Actions

Work Header

Mi Esposa Kamado

Summary:

Pequeños vistazos a la vida familiar de la nueva generación de los Kamado/Agatsuma

Notes:

Muy buenas, es mi primera vez en este fandom y espero seguir, según la inspiración me llegue.
Los dejo con la historia

(See the end of the work for more notes.)

Chapter 1: Visitantes y anfitriones

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

 

— Discúlpame si sueno como un mal anfitrión pero habría sido mejor si hubieras avisado que venias antes.

— ¿Por qué tendría que dar aviso? ¡¿No ves que esa entrada fue extravagante?!

— No puede ser, ¿Ahora te juntas con ese viejo parlanchín de Uzui? ¡Casi rompes nuestra entrada!

— Admite que estuvo bárbaro.

— ¡Estuvo bárbaro! — grito un chiquillo de cuatro años de la nada, alzando los brazos eufóricamente— Salto por los árboles y golpeo la puerta con un brazo como fideo mojado, ¡Nunca lo vi tocar el suelo!

— Lo que faltaba, cayo Yorichi.

— ¡Ven acá, pequeño camarada!

— Fue tan genial, ¡Enséñeme a hacer eso por favor!

— Si me sirves, te enseñare a arquear tu cuerpo tanto que….

— ¡Inosuke!

— Estas rabiando mucho, Monitsu— dijo Inosuke, con un dedo al fondo de su oreja para no escucharlo de un lado mientras veía al pequeño Yorichi palpar la cabeza de jabalí que descansaba en su regazo— Es mejor que aprenda a esta edad, después se pone rígido.

— Ese no es el punto… ¡Y mi nombre es Zenitsu, lo sabes! No confundas al niño, que apenas sabe pronunciar bien las palabras.

— Cierto, cierto, pero que cometa errores de joven está bien— tranquilizo Tanjiro, atrapando el brazo tembloroso del rubio molesto— Por favor, Inosuke, no le enseñes a dislocarse así. ¿No recuerdas lo que paso con Sumi la primera vez?

— ¡Sí, exactamente! — grito Zenitsu, dejando de servir el té porque no podía tranquilizarse— Prácticamente lo tiraste de lo alto de una colina para ver si rodaba.

— Fue decepcionante…

— ¡No le enseñes acrobacias de circo a mis hijos!

— No has dejado de gritar ni por un minuto…aburrido. ¿Y por esto Gompachiro dejo el cuerpo de cazadores? ¡Si supieras! La semana pasada me encontré con un demonio que escupía acido y segregaba un olor tan pestilente…

— ¿Qué dijimos de no discutir sobre tu trabajo en la mesa? — profirió Zenitsu, cada vez más encabronado. 

Tanjiro sonrió nerviosamente, Inosuke rodo los ojos con fastidio y el pequeño Yorichi, que veía a los adultos sin entender mucho, puso cara de descontento.

— ¿Entonces no me enseñara a correr como jabalí?

— ¡Por supuesto, pequeño camarada! Es lo básico de lo básico.

— Yorichi, pequeño traidor, no le hagas caso a ese hombre loco.

— El jefe Jabalí es muy divertido.

— ¡Así es, soy tu jefe!

Zenitsu se palmeo la cara, mitad frustrado mitad cansado.

— Como decía— Tanjiro Kamado, tranquilo y conciliador, tomo la palabra otra vez— Hubiera sido mejor si nos avisabas, así te preparábamos una habitación.

Preparar una habitación para que acabe destrozada, llena de arañazos o con hoyos porque el animal quería golpear todo con su cabeza dura.

— ¡No te vas a quedar a dormir! Quédate afuera, como los animales del bosque.

— Zenitsu…

— Papa…

— Eso no es de buenos anfitriones— dijeron Tanjiro y Yorichi al unisonó, sus expresiones impecablemente similares al recriminar al rubio por ese grosero comentario.

Zenitsu quedo petrificado, arrastrando sus piernas y flexionándolas por encima de su cara para bloquear su propia vista.

— No me miren así…saben que no puedo…

— Por mi bien, Aoi insiste que me quede bajo techo y no me acostumbro. Prefiero el aire fresco.

— Y los moquitos en verano.

— ¡Comida gratis!

— Jefe Jabalí, ¿No le molestara si lo acompaño?

— Yorichi— Sorpresivamente, Tanjiro lo detuvo en seco— No le faltes el respeto a Zenitsu frente a un invitado. Pídele permiso a el primero.

— Pero padre…

— Esta bien, está bien— repuso el ex pilar del Trueno, poniéndose de pie con cara de cansancio— Inosuke ha venido a visitarnos y seria descortés no agasajarlo. Pues bien, iré a preparar el almuerzo.

— ¡Sí! — festejo Yorichi, esta vez tirando de las orejas de la cabeza de jabalí que Inosuke le dejo jugar dócilmente.

— ¡Que sea mucha carne, Monitsu!

— Sí, sí, lo que sea.

— ¿Estará bien, Zenitsu? Los niños aún no han vuelto del mercado. Si es mucho trabajo…

No debería serlo, a estas alturas Zenitsu era muy hábil organizando quehaceres y cocinando para una manada de niños inquietos. La excepción es que Inosuke, como bien sabían los amigos, era un tragón imparable y eso significaría trabajar el doble o triple. Quizás por eso estaba tan molesto.

— Estoy acostumbrado— dijo Zenitsu sin mucha convicción, imaginándose que tantas otras cosas debería preparar para variar el almuerzo de hoy cuando se abrió la puerta.

— ¡Ya llegué! — anuncio un joven encantador de quince años, con una sonrisa radiante tocando sus hoyuelos— Escuchen. Me topé con cazadores ilegales en el bosque del este, les pedí que desistieran de su oficio pacíficamente y al no hacerme caso, no me quedo de otra que liberar a los animales salvajes que mantenían encerrados. Los deje ir pero los lobos tenían ganas de sangre y debí detenerlos en lo que las autoridades llegaban por los delincuentes. Muchos animales huyeron pero los lobos pelearon hasta su último aliento, iba a darles entierro pero los señores policiales me dijeron que podía quedármelos. Pues bueno, no quería desperdiciar y traje cinco lobos conmigo.

— Este muchacho me llena de orgullo— elogio Inosuke, con brazos cruzados.

— ¿Te quedaste con los lobos para no desperdiciarlos? — inquirió Tanjiro, tocado en el corazón— Eso es un poco…

— ¿Solo por salir a vender carbón te pasan estas cosas? — recrimino Zenitsu.

No podía creer que cada que su hijo mayor, Sumiyoshi Kamado, salía de la casa siempre regresaba con una historia que contar.

— Perdón por llegar tarde— sonrió Sumiyoshi— Y por preocuparte. ¡Ah, papa! ¿Qué tal si hacemos abrigos con esta piel?

Dentro de la caja que llevaba en su espalda, yacían lobos de expresión calmada y frascos de pimientos, además de un par de peces colgando. Al parecer, Sumi paso a pescar.

— Me tardaría en hacer todo eso… ¿Son cinco…? ¡¿Te enfrentaste a cinco lobos?!

El pico de presión de Zenitsu estaba subiendo cada vez, siendo completamente ignorado por Inosuke que cogió los lobos en un solo brazo y los alzo como si él los hubiera cazado victoriosamente.

— Vamos a desollarlos. ¡Yo me encargo!

— ¡Quiero ver eso! ¿Me enseña cómo?

— Por supuesto, tomas un puñal de filo puntiagudo y luego le sacas las entrañas, primero los ojos…

— ¡Yorichi, ven acá! — reclamo Zenitsu, preso de los nervios.

— Hermano, ¿Qué tal si te cuento los detalles escabrosos de mi encuentro con los lobos? ¿Te lo vas a perder?

— Uuh— Yorichi miro a su hermano mayor, luego al jefe Jabalí. Excepto que también oyó a su papa Zenitsu chillar consternado y con eso, tomo una decisión— Bueno…, ¿Qué es escabroso?

— Algo tan terrible que no lo puedes digerir.

— ¡Cuéntame! — exclamo Yorichi con estrellas en los ojos.

Sumiyoshi se carcajeo, sintiendo la mano de Zenitsu en su hombro.

— Siempre me salvas…Eres mi buen hijo…— murmuro este, dándole palmadas en la cabeza.

Se viera infantil o desconcertante que tratara así a su hijo mayor, pero a Sumiyoshi realmente no le importaba e incluso bajaba la cabeza para que su papa lo palmara hasta dejarlo desaliñado.

— ¡Oye, no hay favoritos! — reclamo Yorichi, repentinamente molesto.

Tanjiro se rio fácilmente y acaricio a su hijo más joven detrás de las orejas para bajarle el puchero.

— No es favoritismo, todos tienen sus momentos.

— Tus hermanos aún no han vuelto pero trajiste mercancía, ¡Bien hecho! — presumió Zenitsu— También he escuchado tus canciones mientras regresabas, ¿Has practicado? Tu voz se ha afinado muy bien.

— Por favor, no digas eso— musito Sumi con vergüenza.

— Bueno, como veras, Inosuke, la comida estará… ¿A dónde fue ese bruto?

— Se aburrió de vernos y corrió al bosque— contesto Tanjiro.

— ¡Que no derribe los árboles con su cabeza!

— Tranquilo, el cuida de sí mismo ahora que Aoi se lo exige.

— ¡Mas le vale no dejar caer otro árbol sobre nuestra casa!

— Oh, que recuerdos…

— ¡Tanjiro, tómatelo en serio!

Con la llegada de su primogénito, Zenitsu se sentía más descansado. No es que Tanjiro fuera incapaz, pero Sumiyoshi si entendía las preocupaciones de Zenitsu y solía poner más orden cuando las cosas se salían de control. Porque Tanjiro era demasiado piadoso y perdonaba muchas de las travesuras de sus retoños.

Como ahora mismo, por ejemplo, el hermano mayor que distraía al hermano menor contándole historias con pocos detalles escabrosos mientras limpiaban el santuario de la familia Kamado, un pequeño templo que confeccionaron al mudarse. Sumiyoshi era tradicional y muy responsable, pues cada semana insistía en limpiar el lugar con sus hermanos y rendir tributo.

A Zenitsu le fascina tener un hijo así, tan similar a Tanjiro pero sin bondad al extremo para así no doblegarse ante su sonrisa juvenil. Sinceramente le choca tener hijos inquietos y uno que grita hasta hacerle temblar los tímpanos, muy parecido a Zenitsu con el cabello negro y ojos rubí, más sabe que sus niños son un tesoro.

No se arrepentía para nada de tenerlos, pero Zenitsu también podía tener sus quejas, como que son muy juguetones gracias a la indulgencia de su padre, que los gritos de bebe eran muy estridentes gracias a que son producto de dos ex cazadores con pulmones poderosos, que heredaron lo mejor y un poco los defectos de los padres, pero Zenitsu los adora de todo corazón.

Aunque hay veces que lo superan.

— Acabo de hablar con Inosuke. Bajo al pueblo a hacer turismo— comento Tanjiro, entrando al cuarto donde Zenitsu extendía las pieles de lobo al Sol.

— Sí, escuche sus gritos desde aquí.

— ¿Qué tal tus oídos? ¿Cómo se escuchó la canción de Sumi?

— Muy bien, pero solo alcance a escuchar la cuarta parte. Todavía estoy recuperándolo— El rubio se tapó una oreja para comprobar si había una diferencia. A lo sumo escuchaba los susurros de sus hijos en el santuario y la canción de la naturaleza del campo— ¿Y tú?

— Sé dónde encontrar madera húmeda a dos kilómetros.

— Que progreso, no pierdes el toque.

— Ninguno lo perdió, solo lo atenuamos— dijo Tanjiro, como siempre hablando suave y consolable. Sonaba halagador incluso cuando no lo era.

— ¿Es así? — repuso Zenitsu, un poco brusco, sacudiendo las pieles ya sin pelo.

Tanjiro arqueo las cejas, extrañado de su rudeza. Se acerco a su esposo, sentándose junto a él con una mirada curiosa.

— ¿Ocurre algo?

— ¿Crees que soy un padre aburrido?

— No, para nada— respondió al instante, muy seguro.

— Inosuke llego y los deslumbro a todos.

— Solo a Yorichi, como es joven es más impresionable.

— Le gustan sus historias crudas y sanguinarias.

— Sí— acordó Tanjiro, en eso le daba la razón— Muchas de esas historias no son muy aptas para niños, pero Aoi ha dotado a Inosuke de mucho tacto. Estoy seguro que si se queda a solas con los niños, les contara historias sin tanto morbo… ¿No te gusta tenerlo en casa?

— ¿Qué cosa dices? No me molesta realmente— crispo Zenitsu. Por supuesto eso no convenció a Tanjiro, como tampoco lo hizo el aroma a enojo que se filtraba de sus poros.

— ¿Entonces? — insistió, reconociendo que bajo todo el malhumor, yacía un ligero aroma a angustia.

Se acerco lentamente a Zenitsu, frotándole el brazo con una mano.

— Con Sumi estaba tan asustado…— admitió Zenitsu después de un largo rato, estaba bien, su paciente esposo siempre le daba tiempo— Quería agradarle desesperadamente. Hice lo mismo con el resto y di todo de mi para cuidarlos, pero Yorichi…A veces actúa como si fuera una molestia. ¿Me quejo demasiado con él? Oigo el rencor en su corazón y me evita…

Tanjiro se mordió el labio inferior y pensó en que decir.

Para cuando creyó que tenía una buena respuesta, Zenitsu abandono las pieles resecas y apoyo la cabeza en el pecho del patriarca de los Kamado, con los brazos sueltos y las piernas flexionadas.

— Si no soy aburrido o una vergüenza para mis hijos, ¿Qué hice para ganarme esta antipatía?

— No es cierto. Lo piensas demasiado— contesto con suavidad, tomando la mano del rubio para estrujarla— Cada niño es diferente. Tienen sus maneras de pensar y actuar, así como responder a los padres.

— Pero si son indiferentes… ¿El problema no seré yo?

— Para nada. Eres el papa que tienen y el que más importa.

Zenitsu ladeo la cabeza para verlo entre ceja y ceja, más calmado de su enojo pero todavía fastidiado.

— Para ti es fácil, te quedas como el bueno mientras yo grito que vayan a dormir temprano y no les doy dulces a escondidas.

— ¿Ya ves? Cada persona tiene su manera.

Zenitsu resoplo. Típico de Tanjiro, hablar de algo serio con ligereza hasta resolverlo con positivismo y buena fe. ¿Zenitsu acabo siendo el papa gruñón y controlador?

— Y no digas que perdiste el toque. Has mejorado mucho.

— Mejorar en viejo y desgastado.

— No, no. Con la edad, te ves más hermoso y eso es precioso en el tiempo que vivimos.

Zenitsu sintió la garganta repentinamente seca. Este tipo…a veces no sabe si se burla o lo halaga, porque su corazón suena tan honesto y suave como el algodón. Tampoco sabría decir si puede ver a través de el solo usando los ojos o sus propios oídos, porque Tanjiro Kamado, a más de una década de matrimonio y años de conocerse, todavía es una caja de sorpresas.

No se arrepiente de dejar la cacería de demonios por una vida familiar en el campo y por más que le agrade no sentir que va a morirse cada cinco segundos, también esta eso que Inosuke tiene y le envidia por su coraje, despreocupación de las cosas mundanas y ruptura de todas las ataduras del mundo.

— Hermoso, yo. Solo tu pensarías eso.

Tanjiro suaviza su expresión, sonriéndole afablemente.

— ¿Te casaste conmigo porque fui el único que te lo dijo?

— Porque eres el único que realmente se lo cree— Movió su cabeza hacia Tanjiro, viendo el rostro desde el mentón. Vislumbro la sonrisa tierna antes de fijarse hacia la frente con marcas de cicatriz— Porque eres el único Tanjiro que existe en el mundo.

— Entonces, estamos iguales.

— Dime tus votos matrimoniales, te reto. Humíllate otra vez.

— Por supuesto— cedió Tanjiro con la misma facilidad que se ganó su corazón, desde el “yo también” de su confesión y el “acepto” cuando hicieron las reverencias a los dioses.

— ¿Qué esperas? Empieza.

— Te los diré, mientras cumplo mi deber conyugal.

Zenitsu está por parpadear y decir la primera palabra de sorpresa cuando los dedos de su marido presionan su mandíbula, acarician sus labios y ambas narices se rozan en un acercamiento tan intimo como un beso. Cuando ve la sonrisa de Tanjiro ascender, sobre él, el Sol que calienta cualquier hueco existente en la tierra, sabe que ha perdido la batalla mucho antes que Tanjiro se incline a besarlo a base de puro cariño.

Su beso sabe a pétalos suaves y tiernos, pero también posee la fuerza de un viento capaz de arrancar árboles. Es poderoso y medido, es considerado y firme. En años de pareja, sabe que cada beso tiene un mensaje y guarda significado, peo realmente no quiere pensar en eso cuando Tanjiro respira bajo su barbilla, le lame el cuello y desata su cinta para el cabello.

Ve el momento exacto que los ojos gentiles y brillantes de Tanjiro se oscurecen y el cabello rubio se desata en todo su esplendor. El aroma de Zenitsu se expande hacia las fosas nasales de Tanjiro, que inmediatamente las abre para aspirar profundamente el aroma que Zenitsu no tiene idea de cual es. Tanjiro le dijo que eran duraznos frescos, pero así como los besos el aroma varia a raíz del humor y eso a Tanjiro suele ponerlo en ambiente.

Tampoco quiere pensar en esos detalles, arrullándose al lado de su marido y abrazándole por el cuello para acercarse más. Mientras Tanjiro olfatea, los besos van y vienen hacia la cara y alrededores, Zenitsu cierra los ojos y enfoca sus oídos una vez más. Todavía puede oírlo, por supuesto. La canción del corazón del pelirrojo es demasiado bonita e hipnótica, no quiere dejar de escucharla nunca.

La piel de lobo sigue secándose, así que apesta un poco aun con las ventanas abiertas, pero por fortuna las cortinas han sido corridas a tiempo y el suelo no esta tan mal. Al parecer, su hija Kie ha echado grasa para encerar porque es fácil deslizarse.

A Zenitsu se le hace fácil echarse al piso, recostándose con las piernas extendidas a los costados de la cintura de su pareja, antes de atraerlo de nuevo y besarlo para inspirar más tonadas elevadas a la canción hecha de latidos entusiastas e intensos. Siempre le ha gustado la parte del coro, donde la repetición es abrumadora y altamente gratificante. Ama cada pequeño tono, la manera que el ritmo encaja cuando se unen físicamente.

— Cuidarte en la salud y la enfermedad. Protegerte de los demonios, de los monstruos, de las deudas. De tus propias inseguridades…

— ¿En serio vas a contar tus votos ahora?

— ¿No quieres? — pregunto Tanjiro, tranquilo y sereno como si no fuera la gran cosa.

A este grandísimo tonto frentón no parece importarle el momento candente, pero eso lo conmueve también. Quiere llorar, porque Tanjiro siempre está dispuesto a decir las cursilerías más ñoñas solo para calmarlo y hacerle saber que está ahí. Siempre está ahí.

— Haz lo que quieras— responde, tan flojo que sonó vagamente gentil.

El otro sonríe, la sonrisa amable que pone antes de hacer cosas indebidas a plena luz del día, y le besa la frente, luego un parpado. Murmura algo sobre nunca dejar que llore por sus faltas como esposo, le besa la nariz mientras dice que el aroma de hoy y ayer, de años atrás y décadas pasadas, no ha cambiado sino mejorado en calidad, y al final besa sus labios en espera, hundiendo el sentimiento en un profundo ósculo que le llega hasta la garganta.

Y lo adora. Zenitsu extiende los brazos y se sujeta de los hombros rectos siempre protectores, acaricia el cabello de puntas rojizas que el Kamado se dejó crecer antes de llegar invierno, y envuelve las piernas alrededor de Tanjiro con la misma fuerza que usaría en una lucha sin cuartel contra demonios, porque siempre es una lucha sobrevivir a un matrimonio armonioso y feliz.

El miedo está ahí, siempre estuvo ahí, agriando algunos momentos y asustándolo hasta la medula. Sucedió mucho con Tanjiro, sucede con sus hijos, más este amor sincero y entregado es suficiente por ahora y cede como en esos sueños de sentirse superpoderoso como un héroe salvador, dejándose fluir con Tanjiro a la vez que lo envuelve y no lo deja ir.

Abraza, besa y frota hasta que el calor se desenvuelve en palabras vaporosas que Tanjiro repite de memoria y Zenitsu calla a besos y apretones, porque la vergüenza le puede en esa situación y es especialmente dura cuando el yukata es abierto, el pecho expuesto y prontamente atacado. Oye el sonido del cinturón siendo desatado con rojo en las mejillas, virando la cabeza hacia la ventana, por cuya posición recostada ve las aberturas y nota que el cielo sigue nublado, no hay muchas sombras y todo esta calmo. Tan calmo que da miedo cuando se supone que ahora son una gran familia, donde cualquier tipo de quietud es sinónimo de jugarretas.

Ignora ese sentimiento persistente de padre, porque quiere creer que su familia no se meterá en muchos problemas, y ayuda a Tanjiro a quitarse la ropa a su vez.

— Elogiar tus comidas, incluso si es un bento de hace dos días y siempre decir la verdad cuando hagas platillos nuevos.

— No me dijiste la verdad sobre el picante de un estofado.

— Porque sabía que era obra de Sumiyoshi. No tuya.

— ¿Cómo pudiste mentirle a tu propio hijo?

— ¡No sé mentir! Solo le dije que podía buscar otro hobbie.

— Serás…

Recuerda la cara de ilusión de Sumiyoshi cuando empezaron a cocinar juntos. De esas cosas tontas y diminutas que no guardan mucha importancia un momento, pero cuando esa cara tierna se vuelve madura y te llama para recordarte que debes poner más lana a tu almohada sino te incomodara en la noche, sabes que el tiempo pasa y que los hijos son una maravilla fugaz.

Pero Sumiyoshi es un clon de Tanjiro, ¿Cómo no quererlo un poco más? Tan diferente a Zenitsu, sin sus defectos, tan increíble que haya salido de alguien como él. El hombre que ama y la hermana que alguna vez quiso tienen buenos genes, porque eclipsan todas las deficiencias de la sangre de Zenitsu.

— Nunca te llamaría “inútil” o “incapaz”, porque eres fuerte y tus fortalezas son grandiosas. Porque conozco al verdadero Zenitsu que eres y que quieres ser.

Se está hiperventilando de pena. No se supone que sea tan cursi o tan coherente mientras pasa la lengua por sus abdominales o baja la nariz hasta el ombligo, volviendo a descender hacia la curva innombrable. Zenitsu se estremece, todavía con ese discurso de votos inolvidable en la cabeza.

Es una vergüenza decir tremenda perorata, peor escucharlo. Suerte suya que la fiesta fue privada y con poca gente, la cara que habría puesto toda la sede de cazadores si hubieran escuchado tanto melindre. Hasta Oyakata-sama habría hecho una mueca.

Sus oídos están hirviendo por lo que escucha, su mente reproduce el recuerdo de aquel entonces de memoria, su piel tiembla fácilmente al toque contrario y antes de darse cuenta, siente que todo su ser se retuerce y su respiración se atasca de pronto.

Sus ojos fijos en la pequeña abertura de la ventana se cierran por un momento y al volver a abrirlos se fija en su marido, al que puede ver sonreír inocentemente antes de atacar su oreja en una juguetona mordida que le saca un gemido.

Todavía está flexible y blando al entrar, el interior de Zenitsu arde, esto solo refuerza lo bien lo que lo follaron la noche anterior, antes que Inosuke apareciera a visitar.

El calor combinado de Tanjiro y el suyo lo deja sin palabras, su boca jadeando sin atreverse a babear como la última vez, abriendo sus piernas al mismo tiempo que una repentina estocada lo embiste y siente que las estrellas saltaron por sus ojos. Cree que ve el cielo de noche cuando nuevos golpes lo arrastran y abraza a Tanjiro con fuerza, sorprendido por su manera de derretirse así de pronto y agudo. Siente que las embestidas llegan más profundo que lo acostumbrado y la lujuria alcanza su pico incluso cuando no la estaba buscando.

Se aferra a Tanjiro con todo lo que tiene, gimiendo su nombre y perdiéndose del resto de discurso de votos.

Siente que hasta la última uña de sus pies está temblando, su estómago sacudido a fuerzas bestiales que ve nuevas formas de piel que no estaban ahí antes y que su propia excitación está rebasando en el puño apretado de Tanjiro hasta derramarse por el suelo. No piensa y siente el furor que lo atonta, arqueando la espalda hasta alcanzar una esquina en la que se apoya con una mano y ve al pelirrojo subirle una pierna al hombro para llegar más profundo, si cabe.

Oye voces discordantes y respiraciones agitadas, sus propios gemidos le marean, cree que hay algo más en algún lugar que se está perdiendo, pero lo ignora para dedicarse a este momento.

Siente que su cuerpo se sacude sin control, sino fuera por el agarre inquebrantable de Tanjiro, y rápidamente lo busca para no separarse. No es hasta que un golpe de calor lo abruma de pies a cabeza que sabe que ha cedido demasiado otra vez.

Su rostro esta parcialmente cubierto por su larga cabellera, pero el ojicarmin lo quita cuidadosamente y besa las puntas con reverencia.

— Dios, ¿Cómo le haces para ganarme siempre?

El usuario de la respiración del Sol le sonrió cansino.

— ¿A qué te refieres? Yo gano porque te tengo.

Y no para con su palabrería de novela romántica. Dios, le va a explotar el corazón si sigue hablándole tan bonito.

Si todavía no muere, es porque sus hijos necesitan un Zenitsu tanto o más de lo que necesitan un padre aburrido.

— Oh…entonces soy solo yo.

Solo el, es el único Zenitsu que sus hijos tienen. Tal como dijo Tanjiro, diablos, ¿Hacia falta una reflexión post coito para darle la razón? ¡Qué situación!

— Por supuesto— cedió Tanjiro, que no sabía que estaba pasando por su mente— Y por todo eso, te tomo por esposo.

— Acepto.

— ¿Zenitsu?

El rubio sacude la cabeza para darse aire, tan rojo de éxtasis que es difícil saber que se puso nervioso.

— Kamado…— musito, temblándole el mentón de la pena— Seré Zenitsu Kamado.

En ese preciso instante, Zenitsu escucho algo vibrar a gran velocidad. Sonaba a un motor a toda marcha y rápidamente se apoyó en sus codos para ver a Tanjiro, su cara conmocionada en una sola emoción; afectuosa admiración.

— Eso también…habría sido un buen voto.

— No me pongas esa cara, no lo repetiré.

Pero era capaz de hacerlo, por solo verlo así de complacido y alegre. Sin embargo, ceder demasiado pronto es lo que los había llevado a su situación actual. Débil, que débil de carácter es.

Decidido a mostrar un poco de control, del que carecía en esta pose atrapada bajo el cuerpo de su marido, Zenitsu desenvolvió sus piernas y trato de zafarse de la carne caliente de Tanjiro, excepto que…

— ¡No te aproveches!

Fue lo último que pudo decir antes que el mundo diera vuelta y el corazón de Tanjiro se le pegara al cuerpo en una sinfonía de nunca acabar.

Al final, el piso acabo más sucio.

Tiempo después de salir de la habitación, Zenitsu corrió a la cocina para preparar el almuerzo. Apenas y recordaba haber picado las verduras cuando desplazo la puerta, encontrándose con una sorpresa.

— Papa, que bueno que apareces. La comida estará lista pronto.

— Sumi, ¿Qué…que has hecho?

— El almuerzo— respondió su hijo, dándose media vuelta luego de revisar la olla humeante— Mis hermanos regresaron del pueblo y trajeron muchas cosas, la mayoría dulces que servirán para postre, dejamos algunas al señor Inosuke para que degustara.

— Eso…es una buena idea.

— Hice para todos, ¿Quieres probar como quedo?

— Ah, no, seguro que está bien— dijo Zenitsu, todavía con cara de sorpresa— Tú, ¿Hiciste todo solo?

— No todo, los demás están preparando la mesa. Papa, ¿Por qué no te vas a sentar? Yo serviré los platos.

— Sumiyoshi, hijo. ¿Por qué eres tan bueno?

— Hago lo que puedo— sonrió el chico, sin problema. Zenitsu no sabía que palabras decir para hacerle saber lo mucho que estaba orgulloso de él.

— Yo también hice algo— dijo una vocecita tras suyo y Zenitsu se volteo, encontrando a su hijo más joven— Ten, papa.

— ¿Qué es?

Yorichi se puso misterioso, inflando sus cachetes y mirando a otro lado cuando Zenitsu recogió lo que extendían sus pequeñas manos.

Cuerdas finas atadas a conchas marinas, pintadas en negro carbón y amarillo girasol, colgando de un hueso animal que Zenitsu estaba seguro pertenecía al conejo que Sumiyoshi trajo semanas atrás y que por alguna razón mórbida, su hermano Yorichi quería su pata.

— ¿Un collar?

— Una cortina de conchas de mar, ¿no es bonito? — dijo Tanjiro, apareciéndose en ese momento— Pulirlo sin quebrarlo era complicado, pero los niños siempre traían más para que no falte.

— ¿Qué dices?

Zenitsu miro a su esposo, luego a su hijo mayor, a Yorichi y luego a Tanjiro otra vez.

La comprensión poco a poco llego a su mente.

— ¿Por esto nuestros hijos bajan tan seguido al pueblo?

— Además de mercaderías, sí— afirmo Sumiyoshi.

— ¿Estabas ayudando a Yorichi a hacer esto? ¿No estaban confeccionando más zapatos?

— El arte de perforar en conchas de mar también es un oficio rentable y respecto a los zapatos Kie es mucho mejor en eso que yo— justifico Tanjiro, que bien sabía que iba a venirle la bronca por no hacer lo que se suponía debía hacer con su hijo, pero esto lo valía.

— Yorichi, tu… ¿Pensabas en mi cuando lo hiciste?

— Yo, eeh…— He aquí un detalle no menor; cuando se ponía nervioso, Yorichi actuaba como el viejo Zenitsu en un ataque de pánico— Sé que cuando era bebe lloraba mucho y te molestaba, porque eras sensible al sonido y yo…a veces no puedo evitar gritar, sé que no te gusta…por eso, yo quise…

— Este invento esta tan finamente diseñado que reacciona a las vibraciones, no al viento únicamente— Sumiyoshi acudió al rescate, como buen hermano mayor— Por lo tanto, ante gritos o palabras fuertes, sonara una música agradable a través de sus conchas.

— ¡Eso, sí! — dijo Yorichi, aliviado porque no sabía explicar toda esa parte técnica— Yo no quería molestarte, me disculpo por mis gritos yo…

— Buen niño— Zenitsu se arrodillo y lo subió en brazos, estrujándolo con fuerza— Eres mi atento y considerado Yorichi, ¿entonces no te alejabas de mi porque era molesto y aburrido?

— No, no— Su retoño agito la cabeza en negativa— ¡Creí que era yo lo que te molestaba!

— Nunca, bueno…si es verdad que tus gritos me sacaban de quicio, una vez quise taparte la boca con una vara de bambú…

— Si lo hiciste— aporto Tanjiro.

— ¡Pero eso es agua pasada! Ahora tengo este grandioso objeto para descansar mis tímpanos— suspiro, admirando el objeto y a su bebe a la vez— Es un regalo tan considerado…

— ¡El Gran Inosuke exige alimento!

Inosuke apareció por la ventana, llevándose la cortina por encima y al quitarla de un tirón, los palos que la sostenían cayeron al suelo. El silencio estremecedor fue incomodo, pero una repentina melodía a partir de conchas de mar lo cambio todo.

A Zenitsu se le derramaron las lágrimas de pura dicha.

— ¡Al fin! ¡Un amortiguador de bestias! ¡Mi hijo es tan listo!

— ¿Un de bestias qué?

— Ya no tengo que lidiar con esa voz molesta…

— ¿Me hablas a mí, Zonisu?

— ¡Sí, te hablo a ti! — le grito y al instante, una nueva canción comenzó a sonar, porque las vibraciones de las cuerdas vocales de Zenitsu eran relativamente más bajas que las de Inosuke, lo que producía una música distinta— ¡Que innovador! Yorichi, tienes talento. ¡No puedo creer que di a luz a un niño tan listo!

En este frenesí de halagos, Yorichi se sonrojo hasta las orejas en los brazos de su papa Zenitsu, que daba vueltas con él a medida que le gritaba a Inosuke y la música de conchas se repetía y repetía.

Sumiyoshi tuvo que pedir orden para preparar los platos y servir, por lo que todos se fueron del comedor excepto su padre, Tanjiro, que no dejaba de sonreír abiertamente.

— Una idea innovadora, sin duda.

— ¿Porque te quitas crédito, padre? Seguimos tus ideas.

— Esa en particular fue del señor Urokodaki, créeme que cuando te cases necesitaras todo tipo de consejos para sobrellevar la vida en matrimonio— dijo Tanjiro y por más que sonara a una broma, era simplemente la llana verdad.

El no carecía de confianza, pero nunca está de más buscar guía hasta en las personas más inesperadas. Por ejemplo, el pilar del amor, Mitsuri Kanroji, le dio menos consejos amorosos que Shinobu, quien sabia todo lo que no se debía hacer en una relación, y su sensei Urokodaki, cuya sabiduría de observador era tan útil como si hubiera vivido todo un matrimonio.

Sumiyoshi sonrió, captando la indirecta. El primer paso para triunfar en la vida es ser un buen hijo, el segundo ser un hermano que sirva de ejemplo, el tercero ser un hombre digno. No importa lo que venga después mientras persigas un ideal correcto y acabes siendo un esposo devoto y un padre ideal. Estos eran los pasos de carácter de todo Kamado en cada generación de su familia.

— Ahora que Yorichi se lo dio, ¿Cuánto crees que tardara en averiguar porque le regalo eso?

Ante la pregunta, Tanjiro torció su sonrisa mientras cogía un plato para que Sumiyoshi sirviera la primera tanda.

— Todo estará bien.

— Si tú lo dices— Sumiyoshi le entrego un plato ya servido, pero al ver mejor la expresión de su padre, suspiro— Fui al santuario a agradecer por nuestra familia, te dejé un futon y sabanas en un armario por si papa decide echarte de la habitación.

— …Eres un buen hijo, Sumi.

Mas que hijo, parece cómplice pero prefiere no decir nada.

Mas tarde, cuando el almuerzo acabo y todos estaban llenos, Zenitsu pidió el postre a cambio de darles permiso de oír las historias poco censurables de Inosuke sobre sus aventuras.

— Y esa bestia que derramaba acido por su piel… ¡Resuelta que era baba! Tenía las orejas en la espalda y al quitar mis espadas, ¡Estaban llena de cerilla!

Los más pequeños se espantaron e hicieron muecas de asco mientras los mayores los observaban divertidos mientras confeccionaban zapatos y nuevas cuerdas de concha de mar. Una perfecta imagen familiar unida.

— Y cuando me voltee, resulta que siempre tuvo los ojos cerrados. Al despertar, se lamio los ojos. ¡Era pura lagaña!

Un jadeo estrepitoso sonó y luego un desagradable sonido a desgarro húmedo rompió el ambiente, a lo que rápidamente los hijos mayores buscaron a Zenitsu para darle apoyo.

— ¡Deja de hablar de cosas asquerosas, maldito cerdo!

Entre sus gritos de arcadas, la cuerda de concha de mar, que estaba en el asiento que acababa de dejar, sonó nuevamente. No hubo ninguna diferencia en la disonancia, excepto para Zenitsu. Se oía muy diferente a los pies del suelo que a unos metros de altura.

No, espera. Esa no es la campana…no suena a choque de moluscos huecos, suena a…

Suena a su canción favorita.

— Zenitsu, ¿Cómo estás?

— Tanjiro, tu sabias.

— ¿Disculpa?

— ¡Tu sabias, a mí no me engañas!

— Creo que padre dormirá al santuario esta noche— murmuro Sumiyoshi, sosteniendo a Yorichi en su pecho.

— ¿Qué le pasa a Zonisu ahora? Tan dramático— se quejó Inosuke, obviando la laguna de vomito, para ver como el rubio tiraba de la ropa a Tanjiro.

Problemas de pareja, mejor no meterse.

— Tendremos otro hermano, señor Inosuke— le informo Kie, la hija más joven y la niña más tranquila de todas.

— ¿Y qué? Otro más para mi grupo de exploración. ¡Pequeños camaradas, síganme! Hoy les enseñare el fino arte de derribar arboles usando solo la cabeza.

— Señor Inosuke no creo…

— ¡Soy el Jefe!

— Jefe, no creo eso…

— Son sus hijos— El Pilar de la Bestia señalo a la pareja como si ellos fueran toda la prueba indiscutible— Tendrán la cabeza igual de dura, ¡Vámonos allá!

— ¡Yo lo sigo, jefe jabalí!

— ¡Yorichi, vuelve aquí! Tanjiro, ¡Tus hijos están fuera de control!

— Son nuestros hijos y en otoño tendremos otro…

— ¡Hasta sabes cuando nacerá!

— Tu olor en encinta es bastante peculiar.

Zenitsu lo miró fijamente, cayendo en la cuenta.

— Pervertido, ¡Como no lo supe antes!

— Con permiso, nos retiramos a jugar en el bosque— aviso Kie, llevándose al resto de sus hermanos de la mano.

— ¡Ya ves! Se van siguiendo a un jabalí, ¿Qué futuro le depara a este en camino? ¡Solo haces que me exploten los nervios! — Zenitsu se froto la cara, al borde de un ataque de ansiedad.

— No lo digas así, seguiremos adelante como siempre.

— ¡Pagaras por esto!

— Hoy dormiré en el santuario.

Zenitsu crispo, miro a su marido para exigirle más cosas, castigarlo más, y se arrepintió al instante.

— No…no hoy, necesito procesar esto…de nuevo, te necesito— murmuro, hipando fuertemente y al borde de las lágrimas.

Tanjiro se acercó para palmarle la espalda, lo que resulto en un avance positivo porque el rubio se dejó hacer.

— Siempre estaré contigo. En todo momento.

Con Tanjiro actuando tan gentil, Zenitsu supo que no tenía remedio. Esto le pasa por enamorarse de un manipulador con sonrisa angelical.

— ¡Pero me la vas a pagar!

— Acepto, Zenitsu. Acepto.

El rubio chasqueo la lengua, pero Tanjiro le paso una servilleta por la boca para limpiar el vómito y cuando quiso huir de esta vergüenza, su marido tomo su mano en el césped y entonces supo que no tenía escapatoria.

— Yo también…— musito bajito, con las mejillas encendidas— Acepto, Tanjiro.

 

 

Notes:

¿Qué tal?
Los mas atentos se habrán dado cuenta que el apellido de Zenitsu significa "Mi Esposa" y básicamente el titulo ya dice todo sobre la historia.
¡Muchas gracias por leer!

Chapter 2: Como dos olas

Notes:

Para ponerse en ambiente, se recomienda la canción "Yeh Vaada Raha" de la película Tu Tu Hai Wahi, que también es la inspiración para este oneshot.

Chapter Text

 

Tú, eres el único al que mi corazón llama.

Estaré contigo donde quiera que vayas.

Vivir sin ti me parece un castigo.

Encontrémonos así, como el encuentro de dos olas.

Y nunca nos separemos, es una promesa.

 

Como dos olas que chocan y se fusionan sin parar

Busquémonos y unámonos hasta el fin de los tiempos.

El Mar es infinito y así de profundo es mi amor.

Siempre nos encontraremos así.

Y nunca nos separaremos, es una promesa.

 

.

.

.

 

El primer paso es ligero, el segundo es estratégico y el tercero debe ser fluido. Todo es un prólogo de algo encantador, que persiste en la secuencia. No es repetición, pero tiene sus bases.

El brazo de la dama debe extenderse hacia arriba, su muñeca ser sostenida por una mano viril cuyo agarre debe ser firme para guiar, pero sigue siendo suave, pasando los dedos por el contorno ágil del antebrazo hasta llegar a la palma, sentir la tibieza y la forma singular de las marcas dactilares.

Los pasos persisten, ganando impulso y avance cuando se establece el ritmo y con el matiz acordado, dos cuerpos fluyen como marea e intercambian gestos sutiles en medio de la danza. Los pies nunca quedan quietos, a veces se extiende una pierna o se flexiona una rodilla. Una o dos veces, se decide una vuelta para contemplar al compañero, para observar el movimiento grácil de la figura como si se pavoneara, olfatear el aroma de la cabellera y ver el reflejo del cuerpo a contraluz, dependiendo del ángulo.

Pero realmente no importa el lugar o el momento en sí, mientras las manos se aferren y los pechos se mantengan juntos, al menos a la distancia de un mechón de pelo, pues la mayor intimidad es la mirada compartida de dos personas perdidas en el mundo de colores del otro.

Sin buscar más que un mutuo acuerdo al bailar, acaban obteniendo correspondencia. Dentro de los iris ajenos, encuentran una satisfacción que rara vez se encuentra en cualquier canción al azar.

— ¿Es bueno?

— Muy bueno.

— Dime la verdad, estoy…

No es un tambaleo, los pies siguen la tonada y los brazos no están rígidos para nada, excepto por la idea persistente de no estropear nada.

— Vas excelente, Zenitsu.

— Estas vueltas…— murmura bajito e inmediatamente todo se detiene.

Tanjiro Kamado sostiene la cintura del rubio y lo ve con ansiosa preocupación. La jaqueca desaparece y Zenitsu suspira, un poco acalorado.

— Esta bien, ya paso.

— ¿Quieres agua? — Esta por irse a buscar la bebida cuando una personita aparece en su campo de visión, alzando sus diminutos brazos hacia Tanjiro con una botella— Oh, bien hecho.

— Pero si estoy bien— insistió Zenitsu, con los ojos entrecerrados.

Su reclamo cayó en oídos sordos cuando le insistieron que bebiera y así lo hizo, delatándose a sí mismo cuando tomo la mitad de la botella. Cuando miro a Tanjiro, este con una expresión ceñuda, Zenitsu se sintió fatal.

— Estabas tan concentrado y en paz…no quería detenerlo.

— No te preocupes por eso, dímelo rápido la próxima vez.

— Para la próxima vez, quisiera estar descalzo.

— Muy bien— anoto Tanjiro en su mente, tomándole de la mano para llevarlo a la banca para sentarse, sin embargo, Zenitsu lo sorprendió al dejarse caer sobre su pecho— ¡Zenitsu!

— Me gustaría oírlo así de cerca— suspiro el rubio, refugiándose en el pecho del pelirrojo, especialmente en la zona del corazón donde podía escuchar todo fuerte y claro.

Tanjiro suspiro de alivio, a la vez que conmovido.

— Buscaremos una manera que lo oigas, entonces.

— ¿Por qué no puedes hacer simplemente eso? — pregunto la niña, ladeando la cabeza en confusión. Señalo a los brazos de ambos hombres enredados en el otro, apretados entre sí.

— Porque deben seguir moviéndose— contesto otro niño por Tanjiro, haciendo gestos de manos hacia la pareja— Es un baile, hay que estar en movimiento.

— ¿Y porque se inclina tanto? — interrogo la joven, refiriéndose a Tanjiro tratando de ubicar su mentón por un hombro de Zenitsu sin lograrlo, no solo por el obstáculo del cabello largo, también por la ropa de invierno que traía.

— Sí, eso es verdad— dijo Zenitsu, volviéndose hacia el pelirrojo— ¿Por qué soy la mujer en la danza? ¡Tenemos la misma altura, tonto!

Ese detalle menor no parecía importante hasta que intercambiaban movimientos, pero Zenitsu lo noto rápido porque el fetichista de los olores constantemente buscaba su cuello para respirar desde su glándula de olor, dejándole poco margen para moverse.

— Cierto, cierto— asintió la niña.

— De acuerdo— asintió Tanjiro, soltando a Zenitsu excepto que lo mantuvo sobre sí— ¿Qué tal si tu diriges?

— Olvídalo— Zenitsu se negó al instante.

¿Quién quiere toda esa responsabilidad? ¿Y si lo hacía mal? ¿O lo entendió equivocadamente? Ya le costó mucho aprenderse la primera postura de seis formas en su entrenamiento con el abuelo y su cuerpo solo reconocía un par de movimientos, ¿Cómo iba a hacer algo mejor que eso? No es que el baile fuera complejo, pero seguía siendo…

— Es importante para ti y no quiero que salga mal.

— No es así. Me darás ideas.

— ¿Más ideas que tú oliéndome a cada rato cuando doy la vuelta y hundes tu nariz a mis espaldas?

— Ahora lo hare de frente, para que oigas mi corazón a la vez.

— ¡No cambies el baile a tu conveniencia! — replico Zenitsu, alterado— Es el baile de tus padres, ¿Cómo se te ocurre cambiarlo?

— Zenitsu, ¿No te lo dije ya? — Tanjiro le sonrió, un ligero desliz de su rostro hacia la izquierda provoco que sus pendientes se mecieran ante una brisa fría antes de besar un mechón rubio— No tiene que ser enteramente así. Podemos variarlo.

— Pero…para ti…es un recuerdo muy importante.

Y lo es, como no. Cuando veía a sus padres bailar, antes que uno cayera en enfermedad, era como ver un espectáculo en vivo. Todos sus hermanos, especialmente Nezuko y el, quedaban fascinados por verlos moverse así, tan fluidos y cómodos.

Se sentía gratamente melancólico rememorar ese baile de amor con su pareja, Zenitsu, pero como sucedía con todas las cosas que tenían importancia para Tanjiro, Zenitsu se esforzaba demasiado por complacerlo y encajar en su ideal. Como si hiciera falta que fuera todo perfecto…

Solo ver a los niños y encontrar esas miradas destellantes en sus ojos, el rojo cautivante y el dorado emotivo, totalmente cautivados por la danza antes que se detuvieran, pequeños jadeos de sorpresa brotando de sus tiernas voces cuando cambiaban la posición; eso era más que suficiente.

— Es un recuerdo importante, pero también quiero crear nuevos contigo.

— Sabes que no tengo la habilidad…

Zenitsu agacho la cabeza, su confianza baja. Tanjiro soltó su cintura para frotarle los brazos, dándole calor.

— Lo haces esplendido. Es nuestro ritmo lo que quiero. Encontrémonoslo juntos.

— ¿Con tantos cambios en el baile? — repuso Zenitsu— Tiene más gracia bailar con la pared.

— No es una pared, eres tú. Hablando de cambios…

— ¿Qué otro truco vas a usar ahora? — Zenitsu se cruzó de brazos, mirándolo con desconfianza.

Estaba de acuerdo con seguir las indicaciones de Tanjiro, pero a veces pareciera que todo cayera a su favor. No esperaba que hubiese tantos movimientos para atrapar brazos, dar abrazos prologados e inclinarse hacia atrás para dejar que el otro lo bese en la clavícula y apoye una mano apretada debajo de su mentón, a no ser que Tanjuro Kamado fuera del mismo molde que su hijo y tuvieran la misma sensibilidad olfativa. De todos modos, eso no es lo que le molesta.

No está molesto para nada, simplemente siente aprensión por querer hacerlo bien y el corazón blando de Tanjiro perdona cada tropiezo cada vez. Si es importante para el…

Tanjiro dobla una rodilla al suelo y se arrodilla ante el rubio, extiende los brazos y antes que Zenitsu sepa que está haciendo, es rápidamente retenido en los brazos del Kamado mayor. Un chillido se le escapa de los labios, avergonzado y sorprendido, a la hora que sus caderas con atrapadas por un agarre potente y los botones inferiores de la prenda son quitados.

La ropa pomposa que lo protege de las inclemencias del invierno es apartada, capa por capa, y frente a los ojos de los niños, siente la barbilla de Tanjiro frotarse en su cintura.

Zenitsu esta tan mortificado que siente sus emociones en blanco por el shock.

— ¡Atrevido…!

— Usémosla al final.

— Que rayos-

— Al final de la balada, ¿Puedo abrazarte así?

El fresco llega pronto y fácil con lo expuesta que esta su piel, pero más calor siente ante la pena que está pasando. ¿En serio esta frotándose la cara en su vientre? Maldito desvergonzado sin sentido común.

Zenitsu se frota la cara para evitar ver a sus hijos perplejos.

¿Porque ellos los miran como si fueran el fenomeno más increíble de la tierra? Esto se ve mal y no se supone que sea tierno, excepto…

Excepto por el tambor del corazón de Tanjiro, vehemente e ininterrumpido, que lo deja sin aliento y siente que no hay mayor euforia que esta.

— Suena precioso— dice la niña, encantada. Sus trenzas doradas se agitan cuando lleva ambas manos a sus orejas para ampliar el rango de su audición— ¿Así me oía yo?

— Creo que es una buena pose final— opino el otro pequeño.

Zenitsu renegó con la cabeza, será con estos chicos…Puede ver al niño sacudir su nariz, un poco incomodo por los olores mezclados que todavía no alcanza a reconocer en su poca experiencia.

— No tiene sentido que ese sea el final.

— Un baile es una expresión de sentimiento para celebrar. ¿Por qué no? — replico Tanjiro, subiendo la barbilla hacia Zenitsu que inmediatamente arrugo el ceño.

— ¡Seria una pose muy rara! ¿No te parece? El baile pierde sentido.

— No lo hace, he tomado en cuenta la distancia con tu barriga en todo el baile, así que…

— ¡Serás! ¿Acaso bailaremos cada vez que este embarazado?

— El año que viene…

— ¡T-tú! Apenas hiciste de las tuyas y ya quieres otro, ¡Ten algo de moderación!

— Entonces, ¿Podemos hacer esto al inicio? Para la buena suerte.

— Dijiste que era el baile romántico de tus padres, no una danza de la fertilidad.

Zenitsu sacudió la cabeza, viniéndole a la mente docenas de imágenes de sí mismo y Tanjiro en versión preescolar.

— ¡No! Me rindo contigo, ¡Hora de volver a casa!

— Pero todavía no decidimos la primera parte.

— Aquí tienes tu primera parte— Zenitsu señalo al niño de ojos rojos— Tu segunda parte— De soslayo, apunto a la pequeña que se encogió en si misma— Y tu tercera parte en mí. Intenta bailar con todos a la vez.

— ¡Buena idea, Zenitsu!

— ¿Qué…? Espera, no lo decía…

Ni él sabe cómo se acabó involucrando en un baile sin guía ni orden, pero las manos pequeñas nunca lo soltaron y las risas eran contagiosas. Por si fuera poco, Tanjiro lo levanto al estilo nupcial varias veces, sugiriendo que esa fuera otra postura para el baile.

Cada minuto se inventaba nuevos cambios, por más que le insistió que dejara de hacer el ridículo.

Al final, Zenitsu dejo de intentar razonar con este tipo y se dejó llevar, permitiendo que Tanjiro incluyera las posturas que se le ocurrían y practicarlas juntos. Porque, tal y como dijo su esposo, este nuevo baile seria suyo.

Habría sido más fácil si Tanjiro no usaba el recuerdo de sus padres como excusa para bailar cada vez que tenían algo porque festejar y que en el futuro, no les insistiera a sus hijos para que perpetuaran su retorcido baile como un cortejo valido de los Kamado.

Pero está bien, en este baile Zenitsu puede caer sobre Tanjiro en cualquier momento y saber que siempre lo sostendrá.

 

Chapter 3: Un hijo impetuoso

Chapter Text

 

 

Lo que menos esperaba Tanjiro Kamado al alcanzar el templo de ceremonias, donde se suponía que iba a celebrarse la graduación de su tercer hijo, Yoshiteru Kamado, era encontrarse no solo el templo herméticamente cerrado y a su primogénito, Sumiyoshi, esperándolo junto a sus hermanos sin rastro del festejado o de su esposo.

Con el corazón latiéndole a mil, calmo sus propios pasos ansiosos y bajo el equipaje que traía en su espalda, recibiendo inmediatamente la acogida de su familia.

Kie lo abrazo muy animada y los pequeños, que podrían llamarse casi adolescentes porque tenían doce años ya, lo ayudaron con el equipaje y le dieron de beber agua de manantial.

Sumiyoshi lo alcanzo, meciendo a su nueva hermana, una beba de seis meses llamada Toko.

— Sumi, ¿Algo va mal?

Esa pregunta sobraba porque era evidente que algo iba mal.

Sumiyoshi rápidamente hizo señas a alguien para que tomara al bebe. Oh no, cuando eso pasa quiere decir que va a suceder algo desagradable. La ley de los Kamado es que cuando las malas vibras los consumen, cosa que no solía ocurrir mucho, inmediatamente alejarían al más joven para no contaminarlo.

Tal como esperaba y no deseaba, Sumiyoshi lo miro con cara de circunstancias, parecía tan maduro…A veces, Tanjiro se pregunta si podría ver su propio reflejo en ese espejo lleno de pureza de su hijo mayor.

— Yoshiteru maltrato a papa.

La sangre se le helo en las venas. ¿Qué?

— Nos reunimos aquí como acordamos, bastante temprano para ganar lugar, en eso, Yoshiteru llego y conversamos. Todo estaba bien, luego aparecieron personas…No creo que sean amigos de mi hermano, pero sí lo son, debe evaluar urgentemente su buen juicio sobre la gente. Dijeron cosas que no voy a repetir y papa comenzó a llorar.

— ¡Fue malo, fue muy malo! — exclamaron los pequeños.

— Intente detenerlo, pero papa pidió hablar con Yoshiteru a solas y luego…

— Le grito, lo escuche— aporto Kie, con los labios apretados— Dijo que era embarazoso.

— Discutieron mientras yo me encargaba de esos groseros que insultaron a la familia— Sumiyoshi apretó los puños, muy conflictuado.

— Vimos a Yoshiteru dándole la espalda a papa… mientras él lloraba más fuerte.

— No lo soporte más, fui por Yoshiteru y lo abofetee. Insistí que se disculpara cuando…papa desapareció. Se fue corriendo a algún lugar en el monte y no lo hemos encontrado todavía— relato Sumiyoshi, con un nudo en la garganta.

— ¿Y qué hacen aquí? — dijo Tanjiro, sorprendentemente suave y calmo para la tormenta que nublaba su mente— ¿Por qué no los buscan?

— Papa dijo que necesitaba respirar y el hermano Yoshiteru fue tras el— explico Kie— Creo que fue a disculparse, no se le veía bien.

Tanjiro Kamado tomo un largo respiro, exhalando con lentitud para calmar sus ideas.

De todos, Yoshiteru siempre fue el más ambicioso. El que quería más, que buscaba sobresalir, que tenía hambre por explorar y conocer. A Tanjiro le gustaba su entusiasmo y determinación, sin olvidar que Yoshiteru era el más parecido a Zenitsu de todos sus hijos. Exceptuando el cabello negro con puntas rojizas y los ojos con forma de granate versión dorado, Zenitsu y Yoshiteru parecían gemelos.

En secreto, Zenitsu proyectaba en Yoshiteru un “yo” que era valiente, positivo e intrépido. Se llevaban bien incluso en sus desacuerdos y Zenitsu se deprimió por semanas cuando su hijo decidió estudiar lejos de casa.

Ahora, esto.

Sabía que el ambiente de ciudad podía cambiarle las ideas a Yoshiteru, que la exposición a otro tipo de gente era imposible de evitar, que las cosas podían malograrse, pero tuvo fe en el muchacho y ahora Sumiyoshi le está diciendo, furia y tristeza mezcladas, que ese mismo Yoshiteru insulto a Zenitsu al punto de hacerlo llorar.

Esto no se puede quedar así.

— Yo los buscare, quédense a esperarme.

— Padre, los aromas de aquí…— empezó a decir uno de los niños, sobándose la nariz— Son muchos, no te fuerces.

Eso es verdad, ya la entrada a la ciudad era un oasis de aromas de todo tipo, ácidos y dulces, amargos y picantes, entre puestos de comida y tiendas de negocios, pisos altos y maquinas a vapor. Sera todo un desafío, por eso decidió mudarse al campo con Zenitsu, quien prefería los sonidos relajantes de la naturaleza.

Pero debía hacer el intento, aunque le sangrase la nariz al final.

Al anochecer, Tanjiro se encontraba saliendo de la tercera casa de música que encontró, pensando que Zenitsu buscaría consuelo en los instrumentos de viento con los que solía desestresarse, cuando sintió una vibración opresiva en el aire.

Por instinto, llevo una mano a su cadera y ahí fue cuando se dio cuenta de dos cosas: no traía su katana y esta sensación familiar era de un demonio deambulando.

Rápidamente, dio un salto al techo más alto y se puso a investigar. Naturalmente, ubicar a un demonio en una ciudad llena de luces era un tanto difícil, muy similar al Distrito Rojo, donde nunca sabía exactamente donde estaba la peste.

Intercalando entre buscar a Zenitsu y a su hijo problemático, también debía hallar el origen de este olor tan desagradable.

Tardo, hasta que ubico un aroma que se desplazó a toda velocidad. Debió haber salido de algún escondite y ahora se disponía a cazar. A Tanjiro casi se le sale el corazón por la boca al reconocer el camino que el demonio está tomando.

Con mayor ímpetu, lo persiguió, tomando un atajo para llegar al templo antes. No tomo en cuenta ser intercedido por garras colosales.

Sin una katana de piedra solar sería difícil contraatacar, más Tanjiro inmediatamente uso su ingenio y busco cualquier tipo de arma en su entorno próximo. Lo mejor que puede ser es retener al demonio.

De casualidad, encontró un almacén repleto de fuegos artificiales y maniobro como usarlos hacia los puntos vitales del demonio. Tiro cohetes cuyo estruendo y colores abrumaron al demonio pero al acabar de usar cinco cartuchos, el demonio ya se había regenerando y Tanjiro empezó a jadear. Tanto tiempo sin entrenarse le paso fractura. Sin embargo, persistió.

Para colmo, mucha gente se estaba presentando para la fiesta de graduación, pero al ver al monstruo, huyeron espantados.

Tomando una decisión, el coraje de Tanjiro lo domino para atraer al demonio a donde quería y dejar caer una estatua de mármol, parte de una fuente de agua del parque, sobre la cabeza del ser maligno para aplastarla. Empujo una banca para darle más peso y por un largo minuto, eso pareció ser suficiente.

Excepto que la criatura se despertó, furiosa y violenta, y Tanjiro tomo un tubo de cañería para enfrentarlo, sin retroceder en ningún momento.

Al final, no hizo falta conservar los fuegos artificiales para un ataque sorpresa o pensar en subir montaña arriba para acorralar al demonio en alguna cueva, porque este fue cortado por una katana muy familiar. Ambos brazos se desprendieron de la criatura, las garras se hicieron cenizas. Una estocada al pecho lo atravesó, filtrándose el poder solar por las venas del demonio, convirtiéndolo lentamente en polvo.

Tanjiro parpadeo, atónito.

Sumiyoshi le sonrió, guardando la katana que la asociación de cazadores le dejo conservar.

— ¿Estas bien, padre?

— Sí…

Sumiyoshi miro las cenizas perdidas en la brisa, para inmediatamente unir sus manos en un rezo.

— Descansa en paz.

— Sumi, felicitaciones.

— ¿Por qué?

— ¿Y me lo preguntas? Fue tu primer demonio.

— Oh, sí…supongo— Sumiyoshi se froto la mandíbula, que se tensó repentinamente, y cerró los ojos para evitar que viraran hacia atrás.

Esa mueca fea era muy dolorosa, Tanjiro lo sabía mejor que nadie.

— Sumi, ¿Tienes algo que decirme?

— ¡Me alivia tanto haber llegado a tiempo y ser de ayuda! — grito el muchacho, evadiendo la pregunta— Padre, ¿Vienes de la ciudad? Yo estaba buscando al demonio que amenazaba el templo.

— Sí, estaba persiguiéndolo— Tanjiro frunció el ceño, temiéndose lo peor— Si tú también buscabas uno, entonces hay dos.

— Al parecer, así es. Recordé que trajiste tu espada en la bolsa y la tomé.

— ¿Dónde está Zenitsu? ¿Y tus hermanos?

— Encontré a papa hace poco, iba a avisarte cuando apareció ese demonio. Papa entro en pánico, pero decidió quedarse en el templo con mis hermanos. Están atrapados allí.

— ¿Sabes si Zenitsu trajo su espada?

— No sé.

Su charla es interrumpida por un grito atronador, que es capaz de rivalizar con la campana de la iglesia, ¿Cómo lo saben? Porque el rugir de la campana y el lamentable grito suenan al mismo tiempo.

— ¡Zenitsu!

— ¡¿Ese es papa?!

Sumiyoshi está sorprendido, ¿Tan alto es el alcance de su voz?

— Nunca confundiría esos gritos. ¡Zenitsu está en problemas!

Forzando a sus piernas a andar luego de tratar con un demonio desarmado, Tanjiro corrió junto a su hijo hacia el origen de los gritos, que dejaron de oírse de la nada. Eso no era buena señal.

Al alcanzar el templo, Tanjiro jadeo y Sumiyoshi abrió mucho los ojos.

Habían llegado tarde.

 


 

— ¡Papa, despertaste!

Zenitsu apenas pudo moverse cuando se le vinieron encima varias sombras pesadas, cada una empujando sus extremidades y estampándose contra su pecho.

— ¡No me asusten así! Aire, aire, ¡Necesito aire!

Sus hijos inmediatamente bajaron de su encima, algunos luciendo avergonzados.

Zenitsu se sobo la cara, pensando en lo que paso, sin embargo, no hacía falta reflexionar cuando escuchaba el alivio en el corazón de sus pequeños.

— Niños, ¿Otra vez me desmaye?

— Te cuidamos, papa.

— Lo hicieron bien— Él les sonrió, más tranquilo— ¿Dónde está su padre?

— Aquí.

Lo supo antes de verlo, el perfecto y hermoso sonido de su esposo era inigualable, le alegro ver a Tanjiro en una pieza a su costado.

A diferencia de los jóvenes que querían abrazar y tirar de Zenitsu por todos lados, Tanjiro solo agarro un mechón de pelo dorado que se puso a acariciar con reverencia.

— ¿Por qué tardaste tanto? Lo que me hiciste pasar…

— En el pueblo necesitaban ayuda para levantar una tienda luego de una tormenta muy fuerte.

— Siempre ayudando a la gente.

— Tú también.

— ¿Uh?

— Hoy, estoy más orgulloso de ti que ayer.

— No digas melindres para evitar que me enoje.

— Es la verdad, ah, no te esfuerces. Los niños me dijeron que no comiste, te daré pure para no cargar mucho tu estómago, ¿está bien?

— No, no, debemos cenar en la fiesta de graduación-

— Zenitsu, es de día.

— ¡Que!

Zenitsu dio un grito capaz de romper tímpanos sensibles, a lo que sus hijos se alejaron de el con risitas en sus labios.

Para cuando Zenitsu parpadeo una, dos veces, se encontró a si mismo recostado en una linda y cómoda colcha, envuelto en una sábana lustrosa, rodeado de docenas de niños cuyos ojos saltones estaban fijos en Zenitsu, curiosos e intrigantes.

Zenitsu sudo la gota gorda.

— ¿Desde cuándo tenemos tantos niños? No, ¿Como te deje hacerme esto, Tanjiro? — Zenitsu sacudió las manos, hiperventilando del pánico— ¡Debo tener estrías horribles! Siete, doce, quince, ¡Qué barbaridad! ¿Cómo vamos a educarlos? ¿Cuántos pañales ha de limpiar? ¡Mis oídos zumban por el recuerdo del último llorón, no…!

El rubio estuvo a punto de escupir burbujas, sacudiéndose en la cama.

— No puedo con esto, me voy a morir…si todavía no me muero por exceso de fábrica de bebes, me moriré por el estrés.

— Ambos queríamos una familia grande.

— ¡No tan grande, maldito idiota frentón! ¡Es demasiado, demasiado, demasiado…!

A punto de entrar en crisis al replantearse su vida con más de veinte hijos en su haber, Zenitsu casi pierde la cabeza de no ser por la voz que menos esperaba escuchar.

— Todavía somos cinco, papa— aviso Yoshiteru, tomándolo del brazo para que enfocara su atención en el— Esos no son tus hijos, son niños de primaria.

El alivio envolvió a Zenitsu como un rico baño de frescura, poniendo su cerebro a trabajar y dándose cuenta que, efectivamente, la mayoría de los jóvenes a su lado no tenían parecidos con él ni con Tanjiro.

— Oh, Dios, estaba por reunirme con el abuelo en un haz de luz divino…

— Papa, no vayas a la luz.

— ¡No me asusten así! Casi muero, ¿Quién les hará el desayuno y cantará canciones de amor? ¿Serán capaces de sobrevivir con Tanjiro? Él podría perderlos porque son muy inquietos.

— Oye, yo también soy su padre …y solo se me perdieron cuatro veces.

— ¡Bendito Dios! Esta familia me necesita, no puedo morir…no puedo morir, cielos, no puedo dejar desamparada a mi familia, morir no.

A excepción de la familia Kamado, quien viera esto acabaría consternado al ver esta faceta de Zenitsu, juzgándola de muy rara y lamentable. Solo los que lo conocen, sabrían que ha cambiado su viejo mantra de “Voy a morir, voy a morir, definidamente voy a morir” para dar un salto impensado al murmurar “No puedo morir, imposible, no voy a morirme por esto”.

Tanjiro esbozo una sonrisa muy feliz, su corazón lleno de calidez.

— No son nuestros hijos, Zenitsu, son los niños que salvaste.

— Apareció un demonio que acorralo a los invitados en el templo donde estamos ahora.

— ¡Un monstruo gigante apareció e hizo crash con todo! — grito un niño que definidamente no era un Kamado— Arraño las paredes con sus garras feas y mugrosas.

— ¡Fue tan aterrador que apenas puedo hablar!

— Una niña intento escapar por la ventana y tú…

— El demonio iba a devorarla, pero tomaste a la niña y saltaste lejos.

— ¡Te convertiste en un rayo, fue alucinante! ¡Soltabas chispas por todos lados!

— El demonio te persiguió y entonces…

— Empezaste a gritar.

— Fue un grito cargado de alta potencia, que garganta.

— ¡Te desmayaste! Y luego…

— Fue asombroso, nunca lo imagine.

— Te convertiste en algo así como…

— ¡Un héroe!

— Luego aparecieron padre y hermano mayor.

— Padre te cubrió y Sumi te arrojo la espada antidemonios.

— La tomaste en el aire cuando dabas un giro a toda velocidad.

— Mientras el monstruo te perseguía, ¡Fue de locos!

— Y lo decapitaste de un solo movimiento.

— ¡La técnica del Rayo!

— Después de vencerlo, te volviste a desmayar y aquí estas.

Yoshiteru termino la explicación y Tanjiro asintió para confirmar la historia, a lo que Zenitsu los vio a ambos con gran escepticismo.

— No, en serio, ¿Qué paso?

— Zenitsu, mi flor de león, cariño, esposo mío, ¿Cuántas veces te tengo que repetir lo genial que eres?

Sintió arder hasta las orejas al oír a Tanjiro llamarlo amorosamente delante de sus hijos y tanta gente desconocida, demasiado atónito como para hablar.

Temblando como una hoja, Yoshiteru se postro de rodillas, las esquinas de sus ojos en rojo.

— Si lo eres…Realmente increíble, papa, lo eres.

— No te obligues a decir eso.

— Me equivoqué, no lo pensé, me salió el impulso y yo…— Trago duro y sonoro, alzando la cara para ver a Zenitsu a los ojos— Perdón, tú estás bien, tal como estas.

— No soy nada genial.

— Eres mi papa, ¿Cómo no puedes ser genial? No te hace falta nada, porque eres el mejor y yo debo seguir aprendiendo. De ti…Quiero aprender de ti a ser mejor.

— Yosh, ¿No crees que soy un fracaso?

— ¡No, para nada! Yo fui…yo te decepcioné, no quise decir nada de eso, papa…Iba a disculparme antes que apareciera el demonio porque tuve miedo que ya no me quisieras…Tenia mucho miedo.

— Si es así, todo está bien— acepto Zenitsu, con una facilidad que dejo pasmados a todos.

Oh bueno, al menos se pudo resolver sin necesidad de cabezazos.

— ¿No se supone que vinimos a celebrar tu gran día? Tanjiro, ¿Trajiste lo que te pedí?

— Aquí tienes…, Yosh. Para ti.

Yoshiteru cogió el paquete y de un vistazo, supo lo que era. Sus ojos se llenaron de lágrimas, un espejo de Zenitsu.

Zanjado el problema de los demonios, la fiesta de graduación se llevó a cabo con pequeños cambios como celebrarlo al aire libre durante esa misma mañana.

Cada niño y adolescente rodeo a los Kamado, atosigándolos de mil preguntas sobre demonios y pidiendo historias macabras.

Yoshiteru se presentó, distinguiéndose de sus compañeros de colegio al usar un yukata que perteneció a su tío Kaigaku, quien nunca la quiso usar y el abuelo Gyutaru la conservo hasta que Zenitsu la recogió del dojo, llevándosela para usarla en un día especial. Ese día llego y no la porto el, sino su tercer hijo, que también se convirtió en el primer Kamado en graduarse de la escuela.

Sumiyoshi felicito a su hermano con alegría, susurrándole en secreto que si se pasaba de listo otra vez, le daría con todo a la cabeza.

Tanjiro no se quedó atrás, pidiéndole a Yoshiteru que se comunicara más seguido con Zenitsu, porque el hombre lo extraña mucho y que la ambición no le nuble el juicio o lo arrastrara de vuelta al campo. También, le regalo un cuaderno en blanco para que lo convirtiera en un diario donde escribir sus pensamientos, tal como hizo Zenitsu en su juventud.

— Mi hijo graduado…

— Zenitsu, si quieres hablar sobre-

Zenitsu negó con avidez.

— Hoy es un día feliz— Se desentendió, dando a entender que olvido el mal rato— Por cierto, Tanjiro, la próxima vez deberíamos salir con nuestras espadas.

Al oírlo, Tanjiro recordó algo.

— ¡Ah! ¿Sabías que Sumi mato a su primer demonio?

— Ah, eso— El rubio hizo de su sonrisa una línea tensa—Se aparecieron mientras cocinaba y el bebe no dejaba de chillar, me dio tanto coraje que le pedí a Sumi hacerse cargo tomando prestada tu espada.

Tanjiro quedo de piedra.

— ¿Hace cuánto de eso?

— El año pasado, ¿Por qué?

— ¡Yo no sabía nada! ¿Nuestro hijo mato a su primer demonio con mi espada y nadie me lo dijo?

Zenitsu bajo la mirada, culpable.

— Ese era tu momento y no quería arruinártelo, por eso acordamos no decírtelo.

— ¿Qué otras cosas no me dicen?

— Cuantas cosas…

— Zenitsu, no es justo. ¡Yo siempre te lo digo todo!

— No me dijiste que nuestra hija uso mi haori para fregar el piso o que Yorichi se indigesto por tragarse bolas de carne crudas cuando te lo llevaste a pasear al pueblo.

— Eso son…otras verdades.

— Sí, sí, y yo soy todopoderoso.

— ¡Pero lo eres!

— Por supuesto que lo soy— afirmo Zenitsu, a lo que Tanjiro se sorprendió— Soy tu esposo y padre de tus hijos, debo ser todopoderoso. De lo contrario, ¿Quién me hará caso?

Tanjiro sonrió de oreja a oreja, tomando la mano de su esposo para caminar juntos.

— Yo siempre te hago caso.

— Eres tan mal mentiroso que te lo crees.

.

.

.

Chapter 4: No somos sabios

Chapter Text

 

El trabajo ha ido muy bien en estas últimas semanas y ha hecho las entregas más rápido de lo previsto.

Con la paga del día de hoy, está seguro que será suficiente para comprar los juguetes que tanto han pedido los niños antes del cumpleaños del más pequeño. Si hace los cálculos bien, podría disponer de más para…

— ¡Ya llegaste, al fin!

Ver a su encantador esposo, Zenitsu, que lo saluda con un beso en la mejilla y dispone las manos en el bolsillo donde sabe hay dinero y rápidamente lo coge, para acto seguido entregárselo a un hombre completamente desconocido.

Tan pronto recibe la paga, el hombre se retira de la casa y Tanjiro parpadea completamente descolocado.

— ¿Qué compraste?

— Un librero— chillo Zenitsu, con ese tono de voz que suele usar cuando estaba muy complacido consigo mismo— Y este, el primer libro de muchos.

— ¿Libro?

— Aja, ¿Ves la buena elección que hice?

El rubio le enseña un libro bastante grueso, que nada tiene que ver con los planos y pequeños libros de cuentos que vio alguna vez. Este es más grande y por su solemne forma, Tanjiro duda que tenga dibujos.

Zenitsu menciona que es un manual de aprendizaje básico, que cubre las asignaturas más elementales que se dan en la escuela.

— Pensé que iban a estafarme por el precio, pero escuché la sinceridad y la necesidad de la mujer y por eso…Tanjiro, ¿Me estas escuchando?

— ¡Nuestro bebe apenas puede pararse solo!

Es lo único que se le ocurre decir y al parecer no es lo más inteligente porque Zenitsu lo mira sin impresionarse.

— Ya sé, es para Yoshiteru. Ya tiene edad para memorizar caracteres.

— Pero tiene seis años…

— Si Inosuke pudo aprender, no veo porque nuestro hijo no pueda lograrlo.

— Tu voto de confianza es genial, aunque sigue siendo…

— Es un libro universal, ¿sabes lo que significa? ¡Fue una ganga!

— ¿Y el librero?

— Para los libros que iré comprando, obvio.

— ¿Más?

— Por supuesto. Esto apenas cubre lo principal.

— No estaba enterado de esto.

— ¿Y porque debería darte aviso? — El ex usuario del Aliento del Rayo lo miro sin parpadear— Se trata de la educación de los niños, es tan natural como que el sol saldrá mañana. ¡Mira esto! A Kie le servirá.

Era inusual ver a Zenitsu contento por un libro de grosor tan pesado, a veces lo veía leer novelas románticas o escribir para su diario, pero esto era nuevo.

Esto era para sus hijos y le encantaba, solo que…

— ¿Le vas a enseñar a dividir? — Tanjiro abrió desmesuradamente los ojos, impactado.

— Un poco de esto y de aquello. Kie ya sabe sumar, tan lista...

— Zenitsu, querido, espera un poco.

— Te oigo un poco inquieto— juzgo el otro, oyendo los latidos— Y no es de gusto, precisamente.

— No crees que esto es un poco, ¿Precipitado? Son niños, aprenderán a su ritmo, a esta edad deben jugar y divertirse un poco.

— Tanjiro, no me digas que con la paga de hoy pensabas comprarles juguetes otra vez.

— Bueno, sí.

Zenitsu lo miro con ojos entrecerrados, una actitud de esposa firme que Tanjiro llego a adorar hasta que fruncía el ceño, mordiéndose el labio inferior, dando a saber que en esta no iba a ceder fácilmente.

— Pueden jugar y divertirse mientras se instruyen y aprenden cosas nuevas. Cosas útiles.

— Estoy de acuerdo, pero por el momento…Si las palabras son complicadas y los temas un poco complejos, ¿Por qué no lo hacemos nosotros en lugar de un libro?

— ¿Para qué lo compre si no?

— No usaste tu dinero precisamente, Zenitsu— recalco Tanjiro y allí, sintió que cometió un gran error.

— Aja— El rubio se cruzó de brazos, a la defensiva— Pues perdóname, pensé que te importaba el futuro de los niños. Que como matrimonio compartíamos el dinero. Algo debí entender mal.

— Zenitsu…

— ¡Esta bien! Iré a cantar en la calle, como hacía antes, y ahorrare por mi cuenta para no pedirte nada.

— No lo dije con esa intención, quédate quieto.

Esto pasaba seguido. Si Zenitsu no se echaba a llorar, daría vueltas por toda la habitación y apretaría duramente los puños para evitar sollozar. Es una costumbre que adquirió luego de tener a su segundo hijo. Como no quería llorar frente a la criatura y no quería provocarle el llanto tampoco, Zenitsu se moderó muchísimo en sus arrebatos.

Pero hay veces que algo se desata dentro suyo y este es uno de esos momentos.

Tanjiro se odia por provocar esto.

— No, no, no me quedare quieto. ¡Tengo que trabajar! Tengo una familia que mantener, aun no es tarde, bajare al pueblo con mis instrumentos y-

— ¡No hace falta que hagas eso!

— Mi marido cree que vivo de él, ¡¿No sobrevivimos juntos?!

— Sí, sí, y estamos juntos…

— No sigas, yo haré lo que deba hacer. ¡Incluso si soy yo quien paga la matricula!

— ¿Lo que yo hago no es suficiente?

— Tanjiro, reacciona. ¡Tenemos que darlo todo! Los niños siempre aspiran más.

— ¿No basta por ahora?

— ¡Los tiempos cambian! Debemos hacer la diferencia ahora. ¡Si acaban siendo estúpidos porque no actúe a tiempo…!

— Nadie acabara siendo estúpido.

— No quiero que mis hijos queden estancados como paletos de campo.

— Zenitsu, ¿Acaso me subestimas?

— Lo dice el chico que me pidió un diccionario porque no entendía las jergas de la ciudad a las que íbamos de misión en misión.

— ¡No cambies el tema! ¿Crees que soy tonto?

— Sabes lo que sabes— respondió Zenitsu sin comprometerse, sobándose la nariz húmeda— Y yo, lo poco que sé es que los niños son crueles. O eres muy sensible o impetuoso, o eres tonto o muy listo. Prefiero que sepan cómo hacer uso de su cerebro antes que se acostumbren a ser mimados por ti.

— No soy el único que los mima.

— Por favor, te fuiste de viaje a esa misión por tres días y trajiste ropa y juguetes, lo que no estuvo mal, para nada, te lo agradezco, ¡Pero apreciaría que me hubieras consultado antes de hacer esas grandes compras!

— Yo hice lo que debía hacer.

— ¡Deja de decidirlo todo por tu cuenta! Yo también soy su padre y estas abarcándolo todo.

— No me estoy imponiendo…

— ¡Lo haces y luego yo soy el malo de la historia!

— ¿Estas triste?

La tierna y dulce voz de Kie los sobresalto a ambos.

Tanjiro no supo cuando apareció, por lo que atino a regular su respiración para calmar las aguas. Por su parte, Zenitsu se cubrió la boca y rápidamente se dio la vuelta, indispuesto a dejarse ver.

El olor a lagrimas estaba filtrándose de Zenitsu, pero también una pequeña fragancia a menosprecio. No hacia Tanjiro, él lo sabía. Era hacia si mismo por no poder controlarse y dejar fluir vibras negativas.

La verdad, es que quien se esforzaba más para hacerlos a todos felices era Zenitsu, que constantemente dudaba y se preocupaba por cada pequeña cosa relacionada con la casa, el trabajo, su matrimonio y los críos.

En este instante de reflexión, Tanjiro se arrodillo ante la pequeña, que los miraba a ambos nerviosamente.

— Nada está mal, tu tranquila.

— ¿De verdad?

— Por supuesto. Oye, toma estas monedas y baja al pueblo.

— ¿Necesitan algo?

— Compra harina, haré pan más tarde.

— ¡Pan, sí! — La chica sonrió y con una última mirada hacia Zenitsu, quien asintió un poco más calmado, ella se retiró a toda prisa— Vuelvo pronto.

— Ve con cuidado.

Viéndola marchar, Tanjiro cerró la puerta, por si acaso. No quería discutir y sabía que Zenitsu mucho menos, pero la tozudez era algo que tenían muy en común.

— Yo…— Empezó Zenitsu.

A Tanjiro no le gustó nada. ¿Por qué él siempre debe disculparse primero? Pensando para atrás, no hacía falta, solo que la verdad duele.

— Sé que eres capaz de darnos hasta el último centavo a mí y a los niños, sin tomar nada para ti, eres así de entregado. ¡Y precisamente por eso me preocupo! Siempre asumes toda la carga y cuando yo quiero hacer mi parte, no estás de acuerdo conmigo.

— Si lo estoy, lo juro, lo estoy.

— ¿Entonces por qué no me dejas hacer esto? ¡No quiero discutir contigo, Tanjiro!

— Ni yo, pero… ¿No es muy pronto para los niños?

— Si no es muy pronto, es demasiado tarde. Adoro a nuestros chicos, quiero que vivan y rían felices, de verdad lo quiero, ¡Pero luego recuerdo lo duro que fue aprender las técnicas sagradas porque mi cuerpo no se acostumbraba! ¡Porque no era joven pero tampoco mayor! Si mi entrenamiento fue tan duro, ¿Mi cabeza no sufrió el mismo estrés? Me costó tanto aprender…y si ellos son como yo, si huyen o son demasiado amables para ser engañados como tú, ¿Qué será de ellos? ¿Qué hicimos, que hice yo? ¡¿Qué no hice?!

— Zenitsu, respira.

— ¡Me tienes que dar mi lugar porque yo sé lo que conviene! — repuso con un dedo tembloroso. Pareciera insulso y un poco patético, teniendo en cuenta que su rostro estaba al borde de las lágrimas, pero Tanjiro igualmente quedo patitieso— Si acaban brutos, serán la burla de la gente. ¡Mis hijos no serán humillados como yo!

— Y no lo serán, porque te tienen.

— Sí, un perdedor— El blondo bajo los brazos, cansado. Tanjiro tomo esto como una señal para ponerse de rodillas y acercarse a el— No quiero que sientan eso, nunca.

— Disparates, eres un ganador. Tu vida ahora no esta tan mal, ¿verdad? Solo tienes un esposo descuidado.

— Idiota, eres el más atento y considerado.

— ¿Quieres discutir lo que haremos con el dinero? Hare lo que creas mejor.

— No me des ese poder— Zenitsu le golpeo el pecho, pero fue tan suave que pareció una caricia. Agacho la cabeza, sin ver a su marido por un rato— Este gran poder…de elegir por los niños, de pensar en su futuro, de saber que todo lo que hago y lo que digo influirá tanto…Es demasiado, Tanjiro, apenas puedo soportarlo.

— Bien, lo discutiremos cuando te calmes.

Zenitsu suspiro largo y tendido, su olor a enojo y tristeza se aplano lentamente, y Tanjiro uso el tiempo para jugar con las puntas doradas, creando tirabuzones.

— No creo que seas un bruto…no tanto.

— Lo sé.

— Tanjiro, hay cosas muy importantes que puedes enseñarles. Cosas que no puedes encontrar en un libro con el grosor de tu cabeza.

— ¿Qué será eso que no podemos hacerlo los dos?

— Virtud. Quiero que aprendan de tus virtudes.

— Tú también tienes muchas.

Oyó a Zenitsu resoplar y estaba por darle una lista de lo maravilloso que era, cuando el hombre lo encaro y enfrentaron miradas. Tanjiro no pudo hablar, porque Zenitsu lo miro con lágrimas colgando de las pestañas y la boca tensa como si evitara gemir.

— Eres el padre consentidor y yo el exigente… Quién lo diría, que tomaría este papel.

Zenitsu se imagina a su abuelo dándole pulgar arriba con gran ironía. Al final, entiende el desafío que es esto. La crianza.

— Yo también puedo ser un padre de mano dura.

— Bien, no les des regalos a todos solo porque uno cumple años.

— …Bueno.

— Cuando les toque acarrear la madera o hacer las tareas del hogar, no los ayudes y termines haciéndolas todas tú.

— Era solo apoyo…y el pequeño quería subir por la leche…

— Que se las ingenien.

— Eres despiadado.

— La próxima vez, tú y yo iremos a comprar libros.

— Cuentos infantiles, digo, esos también pueden servir. ¿Qué sería de los niños si no entienden sobre historias famosas o canciones de cuna? ¡Sería muy cruel negarles eso!

A Zenitsu se le deslizo una sonrisa por la esquina del labio.

— Discutiremos eso luego.

Al final, acordaron discutir con respecto al dinero si este superaba cierto monto, mientras tanto, comprarían exclusivamente alimentos y no solo postres (Zenitsu acepto que su marido repartiera dulces cada tres días) mientras ahorraban para el futuro. Con respecto a misiones largas y difíciles, Tanjiro lo debatiría con Zenitsu cada que apareciera la oportunidad.

Después de la cena, dos sopas porque cierto niño tenía gusto por las especias y se debió preparar sopa tanto dulce como picante, Tanjiro fue a la cama para recostarse pensando que todo se había arreglado bien.

— Nuestra hija te agradece por los brazaletes de ágata.

— ¿Cuándo dijo eso?

Le pidió fervientemente a la niña que no dijera ni una palabra a Zenitsu y ella prometió discreción, ¿Cómo logro saberlo?

— Cuando el brazalete se le cayó mientras lo ajustaba y me dijo que te perdonara por darle regalos tan bonitos.

— Zen…

— La próxima, cómprale cintas para el cabello o paletas de maquillaje— Zenitsu no se volteo para ver al ex pilar del Fuego— Una chica los necesita.

— Pero ella es hermosa tal cual es.

— ¡Debe lucirse aún más bonita! Así podrá elegir con confianza lo que quiere para su vida.

A Tanjiro lo golpeo este argumento y no tardo en encontrarle el paralelismo con lo que discutieron horas atrás. Comprendiendo esto, atrajo a Zenitsu a su lado.

— No somos sabios ni expertos, pero hacemos lo que podemos, ¿no?

— Es una forma sutil de decir que vamos a discutir por esto en el futuro, muchas veces— dijo Zenitsu, en un tono vago.

— Y lo discutiremos siempre, porque es importante. Después de todo, somos padres en proceso.

— Exacto— Zenitsu estiro el brazo hacia atrás y toco la nuca de su pareja, en un abrazo de lado— Ellos no son los únicos que se deben educar.

— Sí— murmuro contra los cabellos de oro, aspirando su aroma que lo llena de paz— Por cierto, ¿Qué más venia en ese libro?

— Cultura en general— suspiro, exhausto por el día— Matemáticas, geografía, lenguaje, arte…

— ¿Por qué aprender lenguaje si hablamos el mismo idioma?

— Tanjiro, por favor, no me hagas empezar.

— ¿Es otro idioma? — Tanjiro se espantó— ¡No están listos para viajar todavía! No pronuncian la “s” como deben y si confunden las vocales…

— Aquí vamos de nuevo.

.

.

.

Chapter 5: Entre cuentos

Summary:

Con perdón a quienes tienen buenos recuerdos de cuentos de la infancia, que verán su lado oscuro.
Resulta que Tanjiro es quisquilloso con los cuentos de hadas, ¡Un padre demasiado atento!
Zenitsu, ten paciencia con el…

Chapter Text

 

 

Después de apagar todas las lámparas, separar las ropas de color, disponer de las sobras de la cena y darse un baño caliente, Zenitsu estaba listo para irse a acostar y tener sus merecidas horas de sueño necesitado.

Excepto que, al llegar a su dormitorio, fue sorprendido con la visión de su esposo e hijo sentados juntos.

— Cuando la bruja conto su plan, los niños dijeron muy gentilmente que no necesitaba hacer nada de eso y que se quedarían con ella por siempre. La bruja, entre lágrimas, se conmovió tanto que dejo atrás sus perversos intenciones y adopto a los hermanos; así se convirtieron en una familia.

— ¡Muy bueno!

Al oír el chillido contento del pequeño, Zenitsu se animó, aunque eso no evito que frunciera el ceño, bastante confundido. Que el supiera, ningún cuento de hadas termina así.

— Ah, papa. Ya llegaste.

— Querido, ¿Otra vez te aturden los sonidos de la noche? Es primavera, así que los animales están un poco…animados, más que de costumbre— siseo Zenitsu, acariciando las tiernas orejas de su retoño, el único que por el momento heredo su gran oído— ¿Viniste por una canción para dormir?

— Sí, pero estabas en el baño y padre me conto una gran historia. ¡Ahora si podre dormir!

Zenitsu le dio un beso en la frente y lo vio retirarse a su propio cuarto, estos niños, una vez que se paran en sus propios pies van al tiro a todos lados.

— ¿Podrías explicarme que historia fue esa?

— Las mismas historias de siempre.

Zenitsu estaba cansado esa noche y lo dejo pasar.

El tema resurgió al día siguiente cuando Inosuke anduvo de visita, preguntando a Tanjiro la ubicación de los dragones escupe fuego que los niños no dejaban de parlotear.

— No es un dragón malo, se sintió mal cuando intento saludar a la gente y escupió fuego sin querer. Tenía miedo que lo odiaran, por eso se recluyo en una montaña hasta que un pueblo se asentó cerca y pidió sus bendiciones. Desde entonces, son grandes amigos de los humanos.

— ¡Ah, entonces así es! — Inosuke se cruzó de brazos, un poco decepcionado por no obtener la respuesta violenta que quería.

Zenitsu alzo una ceja, mirando a Tanjiro con ojos muy abiertos.

— ¿No te gusta?

— Al contrario, es realmente muy bonita, pero no es la historia original. Tanjiro, sabes que los cuentos solo son cuentos, ¿verdad?

Primero que nada, Zenitsu no dudaba de la inteligencia de su esposo. En absoluto, Tanjiro era sagaz para estrategias de batalla y muy creativo cuando tenían que encontrar maneras de ganar dinero.

Excepto que hay veces que Zenitsu olvida que Tanjiro, por muy serio y competente que se vea, sigue siendo un niño en muchos aspectos.

La verdad inamovible de que existían demonios tal vez hizo algo con su mente, torciéndose para creer que también existían brujas, dragones y maldiciones ancestrales.

— Sí, lo sé— Tanjiro se rio— Pero los cuentos originales son turbios, Zenitsu, por eso los retoque.

— Retocar— repitió el rubio, tomado por sorpresa— ¿Cómo hiciste con el cuento de Hansel y Gretel?

El ex usuario de la Respiración de Fuego se indignó.

— ¿Aprovechar la generosidad de una pobre anciana, que vive sola en el bosque, y empujarla a un horno para que se queme viva? ¡De ningún modo voy a contarle eso a mis hijos!

— ¡Esa es buena! — grito Inosuke, muy intrigado.

— Era una bruja come niños.

— ¿Qué tipo de reflexión da ese cuento? No se respetaron a los mayores y los niños fueron malvados al destruir una casa de la anciana.

— En realidad, era una casa de jengibre. Los niños se la comieron.

— ¡Mucho peor! Ellos comieron sin permiso primero, ¿Y así le pagan a la pobre mujer? ¿Quemándola hasta las cenizas? — exclamo Tanjiro, sonrojado de enojo.

Por lo que oye, esa historia no le gusto particularmente. Podría deberse a que trataba de dos hermanos huérfanos tratando de salir adelante solos o porque su sentido de proteger a los más débiles, en este caso una bruja solitaria, fue suficiente para desatar su malhumor.

— No puedes cambiar los cuentos populares a tu gusto, si oyen de otros la verdadera historia quedaran confundidos.

— No importa cual historia es mejor, yo no quiero que crean que pueden salirse con la suya solo porque son niños— repuso Tanjiro, con un tono de voz autoritario e inflexible que pocas veces habían escuchado sus amigos.

A Zenitsu le da un ataque al corazón, ¡Que feroz este Tanjiro!, como se impone como padre, que mirada tan dominante…Seria un cuadro precioso de no ser porque Inosuke está aquí, escarbándose la oreja y sacando cera como quien no quiere la cosa.

— Oh, Tanjiro…— chillo Zenitsu, muy bajito, profundamente emocionado por este lado de su siempre pasivo esposo.

— ¿Qué son los cuentos para niños? — interrumpió Inosuke, que estaba lo suficientemente aburrido como para colarse en la conversación.

— ¿No sabes que es un cuento, jabalí retrasado?

— Solo sé que te imponen reglas.

— Bueno, es la norma general, los cuentos deben tener moraleja o una reflexión.

— ¿Y tus cuentos, Monjiro, de que van? ¿De tus viejas andanzas contra demonios?

— Inosuke, no puedo contarles eso— suspiro Tanjiro, haciéndole saber con ese largo y sentido suspiro que sus hijos vaya que lo acosaron por saber detalles grotescos.

— ¿Y qué les cuentas entonces? ¿Inventos tuyos?

— Historias— repitió Tanjiro, paciente— Siguen siendo historias…para niños.

Zenitsu lo miro con gran interés, inclinándose a su esposo.

— Según tú, ¿Qué historias son aceptables para nuestros hijos?

— ¡Cuentos simples, por supuesto!

— ¿La Cenicienta?

— El príncipe tuvo tres noches para conocer a la mujer que ama, pero a la hora de la verdad manda a sus sirvientes a buscarla basándose solo en una zapatilla de cristal. ¿Nunca la vio a la cara para reconocerla? ¿Cenicienta nunca hizo algo que la distinguiera de otras chicas? ¿Por qué el príncipe no la fue a buscar en persona, si la amaba tanto? No quisiera que una hija mía tuviese un amor así de barato y superficial.

Zenitsu parpadeo repetidamente, vaya, y eso que él era el romántico.

— Tres Fantasmas de Navidad.

— ¡Que pasada, eso no te hace pensar! — exclamo Inosuke, contagiado por la vena critica de Tanjiro— Seguro que el viejo estaba muy senil para imaginar a los fantasmas.

— Tiene una gran reflexión— refuto Zenitsu, para mayor empuje de su amigo.

— Un anciano no pudo pensar que hizo mal hasta que tenía un pie en la tumba. ¡Vivir tantos años por nada! — refunfuño Inosuke, inesperadamente coherente.

— La Bella Durmiente.

— Es muy descortés no invitar a alguien a una fiesta e incluso si no la querían, pudieron arreglarlo de otra manera— argumento Tanjiro— Sin olvidar que dejaron sin trabajo a las tejedoras mucho antes que la maldición golpeara el reino. Eso no es pensar en el pueblo, es ser un mal soberano.

— La Bella y la Bestia.

— Si lo quiso bestia, debió quedarse bestia— opino Inosuke, bastante bravo, como si esa fuera una gran ofensa personal.

— La maldición de la Bestia tampoco tiene sentido. ¿Por qué condenarlo a esperar por alguien que lo ame, tal y como es, si lo convirtieron en una bestia confinada en su palacio? ¿Por qué maldijeron a sus sirvientes también? Ellos no tenían la culpa del carácter de su señor, hubiera sido mejor que Bestia se arrepintiera del pecado que cometió para ser maldecido que, para ser honesto, no encuentro la razón en los libros.

— Ofendió a una bruja, Tanjiro.

— ¿Bestia no era un niño cuando lo maldijeron? La maldición llevo muchos años — interpelo Inosuke.

Zenitsu se palmo la cara, no esperaba este desarrollo para nada.

— ¿Blancanieves?

— Por favor— Tanjiro hizo mala cara, sacudiendo la cabeza frenéticamente— ¿Una chica come una manzana toxica y la meten en un ataúd de cristal en el bosque?

— Si hubiera estado realmente envenenada, ni los animales se le acercarían. ¿Y el aprovechado que la beso para despertarla? ¿Cómo sabía que así la salvaría? ¿Era una maldición y no veneno?

— Es descortés besar a una señorita sin su consentimiento.

Zenitsu los miro a ambos con gran impresión, estas lógicas contundentes si que son aplastantes y reveladoras.

— Acaban de romperme la ilusión de todos los cuentos…Siento que mi infancia no tuvo sentido.

— Por eso prefiero contarles otro tipo de historias a los niños—Tanjiro obvio la consternación de su esposo— Dragones protectores de aldeas, piratas que son buenos y príncipes que luchan por la justicia.

— Habla de los demonios.

— Que no, Inosuke.

— No lo niegues, hablaste de la mansión del demonio tambor. La habitación que daba vueltas y cambiaba cada rato.

— Hable de eso porque esa técnica de demonio sangre fue muy impresionante y quería compartir mi admiración con los niños.

— Espero que no hayas contado la parte en la que caí por la ventana e Inosuke me dio una paliza porque sí.

— En absoluto, Zenitsu. Conte lo increíble que te veías al defender a Nezuko.

— Magullado por los golpes, entre mocos y lágrimas, querrás decir.

— Para mí, te veías precioso.

 — ¡Tanjiro, que mala memoria! …y no me hace feliz que recién ahora lo digas, para nada— musito bajito, con las mejillas al rojo vivo.

— ¿Quieres que te lo diga más seguido?

— ¡No presiones mi corazón, tonto frentudo!

Inosuke chasqueo la lengua, poco dispuesto a oír el coqueteo de sus amigos.

— Por cierto, ¿Cuáles son tus cuentos favoritos?

Zenitsu tomo el brazo de Tanjiro, sobándoselo ante las nuevas brisas invernales, viendo a Inosuke imperturbable con el pecho al desnudo.

— La Niña de los Cerillos— contesto Tanjiro, con una gran sonrisa.

— Oh, mi Dios.

— Por supuesto, con un final feliz.

— Ah.

— ¡Yo, Tarzán!

— Ese no es un cuento, bestia inculta.

— ¿Cómo diablos no lo es?

Así, tuvieron otro debate que definía a los cuentos y lo que eran los relatos, una conversación asombrosamente larga y llena de referencias que Zenitsu no supo cómo Inosuke entendía tan bien.

— El me escucha cuando cuento historias a los pequeños— respondió Tanjiro, pasándole a Zenitsu el libro usado de cuentos populares que habían estado consultado por curiosidad— También hablamos de los espíritus de las montañas.

— No entren en ese tramo, se los pido. Ya es bastante difícil explicar que no existen brujas cuando hay demonios rodeándonos.

— A todo esto, Zenitsu, ¿Cuál es tu cuento favorito?

— Me acabo de enterar que eres muy selecto a los “cuentos de niños”. No te lo diré.

Zenitsu se negó rotundamente, poniéndose de pie.

— Me lo ahorrare.

— Zenitsu…

— A veces, una mente simple da lugar a muchas preguntas complejas— reconoció Zenitsu, era la primera vez que vio este lado de su Tanjiro e Inosuke, vaya sorpresa.

— ¿Me acabas de llamar tonto?

— Mira la hora, debo preparar la cena.

El rubio se retiró, demostrando que la velocidad de sus piernas no había disminuido con el tiempo sin entrenar.

Tanjiro lo vio irse, extrañado. Oh, bueno, siempre le puede sacar la verdad de otras maneras.

— Alla va el ricitos de oro— farfullo Inosuke, masticando nueces.

.

.

.

Chapter 6: Los gritos forman parte de la apertura

Chapter Text

 

 

— En serio, en serio, ¿Por qué tenemos que sentarnos tan lejos de la mesa de dulces?

— De todos los habitantes, somos los únicos que tienen cinco hijos.

— ¡Nos echan de los eventos sociales adrede!

— Mucho azúcar es malo— agrego Kie sabiamente.

— Nah, todo lo que sube acaba por bajar. ¿Y no se supone que es una fiesta? — protesto su hermano, sacudiendo sus manos en negativa— ¡Denles caramelos a los niños!

— No son caramelos, oh, mira, son bollos de verdura— observo Sumiyoshi, bastante impresionado— Que bonita forma de caras sonrientes.

— No creo que lo hayan hecho en la cocina— juzgo Yoshiteru, señalando a los hijos de Shinazugawa que se pasaban bollos y dulces para deformarlos por debajo de la mesa— ¡Más vale que se hayan lavado las manos!

— Se me fue el hambre, papa…— El crio más joven se inclinó al pecho de Tanjiro, quien solo sonrió.

— Ya, ya, este es un momento importante. Tomemos nuestros asientos.

— Todavía pregunto, ¿Por qué tan lejos? No puedo ver, Tanjiro.

— Si lo puedes oír, Zenitsu.

— ¿Y eso lo hace mejor? — Zenitsu puso los brazos en jarra— Los niños practicaron por semanas para esto, nunca nos dejaron ver ni una sombra del acto que iban a presentar y ahora nos colocan en los asientos más apartados del escenario, ¿Te parece justo? ¡Es de lo peor, muy injusto!

— Siempre podemos pararnos.

— ¡Nadie se pone de pie en un evento así, solo para aplaudir o abuchear!

— ¿Qué harás cuando nos presentemos, papa?

— Aplaudir, claro que sí.

— ¿Seguro? ¿No importa si lo hacemos mal? — Su hijo menor lo miro con ojos brillantes y suplicantes.

A Zenitsu se le revolvió el corazón.

— Nada de lo que hagan puede ser malo— Zenitsu les dio palmaditas a los más pequeños— A no ser que sean travesuras que cuesten otro salario de su padre.

— ¡Zenitsu, no hables de eso! Tampoco estuvo tan mal.

— Rompieron dos docenas de platos— replico Zenitsu, nada contento conque restara importancia a los crímenes de los niños, estos chiquillos se convertirían en delincuentes si no los detiene a tiempo.

— En defensa de mis hermanos, la señora Otona quería un nuevo juego de platos— comento Kie, que agarro las manos de sus hermanos menores para guiarlos tras bambalinas— Los verán haremos el acto tres, espérenlo.

— ¡Mucha suerte!

— ¡Hagan lo mejor y disfrútenlo! — deseo Tanjiro, con una sonrisa al ver a su camada ir al escenario.

— Ojalá no tropiecen y tengan un accidente embarazoso frente a tanta gente— profirió Zenitsu, comenzando a desesperarse al girar sus ojos hacia atrás, como recordando penurias— O que digan mal una palabra y se burlen de su acento. ¡Tal vez podrían arrepentirse en el último momento y abandonen! ¿Y si olvidan sus líneas, Tanjiro? ¡No quiero presenciar esa humillación!

— Relájate, seguro lo harán bien.

— ¡Pompachiro y Benisu, aquí están!

— Por Dios, ¿Qué te dije de no traer tu cabeza de jabalí? — suspiro una hermosa damita bien vestida, con voz austera— Asustas a los niños.

— Déjame gritar, mujer— repuso Inosuke, volviéndose a la pareja— Sabía que iba a encontrarlos aquí.

— ¿Tu sistema de rastreo nos detectó? — Tanjiro lo saludo con un apretón de manos y una cálida sonrisa.

— Seguí los gritos de Betipo.

— Maldito jabalí…

— ¿Qué hacen que no van a la mesa de dulces? — Inosuke se metió una manzana acaramelada a la boca, la misma que hace un rato vieron que un niño uso para aplastar hormigas— Está llena de cosas buenas.

— ¿Quieres cambiar de lugares? — propuso Zenitsu, dispuesto a sacar ventaja de la ignorancia de su amigo.

— ¿Por qué haríamos eso? — intervino Aoi, sospechando algo.

— ¿Qué tal si compartimos mesa? — sugirió Tanjiro, a lo que su esposo y amigo lo miraron con sorpresa— Digo, nuestros hijos participan del evento, así que…

— ¡Mas postres!

— ¡Contrólate! — le exigió Aoi a su esposo, que se volcó de lleno a una fuente de chocolate derretido.

— ¿Ves lo que provocas?

Tanjiro le restó importancia al reclamo de su esposo, suspirando cuando las burlas de Inosuke resurgieron y Zenitsu le grito por viejos rencores.

La comida estaba bien, si ignorabas a los niños que metían mano en todo, la bebida estaba pasable al ser una feria donde se comparte en familia, así que cero alcohol, y alrededor tenían suficientes entretenimientos y juegos para infantes.

La tierna y tímida hija de Inosuke vaya que era muy diferente a él, prefiriendo observar el cielo pensativamente o meter la nariz en un libro de botánica que Aoi le compro. A Zenitsu cada día le maravilla como una dulzura de chica es producto de Inosuke.

Pronto, comenzó el espectáculo principal.

A Tanjiro le dio mucha curiosidad saber cuál de todas las historias populares eligieron sus hijos para la obra y que tipo de personaje caracterizarían. Todo lo mantuvieron en secreto, hasta del propio Zenitsu, del que tuvieron que correr lejos para que no los oyera.

El telón se levantó y lo primero que se podía apreciar era un prado de papel mache. Todos los decorados estaban hechos con papel mache, excepto las antorchas que cada tanto se movían para dar visibilidad a ciertos personajes, eventos en movimiento o enfoque a la acción.

De mala gana, Zenitsu se sentó junto a un Inosuke glotón y un Tanjiro pacifista, y suspiro rendido.

Resulta que la dichosa obra se llamaba “La leyenda de los Cazadores de Demonios” y los protagonistas eran unos tales Pilar de Fuego y Pilar del Rayo, y el primer dialogo iniciaba así: “Por favor, cásate conmigo”

Zenitsu palideció.

No. Puede. Ser.

Se paró de inmediato, más Tanjiro tiro de su brazo, devolviéndolo a su lugar, con una sonrisa tan nerviosa que parecería que acabase de mentir en su pensamiento.

— ¿Pero que carajos? ¡Estos niños…! — Zenitsu está a un segundo de llorar con mocos y todo, la tremenda vergüenza.

— Oh, es una obra de su vida— asimilo Aoi, bastante rápido— Pero no está…

— Oye, eso no es lo que paso— apunto Inosuke con su cuchara hacia el escenario pero como se podía ver la gran cosa desde su posición, era imposible saber a qué se refería, es que Inosuke tiene su percepción del entorno muy avanzada, más ahora que se dedica a cazar demonios aun estando casado con una hija.

Zenitsu quería enterrarse en la tierra hasta lo más profundo y no salir.

“Eso es lo que pensó, al ver por primera vez al Pilar del Rayo, quedándose solo donde lo dejaron sus colegas pilares, comenzando a hablar con su gorrión mensajero y único amigo, Chuntaro.

Cuando el nuevo pilar del Fuego cruzo miradas con el Pilar del Rayo, supo que tenía una nueva razón para sobrevivir otro día.

Él quería despejar la soledad de los ojos solitarios y desafiarse a sí mismo a hacerlo sonreír cada día, por el resto de su vida.”

Zenitsu parpadea. ¿Qué estaba diciendo Kie, la narradora? Sabe que su voz, pero esa historia…Bueno, es bastante bonita. Hasta tiene verso.

Se tensó en su asiento, demasiado nervioso para mirar a un solo lado. Temía ver la mirada de Tanjiro, porque con solo oír su corazón ya podía deducir que estaba tan en shock como él. Sin embargo, Tanjiro pensó exactamente lo mismo cuando volteo a mirarlo y ambos conectaron.

Sus compañeros de mesa suspiraron, uno con exasperación y el otro con diversión. Estos dos no cambian.

Tanjiro esbozo una sonrisa tierna y muy bonita, que debería ser inadecuada para un hombre maduro que ha sufrido de todo un poco, pero que a Tanjiro le quedaba muy bien y Zenitsu se perdió en sus obres, pensando que sea lo que sea que pretenda esta obra de teatro, puede entender de donde salió la inspiración.

— Eso es verdad— le susurro Tanjiro con una vocecilla que solo el blondo podía escuchar como si en vez de hablar, le leyera los labios— Son mis votos, ¿te acuerdas?

Zenitsu se sonroja, sus mejillas y orejas están rojas como cerezas.

— Yo no…nunca te pedí casarte conmigo, por Dios, se lo propuse a cada persona y cuando era lo correcto, cuando estabas tú frente a mí, yo no…Lo siento, no…— balbuceo, extremadamente nervioso.

Al verse arrinconado así, su lado atolondrado lo dominaba.

— No importa— consoló Tanjiro, siempre el comprensivo y el paciente de la relación— Mientras nadie te haya dicho que sí, pudiste aceptarme.

— ¿Eso es un halago o un insulto? — inquirió Zenitsu, sin saber cómo sentirse al respecto.

Tanjiro cerró los ojos por un momento, dedicándole otra sonrisa.

No fue sorpresa que Sumiyoshi, el primogénito de los Kamado, y Yoshiteru, el tercer hijo más parecido a Zenitsu, representaran a sus padres en la recreación de la obra.

“Trabajaron juntos, a veces en misiones separadas o en conjunto. Eran un dúo envidiable.

Los demonios arrasaban en el suroeste, se decía que habían provocado una plaga para sacar a los humanos de sus casas y comérselos en la noche, ¡Ash, uu,hhhh!”

Los quejidos de hambre de Yorichi sonaban adorables, pero en el contexto de la historia tomaban un rumbo perverso, como un demonio saciándose de la carne humana en el escenario pintado de rojo por la cortina de gala.

Las peleas fueron coreografiadas maravillosamente por los hijos de Tanjiro y Zenitsu junto al resto de sus compañeros, casi todos niños del pueblo, con algún adulto haciendo de demonio superior con una máscara que encajaba perfectamente con el papel, en especial porque la mayoría de la vestimenta y artículos de la obra fueron confeccionados por Nezuko Kamado, quien estaba tras bambalinas preparando a otro grupo entusiasta de actores.

La historia tomo forma rápidamente y cuando se querían dar cuenta, estaban rememorando lo sucedido en la Casa de los Tambores, una de las historias que los niños más pedían a Tanjiro y la única que si dio lujo de detalles.

— ¿Y cuando voy a aparecer yo? ¡El líder! — exigió Inosuke, impaciente.

Tan pronto se quejó, apareció Yorichi con una máscara de jabalí en miniatura. Inosuke golpeo duramente la mesa, festejando.

— ¡Ese chico es mi perfecto yo!

— Cállate, le contaminaste la mente con tus ideas— espetó Zenitsu, no muy contento con la elección de ídolo de su hijo— Intenta no ser tan presumido.

— ¡Muy bien, pequeño yo! ¡Enséñales a esos tontos!

— Querido, por favor, no saltes a la mesa.

Dando saltos y volteretas que marearían al más atento, la pelea contra el demonio lunar se resolvió tal cual la realidad, para cambiar inmediatamente a un entorno más abierto con una columna que simulaba una montaña y un gran edificio. Tanjiro frunció el ceño, mientras Zenitsu tomaba su mano con expectativa ansiosa.

A parte de cuentacuentos, Kie también participo ocupando el papel de la hermana de su padre, excepto durante las transformaciones de demonio, donde la Nezuko real se presentó con un atuendo de demonio tradicional.

Como sospechaban, la siguiente escena abarco a Nezuko siendo inmediatamente aprobada por el patrón de la organización de cazadores y luego Sumiyoshi, en la piel de Tanjiro, corrió aleatoriamente en bloques que simulaban pasillos para llegar hasta Yoshiteru, cuya cabellera brillo bajo los focos de luces en un nuevo escenario que emulaba un hospital.

— No me toques, estoy enfermo y podría ser contagioso.

— ¡No! — Tanjiro agarro la mano inerte de Zenitsu en un agarre poderoso— Prometí cuidar de ti para siempre, déjame hacerlo.

— ¿Cuándo prometiste eso? No me acuerdo.

— Lo hice en mi cabeza— respondió Tanjiro, siempre tan simple.

— No hagas promesas así, me lo creeré.

— ¿Cuál es el problema si lo crees?

— Que me voy a ilusionar y tú…

— Si hago una promesa, es para cumplirla.

— Lo sé— Zenitsu cruza sus dedos mientras intercambian una mirada intima— Por eso, debes detenerte. No te espera nada bueno si te involucras conmigo.

— ¿Por qué dices eso? Eres amable y muy fuerte, te admiro mucho.

— Tu también, te admiro. Por eso, quédate con esa imagen de mí y busca la vida que mereces con alguien más.

— No lo hare— repuso el pelirrojo, directo y franco— No hay nadie más que tú, Pilar del Rayo, tampoco quiero a nadie más.

— ¡Mi corazón va a estallar si sigues así!, no hables. Cállate.

Tanjiro sacó uno de sus pendientes hanafuda y se lo dio a Zenitsu.

— Devuélvemela con tu respuesta cuando acabe la batalla.

— ¡Sabes que sí, te esperaría para siempre! Pilar del Fuego, ¿Estás seguro de querer realmente a un desastre como yo?

— Quiero todo contigo.

— Entonces, ¡Traigamos la victoria a los Demons Slayers rápido!

— ¡La victoria será mía! — grito Inosuke, sorprendiendo a sus compañeros porque apareció de súbito, seguido del resto de pilares.

— Puedes tomar la victoria, pilar de la Bestia— dijo Tanjiro, sin mayor problema, para volverse a ver a Zenitsu con ojos radiantes.

— No lo dejes hacer eso, no parara de alardear hasta el fin de los tiempos.

— Eso está bien. Porque victoria para mi es salvar a mi hermana y volver a casa contigo, Pilar del Rayo— Todos se pusieron de pie, observando al frente— ¡Porque esta aventura nunca termine!

— ¡Enciendan su corazón! — grito Senjoru Rengoku, en el papel de su hermano Rengoku— Mantengan su corazón ardiendo y sigan adelante, ¡Demons Slayers!”

El telón se sacudió sutilmente, dando tiempo a todos los actores para acomodarse en sus respectivos ropajes por orden de altura e importancia, y luego la luz volvió a enfocar al centro, hacia el reparto en pie.

La primera en aplaudir fue Aoi, sacando de su burbuja al impresionado público, que también aplaudió con ganas y silbidos, excepto Zenitsu, que se puso a correr entre las mesas y empujo a todos en busca de sus hijos para ahogarlos en abrazos vergonzosos.

Al llegar a un pie del escenario, Sumiyoshi y Yoshiteru le tenían guardada una sorpresa más.

Una repentina música sonó al tiempo que sus hijos y gran parte del elenco ejecuto una nueva coreografía.

Zenitsu observo estos familiares movimientos y su mirada dorada ardió en lágrimas, enrojeciendo los bordes de sus ojos, estaba a punto de sollozar cuando el sonido relajante de Tanjiro, su marido, lo sostuvo en sus brazos, dándole palmaditas en la espalda. Ambos vieron con mezcla de asombro y orgullo como sus hijos y un numero indefinido de jóvenes estaban realizando los movimientos del Dios del Trueno y la Respiración del Rayo.

Sumiyoshi Kamado demostró que era el digno heredero del legado familiar al ejecutar la danza perfectamente. Tomando respiros oportunos, manteniéndose integro y sin fallas. A su lado, otros parecían principiantes que no se adecuaban a la danza del Dios del Fuego pero eso no importaba, pues se notaba que era un juego de equilibrio para unos y movimientos de baile para otros.

Los mejores en maquinar las técnicas consecutivas de la Respiración del Rayo eran Yoshiteru y Kie, el primero con cierta rigidez por haber empezado tarde sus prácticas y la niña mucho más flexible, sin perder la sonrisa. Si los viera el viejo Jigoro, lloraría de jubiloso orgullo.

Zenitsu se cubrió la boca para evitar gemir de forma patética, pero eso no evito que Tanjiro repartiera besos por su cabellera.

— Son nuestros, nuestros— murmuro Tanjiro, tocado por la emoción— Me has bendecido con niños tan increíbles, gracias.

A este punto, Zenitsu cree que va a morir de sobreexceso de amor.

— No sigas…no más, voy a escupir mi corazón en cualquier momento.

— ¡Síguele, así se hace! — aplaudió Inosuke, ya subido a la mesa, encantado con el pequeño Yorichi, que imitaba la Respiración de la Bestia con palos de escoba y serruchos sin filo, golpeando con su cabeza de jabalí a otros niños— ¡Eres el jefe, demuéstralo!

Su esposa Aoi se fregó la cara, mientras su hija sonreía ante lo entusiasta que era su padre. La niña fue repentinamente abordada por su tía Nezuko, que la condujo al escenario para bailar también, sin aceptar un no.

Fue una noche memorable.

.

.

.

Chapter 7: Deja que grite

Chapter Text

Deja que grite

.

.

.

Tanjiro Kamado arribo la puerta a toda velocidad, casi llevándosela por delante a la hora de entrar ferozmente al cuarto.

Dentro de la cabaña, encuentra a su amado Zenitsu, cabello de oro suelto por toda su espalda hasta llegar a la cadera, todavía en su bata de dormir, sosteniendo a otro pequeño rubio entre sus brazos, las manitas tiernas aferrándose a la bata blanca.

Ver una combinación de blanco y amarillo podía ser muy chillón, pero el tono cambiaba bastante cuando yacían manchas rojas alrededor. El pecho de Zenitsu estaba impregnado de rojo carmín, cuanto más su hijo, Yoshiteru, frotaba la cara en él. Ambos se sostienen mutuamente, abrazándose con fuerza, cuando aparece el moreno.

— Oh, no— musita Tanjiro, al borde del pánico.

— Tanjiro, tranquilo.

Es irónico que sea Zenitsu el que pida calma ahora, sin embargo, Tanjiro trata de regular los desenfrenados latidos de su caótico corazón, acercándose al dúo dorado. Se ven como dos gotas de agua, excepto que uno es definitivamente joven y el otro mucho mas maduro, intentando no llorar mordiéndose los labios.

— Perdón, perdón, me entere en el camino, no sabía…

— Ya está, vamos a encargarnos de esto con calma.

— Papa, me duele.

— Lo sé, pero hay que esperar.

— No quiero esperar, ¡Por favor quítalo!

— No creo— Zenitsu hizo un mohín— No te gustara mi método.

— Zenitsu, vayamos con el doctor.

— Por Dios, Tanjiro— Su esposo lo miro con firmeza, cosa muy rara— Solo tiene una muela del juicio, no es el fin del mundo.

— ¡Me duele! ¡Papaaa!

— De verdad creo que deberíamos ir al doctor.

— Ya fuimos y debemos esperar.

Tanjiro lo miro como si le pidiera que arrojara una bolsa de gatitos al rio.

— ¿Cuánto tiempo?

— Dos días, descuida, lo tolerara.

— ¡No aguanto, no aguanto!

— ¡Zenitsu, escúchalo!

— Yoshiteru aguantará— Tomo la cabeza del niño contra su pecho y lo insto a permanecer allí, sofocándolo de seguridad y cariño materno— Lo hará como yo lo hice.

El dice eso, pero Tanjiro esta asustado. Detesta ver a sus seres amados sufrir. Sabe que las lágrimas de Zenitsu, sean de la emoción que sean, acaban después de un rato, pero hay un especial terror al ver a un niño retorcerse de dolor y gritar con lágrimas imparables.

No le gusta experimentar esto, ni cuando sus hermanos vivían. Si no se quejaban, se hacían los fuertes, y Tanjiro no sabía que era peor teniendo en cuenta su precaria situación. En esos casos, acudían al herrero que tenía herramientas para la extracción de la muela y la habilidad para sacar de raíz el problema, pero algunos no tenían mucho cuidado o tacto con la mandíbula de los más jóvenes y a Tanjiro le hervía la sangre pensar que debería repetir todo eso otra vez.

Zenitsu insistió que esperaran.

El rubio paso a mudarse temporalmente con Yoshiteru, abrazándolo en todo momento y dándole consejos sobre como lidiar con el dolor, como todo un experto en la materia. Casi pareciera que le esta dando indicaciones de como tolerar la tortura, para gran pánico de Tanjiro.

— Deja que grite— espetó Zenitsu, ya acostumbrado a los sollozos de su hijo, mientras Tanjiro estaba que brincaba del susto cuando los oía, pues sonaban muy diferentes a los de Zenitsu por obvias razones.

Durante el almuerzo, Yoshiteru se negaba a presentarse, pero como la familia Kamado siempre comparte la mesa, Zenitsu prácticamente lo arrastro, dándole de comer alimentos ligeros de fácil tragar. Como no, a Yoshiteru no le gusto que lo trataran como a un bebe sin dientes al que le soplan la sopa. A Tanjiro le daría gracia si no fuera por los bordes rojos alrededor de los ojos del pequeño.

Si Yoshiteru gritaba o pataleaba, Zenitsu lo dejaba ser, como se ve a un espectáculo que ya ha presenciado mil veces y perdió su encanto, excepto para Tanjiro, que quería arrancarse el cabello a tirones por el estrés de ver esto.

Cuando los abrazos de Zenitsu sofocaban, Yoshiteru corría hacia Tanjiro, que poco o nada podía hacer para aliviar su sufrimiento. Los elementos fríos tampoco estaban a la orden del día y los tiempos de dolencia de Yoshiteru eran constantes, llegando al grado de sostenerse la mandíbula con un trapo atado a su cara. Su hinchazón crecía a ritmo alarmante y por más que Tanjiro insistiera, Zenitsu repetía que debían esperar.

A Yoshiteru no le gustó nada soportar este suplicio y busco la ayuda de su padre, pero pronto se hizo evidente que por mas calma y seguridad transmitiera Tanjiro, la impaciencia y el dolor hervían en frustración amargada y el pobre niño estaba de muy mal humor para recibir palabras suaves. De cierto modo, Yoshiteru se sintió traicionado ante la falta de soluciones por parte de su padre.

Pero en el dolor vas donde te sientes a salvo y a Tanjiro le quedo claro, con el corazón roto, que no era el, cuando Zenitsu apareció en el jardín y tomo las manos llenas de baba de Yoshiteru, instándolo a sentarse firme y escucharlo por un buen rato, mientras el crio lloriqueaba. Ambos se veían adorables juntos, la verdad.

— Eres mi valiente niño, tan capaz— Oyo decir a Zenitsu antes de envolver a Yoshiteru en un nuevo abrazo.

— Duele, duele, duele muchísimo…

— Y a mi me suenan los oídos. ¡Tanjiro! Espero que sea la voluntad de Inosuke que lo trae aquí a toda velocidad y no porque lo mandaste a llamar por esto.

— En realidad…— Tanjiro se encogió en si mismo— Pensé que como Inosuke sobrevivió solo en la naturaleza, conocería de algún método alternativo para extraerle la muela.

— Pidiendo consejo a un bruto. ¿Y si su brillante idea es arrancarse el diente mordiendo arboles? ¡Hasta yo estoy sorprendido porque haya logrado sobrevivir solo!

— Dale una oportunidad.

Se lo pidió a Yoshiteru, que si bien no le caía en gracia Inosuke porque gritaba mucho y su cabeza de jabalí asustaba, en el dolor cualquier alternativa era bienvenida y acepto la oferta.

Excepto que, cuando llego Inosuke, casi corta la boca de Yoshiteru al apoyar su katana en él.

— ¡Te lo sacare como hice con esa cabeza de gusano!

— ¡No vas a serruchar la boca de mi hijo, loco! — grito Zenitsu, furioso y asustado a partes iguales— ¡Tanjiro, sácalo de aquí que tú lo trajiste!

— Sí, bien…Inosuke, no queremos precisamente eso…

— Si no hay sangre, no hay dolor. ¡Hay que hacerlo!

— No quiero que duela precisamente.

— ¿Pero que rayos dices? — espetó Inosuke a su brusca manera— Debe sufrir, ¿De que otro modo se volverá hombre? ¡Tiene que sentir el ardor!

— Ya lleva sintiéndolo por días…— repuso Tanjiro, un poco tocado por el comentario.

Si su hijo sufría, ¿Por qué debería dejarlo solo? Inosuke todavía no conoce suficiente de sociedad para entender lo que es el deseo de un padre por el bienestar de su familia.

Zenitsu resopla cuando ve a su marido y al hombre jabalí alejarse, para enseguida apretar la mandíbula del niño hasta que este grita.

En otro lado, la tranquilidad y quietud rebozaban en el espacio abierto, a excepción por los cabezazos de Inosuke contra los árboles y sus búsquedas implacables de animales por asar. A Tanjiro le daría mucho gusto, si no estuviera comiéndose la cabeza por otro tema.

Odia esta sensación de impotencia y fracaso.

Reconocer que esto es normal y que no ha cometido ningún error lo tiene asimilado, pero sigue siendo terriblemente frustrante saber que no puede cambiar nada. Ni siquiera un poco.

No es hasta que un grito portentoso alcanza su oído que sabe que algo ha sucedido. No es de Zenitsu, a estas alturas ya conoce todas sus tonalidades de voz. Es Yoshiteru, gritando a todo pulmón.

Arroja la cubeta de agua caliente que estaba sosteniendo y corre en dirección a su hijo, junto a Inosuke.

Para cuando llega al lugar de los hechos, el olor a limón rancio ataca la nariz de Tanjiro y se detiene, paralizado del estupor.

A diferencia suya, Inosuke se echa a reír con ganas.

— Ese también es un buen truco— dice entre carcajadas, como si lo que pasaba fuera muy gracioso.

Sentado forzosamente en el césped con su padre en la espalda, las piernas retenidas por las rodillas de Zenitsu y las manos atrapadas en un agarre firme, la mano diestra y libre del pilar del trueno ataca la cavidad bucal hasta que la baba rebosa y las lágrimas de Yoshiteru salen a montones.

En un revés de muñeca, que puede decirse era muy habitual de espadachines con cambios de postura inmediata, Zenitsu tuerce su mano y alcanza lo que busca, sin necesidad de ver mientras Yoshiteru sacude la cabeza y casi le golpea la nariz. Para cuando se detiene, dura apenas un microsegundo y el siguiente lamento de Yoshiteru apenas se registra cuando la mano de Zenitsu sale disparada, mojada de saliva y sangre.

Si no fuera por la rápida manera que Zenitsu tapa la boca de Yoshiteru con un trapo con aroma a flores relajantes, Yoshiteru habría gritado al ver la abundancia de sangre. El rubio lo insta a inclinar la cabeza hacia atrás, evitando que se ahogue en sus propios fluidos. Lo más insólito es que, en todo este proceso, Zenitsu está cantando.

Es la canción que Tanjiro recuerda con gran cariño, que le canto varias veces a Nezuko con Zenitsu haciendo de acompañamiento instrumental. Recordando para atrás, Tanjiro siente que esa fue la primera vez que lo vio bajo un haz de luz y su corazón palpito por primera vez en el nacimiento de un sentimiento, siendo consciente que le sucedía solo con Zenitsu.

Ahora mismo, esta sintiendo algo parecido, viendo a su hijo ser consolado luego de tanto sufrir y a Zenitsu sosteniéndolo sin dejar de cantar, ni desentonar.

Con una seña muda, Zenitsu le pide que se acerque y eso hace, sin saber muy bien que hacer porque Zenitsu, para su gran sorpresa, lo ha resulto todo.

“Toma su mano”, dice el gesto y Tanjiro lo hace, cubre la mano inquieta de Yoshiteru con la suya y el niño se la aprieta por inercia.

Inosuke se acerca con una sonrisa astuta. El truco de usar limón agrio para perturbar los sentidos y causar efecto nauseabundo para forzar a la mandíbula a cooperar, no era muy usual, pero las manos rápidas de Zenitsu tenían su propio poder.

— ¿Es esto? — Inosuke agarro el diente que Zenitsu le arrojo sin aviso, divirtiéndose por su pequeño tamaño y blanco partido— Se ve mal, ¿Por qué esperaste a hacérselo?

— Debía practicar— resumió Zenitsu, una vez termino la canción— Hace tiempo que no lo hacía.

— ¿Te hacías esto a ti mismo? Con una pinza…

— Créeme que no, solo conseguí una tijera— bramo Zenitsu, recordando malos tiempos— Hice un desastre conmigo mismo, no quería lo mismo para él.

Sin quitar el trapo de la boca de Yoshiteru, Zenitsu le beso la frente sudada.

— Tanjiro, en serio, ¿Cómo puedes poner esa mirada culpable si fui yo quien se lo quito? ¡Yo también estaba de los nervios aquí!

— Perdón, es que yo…yo estaba…

— Lo sé— Zenitsu le dedico una sonrisa compasiva— Estar asustado se siente peor cuando eres padre.

Tanjiro lo miró fijamente, para luego asentir.

— A veces, debes dejarlos sufrir— dijo Zenitsu, para sorpresa de todos— No puedes protegerlos por siempre y deben pasar por esto, Tanjiro. Cielos, me pregunto qué pasaría si tuviéramos una niña…

— Zenitsu, ¿Qué más puedo hacer? — grito Tanjiro, muy ansioso.

El rubio lo miro largamente, este tipo siempre queriendo hacer cosas.

— Solo hazle saber que estas aquí, que estamos aquí.

— Pero Zenitsu…

— Créeme, a la larga lo recordara.

Tanjiro parpadeo, no muy seguro viendo a su hijo relajar su respiración antes que el trapo fuera quitado de su cara, mostrando un rostro no muy diferente al Zenitsu joven en uno de sus lloriqueos habituales. Aun así, se le encogía el corazón verlo así.

Yoshiteru soltó su mano un momento para volverlo a buscar, como si estuviera flotando luego de salir del dolor abismal y quería algo a lo que aferrarse, que no era más que la mano callosa y distinguida de su padre, recordándole eventos con su propio progenitor, así entiende que esto es actuar como un padre en las malas, sacudiendo su ser con cariñosa nostalgia.

Zenitsu no podrá saber como actuar como padre o que es una familia convencional, pero vaya que tiene ese toque inmensamente dedicado al amor cuando actúa por los que ama.

— No te pongas dramático— dice Zenitsu, dejando a su hijo descansar la cabeza en su pecho— Mira que es solo el primero.

— ¿Es esa una proposición, Zenitsu?

— ¡Me refiero a la muela! — grito, el rostro colorado— No será la única vez que pase.

— ¿Qué significa eso? — El Kamado puso cara de horror— ¡¿Hay más?!

— Por Dios, ¿Cómo no lo sabes?

— ¡Veo que tendrán mucho que hacer, mis camaradas! — Inosuke se carcajeo, causándole gracia las caras que pusieron— Si a la próxima el niño tiene problemas de nuevo…

— Inosuke, por favor, cállate.

Tanjiro sonrió antes de la discusión entre el rubio y su amigo, prefiriendo concentrarse en la pequeña y tibia mano de su hijo. Sabe que si algún día esta mano se haría grande y se alejaría, pero siempre tendrá este momento para recordar.

Sí, huele terriblemente a limón acido pero es parte del encanto que definitivamente no olvidara mientras viva.

.

.

.

Chapter 8: Otra rutina de crisis

Chapter Text

 

 

— Tanjiro… ¿Tanjiro? ¡Tanjirooo!

De la cama vacía y la fría habitación, corre al pasillo y revisa los cuartos. No encuentra a nadie.

Enciende una antorcha con dificultad, las manos temblando tanto de nervios como de frio, y cuando lo consigue, se fija hasta en las esquinas mas imposibles.

Busca y busca a su marido desaparecido, pensando en lo peor.

¿Dónde se ha metido? ¿Salió en este horrible invierno? No, habría dejado una nota. ¿Está en el baño? Todo el pasillo ha estado oscuro desde que despertó. ¿Se habrá ido a cazar? Cuando no hace falta. ¿Encontró un demonio acechando en la nieve de afuera? ¡Sera imprudente!

Al intentar abrir una ventana, nota que esta herméticamente trabada desde afuera. Oh, no. ¿Tanjiro lo encerró para que no saliera? Sera posible. Esta embarazado, no desquiciado. Tiene que salir…

Estornuda y decide rendirse, tomando asiento en una de las sillas alrededor de la mesa del comedor. Bien podría hacerse con un aperitivo… ¿Serán los antojos o su ansiedad hablando? No quisiera masticar más de lo que puede llenarse. ¿Y si a su hijo no nato le disgustan sus elecciones de comida? ¿Debería comer avena? ¿Sera factible que su cría pueda saborear los alimentos o es solo idea suya? No tiene idea…

Nervioso, pela nueces que muerde ferozmente para después escupirlas. No le gustan, ¿Por qué las eligió? Observa la cocina solitaria y gradualmente helada, y piensa en lo estúpido que es su marido por dejarlo solo en este invierno cruel.

Una acidez conocida sube a su garganta y como puede, corre a echarlo todo al lavadero. Rápidamente enciende el grifo y el vomito se escurre, sabe horrible en su boca y cree que va a perder la sensibilidad de su lengua. Diablos, puede oír las ráfagas letales fuera de la casa y los balanceos de las hojas húmedas. También, los sonidos que hacen los animales en madrigueras y aquellos que buscan refugio en los techos de su hogar.

En este frio helado, siente la más profunda soledad y siente que va a morir. Definitivamente va a morir.

Su mano acuna su vientre hinchado e instantáneamente busca una tetera. ¡No va a rendirse por esto, ha superado peores! Ahora es Zenitsu Kamado, vivió lo suficiente para llegar a la adultez, un milagro en si mismo, y logro casarse. ¡Logro casarse! Si pudo alcanzar ese imposible, podía con todo.

Pone agua a hervir y busca con que hacer té. Va a contentar a su bebe inquieto y a aliviar su garganta rasposa. Se hará un té para el dolor de cabeza mientras espera a Tanjiro, sea donde sea que este, más vale que vuelva pronto.

Prepara té con cascaras de naranja, combinando el jengibre que las ancianas le dieron en el pueblo y la miel que Inosuke asombrosamente trajo en un lote lleno. Con esto, la taza esta lista y la toma a sorbos cortos, lentos y muy sentidos mientras espera.

Y espera.

No escucha a Tanjiro por ningún lado, y poco a poco su mente ya de por si fantasiosa de los peores escenarios y negativa en todos los sentidos, comienza a jugarle malas pasadas. Piensa en todo y en nada, poniéndose mas ansioso mientras bebe sin parar.

A la hora, bebió tres tazas y una nueva taza se llena con sus lágrimas, comenzando a chillar.

Recuerda a Kaigaku, los días que le decía que nadie seria tan estúpido o estaría lo bastante desesperado para quedarse con él. Seria un castigo. Solo mirarlo era doloroso. Nadie se casaría con el y si lo hacían, eventualmente se cansarían de Zenitsu y lo abandonarían.

Pero eso no pasaría, estaba seguro.

Tanjiro es el mejor hombre que ha conocido. Es dedicado, amable, atento, trabajador, servicial y muy, muy leal. Ha vivido en carne propia su ferocidad y cariño sin igual, sabe que le ha sido honesto porque le es imposible mentir sin deformarse la cara, que ha sido serio durante todo el desarrollo de su relación hasta su matrimonio porque es así de perseverante y confiable. Ama a Tanjiro como el primer día que escucho su corazón, como la primera confesión y el beso compartido bajo un árbol de glicinas. Desde su boda hasta el anuncio de su embarazo, sabe que Tanjiro es el pilar de su vida.

Lo sabe muy bien y…Es tan bueno, excesivamente tolerable y aguanto tantas cosas…

Quién sabe si quizás se ha ido. Quien dice, que lo ha dejado solo.

Los gritos lamentables, sus lágrimas interminables, los lamentos de por vida, cargando una futura criatura con sus pulmones, que también llorara mientras ensucia pañales y deberá cuidar que no se vuelva otro Zenitsu, quien ya ha sufrido el abandono de sus padres y el desprecio de tanto hombres como mujeres. Tal vez…

Si por algún casual, Tanjiro decidió que no quería esto para su vida.

Sin poderlo contener, se hace un ovillo y gimotea en silencio, sosteniéndose el vientre y dejando que el resto de la tetera se enfrié.

El golpe de baja temperatura se siente a puñaladas cuando una nueva brisa nace de algún lugar y escucha pasos pesados a toda velocidad.

De repente, Tanjiro estaba de pie frente a él, agitado como si hubiera olvidado respirar y los ojos saltones de la preocupación.

La pregunta se atasca en la garganta de Tanjiro, quien huele la angustia mas profunda de los poros de Zenitsu antes que este se levante y se arroje a su pecho con total abandono, antes de cerrar los ojos del cansancio.

Al despertar, ve una flama encendida en el fondo de la chimenea, el carbón arde magníficamente y el calor es genial. Antes de poder levantarse, siente las manos de Tanjiro en su regazo y piernas, sosteniéndolo contra su pecho, observando el fuego a prudente distancia. De alguna manera, esto parece un nido con tantas cosas alrededor, quizás Tanjiro lo revolvió todo en un apuro por mantenerlo caliente.

Sin poderlo evitar, Zenitsu alza su nariz al costado del cuello de su esposo, permanece allí un rato, pronto se cansa y baja a olfatear por encima de las clavículas. Es patético verse tan dependiente y sumiso, especialmente después de una crisis, más son hábitos que no puede dejar ir fácilmente.

Como siempre, Tanjiro lo envuelve y menea en un relajado movimiento constante.

— Perdón, yo no…

— No te disculpes— dice Tanjiro, suave como la seda pero firme como una marea chocando en la orilla. Zenitsu teme haberlo enfadado por su falta de confianza.

En secreto, Tanjiro detesta que Zenitsu siempre crea que tiene toda la culpa de las cosas y se disculpe constantemente por cualquier cosa. Como si la mala suerte lo persiguiera a todos lados. Ese es uno de los detalles que más le frustran de su esposo y actualmente le preocupa que proyecte todas sus inseguridades en la nueva criatura.

A decir verdad, no culpa a Zenitsu de sentirse abandonado. El no tiene padres y sus únicos amigos son los amigos de Tanjiro, así que entiende. Zenitsu está acomplejado que lo dejen atrás y por eso siempre, siempre, se esfuerza por complacer a todo el mundo.

— ¿Dónde estabas? No te oí cerca.

— Fui por medicina.

— ¡No me digas que estas enfermo también! ¡Lo que faltaba!

— Es para ti— El pelirrojo le señalo la tetera predispuesta a un costado del fuego, cuyo aroma llegaba como incienso a su nariz.

— Solo por eso…— Zenitsu se lamentó.

— También, traje crema para tus pies, que dices están hinchados aunque yo los veo bastante bien. Oh, había ofertas de duraznos y como recordé que tenias antojos de eso hace unos días, los compré. Me encargaron carbón para mañana, así que tendremos dinero extra para otras cosas.

— Hiciste tanto— Zenitsu se conmovió.

— Perdón por salir en medio de la noche, escuché que gruñías entre sueños y pensé que estabas sufriendo en silencio. Por eso, tuve que irme y buscar remedios.

— Tanjiro…

— No me escuchabas.

El rubio lo miro con ojos muy abiertos, incrédulo.

— De verdad no me escuchabas— aseguro Tanjiro, con una mirada tierna— Por eso me puse nervioso y quise ayudar cuanto antes.

— Yo…creo que mis oídos…— Zenitsu se tocó las orejas y oyó las brisas cortantes del invierno afuera, el chasquido del carbón entrando en combustión, los animales de la naturaleza a unos kilómetros. Pero esto no es simplemente oír, no escucha mas que a pocos kilómetros. No suele ser así— Es verdad.

El asombro baña su voz, haciéndole pensar que tal vez sus oídos se taparon por un resfriado o que sus energías son tan reducidas que ni su mejor talento pudo salvarse de decaer.

— Despreocúpate, debe ser algo temporal— consoló Tanjiro, dándole cariñosos y suaves masajes en la espalda.

— No te oí— dijo Zenitsu de pronto, cayendo en cuenta de ese detalle.

— Me lo suponía— El ex Pilar del Fuego lo arrollo, tanto para darle calor como para transmitirle confianza y seguridad, recordando lo horrible que se sintió cuando olio la angustia de Zenitsu nada más entro a la casa— ¿Oyes mi corazón ahora?

— Es nítido.

Si antes deseaba desesperadamente no poder oír nada a kilómetros, ahora mismo quería todo de regreso. Necesitaba oír el corazón de su marido, le urgía escucharlo para relajar sus nervios rotos.

— Me pregunto, si tuviera un sonido especial, ¿Qué crees que sea?

— Cuerdas de viento.

— ¿Eso por qué?

— Me gustaría que suene al viento, libre y sencillo. El tambor de tu corazón es muy ruidoso y abrumador— confiesa honestamente, pues lo ha pensado con frecuencia.

Tanjiro cambia de manos para palmar la cabellera larga de su esposo, el dorado en sus dedos es como hilo de oro. Zenitsu podrá decir muchas cosas, pero su resplandeciente yo durante el embarazo es absolutamente encantador.

— También me pregunto por el aroma, …— comenta Zenitsu, que escucha un tumulto en el corazón ajeno— Estas emocionado, esto es…

Suena a felicidad fácil y preciosa, que hace a Zenitsu llorar.

Sus malos pensamientos, sus ideas tontas, pensar que Tanjiro lo dejaría atrás: Todo eso es una tontería.

Tanjiro le da de beber la medicina y poco a poco, siente que sus fosas nasales se abren y que sus oídos consiguen el espacio que necesitan para abarcar más audición. Adicionalmente, le da hambre. Como todo un esposo atento y consentidor, Tanjiro le cocina algo ligero, pese a que el amanecer está a unas horas.

La verdad, ama a este hombre más que lo aterran sus propios miedos.

— ¿Cuál prefieres, Tanjiro? ¿El ruidoso o el relajado? — le pregunta en broma, dándole a saber que ya ha superado su pequeña crisis.

Al menos de momento, no promete nada.

— Dejémoslo a la suerte— Tanjiro le pasa un vaso de agua mezclado con medicina sobrante— Sea uno o lo otro, siempre podemos tener otro.

Zenitsu casi escupe en el vaso.

— ¡Apenas estoy aguantando aquí y quieres mas hijos! ¿Qué rayos te pasa? ¡Mi cuerpo apenas aguanta! No puedo soportarlo…mis pobres nervios… Si no me mato el entrenamiento del abuelo, tú me mataras.

Otra nueva crisis se desato y aunque Tanjiro logro contenerla esta vez, al cabo de un tiempo se volvió una cosa habitual.

Zenitsu repitió esta crisis por otros cuatro embarazos más, pero sus ojos siempre fueron suaves mientras gritaba que no volvería a darle el gusto a Tanjiro, resolución que era tan firme como la promesa de Zenitsu de no llorar por un día entero.

— No llorare más, no cuando te vayas… Te despediré con una sonrisa porque…volverás, mi querido Tanjiro volverá a mí.

— Eso es bueno, me gusta ver tu sonrisa.

A decir verdad, las tonterías de Zenitsu a veces sacan lo mejor de él. Solo a veces.

.

.

.

Chapter 9: Empieza con un destello

Chapter Text

 

 

Pese a no poseer la habilidad de oír a grandes distancias, era completamente inevitable escuchar el tambaleo de los pasos de Zenitsu mientras bajan de la montaña hacia la ciudad capital.

Al principio, fueron los típicos pasos tímidos y controlados de su papa, pero se fue haciendo evidentemente lento y cauteloso tan pronto llegaron a la avenida principal.

Se le ocurrió que era buen momento para preguntar que le pasaba, pero Zenitsu prácticamente podía oír la pregunta en su mente y contesto tímidamente.

— ¡Te estoy avergonzando mucho, Sumire! Mi pésima apariencia te deja mal.

— … ¿Qué?

— Hay voces alrededor nuestro. “¡Que precioso cabello que refleja el Sol!”, “¡Una mirada te hace ver el paraíso!”, “¡Semejante encanto de niñas preciosas!”

Mientras repetía todo lo que escucho de camino hasta aquí, Zenitsu se tiro el cabello y lo desarmo, sus bonitas horquillas se torcieron mientras hacía muecas de frustración. Su hija mayor, Sumire, le quedo viendo sin entender ni ápice.

— Aah, los piropos de la gente de ciudad están a otro nivel…En el pueblo, te adulaban con frases de poesía. ¡Mi hija es tan hermosa que todos lo captan al instante! ¡Están pasmados por ti, encantados por tu gracia natural!

— Papa, es tu cabello…

— Cierto, ¡Que felicidad y eso que heredaste mi horrible cabello!

El no la deja hablar, ido de la alegría, abrazándola con fuerza entre gimoteos y gritos. Al ser la niña de sus ojos, Sumire era muy mimada por Zenitsu, quien nada más noto el primer mechón de pelo dorado, la trato como su princesa y nunca permitió que la acomplejaran por esa desventaja genética.

Siendo la única rubia de la familia Kamado (Por el momento), Zenitsu la sobreprotegía bastante para que jamás sintiera la pena de ser diferente al resto de las personas o de sus propios hermanos, excepto que Sumire nunca lo considero así y cada que oía a Zenitsu desdeñar su propio cabello, ella lo contradecía. Como ahora.

— No es horrible, es precioso, eres tocar el Sol, como dice padre.

Zenitsu se sonrojo de pena.

— Sabes que puedes contarme tan pronto alguien te diga algo malo, ¿verdad?

— Papa, tú lo oyes todo.

— Sí, pero en esta ciudad…Me mareo mucho— Él se cubrió los oídos con una mirada lastimera, mordiéndose los labios— Debo llevar un poco de algodón en mis oídos, de ahora en adelante.

— ¿Por qué no lo hiciste antes? Casi te desmayas en la ruta.

— ¡Es porque te halagaron tanto y tan bien! No solo eres una dulzura de persona, también una maravilla para la vista. ¡Mi Sumire hermosa!

— Papa…

Mientras la gente observaba esta escena con consternación y sorpresa por como gritaba Zenitsu a los cuatro vientos, Sumire simplemente suspiro y le permitió recargarse de su lado mientras caminaban, cantándole cerca del oído para amortiguar el abrumador eco de las voces incesantes y ruidos contaminantes.

Guiándose por el mapa, Zenitsu y Sumire llegaron al motel donde se encontrarían con el resto de la familia antes de salir para el famoso festival de las luciérnagas, al que Sumire había sido invitada por un cazatalentos que vio potencial en su melodiosa voz al oírla cantar en su pueblo.

— Tienes un futuro prometedor, como Yoshiteru— dijo Zenitsu, orgulloso del logro de sus amados hijos mayores— Tu voz definitivamente debe ser conocida por todos, cantas como un ángel.

— Te lo debo a ti, cantabas para mi desde que era bebe.

— Eras un pequeño encanto, además, era mejor yo que tu padre…La verdad es que desafina muchísimo, quería evitarte ese trauma.

— Oh, ¿Así que fue por eso? — Hablo una tercera voz, deteniendo a padre e hija en las escaleras— Gracias por mantenerlo en secreto.

— ¡Tanjiro! ¿Llegaste tan pronto? — Zenitsu se cubrió una oreja, un poco sorprendido porque efectivamente no había escuchado los latidos o voces de la gente alrededor como siempre hacia— Vaya…

— Quería estar temprano para recogerlos a ti y a Sumire— Un hombre de cicatriz en un lado de la cara y bondadosos ojos escarlata bajo los escalones que faltaban para tomar la mano de Zenitsu y guiarlo, seguidos de Sumire luego de un abrazo de saludo— Pero luego Yorichi quiso pasearse por media ciudad y casi lo perdimos, así que…

— Ahora sabes por lo que tengo que pasar con los niños.

— Cada quien hace lo que puede.

— ¿Ya comieron? Quiero almorzar en algún local.

— No creo que sea buena idea. Hay demasiada gente reunida para el festival, Kie compro muchos inciensos para aplacar los olores en nuestra habitación.

— Es verdad, tu nariz…— Zenitsu nota que su esposo no lleva tapones para la nariz— Ten.

Para esos casos, Zenitsu carga un pañuelo empapado con su aroma y de sus hijos, cuyos cabellos estaban envueltos en el pañuelo como un tipo de capullo de aromas agradables. Tanjiro se lo agradeció, presionándolo contra su nariz.

— Los niños están frenéticos por ver la ciudad. Pienso que podríamos quedarnos a comer mientras ellos deambulan.

— ¡¿Cómo se te ocurre eso?!

Al mismo tiempo que grita, Tanjiro Kamado corre una puerta y allí lo ven: a su hijo menor Yorichi dando saltitos sobre un sofá de caoba, sacudiendo un cinturón como si de un látigo se tratase, mientras persigue burbujas creadas por Yoshiteru, quien cada tanto agita un vaso para crear el fenómeno pero como estaba distraído leyendo un libro de arte, se atraganta con el liquido y escupe por la ventana, siendo visto por Kie, limpiando los instrumentos de su hermana mayor, mientras uno de los infantes gritaba que su gemelo iba a dibujar en la pared de la habitación, lo cual estaba a punto de hacer si no fuera porque Zenitsu lo atrapo en el acto.

— Con este comportamiento descuidado, ¿Qué cara estamos dando, Tanjiro?

— No hay problema, están disfrutando a su manera.

— ¡Apenas cabemos en esta sala porque Sumire insistió en traernos!

— ¿Es así? — Yoshiteru se paró, fingiendo que su garganta no le ardía por tragar jabón— Escuche que tenemos la habitación pagada gracias a Sumire y a ti, papa. ¿O decidiste dejarlo a último momento?

— ¿Quién dejo qué? Solo me ofrecieron participar por lastima.

Zenitsu refunfuño con pocas ganas, ordenando a su hijo menor que dibujara en pergaminos y el otro, que ansiaba tocar los instrumentos delicados, lo convenció de no hacerlo. Sin embargo, su hijo es todo un artista, acabando por crear un intento de shamisen usando bambú hueco y tallos largos como cuerdas.

— Padre, el almuerzo está listo. ¿Comemos?

— Kie, estamos en una ciudad nueva, ¿No les gustaría explorar?

— ¿Qué acabo de decir yo? — Zenitsu miro a su esposo ferozmente— Están saltando por todos lados.

— Oye— Yoshiteru se indignó, pero poco pudo hacer cuando eructo una burbuja y el pequeño Yorichi salto a por ella, el cinturón fue agarrado por Tanjiro, que rápidamente lo desarmo, dejando al crio muy decepcionado— No más burbujas para mí.

— Realmente no tienen control, aah, ¿Al menos pueden disimular que sí? — pidió Zenitsu a sus hijos, pero ningún dijo ni pio. Al ver que no tendría burbujas, Yorichi fue al lavamanos para crearlas mientras reía— Veo que no.

— Calma, solo están emocionados por el nuevo lugar— razono Tanjiro, tomando a su esposo de los hombros— Hablando de novedades, Zenitsu, tu yukata…

— Ni lo digas.

— No me digas que viniste hasta aquí con eso.

— Que ni lo menciones.

La mirada de Zenitsu, ardiente como brasas enfurecidas, logro que Tanjiro se echara para atrás.

— Como sea…Si es su deseo curiosear por ahí, bien, luego no digan que soy un padre opresor.

— ¡Aventura, aventura!

— Creo que papa esta estresado…

— ¡No lo estoy! Ey, hijo, deja de tocar. Desafinas como tu padre.

Luego de un almuerzo rápido, los pequeños tomaron la mano de sus hermanos mayores para aventurarse por la ciudad, aprovechando que sus sentidos no estaban tan desarrollados para desorientarse en pleno camino, dejando a sus padres y a Sumire, quien decidió practicar en la sala del primer piso para el festival nocturno.

— Tu manera de tocar, es el estilo de los verdaderos artistas.

— Papa, tú me enseñaste.

— Quiero decir, le diste carácter a tu manera. A eso me refiero.

— Sobre lo que dijo Yoshiteru…— Sumire empezó a decir, viendo de reojo a Tanjiro preparando té— Si es verdad que te invitaron a ti también, ¿Por qué lo niegas frente a padre?

— No es importante, me lo propusieron por pena. Vieron que era maestro de mis niños y nos dieron esta oportunidad para humillarme, probablemente.

— ¿Por qué dices eso? El cazatalentos también reconoció tu don.

— Soy un artista inferior, no conozco las bases o etiqueta— Zenitsu observa el shamisen que su hijo diseño y lo toca, la música sale tosca pero para él, es un sonido amoroso y dedicado— Por eso, cuando dijiste que tocarías en el festival de las luciérnagas, decidí que yo también vendría.

— Para demostrarles que eres talentoso.

— ¿Eh? Nada de eso. Si me ven a tu lado o me oyen gritar, quedas mejor, ¿no crees, Sumire?

— ¡Papa!

Zenitsu le sonríe dulcemente, tomándola de la mano para guiarla al instrumento.

— Estoy bien con eso.

— No te menosprecies, tienes mejor ritmo que yo. Tus canciones…

— Alcances el triunfo hoy o cualquier día, hazlo de todo corazón, ¿sí?

— ¿Qué hay de ti?

— Mi familia es mi mayor éxito. No tengo ningún arrepentimiento.

— ¿Estás seguro que no quieres más?

Zenitsu baja la mirada un momento, pensando en cómo responder para que las dudas queden aclaradas, solo que en ese momento aparece Tanjiro, dejando té para los tres.

— Nuestro éxito como padres es la felicidad de los hijos, ¿no es así?

— Lo es— Zenitsu sonrió agradecido— Por eso, sigue tu camino, Sumire. Nosotros te apoyamos.

— Papa, aun…

— Sumire Kamado, disculpe, el maestro de ceremonias la busca para el ensayo.

— Cierto, yo…eeh.

Podrá tener diecinueve años, ser la señorita que Zenitsu adora presumir, pero solo escuchar que debe ensayar para su gran debut, sus ojos saltones se abren abruptamente y comienza a temblar, en una mezcla de frenesí y nervios, quedándose congelada en el lugar con la mente llena de pensamientos cruzados.

A Tanjiro le recuerda mucho a las veces que Zenitsu quedaba petrificado del miedo, gritando y corriendo por todos lados. Sumire fue igual cuando pequeña, excepto hoy que se abraza a sí misma para buscar estabilidad.

Zenitsu le peina el cabello y la toma de la mano para que se apoye en su pecho, exactamente como su esposo hacia con él en sus propios momentos de estrés. Con la diferencia que Zenitsu le daba palmaditas y la mecía dulcemente, pues eso le encantaba a la adolescente por más que dijera lo contrario.

— Te estaré escuchando.

Ya sea porque es un momento importante para ella o porque Zenitsu se comporta como una madre que no quiere ver a sus crías enfrentando el mundo por miedo a todo, Sumire acepta sus palabras bastante rápido y asiente, deslizándose de las manos del rubio mientras se levanta.

Tanjiro observa la escena encantado, haciéndole un gesto mudo a la chica para que supiera que también estaba de su lado.

— Gracias…yo, te seguiré esperando esta noche. El concierto será largo y…

— Tranquila, hoy es tu noche— dijo Tanjiro, viendo que Zenitsu hacia muecas para no llorar— Yo hablare con él, ¡Déjalos encantados como una sirena!

Sumire y Zenitsu lo miraron fijamente.

— ¿Qué? ¿No era así? ¿“Rómpete una pierna”?

— Gracias, los veré con mis hermanos en la primera fila. ¡Escúchenlo bien!

— Claro que sí.

Tanjiro atrapo a su esposo antes que pudiera pararse y correr por su hija, quien se alejó a paso tímido y torpe hacia el exterior, justo como Zenitsu al llegar a la ciudad.

— Aah, mi pequeña Sumire se dirige al mundo adulto…Apenas puedo creerlo.

Los ojos de Zenitsu se humedecieron y cual canilla sin filtro, comenzó a llorar con hipo y murmullos ininteligibles. Tanjiro lo consoló, abrazándolo de costado mientras limpiaba su rostro con servilletas.

— Sé que le ira bien…Oí como la adoraban en cada palabra, estaban tan embelesados con ella que creyeron ver doble y hablaban de dos bellezas rubias. ¡Di a luz a una criatura tan extraordinaria!

— Sí, sí, yo también ayude.

— ¡Y ahora se enfrentará a tanta gente, ella sola! Que miedo… ¿Debería cubrirle el rostro con un velo? ¿O debí comprarle un vestido más decente? Hubieron algunos comentarios sucios…

— Zenitsu, hace un rato me lo pregunto, ¿Por qué has venido vestido así?

— ¡No cambies un mal tema por un tema peor!

— Por favor, necesito saber.

Lo dice del modo más sutil que puede, porque está demasiado sorprendido por esto. El yukata de triángulos amarillos de Zenitsu, su favorito por mucho, que irradiaba calidez hogareña y envolvía a Zenitsu como un pimpollo, fue inesperadamente reemplazado por un yukata color azul marino, de flecos en el pecho y cintura, atadas en un cinturón liso, ajustándose de tal manera que todo el mundo podía ver que no era su talla, sino casi dos tallas menos.

Sus antojables caderas, que en cada embarazo se habían hecho más anchas, se acentuaban en la atadura alrededor de su cintura, que apenas se notaba con el montón de tela que Zenitsu acumulo allí, dejando que la yukata cayera a la altura de las medias blancas que había extendido por sus piernas torneadas y agiles. Tanjiro noto que las medias estaban sujetas a otro cinturón debajo de la ropa, estirando las medias hasta convertirlas en cortinas de piel, pues cada que caminaba parecían crear sombra de las piernas reales.

Para rematar, el yukata era tan ajustado que enmarcaba los hombros de Zenitsu, quien de vez en cuando se los bajaba para liberarse, al igual que su pecho, que en el pasado fue musculoso y plano, ahora era tierno y sensible, todo cubierto en una única yukata cerrada.

Tanjiro vio esto y nada más piensa; ¿Zenitsu estuvo vestido así, atrayendo miradas pecaminosas, mientras él no estaba?

— No es nada.

— Zenitsu, estamos tú y yo. Cualquier cosa puedes decirme.

Aunque quiso preguntar tan pronto lo vio en las escaleras, Sumire se lo negó pues no era el momento y el almuerzo familiar lo distrajo.

— Tanjiro, yo…Si lo digo será verdad y no quiero…

— Dilo.

¿Por qué diablos llevaba el cabello desatado y esa fina capa de maquillaje si no era para encantar a alguien? Si quería lucirse junto a su hija, lo entendía. Esperaba que así sea.

— Yo creo, no, estoy seguro…

— ¿Sí?

— Tanjiro— Las lágrimas de Zenitsu se agradan y llora a moco tendido, viéndose desamparado— ¡Estoy gordo!

— … ¿Que?

— Me prepare todo el día para presentarme dignamente con Sumire y no hacerle pasar vergüenza, pero mis mejores ropas no estaban disponibles y lo poco que cargue fue esto.

Zenitsu se toca la yukata, pero no puede estirarla ni jalarla porque está prácticamente pegada a su cuerpo, resaltando sus curvas y haciendo énfasis en la redondez de su trasero.

— Mira bien, es la ropa que usaba cuando amamantaba a Yoshiteru, ¡Los años que tiene y lo viejo que es! Para peor de los males, ¡Me queda espantosamente pequeño! He empacado mal mi propia ropa y Sumire tuvo que acompañarme para no resbalar porque apenas puedo separar las piernas…

— ¿Por eso tomaste una ruta distinta a nosotros?

— Con nuestros niños haciendo piruetas por todos lados, ¿Cómo se supone que iba a detenerlos sin que este maldito intento de ropa tuviera un accidente?

Tanjiro se fija y cae en cuenta que sí, realmente es la ropa casual que Zenitsu usaba para estar con los niños pequeños, es decir, que podía llevar en la casa sin temor a arruinarla. Viéndolo bien, las costuras tienen el patrón de la mano habilidosa de su hija Kie. Ella debió arreglarlo y en efecto lucia como nuevo, Zenitsu posiblemente lo confundió con un vestido nuevo y lo trajo en un apuro.

Cualquier prenda que pase por la costura de Kie dura bastante, pero Zenitsu no es precisamente quieto y la prenda está demasiado ajustada para no creer que vaya a estallar en cualquier movimiento. Solo subir las escaleras sin desatar ningún hilo era un milagro, de lo contrario se hubiera abierto y dejado desnudo a Zenitsu.

— Eso habría sido…

— ¡Horrible, por eso estoy al límite!

— ¿No empacaste otro?

— ¿Cómo puedo pensar en mi cuando tengo a esos traviesos? — Zenitsu no tarda en quejarse, tirando de los cachetes de Tanjiro sin piedad— Festival de luciérnagas para honrar la cosecha y la fertilidad, ¡Si claro! Estoy malditamente bendito por tres años de embarazos seguidos, ¡Deberían celebrarte a ti por tu increíble eficacia!

— No estoy seguro que eso sea un cumplido… ¿O sí?

— ¡Grr! — Zenitsu carraspeo del coraje, soltando a su esposo. Rápidamente corrió al rincón más oscuro y se sentó allí, rascándose la cabellera con descontrol— No me mires, estoy gordo y soy feo.

— ¡Eso no es cierto! Zenitsu, ven aquí.

— No, no.

— Cariño, tenías esta ropa cuando Yoshiteru era apenas un bebe. Es normal que ahora no te quede.

Zenitsu quedo mortalmente en silencio.

— Eeh, ¿Qué tal si te compro otro conjunto? Vayamos a una tienda…— Tanjiro deja de hablar cuando la mano del rubio apunta a un reloj de mesa y descubre que quedan dos horas para el festival, antes de eso las calles cerraran y aún debe esperar a los niños para salir juntos— Por favor, no es tan malo.

— Oí mil elogios a Sumire mientras nos adentrábamos a la ciudad, en ningún momento me mencionaron a mi…Debo dar demasiada pena para merecer un comentario.

Tanjiro traga grueso, no, está seguro que es lo contrario. Además de Sumire, debieron ver a Zenitsu como un reflejo de la chica, teniendo en cuenta su elección de ropa. Zenitsu podía pasar como una muchacha de vestir liberal, nada nuevo de ver en la ciudad, pero chocante en un pueblo donde la actual familia Kamado eran fácilmente identificados por el rojo intenso y el dorado brillante de sus melenas.

Para ser un oyente espectacular, Zenitsu malentiende muchas cosas. Anduvo en esas fachas sin saber que traía tantas miradas admiradoras como su joven y encantadora hija mayor.

Zenitsu no sabe lo espectacular que es por su propia cuenta.

— Yo sí quiero verte. Me encanta verte, Zenitsu.

— Eres mi marido, es lo que tienes que decir.

— Realmente quiero verte, ¿me dejas?

Ante la dulzura de sus palabras, el ojimiel levanta la cabeza con un tímido ademan. Tanjiro gentilmente quita las manos de la cara de su esposo y se asegura de dedicarle una buena mirada fascinada y reverente, para que sepa que así lo ve siempre.

Pero Zenitsu toma aire, desafiándose a sí mismo a verse fatal para Tanjiro, revolviendo aún más su cabellera y estirando las piernas para verse desubicado. En el movimiento, el cinturón se afloja y se exhibe la parte delantera del traje, aunque Zenitsu no le toma importancia al terminar de hacer un lio de su cabello y encara a Tanjiro, obligándolo a ver el espantajo de sí mismo y atreverse a decir que sigue enamorado de su desastre.

Sin tener en cuenta que su cabello desatado y rebelde es asombrosamente atrayente, lo lacio y suave de sus hebras pasan a tener volumen y se lucen hermosamente con cada mechón suelto, descansando en su clavícula de manera tentadora. Sus ojos, hartos de lágrimas, siguen húmedos en los bordes, dándole una apariencia vulnerable y conmovedora.

Incluso la manera que extendió sus piernas, el cinturón de nudo débil, con los hombros marcados por lo ajustado del vestido y el maquillaje delicado que Sumire le puso antes de venir, según ella, para que no le dañe el sol de frente, convertido en polvo alrededor de sus brazos y manos, maximizan su imagen, engañosamente maltratada y débil para defenderse.

Su figura de hace diecinueve años habrá sido una gran vista para Tanjiro alguna vez, pero hoy está en decadencia y sabe que ha perdido su gracia.

No se imagina que Tanjiro, tan pronto lo ve, solo piensa en la gloria que es ver a Zenitsu y saber que no ha perdido su esencia, encantadoramente llorón y humildemente poderoso, los años lo han vuelto maduro de manera divina y su figura es parte del cambio, porque en aquellos ojos miel sigue viendo al Zenitsu Agatsuma que amo en su juventud, las manos blancas que adorno con un anillo, el cuerpo cálido y reconfortante que se acuesta su lado todas las noches desde entonces.

Impulsado por ese sentimiento, nacido como un rayo de éxtasis en su corazón, busca ese rostro adorado, besa sus parpados mientras las pestañas de Zenitsu revolotean cuales mariposas. Tanjiro recorre las caderas anchas, aprieta la forma esplendida del cobijo de los hijos antes de nacer, sube hasta la espalda temblorosa y al encontrarse cara a cara, su aliento queda en la nada, perdiendo la concentración total.

Zenitsu lo mira sin entender su arrebato, sin conocer nivel de poder que tiene sobre Tanjiro.

Encendiendo llamas en cada lugar que toca, Tanjiro desciende hacia esa parte que no le gusta, pero Tanjiro lo reverencia con una caricia cuidadosa, haciendo que su corazón salte en su pecho.

Luego, Tanjiro desliza esas mismas manos, siempre amables y fuertes como la seguridad misma, hacia sus grandes muslos, que él considera rechonchos y de mal ver, excepto que Tanjiro mantiene el mismo trato en cada toque. El ex pilar del rayo se siente acorralado por él, hasta que la boca de su marido lo busca y comparten un beso de profundo deseo y afecto sincero.

— Te ves como el hombre con el que me case, todos los días.

Zenitsu baja la mirada y se rinde.

No puede con este marido, cuyos latidos son tan brutalmente honestos y lo atraviesan hasta el alma.

 


 

En la noche del festival de luciérnagas, la familia Kamado toma asiento en las bancas superiores, según Tanjiro, porque estar demasiado cerca del concierto aturdiría a Zenitsu hasta dejarlo sordo, legándole su lugar a otra familia mientras el avanza alegremente a un lugar alto, viendo a sus retoños jalar de la ropa a los hermanos mayores por ver este puesto o comer aquel aperitivo.

Zenitsu sigue a su pareja, sus manos entrelazadas en medio del un gentío vibrante de emoción, tan entusiasmado por el debut de su hija que ignora los comentarios sobre una chica de aspecto exótico, tal vez extranjera por su color de pelo y tipo de vestimenta, hasta sentarse junto a Tanjiro, encontrando un punto perfecto para contemplar el concierto desde lejos sin dejar de apreciarlo en sus detalles de escenario y luces fosforescentes.

A Tanjiro todavía le chocan las grandes ciudades y su nariz tiene una sobrecarga de olores, pero está dispuesto a hacer el esfuerzo de quedarse para ver a sus hijos brillar. Aunque a sus propios ojos, ellos ya brillan por sí mismos.

Al iniciar el evento hay saludos y agradecimientos, luego una entrada de teloneros que suena bastante enérgico. Yorichi usa el shamisen de su hermano como espada mientras aplica el baile del Dios del Fuego, lo poco que vio, sin importarle las risas de fondo. Kie lo alienta con aplausos, mientras los hiperactivos gemelos se bañan vestidos en la tierra, haciendo que Zenitsu suspire en lo que reparte a partes iguales porciones de comida.

Yoshiteru y Tanjiro comparten una conversación sobre los nuevos inventos que están en auge, entrando a la revolución industrial. A Tanjiro le sorprende y maravilla los grandes cambios por venir, secretamente contento porque a Yoshiteru le guste presumir todo lo que sabe a él.

— ¿Diseñaste planos? ¡Eso es impresionante! — Tanjiro apenas puede creer que algo como dibujar un nuevo tipo de tren sea posible, pero confía en su hijo mayor— Presiento que las historias que te conté influyeron un poco…

— Tal vez— murmuro Yoshiteru, de manera enigmática que habría dado resultado de no ser porque su sonrojo lo delataba y a Tanjiro le dio gracia.

— No seas así de tsundere con tu chica, cuando la encuentres— dijo Zenitsu de la nada, apoyándose en el hombro derecho de Tanjiro— Se sincero todo lo que puedas.

— No tengo la confianza de decirlo todo a la primera, como padre— repuso Yoshiteru, olvidando el hecho que su padre era incapaz de mentir y su sinceridad ya era un rasgo Kamado.

— La confianza no tiene nada que ver con la seguridad, créeme— Como un ex pilar de los cazadores de demonios, Tanjiro podía dar crédito de esto— Es estar seguro de ti mismo y nunca arrepentirte de las decisiones que tomes.

— Eso es difícil de hacer, padre.

— No tienes que hacerlo solo— aconsejo Tanjiro, gentil— Cuenta con nosotros mientras estemos aquí, a todo esto, ¿Cuándo tocara Sumire?

— Pronto— Zenitsu se enderezo para sacarse los tapones de oído— Mucho ruido, quisiera bloquearlo antes de escucharla…

— Úsame— sugirió el Kamado, atrayendo a Zenitsu hacia su cuerpo de modo que su pecho sea el apoyo nuevo del rubio— He practicado mi canto, descuida, no desentonare.

— Eres “desafinado”, querido— Zenitsu se rio, pero acepto de todos modos, quitándose por completo los tapones. Tanjiro canto en su oreja— Pasable.

— Yo también practique los ejercicios de canto que impartías a los niños.

— Aah, ¡Ahora eres mi estudiante! Te hare practicar más después de hoy.

— De acuerdo. Mientras me dejes hacer esto.

Antes que Zenitsu preguntara a que se refería, su marido le quito cuidadosamente la horquilla de pelo y una larga porción de cabello se liberó; Tanjiro aspiro profundamente, a la vista de desconocidos y sus propios hijos, sorprendidos por su descaro.

Zenitsu iba a apartarlo de un manotazo, sonrojado de vergüenza, excepto que los ruidos de fondo y los murmullos le llegaron como una marea incontrolable de digerir, por lo que rápidamente se hundió en el pecho de Tanjiro, estrujándose contra el para escucharlo más cerca y contar sus hermosos latidos como un mantra.

En esa pose de la pareja abrazándose con pasión, Yoshiteru puso los ojos en blanco mientras su hermana Kie sonreía, pidiéndole a los gemelos que se comportaran.

Al rato, empezó el verdadero concierto que daba vida al festival y en esa organización, estaba Sumire Kamado como vocalista principal.

Sus ojos rubí buscaron a su familia al frente, pero al no encontrarla agudizo su mirar y los hallo arriba, saludándola con alegría. Con ese subidón de confianza, obviando la expectativa multitudinaria, Sumire espero la llegada del instrumental hasta que toco su turno de vocalizar.

Con las orejas libres, Zenitsu se derritió en el regazo de Tanjiro, oyendo el canto de su hija, cuyas notas altas guardaban control y variedad sonora asombrosa. Sus hermanos estaban igualmente impresionados, porque oírla en un concierto real era de hecho muy diferente a escucharla en el patio de su casa.

Fue una experiencia surrealista de lo más preciosa para todos, de principio a fin.

Al concluir el evento entre aplausos sin fin, Zenitsu quiso mantener su audición abierta hasta que no pudo más.

Con los oídos nuevamente tapados y relajándose para dormir sobre su marido, Zenitsu sintió que lo movían hacia otro lado y entre parpadeos de dormido, vio la cara de Sumire.

— ¿Ya terminaste?

— Yo sí, pero tu debes empezar.

— ¿Qué?

— Ve, Zenitsu.

— Tanjiro, ¿Pero que-?

Sumiré lo jalo con más fuerza y debió pararse para seguirla, en lo que los gemelos los siguieron para curiosear. Desorientado, Zenitsu no entendió que estaba pasando mientras lo sentaban frente a un tocador lujoso y comenzaron a maquillarlo. ¿Qué rayos?

Menos entendió cuando lo empujaron ante un escenario abierto y brillante, de luces parpadeantes y montones de ojos, mientras un coro de voces se acomodaba al ritmo de los instrumentos del lado izquierdo.

— No…no me hagas esto, Sumire. ¡¿Es porque vomite en el camino?! Ya me disculpé por eso, por favor…

— Papa, toca nuestra canción.

— ¿Para eso hacía falta este vestido y que me maquillaran?

— Debes lucirte— sonrió Sumire, pero por debajo murmuro: — Además, padre quería que te pusiera otro vestido.

— ¿Qué dijiste?

— ¡Pronto será nuestro turno!

— ¡Pero, …yo no…! ¡Sumire, espera! No respiro, me ahogo…no puedo, ¡Me voy a morir de la pena y deberás sepultarme muy profundo para evitar que la vergüenza te llegue!

— Papa, solo piensa que estas en casa. Toca para mí, para nosotros.

Zenitsu vio impotente como le pasaban un shamisen, de los elegantes y más costosos, luego miro a Sumire, rogándole que no lo expusiera así.

— Es como sueles decir, papa— dijo Sumire, tomando la mano de su padre para obligarlo a dar un paso al frente, ante la audiencia expectante— “Empieza como un destello en tu mente y luego encuentra su camino dentro de ti”.

Oh no, no uses mis palabras en mi contra.

Que en realidad son del abuelo, cuando le enseño la respiración del rayo y como no entendió el concepto, solo lo pudo comprender de esta manera poética. Cuando sus hijos tuvieron curiosidad en la música, Zenitsu les expreso lo mismo.

— ¡Sumire, hare el ridículo y lo lamentaras!

— ¿Qué dices? — Sumire lo miro, sus ojos rubí eran como Tanjiro dando apoyo— Nunca hiciste el ridículo y jamás lamentaría algo que hicieras. Eres mi padre y mi maestro, ¡Quiero que todos te conozcan para quedar encantados como yo!

— Niña astuta…¡Esto no me hace feliz de ninguna manera!

Ella se rio, saliéndose con la suya y tomando su posición de cantante antes que Zenitsu pudiera organizar los pensamientos en su cabeza, pero todo cambio cuando las luces se apagaron un segundo, para volverse a encender de manera cegadora y en el repentino silencio, Zenitsu sabía que faltaba algo.

Instintivamente, trazo el shamisen en mano y con los dedos acostumbrados a cada cuerda conocida, Zenitsu inicio un tímido y pequeño ritmo, la voz de Sumire lo acompaño, cual melodía de ángeles, en lo que el ritmo adquirió más fuerza.

Antes de darse cuenta, estaba al frente de un concierto tocando el shamisen junto a su hija, la cantante principal, mientras cientos de ojos los veían y desde algún lugar, los corazones de su familia cantaban con el.

Si después del concierto, oyó que un par de hermanas rubias dieron la presentación más popular, Zenitsu prefiere ignorarlo. Así como decidió no preguntar porque su marido no puede quitarle las manos de encima. Solo sabe que esa noche no podrá salir de la habitación.

Al menos sus hijos le compraron bonitos recuerdos y tuvieron un agradable almuerzo todos juntos, con la pequeña diferencia que Tanjiro no soltaba su mano en lo que muchos fans elogiaban a Sumire y preguntaban por una bellísima hermana gemela.

Aah, ¿Ahora quieres gemelas mujeres? ¡Aprende a moderarte, Tanjiro!

 

 

Chapter 10: Como manejar crisis, estilo Kamado

Notes:

(See the end of the chapter for notes.)

Chapter Text

 

 

Un tibio escalofrió recorrió la espalda de Zenitsu al ser estampado sobre la corteza de un árbol por un par de manos grandes y fuertes que sostenían firmemente sus caderas para retenerlo.

Sus piernas se doblan dócilmente en lo que un rostro maduro de cicatriz pronunciada y ojos granate se acerca, al punto de chocar respiración con respiración. Mientras más fuerte es el agarre en sus caderas, casi penetrando la fina tela del yukata, Zenitsu se siente caer en esa posición, inestable y ansioso, frente al tratamiento de Tanjiro, cuya concentración estaba enfocada en el rubio de mirada engañosamente seductora para ser tímida.

Cuando la tensión alcanza a echar chispas, Tanjiro lo besa con hambre y Zenitsu cede fácilmente, derritiéndose como hielo al sol, abriendo la boca y sacando la lengua.

Tanjiro le muerde el labio inferior y tentativamente desliza una mano por debajo de las mangas del Kamado, queriendo arrastrarlo con el hacia abajo, pero el moreno no se inmuta y lo levanta con un solo movimiento de brazo, atrapando su espalda y posicionándolo a la altura de su intención.

Y lo besa de nuevo, muerde el interior de la boca ajena y provoca a la lengua contraria a salir a jugar. Zenitsu lo hace, un jadeo atrapado en su garganta es tan fuerte que su nuez de adán se balancea violentamente, entrecerrando los ojos para deleitarse con la imagen de su marido Tanjiro siendo dominante con él, pero a la vez tan gentil, dándole tiempo para respirar y sosteniéndolo con la justa fuerza para abrazarlo de lado.

Es inicialmente tierno, hasta que oye un frufrú en medio y una repentina brisa fría lo sorprende. Al mirar de soslayo, nota que su yukata está siendo abierto de ambos lados, su pecho es el siguiente objetivo y Zenitsu se prepara para sentir el aliento cálido en su carne, la picazón de las mordidas, que reemplazaran a las viejas marcas que están desapareciendo.

Alza el cuello para darle espacio a Tanjiro, afortunadamente su cabello sigue atado para permitirle acceso, suspirando de deleite cuando Tanjiro sonríe contra su clavícula, dispuesto a devorarlo como pide.

La primera lamida apenas se registra, en lo que los oídos de Zenitsu captan un nuevo sonido en el amplio monte y abre los ojos de golpe.

Tanjiro nunca dudo de la velocidad extraordinaria de su esposo, pero no deja de sorprenderlo a la hora que se le escapa de las manos, la sensación chispeante se siente a abrazar un rayo. Parpadea repetidamente, completamente descolocado, viendo la forma de Zenitsu alejarse a máxima velocidad, de regreso a la casa.

Inmediatamente lo sigue, alcanzándolo segundos después.

Encuentra a Zenitsu en el patio con uno de sus hijos, no alcanza a escuchar lo que dicen a pesar que Zenitsu está gritando, tan asustado que habla muy rápido.

— ¡Dime que paso! — El olor de Zenitsu está lleno de preocupación y pánico— No lo escondas, Zenko, te escuche sollozar.

— ¡P-papa!

— No lo contengas, ¡Aquí esta papa para ti!

Tanto Zenitsu como Zenko están al borde de las lágrimas, una escena bastante graciosa si no fuera por la real angustia en sus emociones.

Zenitsu palmeo por todos lados a su hija, Zenko Agatsuma Kamado, de pies a cabeza, en busca de cualquier daño. La quinceañera era la única que tenía el cabello negro, un lacio brillante que se dividía en dos coletas con terminaciones de onda, ojos miel como Zenitsu y de personalidad dulce, generosa y positiva. Era rarísimo verla triste o de mal humor.

Cuando no encuentra ninguna lesión en el cuerpo de su amada hija, Zenitsu nota que sostiene una especie de carta de papel lujoso. Al señalarlo, Zenko deja escapar un sollozo.

A Tanjiro le partió el corazón oír semejante horror, entendiendo porque Zenitsu estaba tan alterado.

— Zenko, ¿Me permites? — intervino Tanjiro, paciente.

La adolescente cerro los ojos con fuerza y se enderezo como pudo para enseñarles una sonrisa rota que empeoro todo.

— ¡No necesitas decir nada, solo…! Ven aquí.

Tan nervioso como su marido, Zenitsu abrió los brazos en una invitación tacita.

Al principio, Zenko no respondió, solo lo miró fijamente sin hacer nada, y Zenitsu se sintió inútil, notando que su yukata estaba todavía abierto, rápidamente se lo cerro en el pecho, pero no pudo alcanzar el lado del cuello cuando sintió el cálido cuerpo de Zenko estrellarse contra él.

Bendito sea que conserve la fuerza de sus músculos, de años enfrentando demonios, para no caer de espaldas con su hija llorando en su torso.

Sin embargo, Zenko había saltado sin sostenerse adecuadamente del rubio y por cuestión de gravedad, ambos tocaron el suelo de cruces, pero Zenitsu se aseguró de proteger a la chica, que lejos de sentir la caída, se aferró a su espalda con manos temblorosas para largarse a llorar a moco tendido.

— Querida, estoy aquí. Estamos aquí.

Los ojos granates de Tanjiro captaron el pedazo de papel que flotaba en el aire, el mismo que Zenko había apretado con fuerza antes, y lo cogió. No hubiera intentado leerlo sin permiso, pero esto era una urgencia y desplego la carta para investigar de que trataba.

Zenko lagrimeo.

— Era mi primer amor.

— ¿Qué sucedió?

— Esta casado— Zenko esconde su rostro en la yukata, cada vez más húmeda y arrugada, de su padre— Su esposa me envió una carta, acusándome de destruir a su familia. ¿Por qué me hizo esto? ¿Por qué me dio esperanzas? Soy horrible, papa, lo arruine.

— Ssh, respira. No cometiste ningún error.

— Tenia familia…no sabía que se podía robar felicidad…

— Descárgalo todo, yo te escucho.

El blondo acomodo a su hija con las piernas cruzadas y meciéndola contra su pecho, tirando delicadamente del cabello negro para peinarla con calma, sintiendo como la joven presionaba constantemente contra el sin darse cuenta, ida en su tristeza y desilusión.

Los ojos de Zenko debían estar rojos a este punto, era inusual que llorara por lo que no sabía cómo parar, pero Zenitsu la arrullo diciéndole que tenían todo el tiempo del mundo para hablar.

Escucho el gruñido feroz de Tanjiro y como arrugaba la carta acusatoria. No cabe duda que ese papel fino y lustroso era de una familia acaudalada, si se trataba de la esposa del novio de Zenko, el hecho de enviarle una carta de advertencia solo servía para burlarse de la niña y denigrarla. Casi puede sentir la vibra furiosa de Tanjiro, leyendo que Zenko no se merecía una explicación en persona, por ser una insignificante campesina con la que se aburrió de jugar.

Aunque nunca conocieron al pretendiente de Zenko en persona, el canalla se ganó rapidísimo el desdén de los Kamado.

Con tremenda conmoción en el patio, los muchachos salieron a ver qué pasaba y Tanjiro, tragándose el resentimiento, los devolvió adentro.

— Les explico luego, déjenlos estar— pidió lo más calmado que pudo, descubriendo que Kie hacia una mueca, aparentemente entendiendo algo y se propuso a distraer a los gemelos para que no hicieran preguntas.

Al rato, Zenitsu entro a la casa con cara de circunstancias.

— Esta en el templo, no quiere que la ven— le dijo a Tanjiro, en un susurro— ¿Cómo te fue a ti?

— Kie lo sospechaba— conto, solo decirlo le dio nauseas— Es muy intuitiva, le recomendó a Zenko que no le tomara confianza.

— Supongo que es mi mal defecto heredado— bufo Zenitsu, cogiendo una jarra de agua para beber de ella directamente— Confiar de todo corazón, aún sabiendo que algo anda mal. Al menos no le robo dinero.

— Zenitsu, su corazón es demasiado frágil para amar tan rápido.

Esta honestidad brutal sorprendió mucho al rubio, que le sonrió con tristeza.

— Sí…Mientras yo me aferraba a palabras vacías e ilusiones, Zenko realmente se dedicó a ello. Le diré a Kie que le lleve de comer su favorito.

Su tono es sombrío y Tanjiro se antepone cuando quiere subir a las escaleras, deteniéndolo en el acto.

— No es ningún defecto amar libremente. Solo tener cuidado a quien se lo dedicas.

Zenitsu lo miro a la cara, sabiendo lo que pretendía. Ver a sus hijos siendo arrasados por temas de amor le recordaba a sus fracasos, por eso era relativamente sencillo para Zenitsu saber que decir o como abordarlos, porque lo ha vivido demasiadas veces para entenderlo. Excepto que, tratándose de sus retoños, inocentes y cariñosos, le choca verlos caer por amor.

— Tienes razón. El primer amor no suele ser el indicado, también se lo dije.

— ¿Qué quieres hacer con esto?

Tanjiro le enseño la odiosa carta, tan arrugada por puños furiosos que debería ser difícil leer las letras de una mirada, pero Zenitsu lo rechazo con un movimiento de manos.

— No hay nada que hacer. Cuidaremos a Zenko, que es lo primordial.

— ¿Y lo dejaremos así?

— Tanjiro, créeme— Para apaciguar a su marido, pues sabe que está molesto y profundamente resentido con quien hizo llorar a su querida hija, Zenitsu le acaricia el lado de la cicatriz— Saber los detalles no suele ser agradable. A veces, las respuestas duelen más que quedarte con preguntas.

— ¿No debería ella decidir esto?

Zenitsu lo soltó, frunciendo el ceño.

— No. Solo hundirá su confianza, ya piensa que es una persona despreciable por involucrarse con un hombre casado sin saberlo.

— Si ese hombre la quería o no, está clara su posición. Lo que me irrita es que haya sido tan desalmado.

— Son golpes de vida. No podemos protegerla de eso.

Tanjiro titubea y baja la mirada, sabe que en este caso, Zenitsu es razonable al punto de ser frio porque está seguro que Zenko lo superara. Duda muchísimo que su primer amor haya florecido tanto como para entregarle su corazón al completo, sin saber que nunca seria apreciado como merecía. Sin embargo, Tanjiro siente la necesidad de enojarse y hasta de gritar. Quiere golpear algo, hacer cualquier cosa porque alguien hizo llorar a su pequeña.

— Por favor, te lo pido. No hagamos un drama de esto. Tu y los niños. Zenko se recuperará, démosle tiempo.

— ¡No es un drama si su corazón está en juego!

— ¡Tampoco es el fin del mundo, debe darse cuenta sola!

Con sus miradas enfrentadas, ambos respiraron al mismo tiempo con profunda frustración y amargura.

El repentino sonido de pasos bajando de la escalera y el aroma a vainilla con menta sorprendieron a Zenitsu y Tanjiro, quienes voltearon a ver a sus tres hijos mayores.

— Los desamores en primavera son molestos— espeto Yoshiteru, cruzado de brazos. Para tener la cara de Zenitsu no tenía mucho tacto en temas sensibles y era muy escéptico— Quizás solo esta enamorada de la idea de estar enamorada, eso es típico en la gran ciudad.

— ¿Entonces es cuestión de perspectiva? — cuestiono Sumiyoshi, el primogénito. A pesar de saber que trataban un asunto delicado, él siempre ponía una sonrisa deslumbrante y estaba curioso de todo— Si es así, el amor de familia es más poderoso. ¡Hagamos que lo olvide con un poco de tiempo en familia!

— ¡Oigan, ustedes! — Zenitsu los señalo— No se atrevan a meterse con su hermana, no está de humor.

— Papa— La suave voz de Kie, la más intelectual, entono: — Iré a llevarle un platillo frío a Zenko. Si se siente lista para regresar, ¿Podría dormir conmigo?

— Es una buena idea— Zenitsu la halago, dándole palmaditas— Sin presiones. El amor es diferente para cada quien.

— Uf, apuesto que Zenko soñaba con un amor empalagoso como este— Yoshiteru señalo a sus padres con un dedo— ¿Cómo decirle ahora que eso no se puede conseguir a la primera?

— No sé si eso fue un halago o una acusación— Sumiyoshi ladeo la cabeza, muy confundido— Zenko no debe saberlo tampoco, ¿Por qué no tratar su desamor primero?

— Ya les dije…— Zenitsu carraspeo, superado por la terquedad Kamado en sus hijos.

— Zenitsu, incluso si madurar significa que te rompan el corazón— Una nueva resolución envolvió a Tanjiro y tomo las manos de su esposo, encarándolo— ¡Todavía quiero cuidar de ella todo lo que pueda! Sé que tú también, déjanos hacerlo.

— No intentes persuadirme con tu cara de perrito adorable.

Tiene que mirar a otro lado para evitar caer en la trampa, afortunadamente o no, Kie ayuda al separar las manos de sus padres para entregarles un té de lavanda.

— Para los nervios.

— Supongo que lo necesito— dijo Zenitsu, bebiendo de buena gana el té para alejar sus tensiones, mientras Tanjiro elogiaba la maestría de Kie a la hora de librar problemas— …No puedo con ustedes cuando son tan testarudos, ¡Pero hoy, yo y Kie nos encargaremos de Zenko!

— ¿Mañana si podemos? Muy bien— acepto Sumiyoshi, fácil de convencer.

— Sí, sí, dejémosle que llore hasta que se quede sin lágrimas— carraspea Yoshiteru, si bien sus palabras son duras, su tono es suave, pues odiaba de sobremanera ver a las mujeres llorar.

Le tenía un aprecio especial a Zenko, ambos compartían gran afinidad y en secreto, se sentía indignado porque Zenko no le compartió su fallido romance. Le hacía sentir de menos, pero no estaba enojado con ella, sino preocupado porque al ser hombre, intuyo que Zenko no confiaba en el de la misma manera que haría con Kie.

A Zenitsu no le sorprendió que se pusieran de acuerdo, solo temía al mañana por si Zenko no despertaba de ánimos para ser bombardeada por sus hermanos.

— Tengo algo pendiente que hacer— declaro Tanjiro, de pronto— Chicos, ¿Me acompañan?

— ¿Un trabajo, padre? ¡Con gusto!

— Todavía no anochece, bueno— asintió Yoshiteru, detrás de Sumiyoshi.

— Tanjiro, ¿Otra vez te desquitaras con el trabajo duro? — Zenitsu lo detuvo, a punto de salir de la casa acompañado de sus copias adolescentes— Sé que estas molesto, yo también. Podemos hablarlo, si mi modo de hacer las cosas no te gusta…

— No es eso, tú sabes lo que haces, Zenitsu.

— Tonto, ¿Lo dices porque me rechazaron mil veces y me dejaron plantado cien veces?

— No, no, lo digo porque conoces el corazón de Zenko y sabrás como curarlo. Eres su papa, después de todo. Solo que yo…me cuesta perdonar esto, porque la vi llorar por un error que no cometió, creyendo que es una mala mujer por interferir en la vida de otros.

— Tu corazón es demasiado noble para albergar malos deseos, lo sé.

Zenitsu lo mira a los ojos con dulzura y cariño infinitos.

— Eres el típico gran padre sobreprotector, eso me gusta.

— ¿No te tomas a mal que no sé cómo lidiar con corazones rotos? — Tanjiro se rasco la barbilla, un poco más suelto para admitir su verdadero temor. Si no fuera por Zenitsu, no tendría idea de cómo abordar un problema de amor adolescente.

— ¡Para nada! Así me siento útil— Con una sonrisa un poco traviesa, Zenitsu se inclina a su oreja y susurra: — Además, al elegirte te entregue mi corazón. Por eso sé que estoy a salvo.

— Y tú, tienes el mío.

Zenitsu sonrió con los ojos cerrados para luego sorprender al moreno con un fugaz beso, en un cachete, casi rozando su nariz.

— Nunca te lo devolveré.

— ¡Yo tampoco! — replico Tanjiro con calma, dando dos pasos por delante para apoyar su frente contra la del rubio— Quiero cuidarlo por siempre.

— ¡Pícaro…!

— ¿Estaban discutiendo hace un rato y ahora se coquetean? — A Yoshiteru le salió un tic en el ojo, como todo jovenzuelo subestimaba el amor de sus padres como algo penoso de ver.

— Hermano, te recordare todas estas quejas en tu boda.

— ¡Como si, Sumi!

— Tengo buena memoria y hasta ahora conté cincuenta y seis…

— ¡Ya vámonos!

Eso hicieron, saliendo de la casa. Kie también había salido antes, en dirección al templo donde Zenko se encontraba.

Pasados un par de minutos, Tanjiro salió de la casa con una suave sonrisa.

— Disculpen por el imprevisto, chicos, realmente tengo que hacer esto.

— ¿Adelantando trabajo, padre?

— Algo así, yo también quiero dedicarme a Zenko por completo mañana.

— Obviando el drama del día, ¿Qué vamos a hacer?

Ante la pregunta de Yoshiteru, Tanjiro esbozo una sonrisa que nada tenía de simpática o alegre.

— Quiero recuperar algo muy importante.

Durante gran parte del día y hasta el anochecer, Zenitsu le dio espacio a sus hijas para que hablaran y la pena de Zenko se disipara. A la hora de cenar, compartió con el resto de sus hijos antes de dejarle el resto a Kie y más tarde volver con Zenko, cuyos ojos estaban hundidos en bordes oculares rojizos.

Odiaba verla tan desamparada, por lo que le dijo todo lo que alguna vez quiso escuchar cuando la gente lo desilusionaba y también le dio consejos, recordándole su propio valor.

— Encontraras a alguien que te ame de verdad, lo creo, Zenko. Solo elegiste mal, no tiene nada de malo— Él le palmo la espalda, oyendo sus débiles hipos húmedos— Tampoco eres una mala persona, que rompió una familia, no quisiste hacerlo.

— De haber sabido que estaba casado, no me habría enamorado en primer lugar.

— Estoy orgulloso de tu convicción— Zenitsu aprovecho para hacerle trenzas, como solía jugar con Sumire, su otra hija— Mi niña tiene principios muy firmes.

— Algún día, ¿Tendré a alguien que me ame como padre a ti?

— Estoy seguro. No del mismo modo, porque cada quien tiene sus modos de querer, pero lo hará. Tu también lo harás, al contenido libre de tu corazón, por eso no pierdas la esperanza.

— ¿Nunca te rendiste, papa? ¿Así conociste a padre?

— Tu padre hizo que cada cosa valiera la vena, hasta las malas experiencias. Zenko, no es el fin. Apenas es tu primera primavera.

— Ya no creo mucho en eso…

— Confía en ti— Zenitsu envolvió sus brazos por la espalda de ella, apoyando su barbilla en la cabeza de la pelinegra— Todo esto puede que duela y no tenga sentido, pero pasara. Cariño, puedes quedarte atrás y caerte mil veces, llorar y cometer muchos errores, pero no te rindas. El amor es precioso. Jamás te rindas, ¿lo jurarías por mí?

La tímida mano de Zenko, pálida y blanca, en contraste con su oscuro cabello y el brillante oro de Zenitsu, se elevó hacia un lado de la oreja de Zenitsu y hablo débilmente, como un susurro secreto.

— Ahora mismo no confió que pueda.

— Zenko…

— Pero confiare en ti— Una pequeña sonrisa se formó en los labios de la chica— Si tú lo dices, confiare en ti. Nunca me decepcionaste.

Los ojos de Zenitsu se llenan de lágrimas, ah, le llegó el turno para llorar.

— Tu también…ni por un segundo, dude de ti. Eres mi lindo destello.

Zenitsu tenía apodos para todos sus hijos en momentos de suma importancia y este era uno de ellos, era como decir “te quiero” sin sonar cursi. Abrazo fuertemente a Zenko y pensó que quisiera retenerla en sus brazos para siempre, para que nadie la hiciera llorar o el mundo cruel la contaminara.

No es una mala chica o una rompehogares, como decía esa vulgar carta, el conocía a sus hijos y Zenko era la más dulce, vivaz y soñadora.

Al final, se quedaron abrazados hasta tarde y Kie apareció como un espectro. No les llamó la atención, al contrario, trajo futones y dulces para pasar un rato conversando hasta que el cansancio pudo más y quedaron dormidos.

Zenitsu velo por su sueño, arropándolas a ambas y cantando.

Cuando el Sol se asomó por la montaña, a Zenitsu lo alarmo que su marido no haya regresado.

Naturalmente entro en pánico y dio muchas vueltas por la casa, hasta ser sorprendido por Yoshiteru, cuyos ojos estaban caídos de sueño, seguido de Sumiyoshi, quien se puso a preparar el agua caliente para el baño.

— Buenos días, ¿Y su padre?

— Ya viene— respondió Yoshiteru secamente, ansioso de irse a dormir a su habitación.

Zenitsu parpadeo descolocado.

— Por favor, dime que no se encontraron con un demonio…

— Oh, no— respondió Sumiyoshi, fresco como una lechuga— Fue una misión de rescate.

— ¿Qué significa eso?

— Espera a padre, que te lo explique.

El pelirrojo se desentendió del tema, pues era tan parecido a Tanjiro que ni de mentir era capaz, por lo que siempre que debía guardar un secreto, lo omitía muy obviamente. Zenitsu alzo sus cejas ante esto, pero mayor parte de su ansiedad se disipo al saber que Tanjiro estaba próximo a llegar.

Y lo oyó cerca, por lo que suspira de alivio.

La familia Kamado era mañanera, lo que significaba que desayunaban temprano, pero dadas las emociones del día de ayer, hoy aplazaron un poco el horario normal. Mientras Zenitsu preparaba bebidas calientes, vio a Kie y Zenko regresar con los futones.

— Bienvenida.

Zenko no saludo con su entusiasmo contagioso, pero su tierna sonrisa fue suficiente para saber que todo iba por buen camino.

— ¡Zenko! — Uno de los gemelos bajo velozmente por las escaleras, por Dios, justo el más travieso heredero la potencia de las piernas del Pilar del Rayo— Vimos que estabas triste ayer y avisamos a todos nuestros amigos para que vinieran y hacerte sentir mejor.

— ¡Fiesta! — grito Sumire.

— ¿Con el permiso de quién? — Zenitsu arrugo el entrecejo.

— No debieron hacer eso, esto es algo privado— dijo Kie, con cierto tono de reproche que hizo tambalear a los gemelos.

— Creo que…ver gente estaría bien— asintió Zenko, con poca convicción.

— ¡Mejor! Porque Hiroshi viene para acá.

— ¿Y cómo saben eso?

— Chuntaro vuela muy rápido, repitiendo “¡Hiroshi invitado! ¡Hiroshi me sigue!”— grito el niño, extendiendo los brazos con gran diversión.

Zenitsu no terminaba de entender como diablos es que Tanjiro y su travieso retoño sabían hablar el lenguaje pájaro. Ni siquiera el entiende de que habla su gorrión, Chuntaro, y eso que una vez enfoco toda su atención en comprender su sonido.

— Tendré que hacer otro plato…— Zenitsu oyó el galopeo de un animal a toda marcha, seguido de un latido de corazón desenfrenado— Que raro, ¿Por qué suena desesperado?

— ¿Qué le dijeron a Hiroshi? — Kie miro a sus hermanos menores.

— Solo que Zenko se sentía mal, ¿ahora te sientes bien, hermana?

— Bueno, tendremos otro para jugar— celebro la gemela.

— Oigan, este chico realmente suena…

Empezó a decir Zenitsu, un poco nervioso pero nada lo preparo para escuchar una pisada fuertísima que aplasto el césped como un gigante y avanzo a toda velocidad hacia la casa. Zenitsu salió a las justas para recibir al inesperado invitado.

— ¡Calma, chico, me pones de los nervios!

— ¡Zenko! ¿Qué paso con ella? ¡¿Está bien?!

— Primero saluda a tus mayores, oye…te estas esforzando demasiado.

No necesito escucharlo en esos jadeos forzados y pisadas duras, porque solo verlo le hizo saber que Hiroshi Shinazugawa estaba a un soplo de vida, habiéndose bajado de su caballo para correr como alma que lleva el diablo. Esta rojo hasta las orejas y su cabello era un lio.

— ¿Ya ha llegado? — Zenko se asomó por la puerta— Si llego, ¡hola, Hiro!

— Zen…Zenko.

Así como iba a toda velocidad, de esa misma manera se detuvo abruptamente, mirando fijamente a la chica, para inmediatamente apresurar el paso hasta caer de cara al suelo.

— Será posible…chico, cálmate un poco— pidió Zenitsu, pues los sonidos atronadores del corazón del joven lo tenían muy abrumado— ¿No te enseño tu padre ejercicios de respiración? Estas al tope.

El segundo hijo de Genya, Hiroshi, era un muchacho escuálido de ojos grandes y cabello oscuro. Si bien su comportamiento era mordaz y brusco en ocasiones, a veces salía a relucir su ineptitud y torpeza con la gente, luciendo una mirada opaca como Kanao cuando era joven.

— Zenko, ¿Tu estas bien?

— Lo estoy, ¿Has estado corriendo desde anoche para venir?

— …Tal vez— replico el niño, todavía en el suelo, claramente nervioso de cómo proceder— Mandaron un mensaje que no te sientas bien y yo…quería ver, saber…como estas…creo.

Indeciso como Kanao, era una ternurita.

— Gracias— Una linda sonrisa apareció en los labios de Zenko, al verse apreciada de tal manera por su amigo— De verdad, muchas gracias por venir a ver como estoy.

— Eeh, sí— El niño parpadeo, aparentemente atónito por el rostro gentil de la pelinegra para luego enderezarse, a pura fuerza de voluntad porque le temblaban hasta las rodillas— ¡Traje un presente!

— Vaya, si tienes modales— murmuro Zenitsu.

— Yo estoy…no sabía, pero tal vez…Si te gustan, aah…

Hiroshi hablaba como un tartamudo con problemas para comunicarse con la gente. A Zenko no le molesto, dándole tiempo para que se expresara.

— Esto, sí.

Hiroshi volvió a duras penas donde quedo el cabello, recogiendo de este una jaula con un bulto blanco dentro. El pobrecillo animal estaba temblando de miedo, claramente afectado por el trote brusco de toda la noche.

— Lo espantaste— sentencio Zenitsu tan pronto lo vio, sin necesidad de conocer el idioma animal para entender esa cara de horror.

— Para ti— exclamo Hiroshi, extendiendo la jaula hacia Zenko, quien parpadeo muy sorprendida— Te gustan los conejos…sí, lo recuerdo. ¿Este te gusta?

Zenitsu miro a su hija y Kie miro a su hermana, expectantes.

Zenko parpadeo una sola vez, entendiendo al fin y su emoción salió a relucir con una sonrisa alegre.

— ¡Sí, me gusta! — El brote eufórico no estaba ahí, pero era cuestión de tiempo, la primera sonrisa abierta de Zenko se manifestó tan pronto vio al conejito, rasguñando la jaula de su lado como si la viera a ella como su salvadora— Aunque podría dejarlo ir, no quisiera que se quedara conmigo si no quiere.

— ¡Es tuyo, hare que se quede!

— Ahora es mío, ¿no? Entonces hare lo que desee con él.

Su agudeza dejo perplejo a Hiroshi.

Zenitsu se preocupó sinceramente por Hiroshi, ¿Tanto le afecto la carrera hasta aquí? Había pensado que Genya lo entreno mejor.

Por su parte, Kie ve las manos de Hiroshi sudando en lo que evita mirar a Zenko a la cara y sonríe con malicia.

— Acompáñanos a desayunar.

— Ah, sí, debes estar hambriento.

— Niñas, me encanta verlas de buenas anfitrionas, pero yo soy quien cocina.

— Zenko— El joven de doce años mira a la chica, que ya libero al conejo pero este inmediatamente subió a su pecho, preso del miedo en vez de correr libre por la pradera— Te veo bien, ¿Pero estas bien?

Un tenso silencio se desarrolla en medio, pero Zenko lo despeja  rápidamente.

— ¡Sí, me siento muy bien ahora!

— Me alegro…— Hiroshi aparta la mirada, sonrojado— Creo que si podría comer.

— ¿Y yo estoy pintado? ¿Dónde está mi regalo?

Ante la queja de Zenitsu, las niñas rieron y dejaron pasar a Hiroshi, en lo que el rubio refunfuño porque ahora tenía que lidiar con el caballo en el patio. El no era bueno con los animales y casi le propinan una patada si no fuera por la mano gentil en el lomo del caballo que inmediatamente lo calmó, dejándose hacer.

Zenitsu apenas se contiene las quejas cuando ve a Tanjiro, que trae la ropa sucia y se ve fatal.

— ¿Dónde estabas en toda la noche? ¡Me dejaste con una niña triste y a los pequeños más problemáticos! ¿Quieres matarme del estrés? Encima tenemos un invitado, ¡Ahora debemos buscar heno para caballo y lechuga para conejos!

— Oh, ¿Tenemos conejos?

— Eso no es lo importante, escúchame. Estaba preparando el desayuno cuando los chicos llegaron, haciéndose los misteriosos, y luego Hiroshi aparecio…

— Hiroshi vino a animar a Zenko, me alegro.

— ¡Tanjiro, tendremos una camada de conejos si no paramos…! ¡Oye! ¿Por qué te ves así?

Tanjiro lo miró fijamente para luego dar una carcajada, a veces los dramas de Zenitsu se le hacían adorables.

— ¡No te rías! ¿Qué ha pasado? ¿Dónde estuviste?

— Misión de rescate.

— No entiendo que significa eso— Zenitsu sacudió la cabeza, sintiendo que se acercaba una fuerte migraña. Sacudiendo la ropa de su esposo, noto que más que sucio, estaba cubierto de tierra y algunos raspones— ¿Qué estuviste haciendo, Kamado Tanjiro?

— Esto.

La actitud simpática y calmada de Tanjiro no flaqueo ni cuando extendió su mano derecha, revelando un listón rojo magullado y arrugado. Zenitsu lo identifico como uno de los listones de pelo de Zenko, era tan largo como su cabello para aparentar que era un mechón natural y acoplarse al resto de sus parientes de melenas rojas y cabello dorado.

— Tanjiro, en serio, ¿Qué significa esto?

— ¿No lo oíste de Zenko? Porque yo si lo olí.

— ¿Qué cosa?

— Ese bribón la tenía— Tanjiro cerro su puño junto el listón, con una mirada dura— La última vez que la vi con este listón, me entere que se lo daría a alguien. Quise creer que sería a una chica como muestra de amistad, pero no fue así.

La voz de Tanjiro perdió tonalidad, dejando de ser calmada a emular enojo.

— Supe lo que pasaba cuando olí a Zenko cerca de una casa grande en otro pueblo, mientras trabajaba. Sabía que ella no podía estar allí.

— Tanjiro, ¿Realmente fuiste…?

— Solo lo recupere, no te preocupes, no deje que me vieran.

— ¡Aun así, que imprudente!

— Zenitsu— Él lo mira con gravedad, sus labios tensos y casi cerrados— Lo encontré en un charco.

— Por Dios…

— Yoshiteru se puso furioso, uso su cabeza de arquitecto para crear fallas en toda la casa de ese desalmado. Nunca lo vi tan calculador, se parece a ti cuando peleas dormido— Tanjiro hablo con sentimiento, claramente conmovido— Sumi fue más práctico y busco al novio, digo, a ese hombre que desprecio a su hermana y lo llevo a una casa de apuestas.

— ¿En serio?

— Resulta que Sumi tiene gran suerte en el juego y muchos amigos amables. Con ellos, engatusaron al hombre con una apuesta exorbitante y perdió.

— Pero Sumiyoshi no sabe mentir, ¿Cómo puede jugar cuando se trata de engaños?

— ¡Es tan inteligente! Porque no puede mentir, su oponente estaba seguro de su ventaja, pero la trampa es que confiara en Sumi para finalmente perder. Ahora mismo, esa persona le debe mucho dinero a ciertas personas no tan amables.

— Tanjiro, ¿Estás hablando en serio?

— Yo tampoco puedo mentir, dime, ¿Qué tan serio crees que soy?

El moreno lo desafía a mirarlo y encontrar la farsa, pero no existe nada de eso y eso sorprende en demasiada a Zenitsu, jamás de los jamases pensó que sería capaz de algo así.

— Los Kamado saben vengarse…vaya, si es posible.

Tanjiro suspira con dejadez.

— ¿Te decepcione?

— ¿Qué dices? Lo hiciste por Zenko, te vengaste por ella. ¡Sigo procesando el shock!

— Actuar así es…no es mi estilo, estaba demasiado enojado.

— ¿Cómo no estarlo? Lastimo a nuestra niña, se lo merece— El rubio toma el listón en la mano de Tanjiro, intentando olfatear algo que no fuera tierra o el propio olor de Tanjiro a través del sudor que dejo filtrar— ¿Todavía puedes oler a Zenko?

— Así fue como lo encontré.

— Tanjiro— Se guarda el listón en un bolsillo, lejos de la mirada resentida de Tanjiro— No hiciste nada mal. Tampoco estoy enojado, mucho menos decepcionado.

— No quería— Los ojos granates de Tanjiro son poderosos al mirar a Zenitsu, brutales en su sentimiento— No quería que alguien así se quedara con algo de Zenko, que ella le entrego con gran ilusión. ¡No soporto que la traten así!

— Eres el máximo padre sobreprotector— dijo Zenitsu sueltamente, tomándolo de un brazo para guiarlo por el sendero— Debes bañarte, amor, la venganza te dejo apestando.

— ¿Te estas burlando?

— Estoy impresionado.

— Supongo que me olvido de mí mismo cuando debo actuar para proteger a mi familia.

— Te adoro por eso.

Realmente lo adora, mientras más convive con Tanjiro y sabe de lo que es capaz, lo dedicado y devoto que es, hace que su corazón revolotee de felicidad. Elegir a Tanjiro Kamado como marido no fue una opción, es un milagro. Tenerlo a su lado es una autentica bendición.

Desea que todos sus hijos sean como el, que hereden una mínima parte del buen corazón y alma bondadosa de este hombre hasta futuras generaciones.

Anhela conservarlo para siempre.

A efecto que su familia era numerosa y la mitad eran chicas, alrededor de la casa habían tres diferentes baños para cada estación, ya sea para la familia o invitados. Fue un arduo trabajo construirlos de manera que no desentonara en la naturaleza, pero el esfuerzo valió la pena cuando las pequeñas se hicieron señoritas y los varones más traviesos tenían su propio espacio para chapotear y jugar a su gusto.

En uno de esos baños, Zenitsu llevo a su esposo de la mano y preparo la bañera con diligencia.

— ¿Ya desayunaron todos?

— Ahora con invitados, niño y animal, y tus dos cómplices podemos variar el horario.

— No digas que son mis cómplices. Ellos lo hicieron por su cuenta.

— ¿Y porque será que te los llevaste? — Zenitsu elevo una ceja.

— Quería que entendieran que iba en serio.

— Mi honesto Tanjiro siempre va en serio— El rubio cargo una cubeta de agua y al volver a mirar a Tanjiro, este se encontraba dentro de la bañera sin una prenda, no se había aseado porque el día apenas estaba empezando para justificar un baño completo— Me has sorprendido y de qué manera.

— Sigues diciendo eso, debería sentirme culpable por tener pensamientos mezquinos.

— Para mí, fue como conocerte un poco más.

— ¿Uuh? — Sin aviso, un brote de agua tibia le da en la espalda y aunque el cambio de temperatura lo hizo sacudirse, rápidamente se acostumbra y más cuando las manos cálidas de Zenitsu se apoyan en su columna, prácticamente recargando su peso contra el— ¿En qué piensas?

— También le mostraste ese lado tuyo a Yoshiteru y Sumi, ¿Qué caras habrán puesto?

— Te da mucha curiosidad esto, ¿no?

— ¿Cómo no? Sea tu estado de ánimo adecuado o no, ellos siguen aprendiendo de ti también.

Zenitsu suspira, él también quiere verlo. Decidido, toma el rostro de Tanjiro y lo insta a estirar la cabeza hacia atrás, encontrándose con sus ojos emocionados y su sonrisa animada.

— Eres un gran padre.

— ¿Gracias?

El ex Pilar del Trueno lo suelta, no sin antes darle un beso esquimal a la nariz. Sin que Tanjiro cambie de la posición, Zenitsu se despoja de la yukata que cae al suelo en un sonido seco, estirándose al costado del moreno, el vapor del agua caliente comienza a manifestarse y la figura de Zenitsu es como un desliz borroso, espejos de humo, mientras se pasea por el cuarto de baño, asegurando las puertas con cerradura y dejando abierta una única ventana con rejas, sintiendo la mirada de Tanjiro sobre él, intensa y depredadora.

Sus pies son lo bastante agiles para no tropezar en la humedad de la habitación y su cabello amarillo, suelto hasta la cadera, se mece de manera encantadora en la confusión del vapor, finalmente alcanza a Tanjiro, agachándose de manera lenta y seductora, la primera vez que lo toca es cuando pellizca el musculo de la rodilla, sintiendo la tensión en la piel del ojicarmin antes que el sonido de su sangre corriendo lo alcance.

Otra vez, se mece hacia adelante y atrapa a Tanjiro del cuello, divertido de jugar con su expectativa.

Para Tanjiro, ver reflejos distintos de Zenitsu en el vapor húmedo, el cabello desatado y su silueta fascinante, delgada y perfecta, lo deja ardiendo de mil emociones, tanto o más que el calor natural del agua.

Cuando ve su rostro tan cercano, solo se le ocurre besarlo para respirar un mismo aliento y envolverse en el para que se calienten entre sí, no volver a sentir frio nunca más, pero Zenitsu se mofa al darle un pico de labios a su barbilla, con la suavidad de una pluma.

— Un hombre como tú, padre obstinado, merece una recompensa.

— ¿Estas alentando mi lado amoral, por lo que paso?

— Si no quieres…

— Zenitsu, soy capaz de todo por mi familia. Por mis hijos, por ti.

— Lo sé muy bien— Su sonrisa es tierna y suave mientras lo observa, dejándose ir en el sonido del corazón más amable, entregado y puro del mundo— Todos los días, me alegro de verte y oírte cerca. Saber que me has elegido.

— Si para ti soy el comienzo de tus mañanas, tú eres lo último que quiero ver al cerrar los ojos.

Zenitsu hace un sonido, quizás un quejido ahogado o una carcajada sin volumen, pero igualmente suena a algo que se combina con un chapoteo de agua al tiempo que atrapa los labios de Tanjiro en un beso ansioso.

— Soy demasiado feliz ahora— admite en voz baja, su expresión pacífica y amorosa no cambia excepto por su agarre inquebrantable sobre el cuello del otro— Tanjiro, reclama tu recompensa.

— Tu ya lo eres.

— Entonces, tengo una condición.

Jugar a las palabras astutas siempre fue su fuerte, lo aprendió de los duros golpes de la vida, sabia cuan inocente era Tanjiro para algunas cosas y no iba a desaprovechar su ventaja.

— Te escucho— Los dedos del pelirrojo se posicionan en los costados, pasando por las pronunciadas curvas y la forma encantadora de la espalda baja Zenitsu, hipnotizado por tanta belleza en sus manos.

— No me dejes ir hasta embarazarme.

Su voz era un canto de sirena, atrayente e irresistible, que sacudía los sentidos del indefenso ex cazador que busco los labios de Zenitsu en lo que sus cuerpos se enredaban juntos.

— Pon un niño en mi— El susurro de Zenitsu se convirtió en un beso y de este, una caricia sensual en el rostro amado— Luego, quiero una niña.

El vapor los envolvió y el calor se mezcló en la habitación en un tono difícil de identificar, solo quienes se encontraban dentro sabían que la única amenaza real era sofocarse en su propio placer.

— Después, dame otro. Y otro, y otro…Y más.

— ¿Hasta que no puedas más?

— Puedes seguir intentando.

Tanjiro sonrió y como todo Kamado que cumple promesas y odia deber cosas, sello el acuerdo con un nuevo beso. Esa es la esencia de un hombre con gran voluntad para complacer.

 

 

Notes:

¿Y como lo califican? Salió mas emocional de lo que esperaba.

¡Gracias por leer!

Chapter 11: Cuidar a otros

Chapter Text

 

Es gracioso que sea Yorichi, a sus tiernos cuatro años, el primero en darse cuenta.

— ¡Padre esta enfermo, esta rojo!

Inmediatamente todo gira y los rostros de sus hijos están evaluándolo, de arriba abajo. Los adolescentes son escépticos, igualmente fruncen el ceño y Kie no duda en llamar a Zenitsu.

— No, no, no lo molesten, mejor me quedo en la habitación que construimos afuera y evito contagiarlos.

— Cuando se entere que no le hiciste caso…

— ¡Papa se va a desmayar! —grita Yorichi, animado por ver drama.

— Que alguien traiga una almohada para cuando caiga— sisea Yoshiteru, ya previniendo ese resultado.

Tanjiro iba a decirle que no decida esas cosas, pero su voz sale rasposa y por el cercano olor a ansiedad emanando de Zenitsu, decide callar y esperar los gritos, lloriqueos y reclamos por no haberse cuidado bien durante este invierno duro.

Los pies ligeros de Zenitsu son tan veloces que apenas tocan el suelo, ni siquiera las virutas lo alcanzan, y encuentra la mirada de Tanjiro con una mezcla de incertidumbre y miedo profundos. Su olor lo delata.

Después de todo, la salud de los Kamado es un hito. Resisten de todo y no flaquean en las peores adversidades, debe ser por todas las generaciones trabajadoras que siempre se sobreforzaron por el bien de sus familias. Por ello mismo, es raro ver a Tanjiro Kamado enfermo de un resfriado común.

Sin embargo, hoy sucede algo más asombroso.

— Preparen el baño, necesita sudar— ordeno Zenitsu a la primera, su postura recta y demandante.

Todo quedaron en shock.

Sin desmayos o gritos atronadores, ¿Tampoco iba a arrancarse el cabello en plena crisis? No es para dárselas de engreído, pero honestamente pensó que Zenitsu lo miraría con el alma cayendo a los pies.

“¡Ya ves! ¡Esto te pasa por hacerte el macho alfa!”, “¿Ahora que hago? ¡Ni siquiera he preparado la mesa y estas convaleciente, ¡No te mueras, no me dejes viudo con cinco hijos!”, “¿Qué he hecho mal, no te cuide bien? ¡Por favor, recupérate pronto!”; Se imagino todo eso.

Mira a Zenitsu con los ojos muy abiertos, al igual que sus hijos, extrañadísimos por esta anormalidad, hasta que Kie, la hija más joven y sensata de la manada, toma la palabra.

— Hermano Sumi, trae carbón.

— Eeh, ¡Sí, de inmediato!

— Yoshiteru, ayuda a tu hermano— señalo Zenitsu, pocas veces severo con su copia juvenil— Sumi acaba de regresar de trabajar, necesitara más mano para soplar el fuego.

— Esta bien— asintió Yoshiteru, rápidamente sometido. Fue tras Sumiyoshi, quien había salido antes a toda velocidad.

— Hermano— Kie miro a Yorichi, que al no ver drama volvió su atención a los juguetes— Ayúdame a buscar ropa limpia y sabanas abrigadas para nuestro padre.

— Eso es aburrido.

— No recuerdo donde están todos los edredones, ¿me ayudas a buscarlos? Si los encuentras antes te serviré postre, pero si me traes todos…

— ¡Ya voy!

Entre tanto movimiento, la bebe en el canasto gimotea y Zenitsu rápidamente la toma en brazos para consentirla, frente a un atontado Tanjiro.

— Te llevare medicina mas tarde, ¿Podrías ir a los baños ahora?

— …Sí, como digas.

Con la cabeza caliente, síntomas de una próxima fiebre, Tanjiro salió de su hogar en camino a los baños exteriores, que habían construido al momento que Kie cumplió quince años y necesitaba privacidad.

Una vez entro, tanto Sumiyoshi como Yoshiteru estaban esmerándose por crear fuego en cada esquina, con el ultimo claramente desventajado porque había olvidado como hacer cosas tan mundanas como prender carbón durante su temporada en la ciudad, a lo que Sumi pacientemente le indicaba y tan pronto apareció Tanjiro, por poco grita.

— ¡No debiste caminar hasta aquí solo!

— Perdón, lo hice sin pensar…

— No, eso está bien— Yoshiteru toco la frente de su padre— Que se enfrié un poco antes que la fiebre suba más.

— ¡¿Padre tiene fiebre?! Esto si es grave…

— ¿Ahora a quien le toca el papel de dramático?

— Uuh— Sumiyoshi ladeo la cabeza, su ansiedad rápidamente despejada porque nunca fue de emociones fuertes— Si es así, que papa diga que debe sudar…

— ¡Yo gane el postre! ¡Aquí están las sábanas!

— ¡Dejen de entrar de golpe que me apagan el fuego!

— Yoshi, otra vez hiciste un fuego débil— señalo el primogénito, las pequeñas flamas de Yoshiteru eran muy flojas, como los de un aficionado— Debes reconectarte con el campo.

— Mejor preparemos todo y deja de mirar mal mi fuego.

Al igual que su hijo mayor, a Tanjiro le dio gracia estos detalles adorables de Yoshiteru, mientras tomaba asiento y sus hijos lo rodeaban para ahogarlo en todo tipo de abrigos, obligándolo a entrar en calor, aunque su corazón estaba rebosante de calidez por su cariño incondicional.

Tan pronto estuvo abrigado hasta las pestañas, los jóvenes le preguntaron repetidas veces que más necesitaba mientras sudaban copiosamente, ahora que el calor dentro del cuarto de baños ha subido de temperatura súbitamente (Yoshiteru necesita recuperar la practica) y cuando Tanjiro dice que su esposo vendrá a verlo, este aparece en ese preciso momento.

— Es bueno— juzga Zenitsu al entrar, ahora que Sumiyoshi tomo el control del nivel del fuego desde afuera— ¿Cómo te sientes?

— Creo que respiro llamas.

— Has dominado la respiración solar, ¿Esto es peor? — Zenitsu analiza a Tanjiro a primera vista, con un dedo le levanta el rostro y verifica algo alrededor, para acto seguido abrirle un poco la yukata y bajarla para escuchar de cerca su pecho— La mortalidad da estos sustos, ¿no?

La destreza de Zenitsu lo deja sin palabras.

Si no lo viera bien, y eso que el vapor no es tan denso para confundirlo con otra persona, diría que está en la enfermería de la Finca de las Mariposas, de regreso a su juventud mas imprudente y desgastante, con Zenitsu distrayéndolo mientras su mente estaba en la batalla, en la sangre fresca y las heridas abiertas.

Es irónico que el mismo rubio llorón que siempre se negaba a tomar medicina amarga, sea quien lo atienda diligentemente como un enfermero habilidoso.

— ¿Sorprendido que tu esposo te cuide?

— Para nada, solo que…la manera que reaccionaste fue…

— Ah, eso— Zenitsu le otorga una media sonrisa, antes de tirar suavemente de su mejilla— No me escuchaste cuando te dije que no fueras a trabajar, ahora sufre las consecuencias.

— Es cierto, no te hice caso.

No siente dolor en ese tirón, pero igualmente se frota la mejilla y oye a Zenitsu bufar, para luego soplar una sopa de verduras que le da a comer, mientras los muchachos se retiraran a hacer sus cosas.

— Te debo una disculpa. Fue mi descuido.

— ¿Por qué eres tan imprudente? Entiendo que no puedas oler el cambio de viento por las estaciones que se aproximan, pero hasta yo pude escuchar esa ventisca acercándose. ¿Tienes idea de lo que preocupado que estaba? Ahora estas aquí, haciéndote el duro mientras tus hijos te disfrazan como un muñeco de nieve.

— Estas sudando también.

— Bébete la sopa, luego pediré que bajen el fuego para que te bañes.

— ¿Mi voz se oye mal?

— Desafinado suenas peor. Esto es más fácil de tolerar.

— Eso fue cruel.

Zenitsu le cuenta las novedades de la semana para variar, a veces pasando un trapo húmedo contra su cara y la de Tanjiro para regular sus temperaturas. En lo que la sopa se consume, el de cabello borgoña mira al rubio entre parpadeos de recuerdos memorables.

Recuerda la timidez y la suma preocupación de cada acto de Zenitsu hacia él, cuando estaba herido de gravedad o las palabras no alcanzaban para calmar las peores emociones luego de tanta tragedia durante la cacería de demonios. Así como también, sus adorables intentos por hacerlo sentir mejor, antes y después de empezar una relación sentimental. Porque Zenitsu es así de amable y dedicado.

— ¿En que piensas que no ves a la cuchara delante de tu cara?

— Pienso en ti.

— Romántico, pero no te la hare fácil. ¡La próxima me escucharás, aunque sea a la fuerza!

— Sí.

Ceder tan pronto debió frustrar a Zenitsu, porque arruga el ceño y lo manda a beberse toda la sopa para comprobar nuevamente su cuello, además de tomar su muñeca de manera practica y examinadora.

— Estarás bien en unas horas…si hubieras escondido tu mala salud, sí me enojaría mucho.

— ¿Qué podría esconderte a ti?

— Tanjiro, no trates de hacerte el inocente conmigo.

Dice eso, pero sus mejillas están rojas y no es solo por el calor de la sala.

Cuando los niños se enfermaban, Tanjiro estaba fuera o comprando medicamentos en lo que buscaba la asistencia de un doctor. Ahora que lo piensa, cada que trae al doctor a la casa, descubría que Zenitsu tenía todo bajo control.

Zenitsu es inesperadamente hábil como cuidador.

Ha pasado tiempo desde que lo probo de primera mano y ver que ha mejorado lo hace preguntarse que tantos problemas han tenido los niños para que Zenitsu luzca tan acostumbrado. Así que él también le esconde cosas.

— ¿Ahora en que estás pensando?

— Tu también tienes tus batallas en casa, ¿han sido tantas que te hiciste cargo sin decírmelo nunca?

— Si me explicaras a que te refieres…

— Actúas como los enfermeros de la finca y tampoco me gritaste cuando llegue.

— ¿Te parece raro que no haya gritado y pataleado por tu estupidez?

— Decirle esas cosas a un enfermo…

— Para que no lo vuelvas a hacer— Zenitsu le dio una palmada al brazo, para luego señalar la bañera— Báñate por tu cuenta, no eres invalido.

— ¿Estas aplicando la dureza de Aoi ahora mismo?

— Estoy en mi “modo enfermero”, así que sí.

De no ser porque tenía la garganta rasposa, se habría reído de eso. Noto que Zenitsu hablaba en serio cuando no lo miro al ponerse de pie por su cuenta, desnudarse y hundirse en la bañera ya lista.

— Es porque me había preparado desde mucho antes— dice Zenitsu, minutos después de un silencio pacifico— Quería ser alguien capaz y útil.

— ¿Capaz de qué? ¿Útil para qué?

— Todo.

Las manos de Zenitsu están posadas en su regazo, jugueteando entre sí entre mechones desordenados de pelo. El sudor debía hacerlo gotear a este punto, pero no lo hace, sus pulmones son demasiado buenos para quedarse sin aire, mientras sigue hablando como si estuvieran en el jardín, en un día fresco.

— Quería ser un esposo competente— Zenitsu mira hacia la ventana que da hacia la casa, esbozando una sonrisa melancólica— Mientras alguien me aceptara, estaba dispuesto a asumirlo todo. Tareas del hogar, administración de las compras, cocinar cada cosa que fuera comestible…Por supuesto, cuidar bebes y saber qué hacer con ellos.

Así que no era el único que estaba pensando en el pasado. O más bien, Zenitsu arrastraba esa expectativa de sí mismo desde muy joven.

Su pecho se estrujo, nada relacionado con la salud, al oír que Zenitsu era capaz de entregarse a quien fuera mientras lo “aceptara” y no a alguien que le “quisiera”, como si amarlo estuviera fuera de sus planes a futuro.

— Al unirme al cuerpo de exterminadores, tuve que cambiar mi enfoque— Con ese tono de voz, tranquilo e indiferente, se puso detrás de Tanjiro para lavarle el cabello— ¿Por qué crees que era el primero en cocinar para los tres, en nuestras misiones?

— Pensé que era porque a Inosuke le gustaba comer las cosas medio crudas y yo cuidaba el terreno, ah, y porque no te atrevías a ver cocinar a Nezuko alimentos que no podría comer.

— Eso también— suspiro Zenitsu, recordando viejos tiempos.

Inosuke dando vueltas y escondiendo la comida para que Zenitsu no lo descubra, en una competencia que ponía a prueba la habilidad de escuchar a distancia de Zenitsu y la alta sensibilidad sensorial de Inosuke que usaba para eludirlo. A Tanjiro le parecía gracioso que ellos entrenaran a su manera, usando sus propios dotes naturales.

— Principalmente, quería prepararme para un posible matrimonio— Las manos de Zenitsu fueron más gentiles sobre la cabeza, acariciando distraídamente la cicatriz de su esposo— A Aoi no le gusto que ayudara por ese motivo impuro, así que fue complicado entender ciertas cosas y sus procesos complejos sin su colaboración. No ayudaba que cuando estábamos en la finca, tu o Inosuke estaban heridos, y como yo era el único más o menos ileso me mandaban a otra misión.

Recuerda las veces que Zenitsu participaba activamente para ayudar a otros cazadores heridos en su tiempo en la finca. A veces lo oía gritar del espanto o con la cara pálida, cual fantasma. Además, llego a oír el rumor que decía que Zenitsu solo andaba por la enfermería para flirtear con las cazadoras.

— ¿Te parece ridículo?

Estando tan cerca, Zenitsu debió oír el latido descontento de su corazón.

— Todos tienen sus propias ambiciones. Juzgar lo que es importante para uno, solo lo decide quien se esfuerza por ello. Zenitsu, no creo que haya sido un motivo impuro que trabajaras por el futuro que querías.

— Básicamente soporte ver y oír mil cosas de enfermos, la mayoría heridos, para aprender por egoísmo.

— No es egoísmo— Tanjiro noto que uno de los mechones dorados se mojo en la bañera y rápidamente lo saco, no sin antes convertir sus puntas en un tirabuzón, como tenia de costumbre— Ahora cuidas a un esposo, ¿no? Y a los niños, no me imagino lo que habría sido si no te preparabas para eso.

— Tampoco esperaba tener tantos hijos.

— ¡Pero eres excelente! Los cuidas tan bien que antes de pensar en ellos mismos, se preocupan por como reaccionarias.

— Porque creen que soy molesto.

— ¡Para nada! Solo se preocupan cuando sobrepiensas las cosas, como ahora.

Agarro la mano que masajeaba su cien para enfatizar sus palabras y miro de lado a Zenitsu, cuyos ojos se abrieron en un hermoso amanecer y su aroma, en la habitación de vapor, se intensifico en dulzura.

Quedo tan cautivado que olvido que tenía jabón en la cabeza y no lo supo hasta que siento un ardor en el ojo.

— Ass, haciendo estas escenas incluso cuando estas enfermo.

El rubio recogió agua para pasársela por los ojos, muy cuidadoso. Al parpadear, la primera visión de Zenitsu frente a el logro hacer vibrar su corazón de energía.

Era el mismo tratamiento delicado cuando estaban lejos de la finca, las mismas manos de Zenitsu que lo amparaban, siendo el único dispuesto a ser cuidado mientras Inosuke gritaba que estaba bien. Era la misma cara concentrada y atenta, que se quedaba despierto hasta el alba cuidándolo y le tatareaba canciones de amor, porque no sé sabia ninguna de cuna.

— Zenitsu, eres un gran esposo. Estupendo y maravilloso, ¿Por qué no lo crees?

— Solo dices melindres para bajarme el coraje…

— Tu tampoco me haces caso— Tanjiro contrataco y Zenitsu se incrédulo— Si yo digo que eres el mejor esposo, ¡Debes hacer caso y creerlo!

— No compares eso a quejarme por tu falta de prudencia al salir en la nieve, ¡Estas siendo muy infantil ahora!

— Estoy enfermo, puedo ser exigente. ¡Escucha cuando digo que eres genial!

— ¡No te aproveches, Tanjiro! Deja de chapotear, me estas mojando.

— Si eso hace que te quedes y me escuches, lo hare.

— ¡Me estas matando! — chillo el rubio, sacudiendo la cabeza con frenesí— Mantén la voz baja, tu garganta esta sensible.

— Bueno…—  Tanjiro hace un puchero, del que Zenitsu no se cree para nada.

Al rato, lo ve mascullar entre dientes y Zenitsu escucha, bendita y maldita su audición divina, mil elogios hacia su tratamiento y su persona que lo hacen enrojecer mas que el vapor alrededor. Cree que puede desmayarse solo de oírlo.

— ¡No sigas! ¡Deja de ser tan vergonzosamente cursi!

— Debo, para que lo sepas. Eso significa ser un marido— Tanjiro tiene la audacia de sonreír engreído— Jamás te subestimes. ¡Te esfuerzas mucho y cada día mejoras! ¡Eres la persona que elegí para compartir mi vida, te amo!

— ¡Ya cállate! Ahora si desafinas…

Con Zenitsu rojo hasta las orejas y temblando como una hoja, le provoca reír por su encantadora reacción. Solo viéndolo, cree que puede sanar de cualquier cosa.

— Tú…— El esposo con media cara tapada entre manos reclama con rencor— Eres mi marido, ¿Cómo no iba a cuidar de ti? Tonto, ¿Por qué presumes algo tan obvio? No hace falta.

— Porque eres tú. Si lo olvidas, te lo recordare. De ahora en adelante, te diré un elogio cada día.

— Por favor…me matas.

Esta profundamente avergonzado, pero la manera que esconde su rostro para disimular una sonrisa de felicidad deja claro a Tanjiro que esto también es un tipo de medicina para el corazón del rubio.

Ambos podían cuidarse el corazón mutuamente, de este modo también.

 

 

Chapter 12: Árbol Kamado/Agatsuma

Notes:

Bienvenidos a la ficha de los hijos de Tanjiro y Zenitsu.

¿Cómo les va? Hoy será una extensión de personajes.

Se suponía que esto debía ser el primer capítulo del fic, como un prólogo explicativo, pero decidí omitirlo y creo que lo mejor fue fluir.

Luego de releer un poco, note lo desordenada que está la cronología... Normal cuando dejo que la historia tome forma sin control.

Comencemos.

(See the end of the chapter for more notes.)

Chapter Text

 

Sumiyoshi Kamado Agatsuma (17 años)

Apariencia

Una copia de Tanjiro andante, excepto por un mechón de pelo más oscuro en el costado izquierdo que suele atar (Sus hermanos bromean con que es la chispa de un rayo, porque desafía la gravedad cuando las puntas se erizan hacia el cielo, siempre que se estresa)

Personalidad

Servicial, amable y muy simpático. Extrovertido, honesto y obediente. De gran bondad y muy trabajador.

Habilidades Físicas

Corredor nato.

Alta resistencia al calor y el frío, gracias a sus trabajos de ida y vuelta por los pueblos durante las temporadas de verano e invierno más nefastas. Tiene buen aguante a las altas temperaturas.

Cada día ejercita la Danza del Dios del Sol.

Posee todos los requisitos para ser usuario de la Respiración del Sol.

Talentos

Carismático.

Tiene una gran memoria.

Es muy sagaz con los números, capaz de hacer cuentas mentales con rapidez. (Como quería trabajar temprano, decidió no estudiar) (A cambio de no asistir a clases, Zenitsu le exigió ser el mejor en una materia, sin imaginarse que se convertiría en todo un matemático)

Relaciones impersonales

Ama a su familia sin distinción. (Bromea con Yoshiteru, tiene afinidad con Kie, juega con los gemelos, le gusta la relación de sus padres)

No tiene muchos amigos, pero es muy simpático con quien se le cruce.

Metas o ambiciones

Su ideal es ser un gran hermano y un hijo filial.

Está decidido tomar las riendas de la familia y convertirse en un apoyo confiable para sus hermanos.

Gustos y aficiones

Le gusta el color morado.

Su comida favorita es arroz con castañas.

Se dedica a todo tipo de actividades, que considera sus hobbits (Zenitsu teme que se convierta en un obseso del trabajo)

Disgustos más notables

No le gustan los mentirosos ni los hipócritas.

Los comercios de opio.

¡Un rumor del primogénito!

Si entra a un casino, decidido a ganar, en una noche lo deja en bancarrota porque posee una suerte tremenda.

 

 

Kie Kamado Agatsuma (16 años)

Aclaración: Como fue concebida tres meses después del nacimiento de su hermano Sumiyoshi y Zenitsu dio a luz en invierno, según los astros es una niña con mala suerte.

Apariencia física

Es extraordinariamente parecida a su abuela Kie, por quien Tanjiro eligió su nombre. Sus ojos son rojo granate.

Personalidad

Generosa. Muy fraternal, empática y sincera.

Es astuta para manipular a otros y cuando la enfadan, responde son sarcasmo.

Habilidades Físicas

Tiene buenas piernas, pero su máximo son veinte kilómetros.

Gran flexibilidad, pues baila y juega con sus hermanos con todo su cuerpo.

Talentos

Excelente cocinera.

Es una tejedora profesional.

Tiene la voz más suave y gentil, lo cual la convierte en una líder que todos escuchan.

Relaciones Impersonales

Adora a todos sus hermanos.

Simpatiza con Tanjiro sobre los actos exagerados de su esposo y es su confidente la mayor parte de las veces, pero en cualquier discusión está de lado de Zenitsu.

Metas o Ambiciones

Le gustaría ser modista y ver casados a sus hermanos con sus diseños.

Gustos y aficiones

Su color favorito es el amarillo.

En su tiempo libre, se la pasa bordando o creando muñecos de croché.

Cualquier menú con picante le fascina.

Disgustos más notables

Aquellos que hablan mal a espaldas de otros.

Los infieles.

 

¡Un rumor que pocos saben!

Si se concentra, Kie puede escuchar a largas distancias y así se entera de las travesuras de sus hermanos, los dramas de Zenitsu y los movimientos de Tanjiro en la recámara 

(Sí, también escucha sin querer la cama arrastrarse y sus resortes rompiéndose)

 

Yoshiteru Kamado Agatsuma (15 años)

Apariencia Física

Un espejo de Zenitsu con el cabello negro.

Personalidad

Introvertido. Ansioso del control y muy estudioso.

Impulsivo y malhablado (Tanjiro está seguro que aprendió groserías de la ciudad)

Es bastante cínico y arrogante, aunque en secreto es muy inseguro de sí mismo.

Habilidades Físicas

Tiene un brazo muy bueno para portar espadas y es sorprendentemente hábil como luchador, al punto que tiene el aprobado de Kanroji, usuaria de la Respiración del Amor, dado que nació con buenos músculos.

Conoce todas las posturas de la Respiración del Rayo y puede ejecutarla seguido sin problema, solo que perdió la practica por dedicarse a estudiar.

Talentos

Es tan meticuloso y exigente que reconoce los mejores materiales de un vistazo.

Diplomático.

Hombre de lógica.

Relaciones interpersonales

Aprecia a su familia y en secreto, los extraña cuando se muda a la gran ciudad.

Se lleva mejor con Sumiyoshi porque ambos comparten el lema de "Soy el hermano mayor y debo darlo todo por mi familia".

Suele pedirle consejos a Kie sobre como socializar o tratar con la gente.

Tiene una buena relación con Zenitsu, aunque a veces le supere la vergüenza y suele decirle cosas hirientes sin querer. Su mayor temor es decepcionarlo.

Respeta a Tanjiro como pilar de la familia y lo admira como el tipo de hombre que desea convertirse.

Metas o Ambiciones

Ser el mejor arquitecto y crear su propia casa con habitaciones que giren, como le contó Tanjiro una vez.

Comprar terrenos para todos sus hermanos y darle una vida de lujo a sus padres cuando estén viejos.

Gustos y Aficiones

Le gustan los moluscos.

Hacer diseños para ingeniería es su pasatiempo.

Disgustos más notables

Las personas con poca voluntad.

Su propio ego y mal habito de decir las cosas, porque es demasiado honesto que llega a ser insensible.

Detesta las uvas y ciruelas.

 

 

¡Qué rumor tan caro!

Desde que salió de casa para estudiar, Yoshiteru busca inconscientemente a su familia en cada objeto que se los recuerda y en consecuencia, ha acumulado mucha chuchería en su habitación, que luego manda como regalos porque no soporta la pena.

Para ser ahorrativo, gasta demasiado cuando piensa en alegrar a su familia.

 

 

Notes:

Hasta aquí, la primera parte.

No estoy segura de continuarlo, porque habrá variaciones entre lo que mi inspiración va y viene.

El motivo de esta ficha es más bien para conocer mejor a los hijos que en este fic son personajes originales y si cabe, obtener ideas para un posible próximo capitulo.

¡Leo sus sugerencias!

Muchas gracias por leer.

Chapter 13: De regalos y otras discordias

Chapter Text

 

— ¡Mira, mira! ¡Yoshiteru nos envió regalos!

— Si se pasó con el envío...— murmura Zenitsu, atónito ante las enormes cajas y bolsas gordas que ve llegar a su casa, cortesía de un cartero bastante fortachón.

— Arg, libros.

— ¡¿Pero si hay juguetes?!

— Creo que esto es ropa... ¿O tela? ¿Será para Kie y sus tejidos?

— ¡Niños! — Zenitsu se alarma, sabiendo que sus traviesos retoños no dejaran pasar la oportunidad para hurgar de más.

— Vaya que son una familia animada...— opino el cartero, impresionado por la habilidad del rubio para ir tras los pequeños, una velocidad de parpadeo, porque al siguiente instante ya tenía dominados a los tres más inquietos.

Esta imagen se volvería rutina cada vez que trajera los presentes del tercer hijo, Yoshiteru Kamado, quien había dejado la casa para dedicarse a estudiar en la gran ciudad. En vez de cartas emotivas, enviaba regalos a sus hermanos para que supieran que todavía los recuerda.

Zenitsu, siempre tan sentimental, sentía la mayor aprensión por la ida de su lindo hijo, pero también adora cada detalle que envía a la familia.

— A ver... Obras de clásicos y papel para dibujar— Zenitsu identifico fácilmente para quienes eran ciertos regalos y los repartió sin dudar— Medias rojas de invierno, ¿en serio, Yorichi?... Sí, juguetes de madera para los pequeños...Ooh, ¡Condimentos! ¿Y latas de conserva? ¡Esto es mucho dinero!

— ¿No es maravilloso? — Kie detuvo el arranque histérico de su padre— Si puede comprar esta cantidad, es porque le ha está yendo bien.

— ¿No se supone que está estudiando y no trabaja? ¿La estará pasando mal en el colegio? ¿Yosh me mintió? ¿No confía en mí?

Kie le dio palmadas en la espalda, mientras el rubio reclamaba a su pequeño trueno.

Justo en ese momento, apareció el patriarca de la familia; Tanjiro Kamado.

— Me pareció raro oler a otra persona cerca, luego vi que era el cartero y.… ¿Qué es esa montaña de cajas?

— ¡Regalos! ¡Regalos! — celebraron los gemelos, llenos de entusiasmo.

— ¿De parte de quién?— Un latido oscuro se filtró en el corazón de Tanjiro, entrecerrando los ojos— Zenitsu...

— ¡Son de tu hijo, por Dios! ¿Qué ese sonido raro?

A veces, Zenitsu cree que su oído supremo ha disminuido su eficacia cuando mira a su marido fresco y sonriente, incluso cuando escucha cuerdas ásperas en su corazón.

— ¿Yoshiteru mandando presentes? Que tierno.

— No digamos eso en voz alta o se avergüenza— dijo Sumiyoshi, conociendo muy bien a su hermano para saber que se esforzó mucho por conseguir regalos para todos y derrochar dinero para enviarlos en la mejor condición. ¿Todo eso para evitar escribir una carta de "Estoy bien, los extraño"? Típico de Yoshiteru.

Tanjiro se juntó con Zenitsu para ver el resto de las cajas todavía selladas. Yoshiteru sí que lo pensó bien al cargar los regalos en el mismo tipo de caja para que su tamaño no hiciera diferencia de las otras y causar alboroto entre los más jóvenes.

La repartición de regalos duro media hora hasta que los brazos del rubio se cansaron y dejo las cajas que sobraban al obediente Sumi y la seria Kie. En eso, se descubrió que al fondo yacía una caja con el nombre de Zenitsu, quien se emocionó hasta las lágrimas.

— ¡Pensó en mí, Tanjiro! ¡Mi hijo pensó en mí!

— Claro que sí, es imposible olvidarte, ¿la abrirás?

— En otro momento, debo cocinar. Aah, ¡Trajo especias! — celebro Zenitsu, que si bien no era amante de lo picante, cuando pasas mucho tiempo en el bosque comienzas a buscar más sabor que solo aceite crudo y carne de animal.

— Me alegro— dijo Tanjiro, sorprendido y alegre.

Pero otra vez, Zenitsu escucha una tonada raspante.

— ¿Qué pasa, Zenitsu? ¿Estás en shock por la consideración de Yoshiteru?

— Eeh... Sí, me alegra que me tenga en su corazón— confiesa, sintiéndose menos dolido por esa salida abrupta de su pequeño al saberse querido de lejos— Deberíamos celebrarlo.

— Que coincidencia que lo digas, traje carne y harina. Haré pan para un par de días.

— ¡Eres el mejor!

En el almuerzo, no faltan voces felices mientras hablan de Yoshiteru y su buen gusto con los regalos. Si la comida sabe un poco salada porque Zenitsu estuvo llorando sobre la olla, nadie menciona nada.

Como todas las tardes, Sumi se dedica a practicar la Danza del Dios del Fuego y los niños deciden acosar a Kie para que les enseñe su regalo.

— No insistan, es su propio regalo y lo abrirá a su tiempo— reprendió Zenitsu, tendiendo la ropa mientras Kie la sacudía.

— A decir verdad, ya lo abrí.

— ¡Que! — gritaron los gemelos y Zenitsu, sintiendo la traición.

— ¿Quieren verlo? — Kie les sonríe, muy astuta— Déjenme sus cajas, quiero hacer decoración con ellas.

— Eso es muy fácil, hermana.

— Sí, te las habríamos dado de todos modos.

— ¿Cuidarán de sus nuevos juguetes cuando no estén guardados y a la intemperie? — Kie señalo los juguetes que sostenían, ya humedecidos por el rocío de las plantas y el lodo— ¿Todavía quieren darme sus cajas?

Acorralados ante esa lógica, los gemelos se miraron entre sí sin saber cómo responder.

Al final, prometieron ser más responsables y ofrecieron sus cajas para probarlo.

— Muy bien, tenemos un trato— Kie aplaudió— Espérenme aquí. Ya vuelvo.

A los minutos, Kie Kamado se presentó usando un moderno vestido fucsia, su tela de muselina ligera y vaporosa la hacían lucir vibrante, más la falda estilo acordeón ajustado en la cintura con cintas blancas, de pecho recatado pero hombros descubiertos. Sus sandalias resaltaban en un negro brillante con cuerdas anudadas. Adicionalmente, traía guantes de gasa que le llegaban hasta el antebrazo. Muy al estilo occidental.

Zenitsu no vio ni un rastro de una humilde muchachita de campo, todo lo contrario, lucia como una doncella de la alta sociedad, lista para entrar en bailes elegantes y buscar marido.

— ¿Yosh eligió todo eso?

— No sabía que tenía buen gusto con la ropa.

Los comentarios de sus hijos despertaron a Zenitsu, seguido de la risa de Kie.

— En mi caja, dejo una nota. Ponía que era mi obsequio adelantando de cumpleaños.

— Pero si faltan dos meses...

— Es lo que significa “Adelantado”, hermano— explico Kie, divertida por las excusas de Yoshiteru, que en el futuro agarraría el gusto de comprar cosas bonitas a alto costo— Según su carta, no compro accesorios porque las niñas deben mantenerse sencillas para no ser vanidosas.

— Te ves hermosa, ni como negarlo— Zenitsu la observa bien y casi no puede creer que haya dado a luz a una criatura tan sublime— Siempre lo eres, pero cuando te luces... Me dejas sin palabras, Kie.

— Gracias.

— ¿Tu hermano escribió algo más?

— Ah, sí— Kie sonríe enigmáticamente— Te lo diré más tarde.

— ¿Por qué dejarlo para después? — Zenitsu se indignó— Con lo bonita que te ves, quisiera que el próximo regalo sea una cámara y-

Escucha un gruñido y voltea, alarmado.

Tanjiro está de pie frente a ellos, con un brazo sosteniendo una cesta con pieles. Huele un poco mal, porque no ha parado de ir y venir desde temprano, y la sangre pegajosa de las pieles despellejadas debe doler a su sensible nariz, pero Zenitsu no puede evitar pensar que hay algo más.

Excepto que toda señal de hostilidad desaparece cuando Tanjiro pone sus ojos en Kie.

— Eres el vivo retrato de tu abuela.

Zenitsu avanza hacia su marido para tomarlo del brazo, sabiendo lo emotivo que se pone cuando recuerda a su trágica familia, tampoco debe ser fácil ver crecer a la pequeña que poco a poco se convierte en la imagen de su madre.

— Lo es, ¿no? La Luna palidece contigo— dice Zenitsu, repitiendo las mismas frases de libros románticos para elogiar la belleza de su hija. Nunca llego a usarlos con las mujeres porque lo abofeteaban a mitad de la frase o directamente lo rechazaban, pero ahora puede decirlo libremente sin pretensiones.

— ...eh, ¿Perla preciosa? — Tanjiro también hizo su intento, queriendo decir algo más que solo "Estás hermosa" para hacer saber su cariño.

— Tanjiro, las perlas preciosas se encuentran en cuevas macabras y a Kie ya la teníamos en casa— le dijo el rubio, conteniéndose una carcajada.

— Así es, padre, si quisiera ser más que una perla preciosa, debería ser pulida— Kie ladeo la cabeza, su cabello negro y lacio contrastaba con los colores del vestido en pleno día— ¿Debería pulirme más?

— Kie, semejantes palabras... Si a tu padre no le da un ataque, yo me desmayo— Zenitsu se aferró al brazo de su marido.

Kie les sonrió dulcemente. — Perdón, era una broma.

De nuevo los niños se metieron en la charla y no faltaron al repetir que su hermana lucia muy coqueta. Sería un momento feliz, de no ser porque Zenitsu todavía oye esa disonancia extraña en sus oídos.

— Tanjiro...— Quiso preguntarle si todo estaba bien, pero noto lo rígido que estaba el moreno y la manera evasiva que sus ojos se entrecerraron de mala manera hacia Kie.

— Acabo de recordar que debo hacer otro encargo— contesto secamente, quitándose del agarre de Zenitsu, quien lo dejo ir con una mirada llena de preocupación— Volveré para cenar, pero pueden empezar sin mí.

— ¿Tanjiro? ¿Por qué estas...?

— El almuerzo de hoy estuvo delicioso. Yo también buscaré especias para este invierno, no quiero que Yoshiteru sea mal visto por contrabando de condimentos.

Zenitsu noto que los pies de su esposo avanzaron más rápido que sus palabras antes de alejarse, en dirección al pueblo.

"Tanjiro, ¿Por qué estás enojado?"

 


 

El asunto sin resolver con su marido lo tiene de los nervios.

Hasta los gemelos notaron su estrés y evitaron hacer travesuras cerca suyo para no molestarlo, quedándose con Sumiyoshi, quien fácilmente les mostró su regalo: Túnicas ceremoniales para la siguiente Danza del Dios del Fuego. Además de una crema para manos que necesitaba con urgencia. El resto se mantuvo neutral durante la cena, mientras Zenitsu se repetía mil preguntas en su mente.

Como era habitual en él, Zenitsu sobrepenso las cosas y proyecto los peores escenarios.

No quiere imaginar que Tanjiro, una vez vio a su hija más joven convertida en una señorita, tenga esas crisis de la edad de la que tanto temen las mujeres casadas.

O peor, que al ver a Kie cayó en cuenta que se acercaba la hora de dejar a los pájaros volar y empezar a acostumbrarse a no ser parte de sus nuevas vidas como adultos. Zenitsu simpatiza con eso, pues el mismo lo ha vivido en carne propia y la sensación de desamparo es detestable.

Odia la idea que Tanjiro se sienta devastado por estar desprendiéndose lentamente de su familia, con lo que le costó conseguir la paz, y pensar que quedarse con Zenitsu de nuevo, solos y sin quehacer, sería una carga. ¡Detestaba esos pensamientos depresivos, pero los entiende!

Una vez que los niños dejen el nido, ¡No quiere que Tanjiro lo mire de menos! ¿Sería honorable quedarse mientras todos los demás se van o sería denigrante permanecer donde no lo miraran? ¿Cómo sería eso? Da pavor imaginarlo.

No se atreve a llorar para no preocupar a nadie, aunque se note a kilómetros que quiere hacerlo.

Sus manos tiemblan por hacer algo, lo que sea.

Es tanta su ansiedad que Kie lo detiene de seguir pinchándose los dedos con las agujas, Zenitsu nunca fue bueno bordando camisas o zurciendo pantalones. La profunda y sabia mirada de su hija le hace sentir a un niño que no puede manejar sus propias emociones, a pesar de ya ser un adulto con más de cinco hijos en su haber.

— Deberías abrir el regalo de Yoshiteru. Te alegrará.

— Necesito hablar con tu padre, no debería abrir regalos mientras él-

— ¿Los dos no están nerviosos ahora?

El rubio traga saliva, vaya que eso es cierto. Él, siendo un manojo de nervios y Tanjiro actuando de un humor extraño... Quien sabe lo que puede pasar.

— Kie, ¿Qué te dejo escrito tu hermano? Cuando lo mencionaste, tu voz sonó-

— ¡Hermanos, por favor, levantan la mesa y laven los platos! Papa me necesita.

— ¡Sí! — Los hermanos Kamado/Agatsuma acceden y Zenitsu se sorprendería de su hermandad, si no fuera porque el mismo los arrollo a ser así de unidos.

— Te lo mostraré.

Kie lo toma de la mano y se lo lleva a la habitación, por supuesto que su padre no puede oponerse, menos ahora que paso la hora de la cena y Tanjiro todavía no ha regresado.

En su recámara matrimonial, Kie desata los seguros de la caja de madera y revela su contenido a Zenitsu, quien pasa a morderse las uñas pensando en el comportamiento esquivo de su marido.

— Que... ¿De verdad?

Kie asiente en silencio, una sonrisa asomándose en sus tiernos y suaves labios.

Adjunto al obsequio, se cuela una nota que dice: "Lo compré en una oferta, pero no pude elegir los colores y luego descubrí que no es de mi medida. Te lo dejo, papá."

Zenitsu se cruzó de brazos, un poco ofendido.

— Sí que grita "segunda mano" con sarcasmo...

— Piénsalo, por favor— Kie coloca la caja en su regazo— ¿Yoshiteru es tan mezquino para no comprar lo que quiere, incluso si le cuesta? ¿Alguna vez ha preferido estos colores, cuando aquí tiño sus ropas para que sean de su gusto? ¿Desde cuándo no reconoce sus propias medidas y las de sus hermanos sí? Tampoco te dejaría nada de "segunda mano" porque sabe que la ropa normal no aguantaría la fricción de tus piernas.

— Estás diciendo...

— Hermano Yoshiteru te tiene muy en cuenta. A ti y a padre.

Kie saca un frasco de su bolsillo, poniéndolo en la caja que Zenitsu tiene ahora en sus manos.

— ¿Y eso, querida?

— Cuando sea el momento oportuno.

Zenitsu sacude la cabeza, un poco abrumado por el inesperado secretismo que guardan estos hermanos, pero lo deja pasar y mira de nuevo hacia el regalo.

Tal vez...a Tanjiro le guste esto.

 


 

Es casi medianoche cuando Tanjiro regresa a la casa, siendo recibido por Sumi que prepara agua cliente para su baño y el ansioso Zenitsu, que le trae de comer.

El Kamado lo besa en la mejilla y le pide disculpas por el atraso, infinitamente dulce y más tranquilo que cuando salió, solo que un poco desganado.

— No encontré las especias que tanto les gustaron.

— ¿Por eso te tardaste? Si el año pasado tu nariz no detecto ninguna ni en dos pueblos— Zenitsu se ríe, recordando esos graciosos momentos.

— Lo confirmé otra vez.

— ¿Qué tan lejos fuiste? — Zenitsu comenzó a espantarse.

— No tan lejos— Tanjiro evito verlo a la cara, como solía hacer cuando no quería hablar de más— Igualmente, vendí las pieles. Todas. Fue un buen negocio.

— ¿Qué dijimos sobre no exagerar con el trabajo? Tanjiro, necesitas un límite.

— Los frutos del trabajo serán para ustedes, de todos modos.

— Eso no significa que tengas que esforzarte de más.

Entendiendo por qué su marido se veía así de cansado, con las botas embarradas y el cabello tocado por mil ventiscas, Zenitsu lo tomo de la mano para darle un apretón reconfortante.

— Me preocupe porque no regresabas, te íbamos a esperar para cenar hasta que Yorichi hizo berrinche.

— Te avisé que podían cenar sin mí.

— Pero te queremos aquí...

— ¿Seguirán queriéndome cuando estén satisfechos?

— ¿Qué?

Zenitsu sintió un déjà vu al recordar la sensación de un rayo cayéndole en la cabeza. Empezó como un punzante y electrizante ardor hasta que le quemo los poros y tiño su cabello azabache a brillante dorado. Era parecido a quemarse, como ser perforado por fuera y sacudido por dentro.

Eso mismo sintió cuando Tanjiro dijo esas palabras y alejo su mano, fríamente indiferente.

— Fue un largo viaje, ¿eh? No quedo ni una piel para vender— Apareció Sumiyoshi, jovial y alegre— Eres genial, padre. Te dejé tres troncos hirviendo para que te relajes en tu baño.

— Gracias, hijo— respondió Tanjiro entre dientes, dejando su plato para retirarse del comedor a paso rápido.

Creyendo que estaba impaciente por bañarse y dormir temprano, a Sumi no le pareció raro que se apresurara, pero al encontrar a Zenitsu con una mirada en blanco y la boca entreabierta se extrañó.

— ¿Estás bien, papá?

Ya había visto esa mirada cuando Yoshiteru decidió buscar suerte en la ciudad y todavía le causa conmoción ver esa expresión de corazón roto en Zenitsu.

— ¡Cómo se atreve!

Zenitsu se pone de pie con una mirada sumamente feroz. Sumi solo lo veía así cuando los demonios amenazaban en la noche.

— Incluso... Incluso si lo entiendo y ya no le gusta vivir conmigo, ¡No dejaré que lo termine así!

— Eeh, ¿Papá, que dices?

— Tú, ve a dormir. Arrópate bien y ponte la crema para los callos en tus manos.

— Pero...

— ¡Ahora!

— ¡Buenas noches!

Estaba por subir las escaleras para cumplir la orden, cuando el rubio paso como relámpago a su lado y la chispeante sensación lo dejo descolocado. Sumiyoshi sabía muy bien que sus padres eran expertos en dos tipos de respiraciones poderosas, pero solía pasarlo por alto cuando Zenitsu apenas usaba sus piernas para nada más que perseguir a sus inquietos hijos.

Al momento que Sumiyoshi pensó que estaba bien seguir adelante, su pie a punto de tocar el siguiente escalón, una nueva ráfaga de dorado apareció ante sus ojos. Apenas pudo vislumbrar el cabello largo y sedoso de su padre por un segundo antes que desapareciera, como parte de una proyección de luces, oyendo la puerta cerrándose de un portazo.

A mitad de la escalera, Sumi se sintió profundamente rebasado por haber sentido un rayo rozándole el brazo.

No fue hasta que su hermana Kie lo encontró que recupero el aliento.

— Papá da miedo.

— Mañana preparemos el desayuno nosotros, ¿sí? No los molestemos.

— Sí— musito Sumi, sin saber que decir luego de tremenda experiencia alucinante— Me pregunto si podría hacer la danza a esa velocidad...

— Primero evita tropezarte con tus propios pies, hermano.

 


 

El baño es extremadamente agradable, el calor es bueno y la disposición del lugar con todo en su sitio otorgan una sensación de pacífica seguridad que sabe que, incluso si estuviera a oscuras, todavía disfrutaría.

Excepto que no tiene cabeza para entregarse completamente a la paz y el ardor en la piel le recuerda su extenuante viaje, hubiera preferido que sea frío para refrescar sus ideas, pero no puede quejarse de la buena voluntad de Sumi, siempre tan atento y trabajador.

Sí, sus hijos se han vuelto competentes y capaces... La pequeña ya no lo busca para dibujar, tampoco su gemelo necesita para conseguir el jarabe que bebe a escondidas de Zenitsu o pedirle que lo encubra cuando al lavar, froto mucho la ropa y se le salieron los botones.

Sumi es autosuficiente y un excelente hermano mayor, Yoshiteru se ha ido a estudiar y Kie está vistiendo de gala.

Es todo un avance, se han desarrollado rápido y debía estar feliz, sentirse contento por ellos pero...

— Si te vas a hundir en la depresión, deja que te acompañe.

— ¡Zenitsu! ¿Por qué estás aquí?

— Mi abuelo me dijo que siguiera adelante, incluso si duele— declara el rubio, apuntando a Tanjiro— ¡Y yo no me voy a rendir contigo!

Zenitsu avanza con pies decididos, sus pisadas son feroces. A Tanjiro le parece que esta por sacar su espada, si la tuviera atada en la cintura, sorprendiéndole la añoranza de ese mismo sentimiento.

Excepto que Zenitsu se detiene a último momento, en medio de la habitación, y resopla de mala gana.

— Termina de bañarte primero.

Será por el sonido que broto en su corazón al ver a Zenitsu en su modo demon slayer, será que es el tatami mojado donde el rubio piso sin ver o porque sería incómodo discutir con Tanjiro en paños menores, que Zenitsu se retira detrás de un panel.

Por las respiraciones profundas que le oye tomar, sabe que está buscando calmarse. Tanjiro se pregunta si lo ha enfadado, porque donde la preocupación o la paranoia superan a Zenitsu, siguen las lágrimas a moco tendido.

Sin embargo esta vez es la ira, puede olerla.

También miedo, aprensión. ¿Un poco de coraje también? ¿Resentimiento?

Confundido y sorprendido, se apresura a salir del baño ya no tan relajante.

Ajustando la bata de baño en un nudo, Tanjiro deja que el agua que gotea le indique a Zenitsu que está esperando del otro lado del biombo, sin embargo, mientras espera huele a otra cosa que no son emociones. ¿Son frutos de primavera? ¿En el baño, de todos los lugares? También olfatea algo distinto en el aire.

Huele al extranjero, a ciudades de luces y calles pavimentadas.

De pronto, Zenitsu sale del panel usando ropa moderna.

Los mocasines brillan de humedad en el vapor del baño, seguido de un pantalón injustamente ajustado de color montaña, plegable en las rodillas, pero apretado en los muslos, de tiro alto remarcado en un cinturón decorativo con tintes amarillos, que retienen los flecos de una camisa formal color crema. La chaqueta que le sigue no es extravagante, excepto por el diseño de dos soles girando, que mirando bien descubrió que se trataba de un doble girasol muy detallado.

El cabello de Zenitsu, que desde hace años es largo y sedoso, está atado en una cola de caballo con las puntas en tirabuzones, detalle que le hace ver más guapo que afeminado.

Esos ojos dorados miran a Tanjiro con timidez hasta que conectan y por un momento piensa que, para ser un hombre usando ropa que parece de otra época, se trata de un ser sobrenatural cuyo objetivo es seducirle con su encanto único.

Y lo logra.

Por unos cortos instantes que se deleita con la vista hasta que un pensamiento azota su mente y abruptamente corta sus miradas.

— Quitate esa ropa— espetó, con dientes apretados que Zenitsu puede oír raspándose entre sí.

— Siempre has sido paciente y generoso— dice Zenitsu, con los ojos vidriosos y temblando como una hoja— Desde el inicio, toleraste muchas cosas. Me toleraste... Por eso, yo prometí que podía aguantar también.

— ¿Qué estás diciendo?

— Hay cosas que no puedo ni voy a tolerar, Tanjiro.

La voz del rubio se endurece, a pesar de la patética imagen de sus ojos vidriosos y los labios fruncidos de coraje.

— Mi hijo me dio esto, pensando en mí. Yo te lo muestro, esperando que te guste, pensando únicamente en ti... Pero si eso no te basta, tú tendrás que aguantarte.

— Tu olor es... Agrio, ¿Por qué? ¿Qué estás pensando para ponerte así?

Aunque a Zenitsu le duela que pregunte o que se le acerque mientras está aguantándose un grito, a la hora que Tanjiro toma sus manos y frota los nudillos juntos, su toque le brinda un consuelo indescriptible.

Tanjiro está genuinamente preocupado y su corazón se agita de dolor mientras lo sostiene.

— "¿Qué pienso?" ¿Tú que haces? Yéndote a pensar a solas y mirando a nuestros hijos como si quisieras reprenderlos de algo...

Cuando finalmente lo dice, Tanjiro reacciona con un mohín y evita sus ojos.

— Así que te diste cuenta.

— ¿Cómo no lo haría? — Ante esa confirmación, Zenitsu se derrumba y separa sus manos, sintiéndose miserable y agobiado— Tú quieres... Realmente piensas...

Si no fuera porque se preparó mentalmente, habría chillado al oír la verdad de los labios de Tanjiro y sus ojos se llenaron rápidamente de lágrimas.

— No he cumplido mi promesa, ¿verdad?

— ¡Entiendo si quieres dejarme, pero lucharé para...!

Zenitsu se congela al interpretar las palabras de Tanjiro, creyendo que escucho mal.

— ¿Pero qué dices? ¿Qué promesa?

— ¿Dejarte? — repite Tanjiro, parpadeando como búho— ¡Imposible! ¿Cómo crees eso?

— Estás dándome señales muy ambiguas...

— ¡Eso es un error!

— Lo escucho en tus latidos.

— Te equivocas, ¡No estoy enojado contigo!

— ¡Así que si estas enojado!

— ¡Conmigo mismo! ¡Nadie más!

— Ya dejaste de ser solo tú, cuando nos casamos y tuvimos familia— puntualizo Zenitsu con altivez, su dedo en el pecho del moreno para remarcar sus palabras.

— Por eso, yo-

— Espera, espera. Dime que estás pensando, explícame lo que sientes porque si tengo que oír tu corazón y me equivoco...

— Nunca te equivocas, solo soy yo... Tengo pensamientos tontos en mente.

— Cuéntamelos.

Sin darse cuenta, usa su voz más dulce para consolarlo y pedirle que se sienten juntos para hablarlo. Cuando Tanjiro busca su mano, sabe que es el momento para dejar ir sus corajes y hacerle sentir su apoyo en un apretón.

— Soy el hermano mayor que lucho por salvar a su hermana y lo logre. Soy un hombre enamorado de Zenitsu Agatsuma. Quería estar a tu lado y lo logre. Soy un padre de familia que lo da todo por sus hijos y... ¿Lo logre hasta ahora? ¿Fue suficiente?

— Has hecho mucho por tu propia cuenta y ganaste todo a pulso, ¿Por qué te oyes desanimado, porque rebajas?

— Cuando vi los regalos de Yoshiteru, me dije; "Oh, está avanzando por su cuenta" y mientras los niños se ponían felices por los regalos, de repente pensé..."Yo también tuve la oportunidad de darles esta felicidad mucho antes" y ahora siento que... Pude hacer más.

— Tanjiro, no quiero discutir contigo sobre si los juguetes son más urgentes que los libros para unos niños en desarrollo. Por favor, no traigamos ese tema a colación de nuevo.

— No es eso— admite Tanjiro, con un deje de vergüenza en la frase— No se trata de lujos o de buenos regalos, es que... Creo que los he limitado, al quedarnos aquí. Las chances que pudieron haber tenido, las aventuras por experimentar y las personas que conocer... ¿Habría sido mejor viajar donde nuestros niños fueran más libres y no acapararlos?

— No digas tonterías, yo seria quien los abrazaría todos los días y no los dejaría ir.

— Zenitsu, cuando vi a Kie tan bella y digna... Pensé que no existiría nadie que la mereciera.

— Eso es lo que diría cualquier padre que ame a sus hijos.

— "¿Y si la quiero mantener pura, como un hada de los sueños, para que nada malo le pase? ¿Para qué nadie le haga daño?", eso pensé... No es un buen pensamiento, porque se supone que los criamos bien y ellos estarán bien, solo que... ¿Qué pasa si hay más de la vida que ellos quieren explorar, pero por nosotros permanecen estancados aquí?

— Tanjiro, no estarás diciendo lo que creo.

— ¡Te prometí que mantendría a nuestra familia a salvo y feliz! Al irse Yoshiteru, me aterra pensar que los demás también se vayan y yo...no puedo protegerlos de eso. Cuidarlos no es lo mismo que reservar sus alegrías para mí, ¿eso en que me convierte? Soy realmente egoísta.

La barbilla de Tanjiro tiembla mientras habla y Zenitsu lo abraza de lado mientras le besa la cicatriz. Para tener un pantalón apretado, logra subir al regazo de su esposo e inclinar ligeramente su eje para balancearse contra él, como si estuvieran en una mecedora.

Así que Tanjiro también padecía el dolor de un nido vació.

Zenitsu se muerde los labios, culpable por haber hecho de menos a este gran hombre cuando creía que todas las lágrimas derramadas eran solo suyas.

— ¿Por qué no me contaste esto antes? Podríamos haber llorado juntos.

— Soy su padre y tu esposo, se supone que yo puedo manejarlo.

— Por todos los cielos, ¿Tu frase motivacional paso de "Soy el hermano mayor" a esto? ¡No tienes que imponerte esas metas! Convertirte en padre, ser mi esposo, son tu decisión. Como lo manejes, que decidas y todo lo que hagas con eso es tu voluntad.

— ¿Incluso si creo que lo mejor es mirarlos por siempre y no dejarlos ir nunca?

— Odiaría ser el único que piensa así.

— Zenitsu— Su voz baja de nivel, aunque ya no está enojado o frustrado, todavía suena lejana— No cumplí mi promesa.

— ¿Cuál de todas?

— Jure que te daría todo, que te mantendría seguro y querido... Pero hoy me reclamaste porque iba a dejarte. Si eres capaz de pensar así de mí, ¿Quiere decir que fracase? ¿No te transmití lo que debía? ¿Fui un esposo descuidado?

— Al contrario. Eres tan perfecto que no me lo creo.

El ojicarmin parpadea ante esas palabras y Zenitsu le sonríe torcido.

— Soy yo quien piensa fuera de lugar, porque a veces creo que cuando todos los niños tomen su propio camino, habré cumplido mi papel y al final me verás como un obstáculo, otro compromiso del que ya no te puedes deshacer. Tengo miedo de ese futuro.

— Eso nunca pasará.

— Sabes cómo mi mente considera los peores escenarios. No pienso lo peor de ti porque crea que eres capaz de lastimarme, Tanjiro. Te entregue mi confianza, todos mis sueños y esperanzas están en ti y tú... Tan valiente y magnifico, lo aceptas todo. Yo soy un peso en tu espalda y si algún día quieres quitarme de encima...

— Eres un peso agradable.

— Oye, no negaste que fuera un gran problema.

— ¿Debía decir algo mejor? — Tanjiro se rascó la mejilla, temiendo un grito furioso o una escena dramática.

— No, me gusta tu sinceridad. Para ti, es fácil decir las cosas porque no eres un desastre.

— Basta, no eres un desastre, eres el esposo que elegí... Soy yo quien te fallo.

— Frontudo estúpido.

Sabe que dolerá, pero de todos modos cruza los dedos y los chasquea frente la cicatriz mientras Tanjiro lo mira fijamente.

— En tus votos, me prometiste que estaría seguro y sería muy querido. Lo soy. Contigo, tengo un refugio y todo lo que me has dado... Soy muy feliz.

— ¿A pesar de todo lo que falta?

— ¿Sigues con eso? Somos lo que hay. ¿Qué importa si estamos estancados o no somos suficiente? Es nuestra felicidad y los niños pueden buscar la suya por sí mismos, cuando quieran salir a buscarla.

— Quieres decir..., ¿Ya cumplimos con lo de ser padres?

— Tienes una cara muy dura para decir eso luego de ponerme más bebes de los que pedí— Zenitsu lo miro con sus cejas pobladas muy fruncidas.

— Me refería a los mayores, pero tienes razón, todavía tenemos a los jóvenes... Aunque si tú quieres más-

— ¡No me harás caer de nuevo!

Debería indignarse hasta gritar, pero en cambio comienza a reírse de tal manera que contagia a Tanjiro.

Más calmados luego de hablar, Zenitsu se dejó envolver con él y permaneció en su pecho como si fuera una almohada.

Todo se solucionó bastante bien.

— Tengo una pregunta más, Zenitsu.

— Ay, no. ¿Tienes otra duda existencial? Me basto con una para dejarme molido.

Zenitsu se retorció en su abrazo, era un poco difícil lograr una buena posición cuando estaba usando ropa a la que no estaba acostumbrado y Tanjiro solo llevaba una bata de baño.

— Quería preguntarte, desde que llegaste pude oler algo... Como frutos silvestres, ¿un perfume?

— ¿Será esto? — Zenitsu saca el pequeño vial que Kie le dejo y se lo enseña a su marido.

Tanjiro parpadea, sin entender de que trata aquel pequeño frasco con aroma primaveral. 

De repente, siente que Zenitsu queda tieso en sus brazos.

— Yosh... ¡Como se te ocurre enviar esto! — En un santiamén, Zenitsu le arrebata el objeto con cara de pánico— ¡Y que su hermana me lo pase!

— ¿Pero qué es, Zenitsu, lo sabes?

— ¡No preguntes!

Más tarde en la noche, Tanjiro busco a su hija más inteligente para desentrañar el misterio porque no pensaba quedarse con la duda.

— Kie, ¿Qué tipo de regalo mando tu hermano para enojar a su papá?

— Fui yo— respondió Kie— Se lo pedí a Yoshiteru para que lo enviara.

Tanjiro se confundió, ¿Qué tipo de regalo haría que Zenitsu se pusiera tan nervioso? No debería ser algo bueno, pero si Kie dice que fue su idea no le veía el problema.

— Así como las especies para condimento, hay cosas que no puedes conseguir en el pueblo.

— Kie, por favor, sé clara, Zenitsu está dando vueltas afuera.

— Es un ungüento.

— ¿Pediste una crema para manos para mí?

— Al contrario, es para los dos.

Como una ecuación matemática, Tanjiro hizo sus cálculos y dio con el resultado con una sonrisa triunfante.

— ¡Zenitsu, ya sé que es!

— ¡Por el jodido Muzan, ¿Tan pronto lo quieres estrenar conmigo?!

— ¿Estrenar qué? — Sumiyoshi apareció, intrigado por los gritos.

— Padre, ¿no te gusta la ropa que lleva puesta? — La astuta hija señalo que Zenitsu seguía vestido con el obsequio de Yoshiteru— Parece compleja, pero es fácil de quitar.

— ¿Lo es? — Tanjiro se animó, eso quería averiguarlo.

Zenitsu palideció, sin saber que era peor: su marido poniéndose cachondo tan temprano o su propia hija entregándolo en bandeja.

— ¿Por qué siento que caí en una trampa? — se preguntó Zenitsu.

Pero eso no importa porque sus gritos fueron bloqueados por el beso ferviente de Tanjiro, que lo levanto y se lo llevo a su recámara.

— ¡Kie, mira lo que provocas! — Sumi estaba muy sorprendido.

— ¿Qué hay de malo? Padre tiene el día libre ahora que vendió todas las pieles.

Sumiyoshi vio a la pareja y a su hermana, pensando que lo que sea que está pasando hará que Zenitsu se niegue a dar la cara por unos días.

— Tú también das miedo, Kie.

 

Chapter 14: Echar raíces

Notes:

¡Felices fiestas a todos!

Chapter Text

 

El viento del oeste es apacible, oír la brisa entre las ramas y aspirar el aroma a naturaleza otorga un sentimiento de nostalgia y tranquilidad.

Más que un alivio de no oler sangre o escuchar gritos de tragedia, siente profunda añoranza por los recuerdos que vienen con cada céfiro.

— Aquí estoy...finalmente.

Zenitsu abre los ojos y la imagen que encuentra frente suyo ya no le causa temor ni ansiedad, solo un apagado dolor en el pecho y un picor en la garganta.

— Perdona por no venir antes. Me hice cargo de oni-digo, Kaigaku, ¡Y finalmente vencimos a Muzan, el gran villano! Así que...me presento ante ti, con una buena noticia. No vine solo para llorar...maduré un poco, ¿sabes?

Dice eso, mientras las lágrimas le arden detrás de sus ojos y parpadea repetidamente para no ponerse en evidencia.

Incluso si fue una jugarreta de su mente, no puede olvidar esas palabras. Lo sincero y genuino que sonaba ese “Eres mi orgullo” cuando lo dio todo y creyó poder reunirse con el abuelo ese día.

No deja de culparse por eso. Se vengo de su injusto suicidio y gano la batalla contra el jefe final, convirtiéndose en un cazador más que capacitado y digno...Si tan solo el abuelo lo hubiera visto, si hubiera permanecido vivo para vivir aunque sea un poco de felicidad. En vez de la amargura con la que se apuñalo por la falta de sus únicos dos discípulos, uno más miserable que el otro.

— También, quiero que sepas que voy a mudarme. Yo finalmente, al fin, conseguí una familia.

Recordó la sonrisa de Nezuko, la felicitación refunfuñante de Inosuke y los buenos deseos de los pilares sobrevivientes. Toda la buena voluntad de la compañía.

La mano de Tanjiro extendida, pidiéndole que le acompañe ahora y para siempre.

— Creo que me gane a alguien, ¿puedes creerlo? …claro que sí. Solo tú no dudabas de mí, lo sé, tu sonido siempre fue esperanzador cuando me oías hablar de mis fantasiosos metas.

Antes y durante las persecuciones constantes, porque se escapaba cada dos por tres, lo recuerda. A pesar de no tener a donde ir, Zenitsu continuaba fugándose de la casa porque sentía que no lo merecía, que tanto trabajo duro y entrenamiento infernal lo iban a volver loco, porque nunca estaría a la altura de la ambición del Pilar del Rayo.

Prefería huir entre gritos de cólera del viejo que oír otro corazón decepcionado por su debilidad.

Por eso, decía cosas tan hirientes como formar una familia lejos de allí y que no volvería. Pero eso quedo en el pasado.

— Veras, no es una chica. ¡Sorpresa! Tampoco es alguien corriente, es un cazador de mi equipo y con una habilidad inhumana como yo,...

Zenitsu se atraganta, ver la lápida con el nombre de su abuelo no le causaba más dolencia que pensar que podría estar escuchándolo, diciéndole que está bien porque ahora podría descansar en paz.

— Te habría gustado, es una dulzura de ser humano.

Rompe su juramento de no llorar cuando el primer sollozo brota de su garganta, el nudo es tan duro que se lo traga varias veces para recuperar el habla.

En su posición de sentado, sus manos se cierran en puños inquietos y sus piernas tiemblan a pesar que estar cruzadas. Dentro de su pecho, hay una congoja que oye con más fuerza que toda la naturaleza que lo rodea.

Tal vez fue mala idea venir en temporada de primavera. Los cultivos de duraznos están floreciendo, cada brisa trae el aroma a cítricos, casi puede sentir las cascaras azucaradas en su boca, recordando las veces que Kaigaku le arrojo frutas podridas a la cara y los buenos días que entre él y el abuelo compartían una tarta cuando las cosas eran más fluidas, exigentes y duras de sobrellevar, sí, pero tranquilas en comparación con todo lo que paso después.

Si Tanjiro estuviera aquí, su nariz estaría llena de esta esencia melocotonera. Aunque le llegase a gustar, sabe que esa nariz no dejara de moverse inquieta por el exceso de olor y se abrumaría, poniendo una cara graciosa. Pensar en eso le hace sonreír.

— Por supuesto, no es la única buena noticia.

Zenitsu coge la caja a su lado y pasa los dedos por encima, temiendo abrir su contenido.

— Con tu permiso, quiero llevarme esto.

Si Jigoro estuviera en espíritu ahora mismo, se habría dado cuenta que está sosteniendo el kimono de cazador que reservo para Kaigaku. Aún evoca lo ingrato y despreciable que fue, la primera vez que se lo ofreció cuando iba a presentarse a la prueba del cazador para ser rechazado a la primera.

— Me gustaría llevar todos tus mejores recuerdos y conservarlos en mí, si pudiera.

Presiona los brazos bajo el envoltorio, negándose a abrirlo por la abundancia de recuerdos que está padeciendo y cree que ya no podrá soportarlo.

— A pesar de todo, tú y Kaigaku eran mi familia y ahora yo...quiero formar una.

Su espalda deja de temblar, forzadamente erguida, para inclinarse hacia adelante y llorar libremente sobre él.

— Y lo haré— Zenitsu se repone y frota su garganta suavemente para recuperar el control vocal— Me voy a casar.

A decir verdad, Tanjiro no se lo ha propuesto pero ha escuchado sus conversaciones no tan discretas con su hermana y colegas para realizar una pequeña fiesta para sorprenderlo. Eran adorables sus tontos intentos porque no se enterará.

Siendo honesto, es probable que ocurra hoy. El sonido de Tanjiro ha sonado ligeramente ansioso últimamente, preocupado y hasta temeroso.

Como si le fuera a rechazar, ni en sueños.

— Si no lo traje para presentártelo, es porque yo tengo mucho que decir primero. Todo lo que no dije antes y lo que entiendo ahora.

Toma respiración lentamente y se regula el pulso a sí mismo, sabiendo que lucía tan patético y debilucho como antaño, se supone que será un hombre casado pronto y además de eso…

— Por favor, ten paz. Este discípulo escribirá sobre ti y todas las posturas que no desarrolle, te daré el reconocimiento que merecías y preservare tu recuerdo...Para que sepas que no criaste a un inútil.

Entre parpadeos de lágrimas, ve la figura del abuelo sonreír como esa vez en la batalla con un fondo más solemne y brillante.

— Yo también... pasare tus enseñanzas a mis hijos— prometió, su mano de espadachín sobándose el vientre— Pronto.

Diciendo eso, siente que un gran peso se esfuma de sus hombros y mira hacia adelante para sobarse los ojos.

Cree ver un rastro de sonrisa del abuelo antes desaparecer en un parpadeo.

Conmocionado y al mismo tiempo profundamente feliz, se echa a llorar.

No tiene idea de cuanto tiempo lleva sentado hasta que sus rodillas rugen de incomodidad y sus ojos se secan, generando enrojecimiento bajo sus ojeras.

De pronto, oye un nuevo sonido en la naturaleza y se pone de pie tan violentamente que casi cae sobre el altar.

Aquel maravilloso sonido está más cerca que nunca y en la confusión de sus ojos lacrimógenos, distingue a Tanjiro Kamado observándolo con seria preocupación.

— Estas tan empapado de lágrimas que me asuste.

— ¿Cómo llegaste hasta aquí? — replica el rubio, con la voz ronca— Te dije…

— Sí, lo dijiste— Tanjiro lo ojeo con una expresión culpable— Pero no iba a dejarte solo en esto. Sé lo difícil que es, regresar donde fuiste feliz y lo perdiste todo.

Zenitsu baja la mirada, apenado. No puede con este sentimentalismo, no ahora que está desbordado de tantas emociones caóticas.

— ¿Cómo supiste donde estaba?

Desde los principios de la compañía de los cazadores, el patrón tramitaba placas conmemorativas en un jardín de difuntos y cada tanto pasea para dar sus respetos. Por ello, pocos sabían que había cazadores muertos que tenían su tumba en un lugar de su elección.

— Nezuko me dijo lo que ibas a hacer e Inosuke me indico el camino— Con apremio, Tanjiro lo tomo de las manos, que se sentían frías y las apretó para darles calor— ¿Por qué no me avisaste?

— Tenia demasiado en la cabeza— Vio el exacto momento que Tanjiro frunció el ceño y con resignación, confeso: — Me has visto ser patético todo el tiempo, pero hoy iba a ser peor. Por eso, quería enfrentarlo por mi cuenta.

— Sí, nunca es fácil— coincidió el pilar del Sol.

Sus manos ya se encontraban calientes, ambos se dieron cuenta, pero Zenitsu no quería rehuir de su calidez, ¡Es culpa de Tanjiro por hacerlo dependiente de su humor!, y lo jalo del brazo para aferrarse a su muñeca y dar vuelta hacia el altar.

— Tanjiro Kamado, mi abuelo Jigoro Kuwajima.

— ¡Ah, sí! ¡Saludos, mucho gusto!

Sus tímidas palabras y esos ademanes nerviosos le causaron gracia a Zenitsu, no solía ver a Tanjiro extremadamente serio por algo tan nimio como presentarse ante un epitafio.

Nota la manera que esa nariz se mueve respingona e incómoda, la sinceridad de las promesas de Tanjiro cuando habla de ellos y su relación, su cursi intento de pedir las bendiciones al viejo Jigoro como si estuviera frente suyo. Finamente, sus gracias.

— Mírenos, junto a mi familia y todos los inocentes caídos. Seremos tan felices como lo permita esta vida que nos dieron.

Incapaz de escuchar más, no solo esas declaraciones sino el corazón lleno de promesas y amor, Zenitsu lo abrazo con toda la fuerza de sus brazos.

Derramo más lágrimas desde sus ojos secos y ardientes, mientras los brazos gentiles y magullados de Tanjiro lo envolvían con suavidad.

— ¿Y eso? — El nieto de Jigoro se soba la nariz chorreante, fijándose que una mano de Tanjiro trae una bolsa de cartón pesada y un poco mojada.

— Eeh, si no te importa…

— ¿Qué es?

Zenitsu duda seriamente que se lo proponga allí mismo, ¡Lo golpearía si se atrevía a hacerlo mientras se ve feo y mientras su abuelo en espíritu los ve!, quedándose petrificado a la hora que Tanjiro extiende la bolsa en medio de ambos y la abre para que vea su contenido.

A Zenitsu se le corta la respiración.

— Yo pensé...que te gustaría llevarte algo que te lo recuerde, cuando decidas...formar tu propio hogar...algún día, sí.

Mira alternativamente a Tanjiro y a la bolsa, que trae nada menos que un montículo de tierra húmeda con semillas en flor de duraznos y melocotones. Están madurando hermosamente, con el tiempo seguro se alzarían como arbustos de frutas.

— Mi, ¿Propio hogar?

— Tuyo— rectifica Tanjiro pero algo en su expresión se ilumina al ver a Zenitsu a los ojos y en un arranque de impulsividad, propone: — Nuestro, si estás de acuerdo.

Es una declaración torpe pero tierna, la cara de Tanjiro es un poema, al igual que esos latidos esperanzados que lo dejan absorto de dicha.

— Frentudo tonto, ¡Mi hogar eres tú! Donde sea.

Cualquier duda o incertidumbre se desvanece del sonido y la cara de Tanjiro como el golpe de un ventarrón, mientras los aretes de hanafuda se mecen violentamente y esa sonrisa vertiginosa, tan propia de un Kamado, enamora a Zenitsu una vez más.

— No te puedo ocultar nada, ¿verdad?

— Aah, eres demasiado emocional— Zenitsu se cruza de brazos, cerrando un ojo como si lo estuviera regañando y no muriéndose por lanzarse a sus brazos de nuevo— Tu sonido grita tus intensiones.

— Supongo que es cierto— admite Tanjiro, con un deje de vergüenza— Pero tú también, te aprovechas de lo que sabes y juegas a las adivinanzas conmigo.

— ¿Adivinanzas? — Zenitsu dejo su postura para mirarlo ladeado, pero Tanjiro lo toma lo toma de la mano para llevarlo a la sombra, pues el sol abrumaba sus ojos todavía en tratamiento.

— Tu olor es más dulce, ¿es porque lo sabias?

Zenitsu se detiene abruptamente y lo mira con ojos muy abiertos.

— De alguna forma, se me hace conocido. Es un olor... ¿a calidez, ternura? Creo que solía tenerlo mi madre, quisiera recordar cuando.

Zenitsu no puede creer que vaya a tener un esposo tan perfecto para tantas cosas, pero despistado para otras.

Aunque no es su culpa que no se lo diga antes de la proposición y la boda, ¡Se casara tradicionalmente y sin chismes de escándalo!

— Me siento más feliz ahora.

Echa una mirada a la lápida ceremonial, dedicándole un adiós hasta la próxima temporada. Sin duda, traerá a su futuro hijo aquí para disfrutar de los melocotoneros como el solía hacer en su juventud.

— Tanjiro, fingiré sorpresa en la fiesta de hoy pero hazlo rápido para que nuestros amigos no lo noten.

— ¡Me descubriste muy pronto! Además, ¿Cómo podría detener o disimular mi propia felicidad? Es muy difícil mientras estas a mi lado.

— ¡No digas esas cosas desvergonzadas en mi vieja casa! No seas irrespetuoso.

— ¿Por qué seria irrespetuoso ser feliz?

— Dios, tu boca floja. Me casare con un sinvergüenza.

— ¡Entonces aceptas! ¡Vamos a la finca a celebrarlo!

— ¡Oye, no! ¡Quiero mi pedida de mano cursi y melodramática!

¿Tan difícil era cumplir su sueño de niño, con este bruto?

— ¡De acuerdo! — exclamo Tanjiro, cero estrés y total disposición— Dime como lo quieres, pero no con muchas palabras porque podría olvidarlas.

— ¡Tonto! Debes ser natural, ¿para ser padre no serias espontaneo?

Al darse cuenta de lo que acababa de decir, Zenitsu se tapa la boca con ambas manos pero es inútil. Tanjiro lo escucho perfectamente, fuerte y claro, mirándolo con gran asombro.

— T-tú, ¡¿También quieres tener hijos?!— Los ojos granates de Tanjiro brillan como el sol, emocionados al infinito— Pensé que sería muy pronto para pedirlo…

La sencillez y timidez de Tanjiro al confesar sus deseos deja en jaque al rubio.

— ¡Arg, eres demasiado intenso! ¡Y tu corazón es muy estridente, aléjate, aléjate!

Atacado por ese sonido terriblemente poderoso, se tapa los oídos y corre para volver a la finca y terminar de una buena vez con este drama.

Menudo esposo va a tener, ¿y qué tipo de padre tonto le toco a su hijo? ¡Este Tanjiro, que inconsciente!

 

 

Chapter 15: Destiempo

Chapter Text

 

― Tanjiro, recuerda llevar abrigos para los pequeños.

― Sí, eeh, ¿Por qué tanto equipaje para una simple salida de compras?

― Serás tonto, ¡Una compra de chicas es un complejísimo arte! Además, las carteras que Yoshiteru mando el verano pasado con preciosas, ¿Por qué no presumirlas?

― Están vacías, cariño.

― ¡Para cargar las compras, obvio! ― reclamo Zenitsu, muy en su humor.

Estaba demasiado feliz, ¡Todos sus hijos, mayores y menores, están en casa! Por mucho que quisiera abrazarlos por horas, llorar de dicha y hablar de todo, debían hacer las compras ahora que la familia estaba reunida. Por mucho espacio que hubiera, todavía faltaban algunos útiles en el hogar.

― Quisiera usar la cesta de siempre, papa― dijo Zenko, aferrándose a una cesta hecha de tallos de flor de damasco― La hicimos juntos y me gusta.

A Zenitsu casi le salen las lagrimas porque su pequeña apreciara ese intento de bolso, otra pésima prueba de que Zenitsu no era bueno para bordar y zurcir cosas. Solo lo hizo para no sobrecargar a Kie de trabajo.

― Sí, sí, lo que quieras llevar.

― ¿Y la grasa para zapatos, Sumi? ¿Dónde esta?― reclamo Yoshiteru, refunfuñando.

― En la mesada, junto al baúl de artículos para vender.

― Esto se parece a la muñeca de Sumire, envuelto en el mantel para días de fiesta. ¿Qué no vendes de esta casa? ¿El dinero que les mando no es suficiente?

― Nunca pondría a la venta tus increíbles regalos, Yosh― respondió Sumiyohi, tranquilo― Sobre el dinero en tus cartas, papa se encarga de eso.

― Sí, tuvimos que comprar otro mueble― Zenitsu señalo el nuevo placar para las señoritas de sus hijas.

― Mientras lo usen en algo útil― Yoshiteru se calmó, secretamente satisfecho porque usen lo que les da para su gusto― Por cierto, ¿Cómo va el negocio de pieles y carbón, padre? Si va lento, conozco a alguien que vende sal de excelente calidad para revender en el pueblo.

― Eso suena interesante, pero no tengo planeado unirme a otro mercado a estas alturas― dijo Tanjiro, agradecido. No ha envejecido al punto que no puede mover kilos de pieles muertas para desollar, en realidad posee mas fuerza y vitalidad que su propio padre cuando tenia su edad.

― Sí, no le alientes ideas de negocio al tradicionalista de los Kamado― dijo Zenitsu, comprobando la calidad de las bolsas y repartiendo a cada quien la suya― Nos ha ido bien, puedes estar tranquilo.

― Solo decía― espetó Yoshiteru, un poco tocado porque solo quería ayudar, no ofender el orgullo de nadie― Pueden contarme…si tienen líos o necesitan cualquier cosa, ¿saben?

― Hablas como el hermano mayor― Kie lo puso en evidencia, haciéndolo enrojecer.

― Me alegra que tengamos la misma meta. Pero en serio, ¿Cómo estudias tanto y aun así nos mandas esos regalos caros?

Yoshiteru entrecerró los ojos ante la indiscreta pregunta de su hermano mayor, negándose a contestar con un obvio sonrojo de pena mientras Sumiyoshi insistía que no se esfuerce demasiado.

― Hermano, ¡Nosotros tejimos un bolso para ti!

― Oh― Yoshiteru se impresiono porque los gemelos le dieran una tira de tela, bastante remendada y con muchos bolsillos de diferente tamaño. Las miradas expectantes de sus pequeños hermanos lo hicieron sonreír― Justo lo que necesitaba para llevar mis apuntes.

Mientras los gemelos celebraran que su regalo fue aceptado, Kie escucho a su padre susurrando en secreto con el rubio.

― Solo por si acaso, nunca se sabe.

― Tanjiro, por Dios, ya no hay demonios. Si los hubiera, serian pocos y no creo que aparezcan en la capital de todos los lugares.

― Todavía quiero llevar nuestras espadas― replico el Kamado, terco como una mula.

Zenitsu lo miró fijamente, esperando que su expresión fastidiada lo convenciera de lo contrario pero no funciono. Al final, suspiro derrotado.

― Bien, vamos por ellas. ¡Niños, un pequeño receso y volvemos!

De mala gana, Zenitsu subió con su esposo hacia su habitación para buscar las espadas, escondidas en el fondo de un armario. Antes las tenían debajo de la cama o colgadas a fácil acceso, pero con menores de edad al acecho acabaron por ubicarlas en el lugar más complicado.

Ciertamente ya no habían demonios de los que preocuparse, pero tener esas armas les brindaba una sensación de defensa. Aunque el nuevo patrón les dio la oportunidad de entregarlas, decidieron quedárselas, así como los uniformes.

Tanjiro observa con melancolía el cofre con su espada, junto su haori verde a cuadros y algunos recuerdos de compañeros caídos que todavía conservaba.

Por supuesto, Zenitsu tenía el suyo propio. Su haori de dorado daba la idea que seguía vibrante de energía, como si chispeara de electricidad, alrededor de la funda de aquella espada que nunca se rompió desde su primer día como cazador.

― Somos tan viejos…

― Sigues viéndote joven para mí.

― Halagador vacío, ¿Qué quedo de bueno de esos tiempos? ― Zenitsu evita a toda costa tocar el amuleto de su hermano difunto, que se guardaba con un vago sentimiento de resentimiento y culpa― Supongo que es la belleza del tiempo.

Tanjiro lo abrazo de costado por detrás para darle consuelo.

― Esta vida es más bella y satisfactoria que la que esperaba tener.

― Uuh, tú esperabas morir como un mártir.

― Me alegro que no acabara así para tener este tiempo contigo. Con nuestra familia.

― Quieres protegerlos a toda costa, ¿eh?

En ese momento Zenitsu entendió porque insistía con las espadas y sonrió por eso. Con todos sus hijos en casa, Tanjiro estaba receloso por no perder nada.

― Si eso es lo que realmente quieres, deja de pensar en el pasado.

― ¿Y olvidar como me enamore de ti? Jamás.

― Te dieron muchos golpes y has visto mas demonios que yo, que tu concepto sobre las cosas esta atrofiado― Zenitsu le paso una mano por el rostro, sus dedos rozando la remarcada cicatriz que no deja de adorar― Por eso sigues pensando que todavía queda encanto en mí.

― ¿Y tú?

Zenitsu se sorprende, no esperaba esa pregunta trampa.

― No veo nada más que a mi esposo― Se endereza para alcanzar su oreja, susurrando todas las virtudes que le ve― Dedicado, trabajador. Extremadamente amable, un poco ingenuo, ayudas incansablemente a la gente necesitada y todo te importa…

― Tú también. Sigues siendo ese chico valiente, dispuesto a todo para cuidar a otros…incluso si no los entiendes― Tanjiro evoca esa vez que vio a Zenitsu golpeado y llorando, aferrándose a la caja donde Nezuko estaba escondida porque, aunque supiera que se trataba de un demonio, de todos modos la protegió― Aunque sepas que podría lastimarte.

― Era el eslabón mas débil de los pilares. Siempre me quedaba atrás.

― Porque eras demasiado poderoso si te ponías serio.

― Por favor, el entrenamiento con los pilares fue un ciclo de tortura que dejo claro que me lo gane por suerte. Solo tú crees que soy digno de ser el Pilar del Rayo.

― Aún lo creo. ¿Y tú, que piensas? ¿Fui un digno pilar?

― Una gran frente dura que no puede quedarse quieta.

― Oye― Tanjiro no se molesto por la broma, pero le siguió el juego― Tu eras el destello que todo el tiempo quería atrapar.

Zenitsu tiro sutilmente de su oreja y lo beso.

Fue apenas un golpecito de labios, pero se sintió como si una ola de anhelo lo golpeara y Tanjiro lo sujeto de la cintura. Los aretes hanafuda tintinean entre los dedos traviesos de Zenitsu, tirando de ellos para acercar más a su esposo y besarlo de nuevo.

Sus labios comparten un aliento tembloroso, mientras las manos ásperas del ex cazador aprietan los costados del rubio hasta hundir los dedos en los huesos de las caderas. Sentados como están en el suelo, solo las piernas de Zenitsu reconocen la rigidez del suelo antes de ser volteados en un repentino movimiento.

Las cajas seguían abiertas, aunque ya sacaron tanto la espada como la ropa de antaño y es precisamente sobre estas últimas donde Tanjiro inclina a Zenitsu. El Kamado extiende los uniformes en el suelo, acomodando a Zenitsu en medio mientras aspiraba gustosamente por el olor inconfundible de melocotones frescos en flor, contemplando a Zenitsu entre colores de amarillo brillante y verde oscuro.

Medio recostado sobre sus propios ropajes, Zenitsu se sintió ridículo hasta que escucho la respiración excitada de Tanjiro mientras lo tocaba como solo el sabe. ¿Cómo hacia para tocarlo con la misma pasión que entonces, como si nada hubiera cambiado y no hubieran vivido mil noches así, amándose en cada rincón de esa casa y con media docena de hijos para demostrarlo? Debería ser difícil encontrarle algo atractivo, pero en la amargura de Zenitsu el optimismo de Tanjiro es más fuerte y le gana siempre.

Tampoco podía negar que Tanjiro seguía siendo un hombre extremadamente guapo. Aunque fuera su esposo, todavía se le aceleraba el corazón cuando le veía hacer gestos lindos o le sonreía con galantería durante sus charlas.

Lo hacia sentir joven, como si nada hubiera terminado y los cambios fueran mejoras.

― Eres demasiado― dijo el rubio, para extrañeza del otro― Me hiciste cambiar mis planes de vida y convenciste de tantas cosas locas.

― ¿No te gusto?

― ¡Sigues buscando halagos cuando yo debo ser el elogiado!

― Sí, porque Zenitsu es una persona valiente con una gran belleza, noble de corazón y un alma bondadosa…

― ¡Tú tienes un alma demasiado pura, pero para estas cosas eres astuto!

― ¿Por qué me detienes de halagar a mi esposo?

― No te detengo, sigue.

Prefiere que no lo haga, esta sonrojado hasta las orejas y mejor que se calle ante que comience a llorar de la emoción.

― ¿Seguro? ― Claramente Tanjiro sabia sobre esa pequeña debilidad, usándola como ventaja mientras se recostaba a su lado, peinándole el cabello con adoración― Podría decirte lo mucho que me gusta tu cabello largo por un buen rato.

Zenitsu se muerde los labios, en realidad se dejo crecer el cabello al oír un latido amoroso de Tanjiro al verlo caer a la altura de sus hombros.

― No lo hagas, no hay tiempo.

― ¿Entonces de que hablo? ¿Cómo te halago?

― Tu sonido es suficiente.

Tanjiro gira un mechón de pelo dorado entre sus dedos para luego besar las puntas, inclinándose para comprobar una vez más la suavidad de la larga melena.

― Tu olor me dice muchas cosas.

A lo largo de los años y criando niños frenéticos, la nariz de Tanjiro ha perdido cierta potencia. Nadie espera que mantenga su grandiosa habilidad luego de décadas viviendo en inviernos fuertes, veranos muy calurosos con todo tipo de aromas y para colmo, cambio de pañales.

A Tanjiro dejo de importarle la eficacia de su nariz desde la tarde que descubrió a Kie estaba convirtiéndose en mujer, lavando paños ensangrentados. Casi entra en pánico mientras Zenitsu, más conocedor en materias de mujeres que él, lo tranquilizo y sugirió que no estuviera atento a cada aroma nuevo para no volverse loco.

Solo en contadas ocasiones, aspira profundamente e identifica los aromas.

Como hoy, que sabe que Zenitsu está ansioso y desea que lo toquen, aunque eso era evidente cuando podía verlo en esos ojos reflejándolo vehementemente, estirando las piernas como si quisiera acomodarse cuando en realidad quiere separar los muslos y atrapar a Tanjiro como tiene la costumbre de hacer.

― Zenitsu, tu olor es puro en tu sentimiento.

― Tu sonido― Zenitsu lo toma de ambos brazos y mira con una expresión tímida― Es tan maravilloso y hermoso…No ha cambiado nada y es por mí.

― Nunca lo dudes.

― Que sea para mi por siempre, es todo lo que pido.

Frente a esa suplica, ridícula de por si, Tanjiro tomo su boca en un arrebato.

Abrazos en el suelo sobre sus viejos vestiduras y compartiendo otro de mil momentos para recordar, fueron atrapados una vez más por el golpe del amor.

Tirando de las prendas que llevaban hasta desnudarse y dar vueltas sobre el otro sin parar de besarse sin aliento, fue como repetir viejos tiempos donde cada segundo contaba y el contacto físico nunca dejaba de ser suficiente.

A la hora que un pezón de Zenitsu fue mordido y la entrepierna de Tanjiro toco el centro de las pasiones, el tiempo ya no significo nada.

Mas abajo, en la sala todavía en espera, los tres hermanos mayores echaron un suspiro al mismo tiempo.

― Otra vez se van a tardar― se quejó Yorichi. Estuvo dormido durante la repartición de bolsas hasta que lo despertaron para salir y ahora resulta que no hay salida.

― ¿Alguien quiere té? ― ofreció Kie, yendo a la cocina a preparar refrigerios.

― Eso me recuerda que traje caramelos, esperaba repartirlos más tarde pero en vista que no saldremos…― comento Yoshiteru, un poco fastidiado porque la calentura de sus padres le cambiaran los planes― Mejor comerlos ahora.

― ¿Trajiste del sabor que se hizo popular? ¿Chocolate? Si no es molestia...

― Sí, traje chocolate, Sumi, hay suficiente para todos. Si no, mandare más por correo.

― Eres muy generoso― dijo Sumiyoshi a propósito para ver a su hermano chasquear la lengua, siempre tímido ante los halagos.

― Hermano Yosh, ¿me indicas de nuevo como triturar esos granos de café que trajiste?

― Yo lo hago, Kie― Yoshiteru se levantó de inmediato― Tus manos son un tesoro, no hagas mucha fuerza.

― ¿Cuándo saldremos de compras? ― preguntaron los gemelos, sin entender porque la demora.

― ¿Para que ir de compras? Cuando nuestro hermano citadino tiene mucho que contarnos de la gran ciudad, ¿no, Yosh?

― No me lo eches todo a mí, Sumi.

Kie sonríe ante el acuerdo tácito de sus hermanos.

Los hijos mayores están acostumbrados a hacer la vista gorda cuando sus padres se ponen cariñosos.

La primera vez que Yoshiteru Kamado vio a sus padres hambrientos el uno del otro, todavía sin saber que pasaba, pero recordándolo como una rareza, fue en el patio de la casa.

A sus ocho años, vio a Zenitsu forcejear con su marido entre risas hasta que de repente fue empujado hacia el único lugar con barro en el lugar, después de todo había llovido días antes y un pequeño pozo había acumulado agua y tierra, empapando a Zenitsu.

Como si intentara ensuciarlo más, Tanjiro se aventó sobre el y Zenitsu se quejó a los gritos como siempre, hasta que su padre lo callo con un beso apasionado.

No tenia idea de lo que suponía que estaban haciendo, frotándose la ropa contra el otro y devorándose la boca con ansia, Yoshiteru solo esperaba que salieran de esa mugre para empezar a cocinar.

Pero paso el tiempo y Yoshiteru se aburrió, yéndose a recoger más verduras. Con Sumiyoshi eran niños responsables, así que no fue extraño que buscaran a los adultos para encender el fuego y los encontraron en el último lugar donde Yoshiteru los vio.

Seguían allí, mas sucios que antes y con el cabello revuelto, reclinados sobre el pozo de agua y respirando por la boca como si estuvieran enfermos.

Yoshiteru se preocupó en seguida, pero la mano de Sumiyoshi lo paro.

― ¡N-niños! Nosotros, eeh― Los ojos de Zenitsu se desencajaron del horror― ¡Vamos a lavar la ropa sucia! Solo, uuh, un momento.

― Podemos recoger la ropa mientras se cambian― ofreció Yoshiteru, creyendo que el pánico de Zenitsu era porque su padre lo ensucio por estar jugando en el barro sin sentido y todos saben que a Zenitsu no le gusta andar sucio.

― ¡No, no hace falta! Ya lo hacemos nosotros.

― Sí, todavía nos falta para ensuciarnos.

― ¡Tanjiro, cierra la boca!

En ese momento, lo más sorprendente para Yoshiteru fue que Zenitsu estaba por decir una maldición, no el como sonó agitado y claramente agitado con la cara roja, ojos vidriosos y la boca torcida en una mueca bastante rara.

Como un niño que ama a su papa, Yoshiteru quiso correr y ver si estaba bien, cuidarlo como tantas veces hizo Zenitsu por él, pero Sumi lo detuvo otra vez y Tanjiro movió repentinamente al rubio de lado, dándoles la espalda. Yoshiteru no vio que paso o si algo cambio, solo sabía que esto era muy extraño.

― Supongo que comeremos ensalada hoy― comento Sumi, y Yoshiteru no entendió porque lo decía.

Se entero una hora después, cuando el hambre hacia gruñir su estómago y sus padres recién parecieron, Zenitsu demasiado avergonzado para verlos a los ojos y Tanjiro con una marca de bofeteada en la cara, pero muy sonriente.

Al final, si comieron ensalada porque nadie se atrevió a hacer fuego para preparar nada más. Aunque era considerado “muy pequeño” para que le enseñaran a manipular el fuego con carbón, Sumiyoshi sonaba bastaste casual cuando le explico a Yoshiteru que sus padres a veces jugaban así, advirtiéndole que lo mejor era dejarlos divertirse.

Años después, Yoshiteru se sintió supremamente consternado al enterarse de la verdad.

Indispuesto a quedarse solo con ese peso, todavía sintiendo el choque de la realidad con sus inocentes recuerdos de infancia, quiso reclamarle a Sumiyoshi.

No fue su mejor idea, lo reconoce ahora.

Se arrepiente hasta el día de hoy.

Sumiyoshi experimento algo peor que solo “ver a sus padres revolcándose en el barro” y como era un hermano que comparte todo, le contó sobre el primer shock que vivió con sus progenitores.

Sucedió en una noche durante la entrada de la primavera.

A Sumiyoshi le fascinaba explorar, por lo que solía salir a los bosques a buscar suerte. Entonces, no sabía cómo hacia Tanjiro para encontrarlo cada vez, lo consideraba un desafío muy divertido esconderse de él, pero si no era la nariz del bordeo, era el Pilar del Rayo quien aparecía repentinamente suplicándole que ya no se perdiera en el monte.

Uno de esos días, Sumiyoshi fue reprendido por explorar más tiempo del permitido y acepto su culpa. No salió ese día, lo que le costo la emoción en la noche, quedándose despierto.

Porque estaba muy inquieto, decidió bajar a la cocina para hacer algo, moverse o lo que sea, pero en el camino escucho el gemido de su papa.

― J-joder, vas muy profundo...― Sonaba lastimero, sin aliento detrás de las paredes― ¡No te pongas más duro!

Sumiyoshi quedo perplejo. ¿Zenitsu maldiciendo? ¿Por qué sonaba agitado, estaría enfermo? Si Tanjiro esta con él, ¿Por qué lo trataría duro? Escucha sonidos bruscos y mucho movimiento que no puede identificar, pero sabe que ese ruido es entre sus padres.

¿Acaso esta golpeando a Zenitsu? No, imposible. Su padre no sería capaz. Ellos no eran así.

Pero ese sonido caótico continuo, dejando a Sumiyoshi sin saber que hacer. Era apenas una criatura consciente de sí mismo y su dulce hermana Kie había nacido hacia tres meses, lo que sea que estuvieran haciendo sus padres lo ponía muy nervioso.

Al final, decidió quedarse por si escuchaba a Zenitsu pedir ayuda. No paso eso, pero si escucho palabras muy sonantes que no entendía del todo. Decidió memorizar algunas para confrontar a Tanjiro después.

Sea el hombre que le dio la vida o no, Sumiyoshi tenía una idea muy poderosa sobre proteger a todos los que le importan. Con el nacimiento de Kie, se afianzo este sentimiento como alguna vez fue para Tanjiro “el deber de un hermano mayor” y estaba dispuesto a todo.

Cuando el ruido ceso, Sumiyoshi se escabullo a la cuna de su hermana para cuidarla toda la noche…No se equivoco en amparar su tierno sueño, porque volvió a escuchar las paredes temblar y a Zenitsu decir cosas raras con la voz cada vez más jadeante.

Esa noche, Sumiyoshi sintió mucho miedo por lo desconocido.

En la hora del alba, Sumiyoshi ya tenía a su hermana Kie en brazos con un bolsón para escapar, gritándole a Tanjiro que no se acerque y a Zenitsu que tomara sus cosas para irse lejos.

Fue una noche traumática para todos.

De regreso a la actualidad, los tres hermanos mayores no pueden evitar pensar por lo que tendrán que pasar sus queridos hermanos menores frente al horror de saber cuan cursis eran sus padres en realidad.

Como descubrirán el verdadero origen de cada nuevo hermano y si acaso sus padres, algún día, tendrán la decencia de hacer sus cosas a puerta cerrada cuando estén en la casa.

Pero Kie lo sabe mejor.

― Habrá que estar al pendiente, me preocupa si Yorichi no lo entiende y hace muchas preguntas…

Yoshiteru estuvo de de acuerdo, mientras Sumi simplemente bebió de un té caliente.

A ambos hermanos los asalto una duda al mismo tiempo y miraron a la hermosa Kie con inquietud.

Ella les sonrió, muy dulce y simpática.

― Me entere cuando padre dijo “Este el mejor lugar para criar” mientras frotaba el vientre de papa― confeso, muy casual― Debajo de la mesa.

Yosh no quiso preguntar más y Sumi se quedo callado para no pedir detalles.

Pero la astuta de Kie era demasiado para ellos.

― Tenia nueve años.

Era chocante ver a los clones de Zenitsu y Tanjiro haciendo muecas de consternación, uno gimiendo de coraje mientras se golpeaba la cabeza contra la mesa y el otro yendo a ahogarse en el lavamanos para borrar esa información de su mente.

Se pregunto cómo se comportarían cuando tuvieran pareja…

 

 

Chapter 16: Por más días ordinarios

Chapter Text

 

Desde que despertó esta mañana, Zenitsu siente que se esta perdiendo de algo.

Para empezar, su esposo Tanjiro lo saludo muy afectuosamente. Su sonrisa eclipsaba el mismo sol al inclinar la cabeza, besando su frente justo en el nacimiento del cabello antes de pedirle gentilmente que bajaran a desayunar.

En la mesa, Zenitsu no supo si asombrarse o espantarse porque el desayuno habitualmente ruidoso (Tienen cinco hijos, es inevitable un poco de desastre) fuera apaciblemente bueno. Casi silencioso, sin nadie que hable muy fuerte o incluso respirar de forma ruidosa, ¡Hasta Yorichi estaba calmo en su asiento! Comiendo de las delicias preparadas por su hermana sin quejarse del verde en su plato.

No era raro que su voluntariosa hija hiciera de comer, pero hoy sí que se pasó. Hay tanta abundancia en la mesa que apenas cabe un vaso más y casualmente ve a Sumiyoshi terminar de limpiar la casa como si ese fuera su trabajo cuando todos se reparten las tareas domésticas.

— Zenitsu, la ensalada es muy colorida hoy.

— ¿Eh?— El rubio coge el plato que su esposo le extiende— ¿Otra vez hicieron mezcla de verduras y la remolacha mancho-?

Se queda sin palabras al mirar mejor el plato; un círculo grandioso compuesto de girasoles, entre pétalos amarillos y blancos, en cuyo centro descansaba una elegante flauta color plata.

De repente, le vino a la cabeza la vez que bromeo con Tanjiro sobre tararear canciones que nunca terminaba porque perdía el ritmo en el caos hogareño, imaginándose acompañar las sonatas que oía por el pueblo.

Al mirar a Tanjiro en busca de respuestas, solo encontró su cálida, amorosa y hermosa sonrisa.

Sus hijos mayores se pusieron de pie mientras los pequeños empezaron a aplaudir de la nada.

— ¡Feliz aniversario!

El ánimo del comedor era arrollador, las felicitaciones y halagos de sus hijos podían hacerlo llorar a mares... Sino fuera por el aterrador pensamiento que lo dejo paralizado en su silla.

Como no, Tanjiro pudo ver su expresión de miedo mucho antes de olerlo.

— ¿Zenitsu?

— E-es una gran sorpresa, esto... Gracias.

— No te asustes porque sea caro. He ahorrado por un tiempo para poder dártelo hoy. Te mereces un poco de música para ti mismo.

Tanjiro, bendito y maldito seas.

Lo ama con un golpe de calor que le enciende las mejillas y sacude su corazón, pero al mismo tiempo lo detestaba por esa facilidad tan natural para dejarlo sin defensas.

Tanjiro ahorro, él lo planeo para hoy, coludido con sus hijos, pensó en Zenitsu desde esa broma…

— Papá, ¿por qué te callas?— Sumiyoshi, el clon de su marido en versión más joven, fue más contundente— Actúas como si no lo esperaras, es su aniversario.

— Sí... Lo es, ¿no?

— Ni que lo hayas olvidado, ¿verdad?— Zenitsu se lamentó de sí mismo al chillar entre dientes, mordiéndose los labios en una expresión tan culpable que hasta Sumi pudo notarlo— ¿No lo sabías?

De pronto, los aplausos cesan y las miradas alegres pasan a convertirse en muecas asombradas.

Zenitsu quiere hundirse en la silla y cavar hasta morir.

No se atreve a mirar a su esposo por la profunda vergüenza, pero todavía puede oír los latidos del corazón de Tanjiro deteniéndose durante un segundo de consternación, un minúsculo y brevísimo instante que el ex Pilar del Trueno siente como una patada en su estomago.

Hoy es su aniversario y lo olvido como un ingrato.

— Oh.

Todo lo que dice Tanjiro es suave como una melodía, pero su corazón retorna con el mismo sonido que ha amado durante años y que acaba de menospreciar por olvidadizo.

— Eso lo hace una sorpresa mejor. ¡Ahora si te sorprendí!

El rubio siente puñales en la espalda, fría como témpano. Desgracia para el que su audición haya desmejorado con los años, porque así podía anticiparse a las sorpresas que Tanjiro solía planear. Como el hombre era muy atento, extraordinariamente generoso y no sabía mentir, le resultaba muy difícil esconderle algo a su familia, menos a su pareja, si es que tenía intenciones de mantener secretos.

Que haya logrado sorprender a Zenitsu es un logro inesperado, ¡Pero no se supone que tuviera que ser así! No con sus hijos mirando y Zenitsu sintiéndose de lo peor por haber olvidado una fecha así de especial. ¿No se supone que entre los dos, Zenitsu era el más romántico? ¿Qué tipo de compañero era si su marido lo superaba en esta?

— ¡Eso es genial!— Sumiyoshi fue al rescate— Si papá no lo sospechaba, la siguiente sorpresa será mucho mejor.

— ¿Qué?— Zenitsu se sobresalto, girando su cabeza hacia su primogénito con tanta fuerza que le dolió el cuello— ¿Hay más?

— Pues claro.

Sumiyoshi se animó, dedicándole una mirada a su otro padre que Zenitsu pensó iba a ser de cómplices, pero Tanjiro estaba tan perdido como él.

— Como el hermano Yoshiteru sigue en la escuela, les envió esto con el cuervo.

Zenitsu no sabe como el alma se le eleva a la boca para salir y luego se le cae a los pies, observando los planos de papel en medio de la mesa. Un papel que no es pergamino y que está estampado de lujo por donde lo mires, es casi injusto dejarlo a merced de platos sucios, jarras llenas y las manos inquietas de Yorichi.

— Son entradas para las aguas termales en el pueblo vecino, para todo el día y todo pago. Yoshiteru organizo hasta el cochero que los recogerá este mediodía.

— Cielos... Eso es muy considerado— Zenitsu está impactado. No esperaba un detalle así de su hijo más serio.

— Vaya— comento Tanjiro, muy sorprendido también. Por mucho que diga que los sentimentalismos no iban con él, Yoshiteru era bastante blando de corazón— ¿No le habrá costado mucho dinero? Espero le alcance para sus libros.

— Es un día especial, ¿no ahorraste para comprarle la flauta a papá también? ¡Solo disfrútenlo!— exclamo Zenko, sus trenzas revoloteando en su enérgica emoción.

— He preparado el equipaje con sus ropas y algunos suministros para hoy— informo Kie, la hermana mayor más sensata.

Zenitsu sabía que debería haber comenzado a sospechar cuando ella se coló en su habitación, la había oído. Fuera de eso, su ansiedad lo traiciono y miro a Tanjiro, que no se veía ni sonaba enojado o desilusionado. Parecía más contento por el inesperado regalo de Yosh, agradeciendo al resto de sus hijos por la grata sorpresa.

Las cosas se pusieron frenéticas a partir de eso o al menos así lo sintió, una vez lo sacaron a él y a Tanjiro de casa con maletas en mano.

La flauta en sus manos era ligera y muy bonita, pero pesaba tanto como su terrible error mientras oía distraídamente a Tanjiro ultimar detalles con su hija.

— Sé que pueden cuidarse solos, todo lo que pido es que no salgan de noche y pongan flores de glicina en la entrada. Solo por si acaso.

— Lo haremos, padre.

— Sí, sí, ¡Solo disfruten su aniversario como es debido!— animo Sumiyoshi.

— Pero no tanto— Kie se aclaró la voz, sosteniendo a Yorichi contra su pecho porque insistía en irse de aventura también— Ya tenemos suficientes hermanos.

Tanjiro se rasca la nuca, riendo nervioso.

— Intentaré no entusiasmarme mucho…

— ¿Qué tú que? ¿Tener crías es solo tu decisión?

— Zenitsu, ¿tú quieres más-?

— ¡Allá viene el coche, frentudo calenturiento, vamos!

 


 

La posada que Yoshiteru eligió sí que era espléndida.

Hasta las paredes desprendían opulencia y el estilo occidental le daba un toque refrescante a la amplia gama tradicionalista del lugar. Era de muy buen ver y no le cabe duda que hasta Tanjiro se siente desubicado, su linda nariz se remueve incómoda por el exceso de fregado para limpieza y nuevos aromas intensificados por la humedad natural del resort.

— Huele a limpio, casi no puedo distinguir nada.

No huele al carbón que vende, a las frambuesas que Zenko cosecha, a las pieles que Sumi se encarga de curtir, a las tinturas de los dibujos de Yorichi, a los peluches con olor a amor de Kie; nada iguala al aroma familiar y asentado de un hogar. Más bien, la posada huele absurdamente a desinfectante y motas de aroma a partir de pequeñas piezas de arte, decoración adicional, desde que entraron.

Al rato, se dirigen a su propia habitación designada y se maravillan por la vista a través de la ventana, ni siquiera el sol está en lo alto durante este otoño y ya luce espectacular sobre las praderas.

— Es tan silencioso que da miedo.

A Zenistsu lo mortifica lo silente que es, definitivamente un sitio hecho para el descanso. Ni en los alojamientos de emergencia donde solían quedarse cuando eran cazadores experimento un instante de esta quietud serena, o será que en ese entonces pensaba tanto en morir que no podía relajarse.

Es realmente curioso como en este silencio puede apreciar mejor los latidos de Tanjiro tan cerca, sin pensamientos sobre que cocinar mañana o que nueva travesura harían los niños.

— Escucha mi corazón, ¿no te tranquiliza?

— Si es lo único que escucho, yo... Me perderé.

Se mordió el labio inferior, avergonzado. No por decir ese tipo de cursilería, sino por decir ese tipo de cursilería cuando se ha portado mal con Tanjiro.

Ni siquiera ha comprado un regalo, no tenia nada preparado. Tanjiro esta junto a el, con sus latidos embriagadores y maravillosos dándole paz y seguridad. Quisiera ahogarse en esos latidos, transcribir el ritmo en su diario y perpetuarlo como una música familiar, así como los Kamado inmortalizaron la Danza del Dios del Fuego.

— ¿Qué hay de malo en eso?

El chico de la cicatriz olfatea profundamente el cabello de Zenitsu y lo abraza por detrás para no perder esa fuente de aroma que más adora y conoce, lo único que encuentra familiar en este espacio neutral.

Zenitsu toca el brazo alrededor de su cintura y lo aparta para encarar al de ojos granates.

— Me haré caprichoso si lo oigo mucho tiempo.

— Sé caprichoso.

— ¿A cambio que dejes tu marca de olor en mí?

— Es lo justo, ¿no?

Zenitsu resopla divertido, alzando la barbilla.

— Estás pensando en lo mismo que yo, ¿verdad?

— Oh, sí.

Deja que sus brazos sean llevados por el hombre que una vez fue su amigo y luego su esposo hasta que el equilibrio se rompe al caer sobre la frescura de unas sabanas pomposas con perfume de lavanda.

Los huesos de Zenitsu casi crujen por esta suavidad desconocida.

— Que injusta es esta paz— susurra, dejando que su cabellera se extendiera por la almohada al quitarse el prendedor de pelo.

— Al contrario, esta paz es perfecta.

— Dejémoslo en que es un regalo injustamente perfecto.

Sintió el más leve raspado de la cicatriz de Tanjiro en su propia frente, fuera de eso no le importo compartir un mismo aliento antes de cerrar los ojos perezosamente y dejarse llevar por la comodidad, suavidad de terciopelo e inmensa calma, hasta que se durmió.

Tanjiro lo siguió poco después, sosteniendo sus manos en medio de sus cuerpos como tenían la costumbre de hacer en los tiempos que la cacería de demonios se ponía intensa y esperaban lo peor, principalmente Zenitsu, que se largaba a llorar, ambos se sostenían las manos para no separarse. Zenitsu solía oír el flujo sanguíneo de Tanjiro a través de las venas de su mano y Tanjiro asimilo la costumbre de respirar desde del núcleo de olor en la muñeca del rubio.

Sin ese sombrío contexto de fondo, cerraron los ojos en pleno día para descansar juntos sin demonios alrededor.

Excepto que al despertar, muy entrada la noche, Zenitsu se alarma porque volvió a cometer un error.

No quería dejarse llevar por el relajado ambiente para olvidar lo que había hecho, o lo que no hizo para el caso.

— Tanjiro…

— ¿Uuh, tienes hambre?— Él se frotó un ojo, luego de los golpecitos de Zenitsu para despertarlo.

— …Tanjiro. Perdóname.

— ¿En qué estás pensando ahora?

— Sé que tienes un corazón de conejo y la paciencia de un santo, pero no deberías dejarlo pasar. Yo no me acordé de nuestro aniversario y lo siento muchísimo.

— Está bien.

— No digas eso, si lo hubieras olvidado tú, yo habría hecho un escándalo— Zenitsu no quiere admitir que era muy capaz de reclamarle, pero la edad viene con sabiduría y sabe que debe ceder un poco en esta— Y tú harías todo lo posible por calmarme y alegrarme el día, ¿no es injusto?

— Cada quien da prioridad a diferentes asuntos, tenías la mente en la educación de Yoshiteru y en la nueva pasión del más pequeño por construir pajareras para los cuervos.

— Aun así…

Tanjiro iba a decir que no tenía nada porque disculparse, pero los dedos del blondo en su boca lo callaron.

— No quiero que pienses que te doy por sentado. Tú eres... Tan estable e integro, siempre lo has sido. Hoy es nuestro aniversario y solo saberlo me recuerda que han pasado un torbellino de cosas. Ha pasado tanto tiempo que cada que pienso en nosotros, es un hecho que estas a mi lado.

— Sigo aquí— Hablo cuando le quitaron la mano, un poco preocupado por el tono vacilante de Zenitsu.

— En nuestra boda, yo no...no lo tenía tan claro— confeso, con un hilo en la voz y los ojos entrecerrados— ¡Pero no creas que fui al altar con dudas, nada de eso! Solo que... Esperaba fracasar, ¡Sin antes dar mi mejor esfuerzo! No estaba seguro de que...me aguantaras tanto, que me miraras cada día al despertar y quisieras quedarte a pesar de todo.

A pesar de mí, por ser como soy”, confeso entre líneas.

Lo sintió entonces, minutos antes de la boda y después. Lo sintió cada pequeño momento que se ponía a prueba, cuando no sabía como hacer ciertas cosas en la nueva casa o como tratar a Tanjiro bajo esa nueva intimidad. Siempre había querido avanzar en su relación y estaba seguro de que el matrimonio era la decisión correcta, su anhelo desde niño... Pero luego de eso no sabía nada, era la fantasía hecha realidad día a día y tenía miedo de arruinarlo.

Tener hijos lo puso peor, haciendo malabares con sus inseguridades y su deseo de preservarlo todo.

— ¿Dudabas tanto de mí?

— Para nada, dudaba de mí. Sobre mil cosas. ¿Lo haré bien? ¿Seré suficiente? ¿De verdad podre llegar hasta el final? ¿Valdré cada atención que me das, todo el tiempo que me dedicas, el cariño... Que pudo ser para alguien más? Hubo tantos que te quisieron y volvías a mí, dándome tanta felicidad que no quería soltarte.

— ¿Te sientes feliz ahora?

— Por supuesto, pero no es solo felicidad— Atrajo a Tanjiro con sus manos entrelazadas para mirarlo fijamente— Son también los sacrificios, las equivocaciones y muchos, muchos problemas que me ponen ansioso hasta el día de hoy... Es todo.

Rememorando para atrás, todas esas escenas incomodas y charlas reveladoras ahora le parecen triviales y hasta comunes en parejas, no una bomba de tiempo a punto de explotar o dos personas tan diferentes que no pueden entenderse.

Pero fueron necesarias, eran vitales para saber que funcionaban bien juntos. No todo podía ser felicidad y comodidad, el sueño de estar casado nunca incluyo discusiones sobre donde invertir el dinero o porque deberían poner un templo para los muertos en su terreno. No incluía ver a Tanjiro molestarse por algo que dijo hasta salirse de la casa para refrescarse o al mismo Zenitsu lamentarse porque sus vidas como cazadores de demonios los hicieron una paria para la sociedad más moderna.

Asimismo, tampoco incluía conocer las facetas más vulnerables de Tanjiro al rezar con lágrimas en los ojos o reírse hasta atragantarse, tampoco tenía contemplado que escuchar los secretos de Tanjiro a través de sus latidos fuera una invasión a su privacidad o descubrir que el ojicarmin tenía deseos demasiado intensos, porque vivir luchando todo el tiempo y al borde de la muerte eran lo único que conocía.

En esa aventura llamada matrimonio se enteró de tanto, se sorprendió y se enojó a veces, pero al igual que él, Tanjiro también fue descubriendo mucho más sobre Zenitsu y, contra su mejor juicio, se quedó sin una queja.

— Solo quiero que lo sepas y que no tengas ninguna duda. Casarme contigo fue la mejor de mis decisiones...y lo olvidé.

— Así como dijiste antes, es un hecho que estoy a tu lado. No es más importante celebrarlo que saberlo.

Ay, tremendo hombre con labia tan devastadora.

Siempre temió quedarse solo y sin amor, incluso cuando tenía a la persona que quería y luchaba para que no se fuera, hasta que lo hacía. Sucedió tantas veces que dudaba que alguien realmente se quedara para siempre, así que mejor conservar los buenos recuerdos e insistir con la parte buena. Pero el matrimonio resulto no ser así. En las buenas y en las malas tenía su propio peso propio.

Pero aquí esta Tanjiro Kamado, diciéndole estar contento porque ya supero esa etapa y sabe que no se separaran jamás. Estar seguro de eso lo choca más que haber olvidado su propio aniversario precisamente porque no importa si lo olvida o no, de todos modos Tanjiro permanecerá a la distancia de su mano como siempre.

— Me estás arruinando con tu bondadosa amabilidad.

— ¿Por qué debería estar enojado? No necesito que me des nada más de lo que estás dando.

— Soy...¿Soy un buen esposo? Di la verdad, soy fuerte.

— No dudes sobre eso. ¿Qué tal yo?

— ¿Buscas halagos ahora? Eres de lo mejor.

— Entonces, si todavía quieres que sigamos casados y mi corazón te da paz, ¿por qué habría de dudar?

Y no lo duda, al estirar el cuello hacia su rostro y besarlo con el mismo fervor de hace quince años. Sin timidez o mil pensamientos deprimentes en la cabeza. Ya no es joven, pero tampoco ignorante o inseguro. Sabe que si avanza más, Tanjiro lo tomara y que si se deja caer, Tanjiro lo sostendrá. Así como las noches ya no son de miedo o de cientos de escenarios sangrientos, finalmente tiene la certeza que el matrimonio es otro campo de batalla, acompañado de una persona que tiene el mundo en sus ojos y toda la confianza en sus latidos.

No lo duda al arrimarse y abrir la boca a un nuevo beso demoledor, que sabe igual al de hace años y que todavía adora.

— Te felicito a ti también. Por cumplir tu sueño; te casaste.

Cierto, el chiste en su ultimo aniversario. Borracho con vino de pera, Zenitsu dijo que además de halagos por haber durado tanto, todos deberían felicitarlo porque finalmente se casó como tenía de sueño, es decir, quería doble felicitación. Algo tan ridículo que Tanjiro se tomo literal.

— Para nada— Zenitsu se ríe de la cara aturdida de Tanjiro— Esos sueños fueron sueños y yo no me case con una fantasía. Me casé contigo... Aunque seas tan bueno y perfecto que es irreal.

— Y yo me casé contigo.

Zenitsu ladea la cabeza, esperando más labia, pero los segundos pasan sin más diálogo. Por un momento, se confunde.

No es que espere una lista de virtudes, de las que tiene pocas, pero... El sonido de Tanjiro lo envuelve con calidez y su expresión es tan suave, haciéndole creer que-

Su suave “Me case contigo” suena mucho a un “Me case con Zenitsu, nadie más, sin esperar que fuera fácil, sin creer en sueños felices, sin pedir nada más que solo...Zenitsu” a partir de sus latidos.

No tenía idea que pudiera desarrollar más amor cuando ya estaba tan lleno y a rebosar.

— Te amo y en serio, te prometo que compensare mi descuido. ¿Que te gustaría?

— Me gustaría ser tu primer oyente, ¿Que tipo de música crearas con esa flauta? No sé mucho, pero me muero de curiosidad.

Tanjiro le extiende la flauta de su respectiva maleta y le mira expectante, recordándole a los días que Tanjiro le pidió su sabiduría con los números y se quedaba prendado por la rapidez con la que Zenitsu realizaba los cálculos, una de las contadas ocasiones que Zenitsu sorprendía al grupo al idear una emboscada bien estratégica en la que Tanjiro e Inosuke confiaban plenamente. Con el tipo de mirada dedicada y segura que le dirigió durante su boda, sabiendo que pase lo que pase no tiene dudas al lanzarse al peligro.

Pero no hay peligro ni tampoco existe el miedo, ¿Porque lo habría, si es amor?

Zenitsu toma el instrumento y se le ocurre tocar lo que se le venga a la cabeza, pues sabe a Tanjiro le gustara de todos modos.

— Oye, no te duermas, por muy bueno, suave y precioso que sea ese almohadón…

— No, no cierro los ojos porque me aburres. Lo hago para no verte.

— Oh, ¿para apreciar la música? ¿Entonces porque te alejas? Debes escucharla atento.

— Si me acerco más cuando te ves así, temo que no podrás terminar la canción.

— Si puedo— Zenitsu lo miro con ojos entrecerrados, sonriendo ladino— Mientras tenga los elementos adecuados para producir cualquier sonido, puedo recrear todo tipo de música.

— Sin duda, tienes mucho talento— Tanjiro lo elogio, seria de lo mejor si alguno de sus hijos heredase sus habilidades musicales— Aunque me intriga, ¿Que melodía-?

Se atraganto nada más ver la flauta girar ante sus ojos y luego, una sensación fría en su oreja derecha. Zenitsu se reclino al frente, con una mano en su rodilla que presiono con fuerza para mantenerlo quieto, las piernas siempre ágiles mantuvieron su peso hasta alcanzar el rostro de Tanjiro con una mirada encendida.

— Te regalare una sonata de flauta, ¿te parece bien?

— ¿Y la flauta?

— Podemos alternar— susurro contra sus labios , antes de presionar su boca con ellos— Después de todo, me gusta la música que creamos juntos.

Su música, su matrimonio, sus decisiones, su familia y por cada momento que se sintió amado, ya sean días ordinarios o festejos, quiere que esta felicidad caótica persista otro aniversario y muchos más. Solo eso, es su mejor regalo cada año.

 


EXTRA


 

— El hermano Yoshiteru mando esta carta, dice “Sospechaba que me iba a a costar más, ¿pero dos camas y un armario rotos? ¿En serio, padre?” en mayúsculas.

— Puede que me haya entusiasmado... un poco... demasiado.

— “No esperen que los mande solos a ningún lado en el futuro”. 

Kie asiente con la cabeza, de acuerdo con eso.

Mientras Zenitsu chillaba rojo hasta las orejas, oyendo a Zenko haciendo comparaciones con sus frambuesas y a Yorichi pidiendo conocer los juegos salvajes de la posada.

Sumiyoshi no entendía cual era el problema.

Quien diría que algo tan habitual en su casa como romper la cama fuera mal visto, realmente no entiende a los citadinos. Que mezquinos. 

 

 

Notes:

¡Muchas gracias por leer!