Work Text:
— ¡Orión! — exclama Severus con fuerza, mientras entra al baño.
El niño, asustado, se queda quieto en su lugar.
Sobre una silla.
Frente al espejo.
En una mano una tijera y en la otra un mechón de cabello
— ¿Puedo saber qué es lo que estás haciendo? —pregunta, enojado.
El pequeño hace un puchero con sus labios, indignado ante el tono de su papi.
Baja las manos lentamente y deja las tijeras sobre el lavamanos, da un salto de la silla y cae al suelo.
Mira a su papi, quien tiene una mueca de confusión en su cara, y pone sus manos en su cintura, en forma de jarra.
Suspira y niega con la cabeza.
— Ven —pide, tendiéndole una mano a Severus.
Este la toma por reflejo, siendo dirigido por su hijo hasta la silla, donde es obligado a tomar asiento, ve a Orión tomar una fotografía que reposa sobre el WC, que Severus hasta ahora no había notado.
— Mira —toma la fotografía con ambas manos y la voltea en dirección a la cara de Severus— Quiero verme así —dice, señalando a una de las personas en la fotografía.
Severus mira con atención a lo que su hijo le señala con tanto ahínco.
Es una foto antigua, en la cual se puede ver a un par de adolescentes, uno de ellos está abrazando al otro por la espalda de manera amorosa, mientras apoya su cabeza sobre su hombro y ambos están sonriendo a la cámara, uno de manera más amplia que el otro, pero claramente felices.
Los ojos de Severus se abren al reconocer a los adolescentes ¡Son Sirius y él!
Con suavidad toma la fotografía de las manos de su hijo para poder observarla de cerca, una sonrisa de nostalgia se forma en sus labios al recordar el momento.
La tomaron un par de meses después de que Severus se graduase de Hogwarts, Sirius llegó a la estación de trenes a buscarlo con solo su moto y una mochila sobre su hombro. Le propuso recorrer el mundo, juntos.
Y él, enamorado, acepto.
No se ha arrepentido ni un día de esa decisión.
En la fotografía Sirius le abraza por la espalda, pasando los brazos por su cintura, tiene la cabeza apoyada sobre el hombro de Severus y una gran sonrisa en su cara. Severus envuelve las manos de este con las suyas y sonríe, de manera más recatada.
Si bien, ambos están vestidos de negro, se ven completamente diferentes.
Severus usa pantalones de jeans negros bastante pegados, botas de piel de dragón hasta casi la mitad de la pantorrilla y un suéter negro ancho de manga larga, su cabello en ese entonces ya estaba rozando sus hombros y Severus había decidido no cortarlo.
Sirius, en cambio, llevaba puestos unos pantalones de cuero negros, ajustados y rasgados en las rodillas, unas botas negras, de piel de dragón con muchas hebillas y cadenas colgando de su cinturón, lleva puesta una chaqueta de cuero negra sobre una playera blanca y tres pendientes en la oreja derecha.
Pero sin duda, lo que más resalta de él, es su cabello.
Tiene un corte estilo mohawk, los costados de su cabeza con el cabello corto casi al ras y el flequillo y el centro más largo que el resto.
Suelta una risita, alegre de que la foto sea en blanco y negro, ya que, en ese entonces, Sirius tenía el cabello azul.
— ¿Quieres verte como tu padre? —pregunta, y sonríe con ternura al ver la cara de su hijo volverse roja— No tienes por qué avergonzarte de querer lucir como él —dice, acariciando la mejilla del menor.
— Solo… no le digas por favor —suplica el niño con voz avergonzada.
— Okay, no le diré —Severus tiene que forzarse a contener la risa que quiere salir de sus labios— ¡Ahora! —exclama, mientras se levanta de la silla y pasa sus manos bajo los brazos de Orión— Vamos a arreglar ese desastre —dice, y posa al chico sobre la silla, tomando las tijeras.
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— ¡¿Cómo están mis bebes?! —el grito de Sirius resuena en su, extrañamente, silenciosa casa.
Una de sus elegantes cejas se alza de forma interrogativa al no obtener una respuesta, por lo que abre la boca dispuesto a gritar nuevamente.
Nada.
Ni una sola palabra sale de sus labios.
Frente a él, su retoño mira al suelo retorciéndose las manos con sus mejillas completamente sonrojadas, en su cabeza luce un Mohawk, uno como el que una vez él tuvo en su juventud.
— ¡Hey, cachorrito! ¿Estás estrenando un corte nuevo, eh? —pregunta, y alza la mirada cuando ve a su esposo entrar con una fotografía en sus manos.
— Orión encontró esto —comenta, entregándole la foto— ¿Recuerdas? —pregunta.
Sirius mira la fotografía y sus ojos se abren de manera cómica mientras una sonrisa de bobo se posa en sus labios.
— ¿Te gusta mi corte? —pregunta el niño en voz baja, casi susurrante, con el sonrojo de su cara, aumentando hasta colorear su cuello y orejas.
— Me encanta —responde Sirius, tragando el nudo que se forma en su garganta, avanza hasta llegar frente él, se agacha a la altura de su hijo y acaricia una de sus mejillas— Te ves maravilloso.
El niño le da una gran sonrisa, dejando a la vista que uno de los dientes ya no está más en su lugar.
El pecho de Sirius se aprieta al percatarse de lo rápido que su hijo está creciendo.
— ¡Voy a llamar a Draco para que vea mi nuevo corte! —grita Orión, corriendo hacia la Chimenea.
Sirius se levanta y se estira cuan largo es, para, en un rápido movimiento, tomar a Severus entre sus brazos.
— Hola cariño —saluda, dejando un beso suave sobre los labios del más bajo— Creo que nuestro bebe está creciendo muy rápido —declara, y comienza a lloriquear mientras entierra la cara en el cuello de Severus.
— Ya, ya —trata de consolar— Cálmate, esto tenía que pasar en algún momento —dice, dando palmaditas en su hombro.
— Mi bebe quiere ser como su padre —solloza, aún más fuerte — ¿Qué tan lindo es eso? —pregunta.
Severus se aguanta las ganas de reír, sabe que a Sirius realmente le ha llegado al corazón, el que su primogénito quiera lucir como él.
No evita que su reacción sea graciosa.
— Merlín, Sirius, eres tan llorón —lo reprende suavemente.
Severus lo toma por las mejillas con ambas manos, acunando su cara entre estas, pasa sus pulgares con suavidad, bajo sus ojos para limpiar las lágrimas que caen y le besa con cariño durante unos segundos.
— Te amo —susurra, sobre los labios de Sirius.
— También te amo —responde rápidamente y sin duda, como siempre lo hace.
— Ahora, vamos a cenar —toma su mano y lo lleva al comedor— ¡Orión deja a Draco en paz y ven a cenar! —grita, Severus.
— Voy —responde el niño desde la sala.
