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RAIHAN

Summary:

Damian goes undercover as Raihan, a dancer as lethal as he is hypnotic.
Jon was only supposed to keep watch... Until he sees him become the most dangerous temptation in the room.

Chapter 1: LA MISION

Chapter Text

La sala de reuniones de la Torre Titán estaba en un silencio poco usual para un martes por la tarde. Normalmente, a esa hora, Garfield estaría haciendo alguna broma sobre la comida del comedor o Raven comentaría algo sarcástico sobre la falta de disciplina del equipo. Pero hoy no. Hoy todos miraban la pantalla holográfica que proyectaba el rostro de Batman con esa expresión perpetuamente seria que parecía grabada a fuego en su mandíbula.

Damian estaba de pie junto a la mesa, brazos cruzados, con esa postura militar que había heredado de su entrenamiento en la Liga de Asesinos y refinado bajo la tutela de Bruce. Su ceño fruncido era menos una muestra de desaprobación y más su expresión por defecto cuando estaba analizando información. A su lado, Jon Kent intentaba mantener la compostura, aunque sus ojos azules saltaban entre la pantalla y Damian con una mezcla de preocupación y curiosidad mal disimulada.

—La gala se llevará a cabo en el Hotel Mirage dentro de tres noches —la voz grave de Batman resonó en la sala—. Es un evento privado, exclusivo para élites criminales. Traficantes de armas, políticos corruptos, jefes de carteles internacionales. Todos reunidos bajo la fachada de una "celebración cultural". La inteligencia sugiere que Amir Sadiq, nuestro objetivo principal, cerrará varios tratos esa noche. Necesitamos pruebas audiovisuales concretas de esas conversaciones.

—¿Y por qué necesitamos infiltrarnos? —preguntó Kory, sus ojos verdes brillando con ese tono alienígena que los hacía parecer gemas bajo la luz artificial—. ¿No sería más simple intervenir directamente?

—No —respondió Bruce con firmeza—. Sadiq está conectado con al menos cinco gobiernos extranjeros y tiene inmunidad diplomática. Si lo arrestamos sin pruebas irrefutables, caminará libre en menos de veinticuatro horas. Necesitamos grabaciones, documentos, algo que ni siquiera sus abogados puedan refutar.

Damian sintió cómo todos los ojos en la sala se posaban sobre él. Sabía lo que venía. Lo había sabido desde el momento en que Bruce mencionó "infiltración encubierta" y "gala cultural". Su padre tenía esa manera particular de mirar cuando estaba a punto de asignarle una misión que requería... habilidades específicas.

—Damian —dijo Batman, y ahí estaba, ese tono que no admitía discusión—. Tú serás el punto de entrada.

—Por supuesto —respondió Damian sin vacilar, aunque por dentro ya estaba calculando las variables. Infiltración significaba un disfraz elaborado, una identidad falsa impecable, y probablemente algo que lo haría sentir incómodo—. ¿Qué tipo de cobertura?

Hubo una pausa. Una pausa demasiado larga. Damian conocía esas pausas. Significaban que lo que venía a continuación no le iba a gustar.

—Entretenimiento —dijo Bruce finalmente.

Damian arqueó una ceja.

—¿Entretenimiento?

—La gala tiene una temática oriental. Sadiq es conocido por su... afición a las actuaciones exóticas. Contrata bailarines, músicos, performers. Todos cuidadosamente seleccionados. —Batman hizo una pausa nuevamente, y Damian sintió un ligero cosquilleo de irritación subiendo por su columna vertebral—. Necesitamos a alguien que pueda captar su atención, que pueda acercarse lo suficiente a su mesa para plantar dispositivos de audio y video sin levantar sospechas.

—¿Bailarín? —la voz de Garfield sonó incrédula, y Damian pudo ver de reojo cómo el chico verde se inclinaba hacia adelante con una sonrisa que prometía burlas futuras—. ¿Damian va a bailar?

—No cualquier bailarín —intervino Oracle, su voz surgiendo de los altavoces mientras la pantalla se dividía para mostrar su interfaz—. Raihan. Es una identidad que hemos estado construyendo durante meses. Un bailarín de danza árabe, especializado en estilos clásicos y... contemporáneos. Muy solicitado en círculos privados. Suficientemente misterioso como para ser intrigante, pero con suficiente historial falso como para pasar cualquier verificación de antecedentes.

La pantalla cambió, mostrando fotografías de un joven de cabello oscuro con maquillaje dramático, vestido con sedas y adornos que dejaban muy poco a la imaginación. Damian reconoció las fotos editadas digitalmente, basadas en su propia estructura facial pero alteradas lo suficiente como para no ser reconocibles de inmediato. El atuendo era... revelador. Pantalones de seda que colgaban peligrosamente bajos en las caderas, un bolero abierto que apenas cubría el pecho, brazaletes dorados, y suficientes monedas colgando como para que cada movimiento produjera un tintineo musical.

El silencio en la sala era ensordecedor.

Jon se atragantó con su propia saliva. Literalmente. Tosió tan fuerte que Kory tuvo que darle una palmada en la espalda mientras él intentaba recuperar el aliento, su rostro poniéndose de un rojo intenso que no tenía nada que ver con la falta de oxígeno.

—¿Estás bien, Jonathan? —preguntó Raven con ese tono monótono que usaba cuando claramente no le importaba pero sentía la obligación social de preguntar.

—S-sí, yo... agua —tartamudeó Jon, tomando el vaso que Kory le ofrecía y bebiendo como si acabara de cruzar el desierto del Sahara.

Damian lo miró de reojo, notando el rubor en sus mejillas, la forma en que sus ojos azules evitaban deliberadamente la pantalla donde la imagen de "Raihan" seguía proyectada. Interesante. Muy interesante. Archivó esa reacción en su mente para analizarla más tarde.

—¿Hay algún problema, Kent? —preguntó con ese tono cortante que usaba cuando quería provocar una reacción.

—¡No! Ninguno, para nada, yo solo... —Jon gesticuló vagamente hacia la pantalla—. Es solo que... no sabía que podías... ya sabes... bailar.

—Puedo hacer muchas cosas que no sabes, Jon —respondió Damian con una sonrisa que era mitad arrogancia, mitad diversión genuina.

Garfield soltó una carcajada que sonó demasiado fuerte en la sala.

—Oh, esto va a ser oro asombroso. ¿Alguien va a grabar esto? Por favor díganme que alguien va a grabar esto.

—Concéntrate, Garfield —ordenó Kory, aunque había un brillo divertido en sus ojos que no pasó desapercibido.

Batman continuó como si la pequeña crisis respiratoria de Jon nunca hubiera ocurrido.

—Damian, entrenarás con los instructores que hemos contratado. Tienes tres días para perfeccionar la actuación. Necesitas ser convincente, necesitas que Sadiq te quiera cerca.

—Entendido —dijo Damian con la misma frialdad profesional que usaba para cualquier misión. Esto no era diferente. Era un disfraz, una herramienta, un medio para un fin. El hecho de que el disfraz fuera... menos convencional que un simple traje no cambiaba nada.

Excepto que sí cambiaba algo, porque podía sentir la mirada de Jon clavada en él con una intensidad que hacía que su piel hormigueara de una manera que no podía catalogar fácilmente.

—Jonathan —la voz de Batman cortó a través de sus pensamientos—, tú irás como respaldo. Estarás infiltrado como parte del personal de seguridad. Tu trabajo es monitorear el audio de Damian y asegurarte de que tenga una salida despejada si las cosas se complican.

Jon asintió, todavía un poco colorado, sus manos apretando el vaso de agua con más fuerza de la necesaria.

—S-sí, señor. Sin problema.

Damian notó cómo Jon evitaba mirarlo directamente ahora. Fascinante. En todos los años que llevaban trabajando juntos, peleando juntos, confiando el uno en el otro con sus vidas, nunca había visto a Jon tan... descolocado. Era como si algo fundamental hubiera cambiado en los últimos cinco minutos, algún equilibrio delicado que Damian ni siquiera sabía que existía entre ellos.

La reunión continuó con detalles logísticos: puntos de extracción, códigos de emergencia, protocolos de comunicación. Damian absorbía la información con la precisión automática de años de entrenamiento, pero una parte de su cerebro seguía enfocada en Jon. En cómo el chico de acero seguía lanzándole miradas rápidas cuando pensaba que Damian no estaba mirando. En cómo sus dedos tamborileaban nerviosamente sobre la mesa. En cómo su respiración se había acelerado ligeramente cuando Oracle había vuelto a mostrar las imágenes de "Raihan" para detallar el vestuario.

Cuando Batman finalmente terminó el briefing y la pantalla se apagó, el equipo comenzó a dispersarse. Garfield ya estaba susurrando algo a Jaime que claramente involucraba burlas sobre Damian, porque ambos se reían de esa manera conspiratoria que prometía molestias futuras. Kory y Raven se dirigieron hacia la salida discutiendo estrategias de respaldo.

Damian se quedó junto a la mesa, organizando mentalmente sus prioridades para los próximos tres días. Entrenamiento físico intensivo, memorización de la cobertura, práctica con los dispositivos de vigilancia...

—Oye, Damian —la voz de Jon lo sacó de sus pensamientos. El chico había caminado hacia él con esa forma particular de moverse que siempre tenía, como si constantemente se recordara a sí mismo que no debía usar sus poderes, que debía caminar como un humano normal y no flotar accidentalmente—. ¿Estás... bien con esto?

Damian lo miró, estudiando su expresión. Jon parecía genuinamente preocupado, sus cejas rubias fruncidas de esa manera que hacía que luciera más joven de lo que era. Había algo más ahí también, algo en sus ojos que Damian no podía descifrar completamente. ¿Preocupación? ¿Confusión? ¿Algo más?

—Por supuesto —respondió con un encogimiento de hombros—. Es solo otra misión.

—Es que... —Jon se pasó una mano por el cabello en ese gesto nervioso que Damian había aprendido a reconocer—. Ese atuendo es bastante... ya sabes...

—¿Revelador? —ofreció Damian con una ceja arqueada—. ¿Provocativo? ¿Diseñado específicamente para atraer la atención de criminales depravados con demasiado dinero y muy poca moral?

Jon se sonrojó nuevamente, y Damian sintió una pequeña chispa de satisfacción al notar cómo el chico luchaba por mantener el contacto visual.

—S-sí, eso. Solo... quiero asegurarme de que estás cómodo con ello.

—Jon —dijo Damian, su voz suavizándose ligeramente porque, a pesar de todo, apreciaba la preocupación—. He hecho cosas mucho peores que usar ropa incómoda y bailar para criminales. Esto es simple en comparación.

Y era verdad. En su vida había infiltrado organizaciones terroristas, había fingido ser un asesino despiadado, había mentido, engañado y manipulado su camino a través de docenas de misiones. Esto era solo otra actuación. Otra máscara que ponerse. El hecho de que esta máscara particular implicara más piel expuesta de lo usual no era relevante.

Excepto que la forma en que Jon lo miraba ahora, con esos ojos azules llenos de algo que Damian no podía nombrar, hacía que sintiera como si tal vez, solo tal vez, sí importara.

—Bien —dijo Jon finalmente, aunque no sonaba del todo convencido—. Solo... ten cuidado, ¿sí?

—Siempre lo tengo —respondió Damian, y luego, porque una parte traviesa de él que raramente dejaba salir quería ver cómo reaccionaba Jon, añadió—: Además, estarás allí para cuidarme, ¿no? Mi guardaespaldas personal.

La expresión de Jon fue todo un poema. Sorpresa, desconcierto, algo que parecía peligrosamente cercano al pánico, y luego una determinación casi feroz que transformó su rostro por completo.

—Sí —dijo con una convicción que hizo que algo cálido se instalara en el pecho de Damian—. Sí, estaré allí.

Se miraron por un momento que se extendió demasiado, cargado de algo no dicho, algo que zumbaba en el aire entre ellos como electricidad estática. Damian se encontró notando detalles absurdos; la forma en que la luz de la Torre hacía que el cabello de Jon brillara como oro pálido, la pequeña cicatriz apenas visible en su mentón de aquella vez que habían peleado contra Lobo, el ritmo ligeramente acelerado de su respiración...

—Bueno —Jon rompió el silencio primero, dando un paso atrás con una sonrisa nerviosa—. Supongo que tenemos que prepararnos. Te veré en el entrenamiento, ¿no?

—Por supuesto —respondió Damian, aunque sabía perfectamente que Jon no estaría en su entrenamiento de baile. No tenía sentido lógico para que estuviera allí. Pero la forma en que Jon lo dijo, como una pregunta desesperada, como si necesitara alguna excusa para verlo antes de la misión...

Jon salió de la sala con esa prisa particular que significaba que definitivamente estaba huyendo de algo, probablemente de sus propios pensamientos. Damian se quedó solo en la sala de reuniones, mirando la puerta por donde Jon había desaparecido, su mente ya no en la misión sino en la reacción del chico de acero.

Interesante, pensó nuevamente. Muy, muy interesante.

Y mientras caminaba hacia el gimnasio de entrenamiento donde lo esperaban los instructores que Bruce había contratado, Damian Wayne se permitió una pequeña sonrisa. Esta misión iba a ser mucho más complicada de lo que Batman había anticipado, pero no por las razones que su padre pensaba.

No, la complicación no sería la infiltración, ni los criminales, ni siquiera el baile sensual que tendría que ejecutar.

La complicación sería Jonathan Kent y la forma en que había mirado esas fotografías de Raihan como si acabara de descubrir algo sobre sí mismo que no sabía cómo procesar.

Y Damian, con toda su inteligencia táctica y su entrenamiento en manipulación psicológica, no tenía idea de qué hacer con esa información.

Todavía.

 

Los siguientes tres días fueron un torbellino de actividad que dejó a Damian adolorido en músculos que ni siquiera sabía que tenía. Los instructores que Bruce había contratado eran profesionales absolutos: una bailarina egipcia llamada Yasmine que tenía más de treinta años de experiencia en danza oriental, y un coreógrafo libanés llamado Karim cuya especialidad era fusionar estilos tradicionales con elementos contemporáneos más... provocativos.

El primer día fue humillante. No porque Damian no pudiera aprender los movimientos, su entrenamiento en artes marciales le había dado un control corporal excepcional, sino porque cada movimiento estaba diseñado para ser sensual, para atraer miradas, para prometer cosas que Damian definitivamente no estaba acostumbrado a prometer con su lenguaje corporal.

—No, no, no —Yasmine chasqueó la lengua por décima vez esa mañana—. Esto no es combate, habibi. No estás atacando a nadie. Cada movimiento debe fluir como agua, como una invitación. Tus caderas deben hablar, tus manos deben contar una historia.

Damian apretó los dientes y lo intentó nuevamente, ondulando sus caderas en ese movimiento circular que Yasmine acababa de demostrar. Se sentía ridículo. Absolutamente ridículo.

—Mejor —concedió ella—. Pero aún muy tenso. Necesitas relajarte, dejar que el movimiento suceda en lugar de forzarlo. Piensa en... piensa en alguien que quieras seducir. Alguien cuya atención quieras capturar completamente.

El rostro de Jon apareció en su mente sin permiso, esos ojos azules mirándolo con esa intensidad nueva que había visto en la sala de reuniones. Damian parpadeó, sorprendido por su propia mente traicionera, y algo en su postura debió cambiar porque Yasmine sonrió con aprobación.

—Ah, sí. Eso. Mantén ese pensamiento, sea quien sea.

El segundo día fue peor porque Karim introdujo el vestuario completo. No era exactamente como las fotos que Oracle había mostrado, pero era igual de revelador. Pantalones de seda verde esmeralda que se ataban peligrosamente bajos en sus caderas, dejando expuesta una extensión considerable de su abdomen y la línea en V que desaparecía bajo la tela. Un bolero del mismo color, tan corto que apenas llegaba a sus costillas, abierto al frente para mostrar su pecho. Brazaletes dorados en sus bíceps y muñecas. Un collar de monedas que tintineaba con cada movimiento. Y más monedas cosidas a una cadena que colgaba de sus caderas, diseñadas específicamente para llamar la atención a esa área con cada balanceo.

Damian se miró en el espejo del estudio de baile y casi no se reconoció. El maquillaje que le habían aplicado acentuaba sus ojos, haciéndolos parecer más grandes, más exóticos. Un toque de kohl oscuro, sombra dorada que capturaba la luz. Sus labios tenían un tinte sutil que los hacía parecer más carnosos. Su cabello, normalmente desordenado de manera práctica, había sido peinado hacia atrás con gel, algunas mechas cayendo estratégicamente sobre su frente.

—Perfecto —dijo Karim con satisfacción—. Ahora sí pareces Raihan. Ahora vamos a trabajar en la coreografía completa.

Y trabajaron. Durante horas. Cada giro de caderas, cada balanceo, cada movimiento diseñado para hipnotizar. Karim era implacable, haciéndolo repetir secuencias una y otra vez hasta que fluyeran naturalmente. No era solo bailar; era actuar, era seducir con cada gesto, era prometer con cada mirada.

—Recuerda —le dijo Karim mientras Damian practicaba un giro particularmente complejo que terminaba con él de rodillas, su espalda arqueada, su mirada dirigida hacia arriba—. Tu objetivo es que todos los ojos estén en ti, pero tu atención debe estar en Sadiq. Hazlo sentir especial, hazlo sentir como si toda esta actuación fuera solo para él.

Damian asintió, memorizando cada instrucción, cada matiz. Era como prepararse para combate, solo que las armas eran diferentes. No kunais ni espadas, sino su propio cuerpo convertido en algo hermoso y peligroso.

El tercer día, cuando finalmente ejecutó la rutina completa sin errores, con la música árabe llenando el estudio, con cada movimiento fluido y seductor, Yasmine y Karim aplaudieron con genuino entusiasmo.

—Habibi, eres un natural —dijo Yasmine con una sonrisa orgullosa—. Vas a tener a todos comiendo de tu mano.

Damian no estaba seguro de cómo sentirse al respecto. Había completado misiones más peligrosas, había enfrentado enemigos más letales, pero esto... esto se sentía diferente. Más personal. Más expuesto. No solo físicamente, aunque el vestuario definitivamente dejaba poco a la imaginación, sino emocionalmente. Cada movimiento era una vulnerabilidad disfrazada de confianza, cada mirada una invitación que su instinto de asesino entrenado gritaba que era peligrosa.

Pero era parte del trabajo. Y Damian Wayne siempre completaba el trabajo.

Lo que no esperaba era entrar a la Torre esa noche, todavía con restos de maquillaje que no se había molestado en quitar completamente, y encontrarse con Jon en el pasillo.

El chico de acero lo vio y se detuvo en seco, como si hubiera chocado contra una pared invisible. Sus ojos se abrieron completamente, recorriendo a Damian de arriba abajo en un estudio que fue cualquier cosa menos sutil. Damian todavía llevaba puestos los pantalones de práctica y una camiseta ajustada, nada parecido al vestuario completo, pero aparentemente el maquillaje restante y algo en su forma de moverse, los músculos entrenados de manera diferente después de tres días de danza intensiva, era suficiente para dejar a Jon absolutamente mudo.

—Jon —saludó Damian con neutralidad, aunque internamente estaba catalogando cada microexpresión en el rostro del chico. El leve ensanchamiento de sus pupilas. El rubor que subía por su cuello. La forma en que sus manos se cerraron en puños a sus costados, como si estuviera luchando contra el impulso de... ¿qué? ¿Tocar? ¿Huir?

—Yo... tú... —Jon parecía haber olvidado cómo funcionaba el lenguaje humano—. ¿Entrenamiento?

—Sí —respondió Damian, dando un paso más cerca porque una parte oscura y curiosa de él quería ver cómo reaccionaba—. Fue intensivo.

—Te ves... —Jon se interrumpió a sí mismo, su rostro ahora completamente rojo—. Diferente. Te ves diferente.

—Es temporal —dijo Damian, aunque algo en la forma en que Jon lo miraba no se sentía temporal en absoluto. Se sentía como un cambio fundamental, como si Jon estuviera viendo algo que siempre había estado ahí pero que solo ahora era visible.

Hubo un momento de silencio incómodo donde Jon claramente luchaba por encontrar algo normal que decir, algo que no fuera "te ves increíble" o "no puedo dejar de mirarte" o lo que sea que estuviera gritando en su cabeza.

—La misión es mañana —logró decir finalmente Jon, aferrándose a territorio seguro y profesional—. ¿Estás listo?

—Siempre —respondió Damian con esa confianza que no era arrogancia sino simple certeza.

Y mientras pasaba junto a Jon para dirigirse a su habitación, mientras sentía esos ojos azules siguiéndolo incluso cuando doblaba la esquina, Damian supo con absoluta certeza que mañana no sería solo otra misión.

Sería el comienzo de algo que ninguno de los dos sabía cómo manejar.

Y la idea debería haberlo aterrorizado.

En cambio, sintió algo peligrosamente cercano a la anticipación.