Chapter Text
Laena sabía que no iba a ser su día.
El sol apenas brillaba en comparación con otros días, no había una sola esquina asomada de cielo azul, sus hermanas aún dormían despreocupadas por llegar tarde, en la despensa no quedaba suficiente para poder desayunar cómodamente las tres y, por si fuera poco, las flores que pensaba vender en el mercado aquella misma mañana se habían marchitado.
No se trataba de unas flores cualesquiera, había rosas y margaritas por igual, tulipanes y manzanillas, geranios y orquídeas, todas ellas fuera de temporada. Le había costado mucho conseguirlas.
Resopló agotada.
Se acercó con cautela a las flores, para no asustarlas de más, y , concentrándose, sopló sobre ellas. Con un pequeño sobresalto las flores que decoraban toda la mesa del comedor volvieron a la vida envueltas en pequeños destellos dorados, sus colores aún más vivos y vibrantes que antes, el olor de cada una de ellas luchando por ser el más fuerte.
"Así deberían aguantar vivas una semana más que las de Izar" se dijo en voz alta.
Izar vendía a su lado todas las mañanas y todas las mañanas vendía más que ella.
Laena estaba al límite.
En parte, agradecía la competencia, de esa forma podía seguir poniendo en práctica su magia de una forma más delicada, menos hostil.
Así podría seguir en buena forma sin necesidad de hacer hechizos complicados que puedan ponerla a ella o a sus hermanas en peligro real, pero en días como este en el que no tienen para desayunar ella solo puede desear por una vida más sencilla.
Saliendo de una vez por todas de sus propios pensamientos vuelve a reiniciar la rutina matutina de despertar a las gemelas, Helena y Laryssa.
En un abrir y cerrar de ojos las niñas ya estaban vestidas y peinadas, las flores, más vivas que nunca, recogidas y preparadas, sus estómagos tristemente vacíos.
Laena no disfruta de esas pequeñas mentiras que a veces se aparecen en su cabeza, rondando y susurrando que tal vez hoy sí sería un buen día. No puede evitar ser consciente que, por el bien de su familia, no puede permitirse ser demasiado optimista.
Con suerte podrá vender la mitad de las flores y las niñas podrán comer hoy, con eso le era suficiente.
En su rincón de siempre y con ayuda de Izar y las gemelas, preparan una mesita con todas las flores, preparando ramos de diferentes tamaños, llenando cestas y decorando centros de mesa.
Aún es pronto.
A medida que va pasando la mañana las calles comienzan a llenarse de los mismos compradores de siempre. "Hoy parecen especialmente nerviosos" comentó al aire. Izar la miró de reojo.
"Niña, ¿acaso no sabes qué está pasando en el mundo fuera de tus cuatro paredes?" preguntó casi riendo.
Laena siguió tejiendo el pelo de Helena, negó con la cabeza solo para mostrar que seguía escuchando aunque su atención estuviese puesta en la melena de Helena.
Lena necesita un corte de pelo, pero luego Larys también querrá uno pensó mientras la vieja seguía hablando.
"...y hoy resulta ser el día de su regreso" no podía si quiera obligarse a prestar atención "...dicen que ya está en su castillo rodeada de dragones…"
Si conseguía vender los dos últimos ramos tendrían para comer durante casi toda la semana.
"...piensan que nos va a deleitar con su presencia…"
Siguió hablando con tono burlón mientras Laena seguía perdida en sus propios pensamientos.
"Esa chica será la última de su especie pero es de la realeza, no se mezclará con nosotros…" Finalizó Izar y solo para demostrar lo absurdo que le parecía la situación dio una patada a una piedra escupiendo en la misma dirección.
Al sentir el silencio de la vieja alzó la mirada, Izar ya la observaba con cautela.
Se agachó hasta estar a nivel visual con Laena, quien había sentido la tensión en el aire y había centrado toda su atención en ella.
Muy delicadamente le susurró "Laena," pausó, como si lo que fuera a decir le provocara daño físico "niña, esa reina de la que hablan, la que ha vuelto para reclamar lo que le pertenece...digamos que no le agradan las de tu tipo…" hizo una pequeña seña con su mano, señalándola a ella, luego a sus hermanas y el pánico se apoderó de todo su cuerpo.
Aun reconociendo su pánico, la vieja continuó.
"No debes encontrarte con ella o te matará sin dudarlo ¿entiendes?" la joven se obligó a asentir, casi disociada de la conversación.
Izar resopló.
"Niña, no es momento de entrar en pánico, ¿Entiendes lo que te digo? Yo no pensaba que consiguiera volver por eso no te dije nada antes, pero debes irte, llévate a tus hermanas y protégelas lo mejor que puedas."
Respirando profundamente Laena se liberó del pánico.
"Gracias por advertirme Izar pero ya no tenemos a donde ir. Aunque quiera marcharme para protegernos, moriríamos de hambre antes de poder estar fuera de este pueblo."
Se levantó decidida y tomó las manos de sus hermanas.
"Mañana no vendremos pero tal vez al próximo no tenga otra elección."
La vieja asintió con una mueca decorando su cara, claramente descontenta con la respuesta.
"De acuerdo niña, ya sabes dónde encontrarme," dijo a modo de despedida.
Laena no dijo nada más.
Había conseguido vender todas las flores ese día.
Volver a usar su magia la hizo sentir liberada y el hecho de conseguir buenos resultados solo serviría para alentarla a continuar. Sus hermanas podrían desayunar mejor que nunca y ella no tendría que sacrificar el suyo.
Después de darle muchas vueltas a las palabras de la vieja, decidió ignorarlas. No podía jugar con el bienestar de sus hermanas, aun así fuera por un solo día.
Al tercer día preparó tantas flores como podrían cargar, de nuevo todas ellas fuera de temporada, solo para tentar su suerte un poco más de lo que debería.
Ya sabía el peligro que era la hija del rey loco, se había estado informando al detalle sobre sus dragones también, por precaución sobre todo, aunque algo le dijera que tal vez jamás se volverían a ver.
Las flores que la rodeaban la miraban acusadoras. Sabes que la volverás a ver. Decían.
Laena las ignoró.
"¡Niñas!" Llamó a las dos niñas que jugaban en el jardín "Vamos a practicar el hechizo de las flores otra vez, ¿De acuerdo?" Dijo suavemente
.
Sus hermanas felices con la idea empezaron a reír corriendo hacia ella, desde la puerta abierta de la cocina podía ver cómo peleaban por llegar antes que la otra, sonrió para sí misma.
Con un movimiento de muñeca casi imperceptible y un susurro cargado de energía, hizo una demostración para que la practicaran, las niñas copiándola inmediatamente. "Así no volveremos a pasar hambre" les dijo animada.
Al cuarto día despertó a sus hermanas más temprano que de costumbre, el sol ni siquiera asomaba. Las pequeñas resoplaron cansadas, no acostumbradas a madrugar.
"¿Por qué tenemos que hacer esto?" Preguntó Larys bostezando.
"Pues porque es lo que hemos hecho siempre" Laena dijo sin ganas de discutir.
"Pero tenemos que teñir nuestro pelo siempre del mismo color? Es aburrido" añadió Lena ya peinada, su pelo de un color marrón rojizo parecido al que Larys y Laena tendrían.
"Bueno, este es el color que nuestra madre eligió, pensé que sería bonito seguir honrándolo de alguna forma."
"Pero madre no se teñía el pelo," insistió Lena
"Y por eso ahora está muerta," dijo Larys en un tono monótono, sorprendiendo a ambas lo suficiente como para no volver a hablar del tema.
Sin pronunciar una sola palabra más, las tres hermanas continuaron preparándose para salir. Recogieron sus cabelleras, ahora teñidas de un color rojizo, en una trenza no muy complicada, cargaron las flores en sus cestas y sin mirar atrás finalmente salieron de la casa.
Izar no estaba en su puesto de siempre, de hecho, no parecía haber ni rastro de ella en general. Si no fuera porque Laena estaba especialmente distraída , esa tendría que haber sido señal suficiente para haber huido del lugar.
Los dos soldados dothrakis que paseaban por la zona, bamboleando como si fueran dueños hasta del aire que se respira también debieron haber sido indicativo de que algo había cambiado.
Laena preparaba un centro de mesa, sus hermanas nunca fuera de su campo de visión, cuando sintió una presencia. Alzó la mirada pero no encontró nada. Sentía ojos encima de ella, una energía inexplicable que hacía imposible resistir su fuerza.
De nuevo, miró a su alrededor tratando de encontrar la fuente pero sin éxito.
Se levantó decidida a investigar, sus piernas casi se movían por sí solas.
"Niñas voy un segundo a.." no terminó la frase, no sabía cómo hacerlo en realidad porque no sabía exactamente dónde necesitaba ir ni que debía hacer. "No se muevan de aquí ¿De acuerdo?" Ordenó distraída, esperó la respuesta de sus hermanas, un pequeño movimiento de cabeza por parte de ambas y curiosamente al mismo tiempo.
Las miró nuevamente, solo para asegurarse, y caminó en dirección a esa energía.
Tras caminar durante diez minutos, Laena se dio por vencida, la energía que la había estado guiando ya no era tan fuerte, parecía desvanecerse poco a poco independientemente de la dirección que ella decidiera tomar.
Estaba peligrosamente fuera del gentío, demasiado cerca de un bosque descuidado y salvaje que se podía ver desde la casa más alejada del pueblo, incluso desde la suya propia si Laena está segura de no haberse desorientado.
Había dado tres pasos hacia atrás, sin perder de vista la descuidada arboleda cuando la sensación de antes volvió a envolverla con mucha más fuerza, la sensación de un poder fluyendo entre sus venas, parecido a su propia magia pero no exactamente igual.
Laena dio otro paso, insegura, no se trataba solo de una emoción o un presagio, lo que estaba sintiendo era magia, y lo que había sentido antes también habría sido magia. Todo cobraba un nuevo sentido en los pensamientos de Laena pero ¿de dónde viene?… pensó.
En ese mismo instante, todavía un poco desorientada, escuchó en el cielo un rugido ensordecedor que hizo que su vista al fin se distrajera de los árboles y buscara la fuente del ruido.
En lo alto del cielo, casi tan lejos como las nubes pero no tan lejos como el sol, se encontraban tres sombras aladas, volando en sintonía, sincronizadas entre ellas como si de un baile se tratara, ocupando el cielo con su presencia, hipnotizando a cualquiera que decidiera interesarse por su danza.
Recuperando el sentido y el control en todo su cuerpo, Laena corrió con todas sus fuerzas hacia donde había dejado a sus hermanas, con la sangre alterada y el corazón palpitando ferozmente en todas las partes de su cuerpo.
Notes:
Gracias por leer!! Aprecio comentarios :3
Chapter 2: ¿Conociendo o reconociendo?
Summary:
Laena tendrá que tomar una decisión complicada. La Madre de los Dragones hará acto de presencia y Laena tendrá que lidiar con una puya del pasado.
Notes:
Creo que el título es un spoiler en si de lo que puede pasar, así que no diré mucho más.
(See the end of the chapter for more notes.)
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Lo único en lo que Laena podía centrarse era en el sabor a sangre de su boca.
¿Cómo pudo haber sido tan estúpida?
Haber ignorado su magia durante tanto tiempo la estaba volviendo débil, en un blanco fácil.
¿Cómo pudo distraerse de esa forma y dejar a sus hermanas solas? La culpa empezaba a apoderarse de ella, tenía un fuerte presentimiento de que solo iría a peor. Logró, con mucho esfuerzo, encontrar el camino de vuelta.
La gente a su alrededor se movía casi colérica, no conseguía orientarse y el pánico solo escalaba en su mente. Si les llega a pasar algo nunca podrás perdonártelo se repetía una y otra vez.
Aun así, algo en el fondo de su ser se preguntaba por qué se distrajo solo con la presencia de tres dragones de los que ya conocía la existencia, y no solo eso, sino que ya los había visto antes, claro que no tan grandes.
Dejó de pensar en la causa de su situación.
Cuando al fin pudo ver la esquina donde había estado vendiendo toda la mañana su corazón dio un vuelco, la sensación de que se había parado y le costaba volver a latir era difícil de ignorar.
Las flores estaban pisoteadas en el suelo, llenas de tanto barro que la capa fina de magia que las envolvía casi se había disuelto empezando a marchitarlas.
Alrededor el resto de puestos se encontraban en un estado parecido, cestas de comida por el suelo como si fuera simple basura.
La indignación se apoderó de ella por un segundo antes de centrarse en lo verdaderamente importante, su mente distrayéndola a propósito para no pensar en lo peor, no había rastro de las niñas.
Sabía que ponerse a gritar en su busca, gritar sus nombres envuelta en pánico, hacer que todos a su alrededor se centraran en su presencia no sería de las mejores ideas dados la situación.
Golpeó su pecho, intentando reiniciar su corazón, respiró profundamente, se sacudió delicadamente la ropa y caminó sin dirección fija en caso que la estuvieran observando, ignorando el descontrol a su alrededor. En cuanto a distracciones, esta no era la mejor y ella lo sabía. No podría haber engañado a nadie con su acto, era obvio que estaba más que inquieta, así que si alguien realmente la estaba observando estaría enterado de toda la escena.
Si alguien la estaba observando eso significaría que a quién querían realmente era a ella, probablemente. Tal vez estaba dejando que sus paranoias hablaran por ella, se estaba distrayendo en conspiraciones y guerras sin sentido. Tal vez las niñas habían huido, se habrían refugiado en algún rincón para no llamar la atención, nadie podría reconocerlas así que no tenía por qué preocuparse ¿verdad?
Se refugió en un pequeño establo a las afueras del mercado.
Respiró de nuevo, como si fuera la primera vez que lo hacía en mucho tiempo.
Miró sus manos, aunque indecisa, sabía lo que tenía que hacer.
Un simple hechizo rojo, localizarlas sería fácil, y lo más importante rápido, pero se había prometido a si misma que no volvería a practicar magia de sangre.
Po r eso estamos donde estamos, por eso solo podremos huir por el resto de nuestras vidas, tal vez si nos separamos no seremos un blanco fácil pero si hacemos eso nos cazaran una tras otra y no nos volveríamos a ver.
Toda clase de pensamientos pasaban por su cabeza, ni un segundo entre ellos, Laena sacudió la cabeza como si el movimiento fuese a sacarlos todos de su mente.
Eso es lo quieren, que las busques y cuando nos tengan a las tres matarnos será el trabajo más fácil de sus vidas.
Volvió a caer en pensamientos conspirativos.
Cuantas más vueltas le daba, más clara era su revelación: es más fácil decidir si ya está muerta, eso es exactamente lo que ella sentía en ese momento. Haga lo que haga, decida lo que decida, debía aceptar que ella ya estaba muerta.
Soltó su pelo de la trenza ya despeinada, como si así pudiera controlar mejor sus poderes, como si se tratara de un arma en si.
Con uno de sus pendientes hizo un corte en su muñeca, la herida suficientemente grande para tres gotas de sangre que, respirando con calma, dejó caer al barro. Nada. Laena no sentía nada ni nadie, ni una sola gota de energía conectada a ella a través de la tierra.
Resopló disgustada.
Larys encontraría encantador saber que ni su hermana mayor podía hacer algo tan simple a la primera, con lo poderosa que tendría que ser Laena y la derrotaría un simple hechizo rojo, era como si ya pudiera escuchar a las dos niñas burlándose de ella.
Resopló de nuevo, callando las versiones imaginarias de sus hermanas dentro de su cabeza.
Cerró su herida.
Cambiando de muñeca, repitió el movimiento.
Al fin, una chispa hormigueante se adhirió a su abdomen bajando hasta sus pies y saliendo hacia la tierra.
Laena sentía el suelo a sus pies, las piedras bajo el barro, los gusanos nadando en el lodo, la hierba creciendo fuera del establo, pero sobre todo, y aunque durante menos de un segundo, los pasos de las niñas a través del pueblo.
Sabía dónde estaban.
Sabía, también, exactamente a dónde se dirigían.
La noche había caído rápido, el peso de ésta sobre Laena. La tensión en todos sus músculos la había agotado hasta el punto de no pensar con claridad.
Había trazado un plan en segundos, un plan más bien suicida pero la seguridad de que funcionaria fue suficiente para obligarla a continuar.
Y a estás muerta ¿recuerdas? caminas directo a una trampa.
A paso lento, pero seguro, caminó siguiendo su magia.
Llegó a las puertas del castillo. Quiso entrar por alguna de las entradas secretas que estaba segura aún existían y que además sabía no estarían custodiadas. Algo le decía que la supuesta reina no tendría constancia de ellas.
Distraída por sus pensamientos se dejó apresar sin una sola palabra, rodeada de Inmaculados apenas tenía otra opción.
Del paseo hasta el interior de la fortaleza Laena no recuerda un solo segundo, lo único que la hace volver en si es la melena platina frente a ella.
Incapaz de mirarla directamente a la cara, se da cuenta de la tenue energía presente, es la misma que la había hecho abandonar a sus hermanas esa misma mañana. Miró curiosa a su alrededor, ignorando la situación en la que se encontraba, ignorando el peligro real que era su posible muerte. La curiosidad por saber de dónde procede parece ser más fuerte.
Entonces no había sido un hechizo, en esta sala nadie parecía poder practicar magia... Tal vez no había sido una trampa después de todo.
Solo cuando el silencio era casi ensordecedor se dio cuenta de que esperaban una respuesta de ella, de que todo este tiempo le habrían estado hablando.
Se centró en la joven que le había hablado.
"¿Y bien?" dijo, como si ya lo hubiese repetido demasiadas veces.
Al no recibir respuesta la joven miró a su reina a modo de pregunta.
Laena se centró de nuevo en su entorno, ignorando con mucho esfuerzo su magia. Su plan original completamente olvidado.
"Mis disculpas," al fin habló, hizo una pausa esperando recibir el nombre de la joven, ya te lo ha dicho. Decidió continuar al no recibir respuesta "No pretendía irrumpir de esta manera," mintió.
"En realidad te esperábamos," dijo la reina desde su trono. "Llegas tarde."
La luz de las velas alumbrando extrañamente su cara.
"Mis hermanas..."
"Están bien, no hay de qué preocuparse" confirmó sus sospechas.
A quien querían era a ella. No acababa de entender por qué, ¿acaso tres dragones casi del tamaño de una casa no era suficiente? ¿Para qué necesitaba tres brujas si tanto las odia? ¿Acaso Daenerys de verdad quería asesinarlas?
"Tal vez deberíamos hablar de lo que está pasando," continuó cuando el silencio se apoderaba de nuevo de la sala.
Laena miró de reojo a los inmaculados de cada esquina, la joven que custodiaba el lado izquierdo de la reina, un hombre al lado de ella y a la derecha Tyrion.
¿Quién no reconocería a Tyrion? pensó, esperando que su desdén por el hombre fuera claro.
"Veo que has cambiado de bando," no pudo evitar dirigirse al hombre que en respuesta asintió con media sonrisa en su cara "e incluso pareces sobrio, bien por ti." Le concedió el beneficio de la duda, él volvió a sonreír tensamente.
"Mis disculpas alteza, no sabía que me esperaban," Laena se dirigió a la reina. "Parece que secuestrar a mis hermanas no resulta ser un mensaje tan claro como uno pensaría," continuó disgustada.
"No las hemos secuestrado, las protegíamos" Laena quiso ponerlo en duda. "¿Acaso no tienes curiosidad de saber por qué estás aquí?" Preguntó con tono vacío de emoción, como si estuviera aburrida de la conversación.
"Entiendo que he venido a morir, alteza" respondió sinceramente "mi única petición, si puedo, es hacerlo junto a mis hermanas."
"He escuchado hablar de ti," se levantó de su trono "la bruja que concede hasta los deseos más imposibles."
Laena hizo una mueca.
"Ya no hago esas cosas" confesó.
Daenerys la miró cautelosamente, por un segundo vio su cara llenarse de sorpresa, solo fue un movimiento de cejas casi imperceptible.
Miró a la joven tal como la joven la había mirado hacía un rato, a modo de pregunta, ella asintió.
Luego miró a Tyrion.
"Ni siquiera si te lo pide tu reina."
Finalmente dijo, tono frio y acusatorio.
Otra revelación se abrió paso en los pensamientos de la bruja, aquello que querrían de ella.
"No eres mi reina."
La miró desafiante.
"No me recuerdas ¿verdad?"
Daenerys desconcertada no pudo enfadarse por la falta de respeto.
Laena no esperó respuesta para continuar "Cuando nos cazaban como jabalís, a todos los que podríamos ser un peligro para el nuevo rey, mis padres rogaron unir nuestras familias en matrimonio."
De nuevo, Daenerys parecía sorprendida.
Laena podía lograr entender que no recordara el encuentro pero no podía perdonar aquello.
"Tu hermano nos rechazó…" hizo una pausa para poder continuar "que el rey mendigo rechazara una familia como la nuestra, después de todo lo que había pasado solo causó que nos cazaran con aún más fervor...mis padres...mi hermano mayor."
Sintió de nuevo el dolor de la pérdida.
"Hicieron todo por protegernos, murieron por nosotras," una lágrima rodó por su mejilla, incapaz de contenerse.
Laena entendía cómo funcionaba una guerra, pero no podía evitar pensar qué podría haber pasado si se hubiese casado con Viserys, lo que hubiese significado para su familia.
Podrían seguir con vida, ver a sus dos hijas crecer como lo hizo ella, ayudarlas con su magia en momentos que Laena ya no era capaz e incluso ayudarla a ella cuando sentía que perdía el rumbo.
"No me interesa saber qué deseas y no me interesa concedértelo."
"Llevadla con sus hermanas," dijo mirando casi a través de ella, y, asegurándose de que Laena la miraba, continuó. "Ya es muy tarde, será mejor que continuemos mañana".
Nada más ver a sus hermanas Laena corrió hacia ellas "¡Niñas!" Ambas, al verla, se abalanzaron hasta ella. Abrazándolas con fuerza trataba de detectar alguna herida, algo fuera de lugar y así tener una excusa para quemar ese castillo. "¿Están bien?" preguntó aun sabiendo la respuesta.
"Siii" exclamaron en coro, "¡hemos visto dragones! los de verdad, no como los dibujitos de tus libros" Laena exhaló sonriente. "¡Larys casi tocó uno muy grande!"
"Sí, casi lo toqué pero se escapó y luego apareció esa mujer, dijo que era reina, Lena le hizo una reverencia la muy tonta" las tres rieron a la vez.
"Es que es una reina muy guapa" dijo en defensa.
"Sí, lo es" le dio la razón mientras se dirigían al lugar dónde dormirían. De la mano, y custodiadas por dos inmaculados, llegaron a la que sería su habitación. "Tiene el pelo como nosotras" susurró para sus hermanas.
"Sshhh" la silenció "esta noche dormiremos en este gran castillo" cambió de tema "¿Cómo suena eso? una aventura como las de antes".
Intentó explicarles la situación sin preocuparlas innecesariamente.
Hasta que no descubriera exactamente lo que Daenerys quería de ellas tendría que quedarse aquí en contra de su voluntad.
Sobre todo si eso significaba que sus hermanas estuvieran a salvo.
Notes:
En el primer capitulo quería presentar un poco los personajes originales pero aquí al fin ya hay poco de trama.
Chapter 3: Revelaciones
Summary:
Laena y Daenerys deberán llegar a un acuerdo.
Notes:
poner título a cada capitulo es más difícil de lo que pensaba... (updt 26/08: En REEDICIÓN para corregir algunas cositas…nada que cambie la trama, solo ortografía)
(See the end of the chapter for more notes.)
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"Entiendo que querrás respuestas," dijo Daenerys quien, abandonando la formalidad del trono, se encontraba frente a Laena con ambas manos tras la espalda, cierta aura de peligro rodeándola.
Al no recibir respuesta continuó.
"La verdad es que nada de esto formaba parte de mis planes. He escuchado hablar de brujas antes, ninguna de ellas como tú."
"Practicamos la misma magia, alteza."
Laena decidió continuar con la conversación, había entendido que no ganaría nada solo ignorándola.
"Eso me han dicho." Por algún motivo su tono parecía acusatorio, como si oír hablar de Laena fuera un castigo físico. "Pero la tuya es diferente, más poderosa... Como si la llevaras en tu propia sangre."
"Es una forma de decirlo."
"Tyrion dice que practicas Magia de Sangre."
"Tyrion dice muchas cosas, alteza, no todas necesariamente verdades."
"Lo conoces de antes," afirmó asintiendo "por eso me advirtió tantas veces sobre encontrarte".
"Tal vez llevaba razón esta vez." Sugirió. "Supongo que los primeros encuentros con su alteza suelen ser todos así," dijo, aún resentida por la llamativa invitación.
"Los aliados escasean estos días." Asintió, una pequeña sonrisa obvia en su cara.
"Puedo llegar a entender por qué." Hizo una pausa, no estaba segura a qué esperaba así que se obligó a continuar "Imagino que la reina quiere saber qué le depara su futuro." Daenerys solo bajó la mirada. "Necesitaré su sangre," se resignó, cuanto antes acabara con esto, antes podrían irse.
Aunque Laena entendía que había dos resoluciones: si se aliaba con la reina sería su esclava, haciendo toda clase de hechizos para ella, aunque no tan probable; o enemistarse con ella.
"¿Cómo podré confiar en lo que dirás?"
"Esa es una decisión que solo su alteza podrá tomar, el futuro cambia con las decisiones que tomamos todos los días."
"¿Entonces tendré que preguntarte con cada decisión?" Dijo incrédula. "Así aseguras tu vida ¿correcto?"
"Con todo respeto, estoy muerta desde el momento que pisé este castillo."
"Por tanto cualquier cosa que digas podría ser falso."
"Uno elige aquello en lo que quiere creer, alteza."
"No estás ayudando a tu situación." Amenazó.
Laena empezaba a cansarse de esta conversación.
"¿Qué esperas de mí exactamente?" discutió "Si quieres que use mi magia para ayudarte necesito tu sangre, es como funciona. Puedo darte las respuestas que buscas, todo trata de si estás preparada para escucharlas. No puedes buscar algo y dar tres pasos atrás cuando lo encuentras."
Daenerys, irónicamente o accidentalmente Laena no podía estar segura, dio tres pasos atrás, su arrebato provocando esta reacción.
Daenerys tardó dos segundos en recomponerse.
"De acuerdo," respiró profundamente dando un paso hacia Laena "tendrás lo que necesites. Si consideras que ya estás muerta no puedo hacerte cambiar de opinión, tal vez lo estás," amenazó discretamente, dando otro paso "pero tus hermanas no lo están. A cambio de su protección debes jurarme lealtad."
"Así que, ¿o me arrodillo ante ti o ellas mueren?"
"Eso no es lo que he dicho."
"Así que lo que la gran Rompedora de Cadenas quiere es una esclava."
"Lo que quiero es ir un paso por delante en esta guerra. Asegurarme de que las decisiones que tomo me llevan donde debo estar."
"Yo no formo parte de esta guerra, no pertenezco a ninguna de las grandes casas," insistió.
A esto Daenerys hizo una mueca, empezó a rodearla lentamente, cuestionándola solo con la mirada.
Por primera vez desde que había entrado a la sala del trono, Laena se sentía realmente amenazada, realmente asustada.
Finalmente habló.
"Tyrion dice muchas cosas" usó sus propias palabras en su contra "¿Me mintió al decirme que lo que dijiste ayer era cierto?" Laena negó con la cabeza en respuesta, mirada fija en el suelo. "¿Me mintió cuando me dijo que provienes de una buena familia?" continuó insistente "¿Mintió al decirme que tu apellido no es el que dices ser?" el suelo ya no era buen refugio, Laena no encontraba dónde mirar para tranquilizarse. Si Daenerys ya lo sabía, no habría marcha atrás.
"No pertenezco a la familia Targaryen, no soy una amenaza para tu derecho al Trono de Hierro," intentó enmendar.
"Nuestras familias están unidas por la historia misma Laena" usó su nombre por primera vez. "¿Acaso Tyrion mintió cuando me dijo que eres una Velaryon?" finalmente preguntó. "No puedes huir de quien eres. Debes honrar tu nombre." Laena al fin encontró fuerzas para dirigirle la mirada. "Únete a mi." Dijo, con el tono más suave que Laena hubiera podido imaginar saliendo de su boca "Únete a mi," repitió, por algún motivo cambiando a Alto Valyrio, suponiendo que la entendería, que haría lo mismo "no como una esclava, eso no es lo que te pido, sino como una aliada. Como representante de tu casa".
Las dos se quedaron en silencio, la oferta pendiendo entre ellas.
"No puedo ser representante de mi casa." Contestó. "Ellos ya han elegido aliados pensando que llegarían a reinar y eso casi los extingue."
"Se unieron a quien no debían," insistió Daenerys.
"Lo que me ofreces," Laena hizo una pausa, analizando "no has pensado que no lo quiero ¿Por qué aceptaría tu oferta?"
"Lo que yo te ofrezco es el mundo. Un mundo que ni siquiera mi hermano podría haberte dado." Dijo solemne. "Uno mejor donde tus hermanas puedan terminar de crecer y vivir tranquilas. Donde tú puedas vivir tranquila."
Daenerys dio otro paso hacia ella, con cautela la tomó de la mano.
Laena centró su mirada en la mano que ahora sostenía la suya propia.
"¿No es eso algo que quieres?"
Daenerys hizo traer cada pieza útil de su antiguo hogar e instalarlo en una zona apartada del castillo. Cada mueble, cada libro, cada hierba, cada rosa marchita, todo ello colocado cautelosamente.
La habitación que ella y sus hermanas ocuparían era casi tan grande como su antigua casa: nada más entrar las recibía un amplio salón decorado con un ventanal tapado por cortinas translúcidas, una pequeña chimenea justo al lado y algunos muebles más que Laena no había visto antes. Un pequeño pasillo daba paso a cuatro cuartos separados y amoblados con camas no muy grandes, una pequeña cocina al fondo del mismo.
Las niñas decidieron compartir una habitación, aunque Laena sabía que acabarían durmiendo con ella.
Otra de las habitaciones se usó para almacenar todos sus libros, dejando así la última habitación vacía. Aunque las tres sabían que le encontrarían un uso rápidamente.
Laena paseaba por la estancia, revisando qué era aprovechable y qué no, cuando llamaron a la puerta.
La joven de antes, la mano derecha de la reina, se encontraba frente a ella. "¿Sí?" preguntó insegura Laena.
"He venido a darles una mejor bienvenida." sonrió levemente.
"Si es por obligación entonces puedes ahorrártelo."
"No me obligan a nada que no quiera hacer," pausó, centrada en algo en el interior de la habitación.
Laena, por pura educación, abrió la puerta del todo, dejando el paso libre en caso de que la joven quisiera entrar.
Asintiendo agradecida, entró.
"No pretendíamos llevarnos a tus hermanas." A la cara escéptica de Laena continuó segura. "No esperábamos que no estuvieras con ellas. La reina no te mintió, queríamos protegerlas."
Se sentó en una de las butacas cerca del ventanal, haciendo una mueca casi imperceptible al polvo del tapizado.
"Aprecio la sinceridad," dijo lo más amablemente que pudo. Sabía que seguía siendo percibida como una amenaza. "¿Dime, tu reina suele dejar a sus enemigos vivir con ella?" Preguntó, arriesgándose a cuestionar la decisión.
Solo recibió silencio en respuesta, no esperaba menos.
Se acercó al ventanal, las tres sombras bailando de nuevo en el aire pero solo una de ellas parecía llamar su atención.
"¿Es eso lo que eres?" finalmente preguntó, Laena agradeció que rompiera el silencio de una vez por todas.
No lo sé, pensó.
Sabía que era una respuesta que no podría darle, que la mujer no estaría conforme.
"¿Es lo que quieres ser?" algo en esa pregunta sonaba como si ya supiera la respuesta.
Laena suspiró agotada.
"Mis disculpas, no logro recordar tú nombre." Ignoró sus preguntas.
"Missandei."
"Missandei," repitió "sospecho que pretendes averiguar mis intenciones".
"Solo pretendo conocer mejor a nuestros nuevos aliados, ahora vives con nosotros," hizo una pequeña pausa "nos veremos con frecuencia." Asintió para sí misma, una sonrisa delicada de nuevo en su cara. "Y para contestar a tú pregunta: No, la reina no deja que sus enemigos vivan con ella."
Se levantó, sacudiendo suavemente su vestido.
"No deja que sus enemigos vivan, sin más."
Parecía orgullosa de su respuesta.
Laena asintió.
Sin decir más, Missandei salió de la habitación, dejándola sola con sus pensamientos.
"Este hechizo," insistió Tyrion "¿Qué peligro conlleva?"
"Solo necesito dos gotas de sangre."
"Ya he visto antes cómo lo hacen, dos gotas nunca suelen ser suficientes," replicó.
"Si necesitaban más sangre entonces no eran conocedores del hechizo, hay muchos imitadores mediocres." Discutió, Laena podía entender las dudas pero se sentía especialmente contradicha por el cuestionamiento de Tyrion.
Daenerys se mantenía al margen de la conversación, concentrada en algo, sin duda, más interesante en el cielo.
Laena resopló, buscando la mirada de la reina.
Se habían reunido en una de las salas cercanas a la del trono. A diferencia de las otras, ésta tenía un gran balcón con vistas a la playa, el sonido de las olas chocando contra la arena de fondo.
"Si su alteza se queda más tranquila," insistió ella tratando de llamar su atención, tratando de incluirla en la conversación pero sin aparente éxito "puedo también hechizarme para decir solo la verdad." Sugirió en contra de su mejor juicio.
Esto sí había conseguido llamar la atención de la reina.
"¿Cómo sabré que el hechizo funciona?"
Por fin habló, mirada helada sobre Laena.
"Su alteza podrá preguntarme a mí, así sabrá que digo la verdad," dijo rápidamente.
"Las decisiones que tome..." insistió con el ceño fruncido "¿Cómo sabré que me llevarán al futuro que augures?"
"El futuro cambia con cada decisión..."
"Eso ya lo he escuchado antes," interrumpió Daenerys, aparentemente irritada con la conversación.
En realidad, parecía irritada con todo en general.
Hacía una semana desde la última vez que habían hablado pero la reina había decidido mantener la distancia por algún motivo. Tal vez, pensó, ya no le interesaba saber qué pasaba en su futuro.
"¿Y si no me gustan tus predicciones?"
"El futuro cambia," pausó asintiendo "el destino no, alteza," continuó con lo que quería decir antes de la interrupción, sospechaba que Daenerys no entendía a dónde quería llegar Laena con esto. "Hay verdades absolutas." A esto Laena recibió un resoplo por parte del hombre que las acompañaba, ignorándolo recalcó "Inmutables".
"¿Como cuál?" Preguntó Daenerys seria, aunque ya parecía conocer la respuesta, ya parecía entender el rumbo de la conversación.
"La muerte." La reina alzó las cejas. "Yo podría cambiar algo tan inmutable como la muerte."
Al fin había conseguido toda su atención, algo que causó un sentimiento indescriptible en su pecho, se sentía incapaz de apartar la mirada de sus ojos púrpura.
Era una oferta más que generosa, todos los presentes parecían ser conscientes al instante, pero a Laena no le importaba.
Ella era la única hechicera que podía conceder hasta los deseos tan imposibles como la misma resurrección con éxito, si ya lo había hecho una vez podría hacerlo cuantas se propusiera.
"¿Por qué?" Preguntó curiosa.
"Porque quiero vivir en ese nuevo mundo del que tanto se habla en este castillo." Confesó "El que me prometiste".
Laena aceptaba su oferta, aceptaba unirse a ella, aceptaba ser su aliada y ayudarla a ganar una guerra ajena a ella.
Daenerys sonrió ampliamente.
Notes:
Los capítulos serán un poco cortos, quería que fuera algo rápido de leer y sobre todo serán diálogos. Seguramente habrán saltos en el tiempo y algún que otro plothole pero no afectaran a la historia, como Laena es la protagonista y el texto se quedará en su pov quiero que se note que no sabe cómo transcurre la historia original ya que no forma parte de ella.
Gracias por leer!
Chapter 4: Premonición
Summary:
Daenerys tiene un sueño que la deja confundida. Laena al fin contestará todas las preguntas de la reina.
Notes:
Advierto: empieza el romance lol. Todavía no hemos llegado al 7x02 pero estamos cerca. La cursiva indica que es un sueño.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Las olas chocaban contra la orilla suavemente. Laena las observaba, la nostalgia en el centro de su pecho crecía con cada día que pasaba en aquel castillo y, lo peor, no lograba entender el motivo. Sin pensarlo dos veces se adentró en el mar.
El oleaje estaba más tranquilo que nunca y, a pesar del día nublado, Laena no sentía frío.
Se distrajo flotando suavemente, concentrada en el cielo sobre ella, una sombra descendiendo sobre la arena de la playa, inusualmente silenciosa, tal vez las olas hacían más ruido del que había pensado.
"Te congelarás, " escuchó e, inquieta, se puso en pie.
Caminó despacio hasta la orilla, sin hacer contacto visual directo, concentrándose en un pequeño rizo solitario libre de una de las trenzas de la reina.
"Alteza," las olas parecían haberse relajado aún más, si eso era incluso posible, facilitando su camino hasta Daenerys "llegas antes."
"¿Eso es malo?" preguntó, media sonrisa en su cara.
"Para nada," trató de enmendar, finalmente frente a ella "pero hubiésemos preparado una mejor bienvenida."
Las cejas de Daenerys se alzaron, cuestionando.
"Ésta es una buena bienvenida," contestó como si aquello fuera un hecho obvio. Analizó discretamente a Laena, dirigiendo su mirada de arriba a abajo. "Debería ofrecerte mi abrigo," sin hacer gesto que sugiriera que realmente lo pretendía hacer.
"No tengo frío, alteza."
"Por favor," suplicó tiernamente "deja de llamarme así." Sus dedos jugando con un mechón de pelo de Laena, todavía quedaba entre los mechones platinados un pequeño rastro de color rojizo.
"¿Cómo esperas que te llame?"
"Dany" pausó, esperando una reacción, Laena no sabía cuál exactamente pero parecía haberla encontrado porque no esperó una respuesta para continuar. "Como lo hace Missandei," a esto Laena hizo una mueca y como si leyera sus pensamientos Daenerys corrigió rápidamente "como lo hacen tus hermanas" las dos sonrieron cómplices.
"Pero eres la reina, no podría abusar de tu confianza" bromeó, Daenerys no respondió, solo sonrió de nuevo.
"Hagamos algo" propuso, una idea infantil en su cabeza "te propongo una carrera, desde aquí hasta esa piedra" señaló una piedra justo al lado de una de las patas de Drogon "quien llegue antes conseguirá lo que quiera de la otra, si ganas te llamaré Dany" pausó "¿Hecho?" la tomó de la mano.
Daenerys no parecía convencida, analizando la mano que sostenía "No parece justo" finalmente dijo dando un paso atrás, alejándose de ella, mechón olvidado, la mano de Laena especialmente fría ahora sin su calor. "Tú sabes lo que yo deseo, pero yo no sé qué deseas tú"
Laena se acercó despacio, Daenerys se quedó muy quieta.
"Lo sabrás" susurró suavemente cuando sus caras estaban a meros centímetros.
En cuestión de segundos Laena le dio la espalda y empezó a correr.
Corría sin pensar que tal vez la reina no correría tras ella, pero no podía obligarse a pensar en ello, solo quería vivir ese momento.
Seguía concentrada en ganar cuando una enorme pata se interpuso en su camino, interrumpiendo su carrera.
Laena se sentó en la arena descontenta.
"Eso es trampa." Le dijo a Drogon, que solo suspiró suavemente en respuesta, enseñándole los dientes. "Eso es trampa," le repitió a Daenerys, que caminaba despacio hacia ella, una gran sonrisa en su cara.
"Soy la reina," insistió "yo no hago trampas."
Le ofreció su mano, Laena la aceptó con gusto para, en lugar de levantarse, tirar de ella, haciendo que Daenerys cayera y, a la vez, amortiguando su caída.
Drogon emitió un sonido gutural sospechosamente parecido a una carcajada, segundos después, Viserion y Rhaegal ya lo imitaban.
"Has ganado," susurró. Dany asintió, parecía estar realmente cómoda encima de Laena, jugando de nuevo con uno de sus mechones rizados. "¿Y bien, qué es aquello que la Reina Prometida más desea?" preguntó conspirativamente, aunque ya creía saber la respuesta.
Daenerys dejó caer un poco más de su peso sobre Laena, suspiró levemente.
Tras una corta pausa, le susurró al oído.
" Saber qué deseas tú." Laena trató de contestar pero no podía, el peso de aquella pequeña confesión era demasiado para ella. Un nudo parecía formarse en su corazón y estomago a la vez.
Dejando espacio entre ellas de nuevo, Dany cambió de tema rápidamente.
"Deberíamos volver, ya empieza a llover…" ignorando, a propósito, que la había dejado sin palabras.
Laena asintió en respuesta.
Antes de poder levantarse una de las alas de Drogon las había cubierto para resguardarlas.
Ninguna de las dos hizo amago de moverse.
"¿Cómo está la sangre de mi sangre?" finalmente preguntó, reposando una mano sobre el vientre apenas abultado de Laena.
"Creciendo fuerte y sana con cada día que pasa."
Laena entró a su habitación, sobresaltando a la figura que aparentemente dormía plácidamente en una de sus butacas.
"Mis disculpas, alteza. No sabía que me esperabas aquí."
Daenerys la miraba desconcertada, como si aún siguiera dormida, Laena no pudo evitar sonreír, casi enternecida por su distraída mirada.
"¿Te encuentras bien?"
Empezó a preocuparse cuando no recibió respuesta, Daenerys mirando a su alrededor desorientada.
Lentamente, se enfocó de nuevo en ella, en un punto fijo en su abdomen.
"¿Ocurre algo?" La hechicera insistió.
Finalmente, la reina negó con la cabeza, todavía visiblemente confundida.
"Missandei dijo que querías hablar conmigo," dijo Laena cuando Daenerys parecía más centrada.
"Tyrion ha sugerido que tus premoniciones sean expuestas frente a mis consejeros y aliados mañana."
Laena frunció el ceño, una mueca torciendo sus labios.
"No creo que sea buena idea."
"Yo tampoco," negó con la cabeza. Se levantó de la butaca lentamente. "Por eso estoy aquí."
Recogió el libro que se le habría caído al suelo cuando se durmió.
"¿Qué sugieres?"
"¿Puedes hacerlo ahora?"
Laena levantó una ceja pero asintió en respuesta, indicando que la siguiera.
Daenerys la siguió, en silencio, hasta el que se había convertido en su pequeño herbolario.
Sus ojos se centraron en una de las flores púrpura que crecía aparentemente de la nada.
"Es el experimento de Larys de esta semana," contestó antes de que preguntara.
Asintió fascinada.
"El de Lena es crear una miniatura viva de Drogon." Daenerys la miró curiosa, Laena asintió. "Lo mejor de todo, lo único que le falta es que respire."
Sonrió.
"No te lo puedo enseñar todavía o seré lo próximo que coma su experimento," confesó.
Daenerys se sentó insegura, observando todo lo que llamaba su atención de esa habitación.
Una mariposa se posó sobre la flor de Larys, con un destello cayó al suelo aturdida. Laena la recogió con cuidado, sopló sobre ella, impulsándola como si fuera una pequeña cometa.
"No es una mariposa de verdad," le confesó a una Daenerys con el ceño fruncido. "Está hecha de papel. Éste era mi experimento."
Sonrió a la mariposa que volvía a volar decidida por la habitación.
"¿Preparada?" preguntó solo por educación, no esperó respuesta para sentarse frente a ella, dejando uno de sus libros sobre la misma.
"Este hechizo es para que sepas que no te miento," dijo chasqueando suavemente los dedos, pronunciando dos frases en un idioma que Daenerys no pudo entender.
Ambas asintieron a la vez.
El suave tintineo de la habitación parecía suficiente para convencer a la reina, que volvió a asentir.
"Ahora es cuando necesito tu sangre." Indicó, señalando un pequeño cuenco en el centro, al lado del libro. "Dos gotas deberían ser suficientes."
Daenerys ofreció su mano.
Laena la tomó con delicadeza, haciendo un pequeño corte en el interior de su muñeca.
"¿Dragonglass?"
Laena la ignoró, centrada en la mezcla frente a ella.
"¿De dónde lo has sacado?"
Desconcentrada, solo dijo "Mi hermano."
Cerró los ojos, tratando de volver a concentrarse en el hechizo.
Una vez la sangre se había integrado con el resto de los ingredientes la mezcla empezó a destellar, convirtiéndose lentamente en una llama autosuficiente.
¡Bien! Se auto alabó ¡Hacía meses que no practicaba este hechizo!
"¿Qué ves?" preguntó impaciente.
"Todavía nada."
"¿Cuánto durará tu hechizo?"
"Lo que tarde en apagarse esta llama." Daenerys asintió. "He enlazado ambos hechizos a propósito."
"Eres realmente Laena Velaryon?" preguntó insistente, Laena abrió los ojos.
Daenerys no había venido solo a descubrir su futuro, estaba claro que había venido a interrogarla.
Laena no se había sentido tan ingenua en años.
"Segunda," confesó, a lo que Daenerys la miró casi escéptica. "Laena Segunda Velaryon." Aclaró, obligada por el hechizo, pausando en cada palabra.
"¿Planeas traicionarme?"
"No."
Parecía ser la única respuesta que necesitaba de ella porque cambió de tema inmediatamente.
"¿Cómo descifras lo que ves?" preguntó, recuperando la curiosidad anterior al interrogatorio.
"No lo veo," confesó "me susurran." Hizo una pausa. "Verlo es peligroso, podría perderme en las visiones, por favor no perdamos más tiempo con preguntas innecesarias no tengo intención de repetir esta experiencia de nuevo," dijo sin hacer ninguna pausa entre las palabras, sin la necesidad de volver a tomar aire.
Daenerys solo asintió, aparentemente apiadándose de ella.
Cuando el silencio fue demasiado para Laena, volvió a cerrar los ojos.
Daenerys, frustrada al perder el contacto visual una vez más, suspiró profundamente.
"¿Quién ganará esta guerra?"
"Nadie."
"¿El Trono de Hierro pertenecerá de nuevo a la casa Targaryen?"
"Así será."
"¿Seré yo quien se siente en él?"
"No."
Laena abrió los ojos, tan sorprendida por la respuesta como la reina frente a ella.
"Pero lo hará alguien de tu propia sangre."
"Eso es imposible," renegó disgustada.
"Se sentará en él sangre de tu sangre, es lo único que repiten."
"¿Cómo puede ser eso posible?"
Laena negó con la cabeza, insegura.
Las voces empezaban a hablar cada vez más alto.
"¿Acaso no conocen el pasado?" Insistió de cada vez más disgustada. "Tus respuestas no tienen sentido alguno."
"Sangre de tu sangre, solo repiten eso." Insistió, casi angustiada por la reacción de la mujer frente a ella.
"¿Daré a luz de nuevo?"
"No."
Tragando gravemente, casi con dificultad incluso para tomar aire, Daenerys comprendió que estaba formulando las preguntas incorrectas.
"¿Quién dará a luz a la sangre de mi sangre?"
"Yo."
La llama se apagó inmediatamente.
Entonces, la hechicera comprendió que las voces no le gritaban a Daenerys, que no trataban de comunicarse con ella, sino que le gritaban a ella.
Dany acariciaba dulcemente el vientre de Laena.
"¿Has pensado en un nombre?" susurró.
Laena negó con la cabeza, llenando su cabello de arena.
"¿Y tú?" preguntó, despreocupada por su propio cabello, moviendo uno de los mechones de Dany detrás de su oreja.
"¿Estás segura que es una niña?"
"Sí."
Dany fingió darle vueltas en su cabeza.
Tras una breve pausa.
"No tengo nada" confesó sonriente.
Laena ya sabía que Daenerys quería que fuera ella quien eligiera el nombre de su futura hija y le sonrió ampliamente en respuesta, siguiéndole el juego.
La tensión que habían decidido ignorar en su reencuentro crecía con cada segundo. Laena no encontraba palabras acertadas.
" Dany" suplicó suavemente pero antes de poder terminar la frase los suaves labios de Daenerys chocaron contra los de ella en un tierno beso, con solo la presión suficiente para juntar sus labios, como si quisiera dejarle una vía de escape.
Pero no parecía ser suficiente para ninguna de las dos.
Laena presionó su cuerpo contra el suyo cálido, tratando de profundizar el beso, pero Dany mordió suavemente su labio, deteniéndola.
Laena despertó sobresaltada, como si se tratara de una pesadilla de la que no había logrado despertar.
Notes:
Este capitulo empieza con un sueño premonitorio de Daenerys (cursiva), aunque sé que dije que no escribiría en su pov (y técnicamente no lo es), pero quería incluir la escena. Es una de mis escenas favoritas y seguramente la volveré a incluir más detallada cuando la trama llegue a ese punto, a parte será el hilo conductor para los sentimientos encontrados de Dany. He actualizado los tags, magic baby es importante en este fic sorryy si no es algo que guste.
Chapter 5: Clarividencia
Summary:
Las cosas parecen tomar nuevos rumbos para Laena, quien empezará a estar mucho más segura de lo que hace y decide en consecuencia.
Notes:
Spoilers / resumen del capítulo en las end notes.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Laena trataba de distraerse de aquel sueño como mejor podía.
Después que Daenerys abandonara en silencio su habitación la noche anterior, las dos parecían evitarse por igual.
Si antes a duras penas se veían, ahora resultaba imposible encontrarse con la otra.
Decidió pasear por los caminos menos descuidados de aquel nuevo hogar, sus hermanas hablando de mil cosas a la vez, una a cada lado. En otro momento le hubiese podido causar aturdimiento pero hoy agradecía la distracción. Aunque Laena sabía, en el fondo de su ser, que había salido con otro propósito en mente.
Las niñas parecían tener una rutina con uno de los soldados de la reina y la habían invitado, como todas las mañanas desde que vivían ahí, a alimentar a los enormes dragones que parecían querer adoptar como mascotas.
"No dudarían en devorarte Lena," dijo Larys como si aquello fuera lo más fascinante.
"Pero no tengo casi carne, no les llenaría."
"Entonces serás el postre."
"Yo no quiero ser el postre."
"Gusano, díselo, que será el postre de Drogon hoy," insistió Larys.
"¿Gusano?" Preguntó Laena, regaño preparado en la punta de la lengua.
"Es mi nombre," respondió el soldado.
Laena empezaba a preguntarse si la gente con la que ahora vivía podía leer su mente.
Asintió, sin querer continuar con la conversación.
Los dragones, aún más grandes desde tan cerca, parecían dormir plácidamente.
Cuando detectaron el olor de su próxima comida levantaron poco a poco la cabeza, perezosos de moverse solo esperaron a que los soldados, mezcla indescriptible en manos, la soltaran frente a ellos.
"¿No se alimentan por sí solos?" Preguntó curiosa.
"Esto es como un premio," susurró Lena.
"Para que estén más contentos," asintió Larys.
¿En qué momento se han enterado estas niñas de tanto? Se preguntó.
Uno de aquellos gigantes animales parecía haber encontrado una distracción mejor que aquella mezcla tan disgustosa, Laena.
El animal se acercó muy despacio a la hechicera, ella trató de dar tres pasos para huir pero la mano del soldado la detuvo.
"Eso será peor, debes dejar que te huela."
Laena asintió intranquila. El dragón dorado se encontraba imposiblemente cerca, Laena casi podía sentir las escamas contra su piel. Un fuerte suspiro la sorprendió y cayó sentada a la hierba, el peso suave de un hocico helado sobándola suavemente.
Nadie se atrevía a decir nada.
"¿Es esto normal?"
Preguntó al darse cuenta que los otros dos dragones parecían hacer contacto visual con ella, al darse cuenta que reconocía aquel flujo de energía que había sentido por primera vez hacía tanto, ya no recuerda cuánto exactamente.
La reacción de los soldados fue suficiente respuesta.
Pasada la sorpresa del momento, ya que al parecer el dragón no parecía tener intención de levantarse, las niñas comenzaron a acariciar cautelosas a aquel gigante.
"Este es Viserion," dijo una de ellas, Laena no podía concentrarse lo suficiente como para saber quién.
"Parece que le caes bien." Dijo una voz, aparentemente desanimada por ese hecho.
"Quitádmelo de encima," suplicó sin éxito.
Cerró los ojos, obligándose a sentir el flujo de energía que la criatura parecía emitir. Sus hermanos habían vuelto a centrarse en su comida y, hasta que Laena no tocó suavemente las escamas del animal, que sorprendentemente apenas la estaba aplastando, no se centró él también en su propio manjar.
Una vez libre y en pie, sin decir palabra, tomó las manos de sus hermanas ignorando sus quejas y volvió a su habitación decidida.
Tras incontables horas de lectura Laena salió de su cuarto sin mirar atrás, tres pétalos púrpura entre sus dedos.
Volvió a encarar a aquellos misteriosos animales, ahora totalmente indiferentes a su presencia en la tranquilidad de aquella silenciosa noche.
"No deberías estar aquí."
Su voz casi consigue inquietarla lo suficiente como para salir corriendo, un escalofrío subiendo por su espalda hasta asentarse en su nuca, la fría brisa de la noche empeorándolo.
"Alteza," respondió, voz temblando suavemente.
Algo le decía que ya le habrían contado el acontecimiento de aquella mañana, que, tal vez por ese motivo, se encontraba casi custodiando a sus dragones.
"¿Qué haces aquí Laena?"
Aunque por su tono parecía que era curiosidad, Laena no era tan ingenua para no sentirse intimidada.
"Lo hemos conseguido," confesó enseñándole los pétalos a la reina, quien alzó las cejas. "Hemos arreglado el hechizo, una de las páginas estaba dañada pero entre las tres hemos conseguido descifrarlo," hizo una corta pausa "mejorarlo," explicó rápidamente "una vez los traguen la magia será autosuficiente. Regenerará sus tejidos dañados antes de que sus heridas puedan llegar a ser mortales…" Daenerys parecía cada vez más sorprendida con todo lo que Laena decía, pero no podía dejar de hablar, estaba eufórica. "Serán prácticamente intocables," insistió, esperando al menos un semblante de aprobación.
Daenerys no dijo nada, rostro impasible.
Dejó que Laena terminara de llegar hasta sus tres hijos, ahora observándola casi tan impasibles como su madre.
Viserion fue el primero en acercar su cabeza a ella de nuevo.
"Por favor," le rogó.
Entendiendo inmediatamente, el dragón abrió la boca lentamente, tragando el pétalo sin quejas.
Una vez lo había tragado, sacudió la cabeza exageradamente rugiendo al cielo, una pequeña llama escapándose de su boca.
"No sabe muy bien ¿verdad que no?" Comentó intrigada por su reacción, incluso entendiéndola. El animal volvió a acercar su cara a la de ella, parpadeando lentamente, Laena sonrió.
"Le gustas." Daenerys habló al fin.
"Bien," dijo sinceramente "porque él también me gusta a mí." Le susurró al animal, acariciándolo suavemente. Se preguntaba si con una piel tan gruesa podría llegar a sentir aquella caricia.
Despacio, se dirigió hasta Rhaegal, que parecía aceptar el pétalo solo para imitar a su hermano.
Laena sonrió de nuevo.
Aunque podía sentir la energía que emitía, el sentimiento no parecía ser igual de fuerte. El animal penas reaccionó al sabor, indiferente por la reacción del anterior.
Laena observó el último pétalo en sus temblorosas manos, de repente insegura ahora que solo quedaba el más grande de los tres.
Daenerys se ancló decidida a un lado de Drogon, su postura rígida frente al claro nerviosismo que la hechicera demostraba.
El dragón parecía más inquieto, no abrió la boca hasta que su madre no tocó su piel suavemente.
Todavía insegura, trató de dejar el pétalo en las manos de la reina.
"Será mejor si lo haces tú," sugirió al ver la confusión de la mujer.
Ella negó con la cabeza, rechazando las cálidas manos de la hechicera, devolviéndole el pétalo cuidadosamente.
Finalmente, Laena lo puso en su escamosa lengua, alejándose inmediatamente del animal. Su energía era parecida a la de Rhaegal solo que más fuerte y caótica.
"Serán invencibles." Se susurró a sí misma, tal vez para tratar de tranquilizarse.
Daenerys la observaba detenidamente. Sin duda estudiando la reacción tan extraña de la hechicera, quizás no entendía el interés que había empezado a mostrar de la noche a la mañana por sus preciosos hijos.
Laena asintió, reafirmando su frase, segura de su nuevo hechizo.
"Buenas noches, alteza." Se despidió, mirando por última vez a los dragones antes de caminar de vuelta al castillo, ignorando cualquier reacción que haya podido ver en el rostro de la reina.
Laena no soñaba con casarse, no fantaseaba con una ceremonia con miles de invitados que apenas conociera, ni un banquete rebosante de comida, ni mucho menos casarse con alguien perteneciente a la realeza, su posible compromiso con Viserys había sido suficiente para darse cuenta.
Por eso, cuando Missandei se presentó frente a su puerta, vestido ceremonial tradicional en mano, encontrándola todavía con su ropa de dormir y cabello desordenado, no pudo evitar estar impactada.
"La reina ha sugerido que vistas esto para la ceremonia."
Dejó el vestido delicadamente en la butaca más cercana.
Laena, estupefacta, pudo hablar tras dejarla adentrarse a la habitación, su voz ronca y confusa.
"¿Ceremonia?"
"Aceptaste su proposición de unión en matrimonio político," aclaró, por su tono, parecía que para ambas.
"¿Matrimonio?" preguntó un poco desconcertada.
Observó con detalle el vestido.
Las piezas comenzaban a encajar en los pensamientos de la hechicera como si de un complicado puzle se tratara, entendiendo a lo que había accedido sin siquiera darse cuenta.
¿Como podría imaginarse que la reina querría unirse en matrimonio?
"Qué romántico…" Se dijo sarcástica para sí misma y, aparentemente, no lo suficientemente bajo porque Missandei la había escuchado.
"Aceptaste su proposición." Repitió, tono casi cuestionando.
"Porque no sabía que era una proposición de matrimonio," replicó sinceramente.
"Es pura política."
Finalmente se sentó en el diván que ahora decoraba su salón, e l delicado tapizado rojo aterciopelado, pequeños destellos de negro cuando la luz lo iluminaba directamente. Laena no estaba segura de dónde había salido.
"Precisamente." Antes de que Missandei pudiera pronunciar palabra Laena continuó rápidamente. "Si dices de nuevo que es político…" No terminó la frase. "Mi mayor deseo no resulta ser casarme por conveniencia."
"Si te sirve de consuelo, tampoco creo que sea buena idea." Le confesó.
Laena se sentó junto a ella, intrigada hizo un gesto con la mano para que continuara.
"Ya saben que lo que queda de la casa Velaryon nos apoyan de nuevo, que están de camino para consolidar la alianza." Laena hizo una mueca, Missandei leyó su mente, asintiendo en respuesta. "Dentro de poco también sabrán que sus dragones son ahora prácticamente inmortales…" hizo una pausa "Si descubren que es por ti, que estás aquí…" pausó de nuevo, aparentemente sin intención de continuar.
"Y si aparte descubren que voy a dar a luz a más herederos Targaryen, querrán mi cabeza en una estaca." Concluyó desmotivada.
La falta de reacción a la confesión significaba que la joven estaba al tanto de las premoniciones de la hechicera, y Laena se sintió aliviada al saber que lo sabía.
"Eso no va a ocurrir."
L as dos mujeres se sobresaltaron por la voz de Daenerys.
"Por supuesto, alteza, mis disculpas." Trató de enmendar Missandei, levantándose rápidamente. "Será mejor que las deje solas."
Miró discretamente a Laena, sonriéndole sinceramente, ella solo le asintió en agradecimiento, observando en silencio la rapidez con la que la joven había abandonado la habitación.
"¿Cómo te encuentras?" Daenerys le preguntó nada más estar solas.
"¿Cuánto has escuchado?"
Lo último que quería era irse por las ramas.
"Suficiente."
Así que, probablemente, todo.
"No es buena idea."
"Tendré a mi mejor hombre protegiéndote." Se encogió de hombros.
"No me fío de tu mejor hombre."
"Lo conocerás hoy, será tu protector a partir de ahora," continuó, indiferente a las respuestas de Laena.
Ella asintió, insegura de qué contestar, no queriendo tentar el buen humor que la reina parecía tener esa mañana.
"Jorah te será leal," asintió para sí misma.
"Por favor, dime que no es un obsequio de boda."
"Puedo mentirte si así lo deseas." Trató de bromear, sin éxito.
Laena frunció el ceño, algo parecido a la frustración apoderándose de ella.
"Sigo pensando que no es buena idea."
"Entonces mantendremos el enlace en secreto."
"¿Eso no podría convertirlo en algo innecesario?"
Daenerys se quedó sin palabras durante un segundo, tragando gravemente antes de volver a hablar.
"Será la boda tradicional de nuestras familias. Nos uniremos y honraremos nuestros apellidos respectivamente." Insistió, casi convenciéndose a sí misma "He celebrado dos matrimonios en culturas ajenas a la mía. Por ésta vez, me gustaría honrarla con la boda tradicional Valyria."
"¿No preferirías que fuera con alguien a quien amas de verdad?"
"Honraremos nuestras casas." Su tono monótono, aburriéndose de la conversación.
Aquello parecía formar parte de un discurso más largo, uno que la reina había memorizado y que Laena no deseaba oír.
"¿Puedes dejar de repetir eso, por favor? Trato de llegar a un acuerdo contigo." Trató de suplicar.
"No hay nada que acordar." Regañó irrefutable.
"No puedes obligarme a que me case contigo." Laena no recordaba la última vez que se había sentido tan frustrada con una conversación.
"Si vas a tener a mis hijos, yo creo que sí."
"Yo no soy tu responsabilidad. Me niego a serlo." El ambiente comenzaba a tornar tenso, su esfuerzo para mantener el buen humor de ambas esfumándose. "Tampoco me voy a casar en consecuencia."
Su respiración se había acelerado por su frustración con la discusión, observando el rostro impasible de Daenerys suavizarse durante un breve instante, sus cejas alzándose en sorpresa quizás.
Laena no deseaba estudiar cada mínima reacción en su rostro, solo deseaba darse un baño, vestirse y salir de aquel castillo, un suspiro lleno de anhelo escapándose de sus labios.
Daenerys alzó las cejas una vez más, reconociendo alguna complicada emoción en el rostro de Laena, preparándose para responder cuando llamaron a la puerta.
"Jorah espera en la sala del trono, alteza." Soltando su propio suspiro, la reina solo asintió, cerrando los ojos y sacudiendo casi imperceptiblemente la tensión de sus hombros.
Tal vez Laena prestaba más atención a la reina de lo que creía, separando su mirada de ella para observar el ofensivo vestido con desdén.
"Vístete." Daenerys ordenó, como si Laena planeara salir de su cuarto a medio vestir. "A partir de ahora habrá soldados custodiando tus puertas." Mirada severa continuó "Tendremos más visitas de las que me gustaría."
Sin decir nada más, finalmente la dejó sola.
En la sala del trono esperaban dos personas que Laena no pudo reconocer.
Por orden de Missandei, la hechicera se situó al lado de la joven, estratégicamente cerca de la reina.
Laena no había prestado atención a una palabra de lo que habían dicho, su mente no dejaba de darle vueltas a su conversación con Daenerys.
La quiso mirar de reojo, queriendo encontrar alguna emoción en su rostro, sorprendiéndose al ver que Daenerys ya la estaba observando.
Laena dirigió rápidamente la vista a los dos hombres frente a ellas, su corazón latiendo con fuerza.
"Mi Señor Jorah, Señor Selmy, mi prometida se preocupa por vuestra lealtad," dijo lentamente, como si cada palabra le provocara dolor físico al pronunciarla. "Por favor, muéstrenle sus respetos a ella como en su día lo hicieron conmigo."
Antes de que pudieran arrodillarse Laena habló.
"No es necesario arrodillarse, confiaré en la palabra de la reina."
Era incapaz de sentirse halagada por alguien arrodillándose frente a ella.
"Para mí será un placer aceptar la protección que me ofrecen."
Notes:
Daenerys ya se ha reunido con lady Olenna y compañía así que hemos pasado el 7x02. Jorah vuelve antes que en la serie porque sí :) en fin, Selmy sigue vivo también para este fic y Jon todavía no llegará. Laena al fin conoce a los dragones y conecta con Viserion ;) ;). Creo que debería aclarar que no se casará con Daenerys para no sentirse una fábrica de bebés, no creo realmente que considere el matrimonio por conveniencia el fin del mundo lol
Chapter 6: Acontecimientos
Summary:
Con aliados entrando y saliendo del castillo, Laena encuentra difícil sentirse tranquila.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
Laena había aceptado cenar con Daenerys aquella noche.
"Melisandre parecía preocupada por esta profecía. Si un ser como ella puede sentir miedo, tal vez deberíamos confiar en ella."
"No desconfío de su palabra."
"Entonces, ¿Cuál es el problema?"
Laena tenía sentimientos encontrados con las confesiones que la reina empezaba a hacerle, reacia a involucrarse en sus decisiones políticas.
"Me pregunto" hizo una pausa "¿Tú lograrías ver lo que ella vio?"
Laena suspiró, sin una respuesta clara.
Para poder ayudarla a entender tendría que explicar mucho más que el básico funcionamiento de la magia que ella practicaba.
"Solo si sé qué estoy buscando en las visiones, de lo contrario, me perdería en ellas." Hizo una pausa, decidiendo las palabras correctas "No es mi mayor virtud" confesó.
"¿Cuál es, entonces?"
"Sanar. Proteger. Crear vida. Devolverla incluso."
Daenerys hizo una mueca, aparentemente disgustada con la respuesta. Laena se sintió decepcionada con su reacción.
"Mi madre era la vidente más poderosa de su generación, ¿sabes qué le ocurrió?" Esperó que Daenerys negara con la cabeza, solo para asegurarse que la escuchaba, de que la podría entender "Se volvió loca tratando de evitar que sus presagios sucedieran. Ya no distinguía lo que era real de lo que no. Murió desesperanzada, mirada perdida, completamente delirante." De repente ya no tenía más apetito. "Desde entonces decidí no rebuscar en mi futuro."
"Pero sí en el de los demás." acusó.
A Laena no le gustaba el rumbo que tomaba la conversación.
"Para ellos era una simple visión, algo de lo que agarrarse cuando habían perdido la esperanza." Suspiró profundamente. "Si un pobre hombre se te presenta y te pregunta si podrá alimentar a su familia esa semana, si no los verá morir de hambre, entonces le das esperanza. Asientes y le dices: así es mi señor, grandes riquezas le deparara el futuro."
"Mentías," afirmó, rostro indescifrable.
"No." Trataba de evitarlo a toda costa, escarmentada. "Muchos de aquellos hombres que venían con esa clase de preguntas acababan muriendo antes que sus familias. No los vería morir de hambre si era él quien ya estuviera muerto."
Daenerys alzó las cejas.
"¿No les informabas de su propia muerte?"
Laena negó incrédula ¿Acaso no podía imaginarse que la matarían sin dudarlo? Solo por no decirles lo que querían oír.
"La mayoría no quiere saber realmente qué les depara el futuro, solo quieren fuerzas para continuar."
"Esperanza," asintió la reina, entendiendo al fin de lo que hablaba. Laena también asintió. "Habló de un rey en el norte. Alguien que debería conocer, al parecer." continuó, volviendo a la conversación inicial.
"¿Vendrá como aliado?" Preguntó, de repente insegura.
"Todavía no lo he decidido" bebió de su copa distraída. Laena sospechaba que no querría su opinión al respecto, así que no se la dio, centrándose en terminar de comer. "¿Las niñas?" Preguntó, queriendo cambiar de tema.
"Duermen," jugaba con una uva, distrayéndose para no evidenciar su preocupación.
Este nuevo invitado, si eso era lo que se podía considerar en realidad, la inquietaba sin motivo aparente. Tal vez fuera el hecho de que Daenerys no lo considerara un aliado todavía. Tal vez fuera porque había sentido el miedo de Melisandre con un solo intercambio de miradas.
El propósito del hechizo que había usado para leer el futuro de la reina fue centrar las voces susurrantes. Para que las conocedoras de su futuro pudieran comunicarse con Laena de la forma más clara posible, anclar su presencia hasta conseguir de ellas lo que necesitaba.
Por tanto, se ahorró comunicarle a la reina que no se trataba de un augurio en sí, que no era lo mismo. Así como evitó advertirla del posible margen de error. No podía confesarle que había evitado hacer el hechizo original porque le aterrorizaba volver a practicarlo. No podía admitir que si lo hubiese hecho, tal vez, sabrían mucho más de lo que ahora sabían, que podría saber más de lo que Melisandre sabía.
Ahora que había vuelto a coincidir con la sacerdotisa pelirroja, los susurros del castillo parecían haberse multiplicado incontrolablemente.
Con un leve dolor de cabeza terminó con el sufrimiento de la uva.
Se preguntaba cuánto tardaría la reina en pedirle que hiciera el hechizo de nuevo, que predijera un nuevo futuro.
"Puedo oírte pensar," dijo Daenerys, sacándola de sus pensamientos.
Dioses, espero que no.
"¿Qué te atormenta?" Preguntó curiosa.
Laena negó con la cabeza, sacudiéndola para soltar todo en lo que pensaba.
El dolor de cabeza se agudizó con el movimiento, hizo una mueca, llevándose las manos a las sienes
"¿Debería preocuparme?"
Suavemente, Laena negó de nuevo.
"Debería retirarme."
"Te acompaño."
La reina la escoltó hasta su cuarto. Laena notó el amago de empezar de nuevo la conversación, notó que tenía algo que decir.
Ya dentro de su cuarto decidió descansar en el diván aterciopelado del salón, se había convertido en su mueble favorito. Daenerys se sentó en una de las butacas frente a ella, sin intención de irse. Parecía preocupada, ceño fruncido, cejas casi juntas.
"¿Acaso ya estás...?" No terminó la pregunta, Laena no pudo evitar reírse. Una carcajada escapándose de su boca.
Al parecer, había preguntas que hasta a una reina le daba miedo hacer.
Laena volvió a reír al ver la expresión tensa de Daenerys.
Recomponiéndose al fin logró hablar "Me temo que no". Al ver que la reina no sabía cómo contestar, continuó "Entiendo que lo puedas pensar, pero lo que yo hago es crear vida donde ya hay vida." Al recibir la misma confusión se arriesgó a reírse de nuevo "No puedo crear vida de la nada, alteza," le contestó al calmarse.
Aunque Daenerys no parecía molesta por su reacción, su rostro seguía imposiblemente tenso.
"No entiendo." Dijo tiernamente o, al menos, así era como Laena lo sentía. Su ingenuidad le resultaba entrañable.
"Es un hechizo más bien tradicional." no recibió respuesta, aunque Laena notaba que la reina no parecía entender. "Nuestras energías se enlazaran y de la resultante nacerá una energía completamente nueva," explicó el hechizo.
Por cortesía, evitó hablar de que tendría que ingerir su sangre en un momento dado para que su magia tuviera éxito. Solo para no espantarla de más.
"Así que..." Pausó, Laena pudo reconocer el momento exacto en el que comprendió, cejas destensándose y arqueándose ampliamente.
Laena asintió, sonrisa de nuevo en su cara.
"Como siempre se han hecho los hijos, alteza," dijo tratando de evitar ser vulgar, evitando ser insultante.
Rio de nuevo, ésta vez acompañada.
"Eso cambia muchas cosas," finalmente dijo, el tono de Daenerys indescifrable.
Ahora era Laena quien no entendía.
"¿Te encuentras mejor?" Asintió en respuesta, desconcertada con el cambio de aura en la habitación. "Bien, me gustaría enseñarte algo," le ofreció su mano.
La tomó insegura, levantándose despacio.
Caminaron en silencio, paseando por los pasillos.
El pasillo que llevaba a su habitación estaba desocupado, su puerta siendo la única al final de éste. Pero el resto, los que conectaban con el suyo deshabitado, parecían estar llenos de puertas. Laena no pudo evitar estar sorprendida, nunca le había prestado especial atención.
Después de caminar sin rumbo aparente, Daenerys la dirigió a otra de las habitaciones más apartadas.
"Aquí es donde duermen los reyes…" dijo suavemente, abriendo las puertas despacio.
El cuarto parecía cubierto en una capa fina de polvo, algunos muebles tapados con sábanas.
No había señales de que Daenerys hubiese estado durmiendo ahí. Laena seguía sin entender.
"No he podido dormir en esta habitación ni la primera noche," confesó. "Por lo que me han dicho, aquí fue donde nací…" hizo una pausa "…donde murió mi madre dando a luz."
No había palabras con las que contestar a eso así que se distrajo pasando su mano delicadamente por alguno de los muebles descubiertos. Una de las butacas llamó su atención, aunque cubierta de polvo, Laena reconocía el tapizado a juego con el del diván en su salón.
"Es hermosa." Tal vez hubiese podido sonar hiriente el alabar el lugar donde había fallecido su madre, pero Daenerys no se disgustó.
Laena estaba llena de dudas.
"Entonces ¿Dónde duermes?" Preguntó curiosa. Laena esperaba que Daenerys estuviera durmiendo en un lugar digno, aunque se temía lo peor "¿Con los dragones?" Preguntó incrédula.
Una carcajada llenó la habitación, ahora era Daenerys quien se reía de ella.
Negó con la cabeza y le ofreció su mano. Laena la tomó una vez más.
Salieron de aquella habitación y, de la mano, caminaron en silencio de nuevo.
Al final de aquel mismo pasillo había otra habitación más pequeña. La anterior, la habitación de una reina, se parecía mucho más a la estancia donde vivía con sus hermanas mientras que ésta parecía más sencilla y compacta. Iluminada por una infinidad de velas, cama en el centro y unos muebles sospechosamente parecidos a los que aparecían de vez en cuando en su propio cuarto.
Laena paseó por el cuarto, observando las pequeñas cosas que llenaban de personalidad el lugar, uno de los libros llamando su atención.
"Esto es mío," giró a mirarla. Daenerys asintió, caminando hacia ella.
"Lo tomé sin querer aquel día." Hablaba del día de las premoniciones.
Ese día había salido tan rápido como pudo de su cuarto, no queriendo escuchar más, exigiendo por el camino que no se desvelara aquella premonición.
Daenerys estaba demasiado cerca, Laena podía sentir su calor, oler su suave perfume. Quitó el libro de sus manos, dejándolo apartado.
Delicadamente, acarició la mejilla de Laena, como si fuera lo más delicado que haya tocado nunca.
"¿Qué tengo que hacer?" Preguntó, tono firme.
Laena entendió mucho más que solo la pregunta.
No se sentía lo suficientemente seducida por la idea. Aun así, respiró profundamente y contestó igual de firme "Solo..." hizo una pausa, "solo tócame".
Daenerys no lo pensó dos veces, acercándola y apretando su cintura, labios casi tocando los suyos.
Laena sacudió la cabeza, rechazando el beso, inconforme.
"No debes hacer nada que no quieras," dijo para las dos.
Daenerys asintió en respuesta, apretando con aún más fuerza su cintura.
Larys y Lena jugaban en la arena, el mar revuelto era música para sus oídos. Uno de los motivos por el que se habían adaptado tan bien, aparte de porque estaban embelesadas con las criaturas aladas, era por lo cerca que tenían el mar.
Sus melenas, ondeantes al viento, ya empezaban a perder el tinte rojizo. Laena no sabía cómo sentirse al respecto, su propio cabello en la misma situación.
Daenerys, que apoyada por Missandei se convertían en una fuerza inamovible, las había convencido para que dejaran de ocultar su color platino original, apenas un tono más oscuro que el de la reina.
No es muy difícil convencer a las niñas, llevan deseándolo desde que saben hablar se dijo.
A lo lejos, ya se veían barcos acercarse peligrosamente a la orilla. Laena sintió nauseas. Un nudo formándose en su garganta.
Tras la visita de los soldados Velaryon, Daenerys parecía inmensamente aliviada, aunque Laena no lograba entender por qué ¿Acaso más aliados no conllevaban también más enemigos? Ella no iba a empezar a fingir que quería formar parte de esa guerra, ni que quisiera ganarla, aunque así fuera.
Una de las condiciones para seguir adelante con la ceremonia de boda había sido que siguieran ocultando que eran hechiceras de alto rango. Aunque ocultarse como heredera Velaryon fuera uno de sus deseos, Laena comprendió que dar a conocer su consanguinidad sería crucial para mantener estable la alianza entre las dos casas.
"Larys, Lena, debemos irnos. Los invitados de la reina llegaran en cualquier momento." Laena informó. Las hermanas solo asintieron, disgustadas por abandonar la playa tan pronto.
El señor Selmy se acercó despacio a ellas
"La reina ha hecho traer vestidos nuevos" trató de animarlas, Laena le sonrió agradecida "¿Qué os parece si nos los repartimos?" Bromeó tomándolas de la mano.
Las niñas se rieron en unísono. Los cuatro caminaron poco a poco hacia el castillo.
Notes:
¡Aquí viene Jony Snow! En fin... Laena al fin está embarazada. No sabía cómo introducirlo sin nsfw, así que es bastante soft.
Chapter 7: Jaque
Summary:
Laena se verá forzada a reconocer la guerra existente, puede que incluso participar en ella, poniendo en jaque sus principios.
Notes:
Este es el capitulo más largo hasta ahora...ooops. Me acabo de dar cuenta que el auto corrector me cambió del nombre de Davos mientras escribía el capitulo 8, ya lo corregí. Lo siento por la confusión.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
"¿Crees que lo que dice es cierto?"
Después de aquella primera noche juntas, Daenerys la visitaba a menudo. Se sentaba en una butaca a leer algún libro que encontrara interesante, a veces el mismo en el que Laena mostrara interés. Otras veces se adentraba en el herbolario con las niñas, jugando con las miniaturas de sus queridos dragones. Observando cómo practicaban algunos hechizos. Alguna que otra noche incluso se atrevía a alistarlas para dormir.
Laena notó que, a pesar de todo, la reina nunca pasaba la noche con ellas. Pasado un rato de su visita, la miraba con una expresión que ella no lograba descifrar y luego se marchaba en silencio.
Laena no quería creer que tal vez lo hacía para asegurarse de que no huyera con el futuro heredero en su vientre, que tal vez solo fingía confianza en la hechicera.
Volviendo a la conversación, asintió. "Sé que es cierto".
Ella no había estado presente para la bienvenida de Jon Snow, se encontraba indispuesta.
Daenerys suspiró agotada, sentándose en el divá como si su cuerpo pesara muchos más de lo que podían soportar sus piernas.
"Missandei dijo que no hincó la rodilla."
Laena trató de indagar un poco más sobre el encuentro.
Daenerys la miró en silencio, estudiándola tal y como hacía cuando pensaba que la hechicera estaba lo suficientemente distraída para no darse cuenta.
Laena podía entender que estaba preocupada por mil cosas a la vez, pero aunque quisiera no podría imaginarse la presión a la que en realidad estaría sometida.
Lentamente, se acercó a ella.
Daenerys se recostó levemente, cerrando los ojos de nuevo, párpados ya pesados.
Debía admitir que llevaba muy bien la situación de Laena, nada escéptica sobre la veracidad de su embarazo.
Podría haber sido tan diferente, reconoció.
Una vez engendrado el heredero no necesitaba fingir simpatía por ella, pero parecía querer involucrarse cada vez más.
Laena se distrajo con la llama de la chimenea.
Se encontraba mejor en comparación con otros días, aun así, todavía no se encontraba tan bien como le gustaría.
Había estado dando largas a la ceremonia de boda y, aunque Daenerys había dejado de presionarla al respecto, sabía que tendrían que cumplir su parte del acuerdo para la alianza. Sabía que, por la seguridad de ambas, tendrían que hacerlo antes de que naciera el bebé.
Abrió la boca para hablar pero se detuvo al ver que Daenerys estaba plácidamente dormida.
Con cautela, se acercó silenciosamente a ella.
"Vamos a dormir," susurró, mano acariciando la mejilla de la reina para no sobresaltarla. Ella abrió los ojos, perezosa, y negó casi imperceptiblemente. "Vamos." Insistió.
La tomó de la mano, caminando hasta su propio cuarto. Daenerys no dijo nada, solo la siguió.
Una vez dentro, desabrochó el abrigo de la reina quien, más dormida que despierta, terminó de desvestirse, acostándose inmediatamente dentro de las sábanas de Laena. Ella no tardó en seguirla.
Quiso dejar espacio entre ellas, para no invadir su comodidad pero Daenerys la envolvió en un fuerte abrazo, la espalda de Laena pegada a su pecho.
Aunque lo intentó, no pudo liberarse.
"Tengo que contarte algo," no era valiente para tener esta conversación estando despierta "será una niña." Confesó. No podía decírselo estando despierta porque tendría que explicarle que lo sabe porque se lo han dicho las voces del castillo. Pensaría que se había vuelto loca. "Te daré tantos hijos como desees." Al parecer. No quisieron aclararle cuántos exactamente y Laena tampoco estaba segura de querer saber la respuesta.
"Todas serán niñas."
No recibió respuesta.
Quizás, en el fondo de su ser, sí quería tener aquella conversación con Daenerys despierta. Quizás quería escuchar lo que tuviera que decir, lo que opinaba al respecto. La decepción que parecía sentir en su estómago fue prueba suficiente.
Sostuvo una de las manos de la dormida reina, presionándola contra su abdomen y respirando profundamente.
Esperaba que, aun dormida, hubiera sentido el tintineo del hechizo, más enraizado que nunca.
Suspiró, de repente desmotivada.
Resignada trató de dormir.
"¿Tienes que marcharte ahora?"
Laena no se estaba tomando esa noticia tan bien como le gustaría, su temperamento susceptible.
"Debo marcharme ahora."
"¿Que pasará si mueres en esa batalla? ¿Lo has pensado?"
"Entonces darás a luz a mi heredera y la criarás como a una reina Targaryen. Que luche y recupere lo que le pertenece por derecho."
Daenerys había estado despierta durante su confesión.
Su estómago dio un vuelco, aún inconforme con la respuesta.
"No te atrevas a abandonar este castillo. Protégelo," insistió "Viserion y Raeghal te respaldarán," como si así pudiera quedarse más tranquila. "Jorah y Selmy te protegerán a ti, a tus hermanas y a Missandei. Reúnete con ellos en cuanto yo me vaya." Ordenó.
"Esto es lo que Cersei espera que hagas," trató de convencerla en vano.
"Yo creo que no."
Tal vez lo que esperaba era que no hiciera nada, que su incompetencia como reina fuera su propio hundimiento.
Aunque eso Laena lo podía entender, no podía arriesgarse a creerlo. Sentía que la poca estabilidad que había conseguido empezaba a tambalearse, a escurrirse entre sus dedos como la arena.
"¿Cómo puedes estar tan segura de eso?"
"No lo estoy, pero no puedo dejar que mi gente se muera de hambre ¿entiendes?" Se acercó, dejando su mano en el vientre de Laena.
Ambas sabían que tendrían que hablar de la confesión de anoche. Algo le decía que quizás Daenerys no querría más herederas, que esta sería su única hija.
También sabía que la decepción que sentía al pensarlo era causada por el mismo hechizo. Un hechizo que sólo quería seguir fabricando vida pese a la voluntad de su huésped.
"¿Qué clase de reina sería si no estoy dispuesta a morir con mis soldados?" La sacó de sus pensamientos. "¿Qué clase de reina podría ser si no estoy dispuesta a dar mi vida por mis súbditos?" Insistió.
"Una reina viva." Contestó.
Daenerys resopló, frustrada por el tono casi petulante de su futura consorte.
Laena alzó la cabeza desafiante, ya no quería seguir hablando del tema.
"Si Drogon regresa con tu cadáver, te devolveré a la vida y los quemarás a todos." Daenerys frunció el ceño, mirada estupefacta. "Si no lo haces tú, lo haré yo." le prometió.
El resto del día le transcurrió como un conjunto de imágenes borrosas, sintiéndose casi abandonada, desamparada.
¿Desde cuándo me afectan tanto sus decisiones? ¿Por qué no puedo dejar de pensar en ella?
Nunca antes había sentido tal desarmonía entre su propia magia y su cuerpo. Pensó que, quizás, había subestimado su capacidad para controlar el hechizo.
Para una persona a la que consideraban una de las brujas más poderosas de su era, últimamente se sentía extremadamente débil. Desde la primera noche que había pasado en aquel castillo, en realidad.
Inquieta, salió en busca de una distracción.
Al final de uno de los iluminados pasillos, Missandei llamó su atención, hablando con los hombres que habían venido del norte.
"Alteza," le dijo, para incluirla en la conversación. Laena alzó las cejas al título. Nunca se había referido a ella de esa forma. "Están en presencia de Laena Velaryon, reina consorte y..." antes de que pudiera continuar, Laena hizo un gesto con la mano, deteniéndola discretamente.
Missandei asintió. La miró seriamente. Laena estaba segura de que algo se le escapaba.
"El señor Davos parece tener ciertas dudas sobre nuestras costumbres." Continuó en el tono más diplomático que Laena le había escuchado desde que la conocía.
"Sugiero enseñarle los alrededores."
La hechicera ya empezaba a entender qué pretendía hacer.
Ella asintió, aun sintiendo que no tenía el control de la situación, segura de que la joven no necesitaba de su aprobación para tomar aquella iniciativa.
El señor Davos miró al hombre, asintieron a la vez y, finalmente, caminó en la dirección que Missandei le indicaba, dejándolos solos.
Laena suspiró.
"Me pregunto si al Rey en el Norte le apetecería cenar con una de sus nuevas aliadas."
Jon solo asintió.
Hombre de pocas palabras. Puedo trabajar con eso.
"Mis disculpas, alteza," Laena lo interrumpió con una mirada severa, disgustada de nuevo con el título. Tampoco entendía por qué motivo el hombre se disculpaba. "No creo que nos conozcamos."
"Laena es suficiente," le informó "y debo ponerlo en duda ¿Acaso vives bajo una roca?"
El hombre negó con la cabeza. Era cierto, no se conocían pero estaba segura que ambos habrían escuchado hablar uno del otro lo suficiente.
Caminaron hasta las cocinas principales.
"He pensado que el comedor principal sería exageradamente grande para solo dos personas." Respondió a la pregunta silenciosa que el hombre le hacía, ceño fruncido. Tras una pausa, continuó. "Me pregunto de qué se alimenta un resucitado."
"No soy escrupuloso," respondió, cejas tensas.
Laena asintió, ofreciéndole asiento en una de las mesas que decoraban la cocina. En realidad, era más bien como un pequeño comedor que conectaba con ella.
"Puedes estar tranquilo, no pretendo incomodarte," insistió al verlo incluso más tenso. "Debes tener infinidad de preguntas, " asintió "y trataré de responder a cuantas pueda." Dijo sinceramente.
"Tengo entendido que la reina ha aceptado mi petición gracias a ti," directo al grano.
"Yo no diría eso exactamente."
"Tú los has visto venir, ¿verdad? Sabes lo que son."
Ambos sabían de qué hablaba.
"Yo sé muchas cosas Jon Snow," afirmó.
"No pareces preocupada por tu prometida."
Laena le sonrió, solo unos pocos en aquel castillo sabían que aún no se habían casado formalmente, que era una prometida y no una consorte todavía.
Fuera de él, los únicos que estaban al tanto eran dos generales Velaryon, que habrían de ser testigos de la ceremonia. Además, estaba segura que Missandei había usado su futuro rango a propósito.
"Así que sabes más de lo que dices saber," dijo encantada con el giro de los acontecimientos.
"Yo no sé mucho." Negó con la cabeza.
"Sabes suficiente," asintió más tranquila que nunca, no creía entender del todo porqué. "Y para aclarar tus dudas: no todo es lo que aparenta ser ¿no crees?"
Ambos quedaron en silencio.
Dos mujeres entraron a la cocina, varios platos ya preparados en las manos. Los presentaron para luego colocarlos en la mesa.
"Alteza," dijo una de ellas. Laena trató de no reaccionar al título. Había entendido que pasaba algo, una estrategia tal vez, de la que ella no formaba parte "Este es el especial." Le señaló uno de los más apetecibles. Ella asintió, agradeciendo el detalle.
Últimamente no había mucho que le pareciera apetecible.
Se retiraron en silencio, dejándolos solos de nuevo.
"Es cierto lo que se dice entonces." Finalmente habló el hombre, señalando discretamente la diferencia entre sus comidas.
Laena tardó en entender a lo que se refería, centrada en aquella mezcla deliciosa. Ni siquiera sabía qué era aquello exactamente, hasta podría ser lo mismo que le preparaban a los dragones.
Al ver que la joven no lo había entendido, Jon se aclaró la garganta.
"Definitivamente no vives bajo una roca." Asintió distraída en sus propios pensamientos, mano izquierda cubriendo su vientre casi sin pensarlo.
"Dicen que sus dragones ahora son inmortales gracias a ti."
Aunque parecía escéptico su tono sonaba lleno de curiosidad y, tal vez, incluso un poco de miedo.
"Así es." Se sentía demasiado orgullosa al respecto como para negarlo.
"Lo que has hecho por sus dragones ¿Puedes hacerlo por un humano?" Preguntó aún más curioso.
Ella lo estudió en silencio durante un par de segundos. Decidiendo.
"La muerte trae consigo una estabilidad que no puedo arriesgarme a alterar," hizo una pausa "además, con un humano no funcionaria igual."
"No logro entender," dijo, como un hombre que había vuelto a la vida después de estar verdaderamente muerto.
"Puedo controlar la magia que dio vida a los dragones porque mis ancestros la crearon," aclaró. "Resucitar a alguien requiere mucho poder, demasiada energía".
Sacudió suavemente los hombros "Aunque es cierto que acabaría recuperándola," dijo segura de sus habilidades. Hizo una pausa, pensativa, antes de continuar. "Mantener un hechizo de protección para un humano lo convertiría en inmortal, así es, pero, en consecuencia, yo perdería la razón." Finalmente llegó a la respuesta.
Le costaba centrarse en la conversación con un manjar como aquel frente a ella. El hombre la miraba con cautela, duda clara en su rostro. Puede que no entendiera qué hacía tan sabrosa aquella mezcla aparentemente insulsa.
"¿Estaría vivo porque el hechizo absorbe tu energía?"
Asintió.
"Resucitar a alguien se puede hacer en un momento. Mantenerlo con vida es algo constante." Explicó con palabras más claras.
Es una buena forma de convertirte en su mascota si tienes suerte. Si, como yo, no eres particularmente afortunada, te conviertes en su prisionero. Encerrada en alguna mazmorra lúgubre.
Aunque ella empezaba a considerarse realmente afortunada, nada apuntaba a que fuera una prisionera. Tal vez, de lo único de lo que se consideraba prisionera era de su propia magia.
"Pero Melisandre…"
Laena levantó una mano para que hiciera silencio.
"Es más poderosa que yo." Terminó la frase del hombre.
Antes de que el hombre abriera la boca para hablar de nuevo una voz lo interrumpió.
"Alteza…" Jorah le habló severamente, Laena sonrió para sí misma.
"Jorah" saludó. "Me has encontrado," le dijo como si estuviera hablando con una de sus hermanas.
"La reina ha ordenado no perderla de vista."
"Informa a la reina que entonces no tendría que haberse ido," replicó suavemente.
"No estará contenta." Continuó agotado, un suspiro profundo escapándose de su boca.
Lo sé. Así seremos dos. Pensó molesta.
"Vuelva a dormirse mi señor, ese hechizo solo se hará más fuerte."
Notes:
Esto es un queendom mis amores. Adivinen cómo se llamará la niña ;) Cambiando te tema: hashtag burn them all
Chapter 8: Jerarquías
Summary:
Hay cosas que no podrán volver a la normalidad, de eso Laena parecía estar cada vez más segura.
Notes:
(See the end of the chapter for notes.)
Chapter Text
"La reina ha regresado, alteza."
Missandei esperaba en el umbral de la puerta.
Laena respiró aliviada.
Se encontraba leyendo en su butaca favorita, la que hacía juego con el diván y, la misma que había visto en la habitación que Daenerys le había enseñado, la que había sido de sus padres.
No estaba segura de cómo había llegado hasta su cuarto, nunca había visto a nadie extraño salir ni entrar de su habitación, pero estaba absolutamente encantada con el mueble, así que ella no iba a ser la primera en quejarse.
"Debes alistarte para recibirla," a ese tono sí que estaba acostumbrada Laena "y a tus hermanas," parecía impaciente.
"Porqué tengo la sensación de que aquí ocurre algo que no me estás contando."
"Los hombres del norte estarán presentes también," insistió ignorándola.
"Si ocurre algo, debes decírmelo."
Ahora era ella quien se impacientaba, cada vez más segura de que en aquel castillo estaba ocurriendo algo completamente ajeno a ella.
Finalmente, la joven suspiró, dejando caer la fachada diplomática.
"Nuestros mejores aliados han caído," pausó "los que se mantienen en pie empiezan a impacientarse. Los testigos Velaryon vienen en camino para adelantar la ceremonia de boda y solidificar la unión de una vez por todas"
¿Adelantar? Laena ni siquiera sabía que había una fecha en absoluto.
Missandei tomó aire, habiendo soltado aquel discurso en un solo aliento.
"Además dudan de la veracidad de tu estado."
Terminó, como si aquello fuera lo más importante de todo.
"Estamos perdiendo esta guerra, ¿verdad?" preguntó suavemente.
Tal vez quedarse al margen ya no podría ser una opción.
"Debes alistarte," insistió más amigable esta vez, aun ignorando su pregunta. "La reina regresa victoriosa de una batalla, querrá verte." Explicó, como si entendiera el tormento que llevaba Laena por dentro. Aunque quería que fuera cierto, una parte de ella lo dudaba. "Debes ponerte el vestido que te regaló."
Dicho esto, la dejó sola con sus pensamientos.
¿Qué debería esperarse exactamente de este reencuentro? Solo había estado fuera por dos días ¿Por qué parecía que había pasado más? ¿Por qué todo su cuerpo parecía pesarle más de lo que ella podía soportar?
Comprendiendo con dificultad la situación, decidió hacerle caso a Missandei, alistarse y no sobre pensarlo de más.
Laena empezaba a sentir que todo tomaba un nuevo significado.
Empezaba a sentir que las cosas que pensaba que hacía por comodidad, las que hacía por conformismo y resignación, estaban solidificando una nueva vida de la que ella no era todavía consciente. Todos los hábitos que había adoptado para sobrevivir de alguna manera se estaban volviendo en su contra.
¿De verdad quería estar casada con una de las reinas más poderosas que existían? ¿Quería ella formar parte de la familia real? ¿Quería arriesgarse a exponer a sus hermanas a una guerra de sucesión? ¿Someter a su futura hija a dicha guerra de sucesión que empezó centenarios antes incluso de nacer?
Era, de repente, muy consciente de que ya era demasiado tarde para tener una crisis al respecto. De nada servía hacerse esas preguntas. Todo debía seguir su curso.
Quizás, solo quizás, la reina tenía razón al preocuparse, al vigilarla para que Laena no decidiera huir. Aunque sabía que era un pensamiento egoísta, le empezaba a parecer lo más viable, la solución más fácil.
En la colina, Laena esperaba de la mano de sus hermanas, Larys a su derecha, Lena a su izquierda y junto a ella Jon.
Missandei, Jorah y Selmy, detrás de ellas, respaldándolas. Varys, Davos y, por algún motivo, Qhono, esperaban detrás de ellos a que el dragón de la reina aterrizara.
El vendaval que las alas de Drogon causaban sacudió con fuerza sus ropas.
Quizás estaban demasiado cerca.
El rugido del animal la sacó de sus pensamientos. De las alturas se escuchó la respuesta de sus hermanos, claramente animados por su regreso y el de su reina madre.
Laena respiró profundamente, preparándose. Trató de centrarse en un punto fijo, cabeza alta, tragando el nudo de su garganta.
Daenerys caminaba segura hasta ellos.
Acarició con cariño las melenas de las niñas, sonriéndole ampliamente.
Le asintió a Jon en forma de saludo. El hombre no dijo nada, Laena podía ver su perfil, su postura rígida y obviamente inquieto.
Finalmente, hicieron contacto visual.
La reina parecía agotada.
"Mi reina." Dijo, agachando la cabeza levemente en reverencia.
La mano de Daenerys elevó su cara delicadamente, tratando de recuperar el contacto visual.
Pero Laena centró su vista en el cielo, a lo lejos, preocupada.
"Laena," susurró, obligándola a mirarla.
Al fin, la hechicera se vio derrotada por la leve súplica y cedió. La reina asintió en aprobación, acercándose lentamente.
Laena no pudo evitar quedarse muy quieta, insegura y sobrepasada por sus propios sentimientos encontrados.
Quiso volver a hablar pero no salían las palabras.
Daenerys, mano aun sosteniendo su barbilla, juntó sus labios.
Laena, más que sorprendida, llevó la palma de su mano al estómago de la reina, si para apoyarse o para alejarla no estaba segura, un suspiro leve atrapado en aquel beso improvisado.
Podía sentir que la reina estaba insegura también, sus cálidos labios temblando levemente contra los suyos, fríos en comparación.
Las manos de la reina ahora buscaban apoyo en su cintura, tal y como ya lo habían hecho una vez, encontrando refugio en su firme figura, en la curvatura de su tensa espalda, ignorando la rigidez que sentía bajo sus dedos al tocar a su futura consorte.
Laena apoyó su otra mano de su propio pecho, como si de una armadura se tratara, y cerró los ojos.
Una vez la sorpresa se había mitigado, fue muy fácil para ella seguir besándola.
Incluso trataba de saborear más, necesitaba más, era como si se hubiese enraizado en su garganta una abrasadora llama, ahora ardiendo dentro de ella con determinación, obligándola a profundizar aquel beso.
Daenerys suspiró relajada, cediendo a su insistencia, aparentemente dócil, pero sus manos apretándola contra su cuerpo la delataban.
Las dos eran conscientes que era la reina quien las sostenía a ambas, quien tenía todo el control sobre la situación.
Missandei tosió levemente, sacándolas a ambas del momento.
Separándose despacio, la reina centró su atención en Missandei muy lentamente, reacia a perder de vista las sonrosadas mejillas de Laena, sus ojos cristalinos y sorprendidos, labios rosados y húmedos de su propia saliva, la imagen de lo que Daenerys había provocado, sus propios ojos brillando en orgullo de causar tal reacción.
"Mi reina," la joven agachó la cabeza levemente, una reverencia a modo de disculpa por la interrupción "Daegal y Lothar Velaryon nos esperan."
Daenerys asintió.
Volvió a mirar a Laena, vista fija en los labios de su prometida, mientras mordía el suyo inconscientemente.
"Déjennos solas." Ordenó.
"Por favor." Insistió tajante cuando se dio cuenta que ninguno parecía tener intención alguna de hacerlo, mirando fulminante a uno de ellos, Laena no estaba segura de a quién.
Las niñas fueron las primeras en moverse, asintiendo sonrientes.
No pudo evitar sentir ternura.
Laena sabía que estaban encantadas. Seguir adelante con el matrimonio conllevaba un nuevo título para ellas también. Ella sabía que las niñas esperaban convertirse en princesas de verdad, que esperaban a que Daenerys las nombrara oficialmente. Para ellas era como vivir un cuento de hadas, los mismos que leían para dormirse.
Laena, por otra parte, sentía todo su ser desmoronarse con la sola idea de formar parte del nuevo reinado Targaryen, de formar parte de una dinastía más.
"Quería que fuera algo más íntimo," susurró. Laena la miró sin entender. "La ceremonia," aclaró.
"Necesito hablar contigo." Fue lo único que pudo decir en respuesta, el momento demasiado vulnerable para su gusto, necesitando romperlo.
Acababa de recordar que todo aquello formaba parte de una estrategia política y, al fin, ella ya parecía tener la suya propia bajo control de nuevo.
Sintió como si acabara de salir a flote, respirando por primera vez en mucho tiempo. Podía reconocer que la presión en su estómago disminuía, hombros más ligeros.
Respirando profundamente, se centró en por quién había hecho las cosas que había hecho, en por quién hacía las cosas que hacía y, sobre todo, por quién haría las cosas que iba a hacer.
"¿Puede esperar?" Preguntó curiosa, jugando con el pelo multicolor de Laena. Los mechones rojizos y platinados enredados entre ellos, las puntas demasiado oscuras en comparación.
Laena entendió.
"Nuestros invitados esperan," dijo mientras asentía. En otro momento.
Caminaron juntas hacia el castillo, conversando sobre sus invitados.
"Daegal tiene mi edad," continuó la conversación, hablándole de los generales que pronto iban a ser testigos de su alianza "nos ayudó a mis hermanas y a mí a escapar cuando mi hermano fue asesinado…" hizo una pausa, recordando poco a poco.
"Después de eso, la última vez que lo vi fue en las Ciudades Libres. Iba de camino a Braavos, nosotras nos dirigíamos a Pentos." Volvió a pausar, insegura. "Es un buen hombre. Nos ofreció protección pero mis hermanas eran demasiado pequeñas para hacer un viaje tan largo y él tenía muy claro cuáles eran sus prioridades," hizo otra pausa, "pero a Lothar no lo conozco," negó con la cabeza.
"¿Protección?" Interrogó, aparentemente desinteresada en el resto de la historia.
"Matrimonio," asintió respondiendo la pregunta que realmente le hacía la reina.
"¿Por qué no aceptaste?"
"No creo que sea relevante."
"Laena," insistió.
"Alteza," solía usar este título sobre todo cuando parecía impacientarse con la conversación.
"Si vamos a unirnos en matrimonio debería saber estas cosas," aclaró, pero Laena sabía que no se trataba de eso.
"Él quería ser soldado, yo quería ser libre."
Resumió la situación lo mejor que pudo.
Daenerys paró en seco, Laena sabía que reaccionaría de aquella manera.
Frente a las puertas del castillo ya las esperaba Missandei.
"Todo preparado, mi reina," consciente de que, de nuevo, acababa de interrumpir un momento tenso entre las dos mujeres.
Laena debía admitir que el banquete era digno de la realeza, aunque claramente escaso en comparación con otros días.
Testigos e invitados ya distraídos con los manjares que la reina les había presentado, aparentemente satisfechos.
La ceremonia había resultado breve, mucho más de lo que Laena esperaba, tal vez incluso más breve de lo que debía haber sido.
Sospechaba que le debía mucho más que sólo las gracias a Missandei, quien había oficiado su enlace de sangre.
Daenerys habría cortado suavemente su labio y marcado su frente, Laena haciendo lo mismo por ella. Manos ensangrentadas y enlazadas por una tela negra y roja aterciopelada, formando un fuerte nudo. Un beso honesto para sellar el enlace.
El nuevo plato de comida frente a ella atrajo su atención de nuevo. Queriendo borrar de su boca el sabor de la sangre de Daenerys. Al menos esta vez será con comida, se dijo al recordar que aquella no era la primera vez que probaba la sangre de la reina.
"Tus hermanas parecen muy felices," le susurró Daenerys, tono conspirador.
Laena las observó detalladamente.
Vestían de negro, llevaban dos tiaras llenas de flores, las cuales sospechaba que el señor Selmy había conseguido para ellas, y horquillas con forma de dragón muy parecidas a la de la reina. Una imagen digna de dos futuras princesas. Laena no quería arruinar sus esperanzas explicándoles el orden real de la jerarquía a la que ahora pertenecían.
"¿Esas horquillas?" preguntó en respuesta.
"Se las he regalado yo," confirmó.
"Las convertirás en mujeres caprichosas," regañó. La reina negó con la cabeza. "No pienses que harás lo mismo con nuestra hija," siguió regañando.
"Les concederé todo lo que me pidan mis herederas," afirmó decidida.
Laena resopló molesta con la idea, ignorando el plural en sus palabras.
"¿Cómo ha sido?" Logró preguntar sobre el tema que ambas habían ignorado hasta ahora.
Aunque la había visto hablar con Jon a lo lejos, mientras una de las ayudantes de Missandei terminaba de alistarla para el enlace, no había querido preguntar al respecto.
"Hirieron a Drogon," dijo con el ceño fruncido. "Tardó poco en recuperarse." asintió, acentuando cada frase con una breve pausa. "No podía sacar la lanza."
Laena asintió, entendiendo que eso era, de momento, lo único de lo que la reina quería hablar.
"Cuanto más tiempo pase, más poderoso se hará el hechizo," asintió, "pronto las lanzas no podrán penetrar su piel."
Daenerys asintió, aunque parecía inquieta, jugando con el líquido de la copa en su mano.
"No creías que el hechizo fuera real ¿verdad?" Entendió su reacción. "¿Pensabas que te había mentido?"
No sabía cómo sentirse al respecto. Sabía que no confiaría en ella fácilmente pero, en realidad, Laena estaba más sorprendida por querer que la reina confiara en ella en sí.
"No creía que pudieran herirlo," confesó.
"De momento siguen siendo seres mortales, solo que se recuperarán más rápido."
Se concentró una vez más en la comida frente a ella.
"Debo agradecértelo," anunció segura.
"No es necesario, puedes aceptarlo como mi obsequio de boda."
La reina parecía inconforme.
"Daenerys," le dijo, llamando su atención con éxito, aparentemente sorprendida por su propio nombre. "Es uno de los regalos más sinceros que he hecho en toda mi vida, por favor, acéptalo sin más."
Daenerys dejó un suave beso en sus labios, realmente casto en comparación con el que habían compartido en la colina, pero sobre todo, mucho más sincero.
Notes:
Me encanta empezar los capítulos con diálogos. No me he centrado en la boda porque no me gustan y quería quitarla de mi camino ya sorryy. Las horquillas de las niñas: https://pin.it/184o0nj0i
Chapter 9: El muro caerá
Summary:
Daenerys y Laena se enfrentarán a los no muertos para salvar a Jon Snow.
Notes:
He escrito este capitulo con la banda sonora de attack on titan de fondo <3
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Despertar como reina consorte no parecía tener gran diferencia en comparación a cualquier otro día.
A su lado, el rostro de la reina cubierto por su cabello suelto, su figura moviéndose ligeramente con su respiración.
Laena apartó un mechón de su melena delicadamente, excusa suficiente para acariciar su suave y cálida piel a la vez, para descubrir su descansado rostro.
Debía admitir que la cama era mucho más cómoda que la suya propia. Tal vez podía convencerla de moverla a su habitación, ya dormía ahí cada noche, no cambiaría nada.
Solo habían elegido dormir en la habitación de la reina por la ceremonia, además, ya se empeñaba en cambiar y mover muebles a su gusto.
Ambas se sobresaltaron cuando llamaron a la puerta.
La reina gruñó algo ininteligible entre dientes.
"Pensaba que las reinas podían dormir tanto como quisieran" susurró Laena. Daenerys giró a verla, ceño fruncido. Laena le sonrió contenta con su reacción. "¿Qué puede ser tan importante para despertarnos?" preguntó curiosa.
"Anoche, después de la ceremonia, Jon partió con un grupo de hombres al muro." Laena abrió la boca para hablar "Algo habrá salido mal" la interrumpió.
Laena se levantó. "Van por una de esas criaturas," dijo casi molesta. "Le dije que no era buena idea," insistió, de repente agotada de nuevo.
Daenerys se levantó también, empezando a alistarse.
"El plan de Tyrion podría funcionar," parecía tratar de convencerse a sí misma.
"Si es lo que quieres creer…" hizo una pausa "Jorah ha ido con ellos ¿verdad?" dijo preocupada.
"Créeme, traté de evitarlo," confesó "pero es un soldado libre, puede elegir sus batallas" dijo casi decepcionada. "Además, el chico del norte asegura que esos seres llegarán al muro, que podrían cruzarlo"
"¿Desde cuándo confiamos en lo que ellos digan?" Preguntó molesta. "El plan saldrá mal."
Daenerys dejó de trenzar su melena, alzando la cabeza lentamente para mirarla, estudiándola antes de hablar, voz serena pero imponente.
"¿Cómo sabes cuál es su plan? ¿Por qué estás tan segura de que saldrá mal?"
¡Porque las malditas voces de este castillo no se callan nunca!
"Tyrion es un conflicto de intereses andante." Evitó la pregunta. "A Cersei no le importa nada más que ella misma. No importará lo que le enseñes," insistió.
La reina la miraba atentamente. Laena empezaba a sentirse insegura. ¿Quizás había sobrepasado los límites?
Lo que había entre ellas era un enlace político, eso le daba derecho a opinar en las decisiones políticas que pudieran afectarle a ella y a sus hermanas, razonó. También decisiones que las pusieran a ellas y a su futura hija en peligro.
Empezaba a creer que tenía más derechos de los que se aprovechaba.
"Entiendo lo que dices, pero ahora no es el momento," suspiró. "Volveremos a hablar de esto," le prometió "pero ahora debo irme."
"Iré contigo."
"Eso no es buena idea," dijo suavemente, en contraste con la impaciencia que Laena empezaba a sentir.
"No podrás impedírmelo."
Daenerys se acercó a ella.
"Lo sé," le susurró, alzando su mano para reposarla delicadamente en su rostro, su pulgar acariciando la mejilla de la hechicera con cierto cariño. "Si te ocurre algo, si te hieren…"
Laena la interrumpió, no queriendo oír lo que fuera que iba a decir.
"No pasará nada."
Más allá del muro, Drogon logró aterrizar con éxito, Daenerys a salvo sobre él.
Laena no pudo evitar sentirse aliviada.
Viserion y Rhaegal parecían igual de aliviados, ambos protegiéndolos desde las alturas.
Laena los obligó a separarse.
"Rhaegal" ordenó, el dragón aparentemente obedeciendo, separándose de su hermano y quemando todo aquello que se moviera. Sabía que no era especialmente susceptible a sus órdenes así que volvió a centrar su atención en Viserion, haciendo lo mismo que el anterior. Juntó su cuerpo aún más al del animal.
Nunca había visto a un no-muerto desde tan cerca. Era consciente de que lo único que diferenciaba a aquellas criaturas de los renacidos de Laena era la falta de consciencia. Algo que ella también podría hacer por puro aburrimiento e incluso crueldad si se lo proponía. Pero verlos moverse sin carne en sus huesos, seres que nunca había visto antes, ni siquiera vivos, era algo completamente inexplicable.
No podía evitar entender la hipocresía de todo.
De repente, todo aquello que creía saber, todo su conocimiento del mundo y percepción del mismo puesto en jaque.
Nerviosa, trató de volar un poco más alto, Viserion obedeciendo sin oponer resistencia.
Volar con él había resultado mucho más fácil de lo que esperaba, al igual que tratar de controlarlo. El dragón parecía estar en sintonía con ella, tanto que no tenía que usar palabras para comunicarse con él, parecía entender su estado de ánimo también. Laena estaba más que fascinada con la adorable criatura.
Rhaegal parecía no querer alejarse mucho más de ellos y Laena lo podía comprender lo suficiente como para no tratar de redirigirlo nuevamente, aun si sabía que volar juntos implicaba convertirse en un blanco fácil.
Casi de repente, un dolor punzante atravesó su estómago y pecho a la vez.
Trató de buscar en el suelo cuál era la causa de aquel presagio. Qué era aquello que provocaba miedo solo con mirarla, incluso sin ella poder mirarlo de vuelta ni saber exactamente qué era, para que su magia pudiera reconocerlo antes que ella misma.
Pero no lograba ver nada más que cuerpos sin vida moverse, algunos envueltos en llamas, algunos cayendo muertos por lo que sospechaba era una segunda vez en sus desafortunadas vidas.
Volaba demasiado bajo, demasiado distraída de nuevo.
Céntrate, esto es un campo de batalla. Una guerra.
Laena miró al suelo de nuevo.
"no" se susurró a sí misma.
Al fin, podía ver a una de aquellas criaturas, mirada fija en ella. Ésta era diferente, lo podía sentir en su consciencia.
"no" se dijo de nuevo, entendiendo lo que estaba a punto de pasar.
Aquella figura apuntaba a Viserion con una gran lanza, Laena sabía que su magia no podría evitar que al menos lo hiriera, que no podría evitarla lo suficientemente rápido como para que no lo tocara.
Con toda su fuerza y energía redirigió a Viserion, alas torciéndose de una forma casi dolorosa, quejándose por la maniobra de su jinete.
"Aguanta, por favor…" suplicó desesperada, sabía que no podría evitar el impacto, agarrándose con fuerza del animal.
La lanza viajaba demasiado rápido.
Laena buscaba la figura de Drogon, a Daenerys, pero en esta posición no podía verlos, solo arboles forrados en nieve, suelo igual de blanco, camuflando ambos.
No podría evitar la caída de alguno de los dos. Aguantará. Tiene que aguantar. Aguantaremos. No podía pensar en qué pasaría si no lo hacían.
El rugido de Viserion fue suficiente para devolverla a la realidad, estaba herido, estaban cayendo a mucha velocidad, demasiada para poder controlarlo de nuevo. Lo único que veía eran las llamas que el dragón soltaba adolorido, todavía cayendo.
Por algún motivo, empezó a ver cómo los copos de nieve caían lentamente. Trató de centrarse en ellos. Trató de caer a la misma velocidad.
Ahora todo parecía ir demasiado despacio.
Con nada a lo que poderse agarrar, caía desesperada.
Viserion rugía aún más desesperado al no verla, al no sentirla sobre él, como si la herida que ahora brotaba llamaradas púrpuras no le doliera lo suficiente para prestarle atención. Laena podía sentir el dolor que el animal sentía, podía sentir el vértigo en su propio vientre al no distinguir el cielo del suelo. Lo único que se podía preguntar era por qué no había caído ya contra el mismo.
"¡Laena!" escuchó muy a lo lejos, le resultaba imposible centrarse en aquella voz.
Sus ojos solo distinguían las llamas púrpuras, esperaba que fuera su propia magia curando al animal.
Solo escuchaba los rugidos de Rhaegal, de Drogon.
La sangre cálida de Viserion la había cubierto por completo, por eso ya no sentía frío. En el fondo de su mente podía sentir el dolor de alguien más ¿Tal vez el de otro dragón? ¿El dolor de Daenerys? ¿Era así como funcionaba el hechizo? No lo recordaba.
Otro fuerte alarido de dolor la sacó de sus lentos pensamientos, recordándole que caía con cada vez más velocidad. Podía ver al dragón descender junto a ella, ya no sangraba y, aunque no podía volar del todo bien, no había caído.
No había caído.
Viserion aun herido trataba de alcanzarla. Laena sabía que no podría llegar, que no podría atraparla a tiempo. Con todas sus fuerzas, obligó al dragón a volar tan alto como pudiera, que se olvidara de tratar de salvarla.
Vete. Vuela más alto. Si caes ambos estaremos muertos. Por favor. Volveré, lo prometo. Por un segundo, pudo hacer contacto visual con él. Lo prometo.
El dragón dorado rugió con todas sus fuerzas, enfadado con la orden. Las llamas púrpuras desapareciendo poco a poco, dando paso a las llamas tan doradas como su propia piel.
Laena solo sintió un golpe helado.
Apenas le dolió el impacto pero el frío era demasiado para ella.
Nunca había sentido algo tan penetrante como aquel frío, aquella oscuridad que parecía envolverla y aplastarla por completo, robándole el aliento.
Hasta que, al fin, ya no sentía nada.
***
Laena deshacía delicadamente las trenzas de Daenerys, s u habitación bañada en las luces de las velas favoritas de la reina y el calor de la chimenea.
"Dany…" susurró.
"Dime…" le susurró de vuelta, haciéndola sonreír satisfecha.
Siempre sabía cómo hacerla sonreír.
"He estado leyendo los libros que le regalaste a Missandei," confesó como si fuera algo malo "y ya tengo nombre para nuestra hija" terminó.
La reina giró lentamente hasta estar cara a cara.
"Soy toda oídos," dijo sonriente.
"Rhaenyra," hizo una pausa insegura "¿Qué te parece?"
Las cejas de Daenerys se alzaron en sorpresa, arqueándose suavemente cuando sonrió de nuevo.
"Me parece el nombre perfecto para una reina".
La niña en su abultado vientre dio una patada, claramente contenta con el nombre.
Laena sonrió, llevando su mano a sobar su adolorida piel.
***
Las llamas púrpura empezaban a quemar todo su cuerpo, devolviéndole el aire, devolviéndola a la superficie.
Respiró agitada, mirando al cielo para no hundir la cabeza de nuevo.
El gélido aire quemaba su garganta con cada bocanada que daba.
Podía ver las sombras de los tres dragones bailando tal y como los había visto la primera vez. Respiró, aliviada por un corto momento. No podrían bajar por ella. Era demasiado peligroso. Pero estaban bien y eso era suficiente.
Miró a su alrededor, envuelta aún en su brillante magia.
Las criaturas parecían haberse quedado paralizadas, lo suficientemente lejos de ella.
Con dificultad, la hechicera logró subir al hielo.
Ya en pie y todavía bañada en la espesa sangre del dragón, trató de mirar a su alrededor de nuevo.
Nadie se movía, solo las sombras danzantes del cielo. Ni siquiera los árboles parecían moverse, a pesar del viento que sentía helar su húmeda piel.
Deben marcharse de aquí. Ordenó con la esperanza de que la escucharan.
El alarido de Viserion fue suficiente respuesta, sus hermanos contestando con el mismo entusiasmo.
Negó con la cabeza, dándose cuenta de su error.
Ahora seguro que no se irían sin ella.
Resopló.
Limpió la sangre que manchaba su rostro, pensando que tal vez era eso lo que engañaba a sus ojos.
La criatura en lo alto, la que había herido a su dragón y la había hecho caer, la miraba impasible.
Laena alzó la cabeza desafiante en respuesta.
"¡Laena!"
Giró sobresaltada al escuchar su nombre.
"¿¡Jon!?"
Exclamó molesta al ver al hombre.
"Deberías estar ahí arriba," insistió mientras señalaba al cielo, caminando indignada hacia él.
Jon dio dos pasos hacia atrás, aparentemente impresionado con su imagen, con el ímpetu y obvia rabia con la que la mujer caminaba hacia él.
Viserion seguía rugiendo alegre, ahora exhalando llamas.
Laena se obligó a mirar hacia arriba cuando sintió el calor de ellas. Demasiado cerca para un dragón que ya debía estar de camino al muro. Regañó ¿Acaso nadie sabe seguir un plan? Torciendo los ojos, rogando a los Dioses que le otorgaran la paciencia suficiente. Hombres...
"¿Por qué no se mueven? El hielo aún los aguanta," su voz temblorosa.
"Quieren algo muy específico, alteza."
"¿Qué?"
"No estoy segura," confesó sinceramente "pero creo que lo han encontrado."
"Nos están dejando escapar," dijo el hombre, entendiendo la situación.
Laena asintió en respuesta.
Viserion quemaba todas las figuras inmóviles a su alrededor, aterrizando delicadamente frente a ellos.
Laena le ofreció su mano al hombre, subiendo al animal con apuro, Jon agarrándola con fuerza mientras alzaban el vuelo.
Viserion volaba con dificultad, su herida brillando con el mismo púrpura tenue con el que todavía brillaba Laena.
A lo lejos, al fin podían volver a ver el muro, Daenerys volando decidida detrás de ellos.
Laena podía sentir la alegría del animal, la de Rhaegal volando a su lado. Podía sentir incluso la de Drogon, los tres en sintonía.
"¿Estás herido?" Se arriesgó a hablar.
"Así es," el hombre respiró profundamente, "casi mueres." Continuó, no queriendo volver al silencio.
"Así es." Su mano descansando en su vientre, protectora. "La reina estará muy molesta conmigo." Se dijo en voz alta.
"Solo si no hubieses vuelto a la superficie."
Laena no pudo evitar sentirse apoyada con sus palabras, como si aquello fuese consuelo suficiente, engañándose para no pensar en las seguras consecuencias.
Se atrevió a mirar hacia atrás para mirar a la reina, consciente de que lo había estado evitando desde que habían trepado en el animal con gran dificultad.
Daenerys la miraba sin expresión alguna, alzando la cabeza en respuesta y Laena supo que la mujer estaba furiosa.
Notes:
Este es uno de los motivos por el que me decidí a escribir el fic, para salvar a Viserion lol. Vi el episodio el mismo día que se estrenó en versión original y todavía no he superado su muerte, así que en mi cabeza mi bebé sigue vivo (igual que rhaegal)
Chapter 10: Heridas
Summary:
Laena se recupera. Daenerys y Jon llegan a una alianza.
Notes:
El texto en negrita es alto valyrio amores, que hace muchos capítulos desde que lo usé.
(See the end of the chapter for more notes.)
Chapter Text
Tras la seguridad del otro lado del muro y con el caminante retenido, Laena logró sentir alivio al respirar, aunque sus pulmones todavía ardieran al hacerlo.
Nada más tocar tierra trató de revisar a Viserion, herida aún en proceso de cerrarse. Laena acarició la zona, agradecida de verla cada vez mejor. Respiró aliviada al sentir el exhalo cálido del animal. Buen chico. El dragón se sacudió suavemente en respuesta, dejando caer algo de nieve sobre ella.
"¡Oye!" regañó feliz de sentir su aura juguetona.
Sus hermanos no muy lejos de ellos, Rhaegal casi encima de su hermano dorado, Drogon observando a Laena concentrado.
Sacudía sus ropas distraída cuando escuchó la voz de Jorah.
"Deberías entrar," dijo suavemente "la reina te espera y el joven Jon desea hablar contigo."
Laena asintió, acercándose al hombre. Dejó su mano en las de él.
"Me alegro de que estés bien" susurró.
Dejó un beso en su mejilla antes de entrar a la tienda de campaña improvisada.
Habían decidido reunirse en un lugar seguro durante unas horas para recomponerse antes de continuar con el viaje.
Nada más verla entrar, Daenerys caminó firme hasta ella.
Laena se encogió de hombros levemente, de repente huidiza, evitando su mirada con la esperanza de que la reina se apiadara de ella.
Pero Daenerys solo dejó su mano en su mejilla suavemente para luego moverla hasta su cuello, dejándola ahí mientras juntaba sus frentes.
Laena cerró los ojos, sorprendida por su reacción, agradecida también.
"Podrías haber muerto," le susurró suavemente, su voz derrotada.
"Ambas sabemos que eso no iba a ocurrir."
Trató de responder con el mismo tono suave pero su voz sonaba más bien ronca.
"¿Cómo puedes estar tan segura?"
"¿Acaso has olvidado que soy una hechicera?"
"¿Y tú has olvidado que llevas a mi heredera en tu vientre?" reclamó sin ira alguna en sus palabras.
"He salvado a uno de tus hijos," trató de redirigir la conversación.
"Poniendo a otro en peligro." Reclamó nuevamente, alzando la voz y alejándose de ella. "Los podría haber perdido a los tres."
A Laena le disgustaba el tono derrotista con el que su reina la estaba regañando, una parte de ella prefiriendo escuchar ira o rabia en su voz.
"Pero no ha sido así, estamos todos bien."
Trató de mitigar.
Jon tosió levemente, en desacuerdo, recordándoles que seguía presente.
Debían discutir esto a solas.
Laena miró al hombre molesta, como si todo aquello fuera su culpa, aun siendo consciente de que no era así.
"Deberíamos hablar de esto en otro momento."
Laena lo entendía, Daenerys no quería discutir delante de extraños.
"El problema es que nunca parece llegar ese momento" no pudo evitar reclamar.
Ignorando la queja de Jon se acercó a él, sacando de su bolsillo un pequeño frasco para acercarlo a su boca y ayudarlo a beber.
"Bebe esto y te encontrarás mejor," dijo, ofreciéndole la mezcla desagradablemente espesa.
Levantó una ceja al ceño fruncido del hombre.
"No pretendo envenenarte. Bebe." Ordenó perdiendo la poca paciencia que apenas le quedaba.
"Accedí a tener tus herederas." continuó con la conversación con la reina como si el hombre no estuviera ahí. "Accedí a quedarme en ese castillo poseído y accedí a casarme contigo," asintió para sí misma "todo por la dichosa alianza pero no servirá de nada si esas criaturas logran cruzar el muro" Respiró profundamente antes de continuar. "No importará nada. Ni si quiera tu anhelado Trono de Hierro," dijo repentinamente molesta con la situación "ni mis hermanas, ni mis hijas" terminó, cabizbaja.
Jon tosió de nuevo, tratando de apaciguar la conversación.
"Trataremos de defender el norte lo mejor que podamos… pero ella tiene razón. Esas criaturas acabarán con todo."
Daenerys lo estudió durante un segundo, cabeza alta, antes de hablar.
"El norte no podrá enfrentarse solo contra ellos." Su tono indescifrable para su consorte, y por la cara del hombre, para él también.
Laena se preguntaba si eso era lo más cerca que estarían de jurarse lealtad el uno al otro.
Daenerys la miró solo a ella, cejas arqueándose para hablarle.
"Eres la persona más desconcertante que he conocido nunca," dijo sinceramente confundida, ladeando la cabeza tiernamente para estudiarla. "Pensaba que no querías luchar en esta guerra."
"Eso era antes de estar perdiéndola."
Debía admitir que eso sonaba mucho peor dicho en voz alta.
Daenerys no contestó, labios apretados en una mueca y ceño fruncido una vez más.
Laena había visto esa expresión en su mirada las suficientes veces para saber que no tenía nada más que decir al respecto, que tampoco quería escuchar nada más al respecto.
"Dijiste que querían algo, que lo habían encontrado."
El hombre trató de redirigir la conversación nuevamente, otra mueca en su cara por el sabor de la mezcla que Laena le había dado a beber.
"No podría saber el qué…" dijo mirando a Daenerys "Un dragón para su ejército, al principio."
"¿Al principio?" preguntaron a la vez.
Laena los miró a los dos detenidamente, estudiándolos.
"Su consciencia era muy poderosa. Fue como si él estuviera dentro de mi cabeza y yo dentro de la suya" explicó insegura por la elección de palabras. No parecía ser la definición correcta de lo que había sentido. "Sentí el momento exacto en el que cambió de opinión" negó con la cabeza, sacando el sentimiento fuera de su mente.
Parecía volver a sentirlo de nuevo, como si lo estuviera viviendo de nuevo, como si hubiese sido ella misma quien había cambiado de opinión.
Ambos monarcas mirándola con la misma preocupación en sus ojos.
"Falló a propósito."
Concluyó, muy segura de aquel hecho.
Daenerys y Laena al fin estaban a solas.
No podrían volver a Rocadragón todavía pero habían decidido alejarse todo lo posible del muro, parando a descansar cuando Viserion parecía cansarse.
Laena seguía inquieta.
Trataba de limpiar la sangre que había penetrado su ropa hasta mojar su piel, secándose helada y escamosa sobre ella, recordándole al frío que había sentido bajo el agua.
"Es más fácil darte un baño" la reina la miraba frotar sin éxito, casi divertida por la cabezonería de su hechicera.
"Su alteza solo quiere verme desnuda" bromeó, distraída en frotar. "Pensaba que escribías una carta" continuó hablando para llenar el silencio.
"Eso hago. Puedo hacer dos cosas a la vez" dijo encogiéndose de hombros.
Laena la miró. La pequeña tienda en la que se resguardaban de la noche iluminada por velas, llamas doradas y púrpuras entrelazándose hasta tornar casi rojizas.
"¿Ocurre algo?" dijo al ver que no planeaba seguir hablando.
"Creo que necesito darme un baño" confirmó solemne.
"Puedo hacer que te preparen uno, si lo deseas."
Laena frunció el ceño.
"Estos hombres no son nuestros aliados" respondió seriamente. Daenerys suspiró, Laena continuó. "Acompáñame al río" le ofreció su mano, levantándose. "Por favor" enmendó al darse cuenta que aquello sonaba peligrosamente como una orden.
Caminaron en silencio, la llama púrpura separándose de la dorada y siguiéndolas para guiar e iluminar el camino.
Laena resopló.
Daenerys las miró curiosa.
"Eso no debería pasar" señaló los pequeños fuegos fatuos que quedaban a su paso. "Ahora tus velas estarán fundidas cuando regresemos" dijo decepcionada con el descontrol de su propia magia.
Estaba tardando más que otras veces en recuperarlo.
Frente a ellas el agua del rio parecía estática, solo el sonido débil delataba su presencia.
Las luces rodearon la orilla, calentándola a la vez que la iluminaban, chispeando irregularmente, cambiando de púrpura a rojizo una y otra vez.
Laena terminó de desvestirse, entrando al agua casi inmediatamente, Daenerys siguiéndola de cerca.
En cuanto sintió su cuerpo calentarse intentó respirar profundamente, comprobando el estado de sus heridas.
Daenerys la observaba en silencio.
Laena le sonrió feliz de poder respirar sin dolor, acercándose a ella lentamente para abrazarse a su cuerpo.
"Mi reina…" susurró, humor dulce mientras cruzaba los brazos tras su cuello, las manos de Daenerys sosteniendo sus adoloridas costillas con la delicadeza de una persona con miedo a herirla de más.
"Sigo viva ¿puedes dejar de mirarme como si fuera un espectro?" suplicó suavemente, besando detrás de su oreja, sintiendo en su propio cuerpo el escalofrío que había provocado a su reina.
"No logro entenderte…" le susurró en respuesta, su voz temblorosa.
Laena se separó ligeramente para poder mirarla a los ojos.
"Yo a ti tampoco" confesó. "¿No es esa la magia del matrimonio?" bromeó, besando ahora la comisura de sus labios.
Daenerys le sonrió al fin, al parecer satisfecha, provocando la misma sonrisa en el rostro de la hechicera.
Laena besó su mejilla, su frente, detrás de su oreja de nuevo, su cuello, disfrutando de su sabor, tomándose todo el tiempo que sabía que no tenían, antes de llegar a su boca.
Antes de poder besar sus labios, de devorarlos como había deseado desde que la reina había juntado sus frentes en la tienda, Daenerys habló.
"Viserion no parece querer perderte de vista."
Laena hizo un pequeño puchero a la interrupción, centrando su atención en el dragón cerca de la orilla.
No lo había escuchado llegar, a ninguno de los tres en realidad, sus sentidos en discordia. Tal vez siempre habían estado ahí.
"Ni Drogon a ti." le susurró, Rhaegal parecía estar desinteresado en la conversación, mirándolas por aburrimiento.
Laena les sacó la lengua, molesta con su interrupción.
Viserion movió la cabeza animadamente y Laena le sonrió, haciendo el mismo movimiento.
Daenerys observaba la conversación no verbal, sonriendo también.
"Que conversación tan interesante parecían tener," bromeó asintiendo.
Laena continuó besando su rostro, finalmente deleitándose con sus labios, Daenerys besándola de vuelta.
Al despertar, Laena ya podía sentir la mejoría en todo su cuerpo.
Habían decidido separarse. Laena volvería a casa con Viserion para poder descansar y recuperarse. Ellos viajarían a reunirse con Cersei y llegar a un acuerdo.
"No confíes en ella" le dijo antes de subirse al dragón.
"No lo haré."
Laena asintió satisfecha con su respuesta. Sacó de su bolsillo un pequeño broche.
"Larys lo ha hecho para ti" le dijo al verla confundida. "En realidad lo hemos hecho las tres pero ella quiere todo el mérito" dijo mientras lo ajustaba al abrigo de Daenerys.
Sonrió "Es precioso."
"Te mantendrá a salvo" Daenerys asintió. "Jorah lleva uno" le dijo tratando de hacerla entender "Missandei y Varys también" hizo una pausa "y Tyrion, aunque sigo sin confiar en él" hizo una mueca "Sabré si ocurre algo."
Daenerys solo asintió.
Laena necesitaba oír que entendía lo que le decía, aun sin saber exactamente qué trataba de decirle.
Ahora que se encontraba mejor se había obligado a sentir vergüenza por haber seducido a la reina la noche anterior.
Al ver que no le respondía, continuó hablando.
"Deja que crean que Viserion ha caído, así pensaran que lo que han escuchado son rumores. Déjalos que crean que soy débil," terminó susurrando al ver que se acercaba Jon.
Daenerys asintió de nuevo, ahora con el ceño fruncido, como si no la entendiera, pero Laena sabía que era todo lo contrario.
La hechicera empezaba a sentirse frustrada de nuevo.
Deja de asentir y dime algo por favor ¿Cómo qué? Como que no deseas irte, que deseas quedarte a mi lado.
Discutió consigo misma.
Que solo pensarás en volver para verme.
Hizo una pausa.
¿Desde cuando soy tan romántica? ugh…
Realmente se sentía contrariada por el autodescubrimiento.
La presencia del hombre la sacó de sus enredados pensamientos.
Jon le ofreció su mano, Laena la tomó en despedida.
"Te deseo suerte, Jon. Espero que la próxima vez que nos veamos sea como aliados" apretó su mano suavemente.
El hombre asintió.
"Así será."
Notes:
Se notan las escenas de relleno hasta llegar a las que realmente quiero escribir?? En finnn....
Chapter 11: Renacimiento
Chapter Text
Habían pasado demasiados días desde la última vez que había visto a Daenerys.
Laena empezaba a impacientarse, por no decir desesperarse.
Las olas chocaban contra la orilla suavemente. Laena las observaba, la nostalgia en el centro de su pecho crecía con cada día que pasaba en aquella fortaleza y, lo peor, no lograba entender el motivo.
Empezaba a sobre pensar cada mínima interacción con Daenerys. Empezaba a sentir una presión en el centro de su ser que no se atrevía a nombrar, a reconocer.
Había descansado más de lo que le habría gustado, el señor Selmy encargándose del castillo, pero debía salir a respirar aire puro, aire que no pesara a realeza.
Viserion volaba por los alrededores alegremente y algo le decía que el animal era consciente de que había estado muy cerca de su propia muerte. Estaba segura, también, de que lo hacía para recuperarse de su ala dañada, ahora prácticamente curada. La magia de aquella lanza era suficientemente poderosa para casi sobrepasar la de ella. Casi. Se repitió por puro auto convencimiento.
Sin pensarlo dos veces se adentró en el mar. El oleaje estaba más tranquilo que nunca y, a pesar del día nublado, no sentía frío.
Se distrajo flotando suavemente, concentrada en el cielo sobre ella, una sombra descendiendo sobre la arena de la playa, inusualmente silenciosa, tal vez las olas hacían más ruido del que había pensado.
Sabía que Daenerys no tardaría en encontrarla. Laena sentía que debía huir, que no sería capaz de encararla. No entendía por qué de repente sentía tanto y con tanta insistencia, todos sus sentimientos escapándose del poco control que creía tener.
"Te congelarás." Escuchó e, inquieta, se puso en pie.
Con un suspiro, rezó para que la reina no la regañara por cómo iba vestida. Desde que había caído en el lago helado al otro lado del muro ya no parecía sentir frío tan fuerte como aquel. No pudo ponerse un abrigo sobre su camisón satinado de dormir, el calor que éste le provocaba difícil de soportar.
Caminó despacio hasta la orilla, sin hacer contacto visual directo, concentrándose en un pequeño rizo solitario libre de una de las trenzas de la reina.
"Alteza," las olas parecían haberse relajado aún más, si eso era incluso posible, facilitando su camino hasta Daenerys. "Llegas antes," dijo como si no hubiese estado implorando a todos los dioses en los que creía que la reina regresara al fin.
Tal vez fingir indiferencia no sea la mejor decisión. Se regañó.
"¿Eso es malo?" preguntó, media sonrisa en su cara.
Laena se obligó a no sonreír de vuelta.
"Para nada," trató de enmendar, finalmente frente a ella "pero hubiésemos preparado una mejor bienvenida."
Las cejas de Daenerys se alzaron, cuestionando.
"Ésta es una buena bienvenida." Contestó como si aquello fuera un hecho obvio, analizando discretamente a Laena, dirigiendo su mirada de arriba a abajo sobre la silueta de su consorte. "Debería ofrecerte mi abrigo," sin hacer gesto que sugiriera que realmente lo pretendía hacer.
"No tengo frío, alteza." Sabía que usar aquel título tampoco era la mejor decisión.
"Por favor," le suplicó tiernamente "deja de llamarme así…" sus dedos jugando con un mechón de pelo de Laena, todavía quedaba entre los mechones platinados un pequeño rastro de color rojizo.
"¿Cómo esperas que te llame?" al fin sonrió, débil frente a la ternura de su reina.
"Dany," pausó, esperando una reacción, Laena no sabía cuál exactamente pero parecía haberla encontrado porque no esperó una respuesta para continuar, "como lo hace Missandei."
A esto, Laena hizo una mueca y como si leyera sus pensamientos Daenerys corrigió rápidamente.
"Como lo hacen tus hermanas," las dos sonrieron cómplices.
"Pero eres la reina, no podría abusar de tu confianza," bromeó.
Daenerys no respondió, solo sonrió de nuevo.
Laena la quería solo para ella, que su mirada estuviese solo fija en ella, que no pudiese pensar en nada más que en ella, ni siquiera en el dichoso trono.
"Hagamos algo…"
Le propuso, una idea infantil en su cabeza.
"Te propongo una carrera, desde aquí hasta esa piedra," señaló una piedra justo al lado de una de las patas de Drogon. "Quien llegue primero conseguirá lo que sea que desee de la otra. Si ganas te llamaré Dany," pausó "¿Hecho?" La tomó de la mano, buscando la respuesta en su mirada.
Daenerys no parecía del todo convencida, analizando la mano que ahora sostenía entre las suyas.
"No parece justo."
Finalmente dijo, dando un paso atrás y alejándose de ella, mechón olvidado, la mano de Laena sorprendentemente fría ahora sin su calor.
"Tú sabes lo que yo deseo, pero yo no sé qué deseas tú." Su voz casi un regaño.
A ti. Pensó.
Laena se acercó despacio, Daenerys se quedó muy quieta, reposando sus inquietas manos una encima de la otra en una especie de consuelo para su nerviosismo, su espalda rígida ahora que tenía la piel de la hechicera tan cerca.
"Lo sabrás."
La hechicera le susurró suavemente cuando sus caras estaban a meros centímetros, su respiración tan suave en la piel de la reina que parecía una caricia, sin duda un precedente del beso que Daenerys esperaba recibir.
Pero, en cuestión de segundos Laena le dio la espalda y ya había empezado a correr.
Corría sin pensar que tal vez la reina no correría tras ella, pero no podía obligarse a pensar en ello, solo quería vivir en ese momento.
Seguía concentrada en ganar cuando una enorme pata se interpuso en su camino, interrumpiendo su carrera.
Laena se sentó en la arena descontenta, brazos cruzados en un berrinche.
"Eso es trampa," le dijo a Drogon, que solo suspiró suavemente en respuesta, enseñándole sus afilados dientes. "Eso es trampa," le repitió a Daenerys, que caminaba despacio hacia ella, una gran sonrisa en su cara.
"Soy la reina," insistió "yo no hago trampas."
Le ofreció su mano, Laena la aceptó con gusto para, en lugar de levantarse, tirar de ella, haciendo que Daenerys cayera y, a la vez, amortiguando su caída.
Toda mía.
Drogon emitió un sonido gutural sospechosamente parecido a una carcajada, segundos después, Viserion y Rhaegal ya lo imitaban.
Laena solo podía concentrarse en la mujer sobre ella, melena cayendo en cascada, cubriéndolas, su mirada demasiado tierna.
Laena solo esperaba que la suya también lo fuera.
"Has ganado," susurró, rompiendo el agradable silencio. Dany asintió, parecía estar realmente cómoda encima de Laena, jugando de nuevo con uno de sus mechones rizados. "¿Y bien, qué es aquello que la Reina Prometida más desea?" preguntó conspirativamente, aunque ya creía saber la respuesta.
Daenerys dejó caer un poco más de su peso sobre Laena, no porque se relajara aún más sino para sostener a Laena en sitio, un tembloroso suspiro escapándose.
Tras una corta pausa, le susurró al oído.
"Saber qué deseas tú."
Laena exhaló sorprendida.
Trató de contestar pero no podía, el peso de aquella pequeña confesión era demasiado para ella, un nudo parecía formarse en su corazón y estomago a la vez.
Dejando espacio entre ellas de nuevo, Dany cambió de tema rápidamente.
"Deberíamos regresar, ya empieza a llover…" Anotó, ignorando, a propósito, que la había dejado sin palabras.
Laena asintió en respuesta, cualquier otra cosa que tratara de decir nunca podría ser suficiente.
Antes de poder levantarse, una de las alas de Drogon las había cubierto para resguardarlas.
Ninguna de las dos hizo amago de moverse.
"¿Cómo está la sangre de mi sangre?" Finalmente preguntó, reposando una mano sobre el vientre apenas abultado de Laena.
Claro. La heredera.
Tal vez unas de las pocas cosas que tendrían toda la atención de la reina, a parte de la guerra que trataba de ganar.
Aquello no parecía ser consuelo suficiente.
Laena se preguntaba si ella llegaría a importarle tanto.
Por un momento, había olvidado las ambiciones de Daenerys. Había olvidado que nunca podrían coexistir con las suyas propias, repentinamente consciente de que esa sería la causa por la que, inevitablemente, acabarían separándose.
"Creciendo fuerte y sana con cada día que pasa," ofreció, voz dulce a pesar de sus tumultuosos pensamientos.
Dany había empezado a acariciar dulcemente su vientre.
"¿Has pensado en un nombre?" susurró, buscando la mirada de la hechicera, quizás reconociendo que algo desagradable había cruzado por la cabeza de su consorte.
Laena negó con la cabeza, llenando su cabello de arena, una pequeña sonrisa en su cara al sentir las cosquillas, olvidándose de su clarividencia momentánea.
"¿Y tú?" preguntó, despreocupada por su propia melena, moviendo uno de los mechones de Dany detrás de su oreja.
"¿Estás segura de que es una niña?" Sonrió de nuevo, aparentemente contenta con ese hecho.
"Sí."
Dany fingió darle vueltas en su cabeza.
Tras una breve pausa.
"No tengo nada," confesó sonriente.
Laena ya sabía que Daenerys quería que fuera ella quien eligiera el nombre de su futura hija y le sonrió ampliamente en respuesta, siguiéndole el juego ¿Por qué era tan fácil seguirle el juego?
Laena quería dejar de pensar.
La tensión que habían decidido ignorar en su reencuentro crecía con cada segundo, y ella ya no encontraba las palabras acertadas para continuar con la conversación.
“Dany…" Suplicó suavemente pero antes de poder terminar la frase, los suaves labios de Daenerys chocaron contra los de ella en un tierno beso, con solo la presión suficiente para juntar sus labios, como si quisiera dejarle una vía de escape.
Pero no parecía ser suficiente para ninguna de las dos. Laena presionó su cuerpo frío contra el de ella, cálido, trataba de profundizar el beso, pero Dany mordió suavemente su labio, deteniéndola.
"Por favor…" la hechicera rogó una vez más, sin estar segura de qué era exactamente lo que suplicaba.
Dany negó con la cabeza, como si sacudiera sus ganas de continuar fuera de sus pensamientos.
"Viajaremos a Invernalia." Laena hizo una mueca triste pero, aún así, asintió. "Cersei ha aceptado la tregua para luchar contra la amenaza de los no-muertos."
Laena no quería seguir hablando del tema, de repente recordando la consciencia de aquel ser dentro de la suya, sintiendo el mismo frío que en aquel lago.
Exhaló.
"Vendrás conmigo."
No era una orden, tampoco una pregunta.
"Por supuesto," contestó igualmente.
Con un exhalo terriblemente doloroso, logró abrir los ojos de nuevo.
" ¡Buenos días alteza!" Exclamó al ver que la mujer había despertado. "Tú dragón es un animal realmente formidable, me ha encontrado sin saber que me buscaba."
"¿Quién eres?" voz ronca.
"Soy quien te ha devuelto a la vida."
"¿Eres una bruja?"
"No."
"¿Qué eres?"
"Ésa sí es la pregunta correcta."
"¿Dónde estoy?"
"Preguntas y más preguntas… La última guerra ha terminado, has muerto y te han traído hasta mi"
"No recuerdo," aunque poco a poco ya parecía recordar los últimos acontecimientos, pasando su mano por la herida que había dejado el puñal, su rostro arrugándose en un dolor que solo recordaba.
"Recordarás, con el tiempo… " pausó en su movimientos para susurrarse a sí misma "o, quizás no…¿quién sabe?" Dirigiéndose a ella de nuevo.
"¿Qué eres?" Repitió.
"Soy quien te dará una segunda oportunidad."
"¿Por qué?"
"¿Por qué no?…" la mirada sospechosa de la mujer la obligó a aclarar, "¿ Acaso no es obvio? Quiero algo a cambio."
"¿Qué quieres?"
"Una nueva vida," sacudió la cabeza, negando "pero yo no puedo volver. Tú si puedes" pausó para asegurarse que la reina le prestaba atención. "Nos buscarás a mis hermanas y a mí, nos protegerás y, en agradecimiento, te daré mucho más que solo los Siete Reinos. Lo que sea que desees será tuyo." Tragó gravemente, aquello era la conversación más larga que mantenía tras años de reclusión. "Debes saber que, a cambio, me quedaré con todos los descendientes que decidas tener." La miró atentamente "¿Tenemos un trato?"
La mujer asintió tensa, la sonrisa de la hechicera nada amigable. Algo le decía que la reina no sabía a qué accedía y su sonrisa solo pudo ampliarse, segura de que funcionaría.
"Respira profundamente alteza, esto te va a doler."
Sin darle tiempo a rechistar, besó cruelmente sus labios, sellando el pacto.
Después, la roció de un polvo que Daenerys no pudo evitar respirar, tosiendo con dificultad.
La mujer le sonrió maliciosamente.
" Será más divertido si no recordamos nada de esto, pero no te preocupes, sabrás lo que tienes que hacer."
Asintió, la luz de las velas iluminaba su cara de forma tétrica.
Desconcertada y cada vez más desorientada, Daenerys la miró durante un segundo.
Parpadeó despacio, cuando había abierto los ojos de nuevo ya estaba sobre un barco camino a Rocadragón, Missandei, Tyrion, Varys con ella, tres dragones volando en el cielo de la fortaleza.
Tenía que recordar algo ¿Verdad? Era importante ¿Qué tenía que recordar?
De repente su mente quedó en blanco, había olvidado todo, pero ¿Qué era todo aquello que había olvidado?
Ya no importaba, había conseguido volver a su hogar.
Notes:
Okay amores, pues en primer lugar: gracias por leer! Hasta aquí llega esta primera parte <3 Espero que les haya gustado. Trataré de escribir para la temporada 8, pero más adelante. Pretendía que fuera entretenida con alguna que otra incógnita y escena romántica pero primordialmente corta. El plot twist fue un poco agridulce de escribir la verdad, pero estoy orgullosa de él ;)
