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Ésta no era la mejor de sus ideas.
Tampoco había sido una buena idea; y, honestamente, ni siquiera era el tipo de pensamientos que acostumbraban a rondar por su mente.
Y, es por ello, que no entendía como había surgido aquella idea dentro de su cerebro.
Tenía una mente maravillosa, eso estaba seguro; una memoria privilegiada; y una admirable capacidad de lógica resolutiva. Si analizaba con detenimiento, todas aquellas áreas en las que su mente funcionaba de manera extraordinaria, su consternación aumentaba.
Desconcertado, debido a la última de sus actividades realizadas; y el sentimiento parecía incrementar, cuando se remontaba al origen de la misma.
Todas estas ideas se hilaban, una tras otra, creando un extenso y complicado nudo.
Y él aún no estaba preparado para poder finalizarlo; no sin encontrar el extremo que liberaría, por fin, su agita mente del enredo. O bien, siempre podría agregar más pensamientos, y enmarañar nuevas ideas, (desconocidas, hasta ahora), dentro de su reciente telar mental.
Inhalo profundo, elevando a poca altura sus hombros y tensando mínimamente los músculos de sus espalda; contuvo la respiración unos segundos. Exhalo, lento y pausado, incluso, algo tembloroso al final; como si parte de su consciencia se colará dentro de aquel suspiro.
Buscando remendar la apertura, fabricada por su propia mente, y que actualmente, le traía toda esta serie de inconvenientes. Pero es tarde. Literalmente, tarde.
Desconocía el momento en el que sus párpados se cerraron, pero ahora los apretaba con fuerza, su cuerpo completo estaba en estado de alerta.
Tan rápido como pudo, sus ojos se abrieron, y comenzó una inspección meticulosa de su entorno.
La luz sobre su cabeza brillaba con fuerza, fría y artificial, decorada con una bonita lámpara de cristal; las paredes permanecían anchas y muy altas, una parte de ellas muy pulcras y casi inmaculadas, y el resto, destellando un poco de color; por las ventanas, por su parte, permanecían inmóviles, casi ajenas, sin viento o luz que las atravesara (a pesar de mantenerse abiertas), y las suaves y delgadas cortinas, parearían ser reemplazadas por algún pesado metal.
Toda la quietud y tranquilidad de la madrugada creaban un evidente contraste con todo su lío psicológico.
Mala idea. Lo admitía, y lo aceptaba. Sin rencores, sin presiones.
El sofá crujió levemente bajo él en cuánto se movió un poco, de dos estirones terminó de remover la frazada que cubría sus piernas; incorporándose a medias, lanzó el libro sobre la mesita de madera.
La imagen impresa sobre el libro parecía devolverle la mirada; y por un segundo, le pareció gracioso: la mini paranoia que experimentaba, era provocada por los relatos "oscuros" que había estado leyendo durante la tarde y noche.
Dejando a Lovecraft en la sala de estar, de encaminó a su habitación, andando ligero y más seguro por el pasillo con los pies descalzos. Apagó la luz de forma manual, y un segundo antes de ingresar a su dormitorio, su piel se erizó, y la temperatura de su cuerpo descendió de golpe.
Su respiración volvió a temblar y a entrecortarse. Sus ojos sólo veían con claridad la cerradura de su puerta, los demás lucía borroso y distante; su pecho se elevaba y sus oídos se aguzaron, pendientes de cualquier cambio.
Tomando un valor repentino, cruzó el marco de la puerta y cerró ésta a sus espaldas. Con largos y apresurados pasos -muy similar a correr- cortó la distancia hasta su cama.
Una vez recostado, se cubrió con sus sábanas, evitando crear un encierro de tela, que sólo alteraría más sus nervios. Ahí, dentro de su cama, volvió a sentirse inseguro de repente; las paredes volvían a ensancharse sin parar, y la temperatura bajaba exponencialmente.
Cerró fuertemente sus ojos, y pensó en una posible distracción de su ansiosa situación; sin una mejor opción, comenzó a resolver alguna integral que recordaba haber visto en su libro de cálculo avanzado.
Los números lograron tener un efecto tranquilizante en su cansada cabeza.
En consecuencia a su agitada aventura, sus no usuales pensamientos, y el frío de la madrugada; consideró, brevemente, aceptar la oferta de su madre para pasar con ella y su padre el tiempo de vacaciones.
O no.
Reconsideraría toda su situación por la mañana.
