Chapter 1: Capitulo 1
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Ciudad Gótica, 8:30 AM.
En la enorme mansión Wayne, el silencio nunca duraba demasiado. No con cuatro vigilantes conviviendo bajo el mismo techo, pero esa mañana, el ruido fue reemplazado por una tensión apenas contenida. Jason lo sintió primero, un cosquilleo en la nuca mientras tomaba café en la cocina.
Jason Todd - Tercer hijo de Bruce Wayne 14 años.
— ¿Dónde está Dick? —preguntó, sin levantar la mirada del periódico, tomó un sorbo del café intentando lucir tranquilo.
Tim, que estaba en la encimera de la cocina, alzó la vista lentamente. —Creí que estaba contigo, dijo que iba a jugar en la biblioteca.
Tim Drake - Segundo hijo de Bruce Wayne 17 años .
Damian entró justo en ese momento, con su espada a medio limpiar y una mirada que podía partir ladrillos.
—Richard no está en la sala de entrenamiento y tampoco en la biblioteca, revisó todo.
Damian Wayne - Primer hijo de Bruce Wayne 21 años.
Jason se puso de pie de golpe, la silla chirriante. —¡¿Cómo que no está?!
—Cálmense —intervino Tim, ya sacando su tableta— voy a rastrear su localizador.
Silencio.
—Lo apagó —dijo finalmente.
El silencio se hizo aún más pesado.
Jason Gruñó. —Tiene seis años, Tim ¿Por qué demonios pueden apagar su rastreador?
Damian ya estaba caminando hacia la Batcomputadora, seguido a paso rápido por sus dos hermanos —Yo se lo enseñé, por si necesitaba escapar sin ser detectado, pero claramente fue un error.
—Ya no se le puede dejar ni ir solo al baño —murmuró Tim, frustrado.
La puerta de la cueva se abrió de golpe.
—¡Hola! —entró Dick, feliz, con un peluche de murciélago bajo el brazo— ¡Fui por pastelitos con Alfred!
Richard Dick Grayson - Cuarto hijo de Bruce Wayne seis años de puro caos.
Jason corrió hacia él y lo alzó como si pesara menos que una pluma.
—¡¿Por qué apagaste tu rastreador, pajarito?! ¿Tienes idea del susto que nos diste?
—Quería practicar, Damian me dijo que así no me encontrarían los villanos —contestó inocente, abrazando a Jason por el cuello.
—¡Sí, pero no somos villanos, somos tus hermanos! —espetó Damian frotando los rizos azabaches del menor— ¡Y me diste un infarto!
—Eso no es médicamente posible… —murmuró Tim, pero se unió al abrazo de grupo de todos modos.
Jason lo presionó un poco más fuerte, luego le pasó el brazo a Damian, que aunque refunfuñó, no se resistió. Tim, como siempre, colocó una mano sobre la cabeza de Dick con ternura, acariciando sus rizos oscuros.
—No vuelvas a hacerlo, Dick —dijo Jason con seriedad— tú eres lo más importante que tenemos y este mundo no es lo suficientemente bueno para ti.
Dick pestó, confusión.
—Pero… yo solo quería pastelitos.
Damián suspiro. —La próxima vez avísanos, e iremos todos, armados.
Dick con solemnidad.
—¿Y puedo elegir el sabor?
Los tres mayores asintieron a la vez.
Chapter 2: Capitulo 2
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Ciudad Gótica, 21:15.
La noche era húmeda en Gotham. La misión, técnicamente, era sencilla: interceptar a un traficante de tecnología Wayne que operaba desde los viejos túneles del metro, pero para Damian, Tim y Jason, como hermanos mayores muy dependientes de su hermanito había algo profundamente inquietante en dejar a Dick atrás.
—Está bien, está con Alfred —dijo Bruce, por el intercomunicador, como si eso bastara.
—No es Alfred quien puede atragantarse con un muffin de chocolate —murmuró Jason desde su esquina.
Tim, revisando el mapa holográfico, no dejaba de mirar su reloj. —Llevamos demasiado, Dick debe estar preguntando por nosotros.
—O haciendo algo estúpido como subirse a la lámpara del comedor —añadió Damian, apretando los dientes— otra vez.
Bruce susspiró, sabía lo que sentían, su instinto paterno era casi físico, una necesidad de ver esos ojos azules brillando de emoción al verlo llegar, pero había trabajo que hacer.
—Enfóquense, cuanto antes terminemos, antes de regresaremos a casa.
La pelea fue breve, unos cuantos golpes, un par de explosiones, y en menos de treinta minutos, los túneles estaban despejados. Damian no esperaba la señal de retirada, ya estaba subiendo a la moto antes de que Bruce diera la orden.
—Me adelanto —dijo sin mirar atrás—. No pienso perderme su hora de dormir.
Jason ya corría a su moto —¡Tú el cuento la noche pasada, hoy me toca a mí!
Tim murmuró algo sobre "psicología de apego inseguro", pero su voz se ahogó en el rugido del motor.
Bruce los observó partir y, por una vez, no dijo nada, solo se subió a su Batmóvil y aceleró hacia la mansión.
En la Mansión Wayne, Dick estaba en pijama, sentado en el regazo de Alfred, mirando un libro de imágenes, sus párpados caían pesados, pero luchaba contra el sueño.
—¿A qué hora vuelve? —preguntó con voz somnolienta, bostezando por tercera vez.
—Pronto, amo Dick, no pueden resistirse a su rutina nocturna —respondió Alfred, con una sonrisa suave.
En ese momento, se escuchó el chirrido frenético de una moto, luego otra, luego el Batmóvil aterrizando con un rugido seco.
Dick se iluminó —¡Están aquí!
Salió corriendo por el pasillo justo cuando Jason entraba, aún con el casco puesto. Jason lo alzó de inmediato, abrazándolo con tanta fuerza que Dick se enfrió de risa.
—¡Te extrañé tanto, pajarito! ¿Estás entero? ¿Estás respirando?
-¡Si! ¡Si! ¡Y comí dos muffins!
Tim llegó después, directo a besar el rostro de su pequeño hermano.
—¿No te subiste a ninguna lámpara?
-No...
—¿Seguro?
—Bueno... una silla, pero fue solo un poquito ¡Y fue para comer más muffins pero Alfred me atrapó!
Damian entró al último, más serio, pero cuando Dick le abrió los brazos, no dudó, lo cargó con fuerza y lo apoyó contra su pecho.
—Nunca más me dejarás ir sin ti, ¿entendido?
Suspiré con un semblante cansado, necesitaba recargarse con los abrazos de su hermano pequeño.
Dick asintiendo, con una gran sonrisa.
Bruce entró entonces, y sus hijos apenas notaron su presencia, excepto Dick, que se estiró por encima de los hombros de Damian.
-¡Papá!
Y en ese instante, Batman dejó de ser el "Caballero Oscuro". Se acercó, con una sonrisa que pocas veces se veía, acarició la cabeza de su hijo menor y susurró:
—Te extrañé, pajarito.
Dick ligeramente soñoliento restregó sus ojitos con sus manitos, murmuró: —Yo también...
Damian lo llevó en brazos hasta su cama, con Jason en un lado contándole un cuento improvisado, Tim acomodando los peluches, y Bruce sentado en el borde, observando en silencio, con una mano sobre los cabellos rizados de su hijo menor.
Nadie dijo nada cuando decidió quedarse los cuatro a dormir en la habitación de Dick esa noche.
Y Alfred, desde el pasillo, solo murmuró:
—El nido está completo, como debe ser.
Chapter 3: Capitulo 3
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Gotham, 23:17
Caso #001 – El Misterio del Calcetín Perdido
—¡Atención, Bati-Familia! —gritó Dick, de pie sobre un banquito, con una manta atada al cuello como capa y una lupa de juguete en la mano— ¡Ha ocurrido un crimen!
Tim, que estaba a medio sorbo de café, casi se atraganta, Jason soltó una risa nasal y Damian alzó una ceja desde el sofá.
—¿Qué crimen, pequeño detective? —preguntó Bruce, levantando la vista desde el periódico, encontrando interés.
—¡Mi calcetín del murciélago ha desaparecido! ¡Y hay huellas que llevan hacia el pasillo oeste!
Jason se agachó y miró con fingida preocupación.
—¿Huellas? ¡Eso suena grave!
—¡Súmamente grave! —afirmó Dick con seriedad— ¡Necesito a mis agentes especiales para investigar!
Damian se levantó lentamente, cruzando los brazos.
—Yo solo trabajo con casos de nivel S, Richard, pero esta vez haré una excepción.
—¡Bien! Jay, tú cubre la cocina, Tim, el pasillo, Dami, el estudio de papá ¡Yo interrogaré a Alfred!
Dick se emocionó, en cuanto desapareció, los hermanos se agruparon de inmediato.
—¿Vieron esto? —Tim sacó una tableta abriendo las cámaras de vigilancia de la mansión— hay un batarang activado en el estudio, está cargado ¡¿Por qué demonios nadie lo guardó?!
—Yo estaba limpiándolo... —murmuró Jason, incómodo.
—Y en la cocina hay una granada de humo de esas de pruebas que se activan con temperatura. —Tim miró a Damian— ¿Eso es tuyo?
—Yo estaba... calibrando —Damian frunció el ceño— ¡No importa! Lo importante es que Richard no se acerca a nada.
—Operación “Juguetes Peligrosos” activada —susurró Jason, ajustando su chaqueta.
La primera parada fue el estudio. Dick llegó con su lupa y Damian detrás, bloqueando cada rincón sospechoso con movimientos casuales.
—¡Ajá! ¡Un brillo en la alfombra! —exclamó Dick, corriendo directamente hacia el batarang.
Damian se lanzó en plancha con la velocidad de una flecha, rodando y tapando el arma con su cuerpo cortando su camisa cara y nueva en el proceso.
—¡Nada! Solo... un clip de papel, estaba suelto, yo lo guardo.
Dick parpadeó—¿Estás bien? Eso fue como… ¡Una maniobra ninja!
—Siempre estoy bien —gruñó Damian, alisándose la ropa, cubriendo con su palma las roturas.
Jason vigilaba desde la cocina. En cuanto vio a Dick acercarse al horno donde estaba la granada térmica, entró en acción.
-¡ALTO! —gritó, tirándose al piso con exageración frente al horno para… barrer.
—Con tu chaqueta? —preguntó Dick.
—Todo por ti, hermano, limpieza táctica…¿No querrás que tus pistas se ensucien, verdad?—dijo Jason, sudando mientras escondía la granada en una caja de cereales.
Mientras tanto, Tim encontró la pista clave: El dichoso calcetín estaba en la lavadora, pero el camino hacia allí pasaba por un armario donde, por alguna razón, Bruce había dejado un par de guantes eléctricos en modo activo.
Tim casi llora, corriendo por el pasillo, tenía que llegar antes de que Dick se le ocurriera pasar por ese pasillo.
—¿Por qué somos así?
Afortunadamente, Bruce apareció justo un tiempo, él mismo desactivó los guantes y luego siguió a Tim, con la misma ansiedad paternal que sentía cada vez que Dick estaba cerca de una esquina con bordes filosos.
—Papá, ¿puedo usar tu bati-cinturón? —preguntó Dick de pronto, apareciendo de la nada como un duende mágico.
Bruce tragó saliva.
—Solo si prometes… no tocar nada —dijo, bajando el cinturón de utilidades, uno de plástico que Alfred tenía preparado para este tipo de “emergencias”.
Dick lo tomó como si fuera una especie de trofeo.
Finalmente, Dick resolvió el caso. Con una sonrisa orgullosa, entró a la sala y levantó el calcetín en alto.
—¡Estaba en la lavadora! ¡Caso cerrado!
Todos aplaudieron. Bruce, Damian, Tim y Jason lucían agotados, cubiertos de sudor, rasguños y polvo.
—Lo hiciste muy bien, detective Richard —dijo Bruce.
—¡Y lo resolví sin ayuda! —declaró Dick, ignorando que sus hermanos habían hecho acrobacias, sabotajes y limpiezas dignas de la Liga de la justicia en las últimas dos horas.
Cuando finalmente cayó dormido con su calcetín en la mano, los hermanos se miraron entre sí, fuera de la habitación del pequeño murciélago.
—Necesitamos hacer una limpieza profunda —murmuró Tim.
—Y que alguien le dé una lupa de mentiras, porque con esa ve demasiado —dijo Jason.
Damián, apoyado en la pared con los brazos cruzados, murmuró.
—Si alguna vez encuentra la baticueva por accidente, estamos muertos.
Bruce ascendió desde el marco de la puerta.
— muertos.
Chapter 4: Capitulo 4
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Gotham, 1:00 PM.
El sol brillaba, extrañamente, sobre Gotham. En una tarde que parecía completamente ajena al caos habitual, la familia Wayne decidió ir al acuario local, era el tipo de actividad que Bruce raramente planificaba, pero, por una vez, las cámaras de seguridad, los batarangs y los sistemas de monitoreo estaban apagados, el día estaba dedicado a Dick, a darle un pedazo de normalidad, como un niño de seis años, sin el peso de las responsabilidades de su padre y hermanos sobre sus hombros
Dick, con sus ojos brillando como dos faros azules, no podía dejar de saltar de emoción mientras caminaba de la mano de Bruce.
—¡Papá! ¡Mira! ¡Peces de colores!
Bruce sonrió, observando a su hijo pequeño, que corría sin preocuparse por nada, menos por la seguridad o el peligro, pero aunque Dick parecía tener todo el mundo a su alcance, su familia tenía otra misión: protegerlo.
Jason estaba un paso atrás, mirando a cada persona que se acercaba, cada vez que alguien se acercaba a Dick, él hacía un movimiento sutil para bloquearles el camino e incluso gruñía como lo hacía titus, Tim, con su cámara, hacía lo mismo, ajustaba los filtros, pero con los ojos escaneando cada rincón, Damian, el más implacable de todos, caminaba unos pasos por delante, el ceño fruncido, asegurándose de que nadie se acercara a su hermano.
A lo lejos, en las sombras, los guardaespaldas de Bruce observaban en silencio, aunque Bruce había prometido una tarde sin protección directa, él nunca dejaba a su familia desprotegida, especialmente en esos casos donde tenían que pasar encubiertos. Sus agentes de seguridad se encontraban dispersos por todo el lugar, manteniéndose lo suficientemente lejos para que Dick no se sintiera vigilado, pero lo suficientemente cerca para evitar cualquier amenaza.
Dick, por su parte, no sospechaba nada, estaba completamente absorto en el mundo marino, el azul del agua lo atraía, y su risa se mezclaba con el sonido de las olas que chocaban contra el vidrio del tanque, aunque realmente era el sonido ambiental que ponían por los parlantes.
—¡Miren! ¡Un tiburón! ¡Es tan grande! —exclamó, con sus ojos muy abiertos, señalando con su dedo.
Damian, que se desplazó a su lado, lo observó con los brazos cruzados.
—No te acerques mucho, Richard, no sabemos si ese "tiburón" es real o una trampa, los criminales podrían estar usándolos para esconderse.
Dick lo miró confundido —¿Tiburones criminales?
Jason se acercó y colocó su mano sobre el hombro de su hermano menor —Solo está cuidándote, Dick… No tomes tan literal las cosas que te dice.
Tim, más relajado, caminó hacia ellos con una sonrisa. —Miren, hay pingüinos ¡Nunca vi uno tan cerca!
Dick, emocionado, corrió en dirección a los pingüinos, mientras los hermanos intercambiaron miradas nerviosas, aunque la situación parecía tranquila, Bruce sabía que el peligro acechaba en cada esquina. A lo lejos, una figura observaba desde detrás de una columna, alguien desconocido que los hizo encender todas las alarmas, alguien que no debería estar allí.
—Está siguiéndonos —susurró Tim en el oído de Bruce.
Bruce asintió con la cabeza, dándole una señal a uno de los guardias que estaba escondido entre la multitud. Nadie lo notaba, pero, los ojos de los guardaespaldas de Bruce se habían fijado en la figura desde el primer momento.
Era un hombre alto, con aspecto desaliñado. Los detalles eran suficientes para que la alarma se encendiera.
—Es hora de mover a Dick —murmuró Bruce, acercándose a su hijo.
Dick, totalmente ajeno a la situación, observaba a los pingüinos con la emoción que caracterizaba a un niño de seis años.
—¡Papá! ¡Ven a ver! ¡Los pingüinos están nadando!
Bruce sonrió y se agachó a su nivel.
—Claro, hijo, vamos.
Con un movimiento preciso, Jason, Damian y Tim se dispersaron ligeramente, dándose señales a través de gestos discretos, Tim pasó cerca del hombre, su mirada fría y calculadora, el hombre reaccionó con incomodidad, mirando hacia el lado opuesto.
—Listo —dijo Tim, acercándose a Bruce.
De repente, un sonido cortante interrumpió la calma, un pitido sutil, casi imperceptible, resonó en los auriculares de los guardaespaldas, era una alerta: alguien había intentado evadir la seguridad de los Wayne, para acercarse a la familia, que, como civiles no podían hacer mucho sin levantar sospechas.
—¡Vamos! —dijo Bruce, tomando la mano de Dick y dirigiéndose rápidamente hacia la salida.
— Papa ¿Qué sucede?— Cuestionó Dick, pero no obtuvo respuesta.
Mientras caminaban, la familia de los Wayne se mantenía unida, con sus hermanos alrededor de Dick, quienes fingían estar absortos en la conversación para distraer al más pequeño de los cuatro.
—¿Sabías que los pingüinos pueden vivir hasta 20 años? —dijo Jason, su tono relajado pero con una tensión palpable en su cuerpo.
Damian asintió con seriedad. —Lo que no saben es que los pingüinos pueden ser mucho más rápidos de lo que parecen, se entrenan para escapar.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó Dick, mirando a Damian con una expresión intrigada.
—No es relevante, Richard —respondió Damian rápidamente— Solo sigue caminando.
La salida estaba cerca. Los guardias de Bruce ya se habían encargado del posible peligro, alejando discretamente al extraño hombre que los observaba desde lejos, poniéndose mas agresivo a medida que la familia mas poderosa de toda Gotham se alejaba, el equipo de seguridad también había asegurado la zona, y la familia continuaba avanzando hacia el estacionamiento sin que Dick sospechara nada.
Antes de que Dick pudiera hacer más preguntas, Bruce lo alzó en brazos.
—Te llevamos a casa, pequeño. Ya has tenido suficiente emoción por hoy.
Dick, feliz, asintió y se acurrucó contra el pecho de su padre, cerrando los ojos.
—¿Y el tiburón? —preguntó débilmente, medio dormido.
Bruce sonrió y lo acarició suavemente en el cabello.
—El tiburón no se irá a ningún lado. Pero nosotros sí debemos hacerlo.
La familia Wayne abandonó el acuario, dejando atrás la agitación, pero sabiendo que nunca podrían ser realmente "normales", no mientras Dick siguiera siendo la joya más preciosa de Gotham.
No obstante esa pequeña joya preciosa había heredado el don de la palabra y convencimiento digno de un Wayne.
Después del acuario, Bruce pensó que un paseo al aire libre sería la mejor manera de que Dick gastara su energía. Alfred previamente preparó una canasta de picnic, Jason insistió en llevar su balón de fútbol americano, Tim tenía una cámara lista para fotos familiares, y Damian… bueno, Damian se había armado con su espada de madera por “si acaso”.
—No puedes llevar eso al parque, Damian —había dicho Bruce, cruzado de brazos antes de salir de la mansión.
—¿Y si hay una emboscada? —respondió él, serio como siempre.
—Es un parque público.
—Exactamente.
Al final, la espada fue confiscada por Alfred y reemplazada con un libro de táctica avanzada en espionaje. Damian no estaba feliz, pero aceptó.
Dick, mientras tanto, corría por el césped, riendo con una cometa que le había comprado su padres en la mano que apenas y se mantenía al flote. El sol iluminaba su cabello negro y sus ojos brillaban con esa inocencia que sus hermanos harían cualquier cosa por proteger, era uno de esos momentos que todos deseaban congelar en el tiempo.
Bruce se había retirado unos minutos para una llamada con Lucius Fox, sus hermanos, por una vez, se permitieron bajar la guardia y relajarse para disfrutar aquella cálida tarde.
Jason y Tim jugaban un mini partido de fútbol con Dick, que reía mientras intentaba alcanzar el balón. Damian, sentado bajo un árbol, los observaba con una media sonrisa, fingiendo leer, pero en realidad disfrutaba el pequeño partido que sus hermanos menores habían armado.
Fue entonces cuando ocurrió.
Un hombre, vestido con ropa sencilla, se acercó desde el sendero de tierra, no era una amenaza evidente, no llevaba armas, ni parecía particularmente fuerte, pero había algo extraño, su caminar era demasiado dirigido, su mirada, fija en Dick y su sonrisa… escalofriante.
Jason se distrajo un segundo, el balón había rebotado hacia un arbusto y él fue a buscarlo.
Tim giró hacia Damian, dispuesto a burlarse de su lectura cuando su hermano mayor se incorporó tan rápido que el libro cayó de sus manos.
—¡Dick! —gritó Damian, con una mezcla de alarma y furia.
Tim giró justo a tiempo para ver cómo el hombre se agachaba frente a Dick, tendiéndole la mano.
—¿Estás solo, pequeño? ¿Dónde está tu familia? —decía el extraño con voz melosa.
Dick, que ya tenía esa intuición Wayne corriéndole por las venas, dio un paso atrás con el ceño fruncido.
—Estoy con mis hermanos...
Y fue entonces cuando los hermanos se activaron.
Damian fue el primero en llegar, no dijo palabra, con un movimiento ágil, se interpuso entre el hombre y Dick, los ojos encendidos, los puños cerrados.
—Aléjate, ya.
El hombre retrocedió un paso, sorprendido por la intensidad del joven, pero apenas había tenido tiempo de reaccionar cuando Jason lo empujó con fuerza, haciéndolo caer al suelo.
—¡¿QUÉ DIABLOS HACES CERCA DE MI HERMANO?! —rugió.
Tim ya tenía el teléfono en mano, grabando y marcando al personal de seguridad del parque simultáneamente.
Dick se quedó quieto, el balón olvidado en el suelo, su mirada fija en sus hermanos, que se posicionaban como una barrera impenetrable.
Sus ojitos se llenaron de lagrimas, se había asustado por las reacciones de sus hermanos mayores ¿Por que habían reaccionado tan mal?
—Yo solo… pensé que estaba perdido… —murmuró el hombre, intentando levantarse.
Damian lo empujó de nuevo con un dedo en el pecho —Y tú pensaste que acercarte era buena idea.
Jason gruñía, literalmente.
Bruce llegó justo en ese instante, con dos guardaespaldas detrás de él que ya se movían con rapidez hacia el intruso.
—¿Qué pasó? —preguntó con voz baja, controlada, pero peligrosa.
Tim fue conciso. —Intentó acercarse a Dick, estábamos distraídos y claramente con él, no más de tres segundos.
Bruce se acercó, se arrodilló frente a Dick y le sostuvo los hombros.
—¿Estás bien, hijo?
Dick asintió con los ojos un poco abiertos y de inmediato respondió —Sí… no me tocó.
Bruce lo abrazó fuerte, sin importar quién mirara.
— Bien tranquilo no pasó nada, todo estará bien, te lo prometo.
Jason seguía con los nudillos apretados, Damian no dejaba de mirar al hombre con odio puro, Tim hablaba con la seguridad privada y el supervisor del parque, ordenando que se revisaran todas las cámaras.
Cuando el hombre fue finalmente retirado del lugar, Dick, que había guardado silencio, se acercó a sus hermanos y se aferró a la mano de Damian.
—¿Por eso siempre me cuidan tanto?
Damian lo miró, tragando saliva.
—Es por… —respondió con voz baja—. Porque eres nuestro hermano, y hay cosas en el mundo que no mereces conocer.
Jason se arrodilló y lo abrazó desde atrás.
—Eres lo mejor que tenemos, Dickie, no vamos a dejar que nada te pase, nunca.
Tim se acercó, revolviéndole el cabello.
—Somos los Robins, y tú eres el pegamento de nuestro nido, no importa cuántas veces tengamos que volar en círculos para cuidarte.
Dick, con los ojos aguados pero sin llorar, los abrazó a los tres.
Bruce los observó a unos pasos, con los guardaespaldas tras de el.
—Está creciendo —murmuró para si mismo Bruce.—Demasiado rápido…
Chapter 5: Capitulo 5
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Mansión Wayne, 00:14 AM
Las gotas comenzaron a golpear los grandes ventanales de la mansión Wayne cerca de la medianoche, primero, suaves, una leve brisa, luego, más insistentes, más frenéticas y a opinión del más jóven de los Wayne, más "escalofriantes".
Dick estaba en su cama, rodeado de peluches, con la lámpara de noche encendida y su libro favorito de dinosaurios abierto en sus piernas… pero no podía concentrarse.
Había despertado hace una hora, pensó que leer un poco, aunque sea un libro de dibujos, "le ayudaría a cansar la mente" tal cual había dicho Jay en una de sus inmersivas conversaciones.
Un trueno partió el cielo e iluminó la habitación.
Y el miedo, ese viejo conocido, se coló por debajo de las sábanas.
— ¡Ah! — Gritó, Dick se tapó con la manta hasta la nariz, esperó, haciéndose el valiente, pensando que sus peluches de la liga podrían "protegerlo" del gran villano que era el cambio climatico, sin embargo cuando escuchó otro trueno, el estruendo le sacudió el pecho, sintió como sus ojitos se llenaban de lágrimas y su labio inferior temblaba.
Saltó de la cama en el momento que otro relampago iluminó la habitación.
Corrió por los pasillos, descalzo, arrastrando su"capa azul", que en realidad era su mantita.
Él Sabía exactamente a dónde ir.
Primero fue con Damian.
El mayor estaba meditando, en silencio en posicion de loto, en el centro de su habitación. La cual estaba perfectamente ambientada como una clásica habitación al estilo japonés, o eso era lo que decía Jason mientras que Tim la definía como "elegante y ancestral". Él abrió los ojos en cuanto escuchó los nudillos diminutos tocar su puerta.
—¿Richard? — Murmuró, arqueando una ceja, estirando sus piernas y apoyando su mano tras de él.
Dick asintió, y con voz bajita dijo:
—¿Puedo… puedo quedarme contigo un ratito?
Damian se apartó de inmediato, abriendo espacio en su futón.
—Claro que sí, pequeño.
Dick se sentó entre sus piernas, las manos de Damian se deslizaron y lo abrazaron tocando su pancita, apenas se sentó otro trueno hizo temblar la ventana, Dick dió un pequeño brinco, agarrándose con tal fuerza del pijama de su hermano que sus pequeños nudillos se volvieron blancos, y antes de que Damian pudiera decir algo, el niño ya estaba de nuevo en pie.
— ¿Quieres buscar a los demás? — Preguntó observando como Dick miraba con ansiedad hacia la puerta de la habitación.
El pequeño Wayne asintió
Después fué con Tim.
Lo encontró en la Batcomputadora, con auriculares puestos y una taza de café a medio tomar un lado del teclado holográfico, tenia abiertos varios archivos de asesinatos consecutivos, que, él intuía, lo había cometido la misma persona, Dick jaló de su camiseta suavemente.
—Timmy… llueve muy fuerte ¿Vienes conmigo a la habitación de Dami?
Tim se quitó los audífonos y de inmediato cerro todas las pestañas que tenia abiertas, miró a Dick y luego a su hermano mayor que vigilaba al pequeño de ojos grandes por detrás apoyado en una pared con los brazos cruzados, entonces asintió.
—Claro que sí, amiguito.
Luego fue con Jason.
Dormía profundamente, roncando suave, con una pierna fuera de su enorme cama, entonces Dick subió al colchón y se le tiró encima como si fuera un gato.
—¡Jaybird! — Chillo abrazando con fuerza el cuerpo de su hermano.
Jason se despertó sobresaltado, pero al ver a Dick con sus rizos desordenados y ojos grandes suplicantes, solo rió.
—¿Otra tormenta? — Dijo adormilado pasó su vista por detrás de Dick, miró la puerta en donde estaban Tim y Damian, el primero sonrió ligeramente y el mayor se limitó a dar una afirmación con su cabeza.
—Sí, y quiero que vengas a dormir conmigo… y con los demás.
Jason no lo dudó, en menos de un segundo estaba de pie, siendo “llevado de la mano” por el pequeño Dick.
En el cuarto de Damian, Jay se sentó en el futón, Tim lo acompañó y el mayor de los tres fue a buscar otro futón en su armario.
Dick se sentó entre las piernas de Jason y lo miró alzando su cabecita.
— Ah... Pajarito ¿No habiamos hablado ya de las tormentas? — Dijo un poco adormilado.
— ¡Lo sé! En realidad... Me dejó de dar miedo cuando fuimos por Tim... ¡Después solo quería dormir con todos ustedes! — Él juntó sus manitos formando un pequeño circulo — Así como un pequeño nido.
Jay miró a Tim y después a Dick — ¡Eres un pequeño bribón! ¡Engañaste a todos tus hermanos!
Dick rió
— ¿Sabes lo que significa? — Tim se acercó
Dick negó.
Tim y Jay se miraron y sonrieron con malicia.
— ¡Ataque combinado de cosquillas!
Exclamó Jason.
— ¡Noo! — Gritó el de ojitos azules, intentó escapar, realmente lo intentó, pero no fue sencillo considerando que sus dos captores eran Robins personalmente entrenados por Batman, además Dick se había sentado en el regazo de Jason, grave error.
Damian rodó los ojos.
— Vamos, ya duérmanse todos — Damian, colocó el futón y se sentó sobre este — O Richard no despertará para sus lecciones con Alfred.
Cuando Bruce llegó de patrullar pasó por el pasillo con el semblante cansado y un poco magullado, sin embargo cuando vió la puerta entreabierta de la habitación de Damian arqueó una ceja y se asomó.
Los tres mayores estaban en el suelo, hechos un ovillo, con Dick en el centro, cubierto de mantas, tenía una manito sobre el pecho de Tim, un pie sobre las piernas de Jason y la cabeza sobre el brazo de Damian.
Todos respiraban al mismo ritmo, tranquilo, cómodos.
Bruce sonrió.
Alfred, que se acercaba con una taza de té para Bruce, murmuró:
—¿Quiere que los despierte y los lleve a sus habitaciones, señor?
Bruce negó con la cabeza.
—No, ahí están bien, están en casa.
Un nuevo trueno sonó a lo lejos.
Pero esta vez, no asustó a nadie.
Porque cuando llueve… ellos se quedan juntos.
Un par de días después el sol de la mañana se filtraba por los ventanales de la mansión Wayne, tiñendo de oro las alfombras y llenando el aire con esa calidez suave que solo los días tranquilos pueden traer.
Esa mañana, Dick se levantó antes que sus hermanos y bajó de a pasitos apresurados a la cocina, con una idea vibrando en su cabecita. Llevaba días pensándola, desde aquella noche de tormenta, porque si bien no sabía cómo poner en palabras lo agradecido que se sentía con sus hermanos, sí sabía dibujar y si algo había aprendido, era que el amor se podía mostrar también con crayones.
Alfred, que lo encontró hurgando en los cajones del escritorio de la oficina de Bruce buscando papel, no dijo nada, solo le sirvió un vaso de leche tibia, un par de panqueques y le acarició la cabeza.
—¿Le ayudo, maestro artista? — Curioso por saber que planeaba esa cabecita caótica.
Dick negó con la cabeza, decidido.
— ¡Es sorpresa Alfred! Tengo que hacerlo yo mismo...
Durante toda la mañana, trabajó en silencio. Reunió cartulinas, tijeras, pegamento, lentejuelas, brillantina y crayones, entonces se puso manos a la obra, cada dibujo tenía un corazón y un pequeño texto escrito con letras aún chuequitas, pero llenas de esfuerzo y amor.
Para Jason, dibujó un escudo rojo con dos pistolas surgiendo detrás de el como alas y escribió:
“Gracias por siempre abrazarme tan fuerte que el miedo siempre se va volando.”
Para Tim, hizo una computadora gigante con murciélagos sonrientes en la pantalla, escribió:
“Gracias por revisar siempre debajo de mi cama. Eres mi hermano detective favorito (no se lo digas a los demás).”
Para Damian, dibujó una espada con una flor que nacía del mango:
“Gracias por protegerme como un caballero, aunque seas más gruñón que un dragón.”
Para Alfred dibujó una taza de té con un poco de "humo" caliente saliendo.
"Gracias por hacer la mejor comida de todo el multiverso."
Alfred que miraba por detrás limpiando los estantes de los libros de la oficina de Bruce ladeó su cabeza — Maestro Richard ¿Usted sabe lo que es el multiverso?
Dick negó moviendo los pies que le colgaban de la sillón de cuero — No, pero suena muy grande.
Esbozó una sonrisa.
Para Bruce, fue simple: una figura de él con el traje de Batman, sonriente ,sosteniendo la mano de un pequeño Dick que sonreía igual y por debajo decia:
“Gracias por ser mi papá.”
Luego, con ayuda de Alfred, los pegó en la sala principal, uno para cada sillón. Esperó en el centro, sentado con las piernas cruzadas, con una pequeña pancarta que decía:
“¡Gracias por amarme tanto!”
Los tres hermanos bajaron poco después, aún adormilados, cansados por la patrulla nocturna. No obstante cuando vieron los dibujos, se quedaron congelados, parados en las escaleras.
Jason fue el primero en agacharse, con la voz cargada de emoción.
—¿Tú… tú hiciste esto?
Dick asintió, con una sonrisa tímida.
—Porque ustedes me hacen sentir como un superhéroe, incluso cuando tengo miedo…
Tim lo abrazó fuerte, con los ojos vidriosos, susurrando cosas como "tenemos al hermanito mas tierno de todo Gotham" o "siento que moriré por el exceso de dulzura".
Damian se acercó, lo levantó como si fuera un tesoro y murmuró:
—Eres nuestro corazón, chiquitín.
Entonces, como si estuvieran entrevistando al mayor artista de todos los tiempos, el trio empezó a preguntar a su hermano pequeño que significaba cada dibujo e incluso aclamaban su buen pulso al no salirse de las lineas.
Dick reía y respondía como solo un niño de su edad podía hacer.
Bruce, que bajó en silencio segundos después, se quedó mirando su dibujo por largos minutos, no dijo nada, solo se agachó a la altura de Dick, le revolvió el cabello y lo abrazó.
Un abrazo de esos que no necesitan palabras.
Esa tarde, mientras los cuatro hermanos veían películas tirados en el suelo de la sala, con los dibujos esparcidos por doquier y con Dick dormido en medio de ellos como una estrellita, Bruce se qedó en la entrada con Alfred.
Observando en silencio, con una sonrisa única en sus labios.
Chapter 6: Capitulo 6
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Mansión Wayne, 08:10 AM
La mañana comenzó con un plop, un sonido suave, húmedo, extraño.
Jason estaba descansando tranquilo en el sofá mas grande de la sala, tenía a Dick dormido encima suyo cuan Koala, anoche el pequeño Wayne había tenido una pesadilla, pasó en vela con Alfred hasta que estuvo completamente seguro que el Joker no estaba debajo de su cama.
Tim leía en silencio sentado en el comedor de la cocina mientras comía un poco de fruta picada, y Damian entrenaba con una de sus varias espadas de madera en el jardín.
La calma reinaba en la mansion Wayne, hasta que se escuchó un:
—Plop… glup… pfffft…
Tim alzó la mirada de su libro buscando el origen de aquel extraño sonido, Jason frunció el ceño elevando su vista de su teléfono celular a la vez que dejaba de acariciar el cabello de Dick y Damian gracias a su excelente audición giró como un rayo bajando su espada.
Hubo un silencio largo, de esos que anunciaban que algo andaba mal
Y entonces:
—¡Titus acaba de vomitar en mis zapatos nuevos! —gritó Jason, corriendo por el pasillo con el pequeño Richard en brazos quien ya tenia sus ojitos bien abiertos por las sacudidas de su hermano mayor, aunque no sabía muy bien el por qué del escándalo —¡MIS BOTAS DE CUERO!
Jason dejó a Dick sentando en la silla del comedor, aún estaba un poco adormilado, con los rizos aún despeinados y su osito tomado de la mano.
—¿Qué pasa? ¿Por qué Jay está gritando como cuando a Tim se le acaba el café?
Tim, quien se había levantado en cuanto su hermano llegó corriendo, fue a buscar una toalla y un balde, cuando volvió murmuró:
—Titus no está bien, vomitó y al parecer que no quiso desayunar tampoco.
Dick ladeó su cabeza, frunció el ceño y su naricita
Damian apareció en la puerta con una expresión de piedra con los brazos cruzados.
— Oh ¿Cómo cuando Dami se enfermó del estomago después de volver de su misión en la India? Cuando vomitó por tres días — Tim miró al de cabellos desordenados.
— Algo as-
El de ojos verdes tenso interrumpió —Él no vomita, él… se purga tácticamente — Tanto Tim como Jason compartieron una mirada, sabian que su hermano mayor, aunque intentaba no expresarlo, por dentro, moría de la preocupación, pues adoraba a ese perro — Debe haber sido una anomalía.
Damian se habia sentando junto al gran perro y acariciaba suavemente su cabeza, Dick bajó de la silla se acercándose despacito, Titus estaba recostado, con su cabecita pesada y los ojos tristes, no movía la cola como solía hacerlo.
Dick se arrodilló, tocándole el lomo con ambas manitas.
—¿Titus…? ¿No vas a ladrar como siempre…? ¿Ni siquiera un “wuf” bajito?
Titus solo cerró los ojos y suspiró.
Dick se quedó quieto, inmóvil, con una expresión tan decidida como la que solía poner Bruce cuando tenia que enfrentar a un villano, entonces, con toda la seriedad del mundo, se puso de pie y exclamó. —¡Titus es mi paciente! ¡Dami, prometo que voy a curarlo!
Damian, apenas sonrió.
Solo bastaron menos de diez minutos, Dick ya tenía puesto un disfraz de médico hecho por Alfred a partir de una bata vieja que Damian había usado en sus días de estudiante de la Academia de Gotham, una linterna de juguete y un estetoscopio de plastico que no servía para nada.
—¡Doctor Robin en acción! —dijo con voz chillona, revisando las orejas de Titus, el can apenas se movía, parecía respirar con pesadez y no se emocionaba por las atenciones de su amo mas chiquito— Pupilas normales… — Informó, mientras el mismo anotaba en su "libreta de medico", que en realidad era su cuaderno de dibujos modificado — pulso de... eh perrito… Y orejas tibias…
Por otro lado cuando Jason terminó de limpiar sus preciadas botas, y con Alfred fuera de la mansión, se dirigió a la cocina, desde la cocina, hervía pollo con arroz moviendo el contenido con un cucharon de madera en forma circular como si preparara una pócima mágica.
—¡Si la sopa que hace Alfred cada vez que nos enfermamos nos cura, yo puedo hacer una sopa que cure a Titus!— Exclamó tan decidido como nuca antes.
Tim a la vez ya tenía tres pestañas abiertas con artículos veterinarios, con la tarjeta que le había dado Bruce ya había comprado varios articulos de revisión relacionados con los síntomas que manifestaba Titus, además tenía un Excel donde analizaba los signos y síntomas cruzados.
—Vomito, decaimiento, falta de apetito… ¿Y si es una torsión gástrica? ¿O una reacción tóxica por el juguete nuevo? — Palideció — ¡¿Alguien le dió un juguete importado?!
Mientras tanto, Damian paseaba por la sala iba y venia con ansiedad acumulada, se detuvo abruptamente, colocó una mano sobre su cadera a la vez que con la otra sostenía su teléfono celular junto a su oido y gruñía.
—Sí, quiero una consulta inmediata ¡No me importa si está lleno! ¡Este perro es más valioso que toda su sala de espera! ¿Qué? ¿Va a demandarme? ¿Acaso sabes quien soy? ¡Damian Wayne! ¡Yo lo voy a demanar a usted! — Entonces calló, miro su teléfono, Tim lo miró llegando a la sala después de tanto griterío, miró al de ojos verdes — Se rió y me corto... —Le explicó — Y estoy amenazando con una demanda... Otra vez
Pasaron las horas
Al mediodía, Dick ya no sonreía, sus animos estaban por el suelo, se había quitado su bata de "Mini-doctor" y estetoscopio de plástico, se había dado por vencido al no encontrar ninguna causa de la enfermedad de su querido amigo, se encontraba acostado junto a Titus en el sofá, cubierto con una manta, hablándole bajito.
—Te voy a leer un cuento de dinosaurios ¿Sí?… Como cuando yo estoy malito y Dami me los lee a mí. — Y le susurró la historia con voz temblorosa, con los ojitos picandole, demandando que las lagrimas cargadas de frustración puedieran salir, acariciándole el lomo se acercó para abrazarlo y dejar pequeños besitos sobre su cabeza.
Jason ya no bromeaba.
Tim no hablaba.
Y Damian caminaba en círculos, con una expresión consternada y las manos cerradas en puños.
Un par de horas despues, Bruce apareció justo cuando el veterinario por fin entró a la mansión.
Después de que Alfred llegara y los reprendiera por el desastre que habían hecho en su cocina, escuchó cuidadosamente a cada uno, comprendió que todo fue por la pequeña crisis que había provocado el malestar de Titus, entonces hizo lo mas lógico, informar al señor Wayne para que viniera con el veterinario de cabecera.
Dick no lo soltaba, lo abrazó con mas fuerza mirando temeroso a aquel hombre alto, de bata que parecía ser amable, sin embargo "nunca se sabe".
— ¡El es mi paciente! ¿Va a dolerle? ¿Va a pincharlo? ¿Va a llevarlo lejos?
El veterinario se agachó y le sonrió con ternura.
—Solo vamos a hacerle un chequeo, pequeño doctor, tú puedes quedarte con él si quieres.
Dick asintió, no lo soltó, ni por un segundo, cuidandolo por si mismo y por Damian.
Sostuvo la linterna de juguete, le dio besitos en la oreja a Titus, y cuando el doctor tomó su temperatura, Dick le murmuró:
—Tú eres fuerte, Titus…
El veterinario optó por mover al Can, llevándolo a una habitación mas cómoda para hacerle los exámenes.
Horas después, el diagnóstico llegó: Una infección leve por algo que comió.
Tratamiento: Antibióticos, reposo y mucho cariño.
Nada grave, nada irreversible.
Jason con la camisa aún manchada con sopa, se desplomó sobre el sofá.
Tim abrazó el informe como si fuera un caso policial muy difícil de resolver ya resuelto.
Damian se quedó mirando a Titus por largo rato, luego, simplemente se arrodilló, le acarició la cabeza y susurró — Me diste un gran susto.
Y Dick…
Dick lloró.
Lloró del alivio.
Lloró en silencio, con la carita hundida en el cuello de Titus, que ya comenzaba a mover la cola y las orejitas otra vez.
—No te vayas nunca —susurró— Eres el primer perrito que no me da miedo… porque siempre haz sido amable conmigo.
Y Titus, con su hocico húmedo, le lamió la mejillas cubiertas de lagrimas.
Como si prometiera lo mismo.
Esa noche, Dick "durmió" con Titus en la sala de estar, los demás, uno por uno, fueron entrando, Jason con un pijama limpio trajo una manta, Tim con un libro de cuentos que encontró en la biblioteca para leerles historias, Damian con un nuevo collar que había comprado en secreto.
Bruce los observó desde la puerta.
—¿Puedo? —preguntó.
— ¡Claro, papá! —dijo Dick, haciéndose un espacio entre Titus y sus hermanos.
Y allí, bajo las mantas, con un perro noble en el centro y una familia unida a su alrededor, Dick puedo respirar tranquilo.
Porque la mejor cura para el miedo es el amor.
Y Titus ya estaba mejor.
La madrugada en la mansión Wayne era más tranquila tras ese día tan ajetreado.
Bruce ya se había retirado a patrullar junto a Damian y Jason, mientras Tim dormía en un puff que había sacado de quien sabe donde.
Dick seguía muy despierto y muy quieto frente a Titus.
Titus, respiraba con calma, tenía una mantita encima y el nuevo collar con un murciélago diminuto en el broche.
Dick se inclinó hacia él, lo abrazó suave, y murmuró:
—Prometo cuidarte como tú me cuidas a mí.
Titus movió la cola apenas.
—Cuando sea grande y tenga mi propia Baticueva, tú vas a estar ahí, te prometo que te voy a comprar una cama gigante y premios con sabor a pollo... ¡Y tu propia entrada secreta!
Titus levantó y ladeó su cabeza, bostezó… y apoyó una pata sobre el pecho de Dick, como si sellara la promesa.
—Eso significa “sí”, ¿cierto? —susurró Dick.
Silencio.
—Bueno… igual voy a poner tu nombre en la placa, tendrás tu propio puesto de trabajo.
Y, por fin, sus ojitos se cerraron.
El doctor murciélago se quedó dormido.
Chapter 7: Capitulo 7
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Gotham, 8:30 PM.
La mansión Wayne relucía esa noche como una joya brillante bajo la luz de la luna.
El salón principal estaba decorado con luces tenues, cristales colgando de los candelabros, música suave. Con camareros, que iban y venian con bandejas de platas llenas de copas de champagne y canapés entre las conversaciones elegantes de empresarios, políticos, artistas y magnates. Era una de las famosas y grandes galas de caridad organizadas por Bruce Wayne, y esa vez, por primera vez, Dick estaba invitado a participar.
Llevaba un pequeño traje azul oscuro hecho a medida, con corbatita de moño, que le picaba un poco en el cuello, y zapatos brillantes oscuros. Sus rizos, con ayuda de Jason y Alfred, estaban perfectamente peinados y engomados con gel, aunque una hebra rebelde colgaba sobre su frente, sus grandes ojitos azules lo observaban todo con asombro, las personas, la ropa, la comida. Todo era maravilloso, en su cabecita, todo parecía un baile de principes y princesas.
—No te alejes de nosotros, pajarito —le dijo Jason, acomodándole la chaqueta mientras se agachaba a su altura.
Dick parpadeó saliendo de sus pensamientos llenos de fantasias y bailes reales, miró a Jason en silencio.
—Ni un paso —añadió Damian con firmeza, intentado arreglar ese pequeño mechón que caía por su frente, parecía recordarle a alguien y eso lo molestaba un poco.
Después vió a Damian.
Tim, desde el otro lado, le dio un guiño.
—Vamos a estar todos contigo, solo disfruta la música y sonríe cuando alguien te salude, se amable con los invitados, a Bruce le gusta eso… Y si te dan postre ¡Acepta!
Y luego a Tim.
Dick rió bajito y asintió, tomando de la mano a Jason y la de Tim mientras entraban juntos al salón.
Apenas cruzaron la puerta, las miradas se volcaron. Bruce, por supuesto, solía ser el foco de atención, pero esa noche, el pequeño que correteó hasta para abrazarlo robó más de una mirada. Y entre todas esos ojos curiosos, hubo una que brilló ferozmente con un interés particular, Solène Vasseur, fotógrafa estrella de alta moda y rostro habitual de revistas como GQ, Vogue e incluso colaboradora de Wayne Enterprises para campañas publicitarias.
Solène era muy famosa en el medio por descubrir "rostros con bellezas únicas". Y cuando vio a Dick, sintió que su aliento se detuvo.
—¿Ese es…? —preguntó a su asistente. Ella observaba como Bruce lo cargaba, presentándolo a sus invitados y posteriormente lo dejaba ir con sus hermanos.
—Richard Wayne, el menor de los hijos de Bruce Wayne—respondió el joven, bajando la voz, llevó una copa de champagne a sus labios para disimular—. Tiene seis.
Solène se mordió el labio inferior, casi extasiada.
—Es perfecto, no es como los otros modelos infantiles... Su rostro... Es perfecto.
Le dió la copa de champagne a su asistente y se acercó a Bruce apenas pudo, se contoneaba suavemente tenia una sonrisa encantadora en los labios.
—Bruce, querido ¿Ese angelito de rizos negros que vi contigo es tu hijo menor?
Bruce, que estaba inmerso en una conversación con uno de sus invitados la miró y le respondió con su diplomacia habitual
—Sí. Es Richard.
—Necesito fotografiarlo —dijo Solène sin rodeos, miraba a Bruce con los ojos cargados de emoción, extasis—. Tiene ese algo que no se fabrica, no había visto un niño asi en tanto tiempo, tiene esa mezcla de inocencia y fuerza, sería perfecto para varias campañas que tengo concretadas con algunas revistas de moda. Te prometo que no sería nada invasivo, solo una sesión, podría muy fácilmente abrirle las puertas del mundo.
Bruce endureció la mirada, aunque sin perder la compostura, sus invitados inmersos en la conversación, cuchicheaban cosas que el caballero de la noche no terminó de entender.
—Lo aprecio, Solène. Pero no es lo que quiero para Richard, además mi hijo no es un producto, tambien, no creo que un heredero de Wayne Enterprises necesite que le “abran las puertas del mundo”. Te aseguro que él será ese mundo que “abrirá las puertas” a otros.
La mujer lanzó una mirada suplicante, pero antes de que pudiera replicar, Damian apareció a su lado como una sombra.
—¿Está tratando de convertir a mi hermano en un muñeco de vitrina? — Seco se cruzó de brazos, apenas dirigiéndose hacia ella.
Solène parpadeó, desconcertada. Damian era más joven que ella, pero siempre hacia algo para sacarla de casillas, pues cada que tenia oportunidad estaba listo para contradecirla con esos ojos esmeraldas que no titubeaban, había perdido varias campañas con Wayne Entreprises por eso mismo, ese engendro era como una piedra en el zapato.
—Solo pienso en su futuro.
— Nosotros también —intervino Tim, apareciendo, ahora a su lado, con una copa de jugo en la mano—. Y en su futuro no hay luces cegadoras, ni ropa incómoda, ni sesiones eternas con desconocidos, es un niño, debe tener un poco de normalidad en su vida.
Jason se unió también, apareciendo de quien sabe donde y mirando con una sonrisa helada a la mujer.
Solène sintió un sudor frio bajar por su espalda.
—Él ya es una estrella, pero la única cámara que lo merece es la de nuestros ojos.
Solène, acorralada y sin aliados, simplemente suspiró y se apartó, sabiendo que no tenía oportunidad contra los tres.
Bruce observó a sus hijos con una leve sonrisa.
—Me ahorraron las palabras.
Mientras tanto, Dick estaba jugando en un rincón del salón con un pequeño auto de juguete que uno de los invitados le había regalado. Absorto en sus pensamientos y un poco aburrido, pues al parecer sus invitados no querian jugar a los principes y dragones no se percató cuando sus hermanos regresaron, solo hasta que tuvo sus sombras sobre él, fue cuando levantó la mirada y preguntó.
—¿Está todo bien?
Damian le acarició el cabello con cuidado, deslizando sus dedos por esas hebras azabaches rebeldes que finalmente estaban controladas.
—Todo está perfecto, pequeño sol.
Dick sonrió y asintió
— ¡Okay! ¿Puedo comer otro pedacito de pastel?
—Puedes comerte tres —dijo Jason, alzándolo con gran facilidad—. Y si alguien intenta decir que no ¡Yo lo robaré para ti!
Dick rió fuerte, más por la compañía de sus hermanos que por el pastel.
Bruce los miró desde la distancia. A su alrededor, el salón estaba lleno de los hombres y mujeres más poderosos de Gotham, conversando de cosas tan banales que el propio Bruce empezaba a sentir aburrimiento. Deseando ir con el verdadero tesoro de esa noche, que estaba entre esos cuatro chicos que reían tan abiertamente en el rincón, su legado, su familia, su corazón y su brillo...
Ese brillo que nunca estaría a la venta.
La noche aún era joven y la velada continuaba entre risas sofisticadas, brindis con murmullos diplomáticos que entre cuchicheos escondían sus verdaderas intenciones.
Bruce se inclinó hacia su hijo mayor y le dijo con tono bajo pero firme
—El alcalde está por llegar, quiero que los tres lo saluden conmigo, y también al Ministro de Cultura. Es importante que estén presentes.
Damian frunció el ceño.
—¿Y Dick?
—Está con Alfred —respondió Bruce, mirando de reojo—. No será mucho tiempo.
Tim y Jason intercambiaron miradas, ninguno estaba convencido, había demasiada gente, lo que podía suponer un riesgo para Dick — ¿No puede venir a saludar el tambien? —Preguntó Tim.
— Es un niño. — Dijo Bruce — y vamos hablar de negocios.
El trio estaba a punto de replicar pero al ver la expresión severa de su padre, asintieron.
—Cinco minutos —murmuró Jason, como si se estuviera prometiendo algo a sí mismo.
Los tres siguieron a Bruce hacia la entrada principal.
Dick, mientras tanto, se encontraba junto a una bandeja de dulces intentando robar un poco mas de algún postre azucarado sin que se dieran cuenta. Alfred que llegaba con el, se le había acercado con una copa de jugo y una servilleta, pero otro invitado lo llamó con urgencia para resolver una confusión con los asientos, previo a que empezara el evento principal.
—Un momento, joven Richard —dijo Alfred, inclinándose—. No se mueva de aquí, por favor.
Dick asintió con una sonrisa obediente, movió sus piecesitos y con ambas manos tomó la copa de jugo y empezo a beberla absorto en el mismo.
Fue entonces, cuando, al otro lado de la sala, Solène Vasseur vió su unica oportunidad.
Como una sombra elegante deslizándose entre las mesas, se acercó. Su rostro estaba cubierto por una sonrisa cálida, casi maternal.
—Hola, pequeño príncipe.
Dick parpadeó.
—Hola, señora.
—Te ves maravilloso esta noche, pareces un pequeño caballerito ¿Te lo habían dicho? — Dick se encogió en hombros y negó suavemente. —¿Te gustaría que te tome unas fotos? Prometo que será rápido. Solo unas pocas, para que todos vean lo lindo que eres.
Dick dudó, encogiéndose un poquito, se acomodó la corbatita, que picaba extrañamente más.
—No sé… Mis hermanos dijeron que no...
—Oh, no será nada serio. Solo para recordar esta noche tan especial. Estás brillando, Dickie ¿Te puedo llamar asi, verdad? ¿Tesoro?
Él no entendía del todo lo que pasaba. Pero se le había enseñado a ser educado, además, Tim mencionó que tenia que ser amable con los invitados, y la señora no parecía mala. Así que asintió con una sonrisa nerviosa.
Solène sonrió como si hubiera encontrado una mina de oro. Entonces sacó su camara fotografica, una digital que tomaba fotografias en alta resolución.
Y fué asi que, la cámara hizo clic.
Una vez.
Otra vez.
Y otra.
—¿Puedes mirar hacia mí, con esa carita? ¡Perfecto! Ahora esa sonrisa. ¡Brillante!
Dick sonrió, al inicio movia sus piecesitos e intentaba "posar", pero poco a poco su cuerpo comenzó a hacerse mas chiquito, su postura se volvió más rígida. Ya no era divertido. La cámara hacía ruidos molestos con cada clic y las luces lo cegaban, tan esporádicas y fuertes que habían puesto nervioso al menor de los Wayne.
Ya no quería mas fotos.
Él solo quería volver con sus hermanos.
Y justo entonces…
—¡¿Qué diablos estas haciendo?! —Jason se acercó gritando iracundo por la situación
—¡Apártate de él ahora! —Damian espetó con un semblante escalofriante que hizo retroceder a la fotografa.
Tim llegó detrás, apartando la cámara con un manotazo, el rostro estoico.
Solène retrocedió de inmediato, las manos alzadas.
— ¡Ay, por favor! ¡Es solo una sesión improvisada! ¡No le hice daño!
—No le pusiste una mano encima —gruñó Damian, colocándose frente a Dick como un muro—, pero lo estás agobiando ¿Acaso eres ciega que no ves lo incómodo que está?
Jason se arrodilló frente a su hermanito.
—Dickie, ¿estás bien?
El niño parpadeó, sus labios rojitos temblaban, pero no lloró. solo restregó sus ojitos con sus puños y dijo, bajito.
—Me duelen los ojos y mis mejillas... Pero Tim dijo que hay que ser amable...
Jason lo abrazó fuerte, tan fuerte que Dick pudo sentir cómo le temblaban los brazos.
No solo su corbatita picaba.
En ese momento, toda lo hacia
Bruce llegó unos segundos después, estando al tanto pues le habían informado por el comunicador, no dudó ni un segundo en detener su importante conversación con el alcalde para dirigirse con ellos. Vió el rostro desencajado de sus hijos, la cámara en el suelo, y la figura de Solène encogiéndose ante su mirada.
— Creo que fuí claro con esto —dijo, sin gritar, su voz fue una sentencia. —Fuera de mi casa.
Ella intentó justificarse, tartamudeó y movió sus manos con nervios, pero se topó con los ojos helados del murciélago.
—Ahora.
Dos de los guardias personales de Bruce se le acercaron con firmeza.
Solène entendió que no volvería a poner un pie ahí. Ni ahí, ni cerca de ninguno de los Wayne.
Mas tarde esa noche, cuando la hora de dormir de Dick ya se había pasado y una vez bañado, con pijama y acurrucado en la cama, sus hermanos estaban todos esparcidos por su habitación. Le leían cuentos, le hacían voces tontas, lo abrazaban.
Hasta que Bruce entró en silencio.
—Damian —lo llamó, con tono más suave de lo habitual.
Su hijo mayor se levantó de la cama de Dick, y sin decir nada lo siguió al pasillo.
Bruce colocó una mano firme sobre su hombro.
—Ya está, se fueron. Ella no volverá a acercarse. Jamás.
Damian asintió, los labios apretados.
—Si, padre.
Bruce suspiró, con un dejo de cansancio.
—No siempre podremos evitar que el mundo intente aprovecharse de él, ya sea como vigilantes o como... nosotros. Pero mientras estemos vivos, jamás estará solo y podremos protegerlo .
Damian suspiró, y cruzándose de brazos volvió a mirar la puerta del cuarto.
Sentía algo extraño en su pecho, si bien la situación había pasado, algo no se sentía del todo...
Correcto
Chapter 8: Capitulo 8
Chapter Text
Gotham, 6:30 AM.
Los días posteriores, en la mansión Wayne eran tranquilos, demasiado después de lo sucedido en la gala de caridad.
Bruce en su momento pensó que Solène haría de esa situación un escándalo al “Ser echada” de una de las reuniones más importantes de la más alta sociedad, que no se hiciera la víctima, era sorprendente.
Tal vez, la juzgó mal, y si tenía más valores de los que aparentaba.
Dick estaba recostado en su cama con una manta de ositos y su peluche favorito bajo el brazo. Jason y Tim jugaban con él con pequeñas figuras de acción, mientras Damian hojeaba un libro cerca, con un ojo puesto en el más pequeño. Para ellos, era una mañana tranquila, después de una noche intensa de patrullaje.
No hablaban del incidente. No directamente, pero la atmósfera era más suave que de costumbre, más cuidadosa para con Dick.
Fue entonces cuando el menor de los Wayne lo dijo, sin mirar a nadie y distraído con su pequeño peluche de Batman.
—¿Por qué esa señora quería tantas fotos mías?
Jason bajó la figurita de la mujer maravilla, miró a Tim y luego miró al más joven.
—Porque eres muy lindo, porque hay gente que ve algo bonito y quiere hacerlo suyo, aunque sea a la fuerza.
Dijo Jason con un poco de desprecio en la voz.
—¿Pero por qué todos dicen que me veía bonito si yo… no me sentía asi? —preguntó Dick, frunciendo el ceño—. Las luces me dolían los ojos, y no sabía a dónde mirar y mis mejillas me dolían mucho.... Debí verme muy raro... — El suspiró. Un suspiro muy pesado como para venir de un niño de seis años — Se sentía como… como cuando uno quiere irse a casa, pero no puede.
Tim dejó de mover la figura de Batman y se inclinó sobre la cama, apoyó los codos sobre el cómodo colchón de su hermano.
—Eso que sentiste, Dick… es algo importante. — Pasó a sentarse junto a él, acomodó los cabellos de su hermano con cuidado, mientras este aún movía el peluche entre sus manos, sin mucha emoción — Se llama incomodidad y es muy valioso que lo reconozcas.
— ¿Incomodidad? — Preguntó aún más confundido que antes — Pero si yo solo estaba siendo amable, como me pidió papá, como me dijiste tu Tim.
—Sí —dijo Damian, cerrando el libro, y terminó por apoyar sus codos sobre sus piernas—, pero ser amable no significa que tengas que dejar de sentirte seguro. Si algo te incomoda, puedes decir "no", siempre. No importa si es un adulto, un niño, si es un invitado o si tiene una cámara.
Dick frunció el ceño, bajando la mirada.
—Yo no sabía que podía decir que no…
Jason lo abrazó con cuidado.
—Y ahora sí lo sabes y nosotros vamos a ayudarte a recordarlo cada vez que lo necesites.
—¿De verdad?
— ¡Lo prometemos! —dijeron los tres al unísono, cuan cachorros expectantes por aprobación.
Y Dick sonrió, esa vez de verdad. Una sonrisa pequeña, sincera, que brillaba más que cualquier flash.
Y por fin sus hermanos pudieron respirar con tranquilidad.
Gotham, 1:00 PM.
Horas más tarde, mientras Dick dormía profundamente su siesta de la tarde, acurrucado entre sus peluches, Bruce bajó a la sala de control, había llegado más pronto de la oficina para revisar unos archivos policiales de un caso viejo que parecía estar tomando nuevamente relevancia, pensó que estaría vacía, sin embargo, Alfred ya lo esperaba, con el rostro serio y un periódico en una mano.
—Tenemos un problema.
Las pantallas se encendieron.
Y Bruce frunció el ceño.
Habían titulares de casi todos los medios de Gotham, unos incluso de Central City y Metrópolis.
“La joya de la corona Wayne: Richard, el hijo menor de Bruce Wayne, hace su debut público.”
“¡El pequeño heredero de los Wayne: El rostro tierno y encantador que Gotham no puede dejar de mirar!”
“¿Nuevo modelo infantil? ¡Por primera vez! Fotos exclusivas de Solène Vasseur en la fiesta benéfica Wayne.”
Las imágenes eran innegables. Dick, en su traje azul hecho a la medida. Dick, con los rizos perfectamente ordenados salvó ese pequeño rizo en espiral que caía sobre su frente. Dick con la corbatita chueca y sus deditos sobre una galleta que había logrado “robar”. Dick, sonriendo con esa mezcla de incomodidad y dulzura. Dick, mirando directamente a la cámara con los ojos más azules que Gotham haya visto jamás.
—¿Están compartidas en redes sociales?
—Sí —dijo Alfred con gravedad—. Millones de veces, y en todos los idiomas que pueda imaginar.
Bruce se apretó el puente de la nariz, no gritó, no dijo nada.
Pero internamente deseó que esa mujer hubiese hecho un escándalo, tal vez unos titulares hacia su persona y como era un pésimo anfitrión, todo, menos exponer a su pequeño hijo así.
Pero ahora el mensaje era claro.
El mundo conocía el rostro de Richard Wayne.
Y eso a Bruce le aterraba.

Catleb on Chapter 1 Sat 22 Nov 2025 12:04PM UTC
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Catleb on Chapter 2 Sat 22 Nov 2025 12:10PM UTC
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Catleb on Chapter 3 Sat 22 Nov 2025 12:15PM UTC
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