Chapter Text
Advertencia: No hay felicidad, solo dolor.
— Está bien, Eren, ¿desde dónde quieres comenzar? — Preguntó la mujer de una avanzada edad, sentada en el sofá de la sala mientras sujetaba una libreta junto a su lápiz.
Acostado en un diván, su mente fue bombardeaba con todos los recuerdos que le han atormentado por muchos años, los que no lo dejan dormir ni comer por días y ahora por primera vez tenía que soltar todos esos sentimientos enterrados.
Un nudo se formó en su garganta impidiéndole seguir hablando, esa presión en su pecho que conocía a la perfección volvió a aparecer para atormentarlo, sus ojos se cerraron tratando de buscar esa valentía para hablar y recordó sus palabras, inhaló y exhaló para reducir esa presión y cuando consiguió que ese nudo se deshaga dijo.— Bueno... todo comenzó con el nacimiento de mi hijo... y la muerte del amor de mi vida.
[...]
La dulce pareja había llegado al hospital por la tarde, el bebé se había adelantado unos días de la fecha prevista, aun así, no fue un impedimento porque ellos ya tenían todo preparado para cuando llegara el momento más esperado en esos últimos nueve meses. Apenas Mikasa había roto fuente, Eren se encargó de llamar a todas las personas más importantes para ellos. Todos llegaron antes del nacimiento y se encontraban en la sala de espera, impacientes y totalmente emocionados de ver al nuevo ser humano que les robaría sus corazones.
— Este bebé no llega y hemos estado aquí por casi diez malditas horas.— Mikasa se quejó porque todo iba muy lento, no podía ser paciente cuando se trataba del bebé que iban a tener.
— El doctor dijo que ya quedaba poco, tú puedes con esto.— Eren tomaba la mano de su esposa dándole fuerzas para que pueda seguir con el trabajo de parto.
— ¡Pero yo ya quiero tener a mi bebé! — Pataleo un poco como si fuera una niña molesta porque no le daban su dulce.
No había un día donde ella pidiera ya tener a su hijo, desde que se había enterado de que estaba embarazada, siempre se preguntaba cómo iba a lucir, qué rasgos iba a heredar, aunque sus ojos negros eran muy preciosos junto a sus rasgos orientales, anhelaba tanto que tuviera los ojos verdes de su esposo, eran tan hermosos como si tuviera un gran bosque dentro de ellos, veía toda la pasión y energía de su personalidad en solo su mirada, quería ver que su hijo tuviera esa misma intensidad.
— Lo tendrás, amor, solo aguanta un poco más.— Llevó su mano hasta sus labios para depositar un beso y ella logró calmarse gracias al trato de su amado.
Segundos después la puerta fue abierta y ambos dirigieron su mirada a la persona que estaba entrando a la sala. El corazón de ambos se calentó cuando vieron que se trataba de la madre de Eren, quien se apresuró para llegar donde Mikasa para una abrazo, mostrándole su apoyo en un momento como era el darle al mundo una nueva vida.
Tomó la silla más cercana para tener una pequeña conversación con la mujer que pronto sería madre.— Cariño, ¿cómo te sientes?
La mirada de frustración de Mikasa delataba su ánimo.— Horrible, el bebé no quiere llegar, es como si se burlara de mí porque sabe que ya quiero tenerlo.— Dijo mientras frotaba su barriga.
Su mano se deslizó por su suave rostro y sus ojos la miraban con amor.— Bueno, eso es normal, eres madre primeriza, suele durar más de lo esperado, pero cuando ya tienes a tu bebé en brazos olvidas todas esas horas que pasaron solo para amarlo.
Se sentía muy amada por la forma en que Carla siempre la cuidaba, siempre tan cálida y amorosa desde el primer día que la conoció.— ¿Así te sentiste con Eren?— Le preguntó sobre cómo fue para ella dar a luz.
Madre e hijo se dieron una mirada, una tan diferente que solo ellos podían tener.— Eren se demoró más de una semana de la fecha prevista, me volvió loca durante esos días porque no quería salir por nada del mundo.— Él soltó una risa al escuchar lo que le causó a su pobre madre.— Sin embargo, eso no me importó cuando por fin nació, era una cosita tan pequeña que no era capaz de creer que era mi hijo... pero ahora lo creo porque él está por tener al suyo.
La emoción de Mikasa aumentó en gran medida, ya quería sentir todas esas emociones, cargar a su bebé mientras las lágrimas llenen sus ojos y preguntarse si en verdad se había convertido en madre.
Volteó suavemente para ver a su amado, quien parecía aguantarse las ganas de llorar tratando de lucir fuerte.— No tienes que guardarte nada... vamos a ser padres.
Cuando escuchó esas palabras, sus músculos se relajaron, dejando salir esas emociones y las lágrimas recorrieron sus mejillas.
La amaba, tanto que no podría imaginarse a otra chica que no sea Mikasa siendo la mujer con la que se casó, la que lleva a su bebé y llevará a todos los futuros, y con quien quiere estar el resto de su vida hasta que ambos lleguen a ser ancianos recordando el pasado cuando solo eran unos niños que querían ser libres.
Estaba viviendo un sueño, algo tan irreal que a veces se pregunta si se merece todo lo bueno que el mundo le estaba dando.
— Lo haremos juntos.— Su mano que nunca soltó empezó a temblar.
Solo quiere salir de ese hospital junto a Mikasa y su bebé envuelto en su pequeña cobija, conducir hasta llegar a la casa donde los dos lo criarán y verán crecer con el paso del tiempo a todos sus hijos.
— Juntos...
Se hicieron una promesa, una que ninguno de los dos pretendía romper. Las promesas para ambos son sagradas, se estaban jurando un para siempre.
Pasaron unos segundos hasta que Carla volvió a hablar porque tenía curiosidad sobre un tema.— ¿Ya decidieron el nombre?
Ambos negaron con la cabeza con una expresión avergonzada por no haberlo decidido con antelación.— Mikasa y yo decidimos elegir su nombre cuando naciera, tenemos algunos en mente, pero sabremos cuál es el indicado cuando ya lo tengamos con nosotros.
Mikasa volvió a sentir una contracción, soltó un gemido por el dolor que le provocaba y empezó a respirar hondo para reducir esa presión en su abdomen bajo que la hacían sentir como si se estuviera desangrando por dentro.— Llama al doctor, si ya no estoy totalmente dilatada, obligaré al bebé a salir.
Carla se tuvo que retirar cuando el médico entró a la habitación, no sin antes darle un último abrazo y recordarle que estaba feliz de la familia que iba a formar con su hijo. Le hicieron una nueva revisión a Mikasa y en el momento que al fin les dijo que ya era hora del parto, ambos sintieron como el corazón se le iba a la garganta, sus vidas iban a cambiar complemente cuando ya tengan al primer hijo de la gran familia que tenían planeada.
Eren se alistó con todo lo necesario para estar en el parto porque no sería capaz de no presenciar el acto más hermoso del mundo, como era el nacimiento de su amado hijo, al que nunca, ni por un segundo, dejará de amar.
Pero antes de entrar a la sala de partos, Eren fue hasta la sala de espera para decirles a todos que en algunos minutos él y Mikasa iban por fin a convertirse en padres.
— No dejes que Mikasa haga todo sola.— Armin se veía demasiado feliz por ver como sus dos mejores amigos estaban empezando una familia. Los dos chicos se dieron un fuerte abrazo para recargar las fuerzas y recordar que podían contar con el otro.
Al momento de separarse, Zeke se acercó para darle varias palmadas en la espalda a su medio hermano.— Tampoco te vayas a desmayar por toda la sangre, ella te necesito despierto.
Por primera vez, no le importaba sus bromas porque la emoción de tener a su hijo no sería arruinada por nada.— No lo haré, lo prometo.
Eren vio por el rabillo de su ojo, como el tío de Mikasa, Levi, se acercaba, de todos los que estaban presentes, él era el que más estaba relajado, sin dejarse llevar por la euforia.— Cuídalos bien, a ella y al bebé.— Como si sucediera un milagro, por primera vez, Levi le estaba ofreciendo una sonrisa, ni siquiera había pasado en su boda, pero ahora le estaba confiando la vida de su sobrina y no lo iba a decepcionar.
Todos los demás le mostraron su apoyo, alentándolo para que pueda contemplar el hermoso nacimiento de su tan esperado hijo, caminaba decidido por los pasillos hasta que llegó a la sala de partos. Mikasa estaba en posición y apenas lo vio pasar por la puerta, le extendió su mano para que la tomara en todo en el proceso.
— ¿Lista, amor?— Le preguntó mientras su corazón latía a una gran velocidad por la alegría y miraba fijamente su rostro que irradiaba de felicidad por ya recibir a su bebé.— Va a ser muy doloroso, pero sé que eres fuerte y podrás con esto.
Le ofreció esa misma sonrisa especial que le dio la vez que confesaron su amor mutuamente, cuando se casaron y el día que se enteraron de que serían padre, sus lágrimas ya estaban empezando a correr por sus mejillas y lo miraba con amor.— Soy fuerte porque estás a mi lado y juntos saldremos de este lugar con nuestro hijo.— Sus palabras fueron directo a su corazón y sin importar que estaban rodeados de más personas, chocó su rostro contra ella ofreciéndole sus labios que le daban energía para terminar con lo que empezaron.
Eren sentía como su vida se llenaba de un sentimiento que no era capaz de explicar, cuando sus labios se conectaron fue como si una chispa se encendiera en su corazón para expandirse por todo su cuerpo, provocándole una inmensa paz, pero a la vez una pasión que lo enloquecía.
A los pocos segundos se separaron y el médico le indicó a Mikasa cada cuánto tenía que pujar y la intensidad, ella escuchó cada una de sus palabras, recordó todo lo que había aprendido en sus clases y libros que le explicaban sobre el nacimiento, por otro lado, Eren con su mano libre sostenía una toalla que iba a usar para secar el sudor de Mikasa y a la cuenta de tres del médico, la sala se empezó a llenar de gritos, él podía ver el dolor que emanaba del rostro de su esposa.
Echaba la cabeza para atrás y las venas de su cuello sobresaltaban con cada grito que daba, los siguientes minutos fueron exactamente iguales, agarraba su mano con aún más fuerza para recordarle que estaba ahí y le daba palabras de aliento.
Si pudiera intercambiar lugares con ella para que no tuviera que pasar por todo el proceso doloroso del parto, lo haría, sin dudarlo, un segundo.
— Vas bien, amor, todo estará bien.— Le dijo mientras pasaba la toalla por su frente y cuello.
El médico dijo que ya podía ver la cabeza, que solo debía seguir pujando con moderación, Mikasa respiró hondo y volvió a tomar la fuerza para seguir pujando, era como si la tuvieran desgarrando por dentro, su cuerpo se partía en dos y sus piernas apenas respondían, pero a pesar de eso siguió dándolo todo hasta que pudo sentir como poco a poco su bebé iba saliendo y como si hubiera ido al cielo el llanto de un infante inundó la sala de partos.
Eren volteó a ver al médico quien sostenía al que era su hijo, observó cada centímetro de él, su piel era rosácea, estaba empapado de un líquido, parecía más una masa sin forma que solo lloraba, pero aun así podía decir que era el bebé más hermoso que había visto en su vida.
Al fin se habían convertido en padres y ese bebé fue la prueba del gran logro en la vida de ambos.
Lo acercaron a Mikasa al cabo de unos pocos minutos para acostarlo sobre su pecho, cuando hubo el tacto entre madre e hijo, dejó de llorar y solo se retorcía levemente, en cambio, ambos padres eran los que estaban llorando de felicidad, al fin tenían a su bebé, solo de ellos, la creación perfecta de ambos.
— ¿En verdad nosotros lo hicimos? — Eren miraba cada movimiento que hacía, la forma en que su boca estaba abierta y emitía pequeños ruidos que lo hacían enamorarse aún más de él.
Notó como Mikasa ya no tomaba con fuerza su mano y su mirada se empezó sentir cansada, ya no lloraba tanto como hace pocos segundos.— ¿Qué opinas de Hisashi? — Su tono de voz se sintió tan débil, casi imperceptible.— Me gusta mucho ese nombre.
Eren se empezó a preocupar por su comportamiento calmado y de pronto escuchó como el médico le gritó algo a quiénes lo acompañaban, los volteó a mirar mientras un tic en su ojo derecho aparecía.— ¿Qué mierda está pasando?— Les empezó a pedir explicaciones sobre la situación, estaba a nada de perder el juicio, pero notó como la mano de Mikasa tomó su barbilla para que vuelva con ella.
— Oye... enfócate en mí y en nuestro bebé.— Podía ver el cansancio en su rostro, seguía tratando de lucir fuerte ocultando su dolor. Él la conocía tan bien que sabía lo que pasaba en el fondo de su corazón, aunque trataba de negarlo.
Él no sabe qué hacer, ni que decir, no, no puede perderla, no lo soportaría, acababan de tener a su bebé, todavía faltaba mucho para este hermoso viaje del que ambos hablaban hasta altas horas de la noche.
Eren no dejaría que Mikasa se vaya de su vida tan pronto.
— Lo siento...— Mikasa volvió a hablar mientras sus ojos se llenaban de lágrimas, estas no eran las mismas que había soltado momentos atrás, estas estaban llenas de lamento y desilusión.
No quiere creer lo que en verdad está pasando.
Todo a su alrededor solo sumió en la oscuridad, hasta hace unos minutos la sala de partos estaba inundada por la felicidad de los padres al estar en el nacimiento de su bebé, pero ya solo era un lugar triste y sombría. Eren escuchaba voces de fondo, apenas podía prestarles atención cuando su esposa estaba a punto de tirar la toalla.
La mano de Eren pasó por su mejilla para acariciar su piel que no quería dejar de sentir.— N-no te disculpes... to-todo estará bien.— No era capaz de hablar sin tartamudear, las palabras se quedaban atrapadas en su garganta, su mundo se le estaba cayendo y podía ver como caía al suelo destrozándose en mil pedazos.— Sa-saldrás de esto, eres fuerte... siempre lo has sido.— Eren no dejaría que Mikasa se rindiera tan fácil, ella no era así, era dura como una roca que no aceptaría cualquier cosa que la separe de su familia.
Mikasa siempre ha peleado por la gente que ama, un día solo perdió a sus padres quedando sola en un gran mundo, pero después tuvo a Eren y ahora también estaba su hijo, el que solo tenía minutos de nacido.
— Cuida bien de él, tiene suerte de tenerte como padre.— A pesar de todo igual le ofreció una sonrisa para hacerle saber que debe confiar en sí mismo.
Otra vez su corazón era atravesado por mil cuchillos, sentía como el aire no llegaba a sus pulmones y las paredes se encogían, impidiéndole poder respirar.
Pero en verdad la razón de su falta de oxígeno era Mikasa, ella es su oxígeno y si llegaba a irse de su vida nunca más podrá volver a respirar el aire fresco del mundo.
Su mano lentamente se posó sobre su pecho, justo debajo de su corazón que bombeaba sangre a una velocidad como nunca antes lo había hecho.— Respira como te enseñé, inhala y exhala.
Eren ni siquiera intentó hacerlo, no quería pensar en otra cosa que no sea ella, recordó su conversación de antes, sus palabras eran sinceras, al igual que siempre lo ha sido.— Prometimos hacer esto juntos.— Su frente se pegó contra la de ella.— Lo prometiste.
Escuchó como su hijo de pronto empezó a llorar, hasta su bebé pedía que no se fuera de su lado, que se quedara y sean un gran familia.— Lo siento, pero... sé que tú puedes solo.— Cuando escuchó esas palabras no sabía qué hacer o decir para que ella no dejara ese mundo.
— No… sabes que no puedo hacerlo sin ti.— Se empezó a desesperar, quería gritarles a todas las personas de la sala que hagan lo que sea para salvar al amor de su vida, por el costado veía como se movían frenéticamente y no alcanzaba a escuchar de que hablaban.— Te necesito...
¿Cómo se suponía que iba a criar a su hijo él solo? Sin ella, él era como un niño con un juguete, no puede hacerlo, no sabe cómo.
Ella era quien lo guiaba, desde siempre Mikasa estaba ahí para decirle como hacer las cosas, hasta en las clases de maternidad tenía que explicarle paso a paso sobre como sostener al bebé y no hacerle daño.
— ¿Me puedes dar un último beso?— Eren no dudó un segundo al escuchar la petición de su amada y llevó sus labios contra los de ella, los sentía fríos, trató de calentarlos todo lo posible para recordarle que él estaba ahí.
No quería dejarla ir, quería seguir besándola con pasión hasta que sean ancianos y darle su último beso cuando ya hayan realizado todos sus sueños.
Eren había planeado todo su futuro muy minuciosamente, iba a tener 3 hijos con Mikasa, estaría su hijo mayor y sus dos hijas que serían las princesas de la casa y su vida, iba a consentirlos en todo, comprarles todo lo que ellos le pidieran solo para ver sus sonrisas, regañarlos cuando hicieran alguna travesura, pero sin dejarlos de amar y al final del día siempre agradecerle al mundo la gran familia que le había dado mientras abrazaba a Mikasa al dormir.
Con cada segundo todo se iba derrumbando, junto a todos sus sueños que nunca podrá cumplir.
Se separó porque sabía que ella debía decirle algo y vio como sus párpados se veían cada vez más pesados.— Te amo, Eren Jaeger, a ti y a nuestro hijo, por favor... sean muy felices y tengan una larga vida.— Le dijo sus últimas palabras mientras sus ojos solo se cerraron y ese fue el momento donde ya no había vuelta atrás.
Mikasa Ackerman había muerto con su hijo recién nacido acostado en su pecho.
— No, no, no, ¡no!, ¡despierta, amor, despierta!— Eren solo empezó a gritar, volvió a poner sus labios contra los de ella porque creía que si la besaba, mágicamente volvería a abrir los ojos, obviamente fue en vano, no encontraba esa pasión en sus carnosos labios que se enfriaban.
Se separó de ella y vio que todo seguía igual, sus ojos seguían cerrados, su latido había cesado, ella en verdad se había ido de este mundo, su vista se empezó a ver borrosa por todas las lágrimas y el enojo que estaba envolviendo a su cuerpo. Observó como el médico retiró a su hijo de su pecho, que cada vez lloraba más y más alto, quería exigirle que no se atreviera a moverlo porque todavía podían hacer algo, aunque en el fondo sabía que no era así. Una de las personas de la sala lo tomó por detrás para apartarlo del cuerpo de Mikasa y tratar de calmarlo en ese momento traumático.
Lo llevó arrastrando fuera de la sala de partos porque debían seguir con el cuidado del bebé y creen que no sería bueno que viera el proceso, daba patadas como si fuera un niño haciendo una rabieta, pero esto no era ninguna rabieta por algún juguete o dulce, su esposa había perdido la vida, el amor de su vida ya no existía en ese mundo y no había manera de recuperarla.
Ya estando fuera se tiró al suelo, su mente solo repetía una y otra vez el rostro de Mikasa mientras ella le pedía cuidar bien a su hijo. Sentía como todo le daba vueltas, tenía ganas de vomitar, no había comido nada en las últimas horas, aun así su estómago se estaba revolviendo. Miraba sus manos, las manos que una vez sintieron la piel cálida de Mikasa y nunca más volverá a tocar y apreciar como lo hicieron muchas veces que no era capaz de contarlas.
— ¿Por qué?... ¿por qué te me la llevaste? — Eren empezó a hablar en voz baja mientras se abrazaba mirando al techo y sin parar de derramar todas las lágrimas posibles.— ¡Ella tenía que quedarse!— Empezó a gritarle a la nada mientras esa gran presión en su pecho seguía matándolo por dentro.
Hace un solo segundo ella estaba con vida y ahora ya no.
Ella siempre decía que el mundo era hermoso, pero se equivocó, era tan cruel que se había llevado a una chica que no merecía ese fatídico destino, alguien que solo quería estar con las personas que amaba, tener una simple vida con su esposo y formar una hermosa familia.
Ella no le había hecho daño a nadie y aun así el mundo no tuvo piedad para apartarla de su lado.
Quería irse con ella, no quiere estar en un mundo donde Mikasa Ackerman ya no existe, ella le enseñó muchas cosas, cada que sonreía, su corazón brincaba de alegría y nunca más se volverá a sentir de la misma forma, sin embargo sabe que también hay otro ser que depende de él, su hijo ya no tenía a su mamá viva, nunca escuchará su dulce voz, tampoco sabrá lo cálido que son sus abrazos y mucho menos sentirá su amor.
Eren no solo había perdido a su esposa, también su hijo había perdido a su madre.
Y muchas más personas habían perdido a Mikasa.
Al recordar que había personas que no sabían absolutamente nada del destino de Mikasa se llevó sus manos al cuello, no sabía cómo decirles, no tiene la valentía para contarles cara a cara y en voz alta que ella ya no estaba con ellos, que solo se escapó de sus manos y no pudo atraparla a tiempo para hacerla quedarse.
Se le cruzó por la mente que el médico o alguien más diga les diga sobre lo sucedido, pero sabía que él tenía la responsabilidad de darles la noticia.
Tomó fuerza para ponerse de pie, sus piernas temblaban al momento de dar el paso para ir hasta la sala de espera, apenas podía caminar sin tropezarse o pegarse a la pared para no caerse. Su energía se fue en un solo segundo y no sabe si algo lo volverá a revitalizar.
Las personas que pasaban cerca de él lo miraban con tristeza, era evidente su estado cuando su rostro estaba lleno de lágrimas, su expresión era de sufrimiento y su mirada estaba muerta.
Cuando Eren llegó a la sala de espera, todos notaron su presencia, se acercaron a él felices y entusiasmos para escuchar la gran noticia, pero sus expresiones cambiaron radicalmente al observar cada centímetro de su rostro.
— Hijo... ¿qué pasó? — Carla fue la primera que se atrevió a hablar porque se estaba empezando a asustar por cómo se encontraba después del evento que tanto habían esperado.
Eren trataba de decir lo que había sucedido, pero algo se lo impedía. No podía pronunciar esas palabras porque todavía no era capaz de creerlo, todavía tenía la esperanza de que todo sea un mal sueño y que pronto despertará para acurrucarse contra Mikasa mientras ella amamanta a su bebé.
Pero la pesadilla era real.
Había perdido a su mejor amiga, su esposa, la madre de su hijo y nunca más la volverá a recuperar.
Otra vez su corazón tenía la sensación de esa presión matándolo, ahora con mucha más intensidad, algo imaginario lo exprimía con tanta fuerza para que se detuviera su circulación, no dejar ni una gota de sangre y su latido cesara.
Sus piernas solo dejaron de responder y cayó de rodillas para seguir llorando mientras sus puños tenían la intención de golpear el suelo. Todos ellos se asustaron y empezaron a entender la situación, sin una sola explicación las lágrimas de todos ya empezaron a fluir por sus ojos.
La mirada de Eren estaba pegada al suelo porque no tenía el valor para mirarlo a los ojos y Armin también cayó de rodillas frente a su mejor amigo.— ¿El bebé está...
— No... Mikasa... — No podía terminar de hablar, Armin lo había tomado por los hombros y lo obligó a mirarlo. El color verde y azul de ambos chicos perdieron ese brillo. Podía ver que su amigo estaban igual de roto, no dijo una palabra porque al instante Eren se pegó a su cuerpo para abrazarlo.
Ambos habían perdido a su mejor amiga, la chica que siempre estuvo ahí para ellos, quien los defendía de cualquier persona que trate de hacerles daño. Mikasa tal vez no era la chica que siempre estaba riendo a carcajadas, pero era quien siempre los alentaban a confiar en sí mismos, los animaba para que cumplan sus metas y nunca dudaba de ellos.
No hubo ni una sola vez donde Mikasa Ackerman no haya protegido a las dos personas más importantes para ella.
Eren y Armin podían llorar todo lo que quisiera sobre el hombro del otro porque la pérdida era tan grande y significativa que solo arrasó con todos los recuerdos que tenían ellos tres, recuerdos que ya solo les iba a provocar sufrimiento.
— ¿Ella fue fuerte? — Le preguntó sin despegarse un centímetro.
No pude evitar abrazarlo con más fuerza al recordar sus últimas palabras.— Lo fue, hasta el último segundo.
Si había una palabra que describiría a Mikasa sería "fuerte", una chica que a pesar de todas las cosas malas que le pasaron, no dejaba de pensar que había un lado bueno porque también tenía a más personas que la amaban y se preocupaban por ella.
Le echó una mirada a los demás y vio como todos ellos también estaban devastados por el fallecimiento de Mikasa.
Carla estaba llorando pegada al pecho de Grisha que trataba de calmarla, pero él estaba igual, ambos habían perdido a su querida Mikasa, a quien conocían desde que tenía nueve años y la vieron crecer hasta convertirse en una mujer, no solo la amaban porque era la pareja de su hijo.
Mikasa siempre formó parte de la familia Jaeger.
Los ojos de Eren se dirigieron a Levi esperando ver su reacción, pero solo lo observó retirarse de la sala, caminando apresuradamente hasta la salida y hasta ahí vio a su figura desaparecer.
Las palabras que él le dijo antes de ingresar a la sala de partos aterrizaron en su mente y el sentimiento de culpabilidad se extendió por todo su cuerpo. Sin previo aviso, Eren se separó de Armin quien solo siguió llorando tendido en el suelo. Caminó con las piernas temblorosas hasta la salida, cuando las puertas se abrieron, su cuerpo fue golpeado con el viento frío que empezó a congelar sus huesos, se secó las lágrimas para tener la vista visible y lo buscó con la mirada hasta que al fin lo encontró sentado en la acera mientras escondía su rostro con sus manos.
Empezó a caminar lentamente hasta que ya solo estaban a menos de un metro de distancia, sin decir nada se sentó a su lado. Notó como Levi no dijo nada de su presencia, siguió escondiendo su rostro porque no le gustaba mostrar sus emociones a las personas.
— Lo siento... yo... no pude cuidarla.— Eren le había fallado a Levi en todos los sentidos.— Me pediste solo una cosa y no pude cumplirla.— Empezó a llorar con más fuerza y mientras temblaban por los escalofríos por la brisa helada.— Lo siento tanto Levi... yo... ¡Soy fracaso!
Se quitó suavemente las manos y se podía ver el rastro de lágrimas por sus mejillas pálidas.— No hables así de ti, a Mikasa no le gustaría.— Dijo mientras sus ojos miraban a la nada del estacionamiento.
— ¡Pero tú confiaste en mí para cuidarla!— Eren trató de seguir echándose la culpa, porque el remordimiento era tan grande que lo cegaba completamente.— ¡Y yo te defraudé!
— No me has defraudado, no te culpes de algo que no estaba en tus manos.— Su voz era tan débil, Eren estaba se preguntaba si en verdad era el mismo Levi que conoció casi toda la vida.
— ¿Qué no me culpe? ¡Me pediste cuidarla, pero no pude!— Empezó a gritarle al mismo tiempo que las lágrimas solo fluían sin darse cuenta e iniciaba una discusión.
— ¡No solo era cuidar a Mikasa! — Levi de pronto se levantó de la acera y se puso enfrente de él.— ¡También hablaba de tu hijo! — Su expresión era una mezcla de tristeza y rabia mientras miraba al recién padre.— Ahora tienes que cuidar de él
Sus palabras solo lo hicieron sentir peor de lo que ya estaba, no tenía confianza en sí mismo, Mikasa tenía un don para hacer todo bien, en cambio, él se sabe que es un desastre, está seguro de que va a cometer mil y un errores donde su hijo saldrá perjudicado.
Si ya perdió a su amada esposa, ¿quién dice que no perderá a su hijo por no saber cómo cuidarlo?
— ¡No sé cómo! ¡No tengo la puta de idea cómo cuidarlo! — El enojo también se extendió por su cuerpo y no pude evitar levantarse para estar cara a cara con Levi.— ¡Ella sabía cómo! ¡Pero ya no está! ¡Ya no está para cuidar de su hijo como se lo merecía!
— ¡Eres su jodido padre! ¡Sabes cómo cuidarlo! — Su dedo índice se clavaba sobre su pecho para recordarle que no debía rendirse tan fácil.
Eren solo empezó a negar con la cabeza mientras sus manos se aferraron a su cabello con tanta fuerza que podría arrancarse algunos mechones.— No... sabes que no...
Para Levi, Eren tal vez no era la persona favorita en el mundo, pero sabía que lo era para su querida Mikasa.
— Tenías toda la maldita razón, soy un inútil, por eso perdí a Mikasa y también perderé a mi hijo.— Aunque esas palabras le dolían a Eren, se veía de esa forma, no encuentra una mejor persona para culpar que el mismo.
En ese momento Levi se dio dado cuenta de las magnitudes que tenían sus palabras del pasado en la situación del presente. Ahora él era quien se sentía como basura, si tan solo hubiera apoyado más su relación, si no le hubiera dicho un montón de veces a Mikasa que Eren era un inútil y por eso no debía estar con él, tal vez, solo tal vez ahora Eren no estaría creyendo todo lo dijo y no estaría culpándose.
Levi estaba decidido en abrirle los ojos Eren, lo tomó por los hombros y al momento que ambos se miraron fijamente, vio como había perdido ese brillo en su persona, quedando solo una versión pobre de él.
Todo su cuerpo empezó a temblar, no era por el frío, sino por la tristeza en conjunto con el miedo.— Mikasa no creía que eras un inútil y solo te debe importar lo que ella decía, te amaba, Eren, te amaba tanto que se casó contigo y ahora te dio a tu hijo.— En un punto simplemente ya no podía pretender ser fuerte sobre Mikasa porque las lágrimas volvieron a aparecer para caer sobre sus mejillas.— Ella sabe que puedes y no tienes que defraudarla.
— Yo...— Eren por primera vez vio lo frágil que era Levi, no sabía qué decirle, no era capaz de reconocer sus fortalezas porque todas se desplomaron al momento que su amada se había ido.
— Eren, tú puedes cuidar de tu hijo porque no estás solo.
"Pero no está Mikasa, solo puedo hacerlo si está ella" sus pensamientos seguían destruyéndolo por dentro.
— Volvamos adentro, tienes que ver a tu hijo.— Enfatizó en "tu" para recordarle que él era el padre y nadie más.
Levi lo agarró firme del brazo para que caminara y no se quede en ese estacionamiento odiándose hasta que el sol volviera a asomarse. Cuando volvieron a la sala cada uno se abalanzó sobre Eren para darle un abrazo, nadie se esperaba esa tragedia, pero trataban de no derrumbarse para evitar hacerle más daño a Eren y recordarle que contaba con ellos.
Al cabo de unos minutos llegó una enfermera preguntando por Eren Jaeger, al parecer su hijo ya estaba listo para que lo viera. A pesar del miedo de volver a ver a su bebé, cuando la última vez que lo vio fue acostado sobre el pecho de Mikasa, Eren tomó toda la poca valentía que le quedaba en su alma para seguir a la mujer, caminaron por unos pocos minutos hasta que lo llevó a un gran cristal donde estaban los bebés recién nacidos. Él ni siquiera necesitó preguntar cuál era el suyo porque de inmediato lo identificó.
Era tan pequeño.
Tan frágil.
Y era solo suyo.
Tenía menos de una hora y aun así podía ver el reflejo de Mikasa, si tan solo ella estuviera aquí no estaría mirándolo con tanto martirio, sería feliz de que su hijo sea una copia de su madre.
— Señor Jaeger, los papeles de registro están listos.— La mujer le ofreció un portapapeles y su corazón se detuvo por un segundo. Con su mano temblorosa lo agarró y miró el espacio del nombre.
"¿Qué opinas de Hisashi? Me gusta mucho ese nombre" recordó las palabras de su querida al ver por primera vez a su hijo. Luchó consigo mismo para no soltar una lágrima sobre el papel y desplomarse una vez más.
Su mano tomó el bolígrafo y escribió su nombre.
Hisashi Jaeger Ackerman.
Al cabo de casi dos días, el hospital dio el alta para que Eren pueda regresar a casa con su hijo y además también se debía preparar el funeral del amor de su vida.
Muy pronto vería a su Mikasa acostada en un féretro para ser enterrada. No sabe si está preparado para ese momento porque cuando le eche un vistazo a su cuerpo rígido e inanimado volverá a romperse pidiendo a gritos que se levante porque su bebé la necesita.
Él la necesita.
— Eren, nosotros nos encargaremos de todo el funeral, tú ahora debes concentrarte en Hisashi ¿está bien? — Dijo Carla mientras sus manos tomaban el rostro de su hijo.
— Está bien, mamá, haré todo lo posible.— Ambos se despidieron con un abrazo y ella le recordó que si pasaba algo la llamara sin dudar.
Al cerrar esa puerta, se quedó solo en la casa, volteó a ver los rincones de su hogar, un lugar que estaba lleno siempre de alegría ya solo era un contenedor vacío, inundado de tristeza, todos los colores que tenía se borraron y solo veía en blanco y gris.
Ella era quien le daba color a todo su mundo.
Escuchó unos pequeños balbuceos y supo que su hijo ya se había despertado de su larga siesta. Agachándose para verlo más de cerca porque estaba en la silla portabebés, acarició su mejilla regordeta y pudo notar lo suave que se sentía, era como acariciar el cielo, y a la vez se sentía en el infierno.
Eren no está seguro si podrá cuidarlo, teme cometer errores y con eso hacerle daño, aun así, tiene que intentar, sigue siendo su hijo, el único que tiene pensado tener porque lo hizo con la mujer de sus sueños, la creación perfecta de que pudieron tener dos personas.
No sabe de qué color serán sus ojos porque tardaba varios meses en definirse, pero deseaba que sean verdes porque sabía que a ella le hacía tanta ilusión el que su hijo tenga la misma mirada intensa que la de su esposo y quería que su deseo se cumpliera.
Hisashi lo miraba mientras él dejó caer varias lágrimas, nunca antes había llorado con tanta intensidad, no pasa más de una hora sin dejar salir ese dolor porque todo era tan reciente y esa presión en su pecho cada vez se hacía más grande casi dejándolo sin respirar.
No sabe si un día dejará el llorar y la presión se irá para siempre.
Pero sabe que ni un día dejará de amar a Mikasa Ackerman.
Le dio una sonrisa tratando de sacar a flote una pizca de alegría.— Desde ahora, solo seremos tú y yo, mi querido Hisashi.— La casa fue inundada con una pequeña risa y después de tanto sufrimiento al fin sintió como su corazón dio una ligera sacudida calentándolo.
[...]
Eren fue contando todo con lujo de detalle, desde las palabras que dijo Mikasa hasta su reacción a cada una de ellas, todavía recuerda cada emoción que sintió, el rostro de Mikasa pidiéndole cuidar a su hijo era tan claro como el agua y el dolor también era igual de intenso que el primer día.
Creía que lo había superado.
Creía que si solo se enfocaba en Hisashi, el dolor solo iba a desaparecer, pero lo único que había hecho fue enterrarlo muy al fondo de su corazón para pretender que ya dejó atrás ese trauma, sin embargo, no era así.
El sonido del reloj hizo presencia en la habitación.— Al parecer el tiempo ya se ha acabado.
— Pero... apenas le pude contar sobre ese día.— Eren estaba un poco desanimado porque quería ya decir todo lo que le ha pasado desde ese día trágico.
— Eren, el proceso puede ser algo lento porque se debe adaptar con la persona, hay mucho de lo que debemos hablar, por eso espero verte la próxima semana.
Pensó detenidamente en sus palabras, no podía soltar todo de una sola vez, ha estado ignorándolo mucho y tiene la intención de sanar correctamente para que esa presión un día solo se vaya de su vida.
— Prometo volver la semana que viene.
