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La primera noche de vuelta a la Torre del Reloj después de derrotar al Rey, no duermes.
Estas exhausta, obviamente. Seria imposible no estarlo después del día que habías tenido. A penas dormiste la noche anterior; estabas tan llena de ira y preocupación tras el arrebato de Siffrin, sabiendo que tendrías que pelear contra él Rey menos un miembro del equipo. Como sí la culminación de tu aventura no hubiera sido suficiente estresante...
Ja. ¿De verdad no tenias ni idea, verdad?
Sueles pensar de ti como una mujer inteligente, y te gusta estar preparada para toda eventualidad, pero no había forma que hubieras predicho como hoy fue. Supones que nadie hubiera podido. Y así que, a pesar del cansancio, no puedes dormir; tu mente corre, repasando los eventos de hoy y procesando todo. La derrota del Rey, Wish Craft, la experiencia de Siffrin con los bucles temporales, la extraña estrella que le ayudo, esa viscera matiz que cortó el cielo en dos, los planes para tu nuevo viaje... es mucho por procesar. Te resignas a una larga noche sin dormir.
No te llega a sorprender cuando escuchas movimiento del otro lado del cuarto.
Es tarde; posiblemente lo suficiente para considerarse "temprano", aunque el sol aún esta a unas horas de alzarse. Hay un poco de movimiento, seguido por pasos silenciosos que lentamente se hacen camino fuera del cuarto y bajan las escaleras, tropezándose leve por el camino. Sientes tu cuerpo tensarse cuando te das cuente de quien es.
Siffrin.
...Tiene sentido, desafortunadamente. Siempre había sido un terrible paciente. Aún recuerdas cuando perdió su ojo; para alguien que amaba tomar siestas tanto, era como si el fuese alérgico a solo quedarse en cama y dejar su cuerpo sanar. Claro que esta vez no seria diferente.
Estará bien. No es como si pudiese ir lejos con el estado de su cuerpo, y no hay nada más que hacer, de todos modos. Es el medio de la noche. El Rey esta muerto. Los bucles habían acabado. Todos están a salvo. Siffrin estará bien.
Te levantas de todos modos.
Es una noche despejada, ni una nube en el cielo. Tomas tu abrigo del gancho cerca de la puerta y te lo pones al salir de la Torre del Reloj. Otoño esta en el horizonte, y las noches se estaban poniendo más frías últimamente.
Siffrin parece haber tenido la misma idea. Esta sentado en la banca afuera de la Torre, acurrucado con su capa sobre su ropa de dormir y sus rodillas abrazadas cerca de su pecho. Sus ojos caen en ti brevemente cuando te acercas, antes de regresar arriba, mirando hacia el cielo.
— ¿Te importaría si me siento contigo? — Preguntas.
Este sacude la cabeza y se hace a un lado. Te sientas en la banca junto a elle.
Su expresión es difícil de diseccionar. Estas sentada en su lado bueno, pero él aún no te mira, su ojo fijo en el cielo nocturno arriba. Hay unos profundos, oscuros círculos marcados bajo sus parpados, contrastando la palidez de su piel. Nunca lo habías visto tan exhausto antes.
No estas segura de como abordar esto, así que no haces nada, tomándote el tiempo para organizar tus pensamientos. Te sientas en silencio junto a él por un corto rato, hasta que finalmente, él habla.
— ¿No podías dormir? — Su voz es baja, pero estable. Te preguntas por cuanto debió de haber estado despierto antes de levantarte.
— Desafortunadamente, no, — dices. — Ha sido un gran día... unos grandes meses, la verdad, considerando el viaje para tan siquiera llegar a este punto. Supongo que mi cerebro apenas esta poniéndose al día con todo.
Él no dice nada. Conociendo a Siffrin, probablemente está encontrando alguna forma de culparse por eso, también.
— ¿Y tú? — Le incitas. — Me sorprende que siquiera estés despierto ahorita. En serio hiciste un numero en ti con el excesivo uso de Craft, sin mencionar el trauma...
Él hace una mueca. — ¿Por cuánto tiempo estuve dormido?
— Bueno, te despertaste un rato para cenar. ¿Recuerdas eso?
— Casi, — elle dice. Sus cejas se juntan mientras piensan. — Bonnie hizo... sopa, ¿verdad? ¿O soñé eso?
— La hizo, si, con pollo y fideos. Buen trabajo, — dices a secas, pero si eres honesta, es de cierto modo impresionante que lo recordó. Apenas estaba despierto en el momento, y su memoria siempre había sido questionable en mejores momentos. — Han pasado... ¿tal vez ocho horas desde entonces? Y, por supuesto, dormiste antes de eso, también, desde que hablamos con la Doncella Principal hasta la cena.
Él hace una cara.
Ruedas tus ojos. — No me mires así, Siffrin. Lo necesitabas. Tu mente y tu cuerpo han pasado por mucho. Sé que es molesto, pero si no descansas, solo tardará más en recuperarse.
— Aún estoy bastante cansado, — este admite. — Pero. Quería ver las estrellas. Por un ratito.
— Las estrellas, huh... — Las miras, siguiendo la mirada de Siffrin. No se ven como nada más que puntos para ti. Son lindas, si, tintineando como cristales sobre un canvas sin luz, pero aún no sabes que exactamente es lo que Siffrin ve en ellas. — Significan mucho para ti, ¿no es cierto?
El abraza más fuerte sus rodillas, silencioso.
No puedes evitar que te de curiosidad. Es tu naturaleza. — No tiene que ser esta noche, pero uno de estos días, ¿podrías decirme de ellas?
— ...Realmente no se mucho, — Balbucea. — Ya no. Pero... — Te mira de lado, ofreciendo una pequeña sonrisa. — Creo que me gustaría hacerlo.
— Excelente, — dices, devolviendo la sonrisa. — Esperaré contenta por eso, entonces.
Un silencio cómodo cae sobre los dos. Dejas que resbale sobre ti, concentrándote en el sonido distante de hojas meciéndose con la brisa.
Nunca lo dirías en voz alta, porque la espantosa palabra con "A" es demasiado melosa para tu gusto, pero amabas este pequeño grupo que habías encontrado. Seria raro considerarlos amigos. Naturalmente, ya que todos ellos eran varias décadas más jóvenes que tu. Pero sí te importan profundamente. Anhelas por una conexión con ellos de la misma manera que estabas conectada con tu padre, con tus jóvenes hermanastros, con tus tías y primos y abuelos. En la manera que siempre deseaste estuvieras conectada con tu madre, la manera en que desearías ella se sintiera conectada a ti.
Familias de sangre eran complicadas, pero estas empezando a aprender que no lo son todo y el punto final. Puedes forjar ese tipo de vínculos con quien sea que escojas. Y si este ultimo día te decía algo, parece que tu y Siffrin, Mirabelle, Isabeau y Boniface se habían escogido, en alguna manera. Tu relación con la palabra "familia" es complicada, pero piensas si son ellos, no te molestaría mucho.
Sabes que harías cualquier cosa para protegerlos. Todos y cada uno de ellos. Cosas terribles, si tuvieras que hacerlo.
...Pero estas un poco tarde para eso, ¿verdad? Fallaste en protegerle cuando de verdad importaba. Ni siquiera sabias que estaba herido hasta que era demasiado tarde.
Solo necesitas saber a que extremo.
— Como tenemos un momento, he estado queriendo preguntarte algo.
Siffrin se tensa, y voltea a verte.
— Puede que sea... difícil, de responder. Me disculpo por eso, — dices, entrelazando tus manos en tu regazo. — Pero me dará una mejor imagen de por lo que pasaste, y como aceptaste ser más abierto con nosotros...
— Solo pregunta, Odile. — Él no suena muy entusiasta de oírlo. Pero necesitas saber.
Nunca has sido buena siendo gentil. Isabeau te da celos por su cuidadoso enfoque en los sentimientos de otros, y a Mirabelle por la amabilidad que acompaña sus palabras; nunca podrías ser tan delicada. No sabrías por donde empezar.
Decides nada más hacerlo. Si eso termina haciendo todo peor... Bueno. No seria la primera vez.
— ¿Cuántos bucles fueron?
Te dijo que su bucle temporal empezó temprano en la tarde ayer, y terminaba con hablando a la Doncella Principal. Eso era un poco tras las 24 horas, si haces la probablemente-falsa suposición que llegó al final cada vez. Pero aún no sabes cuanto tiempo pasó en el bucle. Pudo haber sido una semana. Pudo haber sido un año.
Tu esperas que no fuera un año.
— ...Oh. — Él mira a otro lado.
Frunces tus labios. — ¿Sabes la respuesta?
Elle asiente.
— ¿Me podrías decir?
— Es mucho... — elle balbucea en el collar de su capa. — No quiero... asustarte.
— No me asustaré, Siffrin, — dices. — Puede que a alguno de los más jóvenes puede que si, cierto, pero no yo.
Él abre su boca, y luego la cierra otra vez. Parece que de verdad esta teniendo problemas respondiendo.
— No tienes porque decirme, — añades, en voz baja. — Pero lo apreciaría si lo hicieras. Nos beneficiaria a los dos, eso creo.
Un sonido se le escapa, totalmente inescrutable. Es difícil hacer sentido de su expresión, pero no han aceptado tu oferta de dejar la pregunta sin responder, entonces quizá...
Una idea te llega a la mente.
— Esta bien, — tu cedes. — ¿Qué tal si jugamos un juego, entonces? Lo llamamos "Más alta o más abaja".
Él parpadea arriba a tu dirección, visiblemente confundido.
Sientes las esquinas de tu boca levantarse. — Es simple: Diré un número, y tu me dices honestamente si es que la cantidad de bucles por los que pasaste seria más alta o más baja. ¿Crees que puedas hacer eso?
— ...Ok.
— ¿Y prometes ser honesto?
Él asiente.
— En voz alta, por favor. — No vas a permitir ningún bucle lógico con esto; pero no deberías de decir eso en voz alta. Ya te puedes imaginar los terribles chistes que seguirían. — Y hazlo con una de esas super duper promesas que Boniface sostiene con tan alta importancia.
Él rueda sus ojos. — Si, Odile, lo super duper prometo.
— Bien. Empecemos, entonces, — dices.
Siffrin se sienta recto, esperando a que empieces.
Lo miras muy seriamente. — Diez mil.
Sus ojos se agrandan, y entonces se ríe. — ¿Diez mil? ¿Eso es lo primero que adivinaste?
— Si. Más alta o más baja?
— ¿En serio crees que podría recordar tantos? — Se desenrosca de la pequeña bolita en la que lo habías encontrado, mejor sentándose con las piernas cruzadas en la banca. — ¡Más baja!
— Muy bien pues, — dices. — Cinco mil.
— Más baja, — Siffrin repite.
— Dos mil quinientos.
— Más baja.
— Mil.
— Más baja.
— Quinientos.
— Más baja.
— ¿Ves? — Le sonríes burlona. — Eso ya es mucho menos que mi primer estimado, y todavía no hemos llegado a tu numero aún. Nadie se esta asustando aquí.
— ...Hm. — Entrecierra su ojo a ti. Ah, parece que habían descubierto tu pequeño plan. Probablemente inevitable, pero funcionó, de todas maneras. Se ve más relajado, ahora. Considerarás eso un éxito.
— ¿Listo para seguir?
Él asiente de nuevo.
— Bien. Doscientos cincuenta.
— Más baja.
— Cien.
Elle mira a un lado. — ...Más alta.
Gemas . Eso fue antes de lo que pensabas.
Estabas segura seria en algún lugar cerca de cincuenta bucles, a más. Pero más de cien... algún punto entre eso y 250... Ah, no, no deberías tratar de calcularlo aún. Todavía tienes reducción que hacer.
Mantienes tu rostro bajo control. — Ciento cincuenta.
Siffrin se ve aliviado. — Más baja, — dice, y silenciosamente agradeces tus gemas de suerte por eso. Si fuera más cerca a doscientos, hubieras perdido tu cara de poker.
— Ciento veinticinco, — dices.
— Um, — el titubea. — Más alta, pero solo un poquito-
— Uno treinta.
— Más baja.
— Uno veintisiete.
Elle alza su pulgar e indice, y los pellizca juntos para que solo un pequeño hueco quede entre sus dedos. — Más alta.
— ¿Uno veintiocho?
Asiente.
Ok. 128, entonces. 128 bucles.
Siffrin experimentó los mismos dos días, una y otra vez, 128 veces.
¿Cuántos de esos bucles terminaron con la Doncella Principal? ¿Cuantos terminaron en muerte? No eres estúpida. Sabes lo que el Rey era capaz, ahora que lo has visto. Y considerando el estado en el que Siffrin estaba, su cansancio y desesperación y dolor... crees saber de lo que elle es capaz, también.
No hay duda porqué estalló. Ni siquiera sabes que hubieras hecho en su lugar.
— ...Bueno, — dices, manteniendo tu voz nivelada. — Eso... es bastante, si.
El cierra fuerte su ojo.
Suspiras. — ¿Y estas siendo honesto conmigo, ahora? ¿Ese es el numero exacto?
— Si, — él dice bajo, su voz quebradiza. — P-Perdí la cuenta unas cuantas veces, pero... mi, um, amigue. Bucle. Me ayudo recordar.
Él se ve triste, como si fuera doloroso mencionar su nombre. Supones que eso tiene sentido. De lo que te dijo, Bucle desapareció después de que Siffrin hablara con ellos. Él dijo que había prometido verlos de nuevo algún día, pero...
Bueno, no lo sabes. Aún tienes muchísimas preguntas sin responder sobre este, pero no es tu lugar para preguntar. Todo lo que podrías decir es que es importante para Siffrin. Tendría que ser, como su único confidente por 128 bucles.
Es ingenuo pensarlo, pero esperas que algún día si regrese. Te gustaría agradecerles en persona. Por estar ahí por Siffrin, cuando tu fallaste en hacerlo.
— Muy bien, — simplemente dices. — Gracias por decirme, Siffrin. Se que eso probablemente no fue fácil, pero por lo que vale... estoy orgullosa de ti.
Su respiración se atora en su garganta. ¿Acaso eso le hizo incomodo...?
— ...Ja, — susurra.
Haces una mueca. — Ah, me... disculpo, si eso fue demasiado-
— ¡N-No! — Elle sacude su cabeza. — No, nada más. Eso... significa mucho, de hecho. — Trata de esconder su cara en su capa, pero no pierdes el detalle de como su ojo reluce con apenas contenidas lagrimas.
Santas gemas. No sabias que le haría eso a él. Para que tal pizca de cariño le afecte de esta manera... ¿Qué tan solo se debió haber sentido, todo este tiempo?
¿Porqué no lo notaste antes?
Maldices en voz baja. Vas a arrepentirte esto.
— Ven, — dices. Abres tus brazos, esperando.
Él te mira.
— Solo voy a ofrecer esto una vez, tómalo o déjalo. ¿Te gustaría un abrazo, Siffrin?
Una complicada serie de emociones se plantan en su rostro. Titubean por un segundo, ojo lagrimoso.
Entonces se lanzan a ti, ocultando su cara en tu hombro. Casi te saca todo el aire de golpe. Él envuelve sus brazos alrededor de ti, y haces lo mismo devuelta.
Suspiras, y acaricias su cabeza cariñosamente. — Ya, Ya. Estas bien, ahora. Se acabo.
— Se acabo...
— Si. Ahora descansa, Siffrin. Te lo ganaste.
Usualmente no eres buena en esto, pero aún así te logras sorprender, algunos días. Lo dejas quedarse ahí por más de lo que anticipaste. A pesar del ángulo extraño y el frío del aire nocturno, la manera en la que Siffrin se aferra a ti es... tolerable. Quizás incluso agradable, si te sientes generosa. Y parece que, ahora, lo eres.
No te gustan los abrazos usualmente, pero en raras ocasiones como esta, encuentras excepciones. Por mucho que intentes verte calmada e imperturbable, tus emociones no son enteramente inexistentes. Este grupo, tu familia , tienen su manera de traerlas a la superficie.
Y piensas que necesitabas esto, también.
— Vamos, — dices eventualmente, haciéndote para atrás antes de que Siffrin se duerma encima de ti. Por muy lindo que fuera, sabes que tu espalda nunca te lo perdonaría. — Volvamos adentro. Mis viejos huesos necesitan descansar. Y por lo que parece, también los tuyos.
Él asiente adormilado, restregando su ojo. — Bueno, — balbucea, bamboleándose solo tantito cuando se levanta de la banca. Te levantas también, y le ofreces tu mano; no estas convencida que no se caerán caminando devuelta. La mira por un momento, confundido.
Sus mejillas se oscurecen. Entonces, con gran vacilación, la toma.
— ...Gracias, Odile, — dice él. No te mira cuando lo dice, pero no huye, tampoco. — Por no... asustarte. Y no odiarme. Y... solo, por todo, supongo.
Suspiras. Uno de estos días, necesitaras darle una buena platica en no asumir que todos lo odiarían, o mandar a Isabeau con él, puesto a que él probablemente seria mejor con eso, pero no esta noche.
Por ahora, solo dices, — Por supuesto, Siffrin. No hay de qué, — y lo guías devuelta adentro.

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Au_re Sun 09 Mar 2025 06:16AM UTC
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EnbyAlebrije Wed 09 Apr 2025 06:16PM UTC
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