, se sentó en la silla del escritorio dándole la espalda a este, con una tabla de madera en el regazo y una hoja de papel, con lápices en la otra mano.
—¿Lista?
— Tú eres el artista, tu dime.— vaciló, sin saber exactamente como posar, ¿Esto es lo mismo que posar para fotos? No lo sabía—. ¿Cómo quieres que me ponga?
Hiccup pasó saliva. Pareció analizar un poco más el entorno, su mente trabajando a toda velocidad, como si quisiera recordar algo y al mismo tiempo como si estuviera ideando algo.
— ¿Cómo quieres hacerlo tu?
Se levantó, miró la cama desordenada. Decidió acostarse, estando con las piernas en dirección a la cabecera y la cabeza en dirección a él. Hiccup pareció entenderle.
— Espera, espera.— se levantó y e hizo que su silla se levantará un poco más. Astrid intentó flexionando las piernas, hacia su torso, no demasiado, y colocando la pierna izquierda adelante de la derecha, como si quisiera cruzarlas. Las manos las flexiono hacia su cara, con los codos paralelos a las mejillas, la cabeza no costó tanto trabajo, solo tuvo que alzar la barbilla y verle. Acomodó un poco el cabello, para que no quedará aplastado por su propia cabeza, quedó desparramado alrededor de su cabeza.
Un rayo de luz que se había colado por las ventanas le iluminaba la cara y parte del torso. Hiccup pensó que era muy conveniente, pero no se quejaba para nada.
Le sonrió.— ¿Está bien así?
Él le regresó la sonrisa, solo que torcida.— Sí, te ves perfecta.
Notes:
Datos curiosos de este capítulo:
El primero es que hace unos años (la verdad no me acuerdo) uno de los creadores de los comics de HTTYD (más específicamente "El Heredero de la Serpiente" y "Dragonvine") dijo que en el siguiente comic íbamos a ver el PRIMER DESNUDO DE HICCUP HADDOCK.
No, mentira, les miento, al menos la parte del desnudo es mentira. Solo íbamos a verlo sin camisa, y lo único que describió es que Hiccup tiene tatuado el nombre de Astrid cerca del corazón. La parte mala, es que ese cómic nunca vio la luz del día, pero la parte buena es que el fandom hizo sus interpretaciones de esta noticia, se hizo un trend tan grande que creo que el mismo creador del comic aprobó algunos fanarts que se parecían más a la visión canónica de Hiccup sin camisa.
El caso, es que uno de ellos fue uno donde tiene pelo en pecho. Para mi ese es canon y por eso puse a Hiccup con pelo en pecho.
Punto número dos, este capitulo tuvo incontables re ediciones, MUCHAS. Iba a contener más escenas adicionales después del lemon, pero me quedaba demasiado largo, así que le di un capítulo completo, mismo que también quedó demasiado largo y tuve que parir nuevamente.
El caso es que ahora tengo más capítulos de colchón. Yupi, pero también tengo más ganas de escribir más capítulos para dar más contexto de todo lo que está pasando o algo así. Creo que ahora entiendo porque a veces algunos fanfics con clichés son tan largos.
Espero les haya gustado este capitulo. Me tomó mucho trabajo volver al lemon, en serio, estoy algo oxidada, pero hice mi mejor esfuerzo.
Que bendición que Astrid te de un sentón y que casi te aplaste el pito. De nada, Hiccup.
Chapter 18: Everything Has Changed
Notes:
A veces me pasa que un capítulo termino partiéndolo en tres. De que el capítulo es tan largo que termino colocándolo en más minis capítulos que termino desarrollando.
Pasa ahora que el capítulo pasado, este y el siguiente, eran un solo capitulo, pero conforme trataba de avanzar en la trama o lo que sea, me di cuenta que tenía que partirlo y desarrollar más las cosas. Es por eso que trato de tener documentos o capítulos de colchón porque aunque planeo el fic con tiempo y así, me pasa que cambio de opinión respecto a cosas.
Este es... Un bonus track, me gusta hacer Fluff.
Puedes escuchar la playlist completa en: Spotify o también en Youtube pero ahí está un poco a cuenta gotas eh. Cuidado
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
You good to go?
Había una zona, como una línea en diagonal, que comenzaba cerca de las clavículas, atravesaba el pecho, misma que bajaba hacia el vientre y se detenía en el muslo derecho que se sentía más cálida al resto de su cuerpo.
Aunque la primavera estaba a punto de llegar, en Berk no suele hacer tanto calor, es más, no se considera un lugar especialmente cálido, por lo que podían estar a quince grados en pleno mayo. El día más caluroso registrado en Berk fue hace cinco años, que alcanzó los treinta grados.
Igual es temprano en la mañana, tenía sentido que, estando así, desnuda, tuviera un poco de frío.
All I knew this morning when I woke
Is I know something now
Know something now I didn't before
El cuarto de Hiccup estaba repleto de cosas, incluso en el techo, los posters y dibujos no paraban incluso en la madera del mismo. También había música. Siempre había música. Mientras estaba en esa posición, se preguntó dónde se encontraba el origen del sonido y tuvo el impulso de levantarse para encontrar la bocina, sin embargo, no se movió. Se quedó quieta, agudizando el oído, tratando de adivinar. Recordó que la música también sonaba el día que vino en su cumpleaños, y que había pensado que Hiccup puso música porque no había otra cosa más que oír o en que entretenerse (se necesita la vista para dibujar, ¿No?), aunque ahora que lo pensaba, la música había estado presente ayer en la noche cuando ambos subieron.
De hecho, la música ahogaba los sonidos del grafito contra el papel, y casi la hace olvidar porque se encontraba inmóvil, como una estatua contra la cama. Se permitió inclinar la cabeza hacia atrás, solo un poco, (la había vuelto hacia el frente porque Hiccup y ella llegaron a la conclusión de que estar todo el tiempo mirando hacia atrás era cansado) para confirmar que estuviera dibujando. Nunca le había visto dibujando, bueno, dibujarla. Quizá sí que le había visto, pero ella nunca se había dado cuenta de eso, además, le picaba la curiosidad de si realmente estaba haciendo algo y si sí cuál era el proceso. Así que despacio, muy despacio, le miró.
And all I've seen since
Since eighteen hours ago
Is green eyes and freckles and your smile
In the back of my mind, making me feel like
Estaba sentado sobre su silla de escritorio, bien recargado en ella, descalzo, la pierna derecha sobre la izquierda como si hiciera un restirador improvisado en el que apoyaba una tabla de madera dónde se encontraba la hoja. Usaba unos pants grises que había encontrado de por ahí y nada más salvo por las gafas sobre la nariz, que se resbalaban de a poco por el puente de la misma y que justo ahora, con el dedo índice volvía a colocar en su sitio. Astrid frunció el ceño, no la estaba mirando a ella, sino a la hoja, y parecía realmente concentrado en lo que estaba trazando. Espero un rato hasta que los ojos verdes se movieron rápidamente a ella nuevamente, cómo si quisiera confirmar algo.
Fue ahí, que ella habló.
— ¿Por qué usas gafas?— la pregunta lo sobresaltó tanto que puso demasiada presión en el papel, un poco más y rompe la punta del mismo. Ahora sí, le regresó la mirada por más tiempo— ¿No se supone que te operaste para no usarlas?
Las gafas eran de montura metálica, de forma cuadrada tan grandes que le abarcaban parte de los pómulos y las cejas. Los lentes parecían finos, sin embargo, si les prestaba atención con la luz podía ver lo gruesos que eran; son de esos lentes con tratamiento para no ser tan pesados y no hacerlo ver con unos ojos cómicamente grandes.
— Todavía tengo que usarlas de vez en cuando. En lo que mis ojos se acostumbran.— respondió, tomando el borrador y corrigió el trazo falso que había hecho—. Cuando dibujo, mis ojos hacen esfuerzo y... Uh, de hecho es la primera vez que dibujo después de la operación. No debería estar haciendo esto tan pronto. — confesó, sonriendo cómplice, trazando mejor la curva que había quedado demasiado intensa—. Por favor, no le digas a mi oftalmólogo, me matara.
— Tu secreto está a salvo conmigo.
— De todas formas, me dijo que si era absolutamente necesario, podía usar los lentes viejos para hacer dibujos o leer.— volvió a mirarle a través de los lentes—. Y esto me parece absolutamente necesario.
Astrid sonrió, esperando no haber enrojecido con el comentario. Sí lo hizo.
—¿Qué hay de las gafas de sol?
— Huh, eso es porque mis ojos son sensibles al sol... Algún día van a crecer y serán grandes y fuertes.
— Tendrás ojos de adulto.— bromeó Astrid, sonriendo, mirando al techo. Había una viga que lo atravesaba de un lado a otro, era una habitación enorme—. Me gusta como te ves con gafas, hace mucho que no te veo con unas puestas... que no sean de sol, me refiero.
Hiccup dejó de trazar, como si ella hubiese dicho algo muy importante; la verdad es que en principio no, sin embargo para él significaba mucho.
Le daba curiosidad.
I just wanna know you better, know you better, know you better now
— ¿Ah sí?
— Sí, ¿hace cuanto que no las usas?— aprovechó para moverse ligeramente e intentar desentumirse por la posición.
— Tal vez... desde lo de la pierna.— señaló con los ojos la pierna izquierda. Astrid apretó los labios, haciendo un calculo mental, ¿desde hace dos años entonces? Sí, tal vez.
— ¿Y por qué dejaste de usarlos?— inquirió, retomando la conversación, sopesando el tema de la pierna—. Un día solo apareciste sin ellos, creí que te golpearías con la puerta de tu casillero.
Hiccup se encogió de hombros—. Después del accidente, los que tenía se perdieron. La camioneta chocó y yo casi salgo volando, fue como... un tirón tan fuerte que pensé que el cinturón de seguridad se iba a romper, tuve que usar collarín por eso, casi me rompo el cuello.— vale, vale, ya entendió, tienes que dejar de contralo como si fuera algo gracioso o un anécdota genial, ¿qué le vas a decir después? ¿que tienes suerte de estar caminando? ¿qué sentiste cómo los cartílagos de la rodilla se separaban? ¿cómo se rompían los tendones? ¿como se desgarraba la piel? ¿cómo...?— Eh, eso, mi cabeza dio como un movimiento de latigazo, y mis gafas salieron volando. Nunca las encontraron, creo que quizá se cayeron en una alcantarilla... tal vez ahora estén atoradas en el desagüe.— conjeturo, Astrid notó que se estaba poniendo pensativo, y se arrepintió de preguntar. A ella tampoco le gustaba el tema del accidente—. El caso es, que mi papá me compró estas, y están bien, el único problema es que tienen esta patita—. señaló una parte cerca del ojo, donde estaba el soporte en la nariz—. Que siempre está floja. Eran un lío para mis clases de rehabilitación, así que un día dije "¿por qué no uso los lentes de contacto y me rindo?".
Astrid frunció el entrecejo.
— ¿No las extrañas a veces?— preguntó, sin querer indagar más en el accidente y sin querer detalles morbosos.
— ¿Los de contacto? Bueno, Me gusta no depender de las lágrimas artificiales. Aunque ahora las uso más, cuando estás por operarte no olvidan el detalle de decirte que las usarás todo el mes, todo el tiempo.
— Me refiero a los que estás usando.— aclaró la rubia, señalando con uno de sus dedos índice hacia la cabeza de Hiccup. Este alzó las cejas y volvió a colocar las gafas en su debida posición.
— A veces. Eh, al principio sí fue extraño, hacia este movimiento sin los lentes puestos, es como, ¿Has escuchado lo del miembro fantasma?— Hiccup, tiene que haber algo de lo que puedas hablar sin mencionar indirectamente tu pierna, cielo santo. Aunque no puedo culparlo, lo que va a decir tiene algo de sentido. Astrid negó con la cabeza—. Pasa cuando alguien pierde un miembro, y después de días, sigue sintiendo que está ahí. A veces duele, o solo se hace movimientos como si estuviera ahí, estás tan acostumbrado a esa parte de tu cuerpo que... te cuesta trabajo dejar de hacer los tics que solías hacer cuando estaba— agregó, volviendo a su dibujo, sintiéndose extraño de repente. No había hablado de eso con nadie más que con su terapeuta.
Tampoco lo había relacionado con sus gafas.
And all my walls
Stood tall painted blue
But I'll take 'em down, take 'em down
And open up the door for you
Astrid lo notó, el tono de voz era ligeramente más grave, más concentrado. De repente Hiccup se había callado, fue de manera tan gradual, como una llave de agua cerrándose de a poco. Sintió una masa incómoda posarse en la garganta, ¿Había dicho algo mal? Seguro que sí, ¿Le había incomodado? ¿Había algo que pudiera hacer para hacerle sentir mejor?
Ese era un pensamiento nuevo. Astrid casi nunca quiere hacer sentir bien a alguien.
Hiccup, por el contrario, se encontraba tranquilo, tal vez algo reflexivo. Hablar con Astrid, contrario a lo que él había pensado en un principio que sucedería, lo concentraba un poco y hacía que trazar fuera un poco más sencillo..
— Me gustan tus gafas. Te hacen ver lindo.— confesó, aprovechando que quizá no la estaba viendo y ella tampoco le estaba sosteniendo la mirada, por lo que tuvo esa falsa sensación de seguridad al pensar que no notó su sonrojo. Claro que lo notó, Hiccup incluso pensó en añadirlo como parte del dibujo.
La confesión le tomó también por sorpresa. Se llevó la mano a la cara para señalarlos, aunque era más que obvio que hablaba de esas gafas, las que llevaba puestas justo ahora y no las de sol. Sintió algo de orgullo crecer en su vientre, junto con una calidez llegándole al pecho conforme latía su corazón, tragó duro.
Nadie le había dicho antes que se veía lindo con sus gafas de fondo de botella.
— ¿Ah sí? ¿Por qué?
La rubia se encogió de hombros—. Te hacen ver misterioso, no lo sé, te ves distinto. Me gusta—. Dijo rápidamente, cómo si no quisiera entrar en detalles, escuchó como él soltaba una risita ahogada.
Decidió regresarle el cumplido.
— A mi me gusta tu cabello suelto. Te hace ver distinta también—. Lo dijo como si fuera un consuelo aunque no lo era, era de verdad.
— ¿Que te traes con mi cabello?— Astrid atrapó entre sus dedos uno de sus mechones esparcidos en la cama. Lo enroscó entre sus dedos, como si le buscara sentido. Hiccup se rascó la nuca.
— No es nada, es solo que nunca te ves...— no, eso no era lo que quería decir, o más bien, necesitaba reformularlo de nuevo—. Es que nunca lo llevas suelto, ya te lo dije. Y es lindo verlo así.— explicó, Astrid alzó la vista otra vez, vio que Hiccup hacía un movimiento de hombros extraño, ese tic que siempre hacía con ellos. Sonrió divertida, le gustaba verle tan nervioso—. Me refiero, te ves linda así, más que linda, yo creo que te ves hermosa y...— notó su mirada divertida, no supo como interpretarlo, así que decidió cortarse un poco—. Aunque si no te sientes cómoda, está bien, tal vez quieras solo llevarlo así de vez en cuando.— ahora sí ella abandonó la posición inicial de su cabeza, con la ceja levantada. Hiccup sonrió nervioso, cómo si quisiera aligerar el ambiente de manera desesperada. Era como si este estuviera tenso, pero solo para él se sentía así. Su cuello picaba, las manos picaban, los antebrazos picaban, el cuerpo le escocía. Volvió a tragar duro—. Yo... solo... solo quería decir que...— otra vez, el movimiento de los hombros, la rubia entornó los ojos—... Me alegra que lo hayas soltado conmigo.
Astrid decidió incorporarse un poco, apoyándose en uno de sus codos, girando el torso y permitiendo que sus piernas descansaran un poco. El cabello, sedoso, esponjoso y ondulado por las trenzas desechas, le cayó por la espalda y por una parte de la cara que tuvo que acomodar hacia atrás con un movimiento ágil.
Hiccup trago saliva. Ni siquiera tuvo tiempo de impedirle que se quedara un poco más en la antigua posición, tampoco es como si le interesara demasiado; por un segundo, el dibujo dejó de ser tan importante, al menos el actual, porque ahora quiso reproducir la imagen que estaba viendo. Podría llenar un libro de sketches solo de ella.
La vio ladear la cabeza. La línea de luz, ahora iluminaba otra zona de piel, le aclaraba los ojos. Los ojos de Astrid siempre cambian de tonalidad de azul, y esta mañana eran de un tono casi tan claro como el cielo despejado de una mañana helada en noviembre; cuando el firmamento de Berk apartaba de una buena vez las nubes gruesas y oscuras repletas de nieve y el azul era interrumpido por suaves salpicones de nubes vaporosas, puestas en líneas. Casi podía imaginarse ahí, caminando junto a Toothless en el bosque, arrojando la pelota roja que tanto le gustaba a su perro para atraparla, debajo del azul de sus ojos.
— ¿Qué es lo que más te gusta de mi?— la pregunta le tomó por sorpresa, sacándolo de golpe del tren de sus pensamientos. Hiccup alzó las cejas y se rascó la nuca todavía con el lápiz en su mano. El movimiento causó que los lentes se resbalaran de nuevo hacia la punta de su nariz, por lo que con la otra mano buscó detenerlos de resbalarse del todo. Esto hizo que la tabla tambaleara sobre sus piernas y casi cayera al sueño, lo que sí cayó fue la goma de borrar.
Astrid fue la que soltó una risita está vez. Dejó que volviera a su estado original, o que al menos el escritorio improvisado volviera a ser estable, no fue necesario porque no volvió a la posición inicial. Esta vez se encorvó un poco, puso prótesis y pie en el suelo y la tabla junto con todas sus herramientas de dibujo, incluidas sus manos, las dejó descansando sobre las rodillas. Antes de insistir, Hiccup volvió a hablar.
— ¿Cómo?— la respuesta no fue la esperada, Astrid no pudo evitar rodar los ojos.
— Pregunté que es lo que más te gusta de mi.— repitió.
I just wanna know you better, know you better, know you better now
I just wanna know you better, know you better, know you better now
Esa es fácil, ¿Por qué se había puesto tan nervioso? Se enderezó en la silla, bajó la rodilla derecha y puso pie y prótesis en el suelo.
— Me gustan tus ojos.— respondió automáticamente. No estaba mintiendo, prácticamente comparaba todos los colores de sus ojos con las cosas que más le gustaban en el mundo.
Estaba esperando que ella sonriera y volviera a la posición anterior, satisfecha. Sin embargo, no hizo eso, solo frunció el ceño, cosa que lo confundió bastante, oh, oh, ¿es una respuesta algo genérica? Puede ser, había escuchado a Snotlout coquetear con varios halagos a los ojos de las chicas, y había visto como todas le respondían con sorna, sarcasmo e incredulidad.
"¿Ah, en serio? ¿Estás seguro que solo te atraen mis ojos?".
Astrid no le miraba como las chicas miraban a Snotlout, solo negaba suavemente la cabeza, así que tuvo la necesidad de añadir —. Eh, es algo obvio, me gustan mucho.
— No me refiero a eso. Ya sé que te gustan mis ojos.— aclaró, sonriendo pícaramente y con sus mejillas aun teñidas de rosa—. Me refiero que además de mis ojos, o de mi cabello...
Ah... Espera Haddock, las mujeres son confusas, al menos para ti, asegúrate de algo primero.
— ¿Tiene que ser algo físico?— preguntó esperanzado de que no fuera así, Astrid se rio de nuevo.
— Sí, me refiero al físico.— confirmó. En su mente seguían rondando los dibujos que él había hecho, y eso había despertado una especie de curiosidad.
Hiccup se removió en la silla, como si de repente la posición le incomodara. Se lo pensó un poco, dudando en ser sincero o dejarlo así, inventarse otra cosa.
— Bueno... yo...— volvió la vista a su dibujo, como si buscara la respuesta en el mismo. Hizo una recapitulación de las últimas horas también, dándoles vuelta en su cabeza, tomándose cómicamente el tiempo de entender a qué se refería la pregunta.
A Astrid le pareció divertido. Reformuló la pregunta, para ayudarle.— De acuerdo, pongámoslo así, ¿qué es lo que más te gusta dibujar de mí? Es una constante, además de mis ojos y de mi cabello.
Hiccup abrió los ojos con sorpresa, leyendo ahora sí, la intención de la pregunta, entendiéndola ahora—. ¿Te refieres a...?— no sus ojos, no su cabello. Exacto—. ¿Por qué la pregunta? Es decir, pareciera que ya lo sabes...
Astrid soltó una carcajada—. Solo quería que lo dijeras. Es un poco obvio—. volvió a encogerse de hombros, trazó figuras imaginarias contra las mantas de la cama, de manera distraída—. ¿Lo es?
Ahora que ella le había confirmado que lo sabía, y que no le había matado ni golpeado por ello (es más, lo había tomado demasiado a la ligera), respiró con mucha más tranquilidad.
— Sí, lo es. Me gusta tu trasero.— confesó, volviendo a su dibujo, en realidad, ya no era tan necesario que Astrid estuviera rígida en su posición porque ya tenía la silueta, aunque le gustaría que ella volviera a la misma posición, para lo de las luces y sombras... Y para que no le mirara la cara. Otra risa, más burlona que la anterior.
— ¿Por eso me dibujas tanto de espaldas?
— ¿Qué?— chilló Hiccup, la tranquilidad se fue, se evaporó tan rápido como el alcohol—. ¡Eso no es verdad!— continuó con la voz chillona, sonando menos varonil de lo que le hubiera gustado. Se aclaró la garganta, estaba haciendo calor—. No es verdad.— reafirmó.
— Lo es, acabo de verlo. Tienes uno donde estoy inclinada sobre un escritorio.— refutó, divertida por su expresión. Hiccup volteó rápidamente a su pizarra de corcho, buscando desesperadamente dicho dibujo, esperando que no existiera, aunque él ya sabía que no era así. Claro que el dibujo existía, justo ahora el recuerdo le quemaba las neuronas.
— Eso no es... No es la intención.— sí lo era, ambos lo sabían—. Es por la perspectiva.— esa es la excusa que él mismo se había dicho cuando vio la imagen y quiso retratarla.
— Ah, claro, la perspectiva, ¿Era necesaria?
— Siempre es necesaria... cuando... dibujas. N-no es lo que crees.. No te dibujo por eso, no es...— se excuso, ella seguía viéndole burlona. Por alguna extraña razón, no encontraba ese estado como uno hiriente, al contrario, dentro de toda la incomodidad que estaba sintiendo, sentía una especie de comodidad. No se sentía juzgado, Astrid no se estaba burlando de él, no exactamente de él, sino que de la situación, de sus excusas absurdas, de su contrastante timidez con lo ocurrido hace horas. Eso era lo divertido para ella, no los dibujos, no el estar posando.
Y eso le mantenía cómodo, e incómodo. No es tan malo como parece.
— ¿Sabes? No creo que sea malo.— soltó ella, ahora sonando un poco más en serio y sin persuadirle. O quizá sí que lo estaba haciendo, un poco más discreto—. Es lindo. Creo. O más bien es lindo porque tú lo haces y no es tan... ¿Cómo decirlo? No lo haces grotesco, no es asqueroso.— Casi, solo casi, menciona que los dibujos que Hiccup hacía de ella eran especiales porque eran hechos con cariño. Su padre siempre mencionaba eso, mencionaba lo importante de la intención en las fotografías, que si una persona, aunque no sepa nada del arte, podía sentir el cariño, el empeño y el corazón del trabajo, valía mucho más. Que por eso le gustaban los dibujos que hacía, porque podía ver el cariño que le tenía.
Le devolvió la mirada—. Me gustan, y eso me hace querer saber que es lo que te gusta de mí, además de mis ojos. Quiero saber porqué te parezco atractiva, porque me retratas así.
Hiccup respiró hondo. Escuchar esa última frase le hizo desechar la idea de fingir demencia y acusarla de pensar que era un pervertido. Vale, tal vez sí lo es, pero no lo era todo el tiempo, ni la veía así todo el tiempo. Es constante, pero no demasiado, vamos qué...
— Vale no fue solo por la perspectiva.— bromeó, haciéndola reír quedamente—. Hay muchas partes de tu cuerpo que me encantan, y que me gusta dibujar. Puede que tu trasero sea una de las cosas que más me gustan, y puede que me fije demasiado, es... algo que me atrae y no lo puedo... evitar—. confesó, para luego agregar, porque sintió que sonaba así solo bastante mal—. No, es decir, sí lo puedo evitar, no soy un degenerado, me refiero a que no puedo evitar que me guste.
— Lo entiendo, no te preocupes.— consoló Astrid. Hiccup negó con la cabeza.
— Pero no solo es eso, quiero decir, sí me gusta mucho, es muy... Eh, bonito.— estaba hablando demasiado, ella lo estaba notando, pero de pronto, a ninguno de los dos le importaba que el otro divagara, Astrid adoraba escucharle divagar; tal vez, pensó la rubia, si me siento justo frente a él, y pego mi cara a la suya, fijándome solo en sus pupilas, podría ver los engranajes de su cerebro girar. El pensamiento le hizo sonreír, porque no solía pensar ese tipo de boberías, solo con Hiccup.
"Me refiero, a qué me gusta mucho, si, bastante, pero... Es un conjunto, creo.— hiló los pensamientos.— Por ejemplo, también me gustan tus muslos, ah, tus piernas enteras más bien.— Astrid hizo una mueca, confundida—. Es que... No solo me gusta una parte, son un conjunto, son fuertes, me refiero, y firmes y... Sabes cuándo haces eso de aterrizar, después de que te lanzan por los aires.— explicó con bastante rapidez, la rubia enarcó una ceja, sin embargo asintió—. Me mata eso. Cuando aterrizas y alzas los brazos como si no te hubiera costado nada de trabajo. No sé si me explico.
—No.— se rio Astrid, viéndose más confundida que antes.
— ¡Agh! Es algo raro ponerlo en palabras. Lo que quiero decir, es que sí, me gusta tu cuerpo, pero... no es solo gustarme porque sí. Yo podría dibujar a quien yo quiera, podría dibujar a todas las chicas lindas de la escuela, un retrato de cada una, con todos los detalles que quiera.— explicó, Astrid notó un poco de orgullo en esa frase, cosa que dejó pasar, ya entendimos chico guapo—. Y no sería lo mismo. No lo sería porque a ninguna la veo como a ti, ninguna hace lo que tu haces, ni me hace sentir lo mismo.
— ¿Por eso dibujas mi trasero con la excusa de la perspectiva?
— Podría decirse. Eso y que es difícil de no mirar.
Astrid soltó una carcajada. Eso había sido intenso, ahora no sabía que más decirle, no sabía ni como salir de esa.
— ¿Cuantos hay de esos?— señaló los dibujos en el pizarrón, refiriéndose a los retratos de ella misma. No fue una pregunta aunque se parecía a una. Servía para cambiar del tema, pero no tan bruscamente—. Míos.— aclaró, debido a la pregunta muda que hizo el castaño de todos modos al no captar a cuales se refería, eso o seguía nervioso— ¿Tienes más o solo esos?
Hiccup asintió, y señaló a la mochila que se encontraba en una de las esquinas del cuarto.
— En el cuaderno de dibujos. Puedo mostrártelos cuando termine. Estos son los más grandes, los que hago en A4, los otros son más como sketches.— explicó, Astrid frunció el entrecejo—. Trato de memorizar las poses que haces con el equipo de animadoras, y las replico.
— ¿Nos dibujas a todas?
— No—. Hizo una mueca como si el pensamiento no le gustara en absoluto—. Solo a ti.
— ¿Ni a Tuffnut?
— Tuffnut tendría que pagarme—. bromeó, haciéndola reír otra vez.
— No es mala idea, tu primer modelo hombre.— insinuó Astrid siguiéndole el juego.
— Claro, es perfecto.
—¿Ah, sí?
— ¿No le has visto? Es un joven apuesto.— ahora él después de terminar de decir eso se rio con ella.
Astrid volvió a la posición inicial, con la espalda pegada a la cama y los brazos a cada lado de su cabeza. Otra vez, salvo por el murmullo de la música suave, hubo completo silencio.
Si me concentro, no solo puedo escuchar el grafito contra el papel, pensó al inhalar profundamente, su caja torácica, todavía desnuda, subiendo lentamente; no solo el grafito sino los engranes de su cabeza, como el cerebro le da ordenes a la mano. La fricción de sus dedos al difuminar, de la goma al borrar.
I just wanna know you better, know you better, know you better now
I just wanna know you, know you, know you
— ¿Tu sabes qué me gusta de ti?— murmuró de la nada, Hiccup frenó el lápiz, los lentes resbalando por el puente de la nariz mientras alzaba la vista—. No es lo que piensas, las mujeres somos más complicadas al ver algo que nos gusta, o al menos eso dicen, pero me gustan mucho tus manos.— tenía la mirada fija en el techo, hablaba de manera distante, como si no le estuviera hablando a él, o actuando como si él no estuviera en la misma habitación. Hiccup volvió sus ojos a sus manos, llenas de manchas grises, ¿ah?— Tienen pecas en el dorso, tus uñas siempre están limpias... Y son grandes, fuertes, es como si pudieras sentir la habilidad en ellas; se sienten rasposas al tacto... Me gusta como se sienten cuando me tocas... de cualquier manera me refiero, y siempre es lindo ver que las tienes que limpiar después de la clase de Viggo.
—¿Cómo sabes...?
— ¿Que te la pasas dibujando en su clase? Lo noto desde que tomamos clases juntos. Creo que desde física I, antes del accidente. Pensé que reprobarías por estar tonteando todo el tiempo, pero antes de darme cuenta, ya eras el mejor de la clase, así, sin estudiar, sin memorizar formulas horas y horas...— continuó, estirándose un poco. Volver a la misma pose era ahora un poco más cansado, pero solo un poco más—. Primero te odié por eso, no lo consideraba justo, pero después... me gustaba un poco. También es atractivo que sepas mucho, y que te pelees con Viggo, aunque a veces sea ridículo su rivalidad.
—No es tan ridículo.— intentó defenderse, medio bromeando, medio en serio—. Nadie lo entiende, pero es real que Viggo es malvado, tiene algo que los demás no notan, estoy seguro, puede que sea un sociópata, una cosa así. Algún día lo voy a demostrar.
Astrid sonrió, la verdad es que le traía un poco sin cuidado si Viggo era un sociópata o no, no es como que las cosas en Berk o en la preparatoria fueran a cambiar mucho sabiéndolo. O quizá Hiccup tenía razón y Viggo sí que era alguien peligroso para la comunidad.
— Ah, ¿Astrid?— la pregunta la sacó de sus pensamientos. Astrid volvió ahora sí la cabeza hacia Hiccup, la mirada dubitativa, preguntándose si había algo malo en la pose o mejor aún, si ya había terminado—. Sobre lo que dijiste, de verme dibujar desde mucho antes... Me preguntaba...
— ¿Es sobre dibujarme desnuda de nuevo?— le interrumpió, tratando de adivinar. Hiccup negó con la cabeza y apartó mechones de cabello rebeldes que le caían por la frente.
— No, bueno, no lo haría si tu no quisieras...— respondió, luego volvió al tema principal sin querer desviarse todavía más—. Me refiero, a que iba a preguntar... va a sonar algo tonto, no tienes que responder si no quieres...— ella frunció el ceño, signo de que nuevamente estaba hablando de más y adelantándose a los hechos. Se aclaró la garganta—. Nunca me quedó claro, es que... ¿cómo supiste que estas...?— no uses enamorada, no lo uses, busca otra palabra—. ¿Cómo supiste que yo te gustaba? Porque al principio me odiabas.
Astrid volvió a juguetear con uno de sus mechones de cabello, lo recorrió con los dedos hasta llegar a casi la raíz, lo dividió en tres pequeñas partes.
— No te odiaba.— pasó la parte derecha por debajo de la del centro, hizo lo mismo con la izquierda, formando el inicio de una trenza—. No al menos al principio. Ya sabes, cuando nos conocimos en primer año de primaria; va a sonar horrible, pero casi no te notaba, solo sabía que eras el hijo del hombre más rico de Berk y de su...— no digas "loca esposa", "no digas lunática esposa", no digas eso—. Excéntrica esposa.— eso sonaba bien, lo usaba su tío y su padre en ese entonces. Su madre no, directamente nombraba a Valka Haddock "vieja loca".
— Auch, ¿era un personaje de relleno?
— Un poco, estaba más ocupada en otras cosas.— el abandono de su madre por ejemplo, tener que vivir con dos adultos que se la pasaban fuera de casa todo el día. Las malas noticias, las hamburguesas—. Pero no te ignoraba siempre, me molestaba que te molestaran, a ti o a Fishlegs. No me gustan los bravucones.
"Cuando pasó lo de mi mamá, después de eso quiero decir, me la pasaba enojada todo el tiempo. Todo me molestaba. Era como una enorme bola pesada en el estómago, que no se iba nunca, unas ganas de llorar que me daban cada vez más rabia. Me sentía mal conmigo misma, sentía que era mi culpa, y pensé que tal vez si sobresalía en todo, si me volvía la mejor en todo lo posible, entonces quizá y solo quizá... ella volvería, ¿sabes?— explicó llegando al final de su trenza. La deshizo y diseccionó para volverla a hacer—. Era estúpido, porque ni siquiera la quería, la odiaba. Odiaba mucho a mi mamá. Hasta me deshice de todas las fotos que tenía de ella y con ella. Pero de alguna manera... buscaba algo.
Los labios de Hiccup temblaron, pero eso solo lo notó él—. ¿Su aprobación?
—Tal vez, es lo que todos los niños quieren de sus padres, ¿no?— respondió Astrid a la ligera—. Voy al punto, perdona—. se disculpó, creyendo que le estaba molestando tanta paja en su respuesta a una pregunta tan simple. Solo que con él era tan sencillo—. Y eso hice, fui la mejor de la clase, en educación física; hice que mi tío me inscribiera a todas las clases extracurriculares que se me ocurrieran, gimnasia artística, kickboxing, carpintería, cerámica, lectura, teatro, futbol, vóleibol...— enumeró todas las que recordaba justo ahora, Hiccup alzó ambas cejas. Él solo había estado en el club de ajedrez, dibujo y en el de calabozos y dragones. Tal vez lo más sobresaliente que hizo fueron sus campañas de adopción junto con su madre, eso y el haber fundado el club de mazas y garras para enfrentarse a Viggo. Actividades de nerd, nada interesante.
—¿Cocina?— preguntó, buscándole refrescar la memoria.
— Eh, sí, también.— Astrid hizo una mueca, esperando que Hiccup no la viera. No, ella no se había inscrito a cocina porque el mismo verano en el que iba a hacerlo, casi envenena a su tío con una de sus creaciones culinarias—. Uh, estuve en patinaje en hielo, patinábamos en el lago congelado del bosque. Oh, también hice que mi tío condujera hasta Caldera Cay para llevarme a clases de hockey.
—¿Qué? ¿Jugabas hockey?
—Y era muy buena, aunque me castigaban casi todo el tiempo.— le aseguró Astrid sonriendo con todos los dientes, señalo al incisivo lateral izquierdo— Este diente de aquí, ¿lo ves?— Hiccup asintió, entrecerrando los ojos—. Bueno, es falso. Una chica me golpeó con el bastón, pero yo estaba tan concentrada que anoté de último minuto de todas formas. Cuando me levantaron para festejar casi me ahogo con él y tuve que escupirlo. No pudieron salvarlo, así que me pusieron este.— le confesó.
—¿D-de verdad?
—Muy de verdad, no puedo comer manzanas por eso, ¿alguna vez me has visto comer alguna? ¿o zanahorias?— la pregunta fue capciosa. Tenía sentido ahora porque no tomaba las manzanas completas del comedor o porque evitaba las zanahorias bebé de la barra—. El caso, hacer todas esas cosas me servía también de escape. Y en mi escape, apenas podía concentrarme en chicos... Hasta octavo grado.
"¿Recuerdas la vez que lleve a Stormfly a la veterinaria de tu mamá por primera vez? Creo que fue ahí. Yo había encontrado a Stormfly en el costado de la carretera, estaba lloviendo a cantaros y mi impermeable no ayudaba. Ella estaba en una jaula y apenas y se movía, pero respiraba y seguía caliente. No tenía el corazón de dejarla ahí y pensé que quizá tu madre sabría que hacer.
"Así que pedalee lo más rápido que pude, rezándole a todos los dioses que por favor estuviera abierto, que tuvieran un espacio, que al menos supieran que hacer con Stormfly. Yo no había tenido mascotas jamás, pero el verla indefensa me hizo activar algo.— miró a una esquina de la habitación de donde provenían unos ronquidos suaves—. Debes saber a lo que me refiero.
"Llegué y no estaba tu mamá. Estabas tú, y casi se te sale el corazón al verme.
'Cause all I know is we said, "Hello"
And your eyes look like comin' home
All I know is a simple name
Everything has changed
La campanilla sonó rompiendo el silencio de la veterinaria. Salvo por los ronquidos de Toothless y el repiquetear de las gotas de agua sobre el techo, todo estaba en calma. Hiccup ya se había resignado a una aburrida tarde atrapado en la veterinaria, jugando Minecraft con Fishlegs y yendo de vez en cuando a la pensión a asegurarse que los animales estuvieran bien. No se esperaba para nada que Astrid Hofferson entrara a la veterinaria, con las trenzas chorreando, cara de pocos amigos y una jaula cubierta de un impermeable amarillo en una mano.
Eso es nuevo.
— ¡Astrid!— exclamó después de salir de la sorpresa, fue lo único que pudo articular, su nombre, sin embargo, ella le regresó la mirada como si le hubiera dicho un insulto en vez de su bonito nombre—. Hola Astrid, hola Astrid, hola...—cortó el tercer "hola" con el estruendo de la jaula de metal contra el mostrador. Toothless se despertó, bufando y moviendo la cabeza al ver a la rubia.—... Astrid.— completó, su cerebro tratando de entender lo que estaba pasando—. ¡Hey! ¿Que te trae por aquí?— trató de actuar relajado, fallando terriblemente, porque al recargarse en la maquina registradora apretó el botón que abría la caja, haciendo que la campanilla resonara chillona por todo el sitio.
Algo se movió en la jaula.
Hiccup volvió a cerrar la caja, con las mejillas rojizas.
— ¿Está tu mamá?— no respondió a su absurda pregunta e ignoró el bochornoso momento del castaño.
Hiccup tragó duro, en un intento de refrescar su garganta que de la nada, se había secado. Se acomodó las gafas de pasta, gruesas. Fue la primera vez en la que Astrid reparó en sus pecas.
—Oh, justo acaba de salir, fue a por el almuerzo. No debe tardar, pero con la lluvia...— movió las manos, haciendo demasiados ademanes, muestra que estaba nervioso—. Yo..., ¿qué necesitas? Creo que tenemos comida para pájaros...
— No quiero eso. Quiero que tu madre revise esto.— reveló lo que había dentro de la jaula, un pájaro joven, pero no cualquier pájaro, era una guacamaya amarilla y azul, que temblaba empapada.
— ¡Cielos!— exclamó el castaño—. ¿Ese guacamayo es tuyo?— bajó la vista a la jaula, poniéndose a la altura del animal, este, con poca fuerza, le graznó—. De acuerdo, guacamaya, tal vez.
— No, no es mía, algún imbécil la arrojó a la carretera.— respondió Astrid, cruzándose de brazos. Al menos tenían la calefacción puesta, si no se estaría muriendo de frio—. ¿Y qué?
Hiccup, que seguía analizando la guacamaya, regresó los ojos a ella, confundido.— ¿De qué?
Astrid ahora recordaba algo de Hiccup, que es tan distraído que es irritante.— ¿Tu madre vendrá o no?
— Claro que vendrá... pronto.
— ¿¡Y por qué no le llamas!? ¡Se está muriendo de frio!— le reclamó, exaltándose por primera vez. Hiccup dio un paso atrás, asustado.
— Cierto, cierto, perdona. Tenemos un sitio más cálido aquí en la pensión, ponemos a los perritos a recuperarse ahí, es muy cálido y servirá...— rebuscó debajo del mostrador las llaves. Un tintineo hizo que Astrid respirara con un poco más de tranquilidad.— Y hay un telefono.— le aseguró antes de caminar rápidamente a la trastienda, Astrid tomó la jaula—. Es por aquí.
Le siguió, prestando atención a la veterinaria, la cual se encontraba perfectamente ordenada, los objetos de venta debidamente guardados y etiquetados. Hiccup atravesó las puertas abatibles que llevaban a la pensión. El sitio era enorme, se escuchaban gimoteos de perro, maullidos quedos, el cacareo de algunas aves y la respiración de todos los seres vivientes en la habitación.
Astrid por un segundo se preguntó qué era lo que estaba haciendo ahí. Las piernas dejaron de responderle, silenciando también el chillido de sus zapatos encharcados contra las baldosas del piso, contemplando las jaulas, las mullidas camas, los platos de comida, y la mirada lastimera o entusiasmada de los animales sobre ella. Esta no es la pensión, pensó ella, es la perrera, por así decirlo, es el albergue. Aquí vienen todos los animales que no tienen hogar.
— Déjame ver si recuerdo como se encendía esta cosa.— Hiccup interrumpió su estado de trance, curioseando en la incubadora. Debió apretar algo, porque de pronto se escuchó un pitido y una vibración constante—. Oh, ahí está.— disimuló su asombro al haber logrado encenderla. Pensó que Astrid había contemplado esa hazaña, topándose con que no, ella solo miraba con una expresión extraña las jaulas—. Eh, ¿Astrid? Ya puedes...— la llamó directamente, ella ahora dirigió sus ojos a él, la expresión había cambiado un poco—. Bueno, iba a decir que podíamos intentar mover a tu nueva amiga a aquí.— señaló la incubadora. Astrid frunció el ceño.
El pájaro no era su mascota.
De todos modos se acercó y elevó la jaula para que Hiccup pudiera examinar como abrirla; encontró los seguros de la misma, y de un tirón intentó abrirla, sin embargo la puertita deslizante de metal no cedió, al menos no completamente, porque solo se deslizó hacía arriba un milímetro y de la nada paró.
— Ah...— exclamó el castaño.
— ¿Qué? ¿No la puedes abrir?— sonó bastante fuera de lugar, sonó como un "¿no puedes abrir una simple puertita de la jaula de un pájaro?".
— No.— al notar el tono ácido, Hiccup respondió de manera cada vez mas seca. Astrid intentó acercar una mano hacía la puertita para intentarlo por ella misma, pero la mano de él la frenó en seco—. No va a abrir, está atorada. Algo debe estar bloqueando el sistema de apertura.— Hiccup entrecerró sus ojos, buscando la falla—. ¿Quieres conservar la jaula?
— ¿Cómo?
— Si te la llevas, vas a necesitar una jaula en un principio, en lo que se acostumbra a tu casa.— explicó él, volviendo a intentar abrir la jaula, buscando el origen del bloqueo. Astrid se quedó perpleja.
— N-no quiero...— tartamudeó, para sorpresa de ella misma. Hiccup no lo notó tan relevante, quizá solo se trataba del frio que tenía.
— Creo que ya sé qué es, espera.— dijo de improviso, empezando a caminar con rapidez fuera del albergue, Astrid le respondió con la mirada, preocupada, ¿cómo es que la planeaba dejar sola ahora?— Necesito mis herramientas. Puedes intentar meter la jaula, pero para que mi mamá la revise, la necesitamos fuera de ahí.— explicó rápidamente, Astrid titubeó.
— ¿A dónde vas?
— Será rápido—. Y desapareció por entre las puertas abatibles.
Otra vez, silencio. Astrid miró la incubadora y la abrió para meter la jaula dentro. El calor que emanaba el aparato le dio en la cara, haciéndola parpadear repetidamente, seguía hecha una sopa, pero no tenía más ropa. Tendría que llamar a su tío.
— Esto está mucho mejor, ¿verdad?— masculló a la jaula. La guacamaya le regresó la mirada, nerviosa—. Es mejor que nada.— le aseguró todavía en una voz casi inaudible, cómo si tuviera miedo de que Hiccup pudiese escucharla. Stormfly, en cambio, se acomodó un poco, sacudiendo sus alas buscando secarlas, todavía desconfiada.
Se escuchó un estruendo, el sonido del metal contra las baldosas, así como un quejido por parte de Hiccup. Astrid casi sonríe, casi, porque le pareció un poco irritante pero divertido.
— ¿Tú que opinas? ¿Te agrada?— preguntó al pájaro. Stormfly no respondió como tal, solo quedó alerta por el sonido. Astrid torció los labios—. A mi solo un poco.
Tal vez si no fuera tan distraído y torpe, no lo consideraría tan irritante. Aunque le gustaban sus pecas, y sus ojos eran bonitos, con esas pestañas largas y sus cejas pobladas. Con el corte de cabello adecuado, quizá, y solo quizá podría ser guapo, ¿no?
Come back and tell me why
I'm feelin' like I've missed you all this time
And meet me there tonight
And let me know that it's not all in my mind
Sacudió la cabeza, ¿Por qué estaba pensando en eso? Bueno, puede ser que como no le había visto bien, no había notado que era guapo.
— Volví.— con otro estruendo, Hiccup atravesó las puertas. Llevaba una caja de herramientas en color rojo y de hojalata, y caminaba hacia ella con una sonrisa, Astrid alzó una ceja una vez Hiccup puso la caja en el suelo, revolviendo cosas. Llevaba un trozo de tela oscuro sobre el hombro, qué casi se le resbala, cuando trato de devolverla a su lugar, pareció recordar algo—. Oh, yo... traje esto para ti.— se dirigió a Astrid y así arrodillado como estaba, se lo extendió con la mano. Era un abrigo.
— Uh...
— Es que estás... toda mojada—. mustio Hiccup, como si cuidara de no decir algo imprudente. Astrid lo tomó (porque sería más grosero no hacerlo) y como si quemara se lo pasó en los hombros, cubriendo su espalda. Olía estupendo y no pudo evitar pensarlo. Hiccup volvió a su tarea, con los labios temblando y las manos también—. Tengo algo por aquí que podría ser útil...— masculló mientras seguía rebuscando hasta que pescó lo que quería.
I just wanna know you better, know you better, know you better now
I just wanna know you, know you, know you
Unas alicates. Con ellas fue rompiendo los barrotes de la jaula, creando una puerta nueva a la fuerza, Stormfly y Astrid le miraban atentas, hasta que fue lo suficientemente grande para que Hiccup pudiera pasar su mano y de forma gentil, buscar que la guacamaya se trepara en su dedo, cedió únicamente con unas cuantas semillas de girasol. Aunque no debió hacer eso, Stormfly pudo haberle arrancado el dedo de haberlo querido.
Quizá Hiccup había heredado la capacidad de convencimiento para los animales de su madre.
Una vez afuera, la examino rápidamente, a pesar de no saber nada de pájaros, sabía el aspecto de un animal herido. Había algo raro en su ala, ni siquiera la guacamaya le permitía verlo. Apartó la jaula y la dejo dentro de la incubadora.
— Creo que tiene el ala rota. O algo sucede con su ala.—conjeturó, volteando hacia atrás, hacia ella, que le miraba sorprendida, con los brazos sosteniendo su chaqueta (su chaqueta) goteando todavía un poco de agua del resto de sus ropas—. Mi mamá ya casi llega.
Como por arte de magia, la campana de la entrada sonó, rompiendo la calma. La voz de Valka preguntando por su hijo, pero Astrid solo podía mirarlo. Ni idea de porqué, le gustaba ver a Hiccup con Stormfly del brazo, le gustaba como le caía el cabello por la frente y le gustaban las cejas qué coronaban sus ojos.
All I know is you held the door
You'll be mine and I'll be yours
All I know since yesterday
Is everything has changed
All I know is we said, "Hello"
So dust off your highest hopes
All I know is pouring rain
And everything has changed
All I know is a new found grace
All my days, I'll know your face
All I know since yesterday
Is everything has changed
Notes:
Que tal. Aquí un dato random: he cambiado al menos TRES VECES la canción de Taylor Swift por TRES CANCIONES COMPLETAMENTE DIFERENTES.
Lol, el caso es que aquí tienen más fluff. No vamos a salir de este bucle en un buen rato, así que pueden ser felices durante ese tiempo y enamorarse un poquito más. En lo que llegamos a una parte en la que todo truene. Más o menos.
Quiero agradecer a Lya_Ouji, nueva lectora de wattpad. Quiero que sepas que leí tu comentario y me pareció una cosa bien bonita, me alegra muchísimo que te esté gustando tanto la historia y que te sintieras tan identificada con el, así como el análisis que has hecho de la trama. Muchas gracias, no voy a dejar de agradecer.
Pues ahí vamos, creo. Espero les haya gustado, luego hago el que sigue.
Algún día (no, mentira JAJAJAJ).
Chapter 19: Bonus Track: Glue Song
Notes:
Hey, espero nadie me reclame por tardar mas o menos un mes en actualizar. La buena noticia es que ya no estoy haciendo mi servicio social, ya lo terminé así que ya no tengo que ir al hospital y en teoría tengo un poco más de tiempo libre antes de la temida titulación.
Finalmente, me verán como una odontóloga de verdad. Lol, ¿a qué no se imaginaban que llegaría tan lejos?
El caso, le puse Bonus Track, porque eso es, un bonus track.
Puedes escuchar la playlist completa en: Spotify o también en Youtube pero ahí está un poco a cuenta gotas eh. Cuidado.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
"Le puse Stormfly, por lo de la tormenta. Me pareció un buen nombre— finalizó Astrid, ya llevaba tres trenzas del lado derecho. Hubo un poco de silencio en la habitación hasta que Hiccup habló.
—¿Sabes cuándo yo me di cuenta de que me gustabas?— preguntó, sombreado los últimos detalles del dibujo, agregando luces, ensombreciendo zonas, coloreando. Astrid hizo una gesto con la cabeza esperando a que el continuara hablando—. Fue en segundo grado, ¿Recuerdas? Creo que fue la primera vez que me notaste. Creo. No estoy seguro, pero lo que sí sé, es que fue la primera vez que me dirigiste la palabra.
Astrid sonrió, confundida—. ¿Eh? ¿Cuándo fue eso?
Segundo grado. Snotlout todavía me molestaba y era el tiempo donde él fue el mas alto de todos.— explicó Hiccup, también tratando de recordar todas las pistas. No le fue difícil, pero a Astrid le costó un poco mas de trabajo, los recuerdos borrosos del segundo grado le llegaron poco a poco como manchones borrosos a toda velocidad, pero no recordaba ninguno con Hiccup—. Fue por estás fechas, eh, unos días después de mi cumpleaños, yo tenía… tengo, una ligera obsesión con los dragones—. Reveló mirando los posters en su cuarto, las figuras de las repisas y algunos dibujos junto con ella—. Y en ese cumpleaños, mi papá me compró unas figuras de acción de mi dragón favorito: el furia nocturna… es ese que está ahí—. Lo señaló con el dedo índice, Astrid tuvo que levantarse para apreciarlo. Una vez levantada, aprovechó para sentarse en la cama para volver a estirar los músculos.
— ¿El de los ojos verdes, verdad?
—Sí, ese mismo. A mi mamá también le gusta porque parece un ajolote—. Comentó Hiccup siguiendo con su tarea, aunque le hubiera gustado mantener a Astrid en esa posición, no era necesario. Ya tenía la imagen prácticamente tatuada en la mente—. El caso es que un día, uh, fue el día en el que teníamos que presentar algo que nos gustara enfrente de la clase. Y pensé que sería una buena idea hablar sobre…
—¡Dragones! Ya me acordé—. Saltó Astrid, recordando la escena de golpe, un Hiccup tembloroso y cómicamente pequeño enfrente de la clase, con la voz vacilante y dos enormes dragones de plástico en las manos—. Expusiste sobre dragones, las especies y eso, ¿no?
—Pensé que sería mejor que hablar del refugio, como quería mi mamá—. Se encogió de hombros—. Fishlegs fue el único que pareció interesado, ya sabes, porque los gemelos estaban en otra clase, no conocía a Tuff en ese entonces… Y estaba hablando con él acerca de los dragones, sobre como me gustaban todos, que estaba aprendiendo a jugar calabozos y dragones y aunque todavía no entendía todo, podríamos aprender juntos. Estaba emocionado de que alguien quisiera hablar conmigo y no burlarse de que soy hijo de la lunática del pueblo… o de mi complexión.— añadió, su voz parecía perderse en su dibujo, en la concentración—. Y a Dagur le pareció una gran idea… tratar de golpearme.
Se acomodó las gafas, bizqueando, su pecho ardía, el fuego dejando como rastro un hormigueo por la piel y las costillas; se incorporó lentamente, sacudiendo la tierra de sus pantalones. La buena noticia es que no le había golpeado en la boca, la mala noticia es que no sabía donde estaba su furia nocturna.
Lo buscó con la mirada por toda la zona, no había rastro entre el pasto, y Fishlegs tampoco había podido recuperarlo; le alivió un poco notar que estaba escondiendo al gronckle detrás de su espalda mientras daba pasos de espalda, alejándose de Snotlout y Dagur con cautela. Hiccup iba a preguntar por él cuando su primo llamó su atención.
—Oye, espina de pescado, ¿buscabas esto?— Snotlout sostenía burlonamente el juguete, lo balanceaba de una pata mientras la cabeza se agitaba hacia el suelo. Procedió a arrojar el dragón hacia Dagur, quien lo atrapó de puro milagro. El hormigueo ahora dio paso a una opresión en el pecho, a un coagulo enorme formándose en su garganta, tan grande que le apretaba la tráquea, unos alfileres finos picándole los ojos. Estaba a punto de llorar y no podía evitarlo.
—¡Denme eso, chicos!— graznó, con la voz medio quebrada del enfado. Corrió en su dirección, preparado para tratar de golpearle con los movimientos que Gobber le intenta enseñar cada semana, de forma inútil, porque sus lecciones solo habían iniciado hacia dos semanas, y seguro de Spitelout, el padre de su primo y hermano de su madre, ya se los había enseñado a Snotlout. Seguro que lleva enseñándolo a ser una maquina de puños desde bebé, no como a él, que llevan alimentándolo con Pediasure* toda la vida buscando que suba unos kilos y no sea tan remilgoso con la comida horrible de vikingos que preparaba su madre, a diferencia de a Dagur, que seguro en vez de formula para bebés lo llevaban alimentando con filetes, comida estadounidense chatarra y proteína para gimnasio para que fuera enorme y musculoso solo con diez años.
—¡Oh, miren que tenemos aquí! Un pescado que habla—. Como si fuera nada, Dagur le frenó por la cabeza, usando toda su palma, alejándolo de él y a sus intentos de puñetazos—. Un pescado parlanchín, ¿sabes que ya estás grande para jugar con muñecas, Hiccup?
—¡No son muñecas!—bramó Hiccup, con las lágrimas al borde de sus ojos, sentía que cualquier movimiento brusco que hiciera, por pequeño que fuese las terminaría derramando sobre sus mejillas calientes—. ¡Ya dame mi dragón!
—No lo creo. Uy, parece caro, ¿Dónde lo consiguió el tío Stoick?— pareció examinarlo mientras lo acercaba a su cara—. Se me ocurre hacerle unas pruebas de calidad, ¡vamos a ver si resiste una caída desde el segundo piso!
Eso le heló la sangre. Primero que nada, porque los ojos de su furia nocturna no eran la plástico, sino de resina, y tenía miedo de que los ojos se salieran de sus orbitas, rompiéndose. Snotlout había mencionado algo importante también: a su padre. No podía decepcionarlo con esto también.
—¡No, Dagur, no lo hagas!— rogó, ahora sí, dejando que las lagrimas cayeran de sus ojos. Eran gruesas y vergonzosas, cosa que seguro que le gustaba más al hijo del amigo de su padre, puede que eso lo complazca y lo haga desistir, como siempre en las reuniones familiares o en la escuela… o cada que le ve en general. Sin embargo, esta vez parecía diferente, se veía mas decidido, ¿si las lagrimas no le convencían, ahora que usaría para que le dejara en paz?— ¡Mi padre me matará!— imploró, tratando de no sonar tan patético y como si fuera una amenaza para su primo, quien le miraba burlón y con los brazos cruzados—. Dile, Snotlout, ¡dile que me regrese mi dragón!
—Nah, me gusta la idea de arrojarlo de lo más alto de la escuela.
—¡No! ¡Haré lo que quieran! ¡En serio!
—¿Lo que quiera? Entonces quiero ver cuanto tiempo me toma arrancarle la cabeza a esto.
—¡No, eso no! ¡Por favor! ¡Ya dámelo!— de alguna manera logró zafarse y logró forcejear un poco con su primo. Dagur era mucho más alto y gordo, además de mucho mayor que él, nunca le costaba apartar a Hiccup de un golpe o de un zarpazo; Hiccup que es delgado y bajito, aparentando ser un niño con menor edad que la que tenía, con los dientes que tenía chuecos y gafas enormes, Hiccup pálido y con puños tan pequeños que solo le daban cosquillas.
No sintió de primeras el golpe, quizá lo primero que percibió fue el sonido del puño de Dagur contra su mejilla, después el sabor de su propia sangre y luego el pasto debajo de su cuerpo, la visión borrosa debido a que los lentes habían volado a un metro de él, su rodilla izquierda (curioso, ¿no?) ardía y sentía como un líquido caliente y espeso le bajaba por la pantorrilla. Como pudo, sollozando, trató de alcanzar sus lentes, mismos que Dagur pateó un poco más lejos.
—Ay, perdona, ¿qué acaso no puedes ver sin tus lentes, pescado parlanchín?
Hiccup se arrastró un poco más, estaba literalmente comiendo tierra, sangraba de la comisura de su labio herido, pero por más que lo intentaba, Dagur los empujaba más lejos.
Eso le había colmado la paciencia a alguien.
—Oye, Dagur…— Snotlout empezaba a sentir que eso era demasiado. Mucho, a decir verdad. Hiccup estaba sangrando y si bien el señor Stoick siempre parecía avergonzado de Hiccup, no significaba que no le importara su hijo en absoluto. Meterse con él, es meterse en boca de lobo—. Yo creo que ya deberíamos dejarlo e ir a ver si podemos…
—¡Vamos, ve por ellos!— Dagur le ignoró continuando con sus patadas, arrojándolos más lejos.
—¡Oye tú!— una tercera voz se metió en el pleito, una voz femenina e infantil. Hiccup sintió un extraño alivio de que no fuera su profesora—. ¿Quién te crees que eres, idiota?— llamó la atención de Dagur lo suficiente como para hacerlo desistir de su tarea de torturar a su primo para mejor responderle a la recién llegada. Logró recuperar sus gafas y con ellas pudo apreciar perfectamente quién le había salvado.
—¡Aww! ¡Mira, Hiccup, tu novia vino a salvarte!— se burló el pelirrojo de forma ácida. Astrid apretó aún más los puños. Era una niña delgada, casi tan bajita como él, con un par de trenzas colgando detrás de sus orejas, las mejillas rojas de ira y los ojos azules, fríos como el hielo, entrecerrados mirándole con odio—. Nena, ¿por qué no vas y juegas a la comidita* lejos de aquí?
—Devuélvele a Hiccup su dragón.— espetó con firmeza, sin dudar en ningún momento, Dagur se rio de ella, Snotlout le secundó sus risotadas—. Y déjalo en paz, fenómeno, ¿por qué no vas y te metes con alguien de tu tamaño?
—¡JA! ¡Te dijo fenómeno!— se burló Snotlout, creyendo que sonaba bastante bien para burlarse de ella, hasta que reparó que dio el efecto contrario y a Dagur no le había dado ni un poco de gracia.
—¿Cómo me llamaste?— Dagur arrojó el juguete lejos, Hiccup jadeó con preocupación. Vio como Fishlegs en un torpe intento busca atraparlo, sin éxito porque terminó cayendo en la cabeza de una niña rubia.
—Te llame fenómeno, ¿o prefieres que te llame imbécil sesos de troll?— le desafió Astrid los brazos en jarras, sonriendo con triunfo al verle tan enfadado por el nuevo apodo—. ¿Qué no deberías estar en secundaria, perdedor?
Snotlout se rio por lo bajo, eso había sido duro y muy bueno. Dagur estaba repitiendo sexto año y que se lo recordaran le hervía la sangre.
—Escucha, si no fueras una niña…— espetó Dagur la ultima palabra, como si el solo pronunciar la palabra "niña" de diera asco—. Te reventaría los dientes para que no vuelvas a…
—Uy qué miedo, ¿acaso te da miedo meterte con una niña?— volvió a desafiar, con la barbilla en alto y tronándose los dedos de la mano derecha con la palma abierta de la izquierda, repitió lo mismo con la otra mano. El tronido en vez de sonar amenazador para Hiccup, sonó como música para sus oídos.
Fue la primera vez en que notó que los ojos de Astrid no eran los mismos que siempre, cambiaban de color y se volvían mucho mas hermosos cuando la luz iluminaba su cara así.
Dagur se tronó el cuello, sonando tan aterrador como se lo están imaginando.
—¿Sabes qué? Tienes razón.— aceptó Dagur, caminando en su dirección amenazante, Astrid ya le esperaba, asintiendo—. No me importa que seas una niña, te voy a reventar todos y cada uno de tus dientes… Uno por…
Antes de poder cumplir su amenaza, Dagur hizo un sonido sordo, sacando de golpe todo el aire de golpe. Hiccup había visto como Astrid tomaba impulso y le metía tremenda patada en el estomago, haciéndolo doblarse en el acto y retroceder un poco; Dagur se abrazó a si mismo, presa del dolor y la sorpresa, momento en el que Astrid aprovechó para arrojarlo al suelo por los hombros, una vez con la panza sobre el pasto elevó uno de sus brazos, tomando con ambas manos el antebrazo, pisó con sus botines el omoplato, inmovilizándolo.
I've never known someone like you, ooh
Tangled in love, stuck by you, from the glue
Un tirón con tuerca y hola fractura de brazo. Astrid sonrió, se veía tan malévola y angelical que Dagur lanzó un grito ahogado. Y Hiccup soltó un:
—Wow.— embelesado, convencido que a sus cortos siete años de vida, nunca había visto algo tan atractivo.
—Ahora, voy a contar hasta tres y le pedirás disculpas a Hiccup, ¿entendido?— le advirtió, vio como Snotlout se acercaba poco a poco para intentar ayudar a Dagur—. Ni siquiera lo pienses o te romperé el brazo también.— amenazó, empezó a tirar y girar, Dagur aulló de dolor, todos en el patio miraban—. Uno…
—¡Suéltame!— gritó Dagur desesperado, para deleite de Hiccup, quien no podía dejar de sonreír aunque sabía que no era lo correcto.
—¡Dos!— contó Astrid, junto con un sonoro crujido por parte del brazo del pelirrojo. Dagur esta vez chilló.
Y por primera vez, Hiccup vio lagrimas en sus ojos.
—¡Ya, ya, ya, YAAAAA!— lloriqueó, comiendo tierra, tal y como había hecho con Hiccup antes. Sus ojos chispeaban dolor, pero también autentico odio hacia él—. ¡De acuerdo, Hiccup, lo siento! ¡DILE A ESTA LOCA QUE ME SUELTE!
—Eso no sonó a una disculpa.— reparó Astrid, girando un poco más.
—¡Le va a arrancar el brazo a tu hermano, Heather!— comentó una niña, la que estaba a lado del niño sumamente parecido a ella al que le había caído el dragón en la cabeza.
—Se lo merece.— se encogió de hombros Heather, sonriendo complacida—. Me cae bien.
—¡ERES UNA PSICOPATA! ¡SUELTAME!
Hiccup despertó de su ensoñación, negando con la cabeza.— Oh, no, está bien, acepto tus disculpas, Dagur.— aseguró Hiccup, viéndose preocupado por el brazo del pelirrojo—. Ya… ya lo puedes soltar, Astrid, gracias.
Astrid giró la cabeza con rapidez hacía él, los ojos chispeantes de ira ahora sobre él, sin embargo, Hiccup sintió que las rodillas le temblaban y el corazón se le salía del pecho. La rubia efectivamente le soltó, no sin antes torcer un poco más el brazo, solo por si acaso.
Dagur no se tomó mucho tiempo en levantarse y huir, al igual que Snotlout, gritando:
—¡Estás loca! ¡ESTAS LOCA!
Astrid respiró hondo mientras los observaba huir, su pecho subía y bajaba con furia. Hiccup aprovechó para levantarse también levantarse, sintiendo un dolor en su rodilla, hoy su madre le regañaría por echar a perder este pantalón.
—Uhm… gracias.— mustió a espaldas de ella, aliviado y un poco más tranquilo—. No sé que hubiera hecho si no hubieras…
Pero ella no se veía mas tranquila, al contrario estaba tan enojada como antes.
—¿Eres estúpido o algo?— le espetó, la mano derecha pescándolo del cuello de su playera. Hiccup entró en tensión otra vez, se quedó sin voz en ese momento—. ¿Qué es lo que te pasa? ¿Por qué no te defiendes?
—¿Qué…?
—¡Ellos hacen esto todas las semanas!— respondió Astrid, los ojos enormes con largas pestañas estaban distrayendo a Hiccup—. Se la pasan molestándote, ¡y nunca te defiendes! Siempre dejas que te pisoteen, ¡siempre lloras! ¿Te gusta que se burlen de ti?
—Eh… yo…
—¡¿Tú qué?!— le gritó, como desesperada, como si ansiara saber su respuesta—. Tienes que aprender a defenderte, ¡habla más fuerte, gritales! ¿¡qué piensas que todos vamos a defenderte!? ¿Vas a dejar que siempre Dagur se salga con la suya…?— y dejó de oírle, porque nunca había visto a algo tan lindo gritarle, ni mucho menos, su agarre fuerte, el enojo en su voz…
Y su preocupación, ella le había visto, ¡le había notado! Le notó en el recreo, claro, cuando lo molestaban, pero le notó, estaba posando sus ojos en él, le picaba el pecho en repetidas ocasiones, enfatizando su punto. Colérica, le exigía cosas.
Y se veía tan bonita mientras lo hacía.
—¡Contesta! ¿¡Qué es lo que harás ahora!?— le exigió, Hiccup entró en pánico, ¿qué le había dicho?
—Yo… yo… yo…
—¡¿Tú qué?!
—Voy a… voy a… voy a practicar box a partir de ahora, sí, eso.— pensó que sería una buena respuesta, parecía una buena respuesta.
Astrid le soltó, derrotada, rodando los ojos.— Agh, eres un raro.— exclamó, con cierto desagrado para luego girarse y no volver a hablarle a menos que fuese estrictamente necesario.
Don't forget to kiss me or else you'll have to miss me
I guess I'm stuck forever by the glue, oh, and you
"Tuffnut y yo empezamos a hablar porque mi furia nocturna le cayó en la cabeza. En un principio Fishlegs y yo pensábamos que era una niña, pero no, solo era un niño con una hermana gemela y los dos con el cabello muy largo. Todavía lo tengo por ahí, debe estar en la repisa de por allá—. Señaló la repisa con la barbilla, ya no estaba dibujando, terminó el relato con las manos sosteniendo la tabla para dibujar. Astrid seguía sentada en su cama, le miraba con interés.
Ya recordaba ese día, recordaba lo enojada que le había puesto que un niño tan grande se metiera con Hiccup, tal vez el niño más pacifico y menudo que ella haya conocido jamás. Recordó lo furiosa que le puso el verlo sangrar, verle sus surcos de lagrimas… Realmente quería romperle el brazo y hacerle llorar de la misma manera.
No le gustaban los bravucones. No le había gustado como Dagur se había deleitado con el dolor de Hiccup, pero definitivamente lo que no se había esperado es que Hiccup conservara ese recuerdo y que lo marcase tanto.
Antes de que pudiese preguntarle algo más, Hiccup anunció algo importante.
—Ya terminé, ¿quieres verlo?
Astrid no necesitó que él lo dijera dos veces, se levantó y corrió hacía él con tal rapidez que Hiccup apenas y tuvo tiempo de apartar la tabla para que ella pudiera ver bien el dibujo. A pesar de que se lo tendió, ella casi se lo arranca de las manos.
Fue cuando sintió las mariposas en su estomago, típicas en los nervios. Cuando le mostraba sus dibujos a la gente, no se sentía así, al contrario, no le resultaba difícil darlos a conocer, a la mayoría de la gente le gustaban, y tomaba bien las críticas de sus profesores, no le aterraba para nada recibir comentarios, ni nada, de verdad.
Pero con Astrid era distinto. Cada que veía que sus ojos se movían por el papel, su corazón daba un vuelco y su estomago se sentía repentinamente vacío. Presa de los nervios, quería decir algo, quería interrumpir o hacer algo para que ella dejara de mirar el dibujo, quería que mejor siguieran hablando de lo que sea menos del dibujo. Se maldijo a sí mismo por anunciar que ya había terminado, se odio por siquiera sugerir el hacerlo.
Finding the right words to use for this song
I have you in mind, so it won't take so long
Era peor que estar desnudo frente a ella, no, era peor que mostrarle el muñón. Y eso que no le costó trabajo que ella lo viera.
—Vaya…— fue lo único que salió de sus labios. Hiccup no supo interpretar si eso había sido bueno o malo.
—Eh… es un dibujo apresurado—. ¿Qué iba a hacer si a ella no le gustaba? Decir que fue hecho a la carrera era una buena idea, ¿no? Parece una buena idea. Astrid no lo sabe, pero no es lo mismo sombrear con carboncillo que con lápiz, tal vez por eso se puede llegar a ver mal, pero también sonaba como una excusa patética—. Si me das unas horas más, sin que estés posando, claro, puedo hacer un mejor trabajo, tal vez con color…
—Me encanta.— mustió ella, los ojos aún clavados en el dibujo. Hiccup abrió los ojos con sorpresa, no esperaba esa reacción. Esperaba que Astrid hiciera una mueca y le pidiera qué lo quemara (estaba sobre prensando las cosas, ya lo sabe), sin embargo, Astrid ahora le regresaba la mirada sonriendo ampliamente y con los ojos vidriosos.
—¿Cómo?
Que está increíble, de verdad, ¿cómo es que hiciste esto en tan poco tiempo?— Astrid se levantó y se sentó en su regazo, sin siquiera percatarse en el estado de shock en el que estaba él—. Podría ser una foto… bueno, no, pero se ve… ¿solo me miraste y supiste qué hacer?
—Eh… yo… pues, sí. Solo tomé en cuenta la luz, es lo que lo hace especial y ya sabes, lo que dijimos de la perspectiva…— farfulló, mirando el dibujo, y notando que no había sido una broma y que ella de verdad amaba el dibujo—. Gracias, y también tengo que agradecer que me hayas dejado dibujarte. Sé lo cansado que puede ser posar…— ella le tomó de la mejilla con la mano libre y lo obligó a mirarla a los ojos. Pasó saliva de forma audible.
La mirada intensa sobre él casi le explota el corazón.
—Es lo más hermoso que ha hecho alguien para mi.— le confesó. No fue algo a la ligera, usó un tono cargado de sentimiento, tan profundo que Hiccup casi no la reconoce, incluso piensa que está soñando, que no puede ser real, pero lo es, lo es por lo que significa para ella que alguien la retrate, nadie más que su padre lo había hecho, y ver como Hiccup la había replicado, casi casi como una fotografía…
Dejó el dibujo con cuidado sobre el escritorio detrás de ellos y aprovechó para abrazarle, pasando uno de sus brazos por el cuello y el otro rodeando el torso, acurrucando su cara en el espacio entre el hombro y la cabeza del castaño. Él le regresó el abrazo, igual de fuerte que el de ella (aunque no tiene la fuerza de romperle las costillas como ella), besó su mejilla y Astrid se separó ligeramente sonriendo, dispuesta a darle un beso.
Never thought I'd find you, but you're here, and so I love you
Estuvo a milímetros, verdaderos milímetros, prácticamente se estaban tocando sus labios hasta que una idea se le vino a la mente, tan rápida e importante que tuvo que romper el momento.
—¡Hiccup! ¡Tu fiesta!— exclamó Astrid, no sin antes de golpearle el hombro, enfatizando el punto. El castaño bizqueó de dolor, soltando una exclamación— ¡Ay, perdona!— se disculpó, sobando la zona golpeada, tratando de remediarlo—. Lo siento, lo siento, es que lo olvidé…
—A mí también se me olvidó…— respondió con la voz ahogada de dolor—. No te preocupes, estoy bien—. La consoló, aparentando que no le dolía.
—¡El pastel! ¡Lo dejé en el horno!— los recuerdos de la mañana anterior llegaban de golpe, uno tras de otro, Hiccup hizo una mueca de preocupación.
—¿¡Qué!? Tenemos que ir a tu casa ahora…
—No, no, no está ahí, está en la cafetería de los gemelos, Ruffnut prometió sacarlo a tiempo—. Le tranquilizó, sin embargo a Hiccup no le consolaba esa respuesta—. Los gemelos no incendiarían la cafetería por un pastel—. Aseguró ella, pero eso tampoco mejoró las cosas—. No de nuevo, al menos. El caso es que prometí decorarlo… ¡Ruffnut va a matarme!— se levantó de golpe, trató de colocarse su vestido de nuevo, notando que estaba cubierto de arena. Gimió con desesperación.
—Tranquila, eh… puedo llevarte a la cafetería, es solo un pastel y estoy seguro que quedará increíble—. Volvió a intentar consolarla, levantándose también—. Me va a encantar lo decores o no, ya me encanta solo por saber que lo hiciste tú—. La tomó de las manos con dulzura. Astrid sintió las mejillas enrojecer, e iba a caer, pero otro recuerdo le golpeó.
—No solo es eso, Hiccup, es la fiesta, tenemos que hacer preparativos, checar que todo esté en orden, tenemos que mantenerte ocupado…— y no había ningún regalo para él.
Eso era, tal vez, lo más importante. Pero no lo recordó en ese momento, estaba mas alterada por saber si Eret iba a traer los refrescos.
—Ya me tienes ocupado—. Sonó pícaro, Astrid le dio un golpecito en la sien con el dedo índice apoyándose en el pulgar—. Auch.
—Esto es en serio. Y no puedo ser yo la que te mantenga ocupado.— porque estaba segura que Tuffnut quería hacer algo con él, a saber qué exactamente—. ¿Cómo se supone que saldré de aquí?— viendo su vestido arruinado y que solo tenía unas bragas, no había forma de salir de la casa de Hiccup así. Ni siquiera en su camioneta.
—De la nada, sintió cómo su estómago crujía, ¿Hacía cuánto que había comido algo? ¿Ellos cenaron algo?
—Tal vez podamos resolver eso después de comer algo—. Opinó Hiccup, primero lo primero—. Ya sé, uh… Espera aquí, te traeré el desayuno.— Ahora fue él el que se levantó, se encaminó hacia la puerta, no sin antes tomar una camiseta limpia.
Astrid frunció el ceño. — ¿Quieres que te ayude…?
—No, no, claro que no, ¿Cómo crees?— Negó con la cabeza, pareciendo muy ansioso por salir—. Te prepararé algo… — algo sorpresa, además, quería cocinarle algo. Y asegurarse de que la casa estaba vacía para que ella pudiera bajar.
—No tienes que prepararme el desayuno.— Astrid también se encaminó a la entrada, sin reparar que de hecho no llevaba nada puesto. Hiccup quitó la mano del picaporte, que seguía con seguro, mientras agudizaba el oído, esperando por todos los dioses no escuchar a su madre pidiéndole que baje al desayuno, ni a su padre tocar la puerta o caminar por el pasillo quejándose de la música.
O la respiración de ambos, esperándolo detrás de la puerta, con los brazos cruzados y furiosos.
Sí, no era una buena idea.
—¡No, no, no! De verdad, es como… es como…—¿cómo que? No podía pensar bien cuando ella estaba cerca, en especial así—. Quiero hacer algo lindo para ti, después de lo del dibujo.
Astrid negó con la cabeza—. Esa no es razón suficiente, al contrario, yo debería…
—Lo es.— le tomó de las mejillas, interrumpiendo lo que iba a decir. La rubia por su parte llevó sus manos a las de él, todavía sin intentar zafarse—. Cocinaré un buen desayuno, lo prometo.— le dio un beso en la punta de la nariz antes de salir. Casi vuelve a girar el picaporte cuando analizó la situación de nuevo.
Él estaba parcialmente vestido pero ella no, así que caminó rápidamente a su closet, de nuevo—. Ehh, sobre lo de la ropa para salir de aquí… Yo tengo ropa.— avisó, como si fuera un gran descubrimiento. Astrid frunció el ceño— Pensé que podría servirte para salir. Puede que te quede un poco grande, pero puedes usarla.— estuvo a punto de decirle que tenía de todo, aunque en realidad no tenía de todo, le faltaban vestidos, faldas y… Demás cosas que usan las chicas. No importa—. Y el baño está ahí.— señaló la puerta al fondo de la habitación—. Por si quieres, ya sabes…
Astrid le cortó.— Uy, un baño propio.— exclamó con sorna—. Claro, gracias, ¿qué hay de ti?
—Oh, no te preocupes, usaré el que está abajo—. Hiccup le quitó el vestido que llevaba en las manos y fue por el traje de baño.— Yo… Voy a lavar y a secar esto.— si es que su madre no alcanzaba a verlo. Si es que estaba en la casa. Esperemos que no—. Ya vuelvo.
—Vale yo te espero…— ahora él le dio un rápido beso en la mejilla y se fue, cerrando la puerta tras de si.— Aquí.
¿Has leído esos libros en donde el fuckboy le hace el desayuno a la chica después de darle un cogidón? Hiccup al menos había visto algunas películas en las que algo así sucedía, y tenía una idea de lo que se tenía que hacer. Más o menos. Mientras los huevos se freían, él terminaba de picar la fruta, colocó los trozos en los platitos y respiró hondo.
Esperaba que le gustará el tocino. Una gota de agua aterrizó en la sartén, creando un escándalo de gotitas de aceite que quemaron parte de su torso. Hiccup saltó y siseo, maldiciendo por lo bajo que su cabello se encontrara todavía goteando agua y no llevar camisa tampoco, esto es más fácil en las películas. Una vez se recuperó, volvió a la tarea inicial, que era tomar una cucharada de masa para panqueques y colocarla en la sartén.
¿A quién no le gusta el tocino?
Tenía que darse prisa. Esperó no haberse demorado mucho, ¿Cuál sería el plan ahora? ¿Ella tenía que irse, verdad? Probablemente sí, seguro que ella tenía que arreglarse, ¿La fiesta iba a ser en su casa? ¿O iba a ser aquí? ¿Sus padres sabían de eso? De hecho, apenas y les había visto. Había recibido un par de mensajes de su madre en la noche, nadie había mencionado nada en el grupo familiar durante la semana y justo ahora nadie, salvo él y Astrid (y los perros) se encontraban en la granja. Puede ser que sus padres se estén dejando llevar por el juego de que es una fiesta sorpresa, tampoco había recibido mensajes de Tuffnut…
Justo en ese momento, recibió una notificación del gemelo, era un mensaje de audio:
"Bueeeeeenoooooos díaaaaaaaaaaaas Hiccup, mi mejor amigo en toooooodoooo el mundo".
Raro, pero no demasiado para Tuffnut. Se encogió de hombros, dio la vuelta al panqueque, le pareció bastante considerado de su parte como para preocuparse tanto y mantener el secreto que él ya sabía. Le respondió con otro saludo y ahora sí colocó el panqueque en el plato con la torre que ya había realizado, todo lo colocó en una bandeja y ahora sí se encaminó de vuelta a su cuarto.
—¿A dónde vas?
Casi tira la bandeja, Astrid estaba sentada en el desayunador de su cocina. Llevaba puesta una de sus playeras, una negra con estampado del título de Star Wars en amarillo, le quedaba grande, tanto que le cubría parte de los muslos. Otra vez, para su pesar se había hecho una trenza, pero solamente abarcaba la mitad de su cabeza como si fuera una media cola. Su cabello seguía estando mojado, pero mucho menos que el suyo.
—¿¡Cuando llegaste!?— él, en cambio, actuó mejor que ella. Lo sobrellevó mucho más calmado. Al menos no había tirado nada de la bandeja, ni le había tirado un dragón en la cara.
Oh, esperaba que ella no hubiese visto como se quemó.
—Un momento antes de que te quemaras todo el pecho. — diablos. Hiccup se ruborizó, dejó la bandeja en el desayunador. Igual es bueno que ella esté aquí, porque de hecho, no se dio cuenta que no llevaba el jugo de naranja. Haberlo olvidado hubiera sido vergonzoso.
Quizá menos vergonzoso que esto.
— Ahora sé para qué son las playeras.— bromeó, tratando de no verse tan patético mientras se vestía con la que había tomado antes. Ella sonrió, para su alivio.
—Y las toallas—. Puntualizó, señalando su cabello goteando. Hiccup resopló, quitándole importancia.
—Ya. ¿Así que viniste a hacerme pagar por lo de hace rato?
Astrid se encogió de hombros.— Quería que tuvieras el mismo infarto que yo.— Hiccup negó con la cabeza, pero no dijo nada más, se sentó junto a ella. La verdad él estaba muriéndose de hambre, pero no tomó nada de la bandeja, esperando que ella lo hiciera primero—. ¿Preparaste todo esto?
—Sí. Cocino desde hace mucho porque mi mamá no es muy buena haciendo… Varias recetas.— reveló, Astrid frunció el ceño. Desde que la había visto haciendo pan, pensaba que le gustaba cocinar.— Mi papá es el que a veces hace la cena.
—Creí que a tu mamá le gustaba cocinar.
—Eh, sí le gusta. — volvió a rascarse la nuca, signo de que la pregunta lo incomodaba o que lo ponía nervioso. Astrid enarco una ceja—. Pero no lo hace tan bien.
—¿En serio? Bueno, ya somos dos. — confesó—. Cocinar no es mi fuerte.
Hiccup alzó las cejas—. ¿Qué?
La rubia se encogió de hombros, luego alargó la mano hacia uno de los tazones de fruta y tomó un trocito de sandía—. Eso, que no sé cocinar. Todo se me quema o queda crudo. Se me pasa de sal o de azúcar. Una vez confundí ambas cosas. — explicó más a detalle. Después de haber masticado y tragado el trocito, recordó lo de los pastelitos y el pastel. Oh no, no lo había decorado junto a Ruffnut, seguro que está molesta—. Mi tío llevó de pesca galletas súper saladas en vez de galletas de azúcar.
Esperen un momento.
—¿Entonces qué hay con los panquecitos? Esos no estaban ni crudos ni quemados.— preguntó Hiccup, Astrid abrió los ojos, dándose cuenta de que tal vez no debió decir eso tan a la ligera.
Tss, los panecillos. Igual yo lo olvidé—. Ruffnut me ayudó. Cuando cocino junto a alguien no me desespera tanto… ni me equivoco con cuál es el azúcar y la sal. — no era mentira de todas formas. Y ella había ayudado, al menos un poco. Además, vaya, no hay nada de malo, ¿Qué no es la intención lo que cuenta?—. Con el pastel también me ayudó. Por eso no quedará crudo.
—¿Puedo saber de qué es el pastel?
—No, ese sí es sorpresa. Y ya me dijiste que te encanta, independientemente de como quede. No puedes quejarte del sabor — además, ya era mucho que supiera tantas cosas de su fiesta sorpresa—. Al menos algo tiene que ser sorprendente en esa fiesta.— sin esperarle, empezó a comer, porque si no lo hacía, se desmayaría, y no quiere que eso pase. Ese cliché todavía no.
—Bueno, es que nunca tuve una fiesta sorpresa.— la hizo dejar de masticar. Giró los ojos hacía él, quien asentía—. Eh, no sé si cuente la bienvenida a mi casa cuando volví del hospital. La sorpresa fue que no me esperaba a tanta gente, ¿Es algo así?
Astrid no había ido a esa bienvenida. Un agujero se hizo en su estómago, ni siquiera sabía que eso había pasado, ¿Por qué Tuffnut no se lo dijo? ¿Quién había ido?
Repentinamente, ya no quiso saberlo. Ni comer. El solo pensarlo le había dado náuseas.
Debemos dejar de relacionar los celos con las náuseas, Astrid. Pero es inevitable.
—Sí.— antes de que Hiccup pudiera preguntar porque el tono tan pensativo, Astrid agregó en un tono más animado, el mismo de antes—. Es algo parecido, ¿Estás listo para ir?
I'm not wrong when I say, "I've been stuck by the glue onto you"
I've been stuck by glue
Right onto you
I've been stuck by glue
I've never known
I've never known someone like you, ooh
I've never known
I've never known someone like you, ooh…
Notes:
*El Pediasure es un suplemento alimenticio para niños que contiene proteínas, vitaminas, minerales, calcio, hierro y todo lo que los infantes necesitan para desarrollarse. Usualmente es recetado por los pediatras como apoyo para el crecimiento y para niños con dificultad de obtener nutrientes solo con la comida. Me gusta pensar que Hiccup era un niño remilgoso, no lo culpo, ¿han visto como es la comida escandinava?
Ya, ya, ya párale, Hannia.
¿Final anticlimático? Podría ser, pero no quería que el capitulo fuera tan largo, creo. Sí, eso creo.
Si me echo un speedrun, puede que el capitulo que sigue lo publique antes, pero eso lo veremos. Un abrazo a todos uwu
Chapter 20: Girl All the Bad Guys Want
Notes:
Mientras me encuentro en el hospital, esperando a que lleguen pacientes de mi servicio social. Estoy escribiendo esto, pareciera que estoy en prisión... Más o menos.
Solo que tengo muchos tiempos muertos.
Ya que salimos del bucle interminable que fueron los últimos tres capítulos, me voy a poner a editar los que siguen para ver cuantos salen y ver si se deben partir o no. Ya veremos dijo el ciego.
En fin, me gusta mucho estar de vuelta, éste fic lo acabo porque lo acabo.
Puedes escuchar la playlist completa en: Spotify o también en Youtube pero ahí está un poco a cuenta gotas eh. Cuidado.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
— ¿Dónde naciste?
Hiccup desvió la vista a Astrid, quien de hecho no le estaba mirando. Había hecho la pregunta con la vista fija en su teléfono.
— ¿Cómo?
— Sí, ¿naciste aquí, no?— le preguntó ahora sí alzando la vista, Hiccup volvió la vista para manejar—. Como tus padres son de fuera…
— Fui el primer y único bebé que nació en año bisiesto aquí.— sonaba repetido, como si lo dijera todo el tiempo o cada vez que alguien mencionaba cerca de él la palabra "nacimiento". Astrid sonrió conteniendo una carcajada.
— ¿Y tus padres de donde son?
Astrid no se reconocía, de pronto se sintió incapaz de no parar de preguntarle cosas, y es que le gustaba mucho escucharlo hablar y mientras más sabía de él, más curiosidad le daba su vida.
Hiccup giró el volante para sortear la curva de la carretera para volver al pueblo.— Uh, de Rusia. Los dos. Mi mamá es de San Petersburgo y mi papá de una ciudad cerca, se llama Veliki Nóvgorod. Veliki para más fácil.— respondió, haciendo muecas por los nombres. Con los nombres rusos se le traba un poco la lengua, Astrid ahora sí que le miraba con atención, se encontraba prácticamente girada en su asiento, con la espalda recargada en la puerta del copiloto—. Es un poco famoso allá… Veliki, me refiero.
—¿Por?
Hiccup frunció los labios antes de responder—. Fue un asentamiento vikingo, eh, a lo que me acuerdo, porque… bueno, los nombres son complicados...— tanto para Hiccup como para mí, estoy haciendo mi mejor esfuerzo—. Era un sitio que usaban los líderes vikingos para el comercio porque está cerca de un río y ese río conectaba al mar y ya sabes… cosas de vikingos.— zanjó, un poco avergonzado de no saberse bien la historia—. Mi papá la sabe mejor, la historia me refiero. Ahora es un sitio turístico. Mi mamá fue de viaje ahí y se conocieron.
— Aww, ¿Y cómo terminaron aquí?
Hiccup suspiró—. Le ofrecieron una beca de intercambio a mi mamá. Completa, con alojamiento incluido en Minnesota, lo que ella siempre soñó… pero estaba muy lejos. Y una cosa para mi papá era hacer un viaje de dos horas en tren hasta San Petersburgo y otra diferente era estar a quince horas de distancia.— la miró fugazmente, como si no supiera que le estaba escuchando—. Así que tomaron una decisión.
— ¿Se mudaron aquí?
— Sí, y se casaron. Antes de venir aquí. A escondidas…— y luego añadió con una sonrisa, la parte que más shockeaba a la gente a la que se lo contaba—. Con solo dos semanas de conocerse.
—¿¡Qué!?
— Yup, puedes preguntarles cuando quieras.
— ¿Pero, por qué? ¿Tus abuelos eran muy estrictos? Me refiero a los padres de tu mamá.
— Pff, no qué va.— exclamó riendo—. Ellos aceptaron en el momento, mi papá venía de una familia más tradicional. Decían que mi mamá se robó a mi papá, lo cual es gracioso porque…— pensó en su padre y en lo único que había heredado de él… bueno, de las únicas cosas, no por nada tenía que afeitarse cada tercer día—. Mi papá es gigante, es difícil de secuestrar.
"El caso, no llegaron solos aquí, mi tío Spitelout, el papá de Snotlout, hermano de mi mamá los acompañó. Gobber siguió a su mejor amigo hasta aquí.
—¿Cómo terminaron en Berk?
Hiccup metió segunda, bajando la velocidad para entrar a los suburbios—. Por mi culpa. Estaban buscando un nuevo lugar donde vivir, ahora que mi mamá estaba graduada y embarazada de mi, el dueño del departamento la vio ya sabes, con una panza de siete meses, en un edificio en el que no se permitían niños e inmediatamente los mandó a la calle. Mi papá trabajaba de todo en Berk, y ella vino a buscarlo, creo que fue el estrés de no tener un sitio donde vivir y no encontrar a mi papá lo que me hizo nacer antes… eso o que siempre he sido defectuoso. Les gustó la quietud, creo, la renta a bajo costo… Mi papá descubrió lo de los botes y fue escalando en la empresa, primero marinero, luego capitán, y después el dueño, cuando existía la meritocracia y esas cosas.
— Fue conquistando Berk poco a poco.
— Se dio cuenta de que con los botes se puede hacer dinero, creo.— se encogió de hombros.
— ¿Has ido a Rusia?
— Pocas veces. Si crees que aquí hace frio, allá es tres veces peor. Y la comida… es rara. Los escandinavos no se especializan en hacer buena comida.— se quejó, se le revolvía el estomago de solo recordarlo.
Astrid sonrió de forma traviesa.— ¿Y sabes hablar ruso?
Hiccup se rio con la nariz—. Tengo miedo de responder esa pregunta.— confesó, medio bromeando y medio en serio—. Depende.
— ¿De qué?
— De si me vas a obligar a hablar ruso.
— ¡Acabas de delatarte!— saltó Astrid, como si le descubriera un crimen y ella fuera la mejor detective—. Anda, di algo.
—Algo.
— ¡No!— chilló como niña pequeña, Hiccup sintió sus manos rodearle el bícep derecho y agitarlo, tratando de persuadirlo—. Di algo en ruso.
— No, estoy muy oxidado— Se rascó la barbilla con algo de nerviosismo, avergonzado de no haber ensayado su acento ni frases fáciles una noche antes.
— ¡Por favor! Prometo, ah…— Astrid pensó en lo que podría darle a cambio, cosa difícil, porque no había nada que él no tuviera o no pudiera conseguir—. Ya sé, veré todo Star Wars contigo—. Recordó uno de los posters en la pared de su cuarto, y el haber mencionado que no había visto esas películas en su vida.
Hiccup frenó en una luz roja y aprovechó para subirse los lentes de sol a la frente, alzando las cejas también.
— Wow, ¿todas las películas?
¿No solo es una película?— Claro, todas.
— ¿Las tres trilogías? ¿Todo el universo?
Astrid parpadeó dos veces, muy despacio, ¿Se refiere a nueve películas?— C-claro.— titubeó. Bueno, aunque eran demasiadas, sonaba a una buena cita, ¿no?
— ¿Incluidas las películas extra del universo?
— Todas y cada una de ellas.
Hiccup sonrió ahora con maldad.— ¿Las series también?
— Puede ser.
— ¿Y el extraño especial de navidad?
— Por supuesto.
Hiccup entrecerró los ojos, esperando a que Astrid se quebrara, sin embargo no lo hizo, siguió firme. Vale, tal vez le había ganado esta vez, aunque no necesitaba nada de eso, si Astrid hubiese insistido un poquito más sin prometer nada a cambio, hubiera cedido sin problema.
— Vale, vale…— Hiccup puso en marcha el auto—. Déjame pensar.
El camino hacia la casa de los gemelos fue tranquilo, el día, tal y como ellos habían visto en la ventana del cuarto de Hiccup estaba estupendo, nubes suaves y poco densas cubrían el cielo azul, el sol de Berk no era particularmente fuerte, así que calor no estaba haciendo. Astrid volvió a peinarse, retomó la misma trenza que le caía por el hombro, sin embargo, el vestido no había conseguido secarse por lo que seguía usando la ropa que Hiccup le había prestado. Hiccup no tenía problema, al contrario, le parecía que ella nunca se había visto mejor, era adorable que su ropa le quedara demasiado larga y demasiado suelta.
El castaño tomó aire, y lo mejor que pudo, masticó la frase que más odiaba en este mundo:
— У нас на ужин… рыбья голова.*
Astrid se quedó fascinada con la frase, Hiccup estaba sudando, a pesar de que sabía que ella no notaría su mala pronunciación.
— ¿Qué significa?
— Que hay cabeza de pescado para cenar.— arrugó la nariz, Astrid hizo una expresión de asco, luego se rio y le dio un beso en la mejilla.
Así, sin avisar. Hiccup tuvo que concentrarse en no dejar de pisar el acelerador. O en no hacerlo demasiado.
— Vaya, vaya, sí que puedes hacer de todo, ¿hay de verdad algo que no puedas hacer?
— Se me ocurren varias…— mustió Hiccup, todavía impresionado por el beso—. Cosas.
Astrid se recargó en su hombro, sin importarle lo inseguro que era el estarlo, seguía con el bícep entre las manos, Hiccup tuvo el impulso de recargar su mejilla contra la coronilla de ella.
— Y… ¿Tus padres no estaban en casa?— preguntó Astrid de la nada, ya había notado que la miraba más de lo que miraba el camino.
Hiccup se sobresaltó, no demasiado, de pura suerte la camioneta no se detuvo de golpe al momento de hacer el cambio de velocidad.
— Eh, no lo sé, ¿por qué?
Astrid se encogió de hombros.— No lo sé—. Le arremedó, Hiccup hizo una mueca, su voz no es tan nasal, ¿o sí?— Me pareció extraño no verlos, es decir, no los vimos desde anoche, creí que era parte de tu plan—. añadió mirando sus uñas, el esmalte se estaba cayendo a pedazos, seguro que era una de las cosas por las que Heather o Ruffnut la reñirían en un rato.
— No, no, yo no sabía que ellos no estarían—. Era verdad, una vez abrió la puerta de su habitación esperaba que la casa estuviera llena de vida, con su padre haciendo el desayuno y su madre leyendo un libro sobre el tema en el que tuviese una hiperfijación esa semana, en ambos reparando en él y en el peor de los casos, su padre le pidiera bajar con Astrid a desayunar y luego le castigarían. O en el mejor, pedirle desayunar y preguntarle el plan para ese día.
— ¿Es normal en tu familia?— un nuevo matiz en la voz de Astrid: curiosidad. Autentica curiosidad.
— ¿Qué cosa?
— Desaparecer y no avisar, ¿es algo ruso?
Hiccup esbozó una media sonrisa—. No, solo es un hábito de mi mamá…— reveló muy a la ligera, sin embargo, se dio cuenta que eso no respondía la pregunta raíz—. Eh, no, no suelen hacer eso. Tal vez me enviaron un mensaje, pero no he checado el teléfono. Mi papá suele avisar cuando desaparece—. No satisfizo su curiosidad, aún así Astrid asintió, mordiendo la uña de su pulgar.
Aparcó el auto enfrente de la casa Thorston y ahora sí apagó el auto en su totalidad. No quería quedarse atorado y esperar a que Gobber le diera un chispazo a la batería de la pickup. Astrid enviaba mensajes a Ruffnut y Hiccup aprovechó para ver su propio teléfono.
"Hiccup, ¿desayunaste?" de parte de su padre.
"Hola, bebé, ¿le diste de comer a los chicos del albergue?" de parte de su madre.
Ya sé lo que estás pensando: ¿si les dio de comer? Sí, justo antes de salir con Astrid, ¿cómo podría olvidarlo?
Astrid esperaba que sus amigas no la riñeran demasiado por haber desaparecido un día entero, no solo eso, seguro notarían que estaba usando la camiseta de Hiccup, junto con sus bermudas.
En realidad no es tan tarde, apenas es medio día.
Tampoco es que sea tan grave, ¿no?
Hiccup se estacionó enfrente de la casa de los gemelos, apagó el motor y esperó a que Astrid indicara que tenía que irse. Tan pronto y ya le extrañaba.
— Bueno, gracias por traerme—. Vamos, ni siquiera se demoró un poco, Astrid buscó la mano de él, encontrándose en la palanca de cambios; le dio un apretón a modo de despedida, logrando que él la mirara. Hiccup apartó la vista de su teléfono y le sonrió—. Me encantaría quedarme y ver todo el vasto universo de Star Wars, pero tengo una fiesta sorpresa que organizar.
— Tu te lo pierdes, y créeme, lo entiendo—. Respondió antes de darle un beso en la coronilla, Astrid le regresó el beso, siendo igual de fugaz esta vez en los labios. Hiccup tuvo que forzarse a recuperar el aliento antes de girar la llave de la camioneta para apagarla y desbloquear los seguros de la puerta de la pickup—. ¿En dónde tengo que estar y a qué hora?
Astrid alzó las cejas, luego entornó los ojos—. ¿No lo sabes?
— No, Tuff y los demás todavía creen que no lo sé—. Volvió a colocarse los lentes de sol sobre el puente de la nariz, la rubia seguía escudriñando con la mirada la expresión de su rostro, determinando si Hiccup estaba mintiendo o no.
Astrid fue la que sonrió de forma traviesa ahora.— Entonces es una sorpresa.— dijo e iba a cerrar la puerta, sin embargo, Hiccup fue más rápido, en una milésima de segundo se quitó el cinturón de seguridad, y detuvo la puerta con la mano a medio camino.
— Я… тебя люблю.**— pronunció cuidadosamente y sonando mejor de lo que había pensado, con el corazón en vilo, reventando su pecho. Astrid, confundida, para su alivio, esbozó una sonrisa—. Ты… всё для меня. Увидимся вечером, Астрид.***
— ¿Y eso qué significa?
— Que… estoy ansioso por mi fiesta, y que te veré en la noche.
Hiccup pudo ir tras ella, revelarle lo que de verdad había dicho (al menos, la primera parte), pero no lo hizo, prefirió quedarse en el coche. Era justo no saber donde sería exactamente su fiesta sorpresa. Y no saber de qué sabor es su pastel.
La puerta de los gemelos se abrió, mostrando a Ruffnut, de pronto, así sin más, le decía a Astrid algo, un poco alterada, no, más bien, algo molesta, tal vez sonaba algo parecido a "tienes suerte de que no hayamos puesto los globos todavía, ¡Vas a arruinar la sorpresa!", luego le apuntó a la ropa que llevaba puesta, como una madre enojada después de que su hija hubiera estado toda la noche fuera. No pudo evitar sonreír de lado, mientras Astrid respondía que en realidad, era una buena idea que Hiccup estuviera aquí, porque así Tuffnut podría distraerlo.
Sonaba a una buena idea.
Ambas chicas volvieron la mirada a él, como si Hiccup hubiera llamado su atención con el claxon. Lo miraron por unos segundos, Ruffnut puso sus manos en las caderas, frunciendo los labios, Hiccup agitó la mano a modo de saludo, sonriendo amable.
Ruffnut le señaló con los dedos índice y anular, y después se apuntó los ojos, repitió la acción, dejándole en claro que lo estaría vigilando. O algo así. Tomó a Astrid del brazo y la hizo entrar en la casa, la puerta se cerró con un portazo detrás de ellas, ahora sí dejándolo solo en el vecindario; miró hacía atrás, Toothless jadeaba con la lengua de fuera mientras reposaba en el asiento trasero, más allá, en la caja, había una batería de auto por si las moscas. No tenía la certeza de cuánto tiempo exactamente la batería se usó sin ponerle la marcha, y honestamente no quería empujar la enorme pick up hasta el taller de Gobber.
Bueno, si eso pasaba tendría a Tuffnut para eso. Se le ocurrió cuando lo vio salir por la puerta.
Seguía usando el mismo beanie que llevaba siempre, la rastas y ahora un chaleco de mezclilla con un montón de parches con bandas de metal que le gustaban, bordadas en diferentes tamaños y formas, unos pantalones oscuros y sus típicas muñequeras, similares a las de Hiccup. El castaño resopló y buscó en el teléfono la playlist que tenía para Tuffnut.
Es que, es raro de decir, y puede que Tuffnut les caiga mal con esto, pero a él no le gusta ningún género musical que no sea metal.
En serio, Hiccup no tenía ni idea de qué otra música pudiera gustarle. Siempre se quejaba de las canciones pop que su hermana ponía en la radio o las canciones que Snotlout ponía, incluso las de Fishlegs (bueno, es que él también se hartaba un poco de Taylor Swift, mira que un par de canciones estaban bien, pero escucharla más de una hora lo deprimía o le sacaba de quicio. No hay punto medio); por lo que, para no escuchar la verborrea que siempre decía, hizo una playlist con las canciones de metal que a ambos les gustaban (o que al menos Hiccup toleraba). Ahora que lo pensaba, mientras lo veía caminar y preguntar si la puerta estaba abierta (no lo invitó a venir, es más, técnicamente no tenían planeado salir, ¿No?); de hecho, ahora que lo recordaba, la única vez que no le escuchó quejarse fue cuando él y Astrid lo llevaron de paso a Caldera Clay.
Abrió los seguros de las puertas y Tuffnut entró de un salto, sonriendo ampliamente. Ambos se quedaron así, Hiccup esperando un saludo o al menos la invitación de dar una vuelta. Tuffnut todavía sonreía, mirándole e insinuando arrancar con la cabeza.
Hiccup prendió el auto para que la playlist sonara.
— ¿Qué?— preguntó Hiccup al fin.
— ¿De qué?— Tuffnut no dejaba de sonreír. Hiccup suspiró.
—Hola Tuffnut, ¿Qué te trae a mi camioneta?— decidió empezar él, dado que el gemelo no hacía ningún otro gesto.
Los engranajes en Tuffnut empezaron a girar.
— ¡Oh, es verdad! Lo de distraerte. — eso último lo añadió en voz más baja, pero Hiccup pudo oírlo. No preguntó por eso de todas formas. — Hiccup, mi querido amigo con lentes de sol...— alargó las manos y le quitó los lentes oscuros, Hiccup dio un respingo, el día estaba muy iluminado.
— Oye, devuélveme eso.— se cubrió del sol con una mano, ¿Por qué Berk estaba tan despejado? Agh.
— Están geniales, ¿Es parte de tu tratamiento verte cool todo el tiempo?— Tuffnut se los había puesto y con el espejo del pasajero, el que se desdoblaba del techo, se veía y coqueteaba—. ¿Por qué tienes que usarlos? ¿Es para proteger tu identidad secreta de héroe?— puso los lentes sobre el beanie, subiendo y bajando las cejas repetidamente. Hiccup bufó.
— No. Es porque mis ojos son muy sensibles a la luz, no lo hago para verme cool.— Hiccup como pudo, le arrebató los lentes de un zarpazo. Tuffnut bizqueo.— Gracias.— dijo de manera sarcástica antes de volver a ponerlos sobre sus ojos. — Ya te dije que no soy un superhéroe.
— Eso es lo que un superhéroe diría.— apuntó Tuffnut, cruzándose de brazos y mirando al frente. De ahí, no dijo nada y Hiccup, todavía expectante tampoco.
La playlist cargó y con ella, el atronador sonido de una guitarra eléctrica y la voz característica de un cantante de metal. El castaño dio un respingo, se le había olvidado que el AUTO SIGUE ENCENDIDO, HICCUP, SE TE VA A ACABAR LA BATERÍA, DILE A TUFFNUT QUE POR FAVOR TE DIGA ALGO O APAGA LA MALDITA CAMIONETA O SI NO NOS QUEDAREMOS ATRAPADOS EN ESTA ESCENA EN LA QUE ESTOY ATORADA DESDE HACE DOS SEMANAS Y YO MISMA TE VOY A…
— ¿Y a qué viniste?— preguntó Hiccup viendo la señal de Check Engine en amarillo del tablero del auto, esperando no ver la de la batería.
VOY A APAGAR YO EL MALDITO AUTO.
— A saludar, nada más.— Tuffnut se encogió de hombros—. ¿Qué no puedo saludar a mi mejor amigo?
—Yo pensé que tenías algo planeado, por lo del mensaje…
— Ah eso…
¡USTEDES DOS! ¡ARRANQUEN EL AUTO!
— Sí, eso.— Hiccup amagó una mano hacia las llaves, GRACIAS A DIOS.
— ¿Tienes hambre?— le preguntó a Hiccup, haciendo que este se detuviera cuando estaba a punto de girar la llave.
AH.
— Eh, no, acabo de desayunar con Astrid.
— Oh, eso es una pena.
— ¿Por qué?
— Era mi plan de distracción. El súper desayuno.
— Podemos ir si quieres.
— ¡Oh! ¿En serio?
— No veo por qué no.
— ¡Genial!
Y se quedo quieto, esperando que la camioneta se moviera. Casi lo tomo del cuello del chaleco, ESTE CHISTE YA NO ESTA DANDO GRACIA TUFFNUT, DILE A DONDE MIERDA QUIERES IR— ¡Ya, ya sé! Ya voy, dioses— cómo si le hubiera dicho algo sobre recordarle algo, Tuffnut se inclinó en el asiento. Hiccup olisqueo el aire y prestó más atención a los ojos de su amigo, entornando los propios, buscando el color de la escalera—. Vamos a desayunar pizza, ¡así que arranca el auto!
No estaban rojizos ni llorosos. No habían olores extraños, ni ahumados ni herbales, al contrario Tuffnut olía a jabón, y a AXE. Más que verse pacheco, se veía más distraído y nervioso que otra cosa.
Meditó el preguntarle si había fumado algo y si se sentía bien mientras hundía su pie en el clutch, metiendo reversa, giró la cabeza y parte del torso para ver mejor. Los espejos no son tan buenos indicando qué tan lejos están los buzones.
LOS OBJETOS ESTÁN MÁS CERCA DE LO QUE APARENTAN. Hiccup Haddock no iba a llevar ningún buzón en el parachoques hoy. En eso estaba, cuando Tuffnut mismo volvió a hablar.
— Hiccup, me quedé pensando. —cortó el silencio mirando hacia el frente. Hiccup le miró de reojo, ¿Ah?— En que no hemos festejado tu cumpleaños.— el castaño casi suelta una carcajada, ah eso—. Y dado que te la pasaste con Astrid todo el día, sin llamarnos ni a mi ni a Fishlegs…
Eso lo hirió un poco.
— ¿No se supone que ustedes tendrían que llamarme?
— ¡Chitón!— le calló rápidamente. Hiccup le hizo caso, respirando hondo, volvió la vista al frente y ahora sí arrancó para salir de la calle—. No llamaste y ya no te puedes disculpar. Y ninguno llamó porque sabíamos que estarías con Astrid, así que… no importa.— Hiccup frunció el ceño, ¿había algo más que Tuffnut no le estaba contando?— El caso, quería invitarte a comer pizza.— agregó con una sonrisa, el rubio le vio alzar las cejas por encima de los lentes oscuros—. Por tu cumpleaños.
— Acabas de decírmelo.— Tuffnut pudo ver cómo Hiccup desviaba la mirada halagado. Pero no lo iba a decir.
— No, dije que iríamos a desayunar pizza. Ahora te estoy diciendo que te invitaré a comer pizza. Yo pago, eres como mi chica ahora.
Hiccup soltó una carcajada.
— ¿Estoy en una cita contigo, Tuff?
— Si eso quieres.— le respondió con una sonrisa y mirada anhelante, Hiccup hizo una mueca solo con la boca.
— Prefiero una cita con Astrid, gracias.
— ¿Qué tiene ella que no tenga yo? — reprochó, sintió la mirada de Hiccup, apenas era una de reojo pero podía sentir la evidente contestación—. No respondas, ya lo sé, es por mi cabello, pero te aseguro que es igual de bonito que el de la general Hofferson.
— Por supuesto que es el cabello.— mustió Hiccup, manejando entre las calles—. ¿Y por qué la cita tan repentina? Debiste avisarme para venir con mejor ropa.
—Porque eres mi mejor amigo y como yo soy tu mejor amigo también, pensé que sería buena idea pasar el día juntos de manera completamente desinteresada, hasta la noche, cuando me dejes en mi casa.— señaló hacia atrás. Ahora ya no podía verlo, pero si Hiccup hubiera escudriñado con la mirada, las caras de Heather y Ruffnut aparecen en la ventana de la sala. Bueno que no lo vio, porque eso era mucho más aterrador que Ruffnut señalándole que le vigilaría—. Cómo a las siete, más o menos... Sin volver aquí hasta las siete, eh. — añadió, preguntándose internamente en qué demonios iban a hacer durante tanto tiempo.
Hiccup también pensó en qué iban a hacer además de comer pizza.
— Oh, vale, ¿Y no hay ninguna otra razón de por medio?— preguntó para tentar al gemelo, probar que tan bueno era mintiendo. El gemelo estuvo a punto de responder, hasta que el castaño añadió— Que no sea mi cumpleaños.
Pero Tuffnut ya había ensayado todas las posibles preguntas que Hiccup, con su perspicacia, podría hacerle. Ruffnut y él se quedaron hasta tarde ensayando, incluso le pidió a Heather que le ayudara haciendo más y más preguntas.
— Solo que somos amigos.— dicho esto, puso su cabeza en el hombro de su amigo como si le abrazara. Hiccup negó con la cabeza, vale, podría intentarlo después.
Arrancó y empezó a manejar en dirección a Caldera Cay.
Era un poco difícil manejar con la cabeza de Tuffnut todavía sobre su hombro, un poco parecía como si estuviera atrapado, como condicionado a ir a su regalo de cumpleaños. Tuffnut por su parte, trazaba el magnífico plan de distracción para Hiccup en su mente, estaba tan concentrado, pensando en llevarlo a la playa o al árcade que está cerca de la misma, o al cine, a Hiccup le gustan las películas, a pesar de que el cine de Berk es antiguo y pequeño, todavía le llegaban películas actuales.
O podría llevarlo a la cafetería a ayudarle con algunos pedidos, ¡uh, con el inventario! Esa sí que es una buena distracción. El objetivo es mantener a Hiccup lejos del centro comercial de Caldera Cay.
Justamente, alzó los ojos para leer los letreros de la carretera, como si fuera una broma cruel observó como Hiccup colocaba el cambio para entrar a la salida de la carretera que justo quería evitar.
Tuffnut saltó.
— ¡ESPERA!
Hiccup pisó el freno a fondo, en acto de reflejo y frenando en seco con el chirrido de las llantas de la pick up. No le tomó ni una milésima de segundo, para reaccionar y con su brazo detener a Tuffnut, salvándolo de irse directo al parabrisas (igual no iban tan rápido, pero con los frenones uno nunca sabe), sintió como el cinturón de seguridad le estrujaba las costillas y luego el rápido tirón que lo arrojó contra su asiento otra vez.
Su mente estaba en blanco, como si no tuviera palabras en la cabeza. Tal vez su cerebro estaba esperando a que la adrenalina le permitiera volver a pensar en algo. O como si esperara que sucediera una cosa para empezar a pensarlo. No pasó tanto tiempo, porque en el medio segundo en el que todo esto había pasado, escuchó un claxon a su lado. Giró la cabeza, asustado, viendo como el camión que iba detrás de ellos, le rebasaba. Contuvo la respiración hasta que se alejó, mientras inhalaba, fue aflojando los músculos de la mano que sujetaba el volante, ya que sus nudillos estaban blancos del esfuerzo.
No sé había dado cuenta, pero Tuffnut le estaba hablando, no reparó en eso hasta que le vio de reojo, y empezó a escucharlo apagado, muy muy bajo, debido a un molesto zumbido en sus oídos. Tomó aire otra vez, mientras trataba de regular su respiración, una vez se atenuó el sonido, regañó a Tuffnut.
— ¿¡Por qué hiciste eso!?— el auto se había apagado, así que volvió a encenderlo, pero sin moverse, afortunadamente no había más autos en la autopista. Gracias a los dioses. Por la cara de Tuffnut supo que estaba hablando demasiado alto y puede que hasta estaba sonando molesto, sin embargo, no era su culpa, ¿¡a quién se le ocurre gritar en este preciso momento!?
Vale, sí, tal vez no se hubiera puesto tan nervioso si no hubiera visto el camión. Eso fue un factor importante; Hiccup giró la cabeza para ver a Toothless, quien solo se sacudió y volvió a trepar al asiento. Nada grave, pero igual estaba nervioso.
— ¡Perdón!— gimoteo Tuffnut, no era la primera vez que lo decía—. Me refería a que fuéramos por pizza con Dagur, no a Caldera Cay. No podemos ir.
—¿¡Por qué!?— Hiccup no paraba de gritar, antes de armar tráfico (cosa rara aquí en Berk, porque, ya saben), lentamente manejó por la carretera hasta encontrar un retorno.
—Es que no me gusta la pizza de ahí. Ya sabes, quería invitarte con Dagur, tal vez tengamos suerte y nos de una pizza de cumpleaños—. Explicó, Hiccup por su parte, negaba con la cabeza y arrancaba el auto, metió clutch y primera, regresando perezosamente a la carretera de Berk.
— ¡No vuelvas a hacer eso! ¡Es peligroso! ¡Nos pudimos haber estrellado! ¿¡Qué demonios es lo que te pasa!?— ladró, metiendo segunda y tercera, regresando al pueblo. Estaba sonando más enojado que preocupado, pero no lo notó hasta después.
— Perdón, en serio no quería asustarte. — volvió a disculparse Tuffnut, está vez soñando arrepentido de verdad, como si hubiera caído en cuenta de lo estúpido que había sido.
El tono de voz lo hizo volver en sí. No debió ser tan duro, igual no fue algo tan grande, ¿Saben? Pero estás cosas le ponen los nervios de punta y le dan punzadas en el muñón. Se relajó un poco más, liberando la tensión en sus hombros, volvió a suspirar, su respiración se estaba calmando un poco, solo un poco y ya no había zumbido, al menos.
— Está bien, Tuffnut. Yo también lo siento. — se disculpó también, ahora hablando con un tono de voz más aceptable.— Debí preguntarte primero a dónde íbamos.— dobló en una esquina y manejó hacia la plaza. Se formó un silencio incómodo, uno nuevo, porque desde que Tuffnut se subió a la pick up no han parado dichos silencios, cosa rara porque aunque Tuffnut esté nervioso, no para de hablar hasta por los codos.
Ni siquiera ahora, que estaba sonando Black Betty de Ram Jam, canción que le gustaba demasiado al gemelo. Al contrario, el rubio solo alargó la mano para subirle a la canción y cantarla en voz baja.
¿Uh?
Ahora que le miraba bien, se miraba un poco pensativo, expresión que no era habitual en él. No habló de todas formas, sino que solo manejo algo tenso hacia la pizzería de Dagur.
Cuando es fin de semana, Dagur no tiene que estar en la escuela, al menos, no después de medio día, una vez ya haya terminado de hacer toda la limpieza de fin de semana, misma que debe ser diez mil veces más fácil ahora que está sola a cuando está repleta de estudiantes siempre manchándolo todo.
La historia de Dagur está llena de baches que Hiccup conocía más o menos. Stoick era muy buen amigo del padre de Dagur, Oswald, el mismísimo director de la preparatoria de Berk; varias veces cenó con ellos, incluyendo a Heather (aunque eso no los hacía cercanos, Heather siempre ha estado apartada de su medio hermano y de Hiccup), por lo que más o menos sabía porqué Dagur terminó siendo el conserje.
Dagur siempre fue agresivo, en especial con Hiccup. Siempre hacía las cosas incorrectas, respondía con agresividad y digamos que se juntó con la gente incorrecta. Terminó en la escuela militar, y después de eso, cuando lo echaron, su padre no tuvo de otra más que ponerlo a trabajar. Pero trabajar en serio, en su escuela y terminando la preparatoria en ese mismo lugar.
Oswald puede ser muy amable, pero cuando Dagur cayó en su gracia, se volvió exactamente lo opuesto. Conforme fueron pasando los años Dagur empezó a aceptarlo, a no odiar a su padre y agarrar cariño a limpiar cosas, vamos que no estaba tan mal y le ayudaba a su negocio de comida.
Además, le gustaba vigilar a su hermanita, puede que no lo parezca mucho, pero a Dagur le importa mucho Heather y le preocupaba, como a cualquier hermano mayor, que algún chico fuera a aprovecharse de ella.
Tenía mucho que ver, que gracias a ella los Berserk no lo hubieran dejado en la calle. Y siempre estaría agradecido por eso.
A Hiccup le agradaba mucho que Dagur se haya reformado, y aunque casi no iba a comer a su pizzería que solo abría los fines de semana, en la que él es el único que trabajaba y que apenas tenía una mesa metálica para dos afuera, sobre la acera, con una sombrilla de playa y dos tristes sillas, se encontraba feliz por él. Después de un tiempo, Dagur se disculpó por todos los años de bullying, y con el tiempo, Hiccup aprendió a perdonarle, así que podría decirse que se llevaban bien.
Bueno, digamos que, a Dagur le cae mejor Hiccup de lo que a Hiccup le cae Dagur. La cosa a veces incomoda, a veces no. La mayoría de veces sí que lo es, pero bueno, tiene sus ventajas a veces, como lo de la pizza de cumpleaños; puede ser que Dagur solo acceda porque es Hiccup y no porque sea Tuffnut el que lo pide. Desde que Tuffnut ocasionalmente sostiene a Heather en el equipo de animadoras Dagur le ve con mala cara.
¿Tiene acaso que sostener a todas las chicas (especialmente a su hermana) desde los muslos?
¿Qué clase de chico es animador? Tuffnut no tiene la pinta de gay típico que se encuentra en esos equipos de animadoras. Dagur exagera, tampoco es como que Tuff sea el fuckboy más infame de la escuela, sin embargo, para él, es un poco innecesario que la sostenga por tanto tiempo.
Hiccup se estacionó, pero no apagó el auto (decisión arriesgada, si me preguntas, tomando en cuenta de que ni él ni yo sabemos el estado de la batería), se sintió mal de ver a Tuffnut tan perdido en sus pensamientos que hizo una mueca antes de hablar.
— Oye Tuff, creo que fui muy duro contigo, no quería gritarte, en serio.— aseguró, colocando una mano sobre su hombro. Tuffnut le regresó la mirada, ligeramente sobresaltado, ¿Cómo?— Siento mucho lo de hace rato.
— Uh, gracias, creo.
— ¿Te pasa algo?— Ahora sí apagó el motor y la música dejó de sonar. Tuffnut negó con la cabeza, Hiccup sabía que había más que solo la fiesta de al rato.
— Eh… sí, es decir, no.— cambió su semblante a uno más nervioso y sospechoso. Hiccup enarco una ceja.
— Tuff, sabes que puedes decirme lo que sea.— insistió, ya esperando una explosiva reacción para hablar sobre la fiesta sorpresa. Sin embargo antes de siquiera terminar la última palabra de la oración, Tuffnut se giró y le respondió.
— Creo que estoy enamorado de Heather. En realidad te lo iba a decir mientras comíamos, de manera dramática, pero recordé que Heather es hermana de Dagur y que de por sí no le agrado porque soy el único animador del escuadrón.— lo estaba diciendo a toda velocidad, Hiccup tuvo duda en algunas palabras, pero dado el contexto supo cómo completarlas. No pudo evitar fruncir el ceño y preguntarse si de verdad ese era el problema o si Tuffnut estaba bromeando…
… Sobre estar enamorado.
Hiccup se dio de bruces contra la pared invisible que se había formado en su mente cuando ligeramente procesó eso último. —¿Huh?— sin embargo, eso fue lo único que pudo expresar.
Tuffnut genuinamente pensó que Hiccup no le había entendido, por lo que lo repitió, esta vez más despacio. El castaño negaba con la cabeza mientras escuchaba al gemelo hablar.— …de por sí no le agrado a Dagur porque siempre cargó a Heather en las prácticas de anima…
— No, Tuff, sí lo entendí, es solo que me tomó por sorpresa.— le interrumpió, el gemelo le hizo mala cara, ¿entonces por qué solo dice eso de "huh"? ¿qué se supone que significa eso?— Nunca te has enamorado de nadie, o bueno, nunca me habías dicho que te enamoraste de alguien, ¡no tiene nada de malo! es decir, siempre pensé que… bueno, que algún día llegaría o algo así, yo…
— ¿Qué acaso no me escuchaste? Dije que estoy enamorado de Heather, ¿sabes lo que es eso? ¿Sabes lo que significa?
—Si es por Dagur, él ya no es malo. Al menos ya no es tan agresivo.—ahora sonaba más comprensivo—. Porque es eso lo que te molesta, ¿no?
Tuffnut hizo una mueca, tenía que confesar algo—. No solo es Dagur lo que me preocupa.
Ambos salieron del auto, el aire seguía siendo frío, tan frío como lo fue febrero, sin embargo, el sol, de marzo estaba mucho más cálido, empezaba a calentar poco a poco. La primavera en Berk es breve, dura aproximadamente hasta finales de mayo, cuando las lluvias predominan en los días. A Hiccup le gusta esta época del año, en la que no hace ni frío ni calor.
Y donde no tiene que llevar un impermeable en la mochila, o una rompe vientos.
Se sentaron en una de las escasas mesas del lugar de Dagur, uno frente al otro, esperando a que el dueño, mesero y cocinero del lugar se apareciera.
— Si no es solo Dagur lo que te preocupa, ¿qué es?— preguntó, bajando la vista al escaso menú repleto de distintas pizzas con distintos ingredientes que puede que ofendan a algún italiano.— ¿Es por lo del equipo de animadoras?— y se calló, porque estuvo a punto de preguntar también si la razón era Astrid.
Sí, sí, Astrid no es mala jefa, él ya sabe eso, pero sabía lo mucho que le importaba el campeonato de animadoras y francamente no sabía como reaccionaría si se enteraba sobre una relación entre el único varón de su equipo y su segunda mano derecha, ¿y si las cosas salían mal? Además, puede que tengan una regla para eso, puede que para dejarlo entrar tuvo que prometer no enamorarse o no propasarse con ninguna de las chicas.
Tuffnut, a pesar de ser distraído, captó la idea.
— No había pensado en eso también.— Contrario a lo que pensaba Hiccup, en realidad no había ese tipo de reglas, ni le pusieron ninguna condición para entrar al equipo. Solo les gustó la idea de que junto a su hermana había practicado ballet hasta que la profesora no pudo enseñarles nada más, en sus palabras: "son buenos, increíbles, pero son un desastre, ¡estoy en terapia desde la segunda semana en la que los vi!"— Pero no es solo eso, eh, tal vez ahora también sea eso...—negó con la cabeza, mejor no pensar en Astrid molesta.— Me refiero... a que ella no es nada mi tipo, tan solo mírame, ¿tu crees que yo podría ser el tipo que a Hea...?
De tajo, un carraspeó le interrumpió, ambos giraron la cabeza de forma mecánica y el mismo tiempo, los ojos como platos al ver a Dagur parado a lado de la mesa, vistiendo un delantal gris con el logo de la pizzería, y una libretita en la mano izquierda, dándole clic a la pluma que llevaba en la derecha, ¿cuánto tiempo llevaba ahí? ¿Cómo es que Hiccup no lo había visto si su silla apuntaba en dirección a la puerta del restaurante? ¿Por que la gente aparece y desaparece así como así?
Tuffnut, por su parte, palideció, ¿¡cuánto tiempo llevaba ahí parado!?
— ¡Dagur!— antes de que Dagur pudiese preguntar de quién estaban hablando, o que Tuffnut mismo se delatara, Hiccup decidió empezar la operación "pizza de cumpleaños", que no tenía un plan claro, pero podía salvar a Tuffnut—. ¡Hola!— le saludó entusiasta, más entusiasta que de costumbre, tomando en cuenta que Hiccup nunca hablaba con Dagur de manera entusiasta, sin embargo, funcionó, porque logró atraer su atención.— ¿cómo estás? eh, ¿cómo va el negocio?
Hiccup esperó que el pelirrojo le cuestionara porque el repentino cariño que le tenía y no la incomodidad habitual, exigir también, que volvieran al tema, reclamar, gritar que no era un tonto, que sabía perfectamente que hablaban de su adorada hermana menor. Casi pudo ver, con su fabulosa y eficiente imaginación como tomaba del cuello de la camisa de Tuffnut, mientras le amenazaba con romper todos y cada uno de sus huesos si se atrevía a...
— ¡Hola, Hiccup! ¿Cómo estás, hermano?— le saludó Dagur de vuelta, como si Hiccup hubiera tocado un botón para activar al Dagur bonachón y amable. No fue perceptible para Dagur, pero el castaño soltó el aire aliviado de no presenciar una agresión en primer grado contra su amigo. Tuffnut también pareció relajarse.— Oh, ya sabes como es el negocio, ¡son los primeros clientes del día de hoy!— les reveló casi dando saltitos, Hiccup se lo imaginó como los cachorros en el santuario que saltaban al escuchar el sonido de las croquetas chocar contra sus platos—. ¿Qué los trae por aquí? Justo hoy, estoy estrenando una nueva pizza, ¡es completamente mi invento!
— Es bueno saber eso, de hecho, justo Tuff y yo venimos a celebrar mi cumpleaños, no pudimos celebrarlo por la operación de los ojos y...
— ¡Oh, es verdad! ¡Mierda, sabía que algo se me había olvidado!— rápidamente Dagur empezó a palparse el cuerpo, como si buscara algo, Hiccup miró a Tuffnut por el rabillo del ojo, sin saber qué decir. Dagur es así—. La puse por aquí porque justo iba a dejarla en tu casillero y... ¡Oh, aquí está!— del bolsillo trasero de su pantalón extrajo lo que parecía ser una tarjeta de cumpleaños con las puntas un poco curveadas, deformadas por haber adquirido la forma del trasero de Dagur. Hiccup se forzó a no pensar en eso.— ¡Feliz cumpleaños hermano!— y al darle la tarjeta, aprovecho para jalarlo del brazo y atraerlo hacía sí para abrazarle fuerte, muy fuerte, casi rompiéndole las costillas—. ¡Ya eres todo un hombre! Bueno, aún técnicamente no puedes comprar alcohol, pero, ya puedes tener tu propio rifle táctico! ¿No es emocionante?
—... no en realidad...— repuso sin aliento.
— Te hice una tarjeta.— le soltó, señalando la tarjeta e implícitamente indicando que la abriera. Hiccup obedeció, analizando la hoja de opalina doblada a la mitad, con la ilustración de dos perritos con gorros de cumpleaños añadidos con Photoshop, así como serpentinas, confeti y espanta suegras en sus hocicos.— Ábrela, ábrela.— insistió, y el castaño obedeció. Dentro había una dedicatoria, escrita con la irregular y extraña letra de Dagur, su firma y dos cosas más: un cupón para su pizzería y una foto de ambos.
En la foto, un Dagur de trece años abrazaba por el cuello a un Hiccup evidentemente más chico, ambos llevaban gorros de cumpleaños. Mientras Dagur arrugaba la nariz y exhibía los dientes, con el puño en alto, mirando amenazantemente a la cámara, Hiccup, con sus lentes de botella resbalando por el puente de la nariz la miraba entre asustado e incomodo, un poco más alejada de ellos, Heather rodaba los ojos, seguro que rehusándose a salir en la foto.
En la mano de Hiccup, colgaba de una de sus patas un juguete de dragón. Era su cumpleaños número seis.
— No sabes cuanto he buscado esa foto, llevo siglos buscándola. Estaba en uno de los álbumes de fotos en las cajas del ático, los revisé todos ahora que prácticamente vivo ahí.— no mentía, parte del proyecto de hacerle madurar a la fuerza era también despojarlo de su cuarto, aunque era mejor así.— Son pocas nuestras fotos juntos.
Todas las fotos entre ellos se parecen y tienen exactamente la misma pose, Dagur abrazando a Hiccup por el cuello, forzándolo a doblarse ahora que medían casi lo mismo, él sonriendo de manera extraña y Hiccup incómodo, sin embargo, ya no tan asustado.
— No pensé que está foto existiera.— fue lo único que pudo decir y se sintió mal por haberlo dicho, sin embargo, a Dagur no pareció importarle en absoluto, porque se encogió de hombros.— Gracias, de verdad.— le sonrió, esta vez en serio. Reparó en el cupón, que le indicaba con letras grandes y rojas, que al canjearlo se ganaba una pizza gratis.— Creo que quiero usar mi cupón ahora.
En el pizarrón de corcho en la habitación de Hiccup había una muy parecida a la foto que Dagur le acababa de regalar, solo que era en el hospital, Hiccup se veía delgado, con ojeras y una sonda acanalada en el antebrazo. La expresión de Dagur era distinta, en esa foto se veía aliviado. Muy aliviado.
Eight o'clock, Monday night, and I'm waitin'
To finally talk to a girl a little cooler than me
Her name is Nona, she's a rocker with a nose ring
She wears a two way, but I'm not quite sure what that means
— Es imposible.— dijo con un trozo de pizza a medio comer frente a él, colocando ambas manos en los costados de su cara, evidentemente desanimado, pero ahora con mayor soltura de palabra, un avance al menos, pensó Hiccup—. Ella jamás se fijaría en mi.
— ¿Por qué dices eso, Tuff?
—Porque no tenemos nada en común.— se encogió de hombros y entornó los ojos como sí fuera obvio—. No tienes ni idea de lo que es que la que te guste no se fije en ti. —Ahora fue Hiccup el que hizo mala cara.— Bueno, tu caso es diferente, para ti es fácil, eres guapo, todas las chicas te persiguen y ni siquiera tienes un buen peinado.
And when she walks
All the wind blows and the angels sing
But she doesn't notice me
Hiccup mejoró su semblante, un poco halagado.— No es eso, estoy seguro de que a Heather le agradas, yo no le agradaba para nada a Astrid.— le recordó—. Eso es un poco más sencillo.
— No lo entiendes, no es solo que le agrade… además, ¿Que pasa si me rechaza? Lo único que tenemos en común y por lo que le agrado es porque los dos escuchamos a Ari...— ¡no, espera! ¡no digas eso! Tuffnut recobró el curso, no, no podía decir que era Arianator.— a Astrid, en el equipo de animadoras.— repuso rápidamente, nervioso. Hiccup, quien no había entendido, alzó una ceja al ver el cambio de su amigo.— Ruffnut diría que es un suicidio social.
It's like a bad movie
She's lookin' through me
If you were me, then you'd be
Screamin', "Someone shoot me!"
As I fail miserably
Tryna get the girl all the bad guys want
— ¿Por qué lo sería, Tuff? Creí que no te importaba el status quo de la escuela...
— ¿Qué es eso?
— Oh, pues, ya sabes, significa "el estado de las cosas en un momento determinado", como… ah, como esas tontas jerarquías de la escuela.— explicó con paciencia el castaño—. No es un suicidio social...
— Claro que lo es, lo es para ella.— ahora hubo mucho más tristeza en su voz, cosa que Hiccup detectó de inmediato.
Cause she's the girl all the bad guys want
Ahí estaba el verdadero problema, no eran ni Astrid ni Dagur, ni siquiera su estatus raro por su gusto musical y su odio a la música pop, no, iba un poco más allá. Conocía la sensación, eso de ser lo suficientemente raro como para que la otra persona te acepte, no saber si eso la avergonzaría...
— ¿Por qué querría salir con el metalero animador que se junta con los nerds?— se preguntó Tuffnut, para después agregar rápidamente—: No te ofendas, me gusta estar con ustedes.
— Lo sé, Tuff.— le consoló— Estás siendo demasiado duro contigo, ella no pensaría eso...
— No, pero, ¿qué tal que un poco sí lo hace?— hizo una mueca—. Piénsalo por un momento, mírala a ella, cuando pasa en los pasillos, cualquier pasillo, el que sea, incluso en los que no tienen ventanas, el viento sopla y pareciera que los ángeles cantan, Hiccup, todo brilla cuando Heather está cerca... y luego estoy yo.
And when she walks
All the wind blows and the angels sing
She'll never notice me
— Para mi todo brilla cuando estás cerca, Tuff.
— No es gracioso, señor cabello degrafilado despeinado.
— No es un chiste.
—Además, jamás se fijaría en mí. Está Eret por ejemplo, es alto...
—También eres alto.
— Es guapo...
—También considero que eres atractivo.
— Tiene músculos, es un deportista de verdad y no un bailarín de ballet que fue vetado de la escuela de ballet, y ahora, para compensar, está en el escuadrón de animadoras.
— El ballet es un gran deporte, te apuesto a que Eret no puede hacer ni la mitad de cosas que tú puedes.— repuso Hiccup, dispuesto a refutar todos los puntos negativos que se viera Tuffnut—. Puedes hacer un mortal triple, hacia atrás, y luego haces eso de correr para atrapar a Astrid o a Heather. Eso es impresionante, de veras. Solo trata de... trata de acercarte a ella, no tienes que invitarla a salir inmediatamente, solo debes tratar de acercarte un poco, lo suficiente como para no asustarla pero mostrando interés.
There she goes again
With fishnets on, and dreadlocks in her hair
She broke my heart, I wanna be sedated
All I wanted was to see her naked!
Tuffnut no se vio tan convencido, volteó a la pizzería, casi casi mirando a las bocinas con furia. Dagur y él tenían gustos musicales similares, por eso el castaño se sorprendió cuando de la nada, escuchó al gemelo gritar.
— ¿¡Puedes quitar esa canción tan tonta, Dagur!? ¡Me hace sentir miserable!
Las cosas no mejoraron en el auto a pesar de que Hiccup intentó subirle los ánimos.
—Es un inicio. —le llamó la atención a su amigo, mientras conducían ahora en dirección a la playa, tiempo de jugar videojuegos en el viejo árcade, y luego, suponía, a la fiesta— Admitir que te gusta y que estás asustado es un avance. No te desanimes. Solo trata de hablarle más, no en el ambiente de animadoras, ¿qué tal en la fiesta?
Tuffnut ahora sí se volteó de golpe, sus grandes ojos azules entrecerrando con sospecha.
— ¿Qué fiesta?— preguntó, Hiccup se encogió de hombros, simulando tranquilidad, cielos, ¿en qué estaba pensando?
— Eh, no lo sé, una de esas fiestas que hacen los populares. —evadió.
—Ah, eso, sí, hay algunas.— se relajó, vaya tonto que es Hiccup, no tiene ni idea de la genial y fabulosa fiesta que tendría en unas horas. Se reclinó en el asiento, como si estuviera de lo más cansado—. Ojalá fuera el chico de sus sueños... ¿Cómo sabes que eres el chico de los sueños de Astrid? ¿Cómo te diste cuenta?
Hiccup parpadeó, en realidad no se lo había preguntado.
Dream boy, dream boy, dream boy...
—Yo... no sé, ¿Soy el chico de sus sueños?
Am I the boy you dream of? Oh,
Living in your subconscious, oh
— Claro, ¿no es obvio? Ustedes son la pareja principal, son la mejor pareja que existe, la mejor historia de amor que hay en este pueblo aburrido.
"Yo creo que sí lo eres, porque le hiciste creer en el amor de nuevo.
Do you believe in love? Oh
—¿Ah sí?
And is it because of me?
¿Ah sí? ¿Y si es por él, ella lo diría?
Yeah‚ if it's up to me, say it all
Llegaron a la playa, el mar estaba picado, por lo que habían izado la bandera roja, nadie podía meterse si no quería ser comida para peces después de ahogarse. Toothless se estiró fuera del auto, al principio emocionado por jugar con su amo en la playa y darse un chapuzón, sin embargo Hiccup lo frenó, pidiéndole que no se separara.
No quería que su amigo fuera comida para peces, por mucho que a su perro le gustara mucho la playa de Berk.
Build your expectations
Saturated and inflated
'Cause I was born to be your favorite
— ¡Sí! ¿No te das cuenta? Ruffnut lo dice todo el tiempo, cumples todas las expectativas, es como si hubieras nacido para ser el novio perfecto.
—Creo que ambos están exagerando, una pareja es más complicada que eso. — Hiccup, como pudo, logró salir de esa nube de confusión.— No es tan simple.
—¿Por qué no? ¿Por qué no es tan simple?
Suspiró, dejando dos dólares sobre el mostrador, esperando a cambiarlas por fichas.
— No lo sé, Tuff, no sé por qué no es tan simple
Notes:
Aquí lo que dice Hiccup:
* У нас на ужин рыбья голова: Se traduce literalmente como "Hay pescado para la cena".
** Я… тебя люблю: Se traduce como: "te amo mucho", pero dicho mal y de manera nerviosa.
*** Ты… всё для меня. Увидимся вечером, Астрид.: Se traduce literalmente a: "Tú... todo para mí" ya que Hiccup lo pronuncia mal y omite un guión importante. La siguiente frase significa "Te veré en la noche, Astrid", dicho de una forma cariñosa y simple.
uwu
En realidad no soy muy buena en el ruso, pero me pareció una forma linda de impresionar a Astrid y a ustedes, lol. Investigué un poco y jugué otro poco con el traductor jajaj, estuvo divertido.
Perdón por tardar, tuve un ligero periodo de hiatus, pero ya ando escribiendo otra vez. Ya vamos mas o menos por la mitad, espero.
Cuidense mucho, gente. Un abrazote.
Al propósito, ¿ya vieron que la Taylor odia a Charli XCX? lol

Ceceeila on Chapter 1 Wed 15 Oct 2025 01:27PM UTC
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