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Abeja reina (Y viral)

Summary:

Meguru nunca tuvo la necesidad de tener redes sociales. No tenía amigos, así que no tenía nada que compartir. Al menos, hasta que llegó a Blue Lock.

 

O, Chigiri e Isagi lo convencen de abrir una cuenta en redes sociales y a Meguru se le abren las puertas a un mundo completamente nuevo.

Notes:

Esto surgió de una idea tonta y del inmenso amor que le tengo a Bachira, así que esto también es una carta de amor para él.

Work Text:

Hyoma Chigiri:

Hyoma no tenía la intención de hacer el momento raro, en realidad no. Sólo… estaba tan feliz de ver a sus compañeros fuera de las instalaciones de Blue Lock después de tanto tiempo que sintió la necesidad de compartirlo con todo el mundo.

La foto que se habían sacado era muy buena en su opinión (la que más importaba) y quería etiquetar a todos los que salían en ella. Al intentarlo, se dio cuenta que no tenía la cuenta de Bachira.

Sentados a la mesa del centro comercial, todos se reían de algo que había dicho Isagi, Bachira incluido; entonces, Hyoma aprovechó para inclinarse cerca de Bachira y preguntarle en un tono más alto de lo común debido a todo el ruido en el ambiente:

—Oye, Bachira, ¿Cuál es tu usuario en Instagram para etiquetarte en la foto?

Al parecer, no era el único que no sabía su cuenta, pues todos guardaron silencio y se giraron en su dirección en espera de la respuesta.
Pero, para su sorpresa, la respuesta de Bachira no vino en forma de risa picaresca ni con la sonrisa contagiosa que solía esbozar al responder cualquier pregunta; no, vino en forma de silencio. Bachira lo miró, todavía con una leve sonrisa producto de la broma anterior, por unos segundos que se sintieron tan extensos que comenzó a sofocar toda la sala.

Hyoma no lo entendía, no había dicho o preguntado nada fuera de lugar, además ¡era Bachira, por el amor de Dios! Él respondía las preguntas más desubicadas con la mayor naturalidad posible, es más, él mismo hacía ese tipo de preguntas.
Finalmente, decidió responder:
—Mm—fue su elocuente respuesta. Desvió la mirada hacia la mesa frente a él y Hyoma comenzó a sentirse profundamente incómodo—no tengo una.
Tres segundos tardó la mesa en reaccionar—: ¿Qué? ¿Qué quieres decir con que no tienes una?
Bachira se pasó los dedos por los rizos de la nuca—Bueno, suelo enterarme de las cosas buscando directamente en el buscador de Google así que realmente es algo que no…
Reo no lo dejó terminar—: Pero las fotos, los reels, los amigos.

Y fue ahí donde Hyoma notó su error, notó también la forma en la que Isagi miraba fijamente a su compañero. Notó la forma en la que la expresión de Bachira se desdibujó y supo que lo próximo que diría le caería como un baldazo de agua fría.

—Es que yo—Isagi se removió incómodo en el asiento a su lado— no tengo muchos amigos en mi escuela, así que no veía la necesidad de tener una cuenta sin nadie conocido con quien interactuar.

Hyoma parpadeó, pero Isagi no perdió el tiempo—: Pero eso era en tu escuela, eso fue antes ¿cierto? Ahora tienes muchos amigos que puedes seguir ¿cierto?—Isagi se oía más desesperado que cuando se enfrentaron al equipo de Rin en la segunda selección. Se giró hacia la mesa en busca de aprobación. Todos agitaron la cabeza como focas, Hyoma incluido.
La forma en la que los ojos de Bachira se iluminaron ante las palabras de Isagi le produjo un nudo en la garganta— ¿De verdad? ¿Me aceptarían la solicitud?—Isagi asintió con la cabeza, quizás demasiado fuerte; miró al resto de la mesa, quienes asintieron también demasiado fuerte—Bueno, entonces tal vez cree una cuenta un día de estos, aunque no sé bien cómo funciona.
Hyoma se levantó tan rápido de su asiento que Hiori dio un respingo a su lado—Yo puedo ayudarte con eso, con la cuenta, cómo usarlo, la estética, las fotos, todo.
Bachira le dio una de sus sonrisas y Hyoma soltó el aire que no sabía que estaba conteniendo— ¡Muchas gracias, Chigirin!
Hyoma sonrió de vuelta, complacido consigo mismo—Bueno, debemos aprovechar el tiempo que tenemos.

 

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Fue así como se encontró al día siguiente frente a la entrada del centro comercial y con un montón de ideas en pinterest mientras esperaba a las dos personas que había invitado.

—Pero si fue tu idea, ¿por qué tengo que venir yo?
—Te mostraste interesado—le contestó Hyoma a Reo antes de girarse para verlo llegar.
—Me mostré sorprendido.
—Casi lo mismo—replicó y lo tomó del brazo para entrar al centro comercial.

Bachira llegó tarde, lo cual no lo sorprendió. En cuanto los vio, agitó ambos brazos con una sonrisa del tamaño de una catedral, tanto Reo como él le sonrieron.

El plan consistía en encontrar el estilo personal de Bachira y ayudarlo a tomarse fotos, pero Bachira resultó ser un completo inepto para las redes sociales. Observaba con gran atención a Reo mientras éste le creaba un usuario y le explicaba de forma rápida cómo funcionaba la aplicación; Reo disimuló su sorpresa muy bien, incluso cuando Bachira le hacía preguntas sobre cosas muy obvias.

Hyoma estaba orgulloso del control de su compañero, pero tal vez lidiar con Nagi lo había endurecido. Una vez que resolvieron lo de la aplicación, Hyoma se colocó detrás del asiento de Bachira y le puso ambas manos sobre los hombros:
—Ahora, necesitas una foto de perfil.
—Ah, tengo unas del partido sub-20 que pueden servir.
Reo y Hyoma negaron al mismo tiempo—Absolutamente no.
—¿Por qué no?
—Tiene que ser una que te defina.
—Las del partido sub-20…
Hyoma levantó la mano y Bachira se calló—Para eso, quizás necesitemos un cambio de estilo.
Reo levantó la mano y le apartó el flequillo—Un nuevo corte de cabello—dijo con convicción.
—Pero he tenido este desde niño.
—Pues eso tiene que cambiar—replicó Reo de forma tétrica.
—Mm—dijo Hyoma—, probemos primero con la ropa.

Bachira se vestía tal y como se esperaba de él: desordenado. Usaba combinaciones de colores y texturas que daban dolor a la vista, parecía que se ponía lo primero con lo que sentía conexión cuando se levantaba en las mañanas. En teoría, eso estaba bien, pero era muy doloroso de ver, en especial en alguien con tanto potencial.

Mientras Reo y él tomaban todas las piezas de ropa que escogían con rigurosa conciencia, Bachira estaba sentado en los asientos de los probadores, tecleando divertido en su teléfono.

Ellos hacían todo el trabajo, pero no importaba; cuando Hyoma lo miraba, veía destellos de un adolescente solitario e incomprendido, pero cuando estaba rodeado de los chicos de Blue Lock, brillaba con su propio encanto.

Y esa era la cuestión: Hyoma creía de forma genuina que Bachira sería una persona muy popular en las redes sociales porque era genial, era lindo y además era auténtico. Hyoma no entendía cómo sus compañeros de escuela no entendían sus rarezas.

En cuanto terminaron, Reo y él se enfrascaron en una acalorada discusión sobre qué color le lucía más y, a pesar de haber dicho que fue arrastrado a participar en esto, Reo parecía muy decidido a ganar esa discusión.

—Este—dijo Reo mientras le colocaba una chaqueta de un tono azul grisáceo a Bachira frente al espejo.
—No, este—replicó Hyoma mientras le colocaba una de tono café—, combina con su cabello.

Riéndose, Bachira tomó ambas opciones y se metió al probador.
—Estoy seguro que será el azul—dijo Reo con los brazos cruzados.
—Ya veremos—dijo Hyoma antes de que su teléfono empezara a sonar. Contestó sin mirar quién era—Hola.
—Chigiri—era Isagi— ¿estás con Bachira todavía?
—Sí, aquí estamos Reo y yo afuera del probador.
—Me contó que quieren darle un nuevo peinado.
—Ah sí, Reo y yo estuvimos pensando…
—Ni hablar.
Hyoma se quedó en silencio unos segundos— ¿Qué?
—Hagan todo lo demás, pero no le toquen el cabello.

Hyoma miró desconcertado a Reo, quien preguntó con gestos qué era lo que ocurría. Antes de que pudiera contestar, Isagi se despidió y colgó. Él se quedó allí, mirando el teléfono como un tonto.
— ¿Pero quién era? ¿Qué tienes?—Reo presionó, ahora más preocupado.
—Bueno…
— ¡Ya está! —gritó Bachira mientras abría la puerta con un estruendo que se ganó una mirada furiosa de la dependienta.
—¡Oh! Sabía que sería el azul—comentó Reo con el pulgar arriba.
Hyoma se mordió la lengua para no estar de acuerdo con él—Pruébate lo demás también—dijo, para no mostrar la derrota.
Cuando Bachira salió con la siguiente combinación, Hyoma sonrió—También el café—miró a Reo, quien también asentía con aprobación.

Pronto, las piezas de ropa comenzaron a acumularse en los brazos de la dependienta. Luego, pasaron al área de tecnología porque Hyoma aseguró que parte de la estética tiene que ver con que el teléfono combine con el portador.

—Bueno, eso sería todo por ahora; Reo, dale tu tarjeta.
La dependienta lo miró, Bachira también, Reo se giró hacia él tan rápido que Hyoma temió una lesión de cuello— ¿Qué? ¿Pero por qué yo?
—No tienes en qué gastar el dinero, haz una buena obra. Señorita, él va a pagar con tarjeta.

Sorpresivamente, Reo no discutió más antes de sacar la tarjeta de su billetera y entregársela a la dependienta. Mientras aquello ocurría, Hyoma arrastró a Bachira fuera del local—Vamos por un helado, Reo paga.
—¡Chigiri, te juro que…
Al salir del local, su voz dejó de oírse.

 

—Así que… ¿dejaremos mi cabello así?—preguntó Bachira mientras jugueteaba con las puntas de su cabello y mordisqueaba el cono de helado.
—Sí—susurró Hyoma.
—¿Por qué?
Hyoma evitó su mirada—No es importante.
El leve suspiro de Bachira lo hizo mirarlo a la cara una vez más—Es un alivio, no quería dejar de ser yo.
Hyoma sintió el tonto impulso de decirle: “No, no dejes nunca de ser tú”, pero en cambio, le dio una sonrisa suave y dijo—: No creo que eso vaya a pasar nunca, por más que nos esforcemos.

Bachira se rió y Hyoma se alegró de haber elegido mejor sus palabras.

Reo, que hasta entonces se encontraba pagando también los helados, le dio una mirada curiosa al notar el leve intercambio.
— ¿Y ahora qué hacemos?—preguntó Bachira, emocionado.
—Ahora te pones la ropa que compramos y nos tomamos una foto—dijo Hyoma.
—En el espejo del baño—agregó Reo.

Bachira no sabía el modo correcto de sostener el teléfono y Reo comenzaba a perder la paciencia, Hyoma los miraba divertido.
—Ahora—le acomodó el teléfono en la mano—, sosténlo en esta posición. Chigiri, muévete hacia la derecha que casi no te ves.
Hyoma siguió las indicaciones. Desde el lente del teléfono la foto tenía potencial—Pero casi no se me ve la cara—se quejó Bachira.
—Esa es la idea—replicó Reo. Hyoma lo miró decepcionado.
—¡Eso es bastante cruel!—dijo Bachira en ese tono juguetón que indicaba qué en realidad no jugaba en lo absoluto.
—No me refería a…
—¡Ay, ya tomen la maldita foto! Bachira, no sonrías, no se ve.
—¡Las fotos apestan!

Sin embargo, capturó la foto y, a pesar de toda la lucha que se hizo para tomarla, salió sorpresivamente bien.

Lo sabía, se dijo así mismo al contemplar la foto, sabía que la cámara lo amaría. Reo lucía sorprendido a su lado y Bachira parecía no saber si la foto era buena o no.
—Tienes que pasarme esa foto—dijo Reo al fin.
Hyoma le sonrió—Y a mí también.
Al comprenderlo, Bachira canturreó con una sonrisa—: Bien, bien~.

Fue un rato después, cuando Reo le contó algo a Bachira que le hizo estallar esa risa burbujeante, que Hyoma supo que tenía frente a él la foto de perfil ideal. Sin pensarlo mucho, abrió la cámara de su propio teléfono y tomó la foto del momento antes de que muriera la risa.
La contempló y se enorgulleció de su trabajo.

Al despedirse de ambos chicos a las puertas del centro comercial, esperó a que no tuviese a ninguno a la vista para enviarle la foto a Bachira con el mensaje “foto de perfil”. Luego, en un arranque de maldad y de otro sentimiento que no era capaz de describir, abrió el perfil de Isagi y le envió la misma foto, esta vez sin leyenda alguna.

Cuando Hyoma iba en el tren de regreso a casa, recibió el primer mensaje de Isagi: un “????” seguido de un “???????”. No entendía por qué, pero Hyoma entendía a la perfección el significado de cada uno: el primer mensaje indicaba sorpresa, pero el segundo ofensa.
Se echó a reír en medio del tren lleno de gente, orgulloso una vez más de lo que había logrado.

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Seishirou Nagi:

Los fans eran una molestia, pero le gustaba que las compañías le enviaran juegos para que los probara, así que si quería que eso continuara tenía que poner de su parte, lo que se traducía en: organizar streams mientras jugaba para interactuar con los fans.

Seishirou se centraba en jugar y de vez en cuando leía algunos mensajes en el chat; a veces Reo se unía a él y ganaban más interacciones. Reo era muy malo en los videojuegos, pero sabía cómo tratar mejor a los fans que él.
—En serio eres muy malo, ¿cómo puedes caer en la misma trampa tres veces seguidas? No se ha movido de ahí, esquívala—le aconsejó con voz monótona mientras jugaban solos en el departamento de Reo, lejos de la mirada de los fans.
Reo bufó, molesto por el comentario de Seishirou—Apuesto a que Bachira ni siquiera llegaría a caer en esa trampa, moriría antes.
—¿Cómo sabes eso? Nunca he jugado con él.
Reo se rió—Pierde hasta en el candy crush—Seishirou se bajó los audífonos hasta el cuello y lo miró—no, de verdad, lo vi con mis propios ojos.
Seishirou le puso pausa al juego e ignoró la audible queja de su compañero—Eso debería tener pena de cárcel—, tomó su teléfono y se lo pasó a Reo—, llámalo e invítalo aquí, le enseñaré a jugar.
—Recuerdas que es mi casa ¿no?—Seishirou volvió a subirse los audífonos y Reo suspiró y comenzó a teclear en su teléfono. Luego, después de un rato, dijo—: Nagi, ni siquiera tienes su número.
Seishirou se encogió de hombros y Reo se puso su propio teléfono en el oído con actitud reprobatoria.

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— ¡Con círculo avanzas y con cuadrado disparas!—El personaje de Bachira murió al instante— ¿Por qué no disparaste?
—No puedo retener tanta información a la vez, me confunde—se excusó Bachira, mientras jugueteaba con el control.
—Solo te di dos instrucciones—Seishirou lo miró impávido, pero en realidad estaba desconcertado.

Reo no dejaba de reírse del otro lado del sofá y eso no ayudaba en nada a restaurar la paciencia de Seishirou.
—A ver—dijo en tono suave, como quien se lo dice a sí mismo—, hagámoslo de nuevo.

El personaje de Bachira murió en menos de treinta segundos. La carcajada de Reo resonó en toda la habitación, Bachira comenzó a reír también y Seishirou se pasó una mano por el pelo.

—Intentemos con Mario Kart—declaró Seishirou después de respirar hondo.
—Ese lo he jugado, es muy divertido—dijo Bachira, emocionado—, Reo también puede jugar.
—Por supuesto—dijo Reo con un tono que a Seishirou no le gustó.

 

Seishirou miró atónito la pantalla. De alguna manera se las arregló para cruzar la línea de meta hace más de dos minutos y Bachira todavía no lo había hecho: seguía resbalándose con las cáscaras de plátano.
—Pero ¿por qué no las esquivas?—preguntó, casi sin palabras.
— ¿Para qué? Es parte de la diversión.
Reo volvió a reír y chocó su control contra el de Bachira como si fueran copas. Seishirou decidió que ya había tenido suficiente.

 

Fue idea de Reo integrar a Bachira a los streams. Según él, que fuera tan malo en los videojuegos le daría vida al stream. Entonces, medio a regañadientes y medio curioso por el resultado, dejó que Reo se dirigiera a sus fans para presentar a un nuevo compañero.

Pronto, Bachira apareció en una pequeña pantalla en la esquina superior derecha mientras Reo estaba en la izquierda; en el centro, Seishirou se enfrentaba a una horda de zombis.
El chat se volvió loco cuando Bachira los saludó. Él y Reo comenzaron a conversar entre ellos e interactuar con el chat mientras Seishirou jugaba; fue bastante tranquilo, parecido a cuando Reo simplemente le hacía compañía.

Hasta que Reo mencionó que a Bachira le gustaba mucho Pokémon y sugirió que Seishirou debería jugarlo para poder hablar sobre ello.
Seishirou prefería los zombis, pero tanto Reo como Bachira lo miraban fijamente y no pudo negarse.

Seishirou quería ganarle al líder de gimnasio, pero Bachira no se callaba y Reo asentía mientras bebía jugo desde el otro lado de su pantalla.
—El chat pregunta cuál es tu Pokemon favorito, Bachira—comentó Reo y bebió otro trago de jugo.
Prácticamente saltando de su asiento en su pantalla, Bachira respondió al instante—: ¡Pikachu!

Seishirou debió haber hecho algo extraño, pues tanto Reo como Bachira lo miraron como si hubieran visto un fantasma, incluso el chat se había quedado mudo.

Le pareció ver que su pokemon fue derrotado en el juego, pero Seishirou no le prestó atención. Se pasó la mano por el cuello— ¿Dije algo raro?
—Tú…—podía ser un engaño visual, pero Reo parecía tener un leve sonrojo—te reíste.
—Bueno—contestó, aliviado de que no fuera algo de lo que Reo describía como “fuera de lugar”—, es que es gracioso cuando lo piensas.
Bachira ladeó la cabeza en su pequeña pantalla visible— ¿Por qué lo dices, Nagicchi?
Seishirou regresó a su juego cuando respondió—: Porque encaja contigo a la perfección.

El chat volvió a la vida, pero Seishirou lo ignoró; lo que no pudo ignorar fue la gran sonrisa que Bachira le dirigió ante el comentario y la sonrisa diminuta de Reo.

Lo bueno–o malo, dependía de cómo lo vieras–de los streams era que todo quedaba grabado en internet. Por eso, no le costó nada encontrar el pequeño sketch de su intercambio y se lo envió a Isagi con el emoticon de un rayo.
La respuesta que recibió fue tan indescifrable como el mismo Isagi: “??????”.

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Reo Mikage:

Bachira tenía el potencial para hacerse viral por lo menos una vez al mes. Había pasado una semana desde el stream y Reo todavía se reía de los memes y los edits que le hacían a ese incidente.

Pero esa no había sido la única vez: desde que él y Chigiri lo ayudaron a crearse una cuenta de Instagram y habían subido esa foto frente al espejo el primer día, los seguidores de Bachira no dejaban de subir y sus fotos aparecían en todo tipo de redes y noticias.

Chigiri, su administrador declarado, tenía acceso a su cuenta y le tenía cerrado los DMs, además de eliminar los comentarios que no le gustaba de sus publicaciones. Reo intentó razonar con él, explicándole la importancia de los límites y la privacidad, pero él solo le dio una mirada fría por debajo de sus pestañas y espetó que Reo no era quién para hablar. Por eso fue que Reo cerró la boca.

Ahora, Reo se encontró con una publicación en twitter tan ingeniosa que bien pudo haberla escrito Nagi o el mismo Bachira; hizo que se riera tanto en el baño que su madre le tocó la puerta para saber si se encontraba bien. Una vez pasado el bochorno, sin pensarlo demasiado, le envío el link de la publicación a Bachira por mensaje privado.

Reo ya se había cambiado e instalado frente al televisor cuando recibió una respuesta:
“¿Qué aplicación es? No puedo abrirlo.”
Reo se llevó la mano a la frente: por supuesto que Bachira no tendría twitter. Y, bueno, eso era algo que Reo no estaba dispuesto a permitir. Oprimió el botón de llamada de inmediato:
—Hola, Bachira, la aplicación aparece como “X”, descárgala y crea una cuenta, te enviaré un tutorial sobre cómo utilizarla.

 

El asunto era que Reo creía genuinamente que Bachira tenía la facultad de ser gracioso sin pretenderlo. Le recordaba un poco a Nagi en ese sentido. Era ingenioso con sus comentarios y sus insultos eran tan creativos que era imposible enojarse con él, no importaba lo que te dijera.

Eso lo convertía en el usuario de Twitter perfecto. Si cada cosa que se escapaba de su boca lo plasmara en un tuit, conseguiría el verificado sin que la gente supiera que pertenecía a Blue Lock.

Al principio, Reo le envió links con diferentes memes, como aquellos que lo comparaban con Pikachu y luego hilos de discusión sobre algunos fans que decían que Bachira era, de hecho, un Raichu.
Reo no estaba de acuerdo con ellos.

Luego, Bachira descubrió por sí mismo las cuentas de fans. Cada miembro de Blue Lock parecía tener al menos una donde publicaban contenidos sobre ellos, ya sea lo que ellos mismos compartían en sus redes sociales o análisis de sus partidos, su estilo de juego o sus habilidades. Algunos de esos análisis estaban muy bien hechos, Bachira le envió uno de la metavisión de Isagi a las tres de la mañana y Reo tuvo que fingir que lo leyó mientras enviaba una respuesta escueta.

Luego Bachira comenzó a twitear él mismo y, así como Chigiri le administraba la cuenta de Instagram, Reo se convirtió en su administrador de Twitter destinado a censurar cualquier cosa que pudiera causar revuelo o que de plano no estuviera permitido, como, por ejemplo: revelar detalles sobre la próxima fase de Blue Lock, revelar avances de sus compañeros o contestarles a los haters que hablaban mal de alguno de sus compañeros.

Bachira no tenía tapujos para interactuar con todo aquel que quisiera, para bien o para mal. Si no estaba de acuerdo con los comentarios de un usuario sobre algún compañero, Reo esperaba que terminara de escribir el largo mensaje para borrarlo al instante. También borraba los mensajes en los que halagaba demasiado a algún compañero–casi siempre Isagi–o los que respondía a algún fan que también lo hacía.

Bachira conoció después a los artistas que creaban contenido original, y cometía el error de repostear los que le gustaban. Reo borraba esos tuits también.

Una noche, mientras Reo yacía en su cama con un sueño agradable, su teléfono sonó. Ofuscado, lo tomó y se dio cuenta que no era un mensaje sino una llamada.
—Hola, Reo ¿estás despierto?
Reo parpadeó—Ahora sí ¿por qué?
—Hay algo que no entiendo de Twitter—Reo suspiró—, verás: respondí a un tuit que decía que Isagi debía ser agresivo en el vestuario por cómo se veía en la cancha.
Reo soltó un quejido agonizante. Debió borrar ese en cuanto le llegó la notificación, error suyo— ¿Qué fue lo que escribiste?
—Que era todo lo contrario, que era amable y dulce en el vestuario.
—Bueno, eso no estuvo tan mal. ¿Cuál es el problema?
—Las respuestas a ese mensaje.
Reo se sentó en la cama como una varilla. El sueño ya se le había ido lejos— ¿Qué tipo de respuestas?
—La gente parecía… muy feliz o al borde de un infarto, no estoy seguro. Además, seguían poniendo este extraño hashtag.
Oh no, pensó Reo, ya llegó a ese lado de twitter—Mira, no te asustes por eso, no le prestes atención a esos mensajes y, sobre todo—enfatizó—, no entres a ese hashtag.
—Ugh—su voz sonaba como la de un niño pequeño—, ahora tengo mucha más curiosidad.
— ¡Bachira, no lo hagas!
—Oh, vamos, no puede ser tan malo—se rió desde la otra línea y Reo escuchó el terrible momento en que lo puso en altavoz y de inmediato comenzó a entrar en pánico.
Esperó una reacción más ruidosa que sólo interferencia telefónica—Oye, Bachira, qué estás…
—Hay muchos dibujos de Isagi y yo juntos—su voz carecía de esa alegría acostumbrada—... Bastante juntos.
¡Maldición! Esto era culpa de Reo, así que él tenía que remediarlo—Está bien, estas cosas son comunes en fandoms de entretenimiento en donde la mayoría son hombres, incluso hay dibujos de Nagi y yo y creo que también de Chigiri ¡pero él no lo sabe así que no se lo digas! Sé que te incomoda pero no es algo por lo que debas…
—No me incomoda, me gustan, creo que son lindos. Este en especial es…
— ¿Qué? ¿De verdad te gustan?—Reo no sabía si reír o llorar.
—Algunos son muy buenos, ojalá fuera—se detuvo con un jadeo de sorpresa y Reo se llevó la mano a la boca para ahogar su propio jadeo—, quiero decir, que fueran reconocidos por su trabajo.
¿Acaso iba a decir lo que Reo creía que iba a decir?—Bachira ¿solo te gustan los dibujos o también…
— ¡Ah, pero qué tarde es! Reo, debes estar cansado, ya no te molesto más, buenas noches.

Y así colgó. Reo no pudo volver a dormirse después de eso, y lo peor era que se sonrojaba cada vez que pensaba en Bachira mientras recorría todos los tuits de ese hashtag con el corazón a mil y deseando que se hicieran realidad. Reo sabía cómo se sentía, él ya había estado ahí.

 

A la mañana siguiente, cuando revisó su teléfono, había una avalancha de mensajes en todas las redes sociales. Cuando se enteró por qué, quiso regresar a la cama y cubrirse hasta la cabeza con la sábana.

A Bachira se le había escapado un retuit de uno de esos fanarts; pero lo peor no era eso, sino que dicho dibujo era de hace dos años, lo que daba a entender claramente que había estado revisando el hashtag a propósito.
Reo había ocasionado un accidente de relaciones públicas. Suspiró para no entrar en pánico y le quitó el retuit, aunque sabía que ya era demasiado tarde.

En cambio, le envío un mensaje a Isagi: “No entres a ninguna red social en todo el día, no le creas a nadie ni escuches nada de lo que alguien te diga”. Isagi respondió con un: “????” Reo no le respondió, en su lugar se dedicó a pensar en cómo iba a salir de esto sin un regaño de Anri, o peor, del mismo Ego.

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Eita Otoya:

Eita pasaba más horas de las que le gustaría admitir en Tiktok, al menos cuando tenían días libres. A veces se desvelaba y se sentía lento a la mañana siguiente, esos días solo deseaba sentarse y mirar a la nada. Cuando regresaba a Blue Lock, a veces le picaban los dedos por subir y bajar videos de corta duración.

Esa aplicación era una maldición.

Lo bueno era que, una vez en el estrato español, siempre tenía una abejita rondando que no le daba un minuto de paz; lo que se traducía en que no le daba tiempo de extrañar siquiera su teléfono.

Eita ya sabía que Bachira no tenía redes sociales, lo descubrió la primera vez que el chico intentó abrir el link de un estado que resultó ser de tiktok y no pudo hacerlo. Eita le preguntó y él simplemente se encogió de hombros y dijo que no las necesitaba, Eita no le dijo nada entonces.

Fue por eso que se sorprendió cuando le llegó la solicitud en Instagram. Eita fue también el primero en dejarle un comentario en su primera publicación, por supuesto, fue uno digno de la excentricidad del chico (y la suya propia) y recibió más me gusta de las que le hubiera gustado.

Pero la atención pública nunca fue algo que lo intimidara en lo más mínimo, así que siguió dejando ese mismo tipo de comentarios, cada uno más ingenioso que el anterior, hasta convertirlo en una tradición. Incluso era probable que los fans esperaran su comentario con ansias… Y También el de Isagi.

Fue una noche, cuando Eita se alistaba para dormir, que revisaba Titkok sin una meta clara más allá de que el conjunto de luces le diera sueño, que Bachira saltó sobre él como lo hacen los perros en las mañanas.
—Me-gu-ru—se quejó—, eres pesado.
— ¡Grosero!—reclamó, con voz infantil. Se acomodó para dejar su cabeza apoyada sobre el hueco del hombro de Eita— ¿Qué haces?
—Solo miro Tiktok—contestó, acomodándose para que Bachira pudiera ver mejor. Si iba a quedarse ahí, al menos deberían estar cómodos los dos.
—Mm—Bachira le pasó los brazos por el torso como si le fuera a hacer una llave. Eita no dudaba que fuera capaz de hacerlo— ¿y es divertido? Ese no lo tengo.
Eita levantó una ceja—Olvidé que eres un hombre moderno ahora.
Bachira apretó su agarre— ¡Grosero otra vez!
—Pero sí, te mata las neuronas, pero es divertido de vez en cuando.
— ¡Quiero probar!
—Ni hablar, he visto los problemas que les causas a los pobres desgraciados que te vigilan en otras redes.
Bachira le dio esa mirada de lechuza—Otoya es malo conmigo.
—Prefiero ser malo que incauto.
—Pff—Bachira lo soltó y comenzó a levantarse de la cama—, le pediré ayuda a alguien más, entonces.

Eita lo dejó ir en busca de su siguiente víctima.

Al día siguiente, Eita despertó con un teléfono en su cara, y no era el suyo.
—Bachira, te juro…
—Otoya, mira esto ¿eso se puede hacer? ¿Tú y yo podemos hacerlo?—Bachira se sentó a horcajadas sobre él.
Eita analizó si tirarlo al suelo o complacerlo. Decidió que era muy temprano para una pelea, así que enfocó la vista para ver su pantalla—Supongo que podemos, si lo practicamos.
—Hay un montón de jugadas explicadas así, incluso yo las entiendo.
—También puedes ver las jugadas realizadas por jugadores en partidos reales, solo tienes que buscar en el hashtag.
— ¡Oh! ¿También habrá del proyecto Blue Lock?
Eita se enderezó y Bachira casi se cae de la cama—Claro que sí, pero les ponen música un poco rara, supongo que la intención es hacer reír.
Bachira le volvió a poner el teléfono en la cara— ¡Quiero ver, quiero ver!

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Bachira se divertía viendo edits en tiktok, Lavinho no lo regañaba únicamente porque también buscaba jugadas puntuales de sus jugadores favoritos e intentaba replicarlas en el entrenamiento. Le salían bastante bien, así que Lavinho solo le daba una larga mirada de advertencia a Eita y luego continuaba con sus asuntos. Eita no podía creer que, por más que intentó no involucrarse, terminó nombrado como su supervisor de Tiktok.

También miraba videos que hacían los fans sobre los miembros de Blue Lock y se reía a carcajadas en medio de los entrenamientos, Lavinho le confiscaba el teléfono cuando eso sucedía… Y también el de Eita, por alguna razón.

Las recopilaciones de jugadas de Isagi las veía de noche, cuando creía que nadie lo veía. Eita lo veía, por supuesto. Una noche, cuando Eita se sentía especialmente mezquino porque le confiscaron el teléfono toda la tarde por su culpa, se acercó por detrás sin que lo notara y observó el video que estaba mirando.

No eran jugadas de Isagi, era solo una recopilación de los fans de algunos de sus momentos captados en cámara, pero los ojos de Bachira estaban tan atentos a la pantalla como si fuera un mano a mano con el portero.
Luego, cuando en el video se vio un acercamiento de Isagi qué reía por algo que dijo su compañero, los ojos intensos de Bachira se suavizaron y esbozó una pequeña sonrisa tan dulce que Eita casi se sintió mal por lo próximo que iba a decir. Casi:

—Ya dale me gusta al video, para que seas aún más obvio.
Bachira dio un respingo del susto y se alejó como si hubiese visto a la muerte a los ojos— ¿Cuánto tiempo llevas ahí?
—El suficiente. No sabía que podías hacer esa expresión.

Para su gran y gratificante sorpresa, pues Eita esperaba un arrebato infantil, Bachira parpadeó y guardó silencio. Segundos después, su cara se tornó poco a poco en una manzana.
—Qué interesante, esa tampoco la conocía.
La cara de Bachira se puso incluso más roja después de ese comentario— ¡Estás siendo malo conmigo otra vez!
—Que tierno es el amor adolescente.
—Ugh—Eita tampoco había escuchado ese tono antes— ¡Cállate ya!

Eita sabía que no debía reírse, en serio lo sabía. Sin embargo, su risa nerviosa le costó que Bachira lo echara de la habitación. Habitación que compartían además.

 

El incidente se desarrolló como lo hacen la mayoría: con el aleteo de una mariposa.

Bachira se aburrió de los videos relacionados con el fútbol (“solo los videos, el fútbol nunca podría aburrirme, Otoya” le dijo cuando le preguntó por ello) y su algoritmo comenzó a llevarlo hasta los videos virales. Comedia, crítica social, blogs de viajes… Bachira consumía lo que la aplicación le mostrara.

—Incluso jugadores de clubes importantes han hecho retos virales—le decía en medio de su sesión de gimnasio.
—Sí, los encargados de las redes sociales los organizan, eso les da publicidad—comentó como si nada.
—Deberíamos hacer alguno.
Otoya soltó la mancuerna que sostenía—Definitivamente no.
Bachira le dio la mirada de perro pateado. Eita patearía al perro él mismo antes de aceptar su propuesta—Por favor, se ve divertido, ambos somos tipos divertidos ¿o no?
Eita era un tipo divertido. Era muy divertido. Y Bachira también, aunque lo negara cuando se lo preguntaban por puro orgullo—La respuesta es no.
Bachira le saltó encima como una rana—Ei-ta.
—Meguru, nos matarían los de relaciones públicas si metemos la pata—Eita ya se encontraba en la fase de negociación.
—Solo son tiktoks divertidos ¿qué podríamos arruinar? Además, los de relaciones públicas me persiguen todo el tiempo.
—No puedo imaginar porqué—Eita puso los ojos en blanco. Luego, soltó un largo suspiro—Bachira Meguru, vas a arruinar mi carrera, lo sabes ¿no?
Su sonrisa lobuna le dio la respuesta.

 

—No entiendo lo que tengo que hacer.
—Es ping pong con… Y dices tu nombre. Vamos, Otoya, sé que conoces el reto.
—No sé si sea un buen moderador.
—Bien, yo haré primero las preguntas y tú respondes.
—Bien.

Estaban en el campo de entrenamiento, era de noche y las luces estaban encendidas. Usaban el equipo de Blue Lock, pero encima llevaban el peto de entrenamiento del FC Barcha. Eran fácilmente identificables.

Les costó más de quince minutos colocar el teléfono en el trípode para que se viera bien y ahora Bachira sostenía el pequeño micrófono que pidió a los de publicidad.

Bachira sonrió primero a Eita y luego a la cámara.
—Hola, queridos amigos, esto es ping—movió el micrófono hacia Eita, quien balbuceó un “pong”—con—Eita dijo “Otoya Eita de Blue Lock”—Bueno, comencemos con una clásica: del uno al diez ¿cómo estás hoy?

Al observar la grabación después, ambos se sorprendieron de lo bien que les había salido. Eita respondió las preguntas con una fluidez que no reflejaba los nervios que sintió y Bachira resultó en un moderador atractivo para la cámara.
Eita tendría que darle la razón a Chigiri cuando decía que la cámara amaba a Bachira. Entre su risa, su cabello y sus uñas amarillas y negras se llevaba toda la atención.

—¡A mí me gusta!
Eita simplemente asintió—Puedes subirlo.
—¡Genial! Nos volveremos famosos.
—No seas fantasioso.
—Tenemos que grabar la segunda parte—Eita lo miró con interrogación. Bachira se señaló a sí mismo—Ahora tienes que hacerme las preguntas.
Eita suspiró, pero se movió para colocar el teléfono en el trípode—Bien, pero no puedes divagar en las preguntas, tienes que ser rápido.
—Pero me encanta hablar.
Y vaya que Eita era testigo de eso—Bueno, por eso mismo es un reto.
Bachira rió y le entregó el micrófono.

 

—Hola a todos, esto es ping—“pong”—con—“Bachira Meguru de Blue Lock” dijo con una sonrisa inmensa y Eita quiso reírse de inmediato, pero mantuvo el profesionalismo que no tenía—Bueno—se le escapó una sonrisa—comencemos, del uno al diez…

Las preguntas, para su sorpresa, fluían con la misma facilidad que lo hicieron en su sesión. Eita no quería admitirlo, pero ser el moderador era incluso más divertido.
Al observar lo bien que iba, quiso agregar preguntas más arriesgadas porque era un idiota:
— ¿Estás saliendo con alguien?
Bachira le dio una mirada rápida, pero respondió con una sonrisa—Nop.
— ¿Por qué?
Bachira lo volvió a mirar—Porque no es el momento.
— ¿Significa eso que te gusta alguien?—Eita ya sabía eso, en realidad; pero, una vez más, él era un idiota.
Bachira dejó pasar dos segundos exactos antes de responder—Tal vez.
— ¿Cuál es tu tipo?
—Alocados como yo.
— ¿Lo suficiente para sobrevivir a Blue Lock?
Bachira hizo una mueca—Sí.
—Bueno, esto fue ping—le pasó el micrófono, su compañero tardó en contestar: “pong”—con—“Bachira Meguru”.

Una vez que terminaron de grabar, Bachira se giró para mirarlo. No sonreía.
—Eso fue un poco cruel.
Eita se sintió como si le hubieran pateado en el estómago. Se pasó una mano por la nuca—Tienes razón, me pasé un poco. Sube solo la parte mía, eso debe ser suficiente para hacernos virales.

Bachira asintió y su personalidad volvió a ser la misma vibrante de siempre.

Eita debió estar presente cuando Bachira subiera los videos, pero no lo hizo. Eita debió tener presente que Bachira era un poco torpe con la tecnología, pero tampoco lo hizo. Eita debió imaginar que podría ocurrir un accidente como que Bachira seleccionara ambos videos sin querer, pero no lo hizo.

Hubo muchas cosas que Eita no hizo cuando debió hacerlo, y como consecuencia, su reto viral se hizo, de hecho, viral. Pero no el que ellos esperaban.

Eita observaba con la boca abierta mientras Lavinho le enseñaba el video con miles de reproducciones y una realmente loca sección de comentarios. Lavinho consideraba que Eita era el culpable y, esta vez, le daba toda la razón. Fue negligente y eso también es culpa.
Al terminar de reproducirse, Lavinho se llevó ambas manos a la cadera.
Eita no lo dejó comenzar con el sermón: dio media vuelta y salió del salón.

Sacó su teléfono y escribió un “lo siento” en los mensajes privados de Isagi. Pensó que no necesitaba más explicaciones, pero se olvidó de lo denso que puede ser Isagi a veces, porque le respondió con un “?????”, luego Eita le respondió enviándole el link del tiktok y corrió a enfrentar a Bachira.

Su teléfono no dejaba de sonar con mensajes nuevos después de eso, pero a él solo le importaba su compañero. Eita no estaba molesto, en realidad estaba preocupado por su amigo.

Bachira lo había llamado “un poco cruel”, pero ahora ese “poco” era en realidad “demasiado”.
Y todo era su culpa.

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Yoichi Isagi:

Yoichi revisaba los seguidores en Instagram de Bachira cada mañana. No porque fuera un psicópata (aunque le habían dicho que a veces se asemejaba a uno) sino porque le preocupaba su seguridad.

Bachira era, por decir algo, la excentricidad hecha persona, y eso atraía a cuanto loco detrás de una computadora que hubiese por allí. Las redes sociales podían volverse una pesadilla si no se controlaban un poco. A Yoichi lo ponía un poco nervioso que Bachira tuviera redes sociales, especialmente twitter, porque todos los pervertidos se concentraban allí; y, para colmo, Bachira era muy activo en esa aplicación en particular y cada día Yoichi tenía que pelearse con su cuenta incógnita con todo aquel que se pasara de listo. Y en Instagram también. Y ahora también en tiktok.

El trabajo de Yoichi era agotador.

Yoichi nunca fue muy activo en sus propias redes sociales, las tenía solo porque a Chigiri le gustaba la atención y los involubraba a todos como si en lugar de futbolistas fueran idols.
Eso fue hasta que convencieron a Bachira de tener sus propias redes para ser más cercano con la gente que sigue su carrera gracias a Blue Lock y con sus propios compañeros. Y porque Chigiri consideró que el talento de Bachira para robar cámara debía ser aprovechado.

Yoichi maldijo la hora en que eso sucedió. Y la hora en la que colaboró para que eso sucediera.

Al principio sólo quiso mostrar su apoyo, por lo que le dejó un comentario lindo en su primera publicación. Un comentario inofensivo. Luego estaba el de Otoya, que era tan raro como el hombre mismo. Y a la gente le gustó más el suyo que el de Yoichi y eso le enfureció.

Yoichi no lo entendía, él nunca estuvo interesado en la atención de la gente, pero más tarde comprendió que era más por la persona que por la acción. Era Otoya el que lo enfurecía.
Otoya le caía bien, era un gran jugador y también gracioso. Pero, por alguna razón, saber que era el compañero de Bachira le producía una comezón que no era capaz de rascarse. Y a todo el mundo le enfurece no poder rascarse.

Entonces Yoichi comenzó a planificar mejor los comentarios que le dejaba a Bachira, cada uno más lindo que el anterior. Pero los de Otoya eran tan inapropiados y a la vez propios de ambos que a la gente les seguía gustando más.

Los tuits de Bachira eran muy auténticos, y la gente lo amaba por eso. Yoichi retuiteaba sus tuits de vez en cuando, más que nada cuando daba un análisis de algún partido o jugador en concreto. Pero luego aparecía algún desubicado con ganas de discutir y Yoichi cambiaba de su cuenta pública a la privada y se preparaba para teclear como loco.

A veces, cuando Bachira subía alguna historia en donde Yoichi aparecía, Yoichi la reposteaba. A veces le escribía un mensaje a la imagen, a veces se limita a poner emojis.
Cuando perdía en la competencia de “me gustas” en los comentarios con Otoya, en un ataque de mezquindad, buscaba en su galería alguna foto que tuviera junto a Bachira, la publicaba en sus historias y luego lo etiquetaba. Bachira la reposteaba en cuanto la veía.
Cada vez que ocurría, Yoichi sentía el impulso de reírse como un maníaco, pero tenía que mantener una reputación en el estrato alemán.

Yoichi pensaba que estaba siendo amable, un amigo empático y amigable que interactuaba con su amigo novato en redes. Se sentía orgulloso de mostrarle su apoyo.
Pero, al parecer, la gente no lo veía así. Chigiri fue el primero en enviarle un tuit, luego Hiori le envío un tiktok, después Kurona le envío una publicación en Instagram.

La gente era extraña a veces. Yoichi no sabía si cualquier tipo de interacción entre dos personas ya era considerado romántico y, si lo era, Yoichi nació en la época equivocada. Es decir, Yoichi interactuaba con sus compañeros todo el tiempo, tanto dentro como fuera de la cancha.
Solo le comentaba a Bachira, ¡pero porque quería mostrarle su apoyo!

La idea era tan tonta que lo hacía reír. Sin embargo, buscaba contenido de ellos en las noches. En la sub-20 eran conocidos como “la pareja más poderosa de Blue Lock” y cuando Yoichi lo vio en los titulares por primera vez, le pareció un apodo genial; pero ahora, por culpa de los fans, la palabra “pareja” tenía una connotación nueva para él.
Una que le retorcía el estómago.

Pero los fans no hacían ese tipo de contenido, el suyo era mucho más íntimo: miradas, bromas, risas, conversaciones durante los encuentros con fans, entrevistas y eventos fuera de los partidos. Incluso fragmentos de videos que grababan otros compañeros y lo subían a sus redes.
Incluso Yoichi no había captado las veces que Bachira parecía observarlo durante esos momentos.

Cuando sus compañeros se enteraron, aprovechaban cada ocasión para molestarlo. También seguían enviándole esos mensajes crípticos…

Era una fuente de entretenimiento para los fans y para él. O al menos lo había sido hasta que un tiktok se hizo viral, uno hecho por Bachira y Otoya. No decía realmente nada, pero los fans trabajaban con menos que eso (Yoichi tenía pruebas) . Incluso, cuando Otoya se lo envió, Yoichi sintió una incomodidad en los huesos con la forma en la que Bachira respondía a las preguntas.

Se veía incómodo. A Bachira no le quedaba bien la incomodidad.

Y así, por un tiktok viral, Yoichi se encontró de pie en la oficina de relaciones públicas con Bachira parado a su lado.
La mujer entrelazó los dedos sobre la mesa—Tomen asiento—ambos lo hicieron—entonces…
Yoichi levantó la mano—Una pregunta: ¿Por qué estoy yo aquí?
—Sí, exacto ¿por qué está aquí? El del video soy yo—dijo Bachira, escalofriantemente serio.
—Bachira—kun, estás aquí por el video. Él—señaló a Yoichi—, está aquí por los rumores.
— ¿Qué rumores?—Yoichi sabía qué rumores, pero no iba a delatarse.

La mujer sacó una cantidad de papeles impresos con tuits, publicaciones y hasta historias. Yoichi había visto algunos, hasta tenía sus favoritos entre ellos.

Bachira se puso rojo y Yoichi podía sentir cómo sus mejillas se calentaban.
— ¡Son solo cosas de fans, ellos hacen eso todo el tiempo! ¡No significa que sea real!
La mujer se giró hacia Bachira— ¿Y lo del video?
—El video no dice nada—contestó Bachira, vacilante. Tenía la cara del color de un semáforo.
— ¿Pero es cierto?
Yoichi se rió sin gracia, completamente sobrepasado por la situación—Si solo quería saber el chisme, nos hubiera mandado un mensaje en Line.
Tanto Bachira como la mujer lo miraron, atónitos—Isagi-kun, controla tus palabras.
Yoichi cerró la boca y se hundió en su asiento. La mujer miró a Bachira, quien se cruzó de brazos— ¿Qué importa? Es mi vida personal.
—Pues eso debiste haberlo pensado antes de ventilarla.
—Yo no la ventilé, Otoya solo estaba…
Yoichi se levantó de su asiento—Esta reunión ha terminado. Bachira, vámonos.
—Isagi-kun, siéntate.
—No, esta reunión no tiene sentido. Asumes que Bachira habla de mí en el video, en donde no revela nada, por cierto, y por ende también asumes que él y yo tenemos algo. Estás completamente fuera de lugar, Bachira y yo solo somos amigos, ni los fans neuróticos ni tu trasero chismoso tienen razón. Y si la tuvieran, es asunto de él cómo vive su vida privada y no tiene porqué importarte si la “ventila”o no.

Yoichi tomó a Bachira por el codo y lo levantó de su asiento, él se dejó manipular sin resistencia alguna.
Antes de cerrar la puerta, se escuchó un—: ¡Claro que me importa, es mi trabajo!

En cuanto estuvieron varios pasillos alejados, Yoichi lo soltó.
—I-sa-gi, mi héroe—bromeó Bachira, pero no tenía la misma energía de siempre. Todavía tenía las mejillas rojas.
Yoichi se rascó la nuca—No es nada, es que detesto los chismes y también a relaciones públicas.
—Es porque siempre te están regañando.
— ¡A ti también!
Bachira se rió, pero las comisuras de su boca no se extendieron como deberían—De todos modos, gracias.
Yoichi se sintió nervioso de forma repentina—Qué loco ¿no? Creer que tenemos una relación solo porque interactuamos en redes. No me hagas reír.
Bachira parpadeó en su dirección y luego sonrió. Tardó un segundo de más en responder—Sí, ¿verdad?

Yoichi supo en ese mismo instante que había metido la pata. La sonrisa de Bachira a media asta y el tiempo de respuesta le produjeron la misma incomodidad que en el video.

Y entonces Yoichi supo que, en el video, Bachira sí estaba hablando de él.

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El primero en llamarlo fue Chigiri (porque por supuesto que lo fue), pero Yoichi en realidad lo había estado esperando.

Bachira había estado muerto en las redes sociales. Ni siquiera había retuiteado el último tuit de Otoya y Yoichi tenía que admitir que era realmente ingenioso. Yoichi intentó enviarle un mensaje después del desastre de relaciones públicas, pero el malestar en los huesos no desaparecía y se abstuvo. También pensó que se había enfermado, pero los médicos del equipo le dijeron que no.

—Isagi, ¿qué sabes de Bachira?
—Está entrenando bien con su equipo y juega los partidos.
—Isagi—dijo Chigiri.
Yoichi suspiró—No lo sé, no he hablado con él.
Yoichi no podía verlo, pero podía sentir a Chigiri levantar una ceja— ¿Y por qué no?
—No lo sé.
—Estás muy ignorante hoy.
—Escucha, Chigiri…
— ¿Qué pasó con relaciones públicas? ¿Ella les dijo algo? ¿Le prohibió usar las redes?
Yoichi se enfadó— ¡Que se atreva! Él puede hacer lo que quiera.
Chigiri guardó silencio del otro lado de la línea—Entonces… ¿no pasó nada?
—No.
— ¿Y entre ustedes?—Yoichi guardó silencio, Chigiri hizo un sonido estrangulado—Isagi Yoichi.
—No hice nada, Chigiri—luego, en voz más baja—, no hice nada.
Chigiri suspiró, frustrado—Tienes que dejar de no hacer nada, Isagi. Eres un delantero, tienes que moverte.
Yoichi cerró los ojos—Chigiri, creo que le debo una disculpa.
—Bien, le diré que te llame.
Yoichi se levantó de su cama como si fuera un trampolín—No lo hagas.
—Isagi.
—No, Chigiri, no lo llames, se lo voy a decir en persona.
El siguiente silencio fue de aprobación.

 

El asunto era que Yoichi no tenía muy claro por qué tenía que disculparse, pero su estómago lo estaba matando; sus intestinos no dejaban de retorcerse mientras se dirigía al estrato español.

A esa hora, las canchas ya estaban vacías y los jugadores dormían. Pero Bachira debía estar practicando solo, como siempre lo hacía.

Yoichi se alegró de conocerlo lo suficiente cuando lo vio juguetear con el balón.

Yoichi respiró hondo, cerró los ojos y levantó la mano con timidez.
—Hola, Bachira.
Bachira dejó caer el balón y dio un salto del susto. Luego se giró y le sonrió, pero no era la sonrisa radiante. Yoichi sintió como si se desinflara—Isagi ¿qué haces aquí? ¿Qué hora es?
—Tarde, por eso vine a esta hora, sabía que te encontraría aquí.
Bachira ladeó la cabeza— ¿Y qué deseas?

Yoichi dio un paso adelante. Y luego se congeló. Bachira le dio una sonrisa maliciosa (Yoichi amaba esa sonrisa) y caminó hasta él. Le empujó el balón en el pecho.
—Aw, Isagi, si tanto extrañabas entrenar conmigo solo tenías que decírmelo.
Yoichi iba a contestar, ya indignado con el pequeño diablo, pero Bachira retrocedió y le hizo señas para que se dirigiera a la portería.

Yoichi se sintió aliviado de que las cosas resultaran así. Bachira y él siempre se habían entendido con el fútbol: en la cancha se entendían mejor que nada, no necesitaban palabras. Y ahora, que Yoichi se había quedado sin ellas, agradecía que Bachira buscara otra forma de comunicarse.

Bachira siempre sabía lo que Yoichi necesitaba, por eso era su gran compañero.
Yoichi borró la imagen de Otoya de su mente con una sonrisa triunfante.

Yoichi siempre sería el favorito de Bachira.

Oh.
Por supuesto.

Yoichi se concentró en la práctica, pero sin dejar de divirtirse. Bachira tenía razón: Yoichi extrañaba entrenar con él. Bachira había notado algo de lo cual él ni siquiera se había percatado; Yoichi tenía que comenzar a prestar más atención fuera de la cancha como lo hacía dentro de ella.

Una vez cansado, le pidió a Bachira que se sentaran para descansar y él accedió.
Entonces, sentados en medio de la cancha, uno al lado del otro y con Bachira equilibrando su botella de agua con los pies desnudos, Yoichi decidió que era un tonto.

Un tonto, pero nunca un cobarde.

—Bachira—lo llamó.
La botella se le cayó y Bachira se lamentó— ¿Sí?
— ¿Por qué desapareciste de las redes sociales?
Bachira pareció sorprendido por la pregunta—Bueno, pensé que era mejor así, menos problemas.
Yoichi frunció el ceño—Si fue por lo que dijo esa mujer…
—No, no, es solo que… nunca había usado redes sociales antes y no había pasado nada y ahora siempre estoy en problemas. Además, te regañan a ti también por involucrarte.
—Yo quiero involucrarme—dijo, tajante—, pienso todos los días en qué comentario dejarte en las fotos.
— ¡Me encantan tus comentarios! Creo que nunca te lo había dicho—exclamó con una sonrisa.
Qué mal por Otoya, ya iban dos veces que perdía contra Yoichi. Si Yoichi sonreía al pensarlo, pues no era asunto de nadie más que de él mismo—Pero no puedo seguir dejándolos si no subes más fotos.
Bachira bajó la cabeza, Yoichi se sentó más cerca, lo suficiente para que sus rodillas se rozaran—No quiero seguir avivando los rumores.
Entonces, con la lucidez con la que podía ver las jugadas en la cancha antes de que éstas ocurrieran, vio frente a sus ojos su próxima jugada. Y la ejecutó—: Entonces no lo hagas. Démosle información de verdad.
Bachira se quedó muy quieto, con la vista fija en el suelo. Parpadeó una, luego dos veces— ¿Quieres hacer un comunicado negando todo o algo así?

La voz de Bachira era baja, como quien le cuenta un secreto a un niño. Yoichi notó la forma en la que movía los dedos de los pies. Estaba ansioso. Yoichi no quería ser la razón de su ansiedad, sólo de su alegría.

Yoichi tenía en sus manos el poder para ahorrarle un mal rato. Y por suerte para Bachira, él tenía un gran tiro directo.

—No me refiero a eso—dijo.
Bachira no levantó la cabeza—Entonces no sé…
Sí lo sabía, y Yoichi también—Confirmemos los rumores. Así no habrá nada que ocultar y nadie que te diga qué hacer.
Bachira lo miró por primera vez desde que inició la conversación. Lucía desconcertado— ¡Pero los rumores no son ciertos!
Yoichi cambió su posición para quedar cara a cara, apenas a milímetros de distancia. Si Yoichi quisiera, podría enroscar los dedos en los rizos de su nuca. Y Yoichi sí quería. Quería muchas cosas que apenas estaba descubriendo porque era un lento—Bachira Meguru, sal conmigo.
Yoichi contó los segundos que le tomó a la cara de Bachira ponerse colorada— ¡No es gracioso! Tú dijiste…
—Sé lo que dije. Eso no cambia, somos amigos y seguiremos siéndolo. Amigos que salen juntos.
Bachira abrió la boca y luego se olvidó de cómo cerrarla. Después, con un tono tímido que Yoichi no quería volver a escuchar jamás, dijo—: Esto no es justo.
— ¿Qué quieres decir?—Yoichi sentía la necesidad de abrazarlo, pero mantuvo las manos quietas.
—No quiero decepcionarme de nuevo. Dijiste que éramos solo amigos, pero yo pensaba que estabas coqueteando conmigo.
Así que el único que pensaba que eran interacciones inofensivas era Yoichi—Pero yo…
—Pensé que esta vez sí te gustaba; después de llevar tanto tiempo intentando llamar tu atención y ver que no funcionaba ya me había rendido. Entonces, comenzaste a ser tan… considerado… que pensé que quizás algo había cambiado y podría tener oportunidad.

Y luego Yoichi le dijo que solo eran amigos. Yoichi le cederá su posición a Kaiser en el próximo partido, se sentará con gusto en la banca toda la temporada.

Lo miró a los ojos antes de continuar—: Lo siento tanto, Bachira, soy un tonto. Y un lento, muy muy lento.
Bachira rió, pero le salió parecido a un suspiro—Isagi, esa cabeza tuya no deja de trabajar ni siquiera dormido, ambos sabemos que eso no es cierto—Bachira retrocedió—. No tienes que hacer esto por mí.
—Pero sí quiero hacerlo. ¿Tú no quieres? ¿No me quieres?
Ladeó la cabeza y luego rió de nuevo, esta vez en forma de derrota—Eso se llama manipulación.
Yoichi extendió la mano para acariciarle la mejilla y Bachira dejó de reírse de inmediato. Yoichi volvió a acortar la distancia entre ellos — ¿Quieres?—susurró, solo para él.
Bachira pareció pensárselo, Yoichi le dio todo el tiempo que necesitara ya que él lo había hecho esperar demasiado tiempo. Bachira soltó una risilla tímida—Isagi es un romántico.
—Y un tonto.
— ¡Basta con eso!—Bachira lo tomó por ambas mejillas, riendo.

Yoichi se tomó su tiempo para contemplarlo. Chigiri tenía razón: Bachira estaba hecho para las redes sociales. Pero ahora, en aquel momento, no había ninguna pantalla de por medio. Solo estaban ellos dos.

Y Bachira no le había respondido todavía.

Se sacó las manos de Bachira del rostro—Bachira ¿puedo besarte?
Y, otra vez, se quedó en blanco a la vez que se ponía colorado. Yoichi quería mantener esa expresión exclusiva para él—No lo sé ¿puedes?

Yoichi se inclinó hacia adelante y colocó su otra mano en el hombro ajeno. Le dio una última mirada antes de cerrar los ojos y tomar sus labios. Su boca sabía a menta, tan refrescante como él. Yoichi no era un experto, pero estaba en Blue Lock para evolucionar y convertirse en el número uno.

Sintió las manos de Bachira enredarse en su cuello y eso lo hizo resoplar y separarse del beso. Bachira lo miró con ojos brillantes y comenzó a alejarse, Yoichi no lo dejó: lo tomó de las mejillas y lo volvió a besar.

Cuando les hizo falta el aire y se separaron, Bachira escondió su cabeza en el pecho de Yoichi.
— ¿Entonces?
— ¿No es obvio?
—Nada de ambigüedades. Seamos lo más directos posibles.
Bachira gimió en su pecho. Yoichi miró al techo, hacia esa molesta luz Led para concentrarse en algo que no fuera ese sonido—Quiero salir contigo, Isagi, desde el día en que te conocí. Si es que tú todavía quieres salir conmigo, claro, ¿cuándo te diste cuenta que te gustaba?
Ahora. Justo ahora. Y, sin embargo—Creo que desde hace rato estoy un poco enamorado.

Ahora, mucho más lúcido y feliz, con Bachira entre sus brazos, Yoichi comenzó a repasar aquellos momentos en los que consideró que Bachira era raro cuando solo le estaba coqueteando. Y en realidad era muy obvio… y en realidad a él le gustaba cuando lo hacía.

Yoichi rió y besó la cabeza de su pareja. Realmente había sido un gran tonto.

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Yoichi observó su teléfono vibrar por quién sabe cuánta vez. Entre los mensajes de relaciones públicas y las llamadas de sus compañeros hacían que su teléfono se congelara.

Yoichi lo ignoró. Estaba en medio de una práctica.

La imagen de Yoichi besando la mejilla de Bachira y los corazones verde y amarillo en la historia de Instagram subida recientemente tenían a todo el mundo un poco neurótico.

Sin embargo, no fue Bachira quien lo subió sino el mismo Yoichi. Ahora que tenía algo que presumir, bien podría darle un buen uso a sus redes.