Work Text:
NO ME CONOCES AÚN
No sabía qué era lo que le pasaba últimamente, pero definitivamente algo le molestaba y no tenía nada que ver con el hecho de que el enfrentamiento final contra Shigaraki estuviera cada más cerca. Tampoco le molestaba el hecho de tener que entrenar con el nerd para poder coordinar sus ataques. Simplemente había algo terriblemente insoportable con verlo justo ahí, dándolo todo, esforzándose con cada movimiento, demostrando su fortaleza. Le irritaba especialmente estar tan atento a él, de todo lo que hacía, perdiéndose en esa boba sonrisa que siempre parecía resplandecer.
Izuku se encontraba de pie en medio del campo de entrenamiento, con el uniforme pegado al cuerpo por culpa del sudor, con ese par de esmeraldas brillando con esa maldita determinación que nunca se apagaba y que tanto admiraba, aunque ni en sus más oscuros sueños se atrevería a aceptarlo en voz alta. El aire entre los dos se encontraba cargado de humo y electricidad, pero lo que de verdad estaba consiguiendo sofocar a Katsuki era esa pequeña sonrisa, apenas perceptible en los labios del nerd.
No me conoces aún
Porque lo nuestro fue tan pasional
Que no nos dimos la oportunidad
De decir cosas, de amor de verdad
No era la primera vez que entrenaban juntos, pero definitivamente cada vez resultaba más complicado ignorarlo: Izuku ya no era el mismo mocoso inútil que lo seguía a todas partes, como si se tratara de su sombra. Ya no era aquel niño que lloraba cuando se raspaba las rodillas, ni aquel niño que lo miraba con los ojos llenos de admiración, por más que lo tratara con desprecio. Ese Izuku ya no estaba ahí. Y no sabía si eso le irritaba o le desesperaba por partes iguales. ¿Cómo era capaz de estar a su lado luego de que se comportara como un completo imbécil con él?
Porque Katsuki aún era capaz de recordarlo. Recordaba aquel momento en el que le llamó “inútil” por primera vez y la manera en la que Izuku lo miró, como si las palabras no lo hubieran herido. Recordaba las veces en las que lo empujó lejos, gritando que no lo necesitaba, que no quería tenerlo cerca, que se diera por vencido en su deseo patético de ser un héroe cuando era un sin don bueno para nada. Pero lo que más recordaba, lo que más le torturaba cada día, eran aquellas palabras que le gritó incitándolo a lanzarse de la azotea como si su vida no valiera nada.
No me conoces aún
Las emociones que te hice sentir
Son, solamente, los días de abril
Nos quedan años de amor por vivir
Y ahora lo tenía enfrente. Más fuerte que nunca luego de haber conseguido al fin dominar todos los dones de los portadores del One For All. Más seguro de lo que nunca había sido. Izuku ya no necesitaba su protección, ni sus palabras, ni nada de él. ¿Entonces por qué insistía en seguir ahí como si nada? Katsuki apretó sus puños. Lo odiaba con todo su ser. Odiaba que todavía lo llamara Kacchan como si no hubiera pasado nada, como si no se hubiera comportado como un desgraciado con él en el pasado. Odiaba que lo mirara con ese maldito brillo en los ojos, con una mezcla extraña de ternura, desafío y determinación. No. No lo odiaba específicamente a él, eso lo creía imposible. Lo que odiaba era sentirse tan pequeño e insignificante en su compañía, pero al mismo tiempo, le torturaba esa inquietante sensación de permanecer a su lado, de no perderlo de vista, con el miedo latente de que algo pudiera ocurrirle.
Ven a mi casa, abrázame, hazme el amor
Pero, esta vez, con una mirada
No te conozco, no me conoces a mí
Sorpresas hay por vivir
Una potente explosión arrasó con todo, consumiendo a escombros las estructuras de la sala de entrenamiento. Izuku la esquivó con maestría, parándose con firmeza mientras volvía a plantarse de frente con determinación.
— Kacchan… — mencionó el peliverde, sin gritar o temblar, a pesar de haber recibido la explosión directamente con las manos, resguardadas con el látigo negro. Como si su voz hubiera cambiado tanto como él mismo y eso solo exasperaba aún más a Katsuki.
No me conoces aún
Porque dejamos correr el reloj
Entre caricias y haciendo el amor
Sin conocernos un poco mejor
Katsuki lo fulminó con la mirada, sin ser capaz de hablar por un par de minutos. Tenía tantas cosas que quería decir, pero las palabras se mezclaban, enredadas con culpa y con algo que aún no se atrevía a nombrar, porque de hacerlo estaría aceptando que los latidos desenfrenados de su corazón cada vez que se encontraba con el peliverde tenían un motivo mucho más profundo que solo admiración.
— ¡Maldita sea, Deku! — Exclamó con enfado. Sus manos cerradas con tal fuerza que sus nudillos se tornaron blancos con facilidad. — Siento que no te conozco. — Niega con vehemencia, aún sorprendido por el cambio tan evidente en la actitud del peliverde. — No. En realidad, nunca te he conocido de verdad.
No me conoces aún
Que nos amamos sin ganas de amar
Y nos besamos por tan solo besar
Vamos a darnos la oportunidad
El silencio que cayó entre ambos se hizo denso, mucho más pesado que cualquiera de los golpes que habían compartido durante todo el entrenamiento. Izuku lo miró con sorpresa, terminando por sonreír con sutileza. A pesar de las palabras llenas de resentimiento empleadas por el rubio, no se sintió ofendido. Aquella no se trataba de la sonrisa de aquel chiquillo asustadizo que siempre andaba rogando por su aprobación. Aquella era una sonrisa completamente diferente, más tranquila y fuerte.
— Entonces… — Mencionó despacio el peliverde, acercándose un paso en dirección del rubio explosivo. — ¿Por qué no me dejas enseñarte quién soy ahora?
Ven a mi casa, abrázame, hazme el amor
Pero, esta vez, con una mirada
No te conozco, no me conoces a mí
Sorpresas hay por vivir
Katsuki tragó saliva mientras observaba a Izuku con total estupefacción. Cada recuerdo de su infancia lo atravesó como un cuchillo: su propia voz gritándole inútil, las veces que lo empujó al suelo, la manera cruel en la que quemaba sus cuadernos, las miradas que nunca correspondió. Y, sin embargo, ahí estaba Izuku enfrente de él. Ofreciéndole algo que Katsuki sabía con certeza que no se merecía. El corazón le latía tan fuerte que incluso dolía. Izuku no lo estaba retando, mucho menos lo compadecía. Izuku le estaba brindando una evidente invitación. ¿Podía permitirse ser egoísta? Katsuki tragó fuerza, mientras apretaba con más fuerza las manos. Por primera vez en mucho tiempo, tenía deseos de bajar al fin todas sus defensas.
Ven a mi casa, abrázame, hazme el amor
Pero, esta vez, con una mirada
No te conozco, no me conoces a mí
Sorpresas hay por vivir
— Idiota… — Murmuró el rubio con toda la calma de la que era capaz de reunir, pero su voz tembló con ligereza.
Katsuki no respondió con más palabras. No había necesidad. Dio un paso hacia el peliverde, quedando tan cerca que podía sentir el calor de su cuerpo contra su piel cuando lo abrazó. Y entonces con torpeza y rabia apenas contenida, lo besó con necesidad y urgencia. Todo el mundo a su alrededor se redujo a ese instante, al sabor salado del sudor, al choque brusco de sus respiraciones, al estallido en su pecho. Y en medio de todo aquel caos en el que se había transformado su sola existencia, el corazón de Katsuki al fin encontró algo parecido a la paz.
Porque sí, quizás en el pasado nunca se había dado la oportunidad de conocer a Izuku de verdad, pero definitivamente a partir de ese instante estaba dispuesto a hacerlo, y si tenía que compartir toda su vida con él una vez que la guerra terminara, lo haría con gusto.
