Chapter Text
"Decisiones."
Una simple palabra, pero que puede causar terror a algunas personas... y dinos. No siempre son las correctas las decisiones que tomamos. Y hay algunas de las cuales no podemos arrepentirnos. Y eso es algo que cierta tricérator morada egocéntrica y manipuladora entendería por las malas.
Para nadie era un misterio del rencor que ella tenía hacia Anon, el humano tranferido a mitad de año, que cambió su vida y la de sus amigos cercanos tan pronto puso un pie en su mundo. Un simple humano que no tenía dónde caerse muerto. El mismo uno del que desconfiaba hasta la médula.
¿Tenía sus motivos para guardarle rencor? Tal vez... O no. Tal vez era simple odio o racismo. Tal vez sólo quería proteger a Fang su mejor amigue... A Luci. O tal vez, en el fondo, sólo tenía miedo a quedarse sola. A que Luci la dejara de lado por ese humano.
¿Lo más curioso?
Trish terminó encontrando su destino en el camino que tomó para evitarlo.
La tricérator creía que estaba en lo cierto. Siempre lo creyó, y estaba convencida de que sería capaz de abrirle los ojos a Luci, y mostrarle quién era Anon realmente. Para que lo viera como el fracasado que realmente era. Pero en el baile de graduación, cometió el peor error de su vida.
Trish trató de jugar su última carta. Un último intento desesperado por recuperar a su amiga, interponiendo su voluntad como siempre lo había hecho. Pero jamás sería capaz de imaginar que Luci la enfrentase de esa manera.
Las palabras de la ptero resonaron en su mente y su corazón. Luci... Fang... Su única amiga y en la que más confiaba, le había dicho todas las verdades en su car. Todas las verdades que nunca quiso admitir. Su vículo se hizo pedazos, y Luci nunca más quería volver a verla.
Reed, su otro amigo en el que siempre había confiado... y que siempre estaba más en las nubes que en la vida real, también le dió la espalda, afirmando las palabras que Luci le había dicho. Clavándolas en su corazón como una estaca que jamás sería capaz de olvidar.
Esa noche... Trish comprendió lo verdaderamente sola que estaba.
La tricératos abandonó el salón del evento derrotada. Sus ojos lagrimearon todo su camino de regreso a casa. Nadie fue en su consuelo. Nadie siquiera la llamó para saber si estaba bien. Porque ella... no tenía a nadie.
Esa noche, su cama y almohadas fueron su único consuelo. Una vez más, la tristesa era la única compañía que tenía, y el silencio absoluto no era capaz de contener sus sollosos. Y de un momento a otro, su furia avivó remordimiento, y su cuerpo comenzó a descontrolarse.
"Anon"
A sus ojos, todo era su culpa. Mientras más pensaba en él, más apretaba sus dientes, más se fruncía su seño, más era la rabia que desprendeía hacia ese maldito humano. Si él no hubiese aparecido, nada de esto hubiese pasado. Si él no hubiese engañado a Fang, ambas aún no estaría juntas. Si él no hubiese aparecido, su vida aún sería perfecta. La culpa era solo de él, y de nadie más.
...
"¿A quién quería engañar?"
Un golpe de realidad hizo que su espíritu se desmoronara en pedazos. La realidad de qué estaba culpando a la persona incorrecta. Anon tiene muchos defectos, y a sus ojos era un pedazo de mierda inservible... Pero no fue el culpable de lo que pasó en el baile.
Las palabras de Luci no eran influenciadas por ese humano. Eras sus palabras propias. Y lo sabía, porque todo lo que había dicho era cierto. Trish reconocío lo egoiste que había sido. Cómo comenzó a odiar a Anon solo porque sí. Cómo comenzo a culparlo de todo, solo porque era la respuesta más fácil.
"La culpa es del maldito skinnie que mete sus narices en problemas que no le importan."
Ella sabía que no era verdad. Lo sabía... pero no había querido admitirlo. Pero ahora, no podía esconderlo. No de si misma.
Si tan solo hubiese sido más comprensiva con Fang, esto no hubiese pasado. Si tan solo hubiese tratado de llevarse mejor con Anon, esto no hubiese pasado. Si tan solo no hubiese sido una mala amiga, esto no hubiese pasado. Y lo pero... Ya era demasiado tarde para pedir disculpas.
Esa noche, la única compañia de Trish fueron el dolor, el arrepentimiento, el imsonio y un silencio sepulcral. Abrumadoramente perfecto para entender que... Ya lo había arruinado... A lo grande.
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El tiempo siguió su curso, y Trish no volvió a saber nada de sus antiguas amistades. Luci la había bloqueado, y ella no se atrevió a verla de nuevo. No tenía la vergüenza para hacerlo. Reed no la había bloqueado, pero hubiese preferido que lo hubiese hecho, pues el raptor rosa fue muy tajate cuando le dijo por teléfono que se olvidara de él para siempre. Un golpe que resquebrajó su moral días posteriores al baile de graduación.
Del resto de dinos que conocía jamás tuvo noticia. Stella, Rosa, Naomi, Naser, Anon. Era como si todos hubiesen desaparecido de la fas de la tierra... Y ella tampoco había tenido el valor de enfrentarlos de habérselos encontrado en el camino. Tal vez... Lo mejor fue que las cosas fuesen así.
Seis años habían pasado desde esa noche, y las vida no fue específicamente de color de rosas para ella. Sin posibilidades de continuar sus estudios, el trabajo y las responsabilidades de cuidar de un hogar con cuatro hermanos era una tarea ardua y tortuosa.
Su madre era la única que traía el pan a la mesa, y de su padre no recuerda ni el rostro. Era su deber ayudar en los gastos, y varios fueron los puestos de trabajo en los que prestó servisio. Almacenas, recepción en tiendas, hasta que después de unos meces, logró encontrar trabajo en un salón de belleza, donde ejercía como estilista especializada en las perforaciones de cuernos, algo muy popular entre dinos jóvenes que tuviesen este tipo de implementos en su fisionomía. Incluso crestas en los más arriesgados.
Los cuatro que estuvo trabajando en ese lugar fue un alivio para ella. La clientera era buena, la paga era estable, lo que le permitía cubrir los gastos y ahorrar un poco. Por suerte sus hermanos crecieron rápido, y ya no era necesario tener que vigilarlos todo el día. Fueron buenos momentos. Entonces... ¿Por qué no se sentía conforme consigo misma?
Tal vez fue un impulso del momento. Tal vez fue una corazonada. O tal vez fue el conocimiento que reunió en su trabajo, lo que la animó a comenzar una carrera de enfermería. Sus ahorros eran suficientes para un pago inicial, y la deuda podría pagarla poco a poco. Si, era una muy buena oportunidad.
Fueron los dos años más duros de su vida hasta ese momento. Trabajar 8 horas haciendo perforaciones, de pie todo el día, y en las noches para la facultar a estudiar era un martirio. Muchas fueron las noches de desvelo, y muchas fueron las ocasiones en las que quiso renunciar. Pero su mentalidad testaruda como una mula no se lo permitió.
Y el sacrificio dió resultados.
Dos años y medio más tarde, Trish recibiría su título finalmente. Después de tantas noches en vela y tantas crisis emocionales, sostenía e su mano el resultado de su esfuerzo. Un pedazo de papel que la sertificaba a ejercer como enfermera. Ahora solo quedaba buscar un lugar donde comenzar. Al menos... no estaba sola en esto.
Duranto estos dos años, conoció a una dino peculiar, con la cual estableció una cordial amistad al poco tiempo. Aunque no tan fuerte como la que tuvo con Fang... Posiblemente no sería capaz nunca de tener una amistad como la que tuvo con ella.
La dino chica era una bambiraptora de escamas blancas, plumaje gris y pelo negro. La coloración de sus ojos le daban el aspecto gracioso de un mapache, y su personalidad era algo enérgica para su gusto, pero podía tolerarla.
Respondía al nombre de Lunara, y como ella, había tenía ciertas dificultades después de su graduación. La bambiraptora había cursado en el instituto de artes ST. Hanmonth, pero no fue capaz de continuar sus estudios, así que comenzó a trabajar en un taller de costura, donde al menos podía hacer uso de su pasión por la moda.
Sin embargo, la vida dió muchas vueltas para ella, y terminó cursando al mismo tiempo que la tricérator morada en ese curso de enfermería. Y bueno... el destino quiso que ambas se sentaran juntas esa primera clase.
Ahora, ambas caminaban con entusiasmo hacia su nueva ubicación laboral. El departamento de emergencia del Hospital Central de Volcadera, la institución médica más importante de la ciudad. El turno nocturno siempre necesitaba manos extras, y ambas encontraron allí la oportunidad de comenzar de nuevo.
Lunara: Yiiii... No puedo creerlo. Finalmente estamos aquí. - Decía con entusiasmo la bambiraptora, mientras cruzaban el umbral del hospital.
Trish: Estás más entusiasmada de lo que creía.
Lunana: Y tú estás menos entusiasmada de lo que debería.
Trish: Estoy nerviosa. No lo voy a negar.
Lunara: Venga amiga, levanta ese ánimo. Seguro que nuestro primer día será fenomenal. Vanga. Vamos a preguntar en recepción.
La bambiraptora toma el liderasgo, y ambas se dirigen hacia la recepción, donde un carnotauro de tes oscura estaba atento a los monitores.
Lunara: Buenas noches. - Dijo tan pronto estuvieron de frente al mostrador.
El carnotauro alzó la mirada, y su rostro se mostró algo sorprendido al ver dos caras que no conocía vestidas de enfermeras. Entonces, tras pensarlo un poco mostró una sonrisa al recordar que le había informado de algo así. Alzó su manos y... ¿Eso era una marioneta de un gorilla tuerto?
Carnotauro: Hola... Ustedes deben ser los nuevos ingresos. Soy Manny. Un gusto.
Trish: Patricia. Un gusto.
Lumara: Lu... Lunara. Un pla... placer.
La tricérator miró a su amiga, y le pareció raro ver a la bambiraptor actuar de ese modo. Solía hablar más segura, pero seguro los nervios la traicionaro. Tal vez estaba más nerviosa de lo que quería admitir.
Manny: Un gusto, chicas. Denme un momento. - Este agarra un teléfono. - Señorita Ángela... Si. Las de nuevo ingreso ya llegaron. Yo les informo. - Desconecta la llamada y devuelve la mirada a la chicas. - Las senorita Ángela los estará esperando es su oficina. Segundo piso, despacho 1A. Está justo al lado del ascensor. No deberían perderse.
Lunara: Gra... gracias Manny.
Trish: Oye... Una pregunta... ¿Por qué el títere?
Preguntó sin rodeos, ganándose una mirada acusatoria de su amiga. Sin embargo, el carnotauro solo sonrió mientras hacía que la marioneta saludara, y con una voz mucho más infantil dijo.
Manny: Jojo. Es para tranquilisar a los niños. Un saludo señoritas. Soy el señor Chango.
Trish: Ja... Que original.
Lunara: Awn... Es una ternura.
Manny: Lo agradeszo, señorita, pero debería apurarse a ver a la Ángela. No le agrada mucho la impuntualidad.
Trish: Mierda... Lunana vamos.
La tricérator tomó a la bambiraptora del brazo y la arrastró hacia el elevador. Tras precionar el botón y una pequeña espera, ingresaron al interior, y mientras la puerta se cerraba, la bambiraptora se despidió sonriente del títere y su titiritero, quien les devolvió el gesto.
Trish: ¿En serio?
Lunara: ¿Qué?
Trish: ¿Acabamos de llegar y ya le estás echando el ojo?
Lunara: Eh... Yo solo estoy siendo amable.
Trish: Si como no.
Lunara: Además... Puede que este sea el correcto. - Dijo con cierto brillo en los ojos.
El ascensor finalmente llega al segundo piso, y ambas siguen su camino.
Trish: Si... Igual que Steve.
Lunara: Grrrr... Steve era un invécil.
La tricerator tuvo que aguantar una risa ante la mueca de su amiga, pues ya ambas se encontraban frente a la puerta del despacho de la jefa de turno. Tocaron lentamente, y tras recibir la confirmación ingresaron al lugar, conociendo a la que sería su nueva superiora de ahora en adelante.
Ángela era una parasaurio. Una que a Trish se le hacía familiar, pero no entender por qué. Claro, ella jamás sería capaz de imaginar que se trataba de la madre de Stella, aunque el parentesco era considerable.
Ángela: Bienvenida. Patricia, Lunara. Pasen. Pónganse cómodas. - Decía con gentileza mientras señalaba un par de sillas frente a su escritorio.
El despacho era bastante sencillo. Un cuarto blanco lleno de papeles y folletos en estantes. Justo en medio un escritorio, con montones de papeles, un vaso de café y algunas fotos que no se podían ver desde donde ellas estaban.
La parasaurio se mostraba amable ante las recién llegadas. Pelo dorado algo terroso, ojos rojos y una expresión serena. Una que transmitía tanto tranquilidad como autoridad. Y tan pronto ambas tomaron asientos, tomó la palabra.
Ángela: Nos complace tenerla a ambas aquí. Leí sus expedientes, y tenemos muchas espectativas con ustedes. Como ya sabrán, tendrán un mes de prácticas bajo la tutoría de nuestro personal. Si pasan la prueba, están en el equipo.
Lunara: Es un honor estar aquí, señorita Ángela.
Trish: Haremos nuestro mejor esfuerzo.
La parasaurio sonrió satisfecha por la disposición.
Ángela: Excelente. Pero antes que nada, una pregunta. ¿Por qué decidieron el turno nocturno? No es nada malo. Es una pregunta de procedimiento.
Lunara: Lo entendemos. En mi caso, siempre he sido más activa de noche. Tiene algo que ver con mi genética.
Ángela: Bueno saberlo. ¿Y usted, señorita Patricia?
Trish: Bueno... Tengo unos algunas responsabilidades en casa. La noche es mi mejor opción.
Ángela: ¿Hijos?
Trish: No no... - Dijo con una creciente vergüenza. - Son mis hermanos menores.
Ángela: Ya veo. Es bueno saberlo. Ahora acompáñenme. Le mostraré el lugar.
Las tres se pusieron de pié, y Ángela tomó el liderazgo mientras le explicaba las diferentes zonas de Emergencias y su funcionalidad. Cada una de las especializaciones, así como las zonas de descanso, y los horarios para tomar descansos. Nada que ninguna de las dos no se esperaban, y de paso, ver los rostros con los cuales compartirían la nueva etapa de sus vidas.
Ángela: (...) y esta es el área de pediatría. - Dijo ingresando a la última zona del recorrido. - Puesta de huevos a mitad de la noche suele ser algo bastante frecuente, pero no es difícil. Esta será el área donde estarán este primer mes de pruebas.
Lunara: Suena emocionante.
Ángela: Eso espero. Ahora síganme. Les presentaré a quien estará a cargo de su aprendizaje. Oh... Miren... Allí está. Doctor Aaron... ¿Tiene un momento?
Trish: ¿Doctor qué...?
La tricérator paledeció al escuchar el apellido, y sus ojos se abrieron como platos, al ver a quien se acercaba hacia donde ellas estaban. De todos los dinos en este mundo, y tenía que ser él. Esto definitivamente era una bofetada del karma. ¿Sería su nueva vida un infierno si él ahora era su superior?
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Hola gente. Esto es un piloto. Una idea que se me ocurrió. Algo más sano de lo que escribo normalmente. Si quieren que la siga desarrollando dejenme alg+un comentario o voten. Así sabré que quieren saber más de esta historia.
Chapter 2: Viejas Heridas
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El pterodactilo se acercaba al grupo de tres dinas, conbuna expresión neutral y muy profesional. A diferencia de Trish, Naser no había identificado a la tricerator que ahira lo miraba con ojos bien abiertos, y cuando estuvo lo suficientemente cerca, se presentó como todo un profesional.
Naser: Señorita Ángela, un placer verla. Señoritas. - Dijo en forma de saludo hacia las otras dos.
Ángela: Doctor Aaron, un placer verlo a usted también. Permitame presentarle a las nuevas enfermeras que estarán bajo su cargo en el siguiente mes.
Lunara: Hola. Soy Lunara. Un gusto. - Dijo de inmediato con tono alegre, puede que incluso algo coqueto.
Naser asintió con la cabeza ante la presentación, y luego todas las miradas se giraron hacia la teicerator, quien estaba literalmente congelada hasta que se dio cuenta que todos los ojos estaba pasados sobre ellas.
La mente de Trish era una tormenta de pensamientos en ese momento, mientras recuerdos dolorosos regresaban de su pasado. Todo lo que hizo, a Fang, a Anon, incluso al propio Naser. Los sentimientos de arrepentimiento y culpa atorandose dentro de su garganta y no le permitían pronunciar una palabra coherente, poniéndose incluso más nerviosa por cada segundo que pasaba en los que los presentes esperaban una respuesta.
Lunara, quien ya la conocía desde que comenzaron a estudiar juntos, jamás había visto a su amiga en este estado. Sus ojos incluso se tornaron cristalinos, pero no lloraron. Entonces, coloco su mano sobre el hombro de su amiga, lo que ayudó a Trish a salir de su estado de culpa auto impuesto.
La teicerstor alzó la mirada, y los tres rostros sobre ellas eran difíciles de afrontar. Por un lado, su amiga Lunara, quien le dedicaba una pequeña y calida sonrisa para intentar calmarla. El rostro de Ángela, que aunque preocupado, parecía estarla evaluando todo el tiempo. Y finalmente el de Naser, cuya seriedad parecía jamás flaquear ante nada con una profesionalidad impecable.
Teish sabía que no podía seguir actuando de ese modo, y de cierto modo, el hecho de que el ptero parecía no reconocerla al menos la aliviaba un poco. Y solo entonces pudo formular su presentación.
Trish: Soy Tr... Patricia. Un... Un placer trabajar conti... con usted.
Ángela: No estés nerviosa, querida. Es tu primer día, pesar de que estés a prueba, queremos que tu experiencia aquí sea fructífera. Como miembro del equipo médico, solemos trabajar bajo presión, pero no podemos dejar superar por esta. Confío completamente en el doctor Aaron y sus dos años de experiencia trabajando con nosotros para enseñarles todo lo necesario. Ahora si me disculpan, debo retirarme, que dejé una buena cantidad de papeles en mi ofician qué deben ser revisados. Con permiso.
Naser: Ha sido un honor, señorita Ángela.
Lunara: Gracias por el tour, señorita.
Trish: Gra... gracias por... todo. - Aun seguía algo conmocionada por la situación.
Ángela: El placer fue todo mio. Y si me disculpan. Que tengan una buena noche.
La estegosauria se dio la vuelta, y con un caminar calmado se retiro del lugar, dejando a las dos chicas y al ptero a sus espaldas. Loa tres esperaron a que Ángela se retirara por completo, y solo entonces intercambiaron miradas. Algunas expectantes. Otras más nerviosas. Y tras un momento de silencio y tras un suspiro largo del ptero, Naser habló.
Naser: Por favor, siganme.
Dijo con tono sereno y profesional, lo que hizo que Trish confirmara sus sospechas de que, efectivamente, él no la había reconocido. Lo que permitió que ella se relajase un poco.
Naser: Según se me informo, ustedes serán parte del equipo nocturno. ¿Es correcto?
Lunara: Si. Esperemos con ansias comenzar.
Naser: Ya veo.
El ptero miro hacia atrás un momento, solo para ver a la bambiraptora entusiasmada con la idea, pero la tricerator estaba algo perdida mirando las intaaciones, aunque en realidad, estaba más perdida en sus pensamientos del pasado. Pensamientos, que se vieron interrumpimos cuando se percató de la mirada del ptero sobre ella.
Trish: S... Si. Estamos entusiasmados por em... empezar.
Naser asintió con la cabeza y giro la vista al frente, avanzando a ritmo constante mientras explicaba a las recién llegadas todo lo necesario para que pudiesen tener un buen desempeño.
Naser: En esta área tenemos a tres doctores y quince enfermeras, los cuales conocerán durante su estadía. Somos un equipo, y todos trabajamos juntos para que las pasientas logro tener la mejor experiencia durante su estadía. Así como garantizar su seguridad y la de su descendencia. - Un comentario bastante obvio, pero era parte del protocolo. - Cualquier duda pueden referirse a mi o al doctor Maxwell, quien seguro estará ocupado con algo. O en su defecto, la doctora Sofia quien es la jefa de este departamento.
Una par da pasos más adelante, y ya se podía ver el área de atención en su totalidad, una vez que traspasaron el umbral de recepción. Un enorme pasillo con diferentes habitaciones, divididos en dos alas. Una para cuidados intensivos y otra donde estaban ubicadas las salas de parto. Algo que Naser explicó durante su recorrido.
Naser: (...) y aquí puede encontrar el equipo médico para... Oh. Déjenme presentarle a la más experta entre nosotros. La señora Marta.
La explicación de Naser se vio interrumpida por la aparición, de una anquilosauria de avanzada edad, de escamas verdes con tonos blanqusinos, así como una cabellera blanca adornada con un gorro de enfermera rosado, el cual hacia juego con su vestimenta de igual color. Una, que les dedico una gran sonrisa de anciana al ver a las recién llegadas.
Marta: Oh.. Ustedes dos deben ser las recién graduadas que Ángela mencionó. Un gusto conocerlas. Y no se dejen intimidar por este señorito de cara de poker, es un buen chico cuando lo conoces.
Un comentario bastante curioso, el cual saco unas risillas de la bambiraptora y un intento de Trish por no estallar en una carcajada. Naser, en cambio, no se mostraba muy contento con el comentario.
Naser: Señora Marta... por favor.
Marta: ¿A quien llamas señora? Y a mi no me digas que hacer, que bastante te cargué cuando aún eras solo un huevo y fui yo quien se lo dio a tu madre.
Bueno, era más que claro quien tenía el control de la situación, y Naser no pudo hacer más que frotarse el puente de la nariz ante la situación. Sin embargo, más que molesto, parecía esposar una sonrisa casi imperceptible.
Naser: Esta bien. Usted...
????: Doctor Naser.
Su comentario se ve interrumpido por una voz a sus espaldas, y cuando todos se giraron para el el origen, notaron a una raptora de escamas marrones y blancas acercarse con prisa, vistiendo un traje de enfermera verde oscuro.
Naser: ¿Qué sucede, Rita?
Rita: Doctor, tenemos un 15-11 en camino. Llegarán en 10 minutos.
Naser: Entendido. Preparen la sala 2. Estaré allí de inmediato. Marta, dejo a las señoritas en sus manos.
Marta: Esta bien chico. Ve, ve. Yo me encargo.
Naser asintió con la cabeza, y tan pronto se dió vuelta, él y la raptora se retiraron del lugar, dejando a Lunara y a Trish con la anciana. Una, con la cara bastante alegre por todo lo ocurrido. Otra, dejando escapar un largo suspiro después que el pterodáctilo por fin se alejó.
Lunara: ¿Trish, te encuentras bien? Has estado extraña ultimamente.
Trish: Estoy bien. No te preocupes.
Marta: No te sientas mal, pequeña. Naser puede llegar algo intimidante por su forma de ser, pero es un buen chico.
Trish: Yo... Nunca dije que fuera por el doctor Aaron.
La anquilosauria miró a la tricérato con expresión divertida, como si esos ojos cubiertos de escamas arrugadas pudiesen ver a traves de ella, y tal vez lo hacían, mientras una sonrisa se mostraba en su boca, mientras a Trish solo le se formaba una expresión de consternación. Lunara, en cambio, parecía no estar entendiendo lo que estaba pasando.
Lunara: Entonces... ¿Qué tendremos que hacer hoy? - Dijo rompiendo el silencio.
Marta: Lo fundamental es que se familiaricen con las intalaciones y los equipos. Es prioridad que una vez llegue la pacienta, todo el material necesario este disponible en la sala. También es necesario dejar todo limpio después de cada operación, y esa será vuestra primera tarea de hoy.
Trish: ¿Limpieza? - Dijo con poco entusiamos.
Marta: Si... Vallan por los utencilios de limpiezan y saniticen la sala uno. Cuando terminen regresen a informarme. ¿Entendido?
Lunara: Entendido. - Dijo con entusiasmo.
Trish: Entendido. - Dijo con desgano.
Solo entonces, la aquilosauria se retiró con paso lento, hasta que desapareció tras una puerta en el pasillo. Dejando a las dos nuevas solas en el lugar.
Lunara: Vamos Pati... Levanta un poco ese ánimo. No es bueno para la primera impresión.
Trish: Si lo se... Es solo que... Arg... Tienes razón. No se en que mierda estoy pesando.
Lunara: Esa es la Pati que conozco. Vamos... Tenemos trabajo que hacer.
Ambas chicas finalmente emprendiero su camino, y una vez se hicieron con el equipo de limpieza se dirigieron a su destino, una sala vacia con una camilla especializada justo en el centro y varias mesas a los lados donde reposaban varios utencilios, incluyendo lo que parecía ser una incubadora, que por su estado parecía no haber sido usada durante el proceso.
La ventaja de ser ovoviviperos es que los partos suelen general menor cantidad de secreciones, y por lo general, no hay mucho sangre involuntaria, aunque algunas especies tenía sus propias limitantes y necesidades especiales. De momento, ambas chicas solo debería limpiar y hacer el cambio de sábanas requeridos para el próximo uso de la sala.
Y así pasó el resto de la noche para ambas chicas, realizando tareas que nadie quiere hacer o incómodas. Lo típico para los novatos de cualquier grupo, por lo menos, hasta que los superiores considerasen que estaban listas para interactuar con pacientas. Y a las 7 de la mañana, el turno terminó para todos los presentes.
El primer día fue largo sin lugar a dudas, y Lunara se retiró tan pronto se despidió, anciosa por llegar a casa, darse un baño y dormir un poco. Trish, en cambio, necesitaba un momento para despejar antes de irse del hospital. Que, a diferencia de su amiga, tenía que tomar el transporte público para llegar a su casa. Trish respiraba con calma el aire frio de la mañana, pensando en lo agitado que había sido su noche, sobre todo con el incidente de Naser, quien afortunadamente parecía no reconocerla, pero... ¿Hasta cuando podría permaneces escondida de su auntigua identidad? Mucho menos de lo que ella creía.
La puerta automática que daba al área de empleados se abrió, y una figura alada vestida con bata de médico salió del interior, una que hizo extremecer a Trish tan pronto notó su presencia. Ella se quedó inmóvil, con la esperanza que él simplemente siguiera hacia su auto, tal vez le dedicase alguna despedida o algo, pero supo que no sería tan sencillo, cuando Naser caminó uno pasos y finalmente se detuvo a su lado. Y con voz melancólica, habló.
Naser: No pensé verte de nuevo... - Él miró en su dirección con ojos cansados, ella miró en sentido contrario. - ...Trish.
Solo escuchar su antiguo nombre de instituto fue suficiente para que un escalofríos recorriese el cuerpo de la tricerator. Ella quería olvidar ese nombre. Quería olvidar ese pasado. Pero al parecer, la vida no se lo permitiría tan facilmente.
Por un segundo, miles de ideas pasaron por su mente. Desaparecer de nuevo, irse a otro hospital, lo que sea. Pero no podía. necesitaba el dinero para pagar sus deudas, y ese lugar no solo tenía una paga lo suficientemente buena para frontarlo, sino que tambien estaba cerca de su casa. Pero... ¿Acaso sería capaz de soportar ese dolor por mucho tiempo?
Naser: No... No supimos nada de ti en mucho tiempo. - Naser se llevó la mano a la nuca, sin saber que decir exactamente. - Solo... Desaparesiste... Y... Bueno...
El ptero finalmente se quedó sin palabras. ¿Qué podría decirle de todos modos? ¿Acaso sacarle en cara toda la mierda que hizo en sus años de instituto valdría la pena? ¿Resolvería algún problemas? La respuesta era evidente, pero el silencio que quedó entre ambos era abrumador. Entonces, la tricératos habló con un tono al borde de las lágrimas, mientras se abrazaba a si misma para no derrumbarse allí mismo.
Trish: ¿Cómo... cómo está elle?
Naser suspiró con desgano, pero lejos de responderle con enojo, solo estaba, cansado.
Naser: ¨Ella¨ está bien.
Solo un pequeño cambio y un tono más serio fue suficiente para confirmarle a Trish, que la Fang que ella había conocido ya no existía. Ahora solo era Lucy, lo cual causaba tanta tristesa como regocijo por igual. Sin embargo, eso era demasiado.
Trish: Me.... Me alegro...
Y así, con la voz apagada y su cuerpo temblando, la tricérator de retiró sin esperar ninguna respuesta. El cansancio físico no se comparaba con el dolor que su corazón sentía en ese momento. Huyó de su pasado por siete años, y ahora su pasado había vuelto a ella a reclamarle por sus malas acciones.
Ella solo quería regresar a casa... Solo quería estar un segundo a solas con su cama y tal vez... Dejar escapar una lágrimas para calmar su arrepentido corazón.
Chapter 3: La Otra Cara de la Moneda
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Otra noche, otro turno coturno. Como ya era costumbre, Naser solía ser uno de los primeros en llegar al hospital. Tanto, que incluso los trabajadores del turno anterior ya lo conocían, algo que no se podía decir lo mismo del resto.
El doctor ptero era extramadamente puntual, un regalo de su intransigente padre, así como dedicado a su profesión. Siempre se tomaba su tiempo para recorrer cada rincón de la sala, visitando pacientas que había atendido previamente, así como informarce de los rostros nuevos que habían ingresado durante el el turno del día.
Marta: Buenos días, doctor. ¿Ya trabajando desde tan temprano? - Decía la vieja anquilo con tono juguetón.
Naser: Solo revisando algunas cosas. ¿Qué tal su esposo?
Marta: Arg.. Tan casacarrabias como siempre. Ya sabes cómo és. ¿Y que hay de ustede doctor?
Naser, quien había estado revisando un panfleto entre sus manos, hizo una pausa ante la pregunta de la enfermera. Ambos se conocían desde hacía un par de años, y de cierto modo, la actitud maternar de la dino latina la convertía cómo en aquella madre sustituta que todo adulto jóven tiene en su vida, o abuela en este caso. Además, que ella en sentido general solía ser muy cordial con cada forma de vida que conociera.
Naser: Marta... ¿De qué estas hablando? Sabes que no tengo a nadie en mi vida. - Dijo con una cela levantada.
Marta: Lo se... Lo se querido. Solo... me llamó la atención algo que vi... No me hagas caso... Solo con cosas de viejas.
Naser: Vamos vieja tramposa. ¿Qué tienes en mente? - Dijo con una sonrisa jugetona, sabiendo que la anciana podía llegar a ser bastante altanera y poco profecional cuando quería. Aunque eso era alivianador en momentos bastante tenso.
Marta: ¿Yo...? Nada en particular. Solo preguntándome qué pudo haber pasado ayer para que el grande y estóico doctor Nases se viese tan distraido. - Esto levantó una ceja claramente evidente en el ptero.
Naser: ¿De qué estás hablando? ¿Distraido? ¿Creo que ya estás inventando cosas?
Marta: Tal vez... jeje... O tal vez... Hubo alguien que removiese ese cerebrito tuyo. - Si la cara de Naser antes mostraba algo de duda, algo estaba completamente confuso.
Naser: Marta... Literalmente, no tengo idea de qué estás hablando.
Marta: No te quieras hacer el listo conmigo, jovencito. ¿Quién fue, la raptora o la tricerátor? ¿Cuál de las dos logró distraerte después de tantos años?
Los ojos del ptero se abrieron como platos, notando como la anquilo de avanzada edad se había llevado una idea completamente diferente al respecto.
Naser: Marta... No tengo idea de que quieres insinuar.
Marta: A mi no me engañas, muchacho. ¿Es la raptora?
Naser: Marta. Por favor. No sigas con esto.
Marta: ¿O la tricérator?
Naser: Marta... No... No... - Deja escapar un suspiro.
Marta: La chica morada entonces... Jeje...
Naser: No... Es... más complicado que eso.
La vieja anquilo pensó haber dado en el clavo, sin embargo, rápidamente se percató que algo estaba mal, al ver como la mirada del ptero mostraba cierta oscuridad en su rostro, a la par que sus ojos ambar caían sobre el suelo. Lo que ella desconocía, era la oleada de recuerdos dolorosos que la simple mención de la chica tricérator traían a su mente.
El dolor... EL sufrimiento. Esos años de infierno durante el instituto, viendo cómo su hermana caía en un poso de inseguridad que la alejaba cada vez más y más de su familia, todo por culpa de ella... De Trish. Ella fue quien llevó a Luci a ese pozo oscuro y sin fondo. Ella fue quién la terminó de romper, y eso dolía más que cualquier herida física que una vez halla recibido por parte de esos cuernos filosos. Esos recuerdos... No podría olvidarlos tan facilmente.
El ptero reacción al sentir una mano cansada y gentil apoyarse sobre su hombro, alzando la mirada algo perdido, y notando cómo la anciana trataba de reconfortarlo con una sonrisa sincera. Algo que al menos logró su objetivo, permitiendo al ptero recuperar la compostura después de un largo suspiro. Y justo lo necesario para hacerle entender a la anciana, que lo mejor sería no volver a tocar el tema. Al menos, no por el momento.
Lunara: Buenas noches, doctor Naser, señora Marta.
Ambos salen de su momento de comprensión, al escuchar la voz de la bambiraptora a uno de sus costados, girando sus miradas y percatándose la la chica monocromática que portaba una gran sonrisa en su rostro, ansiosa de comenzar su nuevo trabajo.
Naser: Buenos noches, señorita Lunara. - Recuperar su profesionalidad no era algo complicado para él.
Marta: Hola, mi niña. ¿Hoy vienes sola? - Preguntó, al notar que nadie la acompañaba.
Lunara: Bueno... Le mandé unos mensajes a Pati... Patricia e intenté llamarla, pero su teléfono no está disponible. Pe... Pero se qué vendrá... Ella no suele ser impuntual.
A pesar del entusiasmo que la chica trataba de emanar, esto no influenciaba a los dos frente a ella en lo más mínimo. Naser solo se quedaba inmovil con la cara estóica, mientras que la anciana solo levantaba una ceja en clara desconfianza, para acto seguido mirar el reloj que portaba en su muñeca.
Marta: Aún quedan ocho minutos para que comience el turno. Pero si tu amiga cree que aquí toleramos la impuntualidad está muy equivocada. Y por su bien, que no acumule más de tres advertencia. La jefa de turno no tolera estas impuntualidad. Y tú, valla a cambiarse. Que los pacientes no esperan.
Lunara: ¡Si, si su señora!
Por algún motivo que ni la propia bambiraptora entendía, escuchar la voz de la anquilo, ahora con un tóno más autoritario y menos condecendiente, la hizo cuadrarse en firme militar, dándese vuelta de inmediato y saliendo del lugar con prisa hasta los vestidores, cosa que sacó en el ptero una risilla que pudo controlar al instante.
Marta: Jóvenes... Hay que encaminarlos lo antes posible, o se les ¨subirán los humos para la cabeza.¨
Naser: Sabes que esas frases no tiene sentido en Ingles. ¿Verdad?
Marta: Y usted no me venga a dar sermones, jovencito. Que llevo trabajando aquí desde antes que usted usara pañales.
Naser: ¨Chilled out,¨ Marta.
Marta: Hm... Y después yo soy la de las frases sin sentido. Arg... No puedo con estos niños. Me voy a ver a la señorita Liz, sería el colmo que su esposo halla hecho otro destrozo en el cuarto... Cuando me encuentre cara a cara con es difolosaurio se va a enterar...
Y se fue, terminando la última frase en su idioma natal, cosa que ya Naser sabía que solo hacía cuando algo la molestaba en serio. Pero que al mismo tiempo, era algu sumamente gracioso de ver. Sin embargo, una vez el ptero se quedó solo, volvió a sumergirse en sus pensamientos, algo que ayer le había pasado en varias ocaciones, pero que este no fue consciente de ello.
Su mente volvió a cetrarse en el tema de la tricérator morada, y en lo irónico que había sido el destino en todo esto. ¿En serio tenía que trabajar con ella todo este tiempo? ¿Qué tipo de broma de mal gusto era esta? Y más importante... ¿Sería el capaz de mantenerse sereno todo este tiempo, o en algún punto estallaría y le recriminaría todo el daño que causó duranto esos años de instituto?
Eso era algo que tenía al chico ptero sumanente distraido. Algo muy poco común en él.
Lunara: Doctor Nases, ya estoy lista. ¿Qué puedo hacer?
La voz de la chica vuelve a sacar al ptero de sus pensamientos, girando en su dirección, para ahora verla con un bonito pijama de enfermera de un rosado bastante chillón. Por supuesto... esta chica parecía ser de estas que le gustaba destacar, o en su defecto, aún era tan infantil que pensaba que Santa Claus y el Consognatus de Pascua aún eran reales. O al menos, así lo veía un sujeto que la moda era más con un cubo de rubix como lo era él.
Naser no respondió de inmediato, alzó la mirada para revisar el reloj del pasillo, solo para notar que faltaban dos minutos para las 11 de la noche, momento donde comenzaba el turno nocturno. Pensó un poco, pero no demoró en darle una respuesta.
Naser: Prepara la sala de parto 2. Es posible que Katia geste sus dos huevos hoy. Y prepara el soporte para los cuellos largo. Cuando termines, busca a Marta por más instrucciones.
Lunara: Entendido, doctor.
La bambiraptora pasó a su lado, y se perdió en el interior de los pasillos, dejando al ptero una vez más en soledad.
Naser giró su cabeza hacia la puerta de entrada del hospital, y por un momento se preguntó si de verdad Trish no volvería. ¿Acaso... Acaso ella estaba realmente tan afectada? Ayer cuando intercambiaron esas parabras en el estacionamiento, pudo ver como la tricérator se derrumbaba frente a sus ojos, dándose vuelta y alejándose lo más disimuladamente de él, pero el silencio de la madrugada no ayudó a esconder sus sollosos que se alejaban en la distancia.
Naser pensé durante mucho tiempo eso, y su mente estaba muy confundida. A pesar de todo, Trish fue la ¨única¨ amiga que Lucy tuvo durante el instituto, al menos hasta que el pelón mal vestido de chaqueta verde llevó al Instituto Volcano como una tormenta que agitó la vida de todos. Pero...
¿Qué fue esa reacción de Trish? Ella no era alguien de mostrar tristesa... Ella siempre actuaba con furia... Y no perdía la oportunidad para envestir a alguien con sus cuernos cuando se sentía ofendida, aún siendo por el detalle más insignificante... Pero esa Trish que se alejó llorando ese mismo día en la madrugada... ¿Quién era?
Ángela: ¿Pensativo, doctor Aaron?
El ptero sale de sus pensamientos al escuchar la voz de la estegosauria, quien se acercaba a él con un caminar sereno y elegante, aunque su rostro aún estaba marcado con las ojeras con agotamiento.
Naser: Buenas noches, señora Bodeler. Algo así... Solo recordando algunas cosas. ¿Cómo está usted? Luce agotada.
Ángela: Cuando tienes un nieto de tres años, es dificil poder dormir. Más cuando el granuja solo quiere jugar con las placas de tu espalda.
Naser: Jaja... Suena a que es igual de activo y curioso que su madra.
Ángela: Ni que lo digas. Pero no lo cambiaría por...
Las palabras de la estego fueron interrumpidas, cuando las puertas del hospital se abrieron automáticamente, ingresar al lugar una chica tricétaror de escamas moradas y portando un abrigo amarillo, la cual respiraba profundamente, recuperando el aliento después de la larga carrera que tuvo que dar para llegar a tiempo. Aunque llegar a un minuto de empezar el turno no es muy ¨llegar a tiempo¨ que digamos.
Ángela: ¿Tarde el segundo día, señorita Lechuga?
Naser no dijo nada... No podía. Entre la conmosión y enterarse que el apellido de Trish era Lechuda, estaba en un debate interno entre preocuparse por su agitada respiración, o no burlarse de un apellido que, desde su punto de vista, era bstante ridículo y graciosos. Aunque era un apellido bastante común en tricérator.
Trish: Lo... siento... hermanos... batería del... celular... nitrógeno... contenedor... - Trataba de explicarcon la voz entrecortada, mientras se apoyaba sobre las rodillas para recuperar el aliento.
Naser: ¿Tus hermanos... hicieron un explosivo? - Preguntó incrédulo, lo que lo preocupó un poco al verla asentir con cansancio. Ángela solo suspiró con pesar ante la historia.
Ángela: Solo por ser el primer día, lo dejaré pasar. Pero que no se vuelva a repetir. ¿Entendido, señorita Lechuga? - Trish solo asiente en respuesta. - Muy bien. Ahora retíres y cambiese, que el turno ya comenzó.
Trish: Gra... Gracias.
Y así, la tricérator dejó al par detrás, aún agotada, tomando su camino hacia los vestidores, dejando al ptero aún impactado por la noticia, y a la estego mayor apretpandose el puente de la nariz en señal de cansancio.
Ángela: Será un año agotador... - Comentó con desgano, dejando escapar un suspiro pesado ante la situación.
Naser: Si... Eso... Eso parece. - Respondió, ahora con más dudas que antes, aún incrédulo que el apellido de Trish sea Lechuga.
Chapter 4: Una Luz Atascada
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Otra noche, otra jornada laboral. Lunara y Trish ya se desempeñaban en su trabaja con mayor eficiencia, y poco a poco se le fueron designando nuevas tareas, aunque la mayoría, se trataban de la higienizacion y cuidado de equipos médicos, incluyendo los que intervengan directamente en alguna cirugía. Aunque, por supuesto, aún no había formado parte del equipo médico que atendería a las pacientes. Aun....
Las interacciones entre la tricerstor y el ptero de escamas oscuras eran complicadas. Mínimas. Ambos estaban dolido del pasado, pero dentro del hospital debían mantener una ética que no podían simplemente ignorar. Sobre todo en los incómodos momentos de descanso cuando solían coincidir en la cafetería por un café o algo de comer. Usualmente ambos solían estar acompañados, pero las veces que no el silencio era bastante incomodo y abrumador. Ambos desesperados por salir de la misma habitación, temerosos a que algo malo pudiese ocurrir. Temerosos a lo que podría pensar el otro. Y era en uno de esos momentos, donde ambos se encontraban.
Nacer estaba sentado en una de las mesas, su mirada perdida en la tasa de café mientras trataba de evitar ver a la tricerator, quienes estaba de espalda a él, frente a la máquina de café esperando el suyo propio, tan incómoda por el momento como él estaba.
¿Cómo siquiera podrían comenzar una conversación? Ambos se hicieron tanto daño en el paso, en especial Trich. Y ella lo sabía. Lo había perdido todo por sus acciones y palabras egoístas. Por sus celos. Por su miedo. Miedo a volver a estar sola. Y lo peor fue que encontró su destino en el camino que tomó para evitarlo.
Sin embargo, el momento no fue eterno, cuando se escucho la puerta de la pequeña cafetería abrirse, ingresando al interior un oarasaurio de escamas escarlata y pelo negro, vestido de doctor y con una expresión algo molesta en su rostro. Tanto Trish como Naser se voltearon a verlo, y este sin decir nada solo se acercó al refrijerador, tomó una de las botellas de agua tonificada y se sentó junto al ptero.
Por supuesto. Alguien como él jamas saludaría a una sucia Trigga.
Naser: ¿A que viene esa cara, Maxwell?
Maxwell: ¿Es que acaso no viste esos mayonesa perdieron contra los de Filadelfia? Putos bastardos. Aposté mucho dinero a ellos.
Naser: Bueno... Así es el deporte. ¿No? A veces se gana, a veces se pierde.
Maxwell: Pero no de esa manera.
El parasaurio se da un trago con molestia de su bebida, mientras el ptero solo deja escapar una risa a la par que rueda los ojos y niega con la cabeza. Ya conocía al doctor Maxwell lo suficiente para saber de sus tendencia a botar el dinero de su padre de esa forma. Y conociéndolo, seguro apostó más dinero del que dejaría saber. Solo por orgullo.
Naser: ¿Y la paciente del cubículo siete?
Maxwell: Al fin se fue. Tres días para poner un huevo. Diablos. Que manera de perder mi tiempo.
Naser: Oye... Sabes que eso no puede apurarse.
Maxwell: Si si. Lo que tu digas. - Dijo con molestia, girandose hacia la otra presente en la sala. - Oye, tricerator.
Para Trish, eso fue como un golpe contundente. No por el hecho que se dirigiera a ella, sino por la forma tan despectiva que lo hizo. Trish se dio la vuelta, solo para ver al parasaurio con ojos molestos por la manera que la llamo, mientras Naser contenía el aliento en una mirada preocupada.
Maxwell: Limpia la sala de operaciones dos. Y no dejes nada fuera de lugar.
El ptero trago en seco, mirando tanto al parasaurio indiferente como a la enojada tricerator. Naser recordaba bien el temperamento de Trish, y había golpeado a otros dinos con un tubo de metal por menos en sus años del instituto. Y ahora, temía a que pudiese hacer algo igual.
La mirada de Trish no escondía su rabia, y parte de ella quería romperle el hocico a ese desgraciado. No era la primera vez que la trataba tan despectivamente después de todo. Sin embargo, para indiferencia del parasaurio y sorpresa del ptero, Trish solo tiro el resto de su café al lavabo y puso el vaso desechable en la basura antes de salir del lugar dando un portazo.
Naser dejo escapar un suspiro pesado mientras se frotaba el puente de la nariz.
Maxwell: Esos tricerator debieron haberse quedado en los campos de algodón. ¿Ahora se creen enfermeras? ¿Que tipo de chiste ea este?
Naser: Oye... Para con eso. Te vas a meter en problemas.
Maxwell: Arg... ¿Tu también vas a salir con eso? ¿Que? ¿Ahora estas de su lado?
Naser: No es eso. Solo quiero evitar problemas.
Maxwell: No habría problemas para empezar si esa chusma conociera su lugar... Este mundo se está poniendo patas para arriba.
El ptero miró a su compañero de trabajo en silencio, y en ese momento, sintió algo que nunca pensó que sentirá por tal motivo. Un ápice de desprecio por esas palabras. Por ese odio innecesario. Por ese reproche injustificado. Naser pudiese tener sus pensamientos algo conservadores al respecto, pero escucharlos de forma tan despectiva hizo que incluso él se sintiera incómodo. Ni siquiera su padre hablaba con tanto asco de los tricerator o los humanos, incluso antes de todo lo sucedido durante su época de secundaria.
¿Cómo se sentiría Trish al respecto?
Pues nada bien, eso es seguro. La tricerator se dirigió al salón de operaciones como se le fue asignado, pero su expresión de enojo era evidente. Muy en su interior, realmente quería clavarle sus cuernos a ese bastardo, pero sabía que no podía, y por muchas razones.
Primero, necesitaba el empleo, y por desgracia, eso conllevaba a tener que soportar esos tratos injustificados. Y en segundo lugar y más importante, ya no era menor de edad. Las acciones que una vez tomó en el instituto ya no serían penalidades con un castigo o varios días de limpieza. Ahora era una adulta, y sus acciones serian castigadas con el ferrero peso de la ley. Y no podía darse el lujo de correr tal riego. No cuando eso no solo destruiría su futuro, sino también el de su familia que contaba con ella. Una carga que pesaba sobre sus hombros más de lo que ella misma creía.
Trish no pudo hacer más que tratarse sus insultos y aplacar su furio con trabajo. Limpiando en soledad el cuarto quirúrgico, el cual estaba lleno de fluidos y utensilios sucios. Apenas eran la once de la noche, pero al menos pensar en hacer las cosas bien no la dejaba pensar en lo que pasó en la cafetería.
Sin embargo, ya a punto de terminar, las puertas se abrieron de golpe, y Trish miro asustado hacia la entrada, viendo a otra enfermera que parecía mirarlo todo con atención. Una pashisauria con pijama marrón que parecía algo apurada.
Enfermera: ¡Aquí! ¡Esta esta limpia!
Trish ni siquiera pudo reacción, cuando dos camilleros entraron a la cuarto de cirugía, arrastrando una camilla sobre la cual yacia una chica consognatus con una clara expresión de dolor en su rostro.
Trish no supo que hacer, así que solo se quedó petrificado, viendo como el equipo de apoyo dejaba a la paciente que se quejaba del dolor sobre la mesa de cirugía. Y justo en ese momento, el doctor Naser entraba en la habitación.
Naser: ¿Que sucedió?
Enfermera: Tenemos un huevo atascado en el útero.
Naser: Entendido. Preparen todo para la extracción. Y suministrenle 200 miligramos de analgésicos.
Enfermera: De inmediato. Tu, ayúdame con esto.
Trish se quedo en shock al ver cómo la otra enfermera se dirigía a ella, y por un segundo vacilo. Tecnicamente, aun no tenía la autoridad para hacer tal cosa, pero al ver el rostro de dolor de la chica en cama su mente no lo pensó demasiado.
Trish se acercó a la otra enfermera, recordando el procedimiento que solo había estudiado en libro y practicado con los maniquí de prueba. Esta sería la primera ves que lo hiciera con una paciente real. Un trípode similar a una grúa agarraba las piernas de la chica y las levantaba, evitando así que por algún gesto de dolor esta intentase cerrar las piernas, en cuyo caso el resultado final sería catastrófico, si el huevo se interior y su cascara filosa pusiera en peligro la vida de la paciente.
Naser: ¿Todo listo?
El doctor ptero regreso del lavabo con manos limpias y alzadas, cubre boca y gorro quirúrgico puesto, mirando a la triceratos como si esperase algo con las manos levantadas. Cosa que Trish no entendió a la primera.
Naser: Guantes.
La triceratos secuadio la cabeza ante algo tan obvio, y se apresuro al estante donde tomo un par de guantes y los coloco sobre las manos del ptero, mientras la segunda enfermera administraba el calmante a la paciente por vía intravenosa.
Naser: ¿Cómo va el cedante?
Enfermera: Está haciendo efecto.
Naser: Bien. Prepara una incubadora. Trish, ayúdame con esto.
La pashisauria se dio la vuelta y se retiro a una esquina, donde una de las incubadoras necesitaba ser preparada para recibir a su nuevo receptáculo. Mientras, Trish temerosa se ponía un cubrebocas y un gorro, mientras se acercaba a la chica de piernas abierta junto al ptero.
Era la primera vez que Trish veía algo tan real como esto. Tal y como se lo imaginaba. En el interior de la chica se mostraba una cáscara blanca, pero sobre su vientre se podía apreciar un bulto pronunciado, clara señal de que algo andaba mal.
Naser: El huevo se roto y no podrá salir. Aplica presión sobre el bulto mientras trato de girar el huevo.
Naser sabía que esta es la primera vez que Trish haría esto, y lo nerviosa que estaba lo dejaba en claro, así que dejo las palabras técnicas para otro momento. Trish acerco u mano al bulto sobre las escamas de la chica y comenzó a frotarlo mientras hacía un poco de presión, imitando las técnicas que aprendió en la academia.
Naser analizo su trabajo por un momento y aprobó en silencio, poniéndose rápidamente manosna la obra. Sus dedos se introdujeron en el interior de la chica, la cual se quejo del dolor a pesar de los calmante. Dolia... Como solo ella sería capaz de sentir. Pero no había otra manera.
Naser: Los huevos deberían salir en su forma de concepción. Pero a veces, un mal movimiento o gesto durante el proceso de puesta puede hacer que se giren y se atasquen. Tenemos que ponerlo en su posición original para que salga. - No hubo respuesta. - ¿Entendido?
Ttish: S... Si doctor. - Por un momento, la tricerator olvido que aún estaba bajo la tutela del ptero. Y al parecer, esto se convirtió en una clase improvisada.
Poco a poco, el huevo fue rotando dentro del útero de la chica con la ayuda de la intervención, hasta que finalmente alcanzo la posición necesaria para poder salir. Naser lo agarro de inmediato, tratando de evitar todo los fluidos que a este acompañaban, los cuales cayeron sobre el piso y volvieron a ensuciar el lugar. Un huevo del tamaño de una pelota de baseball. Pequeño en comparación a sus manos de ptero, pero bastante grande en comparación a la especie de la paciente.
Estaba hecho, y la paciente dejó escapar un largo suspiro mientras podía darse el lujo de relajarse mientras el efecto del calmante y la reducción del dolor se apoderaron de ella.
Enfermera: Ya esta lista la incubadora.
Naser: No se preocupe. No está fertilizado.
Trish: ¿No?
Naser: No. Sucede cuando después de un proceso de ovulación la hembra no tiene contacto con un macho y...
Trish: Arg... No. Eso ya lo se. Yo he tenido los míos. ¿Sabes?
Naser: Oh... jejem cierto. Perdón por eso. - Decía el ptero avergonzado ante lo evidente, mientras le entregaba el huevo a la pashisauria.
Trish: Me refiero a... ¿Cómo lo sabes? ¿Cómo sabes que no está fecundado con solo verlo?
Naser: Más bien por el peso. Un huevo fecundado de ese tamaño debería pesar mas.
Enfermera: Igual lo llevaremos a análisis. Ya sabe el protocolo.
Naser: Si si. Lo se.
El ptero volvió a levantar los brazos, esta vez esperando a que Trish le removiendo los guantes sucios, cosa que esta vez si entendió e hizo de inmediato.
Naser: Muy bien. Les dejo el resto. A ustedes.
Enfermera: Está bien, doctor.
Naser asintió a la pashisauria con la cabeza, y luego se giro hacia Trish para hacer lo mismo. Independientemente del pasado, la tricerator hizo un buen trabajo, y eso había que reconocerlo. Algo que realmente la animó, cosa que apenas pudo controlar cuando el ptero salio de la habitación. Sin embargo, su felicidad fue detenida al sentir una mano que la agarraba sin previo aviso. Era la paciente, cuyo rostro mostraba el cansacio y los efectos secundarios de los calmantes.
Paciente: ¿Ya... ya termino?
Trish: Si... Ya termino. - Decis mientras colocaba su manos sobre la de la chica.
Paciente: Que... que bueno...
Enfermera: Muy bien querida. Te limpiaremos y llevaremos a observación. Lo hiciste muy bien. Eres una gran guerrera.
Paciente: Gra... Gracias.
La chica finalmente cayó dormida, y ambas enfermeras la dejaron descansar. La pashizauria miró a Trish y le hizo un gesto con la cabeza, pues tenían que limpiar todo y quitarle esos amarres para que la paciente pudiese descansar y que el equipo de apoyo la llevase a su área de descanso. Y un vez todos se fueron, la tricerator dejo escapar un largo suspiro.
Enfermera: ¿Primera vez?
Trish: Si... - Dijo con voz temblorosa. - Pensé que iba a desfallecer.
Enfermera: Jajaja. Si. La primera vez se siente así. Soy Lily por cierto.
Trish: Un placer. Trish.
Lily: Un gusto Trish. Bueno tenerte por aquí. Limpiemos esto antes que venga otra paciente.
Trish: Si... Y necesito un cafe... Uno bien fuerte.
Chapter 5: Los Árboles jóvenes Crecen donde los Viejos Caen
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Los días pasan, y cada vez las nuevas enfermeras se van adaptando poco a poco a sus nuevas responsabilidades. Dos noches después, Lunara participó en su primera puesta de huevo. Uno fecundado, el cual fue una gran emoción para los padres y el equipo. Sobre todo para ella, al sostener en sus manos lo que meces después se convertiría en una nueva vida.
Por otro lado, la conviviencia entre la tricérator morada y el ptero oscuro se había tornado más sostenible, aunque completamente profecional. Ninguno de los dos se atrevía a preguntar sobre la vida del otro, a pesar de ya conocerse desde la secundaria. Mucho menos a hablar del pasado. Cada palabra intercambiada siempre estaba relacionada con algún tema de los procedimientos, posibles técnicas y casos especiales. Naser poseían un amplio conocimientos de estos temas, y siempre estaba dispuesto a compartirlo. Sobre todo, porque solía murmurar para si mismo lo que hacía a medida que ejecutaba una intervención. Era como si alcanzará un estado de concentración superior o algo similar.
Por otro lado, la interacciones entre Trish y el doctor Maxwell se mantuvieron al mínimo para suerte para ambos. Naser realmente quería evitar cualquier problema en su turno, y conociendo la actitud de esos dos posiblemente terminarían peleando en cualquier momento. De hecho, fue el mismo quien se sugirió la idea de Ángela de colocar a Trish en su grupo de operación, a lo que al principio no estaba muy convenvido, sabiendo que tenerla cerca todo el tiempo podría resultar muy incómodo para ambos.
Por su parte, Ángel estuvo de acuerdo, sobre todo después de preguntar el motivo de tal decisión y que Naser tuviese que explicar lo sucedido. La actitud de Maxwell no era un misterio para los que ya lo conocían, pero tampoco podían ignorar que se trataba de un genio en su campo, así que era un mal necesario. Y si esta decisión podría evitar problemas, la estegosauria no opuso resistencia alguna.
Por desgracia, tal decisión separo a Trish y a Lunara, quienes ahora compartían menos actividades juntas, al estar asignadas a dos equipos separados, pué sea bambiraptora ahora era parte del equipo del parasaurio xenofogo. Pero al menos, podían compartir los descansos juntas, donde siempre acompañaban sus comidas con pláticas amenas y compartiendo las novedades del día. Justo como en esta ocasión.
Lunara: (...) Y entonces le dije: c¿Te gustaría ir a comer algo algún día?"... ¿Y sabes lo que hizo? - La teicerator negó con la cabeza. - Se puso rojo como tomate y uso su marioneta para decir que si. Es todo una monada.
Trish: No me sorprende.
Lunara: ¿A que te refieres?
Trish: Amiga... Los machos pueden actuar muy egocéntricos y seguros, pero cuando una hembra empieza a cortejarlos se vuelven tímidos y temerosos. Y entre nos, Manny se ve demasiado noble, y conociéndote estoy segura que has sido bastante agresiva con él.
Lunara: Eh... No he hecho nada malo. Bueno si... tal vez algo insitente, pero eso no es necesariamente algo malo.
Trish: Dice lo a los tres chicos que espantaste en la escuela de enfermería por eso.
Lunara: Arg... ¿Y que sabrás tu? ¿Acaso ya intentaste cortejar a algún chico antes o que?
La pregunta saco en la tricerator una mueca de enojo, que poco a poco se conviertio en una expresión más melancólica. No por la pregunta en sí, sino porque está la llevaba a viejos recuerdos de los cuales no quería hablar. Recuerdos que Lunara sabia muy bien por interacciones anteriores que era mejor no indagar. Sin embargo, esa vez estaba de suerte, pues con molestia la teicerato ñr frunció el ceño y se cruzó de brazos mientras comenzaba a hablar con un tono algo carrasposo.
Trish: Si... Una vez. Era un buen tipo, pero siempre tenía la mente en las nubes... No... He vuelto a saber de él.
Las últimas palabras salieron de su boca con un tono melancólico. Lunara solo vio a su amiga, de brazos cruzados y con la vista hacia un lado, perdida en las baldosas de la sala de la cafetería. Quería preguntar. Quería saber. Pero entendió que no era el mejor momento. Menos, cuando la puerta del salón se abrió repentinamente, mostrando la silueta de un ptero de escamas oscuras qué recién ingresaba leyendo unos papeles en sus manos. Uno, que no noto que había otras presentes hasta que dio unos cuatro pasos dentro del salón.
Naser: Oh... Están aquí. Perdón por... interrumpir... No las había notado.
Lunara: No se preocupe doctor Aaron.
El ptero asintió con la cabeza y miró rápidamente a ambas presentes, dejando su lectura de lado y dirigiendose a la máquina de café para preparase una bebida.
De inmediato, un incómodo silencio se instaurar en la sala, ninguno de los tres sabiendo que decir. Por un lado, Naser pensando que lo mejor sería simplemente quedarse cayado, tomar su café e irse lo antes posible, mientras las chicas sentadas sobre la mesa pensaron qué lo mejor sería no continuar con su platica con el ptero macho delate. Y así estuvieron por varios segundos, hasta que el teléfono de la bambiraptora comenzó a sonar se pronto. Y a jusgar por el aspecto de Lunara, lo que veía en su pantalla no la animaba mucho.
Trish: ¿Que pasa?
Lunara: Es Maxwell. Una emergencia en la sala dos. Lo siento Trish, pero el descanso se acabó para mi. Hablamos luego.
La cara de la tricerstor lo decía todo. "No te vayas y me dejes solos con él." Sin embargo, trabajo es trabajo, y Lunara tuvo que irse incluso antes que Trish pensara en irse con ella. Y ahora, se había quedado sola con el doctor ptero, quien sintió esa misma incomodidad al saber que estaban solo ellos dos en la habitación. Aunque él aun mantenía su mirada puesta sobre la máquina, la cual finalmente comenzó a hacer la colada. "Pudiste haberte demorado un poco menos, hija de puta." Pensó el ptero para sus adentros.
Como si nada hubiese cambiado, Naser solo siguió preparando su café, agregándole azúcar y un poco de leche, tratando de ignorar la incomodidad de la sala. Pensaba simplemente darse vuelta y salir como mismo había entrado, pero sus ojos lo traicionaron, dirigiendo la vista por un momento hacia la chica sentada sola en la mesa.
Trish permanecía con la cabeza baja, su mirada perdida hacia la pared blanca, tratando de ignorar la incomodidad del momento. Ella trataba de no posar la vista sobre el ptero, al menos no en esta situación. La sala de operaciones era un lugar muy diferente. Con objetivos diferentes y pláticas diferentes. Todo relacionado con el trabajo y nada personal. Pero alli...
Y por tal motivo, grande fue la sorpresa de la tricerator cuando sintió el ruido de una silla arrastrarse, y ver como el ptero de escamas negras se sentaba frente a ella con una expresión incomoda.
Trish algo su cuerpo de la mesa, sus ojos sorprendidos mirando al ptero fijamente, tratando de interpretar la situación. Naser, por otro lado, trato de esposar una risa, aunque lo único que salio fue un gesto visible de incomodidad. Ambos, con una necesidad extraña por querer decir alfo. Ambos, con un nudo en la garganta que se lo impedía.
Naser: Y entonces... ¿Qué tal la noche? - Un intento torpe de empezar una conversación.
Trish: B... Bien... ¿Qué tal la tuya?
Naser: Bien tambien....
El intento de romper el hielo solo dejo detrás un silencio aun más incómodo que el previo. ¿Porque estaban haciendo esto? ¿Por qué él se sentó allí? ¿Por que siquiera le dirigía la palabras? Eso es algo que la tricerator se preguntaba. Y el pterodsctilo también.
Había tanto que Trish quería preguntar. Tanto que quería saber. ¿Qué había sido de Fang? ¿Seguía enojada con ella? ¿Acaso siquiera sería capaz de volver a verla, y en tal caso, poder disculpare? Justo delante tenía a su hermano, y ni siquiera podía preguntarle. Creía que no tenía el derecho para hacerlo.
Naser, en cambio, podía notar esos deseos de preguntar. Las veces en la que Trish alzaba la mirada, cuando sus ojos se encontraban, cuando su boca parecía estar a punto de abrirse para hacer la gran pregunta. Sin embargo, esas intensiones se veían aplicadas por un sentimiento aun más grande de culpa que la hacia retractarse al último momento.
Naser bajo la mirada después que ella hiciera lo mismo por cuarta vez. Su mente era un caos, aunque al menos aun podía conservar la calma. Los recuerdos del instituto volvían a su mente. Todo lo ocurrido. Todo lo que Trish hizo, y lo mucho que su hermana Luci sufrió por eso. Sin embargo, había algo que le dolía mucho más.
Sus manos apretaron su baso de café con el mínimo de control para no romperlo. Su ceño se frunció ligeramente, batallando consigo. Discutiendo si seria buena idea decir algo o no. Trish lo noto. Noto esa expresión amargada en su rostro y temo lo peor. Temo un grito. Una reprimiendo. Un insulto. Creía que se lo merecía.
Pero lo que no esperaba, era escuchar un suspiro agotado.
Naser: Las cosas... se volvieron algo complicadas después del baile de graduación.- Sus palabras fluyeron con calculada paciencia de su boca. - Y bueno... Nunca pensamos en volver a verte. - Ella solo escuchaba, con la mirada melancólica sobre la mesa vacía, sus manos nerviosas apretandose la una a la otra para tratar de calmarse. - Luci sufrió mucho esa noche. Lo que te dijo... Lo que dijiste... Realmente las cosas solo... se salieron de control demasiado rápido. - Cada palabra se sentía como un puñal. El dolor del recuerdo, sus ojos comenzandose a cristalizarse, su boca en una muestra de dolo qué no podía esconder su tristesa. - Ninguno de nosotros fuimos los mismos después de esa noche. Pero eso no fue lo más doloroso de todo.
Para Trish fue suficiente. El ptero alzó la mirada de su café, notando el rastro que dejaba una lágrima qué caía por la mejilla de la tricerrstor. La tristesa y la rabia que surgía en su interior. Tristesa por lo sucedido. Rabio contra si misma por haber actuado de forma tan horrible contra su amiga... Contra su única amiga.
Los sollozos no tardaron en llegar. Ella luchaba, pero el dolor del recuerdo eran tan fuerte como una estaca clavada en el pecho. Sus hombros se sacudían, y por mucho que ella tratase de mantenerse firme, el peso emocional no la dejaba. Pero el ptero no había terminado.
Naser: Sin embargo, lo que más le dolió a Luci fue que nunca más apareciste.
Por un segundo, las lágrimas de la tricwrator se cortaron y su mente se sumergio en un profundo abismo. Sus pensamientos se detuvieron, incluso su respiración, y su corazón se agitó al escucharlo. Incrédula de lo que acababa de escuchar.
Naser: Después de la promosion... Luci trato de buscarte. Quería disculparse... Quería pedirte perdón por lo que dijo. A pesar de todo, ella te quería mucho... Pero no pudo encontrarte. Ninguno de nosotros pudimos. Reed no sabia nada de ti... Ni siquiera tu mamá sabía dónde habías ido.
Los recuerdos... La viva imagen de esa noche. El llanto. El como tomo sus cosas y simplemente se fue de casa sin decir nada a nadie. El como bloqueó y eliminó todos los contactos de su teléfono. El tiempo que le tomó para poder aceptar lo que había hecho. Su regreso, el llanto de su madre y hermanos al volver a verla... Todo... Todos los recuerdos de más de cinco años convergieron en su mente en ese preciso comento, como un diluvio al que solo detiene una antigua presa de maderas...
Ningún ser es lo suficientemente fuerte para resistir eso.
El control de Trish se vio aplacado por un llanto constante. No hacia ningún ruido más que sollozos involuntarios, dando lo mejor de sí para que nadie la escuchara. Ella quería sufrir solo... Creía merecerlo por lo que hizo.
Sus manos se alzaron hacia su rostro, tratando de esconder sus ojos llorosos del resto de mundo, aún cuando el resultado de su dolor caía como lágrimas libremente por su rostro hasta la madera de la mesa. Dolia... Escuchar eso definitivamente le dolía demasiado. Solo... quería olvidar... Pero no podía.
Los segundos pasaron más lentos qué de costumbre. Una batalla constante de la tricerator contra sus propias emociones. Sin embargo, sus ojos cubiertos por lágrimas se fijaron por un segundo al frente, sobre la mesa, la pequeña caja de servilletas que el ptero había puesto delante de ella.
Trish tomó una servilleta... Luego otra y otra. La tricérator trataba en vano de controlarse, pero una vez la presa se había desvordado, ya no había forma de detenerla. Más de cinco años de sufrimiento reprimidos decidieron estallar en el peor momento posible. Prete a alguien que, además de ser su superior, había menospreciado en el pasado, atacado físicamente incluso. Se sentía tan insignificante en ese momento.
Naser, en cambio, no dijo nada. Solo esperó a que Trish lograse alcanzar la serenidad por su cuenta, y por suerte, ninguna emergencia se presentó en ese momento. La anciana Marta incluso entró sin hacer ruido, pero al ver la escena se detuvo, retrocediendo al instante cuando Naser le hizo un gesto para que se retirase. Algo que la tricérator ni siquiera notor por su estado emocional.
Y finalmente, después de varios minutos y más de dos docenas de servilletas usadas para limpiar sus lágrimas y secreciones, la tricératos fue capaz de gesticular sus palabras.
Trish: Lo siento... Lo siento... Lo siento tanto... Fui una invécil... En la secundaria yo... yo estaba tan... insegura... Me sentía tan vulnerable que... solo actué como una idiota y... y por eso... por eso todo terminó así... Fue mi culpa... Mi culpa. - Volvió a secar sus lágrimas y a soplarse la nariz, y continue. - Culpé a todos de mis errores... a ti, a Fa... a Luci, a Reed, a Stella, a Rosa... A... A Anon... Por todo... Pero yo era el problema... yo era el maldito problema... La que no podía aceptar el cambio... La que tenía miedo de quedarme sola y... y al final... por mi culpa todo terminó así...
Naser: ¿Y por eso te fuiste? - Ella asiente con la cabeza sin poder controlarse del todo.
Trish: Solo quería escapar... Quería olvidarlo todo... Supe que yo era el problema... Que por mi culpa ninguno de ustedes podría ser feliz... Yo solo era un estorbo... Así que me fui... y... y... no sabía que hacer...
Trish finalmente cayó a los más profundo del abismo. Ahora que toda la tristesa se había desvordado, solo quedaba un profundo vacío en su corazón. Un vacio de arrepentimiento y culpa. Sus manos cayeron sobre la mesa, temblando. Débiles antes la carencia de fuerza, y su cabeza las siguió poco después. Naser podría ser despistado, al punto de meter la pata sin siquiera notarlo, pero incluso alguien como él notaría esa peso en la dino sentada al frente. Y finalmente, dejó escapar otro suspiro.
Trish tenía la cabeza baja, sus ojos cerrados tratando de controlarse, pero con su mente atormentándola por su acciones pasadoa. Sin embargo, un repentino toque sobre sus manos la regresó a la realidad. La chica alzó la cabeza sin apenas fuerzas, y vio una mano de escamas negras apoyarse suavemente sobre las suyas. Hizo un poco más de esfuerzo, y alzando la mirada pudo ver a los ojos del ptero mirándola fiamente. Pero en su expresión no había odio o remordimiento... Solo una mezcla de comprensión y empatía.
Él no dijo nada... pero ella tenía algo que debía preguntar. Necesitaba preguntarlo, aunque la respuesta le aterraba.
Trish: ¿Cre.... Cres...? - Su mente duda, pero su espíritu quiere continura. - ¿Crees que Luci me perdone algún día?
Sus palabras fueron una plagaria, su mirada una súplica. Naser la escuchó y no respondió de inmediato. Por unos segundos meditó las cosas con calma... Lo que sucedió antes y después que Trish se marchara, lo mucho que Luci trató de encontrarla. Lo mucho que se enojó cuando supo que había huido, y la tristesa que la consumió tiempo después. Pero por mucho que lo pensara, no tenían ninguna respuesta para eso.
Naser: No lo se. - Su expresión era severa, lo que hizo que la expresión de la tricérator decayese un poco. - Luci ahora mismo está... en un proceso delicado. Y no puedo darte una respuesta a tu pregunta... Lo que si se es... que en algún momento ustedes puede que vuelvan a verse... Y entonces tendrás que preguntarle personalmente.
La expresión de Trish se tornó en una mueca triste, pero asentía con la cabeza en repetidas ocaciones, mientras involuntarimante apretaba la mano del ptero en búsqueda de apoyo. Apoyo que no esperaba recibir, pero que Naser le bridó con paciencia y apoyando su otra mano sobre las de ella.
Y solo entonces... un pequeño... minúsculo... apenas perceptible atisbo de fe emanó en el corazón de la chica... La esperanza de una oportunidad.
Naser: Le diré a Ángela que surgió algo y que debiste regresar a casa. - Su voz fue serena, ahora que la tricérator se había calmado un poco.
Trish: Pe... Pero..
Naser: Será mejor que descanses por hoy... No es bueno que las pacientas te vean en ese estado. - Ella asintió cabizbaja, sabiendo que tenía razón.
Naser finalmente dejó sus manos libres, poniéndose de pie, tomando su tasa de cafe ya frio, y dirigiéndose a la puerta, pero deteniendose en el último momento antes de salir.
Naser: Trish... - Dijo con una voz dudosa, debatiendose si sería prudente agregar algo más, pero al mirarla, pudo notar la expectación en su voz. Debía seguir. - Todos cometemos errores... Lo importante es saber cómo remediarlos.
Fue lo último que dijo, antes que ambos asintieran y Naser abandonase la sala de descanzo. La tricérator dejó escapar un largo suspiro. Estaba agotada. Naser tenía razón, no podía trabajar en ese estado, así que después de limpiar todo el desatre simplemente se retiró a casa por el resto de la noche...
Ella jamás pensó que se abriría a alguien de esa forma... Mucho menos a Naser, de todos los dinos de este mundo. Pero estaba agradecida por ello. Agradecida de que la escuchara y que no la hubiese jusgado.
Y que además, hubies depositado algo de esperanza en su corazón.
Chapter 6: Chispa
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Los días pasaron como una constante en la vida de todos. La rutina, el trabajo, las pacientes. Cada día era bastante similar al anterior, recibiendo a nuevos ingresos o manteniendo el cuidado y vigilancia de los ya presentes.
Las interacciones entre Trish y Naser se tornaron menos tensas después de ese día. Aun estaban muy lejos de siquiera poder llamarse amigos o meros conocidos, pero al menos ese momento creo un extraño nudo en la relación de ambos. Un nuevo comienzo. Uno que, a pesar del pasado, podía llegar a algo más cordial con el pasar de los días y pláticas que cada vez estaban menos dedicas a temas laborales y más a cosas pequeñas de la vida. Incluso se dieron la oportunidad de compartir uno que otro chiste, aunque por supuesto, el sentido del humor del ptero oscuro seguía siendo tan horrible como su tiempo en el instituto.
En estos momentos, Trish caminaba por los pasillos del hospital, empujando un carrito con varios compartimentos y una tableta con un informe sobre su paciente en cuestión. Era una noche tranquila, en comparación a muchas otras, y su trabajo se resumir a mantener vigiladas a las pacientes y sus crías hasta que alguna emergencia o improvisto surgiese.
La presencia de las nuevas enfermeras era más conocida en el hospital. Lo suficiente para que cada miembro del turno le dedicas un saludo cordial cada vez que se cruzaban con la teicerator o la bambirraptora por los pasillos o en la sala de descanso. Al menos podía compartir descanso con Lunara, cosa que le permitía liberar algo de tensión durante un breve tiempo durante su turno. Y tras varios minutos de caminata, finalmente llego a su destino.
Trish: Buenas noches, señora Farlane, señor Payne.
La voz suave de la enfermera se hizo presente en la habitación del hospital. Una de esas habitaciones donde ponían a las pacientes en vigilancia durante un tiempo después de la puesta o la eclosión de un huevo. Este último, tradicionalmente era un evento que se llevaba a cabo en la propia casa de los familiares, en un lugar más privado, pero cuando se trataba de crías híbridas, siempre era recomendable la presencia de la cría en el hospital por cualquier complocacion, por lo menos, hasta hacerle un estudio al recién nacido, algo que era sumamente importante.
En el interior de la habitación se encontraba lo básico para una estadía amena. Un sofá bastante cómodo, donde descansaba un híbrido de espinosaurios y diloposaurio de escamas rosadas, el cual estaba viendo el partidos de fútbol del equipo local mientras descansaba sobre el inmueble. Algunas mesetas, sillas, lavamanos y el acceso a un baño personal. Y finalmente, una gran cama de hospital, sobre la cual yacia una broncosauria de escamas aguamarina con pelo rojizo, la cual en este preciso momento estaba amamantando a su pequeña retoño.
Liz: Buenas noches.
Damian: Buenas noches doc.
Trish: Jeje. No soy doctora... Aún. Y me alegra vez que la pequeña Petunia mantiene su buen apetito.
Y finalmente la última miembro de la familia. Una pequeña híbrida broncosaurio-espinosaurio-diloposaurio de escamas púrpura, del tamaño de un gato que yacia sobre los brazos de su madre mientra se alimentaba energicamente de la leche materna qué su madre le proporcionaba. Una escena que desbordada cariño y felicidad.
Liz: Es igual de voraz qué su padre. - Dijo con una risa.
Damien: Jeje. Eso significa que será grande y fuerte.
Liz: Si... Y también hiperactiva.
El dino macho solo dejo escapar una sonrisa mientras se llevaba la mano a la nuca, al mismo tiempo que si esposa le dedicaba una mirada algo acusadora, pero sonriente.
Trish: Es bueno saberlo. Aquí les traje sus cenas. - Decía mientras sacaba dos bandejas de comida y la suponía sobre la mesa. Una con abundante carne y otra con gran variedad de frutas y verduras. - Listo. Solo tomare algunos signos vitales de la pequeña antes de irme.
Liz: Oh... Bueno... Ahora creo que... bueno... Ya la ve.
Efectivamente, la pequeña Petunia parecía estar demasiado interesada en llenar su estómago como para pensar en otra cosa. Algo que le causó bastante gracias a Trish. Sobre todo, porque las membranas que la cría había heredado de la parte paterna se abrían y cerraban involuntariamente, mostrando que aún no tenía total control de esos músculos de cuello.
Los segundos pasaron, y Trish hizo las preguntas básica. La comodidad durante su estadía. Si necesitaban algo en particular. Todas cosas que fueron respondidas cordialmente por ambos padres. Hasta que finalmente la pequeña decidió que era suficiente de leche materna, permitiendo a Liz cubrir su seno mientras le daba palmadas en la espalda para que eruptase. Y una listo, Tris toco la puerta dos veces, momento en el que el doctor Naser entró en la habitación, esperando todo el tiempo fuera para respetar la privacidad de la broncosauria.
Naser: Buenas noches a todos. - Lo padres respondieron el saludo. - Es de mi agrado informarle que los resultados de los exámenes ya finalizaron, asumo que me gustaría discutir algunas cosas con ustedes. - Damien levanta la mano. - Y no se preocupen, el movimiento de las membranas cesara eventualmente cuando adquiera más control de sus músculos. - Damien baja la mano, lo que provoca una risa en los presentes.
Aprovechando el momento, Trish se acerca a la cama para ver a la pequeña. Un ternura híbrida de ojos enormes y brillantes que la ve con curiosidad u que agarra de dedo con sus manitas cuando esta intenta acercarle el estetoscopio al pecho de la pequeña, algo que saco en la triceratos una expresión de ternura involuntariamente. Y mientras hacía el chequeo tratando de no desfallecer por el exceso de ternura, el doctor ptero retomo su palabra.
Naser: En sentido general. La pequeña Petunia gosa de muy buena salud, y no parece presentar ningún problema en su futuro desarrollo. Aun asi, es recomendable que la examinemos al menos una vez al mes durante el primer año para estar seguros. - Ambos padres asiente. - Por otro lado, su saliva no tiene presencia de sustancias ácidas, así que eso no será un problema por el momento. Pero eso no quiere decir que posibles glándulas se desarrollen a futuro. Por otro lado, después de hacerle el examen de sus jugos gástricos podemos determinar que ella es omnivora, aunque tiene cierta decantacion a su parte hervivora.
Liz: ¿Eso que quiere decir?
Naser: De momento, recomendaría añadir a su dieta pastas con contenido vegetal en su mayoría, hasta que sea capaz de masticar por su cuenta. Y durante los primero cinco años de evitar evitar ingerir carnes rojas o alimentos marinos. Evitando principalmente moluscos y mariscos.
Damien: Oh sea... ¿Qué podría comer pollo o cerdo?
Naser: No por el momento. Aunque seguiremos analizando el desarrollo de su flora intestinal, les recomiendo comenzar con alimentos como leche animal o huevo. Evitemos las carnes hasta que su estómago sea más resistente. Se que las crías carnívoras ya son capaces de ingerir carne después del mes de vida, pero es mejor no apresurarnos.
Liz: Eso haremos.
Damien: Gracias, doctor.
Este era una de las mayores preocupaciones de los padres. Y de los doctores en sentido general. Después de todo, no eran comunes los híbridos de carnívoros y hervivoros, así que el tema de la adecuada alimentación era un punto delicado que se debía estudiar en casa caso en particular. Después de todo, a diferencia de híbridos entre carnívoros como el propio Damien que solo ingiere carne o híbridos entre hervivoros, la pequeña Petunia tenía quw descubrir junto a su familia que tipo de alimento serian más adecuado para ella.
¿Cual será la cara de la todos en la familia cuando descubran las flatulencias qué le provocaría el comer almejas? Eso lo descubririan cinco años después en medio de un elegante restaurante francés.
Después de eso, el doctor procesión a explicar otros puntos del desarrollo de la pequeña, así como actividades que podrían intentar en familia, con el objetivo de enseñarla a controlar el movimiento de las mebranas alrededor de su cuello. Algo en lo que Damian tendría papel vital, pues el sería el ejemplo de la pequeña después de todo.
Naser: Con todo dicho, creo que podrán regresar a casa mañana en la mañana. La mantendremos aquí una última noche para estar seguros. ¿Tienen alguna pregunta?
Liz: No doctor. Muchas gracias.
Damien: Mmm... Parece que alguien tiene sueño. - Decía al ver bostezar a la pequeña.
Naser: En tal caso, nos retiramos. Mañana temprano el doctor Hous les dará de alta. Pasen una buena noche.
Damien: Hasta la próxima, doctores. Y gracias por todo.
Liz: Muchas gracias. Cariño. ¿Podrías tomarla un momento? Necesito ir al baño.
Damien: Por supuesto. ¿Quién quiere dormir con papa...?
Y así, dejando atrás a un padre muy entusiasmado mientras tomaba a su pequeña de los brazos de su madre para dormir sobre la sofá, Trish y Naser salieron del lugar cerrando la puerta lentamente. La tricerstor tirando del carrito ahora vacío, el ptero revisando unos últimos apuntes de sus papeles.
Trish: Es toda una monada... - Mencionó con tomo delicado.
Naser: Y es saludable. Es lo que importa. - Deja escapar un suspiro. - Creo que necesito un café.
Trish: Oye... ¿No crees que abusas demasiado de eso?
El ptero levantó la vista de sus papeles, y miró con una ceja levantara a la tricerator qué caminaba a su lado, la cual no parecía inmutarse ante su mirada. Sin embargo, en el rostro del ptero no había molestia. Más bien, parecía estarselo pensando seriamente.
Naser: No tomo tanto cafe... ¿Cierto?
Trish: ¿No? Literalmente no dejas de beberlo. ¿Por cuantas tasas vas hoy?
El ptero no respondio de inmediato. En cambio, llevo su mano a la protuverancia bajo su hocico en un gesto pensativo.
Naser: Mmmm... Cuatro... creo.
Trish: Y solo vamos por la mitad del turno...
Naser dejo escapar un resoplico. No se había detenido a pensarlo, pero ahora que lo veía con más claridad se lo planteo seriamente. De hecho, su expresión cambió a una mucho más pensativa mientras caminaba, reconsiderando seriamente si había desarrollado alguna adicción al café después de todos estos años de estudio. Y la respuesta no le estaba gustando. Asi como no le gustaba la cara del ptero a la tricerstor, quien por un instante pendo que estaba volviendo a caer en sus malos hábitos.
Trish: Di... Digo... No es que te obligue a dejar... No quise decir... Solo pienso que... bueno... Tal vez no sea muy bueno para... para ti.
El ptero giro la cabeza hacia la tricerator, incapaz de no extrañarse cuando la vio bajar la cabeza y detenerse en el lugar, su vista perdida en algún punto del carrito. Naser dio un paso más, pero se detuvo al ver que ella no siguió. Al principio, no entendió el motivo de tal reacción, pero después la realización se materializa frente a él como revivir un viejo recuerdo.
Trish solía tener tendencia controladoras. Tendencia que se asomo levemente sin que ella supiera, pero que rectifico de inmediato. Sin embargo, sus nervios la golpearon tan fuerte que su intento por pedir perdón se descontrolaron. Después de todo, ella aún no se perdonaba todo lo que hizo en el instituto y la forma en que quiso controlar todo a su alrededor. La banda, Reed.... Fang...
Darse cuenta que volvió a hacerlo le dejo un amargo sabor de boca y un peso en el pecho. Por unos segundos, recordó el motivo por el cual se había quedado sola. Por el cual sus amigos la habían dejado... no. Porque ella decidió dejarlos. Y ahora lo volvía a hacer. Aunque fuese con un comentario tan inocente como decirle al ptero que dejase de tomar tanto café. Después de todo... ¿Qué derecho tenía ella a decirle a Naser que debía hacer o no? Además, El era doctor. Más que nadie debería saber eso.
Trish esperaba un comentario tajante, incluso que Naser se dise la vuelta y se fuera indignado. ¿Quién era ella para decir que hacer o no? No es que fueran ni siquiera amigos. Sin embargo, grande fue su sorpresa cuando sintió una mano sobre su hombro, alzando la mirada solo para encontrarse con un rostro relajado, pero ferreo en su mirada.
Naser: Me lo pensaré. ¿Está bien?
Fue una respuesta rápida. Concisa. Una que admitia que tendría en cuenta su idea, pero que sería su decisión al fin y al cabo. Ella bajo la mirada y asintió levemente, momento en el que Naser retiro su mano y le dedico una sonrisa para levantarle el ánimo.
Un segundo para recuperar el aliento, y ambos retomaron su caminata, siendo la triceraptora quien dio el primer paso. Aunque ahora, el ambiente se sentía algo más incomodo que antes.
Sin embargo, en ese silencio interrumpido por los muy pocos ruidos de un hospital nocturno, se pudieron sentir unos pasos en la distancia. Alguien estaba corriendo, lo que alertó a ambos por igual.
De repente, una silueta apareció de la nada a través de uno de los pasillos laterales, deteniéndose en seco al ver a Naser y a Trish con los ojos bien abiertos. Incapaces de procesar qué estaba pasando.
Era Lunara, quien sostenía en su boca un enorme pedazo de costilla, y miro al par con cierta curiosidad. Acto seguido, la bambiraptora regreso la vista por donde había venido, retomado su carrera en sentido opuesto con una expresión divertida en su rostro. Brazos pegados al cuerpo, ligeramente inclinada hacia adelante. Era como si hubiese regresado a sus más primitivos orígenes, aunque sonreia ampliamente a pesar del pedazo de carne y hueso en su boca.
¿Qué diablos había pasado? Era lo que ptero y triceraptora se preguntaban, aunque no se esperaba que la respuesta se presentaría segundos más tarde con la forma de un carnotaurio de escamas oscuras qué apareció por el mismo pasillo por el cual Lunara había llegado.
Era Manny. El sujeto de recepción que tenía la marioneta de un gorila, aunque en esta ocasión no la tenía. Estaba agitado, y a juzgar por lo rápido que miraba en todas direcciones, parecía estar buscando algo.... o alguien.
No hubo que hacer muchos cálculos para unir los puntos, y cuando el carnotaurio poso su mirada sobre ambos, estos por instinto apuntaron con el dedo al sentido por el cual Lunara se había ido. Tan mecánicamente y al mismo tiempo, dando la sensación de que era algo ensayado.
Manny solo bufó con algo de molestia antes de regresa a la carrera, sus pasos desapareciendo en la lejanía de los pasillo. Esto tendría consecuencias si Angela llegaba a enterarse. Aunque en ese momento tanto Trish como Naser parecían estar en un estado de shock o algo similar.
Hubo unos segundos de silencio. Actos seguido ambos se miraron, aun confundidos. Regresaron su vista al frente, dejando escapar un suspiro al percatarse qué ninguno de los dos tenía respuesta para lo que acababan de ver.
Naser: Creo que necesito un café.
Trish: Si... Creo que yo también.
Chapter 7: Malos Hábitos
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Naser: En serio, Trish, esto no puede seguir así.
A veces, las cosas simplemente se complican por cosas que aparentan ser insignificantes. Pero siempre llega un punto, en el que son tantos los pequeños impedimentos, que uno se ciente asfixiado. Y este era uno de esos momentos para el ptero de escamas oscuras.
Naser al menos tuvo el tacto suficiente para tratar con esto personalmente, antes que el promblemas escalase a niveles superiores, perfiriendo encontrarse con la tricérator en un lugar apartado del resto. Sin embargo, cualquiera fuese el problema en cuestión, era claro que tenía al ptero bastante enojado, mientras que la tricérator se veía con la cabeza baja.
Trish: Hago lo mejor que puedo... Naser.
Naser: Pero no es suficiente. Trish. Simplemente no es cancebible que perdamos tanto tiempo por esa información. Se supone que deberías haber enviado esos reportes a mi celular hace treinta minutos. ¿Y por qué demonios te empeñas en mandarlos por texto? Solo envía un maldito pdf y eso es todo?
Bueno... El ptero tenía un punto. Desce hacía unas semanas, Trish comenzó a ejercer oficialmente sus funciones como enfermera en el equipo de Naser. Equipo que compartía con Marta, la vieja anquilosauria y Lily, la pashisaurio que la tricérator conoció no hace mucho. Era un equipo tranquilo... Al menos, mucho más que el del doctor Maxell, y todo el tiempo que se dedicaba a romancera con Rita, la raptora marrón que eercía de enfermera de su equipo. Al menos, eso era algo de lo que Lunara se quejaba bastante.
Sin embargo, hace un par de días, Trish comenzó a tener problemas con el resto de miembros de su grupo, debido principalmente al papeleo de cada caso. Al principio, fue tolerable, pero con el tiempo fue incomodando al resto del equipo. Incluso la vieja anquilosauria, con toda su paciencia y edad, se ofreció de ayuda para enseñarle a la tricératos a como enviar un simple documento por correo. ¿Pueden creerlo? Trish pensó que moriría de vergüenza ese día... Pero... Eso no era lo que más de dolía.
Ahora, frente a ella no estaba Naser, el ptero con el cual pudo limar algunas asperezas y comenzar a tener una relación bastante amigable, aunque siempre manteniendo la profesionalidad. Frente ella, ahora mismo se encontraba susuperior, el doctor Naser, exigiendo una respuesta del motivo de su incompetencia durante los últimos días. Es cierto que ella hacía un trabajo majistral en el salón y el cuidado de las pacientes... Pero este problema estaba afectando a todos.
Naser: Por Jesus Raptor, Trish. Si necesitas un curso de capacitación para uso de tecnología solo digo. Estoy seguro que podremos encontrar uno que pueda ayudarte... No se. - Hasta a él le daba vergüenza decir eso. Pensar que alguien de esta generación que ni siquiera sabía usar un celular apropiadamente.
Trish: No... No es eso... - Su voz era un susurro de impotencia. - Yo... Si se cómo usarlo.
Naser: ¿Entonces?... ¿Por qué pierdes tant tiempo redactando un simple informe?
El ptero se cruzó de brazos y se inclinó a un lado, claramente algo molesto y esperando una respuesta que lo complaciera. Trish, en cambio, parecía que estaba a punto de derrumbarse. Quién se podría imaginar que el terror púrpura del Instituto Volcano podía verse tan vulnerable y cabizabaja, con los ojos vidriosos a punto de romper en llanto por la impotencia.
Entonces, resignada a hacer algo que no quería, la tricérator llevó la mano al bolsillo de su pantalón, y de él, sacó un pequeño dispositivo que dejó a Naser algo confuso, preguntándose que pedazo de porquería era lo que ella sujetaba en sus manos... Sin embargo, un segundo después, sus ojos se abrieron como platos, entendiendo vergonzosamente el motivo que había causado toda esta disputa.
Un maldito Rokia 1616MM... Esa cosa ya tenía el tiempo suficiente para estar en un museo, y no el bolsillo de alguien que lo usaba en su quehacer diario. Naser vió esa cosa como si se tratase de un descubrimiento arqueológico. Trish, en cambio, solo tenía la mirada contra el piso, incapaz de alzarla por la pena. El ptero solo pudo dejar escapar un resoplido pesado antes de hablar.
Naser: Trish... Eso... - Suspiró con pezades, sin saber que decir en esa situación. - Necesitas conseguirte algo mejor... En serio.
Trish: No... No es tan sencillo.
Naser: Mira... Realmento lo entiendo, pero no puedes seguir con eso. ¿Cuanto puedes escribir con eso? ¿100 palabras por minuto? En serio necesitas buscarte algo mejor.
Trish: Es lo mejor que tengo. ¿Sabes?
El tono de Trish cambió rápidamente a uno más seco. Menos complaciente que el que trataba de usar para pedir disculpa. Naser estaba empujando sobre algo que no era facil para ella, pero que el ptero ignoraba completamente. Aún así, Trish seguía con la mirada baja, tratando se esconder su rostro que cada vez se tornaba más molesto, y que el ptero no podía ver por la diferencia de altura.
Naser: Esa no es escusa, Trish. Seguro que hay algún teléfono que puedas conseguir.
Trish: Lo... Lo he buscado.
Naser: ¿En serio? - Precede a sacar su celular y a abrir la aplicación de Paramazon. - Mira estos... Hay buenas ofertas. ¿Un S8 por solo 400? Joder... Ojala hubiese tenido ese precio cuatro años antes.
Trish: Pff... no puedo permitirme eso sabe.
Naser: Bueno... tal vez algo más barato... Deberías tener suficente para al menos permitirte uno de 200...
Esa fue la gota que derramó el vaso.
Trish: ¿¡Y TU QUE COÑO SABES!?
Los ojos del ptero se abrieron como platos antes la repentina respuesta. Trish dejó escapar su frustración gritado a todo pulmón, casi que obligando a Naser a retroceder un paso, por un momento recordando lo violenta que podía llegar a ser la tricérator morada en tiempos de antaño.
Trish, en cambió, no trataba de esconder su enojo. Su rostro en una clara muestra de disgusto, con los dientes afuera y el seño fruncido, mirando al ptero como si la hubiese insultado de la pero manera posible... Y tal vez... Lo hubiese hecho....
Trish: ¿¡Qué coño vas a saber tu!? ¡Tu que nunca tuviste que preocuparte por nada de eso, porque cada vez que querías algo la cartera de papá lo pagaba! - Su tono ahora mostraba... asco. - Tu siempre tan sofisticado... Dándotela de bonachó... ¨O mire mi auto que papá me compró con 17 años.¨ ¨Eh, cuidado... Esta camisa es muy cara y no la quiero ensuciar.¨ ¨Oh... Voy a comprar todas las pizzas de DinoMoes para el concierto de Luci porque no tengo que preocuparme por pagar renta.¨ ¡No todos tenemos un comidín en nuestro maldito culo, Naser!
La cara del ptero simplemente se petrificó. Su pico abierto, pero nada salía de él. Simplemente, era como si la realidad lo hubiese golpeado en el rostro con una fuerza que no pudo preever. A Trish le tamblaba el puño de la rabia, usando cada pizca de su ser para no golpear a ese ptero en el hocico y perder su empleo. ¿Qué sabía él de cómo era la vida realmente para aquellos que no nacieron en cuna de oro? ¿Para aquellos que se tiene que romper la espalda por un techo para dormir y para su familia? Claro que él no sabía... ¿Cómo podía?
Sin embargo, las palabras de Trish no eran lo único que habían golpeado metafóricamente a Naser. Había algo más. Esos ojos púrpura que lo miraba con reproche, y que a su vez, dejaban caer una lágrima de impotencia por su mejilla. Un rostro... Que por cada segundo que pasaba, dejaba de ser una muestra de ira y más una de aflicción.
Sin embargo, Trish no podía permitir que él la viese así. A pesar de todo, aún tenía algo de orgullo, así que se tragó el resto de palabras que quería decirle, apartando la mirada hacia un lado, pero incapaz de disimular la impotencia de su rostro. Ella no esperó, y con paso apurado se alejó del lugar por los pasillos silentes, mientras sus pasos poco a poco se perdían en la distancia, dejando atrás a un ptero con un conflicto interno que no sabía cómo manejar.
Naser ni siquiera fue consciente, cuando su mirada se giró en el mismo sentido que la tricératos se había marcado, hasta que finalmente escapó de su campo visual. Su cuerpo estaba rígido... Pero su mente... Su mente era un lienzo en blanco.
¿Qué podía saber él?
Esa era una muy buena pregunta.
¿Qué podría saber alguien como él sobre la vida? ¿Alguien que, a pesar de no ser uno de esos niños malcriados que abusaba de los veneficio de sus padres, jamás tuvo necesidades en su vida? ¿Alguien que siempre tenía un jugoso desayuno por la mañana para si solo? ¿Alguien que no tenía que preocuparse por cuanto gastar en gasolina mientras pacea con su auto? ¿Alguien que visitaba los lugares más exclusivos de Volcadera cuando su caprichosa ex-novia se lo pedía? ¿Alguien que podría en Paramazón y comprarse el celular que le viniese en ganas con su jugoso salario de doctor? ¿Alguien que siempre estuvo rodeado de la élite de la sociedad, todos hijos de mamá y papá tan acomodados como él mismo?...
¿Qué podía saber él?
Naser se llevó la mano al puente de su hocico y dejó escapar un largo suspiro. Realmente, no sabía cómo debería sentirse a esto. ¿Molesto? ¿Apenado? ¿Impotente? ¿Desinteresado? ¿Triste? Ni él mismo sabía responderse a si mismo. Pero si de algo estaba seguro, era que no se sentía así de incómodo desde... Desde la secundaria.
Calquiera tendría mucho en lo que pensar en ese momento. Sin embargo, la mente de Naser era un completo vacío en blanco en ese momento. Su cerebro simplemente no podía reiniciarse, por decirlo de algún modo. Sus ojos mirando fijamente la misma pared durate más de quince minutos, mientras su tapaba su mano con su pico. Estaba... ¿Perdido?
Marta: ¿Doctor?
Solo entonces el ptero regresa a la realidad, sacudiendo la cabeza para atender el llamado de la anciana anquilosauria que de algún modo se había acercado a él y no la había detectado. ¿Tan sumergido estaba en su propia mente?
Naser: ¿Qué... Qué ocurre, Marta?
Marta: Ya casi es hora de los medicamentos de la señorita Williams. Recuerde que hoy comienza con un nuevo tratamiento.
Naser: Si si... Por supuesto. Voy detrás de usted.
La anquilosauria asintió con la cabeza, dándose la vuelta para que el ptero la siguera. La caminata se sentía extraña, pues no era común que Marta no sacara algún tema de conversación con lo parlanchina que era. Pero su silencio no era sin motivo.
Marta: ¿Le preocupa algo?
Naser: ¿Eh?
Él estaba tan perdido en su mente, que no era ni consiente de lo que sucedía a su alrededor. Al punto, de reaccionar de forma tan perdida cuando escuchó al voz de su acompañante. La anciana no tenía tantos años sobre su espalda en vano, y con solo mirarlo podía descubrir que algo le pasaba al joven.
Marta: ¿Que te ocurre, pequeño Naser?
Naser: ¿A... A que se refiere?
Marta: Es raro verte tan preocupado.
Naser: ¿Preocupado? No estoy preocupado... ¿Por qué estaría preocupado? - Ella solo lo miró fijamente a los ojos, mientras él sentía un nudo en el estómago.
Marta: ¿Por qué estás preocupado?
Naser dejó escapar un largo suspiro en derrota. No podía mentirle a la señora... Apenas se conocían por dos años, pero ya sabía cada detalle de cada uno de sus compañeros... De cierto modo, era como esa figura materna dentro del hospital. Una, que se preocupaba por cada uno de sus ¨niños.¨ O así los veía ella.
Naser: Yo... Creo que metí la pata.
Marta: ¿No me digas? - Preguntó en burla, como si no fuese la primera vez que eso pasara.
Naser: No... Esta vez lo digo en serio... Puede que halla dicho cosas que no debía.
Martha: Mmmm... Si... Si... Eso es normal entre los jóvenes. Y viejos tambien. A veces decimos lo que nos viene en mente sin medir las consecuencias.
Naser: Yo... Yo... - Suspira. - Creo que realmente la jodí esta vez.
Marta: Bueno... Eso pasa... A veces solemos ¨joder las cosas¨ como dicen ustedes los jóvenes... pero te aseguro que debe haber alguna solución al respecto.
Naser: Grrr... No creo que esto tenga solución...
De repente, la anquilo se detuvo y se giró hacia el ptero con una clara muestra de disconformidad. Naser se detuvo en seco, sorprendido de tan repentino cambio y, por primera vez en mucho tiempo, ver a alguien tan amable como Marta verla genuinamente molesta. El ptero no setnía tanto miedo desde aquella primera sita doble en el instituto.
Marta: Escucha bien jovencito, porque hay algo que te quede bien en claro. - Su tono no daba espacio a réplicas. - Lo único que no tiene solución es esta vida es la muerte... Ajeno a eso... todo tiene una solución de una forma y otra.
Naser: Pero Marta... no es tan...
Marta: Pa pa pa pa... No he terminado. - El ptero cerró el pico y prestó atención como todo buen niño. - La jodiste... Si. Eso pasa. Y puede que la vuelva a joder otra vez. De eso se trata la vida. Pero lo importante no es cuantas veces la arruinemos en el camino, sino la cantidad de veces que estemos dispuesto a reparar nuestros errores. Puedes quedarte de brazos cruzados y no hacer nada, y tener que lidiar con el arrepentimiento de no haber actuado, o puedes hacer algo al respecto. En el peor de los casos, vivir con la consiencia tranquila que hiciste lo mejor de ti para poder hacer las cosas bien. Creeme, jovencito. La conciencia pesa más sobre los hombros que cualquier pedrusco.
Naser parpadeó una vez... Luego dos veces... Luego muchas veces más. ¿En serio esta señora acababa de llamarle la atención en medio del pasillo del hospital? La escena era tan hilarante como cruel. Pero si algo no podía negar, es que sus palabras realmente tocaron un punto profundo en el interior del ptero. Algo que, con solo verlo bajar la cabeza y mostrar una expresión complicada, era suficiente para saber que realmente la había escuchado.
Sin embargo, todo pensamiento se detuvo, al sentir la delicada mano de la anciana tocar su hombro, ahora encontrándo en el rostro de la anquilosauria una expresión más maternal, más comprensiva. Uno que le recordaba mucho al rostro de su propia madre.
Marta: Ahora no... No es el momento. Cuando tengas un tiempo de paz piénsa con calma lo que quieres hacer. Con la cabeza caliente solo tomamos decisiones estúpidas.
Ella tenía razón, y Naser asintió con la cabeza en aprobación. No podía pensar esto a la ligera. Sabía que esto no solo podía afectarlo a él y a Trish, sino también a todos a su alrededor, sobre todo podía afectar su hambiente laboral... De momento, le haría caso a la anciana... terminaría el día de trabajo, y pensaría en algo durante el fin de semana. Tenía suficiente tiempo para entonces.
Sin embargo, no fue tan sensillo.
La noche del viernes terminó sin percanse, y las interacciones con Trish se mantuvieron en el límite de lo profecional. Sin embargo, él mismo decidió redactar los informes por obvias razones, algo que Trish solo asintión en silencio antes de retirar. El problema, es que una vez llegado su merecido descanzo, Naser no podía encontrar paz alguna.
El ptero llevaba ya tres horas sentado en el escritorio de su oficina en su apartamento. Un para nada modesto apartamento de un edificio residencial de una zona bastante pudiente de la ciudad. Uno de los dos aparatamentos del quinto piso de un edificio de ocho pisos. Tres habitaciones y dos baños, sala, cocina y comedor, todo para un único individuo. Una habitación para dormir, otra para el estudio, teniendo la tercera completamente inhabilitada.
Las horas pasaban, y Naser trataba de estudiar, pero simplemente no podía. Leía las páginas de sus libros, pero bastaba con llegar a la última oración para que se olvidara todo lo que había leído hasta entonces. Era como si su mente se hubiese declarado en protesta y se negara a aceptar cualquier tipo de conocimientos extra. Lo que él no podía responderse era el por qué.
Ya para este punto, Naser estaba ofuscado consigo mismo. Una vista al reloj le indicaban que eran las dos de la tarde, y para él había sido toda una mañana perdida en vano. Su cuerpo estaba presente, pero su mente parecía estar en otra parte. Más específicamente, en los recuerdos del día anterior. En su discusión con Trish y en las palabras de Marta.
Para este punto, la pierna de Naser comenzó a moverse en desespero, algo que solo le ocurría cuando estaba realmente intranquilo o preocupado. Su vista se perdía sobre su celular una y otra vez, mientras ideas pasaban por su mente. Ideas que no le gustaban, pero que sabían que solo empeorarían si no hacía algo.
¨La conciencia pesa más sobre los hombros que cualquier pedrusco.¨
Naser: Carajo Marta... - Bufó molesto, pero incapaz de recriminarle por saber que tenía razón.
Naser tomó su celular y abrió la aplicación de contactos. No tardó en encontrar el de Trish, y estuvo a punto de marcar al ícono de llamar, pero algo lo detuvo en el último momento. ¿Qué iba a decirle? ¿Cómo iba a disculparse? ¿Siquiera era buena idea tratar esto por teléfono? Realmente no lo sentía correcto, pero las otras opciones tampoco le gustaban mucho. Al final, se decidió por simplemente enviar un mensaje.
Naser: ¨Hola Trish. ¿Tienes algo de tiempo libre?¨
Ahora, no había nada más que pudiese hacer salvo esperar. No esperaba una respuesta inmediata, así que dejo el teléfono a un lado y dejo escapar un suspiro pesado, pensando seriamente en lo que debía hacer o decir. Por lo menos, para poder llegar a un entendimiento. Sin embargo, grande fue sus sorpresa al recibir una respuesta pasados unos segundos.
Patricia (Trish): ¿Ocurrió algo?
Naser: "Quería saber si pudiéramos vernos. Hay algo que necesito discutir contigo." - Unos largos segundos pasaron.
Patricia (Trish): ¿Cuando?
El ptero no podía creer todo el tiempo que se había demorado para escribir una simple palabra. Luego recordó lo difícil que debería ser tratar de escribir un mensaje con ese celular que tenia.
Naser: "¿Puede ser hoy?" - Realmente, no podía seguir extendido eso, o no podría concentrarse en sus estudios o descansar.
Otra espera, mucho más larga que la anterior, aunque se podían ver los tres puntos en la aplicación de mensajería que decía que la tricerator estaba escribiendo.
Patricia (Trish): "Tengo algo de tiempo antes del trabajo. Podría ser en algún lugar cerca del hospital?"
Naser: "¿Trabajo? ¿No se supone que hoy descansas tambien?"
Patricia (Trish): "Necesito las horas extras."
Naser: "Entiendo. ¿Qué te parece el café qué esta en Meanfell road?" - Una pequeña espera.
Patricia (Trish): "No ha un lugar menos exclusivo?" - Naser dejó escapar un largo suspiro después de eso.
Naser: "Yo invito. No tienes que preocuparte."
Después de eso, llego una larga espera. El ptero se sentía bastante incómodo, sobre todo porque los tres puntos que indicaban que Trish estaría escribiendo no aparecían por ningún lado. Ya Naser se estaba culpando a si mismo por su posible metedura de pata, recriminandose por haber dicho algo que pudiese haber molestado a la tricerator. Sin embargo, pasados unos minutos recibió una respuesta.
Patricia (Trish): "8 pm"
Naser no pudo contener un suspiro pesado qué escapo por su pico. Ni siquiera el se había dado cuenta que había estado reteniendo el aliento por la incomodidad, pero al menos se pudo sentir un poco más aliviado después de eso. Ahora solo quedaba esperar a la hora acordada.
Sería una noche bastante complicada sin lugar a dudas. Pero ya no podía dar media vuelta.
Las horas pasaron, y la hora acordada estaba cerca. Naser salió temprano, llegando como siempre unos minutos antes. Buscar un parque no fue muy complicado, y a las 8 en punto cual reloj digital, el ptero llegaba a la entrada del café.
Al principio, el ptero se vio algo confundido, dado que no vio a la tricerator frente a la entrada. Que ya estuviese dentro era una posibilidad, pero no podía verla a través del gran ventanal. ¿Dónde estaba? ¿Acaso no había venido?
El ptero se levo la mano a la parte superior de la nuca mientras dejaba escapar un suspiro. Sin embargo, esa frustración no le duró mucho, al mirar alrededor y ver a la triceratos centada del otro lado de la calle, en los asientos de la parada de autobús. Al parecer, el único lugar donde sentarse en esos lares.
Naser: ¡Trish!
El ptero grito su nombre, la la tricerator alzó la mirada algo confusa por la repentina conmoción. Sin embargo, su expresión se torno neutra al ver al ptero. Sin perder el tiempo guardo su celular, en el cual pasaba el tiempo con ese jueguito de la titanoboa que come melones para hacerse más grande, cruzó la calle, hasta que llego a estar frente al ptero.
Solo bastaba una mirada para ver la diferencia de esos dos. Trish, con su pijama de enfermera de color amarillo, ya casi lista para empezar su jornada. Nada que ver con el ptero, el cual vestía un elegante pantalón blanco, y una chaqueta azul marino sobre una camisa negra de cuadros dorados. Sipe... Hay hábitos que no se pierden, y su estilo de la moda seguía siendo tan espantoso como llamativo. Sin embargo, la triceratos no dijo nada. Ni siquiera mostró extrañada por su inusual apariencia. Solo se quedó parada frente a él, mirándolo directamente a los ojos con una expresión que apenas se alejaba de lo profesional. Esperando. Fue idea del ptero venir aquí en primer lugar.
Naser: Eh... ¿Entramos?
Trish ni se inmutó. Claramente no estaba muy optimista con la idea, pero incluso ella sabía que esta situación escaparía eventualmente si ninguno de los dos llegaban a un entendimiento.
Trish se dio la vuelta, y se dirigió a la puerta, estirando la mano para tomar el picaporte, aunque su expresión de confusión fue bastante obvia cuando Naser se hizo a un lado y abrió la puerta para que ella pasara. Para él, un acto de caballerosidad tan repetitivo que lo hacía sin pensarlo. Para ella, algo poco común teniendo en cuenta la zona donde vivía y en cuyos residentes la caballerosidad no era un pilar muy fuerte.
Naser: Eh... ¿Las damas primero?
Trish solo bufo por eso, pero termino entrando al recinto. Más, cuando en la cara del ptero se podía ver lo mucho que estaba tratando de actuar como creía correcto. Era cierto... Ambos eran demasiado diferentes. Con algo de suerte, eso no les impediría zanjar este asunto.
La exclusividad del lugar no pasó desapercibido para la tricerator, quien miraba con bastante disimulo a todos lados, aunque se mantenía de brazos caídas la mayor parte del tiempo. Naser se acercó a la recepción u una joven estegosauria margenta lo atencio y asigno una mesa, conduciendo a ambos a un lugar más tranquilo y llevándole los menú.
Naser abrió la carta y lo pensó por un momento. Ya era tarde, y bien podría aprovechar y comer algo, y así no tenía que preocuparse por eso más tarde. Sus ojos analizaron el menú con cautela, analizando con mirada crítica los diferentes platillos y cual le llama su atención. Era un café después de todo, así que todo era bastante ligero. Pero estaba bien. Por un momento pensó en pedir una ración de un plato carnívoro, hasta que recordó que no estaba solo, y que tal vez debería pedir algo variado.
Sin embargo, Naser no pudo evitar mirar a Trish confuso, más cuando la tricerstor miraba la carta con los ojos abiertos de par en par. Como si hubiese visto algo imposible. Naser realmente se pregunto si realmente una sección tan pequeña de aperitivos podría causar tanto asombro, pero cuando se fijo más de cerca, pudo notar que Trish miraba exclusivamente el lado derecho de la carta. ¿Acaso... ella solo estaba mirando los precios?
Pues si lo estaba haciendo. De hecho, la teicerstor se estaba preguntando que ser del demonio que puso unos simples aperitivos a treinta dolares. Trish no sabía se sujetarse el estómago por las náuseas o para no comenzar a reírse con burla de tal carencia sin sentido. Sin embargo, su momento de enajenación se vio interrumpida cuando otro menú cayó justo encima de donde estaban los precios del suyo propio.
Trish alzó la mirada indignada, solo para ver al ptero frente a ella de brazos cruzados, claramente no feliz por la actitud que ella estaba teniendo.
Naser: Te dije que yo invitaba.
Su tono era bajo, pero claramente había algo de resentimiento. Trish se recostó en su propio asiento, cruzándose de brazos y mirando al ptero con una mezcla de incredulidad y enojo.
Trish: Bueno. Si tanto conozco este lugar... ¿Qué me recomiendas?
A pesar del tono de la chica, Naser se detuvo un momento para considerarlo. ¿Qué podría decirle? El tenia cierta idea de lo que podría gustarle a los hervivoros por su antigua relación, así que podía pensar en algo.
Naser: ¿Qué tal loa creepe de zanahorias? - Una ceja del rostro de Trish se levantó de forma automática. - Son bueno... Bueno... Eso dicen... Quiero decir... ¿Qué te gustaría?
La expresion de Trish era complicada de entender. Era una mezcla de enfado, pero había algo más. Unnintento ahogado por tratar de no ser tan insufrible. Pero era dificil cuando el ptero se comportaba claramente incómodo con toda esta situación.
Al final, Teish solo hizo una mueca con los labios, al mismo tiempo que simplemente apuntaba con su dedo índice a algo sobre el menú. Para Trish era claro. Solo quería pedir cualquier cosa, que el ptero dijera lo que tenían en mente y seguir con su vida. Sin embargo, Naser solo miró el dedo de la chica sobre el menú, alzó la mirada para verla a los ojos, y la volvió a bajar. Repitiendo el proceso unas tres veces más antes de hablar.
Naser: Eh... ¿Brochetas de cerdo?
Los ojos de Trish se abrieron como platos, y al bajar la mirada, efectivamente su dedo apuntaba a dicho platillo claramente para un paladar carnívoro. Fue un golpe de vergüenza para la tricerator, cuyas mejillas comenzaron a sonrojarse considerablemente, mientras su cabeza trataba de esconderse entre sus hombros. Y eso no era lo peor de todo...
Naser: Pffff....
Para desgracia de la chica, cuando alzó la mirada se tomó con un ptero tapándose el rostro con la mano, haciendo lo imposible para no reírse, pero las fugas de aires de su pico daba a entender que no lo estaba logrando.
Trish estuvo tentada a hacer algún disparate en ese momento, pero lo único que pudo hacer fue escogerse en su asiento deseando desaparecer.
Para su fortuna, una camarera salvo el momento, sacando a Naser del estado en el que estaba, donde la falta de aire mientras se contenía ya comenzaba a afectarle. El ptero pidió un aperitivo y un expresó, mientras ella finalmente se decidió por una ensalada de frutas y un café largo. Sin embargo, a pesar del momento simpático, el ptero tomo una postura más seria, cosa que no paso desapercibida para la tricerator.
Naser: Mira Trish, con respecto a lo de ayer... Creo que te debo una disculpa... Realmente comenzó a decir cosas sin saber... Creeme... Mi objetivo no era ofenderte ni hacerte sentirte incomoda.
Trish vio al ptero a los ojos. No había rastro alguno de burla en ellos. Solo arrepentimiento. Más, ella no sabía que responder a eso. Pues sabía que eso era madre que una simple disculpa.
Trish: Yo... Haré lo que pueda... Solo... Necesito unas semanas... Solo pido eso.
Naser dejos escapar un largo suspiro. Supuso que tenía sus motivos, pero tampoco quería ser demasiado invasivo. Por otro lado, no estaba dispuesto a que este problemas siguiera afectando su trabajo y el del equipo. Así que tomó una decisión.
Trish alzó la mirada a ver al ptero buscando algo dentro del interior de su chaqueta. Peor antes de siquiera poder preguntar que se proponia, sus ojos se abrieron como platos al ver al ptero ofreciéndole en una de sus manos un celular moderno.
A la tricerstos le costó algunos segundos entender las intenciones del ptero, mientras miraba con desconcierto el dispositivo en sus manos. Era evidente que era usado, pero sin lugar a dudas mucho mejor del que tenía en ese momento. Sin embargo, lo que Naser no se esperaba, era ver como el rostro de Trish se tornaba en un enojo cada vez más descontrolado.
Trish: ¿Que carajo? - Su voz no escondía su molestia, mientras el ptero trataba de llamar a la calma.
Naser: Es solo... Para que... Te sea más facil... Ya sabes...
Trish: ¿Es en serio, Naser? ¿Qué te crees? ¿Qué puedes venir a arreglar todos mis problemas?
Ahora era el ptero quien abrió los ojos de par en par. Esa era una respuesta que no esperaba, y que sin querer, rasgo una pequeña herida que el ptero ya creía sellada en su pecho. Lo que Naser desconocía, era que había golpeado a Trish justo donde más le dolía. En su orgullo.
Naser: ¿Qué? No... No, yo no... solo queria...
Trish: ¿Qué? ¿Ayudarme? ¿A rescatarme? ¿Crees que necesito de tu caridad?
Naser: ¿Qué? ¿De qué estás hablando? Esto no tiene nada que ver con...
Trish: Si... Por supuesto. El bueno de Naser, siempre resolviendo los problemas de los demás. Yo no soy Fang para que creas que necesito a alguien que soluciones mis problemas...
Naser: ¡No se como ayudarte!
Para el ptero fue demasiado, sobre todo, al recordarle ese nombre. El nombre que su hermana solía usar en la secundaria. Esa etapa de su vida tan difícil, donde trato demasiado de ayudar cuando al final terminaba causando más problemas.
El grito de Naser no pasó desapercibido, llamando la atención de más de una mesa alrededor. Miradas qué vieron a esos dos con sorpresa, y luego con disgusto antes de volver a sus propios asuntos.
Trish se congelo en su asiento. Jamás había visto esa faceta de Naser. Incluso en sus años de instituto en los que ella había sido particularmente agresiva con él, el ptero siempre lograba solucionar los problemas de forma razonable. Pero este Naser... era algo que ella para nada conocía. Y eso la asustaba.
Naser permaneció en silencio, pero su puño sobre la mesa permaneció cerrado, mientras la otra mano que sujetaba el celular amenabaza con hacerlo pedazos de no se por su propio autoncontrol. El enojo en su rostro. Su ceño fruncido. Sus dientes expuesto. Los recuerdos de esos años dolorosos saturando su mente.
Al final, Naser solo dejo caer el celular con desgano en medio de la mesa, mientras se dejaba caer sobr el espaldar de su silla, con su mano derecha sobre sus ojos, tratando de recuperar la compostura con un largo suspiro. Prefunrandose... ¿Por qué era tan difícil lidiar con ella? ¿Por qué ella era así? ¿Por qué cuando trataba de ayudar solo empeoraba las cosas?
Entonces, hablo con voz cansada aprovechando el silencio de la mesa.
Naser: Mira... Solo quería ayudar. No era mi intensión ofenderte. Tu necesitas un teléfono y yo tenia este en casa y pensé que podía serte útil... Mejor que seguir acumulando polvo en una gaveta. No... No se porque te moletas... No se... No se que fue lo que hice mal...
La tricerator bajo la mirada, sintiendo pequeño rastros fe arrepe temiendo en su interior. La mesa quedó en un silencio incómodo, ninguno de los dos con el apetito para tocar su comida.
Para ella era extraño. Naser la invitada a este lugar tan exclusivo, trata de arreglar las cosas cuando para empezar, ni siquiera era el responsable, y ahora le ofrecía un celular, que aunque usado, era mucho mejor de lo que ella podía permitirse. Eso, le causaba una incomodidad extraña a la tricerstor. Pero había una idea que no podía sacar de su mente.
Trish: ¿Cuanto quieres? - El ptero levantó la mirada extrañado. - Por el celular.
Naser: Es... Es un regalo. No... no tiene que darme nada.
Trish: Pe... Pero no puedo aceptarlo. Es demasiado.
Naser: Trish... No... No es que... - Suspira con pesadez. - Mira... Si no lo quieres, lo entiendo. No quiero obligarte a nada... Solo...
El ptero dejo escapar otro suspiro, ahira dejándose caer al frente, apoyando su cabeza sobre su mano mientras masajeaba sus ojos, preguntándose que podría hacer en ese momento. ¿Qué más podría decir?
Naser solo se resigno a quedarse así, inmóvil. Su mente abrumada, estancada. Su vista puesta sobre su plato ya frío por la demora. De hecho, lo único que habia tocado era el café. Hasta que finalmente, una mano morada apareció en su campo visual, agarrando el celular lentamente y regresando a su puesto.
El ptero alzó la mirada cansado. Trish ahora tenía el celular en sus manos, mirándolo con una mezcla de disgusto y melancolía. Era un celular bastante bueno, ahora que lo veía mejor. Lo único horrible era era vistosa carcasa negra con detalles dorados.
Trish: Te lo pagaré cuando pueda.
Nasee: Trish... No debes... - La mirada que ella le dedico le hizo entender que no aceptaría esa respuesta. Al final, solo pudo suspirar con resignación. - Esta bien. Tomate el tiempo que necesites. ¿Está bien?
Al final, parecía que habían llegado a un acuerdo. Algo que saco un suspiro pesado del ptero, mientras ella veía su nueva adquisición con una expresión complicada. No perdió el tiempo, y de inmediato removió ese cobertor tan extravagante. Naser solo pudo dejar escapar una sonrisa con eso. Una sonrisa, que flaqueo al ver que Trish se había quedando mirando el interior de la funda.
Naser no entendió el motivo de ese cambio de actitud de la tricetator, ahora mostrando una expresión más melancólica. Pero antes de poder preguntar, ella dejo el teléfono a un lado y le devolvió la funda con algo en su interior.
El ptero vio el motivo de esa reacción, y un suspiro pesado escapó de su interior, mientras con su otra mano sacaba el pequeño pedazo de papel platico que estaba en el interior.
Era una foto. Una foto de él y Naomi cusndo aun eran novio en el instituto. Una, en la que ambos permanecen juntos, riendo complacido en una de sus citas por la ciudad.
Trish no dijo nada. Solo se quedó mirando al ptero con algo diferente esta vez. Tristesa. Empatia por él. Sabía cuanto lo afectaba, pues era notable en su rostro. Sin embargo, nada pudo hacer cuando Naser simplemente acerco la foto a las velas del medio de la mesa y esta simplemente fue consumida por las llamas.
Fueron solo tres segundos, pero para Trish, ese momento pareció haberse congelado en el tiempo. La imagen del ptero, roto en cuerpo y corazón, viendo con una mirada muerta como ese pequeño pedazo de papel ardía entre sus manos hasta que no quedó nada más que el olor. Ella no lo sabía, pero su propio rostro se había congelado en un gesto de empatia qué ella rara vez solía dejar ver a la luz. Un gesto, que el ptero noto cuando las llamas habían consumido ese pequeño recuerdo de su pasado.
Naser: Esos ya son tiempo pasado. No te preocupes.
Trish: Naser... yo... lo lamento.
Naser: No lo lamentes. Las codas simplemente no funcionaron. Yo fui el que se negó a esa vida perfecta después de todo. En cualquier caso... yo fui el villano de esa relación.
Trish: Nadie tiene el derecho de forzar algo en otras personas. Lo sabes. - El ptero levantó una ceja, claramente por la ironía que ella estuviese diciendo eso en concreto. - Si... Lo se. Yo más que nadie lo se. Se en lo que estas penando... Y ya pague el precio por eso.
Después de eso hubo un pequeño silencio. Uno, que Teish aprovecho para llevarse un pedazo de piña algo fofo a la boca. Aunque era solo un motivo para tratar de evitar seguir la conversación.
Naser supo entender sus intensiones, así que hizo lo mismo, tomando un pedazo de carne frío e insípido antes de tratar de mirar a otro lado. Aunque... aún tenía algo que quería saber. Aunque dudaba si era prudente hablar ahora mismo.
Naser: Y... ¿Estás horas extra? ¿No te estas exigiendo demasiado?
Trish: No tengo opción. Necesito hacerlo.
Naser: El descanso también en... - Suspiro resignando. - Bueno... Ya tu lo sabes.
Trish: Si... Lo se. Pero es algo que debo hacer. - Dijo con una sonrisa amarga. - No solo por mi... Sino por mi familia.
Naser: Ya... Ya veo... ¿Hay... Hay algo en lo que pueda ayudarte? - De inmediato, Trish tomo una postura más defensiva, lo que provocó que él agitarse las manos para intentar calmarla. - So... Solo estoy preguntando. No tienes que decirme si no quieres.
Trish se quedo mirándolo por dos segundos, antes de bajar la cabeza en un gesto complicado, como si estuviese teniendo un debate interno. Naser al final solo dejo escapar otro suspiro, ya con su tolerancia social al límite después de tan incomoda charla. Supuso que no obtendría una respuesta, pero no esperaba que ella comenzará a hablar con un tono que rosaba la ironía.
Trish: No... Son cosas mías. Renta atrasada y esas cosas. Y un puto parasurio qué nos tiene hasta los cuernos diciendo que nos echara a patadas si pagamos a tiempo. Lo de siempre. Pero con estas horas extra lo podré cubrir.
Claro... Para alguien como Trish, esto era un tema del día a día. No solo con ella y su familia, sino también con muchos de sus vecinos y amistades cercanas. Una broma de mal gusto que la vida les lanza cada mes en la cara. Una desgracia repetida tantas veces que ya se había convertido en un chiste de humor negro entre sus semejantes.
Pero un chiste que creo un agujero enorme en el pecho del ptero.
Naser: ¿Cuanto deben?
Su pregunta fue directa. Sin pensarlo, sin medir las consecuencias. Con los ojos abierto de par en par, y una expresión que la chica no esperaba ver en él. Miedo.
Sin embargo, la expresión de Trish y la forma en la que se cruzó de brazos daba a entender que el ptero estaba adentradose en aguas peligrosa.
Trish: Naser. Este es un problema mio y de mi familia.
Naser: Hagamos un trato.
Trish: ¿Un trato? - Su expresión mostró desconfianza de inmediato.
Naser: Si. Un trato. Yo te presto el dinero de la renta, y te me lo devuelves con el tiempo.
Sin embargo, que ella se cruzara de brazos y lo mirase aun con más desconfianza no era algo que tampoco esperaba.
Trish: ¿Dónde esta el truco?
Naser: ¿Truco? - Pregunto desconcertado.
Trish: Si. El truco. El enganche. El interés.
Naser: ¿De qué estás hablando?
Trish: Naser... No me tomes por tonta. ¿De verdad crees que voy a creer que me vas a dar un préstamo sin intereses solo porque eres un buen samaritano?
El ptero abrió la boca, pero nasa salió de ella. Por un lado, no se esperaba escuchar eso, y su mente no podía encontrar las palabras correctas. Por otro lado, la expresión de Trish daba a entender que no aceptaría un "de verdad lo hago de corazon" como respuesta.
Solo Jesus Raptor sabe por cuanto ha pasado esta chica, como para pensar que los actos desinteresados también son posibles.
Naser: Yo... Yo solo quiero que mi mejor enfermera no colapse... Eso es todo.
El ptero quería que la tierra se lo tragara en ese momento. No podía evitarlo, mentir fue algo que nunca se le dio muy bien, pero la verdad era un poco vergonzosa. Naser se mantuvo con la cabeza baja unos segundo, pero al no recibir una respuesta, alzo la cabeza para llevarse una curiosa sorpresa.
Trish no lo estaba mirando. Puede que aún estuviese de brazos cruzados y con una expresión de aparente molestia en el rostro, pero el repentino rubor en sus mejillas contrastada demasiado con ese aspecto enojo que trataba de mantener. Por supuesto, ella jamás aceptaría en voz alta que realmente le había gustado el elogio. Aunque su cola que se balanceada sumamente decía lo contrario.
Trish: Lo pensare... ¿Te párese bien?
Naser dejó escapar un sonrisa antes de asentir con la cabeza. De cierto modo, creía que ahora podía entender un poco más a la tricerator. Puede que ella tuviese esa gran capa que la recubrir. Esa capa de orgullo y molestia. Pero debajo de eso, había algo más. Lo que él ptero no sabia, era el repentino motivo por querer descubrir ese algo.
Trish: Bueno. Ya debo retirarme. Debo entrar en unos minutos.
Naser: Esta bien. - Ella se pone de pie, pero se detiene por la voz del ptero. - Eh... ¿Nos vemos el lunes?
Trish: Supongo que si. - Dijo con una sonrisa incrédula, pero no con enojo.
Finalmente, la chica se dio la vuelta y salió del establecimiento, tomando su camino al hospital donde trabajaban qué apenas estaba a unas cuadras. Y era una sazona bastante segura, así que no habría problemas. Sin embargo, lo más llamativo de todo era el ptero, quien se mantenía mirando su plato de comida ya sin sabor... pero con una sonrisa marcada en su rostro.
Chapter 8: Emergencia
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Los días pasaron después del incidente entre el ptero y la teicerator. Fiel a su palabras, Naser le presto el dinero necesario a Trish para pagar la renta del mes, lo que quitó un gran peso de lo hombros de la chica. Sin embargo, fiel a su orgullo, Trish comenzó a pagar su deuda poco a poco de una parte de su salario. Y el celular también. Algo que el ptero le irritaba, pero que sabía que intentar llevarle la contraria sería en vano. Sin embargo, el cambio fue notorio, al manos para Naser.
Trish ahora estaba más relajada. Algo que se sentía bastante a la hora de hablar con ella. Además, que los problemas de los informes atrasados ya quedaron en el pasado. Ahora era la hermana menor de la teicerator la que tenía que lidiar con un celular de la era jurásica para poder comunicarse.
En este preciso instante, Naser y Trish disfrutaban de un merecido café junto a Marta y Lily, la tercera enfermera del equipo del ptero. Recién habían salido de un caso bastante complicado, en el cual un huevo sin fecundar se hizo pedazos en el útero de una carnotauria. El caso fue remitido de inmediato a la sección de emergencia, y el ptero junto a su equipo tuvo que hacer una intervención quirúrgica para poder extraer del interior de la dino los fragmentos de calcio sin dañar su útero. Fue una operación de dos horas, sobre todo porque habían fragmentos muy pequeños que requirieron mucho trabajo. Definitivamente necesitaban un descanso después de eso.
Lily: Oye Naz. ¿No deberías tomarte un descanzo también?
Naz. Esa era la forma que Lily solía llamar a Naser cuando no estaban en una situación profesional. La parasuria de escamas verdes y cabello negro solía ser bastante amable. No como cierta parasauria melocotón qué Trish recordaba de la escuela. Sin embargo, por algún motivo que ni la propia tricerator entendía, algo en la chica de apenas tres años menos que ellos no le terminaba de gustar del todo. Sobre todo, cuando se refería al ptero con tanta confianza.
Naser, en cambio, parecía no imutarse con esto. Su mirada permanecía fija sobre uno gran libro que tenia al frente, el cual comenzó a leer tan pronto los cuatro ingresaron al área de descanso.
Naser: Si. Lo se. Es solo que... Esto es preocupante.
Trish: ¿A qué te refieres?
Naser: Es el quinto caso de un huevo que se rompe en el interior de una paciente este mes. Estoy tratando de buscar registro pero... Esto no parece ser algo tan frecuente en años anteriores.
Lily: ¿Por eso buscar en libros viejos?
Naser: Si. Hay algo aquí. Este tipo de cosas simplemente no pasan por azar.
Marta: Ay... La pobre Doroti. Estaba destruida después de lo que pasó.
Ese comentario amargo el ambiente para los presentes. Doroti fue una iguanodona que tuvo que ser ingresado con urgencia una semana atrás, por un caso similar en que un huevo se rompió dentro de su útero. Pero a diferencia de los demás, ella y su esposo si esperaban con añoranza a su pequeño retoño. Por desgracia, no sobrevivió, pues el propio cascarón roto se clavo en el cuello del pobre feto y nació sin vida. Esto destruyó a la familia, a las enfermeras... y al propio Naser.
Motivo por el cual comenzó a investigar el motivo de estos accidentes.
Naser: Lo de Doroti fue una tragedia. No quiero que se repita. Por eso debo encontrar algo que me diga que esta pasando. ¿Por qué los huevos se rompen antes de la puesta? Sin embargo, la carencia de casos en libros de más de 50 años me da a entender que esto no era algo tan frecuente. ¿Qué fue lo que cambio para que estos casos sean tan recurrentes?
Lily: ¿Tienes algo en mente? - Esos ojitos.
Naser: Mmmm... No del todo. Muchas cosas han cambiado en muy poco tiempo en las últimas décadas. Es como si... Los huevos fuese mas... ¿frágiles?
Marta: Yo no se que pasa con los jóvenes de hoy. Cuando era joven y empezaba como enfermera, santa madre, los huevos su que eran pesados, y las cáscaras eran más duras. Las madres también eran más robustas, no esas flacucha que vea ahora y que parecen una serpiente que se trago un melón con lo flacas que están.
Naser: Espera... Dijiste que antes los huevoa tenían la cáscara más dura.
Marta: Si. Lo eran.
Naser: Mmm...Ya veo.
Trish: Además, Doroti no estaba en condiciones para tener un bebé. - Los otros tres la miraron con duda. - ¿Que?
Lily: Eso fue cruel, Patricia.
Trish: ¿Que? No... No me refería a eso.
Naser: ¿Qué quieres decir? - Aunque algo molesto por el comentario, Naser parecía estar genuinamente interesado.
Trish: Yo solo digo. Tengo cuatro hermanos, y mi mamá se ponía a comer y engordaba en cada embarazo. No lo se... Doroty se veía tan delgada... Es como si... Du cuerpo estuviese demasiado flácido para tener un huevo.
Naser: Mmmm... Ya veo.
Lily: Aún así. No es correcto criticar a una persona solo por ser muy delgada.
Trish: Que no he dicho que... Arg... Piensa lo que quieras.
Marta: Venga chicas. No se peleen por eso. - Pasan unos segundos. - Pero si... Creo que la pobre Doroty necesitaba más peso.
Trish: ¿Vez? - Señaló con un gesto 3xagerado.
Lily: ¿Usted también, Marta?
Marta: No he dicho nada. Solo digo lo que pienso. Ustedes ahora jóvenes todos quieren pareces gusanos de tierra con esos cuerpos flacuchos. Además, antes se comía mucho mejor, no esas basuras transgeneras que ahora se meten al cuerpo.
Lily: Trangésicos.
Marta: Lo que sea. Yo recuerdo que en mi juventud una buena fruta o un vegetal si tenia un sabor real. No esas mierdas qué venden en los mercados que parece que estas comiendo plástico.
Lily: Bueno. Supongo que pase igual con la carne, ¿No es verdad Naz?
El ptero sacudió la cabeza, pues estaba sumergido en sus pensamientos mientras las otras tres seguían su platica. Naser miró a cada una. A Marta con neutralidad en su rostro. A Lily con una extraño sonrisa en su rostro y a Trish con una ceja levantada, aunque ella parecia estar mirando a la parasauria más que al ptero. Más Naser sabía quw esperaban una respuesta, así que se aclaro la garganta entes de hablar.
Naser: Ahora que lo mencionan... Mis abuelos son del campo, y es cierto que cuando comimos allá las carnes sabian... ¿mejor? ¿Más naturales?
Trish: Mi mamá suele decir que desde que empezar a usar azúcar o jarabe de maíz en la industria alimenticia todo se volvió una porquería.
En ese momento, el ptero se cruzó de brazos, recostando su cuerpo sobre el espaldar de la silla. Este se sumergió en sus pensamientos, mié tras las mujeres continuaban su platica de malos hábitos alimenticios. Sobre todo escuchando lo buena que era la comida en las tierras natales de Marta.
Lily: ¿En qué piensas, Nas? - Pregunto una vez termino la platica anterior, lo que no paso desapercivido para nadie presente.
Naser: Solo en algunas cosas con todo esto. Llamare a un amigo mio que trabaja en Seattle. Es neurocirujano, pero seguro podrá preguntarle a alguien si ocurre algo similar en su hospital. - El ptero suspira, y revisa la hora en la pantalla de su celular. - Bueno. Mejor regresamos. ¿Qué toca en el itinerario?
Marta: Debemos revisar el estado de Rocío. Y más tarde podemos darle de alta a Liz y a Petunia.
Naser: Bueno. De vuelta al trabajo.
Y así los días pasaron. Más casos, revisar pacientes, evitar tragedias. Con cada día que pasaba, era más notorio el como Lily mostraba interés por Naser, aunque este parecía no corresponder, o simplemente no se daba cuenta. Él era despistado para estas cosas después de todo, y para su vida conocida de instituto no sería una sorpresa. Lo que si alertaba a la tricerator, era el por qué ella se molestaba cada vez que Lily trataba de acercarse a él.
Al principio solo le pareció molesto. Era lo normal al ver a alguien tratando de insinuarse a otro justo delante. Pero con el tiempo, más que volverse algo tolerable, dejaba de ser incomodo para Trish y más una molestia. No sabia si por la insistencia de Lily o por la indiferencia de Naser. De hecho, hasta podía entender a Lunara y lo mucho que se quejaba de la actitud de ese doctor Maxwell. Alguien que Trish personalmente prefería ignorar todo lo posible.
Era un mediodía como cualquier otro. Un 13 de abril, una fecha importante para muchos, pero para Teish un día como cualquier otro. Era Miércoles, y estaba tomando su merecido descanso en su habitación después de una larga jornada laboral. Cómo era costumbre, ninguno de sus hermanos se atrevía a molestarla, pues sabían que ella debía trabajar en la noche. Sin embargo, eso pareció no importarle a quien llamaba por su celular.
La pantalla del dispositivo se encendió, iluminando la agitación con una luz qué le resultaba molesta, a la par que la música de su tono de llamada comenzaba a sacarla de su sueño reparador. Trish maldijo para sus adentros, y juro por lo más sagrado que mataría a quien la había despertado. Con rabio, estiro su mano y tomo su celular, aunque su expresión paso de la ira a la incertidumbre cuando vio que quien la llamaba no era nada más que el propio Naser.
¿El ptero, llamándola a esta hora? ¿Qué carajo? Ni siquiera era fin de semana. ¿Y por qué el no estaba durmiendo también en primer lugar? Se supone que el también tuviese trabajo en la madrugada. La tricerator gruñó molesta, pero sabía que no podía ignorar es llamada.
Trish: ¿Naser? - Su tono carrasposo y somnoliento le daba un aire más molesto de lo habitual.
Naser: ¡Trish! - Grito el ptero del otro lado de la línea, cosa que termino despertando a Trish del susto. - ¡Ve al hospital! ¡Ahora! - Se escuchaba desesperado.
Trish: ¿Al hospital? ¿Qué paso?
Naser: ¡No puedo explicar! ¡Solo ve!
Y colgó.
La tricerator se quedó tres segundos tratando de procesar lo que había pasado. Sus ideas eran un torbellino, y su mente a medio despertar no era capaz de procesarlo todo. Sin embargo, cuando esa etapa de somnolencia paso, sus ojos se abrieron como platos, y su cuerpo recibió un potente estimulo de adrenalina.
La voz de Naser. El cómo la llama y le colgó. La desesperación en sus palabras. Algo no estaba bien. Algo no estaba nada bien. Para empezar, Naser no la llamaría para algo que no fuera importante, mucho menos bromearía con algo así. Era una emergencia. Eso era seguro.
La tricerator se puso de pie como si su vida dependiera de ello. Se arreglo en cinco minutos como pudo, y salió corriendo de sus casa sin darle explicación a ninguno de sus familiares que la vieron partir. Ni siquiera fue a la para de autobús, y tan pronto tomo un taxi, le ordenó al chófer llevarla a su lugar de trabajo lo antes posible.
El viaje fue rápido, pero Trish no debía que estaba pasando. Trato de llamar a Naser, pero este no respondía, y sus mensajes se quedaban en entregado. Eso no le gustaba, y solo podía imaginarse los peores escenarios.
¿Acaso paso alguna emergencia con algunas de las ingresadas? ¿Algún accidente? ¿O acaso había ocurrido una tragedia? La teicerator no podía encontrar respuesta, y como era de esperarse, no podía llamar a ninguno de sus compañeros de turno, pues no sabía si ellos estaban durmiendo o estaban como ella dirección al hospital.
Tan pronto el taxi se detuvo, Trish pago y se apresuro a su área de trabajo. Como Naser no contesto, se dirigió a la recepción, pero la chica que atendía el lugar se puso de pie tan pronto la reconoció. Algo no estaba bien.
Trish: ¿Que ocurre?
Recepcionaista: Es el doctor Naser. Llego con un paciente en estado de emergencia. Salón de operaciones dos.
Trish: Voy de inmediato.
No perdió tiempo. La tricerator ni siquiera espero el ascensor, y tomo las escalera al segundo lo más rápido que pudo. Conocía ese hospital como la palma de si mano, y no tardó en llegar al pasillo qué la conducir al salón designado. Sin embargo, grande fue la sorpresa de la chica al ver una modesta concentración de dinos justo al frente. ¿Y ese era... Naser? Parecía tener una discusión con Maxwell justo al frente de la puerta.
Naser: Hazte a un lado, Maxwell. No pienso repetirlo.
Maxwell: Naser. Ya sabes el protocolo. No puedes hacerlo. No tu.
Naser: ¡No puedo quedarme aquí esperando! ¡Tengo que ayudarla!
Maxwell: Y precisamente por eso es que no puedes. No puedes atender a tus familiares. Eso es básico y lo sabes, Naser.
Naser: ¡Que cara...! ¡NO llevo siete años estudiando hibridación para...!
Angela: ¡Suficiente!
La estegosauria llamo al silencio, y ambos doctores cayaron. La tricerator no sabía que estaba pasando, y solo podía ver a un ptero desesperado tratando de entrar al salón de operaciones, mientras dos auxiliares machos trataban de detenerlo. Sin embargo, el grito de Ángela fue suficiente para sofocar cualquien intento del ptero, en cuyo rostro había preocupación y miedo.
Angela: Doctor Aaron, le pido que se comporte como un profesional, y sigas las reglas. El doctor Maxwell se hará cargo. - El solo pudo responder en silencio. - Lleváoslo de aquí.
La cara de Naser era dolorosa de ver, más, cuando sus compañero de trabajo debieron sujetarlo de los brazos y empujarlo fuera como si fuera un criminal. Estaba aterrado. Y eso se podía notar en su rostro. Naser pasó justo al lado de la tricérator, y cuando alzó la mirada pudo verla, aún con esos ojos cargados de miedo. Su boca se abrió, pero ninguna palabra escapó de su boca. Su mirada se mantuvo fija en ella incluso después que los auxiliaron siguieron conduciéndolo lejos de alli. Trish trató de seguirlo con la mirada, tratando de entender que estaba pasando, pero antes de siquiera poder preguntar una voz rencorosa captó su atención.
Maxwell: ¿Y tu que haces aquí?
Trish giró la cabeza, solo para ver la desaprobación y desprecio en el rostro del parasaurio, así como la curiosidad en la estegosauria. Esperaban una respuesta de ella, y era claro que no tenían tiempo para esperar por ella.
Trish: Naser me llamó.
Maxwell fue el primero en disponerse a responder, pero cuando la puerta del quirófano se abrió abruptamente todos se viraron, para ver una enfermera ya preparada salir del interior.
Enfermera: Estamos listos. No tenemos mucho tiempo.
Maxwell: Carajo. Deno entrar.
Ángela: Ve. Trish, ayuda al doctor.
Maxwell: Pero...
Ángela: ¡Ahora!
La estegosaurió no permitiría objeciones, y el parasaurio solo gruño molesto, expresión que no flaqueó de su rostro al ver a la tricérator antes de hablar con cierta hostilidad.
Maxwell: Prepárate y únete al resto.
Trish sintió la hostilidad en su voz, pero no era momento para reclamar por eso. Algo estaba pasando, y no tenía tiempo que perder. Ambos ingresaron al salón, y mientras Trish se ponía la bata verde del quirófano y se recogía el pelo, una enfermera ayudaba a Maxwell a prepararse y a ponerse los guantes. Estaban listos.
Maxwell: Quiero esa placa, y preparen todo. Tengan el sedante a mano y preparen 200 mililitros de estimulante. Y preparen la cálara de incubación de inmediato.
El anquilosaurio comenzó a dar órdenes tan pronto ingresó al salón, con Trish y la otra enfermera justo detrás. Adentro, otras dos enfermeras rápidamente acataron las órdenes, y se dispusieron a prepararlo todo. Pero Trish... Trish se quedó congelada en la puerta tan pronto vió quien estaba acostada sobre la cama y a quien la acompañaba.
Era Fang. Sobre la camilla reposaba la ptero plateada que una vez fue su mejor amiga durante el instituto. Su rostro no era capaz de esconder el dolor que sentía, haciendo lo imposible por no desfallecer ante las contracciones de su cuerpo. A su lado, estaba Anon... Ese humano. Más grande, más maduro. Pero definitivamente era él, sujetando la mano de la ptero, tratando de calmarla, mostrando su apoyo.
Trish sintió el pasado caer sobre sus hombros el peso de mil mundos. Los recuerdos que tanto tiempo trató de enterrar se desataron cual tormenta en medio del océano, azotando con violencia la pequeña y frágil enbarcación que era su mente en ese momento. Trish estaba a punto de entrar en pánico. Y su corazón acelerado y sus pupilas cada vez más contraidas era los primeros indicios de un posible colapso.
Maxwell: ¡Muévenete! ¡Tricérator!
La voz del parasaurio, cargada de desprecio no se hizo esperar, y fue lo suficientemente hostil para regresar a Trish al mundo real. Medio segundo fue lo que necesitó para entender la situación. Entender lo que tenía que hacer. No podía fallar. No ahora. No a Fang. No de nuevo.
Trish miró a la ptero encamada, agonizando, quien por un segundo le devolvió la mirada al mismo tiempo que su paraja humana, impulsados por el grito del doctor. Trish estaba cubierta por la bata verde y su cabello estaba recogido, además, su rostro estaba tapado por una máscara, lo que hizo que Anon no fuese capaz de reconocerla. Pero Fang... Solo tuvo que fijarse en esos ojos morados para saber la verdad, y la forma en que sus ojos ambar se abrieron en una fracción de segundo fue muestra suficiente de ello.
Fang quería decir algo, pero lo único que escapó de su boca fue un gruñido de dolor.
Solo entonces Trish reaccionó por completo, olvidándo todo, enfocándose solamente en su deber. Esa no solo era Fang. Era una paciente que agonizaba y tenía que ayudarla. La tricérator alzó la cabeza y recordó lo que el doctor había pedido, y se apresuró a tomar una placa para mostrarsela a Maxwell mientras este se acomodaba para recibir a la descendencia de Fang y Anon.
Maxwell vió la placa y la tomó con rabia. La analizó por unos segundos, y su expresión se tornó en un enojo más visible, mostrando sus dientes que rechinaban ante la presión que este ponía sobre ellos. Y con un tono venenoso, habló.
Maxwell: Siempre que Jesus Raptor decide conceder un milagro, debemos venir nosotros a recoger su desastre.
El parasaurio ni siquiera se dignó a devolverle la placa de rayor X a Trish, sino que la tiró en el suelo con desprecio mientras se preparaba para la intervención. Trish sintió una rabia creciente en su pecho, pero la misma fue aplastada al ver lo que la placa mostraba en el interior del vientre de la ptero.
No era un huevo.
La placa mostraba la perfecta forma de un bebé en el interior de la ptero. Imposible. Eso escapaba a toda lógica y los ojos de Trish se abrieron como platos al verlo. Todo se veía a la perfección. La pequeña cabeza con su hocico. El cuerpo y los brazos recogidos, en posición vertical ya listo para salir al mundo exterior. Trish sintió pánico por eso. Esto no iba a ser una puesta de huevo. Esto iba a hacer un pacto natural.
Pero los dinos no hacen pacto.
De repente, un grito de Fang alertó a todos.
Maxwell: ¡Ya viene! ¡Tricérator, prepara las mantas!
Trish hizo lo ordenado, y con todo listo se colocó junto al doctor, lista para envolver en las mantas a la pequeña cria que estaba a punto de llegar a este mundo. Fang gritaba de dolor, mientras se podía escuchar sus intentos por empujar a su bebé fuera de su cuerpos. Anon a su lado no dejaba de darle palabras de aliento, y la forma en la que el cuepro de Fang se deformaba, daba a entender que ya era hora.
Maxwell: Por el amor a Jesus Raptor.
A diferencia de las veces anteriores, al voz del parasaurio fue un susurro de incredulidad mientras en sus manos sujetaba algo que lo había dejado catatónico. Algo, que dejó a Trish en un estado similar o peor, y que extrajo un grito ahogado de una enfermera que estaba justo detrás.
Lo que Maxwell sujetaba entre sus manos era la forma de un pequeño pterodactilo. Uno, que estaba recubierto por una capa de calcio, dándole el aspecto de un cascarón. Un cascarón con forma de ptero.
Aún en shock, Maxwell colocó la pequeña cosa en la manta que Trish tenía preparada, pero la tricérator ni siquiera sabía que hacer. Más con toda esa sangre que Fang había expulsado. Por desgracia, las tragedias solo estaban por comenzar.
Maxwell: Denme un ordenador. ¡Un ordenador! ¡Necesito respuesta!
Anon: ¿Lucy? ¡Lucy! ¡Ayuda! ¡Lucy! ¡Resiste amor! ¡Resiste!
Todo se tornó un caos. Maxwell se lanzó sobre la computadora de la sala, y desesperadamente se puso a buscar algo al respecto. Esto era algo que él, ni nadie, jamás se hubiese esperado. Por otro lado, la ptero se había quedado inmóvil después de que lo que parecía ser su cria había salido de su cuerpo. Anon gritando su nombre, las otras dos enfermera corriendo a socorrerla, incapaces de saber que había pasado... Había mucha sangre... Y miedo.
Trish solo pudo quedarse allí, estática. Sujetando en sus manos algo que la desconcertaba, aterraba y llenaba de alegría por igual. Pero su mente sabía que esto no estaba nada bien. Cinco segundos pasaron desde que Maxwell comenzó a buscar en el ordenador. Cinco segundos pasaron desde que a Fang le comenzaron a administra oxígeno. Cinco minutos pasaron desde que Anon comenzó a gritar el nombre de su esposa...
Cinco segundos habían pasado... sin que el posible pequeño en las manos de Trish haya podido respirar.
Los ojos de Trish se abrieron como platos ante de idea. El peligro, la amenza constante de perder la vida si no hacían algo rápido. El miedo, el pánico. La desesperación. El terror de volver a fallarle a la persona que una vez fue la más importante de su vida.
Tenía que hacer algo.
CRACK
El sonido fue leve, pero congeló a todos los presentes. Maxwell dejó de buscar en el ordenador, Anon dejó de gritar, y las enfermeras se quedaron paralizadas.
CRACK CRACK
Maxwell: ¡PERO QUE DEMONIOS ESTÁS HACIENDO!
Chapter 9: Perdóname
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El tiempo se detuvo para los presentes, quienes veían con terror como la tricerstor usaba su cuerno nasal para destruir el cascarón qué portaba en sus manos. El sonido de la corteza de calcio siendo penetrarte y desgarrada era escalofriante. Y todos quedaron paralizados de miedo por tal desgarrador vista. Todos, excepto uno.
El humano en la habitación estalló como un volcán arrasador. Su mano apartaron a la enfermera que trataba de controlarlo, previamente gritando el nombre de su esposa que había desfallecido por el exceso de fuerzas que tuvo que usar par dar a luz, algo a lo que los dinos no estaban preparados. No aun. Y fue el mismo humano que arrasó con todo a su paso, equipo médico incluido. Lanzando una plancha al suelo que sostenía todo tipo de equipo quirúrgico. Era una bestia desenfrenada, dispuesta a cometer el peor de los pecados a aquella que estaba lastimado a su cria... o a lo que fuera que fuese eso, pues Anon ni siquiera sabia que estaba pasando, temeroso por la vida de su esposa.
Tal ruido alertó a Trish, quien alzó la cabeza con terror, solo para ver a ese humano, ahora una bestia incontrolable acercarse a ella con el odio bien marcado en su rostro. Odio, que solo se hizo más fuerte, al ver cómo una gota de sangre corría libre por el cuerno de la tricerator justo frente a él.
No habría piedad. Él estaba dispuesto a cometer una atrocidad en su contra. Ella lo supo tan pronto vio sus ojos iracundos, y lo peor de todo, es que su cuerpo se congelo al verlo ene se estado. Incapaz de moverse. Incapaz de hacer algo. Solo esperando, sujetando en sus manos lo que parecía una causa perdida.
Nada podía salvarla.
O casi nada.
La furia del humano se vio desterrada de su cuerpo, cuando el llanto de un infante fue el único sonido que irrumpir el sepulcro silencio. Trish, Anon, Maxwell, las dos enfermeras. Todos se petrificado ante lo que parecía imposible para algunos. Un milagro para otros. Trish, con su corazón latiendo con fuerza, su respiración agitada, el sudor cayendo por su rostro, mientras veía con verdadero miedo al humano que apenas estaba a un paso de ella.
Anon no era ese flacucho que conocía. Era un hombre más alto, músculos, con un aura tan intimidante como la que ella una vez vio en Spears. Mucho más aterradora. Mismo hombre, que tenía el puño alzado y listo para darle directamente en el rostro. Mismo hombro, que se quedó completamente inmovil una vez escucho el llanto de su pequeño retoño.
Los ojos de Anon pasaron de la furia a la sorpresa en cuestión de segundos. Su cuerpo se relajo, su puño cayó lentamente. Su mirada paso del rostro de la teicersto a sus manos, donde una pequeña ptero, aún cubierta parcialmente por rastros de su cascarón roto lloraba en búsqueda de consuelo. En búsqueda de afecto.
El rostro de Anon luego de transformó a una mirada de alivio y felicidad, mientras sus manos poco a poco se alzaron, para tomar de las manos de la teicerator a su pequeña. Una niña. Un milagro de Jesús Raptor, que ahora lloraba en los brazos de su padre, quien no podía contener las lágrimas de felicidad. Pero la tricerator no parecía compartir la misma felicidad.
Trish estaba paralizada. Su mente recibió un golpe detrás de otro. El estado de Naser. Volver a ver a Fang, a Anon. La pequeña que había macida en cuenta en un cacaron que la axficciaba. Su reacción para tratar de salvarla, sabiendo que pudo haberla matado. La mirada de Anon que estaba dispuesta a destruirla... Fue demasiado.
Trish se dio la vuelta, y salió del salón tan rápido como pudo. Intento quitarse la bata o el sombrero, pero sus manos temblaban tan fuerte que ko era siquiera capaz de agarrar los cordones que mantenían las prendas pegadas a su cuerpo. Necesitaba aire. Necesitaba salir de ese lugar. Lo que no sabía, era que los golpes emocionales aún no terminaban.
El tiempo volvió a congelarse cuando Trish salió al pasillo. A un lado, el ptero oscuro había vuelto, ya mucho más calmado, pero aun nervioso, con la mano sobre si hocico esperando por respuesta. Naser, reaccionó al sonido de la puerta, y miró a la tricerator con una gran necesidad de respuesta. Sin embargo, su corazón se apretó al ver a Trish con la mirada perdida, sus ojos ahogados en lágrimas, y la sangre en la punta de su cuerno. Sin embargo, no fue ver a Naser lo que dejo a la teicerator congelada, sino sus dos acompañantes.
A espaldas del doctor estaban Ripley y Samantha, padres de Naser y Fang. Mismos, que quedaron petrificado al igual que su hijo al reconocer a la tricerator salir del salón y su estado. Trish se veía aterrada, su mente al bode de un colapso después de tantos golpes psicológicos que había recibido en tan poco tiempo. Con la expresión de miedo en su rostro, como si fuese una presa qué mira a sus depredadores a los ojos, aunque los Aaron solo se mostraban sorprendidos, no hostiles. Pero ella no podía verlo así.
Trish se dio la vuelta y corrió. Corrió sin mirar atrás, sin escuchar. Sin pensar. No podía seguir allí. Si lo hacía, sabía que su mente no lo aguantaría. Quería gritar. Quería huir. Quería llorar. Quería dejarlo todo atrás. No podía lidiar con eso. Aunque la llamaste cobarde. Aunque fuese una vergüenza. Pero ella no... no podía.
Trish corrió por los pasillos como si su vida dependiera de ello. Sin importar a quien tuviese que apartar de camino. Sin importar si estaba en un hospital. No veía, tanto por las lágrimas como por la saturaron de su mente. Los pasillos se hacían interminable. Los gritos, ecos, sonidos, todo rebotaba en su mente como susurros inentendibles, pero qu2 dolían dentro de su cabeza. Las paredes se sentian más apretadas con cada paso, como si el propio mundo se comprimiese encima de ella. Ella estaba experimentando un ataque de pánico.
Una puerta que reconoció se convirtió en su santuario. Una que abrió sin pensarlo dos veces, ingresando al interior del cuarto de aseo, donde se almacenaban los equipos de limpieza qué tantas veces tuvo que usar al empezar este trabajo. Un lugar frío y oscuro. Un lugar donde nadie la encontraría. Un lugar donde pudo desplomarse sobre una esquina haciendo que los estantes se sacudieran por el impacto. Un lugar donde apretó sus rodillas contra su pecho, sus manos sobre sus piernas y enterró su cabeza frente a sus antebrazos, hecha una bolita en una esquina abandonada del mundo. Un lugar donde nadie la oírla llorar como hacia años no lo hacía.
Los segundos se convirtieron en minutos. Sus lágrimas ya habían dejado una mancha húmeda sobre su bata verde, pero estas simplemente no dejaban de salir. Ella luchaba, haciendo que sus sollozos más fueres escapacen de ella como chillidos agudos. Sola, en la oscuridad, arrepintiéndose de tantas cosas.
Si tan solo hubiese sido mejor. Si no hubiese sido tan egoista, tan mala amiga. Si tan solo... solo...
Pero ya no podía hacer nada. Lo hecho, hecho estaba, y ahora tenía que cargar las consecuencia de sus actos. Sin embargo, no tenía el valor siquiera de afrontarlos... Solo quería... llorar... y desaparecer.
Sin embargo, no esta vez.
De repente, la sensación de frío que tanto caracterizaba ese lugar se fue disipando. Tal vez porque su cuerpo ya comenzaba a acostumbrando a la temperatura. Sin embargo, la cálida sensación que vino después no fue algo que podía ignorar. Su cuerpo se sentía pesado, desconcetado del mundo. Pero aún así, fue capaz de sentir como una suave manta la arropaba, mientra algo parecía aferrarse a ella. Como un ancla. Algo que la hacía sentirse estable. Fija a un sentimiento al que aferrarse... Esperanza.
El llano de Trish solo se contuvo por uno segundos. Lo suficiente para despegar su rostro de sus rodillas, y ver la silueta de alguien a su lado. La silueta de un ptero de bata blanca, el cual había extendido su ala buena a su alrededor, y pasado su manos por encima de su hombro. Una sensación que solo despertó aún más ese calor que hacía no mucho comenzaba a latir dentro de su pecho.
La tricérator finalmente alzó la mirada, encontrándose con los ojos ambar del joven médico, en cuya expresión se mostraba una sonrisa verdadera junto a uno ojos cristalinos, con lágrimas de alegría cayendo de su rostro. Uno que, cuando sus miradas se cruzaron, apretó a su acompañante con más fuerza, pero no lo suficiente para lastimarla. Sus labios se movían, como si su mente buscara las frase correcta, pero solo una palarbra escapó de la boca del ptero.
Naser: Gracias... Gra.... Gracias...... Gracias...
Otra vez, la chicpa en el corazón de la tricérator latió con fuerza, y los remanentes de su llanto salieron a flote. Solo que, esta vez, el ptero la acercó a su pecho, donde Trish encontró un lugar seguro donde dejar escapar su dolor. Un lugar que la hacía sentir segura, más cuando ahora ambas manos del ptero la envolvían y le daban confianza... seguridad.
Y así, pasaron los segundos. Segundos en los que Trish poco a poco se iba calmando, y su respiración poco a poco se estabilizaba. Al menos en Naser tenía las servilletas en una taquilla cercana, los cuales pudo brindarle a la chica para poder soplarse la nariz. Y cuando Trish finalmente se había calmado, esta retrocedió el pecho del chico, encontrándose con una mirada que mostraba simpatía y gratitud.
Trish y Naser se miraron por varios segundos. Sus labios se movían, como si hubiese algo que ambos quisieran decir pero ninguno se atrevía. Sus expresiones cambiaban, pero siempre regresaban a una sonrisa comprensiva entre ambos. Sin emabrgo, Naser fue el primero en dejar escapar un largo suspiro antes de hablar.
Naser: Vamos... Están esperando por ti.
Trish: ¿Que...? ¿Esperando por mi? ¿Quienes? - Él solo sonrió genuinamente.
Naser: Es una sorpresa.
La mirada de Trish cae por un segundo, imaginado a lo que se refería. Una parte de elle, dolida, decía que no lo hiciera. Que se quedara allí y se mantuviera al margen. Que ya había causado demasiado daño. Pero otra parte gritaba con fuerza que regresara, que se enfrentase al pasado y que se disculpara por lo que había dicho. De estar sola, seguro se hubiese quedado estática, pensando en qué debería hacer. Pero no estaba sola, y la mano del ptero invitándola a acompañarle fue el motivante final para dar el paso que tanto años se negó a dar.
El rostro de Trish mostró una determinación tambaleante, pero Naser aprovechó el impulso para ponerla de pie, y sin soltar su mano, la guió hasta la puerta del cuarto de servicio. Trish aún dudaba, y lo fuerte que apretaba la mano del ptero era suficiente para que él entendiese. Pero Naser no estaba dispuesto a dejarla atrás, y con una sonrisa abrió la puerta, mostrándole a Trish un nuevo amanecer.
La tricérator se quedó perpleja, cuando una oleada de aplausos y vítores se alzó en su nombre. Lo que había hecho salvando la vida de aquella infante era algo sin presedentes, y todo el personal médico del hospital estaba alabando su logro. Incluso Maxwell, quien ahora miraba a la tricérator con más respeto, aunque esa sonrisa autosuficiente no se esfumaba de su rostro. Pero aplaudía... Aplaudían por ella.
Trish hubiese podido llorar en ese momento de alegría, pero ya ni siquiera le quedaban lágrimas que derramar en ese momento. Ni siquiera tenía las fuerzas para agradecer con palabras, sobre todo porque salvo a Naser, Maxwell y Ángela, el resto del personal era del turno diurno, doctores y enfermeras que apenas conocía. Y en ese momento, hubo un sentimiento que latió más fuerte que todos.
Orgullo. La satisfacción de haber logrado algo.
Trish podría disfrutar de ese momento mucho más tiempo, pero algo en su pecho le decía que ahora debería estar en otra parte, algo, que la mano de Naser aún le recordaba.
Trish regresó la vista al ptero, quien con una leve sonrisa le recordó que aún tenía algo que hacer. Su mano se apretó sobre la del chico, y con una confianza tambaleante siguió a Naser de regreso al lugar del que había huido.
El trayecto de regreso fue extraño. Naser aún la tenía tomada de la mano, y por algún extraño motivo, esto no le molestaba a ninguno de los dos. Tal ves porque los acontecimientos a su alrededor eran demasiados para poder pensar con claridad. Sin emabrgo, se sentía tan... natural. Sobre todo cuando Trish era capaz de divisar la sonrisa que el ptero portó en todo momento sobre su rostro. Sin embargo, cuando llegaron a la puertas del salón de operaciones, todo cambió.
La tricératos de detuvo, y miró a los portones de madera como si del otro lado se encontrase su jucio final. Y en cierto modo, así ella lo sentía. Teía miedo. ¿Y qué tal si Fang no aceptaba sus disculpas? ¿Qué tal si Anon intentaba otra cosa o pero, Ripley? ¿Acaso siquiera Fang se había despertado? ¿Qué podía decir para...?
Naser: ¿Trish?
La voz del ptero sacó a la tricérator de sus pensamientos, quien ni siquiera se había percatado de lo mucho que había estado conteniendo el aliento. Tenía miedo. Mucho miedo. Y las inseguridades frenaban cada uno de sus pasos. Pero quería hacerlo. Debía hacerlo. Y lo más importante es que... no estaba sola.
Trish dejó escapar un largo suspiro, y posó su mirada sobre su acompañante. Aún se podía ver la incertidumbre en sus ojos malva, pero era apalcada por la determinación que irradiaba. Era hora, y Naser lo supo, liberando la mano de la tricérator e invitandola a entrar. Después de todo, este era un paso que solo ella podía decidir dar.
Y así lo hizo.
Trish ingresó a la sala de operaciones, donde las dos enfermeras terminaban de limpiar el piso de sangre y otros fluidos. Sobre la camilla, yacía una muy cansada Fang, pero despierta, con su retoño entre sus manos envuelta en unas mantas. A su derecha, recostado sobre la cama, estaba Anon, con la sonrisa más sincera que jamás había visto en su vida. La sonrisa de un padre le dedica a su hija por primera vez en este mundo. Y al lado opuesto, estaban Ripley y Samantha, quienes miraban a su nieta con el mismo amor que los padres de la pequeña.
Sin embargo, la llegada de la tricérator no pasó desapercibida, más cuando Naser cerró la puerta a sus espaldas. Las sonrisas se esfumaron de los rostros, y el ambiente se tornó algo tenso entre los presentes. Ripley, como siempre, frunció el seño pero se mantuvo a la espera, al igual que Samantha, pero con una expresión más nerviosa. Fang estaba demasiado cansada para poder decir algo, y no fue capaz de anteponerse a su esposo, quien se irguió derecho al ver a la tricérator entrar en la sala.
La mirada de Anon era dificil de entender. Su carencia de expresiones tampoco ayudaba mucho, más cuando cuatro años en el ejército moldearon su caracter más inmaculado. Trish se estremeció al verlo dar el primer paso a su dirección, y una parte de ella estaba realmente tentada a huir. A salir corriendo. Un mero instinto de supervivencia que se hacía más fuerte por cada centímetro que el humano se acercaba. Más cuando este se detuvo justo al frente.
Trish estaba temblando, aunque hacía lo imposible por mantenerse firme. Esperando, con la esperanza de una oportunidad. Por otro lado, Naser no decía nada, pero su mirada era tan dura como la roca. Sin embargo, Trish no estaba preparada para ver como Anon tomaba sus manos con las suyas propias y las colocaba al frente, apretándolas con una gentileza controlada mientras su expresión se tornaba algo afligida.
Anon: Gra... Gracias... Realmente... Gracias... Y perdón... Perdón...
Trish no encontraba palabras para expresar en ese momento, pero la forma en que apretaba sus labios y las manos del humano, estaba más que claro que había tanto que quería decir al respecto. Solo entonces Anon se hizo a un lado, como si le abriese el paso para que pudiese ver a la ptero en cama. Ptero, quien alzó su mano libre en dirección a la tricérator, cómo si su único deseo fuese sujetar su mano otra vez.
Los rostros de Trish y Fang se transformaron en una sonrisa melancólica, mientras la tricérator se acercaba a pasos pesados a la cama donde la ptero yacía. Sus manos se entrelazaron, y las piernas de Trish fallaron, obligándola a arrodillarse junto a la cama de su amiga. Ambas tenían tanto que decir, tantas disculpas que dar, pero sus labios se apretaban en respuesta, y sus hocicos se habrían sin decir palabras alguna, com si las palabras que tenían en mente no fueran suficiente para expresar todo el torrente de emociones que las saturaban. Pero el agarre de sus manos, era suficiente para expresar más que mil palabras.
Trish: Per... Perdóname...
Fang: Te... Te extrañé tanto... tanto...
Trish: Yo... Yo también... yo también...
Y no hubo más palabras. No eran necesarias. Las miradas de esperanzas era suficientes. Anon se colocó tras su esposa y le apoyo su mano gentil sobre su hombro cansado, mientras los padres de Fang se acercaban a la escena. Naser tampoco se quedó atrás, y este colocó su mano sobre el hombro de Trish, mostrando un apoyo que ella realmente necesitaba.
Era un momento de reconciliación. Un momento donde se quemaban viejos puentes de madera y se alzaban nuevos de concreto y acero. Un momento para empezar de cero. Un momento, que giraba alrededor de un pequeño milagro de Jesus Raptor.
Trish: ¿Cuál es su nombre?
Fang: Amber.
Chapter 10: Bienvenida de Vuelta
Chapter Text
—Adelante.
La voz de una cansada madre se escuchaba desde el interior de una habitación del Hospital General de Volcadera. Una, que habló lo suficientemente alto para ser escuchada desde el otro lado, pero no demasiado para despertar a la pequeña cría que dormía no muy lejos de ella.
La puerta se abrió lentamente, revelando de a poco un cuerno nasal qué pronto revelaba la figura de Trish, quien arrastraba con mucho cuidado un carrito con la cena de la paciente. Y que en su rostro apareció una gran sonrisa al ver a su vieja amiga, sentada justo al lado de la cuna donde descansaba el pequeño milagro conocido como Amber.
Habían pasado ocho días desde que Lucy dio a luz a su pequeña retoño. Ocho días desde que Trish desafió toda lógica para salvar a la pequeña ptero, quien por un azar de la naturaleza, nació envuelta en una capa protectora de calcio. Ocho días, desde que la triceratop tuvo que huir justo después, cargando el peso de la culpa y el miedo a llorar a una esquina en soledad. Ocho días desde Naser que la encontró en ese estado y la consoló.
Fueron días difíciles para todos. Anon y Ripley estuvieron en una disyuntiva moral por varias horas. Si, Trish había salvado a su hija y nieta respectivamente, pero eso no borraba las marcas del pasado. Ni siquiera cuando Naser hablaba a favor de la triceratop, su cuñado y padre parecían reacios a la razón. ¿Y quién podría culparlos? Trish había sido un dolor de muelas la última vez que se vieron en persona.
Pero la gente cambia. ¿No?
Anon fue el primero que dio el paso al frente. Cuatro años en el ejército forjan un carácter más duro. Así como un cuerpo y una mente más resistentes. Él fue el primero en disculparse por lo que pasó en el salón de operaciones. El primero que bajó la cabeza arrepentido. Y el primero en brindar el perdón, y en recibirlo, cuando Trish se disculpó por su actitud en el instituto.
Ripley fue un poco más complicado. El trabajo del viejo ptero lo había convertido en alguien que poco creía en los demás. Y cinco años lo habían convertido en incluso más reacio a los cambios. Sin embargo, lo que ni él ni la propia Trish esperaban, era ver a Naser ponerse al lado de la triceratop, física y metafóricamente hablando. Colocando una mano sobre su hombro, mientras miraba directamente a su padre. No como una espada para amenazar, sino como un escudo para proteger.
Naser confiaba en ella. Eso había sido dejado en claro. Algo que tanto los Aaron como Anon entendieron perfectamente. Sobre todo la señora Samantha, cuyos ojos se abrieron ante este gesto. Ante esa determinación que Naser mostró para apoyar a Trish. Algo que no veía desde... desde hace mucho tiempo.
Y así, con aquellas dos enormes figuras consintiendo su presencia, Trish pudo ingresar y ver a Lucy por primera vez en años. No como enfermera, sino como Trish. Las amigas que fueron durante tantos años.
Los ojos de la triceratop se tornaron cristalinos al verla. Lucy, a pesar del esfuerzo, se postrada sobre la camilla con un porte angelical, mientras en sus brazos yacía ese pequeño milagro del destino llamado Amber. Era ella. Su Fang. Su Luci. Su vieja amiga que tantos años había añorado con volver a ver, y pedirle perdón por todo lo ocurrido, pero cuyo miedo se lo impedía. Y allí estaba, débil fentre a ella, con una sonrisa cansada pero radiante en su hocico, y esos ojos ámbar mirando llenos de amor a quien se había convertido en el ser más importante para la ptero. Esos ojos llenos de amor que solo una madre es capaz de expresar.
Lucy alzó la mirada al percibir algo en su visión periférica, y su vista se apartó por primera vez de su pequeña Amber desde que había sido depositada entre sus manos. Y allí estaba, parada junto a la puerta, sujeta por su hermano Naser como si fuese a romperse en pedazos en cualquier momento. Trish. Patricia. La persona que tanto tiempo había buscado pero que simplemente desapareció de su vida. Y a la cual ahora le debía la vida de su pequeña.
Casi como un acto ensayado, ambas sonrieron ante la vista de la otra. Tal vez por miedo o por genuina felicidad. Tal vez por ambas. Pero sus ojos no se contuvieron a la hora de expresar su júbilo en forma de lágrimas qué caían sobre el suelo y sobre el manto qué cubría a la pequeña Amber.
El destino las había conectado una vez más en ese momento, y aunque ambas eran conscientes que tenían muchas cosas de las que hablar, estaban convencidas que no querían dejar pasar esta oportunidad. No de nuevo.
De vuelta a la actualidad, Trish entro con cuidado a la habitación de Lucy y Amber, y mientras la pequeña dormía plácidamente en su cuna, Lucy dejaba escapar un suspiro de felicidad y cansancio, mientras veía a la triceratop colocar una bandeja con comida sobre la mesa, y sentándose a su lado justo después.
—¿Cómo está? —Preguntó Trish en voz baja.
—¿Ella? Perfectamente. —Contestó Lucy con igual tono de voz, pero con algo de humor en sus palabras. —La que está desesperada por regresar a casa soy yo.
—Je. Ya sabes que no pueden. No aún.
—Si si. Ya Naser lo ha dicho mil veces. "Debemos mantenerla en vigilancia al menos las primeras dos semanas. Como es una de los pocos casos de una híbrida humano-dino es mejor tenerla aquí por si ocurre algún problema y bla bla bla..."
Trish tuvo que sofocar una risilla por eso. —Sabes cómo es él. Algo sobreprotector a veces.
—¿"Algo"? —Preguntó Lucy con una ceja levantada y una sonrisa irónica.
—Bueno... Bastante... Y obstinado... Y apasionado con su trabajo... Y cabezota...
—Eh. Que estamos hablando de mi hermano.
Trish miró a Lucy con cara de poker, y el intento de la ptero por parecer seria se hizo pedazos en menos de tres segundos, al no ser capaz de contener una risilla. Sobre todo, porque la triceratop tenía razón.
—Y hablando de testarudo... ¿Es que no piensa salir a ningún lado?
Lucy dejó escapar un largo suspiro, y ambas amigas voltearon su vista al sofá de la habitación. Sofá, que estaba ocupado por Naser, quien se había quedado dormido hace muchísimo tiempo, agotado por las horas de trabajo, y su terquedad al no querer dejar a Lucy sola en el hospital. Ni siquiera se iba cuando Anon, Samantha o Ripley venían de visita. Solo iba a comer algo o por un cambio de ropa, pero regresaba tan pronto era posible. Y ya habían pasado ocho noches desde que empezó con ese ciclo. Era obvio que estaba agotado, y ningún sofá sería tan cómodo como una cama, menos para los ptero con esas alas a sus espaldas.
Lucy miró a su hermano con cansancio, y dejó escapar un suspiro antes de hablar. —Tiene miedo. Lo entiendo. Pero Amber está bien. Lo sé. Pero se niega a irse. A veces es un poco desesperante. ¿Sabes?
—Eso dice lo mucho que te quiere y a tu pequeña.
—Si... Lo sé. Pero es como el instituto. Ya sabes. Puede llegar a... abrumar a veces. Y cuando Amber llora por atención o comida se pone algo...
—¿Insoportable? —Lucy miró a Trish con cara de poker ante la forma de referirse a su hermano, pero no podía argumentar ante una verdad como esa. Más cuando la triceratop se encogió de hombros, como si solo hubiese dicho la verdad más evidente.
Trish rodó los ojos, pero una extraña sonrisa apareció en su rostro, al ver al ptero desplomado sobre el sofá. Naser estaba hecho un verdadero desastre. Su pico medio abierto apuntando al techo, dejando escapar uno que otro ronquido. Su brazo derecho cubriendo sus ojos, mientras el izquierdo reposaba sobre su abdomen. Sus alas hechas un desastre bajo su cuerpo, y seguro su ala dañada dolería más tarde por haber caído torcida bajo su peso.
La tricerato lo miraba incapaz de no pensar en lo tonto que se veía así. ¿Quién pensaría que ese despilfarro de ptero qué lucía como vagabundo era en realidad uno de los doctores más talentosos de la ciudad? La simple idea era suficiente para que su sonrisa se volviese algo más notoria. Sonrisa, que Lucy notó con una expresión confusa en su rostro. Algo de lo que Trish no percató.
Trish finalmente se puso de pie, mientras Lucy se quedaba mirando con curiosidad lo que tenía en mente. La triceratop se acercó a Naser, y con una expresión divertida tomó su pico y lo cerró con su mano, al mismo tiempo que cubría sus fosas nasales. Algo que Lucy vio con los ojos abiertos, mientras una inevitable risa se formaba en su interior, sobre todo cuando Naser comenzó a moverse abruptamente ante la falta de oxígeno.
El ptero abrió los ojos como platos, y se puso de pie de inmediato, haciendo un sonido bastante fuerte al tratar de recuperar el aire. Sus pupilas se dirigieron en todas direcciones, como si no fuese capaz de reconocer donde estaba, hasta que finalmente noto a Trish a su lado, luego a Lucy, y finalmente la cuna. Entendiendo en un segundo que se había quedado dormido, otra vez. Sin embargo, no estaba muy contento por el abrupto despertar, y su expresión lo mostraba abiertamente. Pero antes de poder gesticular palabras alguna, Trish le puso un dedo justo frente a su cara para que guardará silencio, señalando a la cuna, insinuando que podría despertar a la pequeña Amber.
—Vamos afuera. —Dijo la triceratop en voz baja.
Naser arqueo una ceja por eso, y busco una respuesta en su hermana Lucy, quien solo se encogió de hombros ante su mirada interrogativa. Ella tampoco sabía que se traía Trish entre manos después de todo. Naser dejó escapar un suspiro pesado, se restregó los ojos con cansancio, y con torpeza se puso los zapatos, antes de ponerse de pie aun tambaleándose antes de seguir a la triceratop fuera de la habitación.
—¿Trish? ¿De qué va esto? —Preguntó Naser, aun algo molesto por el abrupto despertar. Sin embargo, al ver a Trish de brazos cruzados mirándolo fijamente en su dirección sintió un escalofríos recorrer su espalda.
—Muy bien, Naser. ¿Hasta cuándo piensas seguir encerrado en ese lugar?
—¿Encerrado? ¿De qué estás hablando?
—Ocho días, Naser. Ocho días desde que Lucy dio a luz y tu no has salido de esa habitación salvo para atender a otros pacientes o ir a tu casa de vez en cuando. ¿Cuánto tiempo piensas seguir con eso?
Naser llevó su mano a la nuca, algo incómodo por la interrogativa.
—Amber es un caso único. Debo estar cerca por si ocurre algo.
—No Naser. Era de entender las primeras setenta y dos horas. Pero han pasado ocho días, joder. Mírate. Estas hecho un desastre. Tienes puesta la misma ropa desde hace tres días. Y no quiero ser yo quien lo diga pero, apestas. Y tu aliento también es horrible.
Los ojos de Naser se abrieron como platos por eso, e instintivamente llevó una de sus manos a su hocico para cubrirse. Trish solo se mantuvo estoica, de brazos cruzados, viendo como el ptero dejaba escapar un poco de su aliento, para acto seguido poner una mueca de disgusto al respirarlo. No le faltaba razón. Realmente apestaba.
El rostro de Naser pasó de la molestia al arrepentimiento, y sus hombros cayeron con desgano. Él no era capaz de verse, pero realmente estaba hecho un desastre. Con la ropa y la bata de médico estrujada, así como una de sus alas algo torcida por dormir en ese sofá. Además, las ojeras bajo sus párpados hablaba mucho de su falta de sueño. Ante la vista, el rostro de Trish se tornó en uno más melancólica, y su pecho se apretó un poco al verlo así de agotado. Sin embargo, se acercó y colocó su manos sobre el brazo del ptero, dedicándole una sonrisa sincera cuando este miró en su dirección.
—Todo va a estar bien, Naser. Amber ya está fuera de peligro, y lo sabes. Además, estoy yo aquí, y también está Maxwell. Yel turno diurno también se encargarán de ella y de Lucy. Lucy también necesita algo de espacio. ¿Has pensado que ella y Anon no han tenido un momento a solas con Amber desde que llegaron al hospital?
Los hombros de Naser se encogieron aún más, ahora dándose cuenta de lo invasivo que había sido durante todo este tiempo. Cierto. Anon había ido cada día después del trabajo, y él siempre estaba allí. Eso había incomodado un poco a la pareja, aunque él no lo notará y ellos no quisieran decirle. Solo que ahora se daba cuenta de eso. Sin embargo, antes de seguir sumergiéndose en sus pensamientos negativos, la mano de Trish apretó un poco su brazo, dándole algo de consuelo mientras lo miraba con comprensión y genuina preocupación.
—Ve a casa, Naser. Pídele el resto de la noche a Ángela y descansa un poco. Realmente lo necesitas.
Naser lo consideró un momento, pero luego suspiró con pesar bajando la cabeza antes de hablar.
—No puedo. Tengo que ir a revisar los medicamentos de Margaret a las cuatro.
—Yo me encargo de eso.
—También tengo que hacerle un chequeo a Sonia antes de que a ella y a Mateo le den de alta.
—El doctor Maxwell puede encargarse de eso.
—Y además, debo ir a....
—Eso también estará cubierto. —Lo interrumpió Trish antes de dejarlo terminar.
Naser levantó la vista algo enojado por eso, pero lo único que encontró fue una expresión divertida en el rostro de Trish. Quería quejarse, pero estaba demasiado cansado para hacerlo, dejando escapar un suspiro derrotado en respuesta.
—Si que eres persistente. ¿Eh? —Preguntó el ptero con tono divertido.
—Ja. Viniendo de ti es todo un cumplido.
—Lo era.
Naser negó con la cabeza, mirando a Trish a los ojos con una expresión de derrota. Ella no se inmutaba, y su satisfacción por esta pequeña victoria se notaba en su expresión. Naser solo se resignó, dejando escapar un pesado suspiro. Un suspiro, que dejó a media tras llevarse la mano al hocico, recordando con vergüenza la crítica que Trish le había hecho sobre su aliento apenas un minuto atrás.
Ella solo se comenzó a reír a carcajadas por eso. —Jajaja. Tranquilo. He tenido que limpiar vómito y excremento de bebé. Eso no va a matarme. Jajaja.
Aun así, el intento de Trish por aliviar la situación parecía haber tenido el efecto contrario, mientras una coloración rojiza bastante notoria aparecía en el rostro de Naser, quien la miraba con esos ojos amarillos abiertos de par en par. Estaba apenado. Posiblemente de las mayores vergüenzas de su vida. Y con un simple "adiós" se dio la vuelta y se marchó a paso ligero, dejando a una Trish muy confundida viendo como se alejaba, con un pensamiento bastante extraño en su mente.
"Naser se ve bastante lindo cuando se avergüenza."
Sacudiendo su cabeza, e ignorando ese pensamiento que no lograba entender el porqué lo había tenido en primer lugar, Trish regresó al interior de la habitación, donde una Lucy consumía con poco entusiasmo la comida del hospital, sentada frente a la mesa mientras revisaba su celular. Amber aún parecía estar durmiendo, así que tenía algo de tiempo. Sin embargo, al ver la puerta abrirse y a Trish entrando sola sin la compañía de su hermano, no pudo evitar levantar una ceja, antes de tragar su bocado y hablar.
—¿Y Naser?
—Se fue por hoy. Solo espero que duerma algo y no se ponga a hacer tonterías por ahí.
—¿Se fue? ¿En serio? ¿Y te hizo caso?
—¿Por qué no lo haría? —Preguntaba Trish extrañada, mientras tomaba las sábanas que Naser había dejado sobre él sofá para llevarlas a lavar.
—Bueno. Ni siquiera papá pudo convencerlo de irse. Supongo que... wao.
—No es para tanto. Además, supongo que también quieres algo de tiempo para ti y Anon. ¿No?
Lucy sonrió por eso. Amaba a su hermano, pero no podía negar que tenerlo lejos después de ocho días seguidos se sentía muy bien. Liberador. Y con mayor ánimo, le hizo un gesto a Trish para que se sentara a su lado, cosa que la triceratop hizo, pues una pequeña pausa para platicar con su amiga no afectaría su trabajo.
—Realmente extraño la comida de mamá. Esto sabe a plástico.
—Jeje. No te voy a discutir eso. ¿Y...? ¿Aún vives con tus padres?
—No. Anon y yo nos mudamos a una casa cerca de las de mis padres hace un par de años, pero con el tema del embarazo, mamá solía pasar mucho tiempo en casa y cocinaba todos los días. Fue nostálgico, no lo voy a negar. Pero algo abrumadora a veces.
—¿Abrumadora?
—¿De quién crees que Naser saco esa manía de preocuparse mucho por las cosas?
—Oh. Buen punto. La fruta no cae lejos del árbol ¿Eh?
—Jiji. Supongo que tienes razón. —Luci bajó la mirada al plato de comida del hospital por un segundo, mientras en su mente algo parecía maquinarse. Entonces, una sonrisa algo pícara apareció en su rostro, aunque trató de disimular lo mejor que pudo antes de volver a hablar. —Sabes. Naser suele hablar bastante de ti cuando coversábamos por teléfono o en las cenas en casa de mis padres.
De repente, los ojos de Trish se abrieron como platos, mientras su mente trataba de digerir lo que Lucy había dicho. Eso la había impactado más de lo que admitiría, y a pesar de querer darse vuelta y encarar a la ptero por tal "broma" no tenía el valor de hacerlo. Aunque sus ojos se desviaron en su dirección por unos segundos, y sus mejillas se tornaron ligeramente más oscuras. Algo que Lucy notó a pesar de lo mucho que Trish parecía querer mantener la serenidad.
—Es... Espero que nada... nada malo. Jeje. —Dijo fingiendo diversión, aunque claramente estaba tratando de esconder su nerviosismo.
—Mmm... Ya sabes. De lo muy buena que eres con los niños y de lo mucho que te esfuerzas para hacer las cosas bien.
—Ya... Ya veo. Es bueno.. saberlo. —Entonces, Trish comenzó a jugar con sus dedos. —¿Y... no dijo nada más?
Lucy fingió meditarlo por un momento, llevando su mano a la punta de su hocico como si estuviese tratando de recordar algo. Aunque todo era una fachada para comprobar que lo que tenía en mente no se lo estaba imaginando.
—No que yo recuerde.
La triceratop dejó escapar un suspiro pesado, lo que simultáneamente sacó una sonrisa divertida en el rostro de la ptero. Trish, aliviada porque Naser no contó ninguno de los problemas económicos con los que él la había ayudado. Lucy, sacando conclusiones que su amiga sentía algo por su hermano. Algo que le parecía demasiado gracioso. ¿Trish, y Naser? Eso era algo que nadie se imaginaba, y la simple idea la hacía sonreír más de lo que quería disimular.
—¿De qué te ríes? —Preguntó Trish con sospecha al girar a ver a Lucy.
—No es nada. Solo lo tranquilo que ha estado todo sin Naser y con Amber durmiendo. Necesitaba esto.
Trish pareció aceptar la pequeña mentira, y se dejó caer sobre la silla, disfrutando de los últimos momentos antes de seguir con su trabajo. Sin embargo, este momento de relativa tranquilidad se vio interrumpido, cuando a la misma hora de siempre, la puerta de la habitación se abrió lentamente, revelando la figura de un padre y esposo amoroso.
La sonrisa de Lucy se hizo más amplia, mientras se ponía de pie para abrazar a Anon, quien no tardó en devolver el abrazo. Con igual afecto, dejando su maletín de trabajo a un lado, mientras era envuelto por ese abrazo de alas emplumadas qué tanto le gustaba. Uno que finalizó con un pequeño beso antes que la ptero tomase la palabra.
—¿Cómo te fue?
—No tan mal. Hoy fue un día bastante tranquilo. Hey Trish.
—Hey, business man.
Una pequeña broma que sacó en los tres una risa, pues fue algo de lo cual Trish no pudo evitar divertirse, al enterar que el flacucho que conoció en el instituto había sido un ranger de la marina, y ahora trabajaba como contador en una empresa de la ciudad. Sin embargo, después de ese momento divertido, Anon miró a todos lados, claramente buscando a alguien que no estaba.
—¿Y Naser?
—Trish logró convencerlo para que se fuera a casa.
—¿En serio? —Preguntó asombrado, a lo que la triceratop sólo se encogió de hombros. —Pensé que tendría que empezar a cobrarle el alquiler del sofá.
Después de una pequeñas risas por la broma, Anon se acercó a la cuna, y su sonrisa se hizo más amplia al ver al retoño que ahí dormía plácidamente, mientras Lucy se acercaba lentamente por su espalda y lo envolvía en un abrazo. Un momento que madre, padre e hija compartían juntos. Un momento, que debería ser especial, solo para ellos tres.
—Bueno. Debo seguir con el trabajo. Me avisan de cualquier cosa que necesiten.
Trish finalmente se puso de pie, tomó el carrito de hospital y se dispuso a seguir su jornada laboral, no sin antes despedirse de sus viejos amigos, quienes agradecieron una vez más por haber hecho que Naser entrar en razón.
Ahora, Trish caminaba por los pasillos del hospital, con un extraño calor en su pecho, y un nudo en su estómago qué no podía definir del todo. La imagen de Lucy y Anon, mirando con tanto afecto a la pequeña Amber al pie de la cuna. Ambos juntos después de tantas cosas que habían pasado, y aun así, seguían luchando codo con codo, como el gran equipo que estaban destinados a ser.
Y mientras recordaba, en su mente un pensamiento se acomodaba de manera muy sublime.
"¿Acaso, algún día podré tener algo así?"

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